Google
This is a digital copy of a book that was prcscrvod for gcncrations on library shclvcs bcforc it was carcfully scannod by Google as parí of a projcct
to make the world's books discoverablc onlinc.
It has survived long enough for the copyright to expire and the book to enter the public domain. A public domain book is one that was never subject
to copyright or whose legal copyright term has expired. Whether a book is in the public domain may vary country to country. Public domain books
are our gateways to the past, representing a wealth of history, culture and knowledge that's often difficult to discover.
Marks, notations and other maiginalia present in the original volume will appear in this file - a reminder of this book's long journcy from the
publisher to a library and finally to you.
Usage guidelines
Google is proud to partner with libraries to digitize public domain materials and make them widely accessible. Public domain books belong to the
public and we are merely their custodians. Nevertheless, this work is expensive, so in order to keep providing this resource, we have taken steps to
prcvcnt abuse by commercial parties, including placing lechnical restrictions on automated querying.
We also ask that you:
+ Make non-commercial use of the files We designed Google Book Search for use by individuáis, and we request that you use these files for
personal, non-commercial purposes.
+ Refrainfivm automated querying Do nol send automated queries of any sort to Google's system: If you are conducting research on machine
translation, optical character recognition or other áreas where access to a laige amount of text is helpful, picase contact us. We encouragc the
use of public domain materials for these purposes and may be able to help.
+ Maintain attributionTht GoogXt "watermark" you see on each file is essential for informingpcoplcabout this projcct and hclping them find
additional materials through Google Book Search. Please do not remove it.
+ Keep it legal Whatever your use, remember that you are lesponsible for ensuring that what you are doing is legal. Do not assume that just
because we believe a book is in the public domain for users in the United States, that the work is also in the public domain for users in other
countries. Whether a book is still in copyright varies from country to country, and we can'l offer guidance on whether any specific use of
any specific book is allowed. Please do not assume that a book's appearance in Google Book Search means it can be used in any manner
anywhere in the world. Copyright infringement liabili^ can be quite severe.
About Google Book Search
Google's mission is to organizc the world's information and to make it univcrsally accessible and uscful. Google Book Search hclps rcadcrs
discover the world's books while hclping authors and publishers rcach ncw audicnccs. You can search through the full icxi of this book on the web
at|http: //books. google .com/l
Google
Acerca de este libro
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
cscancarlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embaigo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
tesümonio del laigo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares:
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La l^islación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
Acerca de la Búsqueda de libros de Google
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página|http : / /books . google . com|
V
■ ■ i
I»
• 1
í-
/
COMENTARIOS
DE
D. García de silí a y figiroa
DE LA EMBAJADA
fiUE DE PARTE 1)EL REY DE ESPAÑA DON FEUI'E 111
HIZO AL REY XA ABAS OE PERSIA
LOS PUBLICA
lA SOCIEDAD DE BlELlÜFlLüS ISPAÑÜLES
TOMO SEGUNDO
lémk
MADRID
MCMV
V V . > ^
\-'
FbOM THE
t-V, ! John Shaw BiLLiNfís MEMORI1.L FuND Í/vaÍ
FOUNDED BY
AinriL PiLLM£B Drapeb
fc'r- «■ ••
e^
■h/TC
COMENTARIOS
DE
D. GARCÍA DE SPA Y FIGWA
i4
COMENTARIOS
DE
D. GARCÍA DE SiyAíFPEROA
DE LA EMBAJADA
(¡DE DE PAUTE DEL BEY DE ESPlHl DON FUE U
HIZO U. MI Xt ABAS DE PERSIA
LOS PUBLICA
USOCIIMDDIBUILOSISPÜIOLIS
TOMO SEGUNDO
MCMV
THE N£W V. . .
POBLIC LIBRA i
..a ■_■-■ k_>A.
"*. ' ' SfC' típ. de U «Revisu de Arch., Bibl. y Mnieos», OUd« 8.
• • •,•••« •
• • •
• •
" • •• • ••
,• • ••• •• ■
'• •,•••• •
*,»•• • ••• •
• • • •• •
LIBRO QUINTO <■>
CAPITULO PRIMERO
Salida de Margascán. — Los circasianos* de Mahin. — La mezquita
de Amanzada.— Muerte de Jusepe Salvador. — Las aldeas de
Ugión, Acopaz, Cuzcusar y Hiesdegas. — Una lluvia molesta. —
Camino de Spahan. — ^Noticias de los Gao res.— Entrada en
Spahan.— Descripción de esta ciudad. — ^Notables ejercicios de
dos volatines.
A ocho de Abril salió el Enbaxador de Margascán
y por ser tarde no caminó aquel día más de tres leguas
por aquella fértil y llana canpaña, dexando á la mano
izquierda una legua lexos el rio Araxes, hasta llegar
junto á una muy enpinada y alta sierra en que estaua
fundada una fortaleza antigua, hazíendola muy fuerte
y del todo inexpunable su asperissimo sitio, siendo
por todas partes casi á plomo peinado el monte, de
manera que si no era dando muchas bueltas y con gran
dificultad no se podía subir arriba. Y aunque toda la
corona desta sierra tenía muralla fuerte y alta, con to-
(i) Este libro corresponde en ei original á la segunda mitad
del rv, que hemos dividido para la mejor repartición del texto en
dos volúmenes.
— 8 —
rres á trechos, hazíala mucho más inexpunable la for-
tifícaQÍon que naturaleza le daua, pues con estar en-
tonces abierta y sin guarda, nadie queria tomar traba-
xo de la ver. En un prado de grama menuda y verde,
al pie de esta sierra, pasó la noche el Enbaxador den-
tro de su litera, teniendo muy gerca dos aduares de
turcomanes, que sienpre en esta jornada se mostraron
buenos vezinos.
A nueue, antes que amaneciese se prosiguió el ca-
mino, y después de auer dexado á la mano izquierda
el monte con su fortaleza referida, se fue caminando
grande espacio Ueuando á la mesma mano y á vistas
nuestro Araxes, ó Bradamiro, en esta parte con más
hermosa y ancha (i) corriente, y su agradable rríbera
muy llena por anbas partes de verdes y espesas matas,
teniendo este rrio no se qué de apazible, dando un par-
ticular gusto á todos los que lo vian y caminauan
cerca del.
A las nueue del dia se llegó á Mahin, después de
auer pasado un rrio pequeño lleno de arboledas y que
lleuaua agua clarissima y fría; es Mahin un lugar
abierto de quinientas ó seiscientas casas, todas ellas
entre muchos jardines y huertas de grandes arboledas,
mayormente de nogales, de manera que parecía un
muy espeso bosque. Auia en este lugar, demás de los
naturales vezinos suyos, una gran colonia de ^ircassos
que dos años antes el rey de Persia, después de auer
saqueado gran parte del Gurgistan ó Georgiana y traí-
do en seruidunbre sus moradores, hallando mucho
número de familias de estos miserables fircassos los
conpelio á la mesma transmigración (2), siendo traídos
y rrepartidos por diuersos lugares de la Persia. Y fue
tanto mayor la miseria de esta pobre gente quinto ellos
(i) Tachado: con su hermosa y mansa.
(a) Tachado: los quales padecieron la mesma plaga.
— 9 —
por huir la plaga y trabajos de la guerra que en Qir-
cassia se auia mouido poco antes entre sus mesmos
naturales, y no queriendo ser parciales de la una y la
otra facción, huyeron con sus mugeres y hijos á la
parte que más ^erca les caia del Gurgistan, adonde ha-
llaron el peligro mayor y más (ierto. Eran todos estos
^ircassos, blancos y bien dispuestos, y que considerada
su rrigurosa fortuna, padeciendo suma pobreza^ á quien-
quiera mouia á gran conpasion, y ansi el Enbaxador
entre muchos dellos repartió alguna cantidad de dinero.
Otro día, diez, caminó el Enbaxador tres leguas con
toda la carauana que halló junta en el dicho lugar, has-
ta Amanzada^ una aldea de pocas casas, recogidas
dentro de un caravasar cercado de buena muralla^ en
que auia tanbien una grande y rica mezquita^ de cuya
renta, por costunbre antigua, se daua de comer tres dias
á todos los peregrinos y pasageros pobres, teniendo
los persianos y árabes en suma veneración este su ten-
plo, por tener su sepulcro y estar enterrado en el un
grande y venerable sane ton, y ansi lo auian enrrique-
fido con diuersas mandas y dotaciones. Auia luego
como se entraua en este caravasar una hermosa y,
abundantissima fuente, de que corría fuera tan grande
golpe de agua que pudiera moler con ella un molino.
Todo el camino que se traxo de Mahin hasta este ca-
ravasar, por la mayor parte fue áspero, con altos mon-
tes á la mano izquierda, y en ellos algunas pequeñas
matas^ y con sus cunbres, aunque entrado ya el vera-
no^ todavia cubiertas de nieue.
Estuvo el resto deste dia, que fue martes de la Se-
mana Santa, á diez de Abril, el Enbaxador, en el dicho
caravasar, y queriendo á las nueve de la noche co-
mentar á caminar la caravana sucedió un desastre no-
table de que el Enbaxador con toda su familia recibió
grande alteración y pesadunbre. Y fue que como Ju-
sepe Saluador, armenio, de quien ya se á hecho men-
— 10 —
cion, y á quien el Enbaxador quería mucho^ ansí por
seruírle fielmente de intérprete^ como por la mucha
pratíca que tenia destas provincias orientales , se ade-
lantase solo de la caravana por poner en cobro una
muger^illa gentil ó indiana de nagion y de profesión
mora, á quien aquel dia el Enbaxador auia mandado
echar de la caravana por auer sabido que dando es-
cándalo y mal exenplo^ el dicho Jusepe [la] traia pu-
blicamente desde Xiras, á menos de dozientos pasos
de donde auia partido fue hallado muerto y sin cabera,
de los que iuan con las primeras cargas de la caravana.
Y como con el alboroto que todos recibieron de tan
horrible caso , viniesen á dar cuenta dello al Enbaxador ,
que estaua durmiendo, no auiendo de partir hasta otro
dia por la mañana (i), con la rrepentina turbación que
luego regibio mandó que nadie inquiriese ni hiziese di-
Ugencia para saber los que uviesen cometido el delicio;
infiriendo luego, que de los que con tanta libertad lo
perpetraron se podia temer otro caso peor y mas gra-
ve que el cometido. Y estando con vigilancia y guarda
aquella noche, por la mañana, después de enterrado el
muerto, no se supo otra cosa mas sobre su muerte,
sino que muy poco espacio antes que él partiese y se
apartase de la carauana pasaron dos tropas de hom-
bres á cauallo con arcabuzes, arcos y cimitarras, con
mucha priesa, teniéndose por sin duda que estos le
uviesen muerto* Pero qué ocasión pudiese auer dado
aquel pobre hombre, nadie lo pudo imaginar, ni hasta
agora se sospecha^ aunque muchos si, de quien (2) le
causó tan cruel muerte, llevándole la cabeca y dexando-
le el dinero y sortijas que Ueuaba; y ansi paregio acer-
tado pasar esto en silencio, hallándose el Enbaxador en
parte adonde era forcoso hazerse ansi.
(i) Tachado: el aunque.
(a) Tachado: donde se.
— II —
Miércoles, onze del dicho mes, se caminaron tres le-
guas hasta Vgíon, aldea pequeña; fueron las dos leguas
de este camino asperissimas por la subida y defendida
de una sierra^ tan agria y llena de grandes piedras que
se padeció grandissimo trabaxo, pfarticularmente en la
subir, Ueuando á mano cantidad de hombres la litera
del Embaxador, caminando él con dificultad á cauallo.
No era esta sierra, por la parte del Medio día , pelada,
como casi todas las de la Persia, sino con muchos lan-*
tiscos (i) de la especie y grandeza que se a dicho atrás,
de que se coge gran cantidad de almaciga, y tanbíen auia
mucha cantidad de matas de rretama; pero por donde
se baxa desta sierra, que es al Norte, es pelada como
las demás; solo auia algunas pequeñas matillas de es-
pinos. Posó el Enbaxador en esta aldea en un aposento
contiguo con una mezquita con quien los naturales de
aquella tierra tienen grandíssima deuofion por estar
allí enterrado un sancton descendiente de Alí y de Fa-
tíma hija de Mahamet ó Mahoma, y ansí luego como
el Enbaxador llegó, vino á visitarle el hermitaño ó der-
uis de la mezquita, que le hizo esta relación, afirmán-
dole como era grande [el] número de hombres y mu-
geres, enfermos, y ciegos y tullidos que allí recibían
salud por la intertesion de aquel su gran sancto, de
cuyos jmilagros él tenia un gran cathalogo y minute
consigo. Esta aldea y mezquita está en un llano por
donde pasa un mediano arroyo pantanoso y de mucho
pescado^ que junto al lugar se pasa por una puente de
piedra.
A 12, jueves santo, de mañana se salió de aquí, ca-
minándose quatro leguas hasta un grande y hermoso
carauasar y una pequeña aldea que junto á él estaua,
cercada de una rruin muralla de tapias, y en medio
deUa, en sitio algo más rreleuado que lo demás, auia
(i) Ms. latUicos.
— 12 —
una rruin fortaleza medio derribada; alderredor della
y dentro de la primera gerca de la aldea auia hasta cien
casillas, la mayor parte dellas pobladas de circassos de
la mesma transmigración que los de Mahin^ gente su-
mamente miserable y pobre; y ansi por esto como por
la veneración que se deuia al dia, mandó el Enbaxador
que entre todos se repartiese en limosna alguna canti-
dad de dinero. Llámase esta aldea Acopaz, y aunque
su sitio es llano y baxo, alderredor está rrodeada de
altos montes, lo más alto dellos cubiertos de nieue; y
ansi, demás de que el suelo y llano que entre ellos ay
es paludoso, y lo corta el mesmo arroyo que pasa por
la aldea de atrás, es gran cantidad de agua la que dellos
corre y interiormente se rregume por todo aquel llano
en que están el caravasar y aldea^ rebentando por donde
quiera infinitas fuentes, que aunque al parecer es clara
y buena, haze contrario efecto en todos los que la
beuen. Porque aunque de su naturaleza no sea del todo
mala, viniendo colada entre la tierra y peñas de aque-
llos montes, la propiedad del suelo en que rebienta es
pestilentissima y dañosa^ particularmente por la vezin-
dad de aquel amorbado arroyo que tiene inficionado
el aire de todo aquel distrito, siendo mucho más pesti-
lencial el pescado que cria. Lo qual se esperimentó en
aquel dia que el Enbaxador allí estuvo^ porque como
toda su familia (i) hallase alli tanta cantidad de grandes .
peces^ la mayor parte de los criado^ salieron otro dia
enfermos de alli^ no les aprouechando lo mucho que
el Enbaxador les auisó que no comiesen de aquel pes-
cado, auiendo visto la amarillez y abominable color
que tenia. Ay junto al caravasar una grande huerta
que Alauerdecan dexó rrecien plantada antes que mu-
riese, en que ay gran número de todo genero de fruta-
les, con grandes y derechas calles de álamos, plátanos
(i) Tachado: del Enbaxador.
— i3 —
y cipreseSy aunque pequeños, como plantados de poco
tienpo.
A i3 se llegó tenprano á Cuzcusar, un buen cara-
uasár y aldea en forma de fortaleza; todo el camino es
baxo y paludoso, con grandes lagunas y pantanos, y
de tan malo ó peor ayre que en Acopaz, la aldea de
donde este dia salimos. Y con rrazon le dan los persia-
nos el nombre de Cuscuzar á este caravasar y aldea,
porque en lengua persiana quiere decir lugar pestilente
Y venenoso j y ansi el Enbaxador como sus criados se
hallaron alli, aquel dia y noche siguiente, todos enfer-
mos y como mareados de una gran tormenta, duran-
doles dos ó tres dias esta rruin dispusicion. Porque
como los dos principales alimentos sean el aire y el
agua, y lo uno y lo otro sea aqui tan peruerso y ma-
ligno, tienen juntamente con su malicia alguna parti-
cular qualidad para causar semejantes accidentes.
A 14, vispera de Pasqua, llegó el Enbaxador á Der-
gríger, adonde ay un gran caravasar y otra aldea den-
tro de una rrazonable fortaleza, y porque auia alli una
casa pequeña pero bien labrada y aunque de muy chi-
cos aposentos, posó en ella el Enbaxador, comentando
desde aqui á perder algo de la mala dispusicion y des-
caymíento con que venia, mejorando tanbien todos los
demás con auer hallado mejor ayre.
A 1 5, dia de Pasqua, se hizo jornada en Hiesdegas^
después de auer andado con la carauana grandes ocho
leguas, y hallado repentinamente, caminando por un
llano, una hondura y despeñadero notable, peinado por
todas partes, y que por la una daua paso, pero tan pe-
ligroso y difícil de baxar que se gastó gran rato hasta
llegar á lo baxo, en que auia una vega y valle muy lla-
no de dozientos pasos y mas en ancho, y quinientos de
largo, continuándose después en aquella forma por al-
gunas leguas más adelante, con algunos pequeños ca-
nales de agua con que se rregaua. De la otra parte del
— 14 —
llano auia otro semejante despeñadero, cortado á plo^
mOy de manera que la vega que auia en lo baxo pare-
cía un muy ancho y profundissímo foso, desde la qual,
en lo mas alto y peinado de la peña estaua fundado un
pequeño lugar, aunque de sitio fortissimo, cuyas casas
subiendo en muchos suelos de altura y teniendo ansi
mesmo infinidad de ventanillas pequeñas, paresgian de
lexos nidos de paxaros ó vinares de saluaginas. Pasa-
mos el valle y en él un arroyo de que se rregaua la ve-
ga^ y luego comentamos á subir la cuesta muy áspera
en que estaua la fortaleza, rodeándola por la parte del
Norte para entrar en ella, y era cosa muy para notar
ver la grande altura de las casas, que estañan muy es-
pesas y ellas mesmas seruian de muralla, con infinito
numero de ventanas, y en ellas gran cantidad de mu-
geres y muchachos, siendo aqui mas blancas que todas
las que en Persia hasta entonces se auian visto. Entró-
se en este notable lugar por una muy estrecha puente
leuadiza, sin pretiles, que caia sobre un muy hondo
foso, adonde la tarde antes se auia despeñado y hecho
pedamos un cauallo de un persiano de los que iuan ha-
ziendo el aposento al Enbaxador^ el qual tuvo esta no-
che muy mala posada como la mucha pobreza del lu-
gar lo pedia.
A 1 6 caminó la caravana siete leguas, á una mucho
mas pobre y miserable aldea cuyo nonbre no merece
hazerse memoria del; pero poco menos que á la mitad
de la jornada se pasó por un muy grande y hermoso
caravasar, nueuo y labrado todo de piedra, con gran-
des torreones á las esquinas; en fin, era el mejor, á lo
que de fuera se pudo juzgar, de quantos se auian visto
y vieron después en esta jornada, obra tanbien de
Alauerdechan y hecho á su propia costa. Frente del
caravasar por que pasaua el camino por medio, auia
tanbien una gran fortaleza nueua y fuerte, y una pe-
queña aldea de vezínos dentro della, siendo indigio el
- i5 —
hallar tantas por este camino, que es despoblado y so-*
lO) por los muchos ladrones que solían andar por él
rrobandOy ansí los pobres labradores, como las cara-
vanas de los mercaderes. De la pobre aldea adonde el
Enbaxador y la carauana paró este día, salió otro por
la mafiana, 17 del dicho mes, y auíendose caminado
seis leguas por camino llano y buena tierra, aunque
sin árbol alguno, llegó á un buen lugar á que dauan
nombre de giudad, llamado Comixan, de quatro^íen-
tos ó quinientos vecinos. La canpaña alderedor del, y
buen espacio antes, estaua toda cultíuada y labrada
para coger trigo y geuada, pareciendo la tierra gruesa y
fértil, pero muy tenaz (1) y argilosa, regada con muchos
canales de agua que les venian de lexos, sin la qual,
como ya otras vezes se a dicho, la Persia no produze
ni frutífica cosa alguna, siendo muy poco lo que en ella
Uueue y el terreno de si tan seco que no lleua en los
montes y llanos árbol ni cosa verde, sino en algunas
partes aquellos lantiscos de que se coge la almaciga, ó
los pocos arboles espinosos y pobres de hoja de que ya
tanbien se á hecho mención. Después de auerse apo-
sentado el Enbaxador en casa de un vezino que tenia
una rrazonable casa, y su familia en otras cercanas,
aunque el tienpo quando llegó parecía estar sereno, con
muy pocos nublados, comentó luego á caer una agua
menuda y de manera que «no se podía esperar más de
que, como vulgarmente se dize, matase el poluo; mas en
poco tienpo paresfió lo contrario, porque continuando
toda aquella tarde, sin espesarse ni crecer mas, corría
en abundancia por todas partes sin enbeuerse en el
suelo. Y siendo este argiloso y cretoso, como se a di-
cho, quedó con tanto y pegajoso barro en su superfí-
qie, que por ninguna parte se podían tener en él todos
los que acudían á cubrir ó retirar en un caravasar
(i) Tachado: espesa.
- i6-
viejo que allí auia las cargas de toda la carauana, me-
tidas gran parte dellas en el agua y lodo. En este tu-
multo que forzosamente auia de auer, dando mucha
priesa el Enbaxador para que se pusiese reparo, prin-
cipalmente en el presente que se Ueuaua al Xa^ dauan
todos grandes caidas resbalando en aquel grueso y vn-
toso Iodo, porque quanto mas refirmauan y hazian
fuerga en los pies para tenerse, con tanto mayor inpetu
venian al suelo. Las muías y jumentos que traian para
con presteza mudar al caravasar algunas de aquellas
cargas, no solo no fueron de prouecho, por caer y rres-
balar mas que los honbres, pero muchas quedaron, de
las grandes caidas, inútiles del todo para el rresto del
camino hasta Spahan. En fin, auiendose reparado en
el caravasar y algunas casillas cercanas las cargas del
presente, que lleuauan paños, sedas y granas y parte
de la rrecamara del Enbaxador, de lo demás, que fue-
ron mas de trezientas cargas, sin los fardos y caxas de
criados, se hizo un gran túmulo alli en el canpo^ cu-
briéndolo con muchos reposteros de fieltro que desde
Xiras el Enbaxador auia mandado proveer para seme-
jantes ocasiones. Era el huésped en cuya casa el En-
baxador posaua, grandissimo oficial de hacer arcos, y
ansi tenia particulares gages del rey por ello; éste le
Ueuó al Enbaxador un fuerte y hermoso arco dorado,
con muchas lauores, el qual le fué muy bien pagado y
agradecido, repartiendo después alguna cantidad de
dinero entre los niños y niñas de poca edad, hijos y
nietos del huésped, que acudian á una ventana cubier-
ta de una red de madera que del aposento del Enbaxa-
dor salia á un jardín de la propia casa. Lo qual fue
ocasión que otro dia antes de su partida acudiesen á la
mesma ventana todas las muchachas y mugeres, no
solo de la casa (i), pero de gran parte de la vecindad.
(i) Tachado: sino.
— 17 —
unas descubiertas y otras cubiertos los rrostros, en-
tre las quales^ con mucha fiesta y rrisa del Enbaxador,
se hizo un largo congiario.
A i8y poco antes de medio dia se salió de Comixan,
hallándose todo el camino^ que era llano y de aquel
mesmo barro, muy moxado y lodoso, y esto era quan-
to mas se caminaua, pareciendo en los muchos panta-
nos en que se daua que auia llouido abundantemente
muchos dias, auiendo sido por alli el agua mas espesa
y rezia y durado mas oras, sigun se supo después de
algunos criados del Enbaxador que desde la aldea pe-
queña antes de Comixan auian sido despachados á
Spahan dos dias auía. Llegóse un hora antes que fuese
noche á otro lugar de la mesma vezindad que del de
donde aquel dia se auia salido, llamado Mahiar, y aun
que en él auia un buen carauasar, el Enbaxador y gran
parte de sus criados se aposentaron conmodamente en
las mejores casas de los vezinos.
Jueues, 19, muy de mañana se salió de aqui á Spa-
han, seis leguas de camino, y porque antes de entrar
en la giudad el Enbaxador queria parar algunos dias
en alguna aldea ó huerta cercana adonde se hallase
comodidad de rrecogerse, enbió mucho antes que ama-
nesgiese á los offí^iales y criados á quien este cuydado
le tocaua, para que le tuuiesen de comer en una buena
aldea una legua pequeña de Spahan, llamada Jarustan,
auiendose anisado lo mismo á los que auian de partir
delante con la carauana. Pero estos, que eran dos per-
sianos que desde Xiras venian con el Enbaxador para
le aposentar y hazer dar el recaudo necesario por
el camino, no entendiendo bien al intérprete llena-
ron la carauana á unas huertas, menos de media
legua de Spahan, adonde el mayoral dellos, llama-
do Alibec, tenia una casa, sin saber que los criados
del Enbaxador auian ido á hazerle el aposento á otra
parte.
r-
— i8 —
El camino de este día, aunque fue llano, la mayor
parte del se halló un mal paso en que se baxó (i) casi un
quarto de legua por una ladera muy áspera y llena de
piedras, adonde fue forzoso salir fuera de la litera el En-
baxador^ auiendose dexado poco antes una gran cis-
terna llena de muy buena agua. Media legua antes de
llegar á la gran llanura en que está la fiudad de Spa-
han, se pasó una sierra blanda y sin dificultad de
caminarse, continuada de muchos y pequeños collados
que se iuan pasando unos tras otros, antes de poderse
descubrir la ^iudad, y era todo el suelo de esta sierra
de una piedra tan blanda que se deshazia en partes
muy menudas como cascajo muy blando. Al medio de
esta sierra llegó una gran tropa de persianos, hasta en
número de veinte ó treinta, los más dellos muy mogos,
los quales venian á pie y sin armas, muy apresurados,
y reparando junto á la litera en que iua el Enbaxador,
mirauan con grande atengion á todas partes, hasta que
auiendole sido preguntado qué querian, respondieron
que venian á ver á Roldan, pronunciando este nonbre
muy distintamente. Era Roldan, por quien pjregunta-
van, un alano grande del Enbaxador, de que ya se a
hecho mengion, que por ser muy pesado y venir des-
peado del largo camino lo traian desde Lara honbres
conduzidos para este efecto, en un andor ó palanquin
de los de la India, y como entonges viniese detras de
toda la familia, fueron estos mogos persianos en su
busca, viniendo después todos alderredor del, crecien-
do de manera el número de la gente que salia con
grande admiración á vello, que quando se llegó á la
huerta adonde el Enbaxador paró aquel dia, Ueuaua él
solo un grande y numeroso aconpañamiento. Acaba-
das de andar todas aquellas baxas collinas, se descu-
brió una anchissima vega que ocupaua muchas leguas
(i) Tachado: decendio.
-19-
alderredor, con grandissimo número de huertas y jar-
díneSy que aunque de parte eminente, ocupauan la vis-
ta á la giudady no paretiendose más de alguna parte de
los alcoranes de las mezquitas; súpose luego alli, de
algunos criados que auian llegado con la carauana, el
hierro de auerse preparado el aposento en otra parte,
y ansi fueron á dar auiso á los que allá estauan^ que
no era más de media legua de la huerta, adonde se le
auia buscado una casilla para el Enbaxador^ en que
solo auia un aposento tan estrecho que casi no cabía
en él mas de su cama. Era hermosa cosa ver la mucha
frescura y opacidad de los arboles que auia por junto
á donde se caminaua, con infínito número de gente
que salia á vernos, porque si bien la Qiudad estaua me-
dia legua de alli, todas aquellas huertas están pobladas
con muchas casas, de manera que no hazia falta la
(iudad, y ansi auia tanta cantidad de mugeres con sus
mantos blancos, que ocupuuan por una y otra parte
las percas y paredes de las huertas, con lo alto de todos
los edificios cercanos.
Aunque estrechamente y con mucha descomodidad
estuvo dos dias el Enbaxador en aquella huerta, adonde
auia notable cantidad de rrosas y flores, porque demás
de las rrosas ordinarias coloradas, auia otras algo me-
nores^ blancas, y otras amarillas, y éstas de menos olor
que las demas^ pero de muy hermosa y apazible vista.
Las Qiruelas y manganas, aunque verdes y por madu-
rar, estauan ya gruesas y comunmente las comian ya
todos como si estuuiesen en toda su sazón, siendo la
menos fruta la que llega á tenella, comiéndose la ma-
yor parte della muy verde y azeda (i), porque tienen
por general opinión todos estos persianos^ de que no
les haze daño desta manera.
(i) Tachado: teniendo*
— 20 —
Vinieron aquella tarde á ver al Enbaxador los reli-
giosos de San Agustin y del Carmen de los dos con-
ventos de Spahan^ y luego por la mañana el Deroga y
Visir, que son los supremos governadores de aquella
Qiudady y á la tarde la gente que en ella se hallaua de Eu-
ropa, que eran diez ó doze ingleses, dos tudescos y tres
ó quatro italianos^ con quien el Enbaxador holgó mu-
cho por saber algunas cosas de Europa^ aunque enton-
ces auia muchos dias que no auia llegado carauana de
Bagadad^ ni Alepo, y ansi no se tenia noticia de mas de
lo que se auia escrito de estas partes en las gacetas del
año próximo pasado^ en que solo auia nueuas del prin-
cipio del año de 1616.
Mudóse de aqui el Enbaxador á otra huerta que le
caia gerca, en que auia tres buenos aposentos frescos y
nueuos, con bastante comodidad para su persona, y
en un llano que auia junto á la huerta se pusieron
nueue ó diez tiendas; la una, que era muy grande y
bien aderegada, de la (i) persona del Enbaxador, en que
auia lugar degente y cónmodo para dezir misa, y las
demás para sus criados, y ansi á las tiendas^ como
adonde estaua el Enbaxador, era cosa increible el gran
número de gente que acudia, sin bastar á detenellos
los porteros y gente que los governadores auian puesto
de guarda. Porque demás de la giudad de Spahan, que
de si sola es populosa y grande^ auia quatro numerosas
colonias á la parte de estas huertas en que el Enbaxa-
dor estaua^ que de pocos años á esta parte el rey de
Persia auia traido de las giudades de Eruan y Julfa en
Armenia, y de la soberuia, aunque ya arruinada, Tau
ris, en Media, y en otra parte gran número de Gaores,
que todas estas quatro colonias, apartadas poco espa-
gio, ó casi continuadas unas con otras, hazian cuerpo
de otra ciudad, igual ó mayor que la mesma de Spahan.
(i) Tachado: para.
— 21 —
Y porque se a hecho aquí primero mención de estos
Gaores, que es lo mesmo en lengua turquesa y persiana
que gente sin ley ó gentiles, parecerá á proposito dezir
quien son, antes de tratar de las demás cosas tocantes
á la QÍudad de Spahan. A quedado este genero de hon-
bres de los antiguos y propios moradores de la Persia,
la qual, auiendo sido ocupada y señoreada por tantos
siglos, con las demás prouincias de Asia sujectas á su
grande monarchia^ primero de los árabes, y después
de los turcos y tártaros, hizo notable mudanza en len-
gua, trage y costunbres^ como agora la vemos, pues
casi no parece en ella rastro de su antigua grandeza.
Y esto es cosa muy verisimil, auiendola- ocupado y
transformado en si las mas incultas y barbaras nacio-
nes del mundo. Los señores de qualquiera inperio ad-
quirido por ellos son luego imitados de los subjectos y
vencidos, en las cosas susodichas^ aunque del todo sean
incultas, rusticas y bestiales; como claramente se vio
en Italia, Francia y España quando en la vltima decli-
nación del inperio romano fueron ocupadas de los ván-
dalos, godos, alanos, francos y longobardos, extin-
guiéndose de todo punto en ellas las buenas artes en
paz y guerra con que tanto auian floresgido. Lo mesmo
sugedio en Persia y en las demás naciones conterminas
á ella, pues con rrazon se puede dudar agora por quien
con cuydado las uviere visto, auer auido en ellas nin-
gún genero de lustre, pulicia, ni grandeza, de que tanto
eran engrandecidas y alabadas de los antiguos. La gente
pobre y miserable sienpre retiene algo en estas mu-
danzas, de la mesma pobreza en que sienpre biuio, y
ansí en la parte más oriental de Persia y en la provin-
cia de Querman, que confina con ella por el Oriente (i),
quedaron muchos de sus antiguos y verdaderos persia-
nos, los quales, aunque los demás se mezclaron y en-
( I ) Tachado: esta parte.
— 22 —
beuieron, vniendose con los vencedores, constantissi-
mámente an retenido sus antiguas costunbres, hábitos
y religión. Porgue de la manera que los antiguos per-
sianos quando más florecieron, adoran oy dia al sol y
al fuego, teniéndole síenpre engendido en sus casas,
poniendo grandissimo cuydado en que no se mate,
como lo hazian las virgines Vestales en Roma. Pero
como gente rrustica y que tantos años a biuido sienpre
en seruidunbre, tienen (i) oluidadas las más de sus ce-
rimonias antiguas^ reteniendo agora solo el tener en-
cendido el fuego y adorar el Sol quando nas^e, junta-
mente con el enterrar de sus muertos. A éstos, después
de los auer vestido de lo mejor que tienen, los arriman
en pie á las paredes de unos grandes gercados ó corra-
les que para esto tienen en el canpo, algo apartados de
los lugares en que biuen, y alli los dexan á ser comi-
dos de los cueruos y grajos y otras aues de esta cali-
dad. La lengua de que vsan es con poca diferengia de
la persiana, y el trage de los honbres algo semejante,
aunque más corto y estrecho, como de gente pobre, y
un pedago de liengo atado en la cabega. En las muge-
res e& por la mayor parte contrario de las persianas,
porque aunque traen garaguelles, encima se ponen un
genero de lobas ó sotanas cerradas, muy anchas^ suel-
tas, sin geñirse, que le llegan al tovillo del pie, con
Qiangas muy anchas, paregiendose en esto con las mu-
geres árabes, y grandes tocas en las cabegas, que por
todas partes son tan largas que le llegan á la rrodilla y
corvas de las piernas, de manera que teniendo tendidos
los bragos cubren las manos con ellas. Son estas tocas
gerradas, no descubriendo más de solo el rostro, sin
parecersele ningún cabello, ni parte de la garganta,
como á las dueñas ó biudas en España, mas de que no
tienen pliegues las de estas Gaoras, mostrándose con
(i) Ms. tienen en.
^^
— 23 —
este habito notablemente autorizadas y graues. Su co-
lor generalmente es encabellado, más ó menos claro,
tirando por la mayor parte á amarillo obscuro, variando
sienpre con estas diferencias las tocas de las lobas ó
sotanas, siendo éstas ordinariamente más obscuras que
las tocas. Toda esta gente era sinplícissima^ al contra-
río que las demás naciones asiáticas que siguen la secta
de Mahamet ó Mahoma. Los honbres son jornaleros,
camelleros y labradores, y algunos mechánicos^ y los
menos mercaderes, por su mucha pobreza. Las muge-
res hilan y texen, vsando y exergiendo estos offigios
sentadas á las puertas de sus casas, como generalmente
lo acostunbran en España las mugeres pobres de las
aldeas de Estremadura, hilando, aspando y deuanando
el hilo de que texen después sus telas, pareciéndose
mucho ansimesmo las unas á las otras, en gesto, color
y sinplicidad de costunbres. Caia su población ó colo-
nia un tiro de piedra de donde el Enbaxador posaua,
en que auia tres mil casas de rrazonable fabrica, con
calles muy anchas, largas y derechas, y con arboles á
trechos por todas ellas para hazer sonbra, de manera
que toda esta población hazia forma de un grande y
hermoso lugar, auiendo poco más de diez años que el
rey de Persia forgó á esta gente á hazer transmigración
de su mesma naturaleza para engrandecer la giudad de
Spahan. Y sigun la llaneza y poca malicia de esta gente,
auia grande aparejo en ella para con mucha facilidad
ser instruida y rreduzida á la religión cristiana si nues-
tros religiosos de la (iudad de Span atendiesen á ello
con el zelo y diligencia que su profesión lo pide.
Desde 19 de Abril hasta primero de Mayo se detu-
uo el Enbaxador en estas huertas, en el Ínterin que en
la ciudad se le buscaua casa, no hallándose á proposi-
to, porque las casas de los honbres poderosos, á quien
llaman Canes, aunque estauan muchas dellas vazias,
no podían los governadores dar ni disponer de ningu-
— 24 —
na dellos sin expreso mandato del Rey. Y aunque el
Enbaxador, ansí por esta dificultad, como por el deseo
que tenia de despachar su enbaxada, quisiera pasar
adelante hasta Farabat, en Hircanía, adonde el Rey
entonces estaua, no lo consintieron los governadores
hasta auerle dado cuenta de su venida^ Y ansi, dos
dias después que llegó, auiendo sabido que los gover-
nadores auian despachado, enbió él tanbien un suxa-
tel ó correo, escriuiendo al Rey y á Agamir, su secre*
tario de Estado, auisandole de su llegada á Spahan y
haziendo particular resentimiento de la muerte de Ju-
sepe Saluador, su intérprete, no tanto porque se espe-
rase castigo, con ser el delicto tan graue, como porque
no convenia á la reputación del Enbaxador dexarlo en
silencio, aunque se tenia por muy sin dubda auer sido
ya el Rey sabidor del caso.
En el tienpo que se estuuo sin entrar en la ciudad,
era grande el numero ^de gente que acudía á donde el
Enbaxador residia y á mirar las tiendas, ansi de los de
Span, como de las colonias rreferídas que eran mas
vezinas, particularmente mugeres y muchachos, por-
que estos, demás del deseo de ver cosas nueuas á su
pare^er^ venian tanbien á que les diesen limosna, sien-
do por la mayor parte miserables y pobres. Y como
juntamente con los armenios de la nueva Julfa u viese
tanbien una gran colonia de otros cristianos de Assi-
ria y Diarbec, nestorianos, surianos y maronitas, acu-
dian infinitos de estos á las tiendas, particularmente
quando le dezian misa al Enbaxador, mostrándole alli
con muchas demonstraciones de deuocion, aunque solo
se puede dezir que tienen el nonbre de cristianos, ve-
nian tanbien muchos georgianos, los quales con los
armenios eran los mas ordinarios y bien recibidos,
siendo cosa increible el grande numero de estas nacio-
nes que en la ciudad de Spahan está rrecogido, no ca-
biendo en los muchos y grandes carauasares que en
— 25 —
la (iudad ay, por no tener casas propias en que biuír.
Pero sin conparagion era mayor la cantidad de muge-
res y niños de los Gaores, de que ya se a hecho men-
ción ^ que todos los dias, muchas^ vezes venian á ver al
Enbaxador y sus criados, sin bastar los persianos que
auia de guarda á detenerlas^ porque aunque las conpe-
liesen á quedar fuera en el canpo y al sol, se estauan
gran parte del dia alli. Mas el Enbaxador, que gustaua
mucho de la sinpleza y novedad particular de esta
gente, muchas vezes las mandaua entrar y dar limos-
na, siendo esto por lo que más instancia hazian á venir
alli tantas vezes.
Primero de Mayo, auíendose acomodado dos rrazo-
nables casas juntas en Spahan, que se seruian por una
puerta, para que el Enbaxador se aposentase, entró
aquella tarde en la (iudad aconpañado de los governa-
dores y demás offi^iales del Rey, con otra mucha gente
á cauallo, en que entrauan los religiosos del Carmen y
San Agustín, con los demás que auia de Europa, in-
gleses, italianos y tudescos.
Después de auer pasado el rio por la puente vieja y
entrado por una (i) larga calle con muchos plátanos, se
comentó á caminar ya dentro de la (iudad por calles
estrechas y de casas medio arruinadas, aun de peor
fábrica que las de Xiras, hasta dar en un bazar lleno
de tiendas de cosas venales, las más dellas de todo gé*
ñero de frutas secas, y de las que entonces auia verdes
y muy azedas, y gran cantidad de mantenimientos,
asados, cozidos y fritos^ de diuersas carnes, con mu-
chas maneras de pan, regalado y bueno. En medio de
este bazar^ que es como una muy larga calle cubierta
de boueda con sus claraboyas por donde rre^ ibe luz,
ay un soberuio y gran carauasar nueuo, que este pre-
sente rey Xa Abas, en su nonbre y á costa suya, a
( I ) Tachado: y pasado tino*
— 26 —
mandado hazer de pocos años á esta parte. De aqui se
entra en el Maidan, que es la plaga en que se exercitan
á cauallo^ tanbien obra del mesmo Rey, cuya discríp-
gion se pondrá adelante, en cuya testera, á la mano
izquierda como se sale del basar, se va acabando ago-
ra una sumptuosissíma mezquita que con particular
devoción ansímesmo el Rey manda labrar á su profec-
ta Ali. Y como atrauesando por toda la largura del
Maidan se uviese de pasar por delante de la casa Real,
que estaua á la mano izquierda, y que este Rey a illus*
trado y engrandecido con nueuos edifígios, los gover-
nadores se llegaron al Enbaxador y le pidieron y ad-
virtieron de como era costunbre guardada inmemo-
rialmente en Persia, de que cualquiera Enbaxador se
apeaua y llegaua á hazer reuerengia á la casa, descu-
briendo (i)y humillando la cabega en llegando á la mes-
ma puerta, y esto por lo que se deuia al Rey, y que todos
los Canes y Soltanes sus vasallos, aunque fuesen sus
propios hijos, después de auer baxado de los cauallos
se postrauan en el suelo y besauan el lunbrar ó entra-
da de la puerta. El Enbaxador les respondió que fue-
sen ellos á cunplir con su cerimonía, porque él en aquel
caso por seruir al Rey aun haría mayor demostración
de cortesía (2), con su casa, de la que acostunbrauan
en España con la de sus propios reyes, que eran su-
mamente venerados y reuerengiados de sus vasallos. Y
como los gouernadores instasen para que se apease
porque ellos le querían aconpañar, les dixo resuelta-
mente que no auia de hazello; que fuesen ellos, porque
él quando pasase tendría el comedimiento que fuese
justo. Visto esto, porque la gente estaua parada, los
governadores y los demás persianos que iuan á caua-
Uo se apearon en medio de la plaga y de alli fueron á
(i) Tachado: baxando,
(2) Tachado: psaria de mas respecto.
— 27 —
pie á hazer su adoración , y mandando el Enbaxador á
sus criados que ninguno baxase, fueron pasando hasta
que él llegó en derecho de la puerta de la casa Real,
que como se a dicho quedaua á la mano izquierda, y
aili reboluiendo el rrostro del cauallo á la mesma puer-
ta se quitó el sonbrero boluiendoselo luego á poner,
y allí aguardó un poco hasta que los gouernadores to-
masen sus cauallos después de hauerse postrado y be-
sado el suelo de la entrada. Acabaron de pasar todo el
Maydan con gran rruido de tronpetas y atabales, hasta
llegar á otro bazar en que tanbien auía muchos mante-
nimientos y otros regalos de leche y cosas dulces, y en
que auia la ordinaria música de gaytas y panderos tan
vsados en toda la Persia. De aquí se pasó por entre dos
grandes mezquitas y llegaron á las casas que al Enba-
xador le tenian apergebidas para posada, adonde aque-
lla mañana antes se auia traido el presente y su rreca-
mará con las demás cosas de su casa, y auíendose
despedido los que le aconpañaron, se apeó y desnudó,
viniendo muy cansado del calor de aquel dia, auiendo-
le parecido, contra lo que le auian informado, mejor
las casas, porque se acomodó bastantemente él y su
familia en ellas, demás de tener algunas fuentes abun-
dantes de agua y una grande huerta con mucha canti-
dad de rrosas.
Es la ciudad de Spam, á rrespecto de sola su pobla-
ción antigua ( i ), de la grandeza que Xiras, aunque mu-
cho más deformada y arruynada; pero consideradas las
colonias que tiene cerca de si y que le siruen de burgos,
es mayor sin conpara^ion que ninguna de quantas ay
en todas las prouincias subjetas al rey de Persia. Y
aunque ay en ella muchas mezquitas, ninguna de fá-
brica notable^ antes muchas dellas padecen la mesma
rruina que las casas particulares, con calles tan estre-
(i) Tachado: poco menor*
— 28 —
chas, desiguales y torcidas que á ninguna se le puede
dar este nonbre^ siendo cosa feissima y abominable la
figura que toda la ciudad tiene. Lo que en ella ay de
consideración es lo que este presente rey a labrado y
edificado, que es el Maidan y nueua structura de la
antigua casa de los reyes pasados, con la nueua mez-
quita y carauasar que ya se an rreferido, sin las colo-
mas ya dichas; y lo cercano á ellas, como se dirá
adelante.
El Maidan es una gran plaga de mas de seiscien-
tos (i) pasos en largo y trezientos de ancho, en for-
ma quadrangular y cercada toda alderredor de tien-
das de mercaderes con varandas y aposentos peque-
ños por lo alto, sin otras ningunas casas notables,
siendo muy baxos y humildes estos edificios de tiendas
que las rrodean. Como se a dicho ya, sirue de exergí-
tarse en ella á cauallo, que ordinariamente es jugar á
la chueca, ó tirar con arco á lo alto de una muy alta
viga que tienen hincada en el medio de la plaga, de la
manera que se hazia en Xiras, y para que el suelo de
la plaga, que es igual y llano, esté mas á proposito y
los cauallos no rresbalen en él, lo tienen cubierto de
cascajo menudo^ ansi de invierno como de verano. En
uno de los dos lados mayores desta plaga, que es en el
de la mano izquierda como se viene de la mezquita
nueua, está el palagio y casas reales, con una lonja
quadrada á la entrada, cubierta con su bóveda^ y una
varanda encima, la una y la otra dorada y pintada^ si*
gun en Persia se acostunbra. Mas adentro ay un grande
y hermoso (2) recibimiento ó entrada^ cuadrada toda,
de la mesma lauor (3). Sobre esta quadra, ó mas propia-
(1) Tachado: doí^ientos quatrogientos.
(a) Tachado: ó quadra^ en que este Rey rescibe los Enbaxadores.
(3) Tachado: con muchas puertas y aposentos pequeños, ansi»
mesmo dorados y pintados alderredor de la mesma quadra, y que
mente azaguan, ay cinco ó seis suelos con varios apo-
sentos, aunque pequeños, de manera que toda la casa
parece una gran torre con varandas doradas en todos
los suelos, al Maidan, y á la parte contraría sobre la
huerta y arames; el suelo postrero y mas alto es de
una quadra hermosissima, toda dorada y cubierto el
suelo de muy ñnas alhonbras, con dos varandas á las
partes susodichas, de donde como parte tan eminente
se descubre toda la ciudad, huertas y jardines reales,
con los arames que en ellos ay; á los lados de esta
quadra ay ocho aposentos pequeños, quatro de cada
parte, de á doze ó treze pies de ancho y largo, de la
mesma lauor de la quadra, y por lo mas baxo con al-
gunas pinturas, y en cada aposentillo destos una pe-
queña chimtnea en lo grueso de la pared, y una venta-
nilla con su gelosia dorada en ella, sobre el Maidan y
jardines, auiendose labrado este quarto superior para
que las mugeres más validas del Rey pudiesen desde
allí ver las fiestas y exercÍ<;ios que en el dicho Maidan
se hiziesen. En lo mas interior de las huertas y jardi-
nes que se an dicho están los serrallos ó arames, del
todo inacesibles, fuera del rey y de los eunuchos que
los guardan, conforme á la seueridad de todos los asía-
nos. Ay en los dichos arames gran cantidad de muge-
res de diferentes naciones, y mayormente a crecido
agora su número de las muchas georgianas y circas-
sas que el Rey a traido en estos vltimos años. La mu-
ralla que rrodea la casa y arames es de mucho anbito,
por contener en si grandes y espaciosos jardines y
huertas, infiriéndose bien esta grandeza de lo que se
le mandan por ella. Lo interior de este palagio, conforme á la cos-
tunbre de los reyes de Asia, es inagesible, por los serrallos ó ara-
mes, en qtie tienen mucha cantidad de mugeres, particularmente este
Rey, que aqui en Spakan tiene mas que otros, y de todas nagiones,
con muy estrecha y severa guarda.
-3o-
vio en XiraSy aunque está ya muy oluidada y con par-
ticular odio no habitada muchos años a (i)de sus reyes.
La mezquita nueva, que aun agora no está acabada^
es una bellisima fábrica lo que al presente della pare-
ce^con una entrada ó pórtico cuyo (inhorio^quees muy
leuantado y soberuio, está todo dorado con muchas
lauores, la qual haze testera á uno de los dos menores
lados del Maydan. Vanse labrando y puliendo para el
tal edificio hermosas tablas de marmor y jaspes de va-
rias colores^ cosa rrara y casi no vista en el Oriente.
El caravasar nueuo del Rey, que se dixo ya estaua en
medio del bazar por donde entró el Enbaxador, es
sumptuosissimo, con una muy alta cúpula, toda dora^
da, y en él muchas lonjas con gran cantidad de apo-
sentos en que sin molestia, antes con mucha comodi-
dad, se puede hospedar gran cantidad de forasteros de
todas naciones, particularmente mercaderes; finalmen-
te, es una grandiosa y real fabrica. Ay otros muchos
caravasares en la ciudad, que aunque no son de la lin-
deza ni grandeza de éste, son capazes y acomodados
para que qualquiera persona pueda estar en ellos con
regalo, y algunos están llenos de gran número de ar-
menios y surianos que no tienen casas propias, y ansi
es una miserable y numerosissima turba la que ordi-
nariamente se vee por toda la ciudad, la mayor parte
mugeres y niños medio desnudos, los quales no tienen
otro abrigo ni acogida sino estos caravasares, funda-
dos para este fin de personas religiosas y pias. En mu-
chas de las mezquitas ay muy altos alcoranes, los más
dellos forrados por de fuera todos de azulejos, y los
que no los tienen es por auerseles descostrado y caido
por la mucha antigüedad de los dichos alcoranes, aun-
que en lo demás están agora muy derechos y sanos.
Son todos de ladrillo de muy firme structura, pero tan
(i) Tachado: ya.
— 3i —
angostos que casi parece inposible sustentar su mu-
cha altura, teniendo para subir á lo alto desde abaxo
una estrechissima escalera de husillo, por la qual difi-
cultosamente puede caber un honbre; lo demás ocupa
el grueso de la pared alderredor^ siendo más gruesa
desde abaxo^ de manera que va sienpre todo el alco-
ran disminuyendo en su (i) anchura quanto más sube.
Vno de estos auía en la mezquita principal de toda la
ciudad, que estaua tan cerca de la posada del Enbaxa-
dor que no auia en medio sino vna muy angosta calle,
y era de tanta altura como la torre de la iglesia mayor
de Seuilla, que es más alta que ninguna otra de Espa-
ña. Aqui se subia un dervis ó hermitaño que asistia en
la dicha mezquita, y por las mañanas, tardes y medio
dia daua ordinariamente grandissimas bozes, haziendo
su acostumbrada $alá,'y esto (2) por todo el tienpo que
estuuo el Enbaxador en Spahan, persuadiéndose, si-
gun él dezia, que auia de convertir á todos aquellos
francos, que eran sus criados. Era el trage de este der-
uis muy rroto y suzio, y aunque tenia mucha edad
traia el turbante rrodeado de plumas de paxaros, [de]
diferentes colores^ y esto por menosprecio del mundo^
pareciendo exteriormente hombre simplicissimo, ó fue-
ra de juizio, aunque muy estimado de todos los per-
sianos, teniéndole por sancto y ocupado interiormente
del spiritu (3) divino y abstrato del todo de las cosas ten-
porales. Y ansí las limosnas que el Enbaxador le man-
daua dar, viniendo como venia alli cada dia, como las
que rrecibia de otras personas, las daua luego á los
pobres más necesitados que topaua, y él comía un
poco de mal pan, ocupándose la mayor parte del tien-
po en estas sus continuas deprecaciones, muchas de
\
(i) Tachado: grosor.
(a) Tachado: haj^ia.
(3) Tachado: sancto.
-Sa-
las quales eran estando de pies en lo más alto de la
pared del alcoran, tendiendo los bragos y meneándo-
los á todas parteSy con sus ordinarias bozes, parecien--
do á todos los que lo vian que se auia de despeñar de
aquella grande y sublime altura.
Y porque fue cosa maravillosa la prodigiosa agilidad
que en este alcoran mostraron dos bolatines, se pondrá
en esta relación, aunque parezca increíble, pero auien-
dose visto por tantos millares de personas de esta ciu-
dad, sin las de la familia del Enbaxador, que Uegauan
á ciento, no ay para que enbarace á nadie el escreuillo
ni oillo. Luego como el Enbaxador llegó quisieron estos
dos bolatines mostrar su abílidad, y porque uvo entre
ellos gran contención sobre qual auia de ser el prime-
ro, siendo diferentes las bueltas que cada uno daua,
pasaron algunos dias, hasta que auiendole tocado al
uno (i), se puso una cuerda no más gruesa de la que
en España, particularmente en Madrid, meten los
ganapanes en la plaga para sacar los toros jarre-
tados, desde la varanda del Alcoran, que seis ó siete
bragas de su mayor altura lo rrodea alderredor. Y como
esta cuerda fuesse corriendo más de quatrocientos pa-
sos y se fíxasse y atase en lo alto de una casa, por mu-
cho que con tornos la apretaron, sigun la mucha dis-
tancia que auia de un remate á otro, quedaua poco es«
tirada, de manera que de sí propia se vibraua y me-
neaua á todas partes. Y ansi el bolatin le echó y ató, á
cien pasos del alcoran (2), otra cuerda del mesmo gro-
sor, y la fixó abaxo en el suelo en derecho de donde la
auia atado, quedando la cuerda de arriba, que antes es-
taua muy declíue ó cuesta abaxo, mucho más inclina-
da y en tanta ó mayor altura, adonde el bolatin después
bolteó y anduuo, como lo más alto del remate de la
( 1 ) Tachado: boltear primero,
(2) Tachado: de casi ai medio deila.
— 33 —
cúpula de la torre de Santa Cruz en Madrid. Era este
bolteador chacatay ó sogodiano de nación, llamado
Aidar, mo^o de menos de treinta años, el qual por todo
el trecho que ocupaua la cuerda, desde donde se rema-
taua, que aún era más de lo que se a dicho^ vino con
mucha siguridad sobre ella trayendo en. las manos un
palo (i) poco menos grueso que un brago y casi tan
largo como media pica, andando la cuerda bamboneán-
dose y moviéndose de una parte á otra, de manera que
parecia milagro poderse aquel honbre sustentar en ella.
Y como ya se a dicho la cuerda estuuiese muy declíue,
venia subiendo en mayor altura por ella hasta llegar á
donde estaua atada con la otra desde el suelo, que desde
allí quedaua tan levantada y ardua de subir hasta la
varanda del alcoran adonde'^estaua atada, como la linea
que diuidiese un cuadro perfecto desde un ángulo al
otro opuesto á él. Al fin, no solo subió con grande ad-
miración y horror de los que lo mírauan, hasta el fin de
la cuerda, pero desde alli boluio á espaldas bueltas á
andar los mesmos pasos hasta donde la cuerda estaua
atada con la otra rematada en el suelo; luego boluio á
subir sin parar hasta llegar á la varanda, adonde estuuo
descansando un poco. Dexó después el palo y auiendo
hecho admirables prueuas de su mucha agilidad nadie
auia que no descase que acabase ya, parecicndoles
que cada vez auia de se despeñar y hazer pedamos.
Pero la cosa más esquisita que este honbre hazia era
arrojarse (2), como que auia caido por no poder más, y
creyendo todos que venia abaxo, quedaua asido con
solos los enpeines de los píes, de la cuerda, no cruzan-
dolos, sino apartados uno de otro, quedando todo el
cuerpo tendido con la cabera hazia baxo, dando pal-
(i) Tachado: tan. Las demás notas que vayan son palabras ta-
chadas en el original, mientras no se indique lo contrarío.
(2) Ms. arronjarse,
3
-34-
madas con las manos, y después con mucha agilidad
boluia á cobrar la cuerda, pudiendo auer gran duda
qual destas dos cosas fuese más difícil de hazer.
El otro bo latín y de ay á tres ó quatro dias vino con
dos grandes clauos de hierro, tan gruesos como dos
dedos, y tan largos como quatro palmos cada vno, y
un pesado martillo, y llegándose al píe del alcoran
hincó el uno de los dos clauos en él, en tanta altura
quanto podia leuantar los bragos, quedando el clauo
bastantemente fuerte, por estar la tercia parte del ó
más hincado en la pared^ y asiéndose después del se
ponia de pies engima. Luego bolvia á hincar el otro
clauo en la mesma altura, quanto podia leuantar los
bragos, y dexandose luego caer quedaua asido con so-
los los enpeines de los pies del clauo más alto, estando
todo el cuerpo, bragos y cabega colgado hazia abaxo,
y muy de espagio quanto podia alcangar daua golpes
con el martíUo á una y otra parte del clauo hasta que
lo meneaua bien y desencaxaua y lo quitaua con la otra
mano; después, teniendo* en la una(i) el martillo (2) y el
clauo, boluia á trauar del otro clauo, en que refírmaua
y se tenia con solos los enpeynes de los pies, y se ponia
de pies sobre él. Y desta manera, hincando un clauo y
colgándose del de la manera dicha hasta arrancar el
otro y boluello á hincar más arriba, gastó grande es-
pacio hasta llegar á la varanda, pareciendo milagro
notable lo que aquel honbre hazia. Después de auer
subido y descansado en la varanda, hizo atar en ella y
en la pared del alcoran un palo grueso que salia fuera
de la varanda más de una braga^ y del trauó dos cuer-
das de otra braga de largo cada una, y apartadas dos
pies una de otra, con dos palos tan gruesos como él,
hasta de una pica, atrauesados en las dichas cuerdas
(i) mano.
(2) y en la otra.
— 35-
en forma de escalera: en el uno de estos palos se sentó
el bolatin, teniendo el otro palo ó escalón engíma de la
cabega, y alli dio agilissimas quanto peligrosas bueltas,
arrojándose con grande ynpetu cabega abaxo algunas
vezeSy quedando asido con las dos manos de los rama-
les ó rremates de la escalera^ con todo el cuerpo ten-
dido. De alli se inpelia con mostruosa ligereza y colan-
do por entre los dos palos de la escalera daua diez ó
doze bueltas con mucha presteza, arrojándose hazia
baxo y boluiendo á subir hazia rriba, de manera que
parcsqia un torno que andaua muy apriesa. La última,
mayor y más peligrosa prueua de aquel dia fué que
auiendole dado desde la varanda un arco y ginco ó seis
flechas, se lo puso en la ginta, y estando asentado en la
trauiesa de la escalera más alta se arrojó de alli cabera
abaxOy quedando colgado de los enpeínes de los pies,
de la trauiesa más baxa, y teniendo todo el cuerpo
colgado hazia baxo quanto estendido podia estar, qui-
tó el arco de la ginta y teniéndolo cnpuñado en la mano
izquierda, con la derecha iua quitando flechas, y po-
niéndolas muy de cspagio en el arco las fue tirando
todas, disparándolas muy lexos, cnbeuiendolas con tan-
ta fuerga como si tuviera los pies reñrmidos en el suelo.
Tenia este dia el Enbaxador conbidados en su casa
á los governadores de la giudad y á otros honbres
pringípales persianos que después de auer comido mi-
raron esta fiesta con mucho gusto. Ansi este bolatin
como el primero, después de auer bolteado andauan
recogiendo entre la mucha gente que los auia mirado,
lo que cada uno sigun su posibilidad quería offrecelle,
y el Enbaxador, por auer sido las fiestas á rrespecto
suyo, le mandó dar a entranbos buena cantidad de dine-
ro. A parecido poner aqui la suma agilidad destos hon-
bres, pues Nigephoro Gregoras, autor grauissimo que
prosiguió la Historia griega de Nigetas Coniate, haze
mengion y nos escriue que en tienpo del enperador An-
• *
-36-
dronico el sigundo, en cuyo tienpo él escriuio su His-
toria, vinieron á Constantinopla una gran conpañia de
bolatínes de Aegípto, y dize, como testigo de vista,
muy en particular, las bueltas que hazian, y aun que
eran muy para notar y dexar memoria dellas; con rra-
zon se le podían las de estos persianos con gran venta-
ja anteponer.
CAPÍTULO II
Las misiones Católicas en Persia. — El puente de Spahan.— Castillo
de esta ciudad.— Banquete que dieron á D. García.—Fabulosa
edad que atribuían al Embajador.— Costumbres de los habi-
tantes de Sparhan.— Prosigue D. García su viaje. — El caravasar
de Tajur Abat.— Plaga de mosquitos. — Llegada á Caxen.—
Pintura de esta ciudad.
De veinte años á esta parte^ auiendo enbiado Don
Alexo de Meneses, arzobispo de Goa, á fray Antonio
de Gouea, que agora es obispo de Cirene, con un pre-
sente á este rey Xa Abas, para que permitiesse algunos
rreligiosps de su Orden de San Agustin en la Persia^
les fauorecio y permitió tener yglesia en la ciudad de
Spahan, y ansí, desde entonces hasta agora a auido en
ella^ aunque de muy pocos frayles, una pequeña forma
de convento adonde con gran consuelo (i) de algunos
portugueses que venían con mercadurías de Ormuz, y
de otros mercaderes estrangeros de Europa, se celebran
los offígios diuínos. Algunos años adelante, como en
Europa, particularmente en Roma, se supiesen las
muestras exteriores que este rey, aunque infiel, daua de
fauoreger la cristiandad en estas partes, el Sumo Pontifí-
(i) deuocion, consolación.
-37-
ce Clemente Octauo, para que más fruto se sacase con la
predicación de más religiosos, enbió á fray Juan Thadeo
de San Eliseo, descaigo de la rreformagion de Nuestra
Señora del Carmen, con cartas para el ya dicho rey^ ex-
hortándolo á pasar adelante con los buenos principios
que daua de fauoreger la cristiandad de los europeos, y
offreciendole el fauor de sus reyes para la diuersion de la
guerra que tenia con el turco, siendo esto lo que particu-
larmente élpretendia. Hizo su camino fray Juan Tha-
deo con otro rreligioso de su Orden, por Alemana, Po-
lonia, Moscovia y Tartaria, hasta la ciudad de Astarcan,
cerca donde el rio Volga, á quien los tártaros y mos-
covitas llaman Edil, desenboca en el mar Caspio, de
donde auiendo por las puertas de hierro y ciudad de
Derbento entrado en las prouincias de la Persia, fue
rrecibido de aquel rey con las mesmas demostraciones
de gusto que á los frayles de San Agustin, dándoles
ansimesmo lugar y casa en que acomodar una pequeña
iglesia. Lo que á los unos y otros religiosos le fue su-
cediendo se tratará adelante, acabando agora la discrip-
cion de la vieja ciudad de Spahan con la fundación de
aquestos dos pequeños conventos. Por el ángulo que
ay en el Maidan entre la mezquita nueua y la casa del
rey se sale á un pequeño bazar, y de alli, dexando á
la mano derecha la muralla y cerca de los jardines y
arames de la dicha casa, se sale fuera de la población
antigua y te llega á lo nueuo y colonias acrecentadas
de este rey. Mucho^antes de llegar á ellas y al rio que
diuide á Julfa de Tauris, ay una bellissima calle
nueuamente fabricada, de más de mil y quinientos pa-
sos de largo y ciento de ancho, por cuyo medio va co-
rriendo una acequia ó canal de agua, de doze ó catorze
pies de ancho y seis de hondo, labrada de piedra blan-
ca, guarnecida de la mesma piedra por las vandas, por
donde pueden pasearse gente de á píe, quedando por
anbas partes el demás plano más baxo, por donde los
/
^
— 38 —
de cauailo más ordinariamente van y vienen. Por todo
lo largo de esta calle, que es muy derecha y á nivel
igualmente de una y otra parte, van muchas huertas y
jardines, entrándose á ellas por muchas casas, ansí de
particulares como del rey, que aunque las más dellas
son pequeñas^ con varandas, y que por la mayor parte
siruen de hermosear la calle y dar entrada á los jardi-
nes, hazen una muy hermosa perspectiva. Demás de
estas casas, ó más propiamente aparencia dellas, áy
otras muchas con tiendas y aposentos pequeños en que
biuen offíciales, vendiéndose alli cosas curiosas, más
que de gran precio, mayormente frutas y mucha varie-
dad de cosas dulces, siendo esta calle á todas oras no-
tablemente frequentada de infinita gente de toda suerte
y condición. Rematase lleuando atrechos mucha can-
tidad de plátanos (i) y otros arboles verdes, con la so-
beruia puente que está sobre el rio Sendcru, que es una
de las más insignes obras y fábricas que ay en esta mo-
narchia persiana, pudiéndose conparar, sí ya no es su-
perior, al famoso bazar de Lara que particularmente
descriuimos. Fue autor suyo ansimesmo el grande
Alauerdecan, aunque los contrarios suyos, no auien-
dole jamás faltado á la virtud oposición, dizen que la
fábrica de esta puente fue á costa y espensas del rey,
aunque confiesan auer sido él el autor de tan gran fá-
brica; pero la común y vulgar opinión es auella fa-
bricado Alauerdecan á costa suya. Corre por aqui el
rrio Senderu con lecho poco hondo y muy ancho y di-
latado, no pareciendo la cantidad de sus aguas mayor
que las del Xenil en España quando pasa por la ciudad
de Ecija, ó quando entra en Pisuerga el rrio Carrion;
mas aqui, por correr, como digo, Senderu muy tendido
y llano, podria parecer á algunos mayor, y ansi es la
(i) álamos.
puente de más de trezientos pasos de largo. La fabrica
della es sobre altos y grandes arcos de piedra blanca,
y tan ancha que pueden pasar dos coches á la par por
ella, Ueuando por cada lado un pretil ó muralla de una
pica de alto, y á cada ocho ó diez pasos unas grandes
ventanas ó varandas con vista al rrio y á las colonias y
poblaciones nueuas que orillas del están fundadas. Las
paredes ó pretiles de esta puente son tan gruesas que
por medio dellas, por una y otra vanda, desde el prin-
cipio della hasta el cabo, se va pasando de unas á otras
varandas por puertas y bouedas pequeñas que van por
lo grueso de la pared, sin llegar á lo ancho de la puente
ni enbara^arse con la otra gente de á pie, ni á cauallo,
que continuamente por ella pasa. Y ansi como éste
transito particularmente es para la gente de á pie, ay
tanbien desde todas las barandas ó ventanas grandes,
escaleras secretas por donde se baxa al rrio debaxo de
los arcos y bouedas de la mesma puente, adonde junto
al agua del rrio ay asientos adonde espaciarse y tomar
el ayre. Ay tanbien desde el principio y entrada de la
puente, por anbas vandas, dos escaleras por donde su-
ben á lo alto de los pretiles, que como se a dicho ten-
drán una pica de alto, y teniendo encima, como tienen,
catorze ó quinze pies de ancho, que esto sera lo grueso
de cada pretil, quedan en ellos hechas otras dos puen-
tes altas con sus dos parapetos pequeños en cada una:
uno que cae sobre el rrio, y otro sobre la mesma puen-
te, de manera que a un mesmo tienpo se pasa por ella
por finco partes: la puente principal del medio, las dos
que corren á una mano y otra por lo grueso de cada
pared, y las dos de arriba, y éstas por tener la vista
más desenbara^ada son mucho más apazibles que las
de abaxo.
Demás de la hermosa perspectiua que se tiene desde
esta puente á todas partes, la hazen más grandiosa las
colonias que á la mano derecha tiene por una y otra
— 40 —
parte del rrio; la que cae más gerca y á la vanda de la
ciudad es de los Taurisinos, traídos de la ^iudad de
Taurís, que por muchos es tenida por la antigua Ec-
batana, cabera de la gran prouingia de Media, gran par-
te de los mercaderes y la gente de más lustre que auia
en aquella (iudad. La otra colonia, enfrente de esta,
de la otra parte del rrio, es la nueua Julpha, principal
fiudad de Armenia la mayor, que auiendo sido des-
mantelada del todo por este rey trasportó los más rri-
cos ciudadanos della, asignándoles este sitio, adonde
muchos delios con el comercio y trato están muy rri-
cos y los demás medianamente rreparados de su mise-
rable transmigración. Tienen á la parte del rrio, estas
dos nueuas poblaciones, por todo lo que hazia él ocu-
pan, grandes y hermosissimas casas, ansi de las que
an labrado sus mesmos moradores y aquellos que más
posibilidad tienen, como las que por la mayor parte an
hecho á mucha costa suya los Soltanes, ministros,
grandes y otros criados poderosos del rey, siendo el
sitio de sí apazible y vistoso, y tanbien por lisongear y
dar gusto á su rey, viéndolo inclinado al acrecenta-
miento y lustre de la ciudad de Spahan, siendo estas
colonias y la que se a dicho ya de los Gaores las que
sin conparacíon mejores casas y calles tienen que todo
el resto de la ciudad antigua. De la religión de los Gao-
res, ya se a tratado; la de los Taurisinos es la propia que
de los demás persianos sophianos, pero la de los mo-
radores de la nueua Julpha, como naturales armenios,
es la cristiana, con las opiniones que los Sumos Pon-
tifíces le[s] an permitido, á que muy pocos (i) delios se
an rreduzido, guardando casi todos los de esta nación
precissamente la propia y antigua religión suya (2).
(i) algunos.
(a) ó ia suya propia antigua, en que los más están obstinados y
precissamente guardan.
— 41 —
Porque aunque muchas vezes algunos de sus obispos y
otros saferdotes de su mesma nación, auiendo pasado á
Europa, ansí por su mucha pobreza, vagando por ella,
como por las grandes persecuciones que (i) an pade-
cido y padegian por las continuas guerras de los turcos
y persianos, an offre^ido diuersas vezes de rreduzirse
á la obediencia de la Iglesia Romana, venido después
á (2) tratar dello no an querido reduzirse, obedeciendo
puntualmente á su Patríarcha y tena^issimamente re-
teniendo sus antiguos rrictos y cerímonias. Y aunque
esto es ansí, no solo en los Julphalínos sino en los de-
más que an quedado en Armenia la mayor (3), dos jor-
nadas de la ciudad de Eruan, á quien Ptolomeo llama
Terua, metrópoli antiguamente, como tanbien agora lo
es de toda Armenia, ay ciertos lugares hasta en núme-
ro de doze aldeas, junto á la ciudad de Naxiuan, como
distrito y jurisdicion suya (4), [que] gran parte ó la
mayor de sus vezinos biuen á la latina, teniendo en al-
gunas de estas aldeas conventos de frayles de Sancto
Domingo, á quien obedecen conforme á las cerimonias
romanas. Y aunque tienen por superior á un obispo de
su mesma nación Armenia, este es frayle de la dicha
Orden, sin tener muger, celebrando los officios diuinos
y vsando del mesmo rrezado que los tales religiosos en
Europa, aunque por las guerras que estos años a auido
y ay en aquella miserable prouincia, subjecta sienpre
á tales calamidades, estos armenios francos, que ansi
se llaman por la verdadera religión que profesan, son
rreduzidos á poco más número de mil personas de todo
sexo y edad. Y en el tienpo que el Enbaxador llegó á
Span auia venido un año auia fray Paulo Maria, reli-
(i) toda esta nagion.
(a) quererse.
(3) en el districto.
(4) adonde.
1
— 42-
gioso de Sancto Domingo, varón muy docto y de vida
exenplar, enbiado por el Sumo Pontifice Paulo V para
que de nueuo enseñase y rrestituyese con su doctrina
lo que de las dichas cerimonias con el tíenpo se uvicse
dellas alterado y puesto en oluido. Estos pocos arme-
nios se an continuado y conseruado en la rreligíon
latina desde el tienpo del grande Vsuncasan, rey de
Persia, el qual, como estuuiese casado con Despina,
cristiana de la Iglesia griega y hija de Calojanes, en-
perador de Trapisonda, y ella, aunque con marido in-
ñel, biviese en la rreligíon en que se auia criado, fauo-
recio sienpre á los cristianos de Poniente, mayormente
á los Enbaxadores que la señoria de Vene^ia en aquel
tienpo enbiaua al dicho Vsuncassan, y tanbíen el Sumo
Pontifice Sixto IV (i) y Philipo, Duque de Borgoña, en
aquella mesma sazón le enbiaron (2) particular enbaxa-
da; avia un sancto varón rreligioso de la Orden de Sano-
to Doniíingo, llamado fray Bartolomé de Bolonia, más
de 1 5o años antes, en el Pontificado de Juan XXII, re-
duzidb (3) al gremio de la Iglesia latina estas pocas al-
deas que se an dicho. Y por auer sido su primero fun-
dador en lo spiritual este religioso de la Orden de Sanc-
to Domingo, con algunos pocos frayles de Europa, de
su mesma Orden, se an conseruado y continuado hasta
agora tres ó quatro conuentos, cuyo superior se llama
obispo de Naxiauan, por la (iudad que allí qtrca tie-
nen por vezina, aunque con suma pobreza y moles-
tados ansi de los persianos como de los turcos.
(1) Eugenio,
(2) con,
(3) a Fray Bartolomé de Bolonia^ fray le de laya dicha Orden
Dominicana y muy eminente en las letras sagradas, para exortar-
lie a que juntamente con los principes cristianos de Europa tomase
las armas contra el Gran Turco Mahamet; fufej parte el dicho Pa-
dre para que ansi con su doctrina y sánelas persuasiones, como en
elfauor que hallo en la rey na, se reduxesen.
-43-
Tienen las colonias de Tauris y Julpha, con la de los
antiguos Gaores de Jesda y Querman, todas juntas,
nueve ó diez mil (i) casas, pero tan espaciosas y largas
con las muchas huertas y jardines que en ellas ay, que
parecen de mucho mayor número de vezinos, demás
de ser las casas mejores y más bien fabricadas que las
de la (iudad vieja, la qual está continuada con estas
nueuas colonias, con la hermosa y larga calle que se
a preferido, á que vulgarmente llaman Charabac, que
suena tanto en persiano como quatro jardines, no
auiendo, antiguamente, quando adquirió este nonbre,
mas de quatro de los muchos y grandes que agora en
ella se veen.
A un lado de la (iudad vieja, hazia la parte derecha,
por donde entró en ella el Enbaxador, ay una gran
fortaleza, la qual aunque su primera fábrica es muy
antigua, los penúltimos reyes Xa Thamas y Mahamet
Codabanda, padre y abuelo de este presente rey, la
prepararon y fortificaron de nueuo en la forma que está
agora. Su sitio es en un llano en forma quadra[da], te-
niendo cada liengo y lado de la muralla quatrogientos
pasos de largo,- y rrodeada toda alderredor de un foso
en que continuamente le entra agua^ aunque muy baxo
y en partes medio ?iego y arruinado, no teniendo scar-
pa ni contra scarpa, y ansi no ay defensa en él. En-
trase á esta fortaleza por una puente que ay sobre el
mesmo foso, y pasada ay una gran puerta guarnecida
de gruesas planchas ó laminas de hierro que guarda un
gran torreón de quatro que ay en los quatro principa-
les ángulos que tiene (2) el antemural ó baruacana que
á catorze ó quinzc pasos rrodea toda la fortaleza. Es (3)
el antemural de una gran pica de alto, y á trechos, por
(i) ocho o nuepe mil.
(2) ay en.
(3) Tienen.
-44 —
todo ei líenlo del muro de un torreen á otro, de los que
ay en los ángulos, algunos otros pequeños torreones
que se hazen traues, de manera que de uno á otro des-
cansadamente puede á puntería cierta alcanzar qual-
quíera arcabuz. El grueso de esta primera muralla será
de diez ó doze pies, sin lo que ocupa el parapeto, que
será de otros tres ó quatro, todo de un fuerte terraple-
no, guarnecido por una y otra parte de aquella costra
de barro amasado con paja menuda, de la manera que
se a dicho ya que se acostunbra en toda la Persia en
las paredes de sus fortalezas y casas particulares^ por-
que no se gasten con las Uuuias. Luego, á la distancia
de los ya referidos catorze ó quinze pasos, se leuanta
la otra mayor muralla, que es otro tanto mis alta que
la baruacana que se a dicho, con quatro torres á las
quatro esquinas, aunque no tan gruesas y anchas como
las de abaxo; ansi ellas como los lientos de este sigun-
do muro, guarnecidas del mesmo barro, y por lo alto
con su parapeto y almenas, guardando la mesma for-
ma que las otras fortalezas que se an visto en la Persia
y rreyno de Lara, que es la propia que ay en España
de fábrica antigua. Pero esta, sigunsu grandeza y mu-
cha fortaleza de sus gruesos terraplenos, y con la co-
modidad que tiene de ahondarle y guarnecerle el foso,
es más fuerte sin conparagion de todas las que de esta
fábrica antigua emos visto, saluando el inexpunable
sitio de la que se descriuió en la ciudad de Lara. El gro-
sor del terrapleno de esta sigunda muralla, sigun (i)
afirmaron los governadores el dia que el Enbaxador
fue su conbidado en ella, es de treinta pies, de una ta-
pia fortissima y muy ¡antigua, de manera que á qual-
quiera gran bateria puede rresistir con facilidad. Sigun
se vio en la que el año de i6i5 dieron á la ciudad de
Eruan los turcos, porque siendo su muralla de solos
(i) me.
-45-
diez píes de grueso, pero de esta mesma tapia y anti-
guo terrapleno, la artillería del enemigo, que era mucha
y muy gruesa^ no hizo en ella efecto considerable. Des-
pués de auer entrado por la primera puerta desta forta-
leza se ua dando algunas bueltas por partes estrechas
hasta llegar á otra de la mesma forma, con sus puer-
tas chapeadas todas de hierro, y della a otra tercera
puerta de la propia suerte guarne<;ida y fortificada,
auiendo en cada una dellas algunos porteros y pocos
soldados de guarda. En la plaga, que es grande y ca-
paz de mucha gente, ay quarenta ó ginquenta píegas
de artillería, la más gruesa como medios cañones^ la
demás falconetes, por la mayor parte de la que este
rrey tomó á los turcos quando les ganó las fortalezas
de Taurís y Eruan, y por tropheo pringipal algunas
piezas pequeñas que tomó en la fortaleza de Comoran
á nuestros portugueses, y estas puestas en sus carreto-
nes. Toda la demás (i) artillería está en el suelo, sin (2)
otro aparejo alguno, porque como tan lexos de enemi-
gos, no curan de acomodalla en la muralla, ni los per-
sianos saben vsar della, y ansí generalmente es de poca
inportangia entre ellos; solamente por aparengia en los
torreones más baxos y cerca del fosso que miran al
medio día ay algunos esmeriles y medios falconetes.
En medio de la fortaleza ay una grande y hermosa
casa con algunas lonjas y varandas baxas, en que ay
algunos pequeños estanques y fuentes de agua, que
arrojándola (3) muy alta buelue sin uerterse fuera á caer
en las mesmas fuentes; paregiendo esto mexor un día
que el Enbaxador fue conbidado de los governadores
en una de estas lonjas, muy espagíosa y larga, cubierta
por el suelo de muy finas alhonbras, y la fuente que
(i) Está toda esta.
(a) carretones ni,
(3) ei agua.
-46-
auía en medio con mucha variedad de rrosas y flores.
Caía esta lonja ó varanda sobre un jardín en que auia
muchos arboles de fruta y variedad de yeruas y flo-
res, siendo esto muy vsado entre todos estos persianos
y árabes, juntamente con (i) el vso de los baños, á lo
que generalmente son inclinados por las muchas mu-
geres que tienen.
El vanquete que aqui se dio al Enbaxador fue con-
forme á los que dio el Soltan de Xiras, de grandes pla-
tos de gallinas, carnero y arroz, todo encorporado y
junto, no difiriendo la variedad de estos platos sino en
la diuersidad de las colores del arroz, de que por la
mayor parte eran conpuestos. Las frutas eran ciruelas
y aluarcoques muy verdes y del todo por madurar, y
cantidad de agraz desgranado, teniendo esto por cosa
que prouoca á beuer, lo qual era muy continuo y abun-
dante por mas de quatro oras que duró el ^ anquete,
dangando en el Ínterin dos choros de mucnachos y
mugeres, vestidos de aljubas de sedas y telas de oro de
varias colores; los muchachos con cabello crecido,
como mugeres, de la manera que otras vezes se a di-
cho, haziendo ademanes y movimientos efeminados y
mugcriles. Las mugeres y muchachos de mejor parc-
ger seruian de pajes de copa, hallándose el Enbaxador
muy cargado y con gran molestia de los tales siruien-
tes, y ansi pidió le traxesen alguna cosa leuantada en
que sentarse, por estar muy cansado y fatigado en el
suelo, sobre las alhonbras. Vínose á hallar acaso en la
mcsma fortaleza una silla alta, sigun nuestra costun-
bre, despojos del fuerte de Comoran, y un poco apar-
tado de la conversagion estuuo en ella descansando
hasta que toda la fiesta fue acabada. No se puede dexar
de dezir en este lugar la fama y opinión que este día se
confirmó del Enbaxador, entre todos los persianos, no
(i) siendo esto.
— 47 —
solo de esta (íudad, sino de todas las demás del reyno
de Persia, la qual opinión se auia publicado y comen-
fado á divulgar en Xiras en los días que alli estuvo.
La causa dello fue que como un dia antes de entrar en
la dicha ciudad de Xiras, los gouernadores le fuesen á
visitar á un aldea <;erca adonde auia parado^ y entre
otras cosas para su regalo les pareciese tanbien offre-
gellc algunas mugeres, porque no faltase nada al de-
recho y leyes de buen hospedage, el Enbaxador le res-
pondió que él era tan viejo que no tenia ya ne<;esidad
de entretenimiento semejante. A ellos le[s] páreselo
esto cosa inposible, aunque vian al Enbaxador con el
cabello y barua blanco, y como después los dias que
estuuo en Xiras, visitándole muchas personas, y entre
ellas algunos médicos y otros que hazian profesión de
saber mucho de sus historias antiguas y modernas, el
Knbaxador se informaua dellos muy en particular de
los nonbres de las prouíngias, rrios y ciudades de este
iiiperio oriental, conforme á lo que sabia por la legión
de los autores antiguos y notigia de rrelaciones de estos
tienpos, de la comunicagion que el Enbaxador tuuo
con estos honbres conocieron que sabia mas de las co-
sas de Persia que ellos mesmos, mayormente como les
refiriese todo lo sugedido en el tienpo del Sofi Hismael
y de Xeque Aidar, su padre, y de su hijo Xa Thamas,
abuelo, visabuelo y tergero abuelo de este presente
r.^y. Y como esto se publicase en toda la ciudad, in-
firieron de aqui que el Enbaxador u viese estado otra
ujz por Enbaxador mucho tienpo en estos reynos de
Persia, y que por lo menos fuese en tienpo y dias de
Xa Thamas, ochenta y mas años antes, dándole que
eu aquella sazón pudiese tener quarenta años de edad,
que juntos con los ochenta hazian ciento y veinte,
auiendo algunos que le agregauan mas cantidad de
años, paregiendoles cosa inposible que de otra manera
él pudiese tener tan particular notigia^ aun de lo que
-48-
los mas viejos dellos ignorauan. Confirmóse esto con
mas vehemente persuasión después que se diuulgó no
gustar de que mugeres le visitasen, atribuyéndolo,
como á la verdad parescia cosa muy verisimil, no á
virtud, sino á la ínpoten<;ia de la mucha edad, y ansí
andauan con particular curiosidad, no soK) preguntan-
dolo á sus criados, pero al Enbaxador mesmo, muchos
de aquellos honbres mas principales, particularmente
los mas viejos, para acabarse de certificar de un tan
gran milagro de naturaleza.
El Enbaxador, auiendo conogido su persuasión, de
industria les rrespondia confusa y perplexamente, di-
ziendoles que no tenia memoria cierta de su edad,
ni tanpoco se acordaua de auer estado en Persía,
auiendo pasado tantos años, con que de. todo punto
acabaron de confirmarse de la opinión que antes todos
auian concebido, ayudando á ella saber que auia man-
dado que no acudiesen las dangas y bayles de mucha-
chos y mugeres á su posada. Con esta buena fama
llegó el Enbaxador á Spahan, acrecentado ya en mu-
cha más cantidad el número de los años, y como en el
dia de este vanquete de la fortaleza, muy en secreto,
con solo el interprete, llegase el Deroga, que era uno
de los governadores, al Enbaxador, á donde esta va
asentado, le hizo el mesmo offrecimiento que le hizíe-
ron junto á Xiras, diziendole que sí gustaua de que le
visitasen mugeres, que serían no de aquellas que alli
baylauan, que eran ordinarias y comunes, sino de vitras
más hermosas y que no salian de sus casas, añadiendo
más (i) cosas á este proposito. El Enbaxador, por buen
término le agradeció su voluntad, diziendole que no
tenia ya edad para gustar de mugeres, por mocas y
hermosas que fuesen. Con esto, firmemente se acaba-
ron de rresolver en Span, aun mucho mas que en X¡-
(i) otras.
-49-
rasy aver ya ochenta años que ei Enbaxador estuuo en
Persia en tiempo de Xa Tamas, y que de aquí na^ia la
notígia que tenia de las prouingias y reynos de su mo-
narchia. Y porque les pare<;ia inposible que un hon-
bre de tanta edad anduuíese, como le uian , tan ágil-
mente á pie y á caballo, atribuían esto á alguna inven-
ción y arte sobrenatural por via de mágica, siendo,
como son todos, supersticiosos, y que fácilmente se
persuaden á engaños semejantes.
El governador principal, á quien llaman Visir ó Goa-
zil, es el capitán y castellano de esta fortaleza^ biuien-
do sienpre dentro della con algunos pocos soldados y
ministros suyos. Entre la fortaleza y la giudad se ivan
labrando, quando el Enbaxador estuuo en ella, mucha
cantidad de rrazonables casas de otra colonia de arme-
nios que el rey hizo venir de la giudad de Ervan, y
sigun el cuydado que puso de engrandecer y ennoble-
cer á Spahan, estuuiera ya en mucho mayor augmen-
to del que agora tiene, sino se uviera este rey diuirtí-
do tanto estos dias en querer hazer lo mesmo en Fara-
bat, ciudad de la provincia de la antigua Hircania, en
la costa del mar Caspio, como adelante más largamen-
te diremos.
Los moradores de la ciudad de Spahan, que agora
es la metrópoli y principal cabeca del inperio de Per-
sia, son gente más apazible y de mejor inclinación y
naturaleza que los de Xiras, siendo mucha parte para
esto estar mezclados con tantas otras naciones, parti-
cularmente de armenios, georgianos y surianos cristia-
nos, y ansi son apazibles y llanos en su trato con todo
genero de forasteros y estrangeros. El trage, ansi de
honbres como de mugeres, es el mesmo que el de Xi-*
ras que ya se a rreferido, siendo muy poca la diferen-
cia que ay en el de las mugeres de estas naciones
cristianas, aunque por la mayor parte las armenias no
traen manto blanco, sino unas rropas negras ó mora-
4
— So-
das largas hasta abaxo, y tocas como las labradoras de
España, pero todas con callones como las demás per-
sianas y árabes. Las mugeres mo^as, vniuersalmente,
vsan por gala iaxarse la frente con algunas vendas de
tafetán de colores, muy apretadas, y algunas de más
posibilidad ponen en ellas randas pequeñas de oro y de
lo mesmo de que las vendas son labradas (i). Se uienen
á atar atrás como oregeras, de la forma de las que tie-
nen los morriones de nuestra infantería, por debaxo de
la barua junto á la garganta, apretándose de manera
que los carrillos y todo el rrostro queda muy hincha-
do y rredondo, siendo esto de lo que más se precian,
cosa del todo feysima y al rreues de lo que las muge-
res de Europa pretenden, que es de parecer delicadas
y aguileñas de rrostro. En los honbres no ay diferen-
<;ia considerable, siendo el hábito todo uno, mas de los
que tienen más ó menos posibilidad, sigun la calidad
del vestido. Acostunbran ordinariamente los baños,
separadamente honbres de mugeres, y estas, sí no son
las vulgares y comunes, no salen fuera á los baños pú-
blicos, teniendo las más principales y de alguna consi-
deración baños en sus casas, como se díxo de las de
Xiras, que como cosa muy guardada se acostunbra
ansi no solo en la Persia, sino tanbien en las demás
partes del mundo adonde siguen la secta de Mahamet [y]
son señores los árabes, tártaros y turcos. Y aunque en
todas estas naciones asianas sean tan vsados y comu-
nes todo genero de vicios de la sensualidad, en esta
ciudad particularmente están muy arraygados (2) por
la gran coluvie de naciones estrangeras y de los mu-
chos esclauos y esclauas georgianos, circasos y russia-
nos, blancos y de gestos venustos y hermosos, y esto a
crecido de pocos años á esta parte en que el Xa a tras-
( 1 ) ias unas y las otras,
(2) mayormente.
-5i -
portado infinito número de muchachos y muchachas
de poca edad de todas las dichas naciones. Pero aun
lo que para entre los mesmos infieles es abominable y
del todo bestial^ es que ay en esta ^iudad muchos hon-
bres que teniendo posibilidad para ello^ conpran mu-
chos de estos muchachos y dexandoles creger el cabe-
lio como á mugeresy con vestido semejante á ellas, y
mostrándolos á baylar, los tienen en casas públicas
como en los burdeles de las mugeres de Europa. Y es
cosa lastimosissima ver tanta cantidad de niños con-
prados para este fin, pudiéndose esto solo juzgar por
suma inpiedad de este rey, auiendo destruido y traido
á tan miserable seruidunbre la mayor parte de los tris-
tes moradores del Gurgistan ó prouingias de Georgia-
nia. Los ?ircasos y moscouitas, por la mayor parte son
rrobados de los tártaros, lazos y cosacos, sus vezinos,
y algunos de sus mesmos naturales, y traidos á vender
á Derbento, enbiando cada año muchos el governador
del Siruan al rey de Persia, sin otros que continua-
mente traen diuersos mercaderes, de manera que todas
estas provincias de la Persia están llenas de los dichos
esclauos y esclauas.
Después de auer estado algunos dias el Enbaxador
en Spahan llegó orden del rey para que fuese á Casbin,
y auiendo primero visitado los dos conventos de San
Agustín y Nuestra Señora del Carmen, aprestó su par-
tida en pocos dias, dándole para ello todo el buen des-
pacho necesario Totanbec, governador de las cosas
criminales de aquella ^iudad.
A 28 de Mayo, domingo, en la tarde salió el Enba-
xador aconpañado de los governadores y otras perso-
nas, no más de hasta una mezquita poco lexos de la
muralla, adonde paró aquella noche y el dia siguiente,
aguardando á que se acabasen de juntar los camellos y
muías que faltauan, teniendo rrazonable aposento en
las casas que alli auia, y los demás debaxo de tiendas
— Sa-
que (i) gerca de la mezquita se pusieron, acudiendo
infínita gente pobre , ansi de los naturales de la giu-
dad como de las naciones cristianas referidas, á todos
los quales se les dio limosna sigun en la ^iudad cada
día (2) acostunbraua á dársele.
A 29 se fue á una aldea tres leguas de alli, llamada
Dolatabat, en que auía una pequeña casilla del rey que
no tenía más de un aposento pequeño, y al derredor
del quatro varandas y un retrete pintado, de obra muy
antigua, en que auia ca^as y vanquetes^ con los bayles
de mugere», como ellos ordinariamente lo acostunbran.
A 3o, caminando la carauana una ó dos leguas de-
lante fue el Enbaxador seis leguas de alli á un caraua-
sar medio desmantelado^ sintiéndose más la mal agua
que en él auia, aunque de Spahan se lleuaua alguna
para la mesa del Enbaxador y dos cargas de aquellos
yelos con que comunmente se enfria en la Persia, que
fueron gran reparo para el mucho calor del camino.
A 4, se paró en otro carauasar mejor reparado que
el pasado, y aunque tenia á la entrada del una muy
abundante fuente de clara y muy fría agua, era de tan
mala qualidad que á todos los que la beuieron les daua
grandissimos dolores de vientre y de cabera, siendo en
sumo grado maligna toda la que se halló hasta Casbin,
de la que salia y manaua sobre la tierra^ sino fueron la
que se halló en Emanzada y Natán y en algunos pozos
muy hondos^ que ésta era menos mala que las otras.
Primero de Junio llegó el Enbaxador á un caraua-
sar y aldea de pocas casas, que se llamaua Tajur Abat,
tres (3) leguas de camino, y aunque el carauasar era
rrazonable se le tuuo posada para su persona y algu-
nos criados en un hermosissimo jardin del rey, labrado
(i) alli.
(2) Ms. gadia.
(3) sehn
— 53 —
y plantado de pocos años á esta parte, con una casa en
él, que aunque pequeña, fue la mejor cosa que se uío
en toda esta jornada, y de mayor curiosidad y lindeza;
toda la planta de la casa no tendría en quadro más de
veinte y ginco pasos, entrando en esta cantidad el
grueso de las paredes, que eran de ladrillo cozido, bien
fabricadas y fuertes. La traga de la casa era una qua-
dreta de diez pasos de largo y ocho de ancho, todas
las paredes desde el suelo hasta diez pies en alto con
muchas lauores de oro, y en muchos quadros peque-
ños que la mesma lauor dexaua en las paredes, auia
muy hermosas pinturas, sin conparagion mejores de las
que comunmente ay en Persia; las pinturas eran mu-
geres, vanquetes, garrafas de vino y los bayles que
por acá se acostunbran. Desde un friso que rrodeaua
todo el aposento en la altura de los diez pies, era toda
la boueda y techunbre labrado de oro y a/.ul rriquissi-
mamente, de manera que como entonges estuuiese aca-
bado de dorar deslunbraua la vista de quien la mira-
ua(i). Estaua esta quadra gercada por todas partes de
quatro varandas y otros quatro retretes ó aposentos
pequeños, á las esquinas, todo labrado, dorado y pin-
tado de la mesma forma que la quadra, la qual, demás
de quatro puertas que della salian á las varandas, por
donde entraua ayre y lunbre, tenia por lo alto quatro
ventanas con bellissimas vedrieras doradas y de mu-
chas lauores por ellas, que tanbien salian á lo alto de
las varandas, de manera que la quadra estaua muy
clara, y quando hiziese frió muy abrigada, por tener
las puertas muy ajustadas con sus bastidores y enca-
xes de madera, como en las casas más bien labradas
de Europa. El maestro de la pintura que aqui auia fue
un griego criado en Italia, llamado Juljio, á quien este
rey tuuo alli muchos dias para este efecto, auiendo
(i) dando de si una muy hermosa perspectiva.
-54-
poco tienpo, quando el Enbaxador alli llegó, que auia
muerto en Casbin, y echauase bien de uer auer estado
en Europa, porque demás de ser muchas de aquellas
pinturas á la italiana, auia algunas otras del trage que
agora traen las mugeres cristianas en Gregia. Tenia
esta hermosissima casa, aunque no mayor de lo que
se a pintado, una grande huerta poblada de muy es-
pesos arboles de diversas frutas, con mucha cantidad
de plátanos y alamos que por todas las partes della
hazian sonbra^ y á trechos muchas fuentes y estan-
ques pequeños en que poder bañarse, no estando aún
acabados los mayores. Era la dicha huerta plantada y
hecha de poco tienpo, aunque algunos años antes de
la casa, y como los arboles eran nueuos tenian una apa-
cible y hermosa verdura, con alguna fruta de la ten-
prana que entonges comengaua á madurar, entre la
qual auia mucha cantidad de moras blancas de admi-
rable gusto.
Poco antes de ponerse el sol salió el Enbaxador de
aqui, con la orden de los demás dias^ siendo lo más del
camino sierras, con muchos gerrillos ó collados conti-
nuados unos tras otros, pero blandos y fagiles de an-
dar, de manera que por todos ellos sin mucha dificul-
tad podría caminar un coche, ó carro cargado, si lo
uno ó lo otro fuera vsado en estas prouingías de Asia.
Auiase traido, desde dos jornadas antes, estas mesmas
collinas más ó menos fagiles de caminar, continuándose
después otros tres dias adelante tierra por la mayor
parte desierta y sola, sino era en algunas partes adon-
de se hallauan algunas venas de agua y parauan las
carauanas de los mercaderes, siendo estas pobres y es-
tériles montañas, en que no paregia un árbol ni mata
verde, las que dividen las dos tan nonbradas prouin-
gias de Persia y de la Media; llegóse ya muy tarde y
después de media noche á otra huerta tanbien del rey,
aunque por ser muy nueua no tenia aquella hermosu-
-55-
ra de arboles^ ni mejor aposento que una pequeña al-
coba en que se recogió el Enbaxador, acomodándose
los demás debaxo de los arboles y en un mal carauasar
que auia alli gerca, hasta otro dia que á la mesma ora
que en la jornada de atrás se salió de esta rruin man-
sión, que se llama Abas Abad (i), y lleuose el camino
de la ya dicha sierra^ en que no tanto por su aspereza
como por su soledad se crian muchos lobos^ como se
echó de uer de uno muy grande que poco después de
auerse puesto el sol se uio muy ^erca del camino, sin
huir ni espantarse hasta que algunos criados del Enba-
xador salieron tras el á cauallo, y como es muy ordina-
rio entre gente vulgar uvo algunos de los que llegaron
más ^erca que afírmauan que era león, y otros que tigre,
disgtrniendose muy bien, aunque fuera más lexos, lo
que verdaderamente paresgia. Por ser muy larga esta
jornada se gastó la mayor parte de la noche en ella,
hasta llegar á otra huerta que ansimesmo era del rey,
adonde aunque en aposentos medio acabados y por en-
luzir se aposentó el Enbaxador con toda su familia; lla-
mase esta huerta y casa, Emanzada, por delante de la
qual pasa un gran canal de muy buena agua que viene
de muy lexos, de que se rriega la huerta, en que ay
pocos y muy pequeños arboles. Sintióse el rrestó de la
noche que aqui se estuuo una notable plaga, que fue una
infinidad de mosquitos muy blancos, pero tan pequeños
que ni con la vista ni con el tacto podian percibirse si
en parte muy clara y con mucha atención no se estu-
uiesen mirando. Estos, con un muy insensible silencio
envestian á los que se auian rrecogido á dormir^ ora
estuviesen cubiertos, ó no, molestando mayormente el
cuello, rrostro, manos y pulsos de los bracos, con tan
molesto ardor y congoja que paresgía no solo encen-
derse aquestas partes, sino que aflixia con grandissima
( I ) á siete del dicho.
— 56 —
inquietud los spiritus. Y porque nadie por mucho que
tentase y buscase á tiento con las manos podía hallar
ni una mínima cosa, creyó el Enbaxador que esto solo
fuese causa de malicia particular del aire, hasta que
luego otro día, por auiso de un honbre de la mesma
huerta, auiendo oydo quejar á todos, mostró en algu-
nos de aquellos arboles della, que eran de gierta spegie
de morales, unos boton^illos pequeños que auia á los
pies de las hojas, los quales abiertos, estauan llenos de
esta multitud de tan menudos átomos, que sí no eran
todos juntos, cada uno dellos no era posible verse.
Otro día los gouernadores de Caxen, giudad conoci-
da, la primera que yendo de Persia se halla en la Me-
día, y quatro leguas pequeñas adelante de esta huerta,
enbiaron á visitar al Enbaxador con dos cargas de fruta
y una de níeue, que todo fue de gran rregalo por el ex-
gesiuo calor de entonces. Y porque en esta giudad le
tenían apergebido rregibimíento le pidieron entrase de
día, auiendo sabido que llegaua sienpre antes que ama-
neciese á los lugares á donde auia de parar. Y aunque
al Enbaxador se le hizo muy pesado esto, por venir
muy cansado y ser aquel el tienpo en que auia de dor-
mir, caminando toda la noche, se lo congedio por en-
tender que esta gerimonia de reQibílle en todas las ciu-
dades era expreso mandado de su rey, cosa que no po-
dían dexar de cunplír. Salióse desta huerta, que es
adonde se acabo de atrauesar la montaña que se a di-
chOj poco antes de medía noche, y como las quatro le-
guas no fuesen grandes, llegó el Enbaxador, auiendo
pasado la carauana adelante, poco antes que amanecie-
se, á menos de media legua de Caxen, y allí paro un
rrato hasta que fue de día, que comengo á llegar alguna
gente de la ciudad, y de ay á poco los governadores
con otros muchos persíanos á cauallo, muy luzidos y
galanes, de la manera que otras vezes se a dicho. Ve-
nían ansimesmo una gran tropa de mas de quinientos
-57-
arcabuzeros y otro mucho número de gente popular, y
delante de todos la vsada y común música de panderos,
y dangas de mugeres y muchachos; pero lo que mejor
pares^io fue una vanda de otras mugeres á cauallo^ de
mas suerte al parecer que las otras, aderezadas á su
modo, costosamente, con muchas perlas por la frente
y cuello, y con los cabellos muy largos y peynados, y
aunque todas lo traían negro, como entre ellas ordina-
riamente se vsa, auia entre las demás una que los tenia
muy rrubios y ella notablemente blanca y hermosa.
Llegóse á Caxen, adonde auia gran número de otras
mugeres cubiertas con sus mantos blancos, sobre las
paredes, varandas y otras partes altas, y ansi se en-
tro por la (iudad, aunque fuera de lo que della está
rrodeado de muralla, que es alta y muy bien labrada,
hasta el Maydan, que es una larga calle, aunque no
tanto como la de Xiras, pero mas ancha, con muchos
arboles por las vandas á raíz de las paredes, adonde
áy algunas casas y dentro grande arboleda de huertas.
Y lo quemas ennoblece y hermosea esta plaga es un
rreal y gran caravasar labrado de pocos años , capaz
de recoger gran numero de gente, y en él fuentes y muy
hermosos y conmodos aposentos. Adelante del caraua-
sarestá la entrada de las casas que aqui tiene el rey, que
aunque no es de mucha perspectiua la entrada della,
dentro, adonde ay una grande y hermosa huerta, está
una de las mejores casas que el rey tiene y de mas apo-
sento, nueua y con mucha lindeza y curiosidad labrada.
Pasando esta huerta se entra en otra aun mejor que la
primera, con otra casa del tamaño y fábrica que la que
se a dicho, y esta es el árame ó corregimiento de las
mugeres, y con las paredes de la huerta, que entonces
estaua llena de fruta , tan altas como dos picas, y tan
lisas y derechas que eran bien conformes al mucho re-
cato que todos estos reyes orientales tienen. Estas
huertas, casa y árame, aunque el Enbaxador no las vio
— 58-
estc dia, en el de adelante se las mostraron, contentán-
dose entonges con vellas desde fuera, y ans¡ solo entró
en algunos aposentos baxos del árame, que eran todos
pintados y dorados, y en los mayores dellos con fuen-
tes de marmores y jaspes de muchas colores.
El día de la entrada del Enbaxador, con la ponpa y
fiesta que auia venido llego á cauallo delante de la
puerta de la entrada primera de la casa rreal, y alli es-
tuuo parado á cauallo un poco, en tanto que las mu-
geres que venian á cauallo, después de auerse apeado,
hizieron otro bayle, y de alli los governadores lo Ue-
uaron á su posada, que no estaua lejos del Maydan,
la qual era muy cómoda y capaz para su persona y la
mayor parte de su familia, teniendo para los demás un
grande y buen caravasar junto á ella.
CAPÍTULO III
Luchas de carneros y de toros en Caxen.—Viaje hasta la ciudad
de Cum.— Incidentes de su hospedaje en esta población. — La
montaña de Giafarabat. — Entrevista con dos soldados negros.—
Llegada á Casbín.
Vinieron otro día los governadores y algunos otros
persianos principales por el Enbaxador, porque le que-
rían hazer fiesta en el Maydan, y llegados delante de la
casa Real, y apeadose, se la mostraron primero con el
árame y huertas, como se a dicho; le dixeron si que-
ria subir á la varanda que cae sobre el terrero y plaga,
ó mirar desde abaxo una gran contienda que auia de
auer entre unos carneros y toros, grandes peleadores.
Y como él quisiese verla desde abaxo, mandaron luego
desocupar toda aquella parte del Maydan gercana, de
- 59 -
grande número de gente que alli estaua muy junta y
apiñada, teniendo ansimesmo infinitas mugeres, con
sus mantos blancos, ocupada la parte de la plaga fron-
tera de adonde se auia de hazer la fíesta. Llegaron lue-
go algunos honbres de cada parte, aconpañando otros
dos que cada uno dellos traía un gran carnero con mu-
chas sartas de flores á los cuellos y cuernos, que auien-
dolos incitado y animado primero con algunas palabras
que les dezian paso y gerca de las orejas, comentaron
con grande inpetu á darse grandes topadas como lo
suelen hazer adonde quiera los demás carneros, mas de
que estos, como acostunbrados á ello, peleauan con
mas corage y turia. Y aunque en esto solo auia poco
que ver, eran muy para notar (i) las demostraciones de
alegría ó de tristeza que hazían los dueños de los car-
neros, sigun alguno dellos vengia ó se retiraua del otro,
aplaudiendo muchos de los parciales del vengedor, con
grande grita, ó rregibiéndola los otros con vn tristísimo
silencio, haziendose antes de la conocida victctria
grandes apuestas de unos ó otros. Acabóse esta prime-
ra contienda y salieron los dueños de dos grandes to-
ros, los quales eran mayores de los que en Persia se
auian visto, aunque no de mayores cuernos, siendo
menores de un palmo, y los toros del tamaño de los
de Xarama que oi-dinariamente corren en las fiestas de
Madrid, y de aquel mesmo color, por la mayor parte
negros. Venían muy adornados de guirnaldas de flores
y fintas de colores, y los dueños con mucho mayor
aconpañamiento que los de los carneros, rrepartiendo-
se en estas dos facciones toda la gente popular de esta
giudad, de manera que tenia ocupada la mayor parte
de aquella gran plaga. Todos estos honbres traían sus
palos como medíanos bordones en las manos, exgepto
los dueños de los toros, que no los traían, ni otra arma
(i) per.
- 6o -
alguna, pero venían con un senblante enojado y cuy-
dadoso como sí fuesen ellos propíos los que uviesen
de conbatír, teniendo á suma afrenta y desgracia cada
uno dellos sí su toro fuese vencido del otro. Porque de
costunbre inmemorial, aunque común en todas las pro-
uingias del reyno de Persia, se tiene este conbate de
los toros por particular y ordinario entretenimiento en
esta gíudad^ auíendo algunos de estos honbres popula-
res tan inclinados á él, que con gran pregio andan á
buscar toros afamados, aunque sea de muy lexos, con-
sistiendo en esto lo más de su estimagíon y honrra. Y
como las facciones y parcialidades sean tan comunes
á los honbres, cregen en las ciudades y lugares grandes
conforme á la conpetengía y contengion que esté en
vso, no solo en las cosas de veras y que se ayan mo-
uido por precedengía de onor, ó venganga de agravios
y ofensas regibídas, pero aun en las que nagen de las
fiestas y entretenimientos públicos, por particular afí-
gion á los unos ó á los otros de las partes que en ellas
entran, como por muchas edades sugedio en Roma en-
tre los pargiales de los Prasinos y Vénetos. Ansí acaes-
ge aquí en esta giudad de Caxen, estando el pueblo
todo repartido en facgíones, fauoregiendo agora á unos
ó á otros de los toros que conbaten, siendo lo mesmo,
aunque de mucho menos contengion, en los carneros,
llegando muchas vezes la conpetencía tan adelante que
gran parte dellos quedan bien descalabrados. Y lo que
mas engíende los ánimos de esta gente para llegar tan
sangrientamente á las manos, aunque sin otras mas ar-
mas que palos, es que si después de auer peleado los
toros no ay conogída diferengía en el vengimíento de
alguno dellos, huyendo y dexando la plaga al mas va-
liente, los dueños, que están junto á ellos sienpre que
conbaten, vienen primero á conpetengia de palabra,
alabando y defendiendo cada uno dellos su propio toro,
y luego llegan á las manos, dándose grandes puñadas
— 6i —
y cof es, como en el Pancragio de las Olinpias y juegos
Ismícos de los antiguos, acudiendo luego los fautores
de una parte y otra á fauorecer su parcial. Entonges
se engiende la brega y rriña popular entre todos, de
manera que sin poderlos apartar los gouernadores, ni
sus soldados y ministros, quedan los mas dellos derri*
bados y ensangrentadas muy bien las cabegas, auien-*
dolo pasado mucho peor los dueños de los toros, sa-
cándolos medio muertos de la contienda; tanta es la
rrauia y furor con que conbaten; las mugeres, que
ansimesmo son pargiales y se hallan algo apartadas
á mirar este espectáculo, aunque no les toca llegar á
las manos ni conbatir, pero ayudan á los suyos con
grandes gritas y clamores de alegría ó tristeza, sigun
se muestra la vitoria, ó vengimiento de las partes que
á las unas ó á las otras tocan, estando divididas y
apartadas, y sugediendo lo mesmo en los muchachos.
Llegaron, en fin, estos dos toros, ingitados de sus
dueños, y después de auer arremetido furiosamente uno
á otro, frente por frente, quedaron aferrados y muy
asidos unos cuernos con los otros, y desta manera se
inpelian alternadamente, quando á la una parte y
quando á la otra, con grande aplauso y grita de las
pargialidades, mayormente de los mesmos dueños,
que los animauan con todo genero de ademanes y pa-
labras. Pero lo que mas acregentaua la fícsta y de lo
que de toda ella era mas para notar, era de los alari-
dos y gritos de las mugeres, que aunque mas apartadas
y asentadas ordenadamente, cubiertas con sus mantos
blancos, ayudauan con esto á sus partes. Y después
de auer los toros en esta forma peleado gran rrato, ya
muy cansados y dando grandes bufidos, sin poderse
rrendir, se apartaron uno de otro manando sudor y
con muchas heridas en las frentes y gerca de las ore-
jas. Entonges quiso el Enbaxador que los apartasen
del todo, pues auian hecho el deuer como buenos
- 62 -
conbatienteSy mandando que á los dueños se le diese
alguna cantidad de dinero, que entendido dellos llega-
ron con grande alboroto, y otros muchos pargiales
con ellos, diziendo á grandes bozes que no los quisiese
el Enbaxador afrentar, creciendo entre anbas partes la
sedición y tumulto, hasta que los gouernadores manda-
ron que boluiesen á su contienda, aduirtiendo al En-
baxador que si del todo alguno de los dos toros cono-
cidamente no quedase vencido huyendo del otro, era
luego la rriña trauada entre los dueños y sus valedo-
res, de manera que ni él ni ellos estauan alli síguros
sígun el tumulto de los palos era grande. Con esto, en
el Ínterin que los toros descansauan , hallándose muy
gerca uno de otro, se llegaron muy paso con los cuer-
pos muy baxos cada uno de los dos honbres á su toro
por la parte trasera hasta ponerse de cuclillas pegados
con las caderas, y alli haziendo grandes ademanes con
las caberas y bragos, en boz muy baxa y que no se en-
tendía aun de los que estauan muy gerca, los animauan
á que boluiesen á pelear. Y eran con tan notable afecto
estas demostraciones (i) sigun las señas y meneos que
hazian, como sí algún honbre quisiese mouer áconpa-
sion á otro para que se conpadegiese y doliese del, sien-
do las palabras, aunque no se oían, muy á proposito y
acomodadas para el mesmo efecto, y se dauan por muy
entendidas sigun era sabidas de todos. Dezianles, con-
forme á como los gouernadores le referían (2) al Enba-
xador, que boluiesen á conbatir animosamente hasta
hazer huir al otro, y que no quisiesen, pues les auian
costado tanto pregio y tenidolos después tan rregalados,
que perdiesen alli su honrra y las de sus amigos. Luego
hazian otros ademanes y demostragiones de enojados,
amenazándolos y hablandoles más alto, díziendoles,
(i) amonestaciones,
(a) contauan.
-63 —
aunque tanpoco de manera que fuesen entendidos, que
eran unos couardes y que si no echauan á su conpeti-
dor de la plaga los auian de castrar y poner en el yugo
para que arasen. Los toros, con el instinto y naturaleza
suya de pelear uno con otro, y por los ademanes y me-
neos que vian que los ingitaua á ello, juntamente con el
sonido de las palabras, se movieron y animaron otra
vez á conbatir y ansi comentaron á bufar y á encarar
uno con otro, escaruando y leuantando la tierra con los
pies y manos, hasta que se boluieron á trauar y aferrar
cuernos con cuernos, no cesando los ruegos y ame-
nazas de los dueños, ni el grande aplauso de sus vale-
dores. Al fín (i), el uno de los toros, que era algo ma-
yor que el otro, después de auer peleado gran rato
Ueuó retirando á su contrario hasta hazeilo huir; en-
tonces todos los de la parte del vencedor, ansi honbres
como mugeres, leuaíitaron grandissimos clamores y
gritos, y cercando ansi al dueño como á su toro, los
licuaron con gran fíesta y aplauso á su casa.
Podria parecer después de auer sido algo larga esta
digresión, inpropia y mas de lo que pide el instinto de
estos animales, si no fuese tan común y vsado en toda
Europa el pelear unos perros con otros, mayormente
de los que son mas feroges, como nuestros alanos de
España y los dogos y lebreles estrangeros. Estos, ave-
rnos visto muchas vezes que las personas que para
este fin los tienen y buscan con cuydado por conpe-
tencia de qual sea mas valiente, los ingitan y animan
con gran vehemengia de palabras á pelear animosa-
mente, y en fin claramente se conoge que las tales
palabras y presengia de los dueños les pone animo y
corage para conbatir con mayor furia y de la mesma
manera que si lo que les dízen para prouocallos fuera
entendido dellos. En todas las prouingias y grandes rey-
(i) hasta que.
-64-
nos de la India en que los reyes della crían elephantes
para aprouecharse dellos en la guerra, tienen tanbien
por muy ordinaria fiesta y entretenimiento de que es-
tas grandes bestias peleen singularmente unas con
otras, pagando mucho mas precio y estimando en mas
los que de los dichos elephantes salen mas pugnaces y
valientes. Y son tantas las exorta^iones y palabras con
que sus maestros y rectores los ingitan y mueuen á
conbatir, quanto ellos exgeden en instinto natural á to-
dos los demás animales irracionales, pareciendo inpo-
sible que del todo carezcan de alguna rrazon. Y no solo
en los toros, perros y elephantes, que son animales fíe-
ros y de naturaleza marcial, vemos este instíncto (i)
de pelear contenciosamente unos con otros^ pero aun
en los muy subjetos y mansos y cuyo vso es de lleuar
grandes cargas pagientissimamente, se muestra la mes-
ma conpetengia mostrándolos y prouocandolos á con-
batir, como son los camellos, cuyos ordinarios conba-
tes aplazados tan continuos son en todas estas prouin-
gias Orientales. Pasando de los animales terrestres á las
aves, bien se sabe quan vsado y común exercígio era
entre los antiguos pelear los gallos, perdices y codor-
nizes, teniéndolos con grande artificio enseñados á esto.
Y aunque esto es tanbien muy vsado en Persia y en los
demás reynos subjectos á su monarchia , ansi tanbien
como en todo quanto el Turco tiene en Asia, lo es mu-
cho mas en toda la India, particularmente en la ciudad
de Goa, adonde ay algunas (2) casas, en cuyos patios,
que para ello tienen espaciosos y grandes, los dias de
fiesta se junta gran cantidad de gente, cristianos, moros
y gentiles, y alli Ueuan muchos dellos (3) gallos escogí-
dos y muy acostunbrados á pelear, haziendose grandes
(i) y naXuraUffi,
(2) particulares.
(3) cantidad de.
-65-
apuestas de dinero, ansí entre los dueños de los gallos
como entre todos los demás circunstantes, sobre qual
dellos saldrá vengedor. Y es cosa maravillosa ver la
mucha furia y corage con que pelean (i) hasta quedar
muchas vezes muertos entranbos, porque demás de las
heridas que sangrientamente se dan con los espolones
y picos, con el mucho vso an aprendido tanbien á des-
pedazarse con unas pequeñuelas nauajas que los due-
ños les atan entre los espolones y los pies, en la qual
manera de conbate ay algunos de admirable destreza.
Acabada la fíesta de los toros, que por el aplauso y
contención de la gente popular fue mucho de uer, dan-
zaron todas las mugeres que el día antes auian salido
á cauallo al recibimiento, muy adornadas de joyas y
vestidos^ y auiendoles el Enbaxador mandado repartir
cantidad de abasis, se boluio á su posada aconpañado
de los que alli se hallaron presentes.
Es la ciudad de Caxen, aunque no tan grande como
las mayores de las principales de Media, de la sigunda
clase dellas y que sienpre a sido muy estimada de sus
reyes, ansi por ser la gente apazible y llana como por
la contratación y mucha rriqueza que en ella ay^ por
causa de la variedad y cantidad de sedas que en ella se
texen y labran, y en el territorio y aldeas suyas, de
íinissimas alhonbras, que ansi estas como las de Spa-
han son las mejores de todo el Leuante. La menor parte
de la ciudad es la que esta rrodeada de muralla y allí
están los mas de los telares y demás oficios que tocan
al beneficio de la seda, y ansimesmo la biuienda de los
mercaderes mas rricos, pero las mejores casas y cara-
uasares para posada de los forasteros están fuera, y
ansi es mas vistosa y apazible estancia que la de den-
tro. Ay en su término y tanbien en huertas y jardines
continuados con la ciudad, gran cantidad de fruta, ma-
(i) estos galios.
-66-
yormente de muy buenas uvas y melones, y entre dos
ó tres maneras de albircoques que aquí se hallan, es
una muy semejante á las ciruelas damagenas de Es-
paña en el gusto, pero muy gruesos y lisos como las
giruelas, y de muy hermoso color entre rrosado y ama-
rillo, y ansí con rrazon es tenida esta fruta en grande
estima, aunque se acaba muy presto. El agua, con ser
de pozos, es sana y buena, aunque ay notable falta de-
lia en todo este camino desde Spahan á Casbin, pero
en muchas partes se rremedia parte de su malicia con
la nieue que alli, ó no muy lexos se halla, pues con ser
la tierra en estremo seca y caliente ay nieue todo el
año en las cunbres de algunos montes. Será esta ^iudad
de cuatro ó ^inco mil casas, en sitio muy llano, y por
esta rrazon muy caliente, demás de que el Polo Árcti-
co no se leuanta sobre su horizonte mas de treinta y
dos grados y treinta y ^inco minutos.
A la tarde, después de ponerse el sol salió el Enbaxa-
dor de Caxen, y aunque se caminó casi toda la noche
por tierra llana no se llegó hasta que queria amanecer
á una pequeña aldea llamada ^engen, con gran calor,
siendo todo el camino, con los montes cercanos, sul-
furro y nitroso, dando mucha molestia la maligia del
aire, inficionado por lo que de estas malas calidades se
le comunícaua. Con el calor del sol se encendió el dia
de manera que se padeció gran trabaxo, no auiendo en
que se recoger y defender del gran calor sino unas pa-
redes medio arruinadas de vn carauasar viejo^ reco-
giéndose el Enbaxador á la mezquita del aldea, que no
era mayor que una estrecha ^elda de frayles, con las
paredes muy delgadas y grandes ventanas á todas par-
tes. Ya bien tarde vino á visitar al Enbaxador el go-
vernador del aldea con otros tres ó quatro de los me-
nos pobres de sus vezinos, y le dieron cuenta de una
gran calamidad en que entonges todos estauan, di-
ziendo que auria quinze ó veinte dias que á los mas
-67-
delloSy mayormente á muchachos y mugeres, les daua
un terrible y peligroso mal, que era una muy ardiente
calentura con vehemente dolor de cabera, y que al
quinto ó seteno dia morían los mas de los que de este
mal eran tocados. Y auiendoles preguntado el Enba-
xador si delírauan los enfermos y si el mal se pegaua á
otros, respondieron que al stgundo ó tergero dia dezian
grandes locuras y que les salían manchas negras por
todo el cuerpo, y que á muchos de los que llegauan á
curallos se les pegaua el mesmo mal y que estos eran
los que mas presto morían. Finalmente, dixeron que
de QÍento y ginquenta personas que auía en el aldea
auian muerto treinta y estarían enfermos mas de otros
tantos, y que algunos auian escapado sin otro rre-
medio alguno mas que cubrirse bien y sudar. El En-
baxador, que de la relagion de esta gente echó lue-
go de uer que esta era una maligna especie de calen-
turas y de tan mala ó peor calidad que los tauardillos
de España, les tuuo gran conpasion, mayormente no
teniendo quien los curare, siquiera un baruero que les
hiziese sangrías, y ansí les persuadió á que luego fuese
alguno dellos á Caxen por él, asigurandoles que san-
grando dos ó tres vezes á los enfermos sanarían los
mas dellos, lo qual fue después el total rremedío de los
que enfermaron, como se dirá adelante quando por este
mesmo lugar boluio de Casbin el Enbaxador^ el qual
dando limosna á todos los que allí llegaron, que fueron
los mas de los que andauan en pie, se partió de aquel
mal alvergue.
A 7, ya casi noche, salió de aquí la caravana, y
por tierra aun peor que la de la noche antes se cami-
naron con la mesma molestia otras seis leguas, que
tantas auian sido las pasadas, hasta llegar á otra aldea
algo mayor que ^engen, llamada Cagcn Abad, y allí
en casa de unas pobres mugeres y en otras casas cer-
canas se tuuo mejor hospedage y con mas largura^
— 68 -
aunque el agua que aquí y en el lugar de atrás se halló
era malissima^ pero traíase alguna desde Caxen con
que no se echó de ver tanto esta falta.
A 8, á la ora ordinaria, se comentó á caminar de es-
pacio por no auer hasta Cum mas de quatro leguas, y
antes de media noche llegaron de parte de los gouerna-
dores de esta ^íudad á pedille al Embaxador que qui-
siese entrar en ella de día, porque sería hazelles agra-
uio otra cosa, y al fin, con harto disgusto y desabri-
miento se lo concedió, y (i) porque aún era tenprano de-
terminó parar en unas huertas, un quarto de legua de
la giudad, adonde rreposó parte de la noche hasta que.
fue bien de día. Después de auer salido el sol vinieron
los governadores hasta las mesmas huertas con mucha
gente de á cauallo y á pie, de manera que cubrían todo
aquel canpo^ en la forma que en las demás giudades se
auia hecho, aunque aqui fue de mayor concurso, y con
los acostunbrados bayles y música de panderos se mo-
uió para la giudad, no pudiendo caminar con quantos
palos dauan los porteros y demás ministros de los go-
vernadores, con el mucho número de gente que cada
momento acudía, de suerte que se gastó mucho tienpo
en andar aquel poco de camino. Y aunque los honbres
eran en tanta cantidad, al contrario de lo que auia sido
en las otras partes, ninguna muger parecía con po-
nerse, algunas oras después que se comengó á entrar,
hasta llegar á la posada del Enbaxador, el qual iua es-
pantado de la grandeza de la QÍudad y de la multitud
de gente que en ella pares^ia, no auíendo tenido antes
noticia de que fuese tan populosa y grande.
Sus edificios y la fábrica de que son hechos son de
la manera que los de las otras ciudades de Persia y Me-
dia, con grandes bazares, y los honbres que en ella a
auido y ay los más bellicosos y buenos soldados de to-
* (i) ansi.
-69-
das las demás prouin^ias subjectas á este ¡nperio, como
lo muestran agora en todas las ocasiones de guerra y
antiguamente lo mostraron, siendo en los que más rre-
sisten^ia halló el gran Tamurlan, aunque con la total
ruina de su QÍudad, pero ansí por la fertilidad de sus
canpoSy como por la industria y mucho vigor de sus
moradores, que dos vezes padecieron este miserable
exgidio, se boluio á poblar tan populosamente como
oy vemos, siendo como es, aunque con menor fama,
de las mayores ciudades que el rey de Persia posee, la
qual dista de la i^quinogial hazia la parte septentrio-
nal 33 grados y 4 minutos.
Después de auerse apeado en su posada el Enbaxa-
dor estuuieron los gouernadores con él entretenién-
dole, aunque él quisiera más desnudarse y descansar,
y el uno dellos, que era el goazil, le dixo que no se le
hiziese novedad el no auer paregido mugeres en su en-
trada, por ser particular deuogion religiosa de ellas no
dexarse ver de ningún estrangero, mayormente de los
francos. Y preguntándole el Enbaxador qué deuocion
era aquella, respondió que en aquella qiudad auia una
muy famosa mezquita dedicada á una muy sancta
muger llamada Lela, nieta de su profeta Mahamet y
hija de Alí y de Fatima su hija, la qual Lela vino de
Babilonia á esta giudad de Cum después del martirio
y muerte de sus hermanos Vssen y Hagen. Y que des-
pués de auer edificado un grande hospital y carauasar
para los enfermos y peregrinos, y siendo de muy abs-
tinente vida, enfermó hasta llegar á punto de espirar,
y que entonces Dios la arrebató y lleuó, sin auerse sa-
bido hasta agora á donde la tenga; tanta similitud y
aparengia fingida a auido y ay en el mundo agora, de
lo falso á lo verdadero. En fin, quiso dar á entender
este persiano que las mugeres de Cum en rreuerengia
de su sancta y con particular mortificación, se escon-
dían y no se dexauan ver sino de los suyos, por encu-
-70 —
brir con aquel cuento fabuloso las muchas diligengias
que él y los demás auian hecho desde el dia antes para
que ninguna pareciese, de que rrió y gustó mucho el
Enbaxador conociendo disimulación tan poco artifi-
ciosa. Después de auer comido y reposado el Enbaxa-
dor enbió á dezirle la dueña de la casa que quería salir
alli y hablalle, teniendo cerrados otros aposentos que
salian á una huerta en que ella y su familia se auian
retirado. Era esta muger biuda, de mediana edad, cuyo
principal officio, demás de tener en su casa dos telares
de alhonbras, era conponer y afeytar las nouias quando
las querían casar, la qual salió con dos niños, hijos su-
yos, trayendo una mano y braco ligados y haziendo
grandes demostraciones de tener alli gran dolor. Venido
el interprete dixo que un portero del Deroga, que es
vno de los governadores, sobre escusarse ella la tarde
antes de dar su casa, por tener dos hijas ya mugeres,
le auia dado un palo en la mano, de que la tenia muy
mal parada, y porque luego vio el Enbaxador que aque-
llo era una honesta manera de querer que le pagase la
posada, le mandó dar precio de cinquenta reales. Pero
como la muger no se fuese, dando cuenta de lo mucho
que aquella casa le auia costado á labrar, comencó á
salir más gente por la puerta que ella auia venido, de
mugeres ya de edad y niños y niñas, la mayor parte
pobres al parecer, y luego continuaron á entrar más y
más, hasta henchirse un aposento bien grande en que
el Enbaxador estaua. Entre lasque vltimamente entra-
ron auia mugeres más mocas y de mejor figura, que ve-
nían con una muchacha hija de la huéspeda, más her-
mosa que ninguna de las que hasta entonces se auian
visto en estas partes, si es posible que alguna lo parezca
con tan feo y abominable trage como todas vsan. La
más (i) de esta gente auia venido por las paredes de la
(i) Toda.
— 71 —
huerta de la huéspeda^ con deseo de uer los francos,
auiendoselo vedado en publico; la otra, venía á que el
Enbaxador les diese algo, lo qual corrió después por
todas generalmente (i), sigun la fortuna y parecer de
cada una, y tanbien con los niños y niñas se le rrepartió
una buena cantidad de dinero. Detenianse todauia estas
mugeres, de que sienpre iua creciendo el número, por-
que la huéspeda auia mandado á la hija mayor que sa-
liese tanbien á recibir lo que le pudiese tocar del con-
giario ó repartimiento, que todavia duraua, y ella, que
era ya muger y hermosa, sigun alli dezian, se estaua
conponiendo, con otras sus vezinas, por parecer mejor,
mayormente auiendo sabido ya que el Enbaxador auia
alabado á su hermana de hermosa. Mas á este tienpo
se comentó un gran rrumor á la puerta de la casa, un
aposento antes de donde se estaua, y enbiando el En-
baxador á saber qué era, le uinieron á dezir que un
persíano de los principales soldados que el rey alli tenia,
á que comunmente llaman Casilbas, le quería entrar
á visitar (2) y que el portero no le dexaua entrar ni él se
quería partir de alli. El Enbaxador, que sospechó algo
de lo que podia ser, mandó que entrase y se sentase
alli gerca, el qual estuuo sin hablar, mirando á todas
aquellas mugeres muy cuidadoso. De su silencio y de
la inquietud que mostró la huéspeda se echó luego de
uer^ ó que tenian algún conocimiento y familiaridad
con él, ó que era algún pariente cercano suyo^ y ansí
le mandó preguntar el Enbaxador si lo era, y (3) respon-
dió que no, sino vn vezino que pretendia casarse con
su hija mayor de la huéspeda. Con esto se licencio toda
aquella gente, turbándose la salida de las otras, y su-
cedió de aqui que auiendo aquel soldado procurado
(i) á quién,
(2) al Enbaxador.
(3) el.
con mucha instancia este casamiento, ofreciéndole dote
á su madre por él, en este propio dia que vio á la mu-
chacha ermana de su esposa, sentada cerca del Enba-
xador, se aficionó de manera á ella que después le dio
á su madre otro tanto dote más de lo que por su er-
mana (i) prometia, y casándose con ella la lieuó luego
á una aldea que por gages de su sueldo (2), como es
costumbre en Persia, el rey, dos leguas de Cum, le
auia dado«
Este dia, 8 del dicho mes, ya muy tarde salió el En-
baxador de Cum, muy acompañado hasta (3) buen tre-
cho fuera de la giudad, que entonces aun pares^io ma-
yor de lo que aquella mañana auia parecido, y auiendo
salido fuera de lo murado y más poblado della se llegó
á una puente bien grande que auia sobre el lecho y
madre de un rio que entonces no lleuaua agua, aun-
que paremia, sigun la hondura y anchura suya, que en
tienpo de las Uuuias, ó quando las nieues se derriten al
prin<;ipio del verano, que lleuaria en gran cantidad (4).
Yendo pasando la puente le mostró uno de los gover-
nadores al Enbaxador, á la mano izquierda della, junto
á la 9iudad, un muy sumptuoso ediñ<;io, que sigun se
juzgaua desde alli, en ninguna parte de la Persia se
auia visto tan grande y soberuio, con muy altas cúpu-
las y alcoranes forrados con azulejos de varias colores.
Dezian estos persianos grandes cosas de la mucha rri-
queza suya y de los grandes milagros que cada dia se
vian, sanando infinidad de enfermos de varias enferme-
dades, todo lo qual su^edia por los méritos de aquella
su gran santa de que ya auian hecho rrela^ion, y que
aquella era su mezquita, junto y contiguo á la qual es-
(i) mayor.
(3) poseía.
(3) salir.
(4) de agua.
-73-
taua el carauasar y hospital que ella auta fabricado.
Con esto, auiendose despedido los gouernadores, el En-
baxador pasó delante y á media legua de la (iudad,
aunque mucha parte de lo andado eran arrabales, se
llegó á una mezquita muy pequeña y medio derribada
en que abitaua un deruis ó penitente sancton, el qual,
vista la gente, se dio con mucha priesa á sacar agua de
un pozo muy profundo que estaua de la otra parte y
muy junto al camino, debaxo de un grande árbol. Y
como entonces, aunque ya el sol puesto, hiziese calor
grandissimo, y el agua estuuiese tan honda, salia tan
sumamente fría que casi no se dcxaua beuer, y el buen
deruis, aunque él dezia que por seruir á Dios dando de
beuer á los pasageros auia escogido aquella vida, no
solo rregibía las limosnas que le dauan todos, pero la
pedia á quien no se la daua tan presto. Después de
auer caminado gran parte de la noche con luna muy
clara, aunque por tierra de adufre y salitre, se descu-
brió á la mano derecha un monte alto y rredondo y
que no estaua continuado con otros, sino sqIo y de por
si, al qual sienpre nos fuemos a(;ercando más hasta en-
parejar con el, un quarto de legua del camino por don-
de se camtnaua. Auianse ya comentado á contar gran-
des cuentos de este monte por algunos armenios de los
que seruian al Enbaxador, y tanbien por otros moros y
persianos, y todos concordauan en que alli auia gran-
des encantamentos de tienpos inmemoriales, de mane-
ra que nadie subia á el aunque fuese á los más baxo
de sus faldas, que jamas boluiese á salir, porque ó se
sumian hundiéndose la tierra para abaxo con ellos, ó
que morían de espanto mostrándoseles en él terribles
y espantables visiones. Y como es cosa muy ordinaria
dar los más crédito á semejantes fábulas, todos los
criados del Enbaxador lo creyeron, mayormente sien-
do los que lo añrmauan tantos, y ansi como cosa ma-
' ravillosa se lo fueron á dezir algunos de los más curio-
- 74 -
sos (i), que venia reposando en su líctera. El qual,
auiendo conocido el alboroto de todos, gustó mucho de
su presta y sinple credulidad y les dixo que en muchas
partes de( mundo auia semejantes montes como aquel.
Añadían los que contauan esta patraña que el monte
se llamaua en lengua persiana Giafarabat^ que quiere
dezír monte del diablo, y en esto, estando ya donde el
camino se acercaua más á él, dos criados del Enbaxa-
dor que se tenían por los más valientes se apartaron
con mucha priesa á querer reconocer el monte, pero
como apenas, aunque fueran corriendo, pudiesen auer
llegado á él, dieron luego la buelta con harto miedo,
diziendo que comentando á subir, la tierra se les rren-
dia y arruinaua para abaxo, de manera que los caua-
líos no podian andar. En fín^ esta escusa se les admitió
por que no quedasen más corridos, pero (2) todos muy
persuadidos ser el monte encantado, para mayor con-
probación de lo qual afirmauan, conforme á la rrela-
qion de los armenios, moros y persianos, que sienpre
que lo mirauan de lexos quando iuan caminando, se
mostraua de diferente tamaño y forma, unas vezes re-
dondo, otras largo, otras más alto, ó más baxo, y esto
era lo que más admiración les ponía. Y aunque el En-
baxador les dezia que aquella diferencia era sigun los
visos y perspectiua que hazia mirándolo de traues
quando estauan más ^erca del, ó de más lexos después
de auelle descubierto, y tanbien quando le dexauan
atrás, no se podían persuadir á lo contrarío de lo que el
temor que generalmente auían una vez confibido les
persuadía, no bastando querelles el Enbaxador sacar
de aquel engaño, aunque al principio gustaua de verlos
metidos en el, con dezirles que la calidad de la tierra
(i) al Enbaxador,
(3) quedando.
-75-
floxa y espongiosa de aquel monte^ sin duda era por el
mucho agufre que en el auía, auiendose quemado algu-
nas vezeSy como á sucedido muchas (i) en las marinas
de Ñapóles y Sicilia y en las islas gercanas á ellas. Con
la conversación referida y diziendose muchos cuentos
á este proposito, de aparengías y visiones noturnas, se
llegó á un caravasar que tiene el nonbre del monte ya
dicho (2), poco antes de amane<;er, adonde todo el dia
siguiente se pasó con terrible calor y poca comodidad
de todos. A la tarde llegó un persiano á cauallo^ con
algunas cargas de fruta, á visitar al Enbaxador de parte
del governador de Saba, que estaua ginco leguas de
alli^ pidiéndole lo mesmo que en las otras ciudades so-
bre querer entrar de dia, y estando sobre el terrado del
carauasar^ por auerse agasajado el Enbaxador en un
aposentillo que arriba auia, se quiso informar deste
persiano, como vezíno y prático desta tierra, de la
calidad del monte referido, que entonces tenian á vista
á poco más de una legua. Y el dixo que era opinión
muy regibida en el vulgo de que era encantado, y lla-
marse por esto monte del diablo, pero que la verdad era
humear muy de ordinario aunque sin leuantar llama, y
que por esto la tierra en algunas partes estaua quema-
da y hecha geníza, de manera que los que agertauan á
pasar por alii atoUauan como en camino pantanoso. Y
que en lo más alto del auia una laguna de poco fondo,
de agua salada, que se secaua en el estio y alli queda-
ua gran cantidad de sal de que se proueian los lugares
comarcanos^ subiendo arriba por veredas que tenian
sabidas, adonde auia suelo fírme, y que gerca y al de-
rredor de la laguna era adonde salía más humo y
donde la tierra estaua más quemada*
(1) pej^es,
(a) referido, llegó la.
-76-
A 9 (O salió el Enbaxador del carauasar de Giafara-
bat, aconpañandole el persiano de Saba, y no siendo
grandes aquellas ginco leguas llegaron una legua de la
giudad, dos oras antes que amanegiese^ á una mezquita
medio caida, al derredor de la qual auia algunos arbo-
les, y alli dixo el persiano que podía descansar un ma-
to el Enbaxador en tanto que él llegaua á Saba á dar
auiso de su venida, y que después que fuese de dia bol-
ueria delante de los que saliesen á rre^ibirle. Con esto
el Enbaxador y parte de sus criados, caminando ade-
lante los demás con la carauana, se apearon y entraron
en la huerta ó patio de la mezquita para dormir el res-
to de la noche. Pero fue luego tan infinita la multitud
de aquellos invisibles mosquitos, la que acometió á to-
dos, que los de la huerta antes de llegar á Caxen fue-
ron moderados y comedidos entonces, á respecto del
mucho rrigor y cruel encendimiento de estos de agora,
aunque todos de una mesma calidad. El Enbaxador, á
quien auian puesto unas almohadas sobre un tapete, de-
baxo de uno de aquellos infernales arboles, oyendo el
gran rumor de todos quejándose y lamentándose, se le-
uantó sin poderlo sufrir, haziendo los demás lo mesmo
por no ser acometidos quando andauan en pie como
quando estauan acostados, siendo cosa notable que
entre tantos ninguno pudiese topar ni percibir con el
tacto, por mucho que lo procurasen, ni un mínimo áto-
mo de aquellos. Y ansí se acabó de gastar el rresto de
la noche, que hazia muy clara, hasta que amaneció,
paseándose por aquel canpo. Luego que fue de dia se
puso el Enbaxador á cauallo, y á la mitad del camino,
media legua de la giudad, topó al governador y algu-
nos soldados, muy luzidos y en buenos cauallos, con
cantidad de gente, mas de lo que prometía la poca po-
blación que se comenzó á descubrir. Era todo aquel
(i) 14.
-77 —
llano, aunque ya seco el suelo por muchas partes (i),
paludoso y alagadizo^ con grandes costras de salitre por
la haz de engima, cubriéndose en el tienpo de las llu-
uias de agua, de manera que quedaua hecho un lago,
y para desaguarse auia muchos canales con puentezi-
lias que cortauan muchas vezes el mesmo camino.
Entre la gente que alli salió llegaron dos muy graues y
autorizados negros, en muy buenos cauallos con las
guarniciones y sillas de plata, y ellos sumptuosamente
vestidos, con penacheras de oro en los turbantes, y en
ellas grandes magos de martinetes; las cimitarras y pu-
ñales con guarniciones de oro y magas de hierro dora-
das en los arzones. Y después de auer hablado al En-
baxador haziendo grandes offregimientos como hon-
bres discretos y bien entendidos, dixo el gouernador
como eran dos de los mas principales soldados que el
rey tenia, y que desde la rrebelion del Baxá de Alepo
se auian pasado del seruigio del turco, al suyo. El uno
dellos era de la mesma fagion, de narizes anchas y be-
qos gruesos que los negros de la Occidental Aethio-
pia, ó Guinea, como vulgarmente se dize, que en Es-
paña tan ordinariamente se conocen , y de aquel mes-
mo color. El otro era menos atezado y de menos grue-
sas facciones, aunque anbos igualmente con el cabello
rretorgido, y de hasta quarenta años (2) á lo que pare-
gian. Y auiendo dicho antes que eran abissinos y que
los auian traido al Cairo de poca edad, y no paregiendo-
lo en el cabello, ni facciones, les preguntó el Enbaxador
por su interprete, hablando ellos muy bien turquesco,
si eran del reyno de Borno ó del de Nubia, que oyen-
dolo ellos, muy contentos repitieron los mesmos nom-
bres, señalando el mas negro que él era de Borno, y su
conpañero de Nubia, siendo cosa muy ordinaria traer
(i) todo.
(a) de edad.
-78-
los mercaderes muchos de estos esclauos al Cairo, en
las carauanas que van y vienen de estas provincias de
la Aethiopia mas qercana á Aegipto. Por ser esta giudad
pequeña y de malas casas, que todas no llegan á seis-
cientas, posó el Enbaxador fuera de ella en una huerta
del Soltan de Xiras, adonde auia dos ó tres aposentos;
allí se despidieron los dos soldados aetiopes con mu-
chos offregimientos de cortesía, diziendo que luego
aquel día se partian al exergito, pareciendo en todo
mucho mas políticos y pratícos que la gente de Persia.
Está Sabaen 33 grados y i8 minutos.
A 10, quando quería anocheger salió el Enbaxador
de Saba, y por no ser buen camino gastó toda la noche
hasta que fue de día en caminar ginco grandes leguas,
y en llegar á Dung, que no es más de un caravasar,
aunque grande, muy viejo y en partes arruinado, de
donde enbió un gentil honbre suyo á Casbin, que no
está de allí más de tres jornadas, á dar auiso al rey de
su venida, auiendolo él antes mandado ansí.
A II (i), con más de una ora de sol, se salió de este
carauasar, y aunque se caminó toda la noche á buen
paso y hasta una ora después de auer salido, no se pudo
llegar antes á un aldea adonde se auia de parar, que se
llamaua Arazangue, siendo nueue leguas de jornada.
Aquí tuuo el Enbaxador una rrazonable posada en
que auia una numerosa familia de un pobre honbre con
otros tres hijos casados, con quien muy justamente se
vsó de la mesma liberalidad que en otras partes.
A 12, por ser la jornada de ocho leguas se salió de
este lugar á la ora que el día de antes, y quando salía
el sol llegó el Enbaxador á Monbara, otra aldea, adonde
tanbien tuuo rrazonable posada, y aunque en ella auia
malíssima y pestilencial agua se halló el mejor carnero
y de más sabroso y delicado gusto que se auia comido
(I) j6.
-79-
en otra ninguna parte hasta aqui, y que se podía igua-
lar con el mejor que ay en España.
Tre^e, el día siguiente, auiendo parado en el dicho
lugar, poco después de auer amanecido (i), el Enbaxa-
dor (2) partió de aqui, no auiendo de caminarse más de
dos leguas no grandes, y ansi se llegó con poco sola
Pole Sofían, una pequeña aldea dos leguas de Casbin,
por aguardar alli la orden que el rey daua en su entrada
en la ^iudad. Esta aldea y las dos de atrás no tenian
las cubiertas y techos de las casas, llanos, como los de-
mas lugares de la Persia y de lo que de Media se auia
andado, sino de la mesma forma que las capillas de los
hornos que comunmente ay en España, y ansi tienen
una estraña ñgura, pareciendo las casas de estos luga-
res otras tantas (3) cabanas ó tiendas de aduares de ara-
bes. A la tarde llegó el criado que el Enbaxador enbió
á Casbin, con un criado del Deroga ó gouernador de la
giudad^ con algunas cargas de fruta y nieue, enbiando
el rey orden para que á las siete ó las ocho de la ma-
ñana el Enbaxador entrase en Casbin.
A i5 de Junio se partió de día bien claro de la dicha
aldea el Enbaxador con los más de sus criados, auiendo
enviado delante los otros con su recamara y presente
que desde España se traía al rey, y demás que todos
sus criados iuan luzidos y bien aderezados de vestidos
y penachos de varias colores, por lo que tocaua á la
dignidad y honrra de la Enbaxada^ tanbien él fue con
hábito diferente de lo que su edad y gusto pedia. A la
mitad del camino se descubrió una muy vistosa y lu-
zida tropa de cauallos, en que venia Daur Cham, hijo
de Alauerdecam y hermano de Emancolicam, Soltan
de Xiras, que por mandado del rey venia con otros
(i) auiendo estado todo el dia de antes,
(2) en Montara»
(3) montones de.
k'
-8o-
muchos honbres principales á rregibir y aconpañar al
Enbaxador. Llegando gerca se adelantaron de los de-
mas el governador de la giudad y Vsenbec, aposenta-
dor mayor, muy aqepto y fauorido del rey, y que tenia
orden de aposentar y rregalar al Enbaxador, y ansí le
tenia ya aprestada la mayor y mejor casa que en Cas-
bin auia, que era la del factor general del mesmo rey.
Después de auer hablado estos y hecho grandes offre-
Qimientos, hizo lo mesmo Daur Cham y se puso al
lado izquierdo del Enbaxador, caminando (i) los demás
delante, muchos dellos con aljubas de telas de oro, y en
las guarniciones de las cimitarras y puñales, que eran
de oro, adornadas de muchos rrubies, turquesas y es-
meraldas; en las penacheras, que eran de lo mesmo,
traían grandes magos de muy hermosos martinetes de
Moscovia y Tartaria. Daur Cham, demás de lo dicho,
venia sin conparagion más rrica y soberuiamente ade-
rezado con mucha cantidad de las dichas piedras en el
turbante, el qual dixo de parte del rey que enbiaua á
rregibir al Enbaxador con los principales solamente
que tenia cerca de su persona, por estar los demás en
el exercito. No se atreuio á salir el mucho número del
vulgo que en las otras ciudades, por tener puesta pena
de muerte y publicada á quien quiera que saliese, sino
fue esta hermosa tropa de cauallos que serian pocos
más ó menos de dozientos; y ansi se entró en la ciudad,
que aunque es tan principal y grande que después que
los turcos se comencaron á enseñorear de parte de la
Media, saqueando la opulentissima ciudad de Tauris,
los reyes de Persia la tuuieron por su principal resi-
dencia y corte, no tiene muralla alguna y con las mes-
mas rruinas y poco aparentes casas que Spahan y Xi-
ras. Luego, á la mano izquierda, como se entra en ella,
ay una gran mezquita; la cúpula, que es muy alta, cu-
(i) todos.
— 8i -
bierta de azulejos, y por ser la de más dignidad de to-
das las otras que en la (iudad ay (i), tiene alli gerca su
casa el Alfaqui, ó Said mayor, que llaman Muphri^ y es
un (2) venerable árabe y muy viejo, de la casta y gene-
ración de Mahamet, y porque luego á menos de fien
pasos estaua la casa en que auia de posar el Enbaxador,
despidiéndose de los que le auian aconpañado se apeó
y entró en ella.
CAPITULO IV
Son llevados al Schah los presentes del Rey de España. — Entre-
vista de D. García de Silva y del Schah; bonete que éste usaba;
personajes que asistieron á ella. — Plática del Schah con el Em-
bajador de Turquía. — Cena que luego hubo. — Anunciase la
partida del Schah. — Dificultades que para su comisión halla don
García. — Quejas del Schah contra los reyes europeos.— Hipocre-
sía de aquél.— Es obsequiado coa otro banquete D. García.
Tenia tanto deseo el Enbaxador de descargarse ya
de la obligación de dar su enbaxada^ que luego aquel
mesmo dia que llegó mandó sacar y poner en orden
las cosas que auia lleuado de España, que aunque en
tan largo tienpo y por tan varios climas^ halló sin daño,
aun aquellas cosas que fácilmente pueden corronperse.
Vino aquella tarde el Maymandar, que es el aposenta-
dor mayor que ya emos dicho, y dixo que el rey que-
ría que el Enbaxador le viese el domingo, que eran dos
dias adelante, y que luego otro dia vendría él para ver
y rreconocer el presente, que ya estaua fuera de las ca-
xas, como lo hizo la mañana siguiente, que se le entre-
(i) gerca de la quaL
(a) muy.
— 82 -
gó todo conforme á la memoria que desde España se
traia. El Enbaxador quisiera que luego se lleuara al
rey, por poder él ir otro dia más desenbaraijado, pero
el aposentador no quiso, diziendo que era costunbre
Ileuarle delante los enbaxadores, y ansi 3e quedó alli
aquella noche hasta otro dia, domingo, que bien ten-
prano boluio con más de seiscientos honbres porque
cada uno dellos singularmente llevase una pie^a de!
por pequeña que fuese, en las manos, no bastando
quanto el Enbaxador insistió, para que las cosas me-
nudas se Ueuasen juntas porque parezian mejor. Pero
como no se quisiesen persuadir á ello, se uvo de rre-
partii' por todo aquel numero de honbres y mucha-
chos quanto alli auia, que eran muchas piezas de gra-
na y paños finos, felpas y rasos de oro de diuersas co-
lores, rrasos; otros de primaveras de Italia, vrnas gran-
des, fuentes y aguamaniles de plata dorada, un gran
brasero y bufete de plata, un baúl con setenta piezas
de plata dorada, en que auia todo el servicio cunplido
de una mesa, para licuar de camino ó quando se fuese
á ca^a, seis vasos muy hermosos de oro y cristal y
otros dos de oro; una espada y daga con las guarni-
ciones y aderego de talavartes de oro, un cofrezillo de
plata blanca y dorada, labrado curiosamente de figuras
de relieue, en que auia veinte y tres cadenas de oro es-
maltadas, las diez dellas con grandes joyeles de muy
finas esmeraldas y algunas perlas por pendientes en
ellos; ocho sortijas de esmeraldas grandes, quatro jae-
zes de gineta de oro y plata^ bordadas las mochilas de
lo mesmo; seis jacos de malla jacerina, ginquenta caño-
nes de arcabuzes, otros ginquenta arcabuzes con sus ca-
xas de atauxia de oro(i), labrados los cañones, que eran
largos y para caga, con sus llaues de rrueda de la mes-
ma atauxia de oro, y con fundas bordadas de oro de
(i) / muchas dellas de oro.
