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Full text of "Comentarios de D. Garcia de Silva y Figueroa de la embajada que de parte del rey de España don Felipe III hizo al rey xa Abas de Persia"

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COMENTARIOS 


DE 


D.  García  de  silí a  y  figiroa 


DE  LA  EMBAJADA 


fiUE  DE  PARTE  1)EL  REY  DE  ESPAÑA  DON  FEUI'E  111 


HIZO  AL  REY  XA  ABAS  OE  PERSIA 


LOS  PUBLICA 


lA  SOCIEDAD  DE  BlELlÜFlLüS  ISPAÑÜLES 


TOMO  SEGUNDO 


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MADRID 

MCMV 


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COMENTARIOS 


DE 


D.  GARCÍA  DE  SPA  Y  FIGWA 


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COMENTARIOS 

DE 

D.  GARCÍA  DE  SiyAíFPEROA 

DE  LA  EMBAJADA 

(¡DE  DE  PAUTE  DEL  BEY  DE  ESPlHl  DON  FUE  U 

HIZO  U.  MI  Xt  ABAS  DE  PERSIA 
LOS  PUBLICA 

USOCIIMDDIBUILOSISPÜIOLIS 

TOMO  SEGUNDO 


MCMV 


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POBLIC  LIBRA  i 


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"*. '     '  SfC'  típ.  de  U  «Revisu  de  Arch.,  Bibl.  y  Mnieos»,  OUd«  8. 


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LIBRO  QUINTO  <■> 


CAPITULO  PRIMERO 


Salida  de  Margascán. — Los  circasianos*  de  Mahin. — La  mezquita 
de  Amanzada.— Muerte  de  Jusepe  Salvador. — Las  aldeas  de 
Ugión,  Acopaz,  Cuzcusar  y  Hiesdegas. — Una  lluvia  molesta. — 
Camino  de  Spahan. — ^Noticias  de  los  Gao  res.— Entrada  en 
Spahan.— Descripción  de  esta  ciudad. — ^Notables  ejercicios  de 
dos  volatines. 


A  ocho  de  Abril  salió  el  Enbaxador  de  Margascán 
y  por  ser  tarde  no  caminó  aquel  día  más  de  tres  leguas 
por  aquella  fértil  y  llana  canpaña,  dexando  á  la  mano 
izquierda  una  legua  lexos  el  rio  Araxes,  hasta  llegar 
junto  á  una  muy  enpinada  y  alta  sierra  en  que  estaua 
fundada  una  fortaleza  antigua,  hazíendola  muy  fuerte 
y  del  todo  inexpunable  su  asperissimo  sitio,  siendo 
por  todas  partes  casi  á  plomo  peinado  el  monte,  de 
manera  que  si  no  era  dando  muchas  bueltas  y  con  gran 
dificultad  no  se  podía  subir  arriba.  Y  aunque  toda  la 
corona  desta  sierra  tenía  muralla  fuerte  y  alta,  con  to- 


(i)  Este  libro  corresponde  en  ei  original  á  la  segunda  mitad 
del  rv,  que  hemos  dividido  para  la  mejor  repartición  del  texto  en 
dos  volúmenes. 


—  8  — 

rres  á  trechos,  hazíala  mucho  más  inexpunable  la  for- 
tifícaQÍon  que  naturaleza  le  daua,  pues  con  estar  en- 
tonces abierta  y  sin  guarda,  nadie  queria  tomar  traba- 
xo  de  la  ver.  En  un  prado  de  grama  menuda  y  verde, 
al  pie  de  esta  sierra,  pasó  la  noche  el  Enbaxador  den- 
tro de  su  litera,  teniendo  muy  gerca  dos  aduares  de 
turcomanes,  que  sienpre  en  esta  jornada  se  mostraron 
buenos  vezinos. 

A  nueue,  antes  que  amaneciese  se  prosiguió  el  ca- 
mino, y  después  de  auer  dexado  á  la  mano  izquierda 
el  monte  con  su  fortaleza  referida,  se  fue  caminando 
grande  espacio  Ueuando  á  la  mesma  mano  y  á  vistas 
nuestro  Araxes,  ó  Bradamiro,  en  esta  parte  con  más 
hermosa  y  ancha  (i)  corriente,  y  su  agradable  rríbera 
muy  llena  por  anbas  partes  de  verdes  y  espesas  matas, 
teniendo  este  rrio  no  se  qué  de  apazible,  dando  un  par- 
ticular gusto  á  todos  los  que  lo  vian  y  caminauan 
cerca  del. 

A  las  nueue  del  dia  se  llegó  á  Mahin,  después  de 
auer  pasado  un  rrio  pequeño  lleno  de  arboledas  y  que 
lleuaua  agua  clarissima  y  fría;  es  Mahin  un  lugar 
abierto  de  quinientas  ó  seiscientas  casas,  todas  ellas 
entre  muchos  jardines  y  huertas  de  grandes  arboledas, 
mayormente  de  nogales,  de  manera  que  parecía  un 
muy  espeso  bosque.  Auia  en  este  lugar,  demás  de  los 
naturales  vezinos  suyos,  una  gran  colonia  de  ^ircassos 
que  dos  años  antes  el  rey  de  Persia,  después  de  auer 
saqueado  gran  parte  del  Gurgistan  ó  Georgiana  y  traí- 
do en  seruidunbre  sus  moradores,  hallando  mucho 
número  de  familias  de  estos  miserables  fircassos  los 
conpelio  á  la  mesma  transmigración  (2),  siendo  traídos 
y  rrepartidos  por  diuersos  lugares  de  la  Persia.  Y  fue 
tanto  mayor  la  miseria  de  esta  pobre  gente  quinto  ellos 


(i)    Tachado:  con  su  hermosa  y  mansa. 

(a)    Tachado:  los  quales  padecieron  la  mesma  plaga. 


—  9  — 

por  huir  la  plaga  y  trabajos  de  la  guerra  que  en  Qir- 
cassia  se  auia  mouido  poco  antes  entre  sus  mesmos 
naturales,  y  no  queriendo  ser  parciales  de  la  una  y  la 
otra  facción,  huyeron  con  sus  mugeres  y  hijos  á  la 
parte  que  más  ^erca  les  caia  del  Gurgistan,  adonde  ha- 
llaron el  peligro  mayor  y  más  (ierto.  Eran  todos  estos 
^ircassos,  blancos  y  bien  dispuestos,  y  que  considerada 
su  rrigurosa  fortuna,  padeciendo  suma  pobreza^  á  quien- 
quiera mouia  á  gran  conpasion,  y  ansi  el  Enbaxador 
entre  muchos  dellos  repartió  alguna  cantidad  de  dinero. 

Otro  día,  diez,  caminó  el  Enbaxador  tres  leguas  con 
toda  la  carauana  que  halló  junta  en  el  dicho  lugar,  has- 
ta Amanzada^  una  aldea  de  pocas  casas,  recogidas 
dentro  de  un  caravasar  cercado  de  buena  muralla^  en 
que  auia  tanbien  una  grande  y  rica  mezquita^  de  cuya 
renta,  por  costunbre  antigua,  se  daua  de  comer  tres  dias 
á  todos  los  peregrinos  y  pasageros  pobres,  teniendo 
los  persianos  y  árabes  en  suma  veneración  este  su  ten- 
plo,  por  tener  su  sepulcro  y  estar  enterrado  en  el  un 
grande  y  venerable  sane  ton,  y  ansi  lo  auian  enrrique- 
fido  con  diuersas  mandas  y  dotaciones.  Auia  luego 
como  se  entraua  en  este  caravasar  una  hermosa  y, 
abundantissima  fuente,  de  que  corría  fuera  tan  grande 
golpe  de  agua  que  pudiera  moler  con  ella  un  molino. 
Todo  el  camino  que  se  traxo  de  Mahin  hasta  este  ca- 
ravasar, por  la  mayor  parte  fue  áspero,  con  altos  mon- 
tes á  la  mano  izquierda,  y  en  ellos  algunas  pequeñas 
matas^  y  con  sus  cunbres,  aunque  entrado  ya  el  vera- 
no^ todavia  cubiertas  de  nieue. 

Estuvo  el  resto  deste  dia,  que  fue  martes  de  la  Se- 
mana Santa,  á  diez  de  Abril,  el  Enbaxador,  en  el  dicho 
caravasar,  y  queriendo  á  las  nueve  de  la  noche  co- 
mentar á  caminar  la  caravana  sucedió  un  desastre  no- 
table de  que  el  Enbaxador  con  toda  su  familia  recibió 
grande  alteración  y  pesadunbre.  Y  fue  que  como  Ju- 
sepe  Saluador,  armenio,  de  quien  ya  se  á  hecho  men- 


—   10  — 

cion,  y  á  quien  el  Enbaxador  quería  mucho^  ansí  por 
seruírle  fielmente  de  intérprete^  como  por  la  mucha 
pratíca  que  tenia  destas  provincias  orientales ,  se  ade- 
lantase solo  de  la  caravana  por  poner  en  cobro  una 
muger^illa  gentil  ó  indiana  de  nagion  y  de  profesión 
mora,  á  quien  aquel  dia  el  Enbaxador  auia  mandado 
echar  de  la  caravana  por  auer  sabido  que  dando  es- 
cándalo y  mal  exenplo^  el  dicho  Jusepe  [la]  traia  pu- 
blicamente desde  Xiras,  á  menos  de  dozientos  pasos 
de  donde  auia  partido  fue  hallado  muerto  y  sin  cabera, 
de  los  que  iuan  con  las  primeras  cargas  de  la  caravana. 
Y  como  con  el  alboroto  que  todos  recibieron  de  tan 
horrible  caso ,  viniesen  á  dar  cuenta  dello  al  Enbaxador , 
que  estaua  durmiendo,  no  auiendo  de  partir  hasta  otro 
dia  por  la  mañana  (i),  con  la  rrepentina  turbación  que 
luego  regibio  mandó  que  nadie  inquiriese  ni  hiziese  di- 
Ugencia  para  saber  los  que  uviesen  cometido  el  delicio; 
infiriendo  luego,  que  de  los  que  con  tanta  libertad  lo 
perpetraron  se  podia  temer  otro  caso  peor  y  mas  gra- 
ve que  el  cometido.  Y  estando  con  vigilancia  y  guarda 
aquella  noche,  por  la  mañana,  después  de  enterrado  el 
muerto,  no  se  supo  otra  cosa  mas  sobre  su  muerte, 
sino  que  muy  poco  espacio  antes  que  él  partiese  y  se 
apartase  de  la  carauana  pasaron  dos  tropas  de  hom- 
bres á  cauallo  con  arcabuzes,  arcos  y  cimitarras,  con 
mucha  priesa,  teniéndose  por  sin  duda  que  estos  le 
uviesen  muerto*  Pero  qué  ocasión  pudiese  auer  dado 
aquel  pobre  hombre,  nadie  lo  pudo  imaginar,  ni  hasta 
agora  se  sospecha^  aunque  muchos  si,  de  quien  (2)  le 
causó  tan  cruel  muerte,  llevándole  la  cabeca  y  dexando- 
le  el  dinero  y  sortijas  que  Ueuaba;  y  ansi  paregio  acer- 
tado pasar  esto  en  silencio,  hallándose  el  Enbaxador  en 
parte  adonde  era  forcoso  hazerse  ansi. 


(i)    Tachado:  el  aunque. 
(a)    Tachado:  donde  se. 


—  II  — 

Miércoles,  onze  del  dicho  mes,  se  caminaron  tres  le- 
guas hasta  Vgíon,  aldea  pequeña;  fueron  las  dos  leguas 
de  este  camino  asperissimas  por  la  subida  y  defendida 
de  una  sierra^  tan  agria  y  llena  de  grandes  piedras  que 
se  padeció  grandissimo  trabaxo,  pfarticularmente  en  la 
subir,  Ueuando  á  mano  cantidad  de  hombres  la  litera 
del  Embaxador,  caminando  él  con  dificultad  á  cauallo. 
No  era  esta  sierra,  por  la  parte  del  Medio  día ,  pelada, 
como  casi  todas  las  de  la  Persia,  sino  con  muchos  lan-* 
tiscos  (i)  de  la  especie  y  grandeza  que  se  a  dicho  atrás, 
de  que  se  coge  gran  cantidad  de  almaciga,  y  tanbíen  auia 
mucha  cantidad  de  matas  de  rretama;  pero  por  donde 
se  baxa  desta  sierra,  que  es  al  Norte,  es  pelada  como 
las  demás;  solo  auia  algunas  pequeñas  matillas  de  es- 
pinos. Posó  el  Enbaxador  en  esta  aldea  en  un  aposento 
contiguo  con  una  mezquita  con  quien  los  naturales  de 
aquella  tierra  tienen  grandíssima  deuofion  por  estar 
allí  enterrado  un  sancton  descendiente  de  Alí  y  de  Fa- 
tíma  hija  de  Mahamet  ó  Mahoma,  y  ansí  luego  como 
el  Enbaxador  llegó,  vino  á  visitarle  el  hermitaño  ó  der- 
uis de  la  mezquita,  que  le  hizo  esta  relación,  afirmán- 
dole como  era  grande  [el]  número  de  hombres  y  mu- 
geres,  enfermos,  y  ciegos  y  tullidos  que  allí  recibían 
salud  por  la  intertesion  de  aquel  su  gran  sancto,  de 
cuyos  jmilagros  él  tenia  un  gran  cathalogo  y  minute 
consigo.  Esta  aldea  y  mezquita  está  en  un  llano  por 
donde  pasa  un  mediano  arroyo  pantanoso  y  de  mucho 
pescado^  que  junto  al  lugar  se  pasa  por  una  puente  de 
piedra. 

A  12,  jueves  santo,  de  mañana  se  salió  de  aquí,  ca- 
minándose quatro  leguas  hasta  un  grande  y  hermoso 
carauasar  y  una  pequeña  aldea  que  junto  á  él  estaua, 
cercada  de  una  rruin  muralla  de  tapias,  y  en  medio 
deUa,  en  sitio  algo  más  rreleuado  que  lo  demás,  auia 


(i)    Ms.  latUicos. 


—  12  — 

una  rruin  fortaleza  medio  derribada;  alderredor  della 
y  dentro  de  la  primera  gerca  de  la  aldea  auia  hasta  cien 
casillas,  la  mayor  parte  dellas  pobladas  de  circassos  de 
la  mesma  transmigración  que  los  de  Mahin^  gente  su- 
mamente miserable  y  pobre;  y  ansi  por  esto  como  por 
la  veneración  que  se  deuia  al  dia,  mandó  el  Enbaxador 
que  entre  todos  se  repartiese  en  limosna  alguna  canti- 
dad de  dinero.  Llámase  esta  aldea  Acopaz,  y  aunque 
su  sitio  es  llano  y  baxo,  alderredor  está  rrodeada  de 
altos  montes,  lo  más  alto  dellos  cubiertos  de  nieue;  y 
ansi,  demás  de  que  el  suelo  y  llano  que  entre  ellos  ay 
es  paludoso,  y  lo  corta  el  mesmo  arroyo  que  pasa  por 
la  aldea  de  atrás,  es  gran  cantidad  de  agua  la  que  dellos 
corre  y  interiormente  se  rregume  por  todo  aquel  llano 
en  que  están  el  caravasar  y  aldea^  rebentando  por  donde 
quiera  infinitas  fuentes,  que  aunque  al  parecer  es  clara 
y  buena,  haze  contrario  efecto  en  todos  los  que  la 
beuen.  Porque  aunque  de  su  naturaleza  no  sea  del  todo 
mala,  viniendo  colada  entre  la  tierra  y  peñas  de  aque- 
llos montes,  la  propiedad  del  suelo  en  que  rebienta  es 
pestilentissima  y  dañosa^  particularmente  por  la  vezin- 
dad  de  aquel  amorbado  arroyo  que  tiene  inficionado 
el  aire  de  todo  aquel  distrito,  siendo  mucho  más  pesti- 
lencial el  pescado  que  cria.  Lo  qual  se  esperimentó  en 
aquel  dia  que  el  Enbaxador  allí  estuvo^  porque  como 
toda  su  familia  (i)  hallase  alli  tanta  cantidad  de  grandes  . 
peces^  la  mayor  parte  de  los  criado^  salieron  otro  dia 
enfermos  de  alli^  no  les  aprouechando  lo  mucho  que 
el  Enbaxador  les  auisó  que  no  comiesen  de  aquel  pes- 
cado, auiendo  visto  la  amarillez  y  abominable  color 
que  tenia.  Ay  junto  al  caravasar  una  grande  huerta 
que  Alauerdecan  dexó  rrecien  plantada  antes  que  mu- 
riese, en  que  ay  gran  número  de  todo  genero  de  fruta- 
les, con  grandes  y  derechas  calles  de  álamos,  plátanos 


(i)    Tachado:  del  Enbaxador. 


—  i3  — 

y  cipreseSy  aunque  pequeños,  como  plantados  de  poco 
tienpo. 

A  i3  se  llegó  tenprano  á  Cuzcusar,  un  buen  cara- 
uasár  y  aldea  en  forma  de  fortaleza;  todo  el  camino  es 
baxo  y  paludoso,  con  grandes  lagunas  y  pantanos,  y 
de  tan  malo  ó  peor  ayre  que  en  Acopaz,  la  aldea  de 
donde  este  dia  salimos.  Y  con  rrazon  le  dan  los  persia- 
nos  el  nombre  de  Cuscuzar  á  este  caravasar  y  aldea, 
porque  en  lengua  persiana  quiere  decir  lugar  pestilente 
Y  venenoso j  y  ansi  el  Enbaxador  como  sus  criados  se 
hallaron  alli,  aquel  dia  y  noche  siguiente,  todos  enfer- 
mos y  como  mareados  de  una  gran  tormenta,  duran- 
doles  dos  ó  tres  dias  esta  rruin  dispusicion.  Porque 
como  los  dos  principales  alimentos  sean  el  aire  y  el 
agua,  y  lo  uno  y  lo  otro  sea  aqui  tan  peruerso  y  ma- 
ligno, tienen  juntamente  con  su  malicia  alguna  parti- 
cular qualidad  para  causar  semejantes  accidentes. 

A  14,  vispera  de  Pasqua,  llegó  el  Enbaxador  á  Der- 
gríger,  adonde  ay  un  gran  caravasar  y  otra  aldea  den- 
tro de  una  rrazonable  fortaleza,  y  porque  auia  alli  una 
casa  pequeña  pero  bien  labrada  y  aunque  de  muy  chi- 
cos aposentos,  posó  en  ella  el  Enbaxador,  comentando 
desde  aqui  á  perder  algo  de  la  mala  dispusicion  y  des- 
caymíento  con  que  venia,  mejorando  tanbien  todos  los 
demás  con  auer  hallado  mejor  ayre. 

A  1 5,  dia  de  Pasqua,  se  hizo  jornada  en  Hiesdegas^ 
después  de  auer  andado  con  la  carauana  grandes  ocho 
leguas,  y  hallado  repentinamente,  caminando  por  un 
llano,  una  hondura  y  despeñadero  notable,  peinado  por 
todas  partes,  y  que  por  la  una  daua  paso,  pero  tan  pe- 
ligroso y  difícil  de  baxar  que  se  gastó  gran  rato  hasta 
llegar  á  lo  baxo,  en  que  auia  una  vega  y  valle  muy  lla- 
no de  dozientos  pasos  y  mas  en  ancho,  y  quinientos  de 
largo,  continuándose  después  en  aquella  forma  por  al- 
gunas leguas  más  adelante,  con  algunos  pequeños  ca- 
nales de  agua  con  que  se  rregaua.  De  la  otra  parte  del 


—  14  — 

llano  auia  otro  semejante  despeñadero,  cortado  á  plo^ 
mOy  de  manera  que  la  vega  que  auia  en  lo  baxo  pare- 
cía un  muy  ancho  y  profundissímo  foso,  desde  la  qual, 
en  lo  mas  alto  y  peinado  de  la  peña  estaua  fundado  un 
pequeño  lugar,  aunque  de  sitio  fortissimo,  cuyas  casas 
subiendo  en  muchos  suelos  de  altura  y  teniendo  ansi 
mesmo  infinidad  de  ventanillas  pequeñas,  paresgian  de 
lexos  nidos  de  paxaros  ó  vinares  de  saluaginas.  Pasa- 
mos el  valle  y  en  él  un  arroyo  de  que  se  rregaua  la  ve- 
ga^ y  luego  comentamos  á  subir  la  cuesta  muy  áspera 
en  que  estaua  la  fortaleza,  rodeándola  por  la  parte  del 
Norte  para  entrar  en  ella,  y  era  cosa  muy  para  notar 
ver  la  grande  altura  de  las  casas,  que  estañan  muy  es- 
pesas y  ellas  mesmas  seruian  de  muralla,  con  infinito 
numero  de  ventanas,  y  en  ellas  gran  cantidad  de  mu- 
geres  y  muchachos,  siendo  aqui  mas  blancas  que  todas 
las  que  en  Persia  hasta  entonces  se  auian  visto.  Entró- 
se en  este  notable  lugar  por  una  muy  estrecha  puente 
leuadiza,  sin  pretiles,  que  caia  sobre  un  muy  hondo 
foso,  adonde  la  tarde  antes  se  auia  despeñado  y  hecho 
pedamos  un  cauallo  de  un  persiano  de  los  que  iuan  ha- 
ziendo  el  aposento  al  Enbaxador^  el  qual  tuvo  esta  no- 
che muy  mala  posada  como  la  mucha  pobreza  del  lu- 
gar lo  pedia. 

A  1 6  caminó  la  caravana  siete  leguas,  á  una  mucho 
mas  pobre  y  miserable  aldea  cuyo  nonbre  no  merece 
hazerse  memoria  del;  pero  poco  menos  que  á  la  mitad 
de  la  jornada  se  pasó  por  un  muy  grande  y  hermoso 
caravasar,  nueuo  y  labrado  todo  de  piedra,  con  gran- 
des torreones  á  las  esquinas;  en  fin,  era  el  mejor,  á  lo 
que  de  fuera  se  pudo  juzgar,  de  quantos  se  auian  visto 
y  vieron  después  en  esta  jornada,  obra  tanbien  de 
Alauerdechan  y  hecho  á  su  propia  costa.  Frente  del 
caravasar  por  que  pasaua  el  camino  por  medio,  auia 
tanbien  una  gran  fortaleza  nueua  y  fuerte,  y  una  pe- 
queña aldea  de  vezínos  dentro  della,  siendo  indigio  el 


-  i5  — 

hallar  tantas  por  este  camino,  que  es  despoblado  y  so-* 
lO)  por  los  muchos  ladrones  que  solían  andar  por  él 
rrobandOy  ansí  los  pobres  labradores,  como  las  cara- 
vanas de  los  mercaderes.  De  la  pobre  aldea  adonde  el 
Enbaxador  y  la  carauana  paró  este  día,  salió  otro  por 
la  mafiana,  17  del  dicho  mes,  y  auíendose  caminado 
seis  leguas  por  camino  llano  y  buena  tierra,  aunque 
sin  árbol  alguno,  llegó  á  un  buen  lugar  á  que  dauan 
nombre  de  giudad,  llamado  Comixan,  de  quatro^íen- 
tos  ó  quinientos  vecinos.  La  canpaña  alderedor  del,  y 
buen  espacio  antes,  estaua  toda  cultíuada  y  labrada 
para  coger  trigo  y  geuada,  pareciendo  la  tierra  gruesa  y 
fértil,  pero  muy  tenaz  (1)  y  argilosa,  regada  con  muchos 
canales  de  agua  que  les  venian  de  lexos,  sin  la  qual, 
como  ya  otras  vezes  se  a  dicho,  la  Persia  no  produze 
ni  frutífica  cosa  alguna,  siendo  muy  poco  lo  que  en  ella 
Uueue  y  el  terreno  de  si  tan  seco  que  no  lleua  en  los 
montes  y  llanos  árbol  ni  cosa  verde,  sino  en  algunas 
partes  aquellos  lantiscos  de  que  se  coge  la  almaciga,  ó 
los  pocos  arboles  espinosos  y  pobres  de  hoja  de  que  ya 
tanbien  se  á  hecho  mención.  Después  de  auerse  apo- 
sentado el  Enbaxador  en  casa  de  un  vezino  que  tenia 
una  rrazonable  casa,  y  su  familia  en  otras  cercanas, 
aunque  el  tienpo  quando  llegó  parecía  estar  sereno,  con 
muy  pocos  nublados,  comentó  luego  á  caer  una  agua 
menuda  y  de  manera  que  «no  se  podía  esperar  más  de 
que,  como  vulgarmente  se  dize,  matase  el  poluo;  mas  en 
poco  tienpo  paresfió  lo  contrario,  porque  continuando 
toda  aquella  tarde,  sin  espesarse  ni  crecer  mas,  corría 
en  abundancia  por  todas  partes  sin  enbeuerse  en  el 
suelo.  Y  siendo  este  argiloso  y  cretoso,  como  se  a  di- 
cho, quedó  con  tanto  y  pegajoso  barro  en  su  superfí- 
qie,  que  por  ninguna  parte  se  podían  tener  en  él  todos 
los  que  acudían  á  cubrir  ó  retirar  en  un  caravasar 


(i)    Tachado:  espesa. 


-  i6- 

viejo  que  allí  auia  las  cargas  de  toda  la  carauana,  me- 
tidas gran  parte  dellas  en  el  agua  y  lodo.  En  este  tu- 
multo que  forzosamente  auia  de  auer,  dando  mucha 
priesa  el  Enbaxador  para  que  se  pusiese  reparo,  prin- 
cipalmente en  el  presente  que  se  Ueuaua  al  Xa^  dauan 
todos  grandes  caidas  resbalando  en  aquel  grueso  y  vn- 
toso  Iodo,  porque  quanto  mas  refirmauan  y  hazian 
fuerga  en  los  pies  para  tenerse,  con  tanto  mayor  inpetu 
venian  al  suelo.  Las  muías  y  jumentos  que  traian  para 
con  presteza  mudar  al  caravasar  algunas  de  aquellas 
cargas,  no  solo  no  fueron  de  prouecho,  por  caer  y  rres- 
balar  mas  que  los  honbres,  pero  muchas  quedaron,  de 
las  grandes  caidas,  inútiles  del  todo  para  el  rresto  del 
camino  hasta  Spahan.  En  fin,  auiendose  reparado  en 
el  caravasar  y  algunas  casillas  cercanas  las  cargas  del 
presente,  que  lleuauan  paños,  sedas  y  granas  y  parte 
de  la  rrecamara  del  Enbaxador,  de  lo  demás,  que  fue- 
ron mas  de  trezientas  cargas,  sin  los  fardos  y  caxas  de 
criados,  se  hizo  un  gran  túmulo  alli  en  el  canpo^  cu- 
briéndolo con  muchos  reposteros  de  fieltro  que  desde 
Xiras  el  Enbaxador  auia  mandado  proveer  para  seme- 
jantes ocasiones.  Era  el  huésped  en  cuya  casa  el  En- 
baxador posaua,  grandissimo  oficial  de  hacer  arcos,  y 
ansi  tenia  particulares  gages  del  rey  por  ello;  éste  le 
Ueuó  al  Enbaxador  un  fuerte  y  hermoso  arco  dorado, 
con  muchas  lauores,  el  qual  le  fué  muy  bien  pagado  y 
agradecido,  repartiendo  después  alguna  cantidad  de 
dinero  entre  los  niños  y  niñas  de  poca  edad,  hijos  y 
nietos  del  huésped,  que  acudian  á  una  ventana  cubier- 
ta de  una  red  de  madera  que  del  aposento  del  Enbaxa- 
dor salia  á  un  jardín  de  la  propia  casa.  Lo  qual  fue 
ocasión  que  otro  dia  antes  de  su  partida  acudiesen  á  la 
mesma  ventana  todas  las  muchachas  y  mugeres,  no 
solo  de  la  casa  (i),  pero  de  gran  parte  de  la  vecindad. 


(i)    Tachado:  sino. 


—  17  — 

unas  descubiertas  y  otras  cubiertos  los  rrostros,  en- 
tre las  quales^  con  mucha  fiesta  y  rrisa  del  Enbaxador, 
se  hizo  un  largo  congiario. 

A  i8y  poco  antes  de  medio  dia  se  salió  de  Comixan, 
hallándose  todo  el  camino^  que  era  llano  y  de  aquel 
mesmo  barro,  muy  moxado  y  lodoso,  y  esto  era  quan- 
to  mas  se  caminaua,  pareciendo  en  los  muchos  panta- 
nos en  que  se  daua  que  auia  llouido  abundantemente 
muchos  dias,  auiendo  sido  por  alli  el  agua  mas  espesa 
y  rezia  y  durado  mas  oras,  sigun  se  supo  después  de 
algunos  criados  del  Enbaxador  que  desde  la  aldea  pe- 
queña antes  de  Comixan  auian  sido  despachados  á 
Spahan  dos  dias  auía.  Llegóse  un  hora  antes  que  fuese 
noche  á  otro  lugar  de  la  mesma  vezindad  que  del  de 
donde  aquel  dia  se  auia  salido,  llamado  Mahiar,  y  aun 
que  en  él  auia  un  buen  carauasar,  el  Enbaxador  y  gran 
parte  de  sus  criados  se  aposentaron  conmodamente  en 
las  mejores  casas  de  los  vezinos. 

Jueues,  19,  muy  de  mañana  se  salió  de  aqui  á  Spa- 
han, seis  leguas  de  camino,  y  porque  antes  de  entrar 
en  la  giudad  el  Enbaxador  queria  parar  algunos  dias 
en  alguna  aldea  ó  huerta  cercana  adonde  se  hallase 
comodidad  de  rrecogerse,  enbió  mucho  antes  que  ama- 
nesgiese  á  los  offí^iales  y  criados  á  quien  este  cuydado 
le  tocaua,  para  que  le  tuuiesen  de  comer  en  una  buena 
aldea  una  legua  pequeña  de  Spahan,  llamada  Jarustan, 
auiendose  anisado  lo  mismo  á  los  que  auian  de  partir 
delante  con  la  carauana.  Pero  estos,  que  eran  dos  per- 
sianos  que  desde  Xiras  venian  con  el  Enbaxador  para 
le  aposentar  y  hazer  dar  el  recaudo  necesario  por 
el  camino,  no  entendiendo  bien  al  intérprete  llena- 
ron la  carauana  á  unas  huertas,  menos  de  media 
legua  de  Spahan,  adonde  el  mayoral  dellos,  llama- 
do Alibec,  tenia  una  casa,  sin  saber  que  los  criados 
del  Enbaxador  auian  ido  á  hazerle  el  aposento  á  otra 
parte. 


r- 


—  i8  — 

El  camino  de  este  día,  aunque  fue  llano,  la  mayor 
parte  del  se  halló  un  mal  paso  en  que  se  baxó  (i)  casi  un 
quarto  de  legua  por  una  ladera  muy  áspera  y  llena  de 
piedras,  adonde  fue  forzoso  salir  fuera  de  la  litera  el  En- 
baxador^  auiendose  dexado  poco  antes  una  gran  cis- 
terna llena  de  muy  buena  agua.  Media  legua  antes  de 
llegar  á  la  gran  llanura  en  que  está  la  fiudad  de  Spa- 
han,  se  pasó  una  sierra  blanda  y  sin  dificultad  de 
caminarse,  continuada  de  muchos  y  pequeños  collados 
que  se  iuan  pasando  unos  tras  otros,  antes  de  poderse 
descubrir  la  ^iudad,  y  era  todo  el  suelo  de  esta  sierra 
de  una  piedra  tan  blanda  que  se  deshazia  en  partes 
muy  menudas  como  cascajo  muy  blando.  Al  medio  de 
esta  sierra  llegó  una  gran  tropa  de  persianos,  hasta  en 
número  de  veinte  ó  treinta,  los  más  dellos  muy  mogos, 
los  quales  venian  á  pie  y  sin  armas,  muy  apresurados, 
y  reparando  junto  á  la  litera  en  que  iua  el  Enbaxador, 
mirauan  con  grande  atengion  á  todas  partes,  hasta  que 
auiendole  sido  preguntado  qué  querian,  respondieron 
que  venian  á  ver  á  Roldan,  pronunciando  este  nonbre 
muy  distintamente.  Era  Roldan,  por  quien  pjregunta- 
van,  un  alano  grande  del  Enbaxador,  de  que  ya  se  a 
hecho  mengion,  que  por  ser  muy  pesado  y  venir  des- 
peado del  largo  camino  lo  traian  desde  Lara  honbres 
conduzidos  para  este  efecto,  en  un  andor  ó  palanquin 
de  los  de  la  India,  y  como  entonges  viniese  detras  de 
toda  la  familia,  fueron  estos  mogos  persianos  en  su 
busca,  viniendo  después  todos  alderredor  del,  crecien- 
do de  manera  el  número  de  la  gente  que  salia  con 
grande  admiración  á  vello,  que  quando  se  llegó  á  la 
huerta  adonde  el  Enbaxador  paró  aquel  dia,  Ueuaua  él 
solo  un  grande  y  numeroso  aconpañamiento.  Acaba- 
das de  andar  todas  aquellas  baxas  collinas,  se  descu- 
brió una  anchissima  vega  que  ocupaua  muchas  leguas 


(i)    Tachado:  decendio. 


-19- 

alderredor,  con  grandissimo  número  de  huertas  y  jar- 
díneSy  que  aunque  de  parte  eminente,  ocupauan  la  vis- 
ta á  la  giudady  no  paretiendose  más  de  alguna  parte  de 
los  alcoranes  de  las  mezquitas;  súpose  luego  alli,  de 
algunos  criados  que  auian  llegado  con  la  carauana,  el 
hierro  de  auerse  preparado  el  aposento  en  otra  parte, 
y  ansi  fueron  á  dar  auiso  á  los  que  allá  estauan^  que 
no  era  más  de  media  legua  de  la  huerta,  adonde  se  le 
auia  buscado  una  casilla  para  el  Enbaxador^  en  que 
solo  auia  un  aposento  tan  estrecho  que  casi  no  cabía 
en  él  mas  de  su  cama.  Era  hermosa  cosa  ver  la  mucha 
frescura  y  opacidad  de  los  arboles  que  auia  por  junto 
á  donde  se  caminaua,  con  infínito  número  de  gente 
que  salia  á  vernos,  porque  si  bien  la  Qiudad  estaua  me- 
dia legua  de  alli,  todas  aquellas  huertas  están  pobladas 
con  muchas  casas,  de  manera  que  no  hazia  falta  la 
(iudad,  y  ansi  auia  tanta  cantidad  de  mugeres  con  sus 
mantos  blancos,  que  ocupuuan  por  una  y  otra  parte 
las  percas  y  paredes  de  las  huertas,  con  lo  alto  de  todos 
los  edificios  cercanos. 

Aunque  estrechamente  y  con  mucha  descomodidad 
estuvo  dos  dias  el  Enbaxador  en  aquella  huerta,  adonde 
auia  notable  cantidad  de  rrosas  y  flores,  porque  demás 
de  las  rrosas  ordinarias  coloradas,  auia  otras  algo  me- 
nores^ blancas,  y  otras  amarillas,  y  éstas  de  menos  olor 
que  las  demas^  pero  de  muy  hermosa  y  apazible  vista. 
Las  Qiruelas  y  manganas,  aunque  verdes  y  por  madu- 
rar, estauan  ya  gruesas  y  comunmente  las  comian  ya 
todos  como  si  estuuiesen  en  toda  su  sazón,  siendo  la 
menos  fruta  la  que  llega  á  tenella,  comiéndose  la  ma- 
yor parte  della  muy  verde  y  azeda  (i),  porque  tienen 
por  general  opinión  todos  estos  persianos^  de  que  no 
les  haze  daño  desta  manera. 


(i)    Tachado:  teniendo* 


—  20  — 

Vinieron  aquella  tarde  á  ver  al  Enbaxador  los  reli- 
giosos de  San  Agustin  y  del  Carmen  de  los  dos  con- 
ventos de  Spahan^  y  luego  por  la  mañana  el  Deroga  y 
Visir,  que  son  los  supremos  governadores  de  aquella 
Qiudady  y  á  la  tarde  la  gente  que  en  ella  se  hallaua  de  Eu- 
ropa, que  eran  diez  ó  doze  ingleses,  dos  tudescos  y  tres 
ó  quatro  italianos^  con  quien  el  Enbaxador  holgó  mu- 
cho por  saber  algunas  cosas  de  Europa^  aunque  enton- 
ces auia  muchos  dias  que  no  auia  llegado  carauana  de 
Bagadad^  ni  Alepo,  y  ansi  no  se  tenia  noticia  de  mas  de 
lo  que  se  auia  escrito  de  estas  partes  en  las  gacetas  del 
año  próximo  pasado^  en  que  solo  auia  nueuas  del  prin- 
cipio del  año  de  1616. 

Mudóse  de  aqui  el  Enbaxador  á  otra  huerta  que  le 
caia  gerca,  en  que  auia  tres  buenos  aposentos  frescos  y 
nueuos,  con  bastante  comodidad  para  su  persona,  y 
en  un  llano  que  auia  junto  á  la  huerta  se  pusieron 
nueue  ó  diez  tiendas;  la  una,  que  era  muy  grande  y 
bien  aderegada,  de  la  (i)  persona  del  Enbaxador,  en  que 
auia  lugar  degente  y  cónmodo  para  dezir  misa,  y  las 
demás  para  sus  criados,  y  ansi  á  las  tiendas^  como 
adonde  estaua  el  Enbaxador,  era  cosa  increible  el  gran 
número  de  gente  que  acudia,  sin  bastar  á  detenellos 
los  porteros  y  gente  que  los  governadores  auian  puesto 
de  guarda.  Porque  demás  de  la  giudad  de  Spahan,  que 
de  si  sola  es  populosa  y  grande^  auia  quatro  numerosas 
colonias  á  la  parte  de  estas  huertas  en  que  el  Enbaxa- 
dor estaua^  que  de  pocos  años  á  esta  parte  el  rey  de 
Persia  auia  traido  de  las  giudades  de  Eruan  y  Julfa  en 
Armenia,  y  de  la  soberuia,  aunque  ya  arruinada,  Tau 
ris,  en  Media,  y  en  otra  parte  gran  número  de  Gaores, 
que  todas  estas  quatro  colonias,  apartadas  poco  espa- 
gio,  ó  casi  continuadas  unas  con  otras,  hazian  cuerpo 
de  otra  ciudad,  igual  ó  mayor  que  la  mesma  de  Spahan. 


(i)    Tachado:  para. 


—  21   — 

Y  porque  se  a  hecho  aquí  primero  mención  de  estos 
Gaores,  que  es  lo  mesmo  en  lengua  turquesa  y  persiana 
que  gente  sin  ley  ó  gentiles,  parecerá  á  proposito  dezir 
quien  son,  antes  de  tratar  de  las  demás  cosas  tocantes 
á  la  QÍudad  de  Spahan.  A  quedado  este  genero  de  hon- 
bres  de  los  antiguos  y  propios  moradores  de  la  Persia, 
la  qual,  auiendo  sido  ocupada  y  señoreada  por  tantos 
siglos,  con  las  demás  prouincias  de  Asia  sujectas  á  su 
grande  monarchia^  primero  de  los  árabes,  y  después 
de  los  turcos  y  tártaros,  hizo  notable  mudanza  en  len- 
gua, trage  y  costunbres^  como  agora  la  vemos,  pues 
casi  no  parece  en  ella  rastro  de  su  antigua  grandeza. 
Y  esto  es  cosa  muy  verisimil,  auiendola- ocupado  y 
transformado  en  si  las  mas  incultas  y  barbaras  nacio- 
nes del  mundo.  Los  señores  de  qualquiera  inperio  ad- 
quirido por  ellos  son  luego  imitados  de  los  subjectos  y 
vencidos,  en  las  cosas  susodichas^  aunque  del  todo  sean 
incultas,  rusticas  y  bestiales;  como  claramente  se  vio 
en  Italia,  Francia  y  España  quando  en  la  vltima  decli- 
nación del  inperio  romano  fueron  ocupadas  de  los  ván- 
dalos, godos,  alanos,  francos  y  longobardos,  extin- 
guiéndose de  todo  punto  en  ellas  las  buenas  artes  en 
paz  y  guerra  con  que  tanto  auian  floresgido.  Lo  mesmo 
sugedio  en  Persia  y  en  las  demás  naciones  conterminas 
á  ella,  pues  con  rrazon  se  puede  dudar  agora  por  quien 
con  cuydado  las  uviere  visto,  auer  auido  en  ellas  nin- 
gún genero  de  lustre,  pulicia,  ni  grandeza,  de  que  tanto 
eran  engrandecidas  y  alabadas  de  los  antiguos.  La  gente 
pobre  y  miserable  sienpre  retiene  algo  en  estas  mu- 
danzas, de  la  mesma  pobreza  en  que  sienpre  biuio,  y 
ansí  en  la  parte  más  oriental  de  Persia  y  en  la  provin- 
cia de  Querman,  que  confina  con  ella  por  el  Oriente  (i), 
quedaron  muchos  de  sus  antiguos  y  verdaderos  persia- 
nos,  los  quales,  aunque  los  demás  se  mezclaron  y  en- 


( I )    Tachado:  esta  parte. 


—  22  — 


beuieron,  vniendose  con  los  vencedores,  constantissi- 
mámente  an  retenido  sus  antiguas  costunbres,  hábitos 
y  religión.  Porgue  de  la  manera  que  los  antiguos  per- 
sianos  quando  más  florecieron,  adoran  oy  dia  al  sol  y 
al  fuego,  teniéndole  síenpre  engendido  en  sus  casas, 
poniendo  grandissimo  cuydado  en  que  no  se  mate, 
como  lo  hazian  las  virgines  Vestales  en  Roma.  Pero 
como  gente  rrustica  y  que  tantos  años  a  biuido  sienpre 
en  seruidunbre,  tienen  (i)  oluidadas  las  más  de  sus  ce- 
rimonias  antiguas^  reteniendo  agora  solo  el  tener  en- 
cendido el  fuego  y  adorar  el  Sol  quando  nas^e,  junta- 
mente con  el  enterrar  de  sus  muertos.  A  éstos,  después 
de  los  auer  vestido  de  lo  mejor  que  tienen,  los  arriman 
en  pie  á  las  paredes  de  unos  grandes  gercados  ó  corra- 
les que  para  esto  tienen  en  el  canpo,  algo  apartados  de 
los  lugares  en  que  biuen,  y  alli  los  dexan  á  ser  comi- 
dos de  los  cueruos  y  grajos  y  otras  aues  de  esta  cali- 
dad. La  lengua  de  que  vsan  es  con  poca  diferengia  de 
la  persiana,  y  el  trage  de  los  honbres  algo  semejante, 
aunque  más  corto  y  estrecho,  como  de  gente  pobre,  y 
un  pedago  de  liengo  atado  en  la  cabega.  En  las  muge- 
res  e&  por  la  mayor  parte  contrario  de  las  persianas, 
porque  aunque  traen  garaguelles,  encima  se  ponen  un 
genero  de  lobas  ó  sotanas  cerradas,  muy  anchas^  suel- 
tas, sin  geñirse,  que  le  llegan  al  tovillo  del  pie,  con 
Qiangas  muy  anchas,  paregiendose  en  esto  con  las  mu- 
geres  árabes,  y  grandes  tocas  en  las  cabegas,  que  por 
todas  partes  son  tan  largas  que  le  llegan  á  la  rrodilla  y 
corvas  de  las  piernas,  de  manera  que  teniendo  tendidos 
los  bragos  cubren  las  manos  con  ellas.  Son  estas  tocas 
gerradas,  no  descubriendo  más  de  solo  el  rostro,  sin 
parecersele  ningún  cabello,  ni  parte  de  la  garganta, 
como  á  las  dueñas  ó  biudas  en  España,  mas  de  que  no 
tienen  pliegues  las  de  estas  Gaoras,  mostrándose  con 


(i)    Ms.  tienen  en. 


^^ 


—  23  — 

este  habito  notablemente  autorizadas  y  graues.  Su  co- 
lor generalmente  es  encabellado,  más  ó  menos  claro, 
tirando  por  la  mayor  parte  á  amarillo  obscuro,  variando 
sienpre  con  estas  diferencias  las  tocas  de  las  lobas  ó 
sotanas,  siendo  éstas  ordinariamente  más  obscuras  que 
las  tocas.  Toda  esta  gente  era  sinplícissima^  al  contra- 
río que  las  demás  naciones  asiáticas  que  siguen  la  secta 
de  Mahamet  ó  Mahoma.  Los  honbres  son  jornaleros, 
camelleros  y  labradores,  y  algunos  mechánicos^  y  los 
menos  mercaderes,  por  su  mucha  pobreza.  Las  muge- 
res  hilan  y  texen,  vsando  y  exergiendo  estos  offigios 
sentadas  á  las  puertas  de  sus  casas,  como  generalmente 
lo  acostunbran  en  España  las  mugeres  pobres  de  las 
aldeas  de  Estremadura,  hilando,  aspando  y  deuanando 
el  hilo  de  que  texen  después  sus  telas,  pareciéndose 
mucho  ansimesmo  las  unas  á  las  otras,  en  gesto,  color 
y  sinplicidad  de  costunbres.  Caia  su  población  ó  colo- 
nia un  tiro  de  piedra  de  donde  el  Enbaxador  posaua, 
en  que  auia  tres  mil  casas  de  rrazonable  fabrica,  con 
calles  muy  anchas,  largas  y  derechas,  y  con  arboles  á 
trechos  por  todas  ellas  para  hazer  sonbra,  de  manera 
que  toda  esta  población  hazia  forma  de  un  grande  y 
hermoso  lugar,  auiendo  poco  más  de  diez  años  que  el 
rey  de  Persia  forgó  á  esta  gente  á  hazer  transmigración 
de  su  mesma  naturaleza  para  engrandecer  la  giudad  de 
Spahan.  Y  sigun  la  llaneza  y  poca  malicia  de  esta  gente, 
auia  grande  aparejo  en  ella  para  con  mucha  facilidad 
ser  instruida  y  rreduzida  á  la  religión  cristiana  si  nues- 
tros religiosos  de  la  (iudad  de  Span  atendiesen  á  ello 
con  el  zelo  y  diligencia  que  su  profesión  lo  pide. 

Desde  19  de  Abril  hasta  primero  de  Mayo  se  detu- 
uo  el  Enbaxador  en  estas  huertas,  en  el  Ínterin  que  en 
la  ciudad  se  le  buscaua  casa,  no  hallándose  á  proposi- 
to, porque  las  casas  de  los  honbres  poderosos,  á  quien 
llaman  Canes,  aunque  estauan  muchas  dellas  vazias, 
no  podían  los  governadores  dar  ni  disponer  de  ningu- 


—  24  — 

na  dellos  sin  expreso  mandato  del  Rey.  Y  aunque  el 
Enbaxador,  ansí  por  esta  dificultad,  como  por  el  deseo 
que  tenia  de  despachar  su  enbaxada,  quisiera  pasar 
adelante  hasta  Farabat,  en  Hircanía,  adonde  el  Rey 
entonces  estaua,  no  lo  consintieron  los  governadores 
hasta  auerle  dado  cuenta  de  su  venida^  Y  ansi,  dos 
dias  después  que  llegó,  auiendo  sabido  que  los  gover- 
nadores auian  despachado,  enbió  él  tanbien  un  suxa- 
tel  ó  correo,  escriuiendo  al  Rey  y  á  Agamir,  su  secre* 
tario  de  Estado,  auisandole  de  su  llegada  á  Spahan  y 
haziendo  particular  resentimiento  de  la  muerte  de  Ju- 
sepe  Saluador,  su  intérprete,  no  tanto  porque  se  espe- 
rase castigo,  con  ser  el  delicto  tan  graue,  como  porque 
no  convenia  á  la  reputación  del  Enbaxador  dexarlo  en 
silencio,  aunque  se  tenia  por  muy  sin  dubda  auer  sido 
ya  el  Rey  sabidor  del  caso. 

En  el  tienpo  que  se  estuuo  sin  entrar  en  la  ciudad, 
era  grande  el  numero  ^de  gente  que  acudía  á  donde  el 
Enbaxador  residia  y  á  mirar  las  tiendas,  ansi  de  los  de 
Span,  como  de  las  colonias  rreferídas  que  eran  mas 
vezinas,  particularmente  mugeres  y  muchachos,  por- 
que estos,  demás  del  deseo  de  ver  cosas  nueuas  á  su 
pare^er^  venian  tanbien  á  que  les  diesen  limosna,  sien- 
do por  la  mayor  parte  miserables  y  pobres.  Y  como 
juntamente  con  los  armenios  de  la  nueva  Julfa  u viese 
tanbien  una  gran  colonia  de  otros  cristianos  de  Assi- 
ria  y  Diarbec,  nestorianos,  surianos  y  maronitas,  acu- 
dian  infinitos  de  estos  á  las  tiendas,  particularmente 
quando  le  dezian  misa  al  Enbaxador,  mostrándole  alli 
con  muchas  demonstraciones  de  deuocion,  aunque  solo 
se  puede  dezir  que  tienen  el  nonbre  de  cristianos,  ve- 
nian tanbien  muchos  georgianos,  los  quales  con  los 
armenios  eran  los  mas  ordinarios  y  bien  recibidos, 
siendo  cosa  increible  el  grande  numero  de  estas  nacio- 
nes que  en  la  ciudad  de  Spahan  está  rrecogido,  no  ca- 
biendo en  los  muchos  y  grandes  carauasares  que  en 


—  25  — 

la  (iudad  ay,  por  no  tener  casas  propias  en  que  biuír. 
Pero  sin  conparagion  era  mayor  la  cantidad  de  muge- 
res  y  niños  de  los  Gaores,  de  que  ya  se  a  hecho  men- 
ción ^  que  todos  los  dias,  muchas^ vezes  venian  á  ver  al 
Enbaxador  y  sus  criados,  sin  bastar  los  persianos  que 
auia  de  guarda  á  detenerlas^  porque  aunque  las  conpe- 
liesen  á  quedar  fuera  en  el  canpo  y  al  sol,  se  estauan 
gran  parte  del  dia  alli.  Mas  el  Enbaxador,  que  gustaua 
mucho  de  la  sinpleza  y  novedad  particular  de  esta 
gente,  muchas  vezes  las  mandaua  entrar  y  dar  limos- 
na, siendo  esto  por  lo  que  más  instancia  hazian  á  venir 
alli  tantas  vezes. 

Primero  de  Mayo,  auíendose  acomodado  dos  rrazo- 
nables  casas  juntas  en  Spahan,  que  se  seruian  por  una 
puerta,  para  que  el  Enbaxador  se  aposentase,  entró 
aquella  tarde  en  la  (iudad  aconpañado  de  los  governa- 
dores  y  demás  offi^iales  del  Rey,  con  otra  mucha  gente 
á  cauallo,  en  que  entrauan  los  religiosos  del  Carmen  y 
San  Agustín,  con  los  demás  que  auia  de  Europa,  in- 
gleses, italianos  y  tudescos. 

Después  de  auer  pasado  el  rio  por  la  puente  vieja  y 
entrado  por  una  (i)  larga  calle  con  muchos  plátanos,  se 
comentó  á  caminar  ya  dentro  de  la  (iudad  por  calles 
estrechas  y  de  casas  medio  arruinadas,  aun  de  peor 
fábrica  que  las  de  Xiras,  hasta  dar  en  un  bazar  lleno 
de  tiendas  de  cosas  venales,  las  más  dellas  de  todo  gé* 
ñero  de  frutas  secas,  y  de  las  que  entonces  auia  verdes 
y  muy  azedas,  y  gran  cantidad  de  mantenimientos, 
asados,  cozidos  y  fritos^  de  diuersas  carnes,  con  mu- 
chas maneras  de  pan,  regalado  y  bueno.  En  medio  de 
este  bazar^  que  es  como  una  muy  larga  calle  cubierta 
de  boueda  con  sus  claraboyas  por  donde  rre^ ibe  luz, 
ay  un  soberuio  y  gran  carauasar  nueuo,  que  este  pre- 
sente rey  Xa  Abas,  en  su  nonbre  y  á  costa  suya,  a 


( I )    Tachado:  y  pasado  tino* 


—  26  — 

mandado  hazer  de  pocos  años  á  esta  parte.  De  aqui  se 
entra  en  el  Maidan,  que  es  la  plaga  en  que  se  exercitan 
á  cauallo^  tanbien  obra  del  mesmo  Rey,  cuya  discríp- 
gion  se  pondrá  adelante,  en  cuya  testera,  á  la  mano 
izquierda  como  se  sale  del  basar,  se  va  acabando  ago- 
ra una  sumptuosissíma  mezquita  que  con  particular 
devoción  ansímesmo  el  Rey  manda  labrar  á  su  profec- 
ta  Ali.  Y  como  atrauesando  por  toda  la  largura  del 
Maidan  se  uviese  de  pasar  por  delante  de  la  casa  Real, 
que  estaua  á  la  mano  izquierda,  y  que  este  Rey  a  illus* 
trado  y  engrandecido  con  nueuos  edifígios,  los  gover- 
nadores  se  llegaron  al  Enbaxador  y  le  pidieron  y  ad- 
virtieron de  como  era  costunbre  guardada  inmemo- 
rialmente  en  Persia,  de  que  cualquiera  Enbaxador  se 
apeaua  y  llegaua  á  hazer  reuerengia  á  la  casa,  descu- 
briendo (i)y  humillando  la  cabega  en  llegando  á  la  mes- 
ma  puerta,  y  esto  por  lo  que  se  deuia  al  Rey,  y  que  todos 
los  Canes  y  Soltanes  sus  vasallos,  aunque  fuesen  sus 
propios  hijos,  después  de  auer  baxado  de  los  cauallos 
se  postrauan  en  el  suelo  y  besauan  el  lunbrar  ó  entra- 
da de  la  puerta.  El  Enbaxador  les  respondió  que  fue- 
sen ellos  á  cunplir  con  su  cerimonía,  porque  él  en  aquel 
caso  por  seruir  al  Rey  aun  haría  mayor  demostración 
de  cortesía  (2),  con  su  casa,  de  la  que  acostunbrauan 
en  España  con  la  de  sus  propios  reyes,  que  eran  su- 
mamente venerados  y  reuerengiados  de  sus  vasallos.  Y 
como  los  gouernadores  instasen  para  que  se  apease 
porque  ellos  le  querían  aconpañar,  les  dixo  resuelta- 
mente que  no  auia  de  hazello;  que  fuesen  ellos,  porque 
él  quando  pasase  tendría  el  comedimiento  que  fuese 
justo.  Visto  esto,  porque  la  gente  estaua  parada,  los 
governadores  y  los  demás  persianos  que  iuan  á  caua- 
Uo  se  apearon  en  medio  de  la  plaga  y  de  alli  fueron  á 


(i)    Tachado:  baxando, 

(2)    Tachado:  psaria  de  mas  respecto. 


—  27  — 

pie  á  hazer  su  adoración ,  y  mandando  el  Enbaxador  á 
sus  criados  que  ninguno  baxase,  fueron  pasando  hasta 
que  él  llegó  en  derecho  de  la  puerta  de  la  casa  Real, 
que  como  se  a  dicho  quedaua  á  la  mano  izquierda,  y 
aili  reboluiendo  el  rrostro  del  cauallo  á  la  mesma  puer- 
ta se  quitó  el  sonbrero  boluiendoselo  luego  á  poner, 
y  allí  aguardó  un  poco  hasta  que  los  gouernadores  to- 
masen sus  cauallos  después  de  hauerse  postrado  y  be- 
sado el  suelo  de  la  entrada.  Acabaron  de  pasar  todo  el 
Maydan  con  gran  rruido  de  tronpetas  y  atabales,  hasta 
llegar  á  otro  bazar  en  que  tanbien  auía  muchos  mante- 
nimientos y  otros  regalos  de  leche  y  cosas  dulces,  y  en 
que  auia  la  ordinaria  música  de  gaytas  y  panderos  tan 
vsados  en  toda  la  Persia.  De  aquí  se  pasó  por  entre  dos 
grandes  mezquitas  y  llegaron  á  las  casas  que  al  Enba- 
xador le  tenian  apergebidas  para  posada,  adonde  aque- 
lla mañana  antes  se  auia  traido  el  presente  y  su  rreca- 
mará  con  las  demás  cosas  de  su  casa,  y  auíendose 
despedido  los  que  le  aconpañaron,  se  apeó  y  desnudó, 
viniendo  muy  cansado  del  calor  de  aquel  dia,  auiendo- 
le  parecido,  contra  lo  que  le  auian  informado,  mejor 
las  casas,  porque  se  acomodó  bastantemente  él  y  su 
familia  en  ellas,  demás  de  tener  algunas  fuentes  abun- 
dantes de  agua  y  una  grande  huerta  con  mucha  canti- 
dad de  rrosas. 

Es  la  ciudad  de  Spam,  á  rrespecto  de  sola  su  pobla- 
ción antigua  ( i ),  de  la  grandeza  que  Xiras,  aunque  mu- 
cho más  deformada  y  arruynada;  pero  consideradas  las 
colonias  que  tiene  cerca  de  si  y  que  le  siruen  de  burgos, 
es  mayor  sin  conpara^ion  que  ninguna  de  quantas  ay 
en  todas  las  prouincias  subjetas  al  rey  de  Persia.  Y 
aunque  ay  en  ella  muchas  mezquitas,  ninguna  de  fá- 
brica notable^  antes  muchas  dellas  padecen  la  mesma 
rruina  que  las  casas  particulares,  con  calles  tan  estre- 


(i)    Tachado: poco  menor* 


—  28  — 

chas,  desiguales  y  torcidas  que  á  ninguna  se  le  puede 
dar  este  nonbre^  siendo  cosa  feissima  y  abominable  la 
figura  que  toda  la  ciudad  tiene.  Lo  que  en  ella  ay  de 
consideración  es  lo  que  este  presente  rey  a  labrado  y 
edificado,  que  es  el  Maidan  y  nueua  structura  de  la 
antigua  casa  de  los  reyes  pasados,  con  la  nueua  mez- 
quita y  carauasar  que  ya  se  an  rreferido,  sin  las  colo- 
mas ya  dichas;  y  lo  cercano  á  ellas,  como  se  dirá 
adelante. 

El  Maidan  es  una  gran  plaga  de  mas  de  seiscien- 
tos (i)  pasos  en  largo  y  trezientos  de  ancho,  en  for- 
ma quadrangular  y  cercada  toda  alderredor  de  tien- 
das de  mercaderes  con  varandas  y  aposentos  peque- 
ños por  lo  alto,  sin  otras  ningunas  casas  notables, 
siendo  muy  baxos  y  humildes  estos  edificios  de  tiendas 
que  las  rrodean.  Como  se  a  dicho  ya,  sirue  de  exergí- 
tarse  en  ella  á  cauallo,  que  ordinariamente  es  jugar  á 
la  chueca,  ó  tirar  con  arco  á  lo  alto  de  una  muy  alta 
viga  que  tienen  hincada  en  el  medio  de  la  plaga,  de  la 
manera  que  se  hazia  en  Xiras,  y  para  que  el  suelo  de 
la  plaga,  que  es  igual  y  llano,  esté  mas  á  proposito  y 
los  cauallos  no  rresbalen  en  él,  lo  tienen  cubierto  de 
cascajo  menudo^  ansi  de  invierno  como  de  verano.  En 
uno  de  los  dos  lados  mayores  desta  plaga,  que  es  en  el 
de  la  mano  izquierda  como  se  viene  de  la  mezquita 
nueua,  está  el  palagio  y  casas  reales,  con  una  lonja 
quadrada  á  la  entrada,  cubierta  con  su  bóveda^  y  una 
varanda  encima,  la  una  y  la  otra  dorada  y  pintada^  si* 
gun  en  Persia  se  acostunbra.  Mas  adentro  ay  un  grande 
y  hermoso  (2)  recibimiento  ó  entrada^  cuadrada  toda, 
de  la  mesma  lauor  (3).  Sobre  esta  quadra,  ó  mas  propia- 


(1)    Tachado:  doí^ientos  quatrogientos. 

(a)    Tachado:  ó  quadra^  en  que  este  Rey  rescibe  los  Enbaxadores. 

(3)    Tachado:  con  muchas  puertas  y  aposentos  pequeños,  ansi» 

mesmo  dorados  y  pintados  alderredor  de  la  mesma  quadra,  y  que 


mente  azaguan,  ay  cinco  ó  seis  suelos  con  varios  apo- 
sentos, aunque  pequeños,  de  manera  que  toda  la  casa 
parece  una  gran  torre  con  varandas  doradas  en  todos 
los  suelos,  al  Maidan,  y  á  la  parte  contraría  sobre  la 
huerta  y  arames;  el  suelo  postrero  y  mas  alto  es  de 
una  quadra  hermosissima,  toda  dorada  y  cubierto  el 
suelo  de  muy  ñnas  alhonbras,  con  dos  varandas  á  las 
partes  susodichas,  de  donde  como  parte  tan  eminente 
se  descubre  toda  la  ciudad,  huertas  y  jardines  reales, 
con  los  arames  que  en  ellos  ay;  á  los  lados  de  esta 
quadra  ay  ocho  aposentos  pequeños,  quatro  de  cada 
parte,  de  á  doze  ó  treze  pies  de  ancho  y  largo,  de  la 
mesma  lauor  de  la  quadra,  y  por  lo  mas  baxo  con  al- 
gunas pinturas,  y  en  cada  aposentillo  destos  una  pe- 
queña chimtnea  en  lo  grueso  de  la  pared,  y  una  venta- 
nilla con  su  gelosia  dorada  en  ella,  sobre  el  Maidan  y 
jardines,  auiendose  labrado  este  quarto  superior  para 
que  las  mugeres  más  validas  del  Rey  pudiesen  desde 
allí  ver  las  fiestas  y  exercÍ<;ios  que  en  el  dicho  Maidan 
se  hiziesen.  En  lo  mas  interior  de  las  huertas  y  jardi- 
nes que  se  an  dicho  están  los  serrallos  ó  arames,  del 
todo  inacesibles,  fuera  del  rey  y  de  los  eunuchos  que 
los  guardan,  conforme  á  la  seueridad  de  todos  los  asía- 
nos. Ay  en  los  dichos  arames  gran  cantidad  de  muge- 
res  de  diferentes  naciones,  y  mayormente  a  crecido 
agora  su  número  de  las  muchas  georgianas  y  circas- 
sas  que  el  Rey  a  traido  en  estos  vltimos  años.  La  mu- 
ralla que  rrodea  la  casa  y  arames  es  de  mucho  anbito, 
por  contener  en  si  grandes  y  espaciosos  jardines  y 
huertas,  infiriéndose  bien  esta  grandeza  de  lo  que  se 


le  mandan  por  ella.  Lo  interior  de  este  palagio,  conforme  á  la  cos- 
tunbre  de  los  reyes  de  Asia,  es  inagesible,  por  los  serrallos  ó  ara- 
mes,  en  qtie  tienen  mucha  cantidad  de  mugeres,  particularmente  este 
Rey,  que  aqui  en  Spakan  tiene  mas  que  otros,  y  de  todas  nagiones, 
con  muy  estrecha  y  severa  guarda. 


-3o- 

vio  en  XiraSy  aunque  está  ya  muy  oluidada  y  con  par- 
ticular odio  no  habitada  muchos  años  a  (i)de  sus  reyes. 
La  mezquita  nueva,  que  aun  agora  no  está  acabada^ 
es  una  bellisima  fábrica  lo  que  al  presente  della  pare- 
ce^con  una  entrada  ó  pórtico  cuyo  (inhorio^quees  muy 
leuantado  y  soberuio,  está  todo  dorado  con  muchas 
lauores,  la  qual  haze  testera  á  uno  de  los  dos  menores 
lados  del  Maydan.  Vanse  labrando  y  puliendo  para  el 
tal  edificio  hermosas  tablas  de  marmor  y  jaspes  de  va- 
rias colores^  cosa  rrara  y  casi  no  vista  en  el  Oriente. 
El  caravasar  nueuo  del  Rey,  que  se  dixo  ya  estaua  en 
medio  del  bazar  por  donde  entró  el  Enbaxador,  es 
sumptuosissimo,  con  una  muy  alta  cúpula,  toda  dora^ 
da,  y  en  él  muchas  lonjas  con  gran  cantidad  de  apo- 
sentos en  que  sin  molestia,  antes  con  mucha  comodi- 
dad, se  puede  hospedar  gran  cantidad  de  forasteros  de 
todas  naciones,  particularmente  mercaderes;  finalmen- 
te, es  una  grandiosa  y  real  fabrica.  Ay  otros  muchos 
caravasares  en  la  ciudad,  que  aunque  no  son  de  la  lin- 
deza ni  grandeza  de  éste,  son  capazes  y  acomodados 
para  que  qualquiera  persona  pueda  estar  en  ellos  con 
regalo,  y  algunos  están  llenos  de  gran  número  de  ar- 
menios y  surianos  que  no  tienen  casas  propias,  y  ansi 
es  una  miserable  y  numerosissima  turba  la  que  ordi- 
nariamente se  vee  por  toda  la  ciudad,  la  mayor  parte 
mugeres  y  niños  medio  desnudos,  los  quales  no  tienen 
otro  abrigo  ni  acogida  sino  estos  caravasares,  funda- 
dos para  este  fin  de  personas  religiosas  y  pias.  En  mu- 
chas de  las  mezquitas  ay  muy  altos  alcoranes,  los  más 
dellos  forrados  por  de  fuera  todos  de  azulejos,  y  los 
que  no  los  tienen  es  por  auerseles  descostrado  y  caido 
por  la  mucha  antigüedad  de  los  dichos  alcoranes,  aun- 
que en  lo  demás  están  agora  muy  derechos  y  sanos. 
Son  todos  de  ladrillo  de  muy  firme  structura,  pero  tan 


(i)    Tachado:  ya. 


—  3i  — 

angostos  que  casi  parece  inposible  sustentar  su  mu- 
cha altura,  teniendo  para  subir  á  lo  alto  desde  abaxo 
una  estrechissima  escalera  de  husillo,  por  la  qual  difi- 
cultosamente puede  caber  un  honbre;  lo  demás  ocupa 
el  grueso  de  la  pared  alderredor^  siendo  más  gruesa 
desde  abaxo^  de  manera  que  va  sienpre  todo  el  alco- 
ran  disminuyendo  en  su  (i)  anchura  quanto  más  sube. 
Vno  de  estos  auía  en  la  mezquita  principal  de  toda  la 
ciudad,  que  estaua  tan  cerca  de  la  posada  del  Enbaxa- 
dor  que  no  auia  en  medio  sino  vna  muy  angosta  calle, 
y  era  de  tanta  altura  como  la  torre  de  la  iglesia  mayor 
de  Seuilla,  que  es  más  alta  que  ninguna  otra  de  Espa- 
ña. Aqui  se  subia  un  dervis  ó  hermitaño  que  asistia  en 
la  dicha  mezquita,  y  por  las  mañanas,  tardes  y  medio 
dia  daua  ordinariamente  grandissimas  bozes,  haziendo 
su  acostumbrada  $alá,'y  esto  (2)  por  todo  el  tienpo  que 
estuuo  el  Enbaxador  en  Spahan,  persuadiéndose,  si- 
gun  él  dezia,  que  auia  de  convertir  á  todos  aquellos 
francos,  que  eran  sus  criados.  Era  el  trage  de  este  der- 
uis muy  rroto  y  suzio,  y  aunque  tenia  mucha  edad 
traia  el  turbante  rrodeado  de  plumas  de  paxaros,  [de] 
diferentes  colores^  y  esto  por  menosprecio  del  mundo^ 
pareciendo  exteriormente  hombre  simplicissimo,  ó  fue- 
ra de  juizio,  aunque  muy  estimado  de  todos  los  per- 
sianos,  teniéndole  por  sancto  y  ocupado  interiormente 
del  spiritu  (3)  divino  y  abstrato  del  todo  de  las  cosas  ten- 
porales.  Y  ansí  las  limosnas  que  el  Enbaxador  le  man- 
daua  dar,  viniendo  como  venia  alli  cada  dia,  como  las 
que  rrecibia  de  otras  personas,  las  daua  luego  á  los 
pobres  más  necesitados  que  topaua,  y  él  comía  un 
poco  de  mal  pan,  ocupándose  la  mayor  parte  del  tien- 
po en  estas  sus  continuas  deprecaciones,  muchas  de 


\ 


(i)    Tachado:  grosor. 
(a)    Tachado:  haj^ia. 
(3)    Tachado:  sancto. 


-Sa- 
las quales  eran  estando  de  pies  en  lo  más  alto  de  la 
pared  del  alcoran,  tendiendo  los  bragos  y  meneándo- 
los á  todas  parteSy  con  sus  ordinarias  bozes,  parecien-- 
do  á  todos  los  que  lo  vian  que  se  auia  de  despeñar  de 
aquella  grande  y  sublime  altura. 

Y  porque  fue  cosa  maravillosa  la  prodigiosa  agilidad 
que  en  este  alcoran  mostraron  dos  bolatines,  se  pondrá 
en  esta  relación,  aunque  parezca  increíble,  pero  auien- 
dose  visto  por  tantos  millares  de  personas  de  esta  ciu- 
dad, sin  las  de  la  familia  del  Enbaxador,  que  Uegauan 
á  ciento,  no  ay  para  que  enbarace  á  nadie  el  escreuillo 
ni  oillo.  Luego  como  el  Enbaxador  llegó  quisieron  estos 
dos  bolatines  mostrar  su  abílidad,  y  porque  uvo  entre 
ellos  gran  contención  sobre  qual  auia  de  ser  el  prime- 
ro, siendo  diferentes  las  bueltas  que  cada  uno  daua, 
pasaron  algunos  dias,  hasta  que  auiendole  tocado  al 
uno  (i),  se  puso  una  cuerda  no  más  gruesa  de  la  que 
en  España,  particularmente  en  Madrid,  meten  los 
ganapanes  en  la  plaga  para  sacar  los  toros  jarre- 
tados, desde  la  varanda  del  Alcoran,  que  seis  ó  siete 
bragas  de  su  mayor  altura  lo  rrodea  alderredor.  Y  como 
esta  cuerda  fuesse  corriendo  más  de  quatrocientos  pa- 
sos y  se  fíxasse  y  atase  en  lo  alto  de  una  casa,  por  mu- 
cho que  con  tornos  la  apretaron,  sigun  la  mucha  dis- 
tancia que  auia  de  un  remate  á  otro,  quedaua  poco  es« 
tirada,  de  manera  que  de  sí  propia  se  vibraua  y  me- 
neaua  á  todas  partes.  Y  ansi  el  bolatin  le  echó  y  ató,  á 
cien  pasos  del  alcoran  (2),  otra  cuerda  del  mesmo  gro- 
sor, y  la  fixó  abaxo  en  el  suelo  en  derecho  de  donde  la 
auia  atado,  quedando  la  cuerda  de  arriba,  que  antes  es- 
taua  muy  declíue  ó  cuesta  abaxo,  mucho  más  inclina- 
da y  en  tanta  ó  mayor  altura,  adonde  el  bolatin  después 
bolteó  y  anduuo,  como  lo  más  alto  del  remate  de  la 


( 1 )  Tachado:  boltear  primero, 

(2)  Tachado:  de  casi  ai  medio  deila. 


—  33  — 

cúpula  de  la  torre  de  Santa  Cruz  en  Madrid.  Era  este 
bolteador  chacatay  ó  sogodiano  de  nación,  llamado 
Aidar,  mo^o  de  menos  de  treinta  años,  el  qual  por  todo 
el  trecho  que  ocupaua  la  cuerda,  desde  donde  se  rema- 
taua,  que  aún  era  más  de  lo  que  se  a  dicho^  vino  con 
mucha  siguridad  sobre  ella  trayendo  en.  las  manos  un 
palo  (i)  poco  menos  grueso  que  un  brago  y  casi  tan 
largo  como  media  pica,  andando  la  cuerda  bamboneán- 
dose y  moviéndose  de  una  parte  á  otra,  de  manera  que 
parecia  milagro  poderse  aquel  honbre  sustentar  en  ella. 
Y  como  ya  se  a  dicho  la  cuerda  estuuiese  muy  declíue, 
venia  subiendo  en  mayor  altura  por  ella  hasta  llegar  á 
donde  estaua  atada  con  la  otra  desde  el  suelo,  que  desde 
allí  quedaua  tan  levantada  y  ardua  de  subir  hasta  la 
varanda  del  alcoran  adonde'^estaua  atada,  como  la  linea 
que  diuidiese  un  cuadro  perfecto  desde  un  ángulo  al 
otro  opuesto  á  él.  Al  fin,  no  solo  subió  con  grande  ad- 
miración y  horror  de  los  que  lo  mírauan,  hasta  el  fin  de 
la  cuerda,  pero  desde  alli  boluio  á  espaldas  bueltas  á 
andar  los  mesmos  pasos  hasta  donde  la  cuerda  estaua 
atada  con  la  otra  rematada  en  el  suelo;  luego  boluio  á 
subir  sin  parar  hasta  llegar  á  la  varanda,  adonde  estuuo 
descansando  un  poco.  Dexó  después  el  palo  y  auiendo 
hecho  admirables  prueuas  de  su  mucha  agilidad  nadie 
auia  que  no  descase  que  acabase  ya,  parecicndoles 
que  cada  vez  auia  de  se  despeñar  y  hazer  pedamos. 
Pero  la  cosa  más  esquisita  que  este  honbre  hazia  era 
arrojarse  (2),  como  que  auia  caido  por  no  poder  más,  y 
creyendo  todos  que  venia  abaxo,  quedaua  asido  con 
solos  los  enpeines  de  los  píes,  de  la  cuerda,  no  cruzan- 
dolos,  sino  apartados  uno  de  otro,  quedando  todo  el 
cuerpo  tendido  con  la  cabera  hazia  baxo,  dando  pal- 


(i)    Tachado:  tan.  Las  demás  notas  que  vayan  son  palabras  ta- 
chadas en  el  original,  mientras  no  se  indique  lo  contrarío. 
(2)    Ms.  arronjarse, 

3 


-34- 

madas  con  las  manos,  y  después  con  mucha  agilidad 
boluia  á  cobrar  la  cuerda,  pudiendo  auer  gran  duda 
qual  destas  dos  cosas  fuese  más  difícil  de  hazer. 

El  otro  bo  latín  y  de  ay  á  tres  ó  quatro  dias  vino  con 
dos  grandes  clauos  de  hierro,  tan  gruesos  como  dos 
dedos,  y  tan  largos  como  quatro  palmos  cada  vno,  y 
un  pesado  martillo,  y  llegándose  al  píe  del  alcoran 
hincó  el  uno  de  los  dos  clauos  en  él,  en  tanta  altura 
quanto  podia  leuantar  los  bragos,  quedando  el  clauo 
bastantemente  fuerte,  por  estar  la  tercia  parte  del  ó 
más  hincado  en  la  pared^  y  asiéndose  después  del  se 
ponia  de  pies  engima.  Luego  bolvia  á  hincar  el  otro 
clauo  en  la  mesma  altura,  quanto  podia  leuantar  los 
bragos,  y  dexandose  luego  caer  quedaua  asido  con  so- 
los los  enpeines  de  los  pies  del  clauo  más  alto,  estando 
todo  el  cuerpo,  bragos  y  cabega  colgado  hazia  abaxo, 
y  muy  de  espagio  quanto  podia  alcangar  daua  golpes 
con  el  martíUo  á  una  y  otra  parte  del  clauo  hasta  que 
lo  meneaua  bien  y  desencaxaua  y  lo  quitaua  con  la  otra 
mano;  después,  teniendo* en  la  una(i)  el  martillo  (2)  y  el 
clauo,  boluia  á  trauar  del  otro  clauo,  en  que  refírmaua 
y  se  tenia  con  solos  los  enpeynes  de  los  pies,  y  se  ponia 
de  pies  sobre  él.  Y  desta  manera,  hincando  un  clauo  y 
colgándose  del  de  la  manera  dicha  hasta  arrancar  el 
otro  y  boluello  á  hincar  más  arriba,  gastó  grande  es- 
pacio hasta  llegar  á  la  varanda,  pareciendo  milagro 
notable  lo  que  aquel  honbre  hazia.  Después  de  auer 
subido  y  descansado  en  la  varanda,  hizo  atar  en  ella  y 
en  la  pared  del  alcoran  un  palo  grueso  que  salia  fuera 
de  la  varanda  más  de  una  braga^  y  del  trauó  dos  cuer- 
das de  otra  braga  de  largo  cada  una,  y  apartadas  dos 
pies  una  de  otra,  con  dos  palos  tan  gruesos  como  él, 
hasta  de  una  pica,  atrauesados  en  las  dichas  cuerdas 


(i)    mano. 

(2)    y  en  la  otra. 


—  35- 

en  forma  de  escalera:  en  el  uno  de  estos  palos  se  sentó 
el  bolatin,  teniendo  el  otro  palo  ó  escalón  engíma  de  la 
cabega,  y  alli  dio  agilissimas  quanto  peligrosas  bueltas, 
arrojándose  con  grande  ynpetu  cabega  abaxo  algunas 
vezeSy  quedando  asido  con  las  dos  manos  de  los  rama- 
les ó  rremates  de  la  escalera^  con  todo  el  cuerpo  ten- 
dido. De  alli  se  inpelia  con  mostruosa  ligereza  y  colan- 
do por  entre  los  dos  palos  de  la  escalera  daua  diez  ó 
doze  bueltas  con  mucha  presteza,  arrojándose  hazia 
baxo  y  boluiendo  á  subir  hazia  rriba,  de  manera  que 
parcsqia  un  torno  que  andaua  muy  apriesa.  La  última, 
mayor  y  más  peligrosa  prueua  de  aquel  dia  fué  que 
auiendole  dado  desde  la  varanda  un  arco  y  ginco  ó  seis 
flechas,  se  lo  puso  en  la  ginta,  y  estando  asentado  en  la 
trauiesa  de  la  escalera  más  alta  se  arrojó  de  alli  cabera 
abaxOy  quedando  colgado  de  los  enpeínes  de  los  pies, 
de  la  trauiesa  más  baxa,  y  teniendo  todo  el  cuerpo 
colgado  hazia  baxo  quanto  estendido  podia  estar,  qui- 
tó el  arco  de  la  ginta  y  teniéndolo  cnpuñado  en  la  mano 
izquierda,  con  la  derecha  iua  quitando  flechas,  y  po- 
niéndolas muy  de  cspagio  en  el  arco  las  fue  tirando 
todas, disparándolas  muy  lexos,  cnbeuiendolas  con  tan- 
ta fuerga  como  si  tuviera  los  pies  reñrmidos  en  el  suelo. 
Tenia  este  dia  el  Enbaxador  conbidados  en  su  casa 
á  los  governadores  de  la  giudad  y  á  otros  honbres 
pringípales  persianos  que  después  de  auer  comido  mi- 
raron esta  fiesta  con  mucho  gusto.  Ansi  este  bolatin 
como  el  primero,  después  de  auer  bolteado  andauan 
recogiendo  entre  la  mucha  gente  que  los  auia  mirado, 
lo  que  cada  uno  sigun  su  posibilidad  quería  offrecelle, 
y  el  Enbaxador,  por  auer  sido  las  fiestas  á  rrespecto 
suyo,  le  mandó  dar  a  entranbos  buena  cantidad  de  dine- 
ro. A  parecido  poner  aqui  la  suma  agilidad  destos  hon- 
bres, pues  Nigephoro  Gregoras,  autor  grauissimo  que 
prosiguió  la  Historia  griega  de  Nigetas  Coniate,  haze 
mengion  y  nos  escriue  que  en  tienpo  del  enperador  An- 


•  * 


-36- 

dronico  el  sigundo,  en  cuyo  tienpo  él  escriuio  su  His- 
toria,  vinieron  á  Constantinopla  una  gran  conpañia  de 
bolatínes  de  Aegípto,  y  dize,  como  testigo  de  vista, 
muy  en  particular,  las  bueltas  que  hazian,  y  aun  que 
eran  muy  para  notar  y  dexar  memoria  dellas;  con  rra- 
zon  se  le  podían  las  de  estos  persianos  con  gran  venta- 
ja anteponer. 


CAPÍTULO  II 


Las  misiones  Católicas  en  Persia. — El  puente  de  Spahan.— Castillo 
de  esta  ciudad.— Banquete  que  dieron  á  D.  García.—Fabulosa 
edad  que  atribuían  al  Embajador.— Costumbres  de  los  habi- 
tantes de  Sparhan.— Prosigue  D.  García  su  viaje. — El  caravasar 
de  Tajur  Abat.— Plaga  de  mosquitos. — Llegada  á  Caxen.— 
Pintura  de  esta  ciudad. 

De  veinte  años  á  esta  parte^  auiendo  enbiado  Don 
Alexo  de  Meneses,  arzobispo  de  Goa,  á  fray  Antonio 
de  Gouea,  que  agora  es  obispo  de  Cirene,  con  un  pre- 
sente á  este  rey  Xa  Abas,  para  que  permitiesse  algunos 
rreligiosps  de  su  Orden  de  San  Agustin  en  la  Persia^ 
les  fauorecio  y  permitió  tener  yglesia  en  la  ciudad  de 
Spahan,  y  ansí,  desde  entonces  hasta  agora  a  auido  en 
ella^  aunque  de  muy  pocos  frayles,  una  pequeña  forma 
de  convento  adonde  con  gran  consuelo  (i)  de  algunos 
portugueses  que  venían  con  mercadurías  de  Ormuz,  y 
de  otros  mercaderes  estrangeros  de  Europa,  se  celebran 
los  offígios  diuínos.  Algunos  años  adelante,  como  en 
Europa,  particularmente  en  Roma,  se  supiesen  las 
muestras  exteriores  que  este  rey,  aunque  infiel,  daua  de 
fauoreger  la  cristiandad  en  estas  partes,  el  Sumo  Pontifí- 

(i)    deuocion,  consolación. 


-37- 

ce  Clemente  Octauo,  para  que  más  fruto  se  sacase  con  la 
predicación  de  más  religiosos,  enbió  á  fray  Juan  Thadeo 
de  San  Eliseo,  descaigo  de  la  rreformagion  de  Nuestra 
Señora  del  Carmen,  con  cartas  para  el  ya  dicho  rey^  ex- 
hortándolo á  pasar  adelante  con  los  buenos  principios 
que  daua  de  fauoreger  la  cristiandad  de  los  europeos,  y 
offreciendole  el  fauor  de  sus  reyes  para  la  diuersion  de  la 
guerra  que  tenia  con  el  turco,  siendo  esto  lo  que  particu- 
larmente élpretendia.  Hizo  su  camino  fray  Juan  Tha- 
deo con  otro  rreligioso  de  su  Orden,  por  Alemana,  Po- 
lonia, Moscovia  y  Tartaria,  hasta  la  ciudad  de  Astarcan, 
cerca  donde  el  rio  Volga,  á  quien  los  tártaros  y  mos- 
covitas llaman  Edil,  desenboca  en  el  mar  Caspio,  de 
donde  auiendo  por  las  puertas  de  hierro  y  ciudad  de 
Derbento  entrado  en  las  prouincias  de  la  Persia,  fue 
rrecibido  de  aquel  rey  con  las  mesmas  demostraciones 
de  gusto  que  á  los  frayles  de  San  Agustin,  dándoles 
ansimesmo  lugar  y  casa  en  que  acomodar  una  pequeña 
iglesia.  Lo  que  á  los  unos  y  otros  religiosos  le  fue  su- 
cediendo se  tratará  adelante,  acabando  agora  la  discrip- 
cion  de  la  vieja  ciudad  de  Spahan  con  la  fundación  de 
aquestos  dos  pequeños  conventos.  Por  el  ángulo  que 
ay  en  el  Maidan  entre  la  mezquita  nueua  y  la  casa  del 
rey  se  sale  á  un  pequeño  bazar,  y  de  alli,  dexando  á 
la  mano  derecha  la  muralla  y  cerca  de  los  jardines  y 
arames  de  la  dicha  casa,  se  sale  fuera  de  la  población 
antigua  y  te  llega  á  lo  nueuo  y  colonias  acrecentadas 
de  este  rey.  Mucho^antes  de  llegar  á  ellas  y  al  rio  que 
diuide  á  Julfa  de  Tauris,  ay  una  bellissima  calle 
nueuamente  fabricada,  de  más  de  mil  y  quinientos  pa- 
sos de  largo  y  ciento  de  ancho,  por  cuyo  medio  va  co- 
rriendo una  acequia  ó  canal  de  agua,  de  doze  ó  catorze 
pies  de  ancho  y  seis  de  hondo,  labrada  de  piedra  blan- 
ca, guarnecida  de  la  mesma  piedra  por  las  vandas,  por 
donde  pueden  pasearse  gente  de  á  píe,  quedando  por 
anbas  partes  el  demás  plano  más  baxo,  por  donde  los 


/ 
^ 


—  38  — 

de  cauailo  más  ordinariamente  van  y  vienen.  Por  todo 
lo  largo  de  esta  calle,  que  es  muy  derecha  y  á  nivel 
igualmente  de  una  y  otra  parte,  van  muchas  huertas  y 
jardines,  entrándose  á  ellas  por  muchas  casas,  ansí  de 
particulares  como  del  rey,  que  aunque  las  más  dellas 
son  pequeñas^  con  varandas,  y  que  por  la  mayor  parte 
siruen  de  hermosear  la  calle  y  dar  entrada  á  los  jardi- 
nes, hazen  una  muy  hermosa  perspectiva.  Demás  de 
estas  casas,  ó  más  propiamente  aparencia  dellas,  áy 
otras  muchas  con  tiendas  y  aposentos  pequeños  en  que 
biuen  offíciales,  vendiéndose  alli  cosas  curiosas,  más 
que  de  gran  precio,  mayormente  frutas  y  mucha  varie- 
dad de  cosas  dulces,  siendo  esta  calle  á  todas  oras  no- 
tablemente frequentada  de  infinita  gente  de  toda  suerte 
y  condición.  Rematase  lleuando  atrechos  mucha  can- 
tidad de  plátanos  (i)  y  otros  arboles  verdes,  con  la  so- 
beruia  puente  que  está  sobre  el  rio  Sendcru,  que  es  una 
de  las  más  insignes  obras  y  fábricas  que  ay  en  esta  mo- 
narchia  persiana,  pudiéndose  conparar,  sí  ya  no  es  su- 
perior, al  famoso  bazar  de  Lara  que  particularmente 
descriuimos.  Fue  autor  suyo  ansimesmo  el  grande 
Alauerdecan,  aunque  los  contrarios  suyos,  no  auien- 
dole  jamás  faltado  á  la  virtud  oposición,  dizen  que  la 
fábrica  de  esta  puente  fue  á  costa  y  espensas  del  rey, 
aunque  confiesan  auer  sido  él  el  autor  de  tan  gran  fá- 
brica; pero  la  común  y  vulgar  opinión  es  auella  fa- 
bricado Alauerdecan  á  costa  suya.  Corre  por  aqui  el 
rrio  Senderu  con  lecho  poco  hondo  y  muy  ancho  y  di- 
latado, no  pareciendo  la  cantidad  de  sus  aguas  mayor 
que  las  del  Xenil  en  España  quando  pasa  por  la  ciudad 
de  Ecija,  ó  quando  entra  en  Pisuerga  el  rrio  Carrion; 
mas  aqui,  por  correr,  como  digo,  Senderu  muy  tendido 
y  llano,  podria  parecer  á  algunos  mayor,  y  ansi  es  la 


(i)    álamos. 


puente  de  más  de  trezientos  pasos  de  largo.  La  fabrica 
della  es  sobre  altos  y  grandes  arcos  de  piedra  blanca, 
y  tan  ancha  que  pueden  pasar  dos  coches  á  la  par  por 
ella,  Ueuando  por  cada  lado  un  pretil  ó  muralla  de  una 
pica  de  alto,  y  á  cada  ocho  ó  diez  pasos  unas  grandes 
ventanas  ó  varandas  con  vista  al  rrio  y  á  las  colonias  y 
poblaciones  nueuas  que  orillas  del  están  fundadas.  Las 
paredes  ó  pretiles  de  esta  puente  son  tan  gruesas  que 
por  medio  dellas,  por  una  y  otra  vanda,  desde  el  prin- 
cipio della  hasta  el  cabo,  se  va  pasando  de  unas  á  otras 
varandas  por  puertas  y  bouedas  pequeñas  que  van  por 
lo  grueso  de  la  pared,  sin  llegar  á  lo  ancho  de  la  puente 
ni  enbara^arse  con  la  otra  gente  de  á  pie,  ni  á  cauallo, 
que  continuamente  por  ella  pasa.  Y  ansi  como  éste 
transito  particularmente  es  para  la  gente  de  á  pie,  ay 
tanbien  desde  todas  las  barandas  ó  ventanas  grandes, 
escaleras  secretas  por  donde  se  baxa  al  rrio  debaxo  de 
los  arcos  y  bouedas  de  la  mesma  puente,  adonde  junto 
al  agua  del  rrio  ay  asientos  adonde  espaciarse  y  tomar 
el  ayre.  Ay  tanbien  desde  el  principio  y  entrada  de  la 
puente,  por  anbas  vandas,  dos  escaleras  por  donde  su- 
ben á  lo  alto  de  los  pretiles,  que  como  se  a  dicho  ten- 
drán una  pica  de  alto,  y  teniendo  encima,  como  tienen, 
catorze  ó  quinze  pies  de  ancho,  que  esto  sera  lo  grueso 
de  cada  pretil,  quedan  en  ellos  hechas  otras  dos  puen- 
tes altas  con  sus  dos  parapetos  pequeños  en  cada  una: 
uno  que  cae  sobre  el  rrio,  y  otro  sobre  la  mesma  puen- 
te, de  manera  que  a  un  mesmo  tienpo  se  pasa  por  ella 
por  finco  partes:  la  puente  principal  del  medio,  las  dos 
que  corren  á  una  mano  y  otra  por  lo  grueso  de  cada 
pared,  y  las  dos  de  arriba,  y  éstas  por  tener  la  vista 
más  desenbara^ada  son  mucho  más  apazibles  que  las 
de  abaxo. 

Demás  de  la  hermosa  perspectiua  que  se  tiene  desde 
esta  puente  á  todas  partes,  la  hazen  más  grandiosa  las 
colonias  que  á  la  mano  derecha  tiene  por  una  y  otra 


—  40  — 

parte  del  rrio;  la  que  cae  más  gerca  y  á  la  vanda  de  la 
ciudad  es  de  los  Taurisinos,  traídos  de  la  ^iudad  de 
Taurís,  que  por  muchos  es  tenida  por  la  antigua  Ec- 
batana,  cabera  de  la  gran  prouingia  de  Media,  gran  par- 
te de  los  mercaderes  y  la  gente  de  más  lustre  que  auia 
en  aquella  (iudad.  La  otra  colonia,  enfrente  de  esta, 
de  la  otra  parte  del  rrio,  es  la  nueua  Julpha,  principal 
fiudad  de  Armenia  la  mayor,  que  auiendo  sido  des- 
mantelada del  todo  por  este  rey  trasportó  los  más  rri- 
cos  ciudadanos  della,  asignándoles  este  sitio,  adonde 
muchos  delios  con  el  comercio  y  trato  están  muy  rri- 
cos  y  los  demás  medianamente  rreparados  de  su  mise- 
rable transmigración.  Tienen  á  la  parte  del  rrio,  estas 
dos  nueuas  poblaciones,  por  todo  lo  que  hazia  él  ocu- 
pan, grandes  y  hermosissimas  casas,  ansi  de  las  que 
an  labrado  sus  mesmos  moradores  y  aquellos  que  más 
posibilidad  tienen,  como  las  que  por  la  mayor  parte  an 
hecho  á  mucha  costa  suya  los  Soltanes,  ministros, 
grandes  y  otros  criados  poderosos  del  rey,  siendo  el 
sitio  de  sí  apazible  y  vistoso,  y  tanbien  por  lisongear  y 
dar  gusto  á  su  rey,  viéndolo  inclinado  al  acrecenta- 
miento y  lustre  de  la  ciudad  de  Spahan,  siendo  estas 
colonias  y  la  que  se  a  dicho  ya  de  los  Gaores  las  que 
sin  conparacíon  mejores  casas  y  calles  tienen  que  todo 
el  resto  de  la  ciudad  antigua.  De  la  religión  de  los  Gao- 
res,  ya  se  a  tratado;  la  de  los  Taurisinos  es  la  propia  que 
de  los  demás  persianos  sophianos,  pero  la  de  los  mo- 
radores de  la  nueua  Julpha,  como  naturales  armenios, 
es  la  cristiana,  con  las  opiniones  que  los  Sumos  Pon- 
tifíces  le[s]  an  permitido,  á  que  muy  pocos  (i)  delios  se 
an  rreduzido,  guardando  casi  todos  los  de  esta  nación 
precissamente  la  propia  y  antigua  religión  suya  (2). 


(i)    algunos. 

(a)    ó  ia  suya  propia  antigua,  en  que  los  más  están  obstinados  y 
precissamente  guardan. 


—  41  — 

Porque  aunque  muchas  vezes  algunos  de  sus  obispos  y 
otros  saferdotes  de  su  mesma  nación,  auiendo  pasado  á 
Europa,  ansí  por  su  mucha  pobreza,  vagando  por  ella, 
como  por  las  grandes  persecuciones  que  (i)  an  pade- 
cido y  padegian  por  las  continuas  guerras  de  los  turcos 
y  persianos,  an  offre^ido  diuersas  vezes  de  rreduzirse 
á  la  obediencia  de  la  Iglesia  Romana,  venido  después 
á  (2)  tratar  dello  no  an  querido  reduzirse,  obedeciendo 
puntualmente  á  su  Patríarcha  y  tena^issimamente  re- 
teniendo sus  antiguos  rrictos  y  cerímonias.  Y  aunque 
esto  es  ansí,  no  solo  en  los  Julphalínos  sino  en  los  de- 
más que  an  quedado  en  Armenia  la  mayor  (3),  dos  jor- 
nadas de  la  ciudad  de  Eruan,  á  quien  Ptolomeo  llama 
Terua,  metrópoli  antiguamente,  como  tanbien  agora  lo 
es  de  toda  Armenia,  ay  ciertos  lugares  hasta  en  núme- 
ro de  doze  aldeas,  junto  á  la  ciudad  de  Naxiuan,  como 
distrito  y  jurisdicion  suya  (4),  [que]  gran  parte  ó  la 
mayor  de  sus  vezinos  biuen  á  la  latina,  teniendo  en  al- 
gunas de  estas  aldeas  conventos  de  frayles  de  Sancto 
Domingo,  á  quien  obedecen  conforme  á  las  cerimonias 
romanas.  Y  aunque  tienen  por  superior  á  un  obispo  de 
su  mesma  nación  Armenia,  este  es  frayle  de  la  dicha 
Orden,  sin  tener  muger,  celebrando  los  officios  diuinos 
y  vsando  del  mesmo  rrezado  que  los  tales  religiosos  en 
Europa,  aunque  por  las  guerras  que  estos  años  a  auido 
y  ay  en  aquella  miserable  prouincia,  subjecta  sienpre 
á  tales  calamidades,  estos  armenios  francos,  que  ansi 
se  llaman  por  la  verdadera  religión  que  profesan,  son 
rreduzidos  á  poco  más  número  de  mil  personas  de  todo 
sexo  y  edad.  Y  en  el  tienpo  que  el  Enbaxador  llegó  á 
Span  auia  venido  un  año  auia  fray  Paulo  Maria,  reli- 


(i)  toda  esta  nagion. 

(a)  quererse. 

(3)  en  el  districto. 

(4)  adonde. 


1 


—  42- 

gioso  de  Sancto  Domingo,  varón  muy  docto  y  de  vida 
exenplar,  enbiado  por  el  Sumo  Pontifice  Paulo  V  para 
que  de  nueuo  enseñase  y  rrestituyese  con  su  doctrina 
lo  que  de  las  dichas  cerimonias  con  el  tíenpo  se  uvicse 
dellas  alterado  y  puesto  en  oluido.  Estos  pocos  arme- 
nios se  an  continuado  y  conseruado  en  la  rreligíon 
latina  desde  el  tienpo  del  grande  Vsuncasan,  rey  de 
Persia,  el  qual,  como  estuuiese  casado  con  Despina, 
cristiana  de  la  Iglesia  griega  y  hija  de  Calojanes,  en- 
perador  de  Trapisonda,  y  ella,  aunque  con  marido  in- 
ñel,  biviese  en  la  rreligíon  en  que  se  auia  criado,  fauo- 
recio  sienpre  á  los  cristianos  de  Poniente,  mayormente 
á  los  Enbaxadores  que  la  señoria  de  Vene^ia  en  aquel 
tienpo  enbiaua  al  dicho  Vsuncassan,  y  tanbíen  el  Sumo 
Pontifice  Sixto  IV  (i)  y  Philipo,  Duque  de  Borgoña,  en 
aquella  mesma  sazón  le  enbiaron  (2)  particular  enbaxa- 
da;  avia  un  sancto  varón  rreligioso  de  la  Orden  de  Sano- 
to  Doniíingo,  llamado  fray  Bartolomé  de  Bolonia,  más 
de  1 5o  años  antes,  en  el  Pontificado  de  Juan  XXII,  re- 
duzidb  (3)  al  gremio  de  la  Iglesia  latina  estas  pocas  al- 
deas que  se  an  dicho.  Y  por  auer  sido  su  primero  fun- 
dador en  lo  spiritual  este  religioso  de  la  Orden  de  Sanc- 
to Domingo,  con  algunos  pocos  frayles  de  Europa,  de 
su  mesma  Orden,  se  an  conseruado  y  continuado  hasta 
agora  tres  ó  quatro  conuentos,  cuyo  superior  se  llama 
obispo  de  Naxiauan,  por  la  (iudad  que  allí  qtrca  tie- 
nen por  vezina,  aunque  con  suma  pobreza  y  moles- 
tados ansi  de  los  persianos  como  de  los  turcos. 


(1)  Eugenio, 

(2)  con, 

(3)  a  Fray  Bartolomé  de  Bolonia^  fray  le  de  laya  dicha  Orden 
Dominicana  y  muy  eminente  en  las  letras  sagradas,  para  exortar- 
lie  a  que  juntamente  con  los  principes  cristianos  de  Europa  tomase 
las  armas  contra  el  Gran  Turco  Mahamet;  fufej  parte  el  dicho  Pa- 
dre para  que  ansi  con  su  doctrina  y  sánelas  persuasiones,  como  en 
elfauor  que  hallo  en  la  rey  na,  se  reduxesen. 


-43- 

Tienen  las  colonias  de  Tauris  y  Julpha,  con  la  de  los 
antiguos  Gaores  de  Jesda  y  Querman,  todas  juntas, 
nueve  ó  diez  mil  (i)  casas,  pero  tan  espaciosas  y  largas 
con  las  muchas  huertas  y  jardines  que  en  ellas  ay,  que 
parecen  de  mucho  mayor  número  de  vezinos,  demás 
de  ser  las  casas  mejores  y  más  bien  fabricadas  que  las 
de  la  (iudad  vieja,  la  qual  está  continuada  con  estas 
nueuas  colonias,  con  la  hermosa  y  larga  calle  que  se 
a  preferido,  á  que  vulgarmente  llaman  Charabac,  que 
suena  tanto  en  persiano  como  quatro  jardines,  no 
auiendo,  antiguamente,  quando  adquirió  este  nonbre, 
mas  de  quatro  de  los  muchos  y  grandes  que  agora  en 
ella  se  veen. 

A  un  lado  de  la  (iudad  vieja,  hazia  la  parte  derecha, 
por  donde  entró  en  ella  el  Enbaxador,  ay  una  gran 
fortaleza,  la  qual  aunque  su  primera  fábrica  es  muy 
antigua,  los  penúltimos  reyes  Xa  Thamas  y  Mahamet 
Codabanda,  padre  y  abuelo  de  este  presente  rey,  la 
prepararon  y  fortificaron  de  nueuo  en  la  forma  que  está 
agora.  Su  sitio  es  en  un  llano  en  forma  quadra[da],  te- 
niendo cada  liengo  y  lado  de  la  muralla  quatrogientos 
pasos  de  largo,-  y  rrodeada  toda  alderredor  de  un  foso 
en  que  continuamente  le  entra  agua^  aunque  muy  baxo 
y  en  partes  medio  ?iego  y  arruinado,  no  teniendo  scar- 
pa  ni  contra  scarpa,  y  ansi  no  ay  defensa  en  él.  En- 
trase á  esta  fortaleza  por  una  puente  que  ay  sobre  el 
mesmo  foso,  y  pasada  ay  una  gran  puerta  guarnecida 
de  gruesas  planchas  ó  laminas  de  hierro  que  guarda  un 
gran  torreón  de  quatro  que  ay  en  los  quatro  principa- 
les ángulos  que  tiene  (2)  el  antemural  ó  baruacana  que 
á  catorze  ó  quinzc  pasos  rrodea  toda  la  fortaleza.  Es  (3) 
el  antemural  de  una  gran  pica  de  alto,  y  á  trechos,  por 


(i)    ocho  o  nuepe  mil. 

(2)  ay  en. 

(3)  Tienen. 


-44  — 

todo  ei  líenlo  del  muro  de  un  torreen  á  otro,  de  los  que 
ay  en  los  ángulos,  algunos  otros  pequeños  torreones 
que  se  hazen  traues,  de  manera  que  de  uno  á  otro  des- 
cansadamente puede  á  puntería  cierta  alcanzar  qual- 
quíera  arcabuz.  El  grueso  de  esta  primera  muralla  será 
de  diez  ó  doze  pies,  sin  lo  que  ocupa  el  parapeto,  que 
será  de  otros  tres  ó  quatro,  todo  de  un  fuerte  terraple- 
no, guarnecido  por  una  y  otra  parte  de  aquella  costra 
de  barro  amasado  con  paja  menuda,  de  la  manera  que 
se  a  dicho  ya  que  se  acostunbra  en  toda  la  Persia  en 
las  paredes  de  sus  fortalezas  y  casas  particulares^  por- 
que no  se  gasten  con  las  Uuuias.  Luego,  á  la  distancia 
de  los  ya  referidos  catorze  ó  quinze  pasos,  se  leuanta 
la  otra  mayor  muralla,  que  es  otro  tanto  mis  alta  que 
la  baruacana  que  se  a  dicho,  con  quatro  torres  á  las 
quatro  esquinas,  aunque  no  tan  gruesas  y  anchas  como 
las  de  abaxo;  ansi  ellas  como  los  lientos  de  este  sigun- 
do  muro,  guarnecidas  del  mesmo  barro,  y  por  lo  alto 
con  su  parapeto  y  almenas,  guardando  la  mesma  for- 
ma que  las  otras  fortalezas  que  se  an  visto  en  la  Persia 
y  rreyno  de  Lara,  que  es  la  propia  que  ay  en  España 
de  fábrica  antigua.  Pero  esta,  sigunsu  grandeza  y  mu- 
cha fortaleza  de  sus  gruesos  terraplenos,  y  con  la  co- 
modidad que  tiene  de  ahondarle  y  guarnecerle  el  foso, 
es  más  fuerte  sin  conparagion  de  todas  las  que  de  esta 
fábrica  antigua  emos  visto,  saluando  el  inexpunable 
sitio  de  la  que  se  descriuió  en  la  ciudad  de  Lara.  El  gro- 
sor del  terrapleno  de  esta  sigunda  muralla,  sigun  (i) 
afirmaron  los  governadores  el  dia  que  el  Enbaxador 
fue  su  conbidado  en  ella,  es  de  treinta  pies,  de  una  ta- 
pia fortissima  y  muy  ¡antigua,  de  manera  que  á  qual- 
quiera  gran  bateria  puede  rresistir  con  facilidad.  Sigun 
se  vio  en  la  que  el  año  de  i6i5  dieron  á  la  ciudad  de 
Eruan  los  turcos,  porque  siendo  su  muralla  de  solos 

(i)    me. 


-45- 

diez  píes  de  grueso,  pero  de  esta  mesma  tapia  y  anti- 
guo terrapleno,  la  artillería  del  enemigo,  que  era  mucha 
y  muy  gruesa^  no  hizo  en  ella  efecto  considerable.  Des- 
pués de  auer  entrado  por  la  primera  puerta  desta  forta- 
leza se  ua  dando  algunas  bueltas  por  partes  estrechas 
hasta  llegar  á  otra  de  la  mesma  forma,  con  sus  puer- 
tas chapeadas  todas  de  hierro,  y  della  a  otra  tercera 
puerta  de  la  propia  suerte  guarne<;ida  y  fortificada, 
auiendo  en  cada  una  dellas  algunos  porteros  y  pocos 
soldados  de  guarda.  En  la  plaga,  que  es  grande  y  ca- 
paz de  mucha  gente,  ay  quarenta  ó  ginquenta  píegas 
de  artillería,  la  más  gruesa  como  medios  cañones^  la 
demás  falconetes,  por  la  mayor  parte  de  la  que  este 
rrey  tomó  á  los  turcos  quando  les  ganó  las  fortalezas 
de  Taurís  y  Eruan,  y  por  tropheo  pringipal  algunas 
piezas  pequeñas  que  tomó  en  la  fortaleza  de  Comoran 
á  nuestros  portugueses,  y  estas  puestas  en  sus  carreto- 
nes. Toda  la  demás  (i)  artillería  está  en  el  suelo,  sin  (2) 
otro  aparejo  alguno,  porque  como  tan  lexos  de  enemi- 
gos, no  curan  de  acomodalla  en  la  muralla,  ni  los  per- 
sianos  saben  vsar  della,  y  ansí  generalmente  es  de  poca 
inportangia  entre  ellos;  solamente  por  aparengia  en  los 
torreones  más  baxos  y  cerca  del  fosso  que  miran  al 
medio  día  ay  algunos  esmeriles  y  medios  falconetes. 
En  medio  de  la  fortaleza  ay  una  grande  y  hermosa 
casa  con  algunas  lonjas  y  varandas  baxas,  en  que  ay 
algunos  pequeños  estanques  y  fuentes  de  agua,  que 
arrojándola  (3)  muy  alta  buelue  sin  uerterse  fuera  á  caer 
en  las  mesmas  fuentes;  paregiendo  esto  mexor  un  día 
que  el  Enbaxador  fue  conbidado  de  los  governadores 
en  una  de  estas  lonjas,  muy  espagíosa  y  larga,  cubierta 
por  el  suelo  de  muy  finas  alhonbras,  y  la  fuente  que 


(i)    Está  toda  esta. 
(a)    carretones  ni, 
(3)    ei  agua. 


-46- 

auía  en  medio  con  mucha  variedad  de  rrosas  y  flores. 
Caía  esta  lonja  ó  varanda  sobre  un  jardín  en  que  auia 
muchos  arboles  de  fruta  y  variedad  de  yeruas  y  flo- 
res, siendo  esto  muy  vsado  entre  todos  estos  persianos 
y  árabes,  juntamente  con  (i)  el  vso  de  los  baños,  á  lo 
que  generalmente  son  inclinados  por  las  muchas  mu- 
geres  que  tienen. 

El  vanquete  que  aqui  se  dio  al  Enbaxador  fue  con- 
forme á  los  que  dio  el  Soltan  de  Xiras,  de  grandes  pla- 
tos de  gallinas,  carnero  y  arroz,  todo  encorporado  y 
junto,  no  difiriendo  la  variedad  de  estos  platos  sino  en 
la  diuersidad  de  las  colores  del  arroz,  de  que  por  la 
mayor  parte  eran  conpuestos.  Las  frutas  eran  ciruelas 
y  aluarcoques  muy  verdes  y  del  todo  por  madurar,  y 
cantidad  de  agraz  desgranado,  teniendo  esto  por  cosa 
que  prouoca  á  beuer,  lo  qual  era  muy  continuo  y  abun- 
dante por  mas  de  quatro  oras  que  duró  el  ^  anquete, 
dangando  en  el  Ínterin  dos  choros  de  mucnachos  y 
mugeres,  vestidos  de  aljubas  de  sedas  y  telas  de  oro  de 
varias  colores;  los  muchachos  con  cabello  crecido, 
como  mugeres,  de  la  manera  que  otras  vezes  se  a  di- 
cho, haziendo  ademanes  y  movimientos  efeminados  y 
mugcriles.  Las  mugeres  y  muchachos  de  mejor  parc- 
ger  seruian  de  pajes  de  copa,  hallándose  el  Enbaxador 
muy  cargado  y  con  gran  molestia  de  los  tales  siruien- 
tes,  y  ansi  pidió  le  traxesen  alguna  cosa  leuantada  en 
que  sentarse,  por  estar  muy  cansado  y  fatigado  en  el 
suelo,  sobre  las  alhonbras.  Vínose  á  hallar  acaso  en  la 
mcsma  fortaleza  una  silla  alta,  sigun  nuestra  costun- 
bre,  despojos  del  fuerte  de  Comoran,  y  un  poco  apar- 
tado de  la  conversagion  estuuo  en  ella  descansando 
hasta  que  toda  la  fiesta  fue  acabada.  No  se  puede  dexar 
de  dezir  en  este  lugar  la  fama  y  opinión  que  este  día  se 
confirmó  del  Enbaxador,  entre  todos  los  persianos,  no 


(i)    siendo  esto. 


—  47  — 

solo  de  esta  (íudad,  sino  de  todas  las  demás  del  reyno 
de  Persia,  la  qual  opinión  se  auia  publicado  y  comen- 
fado  á  divulgar  en  Xiras  en  los  días  que  alli  estuvo. 
La  causa  dello  fue  que  como  un  dia  antes  de  entrar  en 
la  dicha  ciudad  de  Xiras,  los  gouernadores  le  fuesen  á 
visitar  á  un  aldea  <;erca  adonde  auia  parado^  y  entre 
otras  cosas  para  su  regalo  les  pareciese  tanbien  offre- 
gellc  algunas  mugeres,  porque  no  faltase  nada  al  de- 
recho y  leyes  de  buen  hospedage,  el  Enbaxador  le  res- 
pondió que  él  era  tan  viejo  que  no  tenia  ya  ne<;esidad 
de  entretenimiento  semejante.  A  ellos  le[s]  páreselo 
esto  cosa  inposible,  aunque  vian  al  Enbaxador  con  el 
cabello  y  barua  blanco,  y  como  después  los  dias  que 
estuuo  en  Xiras,  visitándole  muchas  personas,  y  entre 
ellas  algunos  médicos  y  otros  que  hazian  profesión  de 
saber  mucho  de  sus  historias  antiguas  y  modernas,  el 
Knbaxador  se  informaua  dellos  muy  en  particular  de 
los  nonbres  de  las  prouíngias,  rrios  y  ciudades  de  este 
iiiperio  oriental,  conforme  á  lo  que  sabia  por  la  legión 
de  los  autores  antiguos  y  notigia  de  rrelaciones  de  estos 
tienpos,  de  la  comunicagion  que  el  Enbaxador  tuuo 
con  estos  honbres  conocieron  que  sabia  mas  de  las  co- 
sas de  Persia  que  ellos  mesmos,  mayormente  como  les 
refiriese  todo  lo  sugedido  en  el  tienpo  del  Sofi  Hismael 
y  de  Xeque  Aidar,  su  padre,  y  de  su  hijo  Xa  Thamas, 
abuelo,  visabuelo  y  tergero  abuelo  de  este  presente 
r.^y.  Y  como  esto  se  publicase  en  toda  la  ciudad,  in- 
firieron de  aqui  que  el  Enbaxador  u viese  estado  otra 
ujz  por  Enbaxador  mucho  tienpo  en  estos  reynos  de 
Persia,  y  que  por  lo  menos  fuese  en  tienpo  y  dias  de 
Xa  Thamas,  ochenta  y  mas  años  antes,  dándole  que 
eu  aquella  sazón  pudiese  tener  quarenta  años  de  edad, 
que  juntos  con  los  ochenta  hazian  ciento  y  veinte, 
auiendo  algunos  que  le  agregauan  mas  cantidad  de 
años,  paregiendoles  cosa  inposible  que  de  otra  manera 
él  pudiese  tener  tan  particular  notigia^  aun  de  lo  que 


-48- 

los  mas  viejos  dellos  ignorauan.  Confirmóse  esto  con 
mas  vehemente  persuasión  después  que  se  diuulgó  no 
gustar  de  que  mugeres  le  visitasen,  atribuyéndolo, 
como  á  la  verdad  parescia  cosa  muy  verisimil,  no  á 
virtud,  sino  á  la  ínpoten<;ia  de  la  mucha  edad,  y  ansí 
andauan  con  particular  curiosidad,  no  soK)  preguntan- 
dolo  á  sus  criados,  pero  al  Enbaxador  mesmo,  muchos 
de  aquellos  honbres  mas  principales,  particularmente 
los  mas  viejos,  para  acabarse  de  certificar  de  un  tan 
gran  milagro  de  naturaleza. 

El  Enbaxador,  auiendo  conogido  su  persuasión,  de 
industria  les  rrespondia  confusa  y  perplexamente,  di- 
ziendoles  que  no  tenia  memoria  cierta  de  su  edad, 
ni  tanpoco  se  acordaua  de  auer  estado  en  Persía, 
auiendo  pasado  tantos  años,  con  que  de.  todo  punto 
acabaron  de  confirmarse  de  la  opinión  que  antes  todos 
auian  concebido,  ayudando  á  ella  saber  que  auia  man- 
dado que  no  acudiesen  las  dangas  y  bayles  de  mucha- 
chos y  mugeres  á  su  posada.  Con  esta  buena  fama 
llegó  el  Enbaxador  á  Spahan,  acrecentado  ya  en  mu- 
cha más  cantidad  el  número  de  los  años,  y  como  en  el 
dia  de  este  vanquete  de  la  fortaleza,  muy  en  secreto, 
con  solo  el  interprete,  llegase  el  Deroga,  que  era  uno 
de  los  governadores,  al  Enbaxador,  á  donde  esta  va 
asentado,  le  hizo  el  mesmo  offrecimiento  que  le  hizíe- 
ron  junto  á  Xiras,  diziendole  que  sí  gustaua  de  que  le 
visitasen  mugeres,  que  serían  no  de  aquellas  que  alli 
baylauan,  que  eran  ordinarias  y  comunes,  sino  de  vitras 
más  hermosas  y  que  no  salian  de  sus  casas,  añadiendo 
más  (i)  cosas  á  este  proposito.  El  Enbaxador,  por  buen 
término  le  agradeció  su  voluntad,  diziendole  que  no 
tenia  ya  edad  para  gustar  de  mugeres,  por  mocas  y 
hermosas  que  fuesen.  Con  esto,  firmemente  se  acaba- 
ron de  rresolver  en  Span,  aun  mucho  mas  que  en  X¡- 

(i)    otras. 


-49- 

rasy  aver  ya  ochenta  años  que  ei  Enbaxador  estuuo  en 
Persia  en  tiempo  de  Xa  Tamas,  y  que  de  aquí  na^ia  la 
notígia  que  tenia  de  las  prouingias  y  reynos  de  su  mo- 
narchia.  Y  porque  les  pare<;ia  inposible  que  un  hon- 
bre  de  tanta  edad  anduuíese,  como  le  uian ,  tan  ágil- 
mente á  pie  y  á  caballo,  atribuían  esto  á  alguna  inven- 
ción y  arte  sobrenatural  por  via  de  mágica,  siendo, 
como  son  todos,  supersticiosos,  y  que  fácilmente  se 
persuaden  á  engaños  semejantes. 

El  governador  principal,  á  quien  llaman  Visir  ó  Goa- 
zil,  es  el  capitán  y  castellano  de  esta  fortaleza^  biuien- 
do  sienpre  dentro  della  con  algunos  pocos  soldados  y 
ministros  suyos.  Entre  la  fortaleza  y  la  giudad  se  ivan 
labrando,  quando  el  Enbaxador  estuuo  en  ella,  mucha 
cantidad  de  rrazonables  casas  de  otra  colonia  de  arme- 
nios que  el  rey  hizo  venir  de  la  giudad  de  Ervan,  y 
sigun  el  cuydado  que  puso  de  engrandecer  y  ennoble- 
cer á  Spahan,  estuuiera  ya  en  mucho  mayor  augmen- 
to del  que  agora  tiene,  sino  se  uviera  este  rey  diuirtí- 
do  tanto  estos  dias  en  querer  hazer  lo  mesmo  en  Fara- 
bat,  ciudad  de  la  provincia  de  la  antigua  Hircania,  en 
la  costa  del  mar  Caspio,  como  adelante  más  largamen- 
te diremos. 

Los  moradores  de  la  ciudad  de  Spahan,  que  agora 
es  la  metrópoli  y  principal  cabeca  del  inperio  de  Per- 
sia, son  gente  más  apazible  y  de  mejor  inclinación  y 
naturaleza  que  los  de  Xiras,  siendo  mucha  parte  para 
esto  estar  mezclados  con  tantas  otras  naciones,  parti- 
cularmente de  armenios,  georgianos  y  surianos  cristia- 
nos, y  ansi  son  apazibles  y  llanos  en  su  trato  con  todo 
genero  de  forasteros  y  estrangeros.  El  trage,  ansi  de 
honbres  como  de  mugeres,  es  el  mesmo  que  el  de  Xi-* 
ras  que  ya  se  a  rreferido,  siendo  muy  poca  la  diferen- 
cia que  ay  en  el  de  las  mugeres  de  estas  naciones 
cristianas,  aunque  por  la  mayor  parte  las  armenias  no 
traen  manto  blanco,  sino  unas  rropas  negras  ó  mora- 

4 


—  So- 
das largas  hasta  abaxo,  y  tocas  como  las  labradoras  de 
España,  pero  todas  con  callones  como  las  demás  per- 
sianas y  árabes.  Las  mugeres  mo^as,  vniuersalmente, 
vsan  por  gala  iaxarse  la  frente  con  algunas  vendas  de 
tafetán  de  colores,  muy  apretadas,  y  algunas  de  más 
posibilidad  ponen  en  ellas  randas  pequeñas  de  oro  y  de 
lo  mesmo  de  que  las  vendas  son  labradas  (i).  Se  uienen 
á  atar  atrás  como  oregeras,  de  la  forma  de  las  que  tie- 
nen los  morriones  de  nuestra  infantería,  por  debaxo  de 
la  barua  junto  á  la  garganta,  apretándose  de  manera 
que  los  carrillos  y  todo  el  rrostro  queda  muy  hincha- 
do y  rredondo,  siendo  esto  de  lo  que  más  se  precian, 
cosa  del  todo  feysima  y  al  rreues  de  lo  que  las  muge- 
res  de  Europa  pretenden,  que  es  de  parecer  delicadas 
y  aguileñas  de  rrostro.  En  los  honbres  no  ay  diferen- 
<;ia  considerable,  siendo  el  hábito  todo  uno,  mas  de  los 
que  tienen  más  ó  menos  posibilidad,  sigun  la  calidad 
del  vestido.  Acostunbran  ordinariamente  los  baños, 
separadamente  honbres  de  mugeres,  y  estas,  sí  no  son 
las  vulgares  y  comunes,  no  salen  fuera  á  los  baños  pú- 
blicos, teniendo  las  más  principales  y  de  alguna  consi- 
deración baños  en  sus  casas,  como  se  díxo  de  las  de 
Xiras,  que  como  cosa  muy  guardada  se  acostunbra 
ansi  no  solo  en  la  Persia,  sino  tanbien  en  las  demás 
partes  del  mundo  adonde  siguen  la  secta  de  Mahamet  [y] 
son  señores  los  árabes,  tártaros  y  turcos.  Y  aunque  en 
todas  estas  naciones  asianas  sean  tan  vsados  y  comu- 
nes todo  genero  de  vicios  de  la  sensualidad,  en  esta 
ciudad  particularmente  están  muy  arraygados  (2)  por 
la  gran  coluvie  de  naciones  estrangeras  y  de  los  mu- 
chos esclauos  y  esclauas  georgianos,  circasos  y  russia- 
nos,  blancos  y  de  gestos  venustos  y  hermosos,  y  esto  a 
crecido  de  pocos  años  á  esta  parte  en  que  el  Xa  a  tras- 


( 1 )  ias  unas  y  las  otras, 

(2)  mayormente. 


-5i  - 

portado  infinito  número  de  muchachos  y  muchachas 
de  poca  edad  de  todas  las  dichas  naciones.  Pero  aun 
lo  que  para  entre  los  mesmos  infieles  es  abominable  y 
del  todo  bestial^  es  que  ay  en  esta  ^iudad  muchos  hon- 
bres  que  teniendo  posibilidad  para  ello^  conpran  mu- 
chos de  estos  muchachos  y  dexandoles  creger  el  cabe- 
lio  como  á  mugeresy  con  vestido  semejante  á  ellas,  y 
mostrándolos  á  baylar,  los  tienen  en  casas  públicas 
como  en  los  burdeles  de  las  mugeres  de  Europa.  Y  es 
cosa  lastimosissima  ver  tanta  cantidad  de  niños  con- 
prados para  este  fin,  pudiéndose  esto  solo  juzgar  por 
suma  inpiedad  de  este  rey,  auiendo  destruido  y  traido 
á  tan  miserable  seruidunbre  la  mayor  parte  de  los  tris- 
tes moradores  del  Gurgistan  ó  prouingias  de  Georgia- 
nia.  Los  ?ircasos  y  moscouitas,  por  la  mayor  parte  son 
rrobados  de  los  tártaros,  lazos  y  cosacos,  sus  vezinos, 
y  algunos  de  sus  mesmos  naturales,  y  traidos  á  vender 
á  Derbento,  enbiando  cada  año  muchos  el  governador 
del  Siruan  al  rey  de  Persia,  sin  otros  que  continua- 
mente traen  diuersos  mercaderes,  de  manera  que  todas 
estas  provincias  de  la  Persia  están  llenas  de  los  dichos 
esclauos  y  esclauas. 

Después  de  auer  estado  algunos  dias  el  Enbaxador 
en  Spahan  llegó  orden  del  rey  para  que  fuese  á  Casbin, 
y  auiendo  primero  visitado  los  dos  conventos  de  San 
Agustín  y  Nuestra  Señora  del  Carmen,  aprestó  su  par- 
tida en  pocos  dias,  dándole  para  ello  todo  el  buen  des- 
pacho necesario  Totanbec,  governador  de  las  cosas 
criminales  de  aquella  ^iudad. 

A  28  de  Mayo,  domingo,  en  la  tarde  salió  el  Enba- 
xador aconpañado  de  los  governadores  y  otras  perso- 
nas, no  más  de  hasta  una  mezquita  poco  lexos  de  la 
muralla,  adonde  paró  aquella  noche  y  el  dia  siguiente, 
aguardando  á  que  se  acabasen  de  juntar  los  camellos  y 
muías  que  faltauan,  teniendo  rrazonable  aposento  en 
las  casas  que  alli  auia,  y  los  demás  debaxo  de  tiendas 


—  Sa- 
que (i)  gerca  de  la  mezquita  se  pusieron,  acudiendo 
infínita  gente  pobre ,  ansi  de  los  naturales  de  la  giu- 
dad  como  de  las  naciones  cristianas  referidas,  á  todos 
los  quales  se  les  dio  limosna  sigun  en  la  ^iudad  cada 
día  (2)  acostunbraua  á  dársele. 

A  29  se  fue  á  una  aldea  tres  leguas  de  alli,  llamada 
Dolatabat,  en  que  auía  una  pequeña  casilla  del  rey  que 
no  tenía  más  de  un  aposento  pequeño,  y  al  derredor 
del  quatro  varandas  y  un  retrete  pintado,  de  obra  muy 
antigua,  en  que  auia  ca^as  y  vanquetes^  con  los  bayles 
de  mugere»,  como  ellos  ordinariamente  lo  acostunbran. 

A  3o,  caminando  la  carauana  una  ó  dos  leguas  de- 
lante fue  el  Enbaxador  seis  leguas  de  alli  á  un  caraua- 
sar  medio  desmantelado^  sintiéndose  más  la  mal  agua 
que  en  él  auia,  aunque  de  Spahan  se  lleuaua  alguna 
para  la  mesa  del  Enbaxador  y  dos  cargas  de  aquellos 
yelos  con  que  comunmente  se  enfria  en  la  Persia,  que 
fueron  gran  reparo  para  el  mucho  calor  del  camino. 

A  4,  se  paró  en  otro  carauasar  mejor  reparado  que 
el  pasado,  y  aunque  tenia  á  la  entrada  del  una  muy 
abundante  fuente  de  clara  y  muy  fría  agua,  era  de  tan 
mala  qualidad  que  á  todos  los  que  la  beuieron  les  daua 
grandissimos  dolores  de  vientre  y  de  cabera,  siendo  en 
sumo  grado  maligna  toda  la  que  se  halló  hasta  Casbin, 
de  la  que  salia  y  manaua  sobre  la  tierra^  sino  fueron  la 
que  se  halló  en  Emanzada  y  Natán  y  en  algunos  pozos 
muy  hondos^  que  ésta  era  menos  mala  que  las  otras. 

Primero  de  Junio  llegó  el  Enbaxador  á  un  caraua- 
sar y  aldea  de  pocas  casas,  que  se  llamaua  Tajur  Abat, 
tres  (3)  leguas  de  camino,  y  aunque  el  carauasar  era 
rrazonable  se  le  tuuo  posada  para  su  persona  y  algu- 
nos criados  en  un  hermosissimo  jardin  del  rey,  labrado 


(i)   alli. 

(2)  Ms.  gadia. 

(3)  sehn 


—  53  — 

y  plantado  de  pocos  años  á  esta  parte,  con  una  casa  en 
él,  que  aunque  pequeña,  fue  la  mejor  cosa  que  se  uío 
en  toda  esta  jornada,  y  de  mayor  curiosidad  y  lindeza; 
toda  la  planta  de  la  casa  no  tendría  en  quadro  más  de 
veinte  y  ginco  pasos,  entrando  en  esta  cantidad  el 
grueso  de  las  paredes,  que  eran  de  ladrillo  cozido,  bien 
fabricadas  y  fuertes.  La  traga  de  la  casa  era  una  qua- 
dreta  de  diez  pasos  de  largo  y  ocho  de  ancho,  todas 
las  paredes  desde  el  suelo  hasta  diez  pies  en  alto  con 
muchas  lauores  de  oro,  y  en  muchos  quadros  peque- 
ños que  la  mesma  lauor  dexaua  en  las  paredes,  auia 
muy  hermosas  pinturas,  sin  conparagion  mejores  de  las 
que  comunmente  ay  en  Persia;  las  pinturas  eran  mu- 
geres,  vanquetes,  garrafas  de  vino  y  los  bayles  que 
por  acá  se  acostunbran.  Desde  un  friso  que  rrodeaua 
todo  el  aposento  en  la  altura  de  los  diez  pies,  era  toda 
la  boueda  y  techunbre  labrado  de  oro  y  a/.ul  rriquissi- 
mamente,  de  manera  que  como  entonges  estuuiese  aca- 
bado de  dorar  deslunbraua  la  vista  de  quien  la  mira- 
ua(i).  Estaua  esta  quadra  gercada  por  todas  partes  de 
quatro  varandas  y  otros  quatro  retretes  ó  aposentos 
pequeños,  á  las  esquinas,  todo  labrado,  dorado  y  pin- 
tado de  la  mesma  forma  que  la  quadra,  la  qual,  demás 
de  quatro  puertas  que  della  salian  á  las  varandas,  por 
donde  entraua  ayre  y  lunbre,  tenia  por  lo  alto  quatro 
ventanas  con  bellissimas  vedrieras  doradas  y  de  mu- 
chas lauores  por  ellas,  que  tanbien  salian  á  lo  alto  de 
las  varandas,  de  manera  que  la  quadra  estaua  muy 
clara,  y  quando  hiziese  frió  muy  abrigada,  por  tener 
las  puertas  muy  ajustadas  con  sus  bastidores  y  enca- 
xes  de  madera,  como  en  las  casas  más  bien  labradas 
de  Europa.  El  maestro  de  la  pintura  que  aqui  auia  fue 
un  griego  criado  en  Italia,  llamado  Juljio,  á  quien  este 
rey  tuuo  alli  muchos  dias  para  este  efecto,  auiendo 


(i)    dando  de  si  una  muy  hermosa  perspectiva. 


-54- 

poco  tienpo,  quando  el  Enbaxador  alli  llegó,  que  auia 
muerto  en  Casbin,  y  echauase  bien  de  uer  auer  estado 
en  Europa,  porque  demás  de  ser  muchas  de  aquellas 
pinturas  á  la  italiana,  auia  algunas  otras  del  trage  que 
agora  traen  las  mugeres  cristianas  en  Gregia.  Tenia 
esta  hermosissima  casa,  aunque  no  mayor  de  lo  que 
se  a  pintado,  una  grande  huerta  poblada  de  muy  es- 
pesos arboles  de  diversas  frutas,  con  mucha  cantidad 
de  plátanos  y  alamos  que  por  todas  las  partes  della 
hazian  sonbra^  y  á  trechos  muchas  fuentes  y  estan- 
ques pequeños  en  que  poder  bañarse,  no  estando  aún 
acabados  los  mayores.  Era  la  dicha  huerta  plantada  y 
hecha  de  poco  tienpo,  aunque  algunos  años  antes  de 
la  casa,  y  como  los  arboles  eran  nueuos  tenian  una  apa- 
cible y  hermosa  verdura,  con  alguna  fruta  de  la  ten- 
prana  que  entonges  comengaua  á  madurar,  entre  la 
qual  auia  mucha  cantidad  de  moras  blancas  de  admi- 
rable gusto. 

Poco  antes  de  ponerse  el  sol  salió  el  Enbaxador  de 
aqui,  con  la  orden  de  los  demás  dias^  siendo  lo  más  del 
camino  sierras,  con  muchos  gerrillos  ó  collados  conti- 
nuados unos  tras  otros,  pero  blandos  y  fagiles  de  an- 
dar, de  manera  que  por  todos  ellos  sin  mucha  dificul- 
tad podría  caminar  un  coche,  ó  carro  cargado,  si  lo 
uno  ó  lo  otro  fuera  vsado  en  estas  prouingías  de  Asia. 
Auiase  traido,  desde  dos  jornadas  antes,  estas  mesmas 
collinas  más  ó  menos  fagiles  de  caminar,  continuándose 
después  otros  tres  dias  adelante  tierra  por  la  mayor 
parte  desierta  y  sola,  sino  era  en  algunas  partes  adon- 
de se  hallauan  algunas  venas  de  agua  y  parauan  las 
carauanas  de  los  mercaderes,  siendo  estas  pobres  y  es- 
tériles montañas,  en  que  no  paregia  un  árbol  ni  mata 
verde,  las  que  dividen  las  dos  tan  nonbradas  prouin- 
gias  de  Persia  y  de  la  Media;  llegóse  ya  muy  tarde  y 
después  de  media  noche  á  otra  huerta  tanbien  del  rey, 
aunque  por  ser  muy  nueua  no  tenia  aquella  hermosu- 


-55- 

ra  de  arboles^  ni  mejor  aposento  que  una  pequeña  al- 
coba en  que  se  recogió  el  Enbaxador,  acomodándose 
los  demás  debaxo  de  los  arboles  y  en  un  mal  carauasar 
que  auia  alli  gerca,  hasta  otro  dia  que  á  la  mesma  ora 
que  en  la  jornada  de  atrás  se  salió  de  esta  rruin  man- 
sión, que  se  llama  Abas  Abad  (i),  y  lleuose  el  camino 
de  la  ya  dicha  sierra^  en  que  no  tanto  por  su  aspereza 
como  por  su  soledad  se  crian  muchos  lobos^  como  se 
echó  de  uer  de  uno  muy  grande  que  poco  después  de 
auerse  puesto  el  sol  se  uio  muy  ^erca  del  camino,  sin 
huir  ni  espantarse  hasta  que  algunos  criados  del  Enba- 
xador  salieron  tras  el  á  cauallo,  y  como  es  muy  ordina- 
rio entre  gente  vulgar  uvo  algunos  de  los  que  llegaron 
más  ^erca  que  afírmauan  que  era  león,  y  otros  que  tigre, 
disgtrniendose  muy  bien,  aunque  fuera  más  lexos,  lo 
que  verdaderamente  paresgia.  Por  ser  muy  larga  esta 
jornada  se  gastó  la  mayor  parte  de  la  noche  en  ella, 
hasta  llegar  á  otra  huerta  que  ansimesmo  era  del  rey, 
adonde  aunque  en  aposentos  medio  acabados  y  por  en- 
luzir  se  aposentó  el  Enbaxador  con  toda  su  familia;  lla- 
mase esta  huerta  y  casa,  Emanzada,  por  delante  de  la 
qual  pasa  un  gran  canal  de  muy  buena  agua  que  viene 
de  muy  lexos,  de  que  se  rriega  la  huerta,  en  que  ay 
pocos  y  muy  pequeños  arboles.  Sintióse  el  rrestó  de  la 
noche  que  aqui  se  estuuo  una  notable  plaga,  que  fue  una 
infinidad  de  mosquitos  muy  blancos,  pero  tan  pequeños 
que  ni  con  la  vista  ni  con  el  tacto  podian  percibirse  si 
en  parte  muy  clara  y  con  mucha  atención  no  se  estu- 
uiesen  mirando.  Estos,  con  un  muy  insensible  silencio 
envestian  á  los  que  se  auian  rrecogido  á  dormir^  ora 
estuviesen  cubiertos,  ó  no,  molestando  mayormente  el 
cuello,  rrostro,  manos  y  pulsos  de  los  bracos,  con  tan 
molesto  ardor  y  congoja  que  paresgía  no  solo  encen- 
derse aquestas  partes,  sino  que  aflixia  con  grandissima 


( I )    á  siete  del  dicho. 


—  56  — 

inquietud  los  spiritus.  Y  porque  nadie  por  mucho  que 
tentase  y  buscase  á  tiento  con  las  manos  podía  hallar 
ni  una  mínima  cosa,  creyó  el  Enbaxador  que  esto  solo 
fuese  causa  de  malicia  particular  del  aire,  hasta  que 
luego  otro  día,  por  auiso  de  un  honbre  de  la  mesma 
huerta,  auiendo  oydo  quejar  á  todos,  mostró  en  algu- 
nos de  aquellos  arboles  della,  que  eran  de  gierta  spegie 
de  morales,  unos  boton^illos  pequeños  que  auia  á  los 
pies  de  las  hojas,  los  quales  abiertos,  estauan  llenos  de 
esta  multitud  de  tan  menudos  átomos,  que  sí  no  eran 
todos  juntos,  cada  uno  dellos  no  era  posible  verse. 

Otro  día  los  gouernadores  de  Caxen,  giudad  conoci- 
da, la  primera  que  yendo  de  Persia  se  halla  en  la  Me- 
día, y  quatro  leguas  pequeñas  adelante  de  esta  huerta, 
enbiaron  á  visitar  al  Enbaxador  con  dos  cargas  de  fruta 
y  una  de  níeue,  que  todo  fue  de  gran  rregalo  por  el  ex- 
gesiuo  calor  de  entonces.  Y  porque  en  esta  giudad  le 
tenían  apergebido  rregibimíento  le  pidieron  entrase  de 
día,  auiendo  sabido  que  llegaua  sienpre  antes  que  ama- 
neciese á  los  lugares  á  donde  auia  de  parar.  Y  aunque 
al  Enbaxador  se  le  hizo  muy  pesado  esto,  por  venir 
muy  cansado  y  ser  aquel  el  tienpo  en  que  auia  de  dor- 
mir, caminando  toda  la  noche,  se  lo  congedio  por  en- 
tender que  esta  gerimonia  de  reQibílle  en  todas  las  ciu- 
dades era  expreso  mandado  de  su  rey,  cosa  que  no  po- 
dían dexar  de  cunplír.  Salióse  desta  huerta,  que  es 
adonde  se  acabo  de  atrauesar  la  montaña  que  se  a  di- 
chOj  poco  antes  de  medía  noche,  y  como  las  quatro  le- 
guas no  fuesen  grandes,  llegó  el  Enbaxador,  auiendo 
pasado  la  carauana  adelante,  poco  antes  que  amanecie- 
se, á  menos  de  media  legua  de  Caxen,  y  allí  paro  un 
rrato  hasta  que  fue  de  día,  que  comengo  á  llegar  alguna 
gente  de  la  ciudad,  y  de  ay  á  poco  los  governadores 
con  otros  muchos  persíanos  á  cauallo,  muy  luzidos  y 
galanes,  de  la  manera  que  otras  vezes  se  a  dicho.  Ve- 
nían ansimesmo  una  gran  tropa  de  mas  de  quinientos 


-57- 

arcabuzeros  y  otro  mucho  número  de  gente  popular,  y 
delante  de  todos  la  vsada  y  común  música  de  panderos, 
y  dangas  de  mugeres  y  muchachos;  pero  lo  que  mejor 
pares^io  fue  una  vanda  de  otras  mugeres  á  cauallo^  de 
mas  suerte  al  parecer  que  las  otras,  aderezadas  á  su 
modo,  costosamente,  con  muchas  perlas  por  la  frente 
y  cuello,  y  con  los  cabellos  muy  largos  y  peynados,  y 
aunque  todas  lo  traían  negro,  como  entre  ellas  ordina- 
riamente se  vsa,  auia  entre  las  demás  una  que  los  tenia 
muy  rrubios  y  ella  notablemente  blanca  y  hermosa. 
Llegóse  á  Caxen,  adonde  auia  gran  número  de  otras 
mugeres  cubiertas  con  sus  mantos  blancos,  sobre  las 
paredes,  varandas  y  otras  partes  altas,  y  ansi  se  en- 
tro por  la  (iudad,  aunque  fuera  de  lo  que  della  está 
rrodeado  de  muralla,  que  es  alta  y  muy  bien  labrada, 
hasta  el  Maydan,  que  es  una  larga  calle,  aunque  no 
tanto  como  la  de  Xiras,  pero  mas  ancha,  con  muchos 
arboles  por  las  vandas  á  raíz  de  las  paredes,  adonde 
áy  algunas  casas  y  dentro  grande  arboleda  de  huertas. 
Y  lo  quemas  ennoblece  y  hermosea  esta  plaga  es  un 
rreal  y  gran  caravasar  labrado  de  pocos  años ,  capaz 
de  recoger  gran  numero  de  gente,  y  en  él  fuentes  y  muy 
hermosos  y  conmodos  aposentos.  Adelante  del  caraua- 
sarestá  la  entrada  de  las  casas  que  aqui  tiene  el  rey,  que 
aunque  no  es  de  mucha  perspectiua  la  entrada  della, 
dentro,  adonde  ay  una  grande  y  hermosa  huerta,  está 
una  de  las  mejores  casas  que  el  rey  tiene  y  de  mas  apo- 
sento, nueua  y  con  mucha  lindeza  y  curiosidad  labrada. 
Pasando  esta  huerta  se  entra  en  otra  aun  mejor  que  la 
primera,  con  otra  casa  del  tamaño  y  fábrica  que  la  que 
se  a  dicho,  y  esta  es  el  árame  ó  corregimiento  de  las 
mugeres,  y  con  las  paredes  de  la  huerta,  que  entonces 
estaua  llena  de  fruta ,  tan  altas  como  dos  picas,  y  tan 
lisas  y  derechas  que  eran  bien  conformes  al  mucho  re- 
cato que  todos  estos  reyes  orientales  tienen.  Estas 
huertas,  casa  y  árame,  aunque  el  Enbaxador  no  las  vio 


—  58- 

estc  dia,  en  el  de  adelante  se  las  mostraron,  contentán- 
dose entonges  con  vellas  desde  fuera,  y  ans¡  solo  entró 
en  algunos  aposentos  baxos  del  árame,  que  eran  todos 
pintados  y  dorados,  y  en  los  mayores  dellos  con  fuen- 
tes de  marmores  y  jaspes  de  muchas  colores. 