— 83 —
cañutillo, con algunas pistolas y medios mosquetes para
guerra, guarnecidas las caxas y frascos con mucho
primor. Sin esto uenían ^ien arrouas de azero, una
caxa muy grande llena de toda suerte de herramientas
para labrar madera y hierro y para el ministerio de
(irugia, y cinco grandes barriles en que venian treinta
arrouas de cochinilla, que es con que se tiñe la fínissi-
ma color carmesí, cosa de mucha estima y de las de
mayor precio que venian en todo el presente. Y por-
que el rey quiso que con todo esto fuese lo que el En-
baxador de su parte le enbiaua, lo lleuaron tanbien^
que eran dos retratos de mugeres vestidas y tocadas á
la española, que el uno era de la Infanta de España y
reina de Frangia; doze picas de la isla de Seilan con
muy fuertes astas y hierros labrados de atauxia de pla-
ta; quatro arcabuzes de Seilan de á siete palmos el ca-
ñón y de no mucha munición, que alcan^auan á tre-
zientos pasos de puntería, con muy hermosas caxas y
frascos guarnecidos de plata y cadenillas de lo mesmo;
otro arcabuz de Seilan del mesmo largor que los otros,
pero mucho más grueso, con sus frascos de marfil y
dorados, y lo que se podia estimar en más, un grande
y ferocissimo alano que lo auia traido de España, de
notable generosidad y fortaleza.
Lleuose todo esto primero por las placas y calles más
publicas de Casbin, y luego pararon los que lo lleua-
uan en una calle antes de llegar á la huerta y casa en
que auia de rrecibir al Enbaxador, el qual salió de su
posada á las quatro de la tarde aconpañado del gover-
nador y aposentador mayor y otros muchos soldados
y criados del rey, con todos sus criados, de otra librea
diferente y más costosa que la del d!a de la entrada,
no pudiendo pasar sino con mucha dificultad por las
calles^ sigun era mucho el número de gente que acudía
á uer honbres de trage tan diferente y peregrino del
suyo. Y caminando por la calle adonde el presente
-84-
auía parado, se llegó á treinta pasos de la casa y huer-
ta adonde el rey estaua, y alli se apeó el Enbaxador
y se sentó en vnas alhonbras que á este fin le tenían
puestas debaxo de un árbol, alderredor de cuyo tron-
co auía un poyo de dos pies de alto, como suele auer en
muchas de las aldeas y lugares pequeños de España.
El terrero que auia delante de la puerta de la casa es-
taua lleno de gente muy luzida á pie, teniendo los más
principales dellos, en que entrauan los que auian acon-
pañado al Enbaxador, desde donde él estaua hasta la
mesma puerta por donde se auia de entrar, hecha una
calle. Y después de auerse detenido alli mas de media
ora, como el asiento que el Enbaxador tenia no fuese
muy conmodo y se hallase muy cansado y apretado
con el vestido de gala ya desvsado para él^ pidió al
aposentador mayor que se llegase alli y le (i)dixo que
entrase al rey y le dixese de su parte como estaua muy
fatigado y cansado con aquel hábito juuenil que aquel
dia se auia puesto por seruille, y porque Su Alteza tan-
bien viese el trage con que los españoles festejauan los
nacimientos y casamientos de sus reyes, y que ansi le
suplicaua que le mandase luego entrar; si no, que se
bolueria á su posada. El aposentador, aunque de mala
gana, fue con este rrecado, y después de auerse dete-
nido un poco bolvió con la respuesta diziendo que el
rey mandaua que entrase, hallando ya al Enbaxador
bien enfadado, porque no sentia tanto el cansancio
como la fastuosa y arrogante costunbre de estos bar-
baros orientales de hazer detener y aguardar los En-
baxadores, y particularmente por sospechar que el
mandalle esperar alli fuese porque á un mesmo tienpo
llegase el Chaus del Turco, á quien no se le auia dado
aun particular audiencia. Entró el Enbaxador con la
(i) rrogo.
— 85 —
gente mas principal que allí auia, y todos sus criados
mas (erca del, hasta llegar á la huerta, que estaua muy
opaca y frondosa, y allí salió Agamir^ secretario de
Estado^ y Yugef Aga, eunucho, aunque de grande au-
turidad con el rey, y andando buen trecho por una
calle de muy altos (ipreses y hermosos plátanos se
quedaron poco á poco los mas de los que con el En-
baxador entraron, no quedando con él mas de sus cria-
dos y los personages y ministros ya nonbrados. Guia-
ron luego desde la calle grande^ á la mano izquierda,
por otra calle menor de arboles muy espesos, hasta
salir della, descubriéndose luego un hermosissimo y
grande estanque de mas de cien pasos cada lado, en
quadro perfecto, en cuyo (entro estaua un genador
descubierto por todas partes, fuera de la cúpula que
sustentauan quatro pilares gruesos de madera. Entra-
uase al cenador por un pasadizo ó puentezilla de qua-
tro ó (inco pies de ancho con sus varandillas por los
lados, y antes que se llegase con sesenta pasos al es-
tanque hizieron los que iuan con el Enbaxador quedar
á sus criados, y uno de los interpretes le aduirtió y se-
ñaló que estaua alli el rey, por conocerle muy bien
auiendole muchas vezes visto y hablado, el qual auia
salido del cenador solo, sin echarse de ver en él, y es-
taría como quarenta pasos del estanque. Entonces el
Enbaxador, quitada la gorra y baxando la rrodilla
hizo la salua con la mano derecha, llegándola á la boca,
y poniéndola después sobre la manga de la aljuba ó
cabaya del rey la boluió á besar, y besando ansimes-
mo la carta que traia de Su Magestad Catholica, se la
dio en su mano. El rey, después de auer tomado la
carta y recibido con grandes demostraciones de con-
tento al Enbaxador, díziendo lo mucho que holgaua de
su venida, le preguntó por la salud de Su Magestad y
que de quanto tienpo tenia cartas suyas, á lo qual
auiendole satisfecho el Enbaxador con las pocas pala-
— 86 —
bras que el tienpo pedia, se encaminó al ^enador^ auien-
dole señalado el rey que fuese para allá. Y después
de auer subido á él por dos ó tres gradas que auia des-
de la puentezílla, alió alli ^inco ó seis persianos, y aun-
que mo^os, muy auturizados y de graue presencia, ves-
tidos con rropas de brocado alto, mas largas que las
aljubas que ordinariamente traen, y estando todos en
pie, los dos que estauan á la mano derecha del genador
pusieron al Enbaxador en medio y se sentaron en
alhonbras de que estaua cubierto el suelo del (enador.
Muy poco tienpo, ó luego como e! Enbaxador se sen-
tó, con harta molestia, por estar con caigas y su espada
geñida, entró el Chaus del Turco, solo vestida una rro-
pa de rraso leonado muy larga hasta el touillo, con un
turbante todo blanco, como acostunbran los turcos,
y sin gimitarra, y ansi por esto como por una muy lar-
ga barua y modesta mesura con que venia, creyó el
Enbaxador que era algún saíde ó alfaqui de los ara-
bes que entonces auian venido de Oeza, giudad donde
el Monbareca rreside. Pero luego, su interprete, que
estaua en pie en medio del genador, le díxo que era el
Enbaxador del Rume, llamando por este nonbre todos
los leuantiscos á los turcos, ansi como á los europeos
llaman Francos. El Chaus, aunque se enbaragó algo
luego como entró, del nuevo trage para ellos con que
vio al Enbaxador, pasó adelante con mucha grauedad
y conpostura, á quien luego, otros dos de los persia-
nos que estauan á la parte izquierda del genador, lo
pusieron en medio de si y hablando el Enbaxador por
medio de su interprete con los que tenia á los lados,
que eran el Cham ó Soltan de Guilan y otro gran se-
ñor de los Curdos, que habitan los montes que diuiden
á Media de la prouingia de Susiana, llamada oy Susien
ó Suster, le preguntó este postrero, ¿que le paremia del
Chaus?; y porque él preguntó estomedio rriendole rres-
pondio el Enbaxador, que un muy honrrado y venera-
-87-
ble muía, llamando en Persia (i) con este nonbre á sus
sacerdotes ó alfaquis. Rieron mucho de esto los per-
sianos y pasaran mas adelante con la conversación
si á este tienpo no entrara el rey, que traia en la mano
uno de los arcabuzes del presente^ que por ser de cuer-
da y de largura moderada y munición gruesa, acomo-
dado para pelear con él á cauallo, le auia paregido me-
jor. Y haziendo señas que nadie se leuantase, le pre-
guntó al Enbaxador si eran de aquellos arcabuzes con
que peleauan los españoles^ el qual le rrespondio que
de aquella munición y largura eran de los que vsaua la
infantería^ y de un poco mas cortos la cauallería lige-
ra; el rey entonces encaró el arcabuz poniéndolo en el
rrostro, y luego lo dio á un muchacho de algunos que
auian venido con éi y estauan con otros criados del
rey en la varandilla que rrodeaua alderredor todo el
cenador, que era algo mas estrecha que el pasadizo ó
puentecilla por donde se entraua á él. En esto el rey
se sentó teniendo á un lado y á otro, mas cerca de sí,
á dos de aquellos persianos, junto á los quales estauan
el Enbaxador y Chaus, sígun parecia para mas siguri-
dad de su persona, como cerimonia y antigua costun-
bre entrellos. Tenia el rey vestida una aljuba de una
tela de que se visten los persianos mas pobres y comu-
nes, de color verde, y en la cabeca una toca de muy
poco precio, listada de seda verde y encarnada, rro-
deada sobre el bonete que por insignia de su rreligion
sophiana traen ordinariamente todos los honbres prin-
cipales y la gente de guerra á quien con particu-
lar nonbre en lengua turquesca llaman Casilbasis.
Es este bonete de un fieltro colorado y muy grueso, de-
mas de lo qual, por dentro lo traen muy estofado con
algodón, de manera que resiste á qualquier rezio gol-
pe de cimitarra. De la entrada es más estrecho quanto
(i) los persianas.
— 88 —
haziendo fuerza lo pueden encaxar en la cabera, en-
sanchándose hasta lo más alto del en altura de poco
más de medio pie, quedando arriba muy llano y redon-
do y rrematandose en unas doblezes como las cape-
ruzas de luto que traen en España, ó como las que
vsan como trage ordinario la gente común de la Man-
cha ó Castilla la Vieja. Las doblezes que se an dicho
de este bonete no son más ni menos de doze, por sin-
gular (irimonia de los Sophianos en la nueua religión
que entre ellos instituyó Xeque Aidar de Ardeuil; en
el centro de la superficie del bonete y adonde estas
pliegues se rrematan ay un palillo muy fíxo y bien asi-
do, de quatro dedos de alto y un dedo de grueso, que-
dándolo algo más en su rremate de arriba, y llano, de
la mesma forma que el bonete. Por el qual palillo des-
de lo más baxo del corren doze canales que se vie-
nen á juntar en su gentro y parte superior de arriba,
señalándose alli estas doze canales como las doze plie-
gues de la caperuza de donde el palillo nage^ que ansi-
mesmo es colorado como ella. Sobre este bonete se
rrodean muchas bueltas de toca, sigun la costunbre
asiática, quedando un muy soberuio turbante, pero de
manera que sienpre queda descubierta la parte supe-
rior y plana del bonete en que están formadas las doze
pliegues, aunque las más vezes no se descubre más de
el palillo, inpidiendolo las doblezes más altas de la toca,
que subian un poco más arriba que lo más alto del bo-
nete. La cimitarra que el rey traia era muy conforme
á la modestia y llaneza del vestido, con la guarnición
negra y la uayna de cuero negro, no mostrando tan-
poco en la forma y dispusi^ion de su persona algún
decoro ni magestad de tan gran rey, siendo de cuerpo
más pequeño que mediano, delgado, aunque de neruo-
sos y rrobustos mienbros, aguileno y de rrostro enxu-
to, medianamente blanco, con ojos muy biuos y que ti-
rauan á verdes. Por el mucho y ordinario exergicio su-
_ 89-
yo, no guardándose del sol ni de las demás injurias
del tienpo, tenia el color del rrostro muy tostado, pa-
reciendo menos blanco de lo que realmente lo era; pero
lo que más falta exterior paremia en él era la rrusti^i-
dad y mala forma de las manos, que eran notablemen-
te cortas, gruesas y negras, como las podría tener un
muy rrustico y grosero pastor. Luego como el rey
entró en el genador vino juntamente detras del un mu-
chacho muy blanco y de gentil presencia, de edad de
quinze ó diez y seis años, con una muy ordinaria al ju-
ba verde y una toca blanca en la cabera, el qual sin
sentarse se arrimó al pilar del cenador de la mano de-
recha y allí se estuuo puestos los ojos en el suelo sin
mirar ni hablar á nadie, ni tanpoco nadie hablalle á él.
El interprete del Enbaxador le dixo disimuladamente
como aquel era hijo del rey, y que no hiziese demos-
tración alguna de que lo sabia, queriéndolo el rey ansi,
lo qual se echaua bien de ver no haziendola ninguno de
los presentes (i) como si fuera qualquiera de lospages
y síruientes que después aquella noche allí entraron. Y
porque ya en este tienpo quería anochecer y el presen-
te comengaua á pasar en una muy larga progesion por
delante y junto á los dos lados del estanque, se encen-
dieron en un instante inñnidad de luzes, primero al
derredor del estanque muchos candiles grandes de pla-
ta, y luego otra orden de candeleros de lo mesmo con
velas de gera, gerca de los quales estaua ínñnita gente
sentada sobre alhonbras que rrodeauan todo el estan-
que, como diez ó doze pasos apartados, haziendo una
verdadera forma de anphitheatro con inumerable can-
tidad de miradores; gerca de la puentezilla ó pasadizo
estauan los criados del Enbaxador, como huespedes
rrezien venidos, en mejor lugar que los demás, y á un
lado algo detras de ellos los de la familia del Chaus,
(i) demostragion alguna de comedimiento.
- 90 —
muy pocos y notablemente desluzidos; y porque la
huerta estuuiese más clara, detras de todo este número
de gente auia gran cantidad de una especie de blan-
dones ó hacheros de plata, casi de la forma de los que
lleuan los acólitos en las iglesias catredales, teniendo
en lo alto muchas barrillas de hierro alderredor, de
manera que hazian en medio un vazio en que tenian
una (ierta confección de fuego que hazian tan gran lla-
ma como quatro ó seis hachas juntas cada uno. Pero
lo que fué más de notar de lo que en esta noche aquí
se uió, fué una muger, no pareciendo otra alguna en-
tre tantos honbres como en esta fiesta se hallaron, la
qual estaua sentada en una alhonbra, un poco aparta-
da más del estanque que la otra gente, teniendo á las
espaldas una casa ni grande ni muy bien labrada, pero
con algunas ventanas y varandascon gelosias, adonde,
como después se entendió, estauan las mugeres del
árame del rey. La muger que digo tenia su manto
blanco como todas las persianas acostunbran, más con
todo el rrostro descubierto, que por lo que por el se
jüzgaua paremia de más de ^inquenta años, abultado y
más largo que redondo y algo moreno y colorado,
mostrando en su postura y estraña grauedad tanto
señorío, que paremia que quanto allí pasaua con la
ponpa y demostración del presente se auia hecho y or-
denado para que particularmente ella lo mirase. No
estaua cerca della nadie^ más de que tenia delante de si
vna grande vrna de oro de más de dos pies de alto, y
como veinte pasos apartados della muchos soldados
bien aderecados con sus arcos y flechas y ciniitarras,
mostrando estar en guarda suya y con mucha uenera-
Cion y respecto. Todos los que traian el presente, que
eran tantos como se a dicho, aunque al principio pasa-
uan enfrente della, como después boluian por el lado del
estanque hazia donde ella estaua sentada^ la cogían de
traues, y ocho ó diez pasos antes de llegar á ella no le
— Qí —
pasauan por delante, sino torcían el camino un poco y
pasauan entre ella y la casa adonde tenia las espaldas,
no haziendo en todo el tienpo que duró el pasar mo-
uímiento alguno boluiendo algún tanto el rrostro á
mirar nada de lo que lleuauan.
El rey de Persia, luego como llegó supo de los que
estauan en el genador, que ya á esta ora estaua con
muchas luzes, lo que el Enbaxador auia dicho del
Chaus del Turco, de que comento mucho á rreir y á
dezir sobre ello algunos motes por el intérprete al mes-
mo Enbaxador, en lengua georgiana porque el Chaus
no lo entendiese; mas aunque esto era ansi, bien se
echaua de uer la disimulación y artificio suyo, procu-
rando con quantas demostraciones podia exteriormen-
te agasajar y hazer honrra al Enbaxador, mas en lo
interior y esencial todo su ñn iua dirigido á que el
Chaus le viese alli, y ansimesmo el presente que con
tanta ponpa y gerimonia le pasauan delante. Y á este
fin le auia detenido sin le dar audiencia^ aunque auia
llegado á Casbin nueue ó diez dias antes que el Enba-
xador^ y como en audiencia que para este díale estaua
aplazada comengo á hablar con el Chaus sobre las ma-
terias que uenia a tratar y que el ya deuia saber por
auerlas el Chaus propuesto á algunos de sus ministros.
La platica fue algo larga, hablando en ella el rey algu-
nas vezes con ademanes de enojado, y sigun el intérpre-
te me aduertia le hazia grandes amenazas, diziendole
que no se auian de auer los turcos con él como con su
padre Codabanda que era giego y para poco, auiendole
quitado tanta parte de Media y Armenia la mayor que
él auia cobrado dellos por su espada como patrimonio
suyo, y que ansi no se las auia de boluer ni reconoci-
miento alguno por ellas. Y aunque estas cosas las dezia
muy paso y llegándose mucho af Chaus, por estar to-
dos tan cerca no podia dexar de entenderlas el intér-
prete, infiriéndose dellas que el Chaus le pedia aques-
— ga-
tas prouin^ias como ganadas á los turcos en tíenpo
que este rey tenia treguas con ellos. Siendo ya pasa-
das dos horas de la noche entraron algunos mucha*
chos con el cabello largo, que por los lados le salia de-
baxo del turbante hasta el cuello, y porque para seruir
en parte tan estrecha como era aquel cenador podrían
inpedir las faldas de las cabayas de que ordinariamente
vsan, traian unas rropillas de tela de oro que no les Ue-
gauan á medio muslo; los cal^ones^ que eran de lo mes-
mo, muy justos, como calcas de botarga, siendo las me-
dias continuadas con los callones, aunque no tan jus-
tas, quedando desta manera con un talle y forma muy
para prouocar a rrisa. Ansi estos muchachos como al-
gunos otros ministros tendieron delante del rey y de
todos los demás que allí estauan manteles muy largos,
que como ya se dixo quando dio el vanquete el Cham ó
Soltan de Xiras, eran de una tela ligera de seda y oro,
cubriendo después los manteles de unas grandes tortas
muy delgadas y que fácilmente se doblan sin quebrar,
las quales, demás de que se comen, siruen tanbien de
seruilletas á quien desta manera se quisiere aproue-
char dellas, aunque los persianos, moros y turcos cu-
ran poco de linpiarse quando comen. La gena fue muy
sinple, llana y de poco artificio, siendo más propia y
semejante á la modesta parsimonia lacónica de loa an-
tiguos lagedemonios que al mucho fausto y opulencia
délos persas(i),la qual se extinguió y acabó del todo en
Asia con las pobres, rusticas y miserables costunbres
de los árabes. Y ansi esta gena no se conpuso de mas
que de algunos grandes platos de arroz^ gallinas y car-
nero, todo junto y encorporado, y otros que siruieron
de pringipios y postres, de giruelas medio verdes, ra-
uanos y pepinos, queriendo sin duda mostrar el rey en
la frugalidad que en su gena aqui vieron sus huespedes
(i) de aquel tienpo.
-93-
la inclinación y profesión que en todas las ocasiones
tiene y haze de soldado. Y aunque es verdad que lo
que se comió en este vanquete tenia poco arte y pri-
mor, antes mucho del común y grosero, el seruigio del
fue real y sumptuoso, siendo todas las tafas, garrafas,
fuentes y aguamaniles de oro muy grueso y pesado, y
esto no solo en el cenador adonde el rey estaua, pero en
todas las demás partes alderredor del estanque adonde
tanbien todo aquel numero de gente a un mesmo tien-
po qenaua. Y porque es costunbre entre los persas
tratar igualmente en los vanquetes^ ansi de las cosas
serias como de las de entretenimiento, la mayor parte
de esfb de agora gastó el rey en hablar muy de veras
y apretadamente con el Chaus, aunque por dos vezes
brindó al Enbaxador, la una á la salud del rey de Es-
paña, su hermano, nonbrandole sienpre desta manera, y
otra á su bienvenida. El Enbaxador, aunque no tenia
costunbre de beuer vino, después de auer hecho la rra-
zon le brindo una vez á su salud y al buen sugeso de
las cosas que traia entre manos, y otra á la barua del
Chaus, haziendo que su intérprete le dixese esto pos-
trero muy de gerca en lengua georgiana, de que el rey,
dándose una gran palmada en la frente, rrió mucho,
aunque su rrisa es indeferente y que ay poco que fiar
en ella. Por mucha que era la mesura y grauedad del
Chaus gomia algo de lo que tenia delante, pero el mu-
chacho hijo del rey no se mouió, ansi en pie como es-
taua, en todo este tienpo, tanpoco como la muger que
ya emos nonbrado, sin comer ni hazer más mudanga
que si fuera una statua. Acabóse antes de media no-
che la gena, y porque el Enbaxador se hallaua en ex-
tremo fatigado y cansado, ansi del desusado asiento
que tenia, como del trage de gala que aquel dia se auia
puesto, le suplicó al rey le diese ligengia para irse á
descansar á su posada, y auiendosela el rey dado man-
dó que le aconpañasen hasta boluer á ella, el governa-
— 94 ~
dor y aposentador mayor que aquella tarde auían con
él venido. Y después de auerse el Enbaxador despedi-
do del rey se salió de la huerta con muchas lunbres^
ansi de aquellos blandones del rey como de hachas
que le Ueuauan sus criados, hallando tanta gente en el
terreno de la huerta y por las calles, como si fuera de
dia, y ansi llegó á su posada poco después de media
noche.
Desde luego, aquel dia que el Enbaxador llegó á Cas-
bin corría boz de que el rey se partia dentro de tres
ó quatro dias á Soltania, dos jornadas adelante, camino
de Tauris, porque alli se hazia la masa del exergito que
de todas partes juntaua contra el canpo de los*turcos
en defensa de Armenia y Media, dando esto gran cuy-
dado al Enbaxador, sospechando mucho de lo que su-
cedió después, de irse arrebatadamente no solo antes
de despachalle, pero aun de querer oille. Y por esto,
otro dia por la mañana que el aposentador vino á visi-
tallo, como todo el tienpo que en Casbin estuuo lo hi-
zo, le rrogó y pidió muy encares^idamente le suplicase
al rey de su parte le diese luego audiencia, pues auia
más de quatro años que con tantos trabajos auia pe-
regrinado para dalle la Enbaxada que le traia de
parte del rey su señor. Y aunque el aposentador le
asiguró entonces y sienpre de que su rey le auia de
ver y dar todas las audiencias que quisiese, por ver
que no le señalaua dia gierto le creció más la sospecha
que antes tenia, mayormente sabiéndose cada dia que
se trataua con el Chaus apretadamente de las pazes, ó
á lo menos treguas, con algún rreconogimiento por lo
cobrado nueuamente por el rey, el qual era cosa muy
entendida desear sumamente la paz. Esto sentia mu-
cho el Enbaxa[dor], siendo una de las cosas más esen-
ciales de su enbaxa[da] inpedir que estas pazes no se
efectuasen, aunque estuuicse desconñado de no poder
persuadir á ello al rey, estando como estaua muy sen-
-95-
tido y quexoso de los principes cristianos^ mayormen-
te del Enperador, que en el mesmo tienpo que el hazia
guerra á los turcos quando ganó y cobró dellos las ya
dichas prouin^ias, hiziese pazes con ellos , auiendose
continuado antes tantos años la guerra por Hungría. Y
no solo era esto lo que tenia á este rey desconfia-
do, pero muy de veras indignado, aver visto por expe-
riencia que con auer desde aquel tienpo hasta agora
continuado el turco la guerra por Armenia con la ma-
yor parte de sus fuerzas, no uviesen gozado de tan
buena ocasión, ansi el Enperador como el rey de Po-
lonia, siendo los pringipes confinantes al señorío del
Turco, para siquiera auerle ganado lo que tiene ocu-
pado de Hungría, pues los cosacos, con tan débiles y
pocas fuergas como las suyas, le auian hecho y hazen
tanto daño en las costas del Mar Negro y en los na-
uios que por el nauegan. Todas estas rrazones, que mi-
radas bien eran giertas y verdaderas, tienen á este rey
con animo muy diferente á nuestras cosas del que
otras vezes mostró, aunque á la verdad, sigun lo que
después acá a paresgido, sienpre lo tuuo atrogissimo al
nonbre cristiano, y si las demostraciones que hazia eran
diferentes, hasta ignorantemente persuadirse los fray-
Íes que auia en la Persia que auia de profesar y reci-
bir nuestra sancta religión, fué porque creyéndose esto
del el Sumo Pontifige y los demás principes cristianos
moviesen con más calor la guerra por Europa al Turco.
Alargauase el tienpo y por mucha instancia que el
Enbaxador hazia, inportunando al aposentador mayor
Vsenbec para tener del rey audiencia, no podia obte-
nella, entreteniéndole de un dia en otro, hasta que al
cabo le vino á dezir que en despachando al Chaus le
ueria muy de espacio, y que en el ínterin se holgase y
entretuviese saliéndose á los jardines y huertas que él
quisiese de la giudad, particularmente al Maydan, adon-
de cada tarde salia el rey y auia exergigios á cauallo.
-96-
Con esto acabó el Enbaxador de perder la esperanza
de poder hazer efecto que bueno fuese, y respondió á
Vsenbec, que sola era la persona que el rey le auia
señalado para todo lo que se u viese de tratar, que él
no podía tener gusto de entretenimiento alguno no
dándole lugar el rey para tratar con él lo tocante á su
Enbaxada, que tantos millares de leguas de camino
por mar y tierra le auia costado. Salia las mas de las
tardes el rey al May dan, á donde acudian á cauallo
los que en la giudad auia, ansí de los moradores della
como de los criados y soldados del rey que con él alli
se hallauan y los demás que de diuersas partes acu-
dian á la corte^ y alli muchos dellos, siendo la pla^a
muy grande y espagiosa, corrían y jugauan á la chue-
ca, y las mas vezes el rey jugaua entre ellos, como
tan vsado y suelto en todos los exergigios de á caua-
llo. Y auiendo visto Vsenbec que el Enbaxador no que-
ría salir de casa, le pidió un dia, que parece fue enbia-
do para ello, que mandase á todos sus criados que
aquella tarde saliesen juntos al Maydan, porque el rey
gustaría de vellos alli bien aderezados y galanes. Y
porque luego echó el Enbaxador de ver que el fin para
que esto se procuraua era porque el Chaus , que tan-
bien acudia alli, viese la gente de Europa haziendo
aparengia como los demás, les mandó que fuesen to*
dos á cauallo, aun los que no solian acompañarle ni sa-
lir en publico, como se hallasen con salud para ello,
auiendo enfermado muchos, y ansi fueron lo mejor
que cada uno pudo. Lo que se entendió dellos, des-
pués de auer buelto ya muy noche, fue que los puso el
aposentador mayor en muy buen lugar, y que alli, an-
dando el rey paseando en la plaga les hizo fauor de
llegar á donde ellos estauan, hallándose muy gerca el
Chaus del Turco, y auiendoles hablado con mucha hu-
manidad y llaneza hizo que truxesen allí vino, porque
sienpre quando va á la plaga andan no lexos del mu-
— 97 —
chos pages con garrafas y ta^as de oro para brindar
y dar de beuer á los que le parece, y ansí entonces,
mandando que le echasen vino en una ta^a, les brindó
á la salud de su Magestad, mandando luego que todos,
sin quedar ninguno, beuiese, y ansi lo hízieron, boluien-
do muy contentos como si no uviese mas que aquello
que exteriormente pare9ia. El Enbaxador, no solo sen-
tia no hazer á lo que era venido^ pero de lo que tenia
particular corrimiento y enojo era de uer ser ya muy
publico el detenelle el rey la audiencia á los ojos de
aquel Chaus, pudiendo él pensar que lo quería lison-
gear (on aquesto, mayormente hallándose entonces en
Casbin tanta gente de Europa. Porque demás de seis ó
siete ingleses que auian venido de parte de los merca-
deres de su nación que estauan en el puerto y (iudad
de ^urrate^ en la India, enbiados á este rey, y muy
fauores^idos del por lo que se dirá adelante, auia tan-
bien algunos venecianos y tudescos, sin otros italianos
de diuersas partes de Italia, no entrando en este nu-
mero los extrangeros que en su casa auia. Y porque
se publicaua ya que quería despachar al Chaus y par-
tirse ¿1 luego á Soltania, á donde el exercito se junta-
ua, se rresoluió á buscar al rey con ocasión de pedille
un mandamiento ó parauana, como en Persia lo llaman,
para cobrar unos pliegos de cartas que escriuia á Su
Magestad Catholica, y quien los Ueuaua se auia buelto
con ellos a Ormuz desde tres ó quatro jornadas de Ba-
gadad. Auia sentido esto mucho tanbién el Enbaxador,
corriendo muy biuas las diligencias que auia para to-
mar sus cartas, de manera que entranbas cosas le mo-
vieron á buscar al rey una mañana muy tenprano,
veinte dias después que llegó á Casbin, y no hallando
al rey en la huerta que residia, fue hazia el Maydan,
adonde con pocos de sus criados, y entre ellos Usen-
bec, supo de los porteros que auia salido. Y como se
topase con el á la salida de un bazar que está junto al
-98-
Maydan dio muestas el rey de holgarse mucho con él,
y el Enbaxador se disculpó de su uenida sin auersele
dado orden para ello, por auerse repentinamente offre-
gido la huida de aquel honbre con las cartas que en-
biaua al rey su señor, y que ansi le suplicaua le man-
dase despachar un parauana para que adonde quiera
que le alcanzasen se las tomasen y las diesen á un cria-
do que á este efecto enbiaua. El rey dixo que no tu-
uiese pena, que luego despacharía un soldado de su
guarda, que era el más ^ierto parauana, y que ¿si gus-
taua de entretenerse un poco en un jardin que tenia en
el Maydan?; el Enbaxador le rrespondió, viendo que
se offregía la ocasión que deseaua, que haría lo que Su
Alteza le ordenase. Y ansi entraron en la pla^a, y á la
puerta de una casa que tenia rrazonable aparengia se
apeó el rey, auiendo lleuado al Enbaxador igualmente
á su lado, y los criados que con el estauan y la familia
del Enbaxador, atrás, sin lleuar lacayo alguno, porque
no los vsan, haziendo quedar el Enbaxador los suyos.
En lugar de lacayos suele traer el rey y los persona-
ges de alguna dignidad, en la Persia, algunos honbres
sueltos y grandes caminadores, á que llaman xateles,
que es lo mesmo que correos, cuyo hábito es una al-
juba corta, que no le pasa de la rrodíUa, de rrasillo ó
damasco de color, y en el turbante un gran penacho
que le cae sobre las espaldas, y en la ginta algunas
canpanillas pequeñas y una hacheta ó ma^a de hierro.
Su ofñgio de estos es lleuar el teliz, ó cubierta con que
cubren el cauallo en apeándose del, y lleuar tanbien á
una parte y otra las cartas y qualesquiera otros despa-
chos, con mucha presteza. Apeado el rey llamó al
Enbaxador, y siguiéndole todos los demás se entró
con el por la casa, de la qual salieron presto á una
huerta, y por la calle que hazian los arboles, que era
ladrillada, y por donde corría un pequeño canal de
agua, llegaron á un cenador pequeño en cuyo medio
- 99 —
auia una fuente de agua, y sobre unas esteras bien
groseras y pobres que auia en el suelo el rey se sentó
y mandó al Enbaxador que se sentase (erca del. Co-
mento luego á tratar sobre que no hazian los reyes
de Europa guerra al Turco, que es la ordinaria y anti-
gua pretensión que en Persia se á tenido y sobre que
tantas enbaxadas an enbiado^ tanbien como en Europa
para que los reyes de Persia la mueuan, siendo iguales
y á un mesmo fín las pretensiones que de anbas partes
se tiene, porque las fuerzas del Turco se diviertan y di-
uidan. Dezia el rey, que pues el Papa era obedecido
de los cristianos como cabera de su religión, ¿cómo no
los convocava^ persuadia y juntaua para que pode-
rosamente híziesen guerra al Turco y le despojasen si-
quiera de lo que tenia en Europa?; pues entonces él la
continuaría de manera por sus confínes, que se ven-
dría á debilitar y enflaquecer su potencia. Y que pues
el rey de España, su hermano, era tan poderoso, auia
tanbien de ser el principal mouedor de esta guerra, no
contentándose con el poco daño que le hazia al Turco
con sus galeras andando en corso, sino procurar tomar
á Chipre, Rodas ó Negroponte. Esto que el rey de Per-
sia dezia, como cosa que le estuuiera bien si pudiera
efectuarse, no era tanto de inpulso suyo como de al-
gunos honbres de Europa de los que andan vagando
por todo Leuante, queriéndole lisongear y agradar en-
caresfiendo sus fuerzas, con las quales él solo auia po-
dido y hecho más que todos los reyes de Europa jun-
tos. El Enbaxador , procurando satisfazer al rey lo
mejor que pudiese, le rrespondio que aunque el ánimo
del Sumo Pontífíge y de sus predecesores fue sienpre
de que las fuerzas de Europa se juntasen á daño y rrui-
na de la monarchia turquesca, intentándolo diuersas
vezes, no podia efectuarse sienpre este buen intento
porque no todos los principes cristianos reconogian, ni
aun solamente en lo spiritual, al Papa, y que los que
90Jli'«
— 100 —
en esto como catholícos le obedecían por cabera de la
Iglesia, tanpoco le tenían rreconogimiento tenporal-
mente, y que ni en los unos ni en los otros podia auer
tanta unión y conformidad que siendo de un parecer
todos se juntasen á hazer una guerra tan lejos de sus
casas. Demás de que cada uno de estos príncipes te-
nian sus fines y pretensiones particulares, no estando
siguros unos de otros y mouiendose muchas vezes gue-
rra, mayormente los mas vezinos y confinantes, ansí
por alargar sus limites ocupando los ágenos, como por
la variedad de opiniones en las cosas tocantes á la re-
ligión. Y que este exenplo tenia el muy biuamente de-
lante, pues por cada una destas dos causas rreferidas
tenia tanbien, como sus pasados tantos años la tuuie-
ron, tan continua y encendida guerra con los turcos y
vsbeques, perpetuos enemigos de los persíanos (i), y
por el Oriente los unos, y al Occidente los otros tan
propíneos y vezinos á su reyno. Pero aunque esto era
ansi, sienpre estauan vnidas las fuergas del rey de Es-
paña su señor, con las del Sumo Pontífice y demás
potentados de Italia, y ansí aguardauan ocasión con-
petente para con todas ellas mouer poderosamente la
guerra al común enemigo. Y que continuamente todos
los años, el rey su señor con las galeras de Italia co-
rría los mares de Leuante haziendo grandes daños en
el señorío del Turco^ ansi en sus galeras, como en las
marinas de las islas y costa de la tierra firme de Gre-
cia y Berueria, con lo qual se tenia á este enemigo con
perpetuo cuydado, ocupando lo mejor de sus fuerzas
en defensa de las partes susodichas. Érale á este rey
muy propia y natural [la] arrogancia que sienpre se
halló en todos los demás de su nación, que junta con
el odio y aborrecimiento que tiene al nonbre de los
francos ó europeos, aunque el más procure encubrillo,
(i) suyos.
— lOI —
es causa para que muchas vezes no se abstenga de ala-
bar jactanciosamente las cosas que prósperamente a
hecho contra los turcos, y de menospreciar las nues-
traSy diziendo que los sucesos buenos que en la guerra
a tenido los deue á su espada y buena dicha, y no á
los reyes de Europa que lo desanpararon y dexaron
solo con su enemigo y de todos ellos. Y como no sa-
liese de esta materia ni dexase de hablar della por más
que el Enbaxador le satisficiese á todo, le vino al cabo
á dezir que la correspondencia de los reyes amigos
auia de ser igual por lo que á los unos y á los otros
estuuiese bien, y que viniendo él á tratar con Su Alteza
lo que particularmente al rey su señor tocaua, como
Enbaxador suyo, le preguntaua con el rrespecto deui-
do si auia jamás movido guerra al Turco sino para co-
brar lo que antes de su patrimonio le auia ganado, ó
para defender lo que le quedaua. Y que siendo esto
ansi, y que al rey de España, su señor, no solo no le
obligaua la necesidad de la guerra á defender su casa,
sino que la hazia en la del Turco, ansi por la enemistad
que le tenia como por cunplir lo que le auia prometi-
do, que mirase desapasionadamente Su Alteza qual de
los dos deuia y tenia mayor obligagion al otro. Auia,
en el Ínterin que se hablaua en esta materia, enbiado á
llamar el rey á un frayle Carmelita descaigo que se Ha-
maua fray Juan Thadeo, vicario del convento que de
esta orden ay en Espahan, el qual dos dias ó tres des-
pués de la venida del Enbaxador auia tanbien llegado
á Casbin y le tenia en su posada. La venida de este
religioso, de más de que el rey le hazia buena acogida
en lo público, auia sido, á traerle los salmos de Dauit
y el Testamento Nueuo escriptos en lengua persiana y
muy bien encuadernados en dos cuerpos, los quales no
le auia dado hasta entonces aunque auia hecho diligen-
cias sobre ello por medio de Vsenbec y del secretario
de Estado, Agamir. Y por paregelle al rey que aquella
— 102 —
era buena ocasión para admítille^ como se a dícho^ lo
auía enbíado á llamar con dos fines, á lo que después
pares^io^ el uno, por no dar lugar á que el Enbaxador
le hablase, ni en la enbiada de Roberto Sirley á Espa-
ña, ni tanpoco en lo tocante á lo que auia ocupado del
reyno de Ormuz, cosa que por ningún caso quería que
le hablasen en ella; y la otra, para que el Enbaxador
viese las demostraciones que hazia de reueren^ia [a]
aquellos sagrados libros. Y ansi, sin responder cosa á
propósito de lo que vltimamente el Enbaxador le auia
dicho, barajó y entretuuo la conuersa^ion (i) con su
acostunbrada astucia y artificio que para todo tiene,
hasta que el frayle llegó con sus libros, que luego él
abrió y beso con tanta aparen^ia de deuo^ion como si
fuera el más religioso y penitente capuchino de Euro-
pa^ hasta verter muchas lagrimas. Pero esto, que á to-
dos (2) los que á este rey interiormente no conociesen
pudiera parecer vn acto de mucho loor y alabanga,
juzgó el Enbaxador en él por cosa de todo punto de-
testable, descubriendo con ello un animo lleno de en-
gaño y maligna simulación. Con todo esto, dando á
entender lo contrario de lo que verdaderamente sentia,
le alabó su deuo^ion y la mucha opinión que' con ella
auia ganado y adquirido en todo, en toda Europa, fa-
uoresciendo nuestra catholica y cristiana rreligion. No
dexaua los libros de las manos, aunque ni en su mes-
ma lengua ni en otra no conoce las letras, y teniendo
quitado el turbante de la cabera los ojeaua y rreboluia,
estando los criados del Enbaxador, que se hallauan
bien jun[tos] al genador, tan admirados que les pares-
gia cosa milagrosa, aunque los suyos, que tanbien (3)
estauan gerca, bien satisfechos y siguros de que los
(i) astutamente.
(a) á muchos.
(3) se hallauan.
— io3 —
engañaua; pero la omnipotencia de Dios mayores mi-
lagros puede obrar, sin conparaQÍon, que ablandar y
rredu^ir á su verdadero conocimiento el duro y obsti-
nado animo de este poderoso rey.
Conforme á la costunbre ordinaria que en Persia se
tiene comentaron los criados y ministros del rey, por
orden suya, á tender los manteles delante, que como
ya se a dicho son de una tela de oro y seda á que lla-
man milequey y cubrillos de aquellas tortillas delgadas,
blandas y grandes, que por la mayor parte siruen de
seruilletas, poniendo ansimesmo otros tres ó quatro
géneros de pan sin leuadura, pero muy bien cozidos y
delgados, y en el Ínterin que ponían la comida el rey
miró la espada que el Enbaxador traia, la qual era de
las que comunmente vsan en España , angosta y ligera
. y la guarnición negra^ por llevar aquel día el vestido
negro que ordinariamente se trae en iMadrid, lo qual
visto por el Enbaxador la sacó del talauarte y besán-
dola se la dio. El rey la sacó de la vaina y la estuuo
mirando con grande atención tocándole la punta^ y
luego se la boluió^ diziendole con gran desden que si
peleauan en la guerra con aquellas espadas los españo-
les; el Enbaxador le rrespondió que si, particularmen-
te la infantería, pero que la caualleria las vsauan mas
anchas y menos largas. El rey, con el mesmo desden,
mostrando que las n^enospreciaua, le dixo: esas espa-
dasy ique nial pueden ha^er? no valen nada; á lo qual
le rreplicó el Enbaxador, conociendo el ánimo con que
lo dezia: por allá nos sabemos aprouechar dellas quan-
do es menester, porque ansi como las cimitarras de los
turcos y persianos hazen gran herida de tajo, nuestras
espadas matan de punta. A esto no se pudo contener
el rey sin acelerarse y dezir muy en cólera: y esotros
¿anse de estar durmiendo que se dexen matar? El En-
baxador, visto que estaua alborotado, le rrespondió
rriendo: el peligro de la guerra es igual para todos los
— 104 —
que en ella andan, y los que más presteza y fortuna
tienen quando pelean, hazen ventaja á los otros. El rey
con esto se quietó y se comentó luego el vanquete, que
no tuuo mas conpuestos ni sumptuosidad que el de la
noche en el genador del estanque, mudando y trocan-
do el rey la seueridad y deuogion que antes auia tenido
en conversación alegre y de pasatienpo, porque brindó
al Enbaxador tres ó quatro vezes, preguntándole si le
paregia bien aquel vino. Y como el Enbaxador se lo
alabase, aunque sabia tan poco de aquel menester, le
dixo que sienpre que quisiese enbiase por el y por las
demás cosas que le diesen gusto; diziéndole el Enba-
xador á esto que aceptando aquella merced y fauor de
Su Alteza énbiária algunas vezes por aquellas hapas ó
tortas delgadas, porque eran muy buenas y sabrosas;
pero que el vino no lo beuia sino en las ocasiones en
que Su Alteza le brindaua. Comia alli fray Juan Ta-
deo, que aunque tan sobrio, sigun la mucha degengia
suya de frayle descaigo, pero como natural de la Rioja
suplia las faltas del Enbaxador, y tanbien las de no sa-
ber la lengua persiana, entendiendo ya gran parte delta
este Padre por auer (i) estado muchos años en Persia.
Continuándose el vanquete se hizo mengion del vino de
España, diziendo el rey que era muy rezio y que por
esto hazia daño á la cabega; el Enbaxador le offregió
en esta ocasión un barril del, que por auerlo traído
desde el pringipio de su viage estaría ya muy rendido
y blando; en rreconpensa, auiéndolo ageptado, mandó
luego el rey que cada dia, los cagadores que con él es-
tauan sienpre, matasen en los montes gercanos dos ja-
ualies y los ileuasen á casa del Enbaxador. En el pos-
trer tergio de la comida boluió repentinamente el rey á
estar sumamente contenplatiuo y >deuoto, de manera
que sienpre que queria beuer, teniendo la taga en la
(i) auiendo.
— lob —
mano y quitado de turbante, ponía los ojos en el gíelo
rezando por grande espacio y corriéndole en grande
abundancia las lágrimas, de manera que continuando
esto síenpre que bevia, fué forzoso que la conversación,
de alegre y festiua que era antes, se trocase en seria y
contenplatiua. Después de lo qual preguntó el rey de
los daños que las galeras de Su Magestad Católica ha-
zian, porque el auia sabido que eran de muy poco ó
ningún momento. El Enbaxador le rrefírió muy por
extenso las facciones que sus armadas auian hecho,
ansí en Leuante como en Berueria, dexadas las demás
atrás, todas las de veinte años á aquella parte, desde la
presa y saco de la ^iudad de Patraso en la Morea. Y
después de auerle dicho el rey que le enbiase todo
aquello por memoria en lengua persiana^ añadió no
muy (i) á proposito de lo que se iua tratando, que
¿cómo eran los españoles tan poco conocidos en Cons-
tantinopla^ pues dezia el Chaus que allí estaua que no
tenia noticia dellos, ni sabia quien eran? á lo qual rres-
pondió el Enbaxador: ¿cómo quiere vuestra Alteza que
un pobre portero de Cali Baxa conozca los españoles,
no siendo honbre de guerra?; pero los soldados viejos
del Turco muy á costa suya los an conocido muchas
vezes y los conocen agora. Y una de las cosas en que
más se echa de uer la grandeza del rey mi señor es que
teniendo casi todos los principes cristianos y repúbli*
cas de Europa enbaxadores en Constantinopla, ni el, ni
sus predecesores los reyes de España no los an tenido
jamas, y ansi como esto es causa para que aun desar-
mados no nos aya visto ese Chaus^ lo es tanbien para
que Vuestra Alteza estime y tenga en mucho la amistad
de Su Magestad Catholica y de todos sus vasallos, co-
mo tan antiguos y perpetuos enemigos de los mayores
que Vuestra Alteza tiene. A esto pares^io que el rey
(i) fuera.
— io6 —
auia hecho buen rrostro; solo dixo que el Chaus, á
quien el llamaua enbaxador, era maestresala del Gran
Turco, pero no quiso el Enbaxador replicable á ello,
más de rreirse, aunque quisiera que entonces boluiera
á hablar en algo de lo pasado para tener ocasión de
tratar en las cosas del reyno de Ormuz; más el, como
prouido y sagaz, siendo materia de que tanto huia solo
prosiguió la que auia dexado, spiritual y deuota y
aconpañada de las mesmas lágrimas, con que se dio fin
ai vanquete. Y como todauia no se acabase y encares-
(iese mucho el rrespecto que auia sienpre tenido y
guardado á los tenpios de los cristianos y sus imagi-
nes, tan al contrario de lo que del se sabia, le dixo el
Enbaxador que con rrazon era tenido por cabera de su
religión, pues siendo ordinariamente la conversación
después de auer comido, de cosas festivas y de entre-
tenimiento, Su Alteza, dando con ello exenplo á los
cristianos francos que allí estáuamos, la contínuaua y
proponía de nueuo de las que eran tan diuinas y spiri-
tuales, y esto era ansí, porque auiendo dicho grandes
alabanzas de Nuestra Señora las dixo después, cosa
que los persianos y demás mahometanos no suelen ha-
zer, de la humanidad de Cristo nuestro señor. Quando
le paresfío tienpo al rey se leuantó para irse y el Enba-
xador quiso entonces que le mostrasen á Thamas Bec,
hijo de Emir Golican, que dos años antes auia defen-
dido valerosamente á la fortaleza de Eruan, de los tur-
cos, ansí por la reputación de buen soldado que en
aquel peligroso sitio su padre auia ganado, y en aquel
tienpo tanbien estaua en defensa suya, como por ser
este mogo ansimesmo muy valiente soldado y muy
querido y fauoresgido del rey. Y como este mancebo
llegase á hablar al Enbaxador, el rey, después de auer
alabado mucho á su padre le dixo que no trataua á
Tamas Bec como á hijo de su padre, aunque por ello
merecía tanto, sino como á su hijo propio. Preguntó
— I07 —
tanbien el Enbaxador por Thamur, un soldado viejo
de mucho valor de quien desde Xiras tenia particular
notigía por auer seruido muchos años en la guerra,
siendo el grande Alauerdechan su capitán, á quien él
libró de conocido peligro de muerte en una gran bata-
lla que en el reyno de Corassan tuuo con los tártaros.
Vino tanbien Thamur por mandado del rey, y el En-
baxador le abracó y se le offregió por muy amigo, cosa
que él mostró estimar y agradecer con grandes demos-
traciones y ^erimonias. Era este honrrado y buen sol-
dado, al parecer, de ^inquenta años de edad, y de una
muy venerable y militar presencia, alto de cuerpo,
moreno y con la nariz muy corúa, echándose bien de
uer en su talle lo que del se publicaua, y ansi, no obs-
tante que tenia en Xiras con que biuir conmoda y des-
cansadamente, el rey lo traía sienpre muy honrrado y
estimado acerca de su persona. Subió el rey á cauallo
con el Enbaxador, que le quiso aconpañar hasta su
huerta, pero como uviesen salido del Maydan y llega-
do á una trauesia por donde se iua á la posada del En-
baxador, no consintió que pasase de allí, sino que lue-
go se fuese á (i) ella.
Aunque de aqui adelante el rey enbiaua cada dia á
saber del Enbaxador, con muchas diferencias de pan y
jaualies, no fue posible querer dalle audiencia sobre la
venida de los ingleses y cosas tocantes á Ormuz, con
auelle asigurado antes que se despidiese del en la huer-
ta, que se la daría muchas vezes, escusandose con que
quería primero despachar 'al Chaus por quedar más
desocupado. De manera que sigun esto, bien via el En-
baxador que querelle inportunar más era escusado, á
lo menos en lo tocante á la guerra con el Turco, cuya
paz él deseaua sumamente, como pudiese retener lo
que él auía ganado y su padre auia antes perdido.
(i) su posada.
y (i) quisiera poder tratar las demás cosas contenidas en
su enbaxada, aunque con poca ó ninguna confianza de
efectuar ninguna cosa en ellas. Grecia la fama de que el
rey, despachado el Chaus, se auia de partir luego ai
exerfíto, y como gran parte de la familia del Enbaxador
uviese enfermado grauemente del malissimo aire y peor
agua de Casbín, y él (2) tanpoco se hallase por estas
causas en buena dispusigion, no miraua ya sino á como
podría salir de alli, temiendo, como era cosa muy veri-
simil, no le dexase el rey en aquel lugar tan mal sano,
sin rresolu^ion alguna, y arrebatadamente se fuese*
Dentro de tres ó quatro dias, quando el Chaus se auia
de despedir del rey vino á pedir Vssenbec que los cría-
dos del Enbaxador saliesen aquella tarde al Maydan
como otras ve^es lo solian hazer, y después de auer
llegado entró el rey en la pla^a, y luego el Chaus con
una rropa de brocado que el rey le auia enbiado aquel
dia. Y estando á cauallo á una parte del Maydan, quan-
do el rey, que paseaua por medio, enparejó con él, se
apeó, y llegando (3) al estribo le besó el pie, y mandán-
dole luego el rey que subiese en su cauallo se anduuo
paseando con él un gran rrato, siguiéndole á poco tre-
cho algunos de sus criados, siendo ésta, sigun parescio,
la vltima audiencia que con él el Chaus tuuo. Porque
luego, de ay á dos ó tres dias salió de Casbin sin reso-
lución alguna de paz ni treguas, mas de enbiar con el
rey un soldado de los que asisten de ordinario á su
guarda, con orden, sigun se entendía, para que con
rrecpno(imíento de fien cargas de seda cada año, ofre-
ciese y pudiese efectuar la paz con Cali Baxa, general
del Turco, que auia ya llegado á Van con la mayor
parte del exer^ito. Es Van una fortissima pla^a en Ar-
(i) por lo menos.
(a) Enbaxador.
(3) ápie.
— 109 —
menia la mayor, no lexos de los confínes de la prouin-
fia de DiarbeCy que es la antigua Mesopotamia. Despa-
chado ya el Chaus no le quedaua escusa al rey para no
acabar, como tantas vezes lo auia prometido, de dar
audiengia al Enbaxador, pero facilitando esto con pa-
labras^ cada día salia más incierto lo que se prometia,
aunque sienpre contínuauan los regalos de venazon y
pan de muchas maneras que á su posada le enbiaua. Y
porque Vsenbec, el aposentador mayor, ordinariamente
persuadía al Enbaxador que el rey gustaría de que
fuese algunas tardes al Maydan, aunque contra gusto
suyo, porque no pares^iese contumacia y no inpedir
con ello su despacho, le rrespondio que lo haría quan-
do el rey se lo mandase. Boluió luego aquel dia en la
tarde diziendo como le auia mandado que viniese á le
aconpañar , porque quería que viese cierto presente
que el governador del Síruan le enbiaua, con lo qual
el Enbaxador fue á la placa, estando toda llena de gente,
tocándose desde un mirador que al cabo della avia mu-
chos atabales y tronpetas grandes y pequeñas, pero
muy diferentes y con gran parte no tales como las de
Europa. Pusieron al Enbaxador en la mejor parte de
la placa^ y casi luego como llegó entró el rey en ella
con pocos de los que sienpre le aconpañauan^ el qual
se vino derecho á donde estaua el Enbaxador, hazien-
dole mucho fauor, cosa en que es muy liberal y dema-
siadamente artificioso, y después de le auer preguntado
cómo estaua mandó que le diesen vino de las garrafas
y tacas que siempre andan con él, conforme á la anti-
gua costunbre persiana, y dixo que beuia á la salud del
rey de España su ermano. El Enbaxador hizo luego lo
mesmo, llegándole delante algunos de los muchos pa-
jes que alli auia dos platos de oro con ciruelas verdes
y granos de agraz, y esta es la fruta con que 'todos
beuen extenporaneamente. Comenco luego á pasar el
presente, que era de algunos cauallos pequeños, como
— lio —
quartagos y de grandes crines y colas; muchos y gran-
des colmillos de rosmaros, que son unos mostruos ma-
rinos del tamaño de hipopótamos ó cauallos aquatiles,
de los quales ay muchos en el mar septentrional de
Tartaria y Moscovia; muchas almohadas de cierta tela
blanca, llena de muy blanda y menuda pluma, y canti-
dad de zebellinas. Pero lo que fue mas de uer, aunque
causó gran conpasion á la gente de Europa que allí es-
taua, fueron hasta treinta ó quarenta niños y niñas ^ir-
casos y moscouitas, de seis á catorce años, muy blan-
cos y rruuios y de muy lindo parecer, y ansi ellos como
ellas con cabello crecido y con bonetes de terciopelo de
colores forrados en martas. Roban en las ordinarias
correrías que hazen en Moscovia y ^ircassia, ansí los
tártaros como los lazis, rrapa^issimas naciones y cir-
cunvecinas suyas, gran numero de estos muchachos de
todo sexo, y como sí fueran manadas de qualquier ga-
nado los traen á vender á Derbento y á Bacu, por poco
precio, y este rey de Persia, á imitación de los antigos
Parthos ó Soldanes de iCgipto, los conpra para ser ins-
truidos después en la milicia, y las henbras^ que por la
mayor parte son hermosas> para engerrallas y guarda-
lias en sus arames , conforme á la costunbre de los
asíanos. Toda la tarde y dos oras de la noche gastó el
rey, ó paseándose, ó hablando con mucha familiaridad
con el Enbax^dor, junto al qual estuuo sienpre, todo
el tienpo que estuuo en la plaga, Mahamet Ága, tár-
taro, enbiado en aquellos días al rey de Persia, de Ta-
tar Charu^ ermano del rey de Cafa, que auiendo sido
vencido el año antes en los confínes de Podolía ó Rusia
la inferior por el principe de Polonia, y hallándose en
desgracia de su ermano, auia pasado con tres mil caua-
llos por el estrecho del mar de la Tana, antiguamente
el Bosphoro Qimertco, á seruir al rey de Persia. Era
este Mahamet Ága un honbre de quarenta hasta cin-
quenta años, de muy gentil presentía, aunque como los
-i- III —
más de los tártaros algo moreno^ de gran rrostro, de
ojos pequeños y narizes anchas , pero de buena gracia,
desenbuelto y bien hablado; y como se hallase tan Qerca
del Enbaxador llegó á hablalle con término tan cortés
que luego se echó de uer en él ser honbre práctico y de
diferente estilo que los persianos. Y auiendo notado
antes el Enbaxador su talle y figura, y que no traia
turbante, sino un bonete piramidal forrado en martas^
como los tártaros y russianos^ preguntó al intérprete
quién era, sospechando que fuese algún vsbeque ó
chacatay , que por ser tanbien de la nación s^ithica
tienen la mesma forma de rrostro y trage que los demás
tártaros. Y sabido que era de los europeos Precopen-
ses, estuuo con él en muy particular conversación sien-
pre que el rey se apartaua de alli, mayormente hallán-
dole tan bien informado de las cosas de Europa, en es-
pegial de la guerra de Hvngria, adonde auia ido seis
vezes con las ayudas de tártaros que á sueldo del Turco
auia enbíado el rey de Cafa en todo el discurso de aque-
lla guerra.
Nonbraua las fuerzas y plagas mas fuertes de aquel
reyno, ansi de las que poseian los turcos, como el Em-
perador, y muchos de los capitanes señalados, ansi tu-
descos, italianos y húngaros, y dezia que se espantaua
mucho de que teniendo los españoles tanta fama de
buenos soldados, no uviese visto ningunos en aquella
guerra, auiendo en ella y halladose de todas las demás
nagiones, y que el tuuo entonces gran deseo de conoge-
Uos. A esto le respondió el Enbaxador, muy satisfecho
de su buena notígia, que el rey su señor tenia ocupada
la miligia de sus españoles en muchos de los presidios
en las prouincias y reynos que poseia fuera de España,
y en las grandes y continuas armadas que nauegauan
por el mar Ocgeano y Mediterráneo, pero que muchos
de los soldados que siruieron al Enperador en aquella
guerra eran vasallos suyos de los Payses Baxos, y otros
— 112 —
pagados con gran suma de dinero con que al Enperador
le socorría. Quedó el tártaro muy satisfecho y amigo
del Enbaxador, díziendole que cada día quisiera él vi-
sitalle en su posada^ mas que por la sospecha que el
rey de Persia tomaría dello, no se atreuia, tanpoco
poco otros extrangeros que allí se hallauan que desea<-
uan tanbien visitarle y lo dexauan de hazer por la mes-
ma rrazón. Hasta muy tarde, hauiendose encendido des-
pués que fue noche muchas lunbres en la pla^a, gastó el
rey lo mas del tíenpo hablando con elEnbaxador, para-
dos y a cauallo como estauan, y mostrando entonces es-
tar contento y de buen gusto le preguntaua muchas co-
sas de España, las mas dellas del trage^ manera de vida
y trato que se tenia de las mugeres, mayormente de las
principales, y auíendole el Enbaxador respondido al
proposito lo que le pareció, estuuo rriendo y burlando
gran rrato sobre esta materia. Pero siendo ya mas de las
diez de la noche dio licencia ai Enbaxador que se fuese
á su posada , sin consentir que le aconpañase, antes
enbió con él todos los hacheros que le alunbrasen, Ue-
uandolos honbres á cauallo^ los quales hacheros son
de la manera que [se] dixo ya que auia en la huerta la
noche que se ^enó en el cenador del estanque.
CAPÍTULO V
Juego á la chueca en el Maidáo.— Noticias de dos hijos del Schah.
Enfermedades que padecían los criados de D. García.— Nueva
audiencia que á ésie dio el rey persa.— Vida y costumbres de
Pieiro de la Valle.— Noticias que hubo de Filipinas.— Intrigas y
proyectos de los hermanos Antonio y Roberto Sherley.
De ay á tresdias boluio á mandar el rey que el Enba-
xador fuese otra tarde á la pla^a , que estaua aun ( i ) con
(i) Ms. aunque.
— ii3 -
mas gente quo la primera, y auíendo parado en el lu-
gar que auia estado antes entró el rey con algunos
de sus fauoridos, llegó adonde el Enbaxador estaua
y le brindó conforme á la costunbre ordinaria que
en esto tiene, y luego arremetió el cauallo en que
venia, dos ó tres vezes, diziendo que por que viese su
exercicio quería jugar á la chueca, y saliendo muchos
de los cauaiieros que ulli auia tomaron cayados, te-
niendo ya el rey en la mano el suyo. Y de ia manera
que los labradores en las aldeas de España juegan este
juego á pie, lo jugauan á cauallo y con la mesma con-
tención y porfia, teniendo á cada uno de los dos extre-
mos de la pla^a dos colunas de media pica de alto y
nueve ó diez píes una de la otra, por donde enbocauan
la bola, que era de madera y del tamaño de las pelotas
de viento con que juegan en España. Los cayados son
de la propia forma de los mallos de Europa, pero no
dan á la bola con la frente, sino de traues, como los qne
juegan en España al cayado, siendo estos mallos ó ca-
yados de Persia menos fuertes y ansi se quiebran mu-
chos. Y siendo el rey uno de los que con mas destreza
y desenboltura jugaua, alerto á alcanzar la bola en
aquel parage y muy cerca de donde estaua el Enbaxa-
dor, y gritando en muy alta y distincta boz el nonbre
de Sanctiago, le dio un gran golpe de manera que la
arronjó hasta el fín de la pla^a. Tienen todos los per-
sianos muy fírme persuasión que Sanctiago, nuestro
apóstol y patrón de España, es el mesmo que su profeta
Alí, tan celebrado y venerado de ellos, y ansi lo pintan
sienpre a cauallo y con armas militares, conbatiendo
con sus enemigos ó con algunas fíeras , . no bastando
persuasión alguna para sacarles de este error , aunque
uvo entre el uno y el otro mas de seiscientos años,
contando de este su profeta proezas y hazañas admira-
bles. El mesmo error tienen de San Jorge, diziendo que
es el mesmo que otro sancto suyo muy valiente á quien
8
— 114 —
llaman Chederiem, estando en esta mesma persuasión
tanbien los turcos, y ansí los unos y los otros cuentan
á este proposito muchas y notables fábulas. Continuán-
dose el juego, en que tanbien el rey invocaba el nonbre
de Ali, le advirtió al Enbaxador su intérprete^ como
cerca del , no auiendo sino otros dos persianos en me-
dio, estañan los dos hijos del rey, y en medio de uno
y otro estañan otros dos honbres á cauallo, y no de
los principales y conocidos. Y mirando disimulada-
mente el Enbaxador, por las señas que el intérprete
daua(i), vio al muchacho hijo del rey que auia visto
en el cenador del estanque el dia que se lleuó el pre-
sente, que luego conoció ser aquel mesmo que en aque-
lla sazón alli estuvo, y no lexos del su ermano, que á lo
que paremia sería de edad de veinte y ^inco ó veinte y
seis años, rrobusto de cuerpo, moreno y de grandes
mostachos. Ellos estañan en aparen^ia de gran sumi-
sión, sin hablalles ni hazerles ningún genero de cortesía
nadie de los que se ponian junto á ellos ó les pasauan
delante, de manera que parecian no solamente no hijos
del rey, pero muy inferiores de todos los que podian
tener en el Maydan entonges algún nonbre. Y ansi,
quando el Enbaxador se despidió del rey después de
auerle suplicado le diese audiencia y prometidosela
para otro dia, quando iua saliendo de la plaga con las
mesmas luzes que la vez pasada, el muchacho pasó
solo á cauallo muy apriesa por junto al Enbaxador, y
baxando mucho la cabega en señal de cortesia fue mi-
rándole á él y á sus criados con mucha atención y lue-
go boluio a pasar algo apartado con el mesmo cuydado
que antes. Este mogo, como e dicho ya, será de diez y
seis años, de muy lindo talle, blanco, y que se echa de
ver en él tener buen natural y una gierta blandura y
generosa índole, como hijo de muger cristiana, siendo
(i) conoció.
— ii5 —
su madre georgiana de nación. Llámase Emancoli Mir-
za, 7 el mayor Conhabendec , los quales aunque con
nonbre de hijos del rey btven sin ninguna aparengia
ni estimación de dignidad real, huyendo todos de co-
municarles ni respectarles, y queriendo ellos lo mesmo,
espantados y atemorizados de la muerte miserable de
su ermano mayor Safi Mirza.
Tuuo alguna esperanza el Enbaxador de poder tener
audiencia y despacho dei rey^ para con tienpo partirse
á Ormuz y de alli á la India y alcanzar las ñaues en que
pudiese enbarcar á España en fin de Dizienbre ó prin-
cipio de Enero, pero viendo que lo entre tenian con las
mesmas dilaciones y que se abiuaua más la fama de la
partida del rey, comentando ya á salir de Casbin mu-
chos de los soldados que le aconpañavan, tuuo sospe-
cha que le queria dexar en aquella giudad de tan en-
fermo y pestilencial aire. Y ansí, aunque su negocia-
ción corría por Usenbec, y Agamir, el secretario de
Estado, no queria tratar della, no auiéndosela el rey
cometido, se rresoluio de velle una mañana en su casa,
adonde después de auer el Enbaxador tratado con él
lo que le páreselo que convenia á su despacho, le pro-
metió de luego dezírselo al rey y de lleualle la rrespues-
ta, aunque saliese del orden que tenia. Por otra parte
solicitaua á Usenbec, que cada dia venia á visitarle y á
dezille de parte del rey que estuuiese cierto que no se
partiría sin oylle muy de espacio y despachalle á su
gusto; más esto, sigun la poca firmeza y sigurídad del
rey^ no páresela verisímil^ aunque continuauan los re-
galos que cada dia enbíaua al Enbaxador, ofreciéndole
por el mesmo Usenbec lo que más gustase y bien le
uviese parescido del presente que vio en el Maydan.
Pero el Enbaxador, que estaua sumamente sentido y
enfadado de no querer oylle, le respondió que besaua
las manos á Su Alteza por la merced y fauor que le
hazia, más que otras cosas se ofrecían de presente en
que la podía rregíbir mayor, y que ansí le suplicaua le
cunpliese la palabra que como rey le auia dado de
oylle. Auia en este tienpo acabado de enfermar graue*
mente casi toda la familia del Enbaxador, de manera
que no auia quien le siruíese, ni los que auían enfer-
mado luego como llegó á Casbin, no convales^ian, re-
cayendo muchas veces; tal era la mala calidad del ayre
y agua de aquella QÍudad. Y aunque el Enbaxador su-
plía en parte esta falta mandando traer agua de algu*
ñas fuentes una legua fuera della, los enfermos no me-
jorauan, padeciendo grandes y ardientes calenturas con
fluxo de vientre y relaxa^ion de estomago^ siendo el
mejor y más acertado remedio para este mal, beuer
poco, teniendo todos los pacientes vehementissima sed,
sin poder comer cosa alguna, y siendo esto en la ma-
yor fuerza del estio causaua mayor molestia y trabajo,
con grande espanto de los enfermos por el mucho nu-
mero de gente que cada dia moría en la giudad, con
algunos criados y fauoridos del rey. Con la abstinencia
de beuer y sangrías en los más robustos se hallaua al-
guna mejoría, pero no de manera que se librasen de
tan ínportuno mal, aunque fué Dios seruido que sin
ningún peligro de muerte en la casa y familia del En-
baxador. Conforme á la relación que dauan los vezinos
de Casbin solia venir esta epidemia por todos sus mo-
radores de gínco á ginco años, Ueuando mucha gente
el año que corría, con los mesmos agidentes que se an
dicho, y quando con ellos se rrecregia vehemente dolor
de cabega, el mal conocidamente era más peligroso. Y
demás de que el aire y el agua era de tan mala calidad
y naturaleza, corronpiendose más en los dias estiuales
quando corria esta epidemia, el clima de Casbin, aun-
que ya tan dentro de la Media, es calidíssimo tanto y más
que en la costa de Berueria cercana á España, y ansi,
por no poderse sufrir el calor de noche en los aposen-
tos, por buenos que sean, duermen todos generalmen-
— 117 —
te sobre los terrados y lechos de las casas, como en
Ormuz y en los demás lugares de Arabia y Persía. Hi-
zo Agamir buen offigio en esto y dentro de dos dias
vino á visitar al Enbaxador y á gertificalle que el rey
le daría lugar para que pudiese hablarle á su gusto, y
que esto seria luego otro día, diziendole lo mesmo Usen-
bec, pero con todo esto no quedo síguro, auiendo co-
nocido del astuto y sagaz ánimo del rey no querer que
le tratasen de las cosas de Ormuz, y tanto rrehuia esta
platica quanto más culpado y alcanzado se auia de ha-
llar en ella. Porque durante la paz con Su Magestad
Catholica y las enbaxadas que de parte á parte por
tíenpo de diez y siete años se auian continuado, auia
con fraude y sobre siguro ocupado la isla de Baharen,
rriquissima por la pesquería de sus perlas, y poco ade-
lante las tierras del Mogostan, y últimamente la forta-
leza de Comoran y isla de Queixome^ no dexando de
todo el reyno de Ormuz casi otra cosa sino aquella
(iudad y la estéril y pequeña isla en que está situada.
Salía ya muy apriesa de Casbin á Soltanía la rrecáma-
ra del rey y los demás inpedimentos de su casa, publi-
cándose para dentro de tres dias su partida^ con que ya
el Enbaxador no atendia sino á salir de aquella giudad,
desconfiado de qualquiera despacho, porque el mal en
su familia se augmentaua, hallándose el ansimesmo con
poca salud y debilitado, de manera que no podia gas-
tar el poco mantenimiento con que apenas se alimen-
taua, aunque de casi dos jornadas de alli le traian agua
del rio Jarun, que tenía fama de muy delgada y salu-
dable. En tanta priesa y alboroto de partida tuvo auiso
el Enbaxador que aquel dia el rey le quería dar audien-
cia, y que vendría á la ora que uviese de ser el apo-
sentador mayor, para aconpañalle, y ansí estuuo hasta
muy tarde sin ser auisado. Mas ya que se quería poner
el sol vino el aposentador con otros dos persianos á
cauallo y le dixo de parte del rey que se fuese luego á
- ii8 —
entretenerse un poco al Maydan, adonde el quedaua,
y que sin falta otro día le hablaría. Si no pares^iera
contumacia estuuo por no ir el Enbaxador, porque bien
cono9io de tanta variedad lo poco que auia de aprove-
char lo que tratase en materia del reyno de Ormuz
aunque le diese una y muchas audiencias, quanto y más
que de qualquiera dudaua ya; pero hizolo por facilitar
su salida de Casbin, auiendo en estos vltimos dias te-
nido auiso que lo quería dexar en el. Y ansi, con los
pocos criados que pudieron subir á cauallo se fué al
Maydan, adonde hallo al rey con toda la gente que so-
lia estar alli los otros dias. Mandó el rey luego cesar
las tronpetas y tabales que continuamente tañían quan-
do el estaua en la plaza, y hizo señas al Enbaxador
para que se pasease con él, el qual luego entendió que
alli quería que se concluyese la audiencia, y llamando
á uno de sus intérpretes le amenazó que le haria matar
sino aclarase al rey muy puntualmente quanto le dixe-
se, y que aunque no sabia la lengua turquesca, ni per-
siana, echaría de uer de lo que el rey respondiese, si
hazia fielmente su ofí^io. Y poniéndose el intérprete en
medio se comento el rey á pasear con el Enbaxador,
diziendole que alli podría tratar con el lo que quisiese,
porque el tienpo no daua lugar á mayor espacio^ y en
acabando de dezir esto, sin dar lugar á que el Enbaxa-
dor le comentase á proponer cosa alguna, comento
muy de proposito á tratar de la materia sobre que ya
se auia largamente hablado en el jardin del mesmo
Maydan algunos dias antes, de no quererse ligar los
principes de Europa y de común consentimiento mo-
ver la guerra al Turco.
El Enbaxador le atajó porque el continuaua artificio-
samente esta platica, diziendole que ya sobre esto
auia satisfecho bastantemente á Su Alteza , y que pues
el tienpo era tan limitado, le diese lugar á tratar otras
cosas que tanbien traia por comisión del rey su señor,
— 119 —
sobre que aun no auía hablado. Bolvío con mucha
presteza el rey de Persia, sin responder á proposito, á
hablar en lo que antes, encareciendo las victorias que
auia tenido de sus enemigos , mayormente de los tur-
cos, y que los reyes cristianos no se disponian á hazer
nada, estándose ociosos en tanto que el con tanto pe-
ligro de su persona y de las de todos sus vasallos hazia
solo la guerra al enemigo común. Y como no parase
de hablar, ni diese lugar al interprete á referir nada^
echaua bien de ver el Enbaxador, aunque no lo tuuiera
ya conocido, que por ningún caso el rey quería que le
hablase sobre la rrestitu^ion de lo injustamente vsur-
pado del reino de Ormuz, y que por esta rrazon^ de
industria queria entretener y gastar el tienpo hasta
que fuese noche^ que comentaba ya a gerrar, y con
esto concluir la aparente y fingida audiengia. Y aun-
que (i) el rey se paseaua á cauallo, como ya se a dicho,
con el Enbaxador y su interprete, sin otra persona (a),
algunas vezes llegaua uno ó dos de aquellos persianos
que mas ^erca ordinariamente andauan de su persona,
y se ponian detras del, algo apartados, y luego se bol-
uian, y en muy poco interuallo de tienpo Uegauan otros
haziendo lo mismo. Estaua la plaga alderredor, aun-
que era tan grande, llena de toda la gente de la corte
y estrangeros, que con ser en tanto numero auia un
notable y profundo silencio, entre los quales se hallaua
Ali Baxa, muy valido entonces del rey, aunque turco
de nagion, el qual, por auer perdido la fortaleza de
Tauris, de que era capitán, se quedo en su seruício (3)
temiendo el castigo que el Gran Turco le podría dar.
En fin, viendo el Enbaxador que era ya poco menos
que noche, le dixo al rey que le suplicaua le diese lu-
(i) como s€ a dicho,
(a) alguna.
(3) del rey de Persia,
— 122 —
para que se boluiese por Spaham á Ormuz. El Enba-
xador le rrespondio que aunque casi todos los criados
que le auian de seruir estauan enfermos y él no bien
sano^ que baria lo que Su Alteza le mandase. Boluío
luego á le agradecer de parte del rey el ofíre^imiento^
y á dezille que él daría recaudo para que los que no
pudiesen caminar de su familia se enbiasen de allí con
toda sigurídad á Spahan^ y ansi mandó luego todo el
despacho necesario para lo uno y para lo otro. Y aun-
que el Enbaxador se via muy enbara^ado con la difi-
cultad de los muchos enfermos, fue tanto el miedo que
todos cobraron, sabiendo que los enbiauan á Spahan,
aunque á tanto mejor lugar y mas saludable, que rre-
pentinamente se leuantaron y vistieron todos, diziendo
que ya estauan buenos y que querían ir á Soltania. Co-
mentaron luego, cayendo y leuantando, á enfardelar
cada uno su rropa y lo que se auia de Ueuar para ser-
UÍ9Í0 del Enbaxador, de manera que otro dia estuuo
todo aprestado^ mostrándose, sigun dezia Ussenbec, el
rey muy agrade9Ído y contento de querer el Enbaxa-
dor aconpañalle hasta rre^íbir la enbaxada y legarla
indiana. Pero como al rey le llegase el mesmo dia un
apresurado correo de Carchicabec , governador de
Tauris, con auiso cierto de que Cali Baxa, general del
Turco, auia desde Caramit llegado á Van con un exer-
cito de dozientos mil honbres, sin los aventureros,
mudó de parecer, y ansí enbio á dezir al Enbaxador la
causa que le obligaua luego á partirse á Ardeuil, y de
alli dar orden para resistir á su enemigo. Y que pues
no le daua el tienpo lugar para detenerse en Soltania,
ni rrefibir alli el Enbaxador del Mogor, que se podia
partir á Spahan y aguardalle en aquella Qiudad, por-
que luego auia de ser en ella en dándole lugar á ello la
guerra que tenia entre las manos. Sintió mucho esto el
Enbaxador, porque con ello se le inpedia del todo lo
que él deseaua, no despachándole el rey a tienpo que
— 123 —
pudiese llegar á Ormuz y de allí á la India para se po*
der enbarcar á España en las naos que se esperauan
este año, no auiendole sucedido entre todos los traba-
xos y contras de su jornada ninguno de que tanto le
pesase como de este, dilatándosele por lo menos un año
mas la buelta á España, cosa que tanto deseaua. El
rey salió luego aquella tarde de Casbin á una huerta
dos leguas fuera de la Qiudad, auiendo algunos dias an-
tes enbíado á Spahan á su tia la Begun y á mucha can-
tidad de las mugeres que él mas estímaua, en guarda y
conpañia de un muy confidente y fiel criado llamado
Lala Bec. Y aunque boluio otro dia por la mañana á la
(iudad, sigun se entendió á visitar algunas mugeres del
árame que allí quedauan, luego poco después de medio
dia, con un muy ardentissimo sol se partió al exercito,
que parte del caminaua ya la buelta de Ardevil. El En-
baxador, con los ministros que alli quedaron y á quien
quedó cometido su despacho, que eran el governador
y factor, comentó é negociar su partida á Spahan , no
viendo la ora que salir de alli, porque los enfermos que
se auian alentado para la ida de Soltania, temiendo que
los dexase el Enbaxador desamparados, como se a di-
cho, boluieron á estar mucho peores, cayendo otros
de los que auian quedado sanos, y tenia por sin duda
que mudando aire mejorarían todos, como después su-
cedió.
Sin la familia del Enbaxador, que Uegaua á más de
ochenta personas, se rrecogian en su posada otras mu-
chas, ansi de los estrangeros que rresidian en Spaham
y entonces auian venido á Casbin, como de algunos
soldados y frayles portugueses que pasauan desde la
India por tierra á España, sin los quales auia tanbien
otros castellanos que desde las PhiUpinas, por no auer
alcangado las ñaues para poderse enbarcar en Goa, ha-
zian el mesmo camino. Y como el rey de Persía tuuie-
se con gran rrigor gerrado el camino para Bagadad, y
— 124 —
toda esta gente acudido al Enbaxador, para facilitar su
viage les auia alcanzado del rey síguridad y pasaporte
para poderlo hazer (i) sin que sus governadores de la
prouingía de Susien se lo pudiesen inpedir. Entre los
que venian de las Philipinas eran fray Hernando de Mo-
raga, custodio de los frayles descalzos de San Francisco
de aquella prouincia, y el capitán Mondragon, los qua-
les lleuavan cartas de don Gerónimo de Silua^ go-
uernador de aquellas islas, con auiso á Su Magostad
Catholica de la victoria que los pocos soldados y vezí-
nos de la giudad de Manilla auian tenido en la playa
honda^ de la armada olandesa, por el mes de Abril del
año pasado de 1617. Auia rre^ibido el Enbaxador
grande gusto y contento con esta nueua, por estar
muy de quiebra la rreputagion de los portugueses en
la India en lo tocante á la miligia maritima, con el mal
suceso de ^urrate, tres años antes^ aunque este más se
pudo atribuir á la notable couardia y suma inperí^ia de
toda disciplina militar de don Gerónimo de Azeuedo,
virrey de la India y general de aquella grande armada^
que al poco valor de sus soldados, auiendolo mostrado
muy grande antes en todas las ocasiones que ¿e les
auia offresfido. Fué de mayor estima la victoria de
Manilla, demás de lo rreferido, por auer sucedido des-
pués de la muerte de don Juan de Silua, su governador
y capitán general, no auíendo aun llegado de Maluco
don Gerónimo, que en aquel gouierno se entendió le
sucedía, y hallándose aquellos pocos españoles sin ca-
bera conpetente para ocasión semejante. Y porque al-
gunos dias antes que el rey se partiese llegaron á Cas-
bin los dichos frayles y soldados con larga rrela^ion de
lo sucedido y con la pintura y estanpa de la batalla
como auia pasado, lo enbió luego el Enbaxador á de-
zir al rey, mostrándole al aposentador mayor y secre-
(i) sigura.
— ia5 —
tarío la dicha pintura^ aunque del todo ignorantes de
las cosas de mar, porque ansi ellos como su rey^ con la
relación que los ingleses que andauan en su corte le3
auian hecho, engrandeciendo la victoria de Qurrate,
los tenian en grande opinión, y en muy poca á los
portugueses.
No auiendose dicho hasta agora la ocasión de la ve-
nida de estos ingleses á Persia, viene bien en este lu-
gar hazer della alguna relación, como cosa que en
parte toca á esta enbaxada que en el presente tienpo
enbió Su Magestad Catholíca al rey de Persia. Casi
veinte años antes de la llegada del Enbaxador apor-
taron á estas partes dos ingleses^ ermanos, llamados
Antonio y Roberto Sirley, con algunos otros de su na-
ción, los quales, ó por la inclinación que otros muchos
de Europa tienen de peregrinar, notar y ver naciones
y prouingias remotas de las suyas, ó por auer tomado
y enprendido esta su jornada por particular manera y
profesión de biuir (i)^ como después por el progre-
so (a) de su vida pares^io, se quedaron en la Persia
offregiendose á seruír á su rey. Y porque ellos eran
mofos, y particularmente el don Antonio hablaua suel-
ta y desenbueltamente en muchas cosas de Europa,
como honbre que avia estado algún tienpo en Italia,
el rey de Persia los admitió y entretuuo en su corte, y
esto con tanto mas muestras de fauor quanto eran ma-
yores las cosas que los dos ermanos le prometian,
off regiéndose á llevarle enbaxadas de su parte, ansi al
Papa como á todos los demás principes de Europa, y
facilitándole el poderse vnir y confederar para que de
común consentimiento se le mouiese poderosamente
la guerra al Turco. Y como las ofertas y arbitrios que
se dan á los reyes, aunque sean por semejante genero
(i) suya.
(i) Ms., progueso.
— 126 —
de gente lleuan stenpre delante aparente grandeza y
prouecho para los dichos reyes, mayormente que con
rrazones sophisticas les dan á entender que el tal bene-
ñfío será sin ningún riesgo suyo, ni de sus vasallos,
por la mayor parte son admitidos y premiados los in-
ventores de tales machinas, y ansi fácilmente pudieron
estos ingleses persuadir al rey para que al don Anto-
nio, que era el mayor de los dos, lo enbiase por su en-
baxador á Europa, juntamente con otro persiano lla-
mado Assenbec, nonbrado tanbien en el mesmo cargo
y dignidad, quedándose don Roberto en su corte. Su-
cedió en esta jornada, que se hizo por Tartaria, Mos-
couia y Alemana y de ay á Italia y á España, reñir
camino de Roma ios enbaxadores, y quedándose el in-
glés en Italia, el persiano pasó á España, y después de
ser muy festejado y rremunerado, ansi él como los
demás de su conpañia, de Su Magestad Catholica^ se
enbarcó en Liisboa para la India y de alli boluio por
Ormuz á Persía. Acudió algunos años adelante el don
Antonio Sirley á la corte de España, que auia buelto
de Valladolid á Madrid, y con sus vsadas artes y buena
inteligencia (i) trató con los ministros de Su Magestad
de seruille en la guerra^ encareciendo la mucha práti-
ca y conocimiento que tenia de la disciplina naual ma-
rítima , para lo cual dio algunos arbitrios con que
tanbien engañó á los consejeros que le admitieron y
creyeron. Estos sus arbitrios vinieron después á parar
en que auiendose armado algunos nauios con mucha
costa de Su Magestad, en Sicilia^ y nonbrandole á él
por cabo dellos, sin fruto ni efecto alguno en muy po-
cos dias se deshizo y desvaneció esta armada^ auiendo
antes prometido atreuidamente que auia de infestar y
hazer grandes daños al Turco, ansi en las costas y
marinas de Grecia, como en las islas del Archipiélago.
(O yofficio.
— 1*7 —
Pero aunque estas machinas y mal aprouadas inven-
ciones suyas salieron del todo inciertas, supo tan bien
negociar después que boluio á la corte^ que Su Mages-
tad le hizo merced de un honorifíco y anplo stipendio
cada año, con rresiden^ía en la ^iudad de Granada,
adonde quedaba al ttenpo que el Enbaxador de Su
Magestad Catholica salió de España, ocupado, sigun se
dezia, en buscar minas de oro y plata por las muy ás-
peras y encunbradas sierras de aquel reyno.
Don Roberto, algunos años después de la jornada de
su ermano, tanbien pasó por Enbaxador del rey de
Persia á Europa, hazíendo el mesmo viage por Mosco*
uia, y después de auer estado en la corte del Enpera-
dor y en la del Papa, pasó á España, adonde estuuo
catorce meses, subministrándole en todo este tienpo
por los ministros y offí^iales de Su Magestad Catholi-
ca abundantemente y con mucha grandeza todo lo ne-
cesario á él y á toda su familia, de manera que ansi en
esto como en otras mercedes recibidas se gastaron
treinta mil ducados. Las cosas que en el dicho tienpo
propuso y trató, tocantes á su enbaxada, fueron aque-
llas mesmas que él auia dado por arbitrio al rey de
Persia, todas vanas y sin ningún fundamento, como se
dirá adelante. Y como al cabo de algunos meses después
de su llegada se comentase ya á conoger por honbre
de invenciones poco siguras, se anduuo con él con mas
cuydado, hasta que le fueron tomadas algunas cartas
que ansi dellas como de auisos que se tuuieron de
Olanda se supo que trataua con aquellos Estados cosas
muy en perjuizio de Su Magestad y del todo contrarias
á lo que por su enbaxada publicaua, diziendo que su
fin principal á lo que era venido era por efectuar algu-
na paz y convenencia entre el rey de Persia y los di-
chos Estados, para lo cual procurava salirse de la
corte, adonde se entretenía proponiendo fingidamente
cosas inposibles para que ninguna se aceptase ni efec-
— 128 —
tuase. Con esta Certeza y conproua^ion de la sospecha
que antes se tenía de tan pernicioso engañador, uvo
pareceres de que se prendiese y castigase sigun la ca-
lidad del delito, sin guardalle la inmunidad de Enbaxa-
dor, pero otros tuuieron que al fin se le auia de obser-
uar, aunque justamente merecedor de qualquiera graue
pena y castigo, porque no paresgíese á los que estauan
mas lexos y que no tenian aun noticia de sus enbustes,
que en parte se violaua el vniversal y en todos tienpos
guardado derecho de las gentes, y ansi se ligengio tá-
citamente de aquella corte, sin publicarse nada de lo
que intentaua y trataua, antes mandando Su Magestad
dar[le] buena suma de dinero para el camino. Como
antes lo auia ofíre^ido se enbarcó desde España para
Olanda, proponiendo en aquellos Estados el grande vtíl
que se les síguiria de la amistad con el rey de Persia,
siguiendosele[s] dello poder traer con sus ñaues cada
año toda la seda que de las prouingias subjectas á aquel
reyno se lleuaua en carauanas á Alepo y á Damasco,
siendo la intención de su rey quitar este comercio de
las tierras del Turco y que se comunicase y transfi-
riese á Europa por la nauegagion del mar Occeano. Y
que ansimesmo, que las ñaues que uviesen de cargar
de esta seda podrían contratar tanbien (i) en el puerto
de Qurrate, del reino de Canbaya, subjecto al Mogor,
vendiendo alli las mercadurías que lleuasen de Olanda,
Flandes é Inglaterra, encareciéndoles la ganancia gran-
de que de la tal contratación se les podría seguir. Los
Estados no aceptaron nada de lo propuesto porque no
era cosa muy difícil conocer la flaqueza de sus mal fun-
dadas rrazones, ó porque hallándose ocupados con las
nauegaciones que hazian á las rriquísimas islas orien-
tales del Sur y costa de la India mayor, ó por qualquie-
ra otra no sabida ni diuulgada causa, no querían ocu-
(i) ansimesmo.
— i»9 -
par sus armadas en otra enpresa mas de en aquella
de que tanta rriqueza y prouecho annualmente les ve-
nia. Pasó don Roberto de Olanda á Inglaterra offre-
QÍendo lo mesmo á aquel rey, mas por la nueua amis-
tad y confederación que tenia con Su Magestad Catho-
lica, y lo mas ^ierto, por no dalle crédito, no solo no
lo admitió, pero vedó que no pares^iese delante del con
el habito de persiano que con notable inpudencia, ansi
en España como en las demás partes de Europa, el y
sus criados publicamente traia[n]. Viéndose frustra-
do (i) de lo que auia dos vezes provado poco felizmente,
por no dexar nada por intentar trató primero con el
principe de Gales por medio de algunos fauoridos suyos,
que en su nonbre y debaxo de su protección pudiesen
hazer esta nauegagion á la India algunos mercaderes á
quien él auia ya offrescido cierta ganancia si metiesen
caudal para enbiar dos ó tres ñaues con mercadurías á
Qurrate, con el rretorno de la seda de Persia. Y como
el dicho principe^ que comen^aua ya á tener edad de
honbre, con espíritus leuantados de generosa Índole, se
inclinase á esto, se comengaron á preuenir tres nauíos
para comentar y prouar como salían las ofertas de esta
jornada y ganancia que della se podía siguir. Pero la
arrebatada y tenprana muerte de aquel príncipe deshi-
zo este primer movimiento, aunque después hizo tan-
tas diligencias por medio de algunos parientes suyos,
y supo tan bien encarecer lo que quiso, que se mouie-
ron los mercaderes mas cudiciosos y entre ellos arma-
ron dos ó tres nauios, enbarcandose en el uno dellos el
inventor y promovedor de esta enpresa. Y como en el
camino se apartase de los dos con un tenporal, fue á
parar á la isla de San Lorenco, por la parte de dentro^
en la costa occidental della que mira á la costa de la
Cafreria y cabo de las Corrientes, y allí descubrió una
(i) Ms.fru5tado.
— i3o —
baia en que entra un rríocon cantidad de buena agua,
surgidero siguro para qualesquiera nauíos. Los otros
dos fueron á parar á ^urrate, adonde auiendo cargado
de rropa de algodón, que allí ay mucha y muy barata,
y estando para salir del puerto dieron en ellos algunos
galeones que desde Goa auian salido en su demanda,
pero saluandose con mucha ligereza y destreza por
medio dellos, fueron de alli á las islas de la Spe^ieria,
adonde conpraron gran cantidad della con la rropa que
de Qurrate lleuaron, y de alli boluieron con ganan<;ia
á Inglaterra. El don Roberto, desde la isla de San Lo-
renzo lleuó su derrota al cabo de Ro9algate y después
de auerlo doblado anduuo rrecono9Íendo la costa fron-
tera de la tierra firme de Persia y sondó la ensenada de
Guadel, y después la de Jasques, pares9Íendole esta
mas á proposito, por ser mas 9ercana de aquel reyno,
para llegar alli las naos y rrecoger la seda que, sigun
el arbitrio que á su rey auía dado, se le auia de con-
prar y llevar por mar á Europa. De aqui, sin desen-
barcarse, nauegó á la costa del ^inde y subiendo por
la corriente de este famoso río, que es el antiguo Indo,
llegó á la <;iudad de Tata, enporio muy cono9ido de la
primera India, y parc9Íendole que era bien ver si podia
persuadir al Mogor con algunos de sus propuestos, de-
más de que él lleuaua algunas joyas y piedras de Eu-
ropa, como honbre que hazia profesión de aquel arte,
tomó el camino de la corte de aquel gran principe,
adonde rresidio y estuuo algún tíenpo; lo que alli trató,
ni lo sabe ni se curo de informar dello quien esto es-
criue, pero buenamente se puede creer que serian co-
sas muy semejantes á las que auia tratado con otros ( i)
y en poco vtil del estado de la India, de que aquel rey
es tan vezino, sigun este honbrezíllo vagabundo procu-
raua, en quanto el podia, dañar y molestar todo lo que
(i) reyes.
á Su Magestad CathoHca tocase^ en pago del buen hos-
pedage y rregalo que en España se le hizo. De la corte
del Mogor boluio por el camino de Candar y Corasan
á Persia, mucho más cargado de arbitrios y vanas in-
venciones que nunca, y ansi luego comento á tratar-
los por medio de algunos ministros del rey, el qual, por
auer ya conogido su manera de vida no le admitió con
la gracia en que antes estuuo con él. Mas como en las
cortes de los reyes puedan tanto las negociaciones y
buenas inteligencias que por el eñcaz medio de la lar-
gicion se tiene con sus ministros, y de aquesta arte
fuese don Roberto admirable artifice, repartió liberal-
mente entre los que le pareció mas á proposito gran
parte de lo que de la corte del Mogor auia traído. Por-
que alli, blasonando magniñcamente de su persona,
diziendo que era un gran señor de Inglaterra que ve-
nia á seruille, afirmó que en el puerto de (^inde le
auian rrobado ciertos soldados portugueses, en diuer-
sas joyas y dineros, dozientos mil ducados, lo mas de
lo qual traía á presentar al mesmo rey. El qual, aun-
que no creyó todo lo que inpudente y audazmente le
rrepresentaua, le mandó dar alguna suma de dinero y
un elephante en que viniese á Persia. Con esto, como
tuuiese gratos y de su parte á tres ó quatro de aquellos
que mas ordinariamente con el rey comunicauan, al-
cancó del que le oyese, mayormente diziendo que lo
que auia de tratar eran cosas muy importantes al acre-
centamiento de su estado y en euidente daño del Tur-
co su enemigo, y que para que esto se executase y tu-
uiese efecto se offrecia á pasar otra vez á Europa con
su enbaxada (i). Después de admitido sacó un gran
papel en lengua persiana, que contenia lo siguiente:
que para quitar al Turco lo mas inportante del comer-
Cío y contratación de Alepo, que era el trato de la seda,
(i ) y porque estas cosas.
— lia —
Sé ofrecía que pues casi toda ella se lleuaua de los rey-
nos y prouin^ias subjectas á la Persía, la Ueuasen mer-
caderes ingleses al puerto de lasques^ para que por
mar se transfiriese este comer9Ío á Europa, pagándo-
sela á sus vasallos á más subido pregio y con más ga-
nan<;ia que la pagauan los mercaderes armenios y per-
sianos que en sus carauanas la lleuauan á Alepo y á
Damasco; que todos los paños y otras mercangias que
los dichos ingleses traian á Alepo por el mar Medite-
rráneo, se traerían por el Oc<;eano á Jasques, con gran
beneñgio de toda la Persía. Que demás deste comercio
vendría de Inglaterra, ó de Olanda^ una esquadra de
galeones quando Su Magestad Catholica no quisiese á
su costa sustentar otra semejante, para que inpidiese
la nauega^ion del mar Roxo, no dexando pasar ñaues
de la India á Gida, ni á Suez, ni á los demás puertos de
Arabia y ^Egipto, con lo qual se enflaquecerían y de-
bilitar ian las fuerzas del Turco, faltándole el comer<;io
del Cairo, de donde le rresultaua la mayor pjirte de
sus rriquezas. Que se atreuia á persuadir á los re3res de
Europa á que con grande armada rrepentinamente
asaltasen la costa de ^Egipto y tomasen á Damiata,
Roxeta y Alexandria, y que se fortificasen en estos
puertos, con lo qual le quitarian al Turco la mas rrica
provincia de su inperio. Y finalmente, que inpedida la
seda que no pasase á Alepo, y la navegación del mar
Roxo, en la forma que se a dicho, el Turco quedaua
pobre y sin la potencia de dinero con que cada año
mouia la guerra al rey de Persia, juntamente con que la
contratación que los ingleses tenian en Constantinopla,
Alepo, el Cairo y en las demás ciudades del señorío del
Turco lo quitarian, y se convertiría todo por el (i) mar
Occeano á Jasques, con que se engrandecería y enno-
blecería aquel puerto. Ofrecía ansimesmo, como cosa
(i) ^Mediterráneo.
— i33 —
que le costaua tan poco, que el rey de Inglaterra man-
daría salir el Enba^ador que ordinariamente asistía en
Constantinopla, y que con mucho splendor y grande-
za enbiaria otro para que estuuiese sienpre en su corte.
Todas estas cosas que en si eran tan rridiculas y que
con ninguna rrazon se podían conprehender^ no tanto
por el prouecho que dellas le podría rresultar al rey de
Persia, como del daño que amenazauan al Turco qui-
tándole el comercio del Cairo y Alepo, fueron del ad-
mitidas, pareQÍendole juntamente con esto que perdía
poco en boluer á enbiar este honbre á Europa, con lo
qual tanbíen se descargaua del, no sabiendo en que
ocupalle, como después se supo en Persia ser esto
ansí. Facilitó la enbiada de don Roberto, no obstante
que el rey tenía nonbrado para el mesmo ministerio un
persiano vasallo suyo, la mucha díligengia que para
ello puso Fray Juan Thadeo, prior de los carmelitas
descalzos, ya nonbrado, el qual fue el príngipal instru-
mento con que se hizo esta negociación, ansí con el
rey como con sus ministros; la ocasión que pudo mo-
uer á este rreligioso para entremeterse con tanta ac-
ción y fuerza en caso semejante y tan ageno de lo que
profesaua, fue la conpetengia que tuuo con los frayles
de San Agustín, ó por hablar mas propiamente, ellos
con el y con los demás frayles de su Orden. Porque
como de muchos años atrás los agustinos tuuíesen un
conuento en Ormuz y otro en Spahan, lleuauan mal
que los carmelitas lo tuuíesen tanbíen en esta giudad,
y en Ormuz hazían abiertamente grandes diligencias
por echalios de una pequeña iglesia que los carmelitas
allí auian fundado con nonbre de hospedería, diziendo
auelU hecho sin orden de Su Magestad. Esta compe-
tencia, que después llegó á mucho escándalo, mouio á
fray Juan á que buscase valedores para que ansí en la
corte de i^spaña como en la Romaxxa, negogíasen poder
tMer en estas dos ya dichas ciudades, conventos. Para
— i34 —
efecto de lo qual le paresgio conpetente medio pasar
don Roberto por la India á España, como Enbaxador
del rey de Persia, aviendo sabido las diligencias que
sobre ello hazia y lo mucho que lo deseaua el mesmo
don Roberto. A esto se juntó tanbien que como don
Luis de Gama, capitán de Ormuz, profesase mucha
amistad y particular deuogion con los Padres carme-
litas que comenqauan á fundar convento en aquella
giudad, y no estuuiese corriente con los agustinos, por
la enemistad que tenia con fray Antonio de Gouea,
Obispo de pirene, frayle de la misma rreligion, fauo-
resqia en quanto le era posible al dicho fray Juan Tha-
deo, que estaua, como se a dicho, en Spahan. El qual,
auiendole comunicado desde allá el designo de don Ro-
berto, acordaron que era bien que de parte delios se
esforzase y fauores^iese su ida á España, y que para
darle mas reputagion y crédito fuese con el un frayle
de los mismos carmelitas, conpañero del fray Juan,
llamado fray Redempto de la Cruz, auiendo hecho dili-
gencia con el rey de Persia para que le nonbrase por
coadjuctor y conpañero con don Roberto en la enbaxa-
da. El interés de los frayles carmelitas ya se a dicho
que era para se defender de los agustinos, y el de el
capitán de Ormuz tener en la corte de Su Magestad
quien acreditase y abonase su persona como testigos
fidedignos, si estos lo pudiesen ser, de auer sabido y
entendido del rey de Persia no auer sido el dicho capi-
tán causa de auerse mouido la guerra del Bandel, ni de
las perdidas que della se siguió. Querian saluar esta
negatiua y conproualla con dezir que el obispo de pi-
rene fue el que esencialmente la auia causado con auer-
se venido arrebatadamente de Persia y persuadido á
Michel Angelo, un suriano muy valido de aquel rey,
para que sin voluntad ni sabiduría suya hiziese lo mes-
mo huyéndose á la giudad de Ormuz. Y porque ni en
aquella giudad, ni en Persia, ni aun los mesmos que in-
— i35 —
ventaron y fabricaron esta machina se podrían persua-
dir á creella, pues era cosa muy sabida y notoria que
don Luis de Gama no solo dio ocasión á la dicha gue-
rra, sino que por su culpa y mucha incapacidad se
perdieron dos cosas de tanta inportancia como el fuer-
te de Comoran y la isla de Queysome, se haze aquí un
breuíssimo epilogo de lo que en la dicha guerra su-
cedió.
CAPITULO VI
Relación de como los persas tomaron á los portugueses el puerto
de Comorán y la isla de Queyxomé. — Viene á España como
Embajador del Schali D. Roberto Sherley.— Vida y costumbres
de los cosacos.
Pocos dias después de aver llegado de Persia á
Ormuz el Obispo de Qirene, tuuo auíso el capitán que
venian algunos mercaderes de Niquilu, Bagou y Califa,
con quatro ó Qinco terradas de mercadurías y manteni-
mientos á Ormuz, como otras muchas vezes lo solían
hazer. Y mouido de cudigia de rrobar lo que aquellos
cuytados traían, ó sigun se dezia en Ormuz, por un
desordenado deseo de venganga, auiendole muerto los
árabes Niqueluzes, veinte y quatro años antes, á don
Rodrigo de Gama, su hermano, enbió dos nauios de
remo con ginquenta soldados que cruelmente degolla-
ron estos pobres mercaderes en número de mas de se-
tenta, que sin hazer ningún genero de defensa, de rro-
dillas pedían merced de las vidas, y luego saquearon
todo lo que venia en las terradas. Las mugéres y pa-
rientes de los muertos, que con algunos (i) niños
(i) mugeresy.
— i36 —
Uegauan á quarenta personas, auiendo acudido al rey
de Persía, y al Chain de Xiras, como á su governador
de aquel distrito á pedirle vengan9a del caso, manda-
ron á Alaibec, lugarteniente del Cham ó Soltan, que
residia en Xiras, que luego enbiase la gente de guerra
que auia en la Qiudad de Lara y en los otros lugares
de aquel reyno para que sitiasen el fuerte de Comoran,
en la costa de la tierra fírme del Bandel. Agelerose este
sitio con mas presteza, lo uno porque el rey de Persia
deseaua que se le offregiese alguna ocasión para tomar
aquella fuerza, y ansimesmo estar el Soltan de Xiras
y su lugarteniente ya nonbrado muy sentidos de lo
que don Luis de Gama auia respondido á un vezino de
Lara, á quien auían enbiado á pedir ciertos derechos
que anualmente se pagauan en Ormuz por los merca-
deres que alli residian á los governadores de Lara,
por asigurar de los ladrones las carauanas de todo ge-
nero de mercangias que de la Persia iuan y venian á
Ormuz. Estos derechos, que se auian interpolado y
dexado de pagar algunos años, demás de no querer
don Luís pagallos, que por ventura hiziera bien si tu-
uiera valor para salir con ello, respondió al agente que
venia á cobrailos algunas intenpestiuas y mas que
ignorantes amenazas, con grandes descortesias al Cham
de Xiras, de que el se dio por muy offendido. Y ansi,
luego que sobreuiníeron las querellas de los degollados
en las terradas, que fue por los primeros de Octubre
de 1614, llegó con tres mil hombres de los árabes del
reino de Lara, Dauris Bec, sobre el fuerte de Como-
ran. Estaua por capitán entonces en él, Andrés de
Quadros, honbre del todo ignorante, aun de aquel
exercigio de guerra que se acostunbra en la India, y
que solo (i) procuraua grangear en aquel puesto, aco-
modado para la mercangia, no atendiendo á mas los
(i) atendía á.
— i37 —
capitanes que entrauan en aquella fuerza, aunque con
poco cuydado se pudiera tener inexpunable. Auia en
ella para su defensa sesenta soldados portugueses^ que
con algunos cristianos de la tierra y árabes del Mogos-
tan, sin los esclavos, llegauan á pocas mas de fien per-
sonas, pero casi sin artillería ni lugar conmodo para
ponella, porque no auia sino dos medios falconetes y
otros tres ó quatro esmeriles. La fortaleza, que solo lo
era de nonbre^ tenia una muy débil muralla; los pi-
mientos, hasta media brafa del suelo, de piedras pe-
queñas y barro, y luego una delgada tapia de media
pica de alto, con dos torreongillos en los ángulos que
mirauan á la parte de tierra, estando guardada por las
espaldas con el mar, de donde no se le podia quitar el
socorro que á cuatro leguas de distancia (tanto es el
canal que ay en medio), le podia, sienpre que quisie-
sen, venir fácilmente de Ormuz. Y aunque con tan
flaca defensa, no teniendo los enemigos artillería, se de-
fendian valientemente los pocos soldados que alli se
hallaron^ de manera que con los arcabuzes tenían á los
árabes bien lexos de la muralla, siendo por espacio de
casi dos meses mas propiamente sitiados que conbatí-
dos. Lo qual sabido en Xiras por Alaibec (i) enbió de
socorro algunos soldados, los mas dellos arcabuzeros,
que llegaron con mucha priesa al canpo trayendo man-
dato muy rriguroso suyo y del Soltan á Dauris Bec, de
que no boluiese sin tomar la fuerca, porque sígun el
rey de Persia lo sentiría si no se ejecutase ansí, corría
rriesgo la vida de entranbos. Comengó luego Dauris
Bec á cauar algunas trincheas para poder llegar cu-
biertos los soldados y con picos derribar la mal funda-
da pared, que como era de la fabrica que se a dicho,
hizieron fagilmente cueuas debaxo della, sustentándola
con puntales hasta acabar de minar la parte della que
(i) con dos mil honbres de aqueila giudad.
- 13» -
después de caída bastase por alli á dar el asalto. Los
portugueses^ que por ser en tan poco numero no se
atreuian á hazer sortidas, ni tenían instrumentos, ni
industria para hazer contramina, arronjauan sobre los
que estauan mas ^erca alcanzias de fuego, y á los
mas apartados herían de arcabuzazos con que mata-
uan á muchos. Y (ierto que si tuuieran el capitán que
para un caso semejante convenía^ con un poco de so-
corro > que uvieran defendido honrradamente aquel
fuerte; pero fue tanta la flaqueza de animo suya, que
ni tenia sentido ni vigor para acudir ni oponerse al pe-
ligro que tenia delante, antes, viéndose enfermo aun-
que no tanto del cuerpo como del spiritu, enbió mu-
chas vezes á suplicar á don Luis de Gama que pusiese
persona conpetente para defender la fortaleza, porque
no se hallaua capaz para asistir á su defensa, y que á
él le diese li^engia para se ir á curar á Ormuz (i). No
acudía á remediar este notorio peligro don Luis, pare-
giendole que inportaua poco la perdida de aquel fuer-
te, siendo el mas esencial propugnáculo que tenia la
isla, giudad y fortaleza de Ormuz, y con que se tenia
entera posesión (2) de mucha parte de aquella costa de
la tierra firme de donde le iua á la qiudad agua y toda
suerte de mantenimientos, y allí se cobrauan los dere-
chos de las caravanas que de Persia venían. Y visto
que muchas personas le aduirtieron y pidieron enbíase
algún socorro á ios pobres soldados que en tanto peli-
gro estauan, enbió en quatro nauíos sesenta ó setenta
honbres, treinta dellos portugueses; los demás eran
cristianos de la tierra y moros de la sierra de Hamadí,
cerca de la mesma fortaleza del Bandel. Llegó por jun-
to al fuerte con esta gente, una noche, al quarto del
(1) porque no se hailaua capa\ para asistir á la defensa de
aquel fuerte*
(a) de toda.
— iSg —
alúa, Juan de Sosa, un muy buen soldado; pero aun-
que juntamente con algunos pocos de los sitiados arre-
metieron á las trincheas de los árabes y persianos y
peleando valientemente los echaron dellas con muerte
de muchos, no fue de casi ningún efecto aquesta fac-
ción, que lo fuera de muy grande si se executara con
numero de gente, y se tiene por sin duda que desta
manera se pudiera forjar á los enemigos que de! todo
dexasen aquella enpresa, porque el miedo que recibie-
ron de aquella presta aremetida, aunque de tan pocos,
fue de suerte que los mas dellos huyeron con gran de-
sorden al lugar del Bandel, adonde Dauris Bec estaua
aloxado, el qual lugar es de dozientas casas y menos
de dozientos pasos del mesmo fuerte. Pero el mayor
yerro, sino le quíseremos dar otro mas feo nonbre,
que don Luis, este insigne capitán hizo, fue que siquie-
ra á estos pocos soldados que tan valerosamente se
auian portado no les dio orden para que se entrasen á
defender aquel fuerte, desanparandolo y dexandolo en
las vñas del enemigo. Y ansi, el Juan de Sosa se bol-
uio á enbarcar casi sin auer perdido nadie, con pocos
heridos, y él pasada una pierna de un arcabuzazo.
Entre los que mas se señalaron en esta sortida, que tal
nonbre se le puede dar, fueron Marcial de Govea y el
escriuano del fuerte, llamado Antonio Diaz, que con
otros cinco ó seis salieron á la rrefriega, y en ella per-
dio este las narizes de una cuchillada. Continuaua An-
drés de Quadros, capitán del desanparado Comoran,
con pedir á don Luis le quitase de alli, ó le enbiase (i)
compañero y algunos soldados de socorro, pero á
lo primero rrespondia que el que auia hecho pleyto
homenage, que en nuestro español es lo mesmo que el
juramento ó sacramento militar, de defender aquella
fortaleza^ ese mesmo fuese el que la defendiese enton-
(i) aconpañado.
— 140 —
ges, porque no quería que después quedase á su cargo
la perdida della, y que los soldados no se los podía en-
biar porque los tenía para defender la (iudad y su for-
taleza de Ormuz. Tuuo nueua luego Alibec de como
los sitiados se defendían y del daño que se auia rregí-
bido en la sortida que se a dicho, y temiendo la pena
que se le auia puesto si no tomaua aquella fortaleza, se
partió luego para el Bandel con dos mil arcabuzeros
de la mesma giudad de Xiras, con que se apretó mu-
cho mas el sitio, labrándose luego otras dos minas.
Auia sucedido pocos días antes desto auerse quema-
do desgraciadamente Hernán (i) de Silua, capitán de
aquel golpho, á vista de una armada de terradas de los
enemigos, y perdidose el nauio en que iua huyendo y
otros dos que iuan con el, cuyo suceso desanimó mu-
cho á los de Ormuz y puso mayor confianga en los
persianos. Mas porque con más actos se hiziese expe-
riencia de la inprudengia (2) del capitán de Ormuz,
hallándose ya en el vltimo trange los sitiados de Co-
moran, no tanto por el aprieto en que Alaibec los te-
nia, como desconfiados de socorro, se armaron en Or-
muz siete nauíos, que son fustas sin cubierta, y veinte
tarranquines, y con trezientos soldados salió con ellos
el capitán del mar que auia sugedido á Hernán de Sil-
ua, llamado Domingo Nuñez, el qual Ueuó muy seve-
ra orden del capitán para que si llegando á vista de la
fortaleza sitiada, la armada del enemigo (3) fuese de
más de treinta terradas, que de ninguna manera se
arriscase á pelear, sino que luego se boluiese sin inten-
tar meter socorro en el fuerte. Hizolo ansi el Domingo
(1) Ms., Henan.
(a) y poquedad de ánimo,
(3) huyese, por ningún caso se arriscase á llegar á la fortaU"
^d, ni le metiese socorro; pero que si no hallase más de treinta te*
rradas, que pelease con ellas.
- t4i -
NuneZy no atreuiendose á salir del orden que le auiá
dado, porque llegando gerca de la armada, que no era
de mas que sesenta terradas, en que solo auía algunos
árabes casi desarmados, boluió las proas de los nauios
huyendo con mucha priesa. Los pocos marineros y
pescadores que auia en las terradas, y que al prin9Ípío
luego que descubrieron los nauios, muy alborotados y
medrosos se auian comen9ado á poner en huida, visto
que la auian tomado primero los portugueses, cobra-
ron ánimo y apretando los rremos los fueron siguien-
do diziendoles grandes injurias, todo aquel espagio de
mar, que es de más de (i) quatro grandes leguas, hasta
(2) muy cerca de la muralla de la fortaleza de Ormuz.
Quebrantó esto de manera el ánimo á los sitiados, que
aunque hasta entonges se auian valerosamente defen-
dido, comengaron los de menos coraron, mayormente
su pobre capitán^ á tratar de rrendirse (3) en tienpo
que auian }'a los enemigos aportillado el xaribando y
entrado muchos dentro del. Era el xaribando un co-
rral ó patio cercado de una sinple pared, contiguo y
pegado por un lado á la muralla de la fortaleza, en que
se solian rrecoger las caravanas de los mercaderes. Y
aunque esta era poca pérdida, lo que más les amedren-
tó fué auerse en aquella sazón repentinamente arruina-
do uno de los torreones ó aparentes baluartes del fuer-
tes, que los enemigos tenian muy minado. Aunque no
faltó á esta coyuntura valor en algunos soldados, los
quales, demás de reprehender la covardia de los que
querían rnendirse, se opusieron animosamente á rre-
parar y defender la rrotura del torreón, ^errándolo con
pipas llenas de arena y fardos de los mesmos manteni-
mientos que en tanta miseria tenían para sustentarse.
(i) tres.
(a) debaxo casi.
(3) con alguna^ mayormentt.
— 14^ —
Arremetieron con gran furia los soldados persianos de
Xiras al portillo, antes que lo acabasen de gerrar y for-
tífícar, peleándose hasta gran parte de la noche de una
parte y otra, en que particularmente se señalaron Mar-
cial de Gouea, portugués, (i) ya nonbrado, y Fernán
Rodríguez de Paria, que hazia oíñgio de sargento ma-
yor de la gente de guerra de Ormuz. Otro dia, offre-
Qiendole Alaibec á los sitiados salir libres con lo que
cada uno tuuiese, viéndose desanparados de todo so-
corro se rrindieron; pero el cruelissimo bárbaro, capi-
tal enemigo de cristianos, quebrantando la fe que tenia
dada les hizo poner duras prisiones á todos, saqueando
miserablente aquello que en la fortaleza halló, [y] co-
mento luego, trabaxando en ello toda la gente que alli
tenia, á derribarla; quando llegaron á vista de aqueste
tristíssimo espectáculo doze nauios llenos de la más de
la gente que auia en Ormuz, y aunque pudieran que-
mar y destruir todas las terradas del enemigo, tanpoco
se atreuieron á hazer nada, boluiendose vergonzosa-
mente con auer sido testigos de la rruina de aquella
miserable fortaleza. Y no solo quebrantó Alaibec la fe
y palabra que auia dado á los presos, pero en vengan-
za, sigun se dize, de los que don Luis de Gama auia
mandado matar en las terradas, por cuya causa se co-
mento esta guerra, mandó delante del degollar inhu-
manamente, dos dias adelante, sesenta de los presos,
de los quales casi la mitad fueron portugueses. Y con
esto, cargado de los despojos de Gomoran, no perdo-
nando á las imágenes y retablo de la iglesia, juntamen-
te con los presos se fué victorioso á Xiras. Fué mayor
esta pérdida con auer luego que se comento el sitio sa-
queado toda la isla de Queyxome, subjecta á la giudad
de Ormuz y de donde cada dia le va gran parte del
agua y mantenimientos, con toda la leña que alli se
(i) y Melchor Rodrigue}^, castellano.
— 143 —
gasta, dexandola después al rey de Ormuz con 9Íerto
tributo que le señalaron. De manera que con verdad
se puede dezir ser aquella isla la albóndiga y principal
almazen de mantenimientos de Ormuz, quedando des-
de entonzes en poder de los persianos, de la forma que
se a dicho. Y teniendo estos el mar libre, no mas de
con aquellos débiles barcos atrauesaron aquel golpho
y en la costa de Arabia saquearon la^iudad de Julpha,
tanbien del reyno de Ormuz, y tomando por esclauos
á muchos^ los demás, que fueron en gran numero,
murieron abrasados en las llamas de sus mesmas casas
después de auerle pegado fuego cruelmente los ene-
migos.
Fue cosa nunca vista lo que su9edio en esta guerra,
pues auiendo sido hasta entonces los portugueses, sin
contraste de nadie, señores de aquel mar, y teniendo
entonges armada y soldados en ella tan superior á la de
los enemigos, perdiesen todo lo que se a rreferido, sin
hazer ningún genero de resistencia, siendo lo que se
perdió de tanta inportangia que sin ello quedó la ciu-
dad de Ormuz y su fortaleza al arbitrio y voluntad
de los persianos. Y esto no por flaqueza de los solda-
dos portugueses, auiendose detendido sesenta honbres
tres meses detras una pared de tapias, sin capitán ni
cabera que los governase, sino conocidamente por la
suma ignorancia y stólida demencia del capitán de
Ormuz.
Y como se a dicho, aunque del todo era desculpable
el yerro, ó por mejor dezir muchos yerros los que en
este caso cometió, le paresgio que don Roberto y fray
Redempto de la Cruz, que ansi se Ilamaua el frayle
carmelita, como se a dicho, podrían en la corte de Su
Magestad Catholica (i) abonalle y cargar la culpa a
otre, con lo qual y con la pretensión de sus conventos
(1) desculpzlle.
— 144 —
solicitaron los dichos frayles de manera la venida de
don Roberto y su colega, que con mucha priesa se par-
tieron para Xiras y de alli á Ormuz. Llegó la nueua de
esto á Goa, adonde auia dias que estaua detenido el
Enbaxador que Su Magestad enbiaua á Persía y aun-
que el escriuio con presteza á Ormuz advirtiendo al
capitán que por muchas rrazones no convenia que el
don Roberto pasase á la India, ni de alli á España, y
tanbíen escriuio al mesmo rey de Persia que no le en-
biase al rey su señor enbaxada con honbre que tanto
le auia deseruido, pero ni el capitán , por lo que le pa-
resfio que interesaua, y tanbien por lo que se dirá ade-
lante, quiso rremediar esto^ ni las cartas que al rey de
Persia se le escriuieron^ por la mucha negociación de
don Luis y de los frayles , le fueron dadas. Antes fue
rrecibido con tanto aplauso en Ormuz, que tres vezes
hizo descargar el capitán toda la artillería de la fortaleza,
recibiendo alli todo el rregalo y buena acogida que si vi-
niera á rredimir todas las pérdidas pasadas. Llegó des-
pués á Goa á tienpo que pudiera enbarcarse para Espa-
ña, por no auer aun partido las ñaues, y alli se detuuo
hasta el año venidero, en cuyo tienpo, yendo y viniendo
correos por tierra á Qurrate, consintiéndoselo publica-
mente el Virrey, trató con los mercaderes ingleses que
en aquel puerto rresidian, que enbiasen al cabo de Jas*
ques un nauio de los suyos con mercadurías y algunos
honbres inteligentes para que asentasen con el rey de
Persia lo que el auia tratado con él antes de su painida.
El Enbaxador de Su Magestad, que no le quiso ver en
Goa sabiendo sus machinas y dañosas chimeras, advir-
tió al Virrey quan perjudicial cosa era la estada de aquel
honbre en aquella ciudad, por muchas y muy euiden-
tes rrazones que para ello le dio, entre las quales fue-
ron la comunicación con los ingleses en ^urrate y el
andar sondando la barra- y rrio de Pangin. Y que con-
venia que le tuuiese detenido en alguna casa, iuera de
— ¡45 —
las que auia en la isla, y que en el ínterin escriuiese al
rey de Persia diziendole en quantas cosas aquel hon-
bre auia procurado deseruir á Su Magestadtan desver-
gonzadamente, y que siendo ansi y que por el nonbre
de Enbaxador suyo le auia dexado de castigar en Es-
paña por lo que ya se a dicho atrás, que no era buena
correspondencia enbiarle un honbre tan indecente, y á
quien, por su manera de vida, no se le auia de dar cré-
dito alguno. Pero que si quisiese enbiar algún vasallo
suyo, que lo enbiase luego y rreuocase la legagia al in-
glés, que quien quiera que viniese y fuese á España
seria muy bien rregibido. El Virrey, aunque al princi-
pio, luego como don Roberto llegó á Goa, prometió al
Enbaxador que lo auia de hazer ansi, dentro de pocos
dias mudó de pareger fauoregiendole muy descubierta-
mente, de manera que era ya grande el escándalo que
con ello en toda la giudad daua. La causa no era muy
oculta, porque demás de su insaciable y profunda cu-
digia, aunque era muy poco lo que don Roberto le po-
día dar, hazia la causa de don Luis de Gama, querien-
do él tanbien, que se hallaua cargado de iguales ó ma-
yores culpas, tener quien publicando en España lo con-
trario del todo y opuesto á lo que en el se hallaua^ las
pudiese hazer menores. Y aunque se juzgaua por muy
flaco el abono de un bandido de aquella corte y tan
conogido por engañador, le paregia que el frayle Car-
melita descaigo ya nonbrado, conpañero suyo, seria
medio conpetentc para esto , mayormente con la opi-
nión que de buen rreligioso traia de Ormuz y Persia (i).
De manera por sustentar este frayle con una estra-
ña anbigíon el nonbre de enbaxador que tanbien se
arrogaua a si, encaregia, no solo inprudente, sino íg-
norantíssimamente, el mucho seruigío de Dios que se
siguia de pasar don Roberto á España, diziendo á to-
( I ) Mayormente que este frayle por sustentar.
10
— 146 —
dos que era un sancto, y que no podia aclarar, por ser
cosas muy secretas, los grandes bienes que auian de
rresultar de su venida. El Enbaxadorde Su xMagestad,
aunque quiso disuadir al frayle, las vezes que venia á
su posada, tfsta su intenpestíua y vana legaqia, él esta-
ua tan metido en ella que no auía quien lo mudase de
su opinión, afirmando que por la sanctidad y buen ani-
mo de don Roberto se auian de ver y conseguir efec-
tos maravillosos. Y como el Enbaxador le dixese,
enfadado ya de la insolente sínpleza suya, que ¿por
que, ya que esto iua por sanctidad, no se buscaua otro
sujecto siquiera menos sospechoso que el de un hon-
bre vagabundo y que no solo auia pasado su vida en-
tre infíeles, pero que demás de auer dexado en Ingla-
tarra criándose con ellos un hijo suyo, su habito y
nonbre era de persiano, auiendolo confirmado el rey
de Persia y llamadole Bezabda, con cuyo nonbre el se
firmaua y nonbraua quando escreuia al rey de Persia
y á sus ministros? Con esto el frayle Redempto por en-
tonces no acudió mas á casa del Enbaxador, pero lo
que resultó de la conuersagíon fue salir don Roberto
dentro de pocos dias en habito de español, siéndole
muy fácil á este honbre mudarse como Proiheo en di-
ferentes y varias formas. Temia el Enbaxador, demás
de saber la voluntad de Su Magostad, que si en el viage
á España le sugediese á don Roberto, a^identalmente,
como suele acaecer en semejantes nauegaciones, algún
caso aduerso, ó allá no fuese bien rregibido, quedar él
en Persia en rrehenes y por siguridad suya, siendo esto
lo que mas confianga daua á don Roberto para auer
intentado aquella jornada. Pero ningunas diligencias
de quantas el Enbaxador hizo para estorvalla, perso-
nalmente en la India, y por sus cartas en Persia y en
Ormuz, no aprovecharon, saliendo después muy gier-
to, como se dirá adelante, lo que en este caso con rra-
zon se devia temer.
— H7 —
Halló el Enbaxador, primero en Span, los dichos in-
gleses que ya auian estado con el rey en Farabat, muy
fauoregidos y validos, y agora, que algunos dias antes
auian venido á Casbin^ aunque en la mesma gragia,
pero con algún menos crédito que antes, no auiendo
venido al puerto de Jasques la mongion del año pasa-
do, como antes lo auian prometido, las naves para
conprar la seda que el rey ya tenia junta. Mas con todo
esto eran admitidos v bien vistos mucho más sin con-
paragion de lo que pedia la condición de estos hon-
bres, no siendo más que ministros y enbiados de los
mercaderes que en ^urrate rresidian. Y auiendo hecho
antes don Roberto tantas promesas á este rey, y no
pudiendo ser de tanta inportangia para él el contrato
de la seda, podíase buenamente inferir, sigun su anbi-
gion, que tuuiese otros designos mayores de lo que
exteriormente paresqia, mayormente estimando á los
ingleses por tan grandes honbres de mar, después de
la fama que en Qurrate ganaron, no tanto de la nagion
portuguesa, como de la nunca oyda couardia de don
Gerónimo de Azeuedo, su capitán. Porque bien se sa-
bia y era cuenta que no podía engañar á nadie, que la
seda que del Sirvan, Guilan y Masandari, prouingias
del reyno de Pefsia, se lleua á Alepo, tiene menos cos-
ta que conduzirse á Jasques, por ser mucho menos el
camino y más llano y vsado. Y ansimesmo, que los
mercaderes ingleses que rresiden en aquella giudad la
lleuan de alli y enbarcan en Alexandreta, tres peque-
ñas jornadas de Alepo, y en quarenta dias de este
puerto á Inglaterra y otras partes de Europa. Viage
que en el tienpo, ni en el peligro, no es en ninguna ma-
nera conparable con el que se haze por el Ocgeano,
siendo por el Mediterráneo tanto más corto, siguro y
prouechoso. Pues en quanto á las mercadurías que los
ingleses pueden por el Ocgeano traer á Jasques, que
las más inportantes son paños, de que los persianos
- 148-
gastan muy poco, sin ei daño que de tan larga naue-
ga^ion se les puede seguir, salen mucho más barato
conprados en Spahan los que por Bagadad traen las
carauanas de Alepo, de los que alli traen por el Medi-
terráneo los mesmos ingleses, venecianos y franceses,
mas bien acondicionados y en tanto menos tienpo.
Las demás mercangias, fuera de algún estaño, no tienen
en Persia valor alguno, siendo alli más barato lo que
da la mesma tierra y no gastarse nada de las otras cu-
riosidades de Europa. De manera que en todo el tien-
po que el Enbaxador estuuo en Xiras, Spahan y Cas-
bin, ninguna cosa halló que conprar de las que co-
munmente en qualquier lugar de Europa se hallan. Y
ansi, la contratación y comercio en lasques, ni á los
persianos, ni á los ingleses podia ser de tanto prouecho
que correspondiese á las muchas demostraciones que
el rey de Persia hazia con la amistad de estos merca-
deres, si no fuese, como claramente- se echaua de ver,
para debaxo delta tratar cosas más inportantes, como
se a dicho, siendo estas hazerse señor del reyno de
Ormuz, en que mucho tienpo auia tenia puestos los
ojos, lo que los ingleses podrian interesar ayudan-
do este designo del rey. Tanbien podria ser de muy
grande prouecho, rrobando como piratas; pero por
justos rrespectos se dexa agora de discurrir sobre él;
solo se puede afírmar que el que le rresulta de la con-
tratación del puerto de (Jurrate es muy conocido, con-
prando alli á poco precio la rropa de algodón con que
rrescatan en las islas del Sur^ siendo esta la moneda
que alli corre toda la especiería que ellas produzen y
las demás curiosidades de la China y Japón de que tan
gruesa ganancia les rresulta en Europa. En este esta-
do estauan las cosas de estos ingleses quando el Enba-
xador llegó á Casbín, auiendo hecho antes de su veni-
da á Spahan, por medio de algunos criados del rey á
quien tenían prendados con lo mucho que le[s] auian
- 149 -
dado y ofíregido, grandes diligengias para que fuese
detenido en Ormuz, ó á lo menos para no ser bien rre-
gibido. Y aunque ellos en público negauan esto, des-
pués fue gierto auer publicado que el Enbaxador ve-
nía á Ormuz á tratar de que se cobrase por guerra la
isla de Baharen y lo demás que el rey de Persia auia
ganado en el reyno de Ormuz, en las quales diligen-
cias y fama publicada ayudaron otras personas que
por ser cosa de mucho escándalo se dexa aquí de dezir
quien son.
Quando el Enbaxador vino á Casbin estaua alli un
cosaco llamado (i) Estephano, que por Circasia y el
Gurgistan auiai enbiado aquella congregación de cosa-
cos que moran aquella parte de la Rusia por donde el
rio Borístenes entra en el mar Negro. Esta manera y
genero de gente, que por mar y tierra son famosos pira-
tas, enbiaron este honbre de su conpañia á offregelle al
rey de Persia su ayuda en quanto á ellos le fuese posi-
ble, porque sabiendo la guerra que tenia con los tur-
cos, de quien ellos son perpetuos y capitales enemigos,
les paresgia que este rey les podria ayudar con alguna
cantidad de dineros para armar nauios y pagar la gen-
te vagabunda y perdida que de las naciones gircunve-
zinas se le allegaua debaxo de este nonbre de cosacos,
y poder con mayores fuergas enplearse en los robos y
daños que por toda la costa del mar Negro ordinaria-
mente hazian. Y aunque en los demás rios que entran
en este mar ay tanbien otras s^onpañias de cosacos que
se ocupan en el mesmo offigio de saltear, como en la
Duna, que es el Danubio, en el Nistro, que es el Tira,
y en el Don, que es el Tañáis, estos del Borístenes, lla-
mado Nipro de los russianos y tártaros Precopenses,
son en mayor cantidad, y los que an enprendido agora
en estos vltimos años mayores cosas contra los turcos
(i) Georgia,
— i5o —
de lo que sus ñacas iuer^as pueden alcangar. An mos-
trado los cosacos en nuestros días, de quan pequeños
principios, ceuados con los rrobos que hazen^ se uie-
nen á augmentar y hazer formidables semejantes con-
pañias de predones^ poniendo estos en la mesma nece-
sidad y cuidado á la potencia turquesca que antigua-
mente los piratas Isauros y Cilices á la Romana. Por-
que no solo se atreuen á rrobar los nauios desarmados
de mercaderes que nauegan por el mar Negro y los
lugares abiertos de su costa, pero acometian con sus
pequeñas fustas, galeras armadas de los turcos , y las
ganauan peleando, saqueando ansimesmo muchos lu-
gares fuertes de la mesma marina. Y llegó á tanto la te-
meraria^ aunque felige osadía destos piratas, que des-
pués de auer rrobado y quemado á Senapio y Amison,
que son las famosas y antiguas colonias griegas de Si-
nope y Amiso, en la costa maritima de Natolia, con
la mesma felicidad, dos años antes que esto se escri-
uiese, acometieron rrepentinamente, al amaneger^ á la
giudad de Cafa, antiguamente colonia de genoueses, y
agora corte y asiento del rey de los Precopitas tártaros,
y animosamente la entraron y saquearon con muerte
de muchos tártaros y turcos. Son prestissimos en ha-
zer sus asaltos, vsando de una admirable promptitud
y destreza en executar sus facciones, aprouechandose
de grande notigia que tienen de todas aquellas costas
del mar Negro y mar de la Tana, con todas las entra-
das y canales de los ríos que en ellos entran. Los na-
uios de que se siruen son unas muy pequeñas fustas,
en cada una de las quales no van mas de veinte y ^inco
ó treinta honbres, que igualmente hazen officio de rre-
meros y de soldados, sin mas apak^ato ni rregalo de lo
que tasadamente al sustento dellos puede bastar. Sus
armas son gimitarras y arcabuzes cortos de pedernal,
como los que vsan los bandoleros en Cataluña ó en el
reyno de Ñapóles, trayendo cada uno dos y tres arca-
— i5i —
buzes, de que son dicstrissímos tiradores. En fin, si co-
mo andan divididos en quadrillas y en diferentes ríos,
estuuiesen unidos y tuuiesen á quien obede^er^ serían
formidables, no solo como lo son á los vezinos, pero
aun á los que estuuiesen más lejos. No tienen cabega,
ni para su pirática milicia, ni para su miserable y bes-
tial genero de biuienda, careciendo de todo el consor-
cio y puligia humana^ sin lugares poblados en que po-
der pasar con alguna comodidad la vida, ni fortalezas
en que poder defenderse de sus enemigos, sino que co-
mo fieras biuen el tienpo que no andan rrobando, es-
condidos en la espesura de los bosques, carrizos y ca-
ñauerales que se crian en las orillas de los dichos rios,
eligiendo tenporalmente, por pocos días y conforme á
las ocasiones que se les offrege, los capitanes que les
parecen más á proposito, nonbrando luego otros, sin
auer tienpo (ierto ni limitado para ninguno. No tienen
mugeres propias y las que prenden en sus rrobos y
asaltos por mar y por tierra, después de auerse algu-
nos dias servido dellas las venden y truecan con las
naciones vezinas, si es posible que ninguna quiera ó
pueda tener comercio con tan fiero y bestial genero de
honbres. Y por dar alguna rreputagion á su barbara y
odiosa rrepublica, si tal se puede llamar esta latroci-
nante coluvie, an hecho reconocimiento y están, sigun
ellos dizen, debaxo de la protección de los reyes de
Polonia, de quien, por la vezindad de Podolia y Rusia
la inferior, secretamente son ayudados de armas y mu-
niciones. Y parece cosa increíble poderse sustentar tan
poco numero de honbres en la canpaña sin algún re-
paro de artificio humano más del que le dan las male-
zas de los rios, contra tan poderosos y c^i*canos ene-
migos como son turcos y tártaros, de los quales, estos,
como señores de los canpos de anbas las rriberas del
río Nipro, y los primeros desde las fortalezas de Alba
y-Moncastro, podían acabarlos y destruirlos. Pero co-
— l52 —
nocese por experiencia que casi sin daño suyo es muy
grande el que cada día hazen á estas dos naciones.
Acudía muchas vezes este cosaco, que era honbre de
mediana y doblada dispusigion y de una vista leonina
y fiera, á la posada del Enbaxador en Casbin, que le
socorrió sienpre de lo necesario, y al tienpo que el rey
se quiso partir, auiendoselo ya antes rrecomendado de
palabra, encargó su despacho muy particularmente al
aposentador mayor Ussenbec, diziendole que no deuia
el rey, teniendo tan grandes y poderosos enemigos co-
mo los turcos, menospreciar (i) aunque tan pocos, la
amistad de estos valientes honbres,
Casbin es de la mesma población y grandeza ó poco
menos que Spahan, sin lo adjunto de las nueuas colo-
nias, pero aun más arruinada y de mucho menos con-
curso de gente. Después que Tauris fué saqueada del
Gran Turco Solimán, Xa Thamas, rey de Persia, mu-
dó su ordinaria rresidengia y corte á esta giudad, que
está en el (entro y coraron de la nobilissima prouíngia
de Media. Y aunque no se vee agora en ella, fuera de
su Maidan, cosa que pueda illustrarla, tiene hermoso
y apazible sitio en un gran llano que ocupa muchas
leguas, con una sierra á menos de medio dia de cami-
no hazia la parte del Norte, estando cercada por las
demás partes de muchas viñas y aldeas muy frescas
de arboledas y jardines. Y con auer sido tantos años
corte del dicho Xa Thamas, y después de Mahamet
Codabanda su hijo, no se vee en ella casa real, ni pa-
lacio, aun de los que pueden bastar á se aposentar en
ellos qualquiera capitán y gouernador que alli rresidie-
se. Porque lo que paregió en aquella huerta adonde se
rregibio el Enbaxador, que deuia ser lo/nejor que el
rey tenia, era de muy poco y rruin aposento, conten-
tándose los reyes que aqui asistian, como dados sola-
(i) y tener en poco.
— i53 —
mente al rregalo y vida oc^íosa, á biutr en los arames
de sus mugeres que ay esparzidos por toda la grande-
za de aquella huerta. En el verano y estío, como aquí
tan á costa suya (i) provó y halló por esperiengía la
familia del Enbaxador, tiene malissímo aire, con exce-
siuas calores y gruesa, pesada y pestilencial agua; en
fín, no ay en ella cosa digna de la fama que en Europa
ay de su grandeza y como de corte de tan grandes
reyes. Está en treinta y ginco grados y veinte y ocho
minutos de latitud á la parte de nuestro Polo Ártico.
(i) esperimentó.
LIBRO SEXTO <'>
CAPITULO PRIMERO
Descripción de la Persia y regiones comarcanas. — Diversas opinio*
nes que hubo acerca del reino de Catay. — Hechos de Gengis
ICban.— Costannbres de los tártaros.— Vida de Tamerlán. — Ba-
talla de Ancira y prisión de Bay aceto. — Apodérase aquél de la
ciudad de Esmirna. — Llanto de Tamerlán en la muerte de su
hijo Mahamet.
Por auer sido esta giudad de Casbin la vltima de las
jornadas que el Enbaxador hizo por las prouincías de
la Persia, es bien dar alguna noticia de lo que alii se
supo de las demás partes de este imperio que no se
pudieron ver ni conocer en el dicho viage^ aunque se-
ria muy (iega la tal noticia con lo que solamente se
pudo inquerir, aun de los honbres que agora en nues-
tros dias con mucho cuydado las uviesen visto y no-
tado, si no nos aprouechasemos principalmente de la
lección de la antigüedad, que es la que da verdadera
lunbre y conocimiento de todo lo que se deue saber
del mundo. Y como en esta materia del sitio de esta
monarchia oriental, tan famosa y celebrada en todas las
edades y de quien tantos y tan graues autores an he-
cho particular memoria á la posteridad, sea el mar Cas-
(i) En el manuscrito original es el quinto.
-156-
pio el que baña algunos de los reynos y prouin^ias mas
conocidos, es bien saber primero el sitio y postura de
este mar, tan diferente de como los geographos y mu-
chos de los historiadores de estas postreras edades nos
lo ponen. Tanbien es forzoso tener por guia quatro ó
5Ínco rios, tan conocidos de antiguos y modernos, que
aun los muy ignorantes los conogen, ansi por su gran-
deza como por rretener agora los mesmos nonbres
que sienpre tuuieron. Corre, pues, el mar Caspio ó
Hircano, que agora llaman de Bacu, por su mayor dis-
tancia Noroeste Sueste, que es lo mesmo que Maestro
y Siroco, inclinándose tanto al Mediodia que la parte
mas austral suya no está en mas de treinta y seis gra-
dos mas algunos pocos minutos, sigun se puede con-
jecturar^ del sitio pregisso que se sabe de la giudad de
Casbin y de la distancia que della ay al dicho mar,
juzgándose esto conforme á la dispusigion del sitio de
la tierra por donde se camina de la una parte á la otra.
Los historiadores y geographos de la antigüedad solo
tenian respecto á las distangias terrestres, con los non-
bres de las prouingias, montes y rrios que las diuidian
y de las giudades que mas notables auia en ellas, sin
tener rrespecto á la correspondencia del cielo, ni á sus
parallélos meridianos, por donde se pueda conocer su
verdadera situagion. Y Ptolomeo, que fue quien pudo
dar algún conocimiento en esto, hallamos sus tablas
por la mayor parte tan vigiosas y corronpidas que es
muy poca la certeza que dellas se puede tener, y ansi,
contra lo que yo estaua persuadido, me puso grande
ádmiragion hallar esta tierra , parte tan noble y cono-
gidá de Asia que está entre el mar Caspio y seno Pér-
sico, tanto mas austral, no solo en pocos minutos, sino
en muchos grados. La principal causa de este grande
herrot a sido la pureza y subtileza del aire, siendo toda
estarregion, aunque muy montuosa, sequíssima en vlti-
mo grado, sin produzir bosques ni otros arboles natu-<
- 15; -
raímente, mas de aquellos que por la humana indus-
tria, ayudada de algunas venas de agua, ó hallada alü
(erca ó traida de muy lexos, se hallan en las huertas y
jardines. Este aire [es] tan delgado y poco corruptible
que aunque de verano conserua mucho más tíenpo
que en otras partes las cosas sin alterarse y corron-
perse, causa mayor frió sin conpara^ion en el invierno
que en otros climas mas altos y cercanos á nuestro
Polo, convirtiendo, por la mesma rrazon, la mayor
parte de las lluvias ordinarias en nieve, cuya abundan-
cia es de manera que en 3o y 32 grados, en montes, ó
por mejor dezir, collados no altos, están la mayor
parte del verano cubiertos della. Y ansí, en la ^iudad
de Xiras, que es la antigua Qiropolis, fundación de
Qiro y enoblegida con el sepulcro de un tan gran rey,
hazia de invierno mayor frió que en qualquiera otro
clima de 40 grados, no estando en mas de 28 y 44 mi-
nutos, como se a dicho ya quando de la dicha giudad
se hizo particular discrip^ion. Caminando desde Xiras
á Margascan, que son 10 leguas, gerca de la qual ve-
mos las giertas rruinas de Persepolis, se va á Nordeste
y Les Nordeste, que es el griego y griego Leuante, y
después hasta Spahan á Noroeste y Nornoroeste, y lo
menos del camino al Norte, de manera que las dos ciu-
dades ya dichas primero, sin duda son mas orientales
que Spahan, y tanpoco la puede auer de que entran-
bas y tan cercanas de sitio estén en la tan famosa y
nonbrada prouingia de Pcrsia. La qual, conforme á la
común doctrina de los antiguos, tenia á Media al Nor-
te, de ñfianera que si la giudad de Spahan no es parte
de la Media, deue ser incluida, como sin duda lo es, en
la mesma Persia y parte más Septentrional della. Con-
forme á esto corre esta prouingia por mayor Ñor Noro-
este Su Sueste, que es lo niesmo que Maestro Tramon-
tana y Siroco Mediodía, teniendo á Occidente la pro-
uingia de Susiana, oy dia Susien; al Septentrión ó Norte
— i58 —
la Media, como se a dicho (i); al Oriente, parte del an-
tiguo y gran reino de Parthia, llamado agora Corassan,
y Carmania Oriental, agora Cherman; y al Mediodia,
á Carmania la desierta ó reyno de Lara. Sigun la opi-
nión de los geographos porteriores, la ^iudad de Spa-
han está conprehendida en la antigua Parthia ó Coras-
san, no mirando que esta gran prouingia, cabega de los
Arsagidas, señores de la monarchia Oriental y opuesta
á la potencia romana, tenia por limites antiguamente,
al Oriente la prouincia de Aria, agora Arat, confinante
con la India primera; al Mediodía, á Carmania; al Oc-
cidente, la Persia, y al Septentrión á Hircania, en estos
dias llamada Strabat, y parte de la Batra, agora con
poca diferencia nombrada Balea. Ansi el nonbre anti-
guo de este poderoso reyno de Bactra, como su pringi-
pal giudad y\e\ rio que por junto á ella corre, es muy
semejante, ó casi el propio, que agora tiene, aunque el
tienpo a mudado el apellido de Bactrianos en Vsbe-
ques, auiendose apoderado del los scithas ó tártaros
Nogais, perpetuos enemigos de los persianos. Por la
parte mas septentrional de este reyno corre el gran rio
Abiaomu, que es el famoso y antiguo Oxo, que diuide
66ta rregíon de la de los tártaros Chacatais, antigua-
mente los Sogodianos, cuya principal cabega es la giu-
dad de Samarcan, antiguamente Maracanda, que aun-
que tan engrandecida mas a de dozientos años por Ta-
mur Lang, señor de toda Asia, agora está rreduzida á
tres ó quatru aldeas, cada una dellas de poca y pobre
poblagion. Diuide esta gran prouingia de Sogodia, que
incluye en si otras prouingias menores, de las largas y
estendidas canpañas de los scithas y tártaros Nogais,
el rio Calima, que es el Yaxarte que Alexandro Magno
(i) al Of'iente de la Parthia, agora Corassan, y al Mediodía á
Carmania, agora Cherman, Sigun opinión de los geographos wio-
dernos, la giudad»
— iSg —
pasó contra los scithas, creyendo y persuadiéndose
vanamente que era el rio Thanaís que díuide á Asía de
Europa. Entran estos dos rios por esta parte en el mar
CaspiOy aunque el Oxo con mucha mas cantidad de
agua, siendo, como es, uno de los mayores de toda
Asía (i), quando desenboca en el dicho mar es con tan
hondo y ancho lecho que puede dar siguro puerto á
muy gruesos nauíos. La costa marítima contenida de
los ya dichos Abíaomu y Calima es la parte mas Oc-
gidental de la Sogodia, ó rregion de los chacatais, y
antiguamente se llamó Margiana^ la qual produze, si-
gun el nonbre que antiguamente tenia, minerales de
finissimo hierro para labrar todo genero de armas. Fue-
ron los'chacatais en la edad de su famosissimo rey
Thamur, de mucho mayor nonbre que agora los ha-
llamos, porque auiendo con su valor y militar gloria
corrido vencedores á toda Asia, agora y de muchos
años á esta parte toda la mas de su potencia se a trans-'
ferido á los usbeques sus vezínos. A sido la causa prin-
cipal de esto que los usbeques ó bactrianos están vni-
dos, obedeciendo á un solo rey^ y ansi se an augmen-
tado y crecido en notable grandeza y multitud grande
de moradores sus dos principales y rricas ciudades de
Balea y Bucara; y al contrario, los chacatais, por andar
diuididos y obedecer á diferentes señores, se a dibili-
tado el nonbre (2) y potencia que antes auian adquiri-
do, rreduziendose á tan humilde población Samarcant,
una de las mayores y mas rricas ciudades de todo el
Oriente. El reyno y prouincia de Corassan, que como
se a dicho es la antigua Parthia ó Parthiene, es agora
una de las mas inportantcs, rricas y poderosas de todas
las demás de esta monarchia, siendo notorio engaño de
los que la tienen por Aria, pues esta infaliblemente es
(i) el qual.
(2) gloria.
\
— lóe-
la pf óuingia de Arat, conseruando casi su primero y
antiguo nonbre, contermina de la primera India, como
lo es agora la prouingia de Candar (i), por donde (2) en
éste tienpo van y vienen todas las caravanas de mer-
caderes que pasan á la India ó vienen á Persia, ansi del
reyno del ^inde como de los de Laor, Agrá y Canbaya,
subjectos todos al gran rey de los mogores. Fueron las
tres prouin^ias que se han referido arriba, Parthia, Ba-
tra y Sogodia, la parte de toda Asia en que mas se de-
tuuo Alexandro Magno, ansi por la ferocidad de sus
moradores, siendo los mas bellicosos de toda Asia, y
por esto rrebelandose muchas vezes, como para las
grandes prevenciones que en ellos hizo para pasar á la
conquista de la India, y parece que la fiereza indoma-
ble de estas naciones, por la demora que alli hizo aquel
exer^ito tantas vezes vengedor, se le comunicó á los
mas íntimos y familiares de Alexandre, de manera que
trocada la naturaleza de griegos en la de aquellos bar-
baros, inpia y cruelmente se conjuraron algunas vezes
para matalle, comunicándosele tanbien al mesmo rey,,
que de suyo era iracundo y violento, de que resultó la
muerte de illustres y valerosos capitanes suyos.
Toda la classe de los historiadores antiguos^ que son
Justino, Arriano, Diodoro Siculo, Plutarco y Quinto
Curcio, concuerdan auer entrado Alexandro á la India
desde la provincia de Sogodia, y ansi se puede presu-
mir que fue por el reyno que oy se llama de Badalan,
conquistando primero aquellos reyes que eran señores
de la parte más septentrional della. Y después, naue-
gando por el rio Hidaspes y el Indo hiziese guerra á los
mas australes hasta llegar al Occeano, adonde puso
fin á su memorable expedición. Y porque conforme á
lo que los dichos autores nos dexaron escrito Alexan-
(i) antiguamente,
(a) agora.
— i6i —
dro leuantó grandes aras y colunas en aquella parte de
la prouin^ía del ^inde por donde el rio Indo desenboca
en el Occeano, con inscripciones de su llegada alli y re-
lación de sus conquistas, se a querido poner aqui esta
breue digresión, aunque se interrunpa en algo la mate-
ría sobre las prouingias del reino de Persia. Diziendo
como algunos soldados portugueses de los que muy de
ordinario nauegan desde Goa, Diu y Ormuz al ^inde,
para guarda y presidio de los nauios de mercaderes que
alli van á contratar, entre los quales fue Rui Gongalez
deSiqueira, capitán de la fortaleza de Tidore, en el
Maluco, y después general de la armada que desde Es-
paña fue á las Philípinas el año de 1614, afirmaron al
Enbaxador auer visto, cerca de la boca del mesmo
Indo, que vulgarmente ansi á él como á la prouingia
llaman Qinde (i), enteras las dichas aras y colunas. Di-
ziendo tanbíen que su altura seria de media pica, escri-
tas de letras griegas, aunque los dichos soldados, por no
conocer bien los charateres, no sabian sí eran griegos ó
de otra nación; pero el Rui González, aunque poco
letrado, dezia que si, y que auia auido algunos en la
India que las auian leido, nonbrandose alli Alexandro,
hijo de Júpiter Amon, cosa tan procurada del y que á
muchos costo caro burlarse dello.
Tanbien á paresgido escreuir aqui, antes de pasar á
otras cosas, como desde Samarcant, Bucara y Balea,
ciudades ya nonbradas de las antiguas Sogqdia y Ba-
tra, y agora del señorio de los usbeques, va cada año
una gran caravana de mercaderes al Catayo y á su
principal giudad de Canbalec (Marco Polo la nonbra
Canbalu). Y aunque de algunos años á esta parte los
Padres de la Conpañia de Jesús que rresiden en la In-
dia, y particularmente en la ciudad de Macao, puerto
y escala tan conogido de la China, an publicado por .
(1) auer pisto.
II
— l62 -^
toda Europa que no auia tal rey no de Catay o, sino que
á quien algunos auian querido dar este nonbre era ver-
daderamente el mesmo re}lio de la China^ se halla ago-
ra en la Persia tanta certeza y tan indubitable de que
lo ay, y de tan grande ó mayor potencia que el de la
China, que no seria obstinación, sino muy euidente lo-
cura el negallo. Lo que pudo mouer á estos religiosos
á se persuadir á la tal negatiua, pudo ser lo que ellos
dízen en una rrela^ión que vino de la ciudad de Laor,
por los Padres que allí presidian, Gerónimo de Xauier
y Manuel Piñeiro, á quien el Enbaxador conoció y tra-
tó en la India muy particularmente después de auer
dexado ellos aquella misión. Todo lo que en la dicha
rrelagion auia escrito era por un memorial fabuloso de
un fíerto armenio que desde la dicha ciudad de Laor se
partió en conpañta del ermano Goes, para desde alH
penetrar a la corte del rey de la China, adonde auia
días que estaua el Padre Matheo Ricio y otros rreligio-
sos. El ermano Goes no paregio mas, y auiendo buel-
to el armenio después de algún tienpo salió á luz el
memorial ó relación suya, dizíendo que ni auia Catha-
yo, ni lo auia auido. Y aunque Gerónimo Xauier, como
religioso de suma modestia y bondad hablava en esta
materia de muy mala gana quando el Enbaxador le
preguntaua sobre ella lo que sabia, y le dezia y respon-
día otras cosas, los demás Padres afírmáuan que sin
duda era la China y Cathayo una misma cosa, y por
muchas diligencias que sobre ello hizo no pudo acabar
con ellos que le diesen las rrelagiones qué nueuamente
tenian de los Padres que auian salido de Pachin, corte
de aquel gran reyno, después de la muerte de Matheo
Ricio, que santamente acabo en aquella ciudad, aun-
que sin el fruto sobre que tanto tienpo y trabaxo le
auia costado.
Sin la conprobagion y certeza que agora se halla en
estas partes, del poderoso monarcha del Catayo, basta
— 163 —
la muy común opinión de todos los autores europeos
de mas de trezíentos años, que todos casi sin faltar
ninguno nos an dexado tan particular memoria de su
grandeza. Y aunque á Haiton, armenio, Nicolás Mafeo
y Marco Polu, venecianos, en algunas cosas particula-
res sean de muchos tenidos por apocriphos, no le po-
demos negar la mucha luz y noticia que nos an dado
de aquesta larguissima y rriquissima región, aunque
con admiragion y espanto de los que leen en tan peque-
ño tratado tantas grandezas y rriquezas juntas, de lo
qual, aun en su vida, de sus mesmos ciudadanos adqui*-
rieron el sobrenonbre de millones ó mentirosos. Pero
como todos los demás autores, en que ay algunos aun
mas antiguos que estos venecianos, dexaron tan de
proposito y con tanto cuydado escrita en sus obras
aquella miserable rruina y deuasta^ion de tantas y tan
nobles prouincias de Europa, forzosamente dan tanbien
principio y causa de quien la causó. Y como para las
tan grandes y memorables conquistas, como fue esta y
de nación tan rremota^ pues casi desde la mas oriental
de toda Asia vino como un terrible incendio abrasando
y destruyendo el mundo hasta los mas occidentales
confines de Hungría y Silesia, nos emos tanbien de per-
suadir á que gentes que tan universal daño causaron
tuuieron grande y poderoso principio, y auerse deriua-
do de alguna monarchia potentissima y en todo igual á
los efectos que della nacieron , hinchiendo á toda Asia
y Europa de increíble terror y plaga lamentable. El
origen de tan gran mudanca, tocándolo ansí la clase
toda de los modernos, fue el grande y famoso <Jingis, a
quién después dieron por sobrenonbre de Cham, que
en lengua scithíca ó tartaresca es lo mesmo que señor,
y aunque de muy baxa stirpe y profesión, pues dizen
que era herrero, ya viejo y pequeño de cuerpo, tuuo
tanta grandeza y generosidad de ánimo, con tan rrara
sagacidad, que en muy pocos años fundó y levantó un
— í64 —
inperio tal que^ ansí en (K>tenQÍa como en todas buenifi
artes pulíticas y militares con que los semejantes inpe-
rios se augmentan, no tuuo sigundo después en el mun-
do. Y porque no ay agora para que tratar de los pro-
gr'esos de aqueste insigne honbre, ni tanpoco tenemos
muy distinta rrazon dellos, solo se puede dezir que en
muy pocos años y con sola ayuda de sus rrusticos y
pobres tártaros del Mongol, de cuya nación el era, dexó
establecida y con ^an fírmes fundamentos aquella gran
monarchía, á los primeros que en ella le sucedieron,
que pudieron luego enbiar inumerables exercitos con
que conquistaron, con gran parte del Ogidente, casi
todo el Oriente. En Europa, demás de todas las pro-
uincias de la Rusia superior y inferior, tres años conti-
nuos se detuuieron arruinando y saqueando , con todo
genero de barbara crueldad, los rey nos de Hungría y
Polonia con el Ducado de Silesia. Pero aunque en estas
partes se padegio por todo este tienpo tanta calamidad
y miseria, al fín, aunque vazias y despobladas de sus
moradores, las dexaron, y cargados de infinitos despo-
jos se boluieron á su naturaleza. Mas las prouingias
Orientales, demás de las calamidades que padegio Eu-
ropa fueron en ellas mayores los daños y mas durade-
ros, quedándose los tártaros de asiento en ellas y fun-
dando los capitanes que las conquistaron y saquearon,
particulares reynos y señoríos, ansi por caerles menos
lexos del Mongol y Cathayo, de onde ellos eran, que
los de Europa, como por ser la quaiidad de la tierra
mas á proposito suyo. Y aunque hizieron asiento por
muchos años en Persia, Media, Assiria y Mesopota-
mia, poseídas antes de los árabes, y entonces de los tur-
cos, en quien estaua el inperio de toda Asia, adonde
mas se arraigaron y permanecieron fue en las prouin-
Cias de Sogodia y Batra, adonde hasta agora están por
señores dellas. Luego, los primeros años después de
aquesta universal expedición y conquista de los tarta-
^ i65 —
ros, por el miedo y terror que en ei mundo se concibió
dellos, de todas las partes del acudieron con sus enba*
xadas diuersos pringipes, entre los quales tenemos par*
ticular noticia de las que enbió el sumo Pontifíce Ino*
<;encío quarto con los religiosos de San Francisco y
Sancto Domingo, cuyas rreligiones comengauan enton-
ces á florecer; al supremo rey y señor del Cathayo,
cabera desta gran monarchia de Jos tártaros, fue fray
Juan del Frioli, frayle menor, y ásu capitán Bathonoy,
que auia hecho asiento y poseía las prouingias ya non*
bradas del reyno déla Persia, fray ( i ) Ascelino y sus
conpañeros dominicanos.
En esta mission, auiendo sucedido que como Batho-
noy, con suma arrogancia uviese querido matar estos
sanctos rreligiosos por no auerle querido adorar, y los
tuuiese en muy estrecha prisión, al fin no se atreuio á
les quitar la vida hasta consultarlo con el supremo
monarcha del Catayo, á quien el era subjecto, y aun-
que se detuuo la rrespuesta algunos meses^ corriendo
á toda diligencia los correos, por la mucha distancia
del viage, vino expreso mandato para que luego, so
pena de la vida, se soltasen los presos, como precissa*
mente se cunplio. No fuera menester én cosa de suyo
tan grande y tan sabida, hazer en esta del señorio
grande del Cathayo mas larga digresión, si los Padres
Jesuitas no tuuieran adquirida generalmente en toda
Europa tanta opinión aun en aquellas cosas que parti-
cularmente no profesan, de manera que muchos, sigun
su aprouada doctrina y conocimiento del mundo, serán
de la opinión de estos Padres indianos. Y ansi es bien
que para desengaño de aquellos que la siguieren se en-
tienda que no solo los reyes y cabecas de los principa-
les ordus de Tartaria, que ansi llaman á los grandes
exísrcitos, aduares y congregaciones en que de una
(i) m.^yh^r.
— i66 —
parte á otra andan vagando, mas aun todos los princi-
pes asiáticos hasta los mas orientales de la India, to-
man por suprema dignidad este apellido de Cham;
¡tanta es la rreputagion de este nonbre, arrogado asi
por exgelengia de los grandes monarcas del Cathayol
Demas^ que ninguno de los tales principes, reyes y
grandes señores se halla oy en toda Asia, incluida tan-
bien la India en ella, que no se pregie de venir de la
stirpe y sangre de Qingis Cham, el vejezuelo herrero
que ya se a nonbrado, fundador y autor de la dicha
monarchia, y ansí carege de toda estimación aquel que
no viene y procede de su casta. Y esto es de manera
que encareciendo mucho Mahamet Aga, tártaro, en
Casbin, hablando con el Enbaxador, la calidad de Ta-
tarcham, ermano del rey de Cafa^ dixo por gran cosa
que ansi el como su ermano y los demás señores de
aquel ordu de los tártaros Precopenses, venían dere-
chamente de la casta de Qingis, llamándole ansi abso*
lutamente todos como por suma grandeza. De lo que
mas se precia el rey de Persia es desto, y ansimesmo
los reyes de los usbeques y principes de chacatais^
reyes de los mogores y los principes de los ordus del
Mongal, Nogai y Cassam, tan famosos en todas las
edades del mundo en la Tartaria y Scithia asiática. El
nonbre que [tiene] elcanpo ó exergito del rey de Persia,
en el mesmo ticnpo que esto se escriue, es ordu, el
qual es palabra sQithíca antichissima, que como se a
dicho significa congregación y junta grande de gente
en forma de rrepublica ó ciudad. Porque los scitas ó
tártaros, de inmemorial costunbre, como los árabes
en todas las prouincias de Arabia, ^Egipto y Berueria,
que en sus aduares y tiendas andan vagando por los
canpos^ andan tanbien ellos por las larguissimas y an-
chissimas rregiones de Tartaria con sus mugeres, hijos
y ganados, que crían en grande abundancia, mudán-
dose de una parte á otra, sigun la comodidad, por las
diferencias del año, ó mejoría de los pastos. Los ordus
grandes de Tartaria, que son como caberas y asientos
de principales prouin^ias ó grandes rregiones, son ca-
pages de una infínita cantidad de gente^ con grande
orden y concierto, á semejanza de grandes ciudades,
auiendo otros ordus menores subjectos á cada uno de
estos mas principales. Quando hazen mudanga de unas
partes á otras lleuan sus familias, y pequeños pauello-
nes, que son de fieltro y cuero, en grandes carros tira-
dos de cauallos, de manera que su naturaleza son
aquellas inmensas canpañas de la Sgithia, y su menage
y aparato domestico aquellas pobres y estrechas tíen*
das> con algunos groseros y rrusticos vasos, en que
sin otro regalo ni género de puligia limitadamente sa-
tisfazen á la naturaleza. Pero aquellos tártaros que con
Bathonoy pararon en los reynos y prouingias de la
Persia, hallando en ellas la opulencia y rregalos que en
los canpos de Tartaria les faltaua, se acomodaron y
acostunbraron á ellos, biuiendo con mas humanas y
Ciuiles costunbres. Y ansi, auiendo en discurso de al-
gunos años leuantañdose los naturales contra ellos, les
forcaron á dejar la mayor parte de lo que auian gana-
do, hasta rrecogerse y hazcrse fuertes en las dos gran-
des y rricas prouincias ya nonbradas de Batra y Sogo-
dia, vniendose y mezclándose con la gente natural de-
ltas, que en fiereza, como tan propinquos á la Scithia,
les eran muy semejantes. Estos fueron los tártaros que
de aquella notable expedición quedaron en la parte de
Asia subjecta antes al inperio persiano, los quales fun-
daron y establecieron el reyno de los usbeques y chaca-
tais ó zacataís, aunque estos vltimos de mas nonbre y
mayor rreputacion que los primeros, siendo antes los
antiguos sacas y sogodianos, cuya principal ciudad y
cabeca fué Samarcant, que como se a dicho, antigua-
mente llamándose Maracanda fué cabeca de Sogodia.
De aquí a nacido la conpetencia y perpetua enemistad
— i68 —
que ya entre los persianos y estos chac atáis y usbe-
ques, como vsurpadores de reynos y prouingias age-
nas, continuando hasta agora perpetuas guerras entre
los unos y los otros. Porque demás del interese del se-
ñorío, aunque todos mahometanos^ sienten con dife-
rentes opiniones la interpretación de su ley, siendo los
tártaros, sunis, y que siguen la doctrina de Albuba-
quel, Homary Osman; y los persianos, caselbas, y que
profesan la de Alí. En fín, á proposito de lo que se va
tratando conviene saberse que el famoso y tan non-
brado Tamur, á quien nuestros historiadores europeos
nonbran Tamorlan, fué natural de la ciudad de Samar-
cant y chacatay de nación, gente de la S^ithia de la
otra parte del rio Jaxasarte, llamado agora Calima.
Este insigne y valeroso principe, aunque tenemos del
tanta notigia es tan confusa y poco distinta que se pu-
diera querellar de nuestra mucha negligencia, si es
verdad, como deue ser, que la virtud y valor de los
varones illustres merege que se haga della memoria
para la posteridad, pues tan obcura y tenebrosa la de-
xaron de sus heroycos y valerosos hechos (i). Demás
de que todos le pintan con una ñera y barbara trucu-
lencia y casi ageno de toda la humanidad y clemencia
que tanto illustra en un tan gran monarcha, como el
fué, las demás virtudes dignas de un tal principe. Pero
la memoria que agora ay suya en este reyno de la Per-
sia, ansi de una general tradición, como de los histo-
riadores que muy particularmente an escrito su vida,
aun es agora tan biua y fresca que casi no ay quien la
ignore, cantándose, como cosa que anda en boca de
todos, aun de las mugeres y muchachos, versos y rro-
mances de sus grandes hazañas.
De lo qual se colige auer sido en todo muy diferen-
te de lo que comunmente se juzga del en Europa, pues
(i) y heroico animo.
— 169 —
demás de su mucha humanidad, liberalidad y clemen-
cia con los vengidos, guardó sumamente justicia á to-
dos con general (1) equidad, y tan rreligíoso, aunque en
aquella su falsa y engañosa secta, que jamás enpren-
dio facción alguna señalada que no fuese primero rro*
gando á Dios que le diese victoria, con los mesmos
afectos de deuogion que lo pudiera hazer agora un
muy rreligioso y catholico cristiano. Y aunque tan
arrogante y altiuo, todos los sugesos prósperos que te-
nia, ansimesmo los atribuia á Dios y como venidos de
solo su poder, no arrogándose á si nada, ni ensoberue-
giendose con ellos. Y lo que más deue admirar de este
gran rey^ á quien todos los autores persianos y árabes
que escriuen su vida igualan á Alexandro Magno, es
que con ser la común opinión de nuestros historiado-
res que quando prendió al gran turco Hildrun Bayaze-
to en la batalla de Anguri, lo metió en una jaula, tra-
yendolo ansi por toda Asia, los auctores asiáticos
que (2) pintan muy ingeniosa y particularmente aque-
lla gran facgion en que Bayazeto fue vengido y preso,
lo esgriuen del todo al contrario. Por que demás de
Condamir y Mirhon, autores de grande auturídad entre
estas nagiones orientales, que escriuen su vida, Califa
Emir Alixir, que tanbien nos la dexo, aunque en su
lengua persiana, como los demás testifica que se halló
presente, ansi á la batalla como á lo que después della
sugedió, particularmente quando traxeron preso á Ba-
yazeto delante de Tamurlan, notando, como el las re-
fiere, las palabras y actos que en aquel trange pasaron.
La prisión no fué el dia del vengimiento de la batalla,
sino otro adelante, en un montezillo á donde Hildrun,
que ansi nonbran á Bayazeto, se auia retirado con par-
te de los suyos que le auian quedado de la rrota. Y que
(1) igualdad»
(i) muy en particular.
— 17^ —
licuándole los tártaros que lo prendieron, desconpues-
tamente, ligadas las manos, Tamur los rreprehendió y
trató mal de palabra, mandandoIe[s] luego soltar y po-
ner igualmente á su lado, díziendole muchas palabras
de cortesía y consolándolo de la aduersa fortuna de
aquellos dias, pues ansí la buena como la mala era igual
á todos por grandes principes que fuesen. Después,
todo el tienpo que Tamur gastó en conquistar las giu-
dades principales de la Natolia, como Anguri, ^erca
donde se dio la batalla, Cutheia, Iconio, Adena y Bur«
sia, lo traxo consigo, y aunque con guardia, suelto y
con toda auturidad y decencia. Y(i) su muger, que no
la prendieron en el exercito el dia de la batalla, sino
algunos dias adelante, en Bursia, le fue entregada lue-
go libremente y con toda honestidad; y á una su hija
ya muger, que ansimesmo fué presa en aquella mesma
giudad, tomó por muger Mirza Pira Mahamet, hijo
mayor de Tamur, que fue el que ganó á Bursia y las
prendió. Conforma este autor juntamente con los otros
dos ya nonbrados, [y] con los historiadores europeos,
en dezir que esta muger de Tamur era griega y hija
del rey de los búlgaros ó tribalos, á quien Califa Alixa
nonbra Sophia, haziendo tanbien muy particular me-
moria todos tres de lo bien que pelearon un esqua-
dron de estos tribalos que Hildrun auia traído de
Grecia el día que fue vencido, los quales estuuieron en
el cuei no derecho de su batalla con su hijo Mirza Qe-
lebin, haziendo ansimesmo memoria del vestido y ar-
mas que entonces tenían. Y auiendo sido esta grande
y famosa batalla de las más insignes que jamas a auído
en el mundo y entre los dos mayores principes del,
muy memorable por toda Europa, casi nadie de los
nuestros haze particular discríp^ion della, como tan-
poco, sigun se a dicho, de los demás hechos señalados
(I) Ms. Yá.
— lyi —
de Tamur. Pero los ya referidos persíanos hazen muy
particular memoria della^ mayormente Califa Emir,
que la pinta con tanta elegancia y propiedad que no
tiene que enbidíar á ninguno de los antiguos latinos, ni
griegos. Díze que fue junto á Anguri, que (i) se non-
bró en los siglos pasados Angira de Galaxia, llegando
Hildrun Bayazeto en socorro de la dicha giudad, que
la estaua conbatiendo Tamur, auiendole ya desaguado
el foso y comengado á escalalla. El número de la gen*
te de una parte y otra que se halló en esta facción es
mucho menor, conforme á los persianos, de lo que
nuestros autores escriuen. Porque Condamir añrma
que solos sesenta mil honbres escogidos á cauallo fue-
ron con los que Tamur rronpió el exergito del Turco,
los quales entre todo su exércíto el auia señalado por
más valerosos, todos chacatais y vsbeques, que como
se a referido eran los antiguos sogodianos y bactria-
nos^ como sus naturales y soldados viejos en cuya vir-
tud y valor principalmente confíaua. Aunque tanbíen
se alarga este autor á dezír en el progreso de la bata-
lla que tuvo gercada y rrodeada toda la de los turcos,
juntamente con el monte que auían tomado por espal-
das, con mucha caualleria, tirándoles de lexos grande
número de saetas. Y parege, sigun esto, que los sesen-
ta mil cauallos escogidos fueron señalados para pelear
de gerca, armados de coseletes de laminas de azero y (2)
celadas, armados ansimesmo los cauallos, los quales
con solas gimatarras pelearon y hizieron la facgión aquel
dia, rronpiendo y disipando el exergito de los enemigos.
Califa Emir dize que fueron trezientos mil honbres
los que Tamur metió en la batalla, sin dezir el número
de los turcos, pero que los griegos [y] búlgaros que
vinieron en su ayuda fueron veinte mil, y juntamente
(1) fue.
(2) morriones.
con Condamir escriue que tuuieron rrodeados á los
turcos en aquel monte sin que Bayazeto pudiese huir,
y que de sed, no teniendo agua que beuer, se rrindie-
ron. Y sigun esto se deza bien entender que el ezer-
qito turquesco era mucho menor que el de los tártaros,
ansi en el número como en el valor de los soldados,
siendo los de Tamur valerosissimos, con el perpetuo
exer^ifio de muchos años en la milicia de su prudente
y saga^issimo capitán. El orden de la batalla, de anbas
partes fue en cada una dellas de quatro esquadrones de
caualleria, auanguarda, batalla y retaguarda, apartada
buen trecho la auanguarda del cuerpo de la batalla ó
esquadron de el medio, y por socorro de la rretaguarda
otro esquadron. Pero Tamur, demás de este socorro
fortificó los dos cuernos de su batalla con otros dos es-
quadrones menores, y ansi, auiendo rronpido al prin-
gípio los búlgaros y griegos el cuerno izquierdo de Ta-
mur, con gran matanza y desorden en los demás es-
quadrones, el socorro que se auia puesto á este cuerno
rronpido apretó de manera á los que le seguían ya
muy confiados de victoria, que por esta parte se co-
mentó á conocer primero de parte de los tártaros. Fi-
nalmente, se colige, no solo en esta memorable facción,
sino en todas las demás de Tamur, su increible soler-
cia y disciplina militar, ansi en disponer y ordenar sus
esquadrones y animallos á pelear, como en escoger lu-
gar conpetente y superior de su parte, fortificando^
con fosos, trincheas y cadenas que para esto lleuaua,
de manera que demás de la pratica y valor de sus sol-
dados procuraua con estos reparos cobrar sienpre ven-
taja á sus enemigos. Jamas, ó que estuuiese á vista (i)
dellos, ó caminando con su exer^ito, aunque estuuia-
sen lejos, dexó de fortificar su canpo con fosos y trin-
cheas, por muy poco tienpo que uviese de parar, de
(i) sus centrar ios%
— J73 —
suerte que á cada jornada se fortifícaua como si uviese
de parar alli mucho tienpo ó estuuiese á vista del exer-
^to contrario. En su primera mofedad Tamur anduuo
haztendo saltos y rrobos con alguna gente que se le
juntó 9 auiendo cobrado en aquellos primeros años
grande opinión de valiente y judifioso en todo lo que
enprendia, siendo ayudado en esta su primera miiifía
del valor y mucha industria de un cuñado suyo lla-
mado Miro^en. Pero como se juntasen por los capita-
nes y governadores de la tierra número de gente con-
tra él, á que no era poderoso para le rresistir, juntando
los que quisieron seguílle en conpañia de su cuñado ya
nonbradOy se rretiró á los más lexos confínes de Bac-
tra, adonde de todos los lugares comarcanos se hazia
contribuir gran suma de dinero, con el qual, haziendo
más soldados, que con los que antes lleuaua llegarían á
diez mil, saqueo y forgo á que le contribuyese todo el
reyno de Badajan, que fue antiguamente parte de los
Paropamíssas, quedando el mesmo rey por su tributa-
río. Este fue el principio de toda su grandeza, porque
auiendó con estos buenos sugesos cobrado mayores
spiritus acometió desde alli los demás reyezuelos y se-
ñores de la primera India, que son los Paropamisas,
Aria, Ariana y Aracosía, con tan gran terror de todos
que le fue fagil saquear y rrobar toda aquella tierra,
con destruigion de las más principales ciudades que en
ella auia. Las muchas rriquezas que adquirió de esta
jornada, con la opinión de su mucha prudencia y valor
militar, mayormente con la increíble liberalidad suya,
fueron causa de juntársele tanto número de soldados,
auiendo buelto á su naturaleza, que sin mucha dificul-
tad se vino á hazer señor de todos los que antes le eran
enemigos^ conquistando luego las demás provincias de
la Persia más vezinas, y luego el rresto de Asia la ma-
yor. Porque no hallándose en toda ella, fuera de los
Soldanes de ^Egipto, quien le pudiera rresistir, á éste.
- 174 --
después de auerle vengido en dos grandes batallas y
despojadole de las principales giudades de Suria, le
forgó á quedar su tributario. De manera que solo quedó
el gran turco Bayazeto, á quien en lengua turquesca
llamavan por sobrenonbre Hildrun, que quiere en ella
dezír rrelanpago, que pudiese rresistir á su mucha po-
tengia, auiendole después, como se a dicho, vengido y
preso en la batalla referida y ganado toda Asia la me*
ñor, siendo ésta y con rrazon la mayor de todas sus
hazañas. La^giudad de esta parte de Asia que más rre-
sistengia hizo al Tamurlam después de la prisión de
Hildrun, fue Smirna, en la costa del Archipiélago, de
la antigua provingia de Jonia, que entonces poseían los
caualleros de la religión de San Juan, la qual, auien-
dose perdido muchos años antes Ptholomaída, tenian
su asiento en la isla de Rodas. Auiase conseruado sola
esta giudad en poder de nuestros cristianos europeos,
entre todas las demás de la Natolia ó Asia la menor,
defendiéndola valerosamente estos caualleros de la furia
y potengia de los turcos, no solo en todo el tienpo de
Bayazeto, que continuamente, antes que Tamurlan le
prendiese, los tuuo sitiados haziendoles cruel guerra,
pero en vida de Amurates su padre, á cuya potengia
rresistieron sienpre, defendiendo juntamente con Smir-
na el fuerte castillo de San Pedro, en la costa marítima
de Ligia, enfrente de Rodas. A esta giudad enbió Ta-
mur á mandar le rreconogiese como las demás de la
Asia que sin rresistengta se le auian rrendido, paregien-
dole que era mucha quiebra para su grandeza y repu-
tagion que sola ella quedase inmune y libre de la sub-
jeccion que le deuia como á vengedor de todo el Orien-
te. Respondiéronle generosamente los que estauan en
su guarda que no rreconogian anadie sino á su Religión,
estando ya de antes apergebidos de lo que para su de-
fensa les era negesario, valiéndose contra tan poderoso
enemigo, de los mesmos turcos más gercanos á la giu-
— 175 —
dad, con quien poco antes tenían perpectua guerra.
Porque fue tan grande el temor, aun en lo más interior
de Gre^ia^ luego que se supo el vencimiento y prisión
de Bayazeto^ que al momento los turcos comarcanos á
Smirna hizíeron pazes con los cristianos latinos que la
habitauan, entrando buen número de ellos dentro para
juntos los unos y los otros defendella si Tamur viniera
á sitíalla. Acudió gran (i) cantidad de turcos de mu-
chas partes de la Natolia á fauorecerse de los que antes
auian tenido por enemigos, pasándose muchos á las
islas más gerca ñas del Archipiélago, y otra gran canti-
dad, no cabiendo en Smirna^ todos se hizieron fuertes
en un monte cercano á la giudad, adonde, demás de la
aspereza del sitio^ se fortifícaron con los reparos que
la industria y necesidad presente les enseñó. Aunque
no con tan euidente causa auian antes los griegos y
demás cristianos de Europa mas g ercanos á la costa de
Asia cobrado el mesmo temor á la primera fama que
les llegó que Tamurlan entraua por Amasia, mayor-
mente después que supieron que auia tomado á la ciu-
dad de Sebaste^ que antiguamente se llamo Qesarea y
agora en lengua arábiga y persiana, Cayseru. Y hallán-
dose en aquel tienpo cercada Costantinopla por Baya-
zeto con un muy apretado sitio, oluidaron, ansi los
turcos como los griegos, la enemistad presente y el
peligro mas gercano de los unos y anbigíon de los
otros, y de presente se confederaron para rresistir y
oponerse á aquella gran tenpestad de guerra que auia
arruinado tanta parte del mundo. Y no obstante que
poco antes tenblasen todos de Bayazeto, ansi por
el peligro y estrecho en que tenia puesta á Costan-
tinopla, como por la gran rrota que en aquellos días
avia dado junto á Nicopoli á los húngaros, tudescos,
franceses y búlgaros, con tanto daño de la república
(i) número.
— 176 —
cristiaoay muchos de las mesmas naciones le fueron á
seruir contra Tamur, siendo estos cristianos los que
mas se señalaron en aquella gran batalla. Los autores
persianos no dizen distintamente de qué naciones de
Europa eran estos cristianos; solamente nonbran á los
búlgaros^ diziendo que venían en socorro de Bayazeto
muchos francos, y entre ellos los que eran vasallos del
padre de Sophia^ su muger, con un hermano suyo,
con lo qual se entiende que eran los búlgaros o triba-
los^ siendo Bayazeto casado con hija del dispoto de
Bulgaria. A estos particularmente señalan el vestido,
diziendo que era negro^ que parece ageno de la mílifía,
si ya esta nación, como la de Mista inferior, no acos-
tunbrasen vestirse de negro en la guerra, como lo vsa-
uan antiguamente los trabes, sus vezinos. Dize más en
este lugar el ya rreferido Calipha Emir, que entre estos
francos auia muchos armados de armas graues^ hasta
las piernas y pies, admirándose de que se fechauan y
gerrauan de manera que nadie, si no era ellos mesmos,
se las agertauan á poner ni quitar. De lo qual se infiere
que sin los griegos y búlgaros se hallaron tanbien en
esta batalla, en ayuda de Hildrun Bayazeto, soldados
á cauallo franceses, tudescos ó bohemios, pues los
griegos^ trages, ni búlgaros, no usauan armadura seme-
jante, como acostunbrados á pelear á la ligera. Y
auíendo obligado á estas naciones á juntarse y dar so-
corro á Bayazeto, siendo tan capital y cruel enemigo
suyo, con estar aun con todas las fuergas de su inperio
•nteras, por el gran temor en que los auia puesto la
fama de las victorias de Tamur^, mucho mayor seria
la causa que forjase á se vnir y confederar para su de-
fensa los turcos que auia en aquella parte de la Nato-
lia, con los latinos que defendían la fuerza de Smirna
después de haber sido Bayazeto vengido y preso. Nin-
guna cosa ingitó tanto á Tamur para enprender ganar
esta giudad como la fama que halló en Asia del mucho
— 177-^
valor con que aquellos caualleros la auian defendido
tantos años de Bayazeto y de su padre Amorates , y
ansí, luego que supo la resolución que los de dentro
tenían de defenderse, aunque era por medio y en el ri-
gor del invierno vino con todas las fuerfas de su exer-
Qíto sobre aquella (iudad. Luego como llegó comentó
á un tienpo á labrar minas por la parte que mira á la
continente (i), no obstante la mucha hondura del foso,
y á levantar junto á él tres grandissimos baluartes ó
montañas de madera y tierra, con gran parte más altas
que la muralla. Y aunque desde aqui con gran número
de saetas herían y matauan á los que estauan á la de-
fensa, los caualleros y soldados, que por mar se auian
preuenido de todo, se defendían valientemente, vsando
en esta necesidad de las machinas antiguas de scorpio-
nes y catapultas, con que tirauan gruesas y largas sae-
tas á que no podian rresistir ningunas armas, y ansi-
mesmo de las balistas ó trabucos con que arrojauan
grandes piedras, matando con lo uno y lo otro muchos
enemigos. Calipha Emir, que es el que más en particu-
lar cuenta esta presa de Smirna, tratando de este gé-
nero de artillería antigua declara qual fuese, diziendo
que los tales ingenios se armavan y disparavan con
tornos, dando muchas vueltas, á que nuestros historia-
dores españoles llaman trabucos, aquellos que arroja-
uan piedras con que muchas vezes aportillauan y
abrían las murallas, y á las catapultas ó escorpiones,
ballestas de puxa. Pero estas machinas posteriores eran
rrustica y groseramente labradas y sin el arte y archi-
tectura con que las labrauan y vsauan los antiguos.
Encarece mucho el dicho autor, ansi la (2) gran forta-
leza de la ciudad, como el valor y esfuerzo de sus de-
fensores, diziendo que tenia de ordinario^ sin los mora-
(1) siendo ¡a mayor parte cercada de baila*
(2) mucha.
la
-178-
dores, mil soldados francos de presidio que pagaua el
señor y cabera principal á quien obedegian, señalando
con esto al Maestre de la religión de San Juan, aunque
sin dezír adonde rresidía, ni otra cosa de Rodas, adonde
entonces tenían su asiento aquellos caualleros. Pero
escriue tanbien que en la mesma (iudád de Smirna te-
nian un tenplo en gran veneragíon, adonde todos acu-
dían trayendole muchas offrendas de otras partes. Ga-
nóse Smirna, después de auerse defendido sus defen-
sores de los conbates que continuamente le dauan de
los tres baluartes, con las minas que desde el principio
del sitio auian comentado á hazelle. Porque como des-
pués de auelle cortado todo aquel liento de muralla
que tenia á la parte de tierra, lo sustentasen con grue-
sos puntales, y todo el vazio hinchiesen de leña seca,
con mucho azeite y rresina, le dieron fuego en el ínte-
rin que con más hervor y rruido desde los dichos ba-
luartes y muralla se peleaua por anbas partes. Y auien-
do caído, después de quemados los puntales, la muralla
rrepentínamente, los más valientes soldados de Tamur
' arremetieron, hallando la entrada llana por auer la
rruina henchido del todo el foso. Los sitiados, que
auian ya sentido el olor del humo, y teniéndose por
perdidos^ gran parte dellos se saluaron en los navios y
galeras que tenían á punto, y poniéndose los demás
animosamente á la batería y peleando con grande obs-
tinación, fueron todos degollados y la giudad entrada y
saqueada. Llegó, luego que la (iudad se entró, una
grande ñaue con gente de socorro, que sigun parece
deuia venir de Rodas, que vista la destruí;íon de los
suyos, los que en ella venían quedaron con gran temor
y espanto, mayormente después que desde la muralla
les arrojaron los enemigos las caberas de los que auian
muerto, y que con esto se auian buelto. Los que se
saluaron por mar se rrecogíeron á un castillo que tan-
bien deuia de ser de la religión, el qual estaua un día
— 179 —
de nauega; ion de Smirna; pero ínbtando Tamur á su
hijo Pira Mahamet sobre él, se le rríndio luego, con lo
qual fueron admitidos begninamente y ayudados con
dineros de Tamur^ dándoles ligeng ia para que sigura-
mente, como lo hizieron^ boluiesen á habitar á Smir-
na, quedando muy contento y vanaglorioso este arro-
gantíssimo principe de la victoria que desta giudad
auia alcanzado. No parece que este castillo rrendido, á
que Calipha nonbra Fugia, fuese el de San Pedro, ansi
por estar éste más lexos y en el canal que diuíde á Ro-
das de la costa de Ligia, como por dezir nuestros his-
toriadores auerse defendido sienpre de qualesquiera
enemigos hasta la vltima rruina de la rreligion en la
isla de Rodas. Fue tan grande el terror y espanto de
todo aquel trato maritímo, hasta el estrecho de Galí-
poli, que sin rresistengia se entregaron al vencedor Ta«
murlam. Y aunque la isla de Xio parece que por tener
aquel gran canal en medio pudiera defenderse, no te-
niendo los tártaros armada, el governador della pasó
á la continente y con grandes presentes y sumisiones
la offreció y rrindió á Tamur. Pero él, que sólo preten-
dia que nadie paresgiese que se le podia rresistir, fácil-
mente se satisfazia y aplacaua con qualquiera rrecono-
pimiento que se le hiziese, y ansi le hizo mucha hon-
rra, dándole joyas y otros dones de mucho valor. No
le da ninguno de los autores persianos el nonbre propio
á esta isla de Xio, mas de llamalla en persiano isla
de (i) Zaques, que es lo mesmo que de engienso ó al-
magiga, y que el governador y los que la poseian eran
francos, con lo qual se dexa bien entender ser ella,
ansí por la mucha cantidad de almaciga que produze,
como por ser entonces, como lo fue muchos años des-
pués, señoreada, y su principal giudad habitada, cié
genoveses. Boluiose muy contento Tamur á Amasia,
(i) Hamtt.
- i8o-
que es la antigua Capado^ía, trayendo sienpre consigo
en muy honrrado lugar á Bayazeto, hasta que el ge-
neroso ánimo suyo^ no pudiendo sufrir verse en poder
de quien le auia derribado de tanta grandeza, enfermó
de un gran fluxo de la cabera, de que se le causó una
esquinenfina ó engina, que en persíano llaman hanac,
como los médicos la nonbran, y ansi se quedó en un
lugar no lexos de ^esarea, llamado Agaxar. Y que Ta-
mur, sintiendo mucho su mal, dexó con él dos grandes
médicos que Calipha Emir nonbra; el uno, que era per-
siano y de la g iudad de Xiras, se llamaua Masaut, y el
otro, que era árabe, Xelaladim; pero aunque con mu-
cho cuydado le curaron, la engína fue de tanta malicia
que en pocos dias le mató. Antes que muriese^ auíendo
llegado la nueva á Tamur que auia pasado adelante del
peligro en que estaua^ le enbió con mucha priesa á vi-
sitar^ pero que hallándole muerto mostró tener dello
gran sentimiento, diziendo á sus capitanes que parti-
cularmente sentia la muerte de Bayazeto porque de-
seando y pretendiendo que en todo el mundo se enten-
diese que en ninguna parte del auia hallado rresisten-
9ia, su fin auia sido que después de auer ganado lo que
quedaua de Asia la menor, dexalle, con alguna sumisión
y rreconogimiento, todo su reyno* Y parege, por lo que
adelante sucedió, que pudiera esto ser ansi^ pues de la
mesma manera lo dexó luego á su hijo Qelebino, no
pudiendo de otra manera este principe, que tanbien
andaua en poder de Tamur, como su padre, acudir á
lo que tenia en Europa quando Segismundo, rey de
Hungría y Bohemia, después de auer sabido el venci-
miento de Hildrun, su padre, entró con un grande exer-
;ito por la prouingia de Seruia para cobrarla en tan
buena ocasión, juntamente con lo demás que los tur-
cos auian ganado en uremia. Pero hallándose ^elebin
libre por la liberalidad que con él vsó Tamur, auien-
dole dexado á la Natolía, acudió con mucha presteea y
- i8i —
todas sus fuerzas juntas á dar socorro á lo que tenia
en Europa, venciendo en una gran batalla junto á Sa-
mandria, á Segismundo, que no tuuo en ella mejor
fortuna que pocos años antes en la de Nicopoli. Por-
que de otra manera no parece verísimil que auia de
dexar Qelebin, que auia por beneficio de su enemigo
sucedido en el inperio de su padre, en poder de los
tártaros, después de partido Tamur, su antiguo patri-
monio de las provincias de la Natolja, por defender lo
que nueuamente auian su padre y abuelo adquirido en
Europa.
No quiso la fortuna, después de auer dado tan felices
sucesos á Tamur, dexarle sin que prouase alguno de
sus contrastes, y ansí en estos dias y muy poco tienpo
después que murió Hildrun, en el mesmo lugar de
Agaxar enfermo grauemente su hijo segundo Soltan
Mahamet, á quien él quería tiernamente, y en pocos
dias murió. Sintió Tamur de manera su muerte, que
sin valelle la mucha grandeza de animo suyo, ni la de-
fendía y auturidad de tan gran monarca á quien todo
el Oriente obedecía, arrebatado y vengido del dolor,
con grande inpetu, quitándose el turbante de la cabera
lo arrojó lexos de si. Y con grandes lamentos y gritos
lastimosos, dexandose caer en el suelo, desconpuesta-
mente se rrebolcaua por el, sin poder aplacalle ni ve-
dalle que no se diese muchos golpes los que á la dolo-
rosa nueua se hallaron presentes. Pero después que la
furia del dolor desfogó y dio lugar á boluer en si, con
muy (i) tierno y lastimoso llanto y abundancia de la-
grimas estuuo llorando mucho espacio de tienpo, di-
ziendo y publicando muchas cosas en loor de su hijo,
ccmque mouia á conpasion á todos los que le oian (2),
prouocandolos ansimesmo al propio llanto. Y dize
(1) sensibles gemidos estuvo llorando con.
(a) mouiendolos.
— l82 —
Calipha Emir que todo lo que sobre ello, llorando y
lamentando, Tamur dezia, era en versos que unos con
otros hazian consonancia, que sigun sonauan^ leyén-
dose en persiano, eran muy cortos y de pocas silabas,
muy semejantes á nuestras antiguas endechas españo-
las, que son los endecasilabos de los antiguos. Pudie-
ran algunos juzgar por desconpostura barbara seme-
jante sentimiento en este grande y poderoso rey, si en
otros tales como el suyo no uviera tenido tan Ínclitos
y señalados varones por conpañeros en los siglos pa-
sados. Pues si se mir^ en los primeros de que se tiene
noticia, vemos el que hizo Achilles por Patroclo; ^iro,
por Abradata; Agesilao, por Cleonimo; Pericles, por su
hijo Parales; el magno Alexandro, por Clito y Ephes-
tion; Masinissa, por Sophonisba; Marco Catón el Uti-
f ense, por Cepion su ermano, y Augusto (^esar por el
exer^ito que perdió en Alemana; de manera que no
solo solenizaron con lagrimas y gemidos las muertes
de sus amigos y soldados, pero con grandes llantos y
clamores. Demás de que por ser perdida pública y par-
ticular la de Augusto Cesar, auiendo en aquel veterano
exergito honbres tan señalados que no podian muchos
dellos dexar de le tocar en familiaridad y sangre, fue
mayor su desconpostura quanto su grandeza, mucha
prudencia y edad fue mayor que la de los que se an
nonbrado. Pues le sacó el rrepentino dolor tan fuera
de sentido, luego que le dieron la nueua de aquella
rrota, que sin mirar que juntamente con el exer^ito
auía sido muerto Quintilio Varo, su general, dándose
cabezadas por las paredes y gritando, le pedia que le*
boluiese el exergito que le auia entregado. Muchas ve-
zes, acordándome desto (i)^ me vinieron á la memoria
los muchos loores que (2) en Madrid se dauan á algu-
( I ) noté en Madrid.
(a) allí.
-i83-
ñas señoras de las mas ¡ilustres de aquella gran corte,
en ocasión de auer perdido sus maridos, porque con
tenerlos muertos delante, no solo no planteauan, que
aun en ello pudieran tener disculpa, pero se vian muy
en si^ sin oirseles siquiera un pequeño gemido, ni ver-
ter alguna lagrima. Y aunque mucha parte de esta
afectada y vigiosa entereza se (i) pudiera atribuir á la
anbigion que ordinariamente se halla en todas las mu-
geres principales, mayormente en las que se crian y
habitan en las cortes de los grandes principes y reyes,
mas propiamente se deuria juzgar en algunas á tener
diminutos los sentidos, y en otras á no poder fingir
sentimiento, ni lagrimas, siendo una pasión aun tan
natural en los honbres, por hallarse aliuiadas de la mo-
lesta y poco apazible conpañia {2) de sus maridos. Y
las que en casos semejantes son del vulgo alabadas de
valerosas, dándoles muchos con grande inpropiedad y
vulgarmente este nonbre, no Ueuarian mi vocto en esta
dureza, mas que entereza suya, pues las pasiones hu-
manas tienen de ser y rregularse conforme á la gran-
deza de los afectos que las mueuen, si ya acaso como
por esquisito milagro de naturaleza no se hallase en
estas señoras aquella increible y rrara tolerancia que
violentamente Qi^eron quiere prouar en las Tuscula^
naSy sigun la doctrina de los stoycos. En Italia, ansi en
algunos siglos propinquos al que agora bi vimos, tan-
bien como en el presente, se an señalado mas que en
otra parte del mundo muchas principales matronas (3)
en mostrar la tal grandeza de animo, venciendo el do-
lor que á los fortissimos y prudentissimos varones del
(i) podia,
(a) dt verse sin la obligagion,
(3) dotadiis de singulares virtudes.
-i84-
todo a rrendido y desconpuesto (i)» y ansi como cosa
muy (ierta se puede afirmar auerse transferido de Ita-
lia á España esta afectada sonbra (2) de valor en las
mugeres. Aunque no la pudo ileuar al cabo, ni dexar-
nosla por exenplo á las españolas, Blanca María Vis-
conte, duquesa de Milán, con ser de las mas illustres
y señaladas mugeres de su tienpo. La qual, queriendo
llegar á mirar el cuerpo ya difuncto de su marido
Francisco Sforg ia, con la conpostura y entereza que
ya entonces deuía de estar en vso, sin demostración de
lagrimas y sentimiento, al cabo, vencida del dolor,
como deuia á la pérdida que tenia presente, cayó en el
suelo rresuelta toda en abundantissimas lagrimas y las-
timoso llanto. Mas fortaleza se vio muchos años ade-
lante en Victoria Colona, marquesa de Pescara, la qual,
aunque fue un rraro exenplo á todas las illustres matro-
nas de aquella edad en todo genero de virtud, fue an-
simesmo á quien por las insensibles y exteriores mues-
tras (3) con que disimulo el dolor de la tenprana muer-
te de su marido, an querido imitar otras muchas, no
obstante que todo el rresto de la vida de esta insigne y
nobilissima muger de muy pocas pudría ser imitado. Y
porque esta (ensura no cobre odio, ni adquiera rrepre-
hension de algunos, quiero poner aquí en defensa (4)
de estas insensibles, ó tolerantes mugeres, el juizio que
se hizo (5) de la que fue de (6) mas crédito y estima-
ción (7) en aquella edad adonde con mayor poder y
( I ) sobrepujado; pero porque agora no es bien ju\gar lo de tan-
to mas lexosy menos conocido^ no pasa la censura adelante; solo
puedo afirmar auerse transferido,
(a) fortaleijBí.
(3) de sentimiento,
(4) suya.
(5) aquella muger.
(6) mayor.
(7) que se pudo hallar ^ y nobleijs*
— i85 —
grandeza floresfio la república romana, y quando las
costunbres de sus (i) antiguas matronas aun estauan
enteras y sin la mudanza y alteración que después
cobraron. Esta fue la grande, y memorable Cornelia^
hija de Sgipion Africano el mayor, y madre de Senpro-
nio y Cayo Graco, que murieron en las sediciones y
9iuiles tumultos sobre promulgar las leyes agrarias; la
qual (2) algunos años aun después de la muerte de sus
hijos, quando por la memoria de su padre y de su ma-
rido Tiberio Graco era visitada de todos los reyes y
demás personages illustres que venian á Roma, como
hablase en aquel lamentable sugeso que tanto le toca-
ua, con grande entereza, grauedad y conpostura, era
tenida de muchos por muger que auia perdido con las
calamidades pasadas gran parte de su juizio, pares-
Riéndoles inposible dexar de aconpañar con lagrimas
tan lastimosa narración; y por concluir y aprouar el
llanto de Tamur (3) como tan propio afecto de nuestra
naturaleza, digo que Dauid, que por su prudencia» sin-
gular fortaleza y mucha sanctidad meres^io ser tan
fauores^ido y querido de Dios, planteó tiernissimamen-
te con endechas la muerte de Abner y de Absalon su
hijo. Y finalmente, nadie podrá negar que Cristo, Sal-
vador y Señor nuestro, conforme á la naturaleza pasi-
ble de honbre, con sensibles gemidos y euidentes la-
grimas no llorase la muerte de su amigo Lázaro.
(1) aquellas,
(a) como.
(S) en el llanto de su hijo.
— 186 —
CAPITULO II
Eipedición de Tamerlán contra ios tártaros nogais y los moa-
goles. — Defiéndese la imposibilidad de ir á ios mares de ia China
y de ia India navegando por el norte de Asia.— Imposturas que
acerca de esto divulgó en Madrid un aventurero. — Guerras de
Tamerlán en Europa.— Su expedición contra el reino de Catay.—
Conducta inmoral de Xa Malic, hijo de Tamerlán. -Muene
de éste.
Algunos años antes de la guerra con Bayazeto auia
enprendido Tamur una enpresa digna de su mucho va-
lor y grandeza de animo, que fué la jornada contra los
tártaros nogais^ y después á los mongalenses, de cuyo
ordu sallo el gran Qisgis, como ya se a dicho. Las pre-
uengiones que hizo con admirable providengia para
esta jornada, después de las armas y machinas de gue-
rra, sin los muchos mantenimientos^ fueron de gran
suma de agadones, picones, palas de hierro, hachas y
todo genero de otras herramientas; espuertas, gestones
y carros, con todo el demás aparato de canpaña; gran
numero de cuerdas gruesas y menudas y toda suerte
de cueros para calcado, con mucha cantidad de vigas,
tablones y cadenas. Pasó tan adelante Tamur por aque-
lla grandissima rregion, que después de vencidos en
diuersos trances y batallas estos inuengibles tártaros y
antiguos sf ithas jamas domados, llegó á lo mas sep-
tentrional de la Sgithia y adonde los tres meses estiua-
les no se escondia el sol debaxo de su horizonte, que
sigun esto era muy dentro del girculo Ártico y en el
paralello de las islas de Rustene, Groetlant y la Nueua
Zenbla. Y siendo hasta aqui la Tartaria ó Sgíthia sep-
tentrional y toda la demás tierra hasta debaxo del Polo
1
/
-i87-
Ártico, poblada de nafiones barbaras muy sinples y
subjectas áqualquiera injuria y violencia, hazen en ella
los tártaros continuas entradas y correrías, sacando de
alli mucha cantidad de aquellos miserables pobladores
para vendellos por esclauos, y ansimesmo las mejores
zebellinas del mundo. Y porque las dichas entradas que
los tártaros hazen es por el invierno, que los rrios^ la-
gunas y pantanos están elados y la demás tierra elada
y tiesa, para falgilmente ser andada, siendo por su mu-
cha altura la mayor parte del inuíerno perpetua noche,
le llaman los tártaros y moscouitas á esta tierra, región
de las tinieblas. Y aunque la mitad del año opuesta al
inuierno, por la mesma causa se podria llamar tierra
de la luz, no escondiéndoseles jamas el sol por el dicho
tienpo, las naciones que van á rroballa no pueden ha-
zer su viage de verano, por estar el suelo invio y pan-
tanoso, por los muchos yelos y nieues que hallan rre-
sueltos en agua con el calor del sol; de manera que es-
ta rremotissima tierra a adquirido solo el nonbre del
tienpo obscuro y tenebroso en que es rrobada y sa-
queada. De otros que biuan y habiten climas menos
septentrionales que los moscouitas y tártaros, que tan-
to mal hacen á estos miseros, como á mas vezinos^ po-
drían ellos tanbien ser tenidos por moradores de región
de tinieblas, ó de mucha luz, sigun el tienpo en que
fueran conocidos, como lo fueron del exergito de Ta-
mur estos septentrionales s^ithas del Mongal, admirán-
dose los chacatais y vsbesques, como de nunca oido
milagro de naturaleza, de hallar alli tanta cantidad de
dias sin ninguna noche. Y fuera la mesma admiración
si Tamur hizíera de inuierno su jornada, hallando tan-
tas noches después, sin dia. De Condamir y Calipha
Emir, autores (i) y^ nonbrados, que dexaron escrita
esta conquista con las demás de Tamur, se colige^ con-
(i) En el ms., autures.
1
*
— i88 —
forme á lo dicho» ser la Tartaria continuada y conti-
nente con Groelant y la demás tierra que está debaxo
del Polo Ártico» contra el parecer de muchos que se
persuaden á que ay canal y paso para desde el mar
Sf íthico septentrional poder pasar al mar Indico y co&-
ta de la China y Cathayo. Y aunque algunos años se
trato en Madrid por los ministros de Su Magestad Ca-
tholica de que se inpidiese la nauega^ion, ansi por
esta parte del Nordeste^ que es la derecha del Polo»
como por la izquierda, que es al Noroeste» entre Groet-
lant y Stotilant» enbiandose sobre ello particular enba^
xada al rey de Inglaterra» por continuar entonces los
ingleses sus viages porfiadamente para hallar salida al
dicho mar Oriental» afirmé muchas vezes que era inpo-
sible hallarse la tal nauega^ion. Porque demás de que
paresfia inposible dexar de ser continente estas par-
tes del mundo conos^idas ya desde los siglos pasados,
con lo nueuamente descubierto de nuestras Indias oc-
cidentales» pues todos sus moradores tienen tan apa-
rente figura con los tártaros» la esperiengia de tantas
nauegagiones sobre buscar en vano este viage (i) asi-
gura ser gierta mi opinión» estando euidentemente pro-
uado con las correrías dichas de los tártaros á esta tie-
rra debaxo de nuestro Polo» no auer salida al mar In-
dico» á lo menos por el Nordeste. Por el Noroeste»
aunque no tenemos tan prouable rrazon» es sin conpa-
ragion» el mar que estos vltimos años los ingleses por
alli an hallado» mucho mas estrecho» con canales, ó
mas propiamente calas y esteros, del todo Riegos y sin
salida» demás de los terribles y grandes pedamos de ye-
Ios» á modo de islas» con que los hallan inpedidos y la
mayor parte del año del todo (errados. Porque si por
esta tierra uviera estrecho que pasase del un mar al
otro» Ja mtsma marea» con la gran corriente que en tal
(i) mas a de i 00 años, sin poder hallarJOm
— iSg —
estrecho auía de causar, lleuaria por una parte y por
otra al mar ancho estos yelos, y con su continuo mo-
vimiento los disiparía, como vemos en el estrecho de
Magallanes. Y aunque este no está en tanta altura co-
mo la tierra de Stotilant, pues la mayor es de 53 gra-
dos, pero en esta parte del Polo Anthartico vemos por
(ierta esperien^ia que en muchos menos grados que en
los climas septentrionales del Polo Ártico haze mucho
mayor frío, de manera que los que quieren doblar el
cabo de Buena Esperanza, muy á la mar, llegando
38 grados, no (i) pueden, sino es con mucho trabajo,
aechar de las ñaues la mucha nieue, siendo el frío tan
intenso que no pueden marear las velas. Y ansí los in-
gleses por la parte izquierda del Polo, como los olan-
deses por la derecha^ haziendo prueua de grandes hon-
bres de mar y admirable tolerangia^ al cabo an traba-
xado en vano, sin auer podido descubrir tal estrecho,
pudíendo, sin esta esperien^ia, afirmar que no lo ay.
Pero, como yo dezia en Madrid á muchos (2) que fir-
memente estauan persuadidos que lo auia, dado caso
que lo uviese y muy sabido, iq\ie marinero que no
fuera del todo ignorante de suerte auia de querer auen-
turarse á nauegar por el, siendo aquel clima tan frío,
tenpestuoso y pocos días aptos á nauegar por el, aun
quando no se hallara el inpedimiento tan grande de los
yelos y nieues que agora se hallan? Demás de que es-
tauan engañados todos aquellos que creían abreuiarse
el viage para la India por aquella nauegagion, siendo
cosa sabida que auian de subir á 75 y mas grados, y
después de auer girado con muchas bueltas hasta el
meridiano opuesto auian de baxar á la JEqmnoqialy
adonde están las islas de la Especiería, quando no qui-
sieran pasar, ni contratar, á otras partes de la India. Y
(i) pastan,
(a) personas.
— igo —
quando se contentasen del comercio del Cathayo, la
Chinay Japón, tanbien auia de ser el viage mucho mas
largo, á rrespecto de la dificultad grande de la nauega-
(ion y ser forzoso invernar en ella, aunque conforme á
la dispusifíon y distancias del globo que forman el
agua y la tierra pareciese mas corto. Y que sigun esto
pudiera siguramente Su Magestad Catholica conbidar
y offrecer á todos los que no fuesen sus amigos con la
tal nauegafion y ayudarles en ella, quando no la qui-
siesen hazer por otra parte. Mas quando alguno, fauo-
res^iendole milagrosamente su buena fortuna en ella,
hallase este estrecho tan buscado y deseado, solamen-
te podría seruille para dexar en el á la posteridad fa-
moso su nonbre, sin tener enbidía al que en el estrecho
austral del polo Antartico, con perpetua memoria suya,
nos dexo Hernando de Magallanes.
Ansí en los viajes de tierra, en regiones largas y poco
conocidas, como en las nauega^iones de mares no des-
cubiertos, an sido engañados muchos tan á costa suya
que gran parte dellos an perdido con las haziendas
tanbien las vidas, porfiando en lleuar al cabo las tales
enpresas. Esto se a visto muchas y diuersas vezes en
las Indias occidentales y australes del Nueuo Mundo,
por la inmensidad y grandeza de la tierra y por la an-
bicion y cudifia, pasiones tan vehementes en los hon-
bres, que fácilmente los persuaden a aquello que de-
sean, aunque la rrazón del todo lo contradiga. Para
ayudar esta falsa persuasión y engaño jamas an fal-
tado honbres (i) charlatanes y noueleros, muchos de
los quales son ignorantissimos, que se an atreuido á
inuentar grandes inposturas y nouelas, pero que van
aparentemente dirigidas á conseguir tan grandes cosas,
que en qualquier tienpo diuersas vezes an sido bien
admitidos. Y por no encontrarme con lo que en casi
(i) bugiardos.
semejante materia se tiene ya tratado en el libro prece-
dente á este^ se dexará de alargalia, aunque auia un
muy espacioso canpo (i) para rreferir aquí infinitos
casos sucedidos en el mundo con semejantes enbaydo-
res. Pero solo diré, por ser a proposito del estrecho
septentrional de que se a hecho tan larga mención,
como hallándome en Madrid el año de 1609, auia algu-
nos meses antes apares^ido alli un honbre de nuestra
mesma nación, no conocido de nadie, mas de dezir el
que se auia criado en Flandes y en algunas de las ciu-
dades ansiáticas, y que asimesmo tenia gran pratica y
conocimiento de las cosas de mar. De manera, que con
su industria y trauajo auia descubierto el estrecho tan
deseado y que con tanto cuydado buscauan entonces
los ingleses. Y como en aquella corte se comentase á
publicar esto, mayormente que se ofíre^ia que dentro
de tres meses después que partiese de España podrían
llegar las naos á las Philipinas y Malucas, acudían mu-
chos á él como á singular marinero , dando tanbien á
entender que alcan^aua otros grandes secretos de na-
turaleza. Con este fauor popular se atreuíó á dar me-
moriales á algunos ministros, diziendo que por este es-
trecho podian nauegar las armadas de Su Magestad con
mucho menos tienpo y costa, ansi á las partes susodi-
chas, como á las demás de la India, afirmando que él
auia nauegado por todo el estrecho hasta salir á la cos-
ta de la China y Japón, y que el canal era muy ancho,
linpio y sin inpedimento alguno. Y creyendo, como
honbre tan ignorante, que se acreditaua mas con hazer
alguna demostración del tal estrecho, dio muchos di-
seños del en menos espacio que medio pliego de papel,
no solo ignorante, sino bestíalissimamente, sin ningún
genero de propiedad ni aparen^ia de las tierras y ma-
res que él alli señalaua. Pero, en fin, fue escuchado y
(i) diciendo muchas.
admitido, y de tanto mejor gana quanto comenzó, con
este primer fauor^ á descubrir de si otros misterios ma«
yores, díziendo que él solo sabia el secreto para desci-
frar la clauicula de Salomón, con lo qual se venia á al-
canzar y perfifionar el verdadero lapis, nunca jamás
enteramente hallado de los alchimistas en tantos siglos.
Y aunque esta fábula, con tan vulgar estilo y manera
de hablar, era mas para con rrisa menospreciarse, que
admitirse, en fin, siendo cosas tan grandes las que pro»
metia, como convertir en oro los mas baxos metales,
se halló quien luego le ayudase con casa conpetente y
cantidad de dineros para comentar á poner en obra su
fabrica. Y como todos estos miserables chimicos para
mas engañar á los cudi^íosos de que se van aproue-
chando, alargan el efecto de su obra, diziendo que es
menester mucho tíenpo para la transmutación de los
metales, éste entretuvo á los que le fauorecian y dauan
larga pensión, mas de dos años, diziendoles que ya
aquel milagroso parto estaua muy cerca y para salir á
luz. En este ínterin, que era en el mesmo tienpo que
Fonseca andaua tanbien publicando su aguja fixa,
como en la nauega^ion del primer libro se a dicho ya,
un conocido mió me lleuó á mi posada á este grande
marinero alchimista, como á honbre rraro y de alto
ingenio, para que de esperiencia me certificase auer
arriba de la tierra del Labrador y Stotilant el estrecho
rreferido, sabiendo que yo era de opinión de que no lo
uviese. El nonbre que entonces publicaua tener no me
acuerdo, mas de que lo autorizaua con la dignidad mi-
litar de capitán, como muchos de los tales engañado-
res suelen hazer sin jamás auer lleuado paga de un sin-
ple soldado; pero entró con tanta grauedad y mesura
como si todo quanto prometia lo uviera ya prouado
y hecho cierto. Y no tratando de la profesión de alchi-
mia, por no ser á mi propósito, le pregunté en que
tienpo auia nauegado por aquel estrecha, y el que aoia
- Í93 -
gastado en nauegarlo todo hasta salir al mar Oriental,
y ansimesmo en qué grados estaua la entrada y salida
del; rrespondió muy sosegado y confiado, que la en-
trada estaba en 78 grados y la salida en yS, y que lo
auia nauegado en poco mas de 3o dias por los meses
de Noviembre y Diziembre. Quedé admirado de tan
desvergonzado disparate y corrido de aquel amigo mío,
no obstante que era muy pratico en su profesión, pero
muy poco en la navegación y cosmographia, aunque
inclinado mas que medianamente á la transmutación
de metales. Con esto se acortó y acabó, la conversación,
y aunque este honbre estuuo muchos meses mas en
Madrid, no le vi otra vez alguna; pero como el mar-
ques de Velada, mayordomo mayor y del Consejo de
Estado de Su Magestad Católica, me mostrase uno de
los diseños suyos del estrecho de Anian, que tal non-
bre le auia puesto, y me comunicase lo que trataua y
lo mucho á que se ofrescta, le desengañé diziendole lo
que sentía de la ignorancia suya y lo que del se podia
esperar (i) y de los demás que tienen y an tenido aque-
lla manera de vida. Este alquimista desaparescio y se
fue ocultamente, sucedíendole mejor que a otros de su
profesión que an pagado con la vida sus enbustes, por-
que no se trató mas del, ni yo supe después en qué
auia parado, tanpoco como de Fonseca, su contenpo-
raneo, en lo de su aguja fixa. Es mucho para notar que
semejante suerte de honbres, que por la mayor parte
son del todo idiotas y sin algún ingenio, ayan sienpre
en el mundo engañado y persuadido á lo que quieren,
á tantas personas graves que por vso y esperiencia de
variedad de negocios an sido tenidos y estimados por
varones enteros y prudentes. Pero considerándolo bien
no ay que maravillar de los tales sucesos, pues el enga-
ño que en ellos ay no nace de la industria del enbaidor,
(1) y de la manera.
i3
— 194 —
sino de la vehemente pasión de quien los admite, te-
niendo prendido y ^legamente inclinado el ánimo á la
materia que con ellos se trata, como agora en nuestros
dias sugedio á muchos con Bragadino, en Vene<;ía, y
antiguamente en Roma en tienpo de Nerón, como es-
criue Cornelio Tatito, que se dio tanto crédito á un
inpostor llamado Cesselco Basso, que se offregio á sa-
car á luz, de las rruinas de Carthago, los grandes teso-
ros de su primera fundadora Elisa Dido, que como de
cosa gierta y sigura (i) se prometian grandes rrique-
zas, de modo que se gastaua con mucha mas prodi-
galidad que antes, adquiriendo por esto muchas deu-
das el Enperador.
No contento el vencedor Tamur con el dominio de
toda Asia, después de auer domado los tártaros mon-
gales casi hasta los vltimos fines del Septentrión, rre-
boluio hazia el Occidente, subjectando tanbien toda
aquella parte de Tartaria hasta el rio Volga, Y no de-
teniendo el curso de sus victorias la grandeza de este
gran rio, pasó adelante haziendo guerra á los tártaros
occidentales del ordu de Casan, cuyo districto se ter-
mina con el rrio Thanais, llamado agora de los tarta-
ros y moscouitas el Don. Causó un general terror esta
guerra, no sólo á los tártaros de aquel ordu, mas á los
moscouitas y demás nagiones rutenas, de manera que
juntándose todos, con las ayudas de otros circunvezi-
nos suyos le dieron la batalla, pero siendo vencidos y
perdiendo la mayor parte de su exergito, los demás se
saluaron en la espesura de los bosques, pasando des-
pués por la mesma fortuna que los demás, aplacando
con dones la furia del vencedor. Y aunque los autores
ya rreferidos no aclaran particularmente que nagiones
(i) consignavan en ellos los ministros imperiales los pagamen-
tos de las muchas deudas que por la prodigalidad de sus principes
se auian adquirido,.
— igS —
fuesen las que vinieron en fauor de los moscouítas, de
Martin Cromero, Matías Mícouiense y Antonio Bonfí-
nio se colige^ aunque obscura y confusamente, auer
sido VitoIdOy Duque de Lituania, quien principalmente
hizo este socorro. El qual, como honbre tan señalado
y valeroso en la guerra entre todos los de Europa en
aquella edad, juntó un grande exer^ito de sus lituanos,
polacos y prutenos, y acudió á la fama de este grande
ingendio que aviendo abrasado á toda Asia amenagaua
tanbien á Europa. Nuestros historiadores no se acla-
ran en escreuir si fue en fauor de los moscouítas, que
entonces aun no estauan en la grandeza en que después
llegaron, mas de dizir que pasó á hazer guerra á los
tártaros, y aunque encarecen la grandeza y muchas
fuergas de su exergito, mayormente gouernado por un
tan famoso y hasta entonges invicto capitán, sucinta-
mente y en muy pocas palabras dizen todos auer sido
vengido con pérdida de la mayor parte de sus solda-
dos, saluandose él apenas con la velocidad de los caua-
Uos que tenia en paradas. Lo qual no parege que pu-
diera auer este caso sucedido con tanta fagílidad sino
fuerza, por tanto, mayor [su] poder, sin conparacion,
que el que Vitoldo llevaua, y ansí, cotejado el tíenpo,
no podemos atribuir esta rrota, que de todos es llorada
por lastimosa y grande, sino al invencible exergito y
singular perígia militar de Tamur. Demás de que tan-
bien alguno de los dichos autores, con la mesma bre-
uedad y confusión, haze mención y nonbre á Tamur,
por no auer en aquel tienpo bárbaro y de naciones tan
barbaras como en esta jornada se hallaron, quien pu-
diese dar más distinta rrelagion que ésta. Ni los auto-
res persianos la dexaron, por la poca ó ninguna noti-
cia que tenían de las naciones y principes de Europa.
Y como la felicidad humana no tenga cierto limite, ni
enteramente pueda satisfazer el ánimo de los honbres,
tanpoco bastaron á Tamur las victorias de toda Asia
— ig6 —
para tenello quieto y sosegado. Antes^ aunque ya car-
gado de años, visto que no hallaua con quien conten-
der, puso los ojos en el grande inperio del Cathayo, no
obstante las grandes dificultades que se le offiregian á
esta enpresa, mayormente de su edad y de tan largo
camino. Y siendo sienpre los pareceres de los ministros
y consejeros muy acomodados y conformes las más
vezes con la inclinación del principe que los govierna,
ansi tanbien, poniendo Tamur en consejo y proponien-
do á sus capitanes si era bien hazerse esta jornada, de
común consentimiento de todos se acordó que se hi-
ziese. Comentóse luego con general anbigion de todos
los principales de su e3ier;íto á se apergebir lo necesa-
rio á tan ardua y peligrosa enpresa, haziendose en Sa-
marcant y en su comarca la junta y masa del exergito,
DO paregiendoles á aquellos soldados habituados y en-
vejecidos en el exerci^ío de la guerra, en la qual tantas
vezes auian salido vencedores, que pudiese ningún po-
der humano rresistir al suyo. Encarece Calípha Emir
el fausto, grandeza de ánimo y mucha arrogancia de
los capitanes principales de Tamur, de manera que en
pericia de la disciplina militar, reputación y grandes
rriquezas, eran iguales á su mesmo enperador, cosa
que sienpre a sucedido en la milicia de los que en el
mundo an sido grandes y señalados honbres en ella.
En el procinto de esta famosa expedición, que tal fuera
ella sí se executara y Ileuara al cabo, le llegó á Tamur
la enbaxada que el rey de España don Henrrique el
Tercero le enbíó sigunda vez, aunque los persianos no
le dan particular nonbre al rey, ni prouincia de Euro-
pa de donde fue enbiada, mas de dezir que era enba-
xada de los francos; y llamar indistintamente ansí á
todas las naciones europeas, mayormente á las latinas,
lo a causado la poca noticia que entonces tenían de
nosotros, creyendo que todos fuésemos subjectos á un
rey y señor ; pero ansí del tienpo en que Condamir y
I
-197 —
Calipha Emir hazeo mención de esta enbaxada, como
de la rrelagion que delia nos dexó en su lengua caste-
llana antigua Rui González de Clavijo, que se halló en
ella, se colige indubitable y claramente auer sido la
que enbió el rey don Henrique el enfermo, porque de-
mas de conformarse con los persíanos nuestro caste-
llano^ en auerse rregibido los enbaxadores en Samar-
can, no dentro de la giudad, sino en grandes y sober-
utas tiendas gerca della en la canpaña, dize Rui Gon-
zález, como tanbien la escríue Calipha Emir, una par-
ticularidad notable, escriuíendo que en un gran van-
quete que en las tiendas le[s] dio Tamur á todos los
enbaxadores que entonces en su corte se hallaron, á los
del gran Cham, que le pedian hiziese el reconocimiento
á su rey que antes solían sus mayores, les hizo gran-
des amenazas arrogante y soberuiamente, de que auia
de arruinar y deshazer el inperio del Cathayo. Los per-
sianos escriuen distintamente las cosas que nuestros
enbaxadores Ueuauan á Tamur de parte de su rey, en-
careciendo, como de cosa que entonces puso grande
admiración, las figuras y pintura de algunos tapizes,
y tanbien de las lauores de rrelieue de los vasos de
oro y plata, en que se vían figuras muy al natural, por
no auer en ellos ningún primor ni de pintura, ni sculp-
tura, siendo sus vasos, fuentes y tagas groseramente
labrados y sin arte alguna. Después de auer despacha-
do los enbaxadores mandó que su hijo Mirza Jaru los
aconpañase hasta la primer^^ jornada, y que por todo
eL camino se les hiziese el mesmo rregalo que á su pro-
pia persona. Apresuró luego la expedición (i) que con
tanta anbicion tenia destinada al Cathayo, y para ella
escogió de toda la gente pagada que tenía, ansi en el
exercito ordinario que con él rresidia, como del que
auia en presidio de las prouincias más cercanas, en que
(i) jornada.
— igS -
auia ochocientos mil honbres, trezíentos y ochenta mil,
de la gente de más valor y esperiengia de guerra, parte
de los quales eran infantes, aprovechándose mucho
dellos, contra la común costunbre de los asíanos en las
más de sus facciones.
Estos no vsauan arcos^ dardos, ni otras armas arro-
jadizas, sino cubiertos de grandes escudos peieauan
con solas cimitarras, conforme á como antiguamente
lo vsauan los romanos. Los demás, en cuyo número
entrauan los más valientes de sus veteranos^ á cauallo,
iuan armados defensiuamente de fuertes corabas y ce-
ladas^ y aunque los más peieauan con arcos y flechas,
como armas suyas ordinarias, muchos dellos lleuauan
escudos para que detendidos dellos, sin las demás ar-
mas sdefensiuas, peleasen más siguros con sus graues
cimitarras. Para gastadores y gente de seruigio de este
exergito tenia trezientos y doze mil honbres, todo el
qual número de gente mandó que comentase luego á
caminar con Hanbrain Soltan, su hijo, siguiéndolo él
luego con su corte, con gran priesa suya y de todos
sus soldados. Pero como auiendo caminado veinte jor-
nadas desde Samarcant llegase á un lugar llamado
Agasulac y cargase mucho el invierno con las mayores
aguas y nieues que en muchos años se uviesen visto,
aunque contra su voluntad le fue forgoso parar, y por
auerle auisado su hijo que el exer;ito,que algunos dias
marchaua adelante, no era posible, por la mucha in-
clemengia del tienpo, proseguir su camino. Aflixio esto
de manera el encendido animo de Tamur, que inpa-
gíentemente se quexaua de su fortuna de que en oca-
sión tan deseada del se le rretardase y del todo inpidie-
se su viage; sigun escriue Calipha Emir era en la fuer-
za entonces del invierno, díziendo que el sol auia
entrado en el signo de Piscis, que sigun esto seria (i)
( I ) por el fin de Enero.
-199 —
mediado el mes de Hebrero, y demás de ser el año ex-
traordinariamente tenpestuoso, aquella rregion, como
ya (i) en los confínes de los confínes de la SQithia, los
fríos auian de ser intensos y grandes. Y ansi, conci-
biendo grandissima trísteza Tamur con esta tardanza,
comenQO á no tener sosiego ni quietud en el sueño , y
luego á espantarle en él terríbles insomnios, acrecen-
tando su trabaxo las disensiones domesticas de sujs
hijos y niet0S| no siendo posible dexar de ser ansi sien-
do tantos y los más dellos ya honbres y constituidos
en gran dignidad. Tenia entonces Tamur, de diuersas
mugeres, treinta y seis hijos y nietos varones, á los
quales, conforme á la muy antigua y generosa costun-
bre de los reyes de Persia, tenia dadas las prín^ipales
prouin<jias de su inperio en govierno y tenencia por sus
vidas. A Pir Mahamet, su hijo mayor, y á quien él te-
nia destinado por sucesor suyo^ auia dexado por go-
vernador de Samarcant y de toda aquella prouingia de
los Chacatais que, como se a dicho, es la antigua So-
godia. Y como viniese auiso á Thamur que con una
hija de este Pira Mahamet, tuviese desonesta y secre-
ta conversación otro hijo suyo y tio della, llamado Xa
Malic, sintiólo notablemente, sobre las inquietudes, in-
somnios y tristezas que le auian causado el ver inpedi-
da enpresa por él tan deseada. Pero queriendo rreme-
diar la desorden de los suyos con el menos escándalo
que fuese posible, como honbre prudentissímo, llaman-
do á Xa Malic, sin dezirle ni reprehendelle nada sobre
el caso le persuadió que se casase, pues no tenia mu-
ger; y como él se escusase diziendo que no quería ca-
sarse, le boluio á mandar el abuelo que lo hiziese, y al
fin dixo que lo haria, pero que auia de ser con gierta
muger que le señaló, natural de la prouingia de Cora-
ssan. Thamur, vista la peruica^ia y malicia del hijo, le
(i) muy dentro.
— aoo —
rreplicó diziendole que ¿por qué, teniendo mugeres de
su propia sangre, no escogía alguna dellas?; al fin con-
cluyó Xa Malíc con dezir que aquella, por ser donze-
Ha muy sabia y rrecogida, quería, y no otra alguna.
Thamur sintió profundamente la inobediencia y des-
vergüenza del hijo, y aunque tuuo gran deseo de cas-
tigallo capitalmente, no se atreuio porque no se mo-
viese alguna sedición entre la gente de guerra que alli
auia, y tanbien por no publicar la causa porque tal
castigo se hiziese. Y juntándose á esto el amor que al
hijo tenia, no aclarándose mas con él y dissímulando,
enbió por aquella donzella con mucha priesa á Cora-
ssan y dándole muchas joyas le dio li^en^ia al hijo y le
mando que fuese y se casase luego con ella, dándole
solamente una tacita rreprehension, aduirtiendole que
mirase bien de alli adelante, que no solo en casa de los
deudos, pero de los amigos, tenian los honbres obliga-
ción á rrefrenar y tener en poder de la rrazon los ojos,
la lengua, los pies y las manos.
Continua la furia increible de las nieues y aguas, y
Thamur queriendo con grande obstinación contrastar
á su hado^ aunque lastimado de no auer podido rrepa-
rar la desorden del hijo, prosiguió su viage hasta lle-
gar ya dentro de la Sgithia á un gran rio que siendo al
Nordeste, ó viento griego, de Samarcant, conforme al
camino que se lleuaua al Cathayo, deuia ser el Jaxar-
te's ó alguno otro que entrase en él, y aunque este rrio
era muy hondo, lo halló todo elado, siendo la grosura
del yelo de diez codos, de manera que los carros y
todo el demás inpedimento del exer^ito pasaron segu-
ramente por él. Pero al cabo la incontrastable furia del
tienpo, que cargó furiosamente, vengio la constancia y
ardiente deseo de Thamur, forcandole á parar siete jor-
nadas de Agasulat, en otro lugar llamado Anzar, adon-
de vencido de dolor de ver inpedidos sus grandes di-
signos, cayó en una gravissima y mortal enfermedad,
I — 201 —
la qual le comento de un fluxo ó corrímíento que por
todo el lado izquierdo le vino á parar en la pierna con
grandes dolores. Sobreuinole luego una ardentissima
liebre, y juntamente con ella dos apostemas^ una en el
higado y otra en el lado izquierdo, arriba de la ijada,
conogiendose luego por los accidentes y grandeza
de la enfermedad, ser incurable, demás deque lue-
go el mesmo desconfío del todo de su salud. Hizie-
ron los médicos sus diligencias, pero hallaron con-
plicagion, no solo de las dichas, sino de otras muchas
enfermedades, de manera que los medicamentos de
las unas eran contrarios para las otras. A uno de estos
médicos alaba con grandes encarecimientos Calipha
Emir, diziendo que era vnico y singular honbre de su
profesión, gran philosopho y astrólogo, llamado Achim
Tazladin, y por ser cosa notable y en loor de nuestra
sagrada rreligion, pondré aqui lo que este autor escri-,
ue sobre alabar y encarecer la sabiduría y maestria
grande de este medico, siendo, como a sido esta, la
principal causa porque yo e querido rreferir tan parti-
cularmente lo que paresgio que pudo causar la muerte
de Tamur, no obstante que se deuía á la memoria de
un tan grande y poderoso rey. Dize, pues, que ansi
como Cristo rresugitaua y daua vida á los honbres des-
pués de muertos, ansi Achim Tazladin, á los que ya
estauan deplorados y propincos á morirse, con su arte
y mucho saber les rrestauraua la vida y boluia sanos
y con entera salud. Auia ya llegado Pira Mahamet, su
hijo mayor de Tamur, de Samarcant, á la fama de las
indispusigiones y desabrimientos que en Agasulaf auia
comentado á tener, y ansimesmo todo su árame, con
su principal muger, llamada Zoraida Canu, que por-
que no le fuese inpedimento en camino tan largo, des-
de Agasulat auia enbiado á Samarcant. Declaró antes
que muriese, por sucesor en toda la monarchia, á Pira
Mahamet, su primogénito, y á los demás en las satra-
— 202 —
pias y goviernoSy como estauan antes, nonbrando par-
ticularmente en la de Corassan á Mirza Jaru, á quien
él quería mucho, enbiandolo luego que se sintió agra-
uado del mal á llamar, aunque no pudo llegar hasta
algunos dias después de ser muerto su padre. Este
Mirza Jaru fue el que muchos años adelante enbío una
muy solene enbaxada al gran Cham del Cathayo,
como muy particularmente, demás del tantas vezes
rreferido Calipha Emir Alixir, escríue Mirhon, que
continuo la historía de Condamir con largo y elegante
estilo.
Al onzeno niurío Tamurlang, con general dolor y
sentimiento de todos, de edad de setenta y un años,
auiendo sido rrey los treinta y siete, después de auer
muerto á Mirhocen, su cuñado, que auia sucedido en
los reynos de Corasan, Balea y Samarcant^ á Amir
Carcham, su tio.
Fue Tamur de habitud y conposicion sfithica, pe-
queño de cuerpo, aunque de mienbros ¡robustos; de
color blanco, rrostro y cabeza grande y cuello grueso,
ojos pequeños y la frente ancha y prominente; lanpiño,
solamente con algunos pelos en la punta de la barua,
y desde su nacimiento coxeaua un poco de el pie iz-
quierdo, por cuya causa adquirió el sobrenonbre de
Lang, que en lengua persiana significa coxo. Fue este
invencible y famoso rey el primero que vsase y se
aprouechase de la artillería en Asia, pues catorce años
antes de la guerra de Clodía, entre genoueses y vene-
cianos, que fue la primera vez que se conoció en Italia,
se valió della batiendo la giudad de Torsis, en la pro-
uinfia de Aria, vsando ansimesmo de infantes arcabu-
zeros, casi en aquella sazón, y en la guerra del Mongal
contra Tothamiscan y en otras facgiones.
ao3 —
CAPÍTULO III
Descripción de la provincia de Hircania y de sus tigres. — La ciudad
de Farabat.— La provincia deGuilán. — Pruébase que Taurís no
es la antigua ciudad de Ecbatana. — La ciudad de Soltanfa.
Aunque aya paresgido larga la digresión sobre la
vida de Thamur, paresce que vino á proposito, auien-
do sido su origen, y después patrimonio de su primera
grandeza, estas prouin^ias de Parthia, Bactra y Sogo-
dia, las mas orientales de la antigua y gran monarchia
persiana, y en este tienpo las que debaxo del nonbre de
Usbeques y Ch acatáis tan contrarias y enemigas son á
los reyes de Persia,
Viene desde el viento Nordeste y boca del rio Oxo,
hasta el Sur ó Mediodía, corriendo, la siluosaprouinfia
de Hircania, y abracando con su torcida costa la parte
dd mar Caspio conprehendida en estos rrumbos hasta
los confínes de la Medía. Es toda llena de ^errados y
grandes bosques y muy semejante á lo que della nos
dexaron escripto los autores de la antigüedad, en que
se crian inumerable cantidad de tigres, jaualies y ossos,
con otro mucho numero de ca;a de toda suerte, y los
arboles tan gruesos, frondosos y altos, que por la ma-
yor parte continuamente esta obscura y sonbria. Los
tigres merecen bien el epicteto que tienen adquirido
desde los siglos pasados, porque demás de ser ferofi-
ssimos, son de una extraordinaria grandeza, sigun se
vio en uno que en Spahan llevaron, atado con dos ca-
denas, á casa del Enbaxador. Era del tamaño de un
bezerro de un año, y algo mas largo; el color muy
— «H —
bermejo, como el que tienen los bueyes de pelo muy
encendido, en España, y por toda la largura del cuer-
po^ desde el cuello y cabera hasta el fin de las caderas,
le corrían unas barras ó vetas muy negras, de anchura
de dos dedos, y aunque mucho mas delgadas, tanbien
por toda la largura de la cola, que tenia muy larga,
como león. La forma y hechura del cuerpo, ansimes-
mo era de león, con la postura de cabera y orejas, sin
diferen(¡fa alguna, aunque sin aquella juba que tienen
los leones africanos, pero de mayor grandeza y feroci-
dad. Y ansi son muy diferentes de los tigres de nues-
tras Indias Occidentales, siendo estos mucho menores
sin conpara^ion, con la cabera muy rredonda, de ma-
yores ojos, pardos y con manchas redondas, como se
a visto por muchas pieles dellos que se an lleuado á
España. Pero todos los que se crian en estos bosques
de Hircania y lo demás de todo Oriente, particularmen-
te en la India, son tan grandes, y muchos mayores, que
el que se vio en Spahan. Estando el Enbaxador enGoa
le Ueuaron un cuero de un tigre que auian (¡iertos in-
dios muerto de dos arcabuzazos en la montaña de Ca-
te, en tierra firme, no lexos de la Isla, de tan mostruo-
sa grandeza que igualaua en ella á un gran cuero de
vaca, teniendo siete palmos de ancho y nueue de largo,
del mesmo color y barras negras como el de Hircania (i)
que se mostró en Spahan en casa del Enbaxador.
Es toda esta prouingia mucho mas larga que ancha,
abracando mas de dozientas leguas de la costa y playa
del mar Caspio, adonde ansi por ser la tierra baxa,
teniendo á las espaldas grandes y altos (2) montes que
aunque no ásperos, de mas de un dia de camino, como
por la grandeza y espesura de los arboles, es notable-
mente tenplada^ porque los vientos Nortes y Noroes-
(1) qué $€ ii€uó a Spahan.
(9) cuestas,.
— ao5 —
tes, no corriendo, sino detenidos en las dichas laderas
y frondosos bosques, pierden todo su rrigor y frialdad,
siendo alli el aire de invierno muy clemente y blando.
Entre otras prouin^ias menores que contiene en sí Hir-
cania, son Starabat y Masandaran, de las quales, como
mas cercanas á la Media y Persia, se tiene mas parti-
cular noticia, y muy poca de la tierra que cae mas al
Oriente y Septentrión, como más inculta y poco*pobla-
da. Starabat, con una gran giudad que tiene de su pro-
pio nonbre, en que se cria y labra gran cantidad de
seda, lo da agora generalmente á toda la prouincia de
Hírcania antigua, llamándose comunmente Starabat,
adonde el rey de Persia tiene uno de sus grandes go-
vernadores, nonbrados Chañes, que por aquella parte
haze frontera y la defiende de ios vsbeques. Masanda-
ran, que cae al Poniente de Starabat y es contermina
con la mas oriental de la Media, tiene adquirida agora
mas nonbradia, por auerla con tanto cuydado ennoble-
cido este presente rey de Persia, de algunos años á esta
parte, con la rresiden^ia que lo más del tienpo haze en
Farabat, cabera y asiento principal de la dicha pro-
uincia. Lo que le a obligado á este principe á desanpa-
rar su ordinaria corte de Spahan y gustar de tal escon-
drijo, siendo la mas rretirada y menos illustre parte de
todos sus rreynos, dizen que demás de la inclinación
que tiene á la ca^a, es la naturaleza que alli tiene, auien-
do sido su madre de Farabat. Y ansi por esto como
por gusto particular que á esta ciudad aya cobrado, la
va acrecentando y engrandeciendo cada dia más con
nueuas colonias de armenios, georgianos , c>rcasos y
surianos, de manera que puede conpetir en grandeza,
pasando adelante su fabrica, con qualquiera de las ma-
yores (i) y más principales ciudades de su inperio.
Porque, dexado á un cabo el mucho numero de gente,
(i) grandes.
— ao6 —
sumptuosos edificios que se van fabricando, y muche-
dunbre de jardines, toda aquella costa del mar y sel-
uas cercanas, la mayor parte del año están cubiertas
de flores, y á la primauera de inumerable cantidad de
rrosas. Y aunque de muchos es tan alabada de amena
y apazible esta tierra, con mas particular afí^ ion lo es
del mesmo rey, de manera que quando el Enbaxador
se vio con él en Casbin, le dezia que no se podia hallar
en la tierra paraíso como aquel y que deseaua mucho
que algún día lo pudiese ver para ser dello testigo. El
Enbaxador le rrespondio que como no fuera en aquel
tienpo, que era entonces por el estío^ holgaría mucho
ver lo que tanto Su Alteza le alabava, mayormente que
no podia dexar de ser obra de un tan gran (i) rey como
él, auiendo con su mucho poder y singular industria
buelto ameno y tratable lo que en todos los siglos pa-
sados no auia seruido sino de rretírada de desterrados
y morada de fieras. La costa del mar Caspio es la que
mas ennoblece esta rregion, aunque sin ningún genero
de comercio marítimo, mas de su agradable vista y la
mucha abundancia que le da de pescado , tomándose
fácilmente (2) en los rrios que en él entran grande nume-
ro de sollos y salmones y otros pescados menores de es-
tremado gusto, aunj]ue los persianos sean poco dados
al tal rregalo, por no lo comer sino es que la necesidad
les obligue á ello. De los sollos, que tan estimados y
buscados son en Europa, solo se aprouechan de las
ouas, dexando inútilmente perder lo demás, y estas
por industria de algunos europeos las suelen enbarrilar
con vinagre y las lleuan de allí á Spahan, Bagadad, Xi-
ras y Ormuz, adonde ay mercaderes portugueses, in-
gleses y venecianos que las estiman en mucho, y co-
munmente las llaman cauiaro. Pero ansí la costa ma-
(i) poderoso.
(2) pescando.
ritima de Starabat, como de Masandaran, luego como
comienzan los calores del verano, mayormente en el
estío, el aire, por ser tierra baxa y en muchas partes
de esteros y pantanos, con la grande humidad se infi-
ciona y corronpe de manera que causa grandes y ma-
lignas enfermedades, como se vio el estío pasado del
año de 1617, de que rresultó en mucha parte de aque-
lla prouin^ia una grande y peligrosa pe^te. Desde los
más occidentales confines de Hircania toca esta pro-
uin^ia de Masandaran con lo mas oriental de Media,
prouincia nobilissíma y de grande nonbre en los siglos
de la antigüedad y en los que hasta agora después le
an siguido, y que en grandeza y fertilidad haze notoria
ventaja á las demás de toda Asia, la qual continuada-
mente con Hircania va desde aqui abracando con su
torcida costa el mesmo mar Caspio, llamándose agora
su parte marítima y mas septentrional el reyno ó pro-
uingia de Guilan, abundantísimo de toda suerte de
mantenimientos, mayormente de arroz, que se coge en
gran cantidad, y lo que es rraro en todo el señorío de
Persia, mucho azeite, aunque no tal como el de Espa-
ña. Pero esto mas se puede atribuir á la poca industria
de quien lo beneficia que á su naturaleza, siendo las
azeitunas que se traen á Spahan de bonissimo gusto y
sin la malicia que se halla en las que produzen mal
azeite. Finalmente, todas las cosas de mayor rregalo
son las que vienen de Guilan, y de su costa marítima
mucho pescado seco, y en el invierno gran cantidad de
salmones, aunque, como se a dicho, por curar poco del
los persianos, no ponen industria en traello, con tan
buena sazón como pudiera venir, pues siendo el aire
desde el mar hasta Spahan tan frió y sin humidad al-
guna, pudiera llegar á ella mucho más fresco aunque
ay mas de gien leguas de camino. Ay en toda esta pro-
uincia, ansimesmo, gran cosecha y cria de seda, igual
ó mayor que en Masandaran y Starabat, de que sacan
— 208 —
mucho provecho todos sus moradores. Corre la costa
marítima de Guílan al Occidente mas de ^ien leguas
hasta las bocas del rio Araxes, que en estos dias, casi
sin diferencia, conserua su antiguo nonbre, llamándole
agora los armenios, medos y persianos, Aras, y que d¡-
uide por esta parte Occidental de Guilan lo Septentrio-
nal de Media, de Armenia la mayor. Tuuoestaprouín-
(¡ia de Guilan, de muchos años á esta parte, reyes pro-
pios, aunque con rrecono^imiento á los reyes de Per-
sia, hasta que este presente rey Xa Abas, luego como
sucedió en el reyno, no obstante que el último dellos,
llamado Hamet Cham, estuuiese casado con su tia,
hija de Xa Tamas, lo despojó della repentinamente, te-
niendo apenas el pobre honbre lugar de saluarse. Dos
jornadas pequeñas de la costa del mar está la ciudad-
de Ardeuil, sacrosanta entre los persianos y venerada
sumamente dellos por los sepulcros de Xeque Aidar y
de Hismael Sophi su hijo; y en lo interior y mas al
medio dia de la Medía (i) las grandes ciudades de Tau-
ris, Soltania y Casbin, y luego, camino de Spahan, las
de Cum y Caxem, y esta en los vltimos confínes de la
Media y contermina con la Persia.
Tauris, nobílissima ^iudad y en estas posteriores
edades la mayor de todo el dominio de los persas, y
principal asiento de sus reyes, esta ya del todo arrui-
nada y desanparada de sus moradores. Y aunque de
9Íen años á esta parte a sido diuersas vezes saqueada
de los turcos, y como expuesta á esta calamidad auia
sido desanparada de Xa Thamas y de Mahamet Coda-
banda su hijo, y ansimesmo de sus mas rrícos y prin-
cipales ciudadanos, auia aun quedado en ella forma y
grandeza bastante para rrepresentar mucho de lo que
antes auia sido, no obstante que después que la tomo
y saqueo Osman Baxa auia venido á mayor declinación
(i) están.
— aog —
y rruina; pero como este presente año de 1618, quando
el Enbaxador estubo en Casbin, entrase Cali Baxá con
dos exergitos poderosamente por Armenia y Media, no
atreuiendose el rey de Persia á le hazer rresistengia en
la canpaña^ la mando asolar y desmantelar del todo,
juntamente con la fortaleza que gerca della auia leuan-
tado, aunque de fuerte y acomodado sitio. Y aunque
muchos le ayan querido dar mas antigüedad^ siendo la
común opinión que agora corre en Europa, auer sido
la antigua Ecbatana Regia, y cabera del inperio de los
Medos, considerado bien que si no está dentro de los
limites de Armenia, á lo menos (i) muy germana á ellos
y en los primeros confínes y parte mas Occidental de
a Media llamada Atropagia, no (2) es verisimil que
Tauris aya sido Ecbatana, pues esta giudad tan famo-
sa y conosgida de los historiadores antiguos no pares-
ge que (3) auia de tener ya tan extinguido y acabado su
nonbre quando tantas vezes los exergitos romanos
atrauesaron vencedores por toda Armenia y mucha
parte de la Media (4) mas occidental, llamada Atropa-
tía, ó Atropatena, siendo grande el herror de los mo-
dernos en querelle dar este nonbre á la parte mas sep-
tentrional de Armenia la mayor, entre los dos rios Qiro
y Araxes, llamada agora Sirvan.
Lugio Lucullo, que fue el primer capitán romano que
pasó el monte Tauro (5) con exergito, y después de
aquellas grandes victorias de Tigranes y Míthrídates
pasó mucho mas adelante de Arthaxata, cabega enton-
ees de Armenia, ninguna memoria halló de Ecbatana,
siendo inposible que del todo estuuiese extinguida en
(1) esta.
(3) parece,
(3) no parege por ellos que estaua tan Occidental como Tauris.
(4) sin que della no se hallase alguna memoria.
(5) y sobre las fuentes.
«4
— aio —
aquel tíenpo (i). Y el pequeño village de Pracala, jun-
to al rio Araxes, adonde antiguamente fue lagiudad de
Artaxata, cuyo sitio aun rretiene agora su antiguo non-
bre, no esta mas lexos de Tauris de tres pequeñas
jornadas de carauaría, que hazen quinze ó diez y seis
leguas españolas. Demás de lo qual^ como Lugio Lu-
cullo sacase después á (2) Tigranogerta, giudad nueua
y ennoblesgida y fundada por el mesmo Tigranes, no
dexaria inmune y salua de la mesma calamidad á Ecba-
tana, que de fuerga auia de llegar tan gerca della, pues
la cudigia suya y de todo su exergito, geuados ya en
las rriquezas de Asia, les obligó luego á que pasando
el rio Tigris expugnasen y saqueasen tanbien la giudad
de Nisibe, dando ocasión á tan peligrosa guerra como
la que se podia offreger con los parthos. Y entrando
muchos años adelante Marco Antonio, por Media, á
hazer guerra á esta nagion, (3) como pasase por lo in-
terior della hasta la giudad de Phraorta, tanpoco halla-
mos en los autores que tan particular mengion hizieron
de esta jornada, nonbre de Ecbatana, no pudiendo es-
tar ya acabada del todo tan insigne giudad^ pues gien
años antes aun era muy conogida. Y no parege verisí-
mil que Apiano, (4) Plutarco y Dion, que tan particu-
larmente escriuieron esta guerra, (5) dexaran de dezir
algo de Ecbatana si el sitio suyo fuera adonde agora
esta Tauris; quando so quisiese oponer que entonges
estuviese ya del todo arruinada, el camino que llevó el
exergito de Marco Antonio, entonges, desde Armenia,
(i) y el lugar de Coi. tan conocido agora, de Armenia, de don-
de antiguamente fue Árt naxata. no esta mas de tres jornadas de ca-
rauana de Thauris, que sm quince.
(2) la expugnación de
(3) Parthos.
(4) Justino,
(5) Diodoro Siculo y Dion, que tanta memoria auian hecho an-
tes en sus historias de Ecbatana, !
no pudo dexar de ser por gerca de donde agora esta
Tauris, siendo, como lo es tanbien en este tienpo, la
entrada mas llana y fagil para la Media Atropatena.
Porque los otros dos pasos por donde en ella se podia
entrar, el uno dellos, mas al medio dia, auia de ser des-
de alguna de las dos giudades de Van ó Bitílis, por las
montañas del Curdistan, ó mas al Norte pasando el rrio
Araxes, que diuide lo mas septentrional de Armenia,
de Media, adonde agora es la provincia de Guilan, de
que ya se a tratado. Y de que la (iudad de Phraorta,
adonde llegó Marco Antonio, estuuiese muchas leguas
dentro de Media, se conoge euidentemente de los pita-
dos autores, (i) gastando veinte y siete días de camino
hasta boluer en Armenia, aunque rrodeando por las
montañas de Guilan, siendo este camino mas siguro
contra la caualleria de los parthos, y adonde mas con-
modamente él se podia defender dellos con su infante-
ría. Y como de un viage muy largo y peligros<i, quan-
do los soldados romanos llegaron al rrio Araxes, auien-
dolos sienpre molestado los partos en aquella larga rre-
tírada, se hallaron aliuiados y fuera del trabaxo que tan-
tos días auian padesgido, porque los parthos, luego que
descubrieron el dicho rrio, como limite de su jurisdi-
gion, no los siguieron y siguramente los dexaron pasar
sin daño. ¿Quien se podrá persuadir que la nobleza y
nonbre illustre de Ecbatana, en la mesma rraya y li-
mite de Armenia, como lo está Tauris agora, ya que la
queremos poner en la Media, se pudiese esconder á
LúcuUo, Ponpeyo y Marco Antonio, y á Murena, Afra-
nio y Canidio, sus legados, que tantas vezes corrieron
á Armenia con sus exergitos? Pero ya que estas causas
y rrazones dadas no satisfagan, podría bastar la autu-
ridad que en esta nuestra edad tiene adquirida general-
mente con todos Cornelio Tagito, el qual ninguna co-
(i) y con ellos de Apiano y Dion,
— %l% —
sa parece que escriuío con mas cuydado que las dos
jornadas que desde Suria á Armenia hizo Dom^io Cor-
bulon, dándoles fin con tanta rreputa^ion y gloria mi-
litar suya. Hallamos en este grauíssimo autor auer Do-
minio Corbulon arruinado la giudad de Artaxata, tan
fercana á Tauris, que no lo pasara en silengio^ sigun
su mucha diligencia, si pudiera hazer memoria de
Ecbatana, illustrando con ella mas su historia, junta-
mente con las victorias de Corbulon, que con rrazon,
tanto procuro engrandecer. La rrelagion mas particu-
lar que en Europa tenemos de Tauris es desde el tien-
po de Assenbec Ussuncasan^ rey de Persia, auiendose
después acá continuado, mayormente desde que Selin
primero la saqueo luego como dio aquella gran rrota al
Sophi Hismael.
Y siendo esta ciudad de Tauris la mesma de que se
va tratando, diez (i) leguas escasas de Coy, y otras tan-
tas de Julpha, á la rribera del Araxes, giudad de Arme-
nia tan conocida, aunque agora transferidos sus vezinos
á Spahan, ¿como quieren que sea Ecbatana los que le
dan tal nonbre, no moviéndolos otra rrazon á ello sino
parecerles que hallando á Tauris en estas vliimas
edades tan grande y populosa ciudad, y auerlo sido
tan famosa en la antigüedad Ecbatana, se podrían
conprehender en una propia, siendo esta mesma rrazon
la que mas lo contradize? Porque hallamos con muy
notoria esperíencía que las ciudades muy antiguas,
particularmente las que lo son tanto como Ecbatana,
están, no solo en este tienpo, pero mucho numero de
siglos antes, del lodo desoladas ó con muy pocos ves-
tigios de lo que antes fueron. Y no poniendo á Roma
en este numero, aunque se pudiera á rrespeto de su
antigua grandeza, capaz de muchas grandes ciudades,
ofrecensenos luego Carthago, Siracusas y Athenas, y
(i) quin\e.
— 2l3 —
en Asia, Alexandria, Antiochia, Babilonia, Niníue, Susa
y Persepolis, que auíendo sido tan memorables en el
mundo y que en diuersos tiempos á cada una deltas
tanta parte del obedegio, se veen agora rreduzidas á
muy pequeñas aldeas, y algunas que casi no se halla
rrastro en que parte fuesen. Y al contrario, las ciuda-
des grandes que agora se conocen, casi todas son
fundaciones nueuas, ó acrecentadas de pequeños prin-
cipios, en Asia y África, después que se comenco á
estender en estas partes del mundo y tomar fuerca la
secta de Mahamet, y en Europa desde la declínacioa
conocida del inperio romano. Y esto es de manera,
que por particular don de naturaleza podemos egep-
tuar sola la ciudad de Damasco, la qual desde la pri-
mera antigüedad continuadamente hasta agora a con-
servado su dignidad y lustre. Porque Constantinopla,
ni en antigüedad se puede numerar en la clase de las
ciudades rreíeridas, ni ya si se pusiese en ellas hallamos
que rretenga nada de aquellos nobilíssimos y grandio-
sos principios suyos, fuera del tenplo de Santa Sophia,
y este deformado y en gran parte arruinado; lo mesmo
que a corrido por las ciudades antiguas de Asia, y sin
las nonbradas, por Arthaxata y Tigranocerta, aunque
de mucho menos tienpo que Ecbatana, se puede juzgar
que aya sucedido por ella, como se dirá luego tra-
tando del sitio y lugar adonde mas verdadera y propia-
mente se puede atribuir que aya sido. Porque Tauris,
las muchas huertas, jardines, fuentes y canales de
agua nos muestran auer sido edifícada después de en-
trados los árabes y hechose señores de las prouincias
del señorío de Persiii, sin hallarse en ella vestigio de
antigüedad alguna, como se hallan muchos en las
rruinas de las demás nonbradas ciudades. Mucho me-
nor yerro fuera, como algunos an creido, que Tauris
uviera sido Terua, ó Arthaxata, por caerle esta tan
propinqua, y Terua mucho menos lexos que Ecbatana;
— 214 —
jpcro corriendo junto á Artaxata, agora Pracala, el rrio
Araxes, nos quita de esta duda, tanbien como no la
puede auer de que Terua, que antiguamente fue me-
trópoli de Armenia, sea la mesma que oy dia es la
fiudad de Eruan, metrópoli ansimesmo en este tienpo
y cabera de Armenia, como lo fue en los siglos pasados;
los que la juzgan y tienen por Tigranogerta se engañan
mas, pues sigun todos los autores rreferidos, á ésta la
ponen mucho más al medio dia y en los mesmos con-
fines de Armenia y Mesopotamia, porque después que
Lucullo la saqueó, pasando luego el rrio Tigris expugnó
y dio á saco á sus soldados la (iudad de Nisibe, en la
Mesopotamia, agora Diarbec, que tantos años fue des-
pués frontera de los romanos contra los parthos y
persianos. Y que fuese tan breue la distancia entre
Tigranogerta y Nisibe, demás de que lo escriue Stra-
bon, particularmente la señala Cornelio Tagito, dizien-
donos que era de treinta y siete mil pasos, que hazen
poco más de nueve leguas españolas, haziendo ansi-
mesmo Strabon muy vezinas estas dos (¡iudades. Pero
entre estas dudas, ¿quién pudo dezir, por muy igno-
rante que fuese de la antigüedad, que Tauris pudiera
auer sido la giudad de Susa, asiento y corte de aquellos
primeros y poderosos reyes de Persia, en el invierno?;
pues Ecbatana lo era de verano, y Tauris, que aun
está en clima mas frío que Ecbatana, por esta rrazon
era opuesto al de Susa, tan ardiente de verano como
agora lo es, y con tanto espacio de tierra en medio.
Al Sueste de Tauris, setenta leguas, se halla agora
la arruynada y casi del todo acabada giudad de Sulta-
nia, rreducida á pocas más de trezientas casas, aunque
su fértil y hermosa campaña, con las grandes rruinas
que en todo aquel sitio ay, muestran bien y señalan su
antigua (i) grandeza. An quedado en pie aun algunas
(i) dignidad y.
mezquitas, mayormente [una] de tan soberuia fabrica
que es tenida por de las mas insignes y veneradas de
todo el Leuante. Tiene alderredor grandes bosques de
frutales, con muchos y frescos jardines, gozando de un
muy saludable aire, con diuersidad de varias y hermo-
sas fuentes, rrodeado gran parte de este sitio de grandes
y apazibles montañas, y ansi esta agora (i) acomodado
para sustentar en él una populosissima ciudad, rrete-
niendo, pero siempre, la memoria de la antigua mages-
tad suya. Y por hallarse agora las rruinas de Soltania
en el <;entro y coragón del reyno de Media, y tanbicn
por la dignidad del nonbre, que en turquesco (2) quiere ,
dezir señora ó reina, nos señala y muestra mas verdera-
mente auer sido antiguamente la giudad de Ecbatana,
siendo cosa mas verissimil auerse elegido en lo interior
de esta rregion el asiento y cabega de la monarchia de
los medos, que en los confines de Armenia, pudiendo
auer duda de que dentro dellos esté Tauris agora. Los
árabes, que se hizieron señores de todas estas prouin-
gias orientales, tuuieron en tan grande estima y vene-
ración esta giudad, que fue en ella por muchos años el
principal asiento de sus reyes, como en las edades
pasadas lo auia sido, particularmente de verano y
estío, de los medos, persas y parthos, por hallarse en
parage tanto mas acomodado para venir á ella de Susa,
Seleugia y Babilonia. Pudierase (3) en esta edad verse
gran parte de su antigua grandeza si por la rresistengia
que en ella hallaron los tártaros no la uvieran destruido
en aquella su calamitosa entrada en Asia con Bathonoy,
como atrás se tiene ya dicho. Pero agora, fuera de esta
pequeña poblagion no ay en aquella hermosa canpa-
ña sino grandes rruinas y espesos bosques de jardines^
(1) este sitio.
(2) arábigo,
(3) en este tiempo.
— 2l6 —
muy semejantes á los viridarios y parques de Ecbatana,
tan nonbrados en toda la antigüedad, mayormente por
auerse executado y cometido en ellos la muerte del
gran capitán Parmenion. Descriuiendo algunos (i) el
sitio de Soltania, dizen auer sido alli la Qíudad de
Tigranogerta , que notoriamente es un gran error,
estando Soltania tanto mas al Oriente en el centro de
la Media, y Tigranogerta en los confínes de Armenia y
Mesopotamia, y ansi ay mucha distancia de la una á la
otra (2). En la guerra que el año de i535 el turco
Solimán hizo Xa Thamas, rey de Persia, escriue el
Jouio (3) auer rrescibido el exergito del mesmo Solimán
gran daño una noche en las rruinas de Soltania, de
una terrible tempestad que alli le sobreuino. Y no
parece verisimil^ sigun los progresos de aquella jorna-
da, que el Turco entrase tan en lo interior de Media,
pues dize tanbien el Jouio que Soltania caia muy
gerca de Tauris, estando, como se a dicho (4), setenta
leguas ó más della (5). Siendo (6) Tauris, después de
auella saqueado Solimán, la vltima donde el pudo
llegar del señorío de Persia, dando luego la buelta
desde alli á Assíria y Mesopotamia, que desde entonces
quedaron subjectas al imperio turquesco. Demás de
esta rrazon, que no tiene rrespuesta,. Soltania no esta
mas de catorze ó quince leguas pequeñas, de Casbin,
que ya era el asiento y corte ordinaria de Xa Tamas,
una (iudad abierta y sin otra defensa que aquella que
el exergito persiano le hiziese en la canpaña, y siendo
los turcos señores della, auiendose rretirado los enemi-
(1) el Jopio.
(a) en el mesmo lugar en que escriue.
(3) dii^e también.
(4) Soltania,
(5) Tauris.
(6) esta ciudad.
— 217 —
gos lexos, por no venir á batalla con ellos (i)^ les fuera
cosa muy fa^il saquearla, hallándose tan ^erca, ganan-
do en ello el Turco tanta reputación. Y haziendo mu-
cha diligencia el Enbaxador, en Casbín y Spaham, para
saber de algunos viejos si en algún tienpo los turcos
uviesen llegado á Soltania, no se hallaua por alguna
tradición memoria dello, antes era cosa muy publica y
sabida, quando por Septienbre del año pasado de 1618
llego Cali Baxá, general del turco, seis ó siete leguas
adelante de Tauris, camino de Ardeuil, adonde la
auanguardia turquesca tuuo un sangriento rrecuentro
con 'os persianos, que jamas el exer^ito del Turco auia
pas -lo tan adelante como entonges. Pudo ser^ paresge
mas conforme á rrazon, que la dicha tenpestad sobre-*
uiniese á los turcos gerca donde antiguamente estuuiese
Tigranogerta , pues viniendo de Mesopotamia para
entrar en Armenia, ó desde aqui para Assiria ó Meso-
potamia, se auia de pasar muy gerca de las rruinas de
aquesta giudad, aunque con certeza no se sepa adonde
agora estén, y asi puede entenderse por buenas con-
geturas, estando antiguamente tan gercana á Nisibe,
que se podrían hallar estas rruinas en el camino que
desde Van, á quien Strabon llama Verán, y Bitilis, se
lleua á la parte más oriental de Mesopotamia (2).
(i) Tauris,
(3) Desde Soltania y Casbin, de que ya se a hecho particular
discripción, atrauesando las montañas de los Curdos^ que están en
medio.
-2l8-
CAPÍTULO IV
Provincia de Sirvan.— Las Puertas de ///>rro.— Producciones de
aquélla. — Costumbres de los georgianos. — Leyenda de las Ama-
zonas.— Hecho notable de Airo^i Canu. — Las amazonas de
Bohemia.
Continuando la costa del mar Caspio desde las bo-
cas del rio Araxes^ que desde la prouinfia de Guilan
diuide á la Media Occidental, llamada antiguamente
Airopatia, de Armenia la mayor, se entra en lo mas
septentrional desta grande y memorable prnuin^ia, en
otra menor y contenida en ella, que agora llaman los
persianos Siruan, tierra fertilissima y llena de muchos
bosques y adonde se coge y beneñgia gran cantidad de
seda. Entra el rio Araxes, lleuando ya dentro en su le-
cho al rio Cur, que es el que antiguamente se llamó
^iro, en el mar Caspio (i) siendo (2) antes de juntarse,
de muy diferente naturaleza, aunque casi iguales en la
cantidad de sus aguas. El Qiro, que nage del monte Cau-
caso, en aquella parte que diuide los georgianos mas
septentrionales, de los Lazos, corre primero por el Gur-
gistan hazia el Mediodía, y torciendo después su co-
rriente por el Siruan hazia el Oriente, muy acrecentado
con otros rrios menores^ Ueua gran cantidad de aguas
(1) por la ciudad de Bacu, de quien el mesmo mar en estos dios
mas común y vulgarmente es nonbrado, que en estos dias se llama
comunmente de ^acu, entre Oriente y Mediodía, una gran jornada
de la ciudad de Sumachia.
(a) son estos dos rios.
en su hondo lecho, con tan altas rríberas que en todas
partes se muestra á la vista con una muy rrapida y obs*
cura corriente. Y ansí, sus aguas, ó por esta desapazible
forma, ó porque el efecto sea verdadero, no son tenidas
por saludables, ni tanpoco el pescado que en ellas se
cria. De muchos es tenido por mayor que el Araxes,
ansí por el rrapido curso suyo, como por no dar por
ninguna parte lugar para que pueda ser vadeado, si no
es con notorio peligro, por su mucha hondura y vio-
lencia. Por el contrario, el Araxes, que na^e en lo mas
superior de Armenia, corre plagido y manso, con un
lecho ancho y apazible, y demás de lleuar muy clara y
saludable agua, sus rriberas, por una y otra parte, van
aconpañadas y vestidas de hermosas florestas y bos-
ques de admirable verdura. Y ansi, los persianos, en sus
versos y canciones, á que comunmente son muy incli-
nados, lo alaban y solenizan como antiguamente los
griegos al Peneo, Alpheo y Acheloo, y nuestros espa-
ñoles á Pisuerga, Tajo y Henares. Tiene este rio muy
sabroso y buen pescado, y aunque después de juntas
sus aguas con el Cur ó Qiro vaya menos placido y
quieto, por su grande y soberuia corriente, en sus bo-
cas quando por la giudad de Bacu entra en el marCas*
pió, como mas esparzidas y diuídidas sus aguas, muy
hermoso y plagido, las mezcla con las marinas, con-
virtiendolas, por mucha distancia, del todo dulces.
Mueren en estas bocas del Araxes gran cantidad de so-
llos y salmones y otros géneros de buenos pescados (i),
aunque, como se a dicho ya, por ser tenido en poca
estima de los persianos y demás naciones de su inperio,
la mayor parte del se pierde, aprovechándose solamen-
te de las ouas para el cauiar, lleuandose á vender desde
alli á las partes adonde rresiden mercaderes de Europa.
Desde Bacu se va doblando poco á poco la costa del
(i) dt admirable gusto.
— 220 —
mar Caspio al Noroeste, y después á Ñor Noroeste y al
Norte, dexando dos jornadas la tierra adentro y á la
mano izquierda la ciudad de Sumachia, cabera del Sir-
uan, lugar grande y populoso, adonde, sin la mucha
abundancia de su fértil comarca, se cria gran cantidad
de seda que los mercaderes armenios y persianos en
sus caravanas Ueuan á las ciudades de Amasia, Natolia
y Suría. Toda esta provincia, ansi por la vezindad del
mar, que con su tepor ablanda y corrige el aire, como
por la del monte Caspio (i), que la defiende del rrigor
y frialdad del Norte, no obstante que tenga tantos mas
grados de altura que las otras provincias de Persia,goza
de una notable y admirable tenplanza. Adonde el mon-
te (2) Caspio llega á entestar con el mar, siendo lo de-
mas invio, por su grande aspereza, está situada la ciu-
dad de Darbento, llamada vulgarmente Demir Capir,
que en turquesco y persiano suena Puertas de hierro^
por el paso que aqui tiene guardado y cerrado con una
fuerte muralla doble hasta la mar, en que ay puertas
que corresponden con otras á la Scithia ó Tartaria, cu-
biertas de laminas de hierro y con perpectua guardia.
Y aunque este paso, guardado, baste á detener las ca-
ravanas de los mercaderes hasta que cobren dellas sus
gabelas, no podria ser parte á vedar la entrada ó salida
á ningún mediano exercito de enemigos quando los
que poseyesen la ciudad no los conpeliesen con fuercas
superiores á dexar la canpaña, pues con poca dificul-
tad se derribaría la muralla y puertas. Y ansi parece
fábula lo que comunmente está divulgado de que Ale-
xandro Magno fue el inventor de aquella (3) defensa
para inpedir á los tártaros y á las demás naciones de
la Scithia que no pudiesen pasar por aquella parte á
(i) Caucaso.
(a) Caucaso.
(S) muralla y puertas.
— tai —
correr y hazer daño en las prouin^as del inperío de la
Persia. Porque fuera de no auer autor de alguna autu-
ridad que lo escriua, sábese que stenpre que los tarta-
ros, turcos y cómanos (i) quisieron pasar con exer^ito
en Asia, an hallado por esta parte entrada con poca ó
ninguna rresisten^ia. La (iudad de Derbento, aunque
pequeña, es de muy fuerte sitio, y de tan admirable
templanza en el aire, que demás de produzir muchas y
buenas uvas se crian tanbíen en ella gran cantidad de
naranjos, gidras y limones, con el abrigo y rreparo del
Caucaso, de la manera que en Lonbardia, junto á los
lagos de Como y el Mayor, con el de los Alpes, siendo
el uno y otro clima poco diferentes. La parte del Sir-
uan, desde Sumachia y Derbento hasta el Gurgistan
ó Georgiania, fue antiguamente habitada de los alba-
nos, muy semejantes en habito, lengua y costunbrcs,
á los iberos sus vecinos, que son vnos y otros los gv¿er-
gianos de nuestros tienpos, vencidos en muchas bata-
llas (2) por Gneo Ponpeyo y después por su legado
Luqío Afranio. Toda la tierra que está conprehendida
entre el nacimiento de los dos rrios Qiro y Araxes, y
después la que por la mayor parte sus dos lechos abra-
can, es la antigua Iberia Oriental, y agora el Gurgistan
ó Georgiania, en esta edad presente tan conocida,
auiendo pades^ido tantas y tan lastimosas calamidades
sus moradores. Es toda esta tierra, aunque por clima
y situación íria, aun de mayor tenplanga y clemente
<;ielo que el Siruan, y tan abundante de todo aquello
que la naturaleza humana con largueza puede submi-
nistrar á los honbres, que ninguna prouingia de todo el
Oriente se puede conparar con ella. Toda la mas es de
baxo suelo y gercada por todas las partes de altos mon-
tes, mayormente del Caucaso, que le cae al Norte, ó
( I ) an querido,
(a) ios unos y los otros.
•— 222 —
Septentrión, diuidiendola por alli de los Lazos y Qir-
casos, y rre^ibiendo del dos notables beneficios, el uno
coQ el rreparo que le haze á los vientos boreales, de
que le viene su mayor tenplanga; y la otra, con la na-
tural defensa, para que con poco trabaxo pueda vedar
la entrada á las naciones septentrionales que le quisie-
sen mover guerra. Con la mucha humedad y templan-
za produze por todas partes espesos y hermosos bos-
ques en que ay infinita cantidad de arboles fructíferos
de toda suerte, que spontaneamente, sin beneficio al-
guno, mas del agua que le[s] viene del 9Íelo, produzen
todo genero de muy perfectas fructas, y de las muchas
parras siluestres grande abundancia de vino. De ma-
nera que sin trabajo, ni ayudar los honbres á la natu-
raleza, que tan fauorable y benigna le es, bastantemen-
te los (i) puede alimentar, no con escaseza, sino con lo
que en otras partes se pudiera tener y estimar por no-
table (2) largueza y abundancia. Y ansi, siendo como
es la gente de esta rregion tan amiga de oc;io y poco
dada al trabaxo, no atiende ni procura mas de á gozar
aquello que la tierra de suyo le ofrege; pero los que
quieren poner alguna poca industria, ansi beneñgiando
las viñas y arboledas de fructas, como senbrando trigo
y ceuada, es cosa muy notable quan agradecido y abun-
dante se muestra su fértil suelo.
No ay en esta prouin^ia, fuera de Tiñis, Grim y Zan-
gan, ciudades, ni lugares grandes, biuiendo los geor-
gianos esparzidos entre aquellos grandes bosques, en
pequeños casares, siendo la mayor parte dellos de á
cinco, seis, diez ó veinte casillas de madera, tomando
cada uno, sigun su estado y posibilidad, de aquellos
bosques y florestas lo que le parece, cercándolo de sep-
tos de las rramas de los muchos arboles, ó poniendo
(i) podría.
(a) abundancia.
— 223 —
señales, si es mucha cantidad , para conocer cada uno
lo que es suyo. Y esto es en lo que les cae gerca de sus
pequeñas aldeas, porque lo que les está mas lejos, co-
munmente es de todos, ansi para la madera y fruta
como para criar grandes manadas de ganado mayor y
menor, especialmente de puercos domésticos, de que
tienen gran cantidad, produziendo sus espesos montes
mucha suma de enzinas, robles, auellanos y castaños,
con todos los demás frutales que en Europa se cono-
cen (i), entre los quales se hallan inumerable canti-
dad de toda suerte de peras y manganas, no como sil-
uestres, sino tan crecidas y hermosas que parecen ser
con mucho cuydado y arte cultiuadas de los honbres.
Y siendo, como es, toda la tierra tan cubierta y (¡erra-
da de monte, es cosa increible la mucha caga de toda
suerte que en ella se cria, ansi de animales terrestres
como volátiles, y por esto son todos sus moradores
muy dados á ella, para lo qual no les falta gran nu-
mero y muchas diferencias de perros (2) con que ma-
tan muy de ordinario cantidad de puercos siluestres,
gamos y venados, y los mejores halcones del mundo,
con que huelan tantos faysanes, francolines y perdizes,
que dellos se hallan por donde quiera llenos y pobla-
dos los bosques. Los rios Qiro y Araxes, aunque sola-
mente les bañan los confines de su prouingia, mas por
lo interior della corren otros muchos rrios menores y
arroyos de muy claras y excelentes aguas, y en fin,
toda esta rregion es tan abundante y amena en todo lo
necesario á la vida humana, que hazc notoria ventaja
á las demás de todo este Oriente. Y aunque en general
los edificios sean de la manera que se a dicho, algunos
de los mas nobles y poderosos tienen casas de piedra,
cubiertas de tejas, como en Europa, y los tenplos, por
( I ) mayormente,
(a) / halcones de los mejores del mundo.
— 224 —
la mayor parte, aunque entre aquellos montes, son fa-
bricados sumptuosamente, altos y con paredes gruesas
de cal y piedra ó ladrillo, con los techos de boueda ó
madera muy bien labrada; los honbres son bien dis-
puestos y rrobustos, blancos y de gentil presencia,
prontos de manos y animosos, y ansí, ayudados con la
espesura de sus bosques se an defendido sienpre de sus
enemigos, sino an sido las vezes que por estar desuni-
dos y en diferentes vandos y parcialidades an sido sa-
queados de los persianos y turcos. Pero con ser valien-
tes y atreuidos, partes tan esenciales para buenos sol-
dados, son por otra (i) tan poco industriosos y ágenos
de toda obediencia y buena disciplina, que en ninguna
cosa tienen orden, ni forma de rrepublica politica ó mi-
litar. Y ansi, pocos ó ningunos son rricos, contentos
con alimentarse bastantemente sin trabajo, de lo qual
es principal causa la mucha abundancia y fertilidad de
su tierra. Las mugeres casi todas son blancas y her-
mosas y de crecidos cuerpos, aunque sin aquella ve-
nustad y gentileza de las de nuestra Europa; tan hara-
ganas y poco industriosas como los honbres, ocupán-
dose lo mas del tienpo en andarse á tropas por aquellos
bosques en sus fíestas y banquetes á su modo rrustico,
siendo, como son, mugeres y honbres, notablemente
inclinados al vino desde los primeros años de la infan-
cia. Las mas principales van á caca de bolateria, á ca-
uallo, ileuando ellas mesmas en la mano sus hal-
cones, ó con sus arcos y flechas para la demás caca,
siendo muchas dellas muy diestras en el tal exercicio.
Y como el habito de las mugeres sea tan semejante al
de los honbres, como adelante se dirá, andan con mu-
cha agilidad á cauallo, Ileuando, por gentileza, los ca-
bellos descubiertos y esparzidos por las espaldas, cosa
de que ellas (2) se precian mucho, haziendo todas aque-
(i) parte,
(a) todas.
— 225 —
Has demostra(iones que las puedan obligar á parecer
mas damas y hermosas. El trage dellos y dellas es el
mesmo que el persiano, con sus turbantes, aljubas y
cal9ones, siruíendo éstos tanbien de medias, y las alju-
bas ó cabayas geñidas con muchas bueltas de unos Re-
ñidores muy anchos á manera de tocas, listados de se-
das de colores, y algunas de oro y plata, y ansí quedan
con gran bulto en la gintura, que traen muy baxa^ y
sobre los mesmos quadriles y verijas. Las mugeres, en
lugar de turbante vsan tanbien, como muchos honbres,
vnos bonetes muy anchos de boca y agudos por arriba,
los quales, conforme á las aljubas, los de las mas prin-
cipales son de telas ó vnileques de oro, forrados en
martas ó de otras pieles de precio; pero las donzellas
con solo el cabello hecho trencas, sin Ueuar en la ca-
bera otro ornato alguno. Hospedan humanamente y
con buena y sencilla voluntad á qualesquiera forasteros^
y como estos sean de alguna calidad consienten que do-
mésticamente, aunque sin pasar de lo que es licito, ha-
blen y comuniquen con sus mugeres, hijas y ermanas,
todas las quales son notablemente inclinadas á gente
peregrina. Y ansi, tratando Gesnero Busbequio, enba-
xador que fue en Costantínopla, del Enperador don
Hernando y de Maximiliano sigundo, su hijo, de los
georgianos occidentales que llegan al mar Negro, á
quien los italianos y las demás naciones que residen en
Constantinopla llaman mengrelos, que son de la mesma
naturaleza de los que agora se va tratailtio, y antigua-
mente fueron los cholchos, tan celebrados de la anti-
güedad por la enpresa de los Argonautas, dixo urbana
y facetamente, que como en aquella rregion aportasen
Jasones, no faltarían muchas Medeas. Demás de la fer-
tilidad de esta tierra (i) se cria en ella mucha, seda, de
que comunmente se viste la gente noble y de mas po-
(i) en que tanbien hay mucho ganado mayor y menor,
i5
— 326 —
sibilidad, vendiendo mucha cantidad tanbien della á
mercaderes armenios, persíanos y turcos, á trueco de
moneda y paños de Alepo, ó lientos y otras telas de la
India de que la gente mas pobre se viste. De rreligíon
son cristianos^ aunque con los errores que todas las
naciones de estos cristianos orientales, pero mas pro-
pincos á los griegos y armenios que á los jacobitas, ma-
ronitas y nestorianos, teniendo por particular abogado
á San Jorge, de cuyo apellido todos estos gorgis orien-
tales y occidentales se llaman oy georgianos, no obs-
tante que Strabon, descriuiendo esta prouín^ia, la non-
bra üogarena, estando antiguamente diuidida esta na-
gion en albanos, iberos y colchos. Y aunque aun los de
mas calidad tengan poco menage y aparato domestico
en sus casas, en los ornamentos de sus iglesias se mues-
tran mas pulíticos, tratando con gran rreuerengia las
cosas sagradas, y ansi vsan de capas, almaticas y ca-
sullas, aunque de forma diferente de las nuestras, de
sedas y telas de oro y plata, y sus. Biblias, misales y
breuiarios, muchos dellos guarnecidos de terciopelos
de colores y con chapas y cerraduras de oro. Y aunque
tienen en gran veneración á San Gregorio, no e podido
aueriguar qual de los dos dotores de la iglesia griega,
de este nonbre, sea este santo, ó el Nazianzeno, ó el Ni-
seno; mas de preciarse los georgianos de aver predica-
do en su tierra la religión cristiana, tanbien como los
armenios en la suya de tener la reliquia de un braco
que con gran cuydado guardauan en las tres iglesias
junto á Eruan, y agora los Julphalinos de Spahan lo
tienen en la principal iglesia de su nueua colonia, con-
forme á lo qual parece mas verisimil auer sido de na-
ción armenio este sancto.
Como ya se a rreterido, todas estas tres prouincias,
que con un solo nonbre llaman agora todos los orien-
tales Gurgistan, tienen unas mesmas costunbres y ma-
nera de vida, lengua y habito, guardando entre ellos
— 227 —
notablemente la caridad euangelica; de manera que
con un rraro exenplo de humanidad se ayudan unos
á otros^ prestándose y acomodándose alternadamente
en las cosas que se les ofrece tener falta, y ansi biuen
muy conforme á la sinple, verdadera -y buena natura-
leza que sin duda tuuieron los primeros honbres quan-
do los bienes eran comunes, y aunque no se le puede
negar á esta gente que sea barbara y tenga errores en
la rreiigion, á lo menos parece en esto que guardan
una de las cosas más esenciales della y más conformes
á la doctrina de los Apostóles, que tanto falta entre
nosotros (i).
Entre muchos de los animales y aues domesticas que
crian en sus casas los georgianos, son gran número de
grandes gallinas, las quales, como por la mayor parte
tengan su habitación y moradas entre aquellas seluas,
crian y hazen sus nidos en lo alto de los arboles, bo-
tando gran trecho de unos en otros, y ansi son más
sabrosas y sanas que las demás.
Conforme á la heroyca antigüedad griega hallamos
auer auido amazonas, que eran mugeres pugnaces y
que biuian sin el común y ordinario consorcio de los
honbres. Esta memoria no es de más tienpo que una
edad antes de la guerra troyana, dando todos los
que hazen mención de estas mugeres, su naturaleza,
en lo más oriental de Capado;ía, que es agora la pro-
uin^ia de Amasia, adelante del rio Termedonte. Y el
no ponellas más al Oriente fue porque en aquellos
tiempos tan rrudos no tenían los griegos más noticia
de hasta este limite, y ansi pudieron auer salido de
mucho más adelante quando entraron y conquistaron
toda Asia la menor hasta la costa marítima de Jonia,
fundando en Epheso aquel tan memorable tenplo de
Diana con que dexaron de quien fueron más gierta y
(i) / aunque es cosa de las muy domesticas.
— 2a8 —
famosa su memoria. Y porque [es cierta] la que agora
se tiene en todo el Gurgistan de muchos actos varoni*
les de las mugares de esta rregion, con la rrobusta y
desenbuelta disposición suya, no sera mucho atreui*
miento atribuir y dar en ella la verdadera y natural
origen de estas amazonas, siendo la mayor dificultad
que las aya auido. Y no valiéndonos aqui de la auturi-
dad de Plutarcho en la vida de Gneo Ponpeyo, corrien-
do entonces opinión, quando conquistó á los albanos,
que entre ellos auia mugeres que peleauan, se pondrá
agora un notable caso sucedido en esta nuestra edad,
para que sirua de aprouar la opinión de los antiguos,
aunque de muchos, pero muy sin rrazon, aya sido teni-
da por vana y del todo por fabulosa. Auia quedado en
la parte de el Gurgistan, entre las ciudades de Zagan y
Grim (i), Alexandro Cham, después de la prisión y
muerte del valeroso Simón Cham en Constantinopla.
Y como Xa Abas, este presente rey de Persia, que as-
piraua ya á la rruuina de toda esta gente, tuuiese por
sospechoso en su amistad al dicho Alexandro, como á
declarado amigo del Turco, con dones y persuasiones
hizo secretamente negogiagion con su hijo mayor
Constantino Mirza, para que le matase, prometiéndole
ansimesmo que no solo de aquella parte que su padre
poseia, pero de todo el Gurgistan le haría señor. Exe-
cutó el cruel y desapiadado hijo el parrigidio en su ¡no-
gente padre, y pasándose luego huyendo al rey de
Persia, boluio dentro de poco tienpo con catorze mil
cauallos persianos para se apoderar del señorío prome-
tido en premio de su maldad. Pero Airogi Canu, (Canu
[es] lo que en persiano Begu), muger de Alexandro y
madre del mesmo Constantino, que es la que el Enba-
xador hallo presa en Xiras, como ya se a dicho, con
el dolor y j usta indignación de la muerte de su marido
(i) Tiphlis.
— 229 —
varonilmente se determino, aunque en su propio hijo,
de tomar della venganza, juntándose á esto querer de-
fender su itiesnia naturaleza, de gente de tan difereciie
rreligíon. Y ansí, juntando lo más presto que pudo seis
mil valientes honbres á cauallo que prometieron de
seguilla, valerosamente salió á rresistir á los enemigos
que auian ya entrado dentro de los limites del Gurgis-
tan. Y con rresolufion de lo que auia de hazer, arma-
da con su arco y flechas y ceñida una cimitarra, se
metió en la manga de la aljuba, secretamente, un agu-
do puñal, enbiando luego á dezir á su hijo que para
que sin daño de los georgianos y persianos se conpu-
siese la dtferengia y él entrase en su tierra quietamente
le queria hablar, á vista de anbos exer^itos, dos pala-
bras aparte. Creyó el incauto Constantino lo que su
madre le pedia^ y como llegando ^erca (i) la escucha-
se con atención, con gran presteza, sacando ella el
puñal, le dio una mortal herida por el vientre^ de que
luego cayó muerto. Arremetieron luego los georgianos
á los persianos, atónitos y espantados de la novedad
de tal hazaña, y aunque tan inferiores en número los
pusieron en huida, animando á grandes bozes los su-
yos esta valerosa y verdadera amazona^ para que si-
guiendo lexos el alcance matasen todos los más que
pudiesen de aquellos enemigos (2); de la forma que
aqui se a escrito es muy público entre los persianos y
armenios auer pasado este caso, aunque unas señoras
de la mesma nación y parientas muy cercanas de la
mesma Airo^i Canu, que entre las de la transmigración
del Gurgistan á Span acudian á casa del Enbaxador
muy de ordinario á oir misa, le contaron esto de otra
manera, dizíendo que esta valiente georgiana no era
muger de Alexandro, á quien Constantino Mirza su
(i) della.
(2) sin este caso que tan público y sabido es de todos.
— 23o —
•
propio hijo mató, sino ermana suya y muger de otro
gran señor georgiano llamado Daur Cham; lo qual pa-
rece más verisimil, siendo más creible atier muerto
antes al sobrino que no á su hijo.
Con la mesma publicidad se sabe tanbien auer pe-
leado muchas georgianas juntamente con sus mandos
en diferentes ocasiones de guerra, pudiendo ser de es-
tas mesmas mugeres las que dize el Jovío que hallaron
muertas los turcos cogiendo los despojos de los persia-
nos muertos en la batalla de los canpos de Calderan.
No solo en todos tienpos a criado Asia estas bellico-
sas mugeres, pero en nuestra Europa hallamos aun
más particulares exenplos de otras semejantes, porque
sin la memoria que dellas hazen Juan Magno y Olao
Magno, aunque sospechosos de ser más largos de lo
que la rrazon pide, la auturidad de Juan Saxon basta
para darse crédito á lo que agerca desto en su Historia
escriue, encareciendo entre otras bellicosas viragines
la singular fortaleza de Aluida. Héctor, Boecio y Vir-
gilio Polidoro, en las perpetuas y sangrientas guerras
de los pictos y scotos, y en las de estos con los ingle-
ses, nos dizen auer muchas vezes peleado mugeres
entre los esquadrones armados de los honbres. Y aun-
que la mayor duda que se pone para nq auer auido
amazonas, es por auer parecido inposible á muchos
que se pudiese conseruar ninguna república sin el con-
sorcio y ayuda de los varones, no valiendo en esto los
exenplos y casos rreferidos para ayudar á la general
tradición de la antigüedad, ninguno, por scrupuloso
que sea, podra negar quan propias amazonas fueron
las que de quatrocientos años á esta parte, con tanto
daño de aquel reyno, florescieron en Bohemia. Y aun-
que se pudieran citar otros muchos autores, dos se
offrecen agora á la memoria que con mucha distinción
escriuen lo tocante á estas señaladas mugeres, que son
Eneas Siluio, que fue sumo Pontífice y se llamo Pío
— 23l-
Sigundo, y Juan, Obispo Olmugense, en la Historia
particular que escriuio del reyno de Bohemia. De en-
tranbos estos grauissimos varones se colige que mu-
chos años se conseruaron estas bellícosas mugeres en
aquel reyno, adonde con prudencia y valor militar, sin
comunicación ni conpañia de honbres, vencieron en
grandes trances y batallas á los bohemios, y se conti-
nuara por más siglos su rrepublica si el rey Premislao,
no pudiendo en publica y abierta guerra, engañosa-
mente no las extinguiera y acabara.
CAPITULO V
Los mingrelios y los circasianos. — Sus costumbres. — La chidad de
Erivan.— Ruinas de Arlaxala. — El Tigris y el Eufrates. — An-
tioquia y su famoso bosque de Dafne.
Aunque dcbaxo del nonbre de georgianos, caen al
Occidente, continuándose hasta el mar Negro, los men-
gleros, que como ya atrás se a dicho son las que anti-
guamente habitaron la provincia de Colchos, y (i) en
rreligion, costunbres y modo de biuir son muy seme-
jantes á los que agora emos descripto. Su ^iudad prin-
cipal (2) esta á la boca del rio Phasis, vulgarmente y
casi sin diferencia del nonbre antiguo, llamado en
nuestros dias Phaso, teniendo el mesmo nonbre la ciu-
dad. Son estos occidentales georgianos, aunque no tan
buenos honbres de guerra y de inferior naturaleza que
los mediterráneos, de alguna más pulicia que ellos, de-
mas de obedecer todos á un rey. Porque gozando del
(i) agora.
(a) destos mengieros.
— 232 —
comercio marítimo del mar Negro por la boca del Pha-
sis, tienen gran comunicación con mercaderes griegos
y latinos de los que rresiden en Constantinopla, ansí
como muchos años atrás lo tuuíeron con genoueses y
venecianos quando siendo señores de aquel mar po-
seían las ciudades de Capha y la Tana. Por esta causa^
su rey, con los derechos de las mercancías que vienen
á Phaso es más rrico de dinero que los otros señores
del Gurgistan, aunque de menos fértil tierra. Recono-
ce señorío al Turco, y ansí por esto como hallarse tan-
to más lexos que los demás georgianos, no an sido
molestados de los persas estos años pasados, como
los otros sus vezinos, ni tanpoco lo fueron de los tur-
cos en las continuas guerras de Típhlis, Taurís y el
Siruan. Son estos mengleros holgazanes y grandes be-
uedores, gastando en esto lo más del tienpo, y ansí de
todos son poco estimados para qualquiera ministerio
de paz ó guerra, pudiéndose hazer con más rrazon de
las mugeres de esta rregion el mesmo elogio que de los
gurgís, y ansí por esta causa, ó por particular natura-
leza y calidad suya, son todas tan fecundas que mu-
chas dellas, de diez años tienen hijos. La tierra es fría,
mas que la de los gurgís orientales, por tener más as-
peras montañas y menos bosques, lo qual se rrecon-
pensa con la comodidad del mar, por donde de mu-
chas partes le viene cantidad de vino y de toda suerte
de mantenimientos. Toda la Georgiania, que antigua-
mente se diuidia en albanos, iberos y colchos, corre
casi por un mesmo parallelo, de Occidente á Oriente,
desde el mar Negro y boca del rio Phasis hasta el rio
Cur y prouincía de Siruan. De manera que al Oriente
y .Mediodía tiene á Armenia la mayor, cuya parte más
septentrional es el Siruan, como ya se a dicho; al Oc-
cidente el mar Negro, y al Septentrión, aunque diuidí-
dos del monte Caucaso, los lazos y circassos. Los cir-
cassos, que antiguamente fueron los bosphoranos y cí-
— 233 —
merios, llamados después cómanos, son muy conoci-
dos de quinientos años á esta parte mas que en las
edades de la antigüedad, y esto por la calamidad y ad-
uersa fortuna suya en su miserable y pobre libertad (i),
si tal nonbre puede darse á los que la poseen. Porque
auiendolos la naturaleza doctado de una rrara belleza
y gentil dispusÍQÍon, con ser sinpli^issima gente y su-
mamente barbara, está perpectuamente expuesta á los
latrocinios y rrepentinos asaltos de los piratas turcos,
cosacos, tártaros y lazos, siendo después los tales es-
clauos tenidos adonde quiera en mas precio y estima
que otros algunos. Y quando los venecianos y genoue-
ses corrían con sus armadas el mar Negro como seño-
res del, hazian grande ganangia^ ansí de los que ellos
rrobauan^ como de los que conprauan á los moscoui-
tas y tártaros, sus vezinos, haziendose por la mayor
parte estas presas de muchachos y muchachas de poca
edad. Todo el tienpo que duró el imperio de los Solda-
nes en iCgipto, mayormente desde que este (2) se
transfirió de los Caliphas árabes á los turcos, fue alli
adonde se conprauan todos los mas de estos esclauos^
criándose dellos la flor y neruio de su principal mili-
cia. Y esto no por la rrazon que da el Jovio con otros
muchos, que se persuadieron á que los sucesores de Sa-
ladino^ por verse faltos de soldados en las guerras con
los francos y demás latinos de Suria, por necesidad
buscasen aquel socorro. Porque este no les podía ser
tan rrepentinamente de prouecho, siendo necesario
gastarse muchos años en la institución y disciplina de
la tal milicia; antes se puede tener por cosa indubitable
y cierta auer tenido aquellos Soldanes y Caliphas, des-
de muchas edades atrás, estos esclauos conprados,
para seruirse dellos en la guerra, conforme á la muy
(i) y naXwrait^fl,
(a) imperio.
— a34 —
antigua costunbre de los parthos y después los persas
posteriores, los quales, después que derribaron el in-
. perio de los macedones en Asia, era esta la mayor par-
te de su milicia, continuándolo ansí los persas que su-
9edieron en aquella monarchia, y después los árabes y
turcos, que tanbien fueron señores della. Y ansi este
nonbre de mamellucos, que quiere el Jo vio que aya
comentado desde que los dichos esclauos se hizieron
Soldanes y principes de Egipto, eligiendo rey de entre
ellos mesmos, era ya muchos años antes conocido en
Asia desde el tíenpo de Norandino, rey de Damasco,
en las guerras que tuuo con los cristianos de Suria. Y
fue tan imitada y rre^ibida esta costunbre de los par-
thos y persas, desde luego que los árabes ocuparon las
prouin^ias de Persia, tener y criar estos esclauos de las
naciones subjectas á su inperio, que auiendo después
de auer sometido á él la mayor parte de Asia y África,
ganado con gran fac^ilidad y presteza á España, y fun-
dado en ella el grande y poderoso rey no de los Abda-
rrahamanes de Cordoua, hallamos, según lo que escri-
ue San Eulogio, vnica y verdadera luz de la historia
de aquellos tienpos, que vsauan ya los dichos reyes la
ya rreferida milicia de esclauos. Aclarándose mas dis-
tintamente este bienauenturado mártir diziendo que
eran desde muchachos instituidos en las artes y exer-
9Í9ÍOS militares, y todos ellos hijos de cristianos, cria-
dos en los palagios de sus reyes, muchos de los quales
eran cristianos de profesión tanbien como de naturale-
za, siendo estos la principal fuerza de sus exergitos. De
manera que los que quieren que los mamellucos de
iCgipto comentaron desde la muerte de Melexsala, y
los genigaros entre los turcos desde Amurates sigundo,
están notoriamente engañados, por ser esta muy anti-
gua costunbre desde la monarchia de los parthos en
Asia, imitada, como se a ya rreferído, de los árabes y
turcos.
— 235 —
Toda aquella costa del mar Negro, desde la Men-
grelia, rrebuelue hasta el Bosphoro Cimerio por Po-
niente, y después que corre hazia Leuante su contra-
costa^ bañada de la laguna de las Zabacas, ó mar de la
Tana^ con la tierra contenida entre anbas costas, es ha-
bitada de estos pobres (ircasos^ gente blanca y por la
mayor parte rruvia y de gentiles y rrobustas dispusi-
giones. Y aunque mas barbaros y rrusticos que todos
los georgianos, pero que después con el trato y comu-
nicación con gente de mas puligia, ansi honbres como
mugeres salen mas judigiosos y de buen natural, no
solo que los georgianos y mengrelos, mas aun que to-
dos los otros esclauos de este Oriente, y ansi valen mas
precio comunmente que los demás. Tiene la ^ircásia
al Occidente el Bosphoro Cimerio y Táurica Querso-
neso; al Mediodía, el mar Negro; al Septentrión, el mar
de la Tana ; al Oriente, la rregion de los Lazos. Esta
gente, que desde los ^ircasos, que le caen al Occiden-
te, llega por el Oriente al mar Caspio, tiene al Mediodia
el monte Caucaso, y al Septentrión los tártaros Casa-
nenses, y aunque tiene mas semejanza con los georgia-
nos y circasos, las costunbres y manera de vida suya,
biuiendo de hurtos y latrocinando sienpre á sus vezí-
nos, es mas propia de los tártaros y scithas. Vsan de
las mesmas armas del los, comunes á todas las naciones
asiáticas, que son cimitarras, arcos y flechas, y de
ciento y (i) veinte años á esta parte tienen perpetua
guerra con los moscouitas de Astarcan, los quales,
aviendoles tomado la fortaleza de Tarchi, los Lazos se
la boluieron á ganar después que este presente rey de
Persia sugedio á su padre en el reyno. La dicha forta-
leza está en una grande ensenada que haze el mar Cas-
pio entrando mucho por la tierra adentro de la Lazia,
de manera que la distancia de tierra que desde el fin
(i) quarenta.
— 236 —
della ay al mar Negro no será de mas de sesenta le-
guas. Todos los Lazos gercanos á Tarchi hazen rreco-
nogimíento al rey de Persla, por la vezindad que tienen
con la ^iudad de Derbento, estando poco mas de un
día de nauegagion lexos della, y ansí todas las presas
que estos Lazos hazen en los QÍrcasos y moscouitas los
lleuan á vender á Derbento, de los quales fueron aque-
lla cantidad de niños y niñas que estando el Enbaxa-
dor en el Maidan de Casbin, el capitán de aquella giu-
dad auia enbiado de presente al rey entre otras cosas.
Y aunque los georgianos y ^ircasos comarcanos suyos
son de rrelígioa cristiana, ellos son mahometanos, no
obstante que en tienpo de Justiniano el mayor y de su
sobrino Justino fueron cristianos, siruiendo á los grie-
gos en las guerras que tenían con los persas. Toda
aquella costa del mar Caspio desde las grandes bocas
del Volga hasta Derbento, ansí por la mucha cantidad
de aguas de este grandissimo rio, como de otros que
entra en la dicha ensenada, es por la mayor parte dul-
9e, llegándose mas á la tierra el agua ñuuiatil como
inas liuiana y sobre la superficie de la salada, como su-
cede tanhien en el mar Negro y en el de la Tana, ^erca
de donde entran el Tañáis, Boris tenes y Danubio.
Boluiendo á Derbento, y desde allí por el Siruan, se
llega á la ^iudad de Eruan, metrópoli agora de Arme-
nia la mayor, que es la que Ptolomeo llama Terua. Y
aunque en estos tienpos con el nonbre rretenga tanbien
su antigua dignidad, es lugar pequeño, pero famoso,
por auer rresistido á la opugna<;ion y apretado sitio que
le tuuo puesto Mahamet Baxa con un exer^ito de do-
zientos mil turcos el año de 16 16, poco mas de dos años
antes del tienpo en que esto se escriue. No tenia, tan-
poco como la tiene agora, esta pequeña ciudad, quan-
do los turcos la sitiaron, mas defensa de una muralla
de tapias de fábrica antigua, de ocho ó nueue pies de
grueso, sin traueses ni foso. Pero estaua ^uaroe^ida de
un grueso presidio de diez mil arcabuzeros, escogidos
de la prouih^ia de Corassan, que como ya se a dicho
fue la antigua Parthia, los quales rresistieron obstinada
y valerosamente á las muchas baterías y asaltos de los
enemigos. Porque siendo, como era, el terrapleno, ó
tapia de la muralla, de muchos años, no hizo la arti-
llería de los turcos tanta batería que bastase á darle
cómodos assaltos, no obstante que auia algunas piezas
de notable grandeza, como se veen agora en el Maydan
de Spahan delante de las casas del rey, de las que se
auian ganado doze años antes á los turcos en la mesma
9iudad de Eruan. Viendo los turcos que su artillería
hazia poco efecto y que solo derríbaua el parapeto y
almenas de la muralla, comentaron á labrar minas,
cortando el pimiento de la muralla, que era de piedra, y
esto con poco trabaxo, no auiendo foso alguno que le[s]
hiziese mas difícil y trabaxosa su obra. Pero los per-
sianos animosamente la inpedian con hazer contrami-
nas, mayormente con muchas sortidas que hazian rre-
pentinamente, en que matauan gran numero de turcos,
animándolos á todos estas facciones, con gran pruden-
cia y fortaleza. Emir Gulichan, gouernador de la ciu-
dad y capitán de aquel presidio, no obstante ser ya
viejo de ochenta años, aunque de naturaleza militar y
rrobusta. Era entonces muy entrado ya el auctum-
no (i), y como por la poca batería á los turcos les fue-
se mal en algunos [asaltos que dieron, iMahamet Baxa,
su general, ansí por esta diñcultad como porque en su
canpo, de mas de morir de enfermedad muchos, (2) auia
gran falta de mantenimientos, determinó de retirarse
leuantando el sitio. Pero el Aga de los janigaros hizo
mucha contradigion, paregiendole que con gufrir los
soldados algunos pocos dias mas de trabaxo los persia-
(1) Ms., auctumo.
(a) se padecía.
— a38 —
nos se podrían echar de la muralla^ que con gran vigi-
lancia y presteza rreparauan desde un baluarte de tie-
rra que de fuera se auia leuantado, teniendo con él á
los de dentro á cauallero, y pudiera surtir efecto del
parecer del Aga, cuyo valor sustentaua aquel sitio, si
andando mirando y dando orden como se pudiese ha-
zer alguna mas batería^ una bala de un falconete, aun-
que lexos de la muralla, no le Ueuara la cabera. Con
esto, sin aguardar mas, el Baxa leuantó su canpo y por
Tomanís y Cárs se boluió á Erzirum, no pudiendo de-
tener á los turcos mas en el sitio, los quales, llegando
el mes de Nouienbre y siendo en Armenia los fríos tan
grandes, no quieren padecer las inconmodídades de la
canpaña, mayormente hallándose tan lexos de las pro-
uin^ias de donde an sido sacados para esta guerra, por
la mayor parte infausta para ellos. Ganó Emir Gulican
con su rey y con todos los que tuuieron noticia de este
sitio opinión de valiente y prudente capitán, pues en
una plaga en que no auia mas fortificación de una sin-
ple muralla de tapias y con tan poca y rruin artillería,
se defendiese de un tan grueso exergito de enemigos
con tan grande aparato de artillería, ingenieros y mu-
niciones. Conociéndose bien en esto de quanta inpor-
tangia sea, como cosa mas esencial de todas, el número
y constancia de los soldados, para la defensa de qual-
quiera placa por ñaca que sea. Vna jornada de Eruan,
entre Oriente y Mediodia y muy cerca de la rribera del
rio Araxes, parecen oy dia las rruinas de la gran ciudad
de Artaxata, que aun entre los armenios se rretieo^
hasta agora su memoria, aunque en todo aquel sitio no
ay mas de quarenta ó cinquenta casas pequeñas de
gente muy pobre, la quarta parte de una legua apartada
del río Araxes; llaman los armenios á esta aldea Pro-
cala, por auer junto á ella un castillo de tapias derri-
bado, y ansi Procala es lo mesmo en su lengua que
castillo ó fortaleza de tierra; pero el territorio al derre-
— a39 —
dor es poblado de otras muchas aldeas, siendo fértil y
abundante mas que qualquiera otro de todo aquel
reyno. Coy, grande y populoso village, cae dos jorna-
das de Procala, camino de Taurís, y aunque como lu-
gar abierto no le den nonbre de ^iudad, tiene dos mil
casas y es lugar fertilissimo, y por esto (i) tenido sien-
pre en estima, ansi de persianos como de turcos, sin
auer padegido la desolagion y transmigración que los
otros lugares de Armenia. Y no sé qué rrazon pudo
mover al Jovio para escreuir que aqui uviese sido anti-
guamente Arthaxata, pues el rio Araxes corría junto á
ella, y agora pasa y corre lexos muchas leguas de Coy,
siendo los ríos los que nos muestran en estos tienpos
posteriores el verdadero sitio de las giudades acabadas
y arruinadas con la antigüedad (2). De Coy hazia el
Occidente, después de auerse dexado atrás los fuertes
de Tomanis y Cars, antes de llegar á Erzirum, están
las fuentes de los dos tan memorables ríos Euphrates
y Araxes, los quales nagen en tierra llana y alta, pero
no montañosa, rrebentando de algunos ojos ó lagunas
pequeñas con grande inpetu y mucha abundancia de
agua. Están apartados los nacimientos de estos ríos
distancia de seis ó siete leguas; el Araxes mas al Sep-
tentrión, y el Euphrates al Mediodia, dexando desocu-
pado este espacio para el paso de tantos exercitos como
por él an entrado en Armenia, que parece que por na-
tural destino sienpre a sido la placa de armas de los
orientales y occidentales sobre el dominio y señorío
de Asia. Por aqui pasó Gneo Ponpeyo, y después Lu-
cio Lucullo, el Euphrates, muy cerca de sus fuentes, y
adelante tantas vezes los exercitos de los enperadores
constantinopolitanos, procurando retener á Armenia y
defendella de los persianos, árabes y turcos. Porque
(i) y ansi,
(i) del tiempo.
— 240 —
los romanos, aunque tantas vezes y por tantos siglos
pasauan en Asia contra ios parthos y persas por alar-
gar los limites de su inperio, hazian sus jornadas por
Mesopotamia y Assiria, por la comodidad del rio Eu-
phratesy como se dirá adelante mas largamente. Y Lu-
cuUo y Ponpeyo tanpoco hizieran sus entradas por
esta parte en Asia la mayor si no fuera en ia prosecu-
ción de la guerra de Mithridates, siguiéndose della la
de Tigranes su yerno. Pero mas vezes en menos tienpo
an continuado este viaje los turcos desde Selin el pri-
mero deste nonbre, y su hijo Solimán, contra Hismael
Sophi y Xa Thamas, y agora en esta edad (i) Sinan
Terat y Osmam, capitanes generales de Amurates ter-
cero en la porfiada guerra con los persianos, aunque
Mustapha, que fue el primero enbiado á esta guerra,
parece auer pasado desde Erzirum sobre las fuentes
del mesmo Araxes. Comienza á correr este rio (2) un
poco al Septentrión, y (3) luego, licuando su corriente
derecha á Leuante, diuide en dos partes á Armenia la
mayor; después, hazíendo una gran buelta, rrebueiue
desde la antigua y desolada ^iudad de Julpha derecho
al Septentrión^ siendo límite por aquella parte de lo
mas septentrional de Armenia y Media hasta entrar en
el mar Caspio por la ^iudad de Bacu. El Euphrates,
tanto mayor, mas famoso y ennoblecido, ansi por la
memoria que tantas vezes haze del la Sagitada Escritu-
ra, como la antigüedad romana, al principio, corriendo
al Poniente hasta gerca de la qiudad de Arsenga y con-
fines de la prouingia de Amasia ó antigua Capado^ia,
encamina de alli su curso al Mediodia, diuidiendo pri-
mero á la dicha Amasia y á Armenia la menor, que le
cae entre Occidente y Mediodia, de Armenia la mayor
(i) Mostapha,
(a) Araxes,
(3) después.