El  día  de  la  entrada  del  Enbaxador,  con  la  ponpa  y 
fiesta  que  auia  venido  llego  á  cauallo  delante  de  la 
puerta  de  la  entrada  primera  de  la  casa  rreal,  y  alli  es- 
tuuo  parado  á  cauallo  un  poco,  en  tanto  que  las  mu- 
geres  que  venian  á  cauallo,  después  de  auerse  apeado, 
hizieron  otro  bayle,  y  de  alli  los  governadores  lo  Ue- 
uaron  á  su  posada,  que  no  estaua  lejos  del  Maydan, 
la  qual  era  muy  cómoda  y  capaz  para  su  persona  y  la 
mayor  parte  de  su  familia,  teniendo  para  los  demás  un 
grande  y  buen  caravasar  junto  á  ella. 


CAPÍTULO  III 


Luchas  de  carneros  y  de  toros  en  Caxen.—Viaje  hasta  la  ciudad 
de  Cum.— Incidentes  de  su  hospedaje  en  esta  población. — La 
montaña  de  Giafarabat. — Entrevista  con  dos  soldados  negros.— 
Llegada  á  Casbín. 


Vinieron  otro  día  los  governadores  y  algunos  otros 
persianos  principales  por  el  Enbaxador,  porque  le  que- 
rían hazer  fiesta  en  el  Maydan,  y  llegados  delante  de  la 
casa  Real,  y  apeadose,  se  la  mostraron  primero  con  el 
árame  y  huertas,  como  se  a  dicho;  le  dixeron  si  que- 
ria  subir  á  la  varanda  que  cae  sobre  el  terrero  y  plaga, 
ó  mirar  desde  abaxo  una  gran  contienda  que  auia  de 
auer  entre  unos  carneros  y  toros,  grandes  peleadores. 
Y  como  él  quisiese  verla  desde  abaxo,  mandaron  luego 
desocupar  toda  aquella  parte  del  Maydan  gercana,  de 


-  59  - 

grande  número  de  gente  que  alli  estaua  muy  junta  y 
apiñada,  teniendo  ansimesmo  infinitas  mugeres,  con 
sus  mantos  blancos,  ocupada  la  parte  de  la  plaga  fron- 
tera de  adonde  se  auia  de  hazer  la  fíesta.  Llegaron  lue- 
go algunos  honbres  de  cada  parte,  aconpañando  otros 
dos  que  cada  uno  dellos  traía  un  gran  carnero  con  mu- 
chas sartas  de  flores  á  los  cuellos  y  cuernos,  que  auien- 
dolos  incitado  y  animado  primero  con  algunas  palabras 
que  les  dezian  paso  y  gerca  de  las  orejas,  comentaron 
con  grande  inpetu  á  darse  grandes  topadas  como  lo 
suelen  hazer  adonde  quiera  los  demás  carneros,  mas  de 
que  estos,  como  acostunbrados  á  ello,  peleauan  con 
mas  corage  y  turia.  Y  aunque  en  esto  solo  auia  poco 
que  ver,  eran  muy  para  notar  (i)  las  demostraciones  de 
alegría  ó  de  tristeza  que  hazían  los  dueños  de  los  car- 
neros, sigun  alguno  dellos  vengia  ó  se  retiraua  del  otro, 
aplaudiendo  muchos  de  los  parciales  del  vengedor,  con 
grande  grita,  ó  rregibiéndola  los  otros  con  vn  tristísimo 
silencio,  haziendose  antes  de  la  conocida  victctria 
grandes  apuestas  de  unos  ó  otros.  Acabóse  esta  prime- 
ra contienda  y  salieron  los  dueños  de  dos  grandes  to- 
ros, los  quales  eran  mayores  de  los  que  en  Persia  se 
auian  visto,  aunque  no  de  mayores  cuernos,  siendo 
menores  de  un  palmo,  y  los  toros  del  tamaño  de  los 
de  Xarama  que  oi-dinariamente  corren  en  las  fiestas  de 
Madrid,  y  de  aquel  mesmo  color,  por  la  mayor  parte 
negros.  Venían  muy  adornados  de  guirnaldas  de  flores 
y  fintas  de  colores,  y  los  dueños  con  mucho  mayor 
aconpañamiento  que  los  de  los  carneros,  rrepartiendo- 
se  en  estas  dos  facciones  toda  la  gente  popular  de  esta 
giudad,  de  manera  que  tenia  ocupada  la  mayor  parte 
de  aquella  gran  plaga.  Todos  estos  honbres  traían  sus 
palos  como  medíanos  bordones  en  las  manos,  exgepto 
los  dueños  de  los  toros,  que  no  los  traían,  ni  otra  arma 

(i)    per. 


-  6o  - 

alguna,  pero  venían  con  un  senblante  enojado  y  cuy- 
dadoso  como  sí  fuesen  ellos  propíos  los  que  uviesen 
de  conbatír,  teniendo  á  suma  afrenta  y  desgracia  cada 
uno  dellos  sí  su  toro  fuese  vencido  del  otro.  Porque  de 
costunbre  inmemorial,  aunque  común  en  todas  las  pro- 
uingias  del  reyno  de  Persia,  se  tiene  este  conbate  de 
los  toros  por  particular  y  ordinario  entretenimiento  en 
esta  gíudad^  auíendo  algunos  de  estos  honbres  popula- 
res tan  inclinados  á  él,  que  con  gran  pregio  andan  á 
buscar  toros  afamados,  aunque  sea  de  muy  lexos,  con- 
sistiendo en  esto  lo  más  de  su  estimagíon  y  honrra.  Y 
como  las  facciones  y  parcialidades  sean  tan  comunes 
á  los  honbres,  cregen  en  las  ciudades  y  lugares  grandes 
conforme  á  la  conpetengía  y  contengion  que  esté  en 
vso,  no  solo  en  las  cosas  de  veras  y  que  se  ayan  mo- 
uido  por  precedengía  de  onor,  ó  venganga  de  agravios 
y  ofensas  regibídas,  pero  aun  en  las  que  nagen  de  las 
fiestas  y  entretenimientos  públicos,  por  particular  afí- 
gion  á  los  unos  ó  á  los  otros  de  las  partes  que  en  ellas 
entran,  como  por  muchas  edades  sugedio  en  Roma  en- 
tre los  pargiales  de  los  Prasinos  y  Vénetos.  Ansí  acaes- 
ge  aquí  en  esta  giudad  de  Caxen,  estando  el  pueblo 
todo  repartido  en  facgíones,  fauoregiendo  agora  á  unos 
ó  á  otros  de  los  toros  que  conbaten,  siendo  lo  mesmo, 
aunque  de  mucho  menos  contengion,  en  los  carneros, 
llegando  muchas  vezes  la  conpetencía  tan  adelante  que 
gran  parte  dellos  quedan  bien  descalabrados.  Y  lo  que 
mas  engíende  los  ánimos  de  esta  gente  para  llegar  tan 
sangrientamente  á  las  manos,  aunque  sin  otras  mas  ar- 
mas que  palos,  es  que  si  después  de  auer  peleado  los 
toros  no  ay  conogída  diferengía  en  el  vengimíento  de 
alguno  dellos,  huyendo  y  dexando  la  plaga  al  mas  va- 
liente, los  dueños,  que  están  junto  á  ellos  sienpre  que 
conbaten,  vienen  primero  á  conpetengia  de  palabra, 
alabando  y  defendiendo  cada  uno  dellos  su  propio  toro, 
y  luego  llegan  á  las  manos,  dándose  grandes  puñadas 


—  6i  — 

y  cof  es,  como  en  el  Pancragio  de  las  Olinpias  y  juegos 
Ismícos  de  los  antiguos,  acudiendo  luego  los  fautores 
de  una  parte  y  otra  á  fauorecer  su  parcial.  Entonges 
se  engiende  la  brega  y  rriña  popular  entre  todos,  de 
manera  que  sin  poderlos  apartar  los  gouernadores,  ni 
sus  soldados  y  ministros,  quedan  los  mas  dellos  derri* 
bados  y  ensangrentadas  muy  bien  las  cabegas,  auien-* 
dolo  pasado  mucho  peor  los  dueños  de  los  toros,  sa- 
cándolos medio  muertos  de  la  contienda;  tanta  es  la 
rrauia  y  furor  con  que  conbaten;  las  mugeres,  que 
ansimesmo  son  pargiales  y  se  hallan  algo  apartadas 
á  mirar  este  espectáculo,  aunque  no  les  toca  llegar  á 
las  manos  ni  conbatir,  pero  ayudan  á  los  suyos  con 
grandes  gritas  y  clamores  de  alegría  ó  tristeza,  sigun 
se  muestra  la  vitoria,  ó  vengimiento  de  las  partes  que 
á  las  unas  ó  á  las  otras  tocan,  estando  divididas  y 
apartadas,  y  sugediendo  lo  mesmo  en  los  muchachos. 
Llegaron,  en  fin,  estos  dos  toros,  ingitados  de  sus 
dueños,  y  después  de  auer  arremetido  furiosamente  uno 
á  otro,  frente  por  frente,  quedaron  aferrados  y  muy 
asidos  unos  cuernos  con  los  otros,  y  desta  manera  se 
inpelian  alternadamente,  quando  á  la  una  parte  y 
quando  á  la  otra,  con  grande  aplauso  y  grita  de  las 
pargialidades,  mayormente  de  los  mesmos  dueños, 
que  los  animauan  con  todo  genero  de  ademanes  y  pa- 
labras. Pero  lo  que  mas  acregentaua  la  fícsta  y  de  lo 
que  de  toda  ella  era  mas  para  notar,  era  de  los  alari- 
dos y  gritos  de  las  mugeres,  que  aunque  mas  apartadas 
y  asentadas  ordenadamente,  cubiertas  con  sus  mantos 
blancos,  ayudauan  con  esto  á  sus  partes.  Y  después 
de  auer  los  toros  en  esta  forma  peleado  gran  rrato,  ya 
muy  cansados  y  dando  grandes  bufidos,  sin  poderse 
rrendir,  se  apartaron  uno  de  otro  manando  sudor  y 
con  muchas  heridas  en  las  frentes  y  gerca  de  las  ore- 
jas. Entonges  quiso  el  Enbaxador  que  los  apartasen 
del  todo,  pues  auian  hecho  el  deuer  como  buenos 


-   62    - 

conbatienteSy  mandando  que  á  los  dueños  se  le  diese 
alguna  cantidad  de  dinero,  que  entendido  dellos  llega- 
ron con  grande  alboroto,  y  otros  muchos  pargiales 
con  ellos,  diziendo  á  grandes  bozes  que  no  los  quisiese 
el  Enbaxador  afrentar,  creciendo  entre  anbas  partes  la 
sedición  y  tumulto,  hasta  que  los  gouernadores  manda- 
ron que  boluiesen  á  su  contienda,  aduirtiendo  al  En- 
baxador que  si  del  todo  alguno  de  los  dos  toros  cono- 
cidamente no  quedase  vencido  huyendo  del  otro,  era 
luego  la  rriña  trauada  entre  los  dueños  y  sus  valedo- 
res, de  manera  que  ni  él  ni  ellos  estauan  alli  síguros 
sígun  el  tumulto  de  los  palos  era  grande.  Con  esto,  en 
el  Ínterin  que  los  toros  descansauan ,  hallándose  muy 
gerca  uno  de  otro,  se  llegaron  muy  paso  con  los  cuer- 
pos muy  baxos  cada  uno  de  los  dos  honbres  á  su  toro 
por  la  parte  trasera  hasta  ponerse  de  cuclillas  pegados 
con  las  caderas,  y  alli  haziendo  grandes  ademanes  con 
las  caberas  y  bragos,  en  boz  muy  baxa  y  que  no  se  en- 
tendía aun  de  los  que  estauan  muy  gerca,  los  animauan 
á  que  boluiesen  á  pelear.  Y  eran  con  tan  notable  afecto 
estas  demostraciones  (i)  sigun  las  señas  y  meneos  que 
hazian,  como  sí  algún  honbre  quisiese  mouer  áconpa- 
sion  á  otro  para  que  se  conpadegiese  y  doliese  del,  sien- 
do las  palabras,  aunque  no  se  oían,  muy  á  proposito  y 
acomodadas  para  el  mesmo  efecto,  y  se  dauan  por  muy 
entendidas  sigun  era  sabidas  de  todos.  Dezianles,  con- 
forme á  como  los  gouernadores  le  referían  (2)  al  Enba- 
xador, que  boluiesen  á  conbatir  animosamente  hasta 
hazer  huir  al  otro,  y  que  no  quisiesen,  pues  les  auian 
costado  tanto  pregio  y  tenidolos  después  tan  rregalados, 
que  perdiesen  alli  su  honrra  y  las  de  sus  amigos.  Luego 
hazian  otros  ademanes  y  demostragiones  de  enojados, 
amenazándolos  y  hablandoles  más  alto,  díziendoles, 


(i)    amonestaciones, 
(a)    contauan. 


-63  — 

aunque  tanpoco  de  manera  que  fuesen  entendidos,  que 
eran  unos  couardes  y  que  si  no  echauan  á  su  conpeti- 
dor  de  la  plaga  los  auian  de  castrar  y  poner  en  el  yugo 
para  que  arasen.  Los  toros,  con  el  instinto  y  naturaleza 
suya  de  pelear  uno  con  otro,  y  por  los  ademanes  y  me- 
neos que  vian  que  los  ingitaua  á  ello,  juntamente  con  el 
sonido  de  las  palabras,  se  movieron  y  animaron  otra 
vez  á  conbatir  y  ansi  comentaron  á  bufar  y  á  encarar 
uno  con  otro,  escaruando  y  leuantando  la  tierra  con  los 
pies  y  manos,  hasta  que  se  boluieron  á  trauar  y  aferrar 
cuernos  con  cuernos,  no  cesando  los  ruegos  y  ame- 
nazas de  los  dueños,  ni  el  grande  aplauso  de  sus  vale- 
dores. Al  fín  (i),  el  uno  de  los  toros,  que  era  algo  ma- 
yor que  el  otro,  después  de  auer  peleado  gran  rato 
Ueuó  retirando  á  su  contrario  hasta  hazeilo  huir;  en- 
tonces todos  los  de  la  parte  del  vencedor,  ansi  honbres 
como  mugeres,  leuaíitaron  grandissimos  clamores  y 
gritos,  y  cercando  ansi  al  dueño  como  á  su  toro,  los 
licuaron  con  gran  fíesta  y  aplauso  á  su  casa. 

Podria  parecer  después  de  auer  sido  algo  larga  esta 
digresión,  inpropia  y  mas  de  lo  que  pide  el  instinto  de 
estos  animales,  si  no  fuese  tan  común  y  vsado  en  toda 
Europa  el  pelear  unos  perros  con  otros,  mayormente 
de  los  que  son  mas  feroges,  como  nuestros  alanos  de 
España  y  los  dogos  y  lebreles  estrangeros.  Estos,  ave- 
rnos visto  muchas  vezes  que  las  personas  que  para 
este  fin  los  tienen  y  buscan  con  cuydado  por  conpe- 
tencia  de  qual  sea  mas  valiente,  los  ingitan  y  animan 
con  gran  vehemengia  de  palabras  á  pelear  animosa- 
mente, y  en  fin  claramente  se  conoge  que  las  tales 
palabras  y  presengia  de  los  dueños  les  pone  animo  y 
corage  para  conbatir  con  mayor  furia  y  de  la  mesma 
manera  que  si  lo  que  les  dízen  para  prouocallos  fuera 
entendido  dellos.  En  todas  las  prouingias  y  grandes  rey- 


(i)    hasta  que. 


-64- 

nos  de  la  India  en  que  los  reyes  della  crían  elephantes 
para  aprouecharse  dellos  en  la  guerra,  tienen  tanbien 
por  muy  ordinaria  fiesta  y  entretenimiento  de  que  es- 
tas grandes  bestias  peleen  singularmente  unas  con 
otras,  pagando  mucho  mas  precio  y  estimando  en  mas 
los  que  de  los  dichos  elephantes  salen  mas  pugnaces  y 
valientes.  Y  son  tantas  las  exorta^iones  y  palabras  con 
que  sus  maestros  y  rectores  los  ingitan  y  mueuen  á 
conbatir,  quanto  ellos  exgeden  en  instinto  natural  á  to- 
dos los  demás  animales  irracionales,  pareciendo  inpo- 
sible que  del  todo  carezcan  de  alguna  rrazon.  Y  no  solo 
en  los  toros,  perros  y  elephantes,  que  son  animales  fíe- 
ros  y  de  naturaleza  marcial,  vemos  este  instíncto  (i) 
de  pelear  contenciosamente  unos  con  otros^  pero  aun 
en  los  muy  subjetos  y  mansos  y  cuyo  vso  es  de  lleuar 
grandes  cargas  pagientissimamente,  se  muestra  la  mes- 
ma  conpetengia  mostrándolos  y  prouocandolos  á  con- 
batir,  como  son  los  camellos,  cuyos  ordinarios  conba- 
tes  aplazados  tan  continuos  son  en  todas  estas  prouin- 
gias  Orientales.  Pasando  de  los  animales  terrestres  á  las 
aves,  bien  se  sabe  quan  vsado  y  común  exercígio  era 
entre  los  antiguos  pelear  los  gallos,  perdices  y  codor- 
nizes,  teniéndolos  con  grande  artificio  enseñados  á  esto. 
Y  aunque  esto  es  tanbien  muy  vsado  en  Persia  y  en  los 
demás  reynos  subjectos  á  su  monarchia ,  ansi  tanbien 
como  en  todo  quanto  el  Turco  tiene  en  Asia,  lo  es  mu- 
cho mas  en  toda  la  India,  particularmente  en  la  ciudad 
de  Goa,  adonde  ay  algunas  (2)  casas,  en  cuyos  patios, 
que  para  ello  tienen  espaciosos  y  grandes,  los  dias  de 
fiesta  se  junta  gran  cantidad  de  gente,  cristianos,  moros 
y  gentiles,  y  alli  Ueuan  muchos  dellos  (3)  gallos  escogí- 
dos  y  muy  acostunbrados  á  pelear,  haziendose  grandes 


(i)    y  naXuraUffi, 

(2)  particulares. 

(3)  cantidad  de. 


-65- 

apuestas  de  dinero,  ansí  entre  los  dueños  de  los  gallos 
como  entre  todos  los  demás  circunstantes,  sobre  qual 
dellos  saldrá  vengedor.  Y  es  cosa  maravillosa  ver  la 
mucha  furia  y  corage  con  que  pelean  (i)  hasta  quedar 
muchas  vezes  muertos  entranbos,  porque  demás  de  las 
heridas  que  sangrientamente  se  dan  con  los  espolones 
y  picos,  con  el  mucho  vso  an  aprendido  tanbien  á  des- 
pedazarse con  unas  pequeñuelas  nauajas  que  los  due- 
ños les  atan  entre  los  espolones  y  los  pies,  en  la  qual 
manera  de  conbate  ay  algunos  de  admirable  destreza. 

Acabada  la  fíesta  de  los  toros,  que  por  el  aplauso  y 
contención  de  la  gente  popular  fue  mucho  de  uer,  dan- 
zaron todas  las  mugeres  que  el  día  antes  auian  salido 
á  cauallo  al  recibimiento,  muy  adornadas  de  joyas  y 
vestidos^  y  auiendoles  el  Enbaxador  mandado  repartir 
cantidad  de  abasis,  se  boluio  á  su  posada  aconpañado 
de  los  que  alli  se  hallaron  presentes. 

Es  la  ciudad  de  Caxen,  aunque  no  tan  grande  como 
las  mayores  de  las  principales  de  Media,  de  la  sigunda 
clase  dellas  y  que  sienpre  a  sido  muy  estimada  de  sus 
reyes,  ansi  por  ser  la  gente  apazible  y  llana  como  por 
la  contratación  y  mucha  rriqueza  que  en  ella  ay^  por 
causa  de  la  variedad  y  cantidad  de  sedas  que  en  ella  se 
texen  y  labran,  y  en  el  territorio  y  aldeas  suyas,  de 
íinissimas  alhonbras,  que  ansi  estas  como  las  de  Spa- 
han  son  las  mejores  de  todo  el  Leuante.  La  menor  parte 
de  la  ciudad  es  la  que  esta  rrodeada  de  muralla  y  allí 
están  los  mas  de  los  telares  y  demás  oficios  que  tocan 
al  beneficio  de  la  seda,  y  ansimesmo  la  biuienda  de  los 
mercaderes  mas  rricos,  pero  las  mejores  casas  y  cara- 
uasares  para  posada  de  los  forasteros  están  fuera,  y 
ansi  es  mas  vistosa  y  apazible  estancia  que  la  de  den- 
tro. Ay  en  su  término  y  tanbien  en  huertas  y  jardines 
continuados  con  la  ciudad,  gran  cantidad  de  fruta,  ma- 


(i)    estos  galios. 


-66- 

yormente  de  muy  buenas  uvas  y  melones,  y  entre  dos 
ó  tres  maneras  de  albircoques  que  aquí  se  hallan,  es 
una  muy  semejante  á  las  ciruelas  damagenas  de  Es- 
paña en  el  gusto,  pero  muy  gruesos  y  lisos  como  las 
giruelas,  y  de  muy  hermoso  color  entre  rrosado  y  ama- 
rillo, y  ansí  con  rrazon  es  tenida  esta  fruta  en  grande 
estima,  aunque  se  acaba  muy  presto.  El  agua,  con  ser 
de  pozos,  es  sana  y  buena,  aunque  ay  notable  falta  de- 
lia  en  todo  este  camino  desde  Spahan  á  Casbin,  pero 
en  muchas  partes  se  rremedia  parte  de  su  malicia  con 
la  nieue  que  alli,  ó  no  muy  lexos  se  halla,  pues  con  ser 
la  tierra  en  estremo  seca  y  caliente  ay  nieue  todo  el 
año  en  las  cunbres  de  algunos  montes.  Será  esta  ^iudad 
de  cuatro  ó  ^inco  mil  casas,  en  sitio  muy  llano,  y  por 
esta  rrazon  muy  caliente,  demás  de  que  el  Polo  Árcti- 
co no  se  leuanta  sobre  su  horizonte  mas  de  treinta  y 
dos  grados  y  treinta  y  ^inco  minutos. 

A  la  tarde,  después  de  ponerse  el  sol  salió  el  Enbaxa- 
dor  de  Caxen,  y  aunque  se  caminó  casi  toda  la  noche 
por  tierra  llana  no  se  llegó  hasta  que  queria  amanecer 
á  una  pequeña  aldea  llamada  ^engen,  con  gran  calor, 
siendo  todo  el  camino,  con  los  montes  cercanos,  sul- 
furro  y  nitroso,  dando  mucha  molestia  la  maligia  del 
aire,  inficionado  por  lo  que  de  estas  malas  calidades  se 
le  comunícaua.  Con  el  calor  del  sol  se  encendió  el  dia 
de  manera  que  se  padeció  gran  trabaxo,  no  auiendo  en 
que  se  recoger  y  defender  del  gran  calor  sino  unas  pa- 
redes medio  arruinadas  de  vn  carauasar  viejo^  reco- 
giéndose el  Enbaxador  á  la  mezquita  del  aldea,  que  no 
era  mayor  que  una  estrecha  ^elda  de  frayles,  con  las 
paredes  muy  delgadas  y  grandes  ventanas  á  todas  par- 
tes. Ya  bien  tarde  vino  á  visitar  al  Enbaxador  el  go- 
vernador  del  aldea  con  otros  tres  ó  quatro  de  los  me- 
nos pobres  de  sus  vezinos,  y  le  dieron  cuenta  de  una 
gran  calamidad  en  que  entonges  todos  estauan,  di- 
ziendo  que  auria  quinze  ó  veinte  dias  que  á  los  mas 


-67- 

delloSy  mayormente  á  muchachos  y  mugeres,  les  daua 
un  terrible  y  peligroso  mal,  que  era  una  muy  ardiente 
calentura  con  vehemente  dolor  de  cabera,  y  que  al 
quinto  ó  seteno  dia  morían  los  mas  de  los  que  de  este 
mal  eran  tocados.  Y  auiendoles  preguntado  el  Enba- 
xador  si  delírauan  los  enfermos  y  si  el  mal  se  pegaua  á 
otros,  respondieron  que  al  stgundo  ó  tergero  dia  dezian 
grandes  locuras  y  que  les  salían  manchas  negras  por 
todo  el  cuerpo,  y  que  á  muchos  de  los  que  llegauan  á 
curallos  se  les  pegaua  el  mesmo  mal  y  que  estos  eran 
los  que  mas  presto  morían.  Finalmente,  dixeron  que 
de  QÍento  y  ginquenta  personas  que  auía  en  el  aldea 
auian  muerto  treinta  y  estarían  enfermos  mas  de  otros 
tantos,  y  que  algunos  auian  escapado  sin  otro  rre- 
medio  alguno  mas  que  cubrirse  bien  y  sudar.  El  En- 
baxador,  que  de  la  relagion  de  esta  gente  echó  lue- 
go de  uer  que  esta  era  una  maligna  especie  de  calen- 
turas y  de  tan  mala  ó  peor  calidad  que  los  tauardillos 
de  España,  les  tuuo  gran  conpasion,  mayormente  no 
teniendo  quien  los  curare,  siquiera  un  baruero  que  les 
hiziese  sangrías,  y  ansí  les  persuadió  á  que  luego  fuese 
alguno  dellos  á  Caxen  por  él,  asigurandoles  que  san- 
grando dos  ó  tres  vezes  á  los  enfermos  sanarían  los 
mas  dellos,  lo  qual  fue  después  el  total  rremedío  de  los 
que  enfermaron,  como  se  dirá  adelante  quando  por  este 
mesmo  lugar  boluio  de  Casbin  el  Enbaxador^  el  qual 
dando  limosna  á  todos  los  que  allí  llegaron,  que  fueron 
los  mas  de  los  que  andauan  en  pie,  se  partió  de  aquel 
mal  alvergue. 

A  7,  ya  casi  noche,  salió  de  aquí  la  caravana,  y 
por  tierra  aun  peor  que  la  de  la  noche  antes  se  cami- 
naron con  la  mesma  molestia  otras  seis  leguas,  que 
tantas  auian  sido  las  pasadas,  hasta  llegar  á  otra  aldea 
algo  mayor  que  ^engen,  llamada  Cagcn  Abad,  y  allí 
en  casa  de  unas  pobres  mugeres  y  en  otras  casas  cer- 
canas se  tuuo  mejor  hospedage  y  con  mas  largura^ 


—  68  - 

aunque  el  agua  que  aquí  y  en  el  lugar  de  atrás  se  halló 
era  malissima^  pero  traíase  alguna  desde  Caxen  con 
que  no  se  echó  de  ver  tanto  esta  falta. 

A  8,  á  la  ora  ordinaria,  se  comentó  á  caminar  de  es- 
pacio por  no  auer  hasta  Cum  mas  de  quatro  leguas,  y 
antes  de  media  noche  llegaron  de  parte  de  los  gouerna- 
dores  de  esta  ^íudad  á  pedille  al  Embaxador  que  qui- 
siese entrar  en  ella  de  día,  porque  sería  hazelles  agra- 
uio  otra  cosa,  y  al  fin,  con  harto  disgusto  y  desabri- 
miento se  lo  concedió,  y (i)  porque  aún  era  tenprano  de- 
terminó parar  en  unas  huertas,  un  quarto  de  legua  de 
la  giudad,  adonde  rreposó  parte  de  la  noche  hasta  que. 
fue  bien  de  día.  Después  de  auer  salido  el  sol  vinieron 
los  governadores  hasta  las  mesmas  huertas  con  mucha 
gente  de  á  cauallo  y  á  pie,  de  manera  que  cubrían  todo 
aquel  canpo^  en  la  forma  que  en  las  demás  giudades  se 
auia  hecho,  aunque  aqui  fue  de  mayor  concurso,  y  con 
los  acostunbrados  bayles  y  música  de  panderos  se  mo- 
uió  para  la  giudad,  no  pudiendo  caminar  con  quantos 
palos  dauan  los  porteros  y  demás  ministros  de  los  go- 
vernadores, con  el  mucho  número  de  gente  que  cada 
momento  acudía,  de  suerte  que  se  gastó  mucho  tienpo 
en  andar  aquel  poco  de  camino.  Y  aunque  los  honbres 
eran  en  tanta  cantidad,  al  contrario  de  lo  que  auia  sido 
en  las  otras  partes,  ninguna  muger  parecía  con  po- 
nerse, algunas  oras  después  que  se  comengó  á  entrar, 
hasta  llegar  á  la  posada  del  Enbaxador,  el  qual  iua  es- 
pantado de  la  grandeza  de  la  QÍudad  y  de  la  multitud 
de  gente  que  en  ella  pares^ia,  no  auíendo  tenido  antes 
noticia  de  que  fuese  tan  populosa  y  grande. 

Sus  edificios  y  la  fábrica  de  que  son  hechos  son  de 
la  manera  que  los  de  las  otras  ciudades  de  Persia  y  Me- 
dia, con  grandes  bazares,  y  los  honbres  que  en  ella  a 
auido  y  ay  los  más  bellicosos  y  buenos  soldados  de  to- 


*  (i)    ansi. 


-69- 

das  las  demás  prouin^ias  subjectas  á  este  ¡nperio,  como 
lo  muestran  agora  en  todas  las  ocasiones  de  guerra  y 
antiguamente  lo  mostraron,  siendo  en  los  que  más  rre- 
sisten^ia  halló  el  gran  Tamurlan,  aunque  con  la  total 
ruina  de  su  QÍudad,  pero  ansí  por  la  fertilidad  de  sus 
canpoSy  como  por  la  industria  y  mucho  vigor  de  sus 
moradores,  que  dos  vezes  padecieron  este  miserable 
exgidio,  se  boluio  á  poblar  tan  populosamente  como 
oy  vemos,  siendo  como  es,  aunque  con  menor  fama, 
de  las  mayores  ciudades  que  el  rey  de  Persia  posee,  la 
qual  dista  de  la  i^quinogial  hazia  la  parte  septentrio- 
nal 33  grados  y  4  minutos. 

Después  de  auerse  apeado  en  su  posada  el  Enbaxa- 
dor  estuuieron  los  gouernadores  con  él  entretenién- 
dole, aunque  él  quisiera  más  desnudarse  y  descansar, 
y  el  uno  dellos,  que  era  el  goazil,  le  dixo  que  no  se  le 
hiziese  novedad  el  no  auer  paregido  mugeres  en  su  en- 
trada, por  ser  particular  deuogion  religiosa  de  ellas  no 
dexarse  ver  de  ningún  estrangero,  mayormente  de  los 
francos.  Y  preguntándole  el  Enbaxador  qué  deuocion 
era  aquella,  respondió  que  en  aquella  qiudad  auia  una 
muy  famosa  mezquita  dedicada  á  una  muy  sancta 
muger  llamada  Lela,  nieta  de  su  profeta  Mahamet  y 
hija  de  Alí  y  de  Fatima  su  hija,  la  qual  Lela  vino  de 
Babilonia  á  esta  giudad  de  Cum  después  del  martirio 
y  muerte  de  sus  hermanos  Vssen  y  Hagen.  Y  que  des- 
pués de  auer  edificado  un  grande  hospital  y  carauasar 
para  los  enfermos  y  peregrinos,  y  siendo  de  muy  abs- 
tinente vida,  enfermó  hasta  llegar  á  punto  de  espirar, 
y  que  entonces  Dios  la  arrebató  y  lleuó,  sin  auerse  sa- 
bido hasta  agora  á  donde  la  tenga;  tanta  similitud  y 
aparengia  fingida  a  auido  y  ay  en  el  mundo  agora,  de 
lo  falso  á  lo  verdadero.  En  fin,  quiso  dar  á  entender 
este  persiano  que  las  mugeres  de  Cum  en  rreuerengia 
de  su  sancta  y  con  particular  mortificación,  se  escon- 
dían y  no  se  dexauan  ver  sino  de  los  suyos,  por  encu- 


-70  — 

brir  con  aquel  cuento  fabuloso  las  muchas  diligengias 
que  él  y  los  demás  auian  hecho  desde  el  dia  antes  para 
que  ninguna  pareciese,  de  que  rrió  y  gustó  mucho  el 
Enbaxador  conociendo  disimulación  tan  poco  artifi- 
ciosa. Después  de  auer  comido  y  reposado  el  Enbaxa- 
dor enbió  á  dezirle  la  dueña  de  la  casa  que  quería  salir 
alli  y  hablalle,  teniendo  cerrados  otros  aposentos  que 
salian  á  una  huerta  en  que  ella  y  su  familia  se  auian 
retirado.  Era  esta  muger  biuda,  de  mediana  edad,  cuyo 
principal  officio,  demás  de  tener  en  su  casa  dos  telares 
de  alhonbras,  era  conponer  y  afeytar  las  nouias  quando 
las  querían  casar,  la  qual  salió  con  dos  niños,  hijos  su- 
yos, trayendo  una  mano  y  braco  ligados  y  haziendo 
grandes  demostraciones  de  tener  alli  gran  dolor.  Venido 
el  interprete  dixo  que  un  portero  del  Deroga,  que  es 
vno  de  los  governadores,  sobre  escusarse  ella  la  tarde 
antes  de  dar  su  casa,  por  tener  dos  hijas  ya  mugeres, 
le  auia  dado  un  palo  en  la  mano,  de  que  la  tenia  muy 
mal  parada,  y  porque  luego  vio  el  Enbaxador  que  aque- 
llo era  una  honesta  manera  de  querer  que  le  pagase  la 
posada,  le  mandó  dar  precio  de  cinquenta  reales.  Pero 
como  la  muger  no  se  fuese,  dando  cuenta  de  lo  mucho 
que  aquella  casa  le  auia  costado  á  labrar,  comencó  á 
salir  más  gente  por  la  puerta  que  ella  auia  venido,  de 
mugeres  ya  de  edad  y  niños  y  niñas,  la  mayor  parte 
pobres  al  parecer,  y  luego  continuaron  á  entrar  más  y 
más,  hasta  henchirse  un  aposento  bien  grande  en  que 
el  Enbaxador  estaua.  Entre  lasque  vltimamente  entra- 
ron auia  mugeres  más  mocas  y  de  mejor  figura,  que  ve- 
nían con  una  muchacha  hija  de  la  huéspeda,  más  her- 
mosa que  ninguna  de  las  que  hasta  entonces  se  auian 
visto  en  estas  partes,  si  es  posible  que  alguna  lo  parezca 
con  tan  feo  y  abominable  trage  como  todas  vsan.  La 
más  (i)  de  esta  gente  auia  venido  por  las  paredes  de  la 

(i)    Toda. 


—  71  — 

huerta  de  la  huéspeda^  con  deseo  de  uer  los  francos, 
auiendoselo  vedado  en  publico;  la  otra,  venía  á  que  el 
Enbaxador  les  diese  algo,  lo  qual  corrió  después  por 
todas  generalmente  (i),  sigun  la  fortuna  y  parecer  de 
cada  una,  y  tanbien  con  los  niños  y  niñas  se  le  rrepartió 
una  buena  cantidad  de  dinero.  Detenianse  todauia  estas 
mugeres,  de  que  sienpre  iua  creciendo  el  número,  por- 
que la  huéspeda  auia  mandado  á  la  hija  mayor  que  sa- 
liese tanbien  á  recibir  lo  que  le  pudiese  tocar  del  con- 
giario  ó  repartimiento,  que  todavia  duraua,  y  ella,  que 
era  ya  muger  y  hermosa,  sigun  alli  dezian,  se  estaua 
conponiendo,  con  otras  sus  vezinas,  por  parecer  mejor, 
mayormente  auiendo  sabido  ya  que  el  Enbaxador  auia 
alabado  á  su  hermana  de  hermosa.  Mas  á  este  tienpo 
se  comentó  un  gran  rrumor  á  la  puerta  de  la  casa,  un 
aposento  antes  de  donde  se  estaua,  y  enbiando  el  En- 
baxador á  saber  qué  era,  le  uinieron  á  dezir  que  un 
persíano  de  los  principales  soldados  que  el  rey  alli  tenia, 
á  que  comunmente  llaman  Casilbas,  le  quería  entrar 
á  visitar  (2)  y  que  el  portero  no  le  dexaua  entrar  ni  él  se 
quería  partir  de  alli.  El  Enbaxador,  que  sospechó  algo 
de  lo  que  podia  ser,  mandó  que  entrase  y  se  sentase 
alli  gerca,  el  qual  estuuo  sin  hablar,  mirando  á  todas 
aquellas  mugeres  muy  cuidadoso.  De  su  silencio  y  de 
la  inquietud  que  mostró  la  huéspeda  se  echó  luego  de 
uer^  ó  que  tenian  algún  conocimiento  y  familiaridad 
con  él,  ó  que  era  algún  pariente  cercano  suyo^  y  ansí 
le  mandó  preguntar  el  Enbaxador  si  lo  era,  y  (3)  respon- 
dió que  no,  sino  vn  vezino  que  pretendia  casarse  con 
su  hija  mayor  de  la  huéspeda.  Con  esto  se  licencio  toda 
aquella  gente,  turbándose  la  salida  de  las  otras,  y  su- 
cedió de  aqui  que  auiendo  aquel  soldado  procurado 


(i)    á  quién, 

(2)  al  Enbaxador. 

(3)  el. 


con  mucha  instancia  este  casamiento,  ofreciéndole  dote 
á  su  madre  por  él,  en  este  propio  dia  que  vio  á  la  mu- 
chacha ermana  de  su  esposa,  sentada  cerca  del  Enba- 
xador,  se  aficionó  de  manera  á  ella  que  después  le  dio 
á  su  madre  otro  tanto  dote  más  de  lo  que  por  su  er- 
mana (i)  prometia,  y  casándose  con  ella  la  lieuó  luego 
á  una  aldea  que  por  gages  de  su  sueldo  (2),  como  es 
costumbre  en  Persia,  el  rey,  dos  leguas  de  Cum,  le 
auia  dado« 

Este  dia,  8  del  dicho  mes,  ya  muy  tarde  salió  el  En- 
baxador  de  Cum,  muy  acompañado  hasta  (3)  buen  tre- 
cho fuera  de  la  giudad,  que  entonces  aun  pares^io  ma- 
yor de  lo  que  aquella  mañana  auia  parecido,  y  auiendo 
salido  fuera  de  lo  murado  y  más  poblado  della  se  llegó 
á  una  puente  bien  grande  que  auia  sobre  el  lecho  y 
madre  de  un  rio  que  entonces  no  lleuaua  agua,  aun- 
que paremia,  sigun  la  hondura  y  anchura  suya,  que  en 
tienpo  de  las  Uuuias,  ó  quando  las  nieues  se  derriten  al 
prin<;ipio  del  verano,  que  lleuaria  en  gran  cantidad  (4). 
Yendo  pasando  la  puente  le  mostró  uno  de  los  gover- 
nadores  al  Enbaxador,  á  la  mano  izquierda  della,  junto 
á  la  9iudad,  un  muy  sumptuoso  ediñ<;io,  que  sigun  se 
juzgaua  desde  alli,  en  ninguna  parte  de  la  Persia  se 
auia  visto  tan  grande  y  soberuio,  con  muy  altas  cúpu- 
las y  alcoranes  forrados  con  azulejos  de  varias  colores. 
Dezian  estos  persianos  grandes  cosas  de  la  mucha  rri- 
queza  suya  y  de  los  grandes  milagros  que  cada  dia  se 
vian,  sanando  infinidad  de  enfermos  de  varias  enferme- 
dades, todo  lo  qual  su^edia  por  los  méritos  de  aquella 
su  gran  santa  de  que  ya  auian  hecho  rrela^ion,  y  que 
aquella  era  su  mezquita,  junto  y  contiguo  á  la  qual  es- 


(i)  mayor. 

(3)  poseía. 

(3)  salir. 

(4)  de  agua. 


-73- 

taua  el  carauasar  y  hospital  que  ella  auta  fabricado. 
Con  esto,  auiendose  despedido  los  gouernadores,  el  En- 
baxador  pasó  delante  y  á  media  legua  de  la  (iudad, 
aunque  mucha  parte  de  lo  andado  eran  arrabales,  se 
llegó  á  una  mezquita  muy  pequeña  y  medio  derribada 
en  que  abitaua  un  deruis  ó  penitente  sancton,  el  qual, 
vista  la  gente,  se  dio  con  mucha  priesa  á  sacar  agua  de 
un  pozo  muy  profundo  que  estaua  de  la  otra  parte  y 
muy  junto  al  camino,  debaxo  de  un  grande  árbol.  Y 
como  entonces,  aunque  ya  el  sol  puesto,  hiziese  calor 
grandissimo,  y  el  agua  estuuiese  tan  honda,  salia  tan 
sumamente  fría  que  casi  no  se  dcxaua  beuer,  y  el  buen 
deruis,  aunque  él  dezia  que  por  seruir  á  Dios  dando  de 
beuer  á  los  pasageros  auia  escogido  aquella  vida,  no 
solo  rregibía  las  limosnas  que  le  dauan  todos,  pero  la 
pedia  á  quien  no  se  la  daua  tan  presto.  Después  de 
auer  caminado  gran  parte  de  la  noche  con  luna  muy 
clara,  aunque  por  tierra  de  adufre  y  salitre,  se  descu- 
brió á  la  mano  derecha  un  monte  alto  y  rredondo  y 
que  no  estaua  continuado  con  otros,  sino  sqIo  y  de  por 
si,  al  qual  sienpre  nos  fuemos  a(;ercando  más  hasta  en- 
parejar  con  el,  un  quarto  de  legua  del  camino  por  don- 
de se  camtnaua.  Auianse  ya  comentado  á  contar  gran- 
des cuentos  de  este  monte  por  algunos  armenios  de  los 
que  seruian  al  Enbaxador,  y  tanbien  por  otros  moros  y 
persianos,  y  todos  concordauan  en  que  alli  auia  gran- 
des encantamentos  de  tienpos  inmemoriales,  de  mane- 
ra que  nadie  subia  á  el  aunque  fuese  á  los  más  baxo 
de  sus  faldas,  que  jamas  boluiese  á  salir,  porque  ó  se 
sumian  hundiéndose  la  tierra  para  abaxo  con  ellos,  ó 
que  morían  de  espanto  mostrándoseles  en  él  terribles 
y  espantables  visiones.  Y  como  es  cosa  muy  ordinaria 
dar  los  más  crédito  á  semejantes  fábulas,  todos  los 
criados  del  Enbaxador  lo  creyeron,  mayormente  sien- 
do los  que  lo  añrmauan  tantos,  y  ansi  como  cosa  ma- 
'  ravillosa  se  lo  fueron  á  dezir  algunos  de  los  más  curio- 


-  74  - 

sos  (i),  que  venia  reposando  en  su  líctera.  El  qual, 
auiendo  conocido  el  alboroto  de  todos,  gustó  mucho  de 
su  presta  y  sinple  credulidad  y  les  dixo  que  en  muchas 
partes  de(  mundo  auia  semejantes  montes  como  aquel. 
Añadían  los  que  contauan  esta  patraña  que  el  monte 
se  llamaua  en  lengua  persiana  Giafarabat^  que  quiere 
dezír  monte  del  diablo,  y  en  esto,  estando  ya  donde  el 
camino  se  acercaua  más  á  él,  dos  criados  del  Enbaxa- 
dor  que  se  tenían  por  los  más  valientes  se  apartaron 
con  mucha  priesa  á  querer  reconocer  el  monte,  pero 
como  apenas,  aunque  fueran  corriendo,  pudiesen  auer 
llegado  á  él,  dieron  luego  la  buelta  con  harto  miedo, 
diziendo  que  comentando  á  subir,  la  tierra  se  les  rren- 
dia  y  arruinaua  para  abaxo,  de  manera  que  los  caua- 
líos  no  podian  andar.  En  fín^  esta  escusa  se  les  admitió 
por  que  no  quedasen  más  corridos,  pero  (2)  todos  muy 
persuadidos  ser  el  monte  encantado,  para  mayor  con- 
probación  de  lo  qual  afirmauan,  conforme  á  la  rrela- 
qion  de  los  armenios,  moros  y  persianos,  que  sienpre 
que  lo  mirauan  de  lexos  quando  iuan  caminando,  se 
mostraua  de  diferente  tamaño  y  forma,  unas  vezes  re- 
dondo, otras  largo,  otras  más  alto,  ó  más  baxo,  y  esto 
era  lo  que  más  admiración  les  ponía.  Y  aunque  el  En- 
baxador  les  dezia  que  aquella  diferencia  era  sigun  los 
visos  y  perspectiua  que  hazia  mirándolo  de  traues 
quando  estauan  más  ^erca  del,  ó  de  más  lexos  después 
de  auelle  descubierto,  y  tanbien  quando  le  dexauan 
atrás,  no  se  podían  persuadir  á  lo  contrarío  de  lo  que  el 
temor  que  generalmente  auían  una  vez  confibido  les 
persuadía,  no  bastando  querelles  el  Enbaxador  sacar 
de  aquel  engaño,  aunque  al  principio  gustaua  de  verlos 
metidos  en  el,  con  dezirles  que  la  calidad  de  la  tierra 


(i)    al  Enbaxador, 
(3)    quedando. 


-75- 

floxa  y  espongiosa  de  aquel  monte^  sin  duda  era  por  el 
mucho  agufre  que  en  el  auía,  auiendose  quemado  algu- 
nas vezeSy  como  á  sucedido  muchas  (i)  en  las  marinas 
de  Ñapóles  y  Sicilia  y  en  las  islas  gercanas  á  ellas.  Con 
la  conversación  referida  y  diziendose  muchos  cuentos 
á  este  proposito,  de  aparengías  y  visiones  noturnas,  se 
llegó  á  un  caravasar  que  tiene  el  nonbre  del  monte  ya 
dicho  (2),  poco  antes  de  amane<;er,  adonde  todo  el  dia 
siguiente  se  pasó  con  terrible  calor  y  poca  comodidad 
de  todos.  A  la  tarde  llegó  un  persiano  á  cauallo^  con 
algunas  cargas  de  fruta,  á  visitar  al  Enbaxador  de  parte 
del  governador  de  Saba,  que  estaua  ginco  leguas  de 
alli^  pidiéndole  lo  mesmo  que  en  las  otras  ciudades  so- 
bre querer  entrar  de  dia,  y  estando  sobre  el  terrado  del 
carauasar^  por  auerse  agasajado  el  Enbaxador  en  un 
aposentillo  que  arriba  auia,  se  quiso  informar  deste 
persiano,  como  vezíno  y  prático  desta  tierra,  de  la 
calidad  del  monte  referido,  que  entonces  tenian  á  vista 
á  poco  más  de  una  legua.  Y  el  dixo  que  era  opinión 
muy  regibida  en  el  vulgo  de  que  era  encantado,  y  lla- 
marse por  esto  monte  del  diablo,  pero  que  la  verdad  era 
humear  muy  de  ordinario  aunque  sin  leuantar  llama,  y 
que  por  esto  la  tierra  en  algunas  partes  estaua  quema- 
da y  hecha  geníza,  de  manera  que  los  que  agertauan  á 
pasar  por  alii  atoUauan  como  en  camino  pantanoso.  Y 
que  en  lo  más  alto  del  auia  una  laguna  de  poco  fondo, 
de  agua  salada,  que  se  secaua  en  el  estio  y  alli  queda- 
ua  gran  cantidad  de  sal  de  que  se  proueian  los  lugares 
comarcanos^  subiendo  arriba  por  veredas  que  tenian 
sabidas,  adonde  auia  suelo  fírme,  y  que  gerca  y  al  de- 
rredor de  la  laguna  era  adonde  salía  más  humo  y 
donde  la  tierra  estaua  más  quemada* 


(1)    pej^es, 

(a)    referido,  llegó  la. 


-76- 

A  9  (O  salió  el  Enbaxador  del  carauasar  de  Giafara- 
bat,  aconpañandole  el  persiano  de  Saba,  y  no  siendo 
grandes  aquellas  ginco  leguas  llegaron  una  legua  de  la 
giudad,  dos  oras  antes  que  amanegiese^  á  una  mezquita 
medio  caida,  al  derredor  de  la  qual  auia  algunos  arbo- 
les, y  alli  dixo  el  persiano  que  podía  descansar  un  ma- 
to el  Enbaxador  en  tanto  que  él  llegaua  á  Saba  á  dar 
auiso  de  su  venida,  y  que  después  que  fuese  de  dia  bol- 
ueria  delante  de  los  que  saliesen  á  rre^ibirle.  Con  esto 
el  Enbaxador  y  parte  de  sus  criados,  caminando  ade- 
lante los  demás  con  la  carauana,  se  apearon  y  entraron 
en  la  huerta  ó  patio  de  la  mezquita  para  dormir  el  res- 
to de  la  noche.  Pero  fue  luego  tan  infinita  la  multitud 
de  aquellos  invisibles  mosquitos,  la  que  acometió  á  to- 
dos, que  los  de  la  huerta  antes  de  llegar  á  Caxen  fue- 
ron moderados  y  comedidos  entonces,  á  respecto  del 
mucho  rrigor  y  cruel  encendimiento  de  estos  de  agora, 
aunque  todos  de  una  mesma  calidad.  El  Enbaxador,  á 
quien  auian  puesto  unas  almohadas  sobre  un  tapete,  de- 
baxo  de  uno  de  aquellos  infernales  arboles,  oyendo  el 
gran  rumor  de  todos  quejándose  y  lamentándose,  se  le- 
uantó  sin  poderlo  sufrir,  haziendo  los  demás  lo  mesmo 
por  no  ser  acometidos  quando  andauan  en  pie  como 
quando  estauan  acostados,  siendo  cosa  notable  que 
entre  tantos  ninguno  pudiese  topar  ni  percibir  con  el 
tacto,  por  mucho  que  lo  procurasen,  ni  un  mínimo  áto- 
mo de  aquellos.  Y  ansí  se  acabó  de  gastar  el  rresto  de 
la  noche,  que  hazia  muy  clara,  hasta  que  amaneció, 
paseándose  por  aquel  canpo.  Luego  que  fue  de  dia  se 
puso  el  Enbaxador  á  cauallo,  y  á  la  mitad  del  camino, 
media  legua  de  la  giudad,  topó  al  governador  y  algu- 
nos soldados,  muy  luzidos  y  en  buenos  cauallos,  con 
cantidad  de  gente,  mas  de  lo  que  prometía  la  poca  po- 
blación que  se  comenzó  á  descubrir.  Era  todo  aquel 

(i)    14. 


-77  — 

llano,  aunque  ya  seco  el  suelo  por  muchas  partes  (i), 
paludoso  y  alagadizo^  con  grandes  costras  de  salitre  por 
la  haz  de  engima,  cubriéndose  en  el  tienpo  de  las  llu- 
uias  de  agua,  de  manera  que  quedaua  hecho  un  lago, 
y  para  desaguarse  auia  muchos  canales  con  puentezi- 
lias  que  cortauan  muchas  vezes  el  mesmo  camino. 
Entre  la  gente  que  alli  salió  llegaron  dos  muy  graues  y 
autorizados  negros,  en  muy  buenos  cauallos  con  las 
guarniciones  y  sillas  de  plata,  y  ellos  sumptuosamente 
vestidos,  con  penacheras  de  oro  en  los  turbantes,  y  en 
ellas  grandes  magos  de  martinetes;  las  cimitarras  y  pu- 
ñales con  guarniciones  de  oro  y  magas  de  hierro  dora- 
das en  los  arzones.  Y  después  de  auer  hablado  al  En- 
baxador  haziendo  grandes  offregimientos  como  hon- 
bres  discretos  y  bien  entendidos,  dixo  el  gouernador 
como  eran  dos  de  los  mas  principales  soldados  que  el 
rey  tenia,  y  que  desde  la  rrebelion  del  Baxá  de  Alepo 
se  auian  pasado  del  seruigio  del  turco,  al  suyo.  El  uno 
dellos  era  de  la  mesma  fagion,  de  narizes  anchas  y  be- 
qos  gruesos  que  los  negros  de  la  Occidental  Aethio- 
pia,  ó  Guinea,  como  vulgarmente  se  dize,  que  en  Es- 
paña tan  ordinariamente  se  conocen ,  y  de  aquel  mes- 
mo color.  El  otro  era  menos  atezado  y  de  menos  grue- 
sas facciones,  aunque  anbos  igualmente  con  el  cabello 
rretorgido,  y  de  hasta  quarenta  años  (2)  á  lo  que  pare- 
gian.  Y  auiendo  dicho  antes  que  eran  abissinos  y  que 
los  auian  traido  al  Cairo  de  poca  edad,  y  no  paregiendo- 
lo  en  el  cabello,  ni  facciones,  les  preguntó  el  Enbaxador 
por  su  interprete,  hablando  ellos  muy  bien  turquesco, 
si  eran  del  reyno  de  Borno  ó  del  de  Nubia,  que  oyen- 
dolo  ellos,  muy  contentos  repitieron  los  mesmos  nom- 
bres, señalando  el  mas  negro  que  él  era  de  Borno,  y  su 
conpañero  de  Nubia,  siendo  cosa  muy  ordinaria  traer 


(i)    todo. 
(a)    de  edad. 


-78- 

los  mercaderes  muchos  de  estos  esclauos  al  Cairo,  en 
las  carauanas  que  van  y  vienen  de  estas  provincias  de 
la  Aethiopia  mas  qercana  á  Aegipto.  Por  ser  esta  giudad 
pequeña  y  de  malas  casas,  que  todas  no  llegan  á  seis- 
cientas, posó  el  Enbaxador  fuera  de  ella  en  una  huerta 
del  Soltan  de  Xiras,  adonde  auia  dos  ó  tres  aposentos; 
allí  se  despidieron  los  dos  soldados  aetiopes  con  mu- 
chos offregimientos  de  cortesía,  diziendo  que  luego 
aquel  día  se  partian  al  exergito,  pareciendo  en  todo 
mucho  mas  políticos  y  pratícos  que  la  gente  de  Persia. 
Está  Sabaen  33  grados  y  i8  minutos. 

A  10,  quando  quería  anocheger  salió  el  Enbaxador 
de  Saba,  y  por  no  ser  buen  camino  gastó  toda  la  noche 
hasta  que  fue  de  día  en  caminar  ginco  grandes  leguas, 
y  en  llegar  á  Dung,  que  no  es  más  de  un  caravasar, 
aunque  grande,  muy  viejo  y  en  partes  arruinado,  de 
donde  enbió  un  gentil  honbre  suyo  á  Casbin,  que  no 
está  de  allí  más  de  tres  jornadas,  á  dar  auiso  al  rey  de 
su  venida,  auiendolo  él  antes  mandado  ansí. 

A  II  (i),  con  más  de  una  ora  de  sol,  se  salió  de  este 
carauasar,  y  aunque  se  caminó  toda  la  noche  á  buen 
paso  y  hasta  una  ora  después  de  auer  salido,  no  se  pudo 
llegar  antes  á  un  aldea  adonde  se  auia  de  parar,  que  se 
llamaua  Arazangue,  siendo  nueue  leguas  de  jornada. 
Aquí  tuuo  el  Enbaxador  una  rrazonable  posada  en 
que  auia  una  numerosa  familia  de  un  pobre  honbre  con 
otros  tres  hijos  casados,  con  quien  muy  justamente  se 
vsó  de  la  mesma  liberalidad  que  en  otras  partes. 

A  12,  por  ser  la  jornada  de  ocho  leguas  se  salió  de 
este  lugar  á  la  ora  que  el  día  de  antes,  y  quando  salía 
el  sol  llegó  el  Enbaxador  á  Monbara,  otra  aldea,  adonde 
tanbien  tuuo  rrazonable  posada,  y  aunque  en  ella  auia 
malíssima  y  pestilencial  agua  se  halló  el  mejor  carnero 
y  de  más  sabroso  y  delicado  gusto  que  se  auia  comido 

(I)    j6. 


-79- 

en  otra  ninguna  parte  hasta  aqui,  y  que  se  podía  igua- 
lar con  el  mejor  que  ay  en  España. 

Tre^e,  el  día  siguiente,  auiendo  parado  en  el  dicho 
lugar,  poco  después  de  auer  amanecido  (i),  el  Enbaxa- 
dor  (2)  partió  de  aqui,  no  auiendo  de  caminarse  más  de 
dos  leguas  no  grandes,  y  ansi  se  llegó  con  poco  sola 
Pole  Sofían,  una  pequeña  aldea  dos  leguas  de  Casbin, 
por  aguardar  alli  la  orden  que  el  rey  daua  en  su  entrada 
en  la  ^iudad.  Esta  aldea  y  las  dos  de  atrás  no  tenian 
las  cubiertas  y  techos  de  las  casas,  llanos,  como  los  de- 
mas  lugares  de  la  Persia  y  de  lo  que  de  Media  se  auia 
andado,  sino  de  la  mesma  forma  que  las  capillas  de  los 
hornos  que  comunmente  ay  en  España,  y  ansi  tienen 
una  estraña  ñgura,  pareciendo  las  casas  de  estos  luga- 
res otras  tantas  (3)  cabanas  ó  tiendas  de  aduares  de  ara- 
bes.  A  la  tarde  llegó  el  criado  que  el  Enbaxador  enbió 
á  Casbin,  con  un  criado  del  Deroga  ó  gouernador  de  la 
giudad^  con  algunas  cargas  de  fruta  y  nieue,  enbiando 
el  rey  orden  para  que  á  las  siete  ó  las  ocho  de  la  ma- 
ñana el  Enbaxador  entrase  en  Casbin. 

A  i5  de  Junio  se  partió  de  día  bien  claro  de  la  dicha 
aldea  el  Enbaxador  con  los  más  de  sus  criados,  auiendo 
enviado  delante  los  otros  con  su  recamara  y  presente 
que  desde  España  se  traía  al  rey,  y  demás  que  todos 
sus  criados  iuan  luzidos  y  bien  aderezados  de  vestidos 
y  penachos  de  varias  colores,  por  lo  que  tocaua  á  la 
dignidad  y  honrra  de  la  Enbaxada^  tanbien  él  fue  con 
hábito  diferente  de  lo  que  su  edad  y  gusto  pedia.  A  la 
mitad  del  camino  se  descubrió  una  muy  vistosa  y  lu- 
zida  tropa  de  cauallos,  en  que  venia  Daur  Cham,  hijo 
de  Alauerdecam  y  hermano  de  Emancolicam,  Soltan 
de  Xiras,  que  por  mandado  del  rey  venia  con  otros 


(i)    auiendo  estado  todo  el  dia  de  antes, 

(2)  en  Montara» 

(3)  montones  de. 


k' 


-8o- 

muchos  honbres  principales  á  rregibir  y  aconpañar  al 
Enbaxador.  Llegando  gerca  se  adelantaron  de  los  de- 
mas  el  governador  de  la  giudad  y  Vsenbec,  aposenta- 
dor mayor,  muy  aqepto  y  fauorido  del  rey,  y  que  tenia 
orden  de  aposentar  y  rregalar  al  Enbaxador,  y  ansí  le 
tenia  ya  aprestada  la  mayor  y  mejor  casa  que  en  Cas- 
bin  auia,  que  era  la  del  factor  general  del  mesmo  rey. 
Después  de  auer  hablado  estos  y  hecho  grandes  offre- 
Qimientos,  hizo  lo  mesmo  Daur  Cham  y  se  puso  al 
lado  izquierdo  del  Enbaxador,  caminando  (i)  los  demás 
delante,  muchos  dellos  con  aljubas  de  telas  de  oro,  y  en 
las  guarniciones  de  las  cimitarras  y  puñales,  que  eran 
de  oro,  adornadas  de  muchos  rrubies,  turquesas  y  es- 
meraldas; en  las  penacheras,  que  eran  de  lo  mesmo, 
traían  grandes  magos  de  muy  hermosos  martinetes  de 
Moscovia  y  Tartaria.  Daur  Cham,  demás  de  lo  dicho, 
venia  sin  conparagion  más  rrica  y  soberuiamente  ade- 
rezado con  mucha  cantidad  de  las  dichas  piedras  en  el 
turbante,  el  qual  dixo  de  parte  del  rey  que  enbiaua  á 
rregibir  al  Enbaxador  con  los  principales  solamente 
que  tenia  cerca  de  su  persona,  por  estar  los  demás  en 
el  exercito.  No  se  atreuio  á  salir  el  mucho  número  del 
vulgo  que  en  las  otras  ciudades,  por  tener  puesta  pena 
de  muerte  y  publicada  á  quien  quiera  que  saliese,  sino 
fue  esta  hermosa  tropa  de  cauallos  que  serian  pocos 
más  ó  menos  de  dozientos;  y  ansi  se  entró  en  la  ciudad, 
que  aunque  es  tan  principal  y  grande  que  después  que 
los  turcos  se  comencaron  á  enseñorear  de  parte  de  la 
Media,  saqueando  la  opulentissima  ciudad  de  Tauris, 
los  reyes  de  Persia  la  tuuieron  por  su  principal  resi- 
dencia y  corte,  no  tiene  muralla  alguna  y  con  las  mes- 
mas  rruinas  y  poco  aparentes  casas  que  Spahan  y  Xi- 
ras.  Luego,  á  la  mano  izquierda,  como  se  entra  en  ella, 
ay  una  gran  mezquita;  la  cúpula,  que  es  muy  alta,  cu- 

(i)    todos. 


—  8i  - 

bierta  de  azulejos,  y  por  ser  la  de  más  dignidad  de  to- 
das las  otras  que  en  la  (iudad  ay  (i),  tiene  alli  gerca  su 
casa  el  Alfaqui,  ó  Said  mayor,  que  llaman  Muphri^  y  es 
un  (2)  venerable  árabe  y  muy  viejo,  de  la  casta  y  gene- 
ración de  Mahamet,  y  porque  luego  á  menos  de  fien 
pasos  estaua  la  casa  en  que  auia  de  posar  el  Enbaxador, 
despidiéndose  de  los  que  le  auian  aconpañado  se  apeó 
y  entró  en  ella. 


CAPITULO  IV 


Son  llevados  al  Schah  los  presentes  del  Rey  de  España. — Entre- 
vista de  D.  García  de  Silva  y  del  Schah;  bonete  que  éste  usaba; 
personajes  que  asistieron  á  ella. — Plática  del  Schah  con  el  Em- 
bajador de  Turquía.  —  Cena  que  luego  hubo.  —  Anunciase  la 
partida  del  Schah. — Dificultades  que  para  su  comisión  halla  don 
García. — Quejas  del  Schah  contra  los  reyes  europeos.— Hipocre- 
sía de  aquél.— Es  obsequiado  coa  otro  banquete  D.  García. 


Tenia  tanto  deseo  el  Enbaxador  de  descargarse  ya 
de  la  obligación  de  dar  su  enbaxada^  que  luego  aquel 
mesmo  dia  que  llegó  mandó  sacar  y  poner  en  orden 
las  cosas  que  auia  lleuado  de  España,  que  aunque  en 
tan  largo  tienpo  y  por  tan  varios  climas^  halló  sin  daño, 
aun  aquellas  cosas  que  fácilmente  pueden  corronperse. 
Vino  aquella  tarde  el  Maymandar,  que  es  el  aposenta- 
dor mayor  que  ya  emos  dicho,  y  dixo  que  el  rey  que- 
ría que  el  Enbaxador  le  viese  el  domingo,  que  eran  dos 
dias  adelante,  y  que  luego  otro  dia  vendría  él  para  ver 
y  rreconocer  el  presente,  que  ya  estaua  fuera  de  las  ca- 
xas,  como  lo  hizo  la  mañana  siguiente,  que  se  le  entre- 

(i)    gerca  de  la  quaL 
(a)    muy. 


—  82  - 

gó  todo  conforme  á  la  memoria  que  desde  España  se 
traia.  El  Enbaxador  quisiera  que  luego  se  lleuara  al 
rey,  por  poder  él  ir  otro  dia  más  desenbaraijado,  pero 
el  aposentador  no  quiso,  diziendo  que  era  costunbre 
Ileuarle  delante  los  enbaxadores,  y  ansi  3e  quedó  alli 
aquella  noche  hasta  otro  dia,  domingo,  que  bien  ten- 
prano  boluio  con  más  de  seiscientos  honbres  porque 
cada  uno  dellos  singularmente  llevase  una  pie^a  de! 
por  pequeña  que  fuese,  en  las  manos,  no  bastando 
quanto  el  Enbaxador  insistió,  para  que  las  cosas  me- 
nudas se  Ueuasen  juntas  porque  parezian  mejor.  Pero 
como  no  se  quisiesen  persuadir  á  ello,  se  uvo  de  rre- 
partii'  por  todo  aquel  numero  de  honbres  y  mucha- 
chos quanto  alli  auia,  que  eran  muchas  piezas  de  gra- 
na y  paños  finos,  felpas  y  rasos  de  oro  de  diuersas  co- 
lores, rrasos;  otros  de  primaveras  de  Italia,  vrnas  gran- 
des, fuentes  y  aguamaniles  de  plata  dorada,  un  gran 
brasero  y  bufete  de  plata,  un  baúl  con  setenta  piezas 
de  plata  dorada,  en  que  auia  todo  el  servicio  cunplido 
de  una  mesa,  para  licuar  de  camino  ó  quando  se  fuese 
á  ca^a,  seis  vasos  muy  hermosos  de  oro  y  cristal  y 
otros  dos  de  oro;  una  espada  y  daga  con  las  guarni- 
ciones y  aderego  de  talavartes  de  oro,  un  cofrezillo  de 
plata  blanca  y  dorada,  labrado  curiosamente  de  figuras 
de  relieue,  en  que  auia  veinte  y  tres  cadenas  de  oro  es- 
maltadas, las  diez  dellas  con  grandes  joyeles  de  muy 
finas  esmeraldas  y  algunas  perlas  por  pendientes  en 
ellos;  ocho  sortijas  de  esmeraldas  grandes,  quatro  jae- 
zes  de  gineta  de  oro  y  plata^  bordadas  las  mochilas  de 
lo  mesmo;  seis  jacos  de  malla  jacerina,  ginquenta  caño- 
nes de  arcabuzes,  otros  ginquenta  arcabuzes  con  sus  ca- 
xas  de  atauxia  de  oro(i),  labrados  los  cañones,  que  eran 
largos  y  para  caga,  con  sus  llaues  de  rrueda  de  la  mes- 
ma  atauxia  de  oro,  y  con  fundas  bordadas  de  oro  de 


(i)    /  muchas  dellas  de  oro. 


—  83  — 

cañutillo,  con  algunas  pistolas  y  medios  mosquetes  para 
guerra,  guarnecidas  las  caxas  y  frascos  con  mucho 
primor.  Sin  esto  uenían  ^ien  arrouas  de  azero,  una 
caxa  muy  grande  llena  de  toda  suerte  de  herramientas 
para  labrar  madera  y  hierro  y  para  el  ministerio  de 
(irugia,  y  cinco  grandes  barriles  en  que  venian  treinta 
arrouas  de  cochinilla,  que  es  con  que  se  tiñe  la  fínissi- 
ma  color  carmesí,  cosa  de  mucha  estima  y  de  las  de 
mayor  precio  que  venian  en  todo  el  presente.  Y  por- 
que el  rey  quiso  que  con  todo  esto  fuese  lo  que  el  En- 
baxador  de  su  parte  le  enbiaua,  lo  lleuaron  tanbien^ 
que  eran  dos  retratos  de  mugeres  vestidas  y  tocadas  á 
la  española,  que  el  uno  era  de  la  Infanta  de  España  y 
reina  de  Frangia;  doze  picas  de  la  isla  de  Seilan  con 
muy  fuertes  astas  y  hierros  labrados  de  atauxia  de  pla- 
ta; quatro  arcabuzes  de  Seilan  de  á  siete  palmos  el  ca- 
ñón y  de  no  mucha  munición,  que  alcan^auan  á  tre- 
zientos  pasos  de  puntería,  con  muy  hermosas  caxas  y 
frascos  guarnecidos  de  plata  y  cadenillas  de  lo  mesmo; 
otro  arcabuz  de  Seilan  del  mesmo  largor  que  los  otros, 
pero  mucho  más  grueso,  con  sus  frascos  de  marfil  y 
dorados,  y  lo  que  se  podia  estimar  en  más,  un  grande 
y  ferocissimo  alano  que  lo  auia  traido  de  España,  de 
notable  generosidad  y  fortaleza. 

Lleuose  todo  esto  primero  por  las  placas  y  calles  más 
publicas  de  Casbin,  y  luego  pararon  los  que  lo  lleua- 
uan  en  una  calle  antes  de  llegar  á  la  huerta  y  casa  en 
que  auia  de  rrecibir  al  Enbaxador,  el  qual  salió  de  su 
posada  á  las  quatro  de  la  tarde  aconpañado  del  gover- 
nador  y  aposentador  mayor  y  otros  muchos  soldados 
y  criados  del  rey,  con  todos  sus  criados,  de  otra  librea 
diferente  y  más  costosa  que  la  del  d!a  de  la  entrada, 
no  pudiendo  pasar  sino  con  mucha  dificultad  por  las 
calles^  sigun  era  mucho  el  número  de  gente  que  acudía 
á  uer  honbres  de  trage  tan  diferente  y  peregrino  del 
suyo.  Y  caminando  por  la  calle  adonde  el  presente 


-84- 

auía  parado,  se  llegó  á  treinta  pasos  de  la  casa  y  huer- 
ta adonde  el  rey  estaua,  y  alli  se  apeó  el  Enbaxador 
y  se  sentó  en  vnas  alhonbras  que  á  este  fin  le  tenían 
puestas  debaxo  de  un  árbol,  alderredor  de  cuyo  tron- 
co auía  un  poyo  de  dos  pies  de  alto,  como  suele  auer  en 
muchas  de  las  aldeas  y  lugares  pequeños  de  España. 
El  terrero  que  auia  delante  de  la  puerta  de  la  casa  es- 
taua  lleno  de  gente  muy  luzida  á  pie,  teniendo  los  más 
principales  dellos,  en  que  entrauan  los  que  auian  acon- 
pañado  al  Enbaxador,  desde  donde  él  estaua  hasta  la 
mesma  puerta  por  donde  se  auia  de  entrar,  hecha  una 
calle.  Y  después  de  auerse  detenido  alli  mas  de  media 
ora,  como  el  asiento  que  el  Enbaxador  tenia  no  fuese 
muy  conmodo  y  se  hallase  muy  cansado  y  apretado 
con  el  vestido  de  gala  ya  desvsado  para  él^  pidió  al 
aposentador  mayor  que  se  llegase  alli  y  le  (i)dixo  que 
entrase  al  rey  y  le  dixese  de  su  parte  como  estaua  muy 
fatigado  y  cansado  con  aquel  hábito  juuenil  que  aquel 
dia  se  auia  puesto  por  seruille,  y  porque  Su  Alteza  tan- 
bien  viese  el  trage  con  que  los  españoles  festejauan  los 
nacimientos  y  casamientos  de  sus  reyes,  y  que  ansi  le 
suplicaua  que  le  mandase  luego  entrar;  si  no,  que  se 
bolueria  á  su  posada.  El  aposentador,  aunque  de  mala 
gana,  fue  con  este  rrecado,  y  después  de  auerse  dete- 
nido un  poco  bolvió  con  la  respuesta  diziendo  que  el 
rey  mandaua  que  entrase,  hallando  ya  al  Enbaxador 
bien  enfadado,  porque  no  sentia  tanto  el  cansancio 
como  la  fastuosa  y  arrogante  costunbre  de  estos  bar- 
baros orientales  de  hazer  detener  y  aguardar  los  En- 
baxadores,  y  particularmente  por  sospechar  que  el 
mandalle  esperar  alli  fuese  porque  á  un  mesmo  tienpo 
llegase  el  Chaus  del  Turco,  á  quien  no  se  le  auia  dado 
aun  particular  audiencia.  Entró  el  Enbaxador  con  la 


(i)    rrogo. 


—  85  — 

gente  mas  principal  que  allí  auia,  y  todos  sus  criados 
mas  (erca  del,  hasta  llegar  á  la  huerta,  que  estaua  muy 
opaca  y  frondosa,  y  allí  salió  Agamir^  secretario  de 
Estado^  y  Yugef  Aga,  eunucho,  aunque  de  grande  au- 
turidad  con  el  rey,  y  andando  buen  trecho  por  una 
calle  de  muy  altos  (ipreses  y  hermosos  plátanos  se 
quedaron  poco  á  poco  los  mas  de  los  que  con  el  En- 
baxador  entraron,  no  quedando  con  él  mas  de  sus  cria- 
dos y  los  personages  y  ministros  ya  nonbrados.  Guia- 
ron luego  desde  la  calle  grande^  á  la  mano  izquierda, 
por  otra  calle  menor  de  arboles  muy  espesos,  hasta 
salir  della,  descubriéndose  luego  un  hermosissimo  y 
grande  estanque  de  mas  de  cien  pasos  cada  lado,  en 
quadro  perfecto,  en  cuyo  (entro  estaua  un  genador 
descubierto  por  todas  partes,  fuera  de  la  cúpula  que 
sustentauan  quatro  pilares  gruesos  de  madera.  Entra- 
uase  al  cenador  por  un  pasadizo  ó  puentezilla  de  qua- 
tro ó  (inco  pies  de  ancho  con  sus  varandillas  por  los 
lados,  y  antes  que  se  llegase  con  sesenta  pasos  al  es- 
tanque hizieron  los  que  iuan  con  el  Enbaxador  quedar 
á  sus  criados,  y  uno  de  los  interpretes  le  aduirtió  y  se- 
ñaló que  estaua  alli  el  rey,  por  conocerle  muy  bien 
auiendole  muchas  vezes  visto  y  hablado,  el  qual  auia 
salido  del  cenador  solo,  sin  echarse  de  ver  en  él,  y  es- 
taría como  quarenta  pasos  del  estanque.  Entonces  el 
Enbaxador,  quitada  la  gorra  y  baxando  la  rrodilla 
hizo  la  salua  con  la  mano  derecha,  llegándola  á  la  boca, 
y  poniéndola  después  sobre  la  manga  de  la  aljuba  ó 
cabaya  del  rey  la  boluió  á  besar,  y  besando  ansimes- 
mo  la  carta  que  traia  de  Su  Magestad  Catholica,  se  la 
dio  en  su  mano.  El  rey,  después  de  auer  tomado  la 
carta  y  recibido  con  grandes  demostraciones  de  con- 
tento al  Enbaxador,  díziendo  lo  mucho  que  holgaua  de 
su  venida,  le  preguntó  por  la  salud  de  Su  Magestad  y 
que  de  quanto  tienpo  tenia  cartas  suyas,  á  lo  qual 
auiendole  satisfecho  el  Enbaxador  con  las  pocas  pala- 


—  86  — 

bras  que  el  tienpo  pedia,  se  encaminó  al  ^enador^  auien- 
dole  señalado  el  rey  que  fuese  para  allá.  Y  después 
de  auer  subido  á  él  por  dos  ó  tres  gradas  que  auia  des- 
de la  puentezílla,  alió  alli  ^inco  ó  seis  persianos,  y  aun- 
que mo^os,  muy  auturizados  y  de  graue  presencia,  ves- 
tidos con  rropas  de  brocado  alto,  mas  largas  que  las 
aljubas  que  ordinariamente  traen,  y  estando  todos  en 
pie,  los  dos  que  estauan  á  la  mano  derecha  del  genador 
pusieron  al  Enbaxador  en  medio  y  se  sentaron  en 
alhonbras  de  que  estaua  cubierto  el  suelo  del  (enador. 
Muy  poco  tienpo,  ó  luego  como  e!  Enbaxador  se  sen- 
tó, con  harta  molestia,  por  estar  con  caigas  y  su  espada 
geñida,  entró  el  Chaus  del  Turco,  solo  vestida  una  rro- 
pa  de  rraso  leonado  muy  larga  hasta  el  touillo,  con  un 
turbante  todo  blanco,  como  acostunbran  los  turcos, 
y  sin  gimitarra,  y  ansi  por  esto  como  por  una  muy  lar- 
ga barua  y  modesta  mesura  con  que  venia,  creyó  el 
Enbaxador  que  era  algún  saíde  ó  alfaqui  de  los  ara- 
bes  que  entonces  auian  venido  de  Oeza,  giudad  donde 
el  Monbareca  rreside.  Pero  luego,  su  interprete,  que 
estaua  en  pie  en  medio  del  genador,  le  díxo  que  era  el 
Enbaxador  del  Rume,  llamando  por  este  nonbre  todos 
los  leuantiscos  á  los  turcos,  ansi  como  á  los  europeos 
llaman  Francos.  El  Chaus,  aunque  se  enbaragó  algo 
luego  como  entró,  del  nuevo  trage  para  ellos  con  que 
vio  al  Enbaxador,  pasó  adelante  con  mucha  grauedad 
y  conpostura,  á  quien  luego,  otros  dos  de  los  persia- 
nos que  estauan  á  la  parte  izquierda  del  genador,  lo 
pusieron  en  medio  de  si  y  hablando  el  Enbaxador  por 
medio  de  su  interprete  con  los  que  tenia  á  los  lados, 
que  eran  el  Cham  ó  Soltan  de  Guilan  y  otro  gran  se- 
ñor de  los  Curdos,  que  habitan  los  montes  que  diuiden 
á  Media  de  la  prouingia  de  Susiana,  llamada  oy  Susien 
ó  Suster,  le  preguntó  este  postrero,  ¿que  le  paremia  del 
Chaus?;  y  porque  él  preguntó  estomedio  rriendole  rres- 
pondio  el  Enbaxador,  que  un  muy  honrrado  y  venera- 


-87- 

ble  muía,  llamando  en  Persia  (i)  con  este  nonbre  á  sus 
sacerdotes  ó  alfaquis.  Rieron  mucho  de  esto  los  per- 
sianos  y  pasaran  mas  adelante  con  la  conversación 
si  á  este  tienpo  no  entrara  el  rey,  que  traia  en  la  mano 
uno  de  los  arcabuzes  del  presente^  que  por  ser  de  cuer- 
da y  de  largura  moderada  y  munición  gruesa,  acomo- 
dado para  pelear  con  él  á  cauallo,  le  auia  paregido  me- 
jor. Y  haziendo  señas  que  nadie  se  leuantase,  le  pre- 
guntó al  Enbaxador  si  eran  de  aquellos  arcabuzes  con 
que  peleauan  los  españoles^  el  qual  le  rrespondio  que 
de  aquella  munición  y  largura  eran  de  los  que  vsaua  la 
infantería^  y  de  un  poco  mas  cortos  la  cauallería  lige- 
ra; el  rey  entonces  encaró  el  arcabuz  poniéndolo  en  el 
rrostro,  y  luego  lo  dio  á  un  muchacho  de  algunos  que 
auian  venido  con  éi  y  estauan  con  otros  criados  del 
rey  en  la  varandilla  que  rrodeaua  alderredor  todo  el 
cenador,  que  era  algo  mas  estrecha  que  el  pasadizo  ó 
puentecilla  por  donde  se  entraua  á  él.  En  esto  el  rey 
se  sentó  teniendo  á  un  lado  y  á  otro,  mas  cerca  de  sí, 
á  dos  de  aquellos  persianos,  junto  á  los  quales  estauan 
el  Enbaxador  y  Chaus,  sígun  parecia  para  mas  siguri- 
dad  de  su  persona,  como  cerimonia  y  antigua  costun- 
bre  entrellos.  Tenia  el  rey  vestida  una  aljuba  de  una 
tela  de  que  se  visten  los  persianos  mas  pobres  y  comu- 
nes, de  color  verde,  y  en  la  cabeca  una  toca  de  muy 
poco  precio,  listada  de  seda  verde  y  encarnada,  rro- 
deada  sobre  el  bonete  que  por  insignia  de  su  rreligion 
sophiana  traen  ordinariamente  todos  los  honbres  prin- 
cipales y  la  gente  de  guerra  á  quien  con  particu- 
lar nonbre  en  lengua  turquesca  llaman  Casilbasis. 
Es  este  bonete  de  un  fieltro  colorado  y  muy  grueso,  de- 
mas  de  lo  qual,  por  dentro  lo  traen  muy  estofado  con 
algodón,  de  manera  que  resiste  á  qualquier  rezio  gol- 
pe de  cimitarra.  De  la  entrada  es  más  estrecho  quanto 


(i)    los  persianas. 


—  88  — 

haziendo  fuerza  lo  pueden  encaxar  en  la  cabera,  en- 
sanchándose hasta  lo  más  alto  del  en  altura  de  poco 
más  de  medio  pie,  quedando  arriba  muy  llano  y  redon- 
do y  rrematandose  en  unas  doblezes  como  las  cape- 
ruzas de  luto  que  traen  en  España,  ó  como  las  que 
vsan  como  trage  ordinario  la  gente  común  de  la  Man- 
cha ó  Castilla  la  Vieja.  Las  doblezes  que  se  an  dicho 
de  este  bonete  no  son  más  ni  menos  de  doze,  por  sin- 
gular (irimonia  de  los  Sophianos  en  la  nueua  religión 
que  entre  ellos  instituyó  Xeque  Aidar  de  Ardeuil;  en 
el  centro  de  la  superficie  del  bonete  y  adonde  estas 
pliegues  se  rrematan  ay  un  palillo  muy  fíxo  y  bien  asi- 
do, de  quatro  dedos  de  alto  y  un  dedo  de  grueso,  que- 
dándolo algo  más  en  su  rremate  de  arriba,  y  llano,  de 
la  mesma  forma  que  el  bonete.  Por  el  qual  palillo  des- 
de lo  más  baxo  del  corren  doze  canales  que  se  vie- 
nen á  juntar  en  su  gentro  y  parte  superior  de  arriba, 
señalándose  alli  estas  doze  canales  como  las  doze  plie- 
gues de  la  caperuza  de  donde  el  palillo  nage^  que  ansi- 
mesmo  es  colorado  como  ella.  Sobre  este  bonete  se 
rrodean  muchas  bueltas  de  toca,  sigun  la  costunbre 
asiática,  quedando  un  muy  soberuio  turbante,  pero  de 
manera  que  sienpre  queda  descubierta  la  parte  supe- 
rior y  plana  del  bonete  en  que  están  formadas  las  doze 
pliegues,  aunque  las  más  vezes  no  se  descubre  más  de 
el  palillo,  inpidiendolo  las  doblezes  más  altas  de  la  toca, 
que  subian  un  poco  más  arriba  que  lo  más  alto  del  bo- 
nete. La  cimitarra  que  el  rey  traia  era  muy  conforme 
á  la  modestia  y  llaneza  del  vestido,  con  la  guarnición 
negra  y  la  uayna  de  cuero  negro,  no  mostrando  tan- 
poco  en  la  forma  y  dispusi^ion  de  su  persona  algún 
decoro  ni  magestad  de  tan  gran  rey,  siendo  de  cuerpo 
más  pequeño  que  mediano,  delgado,  aunque  de  neruo- 
sos  y  rrobustos  mienbros,  aguileno  y  de  rrostro  enxu- 
to,  medianamente  blanco,  con  ojos  muy  biuos  y  que  ti- 
rauan  á  verdes.  Por  el  mucho  y  ordinario  exergicio  su- 


_  89- 

yo,  no  guardándose  del  sol  ni  de  las  demás  injurias 
del  tienpo,  tenia  el  color  del  rrostro  muy  tostado,  pa- 
reciendo menos  blanco  de  lo  que  realmente  lo  era;  pero 
lo  que  más  falta  exterior  paremia  en  él  era  la  rrusti^i- 
dad  y  mala  forma  de  las  manos,  que  eran  notablemen- 
te cortas,  gruesas  y  negras,  como  las  podría  tener  un 
muy  rrustico  y  grosero  pastor.  Luego  como  el  rey 
entró  en  el  genador  vino  juntamente  detras  del  un  mu- 
chacho muy  blanco  y  de  gentil  presencia,  de  edad  de 
quinze  ó  diez  y  seis  años,  con  una  muy  ordinaria  al  ju- 
ba verde  y  una  toca  blanca  en  la  cabera,  el  qual  sin 
sentarse  se  arrimó  al  pilar  del  cenador  de  la  mano  de- 
recha y  allí  se  estuuo  puestos  los  ojos  en  el  suelo  sin 
mirar  ni  hablar  á  nadie,  ni  tanpoco  nadie  hablalle  á  él. 
El  interprete  del  Enbaxador  le  dixo  disimuladamente 
como  aquel  era  hijo  del  rey,  y  que  no  hiziese  demos- 
tración alguna  de  que  lo  sabia,  queriéndolo  el  rey  ansi, 
lo  qual  se  echaua  bien  de  ver  no  haziendola  ninguno  de 
los  presentes  (i)  como  si  fuera  qualquiera  de  lospages 
y  síruientes  que  después  aquella  noche  allí  entraron.  Y 
porque  ya  en  este  tienpo  quería  anochecer  y  el  presen- 
te comengaua  á  pasar  en  una  muy  larga  progesion  por 
delante  y  junto  á  los  dos  lados  del  estanque,  se  encen- 
dieron en  un  instante  inñnidad  de  luzes,  primero  al 
derredor  del  estanque  muchos  candiles  grandes  de  pla- 
ta, y  luego  otra  orden  de  candeleros  de  lo  mesmo  con 
velas  de  gera,  gerca  de  los  quales  estaua  ínñnita  gente 
sentada  sobre  alhonbras  que  rrodeauan  todo  el  estan- 
que, como  diez  ó  doze  pasos  apartados,  haziendo  una 
verdadera  forma  de  anphitheatro  con  inumerable  can- 
tidad de  miradores;  gerca  de  la  puentezilla  ó  pasadizo 
estauan  los  criados  del  Enbaxador,  como  huespedes 
rrezien  venidos,  en  mejor  lugar  que  los  demás,  y  á  un 
lado  algo  detras  de  ellos  los  de  la  familia  del  Chaus, 


(i)    demostragion  alguna  de  comedimiento. 


-  90  — 

muy  pocos  y  notablemente  desluzidos;  y  porque  la 
huerta  estuuiese  más  clara,  detras  de  todo  este  número 
de  gente  auia  gran  cantidad  de  una  especie  de  blan- 
dones ó  hacheros  de  plata,  casi  de  la  forma  de  los  que 
lleuan  los  acólitos  en  las  iglesias  catredales,  teniendo 
en  lo  alto  muchas  barrillas  de  hierro  alderredor,  de 
manera  que  hazian  en  medio  un  vazio  en  que  tenian 
una  (ierta  confección  de  fuego  que  hazian  tan  gran  lla- 
ma como  quatro  ó  seis  hachas  juntas  cada  uno.  Pero 
lo  que  fué  más  de  notar  de  lo  que  en  esta  noche  aquí 
se  uió,  fué  una  muger,  no  pareciendo  otra  alguna  en- 
tre tantos  honbres  como  en  esta  fiesta  se  hallaron,  la 
qual  estaua  sentada  en  una  alhonbra,  un  poco  aparta- 
da más  del  estanque  que  la  otra  gente,  teniendo  á  las 
espaldas  una  casa  ni  grande  ni  muy  bien  labrada,  pero 
con  algunas  ventanas  y  varandascon  gelosias,  adonde, 
como  después  se  entendió,  estauan  las  mugeres  del 
árame  del  rey.  La  muger  que  digo  tenia  su  manto 
blanco  como  todas  las  persianas  acostunbran,  más  con 
todo  el  rrostro  descubierto,  que  por  lo  que  por  el  se 
jüzgaua  paremia  de  más  de  ^inquenta  años,  abultado  y 
más  largo  que  redondo  y  algo  moreno  y  colorado, 
mostrando  en  su  postura  y  estraña  grauedad  tanto 
señorío,  que  paremia  que  quanto  allí  pasaua  con  la 
ponpa  y  demostración  del  presente  se  auia  hecho  y  or- 
denado para  que  particularmente  ella  lo  mirase.  No 
estaua  cerca  della  nadie^  más  de  que  tenia  delante  de  si 
vna  grande  vrna  de  oro  de  más  de  dos  pies  de  alto,  y 
como  veinte  pasos  apartados  della  muchos  soldados 
bien  aderecados  con  sus  arcos  y  flechas  y  ciniitarras, 
mostrando  estar  en  guarda  suya  y  con  mucha  uenera- 
Cion  y  respecto.  Todos  los  que  traian  el  presente,  que 
eran  tantos  como  se  a  dicho,  aunque  al  principio  pasa- 
uan  enfrente  della,  como  después  boluian  por  el  lado  del 
estanque  hazia  donde  ella  estaua  sentada^  la  cogían  de 
traues,  y  ocho  ó  diez  pasos  antes  de  llegar  á  ella  no  le 


—   Qí    — 

pasauan  por  delante,  sino  torcían  el  camino  un  poco  y 
pasauan  entre  ella  y  la  casa  adonde  tenia  las  espaldas, 
no  haziendo  en  todo  el  tienpo  que  duró  el  pasar  mo- 
uímiento  alguno  boluiendo  algún  tanto  el  rrostro  á 
mirar  nada  de  lo  que  lleuauan. 

El  rey  de  Persia,  luego  como  llegó  supo  de  los  que 
estauan  en  el  genador,  que  ya  á  esta  ora  estaua  con 
muchas  luzes,  lo  que  el  Enbaxador  auia  dicho  del 
Chaus  del  Turco,  de  que  comento  mucho  á  rreir  y  á 
dezir  sobre  ello  algunos  motes  por  el  intérprete  al  mes- 
mo  Enbaxador,  en  lengua  georgiana  porque  el  Chaus 
no  lo  entendiese;  mas  aunque  esto  era  ansi,  bien  se 
echaua  de  uer  la  disimulación  y  artificio  suyo,  procu- 
rando con  quantas  demostraciones  podia  exteriormen- 
te  agasajar  y  hazer  honrra  al  Enbaxador,  mas  en  lo 
interior  y  esencial  todo  su  ñn  iua  dirigido  á  que  el 
Chaus  le  viese  alli,  y  ansimesmo  el  presente  que  con 
tanta  ponpa  y  gerimonia  le  pasauan  delante.  Y  á  este 
fin  le  auia  detenido  sin  le  dar  audiencia^  aunque  auia 
llegado  á  Casbin  nueue  ó  diez  dias  antes  que  el  Enba- 
xador^ y  como  en  audiencia  que  para  este  díale  estaua 
aplazada  comengo  á  hablar  con  el  Chaus  sobre  las  ma- 
terias que  uenia  a  tratar  y  que  el  ya  deuia  saber  por 
auerlas  el  Chaus  propuesto  á  algunos  de  sus  ministros. 
La  platica  fue  algo  larga,  hablando  en  ella  el  rey  algu- 
nas vezes  con  ademanes  de  enojado,  y  sigun  el  intérpre- 
te me  aduertia  le  hazia  grandes  amenazas,  diziendole 
que  no  se  auian  de  auer  los  turcos  con  él  como  con  su 
padre  Codabanda  que  era  giego  y  para  poco,  auiendole 
quitado  tanta  parte  de  Media  y  Armenia  la  mayor  que 
él  auia  cobrado  dellos  por  su  espada  como  patrimonio 
suyo,  y  que  ansi  no  se  las  auia  de  boluer  ni  reconoci- 
miento alguno  por  ellas.  Y  aunque  estas  cosas  las  dezia 
muy  paso  y  llegándose  mucho  af  Chaus,  por  estar  to- 
dos tan  cerca  no  podia  dexar  de  entenderlas  el  intér- 
prete, infiriéndose  dellas  que  el  Chaus  le  pedia  aques- 


—  ga- 
tas prouin^ias  como  ganadas  á  los  turcos  en  tíenpo 
que  este  rey  tenia  treguas  con  ellos.  Siendo  ya  pasa- 
das dos  horas  de  la  noche  entraron  algunos  mucha* 
chos  con  el  cabello  largo,  que  por  los  lados  le  salia  de- 
baxo  del  turbante  hasta  el  cuello,  y  porque  para  seruir 
en  parte  tan  estrecha  como  era  aquel  cenador  podrían 
inpedir  las  faldas  de  las  cabayas  de  que  ordinariamente 
vsan,  traian  unas  rropillas  de  tela  de  oro  que  no  les  Ue- 
gauan  á  medio  muslo;  los  cal^ones^  que  eran  de  lo  mes- 
mo,  muy  justos,  como  calcas  de  botarga,  siendo  las  me- 
dias continuadas  con  los  callones,  aunque  no  tan  jus- 
tas, quedando  desta  manera  con  un  talle  y  forma  muy 
para  prouocar  a  rrisa.  Ansi  estos  muchachos  como  al- 
gunos otros  ministros  tendieron  delante  del  rey  y  de 
todos  los  demás  que  allí  estauan  manteles  muy  largos, 
que  como  ya  se  dixo  quando  dio  el  vanquete  el  Cham  ó 
Soltan  de  Xiras,  eran  de  una  tela  ligera  de  seda  y  oro, 
cubriendo  después  los  manteles  de  unas  grandes  tortas 
muy  delgadas  y  que  fácilmente  se  doblan  sin  quebrar, 
las  quales,  demás  de  que  se  comen,  siruen  tanbien  de 
seruilletas  á  quien  desta  manera  se  quisiere  aproue- 
char  dellas,  aunque  los  persianos,  moros  y  turcos  cu- 
ran poco  de  linpiarse  quando  comen.  La  gena  fue  muy 
sinple,  llana  y  de  poco  artificio,  siendo  más  propia  y 
semejante  á  la  modesta  parsimonia  lacónica  de  loa  an- 
tiguos lagedemonios  que  al  mucho  fausto  y  opulencia 
délos  persas(i),la  qual  se  extinguió  y  acabó  del  todo  en 
Asia  con  las  pobres,  rusticas  y  miserables  costunbres 
de  los  árabes.  Y  ansi  esta  gena  no  se  conpuso  de  mas 
que  de  algunos  grandes  platos  de  arroz^  gallinas  y  car- 
nero, todo  junto  y  encorporado,  y  otros  que  siruieron 
de  pringipios  y  postres,  de  giruelas  medio  verdes,  ra- 
uanos  y  pepinos,  queriendo  sin  duda  mostrar  el  rey  en 
la  frugalidad  que  en  su  gena  aqui  vieron  sus  huespedes 


(i)    de  aquel  tienpo. 


-93- 

la  inclinación  y  profesión  que  en  todas  las  ocasiones 
tiene  y  haze  de  soldado.  Y  aunque  es  verdad  que  lo 
que  se  comió  en  este  vanquete  tenia  poco  arte  y  pri- 
mor, antes  mucho  del  común  y  grosero,  el  seruigio  del 
fue  real  y  sumptuoso,  siendo  todas  las  tafas,  garrafas, 
fuentes  y  aguamaniles  de  oro  muy  grueso  y  pesado,  y 
esto  no  solo  en  el  cenador  adonde  el  rey  estaua,  pero  en 
todas  las  demás  partes  alderredor  del  estanque  adonde 
tanbien  todo  aquel  numero  de  gente  a  un  mesmo  tien- 
po  qenaua.  Y  porque  es  costunbre  entre  los  persas 
tratar  igualmente  en  los  vanquetes^  ansi  de  las  cosas 
serias  como  de  las  de  entretenimiento,  la  mayor  parte 
de  esfb  de  agora  gastó  el  rey  en  hablar  muy  de  veras 
y  apretadamente  con  el  Chaus,  aunque  por  dos  vezes 
brindó  al  Enbaxador,  la  una  á  la  salud  del  rey  de  Es- 
paña, su  hermano,  nonbrandole  sienpre  desta  manera,  y 
otra  á  su  bienvenida.  El  Enbaxador,  aunque  no  tenia 
costunbre  de  beuer  vino,  después  de  auer  hecho  la  rra- 
zon  le  brindo  una  vez  á  su  salud  y  al  buen  sugeso  de 
las  cosas  que  traia  entre  manos,  y  otra  á  la  barua  del 
Chaus,  haziendo  que  su  intérprete  le  dixese  esto  pos- 
trero muy  de  gerca  en  lengua  georgiana,  de  que  el  rey, 
dándose  una  gran  palmada  en  la  frente,  rrió  mucho, 
aunque  su  rrisa  es  indeferente  y  que  ay  poco  que  fiar 
en  ella.  Por  mucha  que  era  la  mesura  y  grauedad  del 
Chaus  gomia  algo  de  lo  que  tenia  delante,  pero  el  mu- 
chacho hijo  del  rey  no  se  mouió,  ansi  en  pie  como  es- 
taua, en  todo  este  tienpo,  tanpoco  como  la  muger  que 
ya  emos  nonbrado,  sin  comer  ni  hazer  más  mudanga 
que  si  fuera  una  statua.  Acabóse  antes  de  media  no- 
che la  gena,  y  porque  el  Enbaxador  se  hallaua  en  ex- 
tremo fatigado  y  cansado,  ansi  del  desusado  asiento 
que  tenia,  como  del  trage  de  gala  que  aquel  dia  se  auia 
puesto,  le  suplicó  al  rey  le  diese  ligengia  para  irse  á 
descansar  á  su  posada,  y  auiendosela  el  rey  dado  man- 
dó que  le  aconpañasen  hasta  boluer  á  ella,  el  governa- 


—  94  ~ 

dor  y  aposentador  mayor  que  aquella  tarde  auían  con 
él  venido.  Y  después  de  auerse  el  Enbaxador  despedi- 
do del  rey  se  salió  de  la  huerta  con  muchas  lunbres^ 
ansi  de  aquellos  blandones  del  rey  como  de  hachas 
que  le  Ueuauan  sus  criados,  hallando  tanta  gente  en  el 
terreno  de  la  huerta  y  por  las  calles,  como  si  fuera  de 
dia,  y  ansi  llegó  á  su  posada  poco  después  de  media 
noche. 

Desde  luego,  aquel  dia  que  el  Enbaxador  llegó  á  Cas- 
bin  corría  boz  de  que  el  rey  se  partia  dentro  de  tres 
ó  quatro  dias  á  Soltania,  dos  jornadas  adelante,  camino 
de  Tauris,  porque  alli  se  hazia  la  masa  del  exergito  que 
de  todas  partes  juntaua  contra  el  canpo  de  los*turcos 
en  defensa  de  Armenia  y  Media,  dando  esto  gran  cuy- 
dado  al  Enbaxador,  sospechando  mucho  de  lo  que  su- 
cedió después,  de  irse  arrebatadamente  no  solo  antes 
de  despachalle,  pero  aun  de  querer  oille.  Y  por  esto, 
otro  dia  por  la  mañana  que  el  aposentador  vino  á  visi- 
tallo,  como  todo  el  tienpo  que  en  Casbin  estuuo  lo  hi- 
zo, le  rrogó  y  pidió  muy  encares^idamente  le  suplicase 
al  rey  de  su  parte  le  diese  luego  audiencia,  pues  auia 
más  de  quatro  años  que  con  tantos  trabajos  auia  pe- 
regrinado para  dalle  la  Enbaxada  que  le  traia  de 
parte  del  rey  su  señor.  Y  aunque  el  aposentador  le 
asiguró  entonces  y  sienpre  de  que  su  rey  le  auia  de 
ver  y  dar  todas  las  audiencias  que  quisiese,  por  ver 
que  no  le  señalaua  dia  gierto  le  creció  más  la  sospecha 
que  antes  tenia,  mayormente  sabiéndose  cada  dia  que 
se  trataua  con  el  Chaus  apretadamente  de  las  pazes,  ó 
á  lo  menos  treguas,  con  algún  rreconogimiento  por  lo 
cobrado  nueuamente  por  el  rey,  el  qual  era  cosa  muy 
entendida  desear  sumamente  la  paz.  Esto  sentia  mu- 
cho el  Enbaxa[dor],  siendo  una  de  las  cosas  más  esen- 
ciales de  su  enbaxa[da]  inpedir  que  estas  pazes  no  se 
efectuasen,  aunque  estuuicse  desconñado  de  no  poder 
persuadir  á  ello  al  rey,  estando  como  estaua  muy  sen- 


-95- 

tido  y  quexoso  de  los  principes  cristianos^  mayormen- 
te del  Enperador,  que  en  el  mesmo  tienpo  que  el  hazia 
guerra  á  los  turcos  quando  ganó  y  cobró  dellos  las  ya 
dichas  prouin^ias,  hiziese  pazes  con  ellos ,  auiendose 
continuado  antes  tantos  años  la  guerra  por  Hungría.  Y 
no  solo  era  esto  lo  que  tenia  á  este  rey  desconfia- 
do, pero  muy  de  veras  indignado,  aver  visto  por  expe- 
riencia que  con  auer  desde  aquel  tienpo  hasta  agora 
continuado  el  turco  la  guerra  por  Armenia  con  la  ma- 
yor parte  de  sus  fuerzas,  no  uviesen  gozado  de  tan 
buena  ocasión,  ansi  el  Enperador  como  el  rey  de  Po- 
lonia, siendo  los  pringipes  confinantes  al  señorío  del 
Turco,  para  siquiera  auerle  ganado  lo  que  tiene  ocu- 
pado de  Hungría,  pues  los  cosacos,  con  tan  débiles  y 
pocas  fuergas  como  las  suyas,  le  auian  hecho  y  hazen 
tanto  daño  en  las  costas  del  Mar  Negro  y  en  los  na- 
uios  que  por  el  nauegan.  Todas  estas  rrazones,  que  mi- 
radas bien  eran  giertas  y  verdaderas,  tienen  á  este  rey 
con  animo  muy  diferente  á  nuestras  cosas  del  que 
otras  vezes  mostró,  aunque  á  la  verdad,  sigun  lo  que 
después  acá  a  paresgido,  sienpre  lo  tuuo  atrogissimo  al 
nonbre  cristiano,  y  si  las  demostraciones  que  hazia  eran 
diferentes,  hasta  ignorantemente  persuadirse  los  fray- 
Íes  que  auia  en  la  Persia  que  auia  de  profesar  y  reci- 
bir nuestra  sancta  religión,  fué  porque  creyéndose  esto 
del  el  Sumo  Pontifige  y  los  demás  principes  cristianos 
moviesen  con  más  calor  la  guerra  por  Europa  al  Turco. 
Alargauase  el  tienpo  y  por  mucha  instancia  que  el 
Enbaxador  hazia,  inportunando  al  aposentador  mayor 
Vsenbec  para  tener  del  rey  audiencia,  no  podia  obte- 
nella,  entreteniéndole  de  un  dia  en  otro,  hasta  que  al 
cabo  le  vino  á  dezir  que  en  despachando  al  Chaus  le 
ueria  muy  de  espacio,  y  que  en  el  ínterin  se  holgase  y 
entretuviese  saliéndose  á  los  jardines  y  huertas  que  él 
quisiese  de  la  giudad,  particularmente  al  Maydan,  adon- 
de cada  tarde  salia  el  rey  y  auia  exergigios  á  cauallo. 


-96- 

Con  esto  acabó  el  Enbaxador  de  perder  la  esperanza 
de  poder  hazer  efecto  que  bueno  fuese,  y  respondió  á 
Vsenbec,  que  sola  era  la  persona  que  el  rey  le  auia 
señalado  para  todo  lo  que  se  u viese  de  tratar,  que  él 
no  podía  tener  gusto  de  entretenimiento  alguno  no 
dándole  lugar  el  rey  para  tratar  con  él  lo  tocante  á  su 
Enbaxada,  que  tantos  millares  de  leguas  de  camino 
por  mar  y  tierra  le  auia  costado.  Salia  las  mas  de  las 
tardes  el  rey  al  May  dan,  á  donde  acudian  á  cauallo 
los  que  en  la  giudad  auia,  ansí  de  los  moradores  della 
como  de  los  criados  y  soldados  del  rey  que  con  él  alli 
se  hallauan  y  los  demás  que  de  diuersas  partes  acu- 
dian á  la  corte^  y  alli  muchos  dellos,  siendo  la  pla^a 
muy  grande  y  espagiosa,  corrían  y  jugauan  á  la  chue- 
ca, y  las  mas  vezes  el  rey  jugaua  entre  ellos,  como 
tan  vsado  y  suelto  en  todos  los  exergigios  de  á  caua- 
llo. Y  auiendo  visto  Vsenbec  que  el  Enbaxador  no  que- 
ría salir  de  casa,  le  pidió  un  dia,  que  parece  fue  enbia- 
do  para  ello,  que  mandase  á  todos  sus  criados  que 
aquella  tarde  saliesen  juntos  al  Maydan,  porque  el  rey 
gustaría  de  vellos  alli  bien  aderezados  y  galanes.  Y 
porque  luego  echó  el  Enbaxador  de  ver  que  el  fin  para 
que  esto  se  procuraua  era  porque  el  Chaus ,  que  tan- 
bien  acudia  alli,  viese  la  gente  de  Europa  haziendo 
aparengia  como  los  demás,  les  mandó  que  fuesen  to* 
dos  á  cauallo,  aun  los  que  no  solian  acompañarle  ni  sa- 
lir en  publico,  como  se  hallasen  con  salud  para  ello, 
auiendo  enfermado  muchos,  y  ansi  fueron  lo  mejor 
que  cada  uno  pudo.  Lo  que  se  entendió  dellos,  des- 
pués de  auer  buelto  ya  muy  noche,  fue  que  los  puso  el 
aposentador  mayor  en  muy  buen  lugar,  y  que  alli,  an- 
dando el  rey  paseando  en  la  plaga  les  hizo  fauor  de 
llegar  á  donde  ellos  estauan,  hallándose  muy  gerca  el 
Chaus  del  Turco,  y  auiendoles  hablado  con  mucha  hu- 
manidad y  llaneza  hizo  que  truxesen  allí  vino,  porque 
sienpre  quando  va  á  la  plaga  andan  no  lexos  del  mu- 


—  97  — 

chos  pages  con  garrafas  y  ta^as  de  oro  para  brindar 
y  dar  de  beuer  á  los  que  le  parece,  y  ansí  entonces, 
mandando  que  le  echasen  vino  en  una  ta^a,  les  brindó 
á  la  salud  de  su  Magestad,  mandando  luego  que  todos, 
sin  quedar  ninguno,  beuiese,  y  ansi  lo  hízieron,  boluien- 
do  muy  contentos  como  si  no  uviese  mas  que  aquello 
que  exteriormente  pare9ia.  El  Enbaxador,  no  solo  sen- 
tia  no  hazer  á  lo  que  era  venido^  pero  de  lo  que  tenia 
particular  corrimiento  y  enojo  era  de  uer  ser  ya  muy 
publico  el  detenelle  el  rey  la  audiencia  á  los  ojos  de 
aquel  Chaus,  pudiendo  él  pensar  que  lo  quería  lison- 
gear  (on  aquesto,  mayormente  hallándose  entonces  en 
Casbin  tanta  gente  de  Europa.  Porque  demás  de  seis  ó 
siete  ingleses  que  auian  venido  de  parte  de  los  merca- 
deres de  su  nación  que  estauan  en  el  puerto  y  (iudad 
de  ^urrate^  en  la  India,  enbiados  á  este  rey,  y  muy 
fauores^idos  del  por  lo  que  se  dirá  adelante,  auia  tan- 
bien  algunos  venecianos  y  tudescos,  sin  otros  italianos 
de  diuersas  partes  de  Italia,  no  entrando  en  este  nu- 
mero los  extrangeros  que  en  su  casa  auia.  Y  porque 
se  publicaua  ya  que  quería  despachar  al  Chaus  y  par- 
tirse ¿1  luego  á  Soltania,  á  donde  el  exercito  se  junta- 
ua,  se  rresoluió  á  buscar  al  rey  con  ocasión  de  pedille 
un  mandamiento  ó  parauana,  como  en  Persia  lo  llaman, 
para  cobrar  unos  pliegos  de  cartas  que  escriuia  á  Su 
Magestad  Catholica,  y  quien  los  Ueuaua  se  auia  buelto 
con  ellos  a  Ormuz  desde  tres  ó  quatro  jornadas  de  Ba- 
gadad.  Auia  sentido  esto  mucho  tanbién  el  Enbaxador, 
corriendo  muy  biuas  las  diligencias  que  auia  para  to- 
mar sus  cartas,  de  manera  que  entranbas  cosas  le  mo- 
vieron á  buscar  al  rey  una  mañana  muy  tenprano, 
veinte  dias  después  que  llegó  á  Casbin,  y  no  hallando 
al  rey  en  la  huerta  que  residia,  fue  hazia  el  Maydan, 
adonde  con  pocos  de  sus  criados,  y  entre  ellos  Usen- 
bec,  supo  de  los  porteros  que  auia  salido.  Y  como  se 
topase  con  el  á  la  salida  de  un  bazar  que  está  junto  al 


-98- 

Maydan  dio  muestas  el  rey  de  holgarse  mucho  con  él, 
y  el  Enbaxador  se  disculpó  de  su  uenida  sin  auersele 
dado  orden  para  ello,  por  auerse  repentinamente  offre- 
gido  la  huida  de  aquel  honbre  con  las  cartas  que  en- 
biaua  al  rey  su  señor,  y  que  ansi  le  suplicaua  le  man- 
dase despachar  un  parauana  para  que  adonde  quiera 
que  le  alcanzasen  se  las  tomasen  y  las  diesen  á  un  cria- 
do que  á  este  efecto  enbiaua.  El  rey  dixo  que  no  tu- 
uiese  pena,  que  luego  despacharía  un  soldado  de  su 
guarda,  que  era  el  más  ^ierto  parauana,  y  que  ¿si  gus- 
taua  de  entretenerse  un  poco  en  un  jardin  que  tenia  en 
el  Maydan?;  el  Enbaxador  le  rrespondió,  viendo  que 
se  offregía  la  ocasión  que  deseaua,  que  haría  lo  que  Su 
Alteza  le  ordenase.  Y  ansi  entraron  en  la  pla^a,  y  á  la 
puerta  de  una  casa  que  tenia  rrazonable  aparengia  se 
apeó  el  rey,  auiendo  lleuado  al  Enbaxador  igualmente 
á  su  lado,  y  los  criados  que  con  el  estauan  y  la  familia 
del  Enbaxador,  atrás,  sin  lleuar  lacayo  alguno,  porque 
no  los  vsan,  haziendo  quedar  el  Enbaxador  los  suyos. 
En  lugar  de  lacayos  suele  traer  el  rey  y  los  persona- 
ges  de  alguna  dignidad,  en  la  Persia,  algunos  honbres 
sueltos  y  grandes  caminadores,  á  que  llaman  xateles, 
que  es  lo  mesmo  que  correos,  cuyo  hábito  es  una  al- 
juba  corta,  que  no  le  pasa  de  la  rrodíUa,  de  rrasillo  ó 
damasco  de  color,  y  en  el  turbante  un  gran  penacho 
que  le  cae  sobre  las  espaldas,  y  en  la  ginta  algunas 
canpanillas  pequeñas  y  una  hacheta  ó  ma^a  de  hierro. 
Su  ofñgio  de  estos  es  lleuar  el  teliz,  ó  cubierta  con  que 
cubren  el  cauallo  en  apeándose  del,  y  lleuar  tanbien  á 
una  parte  y  otra  las  cartas  y  qualesquiera  otros  despa- 
chos, con  mucha  presteza.  Apeado  el  rey  llamó  al 
Enbaxador,  y  siguiéndole  todos  los  demás  se  entró 
con  el  por  la  casa,  de  la  qual  salieron  presto  á  una 
huerta,  y  por  la  calle  que  hazian  los  arboles,  que  era 
ladrillada,  y  por  donde  corría  un  pequeño  canal  de 
agua,  llegaron  á  un  cenador  pequeño  en  cuyo  medio 


-  99  — 

auia  una  fuente  de  agua,  y  sobre  unas  esteras  bien 
groseras  y  pobres  que  auia  en  el  suelo  el  rey  se  sentó 
y  mandó  al  Enbaxador  que  se  sentase  (erca  del.  Co- 
mento luego  á  tratar  sobre  que  no  hazian  los  reyes 
de  Europa  guerra  al  Turco,  que  es  la  ordinaria  y  anti- 
gua pretensión  que  en  Persia  se  á  tenido  y  sobre  que 
tantas  enbaxadas  an  enbiado^  tanbien  como  en  Europa 
para  que  los  reyes  de  Persia  la  mueuan,  siendo  iguales 
y  á  un  mesmo  fín  las  pretensiones  que  de  anbas  partes 
se  tiene,  porque  las  fuerzas  del  Turco  se  diviertan  y  di- 
uidan.  Dezia  el  rey,  que  pues  el  Papa  era  obedecido 
de  los  cristianos  como  cabera  de  su  religión,  ¿cómo  no 
los  convocava^  persuadia  y  juntaua  para  que  pode- 
rosamente híziesen  guerra  al  Turco  y  le  despojasen  si- 
quiera de  lo  que  tenia  en  Europa?;  pues  entonces  él  la 
continuaría  de  manera  por  sus  confínes,  que  se  ven- 
dría á  debilitar  y  enflaquecer  su  potencia.  Y  que  pues 
el  rey  de  España,  su  hermano,  era  tan  poderoso,  auia 
tanbien  de  ser  el  principal  mouedor  de  esta  guerra,  no 
contentándose  con  el  poco  daño  que  le  hazia  al  Turco 
con  sus  galeras  andando  en  corso,  sino  procurar  tomar 
á  Chipre,  Rodas  ó  Negroponte.  Esto  que  el  rey  de  Per- 
sia dezia,  como  cosa  que  le  estuuiera  bien  si  pudiera 
efectuarse,  no  era  tanto  de  inpulso  suyo  como  de  al- 
gunos honbres  de  Europa  de  los  que  andan  vagando 
por  todo  Leuante,  queriéndole  lisongear  y  agradar  en- 
caresfiendo  sus  fuerzas,  con  las  quales  él  solo  auia  po- 
dido  y  hecho  más  que  todos  los  reyes  de  Europa  jun- 
tos. El  Enbaxador ,  procurando  satisfazer  al  rey  lo 
mejor  que  pudiese,  le  rrespondio  que  aunque  el  ánimo 
del  Sumo  Pontífíge  y  de  sus  predecesores  fue  sienpre 
de  que  las  fuerzas  de  Europa  se  juntasen  á  daño  y  rrui- 
na  de  la  monarchia  turquesca,  intentándolo  diuersas 
vezes,  no  podia  efectuarse  sienpre  este  buen  intento 
porque  no  todos  los  principes  cristianos  reconogian,  ni 
aun  solamente  en  lo  spiritual,  al  Papa,  y  que  los  que 


90Jli'« 


—   100  — 

en  esto  como  catholícos  le  obedecían  por  cabera  de  la 
Iglesia,  tanpoco  le  tenían  rreconogimiento  tenporal- 
mente,  y  que  ni  en  los  unos  ni  en  los  otros  podia  auer 
tanta  unión  y  conformidad  que  siendo  de  un  parecer 
todos  se  juntasen  á  hazer  una  guerra  tan  lejos  de  sus 
casas.  Demás  de  que  cada  uno  de  estos  príncipes  te- 
nian  sus  fines  y  pretensiones  particulares,  no  estando 
siguros  unos  de  otros  y  mouiendose  muchas  vezes  gue- 
rra, mayormente  los  mas  vezinos  y  confinantes,  ansí 
por  alargar  sus  limites  ocupando  los  ágenos,  como  por 
la  variedad  de  opiniones  en  las  cosas  tocantes  á  la  re- 
ligión. Y  que  este  exenplo  tenia  el  muy  biuamente  de- 
lante, pues  por  cada  una  destas  dos  causas  rreferidas 
tenia  tanbien,  como  sus  pasados  tantos  años  la  tuuie- 
ron,  tan  continua  y  encendida  guerra  con  los  turcos  y 
vsbeques,  perpetuos  enemigos  de  los  persíanos  (i),  y 
por  el  Oriente  los  unos,  y  al  Occidente  los  otros  tan 
propíneos  y  vezinos  á  su  reyno.  Pero  aunque  esto  era 
ansi,  sienpre  estauan  vnidas  las  fuergas  del  rey  de  Es- 
paña su  señor,  con  las  del  Sumo  Pontífice  y  demás 
potentados  de  Italia,  y  ansí  aguardauan  ocasión  con- 
petente  para  con  todas  ellas  mouer  poderosamente  la 
guerra  al  común  enemigo.  Y  que  continuamente  todos 
los  años,  el  rey  su  señor  con  las  galeras  de  Italia  co- 
rría los  mares  de  Leuante  haziendo  grandes  daños  en 
el  señorío  del  Turco^  ansi  en  sus  galeras,  como  en  las 
marinas  de  las  islas  y  costa  de  la  tierra  firme  de  Gre- 
cia y  Berueria,  con  lo  qual  se  tenia  á  este  enemigo  con 
perpetuo  cuydado,  ocupando  lo  mejor  de  sus  fuerzas 
en  defensa  de  las  partes  susodichas.  Érale  á  este  rey 
muy  propia  y  natural  [la]  arrogancia  que  sienpre  se 
halló  en  todos  los  demás  de  su  nación,  que  junta  con 
el  odio  y  aborrecimiento  que  tiene  al  nonbre  de  los 
francos  ó  europeos,  aunque  el  más  procure  encubrillo, 

(i)    suyos. 


—   lOI   — 

es  causa  para  que  muchas  vezes  no  se  abstenga  de  ala- 
bar jactanciosamente  las  cosas  que  prósperamente  a 
hecho  contra  los  turcos,  y  de  menospreciar  las  nues- 
traSy  diziendo  que  los  sucesos  buenos  que  en  la  guerra 
a  tenido  los  deue  á  su  espada  y  buena  dicha,  y  no  á 
los  reyes  de  Europa  que  lo  desanpararon  y  dexaron 
solo  con  su  enemigo  y  de  todos  ellos.  Y  como  no  sa- 
liese de  esta  materia  ni  dexase  de  hablar  della  por  más 
que  el  Enbaxador  le  satisficiese  á  todo,  le  vino  al  cabo 
á  dezir  que  la  correspondencia  de  los  reyes  amigos 
auia  de  ser  igual  por  lo  que  á  los  unos  y  á  los  otros 
estuuiese  bien,  y  que  viniendo  él  á  tratar  con  Su  Alteza 
lo  que  particularmente  al  rey  su  señor  tocaua,  como 
Enbaxador  suyo,  le  preguntaua  con  el  rrespecto  deui- 
do  si  auia  jamás  movido  guerra  al  Turco  sino  para  co- 
brar lo  que  antes  de  su  patrimonio  le  auia  ganado,  ó 
para  defender  lo  que  le  quedaua.  Y  que  siendo  esto 
ansi,  y  que  al  rey  de  España,  su  señor,  no  solo  no  le 
obligaua  la  necesidad  de  la  guerra  á  defender  su  casa, 
sino  que  la  hazia  en  la  del  Turco,  ansi  por  la  enemistad 
que  le  tenia  como  por  cunplir  lo  que  le  auia  prometi- 
do, que  mirase  desapasionadamente  Su  Alteza  qual  de 
los  dos  deuia  y  tenia  mayor  obligagion  al  otro.  Auia, 
en  el  Ínterin  que  se  hablaua  en  esta  materia,  enbiado  á 
llamar  el  rey  á  un  frayle  Carmelita  descaigo  que  se  Ha- 
maua  fray  Juan  Thadeo,  vicario  del  convento  que  de 
esta  orden  ay  en  Espahan,  el  qual  dos  dias  ó  tres  des- 
pués de  la  venida  del  Enbaxador  auia  tanbien  llegado 
á  Casbin  y  le  tenia  en  su  posada.  La  venida  de  este 
religioso,  de  más  de  que  el  rey  le  hazia  buena  acogida 
en  lo  público,  auia  sido,  á  traerle  los  salmos  de  Dauit 
y  el  Testamento  Nueuo  escriptos  en  lengua  persiana  y 
muy  bien  encuadernados  en  dos  cuerpos,  los  quales  no 
le  auia  dado  hasta  entonces  aunque  auia  hecho  diligen- 
cias sobre  ello  por  medio  de  Vsenbec  y  del  secretario 
de  Estado,  Agamir.  Y  por  paregelle  al  rey  que  aquella 


—    102  — 

era  buena  ocasión  para  admítille^  como  se  a  dícho^  lo 
auía  enbíado  á  llamar  con  dos  fines,  á  lo  que  después 
pares^io^  el  uno,  por  no  dar  lugar  á  que  el  Enbaxador 
le  hablase,  ni  en  la  enbiada  de  Roberto  Sirley  á  Espa- 
ña, ni  tanpoco  en  lo  tocante  á  lo  que  auia  ocupado  del 
reyno  de  Ormuz,  cosa  que  por  ningún  caso  quería  que 
le  hablasen  en  ella;  y  la  otra,  para  que  el  Enbaxador 
viese  las  demostraciones  que  hazia  de  reueren^ia  [a] 
aquellos  sagrados  libros.  Y  ansi,  sin  responder  cosa  á 
propósito  de  lo  que  vltimamente  el  Enbaxador  le  auia 
dicho,  barajó  y  entretuuo  la  conuersa^ion  (i)  con  su 
acostunbrada  astucia  y  artificio  que  para  todo  tiene, 
hasta  que  el  frayle  llegó  con  sus  libros,  que  luego  él 
abrió  y  beso  con  tanta  aparen^ia  de  deuo^ion  como  si 
fuera  el  más  religioso  y  penitente  capuchino  de  Euro- 
pa^ hasta  verter  muchas  lagrimas.  Pero  esto,  que  á  to- 
dos (2)  los  que  á  este  rey  interiormente  no  conociesen 
pudiera  parecer  vn  acto  de  mucho  loor  y  alabanga, 
juzgó  el  Enbaxador  en  él  por  cosa  de  todo  punto  de- 
testable, descubriendo  con  ello  un  animo  lleno  de  en- 
gaño y  maligna  simulación.  Con  todo  esto,  dando  á 
entender  lo  contrario  de  lo  que  verdaderamente  sentia, 
le  alabó  su  deuo^ion  y  la  mucha  opinión  que'  con  ella 
auia  ganado  y  adquirido  en  todo,  en  toda  Europa,  fa- 
uoresciendo  nuestra  catholica  y  cristiana  rreligion.  No 
dexaua  los  libros  de  las  manos,  aunque  ni  en  su  mes- 
ma  lengua  ni  en  otra  no  conoce  las  letras,  y  teniendo 
quitado  el  turbante  de  la  cabera  los  ojeaua  y  rreboluia, 
estando  los  criados  del  Enbaxador,  que  se  hallauan 
bien  jun[tos]  al  genador,  tan  admirados  que  les  pares- 
gia  cosa  milagrosa,  aunque  los  suyos,  que  tanbien  (3) 
estauan  gerca,  bien  satisfechos  y  siguros  de  que  los 


(i)    astutamente. 
(a)    á  muchos. 
(3)    se  hallauan. 


—  io3  — 

engañaua;  pero  la  omnipotencia  de  Dios  mayores  mi- 
lagros puede  obrar,  sin  conparaQÍon,  que  ablandar  y 
rredu^ir  á  su  verdadero  conocimiento  el  duro  y  obsti- 
nado animo  de  este  poderoso  rey. 

Conforme  á  la  costunbre  ordinaria  que  en  Persia  se 
tiene  comentaron  los  criados  y  ministros  del  rey,  por 
orden  suya,  á  tender  los  manteles  delante,  que  como 
ya  se  a  dicho  son  de  una  tela  de  oro  y  seda  á  que  lla- 
man milequey  y  cubrillos  de  aquellas  tortillas  delgadas, 
blandas  y  grandes,  que  por  la  mayor  parte  siruen  de 
seruilletas,  poniendo  ansimesmo  otros  tres  ó  quatro 
géneros  de  pan  sin  leuadura,  pero  muy  bien  cozidos  y 
delgados,  y  en  el  Ínterin  que  ponían  la  comida  el  rey 
miró  la  espada  que  el  Enbaxador  traia,  la  qual  era  de 
las  que  comunmente  vsan  en  España ,  angosta  y  ligera 
.  y  la  guarnición  negra^  por  llevar  aquel  día  el  vestido 
negro  que  ordinariamente  se  trae  en  iMadrid,  lo  qual 
visto  por  el  Enbaxador  la  sacó  del  talauarte  y  besán- 
dola se  la  dio.  El  rey  la  sacó  de  la  vaina  y  la  estuuo 
mirando  con  grande  atención  tocándole  la  punta^  y 
luego  se  la  boluió^  diziendole  con  gran  desden  que  si 
peleauan  en  la  guerra  con  aquellas  espadas  los  españo- 
les; el  Enbaxador  le  rrespondió  que  si,  particularmen- 
te la  infantería,  pero  que  la  caualleria  las  vsauan  mas 
anchas  y  menos  largas.  El  rey,  con  el  mesmo  desden, 
mostrando  que  las  n^enospreciaua,  le  dixo:  esas  espa- 
dasy  ique  nial  pueden  ha^er?  no  valen  nada;  á  lo  qual 
le  rreplicó  el  Enbaxador,  conociendo  el  ánimo  con  que 
lo  dezia:  por  allá  nos  sabemos  aprouechar  dellas  quan- 
do  es  menester,  porque  ansi  como  las  cimitarras  de  los 
turcos  y  persianos  hazen  gran  herida  de  tajo,  nuestras 
espadas  matan  de  punta.  A  esto  no  se  pudo  contener 
el  rey  sin  acelerarse  y  dezir  muy  en  cólera:  y  esotros 
¿anse  de  estar  durmiendo  que  se  dexen  matar?  El  En- 
baxador, visto  que  estaua  alborotado,  le  rrespondió 
rriendo:  el  peligro  de  la  guerra  es  igual  para  todos  los 


—  104  — 

que  en  ella  andan,  y  los  que  más  presteza  y  fortuna 
tienen  quando  pelean,  hazen  ventaja  á  los  otros.  El  rey 
con  esto  se  quietó  y  se  comentó  luego  el  vanquete,  que 
no  tuuo  mas  conpuestos  ni  sumptuosidad  que  el  de  la 
noche  en  el  genador  del  estanque,  mudando  y  trocan- 
do el  rey  la  seueridad  y  deuogion  que  antes  auia  tenido 
en  conversación  alegre  y  de  pasatienpo,  porque  brindó 
al  Enbaxador  tres  ó  quatro  vezes,  preguntándole  si  le 
paregia  bien  aquel  vino.  Y  como  el  Enbaxador  se  lo 
alabase,  aunque  sabia  tan  poco  de  aquel  menester,  le 
dixo  que  sienpre  que  quisiese  enbiase  por  el  y  por  las 
demás  cosas  que  le  diesen  gusto;  diziéndole  el  Enba- 
xador á  esto  que  aceptando  aquella  merced  y  fauor  de 
Su  Alteza  énbiária  algunas  vezes  por  aquellas  hapas  ó 
tortas  delgadas,  porque  eran  muy  buenas  y  sabrosas; 
pero  que  el  vino  no  lo  beuia  sino  en  las  ocasiones  en 
que  Su  Alteza  le  brindaua.  Comia  alli  fray  Juan  Ta- 
deo,  que  aunque  tan  sobrio,  sigun  la  mucha  degengia 
suya  de  frayle  descaigo,  pero  como  natural  de  la  Rioja 
suplia  las  faltas  del  Enbaxador,  y  tanbien  las  de  no  sa- 
ber la  lengua  persiana,  entendiendo  ya  gran  parte  delta 
este  Padre  por  auer  (i)  estado  muchos  años  en  Persia. 
Continuándose  el  vanquete  se  hizo  mengion  del  vino  de 
España,  diziendo  el  rey  que  era  muy  rezio  y  que  por 
esto  hazia  daño  á  la  cabega;  el  Enbaxador  le  offregió 
en  esta  ocasión  un  barril  del,  que  por  auerlo  traído 
desde  el  pringipio  de  su  viage  estaría  ya  muy  rendido 
y  blando;  en  rreconpensa,  auiéndolo  ageptado,  mandó 
luego  el  rey  que  cada  dia,  los  cagadores  que  con  él  es- 
tauan  sienpre,  matasen  en  los  montes  gercanos  dos  ja- 
ualies  y  los  ileuasen  á  casa  del  Enbaxador.  En  el  pos- 
trer tergio  de  la  comida  boluió  repentinamente  el  rey  á 
estar  sumamente  contenplatiuo  y  >deuoto,  de  manera 
que  sienpre  que  queria  beuer,  teniendo  la  taga  en  la 


(i)    auiendo. 


—  lob  — 

mano  y  quitado  de  turbante,  ponía  los  ojos  en  el  gíelo 
rezando  por  grande  espacio  y  corriéndole  en  grande 
abundancia  las  lágrimas,  de  manera  que  continuando 
esto  síenpre  que  bevia,  fué  forzoso  que  la  conversación, 
de  alegre  y  festiua  que  era  antes,  se  trocase  en  seria  y 
contenplatiua.  Después  de  lo  qual  preguntó  el  rey  de 
los  daños  que  las  galeras  de  Su  Magestad  Católica  ha- 
zian,  porque  el  auia  sabido  que  eran  de  muy  poco  ó 
ningún  momento.  El  Enbaxador  le  rrefírió  muy  por 
extenso  las  facciones  que  sus  armadas  auian  hecho, 
ansí  en  Leuante  como  en  Berueria,  dexadas  las  demás 
atrás,  todas  las  de  veinte  años  á  aquella  parte,  desde  la 
presa  y  saco  de  la  ^iudad  de  Patraso  en  la  Morea.  Y 
después  de  auerle  dicho  el  rey  que  le  enbiase  todo 
aquello  por  memoria  en  lengua  persiana^  añadió  no 
muy  (i)  á  proposito  de  lo  que  se  iua  tratando,  que 
¿cómo  eran  los  españoles  tan  poco  conocidos  en  Cons- 
tantinopla^  pues  dezia  el  Chaus  que  allí  estaua  que  no 
tenia  noticia  dellos,  ni  sabia  quien  eran?  á  lo  qual  rres- 
pondió  el  Enbaxador:  ¿cómo  quiere  vuestra  Alteza  que 
un  pobre  portero  de  Cali  Baxa  conozca  los  españoles, 
no  siendo  honbre  de  guerra?;  pero  los  soldados  viejos 
del  Turco  muy  á  costa  suya  los  an  conocido  muchas 
vezes  y  los  conocen  agora.  Y  una  de  las  cosas  en  que 
más  se  echa  de  uer  la  grandeza  del  rey  mi  señor  es  que 
teniendo  casi  todos  los  principes  cristianos  y  repúbli* 
cas  de  Europa  enbaxadores  en  Constantinopla,  ni  el,  ni 
sus  predecesores  los  reyes  de  España  no  los  an  tenido 
jamas,  y  ansi  como  esto  es  causa  para  que  aun  desar- 
mados no  nos  aya  visto  ese  Chaus^  lo  es  tanbien  para 
que  Vuestra  Alteza  estime  y  tenga  en  mucho  la  amistad 
de  Su  Magestad  Catholica  y  de  todos  sus  vasallos,  co- 
mo tan  antiguos  y  perpetuos  enemigos  de  los  mayores 
que  Vuestra  Alteza  tiene.  A  esto  pares^io  que  el  rey 

(i)  fuera. 


—  io6  — 

auia  hecho  buen  rrostro;  solo  dixo  que  el  Chaus,  á 
quien  el  llamaua  enbaxador,  era  maestresala  del  Gran 
Turco,  pero  no  quiso  el  Enbaxador  replicable  á  ello, 
más  de  rreirse,  aunque  quisiera  que  entonces  boluiera 
á  hablar  en  algo  de  lo  pasado  para  tener  ocasión  de 
tratar  en  las  cosas  del  reyno  de  Ormuz;  más  el,  como 
prouido  y  sagaz,  siendo  materia  de  que  tanto  huia  solo 
prosiguió  la  que  auia  dexado,  spiritual  y  deuota  y 
aconpañada  de  las  mesmas  lágrimas,  con  que  se  dio  fin 
ai  vanquete.  Y  como  todauia  no  se  acabase  y  encares- 
(iese  mucho  el  rrespecto  que  auia  sienpre  tenido  y 
guardado  á  los  tenpios  de  los  cristianos  y  sus  imagi- 
nes, tan  al  contrario  de  lo  que  del  se  sabia,  le  dixo  el 
Enbaxador  que  con  rrazon  era  tenido  por  cabera  de  su 
religión,  pues  siendo  ordinariamente  la  conversación 
después  de  auer  comido,  de  cosas  festivas  y  de  entre- 
tenimiento, Su  Alteza,  dando  con  ello  exenplo  á  los 
cristianos  francos  que  allí  estáuamos,  la  contínuaua  y 
proponía  de  nueuo  de  las  que  eran  tan  diuinas  y  spiri- 
tuales,  y  esto  era  ansí,  porque  auiendo  dicho  grandes 
alabanzas  de  Nuestra  Señora  las  dixo  después,  cosa 
que  los  persianos  y  demás  mahometanos  no  suelen  ha- 
zer,  de  la  humanidad  de  Cristo  nuestro  señor.  Quando 
le  paresfío  tienpo  al  rey  se  leuantó  para  irse  y  el  Enba- 
xador quiso  entonces  que  le  mostrasen  á  Thamas  Bec, 
hijo  de  Emir  Golican,  que  dos  años  antes  auia  defen- 
dido valerosamente  á  la  fortaleza  de  Eruan,  de  los  tur- 
cos, ansí  por  la  reputación  de  buen  soldado  que  en 
aquel  peligroso  sitio  su  padre  auia  ganado,  y  en  aquel 
tienpo  tanbien  estaua  en  defensa  suya,  como  por  ser 
este  mogo  ansimesmo  muy  valiente  soldado  y  muy 
querido  y  fauoresgido  del  rey.  Y  como  este  mancebo 
llegase  á  hablar  al  Enbaxador,  el  rey,  después  de  auer 
alabado  mucho  á  su  padre  le  dixo  que  no  trataua  á 
Tamas  Bec  como  á  hijo  de  su  padre,  aunque  por  ello 
merecía  tanto,  sino  como  á  su  hijo  propio.  Preguntó 


—  I07  — 

tanbien  el  Enbaxador  por  Thamur,  un  soldado  viejo 
de  mucho  valor  de  quien  desde  Xiras  tenia  particular 
notigía  por  auer  seruido  muchos  años  en  la  guerra, 
siendo  el  grande  Alauerdechan  su  capitán,  á  quien  él 
libró  de  conocido  peligro  de  muerte  en  una  gran  bata- 
lla que  en  el  reyno  de  Corassan  tuuo  con  los  tártaros. 
Vino  tanbien  Thamur  por  mandado  del  rey,  y  el  En- 
baxador le  abracó  y  se  le  offregió  por  muy  amigo,  cosa 
que  él  mostró  estimar  y  agradecer  con  grandes  demos- 
traciones y  ^erimonias.  Era  este  honrrado  y  buen  sol- 
dado, al  parecer,  de  ^inquenta  años  de  edad,  y  de  una 
muy  venerable  y  militar  presencia,  alto  de  cuerpo, 
moreno  y  con  la  nariz  muy  corúa,  echándose  bien  de 
uer  en  su  talle  lo  que  del  se  publicaua,  y  ansi,  no  obs- 
tante que  tenia  en  Xiras  con  que  biuir  conmoda  y  des- 
cansadamente, el  rey  lo  traía  sienpre  muy  honrrado  y 
estimado  acerca  de  su  persona.  Subió  el  rey  á  cauallo 
con  el  Enbaxador,  que  le  quiso  aconpañar  hasta  su 
huerta,  pero  como  uviesen  salido  del  Maydan  y  llega- 
do á  una  trauesia  por  donde  se  iua  á  la  posada  del  En- 
baxador, no  consintió  que  pasase  de  allí,  sino  que  lue- 
go se  fuese  á  (i)  ella. 