— 241 —
i la parte oriental. El paso que se a dicho, contenido
entre estos dos ríos, cae muy gerca de la giudad de Er-
zirun, escala y frontera, todos estos años pasados, de
los turcos, para la guerra de Persia (i), y mas al Sep-
tentrión, no lexos de aqui, se vinieron antiguamente
rretirando con Xenophon, como con particular guia y
capitán suyo, los griegos que auia lleuado hasta Babi-
lonia, Clearcho, á sueldo de (Jiro contra su ermano
Arthaxerxes, rey de Persia. Saluaronse estos valientes
soldados peleando valerosamente en esta larga y difícil
rretirada por las montañas del Curdistan, que corren
desde Assiria y la prouingía propia de Babilonia hasta
entrar en Media. Y después, caminando por los montes
y partes mas ásperas de este reyno y de Armenia la
mayor, por mas siguridad suya, contra la caualleria
de los persas, y venciendo en muchos y peligrosos rre-
cuentros á todos los que procurauan ofendellos inpi-
diendoles el paso, entraron por la parte de Armenia
contenida sobre las fuentes de los ya rreferidos rios,
salieron después por ^erca de la giudad de Erzirun,
aunque en aquel tienpo sin memoria de que la uvicse,
hasta que de lo alto de la tierra por donde caminauan
descubrieron el Ponto Eugino, agora mar Negro, con
grande a'cgria y aplauso que desde los primeros sol-
dados que marchauan en la auanguardia se fue conti-
nuando y multiplicando hasta los vltimos de la rreta-
guarda, vertiendo todos lagrimas de contento. Fue esta
deseada vista del mar entre la giudad de Trapisonda,
colonia griega, que ento.iges se nonbraua Trapezunte,
y la boca del rio Phasís, pares^íendoles á aquellos sol-
dados, fatigados de tan largo viage, que ansi de esta
colonia como de las otras dos en la costa del dicho
mar, que eran Amiso y Sinope, tendrian el socorro que
de griegos como ellos eran se podria esperar. De Er-
(i) por donde tanbien,
16
— 24^ —
zirun está agora la costa mas cercana del mar Negro
dos jornadas de carauana, que fue la mesma que estos
soldados descubrieron, y Trapisonda quatro, la qual
distancia es la tierra mas fría y pobre de toda Armenia
la mayor, y que de invierno se camina agora con gran
trabaxo por las muchas y continuas nieues, como en
aquella jornada las hallaron aquellos buenos soldados
griegos por toda Armenia, perdiendo muchos dellos la
vista con su cotidiana blancura de que estauan cubier-
tos los montes y llanos por donde caminauan.
Continuando el rio Euphrates su curso al xMediodia,
después de auer dexado atrás por entranbas sus rribe-
ras las dos Armenias, entra por la Siria Comagena ba-
ñando por su derecha vanda, ó corriendo muy gerca
de las (iudadés de Melitene, Zeugma y Samosata, ca-
bega antiguamente de esta prouingia y patria del argu-
tissimo Lugiano. Por la izquierda va tocando la Meso-
potamia hasta el lugar de Bir, llamado Birtha antigua-
mente, puesto al paso del rio en igual distangia de los
que caminan de la giudad de Orpha á la de Alepo. Es-
ta (iudad, que en grandeza, multitud de sus morado-
res y grande y rrico comergio es de las mayores de
todo el Oriente, fué la antigua Heliopolis; de trezientos
años á esta parte vino en tanto augmento por la rruina
y desolación de Antiochia. Y porque es un enporio y
asiento tan conocido de las mas naciones de Poniente,
no se haze aqui mas particular rrelagion suya, pudien-
do auer tantos que con rrazon la podrian gensurar,
aunque síguramente se puede dezir que de tenplanga
de glima, abundancia de todas las cosas y comodidad-
de sitio, estando en el centro del mundo, que es una
de las más rricas y famosas de todo él. Pero bien se
puede tanbien afírmar auersele transferido todas estas
partes, como rricos y grandes despojos, de la populo-
sissima y famosa Antiochia, cuyas rruinas parecen oy.
dia dos jornadas de Alepo, y estas, aunque sin casa
— 243 —
entera en pie, ni morador alguno, leuantadas y por la
mayor parte enteras sus grandes y altas murallas. Tu-
vo su mayor augmento esta nobilissima giudad en el
tienpo que flores^io en Asia el Inperio Romano, aun
muchos años después de su conofida declinación^ sien-
do por muchos siglos la corte y principal asiento suyo
entre las demás prouingias orientales. Y aunque en la
monarchia de los árabes no se haHa gran memoria de-
Ha, quedando entonces muy menoscabada de su gran-
deza y magestad antigua, pero bien se sabe que quan-
do fué ganada de los europeos en la conquista de Suria
y dada á Boemundo normando, era todauia gran ciu-
dad y que rretenia aun gran parte de lo que antes auia
sido. El auerla los Soldanes de Aegipto desmantelado
y arruinado del todo después de auerla ganado de los
latinos, fue por acabar en ella el nonbre cristiano que
tanto aborrecían, y tanbien porque estando cerca del
mar Mediterráneo, las naciones de Europa no intenta-
sen después de rrecobralla, siendo esta mesma rrazon
la que les movió para hazer lo mesmo de Tripol, Acre
y Tiro con las demás ciudades de la costa de Phenicia.
Y ansi, todo lo marítimo de Suria desde el golpho de
Lajazo hasta los confínes de Aegipto, que tan flore-
ciente y poblado fue de rricas ciudades, se halla agora
yermo, tocándole esta plaga tanbien á Antiochia por la
Cercania del mar. Pudo ansimesmo ayudar, con las
rrazones dichas, para del todo desanparar esta insigne
ciudad, ser tan subjecta á terremotos^ de los quales en
diuersos tienpos padeció calamitosas rruinas, y con
todo parecen pocas causas para auerse extinguido su
memoria y nonbre tan celebre en la antigüedad roma-
na, con auer antes sido cabeca en Asía del inperio dé
los sucesores del magno Alexandro. Algunos venecia-v
nos y otros europeos que an visto agora este sitio dizen
no auer en él población alguna, más de sus grandes
rruinas, entre las quales an quedado en pie algunos
— «44 —
aposentos cubiertos de bouedas de admirable grande-
za, pero á medía legua y poco más muchos villages y
aldeas con muy fértiles canpos y en ellos grande abun-
dancia de viñas, higueras y olíuos. De aquel famoso
bosque y Ninpheo de Daphne, que tan cerca estaua de
la (iudad, ningún rrastro ni señal dizen que se halla
agora, el qual tanpoco lo ^euia auer ya quando los
cristianos de lá guerra de Ultramar lo ganaron á los
turcos, estando, sigun esto, destruido muchos años
antes, de los árabes, desde luego que en los primeros
años de su poten<;ia ganaron de los griegos á Suria,
porque como estos rrusticissimos barbaros, después de
rre^ibida la secta de Mahomet aborreciesen igualmente
con los cristianos de la primitiua Iglesia todas las qerí-
monias y memorias de la gentilidad, hallando este bos-
que adonde tantas auia, lo exterminaron y acabaron
como tan contrario á su rreligion. Y aunque los cris-
tianos de Antiochia fueron los primeros que tomaron
este nonbre de cristianos, y que desde la predicación
de los Apostóles fue la primera ciudad del mundo adon-
de mayor numero dellos se hallaron y mas publica-
mente profesauan en aquellos principios la rreligion
cristiana^ nunca se tuuo tanta enemistad y odio á los
rritos y ccí'írno'^i^s gentílicas que no se les quedase
por muchos siglos después pegadas mucha parte dellas
aun á los mismos cristianos. De manera que ansi por
esto como porque hasta muy adelante de Theodosio el
mayor, sienpre en Antiochia uvo muchos gentiles [que]
, guardaron y tuuieron en mucha estima, los unos y los
otros, este hermoso y apazible bosque. Y esto no suce-
dió solamente en Antiochia, pero en muchas otras qm-
dadesdel mundo, aun hasta en nuestros días, con el
r amor que se tiene á la antigüedad y propia naturaleza
de los lugares en que los honbres se crian, se an con-
tinuado y rretenido diuersas memorias y rritos de la
gentilidad pasada, no obstante que los que las estiman
— h5 —
y precian dellas sean en todo catholicos y verdaderos
cristianos. Y aunque en Antiochia tanbien los cristia-
nos se holgasen y entretuuiesen en su Daphne, como
tan acomodado para rrecreagion , mayormente en la
gente vulgar, que sienpre en Antiochia fue libre y suel-
ta hasta perder muchas vezes el rrespecto á sus pro-
pios principes, pero como en diuersos tienpos se halla-
sen en esta gran giudad algunos sanctos y exenplares
varones en todo genero de virtud, rreprehendian la fre-
quengia deste bosque como particular lugar de vicios,
creciendo estos con la doctrina y memoria que alli se
conseruaua de los gentiles. Finalmente, este Ninpheo
de Daphne, ó se destruyó por los cristianos, ó por los
árabes, con gelo de religión, pues en tienpo de los la-
tinos no se halló que lo uviese ya, aviendose con ello
acabado la muy larga y porfiada conpetengia que en
Antiochia tuuieron los cristianos que profesauan mas
obseruangia y sanctidad, con los gentiles, sobre la ex-
tirpación y defensa del. Y esto llegó á términos que
después de muchas sediciones y tumultos populares,
hallándose el Enperador Julliano en Antiochia se que-
mó de un terrible ingendio el admirable tenplo de Apo-
lo, á quien particularmente estaua dedicado el dicho
bosque, dandolc[s] aquel inpio principe la culpa de este
exgeso á los cristianos, si tal culpa se puede llamar el
zelo de aquellos fíeles, los quales eran tantos y tan po-
derosos en esta giudad, que no se atreuio el Enpera-
dor, aunque del todo declarado enemigo suyo, á hazer
otro mayor castigo que mandarles por algún tienpo
cerrar su principal iglesia. Demás de la grandeza de
los soberuios muros de Antiochia, nos señala bien su
verdadero sitio el rio Orontes, con la mucha abundan-
cia que en él ay de grandes y hermosas anguillas.
.V
— 2^6 —
CAPÍTULO VI
La ciudad de Orfa. — La de -Amida ó Caramit.— Las de Harran,
Nísibe y Atra. — Ruinas de Seleucia.— La navegación por el
Tigris.
Boluiendo al Euphrates, que llegando á Birtha diui-
dea Mesopotamia de Suria la inferior (i), es termino
por esta giudad y parte igualmente el camino que ay
desde Orpha á Alepo, poniéndose tres jornadas de ca-
rauana de Alepo á Birtha, y tres de aquí á Orpha. Fue
esta 9iudad la muy nonbrada Edessa, muy conocida
en estos días, ansí por ser agora giudad populosa y
grande, como por la memoria que en ella se a conser-
uado del patriarcha Abrahan, aunque natural de Ca-
rram, con un grande y hermoso tenplo que en estos
dias es poseído de los turcos, aunque igualmente vene-
rado de ellos y de los mesmos cristianos. Guardase mas
particular rrespeto á este tenplg, demás de la venera-
ción de tan sancto padre, por un famoso baño que en
él ay, en que todos los cristianos y mahometanos de
Asia tienen ta'"'.'\ fe y deuogion que se persuaden á que
bañándose i él cobran salud de todas enfermedades.
El agua de 3te baño nage fuera de la giudad, aunque
muy gerca de la muralla, de un alto collado, saliendo
luego un muy grueso golpe della que por una rred de
hierro que está en el muro entra en el dicho templo,
adonde en un grande estanque se recoge y de allí se di-
uide en diuersos rrepartimientos de la mezquita, fuentes
de la giudad, y lo demás para (2) benefígiar las huertas.
(1) superior.
(a) regar las.
- 247 —
molinos y resto de la canpaña. En el estanque ay infi-
nita cantidad de peges, tenidos tanbien en grande esti-
ma, sin auer quien se atreua á hazerles mal^ ni tocar á
alguno dellos, porque creen todos que les vendría lue-
go por ello algún gran castigo y calamidad notable. Y
ansi están, tan mansos y siguros que llegan á tomar el
pan de las manos de los peregrinos y de los demás que
alli van á bañarse, contando sobre esto el vulgo nota-
bles fábulas. El agua es muy excelente pan beuer, muy
fria de verano y tenplada de inuierno, como suelen ser
todas las que están en sus fuentes ó muy ^erca dellas,
y esta, por su bondad, cría toda la fruta de las mu-
chas huertas y jardines, de admirable gusto. La giudad
será de la población de Jaén en España, ó el Águila en
el reino de Ñapóles, aunque no tan populosa, mas por el
grande anbito de sus muros ay mucha parte vazia y sin
casas, siruiendose los moradores dello para sus semen-
teras, de manera que quando se hallasen sitiados de
enemigos no les podian quitar esta comodidad^ como
se vio el año de 1600 quando Morat Baxa tuuo sitiado
en ella á Carayas Dechi, que es lo mesmo que escriua-
no moreno ó negro, capitán de los rebeldes del Gran
Turco Mahamet, adonde se defendió y sufrió ocho me-
ses de sitio. La muralla de Orpha es muy fuerte, de
obra romana, si no es de mas antigüedad, y labrada de
piedras quadradas de a doze y catorce pies de largo y
de ancho y grueso, conforme á la proporción de buena
architectura, teniendo la gente que alli habita, creido,
viendo la grandeza de aquellas piedras, que aquella
muralla fue hecha y fabricada por gigantes. Y ansi tie-
nen entre ellos grandes fábulas y cuentos antiguos de
Nenbrot, como tradigion muy (i) resgibida y diuulga-
da entre todos los chaldeos y surianos. Toma esta mu-
ralla gran parte de la cuesta de una montaña á que
(i) antigua y»
— 248 —
está ai rimada la gíudad, hasta lo mas alto delta, y la
parte que de la dicha montaña queda fuera es de cuyo
pie nas<;e la abundante y saludable fuente que como se
a dicho entra en la mezquita de Abrahan, y adonde,
desde muchos años y tienpo antiguo, está una ermita
de San Jorge. Y aunque los moradores de esta antigua
Edessa tienen mucha deuogion con esta hermita, es
mucho mayor la veneración que todos tienen, de tien-
po inmemorial, á otra, media legua lexos de la<;iudad,
de la aduocagion de Sancto Tomas apóstol, adonde
muy de ordinario acuden á hazer oración los cristianos
armenios, jacobitas, ó surianos, y maronitas, de que
por la mayor parte esta ^iudad está poblada. No se
halia ninguna otra (i) en todo este Oriente adonde
tanto reconocimiento y veneración se aya tenido hasta
agora al nonbre cristiano como en esta, porque aunque
Antiochia y Alexandria, como tanto mas populosas,
antiguamente tuuieron mayor número de fieles, pero
con mas mixtura de paganos, y comunmente lamuche-
dunbre del pueblo de una y otra, en todo estremo des-
uergongada y sediciosa.
Caminando desde Edesa á Lesnordeste ó griego
Levante, se llega en seis jornadas á la (iudad de Ami-
da, llamada agora de los turcos Caramit, famosa por el
largo sitio que sobre ella tuuo, en tienpo del enperador
Constancio, Sapor,.rey de Persia. Y aunque auiendose
entonges perdido, pero con admirable valor y costan-
Cia de sus defensores, quedase arruinada, luego, como
plaga tan inportante , después de auerse algunos años
adelante perdido Nisibe, se boluio á rreparar y poblar
con mucho cuydado, mayormente por la graseza y fer-
tilidad de su territorio, que demás de la mucha abun-
dancia que en él ay de todos los frutos necesarios para
la vida humana, produze los mayores y mejores melo-
(i) giudad.
— 249 —
nes del mundo. La muralla de esta ^iudad, aunque no
boja tanto suelo, ni tiene aquella antigüedad que la de
Orpha, pero está mas entera, y ansi su mesma pobla-
ción tanbien es mas populosa y de mayor frequen^ia
de vezinos, como asiento y corte de los Baxas ó gover-
nadores de Diarbec, que es la antigua prouin;ia de Me-
sopotamia. Y porque las piedras de esta muralla, que
son poco menores que las de Orpha, parecen negras,
ó por antigüedad, ó propiedad suya, la llaman los tur-
cos Carahamit, que quiere dezir en turquesco Amida
la negra. La puerta de esta giudad por donde se entra
en ella cuando se viene de Orpha, ansi turcos , arme-
nios y surianos la llaman Rumi Capir, que es lo mes-
mo que puerta de los romanos, por entrarse por ella
quando se uenia de Antiochia de Suria, adonde era la
corte de los presides y governadores del Oriente, como
ya se a dicho. Dentro de esta puerta y junto á ella ay
una iglesia cqn la aduocacion de Nuestra Señora, que
es adonde, como parrochia suya, los armenios celebran
sus officios diuinos, auiendo, sin las muchas mezqui-
tas de turcos y árabes, otras iglesias de jacobitas su-
rianos. Las casas son de muy gentil fabrica de piedra
quadrada, con los techos de algunas cubiertos de plo-
mo, por donde se echa de ver auer sido los tales del
tienpo de los róndanos, posteriores después de auerse
transferido el Imperio (i) á Constantinopla. Y aunque
quando á esta (iudad ganó Sapor se sabe que quedó
desmantelada, no atreuíendose á sustentarla, ay duda
si los muros que agora parecen fueron aquellos mes-
mos que ella tenia quando se perdió^ ó que solas las
casas fuesen las derribadas y quemadas quando algún
tienpo después el enperador Constancio pasó por ella
á hazer guerra en la frontera de Persia. Porque de los
persas^ ni con minas ni otros artiti^ios de expugnar
(i) romano*
— 25o —
gíudades, como entonces se vsaua, fueron derribadas
sus murallas, auiendose ganado la giudad con una (i)
grande montaña de tierra que leuantaron junto al foso,
y entonces tanpoco se perdiera si un muy alto caualle-
ro que los defensores lanbien leuantaron sobre la mu-
ralla, con el mucho peso de las machinas y soldados
que estauan encima no cayera en la furia del conbate
y hinchiendo con su ruina el foso y el demás espacio
que auia entre lo alto de la montaña ó baluarte y los
muros, no hiziera puente y paso llano á los enemigos.
Por la parte que se viene de Orpha está Carami, en si-
tio muy llano, pero á la contraria ay un gran derrun-
badero y pregipi^io muy hondo por donde corre el rio
Tigris, la qual dispusiQÍon y asiento es muy semejante
al que tiene la giudad de Toro en España, entrando en
ella los que vienen de Valladolid por muy llano y apa-
zible camino, corriendo el rio Duero por la parte con-
traria, aunque sin valle y por tierra llana, en una pro-
funda y grandissima hondura.
Viniendo de Orpha á Caramit, casi á la mitad del
camino, lexos tres ó quatro leguas del y á la mano de-
recha, esta la antigua giudad de Carras, tan conocida,
ansi por la Sagrada Scriptura, llamándola tlarran,
como por las historias romanas, y famosa por la muer-
te de Marco Crasso y miserable rota de su exergito.
En estos dias esta rreduzida á una pequeña aldea de
gien casas, pero de fertilissimo suelo al derredor della,
con muchas huertas y abundantes tierras para senbrar
trigo y geuada, rregadas con algunas fuentes ó peque-
ños canales de agua deriuados de los collados y mon-
tes más vezinos. En la canpaña andan sienpre aduares
de árabes, de que los pocos vezinos, lo mas del tienpo,
son molestados y rrobados, por cuya causa an venido
á tanta diminución, auiendo sido esta pobre población
(i) muy alta.
— 25l —
antes tan grande y nonbrada giudad. Y aunque la par-
te de Mesopotamia que le cae al medio dia á Carras es
de tan llanos^ estendídos y arenosos canpos^ como se
conoge bien de Plutarcho, Dion Cassio y Apiano Aie-
xandrino, siendo esta la príngipal causa de auerse per-
dido alii el exergito romano, tanbien se colige de los
dichos autores no auer estado muy lexos esta giudad
de donde aquel dia pasó la batalla con los parthos,
pues la mesma noche llegó el auiso al capitán del pre-
sidio que auia en Carras, del mal sugeso que con ellos
se auia tenido. Y ansimesmo de que gerca de la mes-
ma giudad auia montes y tierra áspera, pues Marco
Craso se rretiro á uno dellos, de donde se pudiera de-
fender y saluarse si no se entregara inprudentemente á
los enemigos, baxando á lo llano, adonde le mataron;
en aquella sazón tuuo Caio Cassio mas valor y mejor
fortuna, saluandose por los mesmos montes hasta lle-
gar á Suria, con las rreliquías del exergito, que de$-
pues fueron tan inportantes para la defensa de aquella
prouingia. Llaman agora á este pequeño lugar los su-
rianos, árabes y armenios, Carran, casi sin mudar
nada del nonbre que la giudad antiguamente tenia,
conogida patria del patriarcha Abrahan.
Quatro dias de camino de Caramit, al viento Les
Sueste, siroco Leuante, se hallan oy los vestigios, sin
alguna duda, de la fuerte y famosa giudad de Nisibe,
frontera tantos años del inperio romano, pero con su
propio nonbre, un lugar grande, aunque abierto y sin
muralla, de 3oo hasta 400 casas, poblado de armenios
y nestoríanos, y á quien estas naciones, con los árabes
y turcos, añadiendo al nonbre antiguo sola una con-
sonante, llaman Nisiben. La canpaña, aunque llana y
fertilissima, es molestada perpetuamente de los árabes,
y con toda esta incomodidad sus moradores tienen
bastantemente lo necesario para biuir, porque demás
del mucho trigo y geuada con que abundantemente la
— 252 —
fertilidad (i) de los canpos le corresponden, coxen
gran cantidad de arroz y algodón con que se bastece
mucha parte de Mesopotamia y de la Armenia vezma.
Fertiliza bastantemente estos canpos de Nisibe un
grande y perene canal de agua deriuado del río Tigris,
de manera que si los árabes, que son señores de la
canpaña, no la rrobaran, como lo mas del tienpo lo
hazen, pudiera aquel distrito alimentar el pueblo de
qualquiera gruesa ^iudad. Y por lo que de la antigüe-
dad se colige pare<;e que luego como Nisibe se entrego
á los persas en las pazcs que el enperador Joviano hizo
con ellos, quedo casi yerma y vazia de sus propios
moradores, viniendo en el discurso de no muchos años
á tanta diminución que casi no se halla memoria della,
porque como los que la habitauan en aquella entrega
que se hizo á sus perpetuos enemigos, por la mayor
parte fuesen griegos y que con tanta constancia auian
guardado por casi quinientos años, la amistad de los
romanos, y forzosamente desanparasen su (iudad, los
persas solo se siruieron della por presidio y frontera
del fuerte de Darás, á quien los romanos y griegos for-
tificaron con gruesa guarnigíon de gente de guerra
contra la mesma Nisibe que auian ya perdido, rresul-
tando de aquí la primera declinación de su inperio. A
Les Nordeste de Caramit, dos jornadas, se halla oy la
ciudad de Merdim, que fue la antigua Maytinopolis,
con su fertilissima canpaña abundante de mucha fruta
y toda suerte de mantenimientos.
Aunque el rio Tigris no corre más apartado de Ni-
sibe al Septentrión de un dia de camino de un honbre
a cauallo, por la parte de Leuante se pasa quatro jor-
nadas mas lexos, siendo toda esta distancia de canpos
muy yermos, adonde no se hallan sino algunos adua-
res de árabes. Casi á la mitad de este camino, en un
(i) graudad.
- a53 -
alto collado, estuuo anliguamente el (i) fuerte y bien
defendido lugar de Atra, que ansí por la fortaleza de
su sitio, como por el valor de sus defensores, tanta
rresistengia hizo á los exerqitos vencedores de Trajano
y Septimio Seuero, aunque agora no se a podido tener
noticia de las rreliquias y vestigios suyos. Caminando
desde Atra derechamente al Oriente se llega á aquella
parte de la rribera del Tigris por donde le pasó el
exergito romano viniéndose rretirando de la infelífe
entrada que el cnperador JuUiano auia enprendido con-
tra los persas, no auiendo rresultado cosa mas famosa
en ella que su desastrada muerte, y después la pérdida
de Nisibe, entregada á los persas por Jouiano que le
sucedió en el inperio. Viniendo ya aqui el Tigris con
su curso, á Mediodía, pocas leguas más abaxo llega á
las rruinas de la grande y antichissima (iudad de Ni-
nibe, cabega de la monarchia de los assirios, de que
tanta mención y en tantas partes haze la diuina Scrip-
tura, demás de en los libros de Joñas y Tobías^ mas
particularmente de su euersion y rruina en los profec-
ías Jeremías, Sophonias y Nahun. Menos de una legua
de estas rruinas, que visiblemente se veen y conocen
agora en la mesma rribera oriental del Tigris, ay en
este tienpo una rrazonable giudad nonbrada Mosul,
poblada de cristianos jacobitas y nestoríanos con algu-
nos turcos y árabes, de mas de dos mil casas, con bue-
na y fértil (2) comarca de muchas huertas y canpos en
que se coge gran cantidad de fruta, trigo, arroz y al-
godón, como en los de Nisibe, sigun se a dicho. Solia
esta ciudad estar á orden del Baxá de Bagadad, y de
pocos años á esta parte tiene governador y Baxá de por
si, con la demás tierra y lugares que llegan hasta las
montañas del Curdistan y confines de Media.
(i) lafortaicj^a,
(2) territorio.
— 354 —
Desde Mosul, corriendo el Tigris al Mediodía, dos
dias de camino, por la corriente del rrio se veen en su
rribera oriental unas grandes rruinas y vestigios de
auer auido alli alguna (iudad grande y populosa, sigun
el mucho sitio que las tales rruinas ocupan, que por
ser en tal parte no solo se podría dudar, pero afirmar
auer sido de la giudad de Seleugia, fundación de Seleu-
co, capitán de Alexandro Magno, y en quien vino á
caer después de su muerte la mayor parte de la mo-
narchia de Asia. Tuvo esta ciudad, aunque de las más
insignes y poderosas de todo el Oriente, y cabeqa
del inperio de los parthos, breuisimo periodo, pues
fueron pocos mas de trezientos años los que permane-
ció desde su principio hasta su euersion por Auidio
Cassio, legado y capitán' general del enperador Luqio
Vero. Después de la qual no se halla memoria della en
las historias romanas, quedando desde entonces del
todo asolada y desmantelada, de manera que quando
el exer^ito de JuUiano pasó el Tigris y entro en la Su-
siana, no haze Amiano Marcelino mención della, sino
de un gran bosque y parque que cerca de aquel sitio
auia; está Seleucia, sigun Strabon, menos de diez le-
guas de Babilonia.
Nace el rio Tigris, pues viene bien en este lugar tra-
tar de su origen, en la parte mas austral de Armenia
la mayor, cerca de los montes que la diuiden de Meso-
potamia, y no lexos del meridiano de Orpha, pues
quando este rio llega á Caramit es ya grande y naue-
gable. Corre grande espacio á Leste y Les Sueste, y
luego pasando de Caramit tuerce su corriente á Sueste,
hasta que dexando después al Mediodia, dos pequeñas
jornadas de carauana, á la qiuáaid de Nisibe, conti-
nuando el mesmo curso buelue al Mediodia, por la
parte que le pasó el exercito de Julliano quando, sigun
ya se a dicho, Jouiano,que le sucedió en el inperio, en
las pazes con los persas, porque le diesen paso síguro
— 255 —
por el mesmo rrío, les entrego vergonzosamente la ;iu-
dad de Nisibe. Desde Caramit corre el Tigris inpetuo-
sa y arrebatadamente, y ansi no puede nauegarse en
barcas, aunque sean chatas y grandes, por lo qual los
mercaderes que de Armenia y otras partes de Diarbec,
particularmente de Caramit, lleuan sus mercadurias á
Mosul y á Bagadad, se enbarcan en grandes balsas de
muchos odres hinchados y ligados fuertemente unos
con otros, sobre que van ellos y sus cargas nauegando
con tanta presteza y velocidad que turba la vista á los
que van sobre ellas. Y muchas vezes es tan grande el
inpetu y furia del rio, que trastorna y anega las dichas
balsas, con pérdida de honbres y mercadurias, aunque
los barqueros sean praticos en aquel genero de nauc-
gagíon. A la buelta desde Bagadad, ó iMosul, por no
poderse nauegar el Tigris contra su corriente, los mer-
caderes, ó venden los odres de que auian ido conpues-
tas las balsas, ó conprando jumentos en aquellas ciu-
dades, los bueluen vazios con otras mercangias, gas-
tando muchos dias en el camino, auiendo venido en
muy breue tienpo. De esta forma de nauegar por el
Tigris haze mención Strabon, insigne geographo, aun-
que con alguna diferencia en la forma de las dichas
balsas, diziendo que eran barcas de palos delgados fo-
rradas con cueros (i); pero conforme á lo que se a di-
cho de boluer los odres sobre los jumentos por tierra
desde Babilonia, que en aquel tienpo aun gran parte de
aquella gran ciudad estaua poblada; lo rrestante del
curso del Tigris se dirá adelante quando descriuiendo
al Euphrates llegaren á estar mas vezinos estos dos fa-
mosos rrios, eternos testigos de la constancia y admi-
rable valor de la república y monarchia romana.
Desde Birta corre el Euphrates al Su Sueste ó Siroco
Mediodia, y después al Oriente hiemal ó Les Sueste,
(i) pero podría ser yerro de la versión de griego en latin en
que yo lo e leydo.
— 256 —
siendo ya término y limite, aqui, de Arabia la desierta
y Mesopotamia. Y porque ansí por este rrio, como por
anbas rriberas suyas, continuaron tantas vezes los exer-
gitos romanos sus jornadas y enpresas contra los per-
sas y parthos, y fue por este viage por donde mayores
daños recibieron, se hará mas larga rrelag ion del Eu-
pharates que se a hecho hasta agora.
CAPÍTULO VII
Camino que llevaban ios romanos en sus expediciones contra los
persas.— La ciudad de Tebe. — Palmira y sus ruinas. — Los ára-
bes del Eufrates.— Arabia y sus regiunes.— £1 antiguo reino de
Emat y su capital Rebiata.
Por tres partes auia camino para entrar á hazer gue-
rra á las parthos, y después á los persas, aunque sien*
pre fueron unos mesmos enemigos, de las quales la
una fue por Armenia la mayor, y la otra por Mesopo-
tamia. La primera se tuuo por mas sígura, auiendo en
ella tierra mas poblada y abundante de mantenimien-
tos para alimentarse los exer^itos, y tanbien por auer
montes y tierra áspera adonde la infantería, que fue
sienpre la principal fuerca de los romanos, preualesgia
contra la caualleria enemiga. La de Mesopotamia con
rrazon se condenó y tuuo por dañosa por faltar lo que
de Armenia se a dicho, como en rregion llana y por la
mayor parte desierta, principalmente teniendo tan bi-
uos en la memoria de todos los miserables sucesos de
Marco Crasso y del enperador Valeriano, que quisie-
ron infaustamente lleuar este viage. Pero aunque por
' Armenia se hallaua la dicha comodidad, ñafian de ca-
— aSy —
minarse por alli otras dificultades grandes, porque de-
mas de ser mucho espacio de tierra el que se auia de
pasar para entrar en la Media, y ser inposible Ueuarse
vituallas que bastasen á tanto número de gente, siendo
entonces costunbre de los persas en la guerra desman-
telar la tierra, como lo hazen agora quando por ella le
entran enemigos^ la mesma inposibilidad ó mayor se
les offregia en conduzir tantas machinas militares como
las legiones romanas Ueuauan en sus expediciones, lo
qual (i) fue causa de que surtiese vana en Media La de
Marco Antonio. Y ansi por ser los tales inpedimentos
tan arduos y dificultosos, y hazerse sienpre la masa de
los exer^itos, por los enperadores ó sus legados, en
Suria, tan cerca del Euphrates, les pareció ser mas si-
guro y conmodo el viage tercero, que se enprendiese
gerca de las rriberas de este rio y por su mesmo lecho
con grandes armadas de ñau ios menores. Pues con
esto fa^ilitauan el camino, ansi por ser mucho mas
breue para llegar á las mayores y mas opulentas ciu-
dades de los enemigos, como por la cantidad mu-
cha (2) de mantenimientos, conmodidad de conduzir
las machinas y todo el mas inpedímento de qualquiera
grande exer^ito que en las dichas armadas podian Ue-
uarse. T ansi, Trajano, que fue el primero que con la
potencia y fuercas del inperio de veras hizo guerra á
los parthos, lleuo lo mas de su exercito por el Euphra-
tes. Lo mesmo hizieron adelante en la prosecución de
muchos años, Auidio Cassio, legado de Lucio Vero;
Septimio Seuero, Alexandro Seuero^ Gordiano, Obde-
nato Palmireno, Caro, y Julliano. Y aunque sea ansi
que estas jornadas fuesen mas siguras y ciertas por el
camino del rio, como Babilonia, Ctesiphonte y Seleucia,
que por la rreputacion y rriquezas que se adquirían
(i) con tanto daño suyo lo experimentó.
(a) abundancia.
17
— 258 —
saqueándose tan grandes giudades, eran principal cau-
sa de que la guerra se hiziese por la parte preferida, y
estuuiesen ya por la mayor parte asoladas, la que á los
percas se le mouio en tienpo del enperador Diocleoqia-
no fue por Armenia y por los confines septentrionales
de Mesopolamia. Y ansi, aunque Maximino Galerio (i),
César y conpañero en el inperio del dicho enperador y
nonbrado sugesor suyo, fuese vencido en la batalla de
los persas, después, auiendoles dado una memorable
rrota y preso en ella las mugeres y hijos de su rey Nar-
seo, alargó mas que nunca lo auia estado el inperio ro-
mano, con las ginco prouingias transtigritanas , que
fueron gran parte de la Asiría y Media. Constancio,
hijo del gran Constantino, continuó después la guerra
por xMesopotamia , auiendole ganado Sapor, rey de
Persia, la parte mas oriental della, cercana al rio Ti-
gris, en las discordias y guerras giuiles que el dicho
Constancio tuuo con sus erm^nos, de las quales aun-
que salió vencedor, en la del Oriente sienpre tuuo con
los persas mala fortuna, mayormente junto á Singara,
adonde perdió gran parte de su exerqito. Finalmente,
en esta edad propinqua á la declinación del inperio se
auia ya dexado el viage por el Euphrates y confines de
Arabia, desoladas ya aquellas grandes ciudades por la
causa que se a dicho, y el auello enprendido Julliano,
sigun por lo que después hizo, pareció fue con inten-
ción y fin de penetrar en lo mas interior de la Persia y
en lo que estaua intacto y por saquear de las guerras
pasadas. Y ansi (2), temerariamente, quemando el ar-
mada en que auia llegado hasta Ctesiphonte^ se metió
muy adentro de las prouincias»de Sitacena y Susiana,
adonde le mataron en aquel sangriento rrecuentro con
los persas, siguiéndose después el peligro y retirada
(i) legado.
(2) aunque.
— 259 —
de su exerQÍto^ de que rresulto la pérdida de Nisibe con
lo que al Oriente del Tigris se auia ganado en tienpo de
Diocle^iano (i).
Corriendo, como ya se a dicho, el Euphrates á Les
Sueste, y Ueuando á Mesopotamia a la mano izquierda,
y el desierto de Arabia á la derecha, una jornada (2)
lexos del rio, en el mesmo desierto, camino de Álepo
á Bagadad, ay un lugar de poco mas de gien casas, lla-
mado Thebe(Tibe le llama ^i^eron. Epist. i, 1. i5), el
qual es poblado de árabes, por la comodidad que alli
tienen con el paso de las carauanas que de ordinario
van y vienen de estas dos ciudades. Y aunque la gente
deste (3) lugar es pobre, como generalmente son todos
los de su nación, y el sitio mal sano, tiene un particu-
lar don de naturaleza en criar, aunque entre tan poco
número, las mugeres, por la mayor parte, notablemen-
te hermosas, de manera que en aquel su hábito squa-
lido pobre y tan abominable y feo, no acaban de enca-
recer los mercaderes de Europa y otros pasageros que
muchas vezes pasan por aquel lugar, quan gentiles y
hermosas sean estas árabes, sino fuese, como lo mas
9¡erto podría ser, alguna falsa persuasión vulgar en que
muchas vezes caen los honbres que no tienen ^ierta ni
verdadera ele^ion, mayormente que ansimesmo afír-
man ser los honbres sumamente rrusticos (4), feos y de
malissimo color^ aunque ansí ellos como ellas muy
hospedadores y humanos con los peregrinos. Tienese
aqui por tradición inmemorial ser este pequeño y po-
bre lugar tan antiguo, que por la cuenta que sus mo-
( I ) La Susiana, per no dexalla en silencio ya que se liego á este
iugar, cae al Oriente de la prouincia de Babilonia^ que es la par-
te mas austral de Assiria.
(a) quatro jornadas.
(3) jM>6re.
(4) y de gran fealdad.
— 26o —
rádores hazen, en que todos los árabes son muy pun-
tuales, que afírman tenerlas de mas de quatro mil años,
y á la verdad, ansí los que moran los lugares poblados
de Arabia, como los que por sus desiertos biuen en
aduares, son tenidos entre sí por los primeros y mas
antiguos pobladores del mundo. Una jornada pequeña
de Thebe, á quien (Jiqeron llama Thibe, y á vista del
mesmo camino que se lleua á Bagadad, ay agora gran
parte de una muralla de piedra quadrada, con sus to-
rres^ y en los frontispicios de las puertas grauadas al-
gunas inscripciones en lengua griega, dando con esto
muestras ciertas de auer auido alli alguna grande y no-
table ciudad. Y no pudiéndose valer en casos semejan-
tes sino de congeturas, por no tenerse certeza de lo que
las tales inscripciones dizen, conforme al sitio se po-
dría presumir auer sido esta la ciudad de Palmira, fa-
mosa por la memoria de Zenobia y Obdenato su mari-
do, y particularmente por la gran resistencia que en
su expugnación halló el emperador Aureliano. Y no
parezca rrepugnar las letras griegas á que fuese esta
Palmira, juzgando algunos que por ser habitada de
árabes no podrian tener conocimiento ni pulicia para
vsar las dichas letras^ pues fue sicnpre esta ciudad,
aunque en el desierto, muy frequentada desde muchos
siglos antes de la transmigración de Babilonia, auien-
dola fundado Salomón^ como se colige del III de los
Reyes y II del ParalipomenoTiy en el desierto, Arabia,
ó soledad, que todo significa una mesma cosa. Y todos
los árabes confinantes con Suria, Mesopotamia y Ae-
gipto tuuieron antiguamente costunbres mas vrbanos
y puliticos que en este tienpo, habitando ciudades mu-
radas, como fueron aquellos amonitas, moabitas y idu-
meos tan vezinos á la tierra de promisión ó Palestina.
Los griegos sucesores de Alexandro, cuyo inperio per-
maneció en Suria tantos años, no pudieron dexar de
tener en Palmira mucho comercio, frequencia y habi-
— 201 —
tagíon, lo qual pareció adelante, hallándose en las his-
torias romanas á Palmira giudad tan noble, que Ob-
denato, señor della, como soldado del inperio, no solo
hizo rresisten^ia á Sapor, rey de Persia, con las rreli-
quias del exergito del enperador Valeriano^ á quien su-
cedió en el inperio de Oriente, pero venciéndole en una
gran batalla lo ahuyentó hasta Ctesiphonte. Mas clara-
mente se conosgio después de la rrebelion de Zenobia^
muger de Obdenato, que auiendo entrado por Suria
la superior y arruinado esta prouingia con ayuda de
Zaba, otra valerosa muger señora de los árabes troglo-
ditas, obligó á Aureliano á pasar en Asia contra ella y
auíendola vencido junto á Emesa de Phenigia, aunque
en ardua y dudosa batalla, la sitio en Palmira, adon-
de obstinadamente se defendió mucho tienpo. Dos co-
sas dize notables Flauio Vopisco de este sitio: la una,
que tenían los defensores de la ciudad tantas machinas
murales y de tanto artifígio en defensa suya, que no
solo tirauan las grandes piedras y gruesas saetas que
conforme al vso de la miligia griega y romana hasta
entonces estaua en costunbre^ pero lo que deue admi-
rar mas, lancauan con ellas en el real de los romanos
fuego artificial para quemalle, cosa que en esta forma
hasta entonces casi no hallamos averio vsado otra na-
ción alguna. Lo segundo que Vopisco escriue es auer
tenido Zenobia en esta guerra en ayuda suya los ble-
mios, encareciendo su valor^ aunque sin dezir qué ge-
nero de soldados, ni de que nación fuesen. Y aunque
se puede sospechar que fuesen árabes, sigun con quien
militauan y adonde la guerra se hazia y la parte en
que Strabon los pone, por auer solo Heliodoro con
Vopisco hecho mención del valor dellos, haziendo
memoria de esta gente en tan distante ocasión y
tíenpOy siendo la de Heliodoro en la guerra de los
persas con los Aethiopes, parece alli que los biemios
fuesen de nación aethiopica, pero en una y otra partf
— 362 —
anbos autores los pintan estrenuos y valientes solda-
dos (i).
El camino mas corto y siguro para Bagadad es el
que por Thebe se lleua por el desierto, aunque mas
desacomodado 9 solo y falto de agua, no se hallando
sino rruin en algunos pozos muy hondos, mas con esto
se escusa mas vezes de ser rrobados los pasageros, de
los árabes. Porque el viage por la rribera del Euphra-
tesy si mas conmodo por los lugares poblados que por
ella ay, son mucho mas infestados de los dichos ladro-
nes, como no se camine en carauana muchos juntos,
y aun entonces suelen algunas vezes tener peligro. Lo
mesmo sucede á los que nauegan por el rio, en el qual
por auer muchos canales torcidos y ciegos adonde los
barcos cargados suelen trastornarse, no se nauega sino
de día, saliendo cada noche los mercaderes á dormir
en tierra, adonde ansi en la rribera de Arabia como en
la de Mesopotamia son muchas vezes salteados y des-
pojados de lo que lleuan. Habitan estos árabes en sus
aduares, con mayor frequen^ia la tierra que por anbas
partes toca al rio, mayormente de inuíerno y en la pri-
mavera, por el mucho pasto que alli ay para sus gana-
dos, y en comentando á crecer los calores se mudan
á los montes sobre Nisibe, Caramit y Orpha, en lo mas
septentrional de Mesopotamia, hallando alli en el tal
tienpo tierra mas fresca y acomodada á su manera de
vida. Y porque este nonbre de Arabia podría traer con-
fusión y duda á muchos, no sabiendo distinguir lo que
debaxo del se conprehende^ se deue entender que no
es nonbre particular que señale una, dos ó tres provin-
cias solas, como por los mas está rrecibido, sino vní-
versal y que conprehende á muchas. No obstante esto.
(i) y en quanto á las inscript iones griegas, estas letras y tan»
bien las latinas eran muy familiares á los de aquella ciudad tan
propinqua á Suria»
— 263 —
con especial apellido se llaman las tres Arabias, F^lix,
Petra y Deserta, aquella gran región que al Oriente
tiene el mar Pérsico, al Ocíidente al Rojo ó Eritreo, al
medio dia el Indico meridional, al septentrión el rio
Euphrates (i). Estos limites por mayor son los que tie-
nen las tres Arabias^ aunque en particular tocan tan-
bien con otras prouin^ias, como Siria, Palestina y
Aegipto. Pero teniéndose consideración al genero de
gente, lengua, costunbres y manera de biuir de estos
árabes, se estienden y ocupan otras muchas partes del
mundo, aunque contiguas y continuadas desde esta
gran tierra especifica de Arabia debaxo de los tres
nonbres referidos. Y ansi, todo lo contenido entre el
mar Rojo y el Nilo, que cae en la porción de Aetiopia
hasta la ciudad de Quaquen, con lo que desde el mes-
mo Nilo corre por lo interior de África por espacio de
tantas leguas hasta el mar Atlántico, aunque debaxo
de nonbre de tan diferentes prouin^ias, se deue llamar
Arabia, como habitado de los mesmos árabes. Lo
mesmo y con mas esencial rrazon diremos de la parte
austral de Mesopotamía, siendo tan propia y ordinaria
morada de los árabes, ansi de la una como de la otra
parte del Euphrates y Tigris, tanbien como toda la
tierra que al Oriente de este rio, desde Babilonia y fia-
dora, corre hasta los confínes de la primera India, par-
ticularmente hasta el cabo y ensenada de Guadel, en
que entran los reynos de Oeza y Lara y prouin^ia del
Mogostan, cayendo esta región opuesta, con el mar
Pérsico en medio, á lo mas Oriental de Arabia la Fe-
lice, que acaba en el Cabo de Rocalgate (2). Dexando
el camino del desierto, en que solo ay algunos adua-
res de árabes que de tan buena gana hospedan como
(1) á que muchas ve\€s la Scriptura Sagrada llama tierra de
Emath, particularmente á Arabia la desierta.
(a) Boiuiendo.
— 264 —
rroban á los pasageros^ y continuándolo por el Euphra-
teSy se llega á una gran fortaleza labrada á lo antiguo,
de ladrillo toda ella, que el mesmo rrío casi la baña
aunque está en una parte alta y rreleuada de su rribera
á la parte de Arabia. Ay agora en esta fortaleza presi-
dio de turcos, y al pie della una poblafion de dozien-
tas pobres casas de árabes, mostrando en su antigua y
gruesa muralla, este notable fuerte, auer sido en otras
edades de mas inportan^ia que en la presente. Lla<-
manle los árabes y turcos agora. Raba, y aunque en
solo la semejanza de los nonbres, sin otras probables
congeturas, suele auer en materia de antigüedad mu-
cho engaño, concurren con el nonbre que se halla en
e^ta fortaleza muchas cosas para que pueda auer sido
en el sitio suyo, ó cerca del, la ciudad de Reblatha,
adonde estando Nechao, rey de Aegipto, se le entregó
Joachaz, hijo de Josias, y veinte y dos años adelante,
hallándose en el mesmo lugar Nabucdonosor, le Ueua-
ron presos al rey Sedechias y á sus hijos, en la vltima
captiuidad de Babilonia y euersion de Jerusalen. En el
23 y 25 capítulos del quarto de los Reyes (i) y en el
52 de Jeremías lo dize ansi la diuina Scriptura (2), aña-
diendo al nonbre de la qiudad el de la prouin^ ia, lla-
mándola tierra de Emath, que stgun de los dichos lu-
gares y del octauo capitulo del sigundo de los Reyes
se infiere ser Arabia la desierta que toca en el Euphra-
tes. Porque caminándose desde Suria y Palestina á
Babilonia, la fortaleza de Raba está en el mesmo ca-
mino, y adonde Nabuchodonosor, durante el largo y
apretado sitio de Jerusalen, aguardaua el suceso del
por no alexarse mucho de Babilonia. Y quando^a Es-
criptura señala esta prouingía de Emath, bien parece
que es contermina con Suria y con Babilonia, teniendo
(O y sigundo dei Paralipomenon.
(a) en el lugar referido.
— 265 —
la primera al Occidente y esta al Oriente ^ ansi por lo
dicho de la prisión de Sedechias^ como del citado ca«
pitulo octauo del 2 de los ReyeSy diziendo que después
de auer vengido el rey Dauit á los(i) philisteos y moa-
bitas, mouio guerra á Aderazar, rey de Soba. Y que
auiendole puesto debaxo de su inperio, juntamente con
los de la Siria Damasgena que vinieron en su ayuda, y
despojándole de sus muchas rriquezas^ llegó conquis-
tando toda la Suria inferior (2) hasta el Euphrates. Y
que á la fama de estas victorias, Thou, rey de Emath,
le enbió á dar el parabién dellas con su hijo Joran, sien-
do enemigo de Aderezer, á quien en el ya referido capi-
tulo llama la Scriptura rey de Soba; y no obstante que
de la narragion que alli se haze y de la del décimo ca-
pitulo del mesmo libro parece que Soba y Rohob, con
otras ciudades ó nagiones de que se haze mengion,
fuesen contenidas en la Suria inferior, pero tanbien
consta que ansi de ellas como de otras de la otra parte
del Euphrates en la Mesopotamía fuese Aderezer rey.
Y ansi, Thou, rey de Emath, como vezino y confi-
nante suyo, era su enemigo, como lo suelen ser todos
los reyes cuyas prouingias y rey nos son limitáneos los
unos con los otros, y holgándose de auerle abatido (3)
enbio á congratularse con Dauit; poniendo ansimesmo
Ezechiel en el capitulo 48, al septentrión de la giudad
de Damasco, el camino que se lleua para Emath; con-
forme á esto bien claro se conoge que ninguna parte
de Asia hazia el Oriente, sigun la Diuina Scriptura lo
muestra, es tan propinqua como Arabía la Desierta á
Suria la inferior y Mesopotamia, no pudiendo tanpoco
(i) árabes de la Arabia comarcana á Palestina, que son los
Philisteos y Moabitas, pasó á has^er guerra á Aderezer y rey de
Soba,
(2) superior.
(3) su enemigo.
— 266 —
auer duda de que la tierra de Emath, en cuya (iudad
Reblatha licuaron preso á Sedechias, degollaron sus
hijos y le sacaron los ojos, fuese la mesma prouin^ia
de Emath de onde era rey Thou, enemigo de Adere-
zar, y por el consiguiente, que la mesma (i) Emeth
sea Arabia la Desierta, ó la parte della que emos seña-
lado, lo que entre Oriente y Mediodia por tanto espa-
cio de tierra se va prolongando con el rio Euphrates
hasta Assiria y Babilonia, y después mucho mas ade-
lante por toda la costa del mar de Persia. Y aunque
es tan bastante prueua la que para esto se halla en la
Sagrada Scriptura, Polibio, autor grauissimo y de los
primeros de la clase de la antigüedad, en el libro 5 pone
á Rabatha en Arabia, con alguna mudanza de letras
de como se halla en la Sagrada Scriptura, pero en
aquella parte de Arabia propinqua á la Siria Comagena
ó inferior (2), y en el camino que desde aqui se Ueua á
Babilonia. Desde Raba, dando el Euphrates muchas
bueltas, metiéndose algunas vezes por la Mesopotamia
y otras por Arabia, llega hasta la giudad de Ana, tan
conocida de todos los que hazen este viage^ ó por el
desierto, ó por el mesmo rio. Toda esta ^iudad, ó mas
propiamente hablando, grandissima aldea, es conpues-
ta de sola una calle prolongada por la una y otra parte
del Euphrates, de manera que las dos vandas ó haze-
ras de las casas lo toman en medio, continuándose por
espacio de mas de una gran legua. Todas las casas tie-
nen grandes jardines y huertas en que demás de la
mucha cantidad de palmas^ limones, naranjos y ci-
dras, crian los moradores cantidad de muy buenas
uvas, higos y granadas, con otras frutas, teniendo
abundancia de agua, ansi de los canales que deriuan
del rio, como de la que del sacan con rruedas que
(i) tierra,
(2) superior.
— 267 —
para ello vsan. Estas rruedas, quando la rribera del
Euphares está baxa, son pequeñas^ como las de las
norias de España, que fácilmente las mueue un buey;
pero quando la orilla del rio es muy leuantada de ma-
nera que el agua esté muy honda, usan para ello de
unas grandíssimas rruedas que tienen muchas bragas
de diámetro, que mueue la mesma corriente^ semejan-
tes á las agudas del Tajo en la vega de Toledo; con
esto rriegan sus huertas y sementeras los vezinos de
estas dos rriberas del Euphrates, desde Birtha á Babi-
lonia y desde alli hasta la giudad de Bagora. Tiene la
población de Ana, aunque de sola una calle, mas de
mil y quinientas casas, las quales, estando^ como se a
dichOj de una parte y otra del rio, ocupa los limites de
anbas á dos prouingias Mcsopotamia y Arabia la de-
sierta. Es toda de casas baxas y de la mala fabrica de
tapias y adobes, como las demás de casi todo este
Oriente, pero el sitio, con la vista del Euphrates y los
muchos jardines, la hazen parecer notablemente ale-
gre y deleitosa. Demás de los árabes, que son los mas
que la habitan, ay en ella muchos judios que casi to-
dos hablan español, y ansi ellos como los demás vezi-
nos son muy humanos y buenos huespedes con los pa-
sageros, mayormente con los de Europa, á quien con
un solo y general nonbre, ellos y los demás orientales
llaman francos. Y como lugar tan grande es Ana par-
ticular asiento del Emir ó Xeque mayor de todos los
árabes comarcanos de entranbas rriberas^ y* de (i) los
demás canpestres que con sus aduares y ganados mo-
ran aquellos largos y estendidos canpos de Mesopo-
tamia y Arabia, aunque teniendo la mesma manera de
vida el Emir, pocas vezes rreside en poblado, sigun su
antigua costunbre. Por tradición de todos estos árabes
es tenido y estimado Ana por lugar antiquissimo y de
(1) todos.
— 268-
gran calidad entre todos ellos, y esto bien se puede
prouar con lo que se halla en el i8 capitulo del quarto
de los ReyeSf nonbrandolo ansi Rabsa^es^ sátrapa de
Senacherib, quando delante de los ministros de Eze-
chías quiso persuadir á los vezinos de Jerusalen á que
se rrindiesen á su rey como á tan poderoso y clemente
señor. Bien dentro del Euphrates y al Occidente de
este lugar ay una pequeña isla, tierra alta, adonde se
veen agora las rruinas de una gran fortaleza, con mu-
chas casas arruinadas que ocupan todo aquel sitio, pa-
reciendo con euiden^ia auer sido alli el famoso fuerte
de Qercussio, obra de Diocleciano, que por muchas
edades fue después frontera inexpunable contra los
persas.
CAPÍTULO VIII
Curso del Eufrates desde Ana; obras de defensa que en él hicieron
los persas. — Canal de Naarmalca. — Guerras de los romanos
con los persas.— Muerte del Emperador Caro.— Descripción de
Bagdad.— Noticia histórica de Ctesiphonte.
Desde Ana corre el Euphrates al Oriente, inclinándo-
se algunas vezes al septentrión^ mudando por el dis-
curso de algunos años (i) su propio lecho, por hallar
la tierra blanda y cauernosa, mayormente quando con
las muchas lluuias, ó nieues derretidas en el verano,
viniendo inpetuoso y crecido rronpe por la una y otra
parte sus rriberas. Pero aunque esto a sucedido en di-
(i) ve^es.
— 269 —
uersos tíenpos^ nunca se aparta mucho de su antigua
corriente^ boluíendo muchas vezes, ó las mas^ á ella
propia. Y como ya en esta parte entra por la muy an-
tigua y famosa prouingia de Assiria, cuya tierra cauer-
nosa y grasa y que por la mesma rrazon es blanda y
fagil de rronper, sugede en ella mas vezes la mudanga
y alteración de su lecho. Mas aunque por la mayor
parte el suelo de Assiria sea de la dicha calidad, halla
el Euphrates en algunas partes pedamos de montañas
altas, peñascosas y ásperas, que enpidiendo su corrien-
te rronpe algunas vezes por ellas, quedando sus rri-
beras leuantadas en grande altura, y tan derribadas y
encostadas sobre el mesmo lecho del río, que llegando
por lo mas alto a estar mas gerca una de otra que por
la parte que abaxo tocan al agua, paregen que amena-
zan rruina. Y ansi, los que nauegan gerca de estas al-
tíssimas orillas adonde el rio es mas hondo y nauega-
ble, miran con grande horror peñas de admirable gran-
deza que paregen estar despegadas de las demás, que
se van continuando por aquellas hondas y ásperas ba-
rrancas y que quieren arruinárseles engima. En mu-
chas partes se hallan en el mesmo lecho y corriente
grandes piedras labradas^ en forma de tajamares de
puentes, con gruesas puntas de hierro engastadas en
las frentes de las mesmas piedras hazia el curso del
rio, de manera que inpiden por aquella parte la naue-
gagion que por él quisiera hazerse, porque las piedras
son tan gruesas y altas, que aunque el rrio lleue mu-
cha agua no puede ninguna barca grande cargada na-
uegar por gima dellas, y quando va baxo, por pequeña
que sea no podrá tanpoco por entre una piedra y otra,
mayormente por las puntas de hierro que están contra
la corriente. Pero como el Euphrates con sus grandes
auenidas ciega unos canales y abre otros en la an-
chura de su lecho^ muchas de estas piedras están agora
casi en seco y en otras partes rremouidas, y ansi se
— 270 —
puede (i) nauegar con las barcas en que los mercade-
res vsan traer sus mercan9ias de Suria y Armenia, pero
mucho menores que los nauios en que los romanos
nauegauan por el Euphrates en sus expediciones. Llega
este rrio tan adelante, derechamente al Oriente, que
viene casi á juntarse con el Tigris, no auiendo la natu-
raleza dexado en medio de entranbos sino vn pequeño
intersticio de tierra de no mas de una legua española,
y como las principales ciudades de los parthos fuesen
^eleugia y Ctesiphonte, que estauan situadas á la rri-
bera del Tigris, y no pudiesen ser molestadas de las
armadas romanas que nauegauan por el Euphrates,
por venir en ellas las machinas y pertrechos militares
para conbatirlas, Trajano^ que fue el primero enpera-
dor que enprendio arruinar esta monarchia Oriental,
abrió un gran canal nauegable desde el Euphrates al
Tigris, por donde pasando fácilmente sus armadas al
principio, acabó felizmente la guerra, saqueando las
dos dichas ciudades. Babilonia padescio en aquella
guerra la mesma rruina, la qual en este tienpo estaba
ya, como atrás se a escrito, muy vazia de moradores,
auiendose transferido toda la mas de su grandeza á Cte-
siphonte y Seleucia, que entonces ílorescian entre todas
las demás ciudades del Oriente. Continuaron después
los demás capitanes y enperadores romanos á entrar
con sus armadas por el dicho canal, de un rrio al otro,
sienpre que hazian la mesma guerra, y ansi, setenta
años después de Trajano, Avidio Cassio por este paso
tomó y arruinó á Seleüc¡a, y Septimio Severo á Ctesi-
phonte, y Aurelio Caro á la mesma Ctesiphonte y Chor-
che. Visto los persas el mucho daño que por este canal
nauegable rrecibian, procuraron inpedir la nauegacion
del Euphrates atravesando en su corriente la gran ma-
china de piedras que arriba se a dicho, aunque agora
(i) agora.
— 271 —
del todo se ignora para que ñn se u viesen puesto, mas
de admirarse los que nauegan por alli de verlas labra-
das tan de proposito y puestas con tanto orden por la
madre del rrio. Pero bien vera (i) quien tuuiere media-
no conocimiento de la antigüedad auerse aquello fa-
bricado para el efecto rreferido de inpedir la nauega-
^ión. Pues quando el enperador Julliano, con tanta
anbÍQÍon, enprendiendo la mesma jornada llegó á este
canal nauegabfe y uviesen ya pasado mas de ochenta
años después que el enperador Caro pasó por él al
Tigris, lo halló (iego y lleno de piedras y otra mucha
congerie , de manera que fue menester linpiarlo , y aun-
que estaua seco y sin agua, hallándolo el Euphrates
hondo y linpio, entró por él con grande inpetu, dando
libre paso á la armada, que fácilmente pasó en el lecho
y corriente del Tigris. Llamauan en aquellos tienpos á
este insigne canal Naarmalca, en lengua persiana ó en
qualquíera otra que entonces estuviese en vso (2), que
es lo mesmo que rio de los reyes, por ser obra de tan
grandes y poderosos pringipes y que por él hazian sus
enpresas con tanta grandeza y gloria militar suya. Y
aunque en la antigüedad no se halla que los persas pu-
siesen el enpedimento de las piedras grandes en el le-
cho del Euphrates, viéndose agora en la forma que es-
tan con sus puntas de hierro hazia la corriente, parege
claramente auerse puesto para defensa suya y que el
Euphrates no pudiese nauegarse, pues para el mesmo
fin auian qegado con tanto cuydado el canal nauega-
ble, ó rio de los reyes, como lo llama Amiano Marce-
lino, y que las muchas piedras con que lo halló inpe-
dido JuUiano fuesen tanbien como las que agora se
veen en el lecho del Euphrates. Y el no hazer este au-
tor, ni otro, memoria de que se hallase ocupada y en-
(i) conocerá.
(3) sigun buenamente se puede congeturar.
— aya —
barajada la corriente del Euphrates, fue porque siendo
su lecho grande y espagioso con poca diligencia se po-
dían rremouer aquellas grandes piedras, como en al-
gunas partes agora lo están, ó ahondar por el mesmo
lecho algún otro canal, sin los que las piedras ocupa-
uan, por donde las armadas pudiesen nauegar fagil*
mente, aunque ya el tienpo lo aya gegado. Están mu-
chos persuadidos que toda el agua del Euphrates se
descargue y junte en este parage con la del Tigris, y
que ansí estos dos rrios juntos pasen por Bagadad, la
qual falsamente es tenida, mayormente por muchos de
los europeos (i), por la antigua Babilonia, siendo como
este es muy euidente yerro, sigun agora claramente se
conoce, Ueuando el Euphrates todas sus aguas en su
propio lecho por las rruínas de la verdadera Babilonia,
como se dirá adelante. Y la parte del rrio que se deriuo
en el Tigris en las edades de aquellos grandes capita-
nes, fue violentamente, y rronpiendose aquel breue in-
tersticio de tierra para que las armadas pasasen del un
rrio en el otro, y ansí, como canal que no era natural,
sino hecho á mano, con qualquiera congerie que qui-
siesen echar en él se inpedia y vedaua la navegación.
Agora en estos días se vee claramente este canal, de
una legua, poco mas ó menos, como Amiano Marcelino
lo escriue, y en muchas partes tupido y gi^go» aunque
quando crecen mucho el Euphrates y el Tigris, como
sucede en el inuierno por las lluuias, y en el principio
de la primavera (2) por deshazerse las nieues de Arme-
nia, las aguas, que vienen mas altas que lo ordinario,
entran en este gran toso ó canal referido, de manera
que con barcos que no sean muy grandes pasan del
Euphrates en el Tigris, y del en el Euphrates, siendo
esta la causa del dicho yerro, creyéndose ignorante-
(i) de Poniente.
(a) ei verano.
— 273 —
mente juntarse en esta parte estos dos rrtos, pues (i)
la tal junta es muchas leguas mas abaxo de lasrruinas
de Babilonia. Pasado este memorable canal^ luego que
del se entra en Tigris, muy poco espagío por su co-
rriente arriba llegamos á la parte adonde antes se auia
dexado quando se hazia del particular discrip^ion, en
las rruinas^de Seleuqia, que como queda ya declarado,
parecen en su oriental rribera muy ^erca de la dicha
fosa. Y de rrazon lo auia de estar aquella opulenta y
gran giudad, pues auiendose abierto el tal canal con
fín de la conquista suya y de Ctesiphonte, lleuandose
el armada á esta postrera, y siendo con la corriente en
fauor, en poco tienpo y fácilmente se llegaui^ á ella;
pero para Seleu9Ía conuenia^ por la dificultad que auia
de nauegar el Tigris arriba, siendo tan veloz y arreba*
tado como ya queda dicho^ el canal, [que] sigun buena y
rrazionalmente puede congeturarsc se abrió muy gerca
ó frontero de donde Seleugia estuuiese fundada. La rri«
queza y grandeza suya se conoce y estima del mucho
numero de gente que en ella murió y se prendió quando
la tomó y destruyó Auidio Cassio, legado del empe-
rador Lucio Vero, teniendo principio de su eversión
aquella vniuersal, grande y durable peste en el ínperio
de Marco Antonino el philosopho, y en los mesmos
dias de Galeno, medico tan celebre y conocido por su
elegante y eruditissima arte, ansí en toda Europa como
en otras muchas parles del mundo.
Todas las jornadas que por los ya nonbrados pringi-
pes y legados suyos se enprendieron contra los persas,
fueron en si grandes, heroicas y dignas de que se tu-
uiese muy particular notigia y memoria dellas. Y por
el contrario, las hallamos tan sugintas, que haze fliu-
cha admiración, aunque no se deuiese mas que á sola
la lisonja de aquellos grandes enperadores, quando
( I ) siendo,
18
-274 —
ellas fueran por la mayor parte lalsas, ver quan cortos
anduuieron todos los scriptores de aquellas edades,
pues en todos ellos no se alcanga á leer sino un breue
y confusissim ) epithome, sin alguna orden, ni arte mi-
litar de las que en la historia deuen guardarse. Mayor-
mente parege este defecto mayor quanto que aquellas
victorias que se alcanzaron de la monarchía asiática
émula del ¡nperio romano, fueron tanto mas calificadas
que otras muchas que aunque de inferior nobleza y
lustre tan largamente se escriuieron. Y sí se puede de-
zir que es tan seca, estéril y poco distinta la historia de
aquellos tienpos, que se viene á desear alguna de (i)
las muchas que se escriuian en la ocasión en que Tra-
jano obtuuo las grandes victorias de los parthos, aun-
que de tan ignorantes y sumamente ineptos scriptores
como Luciano nos dize que auia en aquella edad de
que tanbien él era coetáneo. Breues y obscuras son en
esto las memorias que se alcanzan de Trajano á Aui-
dio Cassio y Septimio Severo. Pero con la confusión y
poca legalidad de la guerra de Alexandro Seuero con
Arthaxerxes, casi no se halla nada de4«tf de Gordiano
y Obdenato contra Sapor, aunque tan truculento ene-
migo, con auer sido las victorias que del se alcangaron
tan illustres y en venganza de la miserable prisión del
enperador Liginio Valeriano, de que tan ignominiosa
nota se auia seguido á la grandeza romana. Del enpe-
rador Aurelio Caro nadie escriue mas de que auiendo
pasado á Oriente á hazer guerra á los persas llego
hasta Ctesiphonte, y teniendo su canpo á la rribera del
Tigris le mató un rrayo estando en su tienda enfermo.
Solo Eutropio en su tan breue Conpendio se alarga á
dezir que esta su desgraciada muerte auia sucedido
después de auer tomado las giudades de Chorche y
Ctesiphonte. Y aunque este autor escriua lo referido
(i) aquellas.
— 37^ —
tan sucinta y lacónicamente, puédesele dar mas crédi-
to, demás de no ser cosa negada, sino omitida por los
otros, por auerse hallado ochenta años adelante por
estos mesmos pasos en la guerra y entrada de Julliano
en la Persia, siendo, juntamente con Amiano Marceli-
no, conpañero en la mesma jornada, los que nonbran
á la ciudad ó fortaleza de Chorche. La qual no ay duda
si estava á la parte de Ctesiphonte y de Seleu^ia, ó con
la corriente, ó contra la corriente del Tigris, aunque
parece, sigun Amiano, auer sido muy gercana al par-
que ó bosque que el exercito de Julliano hallo á la rri-
bera del mesmo rrio, si acaso en el tienpo del enpera-
dor Caro no se hallase redificada (i) y con diferente
nonbre en las mesmas rruinas de Seleufia.
Y auiendose hecho mengion aqui de la muerte de
este principe me parece justo poner por memoria en
la forma que sucedió, conforme á como Flauio Vopis-
co lo escriue, aunque sin dezir que uviese tomado á
Chorche, ni Ctesiphonte: Testimonti cujusdam Jullii
Calphurnity qui expeditioni interfuit, Vopiscus aii Ca-
rum vsque ad Ctesiphontem pervenisse. Scripsisseque
Calphurnius ad vrbis Prefectum, cegrotanti inpera^
torey ad Tigrimque castrametanti ^ tantam repente ca"
Itginem obortam fuisse, cum pibrantium fulgurum
toniiruumque horrendo fragore, ut imperiali in tentó-
riOy vix alter alterum, quanvis herentes inter se, agnos-
ci sepotuisset; tune Carus^ extremam agens animamy
discussa calígine mortus repertus esty cui cubicula'
riiy sive pre mestitia sui imperatoris morte, peí y pt ere-
dibilius est, tempestatis magnitudine consternati, ar-
dentibus cereis tentorium incenderunt; pnde fama
oborta imperatorem fulmine absumptum. Estas son
casi las mesmas palabras de Vopisco, en que dize (2),
(i) ieuantada.
(3) cuya sentengia en nuestro pulgar es que.
^ 276 —
por rrélagion de un 9Íerto Jullio Calphurnio que sé
hallo en aquella jornada y lo escriuío ansí al prefecto
dé la 5iudad de Roma, que el enperador Caro auia He*
gado hasta Ctesiphonte, y que estando enfermo y
puesto su real á la rribera del Tigris, se obscureció de
rrepente el aire con terribles rrelanpagos y truenos, de
manera que los que se hallaron en el pretorio, ó paue-
llon inperial, apenas podian conocerse unos á otros por
muy juntos que estuuiesen. Entonces, el enperador
Caro, estando én lo vltimo de su vida, aclarándose
después el aire, fue hallado ya muerto. Y los que le
seruian en su cámara, por la tristeza y dolor de ver
muerto su enperador, ó lo que es mas verisimil, espan-
tados antes de la furia de la tenpestad, con las velas
que auia encendidas turba4amente pegaron fuego en
los liénqos de la tienda, de donde nasgio y se diulgo la
fama de auer muerto ai enperador un rrayo. Desde la
parte por donde desenboca el canal se va por el Tigris
hasta Bagadat en menos de dos dias, por nauegarse con
la corriente del agua; mas por tierra ay camino de tres
dias, y á Mosul, desde el mesmo canal, otros tres, y
esté viage no de carauana, sino de moderadas jornadas
á caüallo. Es oy dia, Bagadat, lugar grande, populoso
y célebre, y adonde ordinariamente rresiden los Baxas
6 governadores del Turco en toda aquella prouincia,
que agora conprehende la Assiria y Babilonia con gran
parte de Arabía la desierta y Susiana. Pasa el Tigris
por esta ciudad, teniendo casi toda su población á la
parte de Leuante, y solo un pequeño barrio de gente po-
bre á la de Poniente, en el qual, demás de algunos ca-
ravasares en que se hospedan pasageros, biuen bar-
queros y pescadores y otros árabes que siruen de guias
á los mercaderes que de Bagadad pasan por el desierto
á Alepo y Damasco, ó á Spañ, Casbin y Bacora, quan-
do ellos, ó los demás pasageros, no van en carauanas.
Juntase esta pobre población con el rresto de la ciudad
-a77-
con una puente sobre el Tigris, conpuest^ de barpos,
aunque muchas vezes la fuerga del agua la disyelue,
como sugede en los demás rrios de semejante furia y
grandeza. La giudad es grande y populosa, maypr y
de mas rreputagion y estima su govierno que W d$ Dg-
masco, poblada por la mayor parte de árabes, muchg^
de los quales son cristianos nestorianos; los deni^s spn
janigaros de la tierra, que progeden de turcos y de Us
mugeres naturales con quien se an casado desde qw U
giudad se ganó de los persianos, los quales, puliendo
mas la naturaleza mas propinqua que la que le$ tpca
de mas lexos, son poco amigos de los turcos y janig^-
ros que de Constantinopla vienen con los Baxás á go-
uernar aquella prouingía, no consintiendo que pas^ Ú^
quatrogientos el numero de los dichos janigaros, y ^$to^
se bueluen con el governador que sale, admitiendo coi)
el que de nueuo viene otros tantos, progediendo en ^st^
forma síenpre. Estos janigaros naturales de la giud^d^
que como se a dicho son medio árabes, llegan al nú^-
mero de ocho ó diez mil honbres, infantes y cau^llos,
y por la mayor parte muy diestros arcabuzeros, y I99
demás con arcos y flechas, ó largas langas de cañ^s de
la India, como los árabes del desierto. Y estando ^q
éstos la fuerga y pringipal defensa de la giudad, cor)
muy liuianas ocasiones se alborotan y se Jeuant^n per-
diendo el rrespecto y obediengia á sus virreyes, de ma-
nera que muchas ve^es son constreñidos los mesmp$
fiaxás á contenporizar blandamente con ellos, dandpU^
largamente las pagas que les piden, porque no Ips echen
fuera de la giudad, como algunas vezes a sugedido.
Junto á (i) la muralla y dentro della ay una fortal^zii
con su foso y cantidad de artillería, adonde habitan de
ordinario los Baxás, ó virreyes, con su faní)iliai y algu**-
nos de los janigaros europeos; los demás moran en ia^
(i) á un iodo de.
— 278 —
casas mas cercanas á la fortaleza, porque siendo, como
son, pocos, en qualquiera tumulto que se ofrece con
los de la gíudad se atriiichean en su quartel y se de-
fienden abrigados con la artillería de la fortaleza. La
gente de honbres y mugeres de Bagadad son morenos
generalmente, como los berueriscos de la costa del mar
Mediterráneo, y por todo estremo apazibles y amigos
de estrangeros, mayormente de los de Europa, siendo
esta ciudad adonde con mas gusto y siguridad rre^iben
de todas las demás de este Oriente humana y loable
hospitalidad, que parece auerse transferido aqui de la
arruinada y vezina Babilonia, en su antigua opulencia
y grandeza, adonde tan bien vistos y tratados fueron
sienpre los huespedes. Las casas son de la mesma fá-
brica y poca pulíQia de las de Xiras, Spahan y Cas-
bin, aunque muchas de ladrillo, que ordinariamente
van sacando de las rruinas de Babilonia, que no están
mas lexos de seis ó siete leguas. Y como el calor de
esta Qiudad sea tan grande que solo el de Ormuz puede
excedelle, en todas las casas tienen aposentos subterrá-
neos para que de dia, en el estío, puedan defenderse de
su mucho rrigor, subiéndose luego que se pone el sol á
dormir en los techos y terrados, como en Ormuz, Ba-
gora y Lara y las demás Qiudades arriba rreferidas.
Ay muchos y buenos mantenimientos, particularmente
de gordos y grandes pichones de que los vezinos crian
gran cantidad de muchas spegies, por ser muy inclina-
dos á ello como generalmente lo son todos los leuan-
tiscos. Y aunque no ay tanta abundancia de fruta como
en Xiras y Spahan, no faltan muy buenas uvas y higos
y las mejores y mayores granadas que en ninguna otra
parte se conocen, y sobre todo excelentes dátiles, de
cuyas palmas los canpos alderredor están cubiertos.
Dales el Tigris grande abundancia de buen pescado,
mayormente de gierta spe^ie que por se criar mucho
ansimesmo en el Euphrates^ vulgarmente le llaman
— 279 —
Phrate, y los europeos pexe Phrate, que es del tamaño
de salmones, pero muy blanco, gordo y de bonissimo
gusto. El Tigris parece por aqui de la grandeza que el
Ródano poco antes de llegar á Auíñon, y aunque no
trae tan gran lecho como el Euphrates, por correr mas
inpetuoso, es tenido por poco inferior en cantidad de
agua, la qual, con ser muy buena y saludable después
de asentada, con la del Euphrates no tiene conpara-
9Íon, igualándola todos esta á la del Nilo, tan famosa y
celebrada en el mundo.
Conforme al sitio de Bagadad, á su grandeza y auer
sido tantos años corte de uno de sus dos Caliphas ó
principes eclesiásticos y tenporales, casi no se puede
poner duda de auer sido la antigua y celebre Ctesiphon-
te, tantas vezes nonbrada en lo que atrás queda escrito.
Porque demás de estar en la vlterior rribera del Tigris
y tan qerca de la fosa ó cortadura entre anbos rrios,
toda aquella tierra fue muy andada de todos los exer-
9Ítos romanos en las expediciones y guerras rreferidas,
siendo esta ciudad y la de Seleu(;ia contra quien princi-
palmente se auian movido. Y los que quisiesen obsti-
nadamente negar que no aya sido Ctesiphonte, forzo-
samente tienen de prosuponer que desde aquellos tien-
pos antiguos quedase del todo desolada como Seleugia
y Babilonia, y que Bagadad fuese fundagion de árabes
en diferente sitio, después de auerse introduzido la secta
de Mahamet. Pero seria mas verisímil la opinión de (i)
aquellos á quien paresciese que á Ctesiphonte, que en
tienpo de JuUiano el enperador estaua entera, después
los árabes, ó los turcos, ó persíanos que rregibieron su
secta, la acrecentasen, dándole el nonbre de Baga-
dat (2), lo qual (3) es conforme á la primera opinión de
(i) los que quisiesen que auiendo quedado Ctesiphonte excissa y
arruinada.
(3) la reedificasen en sus mesmas rruinas de Ctesiphonte.
(3) no contradice.
-:a8o -
que Ctesiphonte y Bagadad sean una mesma cosa. Mas
lo que se puede siguramente añrmar es auer sido fun-
dada después, engrandecida ó restaurada^ si después
padeció alguna euersion, de las rruinas y despojos de
Babilonia, como lo auia sido antes augmentada en tanta
grandeza la ^iudad de Seleu^ia^ transfiriéndosele á ella
gran parte de sus vecinos, como lo dize Plinio, pues
aun tigora en nuestros dias síenpre se va sacando gran
cantidad de ladrillo de aquellos antichissimos funda-
mentos y firme structura, para quantos edificios en Ba-
gadad se labran, ó para reparar los que por vegez se
arruinan y caen. Por la antigüedad no parege que Cte-
siphonte^ aunque ganada por Trajano, Septimio Se-
uero y Caro, quedase destruida, pues cuando JuUiano
llegó cerca della y saliendo de su armada peleó con los
persas que auian salido de la gíudad, aunque los rron-
pio y hizo rretirar dentro no intentó tomalla, sino que
pasó adelante, sucediendo de su jornada lo que atrás se
tiene escripto. Y i^uiendo pasado desde este tíenpo hasta
Mahamet escasamente dozientos años, no es creible que
una ciudad tan noble y grande se u viese ya extermi-
nado y acabado, con tan abundante y fértil comarca,
mayormente dándole tanta comodidad el rio Tigris.
Tanbien se sabe que Ctesiphonte, ni fue fundación de
los antiguos persas, ni de alguno de los sucesores de
Alexandro, pues casi no se halla antes de Trajano me«*
moría alguna suya, aunque Strabon dize que en su
tienpo tenía ya grandeza de ciudad; mas de auerla to-
mado y ganado á los parthos este valeroso enperador,
juntamente con Seleugia y Babilonia, y esta ya en aquel
tienpo deuia de estar tan despoblada y acabada que no
se haze adelante jamas en las historias romanas men-
ción della. Antes parece que desde la guerra de Traja-
no quedó del todo asolada y sin morador alguno, pa-
sándose los que de su destruicion se saluasen á Ctesi-
phonte, como á parte menos peligrosa de la guerra
— i8i —
con los romanos^ por estar dt la otra parte del Tigris.
Y de que estuuiese en las edades adelante de Trajano
sin rrastro de población que tuuiese algún nonbre, se
conoce claramente en que quando después Obdenato y
Gordiano vencieron y ahuyentaron á Sapor hasta Cte*
siphonte, no se nonbra ni haze memoria de Babilonia,
estando ya transferido lo poco que de su antigua po-
blación (i) auia en ella quedado, á Ctesiphonte, giudad
nueua y populosa, y como á mas sigura frontera de la
guerra de que tantas vezes eran infestados de los ro-
manos.
Continua el Tigris su curso al Mediodía hasta algu-
nas leguas mas abaxo de Bagadad, y de aqui^ luego
que Tre^ibe en su mayor lecho un rramo que de el
mesmo se deríua, antes de llegar á la canal ó cortadu-
ra del Euphrates tuerce su corriente á Sueste y Su-
sueste. El dicho ramo^ ó bra^o^ era antiguamente lla-
mado Pisi Tigris, como nascido y deriuado de su mes*
mo lecho, sigun mas largamente se dirá adelante.
CAPÍTULO IX
Ruinas de Babilonia. — Su grandeza antigua y conquista por Ciro.
Noticias que de este hecho da la Sagrada Escritura. — El Eufra-
tes y sus lagunas.— La ciudad de Basora. — La isla de Baharen.
La pesca de perlas en el golfo Pérsico.— Lo6 ríos Tigris y Pisi-
tigrís.— El reino de Oe;a.
Desde Naarmalca, el canal tantas veces nonbrado,
continua el Euphrates su corriente al Mediodía y Su-
(i) polengia.
sueste por los fertilissimos campos de Assíria y par*
ticular prouin^ia de Babilonia, sacándose del en di-
uersas partes muchas acequias ó canales menores
para pregarse los dichos campos. Quanto mas se va
acercando á las grandes rruinas de la famosa ^iudad
de Babilonia, tanto mas gruesa y abundante se halla
la canpaña, con grandes palmares en muchas partes
delia, y en otras cantidad de manantiales de aquel
grueso y tenaz betumen de que antiguamente se fabri-
caron tan insignes y soberuios muros, con los demás
ediñgios niilagrosos de aquella gran ^iudad. En fín, se
llega á su desolado sitio, junto al qual ay agora una
pequeña aldea en la rribera occidental del Euphrates,
camino del desierto, una gran jornada el rrio abaxo, de
la villa de Felugia, desde la qual pasan tanbien el Eu-
phrates (i) los que (2) por el ya nonbrado lugar de
Ana, junto al rrio, vienen de Alepo y Damasco á Baga-
dad. Luego se veen á la mano derecha y hazia el ¡Vle-
diodia grandes pedagos de muy gruesos gimientos^ de
una y otra parte del lecho del rrio Euphrates, aunque
por la mayor parte gastados por la mucha cantidad de
ladrillo que ordinariamente dellos se saca para los edi-
ñqios de Bagadad, fundada y acrecentada de estos an-
tichissimos y nobilissimos despojos. Son estos ladrillos,
aunque no de la grandeza que muchos imaginan, me-
dio pie mas largos que los comunes, y á la proporción
de ancho y grueso, pero que no se percibe casi el bitu-
men con que estauan trauados^ consumido ya de la
mucha antigüedad. Quanto mas se van estas rruinas
continuando al Mediodía, mayores pedamos de paredes
ay sobre la tierra, auiendo quedado aun en la memoria
de los árabes que habitan aquella canpaña, y de los
cristianos nestorianos de Bagadad, por tradición, mu-
(i) este rrio.
(2) por el desierto.
— 283 —
chas cosas^ las mas dellas fabulosas, y algunas otras
de las que se hallan en la Sagrada Scriptura, aunque
los lugares que ellos señalan en que sucedieron , sin
ninguna aparente probabilidad, mas de auello querido
dezir ansi para entretener y sacar por ello algo á los
pasageros. Muestran el horno adonde metieron á Da-
niel y sus conpañeros; el lago ó cisterna de los leo-
nes adonde estuuo el mesmo Daniel; el juizio y salua-
9Íon de Susana; la cárcel del rey xManasses, con otras
antigüedades de que no puede auer*^ certeza por no
auer en todas aquellas rruinas vestigio alguno que lo
demuestre, no hallándose en ellas^ no solo inscripción,
pero aun piedra, ni columna, en que pudiera señalarse.
Porque toda la fabrica de aquella memorable giudad,
por lo que de la antigüedad se sabe y de lo que agora
sus euidentcs rruinas nos muestran, fue de ladrillos su
muralla, sus tenplos, casas (i) y grandissimas cister-
nas ó lagos para rregibir las crecientes del Euphrates;
pero la puente sobre este rrio y el fuerte sustento de
los huertos pensiles, díze Quinto Curtió que eran de
piedra. Y como estos pedamos de cimientos que agora
se veen y muestran se van continuando por mas de
tres leguas, en medio del dicho espacio a quedado un
altissimo cínborrio ó cúpula, sobre gruesas paredes de
ladrillo, tenido vulgarmente por todos por la torre de
Babel y confusión de las lenguas, aunque algunos, con
mas aparencia y similitud de verdad (2), y entre ellos
Cesar Federici, veneciano, dizen ser rreliquia suya un
grande y leuantado collado con muchas rruinas de la-
drillos crudos al derredor, que se vee desde muy lexos
en medio de aquella llanura, pudiendo ser con mas cer-
teza el dicho collado la pirámide arruynada que Ale-
( I ) huertos, pensiles, puente.
(3) dicen ser parte del templo de Belo, tan peñerado de los ba*
bilonios.
-284-
xandro quiso rrestaurar en Babilonia, sigun Strabon,
libro i6. La memoria de la torre, aunque su principio
nadie podra ni se atreuera á negallo^ pero como obra
de la primera antigüedad del mundo y tan propinquaá
la vni versal inundación del Diluuio, ella mesma con el
discurso de tantos siglos del todo la consumió, pues
no solo en tienpo de Alexandro, pero ni en el que al-
caa^o Herodoto, se halla algún rrastrodella(i). Agora
en estos presentes son muy vistas y notorias á machos
las tales ruinas, por estar en el forzoso camino de Ba-
gadad á Alepo, no solo de tantas carauanas como por
el pasan de árabes, armenios y persianos y de las de-
mas partes del Oriente, pero de gran número de espa-
ñoles y otros europeos que de Persia, Ormuz, la India
y Philipinas, de ordinario andan este camino á España
y diuersas partes otras de Europa, por Alepo. Y es
cosa notable ver como el uso a facilitado y hecho ya
familiar este viage por tierra^ siendo tan largo y por
rregiones enemigas, atrauesando gran parte del señorío
de Persia y después del Turco; mas lo que pone mayor
admiración es pasar muchos honbres solos, sin notící^i
alguna de la lengua, ni comergio, de tan infestas nacio-
nes, con un árabe ó persiano que guia á cada uno de-
llos, como los mocos de muías de España. Y sin con-
paracion es mucho mas para admirar de que jamas los
tales árabes ayan dexado de hazer fídeüsimamente su
offício á los que guian, aunque sea por yermos y gran-
des despoblados, como se cunpla con ellos lo concer-
tado por su viage.
Fue Babilonia antiguamente, como tanbíen lo son
agora sus rruinas, limite de Arabia y Assiria^ y especi*
(i) aunque Str abonen el libro iSdiiffi que auiaaun hasta el
tienpo de Alexandro una gran pirámide de ladrillo de un Uadio
de altura, aunque tan arruinada y ciega de las otras muchas ruinas
que no pudo restauralla*
-^285 —
fícamente de la prouín^ia de Babilonia^ que de la mes-
ma Assiria es la parte mas austral. De su grandeza y
admirable fortaleza de sus muros^ con las demás fabri-
cas milagrosas suyas, ay tan particular y general noti-
cia en todos los autores mas graves de la antigüedad,
que de ellos se a traspasado y derivado hasta las más
rremotas partes de Europa. La diuina Scriptura, de
ninguna ciudad del mundo, ni de muchas juntas, ex-
cepto de Hierusalen, haze mención tantas vezes, di-
ziendonos ansimismo correr por ella el rio Euphrates
de que con tan larga serie emos venido y vamos tra-
tando. Y aunque en tienpo de Alexandro Magno toda-
vía estaua de insigne grandeza, populosa y llena de las
rríquezas y delicias de Asia, pero muy inferior y me-
noscabada en gran manera de lo que antes auia sido,
auiendo pades<;ido mas de dozientos años antes tan la-
mentable euersion por el gran rey ^iro de los persas.
Esta guerra, que como entre tan poderosos principes
seria muy larga y de varios y peligrosos trances antes
de perderse Babilonia^ la hallamos en Herodoto, Xeno-
ponte, Trogo Ponpeyo y Diodoro, que fueron los que
pudieron dar notigia della entre los autores que nos
quedaron de la antigüedad, tan poco distinta que sola-
mente la tocan muy sucinta y breuemente. El trágico
y gran profeta Jeremias en los capítulos 5o, 5\, aun-
que en forma de declamación (i), pero mucho mas
rrepetída y distintamente, nos pinta con gran propie-
dad todos los accidentes y casos sucedidos aquella no-
che en que aquesta nobilissima ciudad se ganó, y de
que fuese entrada por el lecho del Euphrates, Herodo-
to se conforma con él. El profeta Daniel, en el capitu-
lo 5, no dize mas [que] después de auerle interpretado
al rey Balthasar aquella milagrosa scripcion qpe le su-
(i) con la mesma breucdad.
— 286 —
qedio ver en su vanquete, que en la mesma (i) noche
le mataron, auíendose causado su muerte y saco de
Babilonia por los medos y persas, y sigun se colige del
mesmo capitulo y del siguiente, sucediendo en el rey-
no de los babilonios Dario, rey de Media. Xcnophonte
escriue que estando el rey de Babilonia en un vanquete
que se auía continuado hasta la noche le llego (2) la
nueua de ser entrada la (iudad por los enemigos; de
manera que [en] el auer sucedido este caso de noche,
descuydado el rey, y en el vanquete, son de un mes-
mo pareger Daniel y Xenophon con el profecta Jere-
mias, el qual encarece la rrepentina turbación de los
muchos que venian, encontrándose (3) unos con otros,
á dar la nueva y auiso de ser entrada la giudad. La
causa pringipal del descuido de los de dentro, con estar
sitiada de sus enemigos, como de Jeremias se colige
fue celebrarse aquel dia alguna gran festiuidad^ como
después sugedio en Siracusa y Carthago, continuándo-
se aquel sumptuoso y vltimo vanquete hasta la nocbe
en que todos los magistrados, capitanes, soldados y
demás gente principal de la giudad quedaron sepulta-
dos en el sueño, de lo mucho que auian beuido. Y lo
que es muy ordinario en los casos no esperados y rre-
pentinos, demás de la general crápula de todos, fue
faltalles (4) en aquel trange rresolugipn y animo para
defenderse, pues dize el mesmo profeta que mostraron
los babilonios en esta ocasión flaqueza y couardia de
mugeres. Y aunque los persas y medos entraron aque-
lla noche por el vado y lecho del Euphrates, como
tanbien lo dize Herodoto, que durante el sitio auian,
sigun parege, deriuado por otra parte, nos muestra
(i) aquella mesma.
(3) uno con.
(3) topándose.
(4) del lodo.
- 287 -
tanbien nuestro diuíno y grande historiador que se
auian hecho minas ocultamente, como en la guerra se
suelen hazer, y derribado (i) parte de la gruesa y for-
tissima muralla, rrompiendo y quemando tanbien las
puertas que auia en ella. Y como el arruinarse los mu-
ros con las minas y quemarse las puertas no podamos
presumir que sucediese antes de aquella noche en que
la (iudad se entró, sigun la confianza y descuydo de
los babilonios, es lo mas verisimil y conforme á rrazon
que en ella mesma después de auerse labrado las mi-
nas se hizíese y executase lo uno y lo otro, tanbien
como el entrar los enemigos por el vado del rrio. Por-
que de otra manera, ¿cómo fuera posible, rrota la mu-
ralla y quemadas las puertas, que los babilonios, aun-
que fuera por causa de su rreligion en aquella su gran
festiuidad, pudiesen hallarse tan siguros y descuyda-
dos, rrodeados de tan poderoso exer^ito que bastaua á
tener gercada (2) toda al derredor, como lo dize Jere-
mias, la mayor giudad del mundo? En ñn, Babilonia
estaua sitiada, y de muchos dias, pues en aquel tienpo
se pudo hazer nueuo lecho para deriuar tan gran rrio
como el Euphrates y minar sus gruesos y fuertes mu-
ros, sucediendo en aquella noche el efecto de las mes-
mas minas, ó lo que acaes^e muy ordinario en seme-
jantes trances de guerra, que alguna parte de la mura-
lla estuuiese antes derribada, y fortificados de manera
con rreparos los de dentro, que les pareciese estar si-
guros por aquella bateria. Y tan grande y poderosa
(iudad á cuya defensa aurian acudido las mas fuergas
de su inperio, mucho número de gente era menester
que entrase á un tienpo en ella, aprouechandose tan-
bien los persas y medos de la ocasión que les offregia la
festiuidad que gelebrauan sus moradores. Y ansi, por
(i) gran.
(2) y rodeada.
— áse-
las rruinas de la muralla, por el vado del rrio^ y por
las puertas, dize Jeremías que se entró la ^iudad aque-
lla noche, en la qual murió Baltasar con tanto número
de honbres y mugeres de toda suerte^ como algunas
vezes rrepite en su lastimosa y trágica declamación.
Fue antichissima costunbre entre los assiríos, me-
dos, babilonios y persas, nonbrar sus reyes con mu-
chos nonbres, mostrando en ello la magestad y gran
potencia suya. Unos de estos nonbres eran propios y
otros appellativos, no guardándose un mesmo orden
en nonbrallos, porque unas vezes era con el nonbrc
propio, otras con el apellido, y algunas con entranbos.
Y aunque esta diferencia era mayor entre los persas
después que (¡)iro trasfírio en ellos el inperio de Asia,
quw estaua entre los medos y babilonios, tanbien nos
lo muestra la Sagrada Scriptura en muchos lugares,
quando aquellos reyes, grandes y primeros monarchas
de los assirios, tantas vezes pasaron á Siria y Palesti-
na contra los siros y hebreos. Con mayor claridad se
muestra esto en la rrelázion que se ha hecho de la en-
trada, saco y destrui^ion de Babilonia, dándole el pro^
fecta Daniel, al rey que la perdió y fue muerto en ella,
nonbre de fialthasar, hijo de Nabuchodonosor, en el
capitulo quinto, como se a rreferido. Baruch, en el ca-
pitulo primero, tanbien le da el mesmo nonbre y el
mesmo padre, sin hazer menfion alguna de la presa de
Babilonia, ni de su muerte. Pero Jeremías, en el pitado
capitulo 5o, lo llama Merodac; de manera que estos
dos nonbres Balthasar y Merodac no puede auer dub-
da sino que señala un mesmo rey. En el 4."^ de los Re-
yes cap. 25, se halla que Euilmcrodac, rey de Babilo-
nia, en el primero año de su inperio y treinta y siete
después de la transmigración de Joachin, le dio liber-
tad á este rey sacándole de la carcer, y tanpoco se po-
dra poner duda de que Merodac y Euilmerodad sea
lo mesmo, pues consecutiuamente lo pone la Escrip-
- 289 —
tura en este lugar luego después de Nabucdonosor el
grande, sin dar ni señalar en medio otro sucesor; y
nonbrandose Balthasar, por Baruch, y por Daniel, hijo
de Nabucdonosor, y que murió en la toma y euersion
de Babilonia, y que sigun Jeremías se llamaua tanbien
Merodac, este y Euil Merodac y Balthasar los deue-
mos tener por un rey mesmo. En la conputa^ion de los
tienpos, no excediendo de este lugar tocante á la des-
truigion de Babylonia, parege que Daniel, auiendo sido
lleuado de Jerusalen con ios demás de la primera
transmigración á Babilonia, en tienpo de Joagín, hijo
de Josias y padre de Jeconias, y llegado hasta el prime-
ro año del reyno de Qiro y libertad de los dos tribus de
Juda y Benjamín, que biuio más de noventa años,
quando el no tuuiera mas de quinze al tienpo de su
captiuerio. De manera que alcanzo á los reyes Kabuc*
donosor, Balthasar ó Merodac, su hijo, Darío, hijo de
Astiages, ó Assuero, como lo nonbra Daniel en su ca-
pitulo nono, y hasta el primero año de Ciro. Y aunque
Josepho ponga entre Nabucdonosor otros dos reyes,
demás de ser contra el sentido expreso de la Diuina
Scriptura, á que se a de tener, es mas conforme á rra-
zon, sigun el tienpo de la (i) presa de Babilonia y
muerte de Balthasar, y los años, aunque fuesen pocos,
qjLie corrieron desde entonces por el rresto de la vida
de Dario, hijo de Astiages, hasta que ^iro rreduxo á
si toda la monarchia, cunpliendose en el primero año
de su inperio los 70 de !a captiuidad de los dos tribus.
(Isaías cap. i3; Jeremías cap. 5ó).
Con rrazon encaregen los profetas rreferidos la gran-
de euersion y rruina de Babilonia, pues aunque del pri-
mero de Esdras se colige estar ya habitada en tienpo
de Darío Hitaspes, menos de gínquenta años después
de su destruigion, quando Alexandro Magno entró en
(i) captiuidad.
>9
— 290 —
ella después de la victoria de Gangamala^ estaua tan
desminuida de su primera y antigua grandeza que ::o
se habitaua la quarta parte, y esta no continuada ni
entera. Porque bolando su muralla trezientos y sesen-
ta stadios, aunque algunos le dan más, solos nouenta,
á barrios y con vazios entre los unos y los otros, era
lo que entonces estava poblado, y con toda la dicha
diminución fue de notable admiración para todas las
naciones de aquel victorioso (i) exergito la mucha opu-
lencia y grandeza suya. Toda la demás cantidad del
suelo que rrodeaua la muralla, que aun estaua entera,
se araua y labraua como en un muy ancho y cstendido
canpo. Pues siendo la distancia referida, dentro de los
muros, de más de onze leguas españolas y de casi
tres (2) de traues^ aprueuan y certifican agora las rruinas
que de presenté se muestran la antigua grandeza suya^
alargándose por la una y otra rribera del Euphrates
este mesmo spac¡o, auiendo lugar propio en el, sin las
otras fieras que los profectas nos dizen, para criarse
abestruzes y leones, como agora los ay en aquellas
canpañas de Arabia cercanas, mayormente entre las
grandes malezas y carrizales que produze en sus ori-
llas el mesmo rrio, y en las lagunas que causan sus
crecientes.
Corre el Euphrates desde las rruinas de Babilonia al
Susueste, y Sueste, vertiendo, pocas leguas más abaxo,
á su mano derecha, gran cantidad de agua quando
viene hinchado y crecido, de manera que inundando
gran trecho de aquellos canpos se hazen de la mucha
sobra de agua grandes lagunas que, aunque por estre-
chos y torcidos canales, se continúan las unas con las
otras, quedando muchas isletas y pedacos de tierra en
medio. Por las orillas destas lagunas, islas y canales,
(i) pencedor.
(a) y media.
— agí —
se crian grandes y espesas matas de arboles fluviátiles
y cañas menudas^ como en las lagunas y lagos por la
mayor parte se suelen hallar, adonde demás de enbos-
carse varios animales y entre ellos muchos leones, tan-
bien se esconden cantidad de ladrones que de rrepente
saltean á los que por alli cerca pasan descuydados, ó
salen á dormir de noche á la orilla del rio, de los mer-
caderes que por el nauegan. Anse causado las dichas
lagunas de tienpo inmemorial^ teniéndose notigia deltas
desde la primera memoria que de Babilonia se halla. Y
de que sean de la forma que aqui se a dicho, es tan
Qierto, que queriendo verlas y nauegarlas por curiosi-
dad Alexandro Magno, pocos dias antes de su muerte
en Babilonia, dize Diodoro Siculo que anduuo tres dias
con sus noches perdido (i) con los que con el fueron
enbarcados, sin poder en todo este tienpo casi agertar
á salir dellas, lo qual no pudiera suceder si con las di*
chas matas y carrizos no estuvieran (¡erradas y tan in-
pedidas sus orillas, siendo tanbien esto causa de que
trauandosele la insignia y tocadura real que lleuaua en
la cabera, á uno de los rramos que pendian sobre el
agua, se le cayo en ella. Y lo que ansimismo se tuuo,
entre otras malas señales, por presagio de la muerte de
este gran monarcha y famosissimo (2) cs^pitan, fué que
como aquella real insignia, á que los persas llamauan
Qídaris, fuese conpuesta de velos subtíles, como tan-
bien lo son agora los turbantes de casi todos los asia-
nos, aunque cayó en el agua se quedo en la superfígíe
della. Y como uno de los que rremauan en el barco de
Alexandro lo viese, se arrojo luego en la laguna y to-
mando el tocado y poniéndolo en su propia cabera,
porque le quedasen las manos desocupadas para na-
dar, boluio al barco del rey, que sigun el mesmo autor
(i) por ellas,
(2) Principe,
— 292 —
dízc, ansí esto como todo quanto vía y le sucedía le
paremia portento de la muerte que los chaldeos le auian
ya vatiginado.
Veense oy estas lagunas, pareciendo á los que las
miran de lejos un espacioso mar, dando ellas mesmas
ciertas y verdaderas muestras de donde fue Babilonia,
con tanta mayor eternidad y perpetua' memoria que
todas sus admirables y milagrosas fábricas^ quanto es-
tas ya las tiene sepultadas y consumidas el tienpo, y
ellas paregen igualmente perdurables con lo que per-
manesgiere el mundo.
Continuando la corriente del Euphrates entre Orien-
te y Mediodía, llega á juntarse con el Tigris, licuando
desde allí un soberuio y ancho lecho por donde so na-
uega hasta Baqora, rregibiendo el mar Pérsico, poco
más abaxo, la mucha cantidad de aguas de estos dos
nonbrados rrios. Y aunque Bagora no esta á su rribera,
por casi media legua de distangía, un canal que de la
madre grande se saca le sirue de comunicar, desde el
rrio á la giudad, los barcos de mercaderes que vienen
de Bagadad, ó por el mesmo mar de Ormuz, Califa y
Baharen, siendo esta, aunque agora algo desminuida,
una de las grandes escalas de toda Asia. Nonbran co-
munmente todos los mercaderes á los dos rrios juntos,
hasta entrar en el dicho mar, con solo el nonbre de Ti-
gris, no obstante que en grandeza y dignidad de su an-
tigua fama sea el Euphrates tanto mayor, y ansí por
toda la antigüedad, después de auer rregibido en su
lecho al Tigris, hasta entrar en el seno Pérsico, con-
seruó sienpre su propio nonbre. Pero como de muchos
siglos á esta parte aya quedado del todo arruinada Ba-
bylonia, que tanto más lo ennoblegia, y en Bagadad,
por donde el Tigris corre, se aya transferido lo que de
su antigua grandeza le auia quedado, y de aquí, ansí
por el Tigris como por tierra parten todas las caraua-
nas á Bagora, quando después se viene a juntar con el
— 293 —
*
Euphrates, sienpre los mercaderes y demás pasageros
van nonbrando al Tigris por donde desde Bagadad an
venido nauegando. Y de aquí á rresultado auerse es-
cure^ido en este viage y nauegagion á Bagora y della
á Bagadad la fama del Euphrates, sintiendo agora esta
diminución en su nonbre con la eversión y fin de la
gran Babilonia.
Nauegasc desde Bagadad á Bagora^ Ueuando la co-
rriente en su fauor, en ocho ó nueue dias, pero el rrio
arriba es muy largo y prolíxo el viage, gastando en él
treinta ó quarenta, saliendo sienpre de noche á dormir
en tierra y velándose con cuydado de los muchos la-
drones que en las matas y otras malezas de la orilla del
rrio están enboscados. Y no solo se velan y guardan
destos salteadores, pero del peligro de los leones que
por una y otra rribera se crian, sucediendo algunas ve-
zes, sintiendo poca gente en los barcos que de noche
están gerca de tierra, matar á los que duermen en ellos.
Ay pocos y pequeños lugares en este camino, y los ta-
les son de árabes sumamente pobres, aunque á la parte
de la mano izquierda, que es dominio del regulo de
Oeza, á quien vulgarmente llaman Monbareca, tienen
los árabes algunas fortalezas sobre el rrio, desde las
quales, con ocasión de pedir á los mercaderes algunas
exacíones y gabelas por el paso, les rroban y saquean
sus mercadurías, con lo qual an tenido estos años in-
pedido el comercio de Bagadad á Bacora. Pero como el
Baxá de este govierno sintiese el daño que rresultaua á
los derechos y rrentas publicas de estas dos ciudades,
y particularmente á su prouecho, este año pasado
de 16 18, después de auer entrado el Enbaxador en Per-
sia, tomó las dichas fortalezas á los árabes, no obstante
el socorro que de Oeza les vino, quedando libre la na-
vegación del Eufrates como antes lo auia estado.
Es Bacora lugar grande, una gran jornada de donde
los dos rrios Euphrates y Tigris se juntan, y aunque
— 294.—
inferior á Bagadad, pero de mucha gente y á donde
sienpre acuden mercaderes, como se a dicho, por cuya
causa, luego que el Turco se apoderó de Bagadad pro-
curó tanbien ocupar á BaQora, como de enporío tan
inportante de todas las mercadurías de la India, que
entonges estaua mas rrico y floreciente de lo que agora
se halla. Tiene malissimos edificios, pero dentro de si
muchos jardines y palmares, y en mucha mas cantidad
fuera y al derredor de lo poblado, con la gran comodi-
dad de agua para rregar las huertas, y espesos bosques
de palmas de que su comarca está llena. El terreno de
aqui á las rruinas de Babilonia, que en muchas partes
es fertilissimo, produze estos arboles [y] con mayor
perfección la fruta dellos que en otra ninguna parte del
mundo, mayormente en el districto y comarca de las
dichas rruinas, sigun se conoce agora por la esperien-
(¡ia la perfección y excelencia de aquellos dátiles que
Xenophon tanto alaba. Aunque los que en la ciudad de
Lara halló el Enbaxador quando pasaua á Persia no
parecía que podian rrecibir conparacion con otros nin-
gunos. Ay en Bacora un Sanjaco ó Baxá inferior al de
Bagadad y subordinado á él, el qual tanpoco puede
meter consigo en la ciudad quando entra en su gouier-
no, mas de un cierto y poco numero de janicaros, sien-
do la demás milicia, que llega á tres mil soldados, de
los mesmos turcos, mezclados ya de muchos años
atrás con la gente de la tierra. Y aunque auia en Bacora
comodidad y sitio tan aparejado para hazerse el Turco
señor de la nauegacion y comercio del mar de Persia,
fáltale del todo madera para labrar galeras y otros na-
uios sutiles, y ansi apenas se halla agora alli una ga-
leota de quinze ó diez y seis vancos. Es cosa de grande
admiración que siendo su Magestad Catholica señor de
Ormuz y pudiendo tan fácilmente y sin mayor costa de
la que agora tiene en aquella ciudad, ser tanbien abso-
luto señor de todo lo contenido en el dicho seno Per-
— 295 —
sico, dexe de executaiio^ lo qual es por no entenderse
ansí, ó por lo que es mas cierto, por estar rreduzida la
poca sustancia que de aquel rey no a quedado á ganan-
cia y vtil particular de los que de la corona de Portugal
cada tres años entran en la fortaleza de la giudad de
Ormuz, de que a rresultado todo el mal estado en que
la dicha giudad se halla^ como adelante se hará relación
dello. Es la gente natural de Ba^ora, como comun-
mente lo son todos los árabes, morenos y semejantes á
los moradores de Ormuz y Lara, aunque los que vienen
de casta de turcos, mas claros de color y mejores sol-
dados que los otros; y el trage comunmente de honbres
y mugeres, con poca ó ninguna diferencia del que se
usa en las dichas dos ciudades. Y como el calor sea
poco menos que el de Ormuz labransc alli muchas
formas y diferencia de avanos ó ventalles de palma muy
menuda y de muchas colores, con diuersas fíguras en
ellos, los quales se lleuan en mucha cantidad, como
á donde tanta necesidad tanbien ay dellos, á Bagadad,
Oeza, Lara y Ormuz, de donde (i) ansimesmo se espar-
zen á otras muchas partes del mundo^ mayormente á
España, adonde muy de ordinario se vsan. Vna legua
mas abaxo de Bacora, y adonde el Euphrates entra en
el dicho mar, ay una isleta que boja poco mas de dos
leguas, muy fértil, con algunos palmares y otros arbo-
les poco cultiuados, la qual por la mayor parte está
deshabitada, no auiendo en ella sino algunas cabanas
con pocos y pobres pescadores y barqueros. Offrec¡a
los años pasados el régulo de Oeza, cuya era Bacora
antes que los turcos la tomasen á los portugueses de
Ormuz, de ayudar á la fábrica de una fortaleza en la
dicha isla. Y aunque él offrecia lo que ya no era suyo
fuera cosa muy fácil al governador de Ormuz, con
(i) tanbien.
— 296 —
quaiquiera diligencia que pusiera, hazer alli aquel
fuerte y quitar todo el comergío á Bagora, siendo se-
ñor, como rrealmente lo fuera, de toda aquella ñaue-
gagion.
La isla de Baharen, tan celebrada en el mundo por
la rriquissíma pesquería de sus perlas como las mejo-
res y perfectas de todo el Oriente, está en el mesmo
seno Pérsico ya nonbrado, casi á la mitad del viage de
Ormuz á Bagora, aunque mas gercana á la costa de
Arabia que á la de Carmania la desierta^ ó rey nos de
Oeza y Lara, que es la Arabia al Oriente del Euphrates.
Tiene de largo esta isla, Eeste Oeste, doze leguas, y de
ancho, Norte Sur, de seis hasta ocho (i), corriendo el
dicho seno Les Sueste, Oes Noroeste por su mayor
largura. Es muy fértil de frutas y ganado, cogiéndose
tanbien (2) mucha geuada y trigo y gran cantidad de
dátiles de las muchas palmas que produze. Las frutas
•
pringipales son higos, uvas y granadas, y estas de mu-
cha perfecgion y exgelengia, pero las aguas que en ella
ay, aunque no del todo malas, causan continuas y pe-
ligrosas fiebres en el otoño, de manera que en este
tienpo es tenida por pestilente y dañosa, mayormente
á los forasteros. Lo qual no progede tanto del agua
como del mucho descuydo de los moradores, porque
faltándoles industria para deriuarla por canales peque-
ños, de manera que después de rregar con ellos sus
huertas los juntasen en uno y lo sacasen al mar, dexan
enbalsar estas aguas por la canpaña en díuersas partes
de la isla, cerca donde ellas nagen, que pudriéndose y
corronpiendose con el calor del estio ínfígionan el aire
de manera que causan la dicha epidemia autumal, sien-
do sana esta isla por el rresto del año. Hallándose el
Enbaxador en Xiras por el fin del año 1617 y principio
(i) leguas.
(2) cantidad de
^ 297 —
del de 1618, le visitó algunas vezes Xeque Mohamet,
señor de los árabes que habitan la ísla^ que auia venido
á aquella ciudad con las perlas que se auían pescado y
rrecogido aquel año, el qual, después de auer informa-
dole, ansi de la díspusigion y animo de la gente de la
tierra con los persianos, y calidad de aquella fortaleza,
dixo que los portugueses eran los que mas infamauan
de malsana á Baharen. Porque solo desde mediado de
Septiembre hasta todo Octubre, quando mas tarde, pa-
degia aquellas fíebres, las quaics dauan con frió, y que
cubriéndose bien los enfermos donde no les diese el
aire^ y con dieta, sanauan fácilmente, siendo muy po-
cos los que morían. Mayormente se librauan presto del
mal si les venía y guardauan algún sudor. Sobre todo
lo rreferido le hizo el Enbaxador á este árabe muchas
preguntas, á que él rrespondia judigiosa y discreta-
mente, mostrando el gran deseo que tenia de salir de la
subjegion de los persíanos. Y aunque el Enbaxador
conoció luego del esta voluntad, anduvo con cautela
con este árabe, siendo todos tan instables y livianos, y
ansi no se atreuio á lleuar adelante la prática y conver-
sación que el mesmo Xeque auia mouido sobre estar
todos los moradores de la isla muy dispuestos á dar
animosa y resueltamente ayuda á los portugueses para
cobrar la fortaleza de los persianos, como algunos años
antes lo auian hecho contra los turcos. Las vezcs que
el dicho Xeque se vio con el Enbaxador fue con mu*
cho rrecato, no hallándose presente sino solo un inter-
prete; mas viendo el Enbaxador que las cosas de Or-
muz y la India no estauan de manera que pudiese espe-
rarse dellas ninguna rresolugion, ni fucrgas para inten-
tar aquella enpresa, y que podría dañar despertando al
enemigo, no trató mas con el moro de aquella materia,
antes después de agradegelle su buena voluntad le dixo
que solo por curiosidad le auia hecho aquellas pre-
guntas, siendo la isla de Baharen muy famosa en Eu-
-298-
ropa por las rricas y hermosas perlas suyas que allá
son tan estimadas.
La fortaleza que los persíanos tienen en esta isla,
con que son señores della, la ganaron de veinte años á
esta parte, siendo antes del señorio de Ormuz. Porque
no obstante que (i) algunos años antes, los portugue-
ses, con mucha sangre suya la sacasen de poder de los
turcos que desde Bagora se auian hecho señores della,
no se porque causa, siendo cosa tan inportante y rrica,
la boluieron á entregar á los moros de Ormuz que la
auian perdido. Y como el Guazil de esta giudad, que
es la sigunda dignidad después del rey, tuuiese alli en
su nonbre un alcayde con no más de quinze ó veinte
árabes, Alauerdecan, Soltan de Xiras, que en aquellos
dias auía ganado el reyno de Lara, cuya costa tan ve-
zina estaua á la dicha fortaleza, con poca industria y
menos trabajo la ganó, enbiando algunos persianos que
disimuladamente entraron en ella diziendo eran merca-
deres, los quales mataron al alcayde, quedando con
esto señores de la fuerga y de toda la isla. No se hizo
esencial diligencia, después, por ninguno de los capita-
nes de Ormuz, siendo cosa muy fagil quitar á los per-
sianos, con qualquiera armada, el socorro de tierra
fírme, pues los árabes de la isla, como los vieran en tal
estado, no les auian de acudir con mantenimientos.
Y ansi se le a quedado al rey de Persia, Baharen, va-
liéndole el provecho della y pesquería de las perlas
mas de dozientos mil ducados, sin el mucho valor
de las perlas que el escoge antes de conprar las demás
los mercaderes árabes, turcos, portugueses y per-
sianos.
Es la dicha fortaleza muy pequeña, de tapias y de la
mesma forma que las que se ven en la Persia y Ara-
(i) muchos.
— 299 —
bia, en un sitio un poco rreleuado de lo demás, plano
alderredor, y que por casi las dos partes la rrodea el
mar. Y aunque tiene un fosso á la parte de tierra, es
muy angosto y poco hondo, de manera que con fagili-
dad puede gegarse, mayormente que ni en la muralla
ay capacidad sino para artillería menuda, sin traues ni
otra esencial defensa mas que algunas saeteras de dos
torreongillos que por alli la guardan. Y ansi, se susten-
ta y posee esta isla sin más armada que algunas terra-
das que Ie[s] acuden de tierra fírme á los que en la for-
taleza ordinariamente están de presidio, que no pasan de
dozientos persianos. La isla está doze leguas de la cos-
ta de Carmania la desierta, ó Arabia del reyno de Oe-
za, al Septentrión; por la parte del Mediodía, la propia
y particular Arabia la felige, no más lexos que quatro
ó seis leguas, cayendo enfrente de lo más ocgidental
della la fiudad de Califa, que está en una ensenada ó
baia que entra muy adentro de la dicha Arabia Félix,
lugar que agora poseen los turcos, aunque ganado
tanbien de los portugueses después de la fortaleza de
Baharen.
En el canal entre esta costa de Arabia y la isla es la
ordinaria y mayor pesquería de las perlas, aunque ansi-
mesmo la ay en toda la costa de Arabia de este seno
Pérsico hasta el cabo de Rogalgate, pero en mucha
menos cantidad y no de la perfección de las que aquí
se hallan. La manera como se haze la tal pesquería no
se trata agora por saberse ya como cosa muy vsada,
ansi en este mar como en el Indico, en el canal entre
la isla de Seilan y costa de Coromandel; pero mucho
más sabida por la noticia que en España se tiene de la
gran cantidad de perlas que se pescan en la costa de
Paria de las Indias Occidentales, gerca de Cubagua,
, Sancta Marta y la Margarita. Y aunque estas perlas
occidentales son más blancas que las de Baharen, y
por esto más estimadas de muchas mugeres de Euro-
— 3oo —
pa, pero muy inferiores á las orientales, mayormente
á las de este seno Pérsico, que sin conpara^ion tienen
mayor lustre, con la blancura y nitor del marfil, y por
la tal causa más agradables y estimadas de todos los
príncipes y señores asianos. Y a llegado en estos tíen-
pos presentes á estimarse tanto las perlas entre ellos,
que valen mucho más precio en Assía que en Europa,
viniendo della gran cantidad á venderse á Persia y á
toda la India, hallando en ello conogida ganancia los
mercaderes que las traen.
Ay una muy notable fuente, un quarto de legua
de la costa oriental de esta isla, dentro del mesmo
mar, la qual, no obstante que nage diez bragas de
hondo, es en tanta cantidad que los árabes, con el
mucho vso de andar debaxo del agua pescando las
ostras de las perlas, tienen tanbien industria para
que gabullendose hasta lo hondo del nacimiento de
la fuente, hinchen grandes odres que lleuan consi-
go, de agua muy pura sin ninguna mezcla de la sa-
lada, y esto es muy ordinario y sabido, haziendo
alli aguada los nauios que de Ormuz van á Bagora;
de manera que en este mar y costa de Baharen se
halla tanbien otra fuente Arethusa como en Siracusa
de Sigilia.
Califa es lugar pequeño y de pobres y malas casas,
con algunos turcos de presidio subordinados al Sanja-
co de Bagora, y no teniendo otro prouecho sino de la
pesquería de las perlas y de algunas carauanas que
desde este lugar atrauiesan hasta Meca, que pasan de
los reynos de Oeza, Lara, Persia y Cherman. Este via-
ge es el mas breue que se haze para tan famoso roma-
ge, porque de Califa á Meca no ay mas de quinze ó
diez y seis jornadas ordinarias de camello, que hazen
menos de gien leguas, haziendose el tal viage por el
Chersoneso ó mayor estrechura de Arabia desde el mar
Pérsico al Rojo.
— 3oí —
Del señorío y monarchia persiana rresta solamente
la prouin^ía de Susien ó Sophien^ que es la famosa Su-
siana antigua, cuya cabera era la gran ^iudad de Susa,
tan celebre en la antigüedad por el asiento y corte de
los poderosos reyes de Persia, señores de toda Asia.
Tiene la Susiana, al Oriente el reyno de Persia; al Me-
diodia, parte de Carmania la desierta^ ó Arabia del se-
ñorío de los reguíos de Oeza; al Occidente, la prouin-
9ia de Babilonia, y al Septentrión, las montañas y tie-
rra alta del Curdistan. Dos ó tres jornadas al Oriente
de Bagadad y antigua Ctesiphonte corre el rrio Pisiti-
gris con tan hondo lecho y abundancia de aguas que
no dexa vadearse sino con mucho peligro, y ansi los
que de Persia y Media caminan á Bagadad lo pasan por
puente ó sobre barcas. Y aunque por la semejanza del
nonbre y acercarse mucho al Tigris en los montes de
los Curdos, quieran muchos que se deriue y sea rramo
suyo, lo mas gierto es ser rrio diferente, que nage de
las dichas montañas, que aunque no muy ásperas, sino
habitables, con muchos valles y llanos en ellas, son tan
espaciosas y grandes que se incluyen en ellas otras
prouingias menores con diferentes reguíos que las po-
seen. Corre el Pisitigrís al Mediodia y luego á Su Sues-
te, hasta que algunas leguas abaxo de Bagadad entra
en el Tigris lleuando excelente y saludable agua. Los
soldados griegos que Ueuo Clearcho en ayuda de Ciro,
guiados después por Xenophon^ sigun atrás queda rre-
ferido, viéndose después de auer pasado el Tigris, mo-
lestados y seguidos de los persas, quisieron vadear este
rrio y meterse luego en los montes del Curdistan, por
defenderse en tierra doblada y áspera con mas ventaja
suya, de la cauallcria de los enemigos. Pero dize el
mesmo Xenophon que tentando el vado le hallaron muy
rrapido'y hondo, y ansi, no obstante que las dichas
montañas le[s] cayesen mas lexos, les fue forgoso rretí-
rarse, peleando por lo llano algunas jornadas, lleuando
— 302 —
el Písitigris á la mano derecha, su corriente arriba. Y
de que fuese este el viage que lleuaron no puede auer
duda, tanpoco como de auer ya pasado el Tigris, pues
entrando luego en el Curdistan ó tierra de los Curdos,
á quien Xenophon llama Cadussios, sin'pasar el Tigris
y dexandole á la mano izquierda prosiguieron su cami-
no peleando en varias y peligrosas fagiones con aque-
llos montañeses y bellicosos honbres. De manera que
después de auer atravesado toda aquella tierra no sien-
do molestados ya sino de los mesmos naturales, por
auer los persas dexadoles de seguir, entraron en Ar-
menia la mayor, auiendo quedado á la mano derecha
las fuentes del rrio Pisitigris. Y ansí, ni boluieron en
esta valerosa y famosa rretirada á pasar el Tigris, ni fue
menester vadear el Pisitigris, sino que por entre anbos
estos dos rrios se metieron en el Curdistan, cuyas
montañas ocupan gran parte de lo mas septentrional
de Susiana, Assiria y Mesopotamia, con lo meridional
de Media y Armenia la mayor, siendo por esta causa
los Curd;)s limitáneos y tanbien moradores de todas las
dichas prouingias.
Riega el Pisitigris con diuersas acequias que del se
derivan, los confines de Susiana y Babilonia, inclusos
en la antigua Sitagena, convirtiendo, de seca y estéril
que de suyo lo es, notablemente fértil y amena toda la
canpaña por tres ó quatro jornadas al Oriente de la
5iudad de Bagadad. Parece ansimesmo por Amiano
Marcelino auer sido por entre los dos dichos rrios la
rretirada del exer^ito romano después de la muerte de
Julliano Apostata su enperador, pues auiendo caminado
algunas jornadas peleando en ellas sienpre con los per-
sas que lo iuan infestando, torcieron luego los romanos
el camino á la mano izquierda, y pasando el Tigris en-
traron en Mesopotamia. Al Oriente del Pisitigris, ó P¡-
gretes, como lo nombra Xenophon, se continua la rre-
gíon Susiana, aunque por canpaña estéril y seca, algu-
- 3o3-
nas jornadas, hasta el famoso rrio Coaspe, no tanto me-
morable por su grandeza, como por la ex^elen^ía y bon-
dad de su agua, pues de ninguna otra bebían aquellos
antiguos y grandes monarchas reyes de Persia. Es el
Coaspe, á quien agora nonbran los árabes y persianos
Coranguecaru, que significa apazible y manso, algo ma-
yor que el Pisitigris, ó el Araxes, que corre por los fer-
tilissimos canpos de Margascan, ó antigua Persepolis,
como ya se a dicho, sacándose ansimesmo del muchos
canales ó agequias con que notablemente fecunda toda
la comarca de la ^iudad de Suster, que antiguamente fue
la real y gran giudad de Susa. La qual, aunque agora
sea tan inferior en grandeza y dignidad, tiene dos mil
casas con muchas huertas y abundancia de manteni-
mientos, por la fertilidad de una gran vega en que está
asentada, rregada de las aguas del Coaspe, que antigua-
mente fueron de tanta estima y opinión que por muy
lexos que los reyes de Persia se alargasen á las jornadas
y expediciones suyas, no beuian de ninguna otra. Y esto
lo encarece Herodoto de manera, que quando Xerxes
pasó á la memorable conquista de Grecia le lleuauan por
tan largo spagio de camino carros cargados de urnas de
plata con agua del rrio Coaspe, guardándose esta curio-
sa y rregalada costunbre con los demás reyes. Pasan este
rrio, que tanbien nage en las mas orientales montañas
delCurdistan, todos los que (i) vienen á Bagadad, de Xi-
ras, Spahan y Casbin, y ansí es muy conocido de nues-
tros españoles y otros europeos que de la Persia, Or-
muz y la India van y pasan á Poniente por Bagadad y
Alepo, los quales, sin tener noticia de la antigua opi-
nión de sus aguas, las alaban, engrandeciendo su cla-
ridad y gusto, mayormente de quan frías las hallan en
verano. Ansi por Suster, como por el camino de Baga-
(i) pasan.
— 3o4 —
dad, se pasa por puente ei Coaspe^ aunque por el estío
en algunas partes se halla vado, pero con ei agua muy
alta, llegando á los cauallos (i) á los pechos hasta Susa
ó Suster, y desde allí al mar lleua su curso derecho,
por mayor parte á Mediodía, no obstante que como los
demás rrios haga algunas bucltas su corriente. Entran-
do en Arabia por el reyno de Oeza, de su pobre y estéril
suelo lo buelue fértil y abundante por las partes que lo
inunda quando cre^e, ó quando del se sacan canales
para rregar los demás canpos, siendo, como otro Nilo
en Aegipto, el que da sustento y vida á esta rregion, y
no solo rre^íbe el tal benefígio de sus fecundas aguas,
mas ellas mesmas lo fortalegen y deñenden de quales-
quiera enemigos forasteros, porque fácilmente, sus
moradores, rronpiendo los arzenes y orillas altas de al-
gunos canales, alagan la canpaña por donde les parece,
de manera que con esto pueden anegar á los que en
ella entraren. Por esta causa el sitip del régulo Monba-
reca es fortissimo, con que se a defendido sienpre, des-
pués de auer perdido á Ba^ora, de otros aduares y par-
cialidades contrarias de árabes, y principalmente de
los turcos, sus grandes enemigos.
La ciudad de Oeza, cabeca de esta prouincia, es de
la grandeza, algo mayor, que la ciudad de Lara, aun-
que de rruines y pobres casas, las mas dellas cubiertas
de hojas y rramos de palmas, y las paredes de malas
tapias, ó largas estacas y varas delgadas cubiertas con
barro, y otras de adobes, como es la mas de la fábrica
de Arabia y Persia. Su reyezuelo es pobre, sigun todos
los árabes, y aunque asiste algún tienpo en Oeza, la
mayor parte del anda en el canpo, conforme á la anti-
gua costunbre de su nación. El camino ordinario que
se solia vsar de Ormuz y la India para Alepo y Baga-
dad, era por esta ciudad y la de Bacora, sin llegar á
(i) hasta.
— 3o5 —
Persía, y ansi por esta frequengia era entonces mas ( i )
poblada de mercaderes que no agora, y por esto de
mas provecho para sus dueños. Pasa el Coaspe al
Oriente de Oeza, y aunque deriuados del muchos ca-
nales entra con gran golpe de agua en el seno Pérsico,
una gran jornada de la boca del Euphrates.
(i) frecuentada.
«^^
30
/
LIBRO SÉPTIMO ('>
CAPITULO PRIMERO
Sale D. García de Casbin. — Caravasar notable en donde se hospeda.
Mujeres persas que halla por el camino y literas en que iban.
El régulo curdo Hilao Chan.— Oíros incidentes del viaje. — Fa-
moso plátano de Natán.— Insolencias de Casenbec.— Los solda-
dos corchis.
Jueues, 27 de Jullio, en la tarde, salió el Enbaxador
de Casbin á tienpo que el Enbaxador del rey de Laor^
ó Mogor, como vulgarmente lo llaman en la India, se
esperaua en la dicha 9iudad el dia siguiente, y ansi pa-
recían un quarto de legua del camino, luego como se
salió fuera della, algunas tiendas, y entre ellas una ma-
yor que todas, colorada, en que auia de parar aquella
noche. En la qual, ya gerca del dia^ llegó el Enbaxador
á Monbara, deteniéndose tanto por auer las guias erra-
do el camino, no siendo de mas de quatro leguas. De
Monbara, en dos grandes jornadas á 28 y 29, se llego
^ á un gran caravasar adonde no se auia parado quan-
do se venia á Casbin, el qual era eF mayor y de mejor
aposento que se halló en todo este viage, y fabrica de
(1) En el manuscrito es el VI.
— Sos-
ia madre de este presente rey, que era natural de la
prouingia de Masandaran. Tenia tanta capacidad este
hospedage , que viniendo á Spahan gran numero de
gente y concurriendo todos en el auia aposento para
mucha mas, no obstante que era de mas de mil perso-
nas y casi otras tantas cargas. Porque sin la familia del
Enbaxador y de Hilao Chan, regulo de los Curdos de
los montes que están al Norte de la prouingia de Sus-
ter ó Susiana, y de otros señores georgianos que el rey
de Persia enbiaua presos á Spahan, auia otros muchos
mercaderes y pasageros, mayormente que todos los
nonbrados lleuauan sus familias, mugeres e hijos. Auia
en este gran caravasar mucha cantidad y toda suerte
de mantenimientos, y aunque el agua que allí gerca
nasgia era muy rruyn, servia para los cauallos, came-
llos y demás bagages, trayendo todos de Arazangue, el
pueblo que se dexaua atrás, agua para aquel dia, en
frascos de cuero y pequeños odres que los mas de los
que caminan traen atados colgando debaxo del vientre
del caballo. Esto, que agora es muy vsado en toda Asia,
lo era también en tienpo de Estrabon, mayormente en-
tre todos los árabes, como gente que por atrauesar
muchos desiertos faltos de buen agua vsaron síenpre
y vsan agora de esta industria, de los quales la an
aprendido los demás asíanos. Tiene el dicho caravasar
un gran patio quadrado, de gíen pasos ó mas cada lado,
gercado por todas partes de alcobas que están leuanta-
das del plano y suelo del patio dos pies, y dentro de
cada alcoba, que es espagiosa y grande, un aposentillo
en que se pueden rretirar mugeres, ó dormir, de invier-
no, los demás, por el frió. Sin esto ay dos quartos al-
tos, cada uno con quatro aposentos; el uno como una
mediana sala, con muchas ventanas, para verano, y los
demás pequeños con chimeneas. Los terrados ó techos
de esta fabrica están losados y muy llanos, de manera
que siruen conmodamente para se pasear las tardes y
— 3o9 —
noches de verano y de dormir en ellos los que no tu-
uieren conmodo gasajado en lo baxo, ó que conforme á
lo que ordinariamente se vsa en Asia , dormir en ellos
por gozar el fresco de las noches. En medio del patio
ay un gran quadro ó poyo de piedra y ladrillo, leuan-
tado del suelo dos ó tres pies^ en que se ponen las car-
gas y rropa de los pasageros, durmiendo muchos de-
Ilos en él, siendo muy capaz por tener de ancho y lar-
go mas de veinte pasos. AI derredor de todo este poyo,
comiendo en la borda del están los camellos y cauallos
que pueden caber alli, y otros al derredor de las alco-
bas, comiendo ansimesmo en las bordas y entradas
dellas; pero concurriendo muchas vezes, como en esta
que se va tratando, tanta gente y cargas que no pueda
lo interior del caravasar rregibillas todas, tiene por
toda la parte de fuera otras alcobas menores, en lo
grueso de la pared, capages cada una para dos ó tres
personas y su rropa, y comodidad para comer los ca-
uallos y camellos como en las de dentro. Y siendo ex-
teriormente tanto mayor el anbito del carauasar, ay
alcobas bastantes para mudarse la gente que en ellas se
agasaja, de unas partes á otras á donde aya sonbra de
verano, ó de invierno defensa para el aire.
A 3o, salió el Enbaxador deste caravasar con media
ora de sol, siendo el calor aun entonces tan biuo que
casi no podia sufrirse. Y como la caravana era tan
grande y los mas della auian salido antes, hallauase
todo el camino lleno de cargas, honbres de á cauallo
y camelleros á pie, dando por esta causa mucho cuy-
dado á los criados del Enbaxador. Porque auiendoles
mandado antes que iuessen (i) aducrtidos de no pasar
cerca de las literillas, ó mas propiamente hablando
jaulas, en que iuan las mugeres de los curdos, geor-
gianos y de algunos persíanos, por ser cosa que ellos
(i) con mucho cuydado.
— 3io —
sienten notablemente^ muchas vezes que el camino no
daua lugar era forzoso pasar junto á los camellos que
lleuauan las dichas literillas, mostrando mal semblante
los que las guardauan y aconpañauan, no obstante que
iuan cubiertas de manera que no se podia ver quien
lleuauan dentro. Es costunbre guardada de tienpo in-
memorial entre todos los asianos vedar con rriguro-
so castigo para que nadie pueda llegar cerca de manera
que alcance á ver las (i) mugeres que van en estas
silletas, y quando las tales son de personas de alguna
dignidad van algunos eunuchos, buen trecho delante,
dando bozes para que los que encontraren se bueluan
atrás ó aparten tan lexos que no puedan ser vistas. Lo
qual con gran puntualidad cumplen^ aunque sean hon-
bres principales, so pena de rregibir boca abaxo tendí-
dos en el suelo muchos palos, y si las tales literillas Ileuan
algunas mugeres del árame del rey, mueren precisa-
mente, sin valelles offigio ni preminencia alguna. La for-
ma deste genero de andillas, tan ysado en este Oriente,
es una caxa de madera de tres pies de largo, dos de an-
cho y uno de alto, con muchos arcos de varas ó tabli-
llas delgadas atrauesadas unas sobre otras, como lo alto
de los coches, que suben otros tres pies mas del borde ó
altura de la caxa, de manera que desde su asiento tiene
quatro pies, poco mas, de alto, siendo por arribfi mucho
mas larga y ancha, tanbien como los mesmos coches.
En ellas van sentadas las mugeres, arrimadas á la testera
ó popa, con las piernas encogidas, las rrodillas arriba,
con el rrostro á la parte que se camina, ó al contrarío,
como les parece. Dos dellas se ponen en un camello
por lo largo, una á cada lado, cubriéndolas por defen-
sa del sol, ó del frió, con fieltros de colores ó con otros
paños de algodón ó seda, no auiendo diferencia de
unas á otras, aunque sean de las mugeres del rey, á
(i) que pan dentro.
— 3ii —
las mas ordinarias y baxas, mas de ser mas el número
de las guardas y eunuchos, y tanbien la pena mayor
de los que no se apartan tan presto. Vsan ansimesmo
tiestas literillas los mercaderes y peregrinos que cami-
nan jornadas largas por los grandes desiertos de Ara-
bia y muchas partes de Berueria y Aegipto, defendién-
dose en ellas, demás del sol y aire, de las arenas me-
nudas que leuanta el viento quando corre inpetuosa-
mente, Ueuandolas cubiertas y cerradas por todas partes.
Tan sinple y pobre aparato es el de las mugeres de
Asia quando caminan, por grandes y principales que
sean, aunque ninguna merege en si género alguno de
dignidad, siendo en la aparengia las unas y las otras
rrealmente esclauas, con muy poca ó ninguna diferen-
cia (i) entre todas, mas de aquellas que por hermosas
ó alguna otra qualidad con que suelen agradar las mu-
geres son mas estimadas de sus dueños. Y aunque en
toda Asia, mayormente en esta monarchia de Persia,
hallamos que las mugeres de los reyes y de los sátra-
pas subjectos á ellos, antiguamente poseyeron notoria
dignidad y grandeza, no obstante las muchas concu-
binas, tanbien como agora las vsan, pero todo aquel
fausto y opulencia pulitica, ansi en esto como en las
demás cosas domesticas, se acabo con la íntrodu^ion
de la secta de Mahamet, mudándose en diferente y
humilde forma de lo que antes era. Esta rrepentina y
nueua alteración, como ya en otro lugar se a dicho,
fue mucho mayor en la auturidad y decencia de las
mugeres propias de los reyes, no auiendo en Persia
quien singularmente posea y honoríficamente ocupe
este nonbre, sino que son muchas las que lo tienen,
con poca ó ninguna diferencia de las pelices ó concu-
binas, siendo las mas vezes inferiores á ellas. Porque
bien que el nonbre y dignidad de Begun, que suena
(i) las pnas de las otras.
— 3>a -^
tanto como señora suprema de la casa y familia Real,
sea grande entre los persas, este no anda en las muge-
res, sino en la parienta mas gercana del rey presente
que entonQes posee el reyno, como lo anduuo en Zeí-
nab Begun, tía de Xa Abas que agora reyna, y en Pe-
riacancanu su hermana, hijas de Xa Thamas su abuelo.
Pasó él Enbaxador apriesa por esta turba de muge-
res encerradas y eunuchos, sin echar de ver que á un
lado del camino iua con algunos criados, á cauallo, el
reyezillo Curdo^ el qual enbio á visitallo con muchos
ofrecimientos y escusandose de no poder aconpañalle
por caminar de espacio, lleuando mal tratada una pier-
na. El Enbaxador vsó de los mesmos cunplimientos
ofreciéndole su Hetera, que iua vazia, siendoá propo-
sito para su indispusigion, diziendo que él la tenia bue*
na para llegar á Spahan á cauallo como entonces ca-
minaua. Sin las literillas^ que eran muchas, se pasaua
por todo el camino por mucha cantidad de mugeres á
cauallo, ansí de las criadas y esclauas de las enjaula-
das, como de otras que gustauan de caminar ansi; pero
estas sienpre sin la demás guarda, aconpañadas de sus
maridos, muy cubiertas las unas y las otras con sus
mantos y antifazes blancos. Y porque esta era jornada
de nueue leguas se gasto toda la noche, que hazia muy
clara, en llegar á Saba, aunque antes de la mañana
cayo un grande aguazero con algunos truenos.
El 3 1 de JuUio se detuuo el Enbaxador en Sabaá
ruego del Curdo, por venir muy mal parado de su
pierna, y demás de su edad, ser muy gordo. La posa-
da que se dio al Enbaxador fue la mesma que auía te-
nido en la ida á Casbin, pasándose el gran calor que
entonces hagia con la abundancia de fruta y cargas de
nieue que se lleuo en todo el camino.
Primero de Agosto, á la hora acostunbrada se salió
de Saba y en dos jornadas llegó el Enbaxador con su
familia y cargas á Cum, no pudiendo seguiUe U domas
-3i3-
carauana por el ínpedimento de las mugeres de los
curdos y georgianos^ y principalmente por el mal de
Hilao Chan^ de que venía muy añigida su principal
muger, que mostraua quererle mucho. Venían ya los
mas de los enfermos de casa del Enbaxador, casi con-
valecidos, aunque salieron de Casbin de manera que
no se esperaua que cobraran salud en muchos dias, si-
gun el peligro que se esperaua en algunos dellos. Mas
luego, á la sigundá jornada que hallaron (i) mejor aire
se conoció de quanta inportan^ia es ser bueno este ele-
mento, y quan dañoso el ser malo, pues luego que lo
mudaron, no obstante el gran calor que caminando se
padegia y el continuo movimiento y quasa^ion de los
camellos, viniendo en las dichas andillas, comentaron
á rrespirar y á tener mejoría todos. Otro dia, 3 de
Agosto, se salió de Cum, adonde el Enbaxador tuuo
la mesma posada y otra gran visita de toda aquella ve-
zindad, pero sin salir adonde él estaua, mas de rregi-
bir por las ventanas que salian á un jardín alguna can*
tidad de dinero que mandó se repartiese entre ellas y
los demás huespedes de la casa.
De Cum, en tres jornadas llegó el Enbaxador á Ca-
xen, dos horas antes que amaneciese, con un poco de
aguacero y truenos que refrescó notablemente el aire,
siendo grande el calor de aquella noche, durmiendo el
rresto della el Enbaxador dentro de su litera en la
huerta de la mesma casa que antes auia tenido por po-
sada.
Otro dia, 6 de Agosto, se paró en Caxen, por enbia-
Uo ansi á pedir el Curdo al Enbaxador, y ansí no llegó
hasta después de media noche, muy maltratado de su
pierna y con una gran calentura^ á quien el Enbaxa-*
dor le enbio de muy buena gana á ofrecer su litera,
que él no se atreuío á aceptar, ó por cortesía, ó sígun
( I ) mas 'saludable.
— 3i4 —
despucs se entendió, por miedo del rey, de quien esla-
va muy rrecatado, yendo, como iua, preso.
A 7 salió el Enbaxador de Caxen y por el mal hos-
pedage que halló con aquellos tan rrigurosos mosqui-
tos en la huerta de Emenzada, quatro leguas de la ciu-
dad, adonde á la venida auia hecho jornada, pasó
otras quatro mas adelante á otra huerta del rey, aun-
que no muy grande y sin casa, pero en todo estremo
apazible, fresca y con abundancia de buena fruta. Lle-
góse á ella por ser la jornada larga, ya de día, y por
no auer casa, sino alli ^erca solas las paredes de un
carauasar derribado, le armaron al Enbaxador una
tienda dentro de la huerta, entre unos alamos, junto á
una hermosa fuente de muy buena agua y muy fria.
Era la fuente tan abundante que salia della un gran
canal, el qual pasaua por medio de la tienda diuidien-
dola en dos partes, en una de las quales se puso la
cama para el Enbaxador, y en la otra auia lugar bas-
tante para bufetes y sillas, estando todo aquel espacio
gercano con una fresquissima y apazible opacidad de
los muchos arboles frondosos que alderredor auia. En
el Ínterin que se armaua la tienda y el Enbaxador rre-
posaua sobre unas almohadas junto á la fuente, se le-
uanto una montería con notable grita en toda la huer-
ta, y fue la causa auer hallado los criados y demás
gente de seruigío que andauan cogiendo fruta, dos zo-
rras, y corrían tras ellas con gran fíesta y bozeria. Al
cabo, siendo muchos los que se hallaron esparztdos
por toda la huerta, aunque sin perros, mataron la una.
La otra, viéndose muy acosada, se vino á guareger dos
vezes junto adonde dormia el Enbaxador, entre unas
parras y matas de salze. Y como la vltima vez estuuie-
se ya dispierto, mando que la dexasen, valiéndole, ansi
esto, como venir á querellarse los ortelanos del daño
que rregibian las parras cargadas de uvas, de que el
suelo de la huerta con mucha espesura estaua cubier-
— 3i5 —
to. Y ellos tenían mucha rrazon, no pudiéndose ver en
tienpo tan caluroso cosa mas agradable y aproposito,
aunque uvíera muchos y buenos aposentos, en que la
gente pudiera rrecogerse y defenderse del sol. Porque
de cada dos parras auia hecha una cabana sobre varas
y cañas, bastante para que en cada una dellas se pu-
diesen agasajar dos honbres descansadamente, asenta-
dos ó acostados, cubriendo las muchas hojas y sar-
mientos verdes de manera toda la cabana que el sol no
podía por ninguna parte penetrar dentro. Y ansí se
tuvo en esta huerta, con general gusto de todos, muy
conmodo y fresco hospedage, con grande abundancia
de uvas, melones y higos, y estos los mejores que has-
ta entonces se hallaron en Persía. Porque aunque no
los ay en ella de la perfección que las demás frutas,
pero los de esta huerta, que eran blancos, se podían
conparar en aparen^ia y gusto con los muy buenos de
España.
A 8, después de bien pagados y contentos los orte-
lanos del general saco de su huerta, que tánbien con
las demás nonbradas era del rey, salió el Enbaxador
con sola su casa y familia y fué á parar seis leguas
adelante, cerca de un muy fresco lugar que se llama
Natán, quedándose una jornada atrás la demás cara-
vana. Los que auían adelantadose á hazer el aposen-
to, por llegar á oras que el governador estaua durmien-
do, ó por su descuydo, no tenian posada al Enbaxa-
dor, y ansí uvo de parar aquella noche fuera del lugar,
durmiendo el rresto della en su litera junto á un gran-
díssímo plátano por donde corrían dos gruesos canales
de agua. Luego que amaneció se rreconoQÍo mejor
aquel sitio, que era tan bueno y apazible que el Enba-
xador no quiso entrar en el lugar, sino hizo que le pu-
siesen una tienda debaxo de otro plátano menor que
estaua muy cerca del grande, pasando por dentro de
la tienda, debaxo de la rrueda della, los dos canales de
— 3i6 —
agua, que era muy buena, en gran abundancia y nota-
blemente fría. Parte de la familia se acomodó en un
bosquete allí Qerca, que aunque estaua gercado de una
pared de piedra bien alta hallaron un agujero por don-
de entrar, y era muy de ver la grande ( i ) opacidad que
causauan los arbole3> que eran salzes y alamos con al-
gunas parras enlretexidas por ellos, con tanta espesu-
ra que más propiamente se podía llamar obscuro que
opaco aquel sitio. A los demás, con los camelleros y
gente de serui;io, hospedó conmoda y bastantissima-
mente el gran plátano, en el qual se agasajauan sien-
pre de tienpo inmemorial todas las caravanas que de
Xiras y Spahan pasauan á Casbin y Tauris. Y ansí,
auía allí debaxo de las rramas del plátano, aunque buen
trecho apartada de su pie, una casilla en que algunos
honbres tenían geuada y paja y algunas cosas de co-
mer que vendían á los pasageros. Es el sitio de Natán
en vn valle, en lo mas baxo de la falda de una sierra
muy alta que le cae al Occidente y Mediodía, teniendo
tanbien al Oriente estíuo y al Septentrión otros montes
menores, de manera que por todas partes está rrodea-
do dellos. Y aunque, como se trató atrás quando se
venia á Casbin, las sierras que diuiden la Persia de la
Media son blandas y casi sin peñas, estas de Natán son
asperissimas y peñascosas, pero que dan con poca difi-
cultad entrada y salida por la parte que el camino las
corta, y lo que casi no se halla en todo el que se Ueua
de Spahan á Casbin, grande abundancia de buena agua.
La qual, corriendo de todas las cunbres y más altas
laderas de los montes viene á parar á lo baxo del valle
que por espacio de media legua se va prolongando con
el dicho camino, quedando á la mano derecha, como
se va de Spahan á Casbin, y á la izquierda quando se
buelue, con el beneñg^o ^^ tanta y tan buen agua. To-
(i) espesura de
-3i7-
do el dicho valle está lleno de huertas, y aunque el
suelo es pedregoso y áspero por todas partes, con mu-
ha y buena fruta en ellas, y el lugar de Natán tan
rrodeado destas arboledas y de los vallados de piedra
suelta que las cercan, que quien no fuere muy pratico
de la tierra no acertara á salir ni entrar en el lugar,
como sugedio la noche que aqui llegó el Enbaxador,
aunque con la luna era muy clara. Casi al (i) principio
deste valle, como se camina de Casbín á Spaham, está
Natán, teniendo á la entrada una grande y alta mez-
quita en qde tanbien se hospedan peregrinos, mayor-
mente de aquellos que pasan á visitar los lugares en
que conforme á su secta tienen deuogion de frequen-
tar, siendo este el camino que se lleua á Soltanía, Ar-
deuil, y Maxet^ sanctuarios tan celebres entre los per-
sianos. Desde Natán se van continuando por todo el
dicho valle muchas aldeas pequeñas, entre las mesmas
huertas, apartadas unas de otras con tan poco ínterua-
lo^ que demás de parecer un mesmo lugar todas se
nonbran indiferentemente Natán, como burgos y arra-
bales suyos. Dozientos pasos de la mezquita y entrada
de Natán, á quien le dan nonbre de Qiudad sus mora-
dores, en la mesma ladera de la sierra grande fué á
donde el Enbaxador paró la noche que llegó, siendo^
como ya se a dicho, alli, adonde hazen jornada todas
las carauanas, por la comodidad que les da aquel gran-
de y hermoso plátano. El qual es de tan admirable y
estupenda grandeza que á su sonbra pueden conmo-
damente estar muy gran número de honbres, cauallos
y camellos, sin enbaragarse ni molestarse los unos á los
otros. Alderredor de su grueso pie, que rrodea siete
bragas, ay un gran poyo de piedra muy losado y llano
por arriba, de más de diez ó doze pasos de semidiáme-
tro, midiéndose desde el pie del plátano, por todas par-
(I) ^n.
— 3i8-
tes^ hasta la circunferencia del poyo; de manera que
nnuchas personas tenían alli sus camas y rropa^ siendo
el tal espagio, demás de su capacidad, sumamente apa-
zible, mayormente con el aire que ordinariamente en
él corre de verano. Está el poyo leuantado del suelo
dos y tres pies, conforme á como la ladera en aquella
parte se viene inclinando; pero por lo más alto della el
poyo viene á estar igual con el suelo, entrando por
aquí en él uno de los canales de agua ya nonbrados,
que atrauesandolo por junto al pie del plátano y sa-
liendo por la parte contraria haze más conmoda y ale-
gre aquella mansión. Arronja el plátano tan afuera sus
largas y gruesas rramas, que la sonbra que causan al
medio día se alarga por todas partes alderredor y fue-
ra del poyo más de treinta pasos, quedando todo aquel
espagio muy cubierto y guardado del sol, adonde los
camelleros, camellos, jumentos y muías, aunque sea
de una gran carauana, pueden largamente estar á la
sonbra comiendo ó durmiendo. Los cauallos tienen lu-
gar alderredor y más gerca del poyo, siruiendoles de
pesebres la borda del, aunque quando el Enbaxador
llegó alli, sin la domas carauana, todos los cauallos,
camellos y demás bagages de la suya, que pasauan de
dozientos, cupieron y se agasajaron (i) alderredor del
dicho poyo. Lo que más admiragion hazia en este gran-
dissimo y capagissimo plátano era parecer inposible
sustentar su tronco, (2) aunque era del grosor ya rre-
ferido, el increíble peso de sus muy largas y gruesas
rramas, pudiendo cada una dellas seruir de pies de
otros muy grandes y rrobustos arboles. Este era tan
antiguo que sigun lo que algunos vezinos de Natán
afirmauan no se alcangaua por memoria de ninguna
tradigion entre ellos dexar de auer sido y tenido aque-
(i) todos,
(2) siendo.
— 3i9 —
Ha mesma antigüedad y grandeza, lo qual se echaua
de ver bien en él, siendo su hoja toda muy menuda y
triste, sin aquella verdura, hermosura y largueza que
los demás plátanos, aunque sean grandes y de mucho
tienpo, pero que con las muchas, espesas y gruesas
rramas suyas suplía de manera el no ser tan frondoso,
que casi por ninguna parte el sitio que ocupauan era
molestado del sol, sino era por muy poco espacio quan-
do salia ó tramontaua. Paregio digna la vastídad y ad-
mirable grandeza deste antichíssimo plátano de la me-
moria que aqui del se a hecho, pudiéndose conparar,
sino era superior, al que (i) halló Li^ínio Mugiano (2)
en Asia la menor, caminan[do] de Antíochia de Suria
á Roma.