Aunque  de  aqui  adelante  el  rey  enbiaua  cada  dia  á 
saber  del  Enbaxador,  con  muchas  diferencias  de  pan  y 
jaualies,  no  fue  posible  querer  dalle  audiencia  sobre  la 
venida  de  los  ingleses  y  cosas  tocantes  á  Ormuz,  con 
auelle  asigurado  antes  que  se  despidiese  del  en  la  huer- 
ta, que  se  la  daría  muchas  vezes,  escusandose  con  que 
quería  primero  despachar 'al  Chaus  por  quedar  más 
desocupado.  De  manera  que  sigun  esto,  bien  via  el  En- 
baxador que  querelle  inportunar  más  era  escusado,  á 
lo  menos  en  lo  tocante  á  la  guerra  con  el  Turco,  cuya 
paz  él  deseaua  sumamente,  como  pudiese  retener  lo 
que  él  auía  ganado  y  su  padre  auia  antes  perdido. 


(i)    su  posada. 


y  (i)  quisiera  poder  tratar  las  demás  cosas  contenidas  en 
su  enbaxada,  aunque  con  poca  ó  ninguna  confianza  de 
efectuar  ninguna  cosa  en  ellas.  Grecia  la  fama  de  que  el 
rey,  despachado  el  Chaus,  se  auia  de  partir  luego  ai 
exerfíto,  y  como  gran  parte  de  la  familia  del  Enbaxador 
uviese  enfermado  grauemente  del  malissimo  aire  y  peor 
agua  de  Casbín,  y  él  (2)  tanpoco  se  hallase  por  estas 
causas  en  buena  dispusigion,  no  miraua  ya  sino  á  como 
podría  salir  de  alli,  temiendo,  como  era  cosa  muy  veri- 
simil,  no  le  dexase  el  rey  en  aquel  lugar  tan  mal  sano, 
sin  rresolu^ion  alguna,  y  arrebatadamente  se  fuese* 
Dentro  de  tres  ó  quatro  dias,  quando  el  Chaus  se  auia 
de  despedir  del  rey  vino  á  pedir  Vssenbec  que  los  cría- 
dos  del  Enbaxador  saliesen  aquella  tarde  al  Maydan 
como  otras  ve^es  lo  solian  hazer,  y  después  de  auer 
llegado  entró  el  rey  en  la  pla^a,  y  luego  el  Chaus  con 
una  rropa  de  brocado  que  el  rey  le  auia  enbiado  aquel 
dia.  Y  estando  á  cauallo  á  una  parte  del  Maydan,  quan- 
do el  rey,  que  paseaua  por  medio,  enparejó  con  él,  se 
apeó,  y  llegando  (3)  al  estribo  le  besó  el  pie,  y  mandán- 
dole luego  el  rey  que  subiese  en  su  cauallo  se  anduuo 
paseando  con  él  un  gran  rrato,  siguiéndole  á  poco  tre- 
cho algunos  de  sus  criados,  siendo  ésta,  sigun  parescio, 
la  vltima  audiencia  que  con  él  el  Chaus  tuuo.  Porque 
luego,  de  ay  á  dos  ó  tres  dias  salió  de  Casbin  sin  reso- 
lución alguna  de  paz  ni  treguas,  mas  de  enbiar  con  el 
rey  un  soldado  de  los  que  asisten  de  ordinario  á  su 
guarda,  con  orden,  sigun  se  entendía,  para  que  con 
rrecpno(imíento  de  fien  cargas  de  seda  cada  año,  ofre- 
ciese y  pudiese  efectuar  la  paz  con  Cali  Baxa,  general 
del  Turco,  que  auia  ya  llegado  á  Van  con  la  mayor 
parte  del  exer^ito.  Es  Van  una  fortissima  pla^a  en  Ar- 


(i)    por  lo  menos. 
(a)    Enbaxador. 
(3)    ápie. 


—  109  — 

menia  la  mayor,  no  lexos  de  los  confínes  de  la  prouin- 
fia  de  DiarbeCy  que  es  la  antigua  Mesopotamia.  Despa- 
chado ya  el  Chaus  no  le  quedaua  escusa  al  rey  para  no 
acabar,  como  tantas  vezes  lo  auia  prometido,  de  dar 
audiengia  al  Enbaxador,  pero  facilitando  esto  con  pa- 
labras^ cada  día  salia  más  incierto  lo  que  se  prometia, 
aunque  sienpre  contínuauan  los  regalos  de  venazon  y 
pan  de  muchas  maneras  que  á  su  posada  le  enbiaua.  Y 
porque  Vsenbec,  el  aposentador  mayor,  ordinariamente 
persuadía  al  Enbaxador  que  el  rey  gustaría  de  que 
fuese  algunas  tardes  al  Maydan,  aunque  contra  gusto 
suyo,  porque  no  pares^iese  contumacia  y  no  inpedir 
con  ello  su  despacho,  le  rrespondio  que  lo  haría  quan- 
do  el  rey  se  lo  mandase.  Boluió  luego  aquel  dia  en  la 
tarde  diziendo  como  le  auia  mandado  que  viniese  á  le 
aconpañar ,  porque  quería  que  viese  cierto  presente 
que  el  governador  del  Síruan  le  enbiaua,  con  lo  qual 
el  Enbaxador  fue  á  la  placa,  estando  toda  llena  de  gente, 
tocándose  desde  un  mirador  que  al  cabo  della  avia  mu- 
chos atabales  y  tronpetas  grandes  y  pequeñas,  pero 
muy  diferentes  y  con  gran  parte  no  tales  como  las  de 
Europa.  Pusieron  al  Enbaxador  en  la  mejor  parte  de 
la  placa^  y  casi  luego  como  llegó  entró  el  rey  en  ella 
con  pocos  de  los  que  sienpre  le  aconpañauan^  el  qual 
se  vino  derecho  á  donde  estaua  el  Enbaxador,  hazien- 
dole  mucho  fauor,  cosa  en  que  es  muy  liberal  y  dema- 
siadamente artificioso,  y  después  de  le  auer  preguntado 
cómo  estaua  mandó  que  le  diesen  vino  de  las  garrafas 
y  tacas  que  siempre  andan  con  él,  conforme  á  la  anti- 
gua costunbre  persiana,  y  dixo  que  beuia  á  la  salud  del 
rey  de  España  su  ermano.  El  Enbaxador  hizo  luego  lo 
mesmo,  llegándole  delante  algunos  de  los  muchos  pa- 
jes que  alli  auia  dos  platos  de  oro  con  ciruelas  verdes 
y  granos  de  agraz,  y  esta  es  la  fruta  con  que  'todos 
beuen  extenporaneamente.  Comenco  luego  á  pasar  el 
presente,  que  era  de  algunos  cauallos  pequeños,  como 


—  lio  — 

quartagos  y  de  grandes  crines  y  colas;  muchos  y  gran- 
des colmillos  de  rosmaros,  que  son  unos  mostruos  ma- 
rinos del  tamaño  de  hipopótamos  ó  cauallos  aquatiles, 
de  los  quales  ay  muchos  en  el  mar  septentrional  de 
Tartaria  y  Moscovia;  muchas  almohadas  de  cierta  tela 
blanca,  llena  de  muy  blanda  y  menuda  pluma,  y  canti- 
dad de  zebellinas.  Pero  lo  que  fue  mas  de  uer,  aunque 
causó  gran  conpasion  á  la  gente  de  Europa  que  allí  es- 
taua,  fueron  hasta  treinta  ó  quarenta  niños  y  niñas  ^ir- 
casos  y  moscouitas,  de  seis  á  catorce  años,  muy  blan- 
cos y  rruuios  y  de  muy  lindo  parecer,  y  ansi  ellos  como 
ellas  con  cabello  crecido  y  con  bonetes  de  terciopelo  de 
colores  forrados  en  martas.  Roban  en  las  ordinarias 
correrías  que  hazen  en  Moscovia  y  ^ircassia,  ansí  los 
tártaros  como  los  lazis,  rrapa^issimas  naciones  y  cir- 
cunvecinas suyas,  gran  numero  de  estos  muchachos  de 
todo  sexo,  y  como  sí  fueran  manadas  de  qualquier  ga- 
nado los  traen  á  vender  á  Derbento  y  á  Bacu,  por  poco 
precio,  y  este  rey  de  Persia,  á  imitación  de  los  antigos 
Parthos  ó  Soldanes  de  iCgipto,  los  conpra  para  ser  ins- 
truidos después  en  la  milicia,  y  las  henbras^  que  por  la 
mayor  parte  son  hermosas>  para  engerrallas  y  guarda- 
lias  en  sus  arames ,  conforme  á  la  costunbre  de  los 
asíanos.  Toda  la  tarde  y  dos  oras  de  la  noche  gastó  el 
rey,  ó  paseándose,  ó  hablando  con  mucha  familiaridad 
con  el  Enbax^dor,  junto  al  qual  estuuo  sienpre,  todo 
el  tienpo  que  estuuo  en  la  plaga,  Mahamet  Ága,  tár- 
taro, enbiado  en  aquellos  días  al  rey  de  Persia,  de  Ta- 
tar  Charu^  ermano  del  rey  de  Cafa,  que  auiendo  sido 
vencido  el  año  antes  en  los  confínes  de  Podolía  ó  Rusia 
la  inferior  por  el  principe  de  Polonia,  y  hallándose  en 
desgracia  de  su  ermano,  auia  pasado  con  tres  mil  caua- 
llos por  el  estrecho  del  mar  de  la  Tana,  antiguamente 
el  Bosphoro  Qimertco,  á  seruir  al  rey  de  Persia.  Era 
este  Mahamet  Ága  un  honbre  de  quarenta  hasta  cin- 
quenta  años,  de  muy  gentil  presentía,  aunque  como  los 


-i-  III  — 

más  de  los  tártaros  algo  moreno^  de  gran  rrostro,  de 
ojos  pequeños  y  narizes  anchas ,  pero  de  buena  gracia, 
desenbuelto  y  bien  hablado;  y  como  se  hallase  tan  Qerca 
del  Enbaxador  llegó  á  hablalle  con  término  tan  cortés 
que  luego  se  echó  de  uer  en  él  ser  honbre  práctico  y  de 
diferente  estilo  que  los  persianos.  Y  auiendo  notado 
antes  el  Enbaxador  su  talle  y  figura,  y  que  no  traia 
turbante,  sino  un  bonete  piramidal  forrado  en  martas^ 
como  los  tártaros  y  russianos^  preguntó  al  intérprete 
quién  era,  sospechando  que  fuese  algún  vsbeque  ó 
chacatay ,  que  por  ser  tanbien  de  la  nación  s^ithica 
tienen  la  mesma  forma  de  rrostro  y  trage  que  los  demás 
tártaros.  Y  sabido  que  era  de  los  europeos  Precopen- 
ses,  estuuo  con  él  en  muy  particular  conversación  sien- 
pre  que  el  rey  se  apartaua  de  alli,  mayormente  hallán- 
dole tan  bien  informado  de  las  cosas  de  Europa,  en  es- 
pegial  de  la  guerra  de  Hvngria,  adonde  auia  ido  seis 
vezes  con  las  ayudas  de  tártaros  que  á  sueldo  del  Turco 
auia  enbíado  el  rey  de  Cafa  en  todo  el  discurso  de  aque- 
lla guerra. 

Nonbraua  las  fuerzas  y  plagas  mas  fuertes  de  aquel 
reyno,  ansi  de  las  que  poseian  los  turcos,  como  el  Em- 
perador, y  muchos  de  los  capitanes  señalados,  ansi  tu- 
descos, italianos  y  húngaros,  y  dezia  que  se  espantaua 
mucho  de  que  teniendo  los  españoles  tanta  fama  de 
buenos  soldados,  no  uviese  visto  ningunos  en  aquella 
guerra,  auiendo  en  ella  y  halladose  de  todas  las  demás 
nagiones,  y  que  el  tuuo  entonces  gran  deseo  de  conoge- 
Uos.  A  esto  le  respondió  el  Enbaxador,  muy  satisfecho 
de  su  buena  notígia,  que  el  rey  su  señor  tenia  ocupada 
la  miligia  de  sus  españoles  en  muchos  de  los  presidios 
en  las  prouincias  y  reynos  que  poseia  fuera  de  España, 
y  en  las  grandes  y  continuas  armadas  que  nauegauan 
por  el  mar  Ocgeano  y  Mediterráneo,  pero  que  muchos 
de  los  soldados  que  siruieron  al  Enperador  en  aquella 
guerra  eran  vasallos  suyos  de  los  Payses  Baxos,  y  otros 


—    112  — 


pagados  con  gran  suma  de  dinero  con  que  al  Enperador 
le  socorría.  Quedó  el  tártaro  muy  satisfecho  y  amigo 
del  Enbaxador,  díziendole  que  cada  día  quisiera  él  vi- 
sitalle  en  su  posada^  mas  que  por  la  sospecha  que  el 
rey  de  Persia  tomaría  dello,  no  se  atreuia,  tanpoco 
poco  otros  extrangeros  que  allí  se  hallauan  que  desea<- 
uan  tanbien  visitarle  y  lo  dexauan  de  hazer  por  la  mes- 
ma  rrazón.  Hasta  muy  tarde,  hauiendose  encendido  des- 
pués que  fue  noche  muchas  lunbres  en  la  pla^a,  gastó  el 
rey  lo  mas  del  tíenpo  hablando  con  elEnbaxador,  para- 
dos y  a  cauallo  como  estauan,  y  mostrando  entonces  es- 
tar contento  y  de  buen  gusto  le  preguntaua  muchas  co- 
sas de  España,  las  mas  dellas  del  trage^  manera  de  vida 
y  trato  que  se  tenia  de  las  mugeres,  mayormente  de  las 
principales,  y  auíendole  el  Enbaxador  respondido  al 
proposito  lo  que  le  pareció,  estuuo  rriendo  y  burlando 
gran  rrato  sobre  esta  materia.  Pero  siendo  ya  mas  de  las 
diez  de  la  noche  dio  licencia  ai  Enbaxador  que  se  fuese 
á  su  posada ,  sin  consentir  que  le  aconpañase,  antes 
enbió  con  él  todos  los  hacheros  que  le  alunbrasen,  Ue- 
uandolos  honbres  á  cauallo^  los  quales  hacheros  son 
de  la  manera  que  [se]  dixo  ya  que  auia  en  la  huerta  la 
noche  que  se  ^enó  en  el  cenador  del  estanque. 

CAPÍTULO  V 


Juego  á  la  chueca  en  el  Maidáo.— Noticias  de  dos  hijos  del  Schah. 
Enfermedades  que  padecían  los  criados  de  D.  García.— Nueva 
audiencia  que  á  ésie  dio  el  rey  persa.— Vida  y  costumbres  de 
Pieiro  de  la  Valle.— Noticias  que  hubo  de  Filipinas.— Intrigas  y 
proyectos  de  los  hermanos  Antonio  y  Roberto  Sherley. 

De  ay  á  tresdias  boluio  á  mandar  el  rey  que  el  Enba- 
xador fuese  otra  tarde  á  la  pla^a ,  que  estaua  aun  ( i )  con 

(i)    Ms.  aunque. 


—  ii3  - 

mas  gente  quo  la  primera,  y  auíendo  parado  en  el  lu- 
gar que  auia  estado  antes  entró  el  rey  con  algunos 
de  sus  fauoridos,  llegó  adonde  el  Enbaxador  estaua 
y  le  brindó  conforme  á  la  costunbre  ordinaria  que 
en  esto  tiene,  y  luego  arremetió  el  cauallo  en  que 
venia,  dos  ó  tres  vezes,  diziendo  que  por  que  viese  su 
exercicio  quería  jugar  á  la  chueca,  y  saliendo  muchos 
de  los  cauaiieros  que  ulli  auia  tomaron  cayados,  te- 
niendo ya  el  rey  en  la  mano  el  suyo.  Y  de  ia  manera 
que  los  labradores  en  las  aldeas  de  España  juegan  este 
juego  á  pie,  lo  jugauan  á  cauallo  y  con  la  mesma  con- 
tención y  porfia,  teniendo  á  cada  uno  de  los  dos  extre- 
mos de  la  pla^a  dos  colunas  de  media  pica  de  alto  y 
nueve  ó  diez  píes  una  de  la  otra,  por  donde  enbocauan 
la  bola,  que  era  de  madera  y  del  tamaño  de  las  pelotas 
de  viento  con  que  juegan  en  España.  Los  cayados  son 
de  la  propia  forma  de  los  mallos  de  Europa,  pero  no 
dan  á  la  bola  con  la  frente,  sino  de  traues,  como  los  qne 
juegan  en  España  al  cayado,  siendo  estos  mallos  ó  ca- 
yados de  Persia  menos  fuertes  y  ansi  se  quiebran  mu- 
chos. Y  siendo  el  rey  uno  de  los  que  con  mas  destreza 
y  desenboltura  jugaua,  alerto  á  alcanzar  la  bola  en 
aquel  parage  y  muy  cerca  de  donde  estaua  el  Enbaxa- 
dor, y  gritando  en  muy  alta  y  distincta  boz  el  nonbre 
de  Sanctiago,  le  dio  un  gran  golpe  de  manera  que  la 
arronjó  hasta  el  fín  de  la  pla^a.  Tienen  todos  los  per- 
sianos  muy  fírme  persuasión  que  Sanctiago,  nuestro 
apóstol  y  patrón  de  España,  es  el  mesmo  que  su  profeta 
Alí,  tan  celebrado  y  venerado  de  ellos,  y  ansi  lo  pintan 
sienpre  a  cauallo  y  con  armas  militares,  conbatiendo 
con  sus  enemigos  ó  con  algunas  fíeras , .  no  bastando 
persuasión  alguna  para  sacarles  de  este  error ,  aunque 
uvo  entre  el  uno  y  el  otro  mas  de  seiscientos  años, 
contando  de  este  su  profeta  proezas  y  hazañas  admira- 
bles. El  mesmo  error  tienen  de  San  Jorge,  diziendo  que 
es  el  mesmo  que  otro  sancto  suyo  muy  valiente  á  quien 

8 


—  114  — 

llaman  Chederiem,  estando  en  esta  mesma  persuasión 
tanbien  los  turcos,  y  ansí  los  unos  y  los  otros  cuentan 
á  este  proposito  muchas  y  notables  fábulas.  Continuán- 
dose el  juego,  en  que  tanbien  el  rey  invocaba  el  nonbre 
de  Ali,  le  advirtió  al  Enbaxador  su  intérprete^  como 
cerca  del ,  no  auiendo  sino  otros  dos  persianos  en  me- 
dio, estañan  los  dos  hijos  del  rey,  y  en  medio  de  uno 
y  otro  estañan  otros  dos  honbres  á  cauallo,  y  no  de 
los  principales  y  conocidos.  Y  mirando  disimulada- 
mente el  Enbaxador,  por  las  señas  que  el  intérprete 
daua(i),  vio  al  muchacho  hijo  del  rey  que  auia  visto 
en  el  cenador  del  estanque  el  dia  que  se  lleuó  el  pre- 
sente, que  luego  conoció  ser  aquel  mesmo  que  en  aque- 
lla sazón  alli  estuvo,  y  no  lexos  del  su  ermano,  que  á  lo 
que  paremia  sería  de  edad  de  veinte  y  ^inco  ó  veinte  y 
seis  años,  rrobusto  de  cuerpo,  moreno  y  de  grandes 
mostachos.  Ellos  estañan  en  aparen^ia  de  gran  sumi- 
sión, sin  hablalles  ni  hazerles  ningún  genero  de  cortesía 
nadie  de  los  que  se  ponian  junto  á  ellos  ó  les  pasauan 
delante,  de  manera  que  parecian  no  solamente  no  hijos 
del  rey,  pero  muy  inferiores  de  todos  los  que  podian 
tener  en  el  Maydan  entonges  algún  nonbre.  Y  ansi, 
quando  el  Enbaxador  se  despidió  del  rey  después  de 
auerle  suplicado  le  diese  audiencia    y  prometidosela 
para  otro  dia,  quando  iua  saliendo  de  la  plaga  con  las 
mesmas  luzes  que  la  vez  pasada,  el  muchacho  pasó 
solo  á  cauallo  muy  apriesa  por  junto  al  Enbaxador,  y 
baxando  mucho  la  cabega  en  señal  de  cortesia  fue  mi- 
rándole á  él  y  á  sus  criados  con  mucha  atención  y  lue- 
go boluio  a  pasar  algo  apartado  con  el  mesmo  cuydado 
que  antes.  Este  mogo,  como  e  dicho  ya,  será  de  diez  y 
seis  años,  de  muy  lindo  talle,  blanco,  y  que  se  echa  de 
ver  en  él  tener  buen  natural  y  una  gierta  blandura  y 
generosa  índole,  como  hijo  de  muger  cristiana,  siendo 


(i)   conoció. 


—  ii5  — 

su  madre  georgiana  de  nación.  Llámase  Emancoli  Mir- 
za,  7  el  mayor  Conhabendec ,  los  quales  aunque  con 
nonbre  de  hijos  del  rey  btven  sin  ninguna  aparengia 
ni  estimación  de  dignidad  real,  huyendo  todos  de  co- 
municarles ni  respectarles,  y  queriendo  ellos  lo  mesmo, 
espantados  y  atemorizados  de  la  muerte  miserable  de 
su  ermano  mayor  Safi  Mirza. 

Tuuo  alguna  esperanza  el  Enbaxador  de  poder  tener 
audiencia  y  despacho  dei  rey^  para  con  tienpo  partirse 
á  Ormuz  y  de  alli  á  la  India  y  alcanzar  las  ñaues  en  que 
pudiese  enbarcar  á  España  en  fin  de  Dizienbre  ó  prin- 
cipio de  Enero,  pero  viendo  que  lo  entre tenian  con  las 
mesmas  dilaciones  y  que  se  abiuaua  más  la  fama  de  la 
partida  del  rey,  comentando  ya  á  salir  de  Casbin  mu- 
chos de  los  soldados  que  le  aconpañavan,  tuuo  sospe- 
cha que  le  queria  dexar  en  aquella  giudad  de  tan  en- 
fermo y  pestilencial  aire.  Y  ansí,  aunque  su  negocia- 
ción corría  por  Usenbec,  y  Agamir,  el  secretario  de 
Estado,  no  queria  tratar  della,  no  auiéndosela  el  rey 
cometido,  se  rresoluio  de  velle  una  mañana  en  su  casa, 
adonde  después  de  auer  el  Enbaxador  tratado  con  él 
lo  que  le  páreselo  que  convenia  á  su  despacho,  le  pro- 
metió de  luego  dezírselo  al  rey  y  de  lleualle  la  rrespues- 
ta,  aunque  saliese  del  orden  que  tenia.  Por  otra  parte 
solicitaua  á  Usenbec,  que  cada  dia  venia  á  visitarle  y  á 
dezille  de  parte  del  rey  que  estuuiese  cierto  que  no  se 
partiría  sin  oylle  muy  de  espacio  y  despachalle  á  su 
gusto;  más  esto,  sigun  la  poca  firmeza  y  sigurídad  del 
rey^  no  páresela  verisímil^  aunque  continuauan  los  re- 
galos que  cada  dia  enbíaua  al  Enbaxador,  ofreciéndole 
por  el  mesmo  Usenbec  lo  que  más  gustase  y  bien  le 
uviese  parescido  del  presente  que  vio  en  el  Maydan. 
Pero  el  Enbaxador,  que  estaua  sumamente  sentido  y 
enfadado  de  no  querer  oylle,  le  respondió  que  besaua 
las  manos  á  Su  Alteza  por  la  merced  y  fauor  que  le 
hazia,  más  que  otras  cosas  se  ofrecían  de  presente  en 


que  la  podía  rregíbir  mayor,  y  que  ansí  le  suplicaua  le 
cunpliese  la  palabra  que  como  rey  le  auia  dado  de 
oylle.  Auia  en  este  tienpo  acabado  de  enfermar  graue* 
mente  casi  toda  la  familia  del  Enbaxador,  de  manera 
que  no  auia  quien  le  siruíese,  ni  los  que  auían  enfer- 
mado luego  como  llegó  á  Casbin,  no  convales^ian,  re- 
cayendo muchas  veces;  tal  era  la  mala  calidad  del  ayre 
y  agua  de  aquella  QÍudad.  Y  aunque  el  Enbaxador  su- 
plía en  parte  esta  falta  mandando  traer  agua  de  algu* 
ñas  fuentes  una  legua  fuera  della,  los  enfermos  no  me- 
jorauan,  padeciendo  grandes  y  ardientes  calenturas  con 
fluxo  de  vientre  y  relaxa^ion  de  estomago^  siendo  el 
mejor  y  más  acertado  remedio  para  este  mal,  beuer 
poco,  teniendo  todos  los  pacientes  vehementissima  sed, 
sin  poder  comer  cosa  alguna,  y  siendo  esto  en  la  ma- 
yor fuerza  del  estio  causaua  mayor  molestia  y  trabajo, 
con  grande  espanto  de  los  enfermos  por  el  mucho  nu- 
mero de  gente  que  cada  dia  moría  en  la  giudad,  con 
algunos  criados  y  fauoridos  del  rey.  Con  la  abstinencia 
de  beuer  y  sangrías  en  los  más  robustos  se  hallaua  al- 
guna mejoría,  pero  no  de  manera  que  se  librasen  de 
tan  ínportuno  mal,  aunque  fué  Dios  seruido  que  sin 
ningún  peligro  de  muerte  en  la  casa  y  familia  del  En- 
baxador. Conforme  á  la  relación  que  dauan  los  vezinos 
de  Casbin  solia  venir  esta  epidemia  por  todos  sus  mo- 
radores de  gínco  á  ginco  años,  Ueuando  mucha  gente 
el  año  que  corría,  con  los  mesmos  agidentes  que  se  an 
dicho,  y  quando  con  ellos  se  rrecregia  vehemente  dolor 
de  cabega,  el  mal  conocidamente  era  más  peligroso.  Y 
demás  de  que  el  aire  y  el  agua  era  de  tan  mala  calidad 
y  naturaleza,  corronpiendose  más  en  los  dias  estiuales 
quando  corria  esta  epidemia,  el  clima  de  Casbin,  aun- 
que ya  tan  dentro  de  la  Media,  es  calidíssimo  tanto  y  más 
que  en  la  costa  de  Berueria  cercana  á  España,  y  ansi, 
por  no  poderse  sufrir  el  calor  de  noche  en  los  aposen- 
tos, por  buenos  que  sean,  duermen  todos  generalmen- 


—  117  — 

te  sobre  los  terrados  y  lechos  de  las  casas,  como  en 
Ormuz  y  en  los  demás  lugares  de  Arabia  y  Persía.  Hi- 
zo Agamir  buen  offigio  en  esto  y  dentro  de  dos  dias 
vino  á  visitar  al  Enbaxador  y  á  gertificalle  que  el  rey 
le  daría  lugar  para  que  pudiese  hablarle  á  su  gusto,  y 
que  esto  seria  luego  otro  día,  diziendole  lo  mesmo  Usen- 
bec,  pero  con  todo  esto  no  quedo  síguro,  auiendo  co- 
nocido del  astuto  y  sagaz  ánimo  del  rey  no  querer  que 
le  tratasen  de  las  cosas  de  Ormuz,  y  tanto  rrehuia  esta 
platica  quanto  más  culpado  y  alcanzado  se  auia  de  ha- 
llar en  ella.  Porque  durante  la  paz  con  Su  Magestad 
Catholica  y  las  enbaxadas  que  de  parte  á  parte  por 
tíenpo  de  diez  y  siete  años  se  auian  continuado,  auia 
con  fraude  y  sobre  siguro  ocupado  la  isla  de  Baharen, 
rriquissima  por  la  pesquería  de  sus  perlas,  y  poco  ade- 
lante las  tierras  del  Mogostan,  y  últimamente  la  forta- 
leza de  Comoran  y  isla  de  Queixome^  no  dexando  de 
todo  el  reyno  de  Ormuz  casi  otra  cosa  sino  aquella 
(iudad  y  la  estéril  y  pequeña  isla  en  que  está  situada. 
Salía  ya  muy  apriesa  de  Casbin  á  Soltanía  la  rrecáma- 
ra  del  rey  y  los  demás  inpedimentos  de  su  casa,  publi- 
cándose para  dentro  de  tres  dias  su  partida^  con  que  ya 
el  Enbaxador  no  atendia  sino  á  salir  de  aquella  giudad, 
desconfiado  de  qualquiera  despacho,  porque  el  mal  en 
su  familia  se  augmentaua,  hallándose  el  ansimesmo  con 
poca  salud  y  debilitado,  de  manera  que  no  podia  gas- 
tar el  poco  mantenimiento  con  que  apenas  se  alimen- 
taua,  aunque  de  casi  dos  jornadas  de  alli  le  traian  agua 
del  rio  Jarun,  que  tenía  fama  de  muy  delgada  y  salu- 
dable. En  tanta  priesa  y  alboroto  de  partida  tuvo  auiso 
el  Enbaxador  que  aquel  dia  el  rey  le  quería  dar  audien- 
cia, y  que  vendría  á  la  ora  que  uviese  de  ser  el  apo- 
sentador mayor,  para  aconpañalle,  y  ansí  estuuo  hasta 
muy  tarde  sin  ser  auisado.  Mas  ya  que  se  quería  poner 
el  sol  vino  el  aposentador  con  otros  dos  persianos  á 
cauallo  y  le  dixo  de  parte  del  rey  que  se  fuese  luego  á 


-  ii8  — 

entretenerse  un  poco  al  Maydan,  adonde  el  quedaua, 
y  que  sin  falta  otro  día  le  hablaría.  Si  no  pares^iera 
contumacia  estuuo  por  no  ir  el  Enbaxador,  porque  bien 
cono9io  de  tanta  variedad  lo  poco  que  auia  de  aprove- 
char lo  que  tratase  en  materia  del  reyno  de  Ormuz 
aunque  le  diese  una  y  muchas  audiencias,  quanto  y  más 
que  de  qualquiera  dudaua  ya;  pero  hizolo  por  facilitar 
su  salida  de  Casbin,  auiendo  en  estos  vltimos  dias  te- 
nido auiso  que  lo  quería  dexar  en  el.  Y  ansi,  con  los 
pocos  criados  que  pudieron  subir  á  cauallo  se  fué  al 
Maydan,  adonde  hallo  al  rey  con  toda  la  gente  que  so- 
lia  estar  alli  los  otros  dias.  Mandó  el  rey  luego  cesar 
las  tronpetas  y  tabales  que  continuamente  tañían  quan- 
do  el  estaua  en  la  plaza,  y  hizo  señas  al  Enbaxador 
para  que  se  pasease  con  él,  el  qual  luego  entendió  que 
alli  quería  que  se  concluyese  la  audiencia,  y  llamando 
á  uno  de  sus  intérpretes  le  amenazó  que  le  haria  matar 
sino  aclarase  al  rey  muy  puntualmente  quanto  le  dixe- 
se,  y  que  aunque  no  sabia  la  lengua  turquesca,  ni  per- 
siana, echaría  de  uer  de  lo  que  el  rey  respondiese,  si 
hazia  fielmente  su  ofí^io.  Y  poniéndose  el  intérprete  en 
medio  se  comento  el  rey  á  pasear  con  el  Enbaxador, 
diziendole  que  alli  podría  tratar  con  el  lo  que  quisiese, 
porque  el  tienpo  no  daua  lugar  á  mayor  espacio^  y  en 
acabando  de  dezir  esto,  sin  dar  lugar  á  que  el  Enbaxa- 
dor le  comentase  á  proponer  cosa  alguna,  comento 
muy  de  proposito  á  tratar  de  la  materia  sobre  que  ya 
se  auia  largamente  hablado  en  el  jardin  del  mesmo 
Maydan  algunos  dias  antes,  de  no  quererse  ligar  los 
principes  de  Europa  y  de  común  consentimiento  mo- 
ver la  guerra  al  Turco. 

El  Enbaxador  le  atajó  porque  el  continuaua  artificio- 
samente esta  platica,  diziendole  que  ya  sobre  esto 
auia  satisfecho  bastantemente  á  Su  Alteza ,  y  que  pues 
el  tienpo  era  tan  limitado,  le  diese  lugar  á  tratar  otras 
cosas  que  tanbien  traia  por  comisión  del  rey  su  señor, 


—  119  — 

sobre  que  aun  no  auía  hablado.  Bolvío  con  mucha 
presteza  el  rey  de  Persia,  sin  responder  á  proposito,  á 
hablar  en  lo  que  antes,  encareciendo  las  victorias  que 
auia  tenido  de  sus  enemigos ,  mayormente  de  los  tur- 
cos, y  que  los  reyes  cristianos  no  se  disponian  á  hazer 
nada,  estándose  ociosos  en  tanto  que  el  con  tanto  pe- 
ligro de  su  persona  y  de  las  de  todos  sus  vasallos  hazia 
solo  la  guerra  al  enemigo  común.  Y  como  no  parase 
de  hablar,  ni  diese  lugar  al  interprete  á  referir  nada^ 
echaua  bien  de  ver  el  Enbaxador,  aunque  no  lo  tuuiera 
ya  conocido,  que  por  ningún  caso  el  rey  quería  que  le 
hablase  sobre  la  rrestitu^ion  de  lo  injustamente  vsur- 
pado  del  reino  de  Ormuz,  y  que  por  esta  rrazon^  de 
industria  queria  entretener  y  gastar  el  tienpo  hasta 
que  fuese  noche^  que  comentaba  ya  a  gerrar,  y  con 
esto  concluir  la  aparente  y  fingida  audiengia.  Y  aun- 
que (i)  el  rey  se  paseaua  á  cauallo,  como  ya  se  a  dicho, 
con  el  Enbaxador  y  su  interprete,  sin  otra  persona  (a), 
algunas  vezes  llegaua  uno  ó  dos  de  aquellos  persianos 
que  mas  ^erca  ordinariamente  andauan  de  su  persona, 
y  se  ponian  detras  del,  algo  apartados,  y  luego  se  bol- 
uian,  y  en  muy  poco  interuallo  de  tienpo  Uegauan  otros 
haziendo  lo  mismo.  Estaua  la  plaga  alderredor,  aun- 
que era  tan  grande,  llena  de  toda  la  gente  de  la  corte 
y  estrangeros,  que  con  ser  en  tanto  numero  auia  un 
notable  y  profundo  silencio,  entre  los  quales  se  hallaua 
Ali  Baxa,  muy  valido  entonces  del  rey,  aunque  turco 
de  nagion,  el  qual,  por  auer  perdido  la  fortaleza  de 
Tauris,  de  que  era  capitán,  se  quedo  en  su  seruício  (3) 
temiendo  el  castigo  que  el  Gran  Turco  le  podría  dar. 
En  fin,  viendo  el  Enbaxador  que  era  ya  poco  menos 
que  noche,  le  dixo  al  rey  que  le  suplicaua  le  diese  lu- 


(i)    como  s€  a  dicho, 

(a)    alguna. 

(3)    del  rey  de  Persia, 


—    122  — 


para  que  se  boluiese  por  Spaham  á  Ormuz.  El  Enba- 
xador  le  rrespondio  que  aunque  casi  todos  los  criados 
que  le  auian  de  seruir  estauan  enfermos  y  él  no  bien 
sano^  que  baria  lo  que  Su  Alteza  le  mandase.  Boluío 
luego  á  le  agradecer  de  parte  del  rey  el  ofíre^imiento^ 
y  á  dezille  que  él  daría  recaudo  para  que  los  que  no 
pudiesen  caminar  de  su  familia  se  enbiasen  de  allí  con 
toda  sigurídad  á  Spahan^  y  ansi  mandó  luego  todo  el 
despacho  necesario  para  lo  uno  y  para  lo  otro.  Y  aun- 
que el  Enbaxador  se  via  muy  enbara^ado  con  la  difi- 
cultad de  los  muchos  enfermos,  fue  tanto  el  miedo  que 
todos  cobraron,  sabiendo  que  los  enbiauan  á  Spahan, 
aunque  á  tanto  mejor  lugar  y  mas  saludable,  que  rre- 
pentinamente  se  leuantaron  y  vistieron  todos,  diziendo 
que  ya  estauan  buenos  y  que  querían  ir  á  Soltania.  Co- 
mentaron luego,  cayendo  y  leuantando,  á  enfardelar 
cada  uno  su  rropa  y  lo  que  se  auia  de  Ueuar  para  ser- 
UÍ9Í0  del  Enbaxador,  de  manera  que  otro  dia  estuuo 
todo  aprestado^  mostrándose,  sigun  dezia  Ussenbec,  el 
rey  muy  agrade9Ído  y  contento  de  querer  el  Enbaxa- 
dor aconpañalle  hasta  rre^íbir  la  enbaxada  y  legarla 
indiana.  Pero  como  al  rey  le  llegase  el  mesmo  dia  un 
apresurado  correo  de  Carchicabec ,  governador  de 
Tauris,  con  auiso  cierto  de  que  Cali  Baxa,  general  del 
Turco,  auia  desde  Caramit  llegado  á  Van  con  un  exer- 
cito  de  dozientos  mil  honbres,  sin  los  aventureros, 
mudó  de  parecer,  y  ansí  enbio  á  dezir  al  Enbaxador  la 
causa  que  le  obligaua  luego  á  partirse  á  Ardeuil,  y  de 
alli  dar  orden  para  resistir  á  su  enemigo.  Y  que  pues 
no  le  daua  el  tienpo  lugar  para  detenerse  en  Soltania, 
ni  rrefibir  alli  el  Enbaxador  del  Mogor,  que  se  podia 
partir  á  Spahan  y  aguardalle  en  aquella  Qiudad,  por- 
que luego  auia  de  ser  en  ella  en  dándole  lugar  á  ello  la 
guerra  que  tenia  entre  las  manos.  Sintió  mucho  esto  el 
Enbaxador,  porque  con  ello  se  le  inpedia  del  todo  lo 
que  él  deseaua,  no  despachándole  el  rey  a  tienpo  que 


—   123  — 

pudiese  llegar  á  Ormuz  y  de  allí  á  la  India  para  se  po* 
der  enbarcar  á  España  en  las  naos  que  se  esperauan 
este  año,  no  auiendole  sucedido  entre  todos  los  traba- 
xos  y  contras  de  su  jornada  ninguno  de  que  tanto  le 
pesase  como  de  este,  dilatándosele  por  lo  menos  un  año 
mas  la  buelta  á  España,  cosa  que  tanto  deseaua.  El 
rey  salió  luego  aquella  tarde  de  Casbin  á  una  huerta 
dos  leguas  fuera  de  la  Qiudad,  auiendo  algunos  dias  an- 
tes enbíado  á  Spahan  á  su  tia  la  Begun  y  á  mucha  can- 
tidad de  las  mugeres  que  él  mas  estímaua,  en  guarda  y 
conpañia  de  un  muy  confidente  y  fiel  criado  llamado 
Lala  Bec.  Y  aunque  boluio  otro  dia  por  la  mañana  á  la 
(iudad,  sigun  se  entendió  á  visitar  algunas  mugeres  del 
árame  que  allí  quedauan,  luego  poco  después  de  medio 
dia,  con  un  muy  ardentissimo  sol  se  partió  al  exercito, 
que  parte  del  caminaua  ya  la  buelta  de  Ardevil.  El  En- 
baxador,  con  los  ministros  que  alli  quedaron  y  á  quien 
quedó  cometido  su  despacho,  que  eran  el  governador 
y  factor,  comentó  é  negociar  su  partida  á  Spahan ,  no 
viendo  la  ora  que  salir  de  alli,  porque  los  enfermos  que 
se  auian  alentado  para  la  ida  de  Soltania,  temiendo  que 
los  dexase  el  Enbaxador  desamparados,  como  se  a  di- 
cho, boluieron  á  estar  mucho  peores,  cayendo  otros 
de  los  que  auian  quedado  sanos,  y  tenia  por  sin  duda 
que  mudando  aire  mejorarían  todos,  como  después  su- 
cedió. 

Sin  la  familia  del  Enbaxador,  que  Uegaua  á  más  de 
ochenta  personas,  se  rrecogian  en  su  posada  otras  mu- 
chas, ansi  de  los  estrangeros  que  rresidian  en  Spaham 
y  entonces  auian  venido  á  Casbin,  como  de  algunos 
soldados  y  frayles  portugueses  que  pasauan  desde  la 
India  por  tierra  á  España,  sin  los  quales  auia  tanbien 
otros  castellanos  que  desde  las  PhiUpinas,  por  no  auer 
alcangado  las  ñaues  para  poderse  enbarcar  en  Goa,  ha- 
zian  el  mesmo  camino.  Y  como  el  rey  de  Persía  tuuie- 
se  con  gran  rrigor  gerrado  el  camino  para  Bagadad,  y 


—   124  — 

toda  esta  gente  acudido  al  Enbaxador,  para  facilitar  su 
viage  les  auia  alcanzado  del  rey  síguridad  y  pasaporte 
para  poderlo  hazer  (i)  sin  que  sus  governadores  de  la 
prouingía  de  Susien  se  lo  pudiesen  inpedir.  Entre  los 
que  venian  de  las  Philipinas  eran  fray  Hernando  de  Mo- 
raga, custodio  de  los  frayles  descalzos  de  San  Francisco 
de  aquella  prouincia,  y  el  capitán  Mondragon,  los  qua- 
les  lleuavan  cartas  de  don  Gerónimo  de  Silua^  go- 
uernador  de  aquellas  islas,  con  auiso  á  Su  Magostad 
Catholica  de  la  victoria  que  los  pocos  soldados  y  vezí- 
nos  de  la  giudad  de  Manilla  auian  tenido  en  la  playa 
honda^  de  la  armada  olandesa,  por  el  mes  de  Abril  del 
año  pasado  de   1617.  Auia  rre^ibido  el  Enbaxador 
grande  gusto  y  contento  con  esta  nueua,  por  estar 
muy  de  quiebra  la  rreputagion  de  los  portugueses  en 
la  India  en  lo  tocante  á  la  miligia  maritima,  con  el  mal 
suceso  de  ^urrate,  tres  años  antes^  aunque  este  más  se 
pudo  atribuir  á  la  notable  couardia  y  suma  inperí^ia  de 
toda  disciplina  militar  de  don  Gerónimo  de  Azeuedo, 
virrey  de  la  India  y  general  de  aquella  grande  armada^ 
que  al  poco  valor  de  sus  soldados,  auiendolo  mostrado 
muy  grande  antes  en  todas  las  ocasiones  que  ¿e  les 
auia  offresfido.  Fué  de  mayor  estima  la  victoria  de 
Manilla,  demás  de  lo  rreferido,  por  auer  sucedido  des- 
pués de  la  muerte  de  don  Juan  de  Silua,  su  governador 
y  capitán  general,  no  auíendo  aun  llegado  de  Maluco 
don  Gerónimo,  que  en  aquel  gouierno  se  entendió  le 
sucedía,  y  hallándose  aquellos  pocos  españoles  sin  ca- 
bera conpetente  para  ocasión  semejante.  Y  porque  al- 
gunos dias  antes  que  el  rey  se  partiese  llegaron  á  Cas- 
bin  los  dichos  frayles  y  soldados  con  larga  rrela^ion  de 
lo  sucedido  y  con  la  pintura  y  estanpa  de  la  batalla 
como  auia  pasado,  lo  enbió  luego  el  Enbaxador  á  de- 
zir  al  rey,  mostrándole  al  aposentador  mayor  y  secre- 

(i)    sigura. 


—  ia5  — 

tarío  la  dicha  pintura^  aunque  del  todo  ignorantes  de 
las  cosas  de  mar,  porque  ansi  ellos  como  su  rey^  con  la 
relación  que  los  ingleses  que  andauan  en  su  corte  le3 
auian  hecho,  engrandeciendo  la  victoria  de  Qurrate, 
los  tenian  en  grande  opinión,  y  en  muy  poca  á  los 
portugueses. 

No  auiendose  dicho  hasta  agora  la  ocasión  de  la  ve- 
nida de  estos  ingleses  á  Persia,  viene  bien  en  este  lu- 
gar hazer  della  alguna  relación,  como  cosa  que  en 
parte  toca  á  esta  enbaxada  que  en  el  presente  tienpo 
enbió  Su  Magestad  Catholíca  al  rey  de  Persia.  Casi 
veinte  años  antes  de  la  llegada  del  Enbaxador  apor- 
taron á  estas  partes  dos  ingleses^  ermanos,  llamados 
Antonio  y  Roberto  Sirley,  con  algunos  otros  de  su  na- 
ción, los  quales,  ó  por  la  inclinación  que  otros  muchos 
de  Europa  tienen  de  peregrinar,  notar  y  ver  naciones 
y  prouingias  remotas  de  las  suyas,  ó  por  auer  tomado 
y  enprendido  esta  su  jornada  por  particular  manera  y 
profesión  de  biuir  (i)^  como  después  por  el  progre- 
so (a)  de  su  vida  pares^io,  se  quedaron  en  la  Persia 
offregiendose  á  seruír  á  su  rey.  Y  porque  ellos  eran 
mofos,  y  particularmente  el  don  Antonio  hablaua  suel- 
ta y  desenbueltamente  en  muchas  cosas  de  Europa, 
como  honbre  que  avia  estado  algún  tienpo  en  Italia, 
el  rey  de  Persia  los  admitió  y  entretuuo  en  su  corte,  y 
esto  con  tanto  mas  muestras  de  fauor  quanto  eran  ma- 
yores las  cosas  que  los  dos  ermanos  le  prometian, 
off regiéndose  á  llevarle  enbaxadas  de  su  parte,  ansi  al 
Papa  como  á  todos  los  demás  principes  de  Europa,  y 
facilitándole  el  poderse  vnir  y  confederar  para  que  de 
común  consentimiento  se  le  mouiese  poderosamente 
la  guerra  al  Turco.  Y  como  las  ofertas  y  arbitrios  que 
se  dan  á  los  reyes,  aunque  sean  por  semejante  genero 


(i)    suya. 

(i)    Ms.,  progueso. 


—    126  — 

de  gente  lleuan  stenpre  delante  aparente  grandeza  y 
prouecho  para  los  dichos  reyes,  mayormente  que  con 
rrazones  sophisticas  les  dan  á  entender  que  el  tal  bene- 
ñfío  será  sin  ningún  riesgo  suyo,  ni  de  sus  vasallos, 
por  la  mayor  parte  son  admitidos  y  premiados  los  in- 
ventores de  tales  machinas,  y  ansi  fácilmente  pudieron 
estos  ingleses  persuadir  al  rey  para  que  al  don  Anto- 
nio, que  era  el  mayor  de  los  dos,  lo  enbiase  por  su  en- 
baxador  á  Europa,  juntamente  con  otro  persiano  lla- 
mado Assenbec,  nonbrado  tanbien  en  el  mesmo  cargo 
y  dignidad,  quedándose  don  Roberto  en  su  corte.  Su- 
cedió en  esta  jornada,  que  se  hizo  por  Tartaria,  Mos- 
couia  y  Alemana  y  de  ay  á  Italia  y  á  España,  reñir 
camino  de  Roma  ios  enbaxadores,  y  quedándose  el  in- 
glés en  Italia,  el  persiano  pasó  á  España,  y  después  de 
ser  muy  festejado  y  rremunerado,  ansi  él  como  los 
demás  de  su  conpañia,  de  Su  Magestad  Catholica^  se 
enbarcó  en  Liisboa  para  la  India  y  de  alli  boluio  por 
Ormuz  á  Persía.  Acudió  algunos  años  adelante  el  don 
Antonio  Sirley  á  la  corte  de  España,  que  auia  buelto 
de  Valladolid  á  Madrid,  y  con  sus  vsadas  artes  y  buena 
inteligencia  (i)  trató  con  los  ministros  de  Su  Magestad 
de  seruille  en  la  guerra^  encareciendo  la  mucha  práti- 
ca  y  conocimiento  que  tenia  de  la  disciplina  naual  ma- 
rítima ,  para  lo  cual  dio  algunos  arbitrios  con  que 
tanbien  engañó  á  los  consejeros  que  le  admitieron  y 
creyeron.  Estos  sus  arbitrios  vinieron  después  á  parar 
en  que  auiendose  armado  algunos  nauios  con  mucha 
costa  de  Su  Magestad,  en  Sicilia^  y  nonbrandole  á  él 
por  cabo  dellos,  sin  fruto  ni  efecto  alguno  en  muy  po- 
cos dias  se  deshizo  y  desvaneció  esta  armada^  auiendo 
antes  prometido  atreuidamente  que  auia  de  infestar  y 
hazer  grandes  daños  al  Turco,  ansi  en  las  costas  y 
marinas  de  Grecia,  como  en  las  islas  del  Archipiélago. 

(O  yofficio. 


—  1*7  — 

Pero  aunque  estas  machinas  y  mal  aprouadas  inven- 
ciones suyas  salieron  del  todo  inciertas,  supo  tan  bien 
negociar  después  que  boluio  á  la  corte^  que  Su  Mages- 
tad  le  hizo  merced  de  un  honorifíco  y  anplo  stipendio 
cada  año,  con  rresiden^ía  en  la  ^iudad  de  Granada, 
adonde  quedaba  al  ttenpo  que  el  Enbaxador  de  Su 
Magestad  Catholica  salió  de  España,  ocupado,  sigun  se 
dezia,  en  buscar  minas  de  oro  y  plata  por  las  muy  ás- 
peras y  encunbradas  sierras  de  aquel  reyno. 

Don  Roberto,  algunos  años  después  de  la  jornada  de 
su  ermano,  tanbien  pasó  por  Enbaxador  del  rey  de 
Persia  á  Europa,  hazíendo  el  mesmo  viage  por  Mosco* 
uia,  y  después  de  auer  estado  en  la  corte  del  Enpera- 
dor  y  en  la  del  Papa,  pasó  á  España,  adonde  estuuo 
catorce  meses,  subministrándole  en  todo  este  tienpo 
por  los  ministros  y  offí^iales  de  Su  Magestad  Catholi- 
ca abundantemente  y  con  mucha  grandeza  todo  lo  ne- 
cesario á  él  y  á  toda  su  familia,  de  manera  que  ansi  en 
esto  como  en  otras  mercedes  recibidas  se  gastaron 
treinta  mil  ducados.  Las  cosas  que  en  el  dicho  tienpo 
propuso  y  trató,  tocantes  á  su  enbaxada,  fueron  aque- 
llas mesmas  que  él  auia  dado  por  arbitrio  al  rey  de 
Persia,  todas  vanas  y  sin  ningún  fundamento,  como  se 
dirá  adelante.  Y  como  al  cabo  de  algunos  meses  después 
de  su  llegada  se  comentase  ya  á  conoger  por  honbre 
de  invenciones  poco  siguras,  se  anduuo  con  él  con  mas 
cuydado,  hasta  que  le  fueron  tomadas  algunas  cartas 
que  ansi  dellas  como  de  auisos  que  se  tuuieron  de 
Olanda  se  supo  que  trataua  con  aquellos  Estados  cosas 
muy  en  perjuizio  de  Su  Magestad  y  del  todo  contrarias 
á  lo  que  por  su  enbaxada  publicaua,  diziendo  que  su 
fin  principal  á  lo  que  era  venido  era  por  efectuar  algu- 
na paz  y  convenencia  entre  el  rey  de  Persia  y  los  di- 
chos Estados,  para  lo  cual  procurava  salirse  de  la 
corte,  adonde  se  entretenía  proponiendo  fingidamente 
cosas  inposibles  para  que  ninguna  se  aceptase  ni  efec- 


—    128  — 

tuase.  Con  esta  Certeza  y  conproua^ion  de  la  sospecha 
que  antes  se  tenía  de  tan  pernicioso  engañador,  uvo 
pareceres  de  que  se  prendiese  y  castigase  sigun  la  ca- 
lidad del  delito,  sin  guardalle  la  inmunidad  de  Enbaxa- 
dor,  pero  otros  tuuieron  que  al  fin  se  le  auia  de  obser- 
uar,  aunque  justamente  merecedor  de  qualquiera  graue 
pena  y  castigo,  porque  no  paresgíese  á  los  que  estauan 
mas  lexos  y  que  no  tenian  aun  noticia  de  sus  enbustes, 
que  en  parte  se  violaua  el  vniversal  y  en  todos  tienpos 
guardado  derecho  de  las  gentes,  y  ansi  se  ligengio  tá- 
citamente de  aquella  corte,  sin  publicarse  nada  de  lo 
que  intentaua  y  trataua,  antes  mandando  Su  Magestad 
dar[le]  buena  suma  de  dinero  para  el  camino.  Como 
antes  lo  auia  ofíre^ido  se  enbarcó  desde  España  para 
Olanda,  proponiendo  en  aquellos  Estados  el  grande  vtíl 
que  se  les  síguiria  de  la  amistad  con  el  rey  de  Persia, 
siguiendosele[s]  dello  poder  traer  con  sus  ñaues  cada 
año  toda  la  seda  que  de  las  prouingias  subjectas  á  aquel 
reyno  se  lleuaua  en  carauanas  á  Alepo  y  á  Damasco, 
siendo  la  intención  de  su  rey  quitar  este  comercio  de 
las  tierras  del  Turco  y  que  se  comunicase  y  transfi- 
riese á  Europa  por  la  nauegagion  del  mar  Occeano.  Y 
que  ansimesmo,  que  las  ñaues  que  uviesen  de  cargar 
de  esta  seda  podrían  contratar  tanbien  (i)  en  el  puerto 
de  Qurrate,  del  reino  de  Canbaya,  subjecto  al  Mogor, 
vendiendo  alli  las  mercadurías  que  lleuasen  de  Olanda, 
Flandes  é  Inglaterra,  encareciéndoles  la  ganancia  gran- 
de que  de  la  tal  contratación  se  les  podría  seguir.  Los 
Estados  no  aceptaron  nada  de  lo  propuesto  porque  no 
era  cosa  muy  difícil  conocer  la  flaqueza  de  sus  mal  fun- 
dadas rrazones,  ó  porque  hallándose  ocupados  con  las 
nauegaciones  que  hazian  á  las  rriquísimas  islas  orien- 
tales del  Sur  y  costa  de  la  India  mayor,  ó  por  qualquie- 
ra otra  no  sabida  ni  diuulgada  causa,  no  querían  ocu- 


(i)    ansimesmo. 


—  i»9  - 

par  sus  armadas  en  otra  enpresa  mas  de  en  aquella 
de  que  tanta  rriqueza  y  prouecho  annualmente  les  ve- 
nia. Pasó  don  Roberto  de  Olanda  á  Inglaterra  offre- 
QÍendo  lo  mesmo  á  aquel  rey,  mas  por  la  nueua  amis- 
tad y  confederación  que  tenia  con  Su  Magestad  Catho- 
lica,  y  lo  mas  ^ierto,  por  no  dalle  crédito,  no  solo  no 
lo  admitió,  pero  vedó  que  no  pares^iese  delante  del  con 
el  habito  de  persiano  que  con  notable  inpudencia,  ansi 
en  España  como  en  las  demás  partes  de  Europa,  el  y 
sus  criados  publicamente  traia[n].  Viéndose  frustra- 
do (i)  de  lo  que  auia  dos  vezes  provado  poco  felizmente, 
por  no  dexar  nada  por  intentar  trató  primero  con  el 
principe  de  Gales  por  medio  de  algunos  fauoridos  suyos, 
que  en  su  nonbre  y  debaxo  de  su  protección  pudiesen 
hazer  esta  nauegagion  á  la  India  algunos  mercaderes  á 
quien  él  auia  ya  offrescido  cierta  ganancia  si  metiesen 
caudal  para  enbiar  dos  ó  tres  ñaues  con  mercadurías  á 
Qurrate,  con  el  rretorno  de  la  seda  de  Persia.  Y  como 
el  dicho  principe^  que  comen^aua  ya  á  tener  edad  de 
honbre,  con  espíritus  leuantados  de  generosa  Índole,  se 
inclinase  á  esto,  se  comengaron  á  preuenir  tres  nauíos 
para  comentar  y  prouar  como  salían  las  ofertas  de  esta 
jornada  y  ganancia  que  della  se  podía  siguir.  Pero  la 
arrebatada  y  tenprana  muerte  de  aquel  príncipe  deshi- 
zo este  primer  movimiento,  aunque  después  hizo  tan- 
tas diligencias  por  medio  de  algunos  parientes  suyos, 
y  supo  tan  bien  encarecer  lo  que  quiso,  que  se  mouie- 
ron  los  mercaderes  mas  cudiciosos  y  entre  ellos  arma- 
ron dos  ó  tres  nauios,  enbarcandose  en  el  uno  dellos  el 
inventor  y  promovedor  de  esta  enpresa.  Y  como  en  el 
camino  se  apartase  de  los  dos  con  un  tenporal,  fue  á 
parar  á  la  isla  de  San  Lorenco,  por  la  parte  de  dentro^ 
en  la  costa  occidental  della  que  mira  á  la  costa  de  la 
Cafreria  y  cabo  de  las  Corrientes,  y  allí  descubrió  una 


(i)    Ms.fru5tado. 


—  i3o  — 

baia  en  que  entra  un  rríocon  cantidad  de  buena  agua, 
surgidero  siguro  para  qualesquiera  nauíos.  Los  otros 
dos  fueron  á  parar  á  ^urrate,  adonde  auiendo  cargado 
de  rropa  de  algodón,  que  allí  ay  mucha  y  muy  barata, 
y  estando  para  salir  del  puerto  dieron  en  ellos  algunos 
galeones  que  desde  Goa  auian  salido  en  su  demanda, 
pero  saluandose  con  mucha  ligereza  y  destreza  por 
medio  dellos,  fueron  de  alli  á  las  islas  de  la  Spe^ieria, 
adonde  conpraron  gran  cantidad  della  con  la  rropa  que 
de  Qurrate  lleuaron,  y  de  alli  boluieron  con  ganan<;ia 
á  Inglaterra.  El  don  Roberto,  desde  la  isla  de  San  Lo- 
renzo lleuó  su  derrota  al  cabo  de  Ro9algate  y  después 
de  auerlo  doblado  anduuo  rrecono9Íendo  la  costa  fron- 
tera de  la  tierra  firme  de  Persia  y  sondó  la  ensenada  de 
Guadel,  y  después  la  de  Jasques,  pares9Íendole  esta 
mas  á  proposito,  por  ser  mas  9ercana  de  aquel  reyno, 
para  llegar  alli  las  naos  y  rrecoger  la  seda  que,  sigun 
el  arbitrio  que  á  su  rey  auía  dado,  se  le  auia  de  con- 
prar  y  llevar  por  mar  á  Europa.  De  aqui,  sin  desen- 
barcarse,  nauegó  á  la  costa  del  ^inde  y  subiendo  por 
la  corriente  de  este  famoso  río,  que  es  el  antiguo  Indo, 
llegó  á  la  <;iudad  de  Tata,  enporio  muy  cono9ido  de  la 
primera  India,  y  parc9Íendole  que  era  bien  ver  si  podia 
persuadir  al  Mogor  con  algunos  de  sus  propuestos,  de- 
más de  que  él  lleuaua  algunas  joyas  y  piedras  de  Eu- 
ropa, como  honbre  que  hazia  profesión  de  aquel  arte, 
tomó  el  camino  de  la  corte  de  aquel  gran  principe, 
adonde  rresidio  y  estuuo  algún  tíenpo;  lo  que  alli  trató, 
ni  lo  sabe  ni  se  curo  de  informar  dello  quien  esto  es- 
criue,  pero  buenamente  se  puede  creer  que  serian  co- 
sas muy  semejantes  á  las  que  auia  tratado  con  otros  ( i) 
y  en  poco  vtil  del  estado  de  la  India,  de  que  aquel  rey 
es  tan  vezino,  sigun  este  honbrezíllo  vagabundo  procu- 
raua,  en  quanto  el  podia,  dañar  y  molestar  todo  lo  que 

(i)    reyes. 


á  Su  Magestad  CathoHca  tocase^  en  pago  del  buen  hos- 
pedage  y  rregalo  que  en  España  se  le  hizo.  De  la  corte 
del  Mogor  boluio  por  el  camino  de  Candar  y  Corasan 
á  Persia,  mucho  más  cargado  de  arbitrios  y  vanas  in- 
venciones que  nunca,  y  ansi  luego  comento  á  tratar- 
los por  medio  de  algunos  ministros  del  rey,  el  qual,  por 
auer  ya  conogido  su  manera  de  vida  no  le  admitió  con 
la  gracia  en  que  antes  estuuo  con  él.  Mas  como  en  las 
cortes  de  los  reyes  puedan  tanto  las  negociaciones  y 
buenas  inteligencias  que  por  el  eñcaz  medio  de  la  lar- 
gicion  se  tiene  con  sus  ministros,  y  de  aquesta  arte 
fuese  don  Roberto  admirable  artifice,  repartió  liberal- 
mente  entre  los  que  le  pareció  mas  á  proposito  gran 
parte  de  lo  que  de  la  corte  del  Mogor  auia  traído.  Por- 
que alli,  blasonando  magniñcamente  de  su  persona, 
diziendo  que  era  un  gran  señor  de  Inglaterra  que  ve- 
nia á  seruille,  afirmó  que  en  el  puerto  de  (^inde  le 
auian  rrobado  ciertos  soldados  portugueses,  en  diuer- 
sas  joyas  y  dineros,  dozientos  mil  ducados,  lo  mas  de 
lo  qual  traía  á  presentar  al  mesmo  rey.  El  qual,  aun- 
que no  creyó  todo  lo  que  inpudente  y  audazmente  le 
rrepresentaua,  le  mandó  dar  alguna  suma  de  dinero  y 
un  elephante  en  que  viniese  á  Persia.  Con  esto,  como 
tuuiese  gratos  y  de  su  parte  á  tres  ó  quatro  de  aquellos 
que  mas  ordinariamente  con  el  rey  comunicauan,  al- 
cancó  del  que  le  oyese,  mayormente  diziendo  que  lo 
que  auia  de  tratar  eran  cosas  muy  importantes  al  acre- 
centamiento de  su  estado  y  en  euidente  daño  del  Tur- 
co su  enemigo,  y  que  para  que  esto  se  executase  y  tu- 
uiese efecto  se  offrecia  á  pasar  otra  vez  á  Europa  con 
su  enbaxada  (i).  Después  de  admitido  sacó  un  gran 
papel  en  lengua  persiana,  que  contenia  lo  siguiente: 
que  para  quitar  al  Turco  lo  mas  inportante  del  comer- 
Cío  y  contratación  de  Alepo,  que  era  el  trato  de  la  seda, 

(i  )    y  porque  estas  cosas. 


—  lia  — 

Sé  ofrecía  que  pues  casi  toda  ella  se  lleuaua  de  los  rey- 
nos  y  prouin^ias  subjectas  á  la  Persía,  la  Ueuasen  mer- 
caderes ingleses  al  puerto  de  lasques^  para  que  por 
mar  se  transfiriese  este  comer9Ío  á  Europa,  pagándo- 
sela á  sus  vasallos  á  más  subido  pregio  y  con  más  ga- 
nan<;ia  que  la  pagauan  los  mercaderes  armenios  y  per- 
sianos  que  en  sus  carauanas  la  lleuauan  á  Alepo  y  á 
Damasco;  que  todos  los  paños  y  otras  mercangias  que 
los  dichos  ingleses  traian  á  Alepo  por  el  mar  Medite- 
rráneo, se  traerían  por  el  Oc<;eano  á  Jasques,  con  gran 
beneñgio  de  toda  la  Persía.  Que  demás  deste  comercio 
vendría  de  Inglaterra,  ó  de  Olanda^  una  esquadra  de 
galeones  quando  Su  Magestad  Catholica  no  quisiese  á 
su  costa  sustentar  otra  semejante,  para  que  inpidiese 
la  nauega^ion  del  mar  Roxo,  no  dexando  pasar  ñaues 
de  la  India  á  Gida,  ni  á  Suez,  ni  á  los  demás  puertos  de 
Arabia  y  ^Egipto,  con  lo  qual  se  enflaquecerían  y  de- 
bilitar ian  las  fuerzas  del  Turco,  faltándole  el  comer<;io 
del  Cairo,  de  donde  le  rresultaua  la  mayor  pjirte  de 
sus  rriquezas.  Que  se  atreuia  á  persuadir  á  los  re3res  de 
Europa  á  que  con  grande  armada  rrepentinamente 
asaltasen  la  costa  de  ^Egipto  y  tomasen  á  Damiata, 
Roxeta  y  Alexandria,  y  que  se  fortificasen  en  estos 
puertos,  con  lo  qual  le  quitarian  al  Turco  la  mas  rrica 
provincia  de  su  inperio.  Y  finalmente,  que  inpedida  la 
seda  que  no  pasase  á  Alepo,  y  la  navegación  del  mar 
Roxo,  en  la  forma  que  se  a  dicho,  el  Turco  quedaua 
pobre  y  sin  la  potencia  de  dinero  con  que  cada  año 
mouia  la  guerra  al  rey  de  Persia,  juntamente  con  que  la 
contratación  que  los  ingleses  tenian  en  Constantinopla, 
Alepo,  el  Cairo  y  en  las  demás  ciudades  del  señorío  del 
Turco  lo  quitarian,  y  se  convertiría  todo  por  el  (i)  mar 
Occeano  á  Jasques,  con  que  se  engrandecería  y  enno- 
blecería aquel  puerto.  Ofrecía  ansimesmo,  como  cosa 


(i)    ^Mediterráneo. 


—  i33  — 

que  le  costaua  tan  poco,  que  el  rey  de  Inglaterra  man- 
daría salir  el  Enba^ador  que  ordinariamente  asistía  en 
Constantinopla,  y  que  con  mucho  splendor  y  grande- 
za enbiaria  otro  para  que  estuuiese  sienpre  en  su  corte. 
Todas  estas  cosas  que  en  si  eran  tan  rridiculas  y  que 
con  ninguna  rrazon  se  podían  conprehender^  no  tanto 
por  el  prouecho  que  dellas  le  podría  rresultar  al  rey  de 
Persia,  como  del  daño  que  amenazauan  al  Turco  qui- 
tándole el  comercio  del  Cairo  y  Alepo,  fueron  del  ad- 
mitidas, pareQÍendole  juntamente  con  esto  que  perdía 
poco  en  boluer  á  enbiar  este  honbre  á  Europa,  con  lo 
qual  tanbíen  se  descargaua  del,  no  sabiendo  en  que 
ocupalle,  como  después  se  supo  en  Persia  ser  esto 
ansí.  Facilitó  la  enbiada  de  don  Roberto,  no  obstante 
que  el  rey  tenía  nonbrado  para  el  mesmo  ministerio  un 
persiano  vasallo  suyo,  la  mucha  díligengia  que  para 
ello  puso  Fray  Juan  Thadeo,  prior  de  los  carmelitas 
descalzos,  ya  nonbrado,  el  qual  fue  el  príngipal  instru- 
mento con  que  se  hizo  esta  negociación,  ansí  con  el 
rey  como  con  sus  ministros;  la  ocasión  que  pudo  mo- 
uer  á  este  rreligioso  para  entremeterse  con  tanta  ac- 
ción y  fuerza  en  caso  semejante  y  tan  ageno  de  lo  que 
profesaua,  fue  la  conpetengia  que  tuuo  con  los  frayles 
de  San  Agustín,  ó  por  hablar  mas  propiamente,  ellos 
con  el  y  con  los  demás  frayles  de  su  Orden.  Porque 
como  de  muchos  años  atrás  los  agustinos  tuuíesen  un 
conuento  en  Ormuz  y  otro  en  Spahan,  lleuauan  mal 
que  los  carmelitas  lo  tuuíesen  tanbíen  en  esta  giudad, 
y  en  Ormuz  hazían  abiertamente  grandes  diligencias 
por  echalios  de  una  pequeña  iglesia  que  los  carmelitas 
allí  auian  fundado  con  nonbre  de  hospedería,  diziendo 
auelU  hecho  sin  orden  de  Su  Magestad.  Esta  compe- 
tencia, que  después  llegó  á  mucho  escándalo,  mouio  á 
fray  Juan  á  que  buscase  valedores  para  que  ansí  en  la 
corte  de  i^spaña  como  en  la  Romaxxa,  negogíasen  poder 
tMer  en  estas  dos  ya  dichas  ciudades,  conventos.  Para 


—  i34  — 

efecto  de  lo  qual  le  paresgio  conpetente  medio  pasar 
don  Roberto  por  la  India  á  España,  como  Enbaxador 
del  rey  de  Persia,  aviendo  sabido  las  diligencias  que 
sobre  ello  hazia  y  lo  mucho  que  lo  deseaua  el  mesmo 
don  Roberto.  A  esto  se  juntó  tanbien  que  como  don 
Luis  de  Gama,  capitán  de  Ormuz,  profesase  mucha 
amistad  y  particular  deuogion  con  los  Padres  carme- 
litas que  comenqauan  á  fundar  convento  en  aquella 
giudad,  y  no  estuuiese  corriente  con  los  agustinos,  por 
la  enemistad  que  tenia  con  fray  Antonio  de  Gouea, 
Obispo  de  pirene,  frayle  de  la  misma  rreligion,  fauo- 
resqia  en  quanto  le  era  posible  al  dicho  fray  Juan  Tha- 
deo,  que  estaua,  como  se  a  dicho,  en  Spahan.  El  qual, 
auiendole  comunicado  desde  allá  el  designo  de  don  Ro- 
berto, acordaron  que  era  bien  que  de  parte  delios  se 
esforzase  y  fauores^iese  su  ida  á  España,  y  que  para 
darle  mas  reputagion  y  crédito  fuese  con  el  un  frayle 
de  los  mismos  carmelitas,  conpañero  del  fray  Juan, 
llamado  fray  Redempto  de  la  Cruz,  auiendo  hecho  dili- 
gencia con  el  rey  de  Persia  para  que  le  nonbrase  por 
coadjuctor  y  conpañero  con  don  Roberto  en  la  enbaxa- 
da.  El  interés  de  los  frayles  carmelitas  ya  se  a  dicho 
que  era  para  se  defender  de  los  agustinos,  y  el  de  el 
capitán  de  Ormuz  tener  en  la  corte  de  Su  Magestad 
quien  acreditase  y  abonase  su  persona  como  testigos 
fidedignos,  si  estos  lo  pudiesen  ser,  de  auer  sabido  y 
entendido  del  rey  de  Persia  no  auer  sido  el  dicho  capi- 
tán causa  de  auerse  mouido  la  guerra  del  Bandel,  ni  de 
las  perdidas  que  della  se  siguió.  Querian  saluar  esta 
negatiua  y  conproualla  con  dezir  que  el  obispo  de  pi- 
rene fue  el  que  esencialmente  la  auia  causado  con  auer- 
se venido  arrebatadamente  de  Persia  y  persuadido  á 
Michel  Angelo,  un  suriano  muy  valido  de  aquel  rey, 
para  que  sin  voluntad  ni  sabiduría  suya  hiziese  lo  mes- 
mo huyéndose  á  la  giudad  de  Ormuz.  Y  porque  ni  en 
aquella  giudad,  ni  en  Persia,  ni  aun  los  mesmos  que  in- 


—  i35  — 

ventaron  y  fabricaron  esta  machina  se  podrían  persua- 
dir á  creella,  pues  era  cosa  muy  sabida  y  notoria  que 
don  Luis  de  Gama  no  solo  dio  ocasión  á  la  dicha  gue- 
rra, sino  que  por  su  culpa  y  mucha  incapacidad  se 
perdieron  dos  cosas  de  tanta  inportancia  como  el  fuer- 
te de  Comoran  y  la  isla  de  Queysome,  se  haze  aquí  un 
breuíssimo  epilogo  de  lo  que  en  la  dicha  guerra  su- 
cedió. 


CAPITULO  VI 


Relación  de  como  los  persas  tomaron  á  los  portugueses  el  puerto 
de  Comorán  y  la  isla  de  Queyxomé. — Viene  á  España  como 
Embajador  del  Schali  D.  Roberto  Sherley.— Vida  y  costumbres 
de  los  cosacos. 


Pocos  dias  después  de  aver  llegado  de  Persia  á 
Ormuz  el  Obispo  de  Qirene,  tuuo  auíso  el  capitán  que 
venian  algunos  mercaderes  de  Niquilu,  Bagou  y  Califa, 
con  quatro  ó  Qinco  terradas  de  mercadurías  y  manteni- 
mientos á  Ormuz,  como  otras  muchas  vezes  lo  solían 
hazer.  Y  mouido  de  cudigia  de  rrobar  lo  que  aquellos 
cuytados  traían,  ó  sigun  se  dezia  en  Ormuz,  por  un 
desordenado  deseo  de  venganga,  auiendole  muerto  los 
árabes  Niqueluzes,  veinte  y  quatro  años  antes,  á  don 
Rodrigo  de  Gama,  su  hermano,  enbió  dos  nauios  de 
remo  con  ginquenta  soldados  que  cruelmente  degolla- 
ron estos  pobres  mercaderes  en  número  de  mas  de  se- 
tenta, que  sin  hazer  ningún  genero  de  defensa,  de  rro- 
dillas  pedían  merced  de  las  vidas,  y  luego  saquearon 
todo  lo  que  venia  en  las  terradas.  Las  mugéres  y  pa- 
rientes de   los  muertos,  que  con  algunos  (i)  niños 


(i)    mugeresy. 


—  i36  — 

Uegauan  á  quarenta  personas,  auiendo  acudido  al  rey 
de  Persía,  y  al  Chain  de  Xiras,  como  á  su  governador 
de  aquel  distrito  á  pedirle  vengan9a  del  caso,  manda- 
ron á  Alaibec,  lugarteniente  del  Cham  ó  Soltan,  que 
residia  en  Xiras,  que  luego  enbiase  la  gente  de  guerra 
que  auia  en  la  Qiudad  de  Lara  y  en  los  otros  lugares 
de  aquel  reyno  para  que  sitiasen  el  fuerte  de  Comoran, 
en  la  costa  de  la  tierra  fírme  del  Bandel.  Agelerose  este 
sitio  con  mas  presteza,  lo  uno  porque  el  rey  de  Persia 
deseaua  que  se  le  offregiese  alguna  ocasión  para  tomar 
aquella  fuerza,  y  ansimesmo  estar  el  Soltan  de  Xiras 
y  su  lugarteniente  ya  nonbrado  muy  sentidos  de  lo 
que  don  Luis  de  Gama  auia  respondido  á  un  vezino  de 
Lara,  á  quien  auían  enbiado  á  pedir  ciertos  derechos 
que  anualmente  se  pagauan  en  Ormuz  por  los  merca- 
deres que  alli  residian  á  los  governadores  de  Lara, 
por  asigurar  de  los  ladrones  las  carauanas  de  todo  ge- 
nero de  mercangias  que  de  la  Persia  iuan  y  venian  á 
Ormuz.  Estos  derechos,  que  se  auian  interpolado  y 
dexado  de  pagar  algunos  años,  demás  de  no  querer 
don  Luís  pagallos,  que  por  ventura  hiziera  bien  si  tu- 
uiera  valor  para  salir  con  ello,  respondió  al  agente  que 
venia  á  cobrailos  algunas  intenpestiuas  y  mas  que 
ignorantes  amenazas,  con  grandes  descortesias  al  Cham 
de  Xiras,  de  que  el  se  dio  por  muy  offendido.  Y  ansi, 
luego  que  sobreuiníeron  las  querellas  de  los  degollados 
en  las  terradas,  que  fue  por  los  primeros  de  Octubre 
de  1614,  llegó  con  tres  mil  hombres  de  los  árabes  del 
reino  de  Lara,  Dauris  Bec,  sobre  el  fuerte  de  Como- 
ran.  Estaua  por  capitán  entonces  en  él,  Andrés  de 
Quadros,  honbre  del  todo  ignorante,  aun  de  aquel 
exercigio  de  guerra  que  se  acostunbra  en  la  India,  y 
que  solo  (i)  procuraua  grangear  en  aquel  puesto,  aco- 
modado para  la  mercangia,  no  atendiendo  á  mas  los 


(i)    atendía  á. 


—  i37  — 

capitanes  que  entrauan  en  aquella  fuerza,  aunque  con 
poco  cuydado  se  pudiera  tener  inexpunable.  Auia  en 
ella  para  su  defensa  sesenta  soldados  portugueses^  que 
con  algunos  cristianos  de  la  tierra  y  árabes  del  Mogos- 
tan,  sin  los  esclavos,  llegauan  á  pocas  mas  de  fien  per- 
sonas, pero  casi  sin  artillería  ni  lugar  conmodo  para 
ponella,  porque  no  auia  sino  dos  medios  falconetes  y 
otros  tres  ó  quatro  esmeriles.  La  fortaleza,  que  solo  lo 
era  de  nonbre^  tenia  una  muy  débil  muralla;  los  pi- 
mientos, hasta  media  brafa  del  suelo,  de  piedras  pe- 
queñas y  barro,  y  luego  una  delgada  tapia  de  media 
pica  de  alto,  con  dos  torreongillos  en  los  ángulos  que 
mirauan  á  la  parte  de  tierra,  estando  guardada  por  las 
espaldas  con  el  mar,  de  donde  no  se  le  podia  quitar  el 
socorro  que  á  cuatro  leguas  de  distancia  (tanto  es  el 
canal  que  ay  en  medio),  le  podia,  sienpre  que  quisie- 
sen, venir  fácilmente  de  Ormuz.  Y  aunque  con  tan 
flaca  defensa,  no  teniendo  los  enemigos  artillería,  se  de- 
fendian  valientemente  los  pocos  soldados  que  alli  se 
hallaron^  de  manera  que  con  los  arcabuzes  tenían  á  los 
árabes  bien  lexos  de  la  muralla,  siendo  por  espacio  de 
casi  dos  meses  mas  propiamente  sitiados  que  conbatí- 
dos.  Lo  qual  sabido  en  Xiras  por  Alaibec  (i)  enbió  de 
socorro  algunos  soldados,  los  mas  dellos  arcabuzeros, 
que  llegaron  con  mucha  priesa  al  canpo  trayendo  man- 
dato muy  rriguroso  suyo  y  del  Soltan  á  Dauris  Bec,  de 
que  no  boluiese  sin  tomar  la  fuerca,  porque  sígun  el 
rey  de  Persia  lo  sentiría  si  no  se  ejecutase  ansí,  corría 
rriesgo  la  vida  de  entranbos.  Comengó  luego  Dauris 
Bec  á  cauar  algunas  trincheas  para  poder  llegar  cu- 
biertos los  soldados  y  con  picos  derribar  la  mal  funda- 
da pared,  que  como  era  de  la  fabrica  que  se  a  dicho, 
hizieron  fagilmente  cueuas  debaxo  della,  sustentándola 
con  puntales  hasta  acabar  de  minar  la  parte  della  que 


(i)    con  dos  mil  honbres  de  aqueila  giudad. 


-  13»  - 

después  de  caída  bastase  por  alli  á  dar  el  asalto.  Los 
portugueses^  que  por  ser  en  tan  poco  numero  no  se 
atreuian  á  hazer  sortidas,  ni  tenían  instrumentos,  ni 
industria  para  hazer  contramina,  arronjauan  sobre  los 
que  estauan  mas  ^erca  alcanzias  de  fuego,  y  á  los 
mas  apartados  herían  de  arcabuzazos  con  que  mata- 
uan  á  muchos.  Y  (ierto  que  si  tuuieran  el  capitán  que 
para  un  caso  semejante  convenía^  con  un  poco  de  so- 
corro >  que  uvieran  defendido  honrradamente  aquel 
fuerte;  pero  fue  tanta  la  flaqueza  de  animo  suya,  que 
ni  tenia  sentido  ni  vigor  para  acudir  ni  oponerse  al  pe- 
ligro que  tenia  delante,  antes,  viéndose  enfermo  aun- 
que no  tanto  del  cuerpo  como  del  spiritu,  enbió  mu- 
chas vezes  á  suplicar  á  don  Luis  de  Gama  que  pusiese 
persona  conpetente  para  defender  la  fortaleza,  porque 
no  se  hallaua  capaz  para  asistir  á  su  defensa,  y  que  á 
él  le  diese  li^engia  para  se  ir  á  curar  á  Ormuz  (i).  No 
acudía  á  remediar  este  notorio  peligro  don  Luis,  pare- 
giendole  que  inportaua  poco  la  perdida  de  aquel  fuer- 
te, siendo  el  mas  esencial  propugnáculo  que  tenia  la 
isla,  giudad  y  fortaleza  de  Ormuz,  y  con  que  se  tenia 
entera  posesión  (2)  de  mucha  parte  de  aquella  costa  de 
la  tierra  firme  de  donde  le  iua  á  la  qiudad  agua  y  toda 
suerte  de  mantenimientos,  y  allí  se  cobrauan  los  dere- 
chos de  las  caravanas  que  de  Persia  venían.  Y  visto 
que  muchas  personas  le  aduirtieron  y  pidieron  enbíase 
algún  socorro  á  ios  pobres  soldados  que  en  tanto  peli- 
gro estauan,  enbió  en  quatro  nauíos  sesenta  ó  setenta 
honbres,  treinta  dellos  portugueses;  los  demás  eran 
cristianos  de  la  tierra  y  moros  de  la  sierra  de  Hamadí, 
cerca  de  la  mesma  fortaleza  del  Bandel.  Llegó  por  jun- 
to al  fuerte  con  esta  gente,  una  noche,  al  quarto  del 


(1)    porque  no  se  hailaua  capa\  para  asistir  á  la  defensa  de 
aquel  fuerte* 


(a)    de  toda. 


—  iSg  — 

alúa,  Juan  de  Sosa,  un  muy  buen  soldado;  pero  aun- 
que juntamente  con  algunos  pocos  de  los  sitiados  arre- 
metieron á  las  trincheas  de  los  árabes  y  persianos  y 
peleando  valientemente  los  echaron  dellas  con  muerte 
de  muchos,  no  fue  de  casi  ningún  efecto  aquesta  fac- 
ción, que  lo  fuera  de  muy  grande  si  se  executara  con 
numero  de  gente,  y  se  tiene  por  sin  duda  que  desta 
manera  se  pudiera  forjar  á  los  enemigos  que  de!  todo 
dexasen  aquella  enpresa,  porque  el  miedo  que  recibie- 
ron de  aquella  presta  aremetida,  aunque  de  tan  pocos, 
fue  de  suerte  que  los  mas  dellos  huyeron  con  gran  de- 
sorden al  lugar  del  Bandel,  adonde  Dauris  Bec  estaua 
aloxado,  el  qual  lugar  es  de  dozientas  casas  y  menos 
de  dozientos  pasos  del  mesmo  fuerte.  Pero  el  mayor 
yerro,  sino  le  quíseremos  dar  otro  mas  feo  nonbre, 
que  don  Luis,  este  insigne  capitán  hizo,  fue  que  siquie- 
ra á  estos  pocos  soldados  que  tan  valerosamente  se 
auian  portado  no  les  dio  orden  para  que  se  entrasen  á 
defender  aquel  fuerte,  desanparandolo  y  dexandolo  en 
las  vñas  del  enemigo.  Y  ansi,  el  Juan  de  Sosa  se  bol- 
uio  á  enbarcar  casi  sin  auer  perdido  nadie,  con  pocos 
heridos,  y  él  pasada  una  pierna  de  un  arcabuzazo. 
Entre  los  que  mas  se  señalaron  en  esta  sortida,  que  tal 
nonbre  se  le  puede  dar,  fueron  Marcial  de  Govea  y  el 
escriuano  del  fuerte,  llamado  Antonio  Diaz,  que  con 
otros  cinco  ó  seis  salieron  á  la  rrefriega,  y  en  ella  per- 
dio  este  las  narizes  de  una  cuchillada.  Continuaua  An- 
drés de  Quadros,  capitán  del  desanparado  Comoran, 
con  pedir  á  don  Luis  le  quitase  de  alli,  ó  le  enbiase  (i) 
compañero  y  algunos  soldados  de  socorro,  pero  á 
lo  primero  rrespondia  que  el  que  auia  hecho  pleyto 
homenage,  que  en  nuestro  español  es  lo  mesmo  que  el 
juramento  ó  sacramento  militar,  de  defender  aquella 
fortaleza^  ese  mesmo  fuese  el  que  la  defendiese  enton- 


(i)    aconpañado. 


—  140  — 

ges,  porque  no  quería  que  después  quedase  á  su  cargo 
la  perdida  della,  y  que  los  soldados  no  se  los  podía  en- 
biar  porque  los  tenía  para  defender  la  (iudad  y  su  for- 
taleza de  Ormuz.  Tuuo  nueua  luego  Alibec  de  como 
los  sitiados  se  defendían  y  del  daño  que  se  auia  rregí- 
bido  en  la  sortida  que  se  a  dicho,  y  temiendo  la  pena 
que  se  le  auia  puesto  si  no  tomaua  aquella  fortaleza,  se 
partió  luego  para  el  Bandel  con  dos  mil  arcabuzeros 
de  la  mesma  giudad  de  Xiras,  con  que  se  apretó  mu- 
cho mas  el  sitio,  labrándose  luego  otras  dos  minas. 

Auia  sucedido  pocos  días  antes  desto  auerse  quema- 
do desgraciadamente  Hernán  (i)  de  Silua,  capitán  de 
aquel  golpho,  á  vista  de  una  armada  de  terradas  de  los 
enemigos,  y  perdidose  el  nauio  en  que  iua  huyendo  y 
otros  dos  que  iuan  con  el,  cuyo  suceso  desanimó  mu- 
cho á  los  de  Ormuz  y  puso  mayor  confianga  en  los 
persianos.  Mas  porque  con  más  actos  se  hiziese  expe- 
riencia de  la  inprudengia  (2)  del  capitán  de  Ormuz, 
hallándose  ya  en  el  vltimo  trange  los  sitiados  de  Co- 
moran,  no  tanto  por  el  aprieto  en  que  Alaibec  los  te- 
nia, como  desconfiados  de  socorro,  se  armaron  en  Or- 
muz siete  nauíos,  que  son  fustas  sin  cubierta,  y  veinte 
tarranquines,  y  con  trezientos  soldados  salió  con  ellos 
el  capitán  del  mar  que  auia  sugedido  á  Hernán  de  Sil- 
ua,  llamado  Domingo  Nuñez,  el  qual  Ueuó  muy  seve- 
ra orden  del  capitán  para  que  si  llegando  á  vista  de  la 
fortaleza  sitiada,  la  armada  del  enemigo  (3)  fuese  de 
más  de  treinta  terradas,  que  de  ninguna  manera  se 
arriscase  á  pelear,  sino  que  luego  se  boluiese  sin  inten- 
tar meter  socorro  en  el  fuerte.  Hizolo  ansi  el  Domingo 


(1)    Ms.,  Henan. 

(a)    y  poquedad  de  ánimo, 

(3)  huyese,  por  ningún  caso  se  arriscase  á  llegar  á  la  fortaU" 
^d,  ni  le  metiese  socorro;  pero  que  si  no  hallase  más  de  treinta  te* 
rradas,  que  pelease  con  ellas. 


-  t4i  - 

NuneZy  no  atreuiendose  á  salir  del  orden  que  le  auiá 
dado,  porque  llegando  gerca  de  la  armada,  que  no  era 
de  mas  que  sesenta  terradas,  en  que  solo  auía  algunos 
árabes  casi  desarmados,  boluió  las  proas  de  los  nauios 
huyendo  con  mucha  priesa.  Los  pocos  marineros  y 
pescadores  que  auia  en  las  terradas,  y  que  al  prin9Ípío 
luego  que  descubrieron  los  nauios,  muy  alborotados  y 
medrosos  se  auian  comen9ado  á  poner  en  huida,  visto 
que  la  auian  tomado  primero  los  portugueses,  cobra- 
ron ánimo  y  apretando  los  rremos  los  fueron  siguien- 
do diziendoles  grandes  injurias,  todo  aquel  espagio  de 
mar,  que  es  de  más  de  (i)  quatro  grandes  leguas,  hasta 
(2)  muy  cerca  de  la  muralla  de  la  fortaleza  de  Ormuz. 
Quebrantó  esto  de  manera  el  ánimo  á  los  sitiados,  que 
aunque  hasta  entonges  se  auian  valerosamente  defen- 
dido, comengaron  los  de  menos  coraron,  mayormente 
su  pobre  capitán^  á  tratar  de  rrendirse  (3)  en  tienpo 
que  auian  }'a  los  enemigos  aportillado  el  xaribando  y 
entrado  muchos  dentro  del.  Era  el  xaribando  un  co- 
rral ó  patio  cercado  de  una  sinple  pared,  contiguo  y 
pegado  por  un  lado  á  la  muralla  de  la  fortaleza,  en  que 
se  solian  rrecoger  las  caravanas  de  los  mercaderes.  Y 
aunque  esta  era  poca  pérdida,  lo  que  más  les  amedren- 
tó fué  auerse  en  aquella  sazón  repentinamente  arruina- 
do uno  de  los  torreones  ó  aparentes  baluartes  del  fuer- 
tes, que  los  enemigos  tenian  muy  minado.  Aunque  no 
faltó  á  esta  coyuntura  valor  en  algunos  soldados,  los 
quales,  demás  de  reprehender  la  covardia  de  los  que 
querían  rnendirse,  se  opusieron  animosamente  á  rre- 
parar  y  defender  la  rrotura  del  torreón,  ^errándolo  con 
pipas  llenas  de  arena  y  fardos  de  los  mesmos  manteni- 
mientos que  en  tanta  miseria  tenían  para  sustentarse. 


(i)    tres. 

(a)    debaxo  casi. 

(3)    con  alguna^  mayormentt. 


—  14^  — 

Arremetieron  con  gran  furia  los  soldados  persianos  de 
Xiras  al  portillo,  antes  que  lo  acabasen  de  gerrar  y  for- 
tífícar,  peleándose  hasta  gran  parte  de  la  noche  de  una 
parte  y  otra,  en  que  particularmente  se  señalaron  Mar- 
cial de  Gouea,  portugués,  (i)  ya  nonbrado,  y  Fernán 
Rodríguez  de  Paria,  que  hazia  oíñgio  de  sargento  ma- 
yor de  la  gente  de  guerra  de  Ormuz.  Otro  dia,  offre- 
Qiendole  Alaibec  á  los  sitiados  salir  libres  con  lo  que 
cada  uno  tuuiese,  viéndose  desanparados  de  todo  so- 
corro se  rrindieron;  pero  el  cruelissimo  bárbaro,  capi- 
tal enemigo  de  cristianos,  quebrantando  la  fe  que  tenia 
dada  les  hizo  poner  duras  prisiones  á  todos,  saqueando 
miserablente  aquello  que  en  la  fortaleza  halló,  [y]  co- 
mento luego,  trabaxando  en  ello  toda  la  gente  que  alli 
tenia,  á  derribarla;  quando  llegaron  á  vista  de  aqueste 
tristíssimo  espectáculo  doze  nauios  llenos  de  la  más  de 
la  gente  que  auia  en  Ormuz,  y  aunque  pudieran  que- 
mar y  destruir  todas  las  terradas  del  enemigo,  tanpoco 
se  atreuieron  á  hazer  nada,  boluiendose  vergonzosa- 
mente con  auer  sido  testigos  de  la  rruina  de  aquella 
miserable  fortaleza.  Y  no  solo  quebrantó  Alaibec  la  fe 
y  palabra  que  auia  dado  á  los  presos,  pero  en  vengan- 
za, sigun  se  dize,  de  los  que  don  Luis  de  Gama  auia 
mandado  matar  en  las  terradas,  por  cuya  causa  se  co- 
mento esta  guerra,  mandó  delante  del  degollar  inhu- 
manamente, dos  dias  adelante,  sesenta  de  los  presos, 
de  los  quales  casi  la  mitad  fueron  portugueses.  Y  con 
esto,  cargado  de  los  despojos  de  Gomoran,  no  perdo- 
nando á  las  imágenes  y  retablo  de  la  iglesia,  juntamen- 
te con  los  presos  se  fué  victorioso  á  Xiras.  Fué  mayor 
esta  pérdida  con  auer  luego  que  se  comento  el  sitio  sa- 
queado toda  la  isla  de  Queyxome,  subjecta  á  la  giudad 
de  Ormuz  y  de  donde  cada  dia  le  va  gran  parte  del 
agua  y  mantenimientos,  con  toda  la  leña  que  alli  se 

(i)     y  Melchor  Rodrigue}^,  castellano. 


—  143  — 

gasta,  dexandola  después  al  rey  de  Ormuz  con  9Íerto 
tributo  que  le  señalaron.  De  manera  que  con  verdad 
se  puede  dezir  ser  aquella  isla  la  albóndiga  y  principal 
almazen  de  mantenimientos  de  Ormuz,  quedando  des- 
de entonzes  en  poder  de  los  persianos,  de  la  forma  que 
se  a  dicho.  Y  teniendo  estos  el  mar  libre,  no  mas  de 
con  aquellos  débiles  barcos  atrauesaron  aquel  golpho 
y  en  la  costa  de  Arabia  saquearon  la^iudad  de  Julpha, 
tanbien  del  reyno  de  Ormuz,  y  tomando  por  esclauos 
á  muchos^  los  demás,  que  fueron  en  gran  numero, 
murieron  abrasados  en  las  llamas  de  sus  mesmas  casas 
después  de  auerle  pegado  fuego  cruelmente  los  ene- 
migos. 

Fue  cosa  nunca  vista  lo  que  su9edio  en  esta  guerra, 
pues  auiendo  sido  hasta  entonces  los  portugueses,  sin 
contraste  de  nadie,  señores  de  aquel  mar,  y  teniendo 
entonges  armada  y  soldados  en  ella  tan  superior  á  la  de 
los  enemigos,  perdiesen  todo  lo  que  se  a  rreferido,  sin 
hazer  ningún  genero  de  resistencia,  siendo  lo  que  se 
perdió  de  tanta  inportangia  que  sin  ello  quedó  la  ciu- 
dad de  Ormuz  y  su  fortaleza  al  arbitrio  y  voluntad 
de  los  persianos.  Y  esto  no  por  flaqueza  de  los  solda- 
dos portugueses,  auiendose  detendido  sesenta  honbres 
tres  meses  detras  una  pared  de  tapias,  sin  capitán  ni 
cabera  que  los  governase,  sino  conocidamente  por  la 
suma  ignorancia  y  stólida  demencia  del  capitán  de 
Ormuz. 

Y  como  se  a  dicho,  aunque  del  todo  era  desculpable 
el  yerro,  ó  por  mejor  dezir  muchos  yerros  los  que  en 
este  caso  cometió,  le  paresgio  que  don  Roberto  y  fray 
Redempto  de  la  Cruz,  que  ansi  se  Ilamaua  el  frayle 
carmelita,  como  se  a  dicho,  podrían  en  la  corte  de  Su 
Magestad  Catholica  (i)  abonalle  y  cargar  la  culpa  a 
otre,  con  lo  qual  y  con  la  pretensión  de  sus  conventos 


(1)    desculpzlle. 


—  144  — 

solicitaron  los  dichos  frayles  de  manera  la  venida  de 
don  Roberto  y  su  colega,  que  con  mucha  priesa  se  par- 
tieron para  Xiras  y  de  alli  á  Ormuz.  Llegó  la  nueua  de 
esto  á  Goa,  adonde  auia  dias  que  estaua  detenido  el 
Enbaxador  que  Su  Magestad  enbiaua  á  Persía  y  aun- 
que el  escriuio  con  presteza  á  Ormuz  advirtiendo  al 
capitán  que  por  muchas  rrazones  no  convenia  que  el 
don  Roberto  pasase  á  la  India,  ni  de  alli  á  España,  y 
tanbíen  escriuio  al  mesmo  rey  de  Persia  que  no  le  en- 
biase  al  rey  su  señor  enbaxada  con  honbre  que  tanto 
le  auia  deseruido,  pero  ni  el  capitán ,  por  lo  que  le  pa- 
resfio  que  interesaua,  y  tanbien  por  lo  que  se  dirá  ade- 
lante, quiso  rremediar  esto^  ni  las  cartas  que  al  rey  de 
Persia  se  le  escriuieron^  por  la  mucha  negociación  de 
don  Luis  y  de  los  frayles ,  le  fueron  dadas.  Antes  fue 
rrecibido  con  tanto  aplauso  en  Ormuz,  que  tres  vezes 
hizo  descargar  el  capitán  toda  la  artillería  de  la  fortaleza, 
recibiendo  alli  todo  el  rregalo  y  buena  acogida  que  si  vi- 
niera á  rredimir  todas  las  pérdidas  pasadas.  Llegó  des- 
pués á  Goa  á  tienpo  que  pudiera  enbarcarse  para  Espa- 
ña, por  no  auer  aun  partido  las  ñaues,  y  alli  se  detuuo 
hasta  el  año  venidero,  en  cuyo  tienpo,  yendo  y  viniendo 
correos  por  tierra  á  Qurrate,  consintiéndoselo  publica- 
mente el  Virrey,  trató  con  los  mercaderes  ingleses  que 
en  aquel  puerto  rresidian,  que  enbiasen  al  cabo  de  Jas* 
ques  un  nauio  de  los  suyos  con  mercadurías  y  algunos 
honbres  inteligentes  para  que  asentasen  con  el  rey  de 
Persia  lo  que  el  auia  tratado  con  él  antes  de  su  painida. 
El  Enbaxador  de  Su  Magestad,  que  no  le  quiso  ver  en 
Goa  sabiendo  sus  machinas  y  dañosas  chimeras,  advir- 
tió al  Virrey  quan  perjudicial  cosa  era  la  estada  de  aquel 
honbre  en  aquella  ciudad,  por  muchas  y  muy  euiden- 
tes  rrazones  que  para  ello  le  dio,  entre  las  quales  fue- 
ron la  comunicación  con  los  ingleses  en  ^urrate  y  el 
andar  sondando  la  barra- y  rrio  de  Pangin.  Y  que  con- 
venia que  le  tuuiese  detenido  en  alguna  casa,  iuera  de 


—  ¡45  — 

las  que  auia  en  la  isla,  y  que  en  el  ínterin  escriuiese  al 
rey  de  Persia  diziendole  en  quantas  cosas  aquel  hon- 
bre  auia  procurado  deseruir  á  Su  Magestadtan  desver- 
gonzadamente, y  que  siendo  ansi  y  que  por  el  nonbre 
de  Enbaxador  suyo  le  auia  dexado  de  castigar  en  Es- 
paña por  lo  que  ya  se  a  dicho  atrás,  que  no  era  buena 
correspondencia  enbiarle  un  honbre  tan  indecente,  y  á 
quien,  por  su  manera  de  vida,  no  se  le  auia  de  dar  cré- 
dito alguno.  Pero  que  si  quisiese  enbiar  algún  vasallo 
suyo,  que  lo  enbiase  luego  y  rreuocase  la  legagia  al  in- 
glés, que  quien  quiera  que  viniese  y  fuese  á  España 
seria  muy  bien  rregibido.  El  Virrey,  aunque  al  princi- 
pio, luego  como  don  Roberto  llegó  á  Goa,  prometió  al 
Enbaxador  que  lo  auia  de  hazer  ansi,  dentro  de  pocos 
dias  mudó  de  pareger  fauoregiendole  muy  descubierta- 
mente, de  manera  que  era  ya  grande  el  escándalo  que 
con  ello  en  toda  la  giudad  daua.  La  causa  no  era  muy 
oculta,  porque  demás  de  su  insaciable  y  profunda  cu- 
digia,  aunque  era  muy  poco  lo  que  don  Roberto  le  po- 
día dar,  hazia  la  causa  de  don  Luis  de  Gama,  querien- 
do él  tanbien,  que  se  hallaua  cargado  de  iguales  ó  ma- 
yores culpas,  tener  quien  publicando  en  España  lo  con- 
trario del  todo  y  opuesto  á  lo  que  en  el  se  hallaua^  las 
pudiese  hazer  menores.  Y  aunque  se  juzgaua  por  muy 
flaco  el  abono  de  un  bandido  de  aquella  corte  y  tan 
conogido  por  engañador,  le  paregia  que  el  frayle  Car- 
melita descaigo  ya  nonbrado,  conpañero  suyo,  seria 
medio  conpetentc  para  esto ,  mayormente  con  la  opi- 
nión que  de  buen  rreligioso  traia  de  Ormuz  y  Persia  (i). 
De  manera  por  sustentar  este  frayle  con  una  estra- 
ña  anbigíon  el  nonbre  de  enbaxador  que  tanbien  se 
arrogaua  a  si,  encaregia,  no  solo  inprudente,  sino  íg- 
norantíssimamente,  el  mucho  seruigío  de  Dios  que  se 
siguia  de  pasar  don  Roberto  á  España,  diziendo  á  to- 


( I )    Mayormente  que  este  frayle  por  sustentar. 

10 


—  146  — 

dos  que  era  un  sancto,  y  que  no  podia  aclarar,  por  ser 
cosas  muy  secretas,  los  grandes  bienes  que  auian  de 
rresultar  de  su  venida.  El  Enbaxadorde  Su  xMagestad, 
aunque  quiso  disuadir  al  frayle,  las  vezes  que  venia  á 
su  posada,  tfsta  su  intenpestíua  y  vana  legaqia,  él  esta- 
ua  tan  metido  en  ella  que  no  auía  quien  lo  mudase  de 
su  opinión,  afirmando  que  por  la  sanctidad  y  buen  ani- 
mo de  don  Roberto  se  auian  de  ver  y  conseguir  efec- 
tos maravillosos.  Y  como  el  Enbaxador  le  dixese, 
enfadado  ya  de  la  insolente  sínpleza  suya,  que  ¿por 
que,  ya  que  esto  iua  por  sanctidad,  no  se  buscaua  otro 
sujecto  siquiera  menos  sospechoso  que  el  de  un  hon- 
bre  vagabundo  y  que  no  solo  auia  pasado  su  vida  en- 
tre infíeles,  pero  que  demás  de  auer  dexado  en  Ingla- 
tarra  criándose  con  ellos  un  hijo  suyo,  su  habito  y 
nonbre  era  de  persiano,  auiendolo  confirmado  el  rey 
de  Persia  y  llamadole  Bezabda,  con  cuyo  nonbre  el  se 
firmaua  y  nonbraua  quando  escreuia  al  rey  de  Persia 
y  á  sus  ministros?  Con  esto  el  frayle  Redempto  por  en- 
tonces no  acudió  mas  á  casa  del  Enbaxador,  pero  lo 
que  resultó  de  la  conuersagíon  fue  salir  don  Roberto 
dentro  de  pocos  dias  en  habito  de  español,  siéndole 
muy  fácil  á  este  honbre  mudarse  como  Proiheo  en  di- 
ferentes y  varias  formas.  Temia  el  Enbaxador,  demás 
de  saber  la  voluntad  de  Su  Magostad,  que  si  en  el  viage 
á  España  le  sugediese  á  don  Roberto,  a^identalmente, 
como  suele  acaecer  en  semejantes  nauegaciones,  algún 
caso  aduerso,  ó  allá  no  fuese  bien  rregibido,  quedar  él 
en  Persia  en  rrehenes  y  por  siguridad  suya,  siendo  esto 
lo  que  mas  confianga  daua  á  don  Roberto  para  auer 
intentado  aquella  jornada.  Pero  ningunas  diligencias 
de  quantas  el  Enbaxador  hizo  para  estorvalla,  perso- 
nalmente en  la  India,  y  por  sus  cartas  en  Persia  y  en 
Ormuz,  no  aprovecharon,  saliendo  después  muy  gier- 
to,  como  se  dirá  adelante,  lo  que  en  este  caso  con  rra- 
zon  se  devia  temer. 


—  H7  — 

Halló  el  Enbaxador,  primero  en  Span,  los  dichos  in- 
gleses que  ya  auian  estado  con  el  rey  en  Farabat,  muy 
fauoregidos  y  validos,  y  agora,  que  algunos  dias  antes 
auian  venido  á  Casbin^  aunque  en  la  mesma  gragia, 
pero  con  algún  menos  crédito  que  antes,  no  auiendo 
venido  al  puerto  de  Jasques  la  mongion  del  año  pasa- 
do, como  antes  lo  auian  prometido,  las  naves  para 
conprar  la  seda  que  el  rey  ya  tenia  junta.  Mas  con  todo 
esto  eran  admitidos  v  bien  vistos  mucho  más  sin  con- 
paragion  de  lo  que  pedia  la  condición  de  estos  hon- 
bres,  no  siendo  más  que  ministros  y  enbiados  de  los 
mercaderes  que  en  ^urrate  rresidian.  Y  auiendo  hecho 
antes  don  Roberto  tantas  promesas  á  este  rey,  y  no 
pudiendo  ser  de  tanta  inportangia  para  él  el  contrato 
de  la  seda,  podíase  buenamente  inferir,  sigun  su  anbi- 
gion,  que  tuuiese  otros  designos  mayores  de  lo  que 
exteriormente  paresqia,  mayormente  estimando  á  los 
ingleses  por  tan  grandes  honbres  de  mar,  después  de 
la  fama  que  en  Qurrate  ganaron,  no  tanto  de  la  nagion 
portuguesa,  como  de  la  nunca  oyda  couardia  de  don 
Gerónimo  de  Azeuedo,  su  capitán.  Porque  bien  se  sa- 
bia y  era  cuenta  que  no  podía  engañar  á  nadie,  que  la 
seda  que  del  Sirvan,  Guilan  y  Masandari,  prouingias 
del  reyno  de  Pefsia,  se  lleua  á  Alepo,  tiene  menos  cos- 
ta que  conduzirse  á  Jasques,  por  ser  mucho  menos  el 
camino  y  más  llano  y  vsado.  Y  ansimesmo,  que  los 
mercaderes  ingleses  que  rresiden  en  aquella  giudad  la 
lleuan  de  alli  y  enbarcan  en  Alexandreta,  tres  peque- 
ñas jornadas  de  Alepo,  y  en  quarenta  dias  de  este 
puerto  á  Inglaterra  y  otras  partes  de  Europa.  Viage 
que  en  el  tienpo,  ni  en  el  peligro,  no  es  en  ninguna  ma- 
nera conparable  con  el  que  se  haze  por  el  Ocgeano, 
siendo  por  el  Mediterráneo  tanto  más  corto,  siguro  y 
prouechoso.  Pues  en  quanto  á  las  mercadurías  que  los 
ingleses  pueden  por  el  Ocgeano  traer  á  Jasques,  que 
las  más  inportantes  son  paños,  de  que  los  persianos 


-  148- 

gastan  muy  poco,  sin  ei  daño  que  de  tan  larga  naue- 
ga^ion  se  les  puede  seguir,  salen  mucho  más  barato 
conprados  en  Spahan  los  que  por  Bagadad  traen  las 
carauanas  de  Alepo,  de  los  que  alli  traen  por  el  Medi- 
terráneo los  mesmos  ingleses,  venecianos  y  franceses, 
mas  bien  acondicionados  y  en  tanto  menos  tienpo. 
Las  demás  mercangias,  fuera  de  algún  estaño,  no  tienen 
en  Persia  valor  alguno,  siendo  alli  más  barato  lo  que 
da  la  mesma  tierra  y  no  gastarse  nada  de  las  otras  cu- 
riosidades de  Europa.  De  manera  que  en  todo  el  tien- 
po que  el  Enbaxador  estuuo  en  Xiras,  Spahan  y  Cas- 
bin,  ninguna  cosa  halló  que  conprar  de  las  que  co- 
munmente en  qualquier  lugar  de  Europa  se  hallan.  Y 
ansi,  la  contratación  y  comercio  en  lasques,  ni  á  los 
persianos,  ni  á  los  ingleses  podia  ser  de  tanto  prouecho 
que  correspondiese  á  las  muchas  demostraciones  que 
el  rey  de  Persia  hazia  con  la  amistad  de  estos  merca- 
deres, si  no  fuese,  como  claramente-  se  echaua  de  ver, 
para  debaxo  delta  tratar  cosas  más  inportantes,  como 
se  a  dicho,  siendo  estas  hazerse  señor  del  reyno  de 
Ormuz,  en  que  mucho  tienpo  auia  tenia  puestos  los 
ojos,  lo  que  los  ingleses  podrian  interesar  ayudan- 
do este  designo  del  rey.  Tanbien  podria  ser  de  muy 
grande  prouecho,  rrobando  como  piratas;  pero  por 
justos  rrespectos  se  dexa  agora  de  discurrir  sobre  él; 
solo  se  puede  afírmar  que  el  que  le  rresulta  de  la  con- 
tratación del  puerto  de  (Jurrate  es  muy  conocido,  con- 
prando  alli  á  poco  precio  la  rropa  de  algodón  con  que 
rrescatan  en  las  islas  del  Sur^  siendo  esta  la  moneda 
que  alli  corre  toda  la  especiería  que  ellas  produzen  y 
las  demás  curiosidades  de  la  China  y  Japón  de  que  tan 
gruesa  ganancia  les  rresulta  en  Europa.  En  este  esta- 
do estauan  las  cosas  de  estos  ingleses  quando  el  Enba- 
xador llegó  á  Casbín,  auiendo  hecho  antes  de  su  veni- 
da á  Spahan,  por  medio  de  algunos  criados  del  rey  á 
quien  tenían  prendados  con  lo  mucho  que  le[s]  auian 


-  149  - 

dado  y  ofíregido,  grandes  diligengias  para  que  fuese 
detenido  en  Ormuz,  ó  á  lo  menos  para  no  ser  bien  rre- 
gibido.  Y  aunque  ellos  en  público  negauan  esto,  des- 
pués fue  gierto  auer  publicado  que  el  Enbaxador  ve- 
nía á  Ormuz  á  tratar  de  que  se  cobrase  por  guerra  la 
isla  de  Baharen  y  lo  demás  que  el  rey  de  Persia  auia 
ganado  en  el  reyno  de  Ormuz,  en  las  quales  diligen- 
cias y  fama  publicada  ayudaron  otras  personas  que 
por  ser  cosa  de  mucho  escándalo  se  dexa  aquí  de  dezir 
quien  son. 

Quando  el  Enbaxador  vino  á  Casbin  estaua  alli  un 
cosaco  llamado  (i)  Estephano,  que  por  Circasia  y  el 
Gurgistan  auiai  enbiado  aquella  congregación  de  cosa- 
cos que  moran  aquella  parte  de  la  Rusia  por  donde  el 
rio  Borístenes  entra  en  el  mar  Negro.  Esta  manera  y 
genero  de  gente,  que  por  mar  y  tierra  son  famosos  pira- 
tas, enbiaron  este  honbre  de  su  conpañia  á  offregelle  al 
rey  de  Persia  su  ayuda  en  quanto  á  ellos  le  fuese  posi- 
ble, porque  sabiendo  la  guerra  que  tenia  con  los  tur- 
cos, de  quien  ellos  son  perpetuos  y  capitales  enemigos, 
les  paresgia  que  este  rey  les  podria  ayudar  con  alguna 
cantidad  de  dineros  para  armar  nauios  y  pagar  la  gen- 
te vagabunda  y  perdida  que  de  las  naciones  gircunve- 
zinas  se  le  allegaua  debaxo  de  este  nonbre  de  cosacos, 
y  poder  con  mayores  fuergas  enplearse  en  los  robos  y 
daños  que  por  toda  la  costa  del  mar  Negro  ordinaria- 
mente hazian.  Y  aunque  en  los  demás  rios  que  entran 
en  este  mar  ay  tanbien  otras  s^onpañias  de  cosacos  que 
se  ocupan  en  el  mesmo  offigio  de  saltear,  como  en  la 
Duna,  que  es  el  Danubio,  en  el  Nistro,  que  es  el  Tira, 
y  en  el  Don,  que  es  el  Tañáis,  estos  del  Borístenes,  lla- 
mado Nipro  de  los  russianos  y  tártaros  Precopenses, 
son  en  mayor  cantidad,  y  los  que  an  enprendido  agora 
en  estos  vltimos  años  mayores  cosas  contra  los  turcos 


(i)    Georgia, 


—  i5o  — 

de  lo  que  sus  ñacas  iuer^as  pueden  alcangar.  An  mos- 
trado los  cosacos  en  nuestros  días,  de  quan  pequeños 
principios,  ceuados  con  los  rrobos  que  hazen^  se  uie- 
nen  á  augmentar  y  hazer  formidables  semejantes  con- 
pañias  de  predones^  poniendo  estos  en  la  mesma  nece- 
sidad y  cuidado  á  la  potencia  turquesca  que  antigua- 
mente los  piratas  Isauros  y  Cilices  á  la  Romana.  Por- 
que no  solo  se  atreuen  á  rrobar  los  nauios  desarmados 
de  mercaderes  que  nauegan  por  el  mar  Negro  y  los 
lugares  abiertos  de  su  costa,  pero  acometian  con  sus 
pequeñas  fustas,  galeras  armadas  de  los  turcos ,  y  las 
ganauan  peleando,  saqueando  ansimesmo  muchos  lu- 
gares fuertes  de  la  mesma  marina.  Y  llegó  á  tanto  la  te- 
meraria^ aunque  felige  osadía  destos  piratas,  que  des- 
pués de  auer  rrobado  y  quemado  á  Senapio  y  Amison, 
que  son  las  famosas  y  antiguas  colonias  griegas  de  Si- 
nope  y  Amiso,  en  la  costa  maritima  de  Natolia,  con 
la  mesma  felicidad,  dos  años  antes  que  esto  se  escri- 
uiese,  acometieron  rrepentinamente,  al  amaneger^  á  la 
giudad  de  Cafa,  antiguamente  colonia  de  genoueses,  y 
agora  corte  y  asiento  del  rey  de  los  Precopitas  tártaros, 
y  animosamente  la  entraron  y  saquearon  con  muerte 
de  muchos  tártaros  y  turcos.  Son  prestissimos  en  ha- 
zer sus  asaltos,  vsando  de  una  admirable  promptitud 
y  destreza  en  executar  sus  facciones,  aprouechandose 
de  grande  notigia  que  tienen  de  todas  aquellas  costas 
del  mar  Negro  y  mar  de  la  Tana,  con  todas  las  entra- 
das y  canales  de  los  ríos  que  en  ellos  entran.  Los  na- 
uios de  que  se  siruen  son  unas  muy  pequeñas  fustas, 
en  cada  una  de  las  quales  no  van  mas  de  veinte  y  ^inco 
ó  treinta  honbres,  que  igualmente  hazen  officio  de  rre- 
meros  y  de  soldados,  sin  mas  apak^ato  ni  rregalo  de  lo 
que  tasadamente  al  sustento  dellos  puede  bastar.  Sus 
armas  son  gimitarras  y  arcabuzes  cortos  de  pedernal, 
como  los  que  vsan  los  bandoleros  en  Cataluña  ó  en  el 
reyno  de  Ñapóles,  trayendo  cada  uno  dos  y  tres  arca- 


—  i5i  — 

buzes,  de  que  son  dicstrissímos  tiradores.  En  fin,  si  co- 
mo andan  divididos  en  quadrillas  y  en  diferentes  ríos, 
estuuiesen  unidos  y  tuuiesen  á  quien  obede^er^  serían 
formidables,  no  solo  como  lo  son  á  los  vezinos,  pero 
aun  á  los  que  estuuiesen  más  lejos.  No  tienen  cabega, 
ni  para  su  pirática  milicia,  ni  para  su  miserable  y  bes- 
tial genero  de  biuienda,  careciendo  de  todo  el  consor- 
cio y  puligia  humana^  sin  lugares  poblados  en  que  po- 
der pasar  con  alguna  comodidad  la  vida,  ni  fortalezas 
en  que  poder  defenderse  de  sus  enemigos,  sino  que  co- 
mo fieras  biuen  el  tienpo  que  no  andan  rrobando,  es- 
condidos en  la  espesura  de  los  bosques,  carrizos  y  ca- 
ñauerales  que  se  crian  en  las  orillas  de  los  dichos  rios, 
eligiendo  tenporalmente,  por  pocos  días  y  conforme  á 
las  ocasiones  que  se  les  offrege,  los  capitanes  que  les 
parecen  más  á  proposito,  nonbrando  luego  otros,  sin 
auer  tienpo  (ierto  ni  limitado  para  ninguno.  No  tienen 
mugeres  propias  y  las  que  prenden  en  sus  rrobos  y 
asaltos  por  mar  y  por  tierra,  después  de  auerse  algu- 
nos dias  servido  dellas  las  venden  y  truecan  con  las 
naciones  vezinas,  si  es  posible  que  ninguna  quiera  ó 
pueda  tener  comercio  con  tan  fiero  y  bestial  genero  de 
honbres.  Y  por  dar  alguna  rreputagion  á  su  barbara  y 
odiosa  rrepublica,  si  tal  se  puede  llamar  esta  latroci- 
nante coluvie,  an  hecho  reconocimiento  y  están,  sigun 
ellos  dizen,  debaxo  de  la  protección  de  los  reyes  de 
Polonia,  de  quien,  por  la  vezindad  de  Podolia  y  Rusia 
la  inferior,  secretamente  son  ayudados  de  armas  y  mu- 
niciones. Y  parece  cosa  increíble  poderse  sustentar  tan 
poco  numero  de  honbres  en  la  canpaña  sin  algún  re- 
paro de  artificio  humano  más  del  que  le  dan  las  male- 
zas de  los  rios,  contra  tan  poderosos  y  c^i*canos  ene- 
migos como  son  turcos  y  tártaros,  de  los  quales,  estos, 
como  señores  de  los  canpos  de  anbas  las  rriberas  del 
río  Nipro,  y  los  primeros  desde  las  fortalezas  de  Alba 
y-Moncastro,  podían  acabarlos  y  destruirlos.  Pero  co- 


—    l52   — 

nocese  por  experiencia  que  casi  sin  daño  suyo  es  muy 
grande  el  que  cada  día  hazen  á  estas  dos  naciones. 
Acudía  muchas  vezes  este  cosaco,  que  era  honbre  de 
mediana  y  doblada  dispusigion  y  de  una  vista  leonina 
y  fiera,  á  la  posada  del  Enbaxador  en  Casbin,  que  le 
socorrió  sienpre  de  lo  necesario,  y  al  tienpo  que  el  rey 
se  quiso  partir,  auiendoselo  ya  antes  rrecomendado  de 
palabra,  encargó  su  despacho  muy  particularmente  al 
aposentador  mayor  Ussenbec,  diziendole  que  no  deuia 
el  rey,  teniendo  tan  grandes  y  poderosos  enemigos  co- 
mo los  turcos,  menospreciar  (i)  aunque  tan  pocos,  la 
amistad  de  estos  valientes  honbres, 

Casbin  es  de  la  mesma  población  y  grandeza  ó  poco 
menos  que  Spahan,  sin  lo  adjunto  de  las  nueuas  colo- 
nias, pero  aun  más  arruinada  y  de  mucho  menos  con- 
curso de  gente.  Después  que  Tauris  fué  saqueada  del 
Gran  Turco  Solimán,  Xa  Thamas,  rey  de  Persia,  mu- 
dó su  ordinaria  rresidengia  y  corte  á  esta  giudad,  que 
está  en  el  (entro  y  coraron  de  la  nobilissima  prouíngia 
de  Media.  Y  aunque  no  se  vee  agora  en  ella,  fuera  de 
su  Maidan,  cosa  que  pueda  illustrarla,  tiene  hermoso 
y  apazible  sitio  en  un  gran  llano  que  ocupa  muchas 
leguas,  con  una  sierra  á  menos  de  medio  dia  de  cami- 
no hazia  la  parte  del  Norte,  estando  cercada  por  las 
demás  partes  de  muchas  viñas  y  aldeas  muy  frescas 
de  arboledas  y  jardines.  Y  con  auer  sido  tantos  años 
corte  del  dicho  Xa  Thamas,  y  después  de  Mahamet 
Codabanda  su  hijo,  no  se  vee  en  ella  casa  real,  ni  pa- 
lacio, aun  de  los  que  pueden  bastar  á  se  aposentar  en 
ellos  qualquiera  capitán  y  gouernador  que  alli  rresidie- 
se.  Porque  lo  que  paregió  en  aquella  huerta  adonde  se 
rregibio  el  Enbaxador,  que  deuia  ser  lo/nejor  que  el 
rey  tenia,  era  de  muy  poco  y  rruin  aposento,  conten- 
tándose los  reyes  que  aqui  asistian,  como  dados  sola- 


(i)    y  tener  en  poco. 


—  i53  — 

mente  al  rregalo  y  vida  oc^íosa,  á  biutr  en  los  arames 
de  sus  mugeres  que  ay  esparzidos  por  toda  la  grande- 
za de  aquella  huerta.  En  el  verano  y  estío,  como  aquí 
tan  á  costa  suya  (i)  provó  y  halló  por  esperiengía  la 
familia  del  Enbaxador,  tiene  malissímo  aire,  con  exce- 
siuas  calores  y  gruesa,  pesada  y  pestilencial  agua;  en 
fín,  no  ay  en  ella  cosa  digna  de  la  fama  que  en  Europa 
ay  de  su  grandeza  y  como  de  corte  de  tan  grandes 
reyes.  Está  en  treinta  y  ginco  grados  y  veinte  y  ocho 
minutos  de  latitud  á  la  parte  de  nuestro  Polo  Ártico. 


(i)    esperimentó. 


LIBRO  SEXTO  <'> 


CAPITULO  PRIMERO 


Descripción  de  la  Persia  y  regiones  comarcanas. — Diversas  opinio* 
nes  que  hubo  acerca  del  reino  de  Catay. — Hechos  de  Gengis 
ICban.— Costannbres  de  los  tártaros.— Vida  de  Tamerlán. —  Ba- 
talla de  Ancira  y  prisión  de  Bay aceto.  —  Apodérase  aquél  de  la 
ciudad  de  Esmirna.  —  Llanto  de  Tamerlán  en  la  muerte  de  su 
hijo  Mahamet. 

Por  auer  sido  esta  giudad  de  Casbin  la  vltima  de  las 
jornadas  que  el  Enbaxador  hizo  por  las  prouincías  de 
la  Persia,  es  bien  dar  alguna  noticia  de  lo  que  alii  se 
supo  de  las  demás  partes  de  este  imperio  que  no  se 
pudieron  ver  ni  conocer  en  el  dicho  viage^  aunque  se- 
ria muy  (iega  la  tal  noticia  con  lo  que  solamente  se 
pudo  inquerir,  aun  de  los  honbres  que  agora  en  nues- 
tros dias  con  mucho  cuydado  las  uviesen  visto  y  no- 
tado, si  no  nos  aprouechasemos  principalmente  de  la 
lección  de  la  antigüedad,  que  es  la  que  da  verdadera 
lunbre  y  conocimiento  de  todo  lo  que  se  deue  saber 
del  mundo.  Y  como  en  esta  materia  del  sitio  de  esta 
monarchia  oriental,  tan  famosa  y  celebrada  en  todas  las 
edades  y  de  quien  tantos  y  tan  graues  autores  an  he- 
cho particular  memoria  á  la  posteridad,  sea  el  mar  Cas- 


(i)    En  el  manuscrito  original  es  el  quinto. 


-156- 

pio  el  que  baña  algunos  de  los  reynos  y  prouin^ias  mas 
conocidos,  es  bien  saber  primero  el  sitio  y  postura  de 
este  mar,  tan  diferente  de  como  los  geographos  y  mu- 
chos de  los  historiadores  de  estas  postreras  edades  nos 
lo  ponen.  Tanbien  es  forzoso  tener  por  guia  quatro  ó 
5Ínco  rios,  tan  conocidos  de  antiguos  y  modernos,  que 
aun  los  muy  ignorantes  los  conogen,  ansi  por  su  gran- 
deza como  por  rretener  agora  los  mesmos  nonbres 
que  sienpre  tuuieron.  Corre,  pues,  el  mar  Caspio  ó 
Hircano,  que  agora  llaman  de  Bacu,  por  su  mayor  dis- 
tancia Noroeste  Sueste,  que  es  lo  mesmo  que  Maestro 
y  Siroco,  inclinándose  tanto  al  Mediodia  que  la  parte 
mas  austral  suya  no  está  en  mas  de  treinta  y  seis  gra- 
dos mas  algunos  pocos  minutos,  sigun  se  puede  con- 
jecturar^  del  sitio  pregisso  que  se  sabe  de  la  giudad  de 
Casbin  y  de  la  distancia  que  della  ay  al  dicho  mar, 
juzgándose  esto  conforme  á  la  dispusigion  del  sitio  de 
la  tierra  por  donde  se  camina  de  la  una  parte  á  la  otra. 
Los  historiadores  y  geographos  de  la  antigüedad  solo 
tenian  respecto  á  las  distangias  terrestres,  con  los  non- 
bres de  las  prouingias,  montes  y  rrios  que  las  diuidian 
y  de  las  giudades  que  mas  notables  auia  en  ellas,  sin 
tener  rrespecto  á  la  correspondencia  del  cielo,  ni  á  sus 
parallélos  meridianos,  por  donde  se  pueda  conocer  su 
verdadera  situagion.  Y  Ptolomeo,  que  fue  quien  pudo 
dar  algún  conocimiento  en  esto,  hallamos  sus  tablas 
por  la  mayor  parte  tan  vigiosas  y  corronpidas  que  es 
muy  poca  la  certeza  que  dellas  se  puede  tener,  y  ansi, 
contra  lo  que  yo  estaua  persuadido,  me  puso  grande 
ádmiragion  hallar  esta  tierra ,  parte  tan  noble  y  cono- 
gidá  de  Asia  que  está  entre  el  mar  Caspio  y  seno  Pér- 
sico, tanto  mas  austral,  no  solo  en  pocos  minutos,  sino 
en  muchos  grados.  La  principal  causa  de  este  grande 
herrot  a  sido  la  pureza  y  subtileza  del  aire,  siendo  toda 
estarregion,  aunque  muy  montuosa,  sequíssima  en  vlti- 
mo  grado,  sin  produzir  bosques  ni  otros  arboles  natu-< 


-  15;  - 

raímente,  mas  de  aquellos  que  por  la  humana  indus- 
tria, ayudada  de  algunas  venas  de  agua,  ó  hallada  alü 
(erca  ó  traida  de  muy  lexos,  se  hallan  en  las  huertas  y 
jardines.  Este  aire  [es]  tan  delgado  y  poco  corruptible 
que  aunque  de  verano  conserua  mucho  más  tíenpo 
que  en  otras  partes  las  cosas  sin  alterarse  y  corron- 
perse,  causa  mayor  frió  sin  conpara^ion  en  el  invierno 
que  en  otros  climas  mas  altos  y  cercanos  á  nuestro 
Polo,  convirtiendo,  por  la  mesma  rrazon,  la  mayor 
parte  de  las  lluvias  ordinarias  en  nieve,  cuya  abundan- 
cia es  de  manera  que  en  3o  y  32  grados,  en  montes,  ó 
por  mejor  dezir,  collados  no  altos,  están  la  mayor 
parte  del  verano  cubiertos  della.  Y  ansí,  en  la  ^iudad 
de  Xiras,  que  es  la  antigua  Qiropolis,  fundación  de 
Qiro  y  enoblegida  con  el  sepulcro  de  un  tan  gran  rey, 
hazia  de  invierno  mayor  frió  que  en  qualquiera  otro 
clima  de  40  grados,  no  estando  en  mas  de  28  y  44  mi- 
nutos, como  se  a  dicho  ya  quando  de  la  dicha  giudad 
se  hizo  particular  discrip^ion.  Caminando  desde  Xiras 
á  Margascan,  que  son  10  leguas,  gerca  de  la  qual  ve- 
mos las  giertas  rruinas  de  Persepolis,  se  va  á  Nordeste 
y  Les  Nordeste,  que  es  el  griego  y  griego  Leuante,  y 
después  hasta  Spahan  á  Noroeste  y  Nornoroeste,  y  lo 
menos  del  camino  al  Norte,  de  manera  que  las  dos  ciu- 
dades ya  dichas  primero,  sin  duda  son  mas  orientales 
que  Spahan,  y  tanpoco  la  puede  auer  de  que  entran- 
bas  y  tan  cercanas  de  sitio  estén  en  la  tan  famosa  y 
nonbrada  prouingia  de  Pcrsia.  La  qual,  conforme  á  la 
común  doctrina  de  los  antiguos,  tenia  á  Media  al  Nor- 
te, de  ñfianera  que  si  la  giudad  de  Spahan  no  es  parte 
de  la  Media,  deue  ser  incluida,  como  sin  duda  lo  es,  en 
la  mesma  Persia  y  parte  más  Septentrional  della.  Con- 
forme á  esto  corre  esta  prouingia  por  mayor  Ñor  Noro- 
este Su  Sueste,  que  es  lo  niesmo  que  Maestro  Tramon- 
tana y  Siroco  Mediodía,  teniendo  á  Occidente  la  pro- 
uingia  de  Susiana,  oy  dia  Susien;  al  Septentrión  ó  Norte 


—  i58  — 

la  Media,  como  se  a  dicho  (i);  al  Oriente,  parte  del  an- 
tiguo y  gran  reino  de  Parthia,  llamado  agora  Corassan, 
y  Carmania  Oriental,  agora  Cherman;  y  al  Mediodia, 
á  Carmania  la  desierta  ó  reyno  de  Lara.  Sigun  la  opi- 
nión de  los  geographos  porteriores,  la  ^iudad  de  Spa- 
han  está  conprehendida  en  la  antigua  Parthia  ó  Coras- 
san,  no  mirando  que  esta  gran  prouingia,  cabega  de  los 
Arsagidas,  señores  de  la  monarchia  Oriental  y  opuesta 
á  la  potencia  romana,  tenia  por  limites  antiguamente, 
al  Oriente  la  prouincia  de  Aria,  agora  Arat,  confinante 
con  la  India  primera;  al  Mediodía,  á  Carmania;  al  Oc- 
cidente, la  Persia,  y  al  Septentrión  á  Hircania,  en  estos 
dias  llamada  Strabat,  y  parte  de  la  Batra,  agora  con 
poca  diferencia  nombrada  Balea.  Ansi  el  nonbre  anti- 
guo de  este  poderoso  reyno  de  Bactra,  como  su  pringi- 
pal  giudad  y\e\  rio  que  por  junto  á  ella  corre,  es  muy 
semejante,  ó  casi  el  propio,  que  agora  tiene,  aunque  el 
tienpo  a  mudado  el  apellido  de  Bactrianos  en  Vsbe- 
ques,  auiendose  apoderado  del  los  scithas  ó  tártaros 
Nogais,  perpetuos  enemigos  de  los  persianos.  Por  la 
parte  mas  septentrional  de  este  reyno  corre  el  gran  rio 
Abiaomu,  que  es  el  famoso  y  antiguo  Oxo,  que  diuide 
66ta  rregíon  de  la  de  los  tártaros  Chacatais,  antigua- 
mente los  Sogodianos,  cuya  principal  cabega  es  la  giu- 
dad  de  Samarcan,  antiguamente  Maracanda,  que  aun- 
que tan  engrandecida  mas  a  de  dozientos  años  por  Ta- 
mur  Lang,  señor  de  toda  Asia,  agora  está  rreduzida  á 
tres  ó  quatru  aldeas,  cada  una  dellas  de  poca  y  pobre 
poblagion.  Diuide  esta  gran  prouingia  de  Sogodia,  que 
incluye  en  si  otras  prouingias  menores,  de  las  largas  y 
estendidas  canpañas  de  los  scithas  y  tártaros  Nogais, 
el  rio  Calima,  que  es  el  Yaxarte  que  Alexandro  Magno 


(i)  al  Of'iente  de  la  Parthia,  agora  Corassan,  y  al  Mediodía  á 
Carmania,  agora  Cherman,  Sigun  opinión  de  los  geographos  wio- 
dernos,  la  giudad» 


—  iSg  — 

pasó  contra  los  scithas,  creyendo  y  persuadiéndose 
vanamente  que  era  el  rio  Thanaís  que  díuide  á  Asía  de 
Europa.  Entran  estos  dos  rios  por  esta  parte  en  el  mar 
CaspiOy  aunque  el  Oxo  con  mucha  mas  cantidad  de 
agua,  siendo,  como  es,  uno  de  los  mayores  de  toda 
Asía  (i),  quando  desenboca  en  el  dicho  mar  es  con  tan 
hondo  y  ancho  lecho  que  puede  dar  siguro  puerto  á 
muy  gruesos  nauíos.  La  costa  marítima  contenida  de 
los  ya  dichos  Abíaomu  y  Calima  es  la  parte  mas  Oc- 
gidental  de  la  Sogodia,  ó  rregion  de  los  chacatais,  y 
antiguamente  se  llamó  Margiana^  la  qual  produze,  si- 
gun  el  nonbre  que  antiguamente  tenia,  minerales  de 
finissimo  hierro  para  labrar  todo  genero  de  armas.  Fue- 
ron los'chacatais  en  la  edad  de  su  famosissimo  rey 
Thamur,  de  mucho  mayor  nonbre  que  agora  los  ha- 
llamos, porque  auiendo  con  su  valor  y  militar  gloria 
corrido  vencedores  á  toda  Asia,  agora  y  de  muchos 
años  á  esta  parte  toda  la  mas  de  su  potencia  se  a  trans-' 
ferido  á  los  usbeques  sus  vezínos.  A  sido  la  causa  prin- 
cipal de  esto  que  los  usbeques  ó  bactrianos  están  vni- 
dos,  obedeciendo  á  un  solo  rey^  y  ansi  se  an  augmen- 
tado y  crecido  en  notable  grandeza  y  multitud  grande 
de  moradores  sus  dos  principales  y  rricas  ciudades  de 
Balea  y  Bucara;  y  al  contrario,  los  chacatais,  por  andar 
diuididos  y  obedecer  á  diferentes  señores,  se  a  dibili- 
tado  el  nonbre  (2)  y  potencia  que  antes  auian  adquiri- 
do, rreduziendose  á  tan  humilde  población  Samarcant, 
una  de  las  mayores  y  mas  rricas  ciudades  de  todo  el 
Oriente.  El  reyno  y  prouincia  de  Corassan,  que  como 
se  a  dicho  es  la  antigua  Parthia  ó  Parthiene,  es  agora 
una  de  las  mas  inportantcs,  rricas  y  poderosas  de  todas 
las  demás  de  esta  monarchia,  siendo  notorio  engaño  de 
los  que  la  tienen  por  Aria,  pues  esta  infaliblemente  es 


(i)    el  qual. 
(2)    gloria. 


\ 


—  lóe- 
la pf óuingia  de  Arat,  conseruando  casi  su  primero  y 
antiguo  nonbre,  contermina  de  la  primera  India,  como 
lo  es  agora  la  prouingia  de  Candar  (i),  por  donde  (2)  en 
éste  tienpo  van  y  vienen  todas  las  caravanas  de  mer- 
caderes que  pasan  á  la  India  ó  vienen  á  Persia,  ansi  del 
reyno  del  ^inde  como  de  los  de  Laor,  Agrá  y  Canbaya, 
subjectos  todos  al  gran  rey  de  los  mogores.  Fueron  las 
tres  prouin^ias  que  se  han  referido  arriba,  Parthia,  Ba- 
tra  y  Sogodia,  la  parte  de  toda  Asia  en  que  mas  se  de- 
tuuo  Alexandro  Magno,  ansi  por  la  ferocidad  de  sus 
moradores,  siendo  los  mas  bellicosos  de  toda  Asia,  y 
por  esto  rrebelandose  muchas  vezes,  como  para  las 
grandes  prevenciones  que  en  ellos  hizo  para  pasar  á  la 
conquista  de  la  India,  y  parece  que  la  fiereza  indoma- 
ble de  estas  naciones,  por  la  demora  que  alli  hizo  aquel 
exer^ito  tantas  vezes  vengedor,  se  le  comunicó  á  los 
mas  íntimos  y  familiares  de  Alexandre,  de  manera  que 
trocada  la  naturaleza  de  griegos  en  la  de  aquellos  bar- 
baros, inpia  y  cruelmente  se  conjuraron  algunas  vezes 
para  matalle,  comunicándosele  tanbien  al  mesmo  rey,, 
que  de  suyo  era  iracundo  y  violento,  de  que  resultó  la 
muerte  de  illustres  y  valerosos  capitanes  suyos. 

Toda  la  classe  de  los  historiadores  antiguos^  que  son 
Justino,  Arriano,  Diodoro  Siculo,  Plutarco  y  Quinto 
Curcio,  concuerdan  auer  entrado  Alexandro  á  la  India 
desde  la  provincia  de  Sogodia,  y  ansi  se  puede  presu- 
mir que  fue  por  el  reyno  que  oy  se  llama  de  Badalan, 
conquistando  primero  aquellos  reyes  que  eran  señores 
de  la  parte  más  septentrional  della.  Y  después,  naue- 
gando  por  el  rio  Hidaspes  y  el  Indo  hiziese  guerra  á  los 
mas  australes  hasta  llegar  al  Occeano,  adonde  puso 
fin  á  su  memorable  expedición.  Y  porque  conforme  á 
lo  que  los  dichos  autores  nos  dexaron  escrito  Alexan- 


(i)    antiguamente, 
(a)    agora. 


—  i6i  — 

dro  leuantó  grandes  aras  y  colunas  en  aquella  parte  de 
la  prouin^ía  del  ^inde  por  donde  el  rio  Indo  desenboca 
en  el  Occeano,  con  inscripciones  de  su  llegada  alli  y  re- 
lación de  sus  conquistas,  se  a  querido  poner  aqui  esta 
breue  digresión,  aunque  se  interrunpa  en  algo  la  mate- 
ría  sobre  las  prouingias  del  reino  de  Persia.  Diziendo 
como  algunos  soldados  portugueses  de  los  que  muy  de 
ordinario  nauegan  desde  Goa,  Diu  y  Ormuz  al  ^inde, 
para  guarda  y  presidio  de  los  nauios  de  mercaderes  que 
alli  van  á  contratar,  entre  los  quales  fue  Rui  Gongalez 
deSiqueira,  capitán  de  la  fortaleza  de  Tidore,  en  el 
Maluco,  y  después  general  de  la  armada  que  desde  Es- 
paña fue  á  las  Philípinas  el  año  de  1614,  afirmaron  al 
Enbaxador  auer  visto,  cerca  de  la  boca  del  mesmo 
Indo,  que  vulgarmente  ansi  á  él  como  á  la  prouingia 
llaman  Qinde  (i),  enteras  las  dichas  aras  y  colunas.  Di- 
ziendo tanbíen  que  su  altura  seria  de  media  pica,  escri- 
tas de  letras  griegas,  aunque  los  dichos  soldados,  por  no 
conocer  bien  los  charateres,  no  sabian  sí  eran  griegos  ó 
de  otra  nación;  pero  el  Rui  González,  aunque  poco 
letrado,  dezia  que  si,  y  que  auia  auido  algunos  en  la 
India  que  las  auian  leido,  nonbrandose  alli  Alexandro, 
hijo  de  Júpiter  Amon,  cosa  tan  procurada  del  y  que  á 
muchos  costo  caro  burlarse  dello. 

Tanbien  á  paresgido  escreuir  aqui,  antes  de  pasar  á 
otras  cosas,  como  desde  Samarcant,  Bucara  y  Balea, 
ciudades  ya  nonbradas  de  las  antiguas  Sogqdia  y  Ba- 
tra,  y  agora  del  señorio  de  los  usbeques,  va  cada  año 
una  gran  caravana  de  mercaderes  al  Catayo  y  á  su 
principal  giudad  de  Canbalec  (Marco  Polo  la  nonbra 
Canbalu).  Y  aunque  de  algunos  años  á  esta  parte  los 
Padres  de  la  Conpañia  de  Jesús  que  rresiden  en  la  In- 
dia, y  particularmente  en  la  ciudad  de  Macao,  puerto 
y  escala  tan  conogido  de  la  China,  an  publicado  por   . 


(1)    auer  pisto. 

II 


—   l62  -^ 

toda  Europa  que  no  auia  tal  rey  no  de  Catay  o,  sino  que 
á  quien  algunos  auian  querido  dar  este  nonbre  era  ver- 
daderamente el  mesmo  re}lio  de  la  China^  se  halla  ago- 
ra en  la  Persia  tanta  certeza  y  tan  indubitable  de  que 
lo  ay,  y  de  tan  grande  ó  mayor  potencia  que  el  de  la 
China,  que  no  seria  obstinación,  sino  muy  euidente  lo- 
cura el  negallo.  Lo  que  pudo  mouer  á  estos  religiosos 
á  se  persuadir  á  la  tal  negatiua,  pudo  ser  lo  que  ellos 
dízen  en  una  rrela^ión  que  vino  de  la  ciudad  de  Laor, 
por  los  Padres  que  allí  presidian,  Gerónimo  de  Xauier 
y  Manuel  Piñeiro,  á  quien  el  Enbaxador  conoció  y  tra- 
tó en  la  India  muy  particularmente  después  de  auer 
dexado  ellos  aquella  misión.  Todo  lo  que  en  la  dicha 
rrelagion  auia  escrito  era  por  un  memorial  fabuloso  de 
un  fíerto  armenio  que  desde  la  dicha  ciudad  de  Laor  se 
partió  en  conpañta  del  ermano  Goes,  para  desde  alH 
penetrar  a  la  corte  del  rey  de  la  China,  adonde  auia 
días  que  estaua  el  Padre  Matheo  Ricio  y  otros  rreligio- 
sos.  El  ermano  Goes  no  paregio  mas,  y  auiendo  buel- 
to  el  armenio  después  de  algún  tienpo  salió  á  luz  el 
memorial  ó  relación  suya,  dizíendo  que  ni  auia  Catha- 
yo,  ni  lo  auia  auido.  Y  aunque  Gerónimo  Xauier,  como 
religioso  de  suma  modestia  y  bondad  hablava  en  esta 
materia  de  muy  mala  gana  quando  el  Enbaxador  le 
preguntaua  sobre  ella  lo  que  sabia,  y  le  dezia  y  respon- 
día otras  cosas,  los  demás  Padres  afírmáuan  que  sin 
duda  era  la  China  y  Cathayo  una  misma  cosa,  y  por 
muchas  diligencias  que  sobre  ello  hizo  no  pudo  acabar 
con  ellos  que  le  diesen  las  rrelagiones  qué  nueuamente 
tenian  de  los  Padres  que  auian  salido  de  Pachin,  corte 
de  aquel  gran  reyno,  después  de  la  muerte  de  Matheo 
Ricio,  que  santamente  acabo  en  aquella  ciudad,  aun- 
que sin  el  fruto  sobre  que  tanto  tienpo  y  trabaxo  le 
auia  costado. 

Sin  la  conprobagion  y  certeza  que  agora  se  halla  en 
estas  partes,  del  poderoso  monarcha  del  Catayo,  basta 


—  163  — 

la  muy  común  opinión  de  todos  los  autores  europeos 
de  mas  de  trezíentos  años,  que  todos  casi  sin  faltar 
ninguno  nos  an  dexado  tan  particular  memoria  de  su 
grandeza.  Y  aunque  á  Haiton,  armenio,  Nicolás  Mafeo 
y  Marco  Polu,  venecianos,  en  algunas  cosas  particula- 
res sean  de  muchos  tenidos  por  apocriphos,  no  le  po- 
demos negar  la  mucha  luz  y  noticia  que  nos  an  dado 
de  aquesta  larguissima  y  rriquissima  región,  aunque 
con  admiragion  y  espanto  de  los  que  leen  en  tan  peque- 
ño tratado  tantas  grandezas  y  rriquezas  juntas,  de  lo 
qual,  aun  en  su  vida,  de  sus  mesmos  ciudadanos  adqui*- 
rieron  el  sobrenonbre  de  millones  ó  mentirosos.  Pero 
como  todos  los  demás  autores,  en  que  ay  algunos  aun 
mas  antiguos  que  estos  venecianos,  dexaron  tan  de 
proposito  y  con  tanto  cuydado  escrita  en  sus  obras 
aquella  miserable  rruina  y  deuasta^ion  de  tantas  y  tan 
nobles  prouincias  de  Europa,  forzosamente  dan  tanbien 
principio  y  causa  de  quien  la  causó.  Y  como  para  las 
tan  grandes  y  memorables  conquistas,  como  fue  esta  y 
de  nación  tan  rremota^  pues  casi  desde  la  mas  oriental 
de  toda  Asia  vino  como  un  terrible  incendio  abrasando 
y  destruyendo  el  mundo  hasta  los  mas  occidentales 
confines  de  Hungría  y  Silesia,  nos  emos  tanbien  de  per- 
suadir á  que  gentes  que  tan  universal  daño  causaron 
tuuieron  grande  y  poderoso  principio,  y  auerse  deriua- 
do  de  alguna  monarchia  potentissima  y  en  todo  igual  á 
los  efectos  que  della  nacieron ,  hinchiendo  á  toda  Asia 
y  Europa  de  increíble  terror  y  plaga  lamentable.  El 
origen  de  tan  gran  mudanca,  tocándolo  ansí  la  clase 
toda  de  los  modernos,  fue  el  grande  y  famoso  <Jingis,  a 
quién  después  dieron  por  sobrenonbre  de  Cham,  que 
en  lengua  scithíca  ó  tartaresca  es  lo  mesmo  que  señor, 
y  aunque  de  muy  baxa  stirpe  y  profesión,  pues  dizen 
que  era  herrero,  ya  viejo  y  pequeño  de  cuerpo,  tuuo 
tanta  grandeza  y  generosidad  de  ánimo,  con  tan  rrara 
sagacidad,  que  en  muy  pocos  años  fundó  y  levantó  un 


—  í64  — 

inperio  tal  que^  ansí  en  (K>tenQÍa  como  en  todas  buenifi 
artes  pulíticas  y  militares  con  que  los  semejantes  inpe- 
rios  se  augmentan,  no  tuuo  sigundo  después  en  el  mun- 
do. Y  porque  no  ay  agora  para  que  tratar  de  los  pro- 
gr'esos  de  aqueste  insigne  honbre,  ni  tanpoco  tenemos 
muy  distinta  rrazon  dellos,  solo  se  puede  dezir  que  en 
muy  pocos  años  y  con  sola  ayuda  de  sus  rrusticos  y 
pobres  tártaros  del  Mongol,  de  cuya  nación  el  era,  dexó 
establecida  y  con  ^an  fírmes  fundamentos  aquella  gran 
monarchía,  á  los  primeros  que  en  ella  le  sucedieron, 
que  pudieron  luego  enbiar  inumerables  exercitos  con 
que  conquistaron,  con  gran  parte  del  Ogidente,  casi 
todo  el  Oriente.  En  Europa,  demás  de  todas  las  pro- 
uincias  de  la  Rusia  superior  y  inferior,  tres  años  conti- 
nuos se  detuuieron  arruinando  y  saqueando ,  con  todo 
genero  de  barbara  crueldad,  los  rey  nos  de  Hungría  y 
Polonia  con  el  Ducado  de  Silesia.  Pero  aunque  en  estas 
partes  se  padegio  por  todo  este  tienpo  tanta  calamidad 
y  miseria,  al  fín,  aunque  vazias  y  despobladas  de  sus 
moradores,  las  dexaron,  y  cargados  de  infinitos  despo- 
jos se  boluieron  á  su  naturaleza.  Mas  las  prouingias 
Orientales,  demás  de  las  calamidades  que  padegio  Eu- 
ropa fueron  en  ellas  mayores  los  daños  y  mas  durade- 
ros, quedándose  los  tártaros  de  asiento  en  ellas  y  fun- 
dando los  capitanes  que  las  conquistaron  y  saquearon, 
particulares  reynos  y  señoríos,  ansi  por  caerles  menos 
lexos  del  Mongol  y  Cathayo,  de  onde  ellos  eran,  que 
los  de  Europa,  como  por  ser  la  quaiidad  de  la  tierra 
mas  á  proposito  suyo.  Y  aunque  hizieron  asiento  por 
muchos  años  en  Persia,  Media,  Assiria  y  Mesopota- 
mia,  poseídas  antes  de  los  árabes,  y  entonces  de  los  tur- 
cos, en  quien  estaua  el  inperio  de  toda  Asia,  adonde 
mas  se  arraigaron  y  permanecieron  fue  en  las  prouin- 
Cias  de  Sogodia  y  Batra,  adonde  hasta  agora  están  por 
señores  dellas.  Luego,  los  primeros  años  después  de 
aquesta  universal  expedición  y  conquista  de  los  tarta- 


^  i65  — 

ros,  por  el  miedo  y  terror  que  en  ei  mundo  se  concibió 
dellos,  de  todas  las  partes  del  acudieron  con  sus  enba* 
xadas  diuersos  pringipes,  entre  los  quales  tenemos  par* 
ticular  noticia  de  las  que  enbió  el  sumo  Pontifíce  Ino* 
<;encío  quarto  con  los  religiosos  de  San  Francisco  y 
Sancto  Domingo,  cuyas  rreligiones  comengauan  enton- 
ces á  florecer;  al  supremo  rey  y  señor  del  Cathayo, 
cabera  desta  gran  monarchia  de  Jos  tártaros,  fue  fray 
Juan  del  Frioli,  frayle  menor,  y  ásu  capitán Bathonoy, 
que  auia  hecho  asiento  y  poseía  las  prouingias  ya  non* 
bradas  del  reyno  déla  Persia,  fray  ( i )  Ascelino  y  sus 
conpañeros  dominicanos. 

En  esta  mission,  auiendo  sucedido  que  como  Batho- 
noy,  con  suma  arrogancia  uviese  querido  matar  estos 
sanctos  rreligiosos  por  no  auerle  querido  adorar,  y  los 
tuuiese  en  muy  estrecha  prisión,  al  fin  no  se  atreuio  á 
les  quitar  la  vida  hasta  consultarlo  con  el  supremo 
monarcha  del  Catayo,  á  quien  el  era  subjecto,  y  aun- 
que se  detuuo  la  rrespuesta  algunos  meses^  corriendo 
á  toda  diligencia  los  correos,  por  la  mucha  distancia 
del  viage,  vino  expreso  mandato  para  que  luego,  so 
pena  de  la  vida,  se  soltasen  los  presos,  como  precissa* 
mente  se  cunplio.  No  fuera  menester  én  cosa  de  suyo 
tan  grande  y  tan  sabida,  hazer  en  esta  del  señorio 
grande  del  Cathayo  mas  larga  digresión,  si  los  Padres 
Jesuitas  no  tuuieran  adquirida  generalmente  en  toda 
Europa  tanta  opinión  aun  en  aquellas  cosas  que  parti- 
cularmente no  profesan,  de  manera  que  muchos,  sigun 
su  aprouada  doctrina  y  conocimiento  del  mundo,  serán 
de  la  opinión  de  estos  Padres  indianos.  Y  ansi  es  bien 
que  para  desengaño  de  aquellos  que  la  siguieren  se  en- 
tienda que  no  solo  los  reyes  y  cabecas  de  los  principa- 
les ordus  de  Tartaria,  que  ansi  llaman  á  los  grandes 
exísrcitos,  aduares  y  congregaciones  en  que  de  una 


(i)   m.^yh^r. 


—  i66  — 

parte  á  otra  andan  vagando,  mas  aun  todos  los  princi- 
pes asiáticos  hasta  los  mas  orientales  de  la  India,  to- 
man por  suprema  dignidad  este  apellido  de  Cham; 
¡tanta  es  la  rreputagion  de  este  nonbre,  arrogado  asi 
por  exgelengia  de  los  grandes  monarcas  del  Cathayol 
Demas^  que  ninguno  de  los  tales  principes,  reyes  y 
grandes  señores  se  halla  oy  en  toda  Asia,  incluida  tan- 
bien  la  India  en  ella,  que  no  se  pregie  de  venir  de  la 
stirpe  y  sangre  de  Qingis  Cham,  el  vejezuelo  herrero 
que  ya  se  a  nonbrado,  fundador  y  autor  de  la  dicha 
monarchia,  y  ansí  carege  de  toda  estimación  aquel  que 
no  viene  y  procede  de  su  casta.  Y  esto  es  de  manera 
que  encareciendo  mucho  Mahamet  Aga,  tártaro,  en 
Casbin,  hablando  con  el  Enbaxador,  la  calidad  de  Ta- 
tarcham,  ermano  del  rey  de  Cafa^  dixo  por  gran  cosa 
que  ansi  el  como  su  ermano  y  los  demás  señores  de 
aquel  ordu  de  los  tártaros  Precopenses,  venían  dere- 
chamente de  la  casta  de  Qingis,  llamándole  ansi  abso* 
lutamente  todos  como  por  suma  grandeza.  De  lo  que 
mas  se  precia  el  rey  de  Persia  es  desto,  y  ansimesmo 
los  reyes  de  los  usbeques  y  principes  de  chacatais^ 
reyes  de  los  mogores  y  los  principes  de  los  ordus  del 
Mongal,  Nogai  y  Cassam,  tan  famosos  en  todas  las 
edades  del  mundo  en  la  Tartaria  y  Scithia  asiática.  El 
nonbre  que  [tiene]  elcanpo  ó  exergito  del  rey  de  Persia, 
en  el  mesmo  ticnpo  que  esto  se  escriue,  es  ordu,  el 
qual  es  palabra  sQithíca  antichissima,  que  como  se  a 
dicho  significa  congregación  y  junta  grande  de  gente 
en  forma  de  rrepublica  ó  ciudad.  Porque  los  scitas  ó 
tártaros,  de  inmemorial  costunbre,  como  los  árabes 
en  todas  las  prouincias  de  Arabia,  ^Egipto  y  Berueria, 
que  en  sus  aduares  y  tiendas  andan  vagando  por  los 
canpos^  andan  tanbien  ellos  por  las  larguissimas  y  an- 
chissimas  rregiones  de  Tartaria  con  sus  mugeres,  hijos 
y  ganados,  que  crían  en  grande  abundancia,  mudán- 
dose de  una  parte  á  otra,  sigun  la  comodidad,  por  las 


diferencias  del  año,  ó  mejoría  de  los  pastos.  Los  ordus 
grandes  de  Tartaria,  que  son  como  caberas  y  asientos 
de  principales  prouin^ias  ó  grandes  rregiones,  son  ca- 
pages  de  una  infínita  cantidad  de  gente^  con  grande 
orden  y  concierto,  á  semejanza  de  grandes  ciudades, 
auiendo  otros  ordus  menores  subjectos  á  cada  uno  de 
estos  mas  principales.  Quando  hazen  mudanga  de  unas 
partes  á  otras  lleuan  sus  familias,  y  pequeños  pauello- 
nes,  que  son  de  fieltro  y  cuero,  en  grandes  carros  tira- 
dos de  cauallos,  de  manera  que  su  naturaleza  son 
aquellas  inmensas  canpañas  de  la  Sgithia,  y  su  menage 
y  aparato  domestico  aquellas  pobres  y  estrechas  tíen* 
das>  con  algunos  groseros  y  rrusticos  vasos,  en  que 
sin  otro  regalo  ni  género  de  puligia  limitadamente  sa- 
tisfazen  á  la  naturaleza.  Pero  aquellos  tártaros  que  con 
Bathonoy  pararon  en  los  reynos  y  prouingias  de  la 
Persia,  hallando  en  ellas  la  opulencia  y  rregalos  que  en 
los  canpos  de  Tartaria  les  faltaua,  se  acomodaron  y 
acostunbraron  á  ellos,  biuiendo  con  mas  humanas  y 
Ciuiles  costunbres.  Y  ansi,  auiendo  en  discurso  de  al- 
gunos años  leuantañdose  los  naturales  contra  ellos,  les 
forcaron  á  dejar  la  mayor  parte  de  lo  que  auian  gana- 
do, hasta  rrecogerse  y  hazcrse  fuertes  en  las  dos  gran- 
des y  rricas  prouincias  ya  nonbradas  de  Batra  y  Sogo- 
dia,  vniendose  y  mezclándose  con  la  gente  natural  de- 
ltas, que  en  fiereza,  como  tan  propinquos  á  la  Scithia, 
les  eran  muy  semejantes.  Estos  fueron  los  tártaros  que 
de  aquella  notable  expedición  quedaron  en  la  parte  de 
Asia  subjecta  antes  al  inperio  persiano,  los  quales  fun- 
daron y  establecieron  el  reyno  de  los  usbeques  y  chaca- 
tais  ó  zacataís,  aunque  estos  vltimos  de  mas  nonbre  y 
mayor  rreputacion  que  los  primeros,  siendo  antes  los 
antiguos  sacas  y  sogodianos,  cuya  principal  ciudad  y 
cabeca  fué  Samarcant,  que  como  se  a  dicho,  antigua- 
mente llamándose  Maracanda  fué  cabeca  de  Sogodia. 
De  aquí  a  nacido  la  conpetencia  y  perpetua  enemistad 


—  i68  — 

que  ya  entre  los  persianos  y  estos  chac  atáis  y  usbe- 
ques,  como  vsurpadores  de  reynos  y  prouingias  age- 
nas,  continuando  hasta  agora  perpetuas  guerras  entre 
los  unos  y  los  otros.  Porque  demás  del  interese  del  se- 
ñorío, aunque  todos  mahometanos^  sienten  con  dife- 
rentes opiniones  la  interpretación  de  su  ley,  siendo  los 
tártaros,  sunis,  y  que  siguen  la  doctrina  de  Albuba- 
quel,  Homary  Osman;  y  los  persianos,  caselbas,  y  que 
profesan  la  de  Alí.  En  fín,  á  proposito  de  lo  que  se  va 
tratando  conviene  saberse  que  el  famoso  y  tan  non- 
brado  Tamur,  á  quien  nuestros  historiadores  europeos 
nonbran  Tamorlan,  fué  natural  de  la  ciudad  de  Samar- 
cant  y  chacatay  de  nación,  gente  de  la  S^ithia  de  la 
otra  parte  del  rio  Jaxasarte,  llamado  agora  Calima. 
Este  insigne  y  valeroso  principe,  aunque  tenemos  del 
tanta  notigia  es  tan  confusa  y  poco  distinta  que  se  pu- 
diera querellar  de  nuestra  mucha  negligencia,  si  es 
verdad,  como  deue  ser,  que  la  virtud  y  valor  de  los 
varones  illustres  merege  que  se  haga  della  memoria 
para  la  posteridad,  pues  tan  obcura  y  tenebrosa  la  de- 
xaron  de  sus  heroycos  y  valerosos  hechos  (i).  Demás 
de  que  todos  le  pintan  con  una  ñera  y  barbara  trucu- 
lencia y  casi  ageno  de  toda  la  humanidad  y  clemencia 
que  tanto  illustra  en  un  tan  gran  monarcha,  como  el 
fué,  las  demás  virtudes  dignas  de  un  tal  principe.  Pero 
la  memoria  que  agora  ay  suya  en  este  reyno  de  la  Per- 
sia,  ansi  de  una  general  tradición,  como  de  los  histo- 
riadores que  muy  particularmente  an  escrito  su  vida, 
aun  es  agora  tan  biua  y  fresca  que  casi  no  ay  quien  la 
ignore,  cantándose,  como  cosa  que  anda  en  boca  de 
todos,  aun  de  las  mugeres  y  muchachos,  versos  y  rro- 
mances  de  sus  grandes  hazañas. 

De  lo  qual  se  colige  auer  sido  en  todo  muy  diferen- 
te de  lo  que  comunmente  se  juzga  del  en  Europa,  pues 


(i)    y  heroico  animo. 


—  169  — 

demás  de  su  mucha  humanidad,  liberalidad  y  clemen- 
cia con  los  vengidos,  guardó  sumamente  justicia  á  to- 
dos con  general  (1)  equidad,  y  tan  rreligíoso,  aunque  en 
aquella  su  falsa  y  engañosa  secta,  que  jamás  enpren- 
dio  facción  alguna  señalada  que  no  fuese  primero  rro* 
gando  á  Dios  que  le  diese  victoria,  con  los  mesmos 
afectos  de  deuogion  que  lo  pudiera  hazer  agora  un 
muy  rreligioso  y  catholico  cristiano.  Y  aunque  tan 
arrogante  y  altiuo,  todos  los  sugesos  prósperos  que  te- 
nia, ansimesmo  los  atribuia  á  Dios  y  como  venidos  de 
solo  su  poder,  no  arrogándose  á  si  nada,  ni  ensoberue- 
giendose  con  ellos.  Y  lo  que  más  deue  admirar  de  este 
gran  rey^  á  quien  todos  los  autores  persianos  y  árabes 
que  escriuen  su  vida  igualan  á  Alexandro  Magno,  es 
que  con  ser  la  común  opinión  de  nuestros  historiado- 
res que  quando  prendió  al  gran  turco  Hildrun  Bayaze- 
to  en  la  batalla  de  Anguri,  lo  metió  en  una  jaula,  tra- 
yendolo  ansi  por  toda  Asia,  los  auctores  asiáticos 
que  (2)  pintan  muy  ingeniosa  y  particularmente  aque- 
lla gran  facgion  en  que  Bayazeto  fue  vengido  y  preso, 
lo  esgriuen  del  todo  al  contrario.  Por  que  demás  de 
Condamir  y  Mirhon,  autores  de  grande  auturídad  entre 
estas  nagiones  orientales,  que  escriuen  su  vida,  Califa 
Emir  Alixir,  que  tanbien  nos  la  dexo,  aunque  en  su 
lengua  persiana,  como  los  demás  testifica  que  se  halló 
presente,  ansi  á  la  batalla  como  á  lo  que  después  della 
sugedió,  particularmente  quando  traxeron  preso  á  Ba- 
yazeto delante  de  Tamurlan,  notando,  como  el  las  re- 
fiere, las  palabras  y  actos  que  en  aquel  trange  pasaron. 
La  prisión  no  fué  el  dia  del  vengimiento  de  la  batalla, 
sino  otro  adelante,  en  un  montezillo  á  donde  Hildrun, 
que  ansi  nonbran  á  Bayazeto,  se  auia  retirado  con  par- 
te de  los  suyos  que  le  auian  quedado  de  la  rrota.  Y  que 


(1)    igualdad» 

(i)    muy  en  particular. 


—  17^  — 

licuándole  los  tártaros  que  lo  prendieron,  desconpues- 
tamente,  ligadas  las  manos,  Tamur  los  rreprehendió  y 
trató  mal  de  palabra,  mandandoIe[s]  luego  soltar  y  po- 
ner igualmente  á  su  lado,  díziendole  muchas  palabras 
de  cortesía  y  consolándolo  de  la  aduersa  fortuna  de 
aquellos  dias,  pues  ansí  la  buena  como  la  mala  era  igual 
á  todos  por  grandes  principes  que  fuesen.  Después, 
todo  el  tienpo  que  Tamur  gastó  en  conquistar  las  giu- 
dades  principales  de  la  Natolia,  como  Anguri,  ^erca 
donde  se  dio  la  batalla,  Cutheia,  Iconio,  Adena  y  Bur« 
sia,  lo  traxo  consigo,  y  aunque  con  guardia,  suelto  y 
con  toda  auturidad  y  decencia.  Y(i)  su  muger,  que  no 
la  prendieron  en  el  exercito  el  dia  de  la  batalla,  sino 
algunos  dias  adelante,  en  Bursia,  le  fue  entregada  lue- 
go libremente  y  con  toda  honestidad;  y  á  una  su  hija 
ya  muger,  que  ansimesmo  fué  presa  en  aquella  mesma 
giudad,  tomó  por  muger  Mirza  Pira  Mahamet,  hijo 
mayor  de  Tamur,  que  fue  el  que  ganó  á  Bursia  y  las 
prendió.  Conforma  este  autor  juntamente  con  los  otros 
dos  ya  nonbrados,  [y]  con  los  historiadores  europeos, 
en  dezir  que  esta  muger  de  Tamur  era  griega  y  hija 
del  rey  de  los  búlgaros  ó  tribalos,  á  quien  Califa  Alixa 
nonbra  Sophia,  haziendo  tanbien  muy  particular  me- 
moria todos  tres  de  lo  bien  que  pelearon  un  esqua- 
dron  de  estos  tribalos  que  Hildrun  auia  traído  de 
Grecia  el  día  que  fue  vencido,  los  quales  estuuieron  en 
el  cuei  no  derecho  de  su  batalla  con  su  hijo  Mirza  Qe- 
lebin,  haziendo  ansimesmo  memoria  del  vestido  y  ar- 
mas que  entonces  tenían.  Y  auiendo  sido  esta  grande 
y  famosa  batalla  de  las  más  insignes  que  jamas  a  auído 
en  el  mundo  y  entre  los  dos  mayores  principes  del, 
muy  memorable  por  toda  Europa,  casi  nadie  de  los 
nuestros  haze  particular  discríp^ion  della,  como  tan- 
poco,  sigun  se  a  dicho,  de  los  demás  hechos  señalados 

(I)   Ms.  Yá. 


—  lyi  — 

de  Tamur.  Pero  los  ya  referidos  persíanos  hazen  muy 
particular  memoria  della^  mayormente  Califa  Emir, 
que  la  pinta  con  tanta  elegancia  y  propiedad  que  no 
tiene  que  enbidíar  á  ninguno  de  los  antiguos  latinos,  ni 
griegos.  Díze  que  fue  junto  á  Anguri,  que  (i)  se  non- 
bró  en  los  siglos  pasados  Angira  de  Galaxia,  llegando 
Hildrun  Bayazeto  en  socorro  de  la  dicha  giudad,  que 
la  estaua  conbatiendo  Tamur,  auiendole  ya  desaguado 
el  foso  y  comengado  á  escalalla.  El  número  de  la  gen* 
te  de  una  parte  y  otra  que  se  halló  en  esta  facción  es 
mucho  menor,  conforme  á  los  persianos,  de  lo  que 
nuestros  autores  escriuen.  Porque  Condamir  añrma 
que  solos  sesenta  mil  honbres  escogidos  á  cauallo  fue- 
ron con  los  que  Tamur  rronpió  el  exergito  del  Turco, 
los  quales  entre  todo  su  exércíto  el  auia  señalado  por 
más  valerosos,  todos  chacatais  y  vsbeques,  que  como 
se  a  referido  eran  los  antiguos  sogodianos  y  bactria- 
nos^  como  sus  naturales  y  soldados  viejos  en  cuya  vir- 
tud y  valor  principalmente  confíaua.  Aunque  tanbíen 
se  alarga  este  autor  á  dezír  en  el  progreso  de  la  bata- 
lla que  tuvo  gercada  y  rrodeada  toda  la  de  los  turcos, 
juntamente  con  el  monte  que  auían  tomado  por  espal- 
das, con  mucha  caualleria,  tirándoles  de  lexos  grande 
número  de  saetas.  Y  parege,  sigun  esto,  que  los  sesen- 
ta mil  cauallos  escogidos  fueron  señalados  para  pelear 
de  gerca,  armados  de  coseletes  de  laminas  de  azero  y  (2) 
celadas,  armados  ansimesmo  los  cauallos,  los  quales 
con  solas  gimatarras  pelearon  y  hizieron  la  facgión  aquel 
dia,  rronpiendo  y  disipando  el  exergito  de  los  enemigos. 
Califa  Emir  dize  que  fueron  trezientos  mil  honbres 
los  que  Tamur  metió  en  la  batalla,  sin  dezir  el  número 
de  los  turcos,  pero  que  los  griegos  [y]  búlgaros  que 
vinieron  en  su  ayuda  fueron  veinte  mil,  y  juntamente 


(1)  fue. 

(2)  morriones. 


con  Condamir  escriue  que  tuuieron  rrodeados  á  los 
turcos  en  aquel  monte  sin  que  Bayazeto  pudiese  huir, 
y  que  de  sed,  no  teniendo  agua  que  beuer,  se  rrindie- 
ron.  Y  sigun  esto  se  deza  bien  entender  que  el  ezer- 
qito  turquesco  era  mucho  menor  que  el  de  los  tártaros, 
ansi  en  el  número  como  en  el  valor  de  los  soldados, 
siendo  los  de  Tamur  valerosissimos,  con  el  perpetuo 
exer^ifio  de  muchos  años  en  la  milicia  de  su  prudente 
y  saga^issimo  capitán.  El  orden  de  la  batalla,  de  anbas 
partes  fue  en  cada  una  dellas  de  quatro  esquadrones  de 
caualleria,  auanguarda,  batalla  y  retaguarda,  apartada 
buen  trecho  la  auanguarda  del  cuerpo  de  la  batalla  ó 
esquadron  de  el  medio,  y  por  socorro  de  la  rretaguarda 
otro  esquadron.  Pero  Tamur,  demás  de  este  socorro 
fortificó  los  dos  cuernos  de  su  batalla  con  otros  dos  es- 
quadrones menores,  y  ansi,  auiendo  rronpido  al  prin- 
gípio  los  búlgaros  y  griegos  el  cuerno  izquierdo  de  Ta- 
mur, con  gran  matanza  y  desorden  en  los  demás  es- 
quadrones, el  socorro  que  se  auia  puesto  á  este  cuerno 
rronpido  apretó  de  manera  á  los  que  le  seguían  ya 
muy  confiados  de  victoria,  que  por  esta  parte  se  co- 
mentó á  conocer  primero  de  parte  de  los  tártaros.  Fi- 
nalmente, se  colige,  no  solo  en  esta  memorable  facción, 
sino  en  todas  las  demás  de  Tamur,  su  increible  soler- 
cia y  disciplina  militar,  ansi  en  disponer  y  ordenar  sus 
esquadrones  y  animallos  á  pelear,  como  en  escoger  lu- 
gar conpetente  y  superior  de  su  parte,  fortificando^ 
con  fosos,  trincheas  y  cadenas  que  para  esto  lleuaua, 
de  manera  que  demás  de  la  pratica  y  valor  de  sus  sol- 
dados procuraua  con  estos  reparos  cobrar  sienpre  ven- 
taja á  sus  enemigos.  Jamas,  ó  que  estuuiese  á  vista  (i) 
dellos,  ó  caminando  con  su  exer^ito,  aunque  estuuia- 
sen  lejos,  dexó  de  fortificar  su  canpo  con  fosos  y  trin- 
cheas, por  muy  poco  tienpo  que  uviese  de  parar,  de 


(i)    sus  centrar ios% 


—  J73  — 

suerte  que  á  cada  jornada  se  fortifícaua  como  si  uviese 
de  parar  alli  mucho  tienpo  ó  estuuiese  á  vista  del  exer- 
^to  contrario.  En  su  primera  mofedad  Tamur  anduuo 
haztendo  saltos  y  rrobos  con  alguna  gente  que  se  le 
juntó  9  auiendo  cobrado  en  aquellos  primeros  años 
grande  opinión  de  valiente  y  judifioso  en  todo  lo  que 
enprendia,  siendo  ayudado  en  esta  su  primera  miiifía 
del  valor  y  mucha  industria  de  un  cuñado  suyo  lla- 
mado Miro^en.  Pero  como  se  juntasen  por  los  capita- 
nes y  governadores  de  la  tierra  número  de  gente  con- 
tra él,  á  que  no  era  poderoso  para  le  rresistir,  juntando 
los  que  quisieron  seguílle  en  conpañia  de  su  cuñado  ya 
nonbradOy  se  rretiró  á  los  más  lexos  confínes  de  Bac- 
tra,  adonde  de  todos  los  lugares  comarcanos  se  hazia 
contribuir  gran  suma  de  dinero,  con  el  qual,  haziendo 
más  soldados,  que  con  los  que  antes  lleuaua  llegarían  á 
diez  mil,  saqueo  y  forgo  á  que  le  contribuyese  todo  el 
reyno  de  Badajan,  que  fue  antiguamente  parte  de  los 
Paropamíssas,  quedando  el  mesmo  rey  por  su  tributa- 
río.  Este  fue  el  principio  de  toda  su  grandeza,  porque 
auiendó  con  estos  buenos  sugesos  cobrado  mayores 
spiritus  acometió  desde  alli  los  demás  reyezuelos  y  se- 
ñores de  la  primera  India,  que  son  los  Paropamisas, 
Aria,  Ariana  y  Aracosía,  con  tan  gran  terror  de  todos 
que  le  fue  fagil  saquear  y  rrobar  toda  aquella  tierra, 
con  destruigion  de  las  más  principales  ciudades  que  en 
ella  auia.  Las  muchas  rriquezas  que  adquirió  de  esta 
jornada,  con  la  opinión  de  su  mucha  prudencia  y  valor 
militar,  mayormente  con  la  increíble  liberalidad  suya, 
fueron  causa  de  juntársele  tanto  número  de  soldados, 
auiendo  buelto  á  su  naturaleza,  que  sin  mucha  dificul- 
tad se  vino  á  hazer  señor  de  todos  los  que  antes  le  eran 
enemigos^  conquistando  luego  las  demás  provincias  de 
la  Persia  más  vezinas,  y  luego  el  rresto  de  Asia  la  ma- 
yor. Porque  no  hallándose  en  toda  ella,  fuera  de  los 
Soldanes  de  ^Egipto,  quien  le  pudiera  rresistir,  á  éste. 


-    174  -- 

después  de  auerle  vengido  en  dos  grandes  batallas  y 
despojadole  de  las  principales  giudades  de  Suria,  le 
forgó  á  quedar  su  tributario.  De  manera  que  solo  quedó 
el  gran  turco  Bayazeto,  á  quien  en  lengua  turquesca 
llamavan  por  sobrenonbre  Hildrun,  que  quiere  en  ella 
dezír  rrelanpago,  que  pudiese  rresistir  á  su  mucha  po- 
tengia,  auiendole  después,  como  se  a  dicho,  vengido  y 
preso  en  la  batalla  referida  y  ganado  toda  Asia  la  me* 
ñor,  siendo  ésta  y  con  rrazon  la  mayor  de  todas  sus 
hazañas.  La^giudad  de  esta  parte  de  Asia  que  más  rre- 
sistengia  hizo  al  Tamurlam  después  de  la  prisión  de 
Hildrun,  fue  Smirna,  en  la  costa  del  Archipiélago,  de 
la  antigua  provingia  de  Jonia,  que  entonces  poseían  los 
caualleros  de  la  religión  de  San  Juan,  la  qual,  auien- 
dose  perdido  muchos  años  antes  Ptholomaída,  tenian 
su  asiento  en  la  isla  de  Rodas.  Auiase  conseruado  sola 
esta  giudad  en  poder  de  nuestros  cristianos  europeos, 
entre  todas  las  demás  de  la  Natolia  ó  Asia  la  menor, 
defendiéndola  valerosamente  estos  caualleros  de  la  furia 
y  potengia  de  los  turcos,  no  solo  en  todo  el  tienpo  de 
Bayazeto,  que  continuamente,  antes  que  Tamurlan  le 
prendiese,  los  tuuo  sitiados  haziendoles  cruel  guerra, 
pero  en  vida  de  Amurates  su  padre,  á  cuya  potengia 
rresistieron  sienpre,  defendiendo  juntamente  con  Smir- 
na el  fuerte  castillo  de  San  Pedro,  en  la  costa  marítima 
de  Ligia,  enfrente  de  Rodas.  A  esta  giudad  enbió  Ta- 
mur  á  mandar  le  rreconogiese  como  las  demás  de  la 
Asia  que  sin  rresistengta  se  le  auian  rrendido,  paregien- 
dole  que  era  mucha  quiebra  para  su  grandeza  y  repu- 
tagion  que  sola  ella  quedase  inmune  y  libre  de  la  sub- 
jeccion  que  le  deuia  como  á  vengedor  de  todo  el  Orien- 
te. Respondiéronle  generosamente  los  que  estauan  en 
su  guarda  que  no  rreconogian  anadie  sino  á  su  Religión, 
estando  ya  de  antes  apergebidos  de  lo  que  para  su  de- 
fensa les  era  negesario,  valiéndose  contra  tan  poderoso 
enemigo,  de  los  mesmos  turcos  más  gercanos  á  la  giu- 


—  175  — 

dad,  con  quien  poco  antes  tenían  perpectua  guerra. 
Porque  fue  tan  grande  el  temor,  aun  en  lo  más  interior 
de  Gre^ia^  luego  que  se  supo  el  vencimiento  y  prisión 
de  Bayazeto^  que  al  momento  los  turcos  comarcanos  á 
Smirna  hizíeron  pazes  con  los  cristianos  latinos  que  la 
habitauan,  entrando  buen  número  de  ellos  dentro  para 
juntos  los  unos  y  los  otros  defendella  si  Tamur  viniera 
á  sitíalla.  Acudió  gran  (i)  cantidad  de  turcos  de  mu- 
chas partes  de  la  Natolia  á  fauorecerse  de  los  que  antes 
auian  tenido  por  enemigos,  pasándose  muchos  á  las 
islas  más  gerca  ñas  del  Archipiélago,  y  otra  gran  canti- 
dad, no  cabiendo  en  Smirna^  todos  se  hizieron  fuertes 
en  un  monte  cercano  á  la  giudad,  adonde,  demás  de  la 
aspereza  del  sitio^  se  fortifícaron  con  los  reparos  que 
la  industria  y  necesidad  presente  les  enseñó.  Aunque 
no  con  tan  euidente  causa  auian  antes  los  griegos  y 
demás  cristianos  de  Europa  mas  g ercanos  á  la  costa  de 
Asia  cobrado  el  mesmo  temor  á  la  primera  fama  que 
les  llegó  que  Tamurlan  entraua  por  Amasia,  mayor- 
mente después  que  supieron  que  auia  tomado  á  la  ciu- 
dad de  Sebaste^  que  antiguamente  se  llamo  Qesarea  y 
agora  en  lengua  arábiga  y  persiana,  Cayseru.  Y  hallán- 
dose en  aquel  tienpo  cercada  Costantinopla  por  Baya- 
zeto  con  un  muy  apretado  sitio,  oluidaron,  ansi  los 
turcos  como  los  griegos,  la  enemistad  presente  y  el 
peligro  mas  gercano  de  los  unos  y  anbigíon  de  los 
otros,  y  de  presente  se  confederaron  para  rresistir  y 
oponerse  á  aquella  gran  tenpestad  de  guerra  que  auia 
arruinado  tanta  parte  del  mundo.  Y  no  obstante  que 
poco  antes  tenblasen  todos  de  Bayazeto,  ansi  por 
el  peligro  y  estrecho  en  que  tenia  puesta  á  Costan- 
tinopla, como  por  la  gran  rrota  que  en  aquellos  días 
avia  dado  junto  á  Nicopoli  á  los  húngaros,  tudescos, 
franceses  y  búlgaros,  con  tanto  daño  de  la  república 

(i)    número. 


—  176  — 

cristiaoay  muchos  de  las  mesmas  naciones  le  fueron  á 
seruir  contra  Tamur,  siendo  estos  cristianos  los  que 
mas  se  señalaron  en  aquella  gran  batalla.  Los  autores 
persianos  no  dizen  distintamente  de  qué  naciones  de 
Europa  eran  estos  cristianos;  solamente  nonbran  á  los 
búlgaros^  diziendo  que  venían  en  socorro  de  Bayazeto 
muchos  francos,  y  entre  ellos  los  que  eran  vasallos  del 
padre  de  Sophia^  su  muger,  con  un  hermano  suyo, 
con  lo  qual  se  entiende  que  eran  los  búlgaros  o  triba- 
los^  siendo  Bayazeto  casado  con  hija  del  dispoto  de 
Bulgaria.  A  estos  particularmente  señalan  el  vestido, 
diziendo  que  era  negro^  que  parece  ageno  de  la  mílifía, 
si  ya  esta  nación,  como  la  de  Mista  inferior,  no  acos- 
tunbrasen  vestirse  de  negro  en  la  guerra,  como  lo  vsa- 
uan  antiguamente  los  trabes,  sus  vezinos.  Dize  más  en 
este  lugar  el  ya  rreferido  Calipha  Emir,  que  entre  estos 
francos  auia  muchos  armados  de  armas  graues^  hasta 
las  piernas  y  pies,  admirándose  de  que  se  fechauan  y 
gerrauan  de  manera  que  nadie,  si  no  era  ellos  mesmos, 
se  las  agertauan  á  poner  ni  quitar.  De  lo  qual  se  infiere 
que  sin  los  griegos  y  búlgaros  se  hallaron  tanbien  en 
esta  batalla,  en  ayuda  de  Hildrun  Bayazeto,  soldados 
á  cauallo  franceses,  tudescos  ó  bohemios,  pues  los 
griegos^  trages,  ni  búlgaros,  no  usauan  armadura  seme- 
jante, como  acostunbrados  á  pelear  á  la  ligera.  Y 
auíendo  obligado  á  estas  naciones  á  juntarse  y  dar  so- 
corro á  Bayazeto,  siendo  tan  capital  y  cruel  enemigo 
suyo,  con  estar  aun  con  todas  las  fuergas  de  su  inperio 
•nteras,  por  el  gran  temor  en  que  los  auia  puesto  la 
fama  de  las  victorias  de  Tamur^,  mucho  mayor  seria 
la  causa  que  forjase  á  se  vnir  y  confederar  para  su  de- 
fensa los  turcos  que  auia  en  aquella  parte  de  la  Nato- 
lia,  con  los  latinos  que  defendían  la  fuerza  de  Smirna 
después  de  haber  sido  Bayazeto  vengido  y  preso.  Nin- 
guna cosa  ingitó  tanto  á  Tamur  para  enprender  ganar 
esta  giudad  como  la  fama  que  halló  en  Asia  del  mucho 


—  177-^ 

valor  con  que  aquellos  caualleros  la  auian  defendido 
tantos  años  de  Bayazeto  y  de  su  padre  Amorates ,  y 
ansí,  luego  que  supo  la  resolución  que  los  de  dentro 
tenían  de  defenderse,  aunque  era  por  medio  y  en  el  ri- 
gor del  invierno  vino  con  todas  las  fuerfas  de  su  exer- 
Qíto  sobre  aquella  (iudad.  Luego  como  llegó  comentó 
á  un  tienpo  á  labrar  minas  por  la  parte  que  mira  á  la 
continente  (i),  no  obstante  la  mucha  hondura  del  foso, 
y  á  levantar  junto  á  él  tres  grandissimos  baluartes  ó 
montañas  de  madera  y  tierra,  con  gran  parte  más  altas 
que  la  muralla.  Y  aunque  desde  aqui  con  gran  número 
de  saetas  herían  y  matauan  á  los  que  estauan  á  la  de- 
fensa, los  caualleros  y  soldados,  que  por  mar  se  auian 
preuenido  de  todo,  se  defendían  valientemente,  vsando 
en  esta  necesidad  de  las  machinas  antiguas  de  scorpio- 
nes  y  catapultas,  con  que  tirauan  gruesas  y  largas  sae- 
tas á  que  no  podian  rresistir  ningunas  armas,  y  ansi- 
mesmo  de  las  balistas  ó  trabucos  con  que  arrojauan 
grandes  piedras,  matando  con  lo  uno  y  lo  otro  muchos 
enemigos.  Calipha  Emir,  que  es  el  que  más  en  particu- 
lar cuenta  esta  presa  de  Smirna,  tratando  de  este  gé- 
nero de  artillería  antigua  declara  qual  fuese,  diziendo 
que  los  tales  ingenios  se  armavan  y  disparavan  con 
tornos,  dando  muchas  vueltas,  á  que  nuestros  historia- 
dores españoles  llaman  trabucos,  aquellos  que  arroja- 
uan piedras  con  que  muchas  vezes  aportillauan  y 
abrían  las  murallas,  y  á  las  catapultas  ó  escorpiones, 
ballestas  de  puxa.  Pero  estas  machinas  posteriores  eran 
rrustica  y  groseramente  labradas  y  sin  el  arte  y  archi- 
tectura  con  que  las  labrauan  y  vsauan  los  antiguos. 
Encarece  mucho  el  dicho  autor,  ansi  la  (2)  gran  forta- 
leza de  la  ciudad,  como  el  valor  y  esfuerzo  de  sus  de- 
fensores, diziendo  que  tenia  de  ordinario^  sin  los  mora- 


(1)  siendo  ¡a  mayor  parte  cercada  de  baila* 

(2)  mucha. 

la 


-178- 

dores,  mil  soldados  francos  de  presidio  que  pagaua  el 
señor  y  cabera  principal  á  quien  obedegian,  señalando 
con  esto  al  Maestre  de  la  religión  de  San  Juan,  aunque 
sin  dezír  adonde  rresidía,  ni  otra  cosa  de  Rodas,  adonde 
entonces  tenían  su  asiento  aquellos  caualleros.  Pero 
escriue  tanbien  que  en  la  mesma  (iudád  de  Smirna  te- 
nian  un  tenplo  en  gran  veneragíon,  adonde  todos  acu- 
dían trayendole  muchas  offrendas  de  otras  partes.  Ga- 
nóse Smirna,  después  de  auerse  defendido  sus  defen- 
sores de  los  conbates  que  continuamente  le  dauan  de 
los  tres  baluartes,  con  las  minas  que  desde  el  principio 
del  sitio  auian  comentado  á  hazelle.  Porque  como  des- 
pués de  auelle  cortado  todo  aquel  liento  de  muralla 
que  tenia  á  la  parte  de  tierra,  lo  sustentasen  con  grue- 
sos puntales,  y  todo  el  vazio  hinchiesen  de  leña  seca, 
con  mucho  azeite  y  rresina,  le  dieron  fuego  en  el  ínte- 
rin que  con  más  hervor  y  rruido  desde  los  dichos  ba- 
luartes y  muralla  se  peleaua  por  anbas  partes.  Y  auien- 
do  caído,  después  de  quemados  los  puntales,  la  muralla 
rrepentínamente,  los  más  valientes  soldados  de  Tamur 
'  arremetieron,  hallando  la  entrada  llana  por  auer  la 
rruina  henchido  del  todo  el  foso.  Los  sitiados,  que 
auian  ya  sentido  el  olor  del  humo,  y  teniéndose  por 
perdidos^  gran  parte  dellos  se  saluaron  en  los  navios  y 
galeras  que  tenían  á  punto,  y  poniéndose  los  demás 
animosamente  á  la  batería  y  peleando  con  grande  obs- 
tinación, fueron  todos  degollados  y  la  giudad  entrada  y 
saqueada.  Llegó,  luego  que  la  (iudad  se  entró,  una 
grande  ñaue  con  gente  de  socorro,  que  sigun  parece 
deuia  venir  de  Rodas,  que  vista  la  destruí;íon  de  los 
suyos,  los  que  en  ella  venían  quedaron  con  gran  temor 
y  espanto,  mayormente  después  que  desde  la  muralla 
les  arrojaron  los  enemigos  las  caberas  de  los  que  auian 
muerto,  y  que  con  esto  se  auian  buelto.  Los  que  se 
saluaron  por  mar  se  rrecogíeron  á  un  castillo  que  tan- 
bien  deuia  de  ser  de  la  religión,  el  qual  estaua  un  día 


—  179  — 

de  nauega; ion  de  Smirna;  pero  ínbtando  Tamur  á  su 
hijo  Pira  Mahamet  sobre  él,  se  le  rríndio  luego,  con  lo 
qual  fueron  admitidos  begninamente  y  ayudados  con 
dineros  de  Tamur^  dándoles  ligeng ia  para  que  sigura- 
mente,  como  lo  hizieron^  boluiesen  á  habitar  á  Smir- 
na, quedando  muy  contento  y  vanaglorioso  este  arro- 
gantíssimo  principe  de  la  victoria  que  desta  giudad 
auia  alcanzado.  No  parece  que  este  castillo  rrendido,  á 
que  Calipha  nonbra  Fugia,  fuese  el  de  San  Pedro,  ansi 
por  estar  éste  más  lexos  y  en  el  canal  que  diuíde  á  Ro- 
das de  la  costa  de  Ligia,  como  por  dezir  nuestros  his- 
toriadores auerse  defendido  sienpre  de  qualesquiera 
enemigos  hasta  la  vltima  rruina  de  la  rreligion  en  la 
isla  de  Rodas.  Fue  tan  grande  el  terror  y  espanto  de 
todo  aquel  trato  maritímo,  hasta  el  estrecho  de  Galí- 
poli,  que  sin  rresistengia  se  entregaron  al  vencedor  Ta« 
murlam.  Y  aunque  la  isla  de  Xio  parece  que  por  tener 
aquel  gran  canal  en  medio  pudiera  defenderse,  no  te- 
niendo los  tártaros  armada,  el  governador  della  pasó 
á  la  continente  y  con  grandes  presentes  y  sumisiones 
la  offreció  y  rrindió  á  Tamur.  Pero  él,  que  sólo  preten- 
dia  que  nadie  paresgiese  que  se  le  podia  rresistir,  fácil- 
mente se  satisfazia  y  aplacaua  con  qualquiera  rrecono- 
pimiento  que  se  le  hiziese,  y  ansi  le  hizo  mucha  hon- 
rra,  dándole  joyas  y  otros  dones  de  mucho  valor.  No 
le  da  ninguno  de  los  autores  persianos  el  nonbre  propio 
á  esta  isla  de  Xio,  mas  de  llamalla  en  persiano  isla 
de  (i)  Zaques,  que  es  lo  mesmo  que  de  engienso  ó  al- 
magiga,  y  que  el  governador  y  los  que  la  poseian  eran 
francos,  con  lo  qual  se  dexa  bien  entender  ser  ella, 
ansí  por  la  mucha  cantidad  de  almaciga  que  produze, 
como  por  ser  entonces,  como  lo  fue  muchos  años  des- 
pués, señoreada,  y  su  principal  giudad  habitada,  cié 
genoveses.  Boluiose  muy  contento  Tamur  á  Amasia, 

(i)    Hamtt. 


-  i8o- 

que  es  la  antigua  Capado^ía,  trayendo  sienpre  consigo 
en  muy  honrrado  lugar  á  Bayazeto,  hasta  que  el  ge- 
neroso ánimo  suyo^  no  pudiendo  sufrir  verse  en  poder 
de  quien  le  auia  derribado  de  tanta  grandeza,  enfermó 
de  un  gran  fluxo  de  la  cabera,  de  que  se  le  causó  una 
esquinenfina  ó  engina,  que  en  persíano  llaman  hanac, 
como  los  médicos  la  nonbran,  y  ansi  se  quedó  en  un 
lugar  no  lexos  de  ^esarea,  llamado  Agaxar.  Y  que  Ta- 
mur,  sintiendo  mucho  su  mal,  dexó  con  él  dos  grandes 
médicos  que  Calipha  Emir  nonbra;  el  uno,  que  era  per- 
siano  y  de  la  g iudad  de  Xiras,  se  llamaua  Masaut,  y  el 
otro,  que  era  árabe,  Xelaladim;  pero  aunque  con  mu- 
cho cuydado  le  curaron,  la  engína  fue  de  tanta  malicia 
que  en  pocos  dias  le  mató.  Antes  que  muriese^  auíendo 
llegado  la  nueva  á  Tamur  que  auia  pasado  adelante  del 
peligro  en  que  estaua^  le  enbió  con  mucha  priesa  á  vi- 
sitar^ pero  que  hallándole  muerto  mostró  tener  dello 
gran  sentimiento,  diziendo  á  sus  capitanes  que  parti- 
cularmente sentia  la  muerte  de  Bayazeto  porque  de- 
seando y  pretendiendo  que  en  todo  el  mundo  se  enten- 
diese que  en  ninguna  parte  del  auia  hallado  rresisten- 
9ia,  su  fin  auia  sido  que  después  de  auer  ganado  lo  que 
quedaua  de  Asia  la  menor,  dexalle,  con  alguna  sumisión 
y  rreconogimiento,  todo  su  reyno*  Y  parege,  por  lo  que 
adelante  sucedió,  que  pudiera  esto  ser  ansi^  pues  de  la 
mesma  manera  lo  dexó  luego  á  su  hijo  Qelebino,  no 
pudiendo  de  otra  manera  este  principe,  que  tanbien 
andaua  en  poder  de  Tamur,  como  su  padre,  acudir  á 
lo  que  tenia  en  Europa  quando  Segismundo,  rey  de 
Hungría  y  Bohemia,  después  de  auer  sabido  el  venci- 
miento de  Hildrun,  su  padre,  entró  con  un  grande  exer- 
;ito  por  la  prouingia  de  Seruia  para  cobrarla  en  tan 
buena  ocasión,  juntamente  con  lo  demás  que  los  tur- 
cos auian  ganado  en  uremia.  Pero  hallándose  ^elebin 
libre  por  la  liberalidad  que  con  él  vsó  Tamur,  auien- 
dole  dexado  á  la  Natolía,  acudió  con  mucha  presteea  y 


-  i8i  — 

todas  sus  fuerzas  juntas  á  dar  socorro  á  lo  que  tenia 
en  Europa,  venciendo  en  una  gran  batalla  junto  á  Sa- 
mandria,  á  Segismundo,  que  no  tuuo  en  ella  mejor 
fortuna  que  pocos  años  antes  en  la  de  Nicopoli.  Por- 
que de  otra  manera  no  parece  verísimil  que  auia  de 
dexar  Qelebin,  que  auia  por  beneficio  de  su  enemigo 
sucedido  en  el  inperio  de  su  padre,  en  poder  de  los 
tártaros,  después  de  partido  Tamur,  su  antiguo  patri- 
monio de  las  provincias  de  la  Natolja,  por  defender  lo 
que  nueuamente  auian  su  padre  y  abuelo  adquirido  en 
Europa. 

No  quiso  la  fortuna,  después  de  auer  dado  tan  felices 
sucesos  á  Tamur,  dexarle  sin  que  prouase  alguno  de 
sus  contrastes,  y  ansí  en  estos  dias  y  muy  poco  tienpo 
después  que  murió  Hildrun,  en  el  mesmo  lugar  de 
Agaxar  enfermo  grauemente  su  hijo  segundo  Soltan 
Mahamet,  á  quien  él  quería  tiernamente,  y  en  pocos 
dias  murió.  Sintió  Tamur  de  manera  su  muerte,  que 
sin  valelle  la  mucha  grandeza  de  animo  suyo,  ni  la  de- 
fendía y  auturidad  de  tan  gran  monarca  á  quien  todo 
el  Oriente  obedecía,  arrebatado  y  vengido  del  dolor, 
con  grande  inpetu,  quitándose  el  turbante  de  la  cabera 
lo  arrojó  lexos  de  si.  Y  con  grandes  lamentos  y  gritos 
lastimosos,  dexandose  caer  en  el  suelo,  desconpuesta- 
mente  se  rrebolcaua  por  el,  sin  poder  aplacalle  ni  ve- 
dalle  que  no  se  diese  muchos  golpes  los  que  á  la  dolo- 
rosa  nueua  se  hallaron  presentes.  Pero  después  que  la 
furia  del  dolor  desfogó  y  dio  lugar  á  boluer  en  si,  con 
muy  (i)  tierno  y  lastimoso  llanto  y  abundancia  de  la- 
grimas estuuo  llorando  mucho  espacio  de  tienpo,  di- 
ziendo  y  publicando  muchas  cosas  en  loor  de  su  hijo, 
ccmque  mouia  á  conpasion  á  todos  los  que  le  oian  (2), 
prouocandolos  ansimesmo  al  propio  llanto.  Y  dize 


(1)    sensibles  gemidos  estuvo  llorando  con. 
(a)    mouiendolos. 


—    l82  — 

Calipha  Emir  que  todo  lo  que  sobre  ello,  llorando  y 
lamentando,  Tamur  dezia,  era  en  versos  que  unos  con 
otros  hazian  consonancia,  que  sigun  sonauan^  leyén- 
dose en  persiano,  eran  muy  cortos  y  de  pocas  silabas, 
muy  semejantes  á  nuestras  antiguas  endechas  españo- 
las, que  son  los  endecasilabos  de  los  antiguos.  Pudie- 
ran algunos  juzgar  por  desconpostura  barbara  seme- 
jante sentimiento  en  este  grande  y  poderoso  rey,  si  en 
otros  tales  como  el  suyo  no  uviera  tenido  tan  Ínclitos 
y  señalados  varones  por  conpañeros  en  los  siglos  pa- 
sados. Pues  si  se  mir^  en  los  primeros  de  que  se  tiene 
noticia,  vemos  el  que  hizo  Achilles  por  Patroclo;  ^iro, 
por  Abradata;  Agesilao,  por  Cleonimo;  Pericles,  por  su 
hijo  Parales;  el  magno  Alexandro,  por  Clito  y  Ephes- 
tion;  Masinissa,  por  Sophonisba;  Marco  Catón  el  Uti- 
f  ense,  por  Cepion  su  ermano,  y  Augusto  (^esar  por  el 
exer^ito  que  perdió  en  Alemana;  de  manera  que  no 
solo  solenizaron  con  lagrimas  y  gemidos  las  muertes 
de  sus  amigos  y  soldados,  pero  con  grandes  llantos  y 
clamores.  Demás  de  que  por  ser  perdida  pública  y  par- 
ticular la  de  Augusto  Cesar,  auiendo  en  aquel  veterano 
exergito  honbres  tan  señalados  que  no  podian  muchos 
dellos  dexar  de  le  tocar  en  familiaridad  y  sangre,  fue 
mayor  su  desconpostura  quanto  su  grandeza,  mucha 
prudencia  y  edad  fue  mayor  que  la  de  los  que  se  an 
nonbrado.  Pues  le  sacó  el  rrepentino  dolor  tan  fuera 
de  sentido,  luego  que  le  dieron  la  nueua  de  aquella 
rrota,  que  sin  mirar  que  juntamente  con  el  exer^ito 
auía  sido  muerto  Quintilio  Varo,  su  general,  dándose 
cabezadas  por  las  paredes  y  gritando,  le  pedia  que  le* 
boluiese  el  exergito  que  le  auia  entregado.  Muchas  ve- 
zes,  acordándome  desto  (i)^  me  vinieron  á  la  memoria 
los  muchos  loores  que  (2)  en  Madrid  se  dauan  á  algu- 


( I )    noté  en  Madrid. 
(a)    allí. 


-i83- 

ñas  señoras  de  las  mas  ¡ilustres  de  aquella  gran  corte, 
en  ocasión  de  auer  perdido  sus  maridos,  porque  con 
tenerlos  muertos  delante,  no  solo  no  planteauan,  que 
aun  en  ello  pudieran  tener  disculpa,  pero  se  vian  muy 
en  si^  sin  oirseles  siquiera  un  pequeño  gemido,  ni  ver- 
ter alguna  lagrima.  Y  aunque  mucha  parte  de  esta 
afectada  y  vigiosa  entereza  se  (i)  pudiera  atribuir  á  la 
anbigion  que  ordinariamente  se  halla  en  todas  las  mu- 
geres  principales,  mayormente  en  las  que  se  crian  y 
habitan  en  las  cortes  de  los  grandes  principes  y  reyes, 
mas  propiamente  se  deuria  juzgar  en  algunas  á  tener 
diminutos  los  sentidos,  y  en  otras  á  no  poder  fingir 
sentimiento,  ni  lagrimas,  siendo  una  pasión  aun  tan 
natural  en  los  honbres,  por  hallarse  aliuiadas  de  la  mo- 
lesta y  poco  apazible  conpañia  {2)  de  sus  maridos.  Y 
las  que  en  casos  semejantes  son  del  vulgo  alabadas  de 
valerosas,  dándoles  muchos  con  grande  inpropiedad  y 
vulgarmente  este  nonbre,  no  Ueuarian  mi  vocto  en  esta 
dureza,  mas  que  entereza  suya,  pues  las  pasiones  hu- 
manas tienen  de  ser  y  rregularse  conforme  á  la  gran- 
deza de  los  afectos  que  las  mueuen,  si  ya  acaso  como 
por  esquisito  milagro  de  naturaleza  no  se  hallase  en 
estas  señoras  aquella  increible  y  rrara  tolerancia  que 
violentamente  Qi^eron  quiere  prouar  en  las  Tuscula^ 
naSy  sigun  la  doctrina  de  los  stoycos.  En  Italia,  ansi  en 
algunos  siglos  propinquos  al  que  agora  bi vimos,  tan- 
bien  como  en  el  presente,  se  an  señalado  mas  que  en 
otra  parte  del  mundo  muchas  principales  matronas  (3) 
en  mostrar  la  tal  grandeza  de  animo,  venciendo  el  do- 
lor que  á  los  fortissimos  y  prudentissimos  varones  del 


(i)  podia, 

(a)    dt  verse  sin  la  obligagion, 

(3)    dotadiis  de  singulares  virtudes. 


-i84- 

todo  a  rrendido  y  desconpuesto  (i)»  y  ansi  como  cosa 
muy  (ierta  se  puede  afirmar  auerse  transferido  de  Ita- 
lia á  España  esta  afectada  sonbra  (2)  de  valor  en  las 
mugeres.  Aunque  no  la  pudo  ileuar  al  cabo,  ni  dexar- 
nosla  por  exenplo  á  las  españolas,  Blanca  María  Vis- 
conte,  duquesa  de  Milán,  con  ser  de  las  mas  illustres 
y  señaladas  mugeres  de  su  tienpo.  La  qual,  queriendo 
llegar  á  mirar  el  cuerpo  ya  difuncto  de  su  marido 
Francisco  Sforg ia,  con  la  conpostura  y  entereza  que 
ya  entonces  deuía  de  estar  en  vso,  sin  demostración  de 
lagrimas  y  sentimiento,  al  cabo,  vencida  del  dolor, 
como  deuia  á  la  pérdida  que  tenia  presente,  cayó  en  el 
suelo  rresuelta  toda  en  abundantissimas  lagrimas  y  las- 
timoso llanto.  Mas  fortaleza  se  vio  muchos  años  ade- 
lante en  Victoria  Colona,  marquesa  de  Pescara,  la  qual, 
aunque  fue  un  rraro  exenplo  á  todas  las  illustres  matro- 
nas de  aquella  edad  en  todo  genero  de  virtud,  fue  an- 
simesmo  á  quien  por  las  insensibles  y  exteriores  mues- 
tras (3)  con  que  disimulo  el  dolor  de  la  tenprana  muer- 
te de  su  marido,  an  querido  imitar  otras  muchas,  no 
obstante  que  todo  el  rresto  de  la  vida  de  esta  insigne  y 
nobilissima  muger  de  muy  pocas  pudría  ser  imitado.  Y 
porque  esta  (ensura  no  cobre  odio,  ni  adquiera  rrepre- 
hension  de  algunos,  quiero  poner  aquí  en  defensa  (4) 
de  estas  insensibles,  ó  tolerantes  mugeres,  el  juizio  que 
se  hizo  (5)  de  la  que  fue  de  (6)  mas  crédito  y  estima- 
ción (7)  en  aquella  edad  adonde  con  mayor  poder  y 


( I )  sobrepujado;  pero  porque  agora  no  es  bien  ju\gar  lo  de  tan- 
to  mas  lexosy  menos  conocido^  no  pasa  la  censura  adelante;  solo 
puedo  afirmar  auerse  transferido, 

(a)   fortaleijBí. 

(3)  de  sentimiento, 

(4)  suya. 

(5)  aquella  muger. 

(6)  mayor. 

(7)  que  se  pudo  hallar ^  y  nobleijs* 


—  i85  — 

grandeza  floresfio  la  república  romana,  y  quando  las 
costunbres  de  sus  (i)  antiguas  matronas  aun  estauan 
enteras  y  sin  la  mudanza  y  alteración  que  después 
cobraron.  Esta  fue  la  grande,  y  memorable  Cornelia^ 
hija  de  Sgipion  Africano  el  mayor,  y  madre  de  Senpro- 
nio  y  Cayo  Graco,  que  murieron  en  las  sediciones  y 
9iuiles  tumultos  sobre  promulgar  las  leyes  agrarias;  la 
qual  (2)  algunos  años  aun  después  de  la  muerte  de  sus 
hijos,  quando  por  la  memoria  de  su  padre  y  de  su  ma- 
rido Tiberio  Graco  era  visitada  de  todos  los  reyes  y 
demás  personages  illustres  que  venian  á  Roma,  como 
hablase  en  aquel  lamentable  sugeso  que  tanto  le  toca- 
ua,  con  grande  entereza,  grauedad  y  conpostura,  era 
tenida  de  muchos  por  muger  que  auia  perdido  con  las 
calamidades  pasadas  gran  parte  de  su  juizio,  pares- 
Riéndoles  inposible  dexar  de  aconpañar  con  lagrimas 
tan  lastimosa  narración;  y  por  concluir  y  aprouar  el 
llanto  de  Tamur  (3)  como  tan  propio  afecto  de  nuestra 
naturaleza,  digo  que  Dauid,  que  por  su  prudencia»  sin- 
gular fortaleza  y  mucha  sanctidad  meres^io  ser  tan 
fauores^ido  y  querido  de  Dios,  planteó  tiernissimamen- 
te  con  endechas  la  muerte  de  Abner  y  de  Absalon  su 
hijo.  Y  finalmente,  nadie  podrá  negar  que  Cristo,  Sal- 
vador y  Señor  nuestro,  conforme  á  la  naturaleza  pasi- 
ble de  honbre,  con  sensibles  gemidos  y  euidentes  la- 
grimas no  llorase  la  muerte  de  su  amigo  Lázaro. 


(1)    aquellas, 

(a)    como. 

(S)    en  el  llanto  de  su  hijo. 


— 186  — 


CAPITULO  II 


Eipedición  de  Tamerlán  contra  ios  tártaros  nogais  y  los  moa- 
goles. — Defiéndese  la  imposibilidad  de  ir  á  ios  mares  de  ia  China 
y  de  ia  India  navegando  por  el  norte  de  Asia.— Imposturas  que 
acerca  de  esto  divulgó  en  Madrid  un  aventurero. — Guerras  de 
Tamerlán  en  Europa.— Su  expedición  contra  el  reino  de  Catay.— 
Conducta  inmoral  de  Xa  Malic,  hijo  de  Tamerlán. -Muene 
de  éste. 

Algunos  años  antes  de  la  guerra  con  Bayazeto  auia 
enprendido  Tamur  una  enpresa  digna  de  su  mucho  va- 
lor y  grandeza  de  animo,  que  fué  la  jornada  contra  los 
tártaros  nogais^  y  después  á  los  mongalenses,  de  cuyo 
ordu  sallo  el  gran  Qisgis,  como  ya  se  a  dicho.  Las  pre- 
uengiones  que  hizo  con  admirable  providengia  para 
esta  jornada,  después  de  las  armas  y  machinas  de  gue- 
rra, sin  los  muchos  mantenimientos^  fueron  de  gran 
suma  de  agadones,  picones,  palas  de  hierro,  hachas  y 
todo  genero  de  otras  herramientas;  espuertas,  gestones 
y  carros,  con  todo  el  demás  aparato  de  canpaña;  gran 
numero  de  cuerdas  gruesas  y  menudas  y  toda  suerte 
de  cueros  para  calcado,  con  mucha  cantidad  de  vigas, 
tablones  y  cadenas.  Pasó  tan  adelante  Tamur  por  aque- 
lla grandissima  rregion,  que  después  de  vencidos  en 
diuersos  trances  y  batallas  estos  inuengibles  tártaros  y 
antiguos  sf  ithas  jamas  domados,  llegó  á  lo  mas  sep- 
tentrional de  la  Sgithia  y  adonde  los  tres  meses  estiua- 
les  no  se  escondia  el  sol  debaxo  de  su  horizonte,  que 
sigun  esto  era  muy  dentro  del  girculo  Ártico  y  en  el 
paralello  de  las  islas  de  Rustene,  Groetlant  y  la  Nueua 
Zenbla.  Y  siendo  hasta  aqui  la  Tartaria  ó  Sgíthia  sep- 
tentrional y  toda  la  demás  tierra  hasta  debaxo  del  Polo 


1 

/ 


-i87- 

Ártico,  poblada  de  nafiones  barbaras  muy  sinples  y 
subjectas  áqualquiera  injuria  y  violencia,  hazen  en  ella 
los  tártaros  continuas  entradas  y  correrías,  sacando  de 
alli  mucha  cantidad  de  aquellos  miserables  pobladores 
para  vendellos  por  esclauos,  y  ansimesmo  las  mejores 
zebellinas  del  mundo.  Y  porque  las  dichas  entradas  que 
los  tártaros  hazen  es  por  el  invierno,  que  los  rrios^  la- 
gunas y  pantanos  están  elados  y  la  demás  tierra  elada 
y  tiesa,  para  falgilmente  ser  andada,  siendo  por  su  mu- 
cha altura  la  mayor  parte  del  inuíerno  perpetua  noche, 
le  llaman  los  tártaros  y  moscouitas  á  esta  tierra,  región 
de  las  tinieblas.  Y  aunque  la  mitad  del  año  opuesta  al 
inuierno,  por  la  mesma  causa  se  podria  llamar  tierra 
de  la  luz,  no  escondiéndoseles  jamas  el  sol  por  el  dicho 
tienpo,  las  naciones  que  van  á  rroballa  no  pueden  ha- 
zer  su  viage  de  verano,  por  estar  el  suelo  invio  y  pan- 
tanoso, por  los  muchos  yelos  y  nieues  que  hallan  rre- 
sueltos  en  agua  con  el  calor  del  sol;  de  manera  que  es- 
ta rremotissima  tierra  a  adquirido  solo  el  nonbre  del 
tienpo  obscuro  y  tenebroso  en  que  es  rrobada  y  sa- 
queada. De  otros  que  biuan  y  habiten  climas  menos 
septentrionales  que  los  moscouitas  y  tártaros,  que  tan- 
to mal  hacen  á  estos  miseros,  como  á  mas  vezinos^  po- 
drían ellos  tanbien  ser  tenidos  por  moradores  de  región 
de  tinieblas,  ó  de  mucha  luz,  sigun  el  tienpo  en  que 
fueran  conocidos,  como  lo  fueron  del  exergito  de  Ta- 
mur  estos  septentrionales  s^ithas  del  Mongal,  admirán- 
dose los  chacatais  y  vsbesques,  como  de  nunca  oido 
milagro  de  naturaleza,  de  hallar  alli  tanta  cantidad  de 
dias  sin  ninguna  noche.  Y  fuera  la  mesma  admiración 
si  Tamur  hizíera  de  inuierno  su  jornada,  hallando  tan- 
tas noches  después,  sin  dia.  De  Condamir  y  Calipha 
Emir,  autores  (i)  y^  nonbrados,  que  dexaron  escrita 
esta  conquista  con  las  demás  de  Tamur,  se  colige^  con- 


(i)    En  el  ms.,  autures. 


1 

* 


—  i88  — 

forme  á  lo  dicho»  ser  la  Tartaria  continuada  y  conti- 
nente con  Groelant  y  la  demás  tierra  que  está  debaxo 
del  Polo  Ártico»  contra  el  parecer  de  muchos  que  se 
persuaden  á  que  ay  canal  y  paso  para  desde  el  mar 
Sf  íthico  septentrional  poder  pasar  al  mar  Indico  y  co&- 
ta  de  la  China  y  Cathayo.  Y  aunque  algunos  años  se 
trato  en  Madrid  por  los  ministros  de  Su  Magestad  Ca- 
tholica  de  que  se  inpidiese  la  nauega^ion,  ansi  por 
esta  parte  del  Nordeste^  que  es  la  derecha  del  Polo» 
como  por  la  izquierda,  que  es  al  Noroeste»  entre  Groet- 
lant  y  Stotilant»  enbiandose  sobre  ello  particular  enba^ 
xada  al  rey  de  Inglaterra»  por  continuar  entonces  los 
ingleses  sus  viages  porfiadamente  para  hallar  salida  al 
dicho  mar  Oriental»  afirmé  muchas  vezes  que  era  inpo- 
sible hallarse  la  tal  nauega^ion.  Porque  demás  de  que 
paresfia  inposible  dexar  de  ser  continente  estas  par- 
tes del  mundo  conos^idas  ya  desde  los  siglos  pasados, 
con  lo  nueuamente  descubierto  de  nuestras  Indias  oc- 
cidentales» pues  todos  sus  moradores  tienen  tan  apa- 
rente figura  con  los  tártaros»  la  esperiengia  de  tantas 
nauegagiones  sobre  buscar  en  vano  este  viage  (i)  asi- 
gura  ser  gierta  mi  opinión»  estando  euidentemente  pro- 
uado  con  las  correrías  dichas  de  los  tártaros  á  esta  tie- 
rra debaxo  de  nuestro  Polo»  no  auer  salida  al  mar  In- 
dico» á  lo  menos  por  el  Nordeste.  Por  el  Noroeste» 
aunque  no  tenemos  tan  prouable  rrazon»  es  sin  conpa- 
ragion»  el  mar  que  estos  vltimos  años  los  ingleses  por 
alli  an  hallado»  mucho  mas  estrecho»  con  canales,  ó 
mas  propiamente  calas  y  esteros,  del  todo  Riegos  y  sin 
salida»  demás  de  los  terribles  y  grandes  pedamos  de  ye- 
Ios»  á  modo  de  islas»  con  que  los  hallan  inpedidos  y  la 
mayor  parte  del  año  del  todo  (errados.  Porque  si  por 
esta  tierra  uviera  estrecho  que  pasase  del  un  mar  al 
otro»  Ja  mtsma  marea»  con  la  gran  corriente  que  en  tal 


(i)    mas  a  de  i  00  años,  sin  poder  hallarJOm 


—  iSg  — 

estrecho  auía  de  causar,  lleuaria  por  una  parte  y  por 
otra  al  mar  ancho  estos  yelos,  y  con  su  continuo  mo- 
vimiento los  disiparía,  como  vemos  en  el  estrecho  de 
Magallanes.  Y  aunque  este  no  está  en  tanta  altura  co- 
mo la  tierra  de  Stotilant,  pues  la  mayor  es  de  53  gra- 
dos, pero  en  esta  parte  del  Polo  Anthartico  vemos  por 
(ierta  esperien^ia  que  en  muchos  menos  grados  que  en 
los  climas  septentrionales  del  Polo  Ártico  haze  mucho 
mayor  frío,  de  manera  que  los  que  quieren  doblar  el 
cabo  de  Buena  Esperanza,  muy  á  la  mar,  llegando 
38  grados,  no  (i)  pueden,  sino  es  con  mucho  trabajo, 
aechar  de  las  ñaues  la  mucha  nieue,  siendo  el  frío  tan 
intenso  que  no  pueden  marear  las  velas.  Y  ansí  los  in- 
gleses por  la  parte  izquierda  del  Polo,  como  los  olan- 
deses  por  la  derecha^  haziendo  prueua  de  grandes  hon- 
bres  de  mar  y  admirable  tolerangia^  al  cabo  an  traba- 
xado  en  vano,  sin  auer  podido  descubrir  tal  estrecho, 
pudíendo,  sin  esta  esperien^ia,  afirmar  que  no  lo  ay. 
Pero,  como  yo  dezia  en  Madrid  á  muchos  (2)  que  fir- 
memente estauan  persuadidos  que  lo  auia,  dado  caso 
que  lo  uviese  y  muy  sabido,  iq\ie  marinero  que  no 
fuera  del  todo  ignorante  de  suerte  auia  de  querer  auen- 
turarse  á  nauegar  por  el,  siendo  aquel  clima  tan  frío, 
tenpestuoso  y  pocos  días  aptos  á  nauegar  por  el,  aun 
quando  no  se  hallara  el  inpedimiento  tan  grande  de  los 
yelos  y  nieues  que  agora  se  hallan?  Demás  de  que  es- 
tauan engañados  todos  aquellos  que  creían  abreuiarse 
el  viage  para  la  India  por  aquella  nauegagion,  siendo 
cosa  sabida  que  auian  de  subir  á  75  y  mas  grados,  y 
después  de  auer  girado  con  muchas  bueltas  hasta  el 
meridiano  opuesto  auian  de  baxar  á  la  JEqmnoqialy 
adonde  están  las  islas  de  la  Especiería,  quando  no  qui- 
sieran pasar,  ni  contratar,  á  otras  partes  de  la  India.  Y 


(i)    pastan, 
(a)    personas. 


—  igo  — 

quando  se  contentasen  del  comercio  del  Cathayo,  la 
Chinay  Japón,  tanbien  auia  de  ser  el  viage  mucho  mas 
largo,  á  rrespecto  de  la  dificultad  grande  de  la  nauega- 
(ion  y  ser  forzoso  invernar  en  ella,  aunque  conforme  á 
la  dispusifíon  y  distancias  del  globo  que  forman  el 
agua  y  la  tierra  pareciese  mas  corto.  Y  que  sigun  esto 
pudiera  siguramente  Su  Magestad  Catholica  conbidar 
y  offrecer  á  todos  los  que  no  fuesen  sus  amigos  con  la 
tal  nauegafion  y  ayudarles  en  ella,  quando  no  la  qui- 
siesen hazer  por  otra  parte.  Mas  quando  alguno,  fauo- 
res^iendole  milagrosamente  su  buena  fortuna  en  ella, 
hallase  este  estrecho  tan  buscado  y  deseado,  solamen- 
te podría  seruille  para  dexar  en  el  á  la  posteridad  fa- 
moso su  nonbre,  sin  tener  enbidía  al  que  en  el  estrecho 
austral  del  polo  Antartico,  con  perpetua  memoria  suya, 
nos  dexo  Hernando  de  Magallanes. 

Ansí  en  los  viajes  de  tierra,  en  regiones  largas  y  poco 
conocidas,  como  en  las  nauega^iones  de  mares  no  des- 
cubiertos, an  sido  engañados  muchos  tan  á  costa  suya 
que  gran  parte  dellos  an  perdido  con  las  haziendas 
tanbien  las  vidas,  porfiando  en  lleuar  al  cabo  las  tales 
enpresas.  Esto  se  a  visto  muchas  y  diuersas  vezes  en 
las  Indias  occidentales  y  australes  del  Nueuo  Mundo, 
por  la  inmensidad  y  grandeza  de  la  tierra  y  por  la  an- 
bicion  y  cudifia,  pasiones  tan  vehementes  en  los  hon- 
bres,  que  fácilmente  los  persuaden  a  aquello  que  de- 
sean, aunque  la  rrazón  del  todo  lo  contradiga.  Para 
ayudar  esta  falsa  persuasión  y  engaño  jamas  an  fal- 
tado honbres  (i)  charlatanes  y  noueleros,  muchos  de 
los  quales  son  ignorantissimos,  que  se  an  atreuido  á 
inuentar  grandes  inposturas  y  nouelas,  pero  que  van 
aparentemente  dirigidas  á  conseguir  tan  grandes  cosas, 
que  en  qualquier  tienpo  diuersas  vezes  an  sido  bien 
admitidos.  Y  por  no  encontrarme  con  lo  que  en  casi 


(i)    bugiardos. 


semejante  materia  se  tiene  ya  tratado  en  el  libro  prece- 
dente á  este^  se  dexará  de  alargalia,  aunque  auia  un 
muy  espacioso  canpo  (i)  para  rreferir  aquí  infinitos 
casos  sucedidos  en  el  mundo  con  semejantes  enbaydo- 
res.  Pero  solo  diré,  por  ser  a  proposito  del  estrecho 
septentrional  de  que  se  a  hecho  tan  larga  mención, 
como  hallándome  en  Madrid  el  año  de  1609,  auia  algu- 
nos meses  antes  apares^ido  alli  un  honbre  de  nuestra 
mesma  nación,  no  conocido  de  nadie,  mas  de  dezir  el 
que  se  auia  criado  en  Flandes  y  en  algunas  de  las  ciu- 
dades ansiáticas,  y  que  asimesmo  tenia  gran  pratica  y 
conocimiento  de  las  cosas  de  mar.  De  manera,  que  con 
su  industria  y  trauajo  auia  descubierto  el  estrecho  tan 
deseado  y  que  con  tanto  cuydado  buscauan  entonces 
los  ingleses.  Y  como  en  aquella  corte  se  comentase  á 
publicar  esto,  mayormente  que  se  ofíre^ia  que  dentro 
de  tres  meses  después  que  partiese  de  España  podrían 
llegar  las  naos  á  las  Philipinas  y  Malucas,  acudían  mu- 
chos á  él  como  á  singular  marinero ,  dando  tanbien  á 
entender  que  alcan^aua  otros  grandes  secretos  de  na- 
turaleza. Con  este  fauor  popular  se  atreuíó  á  dar  me- 
moriales á  algunos  ministros,  diziendo  que  por  este  es- 
trecho podian  nauegar  las  armadas  de  Su  Magestad  con 
mucho  menos  tienpo  y  costa,  ansi  á  las  partes  susodi- 
chas, como  á  las  demás  de  la  India,  afirmando  que  él 
auia  nauegado  por  todo  el  estrecho  hasta  salir  á  la  cos- 
ta de  la  China  y  Japón,  y  que  el  canal  era  muy  ancho, 
linpio  y  sin  inpedimento  alguno.  Y  creyendo,  como 
honbre  tan  ignorante,  que  se  acreditaua  mas  con  hazer 
alguna  demostración  del  tal  estrecho,  dio  muchos  di- 
seños del  en  menos  espacio  que  medio  pliego  de  papel, 
no  solo  ignorante,  sino  bestíalissimamente,  sin  ningún 
genero  de  propiedad  ni  aparen^ia  de  las  tierras  y  ma- 
res que  él  alli  señalaua.  Pero,  en  fin,  fue  escuchado  y 

(i)    diciendo  muchas. 


admitido,  y  de  tanto  mejor  gana  quanto  comenzó,  con 
este  primer  fauor^  á  descubrir  de  si  otros  misterios  ma« 
yores,  díziendo  que  él  solo  sabia  el  secreto  para  desci- 
frar la  clauicula  de  Salomón,  con  lo  qual  se  venia  á  al- 
canzar y  perfifionar  el  verdadero  lapis,  nunca  jamás 
enteramente  hallado  de  los  alchimistas  en  tantos  siglos. 
Y  aunque  esta  fábula,  con  tan  vulgar  estilo  y  manera 
de  hablar,  era  mas  para  con  rrisa  menospreciarse,  que 
admitirse,  en  fin,  siendo  cosas  tan  grandes  las  que  pro» 
metia,  como  convertir  en  oro  los  mas  baxos  metales, 
se  halló  quien  luego  le  ayudase  con  casa  conpetente  y 
cantidad  de  dineros  para  comentar  á  poner  en  obra  su 
fabrica.  Y  como  todos  estos  miserables  chimicos  para 
mas  engañar  á  los  cudi^íosos  de  que  se  van  aproue- 
chando,  alargan  el  efecto  de  su  obra,  diziendo  que  es 
menester  mucho  tíenpo  para  la  transmutación  de  los 
metales,  éste  entretuvo  á  los  que  le  fauorecian  y  dauan 
larga  pensión,  mas  de  dos  años,  diziendoles  que  ya 
aquel  milagroso  parto  estaua  muy  cerca  y  para  salir  á 
luz.  En  este  ínterin,  que  era  en  el  mesmo  tienpo  que 
Fonseca  andaua  tanbien  publicando  su  aguja  fixa, 
como  en  la  nauega^ion  del  primer  libro  se  a  dicho  ya, 
un  conocido  mió  me  lleuó  á  mi  posada  á  este  grande 
marinero  alchimista,  como  á  honbre  rraro  y  de  alto 
ingenio,  para  que  de  esperiencia  me  certificase  auer 
arriba  de  la  tierra  del  Labrador  y  Stotilant  el  estrecho 
rreferido,  sabiendo  que  yo  era  de  opinión  de  que  no  lo 
uviese.  El  nonbre  que  entonces  publicaua  tener  no  me 
acuerdo,  mas  de  que  lo  autorizaua  con  la  dignidad  mi- 
litar de  capitán,  como  muchos  de  los  tales  engañado- 
res suelen  hazer  sin  jamás  auer  lleuado  paga  de  un  sin- 
ple  soldado;  pero  entró  con  tanta  grauedad  y  mesura 
como  si  todo  quanto  prometia  lo  uviera  ya  prouado 
y  hecho  cierto.  Y  no  tratando  de  la  profesión  de  alchi- 
mia,  por  no  ser  á  mi  propósito,  le  pregunté  en  que 
tienpo  auia  nauegado  por  aquel  estrecha,  y  el  que  aoia 


-  Í93  - 

gastado  en  nauegarlo  todo  hasta  salir  al  mar  Oriental, 
y  ansimesmo  en  qué  grados  estaua  la  entrada  y  salida 
del;  rrespondió  muy  sosegado  y  confiado,  que  la  en- 
trada estaba  en  78  grados  y  la  salida  en  yS,  y  que  lo 
auia  nauegado  en  poco  mas  de  3o  dias  por  los  meses 
de  Noviembre  y  Diziembre.  Quedé  admirado  de  tan 
desvergonzado  disparate  y  corrido  de  aquel  amigo  mío, 
no  obstante  que  era  muy  pratico  en  su  profesión,  pero 
muy  poco  en  la  navegación  y  cosmographia,  aunque 
inclinado  mas  que  medianamente  á  la  transmutación 
de  metales.  Con  esto  se  acortó  y  acabó,  la  conversación, 
y  aunque  este  honbre  estuuo  muchos  meses  mas  en 
Madrid,  no  le  vi  otra  vez  alguna;  pero  como  el  mar- 
ques de  Velada,  mayordomo  mayor  y  del  Consejo  de 
Estado  de  Su  Magestad  Católica,  me  mostrase  uno  de 
los  diseños  suyos  del  estrecho  de  Anian,  que  tal  non- 
bre  le  auia  puesto,  y  me  comunicase  lo  que  trataua  y 
lo  mucho  á  que  se  ofrescta,  le  desengañé  diziendole  lo 
que  sentía  de  la  ignorancia  suya  y  lo  que  del  se  podia 
esperar  (i)  y  de  los  demás  que  tienen  y  an  tenido  aque- 
lla manera  de  vida.  Este  alquimista  desaparescio  y  se 
fue  ocultamente,  sucedíendole  mejor  que  a  otros  de  su 
profesión  que  an  pagado  con  la  vida  sus  enbustes,  por- 
que no  se  trató  mas  del,  ni  yo  supe  después  en  qué 
auia  parado,  tanpoco  como  de  Fonseca,  su  contenpo- 
raneo,  en  lo  de  su  aguja  fixa.  Es  mucho  para  notar  que 
semejante  suerte  de  honbres,  que  por  la  mayor  parte 
son  del  todo  idiotas  y  sin  algún  ingenio,  ayan  sienpre 
en  el  mundo  engañado  y  persuadido  á  lo  que  quieren, 
á  tantas  personas  graves  que  por  vso  y  esperiencia  de 
variedad  de  negocios  an  sido  tenidos  y  estimados  por 
varones  enteros  y  prudentes.  Pero  considerándolo  bien 
no  ay  que  maravillar  de  los  tales  sucesos,  pues  el  enga- 
ño que  en  ellos  ay  no  nace  de  la  industria  del  enbaidor, 

(1)    y  de  la  manera. 

i3 


—  194  — 

sino  de  la  vehemente  pasión  de  quien  los  admite,  te- 
niendo prendido  y  ^legamente  inclinado  el  ánimo  á  la 
materia  que  con  ellos  se  trata,  como  agora  en  nuestros 
dias  sugedio  á  muchos  con  Bragadino,  en  Vene<;ía,  y 
antiguamente  en  Roma  en  tienpo  de  Nerón,  como  es- 
criue  Cornelio  Tatito,  que  se  dio  tanto  crédito  á  un 
inpostor  llamado  Cesselco  Basso,  que  se  offregio  á  sa- 
car á  luz,  de  las  rruinas  de  Carthago,  los  grandes  teso- 
ros de  su  primera  fundadora  Elisa  Dido,  que  como  de 
cosa  gierta  y  sigura  (i)  se  prometian  grandes  rrique- 
zas,  de  modo  que  se  gastaua  con  mucha  mas  prodi- 
galidad  que  antes,  adquiriendo  por  esto  muchas  deu- 
das el  Enperador. 

No  contento  el  vencedor  Tamur  con  el  dominio  de 
toda  Asia,  después  de  auer  domado  los  tártaros  mon- 
gales  casi  hasta  los  vltimos  fines  del  Septentrión,  rre- 
boluio  hazia  el  Occidente,  subjectando  tanbien  toda 
aquella  parte  de  Tartaria  hasta  el  rio  Volga,  Y  no  de- 
teniendo el  curso  de  sus  victorias  la  grandeza  de  este 
gran  rio,  pasó  adelante  haziendo  guerra  á  los  tártaros 
occidentales  del  ordu  de  Casan,  cuyo  districto  se  ter- 
mina con  el  rrio  Thanais,  llamado  agora  de  los  tarta- 
ros  y  moscouitas  el  Don.  Causó  un  general  terror  esta 
guerra,  no  sólo  á  los  tártaros  de  aquel  ordu,  mas  á  los 
moscouitas  y  demás  nagiones  rutenas,  de  manera  que 
juntándose  todos,  con  las  ayudas  de  otros  circunvezi- 
nos  suyos  le  dieron  la  batalla,  pero  siendo  vencidos  y 
perdiendo  la  mayor  parte  de  su  exergito,  los  demás  se 
saluaron  en  la  espesura  de  los  bosques,  pasando  des- 
pués por  la  mesma  fortuna  que  los  demás,  aplacando 
con  dones  la  furia  del  vencedor.  Y  aunque  los  autores 
ya  rreferidos  no  aclaran  particularmente  que  nagiones 


(i)  consignavan  en  ellos  los  ministros  imperiales  los  pagamen- 
tos de  las  muchas  deudas  que  por  la  prodigalidad  de  sus  principes 
se  auian  adquirido,. 


—  igS  — 

fuesen  las  que  vinieron  en  fauor  de  los  moscouítas,  de 
Martin  Cromero,  Matías  Mícouiense  y  Antonio  Bonfí- 
nio  se  colige^  aunque  obscura  y  confusamente,  auer 
sido  VitoIdOy  Duque  de  Lituania,  quien  principalmente 
hizo  este  socorro.  El  qual,  como  honbre  tan  señalado 
y  valeroso  en  la  guerra  entre  todos  los  de  Europa  en 
aquella  edad,  juntó  un  grande  exer^ito  de  sus  lituanos, 
polacos  y  prutenos,  y  acudió  á  la  fama  de  este  grande 
ingendio  que  aviendo  abrasado  á  toda  Asia  amenagaua 
tanbien  á  Europa.  Nuestros  historiadores  no  se  acla- 
ran en  escreuir  si  fue  en  fauor  de  los  moscouítas,  que 
entonces  aun  no  estauan  en  la  grandeza  en  que  después 
llegaron,  mas  de  dizir  que  pasó  á  hazer  guerra  á  los 
tártaros,  y  aunque  encarecen  la  grandeza  y  muchas 
fuergas  de  su  exergito,  mayormente  gouernado  por  un 
tan  famoso  y  hasta  entonges  invicto  capitán,  sucinta- 
mente y  en  muy  pocas  palabras  dizen  todos  auer  sido 
vengido  con  pérdida  de  la  mayor  parte  de  sus  solda- 
dos, saluandose  él  apenas  con  la  velocidad  de  los  caua- 
Uos  que  tenia  en  paradas.  Lo  qual  no  parege  que  pu- 
diera auer  este  caso  sucedido  con  tanta  fagílidad  sino 
fuerza,  por  tanto,  mayor  [su]  poder,  sin  conparacion, 
que  el  que  Vitoldo  llevaua,  y  ansí,  cotejado  el  tíenpo, 
no  podemos  atribuir  esta  rrota,  que  de  todos  es  llorada 
por  lastimosa  y  grande,  sino  al  invencible  exergito  y 
singular  perígia  militar  de  Tamur.  Demás  de  que  tan- 
bien  alguno  de  los  dichos  autores,  con  la  mesma  bre- 
uedad  y  confusión,  haze  mención  y  nonbre  á  Tamur, 
por  no  auer  en  aquel  tienpo  bárbaro  y  de  naciones  tan 
barbaras  como  en  esta  jornada  se  hallaron,  quien  pu- 
diese dar  más  distinta  rrelagion  que  ésta.  Ni  los  auto- 
res persianos  la  dexaron,  por  la  poca  ó  ninguna  noti- 
cia que  tenían  de  las  naciones  y  principes  de  Europa. 
Y  como  la  felicidad  humana  no  tenga  cierto  limite,  ni 
enteramente  pueda  satisfazer  el  ánimo  de  los  honbres, 
tanpoco  bastaron  á  Tamur  las  victorias  de  toda  Asia 


—  ig6  — 

para  tenello  quieto  y  sosegado.  Antes^  aunque  ya  car- 
gado de  años,  visto  que  no  hallaua  con  quien  conten- 
der, puso  los  ojos  en  el  grande  inperio  del  Cathayo,  no 
obstante  las  grandes  dificultades  que  se  le  offiregian  á 
esta  enpresa,  mayormente  de  su  edad  y  de  tan  largo 
camino.  Y  siendo  sienpre  los  pareceres  de  los  ministros 
y  consejeros  muy  acomodados  y  conformes  las  más 
vezes  con  la  inclinación  del  principe  que  los  govierna, 
ansi  tanbien,  poniendo  Tamur  en  consejo  y  proponien- 
do á  sus  capitanes  si  era  bien  hazerse  esta  jornada,  de 
común  consentimiento  de  todos  se  acordó  que  se  hi- 
ziese.  Comentóse  luego  con  general  anbigion  de  todos 
los  principales  de  su  e3ier;íto  á  se  apergebir  lo  necesa- 
rio á  tan  ardua  y  peligrosa  enpresa,  haziendose  en  Sa- 
marcant  y  en  su  comarca  la  junta  y  masa  del  exergito, 
DO  paregiendoles  á  aquellos  soldados  habituados  y  en- 
vejecidos en  el  exerci^ío  de  la  guerra,  en  la  qual  tantas 
vezes  auian  salido  vencedores,  que  pudiese  ningún  po- 
der humano  rresistir  al  suyo.  Encarece  Calípha  Emir 
el  fausto,  grandeza  de  ánimo  y  mucha  arrogancia  de 
los  capitanes  principales  de  Tamur,  de  manera  que  en 
pericia  de  la  disciplina  militar,  reputación  y  grandes 
rriquezas,  eran  iguales  á  su  mesmo  enperador,  cosa 
que  sienpre  a  sucedido  en  la  milicia  de  los  que  en  el 
mundo  an  sido  grandes  y  señalados  honbres  en  ella. 
En  el  procinto  de  esta  famosa  expedición,  que  tal  fuera 
ella  sí  se  executara  y  Ileuara  al  cabo,  le  llegó  á  Tamur 
la  enbaxada  que  el  rey  de  España  don  Henrrique  el 
Tercero  le  enbíó  sigunda  vez,  aunque  los  persianos  no 
le  dan  particular  nonbre  al  rey,  ni  prouincia  de  Euro- 
pa de  donde  fue  enbiada,  mas  de  dezir  que  era  enba- 
xada de  los  francos;  y  llamar  indistintamente  ansí  á 
todas  las  naciones  europeas,  mayormente  á  las  latinas, 
lo  a  causado  la  poca  noticia  que  entonces  tenían  de 
nosotros,  creyendo  que  todos  fuésemos  subjectos  á  un 
rey  y  señor ;  pero  ansí  del  tienpo  en  que  Condamir  y 


I 


-197  — 

Calipha  Emir  hazeo  mención  de  esta  enbaxada,  como 
de  la  rrelagion  que  delia  nos  dexó  en  su  lengua  caste- 
llana antigua  Rui  González  de  Clavijo,  que  se  halló  en 
ella,  se  colige  indubitable  y  claramente  auer  sido  la 
que  enbió  el  rey  don  Henrique  el  enfermo,  porque  de- 
mas  de  conformarse  con  los  persíanos  nuestro  caste- 
llano^ en  auerse  rregibido  los  enbaxadores  en  Samar- 
can,  no  dentro  de  la  giudad,  sino  en  grandes  y  sober- 
utas  tiendas  gerca  della  en  la  canpaña,  dize  Rui  Gon- 
zález, como  tanbien  la  escríue  Calipha  Emir,  una  par- 
ticularidad notable,  escriuíendo  que  en  un  gran  van- 
quete  que  en  las  tiendas  le[s]  dio  Tamur  á  todos  los 
enbaxadores  que  entonces  en  su  corte  se  hallaron,  á  los 
del  gran  Cham,  que  le  pedian  hiziese  el  reconocimiento 
á  su  rey  que  antes  solían  sus  mayores,  les  hizo  gran- 
des amenazas  arrogante  y  soberuiamente,  de  que  auia 
de  arruinar  y  deshazer  el  inperio  del  Cathayo.  Los  per- 
sianos  escriuen  distintamente  las  cosas  que  nuestros 
enbaxadores  Ueuauan  á  Tamur  de  parte  de  su  rey,  en- 
careciendo, como  de  cosa  que  entonces  puso  grande 
admiración,  las  figuras  y  pintura  de  algunos  tapizes, 
y  tanbien  de  las  lauores  de  rrelieue  de  los  vasos  de 
oro  y  plata,  en  que  se  vían  figuras  muy  al  natural,  por 
no  auer  en  ellos  ningún  primor  ni  de  pintura,  ni  sculp- 
tura,  siendo  sus  vasos,  fuentes  y  tagas  groseramente 
labrados  y  sin  arte  alguna.  Después  de  auer  despacha- 
do los  enbaxadores  mandó  que  su  hijo  Mirza  Jaru  los 
aconpañase  hasta  la  primer^^  jornada,  y  que  por  todo 
eL  camino  se  les  hiziese  el  mesmo  rregalo  que  á  su  pro- 
pia persona.  Apresuró  luego  la  expedición  (i)  que  con 
tanta  anbicion  tenia  destinada  al  Cathayo,  y  para  ella 
escogió  de  toda  la  gente  pagada  que  tenía,  ansi  en  el 
exercito  ordinario  que  con  él  rresidia,   como  del  que 
auia  en  presidio  de  las  prouincias  más  cercanas,  en  que 


(i)   jornada. 


—  igS  - 

auia  ochocientos  mil  honbres,  trezíentos  y  ochenta  mil, 
de  la  gente  de  más  valor  y  esperiengia  de  guerra,  parte 
de  los  quales  eran  infantes,  aprovechándose  mucho 
dellos,  contra  la  común  costunbre  de  los  asíanos  en  las 
más  de  sus  facciones. 

Estos  no  vsauan  arcos^  dardos,  ni  otras  armas  arro- 
jadizas, sino  cubiertos  de  grandes  escudos  peieauan 
con  solas  cimitarras,  conforme  á  como  antiguamente 
lo  vsauan  los  romanos.  Los  demás,  en  cuyo  número 
entrauan  los  más  valientes  de  sus  veteranos^  á  cauallo, 
iuan  armados  defensiuamente  de  fuertes  corabas  y  ce- 
ladas^ y  aunque  los  más  peieauan  con  arcos  y  flechas, 
como  armas  suyas  ordinarias,  muchos  dellos  lleuauan 
escudos  para  que  detendidos  dellos,  sin  las  demás  ar- 
mas sdefensiuas,  peleasen  más  siguros  con  sus  graues 
cimitarras.  Para  gastadores  y  gente  de  seruigio  de  este 
exergito  tenia  trezientos  y  doze  mil  honbres,  todo  el 
qual  número  de  gente  mandó  que  comentase  luego  á 
caminar  con  Hanbrain  Soltan,  su  hijo,  siguiéndolo  él 
luego  con  su  corte,  con  gran  priesa  suya  y  de  todos 
sus  soldados.  Pero  como  auiendo  caminado  veinte  jor- 
nadas desde  Samarcant  llegase  á  un  lugar  llamado 
Agasulac  y  cargase  mucho  el  invierno  con  las  mayores 
aguas  y  nieues  que  en  muchos  años  se  uviesen  visto, 
aunque  contra  su  voluntad  le  fue  forgoso  parar,  y  por 
auerle  auisado  su  hijo  que  el  exer;ito,que  algunos  dias 
marchaua  adelante,  no  era  posible,  por  la  mucha  in- 
clemengia  del  tienpo,  proseguir  su  camino.  Aflixio  esto 
de  manera  el  encendido  animo  de  Tamur,  que  inpa- 
gíentemente  se  quexaua  de  su  fortuna  de  que  en  oca- 
sión tan  deseada  del  se  le  rretardase  y  del  todo  inpidie- 
se su  viage;  sigun  escriue  Calipha  Emir  era  en  la  fuer- 
za entonces  del  invierno,  díziendo  que  el  sol  auia 
entrado  en  el  signo  de  Piscis,  que  sigun  esto  seria  (i) 


( I )    por  el  fin  de  Enero. 


-199  — 

mediado  el  mes  de  Hebrero,  y  demás  de  ser  el  año  ex- 
traordinariamente tenpestuoso,  aquella  rregion,  como 
ya  (i)  en  los  confínes  de  los  confínes  de  la  SQithia,  los 
fríos  auian  de  ser  intensos  y  grandes.  Y  ansi,  conci- 
biendo grandissima  trísteza  Tamur  con  esta  tardanza, 
comenQO  á  no  tener  sosiego  ni  quietud  en  el  sueño ,  y 
luego  á  espantarle  en  él  terríbles  insomnios,  acrecen- 
tando su  trabaxo  las  disensiones  domesticas  de  sujs 
hijos  y  niet0S|  no  siendo  posible  dexar  de  ser  ansi  sien- 
do tantos  y  los  más  dellos  ya  honbres  y  constituidos 
en  gran  dignidad.  Tenia  entonces  Tamur,  de  diuersas 
mugeres,  treinta  y  seis  hijos  y  nietos  varones,  á  los 
quales,  conforme  á  la  muy  antigua  y  generosa  costun- 
bre  de  los  reyes  de  Persia,  tenia  dadas  las  prín^ipales 
prouin<jias  de  su  inperio  en  govierno  y  tenencia  por  sus 
vidas.  A  Pir  Mahamet,  su  hijo  mayor,  y  á  quien  él  te- 
nia destinado  por  sucesor  suyo^  auia  dexado  por  go- 
vernador  de  Samarcant  y  de  toda  aquella  prouingia  de 
los  Chacatais  que,  como  se  a  dicho,  es  la  antigua  So- 
godia.  Y  como  viniese  auiso  á  Thamur  que  con  una 
hija  de  este  Pira  Mahamet,  tuviese  desonesta  y  secre- 
ta conversación  otro  hijo  suyo  y  tio  della,  llamado  Xa 
Malic,  sintiólo  notablemente,  sobre  las  inquietudes,  in- 
somnios y  tristezas  que  le  auian  causado  el  ver  inpedi- 
da enpresa  por  él  tan  deseada.  Pero  queriendo  rreme- 
diar  la  desorden  de  los  suyos  con  el  menos  escándalo 
que  fuese  posible,  como  honbre  prudentissímo,  llaman- 
do á  Xa  Malic,  sin  dezirle  ni  reprehendelle  nada  sobre 
el  caso  le  persuadió  que  se  casase,  pues  no  tenia  mu- 
ger;  y  como  él  se  escusase  diziendo  que  no  quería  ca- 
sarse, le  boluio  á  mandar  el  abuelo  que  lo  hiziese,  y  al 
fin  dixo  que  lo  haria,  pero  que  auia  de  ser  con  gierta 
muger  que  le  señaló,  natural  de  la  prouingia  de  Cora- 
ssan.  Thamur,  vista  la  peruica^ia  y  malicia  del  hijo,  le 


(i)    muy  dentro. 


—  aoo  — 


rreplicó  diziendole  que  ¿por  qué,  teniendo  mugeres  de 
su  propia  sangre,  no  escogía  alguna  dellas?;  al  fin  con- 
cluyó Xa  Malíc  con  dezir  que  aquella,  por  ser  donze- 
Ha  muy  sabia  y  rrecogida,  quería,  y  no  otra  alguna. 
Thamur  sintió  profundamente  la  inobediencia  y  des- 
vergüenza del  hijo,  y  aunque  tuuo  gran  deseo  de  cas- 
tigallo  capitalmente,  no  se  atreuio  porque  no  se  mo- 
viese alguna  sedición  entre  la  gente  de  guerra  que  alli 
auia,  y  tanbien  por  no  publicar  la  causa  porque  tal 
castigo  se  hiziese.  Y  juntándose  á  esto  el  amor  que  al 
hijo  tenia,  no  aclarándose  mas  con  él  y  dissímulando, 
enbió  por  aquella  donzella  con  mucha  priesa  á  Cora- 
ssan  y  dándole  muchas  joyas  le  dio  li^en^ia  al  hijo  y  le 
mando  que  fuese  y  se  casase  luego  con  ella,  dándole 
solamente  una  tacita  rreprehension,  aduirtiendole  que 
mirase  bien  de  alli  adelante,  que  no  solo  en  casa  de  los 
deudos,  pero  de  los  amigos,  tenian  los  honbres  obliga- 
ción á  rrefrenar  y  tener  en  poder  de  la  rrazon  los  ojos, 
la  lengua,  los  pies  y  las  manos. 

Continua  la  furia  increible  de  las  nieues  y  aguas,  y 
Thamur  queriendo  con  grande  obstinación  contrastar 
á  su  hado^  aunque  lastimado  de  no  auer  podido  rrepa- 
rar  la  desorden  del  hijo,  prosiguió  su  viage  hasta  lle- 
gar ya  dentro  de  la  Sgithia  á  un  gran  rio  que  siendo  al 
Nordeste,  ó  viento  griego,  de  Samarcant,  conforme  al 
camino  que  se  lleuaua  al  Cathayo,  deuia  ser  el  Jaxar- 
te's  ó  alguno  otro  que  entrase  en  él,  y  aunque  este  rrio 
era  muy  hondo,  lo  halló  todo  elado,  siendo  la  grosura 
del  yelo  de  diez  codos,  de  manera  que  los  carros  y 
todo  el  demás  inpedimento  del  exer^ito  pasaron  segu- 
ramente por  él.  Pero  al  cabo  la  incontrastable  furia  del 
tienpo,  que  cargó  furiosamente,  vengio  la  constancia  y 
ardiente  deseo  de  Thamur,  forcandole  á  parar  siete  jor- 
nadas de  Agasulat,  en  otro  lugar  llamado  Anzar,  adon- 
de vencido  de  dolor  de  ver  inpedidos  sus  grandes  di- 
signos, cayó  en  una  gravissima  y  mortal  enfermedad, 


I  —  201  — 

la  qual  le  comento  de  un  fluxo  ó  corrímíento  que  por 
todo  el  lado  izquierdo  le  vino  á  parar  en  la  pierna  con 
grandes  dolores.  Sobreuinole  luego  una  ardentissima 
liebre,  y  juntamente  con  ella  dos  apostemas^  una  en  el 
higado  y  otra  en  el  lado  izquierdo,  arriba  de  la  ijada, 
conogiendose  luego  por   los  accidentes  y  grandeza 
de  la  enfermedad,  ser  incurable,  demás  deque  lue- 
go el  mesmo  desconfío  del  todo  de  su  salud.  Hizie- 
ron  los  médicos  sus  diligencias,  pero  hallaron  con- 
plicagion,  no  solo  de  las  dichas,  sino  de  otras  muchas 
enfermedades,  de  manera  que  los  medicamentos  de 
las  unas  eran  contrarios  para  las  otras.  A  uno  de  estos 
médicos  alaba  con  grandes  encarecimientos  Calipha 
Emir,  diziendo  que  era  vnico  y  singular  honbre  de  su 
profesión,  gran  philosopho  y  astrólogo,  llamado  Achim 
Tazladin,  y  por  ser  cosa  notable  y  en  loor  de  nuestra 
sagrada  rreligion,  pondré  aqui  lo  que  este  autor  escri-, 
ue  sobre  alabar  y  encarecer  la  sabiduría  y  maestria 
grande  de  este  medico,  siendo,  como  a  sido  esta,  la 
principal  causa  porque  yo  e  querido  rreferir  tan  parti- 
cularmente lo  que  paresgio  que  pudo  causar  la  muerte 
de  Tamur,  no  obstante  que  se  deuía  á  la  memoria  de 
un  tan  grande  y  poderoso  rey.  Dize,  pues,  que  ansi 
como  Cristo  rresugitaua  y  daua  vida  á  los  honbres  des- 
pués de  muertos,  ansi  Achim  Tazladin,  á  los  que  ya 
estauan  deplorados  y  propincos  á  morirse,  con  su  arte 
y  mucho  saber  les  rrestauraua  la  vida  y  boluia  sanos 
y  con  entera  salud.  Auia  ya  llegado  Pira  Mahamet,  su 
hijo  mayor  de  Tamur,  de  Samarcant,  á  la  fama  de  las 
indispusigiones  y  desabrimientos  que  en  Agasulaf  auia 
comentado  á  tener,  y  ansimesmo  todo  su  árame,  con 
su  principal  muger,  llamada  Zoraida  Canu,  que  por- 
que no  le  fuese  inpedimento  en  camino  tan  largo,  des- 
de Agasulat  auia  enbiado  á  Samarcant.  Declaró  antes 
que  muriese,  por  sucesor  en  toda  la  monarchia,  á  Pira 
Mahamet,  su  primogénito,  y  á  los  demás  en  las  satra- 


—  202  — 

pias  y  goviernoSy  como  estauan  antes,  nonbrando  par- 
ticularmente en  la  de  Corassan  á  Mirza  Jaru,  á  quien 
él  quería  mucho,  enbiandolo  luego  que  se  sintió  agra- 
uado  del  mal  á  llamar,  aunque  no  pudo  llegar  hasta 
algunos  dias  después  de  ser  muerto  su  padre.  Este 
Mirza  Jaru  fue  el  que  muchos  años  adelante  enbío  una 
muy  solene  enbaxada  al  gran  Cham  del  Cathayo, 
como  muy  particularmente,  demás  del  tantas  vezes 
rreferido  Calipha  Emir  Alixir,  escríue  Mirhon,  que 
continuo  la  historía  de  Condamir  con  largo  y  elegante 
estilo. 

Al  onzeno  niurío  Tamurlang,  con  general  dolor  y 
sentimiento  de  todos,  de  edad  de  setenta  y  un  años, 
auiendo  sido  rrey  los  treinta  y  siete,  después  de  auer 
muerto  á  Mirhocen,  su  cuñado,  que  auia  sucedido  en 
los  reynos  de  Corasan,  Balea  y  Samarcant^  á  Amir 
Carcham,  su  tio. 

Fue  Tamur  de  habitud  y  conposicion  sfithica,  pe- 
queño de  cuerpo,  aunque  de  mienbros  ¡robustos;  de 
color  blanco,  rrostro  y  cabeza  grande  y  cuello  grueso, 
ojos  pequeños  y  la  frente  ancha  y  prominente;  lanpiño, 
solamente  con  algunos  pelos  en  la  punta  de  la  barua, 
y  desde  su  nacimiento  coxeaua  un  poco  de  el  pie  iz- 
quierdo, por  cuya  causa  adquirió  el  sobrenonbre  de 
Lang,  que  en  lengua  persiana  significa  coxo.  Fue  este 
invencible  y  famoso  rey  el  primero  que  vsase  y  se 
aprouechase  de  la  artillería  en  Asia,  pues  catorce  años 
antes  de  la  guerra  de  Clodía,  entre  genoueses  y  vene- 
cianos, que  fue  la  primera  vez  que  se  conoció  en  Italia, 
se  valió  della  batiendo  la  giudad  de  Torsis,  en  la  pro- 
uinfia  de  Aria,  vsando  ansimesmo  de  infantes  arcabu- 
zeros,  casi  en  aquella  sazón,  y  en  la  guerra  del  Mongal 
contra  Tothamiscan  y  en  otras  facgiones. 


ao3  — 


CAPÍTULO  III 


Descripción  de  la  provincia  de  Hircania  y  de  sus  tigres. — La  ciudad 
de  Farabat.— La  provincia  deGuilán. — Pruébase  que  Taurís  no 
es  la  antigua  ciudad  de  Ecbatana. — La  ciudad  de  Soltanfa. 

Aunque  aya  paresgido  larga  la  digresión  sobre  la 
vida  de  Thamur,  paresce  que  vino  á  proposito,  auien- 
do  sido  su  origen,  y  después  patrimonio  de  su  primera 
grandeza,  estas  prouin^ias  de  Parthia,  Bactra  y  Sogo- 
dia,  las  mas  orientales  de  la  antigua  y  gran  monarchia 
persiana,  y  en  este  tienpo  las  que  debaxo  del  nonbre  de 
Usbeques  y  Ch acatáis  tan  contrarias  y  enemigas  son  á 
los  reyes  de  Persia, 

Viene  desde  el  viento  Nordeste  y  boca  del  rio  Oxo, 
hasta  el  Sur  ó  Mediodía,  corriendo,  la  siluosaprouinfia 
de  Hircania,  y  abracando  con  su  torcida  costa  la  parte 
dd  mar  Caspio  conprehendida  en  estos  rrumbos  hasta 
los  confínes  de  la  Medía.  Es  toda  llena  de  ^errados  y 
grandes  bosques  y  muy  semejante  á  lo  que  della  nos 
dexaron  escripto  los  autores  de  la  antigüedad,  en  que 
se  crian  inumerable  cantidad  de  tigres,  jaualies  y  ossos, 
con  otro  mucho  numero  de  ca;a  de  toda  suerte,  y  los 
arboles  tan  gruesos,  frondosos  y  altos,  que  por  la  ma- 
yor parte  continuamente  esta  obscura  y  sonbria.  Los 
tigres  merecen  bien  el  epicteto  que  tienen  adquirido 
desde  los  siglos  pasados,  porque  demás  de  ser  ferofi- 
ssimos,  son  de  una  extraordinaria  grandeza,  sigun  se 
vio  en  uno  que  en  Spahan  llevaron,  atado  con  dos  ca- 
denas, á  casa  del  Enbaxador.  Era  del  tamaño  de  un 
bezerro  de  un  año,  y  algo  mas  largo;  el  color  muy 


—  «H  — 

bermejo,  como  el  que  tienen  los  bueyes  de  pelo  muy 
encendido,  en  España,  y  por  toda  la  largura  del  cuer- 
po^ desde  el  cuello  y  cabera  hasta  el  fin  de  las  caderas, 
le  corrían  unas  barras  ó  vetas  muy  negras,  de  anchura 
de  dos  dedos,  y  aunque  mucho  mas  delgadas,  tanbien 
por  toda  la  largura  de  la  cola,  que  tenia  muy  larga, 
como  león.  La  forma  y  hechura  del  cuerpo,  ansimes- 
mo  era  de  león,  con  la  postura  de  cabera  y  orejas,  sin 
diferen(¡fa  alguna,  aunque  sin  aquella  juba  que  tienen 
los  leones  africanos,  pero  de  mayor  grandeza  y  feroci- 
dad. Y  ansi  son  muy  diferentes  de  los  tigres  de  nues- 
tras Indias  Occidentales,  siendo  estos  mucho  menores 
sin  conpara^ion,  con  la  cabera  muy  rredonda,  de  ma- 
yores ojos,  pardos  y  con  manchas  redondas,  como  se 
a  visto  por  muchas  pieles  dellos  que  se  an  lleuado  á 
España.  Pero  todos  los  que  se  crian  en  estos  bosques 
de  Hircania  y  lo  demás  de  todo  Oriente,  particularmen- 
te en  la  India,  son  tan  grandes,  y  muchos  mayores,  que 
el  que  se  vio  en  Spahan.  Estando  el  Enbaxador  enGoa 
le  Ueuaron  un  cuero  de  un  tigre  que  auian  (¡iertos  in- 
dios muerto  de  dos  arcabuzazos  en  la  montaña  de  Ca- 
te, en  tierra  firme,  no  lexos  de  la  Isla,  de  tan  mostruo- 
sa  grandeza  que  igualaua  en  ella  á  un  gran  cuero  de 
vaca,  teniendo  siete  palmos  de  ancho  y  nueue  de  largo, 
del  mesmo  color  y  barras  negras  como  el  de  Hircania  (i) 
que  se  mostró  en  Spahan  en  casa  del  Enbaxador. 

Es  toda  esta  prouingia  mucho  mas  larga  que  ancha, 
abracando  mas  de  dozientas  leguas  de  la  costa  y  playa 
del  mar  Caspio,  adonde  ansi  por  ser  la  tierra  baxa, 
teniendo  á  las  espaldas  grandes  y  altos  (2)  montes  que 
aunque  no  ásperos,  de  mas  de  un  dia  de  camino,  como 
por  la  grandeza  y  espesura  de  los  arboles,  es  notable- 
mente tenplada^  porque  los  vientos  Nortes  y  Noroes- 


(1)    qué  $€  ii€uó  a  Spahan. 
(9)    cuestas,. 


—  ao5  — 

tes,  no  corriendo,  sino  detenidos  en  las  dichas  laderas 
y  frondosos  bosques,  pierden  todo  su  rrigor  y  frialdad, 
siendo  alli  el  aire  de  invierno  muy  clemente  y  blando. 
Entre  otras  prouin^ias  menores  que  contiene  en  sí  Hir- 
cania,  son  Starabat  y  Masandaran,  de  las  quales,  como 
mas  cercanas  á  la  Media  y  Persia,  se  tiene  mas  parti- 
cular noticia,  y  muy  poca  de  la  tierra  que  cae  mas  al 
Oriente  y  Septentrión,  como  más  inculta  y  poco*pobla- 
da.  Starabat,  con  una  gran  giudad  que  tiene  de  su  pro- 
pio nonbre,  en  que  se  cria  y  labra  gran  cantidad  de 
seda,  lo  da  agora  generalmente  á  toda  la  prouincia  de 
Hírcania  antigua,  llamándose  comunmente  Starabat, 
adonde  el  rey  de  Persia  tiene  uno  de  sus  grandes  go- 
vernadores,  nonbrados  Chañes,  que  por  aquella  parte 
haze  frontera  y  la  defiende  de  ios  vsbeques.  Masanda- 
ran,  que  cae  al  Poniente  de  Starabat  y  es  contermina 
con  la  mas  oriental  de  la  Media,  tiene  adquirida  agora 
mas  nonbradia,  por  auerla  con  tanto  cuydado  ennoble- 
cido este  presente  rey  de  Persia,  de  algunos  años  á  esta 
parte,  con  la  rresiden^ia  que  lo  más  del  tienpo  haze  en 
Farabat,  cabera  y  asiento  principal  de  la  dicha  pro- 
uincia. Lo  que  le  a  obligado  á  este  principe  á  desanpa- 
rar  su  ordinaria  corte  de  Spahan  y  gustar  de  tal  escon- 
drijo, siendo  la  mas  rretirada  y  menos  illustre  parte  de 
todos  sus  rreynos,  dizen  que  demás  de  la  inclinación 
que  tiene  á  la  ca^a,  es  la  naturaleza  que  alli  tiene,  auien- 
do  sido  su  madre  de  Farabat.  Y  ansi  por  esto  como 
por  gusto  particular  que  á  esta  ciudad  aya  cobrado,  la 
va  acrecentando  y  engrandeciendo  cada  dia  más  con 
nueuas  colonias  de  armenios,  georgianos ,  c>rcasos  y 
surianos,  de  manera  que  puede  conpetir  en  grandeza, 
pasando  adelante  su  fabrica,  con  qualquiera  de  las  ma- 
yores (i)  y  más  principales  ciudades  de  su  inperio. 
Porque,  dexado  á  un  cabo  el  mucho  numero  de  gente, 

(i)    grandes. 


—  ao6  — 

sumptuosos  edificios  que  se  van  fabricando,  y  muche- 
dunbre  de  jardines,  toda  aquella  costa  del  mar  y  sel- 
uas  cercanas,  la  mayor  parte  del  año  están  cubiertas 
de  flores,  y  á  la  primauera  de  inumerable  cantidad  de 
rrosas.  Y  aunque  de  muchos  es  tan  alabada  de  amena 
y  apazible  esta  tierra,  con  mas  particular  afí^ ion  lo  es 
del  mesmo  rey,  de  manera  que  quando  el  Enbaxador 
se  vio  con  él  en  Casbin,  le  dezia  que  no  se  podia  hallar 
en  la  tierra  paraíso  como  aquel  y  que  deseaua  mucho 
que  algún  día  lo  pudiese  ver  para  ser  dello  testigo.  El 
Enbaxador  le  rrespondio  que  como  no  fuera  en  aquel 
tienpo,  que  era  entonces  por  el  estío^  holgaría  mucho 
ver  lo  que  tanto  Su  Alteza  le  alabava,  mayormente  que 
no  podia  dexar  de  ser  obra  de  un  tan  gran  (i)  rey  como 
él,  auiendo  con  su  mucho  poder  y  singular  industria 
buelto  ameno  y  tratable  lo  que  en  todos  los  siglos  pa- 
sados no  auia  seruido  sino  de  rretírada  de  desterrados 
y  morada  de  fieras.  La  costa  del  mar  Caspio  es  la  que 
mas  ennoblece  esta  rregion,  aunque  sin  ningún  genero 
de  comercio  marítimo,  mas  de  su  agradable  vista  y  la 
mucha  abundancia  que  le  da  de  pescado ,  tomándose 
fácilmente (2)  en  los  rrios  que  en  él  entran  grande  nume- 
ro de  sollos  y  salmones  y  otros  pescados  menores  de  es- 
tremado gusto,  aunj]ue  los  persianos  sean  poco  dados 
al  tal  rregalo,  por  no  lo  comer  sino  es  que  la  necesidad 
les  obligue  á  ello.  De  los  sollos,  que  tan  estimados  y 
buscados  son  en  Europa,  solo  se  aprouechan  de  las 
ouas,  dexando  inútilmente  perder  lo  demás,  y  estas 
por  industria  de  algunos  europeos  las  suelen  enbarrilar 
con  vinagre  y  las  lleuan  de  allí  á  Spahan,  Bagadad,  Xi- 
ras  y  Ormuz,  adonde  ay  mercaderes  portugueses,  in- 
gleses y  venecianos  que  las  estiman  en  mucho,  y  co- 
munmente las  llaman  cauiaro.  Pero  ansí  la  costa  ma- 


(i)    poderoso. 
(2)    pescando. 


ritima  de  Starabat,  como  de  Masandaran,  luego  como 
comienzan  los  calores  del  verano,  mayormente  en  el 
estío,  el  aire,  por  ser  tierra  baxa  y  en  muchas  partes 
de  esteros  y  pantanos,  con  la  grande  humidad  se  infi- 
ciona y  corronpe  de  manera  que  causa  grandes  y  ma- 
lignas enfermedades,  como  se  vio  el  estío  pasado  del 
año  de  1617,  de  que  rresultó  en  mucha  parte  de  aque- 
lla prouin^ia  una  grande  y  peligrosa  pe^te.  Desde  los 
más  occidentales  confines  de  Hircania  toca  esta  pro- 
uin^ia  de  Masandaran  con  lo  mas  oriental  de  Media, 
prouincia  nobilissíma  y  de  grande  nonbre  en  los  siglos 
de  la  antigüedad  y  en  los  que  hasta  agora  después  le 
an  siguido,  y  que  en  grandeza  y  fertilidad  haze  notoria 
ventaja  á  las  demás  de  toda  Asia,  la  qual  continuada- 
mente con  Hircania  va  desde  aqui  abracando  con  su 
torcida  costa  el  mesmo  mar  Caspio,  llamándose  agora 
su  parte  marítima  y  mas  septentrional  el  reyno  ó  pro- 
uingia  de  Guilan,  abundantísimo  de  toda  suerte  de 
mantenimientos,  mayormente  de  arroz,  que  se  coge  en 
gran  cantidad,  y  lo  que  es  rraro  en  todo  el  señorío  de 
Persia,  mucho  azeite,  aunque  no  tal  como  el  de  Espa- 
ña. Pero  esto  mas  se  puede  atribuir  á  la  poca  industria 
de  quien  lo  beneficia  que  á  su  naturaleza,  siendo  las 
azeitunas  que  se  traen  á  Spahan  de  bonissimo  gusto  y 
sin  la  malicia  que  se  halla  en  las  que  produzen  mal 
azeite.  Finalmente,  todas  las  cosas  de  mayor  rregalo 
son  las  que  vienen  de  Guilan,  y  de  su  costa  marítima 
mucho  pescado  seco,  y  en  el  invierno  gran  cantidad  de 
salmones,  aunque,  como  se  a  dicho,  por  curar  poco  del 
los  persianos,  no  ponen  industria  en  traello,  con  tan 
buena  sazón  como  pudiera  venir,  pues  siendo  el  aire 
desde  el  mar  hasta  Spahan  tan  frió  y  sin  humidad  al- 
guna, pudiera  llegar  á  ella  mucho  más  fresco  aunque 
ay  mas  de  gien  leguas  de  camino.  Ay  en  toda  esta  pro- 
uincia, ansimesmo,  gran  cosecha  y  cria  de  seda,  igual 
ó  mayor  que  en  Masandaran  y  Starabat,  de  que  sacan 


—  208  — 

mucho  provecho  todos  sus  moradores.  Corre  la  costa 
marítima  de  Guílan  al  Occidente  mas  de  ^ien  leguas 
hasta  las  bocas  del  rio  Araxes,  que  en  estos  dias,  casi 
sin  diferencia,  conserua  su  antiguo  nonbre,  llamándole 
agora  los  armenios,  medos  y  persianos,  Aras,  y  que  d¡- 
uide  por  esta  parte  Occidental  de  Guilan  lo  Septentrio- 
nal de  Media,  de  Armenia  la  mayor.  Tuuoestaprouín- 
(¡ia  de  Guilan,  de  muchos  años  á  esta  parte,  reyes  pro- 
pios, aunque  con  rrecono^imiento  á  los  reyes  de  Per- 
sia,  hasta  que  este  presente  rey  Xa  Abas,  luego  como 
sucedió  en  el  reyno,  no  obstante  que  el  último  dellos, 
llamado  Hamet  Cham,  estuuiese  casado  con  su  tia, 
hija  de  Xa  Tamas,  lo  despojó  della  repentinamente,  te- 
niendo apenas  el  pobre  honbre  lugar  de  saluarse.  Dos 
jornadas  pequeñas  de  la  costa  del  mar  está  la  ciudad- 
de  Ardeuil,  sacrosanta  entre  los  persianos  y  venerada 
sumamente  dellos  por  los  sepulcros  de  Xeque  Aidar  y 
de  Hismael  Sophi  su  hijo;  y  en  lo  interior  y  mas  al 
medio  dia  de  la  Medía  (i)  las  grandes  ciudades  de  Tau- 
ris,  Soltania  y  Casbin,  y  luego,  camino  de  Spahan,  las 
de  Cum  y  Caxem,  y  esta  en  los  vltimos  confínes  de  la 
Media  y  contermina  con  la  Persia. 

Tauris,  nobílissima  ^iudad  y  en  estas  posteriores 
edades  la  mayor  de  todo  el  dominio  de  los  persas,  y 
principal  asiento  de  sus  reyes,  esta  ya  del  todo  arrui- 
nada y  desanparada  de  sus  moradores.  Y  aunque  de 
9Íen  años  á  esta  parte  a  sido  diuersas  vezes  saqueada 
de  los  turcos,  y  como  expuesta  á  esta  calamidad  auia 
sido  desanparada  de  Xa  Thamas  y  de  Mahamet  Coda- 
banda  su  hijo,  y  ansimesmo  de  sus  mas  rrícos  y  prin- 
cipales ciudadanos,  auia  aun  quedado  en  ella  forma  y 
grandeza  bastante  para  rrepresentar  mucho  de  lo  que 
antes  auia  sido,  no  obstante  que  después  que  la  tomo 
y  saqueo  Osman  Baxa  auia  venido  á  mayor  declinación 

(i)    están. 


—  aog  — 

y  rruina;  pero  como  este  presente  año  de  1618,  quando 
el  Enbaxador  estubo  en  Casbin,  entrase  Cali  Baxá  con 
dos  exergitos  poderosamente  por  Armenia  y  Media,  no 
atreuiendose  el  rey  de  Persia  á  le  hazer  rresistengia  en 
la  canpaña^  la  mando  asolar  y  desmantelar  del  todo, 
juntamente  con  la  fortaleza  que  gerca  della  auia  leuan- 
tado,  aunque  de  fuerte  y  acomodado  sitio.  Y  aunque 
muchos  le  ayan  querido  dar  mas  antigüedad^  siendo  la 
común  opinión  que  agora  corre  en  Europa,  auer  sido 
la  antigua  Ecbatana  Regia,  y  cabera  del  inperio  de  los 
Medos,  considerado  bien  que  si  no  está  dentro  de  los 
limites  de  Armenia,  á  lo  menos  (i)  muy  germana  á  ellos 
y  en  los  primeros  confínes  y  parte  mas  Occidental  de 
a  Media  llamada  Atropagia,  no  (2)  es  verisimil  que 
Tauris  aya  sido  Ecbatana,  pues  esta  giudad  tan  famo- 
sa y  conosgida  de  los  historiadores  antiguos  no  pares- 
ge  que  (3)  auia  de  tener  ya  tan  extinguido  y  acabado  su 
nonbre  quando  tantas  vezes  los  exergitos  romanos 
atrauesaron  vencedores  por  toda  Armenia  y  mucha 
parte  de  la  Media  (4)  mas  occidental,  llamada  Atropa- 
tía,  ó  Atropatena,  siendo  grande  el  herror  de  los  mo- 
dernos en  querelle  dar  este  nonbre  á  la  parte  mas  sep- 
tentrional de  Armenia  la  mayor,  entre  los  dos  rios  Qiro 
y  Araxes,  llamada  agora  Sirvan. 

Lugio  Lucullo,  que  fue  el  primer  capitán  romano  que 
pasó  el  monte  Tauro  (5)  con  exergito,  y  después  de 
aquellas  grandes  victorias  de  Tigranes  y  Míthrídates 
pasó  mucho  mas  adelante  de  Arthaxata,  cabega  enton- 
ees  de  Armenia,  ninguna  memoria  halló  de  Ecbatana, 
siendo  inposible  que  del  todo  estuuiese  extinguida  en 


(1)  esta. 

(3)  parece, 

(3)  no  parege  por  ellos  que  estaua  tan  Occidental  como  Tauris. 

(4)  sin  que  della  no  se  hallase  alguna  memoria. 

(5)  y  sobre  las  fuentes. 

«4 


—  aio  — 

aquel  tíenpo  (i).  Y  el  pequeño  village  de  Pracala,  jun- 
to al  rio  Araxes,  adonde  antiguamente  fue  lagiudad  de 
Artaxata,  cuyo  sitio  aun  rretiene  agora  su  antiguo  non- 
bre,  no  esta  mas  lexos  de  Tauris  de  tres  pequeñas 
jornadas  de  carauaría,  que  hazen  quinze  ó  diez  y  seis 
leguas  españolas.  Demás  de  lo  qual^  como  Lugio  Lu- 
cullo  sacase  después  á  (2)  Tigranogerta,  giudad  nueua 
y  ennoblesgida  y  fundada  por  el  mesmo  Tigranes,  no 
dexaria  inmune  y  salua  de  la  mesma  calamidad  á  Ecba- 
tana,  que  de  fuerga  auia  de  llegar  tan  gerca  della,  pues 
la  cudigia  suya  y  de  todo  su  exergito,  geuados  ya  en 
las  rriquezas  de  Asia,  les  obligó  luego  á  que  pasando 
el  rio  Tigris  expugnasen  y  saqueasen  tanbien  la  giudad 
de  Nisibe,  dando  ocasión  á  tan  peligrosa  guerra  como 
la  que  se  podia  offreger  con  los  parthos.  Y  entrando 
muchos  años  adelante  Marco  Antonio,  por  Media,  á 
hazer  guerra  á  esta  nagion,  (3)  como  pasase  por  lo  in- 
terior della  hasta  la  giudad  de  Phraorta,  tanpoco  halla- 
mos en  los  autores  que  tan  particular  mengion  hizieron 
de  esta  jornada,  nonbre  de  Ecbatana,  no  pudiendo  es- 
tar ya  acabada  del  todo  tan  insigne  giudad^  pues  gien 
años  antes  aun  era  muy  conogida.  Y  no  parege  verisí- 
mil que  Apiano,  (4)  Plutarco  y  Dion,  que  tan  particu- 
larmente escriuieron  esta  guerra,  (5)  dexaran  de  dezir 
algo  de  Ecbatana  si  el  sitio  suyo  fuera  adonde  agora 
esta  Tauris;  quando  so  quisiese  oponer  que  entonges 
estuviese  ya  del  todo  arruinada,  el  camino  que  llevó  el 
exergito  de  Marco  Antonio,  entonges,  desde  Armenia, 


(i)    y  el  lugar  de  Coi.  tan  conocido  agora,  de  Armenia,  de  don- 
de antiguamente  fue  Árt  naxata.  no  esta  mas  de  tres  jornadas  de  ca- 

rauana  de  Thauris,  que  sm  quince. 

(2)  la  expugnación  de 

(3)  Parthos. 

(4)  Justino, 

(5)  Diodoro  Siculo  y  Dion,  que  tanta  memoria  auian  hecho  an- 
tes  en  sus  historias  de  Ecbatana,  ! 


no  pudo  dexar  de  ser  por  gerca  de  donde  agora  esta 
Tauris,  siendo,  como  lo  es  tanbien  en  este  tienpo,  la 
entrada  mas  llana  y  fagil  para  la  Media  Atropatena. 
Porque  los  otros  dos  pasos  por  donde  en  ella  se  podia 
entrar,  el  uno  dellos,  mas  al  medio  dia,  auia  de  ser  des- 
de alguna  de  las  dos  giudades  de  Van  ó  Bitílis,  por  las 
montañas  del  Curdistan,  ó  mas  al  Norte  pasando  el  rrio 
Araxes,  que  diuide  lo  mas  septentrional  de  Armenia, 
de  Media,  adonde  agora  es  la  provincia  de  Guilan,  de 
que  ya  se  a  tratado.  Y  de  que  la  (iudad  de  Phraorta, 
adonde  llegó  Marco  Antonio,  estuuiese  muchas  leguas 
dentro  de  Media,  se  conoge  euidentemente  de  los  pita- 
dos autores,  (i)  gastando  veinte  y  siete  días  de  camino 
hasta  boluer  en  Armenia,  aunque  rrodeando  por  las 
montañas  de  Guilan,  siendo  este  camino  mas  siguro 
contra  la  caualleria  de  los  parthos,  y  adonde  mas  con- 
modamente  él  se  podia  defender  dellos  con  su  infante- 
ría. Y  como  de  un  viage  muy  largo  y  peligros<i,  quan- 
do  los  soldados  romanos  llegaron  al  rrio  Araxes,  auien- 
dolos  sienpre  molestado  los  partos  en  aquella  larga  rre- 
tírada,  se  hallaron  aliuiados  y  fuera  del  trabaxo  que  tan- 
tos días  auian  padesgido,  porque  los  parthos,  luego  que 
descubrieron  el  dicho  rrio,  como  limite  de  su  jurisdi- 
gion,  no  los  siguieron  y  siguramente  los  dexaron  pasar 
sin  daño.  ¿Quien  se  podrá  persuadir  que  la  nobleza  y 
nonbre  illustre  de  Ecbatana,  en  la  mesma  rraya  y  li- 
mite de  Armenia,  como  lo  está  Tauris  agora,  ya  que  la 
queremos  poner  en  la  Media,  se  pudiese  esconder  á 
LúcuUo,  Ponpeyo  y  Marco  Antonio,  y  á  Murena,  Afra- 
nio  y  Canidio,  sus  legados,  que  tantas  vezes  corrieron 
á  Armenia  con  sus  exergitos?  Pero  ya  que  estas  causas 
y  rrazones  dadas  no  satisfagan,  podría  bastar  la  autu- 
ridad  que  en  esta  nuestra  edad  tiene  adquirida  general- 
mente con  todos  Cornelio  Tagito,  el  qual  ninguna  co- 


(i)    y  con  ellos  de  Apiano  y  Dion, 


—  %l%  — 

sa  parece  que  escriuío  con  mas  cuydado  que  las  dos 
jornadas  que  desde  Suria  á  Armenia  hizo  Dom^io  Cor- 
bulon,  dándoles  fin  con  tanta  rreputa^ion  y  gloria  mi- 
litar suya.  Hallamos  en  este  grauíssimo  autor  auer  Do- 
minio Corbulon  arruinado  la  giudad  de  Artaxata,  tan 
fercana  á  Tauris,  que  no  lo  pasara  en  silengio^  sigun 
su  mucha  diligencia,  si  pudiera  hazer  memoria  de 
Ecbatana,  illustrando  con  ella  mas  su  historia,  junta- 
mente con  las  victorias  de  Corbulon,  que  con  rrazon, 
tanto  procuro  engrandecer.  La  rrelagion  mas  particu- 
lar que  en  Europa  tenemos  de  Tauris  es  desde  el  tien- 
po  de  Assenbec  Ussuncasan^  rey  de  Persia,  auiendose 
después  acá  continuado,  mayormente  desde  que  Selin 
primero  la  saqueo  luego  como  dio  aquella  gran  rrota  al 
Sophi  Hismael. 