El persiano que venia por guia de toda la carauana,
que se Uámaua Cassenbec y era de los soldados de la
guardia del rey que se nonbran corchis, enbió á rro-
gar al Enbaxador, con otro soldado que venia por su
ayudante, que se detuuiese alli aquel dia, porque él no
podía llegar hasta por la mañana adelante, viniendo,
como venia el curdo, muy malo. El Enbaxador, que
venia muy enfadado con él por querelle obligar á ca-
minar al paso de los otros, le rrespondio que por nin-
gún caso auía de aguardar mas^ sino que se auia de
partir aquella mesma tarde. Pero como juntamente lle-
gase un criado del curdo á pedille con muchos enea-
regimientos lo mesmo, diziendo quan enfermo venia, lo
uvo de hazer^ y ansí otro dia tenprano llegó el rresto
de la carauana con los curdos y georgianos y algunos
mas persianos con sus mugeres, que de Caxen y Cum
venían á Spahan. Era este régulo curdo, pues se a
hecho tanta mengion del, señor de aquella parte del
Curdístan que díuíde la Media de la Susíana, y por
(i) sigun Plinto.
(2) caminando de Suria á Roma.
— Sao —
esto lo mas oriental de esta rregion. Y como tan pro-
pinquo se hallase á las dichas prouingias del señorío
del rey de Persia, se mostró sienpre en lo exterior con-
federado y amigo suyo, con el rreconoQÍmiento que los
inferiores suelen hazer á los mas poderosos, corriendo
lo mesmo por todos los demás señores del Curdistan,
rreconogiendo los unos al mesmo rey de Persia, y los
otros al Turco, sigun la vezindad y cercania de su tie-
rra con los reynos y prouingias destos dos grandes
principes. Hilao Chan, que como se a dicho se hallaua
tan enpeñado y propinquo á la Media y á la giudad de
Amadam, frontera de los persianos, demás de las su-
misiones y rreconogimientos annuales enbió á su hijo
Mirza Cham á la corte del rey de Persia, para que en
demostración del buen animo suyo asistiese en ella, y
ansí continuó algunos años antes del tienpo en que
esto se escríue. Pero como la vezindad tanbien del
Turco por la Assiria y parte de Susiana tuuiese al rey
de Persia con sospecha, ó lo mas ^ierto por obligar al
hijo, que andaua en su corte, con el despojo de su pa-
dre, casi en los mesmos dias que el Enbaxador llegó á
Casbin enbió á llamar al pobre de Hilao Chan con oca-
sión de comunicar con él algunas cosas tocantes á
aquellas fronteras, corriendo ya fama ^ierta de que el
exergito turquesco entraua desde Van por los conñnes
de Media. El Curdo no se atreuio á negar la venida á
Casbin, temiendo aun peor suceso sigun el rey de Per-
sia se auia auído con otros señores del Curdistan ve-
zinos suyos, y ansi llegó á la corte en el dicho tienpo
trayendo sus mugeres y hijos con la demás familia,
teniendo por gierto lo que después sucedió. Porque
luego que entró en la corte, el rey, después de auello
rregibido muy bien le dixo que^le queria tener consigo
algún tienpo valiéndose de su consejo en las cosas de
inportan^ia que entonces se offre^ian, y con esto enbió
á su hijo á governar el estado y tierras de su padre.
^321 —
Luego, al tienpo que se quiso partir el rey á Sultanía
le enbió á dezír que no quería darle trabaxo de segui-
llé, siendo ya viejo, y ansí que le estaria mejor aguar-
dalle en Spahan, á donde quería enbialle. El Curdo, que
auia sospechado peor que esto, obedeció de buena
gana, lleuando en pagiengia su prísion, sucediendo esto
al tienpo que el Enbaxador se andaua dando príesa
para salir de Casbin para Spahan y que para aposen-
talle y guialle por el camino le auia nonbrado el rey á
Cassenbec, el soldado corchi que ya se a dicho. Y como
en semejante ministerio sienpre los que para él se non-
bran se aprouechen por los lugares á donde paran, ha-
ziendose contribuir inperiosamente de muchas mas co-
sas de las que ellos dan á los huespedes que lleuan,
este corchi pidió por merged al rey que pues el Enba-
xador iua á Spahan, adonde tanbien se auian de lleuar
los curdos y georgianos, que él les haria, con otro sol-
dado que le ayudase, el aposento á todos. Y aunque el
Enbaxador entendió esto enCasbin y que por ello, aguar-
dando á que el curdo se apercibiese, le entreluuieron
dos ó tres dias mas en aquella ciudad, lo disimuló. Pero
como sé a dicho venia ya enfadado, viendo que le oblí-
gaua á caminar mas de espacio. Poco antes de la ora en
que el Enbaxador se quería partir, el corchi Cassen-
bec boluio á pedirle, con el conpañero, que tanbien se
detuuiese aquel día, porque le conuenia luego boluer
atrás á buscar uno de los georgianos de quien tenia
auiso auersele huido, porque de no hazello ansí el rey
le mandaría cortar la cabega, enbiando (i) ansimesmo
secretamente á amenazar á los camelleros y demás ba-
gageros que los enpalaria si hiciesen movimiento de
alli. Con esto se acabó de enfadar el Enbaxador y con
uno de los interpretes le enbió á dezir que se fuese á
donde quisiese, que él no venia preso, ni auia menes-
(i) juntamente,
21
— 322 —
ter su conpañia y ansí quería luego partirse, y que mi-
rase bien no tratase de amenazar á nadie de la cara-
uana que le tocaua, porque lo pagaría si se pusiese á
ello. Halló el interprete á nuestro corchi en casa del
governador del lugar, tan fuera de sí de lo mucho que
auia bevído y entonces bevía, que sin aguardar á que
acabase de darle el rrecado que Ueuaua echó mano á la
gimitarra para matalle. Pero como el interprete tan-
bien (i) sacase su espada y se pusiese en defensa, el go-
vernador y otros persianos que aunque entonces tan-
bien bevían estauan mas en su seso, los pusieron en
paz. Sabido esto por el Enbaxador mandó luego que
cargasen muy apriesa, y que si el corchi viniese y qui-
siese inpedillo le pusiesen muy bien las manos, aunque
esto no fue menester, porque luego llegó con el gover-
nador y otros tres ó quatro, dando al Enbaxador mu-
chas disculpas, mayormente de auer puesto mano á la
gimitarra, diziendo que lo auia hecho de offendído del
interprete porque offre^iendole que beviese no auia
querido hazello. En fin, aceptado su (2) descargo el
Enbaxador se partió licuando consigo a! otro soldado,
y el Assenbec, casi sin poder tenerse á cauallo, bol vio
en busca del preso huido, aunque después lo halló muy
9erca de allí, que se venia sin auer hecho novedad mas
de auerse detenido en la jornada de atrás por causa de
un cavallo que venia cansado. La milicia de los suso-
dichos corchis es de rrenegados armenios, georgia-
nos y Qircassos. Pelean á cauallo, algunos con arcabu-
zes, y los mas con arcos y flechas, demás de sus cimi-
tarras, sin vsar otras armas defensiuas que algunas la-
minas de azero quadradas de un palmo poco mas ó
menos de diámetro, que se atan sobre el pecho y vien-
tre, una ó dos ó tres, quedando desnudas las demás
(i) pusiese mano,
(2) disculpas.
— 323 —
partes del cuerpo. Y aunque el turbante deñenda la
cabeca, traen todos tan descubierto el cuello^ ceruiz y
garganta, que qualquier golpe de cimitarra en aquellas
partes es mortal^ demás de estar expuestas patente-
mente á qualquiera otra herida. Los capitanes y hon-
bres de mas quenta dellos vsan jacos de malla y tes-
teras de azero en las frentes y pechos de los cauallos,
siendo esto tanbien muy en vso entre los demás capi-
tanes persianos, mas por ostentación que por defensa
de los mesmos cauallos, que por ser muy ligeros y pe-
lear sus señores de lexos en ellos solo pueden temer
las ñechaS; que pocas vezes mueren dellas. Tienen
estos pretorianos un cabo, ó Aga, como entre los tur-
cos los jani^aros, que llaman Corchi Bassi y es una de
las mayores dignidades que agora ay entre los persia-
nos. El que al presente ocupa este offigio se llama Ta-
mis Cham, que demás de ser muy acepto y valido del
rey, está casado con una hija suya, asistiendo sienpre
cerca de su persona. Por particular preminencia traen
los dichos corchis sienpre una ñecha dorada hincada
en el turbante, y son tan insolentes y sumamente inpe-
riosos en qualquier ministerio que á qualquiera dellos
le sea encargado, que si tan presto no son obedecidos
dan muchos palos á los que con presteza no executan
lo que les mandan, aunque sean los mesmos governa-
dores de las ciudades, como sucedía en esta jornada,
pero hallándose el Enbaxador presente sienpre le iua á
la mano al corchi Vssenbec en los tales casos, suce-
diendo muchas vezes, por ser este soldado arrebatado
y violento, con el continuo vino á que notablemente
todos son dados.
- SM —
CAPITULO II
Salida de Natán.— Llegada ds un correo de Su Majestad Católica.
Entra de nuevo D. García en Spahan. — Guerra que hubo entre
los persas y los turcos.— Cartas que envió D. Roberto Sheriey.
Cometa que se vio por entonces. — Raro animal que llevaron á
D. García.
9, 10. Con gran calor, aunque poco antes que el sol
se pusiese, salió el Enbaxador del alojamiento del gran
plátano de Natán, dexando á la mano izquierda todo
aquel su hermoso valle poblado de caserías y huertas,
y antes de acabar de lo dexar atrás se pasó por una la-
dera del mesmo monte que se lleuaua á la mano dere-
cha, de muy apazible suelo, porque no obstante ser ya
tan entrado Agosto estaua lo mas del cubierto de yer-
ua y sin la aspereza de piedras que se halló en todo
aquel sitio. Corría por la ladera desde lo mas alto del
monte un hermosissimo y muy frío canal de agua que
aunque no era muy grande bastaua para rregar mu-
chas huertas, y su clarídad obligó á que el Enbaxador
parase allí un poco por beuer della á la sonbra de uno
de los muchos arboles que por toda la ladera auia, la
qual hazia una muy bella perspectiua, ansi con ellos
como con los demás que se a dicho. Llegó allí luego
un deruis muy viejo que aviendo resgibido limosna del
Enbaxador contó grandes antiguallas de aquel valle,
las quales se sabian de tradición desde mucho tienpo
antes de la promulgagion de la secta de Mahamet (i).
(i) las quales.
-325-
que no se ponen aquí por ser todas vulgares fábulas á
que toda la gente de Asia es muy inclinada y pronta
para dalles fe. De todo este sitio no se pudo hazer me*
moría á la ida á Casbin por se pasar por él de noche,
en que no se pudo percibir qual el fuese. Y aunque en
la mansión del gran plátano se halló tan buena como-
didad como se ha dicho, esta de aqui le hazia notoria
ventaja, ansi por la verdura del suelo y frescura de
tantos arboles, como por la bondad del agua^ no avien-
dose hallado en otra ninguna parte mejor, demás de
tener tan (erca tantas huertas con abundancia de toda
suerte de frutas. Hizose esta noche una muy larga jor-
nada dejando á la mano izquierda la huerta y casa do-
rada del rey llamada Tajut Abat adonde á la ida á
Casbin el Enbaxador auia parado, y poco antes de
amanecer se llegó al carauasar de la fuente de la mala
agua^ viniendo todos por esta causa proveídos de la
buena que se dexaua atrás. El orden que el Enbaxa*
dor tenía en caminar era mandar que una ora antes de
ponerse el sol penasen sus criados, y caminando las
cargas un poco delante con los mas dellos, él se ponía
á cauallo con los otros y caminaua ansi hasta media
noche; á esta ora tomaua su litera, adonde comía algu-
na cosa liuiana de una fíanbrera ó cosa dulce que allí
Qerca le traían, beuíendo del agua que venia en una
bolsa turca colgada de una de las varas de la litera, la
qual en aquella ora se hallaua muy fría. Las mas ve-
zes, ó no comía cosa alguna, ó pasaua con solo un poco
de pan, por beuer menos^ y luego rreposaua (i) en la
mesma litera, hasta llegar á la parte á donde se auia de
parar, y allí, hallando ya hecha su cama dormia hasta
las nueue ó las diez del día siguiente, gastándose el
rresto del en comer y reposar, comentando luego á
hazer viage á la ora acostunbrada. Y ansí, guardándose
(i) un poco.
- 326-
del sol y de las malas aguas él y todos sus criados vi-
nieron con salud á Spahan, auiendola cobrado en el
camino los que salieron enfermos de Casbin.
A I ly salió el Enbaxador del dicho carauasar, y ca-
minando toda la jornada á cauallo, que fue de siete le-
guaSy se llegó al caravasar [de] una jornada antes de la
aldea de Dolatabat, adonde le alcanzó un correo de su
Magestad Catholica^ que desde Alepo vino á Casbin,
teniendo nueua en Bagadad que el Enbaxador estaua
alli, y aunque se auia dado mucha priesa no auia po-
dido llegar antes. Llamauase este correo ^ que era ar-
menio, Simón Barbuto, que auia dos años que estaua
en España, adonde le auia enbiado con cartas á su Ma-
gestad, Davit, uno de los Patríarchas de los armenios,
sobre que le rrecomendase al rey de Persia en la dife-
rencia que tenia sobre el Patriarchado con Melchisedec,
sigun mas largamente se dirá adelante. En el pliego que
el Enbaxador tuuo con este correo le mandaua, entre
otras cosas, su Magestad , que si no uvíese pasado en
Persia, io hiziese luego, ó que sigun le pares(iese pu-
diese diferir su venida. Llegó tarde este orden que el
Enbaxador deseaua tener muchos dias auia, conociendo
bien desde luego que llegó á la India y halló perdida
la fortaleza de Comoran, de quan inútil y de poca rre-
putacion á Su Magestad era esta su Enbaxada (i), y si
este pliego le alcanzara en Ormuz, por ningún caso en-
trara en Persia, sino que desde allf ó de la India se bol-
uiera á España.
A 12, se partió el Enbaxador de este caravasar y
llegó poco mas de á media noche á la aldea de Dolata-
bat, de donde otro dia tenprano enbió su rropa con
algunos criados á Spahan á la mesma posada adonde
auia estado antes de partirse á Casbin.
(i) y ansi como.
— 327 —
A i3y salió el Enbaxador de la dicha aldea á cauallo,
y sin entrar en la litera, por ser tres leguas pequeñas
de camino, á las diez de la noche llegó á Spahan, aun-
que el quisiera poder pasar luego á Ormuz, con quan-
to calor hazia aquellos dias; tan enfadado y con poco
gusto le tenia la mala dispusigion en que auia hallado
las cosas de Pcrsia;
Dos ó tres dias adelante llegó nuestro corchi Cas-
senbec con el curdo y georgianos, y porque traia or-
den del rey de mejorar de posada al Enbaxador se
hizo luego diligencia de buscalle una buena casa, pero
como se escogiesen algunas que lo pare^ian por tener
grandes huertas y algunos aposentos espaciosos y de
aparen^ia, en ninguna se halló conmodo aposento para
la familia toda del Enbaxador. Y ansi se rresoluio que-
darse en la posada en que estaua, añadiéndole otra
casa que le caia junto, de manera que abriéndose puer-
ta de la una á la otra pares;ia una sola, auiendo en
anbas conmodo y bastante aposento para todos, y
aunque el Enbaxador tenia poco para sí, era fresco y
bueno, con dos lonjas ó varandas baxas y un patiezillo
con un estanque pequeño en una de las lonjas, tenien-
do muy á mano la huerta, que si no se halló ya fruta
en ella^ estaua muy verde con los muchos arboles y
parras que en ella auia.
Estaua esta posada del Enbaxador en el centro de
laciudad(i)y muy propinqua á la mezquita mayor
della, como ya se a dicho, y con la vezindad de un ba-
zar en que auia los mantenimientos necesarios. Y aun-
que entre la puerta principal de la mezquita y otro
sanctuario ó casa de oración de estos persianos, labra-
do sumptuosamente , auia un grande espacio como
placa, adonde era la mayor frequencia y concurso de
gente que auia en toda esta ciudad de Spahan, la en-
(i) ^cano de io^
-328 —
trada para la posada era. muy a trasmano, por una
calleja angosta^ de manera que estaua separada del con-
curso de los que frequentauan las dichas mezquitas,
plaga y bazar^ pero por un lado tan cercana á la mez-
quita mayor que desde las ventanas se oian las boze$
de los muías ó aliaquis que predícauan dentro della.
En lo rrestante de Agosto y gran parte de Septíen-
bre cada día venían nueuas del ordu ó canpo del rey,
aunque sin gertidunbre alguna, de lo que con los turcos
sucedía, porque demás de ser la mayor parte de esta
gente oriental instable y de poca fe, nadie se atreuia á
publicar mas de aquello que entendían gustarían los
ministros del rey^ por el miedo que les rresultaria de
hazer lo contrario. Demás de que los perstanos guar-
dan obseruanteniente lo que se les encarga que toque
á su rey, mayormente de no descubriUo á los francos,
de quien naturalmente son mayores enemigos que los
mesmos turcos. Pero luego llegaron cartas del rey para
su visir y governador en que les daua larga cuenta de
un rrecuentro que su exergito auia tenido con la auan-
guardia del canpo turquesco, en que leuantaua y en-
grandecía la victoria que de sus enemigos auia alean-
gado. Vinieron luego los dichos visir y gouernador con
la mesma carta del rey, auíendoles sido ansí mandado,
á leérsela y hazer rrelagíon del sugeso al Enbaxador,
aunque luego paregio ser encaresgí miento lo que en
la carta se dezia, hazíendo memoria, sin los muchos
muertos, de tantos Baxas y personages grandes, pre-
sos, como sí todo el exergito de los turcos uviese sido
destruido auiendose peleado en justa y general batalla.
Mostró el Enbaxador holgarse mucho, dándoles el pa-
rabién de la victoria á los que auían venido á darle la
nueua della y escríuiendo á su rey lo mesmp, aunque
las cosas de Ormuz se hallauan en estado que se pu-
diera este tener por mal sugeso, sigun lo que del rey se
pudiera temer hallándose desocupado de otros enemi-
gos. Comentóse luego á publicar, aunque no verdadero
en todo> el caso como auía sucedido, mayormente con
la venida en aquella sazón á Spahan de fray Juan Tha-
deo, que desde Casbin quiso seguir el ordu ó canpo del
rey hasta Ardeuil, y mas en particular con la rrelagion
que algunos días . adelante hizo al Enbaxador un cria-
do de Emacolíchan, soltan ó chan de Xiras, el qual se
hallo en el rrequentro aquel dia^ y muy sencillamente
y sin artificio rrefírio el caso como auia pasado, que sí-
gun lo que buenamente se pudo colegir fue. Que auien-
do el rey de Persia desmantelado del todo, no solamen-
te la giudad de Tauris ya tantas vezes arruinada, sino
-tanbien la fortaleza que (erca della auia fabricado, aun-
que en sitio fuerte, y talado toda la canpaña de^e aqui
hasta Ardeuil, comengo tanbien, con euidentes mues-
tras de temor, á desmantelar tanbien esta giudad,conser
un santuario tan venerado de la rreligion de los sophia-
nos, de quien él es principal cabega ó Calipha (i) y en
cuyotenplo está sepultado Xeque Haidar,promulgador
de la dicha rreligion y padre del grande Sophi Hismael,
con todos los demás reyes de Persia que después le su-
cedieron. Fue tan grande el escándalo y alboroto de
todos los vezinos de Ardeuil, viéndose forjados á des-
^nparar sus casas, mayormente aquel tan insigne ten-
plo^ tenido en tanta veneración de todos, que comen-
taron á tumultuar, dando muestras de no querer obe-
decer si entonces tuuieran quien les diera calor á ello,
y particularmente las mugeres, gritando y lamentando,
dezian grandes injurias al mesmo rey en su presencia.
Pero él disimulándolo todo y sacando los huesos de
los reyes ya dichos, con todas las oblaciones y demás
rriquezas que auia en el tenplo, lo mandó todo Ueuar
con gran priesa á Pharabat, la nueua colonia de Ma-
sandaran de que atrás se a hecho rrelacion, y él con los
( I ) yá dQndt tistá enterrado .
— 33o —
pocos soldados que entonces tenia consigo hazer lo
mesmo luego que tuuiese auiso de que los turcos lle-
gasen mas ^erca, ó que su exer^ito tuuiese algún mal
suceso con ellos. Era cosa muy conocida en este rey,
desde Casbin, la mucha desconfianza suya y temor
grande de tan poderoso exer^ito de los turcos, y en-
tonces de mas ^erca se conoció mas claramente con
tan euidentes muestras como las que se an dicho, no
queriendo intentar ningún genero de rresisten^ia mas
de aquella que la mucha penuria de vituallas en tanta
tierra despoblada y sola podia poner en necesidad y
estrechar á los enemigos á boluerse. Y aunque ansi por
lo rreferido, como por ser el rey tenido por mas cauto
y vigilante que determinado y amigo de pelear, per-
diese en esta ocasión mucha de la adquirida reputación
suya, se deue atribuir esto á mucha prudencia, midien-
do y rreconogiendo sus fuerzas tan desiguales y en
todo inferiores á las del Turco, mayormente hallándo-
se, aunque sumamente temido, tan aborrecido y odiado
de los suyos, por los muchos que dellos auia muerto
y por auer tan poco tienpo atrás, inpia y cruelmente
quitado, sin causa alguna aparente, la vida á su propio
hijo. Paresciendole, y con rrazon, que con qualquiera
aduerso trance que con el exergito enemigo tuuiese le
auian de desanparar los mas y llegársele á qualesquic-
ra de los otros dos hijos que tenia ya en edad conpe-
tente para ser reyes. Demás de que los reyes de Persia,
después de la rrota que el Sophi Hismael rregibio de
Selin, junto á Cohin, en los canposde Calderan, sienpre
huyeron de venir á batalla justa con los turcos, como
coa enemigos tanto mas poderosos que ellos. Y por
esta causa, aunque algunos de los reyes posteriores de
Persia, especialmente Xa Abas, que rreina estos dias,
pudieran, por la mucha comunicación y trato con la
gente de Europa, mayormente de los portugueses, vsar
en la guerra de artillería de canpaña, no quieren obli-
--33i -
garse á milicia stataria y que Íes pueda ser de inpedi-
mento para con presteza rretirarse, ó de inprouiso
asaltar al enemigo, conforme á su ordinaria manera de
pelear. Demás de que desde muchos siglos los persia-
nos vsaron esta forma de milicia, como peculiar y pro-
pia á casi todos los asiáticos, con la qual por tantas
edades se defendieron de la potencia romana, desanpa-
rando entonces, como lo hazen agora, sus mas rricas y
opulentas (iudades que tantas vezes fueron presa de
aquellos enemigos. Y el daño mayor que su^edia á los
exer^itos romanos entonces era hallar tanta tierra aso-
lada y sin mantenimientos, y adonde sin hallar enemi-
gos con quien pelear, la misma penuria de vituallas y el
mucho trabajo de caminar por tan estendidas rregiones
los consumía. Y aunque aquellos grandes y potentissi-
mos monarchas antiguos de los persas, las guerras que
enprendieron fueron statarias y con el aparato confor-
me á su mucha potengia, después de auerse acabado
su monarchia por Alexandro Magno, los parthos, que
sucedieron en parte de aquel grande inperio después
de auer expelido á los griegos, como tan inferiores á
los antiguos persas vsaron sienpre la manera de pe-
lear de los sgithas, de quien traían origen. La qual se
continuo después en Asia auiendose hecho los árabes
señores de la mayor parte del Oriente, mayormente de
las prouingias de que auian sido señores los parthos y
antiguos persas. En estas mesmas sucedieron adelan-
te primero los turcos y después los tártaros, naciones
tanbien de laSgithia, cuyas costunbres, lengua y forma
de milicias son las mesmas que los persianos guardan
agora, juntamente con la secta y otras muchas gerimo-
nias de los árabes, estando entre ellos, como atrás se a
dicho ya, del todo extinguida y acabada, el lustre, pu-
liría y grandeza de los persas antiguos. Conforme á lo
rreferido parece que el rey de Persia continuaua la
rregibida costunbre de la milicia asiática, especialmente
— 332 -
hallándose con tan inferiores fuerzas de las que traia
el exer^ito turquesco, y ansí desde luego que Cali Baxa
llego á Caramit para desde allí entrar por Van en Ar-
menia y Media, hizo grandes diligencias por conponerse
con él, no preparando en sumisiones, ni condiciones al-
gunas, como no le obligasen á boluer lo que los años
atrás auia cobrado de los turcos en estas dos prouin-
9iás, ni en todo el Siruan, que tanbien auia ganado.
Porque le paremia que con algunas treguas ó pazes
por poco tienpo, aunque él se obligase como pensiona-
rio del Turco prometiéndole expreso rreconogimiento,
boluia vano, no solo sin prouecho, sino con euidente
daño, consumiéndose infínilo tesoro [y] toda aquella
machina de un tan poderoso exer<;ito, mayor sin conpa-
ragion que ninguno de todos los pasados. Pero el Baxa
general, ó Serdar de los enemigos, conociendo el arte
con que el rey promedia, estando ya muy de atrás
entendido quan poco se podía conñar de sus prome-
sas, nunca quiso venir en otra ninguna condición si pri-
mero no rrestituia lo nueuamente ganado, especial-
mente la prouincia de Siruan y lo que á Támaras Chan
en el Gurgístan auia (i) ocupado. Este designo del rey
de Persia, con lo que los turcos pretendian, se entendió
luego en Casbín por las extraordinarias diligencias que
el rey hizo con [el] Chaus, bolando correos desde allí
á Cali Baxa, que llegaua ya con el exercitoá Van, y sien-
do fama que le auia offrecido secretamente gran suma
de oro y ansimesmo dado al Chaus algunas joyas, el
qual, como adelante parescio, fue el principal instru-
mento para que las treguas ó pazes se asentasen, aun-
que las causas' que para esto uvo fueron mayores y
más vrgentes. Todo lo rreferido obligó al rey de Per-
sia á padecer antes qualquiera infamia, destruyendo y
desanparando tanta parte de la Media, y alguna della
(i) tomado. .
— 333 —
adonde jamas los turcos en ninguna de las guerras pa-
sadas auian llegado, que llegar á rronpimiento de ba-
talla justa con ellos^ siéndoles tan inferior en número
de caualleria, mayormente en el valor de la infantería,
sin el grande aparato de artelleria de que caregian los
suyos. Y ansi mandó expresamente, con pena de per-
der la cabera, á Cachicachan, armenio rrenegado y ge-
neral de su exergito, que por ningún caso pelease con
los turcos aunque tuuiese ocasión y rreconosgiese ven-
taja para ella, sino que andando sienpre á la mira
con su expedita y suelta cauallería, procurase solo
rronperle las escoltas y gente desmandada, y destru-
yendo la canpaña se viniese rretirando hasta meter
los enemigos todo lo mas que pudiese la tierra aden-
tro. Conforme á esta orden se quedó el mesmo rey con
sola la gente que bastaua para desmantelar á Ardevil,
como rresueltamente lo hizo. El número de la cavalle-
ria que se juntó en Soltania, catorze ó quinze leguas de
Casbin, no se pudo aueriguar puntualmente, mas de si-
gun lo que de las rrelagiones de varias personas se pue-
de buenamente colegir serian los que se hallaron con el
dicho general persiano, sin gínco ó seis mil malos ar-
cabuzeros á pie, pocos mas ó menos de treinta mil
cauallos, y sin los mogos y criados de los soldados.
Con tan estrecha orden de no pelear, como se a dicho,
se puso Cachicachan casi en el medio del camino entre
Tauris y Ardeuil, siendo la distancia que ay entre es-
tas dos giudades de veinte y ginco leguas, y alli aguar-
do á saber la derrota que el canpo de los enemigos to-
maua. Estaua con él, teniendo el sigundo lugar en el
exergito, Emancolican, Cham de Xiras, hijo de Alauer-
dechan, con la gente de guerra de Xiras y de su distri-
to, tenida sienpre por la más valerosa de toda la Persia,
y ansi estos como los demás sin otros inpedimentos
más de los muy forgosos, para con presteza rretirarse
luego que tuuiesen auiso de acercarse el enemigo.
- 334 —
Quando de inprouisOy de algunos cauallos que hazian
la guarda algo apartados hazia el camino de Tauris^
les dieron rrebato de como todo el exergito enemigo
venia ya cerca. Y como sienpre en los casos rrepenti-
nos de que se espera peligro las cosas parecen mayo-
res y más terribles de lo que son, ansi á estas centine-
las de los persianos, descubriendo tanto numero de ca-
ualleria creyeron, como era muy verisímil, venir alli
todo el canpo de los turcos, siendo esta sola su auan-
guardia. Porque Cali Baxa, después de auerse juntado
con el rresto de su numeroso exer^ito el Baxa de Er-
zirun y algunos georgianos y curdos, caminó derecho á
Tauris, auiendo ya tenido nueua de que la giudad y
fortaleza se desmantelaua. Auia sido saqueada y muy
disminuida de su gran población esta nobilissima ciu-
dad, pero sienpre auian quedado en ella rrastros y
mucha parte del lustre de su antigua grandeza; mas en
esta sazón, hallándola los tarcos del todo asolada v ta-
lada su hermosissima y fertilíssima canpaña, les puso
no solo admiración, sino que les causó conpasion, ma-
yormente á los que allí auian estado de presidio tantos
años. Y como juntamente viese el Baxa desanparaday
arruinada tanbien la fortaleza, que por su fuerte sitio
con mediano presidio pudiera defenderse, ó á lo menos
gastar y debilitar las fuerzas de su exergito por muchos
días, le pares^io, como á la verdad lo era, que los per-
sianos mostrauan en esto euidentes muestras de temor,
y que ansi conucnia, pues el tienpo le daua á ello lugar,
teniendo su exergíto fresco y entero, pasar adelante
antes que los persíanos se rrehiziesen de más soldados,
teniendo auíso por sus espías que aguardauan socorro
de Hircania y Corassan. En execugion de esto enbió
adelante la auanguardia, en que auia veinte mil tarta-
ros, con los Baxas é governadores de Van y Erzirun, y
á Tamarascan con tres mil georgianos, dándoles orden
que corriendo los tártaros delante rreconociesen en
— 335 —
que parte se hallase el caixpo de los persianos y con
que número y calidad de gente. Luego como la van-
guardia turquesca comenzó a caminar, otro dia después
de auerse apartado del cuerpo de su exer^ito supo
que Cachicacham estaua diez leguas de alli con parte
de la gente de guerra de los enemigos, afirmándoles
algunos que no llegavan á veinte mil, y que su rey,
desconfiado de poder defender la canpaña, desmante-
laua á Ardeuil para rretirarse mas la tierra adentro.
Con esto pasaron adelante hasta llegar á menos de dos
leguas de los persianos, los quales con el rrepentino
temor que ya se a rreferido, sin dar lugar el peligro
cercano á más consultas, tumultuariamente y á gran
priesa comentaron á rretirarse, dexandose la mayor
parte de las tiendas y en ellas las cosas de más inpedi-
mento. Las mugeres que en los exerqítos acostunbran
á seguir á los soldados aunque sea en casos tan arduos
y peligrosos, como andan desenbueltamente á cauallo
como los honbres fueron las primeras á huir con su
rropa^ camellos y criados. Pero como después de aquel
primer movimiento Cachicachan y los demás capita-
nes persianos, algún tanto ya fuera de su rreal, hizie-
sen parar á los que huían, los pusieron en orden ha-
llándose en lugar desenbaragado, teniendo el cuerno
derecho el dicho general, y Emancolican, señor de Xi-
ras, el izquierdo. Y para rrecono^er de más ^erca los
turcos enbiaron delante quatro mil cauallos y dos mil
infantes arcabuzeros á pie, con orden de que luego se
rretirasen con rrelagion gierta de lo que viesen, Y
aunque el número de esta gente para rreconocer era
mucha, mayormente lleuando infantería, que no podia
ponerse en saluo con tanta presteza, pareció después
que el digsígno de Cachicán fué de que los enemigos
se entretuuiesen con ellos en el Ínterin que él pudiese
acabar de ordenar el rresto de sus soldados, ó ponerse
en saluo con ellos, auenturando á perder por esta cau-
— 336 --
sa los que auia enbiado delante, siendo como eran
de los de menos ínportancia que auia en su exer^ito.
Auiase leuantado esta gente de guerra en las ciudades
de Spahan, Jesda y Caxen y de sus aldeas gircunve-
zinas, y como á poco más de medía legua topase
con los tártaros, que sigun se a dicho venían como
más sueltos en los primeros de la auanguardia turques-
ca, sin guardar el orden que traian arremetieron á ellos,
ó lo que parece más ^ierto no tuuieron lugar de hazer
otra cosa, porque los tártaros, sigun su costunbre, en-
bistiendolos por la frente y por los costados con gran
número de flechas los rronpieron y pusieron luego en
huida, aunque ansí en ella como en la poca rresistcn-
gia que hallaron degollaron la mayor parte dellos. Fué
tan presta y rrepentina esta facción, que el rruido y
grita de los que huían y de los que venían executan-
do el alcance, los unos y los otros llegaron casi á un
tíenpo al cuerno izquierdo de los persianos, de manera
que sin euidente peligro de perderse todos no podían
ya rretirarse hallándose enuestídos y casi rrebueltos
con los enemigos. Y ansí, Daur Chan, ermano del Chan
de Xíras, que se hallo más ^erca con algunos soldados
viejos de la milicia de Alaverdechan su padre, qerró
animosamente con los tártaros que venían desordena-
dos siguiendo el alcance por aquella parte, hazíendo
luego lo mesmo Emancolichan su ermano, aunque
muy gordo y enpedido, viendo á Daurchan y á los
mejores soldados suyos tan enpeñados. Cachícachan,
aunque contra el orden del rey, no pudiendo ya hazer
menos, conociendo como buen soldado que le era for-
zoso pelear, ó morir huyendo por las espaldas, animan-
do á los persianos que estauan en su cuerno envistió
con gran valor en los tártaros, turcos y georgianos que
les seguían, trauandose por anbas partes una terrible
batalla, la qual por no traer los turcos artillería fué
igual por grande espacio, pero como los persianos des-
— 337 —
pues de auer disparado y gastado sus flechas ^errasen
de gerca con sus cimitarras con los tártaros, higieron
gran matanza en ellos, rre^íbíendo tanbien casi igual
daño, porque los turcos y georgianos, que deseauan
tomar venganza de la rruína que dos años antes auian
padecido en su prouin^ia, peleauan valerosamente, has-
ta que después de auerse puesto en huida los tártaros,
los demás hizieron lo mesmo, sin auer los persianos
seguido mucho á los que huian, ansí por auer perdido
muchos de los más valientes de los suyos, como por
temer no se hallase (erca el rresto del exerQito turques-
co, siendo esta la principal ocasión de no auer los ene-
migos rregíbido mayor daño. Y aunque el alcance fué
breue se prendieron algunos turcos y curdos que sigun
el lustre de las armas y vestido parecían de más cali-
dad, de los quales los persianos hizieron grande osten-
tación publicando auerse prendido en este rrequentro
los Baxas de Bagadat, Damasco, Caramit, Van y Erzi-
run, pareciendo después lo contrario, pues solo se añr-
ma auerse prendido el Baxa ó Sanjaco de Van. Tama-
rascan, que se auia portado valientemente, después de
aucrle muerto el cauallo algunos soldados georgianos
le saluaron de aquel peligro. Y en fín, esta facción fué
mucho menor de lo que se auia publicado, con daño
casi igual de anbas partes. Porque la primera nueua
que llego á Spahan fué de auer muerto veinte mil tár-
taros y turcos; después se díxo de muchos menos, has-
ta venir algunos á afírmar que ansi de estos como de
los persianos no fueron mas de diez mil. Y es tan in-
cierto y de poca fe quanto estas naciones orientales
afirman y publican, que no se puede dellos percibir
Certidunbfe alguna por la mucha confusión y ins-
tabilidad que vsan en sus palabras, siendo todos de
su naturaleza grandes mentirosos, mayormente en las
cosas que puede rresultalle algún daño ó prouecho
suyo.
— 338-
Lo que luego en pocos dias ( i ) se afirmó y publicó por
^ierto [es] que ni los turcos ni persianos no quedaron
con pérdida notable del trance que se a dicho, porque
Cali Baxa^ ni pasó adelante, como pudiera teniendo su
exergito entero, y no auer aun comengado los fríos en
aquellas prouingias, ni el rey de Persia desistió del trato
de pazes que desde Casbin se auia comengado, antes
en aquella mesma ocasión, auíendo entre los demás
presos sido hallado el Chaus^ medianero dellas^ en Cas-
bin, y lleuadole á Ardeuil al rey de Persia, le rregibio
amigablemente y muy rregalado lo enbio luego al
Baxa. Resultó (2) de aqui suspensión de armas, y den-
tro de pocos dias que el Chaus fué y vino se concluye-
ron las pazes ó treguas conforme á como el rey de
Persia pretendía, porque luego no solo no se trato cosa
hostil de una y otra parte, mas el rey enbió cantidad
de mantenimientos al canpo de Cali Baxa, que auia
parado una jornada adelante de Tauris. Con solo esto
se puso fin á la guerra que con tanto aparato se auia
comengado, esperándose della mayores efectos que en
todas las entradas pasadas de los turcos en Armenia y
Media auian sugedido. Pero el rey de Persia, siendo
solo su fin entretener, cansar y gastar sus enemigos,
dando tienpo al tienpo, quedaua satisfecho con rrete-
ner lo que con tanta feligidad auia ganado dellos los
años pasados, paresgiendole quedar con bastante rre-
putagion auiendo cobrado lo que su padre Mahamet
Codabanda auia perdido, y sustentarlo contra aduersa-
rio tanto más poderoso, mouiendolo pringipalmente á
desear y procurar con tantos medios la paz, el verse,
como ya se a dicho, sumamente aborregido de sus va-
sallos. Mas á Cali Baxa, teniendo á un lienpo conmo-
do y las fuergas de su exergito enteras, no solo para
(i) sucedió.
(3) luego.
- 339 -
socorrer la mayor parte de la Media, más aun saquear
las ciudades de Ardeuil, Soltania y Casbin, bien se co-
noció auer sido grandes y muy urgentes las causas
para tan apresuradamente rretirarsc. Estas, aunque la
fama que por la Persia corría era ser una dellas el di-
nero que ocultamente auia rregibido, se deue juzgar
por más verisímil la nueua asumqion al ínperio tur-
quesco del muchacho Osman y deposición de Mustafa
su tío, juntamente con la noticia que en Constantinopla
se tenía de preuenir en Europa tan grandes armadas
por su Magestad Catholica, rey de Francia y vene-
cianos.
Aguardó en vano el Enbaxador en Spahan orden
del rey de Persia para boluerse á Ormuz, sigun se le
auia prometido en Casbin, por alcanzar las naos en
Goa^ de aquel año, y poder enbarcarse á España, pero
aunque luego le despachó un correo adonde se auia
ido desde Ardeuil, no tuuo otra rrespuesta mas de
que él auia de venir muy presto á Spahan y que de
allí le despacharía. Entendióse luego querer detener
al Enbaxador hasta saber cómo se rre^ibia don Ro-
berto en la corte de España, cosa que sienpre auia
' tenido el Enbaxador que auia de suceder ansi^ con-
firmándose esto dentro de muy pocos días, vinien-
do un armenio con un pliego de cartas al mesmo
Enbaxador, dizíendole auerselas dado un árabe que
auia dexado muy enfermo, camino de Bagadad, y que
por venir el sobre escrito en letra de francos no sa-
bia á quien lo auia de dar; que mandase (i) verlo y
lo diese á quien venia dirigido. Preguntóle con mucho
cuydado el Enbaxador al armenio si sabia de donde
venia aquel árabe, y que por qué quando (2) recibió las
cartas no supo del á quien las auia de dar; respondió
(i) yo.
(a) U dio.
— 340 —
que por estar muy malo no ie auia dicho mas sino que
las lleuase á Spahan. Y porque el pliego venía muy
bien gerrado y sobre escrito de muy buena letra es-
pañola y dirigido á fray Juan Thadeo, prior del Car-
men, de quien ya se a hecho mengion, tuuo por ^ierto
el Enbaxador ser de don Roberto, mayormente auíen-
do hallado dos cartas en él después de abierto, escritas
en lengua persiana. Supo luego del armenio su non-
bre, y de como era vezino de la nueva Julfa, alli en
Spahan, enbiando con él, después de auelle despedido,
uno de los interpretes para saber y conoger su casa
y si era el mesmo que dezia. Lo qual sabido ser ansí,
y auiendo leído las cartas vn alfaqui ó muía per^iano
que de ordinario acudia á su posada, vio que las car-
tas eran para el rey de Persia la una, y la otra para el
dicho Fray Juan, escritas de don Roberto desde Lisboa
pocos dias después de auer llagado de la India, diziendo
en la del rey como auia sido alli muy mal visto y ad-
mitido, y que porque hazia instancia para que le dexa-
sen partir á la corte le suplicaua, si'(i) el Enbaxador
tuese llegado á Persia, le (2) detuuiese sin consentir
partirse (3) hasta que él le boluiese á auísar. En la
carta de fray Juan escreuia casi lo mesmo, y en la una
y la otra se fírmaua Bezabda, nonbre que el rey de
Persia le auia dado, y se rreferia tanbien á otros dupli-
cados que auia despachado por otras vias, sin hazer
mengíon de la persona á quien se uviese dado ó diri-
gido aquel pliego, y porque en Casbin auia sabido el
Enbaxador por gierto que Fray Juan auia rre^ibido
alli cartas de España pocos dias antes de partirse el
rey á Sultania, tuuo por sin duda auer enton9es rreqi-
bidose el mesmo duplicado, que acaso le vino á las
(i) yo,
(a) nos.
(3) partirme.
— 341 —
manos en Spahan, aunque sin esto sienpre creyó que
la ida de don Roberto, tan favoresQÍda y procurada de
algunos ministros de la India con tan mal zelo y poco
rrespecto de Su xMagestad, auia de ser euidente causa
de ^er el detenido en Persia (1), de que tanto senti-
miento tuvo sienpre. A ocho ó diez de Nouienbre deste
año de 16 18 algunos criados del Enbaxador que ma-
drugauan mas que los otros le vinieron á dezir cómo
auian visto (2) una muy notable señal en el cielo, tres
oras antes de amanecer, dos noches auia, y como luego
otro dia otros criados y algunos armenios afirmasen
lo mismo, pero variando todos, sin conformarse en la
forma y grandeza de aquella señal, el Enbaxador, aun-
que hazia grandisimo frió, bien arropado se leuantó las
dos noches siguientes á un terrado alto adonde le
causó grande admiración vn tan nuevo y extraordina-
rio cometa. Porque demás de su grandeza, que ocupaua
casi la quarta parte del ^ielo, cares^ia del todo del ful-
gor que los demás cometas tienen, siendo el color deste
propiamente del humo que haze la buena poluora, ó
como de feniza muy clara. Su figura era como la de
un alfange africano muy torgido hazia la punta, y ésta
mucho mas ancha que su principio, siendo de aqui muy
angosto, de cuyo remate, pareciendo ser aqui el fomento
y de donde se deriuaua el mesmo cometa, se vio la pri-
mera noche salir de quando en quando algunas peque-
ñas llamas de fuego; desde su principio, que era este,
se iua ensanchando cada vez mas hasta quedar, como
se a dicho, muy ancho y torcido en la punta, parescien-
do tanbien ansi un cogollo de palma esparziendo ha-
zia tras sus hojas; ocupaua por la mayor parte los sig-
nos de Virgo, Libra y Scorpion, y á su mano izquierda,
al nacimiento estiuo del Sol auia otro cometa pequeño
(i) cosa.
(a) dos horas antes de amanecer.
-342-
de los comunes, muy encendido, que después se acabó
con el grande algunos días adelante con la fercania
del Sol.
Pasóse el inuierno todo en Spahan con los grandes
y rrigurosos fríos que allí suelen padeferse en el tal
tienpo, sin tenerse nueua alguna de la venida del rey y
con alguna inquietud, no pudiendo escusarse del todo
quistiones y alborotos de gente rruin de la giudad con
la familia del Enbaxador, mayormente con los esclauos
y moQOS de seruiqio de la India, pero sin mas daño de
quedar una vez un soldado persiano mal herido, á
quien mandó el Enbaxador curar y dar todo lo nece-
sario para su rregalo, y después alguna cantidad de
dinero. Truxeron en aquellos primeros dias á mostrar
al Enbaxador un extraño animal, diferente de todos
los demás de que hasta alli (i) se uviese tenido en el
mundo alguna notifia. Era del'tamaño de un perro de
agua ó perdiguero^ pero todos quatro pies tan cortos
que paresQia traer la barriga por el suelo, como un la-
garto; la cola, gruesa del nacimiento, viniendo después
á quedar en punta muy delgada como la del mesmo
lagarto, aunque mas corta mucho (2) conforme la pro-
porción de su cuerpo. La cabefa^ sigun su grosor y
grandeza era pequeña, con el cuello muy corto (3) y de
tan suzia y fea catadura que ponia asco en mirallo. El
pelo del cuerpo era mucho mas corto que el de un
lobo marino, de manera que paregia no tener alguno,
sino como el cuero que pintan á las serpientes, de que
este animal tenia mucha semejanga^ siendo todo de un
color de ceniza mojada, tan abominable y triste como
itodo el rresto (4). Venia preso por anbos los pies tra-
(i) entonces.
(a) sigun.
(^) y grandes y fuertes dientes en la boca.
(4) de su figura.
— 343 -
seros con una rre^ia cuerda qué traía un honbre del
canpo, el qual con anbas manos y haziendo mucha
fuerza no pudo detenello para que con mucho ínpetu
se arrojase en una fuente ó estanque pequeño que allí
en la posada del Enbaxador auia, de casi un estado de
hondo, 9abuIlendose hasta el suelo sin poderlo sacar
hasta le ayudar otro labrador que venía con él. Des-
pués de estar fuera se mostraua fero^issimo y brauo
queriéndose boluer al agja, no atreuíendose nadie,
fuera de los que lo traían, á llegarse á él, abriendo la
boca y mostrando grandes y fuertes dientes en ella.
Y preguntando el Enbaxador á los dichos honbres en
qué parte le auian hallado, le dixeron que [en] un caño
6 conducto subterráneo de los muchos que ay en toda
Persia, por donde desde muy lexos suelen deriuar y
traer el agua para rregar las huertas y tierras de pan, y
que en aquella comarca no se auia hallado otro como
aquel, ni sabían que lo uvíese en otra parte. Paremia
QÍerto muy conforme la rrelagion de estos honbres con
la naturaleza aparente y mostruosa forma de este ex-
quisito animal, mas produzido en las escondidas ca-
uernas de la tierra que participante del aire ó de las
aguas de los lagos y rrios. Juan Vilani en su Historia
de Italia haze mención de un gran tenblor de tierra que
sobreuino en su tienpo (i) en muchas partes della y
que entonces rrebentaron en algunas gruesos golpes
de agua negra y hedienda, y que en el Mugelo, territo-
rio fértil gerca de Florencia, por una de estas rroturas
del suelo entre el agua salieron tres serpientes de qua-
tro pies, de la grandeza de perros^ que deuian de ser
de la mesma calidad y forma del que aquí se a dicho.
(i) en Italia, por el qual.
— 344 —
CAPÍTULO in
Ceremonias de los persas en el aniversario de Ya muerte de Hussen^
nieto de Mahoma.—Predicacíones de los álfaquíes.— El sacrifí*
cío del camello. — Penitencias que hacían algunos devotos y
limosnas que pedían las mujeres.— ^Fiesta de Natividad en la
iglesia armenia; asiste á ella D. García.— Dispútanse el patriar-
cado armenio David y Melquisedec— Villanías deCogejafer.
En este inuierno, que fue por el fin del año de 16187
principio del de 1619, se notaron dos cosas en Spahan
dignas de ponerse en memoria, tocando entranbas á
rreligíon, aunque la una del todo falsa y supersticiosa^
y la otra, aunque verdadera^ con los defectos y errores
con que mas ó menos biuen los cristianos de Asia. De
la primera se tocó ya quando se trató de la ciudad de
Xiras, sobre el sentimiento grande que todos «stos so*
phianos hazen cada año en la luna de Dizienbre por la
muerte [de] Hussen, hijo de Ali y de Fatíma, hija de
Mahamet, en odio de los sunis que le mataron, siendo
y conprehendiendose en esta secta los árabes y turcos.
Y como en Spahan estuuiese la mezquita mayor tan
vezina de la posada del Enbaxador, como se a dicho,
tuuose mas particular rrela^ion de lo que en esta (irí-
monia pasó, precediendo al principal y vltimo dia della
por espacio de otros diez ó doze dias muchos sermo*»
nes ansi en todas las mezquitas, placas y demás luga*
res públicos de la ciudad, con grande concurso de gen-
te de todo sexo. Son los que hazen estos sermones los
que entre los persianos hazen profesión de honbres
letrados en su ley^ como entre los cristianos los sacer-
dotes, á quien vulgarmente llaman muías ó ca9izes^ y
estos con gran heruor predican, de partes altas, en los
lugares ya dichos, refiriendo muy largamente y con
palabras de mucho sentimiento la muerte de este gran
profecta suyo. Pero en los tenplos acude gente mas
grave, particularmente de mugeres, y en esta mezqui-
ta mayor era el mayor concurso dellas^ preuiníendo
con gran cuydado, sus criados, antes de la ora de los
sermones, lugar para sus estrados, con mucha anbi*
<;ion y ponpa, siendo preferidas las mas honrradas y
estimadas dellas, aunque sienpre sucedían rriñas y aU
borotos sobre las tales preferencias. Tiene este dicho
tenplo por lo alto y alderredor, por la parte interior
del, una varanda ó poyo bastantemente ancho, el qual
lugar era tenido por mas conmodo y decente qué el
suelo de abaxo; pero este inferior sienpre por la ma-
yor parte era ocupado de las mugeres de mechanicos y
tenderos, aunque tanbien entre ellas muchas de mer-
caderes y otros ciudadanos, sin otro mas aparato que
las demás, las unas y las otras con velos negros en las
caberas, y después muy cubiertas con sus mantos
blancos, como se a dicho. La varanda ó poyo superior
era sienpre destinada para las cortesanas y mugeres
públicas de mayor grado, siendo estas generalmente
mas estimadas y honrradas que todas las otras muge-
res vulgares, concediéndoles el rey de Persia grandes
inmunidades y exempciones, ansi por el prouecho que
deüas le viene como por seguir muchas dellas en la
guerra sus exer^itos, porque las demás mugeres de los
ministros y personages grandes nunca ó rraras vezes
parecen^ sino es caminando, estando sienpre rretiradas
y eon guardas en sus arames. Las cortesanas son muy
mas conocidas entre las demás vulgares por<indar
mas lustrosas y aconpañadas, y á cauallo muchas ve-
zes, y ansi eran preferidas en el asiento superior, y aun-
que en la cerimonia dicha enlutadas con sus velos ne-
— 346-
gros, que algunos tanbien eran amarillos, ó leonados,
pero muy bien vestidas de sedas y telillas de oro, á su
modo, y los rrostros por la mayor parte descubiertos.
Las unas y las otras mostrauan grande atengion al ser-
món que cada uno de los dichos dias se hazia, que los
de esta mezquita tocauan sienpre á los muías ó alfa-
quis mas graues de Spahan, los quales^ sentados en
unas sillas como las que ay en los coros de iglesias
catredales, á que se subia por seis ó siete gradas, pre-
dicauan con gran vehemencia, ademanes y movimien-
to como nuestros predicadores de Europa. Vestianse
todos para semejantes ocasiones de trage mas honesto
que lo ordinario, y sobre los honbros, espaldas y pe-
chos una gran beca negra de la qual colgaua hasta los
píes una chia ó vanda de un pie de ancho, y sobre el
turbante un velo negro que le cubria la mayor parte
del. Con las quales muestras de sentimiento y tristeza
proseguía su sermón, siendo lo que contenia en él, pri-
mero grandes maldiciones á Abubaquer, tio y suegro
de Mahamet y el primero que le suijedio en el Califa-
do, y á Omar y Osman, que en la mesma dignidad uno
después de otro sucedieron al mesmo Abubaquer, la
dotrína de los quales es la que siguen los Sunis, pre-
tendiendo la facción contraria á estos, que es la de los
Sophianos, auer sucedido en la tal dignidad y princi-
pado de los árabes, Ali, primo ermano de Mahamet y
casado con su hija Fatima, y después en Hussen y Ha-
cen sus hijos, como nieto de su legislador^ deuiendose
por el consiguiente seguir su doctrina, rreprouando la
de los otros como fuera del verdadero sentido de la que
Mahamet dexo escrita en su Alcorán. El rresto de la
concion era contar muy por estenso la muerte de Hu-
ssen, que aunque fue en la guerra peleando con la fac-
ción contraria, rrepresentavanla mas lastimosamente,
diziendo que sus enemigos, que traían mucho mayor
número de gente que él, le ocuparon ia rribera del rrio
- 347 —
Euphrates sin consentirle hazer agua, no pudiendo
auella en otra parte alguna. Y que ansi le fue forzoso,
con muy pocos, auíendosele los demás huido por la
sed que padegian, á pelear desesperadamente por no
morir de sed, hasta morir con los suyos valerosamente
peleando; exagerando mucho los dichos predicadores
las grandes proezas que aquel día hizo Hussen, y des-
pués lamentablemente la cruel muerte que le dieron sus
enemigos^ siendo estala causa principal de los muchos
legados y mandas que se dexan en toda la Persia para
hazer cisternas en los caminos y partes otras faltas de
agua, porque no mueran de sed los pasageros. Era esta
conmemoración y rremenbranga rreferida con tantas
lagrimas y sentimiento de los predicantes, que las mu*
geres todas leuantando grandes alaridos se herían con
gran furia y lamento los rrostros, dándose grandes bo-
fetones y puñadas en ellos y en los pechos, como quan-
do entre nosotros se predica los jueues y viernes sane-
tos la Pasión. Y era ansimesmo tan grande el rruido
y llanto que en esta mezquita se hazia estos dias que
se predícaua, que en lo mas apartado y rremoto de la
posada del Enbaxador se oia clara y distintamente, y
de las ventanas mas cercanas, las mesmas palabras del
predicante, que muchas dellas rrefería al Enbaxador
el intérprete que allí tenia; venia á parar todo el llanto
y lagrimas que se a dicho en que acabada la predica el
bueno y deuoto alfaqui se ponia A la puerta de la
mezquita con senblante muy graue y triste, offregíen-
dole todos, particularmente las mugeres, sigun la po*
sibilidad de cada una, dinero, tocas y cabayas, que
son las aljubas ó rropetas que vsan, siendo las que con
mas largueza contribuían las cortesanas, como mas rri-
cas, de manera que algunos días, sin el dinero y tocas,
les tocauan ginquenta ó sesenta cabayas. Y porque el
Enbaxador, preuiniendo el alboroto que pudiera suce-
der, mandó á todos sus criados alpringipio de los tales
— 348-
dias que ninguno entrase en la mezquita^ lii se pusiesen
gerca della quando predicasen, los mesmos edituos y
ermitaños della y los muías que predícauan les venían
á pedir y rrogar que fuesen á oir sus sermones , ó por-
que sigun ellos se persuadían los podrían aficionar con
ellos á que les paregiese bien su ley, ó por lo que es
mas gierto, por ser todos los Sophianos menos escru-
pulosos que los Sunis. De manera que con general
gusto de todos, muchos, ó ios mas de los tales criados,
entrauan y se detenían el tienpo que querían en la di-
cha mezquita en el ínterin que se predicaua. El final
dia de esta su festiuidad se terminaua con juntarse
toda la gente popular de la (iudad, armada con muchos
penachos en los turbantes, y corrían á tropas con sus
atanbcres por todos los barrios y partes publicas della,
sucediendo lo mesmo en todos los demás dias de atrás,
de que rresultaua algunas vezes pelear unos con otros,
teniendo á los que en tales ocasiones morían por bien
auenturados acabando en aquel mesmo tienpo que
mataron á Hussen su profeta. En este su vltimo dia se
juntauan todos con mayor ímpetu y furor que los
otros y salían a un ancho canpo fuera de la ciudad, sa-
liendo ansimesmo todos los mas principales della á caua-
11o con los governadores y demás ministros, y [en] este
sitio diputado á tal ministerio, junto al rio, hecho por
los armados un gran cerco ponían en medio un came-
llo atados (i) los píes, y luego entrauael guazíl ó visir,
que es el principal governador, y con una lanca daua
una herida al camello^ rretírandose luego á gran priesa.
Al mesmo instante acudían con gran furia y preste-
za los que mas cerca se hallauan y con las cíi^ít^rras
hazían el camello pedacos, siendo tanto el .concurso y
grita de los demás por hazer lo mesmo, que unos en-
barac^ndose con los otros quedauan algunos muertos
( I ) de pies y mamas*
— 349 —
y otros muchos mal heridos. Y después de hecho el
camello en muy menudos pedamos, los ponían en las
puntas de las cimitarras, corriendo después por la giu-
dad con grandes clamores y conbatiendo unos con
otros con tan notable tumulto que si los gouernadores,
aunque muy aconpañados de soldados, les quieren in-
pedir semejante alboroto, les cargan de tantos palos y
pedradas que tienen por bien de ponerse en cobro y
dexiillos, saliendo descalabrados algunas vezes, porque
el tal dia le es permitida esta ligengía, como no vsen
de otras armas, desculpandolos todos por creer que la
mucha deuogion los tiene del todo furiosos y fuera de
sí. En el Ínterin que se pasan estos venerandos días
suyos, andan muchos, como ya se díxo tratando de la
ciudad de Xiras, del todo desnudos, fuera de unos pe-
queños pañetes con que cubren las partes secretas, y
teñidos todos de negro, de suerte que parecen cafres
aethiopes, y los tales, demás de andar baylando al
rruido de unos aiabalejos, quando topan con otros
que andan de la mesma forma conbaten unos con
otros luchando á co^es y á puñadas, y sí entonges pue-
den auer algún puñal ó cuchillo se matan, teniendo á
los que mueren por santos y bienauenturados. Otros,
haziendo un gran hoyo en las partes adonde ay más
concurso de gente, se entierran desnudos en él hasta
la garganta, no paregíendoseles mas de la cabega, te-
niendo allí con él cada uno otro conpañero que rregibe
la limosna que los mas de los que por allí pasan le
otfrecen. Y como muy gerca de la posada del Enbaxa-
dor por todos aquellos diez ó doze días padeciese esta
penitencia un persíano muy viejo, y al Enbaxador le
pareciese pasando por allí á San Agustín y al Carmen
á misa, por ser los días de la Natiuídad y año nueuo,
ser inposible sufrir aquel honbre de tanta edad seme-
jante trabaxo, mayormente en tienpo de tan rrigurosos
fríos, supo después que primero de entrar en el hoyo
— 35o —
se metía el penitente en un gesto que tenia hecho, de su
estatura, y calándolo luego abaxo y cerrándose muy
bien el gesto ajustadamente por el cuello, tupian con
tierra lo hueco que quedaua del hoyo, hasta quedar
igual con el plano hasta la barua del penitente, y que
luego en siendo de noche salia de aquella cueua con
ayuda del conpañero, y después de auer comido y re-
posado de noche boluia por la mañana á su penitengía,
aconpañandole el vltimo día della gran numero de gen*
te, y de alli adelante tenido en gran rreputagion de sanc-
tidad, aunque con mucha cantidad de dinero que en
aquel tienpo le auian offregido, siendo y auiendo aui-
do sienpre semejantes inposturas, muy vsadas en di-
uersas partes del mundo para engañar al vulgo y ga-
nar con él opinión. Tanbien acostunbran muchas mu-
geres los tales días, de las cortesanas ó que biuen con
alguna mas ligengia que las otras, andar solas con al-
gún criado ó criada, muy aderegadas y galanas, sin
mantos, y con un velo de gasa de oro y seda que les
cubre cabega y rrostro con lo mas de la díspusigion,
pero que claramente se descubre si es hermosa, la
qual lleua en la mano una caxuela de madera dorada,
y llegándose á los honbres que topa se para sin dezir
nada, muy mesurada y baxos los ojos, hasta que le
offregen algún dinero, el qual gastan con la gente mas
pobre y menesterosa de que las tales tienen notigia.
Las mugeres que no hazen profesión de libres como
estas, como en Madrid las que andan á pedir para mi-
sas, van mas acbnpañadas, y aunque lo mas bien ves-
tidas que cada una puede^ muy cubiertas con sus man*
tos, rrecogendo tanbien en la mesma forma, para el
mesmo efecto, el dinero que pueden. Y es cosa muy de
notar que todas la mugeres, ansí las dichas como todas
las demás de qualquiera calidad y estado, en todo el
tienpo de los dichos diez dias jamas se quítauan los
mantos en sus casas, aunque anduuiesen ocupadas en
- 35i —
sus ministerios familiares, sino que muy cubiertas co-
mo quando salian fuera, y con sus velos negros deba-
xo, mostrauan con todo este lucto su mucho sentimien-
to. El Mophri de Spahan, que es en Persia como su
Arzobispo primado, aunque deseó, sigunél se lo enbió
á dezir al Enbaxador, visitarle, siendo tenido por muy
letrado en su ley y gran philosopho, no se atreuio á
ello, teniendo miedo al rey como tan sospechoso y
rrecatado, pero muchas vezes le enbió rrecados con
offre9Ímientos de toda buena cortesía, con un muía
muy familiar del Enbaxador, que leia en algunos libros
en persiano y se llamaua ílaqen, tanbien como el de
Xiras. Con este muía le enbió el Mophri, en uno de
los susodichos dias, al Enbaxador, un librillo pequeño
en persiano que contenia la vida y muerte de Hussen,
cuya memoria se celebraua entonces, para que el mes*
mo muía se la leyese, de que el Enbaxador gustó mu-
cho, ansi porque alli se rreferian las causas y origen de
las grandes diferencias de las dos facciones contrarias
de los árabes sequa^es de la secta de Mahamet, como
del heruor y mucha efícacia con que el muía leia, sien-
do el muy deuoto y rreligioso en lo que falsamente
creía y uno de los que en publico y fuera de los tenplos
predicauan. PareQÍa, sigun loque en el librillo se dezia,
auer sucedido esta lastimosa muerte de Hussen entre
Cufa y Damasco, auiendo salido de Almedina con exer-
(ito á hazer guerra á los Sunis destas giudades.
La gerimonia del camello, no auiendose hecho en
Xiras, ni acostunbrarse en otra parte Ique en Spahan,
pareció ser alguna costunbre inmemorial antichissima,
como suele auer muchas semejantes en muchas partes
de Europa, eredadas de una edad en otra, de la gentili-
dad, no obstante que en algunas (i) prouingias inteme-
ratamente se profese nuestra sancta r religión. Porque
(i) partes»
— 352 —
auiendo preguntado el Enbaxador con mucho cuyda-
do, en memoria de qué se hiziese la tal ^erímonia, no
supieron darle rrazon dello, aunque sospechó, sino era
rrito gentílico, que se celebrase en el vltímo de los di-
chos días como exsecragion contra los'Sunis sus ene-
migos, prometiendo y deseando la venganza en ellos
de la manera que despeda^auan aquel camello, y que
en Spahan, como en metrópoli y cabera del inperio
persiano, se gelebrase y vsase el tal sacrificio.
La sigunda cosa, aunque tan verdadera y loable,
como perteneciente á la antigua rreligion cristiana que
todos los armenios profesan, se auia de hazer primero
della memoria, pero siendo en el tienpo, aunque por
muy pocos dias, posterior á la rreferida, se dexo para
este lugar. Celebran los armenios la Natiuidad de
Cristo nuestro Señor sigun la conputagion vieja del ca-
lendario, sin la intercalación de los dias conforme á la
corre^ion verdadera del año, de manera que cuentan
ellos la Natiuidad^ sigun nuestra cuenta, á tres de Ene-
ro. En este mismo dia, demás de su festiuidad, por cos-
tunbre antigua suya celebran ellos tanbien la bendigion
del agua como entre los latinos se vsa el sábado vis-
pera de la Pasqua, haziendose ansimesmo memoria
del bautizo de Cristo nuestro Señor por San Juan; jun-
tanse el dicho dia todos los de la nagion armenia, ansí
de los que biuen en los carauasares y otros barrios de
Spahan (i), colonia de Eruan, como los de la gran po-
blación y colonia de Julpha, entre la mesma poblagion
y el rrio SendA*u, acudiendo aquí como adonde rreside
su iglesia metropolitana y Patriarcado. Pidieron estos
armenios, por medio de los fray les de los dos conventos
de Spahan, al Enbaxador, que se hallase presente á la
bendición del agua, procesión y demás c^rimonias, rro-
gandoselo de su parte tanbien los mesmos rreligiosos,
(i) con ia.
— 353 —
y aunque demás del frío intensissimo que entonces ha-
zla y auer de ser la junta luego que saliese el sol, auia
tanbíen otros inconuenientes, se offregio á les aconpa-
ñar por conmemoración tan piadosa, no obstante lo
que dello podría rresultar. Porque el rey de Persia
siente mucho que los vasallos cristianos subjectos á su
inperio, aun solo en lo tocante á lo spiritual tengan
algún rrespecto ó dependencia de los principes de Eu-
ropa, paresgiendole que de ser ansi se les desminuye y
enñaquege la obediengia en lo tenporal, á que sienpre
él está tan vigilante. Salió el Enbaxador con los rreli-
giosos y gente de su familia muy de mañana, y halló
que le aguardauan ya todo aquel espagio entre Julpha
y el rrio lleno de infinita gente por mas de media le-
gua de distangia. Porque no solo los cristianos arme-
nios, cuya era particularmente esta fiesta, pero todos
los ¡acobitas, nestorianos y georgianos, con grande nu-
mero de persianos, honbres y mugeres, se hallaron
alli, ó por deuogion ó curiosidad para ver lo que pasaua
entre tan grande junta de gente. El que hazia el ofigio^
por ausengia de Melchisedec, Patriarca de los armenios^
que se hallaua ausente entonges, era un venerabilissimo
viejo obispo de la mesma colonia de Julpha, con una
capa de brocado notablemente antiguo y su pectoral
de oro con algunas piedras, y en la cabega no mas de
su cogulla de frayle basilio como lo son todos los de
este Oriente. Cerca del auia muchos otros obispos con
sus capas, que son conforme á las capas de choro de
Europa, y gran numero otro de sagerdotes con gierta
forma de aimaticas mas cortas que las capas, y en las
cabegas unos bonetillos de láminas de plata, los mas
dorados, y en el medio unas cruzes pequeñas de lo
mesmo. Algunos destos traían ingensarios de plata y
nauetas para engienso (i), y los mas velas engendidas,
(i) Ea el ms. engiengio.
23
— 354 —
cunpliendo el demás número de los eclesiásticos mu-
cha cantidad de acólitos y sacristanes con alvas geni-
das y los mesmos bonetes de plata como los clérigos,
de los quales acólitos unos lleuavan en las manos dos
chapas llanas, de plata, con sus manijas por de fuera,
con que iuan haziendo son, y eran estas chapas del ta-
maño de vn plato trincheo, auiendo algunas tanbien
de metal; los demás lleuavan sus cruzes, como se acos-
tunbra en España en las procesiones, mas de que co-
munmente estas cruzes eran algo menores, pero con ser
todas de plata (i)^ muy bien doradas, diziendose tan-
bien que algunas eran de oro. La forma de estas cru-
zes prometian grande antigüedad, como se veen en al-
gunos rretablos muy viejos en Europa, casi igual el
pie con los bracos, y con aquellos rremates en triangulo
en los bracos y cabega, muchas de las quales tenian dos
traviesas que hazian dos cruzes, la trauiesa ó bracos
de arriba mucho menor, de la manera que se pintan las
cruzes de Caravaca que tan vsadas fueron en un tíenpo
de las mugeres de Madrid. Y lo que mas admiraua en
esta ponpa fue que siendo estas cruzes mas de giento,
y por lo menos todas de plata, con otros muchos vasos
de lo mesmo, las uvíesen podido saluar estos pobres
armenios auiendo sido tantas vezes saqueados de los
mesmos persianos y turcos^ gente la una y la otra tan
sumamente rrapaz y auara. Hizieronse las bendiciones
y qerimonias del agua á la mesma orilla del rrio, estan-
do, desde luego que amaneció, muchos honbres des-
nudos en el agua hasta los pechos, y para esto auia sido
menester quebrar por muchas partes el yelo, estando
entonces muy grueso, y todo lo que se alcangaua á ver
del rrio, elado, siendo mas intenso el frió entonces que
en ninguna otra sazón del año. Tenian los armenios
este acto por de suma penitencia, y á la verdad éralo
(i) las mas del las.
-355 —
tan rrígurosa que no se podía dejar de mereger mucho
por ella^ pareciendo ínposible quedar bíuos después
los que la hazian. Y después de auer gastado mucho
tienpo en cantar himnps y salmos en el tono que usan
los capuchinos, se caminó en procesión, las cruzes de*
lante, á la iglesia mayor ó Patriarcado^ cantando en el
mesmo tono y con el rruido que ya se a dicho de las
chapas de los acc^litos, moviendo á mucha deuogion á
los europeos que alli se hallaron, considerándose allí
piadosamente una propia conmemoragion y semejanza
de la prímitíua Iglesia en aquellas antiguas y sínples
gerímonias. Auia gran número de persíanos^ como se a
preferido, ansí en el canpo y después por las calles
como en las ventanas y varandas de las casas de los
armenios, siendo muchas dellas labradas sumptuosa-
mente, con los techos y paredes interiores dorados y
pintados^ en una de las quales varandas estaua el de-
roga ó gouernador de lo judigial, con los ingleses, ad-
mirándose mucho de que el Enbaxador fuese con aquel
rrespecto en la progesion, yendo descubierto de la ma-
nera que se acostunbra en las progesíones solencs en
España. Las mugeres armenias, que conforme á las
persianas ó no paregen 6 salen muy cubiertas, este día
estauan todas á tropas por las calles, casadas y donze-
llas, descubiertas y sin mantos; las casadas con unos
grandes rropones como las rropas de las labradoras de
Castilla, rrebogadas groserissimamente las tocas de
manera que les cubren la boca, dexando lo demás del
rrostro descubierto, como las villanas de las aldeas de
Estremadura en España. Las donzellas con las mesmas
tocas, parte del cabello de fuera, y con cabayas y cal-
gones sigun vsan las persianas y georgianas, pero sin
ningún donaire ni venustad femenil, siendo estas arme-
nias las mas desgarbadas , aunque hermosas muchas
dellas, de todas las mugeres de Asia. Después de auer
aconpañado el Enbaxador la progesion hasta su iglesia
— 356 —
principal, anduuo con cuydado mirando lo que en ella
auia, porque demás de ser el tenplo grande y hermo-
samente labrado, con un zinborrio en el medio como
en nuestros tenplos nueuamente fabricados,, eran mu-
cho para notar las pinturas que auia en los rretablos
de los altares, de tanta antigüedad y estrañeza que se
paremia bien en ellas los muchos siglos que auian pa-
sado desde su principio; porque no obstante que esta
nueua colonia de Julia no auia mas de diez ó doze años
que se auia fundado^ todos los ornamentos que en Ar-
menia tenian en sus iglesias estos cristianos los traxe-
ron consigo^ con muchas lanparas, gran parte dellas
de plata, sigun alli se vian y dezian auer en las demás
iglesias. Despedido el Enbaxador del clero de los ar-
menios y de los mas rricos mercaderes que alli se ha-
llaron, le dieron algunas velas bendictas que (i) dezia
el obispo viejo las auia él traido de Hierusalem, las
quales el Enbaxador rrecibio con mucho rrespecto,
mandando que con cuydado se las guardasen y que á
los sacristanes que se las auian traido les diesen una
buena limosna. Entre los armenios seculares que alli
auia eran un hermano y hijo de Cogejafer, rriquissimo
mercader de aquella colonia, el qual por auer pocos
días que era muerto, el hijo auia sucedido en la mayor
parte de la muy caudalosa hagienda de su padre, y el
ermano en el govierno (2) y jurisdicción givil de la
nueua Julpha, auiendo para lo criminal y cosas tocan-
tes á la jurisdigion del rey un persiano. Y porque se a
dicho que Melchisedec, patriarca de los armenios, es-
taua ausente en el tienpo de esta gerimonia, es bien de-
zirse como él asistía en la corte del rey de Persia en
aqueste tienpo, juntamente litigando con Dauit, el pri-
meramente electo, sobre la posesión de la dignidad del
(í) sigun,
(i) civil.
— 357 —
Patriarcado. Y aunque Davít tenia mas justigía por ser
mas canónica su elegion^ la suya perdió su derecho^
ansi por se auer querido valer del Papa y de su Mages-
tad Catholica, como por auer offregido Melchisedec
cantidad de dineros al rey y á sus ministros, y ansí
fue preferido á Dauít. Quando Cogejafer era biuo mu-
chas vezes se iua el rey á vanquetear á su casa^ adonde
se detenía algunos dias^ mandando que viniesen alli
las mugeres mas hermosas, casadas y donzellas, de
aquellos armenios, no se atreuiendo ninguno á negallo,
aunque como ellos dezian al Enbaxador, era con gran
dolor y sentimiento suyo. Lo mesmo hizo el rey quan-
do el verano adelante vino á Span hallándose allí el En-
baxador, mandando que en la dicha casa, que era
sumptuosissima y hermosa, su hijo de Cogejafer, lla-
mado como su padre, le tuuiese las mugeres mas esco-
gidas de todas, de un estado y otro, aunque muchas
dellas se escondieron, procurándolo ansi sus maridos y
padres, poniéndose á rriesgo, quando se uviera enten-
dido ansi, de perder por ello las vidas y haziendas.
CAPÍTULO IV
Mala voluntad de los portugueses á las cosas de España.— Carta
que Fr. Melchor de los Angeles llevó al Schah. — Odio de éste á
Portugal.— Su llegada á Spahan.— Visita que hizo á D. García.—
Bárbaros detalles de la recluta de mujeres para el Schah.
Fueforgoso detenerse el Enbaxador el rresto de aquel
invierno y casi todo el verano siguiente en Spahan,
sin poder con certeza auisar á su Magestad Catholica,
ansi de la mala dispusi^ion que hallaua en el animo del
-358-
rey, como para ser desde España socorrido con dine-
ros, pues no los podía aguardar de Ormuz estando
aquella QÍudad tan rreduzída á menos de lo que antes
era (i). Esta difícultad de poder enbiar y rregibir car-
tas de España cre9ia cada dia, siendo mayor por las
extraordinarias diligen9ias que para inpedir los correos
se hazian y auian hecho por el capitán de Ormuz don
Luis de Gama, como por algunos frayles de San Agus-
tín de los que rresidian en Spahan, y esto con tanto
calor, gastándose en ello muchos dineros, que en Ba-
gadad y Alepo se tenían personas pagadas para este
efecto, cohechando largamente tanbien algunos portu-
gueses que pasando de la Indía^ por Persia, á España^ el
Enbaxador le[s] daua y encargaua algunos pliegos, no
auiendo personas mas conñdentes á quien poder dallos.
Y aunque parcgia que por ninguna vía podía (2) de
aquesto rresultar prouecho á quien con tanto cuidado
lo procurava, pues lo que el Enbaxador escreuia era
lo mesmo que ellos auian y deuian hazer^ era del todo
increíble el caudal que en esto metían^ con tan euidente
pasión y gíega obstinación que no miravan quanto de-
servían á su Magcstad y ofendían y desacreditauan á
toda su nagion en ello, mayormente siendo esto muy
público entre los persianos y todos los europeos que
en Spahan, Bagadad y Alepo se hallauan. Enprenderse
tan público y atreuídamente una cosa de tanto escán-
dalo, ya que se le pudiera dar peor nonbre, se conocía
bien ser alentada y fauoresgida poderosamente desde
España, porque no solo los executores de esta buena
obra [no] la hazian tímida y escondídamente, sino que
se pregiauan dello, persuadiéndose que en ello seruian
á su rey, y como de tales seruigios se pregiauan. Y
porque semejante materia, su principio corría de muy
( I ) y ansí por esto y temer.
(a) traer.
— 359 —
atrás, desde que en España el Enbaxador éstuuo des-
pachado para su jornada por el Consejo de Estado,
como (i) queda ya tocado^ Ueuandose mal su venida
en la corona de Portugal, no a parecido conveniente
alargarla mas (2) por respecto de los muchos vasallos
de su Magestad que en la dicha corona bien y fiel-
mente le siruen, y que en lo rreferido, ni consentirían,
ni an tenido parte. Lo mesmo se puede dezir de los
Padres Agustinos rresidentes en Portugal, como de tan
virtuosos y exenplares religiosos, aunque los de la In-
dia, Ormuz y Persia, ó por la mudanza de los climas,
pegándosele las fa^iones y po.ca obediencia que ge-
neralmente ay en los seculares de estas partes, ó
por otras causas mas propinquas que se dexan aqui de
aueriguar, muy al descubierto se mostraron contrarios
al Enbaxador, desacreditando, hasta con los mesmos
persianos, todo aquello que podia dar rreputaqion á
su persona y á los fines para que de su Magestad era
enbiado.
Había (3) despachado por los primeros de Dizienbre
el Enbaxador á fray Melchor de los Angeles á Farabat,
adonde entonces estaua el rey de Persia, con una car-
ta de su Magestad que por el Consejo de Portugal vino
despachada por tierra , sobre lo propuesto en aquella
corte por don Roberto, ansi en el trato de la seda como
en enbiarse armada al estrecho del mar Rojo, la qual
diligencia ordenaua el Consejo de Portugal la hi2iese
el dicho fray Melchor, no queriendo ó pudiendo el En-
baxador hazella. Y aunque el Enbaxador cono^ia bien
quan inútil (4) jornada era esta, auiendole negado ya el
rey de Persia en Casbin la rrestitucion de Baharen [y]
(1) atrás.
(2) siquiera»
(3) enviado.
(4) diligencia.
— 36o —
fortaleza de Comoran con laisladeQuexome, no quiso
que se le inputase omisión de auerse dexado de hazer,
si bien se perdia ya rreputagion en ello. Pero el fray
Melchior fue allá tan mal rre^ibido, que no queriéndole
el rey hablar solo le respondió por Agamir su secreta-
riOy á la carta que del Enbaxador le auia lleuado, que
ni tenia necesidad de armada para el mar Roxo , ni del
contrato de la seda, porque el tenía capituladas pazes
con el Turco y quería enbíar toda la seda de su reino á
Alepo y Constantinopla, y que no auia de boluer un
solo palmo de tierra de lo que uviese ganado. Con tan
seca rrespuesta, aunque la que se podía esperar, se vol-
vió fray Melchor, que era el principal ministro en to-
mar las cartas de que ya se a tratado, comentándose
luego á aprestar para ir con ella á España, adonde ya
por el Enbaxador se auia auísado de lo poco que por
vía de enbaxadas se podia esperar deste rey, el qual
lleua muy mal que ministros de la Corona de Portugal
tratasen con él cosa alguna, porque quando se offregia
nonbrar á su Magestad Catholíca, no dezian rey de Es-
paña, sino rey de Portugal, como lo hazen en todas las
ocasiones otras en que se offregia nonbrallo. Y ansí
diuersas vezcs se enfadó notablemente con el obispo de
Cirene, con Luís Pereíra y con el dicho fray Melchior,
respondiéndoles indecentemente y tratando de la mes-
ma manera las cartas que de su Magestad le dauan, di-
ziendo muy enfadado ¿para qué nonbraís rey de Portu-
tugal al rey de España, hazíendolo rey pequeño, de tan
poderoso como es? Y en Casbín, hablando con el En-
baxador sobre esta mesma materia, se admirava mu-
cho de que su Magestad permitiese esto, pues era tan
contra su rreputagion y tanbíen de los mesmos portu-
gueses, gastando muchas palabras sobre el caso; mas
aunque lo que el rey de Persia dezia era tan ^ierto y lo
es, que podría nazer de lo contrario muy grandes in-
convenientes, no solo aborrecen la vnion con la mo-
— 36i —
narchia de España, pero por ningún caso quieren non-
brarse ni ser tenidos por españoles.
Todo el invierno se estuuo aguardando en Spahan
su venida del rey, publicándose esta cada dia, aunque
sienpre se entendió que no saldría gierta hasta que los
calores le obligasen á salir de Farabat, adonde por el
fin de Enero del año de i6ig auia recibido al Enbaxa-
dor del Mogor; que desde la giudad de Cum, adonde
auia pasado parte del inuierno y el estio atras^ auia ca-
minado á Masandaran, paremia cosa increíble; con que
se padezia el gran frío que hazia en Spahan, durando la
fuerga del hasta muy entrado el mes de Mar^o, con es-
tar esta QÍudad, como ya se á dicho, en treinta y un
grados y medio de latitud; tan subtil y penetrante es el
aire de la parte de aquel clima en que está situada. Y
ansi, por gran parte de la quaresma, aunque se gasta-
uan quarenta dias en el camino^ se comian salmones
frescos con poca ó casi ninguna sal, traídos de la costa
de Guilan en el mar Caspio, siendo los mejores los que
se pescauan en las bocas del río Araxes.
Hallóse el Enbaxador con sus criados y algunos
mercaderes portugueses y venecianos á los offícios de
la Semana Santa en anbos los conventos de Agustinos
y Carmelitas de esta qiudad, acudiendo tanbien alli, de-
mas de mucha cantidad de armenios, surianos y geor-
gianos, dos mancebos ingleses, los quales, disimulán-
dolo los demás, que eran caluinistas, acudian sienpre
como catholicos á oír misa y confesarse muy de or-
dinario en los dichos conventos. Comento luego que
pasó la pascua á se abiuar la fama de que venia el rey
á Spahan para rre^ibir alli con mayor aparato y de-
mostración al enbaxador del Mogor, no obstante auer-
le ya visto en Farabat, juntamente con los demás en-
baxadores de otros que aun no auia admitido, querien-
do que en esta giudad, como tan populosa y grande,
festejar á los unos y á los otros, para cuyo fin mandó
- 362 -
desde entonces q ue se alistasen^ demás de ios vezinos
della y de sus aldeas, los de las giudades de Caxen,
Cum, Jesda y Xiras, y de estos aunque la mayor parte
ofícíales y labradores^ de la gente mas lustrosa y arma-
dos todos de arcabuzes y cimitarras. Mandó tanbien
aper^ebir grande número de luminarias por las calles
todas y bazares, mayormente en el Maydan, siendo esta
la mayor fíesta que en Persia se haze, por la mucha li-
bertad y licencia que de noche se toma y poder dormir
luego el vino que tan largamente beuen todos. Llegó
en fin la nueua gierta de como el rey venia y que esta-
ua ya en Caxen, diziendoselo asi de su parte al Enbaxa-
dor, Totabec, governador de la qiudad, el qual se par-
tió luego para boluer con orden de lo que se auia de ha-
zer en su entrada y la de los enbaxadores que ginco ó
seis jornadas mas atrás le venían siguiendo. Quando
llegó á Tajut Abat, tres dias de camino de Spahan,
adonde auia aquella casa dorada y jardín de que se hizo
mención caminando el Enbaxador á Casbin, enbíó el
Enbaxador á visitalle con su secretario y saber del lo
que mandaua que hiziese en su entrada, siendo costun-
bre hazerse este cunplimiento, no queriendo el rey que
nadie le busque, ni vaya á donde estuuíere, sin particu-
lar orden suya. Entró luego algunos dias después rre-
pentinamente en la qiudad, con muy pocos ó ningunos
criados, y aquellos ginco ó seis dias siguientes los gas-
tó en mandar preuenir lo que era menester para la ve-
nida de los Enbaxadores, y en visitar sus arames, sien-
do muchas las mugeres que con muy vigilante y estre-
cha guarda auian quedado en ellos. Andaua tanbien
con dos ó tres criados á cauallo y un jatel delante por
las plagas, calles y bazares, no se atreuiendo nadie,
quando anda en esta forma, á le hablar, hazelle corte-
sía, ni darle petigion alguna, sino leuantar grandes bo-
ges pidiendo á Dios que le guarde. Pero aunque esto
sea ansí, por medio de algunos criados que le siruen, d%
-363 —
baxos ministerios, se informa secretamente de los agra-
uíos que cada uno rre^ibe, teniendo tanbíen algunas
oras diputadas para dar audiencia á la gente menuda,
aunque estas son pocas vezes y muy limitadas, pero
que con la mucha vigilancia suya, rraras vezes dexa de
estar enterado de las mas cosas que en su rreyno suce-
den, y lo que es de mas inportangia^ todos están con
persuasión de que esto es ansi.
El sigundo ó tergero dia después de auer llegado,
sin dar auiso primero dello se apeó en la posada del
Enbaxador, con dos criados que mas de ordinario an-
dan con el, que el uno era Ju^ef Aga, eunucho de que
ya se a hecho mención, y el otro Scanderbeg, con un
page que le traia el arco y aljaua con ñechas. Es
Scanderbeg honbre noble, pero ó que lo haga de in-
dustria, ó por ser de su naturaleza de buena condición
y dado solamente á buena vida y regalo, y por esto
muy gordo, jamas se enbaraga ni quiere ocuparse en
tratar negocio alguno con el rey, mas de solas aquellas
cosas que él le manda que haga, que son todas de casi
ninguna inportanQia, rriendo, beuiendo y burlando con
el, y ansi nunca se halla el rey sin su conpañia. Y no
queriendo que los criados que halló á la entrada de la
posada dixesen nada al Enbaxador, llego de rrepente
á donde se andaua paseando en la huerta que la posa-
da tenia y 4e dixo que en casa de los muy amigos, como
él lo era suyo, con tan poca gerimonia como aquella
se auian de buscar. Sentóse luego en un alhonbra que
auia en un corredor baxo, y por no querer el Enbaxa-
dor entrar en el alhonbra, auiendose el rey quitado los
Qapatos, inviolable costunbre de toda la gente asiana,
le hizo sentar en una silleta baxa de las que en sus
casas vsan las mugeres en España, y en toda la India
son muy comunes, y alli le estuuo preguntando muy
particularmente de su salud, como lo auia pasado des-
pués de la venida de Casbin, y que haria mucho gusto de
- 364 —
auisalle por el aposentador mayor, de todo lo que para
su rregalo fuese menester. Y auíendo después de esto
mandado que le díxese las nueuas que sabia de Espa-
ña, mayormente de la salud de su rey, se leuanto con
las pocas gerimonias que todos los persianos vsan y
se fué con la mesma priesa con queauia entrado, pro-
metiéndole de verle muchas vezes y darle largas au-
diengias para todo lo que quisiese tratar con él. Salió
el Enbaxador hasta querelle dexar puesto á cauallo,
pero él no quiso consentillo y le hizo boluer de la
puerta del azaguan, rresonando grandes bozes y alari-
dos de honbres, mugares y muchachos, que eran en
gran número los que auia en los andenes de la mez-
quita^ calle y terrados gercanos, con las ya dichas acla-
maciones.
Luego otro dia adelante quiso el rey tener una fies-
ta y entretenimiento para si solo, como la acostunbra-
ua tener síenpre que venia á Spahan ó entraua en al-
guna de las principales ciudades de su reyno. La fíesta
era que mandó echar vando, so pena de la vida y de la
hazienda, que todas las mugeres, casadas y donzellas,
de buen parecer, ansi persianas, como de las demás
naciones habitantes en Spahan, mahometanas ó cristia-
nas, se hallasen á las puertas de cierto bazar que seña-
ló, que es adonde se venden las mercancías mas rricas,
para que alli se escogiesen y señalasen aquellas que [áj
los eunuchos que estarían á las dichas puertas les pa-
reciese. Era este bazar como un gran caravasar, coa
dos puertas que correspondian á otros bazares, el qual
tenia un patio de mas de q\en pasos de ancho y largo,
cercado todo de corredores con muchas tiendas al
derredor, las quales á porfía los mercaderes dueños de-
llas, persianos, armenios, árabes y judíos con algunos
venecianos, auian adornado con toda la rriqueza y cu-
riosidad que se pudo hallar en Spahan. Todos los co-
rredores y tiendas, con un gran poyo que auia en me-
— 365 —
dio del patio, estauan llenos de infinitas lanparillas, con
grandísimo primor, con tantos espejuelos y hojuelas de
oro entre ellas, que ni en las paredes ni colunas del
patio auia cosa que no estuuíese ocupado con ello.
Todo lo hueco del patio por lo más alto estaua cubier-
to con tendales de seda de varias colores, y en cada
tienda, sobre alhonbras, muchos géneros de cosas dul-
ces, vino y agua fría, con toda la plata y oro que cada
uno podía auer, mas de que los venecianos conforme á
la costunbre de Europa tenian bufetes con manteles
en que la colagion estaua puesta. Y estando esto ansi,
y las tiendas interiormente y por lo alto con el cau-
dal que cada uno tenia, á la ora que las mugeres auian
de venir^ que auia de ser luego después de medio día,
se salieron todos fuera del caravasar ó bazar, sin que-
dar honbre alguno dentro de ninguna edad, saluo al-
gunas mugeres mo^as, deudas^ hijas ó ermanas de los
dichos mercaderes. Auia tanbien vando con la mesma
pena que nadie por de mucha calidad y dignidad que
fuese llegase con mucho espacio á los bazares cerca-
nos, auiendo puesta guarda de gente armada por todas
partes que lo vedavan dando grandes palos á los que
se llegauan, aunque lexos, á parte de donde pudiesen
descubrir las puertas del bazar, aunque á los criados
del Enbaxador, auiendolo el rey mandado ansi, se les
permitió ver la entrada^ algo apartados de las puertas.
A cada una dellas auia ginco ó seis eunuchos vestidos
de telas de oro y rricos turbantes y con bastones
guarnecidos de oro en las manos, comentando luego á
venir á la ora señalada las mugeres, lo más bien ade-
rezadas que cada una podia, aconpañadas, sin honbre
alguno, de sus madres, ermanas ó parientas^ siendo
tanta su muchedunbre que todos aquellos grandes ba-
zares que por todas partes rrodean el Maydan, y las
partes adonde á ellos se entraua, se hallaua ocupado
con ellas. Llegavan á tropjis de quinze ó veinte á cada
— 366 —
una de las puertas, y los cunuchos, como buenos cono-
cedores de moneda verdadera y falsa, les descubrían
los rrostros y á las que escogían dexauan entrar, despi-
diendo á las otras, boluiendo muchas dellas ó las más
muy corridas ellas y sus madres aunque antes vinie-
sen forjadas y contra su voluntad. Acabóse este scru-
tinio ya casi noche, siendo más de tres mil las que de
un estado y otro entraron dentro, y á la ora que al rey
le paregio vino con algunos eunuchos más validos su*
yos, y con muchas de las mugeres cortesanas que le
siguen con los instrumentos de música que en Persia
se vsan, que son los que algunas vezes se an referido,
y mandando luego gerrar las puertas quedó gerca de-
llas mucha gente de guarda hasta que otro dia el rey
saliese. Luego^ otro dia muy de mañana vinieron las
madres y parientas de las escogidas que se ligengiaron
tenprano, quedando algunas armenias que el rey man-
do lleuar á uno de sus arames, con gran sentimiento
de los padres, mayormente de un mercader de la mes-
ma nagion, por auer sido la una su muger, con quien
estaua casado de pocos dias y la quería mucho por ser
muy hermosa.
CAPITULO IV
t)ntrada de los embajadores en Spahan. — Recepción que les dis-
pensó luego el Schah. — Noticia de los ennbajadores que alli
hubo. — Léese una carta de Felipe HI.— Banquete que hubo.—
Fiesta que á la noche dio el Schah.— Los principes Emancoli
Mirza y Conhabendec.
Llegóse el dia en que auian los Enbaxadores de en-
trar en Spahan, auiendo el de antes enbiado el rey siete
cauallos al Enbaxador de Su iMagestad Católica, cu-
— 367 —
biertos con mantas de mileques de oro y grandes pena-
chos en las testeras, prometiendo con esta soberuia
aparengía mucho más de lo que ellos eran^ siendo^ des-
pués de desconpuestos, muy ordinarios rroqines. Enbió
entonces el rey á dezir al Enbaxador que holgaría que
saliese con él á ver la entrada, porque auía de ponerse
gerca de un jardín junto al camino por donde se auia
de entrar en la giudad por la puerta de Caxen, y que
tanbien gustaría de que todos sus criados saliesen á
cauallo de la manera que muchos dellos solían andar
en Casbin, y dezia esto ansí porque sigun se acostun-
bra en España y otras partes de Europa, los lacayos y
pages aconpañauan al Enbaxador á pie. Luego, por
la mañana vino el aposentador mayor con algunos
persianos á cauallo para guiar y aconpañar al Enba-
xador^ dizíendole que se pusiese á priesa á cauallo por-
que el rey le aguardaua ya en una trauíesa de una
calle, allí cerca^ por no enbaragarse con la mucha gen-
te que salía por las calles pringipales por donde se salía
á la dicha puerta de Caxen. Salió el Enbaxador con
una gran tropa de criados á cauallo, porque demás de
los que solían aconpañalle iuan tanbien algunos offígia-
les de su casa, y los portugueses, con los demás fran-
cos que entonces se hallaron en Spahan, fuera los in-
gleses^ los quales aunque el rey auia ordenado que sa-
lieran ansimesmo en esta comítíua^ y asi se lo auía
enbiado á dezir al Enbaxador, después^ ó por querer
ellos mostrar forma de enbaxada, teniendo en aquella
sazón una carta de su rey para darla al de Persia, ó
por paregerle al mesmo rey que era mayor autoridad
y rreputagion suya que se hiziese la tal demostración,
salieron de por sí con Tota Bey, deroga que auia sido
el año antes de Spahan. Era grande el número de gen-
te de toda suerte la que salia fuera y ocupaua todas las
calles y bazares que auia desde el Maydan y casas del
rey hasta fuera de la puerta que se a nonbrado, por
— 368-
donde se va á Caxen y Casbín, mayormente de la mu-
cha soldadesca armada que para este rregibímiento es-
taua apercibida, la qual para mayor ostentagion se auia
puesto en orden de la una y otra parte del camino,
desde la aldea Dolatabat, tres leguas de Spahan, hasta
el xMaídan y puerta de la casa del rey. Y ansí no se po-
día rronper por la mucha gente que en las calles auia^
aunque la iuan apartando á palos algunos de los que
con el Maymandar auian venido. Venían por momen-
tos honbres corriendo á cauallo, dízíendo al Enbaxa-
dor como el rey camínaua adelante y que mandaua se
apresurase hasta alcangalle; pero como él fuese corrien-
do, sigun su costumbre, y doblando diferentes trauie-
sas, no pudo ser hallado, ó fuese esto acaso, como es
mas verisímil, ó hecho de industria como imaginaron
algunos. Salió el Enbaxador de la giudad por la puerta
susodicha, hallando todo aquel espagio fuera della
lleno de gente de á píe y á cauallo^ comentando ya á
venir mucha de la comitiva (i) de los enbaxadores
que se aguardauan, pero toda muy desluzida y del todo
diferente de lo que (2) se auia publicado, mayormente
auiendo encaresgido antes la mucha grandeza con que
venia el enbaxador de Laor. En ninguna destas partes
como no pareciese el rey, auiendose (3) ya llegado á
una mezquita adonde el Enbaxador posó saliendo de
esta giudad para Casbin, se boluío desde allí el Enba-
xador á su posada, muy enfadado con el Maymandar,
diziendole que ¿á qué fin le traía engañado, por el sol?,
que entonges era muy rriguroso. Pero aunque él se
desculpase añrmando que el rey le aguardaua, sino que
con la mucha gente se auian errado en las calles, el
Enbaxador se boluío á su posada, y muy fatigado del
(i) la gente,
(2) antes.
(3) llegado.
- 369 -
gran calor y mucho poluo se comentó á desnudar,
hasta que con mucha priesa vinieron algunos criados
suyos corriendo á cauallo, de los que auian pasado
mas adelante, viniendo tanbien con ellos un criado del
rey, diziendo como le auian topado, que le aguardava
gerca de una huerta adonde auia mandado lleuar de
almorzar (i), enbiandole á dezir que pues se auia buel-
to por no auerle hallado, que le pedia que en todo caso
se fuese luego á palagio, adonde ya auian llegado los
enbaxadores, nueuos huespedes, porque luego venia.
Llegaron en muy poco espagio otros y otros corrien-
do con grande alboroto, y entre ellos el Maymandar
sudando y congoxado, pidiéndole con grande instancia
lo mesmo, porque el rey le auia querido mandar dar
de palos por no auer guiado bien aquella mañana; de
manera que boluiendose á vestir el Enbaxador y pues-
toseá cauallo con mucha priesa caminaron á palacio,
hallando todo el Maydan lleno de soldados á pie con
sus cimitarras y arcabuzes. Y entrando por la puerta
principal del (2) primer quarto en forma de torre de que
ya se a hecho mención, se salió por él á la huerta y
por una calle lastrigada de marmor se pasó por otro
quarto á donde se hallaron muchos porteros, cuyo
aga ó cabera dellos era Assenbéc, el corchi que auia
venido por guia del Enbaxador, de Casbin á Spahan.
Halláronse allí por orden del rey, Daurcham, ermano
de Emancolichan, señor de Xiras, y Caracoja, uno de
los secretarios de Estado, que entonges andaua muy
valido, los quales dixeron que aguardase un poco, y
luego salió Tamur, el mas confidente de los porteros
interiores, que lo introduxo, diziendole al Enbaxador
que diese lugar para que entrasen los frayles que con
el auian venido, que eran fray Juan Thadeo y fray Juan
( I ) mas pues $igun U auian dicho.
(») En el ms. dt la.
H
— 370 —
Leandro, carmelitas descalíos, y fray Diego de la Re-
surre^ion, prior del convento de Spahan, y fray Ber-
nardo de Azeuedo, agustinos, de los quales el May-
mandar no consintió entrar mas de dos, que fueron fray
Juan y fray Bernardo, que el Enbaxador señaló. Salie-
ron de alli por otra calle de muy fino jaspe y marmor
blanco, siendo ya aqui la huerta fresquissima, amena y
con notable opacidad con la grande espesura y frondo-
sa verdura de los arboles^ que ninguno dellos pares^ia
frutifero, mas de solo para hazer sonbra, y ansi los rra-
yos del sol casi en ninguna parte tocauan en el suelo.
Por los lados de la calle iuan á trechos pilares quadra-
dos, del mesmo jaspe y marmor, con lauores de oro
por ellos, los quales sustentauan el techo, que era una
rred de madera cubierta de muchos jazmines y otras
ñores, siendo esta la cosa mas apazible y hermosa que
se vio en Spahan, mayormente siendo entonces en
tienpo de tanto calor. Por medio de la calle, que ten-
dría veinte y (inco pies de ancho, corría un canalete
de medio pie de ancho y hondo, con bastante agua, por
el que trasvertia y tenia regada la calle y después hen-
chía algunas pequeñas fuentes que á trechos auia en
ella, hasta llegar á otro quarto en que estauan y aguar-
dauan los demás enbaxadores. Era este edificio en for-
ma quadrada, de treinta hasta quarenta pasos de largo
y ancho y poco mas de tres estados de alto, con el
suelo superior de la manera que las demás fábricas,
con varandas á todas partes y ventanas con muy espe-
sas gelosias. Por de fuera era de cal y ladrillo, y se en-
traua á él desde la calle lastri^ada de marmor que se a
dicho, por una grada ó escalón del mesmo marmor,
de que tanbíen paremia ser losado el aposento ó hueco
de toda la dicha fabrica, que era uncruzero de boueda,
de bra^a y media de alto, en cuyo centro se leuantaua
una cúpula una bra^a mas alta que lo demás, con qua-
tro aposentillos que henchían los vazíos del mesmo
- 371 -
cruzero y perfeccionauan todo el quadro exterior,
como se vio en los caravasares desde Lara al Bandel.
Todo el dicho cruzero era stucado y dorado, con tablas
de jaspe de medio estado de alto, al derredor, junto al
pauimento, que todo estaua cubierto de alhonbras,
fuera lo que era (i) en su ^entro debaxo de la cúpula^
en que auia una fuente del mesmo jaspe que lan^aua
al agua muy alta por una bola de metal dorada. Fron-
tero de la puerta por donde se entraua, que era la ca-
bera del crucero, auia otra que salia á la mesma huer-
ta, delante de la qual era el lugar diputado para quan-
do el rey viniese, no auiendo otro ornato mas de la
mesma alhonbra, como en el rresto del cruzero ó qua-
dra adonde los demás auian de estar y estauan jenton-
ees. Desde la fuente ó centro que se a dicho, hasta
aqui, no dexando mas lugar por las dos vandas de
quanto cómodamente pudieran sentarse los que le ocu-
pasen (2), estaua todo cubierto de vasos de oro^ en que
demás de grandissimas fuentes de lo mesmo, con mu-
cha variedad de frutas de a^ucar^ auia gran cantidad
de garrafas y ta^as de muchas suertes, y en medio una
fábrica de oro de la hechura de un gran brasero en
quadro, de tres hasta quatro pies de diámetro, de lo
baxo del qual subian tres ó quatro gradas en altura de
quatro ó ^inco pies, disminuyéndose estas gradas desde
lo baxo á lo alto; auia otras muchas garrafas y ta^as
menores, engastadas en ellas muchas piedras que á lo
que parecían eran rrubies, zafiros y esmeraldas y al-
gunas grandes perlas, y diamante ninguno, por no te-
nellos los persianos en vso, ni estimallos. Luego como
entró el Enbaxador de Su Magestad Catholica, aunque
entre los asíanos no se acostunbra la tal ^erimonia, se
leuantaron, sin moverse de su lugar, y le hizieron quan-
do llegó Qerca dellos la cortesía ordinaria, que es po-
(i) estaua.
(2) aquel lugar.
n«r las manos en los pechos y baxar la cabera, pero
esto con mayor demostración y sigun la que hazen á
sus reyes. Et Enbaxador, después de auerse quitado el
sOnbrero y hecholes reueren?ia como se vsa en Euro-
pa, se fue á sentar á donde Caracoja y Tamur le seña-
laron, que fue á la vanda de la mano derecha, adelan-
te de la fuente y (erca de la cabera 6 testero del cruze-
ro adonde estaua la puerta y asiento para el rey, como
se a dicho, hallando mas ^erca de la dicha puerta á
Mahamet, Chaus del Turco, que con los demás enba-
xadores ajia entrado aquel dia. Luego como c! Enba-
xador de su Magestad se sentó, no pudiendo menos
que con las piernas y pies tendidos hazia dtlantc, se
sentó también Caracoja, quedándole este á la mano
iíquierda (i) y el Chaus á la derecha, y mas abaxo de
la parte de Caracoja, el enbaxador de Moscouía, que-
dando entre estos dos los frailes que entraron con él.
Frontero, en el otro lado del cruzero, que conforme á
la entrada era á la mano izquierda, estaua mas ferca
del lugar del rey el Enbaxador de Laor, y luego el de
los usbeques, y cerca del el de los tártaros precopen-
ses, vezinos de los polacos y moscovitas. Pero quien
mostraua mayor presunción y compostura, aunque de
mucho menos aparengia, era un árabe ermano del Ca-
lipha de IVIecha, muy moreno y enxuto, que sucedía
luego abaxo del tártaro, el qual árabe auia llegado en
aquella sazón, aunque suni y que no conformaua en lo
tocante á su rreligion con el rey, á visitalle con parti-
cular enbaxada de parte de su hermano, como prin-
cipal seiíor en lo spiritual y tenporal de toda Arabia.
Tenia este vestida una muy ancha y larga rropa, cer-
cada por delante de barracan ó sarga negra, como los
ahitos de los frayles benitos, con las mangas tan an-
chas de la boca que casi le llegauan al suelo, y en la
(i) derecha.
— 373 —
cabera fres ó quatro bueltas de toca blanca, que tan-
bien le daua otra buelta por debaxo de la barua, col-
gándole después desde arriba un canto della y le caía
sobre el pecho. El Chaus era un muy venerable viejo
con una larga barua que le Uegaua casi á la ^inta, y
vestida una aljuba de terciopelo carmesi y encima una
rropa con mangas largas de terciopelo morado, la una
y la otra sin guarnición alguna, y en la cabera un muy
gran turbante blanco, el qual, como llegó el Enbaxa-
dor de Su Magestad vsó de muchos comedimientos
con él, y esto por muy cortés y discreto término, di-
ziendole la mucha comunicación que auia tenido con
los francos en Hungría^ Polonia y Alemania, adonde
muchas vezes auia ido con legagias y mandatos parti-
culares de su rey, y que auiendo en las dichas partes
visto y comunicado con todas las naciones de Europa,
tanbien como en Constantinopla, adonde auia enbaxa-
dores de todos los reyes della, no auia hasta entonces
visto españoles, con tener tanta fama en el mundo,
pero que daua gracias á Dios de auer aquel dia visto
un honbre tan principal y enbaxador de un tan gran
rey como el de España. El Enbaxador le rrespondio
lo mas cortesmente que pudo^ aunque en menos pala-
bras, no queriendo dar sospecha á los que de (erca lo
oian, como Qaracoja y Tamur, pareciendo cosa muy
verisimil auerse el primero sentado tan cerca para oír
lo que se hablase, siendo el rey sumamente sospechoso
de qualquiera cosa semejante á esta; el Enbaxador de
Laor, aunque mas cortamente, como menos pratico,
vsó tanbien de palabras muy corteses, desde donde
estaua, el qual en el color y trage era propio indio.
Tenia vestida una cabaya de un paño blanco muy fino,
como Canbray ( i ), y en la cabeca un turbante muy
pequeño, como se vsa en el ^inde ó reyno de Canbaya,
(i) / gapaios, aunque sobre medias á la indiatuí.
-374-
(eñido otro paño delgado con listas de oro, en que
tenia un puñal con la guarnición de piedras, y farbulos
de perlas en las orejas. Era honbre de mediana díspu-
si^ion, mas grueso que delgado, y al parecer de sesenta
años, tio del mesmo rey de Laor, ermano del Aquebar
Xelaladin, su padre, y tan poderoso y rrico que afir-
mauan los mercaderes indianos que en Spahan presi-
dian que tenia mas de un milico de ncnta annual. El
enbaxador del rey de Balcha y Bucara, que es de los
usbeques, de gesto chato, como lariaro, y de ijierta
blancura teñida que tiraua á amarillo, ojos y narizes
pequeños, y en el trage con poca ó ninguna diferencia
de los persianos, con el turbante al^o menor, pero el
muy bien dispuesto, alegre y bien hablado. El 'preco-
pense, casi del mesmo gesto y trage, mas de que en
lugar de turbante traia en la cabera un bonete pirami-
dal, aunque no muy alto, forrado en pieles, v ninguno
de estos barbaros traía cimitarra, p*ir no ser coslunbre
entrar con ella en partes semejantes, ó por les inpedir
á estar sentados, sino puñales pequeños como los que
comumente se vsan en Persia. El enbaxador de Mosco-
uia, con otro colega que venia con el, eran honbres
altos, blancos y gordos y de grandes vientres (i), con
rrostros carnudos y anchos, mostrando bien en la rrus-
ticidad dellos, con el silencio suyo, una góthica y bar-
bara fiereza. Vestían unos grandes rropones de paño
de color como de buriel, forrados en terciopelo pardo;
los cabezones leuanlados y bordados de perlas, y en
las caberas unos grandissimos bonetes de zebellinas,
de casi dos palmos de alto y muy anchos igualmente
de arriba y abaxo y por entima llanos, los quales pa-
recían mucho mayores por ser el pelo de las zebellinas
muy largo, aunque entonces de muy mal color, del
mucho poluo que auian cobrado en la entrada aquel
(i) barrigas.
-375-
dia. Parecían propiamente estos desmesurados bonetes
de tan prodigiosa grandeza, á unas medidas de corcho
de que vsan.los labradores de Estremadura para medir
trígOy que es la quarta parte de una hanega y por esto
le llaman quartillas comunmente. Los dos frayles que
entraron con el Enbaxador de España quedaron, como
se a dicho, entre Caracoja y los enbaxadores moscovi-
tas. En esto, repentinamente y sin ninguna (erimonia
entró el rey por aquella puerta cercana que sale á la
huerta, quedando fuera della (i) dos pages, ya hon-
bres, aunque desbarvados, que el uno le tenia el arco
y aljaua de flechas, y el otro una escopeta larga. Venia
muy alegre y luego llamó al Enbaxador de España y
le hizo sentar junto á si, á su mano izquierda, en la
cabera ó testero del cruzero, y de la otra parte dere-
cha, fuera de la frente ó testero, al Enbaxador de Laor,
mandando que el Chaus del Turco, que auia quedado
abaxo del Enbaxador de España, se mudase á la vanda
derecha entre los Enbaxadores de Laor y de Balcha, ó
de los usbeques, y que los frayles quedasen entre el
Enbaxador de España y [el de] Moscovia. Y porque
vio que el de España estaua descómodamente asentado,
no pudiendo rrecoger las piernas, enbio con mucha
priesa por una silleta baxa, que luego vino alli, la qual
era de palo dorado como las que vsan en Ormuz y la
India las mugeres portuguesas, y hizo que el dicho en-
baxador se sentase en ella, diziendole que ¿por qué no
auia querido almorzar con él aquella mañana?; á lo
qual le rrespondio el Enbaxador que la mucha gente
y el no auelle guiado bien auian tenido la culpa de no
rref ibir entonces tan gran merced; pero que de presen-
te se la auia Su Alteza acrecentado con mucho mayo-
res fauores, los quales estimaría en mas si mandase se
hallasen alli con los demás frayles el prior de San
(i) deiapmrta.
-37«-
Agustín y fray Leandro, compañero de fray Juan Tha-
deo, á los quales mandó el rey luego i ^aracoja, que
desde que llegó el rey andaua en píe ministrando, que
los metiese dentro, los quales, auiendo sentido el que-
darse luera, vinieron y por orden del rey s&sentaron
con los demás que antes auían entrado. Mandó tanbicn
el rey que viniesen allí los gentiles honbres del Enba-
xador y que se sentasen en la parte ó bra;o izquierdo
del cruzero, y frontero los iiiRleses, que por tener una
carta que dar de su rey hazian tanbien cuerpo y forma
de enbaxadores. Aula traídu de Kspaña Iray Bernardo
de Azeuedo una carta de su Majestad Caihoüca para
el rey de Persia, la qual era de creeii:;ia, fuera de los
cumplimientos ordinarios, rrcfir icnd'>sf en eílaá lo que
su Enbaxador le dixese, auiendo ét rregibido otra cana
en que se conlcnia lo que con el rey auía de tratar,
que era lo que Don Roberto auía propuesto en España,
hecha esta diligencia con el mesmo rey en Casbin, por
el Enbaxador, y después, como ya se a dicho, por
carta suya, fray Melchior de los Angeles en Farabat.
Y aunque al Enbaxador le pareóla cosa inútil boluer
á hazer instancia sobre la tal materia con el rey, no
siendo la carta de Su Magestad, en lo que della se podía
colegir leyéndose, mas de visita y cunplimienlos de
amistad, rreseruando el Enbaxador lo que tenia por
comisión para tratallo en mas conmodo tienpo y lu-
gar que aquel, y auiendo ya auisado al rey como tenía
aquella carta que dalle y orden suya para que se la
diese allí, la pidió á fray Bernardo, y con la satua y
rreueren^ia la dio al rey en su mano, el qual, mostrán-
dose muy contento díxo á todos los enbaxadores como
aquella carta era del rey de España, su hermano, y
luego la dio á fray Juan Thadeo para que á clausulas
la fuese leyendo, interpretándola, como quien sabia la
lengua, en persiano, y en la mesma el rey la pronun-
;iaua en boz muy alta, de manera que todos los qu« allí
— 377 —
estauan podían oírla. Y luego^ boluiendose al mesmo
Enbaxador de Su Magestad le prometió de darle au-
diencia muy de espacio, ansí sobre lo que aquella carta
se rrefería, como en todo lo demás que quisiese dezille.
Comentóse luego el vanquete, ó mas propiamente la
colación, porque fuera de las cosas de agucar no auía
mas que pepinos y granos de agraz y giruelas verdes,
pero mucha cantidad de aquellas garrafas de oro, con
diferentes vinos, y otras de agua de níeue, aunque del
agua jamás se ofrecía á nadie sin que particularmente la
pidiese. Estauan algunos porteros y otros ministros con
bastones guarnecidos de ero, algo apartados, y delante
del rey y de cada uno de los enbaxadores un mucha-
cho vestido de tela de oro ó de seda (i), y toca de oro
en la cabe^a^ colgando por anbos lados grandes gue-
dejas de cabellos, sigun ya se a dicho que en Persia se
acostunbra, los quales, dobladas las piernas y sentados
sobre los talones, teniendo en la una mano una garrafa
de las dichas y en la otra una ta^a, dauan de beuer á
los que eran brindados, ó sin serlo lo pedian, beuíendo,
tanbien ellos mesmos y brindando á los que tenían de-
lante. El rey hizo el primer brindis al Enbaxador de
España por la salud de su rey^ y después á los demás,
siendo la principal fiesta el bever muy a menudo, con
gran molestia del Enbaxador por no beuer vino sino
en aquellas ocasiones. Y auíendo el rey dicho al prin-
cipio como llegó, que quando gustase podía irse, le
pidió licencia, hallándose muy cansado, comencando
luego á hazer lo mesmo algunos de los que allí estauan.
Al lienpo que salió al Maydan, caminando á su posada
lo halló todo tan ocupado de la gente armada de que
ya se hizo mención, auiendo acudido mucha mas, que
casi sin dexar lugar vazio, todo aquel spacio de mas
de 600 pasos de largo y 3oo de ancho estaua constipa-
(1) con el cabello largo.
-378-
do de turbantes, penachos, fimitarras y arcabuzes,
dexando apenas lugar, y esto por tos muchos palos y
bozes de algunos criados del rey que iuan delante para
que el Enbaxador y sus criados pudieran pasar. Des-
pués de auer rreposado en su posada el Enbaxador
llegó con mucha priesa, poco antes de anochecer, el
Maymandar, diziendo como el rey le aguardaua, por-
que aquella noche (i) quería festeiar á sus huespedes
en los bazares y caravasar que se a dicho atrás, auien-
dolos mandado aderezar paru este Un muchos días
auia. Y aunque era mucho para sentir la dicha ñesta
entre tan ¡numerables luzes y rríguroso calor, aunque
le pesó se uvo el Enbaxador de boluer á vestir y salir
al Maydan ya quando anochecía, adonde halló al rev
á cauallo, un poco apartado de los demás enbaxadorcs
y de otro gran número de cortesanos muy tuzidos y
en buenos cauallos, auíendose ya rrecogido la infante-
ría que alli auia estado antes.
Luego como el Enbaxador llegó, haziendose adelante
el rey le llamó y se fue paseando con él á un lado de
aquella gran pla^a, siguiéndole los otros, quinze ó
veinte pasos apartados, y parece que de industria auia
mandado que alli le aguardasen ;inco ó seis mercade-
res de Bucara y Samarcant, ciudades primarias de los
usbeques y chacatais, porque muy de proposito se
paró con ellos á hablar, informándose dellos de lo to-
cante á aquellas prouin^ias que, como atrás se a dicho,
son las antiguas y famosas Batra y Sogodia. Y sigun
después el Enbaxador supo de su intérprete, que le
tenia consigo, entre otras cosas de que se informó de
los dichos mercaderes el rey fue del viage que hazian
las caravanas cada año, de Balcha, Bucara y Samar-
cant, á Canbalec en el Catayo, con el tienpo que se
gastaua en la venida y buelta; y quando se quiso apar-
(I) e/rcy.
— 379-
tar dellos les dixo como el Enbaxador que allí estaua
era del rey de España, el mayor rey de los francos, lo
qual se echo claramente de ver por dezir el rey de Per-
sia: el Chi Hispaniay que es lo mesmo que el E)nbaxa-
dor de España, y por la cortesía que le hizieron los
mercaderes baxando mucho la cabera. Partió luego con
mucha priesa, y al parecer enfadado, porque los que
auian quedado atrás, que eran los demás enbaxadores
y otra mucha gente de los criados del rey, se auian
a<;ercado mas de lo que el quisiera, y se entro en el ba-
zar grande que por todas quatro partes rodea el May-
dan, á donde se vio un grandissimo tumulto con la
muchedunbre de cauallos y gente de pie que arremetió
con furia á seguille. Y como no auia mas (i) anchura
que la calle del bazar y corriendo los cauallos se inpe-
liesen y apretasen unos á otros, caían algunos (2) de-
llos con muchos de los de á pie que allí aguardauan á
ver al rey y á los demás que le aconpañavan. Auia sa-
lido aquella tarde el Enbaxador de España en un ca-
uallo tártaro que el rey le auia dado el año antes en
Casbin, el qual, aunque en lo demás era muy bueno,
se espantaua de las sonbras que las lunbres hazian de
noche, y ansí se rreparó á la entrada del bazar de ma-
nera que con la vara, ni dándole de los pies, lo podía
hazer que pasase adelante, y como cargase gran golpe
de honbres y cauallos, y los lacayos y jateres, con otros
honbres á pie, criados del Enbaxador^ violentamente
hizíesen plaga para que pudiese pasar, se amontonauan
mas los que venían al suelo, de manera que el camino
estaua del todo inpedido. Este gran tumulto y alboro-
to se acrecentó mas, porque viendo el rey que el En-
baxador de España no parecía mandó á los que mas
(erca se hallaron que boluíesen á buscalle y viniesen
(i) largura,
(a) muchos.
— 38o —
con él, los cuales venían dando bozes diciendo: ¡el Chi
Hispaniafy y como con la priesa y tropel que traían
encontrasen con los que tstauan detenidos y caidos, no
podian ios unos rronper por los otros. Al fin, auíendo-
se hecho mucha fuerza, [pasó] el Enbaxador delante y
halló al rey en la puerta de una casa que está en el mes-
mo caravasar, que es de las partes mas públicas y cele-
bres de Spahan, por venderse alli la caua, que es un ge-
nero de beuida de que ordinariamente beuen por me-
dicina y regalo los persianos, y ansi le llaman la casa
de la caua; la qual es una agua de color negra y muy
amarga, confacgionada con ciertas yeruas^ persuadién-
dose todos que es muy saludable y confortatiua para
el estomago, y la toman muy caliente en unas porce-
lanas pequeñas, soruiendola poco á poco en tragos
muy pequeños, primero soplando á cada trago, no pu-
diendo por su mucho calor lieuarla de otra manera.
Crianse en esta casa cantidad de muchachos de todas
naciones, pero en la secta mahometanos, muchos de
los quales son de casta de cristianos gircasos, georgia-
nos y armenios, siendo aquella su morada y escuela
pública de bayles desonestos y de otros muchos vicios
peores, como en la discrip<;ion de Spahan se a ya hecho
mención. Esta deuota casa tenia el rey destinada para
festejar los enbaxadores esta noche, entrándose luego
con ellos como el de España llegó, lleuandole á su
mano izquierda, como lugar entre los orientales, desde
su primera antigüedad, mas honorifíco, y al de Laor á
la derecha, aunque como honbre de pocas gerimonias,
muchas vezes, ansi en esta noche como en las siguien-
tes se mudaua este orden, caminando sienpre los de-
mas detras. Llegóse á una quadra grande en que auia
en medio una fuente, estando todo el aposento hasta el
techo ó ginborrio lleno de infinitas lunbres, con los es-
pejuelos y demás adorno que se a dicho auia en los ba-
zares; lo demás sin ningún aparato mas d« un gran
— 38i —
poyo á un lado, tres píes alto del suelo, á donde el rey
se subió y conbídó á los Enbaxadores de España y Laor
que hiziesen lo mesmo, de los quales este vltimo subió
arriba, y el primero, porque casi alcan^aua á estar sen-
tado, se quedó medio arrimado al dicho poyo, ^erca
del rey, quedando de la otra parte los enbaxadores del
Turco y Duque de Moscouia, de Balcha y Capha. Qui-
so el rey que en parte tan indecente como esta le diesen
de f enar, que fue con tan poco aparato y lautígia que
solo vinieron dos ó tres platos con carnero, y gallinas
asadas, partiendo, ó por mejor dezir, despedazándolas
él mesmo con las manos y dando á los que mas gerca
se hallaron, dellas, escusandose elEnbaxador de Espa-
ña de no Qenar por auer aquella mesma tarde penado y
comido juntamente en su posada, pero beuio dos vezes
que el rey le brindó. En el Ínterin de esta mas que mi-
litar y lacónica (ena baylauan una gran tropa de mu-
chachos, y al cabo mandó el rey que otros dos que
hazian este exergi^io mejor que los demás, auiendo
entre ellos conpeten^ia de qual lo* hiziese mejor y te-
niendo cada uno dellos muchos valedores en su favor,
que pareciesen alli para que á porfía, como en duelo,
baylasen ellos dos solos. Vinieron luego muy adereza-
dos y galanes, uno de los quales era de Qircassia, aun-
que rrenegado, y el otro persiano, de la mesma giudad
de Spahan, pero los gestos de entranbos como de muy
hermosas mugeres^ los quales por muy grande espacio
mostraron su abilidad con (i) varias diferencias de
bayles, aunque muchos deJlos inde;entissimos y de
tanta molestia para algunos de los que alli se hallaron,
como de atención y gusto para otros. La música era de
aquellos grandes panderos de que tantas vezes se a
hecho mención, y algunas flautas de la forma de chc-
rimias^ alabándola los mas tanbien como el bayle. Pero
(i) grandes y.
— 384 —
CAPÍTULO V
Sigue D. García en Spahan.— El Carnaval de los persas.— Pesadas
bromas del Schah y contestación que D. Garcfa le di6*— Artís-
tico puñal que usaba el embajador de Laor. — Descríbense una
moneda de Sabina Augusta y dos estatuas halladas en las ruinas
de Mérída.
Luego, los primeros días que siguieron á este los
gastó el rey en visitar sus arames, atendiendo tanbien
al despacho de las cosas de aquella giudad, auiendo ya
tres años que no venia á Spahan, y juntamente con
esto en preuenir lo que auia de enbiar de presente á
Xaselin, rey de Laor, en rreconpensa del que su En-
baxador le auia traído, que aunque grande, sigun la
variedad de cosas que (i) se dezia en él auia, no de
tanto precio, siendo lo mas del (2) mucha diferencia de
animales y paxaros exquisitos, con algunos esclauos
ba^os ó negros. Y porque sigun la ordinaria costunbre
del rey cada ora se podia esperar del que se partiria de
alli rrepentinamente, hizo instancia el Enbaxador, por
via del Maymandar, para que de nueuo le oyese sobre
la carta que fray Bernardo auia traído, por le poder
despachar luego desde alli á España, como testigo de
, vista para con Su Magestad, de auerse hecho tercera
diligencia con el rey, auque no era menester para estar
desengañado del más de la primera. No pudo, sigun el
Maymandar dezia, ver al rey, estando entonces ina^e-
(i) según.
(2) variedad.
-— 385 —
sible por hallarse en sus arames, y ansí se pasó todo el
mes de Junio y parte del de Jullio sin poder verle, mas
de que por un portero suyo le enbió á dezir que auisase
al Enbaxador como sin falta [lo] quería despachar para
que por los prímeros de Agosto se pudiese partir á Or-
muz y pudiese llegar á tienpo, á Goa, de enbarcarse
para España en el próximo viage del año siguiente.
Enbió tanbien á dezir que quería enbiar otro Enbaxa-
dor con un gran presente á Su Magestad, y ansi quería
que le auisase que cosas de las de Persia serian en Es-
paña mejor rregibidas, á lo qual e! Enbaxador le rres-
pondió agradeciéndole la merged que le hazia, siendo
la que podia mas desear^ y que en quanto al presente
fuese aquel que á Su Alteza le pareciese, pues no in-
portaua ser las cosas que en él fuesen de mucho ó poco
precio, sino el ser enbiadas de su parte con la buena
correspondencia que al rey su señor se le deuia. Des-
pués de algunos dias auisó á todos los enbaxadores
para que una tarde se hallasen con él en la puente de
Spahan sobre el rio Senderu, que ya se a descripto^ que
diuide las dos colonias de los julphalinos y gaores, de
la de los taurísinos y del rresto de la giudad vieja de
Spahan. Celebrauase anualmente esta fiesta en este
río, de costunbre inmemorial, en la luna de Jullio, en
dia destinado particularmente para ella, siendo muy se-
mejante á los antiguos lupercales ó carnauales nues-
tros, porque se juntauan por público vando toda la
gente de la giudad, indiferentemente de todas las na-
ciones y estados dellas, sin interuengion de mugeres,
las quales desde lo alto de la puente podian miralla,
cubiertas conforme á su costunbre, y esto las muge-
res vulgares. Vestianse este dia los honbres lo mas vil-
mente que podian, con trage muy diferente del ordina-
rio, con unas casaquillas muy cortas, casi sin faldas,
quedando con sus callones justos, como los botargas
de las comedias, y sin tocas en las caberas, mas de
35
— 586 —
unos malos bonetillos, de manera que á rrespecto de
su trage ordinario parecían todos muy rridiculas más-
caras. En esta forma se iuan todos al río, que por se
poder en aquel tienpo todo esguazar se cubria por
grande espacio de innumerable cantidad de estos lu-
percos, y alli se langauan agua unos á otros con gran
bozeria que se oía desde muy lejos, y para mas como-
didad de mojarse lleuava cada uno un vaso de cobre,
estaño ó latón, con que muy apriesa cogian agua y se
la echauan unos á otros, no parando en esto, sino que
los mas valientes derribauan á los otros en el río, dán-
dose tanbien grandes golpes con los mesmos vasos
hasta auer muchos descalabrados y algunos muertos.
Y aunque este dia señalado hazía terrible calor vino
tenprano el Maymandar con mucha priesa á llamar al
Enbaxador, diziendo como ya el rey con los demás
aguardaua en la puente. Fue cosa mucho para rreir
ver entonces este persiano, porque con ser honbre muy
venerable y de mas de sesenta años de edad, venia en
el trage y forma que arriba se a rreferido, de manera
que no lo acabaua de conocer el Enbaxador aunque
estaua hablando con él. Caminóse casi corriendo á la
puente, que era un gran trecho, hallando infinita gente
de á cauallo y á pie que acudia á la fiesta, todos como
phanaticos, hasta que desde muy lexos se oia la boze-
ria de lo que en el rio pasaua. Hallaron al principio de
la puente, adonde el Enbaxador se apeó, algunos cría-
dos del rey^ diziendole como el rey mandaua que se
apresurase, y luego otros y otros hasta guialle casi al
medio de la puente, y entrando por una de aquellas
puertas que se escriuio ya en la discrip^ion della que
se entraua por lo grueso de los pretiles á la parte de
Leuante, halláronse muchas alcobas pequeñas, conti-
nuadas unas con otras, sobre el mesmo rrio, las quales
tenían cada una dellas nueue ó diez pies de largo y
quatro de ancho, de manera que conmodamente podían
-387-
estar sentados en cada una tres ó quatro personas. En
la sigunda, después de la primera alcoba por donde se
entró, estaua el rey y el enbaxador de Laor y el del
rey de Balea; éste en el tránsito de la alcoba siguiente;
y haziendo el rey que el Enbaxador de España se sen-
tase junto á sí le preguntó ¿qué le paremia de aquella
ñcsta?; la qual andaua entonQes tan encendida y con
tan terribles bozes y rruido que nadie entendía lo que
se dezia arriba, y ansi por esto como porque muchos
de los lupercos estauan muy mal descalabrados inandó
el rey que fuesen algunos á cauallo, aunque en el
mesmo trage, para que los apartasen, siendo esto bien
menester, porque de muy encendidos en la conpeten-
;ia de mojarse auian llegado ya á las manos, auiendo
muchos caidos y medio ahogados en el agua mas^alta.
Quedó más plagida la conversación, rretirada la más
de aquella gente, comentando la ordinaria fiesta de be-
uer, viniendo luego muchas ta^as y garrafas con vino,
y sin otro género de colación sino algunos platos de
pistachos con su cascara, ansi en la alcoba del rey
como en las demás que de allí se continuauan hasta el
fin de la puente, adonde estauan los demás enbaxado-
res y otros señores de la corte. Y porque sienpre el rey,
desde Casbin, tuuo mucho cuydado de festexar los
criados del Enbaxador de España, mandó que se sen-
tasen en las alcobas continuadas con la suya, hazia el
principio de la puente, siendo toda esta vanda, por mi-
rar al oriente, guardada del sol desde el medio dia, co-
rriendo entonces, aunque con tan gran sol, mucho aire
por las puertas que salian á la puente y por las que se
pasauan de unas alcobas á otras. A la otra vanda,, por
darles el sol de cara tenían algunos tendales para de-
fensa, auiendo en aquellas alcobas, que de mañana eran
mejores, otra mucha gente de la corte y huespedes fo-
rasteros, entre los quales estauan aquel dia los ingle-
ses, que, como se a dicho, hazian presencia de enbaja-
da. E^stauan en la alcoba del rey, quandoelEnbaxador
de España llegó, dos mugeres de los cortesanas y que
publicamente suelen seguirle, festejándole con sus bay-
les, las quales, muy llegadas á los Enbaxadores de Laor
y Balea, los entretenían, con grande rrisa del rey, pero
luego (i) que el Enbaxadorse sentó, el rey, con la mes-
ma rrisa las mandó salir y que se fuesen con otras mu-
chas que estauan fuera en la puente, diziendo á los de-
mas que alli estauan que el dicho Enbaxador, por su
mucha edad, no gustaua de ver baylar, ni entretenerse
con mugeres, y boluiendose á él le dixo: no hay para
iqué nos queráis engañar dándonos é entender que por
virtud no tratéis esta gente , siendo á la verdad la cau--
sa delta la inpotencia en que os a puesto vuestra mu^
cha edad; y con esto, él y los otros dos enbaxadores
rreian mucho. Y porque en Casbin el año antes vsaua
«el.rey de estas mesmas burlas las vezes que se vio con
•él, le rrespondio en aquella sazón lo que antes, diziendo-
he que Su Alteza tenia mucha rrazon, pues en casos se-
mejantes, á la flaqueza de su edad se deuia de atribuir
primero que á su virtud y conpostura ; pero que
para (2) más confirmación de su vejez, anadio enton-
ces, y que con mayor causa se rriesen del en aque-
lla ocasión, que era de fiestas y entretenimientos, de-
uia Su Alteza mostralie algunas de las muchas mu-
geres que tan escondidas y encerradas tenia, porque
las que publicamente por alli andauan no meregian
nombre de mugeres, ni era posible desconponer aun á
los más mogos. Fue de manera lo que el rey se enba-
ragó con esto, que atajó luego la materia de que se tra-
taqa y de muy corrido no agertaua á hablar, mayor-
mente que el Mogor y Usbeque dauan grandes gritos
de rrisa con lo que el Enbaxador de España auia dicho;
(i) que ¡legó.
(a) mayor.
-389-
mas por ser ya esto veras para ei rey, se pasó luego á
otra conuersagion^ pidiéndole la espada y mirándola^
sacándola de la vaina, como sienpre que con él se via
auia hecho, y tocándole con mucha atención la punta.
Luego pidió al enbaxador de Laor un puñal, tocando
el agero del con el filo de su gimitarra para prouar qual
tuuiese mejor tenple, y mirando el Enbaxador, como
estauan tan gerca, que el puñal tenia el puño de marfil,
mostrándose en él una figura de muger, lo pidió al rey
para mirallo mejor y notó ser el puño ó guarnígion
una estatua ó figura de muger, conforme á aquella
grandeza, propiamente la de una muger stolata (i) se-
mejante á las statuas femeniles que aun ay algunas de
las que an quedado de la antigüedad romana, y esta,
aunque en tan pequeña forma, labrada natural y per-
fectissimamente. Y porque al Enbaxador de España le
paresgio cosa muy rrara y exquisita la tal sculptura en
parte tan rremota de Europa, le preguntó al de Laor
que de quien auia auido la guarnigion de aquel puñal,
ó si se tenia notigia en Laor ó en otra parte del inperio
de su rey de que uviese en Asia, ó las uviese auido,
mugeres de aquel trage. Respondió que no, sino que
su padre le auia dado aquel puñal y le auia dicho que
de aquella forma (2) auia sauido que eran las mugeres
rumes antiguas. Quiso boluerle á preguntar el Enbaxa-
dor, ¿de quien uviese sabido su padre aquello?; pero
viendo que el rey enbaragaua la platica entremetiendo
otras cosas, la dexó por entonges, infiriéndose de lo
que el Mogor auia dicho que algún mercader estran-
gero de los que uviesen estado en Laor en tienpo de
Aquebar Xeialadin, ó de Paxa Mahamut, su padre, pu-
diesen auer llevado aquel brinco, ó alguno de los jesui-
tas que alli auian rresidido tanto tienpo. Pero aquella
(i) conforme á.
(2) ie auian dicho que.
— 390 —
figura estaua tan bien y propiamente sculpida, que pu-
diera dar indicios auer quedado de la antigüedad,
auiendo quedado en Asia desde el tienpo que ios ro-
manos fueron señores de tan gran parte deila , aunque
no tan al Oriente como los persianos y ni los usbeques
y chacatais, de quien los mogores se precian que vie-
nen. Auia el Enbaxador dado al rey en Spahan, pocos
dias antes, entre otras pinturas que traxo de España,
vna que él estimaua en mucho, la qual era un retrato
de Sabina Augusta^ pudiendo auer sido de su muger
de Nerón ó de Adriano, auiendo tenido entranbas este
nonbre; sacóse este rretrato en Madrid, muchos años
antes que el Enbaxador viniese á su enbaxada, de una
moneda de oro, de peso de tres ó quatro escudos, que
vino en poder de una señora principal de aquella cor-
te, que no quiso dársela ni feriársela por cosa alguna
que le offre^iese, viendo que la cudi(;íaua tanto, si no
fue para que solo la copiase^ como lo hizo, de uno de
los grandes pintores que alli auia. Y aunque se pu-
diera sospechar que fuese contrahecha, como se con-
trahazen muchas en Italia, Francia y Alemania, no
podía esto engañar á nadie que tuuiese mediano cono-
cimiento de las muchas monedas que cada dia se ha-
llan en España y en otras muchas partes del mundo,
de todos metales, siendo en la forma, grosor y hechu-
ra de las letras muy propia á las antiguas. La figura de
e&ta gran señora era desde el principio de la garganta,
junto al pecho, en que paremia tener un hilo de perlas
ó gargantilla pequeña, con el cuello, rostro y cabera,
la qual tenia adornada con gran vagueza y primor,
de sus propios cabellos, teniendo parte dellos entren-
gados con perlas rrodeadas en ellos y que le dauan una
buelta por la cabega, como los rrodetes que agora vsan
las mugeres en España, y los demás esparcidos por la
parte posterior del cuello y honbros, sígun se echaua
de ver aunque la moneda no llegaua á descubrillos. El
— 391 —
rrostro era notablemente hermoso, leuantado y agui-
leñOy el qual, aunque se pudiera colegir ser de Popea
Sabina, muger de Otón y después de Nerón, anbos en-
peradores, y tan querida y estimada dellos, y por auer
sido, ansi por esto como por su mucha belleza y dis-
creción, tan celebrada délos historiadores antiguos, no
teniendo el primer nonbre de Popea, mas del de Sabina
Augusta, se colige auer sido la muger del enperador
Adriano, que tanbien., sigun de Spar^íano se entiende,
fue dama v hermosa.
Ninguna de las letras del rreverso se podian leer, y
las de la haz solo dezian lo rreferido, sin dezir de qual
de los Enperadores uviese sido muger, aunque algún
tienpo después que el Enbaxador hizo copiar esta me-
dalla halló acaso en poder de un cauallero amigo suyo,
que se pre^iaua de muy antiquario, entre otras muchas
monedas que tenia, dos de cobre ó bronce, de la mes-
ma Sabina Augusta, sin auerse podido leer en entran-
bas mas de Sabina Augusta, siendo este el nonbre que
la antigüedad le dg á la muger de Hadriano, y á la de
Nerón, Popea Sabina, y parece más verisimil que estas
monedas fuesen de Sabina, muger de Hadriano, por la
grandeza y memoria [más] loable que dexó de si este
principe en todas las prouin^ias del inperio romano, que
la muy odiosa y aborrecible de Nerón, por sus grandes
vigíos. Pero el retrato que el Enbaxador dio al rey de
Persia, por ser mayor la fama de Popea, sigun las mu-
chas partes suyas, particularmente se le atribuyó a
ella, pudiendo auer, como la ay, alguna duda en ello.
El rresto del cuerpo, con la postura del trage, no mos-
trándonos la medalla mas de el rrostro, cabera y cue-
llo, se sacó, aunque no muy al natural, de una copia
que el mesmo Enbaxador tenia algunos años antes, de
una statua de marmor, femenil, que halló en Merida
andando con curiosidad mirando en aquella ciudad
muchos de los grandes rrastros que en ella se veen de
- 392 —
la antigüedad romana. Porque entrando en la casa del
mayorazgo de los Mexias y notando el patio della, que
h) rrodeauan por todas quatro partes unas grandes co-
lumnas estriadas con sus capiteles corinthios, aunque
por ser de piedra de grano, á partes muy gastados, vio
á un lado en un pequeño pedestal la dicha statua, y
aunque trunca, sin cabega ni bragos, que mostraua en
la forma y rropage una venustad y hermosura increí-
ble; la stola, que era el abito vsado en Roma, de las
mugeres nobles, con muchas pliegues^ desde los hon-
bros hasta cubrille los pies, muy sinuosa y larga, y la
gintura muy alta por junto á los pechos, guardando
suma decencia y perfecgion, cosas que en el trage fe-
menil tanto conviene. Y queriendo el Enbaxador que
se la copiasen, ansí destroncada como estaua, por aue-
He contentado tanto, no se halló quien pudiese hazeilo
con el arte y primor que se rrequeria, sino un mal pin-
tor que aunque imitó algo fué muy desigual la pintura
á lo que propiamente auia de ser. Y aunque después,
el de Madrid, como gran maestro suplió parte de las
faltas de la primera copia, quedó el cuerpo del retrato
muy diferente de la estatua de donde primero se auia
sacado; pero el rrosiro, cabello y cuello muy ai natu-
ral de la medalla de donde se copió. Los bragos, que
no uvo de que poder copiarse, quedaron al arbitrio del
pintor, dcxandolos, aunque inpropiamente, gran parte
dellos desnudos, como vemos comunmente en algunas
pinturas modernas italianas imaginadas á lo antiguo, á
quien falsamente ponen los nonbres de muchas de las
énperatrices romanas, de los quales rretratos ay mu-
chos agora en Madrid, siendo muy diferentes en todo
de lo que antiguamente auian sido, sígun de la statua
rreferida y de otras algunas se conoge. La estatua pe-
queñita que el Mogor traia en el cabo de su puñal es-
taua perfectisimamente obrada, con gran propiedad y
muy semejante á la de marmor, de Mérida, y aunque
— 393 -
con la priesa que el Enbaxador en aquella ocasión la
miró no pudo notar la postura del cabello, si era se-
mejante al de la medalla, ó aparente en algo, se acuer-
da que tenia el cuello y garganta descubierta, y el
rrostro leuantado y que pare(;ia que miraua á lo alto;
pero notó bien que tenia las manos juntas, poco abaxo
de la gintura, cubiertas con las bocas de las mangas de
la stoia^ de la manera que los frailes las tienen delante
de sus superiores, siendo las mesmas mangas anchas,
como ellos las vsan, constandonos tanbien de Juvenal
cubrir la stola del todo las niugeres, excepto el rrostro.
^inco ó seis años antes que el Enbaxador saliese de
España á su enbaxada, viniendo de Badajoz, adonde
avia sido corregidor, á Madrid, vio en las casas del
consistorio de la dicha giudad de Mérida otra statua
de manmor, de muger, que algunos meses antes se
auia hallado cauando y sacando piedra para la puente,
de la mucha silleria antigua que de las rruinas de aque-
lla colonia estaua cubierta de tierra muchos siglos auia.
Y dando con aquella statua que hallaron entera, la sa-
caron y el cabildo ordenó que se pusiese, como lugar
publico, en la parte que se a dicho. Era muy semejan-
te en el trage y postura del cabello á la que se hallo en
la casa de los iMexias, pero muy inferior á ella en la
perfección de la sculptura^ aunque sin bracos y cabeza,
conociéndose bien^ ansi en esto como en la scripgion
que en esta vltima se halló en una pequeña basa con-
tinuada con la mesma statua, ser hecha y dedicada, no
solo en la ya conogida declinación del inperio Occiden-
tal, pero estando ya sus prouingias todas ocupadas por
los barbaros. Dedicóse á la memoria de una muger
principal por dos libertos suyos á quien ella auia dado
libertad, notándose tanbien que no obstante que sigun
la scripcion ella auia muerto de edad de cinquenta y
seis años, se mostrava vsar todauia de abito y tocado
juuenil^ con el cabello y garganta descubierto, aunque^
- 3.)4 -
como se a dicho, toda la sculptura grosera y tosca^ á
rrespeto de la primera, por auerse perdido ya por la
mayor parte las buenas artes de la antigüedad romana
en Europa.
CAPITULO VI
Rl reino de Laor y su embajador Helanchan. — Un bufón de la
corte persa.— Cuestiones del Schah con el rey de Laor. — Fiesta
en el Maydán.— Fanatismo de un tejedor. — Noticias que llega-
ron de Europa.— Nuevos festejos que dio el Scbah. — Costum-
bre de fumar que tenia el embajador de Laor.— Otro i>anqueie
cortesano. — Nueva audiencia del Schah á los embajadores.
Era el Enbaxador de Laor honbre muy alegre y fes-
tiuo y con quien el rey de Persia, por esta causa, se
burlaua y entretenía, no solo de palabra, sino tanbien
de manos, asiéndole de la barua y dándole palmadas
en las espaldas, de manera que sienpre auia rrísa y pía-
zer adonde quiera que estaua. Llamase Helanchan, que
entre los mogores suena lo mesmo que señor del mun-
do, y fue hijo de Paxa Mahamut, rey de Laor, que en-
tre otros reynos con que acrecentó su inperio ganó el
grande y fértil reyno de Canbaya, con que vino á que-
dar aquella monarchia, entre muy pocas, una de las
mayores de todo el Oriente. Ansi en la opinión común
que entre los mogores se halla, como de la grande his-
toria de Mírhon, de nagion persiano y que escriuio de
menos de gien años á esta parte, estos reyes de Laor
vienen de Mirunxa, sigundo hijo de Taniur, de quien
atrás se dexa hecha larga mención. Y como Alucham,
entre otros muchos hijos de Mirunxa, auiendo sido
-395-
muerto su padre en una batalla que tuuo con los tur-
comanes, quedase pobre, ocupado de otros lo que en
Media y Hircania podía tocalle, se fue con algunos que
quisieron seguille á ganar sueldo á la India, camino que
muchos persianos, vsbeques y corassanes tomauan,
por la rríqueza de la tierra, hallándose en la suya des-
acomodados. Auia ppcos años antes desmenbradose y
diuidido en muchas partes el potentissimo reyno de
Deliy conteniéndose en él antiguamente^ demás de las
prouin(;ias del Qinde, Canbaya y todas las demás me-
ridionales hasta el Malabar, toda la India septentrional
hasta el grande monte Imao. De esta gran monarchia
rresultaron muchos reynos menores, rrebelandose á su
rey los capitanes y gouernadores suyos, que como en
la discripgion de Goa se escrivio, eran mahometanos,
de las naciones arriba rreferidas, y otros muchos tur-
cos, árabes y abissinios, los quales contendían después
de auerse extinguido aquella monarchia, unos con
otros, por augmentar lo que auian vsurpado. Y como
en proceso de algunos años, Alucham, ansi por la cla-
ra memoria de Tamur, su abuelo, como por su propio
valor, se hiziese señor de una gran parte de lo mas sep-
tentrional del reino de Deli, cuya ciudad, agora muy
arruinada y del mesmo nonbre, se vee entre Agrá y
Laor, y los que después le sucedieron fuesen despojan-
do ó á los señores de menos potencia sus vezinos, de
lo que poseían, vinieron á quedar grandes y poderosos
reyes hasta que Paxa Mahamut, padre del enbaxador
de Laor de quien se va tratando, augmento, con tanta
mayor grandeza como fue la a^esion de los reynos del
Qinde y Canbaya, la tan famosa y nonbrada en Asia
monarchia de los mogores, teniendo por el septentrión
el monte Imao; por el Mediodía, el mar Indico Austral;
por el Oriente, el río Ganges, y por el Ocgidente las an-
tiguas prouin(;ías de Aracosia, Aria y Bactra, confínes
hazia el Oriente de los mogores, vsbeques y persianos.
-395-
Y porque el rey quería esta tarde y toda la noche en-
tretenerse en la colonia de los julphalinos, como lo sue-
le hazer, se leuantó y queriendo ligengiar los enbaxa-
dores le dixo al de España que le boluia á prometer de
dalle audiencia; el qual le rrespondio: si V. A. se uvie-
re de partir, como se díze, dentro de pocos dias de
Spahan, y no pudiere hazerme esa merged, todo lo que
principalmente se puede tratar y lo que agora vltima-
mente el rey mí señor me manda con este frayle que
vino de España, es lo mesmo que con V. A. traté en
Casbin sobre rrestituir lo ocupado del reyno de Or-
muz. Dio muestras el rey de no entender esto y salien-
do á la puente con los demás llegó un bufón del enba-
xador de Laor, tenido por todos por de muy buena
gragia, á hablar al Enbaxador de España, diziendo su
amo quien era y lo que profesaua; pero llegó el bufón
con tanta grauedad, seueridad y conpostura, que no
solo no dio muestra de honbre de aquel arte, sino que
paresgio en él un verdadero retrato de Antístenes, Xe-
nocrates ó Epaminondas, no diziendo otra cosa mas de
muy serios cunplimientos, de manera que con 'ningún
artifigio, ni propia naturaleza de los honbres de aque-
lla profesión pudiera mostrar tanto su buena gragia
como en aquello. Tenia la mesma edad ó mas que el
mesmo Enbaxador, y tan paregido á él que no hallán-
dose juntos nadie dexara de engañarse, no siendo de
su mesma familia, para no tenellos por una mesma per-
sona. Y ansí dezia el Enbaxador de España que para
mayor admiragion y grandeza de aquellas fiestas y jun-
tas de embaxadores, el de Laor auia,de industria, tro-
cado su persona con la de su bufón, rrepresentando
propiamente cada uno la del otro; paró el rey un poco
en pie en medio de la puente, llegando allí los demás
enbaxadores, haziendose una rrueda ó gerco de todos
en el Ínterin que traían cauallo al rey, el qual, asiendo
por el brago al Enbaxador de España y señalando con
-397-
la otra mano al de Laor, le dixo: ¿Veislo allí?; pues
si no me entrega á Candar se la tengo de tomar á su
rey y lo demás que por alli hallare, porque á mis hijos
(señalándolos tanbien, que cstauan presentes, aunque
fuera de la rrueda), no les tengo de desminuir un pal-
mo de tierra de lo que por las armas en mis reynos
tengo acrecentado, Y aunque esta paresgio rrespuesta
guardada para en parte tan pública, de lo que poco an-
tes el Enbaxador de España le auia dicho, no se quiso
dar por entendido dello, mas de rrespondelle que Su
Alteza y Xaselin y su Enbaxador, que estaua presente,
se auendrian como amigos, porque él no entendía que
cosa fuese aquello de Candar, y con esto, rriendose el
rey con todos, sigun lo haze sienpre, se despidió dellos
yéndose á Julpha, y los demás á sus posadas, siendo ya
casi noche.
Candar, ya que aqui se a hecho mención della, es
una pequeña giudad, aunque fuerte, sigun su sitio, en
los confines de Aria, llamada agora Arat, y de la pri-
mera India, y en el propio camino que de Persia y Co-
rassan, de donde es muy vezina, Ueuan los mercaderes
á la provincia del Qinde, y de alli los de Laor, Agra y
demás partes de la India á los dichos reynos de Coras-
san, Media y Persia. Y por ser este paso forzoso de
todas las carauanas que van y vienen de la India á Per-
sia, viage que el rey con tanto cuydado a introduzido
de pocos años á esta parte por deriuar por alli el co-
mercio maritimo de Ormuz con tanto prouecho suyo,
tenia en Candar un buen presidio con capitán de con-
fianza; pero como éste, ó por se hallar ofendido, ó lo
que es mas gierto, auiendo rreqibido gran cantidad de
dinero del rey de Laor, ansí para sí como para sus sol-
dados, le entregase la fuerga (i), se pasó á seruille con
todos ellos, cosa que por los grandes sueldos que
(i) pasando.
— 398 —
aquel gran principe offrege [es] muy vsada de los per-
síanoSy vsbeques y corassanes, con otras muchas na-
ciones de Asía.
Pasados dos días tuvo el rey aper^ebida otra fiesta
de noche en el Maydan^ mandando que por todas las
tiendas y alcobas altas alderredor del uviese muchas
luminarias, y la fiesta, aunque muy insípida y de poco
gusto, era luchar algunos honbres desnudos, y pelear
carneros, dándose grandes topadas, con la contienda
de los toros que ya se hizo mengion en la entrada del
Enbaxador de España en Caxen. Fueron llamados á
una ora de la noche todos los Enbaxadores, acudiendo
gran numero de gente, ansi de naturales como foraste-
ros, de manera que con ser el Maydan tan capaz y
grande cstaua casi todo ocupado. Luego que salió el
rey se comenco la lucha y toparse los carneros, auien-
do muchos parciales, honbres y muchachos, que á los
unos y á los otros los animauan con toda suerte de pa-
labras y ademanes á conbatir, y aunque esta vista y
entretenimiento, mirándose como fiesta de un rey y
hecha á Enbaxadores de tan grandes principes, pare-
ciese tan insulsa y pueril, á lo menos era con alguna
quietud, no dando mayor molestia que la que se tenia
con el calor del tienpo, siendo en el rrigor del estio y
de las muchas luzes que alli auia. Pero venidos los to-
ros, cuya contienda duró grande espacio, la fiesta fue
molestissima y pesada^ porque enpujandose unos á
otros aferrados por los cuernos, frente con frente, como
sucedió en Caxen, y la gente de á pie y de cauailo es-
tuuiese muy apiñada, era forzoso apartarse y rretirarse
de la parte adonde los toros, lleuados de los otros se
rretirauan, boluiendo éstos luego animados de sus due-
ños y fautores, cobrando animo á lleuar á los que antes
parecían vencedores. Y como los de a cauailo muchas
vezes corriendo huyesen por no encontrarse con los
toroSy se atropellauan unos á otros con grandissima
-399-
confusión y tumulto, mayormente de los muchos que
caian de los de apie (i), y como los criados del rey y
otros muchos, como el mesmo, por la rrazon dicha
anduuiese corriendo y apartándose á muchas partes
del Maydan, corrían ansimesmo todos hazia aquella
parte por hallarse mas ^erca del [y] derribauan y pisa-
uan á muchos, siendo los mas de los Enbaxadores lo[s]
que hazían esto con mas cuydado, de que resultaua el
daño dicho. En fín, después de auerse gastado la ma-
yor parte de la noche en esta tumultuosa y molestísima
fiesta, deseando algunos que se acabase, el rey, apar-
tándose corriendo de los demás se entró por la puerta
de su árame, rrccogiendose los Enbaxadores á sus po-
sadas.
Enbió otro dia el rey gran cantidad de cosas dulges
al Enbaxador de España, en muchas fuentes de plata
mucho mayores que rrodelas, y aunque auia gran nú-
mero y diferencias de confituras y frutas de alcorza, no
con el primor que en España; pero fue tanta la canti-
dad que bastó para proueer los conventos y abundan-
temente á toda la familia del Enbaxador. Avia muchos
días antes enbiado el rey á dezille que de todos los rre-
galos que en su casa uviese, mayormente de cosas dul-
5CS, enbiase por ellas, que él rre^ibiria mucho gusto
dello; y sabido que no se auia hecho ansi quiso que
aquel día se lleuase todo junto, mandando dar el En-
baxador á los portadores de aquel presente, que eran
muchos, -una buena cantidad de dinero. Y para que se
entienda en la veneración en que todos estos persianos
tienen á sus reyes, se pondrá aqui un caso que enton-
ces sugedio, y fue que como biuiese muy contigo á la
casa del Enbaxador un persiano texedor, su muger,
que tanbien vsaua el mesmo offigio, se hallaua enton-
ces muy al cabo de una muy peligrosa enfermedad, no
(i) mayormente»
pudiendo ya comer muchos días auia; y siendo muy
público entre todos aquellos vezinos auer el rey enbia-
do aquella colación, con grande afecto vinieron de su
parte á pedille á un criado del Enbaxador le suplicase
de su parte que por amor de Dios le enbiase algo de lo
que uviese quedado, porque le paremia que luego esta-
ría buena. Y como se le lleuase buena cantidad y co-
miese con aquella buena fe la enferma^ parte della, al
momento se alentó y mejoró de manera que en tres ó
quatro dias quedó del todo buena, aunque la fruta no
^ra tal que mereciese por si hazer tales milagros.
Dos dias después de la contienda de los toros y car-
neros enbió el rey una noche por los enbaxadores, y
como el de España fuese algo más tarde por auerse
detenido á ^enar, ya quando llegó al Maydan auia el
rey salido hazla la puente, corriendo alia gran número
de honbres á pie y á cauallo, y entre ellos los enbaxa-
dores, hasta que llegados al Charabat vinieron algunos
criados del rey á gran priesa, unos tras otros^ á llamar
al Enbaxador de España, diziendo que el rey le aguar-
daua en la puente. Auia el rey mandado con vando
público aquella tarde tener luminarias, no solo en las
casas particulares^ tenplos y lugares públicos de la giu-
dad de Spahan^ sino tanbicn en las colonias de Tauris,
Julpha y Eruan y (i) en las de los gaores, determi-
nando de tener la fiesta, ó Tamaxa, como dizen los
persianos, en una casa nueua de un mercader rrico,
entre la giudad vieja de Spahan y Tauris, junto al mes-
mo Charabat. Y aunque uviesen ya llegado á donde
estaua el rey los demás enbaxadores y auiendose de
tomar el camino para la dicha casa á la mano derecha,
antes de entrar en la puente entró el rey con los demás
por gran trecho della, entreteniéndose hasta que el de
España llegase; pero como por la mucha priesa que le
(i) tanbien.
dauan fuese corriendo hasta casi la mitad de la puente,
boluia ya el rey en los primeros y á un lado el enbaxa-
dor del Mogor dando bozes ¡Htspania, Hispania!^ lla-
mando con esto al Enbaxador y pronunciando más
propia y latinamente este nonbre que los mesmos es-
pañoles; llegó el Enbaxador y poniéndose á su mano
izquierda salieron luego de la puente, camino de la
casa, siendo increíble el número de gente que auia
acudido, con tantos lanpiones y hacheros con lunbres
que paremia de día. Fue preguntando el rey al Enbaxa-
dor de España por las nueuas que entonces tenia de
Europa, auiendo en aquella sazón llegado á Spahan
algunos rriportes á los venecianos que alli auia, de
Bagadat y Alepo^ en que se dezia el gran aparato de
armadas que se hazia en Italia, ansi por Su Magestad
Católica como por el rey de Francia y venecianos, y
tanbien de como Manolli, señor de Seida, que 'es la
antigua Sidon, con algunos drusos leuantados del mon-
te Líbano auia tomado á Bar uto, de los turcos. Y
aunque el Enbaxador, tomando aquella ocasión quisie-
ra hazerle ciertas aquellas nueuas, no teniendo otra (i)
siguridad de que lo fuesen no le quiso tratar ni persuá-
dale (2) que mouiese las armas contra el Turco, por-
que sabiendo quan ageno estaua el rey de esto no que-
ria que no aprouechando y saliendo después incierto
el aparato de guerra en Italia (3), el rey le tuuiese en
la opinión en que tenia al obispo de pirene, mayor-
mente no auiendo tenido de Su jMagestad Catholica so-
bre esto auiso alguno. Y ansi solo le respondió que
qualesquiera apercebimientos de guerra, ciertos ó no,
tendrían al Turco con cuydado, y si el rey quisiese in-
tentar algo contra él le serían de notorio prouecho, no
(i) certej^a dellas,
h) que gomando de aquella ocasión,
(3) ingicrio,
26
— 4^2 —
queriendo, por lo arriba dicho, meter más la mano en
esta materia. Llegó el rey á la casa y apeado subió
arriba con los demás, siendo muchas las escaleras, pa*
sandose muchos suelos, sigun la grande altura della,
hasta llegar al techo ó terrado, que era muy grande y
espagioso, en que auia tantas lunbres que aunque co-
mo en parte tan alta y patente corriese algún aire era
mayor la molestia de las muchas luminarias, las qua-
les, después de auerse el rey sentado en el mesmo sue-
lo del terrado con todos los que le aconpañavan, se
multiplicaron á la vista, de manera que hizo grandissi-
ma admiración. Porque ansi en toda la giudad como
en las dichas colonias, quanto la vista podia alcanzar
era increíble el número de las luzes que desde alli, es-
tando en medio, á todas partes se vian. Comentóse
luego el común y ordinario entretenimiento de beuer,
auiendo muchas tagas y garrafas con vino y algunos
platos de pistachos tostados con su cascara, y el rey,
muy alegre, pidió su espada al Enbaxador de España,
como sienpre lo. auia hecho, y teniéndola enpuñada,
desnuda, la estuuo mirando con mucha atención, to-
cándole muchas vezes la punta, y después de auersela
buelto, ansi á él como á los demás les preguntó: ¿que
les paremia de lo que se publicaua de Manolli? Dixeron
algunos sobre esto, como es cosa ordinaria engrande-
cer lo que se desea, que este druso, con ayuda que le
auian enbiado los principes de Europa se podría apo-
derar del reyno de Chipre, y otros que lo estaua ya y
que era señor de la canpaña, de manera que los Baxás
de Damasco y Alepo no se atreuian á hazelle rresisten-
9ia. Y como á todo esto el Chaus del Turco no rres-
pondiese nada, mas de mirar al Enbaxador de España
y rreirse, boluio el rey á preguntar al mesmo Enbaxa-
dor particularmente dixese lo que le paremia, el qual,
entendiendo la malicia con que lo preguntaua le rres-
pondio que no creía que Manolli iiiuiesc tanto caudal
— 4^3 —
y fuergas que pudiese, no solo lleuar al cabo, pero aun
acometer una enpresa tan grande como aquella, ma-
yormente siendo menester tan pujante armada que fue-
se superior á la del Turco, y que Manolli ni podía te-
nerla ni se sabia que de Europa se le uviese enbiado,
y que lo que podría hazer quando fuese ansí como de-
zian que él fuese superior en canpaña á los Baxas de
Alepo y Damasco, lo qual no paresgía creible, era to-
mar y saquear á Trípol, estando tan gerca del monte
Líbano, y que sobre aquella materia se informase Su
Alteza, de Mahamet Chaus, que estaua presente y sa-
bría dar más rrazon de todo lo que sobre aquello se
tratase. Y porque el Chaus estaua medio corrido y ca-
llaua, el rey hizo gran fiesta rriendose y mudó luego
otra conversación. Tenia por costunbre el Enbaxador
de Laor en todos estos actos públicos, desde el prime-
ro día que vino, á tomar el humo del tabaco, con estar
tan gerca del rey como síenpre se hallaua. Para esto le
traían un instrumento con que le tomaua, que era un
cañuto hueco de oro, de la largura de dos palmos, y
de grueso como el menor dedo de la mano, á cuyo ca-
bo auia vn frasquíto de oro del tamaño de un hueuo
con muchos agugeros, en que auia fuego y los poluos
del tabaco, y poniendo el otro cabo en la boca y so-
plando y boluiendo á rrecoger luego el aliento salía por
los agugeros del frasquillo mucho humo, y con tan mal
olor que aun para los que estauan mas lexos del era
cosa muy molesta y pesada, quanto y mas á los que se
hallauan tan ^erca como el rey, aunque no fuera en
tíenpo de tanto calor. Y aunque esto desde el primer
día paresQÍo á todos mucha libertad y para aquel lugar
notable desconpostura, lo querían desculpar algunos
dizíendo que con la asidua costunbre que tenia de to-
mar aquel humo no podía por aquel poco tienpo pasar
sin él sin desuanegerse. El rey, aunque tan humano y
apazíblc con sus huespedes, sienpre daua muestras.
— 4<H -
pero sin dezir nada, de cargarse y enfadarse con el tal
entretenimiento del Mogor, porque que demás de la
mucha molestia que el humodaua, bienechauadever,
como agudo y perspicaz que era, que los circunstantes
lo notauan. Y aquesta noche, al tienpo que el indio
lan^aua y rrecogia su humo, boluiendo el rrostro á la
parte contraria de donde vliiÍíi y hazia donde estaua el
Enbaxador de España, le pi ei;iint6 s¡ en España toma-
uan el tabaco y qué personas lo tomavan; á lo qual le
rrespondió el Enbaxador, entendiendo luego á que fin
le preguntaua aquello, que solos ios indios y los negros
tenian y vsauan aquella medigina. Dio luego el rey una
gran frisada con darse una palmada en la frente v Ic-
uantandose diziendo que luego boluia, le quitó ai Cham
de Xiras el turbante de la cabera y aparcándose a una
parte del terrado, adonde aula una paredilla ó pretil
por donde baxaua una escalera, detras della ^e tendió
en el suelo y se puso á dormir poniendo por cabegera
el turbante que á Emancolicham aula quitado. Y lue-
go, de ay á muy poco espacio, llegó el mesmo Cham
con la cabera descubierta como auia quedado (i), di-
ziendo al Enbaxador de España de parte del rey que
en todo caso le boluiese á dezir quienes eran los que
en España tomauan el tabaco, y auiendole rrespondido
lo que antes, añsi del rey de donde estaua, como de
todos los circunstantes, se leuantó tan gran rrisa que
duró gran rrato. El Enbaxador de Laor, en este tien-
po, ó porque no entendiese lo que se auia tratado so-
bre el tabaco, auiendose hablado en turquesco, lengua
común en la corle, ó que no se quisiese dar por enten-
dido, sienpre estuuo humeando con su canuto en el
Ínterin que esta ñesta duró. En esto se llegó al inter-
prete del Enbaxador de España, Scanderbeg, el valido
del rey, y le dixo disimuladamente que podia irse si
([) preguntando.
— 4^5 —
gustase; que sabido por el Enbaxador se leuantó y se
fue, despidiéndose con líuiana gerimonia de los demás,
que tanbien hizieron lo mesmo, yéndose todos á sus
posadas muy gerca ya de quando quería amaneger.
La noche siguiente quiso el rey que los Enbaxado-
res viesen las mesmas luminarias desde el terrado de
su casa, que como ya se a dicho cae sobre el Maydan,
y es aquella torre de muchos suelos que haze perspec-
tiua á aquella gran plaga, por ser aquel, fuera de los
alcoranes, el lugar más eminente de toda la giudad. Y
para que est^iuiese mas cómodo aquella noche, le auia
el rey mandado algunos dias atrás hazer alderredor de
todo él un parapeto en que arrimados á él pudiesen ver
á plazer la gente y luminarias de la plaga de la giudad
y colonias, y muchas claraboyas en el mesmo para-
peto para gozar de la mesma vista los que estuuiesen
sentados en el suelo del terrado. Mandó el rey juntar
alli, luego que gerró la noche, los Enbaxadores y otros
huespedes, en que entraron los ingleses y los religiosos
de anbos conuentos^ que solian ser llamados, estando
cubierto de alhonbras lo más gercano alderredor del
pretil, y porque el rey no se halló presente esta noche
para rregibir y festejar los Enbaxadores, demás de
otros muchos ministros y criados suyos estauan alli
Hilao Cham, el regulo de los Curdos que vino con el
Enbaxador de España la mayor parte del camino de
Casbin para Spahan, y Emancolichan, soltan de Xiras.
La estangia del terrado estaua mas apazible que la de
la noche pregedente porque no auia arriba luminarias,
mas de la luz de la luna, y con esto y ser el sitio tan
alto el aire refrescaua á todos, aunque las muchas ga-
rrafas de vino engendian á los mas. Mandó tanbien ve-
nir aquella noche la familia del Enbaxador de España^
y con ser la fíesta tan de proposito que las alhonbras
delante de todos estauan cubiertas con tagas y garrafas
de oro con muchas diferengias de vinos, no auia mas
— 4q(> —
colación que platos de unas ciruelas muy gruesas que
en España en la prouin^ia de Estremadura vulgarmen-
te llaman harta vellacos, por ser la peor y mas grosera
spe^ie de ciruelas. Aunque las que esta noche allí se
pusieron, con ser de la mesma calidad y tamaño que
en España, pares^ieron muy buenas á los que las co-
mieron, ó por no auer otra cosa ó porque careciendo
Persiade buenas ciruelas, aunque abundante de las de-
mas frutas en toda perfección, estas lo parecieron en-
tonces. Enbiose á escusar el rey de no auer salido, por
no hallarse aquella noche bueno, aunque se entendió
que estaua en el ultimo y mas superior quarto de aque>
lia torre que caía debaxo del mesmo lorrado, con algu-
nas mugeres de su árame teniéndolo diputado y pre-
uenido (i) con tanta curiosidad para actos semejantes,
como ya queda dicho en la discripcion de Spahan.
Gastóse alli gran parte de la noche con hermossissi-
ma perspectiva de las muchas luminarias y cohetes, y
con el gran número de gente que en el Maydan anda-
ua, y la fortaleza, aunque algo lexos, estaua muy her-
mosa, llenas las murallas y torres de infinitas luzes,
siendo las fiestas mucho mejor que las pasadas por auer
dado licencia mas tenprano á todos para rrccogerse
á sus posadas; con lo qual se concluyeron las fiestas
que con quanto cuydado pudo el rey de Persia hizo á
los Enbaxadores en Spahan, las quales se an puesto
tan particularmente, no por la grandeza dellas, sino
porque se conozca que todos estos rejes orientales,
aunque en la aparencia exterior barbaros, conforme á
las costunbres de Europa, pero en las esenciales mas
atentos y sobrios que las naciones del Occidente, y ansi
con poco fausto y mucho menos costa celebran sus fies-
tas y entretenimientos públicos.
— 407 —
Y porque se a9ercaua su quaresma y ayuno del Ra-
madan, general á todos los mahometanos, y el rey que-
ría hallarse en aquella sazón fuera de Spahan, se dio
quanta prisa pudo el Enbaxador para quedar despacha-
do y poderse partir á Ormuz por los primeros de Agos-
to, y ansí el rey le mandó dar sus paravanas ó provi-
siones para todo lo necesario para su viage. Y á dos de
Agosto le enbió á auisar se hallase aquella noche en el
Maydan, porque alli quería dalle audiencia á él y á los
demás Enbaxadores y despedirse dellos. Halláronse to-
dos á las nueue de la noche en el Maydan, con muchas
hachas, que son aquella forma de lanpíones que ya se
an dicho, y quando el Enbaxador de España llegó es-
tauan ya todos los otros á cauallo, con otra mucha
gente que auia acudido^ junto á la puerta del árame,
aguardando á que el rey saliese, y ansí estuuieron mas
de una ora. El Enbaxador, visto las muchas lumbres
y tanta gente junta como estaua á la puerta del árame,
y como hizíese gran calor, se quedó lexos de los de-
mas, casi en medio ie la pla<;a, auiendo llegado allí los.
priores de los conuentos y sus conpañeros, por auer
tanbien de tratar el Enbaxador con el rey se les diese
ligengia para labrar sus (i) casas, no auiendo aun hasta
entonges tenido mas de permisión para rresidír en ellas.
En esto comengó á salir el rey á cauallo con muchos
de los ministros y criados de su corte , y cantidad de
aquellos lanpíones de plata que tenia el verano atrás
en Casbin, y sin detenerse con nadie de los que le aguar-
dauan á la puerta, y guiandolo el Maymandar, se vino
adonde estaua el Enbaxador, diziendo élmesmo loque
otras vezes: ¡Hispania^ Hispania! Y llegando el Enba-
xador á hazelle cortesía le dixo: ¿qué es lo que me que-
réis dezir de parte del rey de España^ mi ermano?;
que aqui vengo á oíros y ver tanbien sí de vuestra par-
(t) conventos.
— 4'Q —
ticulares que auia en Casbin y por cartas á Farabat»
tratado con él, sobre no admitir los ingleses, ni otros
estranjeros, y que rrestituyese á Baharen, Queyxo-
me y Comoran, que en diferentes tienpos auia ocu-
pado del reyno de Ormuz. Y aunque oyó esta mate-
ria el año pasado en Casbin , como ya se a dicho, tan
inpagicntemente, entonces la escuchó con quieto y
apazible senblante, rrespondiendo á esto postrero que
al rey de España su ermano no le inportaua nada que
el poseyese aquellas islas y fortalezas, ó que lastuuie-
se el rey de Ormuz, pues siendo anbos mahometanos,
el otro era Suni y por esto de ley mas enemiga de los
francos que la suya. Paresqió al Enbaxador, y con rra-
zon^ rrespuesta muy de burla esta, pero aunque estaua
ya antes muy qierto de no poder efectuar sobre ello con
el rey nada, pues jamás los reyes rrestituyen lo vsur-
pado de otros si alguna urgente necesidad no les fuer-
za á hazello, le rreplicó que el rey de Ormuz era vasa-
llo del rey de España su señor, y que Su Alteza era
amigo y confederado, y como tal (i) devia rrestituir lo
ageno. Y aunque 61 Enbaxador le habló tan libremen-
te, no mostró alteración, ni boluio árreplicar mas sino
que mahometano por mahometano él era mucho me-
jor que el rey de Ormuz, entremetiendo luego otras
palabras fuera de^la intengion de lo que se trataua,
cosa que él vsaua sienpre quando derechamente no
queria rresponder ni conceder nada en lo que se le pro-
ponía. En lo tocante á los ingleses mostró bien quan
alcangado de rrazon se hallava, pues nunca rrespondío
á ello por mucho que de industria el Enbaxador, tres
ó quatro vezes le rreplicó aquella noche sobre aquella
materia, barajando el rey lo que se le dezi . vltimamen-
te, viéndose atajado, con dezir grandes alabanzas de la
humanidad de Cristo y de la pureza de Nuestra Seño-
íi) si la amistad le estaua bien.
— 4^ ^ "^
ra. Y auiendose gastado en esta audiencia casi dos
oras, el rey boluio á offreger al Enbaxador que mirase
si queria pedir de su parte alguna otra cosa, á lo que
le rrespondio que ninguna otra le suplicaua sino las
provisiones para poderse partir á Ormuz dentro de tres
ó quatro dias, y licencia para que los unos religiosos y
los otros pudiesen labrar sus conuentos en Spahan,
encomendándoselos de su parte á Su Alteza como cosa
de que tanto gustaría á su rey. El de Persia le rrespon-
dio que aquello quedaua muy á su cargo y que pidiese
otra cosa si le pareciese, y el Enbaxador le rrespondio
que no otra sino que le despachase luego; y con esto>
leuantandose el rey v mandando el Enbaxador al in-
« mi
terprete, tendiendo el bra^o, que le ayudase á ieuan-
tar, el rey le asió por él con anbas manos y le leuantó
y abragó, llamándole padre y diziendo que sienjpre se-
ria grande amigo. El Enbaxador, por este fauor que
particularmente le hazia á su persona, se baxó y le besó
la mano, cosa que nunca hasta entonces auia hecho,
y boluiendole el rey á abrazar se despidió del, y con
los dos que le aconpañauan tomó su cauallo y se fue,
haziendo lo mesmo el Enbaxador^ auiendo llamado á
sus criados^ y se fue á su posada. Fue cosa muy de
notar que estando en el Maydan tanta gente aquella
noche ninguna persona llegó á la parte , con gran tre-
cho, donde el rey y el Enbaxador pararon, estando
todo aquel espacio tan solo que aunque se hablara muy
alto nadie pudiera oillo, viéndose la multitud de onbres
y cauallos muy apiñada en el rresto de la plaga, hazia
la puerta del árame por donde el rey auia de boluer.
Súpose otro dia auer dado alli en público audiengia á
los demás enbaxadores, á cauallo como se hallaron,
que fue breue y sumariamente, diziendo muy enojado
y á bozes al Chaus del Turco, que le pedia boluíese la
prouingia de Siruan, que ni una piedra le daría de todo
lo que él auia ganado.
CAPÍTULO VII
Regalos del Schah á D. Garcfa.—Sole éste de Spahan.— Llegad» á
Janistán.— Viaje i Mahier.— Jornadas siguienm hasta Dergrígci
y dolencias de D. GarcU.— Noticias que hubo de D. Roberto
Sherley y de sus proyectos,— Camino hasta Xiras.— Muerte que
allí se dio á Fr. Moisés.— I n so I encías de Cachibec.
Lleuole el Maymandar otro dia las prouisiones del
rey a) Enbaxador, para todo lo necesario á su viage, y
estando ya aprestado para partirse te sobreuino un
gran corrimiento con terribles dolores en anbos pies,
que le tuuo veinte días en la cama sin poderse tener en
ellos, siendo mayor para él esta molestia viendo inpe-
dida su jornada, gastándosele el tienpo para la mon-
^ton de Ormuz á la India. Salió el rey de Spahan en
aquellos primeros días, enbiando primero a) Enbaxa-
dor dos piezas de brocado, bordadas en ellas algunas
figuras de persianos, georgianos y francos, y algunas
otras piegas de mileques de oro y plata y de ter?iopelo,
hasta el número de nueue, que es y a sido entre los
asíanos de dignidad y perfegion. A sus criados enbió
veinte y siete piegas de mileqijes de plata, y otras de
terciopelo, y aunque con poca ó ninguna mejoría se
alentó el Enbaxador y en un andor se hizo lleuar á
una aldea, una legua de Spahan, á 25 de Agosto, para
desde alli caminar otro dia en el mesmo andor ó la li-
tera, haziendole mucha conpasion los muchos arme»
nios, surianos y georgianos de todo sexo y edad que
acudieron llorando á su posada, faltándoles de alli ade-
lante-la limosna con que eran socorridos cada dia, &
los-quales mandó el Enbaxador rrepartir alguna canti-
dad de dinero; y ansí salto de Spahan aconpañandote
— 4>3 —
el Maymandar y algunos otros persiaoos con los prio-
res de los conuentos y otros francos, llegando á una
ora de la noche á la aldea, á donde ya estauan con su
rropa los mas de sus criados.
Llama vase este lugar Jarustan, metido entre muchas
huertas junto al rrio, adonde halló el Enbaxador una
muy buena casa con muchos y capazes aposentos, el
principal dellos al modo y forma de una iglesia de los
conuentos de frailes de Europa, con muchas ventanas
por lo alto. Dezian algunos persianos viejos que en
tíenpo de Xa Thamas auia seruido aquella casa de co-
legio en que auia estudiantes, siendo aquel aposento
grande en que se agasajó el Enbaxador la principal
aula ó catreda en que se leia y enseñaua. Mostraua en
una gran huerta que tenia y en un anden alderredor de
toda la casa, auer auido muchas fuentes, aunque faltas
ya de agua; en suma, el lugar, que podria tener qui-
nientos vezinos, era muy fresco, abundantísimo de
fruta y de toda suerte de mantenimientos.
Detuuose en esta aldea el Enbaxador dos dias, no
auiendose acabado de juntar los camellos y demás ba-
^ages hasta martes á los 27 en la tarde, y apenas y con
lleuarle casi en peso algunos de sus criados pudo en-
trar en la litera, y ansi salió de alli quando se ponia el^
sol^ caminando delante, dos oras antes, la caravana.
Y porque se rrodeaua una gran legua desde aqui
para Mahier, sigun el camino que se auia traido á la
venida á Spahan, lleuaron las guias al Enbaxador por
entre unas huertas y muchas casas que de una grande
aldea entre ellas estauan esparzidas, siendo camino
muy enbaragado y tan inpedido con las muchas ace-
quias y puenlezillas, que se padeqio mucho trabajo en
pasarlas^ no obstante la claridad de la luna, alargán-
dose aquella aldea y huerta mas de una gran legua y
caminando á vezes por entre buenas casas y bazares
con muchas cosas de comer^ sabiendo auia de pasar
gente aquella noche que lo gastase. El mal paso de una
sierra que se auia hallado á la venida se saluó, por no
poder salir el Enbaxador de la litera, rrodeando á la
mano izquierda media legua, auiendo guiado para ha-
llar este paso una de las guardas que se halló en aquel
parage, y ansi por esto como por el rrodeo de atrás,
siendo la jornada por camino derecho grandes ocho
leguas, se gastó toda la noche, y con mas de una ora
de sol, otro dia, en llegar á Mahier, con gran frió y tan
mal parado el Enbaxador de sus pies que desconfiaua
de poder lleuar adelante su viage. Posó en la mesma
casa en que auia estado á la venida^ que era de las
buenas que halló ^n todo el camino; el huésped della
y otros muchos vezinos de aquel lugar eran grandes
maestros de labrar flechas con mucho primor, de la
manera que en Comixan, el lugar de la jornada ade-
lante, se labrauan fuertes y hermosos arcos.
A 28 se salió de Mahier con mas de una ora de no-
che y por no auer aun salido la luna, ansi con la cara-
vana como con la litera del Enbaxador iuan de aque-
llos hacheros que dauan mucha lunbre, como se acos-
tunbra en Persia, y siendo buen camino y la jornada
de seis leguas pequeñas se llegó á Camixan, dos oras
antes que amaneciese, llegando después la caravana ya
quando era de dia. Hallóse aqui el Enbaxador tan fa-
tigado qual nunca estuuo, sin poder casi dormir ni co-
mer en todo aquel dia, en que toda la familia del buen
huésped, qus era muy numerosa, teniendo hijos y hijas
casadas consigo, boluieroná visitar al Enbaxador poco
antes que se partiese, haziendose por todos el mesmo
congiario que á la venida. Y aunque los dolores en los
pies y la flaqueza y descaimiento era tan grande se
hizo lleuar á la litera; enpero saliendo deste lugar, poco
antes de ponerse el sol, á 29, sintiendo luego que co-
mento á caminar mejoria notable, declinando el corri-
miento desde entonces notoriamente, y ansi llegó poco
— 4i5 —
después de medía noche media legua mas adelante de
la aldea pequeña en que auia posado á la venida, auíen-
do aqui mejor aposento, que era en un caravasar viejo
en forma de fortaleza adonde biuían en algunas casillas
diez ó doze vezinos muy pobres, que serian todos como
^ínquenta personas, á los quales se le dio limosna sin-
gularmente á cada uno. Aqui rreposó el Enbaxador de-
xandole casi rrepentinamente sus dolores, no sintiendo
sino la molestia de no poderse tener en pie, y aunque
por el trabaxo del dia de antes querían sus criados que
no caminara mas de tres leguas en la jornada de este
dia hasta el caravasar nueuo del Cham de Xiras, no qui-
so, sino alargalla hasta Hiendegas, siete grandes leguas.
A 3o salió de este caravasar con casi una ora de sol
y caminando los camellos de la litera á buen paso lle-
go á Hiesdegas, dos oras antes que amaneciese, con
frió tan intenso como en medio del invierno se auia sen-
tido en Spahan, siendo menester tanta ó mas rropa en
la cama y posando el Enbaxador en la mesma casa en
que á la venida auia parado. La carauana sienpre lle-
gaua dos ó tres oras mas tarde, aunque partía mas
tenprano, viniendo en ella, sin la gente de seruígio, que
tanbien traían armas, gínco ó seis criados del Enbaxa-
dor con sus arcabuzes y dos persianos á cauallo con
sus arcos, flechas y gimatarras.
La discrípíion de este lugar, por ser tan singular y
estraña, se hizo ya quando pasó por él el Enbaxador
viniendo á Spahan, y ansí agora no se dize otra cosa
sino la rregibida opinión que del se tiene en Persía de
criarse allí mas hermosas mugeres que en otra parte
de la Persia, y hazerse mejor pan en gusto, blancura y
sazón; aunque su mala aparengia, pareciendo mas mo-
rada de fieras que de honbres, no promete dos cosas
tan buenas como estas.
A 3 1 partió de aqui con poco sol, siendo esta la ma-
yor jornada que ay en todo el camino, y baxando del
— 4*6 —
lugar á lo hondo del valle de que ya se a hecho men-
ción atrás se subió desde allí á la mano izquierda por
diferente paso que á la venida se auia baxado, y aun-
que por el de agora se rrodeó y gastó mas tíenpo en
subir fué con mucha menos molestia, descubriéndose
el mesmo valle hazia el Oriente mas de lo que la vista
podia alcanfar, alargándose por lo ancho del en algu-
nas partes quinientos, ochocientos y mil pasos. Los
canales de agua de que se rriega salen de un mediano
arroyo que por todo él corre, por cuyo beneficio toda
aquella tierra está muy cultiuada de huertas de fruta y
diuersas legunbres, y lo demás labrado para cogerse
trigo y (euada y cantidad de arroz, continuándose este
valle por mas de seis ó siete leguas en la forma de un
anchissimo y profundo foso con los montes altos y
peynados á sus orillas, en las quales ay muchos luga-
res cuyos moradores biuen y se alimentan bastante-
mente con el beneñgio de aquella poca tierra.
Por ser esta jornada tan larga no se pudo llegar al
aldea de Dergriger hasta después de salido el sol, sien-
do el frió tan grande que exgedió al de la noche pasa-
da quando se llegó á Hiesdegas, y ansi fue menester
arroparse bien todos. Posó el Enbaxador en la casita
que aqui tenia el Chan de Xiras, como á la venida lo
auia hecho^ viniendo ya casi bueno de su indispusi-
(ion, rrecreandose todos en esta aldea por tener un
buen caravasar y auer hecho traer las guias muchos
mantenimientos, y principalmente por la cantidad de
buen agua del abundante arroyo que corría por la
huerta, de que con mucho cuydado mandó el Enbaxa-
dor proueer á todos, siendo pestilencial la que auia en
quatro jornadas adelante hasta Main. Antes que el En-
baxador saliese de Spahan auia mandado que todos sus
criados, demás de Ueuar hasta la gente de serui^io sus
arcabuzes, que cada uno se proueyese de un odre pe-
queño en quecabia algo mas de media arroba de agua,
— +17 —
y de imquttasDl, porque- aunque se auia de caminar da
noche podíase offre^er por alguna negesídad de las que
acaecen en semejantes jornadas caminar alguna vez de
dia^ que por ser en fin del estío era mas dañoso. El
odre era aun mucho mas necesario por auer gran falta
de agua, particularmente en el reyno de Lara, adonde
auia dos años que no llouía y dexauan ya de caminar
las caravanas de mercaderes por no tener agua las (is«
ternas, y para tales necesidades, de costumbre inme*-
morial y antichíssíma, vsaron sienpre y lo vsan agora
los árabes y persianos á lleuar quando caminan estos
odres pequeños, atados por anbas partes de la silla con
dos correas, quedando sin enbaragar debaxo del vientre
del cauallo, muía ó yegua, sin tocar al pelo de la ba-
rriga con mas de una mano. Y con el movimiento que
haze yendo colgado se rrefresca notablemente, y e$
tan antiguo este vso de lleuar agua, mayormente entre
los árabes, que muy particularmente hize del mención
el gran geographo Strabon, de la mesma manera que
agora lo vemos. Y como aquí en esta aldea uviese tan
buen agua todos Ueuaron llenos sus odres y frascos; y
en camellos se Ueuaron otros muy grandes que tanbien
se auian traido de Spahan.
Primero de Septienbre, con media ora de sol se salía
de Derguirger, llevando, sin los persianos de a cauallo,
algunos arcabuzeros á pie que dio el governador de la
aldea por ser el camino sospechoso, mandando el En->
baxador que se lleuase á vista la caravana por lo que
pudiese suceder, y ansi llegaron casi todos juntos á
Cuscuzar á las dos de la noche, temiéndose mucho el
frió, siendo en este aloxamicnto el mayor y mas dañoso
que en toda la Persia, y sigun auia sido grande el de
las noches pasadas, todos iuan muy rrecatados del gran
trabaxo en que alii se auian de ver, y siendo menester
por medio del estio, en Cuscuzar, otras vezes tener
mucha lunbre para calentarse y rrepararse del frío,
27
— 4*8 —
esta noche en' el camino y después que se llegó al ca-
ravasar se halló una notable tenplan^a, sin ser menes-
ter mas rropa en la cama de la que se tenia en Spahañ
aquellos postreros dias antes que se partiese el Enba*
xador.
A 2, siendo la jornada que auia de alli á Acopaz de
malisimo camino, todo por sierras y algunos valles en
que auia grandes pantanos, se salió de Cuzcusar con'
mas de una ora de sol, por salir de un mal paso antes
que anocheciese; pero adelante se hallaron otros mu-
cho peores por donde fuera inposible pasar sino fuera
mediante la luz de los hacheros, no se pudiendo cami-
nar e^ta jornada de noche de otra suerte. Llegóse á
Ao^áz antes de amanecer, y aunque alli se halló otro
dia cantidad de agua fria y clara en muchas fuentes,
todos se guardaron della lo mas que pudieron, por su
mala qualidad, tanbien como de los pestilentes pcges
de aquel arroyo^ no consintiendo el Enbaxador que se
conprase alguno con acudir allí muchos y muy gran-
des de aquel maligno color entre amarillo y negro,
acordándose de lo mal que á la ida le[s] auia sucedido
á todos con la tal agua y pescado.
A 3^ quando se ponia el sol se salió de aquí y por
ser mucho menor la jornada que las pasadas se llegó á
media noche á la aldea de la mezquita de los milagros
que el déruis ó ermitaño auia contado al Enbaxador
quando vino, y posó en ella como lo auia hecho antes,
auiendo buen aposento en ella para él y toda su familia.
Otro dia, á las nueve de la mañana, llegó de Ormuz
alli un soldado llamado Juan Carvallo Mazcareñas, con
un pliego de su Magestad Catholica que le cnbiaua al
Enbaxador, don Luis de Sosa, capitán de ürmuz, cre-
yendo que aun no fuese salido de Spahan, el qual des-
pacho auia traido de España por la via de Ba^ora un
Sebastian de Figueredo, con quien desde Xiras^ año y
medio antes, el mcsmo Enbaxador auia escrito á Es-
— 419-
paña ¿ Su Magestad y otros ministros suyos. Contenía
el pliego, demás de las instrugíones y cartas para el
Enbaxador, dos cartas para el rey de Persía: una de
Su Magestad y otra de don Roberto Sirley, su enbaxa-
dor en la corte de España, sobre lo que tan vanamente
auía allá propuesto acerca del trato de la seda de Per-
sía á España por Ormuz y la India, y tener su Mages-
tad armada para gerrar la nauegagion del mar Rojo. Y
pudo este honbre tanto, aunque tan poco digno de se
admitir ni darle crédito alguno, con los ministros de la
corona de Portugal, ayudado de un frayle carmelita
llamado fray Redempto de la Cruz, que fue con él, de
Persia á España, por subdelegado suyo, que sigun las
condiciones que sobre las tales materias allá propuso,
se congedian al rey de Persia, enbiando aquel año,
9Ínco galeones para inpedir la dicha nauegagion. Y
aunque todo esto de si propio paremia claramente tener
ningún fundamento, y auerlo escrito ansi el Enbaxa-
dor á Su Magestad desde la India quando el don Ro-
berto llegó alli para se enbarcar á España, y después
de Ormuz y Persia, se le dio tanto crédito, pare^iendo-
les á los dichos ministros que concedidas las tales con-
diciones el rey de Persia restituiría á Baharen, Quey-
xome y la fortaleza de Comoran, por ser cosas que don
Roberto auia offregido. Pero como las diligencias que
se hazen de gerca sean por la mayor parte mas efica-
ces que los aduertimientos que se enbian de lexos, no
atendiéndose á lo uno y lo otro con la prudencia que
se rrequiere fue asentado y aprouado lo que don Ro-
berto y el frayle ofrecieron, quedándose aquel enbáxa-
dor en Madrid y enbiando al fray Redempto en los di-
chos galeones para concluir con el rey de Persia lo tra-
tado. Y por mayor breuedad, pareciendoles que el En-
baxador no auria salido de Persia, enbiaron un dupli-
cado de los mesmos despachos por tierra á Ormuz,
para que de alli el capitán los despachase á Spahan,
— ♦to-
que'fueron los que en esta aldea el dicho Juan^Carua-
llo dio al Enbaxador, el qual, aunque tenia bien enten-
dido quan lexos estaua el rey de Persia de rrestituir
cosa alguna de lo ganado del reyno de Ormuz, avíen-
dose sobre ello rre^íbido tantas rrepulsas, no haziendo
el rey mención, ni querido tratar con el Enbaxador
en Casbín, ni Spahan, de lo que en su nonbre don Ro-
berto offrefia en España, antes desengañar claramente
en Farabat á fray Melchior de los Angeles, diziendo
que ni quería armada, ni contrato de seda, por tener
pazes con el turco, con todo esto quiso y le pareció
énbiar (i) al mesmo Juan Caruallo á Spahan, escribién-
dole al rey conforme á lo que de Su Magestad Catho-
líca tenia por instrugíon que tratase. Y porque en aquel
dia no se podia escreuir, y parar en aquel lugar de tan
mal aire y peor agua no era siguro en tan mal tienpo,
determinó de continuar su viaje aquella tarde hasta
Main, y desde alli despachar al susodicho, pues boluer
personalmente á Persia sobre cosa tan perdida, no solo
fuera temeridad, pero euidente locura. Auiados jorna-
das ordinarias de cáfila desde alli á Main, y la prime-
ra, en que se auia de pasar aquella asperísima sierra,
muy larga y trabaxosa, aunque no la hazian de mas
de tres leguas hasta el carauasar de Emanzada, adonde
á la venida auian muerto al interprete armenio, como
ya se a dicho, y de aqui quatro leguas á Main; pero
con toda esta dificultad determinó el Enbaxador de ca-
minar de una vez estas dos jornadas. Y para esto,
•uiendo hecho buscar veinte honbres para que á ma-
nos pasasen la litera por la sierra, salió del aldea con
mas de dos oras de sol, á 4 de Septienbre, mandando
que luego siguiese la carauana con la guarda que sien-
pre solia venir con ella. Y aunque se caminó con buen
paso, quando se llegó á la cunbre de la sierra era ya
(I) desde alli.
casi noche, auiendo el Enbaxad r entrado en su andor
porque aunque la subida no era tan áspera como la
baxada fue menester mucho antes lleuar la litera en
peso. No se halló la sierra, baxando, con la aspereza y
dificultad que solia tener otras vezes, por auer pocos
días que el Chan de Xiras aula mandado que se allana-
sen los malos pasos, cortando y derribando grandes
peñas, de manera que por esta parte, aunque solia es-
tar tanto peor, se halló mas tractable, aunque se tardó
gran rrato en llegar á lo llano, adonde el Enbaxadpr
boluio á tomar su litera y prosiguír su camino con los
hacheros que caminaua de noche, sin cuya lunbre
fuera inposible auer pasado. Y aunque desde aquial
caravasar y aldea de Emanzada auía una legua se ade*
lantaron muchos por tomar agua de aquella abundante
fuente y alguna cosa que comer, no auiendo de parar
hasta Main, que son otras grandes tres ó quatro le-
guas. Llegaron algunos honbres, antes de enparejar
con el caravasar, que enbiaua el gouernador del lugar
con vnos grandes palos de lantisco, de los muchos que
se crian en aquella sierra, encendidos, de manera que
dauan mucha lunbre, siendo aquel árbol el que cría la
almaciga, cuya rresina le daua aquella calidad, duran-
do mucho sin gastarse, de manera que se caminó aque-
lla noche conmodamente. Dos oras antes que amane-
ciese se llegó á Main, posando el Enbaxador en la mes-
ma posada que quando vino, adonde estuuo aquel día
y hasta otro en la tarde con bastante cantidad de man-
tenimientos, buena fruta y mejor agua de aquel rrio de
Main de que ya se a hecho mengion. Desde este lugar
despachó el Enbaxador al Juan Caruallo á Spahan, es-
criuiendo al rey y enbiandole las cartas de Su Mages-
tad y su enbaxador (i) dirigidas á fray Juan Thadeo,
á quien tanbien escriuio para que diese las cartas y se
( I ) y escriuÍ9ndo tanbitn .
las leyese como tan confidente suyo^ aunque, como ya
se a dicho, muy f terto de ser díligenfia perdida como
las demás que sobre lo mesmo se aulan hecho.
A 6 de Septiembre se salió de Main poco antes de
ponerse el sol y auíendo pasado media legua adelante
el rio de la buena agua, que con ser en el fin del verano
Ueuaua (i) gran cantidad della, se enderezo al rio Ara-
xes ó Bradamiro, siendo ya muy noche quando se lle-
gó á él y oyéndose mucho antes el gran rruido que
hazia quebrando con mucha furia en los pilares de la
puente, la qual por el medio estaua ronpida, y en el un
arco que por esto le faltaua auia puestas unas grandes
vigas con tablas y tierra engima, por donde se pasaua;
pero como esta rrotura fuese grande, y las vigas, aun-
que gruesas, muy largas, se blandeauan y movían al
pasar, mayormente siendo camello con carga el que
pasaua, y ansí aduirtieron las guias que el Enbaxador
saliese de la litera, como luego lo hizo, porque demás
desto^ aquel paso peligroso no tenia pretiles, sinorraso
por anbas partes, haziendolo mas temeroso el gran
rruido del rio y mucha altura por aquella parte de la
puente; casi toda la noche se gastó en llegar á la aldea
del Calentar, que es lo mesmo que aldea del Tesorero,
y allí se aposentó el Enbaxador en su casa, que estaua
con el casero y su muger, y era tan grande que dio
bastante posada á toda la familia (2) y él tuuo muy
buen aposento. Suelen todas las caravanas parar casi
una legua antes en un grande árbol junto al camino,
por la comodidad de una muy abundante fuente de
agua que allí gerca na^e al pie de un collado, y es tan
grande el golpe de agua, demás de ser muy fría y en
todo estremo buena, que puede muy bien moler con
ella un molino , haziendo allí adonde nasce una gran
(1) buena,
(3) del Enbaxador.
-4^3 —
balsa de más de un estado de hondo en que ay de or-
dinario gran cantidad de pe^es y algunos muy grandes,
que sigun parece, por la corriente del agua en tienpo
de Iluuias an subido del rio Araxes^ que corre una le-
gua de alli. Otro dia, queriéndose el Enbaxador sentar
á comer llegó un deruis persiano que hazia vida peni-
tente en una hermita gerca de la aldea, con un gran
gesto de higos blancos y negros tan hermosos y madu-
ros que no se pudieran hallar en España mejores; ve-
nían acabados de coger de dos higueras que el deruis ó
hermitaño tenia junto á su hermita^ con una fuente de
muy buen agua dulge de que las rregaua. Bastó la mu-
cha cantidad de esta buena fruta, pocas vezes hallada
en Persía, para todos en mucha abundangía^ teniéndo-
se aqui, ansi por esto como por la admirable agua del
Araxes, muy regalado hospedage.
A siete, queriéndose poner el sol salió el Eiibaxador
de esta aldea (i), caminando una ora antes la cara-
vana, determinando hazer aquella noche dos jornadas
ordinarias de caravana hasta Xiras^ y poco adelante del
lugar, no atreuiendose á pasar una mala puentecilla
sobre una acequia, en la litera, subió á cauallo, y allí
estuuo la litera en peligro de hazerse pedagos, cayendo
los camellos, y por auer otros malos pasos semejantes;
sin entrar en ella prosiguió ansi su camino hasta pasar
aquel llano, cortado por muchas partes con otros ca-
nales de agua. A mas de dos oras de la noche se llegó
á una grandissima puente obra de Alauerde Cham, la
qual se continuaua muy bien labrada por más de un
quarto de legua de largo, siendo todo aquel sitio pan-
tanoso de manera de invierno y verano, que sin el be-
nefígio de aquella fuente no fuera posible caminarse en
ningún tiempo, teniendo por abaxo algunos arcos y
vazios pequeños para pasar el agua, que como en par-
( 1 ) quando se ponia el soi.
-424-
te tan baxa, en tienpo de algunas Iluuias estaua cubier-
to y alagado todo aquel sitio. Quando amaneg ia, auien-
do primero pasado una gran sierra se llegó al carava-
sar medio derribado, tres leguas de Xiras, que atrás
queda ya descripto, y saliendo el sol en lo alto de la
sierra adelante, por mucha priesa que se Ileuó en ca-
minar se llegó sobre aquel alto á vista de Xiras á tien-
po que daua ya mucha pena el sol, y aunque de alli no
auia más de una legua á la ciudad se pasó mucho tra-
baxo con el gran calor, llegando alli Cachibec, que era
la príngipal guia y aposentador del camino, el quai se
auia adelantado la tarde antes á tener posada para el
Enbaxador, que fue en la que los ingleses po^uan
quando estuuo en Xiras, á donde se llegó á las nueue,
dia de la Natiuídad de Nuestra Señora, ocho de Sep-
tienbre. Luego, este mesmo dia que llegó el Enbaxa-
dor á Xiras supo la muerte lastimosa que algunos po-
cos meses antes el Cham auia mandado executar en
Moysen, aquel venerable frayle confesor de su madre
de Támaras Cham, de quien atrás queda hecha men-
9Íon. Contigua con la casa de esta señora, adonde tan-
vbien posaua el dicho frayle, auia otra del chanciller del
Cham, llamado Assenbec^ persiano de nagíon; este te-
nia una muger de nagicn turcomana, muy rrica, y
aunque mo9a auia ya tenido otro marido, la qual tenia
muy estrecha comunica9Íon con las georgianas criadas
de aquella señora y con ella mesma. Los persianos de-
zian que de esta comunicafion rresultó domesticarse
con el frayle, confesando todos ser ella la que lo insti-
gó, y que sabido esto por el marido, auiendo tenido
sospecha antes della por verla diuertida, y fingiendo
que se iua un dia tenprano á casa del Cham , boluio
luego con finco ó seis soldados y entrando rrepentioa-
mente en el aposento del frayle, mandándose anbas ca-
sas por una puerta, halló al dicho frayle Moysen medio
desnudo, por ser de verano y en la^iesta, aunque. solo
y sin mugei alguna; arremetió luego á él con la cimita-
rra en la mano para matalle, pero el frayle se la quitó
y la arronjó por una ventana, pudiéndose defender con
ella, y luego se dexó prender y ligar de los soldados.
£1 Assenbec, tomando otra cimitarra de uno de los
conpañeros, boluio en busca de su muger por la puer-
ta de su casa, creyendo que auia saltado por una pared
desde el aposento del frayle, y la degolló. A Moysen lo
mandó luego el Cham lleuar á la pla^a que está delan-
te de su casa, y persuadiéndole á que abjurase la rre-
ligion cristiana, ofreciéndole perdón del delito que se le
inputaua y gran suma de dinero^ estuuo sienpre cons-
tante en la fe, publicándola á bozes hasta que de la mu-
chedunbre fue apedreado y hecho pedamos con (imí-
taí^ras. Desta manera lo cuentan los persianos , sin de-
zir ninguno que fuese la muger hallada con él. Algu-
nos judios le dixeron en secreto al Enbaxador que la
causa de la muerte de este buen frayle fue por desear
Assenbec suceder en los muchos bienes de su muger,
cargándole este delicto á entranbos, y quitalle de por
medio porque teniendo á su cargo los dos muchachos
hijos de Támaras Cham , criandolos y instruyéndolos
en la rreligion cristiana por orden de su abuela, los
persianos los rreduxesen á su secta, cosa muy pr.ocu-
riida por el rey y el Cham. Y el ser esto ansi se cono-
ció bien en catorce días que en esta vitíma vez estu-
uo el Enbaxador en Xiras, no dexando en todos ellos
salir á nadie de la casa de esta señora georgiana^ po-
niendo guardas para este efecto aunque deseó el En-
baxador que le viese alguno.
No quiso el Enbaxador posar en las casas de la huer-
ta adonde auia posado antes, por estar lexos de la (iu-
dad, deseando hallarse mas á mano para despacharse
presto y .creyendo que para [ello] bastarían dos ó tres
días. Pero por auerse de buscar alli otros camellos .y
demás bagages, en que el aposentador persiano traía
— 4^6 —
intención de aprouecharse enbargando á este fín mucha
cantidad, para boluerlos á entregar á sus dueños pa-
gándoselo, gastó en esto muchos días, no bastando la
priesa y diligencias del Enbaxador, ni pagárselo al de-
roga ó governador de la ^iudad, para que de su parte
lo híziese, aprovechándose él tanbien como esotro y
siendo notables los latrocinios que todos los ministros
del Chan hazen por la mucha floxedad y descuydo
suyo. Era el dicho Cachibec criado y soldado del Chan,
y el primero, luego que se ganó el fuerte de Comoran,
que estuuo por soltan y governador de aquella tierra
firme del Bandel, y ansi muy vsado en tales hurtos, de
quien ya venia el Enbaxador enfadado por las insolen-
cias que vsaua con la pobre gente de las aldeas, y so-
bre ello le auia aduertido, amenazándole algunas vezes
de escriuille al rey lo que hazia, sino se rreportaua,
que aunque fue parte esto para no hazer tantos rrobos,
no fue posible dexar de cometer muchos, trayendo
otros dos que en lugar de guardas ayudauan á lo mes-
mo. Y porque después de la muerte del armenio Juse-
pe Saluador el Enbaxador quedó muy rrecatado y sen-
tido del Cham, de aquel caso tan atroz y rriguroso, y
aun (i) el rey, con auerselo escrito tres vezes antes de
llegará Casbin, no hizo demostración alguna, como de-
uia hazello, por mucho que se le afeó el caso, demás de
entenderse que fue permisión suya, quiso tanbien des-
de luego que vino á Spahan darle á entender al Enba-
xador que el Cham de Xiras era muy su amigo, las ve-
zes que concurrió con los demás enbaxadores y hallán-
dose ansimesmo el Cham presente. Y particularmente
el dia de la entrada de los enbaxadores en la casa del
jardin, queriéndose ir el Enbaxador después de auer
salido fuera sus criados, que como ya se a dicho, el rey
los auia mandado sentarse y hallarse al vanquete, como
(i) En el ms. en»
llamase á un portero y muy paso le dixese por el intér-
prete que supiese si le auían traído cauallos, el rey,
como estaua tan ^erca lo entendió, auiendolo pregun-
tado al intérprete, y muy á priesa mandó á Emancoli-
cham que saliese él mesmo y lo supiese. El qual, aun-
que muy gordo y pesado se leuanto, saliendo corriendo
del cruzero ó quadra donde se estaua y sin aguardar á
tomar los gapatos, que sigun todos los demás dexauan
á la puerta, fue de una carrera por toda aquella calle
de marmor, mojándose los pies, y de alli hasta salir á
la puerta de la primer entrada que sale al Maidan^ bol-
uiendo luego con la mesma priesa, diziendo que ya el
Enbaxador de España tenia alli cauallos. Quando el
rey lo vio boluer dixo al Enbaxador: mira quan vues^
tro amigo es Emancolichamy pues con tanta diligengia
cunple todo lo que os toca; á que el Enbaxador no pudo
dexar de rreirse y le rrespondio: el miedo que él deue
tener á V. A. ¡e hará ser tan diligentCy y aunque tan
gordo naqelle alas en los pies; á lo que rreplico el rey:
nOy sino que es muy vuestro amigo. Ansi por esto
como por andar entonces el dicho Chan mucho mas
valido que nunca lo auia estado con el rey le paresgio
al Enbaxador, pues la buelta de su viage auia tanbien
de ser por su tierra, no obstante el caso sucedido de la
muerte del armenio^ que le conuenia hazer confíanga
de aquel honbre^ siendo la del rey tan varia y poco si-
gura. Por lo qual le pidió uno de estos vltimos dias pú-
blicos le diese un criado para hazelle el aposento por
el camino, y esto fue en ocasión de auerle hecho gran-
des offregimientos el mesmo Emancolicham, el qual
luego le señaló al susodicho Cachibec Soltam y el mes-
mo dia lo enbio á la posada del Enbaxador, dándole
comisión para todo lo que al viage fuese necesario, lo
-qual el rey confirmó con otra provisión suya. Pero
aunque se hazen grandes castigos en Persia á los que
exceden en las tales comissiones, es tan mala la natu-
raleza de la gente, que sin miedo ni verguenfa (i) ha-
zen notables extorsiones y hurtos, como este hizo en
todo el camino no obstante lo mucho que el Enbaxa-
dor le iua á la mano á ello.
Esta casa en que agora el Enbaxador posaua, aun-
que era muy vieja, parte della estaua de nueuo adere-
9ada, con una rrazonable huerta con calles de plátanos
y sauzes y algunos grandes nogales. El quarto del En-
baxador era una sala muy hermosa y el mayor aposen-
to que vio en la Persia, de mas de 9Ínquenta píes en
largo y treinta de ancho, por lo alto de bóveda y
una gran charaboya en medio, con dos buenos apo-
sentos á cada vanda y una varanda frontero que salia
sobre la huerta. A los lados de la varanda auia otros
dos aposentos rredondos y ochavados como los de ia
casa real de la gran huerta, aunque estos de agora erap
algo mayores, con muchas ventanas que salian á la
mesma huerta^ á la part^ de fuera con gruesas y fuer-
tes gelosías de madera, y por dentro con sus puertas
en sus bastidores muy ajustadas, quedando en lo grue-
so de la pared entre las puertas y gelosias unos peque-
ños retretes en cada uno de los quales cabían dos per-
sonas con sus sillas, ó un catre con una cama. Y par-
ticularmente el aposento de estos dos en que dormía
el Enbaxador estaua pintado y dorado, y por lo altp
ventanas con lien<;os pintados á modo de vedrieras,
cuyas pinturas eran los bayles y vanquetes que ordina-
riamente en Persia se vsan.
Fue aquí muy visitado y rregalado de varias frutas
el Enbaxador, por el hortelano de la huerta real, su
.huésped, aunque tanbíen lo fue del governadar los días
.que allí se detuuo^ auiendose hallado muy <;erca de la
,;Qiesma casa una abundantissima fuente de excelente
.iftgua, de la qual á la muy mala hazen los persiangs
(i) ,^ometen.
lífngunar* diferencia, slgun sorr aímigos de' vino,, y amsi
quando el Enbaxador estuuo en esta (iudad no tuuo
noticia de la dicha fuente.
CAPÍTULO VIII
Joratdts que se hicieron desde Xiras á Jarún.— Famosas palmeras
que en este lugar habfa y muchedumbre de ciegos que se notó.
Cuevas de garduñas que luego se vieron rn el camino.— Viaje
por Guí, Bir y Diacuri. — La gobernadora de esta aldea.— Entra-
da en Lara.— Sequía y miseria del país.— Llega D. García al
Bandel; conti'adicciones que allí sufre.
A 20 de Septienbre, á puesta de sol salió ei Enbaxa-
dor de Xiras á cauallo, por hallarse del todo bueno, y
no pudo pasar de Ochiar, una legua de la giudad, adon-
de á la venida auia estado, por lo que se detenían las
guías pidiéndole que no pasase de allí aquella noche
por ser grande la jornada del día siguiente.
A 21^ con buena luna se salió de Ochiar y después
de auer pasado el rio de Pasa una legua adelante^ que
del todo se halló seco, llegó la caravana al caravasar
de la Laguna^ dos oras antes de amanecer.
A 22, se caminó á puesta de sol á Qafhra, á donde
auiendo llegado antes de amaneger fué allí el Enbaxa-
dor y su familia muy rregalado de fruta, mayormente
de estremadas uvas, siendo las de aquí, aunque tan
notables de buenas las de toda Persía, de las mejores
que se podrían hallar en el mundo, de muchas formas,
blancas, negras y moradas, y algunas de estraña gran-
deza, demás de lo qual se proveyeron todos^ para dos
jornadas^ de la buena agua del río Siuan, que como
atrás se a dicho pasa por junto de este ameno y fresco
lugar.
A 23 y 24, se hizo jornada á dos caravasares desde
Qathra, en los quales, aunque se hallaron cantidad de
mantenimientos que de las aldeas gircunvezinas auia
hecho traer el aposentador, auia malissima agua, y pa-
defiérase trabajo si de ^afhra no se traxera prouision
della. Del vltimo caravasar de estos, poco más adelan-
te, se aparta el camino que va á Ormu, para desde alli
atrauesar el desierto hasta Gui, con el rrodeo de dos
grandissimas jornadas, y del que se lleua á la giudad.
de Jarum, pasando después aquella tan áspera sierra
al mesmo lugar de Gui. Y aunque el Enbaxador no
auia de lleuar este viage, sino el del desierto por donde
auia venido, paregió á las guias que pues el rrodeo por
Jarun ó Ormu era de menos de una legua, que se fuese
por la giudad porque descansase alli un día la caravana
y se proueyesen de algunos bagages que faltauan.
A 25, se salió de este carauasar con una ora de dia,
y después hasta salir la luna con los hacheros y guias,
por no errar el camino, y llegando á una legua de Ja-
run el Enbaxador' salió de la litera y se puso á cauallo
por estar aquella canpaña rronpida con muchos fosos
y canales con que se rriegan las huertas y palmares,
haziendo diñgil el camino las puentezillas y malos pa-
sos que en ellos auia. La mesma dificultad se hallo, ó
mayor, después que se llegó á la giudad, que era un muy
espeso bosque de palmas, de manera que con hazer muy
clara luna no se agertaua á entrar por ella, mayormen-
te con las muy estrechas trauiesas de las percas de las
casas y diuision de los palmares, hallándose todo tan
opaco y escuro que fué menester tomar guias de aque-
llos moradores para acertar á lo que ellos llamavan
plaga ó bazar, gerca de lo qual auia un poco de canpo
desocupado de aquella espesissima arboleda, adonde
paravan las caravanas. Llegó el Enbaxador, después
— 43 1 —
de auer andado gran rrato^ á la parte dicha, adonde
le tenían una rrazonable casa, deteniéndose allí por lo
que ya queda dicho, el día siguiente y el de adelante,
y aunque no se halló más fruta que algunas uvas y me-
lones fue tanta la cantidad y mucha variedad de dáti-
les frescos, siendo entonces muy (erca de su cosecha,
que se tuvieron todos por bien rregalados, por ser esta
fruta en Jarun de tanta ex9elen;ia y abundanfia como
en Bagora, Lara y Babilonia.
Este hermosissimo palmar está en un llano al pie de
la fragosa sierra por donde se va á Gui, la qual atra*
viesañ los que van y vienen de Xiras á Lara caminan-
do á pie ó á cauallo, porque las caravanas rrodean por
el desierto casi veinte leguas, no pudiendo caminar ca-
mellos por la dicha sierra, como ya queda dicho. Y
aunque este aduar, mas propiamente que ^iudad^ cae
ya dentro de los limites de la particular y antigua Per-
sia, se mete un girón de tierra rrodeando por algunas
leguas la dicha sierra desde lo más septentrional del
reyno de Lara, que es conocida porción de Arabia^
criando este fertilissimo palmar, el qual tiene una gran
legua de largo y media de ancho, con gran cantidad
de pozos de muy buen agua. Todo el bosque, que es
de notable espesura, está diuidido con sus percas altas
de tapias de dos y tres estados, sigun la cantidad de
los vezinoSy que conforme se dezia eran más de mil^
poseyendo cada uno su corral ó cercado, mayor ó me-
nor sigun la posibilidad de cada uno^ teniendo el que
menos veinte palmas, y de ay arriba hasta sesenta ó
setenta, y dentro de cada (ercado su casa, de las mes-
mas tapias^ y algunas grandes y de rrazonables aposen-
tos, con uno ó dos pozos en cada gercado. Pero lo que
era de mayor consideración era la grandeza y mucha
altura de las palmas generalmente, de manera que las
mas ígualauan á las muy altas torres de Europa, y en
lo alto tama hermosura y espesura de rramas que po-
man grande admiraQÍon poder sustentar tan granr pestr
no siendo los pies'á proporción de su altura tan gruesos;
especialmente siendo este peso mayor con los muchos
y grandes rrazimos de los dátiles ó támaras. Sigun la?
grandeza de cada palma y su fecundidad, ansi eran el
número de los rrazimos y grosedad dellos, teniendo á
qfuinze y veinte y hasta ginquenta y más cada ai bol, y
pGfr ver la cantidad que tendría cada rrazimo mandó el
Enbaxador cortar á un árabe uno de una de las meno-
res palmas que auia en el corral de su posada, que
pesó después treinta libras, auiendo otros muchos de
más de sesenta, sigun dezian los mesmos moradores.
Los mayores de estos dátiles eran como aquellos muy
alabados que el Enbaxador halló en Lara quando vino,
y otros de la mesma grandeza, morados, y otros del
todo negros, pero de admirable gusto, siendo mayor
la admiración de ver tan diuersas especies de la fruta,
unos más largos, y otros más y menos rredondos, y
vnos muy singulares y no vistos hasta entonces, muy
pequeños y rredondos, del tamaño de guindas, tan de-
licados y sabrosos que excedían á todos los demás. La
abundancia, grandeza y suma fertilidad de estas palmas
provenia primero de la particular fecundidad de su si-
tio y del beneficio de sus moradores, rregandolos muy
de ordinario con la abundancia y bondad del agua y
con tener el demás cuydado que para tales arboles se
rrequiere, siendo esta la hazienda con que estos pobres
árabes biuen. Quien viera esta ciudad, aun (i) después
de auer entrado en ella, no merecía tal nonbre, ni de
un pequeño lugar poblado, no auiendo calles ni forma
de población, sino estas diuisiones de palmares, pare-
ciendo cada corral con su casa una pequeña alquería
ó casa de canpo, csparziilas estas moradas, que como
se a dicho serían hasta mil, por toda la distancia del
( I ) antes.
-433-
bosque en espa<;io de más de una legu^ de largo y ta
mitad de ancho. Sus moradores son pofcres, no tenien-
do otra vida ni grangeria sino de las pocas palmas que
cada uno posee, y aunque comunmente vsan de la
lengua persiana, le[s] es la árabe mas propia y natural,
y ansí honbres y mugeres se precian mas de ser de es-
ta nagion, vsando el mesmo trage que los de los adua-
res del reyno de Lara, que como ya se a dicho es par-
te de la antigua Carmania la desierta. Vieronse aquí
mas 9Íegos, honbres, mugeres y muchachos que en
toda la Persia, haziendose cuenta de los lugares de que
en este viage se tuuo notigia, y aunque común y vul-
garmente se atribuye esto á las muchas moscas, mo-
lestissimas en sumo grado mas que en ninguna parte
del mundo^ es mas verisimíl causa la malicia y graue-
dad del aire, con alguna particular qualidad, porque
esparziendose por lo alto las muchas y grandes rramas
de las palmas de manera que por la mayor parte se
tocan vnas con otras, dexan muy sonbrio y cerrado el
anbiente inferior, infígíonandolo tanbien el olor de los
muchos dátiles y los excrementos dellos, particular-
mente en el tienpo y ^erca de su cosecha. Y aunque
esto sea ansi, con rrazon se atribuye el auer tantos
giegos á la multitud y mas que inportuna plaga de las
moscas, no pudiéndose defender dellas los dos dias que
aquí se detuuo el Enbaxador, picando en los ojos, la-
brios y ventanas de narizes, sin poderlas apartar con
auanos ni otra cosa alguna, siendo entonces mas pesa-
das por estar ya las támaras en su sazón, de la mane*-
ra, aunque no en tanto grado, como quando en Espa-
ña en los lagares se pisa y saca el mosto de las uvas.
Halláronse entre algunas palmas, y mayormente en
aquel poco canpo en que se dixo paravan las carava-
nas, algunos arbores de espinos de aquellos que se ha-
llaroi en el reyno de Lara, sino que estos de Jarun,
por rregaric como á las palmas, son mucho menos es-
38
- 434 —
pinosos, y con el VÍ9Í0 del agua, aunque de naturaleza
tan villanos y ásperos, de mayor hoja, mas verde y
mas espesa que los otros. Los unos y los otros produ-
ZQn una frutilla como a^ofeyfas, y quando está peque-
ña y por madurar es verde, y comida tiene un agrio
apazible notablemente al gusto, y ansi es tenida por
cordial y seria conocido antidoto para febres malignas,
pero quando maduras, que tienen el color y grandeza
de las mesmas a^ofeyfas, es dul^e y casi del mesmo
gusto. Estas de Jarun, por ser rrcgados los arboles
son mayores que las que se crian en el yermo y parti-
cularmente en los espinos que ay en la isla de Ormuz,
cuyas manganillas ó aparentes agofeyfas se venden
comunmente en sus bazares todo el invierno, trayén-
dose tanbien en mucha quantidad, ansi de la tierra fír-
nie del Bandel y Mogostan, como de las islas de Quey-
xome y Lareca.
A 26, Cí^n media ora de sol se salió de Jarun, hallán-
dose por espacio de media legua, después de aucr sa-
lido fuera de aquel bosque, muchas tropas de mugcres
y muchachos que auian salido á pedir, mostrando bien
en su desnudez su mucha negesídad, á todos los qua-
les mandó el Enbaxador (i) repartir dinero. Con una
ora de noche se dexó Hormu á la mano izquierda ger-
ca del camino y se pasó á hazer jornada al desierto, no
lexos de la fuente adonde se auia parado á la venida,
en la mesma mansión y adonde antes las tiendas auian
estado, y aunque aqui se tuuo muy buen agua y mu-
cha jungia y cañizos verdes de aquel arroyuelo, con
que se junco el sitio de las tiendas, se padegio todo el
dia siguiente grandissimo calor. Mandó el Enbaxador
que desde allí, pues auia tan buena comodidad, todos
se proveyesen de agua, auiendose de parar (2) la otra
(i) dar limosna,
(a) el siguiente dia.
— 435 —
jomada adelante en el desierto, adonde no auia siguri*
dad de hallarse (i)^ por temerse^ conforme á la seque-
dad de aquel año^ que aquellos rruínes pozos podrían
estar secos.
A 27, partió de aqui la caravana poco delante del
Enbaxador, lleuando guias de Jarun, á la ora del día de
antes^ y después de auer caminado la mayor parte de la
noche se llegó adonde los que guíauan dezian que era
la parte adonde ordinariamente parauan las caravanas,
señalando un pozo que alli auia aunque sin agua. Y
como este no paresgiese el sitio en que á la venida se
estuuo, comentaron por aquel yermo á buscar sí halla-
uan otro pozo^ corríendo muchos á una parte y á
otra (2)^ sin agertar las guias y algunos camelleros que
sabian aquel viage (3), muy turbados y sin tino, aun-
que con luna muy clara, á dar (4) con el pozo que que-
rían, y ansi fue menester parar el Enbaxador después
de auer andado otro gran trecho, auiendo (5) venido
con cuydado por no auer hallado aduares de turcoma-
nes después que entró en el desierto^ señal euidente de
no auer entonces agua en él (6). Llegó en esta sazón un
criado del Enbaxador y otros con él muy contentos,
diziendo que auian ya hallado el pozo ordinario de las
carauanas, y que sabian gíerto, aunque muy hondo,
que tenia agua, porque auiendo lanzado piedras dentro
mostravan, sigun el rruido, que la auia. Con esto, aun-
que poco satisfecho el Enbaxador de la rrelagion que
le dauan, hallándose cansado mandó allí poner las tien-
das, paregiendole que después de auer amanegido se
hallaría mejor rrecado; pero apenas auia rreposado una
(1) sospechan á la.
(a) pero coñio,
(3) anduviesen,
(4) no acertaron con el po\o,
(5) En el ms. que auiendo,
(6) Después de gran rato.
ora quando luego que fue de día llego muy turbado otro
criado (i) diziendole como auiendo baxado al pozo un
árabe de los que venían con los cauallos no halló en él
mas agua de la con que se pudieron henchir dos ó tres
calderos^ y esa muy mala, y que ningún otro pozo se
auía hallado^ siendo aquel el gasajo (2) común y sabi-
do de las caravanas. Visto por el Enbaxador que el
tienpo no daua lugar á mas tardanza mandó que luego
todos sus criados, con los cauallos que traían, camina-
sen para Gin, quedándose con él tres ó quatro para que
le siruíesen, auíendose hallado una poca de pestilencial
agua allí gerca en un charquillo, para los camellos y
jumentos, bastando para beuer los camelleros y demás
bagageros, aunque con mucha limitación, un odre de
agua y dos cantaros de cobre grandes que el Enbaxa-
dor traía para sí. Porque auiendo hecho la noche antes
grandissimo calor^ no solo beuíeron el agua que cada
uno traía, sino tanbien uno de los odres grandes que
venían en un camello, creciéndoles la sed notablemente
con la congoxa y miedo de no hallar agua. Caminaron
al punto todos los demás con los aposentadores per-
sianos, no lleuando camino derecho, sino atravesando
una muy áspera sierra fuera de camino, por donde
gana van casi la mitad de la jornada, ayudándoles un
pQCO de viento sin el qual no fuera posible llegar biuos.
La gente de seruigio y camelleros que quedaron con el
Enbaxador se alentaron y pasaron con aquella poca
agjua, y porque la jornada era de grandes ocho leguas
y se auía de caminar al paso de la carauana salió el
Enbaxador deste solissímo yermo con mas de tres oras
de sol, dexando los montes á la mano derecha y ca-
minando por un grande llano de mas de quatro leguas
en que solo se vía verde algunos de los arboles de es-
(i) del Enbaxador,
(2) ordinario.
-437 -
pinas, Ueuando medía legua delante y á vista' la cara-
uaná, aviendose comentado esta jornada á 28 de Sep-
tienbre. Y aunque el sol en aquella esconbrada llanada
era rriguroso, hallóse viento con que se facilitó el tra-
baxo de todos, viéndose á un lado v á otro del camino
m
gran cantidad de agugeros pequeños y rredondos, me-
nores que un puño, sin atinar nadie de que saluaginas
fuesen aquellos viuares. Y preguntando el Enbaxador
á una de las guias de á pie de qué se criase en ellos, y
rrespondiendole que deuian ser rratones, oyó dar gran-
des chillidos á uno de aquellos animalexos que se crían
en la India y Persia, como grandes comadrejas, que ya
se a dicho que en España llaman garduñas, que un page
traía desde Spahan, tan manso y domestico que el mas
tienpo venia en la íaldríquera ó en una de las bolsas del
coxin, y entonces por el calor venia en el arzón de la
silla. Pero como en llegando á este sitio se quisiese lan-
zar y huir y el page lo detuuiese, hazia todo aquel
rruido porque lo dexase libre, hasta que de enfadado
le boluío a engerrar en la bolsa^ á donde no dexaua de
dar los mesmos gritos, hasta que se vio de rrepente otro
semejante con una gran cola saliendo de uno de los
agugeros y entrando en otro, conociéndose por esto
auer rreconogido el que se traía manso los que de su
especie se criauan en los dichos viuares, aunque no se
pudo sospechar de qué se alimentasen auiendo tantos
sigun las muchas señales de (i) los muchos agugeros
en tanto spagio de tierra. Dándose mucha priesa á ca-
minar la caravana por llegar al camino real que viene
de Cherman antes de ser muy noche, ya después de
puesto el sol paregio un árabe á la mano izquierda del
camino, como un quarto de legua, que venia corrien-
do tras un camello, y no auiendose visto persona algu-
na hasta entonces después que se salió de Jarun enbió
(i) tantot.
— 438 —
el Enbaxador á un armenio i cauallo, que sabia la len-
gua persiana, á saber de aquel árabe si se lleuaua vía-
ge derecho para dar en el camino de Guí. El armenio
fue corriendo y después de auerle ayudado al pobre
honbre á tomar su camello boluío con auer sabido que
se caminaua bien y que antes de dos oras se llegaría al
camino rreal, dizíendo tanbien que el árabe era de una
caravana que íua desde Lara á Curmani (i), y que dos
leguas de alli se le auía huido aquel camello de los
otros. Con esto se prosiguió el camino hasta llegar al
qué se auia de lleuar á Gui, á menos de dos oras de
noche, lleuando luzes por no errallo, caminando juntos
todos con la caravana. A media noche llegó un honbre
de á píe que venia de parte del governador de Guí á
pedirle que en todo caso se siruiese de entrar en el lu-
gar, adonde sus criados estauan desde las dos del día
que llegaron al lugar muy bien agasajados, y que se le
tenia muy buena posada, mucho mejor que quando
vino de Ormuz. Auia dado orden el Enbaxador quan-
do aquella mañana se partió su familia del desierto, que
le aguardase en el palmar ^erca de Gui haziendo venir
alli mantenimientos y todo lo demás necesario del lu-
gar, por querer hazer jornada entre aquellos arboles
adonde auía tanta abundangia de agua, y esto á fín de
que no le detuuiesen en Gui mudando algunos bagages
como traía por orden el aposentador desde Xiras. Pero
como el governador viniese allí persuadió á los criados
que se fuesen al lugar, diziendoles que ansí el aposen-
tador como él serian castigados si por culpa suya pa-
reciese no ser el Enbaxador bien rregibido, y que (2)
de ninguna manera seria detenido por los bagages,
prometiéndoles que luego otro día seria despachado,
(i) Querman,
(a) su falta tto.
— 439 —
con lo qual todos se fueron al lugar (i), enbiando el
governador aquel honbre para auisaile no se endereza*
se al palmar como lleuava determinado. A menos de
media legua topó el Enbaxador uno de sus criados gon
otro del governador, que venían corriendo á cauallo á
le auisar lo mesmo y á le guiar por buen camino, sien-
do en lo llano por mas de una legua muy ocupado con
fosos y muchas puentezillas en ellos, y otros como po-
zos muy hondos por baxo de los quales pasan grandes
conductos de agua para rregar la canpaña; informán-
dose el Enbaxador de su criado de como auian llegado,
le dixo el trabaxo qua pasaron en subir y baxar la sie-
rra y mucha parte del camino á pie, lleuando los ca-
uallos de diestro, y que llegaron todos tan sedientos
que honbres y cauallos se lancearon en los muchos ca-
nales de agua que hallaron en el palmar, adonde be-
uicron tanto que ni unos ni otros por gran rrato pudie-
ron después moverse. Después de auer llegado á lo lla-
no se prosiguió el camino con buena luna hasta llegar
muy (erca del día á Gui, adonde, aunque en la mesma
posada que tuuo el Enbaxador quando vino, que en-
tonces estaua mal parada, halló un hermoso aposento
hecho de nueuo, con una muy buena alcoba y un ca-
taviento sobre ella como los de Ormuz, adonde estuuo
aquel día muy rregalado de fruta por el governador y
otros honbres del lugar, y aunque auia mucha abun-
dancia de agua y no mala se enbió á un pozo de agua
Ilouediza, adonde se halló muy buena, de la qual
mandó el Enbaxador se llevase la que hasta Lara por
quatro jornadas fuese menester.
A 29 salió de aqui el Enbaxador á puesta de sol^ á
cauallo, caminando ansí la mayor parte de las jornadas
desde Xiras, y pasando un arroyo que estaua entre
üui y el palmar se dexo á la mano derecha el camino
(]) despachando.
— 440 —
de Benaru, enderezando i hazer mansión aquella no*
che para el día siguiente á unos arboles donde muy de
ordinario suelen parar las caravanas por auer allí una
abundante laguna de agua dul^e manantial, bastante
para mucha cantidad de camellos y otros bagages, por-
que aunque en Benaru auia una buena fuente era le-
xos del lugar, y que por lleuar entonces poca agua no
podría suplir á tanto. Por no ser la jornada muy larga
se llegó á la dicha mansión poco después de media no-
che, adonde entre otros arboles espinosos que allí se
hallaron fue uno admirable de grande, aun para los de
otra mas noble specie, porque si bien no se podía en
grandeza conparar con el gran plátano de Natán que
se descriuio ya viniendo á Spahan de Casbin, éste, si-
gun su naturaleza humilde y baxa, pues no era mas
que un espino, fue mucho mas digno de admiración;
porque esparciendo afuera sus muy gruesas y espesas
rramas, aunque con tan pobre y menuda hoja, con
bastante sonbra, daua conmoda estancia á muchos
mas de qien honbrcs, con mucha de aquella frutilla
que se díxo de los que sq hallaron en Jarun. Notó aquí
con mas cuydado el Enbaxador que de la mesma spe-
qie de estos espinos, tan comunes en toda esta parte de
Arabia y la Persia, auia visto algunos en España, par-
ticularmente en la prouingia de Estremadura, pero tan
pequeños que pocos auia mas altos que el estado de un
honbre, con la mesma fruta menor mucho que la de
los orientales (i)^ á que vulgarmente llaman manjoli-
nas. Y era muy para notar que en tanto mas fértil, ó
mas propiamente hablando, menos estéril suelo como
el de Estremadura, se criasen tanto menores estos es-
pinos; pero la propia calidad de la de Arabia era mas
natural y conforme para produzir mayores los arboles
de esta spegie. Púsose junto á este grande espino la
(i) á los quales manganillas.
— 44» —
tienda para el Enbaxador, aunque pasado el fresco de
la mañana fue después el calor de manera que se salió
della, pasando el rresto del dia debaxo del arbol^ suce-
diendo lo mesmo á los frayles y los demás que estauan
en las otras, reparándose algunos á la sonbra de otros
espinos menores. La laguna estaua lexos del grande es-
pino que seruia de caravasar poco mas de dozientos
pasos, y era de treinta ó quarenta de ancho y largo, y
de tres hasta quatro pies de hondo, con algunos pe^es
menudos, manantial y de muy clara y rrazonable
agua y algunos juncos y cañizos á la orilla.
A 3o, se salió de aqui á la ora de las 6, como las mas
vezes se comen^aua á hazer jornada, y por ser ésta
corta se llegó á Bir poco después de media noche y por
no auer en todo el lugar mejor posada para el Enbaxa-
dor se fue á la mezquita, haziendosele de mal al hermi-
taño, por ser muy obseruante de su ley, admitir á na-
die dentro, aunque offre^iendole paga se quietó fagil*
mente; llamauase este deruis Homar y era defendiente
de su legislador Mahamet, y ansi traia todo el turbante
verde, y no solo él vsaua de esta preminente insignia,
pero unas muchachas hijuelas suyas parecieron otro
dia con tocas verdes rreboqadas, como las demás mu-
geres árabes las vsan^ aunque no de esta color.
A i.° de Octubre salió de aqui el Enbaxador, auien-
do caminado buen rrato la caravana delante, guardán-
dose el mesmo orden que quando se vino de Casbin á
Spahan, y saliendo del lugar áe vio á la mano derecha
muy junto á él el sitio de una fortissima pla^a del todo
arruinada por Alauerdecan quando ganó el rreyno de
Lara, siendo el sitio de esta fuerza en un áspero y alto
collado cortado á plomo por casi todo él en la mesma
peña. A la una de la noche se llegó á la aldea de Dia-
curi^ y como el Enbaxador uviesc enbiado delante para
que le tuuiesen aderezado el aposento en la mezquita
y entierros en que á la venida auia posado, halló á los
criados que á esto auian ido parados á la puerta, no
aviendo querido entrar por auer sabido que de menos
de un mes hasta entonges auian enterrado dos muertos,
y el uno muy pocos dias auia, estando todos muy es-
pantados del caso. Con todo mandó el Enbaxador que
abriesen la puerta y que entrando dentro algunos aten-
diesen con cuydado sí auía algún mal olor, en lo qual
se hallaron diferentes pareceres, y conformándose el
Enbaxador con los que dezian que no lo auia mandó
que le hiziesen su cama, y aunque comía pocas vezes
de noche^ le tuuiesen de cenar^ paregiendole á otros de
los que allí se hallaron ser de todo ominoso y horrible
aquel hospicio; pero otro dia, los mesmos, con auer
dormido allí aquella noche se hallaron muy quietos y
sin scrupulo alguno.
Vino luego que el Enbaxador llegó, la mesma noche,
á offregelle el regalo que allí en tan pequeña aldea po-
día auer, una muger que era la governadora del lugar
y de otros tres ó quatro mas cercanos, tan varonil,
ágil y desenbuelta, aunque vieja de setenta años (i),
que puso admiración en todos. Ofíregio luego todo lo
que fuese menester para toda la familia, mandó traer
con gran presteza pan, hueuos y pollos, y por la ma-
ñana cantidad de gallinas, cabritos, carneros y alguna
leche fresca porque supo comerla algunas vezes el En-
baxador. Pidióle esta buena muger que no permitiese
que ningún criado suyo ni de los persianos que alli ve-
nían fuesen á posar á su casa, por tener consigo hijas
y nietas, lo qual le prometió el Enbaxador, y ella aten-
dió con tanta promptitud y presteza aquella noche y
otro dia á todo lo que fue menester, que muchos hon-
bres juntos y de gran despacho cada uno no pudieran
mas prouidamente disponello todo, porque no solo los
mantenimientos para la familia del Enbaxador y la de-
(i) y desenbuelta»
— 443 —
mas gente de la caravana proveyó abundantíssima*
mente, pero de guias para pasar aquella mala sierra
que está entre aquella aldea y la ^iudad de Lara, y de
otros veinte honbres para Ueuar la litera á manos^ sien-
do de aquellos árabes alegremente y con gran puntua-
lidad obedecida. Era muger alta de cuerpo y gorda,
aunque muy ágil, con un rrostro grande y varonil y de
nariz aguileña, y que ansi en esto como en la biueza
de los ojos mostraua bien ser muger de mucho valor,
como en las obras exteriormente lo (i) pares^ía; lla-
mase Gulcanu, que en persiano es lo mesmo que la se-
ñora Rosa, y era de nación turcomana, gran valida en
su mogedad de Alaverdechan, soltan de Xiras, dexan-
dolé después por su vida el govierno de aquella aldea
y otras comarcanas, adonde solia tener grandes mana-
das de ganados, de todo lo qual se deshizo después de
muerto su marido y hijos, y aunque sin ellos, después
muy querida y obedecida de la gente de aquella co-
marca. Mandó el Enbaxador que se le pagase muy bien
todo lo que esta muger auia offreqido sin obligarla á
que lo diese conforme á la obligación de los otros lu-
gares en este camino, y á unos nietezillos suyos se le[s]
rrepartíese algún dinero, quedando aqui con rrazon
memoria de tan insigne muger, digna sin conparagion
de otra mayor fortuna.
A 2, con media hora de sol se (2) salió de Diacuri y
quando queria cerrar la noche, gerca del pie de la sie-
rra, adonde en una gran cisterna á la mano derecha del
camino se refrescó la gente con el agua que alli se halló
muy buena y fria. Subióse después aquella sierra que
á la venida tanto trabaxo auia dado, pero entonces con
las lunbres que se lleuavan y por auerse aderezado, por
mandado del Cham^ poco tiempo auia, los malos pasos.
(i) motíraucu
(a) Uegó.
— 444 —
I
se caminó por allá sin peligro ni molestia alguna. A las
dos después de media noche se llegó á Lara, pasando
por junto al pie de la sierra en que la fortaleza está
fundada, á la parte contraria de la giudad, y el caste-
llano, por hazer ñesta al Enbaxador, ó por mostrar que
tenia artillería, le hizo una. gran salva, aunque se le
pudiera perdonar esta honrra, pasando las balas zun-
bando sobre las cabe(;as de todos. Posó el Enbaxador
en casa de un persíano, mercader rriquissímo que so-
lia contratar en Ormuz, llamado Coge Nazar^ en un
quarto muy fresco con los corredores cubiertos de pa-
rras y un patinejo estado y medio mas hondo que el
demás suelo de la casa, muy sonbrio y ferrado, con
limoneros y naranjos y otros arboles, auiendo, demás
del aposento del Enbaxador, comodidad tanbien para
los frayles y algunos criados, posando los demás en un
caravasar gerca de la dicha casa. Fue luego, otro dia
como el Enbaxador llegó, el governador á visitalle, que
era el mesmo que estuuo alli á la venida de Ormuz, y
aunque no quisiera detenerse el Enbaxador mas de
hasta el dia siguiente, lo detuuieron otros finco mas,
de manera que fueron ocho los que paró en Lara, de-
teniéndose este tienpo por las mesmas causas que en
Xiras. Hasta que visto proceder tan adelante la malicia
y cudigia de esta gente, salió al canpo una tarde adon-
de estaua la carauana, y aunque el aposentador y go-
vernador ocultamente procuravan inpedir la partida, de
hecho y casi por fuerga hizo cargar y salir de allí,
aunque á mas de una ora de la noche; tomándose pun-
tualmente el sol no se halló la situación de esta g iudad
en mas de 26 grados y un tergio, veinte minutos menos
que Ormuz. Supo el Enbaxador, en Lara, de Coxe Na-
zar su huésped, que pocos meses antes de la prisión y
muerte de su rey Habrain Cham, sobreuino en la mes-
ma giudad rrepentinamente y con el aire sereno un te-
rrible tenblor de tierra que continuando con. intervalos
— 4+5-
mas ó menos por ocho días arruinó la mayor parte de
la gtudad con muerte de muchas personas, y que fuera
más este daño si toda la mas gente luego al principio
del terremoto no huyera á la campaña. Lo qual fue
juzgado de todos, después de la prisión del rey^ por
conocido prodigio de su muerte y de venir aquel reyno
á poder de los persianos, y aunque sienpre semejantes
casos se atribuyen á las precedentes señales fuera del
común orden de naturaleza, el verdadero portento de
la rruina de Hanbrain Chan fue la mucha cudi^ia y
crueldad suya, con que en su mayor necesidad, abo-
rrecido sumamente de sus vasallos fue desanparado de-
Ilos. Sugedio en este terremoto que todas las casas que
tenian el techo de boueda, como comunmente en el
reyno de Lara y toda Persia se vsan, del todo se arrui-
naron, y las que lo tenian de madera casi todas queda-
ron en pie.
A la ora dicha salió el Enbaxador de Lara á lo de
Octubre y auiendo caminado una ora delante la gente
de seruigio y algunas cargas, para que hiziesen jorna-
da aquella noche cinco leguas adelante en un rrazóna-
ble caravasar, y ordenado al aposentador tuuiese alli lo
que se uviese de comer otro dia, el Enbaxador acordó
parar la mesma noche en otro caravasar no mas de dos
leguas de Lara. Y como se enbiase luego un árabe gran
corredor para que auisase á los que caminavan delante
que parasen en el caravasar primero, alerto que el árabe
fuese tomado del anfión de que comunmente vsan y se
quedó dormido en el camino. De manera que quando
se llegó á la mansión los demás auian pasado delantCi
quedándose acaso la cama del Enbaxador, pero los
demás del todo desacomodados, y ansi fue menester
despachar luego á algunas aldeas á menos de una legua,
con dineros para que se traxesen mantenimientos otro
diay y á los que auian pasado delante que no boluiesen,
sino que aguardasen alli hasta llegar el Enbaxador.
— 446 —
A 1 1 , á la ora mas ordinaria se salió deste carava-
sar y en QÍnco jornadas se llegó á Cabrestan á poco
mas de media noche, padeciéndose en toda ella y en el
dia siguiente el mayor calor que se tuuo hasta aqui en
toda la xornada^ y aunque se halló bastantemente de
comer^ ninguna otra fruta sino cantidad de melones, y
estos no buenos, pero que suplieron la que faltaua en
la molestia que daua tan rriguroso tíenpo como allí se
tuuo.
A 1 6^ salió de aqui la caravana, despachando el mes-
mo dia á Ormuz para que se enbiase por orden del ca-
pitán en qué pasar desde el Bandel aquel poco mar
que ay hasta la giudad, y antes de amanecer se llegó
al caravasar de Guíchi, creciendo mas el calor cada
ora. Todas las cisternas desde Lara hasta este carava-
sar, aunque se hallaron con mucha agua era de rruín
color y malissimo gusto, porque aviendo llovido un
grande aguagero que duró algunas oras, mediado el
mes de Agosto, aunque las gisternas estauan casi se-
cas, siendo la lluuía general en todo aquel reyno^ las
hinchó de agua, pero de tan mala calidad, estando el
suelo sequissimo por no auer llouido en mas de dos
años, que cobró aquel mal color, olor y gusto, aunque
teniéndola por dos oras fuera de la gisterna en qual-
qjier vaso perdía mucha de aquella mala calidad. En
Lara^ con ser el agua de sus gisternas tan perfecta y
íria como se a dicho, le alcanzó tanbien esta plaga,
aunque de algunas que no admitieron la dicha Uuuia
se lleuó la que bastó al Enbaxador hasta llegar al Ban-
del. Halláronse yermos los sitios de los aduares de
árabes que auia gerca de Guichi, por la esterilidad y
falta de agua en aquellos dos años para sus ganados,
y ansí aquellos que los tenian se auían pasado á Oeza
y Suster, quedando alguna poca gente pobre y mez-
quina que se mantenían de pescado en la costa del mar,
que estaría de este caravasar poco mas de dos leguas.
— 447-
Muchos niños y mugeres que tuuieron noticia auer
llegado allí el Enbaxador acudieron luego aquella ma-
ñana, yendo vnos y viniendo otros á comer lo que
quedava de la gente de la caravana, á todos los quales
mandó el Enbaxador que fuesen socorridos con sus
limosnas en dinero^ de que ellos hazian gran fiesta. Y
como viniesen por la mayor parte desnudos, sino era
con algún pedazo de trapo rroto, y se les preguntase
si sentian de aquella manera mucho el calor, rrespon-
dian que el frió era el que los mataua, y que por esto
gran parte de la mañana se ponian al sol por calentar-
se^ provandose con esto quan enemigo de la naturaleza
de honbres y anímales sea el frío.
A 17, salió de aqui el Enbaxador y sin parar anduuo
las seis leguas que ay hasta el Bandel, pocos menos
dias de dos años que desde alli partió para Lara; posó
en aquella mesma casa adonde paró antes, en el Ínterin
que se cogían las tiendas, aunque en una mala estan-
cia, que por ser común para los mesmos huespedes,
como en España los azaguanes grandes de mesones,
fue menester atajar parte della con unas cortinas á
donde se le pusiese la cama. Vino luego por la mañana
el Soltan del Bandel, á cuya gouerna^ion está aquella
tierra firme de Comoran y isla de Queyxome, á visitar
al Enbaxador offregiendole dar todo el despacho nege-
sarío para enbarcar su casa para Ormuz, y aunque esto
consistía en ginco ó seis barcas que el Enbaxador auia
de pagar después, comengó á poner dificultades en-
bíando desvergonzadamente á pedir le enbiasen algún
presente, lo qual tanbien auia hecho en Lara aquel
governador. Pero la rrespuesta que se le auia dado al
primero se dio agora aqueste, diziendo el Enbaxador
que los mercaderes le hiziesen aquellas sumisiones^
pero que él, como Enbaxador de su rey, á solo el rey
de Persia auia traído presente, y que éste ya se lo auia
dado, y que sí auia offregido alguna cosa á los gover-
-448-
nadores y otras personas á la ida y entrada que hizo
en las ciudades del señorío de Persía, auia sido en
rreconpensa del regalo que á él y á sus criados auian
hecho, y por el trabaxo de hospedallos, y no por geri-
monia ni sumisión, como lanpoco se hizo con su señor
el Chan de Xiras, ni su governador Alay Bec. No de-
sistió por esto Alauerdi Soltan, que ansi se llamaua,
sino que visto que por la dicha via no auia podido ha-
zer nada le enbió un malissimo rrogin, y á dezir que
era de los mejores cauallos que auia en Persia, y que
valia ginquenta tomanes, que son ochocientas pata-
cas. El Enbaxador, muy mas enfadado con esto, le
boluíó el cauallOj diziendo (i) que no le enbíase cosa
alguna^ porque no la quería, sino dar quenta al rey de
Persia de quien él era y de lo que vsaua en aquel offi-
qio, siendo mas conveniente el que vsaua en casa de
Emancolicham su amo, y con esto mal espantados se
boluieron los que vinieron por el rrecado. Seruia el
dicho So!tan Alauerdi en casa del Cham quando el
Enbaxador estuuo en Xiras, de botiller, á cuyo cargo
estauan las cosas dulces, de quien demás de la dcsver-
guenca presente y auer molestado, sacándoles dineros
violentamente, á algunos criados del Enbaxador que
pocos meses antes pasaron de Spahan á Ormuz, enton-
ces auian vsado de otra muy mayor insolencia con fray
Dimas, religioso descaigo del Carmen. Porque auiendo
pedido al Enbaxador en Cabrestan le dexasc pasar
adelante, por llegar dos ó tres dias antes á su convento
de Ormuz, á donde iua por vicario, y en el Bandel se
quisiese enbarcar el dia antes que el Enbaxador llega-
se, no obstante su pobreza le detuuieron, no consin-
tiendo que se fuese sin que les pagase siete tomanes (2),
que son mas de (¡ien rreales de á ocho, y como el po-
( 1 ) ni él ni otra cosa queria que enbiase,
(2) En el ms, tomones*
-44^ —
bre frayle no los tuuíesc aguardó á que viniese el En-
baxador, á quien dio cuenta de lo sucedido, diziendole
tanbien que el color que daua el Soltan para hazelle
pagar aquel dinero era cargándole culpa de que auia
querido pasar un árabe que se auia hecho cristiano,
siendo esto mentira. Y porque la insolencia de estos
infieles estaua ya tan descubierta, creciendo cada dia
mas con la flaqueza que vian en Ormuz, haziendo
tantas sumisiones los capitanes y sufriendo tanto por
sustentarse, temió el Enbaxador no fuese principio lo
vsado con este buen frayle para progeder á otro mayor
excesó, y ansi, aquel dia en la tarde, auiendo llegado
pocas oras antes un ciudadano de Ormuz y queriéndo-
se partir en un tarranquin en que auia venido, el mes-
mo Enbaxador Ueuó al frayle á la playa y aunque qui-
sieron detenello lo hizo enbarcar. Comengose luego un
gran tumulto en los soldados que alli estauan, y á mu-*
cha priesa se enbarcaron en dos terradas siguien-
do (i) el tarranquin^ pero hecho este ademan y dán-
doles el Enbaxador bozes que lo dexasen, demás que ya
se les auia alargado lo que bastaua para no alcangallo,
se boluieron y se fueron á la fortaleza á quexarse al
Soltan, mayormente uno grande amotinador y desver-
gonzado que dezia auer rregibido algunos golpes en el
tumulto. Hallándose esto, sigun las muestras, en tan
mala dispusigion, sin poder enbiar el Enbaxador parte
de su casa á Ormuz aquel dia, no atreuiendose la gente
de la tierra dar barcos, ni seruir aunque se lo pagavan,
publicó aquella noche que queria despachar al rey
. dándole cuenta de lo que con él se vsaua por el Soltan
y el vellaco de Cachibec el aposentador, molestándole
y deteniéndole alli hasta que con sacarle dineros rredi-
miese su vexagion, y ansi determinó enbiar si luego de
mañana no lo despachasen, y rresuelto de no darles
(i) á mucha priesa,
29
— 45o —
por aquella via ni un solo larin. Padecióse esta noche
terrible calor, auiendo sido hasta entonces todo su
augmento, y leuantandose el Enbaxador luego que
amaneció hizo rrecoger las cargas de mas inportan^ia
en la posada en que estaua y queriendo comentar á
escrevir al rey vinieron á gran priesa un ermano de
Soltan y un teniente suyo con el mesmo aposentador,
á diízille de parte suya como los enbiaua para que lue-
go, sigun el Enbaxador mandase, se enbarcase toda
su casa y cauallos, porque todo estaua á punto, y que
le perdonase la tardanza hasta entonces. Fué tanta la
diligencia que pusieron y tantos ios que acudian á ser-
uir, que en un momento lo enbarcaron todo con nota-
ble solicitud, rresultando de esta rrepentina mutación
costalle mucho mas cara al Enbaxador su partida, sin
conparagion, de lo que se le pedia antes, aunque en-
tonces no pidieron nada. Después de medio dia llegó
el prior de San Agustín de Ormuz, y con él fray Ma-
nuel de Sancta María, uno de los rrciigiosos que venian
de Span con el Enbaxador y se auia adelantado desde
Lara, y luego á la tarde un criado del capitán de la
fortaleza con una manchua en que se pudiera enbarcar
para entrar en la galera que media legua antes de lle-
gar á tierra aguardaua. Vinieron tanbien dos galeotas
bien armadas, que acercándose mas metieron en la una
alguna rropa de la rrecamara del Enbaxador, con dos
ó tres criados que no se auian enbarcado con la demás
casa.
— 4^1 —
CAPÍTULO IX
Embárcase D. Garcia para Ormuz. — Sequía grande que allí se pa-
decía.—Temores de guerra con los persas. — Alarma general
que causaron.— Consejos que dio D. García. — Envía el Schah
una expedición contra •( Niquilu.
A 1 8, se enbarcó el Enbaxador quando tramontaua
el sol, con el prior y frayles que auian venido de Or-
muz, y antes [que] fuese noche entró en la galera,
adonde (i) le hospedó y rregaló en ella su capitán An-
drea Coello, cuñado de Don Luis de Sosa, capitán de
la fortaleza, y (2) con poco viento se nauegó menos de
una ora^ lleuando las galeotas á un tiro de mosquete,
pero luego calmó el viento, surgiendo en quatro bra-
gas^ y aunque con calma se pasó mejor la noche que
en Comoran.
Á 19, aunque comentó á (3) ventar un poco de vien-
to, teniendo á Ormuz á la vista á tres leguas, fue me-
nester ayudar los forjados rremando, auiendo dado la
galera el trinquete, hasta llegar á medía legua de la giu-
dad, adonde vino el Oydor general de la India, Anto-
nio Barreto de Silua, y luego el vicario, en dos barcos,
con cuya conpañia llegó el Enbaxador á su posada (4),
hallando alli á Manuel Boyer de Sosa, Veedor de la
hazienda, y se despidió de todos dando gragias á Dios
(i) aquella noche.
(a) y aunque,
(3) soplar.
(4) auiendo primero salido en la manchua y.
-45a-
que sobre tantos contrastes y poca ayuda uviese cun-
pljdo con la penosa y larga obligación de su jornada el
dia susodicho de 1619 años, cunpHdos dos y siete días
mas después que en el mesmo mes se enbarcó de Or-
muz para pasar al Bandel.
Con ser aún tan tenprano para hallar en esta giudad
naos en que poder pasar á Goa no se halló ya ninguna,
y aunque pudiera ser otra la causa de esto, lo mas ve-
risímil seria el miedo, de no hallar en el viaje de Ormuz
á Goa algunas naos de ingleses de las que en aquel
tienpo vienen cada año á Qurrate. De manera que fue
forzoso inuernar el Enbaxador en Ormuz, cosa que él
sintió mas que todo lo que en su jornada de malo pu-
diera su^ederle, porque demás de los muchos inconve-
nientes que auia y se auian conocido ya, el gastar mas
un año en Ormuz y la India, sin el (i) que se auia pa-
sado, era daño irreparable considerada su edad y lo
mucho que deseaua boluer á España. Y aunque el in-
vierno de este clima, que es como en Europa, era muy
tenplado, sin frió, ni aquellos excessiuos calores del ve-
rano, dio mucha mas molestia el tienpo que alli se es-
tuuo, que fue de casi seis meses.
Avia dos años y mas que no llouia en Ormuz, tan-
poco como en el reyno de Lara y costa de Arabia, y
ansi el agua auia del todo faltado en las cisternas, pa-
deciéndose por esta causa mucha negesidad della, por
traerse con mucha costa de la tierra firme del Bandel y
isla de Quexome. Y aunque vna madrugada, poco
antes que fuera de dia (2), algunos dias después que
llegó el Enbaxador, vino un grande aguagero con true-
nos, la furia del no duró mas de un quarto de ora, y
ansi fue poca el agua que se rrecogio en las gisternas,
siruiendo solo entonces de moxar la tierra, que estaua
(i) mucho.
(2) pocos.
— 453-
sequissima. Pero dos meses adelante, á dos de Enero
y sigundo dia del año de 1620, comentó dos oras des-
pués de media noche un terrible tenporal, precediendo
poco antes un gran viento con tanta furia de agua y
truenos qual jamas se auia sentido en aquella giudad
muchos años auia, durando mas de dos grandes oras
la mayor fuerga del aguagero, de manera que no solo
hinchió las gisternas todas, mas por todas las partes de
la isla dexó grandes lagunas de agua. Era cosa muy de
notar, luego como fue de dia, que quedó muy claro y
sereno, ver el mucho número de toda suerte de jente
que salió al canpo con general alegria de todos, no sin-
tiendo algunos las muchas casas que la tenpestad les
auia derribado (1), siendo tanbien conpañeros de los
honbres en esta salida toda la suerte de animales, como
camellos, bueyes, puercos, cabras, perros y jumentos,
beuiendo y bañándose en los charcos de agua que ha-
llauan. Y porque fue éste el mas solene y festexado dia
que se auia visto en Ormuz mucho tienpo auia, se a
hecho aqui mengion del y con rrazon, teniendo tan
suma carestia de agua en esta isla y temiendo cada dia
no le inpidiesen de tierra firme los persianos, pues tan-
bien como la de la isla de Queyxome estaua en su
mano. Para la gente pobre de la giudad y de los villa-
ges de la isla fue mas presentaneo este beneficio, pues
por muchos dias no les costaua el agua nada, beuiendo
de la que se auia rrecogido en algunas lagunas, hoyos
y partes baxas de aquellos sequissimos canpos. Son
muy pocas vezes las que Uueue en Ormuz, islas y cos-
tas de Carmania y Arabia, y éstas jamas sin tenpestad
de truenos, viento y granizo grueso, como en los tur-
viones ó aguageros de Europa por los veranos, siendo
tres vezes las mas que Uueue en la forma dicha. Algu-
nas otras sugede de una agua muy menuda, sin tenpes-
(i) no quedando casi honbre ni muger que no saliese al canpo.
- 454 —
tad^ y que dura muy poco^ no síruiendo sino de matar
el poluo en el canpo y causar grandes lodos dentro de
la giudad. Y ansi no tienen tejas en los techos de las
casas^ sino terrados, como se a dicho, con muy poca
corriente, en que duermen de verano. Y aunque el
suelo de los dichos terrados no son tiesos, ni conpuesto
el barro con aquella paxa, como en todas las provincias
de Persia, la tierra, con estar floxa y suelta se aprieta
luego con la primera agua, aunque con todo esto y ser
las casas de mexor fábrica que las de Persia se caen
muchas dellas durando mucho el aguacero, como su-
cedió esta vez.
Túvose por muy gierto por los mas en Ormuz, que
el rey de Persia, valiéndose de los ingleses que este año
se aguardauan, sitiar esta (iudad, lo qual era muy con-
forme á lo que los años atrás auia intentado y execu-
tado, y sigun las muestras que entonfes dauan los per-
sianos que asistian en la tierra firme de Comoran. Por- *
que muy pocos dias antes que el Enbaxador llegase, el
governador de aquel districto auia puesto mucha ma-
yor inposi§ion en el agua y mantenimientos que pasa-
uan á la (iudad, con mostrarse ansimesmo en todo lo
demás muy insolente, no obstante que el capitán de
Ormuz, por contentalle y que no le inpidiese el comer-
cio, le permitia en la giudad una albóndiga y casa par-
ticular en que asistian dos agentes suyos persianos,
adonde acudian toda suerte de mercangias, principal-
mente de mantenimientos, pagándose de todo esto po-
cos ó ningunos derechos. Demás de estas conjecturas,
que pudieran ser mas que presump^iones, auiase pu-
blicado por los ingleses que rresidian en Spahan, como
ya se a dicho, que espera van (i) en aquella mon^ion
ocho naos á Jasques y que auian de saquear á Ormuz.
(i) auian de penir.
— 435 —
Todo lo qual se confírmaua con la nueua que (i) tu-
uieron pocos días antes que el Enbaxador saliese de
Span, de como el cónsul y demás ingleses que asistían
en Alepo^ ocultamente auian salidose de aquella giudad
y enbarcadose en Tripol. Pero aunque esto era ansí,
mayor rrecato se podia tener del mal estado en que la
(íudad de Ormuz y su fortaleza se hallaua, y de la mu-
cha anbigion del rey de Persia, cudigiando, y con rra-
zon tantOy esta plaga. Porque en lo demás bien paregia^
considerándolo bien^ que las naos inglesas armadas
por los mercaderes de Londres no auian de querer
gastar el tienpo que en la tal nauegagion, sigun las
mongiones, venia tasado^ gesando no solo la ganangia
que esperauan, sino perdiendo tanbien sus caudales
por ayudar al rey de Persia á ganar á Ormuz. Y quan-
do las tales naos viniesen á este efecto no serian ya las
de la contratagion de aquellos mercaderes^ sino arma-
das con íauor y particular orden del rey de Inglaterra,
que tanbien se podria temer, teniendo notigia^ como
podia tenerla muy gíerta^ de la flaqueza en que todo lo
mas de la India se hallaua, mayormente lo tocante á
aquella giudad de Ormuz. Pero (2) esto^ que ya se de-
uia de auer tratado, como es verisimil, con el dicho
rey, no podia ponerse por obra tan ocultamente que no
se tuuíese en España alguna notigia, y por el consi-
guiente auíso en Ormuz y la India, adonde cada día
cregian las sospechas de la amistad del rey de Persia
con los ingleses. Y aunque al Enbaxador, por las di-
chas rrazones le paregia ser esto ansi^ desde Spahan,
antes de su partida á Ormuz, y después dos vezes desde
el camino escriuio al capitán de (3) aquella fortaleza
que estuuíese con mucho cuydado para qualquier caso
(i) auian tenido.
(2) este movimiento.
(3) Ormu\.
--456 —
que suqediese^ y después de su llegada le persuadió di-
uersas vezes pusiese los ojos en defender la giudad
atrincheando y gerrando las bocas de las calles, dando
para esto comodidad bastante siendo tan estrechas y
con las casas de piedra muy altas y pasándose desde
sus terrados de unas á otras por pasadizos adonde se
podía hazer mucha defensa. Esto, que en qualqutera
necesidad de guerra era forzoso, pues la fortaleza, que
carecía de todo aquello por lo que pudiera merecer tal
nonbre, aun no tenia plaga para rregibir la quarta parte
de los que pregissamente se auian de meter en ella,
aunque los cristianos de la tierra se desanparasen, y
demás de los tenplos tantas y tan hermosas casas como
en la giudad auia, jamas se auia preuenido antes, ni el
presente capitán entonges hizo preuengion alguna, de-
mas que ni en la fortaleza ni se hallauan mantenimien-
tos, ni agua para quinze días, auiendo de engerrarse sin
mas consideragion toda la gente que e dicho con qual-
quiera nueua de enemigos que tuuiesen, á lo qual to-
dos estauan atentos.
Sentía cada día mas el Enbaxador auer de aguardar
mas de un año sin poder enbarcarse á España, y ansí
acordó de enbiar al puerto de Jasques á saber si la nao
que esperauan los ingleses de las que uviesen llegado
aquel año á iC^urrate auia de boluer de allí á Inglate-
rra, porque pagándoselo bien al capitán della le lic-
uase y dexase en qualquier lugar de la costa de Espa-
ña ó Frangía; sobre esto escrivio á un gentil honbre
inglés que auia venido por agente á Jasques, que se
dezia Duarte Monae, que en Spahan acudía muchas
vezes á su posada no obstante que después de la presa
de las dos galeotas de Ormuz, como se a ya dicho, ansí
al mesmo Monae y á Guillermo con todos los demás
auia vedado la tal comunicagion. Y aunque ansi por
esto como por el rríesgo que se le podía offreger ha-
ziendo tanta confidengia de estrangeros y gente de mar
— 457 —
atentos á su provecho por ser vasallos del rey de Ingla-
terra con quien el rey su señor tenia toda buena co-
rrespondencia de paz y amistad, estaua rresuelto en
este parecer, teniéndolo por de menor inconveniente
que aguardar treze ó catorze meses mas, pudiéndosele
offre^er ansimesmo en Ormuz y en la India, en el dicho
tienpo, muchos otros- desgustos y pesadunbres, sigun
la experiencia que sobre esto de antes tenia. Pero auien-
do ya escrito y apergebido el criado que avia de lleuar
la carta, llegó el mesmo dia nueva gierta á Ormuz de
como avian llegado á Jasques quatro naos y un patage
de ingleses, con que rresueltamente el Enbaxador mudó
de parecer, porque aunque luego entendió que el venir
alli todas las naos juntas que aquel año avian llegado á
Qurrate era por asigurar y hazer guarda á la nao que
venia á Jasques cada año (i), pero siendo ya muy pu-
blico en la costa de la India, como tanbien lo auria sido
en Inglaterra, venir cinco galeones de Portugal á Or-
muz, con todo esto, pudiendo suceder otra cosa y per-
suadiéndose todos los que alli se hallauan tener ya la
guerra cierta, no le pareció conveniente en tal tienpo
la dicha deliberación, aunque sintió mucho el no exe-
cutalla. Fue grande el alboroto por esta nueua en to-
dos los que en Ormuz se hallauan, temiendo y con rra-
zon lo que del rey de Persia se podia esperar y se auia
publicado antes, con la llegada entonces de aquellas
naos, que luego el capitán Don Luis de Sosa enbió á
rreconocer, y {2) sabiendo con certeza ser ansi y la una
dellas muy grande, con trezientos honbres y mas de
sesenta piecas de artilleria. Pero como de los que cada
dia llegavan de Persia, ansi mercaderes como pasage-
ros, se supiese no auer de allí á Xiras movimiento al-
guno, como de rrazon auia de auello si el rey de Persia
(i) con todo esto auiendo,
(2) teniendo luego.
— 458 —
quisiera intentar lo que del se temía, se confirmó ser
QÍerto lo que sobre esto el Enbaxador auia discurrido,
mayormente aviendo tenido cartas en aquella mesma
sazón de Gaya Soltan, el enbaxador que el rey de Per-,
sia enbiaua á España, el qual, partiendo de Spahan á
Xiras se quería informar del tienpo de la mongion de
Ormuz á Goa^ deseando enbarcarse en su conpañia.
Haziendose menor el temor en Ormuz, pasados algu-
nos días, pues los ingleses no entendían en mas que en
dar priesa á descargar la nao del trato y enbarcar al-
gunas cosas de las que se auian traído de Spahan; ni
en la tierra firme se vía mouimiento de que se pudiera
temer [que] una muy sinple y vana stratagema de Don
Luis de Sosa, capitán de Ormuz, pudiera despertar á
los enemigos incitándolos á lo que no estauan rresuel-
tos. Porque auiendose sabido en aquella sazón que por
el mes de nouiembre próximo pasado auia muerto en
Goa el Conde da Redondo, virrey de la India, y suce-
dido en aquel govierno, por hallarse en la primera vía,
Hernando de Albuquerque publicó, sin dar cuenta al
Enbaxador dello, que el nueuo governador, luego que
sucedió, se auia enbarcado en una grande armada de
galeones y galeras, sin otros muchos nauios de rremo,
y que venia ya de viage para Ormuz. El fin que para
esto el capitán tuuo juntamente con los que él deuio de
comunicar este designo, fue porque con la fama de esta
grande armada las naos inglesas se fuesen de Jasques^
quedando libres del temor que dellas tenían. Conogío
luego el Enbaxador, á quien el capitán dio este auíso^
!a flaca y débil astucia suya, porque le paregio del todo
inposible que el governador se enbarcase con tal pres-
teza, pues ni se sabia que la armada estuuiese apresta-
da, ni en la India se executan tan puntualmente y en tan
poco tienpo las ordenes en los casos militares , hallán-
dose desapergebídos de todas las mas cosas esenciales
para ellos.
— 4^9 —
Y demás de esto y de que no (i) daua autor ^¡erto
que uviese venido con la tal nueua, sabíase la mucha
edad y grande inpedimento del governador, por ser tan
gordo. Pero luego el mesmo día se supo con más cer-
teza ser bueltas las naos de los ingleses á Qurrate^ no
siendo menester la nueua invención de guerra de nues-
tro capitán, mas propia para (2) dañar á los amigos
que para atemorizar á ningunos enemigos, siendo sien-
pre monospregiadas y entendidas luego dellos tan su-
perñ^iales stratagemas. La fama de la grande armada
que venia de Goa á Ormuz^ ansi como se fue desvane-
ciendo y teniendo por incierta aun entre la gente mas
vulgar, hasta entre los gentiles, moros y judios, ansi
tanbien puso en cuydado á los persianos, dando luego
cuenta al rey de Persia y al Chan de Xiras de lo que en
Ormuz se publicaua, Y como los que quieren mirar
por lo que tienen y conseruallo, mayormente los reyes,
no se curan de que sea gierto ó no lo que se dize, como
dello le[s] pueda rresultar algún daño, apercibiéndose
para lo que pudiere suceder, ansi el rey de Persia, lue-
go que supo lo que se dezia en Ormuz sobre la venida
del armada^ mandó al Chan de Xiras que de la costa
del mar de Persia apercibiese trezientas terradas y
quinze mil honbres para enbarcar en ellas y tuuiese
esta armada en la punta mas occidental de la isla de
Queyxome. Llegó auiso luego desto, creyéndose que
esta gente era para dar en los lugares del rreyno de
Oeza, en la mesma costa; pero pasando adelante su ar-
mada á veinte leguas de Ormuz fue grandissimo el al-
boroto que rrepentinamente causó en esta ciudad, per-
suadiéndose todos que tendrían aquella mesma noche
los enemigos en ella. Auian pasado menos de dos oras
de la noche quando un criado del Enbaxador, que se
(i) se hallaua,
(a) engañar.
— 460 —
llamaua Antonio Tauares, entró corriendo á dezille
cómo hallándose á aquella ora ^erca de la fortaleza
llegaron dos árabes al capitán con el dicho aviso, y que
luego con gran tumulto auia salido la boz á diuersas
partes, y que el dicho capitán enbió luego á mucha
priesa á dezir al rey y goazil que con sus familias se
rrecogiesen á la fortaleza, lo qual comen§auan ya á
hazer algunas otras personas. En un punto llegaron (i)
turbados dos ó tres vezinos diziendo lo mesmo, no te-
niendo el Enbaxador nueua alguna de parte del capí-
tan, y para con certeza saber la causa de tan notable
tumulto le enbió con el mesmo Antonio Tauares á de-
zir le auisase dello, y que le advertía y suplicaua que
por ningún caso permitiese rrecoger al rey en la forta-
leza, ni á otre nadie, porque daria ocasión á quedar del
todo yerma la ^iudad aquella noche. Halló este rreca-
do á nuestro capitán Don Luis tan alborotado y turba-
do que no acertó á rrespondelle cosa alguna, hallándo-
se ya con él el Oydor general y Veedor de hazienda,
con otros muchos que acudían á la fortaleza como á
vltimo rrefugio y guarida suya. Buelto Tauares sin mas
certeza y rresonando ya gran rruido y bozes por la
§iudad, cre9Íendo la nueua de que el rey y guazil se
rrecogian con el capitán y que mucha gente otra hazia
lo mesmo, en especial cantidad de mugeres corriendo
descabelladas y gritando, como sucede en lugares que
se saquean, el Enbaxador escrivio un papel con gran
priesa al capitán rrequiriendole y protestándole no con-
sintiese que nadie desanparase su casa, por el gran
daño que dello rresultaria, porque quando fuese Qierto
el auiso que se tenia, que él no podía creer la giudad
quedaua luego en poder de los enemigos para ser sa-
queada y quemada, de que tanta infamia rresultaua á
todos, perdiéndose en muy pocos dias tanbien la for-
(i) algunos muchos.
taleza con tanto número de gente como en ella de rra-
zon aula de entrar. A este sigundo rrecado rrespondio
de palabra, ya mas en si^ el capitán, dízíendo que no
dexaria entrar á nadie aquella noche^ pero era ya mu-
cho el número de ios que acudían llenando su dinero y
joyas, sin quedar de este genero nada en la giudad (i).
Venían de todas las partes della á saber á la posada del
Enbaxador si se pasaua á la fortaleza ó enbiaua alguna
rropa suya, como los demás hazian, y viendo que no
auía movimiento alguno, antes los aseguraua diziendo
á todos que no creia la venida de los enemigos y que
quando viniesen él no auía de desanparar la giudad,sino
defendella hasta morir, se quietaron casi todos, pasan-
do de esto la palabra de unos en otros, porque de otra
manera aquella noche quedara del todo despejada. Y
[como] todos aquellos días atrás, desde la llegada de las
naos inglesas á Qurrate, los vezinos portugueses con los
árabes y gentiles que allí auía holgauan mucho de ver al
Enbaxador en Ormuz, parc^iendoles que con su asís-
ten<;ia tenian mas siguridad para lo que pudiese suce-
der quando la venida de los persianos saliese gierta,
mandó el Enbax-ador aperqebir quatro terradas la mes-
ma noche, para que con sus marineros estuuiesen en
la marina al pie de su posada, siendo lo mas inportante
de esta prevención tener aquellos marineros de seruí-
qio en qualquiera necesidad, que eran ginquenta hon-
bres, y mandando que cada día se pagasen bien porque
no hizíesen falta. Otro día, muy de mañana, auiendo
sabido la rreyna auer dicho el Enbaxador que no cun-
plia que con tanta priesa el rey y guazil se entrasen en
la fortaleza, le enbió con un criado suyo un rrecado
pidiéndole con grandes encarecimientos no [le] inpidie-
se rrecogerse en ella con su marido y hijos, por el peli-
gro en que todos corrían. El Enbaxador le rrespondio
(i) Enbiaban,
que aquello estaua á cuenta del capitán, pero que le
asiguraua de que de presente no aula tanto de que te-
mer, que quando lo u viese (i) no faltaría tienpo para
poder rretirarse á la fortaleza. Y porque cregia cada
ora mas el tumulto y el Enbaxador quería mostrar que
no auía de dexar su posada, mandó que gerca della se
^errasen algunas calles^ acudiendo á esto dos ó tres
vezinos los mas g ercanos con sus esclavos y criados,
no tanto por que en tienpo de la necesidad solo aque-
llo pudiera ser de algún efecto, quanto por hazer la di-
cha demostración y que los demás se animasen á no
desanparar sus casas.
Estauan muchos días antes, desde la venida de los
ingleses, algunos que se hallauan con mas dineros,
tan cuydadosos y vigilantes de ponellos en cobro, si-
gun ellos ymaginavan, dentro de la fortaleza^ que tres
ó quatro días auia que el Oydor general y el Veedor de
hazíenda tenían ya (2) allá su dinero y joyas, y ansí con
esto los demás hazian agora lo mismo, y no obstante
que al Enbaxador no se daua cuenta de nada de lo que
se determinaua hazer, ni jamas entonces ni después
se tomó ni admitió su parecer, salió aquella mañana á
la plaga de la fortaleza, adonde halló al capitán con el
rey y Guazil y Oydor y Veedor, y se offregio con su
persona y criados para todo lo que en la ocasión pre-
sente pudiese ser de provecho, como vasallo de Su Ma-
gestad. Pero el capitán, como si en dezirsele aquello le
quisiesen vsurpar su jurisdigion desposeyéndole de su
fortaleza, ansí se (3) turbó, no entendiéndosele casi pa-
labra de lo que rrespondia, siendo cosa muy ordinaria
en la India sentirse de semejantes ofertas, paregiendoles
que es gran menoscabo suyo si se les advierte de algo,
(i) ayria tienpo,
(2) dentro,
(3) mesuró.
-463-
aunque sea en caso tan urgente como el presente era,
y esto pasa tan adelante en los mas ó casi todos, que
antes se aventurarán á perder que ayudarse de nadie
que pueda ó sepa mas que ellos, mayormente si la per-
sona tal no fuese de sus propios portugueses, pues en-
tre ellos mesmos su§ede esto muy de ordinario. Y ansi
nuestro capitán, que demás de tocarle lo dicho como á
todos hallauase muy en sí con las terradas de los per-
sianos que tenia tan gerca, y de manera que no solo no
atendió á lo que el Enbaxador le dezia, pero se apartó
lexos del con el Oydor y Veedor, no tratando de cosa
esenQial para que la giudad pudiera defenderse si el
movimiento de los enemigos saliera tan gierto como se
temia. Y porque le corria preqissa obligación al Enba-
xador, ya que en aquella ocasión se hallaua presente,
de hazer lo que deuia al serui(;¡o de su rey, aunque co-
nogia la obstinación y mal animo de aquellos honbres,
llamando á algunos vezínos que estauan presentes, jun-
tamente con el Vicario que llegó alli, fue con ellos
adonde don Luis el capitán se hallaua y se le boluio á
offreger para todo lo que determinase tratar , pero que
le advertia que de defender la giudad dependía la sigu-
ridad cierta de la fortaleza. Para lo cual era menester,
y que desde luego cumplía, auiendose ya de auer hecho
desde la primera nueva de los ingleses^ hazer minuta
de los vezinos portugueses que se hallasen en la giu-
dad, con los esclauos que pudiesen pelear, y (i) de las
armas que tuuiesen (2), tomándose tanbien la mesma
minuta de los árabes y gentiles habitantes en ella. Y
que toda esta gente , en ocho ó diez tropas, señalando
á cada una cabega conpetente de los vezinos ó solda-
dos, acudiese cada uno al puesto que de la giudad se
le señalase, para desde luego comenfar á fortificarse y
(i) ansimesmo.
(a) habiendo.
— 464 —
hazer guardia en él de dia y de noche , para defender-
se (i), fabricando tanbien traueses, demás de en las
primeras bocas de las calles, por todas las demás den-
tro de la 9¡udad, la qual de suyo era muy fuerte para
batería de mano, no trayendo los enemigos artillería. Y
que tomándose esta rresolu^ion, como convenia, era
menester sin perder algún tienpo con toda presteza exe-
cutalla, y viendo el Enbaxadnr que lanpoco se le acu-
dia á esto, se despidió dellos, Jiziendo le auisasen si so-
bre esto se acordase alguna cusa, y se fue á su posada
muy gierto de que si los persianos los enuistieran en
medio de tanta confusión y lumulto. inlaliblemcnte la
^iudad y fortaleza se auian luego de perder, pero nun-
ca se pudo persuadir, por las rrazones rreferídas atrás,
que su apergibimiento fuese por mas de por la fama
que se auia publicado de venir armada de la India con
los galeones desde Portugal á Ormuz. Los persianos, ó
por no dar á entender que se tt-mian de esto, ó que
rrealmente lo tuuiesen por orden del rey, atrauesaron
aquel golpho y pasaron hacia Julpha, en la contraria
costa de Arabia, creyendo todos, y con rrazon, quan-
tos se hallauan en Ormuz, que la saqueasen y quema-
sen como lo auian hecho en la guerra del Bandel. Y
aunque al pobre rey de Ormuz no le auia quedado otra
cosa de todo el reyno sino aquel lugar, y acudió á ha-
zer diligenijias para que se le enbiase algún socorro,
esto era imposible por no hallarse casi soldados en Or-
muz, y solas tres fustas con una galera, sin chusma ni
marineros, andando las demás fustas y soldados y con
ellos el queestaua por capitán del mar, haziendo escol-
ta y traginandoen el Qínde, Ba^ora y costa de Arabia,
á tos nauios, ansi del capitán como de los demás ofi-
ciales del Su Magestad que rresídian en Ormuz, de ma-
nera que Julpha se tuuo por saqueada y quemada. Con
(1) habiendo.
-465 —
tener esto por §¡erto les pareqio á muchos que el peli-
gro que tanto temían se les auia (i) desvaneQÍdo y rre-
suelto del todo con la rruina de aquellos miserables
árabes, aunque otros lo sentían mucho por tener allí
gran parte de sus caudales en mercancías y dineros.
Mas este aüuío les duró poco, porque dentro de seis o
siete dias la armada de los persianos boluio adonde an-
tes estaua, aviendo quemado y asolado un pequeño lu-
garejo, una legua de Julpha, con muerte de gínquenta
ó sesenta árabes níqueluzes, sin auer intentado nada
contra Julpha.
Fue la causa de esto el enojo que el rey de Persia te-
nia con Alicamalun, árabe de Níquílu, en la costa del
reyno de Lara, por auerse pasado algunos años antes
á estotra costa de Arabia junto á Julpha y bíuir alli con
algunos que le quisieron seguir con sus familias, fun-
dandr> aquel lugarejo sigun la pobre fábrica que se vsa
entre aquella nagion. La rrazon que tuuo este árabe
para se rretirar de Niquílu, siendo como era honbre
valeroso y determinado para qualquíera facgion de
guerra, fue el auerse desauenido de los persianos, como
insolentes y soberuios, y temerse tanbien del Chan de
Xiras y del rey, que por ser él de tales partes le que-
rían prender y quitar de alli porque no intentase algu-
na novedad con sus naturales que con voluntad le acu-
dían y obedegian. Paregio después ser esta la mas gier-
ta ocasión de su mudanga, porque luego trató con el
rey de Ormuz y con el capitán de aquella fortaleza de
seruir á Su Magestad en lo que se offregiese sobre la
defensa de aquel reyno contra los persianos, fauorc-
giendole con algún dinero para tener prestos y á su de-
uogion muchos de sus niquiluzes que pasarían á serui-
lle, y tanbien á otros de aquellos árabes gercanos. Pero
como en Ormuz solo se atiende al prouecho y trato de
(i) quitado de encima, aliuiado,
3o
i.
_465-
los capitanes y de los demás que tenían obligación de
acudir á cosas semejantes como esta, nunca se puso
nada por obra, ni se le acudió á este honbre bellicoso
que tan conpetente [era] para tener á su deuo^ion otros
muchos árabes, siendo muy poco lo que se podia gas-
tar en ello. Pero en la India, siendo cosa muy esen<;ial
valerse muchas vezes de la gente de la tierra, mayor-
mente en Ormuz, contra i.in p'i,U-:-nsn cricmigo como
el rey de Pcrsia, á quien indus cbl'is arabi;s aborrecen,
ni se vsa de industria ni liberalidad alguna para tener
esta gente pronpta en las vrgentcs negesidades que tan-
tas vezes con la vezindad de los persianos pueden ofre-
(jerse. El Niquilu, aunque so rrecatii al prin<;¡pÍo de la
armada de los dichos persianos, publicándose ya mu-
chos días aula que su venida era para Ormuz, no trató
de buscar ayuda de los árabes vezinos de la tierra
adentro, cuyo emir y señor á quien obedecen,, con
particular nonbre se llama Cathane, ni tanpoco, siendo
él pobre y faltándole que dar A aquella nagion vaga y
mercenaria, fuera cosa fagil persuadilla á que le soco-
rriesen; pero no asigurandose de que después de auer
dado los enemigos en Ormuz él no quedase espuesto
al mesmo peligro, lo mejor que pudo fortificó el sur-
gidero que estaua junto á su pequeña y pobre pobla-
ción, con algunas terradas que varó en las partes por
donde mas fácilmente podia ser entrado, llenas las te-
rradas de arena, y de la mesnia hechos tanbien algunos
otros rreparos. Llegaron los persianos una mañana con
ciento y c''iq*Jcnta terradas y c'nco mil honbres en
ellas, gi'an parte dellos arcabuceros, con dozíentos ca-
uallos, y treinta ó quarenta pasos de tierra, siendo alli
la costa muy baxa, se arrojaron al agua, y de ios pri-
meros los de á cauallo, auiendo ya subido en ellos y
haziendnli)s saltar desdo las terradas á la mar, que les
d;uia á las sillas, v con grande inpetu v por muchas
partos cmi^ilieron los pnces arabos. Eran todos los que
— 467 -
el Niquilu tenia para su defensa pocos mas doztentos, y
dellos menos de treinta á cauallo, pero que con intré-
pido animo rregibicron una gran carga de arcabuzazos
y flechazos que dispararon en ellos los enemigos, y
aunque pudieran antes ponerse todos en lugar síguro
rretirandose de la costa, como antes lo auian hecho á
sus mugeres y la demás gente inútil para pelear, rre-
sistieron, cubiertos de sus rreparos, gran rrato á los
persianos, rreqibiendose igual daño de una y otra par-
te. Mas siendo el número tan desigual y viendo herido
á su capitán de dos arcabuzazos, se pusieron en saluo ^
con la agilidad y prática que tenian de la tierra, mu- "tíL
riendo algunos en el alcance, seguidos de los cauallos ^^
persianos, que con los que faltaron al principio fueron
sesenta de los árabes y quarenta de los enemigos. Hizo
el Niquilu en esta facgion todo lo que se podia desear
en un valiertte y experto soldado, no queriendo, antes
de ver y pelear con sus enemigos, desanparar sus po-
bres cabanas, dándonos con ello exenplo de lo que se
deuiera hazer en Ormuz, en cuyos defensores faltaua
todo lo que en este valeroso árabe se mostró y conoció
entonces.
CAPITULO X
(Condiciones de defensa que tenía Ormuz. — Preparativos que allí
se hicieron. — Embárcase D. García. — Primeros días de su viaje.
Tempestad que sufre. — Peligro que ¿e temió de corsarios. — Arri-
bada á Goa.
En el Ínterin que los persianos se ocuparon en Ara-
bia ninguna diligenfia se puso en procurar defender la
-468-
QÍudad, como si en (i) saquealla los enemigos no se
perdiera cosa alguna, licuando esta pérdida tra sí, como
se a dicho, infaliblemente tanbien la de la fortaleza. Y
porque sienpre se tiene de acudir el mas próximo y
evidente peligro, el de la giudad era el que primero se
deuia temer, como lugar sin muralla y tan lleno de
gente casi toda poco útil para defendella, y por auello
querido muchas vezes intentar los árabes del reyno de
Lara, y pocos meses antes se entendia en Spahan que
tenia puestos los ojos en ello el rey de Persia, dexando
el saco á los soldados y contentándose él con los mu-
chachos y mugeres, con la artillería de la fortaleza, que
tenia por gierto se le auia luego de entregar. Y dexando
agora de discurrir sobre esto, solo se puede afirmar
xlescallo sumamente este rey, y tanbien que el no po-
nello por la obra fue por tener al Enbaxador en su
corte y entender después que se detenia en Ormuz,
ayudando tanbien el no querer las naos inglesas entre-
meterse en esta facgion, por lo que se a rreferido (2);
sobre defender la <j¡udad, que era cosa forzosa, se offrc-
5ian muchas dificultades como sugede en todos los ca-
sos arduos, pues auiendose dicho que en la fortaleza no
podían sustentarse los que en ella en tan gran tumultcí
se auian de (3) rrecoger, faltándoles agua, manteni-
miento V lo demás ncgesario en un sitio tan estrecho,
mas inposible fuera alimentarse en la giudad quarenia
mil almas, que tantas afirmauan todos auia en ella, tra-
yéndose diariamente el agua y todo el demás manteni-
miento por mano de los enemigos y auiendo todo eslo
forzosamente de faltar. Pero aunque esto íuese ansi,
como de rrazon auia de ser, la mayor parte ó casi to-
dos los vezinos portugueses, con muchos de los moros
(i) quemalla.
(2) en querer,
(3) encerrar.
— 4^)9 —
V gentiles, ordinanaiiicnte se hallan con cantidad de
agua, guardándola para semejantes nec^csidades, la
qual, aunque le[s] faltan cisternas la conseruan en tina-
jas y pipas y en unas grandes caxas de madera breadas
que llaman estanques, en algunas de las quales caben
mil y dos mil cantaros. Demás de lo qual en muchas ó
las mas casas de la giudad ay pozos, que aunque por
la mayor parte sean salobres, sacándose el agua dellos
en baxa marea se puede beuer della á negesidad, hallán-
dose tanbien algunos casi dulgcs y pudiéndose buscar ^«^
y cauar otros. En lo de los mantenimientos es lo mes-
mo que del agua, hallándose ordinariamente cantidad
dellos en las casas particulares, los quales, aunque dia-
riamente se conprcn de los que vienen de la isla y tie-
rra firme, para el sustento de sus familias, se conser-
uan y guardan para el mcsmo efecto que el agua. Ha-
llándose ordinariamente dentro de la giudad cantidad
grande de puercos y vacas que se mantienen y engor-
dan con el marisco de la playa, sin los cauallos, came-
llos y jumentos que á negesidad ayudaria de alimento
á la gente pobre; todo lo qual se auia de dexar á los
enemigos, con el mueble de las casas, pudiéndose y
con dificultad saluar solamente en la fortaleza, quando
ella les pudiera seruir de defensa, el oro y plata, con el
gran número de gente que en ella auia de entrar, la
qual auia de ser pringipal causa que en muy pocos dias
viniese tanbien á poder de los enemigos; otra muy eui-
denterrazon obligaua con las demás á querer defen-
der la giudad, que era hallar muy dispuestos y promp-
tos los ánimos de los árabes, gentiles y indios, á ello,
porque puesto caso que estas nagiones se hallen ordi-
nariamente vexadas y molestadas de los capitanes, pero
finalmente rretienen gran parte de lo que poseen, con-
seruandose en sus ganangias y contratagion como en
lugar tan oportuno, lo qual no podian esperar quando
viniesen á poder de los pcrsianos. Porque teniendo tan-
— 470 —
bien exenplo en los árabes del reyno de Lara, mayor-
mente en los mas <jercanos á ürmuz, como los de la
isla de Quexome, tierra firme del Bandel y Mogostan,
conogen ya por la experiencia de la suma opresión de
todos aquellos miseros, quanta sea la insolencia, so-
beruia y suma auari^ia de los persianos, hallándose del
todo oprimidos con una durissima seruidunbre, y ser
esto tan público y sabido, pues no se oyen en Ormuz
sino plagas y lastimas semejantes de los que cada dia
á la mesma giudad vienen, a sido causa para que los
mesmos árabes ó moros (i) demás de ser de tan dife-
rente ley, se hallen en este tienpo mas fieles y vnidos
con los portugueses, siendo lo mesmo del rey y goa-
gil, como mas interesados, lo qual pareció manifiesta-
mente en esta ocasión de que agora se trata, no rrecu-
sando poner las manos en lo que se le ordenase si tu-
uieran por capitán y governador persona conpetente
que supiera ordenallo y mandallo. Pero ninguna cosa
se hizo, pudiendo trabaxar mucho mas de diez mil
honbres, y si la necesidad lo pidiese ansi, en tres dias
fortificar la giudad con un gran foso y trincheas alde-
rredor, sirviéndole las casas y terrados, por ser muy
altos á las espaldas, de caualleros. Lo que se dispuso y
ordenó por el capitán para su defensa fue armar seis
fustas, que en la India llaman navios, con veinte y cinco
honbres en cada una, sin los marineros, y en vna ga-
. lera casi sin chusma, otros cinquenta ó sesenta solda-
dos, flaquissinK> rremedio y en que no se podia espe-
rar, no solo defensa, pero ni rresistencia alguna. Por-
que aquellos pocos soldados, de tantas adversidades
pasadas alli y en la India se hallavan del todo desani-
mados y con tanta desconfianza de buen suceso, aun
en caso de mucho menor peligro, que ninguno auia
que atendiese ni curase mas que en saluarse. Pagaua
.(i) no obstante.
— 471 —
Su Magestad setegicnlas plagas en Ormuz, pero la ma-
yor parte dellas se consumían las pagas dellas por el
capitán, Veedor y Oydor; los soldados que se pagauan,
los mas andauan sienpre haziendo scolta á los nauios
que el capitán enbiaua con mercadurías suyas á la In-
dia, al Qinde, á Califa y Bagora y á otras partes de
aquel estrecho, siendo esto cosa ya muy asentada y
vsada ya de los demás capitanes de aquella fortaleza.
En esta sazón, no obstante la fama que corría muchos
meses auia, de auer de venir gente del rey con los in-
gleses, sobre Ormuz, como se a escrito que el Enbaxa-
dor le auia auisado dello muchas vezes al capitán, ansí
de Persia, como después de venido á (i) aquella giu-
dad, se halló tan desapergebido que no solo no tenia
armada ni soldados, andando ocupados en lo que se a
dicho, pero el mesmo capitán mayor del mar, como lo
nonbran los portugueses, tanbien se halló ausente en
el mesmo ministerio. De manera que no siendo mas de
dozientos soldados con los que se armaron aquellos
seis nauios y galera, fue menester entrar en este nú-
mero muchos de los vezinos y otros honbres particu-
lares que alli se hallaron, que no ganauan sueldo, y co-
nocidamente éstos la gente de mas facgion, porque los
demás no eran sino gente de la tierra, de quien no auia
que esperar. La sigunda diligengia que entonges se hizo
después de esta armada fue velar cada noche los vezi-
nos, por sus quartos, la marina de la isla en las partes
della adonde se podia esperar que llegasen á desenbar-
car los enemigos. Algunos de estos centinelas iuan á
pie y otros á cauallo, no encubiertamente y con silen-
gio, como se vsa en la guerra aun entre los muy bar-
baros, sino tocando cada tropa que salia ó entraua un
atanbor, y disparando arcabuzes y haziendose estas
guardias media legua de la giudad y en otras partes
(i) Ormuí{,
~ 473 -
mas, ¡leuando por orden los que cxer^itauan este nueuo
orden de milicia, de boluer luego con quanta priesa
pudiesen á dar auiso de la venida de los enemigos, sin
parar en parte alguna de la ciudad á la defensa della,
pi^rque como ya queda dicho, á nadie se auía señalado
lugar ni posta particular (1) que defendiese. De manera
que toda esta diligencia solo seruia de auiso para des-
anparar !a ciudad y huir con alboroto, tumulto vsuma
desorden á la fortaleza. Y aunque el tener gerilinelas
era cosa forgosa, éstas auian tle ser con sücngío y re-
cato, bastando mucho menos iiúnitíro, y para dar auiso
d los cuerpos de guardia que fuera menester hallarse
en las postas (2) de la ciudad, domas, que á la mar á
trechos señalados era forzoso tener terranquines ligeros
para dar el primero auiso. Quan deplorada era la de-
fensa de tan pocos nauios era i7iuy notnrio, pues sin
las trczientas terradas que solo para el fin que se a di-
cho ios persianos tenían, gran parte de las quales eran
mayores y capaces de mas numero de gente que los
mesmos nauios nuestros, pudieran acudir otra mucha
mas cantidad de las governa^iones del Mogostan y
Bandel, y finalmente, sigUn el estado en que Ormuz es-
taua, menores fuer<;as sin conparagion de las con que
entoneles los persianos se hallauan bastauan para sa-
qucalla. Escriuio dos vezes el governador del Bandel
al Enbaxador aquellos dias, enbiandole algunos rrega-
los y pidiéndole aduirtiese al capitán de quan vano era
el rrecato que tenia, no pasando por ymagina^ion al
rey intentar nada contra Ormuz, mayormente estando
él allí (3), antes con aquel apergebimiento de tan poca
inportantjia era conbidar para que en Persia se inten-
tase lo que no se imaginaua. Demás de estas cartas, los
(1) ni en general-
(3) en que deyiera de éiiar.
(3J su señoría.
— 473 —
agentes persianos que alli tcMiia el dicho governador
venían cada dia con los mesmos rrecados de palabra,
pero él los rremilia al capitán que le persuadiesen
aquello, porque él no auia de hazello. Y al governador
del Bandel le escriuio en rrespuesta de sus cartas que
el capitán de Ormuz tenia obligación de estar aperge-
bido, bastando las fuergas con que entonces se hallaua
para defenderse de mayor armada de la que los persia-
nos tenían, y que pues dezía que no auia de que temer,
que desarmasen y se fuesen, que lo mesmo se baria en
Ormuz, Toda esta diligencia del gouernador del Bandel
era porque no se atreuiendo los mercaderes que venían
de Persia, ni los que acostunbravan á pasar de Or-
muz [a] contratar de una parte á otra, con miedo de
que la guerra se rronpiese, perdía muchos derechos
que le venían de las carauanas. Y como el mesmo in-
terese fuese del capitán de Ormuz, por la mesma causa,
y se asígurasen los persianos de que auia sido falsa la
fama de la armada de la India, deshízose luego su arma-
da quedando todo quieto y corriendo como antes la
contratación.
Pocos días después de pasado este alboroto comen-
to á preuenirse el Enbaxador para se enbarcar a la In-
dia, auiendo ya mucho antes despachado á España a
Saulísante su secretario, con cartas á Su Magestad de
lo sucedido en Persia y del estado en que quedaua Or-
muz. Y aunque el viage era más corto por Bagora pa-
reció mas siguro hazello por Persia, y ansí no por
Lara, ni Xiras, sino por los confines de Cherman llegó
á Spahan en fin de Hebrero, y auisando de alli al En-
baxador de algunas cosas de que se informó, ansí de
fray Juan Thadeo como de los ingleses que en aquella
corte rresídian, se partió camino de Bagadad Ueuando
patente del rey de Persia para la siguridad de su viage
y para librar de la prisión un frayle descalco francisca-
no llamado fray Nicolás, natural de Genoua^ que vein-
— 474 —
te dias antes auta salido de Ormuz para hazer el mes-
mo camino á España y entre Spahan y Amadan le
prendió y detuuo el governador pcrsiano de aquellos
confines.
Esperauanse de Goa en Ormuz las naos que solian
venir otros años y auiendose pasado ya la mayor par-
e del mes de Marqo, visto el Enbaxador que se llega-
' ua el tienpo de la mongion y que no venia alguna dellas
se rresoluio á enbar9arse en un patage pequeño que
en aquellos dias auia llegado de Cochin y se quería
/ boluer luego, y como ya tuuiese aprestado lo ne5esario
al viage, aunque sin ayuda ni socorro de lo mucho que
# de sus gages se le deuia, se enbarcó en el dicho patage
*^ un domingo en la tarde, pero tan desacomodado por
> ia mucha estrecheza del nauio que no paremia posible
*
poder lleuar el trabaxo que le amenazaua, aunque no
de muchos días, [en] aquella nauega^ion.
5 Abril 1620. El susodicho dia, 5 de Abril, ^erca de
la noche sobreuino una muy extraordinaria calma, de
manera que sin poder hazer vela se pasó toda la noche
con grandissima molestia de calor, de manera que con
tener el estrecho camarote en que dormia el Enbaxa-
dor dos ventanillas á los lados, por no podello sufrir
. salió fuera al chapitel del patage y alli pasó la mayor
parte de la noche.
A 6, luego llegaron dos naos de Goa que surgieron
junto al patage de Cochin, de quien se supo venia ya
de viage Don Francisco de Sosa, capitán de Ormuz,
para entrar en aquella fortaleza, y aunque el viento era
casi por la proa el dicho patage se leuo y con el trin-
quete y 9cuadera fue bolínando hasta llegar á la costa
del medio dia de la isla, media legua de los pozos de
Turunbaque, y alli surgió, no dando lugar el viento á
poder hazer viage, parando en aquel surgidero el rres-
to del dia y toda la noche siguiente con poco menos
calor que la pasada.
— 475 —
A 7, dos horas antes de amanecer llegó un tarran-
quin al borde del nauio, dando auiso los que allí venían
como la noche antes, luego al principio della avia
muerto un criado del Enbaxador, que se llamaua Die-
go Lobo, el qual con otros dos criados auia quedado
en Ormuz para hazer enbarcar algunos cauallos de ay
á tres ó quatro dias en dos nauios de rremo y partirse
con ellos á Goa.
Sintió esto mucho el Enbaxador y luego en el mes-
mo tarranquin enbió otros dos criados de los que con
él iuan enbarcados, para poner en cobro lo que allí aüia
quedado, los quales hallaron bivo al herido, aunque
sin esperanza de vida, sobre lo qual se hará adelante
rrelagion, siendo el caso que en esto su9edio muy ex-
traordinario y pocas vezes visto. Aquel mesmo dia so-
plando el Sur derechamente por la proa y no poder
salir de aquel surgidero, vino el rey de Ormuz á visitar
al Enbaxador al nauio y á despedirse nuevamente del
no obstante que lo auia ya hecho pocos dias antes en
la mesma ^iudad; continuó el rresto del dia y toda la
noche siguiente el mesmo viento.
A 8, prosiguiendo el dicho Sur se fue ^erca de la
noche rremitiendo hasta que á dos oras della se puso
de Sudueste, con que la nao se leuo y hizo vela al Sur,
quarta á Sueste^ que para aquel patage era bolina larga,
per ser muy angosto y tan estrecho de costados que
con qualquiera otro viento mas largo daua grandes ba-
tanaos, lleuando tan inclinados algunas vezes los arbo-
les y antenas que paremia querer QOQobrar, nauegando-
se ansi toda la noche.
A 9, poco después de auer amanecido se descubrió
á dos leguas hazia la mano derecha el Cabo de Mo^an-
dan, en la* costa de Arabia; es un gran peñón algo pro-
longado que sale mucho á la mar, de manera que pa-
rece isla, y luego adelante se paso por la isla de los
Ratos, que es otra peña casi de la mesma facción y
-47fi-
{■randeza, muy 9crca liü la costa, todo dül mesmo co-
lor que las sierras de Mazcate y toda aquella costa de
Arabia que en el tercero libro se a ya descrito. Todo el
dia se licuó este viento, dcxandose aquella noche la
l'ortaleza de Soar á la mano derecha, aunque tan lexos
que siendo dia no podia descubrirse.
A 10 se hizo viage por el mesmo runbo, ventando
Oes Suducste, descubriéndose poco antes de medio día
á (i) barlovento do» naos: la una mavnr que la otra,
las quales con poder llegar á habla con ol patagc. piT
y ■ tener el viento en su fauor, pasaron de largo, enten-
■ diendosc iua en ellas de Gon t;l tiucvo capitán de Or-
muz. A las dos de la tarde, parando el viento sobrevi-
^•^-N. no una grandissima calma hasta que á prima noche
^ boluio el mesmo Oes Sudueste, navegando por la pun-
ta de la bolina, en que era singular el patage al Su Su-
dueste.
A 1 1, siendo este viento muy débil y tan escaso se
nauegó poco hasta las 9 del dia, que saltó en Nordeste,
y aunque muy llaco se nauegó á Sudueste en popa,
con grandes balantjos, haziendose aquella noche el pi-
loto 1 5 leguas de Máscate.
. . A 1 2 Oes Sudueste, viage á Su Sudueste con grandi-
ssimo calor, siendo muy poco el viento, hasta que á
las dos fue ventando con mas vigor, de manera que
quando se ponia el sol se halló el nauio media legua
■ , muy á vista del fuerte de Mazcate. Y porque quiso el
Enbaxador que allí se tomase algún rrefresco y oir
misa á otro dia, que era domingo de Ramos, mandó
primero amaynar las velas de gavia y luego hazer se-
ñal con dos piegas de artilleria para que el capitán en-
biase algún barco que pudiese guiar el patage al puer-
to de afuera, al pie del fuerte viejo, Pero el capitán, in-
hospitalmente, no enbió á nadie, aunque llegando el
(1) sotauenlo.
— 477 —
nauio un tiro de mosquete del surgidero y haziendo
luna muy clara amaynó todas las velas y aguardó allí
mas de media ora, hasta que desengañados de que el
capitán no quería huespedes prosiguió su viage con
muy poco viento toda la noche.
A i3 se amaneqio á vista de las sierras de Curíate,
nauegandose con Noroeste, viage á Sueste, quarta á
Leste, perdiéndose de vista antes de ser de noche la
costa y sierras de Arabia y quedando ya atrás la agua-
da y pequeña aldea de Thebe, en la mesma costa; toda "v
la noche se nauegó con el mesmo viento, aunque mas V
flaco, y con grandissimo calor. *
A 14, aunque sin ver tierra, se hizo el piloto con la
boca del estrecho con el mesmo Noroeste, v á medio
dia quinze leguas fuera del cabo de Rogalgate, naue-
gandose á Sueste el rresto del dia y toda la noche, ya
con menos calor.
A i5 se puso el viento de Sudueste y luego de Su
Sudueste con grandes mares casi por la proa, nauegan-
dose muy por l^i punta de la bolina y cregíendo de ma-
nera el viento hasta quedar en una muy desecha tor-
menta, licuando el patage amainadas las velas de gauia
V sin bonetas las mavores, con el costado de estribordo
casi debaxo del agua y dando muchas vezes grandissi-
mos balangos toda la noche, haziendose viage á Les
Sueste por el abatimiento de dos quartas, (oreando el
gran tenporal á lleuar este camino.