Y  siendo  esta  ciudad  de  Tauris  la  mesma  de  que  se 
va  tratando,  diez  (i)  leguas  escasas  de  Coy,  y  otras  tan- 
tas de  Julpha,  á  la  rribera  del  Araxes,  giudad  de  Arme- 
nia tan  conocida,  aunque  agora  transferidos  sus  vezinos 
á  Spahan,  ¿como  quieren  que  sea  Ecbatana  los  que  le 
dan  tal  nonbre,  no  moviéndolos  otra  rrazon  á  ello  sino 
parecerles  que  hallando  á  Tauris  en  estas  vliimas 
edades  tan  grande  y  populosa  ciudad,  y  auerlo  sido 
tan  famosa  en  la  antigüedad  Ecbatana,  se  podrían 
conprehender  en  una  propia,  siendo  esta  mesma  rrazon 
la  que  mas  lo  contradize?  Porque  hallamos  con  muy 
notoria  esperíencía  que  las  ciudades  muy  antiguas, 
particularmente  las  que  lo  son  tanto  como  Ecbatana, 
están,  no  solo  en  este  tienpo,  pero  mucho  numero  de 
siglos  antes,  del  lodo  desoladas  ó  con  muy  pocos  ves- 
tigios de  lo  que  antes  fueron.  Y  no  poniendo  á  Roma 
en  este  numero,  aunque  se  pudiera  á  rrespeto  de  su 
antigua  grandeza,  capaz  de  muchas  grandes  ciudades, 
ofrecensenos  luego  Carthago,  Siracusas  y  Athenas,  y 

(i)    quin\e. 


—   2l3   — 

en  Asia,  Alexandria,  Antiochia,  Babilonia,  Niníue,  Susa 
y  Persepolis,  que  auíendo  sido  tan  memorables  en  el 
mundo  y  que  en  diuersos  tiempos  á  cada  una  deltas 
tanta  parte  del  obedegio,  se  veen  agora  rreduzidas  á 
muy  pequeñas  aldeas,  y  algunas  que  casi  no  se  halla 
rrastro  en  que  parte  fuesen.  Y  al  contrario,  las  ciuda- 
des grandes  que  agora  se  conocen,  casi  todas  son 
fundaciones  nueuas,  ó  acrecentadas  de  pequeños  prin- 
cipios, en  Asia  y  África,  después  que  se  comenco  á 
estender  en  estas  partes  del  mundo  y  tomar  fuerca  la 
secta  de  Mahamet,  y  en  Europa  desde  la  declínacioa 
conocida  del  inperio  romano.  Y  esto  es  de  manera, 
que  por  particular  don  de  naturaleza  podemos  egep- 
tuar  sola  la  ciudad  de  Damasco,  la  qual  desde  la  pri- 
mera antigüedad  continuadamente  hasta  agora  a  con- 
servado su  dignidad  y  lustre.  Porque  Constantinopla, 
ni  en  antigüedad  se  puede  numerar  en  la  clase  de  las 
ciudades  rreíeridas,  ni  ya  si  se  pusiese  en  ellas  hallamos 
que  rretenga  nada  de  aquellos  nobilíssimos  y  grandio- 
sos principios  suyos,  fuera  del  tenplo  de  Santa  Sophia, 
y  este  deformado  y  en  gran  parte  arruinado;  lo  mesmo 
que  a  corrido  por  las  ciudades  antiguas  de  Asia,  y  sin 
las  nonbradas,  por  Arthaxata  y  Tigranocerta,  aunque 
de  mucho  menos  tienpo  que  Ecbatana,  se  puede  juzgar 
que  aya  sucedido  por  ella,  como  se  dirá  luego  tra- 
tando del  sitio  y  lugar  adonde  mas  verdadera  y  propia- 
mente se  puede  atribuir  que  aya  sido.  Porque  Tauris, 
las  muchas  huertas,  jardines,  fuentes  y  canales  de 
agua  nos  muestran  auer  sido  edifícada  después  de  en- 
trados los  árabes  y  hechose  señores  de  las  prouincias 
del  señorío  de  Persiii,  sin  hallarse  en  ella  vestigio  de 
antigüedad  alguna,  como  se  hallan  muchos  en  las 
rruinas  de  las  demás  nonbradas  ciudades.  Mucho  me- 
nor yerro  fuera,  como  algunos  an  creido,  que  Tauris 
uviera  sido  Terua,  ó  Arthaxata,  por  caerle  esta  tan 
propinqua,  y  Terua  mucho  menos  lexos  que  Ecbatana; 


—   214  — 

jpcro  corriendo  junto  á  Artaxata,  agora  Pracala,  el  rrio 
Araxes,  nos  quita  de  esta  duda,  tanbien  como  no  la 
puede  auer  de  que  Terua,  que  antiguamente  fue  me- 
trópoli de  Armenia,  sea  la  mesma  que  oy  dia  es  la 
fiudad  de  Eruan,  metrópoli  ansimesmo  en  este  tienpo 
y  cabera  de  Armenia,  como  lo  fue  en  los  siglos  pasados; 
los  que  la  juzgan  y  tienen  por  Tigranogerta  se  engañan 
mas,  pues  sigun  todos  los  autores  rreferidos,  á  ésta  la 
ponen  mucho  más  al  medio  dia  y  en  los  mesmos  con- 
fines de  Armenia  y  Mesopotamia,  porque  después  que 
Lucullo  la  saqueó,  pasando  luego  el  rrio  Tigris  expugnó 
y  dio  á  saco  á  sus  soldados  la  (iudad  de  Nisibe,  en  la 
Mesopotamia,  agora  Diarbec,  que  tantos  años  fue  des- 
pués frontera  de  los  romanos  contra  los  parthos  y 
persianos.  Y  que  fuese  tan  breue  la  distancia  entre 
Tigranogerta  y  Nisibe,  demás  de  que  lo  escriue  Stra- 
bon,  particularmente  la  señala  Cornelio  Tagito,  dizien- 
donos  que  era  de  treinta  y  siete  mil  pasos,  que  hazen 
poco  más  de  nueve  leguas  españolas,  haziendo  ansi- 
mesmo Strabon  muy  vezinas  estas  dos  (¡iudades.  Pero 
entre  estas  dudas,  ¿quién  pudo  dezir,  por  muy  igno- 
rante que  fuese  de  la  antigüedad,  que  Tauris  pudiera 
auer  sido  la  giudad  de  Susa,  asiento  y  corte  de  aquellos 
primeros  y  poderosos  reyes  de  Persia,  en  el  invierno?; 
pues  Ecbatana  lo  era  de  verano,  y  Tauris,  que  aun 
está  en  clima  mas  frío  que  Ecbatana,  por  esta  rrazon 
era  opuesto  al  de  Susa,  tan  ardiente  de  verano  como 
agora  lo  es,  y  con  tanto  espacio  de  tierra  en  medio. 

Al  Sueste  de  Tauris,  setenta  leguas,  se  halla  agora 
la  arruynada  y  casi  del  todo  acabada  giudad  de  Sulta- 
nia,  rreducida  á  pocas  más  de  trezientas  casas,  aunque 
su  fértil  y  hermosa  campaña,  con  las  grandes  rruinas 
que  en  todo  aquel  sitio  ay,  muestran  bien  y  señalan  su 
antigua  (i)  grandeza.  An  quedado  en  pie  aun  algunas 


(i)    dignidad  y. 


mezquitas,  mayormente  [una]  de  tan  soberuia  fabrica 
que  es  tenida  por  de  las  mas  insignes  y  veneradas  de 
todo  el  Leuante.  Tiene  alderredor  grandes  bosques  de 
frutales,  con  muchos  y  frescos  jardines,  gozando  de  un 
muy  saludable  aire,  con  diuersidad  de  varias  y  hermo- 
sas fuentes,  rrodeado  gran  parte  de  este  sitio  de  grandes 
y  apazibles  montañas,  y  ansi  esta  agora  (i)  acomodado 
para  sustentar  en  él  una  populosissima  ciudad,  rrete- 
niendo,  pero  siempre,  la  memoria  de  la  antigua  mages- 
tad  suya.  Y  por  hallarse  agora  las  rruinas  de  Soltania 
en  el  <;entro  y  coragón  del  reyno  de  Media,  y  tanbicn 
por  la  dignidad  del  nonbre,  que  en  turquesco  (2)  quiere , 
dezir  señora  ó  reina,  nos  señala  y  muestra  mas  verdera- 
mente  auer  sido  antiguamente  la  giudad  de  Ecbatana, 
siendo  cosa  mas  verissimil  auerse  elegido  en  lo  interior 
de  esta  rregion  el  asiento  y  cabega  de  la  monarchia  de 
los  medos,  que  en  los  confines  de  Armenia,  pudiendo 
auer  duda  de  que  dentro  dellos  esté  Tauris  agora.  Los 
árabes,  que  se  hizieron  señores  de  todas  estas  prouin- 
gias  orientales,  tuuieron  en  tan  grande  estima  y  vene- 
ración esta  giudad,  que  fue  en  ella  por  muchos  años  el 
principal  asiento  de  sus  reyes,  como  en  las  edades 
pasadas  lo  auia  sido,  particularmente  de  verano  y 
estío,  de  los  medos,  persas  y  parthos,  por  hallarse  en 
parage  tanto  mas  acomodado  para  venir  á  ella  de  Susa, 
Seleugia  y  Babilonia.  Pudierase  (3)  en  esta  edad  verse 
gran  parte  de  su  antigua  grandeza  si  por  la  rresistengia 
que  en  ella  hallaron  los  tártaros  no  la  uvieran  destruido 
en  aquella  su  calamitosa  entrada  en  Asia  con  Bathonoy, 
como  atrás  se  tiene  ya  dicho.  Pero  agora,  fuera  de  esta 
pequeña  poblagion  no  ay  en  aquella  hermosa  canpa- 
ña  sino  grandes  rruinas  y  espesos  bosques  de  jardines^ 


(1)  este  sitio. 

(2)  arábigo, 

(3)  en  este  tiempo. 


—   2l6  — 

muy  semejantes  á  los  viridarios  y  parques  de  Ecbatana, 
tan  nonbrados  en  toda  la  antigüedad,  mayormente  por 
auerse  executado  y  cometido  en  ellos  la  muerte  del 
gran  capitán  Parmenion.  Descriuiendo  algunos  (i)  el 
sitio  de  Soltania,  dizen  auer  sido  alli  la  Qíudad  de 
Tigranogerta ,  que  notoriamente  es  un  gran  error, 
estando  Soltania  tanto  mas  al  Oriente  en  el  centro  de 
la  Media,  y  Tigranogerta  en  los  confínes  de  Armenia  y 
Mesopotamia,  y  ansi  ay  mucha  distancia  de  la  una  á  la 
otra  (2).  En  la  guerra  que  el  año  de  i535  el  turco 
Solimán  hizo  Xa  Thamas,  rey  de  Persia,  escriue  el 
Jouio  (3)  auer  rrescibido  el  exergito  del  mesmo  Solimán 
gran  daño  una  noche  en  las  rruinas  de  Soltania,  de 
una  terrible  tempestad  que  alli  le  sobreuino.  Y  no 
parece  verisimil^  sigun  los  progresos  de  aquella  jorna- 
da, que  el  Turco  entrase  tan  en  lo  interior  de  Media, 
pues  dize  tanbien  el  Jouio  que  Soltania  caia  muy 
gerca  de  Tauris,  estando,  como  se  a  dicho  (4),  setenta 
leguas  ó  más  della  (5).  Siendo  (6)  Tauris,  después  de 
auella  saqueado  Solimán,  la  vltima  donde  el  pudo 
llegar  del  señorío  de  Persia,  dando  luego  la  buelta 
desde  alli  á  Assíria  y  Mesopotamia,  que  desde  entonces 
quedaron  subjectas  al  imperio  turquesco.  Demás  de 
esta  rrazon,  que  no  tiene  rrespuesta,.  Soltania  no  esta 
mas  de  catorze  ó  quince  leguas  pequeñas,  de  Casbin, 
que  ya  era  el  asiento  y  corte  ordinaria  de  Xa  Tamas, 
una  (iudad  abierta  y  sin  otra  defensa  que  aquella  que 
el  exergito  persiano  le  hiziese  en  la  canpaña,  y  siendo 
los  turcos  señores  della,  auiendose  rretirado  los  enemi- 


(1)  el  Jopio. 

(a)  en  el  mesmo  lugar  en  que  escriue. 

(3)  dii^e  también. 

(4)  Soltania, 

(5)  Tauris. 

(6)  esta  ciudad. 


—   217  — 

gos  lexos,  por  no  venir  á  batalla  con  ellos  (i)^  les  fuera 
cosa  muy  fa^il  saquearla,  hallándose  tan  ^erca,  ganan- 
do en  ello  el  Turco  tanta  reputación.  Y  haziendo  mu- 
cha diligencia  el  Enbaxador,  en  Casbín  y  Spaham,  para 
saber  de  algunos  viejos  si  en  algún  tienpo  los  turcos 
uviesen  llegado  á  Soltania,  no  se  hallaua  por  alguna 
tradición  memoria  dello,  antes  era  cosa  muy  publica  y 
sabida,  quando  por  Septienbre  del  año  pasado  de  1618 
llego  Cali  Baxá,  general  del  turco,  seis  ó  siete  leguas 
adelante   de  Tauris,  camino  de   Ardeuil,  adonde  la 
auanguardia  turquesca  tuuo  un  sangriento  rrecuentro 
con  'os  persianos,  que  jamas  el  exer^ito  del  Turco  auia 
pas   -lo  tan  adelante  como  entonges.  Pudo  ser^  paresge 
mas  conforme  á  rrazon,  que  la  dicha  tenpestad  sobre-* 
uiniese  á  los  turcos  gerca  donde  antiguamente  estuuiese 
Tigranogerta ,  pues  viniendo   de  Mesopotamia  para 
entrar  en  Armenia,  ó  desde  aqui  para  Assiria  ó  Meso- 
potamia, se  auia  de  pasar  muy  gerca  de  las  rruinas  de 
aquesta  giudad,  aunque  con  certeza  no  se  sepa  adonde 
agora  estén,  y  asi  puede  entenderse  por  buenas  con- 
geturas,  estando  antiguamente  tan  gercana  á  Nisibe, 
que  se  podrían  hallar  estas  rruinas  en  el  camino  que 
desde  Van,  á  quien  Strabon  llama  Verán,  y  Bitilis,  se 
lleua  á  la  parte  más  oriental  de  Mesopotamia  (2). 


(i)     Tauris, 

(3)  Desde  Soltania  y  Casbin,  de  que  ya  se  a  hecho  particular 
discripción,  atrauesando  las  montañas  de  los  Curdos^  que  están  en 
medio. 


-2l8- 


CAPÍTULO  IV 


Provincia  de  Sirvan.— Las  Puertas  de  ///>rro.— Producciones  de 
aquélla. — Costumbres  de  los  georgianos. — Leyenda  de  las  Ama- 
zonas.—  Hecho  notable  de  Airo^i  Canu.  —  Las  amazonas  de 
Bohemia. 


Continuando  la  costa  del  mar  Caspio  desde  las  bo- 
cas del  rio  Araxes^  que  desde  la  prouinfia  de  Guilan 
diuide  á  la  Media  Occidental,  llamada  antiguamente 
Airopatia,  de  Armenia  la  mayor,  se  entra  en  lo  mas 
septentrional  desta  grande  y  memorable  prnuin^ia,  en 
otra  menor  y  contenida  en  ella,  que  agora  llaman  los 
persianos  Siruan,  tierra  fertilissima  y  llena  de  muchos 
bosques  y  adonde  se  coge  y  beneñgia  gran  cantidad  de 
seda.  Entra  el  rio  Araxes,  lleuando  ya  dentro  en  su  le- 
cho al  rio  Cur,  que  es  el  que  antiguamente  se  llamó 
^iro,  en  el  mar  Caspio  (i)  siendo  (2)  antes  de  juntarse, 
de  muy  diferente  naturaleza,  aunque  casi  iguales  en  la 
cantidad  de  sus  aguas.  El  Qiro,  que  nage  del  monte  Cau- 
caso,  en  aquella  parte  que  diuide  los  georgianos  mas 
septentrionales,  de  los  Lazos,  corre  primero  por  el  Gur- 
gistan  hazia  el  Mediodía,  y  torciendo  después  su  co- 
rriente por  el  Siruan  hazia  el  Oriente,  muy  acrecentado 
con  otros  rrios  menores^  Ueua  gran  cantidad  de  aguas 


(1)  por  la  ciudad  de  Bacu,  de  quien  el  mesmo  mar  en  estos  dios 
mas  común  y  vulgarmente  es  nonbrado,  que  en  estos  dias  se  llama 
comunmente  de  ^acu,  entre  Oriente  y  Mediodía,  una  gran  jornada 
de  la  ciudad  de  Sumachia. 

(a)    son  estos  dos  rios. 


en  su  hondo  lecho,  con  tan  altas  rríberas  que  en  todas 
partes  se  muestra  á  la  vista  con  una  muy  rrapida  y  obs* 
cura  corriente.  Y  ansí,  sus  aguas,  ó  por  esta  desapazible 
forma,  ó  porque  el  efecto  sea  verdadero,  no  son  tenidas 
por  saludables,  ni  tanpoco  el  pescado  que  en  ellas  se 
cria.  De  muchos  es  tenido  por  mayor  que  el  Araxes, 
ansí  por  el  rrapido  curso  suyo,  como  por  no  dar  por 
ninguna  parte  lugar  para  que  pueda  ser  vadeado,  si  no 
es  con  notorio  peligro,  por  su  mucha  hondura  y  vio- 
lencia. Por  el  contrario,  el  Araxes,  que  na^e  en  lo  mas 
superior  de  Armenia,  corre  plagido  y  manso,  con  un 
lecho  ancho  y  apazible,  y  demás  de  lleuar  muy  clara  y 
saludable  agua,  sus  rriberas,  por  una  y  otra  parte,  van 
aconpañadas  y  vestidas  de  hermosas  florestas  y  bos- 
ques de  admirable  verdura.  Y  ansi,  los  persianos,  en  sus 
versos  y  canciones,  á  que  comunmente  son  muy  incli- 
nados, lo  alaban  y  solenizan  como  antiguamente  los 
griegos  al  Peneo,  Alpheo  y  Acheloo,  y  nuestros  espa- 
ñoles á  Pisuerga,  Tajo  y  Henares.  Tiene  este  rio  muy 
sabroso  y  buen  pescado,  y  aunque  después  de  juntas 
sus  aguas  con  el  Cur  ó  Qiro  vaya  menos  placido  y 
quieto,  por  su  grande  y  soberuia  corriente,  en  sus  bo- 
cas quando  por  la  giudad  de  Bacu  entra  en  el  marCas* 
pió,  como  mas  esparzidas  y  diuídidas  sus  aguas,  muy 
hermoso  y  plagido,  las  mezcla  con  las  marinas,  con- 
virtiendolas,  por  mucha  distancia,  del  todo  dulces. 
Mueren  en  estas  bocas  del  Araxes  gran  cantidad  de  so- 
llos y  salmones  y  otros  géneros  de  buenos  pescados  (i), 
aunque,  como  se  a  dicho  ya,  por  ser  tenido  en  poca 
estima  de  los  persianos  y  demás  naciones  de  su  inperio, 
la  mayor  parte  del  se  pierde,  aprovechándose  solamen- 
te de  las  ouas  para  el  cauiar,  lleuandose  á  vender  desde 
alli  á  las  partes  adonde  rresiden  mercaderes  de  Europa. 
Desde  Bacu  se  va  doblando  poco  á  poco  la  costa  del 


(i)    dt  admirable  gusto. 


—  220  — 


mar  Caspio  al  Noroeste,  y  después  á  Ñor  Noroeste  y  al 
Norte,  dexando  dos  jornadas  la  tierra  adentro  y  á  la 
mano  izquierda  la  ciudad  de  Sumachia,  cabera  del  Sir- 
uan,  lugar  grande  y  populoso,  adonde,  sin  la  mucha 
abundancia  de  su  fértil  comarca,  se  cria  gran  cantidad 
de  seda  que  los  mercaderes  armenios  y  persianos  en 
sus  caravanas  Ueuan  á  las  ciudades  de  Amasia,  Natolia 
y  Suría.  Toda  esta  provincia,  ansi  por  la  vezindad  del 
mar,  que  con  su  tepor  ablanda  y  corrige  el  aire,  como 
por  la  del  monte  Caspio  (i),  que  la  defiende  del  rrigor 
y  frialdad  del  Norte,  no  obstante  que  tenga  tantos  mas 
grados  de  altura  que  las  otras  provincias  de  Persia,goza 
de  una  notable  y  admirable  tenplanza.  Adonde  el  mon- 
te (2)  Caspio  llega  á  entestar  con  el  mar,  siendo  lo  de- 
mas  invio,  por  su  grande  aspereza,  está  situada  la  ciu- 
dad de  Darbento,  llamada  vulgarmente  Demir  Capir, 
que  en  turquesco  y  persiano  suena  Puertas  de  hierro^ 
por  el  paso  que  aqui  tiene  guardado  y  cerrado  con  una 
fuerte  muralla  doble  hasta  la  mar,  en  que  ay  puertas 
que  corresponden  con  otras  á  la  Scithia  ó  Tartaria,  cu- 
biertas de  laminas  de  hierro  y  con  perpectua  guardia. 
Y  aunque  este  paso,  guardado,  baste  á  detener  las  ca- 
ravanas de  los  mercaderes  hasta  que  cobren  dellas  sus 
gabelas,  no  podria  ser  parte  á  vedar  la  entrada  ó  salida 
á  ningún  mediano  exercito  de  enemigos  quando  los 
que  poseyesen  la  ciudad  no  los  conpeliesen  con  fuercas 
superiores  á  dexar  la  canpaña,  pues  con  poca  dificul- 
tad se  derribaría  la  muralla  y  puertas.  Y  ansi  parece 
fábula  lo  que  comunmente  está  divulgado  de  que  Ale- 
xandro  Magno  fue  el  inventor  de  aquella  (3)  defensa 
para  inpedir  á  los  tártaros  y  á  las  demás  naciones  de 
la  Scithia  que  no  pudiesen  pasar  por  aquella  parte  á 


(i)  Caucaso. 
(a)  Caucaso. 
(S)    muralla  y  puertas. 


—  tai  — 

correr  y  hazer  daño  en  las  prouin^as  del  inperío  de  la 
Persia.  Porque  fuera  de  no  auer  autor  de  alguna  autu- 
ridad  que  lo  escriua,  sábese  que  stenpre  que  los  tarta- 
ros,  turcos  y  cómanos  (i)  quisieron  pasar  con  exer^ito 
en  Asia,  an  hallado  por  esta  parte  entrada  con  poca  ó 
ninguna  rresisten^ia.  La  (iudad  de  Derbento,  aunque 
pequeña,  es  de  muy  fuerte  sitio,  y  de  tan  admirable 
templanza  en  el  aire,  que  demás  de  produzir  muchas  y 
buenas  uvas  se  crian  tanbíen  en  ella  gran  cantidad  de 
naranjos,  gidras  y  limones,  con  el  abrigo  y  rreparo  del 
Caucaso,  de  la  manera  que  en  Lonbardia,  junto  á  los 
lagos  de  Como  y  el  Mayor,  con  el  de  los  Alpes,  siendo 
el  uno  y  otro  clima  poco  diferentes.  La  parte  del  Sir- 
uan,  desde  Sumachia  y  Derbento  hasta  el  Gurgistan 
ó  Georgiania,  fue  antiguamente  habitada  de  los  alba- 
nos,  muy  semejantes  en  habito,  lengua  y  costunbrcs, 
á  los  iberos  sus  vecinos,  que  son  vnos  y  otros  los  gv¿er- 
gianos  de  nuestros  tienpos,  vencidos  en  muchas  bata- 
llas (2)  por  Gneo  Ponpeyo  y  después  por  su  legado 
Luqío  Afranio.  Toda  la  tierra  que  está  conprehendida 
entre  el  nacimiento  de  los  dos  rrios  Qiro  y  Araxes,  y 
después  la  que  por  la  mayor  parte  sus  dos  lechos  abra- 
can, es  la  antigua  Iberia  Oriental,  y  agora  el  Gurgistan 
ó  Georgiania,  en  esta  edad  presente  tan  conocida, 
auiendo  pades^ido  tantas  y  tan  lastimosas  calamidades 
sus  moradores.  Es  toda  esta  tierra,  aunque  por  clima 
y  situación  íria,  aun  de  mayor  tenplanga  y  clemente 
<;ielo  que  el  Siruan,  y  tan  abundante  de  todo  aquello 
que  la  naturaleza  humana  con  largueza  puede  submi- 
nistrar á  los  honbres,  que  ninguna  prouingia  de  todo  el 
Oriente  se  puede  conparar  con  ella.  Toda  la  mas  es  de 
baxo  suelo  y  gercada  por  todas  las  partes  de  altos  mon- 
tes, mayormente  del  Caucaso,  que  le  cae  al  Norte,  ó 


( I )    an  querido, 

(a)    ios  unos  y  los  otros. 


•—   222  — 


Septentrión,  diuidiendola  por  alli  de  los  Lazos  y  Qir- 
casos,  y  rre^ibiendo  del  dos  notables  beneficios,  el  uno 
coQ  el  rreparo  que  le  haze  á  los  vientos  boreales,  de 
que  le  viene  su  mayor  tenplanga;  y  la  otra,  con  la  na- 
tural defensa,  para  que  con  poco  trabaxo  pueda  vedar 
la  entrada  á  las  naciones  septentrionales  que  le  quisie- 
sen mover  guerra.  Con  la  mucha  humedad  y  templan- 
za produze  por  todas  partes  espesos  y  hermosos  bos- 
ques en  que  ay  infinita  cantidad  de  arboles  fructíferos 
de  toda  suerte,  que  spontaneamente,  sin  beneficio  al- 
guno, mas  del  agua  que  le[s]  viene  del  9Íelo,  produzen 
todo  genero  de  muy  perfectas  fructas,  y  de  las  muchas 
parras  siluestres  grande  abundancia  de  vino.  De  ma- 
nera que  sin  trabajo,  ni  ayudar  los  honbres  á  la  natu- 
raleza, que  tan  fauorable  y  benigna  le  es,  bastantemen- 
te los  (i)  puede  alimentar,  no  con  escaseza,  sino  con  lo 
que  en  otras  partes  se  pudiera  tener  y  estimar  por  no- 
table (2)  largueza  y  abundancia.  Y  ansi,  siendo  como 
es  la  gente  de  esta  rregion  tan  amiga  de  oc;io  y  poco 
dada  al  trabaxo,  no  atiende  ni  procura  mas  de  á  gozar 
aquello  que  la  tierra  de  suyo  le  ofrege;  pero  los  que 
quieren  poner  alguna  poca  industria,  ansi  beneñgiando 
las  viñas  y  arboledas  de  fructas,  como  senbrando  trigo 
y  ceuada,  es  cosa  muy  notable  quan  agradecido  y  abun- 
dante se  muestra  su  fértil  suelo. 

No  ay  en  esta  prouin^ia,  fuera  de  Tiñis,  Grim  y  Zan- 
gan, ciudades,  ni  lugares  grandes,  biuiendo  los  geor- 
gianos esparzidos  entre  aquellos  grandes  bosques,  en 
pequeños  casares,  siendo  la  mayor  parte  dellos  de  á 
cinco,  seis,  diez  ó  veinte  casillas  de  madera,  tomando 
cada  uno,  sigun  su  estado  y  posibilidad,  de  aquellos 
bosques  y  florestas  lo  que  le  parece,  cercándolo  de  sep- 
tos de  las  rramas  de  los  muchos  arboles,  ó  poniendo 


(i)    podría. 
(a)    abundancia. 


—   223  — 

señales,  si  es  mucha  cantidad ,  para  conocer  cada  uno 
lo  que  es  suyo.  Y  esto  es  en  lo  que  les  cae  gerca  de  sus 
pequeñas  aldeas,  porque  lo  que  les  está  mas  lejos,  co- 
munmente es  de  todos,  ansi  para  la  madera  y  fruta 
como  para  criar  grandes  manadas  de  ganado  mayor  y 
menor,  especialmente  de  puercos  domésticos,  de  que 
tienen  gran  cantidad,  produziendo  sus  espesos  montes 
mucha  suma  de  enzinas,  robles,  auellanos  y  castaños, 
con  todos  los  demás  frutales  que  en  Europa  se  cono- 
cen (i),  entre  los  quales  se  hallan  inumerable  canti- 
dad de  toda  suerte  de  peras  y  manganas,  no  como  sil- 
uestres,  sino  tan  crecidas  y  hermosas  que  parecen  ser 
con  mucho  cuydado  y  arte  cultiuadas  de  los  honbres. 
Y  siendo,  como  es,  toda  la  tierra  tan  cubierta  y  (¡erra- 
da de  monte,  es  cosa  increible  la  mucha  caga  de  toda 
suerte  que  en  ella  se  cria,  ansi  de  animales  terrestres 
como  volátiles,  y  por  esto  son  todos  sus  moradores 
muy  dados  á  ella,  para  lo  qual  no  les  falta  gran  nu- 
mero y  muchas  diferencias  de  perros  (2)  con  que  ma- 
tan muy  de  ordinario  cantidad  de  puercos  siluestres, 
gamos  y  venados,  y  los  mejores  halcones  del  mundo, 
con  que  huelan  tantos  faysanes,  francolines  y  perdizes, 
que  dellos  se  hallan  por  donde  quiera  llenos  y  pobla- 
dos los  bosques.  Los  rios  Qiro  y  Araxes,  aunque  sola- 
mente les  bañan  los  confines  de  su  prouingia,  mas  por 
lo  interior  della  corren  otros  muchos  rrios  menores  y 
arroyos  de  muy  claras  y  excelentes  aguas,  y  en  fin, 
toda  esta  rregion  es  tan  abundante  y  amena  en  todo  lo 
necesario  á  la  vida  humana,  que  hazc  notoria  ventaja 
á  las  demás  de  todo  este  Oriente.  Y  aunque  en  general 
los  edificios  sean  de  la  manera  que  se  a  dicho,  algunos 
de  los  mas  nobles  y  poderosos  tienen  casas  de  piedra, 
cubiertas  de  tejas,  como  en  Europa,  y  los  tenplos,  por 


( I )    mayormente, 

(a)    /  halcones  de  los  mejores  del  mundo. 


—  224  — 

la  mayor  parte,  aunque  entre  aquellos  montes,  son  fa- 
bricados sumptuosamente,  altos  y  con  paredes  gruesas 
de  cal  y  piedra  ó  ladrillo,  con  los  techos  de  boueda  ó 
madera  muy  bien  labrada;  los  honbres  son  bien  dis- 
puestos y  rrobustos,  blancos  y  de  gentil  presencia, 
prontos  de  manos  y  animosos,  y  ansí,  ayudados  con  la 
espesura  de  sus  bosques  se  an  defendido  sienpre  de  sus 
enemigos,  sino  an  sido  las  vezes  que  por  estar  desuni- 
dos y  en  diferentes  vandos  y  parcialidades  an  sido  sa- 
queados de  los  persianos  y  turcos.  Pero  con  ser  valien- 
tes y  atreuidos,  partes  tan  esenciales  para  buenos  sol- 
dados, son  por  otra  (i)  tan  poco  industriosos  y  ágenos 
de  toda  obediencia  y  buena  disciplina,  que  en  ninguna 
cosa  tienen  orden,  ni  forma  de  rrepublica  politica  ó  mi- 
litar. Y  ansi,  pocos  ó  ningunos  son  rricos,  contentos 
con  alimentarse  bastantemente  sin  trabajo,  de  lo  qual 
es  principal  causa  la  mucha  abundancia  y  fertilidad  de 
su  tierra.  Las  mugeres  casi  todas  son  blancas  y  her- 
mosas y  de  crecidos  cuerpos,  aunque  sin  aquella  ve- 
nustad y  gentileza  de  las  de  nuestra  Europa;  tan  hara- 
ganas  y  poco  industriosas  como  los  honbres,  ocupán- 
dose lo  mas  del  tienpo  en  andarse  á  tropas  por  aquellos 
bosques  en  sus  fíestas  y  banquetes  á  su  modo  rrustico, 
siendo,  como  son,  mugeres  y  honbres,  notablemente 
inclinados  al  vino  desde  los  primeros  años  de  la  infan- 
cia. Las  mas  principales  van  á  caca  de  bolateria,  á  ca- 
uallo,  ileuando  ellas  mesmas  en  la  mano  sus  hal- 
cones, ó  con  sus  arcos  y  flechas  para  la  demás  caca, 
siendo  muchas  dellas  muy  diestras  en  el  tal  exercicio. 
Y  como  el  habito  de  las  mugeres  sea  tan  semejante  al 
de  los  honbres,  como  adelante  se  dirá,  andan  con  mu- 
cha agilidad  á  cauallo,  Ileuando,  por  gentileza,  los  ca- 
bellos descubiertos  y  esparzidos  por  las  espaldas,  cosa 
de  que  ellas  (2)  se  precian  mucho,  haziendo  todas  aque- 

(i)    parte, 
(a)    todas. 


—  225  — 

Has  demostra(iones  que  las  puedan  obligar  á  parecer 
mas  damas  y  hermosas.  El  trage  dellos  y  dellas  es  el 
mesmo  que  el  persiano,  con  sus  turbantes,  aljubas  y 
cal9ones,  siruíendo  éstos  tanbien  de  medias,  y  las  alju- 
bas ó  cabayas  geñidas  con  muchas  bueltas  de  unos  Re- 
ñidores muy  anchos  á  manera  de  tocas,  listados  de  se- 
das de  colores,  y  algunas  de  oro  y  plata,  y  ansí  quedan 
con  gran  bulto  en  la  gintura,  que  traen  muy  baxa^  y 
sobre  los  mesmos  quadriles  y  verijas.  Las  mugeres,  en 
lugar  de  turbante  vsan  tanbien,  como  muchos  honbres, 
vnos  bonetes  muy  anchos  de  boca  y  agudos  por  arriba, 
los  quales,  conforme  á  las  aljubas,  los  de  las  mas  prin- 
cipales son  de  telas  ó  vnileques  de  oro,  forrados  en 
martas  ó  de  otras  pieles  de  precio;  pero  las  donzellas 
con  solo  el  cabello  hecho  trencas,  sin  Ueuar  en  la  ca- 
bera otro  ornato  alguno.  Hospedan  humanamente  y 
con  buena  y  sencilla  voluntad  á  qualesquiera  forasteros^ 
y  como  estos  sean  de  alguna  calidad  consienten  que  do- 
mésticamente, aunque  sin  pasar  de  lo  que  es  licito,  ha- 
blen y  comuniquen  con  sus  mugeres,  hijas  y  ermanas, 
todas  las  quales  son  notablemente  inclinadas  á  gente 
peregrina.  Y  ansi,  tratando  Gesnero  Busbequio,  enba- 
xador  que  fue  en  Costantínopla,  del  Enperador  don 
Hernando  y  de  Maximiliano  sigundo,  su  hijo,  de  los 
georgianos  occidentales  que  llegan  al  mar  Negro,  á 
quien  los  italianos  y  las  demás  naciones  que  residen  en 
Constantinopla  llaman  mengrelos,  que  son  de  la  mesma 
naturaleza  de  los  que  agora  se  va  tratailtio,  y  antigua- 
mente fueron  los  cholchos,  tan  celebrados  de  la  anti- 
güedad por  la  enpresa  de  los  Argonautas,  dixo  urbana 
y  facetamente,  que  como  en  aquella  rregion  aportasen 
Jasones,  no  faltarían  muchas  Medeas.  Demás  de  la  fer- 
tilidad de  esta  tierra  (i)  se  cria  en  ella  mucha,  seda,  de 
que  comunmente  se  viste  la  gente  noble  y  de  mas  po- 


(i)    en  que  tanbien  hay  mucho  ganado  mayor  y  menor, 

i5 


—  326  — 

sibilidad,  vendiendo  mucha  cantidad  tanbien  della  á 
mercaderes  armenios,  persíanos  y  turcos,  á  trueco  de 
moneda  y  paños  de  Alepo,  ó  lientos  y  otras  telas  de  la 
India  de  que  la  gente  mas  pobre  se  viste.  De  rreligíon 
son  cristianos^  aunque  con  los  errores  que  todas  las 
naciones  de  estos  cristianos  orientales,  pero  mas  pro- 
pincos  á  los  griegos  y  armenios  que  á  los  jacobitas,  ma- 
ronitas  y  nestorianos,  teniendo  por  particular  abogado 
á  San  Jorge,  de  cuyo  apellido  todos  estos  gorgis  orien- 
tales y  occidentales  se  llaman  oy  georgianos,  no  obs- 
tante que  Strabon,  descriuiendo  esta  prouín^ia,  la  non- 
bra  üogarena,  estando  antiguamente  diuidida  esta  na- 
gion  en  albanos,  iberos  y  colchos.  Y  aunque  aun  los  de 
mas  calidad  tengan  poco  menage  y  aparato  domestico 
en  sus  casas,  en  los  ornamentos  de  sus  iglesias  se  mues- 
tran mas  pulíticos,  tratando  con  gran  rreuerengia  las 
cosas  sagradas,  y  ansi  vsan  de  capas,  almaticas  y  ca- 
sullas, aunque  de  forma  diferente  de  las  nuestras,  de 
sedas  y  telas  de  oro  y  plata,  y  sus.  Biblias,  misales  y 
breuiarios,  muchos  dellos  guarnecidos  de  terciopelos 
de  colores  y  con  chapas  y  cerraduras  de  oro.  Y  aunque 
tienen  en  gran  veneración  á  San  Gregorio,  no  e  podido 
aueriguar  qual  de  los  dos  dotores  de  la  iglesia  griega, 
de  este  nonbre,  sea  este  santo,  ó  el  Nazianzeno,  ó  el  Ni- 
seno;  mas  de  preciarse  los  georgianos  de  aver  predica- 
do en  su  tierra  la  religión  cristiana,  tanbien  como  los 
armenios  en  la  suya  de  tener  la  reliquia  de  un  braco 
que  con  gran  cuydado  guardauan  en  las  tres  iglesias 
junto  á  Eruan,  y  agora  los  Julphalinos  de  Spahan  lo 
tienen  en  la  principal  iglesia  de  su  nueua  colonia,  con- 
forme á  lo  qual  parece  mas  verisimil  auer  sido  de  na- 
ción armenio  este  sancto. 

Como  ya  se  a  rreterido,  todas  estas  tres  prouincias, 
que  con  un  solo  nonbre  llaman  agora  todos  los  orien- 
tales Gurgistan,  tienen  unas  mesmas  costunbres  y  ma- 
nera de  vida,  lengua  y  habito,  guardando  entre  ellos 


—  227  — 

notablemente  la  caridad  euangelica;  de  manera  que 
con  un  rraro  exenplo  de  humanidad  se  ayudan  unos 
á  otros^  prestándose  y  acomodándose  alternadamente 
en  las  cosas  que  se  les  ofrece  tener  falta,  y  ansi  biuen 
muy  conforme  á  la  sinple,  verdadera -y  buena  natura- 
leza que  sin  duda  tuuieron  los  primeros  honbres  quan- 
do  los  bienes  eran  comunes,  y  aunque  no  se  le  puede 
negar  á  esta  gente  que  sea  barbara  y  tenga  errores  en 
la  rreiigion,  á  lo  menos  parece  en  esto  que  guardan 
una  de  las  cosas  más  esenciales  della  y  más  conformes 
á  la  doctrina  de  los  Apostóles,  que  tanto  falta  entre 
nosotros  (i). 

Entre  muchos  de  los  animales  y  aues  domesticas  que 
crian  en  sus  casas  los  georgianos,  son  gran  número  de 
grandes  gallinas,  las  quales,  como  por  la  mayor  parte 
tengan  su  habitación  y  moradas  entre  aquellas  seluas, 
crian  y  hazen  sus  nidos  en  lo  alto  de  los  arboles,  bo- 
tando gran  trecho  de  unos  en  otros,  y  ansi  son  más 
sabrosas  y  sanas  que  las  demás. 

Conforme  á  la  heroyca  antigüedad  griega  hallamos 
auer  auido  amazonas,  que  eran  mugeres  pugnaces  y 
que  biuian  sin  el  común  y  ordinario  consorcio  de  los 
honbres.  Esta  memoria  no  es  de  más  tienpo  que  una 
edad  antes  de  la  guerra  troyana,  dando  todos  los 
que  hazen  mención  de  estas  mugeres,  su  naturaleza, 
en  lo  más  oriental  de  Capado;ía,  que  es  agora  la  pro- 
uin^ia  de  Amasia,  adelante  del  rio  Termedonte.  Y  el 
no  ponellas  más  al  Oriente  fue  porque  en  aquellos 
tiempos  tan  rrudos  no  tenían  los  griegos  más  noticia 
de  hasta  este  limite,  y  ansi  pudieron  auer  salido  de 
mucho  más  adelante  quando  entraron  y  conquistaron 
toda  Asia  la  menor  hasta  la  costa  marítima  de  Jonia, 
fundando  en  Epheso  aquel  tan  memorable  tenplo  de 
Diana  con  que  dexaron  de  quien  fueron  más  gierta  y 


(i)    /  aunque  es  cosa  de  las  muy  domesticas. 


—  2a8  — 

famosa  su  memoria.  Y  porque  [es  cierta]  la  que  agora 
se  tiene  en  todo  el  Gurgistan  de  muchos  actos  varoni* 
les  de  las  mugares  de  esta  rregion,  con  la  rrobusta  y 
desenbuelta  disposición  suya,  no  sera  mucho  atreui* 
miento  atribuir  y  dar  en  ella  la  verdadera  y  natural 
origen  de  estas  amazonas,  siendo  la  mayor  dificultad 
que  las  aya  auido.  Y  no  valiéndonos  aqui  de  la  auturi- 
dad  de  Plutarcho  en  la  vida  de  Gneo  Ponpeyo,  corrien- 
do entonces  opinión,  quando  conquistó  á  los  albanos, 
que  entre  ellos  auia  mugeres  que  peleauan,  se  pondrá 
agora  un  notable  caso  sucedido  en  esta  nuestra  edad, 
para  que  sirua  de  aprouar  la  opinión  de  los  antiguos, 
aunque  de  muchos,  pero  muy  sin  rrazon,  aya  sido  teni- 
da por  vana  y  del  todo  por  fabulosa.  Auia  quedado  en 
la  parte  de  el  Gurgistan,  entre  las  ciudades  de  Zagan  y 
Grim  (i),  Alexandro  Cham,  después  de  la  prisión  y 
muerte  del  valeroso  Simón  Cham  en  Constantinopla. 
Y  como  Xa  Abas,  este  presente  rey  de  Persia,  que  as- 
piraua  ya  á  la  rruuina  de  toda  esta  gente,  tuuiese  por 
sospechoso  en  su  amistad  al  dicho  Alexandro,  como  á 
declarado  amigo  del  Turco,  con  dones  y  persuasiones 
hizo  secretamente  negogiagion  con  su  hijo  mayor 
Constantino  Mirza,  para  que  le  matase,  prometiéndole 
ansimesmo  que  no  solo  de  aquella  parte  que  su  padre 
poseia,  pero  de  todo  el  Gurgistan  le  haría  señor.  Exe- 
cutó  el  cruel  y  desapiadado  hijo  el  parrigidio  en  su  ¡no- 
gente  padre,  y  pasándose  luego  huyendo  al  rey  de 
Persia,  boluio  dentro  de  poco  tienpo  con  catorze  mil 
cauallos  persianos  para  se  apoderar  del  señorío  prome- 
tido en  premio  de  su  maldad.  Pero  Airogi  Canu,  (Canu 
[es]  lo  que  en  persiano  Begu),  muger  de  Alexandro  y 
madre  del  mesmo  Constantino,  que  es  la  que  el  Enba- 
xador  hallo  presa  en  Xiras,  como  ya  se  a  dicho,  con 
el  dolor  y  j  usta  indignación  de  la  muerte  de  su  marido 

(i)    Tiphlis. 


—  229  — 

varonilmente  se  determino,  aunque  en  su  propio  hijo, 
de  tomar  della  venganza,  juntándose  á  esto  querer  de- 
fender su  itiesnia  naturaleza,  de  gente  de  tan  difereciie 
rreligíon.  Y  ansí,  juntando  lo  más  presto  que  pudo  seis 
mil  valientes  honbres  á  cauallo  que  prometieron  de 
seguilla,  valerosamente  salió  á  rresistir  á  los  enemigos 
que  auian  ya  entrado  dentro  de  los  limites  del  Gurgis- 
tan.  Y  con  rresolufion  de  lo  que  auia  de  hazer,  arma- 
da con  su  arco  y  flechas  y  ceñida  una  cimitarra,  se 
metió  en  la  manga  de  la  aljuba,  secretamente,  un  agu- 
do puñal,  enbiando  luego  á  dezir  á  su  hijo  que  para 
que  sin  daño  de  los  georgianos  y  persianos  se  conpu- 
siese la  dtferengia  y  él  entrase  en  su  tierra  quietamente 
le  queria  hablar,  á  vista  de  anbos  exer^itos,  dos  pala- 
bras aparte.  Creyó  el  incauto  Constantino  lo  que  su 
madre  le  pedia^  y  como  llegando  ^erca  (i)  la  escucha- 
se con  atención,  con  gran  presteza,  sacando  ella  el 
puñal,  le  dio  una  mortal  herida  por  el  vientre^  de  que 
luego  cayó  muerto.  Arremetieron  luego  los  georgianos 
á  los  persianos,  atónitos  y  espantados  de  la  novedad 
de  tal  hazaña,  y  aunque  tan  inferiores  en  número  los 
pusieron  en  huida,  animando  á  grandes  bozes  los  su- 
yos esta  valerosa  y  verdadera  amazona^  para  que  si- 
guiendo lexos  el  alcance  matasen  todos  los  más  que 
pudiesen  de  aquellos  enemigos  (2);  de  la  forma  que 
aqui  se  a  escrito  es  muy  público  entre  los  persianos  y 
armenios  auer  pasado  este  caso,  aunque  unas  señoras 
de  la  mesma  nación  y  parientas  muy  cercanas  de  la 
mesma  Airo^i  Canu,  que  entre  las  de  la  transmigración 
del  Gurgistan  á  Span  acudian  á  casa  del  Enbaxador 
muy  de  ordinario  á  oir  misa,  le  contaron  esto  de  otra 
manera,  dizíendo  que  esta  valiente  georgiana  no  era 
muger  de  Alexandro,  á  quien  Constantino  Mirza  su 


(i)    della. 

(2)    sin  este  caso  que  tan  público  y  sabido  es  de  todos. 


—  23o  — 

• 

propio  hijo  mató,  sino  ermana  suya  y  muger  de  otro 
gran  señor  georgiano  llamado  Daur  Cham;  lo  qual  pa- 
rece más  verisimil,  siendo  más  creible  atier  muerto 
antes  al  sobrino  que  no  á  su  hijo. 

Con  la  mesma  publicidad  se  sabe  tanbien  auer  pe- 
leado muchas  georgianas  juntamente  con  sus  mandos 
en  diferentes  ocasiones  de  guerra,  pudiendo  ser  de  es- 
tas mesmas  mugeres  las  que  dize  el  Jovío  que  hallaron 
muertas  los  turcos  cogiendo  los  despojos  de  los  persia- 
nos  muertos  en  la  batalla  de  los  canpos  de  Calderan. 

No  solo  en  todos  tienpos  a  criado  Asia  estas  bellico- 
sas  mugeres,  pero  en  nuestra  Europa  hallamos  aun 
más  particulares  exenplos  de  otras  semejantes,  porque 
sin  la  memoria  que  dellas  hazen  Juan  Magno  y  Olao 
Magno,  aunque  sospechosos  de  ser  más  largos  de  lo 
que  la  rrazon  pide,  la  auturidad  de  Juan  Saxon  basta 
para  darse  crédito  á  lo  que  agerca  desto  en  su  Historia 
escriue,  encareciendo  entre  otras  bellicosas  viragines 
la  singular  fortaleza  de  Aluida.  Héctor,  Boecio  y  Vir- 
gilio Polidoro,  en  las  perpetuas  y  sangrientas  guerras 
de  los  pictos  y  scotos,  y  en  las  de  estos  con  los  ingle- 
ses, nos  dizen  auer  muchas  vezes  peleado  mugeres 
entre  los  esquadrones  armados  de  los  honbres.  Y  aun- 
que la  mayor  duda  que  se  pone  para  nq  auer  auido 
amazonas,  es  por  auer  parecido  inposible  á  muchos 
que  se  pudiese  conseruar  ninguna  república  sin  el  con- 
sorcio y  ayuda  de  los  varones,  no  valiendo  en  esto  los 
exenplos  y  casos  rreferidos  para  ayudar  á  la  general 
tradición  de  la  antigüedad,  ninguno,  por  scrupuloso 
que  sea,  podra  negar  quan  propias  amazonas  fueron 
las  que  de  quatrocientos  años  á  esta  parte,  con  tanto 
daño  de  aquel  reyno,  florescieron  en  Bohemia.  Y  aun- 
que se  pudieran  citar  otros  muchos  autores,  dos  se 
offrecen  agora  á  la  memoria  que  con  mucha  distinción 
escriuen  lo  tocante  á  estas  señaladas  mugeres,  que  son 
Eneas  Siluio,  que  fue  sumo  Pontífice  y  se  llamo  Pío 


—  23l- 

Sigundo,  y  Juan,  Obispo  Olmugense,  en  la  Historia 
particular  que  escriuio  del  reyno  de  Bohemia.  De  en- 
tranbos  estos  grauissimos  varones  se  colige  que  mu- 
chos años  se  conseruaron  estas  bellícosas  mugeres  en 
aquel  reyno,  adonde  con  prudencia  y  valor  militar,  sin 
comunicación  ni  conpañia  de  honbres,  vencieron  en 
grandes  trances  y  batallas  á  los  bohemios,  y  se  conti- 
nuara por  más  siglos  su  rrepublica  si  el  rey  Premislao, 
no  pudiendo  en  publica  y  abierta  guerra,  engañosa- 
mente no  las  extinguiera  y  acabara. 


CAPITULO  V 


Los  mingrelios  y  los  circasianos. — Sus  costumbres. — La  chidad  de 
Erivan.— Ruinas  de  Arlaxala. — El  Tigris  y  el  Eufrates. — An- 
tioquia  y  su  famoso  bosque  de  Dafne. 

Aunque  dcbaxo  del  nonbre  de  georgianos,  caen  al 
Occidente,  continuándose  hasta  el  mar  Negro,  los  men- 
gleros,  que  como  ya  atrás  se  a  dicho  son  las  que  anti- 
guamente habitaron  la  provincia  de  Colchos,  y  (i)  en 
rreligion,  costunbres  y  modo  de  biuir  son  muy  seme- 
jantes á  los  que  agora  emos  descripto.  Su  ^iudad  prin- 
cipal (2)  esta  á  la  boca  del  rio  Phasis,  vulgarmente  y 
casi  sin  diferencia  del  nonbre  antiguo,  llamado  en 
nuestros  dias  Phaso,  teniendo  el  mesmo  nonbre  la  ciu- 
dad. Son  estos  occidentales  georgianos,  aunque  no  tan 
buenos  honbres  de  guerra  y  de  inferior  naturaleza  que 
los  mediterráneos,  de  alguna  más  pulicia  que  ellos,  de- 
mas  de  obedecer  todos  á  un  rey.  Porque  gozando  del 


(i)    agora. 

(a)    destos  mengieros. 


—  232  — 

comercio  marítimo  del  mar  Negro  por  la  boca  del  Pha- 
sis,  tienen  gran  comunicación  con  mercaderes  griegos 
y  latinos  de  los  que  rresiden  en  Constantinopla,  ansí 
como  muchos  años  atrás  lo  tuuíeron  con  genoueses  y 
venecianos  quando  siendo  señores  de  aquel  mar  po- 
seían las  ciudades  de  Capha  y  la  Tana.  Por  esta  causa^ 
su  rey,  con  los  derechos  de  las  mercancías  que  vienen 
á  Phaso  es  más  rrico  de  dinero  que  los  otros  señores 
del  Gurgistan,  aunque  de  menos  fértil  tierra.  Recono- 
ce señorío  al  Turco,  y  ansí  por  esto  como  hallarse  tan- 
to más  lexos  que  los  demás  georgianos,  no  an  sido 
molestados  de  los  persas  estos  años  pasados,  como 
los  otros  sus  vezinos,  ni  tanpoco  lo  fueron  de  los  tur- 
cos en  las  continuas  guerras  de  Típhlis,  Taurís  y  el 
Siruan.  Son  estos  mengleros  holgazanes  y  grandes  be- 
uedores,  gastando  en  esto  lo  más  del  tienpo,  y  ansí  de 
todos  son  poco  estimados  para  qualquiera  ministerio 
de  paz  ó  guerra,  pudiéndose  hazer  con  más  rrazon  de 
las  mugeres  de  esta  rregion  el  mesmo  elogio  que  de  los 
gurgís,  y  ansí  por  esta  causa,  ó  por  particular  natura- 
leza y  calidad  suya,  son  todas  tan  fecundas  que  mu- 
chas dellas,  de  diez  años  tienen  hijos.  La  tierra  es  fría, 
mas  que  la  de  los  gurgís  orientales,  por  tener  más  as- 
peras  montañas  y  menos  bosques,  lo  qual  se  rrecon- 
pensa  con  la  comodidad  del  mar,  por  donde  de  mu- 
chas partes  le  viene  cantidad  de  vino  y  de  toda  suerte 
de  mantenimientos.  Toda  la  Georgiania,  que  antigua- 
mente se  diuidia  en  albanos,  iberos  y  colchos,  corre 
casi  por  un  mesmo  parallelo,  de  Occidente  á  Oriente, 
desde  el  mar  Negro  y  boca  del  rio  Phasis  hasta  el  rio 
Cur  y  prouincía  de  Siruan.  De  manera  que  al  Oriente 
y  .Mediodía  tiene  á  Armenia  la  mayor,  cuya  parte  más 
septentrional  es  el  Siruan,  como  ya  se  a  dicho;  al  Oc- 
cidente el  mar  Negro,  y  al  Septentrión,  aunque  diuidí- 
dos  del  monte  Caucaso,  los  lazos  y  circassos.  Los  cir- 
cassos,  que  antiguamente  fueron  los  bosphoranos  y  cí- 


—  233  — 

merios,  llamados  después  cómanos,  son  muy  conoci- 
dos de  quinientos  años  á  esta  parte  mas  que  en  las 
edades  de  la  antigüedad,  y  esto  por  la  calamidad  y  ad- 
uersa  fortuna  suya  en  su  miserable  y  pobre  libertad  (i), 
si  tal  nonbre  puede  darse  á  los  que  la  poseen.  Porque 
auiendolos  la  naturaleza  doctado  de  una  rrara  belleza 
y  gentil  dispusÍQÍon,  con  ser  sinpli^issima  gente  y  su- 
mamente barbara,  está  perpectuamente  expuesta  á  los 
latrocinios  y  rrepentinos  asaltos  de  los  piratas  turcos, 
cosacos,  tártaros  y  lazos,  siendo  después  los  tales  es- 
clauos  tenidos  adonde  quiera  en  mas  precio  y  estima 
que  otros  algunos.  Y  quando  los  venecianos  y  genoue- 
ses  corrían  con  sus  armadas  el  mar  Negro  como  seño- 
res del,  hazian  grande  ganangia^  ansí  de  los  que  ellos 
rrobauan^  como  de  los  que  conprauan  á  los  moscoui- 
tas  y  tártaros,  sus  vezinos,  haziendose  por  la  mayor 
parte  estas  presas  de  muchachos  y  muchachas  de  poca 
edad.  Todo  el  tienpo  que  duró  el  imperio  de  los  Solda- 
nes en  iCgipto,  mayormente  desde  que  este  (2)  se 
transfirió  de  los  Caliphas  árabes  á  los  turcos,  fue  alli 
adonde  se  conprauan  todos  los  mas  de  estos  esclauos^ 
criándose  dellos  la  flor  y  neruio  de  su  principal  mili- 
cia. Y  esto  no  por  la  rrazon  que  da  el  Jovio  con  otros 
muchos,  que  se  persuadieron  á  que  los  sucesores  de  Sa- 
ladino^  por  verse  faltos  de  soldados  en  las  guerras  con 
los  francos  y  demás  latinos  de  Suria,  por  necesidad 
buscasen  aquel  socorro.  Porque  este  no  les  podía  ser 
tan  rrepentinamente  de  prouecho,  siendo  necesario 
gastarse  muchos  años  en  la  institución  y  disciplina  de 
la  tal  milicia;  antes  se  puede  tener  por  cosa  indubitable 
y  cierta  auer  tenido  aquellos  Soldanes  y  Caliphas,  des- 
de muchas  edades  atrás,  estos  esclauos  conprados, 
para  seruirse  dellos  en  la  guerra,  conforme  á  la  muy 


(i)    y  naXwrait^fl, 
(a)    imperio. 


—    a34  — 

antigua  costunbre  de  los  parthos  y  después  los  persas 
posteriores,  los  quales,  después  que  derribaron  el  in- 
.  perio  de  los  macedones  en  Asia,  era  esta  la  mayor  par- 
te de  su  milicia,  continuándolo  ansí  los  persas  que  su- 
9edieron  en  aquella  monarchia,  y  después  los  árabes  y 
turcos,  que  tanbien  fueron  señores  della.  Y  ansi  este 
nonbre  de  mamellucos,  que  quiere  el  Jo  vio  que  aya 
comentado  desde  que  los  dichos  esclauos  se  hizieron 
Soldanes  y  principes  de  Egipto,  eligiendo  rey  de  entre 
ellos  mesmos,  era  ya  muchos  años  antes  conocido  en 
Asia  desde  el  tíenpo  de  Norandino,  rey  de  Damasco, 
en  las  guerras  que  tuuo  con  los  cristianos  de  Suria.  Y 
fue  tan  imitada  y  rre^ibida  esta  costunbre  de  los  par- 
thos y  persas,  desde  luego  que  los  árabes  ocuparon  las 
prouin^ias  de  Persia,  tener  y  criar  estos  esclauos  de  las 
naciones  subjectas  á  su  inperio,  que  auiendo  después 
de  auer  sometido  á  él  la  mayor  parte  de  Asia  y  África, 
ganado  con  gran  fac^ilidad  y  presteza  á  España,  y  fun- 
dado en  ella  el  grande  y  poderoso  rey  no  de  los  Abda- 
rrahamanes  de  Cordoua,  hallamos,  según  lo  que  escri- 
ue  San  Eulogio,  vnica  y  verdadera  luz  de  la  historia 
de  aquellos  tienpos,  que  vsauan  ya  los  dichos  reyes  la 
ya  rreferida  milicia  de  esclauos.  Aclarándose  mas  dis- 
tintamente este  bienauenturado  mártir  diziendo  que 
eran  desde  muchachos  instituidos  en  las  artes  y  exer- 
9Í9ÍOS  militares,  y  todos  ellos  hijos  de  cristianos,  cria- 
dos en  los  palagios  de  sus  reyes,  muchos  de  los  quales 
eran  cristianos  de  profesión  tanbien  como  de  naturale- 
za, siendo  estos  la  principal  fuerza  de  sus  exergitos.  De 
manera  que  los  que  quieren  que  los  mamellucos  de 
iCgipto  comentaron  desde  la  muerte  de  Melexsala,  y 
los  genigaros  entre  los  turcos  desde  Amurates  sigundo, 
están  notoriamente  engañados,  por  ser  esta  muy  anti- 
gua costunbre  desde  la  monarchia  de  los  parthos  en 
Asia,  imitada,  como  se  a  ya  rreferído,  de  los  árabes  y 
turcos. 


—  235  — 

Toda  aquella  costa  del  mar  Negro,  desde  la  Men- 
grelia,  rrebuelue  hasta  el  Bosphoro  Cimerio  por  Po- 
niente, y  después  que  corre  hazia  Leuante  su  contra- 
costa^ bañada  de  la  laguna  de  las  Zabacas,  ó  mar  de  la 
Tana^  con  la  tierra  contenida  entre  anbas  costas,  es  ha- 
bitada de  estos  pobres  (ircasos^  gente  blanca  y  por  la 
mayor  parte  rruvia  y  de  gentiles  y  rrobustas  dispusi- 
giones.  Y  aunque  mas  barbaros  y  rrusticos  que  todos 
los  georgianos,  pero  que  después  con  el  trato  y  comu- 
nicación con  gente  de  mas  puligia,  ansi  honbres  como 
mugeres  salen  mas  judigiosos  y  de  buen  natural,  no 
solo  que  los  georgianos  y  mengrelos,  mas  aun  que  to- 
dos los  otros  esclauos  de  este  Oriente,  y  ansi  valen  mas 
precio  comunmente  que  los  demás.  Tiene  la  ^ircásia 
al  Occidente  el  Bosphoro  Cimerio  y  Táurica  Querso- 
neso;  al  Mediodía,  el  mar  Negro;  al  Septentrión,  el  mar 
de  la  Tana ;  al  Oriente,  la  rregion  de  los  Lazos.  Esta 
gente,  que  desde  los  ^ircasos,  que  le  caen  al  Occiden- 
te, llega  por  el  Oriente  al  mar  Caspio,  tiene  al  Mediodia 
el  monte  Caucaso,  y  al  Septentrión  los  tártaros  Casa- 
nenses,  y  aunque  tiene  mas  semejanza  con  los  georgia- 
nos y  circasos,  las  costunbres  y  manera  de  vida  suya, 
biuiendo  de  hurtos  y  latrocinando  sienpre  á  sus  vezí- 
nos,  es  mas  propia  de  los  tártaros  y  scithas.  Vsan  de 
las  mesmas  armas  del  los,  comunes  á  todas  las  naciones 
asiáticas,  que  son  cimitarras,  arcos  y  flechas,  y  de 
ciento  y  (i)  veinte  años  á  esta  parte  tienen  perpetua 
guerra  con  los  moscouitas  de  Astarcan,  los  quales, 
aviendoles  tomado  la  fortaleza  de  Tarchi,  los  Lazos  se 
la  boluieron  á  ganar  después  que  este  presente  rey  de 
Persia  sugedio  á  su  padre  en  el  reyno.  La  dicha  forta- 
leza está  en  una  grande  ensenada  que  haze  el  mar  Cas- 
pio entrando  mucho  por  la  tierra  adentro  de  la  Lazia, 
de  manera  que  la  distancia  de  tierra  que  desde  el  fin 


(i)    quarenta. 


—  236  — 

della  ay  al  mar  Negro  no  será  de  mas  de  sesenta  le- 
guas. Todos  los  Lazos  gercanos  á  Tarchi  hazen  rreco- 
nogimíento  al  rey  de  Persla,  por  la  vezindad  que  tienen 
con  la  ^iudad  de  Derbento,  estando  poco  mas  de  un 
día  de  nauegagion  lexos  della,  y  ansí  todas  las  presas 
que  estos  Lazos  hazen  en  los  QÍrcasos  y  moscouitas  los 
lleuan  á  vender  á  Derbento,  de  los  quales  fueron  aque- 
lla cantidad  de  niños  y  niñas  que  estando  el  Enbaxa- 
dor  en  el  Maidan  de  Casbin,  el  capitán  de  aquella  giu- 
dad  auia  enbiado  de  presente  al  rey  entre  otras  cosas. 
Y  aunque  los  georgianos  y  ^ircasos  comarcanos  suyos 
son  de  rrelígioa  cristiana,  ellos  son  mahometanos,  no 
obstante  que  en  tienpo  de  Justiniano  el  mayor  y  de  su 
sobrino  Justino  fueron  cristianos,  siruiendo  á  los  grie- 
gos en  las  guerras  que  tenían  con  los  persas.  Toda 
aquella  costa  del  mar  Caspio  desde  las  grandes  bocas 
del  Volga  hasta  Derbento,  ansí  por  la  mucha  cantidad 
de  aguas  de  este  grandissimo  rio,  como  de  otros  que 
entra  en  la  dicha  ensenada,  es  por  la  mayor  parte  dul- 
9e,  llegándose  mas  á  la  tierra  el  agua  ñuuiatil  como 
inas  liuiana  y  sobre  la  superficie  de  la  salada,  como  su- 
cede tanhien  en  el  mar  Negro  y  en  el  de  la  Tana,  ^erca 
de  donde  entran  el  Tañáis,  Boris tenes  y  Danubio. 

Boluiendo  á  Derbento,  y  desde  allí  por  el  Siruan,  se 
llega  á  la  ^iudad  de  Eruan,  metrópoli  agora  de  Arme- 
nia la  mayor,  que  es  la  que  Ptolomeo  llama  Terua.  Y 
aunque  en  estos  tienpos  con  el  nonbre  rretenga  tanbien 
su  antigua  dignidad,  es  lugar  pequeño,  pero  famoso, 
por  auer  rresistido  á  la  opugna<;ion  y  apretado  sitio  que 
le  tuuo  puesto  Mahamet  Baxa  con  un  exer^ito  de  do- 
zientos  mil  turcos  el  año  de  16 16,  poco  mas  de  dos  años 
antes  del  tienpo  en  que  esto  se  escriue.  No  tenia,  tan- 
poco  como  la  tiene  agora,  esta  pequeña  ciudad,  quan- 
do  los  turcos  la  sitiaron,  mas  defensa  de  una  muralla 
de  tapias  de  fábrica  antigua,  de  ocho  ó  nueue  pies  de 
grueso,  sin  traueses  ni  foso.  Pero  estaua  ^uaroe^ida  de 


un  grueso  presidio  de  diez  mil  arcabuzeros,  escogidos 
de  la  prouih^ia  de  Corassan,  que  como  ya  se  a  dicho 
fue  la  antigua  Parthia,  los  quales  rresistieron  obstinada 
y  valerosamente  á  las  muchas  baterías  y  asaltos  de  los 
enemigos.  Porque  siendo,  como  era,  el  terrapleno,  ó 
tapia  de  la  muralla,  de  muchos  años,  no  hizo  la  arti- 
llería de  los  turcos  tanta  batería  que  bastase  á  darle 
cómodos  assaltos,  no  obstante  que  auia  algunas  piezas 
de  notable  grandeza,  como  se  veen  agora  en  el  Maydan 
de  Spahan  delante  de  las  casas  del  rey,  de  las  que  se 
auian  ganado  doze  años  antes  á  los  turcos  en  la  mesma 
9iudad  de  Eruan.  Viendo  los  turcos  que  su  artillería 
hazia  poco  efecto  y  que  solo  derríbaua  el  parapeto  y 
almenas  de  la  muralla,  comentaron  á  labrar  minas, 
cortando  el  pimiento  de  la  muralla,  que  era  de  piedra,  y 
esto  con  poco  trabaxo,  no  auiendo  foso  alguno  que  le[s] 
hiziese  mas  difícil  y  trabaxosa  su  obra.  Pero  los  per- 
sianos  animosamente  la  inpedian  con  hazer  contrami- 
nas, mayormente  con  muchas  sortidas  que  hazian  rre- 
pentinamente,  en  que  matauan  gran  numero  de  turcos, 
animándolos  á  todos  estas  facciones,  con  gran  pruden- 
cia y  fortaleza.  Emir  Gulichan,  gouernador  de  la  ciu- 
dad y  capitán  de  aquel  presidio,  no  obstante  ser  ya 
viejo  de  ochenta  años,  aunque  de  naturaleza  militar  y 
rrobusta.  Era  entonces  muy  entrado  ya  el  auctum- 
no  (i),  y  como  por  la  poca  batería  á  los  turcos  les  fue- 
se mal  en  algunos  [asaltos  que  dieron,  iMahamet  Baxa, 
su  general,  ansí  por  esta  diñcultad  como  porque  en  su 
canpo,  de  mas  de  morir  de  enfermedad  muchos,  (2)  auia 
gran  falta  de  mantenimientos,  determinó  de  retirarse 
leuantando  el  sitio.  Pero  el  Aga  de  los  janigaros  hizo 
mucha  contradigion,  paregiendole  que  con  gufrir  los 
soldados  algunos  pocos  dias  mas  de  trabaxo  los  persia- 


(1)    Ms.,  auctumo. 
(a)    se  padecía. 


—  a38  — 

nos  se  podrían  echar  de  la  muralla^  que  con  gran  vigi- 
lancia y  presteza  rreparauan  desde  un  baluarte  de  tie- 
rra que  de  fuera  se  auia  leuantado,  teniendo  con  él  á 
los  de  dentro  á  cauallero,  y  pudiera  surtir  efecto  del 
parecer  del  Aga,  cuyo  valor  sustentaua  aquel  sitio,  si 
andando  mirando  y  dando  orden  como  se  pudiese  ha- 
zer  alguna  mas  batería^  una  bala  de  un  falconete,  aun- 
que lexos  de  la  muralla,  no  le  Ueuara  la  cabera.  Con 
esto,  sin  aguardar  mas,  el  Baxa  leuantó  su  canpo  y  por 
Tomanís  y  Cárs  se  boluió  á  Erzirum,  no  pudiendo  de- 
tener á  los  turcos  mas  en  el  sitio,  los  quales,  llegando 
el  mes  de  Nouienbre  y  siendo  en  Armenia  los  fríos  tan 
grandes,  no  quieren  padecer  las  inconmodídades  de  la 
canpaña,  mayormente  hallándose  tan  lexos  de  las  pro- 
uin^ias  de  donde  an  sido  sacados  para  esta  guerra,  por 
la  mayor  parte  infausta  para  ellos.  Ganó  Emir  Gulican 
con  su  rey  y  con  todos  los  que  tuuieron  noticia  de  este 
sitio  opinión  de  valiente  y  prudente  capitán,  pues  en 
una  plaga  en  que  no  auia  mas  fortificación  de  una  sin- 
ple  muralla  de  tapias  y  con  tan  poca  y  rruin  artillería, 
se  defendiese  de  un  tan  grueso  exergito  de  enemigos 
con  tan  grande  aparato  de  artillería,  ingenieros  y  mu- 
niciones. Conociéndose  bien  en  esto  de  quanta  inpor- 
tangia  sea,  como  cosa  mas  esencial  de  todas,  el  número 
y  constancia  de  los  soldados,  para  la  defensa  de  qual- 
quiera  placa  por  ñaca  que  sea.  Vna  jornada  de  Eruan, 
entre  Oriente  y  Mediodia  y  muy  cerca  de  la  rribera  del 
rio  Araxes,  parecen  oy  dia  las  rruinas  de  la  gran  ciudad 
de  Artaxata,  que  aun  entre  los  armenios  se  rretieo^ 
hasta  agora  su  memoria,  aunque  en  todo  aquel  sitio  no 
ay  mas  de  quarenta  ó  cinquenta  casas  pequeñas  de 
gente  muy  pobre,  la  quarta  parte  de  una  legua  apartada 
del  río  Araxes;  llaman  los  armenios  á  esta  aldea  Pro- 
cala, por  auer  junto  á  ella  un  castillo  de  tapias  derri- 
bado, y  ansi  Procala  es  lo  mesmo  en  su  lengua  que 
castillo  ó  fortaleza  de  tierra;  pero  el  territorio  al  derre- 


—  a39  — 

dor  es  poblado  de  otras  muchas  aldeas,  siendo  fértil  y 
abundante  mas  que  qualquiera  otro  de  todo  aquel 
reyno.  Coy,  grande  y  populoso  village,  cae  dos  jorna- 
das de  Procala,  camino  de  Taurís,  y  aunque  como  lu- 
gar abierto  no  le  den  nonbre  de  ^iudad,  tiene  dos  mil 
casas  y  es  lugar  fertilissimo,  y  por  esto  (i)  tenido  sien- 
pre  en  estima,  ansi  de  persianos  como  de  turcos,  sin 
auer  padegido  la  desolagion  y  transmigración  que  los 
otros  lugares  de  Armenia.  Y  no  sé  qué  rrazon  pudo 
mover  al  Jovio  para  escreuir  que  aqui  uviese  sido  anti- 
guamente Arthaxata,  pues  el  rio  Araxes  corría  junto  á 
ella,  y  agora  pasa  y  corre  lexos  muchas  leguas  de  Coy, 
siendo  los  ríos  los  que  nos  muestran  en  estos  tienpos 
posteriores  el  verdadero  sitio  de  las  giudades  acabadas 
y  arruinadas  con  la  antigüedad  (2).  De  Coy  hazia  el 
Occidente,  después  de  auerse  dexado  atrás  los  fuertes 
de  Tomanis  y  Cars,  antes  de  llegar  á  Erzirum,  están 
las  fuentes  de  los  dos  tan  memorables  ríos  Euphrates 
y  Araxes,  los  quales  nagen  en  tierra  llana  y  alta,  pero 
no  montañosa,  rrebentando  de  algunos  ojos  ó  lagunas 
pequeñas  con  grande  inpetu  y  mucha  abundancia  de 
agua.  Están  apartados  los  nacimientos  de  estos  ríos 
distancia  de  seis  ó  siete  leguas;  el  Araxes  mas  al  Sep- 
tentrión, y  el  Euphrates  al  Mediodia,  dexando  desocu- 
pado este  espacio  para  el  paso  de  tantos  exercitos  como 
por  él  an  entrado  en  Armenia,  que  parece  que  por  na- 
tural destino  sienpre  a  sido  la  placa  de  armas  de  los 
orientales  y  occidentales  sobre  el  dominio  y  señorío 
de  Asia.  Por  aqui  pasó  Gneo  Ponpeyo,  y  después  Lu- 
cio Lucullo,  el  Euphrates,  muy  cerca  de  sus  fuentes,  y 
adelante  tantas  vezes  los  exercitos  de  los  enperadores 
constantinopolitanos,  procurando  retener  á  Armenia  y 
defendella  de  los  persianos,  árabes  y  turcos.  Porque 


(i)    y  ansi, 
(i)    del  tiempo. 


—  240  — 

los  romanos,  aunque  tantas  vezes  y  por  tantos  siglos 
pasauan  en  Asia  contra  ios  parthos  y  persas  por  alar- 
gar los  limites  de  su  inperio,  hazian  sus  jornadas  por 
Mesopotamia  y  Assiria,  por  la  comodidad  del  rio  Eu- 
phratesy  como  se  dirá  adelante  mas  largamente.  Y  Lu- 
cuUo  y  Ponpeyo  tanpoco  hizieran  sus  entradas  por 
esta  parte  en  Asia  la  mayor  si  no  fuera  en  ia  prosecu- 
ción de  la  guerra  de  Mithridates,  siguiéndose  della  la 
de  Tigranes  su  yerno.  Pero  mas  vezes  en  menos  tienpo 
an  continuado  este  viaje  los  turcos  desde  Selin  el  pri- 
mero deste  nonbre,  y  su  hijo  Solimán,  contra  Hismael 
Sophi  y  Xa  Thamas,  y  agora  en  esta  edad  (i)  Sinan 
Terat  y  Osmam,  capitanes  generales  de  Amurates  ter- 
cero en  la  porfiada  guerra  con  los  persianos,  aunque 
Mustapha,  que  fue  el  primero  enbiado  á  esta  guerra, 
parece  auer  pasado  desde  Erzirum  sobre  las  fuentes 
del  mesmo  Araxes.  Comienza  á  correr  este  rio  (2)  un 
poco  al  Septentrión,  y  (3)  luego,  licuando  su  corriente 
derecha  á  Leuante,  diuide  en  dos  partes  á  Armenia  la 
mayor;  después,  hazíendo  una  gran  buelta,  rrebueiue 
desde  la  antigua  y  desolada  ^iudad  de  Julpha  derecho 
al  Septentrión^  siendo  límite  por  aquella  parte  de  lo 
mas  septentrional  de  Armenia  y  Media  hasta  entrar  en 
el  mar  Caspio  por  la  ^iudad  de  Bacu.  El  Euphrates, 
tanto  mayor,  mas  famoso  y  ennoblecido,  ansi  por  la 
memoria  que  tantas  vezes  haze  del  la  Sagitada  Escritu- 
ra, como  la  antigüedad  romana,  al  principio,  corriendo 
al  Poniente  hasta  gerca  de  la  qiudad  de  Arsenga  y  con- 
fines de  la  prouingia  de  Amasia  ó  antigua  Capado^ia, 
encamina  de  alli  su  curso  al  Mediodia,  diuidiendo  pri- 
mero á  la  dicha  Amasia  y  á  Armenia  la  menor,  que  le 
cae  entre  Occidente  y  Mediodia,  de  Armenia  la  mayor 


(i)    Mostapha, 
(a)    Araxes, 
(3)    después. 


—  241  — 

i  la  parte  oriental.  El  paso  que  se  a  dicho,  contenido 
entre  estos  dos  ríos,  cae  muy  gerca  de  la  giudad  de  Er- 
zirun,  escala  y  frontera,  todos  estos  años  pasados,  de 
los  turcos,  para  la  guerra  de  Persia  (i),  y  mas  al  Sep- 
tentrión, no  lexos  de  aqui,  se  vinieron  antiguamente 
rretirando  con  Xenophon,  como  con  particular  guia  y 
capitán  suyo,  los  griegos  que  auia  lleuado  hasta  Babi- 
lonia, Clearcho,  á  sueldo  de  (Jiro  contra  su  ermano 
Arthaxerxes,  rey  de  Persia.  Saluaronse  estos  valientes 
soldados  peleando  valerosamente  en  esta  larga  y  difícil 
rretirada  por  las  montañas  del  Curdistan,  que  corren 
desde  Assiria  y  la  prouingía  propia  de  Babilonia  hasta 
entrar  en  Media.  Y  después,  caminando  por  los  montes 
y  partes  mas  ásperas  de  este  reyno  y  de  Armenia  la 
mayor,  por  mas  siguridad  suya,  contra  la  caualleria 
de  los  persas,  y  venciendo  en  muchos  y  peligrosos  rre- 
cuentros  á  todos  los  que  procurauan  ofendellos  inpi- 
diendoles  el  paso,  entraron  por  la  parte  de  Armenia 
contenida  sobre  las  fuentes  de  los  ya  rreferidos  rios, 
salieron  después  por  ^erca  de  la  giudad  de  Erzirun, 
aunque  en  aquel  tienpo  sin  memoria  de  que  la  uvicse, 
hasta  que  de  lo  alto  de  la  tierra  por  donde  caminauan 
descubrieron  el  Ponto  Eugino,  agora  mar  Negro,  con 
grande  a'cgria  y  aplauso  que  desde  los  primeros  sol- 
dados que  marchauan  en  la  auanguardia  se  fue  conti- 
nuando y  multiplicando  hasta  los  vltimos  de  la  rreta- 
guarda,  vertiendo  todos  lagrimas  de  contento.  Fue  esta 
deseada  vista  del  mar  entre  la  giudad  de  Trapisonda, 
colonia  griega,  que  ento.iges  se  nonbraua  Trapezunte, 
y  la  boca  del  rio  Phasís,  pares^íendoles  á  aquellos  sol- 
dados, fatigados  de  tan  largo  viage,  que  ansi  de  esta 
colonia  como  de  las  otras  dos  en  la  costa  del  dicho 
mar,  que  eran  Amiso  y  Sinope,  tendrian  el  socorro  que 
de  griegos  como  ellos  eran  se  podria  esperar.  De  Er- 


(i)    por  donde  tanbien, 

16 


—  24^  — 

zirun  está  agora  la  costa  mas  cercana  del  mar  Negro 
dos  jornadas  de  carauana,  que  fue  la  mesma  que  estos 
soldados  descubrieron,  y  Trapisonda  quatro,  la  qual 
distancia  es  la  tierra  mas  fría  y  pobre  de  toda  Armenia 
la  mayor,  y  que  de  invierno  se  camina  agora  con  gran 
trabaxo  por  las  muchas  y  continuas  nieues,  como  en 
aquella  jornada  las  hallaron  aquellos  buenos  soldados 
griegos  por  toda  Armenia,  perdiendo  muchos  dellos  la 
vista  con  su  cotidiana  blancura  de  que  estauan  cubier- 
tos los  montes  y  llanos  por  donde  caminauan. 

Continuando  el  rio  Euphrates  su  curso  al  xMediodia, 
después  de  auer  dexado  atrás  por  entranbas  sus  rribe- 
ras  las  dos  Armenias,  entra  por  la  Siria  Comagena  ba- 
ñando por  su  derecha  vanda,  ó  corriendo  muy  gerca 
de  las  (iudadés  de  Melitene,  Zeugma  y  Samosata,  ca- 
bega  antiguamente  de  esta  prouingia  y  patria  del  argu- 
tissimo  Lugiano.  Por  la  izquierda  va  tocando  la  Meso- 
potamia  hasta  el  lugar  de  Bir,  llamado  Birtha  antigua- 
mente, puesto  al  paso  del  rio  en  igual  distangia  de  los 
que  caminan  de  la  giudad  de  Orpha  á  la  de  Alepo.  Es- 
ta (iudad,  que  en  grandeza,  multitud  de  sus  morado- 
res y  grande  y  rrico  comergio  es  de  las  mayores  de 
todo  el  Oriente,  fué  la  antigua  Heliopolis;  de  trezientos 
años  á  esta  parte  vino  en  tanto  augmento  por  la  rruina 
y  desolación  de  Antiochia.  Y  porque  es  un  enporio  y 
asiento  tan  conocido  de  las  mas  naciones  de  Poniente, 
no  se  haze  aqui  mas  particular  rrelagion  suya,  pudien- 
do  auer  tantos  que  con  rrazon  la  podrian  gensurar, 
aunque  síguramente  se  puede  dezir  que  de  tenplanga 
de  glima,  abundancia  de  todas  las  cosas  y  comodidad- 
de  sitio,  estando  en  el  centro  del  mundo,  que  es  una 
de  las  más  rricas  y  famosas  de  todo  él.  Pero  bien  se 
puede  tanbien  afírmar  auersele  transferido  todas  estas 
partes,  como  rricos  y  grandes  despojos,  de  la  populo- 
sissima  y  famosa  Antiochia,  cuyas  rruinas  parecen  oy. 
dia  dos  jornadas  de  Alepo,  y  estas,  aunque  sin  casa 


—  243  — 

entera  en  pie,  ni  morador  alguno,  leuantadas  y  por  la 
mayor  parte  enteras  sus  grandes  y  altas  murallas.  Tu- 
vo su  mayor  augmento  esta  nobilissima  giudad  en  el 
tienpo  que  flores^io  en  Asia  el  Inperio  Romano,  aun 
muchos  años  después  de  su  conofida  declinación^  sien- 
do por  muchos  siglos  la  corte  y  principal  asiento  suyo 
entre  las  demás  prouingias  orientales.  Y  aunque  en  la 
monarchia  de  los  árabes  no  se  haHa  gran  memoria  de- 
Ha,  quedando  entonces  muy  menoscabada  de  su  gran- 
deza y  magestad  antigua,  pero  bien  se  sabe  que  quan- 
do  fué  ganada  de  los  europeos  en  la  conquista  de  Suria 
y  dada  á  Boemundo  normando,  era  todauia  gran  ciu- 
dad y  que  rretenia  aun  gran  parte  de  lo  que  antes  auia 
sido.  El  auerla  los  Soldanes  de  Aegipto  desmantelado 
y  arruinado  del  todo  después  de  auerla  ganado  de  los 
latinos,  fue  por  acabar  en  ella  el  nonbre  cristiano  que 
tanto  aborrecían,  y  tanbien  porque  estando  cerca  del 
mar  Mediterráneo,  las  naciones  de  Europa  no  intenta- 
sen después  de  rrecobralla,  siendo  esta  mesma  rrazon 
la  que  les  movió  para  hazer  lo  mesmo  de  Tripol,  Acre 
y  Tiro  con  las  demás  ciudades  de  la  costa  de  Phenicia. 
Y  ansi,  todo  lo  marítimo  de  Suria  desde  el  golpho  de 
Lajazo  hasta  los  confínes  de  Aegipto,  que  tan  flore- 
ciente y  poblado  fue  de  rricas  ciudades,  se  halla  agora 
yermo,  tocándole  esta  plaga  tanbien  á  Antiochia  por  la 
Cercania  del  mar.  Pudo  ansimesmo  ayudar,  con  las 
rrazones  dichas,  para  del  todo  desanparar  esta  insigne 
ciudad,  ser  tan  subjecta  á  terremotos^  de  los  quales  en 
diuersos  tienpos  padeció  calamitosas  rruinas,  y  con 
todo  parecen  pocas  causas  para  auerse  extinguido  su 
memoria  y  nonbre  tan  celebre  en  la  antigüedad  roma- 
na, con  auer  antes  sido  cabeca  en  Asía  del  inperio  dé 
los  sucesores  del  magno  Alexandro.  Algunos  venecia-v 
nos  y  otros  europeos  que  an  visto  agora  este  sitio  dizen 
no  auer  en  él  población  alguna,  más  de  sus  grandes 
rruinas,  entre  las  quales  an  quedado  en  pie  algunos 


—  «44  — 

aposentos  cubiertos  de  bouedas  de  admirable  grande- 
za, pero  á  medía  legua  y  poco  más  muchos  villages  y 
aldeas  con  muy  fértiles  canpos  y  en  ellos  grande  abun- 
dancia de  viñas,  higueras  y  olíuos.  De  aquel  famoso 
bosque  y  Ninpheo  de  Daphne,  que  tan  cerca  estaua  de 
la  (iudad,  ningún  rrastro  ni  señal  dizen  que  se  halla 
agora,  el  qual  tanpoco  lo  ^euia  auer  ya  quando  los 
cristianos  de  lá  guerra  de  Ultramar  lo  ganaron  á  los 
turcos,  estando,  sigun  esto,  destruido  muchos  años 
antes,  de  los  árabes,  desde  luego  que  en  los  primeros 
años  de  su  poten<;ia  ganaron  de  los  griegos  á  Suria, 
porque  como  estos  rrusticissimos  barbaros,  después  de 
rre^ibida  la  secta  de  Mahomet  aborreciesen  igualmente 
con  los  cristianos  de  la  primitiua  Iglesia  todas  las  qerí- 
monias  y  memorias  de  la  gentilidad,  hallando  este  bos- 
que adonde  tantas  auia,  lo  exterminaron  y  acabaron 
como  tan  contrario  á  su  rreligion.  Y  aunque  los  cris- 
tianos de  Antiochia  fueron  los  primeros  que  tomaron 
este  nonbre  de  cristianos,  y  que  desde  la  predicación 
de  los  Apostóles  fue  la  primera  ciudad  del  mundo  adon- 
de mayor  numero  dellos  se  hallaron  y  mas  publica- 
mente profesauan  en  aquellos  principios  la  rreligion 
cristiana^  nunca  se  tuuo  tanta  enemistad  y  odio  á  los 
rritos  y  ccí'írno'^i^s  gentílicas  que  no  se  les  quedase 
por  muchos  siglos  después  pegadas  mucha  parte  dellas 
aun  á  los  mismos  cristianos.  De  manera  que  ansi  por 
esto  como  porque  hasta  muy  adelante  de  Theodosio  el 
mayor,  sienpre  en  Antiochia  uvo  muchos  gentiles  [que] 

,  guardaron  y  tuuieron  en  mucha  estima,  los  unos  y  los 

otros,  este  hermoso  y  apazible  bosque.  Y  esto  no  suce- 
dió solamente  en  Antiochia,  pero  en  muchas  otras  qm- 
dadesdel  mundo,  aun  hasta  en  nuestros  días,  con  el 

r  amor  que  se  tiene  á  la  antigüedad  y  propia  naturaleza 

de  los  lugares  en  que  los  honbres  se  crian,  se  an  con- 
tinuado y  rretenido  diuersas  memorias  y  rritos  de  la 
gentilidad  pasada,  no  obstante  que  los  que  las  estiman 


—  h5  — 

y  precian  dellas  sean  en  todo  catholicos  y  verdaderos 
cristianos.  Y  aunque  en  Antiochia  tanbien  los  cristia- 
nos se  holgasen  y  entretuuiesen  en  su  Daphne,  como 
tan  acomodado  para  rrecreagion ,  mayormente  en  la 
gente  vulgar,  que  sienpre  en  Antiochia  fue  libre  y  suel- 
ta hasta  perder  muchas  vezes  el  rrespecto  á  sus  pro- 
pios principes,  pero  como  en  diuersos  tienpos  se  halla- 
sen en  esta  gran  giudad  algunos  sanctos  y  exenplares 
varones  en  todo  genero  de  virtud,  rreprehendian  la  fre- 
quengia  deste  bosque  como  particular  lugar  de  vicios, 
creciendo  estos  con  la  doctrina  y  memoria  que  alli  se 
conseruaua  de  los  gentiles.  Finalmente,  este  Ninpheo 
de  Daphne,  ó  se  destruyó  por  los  cristianos,  ó  por  los 
árabes,  con  gelo  de  religión,  pues  en  tienpo  de  los  la- 
tinos no  se  halló  que  lo  uviese  ya,  aviendose  con  ello 
acabado  la  muy  larga  y  porfiada  conpetengia  que  en 
Antiochia  tuuieron  los  cristianos  que  profesauan  mas 
obseruangia  y  sanctidad,  con  los  gentiles,  sobre  la  ex- 
tirpación y  defensa  del.  Y  esto  llegó  á  términos  que 
después  de  muchas  sediciones  y  tumultos  populares, 
hallándose  el  Enperador  Julliano  en  Antiochia  se  que- 
mó de  un  terrible  ingendio  el  admirable  tenplo  de  Apo- 
lo, á  quien  particularmente  estaua  dedicado  el  dicho 
bosque,  dandolc[s]  aquel  inpio  principe  la  culpa  de  este 
exgeso  á  los  cristianos,  si  tal  culpa  se  puede  llamar  el 
zelo  de  aquellos  fíeles,  los  quales  eran  tantos  y  tan  po- 
derosos en  esta  giudad,  que  no  se  atreuio  el  Enpera- 
dor, aunque  del  todo  declarado  enemigo  suyo,  á  hazer 
otro  mayor  castigo  que  mandarles  por  algún  tienpo 
cerrar  su  principal  iglesia.  Demás  de  la  grandeza  de 
los  soberuios  muros  de  Antiochia,  nos  señala  bien  su 
verdadero  sitio  el  rio  Orontes,  con  la  mucha  abundan- 
cia que  en  él  ay  de  grandes  y  hermosas  anguillas. 


.V 


—  2^6  — 


CAPÍTULO  VI 


La  ciudad  de  Orfa. — La  de -Amida  ó  Caramit.— Las  de  Harran, 
Nísibe  y  Atra. — Ruinas  de  Seleucia.— La  navegación  por  el 
Tigris. 

Boluiendo  al  Euphrates,  que  llegando  á  Birtha  diui- 
dea  Mesopotamia  de  Suria  la  inferior  (i),  es  termino 
por  esta  giudad  y  parte  igualmente  el  camino  que  ay 
desde  Orpha  á  Alepo,  poniéndose  tres  jornadas  de  ca- 
rauana  de  Alepo  á  Birtha,  y  tres  de  aquí  á  Orpha.  Fue 
esta  9iudad  la  muy  nonbrada  Edessa,  muy  conocida 
en  estos  días,  ansí  por  ser  agora  giudad  populosa  y 
grande,  como  por  la  memoria  que  en  ella  se  a  conser- 
uado  del  patriarcha  Abrahan,  aunque  natural  de  Ca- 
rram,  con  un  grande  y  hermoso  tenplo  que  en  estos 
dias  es  poseído  de  los  turcos,  aunque  igualmente  vene- 
rado de  ellos  y  de  los  mesmos  cristianos.  Guardase  mas 
particular  rrespeto  á  este  tenplg,  demás  de  la  venera- 
ción de  tan  sancto  padre,  por  un  famoso  baño  que  en 
él  ay,  en  que  todos  los  cristianos  y  mahometanos  de 
Asia  tienen  ta'"'.'\  fe  y  deuogion  que  se  persuaden  á  que 
bañándose  i  él  cobran  salud  de  todas  enfermedades. 
El  agua  de  3te  baño  nage  fuera  de  la  giudad,  aunque 
muy  gerca  de  la  muralla,  de  un  alto  collado,  saliendo 
luego  un  muy  grueso  golpe  della  que  por  una  rred  de 
hierro  que  está  en  el  muro  entra  en  el  dicho  templo, 
adonde  en  un  grande  estanque  se  recoge  y  de  allí  se  di- 
uide  en  diuersos  rrepartimientos  de  la  mezquita,  fuentes 
de  la  giudad,  y  lo  demás  para  (2)  benefígiar  las  huertas. 


(1)    superior. 
(a)    regar  las. 


-  247  — 

molinos  y  resto  de  la  canpaña.  En  el  estanque  ay  infi- 
nita cantidad  de  peges,  tenidos  tanbien  en  grande  esti- 
ma, sin  auer  quien  se  atreua  á  hazerles  mal^  ni  tocar  á 
alguno  dellos,  porque  creen  todos  que  les  vendría  lue- 
go por  ello  algún  gran  castigo  y  calamidad  notable.  Y 
ansi  están,  tan  mansos  y  siguros  que  llegan  á  tomar  el 
pan  de  las  manos  de  los  peregrinos  y  de  los  demás  que 
alli  van  á  bañarse,  contando  sobre  esto  el  vulgo  nota- 
bles fábulas.  El  agua  es  muy  excelente  pan  beuer,  muy 
fria  de  verano  y  tenplada  de  inuierno,  como  suelen  ser 
todas  las  que  están  en  sus  fuentes  ó  muy  ^erca  dellas, 
y  esta,  por  su  bondad,  cría  toda  la  fruta  de  las  mu- 
chas huertas  y  jardines,  de  admirable  gusto.  La  giudad 
será  de  la  población  de  Jaén  en  España,  ó  el  Águila  en 
el  reino  de  Ñapóles,  aunque  no  tan  populosa,  mas  por  el 
grande  anbito  de  sus  muros  ay  mucha  parte  vazia  y  sin 
casas,  siruiendose  los  moradores  dello  para  sus  semen- 
teras, de  manera  que  quando  se  hallasen  sitiados  de 
enemigos  no  les  podian  quitar  esta  comodidad^  como 
se  vio  el  año  de  1600  quando  Morat  Baxa  tuuo  sitiado 
en  ella  á  Carayas  Dechi,  que  es  lo  mesmo  que  escriua- 
no  moreno  ó  negro,  capitán  de  los  rebeldes  del  Gran 
Turco  Mahamet,  adonde  se  defendió  y  sufrió  ocho  me- 
ses de  sitio.  La  muralla  de  Orpha  es  muy  fuerte,  de 
obra  romana,  si  no  es  de  mas  antigüedad,  y  labrada  de 
piedras  quadradas  de  a  doze  y  catorce  pies  de  largo  y 
de  ancho  y  grueso,  conforme  á  la  proporción  de  buena 
architectura,  teniendo  la  gente  que  alli  habita,  creido, 
viendo  la  grandeza  de  aquellas  piedras,  que  aquella 
muralla  fue  hecha  y  fabricada  por  gigantes.  Y  ansi  tie- 
nen entre  ellos  grandes  fábulas  y  cuentos  antiguos  de 
Nenbrot,  como  tradigion  muy  (i)  resgibida  y  diuulga- 
da  entre  todos  los  chaldeos  y  surianos.  Toma  esta  mu- 
ralla gran  parte  de  la  cuesta  de  una  montaña  á  que 


(i)    antigua  y» 


—  248  — 

está  ai  rimada  la  gíudad,  hasta  lo  mas  alto  delta,  y  la 
parte  que  de  la  dicha  montaña  queda  fuera  es  de  cuyo 
pie  nas<;e  la  abundante  y  saludable  fuente  que  como  se 
a  dicho  entra  en  la  mezquita  de  Abrahan,  y  adonde, 
desde  muchos  años  y  tienpo  antiguo,  está  una  ermita 
de  San  Jorge.  Y  aunque  los  moradores  de  esta  antigua 
Edessa  tienen  mucha  deuogion  con  esta  hermita,  es 
mucho  mayor  la  veneración  que  todos  tienen,  de  tien- 
po inmemorial,  á  otra,  media  legua  lexos  de  la<;iudad, 
de  la  aduocagion  de  Sancto  Tomas  apóstol,  adonde 
muy  de  ordinario  acuden  á  hazer  oración  los  cristianos 
armenios,  jacobitas,  ó  surianos,  y  maronitas,  de  que 
por  la  mayor  parte  esta  ^iudad  está  poblada.  No  se 
halia  ninguna  otra  (i)  en  todo  este  Oriente  adonde 
tanto  reconocimiento  y  veneración  se  aya  tenido  hasta 
agora  al  nonbre  cristiano  como  en  esta,  porque  aunque 
Antiochia  y  Alexandria,  como  tanto  mas  populosas, 
antiguamente  tuuieron  mayor  número  de  fieles,  pero 
con  mas  mixtura  de  paganos,  y  comunmente  lamuche- 
dunbre  del  pueblo  de  una  y  otra,  en  todo  estremo  des- 
uergongada  y  sediciosa. 

Caminando  desde  Edesa  á  Lesnordeste  ó  griego 
Levante,  se  llega  en  seis  jornadas  á  la  (iudad  de  Ami- 
da, llamada  agora  de  los  turcos  Caramit,  famosa  por  el 
largo  sitio  que  sobre  ella  tuuo,  en  tienpo  del  enperador 
Constancio,  Sapor,.rey  de  Persia.  Y  aunque  auiendose 
entonges  perdido,  pero  con  admirable  valor  y  costan- 
Cia  de  sus  defensores,  quedase  arruinada,  luego,  como 
plaga  tan  inportante  ,  después  de  auerse  algunos  años 
adelante  perdido  Nisibe,  se  boluio  á  rreparar  y  poblar 
con  mucho  cuydado,  mayormente  por  la  graseza  y  fer- 
tilidad de  su  territorio,  que  demás  de  la  mucha  abun- 
dancia que  en  él  ay  de  todos  los  frutos  necesarios  para 
la  vida  humana,  produze  los  mayores  y  mejores  melo- 

(i)    giudad. 


—  249  — 

nes  del  mundo.  La  muralla  de  esta  ^iudad,  aunque  no 
boja  tanto  suelo,  ni  tiene  aquella  antigüedad  que  la  de 
Orpha,  pero  está  mas  entera,  y  ansi  su  mesma  pobla- 
ción tanbien  es  mas  populosa  y  de  mayor  frequen^ia 
de  vezinos,  como  asiento  y  corte  de  los  Baxas  ó  gover- 
nadores  de  Diarbec,  que  es  la  antigua  prouin;ia  de  Me- 
sopotamia.  Y  porque  las  piedras  de  esta  muralla,  que 
son  poco  menores  que  las  de  Orpha,  parecen  negras, 
ó  por  antigüedad,  ó  propiedad  suya,  la  llaman  los  tur- 
cos Carahamit,  que  quiere  dezir  en  turquesco  Amida 
la  negra.  La  puerta  de  esta  giudad  por  donde  se  entra 
en  ella  cuando  se  viene  de  Orpha,  ansi  turcos ,  arme- 
nios y  surianos  la  llaman  Rumi  Capir,  que  es  lo  mes- 
mo  que  puerta  de  los  romanos,  por  entrarse  por  ella 
quando  se  uenia  de  Antiochia  de  Suria,  adonde  era  la 
corte  de  los  presides  y  governadores  del  Oriente,  como 
ya  se  a  dicho.  Dentro  de  esta  puerta  y  junto  á  ella  ay 
una  iglesia  cqn  la  aduocacion  de  Nuestra  Señora,  que 
es  adonde,  como  parrochia  suya,  los  armenios  celebran 
sus  officios  diuinos,  auiendo,  sin  las  muchas  mezqui- 
tas de  turcos  y  árabes,  otras  iglesias  de  jacobitas  su- 
rianos. Las  casas  son  de  muy  gentil  fabrica  de  piedra 
quadrada,  con  los  techos  de  algunas  cubiertos  de  plo- 
mo, por  donde  se  echa  de  ver  auer  sido  los  tales  del 
tienpo  de  los  róndanos,  posteriores  después  de  auerse 
transferido  el  Imperio  (i)  á  Constantinopla.  Y  aunque 
quando  á  esta  (iudad  ganó  Sapor  se  sabe  que  quedó 
desmantelada,  no  atreuíendose  á  sustentarla,  ay  duda 
si  los  muros  que  agora  parecen  fueron  aquellos  mes- 
mos  que  ella  tenia  quando  se  perdió^  ó  que  solas  las 
casas  fuesen  las  derribadas  y  quemadas  quando  algún 
tienpo  después  el  enperador  Constancio  pasó  por  ella 
á  hazer  guerra  en  la  frontera  de  Persia.  Porque  de  los 
persas^  ni  con  minas  ni  otros  artiti^ios  de  expugnar 

(i)   romano* 


—  25o  — 

gíudades,  como  entonces  se  vsaua,  fueron  derribadas 
sus  murallas,  auiendose  ganado  la  giudad  con  una  (i) 
grande  montaña  de  tierra  que  leuantaron  junto  al  foso, 
y  entonces  tanpoco  se  perdiera  si  un  muy  alto  caualle- 
ro  que  los  defensores  lanbien  leuantaron  sobre  la  mu- 
ralla, con  el  mucho  peso  de  las  machinas  y  soldados 
que  estauan  encima  no  cayera  en  la  furia  del  conbate 
y  hinchiendo  con  su  ruina  el  foso  y  el  demás  espacio 
que  auia  entre  lo  alto  de  la  montaña  ó  baluarte  y  los 
muros,  no  hiziera  puente  y  paso  llano  á  los  enemigos. 
Por  la  parte  que  se  viene  de  Orpha  está  Carami,  en  si- 
tio muy  llano,  pero  á  la  contraria  ay  un  gran  derrun- 
badero  y  pregipi^io  muy  hondo  por  donde  corre  el  rio 
Tigris,  la  qual  dispusiQÍon  y  asiento  es  muy  semejante 
al  que  tiene  la  giudad  de  Toro  en  España,  entrando  en 
ella  los  que  vienen  de  Valladolid  por  muy  llano  y  apa- 
zible  camino,  corriendo  el  rio  Duero  por  la  parte  con- 
traria, aunque  sin  valle  y  por  tierra  llana,  en  una  pro- 
funda y  grandissima  hondura. 

Viniendo  de  Orpha  á  Caramit,  casi  á  la  mitad  del 
camino,  lexos  tres  ó  quatro  leguas  del  y  á  la  mano  de- 
recha,  esta  la  antigua  giudad  de  Carras,  tan  conocida, 
ansi  por  la  Sagrada  Scriptura,  llamándola  tlarran, 
como  por  las  historias  romanas,  y  famosa  por  la  muer- 
te de  Marco  Crasso  y  miserable  rota  de  su  exergito. 
En  estos  dias  esta  rreduzida  á  una  pequeña  aldea  de 
gien  casas,  pero  de  fertilissimo  suelo  al  derredor  della, 
con  muchas  huertas  y  abundantes  tierras  para  senbrar 
trigo  y  geuada,  rregadas  con  algunas  fuentes  ó  peque- 
ños canales  de  agua  deriuados  de  los  collados  y  mon- 
tes más  vezinos.  En  la  canpaña  andan  sienpre  aduares 
de  árabes,  de  que  los  pocos  vezinos,  lo  mas  del  tienpo, 
son  molestados  y  rrobados,  por  cuya  causa  an  venido 
á  tanta  diminución,  auiendo  sido  esta  pobre  población 

(i)    muy  alta. 


—  25l  — 

antes  tan  grande  y  nonbrada  giudad.  Y  aunque  la  par- 
te de  Mesopotamia  que  le  cae  al  medio  dia  á  Carras  es 
de  tan  llanos^  estendídos  y  arenosos  canpos^  como  se 
conoge  bien  de  Plutarcho,  Dion  Cassio  y  Apiano  Aie- 
xandrino,  siendo  esta  la  príngipal  causa  de  auerse  per- 
dido alii  el  exergito  romano,  tanbien  se  colige  de  los 
dichos  autores  no  auer  estado  muy  lexos  esta  giudad 
de  donde  aquel  dia  pasó  la  batalla  con  los  parthos, 
pues  la  mesma  noche  llegó  el  auiso  al  capitán  del  pre- 
sidio que  auia  en  Carras,  del  mal  sugeso  que  con  ellos 
se  auia  tenido.  Y  ansimesmo  de  que  gerca  de  la  mes- 
ma giudad  auia  montes  y  tierra  áspera,  pues  Marco 
Craso  se  rretiro  á  uno  dellos,  de  donde  se  pudiera  de- 
fender y  saluarse  si  no  se  entregara  inprudentemente  á 
los  enemigos,  baxando  á  lo  llano,  adonde  le  mataron; 
en  aquella  sazón  tuuo  Caio  Cassio  mas  valor  y  mejor 
fortuna,  saluandose  por  los  mesmos  montes  hasta  lle- 
gar á  Suria,  con  las  rreliquías  del  exergito,  que  de$- 
pues  fueron  tan  inportantes  para  la  defensa  de  aquella 
prouingia.  Llaman  agora  á  este  pequeño  lugar  los  su- 
rianos, árabes  y  armenios,  Carran,  casi  sin  mudar 
nada  del  nonbre  que  la  giudad  antiguamente  tenia, 
conogida  patria  del  patriarcha  Abrahan. 

Quatro  dias  de  camino  de  Caramit,  al  viento  Les 
Sueste,  siroco  Leuante,  se  hallan  oy  los  vestigios,  sin 
alguna  duda,  de  la  fuerte  y  famosa  giudad  de  Nisibe, 
frontera  tantos  años  del  inperio  romano,  pero  con  su 
propio  nonbre,  un  lugar  grande,  aunque  abierto  y  sin 
muralla,  de  3oo  hasta  400  casas,  poblado  de  armenios 
y  nestoríanos,  y  á  quien  estas  naciones,  con  los  árabes 
y  turcos,  añadiendo  al  nonbre  antiguo  sola  una  con- 
sonante, llaman  Nisiben.  La  canpaña,  aunque  llana  y 
fertilissima,  es  molestada  perpetuamente  de  los  árabes, 
y  con  toda  esta  incomodidad  sus  moradores  tienen 
bastantemente  lo  necesario  para  biuir,  porque  demás 
del  mucho  trigo  y  geuada  con  que  abundantemente  la 


—  252  — 

fertilidad  (i)  de  los  canpos  le  corresponden,  coxen 
gran  cantidad  de  arroz  y  algodón  con  que  se  bastece 
mucha  parte  de  Mesopotamia  y  de  la  Armenia  vezma. 
Fertiliza  bastantemente  estos  canpos  de  Nisibe  un 
grande  y  perene  canal  de  agua  deriuado  del  río  Tigris, 
de  manera  que  si  los  árabes,  que  son  señores  de  la 
canpaña,  no  la  rrobaran,  como  lo  mas  del  tienpo  lo 
hazen,  pudiera  aquel  distrito  alimentar  el  pueblo  de 
qualquiera  gruesa  ^iudad.  Y  por  lo  que  de  la  antigüe- 
dad se  colige  pare<;e  que  luego  como  Nisibe  se  entrego 
á  los  persas  en  las  pazcs  que  el  enperador  Joviano  hizo 
con  ellos,  quedo  casi  yerma  y  vazia  de  sus  propios 
moradores,  viniendo  en  el  discurso  de  no  muchos  años 
á  tanta  diminución  que  casi  no  se  halla  memoria  della, 
porque  como  los  que  la  habitauan  en  aquella  entrega 
que  se  hizo  á  sus  perpetuos  enemigos,  por  la  mayor 
parte  fuesen  griegos  y  que  con  tanta  constancia  auian 
guardado  por  casi  quinientos  años,  la  amistad  de  los 
romanos,  y  forzosamente  desanparasen  su  (iudad,  los 
persas  solo  se  siruieron  della  por  presidio  y  frontera 
del  fuerte  de  Darás,  á  quien  los  romanos  y  griegos  for- 
tificaron con  gruesa  guarnigíon  de  gente  de  guerra 
contra  la  mesma  Nisibe  que  auian  ya  perdido,  rresul- 
tando  de  aquí  la  primera  declinación  de  su  inperio.  A 
Les  Nordeste  de  Caramit,  dos  jornadas,  se  halla  oy  la 
ciudad  de  Merdim,  que  fue  la  antigua  Maytinopolis, 
con  su  fertilissima  canpaña  abundante  de  mucha  fruta 
y  toda  suerte  de  mantenimientos. 

Aunque  el  rio  Tigris  no  corre  más  apartado  de  Ni- 
sibe al  Septentrión  de  un  dia  de  camino  de  un  honbre 
a  cauallo,  por  la  parte  de  Leuante  se  pasa  quatro  jor- 
nadas mas  lexos,  siendo  toda  esta  distancia  de  canpos 
muy  yermos,  adonde  no  se  hallan  sino  algunos  adua- 
res de  árabes.  Casi  á  la  mitad  de  este  camino,  en  un 

(i)   graudad. 


-  a53  - 

alto  collado,  estuuo  anliguamente  el  (i)  fuerte  y  bien 
defendido  lugar  de  Atra,  que  ansí  por  la  fortaleza  de 
su  sitio,  como  por  el  valor  de  sus  defensores,  tanta 
rresistengia  hizo  á  los  exerqitos  vencedores  de  Trajano 
y  Septimio  Seuero,  aunque  agora  no  se  a  podido  tener 
noticia  de  las  rreliquias  y  vestigios  suyos.  Caminando 
desde  Atra  derechamente  al  Oriente  se  llega  á  aquella 
parte  de  la  rribera  del  Tigris  por  donde  le  pasó  el 
exergito  romano  viniéndose  rretirando  de  la  infelífe 
entrada  que  el  cnperador  JuUiano  auia  enprendido  con- 
tra los  persas,  no  auiendo  rresultado  cosa  mas  famosa 
en  ella  que  su  desastrada  muerte,  y  después  la  pérdida 
de  Nisibe,  entregada  á  los  persas  por  Jouiano  que  le 
sucedió  en  el  inperio.  Viniendo  ya  aqui  el  Tigris  con 
su  curso,  á  Mediodía,  pocas  leguas  más  abaxo  llega  á 
las  rruinas  de  la  grande  y  antichissima  (iudad  de  Ni- 
nibe,  cabega  de  la  monarchia  de  los  assirios,  de  que 
tanta  mención  y  en  tantas  partes  haze  la  diuina  Scrip- 
tura,  demás  de  en  los  libros  de  Joñas  y  Tobías^  mas 
particularmente  de  su  euersion  y  rruina  en  los  profec- 
ías Jeremías,  Sophonias  y  Nahun.  Menos  de  una  legua 
de  estas  rruinas,  que  visiblemente  se  veen  y  conocen 
agora  en  la  mesma  rribera  oriental  del  Tigris,  ay  en 
este  tienpo  una  rrazonable  giudad  nonbrada  Mosul, 
poblada  de  cristianos  jacobitas  y  nestoríanos  con  algu- 
nos turcos  y  árabes,  de  mas  de  dos  mil  casas,  con  bue- 
na y  fértil  (2)  comarca  de  muchas  huertas  y  canpos  en 
que  se  coge  gran  cantidad  de  fruta,  trigo,  arroz  y  al- 
godón, como  en  los  de  Nisibe,  sigun  se  a  dicho.  Solia 
esta  ciudad  estar  á  orden  del  Baxá  de  Bagadad,  y  de 
pocos  años  á  esta  parte  tiene  governador  y  Baxá  de  por 
si,  con  la  demás  tierra  y  lugares  que  llegan  hasta  las 
montañas  del  Curdistan  y  confines  de  Media. 


(i)    lafortaicj^a, 
(2)    territorio. 


—  354  — 

Desde  Mosul,  corriendo  el  Tigris  al  Mediodía,  dos 
dias  de  camino,  por  la  corriente  del  rrio  se  veen  en  su 
rribera  oriental  unas  grandes  rruinas  y  vestigios  de 
auer  auido  alli  alguna  (iudad  grande  y  populosa,  sigun 
el  mucho  sitio  que  las  tales  rruinas  ocupan,  que  por 
ser  en  tal  parte  no  solo  se  podría  dudar,  pero  afirmar 
auer  sido  de  la  giudad  de  Seleugia,  fundación  de  Seleu- 
co,  capitán  de  Alexandro  Magno,  y  en  quien  vino  á 
caer  después  de  su  muerte  la  mayor  parte  de  la  mo- 
narchia  de  Asia.  Tuvo  esta  ciudad,  aunque  de  las  más 
insignes  y  poderosas  de  todo  el  Oriente,  y  cabeqa 
del  inperio  de  los  parthos,  breuisimo  periodo,  pues 
fueron  pocos  mas  de  trezientos  años  los  que  permane- 
ció desde  su  principio  hasta  su  euersion  por  Auidio 
Cassio,  legado  y  capitán' general  del  enperador  Luqio 
Vero.  Después  de  la  qual  no  se  halla  memoria  della  en 
las  historias  romanas,  quedando  desde  entonces  del 
todo  asolada  y  desmantelada,  de  manera  que  quando 
el  exer^ito  de  JuUiano  pasó  el  Tigris  y  entro  en  la  Su- 
siana,  no  haze  Amiano  Marcelino  mención  della,  sino 
de  un  gran  bosque  y  parque  que  cerca  de  aquel  sitio 
auia;  está  Seleucia,  sigun  Strabon,  menos  de  diez  le- 
guas de  Babilonia. 

Nace  el  rio  Tigris,  pues  viene  bien  en  este  lugar  tra- 
tar de  su  origen,  en  la  parte  mas  austral  de  Armenia 
la  mayor,  cerca  de  los  montes  que  la  diuiden  de  Meso- 
potamia,  y  no  lexos  del  meridiano  de  Orpha,  pues 
quando  este  rio  llega  á  Caramit  es  ya  grande  y  naue- 
gable.  Corre  grande  espacio  á  Leste  y  Les  Sueste,  y 
luego  pasando  de  Caramit  tuerce  su  corriente  á  Sueste, 
hasta  que  dexando  después  al  Mediodia,  dos  pequeñas 
jornadas  de  carauana,  á  la  qiuáaid  de  Nisibe,  conti- 
nuando el  mesmo  curso  buelue  al  Mediodia,  por  la 
parte  que  le  pasó  el  exercito  de  Julliano  quando,  sigun 
ya  se  a  dicho,  Jouiano,que  le  sucedió  en  el  inperio,  en 
las  pazes  con  los  persas,  porque  le  diesen  paso  síguro 


—  255  — 

por  el  mesmo  rrío,  les  entrego  vergonzosamente  la  ;iu- 
dad  de  Nisibe.  Desde  Caramit  corre  el  Tigris  inpetuo- 
sa  y  arrebatadamente,  y  ansi  no  puede  nauegarse  en 
barcas,  aunque  sean  chatas  y  grandes,  por  lo  qual  los 
mercaderes  que  de  Armenia  y  otras  partes  de  Diarbec, 
particularmente  de  Caramit,  lleuan  sus  mercadurias  á 
Mosul  y  á  Bagadad,  se  enbarcan  en  grandes  balsas  de 
muchos  odres  hinchados  y  ligados  fuertemente  unos 
con  otros,  sobre  que  van  ellos  y  sus  cargas  nauegando 
con  tanta  presteza  y  velocidad  que  turba  la  vista  á  los 
que  van  sobre  ellas.  Y  muchas  vezes  es  tan  grande  el 
inpetu  y  furia  del  rio,  que  trastorna  y  anega  las  dichas 
balsas,  con  pérdida  de  honbres  y  mercadurias,  aunque 
los  barqueros  sean  praticos  en  aquel  genero  de  nauc- 
gagíon.  A  la  buelta  desde  Bagadad,  ó  iMosul,  por  no 
poderse  nauegar  el  Tigris  contra  su  corriente,  los  mer- 
caderes, ó  venden  los  odres  de  que  auian  ido  conpues- 
tas las  balsas,  ó  conprando  jumentos  en  aquellas  ciu- 
dades, los  bueluen  vazios  con  otras  mercangias,  gas- 
tando muchos  dias  en  el  camino,  auiendo  venido  en 
muy  breue  tienpo.  De  esta  forma  de  nauegar  por  el 
Tigris  haze  mención  Strabon,  insigne  geographo,  aun- 
que con  alguna  diferencia  en  la  forma  de  las  dichas 
balsas,  diziendo  que  eran  barcas  de  palos  delgados  fo- 
rradas con  cueros  (i);  pero  conforme  á  lo  que  se  a  di- 
cho de  boluer  los  odres  sobre  los  jumentos  por  tierra 
desde  Babilonia,  que  en  aquel  tienpo  aun  gran  parte  de 
aquella  gran  ciudad  estaua  poblada;  lo  rrestante  del 
curso  del  Tigris  se  dirá  adelante  quando  descriuiendo 
al  Euphrates  llegaren  á  estar  mas  vezinos  estos  dos  fa- 
mosos rrios,  eternos  testigos  de  la  constancia  y  admi- 
rable valor  de  la  república  y  monarchia  romana. 

Desde  Birta  corre  el  Euphrates  al  Su  Sueste  ó  Siroco 
Mediodia,  y  después  al  Oriente  hiemal  ó  Les  Sueste, 

(i)    pero  podría  ser  yerro  de  la  versión  de  griego  en  latin  en 
que  yo  lo  e  leydo. 


—  256  — 

siendo  ya  término  y  limite,  aqui,  de  Arabia  la  desierta 
y  Mesopotamia.  Y  porque  ansí  por  este  rrio,  como  por 
anbas  rriberas  suyas,  continuaron  tantas  vezes  los  exer- 
gitos  romanos  sus  jornadas  y  enpresas  contra  los  per- 
sas y  parthos,  y  fue  por  este  viage  por  donde  mayores 
daños  recibieron,  se  hará  mas  larga  rrelag ion  del  Eu- 
pharates  que  se  a  hecho  hasta  agora. 


CAPÍTULO   VII 


Camino  que  llevaban  ios  romanos  en  sus  expediciones  contra  los 
persas.— La  ciudad  de  Tebe. — Palmira  y  sus  ruinas. — Los  ára- 
bes del  Eufrates.— Arabia  y  sus  regiunes.— £1  antiguo  reino  de 
Emat  y  su  capital  Rebiata. 

Por  tres  partes  auia  camino  para  entrar  á  hazer  gue- 
rra á  las  parthos,  y  después  á  los  persas,  aunque  sien* 
pre  fueron  unos  mesmos  enemigos,  de  las  quales  la 
una  fue  por  Armenia  la  mayor,  y  la  otra  por  Mesopo- 
tamia. La  primera  se  tuuo  por  mas  sígura,  auiendo  en 
ella  tierra  mas  poblada  y  abundante  de  mantenimien- 
tos para  alimentarse  los  exer^itos,  y  tanbien  por  auer 
montes  y  tierra  áspera  adonde  la  infantería,  que  fue 
sienpre  la  principal  fuerca  de  los  romanos,  preualesgia 
contra  la  caualleria  enemiga.  La  de  Mesopotamia  con 
rrazon  se  condenó  y  tuuo  por  dañosa  por  faltar  lo  que 
de  Armenia  se  a  dicho,  como  en  rregion  llana  y  por  la 
mayor  parte  desierta,  principalmente  teniendo  tan  bi- 
uos  en  la  memoria  de  todos  los  miserables  sucesos  de 
Marco  Crasso  y  del  enperador  Valeriano,  que  quisie- 
ron infaustamente  lleuar  este  viage.  Pero  aunque  por 
'  Armenia  se  hallaua  la  dicha  comodidad,  ñafian  de  ca- 


—  aSy  — 

minarse  por  alli  otras  dificultades  grandes,  porque  de- 
mas  de  ser  mucho  espacio  de  tierra  el  que  se  auia  de 
pasar  para  entrar  en  la  Media,  y  ser  inposible  Ueuarse 
vituallas  que  bastasen  á  tanto  número  de  gente,  siendo 
entonces  costunbre  de  los  persas  en  la  guerra  desman- 
telar la  tierra,  como  lo  hazen  agora  quando  por  ella  le 
entran  enemigos^  la  mesma  inposibilidad  ó  mayor  se 
les  offregia  en  conduzir  tantas  machinas  militares  como 
las  legiones  romanas  Ueuauan  en  sus  expediciones,  lo 
qual  (i)  fue  causa  de  que  surtiese  vana  en  Media  La  de 
Marco  Antonio.  Y  ansi  por  ser  los  tales  inpedimentos 
tan  arduos  y  dificultosos,  y  hazerse  sienpre  la  masa  de 
los  exer^itos,  por  los  enperadores  ó  sus  legados,  en 
Suria,  tan  cerca  del  Euphrates,  les  pareció  ser  mas  si- 
guro  y  conmodo  el  viage  tercero,  que  se  enprendiese 
gerca  de  las  rriberas  de  este  rio  y  por  su  mesmo  lecho 
con  grandes  armadas  de  ñau  ios  menores.  Pues  con 
esto  fa^ilitauan  el  camino,  ansi  por  ser  mucho  mas 
breue  para  llegar  á  las  mayores  y  mas  opulentas  ciu- 
dades de  los  enemigos,  como  por  la  cantidad  mu- 
cha (2)  de  mantenimientos,  conmodidad  de  conduzir 
las  machinas  y  todo  el  mas  inpedímento  de  qualquiera 
grande  exer^ito  que  en  las  dichas  armadas  podian  Ue- 
uarse. T  ansi,  Trajano,  que  fue  el  primero  que  con  la 
potencia  y  fuercas  del  inperio  de  veras  hizo  guerra  á 
los  parthos,  lleuo  lo  mas  de  su  exercito  por  el  Euphra- 
tes. Lo  mesmo  hizieron  adelante  en  la  prosecución  de 
muchos  años,  Auidio  Cassio,  legado  de  Lucio  Vero; 
Septimio  Seuero,  Alexandro  Seuero^  Gordiano,  Obde- 
nato  Palmireno,  Caro,  y  Julliano.  Y  aunque  sea  ansi 
que  estas  jornadas  fuesen  mas  siguras  y  ciertas  por  el 
camino  del  rio,  como  Babilonia,  Ctesiphonte  y  Seleucia, 
que  por  la  rreputacion  y  rriquezas  que  se  adquirían 


(i)    con  tanto  daño  suyo  lo  experimentó. 
(a)    abundancia. 


17 


—  258  — 

saqueándose  tan  grandes  giudades,  eran  principal  cau- 
sa de  que  la  guerra  se  hiziese  por  la  parte  preferida,  y 
estuuiesen  ya  por  la  mayor  parte  asoladas,  la  que  á  los 
percas  se  le  mouio  en  tienpo  del  enperador  Diocleoqia- 
no  fue  por  Armenia  y  por  los  confines  septentrionales 
de  Mesopolamia.  Y  ansi,  aunque  Maximino  Galerio  (i), 
César  y  conpañero  en  el  inperio  del  dicho  enperador  y 
nonbrado  sugesor  suyo,  fuese  vencido  en  la  batalla  de 
los  persas,  después,  auiendoles  dado  una  memorable 
rrota  y  preso  en  ella  las  mugeres  y  hijos  de  su  rey  Nar- 
seo,  alargó  mas  que  nunca  lo  auia  estado  el  inperio  ro- 
mano, con  las  ginco  prouingias  transtigritanas ,  que 
fueron  gran  parte  de  la  Asiría  y  Media.  Constancio, 
hijo  del  gran  Constantino,  continuó  después  la  guerra 
por  xMesopotamia ,  auiendole  ganado  Sapor,  rey  de 
Persia,  la  parte  mas  oriental  della,  cercana  al  rio  Ti- 
gris, en  las  discordias  y  guerras  giuiles  que  el  dicho 
Constancio  tuuo  con  sus  erm^nos,  de  las  quales  aun- 
que salió  vencedor,  en  la  del  Oriente  sienpre  tuuo  con 
los  persas  mala  fortuna,  mayormente  junto  á  Singara, 
adonde  perdió  gran  parte  de  su  exerqito.  Finalmente, 
en  esta  edad  propinqua  á  la  declinación  del  inperio  se 
auia  ya  dexado  el  viage  por  el  Euphrates  y  confines  de 
Arabia,  desoladas  ya  aquellas  grandes  ciudades  por  la 
causa  que  se  a  dicho,  y  el  auello  enprendido  Julliano, 
sigun  por  lo  que  después  hizo,  pareció  fue  con  inten- 
ción y  fin  de  penetrar  en  lo  mas  interior  de  la  Persia  y 
en  lo  que  estaua  intacto  y  por  saquear  de  las  guerras 
pasadas.  Y  ansi  (2),  temerariamente,  quemando  el  ar- 
mada en  que  auia  llegado  hasta  Ctesiphonte^  se  metió 
muy  adentro  de  las  prouincias»de  Sitacena  y  Susiana, 
adonde  le  mataron  en  aquel  sangriento  rrecuentro  con 
los  persas,  siguiéndose  después  el  peligro  y  retirada 


(i)    legado. 
(2)    aunque. 


—  259  — 

de  su  exerQÍto^  de  que  rresulto  la  pérdida  de  Nisibe  con 
lo  que  al  Oriente  del  Tigris  se  auia  ganado  en  tienpo  de 
Diocle^iano  (i). 

Corriendo,  como  ya  se  a  dicho,  el  Euphrates  á  Les 
Sueste,  y  Ueuando  á  Mesopotamia  a  la  mano  izquierda, 
y  el  desierto  de  Arabia  á  la  derecha,  una  jornada  (2) 
lexos  del  rio,  en  el  mesmo  desierto,  camino  de  Álepo 
á  Bagadad,  ay  un  lugar  de  poco  mas  de  gien  casas,  lla- 
mado Thebe(Tibe  le  llama  ^i^eron.  Epist.  i,  1.  i5),  el 
qual  es  poblado  de  árabes,  por  la  comodidad  que  alli 
tienen  con  el  paso  de  las  carauanas  que  de  ordinario 
van  y  vienen  de  estas  dos  ciudades.  Y  aunque  la  gente 
deste  (3)  lugar  es  pobre,  como  generalmente  son  todos 
los  de  su  nación,  y  el  sitio  mal  sano,  tiene  un  particu- 
lar don  de  naturaleza  en  criar,  aunque  entre  tan  poco 
número,  las  mugeres,  por  la  mayor  parte,  notablemen- 
te hermosas,  de  manera  que  en  aquel  su  hábito  squa- 
lido  pobre  y  tan  abominable  y  feo,  no  acaban  de  enca- 
recer los  mercaderes  de  Europa  y  otros  pasageros  que 
muchas  vezes  pasan  por  aquel  lugar,  quan  gentiles  y 
hermosas  sean  estas  árabes,  sino  fuese,  como  lo  mas 
9¡erto  podría  ser,  alguna  falsa  persuasión  vulgar  en  que 
muchas  vezes  caen  los  honbres  que  no  tienen  ^ierta  ni 
verdadera  ele^ion,  mayormente  que  ansimesmo  afír- 
man  ser  los  honbres  sumamente  rrusticos  (4),  feos  y  de 
malissimo  color^  aunque  ansí  ellos  como  ellas  muy 
hospedadores  y  humanos  con  los  peregrinos.  Tienese 
aqui  por  tradición  inmemorial  ser  este  pequeño  y  po- 
bre lugar  tan  antiguo,  que  por  la  cuenta  que  sus  mo- 


( I )  La  Susiana,  per  no  dexalla  en  silencio  ya  que  se  liego  á  este 
iugar,  cae  al  Oriente  de  la  prouincia  de  Babilonia^  que  es  la  par- 
te  mas  austral  de  Assiria. 

(a)    quatro  jornadas. 

(3)  jM>6re. 

(4)  y  de  gran  fealdad. 


—  26o  — 

rádores  hazen,  en  que  todos  los  árabes  son  muy  pun- 
tuales,  que  afírman  tenerlas  de  mas  de  quatro  mil  años, 
y  á  la  verdad,  ansí  los  que  moran  los  lugares  poblados 
de  Arabia,  como  los  que  por  sus  desiertos  biuen  en 
aduares,  son  tenidos  entre  sí  por  los  primeros  y  mas 
antiguos  pobladores  del  mundo.  Una  jornada  pequeña 
de  Thebe,  á  quien  (Jiqeron  llama  Thibe,  y  á  vista  del 
mesmo  camino  que  se  lleua  á  Bagadad,  ay  agora  gran 
parte  de  una  muralla  de  piedra  quadrada,  con  sus  to- 
rres^ y  en  los  frontispicios  de  las  puertas  grauadas  al- 
gunas inscripciones  en  lengua  griega,  dando  con  esto 
muestras  ciertas  de  auer  auido  alli  alguna  grande  y  no- 
table ciudad.  Y  no  pudiéndose  valer  en  casos  semejan- 
tes sino  de  congeturas,  por  no  tenerse  certeza  de  lo  que 
las  tales  inscripciones  dizen,  conforme  al  sitio  se  po- 
dría presumir  auer  sido  esta  la  ciudad  de  Palmira,  fa- 
mosa por  la  memoria  de  Zenobia  y  Obdenato  su  mari- 
do, y  particularmente  por  la  gran  resistencia  que  en 
su  expugnación  halló  el  emperador  Aureliano.  Y  no 
parezca  rrepugnar  las  letras  griegas  á  que  fuese  esta 
Palmira,  juzgando  algunos  que  por  ser  habitada  de 
árabes  no  podrian  tener  conocimiento  ni  pulicia  para 
vsar  las  dichas  letras^  pues  fue  sicnpre  esta  ciudad, 
aunque  en  el  desierto,  muy  frequentada  desde  muchos 
siglos  antes  de  la  transmigración  de  Babilonia,  auien- 
dola  fundado  Salomón^  como  se  colige  del  III  de  los 
Reyes  y  II  del  ParalipomenoTiy  en  el  desierto,  Arabia, 
ó  soledad,  que  todo  significa  una  mesma  cosa.  Y  todos 
los  árabes  confinantes  con  Suria,  Mesopotamia  y  Ae- 
gipto  tuuieron  antiguamente  costunbres  mas  vrbanos 
y  puliticos  que  en  este  tienpo,  habitando  ciudades  mu- 
radas, como  fueron  aquellos  amonitas,  moabitas  y  idu- 
meos  tan  vezinos  á  la  tierra  de  promisión  ó  Palestina. 
Los  griegos  sucesores  de  Alexandro,  cuyo  inperio  per- 
maneció en  Suria  tantos  años,  no  pudieron  dexar  de 
tener  en  Palmira  mucho  comercio,  frequencia  y  habi- 


—  201    — 

tagíon,  lo  qual  pareció  adelante,  hallándose  en  las  his- 
torias romanas  á  Palmira  giudad  tan  noble,  que  Ob- 
denato,  señor  della,  como  soldado  del  inperio,  no  solo 
hizo  rresisten^ia  á  Sapor,  rey  de  Persia,  con  las  rreli- 
quias  del  exergito  del  enperador  Valeriano^  á  quien  su- 
cedió en  el  inperio  de  Oriente,  pero  venciéndole  en  una 
gran  batalla  lo  ahuyentó  hasta  Ctesiphonte.  Mas  clara- 
mente se  conosgio  después  de  la  rrebelion  de  Zenobia^ 
muger  de  Obdenato,  que  auiendo  entrado  por  Suria 
la  superior  y  arruinado  esta  prouingia  con  ayuda  de 
Zaba,  otra  valerosa  muger  señora  de  los  árabes  troglo- 
ditas, obligó  á  Aureliano  á  pasar  en  Asia  contra  ella  y 
auíendola  vencido  junto  á  Emesa  de  Phenigia,  aunque 
en  ardua  y  dudosa  batalla,  la  sitio  en  Palmira,  adon- 
de obstinadamente  se  defendió  mucho  tienpo.  Dos  co- 
sas dize  notables  Flauio  Vopisco  de  este  sitio:  la  una, 
que  tenían  los  defensores  de  la  ciudad  tantas  machinas 
murales  y  de  tanto  artifígio  en  defensa  suya,  que  no 
solo  tirauan  las  grandes  piedras  y  gruesas  saetas  que 
conforme  al  vso  de  la  miligia  griega  y  romana  hasta 
entonces  estaua  en  costunbre^  pero  lo  que  deue  admi- 
rar mas,  lancauan  con  ellas  en  el  real  de  los  romanos 
fuego  artificial  para  quemalle,  cosa  que  en  esta  forma 
hasta  entonces  casi  no  hallamos  averio  vsado  otra  na- 
ción alguna.  Lo  segundo  que  Vopisco  escriue  es  auer 
tenido  Zenobia  en  esta  guerra  en  ayuda  suya  los  ble- 
mios,  encareciendo  su  valor^  aunque  sin  dezir  qué  ge- 
nero de  soldados,  ni  de  que  nación  fuesen.  Y  aunque 
se  puede  sospechar  que  fuesen  árabes,  sigun  con  quien 
militauan  y  adonde  la  guerra  se  hazia  y  la  parte  en 
que  Strabon  los  pone,  por  auer  solo  Heliodoro  con 
Vopisco  hecho  mención  del  valor  dellos,  haziendo 
memoria  de  esta  gente  en  tan  distante  ocasión  y 
tíenpOy  siendo  la  de  Heliodoro  en  la  guerra  de  los 
persas  con  los  Aethiopes,  parece  alli  que  los  biemios 
fuesen  de  nación  aethiopica,  pero  en  una  y  otra  partf 


—   362  — 

anbos  autores  los  pintan  estrenuos  y  valientes  solda- 
dos (i). 

El  camino  mas  corto  y  siguro  para  Bagadad  es  el 
que  por  Thebe  se  lleua  por  el  desierto,  aunque  mas 
desacomodado 9  solo  y  falto  de  agua,  no  se  hallando 
sino  rruin  en  algunos  pozos  muy  hondos,  mas  con  esto 
se  escusa  mas  vezes  de  ser  rrobados  los  pasageros,  de 
los  árabes.  Porque  el  viage  por  la  rribera  del  Euphra- 
tesy  si  mas  conmodo  por  los  lugares  poblados  que  por 
ella  ay,  son  mucho  mas  infestados  de  los  dichos  ladro- 
nes, como  no  se  camine  en  carauana  muchos  juntos, 
y  aun  entonces  suelen  algunas  vezes  tener  peligro.  Lo 
mesmo  sucede  á  los  que  nauegan  por  el  rio,  en  el  qual 
por  auer  muchos  canales  torcidos  y  ciegos  adonde  los 
barcos  cargados  suelen  trastornarse,  no  se  nauega  sino 
de  día,  saliendo  cada  noche  los  mercaderes  á  dormir 
en  tierra,  adonde  ansi  en  la  rribera  de  Arabia  como  en 
la  de  Mesopotamia  son  muchas  vezes  salteados  y  des- 
pojados de  lo  que  lleuan.  Habitan  estos  árabes  en  sus 
aduares,  con  mayor  frequen^ia  la  tierra  que  por  anbas 
partes  toca  al  rio,  mayormente  de  inuíerno  y  en  la  pri- 
mavera, por  el  mucho  pasto  que  alli  ay  para  sus  gana- 
dos, y  en  comentando  á  crecer  los  calores  se  mudan 
á  los  montes  sobre  Nisibe,  Caramit  y  Orpha,  en  lo  mas 
septentrional  de  Mesopotamia,  hallando  alli  en  el  tal 
tienpo  tierra  mas  fresca  y  acomodada  á  su  manera  de 
vida.  Y  porque  este  nonbre  de  Arabia  podría  traer  con- 
fusión y  duda  á  muchos,  no  sabiendo  distinguir  lo  que 
debaxo  del  se  conprehende^  se  deue  entender  que  no 
es  nonbre  particular  que  señale  una,  dos  ó  tres  provin- 
cias solas,  como  por  los  mas  está  rrecibido,  sino  vní- 
versal  y  que  conprehende  á  muchas.  No  obstante  esto. 