A 16, auiendo cregido la tormenta por toda la no-
che se augmentó mucho más después que fue de dia,
cargando el viento con tal furia que no pudiendo sufrir
el patage solos los papahígos con que nauegaua, se le
amaynaron á medio mástil, abatiendo cada vez mas
por auerse puesto de Sur ya el viento, y aunque siendo
este nauichuelo tan bueno de bolina que paregia lleuar
la proa á Sueste, quarta á Leste, no podia hazer viage
sino á Leste quarta á Sueste, con tres quartas de abatí-
/
\
-478-
miento en el aguja. Como ya se a dicho era este pa-
tage de tan estrecho costado y for^áualo el viento á
nauegar tan inclinado sobre el estribordo , que con los
grandes golpes de mar le hazia tocar en él con las pun-
tas de las entenas, no pudiéndose nadie tener en pie
sino muy asidos á las jar9ias, y estos eran solos los ma-
rineros, porque los demás todos estauan ó sentados ó
rrecostadoá y bien aferrados porque no los lleuase al-
gún gran golpe de mar de los muchos que entrauan en
el patage, con que todos estauan muy moxados. Pero
con todo esto, siendo el nauio tan subtil hazia algún
viaje, contrastando, aunque con gran peligro, á esta
gran tormenta que duraua ya mas de veinte y quatro
oras, la qual no solo no se remitia, pero iua en cono-
cido aumento, sin poderse en los dos días que duró
hazerse fogón, no dando el terrible tenporal dar lugar á
ello. Era cosa muy notable que viéndose el qielo muy
sereno y claro y sin los espesos nublados que en otras
tormentas escurege el aire, haziendo por esta causa mas
escuras las sonbras en el agua , entonges con tanta se-
renidad y el sol tan descubierto que no auia nuves que
inpidiese su claridad, se via el mar del todo negro,
abriéndose en muy profundos valles con las grandes
espumas que vulgarmente los marineros llaman Cabri-
llas, por ser de ordinario blancas en otras tormentas;
agora en esta eran amarillas, muy escuras y gruesas,
Temian todos la flaqueza del nauio, de que no se abrie-
se con la fuerga del bolinar, y teniendo tan pocos cos-
tados no se atreuia el piloto ponerlo mar en traues por-
que no goQobrase, falta que luego que se salió de Or-
muz la auia dicho al Enbaxador, y ansi era forgoso, si
la gran fortuna continuaua, ó alargar la bolina y dexar-
se Ileuar hazia la costa del Qinde, ó arribar en popa á
Mazcate, con gastar desta manera la mongion, siendo
íorgoso invernar en una destas dos partes. Cerró la no-
che con mayor tenporal que nunca, rreforgando cada
-479-
ora más el Sur y cubriéndose el cielo, que antes auía
estado muy claro, de gruesas nuves, esperando todos
que viniese algún grande aguagero con que el tenporal
se mitigase algo; pero no siruieron mas estos nublados
sino para hazer la noche mucho mas temerosa y escu-
ra, pareciendo salir della fuego^ con aquellas prestas
vislunbres á modo de rrelanpagos que se acostunbran
ver algunas noches de verano quando el gielo está car-
gado de nuves, sin tronar ni Iloyer. Y por licuar aquel
pequeño nauio mucha mas gente de la que podia caber
en él, yendo toda en el con ves, tolda y proa, con que
Ueuaua peligro de gogobrar, mandó el piloto meter la
mayor parte della debaxo de cubierta, quedando solos
los marineros encima, con las escotas y demás gúmenas
en las manos para quando fuera negesario amaynar con
presteza las pocas velas con que se nauegaua. Las mas
noches se quedaua el Enbaxador sobre la cubierta del
chapitel á dormir, siendo tanbien aquel gasajado que
lleuaua de dia, haziendosele alli una poca de sonbra,
por la mucha estrecheza y gran calor de su camarote;
y aquella noche, viendo el piloto que los grandes gol-
pes de mar eran cada vez mayores, le dixo que se me-
tiese dentro del gasajado, por el peligro que corría, y
ansi lo hizo, advirtiendole primero que por ningún caso
arribase si no fuese en vltima necesidad. Y aunque el
piloto era honbre de animo y dispierto en su arte, le
desengañó diziendo que quando el patage no pudiese
gufrir aquella poca vela que lleuaua, era forzoso arribar
á Mazcate, ó perderse. Auiendo después de esto rreco-
gídose á rreposar el Enbaxador, cansado del mucho
balangar del nauio y de no auer dormido la noche pa-
sada, le cargó el sueño de manera que en mas de qua-
tro oras no despertó hasta que el piloto, como á las
tres de la mañana, sintiendo, aunque el viento no era
menos que los mares lo eran, vino á despertar al En-
baxador diziendole que la tormenta conogidamente se
► ■
— 48o —
auía mitigado, conociéndose luego esto con no serian
grande el mouímiento del baxel; ya antes que amane-
QÍese ablandó el viento de manera que quando fue de
dia claro estaua ya casi llano el mar, leuantandose to-
das las velas y haziendose viage con el mesmo Sur á
Les Sueste.
A i7> el viento mas blando de Sudueste, quedando
el mar antes de medio dia del todo llano hasta que dos
oras antes de anochecer ventó Sueste, haziendose via-
/ ge al Sur, quarta á Sudueste, con estrecha bolina. A la
medía noche Oeste y Oes Sudueste, viage á Sueste,
continuando ansi toda la noche.
A 18, el mesmo viento y mar bonanga; tomóse el sol
> en 21 grados y un tergio, haziendose ya el piloto Les-
te Oeste con la punta de Diu; después de medio dia
continuó mas el Sudueste, viage á Sueste, 4 á Leste;
por toda la noche viento galerno de Noroeste, 4 al Sur.
A 19, el mesmo Noroeste, haziendose el propio via-
ge de el dia de atrás; tomóse el sol en 20 grados y dos
tercios, haziendose el piloto Norte Sur con la punta de
Diu y menos de veinte leguas de tierra, aunque clara-
mente paresgio después hallarse muchas y en mayor
altura. Todo el rresto del dia el mesmo viento, y por-
que luego después de puesto el sol se vieron cantidad
de culebras por anbos costados del nauio, le pares^io
al piloto y á otros marineros que estaua muy gcrca de
tierra, siendo las tales señales las mas vezes muy enga-
ñosas, pues se hallauan mas de sesenta leguas della, y
con la dicha persuasión toda aquella noche y el dia si-
guiente mandó governar á Su Sueste y al Sur.
A 20 el mesmo Noroeste, viage al Sur, haziendose
diez leguas de tierra; el piloto, continuándose el verse
culebras á las tardes y queriéndose todos poner diez
leguas á la mar de la altura de Goa, por no topar ar-
mada de cosarios malabares, se alexaba cada vez mas
el patage de tierra, corriendo toda esta costa desde la
— 481 —
ensenada de Canbaya hasta el cabo de Comarin, no
como se persuadía nuestro piloto, Norte Sur, sino Nor-
noroeste Su Sueste. Y ansí era menester, no solo na-
vegar por este rrunbo, sino á Sueste, por estar ya mas
de gien leguas á la mar lexos de la costa, lo qual le auia
advertido algunas vezes el Enbaxador al piloto; tomóse
el sol este día en 18 grados, prosiguiéndose el viage á
Sur.
A 21, Noroeste, la proa al Sur, 4 al Sudueste; tomóse
el sol en 17 grados y un ter§io, ya con menos viento
que los dias pasados, pero tan engolphados que sigun
euidentcmente pares^io después, que nos hallamos i3o
leguas de tierra. Era el piloto natural del Argarue, lla-
mado Pedro Jorge, y aunque mogo muy pratico y des-
pierto'én aquel arte, como se a dicho ya, pero que no
auia hecho desde Ormuz aquel viage, por auer seruido
síenpre en las Philipinas, Maluco y la Nueva España,
y la ida y viage que hizo á Ormuz auia sido desde Ben-
gala, muy al Sur de los baxos de Padua y islas de Má-
male. Tenia la propiedad obstinada y presumptuosa
de los demás pilotos, mas auiendole buelto á dezir el
Enbaxador quan lexos iuan de tierra, medio enojado
mandó governar con el mesmo viento á Sueste desde
media noche.
A 22, nauegandose con viento largo y rreforgado de
Noroeste por el dicho rrunbo de Sueste, y auerse toma-
do el sol en poco menos de 16 grados, aunque muy
inciertos por lo mucho que el patage balangaua nave-
gando en popa, el piloto governó á Les Sueste y luego
al Este en demanda de tierra, haziendose velogissimo
viage todo el rresto del dia y de la noche.
A 23, en popa, con muy gallardo viento viage á Les-
te; llegó luego por la mañana bolando una toreóla blan-
ca como la nieue, que muchos creyeron fuese paloma,
y se sentó sobre el honbro á un page del Enbaxador,
tan cansada del mucho bolar que se dexó tomar con
3i
-484-
cosa muy vsada de ellos quando hallan rresistenqia en
las naos que conbaten. Venia tanbien con los marine-
ros bengalas un japón que seruia de artillero, el qual
desde Manila por México auia pasado á España y esta-
do en ella algunos años, dando señas muy giertas de
quando la corte estuuo en Valladolid. A este le prome-
tió el Enbaxador un vestido y qinquenta ducados por
la primera bala que metiese en alguno de los paroes de
los enemigos, y aunque después no paresgieron le
mando pagar parte de la promesa por auerse offregido
promptamente á hazello ansi. Aperqebidos en esta for-
ma, ya todos con diferente animo y senblante que an-
tes, se nauegó á vista de tierra con Norte rreforgado
todo el dia en popa, hasta que á las quatro de la tarde
se descubrieron 1 s Isleos Quemados, tanconogidos de
los que vienen ó van á Portugal por la nauegagion de
dentro de la isla de San Lorengo, auiendose iraido la
costa á la mano izquerda, poco mas de dos leguas de
tierra. Fue cregiendo luego el viento de manera que
auiendose pasado de los dichos Isleos á las ginco, á las
seisseauian perdido de vista. Luego que se puso el sol
ventó Nordeste, navegandose por la bolina á Sueste, 4 á
Leste; pero á media noche ventó Leste y por no alexar-
se de la costa, pasando y dexando atrás la barra boluio
el piloto atrás por el rrunbo contrario de por donde
se auia venido, hasta que al quarto del alúa boluio el
Nordeste, viage á Su Sueste. Quando amanegio se halló
el patage á tres leguas de la barra, á vista de la torre
del farol, que no cunplio con su offigio, por no averse
visto en él lunbre aquella noche atrás. A las siete, á una
legua del puerto llegaron algunos barcos con agua y
pan fresco y alguna fruta de la tierra, parando alli del
todo el viento hasta que con una poca de viragion se
entró en el surgidero á las nueve de la mañana, dando
fondo junto á la fortaleza del Aguada á poco mas de
gien pasos della, sábado 25 de Abril de 1620 años.
- 485 —
CAPITULO XI
Hospédase D. Garcia en Goa. — Epidemia que había en esta ciudad.
Trágico suceso que aconteció á Diego Lobo. — Los halcones de
Pangin. — El portugués Bernabé Ribero. — Preparativos de don
García para su viaje á España. — Los toros salvajes de Gato. —
Raro animal de este país.
Enbió luego el Enbaxador un criado suyo á Goa con
un rrecado al gobernador, pidiéndole las casas de Pan-
gin para descansar alli algunos días en el Ínterin que se
le buscaua posada, y auiendo comido en el patage se
fue en una manchua con dos pajes al colegio de los Re-
yes Magos, dexando orden que se llevase lo que venia
enbarcado á Pangin aquella tarde, y en defecto de no
dar el governador aquellas casas se pusiese en el cole-
gio de San Buenaventura, en la giudad, hasta que se
ordenase otra cosa.
Halló el Enbaxador el colegio de los Reyes muy
lleno de rramos de palmas, auiendo hecho, como dia
de San Marcos euangelista, fiesta aquellos rreligiosos,
los quales le hospedaron y rregalaron con genera,
gusto de todos, dándole el parabién de su jornada por
auer salido más auia de tres años de la mesma casa
f
para enbarcarse á Ormuz. A la tarde de aquel mesmo
dia llegó orden del governador para darse las casas de
Pangin, y ansi, estando ya enbarcada la rropa del En-
baxador en algunas barcas grandes, se lleuó luego á las
mesmas casas, que demás de tener muy conmodo y
largo aposento eran de alegre y apazible vista sobre el
mar que comunmente se llama rio de Pangin, y sus
playas cubiertas de muchas quintas, palmares y diuer-
sas otras arboledas. Otro dia se fue el Enbaxador al
aposento que alli le tenían hecho, adere<;andose en la
(iudad desde luego una casa que en su nonbre se auia
tomado por el tienpo que se uviese de detener en Goa,
en la mcsma calle del colegio de San Buenaventura,
muy gerca de la casa en que auia posado antes de en-
barcarse á Ormuz.
Hallóse en aquella sazón la t^iudad de Goa con una
terrible epidemia de que moria cada dia mucho nú-
mero de gente, auíendo gran parte de sus moradores,
mayormente ios que tenían quintas fuera della, desari-
paradola por el gran temor que en todos auia. Comengó
este mal por el mes de Novienbre del año pasado, dando
al pringipio una calentura lenta con un poco de frío
con gran rresolugion de spiritus, y luego al dia tergero
los enfermos frenetícauan, muriendo el mesmo dia mu-
chos dellos, no pasando los mas del quinto, y pocos
llegavan al sétimo. Y aunque muchos escapauan, casi
ninguno ora de aquellos que padegian delirio, siendo
en éstos la enfermedad del todo mortal, corriendo por
otros otras spegies de fiebres menos malignas, los qua-
les tardavan muchos dias en librarse dellas después de
veinte, veíntiginco ó treinta sangrías. No diferia esta
rrigurosa epidemia de una conogida y gran peste en
maS'de no conoi^erse general contagio, aunque en las
muy malignas la auia, y en no salir aquellas parótidas
ó abgesos en los emunctorios, pues en lo demás, ansí
en la multitud de los enfermos como en ios muchos
que morían era verdadera difinigion de peste la que se
fe podía dar á este terrible mal. Llegó el augmento del
á setenta dias, hasta fin de Enero, haziendo entonges
alguna declinagion, hasta que luego adelante por .Margo
boluio á su augmento con mayor rrigor que antes,
hasta la mayor parte de Abril, quando el Enbaxador
llego de Ormuz, auiendo muerto en este tienpo desde el
J^
•r^
^ »
-487-
pringipio del mal dos mil personas sin la gente de la
tierra. Estaua la giudad casi vazia de moradores,
auiendose salido la mayor parte de los vezinos con sus
familias al canpo, haziendo muchos de los soldados
que auian llegado de las armadas, lo mesmo, sin
mitigarse esta mala qualidad de calenturas hasta que
comento el invierno, que fue mas tenprano que otros
años casi un mes. Porque siendo comunmente el
principio del desde diez hasta catorze de Junio, entró
este año con gran furia á quinze de iMayo, descar-
gando tan gruesos y continuos aguaceros con tan
terribles vientos quales no se auian visto semejantes \
muchos años auia, no auiendo en el de atrás Uouido /)
sino con mucha limitación, de que se siguió faltar ge-
neralmente los mantenimientos, ansi en la isla de Goa
como en toda la tierra firme gercana. Pero aunque con
auerse alterado el aire por las muchas lluuias y vientos
se minorase notablemente la epidemia, no gesauan las
fiebres del todo, siendo muchas dellas de los mesmos
agidentes y malicia que antes, cosa que aun en las muy
rrigurosas pestes se conoqe tener su periodo y tienpo
limitado en que se acaban. No hallauan los médicos
rremedio gierto en este mal, mayormente quando an-
daua mas engendida (i), sino sangrar muchas vezes,
de manera que muchos que tenían fuergas y en quien
el mal no era de tan mala qualidad escapavan, pero con
veinte, veinte y ginco y treinta sangrias, muriendo tan-
bien muchos por auerlos sangrado tanto; pero lo que
se conogio con euidengia fue morirse luego casi todos
los que se purgavan, y ansi ya los médicos no vsauan
del tal rremedio. Conogiose tanbien por la esperiengia,
que ansi las purgas como las muchas sangrias ayuda-
uan á matar los enfermos, en que los canarins y gente
pobre de la isla, con ser tan mal mantenidos que la
(1) mas.
hanbre sola los acabaua, murieron en la ?iudad, con
auer tantos, muchos menos que de los portugueses, Y
lo que mas se deue notar sobre esto es que ni en toda
la isla, cuyos palmares están poblados de inñnita gente
de estos canarins, ni en las muchas quintas y casas
que los mesmos portugueses tienen por toda ella, no
murió en todo este lienpo casi nadie, rresolulendose
toda la fuerza del mal en los que habitauan la giudad,
ansi por la mala dispusi^ion y sitio suyo, que sigun ya
se trató en la discrip^ion que delia se hizo es pestilente
y malo, como por ser los rremedios que se aplícauan á
los enfermos, mas en daño que en íauor suyo. En las
peninsulas de Bardes y Salseie, tan propinquasá la isla
de Goa, ni en toda la continente cercana, lanpoco se
halló en todo el dicho tienpo que padeciesen el dicho
mal, que auer sido de tan venenos.-* tiualidad en la t,'iu-
dad este año, bien que de ordinario se padecen en ella
todos los años diuersas fiebres malignas, lúe por algu-
na mala qualídad oculta á que este año estuuo mas
subjecta que los otros.
A nueue ó diez de Mayo llegaron de Ormuz los cria-
dos que allá auian quedado y entre ellos el que se
auia (i) tenido por muerto, sano ya casi del todo de
sus heridas, de que se rre^ibio gran contento en casa
del Enbaxador, y él particularmente, por tenetle ya
por muerto sigun fueron, no solo peligrosas, pero del
todo mortales las heridas conforme la parte en que se
dieron. Estaua el dicho Diego Lobo que las rregibio,
quando anochecía del mesmo día que el patage del
Enbaxador salió del surgidero, á la puerta de un vezi-
no junto á la mesma posada, sentado en su conpañia y
de otro amigo suyo, sin armas, ni los demás las tcnian,
y tan descuydado que tenia las espaldas hazia la calle
hablando con los otros que estauan frontero. Pasó en
(i) quedado.
^í
- 489 -
esto un honbre tan cubierto que aunque no auia aun
escure^ido no le conocieron ni se rrecataron del, y en-
trando en una calleja angosta por donde se entraua á
la posada del Enbaxador boluio luego á salir con otros
dos, el uno de los quales trayendo ya la espada en la
mano, con gran presteza, sin que el dicho Diego Lobo
aduirtiese en ello ni se pudiese guardar, le dio una es-
tocada por las espaldas por junto al mesmo espinazo,
que no solo le pasó de parte á parte, pero el brago iz-
quierdo tanbien que tenia arrimado al cuerpo por la
parte de delante, dexandole hechas quatro heridas; y
diose la estocada tan al siguro y con tanta fuerga que •-,
la guarnición de la espada sintió el herido que le auia ^^
dado un gran golpe atrás por donde rregibio la herida,
saliendo toda la cuchilla por delante, de manera que
pudiera muy bien llegar á herir tanbien á alguno de los
conpañeros que estauan frontero. Leuantose dando una
gran boz el herido y arremetió para entrar por una es-
calera que alli junto auia, de su aposento, para tomar
algunas armas, y otro de los tres delinquentes le dis-
paró un arcabuz á menos de diez pasos y aunque de
tan gerca le erro y la bala fue á dar á una esclaua del
mesmo vezino, llamado Luis Gago, que acaso acerta-
ua á salir de casa, y le pasó un bra^o. Los dos que alli
se hallaron con el herido, como suele acaeger en las
cosas rrepentinas y de peligro muchas vezes, no hizie-
ron mas que gritar y ponerse en saluo, boluiendose los
otros muy siguros y de espagio por donde auian veni-
do. Diose por deplorado el herido aquella noche, con-
fesándose y rregibiendo los sacramentos, aunque luego
otro dia con señales de mejoria, continuando de mane-
ra después que en diez ó doze dias se halló fuera de pe-
ligro, de manera que se pudo enbarcar para üoa. Su-
cedieron dos cosas notables en este caso, en una de las
quales fauoresgio tanto la naturaleza al paciente que
entrando esta herida en igual distancia entre lo mas
— 490 —
baxo de las espaldas y los rriñones, y saliendo dere-
chamente seis dedos arriba del onbligo por medio de
la rregion del estomago, sanase con tanta breuedad.
La otra es digna de mayor admiración y muy contra-
ria á toda rrazon, aun entre las mas barbaras naciones
del mundo, no faltando en estas alguna sonbra de equi-
dad y justicia, y fue que con ser el sucedido delicto
tan atroz y con tantas t^irciinstangias de grauedad, no
solo no se hizo diligencia esengial sobre aueriguallo,
pero ni aun sinplementí se le preguntó al herido ni á
los que con él se hallaron !o que auia pasado, ni judi-
cial ni extrajudicialmentc.
Antes que entrara el [[ivierno, dos ó tre^ días, aca-
baron de llegar las naos y navios que auian quedado
en Ormuz, y en uno dellos Gaya Soltan, el Enbaxador
que el rey de Persia enbiaua á España.
En el tienpo que el Enbaxador Don García de Silua
y Figueroa se detuuo en Pangin, que fue hasta nueve
ó diez de Junio, fue un dia luego al principio del in-
vierno, de la otra vanda de! rio, á la península y tierra
de Bardes, á ver bolar un halcón que allí tenia un ve-
ztno portugués llamado Bernabé Ribero, el qual mora-
ua en una rrazonable casa en la playa, quinientos pa-
sos de Pangin, que es lo que aquel rio ó mar por allí
tiene de trauiesa. Era este halcón (i) mucho menor,
aunque de la propia forma que los tagarotes de Berue-
ria, y entonces de tres ó quatro mudas, tomado en el
aire por no criarse halcones en la isla. Salióse de unos
palmares y como á media legua en lo rraso bolo dos
grajas, que como se a dicho ay muchas en toda la isla
y tan grandes como las cuervas que los halcones hue-
lan en España, pero estas mas difíciles de matar por-
que sienpre andan á donde tengan alguna guarida, y
ansi auia aqui adonde se bolaron algunas matas de
([) en el tamaño y
— 49» —
cardos gruesos y altos que comunmente ay en todas
las partes de la India, que todo el año están verdes, y
tan ásperos y espesos que hazen una forma de muralla
que sirue no solo de guardar las eredades, sino de de-
fensa en las fortalezas contra los enemigos. Pero tenia
tantas alas el balconcillo que echándole fuera las gra-
jas de aquellas malezas las uvo entranbas á las manos,
y por llover luego no se bolo una garga blanca que se
vio allí gerca, aunque afirmaua el Bernabé Ribero que
las mataua muy fácilmente. Vienen estos halcones á
esta isla atrauesando la tierra firme desde el reyno de
Bisnagar y costa de Maliapor, con un gran temporal
que en giertos dias del otoño corre generalmente en la
India, mayormente en las costas de Santo Thome ó
Maliapor, á quien los indios llaman Coromandel (i), y
á este inpetuosissimo viento Vara de Coromandel, muy
temido por los muchos naufragios que causa de todos
los que nauegan por estos mares. Dezia el susodicho
que auia tomado diuersas vezes neblies y baharies y
algunos girifaltes de admirable grandeza, rrubios y blan-
cos, no faltando esta generosa espegie en climas tan
calientes como la India, ni ser solas las septentrionales
y frias quien las produze. Pero de lo que mas gustó
Don Gargia de Silua fue de un gauilangillo de muchas
mudas, tomado tanbien en el ayre, que traia un mu-
chacho hijo del mesmo honbre, tan manso que se ve-
nia suelto y bolando tras la gente, y era, sigun dezia,
prima, pero tan pequeño que no era mayor que los
torguelos de España^ aunque tan animoso que sigun
dezian y afirmauan matauan grajas con él, y las mes-
mas gargas blancas y lauangos socorriéndolo apriesa,
porque era tan animoso que á qualquiera pájaros des-
tos envestia y se pegaua en ellos hasta ser socorrido.
Son estas gargas blancas como dorales ó martinetes y
(i) y la India, y por 6sto le llaman.
— 492 —
los lauangos algo mayores que garcetas, y ay muchas
de estas aues en algunas lagunas que se hazen en esta
península de Bardes con las continuas aguas del in-
vierno. La vida del dicho Bernabé Ribero es en la par-
te que se a dicho, sin entrar casi en la giudad; casado
con una muger de la tierra en quien tiene dos hlios de
treze y catorze años, desta edad ya grandes arcabuze-
ros, siéndolo el tanbien diestrissimo, y ansi matan
quanto ay en el canpo. Tiene sin esto toda suerte de
rredes y otros armadixos, con rreclamos de muchas
maneras, ligas y siñuelos de mochuelos y otros paxa-
ros enxaulados, siendo grandes maestros de todos los
dichos ministerios él, sus hijos y dos esclauos, no que-
dando siguros tanpoco los pescados del rio, por tener
ansimesmo muchas rredes de pesca y dos barcos, uno
mucho menor que otro, con que mata toda suerte de
pescados. Con cuyo proventu y el pobre socorro de un
pequeño palmar sustentaua este buen honbre á sí y á
su familia, biuiendo sumamente alegre y contento. Era
de poco más de quarenta años de edad, de bonissima
condición y conocido de todos por de inculpables cos-
tunbres y vida, la qual pudiera con mucha rrazon ser
enbidiada no solo de los que en viages tan largos como
los de la India pasan tantos peligros y trabaxos, pero
de aquellos que por las grandes dignidades y abundan-
cia de bienes tenporales son juzgados por feliges y bien-
auenturados en el mundo.
Después de auerse pasado el Enbaxador á la giudad
continuó por muchos dias adelante la epidemia, aun-
que rremitido mucha parte de su rrigor, auiendose co-
rregido y alterado la malicia del ayre con las grandes
lluuias y vientos del invierno, pero sin poderse del
todo desarraigar, porque demás de la destenplanga de
este año el sitio de Goa es muy subjecto para engen-
drarse'en el esta mala qualidad de fiebres malignas.
Esperavanse con particular deseo de todos después
— 493-
de auerse pasado el invierno, las naos de Portugal, y
visto el Enbaxador que tardauan, después de auerse
gastado casi todo el mes de Octubre y que vna nao
nueva que se auia hecho en Pangin para el viage no
podia aprestarse hasta después de todo el mes de Ene-
ro, se rresoluio, por salir tenprano, de aderegar una
caravela que auia llegado de Portugal con aviso de
como venian quatro naos aquel año, para enbarcarse
en ella no obstante ser muy vieja y poco pratica la
gente de mar. Y particularmente movió á esto al En-
baxador conocer poco afectos á su despacho los mi-
nistros de la India, mayormente al governador, en
quien no halló buena correspondengia alguna, ni para
á cuenta de lo mucho que Su Magestad le deuia desús
gajes darle lo que era menester para su enbarcagion.
Halló, aun para querer darle este pequeño y viejo
nauio, el Enbaxador, en el governador, gran dificultad,
no queriendo que los marineros que en el auian venido
boluiesen, diziendo que los auia menester en la India;
pero al fin por intercesión de algunos amigos suyos,
mayormente por traer la dicha gente de mar rrecau-
dos bastantes para no se les inpedir su buelta, se lo
concedió con que á su costa lo aderezase y pagase los
marineros, gastándose en esto hasta ser pasada la ma-
yor parte del mes de Novienbre, sin auer hasta enton-
ces llegado nao alguna del presente viage. Y aunque
la caravela estaua de manera que paremia inposible
aderezarse para poder sufrir tan larga navegación, se
dio el Enbaxador tanta priesa que en pocos mas de
veinte días, echándosele dos costados y muchas cur-
vas con una cubierta, quedó del todo aprestada con lo
que le faltaua de sobresaliente, jarcias y veíame.
Preparándose las cosas necesarias para el viage se
offregieron algunos portugueses que rresidian en el
paso de Benastarin y tenían comunicación con los mo-
ros de tierra firme, de dar la carne que fuese menester
-494 —
para el matalotage, curada al humo, por conseruarse
ansí mas tícnpo y ser menos dar^osa que la salada. Era
esta de puercos monteses y toros y vacas brauas,
criándose mucho numero de lo uno y lo otro, venados
y gamos con otras muchas spe^ies de ca^a y otras
ñeras, en las faldas de las muy altas y nonbradas
montañas de Gate, que caen seis .'i sieio leyuas la tierra
adentro, cubiertas de muy espesos bosques adonde
tanbien se crian ¡numerable caí;a de toda suerte ác
aues, particularmente de pauorcs, faysanes y franco-
lines. Eran estos toros y vacas monteses de muy dife-
rente especie de los domésticos, siendo estos general-
mente tan mansos, no solo los bueyes castrados, pero
los que no lo son, que se síruen en toda ia India dellos
para carga demás de arar la tierra; y como ya queda
dicho en la discrip^ion de Goa, con los cuernos buel-
tos hazla tras como las cabras y que le caen sobre las
espaldas; de cabegas muy largas y cuello delgado,
mostrando con esto y lo demás suma mansedunbre.
Los monteses son de tanto mayor cuerpo que cada
uno dellos tiene la grandeza que dos grandes toros de
España, de color de ceniza moxada y una gran lista
blanca que desde la boca le baxa por el cuello, pecho
y bientre, y algunos tienen tanbien la mesma lista des-
de las narizes á la frente. La cabera, aunque tan gran-
des, es mucho menos larga que la de los bueyes man-
sos, pero sin conparagion mas ancha, con la ceruiz y
cuello muy grueso, corto y leuantado, y el hocico muy
rromo, y de menores cuernos, que no son mayores
cada uno de dos palmos, bueltos hazia delante, muy
agudos de las puntas y de medio pie de grueso en el
nas^imiento, todos ellos muy negros. Son vclocissimos
mas que ningún venado ni gamo, y de tanta fiereza
que se dize della cosas muy notables, sin auer onbre á
quien ellos puedan ver que no sea hecho pedamos de su
furia, y para maiallos, hallándose sienpre mucho nú-
— 495 —
mero dellos, 6 los cagadores les tiran con mosquetes ó
arcabuzes mas gruesos de lo ordinario^ subidos en al-
gunos grandes arboles, ó entre los mas espesos dellos^
adonde después de heridos no puedan llegar por estar
alli los píes de los dichos arboles muy juntos, dándoles
al siguro tantos arcabuzazos hasta que los acaban de
matar. Y siendo como son estos toros monteses tan
grandes, fieros y de diferente forma y color de los do-
mésticos y comunes, parecen ser de la mesma spegie
de los toros que se crian y tan conocidos son en la
selua Hirgina de Alemana. Hállanse tanbien en estos
bosques del Gate grandes manadas de perros monte-
ses, menores pero de la mesma forma que los masti-
nes que guardan el ganado en España, de color pardo
escuro casi todos y que ansí en el ladrar como en todo
lo demás son de la propia spegie de los perros domes-
ticos y andan sienpre muchos juntos por defenderse de
los tigres, que son tan crecidos y feroges como atrás
tenemos ya dicho, aunque no tan terribles ni temidos
como los toros.
Auiendo hecho esta rrelacion al Enbaxador un sol-
dado portugués llamado Francisco Carnero de Alcago-
va, que por auer andado muchos años foraxido en la
tierra firme (i) se aula hecho en estos bosques diestri-
simo arcabuzero y muerto muchas de estas fieras, le
afirmó tanbien aver alli entre otras spcgies de gatos
monteses una que bolaua de unos arboles á otros cien-
to y doscientos pasos, de los quales él aula muerto al-
gunos, y que las alas eran casi de la forma de las de los
murciélagos, cubiertas de pelo como el rresto del cuer-
po. Y paresgiendole esto al Enbaxador cosa nunca
vista (2) rrogo al dicho soldado procurase que biuo ó
muerto auer alguno de aquellos gatos, lo qual él cun-
(1) / ser de su inclinaqion dado á la caga se hi^o.
(9) lo que se le dcí^ia.
- 496-
plio luego dentro de pocos días enbiando un esclauo
suyo, tanbien gran calador, el qual boluio de ay á poco
tienpo con uno de estos gatos muerto de un arcabu-
zazo. Era de la mesma forma que un hurón, ó de aque-
llos animalejos que se crían en España en las casas
grandes y antiguas, llamadas garduñas, mucho mayo-
res que los hurones y comadrejas; porque este que le
truxeron al Enbaxador era tan grueso como un gato,
y mas largo, mas corto de pies. \ las unas como gar-
duña, pero la cola de la mesmd hechura que la de un
gato y mucho mas larga, con la qual se ayuda para
bolar, ó desde el suelo ó de los inesmos arboles. La ca-
bera, orejas y hocico era como Je unn garduña, hurón
y comadreja, y de ambas parte.-, lo nai^i; dtsJe el vien-
tre, continuada de los pies delanteros á los traseros,
una gruesa menbrana cubierta de los mesmos pelos que
el rresto del cuerpo, de quatro Ó seis dedos de ancho
por cada parte y tan larga como desde el pie trasero al
delantero. Quando anda por el suelo ó por los arboles,
geuandose sienpre de los pájaros que en ellos halla,
tiene estas menbranas rrecogidas en la barriga y pecho,
de manera que no se le echa de ver nada deilas; mas
quando quiere boiar, dando un gran salto y tendiendo
hacia fuera los pies y manos como las alas de cualquier
ave, se despliega por anbas partes la menbrana que
antes estaua rrecogida, con lo qual coge ayre, bolando
muchas vczes aun mas espacio del que se a dicho,
mayormente quando se arronjan de algún árbol alto.
Mandó el Enbaxador que le quitasen el cuero á este
notable animal y después de linpio y curtido que se lo
guardasen para licuarlo y mostrallo en España. El co-
lor del pelo es como el de las comadrejas y garduñas,
pero en la cola no mayor que el que los gatos domes-
ticos tienen en las suyas. Nage del pie y faldas de estas
montañas de Gate, enfrente de la isla de (ioa, poco
adelante, la isla de Juna la menor, un hermosissímo
- 497-
rrio navegable con medianos barcos hasta una ó dos
leguas de su fuente, de tan clara y saludable agua que
entre todos los gentiles y moros es muy vulgar tradi-
ción que sea rramo del grande rrio Ganges que corre
por el rreyno de Bengala. Y aunque la distancia desde
lo mas gercano del Ganges á las fuentes del que vamos
diziendo por linea rrecta sean mas de 3oo leguas, y es-
ten en medio tan altos montes como los del Gate, están
persuadidos que viene este rrio por debaxo de tierra y
salga de esta parte acá de los dichos montes y en las
faldas dellos, diez ó doze leguas antes de entrar en el
mar, que es el estrecho que rrodea la isla de Goa, sigun
atrás se tiene dicho. Lo que á los gentiles y moros a
persuadido para creer esto, siendo un tan notorio en-
gaño, no a sido otra rrazon ni discurso sino que siendo
tenidas las aguas del Ganges, no solo por saludables,
pero generalmente, sigun su opinión, por diuinas y sa-
gradas, y ser ansimesmo las de este pequeño rrio tan
claras y apaziblesal gusto, demás de la mucha verdura
con la variedad de hermosas arboledas en sus rriberas,
no solo an querido derivar y darle origen del mesmo
Ganges, pero dalle también su propio nombre. Naué-
gase, sigun se acabó de escreuir, este pequeño Ganges
en barcos por nueve ó diez leguas, lleuando á una y
otra mano grandes bosques, demás de otros muchos
géneros de arboles frondosos, de naranjos, 9¡drps y li-
mones, y el agua tan sumamente clara que sin los pe-
ges que en ella se veen, hasta los muy pequeños, nin-
guna cosa por minima que sea de las que ay en su fondo
ay que no se vea clara y distintamente, con tener en
algunas partes dos y tres bragas de alto. Y podríase
juzgar, ansi por su increíble amenidad como por la
frialdad del agua gerca de sus fuentes, cosa tan rrara
ó nunca conosgida en la India, demás de no criarse
en él tan fieros y nosgiuos animales como son los
cocodrilos, no solo hazerlo superior al Ganges, sino
3a
- 498 -
tanbien igual al Peneo corriendo por el Tenpe de Tes-
salia.
Un dia antes que el Enbaxador se enbarcase, 14 de
Dizienbre, llegó la nao Nuestra Señora de la Peña de
Franqia, capitán Diego de Meló, 9on menos de dozien-
tos honbres biuos en ella, y estos muy enfermos,
auiendosele muerto en el viage mas de trezientos. Dio
nueva de como auiendo salido el vltimo de Margo de
Lisboa quatro naos y por capitán general dellas Ñuño
Alvarez Botello, antes de llegar al parage de las islas
de Tristan de Acuña se auia apartado de las demás ña-
ues con un rrezio tenporal y venido por fuera de la
isla de San Lorenzo, sin saber á que parte las otras
uviesen aportado.
LIBRO OCTAVO ^'^
CAPITULO PRIMERO
Salida de Goa. — Encuentro con los piratas malabares. — Viaje has-
ta las costas de África.— Aves que por allí había.—Cetáceo gran-
de que se vio.— Llegada á Mozambique.— Descripción de esta
isia. — Gallinas de aquel país.
Sábado, 19 de Dizienbre, al amaneger salió la cara-
vela Nuestra Señora de Nazareht, de la barra de Goa,
con el terreno del Norte, aunque tan flaco que en mas
de tres oras no se alexó del puerto una legua, hazien-
dose viage á Oeste, 4 á Noroeste, y después con la v¡-
ragion del Sur tanbien muy flaca, hasta las ginco de la
tarde, no auiendo podido en todo este tienpo perder la
tierra de vista, de que se estaria poco menos de seis le-
guas. Auia el Enbaxador aderezado esta caravela, que
auía venido aquel año con auiso de Portugal (2), y
aprestádola á su costa para venirse en ella á España (3),
y aunque hizo exquisitas diligengias para que no se
cargase mas de con el mantenimiento y agua negesaria
(i) En el original es el Vlf.
(2) el Enbaxador.
(3) como ya se a dicho,
— 5oo —
para el viage, para la gente de mar y' sus criados, la
sobrecargaron de manera que no se halló al tienpo que
saüo de la barra lugar en ella para acomodar ocho pie-
gas pequeñas de artilleria que traía para su defensa, no
obstante el mucho cuidado con que el Enbaxador auia
mandado dos días antes al maestre y artilleros la lleua-
sen aprestada, por ser el primero dia en que auia de
ser menester por causa de los cosarios malabares que
nunca se apartan de aquella costa, Ivan en esta cara-
vela, con los offigiales y tres artilleros, treinta y un
honbres de mar, sin algunos esclauos, y quinze ó diez
y seis criados del Enbaxador y otros diez ó doze escla-
uos y mogos de seruigio, sin el capellán y un frayle
lego de los capuchos de San Francisco, llamado fray
Philipe. Quando á la ora que se a dicho, hallándose la
caravela casi en calma, un grumete comengo á gritar
que via por la proa onze paroes de malabares, á los
quales vieron otros muchos muy gerca, que á rremo
y á vela venian á rreconogernos. Fue grande la confu-
sión, tumulto y bozes en todos, hallándose desapergi-
bidos, y el pequeño conues de la caravela tan ocupado
con fardos de canela, caxas y barriles, que no auia lu-
gar para aprestar nada de lo mucho ^ue en tan breue
tienpo era menester. Salió el Enbaxador al rruído y
rreprehendiendo la turbagion que en los marineros y
criados via, les mandó que sin dilagion se aprestasen
las dos piegas mayores en las amuras, y las dos de
popa para defensa del timón, no auiendo lugar ni espa-
gio para las demás. Y porque el maestro de la carave-
la la auia, luego que se descubrieron los paroes, arri-
bado en popa para tener tienpo de apergibirse, en el
poco que con esto se ganó mandó el Enbaxador que
con fardos, caxas y toda la rropa de las camas se atrin-
cheasen los bordes, proa y varanda de la caravela,
rrepartiendo la poca gente que auia por estas postas
con veinte mosquetes y nueue ó diez arcabuzes, y que
— 5oi —
los mogos y esclauos tuuiesen en el conves todos los
vasos del seruígio de la cozina llenos de agua, con las
mantas y demás rropa de los mesmos, mojadas , para
apagar el fuego que en mucha cantidad de alcanzias
estos cosarios tienen por costunbre de arronjar en las
naos que conbaten, siendo lo mas peligroso el pegallo
al costado y velas, y ansi se quitan luego dellas las bo-
netas. Hecho todo esto breuissimamente se dio buelta
prosiguiéndose el viage que antes se lleuaua, hazia los
enemigos, los quales desde luego que la nao comento
á arribar auian parado y amaynado, cosa muy al con-
trario de lo que conforme á buen discurso avian de ha-
zer, dexando de seguir á quien huia, y luego que vie-
ron reboluer la proa hazia ellos hizieron vela y se
fueron hazia tierra.
Era ya puesto el sol y de á muy poco espacio vino
con mucha priesa y turbagion el maestre y algunos
otros marineros á donde estaua el Enbaxador, á dezillc
que los paroes de los cosarios se boluian metiéndose á
la maricón designo de seguirnos toda la noche, para
con el poco viento que se lleuaua, yendo ellos á rremo
y a vela, alcangando luego que fuese de dia la carave-
la y conbatilla, y ansi convenia luego boluer á arribar;
y diziendo lo mesmo casi todos los que alli llegaron,
no obstante que al Enbaxador no le paremia verisímil
que sin la distancia que auia hasta la costa, que seria
de seis leguas, no se auian de alexar los cosarios de
tierra todo aquello mas que se pudiera nauegar aquella
noche, auia mandado ya que arribasen, conociendo en
los marineros turbación y miedo, si un criado suyo lla-
mado Gutierre de Monroy no le aduirtiera que quanto
mas á tierra se fuese, mas gierto era el hallarse la ca-
ravana con los paroes por la mañana , y que nauegan-
dose mas á la mar se hallaria mas viento aquella no-
che; lo qual dicho por ventura no con tan buen discurso
como ello meregia, el Enbaxador lo rreconogio y man-
— 502 —
dó que se prosiguiese la derrota á Oeste, 4 á Noroeste,
yendo todos apergebidos toda la noche en los lugares
que se les auian señalado. En esta ocasión de tumulto
y apercibimiento á nadie vio el Enbaxador mas pronp-
to, animoso y desenbuelto que al frayle lego francis-
co. Antes que ^errase la noche se vieron los paroes de
los cosarios claramente boluerse á la costa hazía el pa-
rage de los Isleos Quemados, nauegandose en toda ella
con algún mas viento de Su Sueste.
A 20, 21, 22, 23 se nauegó con Sures y Nortes, vira-
Qiones y terrenos menos ñacos que el dia de atrás, ha-
llándose el nauio á 20, por la mañana, 16 leguas de tie-
rra y sin vista de enemigos. Velauase de noche la ca-
ravela por sus quartos por los marineros y criados del
Enbaxador, no eximiéndose de este cuydado el cape-
llán, ni el frayle, y de dia uno dellos hazia guarda al
fogón, hallándose á qualquiena ora de la noche gente
dispierta, sin los que gouernauan. Luego desde el si-
gundo dia se hizo viage á Oes Noroeste por dar rres-
guardo á los baxos de Padua y noroestear el aguja
una quarta y mas, corriendo tanbíen las aguas hazia
este baxo, de manera que sienpre por este rrumbo se
nauegaua á Oeste. A 21, dia de Sancto Tomás, no se
tuuo casi viento hasta ya noche, siendo desde entonces
algo mas rezio que los dias de antes.
A 24, vispcra de la Natiuidad^ se puso el viento del
Norte, y aunque era poco se nauegó á la bolina á
Oeste, 4 á Noroeste, pareciendo algunos alcatrazes y
rrabihorcados, que deuian ser de los baxos de Padua,
y ningún pescado hasta entonces; tomó el piloto el sol
en menos de i5 grados^ haziendose 40 leguas de la
costa mas gercana, y sesenta de la barra de Coa; á las
4 de la tarde el Norte, que corria blando, se rreforgo
de manera que se conogio auia entrado la mongion, con-
tinuando de la mesma manera toda la noche, dando la
caravela grandes balangos, particularmente hazia bon-
— 5o3 -
bordo, ansí por entralle el viento por el bordo contra-
río como por ser de suyo algo torcida hazia aquella
parte, y ansí, aunque bien estiuada y igualmente car-
gada, pendía sienpre para ella.
A 25 el mesmo Norte y Nornordeste, con la mesma
igualdad y fuerga que la noche antes, y aunque con
mares gruesos y grandes balangos, nauegauase mas
por ser el viento mas largo, lleuando el nauio la proa
á Oeste; tomóse el sol en 1 5 grados escasos.
A 26, 27, viento Nordeste y 4 á Leste, casi en popa,
haziendose víage á Oeste, 4 á Sudueste, con muy llena
mongion, no paregiendo ningún pescado, pero en el
aire algunos alcatrezes y rrabihorcados; tomóse el
sol el postrer dia de estos dos en catorze grados y un
tergio.
A 28, 29, 3o, 3i, el mesmo viento con grandes ma-
res y el viage de los dos dias pregedentes, no sintién-
dose calor alguno de dia ni de noche, sino una notable
tenplanga y el agua bastantemente fresca, beuiendo to-
dos mucho menos estus dias de lo que era ordinario;
mandaua, ya de noche y antes que se pusiese el sol, el
piloto, velar la tierra del desierto, que desde el vltimo
deste mes fue á reconoger de dia á Oeste, 4 á Noro este,
y de noche nauegava á Sudueste por no dar inpruden-
temente en ella; no paresgia genero alguno de pescado.
Tomóse el sol el vltimo de estos dias en onze grados,
auiendb ya dexado á la mano izquierda la isla de Qa-
cotora y Cabo de Guardafun, aunque sin otros señales
suyos que los muchos alcatrazes.
Primero de Enero de 1621, el mesmo viento Nor-
deste y les Nordeste, demandando la tierra de dia y de
noche, huyendo della por los rrunbos que se an dicho,
haziendose ya el piloto gerca della y afirmando que
otro dia se auia de ver, y agercandonos tanto á la Equi-
nogial, no solo no hazia calor, pero fresco, mayormente
para los que velauan y hazian la guardia de noche; to-
— 5o4 —
mose el sol en lo grados, pareciendo ya aquí algunos
de aquellos peges pequeños botadores.
A 2, luego que salió el sol se descubrió tierra, que
comunmente llaman del desierto, por estribordo, costa
baxa de arena y que corría Nordeste Sudueste; hizose
luego viage á Sudueste, 4 al Sur, perdiéndose en me-
nos de dos oras de vista. Sucedió aquel dia, mas de
quatro oras antes que se viese tierra, que como un gato
que uno de los criados del Enbaxador auia traído de
Persia viniese en el batel de la caravela por estribordo
con unos grumetes á quien su dueño lo auia encarga-
do, desde el dicho tienpo se puso en el bordo del bate,
y muy leuantado estuuo grande espacio con el hogico
hazia la parte que paresgio tierrii, sin podelle nadie
quitar de alli^ coligiendo de esto un marinero que se
halló presente que la ¿osta estaua muy gerca. Tomóse
el sol este dia en 8 grados y medio.
A 3, 4, 5, 6 se nauegó por el mesmo rrunbo, y algu-
nas vezes á Susudueste, con viento tan rreforgado y
largo que casi no podia el nauio gufrir las velas; de dia
y de noche el propio tenple que se tiene en España por
la primavera, hasta que en el vltimo dia de los dichos,
tomándose el sol nos hallamos un grado de la Equino-
gial, á la parte del Sur ó Polo Anthartico, creciendo el
mimero de los paxaros y comentando ya á verse algún
pescado.
A 7, el mesmo viento, viage por el dicho rrumbo de
Sudueste, 4 al Sur; tomóse el sol en 3 grados; á las
ginco de la tarde de este dia parecieron por popa de la
caravela muchos delfines, aunque estos por ser mucho
mayores de lo ordinario dezian los marineVos que eran
de aquella spegie que vulgarmente se llaman toninas,
los quales se arrojauan tan de salto sobre el agua que
se leuantavan sobre ella mas de una braga, y descu-
briéndose todos boluian de cabega á gabullírse, la cola
hacia rriba; parecían de braga y media de largo, y lie-
~ Ses-
gando el sotapüoto entonces á la varanda le díxo el En-
baxador, que miraba con cuydado la grandeza y saltos
extraordinarios de los delphines, que sin duda les queria
dexar aquel rezio viento, y como el sotapüoto le rres-
pondiese que no era posible, al momento rrepentina-
mente paró, quedando tan blando y flaco 9omo los pri-
meros días que salimos deGoa, continuando ansi toda
la noche.
A 8, menos viento hasta quedar el mar casi en cal-
ma, y una ora antes de medio dia boluio á correr con
la mesma flaqueza, siendo de noche mucho menos, y
aunque se comentó á sentir ya calor era muy tolerable.
Tomóse el sol en 4 grados y un quarto, quedando ya
muy atrás á la mano derecha las giudades de Mazada-
xo y Braua, de cuya costa se hazia el piloto 45 leguas,
aunque después paregio hallarse mucho mas lexos, y
entonces nos hallauamos Leste Oeste con la giudad de
Alelínde; comengavan ya los marineros á matar con
físgas algunos dorados pequeños á quien comunmente
llaman palometas.
A o, 10, II, 12, i3, 14, i5, se nauegó con estos fla-
quisimos vientos, aunque Nordestes y Les Nordestes,
quedando las mas noches en calma, pero ayudando las
aguas que corrían hazia tierra á Oes Sudueste se llegó
el vltimo dia destos á po:o menos de diez grados Leste
Oeste con cabo Delgado, dexandose atrás á la mano
izquierda los baxos del Patrón y islas de Arco, y á la
derecha las islas de Zanzibar, Mofla y Penba. Acudían
de noche y á las tardes luego que se ponía el sol can-
tidad de paxaros mayores y menores que alcatrazes,
que serian de la forma ent^e gansos y lavancos, aun-
que los picos mas largos y agudos con una poca de
buelta en la punta. Estos eran tan simples y sin rrecato
que se venían á posar en la punta de la mezana, estando
siempre en el chapitel que cae debaxo della los ofígia-
les del nauio, el fray le y capellán, con algunos criados
— 5o6 —
del Enbaxador, y aquí, ansí de dia como de noche se
dexauan tomar á manos de los grumetes, sin apartarse
ni bolar, estando con mucha aten9Íon mirando quando
se llegavan á ellos; pero luego que se vían presos da-
uan grandes y muy sensibles gritos, mordiendo muy
brauos á los que los tenían asidos ó se burlauan con
ellos después de avelles atado las alas y sottadolos en el
conves, adonde los grumetes v esclauos jugavan con
ellos; en esta ñesta lastimaron cruelmente á algunos
destos esclauos, por andar casi desnudos, dando tan
grandes gritos como los mesmos paxaros, y particu-
larmente mordieron diuersas veces á un perrillo que
tanbien se burlaua con ellos, el qual, enbarcandose su
amo, que se llama Francisco Muñiz y venia desde Goa
con los criados del Enbaxador, y viniendo ya el barco
muy lexos de tierra, se arroxó al agua y vino por gran-
de espa(;io nadando hasta que movidos á conpasion le
rrecoxieron. Viese en esto una semejanga del caso que
sucedió con el perro de Xanlipo, huyendo los athenien-
ses de su íiudad á la isla de Salamina, pero con mejor
fortuna de este perrillo de agora, quedando biuo. Con-
tinuaron sienpre estos paxaros bouos á venir y posarse
en la parte que se a dicho, las mas vezes de día, aun-
que por la mayor parte los tomauan no obstante que el
Enbaxador mandaua que no les hiziesen daño y se
uviesen soltado algunos; pero los marineros los mata-
uan para quitalle los pellejos, que por tener aquella es-
pesa lana debaxo de la pluma, como se dixo en los an-
tenales y cuervos del cabo de Buena Speranga era
rremedio muy provado para rresoluer frialdades y con-
fortar el estomago. Era muy para notar que pudién-
dose estos paxaros, que propiamente pueden ser teni-
dos por gansos marinos, posarse mas siguramente mas
lexos, en las puntas de las antenas y vergas de los
mastelcos, porñauan, aunque los tomauan, á ponerse
tan cerca de la gente, estando muchas vezes alli tres y
— 5o7 —
quatro juntos, inpeliendose y picándose unos á otros
por echarse de aili, aunque tan mal siguro lugar para
ellos, pudiendo tanto mas la novedad de cosa tan des-
usada como la fígura de los honbres.
A 1 6, auíendo sido la noche del dia de antes toda de
gran calma, duró desta suerte hasta las lo, antes de
medio dia, que con unos bahages muy ñacos se naue-
gaua poco ó nada, lleuando la proa á Oeste por descu-
brir tierra, ayudando la corriente al viage. Tomóse el
sol en lo grados y tres quartos entre el cabo Delgado
y las islas de Quirinba; faltó aquel poco bahage luego
que se puso el sol, quedando el mar en calma por toda
la noche y sintiéndose ya más el calor.
A 17, boluieron los mesmos bahages muy interrum-
pidos y ñacos, viage á Oeste, hallándose estos dias,
luego que era de dia, el nauio mas engolphado^ sigun
después pareció en lo que se gastó en ver tierra; y en-
gañándose mucho el piloto creyendo que las corrien-
tes^ desde que descubrió el desierto, le ayudauan á la
navega<;ion que hazia corriendo hazia tierra, procuró
sienpre apartarse della mucho más de lo que convenia,
de manera que creyendo que la Ueuaua veinte ó veinte
y ginco leguas, se halló después más de setenta, por-
que corriendo la costa desde el Cabo de Guardafun á
Oes Sudueste y á Sudueste, después que se llega á la
Equinofial hasta Cabo Delgado, lleuandose el viage á
Sudueste se halló después muy engolphado, siendo
tanbien causa desto las corrientes, que evidentemente
se conoció después correr á Sueste hasta los bajos de
Pinda, que están entre las islas de Quirinba y Mo^an-
bique, que desde aquí se conogió con euidengia que
corrían al Sur. Este dia, á las nueve, estando el Enba-
xador en la varanda del nauio paregio, quarenta ó gin-
quenta pasos por popa, un pescado de notable gran-
deza y de muy estraña forma; traia la cabega de fuera
y parte del lomo, y en él una grande ala como los de-
- 5o8 -
mas pescados, no mas leuantada de una parte que de
otra, sino toda igual, de vna bra^a de alto y dos de
largo, encubriéndose el rresto del cuerpo, pero tan
íerca de la superficie del agua que dexaua en ella señal
de su móstruosa grandeza, pareciendo de mas de ocho
ó diez brabas de largo. La cabera no era conforme á
lo demás, aunque era muy mayor que una media pipa
lo que della pudo verse de tan i;erca; era muy encor-
vada, haziendo una gra.n biielia liazia la boca, que
tenia muy baxa y con el hogico rrebuclto hazia arriba,
que no se le echáua de ver sino (i) algunas vezes que
dando grandes rresoplidos y bufidos, á semeianga de
un puerco, lan^ava hazia rriba gvan cantidad de agua,
y esta no como las vallenas y demás cetes y mons-
truos marinos, por los agugeros que tienen en lo alto
de la cabera, lanzándola estos en gruesos caños junta
y de golpe, sino muy enparzida como quando rro^ia
alguna persona, haziendo, de la mucha cantidad que
desta manera lan^ava, grandes nuves de esta menuda
agua.
Entonces no descubría toda la boca, sino el ho-
cico ó labrio superior, pareciéndose en él y en la forma
de la cabera propiamente como se veen pintados los
dclphincs en la inpresión de algunos libros, mayormen-
te en los de Aldo Manugio en Venegia. Llego este qete
muy cerca de la popa, viniéndose derecho á ella, á
poco mas de treinta pasos, rreboluiendo luego á Oeste
dando grandes bufidos y esparziendo el agua como se
a dicho. Luego dentro de un quarto de ora vino otro
pescado semejante en todo á este, nadando hazia don-
de el otro auia ido, aunque pasó mas de dozientos
pasos lexos, pero sin conparagion mayor, ansi en la
cabega como en lo que del lomo y ala descubrió, vién-
dose gran parte del en un gran salto que dio en el agua,
(j) Je quaiiJo en guando
— 5o9 —
con que hizo gran rrumor, langando mayores nuues
de agua y con mayores rresoplidos, aunque tanto mas
lexos que el primero. Tomóse el sol en onze grados
escasos este dia^ no hazíendose casi viage, y toda la
noche en calma como las pasadas.
A i8 se amaneció con la mesma calma hasta que
gerca de medio día el poco viento que solia correr cre-
ció algo mas, y llevándose el mesmo viage no se hallo
diferencia en el sol, pero después de puesto, como el
viento tomase algo mas fuerga, mirando todos con
atención si descubrian tierra se persuadieron que la
vian, aunque de tan lexos que después se tuuieron por
celages los que se juzgauan por montes. El viento,
aunque poco, ventó toda la noche, haziendose viage á
Sudueste.
A ig, amaneció calma hasta una ora antes de medio
dia que comento un poco de Nordeste, viage á Oeste;
tomóse el sol en pocos minutos mas de onze grados, y
á las dos del dia se descubrieron las primeras islas de
Quirinba, tierra baxa y con algunos palmares. Tomá-
ronse desde la proa cantidad de dorados, y uno dellos
de quatro píes de largo; estuuose en calma casi toda la
noche.
A 20, poco antes de amanecer ventó Norte dos oras,
sobreviniendo la mesma calma hasta que á las ocho
boluio á ventar, nauegandose mas que los dias antes,
la proa á su Sudueste; tomóse el sol en 12 grados,
continuándose con el mesmo viento todo el dia y la
noche; auiannos ya dexado los paxaros, aunque pares-
(jia ya mas pescado. A las sois de la tarde se dexó á la
mano derecha la vltima isla de Quirinba.
A 21 continuó el mesmo Norte y Nordeste, viéndose
la costa de la tierra firme con algunas grandes sierras
la tierra adentro, lexos della, tomándose el sol en i3
grados y un sesmo. Y haziendose el piloto quando se
puso el sol, 18 leguas de Moganbique, mandó alistar
— 5io —
un ancora para surgir aquella noche, por no pasar en
ella sin rreconoger la baya en que está esta fuerza, y
no auer después lugar de boluer y querer el Enbaxador
tomar lengua alli de las naos que el año pasado partie-
ron de Portugal, no auiendo llegado á la India mas de
la una, como se a dicho. Lleuauase la costa á la mano
derecha no mas de media legua lexos, toda hasta el
mar muy gerrada de espesos bosques, los mas arboles,
de los quales eran de éuanos en que se crian grandes
manadas de elephantes y otras fieras. Es toda tierra
llana y de muy hermosa vista con el apazible verdor
de los arboles, teniendo toda esta costa buen surgidero
de veinte y ginco bragas de hondo , á menos de media
legua de tierra, sin restingas ni otros baxos , después
de la de Pinda que el dia antes se auia dexado atrás.
Advirtió el Enbaxador al piloto luego que fue de noche
que en ninguna manera cunplia surgir si no fuese que
alguna gran trauesia obligase á ello , sino que pues se
iba á barlouento, se navegase aquella noche sin velas
de gavia, sondando algunas vezes, y que hallando poco
fondo se hiziese algo mas á la mar porque se amane-
giese gerca de la ensenada de Moganbique. Y quedan-
do el piloto en hazer esto , y nauegandose con todas
las velas hasta rrendida la primera guardia, cogieron
las velas de gauia. Y como poco antes de la modorra
le paregiese al sotapiloto, maestre y á otros marineros,
que se hallauan ya muy gerca de Moganbique y que
podian pasallo antes que fuera de dia, sin poder tomar
su baya persuadieron al piloto que surgiesen, y ansi
á la ora que se a dicho dieron fondo con un ancora en
28 bragas, menos de media legua de tierra. Al rruido
que la gente de mar traia, despertando el Enbaxador y
preguntando lo que era, le dixeron que auian surgido
por hallarse ya junto á Moganbique, por no atreverse
á entrar en su bahia de noche, y ansi se estuvo hasta
que amanegio.
— 5ii —
A 22 amanecimos menos de media legua de tierra,
y leuandose y haziendo vela ei nauio al Sur con Les
Nordeste blando, se fue haziendo viage muy ^erca de
la costa, que era de la mesma verdura y espesura de
arboles que se auia visto el dia antes , y en un poco de
playa de arena se vian cantidad de negros mariscando,
todos desnudos. Tomóse el sol en 14 grados y medio,
no haziendose el piloto de Mo^anbíque mas de quatro
leguas. Y siendo este dia conjunción de luna, á las dos
de la tarde, el viento, que como se a dicho era Les Nor-
deste, aunque poco, se fue enflaqueciendo mas, y en
poco menos de una ora corrió todos los rumbos, por
Leste, Sueste y Sur, hasta fixarse en Su Sudueste de-
rechamente por la proa, ventando muy rrefor^ado has-
ta la noche, que se puso de Sudueste, y no siendo la
caravela bastante á ponerse mar en traues se , acordó
de surgir por no correr y perder viage, y ansi se hizo
en veinte y dos bragas en buen fondo de cascajo, mas
cerca de tierra que la noche de atrás, y aunque no se
dio fondo con mas de un ancora y el viento crecía mu-
cho, con el aire cubierto de nublados, oyéndose true-
nos de lexos con muchos relanpagos, el nauio estava
siguro, porque como sienpre tuuiese la proa al viento
y la corriente del mar le viniese por la popa, la ancora
estuuo sienpre firme sin cagar cosa alguna, mandando
el Enbaxador al piloto que si el viento cargase tanto
que arase la ancora, que no se amarrasen con otra,
sino que leuando en la que auian surgido corriese en
popa aquella noche, por estar tan junto á tierra y la
caravela ser vieja para sufrir las amarras; pero aunque
eran grandes los mares el viento se aplacó con un gran-
de aguacero por proa, quedando en mas quietud el
rresto de la noche.
A 23 nos hallamos con el mesmo Sudueste, el dia
muy nublado y lloviznando, y aunque parecía inposi-
ble tomar á Mócanbique, de que estaríamos tres le-
— 5l2-
guas, el piloto mandó desamarrar la caravela y se hizo
á la mar de un bordo y otro hasta descubrir la bahía
y las islas que están á su entrada, y auiendo dado qua-
tro ó cinco bordos, después de auer penado y trabaxa-
do mucho entró en la bahía, descubriéndose á una le-
gua la isla de Moganbique y luego su fortaleza, y sien-
do el viento blaütlo y mi;nos i;scaso para nauegar por
aquella ensenada, lí«gú á medía legua della y dio fondo
en ocho bragas, entre la isla de San Jorge y una punta
de la tierra firme, mil pasos Je la dicha isla, llamada
la Calabacera ; á la parte izquierda de la isla do San
Jorge ay otra, casi oíros mil pasos de distancia, que
llaman la isla de 5anctiago, anbas pequeñas y desiertas,
aunque con algunas matas verdes. La Cabageira, ha-
blando portugués, es península continuada con la tierra
firme de esta /Ethiopia oriental, con un pequeño es-
trecho de tierra por el qual algunas vezes, en aguas
biuas, pasa el mar de una pane á otra, aunque en tan
poca cantidad que qualquiera persona lo pasa á pie sin
dificultad alguna. Licuase de aquí á Moganbique fruía
de laque lleva la tierra, con algunas uvas y higos de
España y legunbres, y particularmente cantidad de
rrazonable agua, no auiendo, sígun dezían, alguna en
Moganbique sino en b gísterna de ¡a fortaleza. Es la
isla de Moganbiqui; lan pequeña que no tiene mas de
media legua de largo y menos de la mitad de ancho,
corriendo Norte Sur prolongada con la tierra firme (i)
entre la qual y la isla está la ensenada que haze el puer-
to. Es tierra desierta, por no tener agua, y ansí no pro-
duze mantenimientos, fuera de algunos palmares; lo
demases rrasa con playas de arena. En la punta que
mira al Norte está oy situada una rrazonable fortaleza>
aunque no tan bien entendida como lo piden las forti-
(i) que por lo más ancho Undrá poco más tic un quarlo de /<■-
gua, y por lo más estrecho dóblenlos pasos.
fícaciones de los tienpos presentes., Y sigun lo que se
pudo juzgar y de la rrelacion que alli se halló^ no tiene
mas pla^a que la fortaleza de Ormuz, aunque los ba-
luartes, que son quatro, algo mayores y de mejor for-
ma y con rrazonable terrapleno, ansí ellos como las
cortinas que de uno á otro corren. A la parte de tierra,
no siendo por aquí de mar á mar mayor trecho que de
9Íento y ^inquenta pasos (i) está el mayor de los ba-
luartes, llamado San' Gabriel. Y aunque se le pudiera,
en tan poca distancia,quando la fortaleza se hizo, abrir
por esta parte fácilmente un muy ancho y hondo foso,
no se hizo alguno en muchos años, hasta que auiendo
sitiado, de treze ó catorze á esta parte, la dicha forta-
leza los olandeses, después de auer batido este baluar-
te lábilmente se arrimaron á el y le minaron. Porque
con auersele labrado la fortaleza sobre peña, esta no
era biua, sino que á pocos pies de hondo hallaron cas-
cajo blando y tierra; pero con todo esto la mina hizo
poco efecto y defendiéndose valerosamente los pocos
portugueses con algunos negros de paz que en la for-
taleza auía, los enemigos la dexaron libre y se fueron
después de auer rregibido mucho daño. Después des-
to, los capitanes que en esta fortaleza sucedieron an
procurado abrir foso por la parte susodicha, pero
como el baluarte no tenia escarpa ni fundamento bas-
tante, enflaqueciéndose mas quanto el foso se fue mas
ahondando, se arruinó gran parte del (2), labrándose
de presente para rremediar este daño una escarpa des-
de lo hondo del foso, y esta diligencia mayormente por
la mucha solercia y cuydado de Jacobc de Morales,
soldado viejo de la India que (3) entonces se halla[ba]
por castellano de esta fortaleza, entre la qual y la tie-
(i) á cuya defensa,
(3) aviendose hecho,
(3) de presente.
33
-5i4-
rra firme está el puerto, de hondo de ocho hasta diez
brabas, corriendo á vista del la ^iudad, que no es de
mas de (i) (iento y ^inquenta casas, casi todas, fuera
algunas pocas que son de piedra, de palos y cubiertas
con paja y trojas de palma, como las casas de Mazca-
te y villages de la gente pobre de la isla de Ormuz. La
gente de Moganbique es de mestizos de la tierra, algu-
nos moros y pocos portugueses; la tierra pobrissima y
sin mantenimientos, siendo esta !a principal causa de
morir aqui tanto numero de gente de ias naos que lle-
gan á invernar viniendo de Portugal y no poder en
aquella moni;ion tomar la costa de la India, porque el
temple de esia isla contra rrazon lo tienen tan infaíiia-
do, pues en tres días que el Enbaxador se detuuo en
este surgidero, con tener el sol sobre el zenith se halló
mucho menos calor que los días después que se llegó
á la /Equino^ial, y después hasta auer entrado muy
adentro del canal de la isla de San Lorenzo.
Y porque el viento, como se a dicho, corría por la
proa, para el viage, y querer el Enbaxador saber si las
naos que faltauan de las que auian de llegar á la India,
auian aportado á esta isla, ó si se sabia algo dellas y
tanbien de las armadas de Inglaterra y Olanda, mandó
disparar dos piezas de artilleria salvando la fortaleza.
Luego vino una almadia en que el capitán enbió al al-
guazil de la ciudad y á otro soldado, con quien el En-
baxador escrivio al castellano pidiendo le auisase de
las dichas cosas y que le enbiase ginco ó seis pipas de
agua, por venir falta della la gente de mar.
Luego otro dia, 24, el castellano enbió at Enbaxador
todo el rrefrcsco que aun en isla muy abundante se pu-
diera hallar, y en él los mas hermosos higos y de mejor
sazón que se pudieran hallar en muchas partes de Es-
paña, los quales, con darse tales en algunos corrales ó
(1) do^ientas.
jardines pequeños de algunos vezinos, no mas de con
rregar las higueras con agua dulce de la tierra fírme,
es tan poca la industria de estos moradores, ansi por-
tugueses como mestizos, que no tienen sino muy poca
desta fruta, pudiendo tener mucha abundancia delia, y
de uvas que la tierra con el dicho beneficio lleuaria fá-
cilmente. El Su Sudueste y Sur corria con furia, y al-
gunos aguageros, estando el ciclo muy cubierto de nu-
ues, y por aguardarse pasasen tres ó quatro dias de la
luna se detuuo alli el Enbaxador hasta 26 por la ma-
ñana, en el qual tienpo el castellano le escriuio como
la nao capitana con la nao San Amaro auian pasado á
Monbaga, y que la nao Sancto Amaro se auia perdido
al entrar en la barra, por culpa de los pilotos, salvan-
dose la gente, artilleria y caudal del rey. Y que la nao
Almiranta y la otra que diximos llegó á Goa se auian
apartado dellas en la costa de Guinea, sin auer sabido
lo que les uviese sugedido. De olandeses, ni ingleses,
dtxo que ño tenia noticia otra mas de auer sabido de
un pangayo de moros que vino de la isla de Conbro,
como á aquella isla auian llegado dos naos de estos es-
trangeros, que pasavan á la India, sin saber dezir de qué
nación de estos fuesen. Entre el rrefresco que el caste-
llano Jacobe de Morales le enbió al Enbaxador fueron
algunas gallinas brauas y rrezien tomadas en el bosque
de tierra firme, las quales eran de muy diferente forma
de las que se crian en los montes de la India, siendo
éstas de la Aethiopia, aunque algo mayores, pintadas
de blanco y pardo con pintas muy menudas; las cabe-
gas menores que las gallinas comunes, con una cresta
muy corta, gruesa, que le salia muy poco de la cabega,
pero muy colorada, y de lo mesmo, después de cubri-
lle gran parte de la cabega, le cubria tanbien parte del
cuello una menbrana azul y verde, y siendo tan her-
mosas y estrañas y que paregian muy bravas con no-
table viuagtdad, en poniéndolas en una jaula quedaron
muy mansas, comiendo domésticamente lo que les lle-
gauan i dar con las manos.
CAPÍTULO II
Coniinuación del viaje.— TcmpesUd que hubo.^La sierra de la
Mesa.— Krrores del pilólo.— Las islas de Quirimba.— La ciudad
de Mozambique.- Los peces marrajos.
A 26, con Sudueste, 4 al Sur, se salió de! dicho sur-
gidero á las-6 de la mañana, navcgandosc á Sueste pero
con muy débil viento, llevajiÜM todo el dia á vista la
punta de la tierra firme que cae al Sur Je la bahía de
Moijanbique, y haziendose mas \iagc con las corrien-
tes que con el viento toda la noche; no se navegó mas
de quanto por la mañana se auia perdido la tierra de
vista.
A 27, Sudueste y Sur, viage á Sueste y á Susueste
con viento flaquissimo y terrible calor. Tomóse el sol,
aunque dificultosamente, por andar tan gerca el Ze-
niht, en poco menos de 16 grados de la Aequinogiat,
pareciendo ¡nposible auer (1) acregentado tanta altura,
aunque ayudasen las corrientes. La noche se estuuo
casi en calma, con excesiuo calor.
A 28, 29, se lleuó el mcsmo mal tonporal con el
viento Sur, Sueste, y Susudueste, no pudiendo mas de
sacudir las velas, temiéndose mucho no nos licuasen
las corrientes al parcel de (Jofala, sin poder montar á
sotavento ni á barlavento la isla y baxos de Juan de
Noua, aunque se nauegaua lo poco que la carauela po-
dia moverse, á Les Sueste y á Leste quarta á Sueste,
(1) desminuúio.
- 5i7-
hallándose todos con esto muy fatigados, mayormente
con el grande calor que cada dia cregia mas, y pade-
ciéndose las noches con el mesmo trabaxo, sin poder
el piloto tomar el sol en estos dos dias, andándonos
derechamente encima, ni apartarnos del, no teniendo
viento para hazer viagc al Sur, mas de los minutos
que desminuia cada dia llegándose á la Aequinogial.
A 3o, al principio de quarto del alúa, con algunos
nublados se puso el viento de Nordeste, menos ílaco
que los dias antes, pero que se hazia rrazonable viage
al Sur; ventó desta manera hasta las onze del dia, co-
mentando luego á ser menos cada vez mas, hasta que
á las dos quedó el mar en calma con intolerable calor,
y sin poderse tomar el sol como en los otros dias. Vie-
ronse algunos alcatrazes y otros paxaros, con peda(;os
de palos menudos y yeruas, pero sin poderse hazer
discurso qierto si estas señales fuesen de la isla de Juan
da Noua, ó de la costa de la Cafreria, ó isla de San Lo-
renzo, ó de quales de estas dos costas estariamos mas
gerca. Quando se quiso poner el sol, estando muy fe-
rrado el qielo de aquella parte con gruesas y espesas
nuues comento á correr un poco de viento, no mas
de para governar el nauio, poniéndose luego que ano-
checió, de Sueste, que era el peor para nuestro viage;
tomando luego mas fuerga hizose viage con él á Sud-
ueste, 4 al Sur, con muchos nublados y gerragiones,
relanpageando en algunas partes; antes de media noche
se puso el viento de Les Nordeste, mas rreforgado, con
que se nauegó con bolinas largas al Sur, 4 á Sueste,
tomadas las velas de gauia y ^euadera, hasta que poco
antes del quarto del alúa, con un aguacero del Norte
cregio de manera que fue menester amaynar las velas
grandes, corriendo con sola la del trinquete á medio
mástil, pero después de auer descargado un gran golpe
de agua se boluio á poner de les Nordeste mas blando
que al principio do la noche auia ^errado, con que se
— 5i8 -
prosiguió el viage por el mesmo rrumbo hasta ser de
dia.
A 3 1, el mesmo viento, sin tomar mas fuerza, viage
al Sur, pareciendo por estribordo y rilleros de agua
con mucha espuma, yeruas y palos, señales de no es-
tar lexos de tierra, y que ésta creía el piloto que fuese
de la costa de la isla de San Lorenzo; hizo el dia nu-
blado y ansi no se pudo tomar bien el so!, siendo tanto
menester saberse con puntualidad en este peligroso pa-
rage. Continuó el resto del dia y toda la noche el mes-
mo viento sin nublados ni aguaceros, hazíendose viage
en ella al Sur, 4 i Sueste.
Primero de Hebrero se amanügio con un poco mas
viento Oeste, 4 á Noroeste, viage al Sur. Viose por es-
tribordo á las 9 del dia un jiiueso madero de mas de
dos braí^as, que paregia breado y labrado, con dos pa-
xaros grandes sobre el, y por ir la caravela á sotaven-
to no se llego á rreconoger si era del naufragio de al-
gún nauio. Tomóse el sol on dos grados y dos tercios
del zeniht; dos oras después de medio dia escaseó el
viento, poniéndose de Oes Sudoeste, viage al Sur, 4 á
Sueste por la bolina, y á las 4 ventó derechamente del
Sur, dando la nao un bordo á Les Sueste y otro á Oes
Noroeste, por entretenerse, quedando luego que se
puso el sol la mar en calma, aviendosc sentido mayor
calor este dia que los pasados, con gran descaymiento
en todos. Poco antes de rrendida la sigunda guardia
comento á ventar un poco de Nornordcste y luego fue
crcijiendo del Norte, con que se nauego en popa al Sur
hasta que a ug mentándose este buen viento vino á que-
dar mas reforjado que todo el que se auia tenido des-
pués que se nos acabó la mongíon antes de cabo Del-
gado, con el qual se nauego todo el rreslo do la noche.
A 2, dia de la Purificación de Nuestra Señora prosi-
guió el mesmo Norte, haziendose el mesmo viage has-
ta que á las quatro del día quedó mucho menor, con
— 5i9 —
algunos mares de través, dando la caravela grandes
balangos, y aunque el viento era en popa y tan refor-
qado, quando se vino á tomar el sol no se hallaron mas
de tres grados y medio, pudiendo ser ginco sígun el
viento, por auer cregido los mares derechamente del
Sur de manera contra el mesmo viento, que le inpedian
para no poder la nao nauegar mas, haziendole dar ma-
yores balangos. El rresto del día y la noche toda se na-
uego con este gallardo viento, y el ayre linpio y claro,
aunque creciendo los mares en contra, cada ora ma-
yores.
A 3, dia de San Blas, continuando el propio Norte,
los mares por proa se avian augmentado de suerte que
nadie podia tenerse en pie, con los grandes batanaos,
echándose ya de ver que auia de venir algún gran ten-
poral del Sur y que aquellos mares tan gruesos venían
inpelidos de fuera de aquel canal, de mas furioso viento
del que lleuavamos, y ansi quando se tomó el sol en
quatro grados y dos tercios se conogio claramente lo
que los mares inpedian el viage, pues lleuandose al Sur
y con tan gallardo viento en popa no nos alexauamos
mas de la Aequinocíal, hallándonos entonces dellapoco
mas de veinte y un grados, casi al principio y hazia el
Norte de los temidos y peligrosos baxos de la India. Y
aunque el piloto y su ayudante se hazian muy gerca y
casi abarbados con la costa de la isla de San Lorenzo,
velándose ya della desde algunas noches antes, al En-
baxador le parcqio sienpre que desde que salieron de
la baya de Mo^anbique se auia navegado mas qerca de
la tierra firme de la Cafreria, porque demás de no te-
ner viento en aquellos primeros dias sino (i) tan flaco
que no se podia con él rronper la corriente, luego se
(i) muy flaco, que sienpre se nauegó al Sur, Juera del primer
dia, que conforme á un rr otero que traían fueron á Susueste, con
lo qual entraron tan poco.
— 520 —
vieron las señales Qíertas de tierra, de cañas, hojas de
arboles y otros escrementos, echándose de ver en esto
auer entrado muy poco por el canal y que con nauegar
todo el día (i) en saliendo de Mo<;anbique á Sueste,
quando ^erró la noche no se auia perdido la tierra de
vista, de manera que fagilmentc se conot^ia lleu^rnos
las corrientes (;t;i<;ii de la uosia, \' aunque lue^o ios dos
días siguientes al mesnm rrunbo se fueron viendo las
mesmas señales de tíerrd, que cuidentemente era de la
costa de la Caíreria, creyendo el piloto que eran de la
isla de San Lurengo. Y de que no lo fuesen pare<;io
después muy claro, porque en estos tres ó quatro dias
vltimos, ni en algunos antes, no parecieron las dichas
señales, ni rrasiro de ellas, auiendo de ser mas y mayo-
res quanto mas tuerca se hallasen de la dicha isla con
que ya el pilotM y soiapiloio se liazian en muy poca
disiani^ia; pero sigun por el poco víünto que se Tuuo los
primeros seis dias, y por lo demás que se a dicho, va
mas verisimil hallarnos entonges y al dia siguiente
quando dio la tormenta, casi en medio del canal. Leste
Oeste con el cabo de las Corrientes y el baxo de la
India y muy gcrca del mesmo baxo. Y es cosa de no-
table descuido en los que tantos años a cursan este via-
ge, no tener marcados en este canal, no solo los baxos
de la India y Juan Danova, que están casi Norte Sur
en medio del, pero ni los parceles de ^ofala, ni isla de
San Lorenzo, entrando cada uno dellos á la mar diez
y seis y veinte leguas, sin saberse por los rroteros de
que co[nunmente los mas de los pilotos vsan, el fondo
de los dichos parceles mas á la mar en el medio della y
mas gerca de la costa, y ansi se an padegido en esta
nauegagion tantos naufragios, hallándose los pilotos
giogos sin saber de qual destas dos costas y pargeles
estén mas gercanos y mas lexos. Los mares fueron
([) por este rrunbo guindo (erró ¡a noche.
— 521 —
siempre mayores por todo este dia y noche siguiente
no obstante que el viento fuese el mismo, dando tan
grandes balangos la caravela de un bordo á otro y de
popaá proa que paregia deshazerse.
A 4, miércoles, amanegio el gielo cubierto de nu-
ves (i), ventando ya el mesmo Norte mucho menos que
antes (2), con los mares tan altos y gruesos que á me-
nos de gicn pasos no pudiera verse una gran nao con
todas sus velas. Y lo que mas notable y prodigioso pa-
resgio aquella mañana fue andar y correr de todas par-
tes cruzados y herviendo los dichos mares, y con el
agua tan caliente como quando hierve en el fuego, como
se echó de ver en la que un mogo de cámara del En-
baxador sacó en un baldes de cuero. De lo qual y de
la forma con que los mares se vian conjecturó el dicho
Enbaxador ser muy gierta y propinqua la tormenta, y
que esta comengase muy mas al Sur, causada de algún
gran temblor de tierra debaxo del mar, como en las
grandes tormentas suele acaeger muchas vezes. Auia
salido aquella maTíana á la varanda ó corredor de la
caravela, como cada dia solia hazcllo, el qual corredor
demás de ser mayor de lo que rrequeria tan pequeño
nauio estaua muy baxo y gerca del agua, de suerte que
con los bayvcncs, aunque la furia de los mares rrom-
pian en la proa, Ucgavan á tocar en las tablas debaxo
del, y ansi el Enbaxador se rretiró dentro de la cámara,
y ansi no auia acabado de hazcllo quando un grueso
mar por estribordo envistió el corredor con tanta furia
que dando un terrible estranpido se llenó el suelo del,
y lleuaralo todo si desde los barrotes que lo sustenta-
van no cstuuiese fortificado con dos tirantes de hierro
hasta lo alto del chapitel, lo qual auia mandado el En-
baxador que se hiziese en üoa viendo el corredor tan
(i) y aunque,
(2) y los mares ya tan levantados.
— 5a2 —
baxo. Eran ya las diez del día quando de rrepente faltó
el viento Norte con que veníamos, pareciendo grange-
rra^íon á la parte del Sur, con lo qual los marineros
tomaron la ^euadera y velas de gavia y bonetas, cre-
yendo que solo seria al¡*un tcnporal que se acabase
, luego, quedando cun solo los papahígos, y poco antes
de las onze rrebentó del Sur tan gran golpe de viento y
con tan terribles mares y cerragion que arrebató la ca-
ravela medio trastornada y la hizo bolver al Norte. El
piloto, con todos los demás, que se vían ya tan cerca
de desenbocar el canal y montar la cabei^a austral de
la isla de San Lorenzo, con que se tenia por siguro el
viage, intentaron entretenerse con bordos por no des-
caer, paregiendoles que pasaría presto aquella borras-
ca, y ansi se hizo con un bordü á Leste, pero fue tanta
la furia del viento v mares, aunque entonces no con el
augmento que adelante tuuicron, que ie forgaron muy
de priesa d amaynar los papahígos y con el ireo en el
trinquete correr en pupa,
Cregia por momentos el rrigor díl viento y aunque
auia aun mas de quatro oras de dia el ayre estaua tan
escuro que paresgia ya noche, comengando luego un
espeso y grueso aguagero con tanto rruido que paretfia
un horrible terremoto. Y parcgiendole á todos que des-
cargando tanta agua se rresolveria con ella gran parte
de la tormenta, sugedio lo contrario, porque no pares-
gio sino que con la que caía en el mar se hincho y al-
tero sin conparagíon mucho mas, leuantando altissimas
sierras y abriendo profundos valles, cerrándose, aunque
antes de tienpo, la obscurissíma y tenpestuosa noche.
Y no gesando, sino cregiendo el aguagero, alago la ca-
ravela de manera, no bastando auerse gerrado las es-
cotillas, que todo lo que iua debaxo dellas con quanto
se llcuaua en caxas y camarotes se mojó y estragó, es-
tando el conves y tolda llenos de agua, porque sin la
que cala del gielo eran grandes golpes de taque entra-
— 523 —
ua del mar de la que por todas partes con grande ¡n-
petu envestía en el nauio, el qual fuera ínposible sufrir
tan grande y deshecha tormenta si no licuara el viento
en popa, ó fuera con mayor carga, pero siendo el ten-
poral por momentos mas terrible, gerca de media no-
che, auiendo el Enbaxador acostadose sobre su cama,
vestido, para reposar un poco, un furioso golpe de mar
envistió la pobre carauela por bonbordo con tan gran
rruido que paregio auer llevado y desecho las obras
muertas de la popa en que el Enbaxador estaua, ha-
ziendo trastornalla hazia estribordo poco menos que
Qogobrada, porque no solo la cama, sino los cofres y
lo demás que auia en el camarote boluieron hazia arri-
ba, oyéndose un lamentable clamor de todos, creyendo
estuuiesen ya 9ogobrados. Fue de manera el bayven
que el nauio dio que derribando dos marineros que ve-
nían governando el timón derribo ansimismo y apago
el lanpion de la bitácora, langando el aguja de donde
estaua, aunque fue ventura hallarla sana después, dan-
do los que allí se hallaron grandes bozes pidiendo lun-
bre. La confusión y turbación fué grande en todos y
leuantandose el Enbaxador, que tanbien avia caydo,
mando que á gran priesa sacasen un lanpion que sien-
pre de noche ardía en su camarote, y aunque este auia
rrodado y caído, por tener una vela dentro no se apa-
go, de donde se encendieron algunas otras velas y pe-
da<;os de hachas que para semejantes casos se auian
mandado prevenir en üoa, y boluiendose á poner la
aguja en su lugar y alunbrando con la velas que tenían
en las manos algunos criados del Enbaxador que allí
se hallaron, boluieron los marineros á tomar el timón
y querer governar, pero el gran golpe que la nao rre-
gibio fue tal que por grande espacio quedo muerta, sin
dar por el timón sino grandes bayvenes de un bordo á
otro, y fue gran ventura no envestir otro golpe de mar,
porque con qualquiera del todo gogobrara otro mucho
-5=4-
mayor navio. Con estas breues treguas rrebolvio luego
el viento y aguacero con mucho mayor furor y con
tan terrible rruido que los grandes truenos que sobre-
vinieron no se oyan distintamente, sino un temeroso y
confuso rrumor, con los grandes cruxidos de las obras
muertas, siendo estos de Sueste, que paremia milagro
no disoluerse y abiji se todas. No se podían asigurar
los marineros, ni los demás, ni de que la nao estuuíese
sana sin faltarle jargias, velas, vigas ni mástiles, y co-
rrer derechamente en popa, para no tenerse por per-
didos, y ansi acudían muchos á confesarse con el ca-
pellán, y otros, con algunos ofliijiales de la ñaue, per-
didos de animo se cncarravan desconliados de poder
saluarse, aunque otros con animosa y presta prompti-
tud acudían á los minisEcrios que les locaua, pero des-
nudos y tan bañados de agua que se les pudo tener á
mucho lo que aquella noche trabaxaron. El Enbaxa-
dor, temiendo, sií;Lin los grandes ynlpes de mar, que
la caravela uviese abierto alguna peligrosa agua, ma-
yormente siendo tin vieja, aunque tan bien íortiíicada
en Goa, mandó baxasen á baxo con un lanpion el car-
pintero con otro marinero y que con mucho cuydado
mirasen esto. Mas hallándola sana, no mas de con al-
gún agua de la que llovía y de la que los mares auian
sacudido, animó á todos diziendoles que no tenían que
temer dei nauío, pues la poca agua que hazia por la
mayor pane era dulge, de la mucha que las nuues en-
biauan, que á esta sazón parecían rronperse, durando
la furia de este aguacero catorze oras continuas, aun-
que tos dos días y noühes siguientes jamas ^eso de llo-
ver. Y porque el cruel viento no rralentaua punto, sino
que paremia crc^ia mas y la caravela con lleuar tan
poco paño en solo el trinquete, no podía gufrillo, lic-
uando el vaupres debaxo del mar, se cogió la mitad
del treo dexando un pequeño seno, pero el que basta-
ua para rronper los mares y nauegar velogissimanien-
— 5a5 -
te, pasándose el rresto de la noche con gritos, confu-
sión y el gran rruido en el ayre que se a dicho, hasta
que amanegio, aunque con dia poco menos obscuro y
temeroso que la mesma noche.
A 5, continuaron los mares y viento con la mesma
furia y igualdad que el dia y noche pasada; antes pa-
recían aquellos montes de agua mas espantables, pare-
ciendo luego en igual profundidad de lo que su altura
antes mostrauan. Valió ser el nauio pequeño y poco
cargado, juntamente con correr en popa, no pudiendo
hazer los gruesos mares golpe en el por lleuarlo sien-
pre hazia delante y traello fácilmente sobre la superfi-
cie del agua, surtiendo fácilmente luego hazia rriba por
mucho que lo derribasen en lo profundo della. La me-
joria que este dia se sintió fue no Ilouer tan grueso
aguacero como la tarde y noche pasada, aunque ja-
mas ceso de llover, sin desminuirse nada de la tormen-
ta, ni de la muy obscura c^rracion del dia. La noche
fué muy semejante á la precedente, cargando en ellas
sienpre mas el tenporal, rronpiendose lo que auia que-
dado la noche antes, como caponeras, caxas y barri-
les, con lo demás que auia debaxo de cubierta, con-
ves, tolda y camarote del Embaxador, y la gente tan
fatigada, mojada y heridos algunos de los golpes que
rrecibian de las cosas dichas, que parecía mucho po-
dello cufrir.
A 6, por no repetir lo mesmo, fue esta calamidad
como los días y noches antes, no pudiendo ya nadie
tenerse en pie, ansí por el continuo trabaxo como por
no auer comido en estos tres dias sino vizcocho baña-
do del agua que incesantemente caia, sin poder valerse
de otra cosa.
A 7, sábado por la mañana, aunque con el propio
mal tenporal, ceso de llover, y con el aire no tan cerra-
do, aclarándose poco á poco hasta á medio dia salir el
sol, con que todos rrespiraron algo y comencaron á
- 526-
sacar algún mantenimiento con que rrepararse, y to-
mándose el sol se halló un grado de nuestro Zeniht,
aunque el piloto se halló con medio grado, y á esta
cuenta no se hazia con la isla y baxos de Juan Danova
hasta la tarde, siendo ansí que se estaua Leste Oeste
con ella, y lo mas ijierto hazia la costa de Aethiopia ó
Cafreria; continuando los mares y viento, pero que con
'hazer el día claro no parei;ian tan grandes como antes,
Y porque era forzoso hazer t'ueriía por tomar á Moi^an-
bique y guardar en aquel puerto que aquel fuerte ten-
poral pasase, le aduirtio el Enbaxador al piloto que
pues estauan á barlouento de la costa y convenia ha-
llarse ^erca de la boca do la baya, que fuese una quar-
ta mas al Noroeste, porque el viento, que era ya casi
Sudueste, nos hazia abatir mas de otra qiiarta á Nor-
deste, y ansi no auia peli;;;ro aquella noche de dar en
tierra. Pero el piloto, que era un honbre bestial y obs-
tinado, ó porque temiese las islas de Angoxa, ó lo mas
9Íerto, por no hazer lo que se le aduertia, aunque co-
nociese ser (i) lo que mas convenia, nauegó con la
proa al Norte como sienpre la auia lleuado en todo este
tenporal, sin considerar que el Sudueste, tan furioso, le
auia de hazer abatir (2), como se a dicho, creyendo
tanbien, por hazerse mas atrás, que no podia enpare-
jar con la bahia de Mo^anbique hasta el medio día del
dia siguiente, nauegandose ansí toda la noche.
A 8, quando aclaró la mañana nos hallamos mas de
diez leguas á la mar de la costa y sin tener vista de par-
te alguna della, mas de descubrir una muy alta sierra,
muchas leguas la tierra adentro, á quien vulgarmente
llaman la Mesa los marineros portugueses, por hazer
en su cunbre una llanura prolongada; la qual sierra es
la ;ertissima señal para los que van ó vienen de Espa-
(r) lo mas gierto.
(3) mas de una quarta.
— 527 —
ña y la India por este viage, de hallarse gerca de Mo«
Qanbtque, descubriéndose de muy lexos por todas
partes.
Y aunque está mas de 14 ó i5 leguas la tierra aden-
tro, la costa en cuyo derecho ella cae está quatro ó
ginco mas al Norte de Moganbique, en cuyo derecho
tanbien, aunque al parecer mas lexos de la costa que
la Mesa, ay otra sierra rredonda mucho mas alta, á
quien ansimesmo la gente de mar llama el Pan, y ansi
no pueden engañarse con tan giertas señales los que por
aqui nauegan. Quando este dia se descubrió la Mesa,
siendo los mares ya mucho menores, nos hallaríamos
Leste Oeste con ella, quedando la bahia de Moganbique
mas al Sur, y mas de catorze della la caravela á sota-
vento. El piloto, corrido de paregelle, como era ansi,
que auia la noche pasada errado la nauegagion, hizo
gran fuerga muy por la bolina para tomar la ensenada,
trabaxando todos mas de siete oras en ello; mas el vien-
to, que era muy poco menos ó igual que en el mayor
furor, de la tormenta no solo dava lugar á ello, sino que
visiblemente nos Uevava al Norte, alexandonos mas de
Moganbique, de manera que antes que se pusiese el sol
nos echó seis leguas de tierra, en derecho del rrio de
Hernán Veloso, 16 leguas mas adelante, y porque el
Enbaxador auia echado de uer en lo que el piloto auia
hecho aquella mañana, que estaua desatinado y corri-
do, temiendo no intentase otra cosa peor, creyendo,
sigun estaua, de enmendar los yerros pasados, le enbio
á dezir que no tenia por que sentir no auer tomado á
Moganbique auiendo hecho de su parte todo lo que era
posible á su offigio, porque sigun el viento era desecho,
aunque nos aliáramos junto á la bahia y á barlovento
della fuera inposible tomalla, y que ansi nos fuésemos
á abrigar á la ensenada de las islas de Quírinba hasta
que acabase de pasar aquel tenporal. Pero no solo no
hizo esto, mas rrevestido de algún mal spiritu y arre-
- 5a8-
batado de una bestial contumacia mandó dar (i) la vela
del trinquete y la mezana, y quando anochegia puso la
proa contra el viento, que aunque los mares eran ya
tanto menores (3) todauia eran grandes, furiosos y casi
por la proa, diziendo que á horJos quería proseguir el
viage que antes. El ¡■'.nbaxador, sabiendo lo que pasa-
ua salió fuera por ¡npcdir si pudiese una tan gran teme-
ridad, lo qual no fue posible porque el piloto comento
á dar grandes bozes Jizieiido le rrequeria le dexase ha-
zer su offigio y que contra todo aquel tienpo auia de
hazer viage á Portugal. Venían tos marineros y oíligia-
les de aquella caravula, que con los grumetes no eran
más de treinta, y ansime>.mo todos los criados del En-
baxador, muy vnid'ii v conlederados entre sí desde
Goa para cargar cada uno aquel pequeño navio, no
soto del caudal que ttiiian, sino de lo que auían toma-
da de mercadurías á ^anangia, obligándose á pagar en
Lisboa el dinero qiic á muchos dellos le prestó un
Francisco Muñiz, á qiiii-'ii por hazelle buena obra, de-
mas de ser su vezíno en < ¡oa, auia dado lugar el Enba-
xador que scenbarcase consigo, sin tener noticia algu-
na de este contrato con sus criados, antes con grandi-
ssimo cuydado mandn á todos no licuasen mas de su
rropa ordinaria, porque aquella enbarcagton tan peque-
ña no lleuaua mas siguridad que ir muy Leste y ligera
para poder huir, diziendo lo mesmo á los marineros, á
quien auia dado lugar para solos seis quintales de ca-
nela á cada uno, que era aun mas que de lo que Su
iMagestad les concede en las naos que van de la India.
Auia andado el Enbaxador aquellos vltimos días, an-
tes de enbarcarse, muy ocupado en dar priesa que se
aprestase la caravela y en que el governador le acaba-
se de despachar, porque dczia que quería escrevir á
(i) el papahif-Q.
(2) eslava muy poco.
~5a9 —
Su Magestad y nunca acabaua por mucha priesa que
el Enbaxador para ello le daua, y paregia sigun esto
que gustaua de detenello, de lo qual tuuo auíso de di-
uersas personas, diziendole el patrón mayor que se en-
barcase luego y procurase salir de la barra. El tienpo
que en esto se gastó, aunque no fue mas de cinco ó seis
días, dio causa á que viéndole sus criados y la gente
de mar diuertido y ocupado con este cuydado, metie-
sen en el nauio cada uno dellos tres ó quatro vezes mas
carga de la que le tocaba, sin auello querido inpedir
las personas que para ello auia diputado de sus cria-
dos, á quien mandó enbarcar siete dias antes que sa-
liese de el puerto^ y ansi quando el mesmo dia en la
tarde se descubrieron los paroes de los malabares, no
solo se halló todo el conve» enbarcado de fardos, ca-
xas, banastas y barriles, pero ni sola una piega de arti-
llería alistada, sin auer cosa desocupada en la primera
cubierta á donde era su lugar, porque aunque como se
a dicho la carauela no salió muy cargada y después lo
fue menos, iuan ocupados los vazios della por la mayor
parte con los fardos de canela, hinchiendo estos mas
que cargando el nauio, cuya falta no se pudo conocer
ni prevenir por el Enbaxador hasta la ocasión que se a
dicho, no atendiendo en estos vltimos dias á mas que
poder salir de Goa, de que tanta dubda tuuo. La mu-
cha cudigia de llegar á Portugal con sus caudales tenia
tan giegos á todos que con ser tan euidente locura, mas
que temeridad la del piloto, les paresgio á todos gene-
ralmente que se podia contra los mares y tanto viento
proseguir de alli "el viaje, de suerte que el Enbaxador
desistió de inpedir tan gran disparate, siendo de tan
conocido peligro, y se boluio á su camarote con gran
temor de perderse aquella noche, en la qual, queriendo
hazer fuerga el piloto por dar un bordo á Sueste, el
viento y mar arrebató la caravela haziendola boluer
atrás con tanta furia que quando otro día amanegio se
34
— Sjo —
halló mas adelante de los picos Fragosos, quínze leguas
. de donde la tarde ó noche antes avia acometido |an no-
table enpresa, afirmando después casi todos que auia
sido particular bcnefi<;io del gielo no i;ogobrar, no una
vez, sino muchas e! nauio.
A 9, ya con los marui Ikinos y mucho menos viento
se nauegó hazia las isl.is de Quirinba, dos ó tres leguas
de tierra, que por venir el viento sobre ella paremia mu-
cho menos. Y aunque se pudiera llegar á prima noche
á la bahia entre Quirinba y Oybo, se amaynaron pane
de las velas y al amanecer se llegó á dos leguas della y
á las ocho se dio fondo en menos de quairo bragas,
casi marea vazia, y á inedia legua y mas de la isla de
Oybo, por tener mas conmodo surgidero. Corren estas
islas de Quirinba por mas -de treinta leguas hasta Cabo
Delgado, en una ensenada de la dicha distancia, las
quales son muchas, unas mayores que otras y mas ó
menos apartadas de la custa de la tierra firme, pero con
canales tan estrechos y poco hondos que de una parte
á otra se esguaza á pií.' con marea vazia, y aunque cada
una tiene su nonbre düerentc, por ser la primera como
se viene de .Mo^anbique la que tiene eslc nonbre de
Quirinba, los portugueses quando primero las descu-
brieron nonbraron á todas indiferentemente con el mes-
mo; pero como se a dicho tienen sus nombres particu-
lares. Fueron antiguamente habitadas de árabes, como
agora se parcíje en ellas por muchas rruinas de casas y
mezquitas labradas puliticamente de cal, piedra y [a-
drillo, como lo eran las giudades de Quiloa, Monba^a
y Melinde; mas algunos años después que de Poriuga'
se comento á continuar la navegagion de la India, con
el natural odio que ios soldados y gente de mar portu-
guesa tenia á todos les mahometanos, no solo las sa-
quearon derribando y quemando las poblaciones, sino
que bárbaramente, sin perdonar á sexo ni edad, los
pasaron á cuchillo, conseruandose aun agora por ira-
- 53i -
digion entre algunos mestizos que agora se'hallan en
las dichas isías, de cafres y de los mesmos árabes, el
gran temor que les causaua las heridas que los portu-
gueses dauan con las espadas. Estuuieron muchos años
deshabitadas estas islas hasta que de Monbaga, Mo*
^anbique y de algunas partes de la india, con la cudi-
Qia de rrescatar esclauos y marfíl acudieron algunos
portugueses á poblallas, hasta hallarse como agora
estan^ en cada una dellas ün vezino, permitiéndoseles
el señorío dellas, subordinado á Mo^anbique, de don-
de cada año, no estando de alli mas de sesenta leguas,
viene un juez á visitallas. Tiene cada vezino ó señor de
cada una de estas isletas su casa de piedra y cal y alli
sus mugeres, hijos, esclauos y esclauas, y para conpa-
ñia y siguridad, por estar los negros de la costa tan
gerca, algunos parientes ó amigos, algunos dellos ca-
sados por la mayor pane con mulatas ó negras, con
quien los dueños de las islas parten la ganancia, hallán-
dose todos, con los esclauos que tienen de la India y
de los mesmos negros domésticos, apergebidos de ar-
cabuzes, mosquetes y otras armas con que se defien-
den de los de tierra firme quando alguna vez intentan
á pasar á les hazer daño.
Todas estas isletas son pequeñas, de ánbito de una
legua ó media cada una, y de unas á otras por la ma-
yor parte se pasan de marea vazia, y aunque tan pe-
queñas son muy fértiles, llenas de palmares, naranjos,
cidros, limoneros y plátanos, con pozos de muy buen
agua, y con ser los honbres que las habitan de muy
poca industria hay en ella higos de España que dan y
produzen dos vezes al año, y ansimesmo algunas uvas,
con todo el genero de (i) ortalizas que ay en la India,
y de las frutas de España se dieran muchas otras si los
portugueses fueran mejores agricultores. De este pe-
(i) legunbresy
-53a-
queño archipiélago de islas, la de Quirínba es la ma-
yor, y que ansi por esto como por auerse poblado pri-
mero ay en ella veinte y ginco ó treinta casas de por-
tugueses y mestizos con sus mugeres y esctauos, como
las de las otras casas singulares de las otras isletas,
mas de no estar junta^ en f'irní;! dt; lu;^ar poblado, sino
á trechos dos y tres ¡untas, como se escrivio en el pri-
mer libro que eran las de !a isla de Andaro. Pero no
tiene Quírinba señor particular, por ser tantos los ve-
zinos, mas de quedar cada año uno dellos por juez, y
demás de esta premiiicni;ia viene de tres en tres años
un frayle de Santo Domingo, de Goa, para les dezir
misa y administralle l'is sacramentos, para lo qual tiene
una hermita en medio de aquellas casas, acudiendo
tanbien á confensarse nlli de las demás islas. Fuera de )a
abundancia que en todns ellas ay de fruta v ortalizas se
crian hermosas vacas y cabritos y mucha infinidad de
toda suerte de paxaros, entre los quales se veen grandes
vandas de palomas torcazas y tórtolas, de manera que
rregaladamente tienen lodos de comer, fuera de la ha-
rina y arroz, que le viene de Goa con los dulges y fruta
seca de Ormuz; de que están bastantemente proveídos,
dándoles ansimesnio el mar abundanijia de buen pes-
cado. La segunda isla de las dichas se llama Oybo,
cerca de la qual surgió la caravela, y aunque no es tan
grande como Quirinba, pero de mejor lenple y mas
fresca, siendo toda ella un jardin y de mas saludable
agua. El señor della, aunque de padre portugués, na-
cido de muger ba^a de la India, y él medio negro, pero
de muy buen natural de onbre; Mamase Duartc Viera,
preciándose de hidalgo por venir de los de este apellido
de la giudad de Porto en Portugal. Merece muy bien
este honrrado honbre que del se haga este poco de elo-
gio, como de otro Mentor ó Algestes, por la gran libe-
ralidad que vsa con particular humanidad con todos
los que allí aportan, no dando ningún abrigo las demás
— 533-
íslas para surgir algún navio sino el que se halla en
esta ensenada, aunque estos an de ser pequeños, no
auiendo hondo de mas de tres bragas de marea vazia
en lo mas alto del canal. Llegaron luego algunas alma-
dias de las dos islas de Quirinba y Oybo, auiendo des-
cubierto desde muy tenprano la nao, sospechando al
principio que fuese de enemigos; pero asigurandose de
que no lo era entró en el nauio de la una dellas un
mangebo portugués, pratico y de muy braua rrazon,
de los de la conpañia de Duarte Viera, y del supo el
Enbaxador la mesma nueua que en Moganbique, de
auer llegado á Monbaga dos naos de Portugal y de
auerse perdido la una. Son estas almadías de que vsan
los negros subjectos y esclauos de los portugueses de
estas islas, muy abiertas de arriba y de quilla muy an-
gostas, aviendo algunas muy largas y casi iguales de
los bordos y asiento, y de un solo palo como las de
Goa, las quales son mas anchas de boca; algunas se
conponen de diferentes tablas cosidas con cayro y
breadas, y á las mayores de las quales llaman coches,
aunque balangean tanto que con qualquier movimiento
paregcn gogobrarse, pero los negros las tienen por muy
siguras por mucha carga que le echen y el mar esté
alterado. A la tarde llegó el Duarte Viera, trayendole
al Enbaxador agua, naranjas, limones, cocos y algu-
nos plátanos con algunos cabritos tan buenos que ni
los del reyno de Lara ni de otra parte del mundo le
podian hazer ventaja; pero la vaca que luego otro dia
enbió era de tanta exgelengia que ninguna ternera de
las que con mucho cuydado se ceuan con leche en Es-
paña, ni Italia, se le podia conparar en gusto, ternura
y color, y tan gorda que por la mayor parte se come
asada. Y es cosa muy particular que siendo terneras
no tienen esta perfecgion ni gusto sino después de tener
tres, quatro y seis años, y con toda esta edad no son
tan grandes con gran parte como las de Europa, pero
-534-
mas rrcgalada comida que todas las carnes domesticas
y de monie de quantas en ella por mejores que sean se
podrían hallar. Tiene este buen morador de Oybo una
muy buena casa de aposentos baxos y alios y capaz
de rrccogersc en ella toda su familia, que es numerosa
y grande. A la casa y un J;h-J¡ii qut.- üslá junte á ella
rrodea una ^crca de piedra y cal de dos bragas de alio,
con sus almenas, de manera que struiendolc de mura-
lla, con las armas Je que su familia sienpre está apcr-
i^cbida faifílmentc se puede defender de qualquiera nú-
mero de negros que pasen de tierra firme, aunque éslos
por la mayor parte csum sienpre de paz por medio del
rrescate que se a dichn. Esiuuo aqui el Enbaxador
quatro días, en que le vinieron á visitar algunos portu-
gueses moradores de las islas mas propínquas, y de
Quirinba, Juan Feyjoo, criado que auia sido del obispo
de Braga Don Alexo de Mcneses, y entonges como
juez ordinario de Mr;i,-:inhique auia venido á visitar
aquellas tslas; y aunque este añrmaua que cada dia se
podía esperar buen viento para hazcr viage, los demás
dü/Jan por gierto no auer ya mongion, por ser acaba-
da; conforme á esto queria el Enbaxador aguardar en
aquel surgidero hasta ver si en la luna que se esperaua
entrañan los Nortes y colaterales para llegar al Cabo,'
y quando faltasen y se tuuiese ya perdida la esperanza
de monición, irse desde alli á Monbaga y desde alli á
Goa en conpañia de la nao que aüi auia venido de Por-
tugal. Y como por las causas atrás rreferidas, ansí la
gente de mar y todos los demás deseasen arriscarse á
perderse por hazer viage, quisiera el Enbaxador ha-
zerlo por fuera de la isla de San Lorenzo, no obstante
que ni el piloto ni otro algún marinero lo uviese hecho
desde esia costa y fuese tan peligrosa aquella derrota
piir auerse de atravesar todos aquellos baxos; pero
auiendoííe de gastar tanto tienpo en esto que quando se
llegase al Cabo de Buena Esperanga auia de ser ya muy
— 535-
entrado el invierno en aquel clima, adonde la caravela
no podía sufrir los mares en traues y auia de boluer á
arribar, dexó este pareger de tan evidente peligro, de-
mas de saberse por muy gierto que jamas nao alguna
que arribase en este viage acometió el camino por fuera
desde MoQanbique, Quirinba ó MonbaQa, ni de otro al-
gún lugar de aquesta costa. En los quatro días que
aquí nos detuuimos por ser las cregientes y menguan-
tes de mareas tan grandes que no se auia tenido memo-
ria de otras semejantes, estuuo la caravela en peligro
de locar dos vezes con baxa marea, llegando la una á
rroqar el timón con el suelo por algún espagio, hasta
que boluiendo[lo] á henchir quedó libre. Visto este in-
conveniente se sondó con el batel algo mas afuera, á
donde se halló dos ó tres pies mas de hondura, por ser
aquella bahia casi ygual, y allí aunque con tan poca
ventaja se asiguró el nauio.
A 12, sábado, por la mañana le dixeron el piloto y
maestre al Enbaxador que auia muy buen viento para
el viage, escriviendole lo mesmo desde tierra Duarte
Viera, y aunque esto no paregiese verisímil porque
aviendo entrado la luna tan derecha con el Sur Sudues-
te y Su Sudueste y continuado estos vientos hasta en-
longes por veinte y tres días, no se podía esperar mu-
danga notable hasta la luna venidera, quando la tal
mudanga uviese de auer, de que tanbien se podía du-
dar mucho. Y ansi aunque el Enbaxador temiese auer
de venir á parar esto en boluer a tomar á Moganbique
y detenerse a!li muchos días, cosa que por su mal tem-
ple temia tanto, dio orden que el nauio se hiziese á la
vela, el qual con el terral salió de aquella ensenada;
mas luego que se apartó á menos de media legua de la
costa el terral se boluío Sudueste y en muy poco espa-
gio Su Sudueste, como auia corrido antes, quedando
todos tristes y con mucho silengio sin dezirles nada el
Enbaxador, y andando haziendo bordos á la mar y con
— 536-
las corrientes á tierra, en <;inco días se Hegó á la bahía
de Mocanbique dando fondo en ella, ya noche, casi en
el mismo lugar en que antes se auia surgido.
A 17, luego como el capitán rreconoijio la caravela
enbío dos pilotos de la tierra que la metiesen en el
puerto, por dczic ya todos quü era l'ori;i>so aguardar á
que corriese viento a proposilo, aunque los pilólos de
la tierra afirmaron luego como llegaron que la monición
era ya acabada. Licuóse la caravela al puerto y surgió
en ocho brabas á dozicntos pasos de la fortaleza y po-
cos mas de la |ioblai;ion, que entonges paresgio de me-
jores casas de lo que anles se auia sabido. Estuuo aqui
el Enbaxador veinte y quatro dias, entrando la luna en
este tienpo con el mesmo viento Sur tan continuo co-
mo antes, diziundo todos los honbres ele mar que en
(Moijanbiquc se hallauan, con el piloto de una caravela
que en aquellos días auia llegado de (^ofala, lo mesmo
que los pilotos de la tierra, negros, sobre no se poder
ya esperar tienpu para pasar el Cabo hasta el año veni-
dero, ó por el fin del présenle en todo Dizienbre; y
aunque esto por todo lo ya rreferido parcijia ser ansí,
no quiso el Enbaxador salir al lugar en todo el tienpo
que alli se dctuuo, con ttncr tan poca salud v ser los
dias y noches de cxcesiuo calor, esperando si acaso
veniava viento aproposito para intentar de pasar el
canal, que es lo mas difícil de esta nauega^íon; pero
los Sures perseveraron sienpre. Auia salido de Mozan-
bíquc juntamente con nuestra caravela quando alli se
paro la primera vez, una urca cargada de negros que
naucgaua al Brasil, queriendo ir en nuestra conpañia
hasta pasar el Cabo, siendo esta urca una de las dos
en que el año antes avia venido el castellano de la for-
taleza, Jacobo de Morales, auíendose la otra perdido
en Juabo, uno de los brai;os del rrio de Cuamá. Esta
que salió con nuestro nauio era grande de quinientas ó
seiscientas toneladas, llouando otros tamos esclauos y
— 537 -
sesenta portugueses entre marineros y mercaderes, los
quales aguardauan ya algunos días auia tíenpo con*
modo para salir, estando todos enbarcados, y viendo
que nos auiamos hecho á !a vela salieron ellos tanbien
aunque su piloto, que paremia, con ser mogo, honbre
despierto en su offigiD, le auia dicho un dia antes al
Enbaxador que no auia viento para hazer viage, con
ser ya tan tarde, y que tcmia mucho de aquella mon-
q'ion no fuese acabada; pero que ellos, que auian en-
pleado sus haziendas y consumiendo los mantenimien-
tos que auian cnbarcado, era forgoso aventurarse á
qualquier peligro por no acabar de consumirse alli. Fue
la urca sienpre siguiéndonos á una ó dos leguas de
distangía, lleuando nuestra caravela amaynada la ma-
yor parte de la vela de gauia del trinquete, por aguar-
dalla, nauegando más la caravela, y querer el Enbaxa-
dor Ileuar todo el tienpo que pudiese aquella urca, por
lo que pudiese sugeder hasta que ella se encaminase al
Brasil. Pero como dos dias antes de la tormenta, a
nuestro piloto le dixese al Enbaxador que se pcrdia
muchí) tienpo en aguardalla y que era mejor darnos
priesa hasta descubrir la isla de San Lorengo, y alli se
aguardaría dos ó tres dias navegando xon poca vela, y
pareciendo esto bien, se Icuanto la que iua casi amay-
nada, con que luego aquel dia se perdió la urca de
vista. Y como el tenporal que luego sobreuino fue tan
furioso, entendíase por todos que auia arribado á Mo-
ganbique si no se uviese perdido, de manera que ansi
el Enbaxador como los demás tuuicron luego aquel
dia cuydado de saber de la dicha urca, y auiendo-
les dicho no sabe[r] della cosa alguna, creyendo todos
por esto auerse perdido en algunos de los dos parceles
ó baxos, ó tragadosela el mar por ir muy cargada, lle-
uando mucho evano sin los esclauos. Pero lo mas ve-
risimil paremia, sígun lo mucho que los que en ella iuan,
perdían bob'iendo á Moganbique, que se arriscasen
~ 538 —
rrodeando la isla de San Lorengo á hazer el víage por
íuera de alli, pues aunque gastasen mucho mas tienpo
en él, era mas corlo por aver de quedarse en el Brasil.
Salió dos vezes á ver la fortaleza, el Enbaxador, en el
tienpo que aqui se detuuo, paregiendole mejor que
desde lexos la auia antes visto, y de la rrela^ion que
della le avian hecho, aunque con la inperfec^ion de no
tener fosso. Porque uno que enton9es le abrian, de-
mas de no ser conforme á lo qlie pide la buena fortifi-
cación, tenia la scarpa del baluarte San Grauiel y de la
cortina que del corre al de Sancto Antonio los defectos
que atrás se an dicho, por el poco fundamento y mu-
cha flaqueza de la dicha scarpa. Aunque el mas nota-
ble y visible daño de esta fortaleza y que causa admi-
ragion no auerse en tantos años rremediado es que casi
sobre el mesmo fosso, igualmente entre los dos dichos
baluartes, se leuanta una montañuela que los tiene á
cauallero gon la mesma cortina, y aunque se va luego
apartando hasta correr por todo el baluarte de San Ga-
briel, no queda mas lexos del de pocos mas de gien
pasos, y en algunas partes á sesenta ó setenta. De ma-
nera que qualesquiera enemigos, no solo tienen rreparo
siguro y se pueden cubrir con la dicha montañuela
para no rregibir daño de la artilleria de la fortaleza,
pero desde alli podella batir con gran comodidad y
matar los soldados que en la cortina y baluartes para
su defensa se hallaren. Y siendo todo este pequeño co-
llado de tierra blanda, fuera cosa muy fagil averse cor-
tado y explanado del todo, quedando todo aquel lugar
descubierto, mayormente auiendo tanta cantidad de
esclauos en Moganbique, con el mucho numero de los
negros domésticos y de paz de la Caabcgeyra, que? los
unos y los otros trabaxarian por poco pregio en la
dicha obra, en la qual, con ser tan importante no se
trata de poner mano aunque en el sitio que de pocos
años á esta parte los olandeses pusieion á esta fortale-
— 539 —
za, desde la dicha montañuela la batieron y después la
minaron, estando tan gerca cubiertos y aloxados detras
della. Quando el Enbaxador estuuo en Moganbique y
desde algún tienpo antes, juntamente con abrirse el
fosso se iua preparando lo que con las minas y bateria
auian arruinado los olandeses, del baluarte San Gra-
uiel y la cortina hasta el de Sancto Antonio, cayendo
entonges gran parte de la muralla con que estaua guar-
negido el terraplén; pero quedando este en pie desistie-
ron de dar assalto, perdiendo la esperanga de poder
tomar la fortaleza. Y aunque el baluarte batido y mi-
nado tenia bastante plaga, sigun era la de toda la for-
taleza, por ser la mayor defensa della lo iua alargando
el castellano para que fuese mas capaz de artilleria y
gente. Dexaron los olandeses en descuento de auer
quemado la poblagion, hecho un notable benefigio á la
gente della, porque no auiendo agua en toda la isla,
como honbres militares abrieron en lo mas alto y en el
medio della muchos pozos, hallando bastante agua
dulge en ellos, no ahondando mas de aquello que era
menester para se proueer del agua negesaria po: el
tienpo que allí se detuuieron. Después, boluiendo de la
fortaleza adonde se auian rrecogido, los vezinos á sus
casas, y hallando en aquella parte de la isla tanta agua
dulge se admiraron mucho, paregiendoles aquel gran
milagro, no auiendose jamas en tantos años persuadido
que en aquella isla se pudiera hallar agua para siquiera
en negesidad se pudiese beucr. Pero aunque es tanta
comodidad para ellos, ni an ahondado aquellos manan-
tiales ni guarnegidolos de piedra alderredor y de lo
hondo á lo alto porque no se arruinen y gieguen, como
agora lo están, dando mucho menos agua de lo que
pudieran, estando muy en la superfigie de la tierra, y
ansi por tener tan poco hondo vulgarmente llaman
agora á estos pogos las fontiñas, siendo menester que
los esclauos y csclauas que van por agua con las manos
7-540 —
ahonden la arena para poder henchir sus cantaros.
Todos añrman que el agua esta buena como la de la
Cabageyra y como la que viene de más lexos, y con
todo esto falta industria para no estar bastantemente
proveidos de cosa tan forgosa y necesaria como es el
agua. La fortaleza tiene una gran gisterna capaz de
veinte mil pipas, que recogiéndose de las lluvias que
alli son muy copiosas, después de asentada es exge-
Icnte, aunque no tan fria como la de las cisternas de
.Lara. Dos dias antes que la caravela viniese esta vl-
tima vez á Moganbique sugedio que estando 6n sol-
dado bañándose junto á la fortaleza, llegándole el agua
poco mas arriba de la rrodilla, lo arrebató un marraxo
y en un momento lo despedazó y comió sin podelle
socorrer á tienpo otros que estauan alli gerca; y en el
tienpo que alli se detuuo el Enbaxador se comieron
estos feroqissimos pescados dos negros junto á la po-
blación, y es de manera el andar geuados en carne hu-
mana que al momento que caya alguno á la mar ó
entre á nadar en ella es luego despedazado y comido,*
estando este puerto lleno de los tales marrajos, que
como ya se a dicho los marineros portugueses llaman
tintoreras, casi de la mesma forma que los tiburones,
pero mucho mayores y de mayor boca y dientes. El
año que el Enbaxador pasó de Ormuz á Persia, algu-
nos meses adelante se vieron dos disformes pescados
gerca de la playa de aquella ciudad que mira al Occi-
dente, á las espaldas de las casas del rey y Guazil,
cerca donde posaua el Dabuli que es el agente que alli
ordinariamente rreside de Dabul. Notáronse y vieronse
estos pescados muy gerca de tierra, andando ceuados
por auer fallado aquellos dias dos ó tres muchachos y
otros dos marineros, á los quales se auian comido,
creyendo en sus casas que se auian pasado á tierra
firme. Pero viendo algunos moros de Dabul la gran-
deza y fiereza de aquellos animales marinos, sospecha-
-541-
ron luego lo que podía ser; dándoles el agente dellos
lo necesario armaron dos barcos y con unas gruesas y
rrezias cuerdas con una bra^a de cadena al cabo de
cada una con gruesos anzuelos, y en cada uno dellos
medio carnero, se pusieron gcrca donde antes los auian
descubierto y luego como lanzaron las cuerdas con el
Qeuo al agua acudieron con gran furia arrebatando los
anzuelos y carne sin temor ni recato de la mucha
gente que en los barcos estaua; pero como fuerte-
mente se prendiesen y sacudiesen Ileuavan tras si los
barcos, hasta que ya prendidos los sacaron á tierra y
mataron. Dezian que eran macho y henbra y que ja-
mas se acordaua nadie auer visto semejantes pescados;
las cabecas eran rredondas, mayores que un gran fardo
de arroz, y de grandissimas bocas, de manera que
podían tragar un carnero ó un honbre con los dientes,
aunque no mayores que los de los marrajos, pero de
muchos ordenes desde el principio de la boca hasta
muy adentro de la garganta, siendo mientras mas inte-
riores, menores. La grandeza del cuerpo no correspon-
día con la de la cabera, aunque el menor dellos tenia
doze píes de largo, siendo muy delgados en la cola; el
cuerpo pintado de negro, amarillo y blanco. Otros dos
pescados semejantes á estos afirman los marineros de
nuestra caravela que vieron muy gerca della viniendo
de Ormuz á Goa, junto al cabo de Mogandan, aunque
sigun les pares^io mucho mayores y pintados de las
colores que tenían los que se mataron en Ormuz. Es
el puerto de Mocanbique muy grande, encorvándose
la tierra hazía Oeste una y dos leguas de la isla, y la
Caaba^eira le queda á la mano izquierda, como se
quiere salir del puerto, menos de media legua al Sur,
que es la otra punta de la tierra firme hazía la isla de
Santiago; aun esta mas ^erca con otra isleta pequeña
en el medio. Vinieron de Goa algunos días antes de
nuestra partida dos galeotas y un patage trayendo
— 54« —
sienpre vientos Sures por la proa, pero ayudándoles las
corrientes llegan aunque con mucho trabaxo, y viendo
el Enbaxador que era ya tienpo de boluer á Goa hizo
con mucha priesa enbarcar la gente que auia en tierra,
para partir otro día, corriendo un fresco Sudueste,
para salir del puerto.
CAPITULO III
Continuación del viaje hasta llegar á Goa. — Horrible explosión
que hubo en el polvorín de esta ciudad.
A 14 de Mar^o, domingo, de mañana salimos de la
bahia con el ^ielo nublado, y auiendose rrefor^ado el
Sudueste con la proa á Nordeste, y ansi en menos de
dos oras se perdió la tierra de vista, paresgiendose so-
lamente lo alto de la Mesa. A las quatro de la tarde se
puso el viento de Leste y con gran ^erragion descargó
un grande aguagero, cargando el viento hasta obligar
á que se amaynasen las velas de gauia, y aplacándose
á prima noche la borrasca boluio el Sudueste, con que
se navego al Nordeste toda la noche y con algunos
aguaceros menores.
A i5 el mesmo viage y viento; y á la propia ora que
el dia de antes y con el propio Leste nos envistió otra
semejante borrasca por todo el rresto del dia, quedán-
dose luego el viento Leste fixo por muchas semanas,
como señor de esta mongion tan escasa y trabaxosa, y
por ser trauesia para la tierra se navegó aquella noche
á Susueste.
A 16 hasta 21 calmas, poniéndose el viento algunas
vezes Sueste Leste y Les Nordeste, pero tan flaco el
poco tienpo que durava que casi no se hazia viage y
este era á Nordeste ó á Sueste, muy por la bolina, pro-
curando el piloto hazerse á la mar de noche á Les Nor-
deste y á Leste, 4 al Norte quando alguna vez el vien-
to se alargava una ó dos quartas mas, siendo por la
mayor parte del tienpo, calma, con grandes calores de
noche. Domingo, á 21 en la tarde, aviendo amenazado
todo aquel dia una gran gerragion de Leste cargo inpe-
tuosissimamente el Leste con un furioso aguacero, y
esto tan de rrepente que no dio lugar á se amaynar las
velas de gauia, ó por hablar mas verdaderamente, la
obstinada confiancjadcl piloto fue causa de poner aquel
dia á notable riesgo de QOQobrar la caravela. Porque
auiendo advertido antes el Enbaxador, viendo la grande
obscuridad del nublado, que amaynasen, y no auiendo-
lo hecho, teniéndose entre todos los marineros portugue-
ses por valentía y caso de valor el no amaynar luego
que comienge la borrasca, en vn instante, rreboluiendo
con mayor fuerza el viento de Noroeste tomó la nao
por dauante con todas las velas, de manera que car-
gando el viento mas furioso y no pudiendo governar el
timón, la caravela puso todo el costado de stribordo
y las antenas y velas en el mar casi del todo (jogobra-
da, no auiendose visto hasta entonges en tan conogido
peligro de perderse. Los oíigiales y mayor parle de los
marineros, teniéndose por perdidos no agertauan á
mandar ni ejecutar nada que conviniese, y aunque al-
gunos otros acudieron é querer amaynar todas las ve-
las, hallándose enbaragadas por auer tomado el na-
uio por dauante, no cayendo tan presto, y por estar
los mástiles tan inclinados, hasta que con gran rruido
vino de romania la antena mayor abaxo, con lo qual,
enderezándose la caravela y comentando á governar
se tuuo lugar de amaynar las demás velas y cogerse,
aunque boluiendose el tienpo de Leste con la mesma
furia de viento y agua, el tenporal duró casi dos oras,
corriendo este tienpo la nao á Ñor Nordeste muy por
-544-
la bolina, con solo el papahígo del trinquete á medio
mástil. Después de media noche se tuuo otra rrefríega
de viento y agua, aunque no tan grande y durando
menos lienpo.
A 22 continuo el mesmo Leste, pero tan débil como
los primeros dias, aunque con esta flaqueza se naue-
gaua alg{) sJn ver iu cosía, hazitiidusv fi piloto catorce
ó quinze leguas della; tomóse el sol en 9 grados.
Desde aH de Mar^o hasta 24 de Abril con e! mes-
mü Leste, variando á Les Nordeste y á Sueste, naue-
gandose muy poco y por la bolina, y algunos dias y
noches de calma con excessiuo calor, pero yendo to-
dos muy proueidos de buen pescado por los muchos
dorados y albicoras que cada dia matauan, siendo mu-
chas de estas tan grandes como atunes, de manera que
apenas dos marineros podían con cada una dellas, y los
dorados los mayores que hasta enton^jes se autan vis-
to, siendo algunos de quatro y cinco pies de largo. A
5 de Abril, después de medio dia, estando el Enbaxa-
dor en la varanda de la caravela, siendo el dia casi cal-
ma oyó un gran ruido por bonbordo, como si muchos
honbres juntos á un tiempo se lanzasen al mar, y le-
uantandose á mirar lo que fuese, sospechando que
uviese desgraciadamente caydo alguno y que otros se
arrojasen tras él á socorrelle, como suele suceder, vio
como el agua del mar venia por aquella parte movién-
dose con gran rruído, viniendo grandes espumas blan-
cas delante de la manera que algún gran barco con
buena chusma rompe el agua nauegando con mucho
¡npetu. Descubrióse luego tras las espumas y agua in-
pelida, poco mas de seis pasos de la varanda, unmons-
truo marino cuya forma no se pudo bien destinguir,
porque lo que del se pudo ver era el lomo, desde las
agujas ó honbros hasta el fin del espinazo ó nascimien-
to de la cola; lo que del se pares^io era mas grueso que
un elephantc y de mas de quatro brabas de largo; el
-.-545-
color como del mesmo etephaiite, y mas propiamente
como la quilla buelta hazla arriba de alguna gran man-
chua, que son los mayores barcos que en la India se
usan^ con la quilla no angosta de la parte inferior^ sino
tunbada como la buelta de una bóveda, mostrando aquel
color negro como está breada. No mostró, aunque visto
de tan cerca, ningún genero de ala ó perpetaña, como
las vallenas y demás pescados, antes parecía^ de la ma-
nera que nadaua y rrompia el agua, tener la hechura
de animal terrestre, nadando con quatro pies, siendo
increíble el rruido que hazia y el gran movimiento del
agua al derredor del. En el fin del lomo, no descubrién-
dose nada de las caderas, tenia en lugar de cola una
cierta cosa leuantada derecha hazia rriba y algo mas
inclinada hazia adelante, del mesmo color negro que
el lomo, de media braza de largo y mas grueso que un
honbre, la qual no fenecía en punta, sino como si se
estuuiese un pedazo de viga (i) rrollíza ó troncón de
árbol grueso al través, ó serrado ygualmente, no sien-
do esta forma de cola mas gruesa del nagímiento que
en su punta ó extremidad^ sino ygual en la grosura
dicha de anbas partes; la cabega, aunque nada della se
paremia, mostraua tenella muy junto á los honbro^,
como un puerco ó elephante, lanzando desde allí gran
cantidad de agua^ no en caños como las vallenas, sino
muy esparcida, dando grandes bufidos como los dos
pescados grandes en forma de delphines, y mas pro-
piamente phisiteres, que á la ida se vieron entre Mo-
ganbique y Cabo Delgado. Aviase primero descubierto
este prodigioso monstruo por la proa, y corriendo al-
gunos criados del Enbaxador y marineros á la varanda
por velle mejor, afirmaron no se acordar nadie de auer
visto otra semejante, ni oydo que tal uviese parecido
en parte alguna. Aunque con tan poco viento y tan
(i) redonda.
35
- 546-
contrario, después de -auerse dexado por bonbordo á
Cabo Delgado, Quiloa, Monba<;a y Melinde, se pasó la
^quinocial hasta siete grados della á la parte del
Norte.
A 25 de Abril, corriendo el mesmo Leste, trauesia
hazia la costa, ya con señales della, aunque nos hazia-
mos 5o leguas á la mar, se dcbcubrío tierra por bon-
bordo á quatro ó cinco leguas, cosía baxa y de arena.
Y aunque por la proa no la llcuauanios, el piloto, muy
alborotado se hizo luego á la mar por Susucste, dos
dias y dos noches continuos, con que se descayó de
manera que fue después causa de ponerse á peligro de
perder el viage, aviendo hec!io ¡jranJe instancia el Hn-
baxador que por todo el día se lleuase el mesmo ca-
mino á uista de tierra, y que de noche, con poca
vela (i), á la mar, por el mesmo rrunbo de Susucste,
boluiendo luego que amaneciese á Ñor Noroeste, por
no apartarnos de la costa, que es lo que todos los bue-
nos pilotos de esta mon^ion pequeña amonestan con
tanto cuydado. Al cabo de auer dos dias naturales na-
uegado á Susueste y Sueste, por ser el viento ya Les
Nordeste se puso luego del Sur derecho, comentando
blando, pero que dentro de pocas oras vento gallarda-
mente, con que pudiéramos, por el tienpo que duró,
que fueron seis dias, ponernos en bastante altura para
hallar vientos Noi oestes ó colaterales con que llegar
en pocos dias á Goa; pero aunque esto se le aduirtío y
rrogo al piloto, diziendole que aquel viento se auia de
acabar presto, que nos aprovechásemos del por el
tienpo que durase para ponernos en mejor parage, no
quiso, como honbre bestial y obstinado, sino poner la
proa en Goa por Leste, 4 al Nordeste, confiado en que
ansi ganaria mas camino Ileuando derecho viage, no
mbo que el piloto tomó luego.
-547-
conofíendo que (!) por aquel rrunbo, como se auía
visto por esperien^ia muchas vezes, avia de descaer á
Sudueste hazia donde las aguas corrían con grande
inpetu. Esto se vio luego otro día, hallándonos quando
se tomó el sol un tercio de grado mas al Sur de lo que
nos auíamos hallado el dia de antes, y en los dos días
adelante menos un grado, de manera que sin lo que se
auia descaydo en las dos sangraduras á Susueste y á
Sueste descaymos agora con este tan buen viento un
grado y un tergio. Y aunque euidentemente se conogia
este gran hierro del piloto, él contumazmente porfiaua
por lleuar la proa que antes, aunque en los tres días
adelante, no siendo ya el viento sur tan rrezio se des-
cayo mucho menos por crecer y ser mayores las co-
rrientes contra el viento quanto él corría con mas fu-
ria. Paró este viento al cabo de los dichos seis días
poniéndose de Oes Noroeste y auiendo ya caído en
parte de su hierro el piloto por lo mucho que avía
descaydo^ nauegó á Nordeste y Nordeste, 4 al Norte,
con bolinas largas y grandíssímo calor de día y de
noche.
A 4 por la mañana se descubrió la isla de ^acotora
por bonbordo á seis leguas, tierra muy alta y de serra-
nías como la costa de Arabia dentro del estrecho de
Persia. Corría la costa que se descubrió de esta isla,
Sudueste Noroeste, y aunque se navego á vista della
todo el dia, por ser el viento muy flaco no descubría-
mos aun la parte mas septentrional de ella, mas de
verse quanto mas se nauegaua irse leuantando mas las
serranías de su costa, hasta que después de noche se
perdió de vista. Tomóse este día el sol en 12 grados y
un tergio.
A 5, luego que amanesgío paregio la mesma costa á
la mesma distancia que se auía descubierto el día antes,
(i) no llevando todo el viento en popa, podía.
— 55o —
de Ormuz en demanda de Goa, trayendo el mesmo
rrunbo de Sueste y Sueste 4, al Sur hazian presto y fe-
lice viage. Pero era tanta la obstinación de este bruta-
lissimo honbre que no se podia (i) encaminar con rra^
zon alguna, y no hallándose en la caravela marinero
que supiese asistir al aguja no se atreuia el Enbaxador
mandar governar como le pares^ia. Tomóse el vltimo
dia destos el sol en 16 grados menos un 4.
A 19, continuando el mesmo Oeste en popa y no
viéndose ni auíendose visto en más de nueue ó diez
dias señales de tierra, persuadiéndose todos que esta-
uamos muy cerca de la costa de la India y casi ya con
los isleos Quemados, al Enbaxador le pares^ió lo con-
trario, afirmando que estauamos muy engolphados,
aunque no tanto como después pareció, conociendo
por esto que las señales de tierra que tantos dias antes
se auian visto eran de la costa de Arabia. Y cobrando
ya con la perplexidad y confusión del piloto, muchos,
desconfianza del viage, diziendo unas vezes que se ha-
llaua 120 y otras 90 de tierra, y temiendo el Enbaxa-
dor el invierno, auiendo el año pasado entrado casi en
aquel mesmo tienpo, trataua de tomar á Bonbain ó
Dio, ó á más no poder á Mazcate, hallándose con man-
tenimiento y agua en la caravela, aunque á muchos
marineros le faltaua ya para más de dos meses sin es-
trechar la rregla. Y rresoluiendose de lleuar el viage
que mejor le pares^iese, mandó governar á Nordeste 4,
al Norte de dia y de noche á Les Nordeste, tomándose
aqueste dia el sol en casi 16 grados.
A 20, siendo conjunción de luna, al mesmo punto v^al-
mó el viento y se estuuo gran parte del dia y casi toda
la noche en calma, no pareciendo ya ningún pescado,
aunque continuavan cantidad de alcatrazes y rrabihor-
( I ) meterle en.
— 55i -
cados con otros paxaros menores. Tomóse el sol en 16
grados y un tergio.
A 21, al quarto del alúa comento á ventar un poco
de Noroeste que poco á poco fue creciendo hasta que
poco después -de medio día se puso de Ñor Noroeste,
nauegandose á Leste, 4 á Nordeste, y á las tres de la
tarde ventó Norte, 4 á Noroeste rrefor9ado, lleuandose
el mesmo rrunbo; tomóse el sol en 16 grados y medio
largos.
A 22, 23, 24, de día y de noche el mesmo viento, que
por ser cada dia mas se nauegava con la nao tan incli-
nada de stribordo que no se podía estar en pie en la
cámara, ni varanda, admirados todos, no solo de no
ver tierra, pero ni señales algunas della, velándose de
noche con mucho cuydado y sondando en todos los
quartos de la vela para hallaua fondo, y no hallándose
con muchas bragas no paresgia sino que la tierra de la
costa de la India huia de nosotros. Y por que se tomó
el sol, el lunes 24, en casi diez y siete grados, y al pi-
loto, paresgiendole que acortaua el viage, puso la proa
á Leste, 4 á Sueste, no escarmentando en lo que antes
tantas vezes auia descaído por hazerse tanto á la
mar.
A 25, tomando aun mas fuerza el viento, que era casi
Norte, se nauegaua velogissimamente, pero tomándo-
se el sol se halló aver descaído del altura del dia de
antes un tercio de grado, con que estando ya enfadado
el Enbaxador, visto el mal rrunbo que se lleuava man-
dó governar como antes á Leste, 4 á Nordeste, echan-
do ya todos de ver el desatino del piloto, y aunque
esto era mucho para sentir, temíase mucho mas del
poco lastre y mucho balume en lo alto que la caravela
lleuaua, y de no governar el timón ni poder arribar
quando cargaua mucho el viento.
Y para ver si se podia rremediar algo de esta vltima
y mayor falta llamó el Enbaxador al maestre y carpin-
--552 —
tero del patage, pero ellos dixeron que no tenía rreme-
dio, porque lleuando el nauio^ siendo tan pequeño,
tanto costado fuera del agua como una gran ñaue, por
faltalle el agua y tanto mantenimiento como se auia
gastado no Uegaua el timón á la hondura del mar que
era menester, y ansi no podía hazer fuerza para gover-
nar bien. Con esto se lleuava gran rrecato, y con tener
los marineros las escotas, de noche particularmente,
en las manos, viniendo entonces mayores rrefríegas de
viento con grandes nublados y siendo notablemente
obscuras las noches con el novilunio. Y aunque pare-
mia temeridad no amaynar del todo las velas de gauia,
naucgando derechamente á tierra, suplíase este incon-
veniente con sondar de noche muchas vezes, obligando
el Enbaxador á hazello ansi á los offigiales de la nao,
porque se temía ya mas que todo faltar el tienpo para
llegar á Goa, amenazando visiblemente el invierno con
tanta gerragion y viento, aunque no u viesen comenta-
do los Sures, entre nublados se tomó el sol en lo que
antes a dicho, con general tristeza de todos no viendo
señales de tierra.
A 26, Ñor Noroeste furioso, desconfiados de poder
llegar á Goa, antes de enbestirnos el invierno, comen-
tando ya á lloviznar desde el quarto de la luna, y ansí
trató el Enbaxador con alguno de los offigiales de to-
mar á Bonbain en comengando á correr el Sur, siendo
el tienpo fresco; de manera que nadie beuia dos vezes
agua cada día y tan gerrado el presente que no se pudo
tomar el sol, lleuando el mesmo viage Leste, 4 á Nor-
deste. A media noche vino rrepentinamente un tan
gran golpe de viento con gerragion y alguna Uuuia,
que no pudiendo governar arribando el timón, ni vi-
niendo las velas tan presto abaxo, la caravela estuuo
casi gogobrada, dando grandes cruxidos las obras
muertas, despertando con sobresalto de perderse los
que entonges se hallaron dormidos.
— 553 —
JueueSy á 27, amanesgio muy obscuro y ^errado el
día, lloviendo ya de veras^ aunque gerca de medio dia,
descubriéndose un poco el sol se tomó en 17 grados
menos un sesmo, creciendo el viento cada vez mas, y
con verse el agua del mar sin señal de parecer mas
gruesa, á las 3 de la tarde se descubrieron por proa
unos como rraQÍmos blancos y amarillos en gran can-
tidad, como los que se crian en lo alto de los carrizos
ó cañas del panizo, y algunas cascaras ó conchas del-
gadas de xibia, siendo lo uno y lo otro clara demos-
tragion de tierra, paregiendole á algunos que se estaría
delia pocas mas de 3o leguas Leste Oeste con (^arapa-
tan. Cerró la noche con grandes nublados y mayor
viento que nunca, governando á Leste y amainadas
menos de una braga las velas de gauia, lleuando sien-
pre ia sonda en la mano y nauegandose ya con tor-
menta, sigun el mucho viento, grandes mares y gerra-
(ion.
Al segundo cuarto no se hallo fondo; al de la modo-
rra se tomó en 60 bragas, y poco antes del cuarto del
alúa en 40, y poco antes de amaneger en ¿5, y naue-
gandose derechamente á tierra se descubrió, aunque
Uouiendo y con gran gerragion, entre Carapatan y los
isleos Quemados en ygual distangia, hallándonos della
seis leguas; tierra alta como el morro del Aguada y
Nuestra Señora del Cabo.
Viernes, á 28, descubierta, aunque de tan lexos, la
costa, el piloto mandó governar Sueste, y viendo el
Enbaxador que el viento era violentísimo y que apar-
tándonos de la costa no podría esgarrar tan á la mar
que no se pudiese tomar la barra de Goa, mandó que
governasen á Les Sueste y lleuando el viento en popa ( i )
se dexaron muy atrás, antes de medio dia, los Isleos
(i) y siendOy como se a dicho mucho antes de medio dia se de^
xar^n atrás los isleos Quemados.
— 554 —
quemados, pasando á tres ó quatro leguas dellos. Quan-
to más entraua el día tanto era mayor el viento^ pares-
QÍendo el agua del mar mucho más verde y oscura que
gerca de las dos costas que en todas las navegaciones
pasadas se avia visto, y como llegásemos en el derecho
de banda después de medio dia el agua iua mudando
color, mostrándose algo blanca como quando con la
del mar se mezcla agua de Uuuías, conosgiendo el En-
baxador en esto que era entrado el invierno en la tierra
firme, y que por fuera de la barra rrebosaua el rio de
Pangín las Iluias que auia rrecogido, las quales, por ser
las primeras traían consigo mayor turuia, y paresgien-
dose ya claramente el morro y farol de la barra se des-
cubrió un navio al pareger muy poco fuera de la boca
della^ no juzgando nadie al principio si era de rremo ó
de vela de gauia, mas de que de ay á poco se rreconos-
qió que estaua amaynado y sigun la mucha fuerga del
viento no paresgia creyble que estuuiese surto, pero
echándose luego de ver que aunque pequeño tenia sus
quatro mástiles y masteleos y que podria ser de cosarios
de Europa, mandó el Enbaxador que sus criados y ma-
rineros tomasen las armas, alistándose quatro piegas de
artillería, no pudiendo servir las demás por averse fe-
rrado las portíñolas de las otras por los grandes mares,
más cargáronse algunas rroqueras y púsose cantidad
de piedra en el conves, que tirasen á mano los escla-
uos. En esto que se auia llegado casi dos leguas de la
costa, poco antes de igualar con el árbol de Chapora,
tan conocido de los que navegan por este parage, se
rreconogió ya muy gerca el nauio que mostrava antes
estar arrimado al morro de la barra, hallarse agora
más de tres leguas della, pasando velogissimamente
nuestra caravela á únenos de 600 pasos del, y aunque
estaua amarrado con quatro ancoras se sustentaua con
gran trabaxo por ser un patage muy pequeño, sospe-
chando algunos ser de algún portugués de los que en
-555-
la tierra firme asisten llevando mercadurías contravan-
do al mar de Persia, ó que saliendo de Goa para algún
lugar del Norte y no pudiendo navegar contra el viento
que le era por proa, aguardase que ventase el Sur para
hazer viage, lo qual se supo después en Goa ser ansí,
yendo en él D. Francisco Manuel^ que cntraua á seruir
la fortaleza de Chaul. Con auer aclarado más el dia, el
viento cregia de manera que siendo como era en popa
era menester meterse mucho á tierra, por cargar con
demasiada furia y que no nos lleuase á la mar, de ma-
nera que quando llegamos á la punta del morro fué al
justo lo que era menester, conforme al rrunbo de Les
Sueste, para poder entrar en la barra, lo qual no fuera
posible si se uviera nauegado á Sueste, sino que vio-
lentamente nos uviera el viento lleuado muy á la mar,
no siendo los marineros tan praticos que se atrevieran
entonces á tomar los isleos de Anjadiua, que era el so-
corro que entonces se podia tener. Como auia mares
tan gruesos no paregian manchuas, ni almadias, como
suelen salir de la barra luego X{ue alguna nao parcge
gerca dcste puerto, y llegando ya á quatrogientos pa-
sos de la boca de la barra, aunque rronpia el mar con
grandes espumas por todas partes salió el patrón ma-
yor de la rribera en vna gran manchua bien esquipada,
y en otra fuerte almadia los pilotos de Pangin praticos
de la barra y vancos que ay más adentro della, creyen-
do que nuestra caravela fuese alguna de las naos que
faltauan de Portugal. Entró el patrón con los pilotos
por la varanda de la popa y preguntándoles el Enba-
xador si la boca de la barra y vancos avian comenta-
do á cerrarse (i), les rrespondieron que no y que luego
podia pasar el vaneo y surgir junto á Pangin, y ansise
entró por la boca de la barra tomadas las velas de ga-
(i) y aviendo.
~ 556 -
uia y geuadera. Auia determinado el Enbaxador, antes
que el patrón y pilotos llegasen, de surgir junto al fuer-
te de la Aguada, y enbiando luego á Pangin por los pi-
lotos, entrar aquella noche con la creciente de la marea
si el banco estuuiese para ello, y si no que los mesmos
pilotos lo licuasen á Murmugon, puerto de Goa la Vie-
ja, de la otra parte de Nuestra Señora del Cabo; pero
yendo el patrón, como tan gran marinero, muy confia-
do, mandó alargar la vela de gavia del árbol mayor
para que la caravela arribase más fácilmente, aunque
á los pilotos de la tierra les paresgia, por no estar en-
tonces en más de la media marea, que era bien surgir
j anto al fuerte y que hasta estar la marea llena, que
sería á las seis de la tarde, no se pasase el vaneo. Lle-
gauase ya muy cerca de su entrada, siendo las tres de
la tarde, quando el Enbaxador, aunque muysiguro de
que pudiese suceder desastre, le enbió por dos vezes
muy á priesa á dezir al patrón mayor que estuuiese
aduertido como aquella caravela governaua dificulto-
samente á bonbordo, mayormente con tanto viento
como entonces se lleuava; pero paresciendole á el que
auia bastante fondo y que la caravela pescaua poca
agua, ansi él como los pilotos de la tierra mandaron
governar á bonbordo para tomar más por derecho la
boca del canal, mas el viento cargó tanto en la vela de
gauia, que era nueva y muy grande, que aunque el
marinero que iua al timón lo cerró del todo á la parte
de stribordo para que arribase á la vanda contraria, el
timón no pudo governar, dando todos grandes vozes
que arribase, por ver que iuan á envestir en el banco,
que como después se supo, por aquella parte avia ya
comencado á cerrarse. Y como el navio fuese sin go-
vierno, con la furia del viento que lo lleuava dio en la
punta del vaneo en i6 palmos de agua^ dando un gran-
de estallido el timón, que fué lo primero que del tocó,
haziendose pedacos con notable rruido, por el canon,
- 557 —
y dando luego otro gran golpe saltó todo el timón al
mar, tocando al momento la quilla de la caravela por
ginco ó seis vezes con tan terribles golpes que tenbla-
uan, parefiendo deshazerse, las obras muertas, como
sugede en los edificios en tierra quando sobreviene al-
gún gran terremoto. Y fué de manera esto que el árbol
mayor con sus antenas y velas salió de su lugar inpe-
lido hazia rriba más de una braga, aunque bolviendo á
caer en su mesmo asiento como estaua antes. Acudie-
ron luego los offígíales y demás marineros á dar con la
vela grande y vela de gauia, abaxo, cortando con ha-
chas las ostagas con que se caló, y vino abaxo la ante-
na, aunque no de golpe, de manera que se quebrase,
ni hiziese más daño á la caravela, por rronperse poco
á poco las cuerdas con que la vela de gauia se estendia
y ataua en la antena mayor. Los golpes que el nauio
dio fueron de manera que el Enbaxador tuuo por gier-
to que se auia abierto del todo, y auiendo llamado
muy apriesa para mandar que no baxase nadie á la
manchua del patrón mayor, que todauia, aunque tur-
bado del caso estaua en el nauio, llegó uno de sus cria-
dos y le asió 'de un brago diziendole que se saluase
antes que la caravela se acabase de perder. Salieron
fuera al con ves y por estribordo adonde la manchua
estava; el Enbaxador se caló en ella por una cuerda,
hallando alli otro criado suyo que lo rrecogió, y dizien-
do á bozes que nadie desanparase el nauio porque él se
hallaría alli gerca para saluar á los que no supiesen
nadar si se acabase de abrir, no consintió que nadie
mas baxase á ella, aunque ya el capellán, que auia sido
frayle francisco, estaua dentro primero que nadie, sien-
do esto á menos de dozientos pasos de tierra adonde
los más pudieran escapar del naufragio. En el mesmo
tienpo se uió nadar el nauio ya dentro del canal del
banco, y con faltalle el timón, la marea, que todavia
cregia, lo iua licuando y sacando de aquel peligro con
-558-
ayuda de un cabo que la manchua le aula dado, y di-
ziendo algunos desde arriba como no solo no se auia
abierto (i), pero que ninguna agua hazia, pares9Íó cuí-
dente milagro lo uno y lo otro. Auia caydo A la mar en
medio de este alboroto Francisco Díaz, maestre de la
caravela, por cortar un cabo de la vela de gauia, que
auicndo venido abaxo colgaua por stribordo hasta
arrastrar por el mar, y aunque marinero de muchos
años, como no supiese nadar se ahogara si de la man-
chua no le socorrieran, y sin mas peligro que este el
nauio salió libre del canal del baxo y surgió en el Po-
zo, lugar siguro junto al mesm-j baxo, con dos ancoras
hasta la marea de la noche, que se lleuase de alli á
Pangin. El Enbaxador, viendo el nauio siguro, con so-
los aquellos dos criados se fué aquella tarde al colegio
de los Reyes, que estaua gerca, mandando primero que
por la varanda de la caravela baxasen un escritorio en
que tenia sus papeles y un cscbuillo canari que le ser-
uia de mogo de rretrete, y que por ninj^tin caso los Je-
mas criados dexasen el nauio hasta que él se lo orde-
nase, no auiendo consentido antes, quando se entendió
que la caravela se perdia, que se saluase cosa alguna
de las que lleuaua consigo. En el colegio de los Reyes
estuuo el Enbaxador dos días y después se pasó á una
casa de D. Gerónimo de Siluera, en la mesma Isla de
Bardes, frontero el rio, en medio de Pangin, á donde
mandó desenbarcar de la caravela su rropa y criados,
auiendose ya desde la mesma noche que sucedió alca-
so rreferido ancorandose (2) en lugar siguro entre las
casas de Pangin y en las que el Enbaxador se auia
pasado.