(i)  y  en  quanto  á  las  inscript iones  griegas,  estas  letras  y  tan» 
bien  las  latinas  eran  muy  familiares  á  los  de  aquella  ciudad  tan 
propinqua  á  Suria» 


—  263  — 

con  especial  apellido  se  llaman  las  tres  Arabias,  F^lix, 
Petra  y  Deserta,  aquella  gran  región  que  al  Oriente 
tiene  el  mar  Pérsico,  al  Ocíidente  al  Rojo  ó  Eritreo,  al 
medio  dia  el  Indico  meridional,  al  septentrión  el  rio 
Euphrates  (i).  Estos  limites  por  mayor  son  los  que  tie- 
nen las  tres  Arabias^  aunque  en  particular  tocan  tan- 
bien  con  otras  prouin^ias,  como  Siria,  Palestina  y 
Aegipto.  Pero  teniéndose  consideración  al  genero  de 
gente,  lengua,  costunbres  y  manera  de  biuir  de  estos 
árabes,  se  estienden  y  ocupan  otras  muchas  partes  del 
mundo,  aunque  contiguas  y  continuadas  desde  esta 
gran  tierra  especifica  de  Arabia  debaxo  de  los  tres 
nonbres  referidos.  Y  ansi,  todo  lo  contenido  entre  el 
mar  Rojo  y  el  Nilo,  que  cae  en  la  porción  de  Aetiopia 
hasta  la  ciudad  de  Quaquen,  con  lo  que  desde  el  mes- 
mo  Nilo  corre  por  lo  interior  de  África  por  espacio  de 
tantas  leguas  hasta  el  mar  Atlántico,  aunque  debaxo 
de  nonbre  de  tan  diferentes  prouin^ias,  se  deue  llamar 
Arabia,  como  habitado  de  los  mesmos  árabes.  Lo 
mesmo  y  con  mas  esencial  rrazon  diremos  de  la  parte 
austral  de  Mesopotamía,  siendo  tan  propia  y  ordinaria 
morada  de  los  árabes,  ansi  de  la  una  como  de  la  otra 
parte  del  Euphrates  y  Tigris,  tanbien  como  toda  la 
tierra  que  al  Oriente  de  este  rio,  desde  Babilonia  y  fia- 
dora, corre  hasta  los  confínes  de  la  primera  India,  par- 
ticularmente hasta  el  cabo  y  ensenada  de  Guadel,  en 
que  entran  los  reynos  de  Oeza  y  Lara  y  prouin^ia  del 
Mogostan,  cayendo  esta  región  opuesta,  con  el  mar 
Pérsico  en  medio,  á  lo  mas  Oriental  de  Arabia  la  Fe- 
lice, que  acaba  en  el  Cabo  de  Rocalgate  (2).  Dexando 
el  camino  del  desierto,  en  que  solo  ay  algunos  adua- 
res de  árabes  que  de  tan  buena  gana  hospedan  como 


(1)    á  que  muchas  ve\€s  la  Scriptura  Sagrada  llama  tierra  de 
Emath,  particularmente  á  Arabia  la  desierta. 
(a)    Boiuiendo. 


—  264  — 

rroban  á  los  pasageros^  y  continuándolo  por  el  Euphra- 
teSy  se  llega  á  una  gran  fortaleza  labrada  á  lo  antiguo, 
de  ladrillo  toda  ella,  que  el  mesmo  rrío  casi  la  baña 
aunque  está  en  una  parte  alta  y  rreleuada  de  su  rribera 
á  la  parte  de  Arabia.  Ay  agora  en  esta  fortaleza  presi- 
dio de  turcos,  y  al  pie  della  una  poblafion  de  dozien- 
tas  pobres  casas  de  árabes,  mostrando  en  su  antigua  y 
gruesa  muralla,  este  notable  fuerte,  auer  sido  en  otras 
edades  de  mas  inportan^ia  que  en  la  presente.  Lla<- 
manle  los  árabes  y  turcos  agora.  Raba,  y  aunque  en 
solo  la  semejanza  de  los  nonbres,  sin  otras  probables 
congeturas,  suele  auer  en  materia  de  antigüedad  mu- 
cho engaño,  concurren  con  el  nonbre  que  se  halla  en 
e^ta  fortaleza  muchas  cosas  para  que  pueda  auer  sido 
en  el  sitio  suyo,  ó  cerca  del,  la  ciudad  de  Reblatha, 
adonde  estando  Nechao,  rey  de  Aegipto,  se  le  entregó 
Joachaz,  hijo  de  Josias,  y  veinte  y  dos  años  adelante, 
hallándose  en  el  mesmo  lugar  Nabucdonosor,  le  Ueua- 
ron  presos  al  rey  Sedechias  y  á  sus  hijos,  en  la  vltima 
captiuidad  de  Babilonia  y  euersion  de  Jerusalen.  En  el 
23  y  25  capítulos  del  quarto  de  los  Reyes  (i)  y  en  el 
52  de  Jeremías  lo  dize  ansi  la  diuina  Scriptura  (2),  aña- 
diendo al  nonbre  de  la  qiudad  el  de  la  prouin^ ia,  lla- 
mándola tierra  de  Emath,  que  stgun  de  los  dichos  lu- 
gares y  del  octauo  capitulo  del  sigundo  de  los  Reyes 
se  infiere  ser  Arabia  la  desierta  que  toca  en  el  Euphra- 
tes.  Porque  caminándose  desde  Suria  y  Palestina  á 
Babilonia,  la  fortaleza  de  Raba  está  en  el  mesmo  ca- 
mino, y  adonde  Nabuchodonosor,  durante  el  largo  y 
apretado  sitio  de  Jerusalen,  aguardaua  el  suceso  del 
por  no  alexarse  mucho  de  Babilonia.  Y  quando^a  Es- 
criptura  señala  esta  prouingía  de  Emath,  bien  parece 
que  es  contermina  con  Suria  y  con  Babilonia,  teniendo 


(O    y  sigundo  dei  Paralipomenon. 
(a)    en  el  lugar  referido. 


—  265  — 

la  primera  al  Occidente  y  esta  al  Oriente ^  ansi  por  lo 
dicho  de  la  prisión  de  Sedechias^  como  del  citado  ca« 
pitulo  octauo  del  2  de  los  ReyeSy  diziendo  que  después 
de  auer  vengido  el  rey  Dauit  á  los(i)  philisteos  y  moa- 
bitas,  mouio  guerra  á  Aderazar,  rey  de  Soba.  Y  que 
auiendole  puesto  debaxo  de  su  inperio,  juntamente  con 
los  de  la  Siria  Damasgena  que  vinieron  en  su  ayuda,  y 
despojándole  de  sus  muchas  rriquezas^  llegó  conquis- 
tando toda  la  Suria  inferior  (2)  hasta  el  Euphrates.  Y 
que  á  la  fama  de  estas  victorias,  Thou,  rey  de  Emath, 
le  enbió  á  dar  el  parabién  dellas  con  su  hijo  Joran,  sien- 
do enemigo  de  Aderezer,  á  quien  en  el  ya  referido  capi- 
tulo llama  la  Scriptura  rey  de  Soba;  y  no  obstante  que 
de  la  narragion  que  alli  se  haze  y  de  la  del  décimo  ca- 
pitulo del  mesmo  libro  parece  que  Soba  y  Rohob,  con 
otras  ciudades  ó  nagiones  de  que  se  haze  mengion, 
fuesen  contenidas  en  la  Suria  inferior,  pero  tanbien 
consta  que  ansi  de  ellas  como  de  otras  de  la  otra  parte 
del  Euphrates  en  la  Mesopotamía  fuese  Aderezer  rey. 
Y  ansi,  Thou,  rey  de  Emath,  como  vezino  y  confi- 
nante suyo,  era  su  enemigo,  como  lo  suelen  ser  todos 
los  reyes  cuyas  prouingias  y  rey  nos  son  limitáneos  los 
unos  con  los  otros,  y  holgándose  de  auerle  abatido  (3) 
enbio  á  congratularse  con  Dauit;  poniendo  ansimesmo 
Ezechiel  en  el  capitulo  48,  al  septentrión  de  la  giudad 
de  Damasco,  el  camino  que  se  lleua  para  Emath;  con- 
forme á  esto  bien  claro  se  conoge  que  ninguna  parte 
de  Asia  hazia  el  Oriente,  sigun  la  Diuina  Scriptura  lo 
muestra,  es  tan  propinqua  como  Arabía  la  Desierta  á 
Suria  la  inferior  y  Mesopotamia,  no  pudiendo  tanpoco 


(i)  árabes  de  la  Arabia  comarcana  á  Palestina,  que  son  los 
Philisteos  y  Moabitas,  pasó  á  has^er  guerra  á  Aderezer  y  rey  de 
Soba, 

(2)  superior. 

(3)  su  enemigo. 


—  266  — 

auer  duda  de  que  la  tierra  de  Emath,  en  cuya  (iudad 
Reblatha  licuaron  preso  á  Sedechias,  degollaron  sus 
hijos  y  le  sacaron  los  ojos,  fuese  la  mesma  prouin^ia 
de  Emath  de  onde  era  rey  Thou,  enemigo  de  Adere- 
zar, y  por  el  consiguiente,  que  la  mesma  (i)  Emeth 
sea  Arabia  la  Desierta,  ó  la  parte  della  que  emos  seña- 
lado, lo  que  entre  Oriente  y  Mediodia  por  tanto  espa- 
cio de  tierra  se  va  prolongando  con  el  rio  Euphrates 
hasta  Assiria  y  Babilonia,  y  después  mucho  mas  ade- 
lante por  toda  la  costa  del  mar  de  Persia.  Y  aunque 
es  tan  bastante  prueua  la  que  para  esto  se  halla  en  la 
Sagrada  Scriptura,  Polibio,  autor  grauissimo  y  de  los 
primeros  de  la  clase  de  la  antigüedad,  en  el  libro  5  pone 
á  Rabatha  en  Arabia,  con  alguna  mudanza  de  letras 
de  como  se  halla  en  la  Sagrada  Scriptura,  pero  en 
aquella  parte  de  Arabia  propinqua  á  la  Siria  Comagena 
ó  inferior  (2),  y  en  el  camino  que  desde  aqui  se  Ueua  á 
Babilonia.  Desde  Raba,  dando  el  Euphrates  muchas 
bueltas,  metiéndose  algunas  vezes  por  la  Mesopotamia 
y  otras  por  Arabia,  llega  hasta  la  giudad  de  Ana,  tan 
conocida  de  todos  los  que  hazen  este  viage^  ó  por  el 
desierto,  ó  por  el  mesmo  rio.  Toda  esta  ^iudad,  ó  mas 
propiamente  hablando,  grandissima  aldea,  es  conpues- 
ta de  sola  una  calle  prolongada  por  la  una  y  otra  parte 
del  Euphrates,  de  manera  que  las  dos  vandas  ó  haze- 
ras  de  las  casas  lo  toman  en  medio,  continuándose  por 
espacio  de  mas  de  una  gran  legua.  Todas  las  casas  tie- 
nen grandes  jardines  y  huertas  en  que  demás  de  la 
mucha  cantidad  de  palmas^  limones,  naranjos  y  ci- 
dras, crian  los  moradores  cantidad  de  muy  buenas 
uvas,  higos  y  granadas,  con  otras  frutas,  teniendo 
abundancia  de  agua,  ansi  de  los  canales  que  deriuan 
del  rio,  como  de  la  que  del  sacan  con  rruedas  que 

(i)    tierra, 
(2)    superior. 


—   267  — 

para  ello  vsan.  Estas  rruedas,  quando  la  rribera  del 
Euphares  está  baxa,  son  pequeñas^  como  las  de  las 
norias  de  España,  que  fácilmente  las  mueue  un  buey; 
pero  quando  la  orilla  del  rio  es  muy  leuantada  de  ma- 
nera que  el  agua  esté  muy  honda,  usan  para  ello  de 
unas  grandíssimas  rruedas  que  tienen  muchas  bragas 
de  diámetro,  que  mueue  la  mesma  corriente^  semejan- 
tes á  las  agudas  del  Tajo  en  la  vega  de  Toledo;  con 
esto  rriegan  sus  huertas  y  sementeras  los  vezinos  de 
estas  dos  rriberas  del  Euphrates,  desde  Birtha  á  Babi- 
lonia y  desde  alli  hasta  la  giudad  de  Bagora.  Tiene  la 
población  de  Ana,  aunque  de  sola  una  calle,  mas  de 
mil  y  quinientas  casas,  las  quales,  estando^  como  se  a 
dichOj  de  una  parte  y  otra  del  rio,  ocupa  los  limites  de 
anbas  á  dos  prouingias  Mcsopotamia  y  Arabia  la  de- 
sierta. Es  toda  de  casas  baxas  y  de  la  mala  fabrica  de 
tapias  y  adobes,  como  las  demás  de  casi  todo  este 
Oriente,  pero  el  sitio,  con  la  vista  del  Euphrates  y  los 
muchos  jardines,  la  hazen  parecer  notablemente  ale- 
gre y  deleitosa.  Demás  de  los  árabes,  que  son  los  mas 
que  la  habitan,  ay  en  ella  muchos  judios  que  casi  to- 
dos hablan  español,  y  ansi  ellos  como  los  demás  vezi- 
nos son  muy  humanos  y  buenos  huespedes  con  los  pa- 
sageros,  mayormente  con  los  de  Europa,  á  quien  con 
un  solo  y  general  nonbre,  ellos  y  los  demás  orientales 
llaman  francos.  Y  como  lugar  tan  grande  es  Ana  par- 
ticular asiento  del  Emir  ó  Xeque  mayor  de  todos  los 
árabes  comarcanos  de  entranbas  rriberas^  y* de  (i)  los 
demás  canpestres  que  con  sus  aduares  y  ganados  mo- 
ran aquellos  largos  y  estendidos  canpos  de  Mesopo- 
tamia  y  Arabia,  aunque  teniendo  la  mesma  manera  de 
vida  el  Emir,  pocas  vezes  rreside  en  poblado,  sigun  su 
antigua  costunbre.  Por  tradición  de  todos  estos  árabes 
es  tenido  y  estimado  Ana  por  lugar  antiquissimo  y  de 

(1)   todos. 


—  268- 

gran  calidad  entre  todos  ellos,  y  esto  bien  se  puede 
prouar  con  lo  que  se  halla  en  el  i8  capitulo  del  quarto 
de  los  ReyeSf  nonbrandolo  ansi  Rabsa^es^  sátrapa  de 
Senacherib,  quando  delante  de  los  ministros  de  Eze- 
chías  quiso  persuadir  á  los  vezinos  de  Jerusalen  á  que 
se  rrindiesen  á  su  rey  como  á  tan  poderoso  y  clemente 
señor.  Bien  dentro  del  Euphrates  y  al  Occidente  de 
este  lugar  ay  una  pequeña  isla,  tierra  alta,  adonde  se 
veen  agora  las  rruinas  de  una  gran  fortaleza,  con  mu- 
chas casas  arruinadas  que  ocupan  todo  aquel  sitio,  pa- 
reciendo con  euiden^ia  auer  sido  alli  el  famoso  fuerte 
de  Qercussio,  obra  de  Diocleciano,  que  por  muchas 
edades  fue  después  frontera  inexpunable  contra  los 
persas. 


CAPÍTULO  VIII 


Curso  del  Eufrates  desde  Ana;  obras  de  defensa  que  en  él  hicieron 
los  persas. — Canal  de  Naarmalca. — Guerras  de  los  romanos 
con  los  persas.— Muerte  del  Emperador  Caro.— Descripción  de 
Bagdad.— Noticia  histórica  de  Ctesiphonte. 

Desde  Ana  corre  el  Euphrates  al  Oriente,  inclinándo- 
se algunas  vezes  al  septentrión^  mudando  por  el  dis- 
curso de  algunos  años  (i)  su  propio  lecho,  por  hallar 
la  tierra  blanda  y  cauernosa,  mayormente  quando  con 
las  muchas  lluuias,  ó  nieues  derretidas  en  el  verano, 
viniendo  inpetuoso  y  crecido  rronpe  por  la  una  y  otra 
parte  sus  rriberas.  Pero  aunque  esto  a  sucedido  en  di- 

(i)    ve^es. 


—  269  — 

uersos  tíenpos^  nunca  se  aparta  mucho  de  su  antigua 
corriente^  boluíendo  muchas  vezes,  ó  las  mas^  á  ella 
propia.  Y  como  ya  en  esta  parte  entra  por  la  muy  an- 
tigua y  famosa  prouingia  de  Assiria,  cuya  tierra  cauer- 
nosa  y  grasa  y  que  por  la  mesma  rrazon  es  blanda  y 
fagil  de  rronper,  sugede  en  ella  mas  vezes  la  mudanga 
y  alteración  de  su  lecho.  Mas  aunque  por  la  mayor 
parte  el  suelo  de  Assiria  sea  de  la  dicha  calidad,  halla 
el  Euphrates  en  algunas  partes  pedamos  de  montañas 
altas,  peñascosas  y  ásperas,  que  enpidiendo  su  corrien- 
te rronpe  algunas  vezes  por  ellas,  quedando  sus  rri- 
beras  leuantadas  en  grande  altura,  y  tan  derribadas  y 
encostadas  sobre  el  mesmo  lecho  del  río,  que  llegando 
por  lo  mas  alto  a  estar  mas  gerca  una  de  otra  que  por 
la  parte  que  abaxo  tocan  al  agua,  paregen  que  amena- 
zan rruina.  Y  ansi,  los  que  nauegan  gerca  de  estas  al- 
tíssimas  orillas  adonde  el  rio  es  mas  hondo  y  nauega- 
ble,  miran  con  grande  horror  peñas  de  admirable  gran- 
deza que  paregen  estar  despegadas  de  las  demás,  que 
se  van  continuando  por  aquellas  hondas  y  ásperas  ba- 
rrancas y  que  quieren  arruinárseles  engima.  En  mu- 
chas partes  se  hallan  en  el  mesmo  lecho  y  corriente 
grandes  piedras  labradas^  en  forma  de  tajamares  de 
puentes,  con  gruesas  puntas  de  hierro  engastadas  en 
las  frentes  de  las  mesmas  piedras  hazia  el  curso  del 
rio,  de  manera  que  inpiden  por  aquella  parte  la  naue- 
gagion  que  por  él  quisiera  hazerse,  porque  las  piedras 
son  tan  gruesas  y  altas,  que  aunque  el  rrio  lleue  mu- 
cha agua  no  puede  ninguna  barca  grande  cargada  na- 
uegar  por  gima  dellas,  y  quando  va  baxo,  por  pequeña 
que  sea  no  podrá  tanpoco  por  entre  una  piedra  y  otra, 
mayormente  por  las  puntas  de  hierro  que  están  contra 
la  corriente.  Pero  como  el  Euphrates  con  sus  grandes 
auenidas  ciega  unos  canales  y  abre  otros  en  la  an- 
chura de  su  lecho^  muchas  de  estas  piedras  están  agora 
casi  en  seco  y  en  otras  partes  rremouidas,  y  ansi  se 


—  270  — 

puede  (i)  nauegar  con  las  barcas  en  que  los  mercade- 
res vsan  traer  sus  mercan9ias  de  Suria  y  Armenia,  pero 
mucho  menores  que  los  nauios  en  que  los  romanos 
nauegauan  por  el  Euphrates  en  sus  expediciones.  Llega 
este  rrio  tan  adelante,  derechamente  al  Oriente,  que 
viene  casi  á  juntarse  con  el  Tigris,  no  auiendo  la  natu- 
raleza dexado  en  medio  de  entranbos  sino  vn  pequeño 
intersticio  de  tierra  de  no  mas  de  una  legua  española, 
y  como  las  principales  ciudades  de  los  parthos  fuesen 
^eleugia  y  Ctesiphonte,  que  estauan  situadas  á  la  rri- 
bera  del  Tigris,  y  no  pudiesen  ser  molestadas  de  las 
armadas  romanas  que  nauegauan  por  el  Euphrates, 
por  venir  en  ellas  las  machinas  y  pertrechos  militares 
para  conbatirlas,  Trajano^  que  fue  el  primero  enpera- 
dor  que  enprendio  arruinar  esta  monarchia  Oriental, 
abrió  un  gran  canal  nauegable  desde  el  Euphrates  al 
Tigris,  por  donde  pasando  fácilmente  sus  armadas  al 
principio,  acabó  felizmente  la  guerra,  saqueando  las 
dos  dichas  ciudades.  Babilonia  padescio  en  aquella 
guerra  la  mesma  rruina,  la  qual  en  este  tienpo  estaba 
ya,  como  atrás  se  a  escrito,  muy  vazia  de  moradores, 
auiendose  transferido  toda  la  mas  de  su  grandeza  á  Cte- 
siphonte y  Seleucia,  que  entonces  ílorescian  entre  todas 
las  demás  ciudades  del  Oriente.  Continuaron  después 
los  demás  capitanes  y  enperadores  romanos  á  entrar 
con  sus  armadas  por  el  dicho  canal,  de  un  rrio  al  otro, 
sienpre  que  hazian  la  mesma  guerra,  y  ansi,  setenta 
años  después  de  Trajano,  Avidio  Cassio  por  este  paso 
tomó  y  arruinó  á  Seleüc¡a,  y  Septimio  Severo  á  Ctesi- 
phonte, y  Aurelio  Caro  á  la  mesma  Ctesiphonte  y  Chor- 
che.  Visto  los  persas  el  mucho  daño  que  por  este  canal 
nauegable  rrecibian,  procuraron  inpedir  la  nauegacion 
del  Euphrates  atravesando  en  su  corriente  la  gran  ma- 
china de  piedras  que  arriba  se  a  dicho,  aunque  agora 

(i)    agora. 


—  271  — 

del  todo  se  ignora  para  que  ñn  se  u viesen  puesto,  mas 
de  admirarse  los  que  nauegan  por  alli  de  verlas  labra- 
das tan  de  proposito  y  puestas  con  tanto  orden  por  la 
madre  del  rrio.  Pero  bien  vera  (i)  quien  tuuiere  media- 
no conocimiento  de  la  antigüedad  auerse  aquello  fa- 
bricado para  el  efecto  rreferido  de  inpedir  la  nauega- 
^ión.  Pues  quando  el  enperador  Julliano,  con  tanta 
anbÍQÍon,  enprendiendo  la  mesma  jornada  llegó  á  este 
canal  nauegabfe  y  uviesen  ya  pasado  mas  de  ochenta 
años  después  que  el  enperador  Caro  pasó  por  él  al 
Tigris,  lo  halló  (iego  y  lleno  de  piedras  y  otra  mucha 
congerie ,  de  manera  que  fue  menester  linpiarlo ,  y  aun- 
que estaua  seco  y  sin  agua,  hallándolo  el  Euphrates 
hondo  y  linpio,  entró  por  él  con  grande  inpetu,  dando 
libre  paso  á  la  armada,  que  fácilmente  pasó  en  el  lecho 
y  corriente  del  Tigris.  Llamauan  en  aquellos  tienpos  á 
este  insigne  canal  Naarmalca,  en  lengua  persiana  ó  en 
qualquíera  otra  que  entonces  estuviese  en  vso  (2),  que 
es  lo  mesmo  que  rio  de  los  reyes,  por  ser  obra  de  tan 
grandes  y  poderosos  pringipes  y  que  por  él  hazian  sus 
enpresas  con  tanta  grandeza  y  gloria  militar  suya.  Y 
aunque  en  la  antigüedad  no  se  halla  que  los  persas  pu- 
siesen el  enpedimento  de  las  piedras  grandes  en  el  le- 
cho del  Euphrates,  viéndose  agora  en  la  forma  que  es- 
tan  con  sus  puntas  de  hierro  hazia  la  corriente,  parege 
claramente  auerse  puesto  para  defensa  suya  y  que  el 
Euphrates  no  pudiese  nauegarse,  pues  para  el  mesmo 
fin  auian  qegado  con  tanto  cuydado  el  canal  nauega- 
ble,  ó  rio  de  los  reyes,  como  lo  llama  Amiano  Marce- 
lino, y  que  las  muchas  piedras  con  que  lo  halló  inpe- 
dido JuUiano  fuesen  tanbien  como  las  que  agora  se 
veen  en  el  lecho  del  Euphrates.  Y  el  no  hazer  este  au- 
tor, ni  otro,  memoria  de  que  se  hallase  ocupada  y  en- 

(i)    conocerá. 

(3)    sigun  buenamente  se  puede  congeturar. 


—  aya  — 

barajada  la  corriente  del  Euphrates,  fue  porque  siendo 
su  lecho  grande  y  espagioso  con  poca  diligencia  se  po- 
dían rremouer  aquellas  grandes  piedras,  como  en  al- 
gunas partes  agora  lo  están,  ó  ahondar  por  el  mesmo 
lecho  algún  otro  canal,  sin  los  que  las  piedras  ocupa- 
uan,  por  donde  las  armadas  pudiesen  nauegar  fagil* 
mente,  aunque  ya  el  tienpo  lo  aya  gegado.  Están  mu- 
chos persuadidos  que  toda  el  agua  del  Euphrates  se 
descargue  y  junte  en  este  parage  con  la  del  Tigris,  y 
que  ansí  estos  dos  rrios  juntos  pasen  por  Bagadad,  la 
qual  falsamente  es  tenida,  mayormente  por  muchos  de 
los  europeos  (i),  por  la  antigua  Babilonia,  siendo  como 
este  es  muy  euidente  yerro,  sigun  agora  claramente  se 
conoce,  Ueuando  el  Euphrates  todas  sus  aguas  en  su 
propio  lecho  por  las  rruínas  de  la  verdadera  Babilonia, 
como  se  dirá  adelante.  Y  la  parte  del  rrio  que  se  deriuo 
en  el  Tigris  en  las  edades  de  aquellos  grandes  capita- 
nes, fue  violentamente,  y  rronpiendose  aquel  breue  in- 
tersticio de  tierra  para  que  las  armadas  pasasen  del  un 
rrio  en  el  otro,  y  ansí,  como  canal  que  no  era  natural, 
sino  hecho  á  mano,  con  qualquiera  congerie  que  qui- 
siesen echar  en  él  se  inpedia  y  vedaua  la  navegación. 
Agora  en  estos  días  se  vee  claramente  este  canal,  de 
una  legua,  poco  mas  ó  menos,  como  Amiano  Marcelino 
lo  escriue,  y  en  muchas  partes  tupido  y  gi^go»  aunque 
quando  crecen  mucho  el  Euphrates  y  el  Tigris,  como 
sucede  en  el  inuierno  por  las  lluuias,  y  en  el  principio 
de  la  primavera  (2)  por  deshazerse  las  nieues  de  Arme- 
nia, las  aguas,  que  vienen  mas  altas  que  lo  ordinario, 
entran  en  este  gran  toso  ó  canal  referido,  de  manera 
que  con  barcos  que  no  sean  muy  grandes  pasan  del 
Euphrates  en  el  Tigris,  y  del  en  el  Euphrates,  siendo 
esta  la  causa  del  dicho  yerro,  creyéndose  ignorante- 


(i)    de  Poniente. 
(a)    ei  verano. 


—  273  — 

mente  juntarse  en  esta  parte  estos  dos  rrtos,  pues  (i) 
la  tal  junta  es  muchas  leguas  mas  abaxo  de  lasrruinas 
de  Babilonia.  Pasado  este  memorable  canal^  luego  que 
del  se  entra  en  Tigris,  muy  poco  espagío  por  su  co- 
rriente arriba  llegamos  á  la  parte  adonde  antes  se  auia 
dexado  quando  se  hazia  del  particular  discrip^ion,  en 
las  rruinas^de  Seleuqia,  que  como  queda  ya  declarado, 
parecen  en  su  oriental  rribera  muy  ^erca  de  la  dicha 
fosa.  Y  de  rrazon  lo  auia  de  estar  aquella  opulenta  y 
gran  giudad,  pues  auiendose  abierto  el  tal  canal  con 
fín  de  la  conquista  suya  y  de  Ctesiphonte,  lleuandose 
el  armada  á  esta  postrera,  y  siendo  con  la  corriente  en 
fauor,  en  poco  tienpo  y  fácilmente  se  llegaui^  á  ella; 
pero  para  Seleu9Ía  conuenia^  por  la  dificultad  que  auia 
de  nauegar  el  Tigris  arriba,  siendo  tan  veloz  y  arreba* 
tado  como  ya  queda  dicho^  el  canal,  [que]  sigun  buena  y 
rrazionalmente  puede  congeturarsc  se  abrió  muy  gerca 
ó  frontero  de  donde  Seleugia  estuuiese  fundada.  La  rri« 
queza  y  grandeza  suya  se  conoce  y  estima  del  mucho 
numero  de  gente  que  en  ella  murió  y  se  prendió  quando 
la  tomó  y  destruyó  Auidio  Cassio,  legado  del  empe- 
rador Lucio  Vero,  teniendo  principio  de  su  eversión 
aquella  vniuersal,  grande  y  durable  peste  en  el  ínperio 
de  Marco  Antonino  el  philosopho,  y  en  los  mesmos 
dias  de  Galeno,  medico  tan  celebre  y  conocido  por  su 
elegante  y  eruditissima  arte,  ansí  en  toda  Europa  como 
en  otras  muchas  parles  del  mundo. 

Todas  las  jornadas  que  por  los  ya  nonbrados  pringi- 
pes  y  legados  suyos  se  enprendieron  contra  los  persas, 
fueron  en  si  grandes,  heroicas  y  dignas  de  que  se  tu- 
uiese  muy  particular  notigia  y  memoria  dellas.  Y  por 
el  contrario,  las  hallamos  tan  sugintas,  que  haze  fliu- 
cha  admiración,  aunque  no  se  deuiese  mas  que  á  sola 
la  lisonja  de  aquellos  grandes  enperadores,  quando 

( I )    siendo, 

18 


-274  — 

ellas  fueran  por  la  mayor  parte  lalsas,  ver  quan  cortos 
anduuieron  todos  los  scriptores  de  aquellas  edades, 
pues  en  todos  ellos  no  se  alcanga  á  leer  sino  un  breue 
y  confusissim )  epithome,  sin  alguna  orden,  ni  arte  mi- 
litar de  las  que  en  la  historia  deuen  guardarse.  Mayor- 
mente parege  este  defecto  mayor  quanto  que  aquellas 
victorias  que  se  alcanzaron  de  la  monarchía  asiática 
émula  del  ¡nperio  romano,  fueron  tanto  mas  calificadas 
que  otras  muchas  que  aunque  de  inferior  nobleza  y 
lustre  tan  largamente  se  escriuieron.  Y  sí  se  puede  de- 
zir  que  es  tan  seca,  estéril  y  poco  distinta  la  historia  de 
aquellos  tienpos,  que  se  viene  á  desear  alguna  de  (i) 
las  muchas  que  se  escriuian  en  la  ocasión  en  que  Tra- 
jano  obtuuo  las  grandes  victorias  de  los  parthos,  aun- 
que de  tan  ignorantes  y  sumamente  ineptos  scriptores 
como  Luciano  nos  dize  que  auia  en  aquella  edad  de 
que  tanbien  él  era  coetáneo.  Breues  y  obscuras  son  en 
esto  las  memorias  que  se  alcanzan  de  Trajano  á  Aui- 
dio  Cassio  y  Septimio  Severo.  Pero  con  la  confusión  y 
poca  legalidad  de  la  guerra  de  Alexandro  Seuero  con 
Arthaxerxes,  casi  no  se  halla  nada  de4«tf  de  Gordiano 
y  Obdenato  contra  Sapor,  aunque  tan  truculento  ene- 
migo, con  auer  sido  las  victorias  que  del  se  alcangaron 
tan  illustres  y  en  venganza  de  la  miserable  prisión  del 
enperador  Liginio  Valeriano,  de  que  tan  ignominiosa 
nota  se  auia  seguido  á  la  grandeza  romana.  Del  enpe- 
rador Aurelio  Caro  nadie  escriue  mas  de  que  auiendo 
pasado  á  Oriente  á  hazer  guerra  á  los  persas  llego 
hasta  Ctesiphonte,  y  teniendo  su  canpo  á  la  rribera  del 
Tigris  le  mató  un  rrayo  estando  en  su  tienda  enfermo. 
Solo  Eutropio  en  su  tan  breue  Conpendio  se  alarga  á 
dezir  que  esta  su  desgraciada  muerte  auia  sucedido 
después  de  auer  tomado  las  giudades  de  Chorche  y 
Ctesiphonte.  Y  aunque  este  autor  escriua  lo  referido 


(i)    aquellas. 


—  37^  — 

tan  sucinta  y  lacónicamente,  puédesele  dar  mas  crédi- 
to, demás  de  no  ser  cosa  negada,  sino  omitida  por  los 
otros,  por  auerse  hallado  ochenta  años  adelante  por 
estos  mesmos  pasos  en  la  guerra  y  entrada  de  Julliano 
en  la  Persia,  siendo,  juntamente  con  Amiano  Marceli- 
no, conpañero  en  la  mesma  jornada,  los  que  nonbran 
á  la  ciudad  ó  fortaleza  de  Chorche.  La  qual  no  ay  duda 
si  estava  á  la  parte  de  Ctesiphonte  y  de  Seleu^ia,  ó  con 
la  corriente,  ó  contra  la  corriente  del  Tigris,  aunque 
parece,  sigun  Amiano,  auer  sido  muy  gercana  al  par- 
que ó  bosque  que  el  exercito  de  Julliano  hallo  á  la  rri- 
bera  del  mesmo  rrio,  si  acaso  en  el  tienpo  del  enpera- 
dor  Caro  no  se  hallase  redificada  (i)  y  con  diferente 
nonbre  en  las  mesmas  rruinas  de  Seleufia. 

Y  auiendose  hecho  mengion  aqui  de  la  muerte  de 
este  principe  me  parece  justo  poner  por  memoria  en 
la  forma  que  sucedió,  conforme  á  como  Flauio  Vopis- 
co lo  escriue,  aunque  sin  dezir  que  uviese  tomado  á 
Chorche,  ni  Ctesiphonte:  Testimonti  cujusdam  Jullii 
Calphurnity  qui  expeditioni  interfuit,  Vopiscus  aii  Ca- 
rum  vsque  ad  Ctesiphontem  pervenisse.  Scripsisseque 
Calphurnius  ad  vrbis  Prefectum,  cegrotanti  inpera^ 
torey  ad  Tigrimque  castrametanti ^  tantam  repente  ca" 
Itginem  obortam  fuisse,  cum  pibrantium  fulgurum 
toniiruumque  horrendo  fragore,  ut  imperiali  in  tentó- 
riOy  vix  alter  alterum,  quanvis  herentes  inter  se,  agnos- 
ci  sepotuisset;  tune  Carus^  extremam  agens  animamy 
discussa  calígine  mortus  repertus  esty  cui  cubicula' 
riiy  sive  pre  mestitia  sui  imperatoris  morte,  peí  y  pt  ere- 
dibilius  est,  tempestatis  magnitudine  consternati,  ar- 
dentibus  cereis  tentorium  incenderunt;  pnde  fama 
oborta  imperatorem  fulmine  absumptum.  Estas  son 
casi  las  mesmas  palabras  de  Vopisco,  en  que  dize  (2), 


(i)    ieuantada. 

(3)    cuya  sentengia  en  nuestro  pulgar  es  que. 


^  276  — 

por  rrélagion  de  un  9Íerto  Jullio  Calphurnio  que  sé 
hallo  en  aquella  jornada  y  lo  escriuío  ansí  al  prefecto 
dé  la  5iudad  de  Roma,  que  el  enperador  Caro  auia  He* 
gado  hasta  Ctesiphonte,  y  que  estando  enfermo  y 
puesto  su  real  á  la  rribera  del  Tigris,  se  obscureció  de 
rrepente  el  aire  con  terribles  rrelanpagos  y  truenos,  de 
manera  que  los  que  se  hallaron  en  el  pretorio,  ó  paue- 
llon  inperial,  apenas  podian  conocerse  unos  á  otros  por 
muy  juntos  que  estuuiesen.  Entonces,  el  enperador 
Caro,  estando  én  lo  vltimo  de  su  vida,  aclarándose 
después  el  aire,  fue  hallado  ya  muerto.  Y  los  que  le 
seruian  en  su  cámara,  por  la  tristeza  y  dolor  de  ver 
muerto  su  enperador,  ó  lo  que  es  mas  verisimil,  espan- 
tados antes  de  la  furia  de  la  tenpestad,  con  las  velas 
que  auia  encendidas  turba4amente  pegaron  fuego  en 
los  liénqos  de  la  tienda,  de  donde  nasgio  y  se  diulgo  la 
fama  de  auer  muerto  ai  enperador  un  rrayo.  Desde  la 
parte  por  donde  desenboca  el  canal  se  va  por  el  Tigris 
hasta  Bagadat  en  menos  de  dos  dias,  por  nauegarse  con 
la  corriente  del  agua;  mas  por  tierra  ay  camino  de  tres 
dias,  y  á  Mosul,  desde  el  mesmo  canal,  otros  tres,  y 
esté  viage  no  de  carauana,  sino  de  moderadas  jornadas 
á  caüallo.  Es  oy  dia,  Bagadat,  lugar  grande,  populoso 
y  célebre,  y  adonde  ordinariamente  rresiden  los  Baxas 
6  governadores  del  Turco  en  toda  aquella  prouincia, 
que  agora  conprehende  la  Assiria  y  Babilonia  con  gran 
parte  de  Arabía  la  desierta  y  Susiana.  Pasa  el  Tigris 
por  esta  ciudad,  teniendo  casi  toda  su  población  á  la 
parte  de  Leuante,  y  solo  un  pequeño  barrio  de  gente  po- 
bre á  la  de  Poniente,  en  el  qual,  demás  de  algunos  ca- 
ravasares en  que  se  hospedan  pasageros,  biuen  bar- 
queros y  pescadores  y  otros  árabes  que  siruen  de  guias 
á  los  mercaderes  que  de  Bagadad  pasan  por  el  desierto 
á  Alepo  y  Damasco,  ó  á  Spañ,  Casbin  y  Bacora,  quan- 
do  ellos,  ó  los  demás  pasageros,  no  van  en  carauanas. 
Juntase  esta  pobre  población  con  el  rresto  de  la  ciudad 


-a77- 

con  una  puente  sobre  el  Tigris,  conpuest^  de  barpos, 
aunque  muchas  vezes  la  fuerga  del  agua  la  disyelue, 
como  sugede  en  los  demás  rrios  de  semejante  furia  y 
grandeza.  La  giudad  es  grande  y  populosa,  maypr  y 
de  mas  rreputagion  y  estima  su  govierno  que  W  d$  Dg- 
masco,  poblada  por  la  mayor  parte  de  árabes,  muchg^ 
de  los  quales  son  cristianos  nestorianos;  los  deni^s  spn 
janigaros  de  la  tierra,  que  progeden  de  turcos  y  de  Us 
mugeres  naturales  con  quien  se  an  casado  desde  qw  U 
giudad  se  ganó  de  los  persianos,  los  quales,  puliendo 
mas  la  naturaleza  mas  propinqua  que  la  que  le$  tpca 
de  mas  lexos,  son  poco  amigos  de  los  turcos  y  janig^- 
ros  que  de  Constantinopla  vienen  con  los  Baxás  á  go- 
uernar  aquella  prouingía,  no  consintiendo  que  pas^  Ú^ 
quatrogientos  el  numero  de  los  dichos  janigaros,  y  ^$to^ 
se  bueluen  con  el  governador  que  sale,  admitiendo  coi) 
el  que  de  nueuo  viene  otros  tantos,  progediendo  en  ^st^ 
forma  síenpre.  Estos  janigaros  naturales  de  la  giud^d^ 
que  como  se  a  dicho  son  medio  árabes,  llegan  al  nú^- 
mero  de  ocho  ó  diez  mil  honbres,  infantes  y  cau^llos, 
y  por  la  mayor  parte  muy  diestros  arcabuzeros,  y  I99 
demás  con  arcos  y  flechas,  ó  largas  langas  de  cañ^s  de 
la  India,  como  los  árabes  del  desierto.  Y  estando  ^q 
éstos  la  fuerga  y  pringipal  defensa  de  la  giudad,  cor) 
muy  liuianas  ocasiones  se  alborotan  y  se  Jeuant^n  per- 
diendo el  rrespecto  y  obediengia  á  sus  virreyes,  de  ma- 
nera que  muchas  ve^es  son  constreñidos  los  mesmp$ 
fiaxás  á  contenporizar  blandamente  con  ellos,  dandpU^ 
largamente  las  pagas  que  les  piden,  porque  no  Ips  echen 
fuera  de  la  giudad,  como  algunas  vezes  a  sugedido. 
Junto  á  (i)  la  muralla  y  dentro  della  ay  una  fortal^zii 
con  su  foso  y  cantidad  de  artillería,  adonde  habitan  de 
ordinario  los  Baxás,  ó  virreyes,  con  su  faní)iliai  y  algu**- 
nos  de  los  janigaros  europeos;  los  demás  moran  en  ia^ 


(i)    á  un  iodo  de. 


—  278  — 

casas  mas  cercanas  á  la  fortaleza,  porque  siendo,  como 
son,  pocos,  en  qualquiera  tumulto  que  se  ofrece  con 
los  de  la  gíudad  se  atriiichean  en  su  quartel  y  se  de- 
fienden abrigados  con  la  artillería  de  la  fortaleza.  La 
gente  de  honbres  y  mugeres  de  Bagadad  son  morenos 
generalmente,  como  los  berueriscos  de  la  costa  del  mar 
Mediterráneo,  y  por  todo  estremo  apazibles  y  amigos 
de  estrangeros,  mayormente  de  los  de  Europa,  siendo 
esta  ciudad  adonde  con  mas  gusto  y  siguridad  rre^iben 
de  todas  las  demás  de  este  Oriente  humana  y  loable 
hospitalidad,  que  parece  auerse  transferido  aqui  de  la 
arruinada  y  vezina  Babilonia,  en  su  antigua  opulencia 
y  grandeza,  adonde  tan  bien  vistos  y  tratados  fueron 
sienpre  los  huespedes.  Las  casas  son  de  la  mesma  fá- 
brica y  poca  pulíQia  de  las  de  Xiras,  Spahan  y  Cas- 
bin,  aunque  muchas  de  ladrillo,  que  ordinariamente 
van  sacando  de  las  rruinas  de  Babilonia,  que  no  están 
mas  lexos  de  seis  ó  siete  leguas.  Y  como  el  calor  de 
esta  Qiudad  sea  tan  grande  que  solo  el  de  Ormuz  puede 
excedelle,  en  todas  las  casas  tienen  aposentos  subterrá- 
neos para  que  de  dia,  en  el  estío,  puedan  defenderse  de 
su  mucho  rrigor,  subiéndose  luego  que  se  pone  el  sol  á 
dormir  en  los  techos  y  terrados,  como  en  Ormuz,  Ba- 
gora  y  Lara  y  las  demás  Qiudades  arriba  rreferidas. 
Ay  muchos  y  buenos  mantenimientos,  particularmente 
de  gordos  y  grandes  pichones  de  que  los  vezinos  crian 
gran  cantidad  de  muchas  spegies,  por  ser  muy  inclina- 
dos á  ello  como  generalmente  lo  son  todos  los  leuan- 
tiscos.  Y  aunque  no  ay  tanta  abundancia  de  fruta  como 
en  Xiras  y  Spahan,  no  faltan  muy  buenas  uvas  y  higos 
y  las  mejores  y  mayores  granadas  que  en  ninguna  otra 
parte  se  conocen,  y  sobre  todo  excelentes  dátiles,  de 
cuyas  palmas  los  canpos  alderredor  están  cubiertos. 
Dales  el  Tigris  grande  abundancia  de  buen  pescado, 
mayormente  de  gierta  spe^ie  que  por  se  criar  mucho 
ansimesmo  en  el  Euphrates^  vulgarmente  le  llaman 


—  279  — 

Phrate,  y  los  europeos  pexe  Phrate,  que  es  del  tamaño 
de  salmones,  pero  muy  blanco,  gordo  y  de  bonissimo 
gusto.  El  Tigris  parece  por  aqui  de  la  grandeza  que  el 
Ródano  poco  antes  de  llegar  á  Auíñon,  y  aunque  no 
trae  tan  gran  lecho  como  el  Euphrates,  por  correr  mas 
inpetuoso,  es  tenido  por  poco  inferior  en  cantidad  de 
agua,  la  qual,  con  ser  muy  buena  y  saludable  después 
de  asentada,  con  la  del  Euphrates  no  tiene  conpara- 
9Íon,  igualándola  todos  esta  á  la  del  Nilo,  tan  famosa  y 
celebrada  en  el  mundo. 

Conforme  al  sitio  de  Bagadad,  á  su  grandeza  y  auer 
sido  tantos  años  corte  de  uno  de  sus  dos  Caliphas  ó 
principes  eclesiásticos  y  tenporales,  casi  no  se  puede 
poner  duda  de  auer  sido  la  antigua  y  celebre  Ctesiphon- 
te,  tantas  vezes  nonbrada  en  lo  que  atrás  queda  escrito. 
Porque  demás  de  estar  en  la  vlterior  rribera  del  Tigris 
y  tan  qerca  de  la  fosa  ó  cortadura  entre  anbos  rrios, 
toda  aquella  tierra  fue  muy  andada  de  todos  los  exer- 
9Ítos  romanos  en  las  expediciones  y  guerras  rreferidas, 
siendo  esta  ciudad  y  la  de  Seleu(;ia  contra  quien  princi- 
palmente se  auian  movido.  Y  los  que  quisiesen  obsti- 
nadamente negar  que  no  aya  sido  Ctesiphonte,  forzo- 
samente tienen  de  prosuponer  que  desde  aquellos  tien- 
pos  antiguos  quedase  del  todo  desolada  como  Seleugia 
y  Babilonia,  y  que  Bagadad  fuese  fundagion  de  árabes 
en  diferente  sitio,  después  de  auerse  introduzido  la  secta 
de  Mahamet.  Pero  seria  mas  verisímil  la  opinión  de  (i) 
aquellos  á  quien  paresciese  que  á  Ctesiphonte,  que  en 
tienpo  de  JuUiano  el  enperador  estaua  entera,  después 
los  árabes,  ó  los  turcos,  ó  persíanos  que  rregibieron  su 
secta,  la  acrecentasen,  dándole  el  nonbre  de  Baga- 
dat  (2),  lo  qual  (3)  es  conforme  á  la  primera  opinión  de 

(i)    los  que  quisiesen  que  auiendo  quedado  Ctesiphonte  excissa  y 
arruinada. 
(3)    la  reedificasen  en  sus  mesmas  rruinas  de  Ctesiphonte. 
(3)    no  contradice. 


-:a8o  - 

que  Ctesiphonte  y  Bagadad  sean  una  mesma  cosa.  Mas 
lo  que  se  puede  siguramente  añrmar  es  auer  sido  fun- 
dada después,  engrandecida  ó  restaurada^  si  después 
padeció  alguna  euersion,  de  las  rruinas  y  despojos  de 
Babilonia,  como  lo  auia  sido  antes  augmentada  en  tanta 
grandeza  la  ^iudad  de  Seleu^ia^  transfiriéndosele  á  ella 
gran  parte  de  sus  vecinos,  como  lo  dize  Plinio,  pues 
aun  tigora  en  nuestros  dias  síenpre  se  va  sacando  gran 
cantidad  de  ladrillo  de  aquellos  antichissimos  funda- 
mentos y  firme  structura,  para  quantos  edificios  en  Ba- 
gadad se  labran,  ó  para  reparar  los  que  por  vegez  se 
arruinan  y  caen.  Por  la  antigüedad  no  parege  que  Cte- 
siphonte^ aunque  ganada  por  Trajano,  Septimio  Se- 
uero  y  Caro,  quedase  destruida,  pues  cuando  JuUiano 
llegó  cerca  della  y  saliendo  de  su  armada  peleó  con  los 
persas  que  auian  salido  de  la  gíudad,  aunque  los  rron- 
pio  y  hizo  rretirar  dentro  no  intentó  tomalla,  sino  que 
pasó  adelante,  sucediendo  de  su  jornada  lo  que  atrás  se 
tiene  escripto.  Y  i^uiendo  pasado  desde  este  tíenpo  hasta 
Mahamet  escasamente  dozientos  años,  no  es  creible  que 
una  ciudad  tan  noble  y  grande  se  u viese  ya  extermi- 
nado y  acabado,  con  tan  abundante  y  fértil  comarca, 
mayormente  dándole  tanta  comodidad  el  rio  Tigris. 
Tanbien  se  sabe  que  Ctesiphonte,  ni  fue  fundación  de 
los  antiguos  persas,  ni  de  alguno  de  los  sucesores  de 
Alexandro,  pues  casi  no  se  halla  antes  de  Trajano  me«* 
moría  alguna  suya,  aunque  Strabon  dize  que  en  su 
tienpo  tenía  ya  grandeza  de  ciudad;  mas  de  auerla  to- 
mado y  ganado  á  los  parthos  este  valeroso  enperador, 
juntamente  con  Seleugia  y  Babilonia,  y  esta  ya  en  aquel 
tienpo  deuia  de  estar  tan  despoblada  y  acabada  que  no 
se  haze  adelante  jamas  en  las  historias  romanas  men- 
ción della.  Antes  parece  que  desde  la  guerra  de  Traja- 
no  quedó  del  todo  asolada  y  sin  morador  alguno,  pa- 
sándose los  que  de  su  destruicion  se  saluasen  á  Ctesi- 
phonte, como  á  parte  menos  peligrosa  de  la  guerra 


—  i8i  — 

con  los  romanos^  por  estar  dt  la  otra  parte  del  Tigris. 
Y  de  que  estuuiese  en  las  edades  adelante  de  Trajano 
sin  rrastro  de  población  que  tuuiese  algún  nonbre,  se 
conoce  claramente  en  que  quando  después  Obdenato  y 
Gordiano  vencieron  y  ahuyentaron  á  Sapor  hasta  Cte* 
siphonte,  no  se  nonbra  ni  haze  memoria  de  Babilonia, 
estando  ya  transferido  lo  poco  que  de  su  antigua  po- 
blación (i)  auia  en  ella  quedado,  á  Ctesiphonte,  giudad 
nueua  y  populosa,  y  como  á  mas  sigura  frontera  de  la 
guerra  de  que  tantas  vezes  eran  infestados  de  los  ro- 
manos. 

Continua  el  Tigris  su  curso  al  Mediodía  hasta  algu- 
nas leguas  mas  abaxo  de  Bagadad,  y  de  aqui^  luego 
que  Tre^ibe  en  su  mayor  lecho  un  rramo  que  de  el 
mesmo  se  deríua,  antes  de  llegar  á  la  canal  ó  cortadu- 
ra del  Euphrates  tuerce  su  corriente  á  Sueste  y  Su- 
sueste.  El  dicho  ramo^  ó  bra^o^  era  antiguamente  lla- 
mado Pisi  Tigris,  como  nascido  y  deriuado  de  su  mes* 
mo  lecho,  sigun  mas  largamente  se  dirá  adelante. 


CAPÍTULO  IX 


Ruinas  de  Babilonia.  —  Su  grandeza  antigua  y  conquista  por  Ciro. 
Noticias  que  de  este  hecho  da  la  Sagrada  Escritura. — El  Eufra- 
tes y  sus  lagunas.— La  ciudad  de  Basora. — La  isla  de  Baharen. 
La  pesca  de  perlas  en  el  golfo  Pérsico.— Lo6  ríos  Tigris  y  Pisi- 
tigrís.— El  reino  de  Oe;a. 

Desde  Naarmalca,  el  canal  tantas  veces  nonbrado, 
continua  el  Euphrates  su  corriente  al  Mediodía  y  Su- 

(i)    polengia. 


sueste  por  los  fertilissimos  campos  de  Assíria  y  par* 
ticular  prouin^ia  de  Babilonia,  sacándose  del  en  di- 
uersas  partes  muchas  acequias  ó  canales  menores 
para  pregarse  los  dichos  campos.  Quanto  mas  se  va 
acercando  á  las  grandes  rruinas  de  la  famosa  ^iudad 
de  Babilonia,  tanto  mas  gruesa  y  abundante  se  halla 
la  canpaña,  con  grandes  palmares  en  muchas  partes 
delia,  y  en  otras  cantidad  de  manantiales  de  aquel 
grueso  y  tenaz  betumen  de  que  antiguamente  se  fabri- 
caron tan  insignes  y  soberuios  muros,  con  los  demás 
ediñgios  niilagrosos  de  aquella  gran  ^iudad.  En  fín,  se 
llega  á  su  desolado  sitio,  junto  al  qual  ay  agora  una 
pequeña  aldea  en  la  rribera  occidental  del  Euphrates, 
camino  del  desierto,  una  gran  jornada  el  rrio  abaxo,  de 
la  villa  de  Felugia,  desde  la  qual  pasan  tanbien  el  Eu- 
phrates (i)  los  que  (2)  por  el  ya  nonbrado  lugar  de 
Ana,  junto  al  rrio,  vienen  de  Alepo  y  Damasco  á  Baga- 
dad.  Luego  se  veen  á  la  mano  derecha  y  hazia  el  ¡Vle- 
diodia  grandes  pedagos  de  muy  gruesos  gimientos^  de 
una  y  otra  parte  del  lecho  del  rrio  Euphrates,  aunque 
por  la  mayor  parte  gastados  por  la  mucha  cantidad  de 
ladrillo  que  ordinariamente  dellos  se  saca  para  los  edi- 
ñqios  de  Bagadad,  fundada  y  acrecentada  de  estos  an- 
tichissimos  y  nobilissimos  despojos.  Son  estos  ladrillos, 
aunque  no  de  la  grandeza  que  muchos  imaginan,  me- 
dio pie  mas  largos  que  los  comunes,  y  á  la  proporción 
de  ancho  y  grueso,  pero  que  no  se  percibe  casi  el  bitu- 
men  con  que  estauan  trauados^  consumido  ya  de  la 
mucha  antigüedad.  Quanto  mas  se  van  estas  rruinas 
continuando  al  Mediodía,  mayores  pedamos  de  paredes 
ay  sobre  la  tierra,  auiendo  quedado  aun  en  la  memoria 
de  los  árabes  que  habitan  aquella  canpaña,  y  de  los 
cristianos  nestorianos  de  Bagadad,  por  tradición,  mu- 

(i)    este  rrio. 

(2)    por  el  desierto. 


—  283  — 

chas  cosas^  las  mas  dellas  fabulosas,  y  algunas  otras 
de  las  que  se  hallan  en  la  Sagrada  Scriptura,  aunque 
los  lugares  que  ellos  señalan  en  que  sucedieron ,  sin 
ninguna  aparente  probabilidad,  mas  de  auello  querido 
dezir  ansi  para  entretener  y  sacar  por  ello  algo  á  los 
pasageros.  Muestran  el  horno  adonde  metieron  á  Da- 
niel y  sus  conpañeros;  el  lago  ó  cisterna  de  los  leo- 
nes adonde  estuuo  el  mesmo  Daniel;  el  juizio  y  salua- 
9Íon  de  Susana;  la  cárcel  del  rey  xManasses,  con  otras 
antigüedades  de  que  no  puede  auer*^  certeza  por  no 
auer  en  todas  aquellas  rruinas  vestigio  alguno  que  lo 
demuestre,  no  hallándose  en  ellas^  no  solo  inscripción, 
pero  aun  piedra,  ni  columna,  en  que  pudiera  señalarse. 
Porque  toda  la  fabrica  de  aquella  memorable  giudad, 
por  lo  que  de  la  antigüedad  se  sabe  y  de  lo  que  agora 
sus  euidentcs  rruinas  nos  muestran,  fue  de  ladrillos  su 
muralla,  sus  tenplos,  casas  (i)  y  grandissimas  cister- 
nas ó  lagos  para  rregibir  las  crecientes  del  Euphrates; 
pero  la  puente  sobre  este  rrio  y  el  fuerte  sustento  de 
los  huertos  pensiles,  díze  Quinto  Curtió  que  eran  de 
piedra.  Y  como  estos  pedamos  de  cimientos  que  agora 
se  veen  y  muestran  se  van  continuando  por  mas  de 
tres  leguas,  en  medio  del  dicho  espacio  a  quedado  un 
altissimo  cínborrio  ó  cúpula,  sobre  gruesas  paredes  de 
ladrillo,  tenido  vulgarmente  por  todos  por  la  torre  de 
Babel  y  confusión  de  las  lenguas,  aunque  algunos,  con 
mas  aparencia  y  similitud  de  verdad  (2),  y  entre  ellos 
Cesar  Federici,  veneciano,  dizen  ser  rreliquia  suya  un 
grande  y  leuantado  collado  con  muchas  rruinas  de  la- 
drillos crudos  al  derredor,  que  se  vee  desde  muy  lexos 
en  medio  de  aquella  llanura,  pudiendo  ser  con  mas  cer- 
teza el  dicho  collado  la  pirámide  arruynada  que  Ale- 


( I )    huertos,  pensiles,  puente. 

(3)    dicen  ser  parte  del  templo  de  Belo,  tan  peñerado  de  los  ba* 
bilonios. 


-284- 

xandro  quiso  rrestaurar  en  Babilonia,  sigun  Strabon, 
libro  i6.  La  memoria  de  la  torre,  aunque  su  principio 
nadie  podra  ni  se  atreuera  á  negallo^  pero  como  obra 
de  la  primera  antigüedad  del  mundo  y  tan  propinquaá 
la  vni versal  inundación  del  Diluuio,  ella  mesma  con  el 
discurso  de  tantos  siglos  del  todo  la  consumió,  pues 
no  solo  en  tienpo  de  Alexandro,  pero  ni  en  el  que  al- 
caa^o  Herodoto,  se  halla  algún  rrastrodella(i).  Agora 
en  estos  presentes  son  muy  vistas  y  notorias  á  machos 
las  tales  ruinas,  por  estar  en  el  forzoso  camino  de  Ba- 
gadad  á  Alepo,  no  solo  de  tantas  carauanas  como  por 
el  pasan  de  árabes,  armenios  y  persianos  y  de  las  de- 
mas  partes  del  Oriente,  pero  de  gran  número  de  espa- 
ñoles y  otros  europeos  que  de  Persia,  Ormuz,  la  India 
y  Philipinas,  de  ordinario  andan  este  camino  á  España 
y  diuersas  partes  otras  de  Europa,  por  Alepo.  Y  es 
cosa  notable  ver  como  el  uso  a  facilitado  y  hecho  ya 
familiar  este  viage  por  tierra^  siendo  tan  largo  y  por 
rregiones  enemigas,  atrauesando  gran  parte  del  señorío 
de  Persia  y  después  del  Turco;  mas  lo  que  pone  mayor 
admiración  es  pasar  muchos  honbres  solos,  sin  notící^i 
alguna  de  la  lengua,  ni  comergio,  de  tan  infestas  nacio- 
nes, con  un  árabe  ó  persiano  que  guia  á  cada  uno  de- 
llos,  como  los  mocos  de  muías  de  España.  Y  sin  con- 
paracion  es  mucho  mas  para  admirar  de  que  jamas  los 
tales  árabes  ayan  dexado  de  hazer  fídeüsimamente  su 
offício  á  los  que  guian,  aunque  sea  por  yermos  y  gran- 
des despoblados,  como  se  cunpla  con  ellos  lo  concer- 
tado por  su  viage. 

Fue  Babilonia  antiguamente,  como  tanbíen  lo  son 
agora  sus  rruinas,  limite  de  Arabia  y  Assiria^  y  especi* 


(i)  aunque  Str  abonen  el  libro  iSdiiffi  que  auiaaun  hasta  el 
tienpo  de  Alexandro  una  gran  pirámide  de  ladrillo  de  un  Uadio 
de  altura,  aunque  tan  arruinada  y  ciega  de  las  otras  muchas  ruinas 
que  no  pudo  restauralla* 


-^285  — 

fícamente  de  la  prouín^ia  de  Babilonia^  que  de  la  mes- 
ma  Assiria  es  la  parte  mas  austral.  De  su  grandeza  y 
admirable  fortaleza  de  sus  muros^  con  las  demás  fabri- 
cas milagrosas  suyas,  ay  tan  particular  y  general  noti- 
cia en  todos  los  autores  mas  graves  de  la  antigüedad, 
que  de  ellos  se  a  traspasado  y  derivado  hasta  las  más 
rremotas  partes  de  Europa.  La  diuina  Scriptura,  de 
ninguna  ciudad  del  mundo,  ni  de  muchas  juntas,  ex- 
cepto de  Hierusalen,  haze  mención  tantas  vezes,  di- 
ziendonos  ansimismo  correr  por  ella  el  rio  Euphrates 
de  que  con  tan  larga  serie  emos  venido  y  vamos  tra- 
tando. Y  aunque  en  tienpo  de  Alexandro  Magno  toda- 
vía estaua  de  insigne  grandeza,  populosa  y  llena  de  las 
rríquezas  y  delicias  de  Asia,  pero  muy  inferior  y  me- 
noscabada en  gran  manera  de  lo  que  antes  auia  sido, 
auiendo  pades<;ido  mas  de  dozientos  años  antes  tan  la- 
mentable euersion  por  el  gran  rey  ^iro  de  los  persas. 
Esta  guerra,  que  como  entre  tan  poderosos  principes 
seria  muy  larga  y  de  varios  y  peligrosos  trances  antes 
de  perderse  Babilonia^  la  hallamos  en  Herodoto,  Xeno- 
ponte,  Trogo  Ponpeyo  y  Diodoro,  que  fueron  los  que 
pudieron  dar  notigia  della  entre  los  autores  que  nos 
quedaron  de  la  antigüedad,  tan  poco  distinta  que  sola- 
mente la  tocan  muy  sucinta  y  breuemente.  El  trágico 
y  gran  profeta  Jeremias  en  los  capítulos  5o,  5\,  aun- 
que en  forma  de  declamación  (i),  pero  mucho  mas 
rrepetída  y  distintamente,  nos  pinta  con  gran  propie- 
dad todos  los  accidentes  y  casos  sucedidos  aquella  no- 
che en  que  aquesta  nobilissima  ciudad  se  ganó,  y  de 
que  fuese  entrada  por  el  lecho  del  Euphrates,  Herodo- 
to se  conforma  con  él.  El  profeta  Daniel,  en  el  capitu- 
lo 5,  no  dize  mas  [que]  después  de  auerle  interpretado 
al  rey  Balthasar  aquella  milagrosa  scripcion  qpe  le  su- 


(i)    con  la  mesma  breucdad. 


—  286  — 

qedio  ver  en  su  vanquete,  que  en  la  mesma  (i)  noche 
le  mataron,  auíendose  causado  su  muerte  y  saco  de 
Babilonia  por  los  medos  y  persas,  y  sigun  se  colige  del 
mesmo  capitulo  y  del  siguiente,  sucediendo  en  el  rey- 
no  de  los  babilonios  Dario,  rey  de  Media.  Xcnophonte 
escriue  que  estando  el  rey  de  Babilonia  en  un  vanquete 
que  se  auía  continuado  hasta  la  noche  le  llego  (2)  la 
nueua  de  ser  entrada  la  (iudad  por  los  enemigos;  de 
manera  que  [en]  el  auer  sucedido  este  caso  de  noche, 
descuydado  el  rey,  y  en  el  vanquete,  son  de  un  mes- 
mo pareger  Daniel  y  Xenophon  con  el  profecta  Jere- 
mias,  el  qual  encarece  la  rrepentina  turbación  de  los 
muchos  que  venian,  encontrándose  (3)  unos  con  otros, 
á  dar  la  nueva  y  auiso  de  ser  entrada  la  giudad.  La 
causa  pringipal  del  descuido  de  los  de  dentro,  con  estar 
sitiada  de  sus  enemigos,  como  de  Jeremias  se  colige 
fue  celebrarse  aquel  dia  alguna  gran  festiuidad^  como 
después  sugedio  en  Siracusa  y  Carthago,  continuándo- 
se aquel  sumptuoso  y  vltimo  vanquete  hasta  la  nocbe 
en  que  todos  los  magistrados,  capitanes,  soldados  y 
demás  gente  principal  de  la  giudad  quedaron  sepulta- 
dos en  el  sueño,  de  lo  mucho  que  auian  beuido.  Y  lo 
que  es  muy  ordinario  en  los  casos  no  esperados  y  rre- 
pentinos,  demás  de  la  general  crápula  de  todos,  fue 
faltalles  (4)  en  aquel  trange  rresolugipn  y  animo  para 
defenderse,  pues  dize  el  mesmo  profeta  que  mostraron 
los  babilonios  en  esta  ocasión  flaqueza  y  couardia  de 
mugeres.  Y  aunque  los  persas  y  medos  entraron  aque- 
lla noche  por  el  vado  y  lecho  del  Euphrates,  como 
tanbien  lo  dize  Herodoto,  que  durante  el  sitio  auian, 
sigun  parege,  deriuado  por  otra  parte,  nos  muestra 


(i)  aquella  mesma. 

(3)  uno  con. 

(3)  topándose. 

(4)  del  lodo. 


-  287  - 

tanbien  nuestro  diuíno  y  grande  historiador  que  se 
auian  hecho  minas  ocultamente,  como  en  la  guerra  se 
suelen  hazer,  y  derribado  (i)  parte  de  la  gruesa  y  for- 
tissima  muralla,  rrompiendo  y  quemando  tanbien  las 
puertas  que  auia  en  ella.  Y  como  el  arruinarse  los  mu- 
ros con  las  minas  y  quemarse  las  puertas  no  podamos 
presumir  que  sucediese  antes  de  aquella  noche  en  que 
la  (iudad  se  entró,  sigun  la  confianza  y  descuydo  de 
los  babilonios,  es  lo  mas  verisimil  y  conforme  á  rrazon 
que  en  ella  mesma  después  de  auerse  labrado  las  mi- 
nas se  hizíese  y  executase  lo  uno  y  lo  otro,  tanbien 
como  el  entrar  los  enemigos  por  el  vado  del  rrio.  Por- 
que de  otra  manera,  ¿cómo  fuera  posible,  rrota  la  mu- 
ralla y  quemadas  las  puertas,  que  los  babilonios,  aun- 
que fuera  por  causa  de  su  rreligion  en  aquella  su  gran 
festiuidad,  pudiesen  hallarse  tan  siguros  y  descuyda- 
dos,  rrodeados  de  tan  poderoso  exer^ito  que  bastaua  á 
tener  gercada  (2)  toda  al  derredor,  como  lo  dize  Jere- 
mias,  la  mayor  giudad  del  mundo?  En  ñn,  Babilonia 
estaua  sitiada,  y  de  muchos  dias,  pues  en  aquel  tienpo 
se  pudo  hazer  nueuo  lecho  para  deriuar  tan  gran  rrio 
como  el  Euphrates  y  minar  sus  gruesos  y  fuertes  mu- 
ros, sucediendo  en  aquella  noche  el  efecto  de  las  mes- 
mas  minas,  ó  lo  que  acaes^e  muy  ordinario  en  seme- 
jantes trances  de  guerra,  que  alguna  parte  de  la  mura- 
lla estuuiese  antes  derribada,  y  fortificados  de  manera 
con  rreparos  los  de  dentro,  que  les  pareciese  estar  si- 
guros por  aquella  bateria.  Y  tan  grande  y  poderosa 
(iudad  á  cuya  defensa  aurian  acudido  las  mas  fuergas 
de  su  inperio,  mucho  número  de  gente  era  menester 
que  entrase  á  un  tienpo  en  ella,  aprouechandose  tan- 
bien  los  persas  y  medos  de  la  ocasión  que  les  offregia  la 
festiuidad  que  gelebrauan  sus  moradores.  Y  ansi,  por 


(i)    gran. 
(2)    y  rodeada. 


—  áse- 
las rruinas  de  la  muralla,  por  el  vado  del  rrio^  y  por 
las  puertas,  dize  Jeremías  que  se  entró  la  ^iudad  aque- 
lla noche,  en  la  qual  murió  Baltasar  con  tanto  número 
de  honbres  y  mugeres  de  toda  suerte^  como  algunas 
vezes  rrepite  en  su  lastimosa  y  trágica  declamación. 

Fue  antichissima  costunbre  entre  los  assiríos,  me- 
dos,  babilonios  y  persas,  nonbrar  sus  reyes  con  mu- 
chos nonbres,  mostrando  en  ello  la  magestad  y  gran 
potencia  suya.  Unos  de  estos  nonbres  eran  propios  y 
otros  appellativos,  no  guardándose  un  mesmo  orden 
en  nonbrallos,  porque  unas  vezes  era  con  el  nonbrc 
propio,  otras  con  el  apellido,  y  algunas  con  entranbos. 
Y  aunque  esta  diferencia  era  mayor  entre  los  persas 
después  que  (¡)iro  trasfírio  en  ellos  el  inperio  de  Asia, 
quw  estaua  entre  los  medos  y  babilonios,  tanbien  nos 
lo  muestra  la  Sagrada  Scriptura  en  muchos  lugares, 
quando  aquellos  reyes,  grandes  y  primeros  monarchas 
de  los  assirios,  tantas  vezes  pasaron  á  Siria  y  Palesti- 
na contra  los  siros  y  hebreos.  Con  mayor  claridad  se 
muestra  esto  en  la  rrelázion  que  se  ha  hecho  de  la  en- 
trada, saco  y  destrui^ion  de  Babilonia,  dándole  el  pro^ 
fecta  Daniel,  al  rey  que  la  perdió  y  fue  muerto  en  ella, 
nonbre  de  fialthasar,  hijo  de  Nabuchodonosor,  en  el 
capitulo  quinto,  como  se  a  rreferido.  Baruch,  en  el  ca- 
pitulo primero,  tanbien  le  da  el  mesmo  nonbre  y  el 
mesmo  padre,  sin  hazer  menfion  alguna  de  la  presa  de 
Babilonia,  ni  de  su  muerte.  Pero  Jeremías,  en  el  pitado 
capitulo  5o,  lo  llama  Merodac;  de  manera  que  estos 
dos  nonbres  Balthasar  y  Merodac  no  puede  auer  dub- 
da  sino  que  señala  un  mesmo  rey.  En  el  4."^  de  los  Re- 
yes  cap.  25,  se  halla  que  Euilmcrodac,  rey  de  Babilo- 
nia, en  el  primero  año  de  su  inperio  y  treinta  y  siete 
después  de  la  transmigración  de  Joachin,  le  dio  liber- 
tad á  este  rey  sacándole  de  la  carcer,  y  tanpoco  se  po- 
dra poner  duda  de  que  Merodac  y  Euilmerodad  sea 
lo  mesmo,  pues  consecutiuamente  lo  pone  la  Escrip- 


-  289  — 

tura  en  este  lugar  luego  después  de  Nabucdonosor  el 
grande,  sin  dar  ni  señalar  en  medio  otro  sucesor;  y 
nonbrandose  Balthasar,  por  Baruch,  y  por  Daniel,  hijo 
de  Nabucdonosor,  y  que  murió  en  la  toma  y  euersion 
de  Babilonia,  y  que  sigun  Jeremías  se  llamaua  tanbien 
Merodac,  este  y  Euil  Merodac  y  Balthasar  los  deue- 
mos  tener  por  un  rey  mesmo.  En  la  conputa^ion  de  los 
tienpos,  no  excediendo  de  este  lugar  tocante  á  la  des- 
truigion  de  Babylonia,  parege  que  Daniel,  auiendo  sido 
lleuado  de  Jerusalen  con  ios  demás  de  la  primera 
transmigración  á  Babilonia,  en  tienpo  de  Joagín,  hijo 
de  Josias  y  padre  de  Jeconias,  y  llegado  hasta  el  prime- 
ro  año  del  reyno  de  Qiro  y  libertad  de  los  dos  tribus  de 
Juda  y  Benjamín,  que  biuio  más  de  noventa  años, 
quando  el  no  tuuiera  mas  de  quinze  al  tienpo  de  su 
captiuerio.  De  manera  que  alcanzo  á  los  reyes  Kabuc* 
donosor,  Balthasar  ó  Merodac,  su  hijo,  Darío,  hijo  de 
Astiages,  ó  Assuero,  como  lo  nonbra  Daniel  en  su  ca- 
pitulo nono,  y  hasta  el  primero  año  de  Ciro.  Y  aunque 
Josepho  ponga  entre  Nabucdonosor  otros  dos  reyes, 
demás  de  ser  contra  el  sentido  expreso  de  la  Diuina 
Scriptura,  á  que  se  a  de  tener,  es  mas  conforme  á  rra- 
zon,  sigun  el  tienpo  de  la  (i)  presa  de  Babilonia  y 
muerte  de  Balthasar,  y  los  años,  aunque  fuesen  pocos, 
qjLie  corrieron  desde  entonces  por  el  rresto  de  la  vida 
de  Dario,  hijo  de  Astiages,  hasta  que  ^iro  rreduxo  á 
si  toda  la  monarchia,  cunpliendose  en  el  primero  año 
de  su  inperio  los  70  de  !a  captiuidad  de  los  dos  tribus. 
(Isaías  cap.  i3;  Jeremías  cap.  5ó). 

Con  rrazon  encaregen  los  profetas  rreferidos  la  gran- 
de euersion  y  rruina  de  Babilonia,  pues  aunque  del  pri- 
mero de  Esdras  se  colige  estar  ya  habitada  en  tienpo 
de  Darío  Hitaspes,  menos  de  gínquenta  años  después 
de  su  destruigion,  quando  Alexandro  Magno  entró  en 


(i)    captiuidad. 

>9 


—  290  — 

ella  después  de  la  victoria  de  Gangamala^  estaua  tan 
desminuida  de  su  primera  y  antigua  grandeza  que  ::o 
se  habitaua  la  quarta  parte,  y  esta  no  continuada  ni 
entera.  Porque  bolando  su  muralla  trezientos  y  sesen- 
ta stadios,  aunque  algunos  le  dan  más,  solos  nouenta, 
á  barrios  y  con  vazios  entre  los  unos  y  los  otros,  era 
lo  que  entonces  estava  poblado,  y  con  toda  la  dicha 
diminución  fue  de  notable  admiración  para  todas  las 
naciones  de  aquel  victorioso  (i)  exergito  la  mucha  opu- 
lencia y  grandeza  suya.  Toda  la  demás  cantidad  del 
suelo  que  rrodeaua  la  muralla,  que  aun  estaua  entera, 
se  araua  y  labraua  como  en  un  muy  ancho  y  cstendido 
canpo.  Pues  siendo  la  distancia  referida,  dentro  de  los 
muros,  de  más  de  onze  leguas  españolas  y  de  casi 
tres (2)  de  traues^  aprueuan  y  certifican  agora  las  rruinas 
que  de  presenté  se  muestran  la  antigua  grandeza  suya^ 
alargándose  por  la  una  y  otra  rribera  del  Euphrates 
este  mesmo  spac¡o,  auiendo  lugar  propio  en  el,  sin  las 
otras  fieras  que  los  profectas  nos  dizen,  para  criarse 
abestruzes  y  leones,  como  agora  los  ay  en  aquellas 
canpañas  de  Arabia  cercanas,  mayormente  entre  las 
grandes  malezas  y  carrizales  que  produze  en  sus  ori- 
llas el  mesmo  rrio,  y  en  las  lagunas  que  causan  sus 
crecientes. 

Corre  el  Euphrates  desde  las  rruinas  de  Babilonia  al 
Susueste,  y  Sueste,  vertiendo,  pocas  leguas  más  abaxo, 
á  su  mano  derecha,  gran  cantidad  de  agua  quando 
viene  hinchado  y  crecido,  de  manera  que  inundando 
gran  trecho  de  aquellos  canpos  se  hazen  de  la  mucha 
sobra  de  agua  grandes  lagunas  que,  aunque  por  estre- 
chos y  torcidos  canales,  se  continúan  las  unas  con  las 
otras,  quedando  muchas  isletas  y  pedacos  de  tierra  en 
medio.  Por  las  orillas  destas  lagunas,  islas  y  canales, 

(i)    pencedor. 
(a)    y  media. 


—  agí  — 

se  crian  grandes  y  espesas  matas  de  arboles  fluviátiles 
y  cañas  menudas^  como  en  las  lagunas  y  lagos  por  la 
mayor  parte  se  suelen  hallar,  adonde  demás  de  enbos- 
carse  varios  animales  y  entre  ellos  muchos  leones,  tan- 
bien  se  esconden  cantidad  de  ladrones  que  de  rrepente 
saltean  á  los  que  por  alli  cerca  pasan  descuydados,  ó 
salen  á  dormir  de  noche  á  la  orilla  del  rio,  de  los  mer- 
caderes que  por  el  nauegan.  Anse  causado  las  dichas 
lagunas  de  tienpo  inmemorial^  teniéndose  notigia  deltas 
desde  la  primera  memoria  que  de  Babilonia  se  halla.  Y 
de  que  sean  de  la  forma  que  aqui  se  a  dicho,  es  tan 
Qierto,  que  queriendo  verlas  y  nauegarlas  por  curiosi- 
dad Alexandro  Magno,  pocos  dias  antes  de  su  muerte 
en  Babilonia,  dize  Diodoro  Siculo  que  anduuo  tres  dias 
con  sus  noches  perdido  (i)  con  los  que  con  el  fueron 
enbarcados,  sin  poder  en  todo  este  tienpo  casi  agertar 
á  salir  dellas,  lo  qual  no  pudiera  suceder  si  con  las  di* 
chas  matas  y  carrizos  no  estuvieran  (¡erradas  y  tan  in- 
pedidas  sus  orillas,  siendo  tanbien  esto  causa  de  que 
trauandosele  la  insignia  y  tocadura  real  que  lleuaua  en 
la  cabera,  á  uno  de  los  rramos  que  pendian  sobre  el 
agua,  se  le  cayo  en  ella.  Y  lo  que  ansimismo  se  tuuo, 
entre  otras  malas  señales,  por  presagio  de  la  muerte  de 
este  gran  monarcha  y  famosissimo  (2)  cs^pitan,  fué  que 
como  aquella  real  insignia,  á  que  los  persas  llamauan 
Qídaris,  fuese  conpuesta  de  velos  subtíles,  como  tan- 
bien  lo  son  agora  los  turbantes  de  casi  todos  los  asia- 
nos,  aunque  cayó  en  el  agua  se  quedo  en  la  superfígíe 
della.  Y  como  uno  de  los  que  rremauan  en  el  barco  de 
Alexandro  lo  viese,  se  arrojo  luego  en  la  laguna  y  to- 
mando el  tocado  y  poniéndolo  en  su  propia  cabera, 
porque  le  quedasen  las  manos  desocupadas  para  na- 
dar, boluio  al  barco  del  rey,  que  sigun  el  mesmo  autor 

(i)    por  ellas, 
(2)    Principe, 


—  292  — 

dízc,  ansí  esto  como  todo  quanto  vía  y  le  sucedía  le 
paremia  portento  de  la  muerte  que  los  chaldeos  le  auian 
ya  vatiginado. 

Veense  oy  estas  lagunas,  pareciendo  á  los  que  las 
miran  de  lejos  un  espacioso  mar,  dando  ellas  mesmas 
ciertas  y  verdaderas  muestras  de  donde  fue  Babilonia, 
con  tanta  mayor  eternidad  y  perpetua'  memoria  que 
todas  sus  admirables  y  milagrosas  fábricas^  quanto  es- 
tas ya  las  tiene  sepultadas  y  consumidas  el  tienpo,  y 
ellas  paregen  igualmente  perdurables  con  lo  que  per- 
manesgiere  el  mundo. 

Continuando  la  corriente  del  Euphrates  entre  Orien- 
te y  Mediodía,  llega  á  juntarse  con  el  Tigris,  licuando 
desde  allí  un  soberuio  y  ancho  lecho  por  donde  so  na- 
uega  hasta  Baqora,  rregibiendo  el  mar  Pérsico,  poco 
más  abaxo,  la  mucha  cantidad  de  aguas  de  estos  dos 
nonbrados  rrios.  Y  aunque  Bagora  no  esta  á  su  rribera, 
por  casi  media  legua  de  distangía,  un  canal  que  de  la 
madre  grande  se  saca  le  sirue  de  comunicar,  desde  el 
rrio  á  la  giudad,  los  barcos  de  mercaderes  que  vienen 
de  Bagadad,  ó  por  el  mesmo  mar  de  Ormuz,  Califa  y 
Baharen,  siendo  esta,  aunque  agora  algo  desminuida, 
una  de  las  grandes  escalas  de  toda  Asia.  Nonbran  co- 
munmente todos  los  mercaderes  á  los  dos  rrios  juntos, 
hasta  entrar  en  el  dicho  mar,  con  solo  el  nonbre  de  Ti- 
gris, no  obstante  que  en  grandeza  y  dignidad  de  su  an- 
tigua fama  sea  el  Euphrates  tanto  mayor,  y  ansí  por 
toda  la  antigüedad,  después  de  auer  rregibido  en  su 
lecho  al  Tigris,  hasta  entrar  en  el  seno  Pérsico,  con- 
seruó  sienpre  su  propio  nonbre.  Pero  como  de  muchos 
siglos  á  esta  parte  aya  quedado  del  todo  arruinada  Ba- 
bylonia,  que  tanto  más  lo  ennoblegia,  y  en  Bagadad, 
por  donde  el  Tigris  corre,  se  aya  transferido  lo  que  de 
su  antigua  grandeza  le  auia  quedado,  y  de  aquí,  ansí 
por  el  Tigris  como  por  tierra  parten  todas  las  caraua- 
nas  á  Bagora,  quando  después  se  viene  a  juntar  con  el 


—  293  — 

* 

Euphrates,  sienpre  los  mercaderes  y  demás  pasageros 
van  nonbrando  al  Tigris  por  donde  desde  Bagadad  an 
venido  nauegando.  Y  de  aquí  á  rresultado  auerse  es- 
cure^ido  en  este  viage  y  nauegagion  á  Bagora  y  della 
á  Bagadad  la  fama  del  Euphrates,  sintiendo  agora  esta 
diminución  en  su  nonbre  con  la  eversión  y  fin  de  la 
gran  Babilonia. 

Nauegasc  desde  Bagadad  á  Bagora^  Ueuando  la  co- 
rriente en  su  fauor,  en  ocho  ó  nueue  dias,  pero  el  rrio 
arriba  es  muy  largo  y  prolíxo  el  viage,  gastando  en  él 
treinta  ó  quarenta,  saliendo  sienpre  de  noche  á  dormir 
en  tierra  y  velándose  con  cuydado  de  los  muchos  la- 
drones que  en  las  matas  y  otras  malezas  de  la  orilla  del 
rrio  están  enboscados.  Y  no  solo  se  velan  y  guardan 
destos  salteadores,  pero  del  peligro  de  los  leones  que 
por  una  y  otra  rribera  se  crian,  sucediendo  algunas  ve- 
zes,  sintiendo  poca  gente  en  los  barcos  que  de  noche 
están  gerca  de  tierra,  matar  á  los  que  duermen  en  ellos. 
Ay  pocos  y  pequeños  lugares  en  este  camino,  y  los  ta- 
les son  de  árabes  sumamente  pobres,  aunque  á  la  parte 
de  la  mano  izquierda,  que  es  dominio  del  regulo  de 
Oeza,  á  quien  vulgarmente  llaman  Monbareca,  tienen 
los  árabes  algunas  fortalezas  sobre  el  rrio,  desde  las 
quales,  con  ocasión  de  pedir  á  los  mercaderes  algunas 
exacíones  y  gabelas  por  el  paso,  les  rroban  y  saquean 
sus  mercadurías,  con  lo  qual  an  tenido  estos  años  in- 
pedido el  comercio  de  Bagadad  á  Bacora.  Pero  como  el 
Baxá  de  este  govierno  sintiese  el  daño  que  rresultaua  á 
los  derechos  y  rrentas  publicas  de  estas  dos  ciudades, 
y  particularmente  á  su  prouecho,  este  año  pasado 
de  16 18,  después  de  auer  entrado  el  Enbaxador  en  Per- 
sia,  tomó  las  dichas  fortalezas  á  los  árabes,  no  obstante 
el  socorro  que  de  Oeza  les  vino,  quedando  libre  la  na- 
vegación del  Eufrates  como  antes  lo  auia  estado. 

Es  Bacora  lugar  grande,  una  gran  jornada  de  donde 
los  dos  rrios  Euphrates  y  Tigris  se  juntan,  y  aunque 


—  294.— 

inferior  á  Bagadad,  pero  de  mucha  gente  y  á  donde 
sienpre  acuden  mercaderes,  como  se  a  dicho,  por  cuya 
causa,  luego  que  el  Turco  se  apoderó  de  Bagadad  pro- 
curó tanbien  ocupar  á  BaQora,  como  de  enporío  tan 
inportante  de  todas  las  mercadurías  de  la  India,  que 
entonges  estaua  mas  rrico  y  floreciente  de  lo  que  agora 
se  halla.  Tiene  malissimos  edificios,  pero  dentro  de  si 
muchos  jardines  y  palmares,  y  en  mucha  mas  cantidad 
fuera  y  al  derredor  de  lo  poblado,  con  la  gran  comodi- 
dad de  agua  para  rregar  las  huertas,  y  espesos  bosques 
de  palmas  de  que  su  comarca  está  llena.  El  terreno  de 
aqui  á  las  rruinas  de  Babilonia,  que  en  muchas  partes 
es  fertilissimo,  produze  estos  arboles  [y]  con  mayor 
perfección  la  fruta  dellos  que  en  otra  ninguna  parte  del 
mundo,  mayormente  en  el  districto  y  comarca  de  las 
dichas  rruinas,  sigun  se  conoce  agora  por  la  esperien- 
(¡ia  la  perfección  y  excelencia  de  aquellos  dátiles  que 
Xenophon  tanto  alaba.  Aunque  los  que  en  la  ciudad  de 
Lara  halló  el  Enbaxador  quando  pasaua  á  Persia  no 
parecía  que  podian  rrecibir  conparacion  con  otros  nin- 
gunos.  Ay  en  Bacora  un  Sanjaco  ó  Baxá  inferior  al  de 
Bagadad  y  subordinado  á  él,  el  qual  tanpoco  puede 
meter  consigo  en  la  ciudad  quando  entra  en  su  gouier- 
no,  mas  de  un  cierto  y  poco  numero  de  janicaros,  sien- 
do la  demás  milicia,  que  llega  á  tres  mil  soldados,  de 
los  mesmos  turcos,  mezclados  ya  de  muchos  años 
atrás  con  la  gente  de  la  tierra.  Y  aunque  auia  en  Bacora 
comodidad  y  sitio  tan  aparejado  para  hazerse  el  Turco 
señor  de  la  nauegacion  y  comercio  del  mar  de  Persia, 
fáltale  del  todo  madera  para  labrar  galeras  y  otros  na- 
uios  sutiles,  y  ansi  apenas  se  halla  agora  alli  una  ga- 
leota de  quinze  ó  diez  y  seis  vancos.  Es  cosa  de  grande 
admiración  que  siendo  su  Magestad  Catholica  señor  de 
Ormuz  y  pudiendo  tan  fácilmente  y  sin  mayor  costa  de 
la  que  agora  tiene  en  aquella  ciudad,  ser  tanbien  abso- 
luto señor  de  todo  lo  contenido  en  el  dicho  seno  Per- 


—  295  — 

sico,  dexe  de  executaiio^  lo  qual  es  por  no  entenderse 
ansí,  ó  por  lo  que  es  mas  cierto,  por  estar  rreduzida  la 
poca  sustancia  que  de  aquel  rey  no  a  quedado  á  ganan- 
cia y  vtil  particular  de  los  que  de  la  corona  de  Portugal 
cada  tres  años  entran  en  la  fortaleza  de  la  giudad  de 
Ormuz,  de  que  a  rresultado  todo  el  mal  estado  en  que 
la  dicha  giudad  se  halla^  como  adelante  se  hará  relación 
dello.  Es  la  gente  natural  de  Ba^ora,  como  comun- 
mente lo  son  todos  los  árabes,  morenos  y  semejantes  á 
los  moradores  de  Ormuz  y  Lara,  aunque  los  que  vienen 
de  casta  de  turcos,  mas  claros  de  color  y  mejores  sol- 
dados que  los  otros;  y  el  trage  comunmente  de  honbres 
y  mugeres,  con  poca  ó  ninguna  diferencia  del  que  se 
usa  en  las  dichas  dos  ciudades.  Y  como  el  calor  sea 
poco  menos  que  el  de  Ormuz  labransc  alli  muchas 
formas  y  diferencia  de  avanos  ó  ventalles  de  palma  muy 
menuda  y  de  muchas  colores,  con  diuersas  fíguras  en 
ellos,  los  quales  se  lleuan  en  mucha  cantidad,  como 
á  donde  tanta  necesidad  tanbien  ay  dellos,  á  Bagadad, 
Oeza,  Lara  y  Ormuz,  de  donde  (i)  ansimesmo  se  espar- 
zen  á  otras  muchas  partes  del  mundo^  mayormente  á 
España,  adonde  muy  de  ordinario  se  vsan.  Vna  legua 
mas  abaxo  de  Bacora,  y  adonde  el  Euphrates  entra  en 
el  dicho  mar,  ay  una  isleta  que  boja  poco  mas  de  dos 
leguas,  muy  fértil,  con  algunos  palmares  y  otros  arbo- 
les poco  cultiuados,  la  qual  por  la  mayor  parte  está 
deshabitada,  no  auiendo  en  ella  sino  algunas  cabanas 
con  pocos  y  pobres  pescadores  y  barqueros.  Offrec¡a 
los  años  pasados  el  régulo  de  Oeza,  cuya  era  Bacora 
antes  que  los  turcos  la  tomasen  á  los  portugueses  de 
Ormuz,  de  ayudar  á  la  fábrica  de  una  fortaleza  en  la 
dicha  isla.  Y  aunque  él  offrecia  lo  que  ya  no  era  suyo 
fuera  cosa  muy  fácil  al  governador  de  Ormuz,  con 


(i)    tanbien. 


—  296  — 

quaiquiera  diligencia  que  pusiera,  hazer  alli  aquel 
fuerte  y  quitar  todo  el  comergío  á  Bagora,  siendo  se- 
ñor, como  rrealmente  lo  fuera,  de  toda  aquella  ñaue- 
gagion. 

La  isla  de  Baharen,  tan  celebrada  en  el  mundo  por 
la  rriquissíma  pesquería  de  sus  perlas  como  las  mejo- 
res y  perfectas  de  todo  el  Oriente,  está  en  el  mesmo 
seno  Pérsico  ya  nonbrado,  casi  á  la  mitad  del  viage  de 
Ormuz  á  Bagora,  aunque  mas  gercana  á  la  costa  de 
Arabia  que  á  la  de  Carmania  la  desierta^  ó  rey  nos  de 
Oeza  y  Lara,  que  es  la  Arabia  al  Oriente  del  Euphrates. 
Tiene  de  largo  esta  isla,  Eeste  Oeste,  doze  leguas,  y  de 
ancho,  Norte  Sur,  de  seis  hasta  ocho  (i),  corriendo  el 
dicho  seno  Les  Sueste,  Oes  Noroeste  por  su  mayor 
largura.  Es  muy  fértil  de  frutas  y  ganado,  cogiéndose 
tanbien  (2)  mucha  geuada  y  trigo  y  gran  cantidad  de 
dátiles  de  las  muchas  palmas  que  produze.  Las  frutas 

• 

pringipales  son  higos,  uvas  y  granadas,  y  estas  de  mu- 
cha perfecgion  y  exgelengia,  pero  las  aguas  que  en  ella 
ay,  aunque  no  del  todo  malas,  causan  continuas  y  pe- 
ligrosas fiebres  en  el  otoño,  de  manera  que  en  este 
tienpo  es  tenida  por  pestilente  y  dañosa,  mayormente 
á  los  forasteros.  Lo  qual  no  progede  tanto  del  agua 
como  del  mucho  descuydo  de  los  moradores,  porque 
faltándoles  industria  para  deriuarla  por  canales  peque- 
ños, de  manera  que  después  de  rregar  con  ellos  sus 
huertas  los  juntasen  en  uno  y  lo  sacasen  al  mar,  dexan 
enbalsar  estas  aguas  por  la  canpaña  en  díuersas  partes 
de  la  isla,  cerca  donde  ellas  nagen,  que  pudriéndose  y 
corronpiendose  con  el  calor  del  estio  ínfígionan  el  aire 
de  manera  que  causan  la  dicha  epidemia  autumal,  sien- 
do sana  esta  isla  por  el  rresto  del  año.  Hallándose  el 
Enbaxador  en  Xiras  por  el  fin  del  año  1617  y  principio 


(i)    leguas. 
(2)    cantidad  de 


^  297  — 

del  de  1618,  le  visitó  algunas  vezes  Xeque  Mohamet, 
señor  de  los  árabes  que  habitan  la  ísla^  que  auia  venido 
á  aquella  ciudad  con  las  perlas  que  se  auían  pescado  y 
rrecogido  aquel  año,  el  qual,  después  de  auer  informa- 
dole,  ansi  de  la  díspusigion  y  animo  de  la  gente  de  la 
tierra  con  los  persianos,  y  calidad  de  aquella  fortaleza, 
dixo  que  los  portugueses  eran  los  que  mas  infamauan 
de  malsana  á  Baharen.  Porque  solo  desde  mediado  de 
Septiembre  hasta  todo  Octubre,  quando  mas  tarde,  pa- 
degia  aquellas  fíebres,  las  quaics  dauan  con  frió,  y  que 
cubriéndose  bien  los  enfermos  donde  no  les  diese  el 
aire^  y  con  dieta,  sanauan  fácilmente,  siendo  muy  po- 
cos los  que  morían.  Mayormente  se  librauan  presto  del 
mal  si  les  venía  y  guardauan  algún  sudor.  Sobre  todo 
lo  rreferido  le  hizo  el  Enbaxador  á  este  árabe  muchas 
preguntas,  á  que  él  rrespondia  judigiosa  y  discreta- 
mente, mostrando  el  gran  deseo  que  tenia  de  salir  de  la 
subjegion  de  los  persíanos.  Y  aunque  el  Enbaxador 
conoció  luego  del  esta  voluntad,  anduvo  con  cautela 
con  este  árabe,  siendo  todos  tan  instables  y  livianos,  y 
ansi  no  se  atreuio  á  lleuar  adelante  la  prática  y  conver- 
sación que  el  mesmo  Xeque  auia  mouido  sobre  estar 
todos  los  moradores  de  la  isla  muy  dispuestos  á  dar 
animosa  y  resueltamente  ayuda  á  los  portugueses  para 
cobrar  la  fortaleza  de  los  persianos,  como  algunos  años 
antes  lo  auian  hecho  contra  los  turcos.  Las  vezcs  que 
el  dicho  Xeque  se  vio  con  el  Enbaxador  fue  con  mu* 
cho  rrecato,  no  hallándose  presente  sino  solo  un  inter- 
prete; mas  viendo  el  Enbaxador  que  las  cosas  de  Or- 
muz  y  la  India  no  estauan  de  manera  que  pudiese  espe- 
rarse dellas  ninguna  rresolugion,  ni  fucrgas  para  inten- 
tar aquella  enpresa,  y  que  podría  dañar  despertando  al 
enemigo,  no  trató  mas  con  el  moro  de  aquella  materia, 
antes  después  de  agradegelle  su  buena  voluntad  le  dixo 
que  solo  por  curiosidad  le  auia  hecho  aquellas  pre- 
guntas, siendo  la  isla  de  Baharen  muy  famosa  en  Eu- 


-298- 

ropa  por  las  rricas  y  hermosas  perlas  suyas  que  allá 
son  tan  estimadas. 

La  fortaleza  que  los  persíanos  tienen  en  esta  isla, 
con  que  son  señores  della,  la  ganaron  de  veinte  años  á 
esta  parte,  siendo  antes  del  señorio  de  Ormuz.  Porque 
no  obstante  que  (i)  algunos  años  antes,  los  portugue- 
ses, con  mucha  sangre  suya  la  sacasen  de  poder  de  los 
turcos  que  desde  Bagora  se  auian  hecho  señores  della, 
no  se  porque  causa,  siendo  cosa  tan  inportante  y  rrica, 
la  boluieron  á  entregar  á  los  moros  de  Ormuz  que  la 
auian  perdido.  Y  como  el  Guazil  de  esta  giudad,  que 
es  la  sigunda  dignidad  después  del  rey,  tuuiese  alli  en 
su  nonbre  un  alcayde  con  no  más  de  quinze  ó  veinte 
árabes,  Alauerdecan,  Soltan  de  Xiras,  que  en  aquellos 
dias  auía  ganado  el  reyno  de  Lara,  cuya  costa  tan  ve- 
zina  estaua  á  la  dicha  fortaleza,  con  poca  industria  y 
menos  trabajo  la  ganó,  enbiando  algunos  persianos  que 
disimuladamente  entraron  en  ella  diziendo  eran  merca- 
deres, los  quales  mataron  al  alcayde,  quedando  con 
esto  señores  de  la  fuerga  y  de  toda  la  isla.  No  se  hizo 
esencial  diligencia,  después,  por  ninguno  de  los  capita- 
nes de  Ormuz,  siendo  cosa  muy  fagil  quitar  á  los  per- 
sianos, con  qualquiera  armada,  el  socorro  de  tierra 
fírme,  pues  los  árabes  de  la  isla,  como  los  vieran  en  tal 
estado,  no  les  auian  de  acudir  con  mantenimientos. 
Y  ansi  se  le  a  quedado  al  rey  de  Persia,  Baharen,  va- 
liéndole el  provecho  della  y  pesquería  de  las  perlas 
mas  de  dozientos  mil  ducados,  sin  el  mucho  valor 
de  las  perlas  que  el  escoge  antes  de  conprar  las  demás 
los  mercaderes  árabes,  turcos,  portugueses  y  per- 
sianos. 

Es  la  dicha  fortaleza  muy  pequeña,  de  tapias  y  de  la 
mesma  forma  que  las  que  se  ven  en  la  Persia  y  Ara- 


(i)    muchos. 


—  299  — 

bia,  en  un  sitio  un  poco  rreleuado  de  lo  demás,  plano 
alderredor,  y  que  por  casi  las  dos  partes  la  rrodea  el 
mar.  Y  aunque  tiene  un  fosso  á  la  parte  de  tierra,  es 
muy  angosto  y  poco  hondo,  de  manera  que  con  fagili- 
dad  puede  gegarse,  mayormente  que  ni  en  la  muralla 
ay  capacidad  sino  para  artillería  menuda,  sin  traues  ni 
otra  esencial  defensa  mas  que  algunas  saeteras  de  dos 
torreongillos  que  por  alli  la  guardan.  Y  ansi,  se  susten- 
ta y  posee  esta  isla  sin  más  armada  que  algunas  terra- 
das  que  Ie[s]  acuden  de  tierra  fírme  á  los  que  en  la  for- 
taleza ordinariamente  están  de  presidio,  que  no  pasan  de 
dozientos  persianos.  La  isla  está  doze  leguas  de  la  cos- 
ta de  Carmania  la  desierta,  ó  Arabia  del  reyno  de  Oe- 
za,  al  Septentrión;  por  la  parte  del  Mediodía,  la  propia 
y  particular  Arabia  la  felige,  no  más  lexos  que  quatro 
ó  seis  leguas,  cayendo  enfrente  de  lo  más  ocgidental 
della  la  fiudad  de  Califa,  que  está  en  una  ensenada  ó 
baia  que  entra  muy  adentro  de  la  dicha  Arabia  Félix, 
lugar  que  agora  poseen  los  turcos,  aunque  ganado 
tanbien  de  los  portugueses  después  de  la  fortaleza  de 
Baharen. 

En  el  canal  entre  esta  costa  de  Arabia  y  la  isla  es  la 
ordinaria  y  mayor  pesquería  de  las  perlas,  aunque  ansi- 
mesmo  la  ay  en  toda  la  costa  de  Arabia  de  este  seno 
Pérsico  hasta  el  cabo  de  Rogalgate,  pero  en  mucha 
menos  cantidad  y  no  de  la  perfección  de  las  que  aquí 
se  hallan.  La  manera  como  se  haze  la  tal  pesquería  no 
se  trata  agora  por  saberse  ya  como  cosa  muy  vsada, 
ansi  en  este  mar  como  en  el  Indico,  en  el  canal  entre 
la  isla  de  Seilan  y  costa  de  Coromandel;  pero  mucho 
más  sabida  por  la  noticia  que  en  España  se  tiene  de  la 
gran  cantidad  de  perlas  que  se  pescan  en  la  costa  de 
Paria  de  las  Indias  Occidentales,  gerca  de  Cubagua, 
,  Sancta  Marta  y  la  Margarita.  Y  aunque  estas  perlas 
occidentales  son  más  blancas  que  las  de  Baharen,  y 
por  esto  más  estimadas  de  muchas  mugeres  de  Euro- 


—  3oo  — 

pa,  pero  muy  inferiores  á  las  orientales,  mayormente 
á  las  de  este  seno  Pérsico,  que  sin  conpara^ion  tienen 
mayor  lustre,  con  la  blancura  y  nitor  del  marfil,  y  por 
la  tal  causa  más  agradables  y  estimadas  de  todos  los 
príncipes  y  señores  asianos.  Y  a  llegado  en  estos  tíen- 
pos  presentes  á  estimarse  tanto  las  perlas  entre  ellos, 
que  valen  mucho  más  precio  en  Assía  que  en  Europa, 
viniendo  della  gran  cantidad  á  venderse  á  Persia  y  á 
toda  la  India,  hallando  en  ello  conogida  ganancia  los 
mercaderes  que  las  traen. 

Ay  una  muy  notable  fuente,  un  quarto  de  legua 
de  la  costa  oriental  de  esta  isla,  dentro  del  mesmo 
mar,  la  qual,  no  obstante  que  nage  diez  bragas  de 
hondo,  es  en  tanta  cantidad  que  los  árabes,  con  el 
mucho  vso  de  andar  debaxo  del  agua  pescando  las 
ostras  de  las  perlas,  tienen  tanbien  industria  para 
que  gabullendose  hasta  lo  hondo  del  nacimiento  de 
la  fuente,  hinchen  grandes  odres  que  lleuan  consi- 
go, de  agua  muy  pura  sin  ninguna  mezcla  de  la  sa- 
lada, y  esto  es  muy  ordinario  y  sabido,  haziendo 
alli  aguada  los  nauios  que  de  Ormuz  van  á  Bagora; 
de  manera  que  en  este  mar  y  costa  de  Baharen  se 
halla  tanbien  otra  fuente  Arethusa  como  en  Siracusa 
de  Sigilia. 

Califa  es  lugar  pequeño  y  de  pobres  y  malas  casas, 
con  algunos  turcos  de  presidio  subordinados  al  Sanja- 
co  de  Bagora,  y  no  teniendo  otro  prouecho  sino  de  la 
pesquería  de  las  perlas  y  de  algunas  carauanas  que 
desde  este  lugar  atrauiesan  hasta  Meca,  que  pasan  de 
los  reynos  de  Oeza,  Lara,  Persia  y  Cherman.  Este  via- 
ge  es  el  mas  breue  que  se  haze  para  tan  famoso  roma- 
ge,  porque  de  Califa  á  Meca  no  ay  mas  de  quinze  ó 
diez  y  seis  jornadas  ordinarias  de  camello,  que  hazen 
menos  de  gien  leguas,  haziendose  el  tal  viage  por  el 
Chersoneso  ó  mayor  estrechura  de  Arabia  desde  el  mar 
Pérsico  al  Rojo. 


—  3oí  — 

Del  señorío  y  monarchia  persiana  rresta  solamente 
la  prouin^ía  de  Susien  ó  Sophien^  que  es  la  famosa  Su- 
siana  antigua,  cuya  cabera  era  la  gran  ^iudad  de  Susa, 
tan  celebre  en  la  antigüedad  por  el  asiento  y  corte  de 
los  poderosos  reyes  de  Persia,  señores  de  toda  Asia. 
Tiene  la  Susiana,  al  Oriente  el  reyno  de  Persia;  al  Me- 
diodia,  parte  de  Carmania  la  desierta^  ó  Arabia  del  se- 
ñorío de  los  reguíos  de  Oeza;  al  Occidente,  la  prouin- 
9ia  de  Babilonia,  y  al  Septentrión,  las  montañas  y  tie- 
rra alta  del  Curdistan.  Dos  ó  tres  jornadas  al  Oriente 
de  Bagadad  y  antigua  Ctesiphonte  corre  el  rrio  Pisiti- 
gris  con  tan  hondo  lecho  y  abundancia  de  aguas  que 
no  dexa  vadearse  sino  con  mucho  peligro,  y  ansi  los 
que  de  Persia  y  Media  caminan  á  Bagadad  lo  pasan  por 
puente  ó  sobre  barcas.  Y  aunque  por  la  semejanza  del 
nonbre  y  acercarse  mucho  al  Tigris  en  los  montes  de 
los  Curdos,  quieran  muchos  que  se  deriue  y  sea  rramo 
suyo,  lo  mas  gierto  es  ser  rrio  diferente,  que  nage  de 
las  dichas  montañas,  que  aunque  no  muy  ásperas,  sino 
habitables,  con  muchos  valles  y  llanos  en  ellas,  son  tan 
espaciosas  y  grandes  que  se  incluyen  en  ellas  otras 
prouingias  menores  con  diferentes  reguíos  que  las  po- 
seen. Corre  el  Pisitigrís  al  Mediodia  y  luego  á  Su  Sues- 
te, hasta  que  algunas  leguas  abaxo  de  Bagadad  entra 
en  el  Tigris  lleuando  excelente  y  saludable  agua.  Los 
soldados  griegos  que  Ueuo  Clearcho  en  ayuda  de  Ciro, 
guiados  después  por  Xenophon^  sigun  atrás  queda  rre- 
ferido,  viéndose  después  de  auer  pasado  el  Tigris,  mo- 
lestados y  seguidos  de  los  persas,  quisieron  vadear  este 
rrio  y  meterse  luego  en  los  montes  del  Curdistan,  por 
defenderse  en  tierra  doblada  y  áspera  con  mas  ventaja 
suya,  de  la  cauallcria  de  los  enemigos.  Pero  dize  el 
mesmo  Xenophon  que  tentando  el  vado  le  hallaron  muy 
rrapido'y  hondo,  y  ansi,  no  obstante  que  las  dichas 
montañas  le[s]  cayesen  mas  lexos,  les  fue  forgoso  rretí- 
rarse,  peleando  por  lo  llano  algunas  jornadas,  lleuando 


—  302  — 

el  Písitigris  á  la  mano  derecha,  su  corriente  arriba.  Y 
de  que  fuese  este  el  viage  que  lleuaron  no  puede  auer 
duda,  tanpoco  como  de  auer  ya  pasado  el  Tigris,  pues 
entrando  luego  en  el  Curdistan  ó  tierra  de  los  Curdos, 
á  quien  Xenophon  llama  Cadussios,  sin'pasar  el  Tigris 
y  dexandole  á  la  mano  izquierda  prosiguieron  su  cami- 
no peleando  en  varias  y  peligrosas  fagiones  con  aque- 
llos montañeses  y  bellicosos  honbres.  De  manera  que 
después  de  auer  atravesado  toda  aquella  tierra  no  sien- 
do molestados  ya  sino  de  los  mesmos  naturales,  por 
auer  los  persas  dexadoles  de  seguir,  entraron  en  Ar- 
menia la  mayor,  auiendo  quedado  á  la  mano  derecha 
las  fuentes  del  rrio  Pisitigris.  Y  ansí,  ni  boluieron  en 
esta  valerosa  y  famosa  rretirada  á  pasar  el  Tigris,  ni  fue 
menester  vadear  el  Pisitigris,  sino  que  por  entre  anbos 
estos  dos  rrios  se  metieron  en  el  Curdistan,  cuyas 
montañas  ocupan  gran  parte  de  lo  mas  septentrional 
de  Susiana,  Assiria  y  Mesopotamia,  con  lo  meridional 
de  Media  y  Armenia  la  mayor,  siendo  por  esta  causa 
los  Curd;)s  limitáneos  y  tanbien  moradores  de  todas  las 
dichas  prouingias. 

Riega  el  Pisitigris  con  diuersas  acequias  que  del  se 
derivan,  los  confines  de  Susiana  y  Babilonia,  inclusos 
en  la  antigua  Sitagena,  convirtiendo,  de  seca  y  estéril 
que  de  suyo  lo  es,  notablemente  fértil  y  amena  toda  la 
canpaña  por  tres  ó  quatro  jornadas  al  Oriente  de  la 
5iudad  de  Bagadad.  Parece  ansimesmo  por  Amiano 
Marcelino  auer  sido  por  entre  los  dos  dichos  rrios  la 
rretirada  del  exer^ito  romano  después  de  la  muerte  de 
Julliano  Apostata  su  enperador,  pues  auiendo  caminado 
algunas  jornadas  peleando  en  ellas  sienpre  con  los  per- 
sas que  lo  iuan  infestando,  torcieron  luego  los  romanos 
el  camino  á  la  mano  izquierda,  y  pasando  el  Tigris  en- 
traron en  Mesopotamia.  Al  Oriente  del  Pisitigris,  ó  P¡- 
gretes,  como  lo  nombra  Xenophon,  se  continua  la  rre- 
gíon  Susiana,  aunque  por  canpaña  estéril  y  seca,  algu- 


-  3o3- 

nas  jornadas,  hasta  el  famoso  rrio  Coaspe,  no  tanto  me- 
morable por  su  grandeza,  como  por  la  ex^elen^ía  y  bon- 
dad de  su  agua,  pues  de  ninguna  otra  bebían  aquellos 
antiguos  y  grandes  monarchas  reyes  de  Persia.  Es  el 
Coaspe,  á  quien  agora  nonbran  los  árabes  y  persianos 
Coranguecaru,  que  significa  apazible  y  manso,  algo  ma- 
yor que  el  Pisitigris,  ó  el  Araxes,  que  corre  por  los  fer- 
tilissimos  canpos  de  Margascan,  ó  antigua  Persepolis, 
como  ya  se  a  dicho,  sacándose  ansimesmo  del  muchos 
canales  ó  agequias  con  que  notablemente  fecunda  toda 
la  comarca  de  la  ^iudad  de  Suster,  que  antiguamente  fue 
la  real  y  gran  giudad  de  Susa.  La  qual,  aunque  agora 
sea  tan  inferior  en  grandeza  y  dignidad,  tiene  dos  mil 
casas  con  muchas  huertas  y  abundancia  de  manteni- 
mientos, por  la  fertilidad  de  una  gran  vega  en  que  está 
asentada,  rregada  de  las  aguas  del  Coaspe,  que  antigua- 
mente fueron  de  tanta  estima  y  opinión  que  por  muy 
lexos  que  los  reyes  de  Persia  se  alargasen  á  las  jornadas 
y  expediciones  suyas,  no  beuian  de  ninguna  otra.  Y  esto 
lo  encarece  Herodoto  de  manera,  que  quando  Xerxes 
pasó  á  la  memorable  conquista  de  Grecia  le  lleuauan  por 
tan  largo  spagio  de  camino  carros  cargados  de  urnas  de 
plata  con  agua  del  rrio  Coaspe,  guardándose  esta  curio- 
sa y  rregalada  costunbre  con  los  demás  reyes.  Pasan  este 
rrio,  que  tanbien  nage  en  las  mas  orientales  montañas 
delCurdistan,  todos  los  que  (i)  vienen  á  Bagadad,  de  Xi- 
ras,  Spahan  y  Casbin,  y  ansí  es  muy  conocido  de  nues- 
tros españoles  y  otros  europeos  que  de  la  Persia,  Or- 
muz  y  la  India  van  y  pasan  á  Poniente  por  Bagadad  y 
Alepo,  los  quales,  sin  tener  noticia  de  la  antigua  opi- 
nión de  sus  aguas,  las  alaban,  engrandeciendo  su  cla- 
ridad y  gusto,  mayormente  de  quan  frías  las  hallan  en 
verano.  Ansi  por  Suster,  como  por  el  camino  de  Baga- 


(i)   pasan. 


—  3o4  — 

dad,  se  pasa  por  puente  ei  Coaspe^  aunque  por  el  estío 
en  algunas  partes  se  halla  vado,  pero  con  ei  agua  muy 
alta,  llegando  á  los  cauallos  (i)  á  los  pechos  hasta  Susa 
ó  Suster,  y  desde  allí  al  mar  lleua  su  curso  derecho, 
por  mayor  parte  á  Mediodía,  no  obstante  que  como  los 
demás  rrios  haga  algunas  bucltas  su  corriente.  Entran- 
do en  Arabia  por  el  reyno  de  Oeza,  de  su  pobre  y  estéril 
suelo  lo  buelue  fértil  y  abundante  por  las  partes  que  lo 
inunda  quando  cre^e,  ó  quando  del  se  sacan  canales 
para  rregar  los  demás  canpos,  siendo,  como  otro  Nilo 
en  Aegipto,  el  que  da  sustento  y  vida  á  esta  rregion,  y 
no  solo  rre^íbe  el  tal  benefígio  de  sus  fecundas  aguas, 
mas  ellas  mesmas  lo  fortalegen  y  deñenden  de  quales- 
quiera  enemigos  forasteros,  porque  fácilmente,  sus 
moradores,  rronpiendo  los  arzenes  y  orillas  altas  de  al- 
gunos canales,  alagan  la  canpaña  por  donde  les  parece, 
de  manera  que  con  esto  pueden  anegar  á  los  que  en 
ella  entraren.  Por  esta  causa  el  sitip  del  régulo  Monba- 
reca  es  fortissimo,  con  que  se  a  defendido  sienpre,  des- 
pués de  auer  perdido  á  Ba^ora,  de  otros  aduares  y  par- 
cialidades contrarias  de  árabes,  y  principalmente  de 
los  turcos,  sus  grandes  enemigos. 

La  ciudad  de  Oeza,  cabeca  de  esta  prouincia,  es  de 
la  grandeza,  algo  mayor,  que  la  ciudad  de  Lara,  aun- 
que de  rruines  y  pobres  casas,  las  mas  dellas  cubiertas 
de  hojas  y  rramos  de  palmas,  y  las  paredes  de  malas 
tapias,  ó  largas  estacas  y  varas  delgadas  cubiertas  con 
barro,  y  otras  de  adobes,  como  es  la  mas  de  la  fábrica 
de  Arabia  y  Persia.  Su  reyezuelo  es  pobre,  sigun  todos 
los  árabes,  y  aunque  asiste  algún  tienpo  en  Oeza,  la 
mayor  parte  del  anda  en  el  canpo,  conforme  á  la  anti- 
gua costunbre  de  su  nación.  El  camino  ordinario  que 
se  solia  vsar  de  Ormuz  y  la  India  para  Alepo  y  Baga- 
dad,  era  por  esta  ciudad  y  la  de  Bacora,  sin  llegar  á 

(i)    hasta. 


—  3o5  — 

Persía,  y  ansi  por  esta  frequengia  era  entonces  mas  ( i ) 
poblada  de  mercaderes  que  no  agora,  y  por  esto  de 
mas  provecho  para  sus  dueños.  Pasa  el  Coaspe  al 
Oriente  de  Oeza,  y  aunque  deriuados  del  muchos  ca- 
nales entra  con  gran  golpe  de  agua  en  el  seno  Pérsico, 
una  gran  jornada  de  la  boca  del  Euphrates. 


(i)    frecuentada. 


«^^ 


30 


/ 


LIBRO  SÉPTIMO  ('> 


CAPITULO  PRIMERO 


Sale  D.  García  de  Casbin. — Caravasar  notable  en  donde  se  hospeda. 
Mujeres  persas  que  halla  por  el  camino  y  literas  en  que  iban. 
El  régulo  curdo  Hilao  Chan.— Oíros  incidentes  del  viaje.  —  Fa- 
moso plátano  de  Natán.— Insolencias  de  Casenbec.— Los  solda- 
dos corchis. 


Jueues,  27  de  Jullio,  en  la  tarde,  salió  el  Enbaxador 
de  Casbin  á  tienpo  que  el  Enbaxador  del  rey  de  Laor^ 
ó  Mogor,  como  vulgarmente  lo  llaman  en  la  India,  se 
esperaua  en  la  dicha  9iudad  el  dia  siguiente,  y  ansi  pa- 
recían un  quarto  de  legua  del  camino,  luego  como  se 
salió  fuera  della,  algunas  tiendas,  y  entre  ellas  una  ma- 
yor que  todas,  colorada,  en  que  auia  de  parar  aquella 
noche.  En  la  qual,  ya  gerca  del  dia^  llegó  el  Enbaxador 
á  Monbara,  deteniéndose  tanto  por  auer  las  guias  erra- 
do el  camino,  no  siendo  de  mas  de  quatro  leguas.  De 
Monbara,  en  dos  grandes  jornadas  á  28  y  29,  se  llego 
^  á  un  gran  caravasar  adonde  no  se  auia  parado  quan- 
do  se  venia  á  Casbin,  el  qual  era  eF  mayor  y  de  mejor 
aposento  que  se  halló  en  todo  este  viage,  y  fabrica  de 


(1)    En  el  manuscrito  es  el  VI. 


—  Sos- 
ia madre  de  este  presente  rey,  que  era  natural  de  la 
prouingia  de  Masandaran.  Tenia  tanta  capacidad  este 
hospedage ,  que  viniendo  á  Spahan  gran  numero  de 
gente  y  concurriendo  todos  en  el  auia  aposento  para 
mucha  mas,  no  obstante  que  era  de  mas  de  mil  perso- 
nas y  casi  otras  tantas  cargas.  Porque  sin  la  familia  del 
Enbaxador  y  de  Hilao  Chan,  regulo  de  los  Curdos  de 
los  montes  que  están  al  Norte  de  la  prouingia  de  Sus- 
ter  ó  Susiana,  y  de  otros  señores  georgianos  que  el  rey 
de  Persia  enbiaua  presos  á  Spahan,  auia  otros  muchos 
mercaderes  y  pasageros,  mayormente  que  todos  los 
nonbrados  lleuauan  sus  familias,  mugeres  e  hijos.  Auia 
en  este  gran  caravasar  mucha  cantidad  y  toda  suerte 
de  mantenimientos,  y  aunque  el  agua  que  allí  gerca 
nasgia  era  muy  rruyn,  servia  para  los  cauallos,  came- 
llos y  demás  bagages,  trayendo  todos  de  Arazangue,  el 
pueblo  que  se  dexaua  atrás,  agua  para  aquel  dia,  en 
frascos  de  cuero  y  pequeños  odres  que  los  mas  de  los 
que  caminan  traen  atados  colgando  debaxo  del  vientre 
del  caballo.  Esto,  que  agora  es  muy  vsado  en  toda  Asia, 
lo  era  también  en  tienpo  de  Estrabon,  mayormente  en- 
tre todos  los  árabes,  como  gente  que  por  atrauesar 
muchos  desiertos  faltos  de  buen  agua  vsaron  síenpre 
y  vsan  agora  de  esta  industria,  de  los  quales  la  an 
aprendido  los  demás  asíanos.  Tiene  el  dicho  caravasar 
un  gran  patio  quadrado,  de  gíen  pasos  ó  mas  cada  lado, 
gercado  por  todas  partes  de  alcobas  que  están  leuanta- 
das  del  plano  y  suelo  del  patio  dos  pies,  y  dentro  de 
cada  alcoba,  que  es  espagiosa  y  grande,  un  aposentillo 
en  que  se  pueden  rretirar  mugeres,  ó  dormir,  de  invier- 
no, los  demás,  por  el  frió.  Sin  esto  ay  dos  quartos  al- 
tos, cada  uno  con  quatro  aposentos;  el  uno  como  una 
mediana  sala,  con  muchas  ventanas,  para  verano,  y  los 
demás  pequeños  con  chimeneas.  Los  terrados  ó  techos 
de  esta  fabrica  están  losados  y  muy  llanos,  de  manera 
que  siruen  conmodamente  para  se  pasear  las  tardes  y 


—  3o9  — 

noches  de  verano  y  de  dormir  en  ellos  los  que  no  tu- 
uieren  conmodo  gasajado  en  lo  baxo,  ó  que  conforme  á 
lo  que  ordinariamente  se  vsa  en  Asia ,  dormir  en  ellos 
por  gozar  el  fresco  de  las  noches.  En  medio  del  patio 
ay  un  gran  quadro  ó  poyo  de  piedra  y  ladrillo,  leuan- 
tado  del  suelo  dos  ó  tres  pies^  en  que  se  ponen  las  car- 
gas y  rropa  de  los  pasageros,  durmiendo  muchos  de- 
Ilos  en  él,  siendo  muy  capaz  por  tener  de  ancho  y  lar- 
go mas  de  veinte  pasos.  AI  derredor  de  todo  este  poyo, 
comiendo  en  la  borda  del  están  los  camellos  y  cauallos 
que  pueden  caber  alli,  y  otros  al  derredor  de  las  alco- 
bas, comiendo  ansimesmo  en  las  bordas  y  entradas 
dellas;  pero  concurriendo  muchas  vezes,  como  en  esta 
que  se  va  tratando,  tanta  gente  y  cargas  que  no  pueda 
lo  interior  del  caravasar  rregibillas  todas,  tiene  por 
toda  la  parte  de  fuera  otras  alcobas  menores,  en  lo 
grueso  de  la  pared,  capages  cada  una  para  dos  ó  tres 
personas  y  su  rropa,  y  comodidad  para  comer  los  ca- 
uallos y  camellos  como  en  las  de  dentro.  Y  siendo  ex- 
teriormente  tanto  mayor  el  anbito  del  carauasar,  ay 
alcobas  bastantes  para  mudarse  la  gente  que  en  ellas  se 
agasaja,  de  unas  partes  á  otras  á  donde  aya  sonbra  de 
verano,  ó  de  invierno  defensa  para  el  aire. 

A  3o,  salió  el  Enbaxador  deste  caravasar  con  media 
ora  de  sol,  siendo  el  calor  aun  entonces  tan  biuo  que 
casi  no  podia  sufrirse.  Y  como  la  caravana  era  tan 
grande  y  los  mas  della  auian  salido  antes,  hallauase 
todo  el  camino  lleno  de  cargas,  honbres  de  á  cauallo 
y  camelleros  á  pie,  dando  por  esta  causa  mucho  cuy- 
dado  á  los  criados  del  Enbaxador.  Porque  auiendoles 
mandado  antes  que  iuessen  (i)  aducrtidos  de  no  pasar 
cerca  de  las  literillas,  ó  mas  propiamente  hablando 
jaulas,  en  que  iuan  las  mugeres  de  los  curdos,  geor- 
gianos y  de  algunos  persíanos,  por  ser  cosa  que  ellos 


(i)    con  mucho  cuydado. 


—  3io  — 

sienten  notablemente^  muchas  vezes  que  el  camino  no 
daua  lugar  era  forzoso  pasar  junto  á  los  camellos  que 
lleuauan  las  dichas  literillas,  mostrando  mal  semblante 
los  que  las  guardauan  y  aconpañauan,  no  obstante  que 
iuan  cubiertas  de  manera  que  no  se  podia  ver  quien 
lleuauan  dentro.  Es  costunbre  guardada  de  tienpo  in- 
memorial entre  todos  los  asianos  vedar  con  rriguro- 
so  castigo  para  que  nadie  pueda  llegar  cerca  de  manera 
que  alcance  á  ver  las  (i)  mugeres  que  van  en  estas 
silletas,  y  quando  las  tales  son  de  personas  de  alguna 
dignidad  van  algunos  eunuchos,  buen  trecho  delante, 
dando  bozes  para  que  los  que  encontraren  se  bueluan 
atrás  ó  aparten  tan  lexos  que  no  puedan  ser  vistas.  Lo 
qual  con  gran  puntualidad  cumplen^  aunque  sean  hon- 
bres  principales,  so  pena  de  rregibir  boca  abaxo  tendí- 
dos  en  el  suelo  muchos  palos,  y  si  las  tales  literillas  Ileuan 
algunas  mugeres  del  árame  del  rey,  mueren  precisa- 
mente, sin  valelles  offigio  ni  preminencia  alguna.  La  for- 
ma deste  genero  de  andillas,  tan  ysado  en  este  Oriente, 
es  una  caxa  de  madera  de  tres  pies  de  largo,  dos  de  an- 
cho y  uno  de  alto,  con  muchos  arcos  de  varas  ó  tabli- 
llas delgadas  atrauesadas  unas  sobre  otras,  como  lo  alto 
de  los  coches,  que  suben  otros  tres  pies  mas  del  borde  ó 
altura  de  la  caxa,  de  manera  que  desde  su  asiento  tiene 
quatro  pies,  poco  mas,  de  alto,  siendo  por  arribfi  mucho 
mas  larga  y  ancha,  tanbien  como  los  mesmos  coches. 
En  ellas  van  sentadas  las  mugeres,  arrimadas  á  la  testera 
ó  popa,  con  las  piernas  encogidas,  las  rrodillas  arriba, 
con  el  rrostro  á  la  parte  que  se  camina,  ó  al  contrarío, 
como  les  parece.  Dos  dellas  se  ponen  en  un  camello 
por  lo  largo,  una  á  cada  lado,  cubriéndolas  por  defen- 
sa del  sol,  ó  del  frió,  con  fieltros  de  colores  ó  con  otros 
paños  de  algodón  ó  seda,  no  auiendo  diferencia  de 
unas  á  otras,  aunque  sean  de  las  mugeres  del  rey,  á 


(i)    que  pan  dentro. 


—  3ii  — 

las  mas  ordinarias  y  baxas,  mas  de  ser  mas  el  número 
de  las  guardas  y  eunuchos,  y  tanbien  la  pena  mayor 
de  los  que  no  se  apartan  tan  presto.  Vsan  ansimesmo 
tiestas  literillas  los  mercaderes  y  peregrinos  que  cami- 
nan jornadas  largas  por  los  grandes  desiertos  de  Ara- 
bia y  muchas  partes  de  Berueria  y  Aegipto,  defendién- 
dose en  ellas,  demás  del  sol  y  aire,  de  las  arenas  me- 
nudas que  leuanta  el  viento  quando  corre  inpetuosa- 
mente,  Ueuandolas  cubiertas  y  cerradas  por  todas  partes. 
Tan  sinple  y  pobre  aparato  es  el  de  las  mugeres  de 
Asia  quando  caminan,  por  grandes  y  principales  que 
sean,  aunque  ninguna  merege  en  si  género  alguno  de 
dignidad,  siendo  en  la  aparengia  las  unas  y  las  otras 
rrealmente  esclauas,  con  muy  poca  ó  ninguna  diferen- 
cia (i)  entre  todas,  mas  de  aquellas  que  por  hermosas 
ó  alguna  otra  qualidad  con  que  suelen  agradar  las  mu- 
geres son  mas  estimadas  de  sus  dueños.  Y  aunque  en 
toda  Asia,  mayormente  en  esta  monarchia  de  Persia, 
hallamos  que  las  mugeres  de  los  reyes  y  de  los  sátra- 
pas subjectos  á  ellos,  antiguamente  poseyeron  notoria 
dignidad  y  grandeza,  no  obstante  las  muchas  concu- 
binas, tanbien  como  agora  las  vsan,  pero  todo  aquel 
fausto  y  opulencia  pulitica,  ansi  en  esto  como  en  las 
demás  cosas  domesticas,  se  acabo  con  la  íntrodu^ion 
de  la  secta  de  Mahamet,  mudándose  en  diferente  y 
humilde  forma  de  lo  que  antes  era.  Esta  rrepentina  y 
nueua  alteración,  como  ya  en  otro  lugar  se  a  dicho, 
fue  mucho  mayor  en  la  auturidad  y  decencia  de  las 
mugeres  propias  de  los  reyes,  no  auiendo  en  Persia 
quien  singularmente  posea  y  honoríficamente  ocupe 
este  nonbre,  sino  que  son  muchas  las  que  lo  tienen, 
con  poca  ó  ninguna  diferencia  de  las  pelices  ó  concu- 
binas, siendo  las  mas  vezes  inferiores  á  ellas.  Porque 
bien  que  el  nonbre  y  dignidad  de  Begun,  que  suena 


(i)    las  pnas  de  las  otras. 


—  3>a  -^ 

tanto  como  señora  suprema  de  la  casa  y  familia  Real, 
sea  grande  entre  los  persas,  este  no  anda  en  las  muge- 
res,  sino  en  la  parienta  mas  gercana  del  rey  presente 
que  entonQes  posee  el  reyno,  como  lo  anduuo  en  Zeí- 
nab  Begun,  tía  de  Xa  Abas  que  agora  reyna,  y  en  Pe- 
riacancanu  su  hermana,  hijas  de  Xa  Thamas  su  abuelo. 

Pasó  él  Enbaxador  apriesa  por  esta  turba  de  muge- 
res  encerradas  y  eunuchos,  sin  echar  de  ver  que  á  un 
lado  del  camino  iua  con  algunos  criados,  á  cauallo,  el 
reyezillo  Curdo^  el  qual  enbio  á  visitallo  con  muchos 
ofrecimientos  y  escusandose  de  no  poder  aconpañalle 
por  caminar  de  espacio,  lleuando  mal  tratada  una  pier- 
na. El  Enbaxador  vsó  de  los  mesmos  cunplimientos 
ofreciéndole  su  Hetera,  que  iua  vazia,  siendoá  propo- 
sito para  su  indispusigion,  diziendo  que  él  la  tenia  bue* 
na  para  llegar  á  Spahan  á  cauallo  como  entonces  ca- 
minaua.  Sin  las  literillas^  que  eran  muchas,  se  pasaua 
por  todo  el  camino  por  mucha  cantidad  de  mugeres  á 
cauallo,  ansí  de  las  criadas  y  esclauas  de  las  enjaula- 
das, como  de  otras  que  gustauan  de  caminar  ansi;  pero 
estas  sienpre  sin  la  demás  guarda,  aconpañadas  de  sus 
maridos,  muy  cubiertas  las  unas  y  las  otras  con  sus 
mantos  y  antifazes  blancos.  Y  porque  esta  era  jornada 
de  nueue  leguas  se  gasto  toda  la  noche,  que  hazia  muy 
clara,  en  llegar  á  Saba,  aunque  antes  de  la  mañana 
cayo  un  grande  aguazero  con  algunos  truenos. 

El  3 1  de  JuUio  se  detuuo  el  Enbaxador  en  Sabaá 
ruego  del  Curdo,  por  venir  muy  mal  parado  de  su 
pierna,  y  demás  de  su  edad,  ser  muy  gordo.  La  posa- 
da que  se  dio  al  Enbaxador  fue  la  mesma  que  auía  te- 
nido en  la  ida  á  Casbin,  pasándose  el  gran  calor  que 
entonces  hagia  con  la  abundancia  de  fruta  y  cargas  de 
nieue  que  se  lleuo  en  todo  el  camino. 

Primero  de  Agosto,  á  la  hora  acostunbrada  se  salió 
de  Saba  y  en  dos  jornadas  llegó  el  Enbaxador  con  su 
familia  y  cargas  á  Cum,  no  pudiendo  seguiUe  U  domas 


-3i3- 

carauana  por  el  ínpedimento  de  las  mugeres  de  los 
curdos  y  georgianos^  y  principalmente  por  el  mal  de 
Hilao  Chan^  de  que  venía  muy  añigida  su  principal 
muger,  que  mostraua  quererle  mucho.  Venían  ya  los 
mas  de  los  enfermos  de  casa  del  Enbaxador,  casi  con- 
valecidos, aunque  salieron  de  Casbin  de  manera  que 
no  se  esperaua  que  cobraran  salud  en  muchos  dias,  si- 
gun  el  peligro  que  se  esperaua  en  algunos  dellos.  Mas 
luego,  á  la  sigundá  jornada  que  hallaron  (i)  mejor  aire 
se  conoció  de  quanta  inportan^ia  es  ser  bueno  este  ele- 
mento, y  quan  dañoso  el  ser  malo,  pues  luego  que  lo 
mudaron,  no  obstante  el  gran  calor  que  caminando  se 
padegia  y  el  continuo  movimiento  y  quasa^ion  de  los 
camellos,  viniendo  en  las  dichas  andillas,  comentaron 
á  rrespirar  y  á  tener  mejoría  todos.  Otro  dia,  3  de 
Agosto,  se  salió  de  Cum,  adonde  el  Enbaxador  tuuo 
la  mesma  posada  y  otra  gran  visita  de  toda  aquella  ve- 
zindad,  pero  sin  salir  adonde  él  estaua,  mas  de  rregi- 
bir  por  las  ventanas  que  salian  á  un  jardín  alguna  can* 
tidad  de  dinero  que  mandó  se  repartiese  entre  ellas  y 
los  demás  huespedes  de  la  casa. 

De  Cum,  en  tres  jornadas  llegó  el  Enbaxador  á  Ca- 
xen,  dos  horas  antes  que  amaneciese,  con  un  poco  de 
aguacero  y  truenos  que  refrescó  notablemente  el  aire, 
siendo  grande  el  calor  de  aquella  noche,  durmiendo  el 
rresto  della  el  Enbaxador  dentro  de  su  litera  en  la 
huerta  de  la  mesma  casa  que  antes  auia  tenido  por  po- 
sada. 

Otro  dia,  6  de  Agosto,  se  paró  en  Caxen,  por  enbia- 
Uo  ansi  á  pedir  el  Curdo  al  Enbaxador,  y  ansí  no  llegó 
hasta  después  de  media  noche,  muy  maltratado  de  su 
pierna  y  con  una  gran  calentura^  á  quien  el  Enbaxa-* 
dor  le  enbio  de  muy  buena  gana  á  ofrecer  su  litera, 
que  él  no  se  atreuío  á  aceptar,  ó  por  cortesía,  ó  sígun 

( I )    mas  'saludable. 


—  3i4  — 

despucs  se  entendió,  por  miedo  del  rey,  de  quien  esla- 
va muy  rrecatado,  yendo,  como  iua,  preso. 

A  7  salió  el  Enbaxador  de  Caxen  y  por  el  mal  hos- 
pedage  que  halló  con  aquellos  tan  rrigurosos  mosqui- 
tos  en  la  huerta  de  Emenzada,  quatro  leguas  de  la  ciu- 
dad, adonde  á  la  venida  auia  hecho  jornada,  pasó 
otras  quatro  mas  adelante  á  otra  huerta  del  rey,  aun- 
que no  muy  grande  y  sin  casa,  pero  en  todo  estremo 
apazible,  fresca  y  con  abundancia  de  buena  fruta.  Lle- 
góse á  ella  por  ser  la  jornada  larga,  ya  de  día,  y  por 
no  auer  casa,  sino  alli  ^erca  solas  las  paredes  de  un 
carauasar  derribado,  le  armaron  al  Enbaxador  una 
tienda  dentro  de  la  huerta,  entre  unos  alamos,  junto  á 
una  hermosa  fuente  de  muy  buena  agua  y  muy  fria. 
Era  la  fuente  tan  abundante  que  salia  della  un  gran 
canal,  el  qual  pasaua  por  medio  de  la  tienda  diuidien- 
dola  en  dos  partes,  en  una  de  las  quales  se  puso  la 
cama  para  el  Enbaxador,  y  en  la  otra  auia  lugar  bas- 
tante para  bufetes  y  sillas,  estando  todo  aquel  espacio 
gercano  con  una  fresquissima  y  apazible  opacidad  de 
los  muchos  arboles  frondosos  que  alderredor  auia.  En 
el  Ínterin  que  se  armaua  la  tienda  y  el  Enbaxador  rre- 
posaua  sobre  unas  almohadas  junto  á  la  fuente,  se  le- 
uanto  una  montería  con  notable  grita  en  toda  la  huer- 
ta, y  fue  la  causa  auer  hallado  los  criados  y  demás 
gente  de  seruigío  que  andauan  cogiendo  fruta,  dos  zo- 
rras, y  corrían  tras  ellas  con  gran  fíesta  y  bozeria.  Al 
cabo,  siendo  muchos  los  que  se  hallaron  esparztdos 
por  toda  la  huerta,  aunque  sin  perros,  mataron  la  una. 
La  otra,  viéndose  muy  acosada,  se  vino  á  guareger  dos 
vezes  junto  adonde  dormia  el  Enbaxador,  entre  unas 
parras  y  matas  de  salze.  Y  como  la  vltima  vez  estuuie- 
se  ya  dispierto,  mando  que  la  dexasen,  valiéndole,  ansi 
esto,  como  venir  á  querellarse  los  ortelanos  del  daño 
que  rregibian  las  parras  cargadas  de  uvas,  de  que  el 
suelo  de  la  huerta  con  mucha  espesura  estaua  cubier- 


—  3i5  — 

to.  Y  ellos  tenían  mucha  rrazon,  no  pudiéndose  ver  en 
tienpo  tan  caluroso  cosa  mas  agradable  y  aproposito, 
aunque  uvíera  muchos  y  buenos  aposentos,  en  que  la 
gente  pudiera  rrecogerse  y  defenderse  del  sol.  Porque 
de  cada  dos  parras  auia  hecha  una  cabana  sobre  varas 
y  cañas,  bastante  para  que  en  cada  una  dellas  se  pu- 
diesen agasajar  dos  honbres  descansadamente,  asenta- 
dos ó  acostados,  cubriendo  las  muchas  hojas  y  sar- 
mientos verdes  de  manera  toda  la  cabana  que  el  sol  no 
podía  por  ninguna  parte  penetrar  dentro.  Y  ansí  se 
tuvo  en  esta  huerta,  con  general  gusto  de  todos,  muy 
conmodo  y  fresco  hospedage,  con  grande  abundancia 
de  uvas,  melones  y  higos,  y  estos  los  mejores  que  has- 
ta entonces  se  hallaron  en  Persía.  Porque  aunque  no 
los  ay  en  ella  de  la  perfección  que  las  demás  frutas, 
pero  los  de  esta  huerta,  que  eran  blancos,  se  podían 
conparar  en  aparen^ia  y  gusto  con  los  muy  buenos  de 
España. 

A  8,  después  de  bien  pagados  y  contentos  los  orte- 
lanos  del  general  saco  de  su  huerta,  que  tánbien  con 
las  demás  nonbradas  era  del  rey,  salió  el  Enbaxador 
con  sola  su  casa  y  familia  y  fué  á  parar  seis  leguas 
adelante,  cerca  de  un  muy  fresco  lugar  que  se  llama 
Natán,  quedándose  una  jornada  atrás  la  demás  cara- 
vana. Los  que  auían  adelantadose  á  hazer  el  aposen- 
to, por  llegar  á  oras  que  el  governador  estaua  durmien- 
do, ó  por  su  descuydo,  no  tenian  posada  al  Enbaxa- 
dor, y  ansí  uvo  de  parar  aquella  noche  fuera  del  lugar, 
durmiendo  el  rresto  della  en  su  litera  junto  á  un  gran- 
díssímo  plátano  por  donde  corrían  dos  gruesos  canales 
de  agua.  Luego  que  amaneció  se  rreconoQÍo  mejor 
aquel  sitio,  que  era  tan  bueno  y  apazible  que  el  Enba- 
xador no  quiso  entrar  en  el  lugar,  sino  hizo  que  le  pu- 
siesen una  tienda  debaxo  de  otro  plátano  menor  que 
estaua  muy  cerca  del  grande,  pasando  por  dentro  de 
la  tienda,  debaxo  de  la  rrueda  della,  los  dos  canales  de 


—  3i6  — 

agua,  que  era  muy  buena,  en  gran  abundancia  y  nota- 
blemente fría.  Parte  de  la  familia  se  acomodó  en  un 
bosquete  allí  Qerca,  que  aunque  estaua  gercado  de  una 
pared  de  piedra  bien  alta  hallaron  un  agujero  por  don- 
de entrar,  y  era  muy  de  ver  la  grande  ( i )  opacidad  que 
causauan  los  arbole3>  que  eran  salzes  y  alamos  con  al- 
gunas parras  enlretexidas  por  ellos,  con  tanta  espesu- 
ra que  más  propiamente  se  podía  llamar  obscuro  que 
opaco  aquel  sitio.  A  los  demás,  con  los  camelleros  y 
gente  de  serui;io,  hospedó  conmoda  y  bastantissima- 
mente  el  gran  plátano,  en  el  qual  se  agasajauan  sien- 
pre  de  tienpo  inmemorial  todas  las  caravanas  que  de 
Xiras  y  Spahan  pasauan  á  Casbin  y  Tauris.  Y  ansí, 
auía  allí  debaxo  de  las  rramas  del  plátano,  aunque  buen 
trecho  apartada  de  su  pie,  una  casilla  en  que  algunos 
honbres  tenían  geuada  y  paja  y  algunas  cosas  de  co- 
mer que  vendían  á  los  pasageros.  Es  el  sitio  de  Natán 
en  vn  valle,  en  lo  mas  baxo  de  la  falda  de  una  sierra 
muy  alta  que  le  cae  al  Occidente  y  Mediodía,  teniendo 
tanbien  al  Oriente  estíuo  y  al  Septentrión  otros  montes 
menores,  de  manera  que  por  todas  partes  está  rrodea- 
do  dellos.  Y  aunque,  como  se  trató  atrás  quando  se 
venia  á  Casbin,  las  sierras  que  diuiden  la  Persia  de  la 
Media  son  blandas  y  casi  sin  peñas,  estas  de  Natán  son 
asperissimas  y  peñascosas,  pero  que  dan  con  poca  difi- 
cultad entrada  y  salida  por  la  parte  que  el  camino  las 
corta,  y  lo  que  casi  no  se  halla  en  todo  el  que  se  Ueua 
de  Spahan  á  Casbin,  grande  abundancia  de  buena  agua. 
La  qual,  corriendo  de  todas  las  cunbres  y  más  altas 
laderas  de  los  montes  viene  á  parar  á  lo  baxo  del  valle 
que  por  espacio  de  media  legua  se  va  prolongando  con 
el  dicho  camino,  quedando  á  la  mano  derecha,  como 
se  va  de  Spahan  á  Casbin,  y  á  la  izquierda  quando  se 
buelue,  con  el  beneñg^o  ^^  tanta  y  tan  buen  agua.  To- 

(i)    espesura  de 


-3i7- 

do  el  dicho  valle  está  lleno  de  huertas,  y  aunque  el 
suelo  es  pedregoso  y  áspero  por  todas  partes,  con  mu- 
ha  y  buena  fruta  en  ellas,  y  el  lugar  de  Natán  tan 
rrodeado  destas  arboledas  y  de  los  vallados  de  piedra 
suelta  que  las  cercan,  que  quien  no  fuere  muy  pratico 
de  la  tierra  no  acertara  á  salir  ni  entrar  en  el  lugar, 
como  sugedio  la  noche  que  aqui  llegó  el  Enbaxador, 
aunque  con  la  luna  era  muy  clara.  Casi  al  (i)  principio 
deste  valle,  como  se  camina  de  Casbín  á  Spaham,  está 
Natán,  teniendo  á  la  entrada  una  grande  y  alta  mez- 
quita en  qde  tanbien  se  hospedan  peregrinos,  mayor- 
mente de  aquellos  que  pasan  á  visitar  los  lugares  en 
que  conforme  á  su  secta  tienen  deuogion  de  frequen- 
tar,  siendo  este  el  camino  que  se  lleua  á  Soltanía,  Ar- 
deuil,  y  Maxet^  sanctuarios  tan  celebres  entre  los  per- 
sianos.  Desde  Natán  se  van  continuando  por  todo  el 
dicho  valle  muchas  aldeas  pequeñas,  entre  las  mesmas 
huertas,  apartadas  unas  de  otras  con  tan  poco  ínterua- 
lo^  que  demás  de  parecer  un  mesmo  lugar  todas  se 
nonbran  indiferentemente  Natán,  como  burgos  y  arra- 
bales suyos.  Dozientos  pasos  de  la  mezquita  y  entrada 
de  Natán,  á  quien  le  dan  nonbre  de  Qiudad  sus  mora- 
dores, en  la  mesma  ladera  de  la  sierra  grande  fué  á 
donde  el  Enbaxador  paró  la  noche  que  llegó,  siendo^ 
como  ya  se  a  dicho,  alli,  adonde  hazen  jornada  todas 
las  carauanas,  por  la  comodidad  que  les  da  aquel  gran- 
de y  hermoso  plátano.  El  qual  es  de  tan  admirable  y 
estupenda  grandeza  que  á  su  sonbra  pueden  conmo- 
damente  estar  muy  gran  número  de  honbres,  cauallos 
y  camellos,  sin  enbaragarse  ni  molestarse  los  unos  á  los 
otros.  Alderredor  de  su  grueso  pie,  que  rrodea  siete 
bragas,  ay  un  gran  poyo  de  piedra  muy  losado  y  llano 
por  arriba,  de  más  de  diez  ó  doze  pasos  de  semidiáme- 
tro, midiéndose  desde  el  pie  del  plátano,  por  todas  par- 

(I)  ^n. 


—  3i8- 

tes^  hasta  la  circunferencia  del  poyo;  de  manera  que 
nnuchas  personas  tenían  alli  sus  camas  y  rropa^  siendo 
el  tal  espagio,  demás  de  su  capacidad,  sumamente  apa- 
zible,  mayormente  con  el  aire  que  ordinariamente  en 
él  corre  de  verano.  Está  el  poyo  leuantado  del  suelo 
dos  y  tres  pies,  conforme  á  como  la  ladera  en  aquella 
parte  se  viene  inclinando;  pero  por  lo  más  alto  della  el 
poyo  viene  á  estar  igual  con  el  suelo,  entrando  por 
aquí  en  él  uno  de  los  canales  de  agua  ya  nonbrados, 
que  atrauesandolo  por  junto  al  pie  del  plátano  y  sa- 
liendo por  la  parte  contraria  haze  más  conmoda  y  ale- 
gre aquella  mansión.  Arronja  el  plátano  tan  afuera  sus 
largas  y  gruesas  rramas,  que  la  sonbra  que  causan  al 
medio  día  se  alarga  por  todas  partes  alderredor  y  fue- 
ra del  poyo  más  de  treinta  pasos,  quedando  todo  aquel 
espagio  muy  cubierto  y  guardado  del  sol,  adonde  los 
camelleros,  camellos,  jumentos  y  muías,  aunque  sea 
de  una  gran  carauana,  pueden  largamente  estar  á  la 
sonbra  comiendo  ó  durmiendo.  Los  cauallos  tienen  lu- 
gar alderredor  y  más  gerca  del  poyo,  siruiendoles  de 
pesebres  la  borda  del,  aunque  quando  el  Enbaxador 
llegó  alli,  sin  la  domas  carauana,  todos  los  cauallos, 
camellos  y  demás  bagages  de  la  suya,  que  pasauan  de 
dozientos,  cupieron  y  se  agasajaron  (i)  alderredor  del 
dicho  poyo.  Lo  que  más  admiragion  hazia  en  este  gran- 
dissimo  y  capagissimo  plátano  era  parecer  inposible 
sustentar  su  tronco,  (2)  aunque  era  del  grosor  ya  rre- 
ferido,  el  increíble  peso  de  sus  muy  largas  y  gruesas 
rramas,  pudiendo  cada  una  dellas  seruir  de  pies  de 
otros  muy  grandes  y  rrobustos  arboles.  Este  era  tan 
antiguo  que  sigun  lo  que  algunos  vezinos  de  Natán 
afirmauan  no  se  alcangaua  por  memoria  de  ninguna 
tradigion  entre  ellos  dexar  de  auer  sido  y  tenido  aque- 

(i)    todos, 
(2)    siendo. 


—  3i9  — 

Ha  mesma  antigüedad  y  grandeza,  lo  qual  se  echaua 
de  ver  bien  en  él,  siendo  su  hoja  toda  muy  menuda  y 
triste,  sin  aquella  verdura,  hermosura  y  largueza  que 
los  demás  plátanos,  aunque  sean  grandes  y  de  mucho 
tienpo,  pero  que  con  las  muchas,  espesas  y  gruesas 
rramas  suyas  suplía  de  manera  el  no  ser  tan  frondoso, 
que  casi  por  ninguna  parte  el  sitio  que  ocupauan  era 
molestado  del  sol,  sino  era  por  muy  poco  espacio  quan- 
do  salia  ó  tramontaua.  Paregio  digna  la  vastídad  y  ad- 
mirable grandeza  deste  antichíssimo  plátano  de  la  me- 
moria que  aqui  del  se  a  hecho,  pudiéndose  conparar, 
sino  era  superior,  al  que  (i)  halló  Li^ínio  Mugiano  (2) 
en  Asia  la  menor,  caminan[do]  de  Antíochia  de  Suria 
á  Roma. 

El  persiano  que  venia  por  guia  de  toda  la  carauana, 
que  se  Uámaua  Cassenbec  y  era  de  los  soldados  de  la 
guardia  del  rey  que  se  nonbran  corchis,  enbió  á  rro- 
gar  al  Enbaxador,  con  otro  soldado  que  venia  por  su 
ayudante,  que  se  detuuiese  alli  aquel  dia,  porque  él  no 
podía  llegar  hasta  por  la  mañana  adelante,  viniendo, 
como  venia  el  curdo,  muy  malo.  El  Enbaxador,  que 
venia  muy  enfadado  con  él  por  querelle  obligar  á  ca- 
minar al  paso  de  los  otros,  le  rrespondio  que  por  nin- 
gún caso  auía  de  aguardar  mas^  sino  que  se  auia  de 
partir  aquella  mesma  tarde.  Pero  como  juntamente  lle- 
gase un  criado  del  curdo  á  pedille  con  muchos  enea- 
regimientos  lo  mesmo,  diziendo  quan  enfermo  venia,  lo 
uvo  de  hazer^  y  ansí  otro  dia  tenprano  llegó  el  rresto 
de  la  carauana  con  los  curdos  y  georgianos  y  algunos 
mas  persianos  con  sus  mugeres,  que  de  Caxen  y  Cum 
venían  á  Spahan.  Era  este  régulo  curdo,  pues  se  a 
hecho  tanta  mengion  del,  señor  de  aquella  parte  del 
Curdístan  que  díuíde  la  Media  de  la  Susíana,  y  por 

(i)    sigun  Plinto. 

(2)    caminando  de  Suria  á  Roma. 


—  Sao  — 

esto  lo  mas  oriental  de  esta  rregion.  Y  como  tan  pro- 
pinquo  se  hallase  á  las  dichas  prouingias  del  señorío 
del  rey  de  Persia,  se  mostró  sienpre  en  lo  exterior  con- 
federado y  amigo  suyo,  con  el  rreconoQÍmiento  que  los 
inferiores  suelen  hazer  á  los  mas  poderosos,  corriendo 
lo  mesmo  por  todos  los  demás  señores  del  Curdistan, 
rreconogiendo  los  unos  al  mesmo  rey  de  Persia,  y  los 
otros  al  Turco,  sigun  la  vezindad  y  cercania  de  su  tie- 
rra con  los  reynos  y  prouingias  destos  dos  grandes 
principes.  Hilao  Chan,  que  como  se  a  dicho  se  hallaua 
tan  enpeñado  y  propinquo  á  la  Media  y  á  la  giudad  de 
Amadam,  frontera  de  los  persianos,  demás  de  las  su- 
misiones y  rreconogimientos  annuales  enbió  á  su  hijo 
Mirza  Cham  á  la  corte  del  rey  de  Persia,  para  que  en 
demostración  del  buen  animo  suyo  asistiese  en  ella,  y 
ansí  continuó  algunos  años  antes  del  tienpo  en  que 
esto  se  escríue.  Pero  como  la  vezindad  tanbien  del 
Turco  por  la  Assiria  y  parte  de  Susiana  tuuiese  al  rey 
de  Persia  con  sospecha,  ó  lo  mas  ^ierto  por  obligar  al 
hijo,  que  andaua  en  su  corte,  con  el  despojo  de  su  pa- 
dre, casi  en  los  mesmos  dias  que  el  Enbaxador  llegó  á 
Casbin  enbió  á  llamar  al  pobre  de  Hilao  Chan  con  oca- 
sión de  comunicar  con  él  algunas  cosas  tocantes  á 
aquellas  fronteras,  corriendo  ya  fama  ^ierta  de  que  el 
exergito  turquesco  entraua  desde  Van  por  los  conñnes 
de  Media.  El  Curdo  no  se  atreuio  á  negar  la  venida  á 
Casbin,  temiendo  aun  peor  suceso  sigun  el  rey  de  Per- 
sia se  auia  auído  con  otros  señores  del  Curdistan  ve- 
zinos  suyos,  y  ansi  llegó  á  la  corte  en  el  dicho  tienpo 
trayendo  sus  mugeres  y  hijos  con  la  demás  familia, 
teniendo  por  gierto  lo  que  después  sucedió.  Porque 
luego  que  entró  en  la  corte,  el  rey,  después  de  auello 
rregibido  muy  bien  le  dixo  que^le  queria  tener  consigo 
algún  tienpo  valiéndose  de  su  consejo  en  las  cosas  de 
inportan^ia  que  entonces  se  offre^ian,  y  con  esto  enbió 
á  su  hijo  á  governar  el  estado  y  tierras  de  su  padre. 


^321  — 

Luego,  al  tienpo  que  se  quiso  partir  el  rey  á  Sultanía 
le  enbió  á  dezír  que  no  quería  darle  trabaxo  de  segui- 
llé,  siendo  ya  viejo,  y  ansí  que  le  estaria  mejor  aguar- 
dalle  en  Spahan,  á  donde  quería  enbialle.  El  Curdo,  que 
auia  sospechado  peor  que  esto,  obedeció  de  buena 
gana,  lleuando  en  pagiengia  su  prísion,  sucediendo  esto 
al  tienpo  que  el  Enbaxador  se  andaua  dando  príesa 
para  salir  de  Casbin  para  Spahan  y  que  para  aposen- 
talle  y  guialle  por  el  camino  le  auia  nonbrado  el  rey  á 
Cassenbec,  el  soldado  corchi  que  ya  se  a  dicho.  Y  como 
en  semejante  ministerio  sienpre  los  que  para  él  se  non- 
bran  se  aprouechen  por  los  lugares  á  donde  paran,  ha- 
ziendose  contribuir  inperiosamente  de  muchas  mas  co- 
sas de  las  que  ellos  dan  á  los  huespedes  que  lleuan, 
este  corchi  pidió  por  merged  al  rey  que  pues  el  Enba- 
xador iua  á  Spahan,  adonde  tanbien  se  auian  de  lleuar 
los  curdos  y  georgianos,  que  él  les  haria,  con  otro  sol- 
dado que  le  ayudase,  el  aposento  á  todos.  Y  aunque  el 
Enbaxador  entendió  esto  enCasbin  y  que  por  ello,  aguar- 
dando á  que  el  curdo  se  apercibiese,  le  entreluuieron 
dos  ó  tres  dias  mas  en  aquella  ciudad,  lo  disimuló.  Pero 
como  sé  a  dicho  venia  ya  enfadado,  viendo  que  le  oblí- 
gaua  á  caminar  mas  de  espacio.  Poco  antes  de  la  ora  en 
que  el  Enbaxador  se  quería  partir,  el  corchi  Cassen- 
bec boluio  á  pedirle,  con  el  conpañero,  que  tanbien  se 
detuuiese  aquel  día,  porque  le  conuenia  luego  boluer 
atrás  á  buscar  uno  de  los  georgianos  de  quien  tenia 
auiso  auersele  huido,  porque  de  no  hazello  ansí  el  rey 
le  mandaría  cortar  la  cabega,  enbiando  (i)  ansimesmo 
secretamente  á  amenazar  á  los  camelleros  y  demás  ba- 
gageros  que  los  enpalaria  si  hiciesen  movimiento  de 
alli.  Con  esto  se  acabó  de  enfadar  el  Enbaxador  y  con 
uno  de  los  interpretes  le  enbió  á  dezir  que  se  fuese  á 
donde  quisiese,  que  él  no  venia  preso,  ni  auia  menes- 


(i)   juntamente, 

21 


—  322  — 

ter  su  conpañia  y  ansí  quería  luego  partirse,  y  que  mi- 
rase bien  no  tratase  de  amenazar  á  nadie  de  la  cara- 
uana  que  le  tocaua,  porque  lo  pagaría  si  se  pusiese  á 
ello.  Halló  el  interprete  á  nuestro  corchi  en  casa  del 
governador  del  lugar,  tan  fuera  de  sí  de  lo  mucho  que 
auia  bevído  y  entonces  bevía,  que  sin  aguardar  á  que 
acabase  de  darle  el  rrecado  que  Ueuaua  echó  mano  á  la 
gimitarra  para  matalle.  Pero  como  el  interprete  tan- 
bien  (i)  sacase  su  espada  y  se  pusiese  en  defensa,  el  go- 
vernador y  otros  persianos  que  aunque  entonces  tan- 
bien  bevían  estauan  mas  en  su  seso,  los  pusieron  en 
paz.  Sabido  esto  por  el  Enbaxador  mandó  luego  que 
cargasen  muy  apriesa,  y  que  si  el  corchi  viniese  y  qui- 
siese inpedillo  le  pusiesen  muy  bien  las  manos,  aunque 
esto  no  fue  menester,  porque  luego  llegó  con  el  gover- 
nador y  otros  tres  ó  quatro,  dando  al  Enbaxador  mu- 
chas disculpas,  mayormente  de  auer  puesto  mano  á  la 
gimitarra,  diziendo  que  lo  auia  hecho  de  offendído  del 
interprete  porque  offre^iendole  que  beviese  no  auia 
querido  hazello.  En  fin,  aceptado  su  (2)  descargo  el 
Enbaxador  se  partió  licuando  consigo  a!  otro  soldado, 
y  el  Assenbec,  casi  sin  poder  tenerse  á  cauallo,  bol  vio 
en  busca  del  preso  huido,  aunque  después  lo  halló  muy 
9erca  de  allí,  que  se  venia  sin  auer  hecho  novedad  mas 
de  auerse  detenido  en  la  jornada  de  atrás  por  causa  de 
un  cavallo  que  venia  cansado.  La  milicia  de  los  suso- 
dichos corchis  es  de  rrenegados  armenios,  georgia- 
nos y  Qircassos.  Pelean  á  cauallo,  algunos  con  arcabu- 
zes,  y  los  mas  con  arcos  y  flechas,  demás  de  sus  cimi- 
tarras, sin  vsar  otras  armas  defensiuas  que  algunas  la- 
minas de  azero  quadradas  de  un  palmo  poco  mas  ó 
menos  de  diámetro,  que  se  atan  sobre  el  pecho  y  vien- 
tre, una  ó  dos  ó  tres,  quedando  desnudas  las  demás 


(i)    pusiese  mano, 
(2)    disculpas. 


—  323  — 

partes  del  cuerpo.  Y  aunque  el  turbante  deñenda  la 
cabeca,  traen  todos  tan  descubierto  el  cuello^  ceruiz  y 
garganta,  que  qualquier  golpe  de  cimitarra  en  aquellas 
partes  es  mortal^  demás  de  estar  expuestas  patente- 
mente á  qualquiera  otra  herida.  Los  capitanes  y  hon- 
bres  de  mas  quenta  dellos  vsan  jacos  de  malla  y  tes- 
teras de  azero  en  las  frentes  y  pechos  de  los  cauallos, 
siendo  esto  tanbien  muy  en  vso  entre  los  demás  capi- 
tanes persianos,  mas  por  ostentación  que  por  defensa 
de  los  mesmos  cauallos,  que  por  ser  muy  ligeros  y  pe- 
lear sus  señores  de  lexos  en  ellos  solo  pueden  temer 
las  ñechaS;  que  pocas  vezes  mueren  dellas.  Tienen 
estos  pretorianos  un  cabo,  ó  Aga,  como  entre  los  tur- 
cos los  jani^aros,  que  llaman  Corchi  Bassi  y  es  una  de 
las  mayores  dignidades  que  agora  ay  entre  los  persia- 
nos.  El  que  al  presente  ocupa  este  offigio  se  llama  Ta- 
mis  Cham,  que  demás  de  ser  muy  acepto  y  valido  del 
rey,  está  casado  con  una  hija  suya,  asistiendo  sienpre 
cerca  de  su  persona.  Por  particular  preminencia  traen 
los  dichos  corchis  sienpre  una  ñecha  dorada  hincada 
en  el  turbante,  y  son  tan  insolentes  y  sumamente  inpe- 
riosos  en  qualquier  ministerio  que  á  qualquiera  dellos 
le  sea  encargado,  que  si  tan  presto  no  son  obedecidos 
dan  muchos  palos  á  los  que  con  presteza  no  executan 
lo  que  les  mandan,  aunque  sean  los  mesmos  governa- 
dores  de  las  ciudades,  como  sucedía  en  esta  jornada, 
pero  hallándose  el  Enbaxador  presente  sienpre  le  iua  á 
la  mano  al  corchi  Vssenbec  en  los  tales  casos,  suce- 
diendo muchas  vezes,  por  ser  este  soldado  arrebatado 
y  violento,  con  el  continuo  vino  á  que  notablemente 
todos  son  dados. 


-  SM  — 


CAPITULO  II 


Salida  de  Natán.— Llegada  ds  un  correo  de  Su  Majestad  Católica. 
Entra  de  nuevo  D.  García  en  Spahan. — Guerra  que  hubo  entre 
los  persas  y  los  turcos.— Cartas  que  envió  D.  Roberto  Sheriey. 
Cometa  que  se  vio  por  entonces. — Raro  animal  que  llevaron  á 
D.  García. 


9,  10.  Con  gran  calor,  aunque  poco  antes  que  el  sol 
se  pusiese,  salió  el  Enbaxador  del  alojamiento  del  gran 
plátano  de  Natán,  dexando  á  la  mano  izquierda  todo 
aquel  su  hermoso  valle  poblado  de  caserías  y  huertas, 
y  antes  de  acabar  de  lo  dexar  atrás  se  pasó  por  una  la- 
dera del  mesmo  monte  que  se  lleuaua  á  la  mano  dere- 
cha, de  muy  apazible  suelo,  porque  no  obstante  ser  ya 
tan  entrado  Agosto  estaua  lo  mas  del  cubierto  de  yer- 
ua  y  sin  la  aspereza  de  piedras  que  se  halló  en  todo 
aquel  sitio.  Corría  por  la  ladera  desde  lo  mas  alto  del 
monte  un  hermosissimo  y  muy  frío  canal  de  agua  que 
aunque  no  era  muy  grande  bastaua  para  rregar  mu- 
chas huertas,  y  su  clarídad  obligó  á  que  el  Enbaxador 
parase  allí  un  poco  por  beuer  della  á  la  sonbra  de  uno 
de  los  muchos  arboles  que  por  toda  la  ladera  auia,  la 
qual  hazia  una  muy  bella  perspectiua,  ansi  con  ellos 
como  con  los  demás  que  se  a  dicho.  Llegó  allí  luego 
un  deruis  muy  viejo  que  aviendo  resgibido  limosna  del 
Enbaxador  contó  grandes  antiguallas  de  aquel  valle, 
las  quales  se  sabian  de  tradición  desde  mucho  tienpo 
antes  de  la  promulgagion  de  la  secta  de  Mahamet  (i). 


(i)    las  quales. 


-325- 

que  no  se  ponen  aquí  por  ser  todas  vulgares  fábulas  á 
que  toda  la  gente  de  Asia  es  muy  inclinada  y  pronta 
para  dalles  fe.  De  todo  este  sitio  no  se  pudo  hazer  me* 
moría  á  la  ida  á  Casbin  por  se  pasar  por  él  de  noche, 
en  que  no  se  pudo  percibir  qual  el  fuese.  Y  aunque  en 
la  mansión  del  gran  plátano  se  halló  tan  buena  como- 
didad como  se  ha  dicho,  esta  de  aqui  le  hazia  notoria 
ventaja,  ansi  por  la  verdura  del  suelo  y  frescura  de 
tantos  arboles,  como  por  la  bondad  del  agua^  no  avien- 
dose  hallado  en  otra  ninguna  parte  mejor,  demás  de 
tener  tan  (erca  tantas  huertas  con  abundancia  de  toda 
suerte  de  frutas.  Hizose  esta  noche  una  muy  larga  jor- 
nada dejando  á  la  mano  izquierda  la  huerta  y  casa  do- 
rada del  rey  llamada  Tajut  Abat  adonde  á  la  ida  á 
Casbin  el  Enbaxador  auia  parado,  y  poco  antes  de 
amanecer  se  llegó  al  carauasar  de  la  fuente  de  la  mala 
agua^  viniendo  todos  por  esta  causa  proveídos  de  la 
buena  que  se  dexaua  atrás.  El  orden  que  el  Enbaxa* 
dor  tenía  en  caminar  era  mandar  que  una  ora  antes  de 
ponerse  el  sol  penasen  sus  criados,  y  caminando  las 
cargas  un  poco  delante  con  los  mas  dellos,  él  se  ponía 
á  cauallo  con  los  otros  y  caminaua  ansi  hasta  media 
noche;  á  esta  ora  tomaua  su  litera,  adonde  comía  algu- 
na cosa  liuiana  de  una  fíanbrera  ó  cosa  dulce  que  allí 
Qerca  le  traían,  beuíendo  del  agua  que  venia  en  una 
bolsa  turca  colgada  de  una  de  las  varas  de  la  litera,  la 
qual  en  aquella  ora  se  hallaua  muy  fría.  Las  mas  ve- 
zes,  ó  no  comía  cosa  alguna,  ó  pasaua  con  solo  un  poco 
de  pan,  por  beuer  menos^  y  luego  rreposaua  (i)  en  la 
mesma  litera,  hasta  llegar  á  la  parte  á  donde  se  auia  de 
parar,  y  allí,  hallando  ya  hecha  su  cama  dormia  hasta 
las  nueue  ó  las  diez  del  día  siguiente,  gastándose  el 
rresto  del  en  comer  y  reposar,  comentando  luego  á 
hazer  viage  á  la  ora  acostunbrada.  Y  ansí,  guardándose 

(i)    un  poco. 


-  326- 

del  sol  y  de  las  malas  aguas  él  y  todos  sus  criados  vi- 
nieron con  salud  á  Spahan,  auiendola  cobrado  en  el 
camino  los  que  salieron  enfermos  de  Casbin. 

A  I  ly  salió  el  Enbaxador  del  dicho  carauasar,  y  ca- 
minando toda  la  jornada  á  cauallo,  que  fue  de  siete  le- 
guaSy  se  llegó  al  caravasar  [de]  una  jornada  antes  de  la 
aldea  de  Dolatabat,  adonde  le  alcanzó  un  correo  de  su 
Magestad  Catholica^  que  desde  Alepo  vino  á  Casbin, 
teniendo  nueua  en  Bagadad  que  el  Enbaxador  estaua 
alli,  y  aunque  se  auia  dado  mucha  priesa  no  auia  po- 
dido llegar  antes.  Llamauase  este  correo  ^  que  era  ar- 
menio, Simón  Barbuto,  que  auia  dos  años  que  estaua 
en  España,  adonde  le  auia  enbiado  con  cartas  á  su  Ma- 
gestad,  Davit,  uno  de  los  Patríarchas  de  los  armenios, 
sobre  que  le  rrecomendase  al  rey  de  Persia  en  la  dife- 
rencia que  tenia  sobre  el  Patriarchado  con  Melchisedec, 
sigun  mas  largamente  se  dirá  adelante.  En  el  pliego  que 
el  Enbaxador  tuuo  con  este  correo  le  mandaua,  entre 
otras  cosas,  su  Magestad ,  que  si  no  uvíese  pasado  en 
Persia,  io  hiziese  luego,  ó  que  sigun  le  pares(iese  pu- 
diese diferir  su  venida.  Llegó  tarde  este  orden  que  el 
Enbaxador  deseaua  tener  muchos  dias  auia,  conociendo 
bien  desde  luego  que  llegó  á  la  India  y  halló  perdida 
la  fortaleza  de  Comoran,  de  quan  inútil  y  de  poca  rre- 
putacion  á  Su  Magestad  era  esta  su  Enbaxada  (i),  y  si 
este  pliego  le  alcanzara  en  Ormuz,  por  ningún  caso  en- 
trara en  Persia,  sino  que  desde  allf  ó  de  la  India  se  bol- 
uiera  á  España. 

A  12,  se  partió  el  Enbaxador  de  este  caravasar  y 
llegó  poco  mas  de  á  media  noche  á  la  aldea  de  Dolata- 
bat,  de  donde  otro  dia  tenprano  enbió  su  rropa  con 
algunos  criados  á  Spahan  á  la  mesma  posada  adonde 
auia  estado  antes  de  partirse  á  Casbin. 


(i)    y  ansi  como. 


—  327  — 

A  i3y  salió  el  Enbaxador  de  la  dicha  aldea  á  cauallo, 
y  sin  entrar  en  la  litera,  por  ser  tres  leguas  pequeñas 
de  camino,  á  las  diez  de  la  noche  llegó  á  Spahan,  aun- 
que el  quisiera  poder  pasar  luego  á  Ormuz,  con  quan- 
to  calor  hazia  aquellos  dias;  tan  enfadado  y  con  poco 
gusto  le  tenia  la  mala  dispusigion  en  que  auia  hallado 
las  cosas  de  Pcrsia; 

Dos  ó  tres  dias  adelante  llegó  nuestro  corchi  Cas- 
senbec  con  el  curdo  y  georgianos,  y  porque  traia  or- 
den del  rey  de  mejorar  de  posada  al  Enbaxador  se 
hizo  luego  diligencia  de  buscalle  una  buena  casa,  pero 
como  se  escogiesen  algunas  que  lo  pare^ian  por  tener 
grandes  huertas  y  algunos  aposentos  espaciosos  y  de 
aparen^ia,  en  ninguna  se  halló  conmodo  aposento  para 
la  familia  toda  del  Enbaxador.  Y  ansi  se  rresoluio  que- 
darse en  la  posada  en  que  estaua,  añadiéndole  otra 
casa  que  le  caia  junto,  de  manera  que  abriéndose  puer- 
ta de  la  una  á  la  otra  pares;ia  una  sola,  auiendo  en 
anbas  conmodo  y  bastante  aposento  para  todos,  y 
aunque  el  Enbaxador  tenia  poco  para  sí,  era  fresco  y 
bueno,  con  dos  lonjas  ó  varandas  baxas  y  un  patiezillo 
con  un  estanque  pequeño  en  una  de  las  lonjas,  tenien- 
do muy  á  mano  la  huerta,  que  si  no  se  halló  ya  fruta 
en  ella^  estaua  muy  verde  con  los  muchos  arboles  y 
parras  que  en  ella  auia. 

Estaua  esta  posada  del  Enbaxador  en  el  centro  de 
laciudad(i)y  muy  propinqua  á  la  mezquita  mayor 
della,  como  ya  se  a  dicho,  y  con  la  vezindad  de  un  ba- 
zar en  que  auia  los  mantenimientos  necesarios.  Y  aun- 
que entre  la  puerta  principal  de  la  mezquita  y  otro 
sanctuario  ó  casa  de  oración  de  estos  persianos,  labra- 
do sumptuosamente ,  auia  un  grande  espacio  como 
placa,  adonde  era  la  mayor  frequencia  y  concurso  de 
gente  que  auia  en  toda  esta  ciudad  de  Spahan,  la  en- 

(i)    ^cano  de  io^ 


-328  — 

trada  para  la  posada  era.  muy  a  trasmano,  por  una 
calleja  angosta^  de  manera  que  estaua  separada  del  con- 
curso de  los  que  frequentauan  las  dichas  mezquitas, 
plaga  y  bazar^  pero  por  un  lado  tan  cercana  á  la  mez- 
quita mayor  que  desde  las  ventanas  se  oian  las  boze$ 
de  los  muías  ó  aliaquis  que  predícauan  dentro  della. 

En  lo  rrestante  de  Agosto  y  gran  parte  de  Septíen- 
bre  cada  día  venían  nueuas  del  ordu  ó  canpo  del  rey, 
aunque  sin  gertidunbre  alguna,  de  lo  que  con  los  turcos 
sucedía,  porque  demás  de  ser  la  mayor  parte  de  esta 
gente  oriental  instable  y  de  poca  fe,  nadie  se  atreuia  á 
publicar  mas  de  aquello  que  entendían  gustarían  los 
ministros  del  rey^  por  el  miedo  que  les  rresultaria  de 
hazer  lo  contrario.  Demás  de  que  los  perstanos  guar- 
dan obseruanteniente  lo  que  se  les  encarga  que  toque 
á  su  rey,  mayormente  de  no  descubriUo  á  los  francos, 
de  quien  naturalmente  son  mayores  enemigos  que  los 
mesmos  turcos.  Pero  luego  llegaron  cartas  del  rey  para 
su  visir  y  governador  en  que  les  daua  larga  cuenta  de 
un  rrecuentro  que  su  exergito  auia  tenido  con  la  auan- 
guardia  del  canpo  turquesco,  en  que  leuantaua  y  en- 
grandecía la  victoria  que  de  sus  enemigos  auia  alean- 
gado.  Vinieron  luego  los  dichos  visir  y  gouernador  con 
la  mesma  carta  del  rey,  auíendoles  sido  ansí  mandado, 
á  leérsela  y  hazer  rrelagíon  del  sugeso  al  Enbaxador, 
aunque  luego  paregio  ser  encaresgí miento  lo  que  en 
la  carta  se  dezia,  hazíendo  memoria,  sin  los  muchos 
muertos,  de  tantos  Baxas  y  personages  grandes,  pre- 
sos, como  sí  todo  el  exergito  de  los  turcos  uviese  sido 
destruido  auiendose  peleado  en  justa  y  general  batalla. 
Mostró  el  Enbaxador  holgarse  mucho,  dándoles  el  pa- 
rabién de  la  victoria  á  los  que  auían  venido  á  darle  la 
nueua  della  y  escríuiendo  á  su  rey  lo  mesmp,  aunque 
las  cosas  de  Ormuz  se  hallauan  en  estado  que  se  pu- 
diera este  tener  por  mal  sugeso,  sigun  lo  que  del  rey  se 
pudiera  temer  hallándose  desocupado  de  otros  enemi- 


gos.  Comentóse  luego  á  publicar,  aunque  no  verdadero 
en  todo>  el  caso  como  auía  sucedido,  mayormente  con 
la  venida  en  aquella  sazón  á  Spahan  de  fray  Juan  Tha- 
deo,  que  desde  Casbin  quiso  seguir  el  ordu  ó  canpo  del 
rey  hasta  Ardeuil,  y  mas  en  particular  con  la  rrelagion 
que  algunos  días .  adelante  hizo  al  Enbaxador  un  cria- 
do de  Emacolíchan,  soltan  ó  chan  de  Xiras,  el  qual  se 
hallo  en  el  rrequentro  aquel  dia^  y  muy  sencillamente 
y  sin  artificio  rrefírio  el  caso  como  auia  pasado,  que  sí- 
gun  lo  que  buenamente  se  pudo  colegir  fue.  Que  auien- 
do  el  rey  de  Persia  desmantelado  del  todo,  no  solamen- 
te la  giudad  de  Tauris  ya  tantas  vezes  arruinada,  sino 
-tanbien  la  fortaleza  que  (erca  della  auia  fabricado,  aun- 
que en  sitio  fuerte,  y  talado  toda  la  canpaña  de^e  aqui 
hasta  Ardeuil,  comengo  tanbien,  con  euidentes  mues- 
tras de  temor,  á  desmantelar  tanbien  esta  giudad,conser 
un  santuario  tan  venerado  de  la  rreligion  de  los  sophia- 
nos,  de  quien  él  es  principal  cabega  ó  Calipha  (i)  y  en 
cuyotenplo  está  sepultado  Xeque  Haidar,promulgador 
de  la  dicha  rreligion  y  padre  del  grande  Sophi  Hismael, 
con  todos  los  demás  reyes  de  Persia  que  después  le  su- 
cedieron. Fue  tan  grande  el  escándalo  y  alboroto  de 
todos  los  vezinos  de  Ardeuil,  viéndose  forjados  á  des- 
^nparar  sus  casas,  mayormente  aquel  tan  insigne  ten- 
plo^  tenido  en  tanta  veneración  de  todos,  que  comen- 
taron á  tumultuar,  dando  muestras  de  no  querer  obe- 
decer si  entonces  tuuieran  quien  les  diera  calor  á  ello, 
y  particularmente  las  mugeres,  gritando  y  lamentando, 
dezian  grandes  injurias  al  mesmo  rey  en  su  presencia. 
Pero  él  disimulándolo  todo  y  sacando  los  huesos  de 
los  reyes  ya  dichos,  con  todas  las  oblaciones  y  demás 
rriquezas  que  auia  en  el  tenplo,  lo  mandó  todo  Ueuar 
con  gran  priesa  á  Pharabat,  la  nueua  colonia  de  Ma- 
sandaran  de  que  atrás  se  a  hecho  rrelacion,  y  él  con  los 


( I )    yá  dQndt  tistá  enterrado . 


—  33o  — 

pocos  soldados  que  entonces  tenia  consigo  hazer  lo 
mesmo  luego  que  tuuiese  auiso  de  que  los  turcos  lle- 
gasen mas  ^erca,  ó  que  su  exer^ito  tuuiese  algún  mal 
suceso  con  ellos.  Era  cosa  muy  conocida  en  este  rey, 
desde  Casbin,  la  mucha  desconfianza  suya  y  temor 
grande  de  tan  poderoso  exer^ito  de  los  turcos,  y  en- 
tonces de  mas  ^erca  se  conoció  mas  claramente  con 
tan  euidentes  muestras  como  las  que  se  an  dicho,  no 
queriendo  intentar  ningún  genero  de  rresisten^ia  mas 
de  aquella  que  la  mucha  penuria  de  vituallas  en  tanta 
tierra  despoblada  y  sola  podia  poner  en  necesidad  y 
estrechar  á  los  enemigos  á  boluerse.  Y  aunque  ansi  por 
lo  rreferido,  como  por  ser  el  rey  tenido  por  mas  cauto 
y  vigilante  que  determinado  y  amigo  de  pelear,  per- 
diese en  esta  ocasión  mucha  de  la  adquirida  reputación 
suya,  se  deue  atribuir  esto  á  mucha  prudencia,  midien- 
do y  rreconogiendo  sus  fuerzas  tan  desiguales  y  en 
todo  inferiores  á  las  del  Turco,  mayormente  hallándo- 
se, aunque  sumamente  temido,  tan  aborrecido  y  odiado 
de  los  suyos,  por  los  muchos  que  dellos  auia  muerto 
y  por  auer  tan  poco  tienpo  atrás,  inpia  y  cruelmente 
quitado,  sin  causa  alguna  aparente,  la  vida  á  su  propio 
hijo.  Paresciendole,  y  con  rrazon,  que  con  qualquiera 
aduerso  trance  que  con  el  exergito  enemigo  tuuiese  le 
auian  de  desanparar  los  mas  y  llegársele  á  qualesquic- 
ra  de  los  otros  dos  hijos  que  tenia  ya  en  edad  conpe- 
tente  para  ser  reyes.  Demás  de  que  los  reyes  de  Persia, 
después  de  la  rrota  que  el  Sophi  Hismael  rregibio  de 
Selin,  junto  á  Cohin,  en  los  canposde  Calderan,  sienpre 
huyeron  de  venir  á  batalla  justa  con  los  turcos,  como 
coa  enemigos  tanto  mas  poderosos  que  ellos.  Y  por 
esta  causa,  aunque  algunos  de  los  reyes  posteriores  de 
Persia,  especialmente  Xa  Abas,  que  rreina  estos  dias, 
pudieran,  por  la  mucha  comunicación  y  trato  con  la 
gente  de  Europa,  mayormente  de  los  portugueses,  vsar 
en  la  guerra  de  artillería  de  canpaña,  no  quieren  obli- 


--33i  - 

garse  á  milicia  stataria  y  que  Íes  pueda  ser  de  inpedi- 
mento para  con  presteza  rretirarse,  ó  de  inprouiso 
asaltar  al  enemigo,  conforme  á  su  ordinaria  manera  de 
pelear.  Demás  de  que  desde  muchos  siglos  los  persia- 
nos  vsaron  esta  forma  de  milicia,  como  peculiar  y  pro- 
pia á  casi  todos  los  asiáticos,  con  la  qual  por  tantas 
edades  se  defendieron  de  la  potencia  romana,  desanpa- 
rando  entonces,  como  lo  hazen  agora,  sus  mas  rricas  y 
opulentas  (iudades  que  tantas  vezes  fueron  presa  de 
aquellos  enemigos.  Y  el  daño  mayor  que  su^edia  á  los 
exer^itos  romanos  entonces  era  hallar  tanta  tierra  aso- 
lada y  sin  mantenimientos,  y  adonde  sin  hallar  enemi- 
gos con  quien  pelear,  la  misma  penuria  de  vituallas  y  el 
mucho  trabajo  de  caminar  por  tan  estendidas  rregiones 
los  consumía.  Y  aunque  aquellos  grandes  y  potentissi- 
mos  monarchas  antiguos  de  los  persas,  las  guerras  que 
enprendieron  fueron  statarias  y  con  el  aparato  confor- 
me á  su  mucha  potengia,  después  de  auerse  acabado 
su  monarchia  por  Alexandro  Magno,  los  parthos,  que 
sucedieron  en  parte  de  aquel  grande  inperio  después 
de  auer  expelido  á  los  griegos,  como  tan  inferiores  á 
los  antiguos  persas  vsaron  sienpre  la  manera  de  pe- 
lear de  los  sgithas,  de  quien  traían  origen.  La  qual  se 
continuo  después  en  Asia  auiendose  hecho  los  árabes 
señores  de  la  mayor  parte  del  Oriente,  mayormente  de 
las  prouingias  de  que  auian  sido  señores  los  parthos  y 
antiguos  persas.  En  estas  mesmas  sucedieron  adelan- 
te primero  los  turcos  y  después  los  tártaros,  naciones 
tanbien  de  laSgithia,  cuyas  costunbres,  lengua  y  forma 
de  milicias  son  las  mesmas  que  los  persianos  guardan 
agora,  juntamente  con  la  secta  y  otras  muchas  gerimo- 
nias  de  los  árabes,  estando  entre  ellos,  como  atrás  se  a 
dicho  ya,  del  todo  extinguida  y  acabada,  el  lustre,  pu- 
liría y  grandeza  de  los  persas  antiguos.  Conforme  á  lo 
rreferido  parece  que  el  rey  de  Persia  continuaua  la 
rregibida  costunbre  de  la  milicia  asiática,  especialmente 


—  332  - 

hallándose  con  tan  inferiores  fuerzas  de  las  que  traia 
el  exer^ito  turquesco,  y  ansí  desde  luego  que  Cali  Baxa 
llego  á  Caramit  para  desde  allí  entrar  por  Van  en  Ar- 
menia y  Media,  hizo  grandes  diligencias  por  conponerse 
con  él,  no  preparando  en  sumisiones,  ni  condiciones  al- 
gunas, como  no  le  obligasen  á  boluer  lo  que  los  años 
atrás  auia  cobrado  de  los  turcos  en  estas  dos  prouin- 
9iás,  ni  en  todo  el  Siruan,  que  tanbien  auia  ganado. 
Porque  le  paremia  que  con  algunas  treguas  ó  pazes 
por  poco  tienpo,  aunque  él  se  obligase  como  pensiona- 
rio  del  Turco  prometiéndole  expreso  rreconogimiento, 
boluia  vano,  no  solo  sin  prouecho,  sino  con  euidente 
daño,  consumiéndose  infínilo  tesoro  [y]  toda  aquella 
machina  de  un  tan  poderoso  exer<;ito,  mayor  sin  conpa- 
ragion  que  ninguno  de  todos  los  pasados.  Pero  el  Baxa 
general,  ó  Serdar  de  los  enemigos,  conociendo  el  arte 
con  que  el  rey  promedia,  estando  ya  muy  de  atrás 
entendido  quan  poco  se  podía  conñar  de  sus  prome- 
sas, nunca  quiso  venir  en  otra  ninguna  condición  si  pri- 
mero no  rrestituia  lo  nueuamente  ganado,  especial- 
mente la  prouincia  de  Siruan  y  lo  que  á  Támaras  Chan 
en  el  Gurgístan  auia  (i)  ocupado.  Este  designo  del  rey 
de  Persia,  con  lo  que  los  turcos  pretendian,  se  entendió 
luego  en  Casbín  por  las  extraordinarias  diligencias  que 
el  rey  hizo  con  [el]  Chaus,  bolando  correos  desde  allí 
á  Cali  Baxa,  que  llegaua  ya  con  el  exercitoá  Van,  y  sien- 
do fama  que  le  auia  offrecido  secretamente  gran  suma 
de  oro  y  ansimesmo  dado  al  Chaus  algunas  joyas,  el 
qual,  como  adelante  parescio,  fue  el  principal  instru- 
mento para  que  las  treguas  ó  pazes  se  asentasen,  aun- 
que las  causas'  que  para  esto  uvo  fueron  mayores  y 
más  vrgentes.  Todo  lo  rreferido  obligó  al  rey  de  Per- 
sia á  padecer  antes  qualquiera  infamia,  destruyendo  y 
desanparando  tanta  parte  de  la  Media,  y  alguna  della 

(i)    tomado.  . 


—  333  — 

adonde  jamas  los  turcos  en  ninguna  de  las  guerras  pa- 
sadas auian  llegado,  que  llegar  á  rronpimiento  de  ba- 
talla justa  con  ellos^  siéndoles  tan  inferior  en  número 
de  caualleria,  mayormente  en  el  valor  de  la  infantería, 
sin  el  grande  aparato  de  artelleria  de  que  caregian  los 
suyos.  Y  ansi  mandó  expresamente,  con  pena  de  per- 
der la  cabera,  á  Cachicachan,  armenio  rrenegado  y  ge- 
neral de  su  exergito,  que  por  ningún  caso  pelease  con 
los  turcos  aunque  tuuiese  ocasión  y  rreconosgiese  ven- 
taja para  ella,  sino  que  andando  sienpre  á  la  mira 
con  su  expedita  y  suelta  cauallería,  procurase  solo 
rronperle  las  escoltas  y  gente  desmandada,  y  destru- 
yendo la  canpaña  se  viniese  rretirando  hasta  meter 
los  enemigos  todo  lo  mas  que  pudiese  la  tierra  aden- 
tro. Conforme  á  esta  orden  se  quedó  el  mesmo  rey  con 
sola  la  gente  que  bastaua  para  desmantelar  á  Ardevil, 
como  rresueltamente  lo  hizo.  El  número  de  la  cavalle- 
ria  que  se  juntó  en  Soltania,  catorze  ó  quinze  leguas  de 
Casbin,  no  se  pudo  aueriguar  puntualmente,  mas  de  si- 
gun  lo  que  de  las  rrelagiones  de  varias  personas  se  pue- 
de buenamente  colegir  serian  los  que  se  hallaron  con  el 
dicho  general  persiano,  sin  gínco  ó  seis  mil  malos  ar- 
cabuzeros  á  pie,  pocos  mas  ó  menos  de  treinta  mil 
cauallos,  y  sin  los  mogos  y  criados  de  los  soldados. 
Con  tan  estrecha  orden  de  no  pelear,  como  se  a  dicho, 
se  puso  Cachicachan  casi  en  el  medio  del  camino  entre 
Tauris  y  Ardeuil,  siendo  la  distancia  que  ay  entre  es- 
tas dos  giudades  de  veinte  y  ginco  leguas,  y  alli  aguar- 
do á  saber  la  derrota  que  el  canpo  de  los  enemigos  to- 
maua.  Estaua  con  él,  teniendo  el  sigundo  lugar  en  el 
exergito,  Emancolican,  Cham  de  Xiras,  hijo  de  Alauer- 
dechan,  con  la  gente  de  guerra  de  Xiras  y  de  su  distri- 
to, tenida  sienpre  por  la  más  valerosa  de  toda  la  Persia, 
y  ansi  estos  como  los  demás  sin  otros  inpedimentos 
más  de  los  muy  forgosos,  para  con  presteza  rretirarse 
luego  que  tuuiesen  auiso  de  acercarse  el  enemigo. 


-  334  — 

Quando  de  inprouisOy  de  algunos  cauallos  que  hazian 
la  guarda  algo  apartados  hazia  el  camino  de  Tauris^ 
les  dieron  rrebato  de  como  todo  el  exergito  enemigo 
venia  ya  cerca.  Y  como  sienpre  en  los  casos  rrepenti- 
nos  de  que  se  espera  peligro  las  cosas  parecen  mayo- 
res y  más  terribles  de  lo  que  son,  ansi  á  estas  centine- 
las de  los  persianos,  descubriendo  tanto  numero  de  ca- 
ualleria  creyeron,  como  era  muy  verisímil,  venir  alli 
todo  el  canpo  de  los  turcos,  siendo  esta  sola  su  auan- 
guardia.  Porque  Cali  Baxa,  después  de  auerse  juntado 
con  el  rresto  de  su  numeroso  exer^ito  el  Baxa  de  Er- 
zirun  y  algunos  georgianos  y  curdos,  caminó  derecho  á 
Tauris,  auiendo  ya  tenido  nueua  de  que  la  giudad  y 
fortaleza  se  desmantelaua.  Auia  sido  saqueada  y  muy 
disminuida  de  su  gran  población  esta  nobilissima  ciu- 
dad, pero  sienpre  auian  quedado  en  ella  rrastros  y 
mucha  parte  del  lustre  de  su  antigua  grandeza;  mas  en 
esta  sazón,  hallándola  los  tarcos  del  todo  asolada  v  ta- 
lada  su  hermosissima  y  fertilíssima  canpaña,  les  puso 
no  solo  admiración,  sino  que  les  causó  conpasion,  ma- 
yormente á  los  que  allí  auian  estado  de  presidio  tantos 
años.  Y  como  juntamente  viese  el  Baxa  desanparaday 
arruinada  tanbien  la  fortaleza,  que  por  su  fuerte  sitio 
con  mediano  presidio  pudiera  defenderse,  ó  á  lo  menos 
gastar  y  debilitar  las  fuerzas  de  su  exergito  por  muchos 
días,  le  pares^io,  como  á  la  verdad  lo  era,  que  los  per- 
sianos  mostrauan  en  esto  euidentes  muestras  de  temor, 
y  que  ansi  conucnia,  pues  el  tienpo  le  daua  á  ello  lugar, 
teniendo  su  exergíto  fresco  y  entero,  pasar  adelante 
antes  que  los  persíanos  se  rrehiziesen  de  más  soldados, 
teniendo  auíso  por  sus  espías  que  aguardauan  socorro 
de  Hircania  y  Corassan.  En  execugion  de  esto  enbió 
adelante  la  auanguardia,  en  que  auia  veinte  mil  tarta- 
ros,  con  los  Baxas  é  governadores  de  Van  y  Erzirun,  y 
á  Tamarascan  con  tres  mil  georgianos,  dándoles  orden 
que  corriendo  los  tártaros  delante  rreconociesen  en 


—  335  — 

que  parte  se  hallase  el  caixpo  de  los  persianos  y  con 
que  número  y  calidad  de  gente.  Luego  como  la  van- 
guardia turquesca  comenzó  a  caminar,  otro  dia  después 
de  auerse  apartado  del  cuerpo  de  su  exer^ito  supo 
que  Cachicacham  estaua  diez  leguas  de  alli  con  parte 
de  la  gente  de  guerra  de  los  enemigos,  afirmándoles 
algunos  que  no  llegavan  á  veinte  mil,  y  que  su  rey, 
desconfiado  de  poder  defender  la  canpaña,  desmante- 
laua  á  Ardeuil  para  rretirarse  mas  la  tierra  adentro. 
Con  esto  pasaron  adelante  hasta  llegar  á  menos  de  dos 
leguas  de  los  persianos,  los  quales  con  el  rrepentino 
temor  que  ya  se  a  rreferido,  sin  dar  lugar  el  peligro 
cercano  á  más  consultas,  tumultuariamente  y  á  gran 
priesa  comentaron  á  rretirarse,  dexandose  la  mayor 
parte  de  las  tiendas  y  en  ellas  las  cosas  de  más  inpedi- 
mento. Las  mugeres  que  en  los  exerqítos  acostunbran 
á  seguir  á  los  soldados  aunque  sea  en  casos  tan  arduos 
y  peligrosos,  como  andan  desenbueltamente  á  cauallo 
como  los  honbres  fueron  las  primeras  á  huir  con  su 
rropa^  camellos  y  criados.  Pero  como  después  de  aquel 
primer  movimiento  Cachicachan  y  los  demás  capita- 
nes persianos,  algún  tanto  ya  fuera  de  su  rreal,  hizie- 
sen  parar  á  los  que  huían,  los  pusieron  en  orden  ha- 
llándose en  lugar  desenbaragado,  teniendo  el  cuerno 
derecho  el  dicho  general,  y  Emancolican,  señor  de  Xi- 
ras,  el  izquierdo.  Y  para  rrecono^er  de  más  ^erca  los 
turcos  enbiaron  delante  quatro  mil  cauallos  y  dos  mil 
infantes  arcabuzeros  á  pie,  con  orden  de  que  luego  se 
rretirasen  con  rrelagion  gierta  de  lo  que  viesen,  Y 
aunque  el  número  de  esta  gente  para  rreconocer  era 
mucha,  mayormente  lleuando  infantería,  que  no  podia 
ponerse  en  saluo  con  tanta  presteza,  pareció  después 
que  el  digsígno  de  Cachicán  fué  de  que  los  enemigos 
se  entretuuiesen  con  ellos  en  el  Ínterin  que  él  pudiese 
acabar  de  ordenar  el  rresto  de  sus  soldados,  ó  ponerse 
en  saluo  con  ellos,  auenturando  á  perder  por  esta  cau- 


—  336  -- 

sa  los  que  auia  enbiado  delante,  siendo  como  eran 
de  los  de  menos  ínportancia  que  auia  en  su  exer^ito. 
Auiase  leuantado  esta  gente  de  guerra  en  las  ciudades 
de  Spahan,  Jesda  y  Caxen  y  de  sus  aldeas  gircunve- 
zinas,  y  como  á  poco  más  de  medía  legua  topase 
con  los  tártaros,  que  sigun  se  a  dicho  venían  como 
más  sueltos  en  los  primeros  de  la  auanguardia  turques- 
ca, sin  guardar  el  orden  que  traian  arremetieron  á  ellos, 
ó  lo  que  parece  más  ^ierto  no  tuuieron  lugar  de  hazer 
otra  cosa,  porque  los  tártaros,  sigun  su  costunbre,  en- 
bistiendolos  por  la  frente  y  por  los  costados  con  gran 
número  de  flechas  los  rronpieron  y  pusieron  luego  en 
huida,  aunque  ansí  en  ella  como  en  la  poca  rresistcn- 
gia  que  hallaron  degollaron  la  mayor  parte  dellos.  Fué 
tan  presta  y  rrepentina  esta  facción,  que  el  rruido  y 
grita  de  los  que  huían  y  de  los  que  venían  executan- 
do  el  alcance,  los  unos  y  los  otros  llegaron  casi  á  un 
tíenpo  al  cuerno  izquierdo  de  los  persianos,  de  manera 
que  sin  euidente  peligro  de  perderse  todos  no  podían 
ya  rretirarse  hallándose  enuestídos  y  casi  rrebueltos 
con  los  enemigos.  Y  ansí,  Daur  Chan,  ermano  del  Chan 
de  Xíras,  que  se  hallo  más  ^erca  con  algunos  soldados 
viejos  de  la  milicia  de  Alaverdechan  su  padre,  qerró 
animosamente  con  los  tártaros  que  venían  desordena- 
dos siguiendo  el  alcance  por  aquella  parte,  hazíendo 
luego  lo  mesmo  Emancolichan  su  ermano,  aunque 
muy  gordo  y  enpedido,  viendo  á  Daurchan  y  á  los 
mejores  soldados  suyos  tan  enpeñados.  Cachícachan, 
aunque  contra  el  orden  del  rey,  no  pudiendo  ya  hazer 
menos,  conociendo  como  buen  soldado  que  le  era  for- 
zoso pelear,  ó  morir  huyendo  por  las  espaldas,  animan- 
do á  los  persianos  que  estauan  en  su  cuerno  envistió 
con  gran  valor  en  los  tártaros,  turcos  y  georgianos  que 
les  seguían,  trauandose  por  anbas  partes  una  terrible 
batalla,  la  qual  por  no  traer  los  turcos  artillería  fué 
igual  por  grande  espacio,  pero  como  los  persianos  des- 


—  337  — 

pues  de  auer  disparado  y  gastado  sus  flechas  ^errasen 
de  gerca  con  sus  cimitarras  con  los  tártaros,  higieron 
gran  matanza  en  ellos,  rre^íbíendo  tanbien  casi  igual 
daño,  porque  los  turcos  y  georgianos,  que  deseauan 
tomar  venganza  de  la  rruína  que  dos  años  antes  auian 
padecido  en  su  prouin^ia,  peleauan  valerosamente,  has- 
ta que  después  de  auerse  puesto  en  huida  los  tártaros, 
los  demás  hizieron  lo  mesmo,  sin  auer  los  persianos 
seguido  mucho  á  los  que  huian,  ansí  por  auer  perdido 
muchos  de  los  más  valientes  de  los  suyos,  como  por 
temer  no  se  hallase  (erca  el  rresto  del  exerQito  turques- 
co, siendo  esta  la  principal  ocasión  de  no  auer  los  ene- 
migos rregíbido  mayor  daño.  Y  aunque  el  alcance  fué 
breue  se  prendieron  algunos  turcos  y  curdos  que  sigun 
el  lustre  de  las  armas  y  vestido  parecían  de  más  cali- 
dad, de  los  quales  los  persianos  hizieron  grande  osten- 
tación publicando  auerse  prendido  en  este  rrequentro 
los  Baxas  de  Bagadat,  Damasco,  Caramit,  Van  y  Erzi- 
run,  pareciendo  después  lo  contrario,  pues  solo  se  añr- 
ma  auerse  prendido  el  Baxa  ó  Sanjaco  de  Van.  Tama- 
rascan,  que  se  auia  portado  valientemente,  después  de 
aucrle  muerto  el  cauallo  algunos  soldados  georgianos 
le  saluaron  de  aquel  peligro.  Y  en  fín,  esta  facción  fué 
mucho  menor  de  lo  que  se  auia  publicado,  con  daño 
casi  igual  de  anbas  partes.  Porque  la  primera  nueua 
que  llego  á  Spahan  fué  de  auer  muerto  veinte  mil  tár- 
taros y  turcos;  después  se  díxo  de  muchos  menos,  has- 
ta venir  algunos  á  afírmar  que  ansi  de  estos  como  de 
los  persianos  no  fueron  mas  de  diez  mil.  Y  es  tan  in- 
cierto y  de  poca  fe  quanto  estas  naciones  orientales 
afirman  y  publican,  que  no  se  puede  dellos  percibir 
Certidunbfe  alguna  por  la  mucha  confusión  y  ins- 
tabilidad que  vsan  en  sus  palabras,  siendo  todos  de 
su  naturaleza  grandes  mentirosos,  mayormente  en  las 
cosas  que  puede  rresultalle  algún  daño  ó  prouecho 
suyo. 


—  338- 

Lo  que  luego  en  pocos  dias  ( i )  se  afirmó  y  publicó  por 
^ierto  [es]  que  ni  los  turcos  ni  persianos  no  quedaron 
con  pérdida  notable  del  trance  que  se  a  dicho,  porque 
Cali  Baxa^  ni  pasó  adelante,  como  pudiera  teniendo  su 
exergito  entero,  y  no  auer  aun  comengado  los  fríos  en 
aquellas  prouingias,  ni  el  rey  de  Persia  desistió  del  trato 
de  pazes  que  desde  Casbin  se  auia  comengado,  antes 
en  aquella  mesma  ocasión,  auíendo  entre  los  demás 
presos  sido  hallado  el  Chaus^  medianero  dellas^  en  Cas- 
bin, y  lleuadole  á  Ardeuil  al  rey  de  Persia,  le  rregibio 
amigablemente  y  muy  rregalado  lo  enbio  luego  al 
Baxa.  Resultó  (2)  de  aqui  suspensión  de  armas,  y  den- 
tro de  pocos  dias  que  el  Chaus  fué  y  vino  se  concluye- 
ron las  pazes  ó  treguas  conforme  á  como  el  rey  de 
Persia  pretendía,  porque  luego  no  solo  no  se  trato  cosa 
hostil  de  una  y  otra  parte,  mas  el  rey  enbió  cantidad 
de  mantenimientos  al  canpo  de  Cali  Baxa,  que  auia 
parado  una  jornada  adelante  de  Tauris.  Con  solo  esto 
se  puso  fin  á  la  guerra  que  con  tanto  aparato  se  auia 
comengado,  esperándose  della  mayores  efectos  que  en 
todas  las  entradas  pasadas  de  los  turcos  en  Armenia  y 
Media  auian  sugedido.  Pero  el  rey  de  Persia,  siendo 
solo  su  fin  entretener,  cansar  y  gastar  sus  enemigos, 
dando  tienpo  al  tienpo,  quedaua  satisfecho  con  rrete- 
ner  lo  que  con  tanta  feligidad  auia  ganado  dellos  los 
años  pasados,  paresgiendole  quedar  con  bastante  rre- 
putagion  auiendo  cobrado  lo  que  su  padre  Mahamet 
Codabanda  auia  perdido,  y  sustentarlo  contra  aduersa- 
rio  tanto  más  poderoso,  mouiendolo  pringipalmente  á 
desear  y  procurar  con  tantos  medios  la  paz,  el  verse, 
como  ya  se  a  dicho,  sumamente  aborregido  de  sus  va- 
sallos. Mas  á  Cali  Baxa,  teniendo  á  un  lienpo  conmo- 
do y  las  fuergas  de  su  exergito  enteras,  no  solo  para 

(i)    sucedió. 
(3)    luego. 


-  339  - 

socorrer  la  mayor  parte  de  la  Media,  más  aun  saquear 
las  ciudades  de  Ardeuil,  Soltania  y  Casbin,  bien  se  co- 
noció auer  sido  grandes  y  muy  urgentes  las  causas 
para  tan  apresuradamente  rretirarsc.  Estas,  aunque  la 
fama  que  por  la  Persia  corría  era  ser  una  dellas  el  di- 
nero que  ocultamente  auia  rregibido,  se  deue  juzgar 
por  más  verisímil  la  nueua  asumqion  al  ínperio  tur- 
quesco del  muchacho  Osman  y  deposición  de  Mustafa 
su  tío,  juntamente  con  la  noticia  que  en  Constantinopla 
se  tenía  de  preuenir  en  Europa  tan  grandes  armadas 
por  su  Magestad  Catholica,  rey  de  Francia  y  vene- 
cianos. 

Aguardó  en  vano  el  Enbaxador  en  Spahan  orden 
del  rey  de  Persia  para  boluerse  á  Ormuz,  sigun  se  le 
auia  prometido  en  Casbin,  por  alcanzar  las  naos  en 
Goa^  de  aquel  año,  y  poder  enbarcarse  á  España,  pero 
aunque  luego  le  despachó  un  correo  adonde  se  auia 
ido  desde  Ardeuil,  no  tuuo  otra  rrespuesta  mas  de 
que  él  auia  de  venir  muy  presto  á  Spahan  y  que  de 
allí  le  despacharía.  Entendióse  luego  querer  detener 
al  Enbaxador  hasta  saber  cómo  se  rre^ibia  don  Ro- 
berto en  la  corte  de  España,  cosa  que  sienpre  auia 
'  tenido  el  Enbaxador  que  auia  de  suceder  ansi^  con- 
firmándose esto  dentro  de  muy  pocos  días,  vinien- 
do un  armenio  con  un  pliego  de  cartas  al  mesmo 
Enbaxador,  dizíendole  auerselas  dado  un  árabe  que 
auia  dexado  muy  enfermo,  camino  de  Bagadad,  y  que 
por  venir  el  sobre  escrito  en  letra  de  francos  no  sa- 
bia á  quien  lo  auia  de  dar;  que  mandase  (i)  verlo  y 
lo  diese  á  quien  venia  dirigido.  Preguntóle  con  mucho 
cuydado  el  Enbaxador  al  armenio  si  sabia  de  donde 
venia  aquel  árabe,  y  que  por  qué  quando  (2)  recibió  las 
cartas  no  supo  del  á  quien  las  auia  de  dar;  respondió 


(i)   yo. 
(a)    U  dio. 


—  340  — 

que  por  estar  muy  malo  no  ie  auia  dicho  mas  sino  que 
las  lleuase  á  Spahan.  Y  porque  el  pliego  venía  muy 
bien  gerrado  y  sobre  escrito  de  muy  buena  letra  es- 
pañola y  dirigido  á  fray  Juan  Thadeo,  prior  del  Car- 
men, de  quien  ya  se  a  hecho  mengion,  tuuo  por  ^ierto 
el  Enbaxador  ser  de  don  Roberto,  mayormente  auíen- 
do  hallado  dos  cartas  en  él  después  de  abierto,  escritas 
en  lengua  persiana.  Supo  luego  del  armenio  su  non- 
bre,  y  de  como  era  vezino  de  la  nueva  Julfa,  alli  en 
Spahan,  enbiando  con  él,  después  de  auelle  despedido, 
uno  de  los  interpretes  para  saber  y  conoger  su  casa 
y  si  era  el  mesmo  que  dezia.  Lo  qual  sabido  ser  ansí, 
y  auiendo  leído  las  cartas  vn  alfaqui  ó  muía  per^iano 
que  de  ordinario  acudia  á  su  posada,  vio  que  las  car- 
tas eran  para  el  rey  de  Persia  la  una,  y  la  otra  para  el 
dicho  Fray  Juan,  escritas  de  don  Roberto  desde  Lisboa 
pocos  dias  después  de  auer  llagado  de  la  India,  diziendo 
en  la  del  rey  como  auia  sido  alli  muy  mal  visto  y  ad- 
mitido, y  que  porque  hazia  instancia  para  que  le  dexa- 
sen  partir  á  la  corte  le  suplicaua,  si'(i)  el  Enbaxador 
tuese  llegado  á  Persia,  le  (2)  detuuiese  sin  consentir 
partirse  (3)  hasta  que  él  le  boluiese  á  auísar.  En  la 
carta  de  fray  Juan  escreuia  casi  lo  mesmo,  y  en  la  una 
y  la  otra  se  fírmaua  Bezabda,  nonbre  que  el  rey  de 
Persia  le  auia  dado,  y  se  rreferia  tanbien  á  otros  dupli- 
cados que  auia  despachado  por  otras  vias,  sin  hazer 
mengíon  de  la  persona  á  quien  se  uviese  dado  ó  diri- 
gido aquel  pliego,  y  porque  en  Casbin  auia  sabido  el 
Enbaxador  por  gierto  que  Fray  Juan  auia  rre^ibido 
alli  cartas  de  España  pocos  dias  antes  de  partirse  el 
rey  á  Sultania,  tuuo  por  sin  duda  auer  enton9es  rreqi- 
bidose  el  mesmo  duplicado,  que  acaso  le  vino  á  las 


(i)   yo, 

(a)    nos. 

(3)    partirme. 


—  341  — 

manos  en  Spahan,  aunque  sin  esto  sienpre  creyó  que 
la  ida  de  don  Roberto,  tan  favoresQÍda  y  procurada  de 
algunos  ministros  de  la  India  con  tan  mal  zelo  y  poco 
rrespecto  de  Su  xMagestad,  auia  de  ser  euidente  causa 
de  ^er  el  detenido  en  Persia  (1),  de  que  tanto  senti- 
miento tuvo  sienpre.  A  ocho  ó  diez  de  Nouienbre  deste 
año  de  16 18  algunos  criados  del  Enbaxador  que  ma- 
drugauan  mas  que  los  otros  le  vinieron  á  dezir  cómo 
auian  visto  (2)  una  muy  notable  señal  en  el  cielo,  tres 
oras  antes  de  amanecer,  dos  noches  auia,  y  como  luego 
otro  dia  otros  criados  y  algunos  armenios  afirmasen 
lo  mismo,  pero  variando  todos,  sin  conformarse  en  la 
forma  y  grandeza  de  aquella  señal,  el  Enbaxador,  aun- 
que hazia  grandisimo  frió,  bien  arropado  se  leuantó  las 
dos  noches  siguientes  á  un  terrado  alto  adonde  le 
causó  grande  admiración  vn  tan  nuevo  y  extraordina- 
rio cometa.  Porque  demás  de  su  grandeza,  que  ocupaua 
casi  la  quarta  parte  del  ^ielo,  cares^ia  del  todo  del  ful- 
gor que  los  demás  cometas  tienen,  siendo  el  color  deste 
propiamente  del  humo  que  haze  la  buena  poluora,  ó 
como  de  feniza  muy  clara.  Su  figura  era  como  la  de 
un  alfange  africano  muy  torgido  hazia  la  punta,  y  ésta 
mucho  mas  ancha  que  su  principio,  siendo  de  aqui  muy 
angosto,  de  cuyo  remate,  pareciendo  ser  aqui  el  fomento 
y  de  donde  se  deriuaua  el  mesmo  cometa,  se  vio  la  pri- 
mera noche  salir  de  quando  en  quando  algunas  peque- 
ñas llamas  de  fuego;  desde  su  principio,  que  era  este, 
se  iua  ensanchando  cada  vez  mas  hasta  quedar,  como 
se  a  dicho,  muy  ancho  y  torcido  en  la  punta,  parescien- 
do  tanbien  ansi  un  cogollo  de  palma  esparziendo  ha- 
zia tras  sus  hojas;  ocupaua  por  la  mayor  parte  los  sig- 
nos de  Virgo,  Libra  y  Scorpion,  y  á  su  mano  izquierda, 
al  nacimiento  estiuo  del  Sol  auia  otro  cometa  pequeño 


(i)    cosa. 

(a)    dos  horas  antes  de  amanecer. 


-342- 

de  los  comunes,  muy  encendido,  que  después  se  acabó 
con  el  grande  algunos  días  adelante  con  la  fercania 
del  Sol. 

Pasóse  el  inuierno  todo  en  Spahan  con  los  grandes 
y  rrigurosos  fríos  que  allí  suelen  padeferse  en  el  tal 
tienpo,  sin  tenerse  nueua  alguna  de  la  venida  del  rey  y 
con  alguna  inquietud,  no  pudiendo  escusarse  del  todo 
quistiones  y  alborotos  de  gente  rruin  de  la  giudad  con 
la  familia  del  Enbaxador,  mayormente  con  los  esclauos 
y  moQOS  de  seruiqio  de  la  India,  pero  sin  mas  daño  de 
quedar  una  vez  un  soldado  persiano  mal  herido,  á 
quien  mandó  el  Enbaxador  curar  y  dar  todo  lo  nece- 
sario para  su  rregalo,  y  después  alguna  cantidad  de 
dinero.  Truxeron  en  aquellos  primeros  dias  á  mostrar 
al  Enbaxador  un  extraño  animal,  diferente  de  todos 
los  demás  de  que  hasta  alli  (i)  se  uviese  tenido  en  el 
mundo  alguna  notifia.  Era  del'tamaño  de  un  perro  de 
agua  ó  perdiguero^  pero  todos  quatro  pies  tan  cortos 
que  paresQia  traer  la  barriga  por  el  suelo,  como  un  la- 
garto; la  cola,  gruesa  del  nacimiento,  viniendo  después 
á  quedar  en  punta  muy  delgada  como  la  del  mesmo 
lagarto,  aunque  mas  corta  mucho  (2)  conforme  la  pro- 
porción de  su  cuerpo.  La  cabefa^  sigun  su  grosor  y 
grandeza  era  pequeña,  con  el  cuello  muy  corto  (3)  y  de 
tan  suzia  y  fea  catadura  que  ponia  asco  en  mirallo.  El 
pelo  del  cuerpo  era  mucho  mas  corto  que  el  de  un 
lobo  marino,  de  manera  que  paregia  no  tener  alguno, 
sino  como  el  cuero  que  pintan  á  las  serpientes,  de  que 
este  animal  tenia  mucha  semejanga^  siendo  todo  de  un 
color  de  ceniza  mojada,  tan  abominable  y  triste  como 
itodo  el  rresto  (4).  Venia  preso  por  anbos  los  pies  tra- 


(i)  entonces. 

(a)  sigun. 

(^)  y  grandes  y  fuertes  dientes  en  la  boca. 

(4)  de  su  figura. 


—  343  - 

seros  con  una  rre^ia  cuerda  qué  traía  un  honbre  del 
canpo,  el  qual  con  anbas  manos  y  haziendo  mucha 
fuerza  no  pudo  detenello  para  que  con  mucho  ínpetu 
se  arrojase  en  una  fuente  ó  estanque  pequeño  que  allí 
en  la  posada  del  Enbaxador  auia,  de  casi  un  estado  de 
hondo,  9abuIlendose  hasta  el  suelo  sin  poderlo  sacar 
hasta  le  ayudar  otro  labrador  que  venía  con  él.  Des- 
pués de  estar  fuera  se  mostraua  fero^issimo  y  brauo 
queriéndose  boluer  al  agja,  no  atreuíendose  nadie, 
fuera  de  los  que  lo  traían,  á  llegarse  á  él,  abriendo  la 
boca  y  mostrando  grandes  y  fuertes  dientes  en  ella. 
Y  preguntando  el  Enbaxador  á  los  dichos  honbres  en 
qué  parte  le  auian  hallado,  le  dixeron  que  [en]  un  caño 
6  conducto  subterráneo  de  los  muchos  que  ay  en  toda 
Persia,  por  donde  desde  muy  lexos  suelen  deriuar  y 
traer  el  agua  para  rregar  las  huertas  y  tierras  de  pan,  y 
que  en  aquella  comarca  no  se  auia  hallado  otro  como 
aquel,  ni  sabían  que  lo  uvíese  en  otra  parte.  Paremia 
QÍerto  muy  conforme  la  rrelagion  de  estos  honbres  con 
la  naturaleza  aparente  y  mostruosa  forma  de  este  ex- 
quisito animal,  mas  produzido  en  las  escondidas  ca- 
uernas  de  la  tierra  que  participante  del  aire  ó  de  las 
aguas  de  los  lagos  y  rrios.  Juan  Vilani  en  su  Historia 
de  Italia  haze  mención  de  un  gran  tenblor  de  tierra  que 
sobreuino  en  su  tienpo  (i)  en  muchas  partes  della  y 
que  entonces  rrebentaron  en  algunas  gruesos  golpes 
de  agua  negra  y  hedienda,  y  que  en  el  Mugelo,  territo- 
rio fértil  gerca  de  Florencia,  por  una  de  estas  rroturas 
del  suelo  entre  el  agua  salieron  tres  serpientes  de  qua- 
tro  pies,  de  la  grandeza  de  perros^  que  deuian  de  ser 
de  la  mesma  calidad  y  forma  del  que  aquí  se  a  dicho. 


(i)    en  Italia,  por  el  qual. 


—  344  — 


CAPÍTULO  in 


Ceremonias  de  los  persas  en  el  aniversario  de  Ya  muerte  de  Hussen^ 
nieto  de  Mahoma.—Predicacíones  de  los  álfaquíes.— El  sacrifí* 
cío  del  camello.  — Penitencias  que  hacían  algunos  devotos  y 
limosnas  que  pedían  las  mujeres.— ^Fiesta  de  Natividad  en  la 
iglesia  armenia;  asiste  á  ella  D.  García.— Dispútanse  el  patriar- 
cado armenio  David  y  Melquisedec— Villanías  deCogejafer. 


En  este  inuierno,  que  fue  por  el  fin  del  año  de  16187 
principio  del  de  1619,  se  notaron  dos  cosas  en  Spahan 
dignas  de  ponerse  en  memoria,  tocando  entranbas  á 
rreligíon,  aunque  la  una  del  todo  falsa  y  supersticiosa^ 
y  la  otra,  aunque  verdadera^  con  los  defectos  y  errores 
con  que  mas  ó  menos  biuen  los  cristianos  de  Asia.  De 
la  primera  se  tocó  ya  quando  se  trató  de  la  ciudad  de 
Xiras,  sobre  el  sentimiento  grande  que  todos  «stos  so* 
phianos  hazen  cada  año  en  la  luna  de  Dizienbre  por  la 
muerte  [de]  Hussen,  hijo  de  Ali  y  de  Fatíma,  hija  de 
Mahamet,  en  odio  de  los  sunis  que  le  mataron,  siendo 
y  conprehendiendose  en  esta  secta  los  árabes  y  turcos. 
Y  como  en  Spahan  estuuiese  la  mezquita  mayor  tan 
vezina  de  la  posada  del  Enbaxador,  como  se  a  dicho, 
tuuose  mas  particular  rrela^ion  de  lo  que  en  esta  (irí- 
monia  pasó,  precediendo  al  principal  y  vltimo  dia  della 
por  espacio  de  otros  diez  ó  doze  dias  muchos  sermo*» 
nes  ansi  en  todas  las  mezquitas,  placas  y  demás  luga* 
res  públicos  de  la  ciudad,  con  grande  concurso  de  gen- 
te de  todo  sexo.  Son  los  que  hazen  estos  sermones  los 
que  entre  los  persianos  hazen  profesión  de  honbres 
letrados  en  su  ley^  como  entre  los  cristianos  los  sacer- 


dotes,  á  quien  vulgarmente  llaman  muías  ó  ca9izes^  y 
estos  con  gran  heruor  predican,  de  partes  altas,  en  los 
lugares  ya  dichos,  refiriendo  muy  largamente  y  con 
palabras  de  mucho  sentimiento  la  muerte  de  este  gran 
profecta  suyo.  Pero  en  los  tenplos  acude  gente  mas 
grave,  particularmente  de  mugeres,  y  en  esta  mezqui- 
ta mayor  era  el  mayor  concurso  dellas^  preuiníendo 
con  gran  cuydado,  sus  criados,  antes  de  la  ora  de  los 
sermones,  lugar  para  sus  estrados,  con  mucha  anbi* 
<;ion  y  ponpa,  siendo  preferidas  las  mas  honrradas  y 
estimadas  dellas,  aunque  sienpre  sucedían  rriñas  y  aU 
borotos  sobre  las  tales  preferencias.  Tiene  este  dicho 
tenplo  por  lo  alto  y  alderredor,  por  la  parte  interior 
del,  una  varanda  ó  poyo  bastantemente  ancho,  el  qual 
lugar  era  tenido  por  mas  conmodo  y  decente  qué  el 
suelo  de  abaxo;  pero  este  inferior  sienpre  por  la  ma- 
yor parte  era  ocupado  de  las  mugeres  de  mechanicos  y 
tenderos,  aunque  tanbien  entre  ellas  muchas  de  mer- 
caderes y  otros  ciudadanos,  sin  otro  mas  aparato  que 
las  demás,  las  unas  y  las  otras  con  velos  negros  en  las 
caberas,  y  después  muy  cubiertas  con  sus  mantos 
blancos,  como  se  a  dicho.  La  varanda  ó  poyo  superior 
era  sienpre  destinada  para  las  cortesanas  y  mugeres 
públicas  de  mayor  grado,  siendo  estas  generalmente 
mas  estimadas  y  honrradas  que  todas  las  otras  muge- 
res  vulgares,  concediéndoles  el  rey  de  Persia  grandes 
inmunidades  y  exempciones,  ansi  por  el  prouecho  que 
deüas  le  viene  como  por  seguir  muchas  dellas  en  la 
guerra  sus  exer^itos,  porque  las  demás  mugeres  de  los 
ministros  y  personages  grandes  nunca  ó  rraras  vezes 
parecen^  sino  es  caminando,  estando  sienpre  rretiradas 
y  eon  guardas  en  sus  arames.  Las  cortesanas  son  muy 
mas  conocidas  entre  las  demás  vulgares  por<indar 
mas  lustrosas  y  aconpañadas,  y  á  cauallo  muchas  ve- 
zes, y  ansi  eran  preferidas  en  el  asiento  superior,  y  aun- 
que en  la  cerimonia  dicha  enlutadas  con  sus  velos  ne- 


—  346- 

gros,  que  algunos  tanbien  eran  amarillos,  ó  leonados, 
pero  muy  bien  vestidas  de  sedas  y  telillas  de  oro,  á  su 
modo,  y  los  rrostros  por  la  mayor  parte  descubiertos. 
Las  unas  y  las  otras  mostrauan  grande  atengion  al  ser- 
món que  cada  uno  de  los  dichos  dias  se  hazia,  que  los 
de  esta  mezquita  tocauan  sienpre  á  los  muías  ó  alfa- 
quis  mas  graues  de  Spahan,  los  quales^  sentados  en 
unas  sillas  como  las  que  ay  en  los  coros  de  iglesias 
catredales,  á  que  se  subia  por  seis  ó  siete  gradas,  pre- 
dicauan  con  gran  vehemencia,  ademanes  y  movimien- 
to como  nuestros  predicadores  de  Europa.  Vestianse 
todos  para  semejantes  ocasiones  de  trage  mas  honesto 
que  lo  ordinario,  y  sobre  los  honbros,  espaldas  y  pe- 
chos una  gran  beca  negra  de  la  qual  colgaua  hasta  los 
píes  una  chia  ó  vanda  de  un  pie  de  ancho,  y  sobre  el 
turbante  un  velo  negro  que  le  cubria  la  mayor  parte 
del.  Con  las  quales  muestras  de  sentimiento  y  tristeza 
proseguía  su  sermón,  siendo  lo  que  contenia  en  él,  pri- 
mero grandes  maldiciones  á  Abubaquer,  tio  y  suegro 
de  Mahamet  y  el  primero  que  le  suijedio  en  el  Califa- 
do,  y  á  Omar  y  Osman,  que  en  la  mesma  dignidad  uno 
después  de  otro  sucedieron  al  mesmo  Abubaquer,  la 
dotrína  de  los  quales  es  la  que  siguen  los  Sunis,  pre- 
tendiendo la  facción  contraria  á  estos,  que  es  la  de  los 
Sophianos,  auer  sucedido  en  la  tal  dignidad  y  princi- 
pado de  los  árabes,  Ali,  primo  ermano  de  Mahamet  y 
casado  con  su  hija  Fatima,  y  después  en  Hussen  y  Ha- 
cen sus  hijos,  como  nieto  de  su  legislador^  deuiendose 
por  el  consiguiente  seguir  su  doctrina,  rreprouando  la 
de  los  otros  como  fuera  del  verdadero  sentido  de  la  que 
Mahamet  dexo  escrita  en  su  Alcorán.  El  rresto  de  la 
concion  era  contar  muy  por  estenso  la  muerte  de  Hu- 
ssen, que  aunque  fue  en  la  guerra  peleando  con  la  fac- 
ción contraria,  rrepresentavanla  mas  lastimosamente, 
diziendo  que  sus  enemigos,  que  traían  mucho  mayor 
número  de  gente  que  él,  le  ocuparon  ia  rribera  del  rrio 


-  347  — 

Euphrates  sin  consentirle  hazer  agua,  no  pudiendo 
auella  en  otra  parte  alguna.  Y  que  ansi  le  fue  forzoso, 
con  muy  pocos,  auíendosele  los  demás  huido  por  la 
sed  que  padegian,  á  pelear  desesperadamente  por  no 
morir  de  sed,  hasta  morir  con  los  suyos  valerosamente 
peleando;  exagerando  mucho  los  dichos  predicadores 
las  grandes  proezas  que  aquel  día  hizo  Hussen,  y  des- 
pués lamentablemente  la  cruel  muerte  que  le  dieron  sus 
enemigos^ siendo  estala  causa  principal  de  los  muchos 
legados  y  mandas  que  se  dexan  en  toda  la  Persia  para 
hazer  cisternas  en  los  caminos  y  partes  otras  faltas  de 
agua,  porque  no  mueran  de  sed  los  pasageros.  Era  esta 
conmemoración  y  rremenbranga  rreferida  con  tantas 
lagrimas  y  sentimiento  de  los  predicantes,  que  las  mu* 
geres  todas  leuantando  grandes  alaridos  se  herían  con 
gran  furia  y  lamento  los  rrostros,  dándose  grandes  bo- 
fetones y  puñadas  en  ellos  y  en  los  pechos,  como  quan- 
do  entre  nosotros  se  predica  los  jueues  y  viernes  sane- 
tos  la  Pasión.  Y  era  ansimesmo  tan  grande  el  rruido 
y  llanto  que  en  esta  mezquita  se  hazia  estos  dias  que 
se  predícaua,  que  en  lo  mas  apartado  y  rremoto  de  la 
posada  del  Enbaxador  se  oia  clara  y  distintamente,  y 
de  las  ventanas  mas  cercanas,  las  mesmas  palabras  del 
predicante,  que  muchas  dellas  rrefería  al  Enbaxador 
el  intérprete  que  allí  tenia;  venia  á  parar  todo  el  llanto 
y  lagrimas  que  se  a  dicho  en  que  acabada  la  predica  el 
bueno  y  deuoto  alfaqui  se  ponia  A  la  puerta  de  la 
mezquita  con  senblante  muy  graue  y  triste,  offregíen- 
dole  todos,  particularmente  las  mugeres,  sigun  la  po* 
sibilidad  de  cada  una,  dinero,  tocas  y  cabayas,  que 
son  las  aljubas  ó  rropetas  que  vsan,  siendo  las  que  con 
mas  largueza  contribuían  las  cortesanas,  como  mas  rri- 
cas,  de  manera  que  algunos  días,  sin  el  dinero  y  tocas, 
les  tocauan  ginquenta  ó  sesenta  cabayas.  Y  porque  el 
Enbaxador,  preuiniendo  el  alboroto  que  pudiera  suce- 
der, mandó  á  todos  sus  criados  alpringipio  de  los  tales 


—  348- 

dias  que  ninguno  entrase  en  la  mezquita^  lii  se  pusiesen 
gerca  della  quando  predicasen,  los  mesmos  edituos  y 
ermitaños  della  y  los  muías  que  predícauan  les  venían 
á  pedir  y  rrogar  que  fuesen  á  oir  sus  sermones ,  ó  por- 
que sigun  ellos  se  persuadían  los  podrían  aficionar  con 
ellos  á  que  les  paregiese  bien  su  ley,  ó  por  lo  que  es 
mas  gierto,  por  ser  todos  los  Sophianos  menos  escru- 
pulosos que  los  Sunis.  De  manera  que  con  general 
gusto  de  todos,  muchos,  ó  ios  mas  de  los  tales  criados, 
entrauan  y  se  detenían  el  tienpo  que  querían  en  la  di- 
cha mezquita  en  el  ínterin  que  se  predicaua.  El  final 
dia  de  esta  su  festiuidad  se  terminaua  con  juntarse 
toda  la  gente  popular  de  la  (iudad,  armada  con  muchos 
penachos  en  los  turbantes,  y  corrían  á  tropas  con  sus 
atanbcres  por  todos  los  barrios  y  partes  publicas  della, 
sucediendo  lo  mesmo  en  todos  los  demás  dias  de  atrás, 
de  que  rresultaua  algunas  vezes  pelear  unos  con  otros, 
teniendo  á  los  que  en  tales  ocasiones  morían  por  bien 
auenturados  acabando  en  aquel  mesmo  tienpo  que 
mataron  á  Hussen  su  profeta.  En  este  su  vltimo  dia  se 
juntauan  todos  con  mayor  ímpetu  y  furor  que  los 
otros  y  salían  a  un  ancho  canpo  fuera  de  la  ciudad,  sa- 
liendo ansimesmo  todos  los  mas  principales  della  á  caua- 
11o  con  los  governadores  y  demás  ministros,  y  [en]  este 
sitio  diputado  á  tal  ministerio,  junto  al  rio,  hecho  por 
los  armados  un  gran  cerco  ponían  en  medio  un  came- 
llo atados  (i)  los  píes,  y  luego  entrauael  guazíl  ó  visir, 
que  es  el  principal  governador,  y  con  una  lanca  daua 
una  herida  al  camello^  rretírandose  luego  á  gran  priesa. 
Al  mesmo  instante  acudían  con  gran  furia  y  preste- 
za los  que  mas  cerca  se  hallauan  y  con  las  cíi^ít^rras 
hazían  el  camello  pedacos,  siendo  tanto  el  .concurso  y 
grita  de  los  demás  por  hazer  lo  mesmo,  que  unos  en- 
barac^ndose  con  los  otros  quedauan  algunos  muertos 


( I )    de  pies  y  mamas* 


—  349  — 

y  otros  muchos  mal  heridos.  Y  después  de  hecho  el 
camello  en  muy  menudos  pedamos,  los  ponían  en  las 
puntas  de  las  cimitarras,  corriendo  después  por  la  giu- 
dad  con  grandes  clamores  y  conbatiendo  unos  con 
otros  con  tan  notable  tumulto  que  si  los  gouernadores, 
aunque  muy  aconpañados  de  soldados,  les  quieren  in- 
pedir semejante  alboroto,  les  cargan  de  tantos  palos  y 
pedradas  que  tienen  por  bien  de  ponerse  en  cobro  y 
dexiillos,  saliendo  descalabrados  algunas  vezes,  porque 
el  tal  dia  le  es  permitida  esta  ligengía,  como  no  vsen 
de  otras  armas,  desculpandolos  todos  por  creer  que  la 
mucha  deuogion  los  tiene  del  todo  furiosos  y  fuera  de 
sí.  En  el  Ínterin  que  se  pasan  estos  venerandos  días 
suyos,  andan  muchos,  como  ya  se  díxo  tratando  de  la 
ciudad  de  Xiras,  del  todo  desnudos,  fuera  de  unos  pe- 
queños pañetes  con  que  cubren  las  partes  secretas,  y 
teñidos  todos  de  negro,  de  suerte  que  parecen  cafres 
aethiopes,  y  los  tales,  demás  de  andar  baylando  al 
rruido  de  unos  aiabalejos,  quando  topan  con  otros 
que  andan  de  la  mesma  forma  conbaten  unos  con 
otros  luchando  á  co^es  y  á  puñadas,  y  sí  entonges  pue- 
den auer  algún  puñal  ó  cuchillo  se  matan,  teniendo  á 
los  que  mueren  por  santos  y  bienauenturados.  Otros, 
haziendo  un  gran  hoyo  en  las  partes  adonde  ay  más 
concurso  de  gente,  se  entierran  desnudos  en  él  hasta 
la  garganta,  no  paregíendoseles  mas  de  la  cabega,  te- 
niendo allí  con  él  cada  uno  otro  conpañero  que  rregibe 
la  limosna  que  los  mas  de  los  que  por  allí  pasan  le 
otfrecen.  Y  como  muy  gerca  de  la  posada  del  Enbaxa- 
dor  por  todos  aquellos  diez  ó  doze  días  padeciese  esta 
penitencia  un  persíano  muy  viejo,  y  al  Enbaxador  le 
pareciese  pasando  por  allí  á  San  Agustín  y  al  Carmen 
á  misa,  por  ser  los  días  de  la  Natiuídad  y  año  nueuo, 
ser  inposible  sufrir  aquel  honbre  de  tanta  edad  seme- 
jante trabaxo,  mayormente  en  tienpo  de  tan  rrigurosos 
fríos,  supo  después  que  primero  de  entrar  en  el  hoyo 


—  35o  — 

se  metía  el  penitente  en  un  gesto  que  tenia  hecho,  de  su 
estatura,  y  calándolo  luego  abaxo  y  cerrándose  muy 
bien  el  gesto  ajustadamente  por  el  cuello,  tupian  con 
tierra  lo  hueco  que  quedaua  del  hoyo,  hasta  quedar 
igual  con  el  plano  hasta  la  barua  del  penitente,  y  que 
luego  en  siendo  de  noche  salia  de  aquella  cueua  con 
ayuda  del  conpañero,  y  después  de  auer  comido  y  re- 
posado de  noche  boluia  por  la  mañana  á  su  penitengía, 
aconpañandole  el  vltimo  día  della  gran  numero  de  gen* 
te,  y  de  alli  adelante  tenido  en  gran  rreputagion  de  sanc- 
tidad,  aunque  con  mucha  cantidad  de  dinero  que  en 
aquel  tienpo  le  auian  offregido,  siendo  y  auiendo  aui- 
do  sienpre  semejantes  inposturas,  muy  vsadas  en  di- 
uersas  partes  del  mundo  para  engañar  al  vulgo  y  ga- 
nar con  él  opinión.  Tanbien  acostunbran  muchas  mu- 
geres  los  tales  días,  de  las  cortesanas  ó  que  biuen  con 
alguna  mas  ligengia  que  las  otras,  andar  solas  con  al- 
gún criado  ó  criada,  muy  aderegadas  y  galanas,  sin 
mantos,  y  con  un  velo  de  gasa  de  oro  y  seda  que  les 
cubre  cabega  y  rrostro  con  lo  mas  de  la  díspusigion, 
pero  que  claramente  se  descubre  si  es  hermosa,  la 
qual  lleua  en  la  mano  una  caxuela  de  madera  dorada, 
y  llegándose  á  los  honbres  que  topa  se  para  sin  dezir 
nada,  muy  mesurada  y  baxos  los  ojos,  hasta  que  le 
offregen  algún  dinero,  el  qual  gastan  con  la  gente  mas 
pobre  y  menesterosa  de  que  las  tales  tienen  notigia. 
Las  mugeres  que  no  hazen  profesión  de  libres  como 
estas,  como  en  Madrid  las  que  andan  á  pedir  para  mi- 
sas, van  mas  acbnpañadas,  y  aunque  lo  mas  bien  ves- 
tidas que  cada  una  puede^  muy  cubiertas  con  sus  man* 
tos,  rrecogendo  tanbien  en  la  mesma  forma,  para  el 
mesmo  efecto,  el  dinero  que  pueden.  Y  es  cosa  muy  de 
notar  que  todas  la  mugeres,  ansí  las  dichas  como  todas 
las  demás  de  qualquiera  calidad  y  estado,  en  todo  el 
tienpo  de  los  dichos  diez  dias  jamas  se  quítauan  los 
mantos  en  sus  casas,  aunque  anduuiesen  ocupadas  en 


-  35i  — 

sus  ministerios  familiares,  sino  que  muy  cubiertas  co- 
mo quando  salian  fuera,  y  con  sus  velos  negros  deba- 
xo,  mostrauan  con  todo  este  lucto  su  mucho  sentimien- 
to. El  Mophri  de  Spahan,  que  es  en  Persia  como  su 
Arzobispo  primado,  aunque  deseó,  sigunél  se  lo  enbió 
á  dezir  al  Enbaxador,  visitarle,  siendo  tenido  por  muy 
letrado  en  su  ley  y  gran  philosopho,  no  se  atreuio  á 
ello,  teniendo  miedo  al  rey  como  tan  sospechoso  y 
rrecatado,  pero  muchas  vezes  le  enbió  rrecados  con 
offre9Ímientos  de  toda  buena  cortesía,  con  un  muía 
muy  familiar  del  Enbaxador,  que  leia  en  algunos  libros 
en  persiano  y  se  llamaua  ílaqen,  tanbien  como  el  de 
Xiras.  Con  este  muía  le  enbió  el  Mophri,  en  uno  de 
los  susodichos  dias,  al  Enbaxador,  un  librillo  pequeño 
en  persiano  que  contenia  la  vida  y  muerte  de  Hussen, 
cuya  memoria  se  celebraua  entonces,  para  que  el  mes* 
mo  muía  se  la  leyese,  de  que  el  Enbaxador  gustó  mu- 
cho, ansi  porque  alli  se  rreferian  las  causas  y  origen  de 
las  grandes  diferencias  de  las  dos  facciones  contrarias 
de  los  árabes  sequa^es  de  la  secta  de  Mahamet,  como 
del  heruor  y  mucha  efícacia  con  que  el  muía  leia,  sien- 
do el  muy  deuoto  y  rreligioso  en  lo  que  falsamente 
creía  y  uno  de  los  que  en  publico  y  fuera  de  los  tenplos 
predicauan.  PareQÍa,  sigun  loque  en  el  librillo  se  dezia, 
auer  sucedido  esta  lastimosa  muerte  de  Hussen  entre 
Cufa  y  Damasco,  auiendo  salido  de  Almedina  con  exer- 
(ito  á  hazer  guerra  á  los  Sunis  destas  giudades. 

La  gerimonia  del  camello,  no  auiendose  hecho  en 
Xiras,  ni  acostunbrarse  en  otra  parte  Ique  en  Spahan, 
pareció  ser  alguna  costunbre  inmemorial  antichissima, 
como  suele  auer  muchas  semejantes  en  muchas  partes 
de  Europa,  eredadas  de  una  edad  en  otra,  de  la  gentili- 
dad, no  obstante  que  en  algunas  (i)  prouingias  inteme- 
ratamente  se  profese  nuestra  sancta  r religión.  Porque 

(i)    partes» 


—  352  — 

auiendo  preguntado  el  Enbaxador  con  mucho  cuyda- 
do,  en  memoria  de  qué  se  hiziese  la  tal  ^erímonia,  no 
supieron  darle  rrazon  dello,  aunque  sospechó,  sino  era 
rrito  gentílico,  que  se  celebrase  en  el  vltímo  de  los  di- 
chos días  como  exsecragion  contra  los'Sunis  sus  ene- 
migos, prometiendo  y  deseando  la  venganza  en  ellos 
de  la  manera  que  despeda^auan  aquel  camello,  y  que 
en  Spahan,  como  en  metrópoli  y  cabera  del  inperio 
persiano,  se  gelebrase  y  vsase  el  tal  sacrificio. 

La  sigunda  cosa,  aunque  tan  verdadera  y  loable, 
como  perteneciente  á  la  antigua  rreligion  cristiana  que 
todos  los  armenios  profesan,  se  auia  de  hazer  primero 
della  memoria,  pero  siendo  en  el  tienpo,  aunque  por 
muy  pocos  dias,  posterior  á  la  rreferida,  se  dexo  para 
este  lugar.  Celebran  los  armenios  la  Natiuidad  de 
Cristo  nuestro  Señor  sigun  la  conputagion  vieja  del  ca- 
lendario, sin  la  intercalación  de  los  dias  conforme  á  la 
corre^ion  verdadera  del  año,  de  manera  que  cuentan 
ellos  la  Natiuidad^  sigun  nuestra  cuenta,  á  tres  de  Ene- 
ro. En  este  mismo  dia,  demás  de  su  festiuidad,  por  cos- 
tunbre  antigua  suya  celebran  ellos  tanbien  la  bendigion 
del  agua  como  entre  los  latinos  se  vsa  el  sábado  vis- 
pera  de  la  Pasqua,  haziendose  ansimesmo  memoria 
del  bautizo  de  Cristo  nuestro  Señor  por  San  Juan;  jun- 
tanse  el  dicho  dia  todos  los  de  la  nagion  armenia,  ansí 
de  los  que  biuen  en  los  carauasares  y  otros  barrios  de 
Spahan  (i),  colonia  de  Eruan,  como  los  de  la  gran  po- 
blación y  colonia  de  Julpha,  entre  la  mesma  poblagion 
y  el  rrio  SendA*u,  acudiendo  aquí  como  adonde  rreside 
su  iglesia  metropolitana  y  Patriarcado.  Pidieron  estos 
armenios,  por  medio  de  los  fray  les  de  los  dos  conventos 
de  Spahan,  al  Enbaxador,  que  se  hallase  presente  á  la 
bendición  del  agua,  procesión  y  demás  c^rimonias,  rro- 
gandoselo  de  su  parte  tanbien  los  mesmos  rreligiosos, 

(i)    con  ia. 


—  353  — 

y  aunque  demás  del  frío  intensissimo  que  entonces  ha- 
zla y  auer  de  ser  la  junta  luego  que  saliese  el  sol,  auia 
tanbíen  otros  inconuenientes,  se  offregio  á  les  aconpa- 
ñar  por  conmemoración  tan  piadosa,  no  obstante  lo 
que  dello  podría  rresultar.  Porque  el  rey  de  Persia 
siente  mucho  que  los  vasallos  cristianos  subjectos  á  su 
inperio,  aun  solo  en  lo  tocante  á  lo  spiritual  tengan 
algún  rrespecto  ó  dependencia  de  los  principes  de  Eu- 
ropa, paresgiendole  que  de  ser  ansi  se  les  desminuye  y 
enñaquege  la  obediengia  en  lo  tenporal,  á  que  sienpre 
él  está  tan  vigilante.  Salió  el  Enbaxador  con  los  rreli- 
giosos  y  gente  de  su  familia  muy  de  mañana,  y  halló 
que  le  aguardauan  ya  todo  aquel  espagio  entre  Julpha 
y  el  rrio  lleno  de  infinita  gente  por  mas  de  media  le- 
gua de  distangia.  Porque  no  solo  los  cristianos  arme- 
nios, cuya  era  particularmente  esta  fiesta,  pero  todos 
los  ¡acobitas,  nestorianos  y  georgianos,  con  grande  nu- 
mero de  persianos,  honbres  y  mugeres,  se  hallaron 
alli,  ó  por  deuogion  ó  curiosidad  para  ver  lo  que  pasaua 
entre  tan  grande  junta  de  gente.  El  que  hazia  el  ofigio^ 
por  ausengia  de  Melchisedec,  Patriarca  de  los  armenios^ 
que  se  hallaua  ausente  entonges,  era  un  venerabilissimo 
viejo  obispo  de  la  mesma  colonia  de  Julpha,  con  una 
capa  de  brocado  notablemente  antiguo  y  su  pectoral 
de  oro  con  algunas  piedras,  y  en  la  cabega  no  mas  de 
su  cogulla  de  frayle  basilio  como  lo  son  todos  los  de 
este  Oriente.  Cerca  del  auia  muchos  otros  obispos  con 
sus  capas,  que  son  conforme  á  las  capas  de  choro  de 
Europa,  y  gran  numero  otro  de  sagerdotes  con  gierta 
forma  de  aimaticas  mas  cortas  que  las  capas,  y  en  las 
cabegas  unos  bonetillos  de  láminas  de  plata,  los  mas 
dorados,  y  en  el  medio  unas  cruzes  pequeñas  de  lo 
mesmo.  Algunos  destos  traían  ingensarios  de  plata  y 
nauetas  para  engienso  (i),  y  los  mas  velas  engendidas, 

(i)    Ea  el  ms.  engiengio. 

23 


—  354  — 

cunpliendo  el  demás  número  de  los  eclesiásticos  mu- 
cha cantidad  de  acólitos  y  sacristanes  con  alvas  geni- 
das  y  los  mesmos  bonetes  de  plata  como  los  clérigos, 
de  los  quales  acólitos  unos  lleuavan  en  las  manos  dos 
chapas  llanas,  de  plata,  con  sus  manijas  por  de  fuera, 
con  que  iuan  haziendo  son,  y  eran  estas  chapas  del  ta- 
maño de  vn  plato  trincheo,  auiendo  algunas  tanbien 
de  metal;  los  demás  lleuavan  sus  cruzes,  como  se  acos- 
tunbra  en  España  en  las  procesiones,  mas  de  que  co- 
munmente estas  cruzes  eran  algo  menores,  pero  con  ser 
todas  de  plata  (i)^  muy  bien  doradas,  diziendose  tan- 
bien  que  algunas  eran  de  oro.  La  forma  de  estas  cru- 
zes prometian  grande  antigüedad,  como  se  veen  en  al- 
gunos rretablos  muy  viejos  en  Europa,  casi  igual  el 
pie  con  los  bracos,  y  con  aquellos  rremates  en  triangulo 
en  los  bracos  y  cabega,  muchas  de  las  quales  tenian  dos 
traviesas  que  hazian  dos  cruzes,  la  trauiesa  ó  bracos 
de  arriba  mucho  menor,  de  la  manera  que  se  pintan  las 
cruzes  de  Caravaca  que  tan  vsadas  fueron  en  un  tíenpo 
de  las  mugeres  de  Madrid.  Y  lo  que  mas  admiraua  en 
esta  ponpa  fue  que  siendo  estas  cruzes  mas  de  giento, 
y  por  lo  menos  todas  de  plata,  con  otros  muchos  vasos 
de  lo  mesmo,  las  uvíesen  podido  saluar  estos  pobres 
armenios  auiendo  sido  tantas  vezes  saqueados  de  los 
mesmos  persianos  y  turcos^  gente  la  una  y  la  otra  tan 
sumamente  rrapaz  y  auara.  Hizieronse  las  bendiciones 
y  qerimonias  del  agua  á  la  mesma  orilla  del  rrio,  estan- 
do, desde  luego  que  amaneció,  muchos  honbres  des- 
nudos en  el  agua  hasta  los  pechos,  y  para  esto  auia  sido 
menester  quebrar  por  muchas  partes  el  yelo,  estando 
entonces  muy  grueso,  y  todo  lo  que  se  alcangaua  á  ver 
del  rrio,  elado,  siendo  mas  intenso  el  frió  entonces  que 
en  ninguna  otra  sazón  del  año.  Tenian  los  armenios 
este  acto  por  de  suma  penitencia,  y  á  la  verdad  éralo 


(i)    las  mas  del  las. 


-355  — 

tan  rrígurosa  que  no  se  podía  dejar  de  mereger  mucho 
por  ella^  pareciendo  ínposible  quedar  bíuos  después 
los  que  la  hazian.  Y  después  de  auer  gastado  mucho 
tienpo  en  cantar  himnps  y  salmos  en  el  tono  que  usan 
los  capuchinos,  se  caminó  en  procesión,  las  cruzes  de* 
lante,  á  la  iglesia  mayor  ó  Patriarcado^  cantando  en  el 
mesmo  tono  y  con  el  rruido  que  ya  se  a  dicho  de  las 
chapas  de  los  acc^litos,  moviendo  á  mucha  deuogion  á 
los  europeos  que  alli  se  hallaron,  considerándose  allí 
piadosamente  una  propia  conmemoragion  y  semejanza 
de  la  prímitíua  Iglesia  en  aquellas  antiguas  y  sínples 
gerímonias.  Auia  gran  número  de  persíanos^  como  se  a 
preferido,  ansí  en  el  canpo  y  después  por  las  calles 
como  en  las  ventanas  y  varandas  de  las  casas  de  los 
armenios,  siendo  muchas  dellas  labradas  sumptuosa- 
mente,  con  los  techos  y  paredes  interiores  dorados  y 
pintados^  en  una  de  las  quales  varandas  estaua  el  de- 
roga ó  gouernador  de  lo  judigial,  con  los  ingleses,  ad- 
mirándose mucho  de  que  el  Enbaxador  fuese  con  aquel 
rrespecto  en  la  progesion,  yendo  descubierto  de  la  ma- 
nera que  se  acostunbra  en  las  progesíones  solencs  en 
España.  Las  mugeres  armenias,  que  conforme  á  las 
persianas  ó  no  paregen  6  salen  muy  cubiertas,  este  día 
estauan  todas  á  tropas  por  las  calles,  casadas  y  donze- 
llas,  descubiertas  y  sin  mantos;  las  casadas  con  unos 
grandes  rropones  como  las  rropas  de  las  labradoras  de 
Castilla,  rrebogadas  groserissimamente  las  tocas  de 
manera  que  les  cubren  la  boca,  dexando  lo  demás  del 
rrostro  descubierto,  como  las  villanas  de  las  aldeas  de 
Estremadura  en  España.  Las  donzellas  con  las  mesmas 
tocas,  parte  del  cabello  de  fuera,  y  con  cabayas  y  cal- 
gones  sigun  vsan  las  persianas  y  georgianas,  pero  sin 
ningún  donaire  ni  venustad  femenil,  siendo  estas  arme- 
nias las  mas  desgarbadas ,  aunque  hermosas  muchas 
dellas,  de  todas  las  mugeres  de  Asia.  Después  de  auer 
aconpañado  el  Enbaxador  la  progesion  hasta  su  iglesia 


—  356  — 

principal,  anduuo  con  cuydado  mirando  lo  que  en  ella 
auia,  porque  demás  de  ser  el  tenplo  grande  y  hermo- 
samente labrado,  con  un  zinborrio  en  el  medio  como 
en  nuestros  tenplos  nueuamente  fabricados,,  eran  mu- 
cho para  notar  las  pinturas  que  auia  en  los  rretablos 
de  los  altares,  de  tanta  antigüedad  y  estrañeza  que  se 
paremia  bien  en  ellas  los  muchos  siglos  que  auian  pa- 
sado desde  su  principio;  porque  no  obstante  que  esta 
nueua  colonia  de  Julia  no  auia  mas  de  diez  ó  doze  años 
que  se  auia  fundado^  todos  los  ornamentos  que  en  Ar- 
menia tenian  en  sus  iglesias  estos  cristianos  los  traxe- 
ron  consigo^  con  muchas  lanparas,  gran  parte  dellas 
de  plata,  sigun  alli  se  vian  y  dezian  auer  en  las  demás 
iglesias.  Despedido  el  Enbaxador  del  clero  de  los  ar- 
menios y  de  los  mas  rricos  mercaderes  que  alli  se  ha- 
llaron, le  dieron  algunas  velas  bendictas  que  (i)  dezia 
el  obispo  viejo  las  auia  él  traido  de  Hierusalem,  las 
quales  el  Enbaxador  rrecibio  con  mucho  rrespecto, 
mandando  que  con  cuydado  se  las  guardasen  y  que  á 
los  sacristanes  que  se  las  auian  traido  les  diesen  una 
buena  limosna.  Entre  los  armenios  seculares  que  alli 
auia  eran  un  hermano  y  hijo  de  Cogejafer,  rriquissimo 
mercader  de  aquella  colonia,  el  qual  por  auer  pocos 
días  que  era  muerto,  el  hijo  auia  sucedido  en  la  mayor 
parte  de  la  muy  caudalosa  hagienda  de  su  padre,  y  el 
ermano  en  el  govierno  (2)  y  jurisdicción  givil  de  la 
nueua  Julpha,  auiendo  para  lo  criminal  y  cosas  tocan- 
tes á  la  jurisdigion  del  rey  un  persiano.  Y  porque  se  a 
dicho  que  Melchisedec,  patriarca  de  los  armenios,  es- 
taua  ausente  en  el  tienpo  de  esta  gerimonia,  es  bien  de- 
zirse  como  él  asistía  en  la  corte  del  rey  de  Persia  en 
aqueste  tienpo,  juntamente  litigando  con  Dauit,  el  pri- 
meramente electo,  sobre  la  posesión  de  la  dignidad  del 


(í)    sigun, 
(i)    civil. 


—  357  — 

Patriarcado.  Y  aunque  Davít  tenia  mas  justigía  por  ser 
mas  canónica  su  elegion^  la  suya  perdió  su  derecho^ 
ansi  por  se  auer  querido  valer  del  Papa  y  de  su  Mages- 
tad  Catholica,  como  por  auer  offregido  Melchisedec 
cantidad  de  dineros  al  rey  y  á  sus  ministros,  y  ansí 
fue  preferido  á  Dauít.  Quando  Cogejafer  era  biuo  mu- 
chas vezes  se  iua  el  rey  á  vanquetear  á  su  casa^  adonde 
se  detenía  algunos  dias^  mandando  que  viniesen  alli 
las  mugeres  mas  hermosas,  casadas  y  donzellas,  de 
aquellos  armenios,  no  se  atreuiendo  ninguno  á  negallo, 
aunque  como  ellos  dezian  al  Enbaxador,  era  con  gran 
dolor  y  sentimiento  suyo.  Lo  mesmo  hizo  el  rey  quan- 
do el  verano  adelante  vino  á  Span  hallándose  allí  el  En- 
baxador,  mandando  que  en  la  dicha  casa,  que  era 
sumptuosissima  y  hermosa,  su  hijo  de  Cogejafer,  lla- 
mado como  su  padre,  le  tuuiese  las  mugeres  mas  esco- 
gidas de  todas,  de  un  estado  y  otro,  aunque  muchas 
dellas  se  escondieron,  procurándolo  ansi  sus  maridos  y 
padres,  poniéndose  á  rriesgo,  quando  se  uviera  enten- 
dido ansi,  de  perder  por  ello  las  vidas  y  haziendas. 


CAPÍTULO   IV 


Mala  voluntad  de  los  portugueses  á  las  cosas  de  España.— Carta 
que  Fr.  Melchor  de  los  Angeles  llevó  al  Schah. — Odio  de  éste  á 
Portugal.— Su  llegada  á  Spahan.— Visita  que  hizo  á  D.  García.— 
Bárbaros  detalles  de  la  recluta  de  mujeres  para  el  Schah. 

Fueforgoso  detenerse  el  Enbaxador  el  rresto  de  aquel 
invierno  y  casi  todo  el  verano  siguiente  en  Spahan, 
sin  poder  con  certeza  auisar  á  su  Magestad  Catholica, 
ansi  de  la  mala  dispusi^ion  que  hallaua  en  el  animo  del 


-358- 

rey,  como  para  ser  desde  España  socorrido  con  dine- 
ros, pues  no  los  podía  aguardar  de  Ormuz  estando 
aquella  QÍudad  tan  rreduzída  á  menos  de  lo  que  antes 
era  (i).  Esta  difícultad  de  poder  enbiar  y  rregibir  car- 
tas de  España  cre9ia  cada  dia,  siendo  mayor  por  las 
extraordinarias  diligen9ias  que  para  inpedir  los  correos 
se  hazian  y  auian  hecho  por  el  capitán  de  Ormuz  don 
Luis  de  Gama,  como  por  algunos  frayles  de  San  Agus- 
tín de  los  que  rresidian  en  Spahan,  y  esto  con  tanto 
calor,  gastándose  en  ello  muchos  dineros,  que  en  Ba- 
gadad  y  Alepo  se  tenían  personas  pagadas  para  este 
efecto,  cohechando  largamente  tanbien  algunos  portu- 
gueses que  pasando  de  la  Indía^  por  Persia,  á  España^  el 
Enbaxador  le[s]  daua  y  encargaua  algunos  pliegos,  no 
auiendo  personas  mas  conñdentes  á  quien  poder  dallos. 
Y  aunque  parcgia  que  por  ninguna  vía  podía  (2)  de 
aquesto  rresultar  prouecho  á  quien  con  tanto  cuidado 
lo  procurava,  pues  lo  que  el  Enbaxador  escreuia  era 
lo  mesmo  que  ellos  auian  y  deuian  hazer^  era  del  todo 
increíble  el  caudal  que  en  esto  metían^  con  tan  euidente 
pasión  y  gíega  obstinación  que  no  miravan  quanto  de- 
servían á  su  Magcstad  y  ofendían  y  desacreditauan  á 
toda  su  nagion  en  ello,  mayormente  siendo  esto  muy 
público  entre  los  persianos  y  todos  los  europeos  que 
en  Spahan,  Bagadad  y  Alepo  se  hallauan.  Enprenderse 
tan  público  y  atreuídamente  una  cosa  de  tanto  escán- 
dalo, ya  que  se  le  pudiera  dar  peor  nonbre,  se  conocía 
bien  ser  alentada  y  fauoresgida  poderosamente  desde 
España,  porque  no  solo  los  executores  de  esta  buena 
obra  [no]  la  hazian  tímida  y  escondídamente,  sino  que 
se  pregiauan  dello,  persuadiéndose  que  en  ello  seruian 
á  su  rey,  y  como  de  tales  seruigios  se  pregiauan.  Y 
porque  semejante  materia,  su  principio  corría  de  muy 

( I )    y  ansí  por  esto  y  temer. 
(a)    traer. 


—  359  — 

atrás,  desde  que  en  España  el  Enbaxador  éstuuo  des- 
pachado para  su  jornada  por  el  Consejo  de  Estado, 
como  (i)  queda  ya  tocado^  Ueuandose  mal  su  venida 
en  la  corona  de  Portugal,  no  a  parecido  conveniente 
alargarla  mas  (2)  por  respecto  de  los  muchos  vasallos 
de  su  Magestad  que  en  la  dicha  corona  bien  y  fiel- 
mente le  siruen,  y  que  en  lo  rreferido,  ni  consentirían, 
ni  an  tenido  parte.  Lo  mesmo  se  puede  dezir  de  los 
Padres  Agustinos  rresidentes  en  Portugal,  como  de  tan 
virtuosos  y  exenplares  religiosos,  aunque  los  de  la  In- 
dia, Ormuz  y  Persia,  ó  por  la  mudanza  de  los  climas, 
pegándosele  las  fa^iones  y  po.ca  obediencia  que  ge- 
neralmente ay  en  los  seculares  de  estas  partes,  ó 
por  otras  causas  mas  propinquas  que  se  dexan  aqui  de 
aueriguar,  muy  al  descubierto  se  mostraron  contrarios 
al  Enbaxador,  desacreditando,  hasta  con  los  mesmos 
persianos,  todo  aquello  que  podia  dar  rreputaqion  á 
su  persona  y  á  los  fines  para  que  de  su  Magestad  era 
enbiado. 

Había  (3)  despachado  por  los  primeros  de  Dizienbre 
el  Enbaxador  á  fray  Melchor  de  los  Angeles  á  Farabat, 
adonde  entonces  estaua  el  rey  de  Persia,  con  una  car- 
ta de  su  Magestad  que  por  el  Consejo  de  Portugal  vino 
despachada  por  tierra ,  sobre  lo  propuesto  en  aquella 
corte  por  don  Roberto,  ansi  en  el  trato  de  la  seda  como 
en  enbiarse  armada  al  estrecho  del  mar  Rojo,  la  qual 
diligencia  ordenaua  el  Consejo  de  Portugal  la  hi2iese 
el  dicho  fray  Melchor,  no  queriendo  ó  pudiendo  el  En- 
baxador hazella.  Y  aunque  el  Enbaxador  cono^ia  bien 
quan  inútil  (4)  jornada  era  esta,  auiendole  negado  ya  el 
rey  de  Persia  en  Casbin  la  rrestitucion  de  Baharen  [y] 


(1)  atrás. 

(2)  siquiera» 

(3)  enviado. 

(4)  diligencia. 


—  36o  — 

fortaleza  de  Comoran  con  laisladeQuexome,  no  quiso 
que  se  le  inputase  omisión  de  auerse  dexado  de  hazer, 
si  bien  se  perdia  ya  rreputagion  en  ello.  Pero  el  fray 
Melchior  fue  allá  tan  mal  rre^ibido,  que  no  queriéndole 
el  rey  hablar  solo  le  respondió  por  Agamir  su  secreta- 
riOy  á  la  carta  que  del  Enbaxador  le  auia  lleuado,  que 
ni  tenia  necesidad  de  armada  para  el  mar  Roxo ,  ni  del 
contrato  de  la  seda,  porque  el  tenía  capituladas  pazes 
con  el  Turco  y  quería  enbíar  toda  la  seda  de  su  reino  á 
Alepo  y  Constantinopla,  y  que  no  auia  de  boluer  un 
solo  palmo  de  tierra  de  lo  que  uviese  ganado.  Con  tan 
seca  rrespuesta,  aunque  la  que  se  podía  esperar,  se  vol- 
vió fray  Melchor,  que  era  el  principal  ministro  en  to- 
mar las  cartas  de  que  ya  se  a  tratado,  comentándose 
luego  á  aprestar  para  ir  con  ella  á  España,  adonde  ya 
por  el  Enbaxador  se  auia  auísado  de  lo  poco  que  por 
vía  de  enbaxadas  se  podia  esperar  deste  rey,  el  qual 
lleua  muy  mal  que  ministros  de  la  Corona  de  Portugal 
tratasen  con  él  cosa  alguna,  porque  quando  se  offregia 
nonbrar  á  su  Magestad  Catholíca,  no  dezian  rey  de  Es- 
paña, sino  rey  de  Portugal,  como  lo  hazen  en  todas  las 
ocasiones  otras  en  que  se  offregia  nonbrallo.  Y  ansí 
diuersas  vezcs  se  enfadó  notablemente  con  el  obispo  de 
Cirene,  con  Luís  Pereíra  y  con  el  dicho  fray  Melchior, 
respondiéndoles  indecentemente  y  tratando  de  la  mes- 
ma  manera  las  cartas  que  de  su  Magestad  le  dauan,  di- 
ziendo  muy  enfadado  ¿para  qué  nonbraís  rey  de  Portu- 
tugal  al  rey  de  España,  hazíendolo  rey  pequeño,  de  tan 
poderoso  como  es?  Y  en  Casbín,  hablando  con  el  En- 
baxador sobre  esta  mesma  materia,  se  admirava  mu- 
cho de  que  su  Magestad  permitiese  esto,  pues  era  tan 
contra  su  rreputagion  y  tanbíen  de  los  mesmos  portu- 
gueses, gastando  muchas  palabras  sobre  el  caso;  mas 
aunque  lo  que  el  rey  de  Persia  dezia  era  tan  ^ierto  y  lo 
es,  que  podría  nazer  de  lo  contrario  muy  grandes  in- 
convenientes, no  solo  aborrecen  la  vnion  con  la  mo- 


—  36i  — 

narchia  de  España,  pero  por  ningún  caso  quieren  non- 
brarse  ni  ser  tenidos  por  españoles. 

Todo  el  invierno  se  estuuo  aguardando  en  Spahan 
su  venida  del  rey,  publicándose  esta  cada  dia,  aunque 
sienpre  se  entendió  que  no  saldría  gierta  hasta  que  los 
calores  le  obligasen  á  salir  de  Farabat,  adonde  por  el 
fin  de  Enero  del  año  de  i6ig  auia  recibido  al  Enbaxa- 
dor  del  Mogor;  que  desde  la  giudad  de  Cum,  adonde 
auia  pasado  parte  del  inuierno  y  el  estio  atras^  auia  ca- 
minado á  Masandaran,  paremia  cosa  increíble;  con  que 
se  padezia  el  gran  frío  que  hazia  en  Spahan,  durando  la 
fuerga  del  hasta  muy  entrado  el  mes  de  Mar^o,  con  es- 
tar esta  QÍudad,  como  ya  se  á  dicho,  en  treinta  y  un 
grados  y  medio  de  latitud;  tan  subtil  y  penetrante  es  el 
aire  de  la  parte  de  aquel  clima  en  que  está  situada.  Y 
ansi,  por  gran  parte  de  la  quaresma,  aunque  se  gasta- 
uan  quarenta  dias  en  el  camino^  se  comian  salmones 
frescos  con  poca  ó  casi  ninguna  sal,  traídos  de  la  costa 
de  Guilan  en  el  mar  Caspio,  siendo  los  mejores  los  que 
se  pescauan  en  las  bocas  del  río  Araxes. 

Hallóse  el  Enbaxador  con  sus  criados  y  algunos 
mercaderes  portugueses  y  venecianos  á  los  offícios  de 
la  Semana  Santa  en  anbos  los  conventos  de  Agustinos 
y  Carmelitas  de  esta  qiudad,  acudiendo  tanbien  alli,  de- 
mas  de  mucha  cantidad  de  armenios,  surianos  y  geor- 
gianos, dos  mancebos  ingleses,  los  quales,  disimulán- 
dolo los  demás,  que  eran  caluinistas,  acudian  sienpre 
como  catholicos  á  oír  misa  y  confesarse  muy  de  or- 
dinario en  los  dichos  conventos.  Comento  luego  que 
pasó  la  pascua  á  se  abiuar  la  fama  de  que  venia  el  rey 
á  Spahan  para  rre^ibir  alli  con  mayor  aparato  y  de- 
mostración al  enbaxador  del  Mogor,  no  obstante  auer- 
le  ya  visto  en  Farabat,  juntamente  con  los  demás  en- 
baxadores  de  otros  que  aun  no  auia  admitido,  querien- 
do que  en  esta  giudad,  como  tan  populosa  y  grande, 
festejar  á  los  unos  y  á  los  otros,  para  cuyo  fin  mandó 


-  362  - 

desde  entonces  q  ue  se  alistasen^  demás  de  ios  vezinos 
della  y  de  sus  aldeas,  los  de  las  giudades  de  Caxen, 
Cum,  Jesda  y  Xiras,  y  de  estos  aunque  la  mayor  parte 
ofícíales  y  labradores^  de  la  gente  mas  lustrosa  y  arma- 
dos todos  de  arcabuzes  y  cimitarras.  Mandó  tanbien 
aper^ebir  grande  número  de  luminarias  por  las  calles 
todas  y  bazares,  mayormente  en  el  Maydan,  siendo  esta 
la  mayor  fíesta  que  en  Persia  se  haze,  por  la  mucha  li- 
bertad  y  licencia  que  de  noche  se  toma  y  poder  dormir 
luego  el  vino  que  tan  largamente  beuen  todos.  Llegó 
en  fin  la  nueua  gierta  de  como  el  rey  venia  y  que  esta- 
ua  ya  en  Caxen,  diziendoselo  asi  de  su  parte  al  Enbaxa- 
dor,  Totabec,  governador  de  la  qiudad,  el  qual  se  par- 
tió luego  para  boluer  con  orden  de  lo  que  se  auia  de  ha- 
zer  en  su  entrada  y  la  de  los  enbaxadores  que  ginco  ó 
seis  jornadas  mas  atrás  le  venían  siguiendo.  Quando 
llegó  á  Tajut  Abat,  tres  dias  de  camino  de  Spahan, 
adonde  auia  aquella  casa  dorada  y  jardín  de  que  se  hizo 
mención  caminando  el  Enbaxador  á  Casbin,  enbíó  el 
Enbaxador  á  visitalle  con  su  secretario  y  saber  del  lo 
que  mandaua  que  hiziese  en  su  entrada,  siendo  costun- 
bre  hazerse  este  cunplimiento,  no  queriendo  el  rey  que 
nadie  le  busque,  ni  vaya  á  donde  estuuíere,  sin  particu- 
lar orden  suya.  Entró  luego  algunos  dias  después  rre- 
pentinamente  en  la  qiudad,  con  muy  pocos  ó  ningunos 
criados,  y  aquellos  ginco  ó  seis  dias  siguientes  los  gas- 
tó en  mandar  preuenir  lo  que  era  menester  para  la  ve- 
nida de  los  Enbaxadores,  y  en  visitar  sus  arames,  sien- 
do muchas  las  mugeres  que  con  muy  vigilante  y  estre- 
cha guarda  auian  quedado  en  ellos.  Andaua  tanbien 
con  dos  ó  tres  criados  á  cauallo  y  un  jatel  delante  por 
las  plagas,  calles  y  bazares,  no  se  atreuiendo  nadie, 
quando  anda  en  esta  forma,  á  le  hablar,  hazelle  corte- 
sía, ni  darle  petigion  alguna,  sino  leuantar  grandes  bo- 
ges  pidiendo  á  Dios  que  le  guarde.  Pero  aunque  esto 
sea  ansí,  por  medio  de  algunos  criados  que  le  siruen,  d% 


-363  — 

baxos  ministerios,  se  informa  secretamente  de  los  agra- 
uíos  que  cada  uno  rre^ibe,  teniendo  tanbíen  algunas 
oras  diputadas  para  dar  audiencia  á  la  gente  menuda, 
aunque  estas  son  pocas  vezes  y  muy  limitadas,  pero 
que  con  la  mucha  vigilancia  suya,  rraras  vezes  dexa  de 
estar  enterado  de  las  mas  cosas  que  en  su  rreyno  suce- 
den, y  lo  que  es  de  mas  inportangia^  todos  están  con 
persuasión  de  que  esto  es  ansi. 

El  sigundo  ó  tergero  dia  después  de  auer  llegado, 
sin  dar  auiso  primero  dello  se  apeó  en  la  posada  del 
Enbaxador,  con  dos  criados  que  mas  de  ordinario  an- 
dan con  el,  que  el  uno  era  Ju^ef  Aga,  eunucho  de  que 
ya  se  a  hecho  mención,  y  el  otro  Scanderbeg,  con  un 
page  que  le  traia  el  arco  y  aljaua  con  ñechas.  Es 
Scanderbeg  honbre  noble,  pero  ó  que  lo  haga  de  in- 
dustria, ó  por  ser  de  su  naturaleza  de  buena  condición 
y  dado  solamente  á  buena  vida  y  regalo,  y  por  esto 
muy  gordo,  jamas  se  enbaraga  ni  quiere  ocuparse  en 
tratar  negocio  alguno  con  el  rey,  mas  de  solas  aquellas 
cosas  que  él  le  manda  que  haga,  que  son  todas  de  casi 
ninguna  inportanQia,  rriendo,  beuiendo  y  burlando  con 
el,  y  ansi  nunca  se  halla  el  rey  sin  su  conpañia.  Y  no 
queriendo  que  los  criados  que  halló  á  la  entrada  de  la 
posada  dixesen  nada  al  Enbaxador,  llego  de  rrepente 
á  donde  se  andaua  paseando  en  la  huerta  que  la  posa- 
da tenia  y  4e  dixo  que  en  casa  de  los  muy  amigos,  como 
él  lo  era  suyo,  con  tan  poca  gerimonia  como  aquella 
se  auian  de  buscar.  Sentóse  luego  en  un  alhonbra  que 
auia  en  un  corredor  baxo,  y  por  no  querer  el  Enbaxa- 
dor entrar  en  el  alhonbra,  auiendose  el  rey  quitado  los 
Qapatos,  inviolable  costunbre  de  toda  la  gente  asiana, 
le  hizo  sentar  en  una  silleta  baxa  de  las  que  en  sus 
casas  vsan  las  mugeres  en  España,  y  en  toda  la  India 
son  muy  comunes,  y  alli  le  estuuo  preguntando  muy 
particularmente  de  su  salud,  como  lo  auia  pasado  des- 
pués de  la  venida  de  Casbin,  y  que  haria  mucho  gusto  de 


-  364  — 

auisalle  por  el  aposentador  mayor,  de  todo  lo  que  para 
su  rregalo  fuese  menester.  Y  auíendo  después  de  esto 
mandado  que  le  díxese  las  nueuas  que  sabia  de  Espa- 
ña, mayormente  de  la  salud  de  su  rey,  se  leuanto  con 
las  pocas  gerimonias  que  todos  los  persianos  vsan  y 
se  fué  con  la  mesma  priesa  con  queauia  entrado,  pro- 
metiéndole de  verle  muchas  vezes  y  darle  largas  au- 
diengias  para  todo  lo  que  quisiese  tratar  con  él.  Salió 
el  Enbaxador  hasta  querelle  dexar  puesto  á  cauallo, 
pero  él  no  quiso  consentillo  y  le  hizo  boluer  de  la 
puerta  del  azaguan,  rresonando  grandes  bozes  y  alari- 
dos de  honbres,  mugares  y  muchachos,  que  eran  en 
gran  número  los  que  auia  en  los  andenes  de  la  mez- 
quita^ calle  y  terrados  gercanos,  con  las  ya  dichas  acla- 
maciones. 

Luego  otro  dia  adelante  quiso  el  rey  tener  una  fies- 
ta y  entretenimiento  para  si  solo,  como  la  acostunbra- 
ua  tener  síenpre  que  venia  á  Spahan  ó  entraua  en  al- 
guna de  las  principales  ciudades  de  su  reyno.  La  fíesta 
era  que  mandó  echar  vando,  so  pena  de  la  vida  y  de  la 
hazienda,  que  todas  las  mugeres,  casadas  y  donzellas, 
de  buen  parecer,  ansi  persianas,  como  de  las  demás 
naciones  habitantes  en  Spahan,  mahometanas  ó  cristia- 
nas, se  hallasen  á  las  puertas  de  cierto  bazar  que  seña- 
ló, que  es  adonde  se  venden  las  mercancías  mas  rricas, 
para  que  alli  se  escogiesen  y  señalasen  aquellas  que  [áj 
los  eunuchos  que  estarían  á  las  dichas  puertas  les  pa- 
reciese. Era  este  bazar  como  un  gran  caravasar,  coa 
dos  puertas  que  correspondian  á  otros  bazares,  el  qual 
tenia  un  patio  de  mas  de  q\en  pasos  de  ancho  y  largo, 
cercado  todo  de  corredores  con  muchas  tiendas  al 
derredor,  las  quales  á  porfía  los  mercaderes  dueños  de- 
llas,  persianos,  armenios,  árabes  y  judíos  con  algunos 
venecianos,  auian  adornado  con  toda  la  rriqueza  y  cu- 
riosidad que  se  pudo  hallar  en  Spahan.  Todos  los  co- 
rredores y  tiendas,  con  un  gran  poyo  que  auia  en  me- 


—  365  — 

dio  del  patio,  estauan  llenos  de  infinitas  lanparillas,  con 
grandísimo  primor,  con  tantos  espejuelos  y  hojuelas  de 
oro  entre  ellas,  que  ni  en  las  paredes  ni  colunas  del 
patio  auia  cosa  que  no  estuuíese  ocupado  con  ello. 
Todo  lo  hueco  del  patio  por  lo  más  alto  estaua  cubier- 
to con  tendales  de  seda  de  varias  colores,  y  en  cada 
tienda,  sobre  alhonbras,  muchos  géneros  de  cosas  dul- 
ces, vino  y  agua  fría,  con  toda  la  plata  y  oro  que  cada 
uno  podía  auer,  mas  de  que  los  venecianos  conforme  á 
la  costunbre  de  Europa  tenian  bufetes  con  manteles 
en  que  la  colagion  estaua  puesta.  Y  estando  esto  ansi, 
y  las  tiendas  interiormente  y  por  lo  alto  con  el  cau- 
dal que  cada  uno  tenia,  á  la  ora  que  las  mugeres  auian 
de  venir^  que  auia  de  ser  luego  después  de  medio  día, 
se  salieron  todos  fuera  del  caravasar  ó  bazar,  sin  que- 
dar honbre  alguno  dentro  de  ninguna  edad,  saluo  al- 
gunas mugeres  mo^as,  deudas^  hijas  ó  ermanas  de  los 
dichos  mercaderes.  Auia  tanbien  vando  con  la  mesma 
pena  que  nadie  por  de  mucha  calidad  y  dignidad  que 
fuese  llegase  con  mucho  espacio  á  los  bazares  cerca- 
nos, auiendo  puesta  guarda  de  gente  armada  por  todas 
partes  que  lo  vedavan  dando  grandes  palos  á  los  que 
se  llegauan,  aunque  lexos,  á  parte  de  donde  pudiesen 
descubrir  las  puertas  del  bazar,  aunque  á  los  criados 
del  Enbaxador,  auiendolo  el  rey  mandado  ansi,  se  les 
permitió  ver  la  entrada^  algo  apartados  de  las  puertas. 
A  cada  una  dellas  auia  ginco  ó  seis  eunuchos  vestidos 
de  telas  de  oro  y  rricos  turbantes  y  con  bastones 
guarnecidos  de  oro  en  las  manos,  comentando  luego  á 
venir  á  la  ora  señalada  las  mugeres,  lo  más  bien  ade- 
rezadas que  cada  una  podia,  aconpañadas,  sin  honbre 
alguno,  de  sus  madres,  ermanas  ó  parientas^  siendo 
tanta  su  muchedunbre  que  todos  aquellos  grandes  ba- 
zares que  por  todas  partes  rrodean  el  Maydan,  y  las 
partes  adonde  á  ellos  se  entraua,  se  hallaua  ocupado 
con  ellas.  Llegavan  á  tropjis  de  quinze  ó  veinte  á  cada 


—  366  — 

una  de  las  puertas,  y  los  cunuchos,  como  buenos  cono- 
cedores de  moneda  verdadera  y  falsa,  les  descubrían 
los  rrostros  y  á  las  que  escogían  dexauan  entrar,  despi- 
diendo á  las  otras,  boluiendo  muchas  dellas  ó  las  más 
muy  corridas  ellas  y  sus  madres  aunque  antes  vinie- 
sen forjadas  y  contra  su  voluntad.  Acabóse  este  scru- 
tinio  ya  casi  noche,  siendo  más  de  tres  mil  las  que  de 
un  estado  y  otro  entraron  dentro,  y  á  la  ora  que  al  rey 
le  paregio  vino  con  algunos  eunuchos  más  validos  su* 
yos,  y  con  muchas  de  las  mugeres  cortesanas  que  le 
siguen  con  los  instrumentos  de  música  que  en  Persia 
se  vsan,  que  son  los  que  algunas  vezes  se  an  referido, 
y  mandando  luego  gerrar  las  puertas  quedó  gerca  de- 
llas mucha  gente  de  guarda  hasta  que  otro  dia  el  rey 
saliese.  Luego^  otro  dia  muy  de  mañana  vinieron  las 
madres  y  parientas  de  las  escogidas  que  se  ligengiaron 
tenprano,  quedando  algunas  armenias  que  el  rey  man- 
do lleuar  á  uno  de  sus  arames,  con  gran  sentimiento 
de  los  padres,  mayormente  de  un  mercader  de  la  mes- 
ma  nagion,  por  auer  sido  la  una  su  muger,  con  quien 
estaua  casado  de  pocos  dias  y  la  quería  mucho  por  ser 
muy  hermosa. 