Fue tan al justo llegar agora, primero que el invier-
no envistiese, que luego otro dia comenzó á llover y
(1) ¡a caravela.
(a) (/ navio.
-559-
aunque corria el mesmo Noro, este era furíosissimo^
teniendo ya casi cerrado ei Vaneo. Y continuando con
mas fuerga los otros dos dias de Mayo siguientes, pri-
mero de Junio, á medio dia, a viendo llovido con gran
^erragion desde la noche antes se puso el viento del
Sur, comentando tan grande aguacero con terribles
truenos dos oras antes de anochecer, que semejante
tempestad no, se avia visto en muchos años en la India.
Continuó esta tormenta toda la noche, y aunque des-
pués de ser de dia no paremia tan grande, fue de mane-
ra que la nao Capitana que de Monba^a avia salido por
los primeros de iMargo, llegó este dia por la mañana
entre Banda y el árbol de Chaphora, quatro ó cinco le-
guas á la mar^ y no atreviéndose á tomar el puerto de
Goa la vieja y porque la barra del aguada estaua ya
del todo perrada, boluio atrás á invernar en Bonbain,
adonde llegó con mucho trabaxo; dentro de pocos dias
se pasó el Enbaxador á la calle de San Blas, adelante
de Sancta Luzia, en unas buenas casas casi fuera de la
(iudad, hallándose poco menos infecta de las calentu-
ras malignas que en el año pasado.
Ningún género de cumplimiento ni otro socorro al-
guno halló el Enbaxador en el Governador, ni en los
demás ministros de la India^ antes luego le tomaron la
caravela, que por rrazon de auer gastado en ella tanto
que fue casi labralla del todo, se le deuia, quando no
fuera sobre la calamidad de su arribada; pero él disi-
muló todo esto sin mostrar que lo sentia, no queriendo
pedir nada á cuenta de su sueldo con auerlo tanto me-
nester, por estar gierto que no auian de hazello. Fue
el invierno tan lluuioso ó mas que el pasado, pero mu-
cho mas fresco, de manera que se podia dormir con
rropa en la cama, aunque esta no era mas que una del-
gada colcha, y aunque cada dia morian muchos en la
§iudad, desde mediado Agosto se conogió notable de-
clinación en las ñebres, gastada ya la mas de su malicia.
-56o-
A 22 de Agosto, domingo, á lastres después de me-
dio día, estando el Enbaxador rreposando en su cama
despertó al rruido de un grandissimo trueno continua-
do por algún espacio de la manera que es el trueno de
un rrayo quando cae muy ^erca, sucediendo entonces
tan horrible tenblor que toda la casa páresela venir
abaxo, entrando por las ventanas y cayendo de los te-
chos cantidad de tierra con yrandi; inpetu. Entraron
algunos criados espantados sin saber la causa de tan
extraordinario rrumor, á quien el Enbaxador preguntó
si auia caydo ^;erca algún rrayo, y rrespondiendoles
que no, por estar aquel dia el cíelo claro y con pocas
nuues, rrepenti ñamen te se cubrió el aire de una muy
grande obscuridad, y mirando desde una ventana lo
que era se vio una grandissima y espesa nuve de humo
y poluo que el viento, que era Oes Sudeste, traia desde
aquella parte do la giudad adonde está el convento de
Sancto Domingo y plaqa del Manduin. Con las quales
señales luego conoció el Enbaxador aucrsc prendido
fuego la casa de la pólvora que está sobre el mesmo
Manduin, y arruinados*; los edificios cercanos; y como
fuesen muchos corriendo á saber el caso y el daño que
se uviese rresíjlbido, se comentaron á oir grandes bo-
zes, aunque muy de lexos y con un confuso rruido,
viniendo de ay á poco espacio muchos negros y otra
gente natural, honbres y mugeres, huyendo y gritan-
do que la ijiudad quedaba asolada. Pero como después
con mas certeza se supo, la causa de tan gran -desor-
den fue que auiendo mandado el governador que aquel
dia se sacase alguna poluora á enjugar, auiendo sol y
el tiempo sereno, en lo alto de un torreón en que la
munición se guardaua, no hallándose el administrador
de la poluora presente, ni otra persona de rrazon, más
de los esclauos que trabaxauan en hazella, uno dellos,
como lo tenían todos de costunbre, se puso junto á la
pólvora á tomar el humo del tabaco, de donde saltando
~56i -
una chispa y pegándose fuego á la poluora que estaua
en el suelo alto del torreón, se quemón levantando una
gran llama aunque con poco estruendo, bolando al ne-
gro y á otros dos ó tres que con él estauan. Los demás,
que se hallaron algo apartados, con las primeras lla-
mas que se leuantaron dieron á huir^ temiendo lo que
fue^ por la casa de la poluora, hasta salir á la plaga y
terrero de la casa de los Virreyes, librándose del peli-
gro al tienpo que el torreón rrebentó. Porque auien-
dose quedado la puerta del almazen abierta, que era en
la parte baxade la mesma torre^ alguna poca poluora
que desde alli hasta lo alto se auia derramado quando
prendió fuego en la demás, se fue prendiendo también
en ella hasta llegar á la munigionpor la mesma puerta
como si de proposito se uviese puesto ansi para geuar
alguna mina. Y como estuuiesen alli dozientos y cin-
quenta quintales de pv^luora en barriles, tomando rre-
pentinamente fuego toda ella arrancó desde los mas
baxos pimientos todo el torreón y aposentos mas cer-
canos, y con horrendo estranpido y furia increible lo
bolo todo por el ayre, rronpiendo la mayor fuerga del
fuego hazia la plaga del Manduin y puerta del peso y
alfandiga. Está siempre esta plaga muy llena de gente y
mayormente de los naturales de la isla, cristianos y
gentiles; gran cantidad de esclavos de toda suerte,
honbres y mugeres , gran parte de los quales venden
pescado, fruta y legumbres, y ansi es aqui la mayor
frequengia de esta gente menuda y pobre, siendo esta
su lonja y mayor contratación, acudiendo tanbien mu-
cha de la gente de mar, por estar la playa gerca, para
conprar el dicho mantenimiento, vasos de barro y ma-
dera que se venden en la calle que por salir de la mes-
ma plaga se llama tanbien del Manduin. La terrible
rruina que bolo, de infinitas piedras, hizo pedagos en
un momento casi todos los que en la plaga y principio
de esta calle halló, siendo muy pocos ó ningunos los
36
- 56a -
que se saluaron, arruinándose todas las casas cercanas
á la plaqa como se va á Sánete Domingo, sepultando
en si á los moradores y á los demás que se quisieron
rreparar en ellas lu°go que vieron leuantar la primera
llama de la poluora de sobre la torre (i) quando se
prendió el fuego. Y aunque fuera de la gente que aquí
[se] halló fueron pocos los que murieron en otras par-
tes, pero las casas de los vezinos portugueses de todo
aquel contorno, mayormente en las que miran á Sáne-
lo Domingo y por una parte y pur otra al Manduin,
rregibieron gran daño, cayendo demás de todos los te-
chos algunas paredes, no obstante que eran gruesas y
labradas de piedra quadrada, porque era tanta la furia
de las piedras que bolaban de traucs, que pasauan una
y dos paredes de claro y se metían v enbeuian en las
que adelante hallauan. Las piedras y maderos que bo-
lauan ha^ia rriba, en partes mucho mas lexos hizieron
notable daño derribando los techos (2) y suelos altos
de las casas, muriendo pocos en estas y entre ellos al-
gunos portugueses y llegando algunas de estas piedras
á hazer daño á mas de medía legua de distancia, y
otras muchas llegaron á caer bien adentro de la tierra
firme, y por otra parte al sitio de Nuestra Señora de la
Merced. La casa adonde e! Enbaxador posaua, aunque
era nueua y fuerte y estaua mas de mil pasos de la mu-
nición que se quemó, tenbló de manera que dus muy
fuertes cerraduras de las puertas de su rrecamara y de
otro aposento saltaron fuera, arronjando tanbien y
arrancando con sus rrai<;es una higuera de la India que
con otras auia en un jardín, sin hazer daño en las de-
mas. El convento de Santo Domingo, aunque nadie
murió en él, quedó con los techos muy arruinados,
quebradas puertas y ventanas y atormentada la pared
(i) luego.
{3) y doblados.
-563-^
que hace perspectiva y por donde se entra á la yglesia^
de las grandes piedras que en ella dieron^ auiendo an-
tes traspasado las de las casas fronteras que le hizieron
defensa. Fuera muy mayor el eátrago si el caso suce-
diera en dia que no fuera feriado, como en este, que
fue domingo, porque entonces demás de hallarse inñ-
nita gente en el peso y albóndiga, ansi de portugueses,
como contratradores gentiles y moros, es mucha mayor
la frequen^ia en la plaga y calle del Manduin; y con
todo el menor numero que ponen de los que murieron
es de quatrogientas á quinientas personas. La casa de
la poluora, con estar tan vezina, fuera de los techos y
algunas paredes gercanas, lo demás quedo en pie, con
muerte de seis ó siete esclauos y dos muías; pero en la
plaga de los Virreyes no quedó ventana que no se hi-
ziese pedagos, cayendo tanbien algunos techos, suce-
diendo lo mesmo en otras mas distantes. Acaescio este
dia, entre otros casos, uno muy notable, y fue que es-
tando algunos antes enferma de una ñebre maligna y
muy delirante Doña (i) Leonor Tenrreyro, muger de
Don Lope de Almeyda, capitán de la fortaleza de Ra-
chel, que entonges moraua frontero de Sancto Domin-
go, poco antes de medio dia comengo esta señora á
dar grandes bozes á sus esclauas, digiendoles que la
sacasen luego de aquel aposento. Pero como creyesen
todas que la violencia del mal la tuuiese fuera de si,
como á la verdad lo estaua, no hizieron caso de lo que
les dezia, hasta que tanto insistió y gritó, que su mari-
do y un ermano suyo la sacaron á una sala mas afuera,
con que quedó con mas quietud que antes. Y como de
ay á menos de tres oras sobreviniese el gran fracasso
que se a dicho, una gran piedra vino de lo alto á plomo
y dando en lo alto del aposento en que antes estaua la
enferma y hundiendo con terrible rruina el techo y el
(i) Mana.
-564-
suelo abaxo adonde tenia su cama, el rresto de la casa
estuuo para venir abaxo, quedando sin tejados y las
paredes hendidas, y sucediendo tanbien con el rrepen-
tino alboroto del gran tenblor y rruina, que esta enfer-
ma, aunque ya deplorada, cobró desde luego conocida
mejoría y en pocos dias luego entera salud.
CAPÍTULO IV
Nuevos disgustos de D. García de Silva.— Refiérese la guerra de
Ormuz.
Desde luego como entró el mes siguiente de Septíen-
bre se esperaua con general deseo de todos armada de
Portugal y Virrey en ella, pidiéndolo ansí la necesidad
vrgente que auia de gouierno, ansi para las cosas de la
paz como de guerra, pero sucedió que solo un galeón
pequeño llegó por los vltimos del dicho mes y por ca-
pitán del Luis de Mora Rolin, el qual dixo que venia
por Virrey Don Alonso Noroña con ginco naos y seis
galeones, y que él se auia apartado, con fortuna, luego
como el Virrey salió de la barra de Lisboa, el qual con
la armada toda, fuera el dicho galeón, auia buelto á
entrarse en el puerto; pero que tenia por qierto que
bolueria luego á hazer viage y dentro de pocos dias
llegaria á la India. Esta buena nueva se aguó con las
malas que dio de la salud de Su Magestad, diziendo
como qucdaua en lo vltimo de su vida, conque puso á
muchos en gran cuydado por hallarse la India en tan
mal estado que qualquiera alteración y ocupación en
España la auia de poner en mucho peligro. Estuuose
aguardando la venida del Virrey, como cosa tan ne^e-
— 565 —
saria, los meses de Octubre y Novienbre, y pasado
este tienpo se comento á desconfiar della y luego pocos
días adelante tenerse por deplorada su venida, ó por
no auer tenido tienpo de salir del rio de Lisboa, ó auer
buelto á arribar, y esto vltimo no parescia creible,
aunque fue lo mas gierto, arribando tantas velas sin
pasar alguna á la India, mayormente auiendo en ellas
tantos galeones que como nauios mas ligeros pudiera
alguno dellos, aunque tan tarde, auer llegado á Goa.
El Enbaxador, que auiendo arribado como atrás se a
dicho, deseaua sumamente la venida del Virrey para
que le acomodase de enbarcagion, se auia prevenido de
lo necesario para el viage con particular cuydado, y
visto que se iua gastando el tienpo boluio á hazer dili-
gencia por medio del secretario del Estado con el go-
uernador, para que se le diese enbarcaqion en otra nao
nueua que se auia acabado aquellos dias en Pangin;
pero auiendose vendido el gasajado del capitán por or-
den del mesmo gouernador á otras personas, y no que-
riéndole acomodar si no en un mal camarote, fue me-
nester escreuir el Enbaxador á Ñuño Aluarez Botello,
capitán de una nao que el año pasado no auia podido
pasar de IVIonbaga y después auia invernado en Bon-
bain, adonde todavia estava, para que por el pregio
que le paresgiese le diese la mitad de la popa y baran-
da. A esto, aunque la intención del dicho capitán deuia
ser buena no le rrespondio, ni sus agentes que estauan
en Goa, aunque tenian orden de vender los gasajados
de su nao, no obstante que tanbien se hizo de parte del
Enbaxador la misma diligencia; visto que el capitán no
le rrespondia con sus agentes, los quales rrcmitieron la
conclusión del caso para quando el dicho Ñuño Alua-
rez viniese, diziendo que seria quinze dias antes de Na-
uidad, siendo entonces por los primeros de Dizienbre.
Detuuose, no se sabe porqué causa, en Bonbain, el ca-
pitán, aunque tenia aderezada su nao, hasta principio
— 566 —
de Enero de 1622, hallándose el Enbaxador desconfia-
do ya de tener en que enbarcarse, viendo cada dia ma-
yores inpedimentos en lo que pares§ia que no podia
auer alguno, pues los ministros de Su Magestad que
tenían obligación de acomodalle de conpetente enbar-
cagion y lo que para ella fuese menester, no solo no lo
hazian, pero ni aun era preferido para que en alguna
de aquellas dos naos, buscando él el precio y pagándo-
lo, la tuuiese cierta, antes se daua á otros. Y lo que á
todos parecerá del todo increíble, aunque afirmado de
personas fidedignas, se hizieron diligencias para que el
Enbaxador no tuuiese comodidad de enbarcarse, lo
qual quando no fuese ansí se podría buenamente infe-
rir de lo que se a dicho. Sintió esta mala corresponden-
cia de manera el Enbaxador, que le apocó y estrechó
mucho la salud, hallándose con menos cada dia, sin
parecer ser posible enbarcarse aun con mas regalo y
comodidad, aunque llegado Ñuño Aluarez, de Bon-
bain, le offregio en su nao lo que antes dos meses y
mas le auia pedido, pero ya á tienpo que sus agentes
no auian podido vender sus gasajados aunque los offre-
Cieron á diuersas personas. Con todo, sin mirar en
scrupulos, el Enbaxador se rresolvióá enbarcarse, ha-
llándose del todo aprestado, como las naos pudiesen
salir á hazer viage hasta mediado Hebrero; mas luego
comencó á correr entre la gente de mar de la nao de
Ñuño Aluarez una boz que aunque dizen que fue a
caso, oíros creyeron que fuese de industria, que no se
comencando el viage por fuera de la isla de San Lo-
renco tenprano, era mas siguro hazello muy tarde, y
esto fue creciendo de manera que el mesmo capitán,
con saberse ya que no podian las naos salir hasta en
fin de Hebrero, se aclaró diziendo que avia de parar en
la Isla de Sancta Elena vn mes por llegará Lisboa cerca
de Nauidad, siendo esto lo mas siguro, ansí para con-
tra el tienpo, co[moJ contra, los cosarios. Acabó con
-567-
tal rresolugion de perder el Enbaxador la pagiengía, no
atreuiendose á andar enbarcado tanto tienpo, quando
no uviera otros inconvenientes, y ansi, dando ligengia
para que se enbarcasen algunos criados se quedó hasta
que Dios dispusiese otra cosa. Las naos, no auiendose
aprestado antes, no se pudieron hazer á la vela hasta
primeros de Margo.
Dos dias después de la partida de las naos llegó una
íusta de Ormuz, dando por nueua de cómo la fortaleza
que Ruy Fleire de Andrada auia hecho en la isla de
Queyxome quedaua sitiada de la gente de guerra que
avia enbiado el gouernador de Lara, y por mar de seis
naos inglesas, y que los soldados portugueses que en
la dicha fortaleza auia, contra la voluntad del mesmo
Ruy Fleire tratauan de rrendirse. Y por que es bien
que se entienda el pringipio y causa desta guerra, pues
en ella se perdieron la giudad y fortaleza de Ormuz y
la esperanga de poderse jamas cobrar, se haze aqui
este breve y confuso epilogo de lo que en este caso su-
gedió, pidiéndolo ansi esta rrelagion y comentarios de
la enbaxada con que fue el Enbaxador á Persia.
Largamente queda dicho atrás con quanta anbigion
quiso el rey de Persia rretener lo que avia ocupado del
reyno de Ormuz, no solo la isla de Baharen y tierra
firme del Mogostan, pero tanbien la fortaleza del Ban-
del y isla de Queixome que vltimamente tomó después
de llegado el Enbaxador á la India, de España, por el
fin del año de mil y seisgientos y catorze (i). Tanbien
se trató de la enbiada de Don Roberto á España, no
tanto por clegion del rey de Persia como particular
pretensión suya, fomentando su ida los padres carme-
litas rresidentes en Spahan y Don Luis de Gama capi-
tán de Ormuz, por las causas que tanbien entonges se
escriuieron, y como muy fauoresgido de los ministros
(i) como largamente queda dicho.
— 568-
de la India se enbarcó en Goa para España en conpa-
ñía de fray Redempto de la Cruz, carmelita, que desde
Spaham vino con él como coadjutor de la enbaxada
por el principio del año de 617, antes que el Enbaxador
partíesp para Ormuz. Y porque ansímesmo queda di-
cho las aduerten^ias que el Enbaxador escríuio á Su
Magestad sobre la buelta de este honbre á España,
para que se guardasen alia de sus adbitrios, pues ya
era conogido, no se buelven aquí á rreferir, sino dezir
que la negogiagion del frayle, fauoresgída de algunos,
pudo tanto que no obstante que Don Roberto fue de-
tenido muchos dias en Lisboa, y después vna jornada
antes de llegar á Madrid, fue admitido en aquella cor-
te y rregibidos sus adbitrios de manera, que con ser
esengial y aparentemente, no solo vanos, sino perni-
giosos, se pusieron en execugion. Para esto se acordó
que Ruy Fleire de Andrada, que el año antes auia ido
Je la India, viniese con quatro galeones para andar de
armada á la boca del mar Roxo^ siendo este uno de sus
principales adbitrios, llegando primero á Ormuz para
asentar los tocantes al trato de la seda de Persia para
España, y rrestitugion del fuerte del Bandel y isla de
Queyxome, con la demolición de la fortaleza que en la
mesma tierra del Bandel los persianos auian fabricado,
auiendolo oflregido ansi Don Roberto en nonbre del
rey de Persia. Boluio el fray Redenpto de la Cruz en
los galeones con Ruy Fleire para execugion de los di-
chos adbitrios, y quedándose el Don Roberto en Ma-
drid sin querer boluer á Persia, diziendo que se queda-
ua para concluir lo que rresultase quando nagiese al-
guna diferengia en lo que se Ueuava tratado, cosa con
que todos pudieran desengañarse de sus enbustes aun
quando no uvieran sido antes tan conogidos si la falsa
persuasión ó vehemente pasión no uviera preuaiesgido
mas que la rrazon en este caso. Murió en el viage fray
Redenpto antes de llegar Ruy Fleyre á Monbaga. Y
— 569 —
aunque este rreligioso era de vida inculpable, tratando
negocios tan ágenos de su profession causo después,
no por maligia, sino por inprudengia suya, la calami-
tosa eversión de lagiudad de Ormuz y pérdida de aque-
lla fortaleza con tan notable infamia de los que en ella
se hallaron para su defensa. Auia muchas vezes auisa-
do el Enbaxador á Su xMagestad escriuiendole desde
Ormuz y después de Persia, el conocido peligro en que
ansi la ^iudad como la fortaleza estaua de caer en las
manos de los persianos, y que particularmente la giu-
dad se auia de perder y ser saqueada el primero dia
que los enemigos entrasen en la isla, como muy exten-
samente atrás queda ya dicho, lo qual fácilmente se
conogia, no tanto por ser la ^iudad abierta y la forta-
leza muy débil y sin placa bastante aun para mucha
menos gente, como por la mala dispusigion de sus de-
fensores, faltándoles, no solo rresolugion y animo*para
lo que en casos semejantes es menester que aya, pero
tanbíen careciendo los capitanes qfi^en aquella forta-
leza trienalmente sugedian, de toda pratica y esperien-
qia de guerra, sin auer ingeniero ni artillero alguno sino
vn viejo y muy enfermo, el qual no sabia su offigio. Y
aunque en el verano que el Enbaxador pasó en Ormuz
el año de 1617 antes de pasar á Persia, vista la mala
forma de la fortaleza con tantos defectos, mayormente
siendo la muralla muy alta y el fosso muy giego, con
menos de seis pies de hondo, le aduirtio muchas vezes
á Don Luis de Gama que entonces estaua por capitán,
que quando se viese en alguna necesidad de sitio era
forzoso veinte ó treinta passos fuera del fosso abrir
otro con sus traueres y rresaltos de mar á mar, y una
buena trinchea de la tierra que se cauase, bien tapiada,
y que guardase la mesma forma que el foso, y lo mes-
mo aduirtio tanbien á Don Luis de Sosa que halló alli
por capitán después de venir de Persia, no solo no lo
admitieron, pero les paresgio, sigun después se supo,
-57o-
que la tal aduerten^ia fuese cosa muy contra su honor.
Demás de que ensi á ellos como á todos los de la India,
generalmente, con una obstinada ignorante y fatal con-
üan^a les pare<;¡a inposible que ningunos enemigos se
atrcuiesen á sitiar la fortaleza de Ormuz, quanto mas á
ganalla.
Pocos días después de ser enbarcado el Enbaxador
para la India llegó á Ormuz Don Frangisco de Sosa,
que tomó posesión de la fortak-z:), paniendose Don
Luis á Goa por auer cunplido el ticnpo porque la auía
conprado, y no auiendo aun llegado Ruy Fieire. de
Monba^a, por no tener tienpo, dcxó dicho el Enbaxa-
dor á algunos vezinos suyos que aduiiiicsen dt su par-
te á Ruy Fieire, como fuese venido á Ormuz, que por
ningún caso se enpeñase en hazer fortaleza en Queyxo-
me, porque no podia allí sustentarse, sino que procu-
rase como mexor pudiese poner en defensa la (iudad;
y no solo á.los dichos vezinos, pero á todos los demás
con quien comunícaua dezia lo mesmo, publicándose
ya en Ormuz por cartas que de España auian venido
por tierra que sí el rey de Persia no rrestituyese á
Queyxome y al Bandel, como Don Roberto lo auia
ofre<;Ído, Ruy Fieire le auia de hazer guerra y hazer
en la aguada de Queyxome vna fortaleza. Llegó por fin
de Junio deste año Ruy Fieire á Ormuz y hallando que
el rey de Persia auia dado tan mala rrespuesta á la car-
ta de Su Magestad como atrás queda dicho, se dispuso
sin mas consideragion á cunplir la orden que por el
Consexo de Portugal se le auia dado, persuadiéndose
allá tanbien todos á quela fortaleza de Ormuz, no solo
era fortisima, pero inexpugnable con auerse tantas ve-
zes aduertido lo contrario.
No sabré decir aquí que forma tuviese el fuerte que
en la aguada de Queyxome Ruy Fieire comento á fa-
bricar, mas de ser de paredes de piedra y barro como
la sinple fabrica de vna casa, ó como las primeras for-
-57. -
talezas que se comentaron á hazer en la India, porque
después con la poca y débil batería que los ingleses le
dieron lo arruinaron de manera que sin aguardar
assalto alguno se rríndieron los que estauan dentro,
como se dirá adelante. Tanpoco me atreuo á decir que
cosas precediesen á comengar tan loca y desproposita-
da expedición como mover guerra en su mesma casa
á un rey tan poderoso y ayudado de nagion tan pra-
tica de Europa como era la Inglesa, aunque cosarios y
mercaderes, con tan flagas fuerzas como entonges auia
en la India, mayormente en aquella fortaleza y giudad
de Ormuz, expuestas notoriamente á perderse con qua-
lesquiera enemigos. Demás de la fabrica del fuerte de
Queyxome y un rrequentro por mar que Ruy Fleire
tuuo en Jasques con los ingleses, con que sigun se pu-
blicó se le auia inpedido llevar aquel año la seda de
Persia, la guerra se continuó con hazerse algún daño
á los árabes del rey no de Lara y Mogostan quemando
algunas aldeas en la costa del mar, con las terradas y
otros barcos que alli se hallaron; daño no para enfla-
quecer aun solas las fuerzas de estas prouingias, sino
para prouocar y del todo indignar al rey de Persia para
obligalle á hazer después lo que hizo, pues aunque el
cudigiase ocupar á Ormuz, entonces no tenia rresolu-
qion de inouar cosa alguna, ni auia genero de moui-
miento ni apresto de guerra en Lara ni Xiras, hasta
ser muchas veces prouocado con los asaltos que se an
dicho. Y paresgió ser esto ansi por enbiar en aquella
sazón á Ormuz dos fray les de San Agustin, de los que
rresidian en Spaham, á le aduertir y amonestar al ca-
pitán de la fortaleza y á Ruy Fleire, diziendo de como
el guardaua la paz que tenia con Su Magcstad, sin tur-
baila en cosa alguna, y que ansi les pedia que de parte
dellos se hiziese lo mesmo, y otras cosas á este propo-
sito. A lo qual no e podido saber lo que se le rrespon-
dio, mas de que sin mas consideración ni discurso,
-572-
como si el rey de Persia estuuiera ya prendido licuaron
con mayor execu^ion adelante el hazer daño en los lu-
gareños maritimos que emos dicho. Viniendo de ay a
pocos días á Goa muchas cartas en que ignorantemente
escreuian como el rey de Persia, con miedo, les offre-
cia pazcs y que ellos no las auian querido admitir, lo
qual con la mesma ignorancia de los mas en esta ciu-
dad era creido, engrande?ienJo las grandes hazañas de
Ruy Fleire. Los ingleses rri^sidcnies en (,^urrato se
auian aper^ebido, ansí por lo que les podía suceder,
aguardándose virrey este año, como á persuasión del
rey de Persia, sabiendo lo que Ruv Ficirc inlentaua,
mayormente del fuerte que 1k\/i;i 1*11 (Juu'XxoriK-, ci>sj
que el sentia mas que todo, y ansí, al tienpo que acos-
tunbravan acudir á Jasques por la seda de Persia par-
tieron alia con cuatro naos y dos patages, y aunque
estuuicron alli algún .s dias, ni fueron disturbados por
la armada que auia en Ormuz, ni el rey de Persia con-
sintió se le diese la seda si primero no fuesen á les ayu-
dar á sus capitanes para ganar el fuerte que en Quey-
xome se auia hecho. Auta enbiado el gobernador por
Margo desie mesmo año á Ormuz dos hermosos y
fuertes galeones con treinta piezas de artillería cada
uno, la mas deila gruesa, para rreforgar la armada de
Ruy Fleire; pero fue ya tan tarde y fuera de tienpo que
muchos días auia que los ingleses eran bueltos á Qu-
rrate después del rrequentro en Jasques tuuJeron con
nuestra armada, de manera que llegando á Ormuz en-
trado ya el verano, que alli es tan rriguroso, no solo
no fueron de provecho alguno, pudíendo auer sido de
tanto efecto, pero murieron gran parte ó la mas de los
soldados, marineros y artilleros, de que fueron muy
aper<;cbidos después, inútilmente, de enfermedades ma-
lignas adquiridas del trabaxo y terrible calor de la fa-
brica del fuerte de Queyxome. Luego como por el mes
de Abril de 1620 el Enbaxador llego á Goa, deOrmuz^
^573-
como ya queda dicho, se uio con el gouernador sa-
biendo la necesidad que auia de rreforgar la armada de
Ruy Fleire quando fuese venido, pues sigun la orden
que traía y lo que el rey de Persia auia rrespondido
tuuo por cierto auia de auer rronpimiento y con eui-
dente daño nuestro. Diole cuenta en esta visita, sin
tratar de cosa suya, de lo que en Ormuz se csperaua,
y ansi para que se pudiese (i) aguardar buen sugesso
era menester aprestar de tres galeones gruesos que
invernavan en el rio de Pangin, por lo menos luego los
dos dellos, y por Septienbre enbiarselos á Ruy Fleire
á Ormuz con la mas artillería, marineros y artilleros
que fuese posible^ haziendo sobre esto con él todas las
diligencias que pudo, rrepresentandole lo mucho que
se podía perder de no enbiar con presteza este socorro;
pero el gouernador le rrespondio tan tibia y perplexa-
mente á ello, con ser cosa tan essen^ial, que se cono-
ció bien quan de mala gana lo auia admitido y quanta
obstinación y mal animo sienpre halló en muchos con
quien quiso tratar de semejantes materias, como desde
luego que llegó de España que procuró de disuadir á
don Gerónimo de Azevedo, entonces virrey, la ¡da á
^urrate contra los ingleses, como atrás largamente
queda dicho. Y ansi Hernando de Albuquerque ni
quiso aprestar estos galeones^ ni otro socorro alguno,
hasta enbiailos á tienpo que paresQÍo auer sido con fín
de perdellos con fa gente de mar de que tanta necesi-
dad auia. Con las cartas que vinieron de Ormuz á Goa
por Septienbre, en que Ruy Fleyre enbiaua á pedir so-
corro de gente por auersele muerto gran parte de la
que auia traído de España, y de la que en los dos ga-
leones avia ido de Goa, se aprestaron trezientos hon-
bres entre soldados y marineros para meterse en la ar-
mada gruesa que en Ormuz auia y á Simón de Meló
(i) esperar.
- 574 -
por general) el qual lleuaua orden del gouernador para
sugeder en la capitanía de la fortaleza sí muriese don
Francisco de Sosa, de quien auia llegado nueva estar
muy enfermo. Pocos dias después de auer llegado Si-
món de Meló á Ormuz con la gente que se a dicho en
doze fustas y vna nao con mantenimientos y algunos
mas soldados y artilleros, murió don Francisco de
Sosa, entrando á seruir en su lugar por espitan de
aquella fortaleza sigun lo lleuaua por orden, lo qual
sintió notablemente Ruy Fleire de Andrada, y de ma-
nera, que ora fueSe este sentimiento, ó conocer en los
soldados y capitanes poca rresolucion de pelear en los
galeones, parece, sigun lo que después sucedió, que le
falto la promptitud que antes avia mostrado peleando
con tanto menor armada con los ingleses en Jasques
de la con que entonces se hallaua.
Aunque la disculpa que dio á esto fue la orden que
el governador le enbió, mandándole precisamente en
ella que no hiziese mas de aquello que el capitán de la
fortaleza y el Consejo que con él asistia le ordenase^ lo
qual fue euidente causa de la rruina grande que des-
pués sugedio. Porque en este Consejo, á quien alli y
en la India llaman de Estado, entran en el demás del
capitán, el Veedor de hazienda y el Oydor, que es juez
de giuil y criminal, y el Vicario y Prior de los frayles
agustinos, no hallándose de ordinario alli, sigun se
presume, otras personas mas conpetentes. Pero siendo
todos los dichos como eran del todo ignorantes del mi-
nisterio que se trataua, como en peligro inminente y
estraordinario no solo fuera acertado llamar á Ruy
Fleire para que se hallase en lo que se deliberase y
principalmente seguir su parecer, pero á muchos de los
soldados y vezinos de la giudad, con qualesquiera otras
personas que en ella en tal sazón estuuiesen. Y ansi
demás de paregelle á Ruy Fleire que tenia obligación
de defender la fortaleza de Queyxome, como obra suya
- 575 -
le enbíó el dicho Consejo á mandar que asistiese á su
defensa; no me atreuere á juzgar si en cunplir la tal
orden y mandato Ruy Fleire fue de voluntad y parecer
suyo, creyendo que esto fuese lo mas acertado, ó por
no obligarse á enbarcar por la causa que se a dicho^
como se puede afirmar que de no hazello resultaron
las perdidas de (iudad, fortaleza y armada. Porque (i)
ya que quiso cumplir el orden de hazer aquel fuerte en
Queyxome, tenia obligación, lo primero de fabrícallo
de manera que siquiera algunos meses pudiera ponerse
en defensa con qualquiera mediano presidio para en-
tretener allí al enemigo y gastar el mas tienpo que pu-
diese antes de pasar á la isla de Ormuz, ó quando por
defecto notorio del mesmo fuerte se conociese, como
después el efecto lo mostró^ que era incapaz de defen-
sa, arruynallo y pasar á Ormuz la artilleria, pues los
defectos de semejantes cosas las mas vezes no se co-
nocen quando de partes tan rremotas se delibera en
ellaSy y quien las vee y presentaneamente se halla en
ellas deue tomar la rresolu^ion que las ocasiones y el
tienpo le offre^en, como todos los valerosos y pruden-
tes honbres lo an hecho. Deliberado en fin Ruy Fleire
de quedarse en Queyxome, los galeones y galeras se
llegaron lo mas que pudieron á la fortaleza de Ormuz,
con las fustas, que eran veinte, para estar mas siguros
con la artillería del baluarte San Pedro, no se haziendo
otro genero alguno de preuen^ion aunque se sabia ya
que el Chan de Xiras venia camino de Lara con canti-
dad de infantes y cauallos, y (2) auerse ya acanpado á
trezientos pasos del fuerte de Queyxome tres mil hon-
bres, ansí de los árabes de la mesma isla, como de la
tierra firme gercana del reyno de Lara, los quales co-
mentaron á labrar trincheas para que cubiertos se pu-
(i) no obstante que de España truxese por
(2) apiendose.
- 576 -
diesen llegar mas al fuerte. Hallauanse en él con Ruy
Fieíre pocos mas de dozientos portugueses y dozíentos
y (inquenta árabes que por orden del rey de Ormuz
auían venido de Julpha^ adonde estauan por morado-
res desde la guerra del Bandel, siete años antes, siendo
primero su naturaleza la sierra de Hamadi en el Mo-
gostam, de donde vulgarmente en Ormuz son llama-
dos Amadises. Estos^ que en aquella guerra particu-
larmente en defensa del fuerte de Bandel, antes de per-
derse, se auian mostrado valientes honbres, hizieron
en Queyxome algunas sortidas en que mataron muchos
de los demás árabes enemigos y ahuyentando otros les
ganaron las mas cercanas trincheas que auian hecho,
saliendo tanbien con ellos algunos portugueses á las
dichas facgiones. Ya se a dicho que no se pudo descre-
uir con alguna propiedad la forma de este fuerte, mas
de auerse conocido después su débil fábrica, pudiendo
auer sido cosa mas sigura si se labrara de tierra y fa-
xina, pues avia cantidad della en la mesma isla, ó de
sola tierra bien pisada; mas aqui conocióse otro defecto
mayor, pues deuia tener tan poca pla^a que con no ser
los portugueses poco mas de dozientos no tuuo capa-
cidad para rre^ibir en si estos pocos y valientes árabes,
con poder aprovechar tanto para su defensa, Y ansi,
fuese por esta causa, ó por otro algún disigno sobre
que agora no se quiere discurrir, fuera de la muralla
del fuerte, aunque junto con él, se hizo un gercado ó
corral, no hallándose otro mas propio nonbre que
dalle, el qual, estando mas gerca de los enemigos era
de una baxa y flaca pared (i), siruiendo el dicho co-
rral, que en arábigo llaman Xiribando, en las demás
fortalezas de Arabia, de rrecoger los camellos de las
caravanas. En este Ínterin los ingleses que auian salido
de la baia de Xasques se ucnian tan de espacio á Or-
(i) ai qual en arábigo iiaman Xiribando, no.
- $77--
muz que antes de llegar á la boca del estrecho pararon
y dieron fondo dos vezes, teniendp nueua en Ormuz
en este tienpo, por tierra, desde Jasques, de como
auian salido de alli con quatro naos y dos patages;
pero fue tanto su descuydo y sinple confianza, demás
de no hazer alguna preuen^ion, que se persuadieron á
que los ingleses se auian buelto con miedo á Qurrate^
y ansí lo escriuieron á Goa en vn nauio que en aquella
sazón vino de Ormuz. Después de auer llegado los in-
gleses al estrecho gastaron otros dos dias en venir á
vista de la fortaleza de Ormuz^ con no auer mas de
doze leguas, y dexando á la mano derecha la isla fue-
ron otro dia á surgir con toda su armada menos de
trezientos passos del fuerte de Queyxome, no se auien-
do sabido en Ormuz de su venida hasta que pasaron á
vista suya, y después de esto, sin temer nada de lo que
tan (ierto podia suceder enbiaron á Mazcate ó metieron
en la fortaleza parte de la mucha cantidad de mercan-
gias que en la giudad auia, mayormente de los muchos
y rricos banianes indianos, sin los portugueses^ árabes
y judíos; casi aun tienpo llegó al Bandel, Emancolican
/^han de Xiras, con^inco mil honbres^ enbiando parte
i'ellos luego al sitio del fuerte de Queyxome con Eman-
CDÜbey su capitán, auiendo ya comentado á dar bate-
ría las naos inglesas desde el surgidero en que auian
d ido fondo. Y aunque la distancia era lexos y la arti-
IKTÍa no bastante para batir, comento luego á derribar
p:Tte de aquellas flacas paredes^ con que del todo per-
dieron el animo los portugueses que auia dentro, co-
mentando luego algunos entre si á tratar de rrendirse
sin dar muestra de querer defenderse. Y como por la
bateria que se le daua al fuerte por mar no se pudiese
co.imodamente dar asalto, mudaron los ingleses de las
naos seis ó siete piezas <^e las mayores á la parte de
tierra adonde los árabes y persianos auian llegado ya
con sus trincheas á pocos mas de (íen pasos del fuerte^
37
--578-
y plantándola con toda presteza y cubriéndola con ga«
biones llenos de tierra lo comentaron á batir, y aunque
las mayores balas no eran de mas de diez y seis libras
se arruynó por todo vn torreón, quedando muy hen-
dido por las demás.
Los soldados portugueses , muchos de los quales
auían tratado antes, de rrendirse, visto el efecto de esta
sigunda bateria, de común consentimiento, tumultuan-
do, fueron todos á Ruy Fleire su capitán, diziendole
sin ningún rrespecto que se rrindiese, porque ellos no
querían arriscar sus vidas poniéndose en defensa de for-
taleza tan flaca. Y queriendo él rreprimír, sigun algunos
dizen, tan pernicioso motin, primero con amenazas y
luego arremetiendo con la espada desnuda -á vno que le
pares^io mas sedicioso, todos los demás se to inpidie-
ron de manera que vnos dizen que le prendieron y ata-
ron, afirmando tanbíen otros que el fuese del mesmo
parecer, aunque es lo mas verisímil que visto la rreso-
lugion que tenían de rrendirse, temiendo no le matasen
se rríndio tanbíen con ellos, saluas las personas con las
de todos aquellos árabes que estauan en su ayuda, los
quales con su valientes capitanes Emir Genedin, Ali-
camal y EmírMahamet estuuieron sienpre firmes, sin
mostrar genero de flaqueza alguna en todo el tienpo que
duró aquel sitio. Hizose la entrega del fuerte á los in-
gleses, los quales prometieron de poner los rrendidos
saluos en Mazcate, no queriendo que fuese en Ormuz,
en que notoriamente se engañauan, pues antes se acre-
^entaua carga y molestia á la fortaleza con gente tan in-
útil, que número de defensores para defendella, y ansí,
los ingleses por no gastar tienpo echaron luego esta gen-
te en la isla de Ormuz, la qual se f uede alli á la fortaleza.
Eran estos delinquentes, más que soldados, de aque*
líos que Simón de Meló auia lleuado de socorro, de
Goa, los mas dellos homicidas, que muchas vezes auian
cometido toda suerte de alevosías; auiendo rreíterado
-579-
estos y otros muchos delitos, perdonándoselos el go^
vernador porque fuesen á seruir á Ormuz, y á muchos,
cuyas culpas eran más atroces, era cosa muy publica
y sabida en Goa que se auian tanbien librado con di*
ñero, como si semejantes honbres pudiesen aver sido ja-
mas vtiles ni en la guerra ni en la paz, sino perniciosos
en lo uno y lo otro. Enbarcaron los ingleses en los dos
patages la gente del fuerte y luego antes de salir del
surgidero, aviendo pasado allá el capitán de los persia-
nos con algunos soldados, á vista de todos hizo desea*
be^ar los pobres árabes, rrelamando y quexandose Ruy
Fleire de no guardalle los ingleses la palabra; pero ellos
se disculparon con dezír que no eran parte para inpe*
dir lo que se hazia, por auer sido antes aquellos árabes
vasallos del rey de Persia, y ansi fuera de quinze ó vein-
te dellos á quien algunos marineros ingleses escondie-
ron, los demás padecieron ó por culpa de los que se
entregaron, ó de los que los asiguraron: siendo esta vha
de las más feas cosas y de mayor infamia, fuera de la
entrega del rey y goazil^ de todas las que en esta mise*
rabie guerra sucedieron, porque licuando á Emir gene-
din delante del Cham lo hizo matar luego á puñaladas
por mano de Xarial go vernador del Mogostan^ su mes-
mo yerno. Pudieran los que estauan en Ormuz, pues
tenian veinte fustas y vna galera y tanta gente para ar-
mallas, saluar los sitiados aunque se dexara la artillería
rrefor^andose con tanta ventaja aquel presidio como
fuera la persona de Ruy Fleire y de aquellos valientes
montañeses que tan buena prueva auian hecho, pero
ni se intentó ni executó cosa alguna ni sabidose en la
fortaleza ser ya rrendido el fuerte, rrecogieron á ella
mucha cantidad de rropa que auia en la alfandiga, con
estar tan (erca; tanta fué ya no confían^a, sino la con-
fusión y temor de todos. Y siendo cosa tan visible, aun
para los que no tuuiesen vso ni conocimiento de gue-
rra, el ser necesario hazer algún rreparo fuera del foso.
como ya atrás queda dicho^ pues la artillería de la fueiv
qsiy por ser la muralla tan alta no podía hazer daño á
los enemigos á ochenta pasos della, no se rreparó en
ello, ni tanpoco se hallara en alguno industria para po^-
nello por obra, mayormente faltándoles del todo a^ a-
dones^ picones y palas, instrumentos que síenpre aa
sido en todas las edades del mundo tan esenciales y ne-
cesarios en todo genero de mili<;ia mural y castrense,
y en la presente mucho más encabes, que la mesma
artillería. Todo lo demás que en Ormuz sucedió se dexa
aquí de dezir por la grande incertidunbre y gran con-
fusión que en todos los que de allá vinieron se á halla-
do, y tanbien por escusar la ofensa de tantos, nonbran-
dose particularmente; más de que en suma, luego co-
mo se supo el rendimiento del fuerte de Queixome se
enbió á visitar al Cham de Xiras en nonbre del rey de
Ormuz, que juntamente con el Goazil estauan ya en la
fortaleza, y luego se comentaron á tratar medios de
pazes, con tan vergonzosas sumíssiones y evidentes
muestras de temor, que los persianos, que por enton-
ces se contentaran con la presa del fuerte de Queyxo-
me por saberse ya que los vsbeques y zachatais entre-
van por Corassan, les pareció no dexar tan rrico saco
como el que la giudad de Ormuz le offre^ia. Y ansí,
luego sin detenerse más enbió el Cham en cantidad de
terradas y algunas fustas quatro milhonbres entre ara-p
bes y persianos, con el ya nonbrado (i) Emancolibey,
que auia estado antes en Queyxome, el qual, hallando
despejada la ciudad de todos los vezinos portugueses y
parte de los árabes y gentiles hallóla ^enpero llena de
grande numero y variedad de mercangias, sin tener lu-
gar la pobre gente de saluar algo. Y no auiendo tenido
los enemigos algún genero de disturbo labrando tria-
cheas, sin ofensa de la artillería^ ni mosquetería de la
(i) Mahamet Bec,
— 58i —
fuerza, ni sortidas de los de dentro, ganaron el fosso en
que tan poca defensa auia, y minando el baluarte de
Santiago arruinaron gran parte del y finalmente lo ga-
naron con parte de la plaga más gercana. Dizen que
desde entonges, teniendo ya los persianos por ganada
la fuerga, auiendo ya los de dentro dado fondo á la ga-
lera y galeones, entretuuieron los sitiados concediéndo-
los algunas vezes treguas que le pedían, esperando á
que sin rregibír daño se le rrindiesen, hasta que á 3 de
Mayo se rrindieron más de quatrogientos honbres sin
mucho numero de mugeres, niños y esclauos, auiendo-
se enbiado la demás gente antes por diuersas vezes á
Mazcate. Hizose la entrega ofregiendo los ingleses de
saluar las personas de todos y ponellos libres en Maz-
cate en dos patages suyos, y ansí se guardó y obseruó
sin alguna personal injuria, fuera del rey y Goazil, con
sus mugeres, hijos y familias; y tan opulenta presa en
perlas y oro que se afirma y no se tiene por encaresgi-
miento que fué de valor solo esto de más de dos millo-
nes, sin las muchas joyas otras que los demás perdie-
ron y más de trezientas piegas de artillería, la mayor
parte della gruesa. Lleuaron luego á Persia al rey y
demás árabes con Roix Noredim Goazil, indigno de tal
calamidad, porque demás de ser fiel vasallo de Su Ma-
gestad era mogo de muy gentil persona, discreto y con
mucho conogimiento de historia arábiga y persiana, sin
valelie ni auerle aprovechado sus muchas rriquezas no
obstante que luego antes del sitio offregio muchas ve-
zes quinientos mil escudos de oro en venegianos y xe-
rafínes porque lo enbíasen á Mazcate ó Goa^ ofregiendo
tanbien el pobre rey el dinero que tenia porque con él
se hiziese lo mesmo; mas por ningún caso se quiso ha-
zer con estos honbres vna cosa tan justa, con estar de-
bflxo del anparo de Su Magestad (i), siendo vehemente
(i) lio caresciendo de.
— 58a —
sospecha auer sido tratado con los persianos desde los
primeros tratos de pazes, vna tan infame entrega y
abominable prodición, por saluar sus personas y dinero
los que en esto tuuieron mano. Pero como muchas ve-
zes suele suceder en semejantes casos de guerra, entre
tantos que tan mal se perdieron se hallaron algunos
valientes honbres, aunque sin aucr quien los governase
ni ordenase, los quales^ aunque no llegauan al numero
de quarenta y los mas dellos heridos, murieron pe-
leando valerosamente, señalándose en particular Balta-
sar de Chaues, que auia venidn por capitán de vno de
los galeones de Ruy Fleyre; Luis de Mora Rolin; Fran-
cisco Muñiz, que después escapó de las heridas, y al-
gunos vezinos de Ormuz que fueron Gaspar Ferron,
Gerónimo Ferraz, Luís Gago, i^rancisco Ribero y Mi-
guel de Silua, aunque este quedo biuo, pero con el
bra90 derecho menos por junio al honbro. Y porque á
nadie se le quite, aunque muerto, lo que alli mereció,
se pudo igualar con los que mas se señalaron, ó no
serle preferido ninguno, vn soldado llamado Bernardo
de la Peña, criado que auia sido del Enbaxador en Per-
sia, Ormuz y la India; el qual, no prometiendo tanto
su persona, en este sitio se porto valientemente, pe-
leando de manera que dexó su muerte y la de otros
bastantemente vengadas.
En Goa, después de auer despachado á Simón de
Meló el governador para el socorro de Ormuz, como ya
se a dicho, quedaron él y sus consexeros muy satisfe-
chos y descuydados, persuadiéndose de que aun por
la calidad del capitán como de los soldados que lle-
uaua, Ormuz estaua bastantemente socorrido y si-
guro para qualquiera que el rey de Persia y los ingle-
ses intentasen. De manera que en quatro meses no.
se trato de aprestar nueua armada, ni de los galeones
que auia, ni de otros nauios de rremo, auiendo entre
ellos tres galeras que tan esenciales fueran para aquel
— 583 —
socorro. Llegó, sigundo dia de Margo del año siguiente
de 1623 nueua en vn navio de Ormuz, de como los in-
gleses estavan sobre el fuerte de Queyxome y lo auían
comentado á batir, y del temor de los sitiados y de los
que auía en Ormuz, juntamente con auer desanparado
la armada. Y con ser esto, no solo prenuncios vehemen-
tes del mal que se podia esperar, pero Qierta euidengia
del, muy de espacio se trato entre el governador, vee-
dor de hazienda y chanciller mayor, sin admitir ni que-
rer consultar á otra alguna persona en caso tan arduo,
de enbiar diez ó doze fustas de socorro, que como ya
se a algunas vezes dicho no son mas de unos barcos
sin cubierta con 25 ó 3o honbres en cada vno. Y de-
mas de ser este tan débil y flaco rremedio para la ne-
gesidad en que Ormuz se hallaua, quando sin inpedi-
mento pudiera entrar en la fortaleza, que no fuera po-
sible, promediase en su despacho con tanta tibieza y
poca prontitud que bien se echaua de ver en todos la
confusión y desconfíanga, quando no se le quisiese dar
otro peor nonbre, de quien los governaua^ faltando en
ellos, por esta causa^ aquella alacridad y ardor militar
que en semejantes casos los honbres suelen tener. Co-
rrieron mas de veinte dias sin que en ellos se acabasen
de aprestar estos pocos nauios, hasta que miércoles de
la semana sancta se supo por una galeota que llegó de
Mazcate como la ciudad de Ormuz era saqueada y que
los persianos con sus trincheas se acercauan á la for-
taleza, y con ser esto ya, sigun el mal cobro que en
ella auia, lo mesmo que auerse perdido, se pasaron
otros once (jíias mas hasta dos.de Abril, primero que
estas fustas pudiesen salir de Goa con Diego de Sosa
de Meneses, que sugedia en la fortaleza de Ormuz por
auer faltado Don Frangisco de Sosa y Constantino de
Sa^ que iua por capitán del dicho socorro. Pero como
por ser tan tarde, la mongion para Ormuz fuese ya
gastada, hallaron tan rrezios tenporales que demás de
— 584 —
arribar á la costa del norte dos ó tres fustas sin po-
der (i) adelante proseguir la derrota, las demás, des-
pués de muchos días, y algunas desaparejadas llegaron
á la aguada de Thebe, veinte leguas de Mazcate. Y
como suele sugeder quando los honbres se agerCán
mas al peligro, que entonces vienen á temello aunque
antes vengan confiados, ansi, hallándose ya tan próxi-
mos á él, suspensos y sin rresolugion de lo que harian
pararon y se detuuieron muchos dias en aquella aguada
hasta saber de Mazcate ó Ormuz en el estado en que
los sitiados se hallavan, auiendo aunque tarde cono-
cido la suma ignorancia ó maldad de quien los enbiaua
al degolladero sin poder con su muerte aprouechar en
cosa alguna. Llegó después de seis ó siete días que allí
estuuieron vna galeota que de noche salió de la forta-
leza de Ormuz con algunas mugeres y otra gente in-
útil, de quien supieron quedar en lo vltimo los sitiados,
y luego de ay dos dias (2) fueron á Mazcate, adonde
juntándose con Ruy Fleire de Andrada, que después de
auer huido de (Jurrate, adonde los ingleses le tenían en
prisión, auia venido alli en un nauio que armó en Da-
man paro aprouechar y seruir en lo que pudiese, de-
terminaron partir á Ormuz y aunque deliberados á mo-
rir ó entrar en la fortaleza, con mayor gerteza de ser
ella ya perdida muchos dias antes, conforme al estado
en que ella estaua. Y ansi, á dos leguas después que
salieron del puerto, junto al islote de la Victoria topa-
ron vno de los dos patages en que venian los rrendidos
de Ormuz, auiendo derrotado el otro con Simón de
Meló, Oydor y Veedor »de hazienda, ó por voluntad, ó
fuerza de un tenporal que tuuieron, á Guadel y de allí
al Qinde. Boluieronse los del socorro y del patage á
Mazcate, adonde estuuieron los dos meses siguientes
( I ) después,
(a) de Malacate,
-585-
hasta pasarse el rrigor del invierno de la India, y de-
xando alli á Martin Alfonso de Meló que sucedía en
aquella fortaleza á Don Manuel de Lima y á Don (i)
Gongalo de Siluera con siete fustas por todo el mes de
Agosto, vnos mas tenprano que otros, aunque primero
los del ^inde^ llegaron todos á Goa, hinchendose la
giudad^ sin la mucha gente pobre que en ella ay, de la
miserable turba de estos prófugos ormuzanos, aunque
muchos dellos antes rricos y opulentos, que se les po-
día tener enbidia á su mucho rregalo y descanso; con
que se acaba la infeli^e tragedia de Ormuz, en que al
principio no crei fuera tan largo.
CAPTIULO V
Donde se refíeren las guerras que hubo en Goa con
!os ingleses y holandeses.
Todo lo que duró el inuierno se pasó aguardando las
naos de Portugal que se creyó aurían inuernado en
Moganbique con el Virrey Don Alonso de Noroña, pero
auiendose ya sabido de Don Francisco Cuitiño, á quien
el governador auia enbiado por aquella costa de Ae-
thiopiaá saber nueuas del, que no auia llegado, ni otro
nauio de su armada, esperavan muy tenprano su veni-
da aunque á algunos les paremia que auiendo este ca-
uallero arribado dos vezes y no mostrando mucha vo-
luntad de venir á la India, aver de venir otro en su lu-
gar. En el Ínterin que las naos se deseauan les pareció
al gobernador y á su Consejo que seria vna vtilissíma
(j¡) A ¡paro.
— 586 —
y subtil stragema publicar [que] la ^íudad y fortaleza
de Ormuz se auia rrecobrado de los persianos y ingle«-
ses por la mucha industria y valor de Ruy Freiré y los
pocos soldados que auia en Mazcate, pare^ íendoles que
con tan ignorante y sinple invención hazían dos cosas,
que eran animar la gente de la (iudad y ganar de pre-
sente reputación con los reyes vezinos de tierra firme.
Para que esto pareciese que podia saberse, estando el
mar tan rriguroso con el invierno, fingieron muchas
cartas de diuersas partes que con mucha diligencia
auian venido por tierra, en que se daua auiso de este
milagroso suceso, añadiendo que juntamente con auer
cobrado la ciudad y fortaleza de Ormuz auian quema-
do las naos de los ingleses y terradas de los persianos.
Y aunque esto pudiera pareger del todo inposible aun
á las muy sinples mugeres y niños, fue tan de golpe y
generalmente creido de todos que no se puso en ello
duda alguna, mayormente que los Padres de la Conpa-
ñía de Jesús, de cuyo pareger tanbien salió el dicho
concierto y stratagema, la publicauan en los sermones
con gran heruor y vehemencia, alabando á Ruy Freiré
como autor de tan memorable hazaña, haziendo lo
mesmo los rreligiosos de las demás Ordenes y hallán-
dose la ciudad de Goa con esto llena de plazer y fiesta,
corriendo las calles á cauallo, no obstante que por car-
tas de Alepo y Marsella se uviese ya sabido auer sido
ciertamente de Su Magestad. A los que no supieron el
misero estado de la gente de la India y su increíble ig-
norancia en todo, sin aparencia de discurso alguno,
sera creible tan sinple credulidad, pues con qualquiera
moderado y muy vulgar jyizio se pudiera conocer que
no hallándose en Mazcate trezientos honbres y estos
sumamente amedrentados y desanimados con la fresca
calamidad rrecibida, y con diez nauios, los mas dellos
desarmados, se efectuase vna tan grande y milagrosa
facción no auiendo podido antes mil y quinientos hon-
-587-
bres, sin los árabes y vezínos de Ormuz, con tan gran-
de armada y cantidad de toda suerte de artillería, de*
tender lo que tantos años auía tenían por suyo. Y no
solo era esto general persuasión en todos eclesiásticos
y seculares en Goa^ pero les era muy pesado que el En-
baxador tanbien no se persuadiese á ello, mayormente
diziendoles á muchos que le traían las tales nuevas el
mucho daño que podían causar surtiendo contrario
efecto del que deseauan los que las auian ínuentado,
pues las mas vezes no sirue quando se publican, aun
cosas prosperas y que realmente ayan sucedido, sino
de descuydarse los inprudentes y poco rrecatados.
Llegó el primer patage de los rrendidos enOrmuz, del
^índe^ y desengañándose de la falsa y vana persuasión
con que todos se hallauan q uedó la ^iudad en un pro-
fundo silencio, pero luego vn día adelante, que fue á
veinte y dos de Agosto, estando aun el tienpo muy
verde y el surgidero del aguada no del todo siguro en-
tró en él la nao Sancto Thome, capitán Ñuño Pereira,
viniendo en ella Gaspar de Meló de San Payo que el
año antes auía ido á España, y Ñuño de Acuña que
venia por governador de los ríos de Guama y castella-
no de Mof anbique. Súpose luego entre otras muchas
cosas, como Don Alonso de Noroña auiendo buelto á
salir por fin de Abril de la barra de Lisboa y llegado á
la costa de Guinea, arribó desde allí sigunda vez á Lis-
boa con toda la armada que traía. Y que ansí por esto
como por las diligencias que el dicho Gaspar de Meló
hizo^ auiendo sido enbiado á este fin de Goa^ Su Ma-
gestad mando que el Gonde da Vidigueira viniese por
Virrey á la India, el qual, saliendo mas tenprano que
Don Alonso de Noroña el año antes con quatro -naos,
dos galeones y vn patage, y apartándose en la costa del
Brasil de la dicha nao Sanctó Thome (i) de la capitana
(i) ios que en ella penian.
- 588 -
del Virrey, se perdió de vista con la demás armada por
ir á barlouento della, y que después no auiendo esta
nao sabido mas de el Virrey y llegado á 26 de Jullio á
vista de tierra en el parage del rio de Moxincale entre
las islas de Angoxa y Moganbique^ vieron ginco naos y
otra que parecía estar encallada en los baxos que están
gerca de la boca del mesmo rrio. Auia diuersos pare*
(jeres entre los que venian enbarcados en Sancto Tho-
fne, queriendo algunos llegar á rreconoger las naos,
pare^iendoles fuesen las del Virrey, pero los mas to-
mando pareger mas siguro siguieron su derrota hazien-
dose mas á la mar, y siendo buena mongion llegaron
al tienpo que se a dicho á este puerto, diziendo que el
galeón Trinidad, de los dos que venian con el Virrey,
auiendo venido en cónserua suya desde gerca de Qa«
cotora se les auia apartado algunos dias antes y que
supieron de los que venian que por auerseles quebrado
vn masteleo, el Virrey pasó adelante siguiendo su viage,
poco antes de enbocar el canal entre la isla de San Lo-
rengo y la costa de Aethiopia, dándoles orden para que
prosiguiesen su viage á la India, porque él auia de lle-
gar á Moganbique. Fuera de auerse visto presentanea-
mente no podia auer mayor euidengia de auerle suge-
dido desgragia al Virrey que la que se colegia de esta
rrelagion, mayormente de ay á dos dias que llegando el
galeón Trinidad dixo el capitán y ofígiales del auerles
traido el Virrey dos ó tres dias de ventaxa, sigun el
tienpo que gastaron en aderegar su galeón, que con-
putado en el que la nao Sancto Thome vio las dichas
naos en la costa junto á Moxincale dos ó tres dias an-
tes, auia el Virrey llegado alli; casi al mesmo tienpo
que el galeón vino tanbien vna fusta de los rios de Gua-
ma, teniéndose auiso por ella que en el mesmo parage
de Moxincale auian visto las dichas ginco naos y que
algunas dellas eran muy grandes, y ansimesmo la nao
encallada en los baxos, diziendo mas que se sabia por
toda aqueHa cosfta las tales naos ser olandesas y que
auia mas de seis ó siete meses que se auian visto sien-
pre andar á las bueltas entre MoQanbique y las ifilas de
Comoro. Pudiera esto causar rrecato en los mas desi-
cuydados corazones de qualquiera genero de gente^
mayoraiente después de auerse pasado algunos dias
mas y que el Virrey, que de rrazon auia de auer llega->
do primero por venir delante, no paremia; pero no solo
no causo alteración en alguno, mas con toda la siguri^
dad y confianza del mundo, aun los que mas obliga-*
fion tenian de tener rrecato, con gran plazer y jubilo
afirmauan que no auia de que temer, porque sola la
nao capitana en que venia el Virrey bastaua á rronper
y disipar mucho mayores armadas que aquellas, y que
la nao que se dezia auer dado al traues, sin duda era de
los mesmos olandeses. Con tan falsas y engañosas per-
suasiones á tantos a causado su total daño y rruina en
diversas partes del mundo. Se biuta en Goa sin aplicar
el ingenio ni poner las manos en cosa que bien les
estuuiese^ hasta que por los (i) vltímos de Septienbre,
con un patage que vino de Moganbique se supo de los
del galeón San Alberto el desastre sucedido al Virrey,
el qual, trayendo en conserua de su nao capitana las
naos San Carlos y San Joseph, con el (2) dicho galeón,
entre las isla3 de Angoxa y el dicho rio de Moxini^le
se hallo envestido con las finco naos olandesas, y aun-
que fuera mas siguro rreboluelles las proas y pelear
hizo fuerza para pasar adelante, paresgíendole que po*
dría sainarse en la baia de Mo<;anbique, recibiendo las
cargas de artilleria del enemigo en esta ca^a, mas que
batalla naual. La nao San Joseph, que era la almiranta,
queriendo hazer su offigio rrecogiendo las damas, fue
(i) primero.
(2) galeón San Alberto.
— 5^0 —
sobre quien descargó con mas furia la mucha y presta
artillería de los contrarios, de manera que auiendo sido
muertos, sin otros muchos, en ella, el piloto y sotapí-
loto, y viniendo con pocos y malos artilleros ( i ) y Don
Francisco Mazcareñas muy enfermo, que era capitán
de la dicha nao, los demás hizieron tan flaca rresisten-
9ia no auiendo quien manexase la artillería, que viendo
los enemigos que con ella no se les hazia daflo, desde
muy ferca la arronbaron y desaparejaron, Ueuandola
luego la corriente hasta encallarla en los baxos de Ma-
xincale. Los olandeses, pare^iendoles que lo mesmo
les podría suceder con las otras dos naos y galeón, los
fueron siguiendo dándoles muchas cargas de artillería
hasta que del todo (erró la noche, pero sin apartarse
mucho dellas.
El virrey y muchos de los que venian con él en su
capitana afirmaron después que en esta ocasión quando
la nao San Joseph se hallo mas conbatida de los enemi-
gos, que mandó rreboluer la proa á su nao para soco-
rrella y que ansi estuuo peleando con ellos hasta que
fue noche; pero conforme sucedió el dia siguiente se
conoció claramente que si los enemigos abarloaran es-
tas dos naos, que se las licuaran^ sigun la desorden y
y temor con que todos en ellas se hallauan. Otro dia,
auiendo cobrado aquella noche ventaja en nauegar
nuestras naos, los enemigos las fueron siguiendo hasta
alcan^allas quatro ó seis leguas de MoQanbique y allí
boluieron á conbatillas, y aunque sintieron flaqueza en
ellas no se atrevieron tanpoco a balrroallas como el dia
antes, ó porque temieron no se pegasen fuego con que
tanbien podían peligrar sus naos, ó sigun después ellos
mesmos díxeron porque se persuadieron que venia por
virrey Don Alonso de Noroña en ellas, y que llegados
á las manos hallarían mayor rresistenfia con mas daño
(i) demás de yenir.
suyo. La capitana y San Carlos, viéndose muy apreta-
das de las muchas cargas de artillería de las naos ene-
migas, se llegaron lo mas que pudieron á la costa pa-
res^iendoles que teniendo muchos de sus marineros mas
noticia della podrían saluar los baxos hasta entrar en
la baia de Mo^anbique, y que los enemigos por no per-
derse los dexarian , sugediendoles mas gierto este si-
gundo dísigno que el prímero, porque las naos olande-
sas temiendo perderse en aquella costa tan llena de
baxos, hallándose ya nuestras naos muy metidas entre
ellos, las dexaron con mas de tres oras de dia y se hí*
zieron á la mar. Pudieran siguramente, pues toda aque-
lla costa es tan conocida de qualesquiera marineros
portugueses, salir nuestras dos naos algo mas á la
mar y tomar siguramente la baia de Moganbique te-
niéndola tan cerca y bastante tienpo para poder hazello
antes que cerrase la noche, pero no se sabe ó [no] se
quiere dezir sobre esto la verdad, callándose por algu-
nos respetos, ó rrealmente se temió por todos que si
salian fuera de aquellos canales no rreboluiesen los
enemigos sobre ellos, que aun no se auian perdido de
vista, y ansi se entretuuieron hasta que fue noche, que
queriendo salir á tomar la dicha baia dieron en seco
primero la Capitana y luego San Carlos, en los baxos
entre la tierra fírme que llaman Caaba^eira grande y la
isla de Santiago. Las naos se deshizieron muy apriesa,
de manera que aquella noche, demás de la gente y lo
que estaua en la primera cubierta con la mas parte del
dinero, lo demás se perdió, aunque después se pescó
la artillería. El Virrey, luego como su nao tocó se fue
aquella noche á la fortaleza, que estaua legua y media
de aquellos baxos, de manera que por mucha priesa
que el capitán Jacobo de Morales se dio por acudir á
la nao, no lo halló ya en ella. Sabido por el Virrey el
sitio de Ormuz, no teniéndose aun noticia en aquella
costa auerse ya perdido, enbió á Mazcate el galeón San
Alberto con Paulo de Sequeira su eapítan» rreforgado
con gente y artillería de las dos naos, aunque bien se
dejaua entender no auer sido posible detenerse al sitio
hasta entonces, y ansi, de la mucha gente que Ueuó
este galeón murío de hanbre y enfermedad la mayor
parte dellos en Mazcate. La nao San Joseph, después
de auer encallado en los baxos de Moxincale, aunque
tuuo tienpo parte de aquel dia la noche siguiente y
hasta las ocho ó las nueue del dia adelante para enjan-
gadas y batel saluarse todos con el dinero en la tierra
fírme, siendo los negros amigos, hallaron los enemigos
gran parte de la gente y dinero dentro de la nao con
todo lo demás que en ella auia que no se auia deshe-
cho tan apriesa como las demás, siendo los que en ella
se perdieron ciento y cincuenta honbres y quatro ó
ginco mugeres nobles y doncellas de las que por orden
de Su Magestad en algunos viages vienen de Lisboa
para se casar en la India. El capitán D. Francisco Mas-
careñas y oficiales de la nao con mucha gente della se
auian ya saluado, diziendo muchos que ansi las muge-
res como el mas del dinero se tomo por los enemigos
estando ya en tierra, sin auer quien los defendiese des-
pués de auer sabido el mal suceso del Virrey en Goa (i)
por los vltimos de Septiembre; fue notable la admira-
ción y espanto que en todos causó, paresgiendoles cosa
imposible poder auerse perdido tres naos juntas, por
grande que fuese la armada de los enemigos , no obs-
tante los muchos casos sucedidos aduersamente en tan
poco tienpo. Y era tan general esta sinple y vana con-
fianza en todas suerte de gente, que como desde que
llegó la nao Sancto Thome y galeón Trinidad se uvie-
se publicado auer visto aquellas cinco naos de enemi-
(i) Por los primeros de Otubre, de una galeota que partió de
Ma/icate después de avtr alli llegado el galeón San Alberto que
desde Moganbique avia enbiado de socorro el Virrey.
-ses-
gos ferca de Mo^anbique, auiendo tres ó quatro días
antes pasado adelante al Virrey, de la dicha nao y ga-
león, y ser cosa tan verosímil el auer dado en los ene-
migos y perdidose, pues en tantos días no se tenía
nueua del, á nadie daua esto cuydado, antes muy pla-
zenteros se festejauan y entretenían en juegos y correr
las calles^ esperando cada ora las naos con el Virrey.
Y como el Enbaxador estuuíese tan cuydadoso, te-
niendo por sin duda auerse el Virrey perdido ó estar
sitiado con sus naos en el puerto y fortaleza de Mof an-
bique, y comunicase esto con algunas personas que en
aquella saqon le visitauan, se rreian dello dizíendo lo
que atrás se a dicho, de que sola su capitana bastaua
para rronper mucho mayores armadas de ingleses y
olandeses, siendo común pasión en todos estas» sinpli-
cissímas, quanto dañosas jactancias, admitiendo y es-
cuchando cosas apazíbles y que al cabo le auian de ser
tan perniciosas, y huyendo de saber las aduertencias á
que tenían obligación de acudir y rremediar, lo qual a
sido sienpre la rruina de qualquiera república. Luego
en aquellos primeros días enbió al Virrey á tratar con
los enemigos de rrescatar los que se perdieron en la
nao San Joseph, y por tener los ingleses tres ó quatro
prisioneros de su nagion en Goa y queriéndolos rresca-
tar tanbien, le rrespondieron que ellos auian de ir á la
barra de Goa desde allí, adonde tratarían del rrescate
de los unos y los otros. Y visto por el Virrey que los
enemigos se auian partido á Qurrate^ temiendo de dar
en ellos si fuesen derechos á Goa se enbarco con la
mayor parte de la gente que le auía quedado en dos
patages que halló alli en Moganbique, y por fuera de
los baxos de Padua y islas de Mámale llegó á Cochini,
adonde se detuuo muchos días aprestando vna naueta
que conpró al rey de aquella tierra para desde alli en-
bíalla á Portugal. Y aunque en Goa se supo luego de
pocos dias su llegada, procedióse en despachar armada
38
— 594 —
de nauios de rremo que enbió á pedir para su venida,
con tanta lenteza que pasaron desde su llegada á Co-
chim y venida á Goa^ que fue pocos dias antes de naui-
dad, poco menos de tres meses.
Los ingleses y olandeses, después de auer llegado á
^urrate, de Mo^anbique, y pertrechándose de mante-
nimientos y municiones, se vinieron á ponerse sobre
la barra de Goa con diez naos y vn patage á tienpo que
ya auia partido la armada de rremo á Cochim con mu-
cha de la gente de la ^iudad para aconpaftar al Virrey,
no Ueuando alguna prevención de las que en semejan-
tes ocasiones tanto era menester, sino muchas galas,
enbarcandose ansimesmo gran numero de frayles y je-
suitas apercibidos de todo genero de adulación y lisonja
para con el nueuo Virrey. Y aunque sin faltar nadie de
laciudad, con rrazon se podía dezir ser toda gente iner-
me, agora que casi se hallaua medio vazia lo estaua
tanto que por no rresoluerse los enemigos á ello no la
saquearon, pudiéndolo fácilmente hazer con poner
ochocientos ó mil honbres en tierra junto á Nuestra
Señora del Cabo, de donde no auia inpedimento para
llegar á la ciudad. La preuencion que en ella se hizo
por el governador fue mandar que toda la gente que en
ella auia saliese á Pangin y á las demás partes de una
y otra parte del rio hasta la barra, y algunas fustas y
otros barcos para que asistiesen en el mesmo rio, pero
poco menos que desarmados y sin municiones. ni quien
conpetentemente los gouernase. Los demás vezinos,
ansi nobles como populares, salian á tropas conforme
á la vezindad ó amistad que vnos con otros tenían, y
Ueuando sus mugeres con cantidad de rregalos anda-
uan esparzidos por sus quintas vanqueteandose vnos á
otros, ó jugando, de manera que se uia por toda aque-
lla playa de Pangin y Bardes vna propia imagen de los
saturnales ó bacanales de la antigüedad, sin poder tan-
tas calamidades rrecibidas,, ni ponerles mas rrecato, ni
^595-
desminuilles la sinple confían^a suya. En el ínterin^
los enemigos que estauan surtos á la boca del puerto
algunos días auia, no íntentauan cosa alguna, ni se
acabauan de entender qual disigno fuese el suyo, mas
de presumirse que viniesen á rrescatar sus prisioneros
y á que les rrescatasen los que ellos tenian de la nao
San Josephy y ansí mesmo para inpedir que la nao
Sancto Thome, que solo auia quedado, no pudiese ha-
zer viage á Portugal. En la fortaleza del Aguada estaua
Andrea Coello con ^inquenta ó sesenta soldados y al-
gunos caualleros que voluntariamente se entraron en
ella para su defensa, entre los quales fue Francisco de
Sosa Falcon que en tiempo del Conde de Redondo fue
secretario de este Estado, el qual^ juntamente con qua-
tro hijos suyos todos en edad para pelear asistió alli
hasta después de idos los enemigos. La nao Sancto
Thome, que se estaua apercibiendo para su viage, visto
el peligro por la cercanía de los enemigos se llego lo
mas que pudo al fuerte de la Aguada por abrigarse y
poder defenderse con su artilleria, haziendo ella tanbien
traues al mesmo fuerte^ hallándose dentro para su de-
fensa demás de su capitán y marineros Ruy Freiré de
Andrada, que auia ya llegado de Máznate, y ginquenta
ó sesenta soldados y vezinos, desminuyendose cada dia
este numero boluiendose muchos á la giudad, siendo lo
mesmo en todos los demás que estauan derramados
por los palmares y casas de plazer de la isla. De mane-
ra que pasados aquellos primeros días fueron muy po-
cos los que quedaron, siendo lo que aqui pasaua des-
orden confusión y miedo muy conocido. Esta fortaleza
de la Aguada no es mas que vna pequeña plataforma
que esta en la falda del cerro ó collado adonde se auia
de fundar la fortaleza, muy rrasa y á la lengua del agua,
sitio muy a proposito para desde alli guardar y defender
el surgidero de las naos que le cae gerca. Pero demás
de no tener la dicha plataforma fortificación alguna, ni
-596-
vn sinple parapeto, y ansí muy expuesta á ser ocupada
de qualesquiera nao y flacos enemigos, pues si no fue
en esta ocasión presente nunca uvo en ella sino tres ó
quatro negros de la tierra que siruen de artilleros (i)^
y su capitán en la (iudad, tiene á cauallero casi a plomo
sobre si toda la altura de aquel collado, á donde no ay
genero de defensa ni guarda alguna. Porque auiendo
Andrea Furtado querido ponello por obra le llego su-
cesor, quedando solamente en diseño comentado alli
un fuertezuelo muy estrecho y mal entendido, que des-
pués no se prosiguió, aunque se acabo entonces vna
pequeña torre en que u viese de noche lunbre para to-
mar el surgidero de noche. Pero después acá nunca en
este pharo ó lan terna se tuuo lunbre alguna, antes por
auer estado sienpre yerma se a arruinado con las aguas
de los inviernos, auiendo estado algunas vezes muchos
nauios en peligro viniendo á demandar la barra de no-
che creyendo auia lunbre en esta lanterna de perpetuas
tinieblas, como sucedió al Enbaxador viniendo de Or-
ñiuz el año de 1620, que llegando muy de noche y obs-
cura, muy gerca del puerto, y no rrecono^iendose señal
del, el piloto boluio atrás por el rrunbo contrario que
se auia traido hasta que otro dia bien tarde entró en el.
Y auiendo entonces el dicho Enbaxador conb^ido, de-
mas desta falta, el mucho descuido y negligencia que
en Goa se tenia en la guarda del dicho fuerte, y tan
inportante cosa era poner en defensa lo alto de este co-
llado del pharol^ y ansímesmo la plataforma baxa, en
los dias que se detuuo en Pangin antes de venir á la
ciudad, trato con el Arzobispo que propusiese en el
Consejo al governador de como el quería seruir á la
ciudad en mirar bien aquel sitio, y juntamente con el
maestro de cantería, á quien aqui en la India llaman
' (i), nunca hallándose alli el capitán que les esta señalado, sino
en 9u casa en la ciudad.
— 597 —
ingeniero mayor, dar ordem que se fortifícase, pues
muy pocos lo podian ocupar y ganar desde lo alto con
solas piedras la plataforma y fuerte de abaxo. Y aun-
que e Enbaxador sabia ya por lo que le auia sufe-
dido en Ormuz de quan mal se auia de tomar por el
governador y por todos este su offregimiento y buena
voluntad, no quiso faltar á lo que deuía viendo aque*
lio en tan notorio peligro sienpre que qualesquiera ene-
-migos pusiesen el pie en tierra, y quan falta estaua,
no solo Goa, sino todo lo demás de este estado de per-
sona conpetente aun para qualquiera muy sinple for-
tificación. Lo que se le rrespondío al Arzobispo no se
supo, ni el quiso dezillo al Enbajador aunque después
se uio algunas vezes con él, ni tanpoco se le pregun-
to, mas de auer algunos dias adelante entendido de
quam mal y odiosamente se auia tomado lo que me-
reciera agradecimiento. Y en la ocasión de que se iua
tratando, hallándose las dichas naos de enemigos á
quinientos ó seiscientos pasos de la dicha plataforma
les pareció al capitán que en ella estaua y á otros fídal-
gos que se quisieron mostrar mas prácticos^ que con
la artillería que alli auia, que era muy gruesa, podrían
desalojar las dichas naos obligándolas á hazerse mas á
lo largo; dispararon algunas piecas de las mayores
cuya munición era de quarenta ó cinquenta libras de
bala, siendo acomodadas, no para hazer efecto de tan
lexos, sino para solo guardar el surgidero de las naos
de ciento hasta pocos mas de dozientos pasos de dis-
tancia. Y como demás de esta dificultad los artilleros
fuesen del todo ignorantes én su officio y pusiesen el
punto de aquellos gruesos cañones en las naos por
linea recta, estando como estaua la plataforma á la
lunbre del agua, las balas casi no llegauan á la mitad
del espacio de donde estauan las naos enemigas, en
las quales se miraua esto con gran rrisa y menos-*
precio.
- 598-
Parecióles á nuestros artilleros y á los que con ellos
estauan que la falta de no alcangar mas la artillería con-
sistía solo en la falta de la poluora, y ansí la cargaron
con doblada carga, no surtiendo otro efecto de esto
sino de rrebentar dos piezas de las mejores, con lo
qual se dexo de hazer otra prueua. Y como luego el
dia siguiente viniese vn patage de Cochim y por no
caer en manos de los enemigos quisiese tomar el puerto
de Goa la vieja, vna de las naos alargando la amarra
por hallarse mas gerca se llegó á tierra todo lo que el
fondo le dio lugar y le disparó alguna artilleria con que
el patage se fue arrimando mucho á la playa para to-
mar el puerto y las balas no le alcanzasen. Los olan-
dcses, visto que con artilleria no podían alcanzar á ha-
zelle daño echaron vna lancha en el agua y en ella
veinte ó veinte y ginco honbres y hizieron gran fuerga
con el rremo por alcanzar el patage, en cuya ayuda
mouieron tanbien dos nauios ó fustas de las que se a
dicho que se auían armado para guarda de la barra.
Pero como llegando ya ellos y la lancha muy gerca dd
patage, desde la nao aunque de tan lexos, y les dispa-
rasen algunas piegas, mas para espantarlos que para
hazer efecto, los nauios se pusieron en cobro boluíendo
huyendo á su puesto, con que perdieron el animo de
manera los del patage que aunque auía en él veinte
honbres, sin los marineros, se langaron todos al agua
dexando su dinero y demás hazienda, que saquearon
luego los enemigos, pegando fuego después al patage.
Quatro ó seis dias antes de Navidad vino el Virrey de
Cochim con catorze ó quinze fustas y manchuas, aun
con menos apergebimiento para sí fuera menester pe-
lear del que auían lleuado los que de Goa fueron á
aconpañarle^ y sin esto no llegaron todas las fustas
juntas, sino unas muy delante de las otras, pero muy
cosidas con la costa, tomando la isla de Salsete por lo
mas gerca que pudieron. Sugedío aqui vna cosa de
- 599 —
que se pudo con rrazon inferir auer venido los enemi-
gos con otro fin que rrescatar ios prisioneros, como en
Moganbique auian enbiado á dezir al Virrey, porque
hallándose al tienpo que el Virrey llegó la nao capitana
mas (ercana á aquella parte y pudiendo con su mucha
artillería, sino inpedir del todo, á lo menos turbar y
hazer daño á muchas de aquellas desordenadas fustas^
no dio señal de hostilidad alguna en la presente ocasión,
antes alargándose por la amarra se aparto gran trecho
con evidente demostración de cortesía ó menosprecio,
queriéndolos dexar entrar no obstante las muchas
muestras que en todos se uia de temor. Demás que en
todo el tienpo que estas naos estuuieron sobre la barra,
que fue por espagio de casi tres meses, claramente se
conoció que pudieran hazer mas daño no executando
lo que pudieran con sus lanchas fauoresgidas con la
artillería de las naos, como tan fácilmente les auia su-
cedido quando saquearon y quemaron el patage de
Cochim. Auian enbiado ya vna ó dos vezes los prisio-
neros portugueses cartas en algunos vasos de barro y
echados con la marea, pidiendo encarecidamente al
governador, y al Virrey después que fuese venido, que
los rrescatasen dando en parte del pregio, que era muy
moderado, los pocos ingleses y olandeses que auia pre-
sos en Goa; pero ansí en esto como en otras muchas
cosas antes por el discurso de tanto tienpo quanto fue
el que el Enbaxador se detuuo en la India, parecía per-
mitir Dios que esta gente se cagase para castigo y per-
dición suya, tomando sienpre no acaso, sino por ele-
Cion, el parecer que peor le auia de estar, diziendo ya
algunos que no era crédito del estado de la India, ni del
mesmo Virrey, rrescatar los dichos prisioneros* Y visto
por el Enbaxador que este lenguage tan bárbaro y no-
Ciuo, demás de inpedir tan piadosa obra como rredimir
aquellos pobres onbres, inpedia tanbien de no poderse
hazer víage á Portugal continuando los enemigos el és-
— 6oo —
tarse en aquel puerto, aunque muy falto de salud fue
á visitar al Virrey dos días después que llegó al colegio
de los reyes adonde se auia aposentado. Y aunque la
visita era solp de cunplimíentos^ pero pidiéndolo el
tienpo ansi le suplicó tratase luego de la libertad de
aquellos presos, mayormente escusandose la (i) afrenta
que á todos tocaua por hallarse las tres ó quatro mu-
geres portuguesas en tan vergonzoso genero de vida, y
que no se mouiese á hazer lo contrario si algunos le
(lixesen que no convenia á su auturidad tratarse de su
parte el dicho rrescate, teniendo tanta obligación á ha-
zello. Y que siendo lo mas verisímil venir á solo lo to-p
pante al rrescate los enemigos, ansi por lo qi^e se co-
mento á tratar en MoQanbique, como la demostración
de cortesía de el día que entró en el puerto aueria tan-
bien otra cosa de grande inportangia, que era saberse
si venían con fín de tener sitiada la barra de manera
que ni la nao que en ella estaua para hazer viage, ni vn
patage que por diligencia suya el governador auia man-
dado aprestar^ pudiesen ir á Portugal en aquella mon-
QÍon, Y porque el Virrey le rrespondio á esto tibia y
perplexamente se ofreció el Enbaxador de que si por
alguna causa que él no supiese su señoria no queria
tratar de la tal redemgion, que por hazer bien á los pre-
sos enbiaria de su parte á que se hiziese la mesma dili-
gencia, teniendo como tenia persona conpetent^ y pra-
tica para ello, y que efectuándose lo del rrescate, ó los
enemigos se quitarían de allí, ó permaneciendo en aquel
puesto se sabría ya que querían tener sitiado aquella
barra, y esperándose que otros años intentí^rian el
mesmo orden de hazer la guerra. A esto pareció con-
sentir el Virrey, rrespondiendo que le auisaria luego
otro día, y con esto acabó el Enbaxador su visita, ha-
ziendo todas estas diligencias porque si los enemigos
(i) iferguenga que en todos podría aver.
{'
— 6oi — .
no tuuiesen otro fin sino lo del rrescate se fuesen des-
pués de concluido y quedando Ubre la barra pudiera
hazer su viage á España, para el qual estaua del todo
aprestado. De ay á dos días el secretario del Estado es-
criuio por orden del Virrey, al Enbaxador, que tuuiese
aper^ebida la persona que auia de enbiar á los enemi*
gos, para que llenase orden de lo que auia de hazer,
parefiendole ya esto al Enbaxador poca rresolu^ion,
como le auia parecido el Virrey honbre tardo y menos
dispierto de lo que el tienpo pedia; y ansi sucedió, por-
que nunca mas se trató de la dicha materia con el En-
baxador, ni él quiso tanpoco hablar en ella. Hizo su
entrada el Virrey en la (iudad con muchas galas y fies-
tas aunque en tienpo por tantas causas de tristeza y
trabaxos, y dentro de algunos dias dio orden que de
parte de los ermanos ó cofrades de la Misericordia se
enbiase á tratar con los ingleses y olandeses sobre el
rrescate de los prisioneros de anbas partes, y abiendose
enbiado á esto vn mulato ó mestizo de la tierra, ellos
se corrieron de manera que sin oyllo le boluieron á en-
biar, y lo mesmo sucedió con otro honbre, aunque no
e sabido de que suerte fuese, que después de esto se
enbio á lo mesmo en nonbre del obispo de Cochim
que gouernaua entonces este arzobispado de Goa por
muerte del Arzobispo, pareciendo sigun buenamente se
puede inferir que el enbiarle las tales personas fuese
tenellas en poco, ó que por auiso de alguno, siendo
fama que los tenían de muchos uviesen sabido la vana
presunción del Virrey en no querer que la tal rredem*
Cion derechamente se tratase de su parte, siendo esto
vna tan falsa y del todo ignorante persuasión. La causa
que tuuo el Virrey para que de parte del Enbaxador no
se hiziese esta diligencia, aunque no se a sabido eui-
dentemente, se presume que fue, ó por le parecer ansi
al Virrey, ó á sus amigos, que no era bien que el En-
baxador siendo castellano se entremetiese y quisiese
tener mano en cosa alguna que tocase á la corona de
Portugal. Y este bárbaro y obstinado lenguage tan
arraygado en los ánimos de todos, que aun en cosas
semejantes á este en que tan poco grangeaua el Enba-
xador y era propio beneficio suyo dellos, por ningún
caso querrían rregibir el tal benefiíio aunque del rre-
sultase rredimir quantas vexaQÍones rre^íben de los ene-
migos (i); hazia de su parte el Enbaxador quantas di-
ligen9ias podía para que el Virrey le permitiese en aquel
patage hazer su viage á España, pues tantas causas
auía para que Su Magestad fuese auisado de los aduer-
sos sucesos de la India, ya que la nao por estar mal
aprestada y ínpedíllo los enemigos no podía hazello (2).
Y aunque el patage podía correr peligro de ser tomado,
pero saliendo de noche, siéndolo todas en aquella sa-
zón muy obscuras y correr en ellas muy fauorable
viento, los pilotos y demás marineros afirmauan ser
cosa fagil el librarse, mayormente en nauío pequeño y
tan bien aparejado. Pero en mas de un mes que el En-
baxador trabaxó en esto no fue posible acabarlo con el
Virrey, ni en todo este tiempo y muchos días mas ade-
lante se rresoluío á aprouar quitar el sitio en que los
enemigos le tenían, efectuando el rrescate de los prisio-
neros. Este misterio, aunque se podría discurrir so-
bre él, se queda agora en silencio; solo se puede afir-
mar no auer gustado el Virrey, ó á lo menos auer gus-
tado poco de que este patage ni otro alguno en tienpo
y monqíon conueníente saliese para ir á Portugal, y la
naveta que despachó de Cochim fue con los pasageros
y marineros que dependían del, mudando muchos de-
llos y ordenando que fuesen otros. Demás de que
avíendo llegado el galeón que despachó de Moganbi-
que, á Mazcate, por los primeros de Septienbre, y de-
(i) y habiendo.
(a) tal viaje.
-6o3-
uiendose despachar de alli por Ba^ora y Alepo á España
para dar cuenta del suceso que tuuo con los enemigos.
Este correo no partió hasta el mes de Enero de este
año de 1623, el qual fue tan de espacio y por tan largo
camino que se a sabido que mediado Junio ó mas tarde
fue visto junto á Mosul en la caravana que ua de Ba-
gadat á Caramit, viage que nadie de los que van por
tierra á España lo a vsado por el gran rrodoo que en
él se haze.
Fueronse los enemigos del puerto que tenian, por fin
de hebrero, ó por le parecer ser ya bien gastada la
mongíon en que la nao Sancto Thome pudiera salir^ ó
desconfiados de que no querían rrescatar los presos,
auiendo sido proueidos de la costa cercana de agua y
mantenimientos abundantemente. Y aunque el patage
que estaua ya muchos *dias auia aprestado de manera
que pudiera salir por los primeros de Margo, no salió
hasta los primeros de Abril, diziendo, sigun era fama,
el Virrey, que quería hazer esperiengia si por aquel
tienpo se podía hazer viage á Portugal, por auer sido
informado que en qualquiera que se nauegase, sin es-
perar mongiones se podia ir de la India y boluer á ella
de Portugal. El Enbaxador, aunque fue conbidado en
esta desusada mongion no se atreuia á enbarcar con
desearlo de manera que con ningunas palabras se pue-
de encarecer el mucho sentimiento suyo y la causa de
auerse alargado tan particularmente en lo sucedido des-
pués del rrecuentro y perdición de naos del Virrey ger-
ca de Moganbique a sido por rresultar de la infausta
venida suya quedarse mas tienpo en la India con tan
poca salud y suma descomodidad, callándose en esta
ocasión muchas cosas, no siruiendo de nada sino ha-
ziendo mucho daño el dezillas^ aunque con obligación
forzosa de publicarse.
— 6o4 —
CAPÍTULO VI
Sale D. García de la Jadía.— Relación de su viaje hasta poco antes
de morir.
Pasóse el invierno de la India aguardándose al fín
del las naos de Portugal, y porque auta ya quatro años
que estas casi faltauan del todo y se temia llegasen muy
tarde, hizo el Enbaxador quantas diligencias pudo para
que la nao Sancto Thome, que no auia podido hazer
viage el año pasado, estuuiese aprestada para que ten-
prano lo pudiese hazer en el presente. Y aunque jun-
tamente con esto paremia á algunos muy conveniente
que pues auia en Goa el caudal de Su Magestad de las
tres naos perdidas en Moganbíque, con la gente de mar
que en ellas vino^ que en conpañia con la dicha nao
Sancto Thome fuesen tanbien dos ó tres galeones grue-
sos de los que estauan en el rio de Pangin^ pues no
eran ni podian ser de prouecho en la India tan presto,
no quiso el Virrey atender á esto, ocupado del todo en
sacar dineros de la miserable gente de Goa con increí-
bles y jamas vsadas exagiones; la disculpa que él y los
que le adulauan, que eran muchos, dauan de no po-
nerse lo dicho en execugion, era dezir que auia de ha-
zer jornada á Ormuz, para lo qual auia menester los-
galeones, publicando que luego que despachase i^B
naos que esperaua aquel año auia de ir á cobrar de los
enemigos la giudad y fortaleza perdidas, aunque era
cosa muy vista estar del todo falto para la tal facgion,
demás de la poca satisfagíon que de su persona se tenia
para semejantes enpresas. Pero aunque se perdió la es-
peranza de partir esta nao con escolta de los dichos
- 6o5 -
galeones^ asiguraua el Virrey que la auia de despachar
en todo nouienbre para que síguramente y con toda
breuedad hiziese viage sin aguardar por las naos que
se esperauan, que sigun ordinariamente sucedía salían
de Goa muy tarde. Por los primeros de Octubre llegó
al surgidero del Aguada Don Phelipe Mascareñas en un
galeón de los que aquel año por Margo salieron con las
naos de Lisboa, y aunque arribó luego por auersele
froto vn masteleo y le traía por esto la demás armada
tanta ventaja, llegó al tienpo que se a dicho, sin dar
otras nuevas della de lo que supo de un patage que
halló en Moganbique, diziendo la gente del que se auian
apartado de las naos en la costa de Guinea; con esta
nueva mudó el Virrey de parecer, diziendo que espe-
rándose tan presto esta armada quería que la nao San*
cto Thome fuese en conserua suya, la qual rresolugion
pudiera juzgarse por mas acertada si el tienpo no mos-
trara alante lo contrario de esto, siendo las machinas
de este honbre encaminadas del todo á fínes particula-
res suyos á que con suma vigilancia atendia aunque
fuese con la general rruina de aquel estado. Promedia-
se por las rrazones dichas con grande espacio y nota-
ble tibieza en el aderezo de la nao, siendo necesario,
por estar muy abierta, hazerse casi de nueuo, y sin que-
rer señalar lugares á los que en ella se auian de enbar-
car, ni proueer las plagas de marineros ni artilleros que
le faltauan, aunque todos estos interesados le inportu-
nauan y dauan priesa para ello. Súpose de una galeota
que vino de Moganbique como quedauan allí las naos
y galeones de Portugal sin poder venir á Goa hasta la
mongion de Mayo, con lo qual pudiera el Virrey apre-
surarse en el despacho de la nao sin disculpa alguna y
no paregio sin que esto mesmo causase en él mas va-
gar y espagio^ sin quererse rresoluer en cosa alguna de
las que arriba se an dicho, aunque todos instauan con
mayor calor sobre ello diziendo quanto inportaua salir
-6o6-
tenprano para hazer viage, ansi para hallar tienpos fa-
uorables como para no dar en naos enemigas. El En-
baxador, no obstante que se le auia enbiado á ofrecer
enbarca^ion, ó en la nao Sancto Thome, ó en qual<-
quiera otra de las que se creyó que llegaran, hizo ma-
yor diligencia que nadie, desde el mes de Jullio, para
que en la dicha nao se le diese gasajado, temiendo síen-
pre, sigun los malos sugesos de los años de atrás, que
tanpoco en el presente llegase armada de Portugad á
tienpo conveniente; mas por mucho que inportunó,
aunque al principio le asiguraron con buenas palabras,
no fué posible que le quisiese el Virrey señalar lugar al-
guno, aunque era ya casi pasado Nouienbre y auia
mucha priesa en acomodarse en la dicha nao y tantos
los que pretendian enbarcarse en ella. Y porque el
modo de proceder que en esto con él se tenia era con
muy conocida cautela, era muy visto, acudió con prie-
sa al maestre y piloto de la mesma nao á conpralle ga-
sajados en los que ellos tenian en ella, por el pregio que
quisieron, siendo este muy exgessivo, lo qual se pudie-
ra lleuar en pagiengia si se diera lugar á poderse la nao
partir quando pudiese, pero aunque lo deseauan tanto
los muchos que en ella se auian de enbarcar, se dete-
nia sin ocasión alguna su despacho, auiendose ya pa-
sado lo mas de Dizienbre y lo mejor de la mongion
para el viage por dentro de la isla de San Lorengo, y con
todo el tienpo que se iua gastando mas tardanga se co-
nogia en el Virrey siendo ya muy visible la intengion del
Virrey de no gustar que esta nao partiese, ó á lo menos
que fuese muy tarde. Con que ñn se hiziese esto, bue-
namente no podria afirmarse, aunque el discurso que
jsobre ello se hiziese no seria muy obscuro, conforme
á la mucha atengion y cuydado con que biuio sienpre
después del caso aduerso de Moganbique, de que nadie
pudiese dar rrazon del España sino aquellas personas
que él quisiese^ obligadas con beneñgios para hablar
— 6o7 —
fauorablemente en sus cosas. Y ansí, auiendo publica**
do que despachaua vn confidente suyo al rey de Visa-
por ó Hidalcan, con gran presteza y secreto lo hizo de
noche enbarcar en vn nauio para Bagora y de aüi á
España con cartas suyas y de sus amigos^ valiéndose
para semejantes casos de aquellos que sienpre procu-
rauan lisonjear y agradar á los demás Virreyes y gouer-
nadores con tanto escándalo y mal exemplo en aquella
giudad. Podría parecer intenpestiua y superflua esta
narragion, pero lo que se vio y conogio después de lle-
gado el conde de Vidigueira á Goa, con la libertad y
suma insolengia suya, exceden todos los limites de rra-
piña, inhumanidad y poco temor de su rrey, sobre vna
muy encarecida ignorancia y baxeza de animo. Ni tan-
poco se escriuiera esto, aunque tan verdadero y con tan
particular obligación de publicarse, si de encubrirse no
rresultara la total rruyna de todo aquel estado, casi
acabado ya con los prodigiosos exgessos, multiplicán-
dose cada vez mas de los que vienen tan confiadamen-
te á destruille y defendelle; y por abreuiar la tarda y
vagarosa partida de la nao Sancto Thome, digo que
con estar ya del todo aprestada para los primeros. de
Enero se fue dilatando en no mas largo plazo que de
vn dia para otro, hasta quinze del dicho, en cuyo tien-
po, auiendo entendido el Enbaxador de algunas perso-
nas el poco gusto que auia de que se enbarcase y que
esto se uia claramente en auelle negado tácitamente, si
no al descubierto, lo que antes le auian prometido, y
temiendo otra cosa peor, se fue á Bandos junto al rio
de Pangin para con presteza entrarse en la nao. Y
auiendo estado allí algunos dias sin dar lugar á la par-
tida con el mesmo proceder, se enbarco á 28 de Enero
en los gasajados que antes auia conprado, sin otra ayu-
da por los ministros de Su Magestad que una curuña
pequeña ó entremiche en que solo cupieron 14 pipas
de agua, siendo forgoso llenar los demás mantenimien-
-6o8-
tos para el viage con suma descomodidad en los ca¿
marotes que auia conprado.
Primero de Hebrero de 1624 se hizo la nao á la vela,
deteniéndose mas aquellos quatro dias por decir el Vi-
rrey que no auia escrito antes, y era cosa de grande
admiración ver la mucha ocupación y enbara^o de esta
ñaue, no solo en las cubiertas y parte inferior della en
que Ueuaua mas que doblada carga, pero en todo el
conues, toldos y xareta, no auiendo lugar desocupado
para poderse rreclinar un honbre, ni era posible que lo
uviese para su govierno y ministerios necesarios. La
causa de esta desorden fue el venir sola y no auer el
año antes despachadose alguna otra sino la naueta de
Cochim, y principalmente la suma y desordenada cu*
dicia de la gente de mar y délos contratantes de Goa,
pare^iendoles que en Portugal auian de tener por la
causa dicha muy subidos precios lo que agora se lle-
uase. Esto fue creciendo en todos de manera, detenién-
dose tanto la nao en salir, que vendiendo los gasajados
en que auian de acomodarse vendian tanbien aquellos
en que auian de traer su agua y mantenimiento, por el
mucho precio que los mercaderes y algunos pasageros
se los pagauan. De manera que todos los lugares que
á toda esta gente de mar Su Magestad les concede,
auiendo sido ocupados y vendidos, era forgoso buscar
nueuo gasajado en lo publico y que auia de estar listo
y desenbaragado en la nao, y no bastando esto por
los muchos esclauos que Ueuauan^ ocupauan por de
fuera tanbien los costados y castillos de proa y popa
con infinidad de fardos, caxones y pipas de agua sin
los muchos camarotes que á semejanza de nidos auian
fabricado, cosa que a sido muy vsada en este viage,
lleuar esta gente f iega y sin discurso alguno con mucho
excesso sobrecargadas sus naos; pero qual salió esta no
puede encarecerse, pues hasta el lugar disputado para
los rrequisitos forzosos de naturalega iua del todo inpe-
— 6o9 —
dido, sin auer alguno de los ministros que rremediase
tan notables desordenes, antes eran ellos, desde el mes-
mo Virrey, quien lo pirmítia, siendo mucha de la carga
suya. Esta a sido la principal causa de auerse pedido
tantas naos de Portugal sin lleuar defensa contra el mar
ni los enemigos, y ansi salimos los que en ella iuamos
enbargados a mas euidente peligro que alguna otra.
Los primeros ^inco ó seis dias del dicho mes la nao
casi no gouernaua, no acudiendo el timón á la parte de
bonbordo, aunque auiendo de hazerse viage á Oeste se
tenia tan fauorable viento como era Nordeste y Les
Nordeste, siendo menester para hazer algún camino
acudir mucha gente al timón, hasta que auiendose sal-
uado los baxos de Padua gouerno la nao con alguna
menos diñcultad á 7 del dicho, Ueuando la proa á Oes
Sudueste en popa. Prosiguió este fauorable viento
hasta pasar la linea equinocial á 20 del mesmo, y de*
xando á la mano derecha después de pocos dias los ba-
xos de las Siete Hermanas, y á vista dellos, á Sudueste,
se paso muy gerca del par^el de la Saya de Malla, ó
sobre el mesmo, se saluaron los'peligrosos baxos de las
Chagas y Pedro de Baños, sigun opinión de algunos,
dexandolos á la mano izquierda, aunque otros afirma-
uan que á la derecha; tanta es la confusión y poca cer-
teza de este peligroso viage. Fauoresgio este buen
tiempo igualmente nuestra nauegagión, aunque con al-
gunos aguaceros, hasta el vltimo de Hebrero, que por
ser año bissestil tuuo 29 dias, y luego por las muchas
cerragiones y aguaceros con Nordestes blandos se na-
uegaua poco, viniendo de noche algunos repentinos
tenporales con la Iluuia, pero nunca por la proa. Desde
este parage, que era en diez ó doce grados al Polo An-
thartico, el piloto, por huir los baxos de Grajaos y po-
nerse mas á barlouento nauegó al Sur, quarta de Sueste,
procurando dexar la isla de Juan Brandon con los mes-
mos baxos á la mano derecha, y luego dos dias, mas
39
— 6io —
adelante de Su sudueste, juzgando él y los demás pilo-
tos que venían enbarcados en la nao que fuese apar-
tada della 40 leguas á la parte de Leste, aunque á al-
gunos les pareció, como después se echo de ver, que
iuamos entre el canal que haze la dicha Isla y los baxos
de Grajaos, que es de 5o leguas de ancho y muy f erca
dellos. Auía venido al camarote del Enbaxador Manuel
de los Angeles, que el año antes auia venido con el
conde da Vigueira por piloto mayor, honbre muy hon-
rrado, cuerdo y pratico de su oficio, el qual estando
tratando del viage que se lleuaua dezia afirmatiuamente
lo mesmo que Gaspar de Morales, piloto de la nao, de
como iuan lexos de la isla de Juan Brandon, al Leste,
toda la distancia que ya se a dicho. Y como el Enbaxa-
dor le rreplicase que era inposible aüer nauegado tanto
en dos días y con tan flaco viento que se uviese puesto
al Leste la dicha isla muchas menos leguas, y que era
mucho mas verisímil auer nauegado dentro del canal
y no lexos de los ya nombrados baxos, se oyó un gran
ruido en el chapitel de la nao, gritando todos como por
proa desde el tope del mástil mayor se descubría tie-
rra; la qual, por ser cosa indubitable que fuese la isla
de Diego Rodríguez, Manuel de los Angeles salió á cer-
tificarse de lo que era, descubriéndose de ay á poco
espacio lo mas alto y mediterráneo della y la loma pro-
longada de un grande aunque blando monte. Nauegose
gran parte de este día á vista de la isla, descubriéndose
mas su grandeza quantí mas ;erca se Uegaua la nao,
dexandola á sotauento quando anoche^io^ quatro ó seis
leguas, teniendo de largo, á lo que se pudo juzgar,
quínze ó diez y seis, auoque ninguno de nuestros ma-
rineros auia estado en ella, con auer sido después de
tantos años que la India se descubrió, continuando
después las naos este viage.
Algunos dezían que auían vna ó dos vezes pasado á
menos de vna legua della, dizíendo que era muy her-
mosa y llena de mucho bosque, sin echar fuera rres-
tinga ni arrecife alguno, con muy linpio siguro surgi-
dero por toda aquella parte á cuya uista entonges íua-
mos nauegando. Pero que de algunos olandeses que se
auian preso en las Phílipinas se sabia que en la otra
costa contraria tenia muy buenos puertos y por toda
ella corrían grandes arroyos de agua con notable abun-
dancia de pescado de rribera, sin el mucho que el mar
produzia. Y que era de suelo tan abundante y llena de
tan apazibles seluas, que en ellas se hallauan todas las
suertes de frutas de la India, con muchos puercos y
venados, con infinitas suertes de paxaros, mayormente
de palomas torcazas y tórtolas, hallándose tanbien por
todos aquellos bosques muchas tortugas terrestres de
admirable grandeza con tan delicada y sabrosa carne
como las mejores terneras de Europa, pagiendo y ali-
mentándose estas tortugas, de yerua, como los bueyes
y vacas; dízen demás de esto que sin la mucha madera
que alli se halia para labrar nauios ay gran cantidad de
euano mas fino que el de Moganbique, y lo que mas en
ella se puede alabar, demás de ser poco menos ancha
que larga, es ser de una admirable y saludable tenplan-
ga de aire, por lo qual hazen alli ya mas ordinaria es-
tangia los olandeses, que en la isla del (Jisne, conogida
dellos desde sus primeros viages á la Qunda al poniente
ó Oeste de esta isla de Diego Rodríguez, treinta leguas,
pero muy desigual ansi en grandeza como en fertilidad
y hermosura de suelo. En estos vltimos años an traido
á ella los olandeses cantidad de gallinas* y perdizes, de
Sancta Elena, y algunas terneras, carneros y cabras de
las que suelen traer para su mantenimiento, y sin esto
vna colonia de honbres y mugeres pobres de Olanda,
rriostrahdónos en ello los dichos extrangeros su mucha
solergia y prouidengia humana para hallar anparo y
acogida en este inmenso y peligrosissimo mar adonde
tantas naos nuestras se an desaparegido y cada dia pue-
— 6l2 —
de auer naufragios en los muchos baxos que no muy
lexos de esta isla se hallan. Y aunque todos los rroteros
de este viage por fuera de la isla de San Lorengo hagan
mengion de la dicha isla, mandando que procuren tener
las naos vista della para ir bien nauegados ó á la ida ó
venida de la India, jamas los portugueses la an pisado
con poder auer sido tan necesaria para alentar y rre-
frescar los muchos enfermos con queá su parage llegan,
y suplir parte délas muchas incomodidades de tan
larga navegación. Pero en no auer jamas reconocido
esta isla como en todas las demás costas por donde
continúan nauegar, ya a tantos años es tanta su negli-
gencia y poca pericia naual que parece no auer jamas
de boluer por aquel parage, lo qual a causado diuersas
vezes muchos naufragios hallándose sienpre ignorantes
de lo que tan esencialmente es saberse. Por el contra-
rio, los marineros extrangeros con auer tanto menos
tienpo cursado esta nauegacion, todo lo rreconocen y
lo sondean con particular diligencia y cuydado, sa-
biendo de las partes peligrosas de que se deuen guar-
dar y las que son conmodas para abrigarse y aproue-
charse dellas, y ansi hazen segurissimas nauegaciones,
mostrándose en ellas propios y verdaderos señores del
mar. Ay en la costa de la Oriental Arabia entre las islas
de Curiamuria y Cabo de Rocalgate, como se escriuio
en el libro tercero, vna ensenada llamada la de Maciera,
que entrando mucho la tierra adentro haze algunas
rrestingas y baxos, los quales, no auiendo sido jamas
conocidos por los marineros portugueses en el discurso
de tantos años como a que vsan aquel viage, an causa-
do muchos naufragios aun hasta de nauios pequeños
de rremo. Y siendo toda aquella costa de Arabia tan
inportuosa que en mas de trezientas leguas solamente
ay en ella los puertos de Aden y Mazcate, se a dexado
de tener en la dicha ensenada de Maciera, por la mes-
ma negligencia, vn muy siguro y conmodo puerto, sin
— 6i3 —
los ya dichos. Hasta el año de 1621 los ingleses que
contratan en Jasques y Qurrate, cayéndoles á cuento
esta ensenada las vezes que iuan ó venían de hazer
presas al estrecho de Meca, la descubieron y sondaron
con sus lanchas hallando entre aquellos baxos canales
siguros y linpios para grandes naos. Y ansí se detuuie-
ron en la isla que la ensenada haze, quatro meses, por
ser en ellos entonces el invierno de la India que les in-
pedia tomar á Qurrate. Hallaron aquella isla, demás del
siguro abrigo para sus naos, mucha y buena agua, car-
neros gallinas y cabritos abundantemente, con canti-
dad de támaras, uvas, granadas y naranjas, siendo
toda ella habitada de casares de árabes, junta con la
tierra firme que todas estas cosas produze.
A 14 de Mar^o, quando fue de dia se dexo por popa
la isla dicha y se nauego á Oes sudueste con Sueste y
Susueste, nueue ó diez dias hasta llegar Norte Sur con
la parte mas austral de la isla de San Lorenzo á 24 de
Mar^o, haziendose el piloto mas á la mar por huir los
lenporales que Qerca della corren, y ansi nauego lexos
del Cabo de San Román, que esta en 25 grados al Sur
por 28, lleuando la proa desde aqui á Oeste quarta á su
dueste, hallándose ya el ayre mas fresco, de manera
que en fin de Margo hazia ya conocidamente frió, aun-
que muy tolerable.
Desde el primero de Abril fué sienpre el piloto po-
niéndose en mas altura, diziendo que no queria ir á
rreconocer el cabo de la baia de la Laguna en la tierra
del Natal, por juzgar por mas siguro pasar los cabos
de las Agujas y de Buena Esperanza sin rreconoger
tierra por temerse que podria hallar naos de enemigos,
no obstante que todos los rroteros aduierten que por
ningún caso dexen de rreconocer aquella costa de 28
hasta 3 1 grados, y proseguir desde aqui el viage, sino
á vista de tierra, pero de manera que se pueda llegar
al fondo della de 40 hasta 70 bragas, porque el viento
— 6i4 —
que en este peligroso parage corre, que por la mayor
parte es Noroeste, no los Ueue muy al Sur, hallándose
allí el mar, demás de las muchas corrientes que lleuan
las naos fuera del viage que se pretende, con rrezios
tenporales. Gasto el piloto muchos dias por esta derrota
licuando la proa á Oes Sudueste y después á Oeste 4 á
Sudueste, y como hallase cada dia mayor multiplica-
ción al Polo Anthariico, de lo que prometía la mucha
escaseza del viento, que no se alargaua quando mas
que á Noroeste, le paregia que á rrespeto de la dicha
multiplicación hazia viage á Oeste, gastando muchos
dias en esta porfía hasta ponerse en 36 grados y vn
tergio con algunos aguaceros muy frios, de manera que
ya se hazia Norte Sur con el Cabo de Buena Esperan-
za. Aduertian los demás pilotos de como ansi por la
demarcación de la aguja como por otras muy euiden-
tes congeturas no era posible aun auer llegado al me-
ridiano de la mas cercana costa del Natal, y lo mesmo
afirmaua el padre Cristoual Bruno, milanés, de la Con-
pañia de Jesús, gran mathematico, sigun lo que aula
obseruado por vn grande eclipse de luna que en vno de
aquellos vltimos dias se auia visto. Pero nuestro piloto
que aunque muy mogo presumia mucho de su arte con
la común obstinación que en los portugueses se halla,
no queria escuchar ni admitir el parecer de otro alguy
no, sino que muy confiado seguía su derrota. Hasta
que á 1 2 de Abril, muy cerca de la noche, como la nao
fuese sobre cargada y con los grandes balancos de proa
á popa por mares tan gruesos y estrecha bolina, el es-
tay dio un grande estallido rronpiendose vna de dos
gruesas gúmenas de que era conpuesto, comencando
luego á vacilar el árbol mayor sin poderle tener firme
las jarcias. Fue grande la turbación y alboroto de todos,
pera acudiendo de todas partes, con suma diligencia
aunque ya noche, de presente se rrefirmó con muchas
cuerdas, y luego, en encendiéndose por toda la nao
— 6i5 —
cantidad de lunbres todos sin parar trabaxaron con
tanta priesa toda la noche, preconociendo el gran peli-
gro en que estauan sobreviniendo qualquiera tenporal,
que quando amaneció se auia puesto otro estay de tres
fuertes gúmenas con mas siguridad que antes. Y fue
menester toda esta priesa, estando el mar con gran bo-
nanza todo lo que duro la dicha obra, porque luego
después de medio dia comengaron á leuantarse grandes
mares que venian de la parte de Oeste aunque sin vien-
to, pero este derechamente por el mesmo rrunbo, luego
que cerró la noche comento á ventar furiosamente cre-
ciendo en poco tienpo con vna obscurissima cerragion,
de manera que no atreuiendose el piloto á poner la nao
mar en traues temiendo que por venir tan sobre carga-
da no la abriesen los mares, corrió con el trinquete á
medio mástil al Norte^ siendo forzoso hazello ansi por-
que boluer atrás era perder el víage andado, y correr
al Sur era notorio peligro de hallar mas rrigurosa y
duradera tormenta. El furioso Oeste fue augmentan-
dose quanto mas iua entrando la noche, con algunos
aguaceros^ aunque estos no continuados ni á rrespeto
del mucho viento, el qual metia grandes golpes de
mar por el conves y xaretas, lleuando vno dellos la ua-
randa de la popa con terrible rruido, y otros que pro-
siguieron por lo rreste de la noche lleuaron ansi mes-
mo muchos fardos y algunos rranchos de los que ve-
nian por los costados de la nao, aunque sin peligro de
nadie.
1 3 de Abril, quando fue de dia, aunque no fue menos
el viento^ antes pareció que se augmentaua, pero siendo
el tienpo claro dio esperanzas de que aquel tenporal no
podria durar mucho, y tomándose el sol en 35 grados
menos un tercio y no descubriéndose tierra se conogio
bien hallarnos al Leste de la tierra del Natal, pero el
piloto,, persistiendo en su engaño se hazia ya doblado
el Cabo de Buena Esperanza, y ansi para certificarse
-- 6i6 —
mas, con alguna poca de mas vela del trinquete lleuó
el mesmo rrumbo, corriendo derechamente Norte todo
el tienpo que duro el día. Luego que anocheció co-
mento á rremitirse el viento hasta quedar blando, po-
niéndose de Oes sudueste, con que dándose las velas
de gauia y ^euadera después de auerse echado la sonda
y no hallándose fondo en muchas mas de gien bragas,
se nauegó á Nor noroeste toda la noche hasta que fue
dia claro, en que luego se descubrió vna tierra alta y
continuada á mas de diez leguas. Algunos creyeron
fuese esta tierra el Cabo de la baia de la Laguna, pero
lo que se pudo juzgar por el sol que á medio dia se
tomó, de 33 grados y 3o minutos, era cosa mas verisi-
mil ser la más cercana á la bahia de San Blas, y por
uerse luego algunos lobos marinos; y alargándose 'el
viento, aunque ñaco, al Sur, se hizo viage á Oeste, 4 á
Sudueste, lleuando la tierra á la mano derecha siete ó
ocho leguas, muy enrriscada y alta. Otro dia la tierra
casi no paremia, cayendo á tienpo algunos aguaceros
menudos con su sueste muy débil, lleuando la nao la
proa á Oes Sudueste en demanda del cabo de las Agu-
jas y sobre fondo de 70 y 80 bragas, pescando la gente
de mar muchos pargos y pescadas, pero estas, ni en la
forma ni en la bondad del pescado semejantes á las de
España.
Desde 16 hasta 20 de Abril, hallándonos ya en 35 gra-
dos y medio, le pareció al piloto tener ya doblado el
cabo de las Agujas porque se vieron entonces y dos
dias antes cantidad de lobos marinos y de aquellos pa-
xaros llamados mangas de velludo, tan giertos en este
pargel, pescándose, sin las pescadas y pargos, otra spe-
gie dellos que en el tamaño, color y gusto son, [como]
los besugos de Santander á que llaman bícas los mari-
neros. La noche siguiente, escuregiendose con espesos
nublados y poniéndose el viento de Sudueste, cpmengo
á llouer y casi rrendido el quarto de la modorra el Su-
— 6i7 — •
dueste comengo á ventar con gran furia, de manera
que tomadas las demás velas con el trinquete se corrió
á Noroeste y Nornoroeste, cayendo en spagio de menos
de dos oras tres ó quatro gruesos y espesos aguageros,
los mayores que se tuuieron en todo el viage, con muy
grandes rrelánpagos aunque sin trueno alguno. Hasta
que aparegiendo en la gauia del mástil mayor y sobre
lo mas alto de la mezana las acostunbradas lunbres de
cuerpo sancto ó San Elmo y saluadas de los marineros
con vna oragion de un gierto tono lúgubre y trágico,
el viento y aguageros se fueron aplacando hasta quedar
en calma quando amanesgio.
A 21 de Abril con el mesmo Sudueste se nauega
á Noroeste, 4 á Oeste, casi sin descubrir tierra, ha-
llándonos en algunos minutos mas de 35 grados; y
auiendose alargado el viento del Sur se nauego toda
la noche á Oeste, 4 á Sudueste, descubriéndose la cos-
ta muy alta y enrriscada, pero sin saberse con pun-
tualidad si se auia pasado ó no el cabo de las Agujas,
aunque se uian lobos marinos y mangas de velludo
como se auian visto sienpre desde la aguada de San
Blas.
Los 2 dias siguientes hasta 23 del dicho mes se pasa-
ron sin viento alguno á vista de la mesma costa, y á
las tres de la tarde, por ventar un poco de Oeste y no
boluer atrás, puso el piloto la nao mar en traues, aun-
que el flaco viento se desvanegío del todo, quedándose
la nao atrauesada toda la noche siguiente en que vna
furiosa corriente como de un muy rrapido y gran rrio
la arrebató ansi atrauesada como se hallaua y sin que
nadie lo pergibiese la boluio tan atrás de manera que
á otro dia quando amanegio rreconogieron todos estar
mas de diez leguas al Leste del cabo de las Agujas.
Fue esto un general desconsuelo de todos los que ve-
nían en la nao, porque sigun ella estaua con mas que
doblada carga y ésta tan desconpasada, y tan rruines
- 6i8 -
aparejos, temíase y con rrazon que entrando el invier-
no, siendo ya en fin de Abril, nos forgase á arribar á
Moganbique. Continuaua la calma y estando los mari-
neros con los demás pasageros con este cuydado, el ya
rreferido padre Cristophoro Bruno los persuadió para
que se encomendasen al Sancto Francisco de Xauier,
cuya canonigagíon se quedaua celebrando en Goa
quando la nao partió, pidiéndole entonces que por su
intergession Dios los fauores^iese con viento fauorable
para pasar el Cabo de Buena Esperanza. Es cosa muy
ordinaria encomendar lo mesmo entre la gente de las
naos de este viage las tablas rrogatiuas á diferentes
sanctos, ofreciendo por ello y sacando muchas limos-
nas para las cofradías de Lisboa, de los tales sanctos, y
para mouer mas á la gente de mar, después de auerles
el dicho padre hecho un breue sermón puso vna rreli-
quia del Sancto Xauier en la gauía del mástil grande,
cosa marauiliosa, pues en el mesmo punto, que serian
las gínco de la tarde, comento á ventar vn Sueste tan
viuo y gallardo que casi en popa boluio á hazer viage
la nao con todas las velas llenas al Oeste, rreforgando
por toda la noche de manera que quando fue de dia se
hallo aun mas adelante de donde se auia puesto mar en
traues. Víase la tierra á menos de quatro leguas, con
tíenpo tan claro que se rreconogía la parte de ella mas
baxa, cerca del medio dia, adonde se congeturaua ser
el cabo Falso corriendo muy altas serranías al Oeste,
hasta que á las dos después de medio dia vna tierra
mas gruesa y alta, sin poderse rreconoger si era ésta ó
no el Cabo de Buena Esperanza, aunque y á las quatro
de la tarde, sígun la rrelagíon que se tenia de las prime-
ras nauegagiones á la Indía^ se conocía por algunos ser
esta tierra infaliblemente del Cabo, siendo las señas que
del se dan tan conocidas. Sale de lo mas alto de este
morro y gran promontorio vna muy gruesa parte del
muy sobre el mar, mas á fuera sin conparagion que lo
— 6i9 —
demás, formando encima vna mesa muy llana y rrasa,
en la qual, ansí por rrela^ion de los primeros portu-
gueses como de los olandeses y ingleses que de pocos
años á esta parte an subido arriba desde la aguada
de Saldaña, ay un muy espacioso y hermoso llano cu-
bierto de albahaca y mastrantos sin mata ni árbol algu-
no. Quanto la nao se iua llegando al dicho Cabo mas
se iua rreconoqiendo su forma, hasta que ya á puesta
de sol, nauegando con tan fauorable viento se llego á
quatro ó ginco leguas del, pero que no se certifícauan
los mas de que fuese este el Cabo de Buena Esperanza
por ver que mas al Oeste de el dicho promontorio se
iua continuando la mesma tierra, gruesa y leuanta-
da, sin acabar en punta ó cabo hazia el Sur, como
tenian imaginado. Era la causa de este engaño que
el dicho promontorio no salia al mar, sino que de lo
mas grueso del nagia una pequeña punta, rreboluien-
dose á la parte de Leste como el pegón del pecho de
vna muger, de manera que los que hazia él nauegauan
no podian vella si no fuese llegando muy gerca y de
dia claro, y ansi no se pudo rreconoger en la forma
dicha por gerrar la noche mas de quatro antes que á él
se llegase. Tomóse el sol este dia en 35 grados menos
lo minutos.
A 36, auiendose nauegado toda la noche antes, al
Oeste, con tan largo y rreforgado viento, luego que
amanegio nos hallamos doblado el cabo, no paregiendo
señal suya ni de la costa gercana por estar cubierta la
tierra con una poca de niebla, aunque poco después de
auer salido el sol se descubrió claramente por popa mas
diez ó doze leguas lexos, mandando gouernar el pilo-
to luego á Noroeste, después de auer todos dado el
buen viage al Cabo, con que se tuuo ya por síguro el
viage; nauegose con el mesmo tenporal todo este dia y
su noche, aviendose tomado el Sol en 34 grados y un
tergio.
— 6ao —
A 28, Domingo, se prosiguió la nauega^ion en popa
á Noroeste, con el propio viento Sueste hasta las 3 de
la tarde, que comento á ser menos, quedando en calma
la mayor parte la noche. Tomóse el sol este dia en
Í2 grados y medio.
FIN
índice
Pigf.
LIBRO QUINTO
Capítulo primero. — Salida de Margascán. — Los circasianos
de Mahin. — La mezquita de A manzada.— Muerte de Ju-
sepe Salvador.— Las aldeas de Ugión, Acopaz» Cuzcusar y
Hiesdegas.— Una lluvia molesta. — Camino de Spahan. —
Noticias de los Gaores. — Entrada en Spahan. — Descrip-
ción de esta ciudad.— Notables ejercicios de dos volatines. 7
Cap. II.— Las misiones católicas en Persia.— Ei puente de
Spahan.— Castillo de esta ciudad. — Banquete que dieron
á D. García.— Fabulosa edad que atribuían al Embaja-
dor.—Costumbres de los habitantes de Spahan.— Prosigue
D. García su viaje.— El caravasar de Tajur Abat.— Plaga
de mosquitos. — Llegada á Caxen. — Pintura de esta ciudad. 36
Cap. III. — Luchas de carneros y de toros en Cazen. — Viaje
hasta la ciudad de Cum. — Incidentes de su hospedaje en
esta población. — La montaña de Giafarabat.— Entrevista
con dos soldados negros.— Llegada á Casbin 58
Cap. IV.— Son llevados al Schah los presentes del Rey de
España.— Entrevista de D. García de Silva y del Schah;
bonete que éste usaba; personajes que asistieron á ella.—
Plática del Schah con el Embajador de Turquía.- Cena
que luego hubo. — Anunciase la partida del Schah.— Difi-
cultades que para su comisión halla D. García.— Quejas
dei Schah contra los reyes europeos. — Hipocresía de
aquél.— Es obsequiado con otro banquete D. García. . . 81
Cap. V.— Juego á la chueca en el Maidán.— Noticias de dos
hijos del Schah.— Enfermedades que padecían los criados
de D. García. — Nueva audiencia que á éste dio el rey per-
sa.—Vida y costumbres de Pietro de la Valle.— Noticias
que hubo de Filipinas.- Intrigas y proyectos de los her-
manos Antonio y Roberto Sherley na
Cap. VI.— Relación de cómo los persas tomaron á los por- .
tugueses el puerto de Comorán y la isla de Queyzomé.—
Viene á España como Embajador del Schah D. Roberto
Sherley.— Vida y costumbres de los cosacos i35
— 6aa —
P*gs. *
LIBRO SEXTO
Capítulo primero. — Descripción de la Persia y regiones
comarcanas. — Diversas opiniones que hubo acerca del
reino de Catay.— Hechos de Gengis Khan.— Costumbres
de los tártaros. — Vida de Tamerlán.— Batalla de Ancira y
prisión de Bay aceto. — Apodérase aquél de la ciudad de
Esmirna. — Llanto de Tamerlán en la muerte de su hijo
Mahamet i55
Cap. II. — Expedición de Tamerlán contra los tártaros nog^is
y los mongoles. — Defiéndese la imposibilidad de ir á los
mares de la China y de la India navegando por el norte de
Asia. — Imposturas que acerca de esto divulgó en Madrid
un aventurero.— Guerras de Tamerlán en Europa. — Su
expedición contra el reino de Catay. — Conducta inmoral
de Xa Malic, hijo de Tamerlán.— Muerte de éste. . . . i86
Cap. III.— Descripción de la provincia de Hircania y de sus
tigres. — La ciudad de Farabat. — La provincia de Guilán. —
Pruébase que Tauris no es la antigua ciudad de Ecbata-
na. — La ciudad de Soltanía 3o3
Cap. IV. — Provincia de Sirvan.— Las Puertas de Hierro. —
Producciones de aquélla. — Costumbres de los georgia-
nos.—Leyenda de las Amazonas.— Hecho notable de A¡-
ro9Í Canu. — Las amazonas de Bohemia 218
Cap. V. — Los mingrelios y los circasianos.- Sus costum-
bres.— La ciudad de Erivan. — Ruinas de Artaxata. — El
Tigris y el Eufrates.— A ntioquía y su famoso bosque de
Dafne 23i
Cap. VI. — La ciudad de Orfa.— La de Amida ó Caramit. —
Las de Harran, Nisibe y Aira. — Ruinas de Seleucia.— La
navegación por el Tigris 246
Cap. VIL— Camino que llevaban los romanos en sus expe-
diciones contra los persas. — La ciudad de Tebe. — Pal mi-
ra y sus ruinas. — Los árabes del Eufrates. — Arabia y sus
regiones. — El antiguo reino de Emat y su capital Reblata. 256
Cap. VIII.— Curso del Eufrates desde Ana; obras de defensa
que en él hicieron los persas. — Canal de Naarmalca. —
Guerras de los romanos con los persas. — Muerte del Em-
perador Caro. — Descripción de Bagdad. — Noticia histórica
de Ciesiphonte 268
Cap. IX. — Ruinas de Babilonia. — Su grandeza antigua y
conquista por Ciro.— Noticias que de este hecho da la Sa-
P<gs.
gr«da Escríturt. — El Eufrates y sus lagunas. — La ciudad
de Basora. — La isla de Baharen. — La pesca de perlas en el
golfo Pérsico. — Los ríos Tigiis y Pisitigris. — El reino
deOeza 281
LIBRO SÉPTIMO
Capítulo PRiMSRo.—Sale D. García de Casbín.— Caravasar
notable en donde se hospeda. — Mujeres persas que halla
por el camino y literas en que iban.— El régulo curdo
Hilao Chan. — Otros incidentes del viaje. — Famoso plátano
de Natán. — Insolencias de Casenbec.— Los soldados cor-
chis 307
Cap. Il.—Salida de Natán. —Llegada de un correo de Su Ma-
jestad Católica.— Entra de nuevo D. García en Spahan.—
Guerra que hubo entre los persas y los turcos.— Cartas
que envió D. Roberto Sherley.— Cometa que se vio por
entonces. — Raro animal que llevaron á D. García. . . 3^4
Cap. III. — Ceremonias de los persas en el aniversario de la
muerte de Hussen, nieto de Mahom a.— Predicaciones de
los aifaquíes.— El sacrifício del camello. — Penitencias que
hacían algunos devotos y limosnas que pedían las muje-
res.— Fiesta de Natividad en la iglesia armenia; asiste á
ella D. García.— Dispútanse el patriarcado armenio David
y Melquisedec.— Villanías de Cogejafer 344
Cap. IV. — Mala voluntad de los portugueses á las cosas de
España. — Carta que Fr. Melchor de los Angeles llevó al
Schah.— Odio de éste á Portugal.— Su libada á Spahan. —
Visita que hizo á D. García. — Bárbaros detalles de la
recluta de mujeres para el Schah 35y
Cap. V. — Entrada de los Embajadores en Spahan.— Recep-
ción que les dispensó luego el Schah. — Noticia de los
Embajadores que allí hubo.— Léese una carta de Feli-
pe III. — Banquete que hubo.— Fiesta que á la noche dio el
Schah.— Los principes Emancoli Mirza y Conhabendec. . 366
Cap. VI.— Sigue D. García en Spahan.— El Carnaval de los
persas. — Pesadas bromas del Schah y contestación que
D. García le dio. — Artístico puñal que usaba el Embajador
de Laor. — Descríbense una moneda de Sabina Augusta y
dos estatuas halladas en las ruinas de Mérida 384
Cap. VIL— El reino de Laor y su Embajador Helanchan. — Un
bufón de la corte persa.— Cuestiones del Schah con el rey
— 6a4 —
Págs.
de Laor.^Fiestas en el Maydán.— Fan«ti$ino de un teje-
dor.—Noticias que llegaron de Europa.— Nuevos festejos
que dio el Schah.*~Costumbre de fumar que tenía el Em-
bajador de Laor. — Otro banquete cortesano . — Nueva
audiencia del Schah á los Embajadores 3g4
Cap. VIlI.^Regalos del Schah á D. García.— Sale éste de
Spahan.— Llegada á Jarustán. — Viaje á Mahier.— Jornadas
siguientes hasta Dergriger y dolencias de D. García.— No-
ticias que hubo de D. Roberto Sherley y de sus proyec-
tos.— Camino hasta Xiras. — Muerte que allí se dio á
Fr. Moisés.— Insolencias de Cachi bec 41a
Cap. IX.— Jornadas que se hicieron desde Xiras á Jarún. —
Famosas palmeras que en este lugar había y muchedum-
bre de ciegos que se notó. — Cuevas de garduñas que luego
se vieron en el camino. — Viaje por Gui, Bir y Diacurí. —
La gobernadora de esta aldea.— Entrada en Lara.— Sequía
y miseria de! país.— Llega D. García al Bandel; contradic-
ciones que allí sufre , 429
Cap. X. — Embárcase D. García para Ormuz.— Sequía grande
que allí se padecía. — Temores de guerra con los persas. —
Alarma general que causaron. — Consejos que dio don
García. — Envía el Schah una expedición contra el Ni-
quílu 45i
Cap. XI.— Condiciones de defensa que tenía Ormuz. — Prepa-
rativos que allí se hicieron.— Embárcase D. García. — Pri-
meros días de su viaje. — Tempestad que sufre. — Peligro
que se temió de corsarios. — Arribada á Goa 467
Cap. XIí. — Hospédase D. García en Goa, — ^^Epidemia que
había en esta ciudad. — Trágico suceso que aconteció á
Diego Lobo. — Los halcones de Pangin. — El portugués
Bernabé Ribero.— Preparativos de D. García para su viaje
á España.— Los toros salvajes de Galo. — Raro animal de
este país 485
LIBRO OCTAVO
Capítulo primero.— Salida de Goa. — Encuentro con los
piratas malabares.— Viaje hasta las costas de África. —
Aves que por allí había.— Cetáceo grande que se vio.—
Llegada á Mozambique. — Descripción de esta isla. — Galli-
nas de aquel país 499
-625 —
PAgs.
Cap. II.— Continuación del viaje.— Tempestad que hubo. —
Lasieria de la Mesa. — Errores del piloto. — Las islas de
Quirimba.— La ciudad de Mozambique. — Los peces ma-
rrajos 5i6
Cap. IIL— Continuación del viaje hasta llegar á Goa.— Ho-
rrible explosión que hubo en el polvorín de esta ciudad. . 54a
Cap. IV.'' Nuevos disgustos de D. García de Silva.— Refié-
rese la guerra de Ormuz 564
Cap. V.- Donde se refieren las guerras que hubo en Goa
con los ingleses y holandeses 585
Cap. VL--Sale D. García de la India.— Relación de sü viaje
hasta poco antes de morir 604
40
SOCIEDAD
DE
BIBLIÓFILOS ESPAÑOLES
I. S. M. el Rey D. Alfonso XUI.
2. Excmo. Sr. D. Mariano Vergara.
3. Excmo. Sr. D. Santos de Isasa.
4. Excmo. Sr. D. Vicente Vignau.
5. Sr. D. Jacinto Octavio Picón.
6. Sr. D. Eugenio Maffei.
7. La Biblioteca Nacional.
* 8. Excmo. Sr. D. Joaquín Ceballos Escalera.
9, Excmo. Sr- Marqués de la Vega de Armijo.
10. Sr. D. Fermín Hernández Iglesias.
11. La Biblioteca del Ministerio de Gracia y Justicia.
12. Sr. D. Rafael Vidart y Vargas Machuca.
1 3. Excmo. Sr. Marqués de Perales.
14. limo. Sr. D. Félix García Gómez.
i5. Sr. D. Ricardo Chacón.
16. Excmo. Sr. Conde de Casa- Valencia.
17. Excmo. Sr. D. Nilo María Fabra.
18. Excmo. Sr. D. Luis de Extrada.
19. Excmo. Sr. D. Julián Zugasti y Sáenz.
20. Excmo. Sr. Marqués de Heredia.
21. , Excmo. Sr. D. Fermín Lasala.
22. Excmo. Sr. Duque de Alburquerque.
23. Sr. D. Amos de Escalante,
24. limo. Sr. D. Juan Uña.
25. El Ateneo de Madrid.
26. Sr. D. Juan Mané y Flaquer.
27. Excmo. Sr. D. Patricio Aguirre de Tejada.
28. Sr. D. Juan Federico Muntadas.
29. La Biblioteca del Senado.
30. Sr. D. José de Cárnica.
3i. Sr. D. Francisco de Borja Pabón.
a
32. Excmo. Sr. D. Manuel R. Zarco del Valle.
33. Excmo. Sr. Marqués de Vallejo.
34. + Excmo. Sr. D. Severo Catalina.
35. Sr. D. Salvador de Torres y Aguilar.
36. La Biblioteca de la Real Academia Española.
37. Sr. D. Fernando Fernández de Velasco.
38. t Excmo. Sr. D. Joaquín Ruiz de Cañábate.
39. Excmo. Sr. Marqués de Pidal.
40. Excmo. Sr. Marqués de Hoyos.
41. Excmo. Sr. Conde de Valencia de Don Juan.
42. Sres. Bailly-Bailliére é hijos.
43. Sr. D, José María Asensio.
44. La R^a! Academia de la Historia.
45. t Excmo. Sr. D. Juan Valera.
46. Excmo. Sr. Conde de Torre-Pando.
47. La Biblioteca del Ministerio de Fomento.
48. Excmo. Sr. Marqués de Casa-Loring.
49. Sr. D. Fernando Arias Saavedra.
50. t Excmo. Sr. Marqués de la Torrecilla.
5i. Excmo. Sr. D. Eugenio Montero Ríos.
52. Sr. D. Pedro Miranda.
53. Sr. Conde de Roche.
54. Sr. D. Enrique Rouget de Lóseos.
55. Excmo. Sr. Marqués de Mirabel.
56. t Sr. D. Luis Burgos.
57. Excmo. Sr. Conde de Casa-Galindo.
58. Sr. D. José de Palacio y Viteri.
59. t Excmo. Sr. Marqués de Molíns.
60. Sr. D. Juan Llordachs.
61. Sr. D. Pablo Cuesta.
62. Sr. D. Fernando Núñez Arenas.
63. Sr. D. José Llordachs.
64. Sr. D. Ramón Sisear.
65. Sr. Gerold, de Viena.
66. Sr. D. Donato Guío.
67. Excmo. Sr. D. Segismundo Moret.
68. Sr. D. Vicente Poleró.
69. Sr. D. Carlos de Uhagón y Arispe.
70. f Sr. D. Pedro N. Oseñalde.
71. Excmo. Sr. D. Francisco Romero y Robledo.
72. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
73. Sr. D. Gabriel Sánchez.
74. Sr. D. José Jorge Daroqui.
75. Sr. D. Pedro Pablo Blanco.
76. Excmo. Sr. D. Ricardo Villalba y Pérez.
77. Sr. D. Eduardo Corredor.
78. Sr. D. Luis Masferrer.'
79. Sr. D. Francisco Cuesta.
80. Sr. D. Mariano Murillo.
81. Sr. D. Federico Real y Prado.
82. Sr. D. Felipe Barroeta.
83. Excmo. Sr. Conde de Peñaranda de Bracamonte.
84. Sr. D. Enrique García de Ángulo.
85. t Sr. D. Alfonso Duran.
86. Sr. D. José Moncerdá.
37. Sr. D. Rafael de la Escosura.
88. Excmo. Sr. Marqués de Casa-Irujo.
99. Sr. D. Miguel Victoriano Amer.
90. Sr. D. Leocadio López,
91. Excmo. Sr. Conde de Toreno.
92. Sr. D. Francisco Iravedra.
93. Sr. D. José Canosa y Martínez.
94. La Biblioteca Imperial de Strassburgo.
95. La Biblioteca del Congreso de los Diputados.
96. Sr. D. Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia.
97. Sr. D. José María Pérez y Porto Mondragón.
98. Sr. D. José Enrique Serrano.
89. Excmo. Sr. Marqués de Viluma.
100. La Biblioteca Real de la Universidad de Bonn.
loi. Sr. D. Julián Arias Muñiz.
102. Sr. D. Nazario Calonje.
io3. Excmo. Sr. Conde de Bañuelos.
104. Sr. D. Eugenio Hartzenbusch é Hiriart.
io5. Sr. D. Luis Tusquets.
106. Excmo. Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
107. La Biblioteca de la Universidad de Barcelona.
108. Sr. D. Fernando Palha.
109. Sr. D. Juan Vidal.
1 10. Sr. D. Alonso Mesía de la Cerda.
111. Sr. D. Antonio Paz y Mélia.
11. Excmo. Sr. Conde de SaUent.
1 3. Sr. Marqués de Bosch de Ares.
14. Excmo. Sr, Duque de T'Serclaes.
i5. Excmo. Sr. Marqués de Jerez de los Caballeros.
i5. Sr. D. Carlos Volmóller.
17. t Sr. D. Bernardo Rico.
18. Sr. D. Francisco A. Comnaelerán.
19. Sr. D. J. C. Cebrián.
20. Excmo. Sr. D. José Esperanza y Sola.
21. Sr. D. Mateo de Rivas y Cuadrillero.
22. Sr. D. León Medina.
23. Excmo. Sr. Marqués de Laurencia.
24. Sr. D. Cesáreo Aragón.
25. t Excmo. Sr. D. Raimundo F. Viliaverde.
26. Sr. D. José Luis Gallo.
27. Señora Doña Blanca de los Ríos.
28. Excmo. Sr. Conde de Cedillo.
29. Sr. H. B. Clarcke.
30. Excmo. Sr. Conde de Vilqhes.
3i. Sr. D. Joaquín Hazañas y la Rúa.
32. Excmo. Sr. Conde de Estrada.
33. Sr. D. Calixto Oyuela.
34. Excmo. Sr. Marqués de Grigni.
35. Sr. D. Miguel Toldrá.
36. Excmo. Sr. D. Manuel M. de Peralta.
37. Sr. Marqués de Santa Susana.
38. Excmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba.
39. Excmo. Sr, Marqués de Valdeterrazo.
[40. Sr. Johannes Merck, de Amburgo.
[41. Exmo. Sr. Marqués de SantíUana.
[42. Excmo. Sr. D. Emilio Nieto.
[43. Karl. W. Hiersemann, de Leipzig.
[44. Excmo. Sr. Conde de Limpias.
[45. Sr. D. José Manuel de Garamendi.
[46. Sr. D. Cristóbal Pérez Pastor.
[47. Sr. D. Antonio Rodríguez Villa.
[48. Excmo. Sr. Marqués de Comillas.
[49. Excmo. Sr. Duque de Rivas.
5o. Excmo. Sr. Conde de Tejada de Valdoafra^
5i. Excmo. Sr. D. Carlos Frontaura.
52. Excmo. Sr. D. Francisco de P. Arrillaga.
53. Excmo. Sr. Marqués de Casa-Torre.
54. Excmo. Sr. Conde de la Vinaza.
55. limo. Sr. Marqués deBolaños.
56. Excmo. Sr. D. Francisco F. Bethencourt.
57. Excmo. Sr. D. Cesáreo Fernández Duro.
58. Sr. D. Manuel Gómez ímaz.
59. Sr. D. Anselmo Rodríguez de Rivas.
60. Excmo Sr. D, Eduardo de Ibarra.
[61. Sr. D. José María de Urquijo.
62. Sr. D. Emilio Cotarelo y Mori.
[63. Excmo. Sr. D. José Sanchiz.
64. Sr. D. Pascual Oliver.
65. Sr. D. Manuel Serrano y Sanz.
66. Sr. Norman Maccoll.
167. Sr. D. Ismael Aranda.
68. Sr. Otto Arrassowitz, de Leipzig.
69. La Gran Peña.
70. Sres. Romo y Füssel.
71. Sr. D. Fernando Astier Balboa.
72. Sr. D. Alvaro Coello de Portugal.
73. Sr. D. Antonino Romero.
74. Sr. D. Juan Menéndez Pidal.
75. Sr. D. Victoriano Suárez.
76. Ídem id.
77. ídem id.
78. ídem id.
79. Biblioteca Universitaria de Sevilla.
80. Sr. D< Carlos Navarro Lamarca.
81. Sr. D. Eloy García de Quevedo y Concellón.
82. Sr. D. Gabriel Molina.
83. Ídem id.
84. Idtm id,
85. Excmo. Sr. Conde de Polentinos.
86. Nijhoff, Martinus, La Haya.
87. La Sociedad de Bibliófilos Españoles.
JUNTA DE GOBIERNO
Presidente
VlCEPRESíDENTE, . .
Tesorero
Contador
Secretario primero;
Secretario segundo.
Vocales. .
Excmo. Sr. D. Marcelino Menéndez y Pe-
layo, Académico de la Real de la His-
toria.— León, 21.
Sr. D. Antonio Rodríguez Villa, Académi-
co de la Real déla Historia. — Huertas, 5.
Excmo. Sr. D. Vicente Vignau, Académi-
co 'de la Real de la Historia. — Fuenca-
rral,.ix)2.
Excmo. Sr. Conde de Cedillo, Académico
de la Real de la Historia. — Hernán Cor-
tés, 3.
Excmo. Sr. D. Francisco R. de Uhagón,
Marqués de Laurencín, Académico de
la Real de la Historia, — Serrano, i6.
Sr. D. Juan Menéndez y Pidal, del Cuerpo
de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueó-
logos.
Sr. D. Emilio Cotarelo y Mori, de la Real
Academia Española.
Excmo. Sr. D. José Maria Asensio, Acadé-
mico de la Real de la Historia. — Lista, 4.
Sr. D. Manuel Serrano y Sanz, Catedrá-
tico de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Zaragoza.
Sr. D. Antonio Paz y Mélia, del Cuerpo
de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueó-
logos.— Princesa, 3o.
Sr. D. Cristóbal Pérez Pastor, ídem.—
Convento de las Descalzas Reales.
i
LIBROS PUBLICADOS
POR LA
SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS ESPAÑOLES
L Cartas db Eugenio Salazar, por D.l'ascual deGayangos.
Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la edición,
H. Poesías de D. Francisco de Rioía, por D. Cayetano A. de
la Barreda. Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la edición.
lU, Relaciones DE algunos sucesos de los últimos tiempos
del reino de Granada, por D. Emilio La fuente Alcántara. Tirada
de 3oo ejemplares. Agotada la edición,
IV. Cinco cartas político*literarias de D. Diego Sarmiento
de Acuna, Conde de Gondomar, por D. Pascual de Gayangos.
Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la edición,
V. El libro de las aves de ca^a, del Canciller Pedro López
de Ayala, con las glosas del Duque de Alburquerque. Tirada
de 3oo ejemplares. Agotada la edición,
VI. Tragedia llamada Josefina, de Micael de Carvajal,
por D. Manuel Cañete. Tirada de 3oo ejemplares. Gratis para los
socios. Agotada la edición.
VII. Libro de la Cámara Real del Príncipe D. Juan, de Gon-
zalo Fernández de Oviedo, por D. José María Escudero de la
Peña. Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la edición.
VIH. Historia de Enrique fi de Oliua, Rey de Iherusalkm,
Emperador de Constantinopla, por D. Pascual de Gayangos. Ti-
rada de 3oo ejemplares. Agotada la edición.
IX. El Crotalón de Christóphoro Gnophoso. Tirada de 3oo
ejemplares. Agotada la edición.
X. Don Lazarillo Vizcardi, de D. Antonio Eximeno, por don
Francisco Asenjo Barbierí. Dos tomos. Tirada de 3oo ejemplares.
Agotada la edición,
XI. RELAaoNEs DE Pbdro DE Gante, por D. Pascual de Ga-
yangos. Tirada de 3oo ejemplares. Gratis para los socios. Agotada
la edición.
XII. Tratado de las batallas y ligas dk los ejércitos del
Emperador Carlos V, desde i52i hasta i 546, por Martín García
Cereceda. Tomos I, II y III. Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la
edición.
XIII. Memorias del Cautivo en la Goleta de Túnez, por
D. Pascual de Gayangos. Tirada de 3oo ejemplares. Agotada la
edición,
XIV. Libro de la Jineta y descendencia de los caballos
CUZMA NES, por D. José Antonio de Balenchana. Tirada de 3oo
ejemplares. Agotada la edición.
XV. Viaje de Felipe segundo k Inglaterra, por D. Pascual
de Gayangos. Tirada de Boo ejemplares. Agotada la edición.
XVI. Tratado de las epístolas y otros varios, de Mosén
Diego de Valera, por D. José Antonio de Balenchana. Tirada de
3oo ejemplares. Agotada la edición.
XVII. Dos OBRAS didáctigas y dos leyendas, sacadas de ma-
nuscritos de la Bibloteca del escorial, por D. Germán K.nust. Ti-
rada de 300 ejemplares. Agotada la edición,
XVIII. Divina retribución sobre la caída de Espa5ja en tiem-
po del noble Rey D. Juan el primero, del Bachiller Palma, por
D. José María Escudero de la Peña. Tirada de Boo ejemplares.
Agotada la edición.
XIX. Romancero de Pedro de Padilla, por el Marqués de la
Fuensanta del Valle. Tirada de Boo ejemplares. Agotada la edición.
XX. Relación de la jornada de Pedro de Ors6a k Omagua
Y AL Dorado, por el Marqués de la Fuensanta del Valle. Tirada
de Boo ejemplares. A^ofa¿/a la edición.
XXI. Cancionero general de Hernando del Castillo, por
D. José Antonio de Balenchana. Dos tomos. Tirada de Boo ejem-
plares. Agolada la edición.
XXII. Obras de Juan Rodríguez de la Cámara (ó del Pa-
drón), por D. Antonio Paz y Mella. Tirada de Boo ejemplares.
Agotada la edición.
XXIII. El pelegrino Curioso, por D. Pascual de Gayangos.
Tomo I y II. Tirada de 3oo ejemplares.
XXIV. Cartas de Villalobos, por D. Antonio María Fabíé.
Tirada de B ^o ejemplares.
XXV. Memorias de D. Félix Nieto de Silva, Marqués de Te-
nebrón, por el Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo. Ti-
rada de Boo ejemplares.
XXVi. Historia del Maestre último que fué de Montesa y
de su hermano D. Felip^ de Borja, por D. Francisco Guillen
Robles. Tomo I. Tirada de Boo ejemplares.
XXVil. DijLlogos de la Montería, Manuscrito inédito de la
Real Academia de la Historia, por el Excmo. Sr. D. Francisco
R. de Uhagón. Tirada de 3oo ejemplares.
XXVIII. Libro de las virtuosas t claras mujeres, el cual
FIZO k compuso el Condestable D. Alvaro de Luna, Maestre de
LA Orden de Santiago, por el Excmo Sr. D. Marcelino Menéndez
y Pelayo. Tirada de 3oo ejemplares.
XXIX. Opúsculos literarios de los siglos xiv k xvi, por
D. Antonio Paz y Melia. Tirada de 3oo ejemplares.
XXX. Nobiliario de conquistadores de Indias, por D. Anto-
nio Paz y Melia. Tirada de 3oo ejemplares.
XXXI. Dos NOVELAS DE D. Alonso Jerónimo de Salas Barba*
DiLLOy por el Excmo. Sr. D. Francisco R. de Uhagón. Tirada
de 3oo ejemplares.
XXXII. Relaciones históricas de los siglos xví y xvii, por el
Excmo. Sr. D. Francisco R. de Uhagón. Tirada de 3oo ejemplares.
XXXIII. Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lo pre-
sente, del Bachiller Cristóbal de Villalón, por D. Manuel
Serrano y Sanz. Tirada de 3oo ejemplares.
XXXIV. HisTORiA de D. Juan de Austria, db^'* Licenciado
Porreño, por D. Antonio Rodríguez Villa. Tirada de 3oo ejem-
plares.
XXXV. Arcipreste de Talayera (Corbacho ó reprovación
DEL amor mundano), DEL BACHILLER AlFONSO MaRTÍNEZ DE To-
LEDO, por D. Cristóbal Pérez Pastor. Tirada de 33o ejemplares.
XXXVI. Comentarios de Don García de Silva y Figueroa, de
LA Embajada que de parte del Rey de España D. Felipe HI hizo
EL Rey Xa Abas de Persia, por D. Manuel Serrano y Sanz. Tomo I
y II. Tirada de 3oo ejemplares.
ti
\
• ^
t\y
'f t
»%• ■»
^
á