CAPITULO  IV 


t)ntrada  de  los  embajadores  en  Spahan. — Recepción  que  les  dis- 
pensó luego  el  Schah.  —  Noticia  de  los  ennbajadores  que  alli 
hubo. — Léese  una  carta  de  Felipe  HI.— Banquete  que  hubo.— 
Fiesta  que  á  la  noche  dio  el  Schah.— Los  principes  Emancoli 
Mirza  y  Conhabendec. 

Llegóse  el  dia  en  que  auian  los  Enbaxadores  de  en- 
trar en  Spahan,  auiendo  el  de  antes  enbiado  el  rey  siete 
cauallos  al  Enbaxador  de  Su  iMagestad  Católica,  cu- 


—  367  — 

biertos  con  mantas  de  mileques  de  oro  y  grandes  pena- 
chos en  las  testeras,  prometiendo  con  esta  soberuia 
aparengía  mucho  más  de  lo  que  ellos  eran^  siendo^  des- 
pués de  desconpuestos,  muy  ordinarios  rroqines.  Enbió 
entonces  el  rey  á  dezir  al  Enbaxador  que  holgaría  que 
saliese  con  él  á  ver  la  entrada,  porque  auía  de  ponerse 
gerca  de  un  jardín  junto  al  camino  por  donde  se  auia 
de  entrar  en  la  giudad  por  la  puerta  de  Caxen,  y  que 
tanbien  gustaría  de  que  todos  sus  criados  saliesen  á 
cauallo  de  la  manera  que  muchos  dellos  solían  andar 
en  Casbin,  y  dezia  esto  ansí  porque  sigun  se  acostun- 
bra  en  España  y  otras  partes  de  Europa,  los  lacayos  y 
pages  aconpañauan  al  Enbaxador  á  pie.  Luego,  por 
la  mañana  vino  el  aposentador  mayor  con  algunos 
persianos  á  cauallo  para  guiar  y  aconpañar  al  Enba- 
xador^ dizíendole  que  se  pusiese  á  priesa  á  cauallo  por- 
que el  rey  le  aguardaua  ya  en  una  trauíesa  de  una 
calle,  allí  cerca^  por  no  enbaragarse  con  la  mucha  gen- 
te que  salía  por  las  calles  pringipales  por  donde  se  salía 
á  la  dicha  puerta  de  Caxen.  Salió  el  Enbaxador  con 
una  gran  tropa  de  criados  á  cauallo,  porque  demás  de 
los  que  solían  aconpañalle  iuan  tanbien  algunos  offígia- 
les  de  su  casa,  y  los  portugueses,  con  los  demás  fran- 
cos que  entonces  se  hallaron  en  Spahan,  fuera  los  in- 
gleses^ los  quales  aunque  el  rey  auia  ordenado  que  sa- 
lieran ansimesmo  en  esta  comítíua^  y  asi  se  lo  auía 
enbiado  á  dezir  al  Enbaxador,  después^  ó  por  querer 
ellos  mostrar  forma  de  enbaxada,  teniendo  en  aquella 
sazón  una  carta  de  su  rey  para  darla  al  de  Persia,  ó 
por  paregerle  al  mesmo  rey  que  era  mayor  autoridad 
y  rreputagion  suya  que  se  hiziese  la  tal  demostración, 
salieron  de  por  sí  con  Tota  Bey,  deroga  que  auia  sido 
el  año  antes  de  Spahan.  Era  grande  el  número  de  gen- 
te de  toda  suerte  la  que  salia  fuera  y  ocupaua  todas  las 
calles  y  bazares  que  auia  desde  el  Maydan  y  casas  del 
rey  hasta  fuera  de  la  puerta  que  se  a  nonbrado,  por 


—  368- 

donde  se  va  á  Caxen  y  Casbín,  mayormente  de  la  mu- 
cha soldadesca  armada  que  para  este  rregibímiento  es- 
taua  apercibida,  la  qual  para  mayor  ostentagion  se  auia 
puesto  en  orden  de  la  una  y  otra  parte  del  camino, 
desde  la  aldea  Dolatabat,  tres  leguas  de  Spahan,  hasta 
el  xMaídan  y  puerta  de  la  casa  del  rey.  Y  ansí  no  se  po- 
día rronper  por  la  mucha  gente  que  en  las  calles  auia^ 
aunque  la  iuan  apartando  á  palos  algunos  de  los  que 
con  el  Maymandar  auian  venido.  Venían  por  momen- 
tos  honbres  corriendo  á  cauallo,  dízíendo  al  Enbaxa- 
dor  como  el  rey  camínaua  adelante  y  que  mandaua  se 
apresurase  hasta  alcangalle;  pero  como  él  fuese  corrien- 
do, sigun  su  costumbre,  y  doblando  diferentes  trauie- 
sas,  no  pudo  ser  hallado,  ó  fuese  esto  acaso,  como  es 
mas  verisímil,  ó  hecho  de  industria  como  imaginaron 
algunos.  Salió  el  Enbaxador  de  la  giudad  por  la  puerta 
susodicha,  hallando  todo  aquel  espagio  fuera  della 
lleno  de  gente  de  á  píe  y  á  cauallo^  comentando  ya  á 
venir  mucha  de  la  comitiva  (i)  de  los  enbaxadores 
que  se  aguardauan,  pero  toda  muy  desluzida  y  del  todo 
diferente  de  lo  que  (2)  se  auia  publicado,  mayormente 
auiendo  encaresgido  antes  la  mucha  grandeza  con  que 
venia  el  enbaxador  de  Laor.  En  ninguna  destas  partes 
como  no  pareciese  el  rey,  auiendose  (3)  ya  llegado  á 
una  mezquita  adonde  el  Enbaxador  posó  saliendo  de 
esta  giudad  para  Casbin,  se  boluío  desde  allí  el  Enba- 
xador á  su  posada,  muy  enfadado  con  el  Maymandar, 
diziendole  que  ¿á  qué  fin  le  traía  engañado,  por  el  sol?, 
que  entonges  era  muy  rriguroso.  Pero  aunque  él  se 
desculpase  añrmando  que  el  rey  le  aguardaua,  sino  que 
con  la  mucha  gente  se  auian  errado  en  las  calles,  el 
Enbaxador  se  boluío  á  su  posada,  y  muy  fatigado  del 


(i)    la  gente, 

(2)  antes. 

(3)  llegado. 


-   369  - 

gran  calor  y  mucho  poluo  se  comentó  á  desnudar, 
hasta  que  con  mucha  priesa  vinieron  algunos  criados 
suyos  corriendo  á  cauallo,  de  los  que  auian  pasado 
mas  adelante,  viniendo  tanbien  con  ellos  un  criado  del 
rey,  diziendo  como  le  auian  topado,  que  le  aguardava 
gerca  de  una  huerta  adonde  auia  mandado  lleuar  de 
almorzar  (i),  enbiandole  á  dezir  que  pues  se  auia  buel- 
to  por  no  auerle  hallado,  que  le  pedia  que  en  todo  caso 
se  fuese  luego  á  palagio,  adonde  ya  auian  llegado  los 
enbaxadores,  nueuos  huespedes,  porque  luego  venia. 
Llegaron  en  muy  poco  espagio  otros  y  otros  corrien- 
do con  grande  alboroto,  y  entre  ellos  el  Maymandar 
sudando  y  congoxado,  pidiéndole  con  grande  instancia 
lo  mesmo,  porque  el  rey  le  auia  querido  mandar  dar 
de  palos  por  no  auer  guiado  bien  aquella  mañana;  de 
manera  que  boluiendose  á  vestir  el  Enbaxador  y  pues- 
toseá  cauallo  con  mucha  priesa  caminaron  á  palacio, 
hallando  todo  el  Maydan  lleno  de  soldados  á  pie  con 
sus  cimitarras  y  arcabuzes.  Y  entrando  por  la  puerta 
principal  del  (2)  primer  quarto  en  forma  de  torre  de  que 
ya  se  a  hecho  mención,  se  salió  por  él  á  la  huerta  y 
por  una  calle  lastrigada  de  marmor  se  pasó  por  otro 
quarto  á  donde  se  hallaron  muchos  porteros,  cuyo 
aga  ó  cabera  dellos  era  Assenbéc,  el  corchi  que  auia 
venido  por  guia  del  Enbaxador,  de  Casbin  á  Spahan. 
Halláronse  allí  por  orden  del  rey,  Daurcham,  ermano 
de  Emancolichan,  señor  de  Xiras,  y  Caracoja,  uno  de 
los  secretarios  de  Estado,  que  entonges  andaua  muy 
valido,  los  quales  dixeron  que  aguardase  un  poco,  y 
luego  salió  Tamur,  el  mas  confidente  de  los  porteros 
interiores,  que  lo  introduxo,  diziendole  al  Enbaxador 
que  diese  lugar  para  que  entrasen  los  frayles  que  con 
el  auian  venido,  que  eran  fray  Juan  Thadeo  y  fray  Juan 

( I )    mas  pues  $igun  U  auian  dicho. 
(»)    En  el  ms.  dt  la. 

H 


—  370  — 

Leandro,  carmelitas  descalíos,  y  fray  Diego  de  la  Re- 
surre^ion,  prior  del  convento  de  Spahan,  y  fray  Ber- 
nardo de  Azeuedo,  agustinos,  de  los  quales  el  May- 
mandar  no  consintió  entrar  mas  de  dos,  que  fueron  fray 
Juan  y  fray  Bernardo,  que  el  Enbaxador  señaló.  Salie- 
ron de  alli  por  otra  calle  de  muy  fino  jaspe  y  marmor 
blanco,  siendo  ya  aqui  la  huerta  fresquissima,  amena  y 
con  notable  opacidad  con  la  grande  espesura  y  frondo- 
sa verdura  de  los  arboles^  que  ninguno  dellos  pares^ia 
frutifero,  mas  de  solo  para  hazer  sonbra,  y  ansi  los  rra- 
yos  del  sol  casi  en  ninguna  parte  tocauan  en  el  suelo. 
Por  los  lados  de  la  calle  iuan  á  trechos  pilares  quadra- 
dos,  del  mesmo  jaspe  y  marmor,  con  lauores  de  oro 
por  ellos,  los  quales  sustentauan  el  techo,  que  era  una 
rred  de  madera  cubierta  de  muchos  jazmines  y  otras 
ñores,  siendo  esta  la  cosa  mas  apazible  y  hermosa  que 
se  vio  en  Spahan,  mayormente  siendo  entonces  en 
tienpo  de  tanto  calor.  Por  medio  de  la  calle,  que  ten- 
dría veinte  y  (inco  pies  de  ancho,  corría  un  canalete 
de  medio  pie  de  ancho  y  hondo,  con  bastante  agua,  por 
el  que  trasvertia  y  tenia  regada  la  calle  y  después  hen- 
chía algunas  pequeñas  fuentes  que  á  trechos  auia  en 
ella,  hasta  llegar  á  otro  quarto  en  que  estauan  y  aguar- 
dauan  los  demás  enbaxadores.  Era  este  edificio  en  for- 
ma quadrada,  de  treinta  hasta  quarenta  pasos  de  largo 
y  ancho  y  poco  mas  de  tres  estados  de  alto,  con  el 
suelo  superior  de  la  manera  que  las  demás  fábricas, 
con  varandas  á  todas  partes  y  ventanas  con  muy  espe- 
sas gelosias.  Por  de  fuera  era  de  cal  y  ladrillo,  y  se  en- 
traua  á  él  desde  la  calle  lastri^ada  de  marmor  que  se  a 
dicho,  por  una  grada  ó  escalón  del  mesmo  marmor, 
de  que  tanbíen  paremia  ser  losado  el  aposento  ó  hueco 
de  toda  la  dicha  fabrica,  que  era  uncruzero  de  boueda, 
de  bra^a  y  media  de  alto,  en  cuyo  centro  se  leuantaua 
una  cúpula  una  bra^a  mas  alta  que  lo  demás,  con  qua- 
tro  aposentillos  que  henchían  los  vazíos  del  mesmo 


-  371  - 

cruzero  y  perfeccionauan  todo  el  quadro  exterior, 
como  se  vio  en  los  caravasares  desde  Lara  al  Bandel. 
Todo  el  dicho  cruzero  era  stucado  y  dorado,  con  tablas 
de  jaspe  de  medio  estado  de  alto,  al  derredor,  junto  al 
pauimento,  que  todo  estaua  cubierto  de  alhonbras, 
fuera  lo  que  era  (i)  en  su  ^entro  debaxo  de  la  cúpula^ 
en  que  auia  una  fuente  del  mesmo  jaspe  que  lan^aua 
al  agua  muy  alta  por  una  bola  de  metal  dorada.  Fron- 
tero de  la  puerta  por  donde  se  entraua,  que  era  la  ca- 
bera del  crucero,  auia  otra  que  salia  á  la  mesma  huer- 
ta, delante  de  la  qual  era  el  lugar  diputado  para  quan- 
do  el  rey  viniese,  no  auiendo  otro  ornato  mas  de  la 
mesma  alhonbra,  como  en  el  rresto  del  cruzero  ó  qua- 
dra  adonde  los  demás  auian  de  estar  y  estauan  jenton- 
ees.  Desde  la  fuente  ó  centro  que  se  a  dicho,  hasta 
aqui,  no  dexando  mas  lugar  por  las  dos  vandas  de 
quanto  cómodamente  pudieran  sentarse  los  que  le  ocu- 
pasen (2),  estaua  todo  cubierto  de  vasos  de  oro^  en  que 
demás  de  grandissimas  fuentes  de  lo  mesmo,  con  mu- 
cha variedad  de  frutas  de  a^ucar^  auia  gran  cantidad 
de  garrafas  y  ta^as  de  muchas  suertes,  y  en  medio  una 
fábrica  de  oro  de  la  hechura  de  un  gran  brasero  en 
quadro,  de  tres  hasta  quatro  pies  de  diámetro,  de  lo 
baxo  del  qual  subian  tres  ó  quatro  gradas  en  altura  de 
quatro  ó  ^inco  pies,  disminuyéndose  estas  gradas  desde 
lo  baxo  á  lo  alto;  auia  otras  muchas  garrafas  y  ta^as 
menores,  engastadas  en  ellas  muchas  piedras  que  á  lo 
que  parecían  eran  rrubies,  zafiros  y  esmeraldas  y  al- 
gunas grandes  perlas,  y  diamante  ninguno,  por  no  te- 
nellos  los  persianos  en  vso,  ni  estimallos.  Luego  como 
entró  el  Enbaxador  de  Su  Magestad  Catholica,  aunque 
entre  los  asíanos  no  se  acostunbra  la  tal  ^erimonia,  se 
leuantaron,  sin  moverse  de  su  lugar,  y  le  hizieron  quan- 
do  llegó  Qerca  dellos  la  cortesía  ordinaria,  que  es  po- 

(i)    estaua. 

(2)    aquel  lugar. 


n«r  las  manos  en  los  pechos  y  baxar  la  cabera,  pero 
esto  con  mayor  demostración  y  sigun  la  que  hazen  á 
sus  reyes.  Et  Enbaxador,  después  de  auerse  quitado  el 
sOnbrero  y  hecholes  reueren?ia  como  se  vsa  en  Euro- 
pa, se  fue  á  sentar  á  donde  Caracoja  y  Tamur  le  seña- 
laron, que  fue  á  la  vanda  de  la  mano  derecha,  adelan- 
te de  la  fuente  y  (erca  de  la  cabera  6  testero  del  cruze- 
ro  adonde  estaua  la  puerta  y  asiento  para  el  rey,  como 
se  a  dicho,  hallando  mas  ^erca  de  la  dicha  puerta  á 
Mahamet,  Chaus  del  Turco,  que  con  los  demás  enba- 
xadores  ajia  entrado  aquel  dia.  Luego  como  c!  Enba- 
xador de  su  Magestad  se  sentó,  no  pudiendo  menos 
que  con  las  piernas  y  pies  tendidos  hazia  dtlantc,  se 
sentó  también  Caracoja,  quedándole  este  á  la  mano 
iíquierda  (i)  y  el  Chaus  á  la  derecha,  y  mas  abaxo  de 
la  parte  de  Caracoja,  el  enbaxador  de  Moscouía,  que- 
dando entre  estos  dos  los  frailes  que  entraron  con  él. 
Frontero,  en  el  otro  lado  del  cruzero,  que  conforme  á 
la  entrada  era  á  la  mano  izquierda,  estaua  mas  ferca 
del  lugar  del  rey  el  Enbaxador  de  Laor,  y  luego  el  de 
los  usbeques,  y  cerca  del  el  de  los  tártaros  precopen- 
ses,  vezinos  de  los  polacos  y  moscovitas.  Pero  quien 
mostraua  mayor  presunción  y  compostura,  aunque  de 
mucho  menos  aparengia,  era  un  árabe  ermano  del  Ca- 
lipha  de  IVIecha,  muy  moreno  y  enxuto,  que  sucedía 
luego  abaxo  del  tártaro,  el  qual  árabe  auia  llegado  en 
aquella  sazón,  aunque  suni  y  que  no  conformaua  en  lo 
tocante  á  su  rreligion  con  el  rey,  á  visitalle  con  parti- 
cular enbaxada  de  parte  de  su  hermano,  como  prin- 
cipal seiíor  en  lo  spiritual  y  tenporal  de  toda  Arabia. 
Tenia  este  vestida  una  muy  ancha  y  larga  rropa,  cer- 
cada por  delante  de  barracan  ó  sarga  negra,  como  los 
ahitos  de  los  frayles  benitos,  con  las  mangas  tan  an- 
chas de  la  boca  que  casi  le  llegauan  al  suelo,  y  en  la 

(i)    derecha. 


—  373  — 

cabera  fres  ó  quatro  bueltas  de  toca  blanca,  que  tan- 
bien  le  daua  otra  buelta  por  debaxo  de  la  barua,  col- 
gándole después  desde  arriba  un  canto  della  y  le  caía 
sobre  el  pecho.  El  Chaus  era  un  muy  venerable  viejo 
con  una  larga  barua  que  le  Uegaua  casi  á  la  ^inta,  y 
vestida  una  aljuba  de  terciopelo  carmesi  y  encima  una 
rropa  con  mangas  largas  de  terciopelo  morado,  la  una 
y  la  otra  sin  guarnición  alguna,  y  en  la  cabera  un  muy 
gran  turbante  blanco,  el  qual,  como  llegó  el  Enbaxa- 
dor  de  Su  Magestad  vsó  de  muchos  comedimientos 
con  él,  y  esto  por  muy  cortés  y  discreto  término,  di- 
ziendole  la  mucha  comunicación  que  auia  tenido  con 
los  francos  en  Hungría^  Polonia  y  Alemania,  adonde 
muchas  vezes  auia  ido  con  legagias  y  mandatos  parti- 
culares de  su  rey,  y  que  auiendo  en  las  dichas  partes 
visto  y  comunicado  con  todas  las  naciones  de  Europa, 
tanbien  como  en  Constantinopla,  adonde  auia  enbaxa- 
dores  de  todos  los  reyes  della,  no  auia  hasta  entonces 
visto  españoles,  con  tener  tanta  fama  en  el  mundo, 
pero  que  daua  gracias  á  Dios  de  auer  aquel  dia  visto 
un  honbre  tan  principal  y  enbaxador  de  un  tan  gran 
rey  como  el  de  España.  El  Enbaxador  le  rrespondio 
lo  mas  cortesmente  que  pudo^  aunque  en  menos  pala- 
bras, no  queriendo  dar  sospecha  á  los  que  de  (erca  lo 
oian,  como  Qaracoja  y  Tamur,  pareciendo  cosa  muy 
verisimil  auerse  el  primero  sentado  tan  cerca  para  oír 
lo  que  se  hablase,  siendo  el  rey  sumamente  sospechoso 
de  qualquiera  cosa  semejante  á  esta;  el  Enbaxador  de 
Laor,  aunque  mas  cortamente,  como  menos  pratico, 
vsó  tanbien  de  palabras  muy  corteses,  desde  donde 
estaua,  el  qual  en  el  color  y  trage  era  propio  indio. 
Tenia  vestida  una  cabaya  de  un  paño  blanco  muy  fino, 
como  Canbray  ( i ),  y  en  la  cabeca  un  turbante  muy 
pequeño,  como  se  vsa  en  el  ^inde  ó  reyno  de  Canbaya, 

(i)    /  gapaios,  aunque  sobre  medias  á  la  indiatuí. 


-374- 
(eñido  otro  paño  delgado  con  listas  de  oro,  en  que 
tenia  un  puñal  con  la  guarnición  de  piedras,  y  farbulos 
de  perlas  en  las  orejas.  Era  honbre  de  mediana  díspu- 
si^ion,  mas  grueso  que  delgado,  y  al  parecer  de  sesenta 
años,  tio  del  mesmo  rey  de  Laor,  ermano  del  Aquebar 
Xelaladin,  su  padre,  y  tan  poderoso  y  rrico  que  afir- 
mauan  los  mercaderes  indianos  que  en  Spahan  presi- 
dian que  tenia  mas  de  un  milico  de  ncnta  annual.  El 
enbaxador  del  rey  de  Balcha  y  Bucara,  que  es  de  los 
usbeques,  de  gesto  chato,  como  lariaro,  y  de  ijierta 
blancura  teñida  que  tiraua  á  amarillo,  ojos  y  narizes 
pequeños,  y  en  el  trage  con  poca  ó  ninguna  diferencia 
de  los  persianos,  con  el  turbante  al^o  menor,  pero  el 
muy  bien  dispuesto,  alegre  y  bien  hablado.  El  'preco- 
pense,  casi  del  mesmo  gesto  y  trage,  mas  de  que  en 
lugar  de  turbante  traia  en  la  cabera  un  bonete  pirami- 
dal, aunque  no  muy  alto,  forrado  en  pieles,  v  ninguno 
de  estos  barbaros  traía  cimitarra,  p*ir  no  ser  coslunbre 
entrar  con  ella  en  partes  semejantes,  ó  por  les  inpedir 
á  estar  sentados,  sino  puñales  pequeños  como  los  que 
comumente  se  vsan  en  Persia.  El  enbaxador  de  Mosco- 
uia,  con  otro  colega  que  venia  con  el,  eran  honbres 
altos,  blancos  y  gordos  y  de  grandes  vientres  (i),  con 
rrostros  carnudos  y  anchos,  mostrando  bien  en  la  rrus- 
ticidad  dellos,  con  el  silencio  suyo,  una  góthica  y  bar- 
bara fiereza.  Vestían  unos  grandes  rropones  de  paño 
de  color  como  de  buriel,  forrados  en  terciopelo  pardo; 
los  cabezones  leuanlados  y  bordados  de  perlas,  y  en 
las  caberas  unos  grandissimos  bonetes  de  zebellinas, 
de  casi  dos  palmos  de  alto  y  muy  anchos  igualmente 
de  arriba  y  abaxo  y  por  entima  llanos,  los  quales  pa- 
recían mucho  mayores  por  ser  el  pelo  de  las  zebellinas 
muy  largo,  aunque  entonces  de  muy  mal  color,  del 
mucho  poluo  que  auian  cobrado  en  la  entrada  aquel 

(i)    barrigas. 


-375- 

dia.  Parecían  propiamente  estos  desmesurados  bonetes 
de  tan  prodigiosa  grandeza,  á  unas  medidas  de  corcho 
de  que  vsan.los  labradores  de  Estremadura  para  medir 
trígOy  que  es  la  quarta  parte  de  una  hanega  y  por  esto 
le  llaman  quartillas  comunmente.  Los  dos  frayles  que 
entraron  con  el  Enbaxador  de  España  quedaron,  como 
se  a  dicho,  entre  Caracoja  y  los  enbaxadores  moscovi- 
tas. En  esto,  repentinamente  y  sin  ninguna  (erimonia 
entró  el  rey  por  aquella  puerta  cercana  que  sale  á  la 
huerta,  quedando  fuera  della  (i)  dos  pages,  ya  hon- 
bres,  aunque  desbarvados,  que  el  uno  le  tenia  el  arco 
y  aljaua  de  flechas,  y  el  otro  una  escopeta  larga.  Venia 
muy  alegre  y  luego  llamó  al  Enbaxador  de  España  y 
le  hizo  sentar  junto  á  si,  á  su  mano  izquierda,  en  la 
cabera  ó  testero  del  cruzero,  y  de  la  otra  parte  dere- 
cha, fuera  de  la  frente  ó  testero,  al  Enbaxador  de  Laor, 
mandando  que  el  Chaus  del  Turco,  que  auia  quedado 
abaxo  del  Enbaxador  de  España,  se  mudase  á  la  vanda 
derecha  entre  los  Enbaxadores  de  Laor  y  de  Balcha,  ó 
de  los  usbeques,  y  que  los  frayles  quedasen  entre  el 
Enbaxador  de  España  y  [el  de]  Moscovia.  Y  porque 
vio  que  el  de  España  estaua  descómodamente  asentado, 
no  pudiendo  rrecoger  las  piernas,  enbio  con  mucha 
priesa  por  una  silleta  baxa,  que  luego  vino  alli,  la  qual 
era  de  palo  dorado  como  las  que  vsan  en  Ormuz  y  la 
India  las  mugeres  portuguesas,  y  hizo  que  el  dicho  en- 
baxador se  sentase  en  ella,  diziendole  que  ¿por  qué  no 
auia  querido  almorzar  con  él  aquella  mañana?;  á  lo 
qual  le  rrespondio  el  Enbaxador  que  la  mucha  gente 
y  el  no  auelle  guiado  bien  auian  tenido  la  culpa  de  no 
rref  ibir  entonces  tan  gran  merced;  pero  que  de  presen- 
te se  la  auia  Su  Alteza  acrecentado  con  mucho  mayo- 
res fauores,  los  quales  estimaría  en  mas  si  mandase  se 
hallasen  alli  con  los  demás  frayles  el  prior  de  San 


(i)    deiapmrta. 


-37«- 

Agustín  y  fray  Leandro,  compañero  de  fray  Juan  Tha- 
deo,  á  los  quales  mandó  el  rey  luego  i  ^aracoja,  que 
desde  que  llegó  el  rey  andaua  en  píe  ministrando,  que 
los  metiese  dentro,  los  quales,  auiendo  sentido  el  que- 
darse luera,  vinieron  y  por  orden  del  rey  s&sentaron 
con  los  demás  que  antes  auían  entrado.  Mandó  tanbicn 
el  rey  que  viniesen  allí  los  gentiles  honbres  del  Enba- 
xador  y  que  se  sentasen  en  la  parte  ó  bra;o  izquierdo 
del  cruzero,  y  frontero  los  iiiRleses,  que  por  tener  una 
carta  que  dar  de  su  rey  hazian  tanbien  cuerpo  y  forma 
de  enbaxadores.  Aula  traídu  de  Kspaña  Iray  Bernardo 
de  Azeuedo  una  carta  de  su  Majestad  Caihoüca  para 
el  rey  de  Persia,  la  qual  era  de  creeii:;ia,  fuera  de  los 
cumplimientos  ordinarios,  rrcfir  icnd'>sf  en  eílaá  lo  que 
su  Enbaxador  le  dixese,  auiendo  ét  rregibido  otra  cana 
en  que  se  conlcnia  lo  que  con  el  rey  auía  de  tratar, 
que  era  lo  que  Don  Roberto  auía  propuesto  en  España, 
hecha  esta  diligencia  con  el  mesmo  rey  en  Casbin,  por 
el  Enbaxador,  y  después,  como  ya  se  a  dicho,  por 
carta  suya,  fray  Melchior  de  los  Angeles  en  Farabat. 
Y  aunque  al  Enbaxador  le  pareóla  cosa  inútil  boluer 
á  hazer  instancia  sobre  la  tal  materia  con  el  rey,  no 
siendo  la  carta  de  Su  Magestad,  en  lo  que  della  se  podía 
colegir  leyéndose,  mas  de  visita  y  cunplimienlos  de 
amistad,  rreseruando  el  Enbaxador  lo  que  tenia  por 
comisión  para  tratallo  en  mas  conmodo  tienpo  y  lu- 
gar que  aquel,  y  auiendo  ya  auisado  al  rey  como  tenía 
aquella  carta  que  dalle  y  orden  suya  para  que  se  la 
diese  allí,  la  pidió  á  fray  Bernardo,  y  con  la  satua  y 
rreueren^ia  la  dio  al  rey  en  su  mano,  el  qual,  mostrán- 
dose muy  contento  díxo  á  todos  los  enbaxadores  como 
aquella  carta  era  del  rey  de  España,  su  hermano,  y 
luego  la  dio  á  fray  Juan  Thadeo  para  que  á  clausulas 
la  fuese  leyendo,  interpretándola,  como  quien  sabia  la 
lengua,  en  persiano,  y  en  la  mesma  el  rey  la  pronun- 
;iaua  en  boz  muy  alta,  de  manera  que  todos  los  qu«  allí 


—  377  — 

estauan  podían  oírla.  Y  luego^  boluiendose  al  mesmo 
Enbaxador  de  Su  Magestad  le  prometió  de  darle  au- 
diencia muy  de  espacio,  ansí  sobre  lo  que  aquella  carta 
se  rrefería,  como  en  todo  lo  demás  que  quisiese  dezille. 
Comentóse  luego  el  vanquete,  ó  mas  propiamente  la 
colación,  porque  fuera  de  las  cosas  de  agucar  no  auía 
mas  que  pepinos  y  granos  de  agraz  y  giruelas  verdes, 
pero  mucha  cantidad  de  aquellas  garrafas  de  oro,  con 
diferentes  vinos,  y  otras  de  agua  de  níeue,  aunque  del 
agua  jamás  se  ofrecía  á  nadie  sin  que  particularmente  la 
pidiese.  Estauan  algunos  porteros  y  otros  ministros  con 
bastones  guarnecidos  de  ero,  algo  apartados,  y  delante 
del  rey  y  de  cada  uno  de  los  enbaxadores  un  mucha- 
cho vestido  de  tela  de  oro  ó  de  seda  (i),  y  toca  de  oro 
en  la  cabe^a^  colgando  por  anbos  lados  grandes  gue- 
dejas de  cabellos,  sigun  ya  se  a  dicho  que  en  Persia  se 
acostunbra,  los  quales,  dobladas  las  piernas  y  sentados 
sobre  los  talones,  teniendo  en  la  una  mano  una  garrafa 
de  las  dichas  y  en  la  otra  una  ta^a,  dauan  de  beuer  á 
los  que  eran  brindados,  ó  sin  serlo  lo  pedian,  beuíendo, 
tanbien  ellos  mesmos  y  brindando  á  los  que  tenían  de- 
lante. El  rey  hizo  el  primer  brindis  al  Enbaxador  de 
España  por  la  salud  de  su  rey^  y  después  á  los  demás, 
siendo  la  principal  fiesta  el  bever  muy  a  menudo,  con 
gran  molestia  del  Enbaxador  por  no  beuer  vino  sino 
en  aquellas  ocasiones.  Y  auíendo  el  rey  dicho  al  prin- 
cipio como  llegó,  que  quando  gustase  podía  irse,  le 
pidió  licencia,  hallándose  muy  cansado,  comencando 
luego  á  hazer  lo  mesmo  algunos  de  los  que  allí  estauan. 
Al  lienpo  que  salió  al  Maydan,  caminando  á  su  posada 
lo  halló  todo  tan  ocupado  de  la  gente  armada  de  que 
ya  se  hizo  mención,  auiendo  acudido  mucha  mas,  que 
casi  sin  dexar  lugar  vazio,  todo  aquel  spacio  de  mas 
de  600  pasos  de  largo  y  3oo  de  ancho  estaua  constipa- 


(1)    con  el  cabello  largo. 


-378- 

do  de  turbantes,  penachos,  fimitarras  y  arcabuzes, 
dexando  apenas  lugar,  y  esto  por  tos  muchos  palos  y 
bozes  de  algunos  criados  del  rey  que  iuan  delante  para 
que  el  Enbaxador  y  sus  criados  pudieran  pasar.  Des- 
pués de  auer  rreposado  en  su  posada  el  Enbaxador 
llegó  con  mucha  priesa,  poco  antes  de  anochecer,  el 
Maymandar,  diziendo  como  el  rey  le  aguardaua,  por- 
que aquella  noche  (i)  quería  festeiar  á  sus  huespedes 
en  los  bazares  y  caravasar  que  se  a  dicho  atrás,  auien- 
dolos  mandado  aderezar  paru  este  Un  muchos  días 
auia.  Y  aunque  era  mucho  para  sentir  la  dicha  ñesta 
entre  tan  ¡numerables  luzes  y  rríguroso  calor,  aunque 
le  pesó  se  uvo  el  Enbaxador  de  boluer  á  vestir  y  salir 
al  Maydan  ya  quando  anochecía,  adonde  halló  al  rev 
á  cauallo,  un  poco  apartado  de  los  demás  enbaxadorcs 
y  de  otro  gran  número  de  cortesanos  muy  tuzidos  y 
en  buenos  cauallos,  auíendose  ya  rrecogido  la  infante- 
ría que  alli  auia  estado  antes. 

Luego  como  el  Enbaxador  llegó,  haziendose  adelante 
el  rey  le  llamó  y  se  fue  paseando  con  él  á  un  lado  de 
aquella  gran  pla^a,  siguiéndole  los  otros,  quinze  ó 
veinte  pasos  apartados,  y  parece  que  de  industria  auia 
mandado  que  alli  le  aguardasen  ;inco  ó  seis  mercade- 
res de  Bucara  y  Samarcant,  ciudades  primarias  de  los 
usbeques  y  chacatais,  porque  muy  de  proposito  se 
paró  con  ellos  á  hablar,  informándose  dellos  de  lo  to- 
cante á  aquellas  prouin^ias  que,  como  atrás  se  a  dicho, 
son  las  antiguas  y  famosas  Batra  y  Sogodia.  Y  sigun 
después  el  Enbaxador  supo  de  su  intérprete,  que  le 
tenia  consigo,  entre  otras  cosas  de  que  se  informó  de 
los  dichos  mercaderes  el  rey  fue  del  viage  que  hazian 
las  caravanas  cada  año,  de  Balcha,  Bucara  y  Samar- 
cant, á  Canbalec  en  el  Catayo,  con  el  tienpo  que  se 
gastaua  en  la  venida  y  buelta;  y  quando  se  quiso  apar- 

(I)    e/rcy. 


—  379- 

tar  dellos  les  dixo  como  el  Enbaxador  que  allí  estaua 
era  del  rey  de  España,  el  mayor  rey  de  los  francos,  lo 
qual  se  echo  claramente  de  ver  por  dezir  el  rey  de  Per- 
sia:  el  Chi  Hispaniay  que  es  lo  mesmo  que  el  E)nbaxa- 
dor  de  España,  y  por  la  cortesía  que  le  hizieron  los 
mercaderes  baxando  mucho  la  cabera.  Partió  luego  con 
mucha  priesa,  y  al  parecer  enfadado,  porque  los  que 
auian  quedado  atrás,  que  eran  los  demás  enbaxadores 
y  otra  mucha  gente  de  los  criados  del  rey,  se  auian 
a<;ercado  mas  de  lo  que  el  quisiera,  y  se  entro  en  el  ba- 
zar grande  que  por  todas  quatro  partes  rodea  el  May- 
dan,  á  donde  se  vio  un  grandissimo  tumulto  con  la 
muchedunbre  de  cauallos  y  gente  de  pie  que  arremetió 
con  furia  á  seguille.  Y  como  no  auia  mas  (i)  anchura 
que  la  calle  del  bazar  y  corriendo  los  cauallos  se  inpe- 
liesen  y  apretasen  unos  á  otros,  caían  algunos  (2)  de- 
llos con  muchos  de  los  de  á  pie  que  allí  aguardauan  á 
ver  al  rey  y  á  los  demás  que  le  aconpañavan.  Auia  sa- 
lido aquella  tarde  el  Enbaxador  de  España  en  un  ca- 
uallo  tártaro  que  el  rey  le  auia  dado  el  año  antes  en 
Casbin,  el  qual,  aunque  en  lo  demás  era  muy  bueno, 
se  espantaua  de  las  sonbras  que  las  lunbres  hazian  de 
noche,  y  ansí  se  rreparó  á  la  entrada  del  bazar  de  ma- 
nera que  con  la  vara,  ni  dándole  de  los  pies,  lo  podía 
hazer  que  pasase  adelante,  y  como  cargase  gran  golpe 
de  honbres  y  cauallos,  y  los  lacayos  y  jateres,  con  otros 
honbres  á  pie,  criados  del  Enbaxador^  violentamente 
hizíesen  plaga  para  que  pudiese  pasar,  se  amontonauan 
mas  los  que  venían  al  suelo,  de  manera  que  el  camino 
estaua  del  todo  inpedido.  Este  gran  tumulto  y  alboro- 
to se  acrecentó  mas,  porque  viendo  el  rey  que  el  En- 
baxador de  España  no  parecía  mandó  á  los  que  mas 
(erca  se  hallaron  que  boluíesen  á  buscalle  y  viniesen 


(i)    largura, 
(a)    muchos. 


—  38o  — 

con  él,  los  cuales  venían  dando  bozes  diciendo:  ¡el  Chi 
Hispaniafy  y  como  con  la  priesa  y  tropel  que  traían 
encontrasen  con  los  que  tstauan  detenidos  y  caidos,  no 
podian  ios  unos  rronper  por  los  otros.  Al  fin,  auíendo- 
se  hecho  mucha  fuerza,  [pasó]  el  Enbaxador  delante  y 
halló  al  rey  en  la  puerta  de  una  casa  que  está  en  el  mes- 
mo  caravasar,  que  es  de  las  partes  mas  públicas  y  cele- 
bres de  Spahan,  por  venderse  alli  la  caua,  que  es  un  ge- 
nero de  beuida  de  que  ordinariamente  beuen  por  me- 
dicina y  regalo  los  persianos,  y  ansi  le  llaman  la  casa 
de  la  caua;  la  qual  es  una  agua  de  color  negra  y  muy 
amarga,  confacgionada  con  ciertas  yeruas^  persuadién- 
dose todos  que  es  muy  saludable  y  confortatiua  para 
el  estomago,  y  la  toman  muy  caliente  en  unas  porce- 
lanas pequeñas,  soruiendola  poco  á  poco  en  tragos 
muy  pequeños,  primero  soplando  á  cada  trago,  no  pu- 
diendo  por  su  mucho  calor  lieuarla  de  otra  manera. 
Crianse  en  esta  casa  cantidad  de  muchachos  de  todas 
naciones,  pero  en  la  secta  mahometanos,  muchos  de 
los  quales  son  de  casta  de  cristianos  gircasos,  georgia- 
nos y  armenios,  siendo  aquella  su  morada  y  escuela 
pública  de  bayles  desonestos  y  de  otros  muchos  vicios 
peores,  como  en  la  discrip<;ion  de  Spahan  se  a  ya  hecho 
mención.  Esta  deuota  casa  tenia  el  rey  destinada  para 
festejar  los  enbaxadores  esta  noche,  entrándose  luego 
con  ellos  como  el  de  España  llegó,  lleuandole  á  su 
mano  izquierda,  como  lugar  entre  los  orientales,  desde 
su  primera  antigüedad,  mas  honorifíco,  y  al  de  Laor  á 
la  derecha,  aunque  como  honbre  de  pocas  gerimonias, 
muchas  vezes,  ansi  en  esta  noche  como  en  las  siguien- 
tes se  mudaua  este  orden,  caminando  sienpre  los  de- 
mas  detras.  Llegóse  á  una  quadra  grande  en  que  auia 
en  medio  una  fuente,  estando  todo  el  aposento  hasta  el 
techo  ó  ginborrio  lleno  de  infinitas  lunbres,  con  los  es- 
pejuelos y  demás  adorno  que  se  a  dicho  auia  en  los  ba- 
zares; lo  demás  sin  ningún  aparato  mas  d«  un  gran 


—  38i  — 

poyo  á  un  lado,  tres  píes  alto  del  suelo,  á  donde  el  rey 
se  subió  y  conbídó  á  los  Enbaxadores  de  España  y  Laor 
que  hiziesen  lo  mesmo,  de  los  quales  este  vltimo  subió 
arriba,  y  el  primero,  porque  casi  alcan^aua  á  estar  sen- 
tado, se  quedó  medio  arrimado  al  dicho  poyo,  ^erca 
del  rey,  quedando  de  la  otra  parte  los  enbaxadores  del 
Turco  y  Duque  de  Moscouia,  de  Balcha  y  Capha.  Qui- 
so el  rey  que  en  parte  tan  indecente  como  esta  le  diesen 
de  f  enar,  que  fue  con  tan  poco  aparato  y  lautígia  que 
solo  vinieron  dos  ó  tres  platos  con  carnero,  y  gallinas 
asadas,  partiendo,  ó  por  mejor  dezir,  despedazándolas 
él  mesmo  con  las  manos  y  dando  á  los  que  mas  gerca 
se  hallaron,  dellas,  escusandose  elEnbaxador  de  Espa- 
ña de  no  Qenar  por  auer  aquella  mesma  tarde  penado  y 
comido  juntamente  en  su  posada,  pero  beuio  dos  vezes 
que  el  rey  le  brindó.  En  el  Ínterin  de  esta  mas  que  mi- 
litar y  lacónica  (ena  baylauan  una  gran  tropa  de  mu- 
chachos, y  al  cabo  mandó  el  rey  que  otros  dos  que 
hazian  este  exergi^io  mejor  que  los  demás,  auiendo 
entre  ellos  conpeten^ia  de  qual  lo*  hiziese  mejor  y  te- 
niendo cada  uno  dellos  muchos  valedores  en  su  favor, 
que  pareciesen  alli  para  que  á  porfía,  como  en  duelo, 
baylasen  ellos  dos  solos.  Vinieron  luego  muy  adereza- 
dos y  galanes,  uno  de  los  quales  era  de  Qircassia,  aun- 
que rrenegado,  y  el  otro  persiano,  de  la  mesma  giudad 
de  Spahan,  pero  los  gestos  de  entranbos  como  de  muy 
hermosas  mugeres^  los  quales  por  muy  grande  espacio 
mostraron  su  abilidad  con  (i)  varias  diferencias  de 
bayles,  aunque  muchos  deJlos  inde;entissimos  y  de 
tanta  molestia  para  algunos  de  los  que  alli  se  hallaron, 
como  de  atención  y  gusto  para  otros.  La  música  era  de 
aquellos  grandes  panderos  de  que  tantas  vezes  se  a 
hecho  mención,  y  algunas  flautas  de  la  forma  de  chc- 
rimias^  alabándola  los  mas  tanbien  como  el  bayle.  Pero 


(i)    grandes  y. 


—  384  — 


CAPÍTULO  V 


Sigue  D.  García  en  Spahan.— El  Carnaval  de  los  persas.— Pesadas 
bromas  del  Schah  y  contestación  que  D.  Garcfa  le  di6*— Artís- 
tico puñal  que  usaba  el  embajador  de  Laor. — Descríbense  una 
moneda  de  Sabina  Augusta  y  dos  estatuas  halladas  en  las  ruinas 
de  Mérída. 


Luego,  los  primeros  días  que  siguieron  á  este  los 
gastó  el  rey  en  visitar  sus  arames,  atendiendo  tanbien 
al  despacho  de  las  cosas  de  aquella  giudad,  auiendo  ya 
tres  años  que  no  venia  á  Spahan,  y  juntamente  con 
esto  en  preuenir  lo  que  auia  de  enbiar  de  presente  á 
Xaselin,  rey  de  Laor,  en  rreconpensa  del  que  su  En- 
baxador  le  auia  traído,  que  aunque  grande,  sigun  la 
variedad  de  cosas  que  (i)  se  dezia  en  él  auia,  no  de 
tanto  precio,  siendo  lo  mas  del  (2)  mucha  diferencia  de 
animales  y  paxaros  exquisitos,  con  algunos  esclauos 
ba^os  ó  negros.  Y  porque  sigun  la  ordinaria  costunbre 
del  rey  cada  ora  se  podia  esperar  del  que  se  partiria  de 
alli  rrepentinamente,  hizo  instancia  el  Enbaxador,  por 
via  del  Maymandar,  para  que  de  nueuo  le  oyese  sobre 
la  carta  que  fray  Bernardo  auia  traído,  por  le  poder 
despachar  luego  desde  alli  á  España,  como  testigo  de 
,  vista  para  con  Su  Magestad,  de  auerse  hecho  tercera 
diligencia  con  el  rey,  auque  no  era  menester  para  estar 
desengañado  del  más  de  la  primera.  No  pudo,  sigun  el 
Maymandar  dezia,  ver  al  rey,  estando  entonces  ina^e- 

(i)    según. 
(2)    variedad. 


-—  385  — 

sible  por  hallarse  en  sus  arames,  y  ansí  se  pasó  todo  el 
mes  de  Junio  y  parte  del  de  Jullio  sin  poder  verle,  mas 
de  que  por  un  portero  suyo  le  enbió  á  dezir  que  auisase 
al  Enbaxador  como  sin  falta  [lo]  quería  despachar  para 
que  por  los  prímeros  de  Agosto  se  pudiese  partir  á  Or- 
muz  y  pudiese  llegar  á  tienpo,  á  Goa,  de  enbarcarse 
para  España  en  el  próximo  viage  del  año  siguiente. 
Enbió  tanbien  á  dezir  que  quería  enbiar  otro  Enbaxa- 
dor con  un  gran  presente  á  Su  Magestad,  y  ansi  quería 
que  le  auisase  que  cosas  de  las  de  Persia  serian  en  Es- 
paña mejor  rregibidas,  á  lo  qual  e!  Enbaxador  le  rres- 
pondió  agradeciéndole  la  merged  que  le  hazia,  siendo 
la  que  podia  mas  desear^  y  que  en  quanto  al  presente 
fuese  aquel  que  á  Su  Alteza  le  pareciese,  pues  no  in- 
portaua  ser  las  cosas  que  en  él  fuesen  de  mucho  ó  poco 
precio,  sino  el  ser  enbiadas  de  su  parte  con  la  buena 
correspondencia  que  al  rey  su  señor  se  le  deuia.  Des- 
pués de  algunos  dias  auisó  á  todos  los  enbaxadores 
para  que  una  tarde  se  hallasen  con  él  en  la  puente  de 
Spahan  sobre  el  rio  Senderu,  que  ya  se  a  descripto^  que 
diuide  las  dos  colonias  de  los  julphalinos  y  gaores,  de 
la  de  los  taurísinos  y  del  rresto  de  la  giudad  vieja  de 
Spahan.  Celebrauase  anualmente  esta  fiesta  en  este 
río,  de  costunbre  inmemorial,  en  la  luna  de  Jullio,  en 
dia  destinado  particularmente  para  ella,  siendo  muy  se- 
mejante á  los  antiguos  lupercales  ó  carnauales  nues- 
tros, porque  se  juntauan  por  público  vando  toda  la 
gente  de  la  giudad,  indiferentemente  de  todas  las  na- 
ciones y  estados  dellas,  sin  interuengion  de  mugeres, 
las  quales  desde  lo  alto  de  la  puente  podian  miralla, 
cubiertas  conforme  á  su  costunbre,  y  esto  las  muge- 
res  vulgares.  Vestianse  este  dia  los  honbres  lo  mas  vil- 
mente que  podian,  con  trage  muy  diferente  del  ordina- 
rio, con  unas  casaquillas  muy  cortas,  casi  sin  faldas, 
quedando  con  sus  callones  justos,  como  los  botargas 
de  las  comedias,  y  sin  tocas  en  las  caberas,  mas  de 

35 


—  586  — 

unos  malos  bonetillos,  de  manera  que  á  rrespecto  de 
su  trage  ordinario  parecían  todos  muy  rridiculas  más- 
caras. En  esta  forma  se  iuan  todos  al  río,  que  por  se 
poder  en  aquel  tienpo  todo  esguazar  se  cubria  por 
grande  espacio  de  innumerable  cantidad  de  estos  lu- 
percos,  y  alli  se  langauan  agua  unos  á  otros  con  gran 
bozeria  que  se  oía  desde  muy  lejos,  y  para  mas  como- 
didad de  mojarse  lleuava  cada  uno  un  vaso  de  cobre, 
estaño  ó  latón,  con  que  muy  apriesa  cogian  agua  y  se 
la  echauan  unos  á  otros,  no  parando  en  esto,  sino  que 
los  mas  valientes  derribauan  á  los  otros  en  el  río,  dán- 
dose tanbien  grandes  golpes  con  los  mesmos  vasos 
hasta  auer  muchos  descalabrados  y  algunos  muertos. 
Y  aunque  este  dia  señalado  hazía  terrible  calor  vino 
tenprano  el  Maymandar  con  mucha  priesa  á  llamar  al 
Enbaxador,  diziendo  como  ya  el  rey  con  los  demás 
aguardaua  en  la  puente.  Fue  cosa  mucho  para  rreir 
ver  entonces  este  persiano,  porque  con  ser  honbre  muy 
venerable  y  de  mas  de  sesenta  años  de  edad,  venia  en 
el  trage  y  forma  que  arriba  se  a  rreferido,  de  manera 
que  no  lo  acabaua  de  conocer  el  Enbaxador  aunque 
estaua  hablando  con  él.  Caminóse  casi  corriendo  á  la 
puente,  que  era  un  gran  trecho,  hallando  infinita  gente 
de  á  cauallo  y  á  pie  que  acudia  á  la  fiesta,  todos  como 
phanaticos,  hasta  que  desde  muy  lexos  se  oia  la  boze- 
ria de  lo  que  en  el  rio  pasaua.  Hallaron  al  principio  de 
la  puente,  adonde  el  Enbaxador  se  apeó,  algunos  cría- 
dos  del  rey^  diziendole  como  el  rey  mandaua  que  se 
apresurase,  y  luego  otros  y  otros  hasta  guialle  casi  al 
medio  de  la  puente,  y  entrando  por  una  de  aquellas 
puertas  que  se  escriuio  ya  en  la  discrip^ion  della  que 
se  entraua  por  lo  grueso  de  los  pretiles  á  la  parte  de 
Leuante,  halláronse  muchas  alcobas  pequeñas,  conti- 
nuadas unas  con  otras,  sobre  el  mesmo  rrio,  las  quales 
tenían  cada  una  dellas  nueue  ó  diez  pies  de  largo  y 
quatro  de  ancho,  de  manera  que  conmodamente  podían 


-387- 

estar  sentados  en  cada  una  tres  ó  quatro  personas.  En 
la  sigunda,  después  de  la  primera  alcoba  por  donde  se 
entró,  estaua  el  rey  y  el  enbaxador  de  Laor  y  el  del 
rey  de  Balea;  éste  en  el  tránsito  de  la  alcoba  siguiente; 
y  haziendo  el  rey  que  el  Enbaxador  de  España  se  sen- 
tase junto  á  sí  le  preguntó  ¿qué  le  paremia  de  aquella 
ñcsta?;  la  qual  andaua  entonQes  tan  encendida  y  con 
tan  terribles  bozes  y  rruido  que  nadie  entendía  lo  que 
se  dezia  arriba,  y  ansi  por  esto  como  porque  muchos 
de  los  lupercos  estauan  muy  mal  descalabrados  inandó 
el  rey  que  fuesen  algunos  á  cauallo,  aunque  en  el 
mesmo  trage,  para  que  los  apartasen,  siendo  esto  bien 
menester,  porque  de  muy  encendidos  en  la  conpeten- 
;ia  de  mojarse  auian  llegado  ya  á  las  manos,  auiendo 
muchos  caidos  y  medio  ahogados  en  el  agua  mas^alta. 
Quedó  más  plagida  la  conversación,  rretirada  la  más 
de  aquella  gente,  comentando  la  ordinaria  fiesta  de  be- 
uer,  viniendo  luego  muchas  ta^as  y  garrafas  con  vino, 
y  sin  otro  género  de  colación  sino  algunos  platos  de 
pistachos  con  su  cascara,  ansi  en  la  alcoba  del  rey 
como  en  las  demás  que  de  allí  se  continuauan  hasta  el 
fin  de  la  puente,  adonde  estauan  los  demás  enbaxado- 
res  y  otros  señores  de  la  corte.  Y  porque  sienpre  el  rey, 
desde  Casbin,  tuuo  mucho  cuydado  de  festexar  los 
criados  del  Enbaxador  de  España,  mandó  que  se  sen- 
tasen en  las  alcobas  continuadas  con  la  suya,  hazia  el 
principio  de  la  puente,  siendo  toda  esta  vanda,  por  mi- 
rar al  oriente,  guardada  del  sol  desde  el  medio  dia,  co- 
rriendo entonces,  aunque  con  tan  gran  sol,  mucho  aire 
por  las  puertas  que  salian  á  la  puente  y  por  las  que  se 
pasauan  de  unas  alcobas  á  otras.  A  la  otra  vanda,, por 
darles  el  sol  de  cara  tenían  algunos  tendales  para  de- 
fensa, auiendo  en  aquellas  alcobas,  que  de  mañana  eran 
mejores,  otra  mucha  gente  de  la  corte  y  huespedes  fo- 
rasteros, entre  los  quales  estauan  aquel  dia  los  ingle- 
ses, que,  como  se  a  dicho,  hazian  presencia  de  enbaja- 


da.  E^stauan  en  la  alcoba  del  rey,  quandoelEnbaxador 
de  España  llegó,  dos  mugeres  de  los  cortesanas  y  que 
publicamente  suelen  seguirle,  festejándole  con  sus  bay- 
les,  las  quales,  muy  llegadas  á  los  Enbaxadores  de  Laor 
y  Balea,  los  entretenían,  con  grande  rrisa  del  rey,  pero 
luego  (i)  que  el  Enbaxadorse  sentó,  el  rey,  con  la  mes- 
ma  rrisa  las  mandó  salir  y  que  se  fuesen  con  otras  mu- 
chas que  estauan  fuera  en  la  puente,  diziendo  á  los  de- 
mas  que  alli  estauan  que  el  dicho  Enbaxador,  por  su 
mucha  edad,  no  gustaua  de  ver  baylar,  ni  entretenerse 
con  mugeres,  y  boluiendose  á  él  le  dixo:  no  hay  para 
iqué  nos  queráis  engañar  dándonos  é  entender  que  por 
virtud  no  tratéis  esta  gente ,  siendo  á  la  verdad  la  cau-- 
sa  delta  la  inpotencia  en  que  os  a  puesto  vuestra  mu^ 
cha  edad;  y  con  esto,  él  y  los  otros  dos  enbaxadores 
rreian  mucho.  Y  porque  en  Casbin  el  año  antes  vsaua 
«el.rey  de  estas  mesmas  burlas  las  vezes  que  se  vio  con 
•él,  le  rrespondio  en  aquella  sazón  lo  que  antes,  diziendo- 
he  que  Su  Alteza  tenia  mucha  rrazon,  pues  en  casos  se- 
mejantes, á  la  flaqueza  de  su  edad  se  deuia  de  atribuir 
primero  que  á  su  virtud  y  conpostura ;  pero  que 
para  (2)  más  confirmación  de  su  vejez,  anadio  enton- 
ces, y  que  con  mayor  causa  se  rriesen  del  en  aque- 
lla ocasión,  que  era  de  fiestas  y  entretenimientos,  de- 
uia Su  Alteza  mostralie  algunas  de  las  muchas  mu- 
geres que  tan  escondidas  y  encerradas  tenia,  porque 
las  que  publicamente  por  alli  andauan  no  meregian 
nombre  de  mugeres,  ni  era  posible  desconponer  aun  á 
los  más  mogos.  Fue  de  manera  lo  que  el  rey  se  enba- 
ragó  con  esto,  que  atajó  luego  la  materia  de  que  se  tra- 
taqa  y  de  muy  corrido  no  agertaua  á  hablar,  mayor- 
mente que  el  Mogor  y  Usbeque  dauan  grandes  gritos 
de  rrisa  con  lo  que  el  Enbaxador  de  España  auia  dicho; 

(i)    que  ¡legó. 
(a)    mayor. 


-389- 

mas  por  ser  ya  esto  veras  para  ei  rey,  se  pasó  luego  á 
otra  conuersagion^  pidiéndole  la  espada  y  mirándola^ 
sacándola  de  la  vaina,  como  sienpre  que  con  él  se  via 
auia  hecho,  y  tocándole  con  mucha  atención  la  punta. 
Luego  pidió  al  enbaxador  de  Laor  un  puñal,  tocando 
el  agero  del  con  el  filo  de  su  gimitarra  para  prouar  qual 
tuuiese  mejor  tenple,  y  mirando  el  Enbaxador,  como 
estauan  tan  gerca,  que  el  puñal  tenia  el  puño  de  marfil, 
mostrándose  en  él  una  figura  de  muger,  lo  pidió  al  rey 
para  mirallo  mejor  y  notó  ser  el  puño  ó  guarnígion 
una  estatua  ó  figura  de  muger,  conforme  á  aquella 
grandeza,  propiamente  la  de  una  muger  stolata  (i)  se- 
mejante á  las  statuas  femeniles  que  aun  ay  algunas  de 
las  que  an  quedado  de  la  antigüedad  romana,  y  esta, 
aunque  en  tan  pequeña  forma,  labrada  natural  y  per- 
fectissimamente.  Y  porque  al  Enbaxador  de  España  le 
paresgio  cosa  muy  rrara  y  exquisita  la  tal  sculptura  en 
parte  tan  rremota  de  Europa,  le  preguntó  al  de  Laor 
que  de  quien  auia  auido  la  guarnigion  de  aquel  puñal, 
ó  si  se  tenia  notigia  en  Laor  ó  en  otra  parte  del  inperio 
de  su  rey  de  que  uviese  en  Asia,  ó  las  uviese  auido, 
mugeres  de  aquel  trage.  Respondió  que  no,  sino  que 
su  padre  le  auia  dado  aquel  puñal  y  le  auia  dicho  que 
de  aquella  forma  (2)  auia  sauido  que  eran  las  mugeres 
rumes  antiguas.  Quiso  boluerle  á  preguntar  el  Enbaxa- 
dor, ¿de  quien  uviese  sabido  su  padre  aquello?;  pero 
viendo  que  el  rey  enbaragaua  la  platica  entremetiendo 
otras  cosas,  la  dexó  por  entonges,  infiriéndose  de  lo 
que  el  Mogor  auia  dicho  que  algún  mercader  estran- 
gero  de  los  que  uviesen  estado  en  Laor  en  tienpo  de 
Aquebar  Xeialadin,  ó  de  Paxa  Mahamut,  su  padre,  pu- 
diesen auer  llevado  aquel  brinco,  ó  alguno  de  los  jesui- 
tas  que  alli  auian  rresidido  tanto  tienpo.  Pero  aquella 


(i)    conforme á. 

(2)    ie  auian  dicho  que. 


—  390  — 

figura  estaua  tan  bien  y  propiamente  sculpida,  que  pu- 
diera dar  indicios  auer  quedado  de   la  antigüedad, 
auiendo  quedado  en  Asia  desde  el  tienpo  que  ios  ro- 
manos fueron  señores  de  tan  gran  parte  deila ,  aunque 
no  tan  al  Oriente  como  los  persianos  y  ni  los  usbeques 
y  chacatais,  de  quien  los  mogores  se  precian  que  vie- 
nen. Auia  el  Enbaxador  dado  al  rey  en  Spahan,  pocos 
dias  antes,  entre  otras  pinturas  que  traxo  de  España, 
vna  que  él  estimaua  en  mucho,  la  qual  era  un  retrato 
de  Sabina  Augusta^  pudiendo  auer  sido  de  su  muger 
de  Nerón  ó  de  Adriano,  auiendo  tenido  entranbas  este 
nonbre;  sacóse  este  rretrato  en  Madrid,  muchos  años 
antes  que  el  Enbaxador  viniese  á  su  enbaxada,  de  una 
moneda  de  oro,  de  peso  de  tres  ó  quatro  escudos,  que 
vino  en  poder  de  una  señora  principal  de  aquella  cor- 
te, que  no  quiso  dársela  ni  feriársela  por  cosa  alguna 
que  le  offre^iese,  viendo  que  la  cudi(;íaua  tanto,  si  no 
fue  para  que  solo  la  copiase^  como  lo  hizo,  de  uno  de 
los  grandes  pintores  que  alli  auia.  Y  aunque  se  pu- 
diera sospechar  que  fuese  contrahecha,  como  se  con- 
trahazen  muchas  en  Italia,  Francia  y  Alemania,  no 
podía  esto  engañar  á  nadie  que  tuuiese  mediano  cono- 
cimiento de  las  muchas  monedas  que  cada  dia  se  ha- 
llan en  España  y  en  otras  muchas  partes  del  mundo, 
de  todos  metales,  siendo  en  la  forma,  grosor  y  hechu- 
ra de  las  letras  muy  propia  á  las  antiguas.  La  figura  de 
e&ta  gran  señora  era  desde  el  principio  de  la  garganta, 
junto  al  pecho,  en  que  paremia  tener  un  hilo  de  perlas 
ó  gargantilla  pequeña,  con  el  cuello,  rostro  y  cabera, 
la  qual  tenia  adornada  con  gran  vagueza  y  primor, 
de  sus  propios  cabellos,  teniendo  parte  dellos  entren- 
gados  con  perlas  rrodeadas  en  ellos  y  que  le  dauan  una 
buelta  por  la  cabega,  como  los  rrodetes  que  agora  vsan 
las  mugeres  en  España,  y  los  demás  esparcidos  por  la 
parte  posterior  del  cuello  y  honbros,  sígun  se  echaua 
de  ver  aunque  la  moneda  no  llegaua  á  descubrillos.  El 


—  391  — 

rrostro  era  notablemente  hermoso,  leuantado  y  agui- 
leñOy  el  qual,  aunque  se  pudiera  colegir  ser  de  Popea 
Sabina,  muger  de  Otón  y  después  de  Nerón,  anbos  en- 
peradores,  y  tan  querida  y  estimada  dellos,  y  por  auer 
sido,  ansi  por  esto  como  por  su  mucha  belleza  y  dis- 
creción, tan  celebrada  délos  historiadores  antiguos,  no 
teniendo  el  primer  nonbre  de  Popea,  mas  del  de  Sabina 
Augusta,  se  colige  auer  sido  la  muger  del  enperador 
Adriano,  que  tanbien.,  sigun  de  Spar^íano  se  entiende, 
fue  dama  v  hermosa. 

Ninguna  de  las  letras  del  rreverso  se  podian  leer,  y 
las  de  la  haz  solo  dezian  lo  rreferido,  sin  dezir  de  qual 
de  los  Enperadores  uviese  sido  muger,  aunque  algún 
tienpo  después  que  el  Enbaxador  hizo  copiar  esta  me- 
dalla halló  acaso  en  poder  de  un  cauallero  amigo  suyo, 
que  se  pre^iaua  de  muy  antiquario,  entre  otras  muchas 
monedas  que  tenia,  dos  de  cobre  ó  bronce,  de  la  mes- 
ma  Sabina  Augusta,  sin  auerse  podido  leer  en  entran- 
bas  mas  de  Sabina  Augusta,  siendo  este  el  nonbre  que 
la  antigüedad  le  dg  á  la  muger  de  Hadriano,  y  á  la  de 
Nerón,  Popea  Sabina,  y  parece  más  verisimil  que  estas 
monedas  fuesen  de  Sabina,  muger  de  Hadriano,  por  la 
grandeza  y  memoria  [más]  loable  que  dexó  de  si  este 
principe  en  todas  las  prouin^ias  del  inperio  romano,  que 
la  muy  odiosa  y  aborrecible  de  Nerón,  por  sus  grandes 
vigíos.  Pero  el  retrato  que  el  Enbaxador  dio  al  rey  de 
Persia,  por  ser  mayor  la  fama  de  Popea,  sigun  las  mu- 
chas partes  suyas,  particularmente  se  le  atribuyó  a 
ella,  pudiendo  auer,  como  la  ay,  alguna  duda  en  ello. 
El  rresto  del  cuerpo,  con  la  postura  del  trage,  no  mos- 
trándonos la  medalla  mas  de  el  rrostro,  cabera  y  cue- 
llo, se  sacó,  aunque  no  muy  al  natural,  de  una  copia 
que  el  mesmo  Enbaxador  tenia  algunos  años  antes,  de 
una  statua  de  marmor,  femenil,  que  halló  en  Merida 
andando  con  curiosidad  mirando  en  aquella  ciudad 
muchos  de  los  grandes  rrastros  que  en  ella  se  veen  de 


-  392  — 

la  antigüedad  romana.  Porque  entrando  en  la  casa  del 
mayorazgo  de  los  Mexias  y  notando  el  patio  della,  que 
h)  rrodeauan  por  todas  quatro  partes  unas  grandes  co- 
lumnas estriadas  con  sus  capiteles  corinthios,  aunque 
por  ser  de  piedra  de  grano,  á  partes  muy  gastados,  vio 
á  un  lado  en  un  pequeño  pedestal  la  dicha  statua,  y 
aunque  trunca,  sin  cabega  ni  bragos,  que  mostraua  en 
la  forma  y  rropage  una  venustad  y  hermosura  increí- 
ble; la  stola,  que  era  el  abito  vsado  en  Roma,  de  las 
mugeres  nobles,  con  muchas  pliegues^  desde  los  hon- 
bros  hasta  cubrille  los  pies,  muy  sinuosa  y  larga,  y  la 
gintura  muy  alta  por  junto  á  los  pechos,  guardando 
suma  decencia  y  perfecgion,  cosas  que  en  el  trage  fe- 
menil tanto  conviene.  Y  queriendo  el  Enbaxador  que 
se  la  copiasen,  ansí  destroncada  como  estaua,  por  aue- 
He  contentado  tanto,  no  se  halló  quien  pudiese  hazeilo 
con  el  arte  y  primor  que  se  rrequeria,  sino  un  mal  pin- 
tor que  aunque  imitó  algo  fué  muy  desigual  la  pintura 
á  lo  que  propiamente  auia  de  ser.  Y  aunque  después, 
el  de  Madrid,  como  gran  maestro  suplió  parte  de  las 
faltas  de  la  primera  copia,  quedó  el  cuerpo  del  retrato 
muy  diferente  de  la  estatua  de  donde  primero  se  auia 
sacado;  pero  el  rrosiro,  cabello  y  cuello  muy  ai  natu- 
ral de  la  medalla  de  donde  se  copió.  Los  bragos,  que 
no  uvo  de  que  poder  copiarse,  quedaron  al  arbitrio  del 
pintor,  dcxandolos,  aunque  inpropiamente,  gran  parte 
dellos  desnudos,  como  vemos  comunmente  en  algunas 
pinturas  modernas  italianas  imaginadas  á  lo  antiguo,  á 
quien  falsamente  ponen  los  nonbres  de  muchas  de  las 
énperatrices  romanas,  de  los  quales  rretratos  ay  mu- 
chos agora  en  Madrid,  siendo  muy  diferentes  en  todo 
de  lo  que  antiguamente  auian  sido,  sígun  de  la  statua 
rreferida  y  de  otras  algunas  se  conoge.  La  estatua  pe- 
queñita  que  el  Mogor  traia  en  el  cabo  de  su  puñal  es- 
taua perfectisimamente  obrada,  con  gran  propiedad  y 
muy  semejante  á  la  de  marmor,  de  Mérida,  y  aunque 


—  393  - 

con  la  priesa  que  el  Enbaxador  en  aquella  ocasión  la 
miró  no  pudo  notar  la  postura  del  cabello,  si  era  se- 
mejante al  de  la  medalla,  ó  aparente  en  algo,  se  acuer- 
da que  tenia  el  cuello  y  garganta  descubierta,  y  el 
rrostro  leuantado  y  que  pare(;ia  que  miraua  á  lo  alto; 
pero  notó  bien  que  tenia  las  manos  juntas,  poco  abaxo 
de  la  gintura,  cubiertas  con  las  bocas  de  las  mangas  de 
la  stoia^  de  la  manera  que  los  frailes  las  tienen  delante 
de  sus  superiores,  siendo  las  mesmas  mangas  anchas, 
como  ellos  las  vsan,  constandonos  tanbien  de  Juvenal 
cubrir  la  stola  del  todo  las  niugeres,  excepto  el  rrostro. 
^inco  ó  seis  años  antes  que  el  Enbaxador  saliese  de 
España  á  su  enbaxada,  viniendo  de  Badajoz,  adonde 
avia  sido  corregidor,  á  Madrid,  vio  en  las  casas  del 
consistorio  de  la  dicha  giudad  de  Mérida  otra  statua 
de  manmor,  de  muger,  que  algunos  meses  antes  se 
auia  hallado  cauando  y  sacando  piedra  para  la  puente, 
de  la  mucha  silleria  antigua  que  de  las  rruinas  de  aque- 
lla colonia  estaua  cubierta  de  tierra  muchos  siglos  auia. 
Y  dando  con  aquella  statua  que  hallaron  entera,  la  sa- 
caron y  el  cabildo  ordenó  que  se  pusiese,  como  lugar 
publico,  en  la  parte  que  se  a  dicho.  Era  muy  semejan- 
te en  el  trage  y  postura  del  cabello  á  la  que  se  hallo  en 
la  casa  de  los  iMexias,  pero  muy  inferior  á  ella  en  la 
perfección  de  la  sculptura^  aunque  sin  bracos  y  cabeza, 
conociéndose  bien^  ansi  en  esto  como  en  la  scripgion 
que  en  esta  vltima  se  halló  en  una  pequeña  basa  con- 
tinuada con  la  mesma  statua,  ser  hecha  y  dedicada,  no 
solo  en  la  ya  conogida  declinación  del  inperio  Occiden- 
tal, pero  estando  ya  sus  prouingias  todas  ocupadas  por 
los  barbaros.  Dedicóse  á  la  memoria  de  una  muger 
principal  por  dos  libertos  suyos  á  quien  ella  auia  dado 
libertad,  notándose  tanbien  que  no  obstante  que  sigun 
la  scripcion  ella  auia  muerto  de  edad  de  cinquenta  y 
seis  años,  se  mostrava  vsar  todauia  de  abito  y  tocado 
juuenil^  con  el  cabello  y  garganta  descubierto,  aunque^ 


-  3.)4  - 

como  se  a  dicho,  toda  la  sculptura  grosera  y  tosca^  á 
rrespeto  de  la  primera,  por  auerse  perdido  ya  por  la 
mayor  parte  las  buenas  artes  de  la  antigüedad  romana 
en  Europa. 


CAPITULO  VI 


Rl  reino  de  Laor  y  su  embajador  Helanchan. — Un  bufón  de  la 
corte  persa.— Cuestiones  del  Schah  con  el  rey  de  Laor. — Fiesta 
en  el  Maydán.— Fanatismo  de  un  tejedor. — Noticias  que  llega- 
ron de  Europa.— Nuevos  festejos  que  dio  el  Scbah. — Costum- 
bre de  fumar  que  tenia  el  embajador  de  Laor.— Otro  i>anqueie 
cortesano. — Nueva  audiencia  del  Schah  á  los  embajadores. 

Era  el  Enbaxador  de  Laor  honbre  muy  alegre  y  fes- 
tiuo  y  con  quien  el  rey  de  Persia,  por  esta  causa,  se 
burlaua  y  entretenía,  no  solo  de  palabra,  sino  tanbien 
de  manos,  asiéndole  de  la  barua  y  dándole  palmadas 
en  las  espaldas,  de  manera  que  sienpre  auia  rrísa  y  pía- 
zer  adonde  quiera  que  estaua.  Llamase  Helanchan,  que 
entre  los  mogores  suena  lo  mesmo  que  señor  del  mun- 
do, y  fue  hijo  de  Paxa  Mahamut,  rey  de  Laor,  que  en- 
tre otros  reynos  con  que  acrecentó  su  inperio  ganó  el 
grande  y  fértil  reyno  de  Canbaya,  con  que  vino  á  que- 
dar aquella  monarchia,  entre  muy  pocas,  una  de  las 
mayores  de  todo  el  Oriente.  Ansi  en  la  opinión  común 
que  entre  los  mogores  se  halla,  como  de  la  grande  his- 
toria de  Mírhon,  de  nagion  persiano  y  que  escriuio  de 
menos  de  gien  años  á  esta  parte,  estos  reyes  de  Laor 
vienen  de  Mirunxa,  sigundo  hijo  de  Taniur,  de  quien 
atrás  se  dexa  hecha  larga  mención.  Y  como  Alucham, 
entre  otros  muchos  hijos  de  Mirunxa,  auiendo  sido 


-395- 

muerto  su  padre  en  una  batalla  que  tuuo  con  los  tur- 
comanes,  quedase  pobre,  ocupado  de  otros  lo  que  en 
Media  y  Hircania  podía  tocalle,  se  fue  con  algunos  que 
quisieron  seguille  á  ganar  sueldo  á  la  India,  camino  que 
muchos  persianos,  vsbeques  y  corassanes  tomauan, 
por  la  rríqueza  de  la  tierra,  hallándose  en  la  suya  des- 
acomodados. Auia  ppcos  años  antes  desmenbradose  y 
diuidido  en  muchas  partes  el  potentissimo  reyno  de 
Deliy  conteniéndose  en  él  antiguamente^  demás  de  las 
prouin(;ias  del  Qinde,  Canbaya  y  todas  las  demás  me- 
ridionales hasta  el  Malabar,  toda  la  India  septentrional 
hasta  el  grande  monte  Imao.  De  esta  gran  monarchia 
rresultaron  muchos  reynos  menores,  rrebelandose  á  su 
rey  los  capitanes  y  gouernadores  suyos,  que  como  en 
la  discripgion  de  Goa  se  escrivio,  eran  mahometanos, 
de  las  naciones  arriba  rreferidas,  y  otros  muchos  tur- 
cos, árabes  y  abissinios,  los  quales  contendían  después 
de  auerse  extinguido  aquella  monarchia,  unos  con 
otros,  por  augmentar  lo  que  auian  vsurpado.  Y  como 
en  proceso  de  algunos  años,  Alucham,  ansi  por  la  cla- 
ra memoria  de  Tamur,  su  abuelo,  como  por  su  propio 
valor,  se  hiziese  señor  de  una  gran  parte  de  lo  mas  sep- 
tentrional del  reino  de  Deli,  cuya  ciudad,  agora  muy 
arruinada  y  del  mesmo  nonbre,  se  vee  entre  Agrá  y 
Laor,  y  los  que  después  le  sucedieron  fuesen  despojan- 
do ó  á  los  señores  de  menos  potencia  sus  vezinos,  de 
lo  que  poseían,  vinieron  á  quedar  grandes  y  poderosos 
reyes  hasta  que  Paxa  Mahamut,  padre  del  enbaxador 
de  Laor  de  quien  se  va  tratando,  augmento,  con  tanta 
mayor  grandeza  como  fue  la  a^esion  de  los  reynos  del 
Qinde  y  Canbaya,  la  tan  famosa  y  nonbrada  en  Asia 
monarchia  de  los  mogores,  teniendo  por  el  septentrión 
el  monte  Imao;  por  el  Mediodía,  el  mar  Indico  Austral; 
por  el  Oriente,  el  río  Ganges,  y  por  el  Ocgidente  las  an- 
tiguas prouin(;ías  de  Aracosia,  Aria  y  Bactra,  confínes 
hazia  el  Oriente  de  los  mogores,  vsbeques  y  persianos. 


-395- 

Y  porque  el  rey  quería  esta  tarde  y  toda  la  noche  en- 
tretenerse en  la  colonia  de  los  julphalinos,  como  lo  sue- 
le hazer,  se  leuantó  y  queriendo  ligengiar  los  enbaxa- 
dores  le  dixo  al  de  España  que  le  boluia  á  prometer  de 
dalle  audiencia;  el  qual  le  rrespondio:  si  V.  A.  se  uvie- 
re  de  partir,  como  se  díze,  dentro  de  pocos  dias  de 
Spahan,  y  no  pudiere  hazerme  esa  merged,  todo  lo  que 
principalmente  se  puede  tratar  y  lo  que  agora  vltima- 
mente  el  rey  mí  señor  me  manda  con  este  frayle  que 
vino  de  España,  es  lo  mesmo  que  con  V.  A.  traté  en 
Casbin  sobre  rrestituir  lo  ocupado  del  reyno  de  Or- 
muz.  Dio  muestras  el  rey  de  no  entender  esto  y  salien- 
do á  la  puente  con  los  demás  llegó  un  bufón  del  enba- 
xador  de  Laor,  tenido  por  todos  por  de  muy  buena 
gragia,  á  hablar  al  Enbaxador  de  España,  diziendo  su 
amo  quien  era  y  lo  que  profesaua;  pero  llegó  el  bufón 
con  tanta  grauedad,  seueridad  y  conpostura,  que  no 
solo  no  dio  muestra  de  honbre  de  aquel  arte,  sino  que 
paresgio  en  él  un  verdadero  retrato  de  Antístenes,  Xe- 
nocrates  ó  Epaminondas,  no  diziendo  otra  cosa  mas  de 
muy  serios  cunplimientos,  de  manera  que  con  'ningún 
artifigio,  ni  propia  naturaleza  de  los  honbres  de  aque- 
lla profesión  pudiera  mostrar  tanto  su  buena  gragia 
como  en  aquello.  Tenia  la  mesma  edad  ó  mas  que  el 
mesmo  Enbaxador,  y  tan  paregido  á  él  que  no  hallán- 
dose juntos  nadie  dexara  de  engañarse,  no  siendo  de 
su  mesma  familia,  para  no  tenellos  por  una  mesma  per- 
sona. Y  ansí  dezia  el  Enbaxador  de  España  que  para 
mayor  admiragion  y  grandeza  de  aquellas  fiestas  y  jun- 
tas de  embaxadores,  el  de  Laor  auia,de  industria,  tro- 
cado su  persona  con  la  de  su  bufón,  rrepresentando 
propiamente  cada  uno  la  del  otro;  paró  el  rey  un  poco 
en  pie  en  medio  de  la  puente,  llegando  allí  los  demás 
enbaxadores,  haziendose  una  rrueda  ó  gerco  de  todos 
en  el  Ínterin  que  traían  cauallo  al  rey,  el  qual,  asiendo 
por  el  brago  al  Enbaxador  de  España  y  señalando  con 


-397- 

la  otra  mano  al  de  Laor,  le  dixo:  ¿Veislo  allí?;  pues 
si  no  me  entrega  á  Candar  se  la  tengo  de  tomar  á  su 
rey  y  lo  demás  que  por  alli  hallare,  porque  á  mis  hijos 
(señalándolos  tanbien,  que  cstauan  presentes,  aunque 
fuera  de  la  rrueda),  no  les  tengo  de  desminuir  un  pal- 
mo de  tierra  de  lo  que  por  las  armas  en  mis  reynos 
tengo  acrecentado,  Y  aunque  esta  paresgio  rrespuesta 
guardada  para  en  parte  tan  pública,  de  lo  que  poco  an- 
tes el  Enbaxador  de  España  le  auia  dicho,  no  se  quiso 
dar  por  entendido  dello,  mas  de  rrespondelle  que  Su 
Alteza  y  Xaselin  y  su  Enbaxador,  que  estaua  presente, 
se  auendrian  como  amigos,  porque  él  no  entendía  que 
cosa  fuese  aquello  de  Candar,  y  con  esto,  rriendose  el 
rey  con  todos,  sigun  lo  haze  sienpre,  se  despidió  dellos 
yéndose  á  Julpha,  y  los  demás  á  sus  posadas,  siendo  ya 
casi  noche. 

Candar,  ya  que  aqui  se  a  hecho  mención  della,  es 
una  pequeña  giudad,  aunque  fuerte,  sigun  su  sitio,  en 
los  confines  de  Aria,  llamada  agora  Arat,  y  de  la  pri- 
mera India,  y  en  el  propio  camino  que  de  Persia  y  Co- 
rassan,  de  donde  es  muy  vezina,  Ueuan  los  mercaderes 
á  la  provincia  del  Qinde,  y  de  alli  los  de  Laor,  Agra  y 
demás  partes  de  la  India  á  los  dichos  reynos  de  Coras- 
san,  Media  y  Persia.  Y  por  ser  este  paso  forzoso  de 
todas  las  carauanas  que  van  y  vienen  de  la  India  á  Per- 
sia, viage  que  el  rey  con  tanto  cuydado  a  introduzido 
de  pocos  años  á  esta  parte  por  deriuar  por  alli  el  co- 
mercio maritimo  de  Ormuz  con  tanto  prouecho  suyo, 
tenia  en  Candar  un  buen  presidio  con  capitán  de  con- 
fianza; pero  como  éste,  ó  por  se  hallar  ofendido,  ó  lo 
que  es  mas  gierto,  auiendo  rreqibido  gran  cantidad  de 
dinero  del  rey  de  Laor,  ansí  para  sí  como  para  sus  sol- 
dados, le  entregase  la  fuerga  (i),  se  pasó  á  seruille  con 
todos  ellos,  cosa   que  por  los  grandes  sueldos   que 

(i)    pasando. 


—  398  — 

aquel  gran  principe  offrege  [es]  muy  vsada  de  los  per- 
síanoSy  vsbeques  y  corassanes,  con  otras  muchas  na- 
ciones de  Asía. 

Pasados  dos  días  tuvo  el  rey  aper^ebida  otra  fiesta 
de  noche  en  el  Maydan^  mandando  que  por  todas  las 
tiendas  y  alcobas  altas  alderredor  del  uviese  muchas 
luminarias,  y  la  fiesta,  aunque  muy  insípida  y  de  poco 
gusto,  era  luchar  algunos  honbres  desnudos,  y  pelear 
carneros,  dándose  grandes  topadas,  con  la  contienda 
de  los  toros  que  ya  se  hizo  mengion  en  la  entrada  del 
Enbaxador  de  España  en  Caxen.  Fueron  llamados  á 
una  ora  de  la  noche  todos  los  Enbaxadores,  acudiendo 
gran  numero  de  gente,  ansi  de  naturales  como  foraste- 
ros, de  manera  que  con  ser  el  Maydan  tan  capaz  y 
grande  cstaua  casi  todo  ocupado.  Luego  que  salió  el 
rey  se  comenco  la  lucha  y  toparse  los  carneros,  auien- 
do  muchos  parciales,  honbres  y  muchachos,  que  á  los 
unos  y  á  los  otros  los  animauan  con  toda  suerte  de  pa- 
labras y  ademanes  á  conbatir,  y  aunque  esta  vista  y 
entretenimiento,  mirándose  como  fiesta  de  un  rey  y 
hecha  á  Enbaxadores  de  tan  grandes  principes,  pare- 
ciese tan  insulsa  y  pueril,  á  lo  menos  era  con  alguna 
quietud,  no  dando  mayor  molestia  que  la  que  se  tenia 
con  el  calor  del  tienpo,  siendo  en  el  rrigor  del  estio  y 
de  las  muchas  luzes  que  alli  auia.  Pero  venidos  los  to- 
ros, cuya  contienda  duró  grande  espacio,  la  fiesta  fue 
molestissima  y  pesada^  porque  enpujandose  unos  á 
otros  aferrados  por  los  cuernos,  frente  con  frente,  como 
sucedió  en  Caxen,  y  la  gente  de  á  pie  y  de  cauailo  es- 
tuuiese  muy  apiñada,  era  forzoso  apartarse  y  rretirarse 
de  la  parte  adonde  los  toros,  lleuados  de  los  otros  se 
rretirauan,  boluiendo  éstos  luego  animados  de  sus  due- 
ños y  fautores,  cobrando  animo  á  lleuar  á  los  que  antes 
parecían  vencedores.  Y  como  los  de  a  cauailo  muchas 
vezes  corriendo  huyesen  por  no  encontrarse  con  los 
toroSy  se  atropellauan  unos  á  otros  con  grandissima 


-399- 

confusión  y  tumulto,  mayormente  de  los  muchos  que 
caian  de  los  de  apie  (i),  y  como  los  criados  del  rey  y 
otros  muchos,  como  el  mesmo,  por  la  rrazon  dicha 
anduuiese  corriendo  y  apartándose  á  muchas  partes 
del  Maydan,  corrían  ansimesmo  todos  hazia  aquella 
parte  por  hallarse  mas  ^erca  del  [y]  derribauan  y  pisa- 
uan  á  muchos,  siendo  los  mas  de  los  Enbaxadores  lo[s] 
que  hazían  esto  con  mas  cuydado,  de  que  resultaua  el 
daño  dicho.  En  fín,  después  de  auerse  gastado  la  ma- 
yor parte  de  la  noche  en  esta  tumultuosa  y  molestísima 
fiesta,  deseando  algunos  que  se  acabase,  el  rey,  apar- 
tándose corriendo  de  los  demás  se  entró  por  la  puerta 
de  su  árame,  rrccogiendose  los  Enbaxadores  á  sus  po- 
sadas. 

Enbió  otro  dia  el  rey  gran  cantidad  de  cosas  dulges 
al  Enbaxador  de  España,  en  muchas  fuentes  de  plata 
mucho  mayores  que  rrodelas,  y  aunque  auia  gran  nú- 
mero y  diferencias  de  confituras  y  frutas  de  alcorza,  no 
con  el  primor  que  en  España;  pero  fue  tanta  la  canti- 
dad que  bastó  para  proueer  los  conventos  y  abundan- 
temente á  toda  la  familia  del  Enbaxador.  Avia  muchos 
días  antes  enbiado  el  rey  á  dezille  que  de  todos  los  rre- 
galos  que  en  su  casa  uviese,  mayormente  de  cosas  dul- 
5CS,  enbiase  por  ellas,  que  él  rre^ibiria  mucho  gusto 
dello;  y  sabido  que  no  se  auia  hecho  ansi  quiso  que 
aquel  día  se  lleuase  todo  junto,  mandando  dar  el  En- 
baxador á  los  portadores  de  aquel  presente,  que  eran 
muchos, -una  buena  cantidad  de  dinero.  Y  para  que  se 
entienda  en  la  veneración  en  que  todos  estos  persianos 
tienen  á  sus  reyes,  se  pondrá  aqui  un  caso  que  enton- 
ces sugedio,  y  fue  que  como  biuiese  muy  contigo  á  la 
casa  del  Enbaxador  un  persiano  texedor,  su  muger, 
que  tanbien  vsaua  el  mesmo  offigio,  se  hallaua  enton- 
ces muy  al  cabo  de  una  muy  peligrosa  enfermedad,  no 


(i)    mayormente» 


pudiendo  ya  comer  muchos  días  auia;  y  siendo  muy 
público  entre  todos  aquellos  vezinos  auer  el  rey  enbia- 
do  aquella  colación,  con  grande  afecto  vinieron  de  su 
parte  á  pedille  á  un  criado  del  Enbaxador  le  suplicase 
de  su  parte  que  por  amor  de  Dios  le  enbiase  algo  de  lo 
que  uviese  quedado,  porque  le  paremia  que  luego  esta- 
ría buena.  Y  como  se  le  lleuase  buena  cantidad  y  co- 
miese con  aquella  buena  fe  la  enferma^  parte  della,  al 
momento  se  alentó  y  mejoró  de  manera  que  en  tres  ó 
quatro  dias  quedó  del  todo  buena,  aunque  la  fruta  no 
^ra  tal  que  mereciese  por  si  hazer  tales  milagros. 

Dos  dias  después  de  la  contienda  de  los  toros  y  car- 
neros enbió  el  rey  una  noche  por  los  enbaxadores,  y 
como  el  de  España  fuese  algo  más  tarde  por  auerse 
detenido  á  ^enar,  ya  quando  llegó  al  Maydan  auia  el 
rey  salido  hazla  la  puente,  corriendo  alia  gran  número 
de  honbres  á  pie  y  á  cauallo,  y  entre  ellos  los  enbaxa- 
dores, hasta  que  llegados  al  Charabat  vinieron  algunos 
criados  del  rey  á  gran  priesa,  unos  tras  otros^  á  llamar 
al  Enbaxador  de  España,  diziendo  que  el  rey  le  aguar- 
daua  en  la  puente.  Auia  el  rey  mandado  con  vando 
público  aquella  tarde  tener  luminarias,  no  solo  en  las 
casas  particulares^  tenplos  y  lugares  públicos  de  la  giu- 
dad  de  Spahan^  sino  tanbicn  en  las  colonias  de  Tauris, 
Julpha  y  Eruan  y  (i)  en  las  de  los  gaores,  determi- 
nando de  tener  la  fiesta,  ó  Tamaxa,  como  dizen  los 
persianos,  en  una  casa  nueua  de  un  mercader  rrico, 
entre  la  giudad  vieja  de  Spahan  y  Tauris,  junto  al  mes- 
mo  Charabat.  Y  aunque  uviesen  ya  llegado  á  donde 
estaua  el  rey  los  demás  enbaxadores  y  auiendose  de 
tomar  el  camino  para  la  dicha  casa  á  la  mano  derecha, 
antes  de  entrar  en  la  puente  entró  el  rey  con  los  demás 
por  gran  trecho  della,  entreteniéndose  hasta  que  el  de 
España  llegase;  pero  como  por  la  mucha  priesa  que  le 


(i)    tanbien. 


dauan  fuese  corriendo  hasta  casi  la  mitad  de  la  puente, 
boluia  ya  el  rey  en  los  primeros  y  á  un  lado  el  enbaxa- 
dor  del  Mogor  dando  bozes  ¡Htspania,  Hispania!^  lla- 
mando con  esto  al  Enbaxador  y  pronunciando  más 
propia  y  latinamente  este  nonbre  que  los  mesmos  es- 
pañoles; llegó  el  Enbaxador  y  poniéndose  á  su  mano 
izquierda  salieron  luego  de  la  puente,  camino  de  la 
casa,  siendo  increíble  el  número  de  gente  que  auia 
acudido,  con  tantos  lanpiones  y  hacheros  con  lunbres 
que  paremia  de  día.  Fue  preguntando  el  rey  al  Enbaxa- 
dor de  España  por  las  nueuas  que  entonces  tenia  de 
Europa,  auiendo  en  aquella  sazón  llegado  á  Spahan 
algunos  rriportes  á  los  venecianos  que  alli  auia,  de 
Bagadat  y  Alepo^  en  que  se  dezia  el  gran  aparato  de 
armadas  que  se  hazia  en  Italia,  ansi  por  Su  Magestad 
Católica  como  por  el  rey  de  Francia  y  venecianos,  y 
tanbien  de  como  Manolli,  señor  de  Seida,  que  'es  la 
antigua  Sidon,  con  algunos  drusos  leuantados  del  mon- 
te  Líbano  auia  tomado  á  Bar  uto,  de  los  turcos.  Y 
aunque  el  Enbaxador,  tomando  aquella  ocasión  quisie- 
ra hazerle  ciertas  aquellas  nueuas,  no  teniendo  otra  (i) 
siguridad  de  que  lo  fuesen  no  le  quiso  tratar  ni  persuá- 
dale (2)  que  mouiese  las  armas  contra  el  Turco,  por- 
que sabiendo  quan  ageno  estaua  el  rey  de  esto  no  que- 
ria  que  no  aprouechando  y  saliendo  después  incierto 
el  aparato  de  guerra  en  Italia  (3),  el  rey  le  tuuiese  en 
la  opinión  en  que  tenia  al  obispo  de  pirene,  mayor- 
mente no  auiendo  tenido  de  Su  jMagestad  Catholica  so- 
bre esto  auiso  alguno.  Y  ansi  solo  le  respondió  que 
qualesquiera  apercebimientos  de  guerra,  ciertos  ó  no, 
tendrían  al  Turco  con  cuydado,  y  si  el  rey  quisiese  in- 
tentar algo  contra  él  le  serían  de  notorio  prouecho,  no 


(i)    certej^a  dellas, 

h)    que  gomando  de  aquella  ocasión, 

(3)    ingicrio, 

26 


—  4^2   — 

queriendo,  por  lo  arriba  dicho,  meter  más  la  mano  en 
esta  materia.  Llegó  el  rey  á  la  casa  y  apeado  subió 
arriba  con  los  demás,  siendo  muchas  las  escaleras,  pa* 
sandose  muchos  suelos,  sigun  la  grande  altura  della, 
hasta  llegar  al  techo  ó  terrado,  que  era  muy  grande  y 
espagioso,  en  que  auia  tantas  lunbres  que  aunque  co- 
mo en  parte  tan  alta  y  patente  corriese  algún  aire  era 
mayor  la  molestia  de  las  muchas  luminarias,  las  qua- 
les,  después  de  auerse  el  rey  sentado  en  el  mesmo  sue- 
lo del  terrado  con  todos  los  que  le  aconpañavan,  se 
multiplicaron  á  la  vista,  de  manera  que  hizo  grandissi- 
ma  admiración.  Porque  ansi  en  toda  la  giudad  como 
en  las  dichas  colonias,  quanto  la  vista  podia  alcanzar 
era  increíble  el  número  de  las  luzes  que  desde  alli,  es- 
tando en  medio,  á  todas  partes  se  vian.  Comentóse 
luego  el  común  y  ordinario  entretenimiento  de  beuer, 
auiendo  muchas  tagas  y  garrafas  con  vino  y  algunos 
platos  de  pistachos  tostados  con  su  cascara,  y  el  rey, 
muy  alegre,  pidió  su  espada  al  Enbaxador  de  España, 
como  sienpre  lo.  auia  hecho,  y  teniéndola  enpuñada, 
desnuda,  la  estuuo  mirando  con  mucha  atención,  to- 
cándole muchas  vezes  la  punta,  y  después  de  auersela 
buelto,  ansi  á  él  como  á  los  demás  les  preguntó:  ¿que 
les  paremia  de  lo  que  se  publicaua  de  Manolli?  Dixeron 
algunos  sobre  esto,  como  es  cosa  ordinaria  engrande- 
cer lo  que  se  desea,  que  este  druso,  con  ayuda  que  le 
auian  enbiado  los  principes  de  Europa  se  podría  apo- 
derar del  reyno  de  Chipre,  y  otros  que  lo  estaua  ya  y 
que  era  señor  de  la  canpaña,  de  manera  que  los  Baxás 
de  Damasco  y  Alepo  no  se  atreuian  á  hazelle  rresisten- 
9ia.  Y  como  á  todo  esto  el  Chaus  del  Turco  no  rres- 
pondiese  nada,  mas  de  mirar  al  Enbaxador  de  España 
y  rreirse,  boluio  el  rey  á  preguntar  al  mesmo  Enbaxa- 
dor particularmente  dixese  lo  que  le  paremia,  el  qual, 
entendiendo  la  malicia  con  que  lo  preguntaua  le  rres- 
pondio  que  no  creía  que  Manolli  iiiuiesc  tanto  caudal 


—  4^3  — 

y  fuergas  que  pudiese,  no  solo  lleuar  al  cabo,  pero  aun 
acometer  una  enpresa  tan  grande  como  aquella,  ma- 
yormente siendo  menester  tan  pujante  armada  que  fue- 
se superior  á  la  del  Turco,  y  que  Manolli  ni  podía  te- 
nerla ni  se  sabia  que  de  Europa  se  le  uviese  enbiado, 
y  que  lo  que  podría  hazer  quando  fuese  ansí  como  de- 
zian  que  él  fuese  superior  en  canpaña  á  los  Baxas  de 
Alepo  y  Damasco,  lo  qual  no  paresgía  creible,  era  to- 
mar y  saquear  á  Trípol,  estando  tan  gerca  del  monte 
Líbano,  y  que  sobre  aquella  materia  se  informase  Su 
Alteza,  de  Mahamet  Chaus,  que  estaua  presente  y  sa- 
bría dar  más  rrazon  de  todo  lo  que  sobre  aquello  se 
tratase.  Y  porque  el  Chaus  estaua  medio  corrido  y  ca- 
llaua,  el  rey  hizo  gran  fiesta  rriendose  y  mudó  luego 
otra  conversación.  Tenia  por  costunbre  el  Enbaxador 
de  Laor  en  todos  estos  actos  públicos,  desde  el  prime- 
ro día  que  vino,  á  tomar  el  humo  del  tabaco,  con  estar 
tan  gerca  del  rey  como  síenpre  se  hallaua.  Para  esto  le 
traían  un  instrumento  con  que  le  tomaua,  que  era  un 
cañuto  hueco  de  oro,  de  la  largura  de  dos  palmos,  y 
de  grueso  como  el  menor  dedo  de  la  mano,  á  cuyo  ca- 
bo auia  vn  frasquíto  de  oro  del  tamaño  de  un  hueuo 
con  muchos  agugeros,  en  que  auia  fuego  y  los  poluos 
del  tabaco,  y  poniendo  el  otro  cabo  en  la  boca  y  so- 
plando y  boluiendo  á  rrecoger  luego  el  aliento  salía  por 
los  agugeros  del  frasquillo  mucho  humo,  y  con  tan  mal 
olor  que  aun  para  los  que  estauan  mas  lexos  del  era 
cosa  muy  molesta  y  pesada,  quanto  y  mas  á  los  que  se 
hallauan  tan  ^erca  como  el  rey,  aunque  no  fuera  en 
tíenpo  de  tanto  calor.  Y  aunque  esto  desde  el  primer 
día  paresQÍo  á  todos  mucha  libertad  y  para  aquel  lugar 
notable  desconpostura,  lo  querían  desculpar  algunos 
dizíendo  que  con  la  asidua  costunbre  que  tenia  de  to- 
mar aquel  humo  no  podía  por  aquel  poco  tienpo  pasar 
sin  él  sin  desuanegerse.  El  rey,  aunque  tan  humano  y 
apazíblc  con  sus  huespedes,  sienpre  daua  muestras. 


—  4<H  - 
pero  sin  dezir  nada,  de  cargarse  y  enfadarse  con  el  tal 
entretenimiento  del  Mogor,  porque  que  demás  de  la 
mucha  molestia  que  el  humodaua,  bienechauadever, 
como  agudo  y  perspicaz  que  era,  que  los  circunstantes 
lo  notauan.  Y  aquesta  noche,  al  tienpo  que  el  indio 
lan^aua  y  rrecogia  su  humo,  boluiendo  el  rrostro  á  la 
parte  contraria  de  donde  vliiÍíi  y  hazia  donde  estaua  el 
Enbaxador  de  España,  le  pi  ei;iint6  s¡  en  España  toma- 
uan  el  tabaco  y  qué  personas  lo  tomavan;  á  lo  qual  le 
rrespondió  el  Enbaxador,  entendiendo  luego  á  que  fin 
le  preguntaua  aquello,  que  solos  ios  indios  y  los  negros 
tenian  y  vsauan  aquella  medigina.  Dio  luego  el  rey  una 
gran  frisada  con  darse  una  palmada  en  la  frente  v  Ic- 
uantandose  diziendo  que  luego  boluia,  le  quitó  ai  Cham 
de  Xiras  el  turbante  de  la  cabera  y  aparcándose  a  una 
parte  del  terrado,  adonde  aula  una  paredilla  ó  pretil 
por  donde  baxaua  una  escalera,  detras  della  ^e  tendió 
en  el  suelo  y  se  puso  á  dormir  poniendo  por  cabegera 
el  turbante  que  á  Emancolicham  aula  quitado.  Y  lue- 
go, de  ay  á  muy  poco  espacio,  llegó  el  mesmo  Cham 
con  la  cabera  descubierta  como  auia  quedado  (i),  di- 
ziendo al  Enbaxador  de  España  de  parte  del  rey  que 
en  todo  caso  le  boluiese  á  dezir  quienes  eran  los  que 
en  España  tomauan  el  tabaco,  y  auiendole  rrespondido 
lo  que  antes,  añsi  del  rey  de  donde  estaua,  como  de 
todos  los  circunstantes,  se  leuantó  tan  gran  rrisa  que 
duró  gran  rrato.  El  Enbaxador  de  Laor,  en  este  tien- 
po, ó  porque  no  entendiese  lo  que  se  auia  tratado  so- 
bre el  tabaco,  auiendose  hablado  en  turquesco,  lengua 
común  en  la  corle,  ó  que  no  se  quisiese  dar  por  enten- 
dido, sienpre  estuuo  humeando  con  su  canuto  en  el 
Ínterin  que  esta  ñesta  duró.  En  esto  se  llegó  al  inter- 
prete del  Enbaxador  de  España,  Scanderbeg,  el  valido 
del  rey,  y  le  dixo  disimuladamente  que  podia  irse  si 


([)    preguntando. 


—  4^5  — 

gustase;  que  sabido  por  el  Enbaxador  se  leuantó  y  se 
fue,  despidiéndose  con  líuiana  gerimonia  de  los  demás, 
que  tanbien  hizieron  lo  mesmo,  yéndose  todos  á  sus 
posadas  muy  gerca  ya  de  quando  quería  amaneger. 

La  noche  siguiente  quiso  el  rey  que  los  Enbaxado- 
res  viesen  las  mesmas  luminarias  desde  el  terrado  de 
su  casa,  que  como  ya  se  a  dicho  cae  sobre  el  Maydan, 
y  es  aquella  torre  de  muchos  suelos  que  haze  perspec- 
tiua  á  aquella  gran  plaga,  por  ser  aquel,  fuera  de  los 
alcoranes,  el  lugar  más  eminente  de  toda  la  giudad.  Y 
para  que  est^iuiese  mas  cómodo  aquella  noche,  le  auia 
el  rey  mandado  algunos  dias  atrás  hazer  alderredor  de 
todo  él  un  parapeto  en  que  arrimados  á  él  pudiesen  ver 
á  plazer  la  gente  y  luminarias  de  la  plaga  de  la  giudad 
y  colonias,  y  muchas  claraboyas  en  el  mesmo  para- 
peto para  gozar  de  la  mesma  vista  los  que  estuuiesen 
sentados  en  el  suelo  del  terrado.  Mandó  el  rey  juntar 
alli,  luego  que  gerró  la  noche,  los  Enbaxadores  y  otros 
huespedes,  en  que  entraron  los  ingleses  y  los  religiosos 
de  anbos  conuentos^  que  solian  ser  llamados,  estando 
cubierto  de  alhonbras  lo  más  gercano  alderredor  del 
pretil,  y  porque  el  rey  no  se  halló  presente  esta  noche 
para  rregibir  y  festejar  los  Enbaxadores,  demás  de 
otros  muchos  ministros  y  criados  suyos  estauan  alli 
Hilao  Cham,  el  regulo  de  los  Curdos  que  vino  con  el 
Enbaxador  de  España  la  mayor  parte  del  camino  de 
Casbin  para  Spahan,  y  Emancolichan,  soltan  de  Xiras. 
La  estangia  del  terrado  estaua  mas  apazible  que  la  de 
la  noche  pregedente  porque  no  auia  arriba  luminarias, 
mas  de  la  luz  de  la  luna,  y  con  esto  y  ser  el  sitio  tan 
alto  el  aire  refrescaua  á  todos,  aunque  las  muchas  ga- 
rrafas de  vino  engendian  á  los  mas.  Mandó  tanbien  ve- 
nir aquella  noche  la  familia  del  Enbaxador  de  España^ 
y  con  ser  la  fíesta  tan  de  proposito  que  las  alhonbras 
delante  de  todos  estauan  cubiertas  con  tagas  y  garrafas 
de  oro  con  muchas  diferengias  de  vinos,  no  auia  mas 


—  4q(>  — 

colación  que  platos  de  unas  ciruelas  muy  gruesas  que 
en  España  en  la  prouin^ia  de  Estremadura  vulgarmen- 
te llaman  harta  vellacos,  por  ser  la  peor  y  mas  grosera 
spe^ie  de  ciruelas.  Aunque  las  que  esta  noche  allí  se 
pusieron,  con  ser  de  la  mesma  calidad  y  tamaño  que 
en  España,  pares^ieron  muy  buenas  á  los  que  las  co- 
mieron, ó  por  no  auer  otra  cosa  ó  porque  careciendo 
Persiade  buenas  ciruelas,  aunque  abundante  de  las  de- 
mas  frutas  en  toda  perfección,  estas  lo  parecieron  en- 
tonces. Enbiose  á  escusar  el  rey  de  no  auer  salido,  por 
no  hallarse  aquella  noche  bueno,  aunque  se  entendió 
que  estaua  en  el  ultimo  y  mas  superior  quarto  de  aque> 
lia  torre  que  caía  debaxo  del  mesmo  lorrado,  con  algu- 
nas mugeres  de  su  árame  teniéndolo  diputado  y  pre- 
uenido  (i)  con  tanta  curiosidad  para  actos  semejantes, 
como  ya  queda  dicho  en  la  discripcion  de  Spahan. 

Gastóse  alli  gran  parte  de  la  noche  con  hermossissi- 
ma  perspectiva  de  las  muchas  luminarias  y  cohetes,  y 
con  el  gran  número  de  gente  que  en  el  Maydan  anda- 
ua,  y  la  fortaleza,  aunque  algo  lexos,  estaua  muy  her- 
mosa, llenas  las  murallas  y  torres  de  infinitas  luzes, 
siendo  las  fiestas  mucho  mejor  que  las  pasadas  por  auer 
dado  licencia  mas  tenprano  á  todos  para  rrccogerse 
á  sus  posadas;  con  lo  qual  se  concluyeron  las  fiestas 
que  con  quanto  cuydado  pudo  el  rey  de  Persia  hizo  á 
los  Enbaxadores  en  Spahan,  las  quales  se  an  puesto 
tan  particularmente,  no  por  la  grandeza  dellas,  sino 
porque  se  conozca  que  todos  estos  rejes  orientales, 
aunque  en  la  aparencia  exterior  barbaros,  conforme  á 
las  costunbres  de  Europa,  pero  en  las  esenciales  mas 
atentos  y  sobrios  que  las  naciones  del  Occidente,  y  ansi 
con  poco  fausto  y  mucho  menos  costa  celebran  sus  fies- 
tas y  entretenimientos  públicos. 


—  407  — 

Y  porque  se  a9ercaua  su  quaresma  y  ayuno  del  Ra- 
madan,  general  á  todos  los  mahometanos,  y  el  rey  que- 
ría hallarse  en  aquella  sazón  fuera  de  Spahan,  se  dio 
quanta  prisa  pudo  el  Enbaxador  para  quedar  despacha- 
do y  poderse  partir  á  Ormuz  por  los  primeros  de  Agos- 
to, y  ansí  el  rey  le  mandó  dar  sus  paravanas  ó  provi- 
siones para  todo  lo  necesario  para  su  viage.  Y  á  dos  de 
Agosto  le  enbió  á  auisar  se  hallase  aquella  noche  en  el 
Maydan,  porque  alli  quería  dalle  audiencia  á  él  y  á  los 
demás  Enbaxadores  y  despedirse  dellos.  Halláronse  to- 
dos á  las  nueue  de  la  noche  en  el  Maydan,  con  muchas 
hachas,  que  son  aquella  forma  de  lanpíones  que  ya  se 
an  dicho,  y  quando  el  Enbaxador  de  España  llegó  es- 
tauan  ya  todos  los  otros  á  cauallo,  con  otra  mucha 
gente  que  auia  acudido^  junto  á  la  puerta  del  árame, 
aguardando  á  que  el  rey  saliese,  y  ansí  estuuieron  mas 
de  una  ora.  El  Enbaxador,  visto  las  muchas  lumbres 
y  tanta  gente  junta  como  estaua  á  la  puerta  del  árame, 
y  como  hizíese  gran  calor,  se  quedó  lexos  de  los  de- 
mas,  casi  en  medio  ie  la  pla<;a,  auiendo  llegado  allí  los. 
priores  de  los  conuentos  y  sus  conpañeros,  por  auer 
tanbien  de  tratar  el  Enbaxador  con  el  rey  se  les  diese 
ligengia  para  labrar  sus  (i)  casas,  no  auiendo  aun  hasta 
entonges  tenido  mas  de  permisión  para  rresidír  en  ellas. 
En  esto  comengó  á  salir  el  rey  á  cauallo  con  muchos 
de  los  ministros  y  criados  de  su  corte ,  y  cantidad  de 
aquellos  lanpíones  de  plata  que  tenia  el  verano  atrás 
en  Casbin,  y  sin  detenerse  con  nadie  de  los  que  le  aguar- 
dauan  á  la  puerta,  y  guiandolo  el  Maymandar,  se  vino 
adonde  estaua  el  Enbaxador,  diziendo  élmesmo  loque 
otras  vezes:  ¡Hispania^  Hispania!  Y  llegando  el  Enba- 
xador á  hazelle  cortesía  le  dixo:  ¿qué  es  lo  que  me  que- 
réis dezir  de  parte  del  rey  de  España^  mi  ermano?; 
que  aqui  vengo  á  oíros  y  ver  tanbien  sí  de  vuestra  par- 


(t)    conventos. 


—  4'Q  — 

ticulares  que  auia  en  Casbin  y  por  cartas  á  Farabat» 
tratado  con  él,  sobre  no  admitir  los  ingleses,  ni  otros 
estranjeros,  y  que  rrestituyese  á  Baharen,  Queyxo- 
me  y  Comoran,  que  en  diferentes  tienpos  auia  ocu- 
pado del  reyno  de  Ormuz.  Y  aunque  oyó  esta  mate- 
ria el  año  pasado  en  Casbin ,  como  ya  se  a  dicho,  tan 
inpagicntemente,  entonces  la  escuchó  con  quieto  y 
apazible  senblante,  rrespondiendo  á  esto  postrero  que 
al  rey  de  España  su  ermano  no  le  inportaua  nada  que 
el  poseyese  aquellas  islas  y  fortalezas,  ó  que  lastuuie- 
se  el  rey  de  Ormuz,  pues  siendo  anbos  mahometanos, 
el  otro  era  Suni  y  por  esto  de  ley  mas  enemiga  de  los 
francos  que  la  suya.  Paresqió  al  Enbaxador,  y  con  rra- 
zon^  rrespuesta  muy  de  burla  esta,  pero  aunque  estaua 
ya  antes  muy  qierto  de  no  poder  efectuar  sobre  ello  con 
el  rey  nada,  pues  jamás  los  reyes  rrestituyen  lo  vsur- 
pado  de  otros  si  alguna  urgente  necesidad  no  les  fuer- 
za á  hazello,  le  rreplicó  que  el  rey  de  Ormuz  era  vasa- 
llo del  rey  de  España  su  señor,  y  que  Su  Alteza  era 
amigo  y  confederado,  y  como  tal  (i)  devia  rrestituir  lo 
ageno.  Y  aunque  61  Enbaxador  le  habló  tan  libremen- 
te, no  mostró  alteración,  ni  boluio  árreplicar  mas  sino 
que  mahometano  por  mahometano  él  era  mucho  me- 
jor que  el  rey  de  Ormuz,  entremetiendo  luego  otras 
palabras  fuera  de^la  intengion  de  lo  que  se  trataua, 
cosa  que  él  vsaua  sienpre  quando  derechamente  no 
queria  rresponder  ni  conceder  nada  en  lo  que  se  le  pro- 
ponía. En  lo  tocante  á  los  ingleses  mostró  bien  quan 
alcangado  de  rrazon  se  hallava,  pues  nunca  rrespondío 
á  ello  por  mucho  que  de  industria  el  Enbaxador,  tres 
ó  quatro  vezes  le  rreplicó  aquella  noche  sobre  aquella 
materia,  barajando  el  rey  lo  que  se  le  dezi .  vltimamen- 
te,  viéndose  atajado,  con  dezir  grandes  alabanzas  de  la 
humanidad  de  Cristo  y  de  la  pureza  de  Nuestra  Seño- 

íi)    si  la  amistad  le  estaua  bien. 


—  4^  ^  "^ 

ra.  Y  auiendose  gastado  en  esta  audiencia  casi  dos 
oras,  el  rey  boluio  á  offreger  al  Enbaxador  que  mirase 
si  queria  pedir  de  su  parte  alguna  otra  cosa,  á  lo  que 
le  rrespondio  que  ninguna  otra  le  suplicaua  sino  las 
provisiones  para  poderse  partir  á  Ormuz  dentro  de  tres 
ó  quatro  dias,  y  licencia  para  que  los  unos  religiosos  y 
los  otros  pudiesen  labrar  sus  conuentos  en  Spahan, 
encomendándoselos  de  su  parte  á  Su  Alteza  como  cosa 
de  que  tanto  gustaría  á  su  rey.  El  de  Persia  le  rrespon- 
dio que  aquello  quedaua  muy  á  su  cargo  y  que  pidiese 
otra  cosa  si  le  pareciese,  y  el  Enbaxador  le  rrespondio 
que  no  otra  sino  que  le  despachase  luego;  y  con  esto> 
leuantandose  el  rey  v  mandando  el  Enbaxador  al  in- 

«  mi 

terprete,  tendiendo  el  bra^o,  que  le  ayudase  á  ieuan- 
tar,  el  rey  le  asió  por  él  con  anbas  manos  y  le  leuantó 
y  abragó,  llamándole  padre  y  diziendo  que  sienjpre  se- 
ria grande  amigo.  El  Enbaxador,  por  este  fauor  que 
particularmente  le  hazia  á  su  persona,  se  baxó  y  le  besó 
la  mano,  cosa  que  nunca  hasta  entonces  auia  hecho, 
y  boluiendole  el  rey  á  abrazar  se  despidió  del,  y  con 
los  dos  que  le  aconpañauan  tomó  su  cauallo  y  se  fue, 
haziendo  lo  mesmo  el  Enbaxador^  auiendo  llamado  á 
sus  criados^  y  se  fue  á  su  posada.  Fue  cosa  muy  de 
notar  que  estando  en  el  Maydan  tanta  gente  aquella 
noche  ninguna  persona  llegó  á  la  parte ,  con  gran  tre- 
cho, donde  el  rey  y  el  Enbaxador  pararon,  estando 
todo  aquel  espacio  tan  solo  que  aunque  se  hablara  muy 
alto  nadie  pudiera  oillo,  viéndose  la  multitud  de  onbres 
y  cauallos  muy  apiñada  en  el  rresto  de  la  plaga,  hazia 
la  puerta  del  árame  por  donde  el  rey  auia  de  boluer. 
Súpose  otro  dia  auer  dado  alli  en  público  audiengia  á 
los  demás  enbaxadores,  á  cauallo  como  se  hallaron, 
que  fue  breue  y  sumariamente,  diziendo  muy  enojado 
y  á  bozes  al  Chaus  del  Turco,  que  le  pedia  boluíese  la 
prouingia  de  Siruan,  que  ni  una  piedra  le  daría  de  todo 
lo  que  él  auia  ganado. 


CAPÍTULO  VII 


Regalos  del  Schah  á  D.  Garcfa.—Sole  éste  de  Spahan.— Llegad»  á 
Janistán.— Viaje  i  Mahier.— Jornadas  siguienm  hasta  Dergrígci 
y  dolencias  de  D.  GarcU.— Noticias  que  hubo  de  D.  Roberto 
Sherley  y  de  sus  proyectos,— Camino  hasta  Xiras.— Muerte  que 
allí  se  dio  á  Fr.  Moisés.— I  n  so  I  encías  de  Cachibec. 

Lleuole  el  Maymandar  otro  dia  las  prouisiones  del 
rey  a)  Enbaxador,  para  todo  lo  necesario  á  su  viage,  y 
estando  ya  aprestado  para  partirse  te  sobreuino  un 
gran  corrimiento  con  terribles  dolores  en  anbos  pies, 
que  le  tuuo  veinte  días  en  la  cama  sin  poderse  tener  en 
ellos,  siendo  mayor  para  él  esta  molestia  viendo  inpe- 
dida  su  jornada,  gastándosele  el  tienpo  para  la  mon- 
^ton  de  Ormuz  á  la  India.  Salió  el  rey  de  Spahan  en 
aquellos  primeros  días,  enbiando  primero  a)  Enbaxa- 
dor dos  piezas  de  brocado,  bordadas  en  ellas  algunas 
figuras  de  persianos,  georgianos  y  francos,  y  algunas 
otras  piegas  de  mileques  de  oro  y  plata  y  de  ter?iopelo, 
hasta  el  número  de  nueue,  que  es  y  a  sido  entre  los 
asíanos  de  dignidad  y  perfegion.  A  sus  criados  enbió 
veinte  y  siete  piegas  de  mileqijes  de  plata,  y  otras  de 
terciopelo,  y  aunque  con  poca  ó  ninguna  mejoría  se 
alentó  el  Enbaxador  y  en  un  andor  se  hizo  lleuar  á 
una  aldea,  una  legua  de  Spahan,  á  25  de  Agosto,  para 
desde  alli  caminar  otro  dia  en  el  mesmo  andor  ó  la  li- 
tera, haziendole  mucha  conpasion  los  muchos  arme» 
nios,  surianos  y  georgianos  de  todo  sexo  y  edad  que 
acudieron  llorando  á  su  posada,  faltándoles  de  alli  ade- 
lante-la limosna  con  que  eran  socorridos  cada  dia,  & 
los-quales  mandó  el  Enbaxador  rrepartir  alguna  canti- 
dad de  dinero;  y  ansí  salto  de  Spahan  aconpañandote 


—  4>3  — 

el  Maymandar  y  algunos  otros  persiaoos  con  los  prio- 
res de  los  conuentos  y  otros  francos,  llegando  á  una 
ora  de  la  noche  á  la  aldea,  á  donde  ya  estauan  con  su 
rropa  los  mas  de  sus  criados. 

Llama vase  este  lugar  Jarustan,  metido  entre  muchas 
huertas  junto  al  rrio,  adonde  halló  el  Enbaxador  una 
muy  buena  casa  con  muchos  y  capazes  aposentos,  el 
principal  dellos  al  modo  y  forma  de  una  iglesia  de  los 
conuentos  de  frailes  de  Europa,  con  muchas  ventanas 
por  lo  alto.  Dezian  algunos  persianos  viejos  que  en 
tíenpo  de  Xa  Thamas  auia  seruido  aquella  casa  de  co- 
legio en  que  auia  estudiantes,  siendo  aquel  aposento 
grande  en  que  se  agasajó  el  Enbaxador  la  principal 
aula  ó  catreda  en  que  se  leia  y  enseñaua.  Mostraua  en 
una  gran  huerta  que  tenia  y  en  un  anden  alderredor  de 
toda  la  casa,  auer  auido  muchas  fuentes,  aunque  faltas 
ya  de  agua;  en  suma,  el  lugar,  que  podria  tener  qui- 
nientos vezinos,  era  muy  fresco,  abundantísimo  de 
fruta  y  de  toda  suerte  de  mantenimientos. 

Detuuose  en  esta  aldea  el  Enbaxador  dos  dias,  no 
auiendose  acabado  de  juntar  los  camellos  y  demás  ba- 
^ages  hasta  martes  á  los  27  en  la  tarde,  y  apenas  y  con 
lleuarle  casi  en  peso  algunos  de  sus  criados  pudo  en- 
trar en  la  litera,  y  ansi  salió  de  alli  quando  se  ponia  el^ 
sol^  caminando  delante,  dos  oras  antes,  la  caravana. 

Y  porque  se  rrodeaua  una  gran  legua  desde  aqui 
para  Mahier,  sigun  el  camino  que  se  auia  traido  á  la 
venida  á  Spahan,  lleuaron  las  guias  al  Enbaxador  por 
entre  unas  huertas  y  muchas  casas  que  de  una  grande 
aldea  entre  ellas  estauan  esparzidas,  siendo  camino 
muy  enbaragado  y  tan  inpedido  con  las  muchas  ace- 
quias y  puenlezillas,  que  se  padeqio  mucho  trabajo  en 
pasarlas^  no  obstante  la  claridad  de  la  luna,  alargán- 
dose aquella  aldea  y  huerta  mas  de  una  gran  legua  y 
caminando  á  vezes  por  entre  buenas  casas  y  bazares 
con  muchas  cosas  de  comer^  sabiendo  auia  de  pasar 


gente  aquella  noche  que  lo  gastase.  El  mal  paso  de  una 
sierra  que  se  auia  hallado  á  la  venida  se  saluó,  por  no 
poder  salir  el  Enbaxador  de  la  litera,  rrodeando  á  la 
mano  izquierda  media  legua,  auiendo  guiado  para  ha- 
llar este  paso  una  de  las  guardas  que  se  halló  en  aquel 
parage,  y  ansi  por  esto  como  por  el  rrodeo  de  atrás, 
siendo  la  jornada  por  camino  derecho  grandes  ocho 
leguas,  se  gastó  toda  la  noche,  y  con  mas  de  una  ora 
de  sol,  otro  dia,  en  llegar  á  Mahier,  con  gran  frió  y  tan 
mal  parado  el  Enbaxador  de  sus  pies  que  desconfiaua 
de  poder  lleuar  adelante  su  viage.  Posó  en  la  mesma 
casa  en  que  auia  estado  á  la  venida^  que  era  de  las 
buenas  que  halló ^n  todo  el  camino;  el  huésped  della 
y  otros  muchos  vezinos  de  aquel  lugar  eran  grandes 
maestros  de  labrar  flechas  con  mucho  primor,  de  la 
manera  que  en  Comixan,  el  lugar  de  la  jornada  ade- 
lante, se  labrauan  fuertes  y  hermosos  arcos. 

A  28  se  salió  de  Mahier  con  mas  de  una  ora  de  no- 
che y  por  no  auer  aun  salido  la  luna,  ansi  con  la  cara- 
vana como  con  la  litera  del  Enbaxador  iuan  de  aque- 
llos hacheros  que  dauan  mucha  lunbre,  como  se  acos- 
tunbra  en  Persia,  y  siendo  buen  camino  y  la  jornada 
de  seis  leguas  pequeñas  se  llegó  á  Camixan,  dos  oras 
antes  que  amaneciese,  llegando  después  la  caravana  ya 
quando  era  de  dia.  Hallóse  aqui  el  Enbaxador  tan  fa- 
tigado qual  nunca  estuuo,  sin  poder  casi  dormir  ni  co- 
mer en  todo  aquel  dia,  en  que  toda  la  familia  del  buen 
huésped,  qus  era  muy  numerosa,  teniendo  hijos  y  hijas 
casadas  consigo,  boluieroná  visitar  al  Enbaxador  poco 
antes  que  se  partiese,  haziendose  por  todos  el  mesmo 
congiario  que  á  la  venida.  Y  aunque  los  dolores  en  los 
pies  y  la  flaqueza  y  descaimiento  era  tan  grande  se 
hizo  lleuar  á  la  litera;  enpero  saliendo  deste  lugar,  poco 
antes  de  ponerse  el  sol,  á  29,  sintiendo  luego  que  co- 
mento á  caminar  mejoria  notable,  declinando  el  corri- 
miento desde  entonces  notoriamente,  y  ansi  llegó  poco 


—  4i5  — 

después  de  medía  noche  media  legua  mas  adelante  de 
la  aldea  pequeña  en  que  auia  posado  á  la  venida,  auíen- 
do  aqui  mejor  aposento,  que  era  en  un  caravasar  viejo 
en  forma  de  fortaleza  adonde  biuían  en  algunas  casillas 
diez  ó  doze  vezinos  muy  pobres,  que  serian  todos  como 
^ínquenta  personas,  á  los  quales  se  le  dio  limosna  sin- 
gularmente á  cada  uno.  Aqui  rreposó  el  Enbaxador  de- 
xandole  casi  rrepentinamente  sus  dolores,  no  sintiendo 
sino  la  molestia  de  no  poderse  tener  en  pie,  y  aunque 
por  el  trabaxo  del  dia  de  antes  querían  sus  criados  que 
no  caminara  mas  de  tres  leguas  en  la  jornada  de  este 
dia  hasta  el  caravasar  nueuo  del  Cham  de  Xiras,  no  qui- 
so, sino  alargalla  hasta  Hiendegas,  siete  grandes  leguas. 

A  3o  salió  de  este  caravasar  con  casi  una  ora  de  sol 
y  caminando  los  camellos  de  la  litera  á  buen  paso  lle- 
go á  Hiesdegas,  dos  oras  antes  que  amaneciese,  con 
frió  tan  intenso  como  en  medio  del  invierno  se  auia  sen- 
tido en  Spahan,  siendo  menester  tanta  ó  mas  rropa  en 
la  cama  y  posando  el  Enbaxador  en  la  mesma  casa  en 
que  á  la  venida  auia  parado.  La  carauana  sienpre  lle- 
gaua  dos  ó  tres  oras  mas  tarde,  aunque  partía  mas 
tenprano,  viniendo  en  ella,  sin  la  gente  de  seruígio,  que 
tanbien  traían  armas,  gínco  ó  seis  criados  del  Enbaxa- 
dor con  sus  arcabuzes  y  dos  persianos  á  cauallo  con 
sus  arcos,  flechas  y  gimatarras. 

La  discrípíion  de  este  lugar,  por  ser  tan  singular  y 
estraña,  se  hizo  ya  quando  pasó  por  él  el  Enbaxador 
viniendo  á  Spahan,  y  ansí  agora  no  se  dize  otra  cosa 
sino  la  rregibida  opinión  que  del  se  tiene  en  Persía  de 
criarse  allí  mas  hermosas  mugeres  que  en  otra  parte 
de  la  Persia,  y  hazerse  mejor  pan  en  gusto,  blancura  y 
sazón;  aunque  su  mala  aparengia,  pareciendo  mas  mo- 
rada de  fieras  que  de  honbres,  no  promete  dos  cosas 
tan  buenas  como  estas. 

A  3 1  partió  de  aqui  con  poco  sol,  siendo  esta  la  ma- 
yor jornada  que  ay  en  todo  el  camino,  y  baxando  del 


—  4*6  — 

lugar  á  lo  hondo  del  valle  de  que  ya  se  a  hecho  men- 
ción atrás  se  subió  desde  allí  á  la  mano  izquierda  por 
diferente  paso  que  á  la  venida  se  auia  baxado,  y  aun- 
que por  el  de  agora  se  rrodeó  y  gastó  mas  tíenpo  en 
subir  fué  con  mucha  menos  molestia,  descubriéndose 
el  mesmo  valle  hazia  el  Oriente  mas  de  lo  que  la  vista 
podia  alcanfar,  alargándose  por  lo  ancho  del  en  algu- 
nas partes  quinientos,  ochocientos  y  mil  pasos.  Los 
canales  de  agua  de  que  se  rriega  salen  de  un  mediano 
arroyo  que  por  todo  él  corre,  por  cuyo  beneficio  toda 
aquella  tierra  está  muy  cultiuada  de  huertas  de  fruta  y 
diuersas  legunbres,  y  lo  demás  labrado  para  cogerse 
trigo  y  (euada  y  cantidad  de  arroz,  continuándose  este 
valle  por  mas  de  seis  ó  siete  leguas  en  la  forma  de  un 
anchissimo  y  profundo  foso  con  los  montes  altos  y 
peynados  á  sus  orillas,  en  las  quales  ay  muchos  luga- 
res cuyos  moradores  biuen  y  se  alimentan  bastante- 
mente con  el  beneñgio  de  aquella  poca  tierra. 

Por  ser  esta  jornada  tan  larga  no  se  pudo  llegar  al 
aldea  de  Dergriger  hasta  después  de  salido  el  sol,  sien- 
do el  frió  tan  grande  que  exgedió  al  de  la  noche  pasa- 
da quando  se  llegó  á  Hiesdegas,  y  ansi  fue  menester 
arroparse  bien  todos.  Posó  el  Enbaxador  en  la  casita 
que  aqui  tenia  el  Chan  de  Xiras,  como  á  la  venida  lo 
auia  hecho^  viniendo  ya  casi  bueno  de  su  indispusi- 
(ion,  rrecreandose  todos  en  esta  aldea  por  tener  un 
buen  caravasar  y  auer  hecho  traer  las  guias  muchos 
mantenimientos,  y  principalmente  por  la  cantidad  de 
buen  agua  del  abundante  arroyo  que  corría  por  la 
huerta,  de  que  con  mucho  cuydado  mandó  el  Enbaxa- 
dor proueer  á  todos,  siendo  pestilencial  la  que  auia  en 
quatro  jornadas  adelante  hasta  Main.  Antes  que  el  En- 
baxador saliese  de  Spahan  auia  mandado  que  todos  sus 
criados,  demás  de  Ueuar  hasta  la  gente  de  serui^io  sus 
arcabuzes,  que  cada  uno  se  proueyese  de  un  odre  pe- 
queño en  quecabia  algo  mas  de  media  arroba  de  agua, 


—  +17  — 

y  de  imquttasDl,  porque- aunque  se  auia  de  caminar  da 
noche  podíase  offre^er  por  alguna  negesídad  de  las  que 
acaecen  en  semejantes  jornadas  caminar  alguna  vez  de 
dia^  que  por  ser  en  fin  del  estío  era  mas  dañoso.  El 
odre  era  aun  mucho  mas  necesario  por  auer  gran  falta 
de  agua,  particularmente  en  el  reyno  de  Lara,  adonde 
auia  dos  años  que  no  llouía  y  dexauan  ya  de  caminar 
las  caravanas  de  mercaderes  por  no  tener  agua  las  (is« 
ternas,  y  para  tales  necesidades,  de  costumbre  inme*- 
morial  y  antichíssíma,  vsaron  sienpre  y  lo  vsan  agora 
los  árabes  y  persianos  á  lleuar  quando  caminan  estos 
odres  pequeños,  atados  por  anbas  partes  de  la  silla  con 
dos  correas,  quedando  sin  enbaragar  debaxo  del  vientre 
del  cauallo,  muía  ó  yegua,  sin  tocar  al  pelo  de  la  ba- 
rriga con  mas  de  una  mano.  Y  con  el  movimiento  que 
haze  yendo  colgado  se  rrefresca  notablemente,  y  e$ 
tan  antiguo  este  vso  de  lleuar  agua,  mayormente  entre 
los  árabes,  que  muy  particularmente  hize  del  mención 
el  gran  geographo  Strabon,  de  la  mesma  manera  que 
agora  lo  vemos.  Y  como  aquí  en  esta  aldea  uviese  tan 
buen  agua  todos  Ueuaron  llenos  sus  odres  y  frascos;  y 
en  camellos  se  Ueuaron  otros  muy  grandes  que  tanbien 
se  auian  traido  de  Spahan. 

Primero  de  Septienbre,  con  media  ora  de  sol  se  salía 
de  Derguirger,  llevando,  sin  los  persianos  de  a  cauallo, 
algunos  arcabuzeros  á  pie  que  dio  el  governador  de  la 
aldea  por  ser  el  camino  sospechoso,  mandando  el  En-> 
baxador  que  se  lleuase  á  vista  la  caravana  por  lo  que 
pudiese  suceder,  y  ansi  llegaron  casi  todos  juntos  á 
Cuscuzar  á  las  dos  de  la  noche,  temiéndose  mucho  el 
frió,  siendo  en  este  aloxamicnto  el  mayor  y  mas  dañoso 
que  en  toda  la  Persia,  y  sigun  auia  sido  grande  el  de 
las  noches  pasadas,  todos  iuan  muy  rrecatados  del  gran 
trabaxo  en  que  alii  se  auian  de  ver,  y  siendo  menester 
por  medio  del  estio,  en  Cuscuzar,  otras  vezes  tener 
mucha  lunbre  para  calentarse  y  rrepararse  del  frío, 

27 


—  4*8  — 

esta  noche  en'  el  camino  y  después  que  se  llegó  al  ca- 
ravasar se  halló  una  notable  tenplan^a,  sin  ser  menes- 
ter mas  rropa  en  la  cama  de  la  que  se  tenia  en  Spahañ 
aquellos  postreros  dias  antes  que  se  partiese  el  Enba* 
xador. 

A  2,  siendo  la  jornada  que  auia  de  alli  á  Acopaz  de 
malisimo  camino,  todo  por  sierras  y  algunos  valles  en 
que  auia  grandes  pantanos,  se  salió  de  Cuzcusar  con' 
mas  de  una  ora  de  sol,  por  salir  de  un  mal  paso  antes 
que  anocheciese;  pero  adelante  se  hallaron  otros  mu- 
cho peores  por  donde  fuera  inposible  pasar  sino  fuera 
mediante  la  luz  de  los  hacheros,  no  se  pudiendo  cami- 
nar e^ta  jornada  de  noche  de  otra  suerte.  Llegóse  á 
Ao^áz  antes  de  amanecer,  y  aunque  alli  se  halló  otro 
dia  cantidad  de  agua  fria  y  clara  en  muchas  fuentes, 
todos  se  guardaron  della  lo  mas  que  pudieron,  por  su 
mala  qualidad,  tanbien  como  de  los  pestilentes  pcges 
de  aquel  arroyo^  no  consintiendo  el  Enbaxador  que  se 
conprase  alguno  con  acudir  allí  muchos  y  muy  gran- 
des de  aquel  maligno  color  entre  amarillo  y  negro, 
acordándose  de  lo  mal  que  á  la  ida  le[s]  auia  sucedido 
á  todos  con  la  tal  agua  y  pescado. 

A  3^  quando  se  ponia  el  sol  se  salió  de  aquí  y  por 
ser  mucho  menor  la  jornada  que  las  pasadas  se  llegó  á 
media  noche  á  la  aldea  de  la  mezquita  de  los  milagros 
que  el  déruis  ó  ermitaño  auia  contado  al  Enbaxador 
quando  vino,  y  posó  en  ella  como  lo  auia  hecho  antes, 
auiendo  buen  aposento  en  ella  para  él  y  toda  su  familia. 
Otro  dia,  á  las  nueve  de  la  mañana,  llegó  de  Ormuz 
alli  un  soldado  llamado  Juan  Carvallo  Mazcareñas,  con 
un  pliego  de  su  Magestad  Catholica  que  le  cnbiaua  al 
Enbaxador,  don  Luis  de  Sosa,  capitán  de  ürmuz,  cre- 
yendo que  aun  no  fuese  salido  de  Spahan,  el  qual  des- 
pacho auia  traido  de  España  por  la  via  de  Ba^ora  un 
Sebastian  de  Figueredo,  con  quien  desde  Xiras^  año  y 
medio  antes,  el  mcsmo  Enbaxador  auia  escrito  á  Es- 


—  419- 

paña  ¿  Su  Magestad  y  otros  ministros  suyos.  Contenía 
el  pliego,  demás  de  las  instrugíones  y  cartas  para  el 
Enbaxador,  dos  cartas  para  el  rey  de  Persía:  una  de 
Su  Magestad  y  otra  de  don  Roberto  Sirley,  su  enbaxa- 
dor  en  la  corte  de  España,  sobre  lo  que  tan  vanamente 
auía  allá  propuesto  acerca  del  trato  de  la  seda  de  Per- 
sía á  España  por  Ormuz  y  la  India,  y  tener  su  Mages- 
tad armada  para  gerrar  la  nauegagion  del  mar  Rojo.  Y 
pudo  este  honbre  tanto,  aunque  tan  poco  digno  de  se 
admitir  ni  darle  crédito  alguno,  con  los  ministros  de  la 
corona  de  Portugal,  ayudado  de  un  frayle  carmelita 
llamado  fray  Redempto  de  la  Cruz,  que  fue  con  él,  de 
Persia  á  España,  por  subdelegado  suyo,  que  sigun  las 
condiciones  que  sobre  las  tales  materias  allá  propuso, 
se  congedian  al  rey  de  Persia,  enbiando  aquel  año, 
9Ínco  galeones  para  inpedir  la  dicha  nauegagion.  Y 
aunque  todo  esto  de  si  propio  paremia  claramente  tener 
ningún  fundamento,  y  auerlo  escrito  ansi  el  Enbaxa- 
dor  á  Su  Magestad  desde  la  India  quando  el  don  Ro- 
berto llegó  alli  para  se  enbarcar  á  España,  y  después 
de  Ormuz  y  Persia,  se  le  dio  tanto  crédito,  pare^iendo- 
les  á  los  dichos  ministros  que  concedidas  las  tales  con- 
diciones el  rey  de  Persia  restituiría  á  Baharen,  Quey- 
xome  y  la  fortaleza  de  Comoran,  por  ser  cosas  que  don 
Roberto  auia  offregido.  Pero  como  las  diligencias  que 
se  hazen  de  gerca  sean  por  la  mayor  parte  mas  efica- 
ces que  los  aduertimientos  que  se  enbian  de  lexos,  no 
atendiéndose  á  lo  uno  y  lo  otro  con  la  prudencia  que 
se  rrequiere  fue  asentado  y  aprouado  lo  que  don  Ro- 
berto y  el  frayle  ofrecieron,  quedándose  aquel  enbáxa- 
dor  en  Madrid  y  enbiando  al  fray  Redempto  en  los  di- 
chos galeones  para  concluir  con  el  rey  de  Persia  lo  tra- 
tado. Y  por  mayor  breuedad,  pareciendoles  que  el  En- 
baxador  no  auria  salido  de  Persia,  enbiaron  un  dupli- 
cado de  los  mesmos  despachos  por  tierra  á  Ormuz, 
para  que  de  alli  el  capitán  los  despachase  á  Spahan, 


—  ♦to- 
que'fueron  los  que  en  esta  aldea  el  dicho  Juan^Carua- 
llo  dio  al  Enbaxador,  el  qual,  aunque  tenia  bien  enten- 
dido quan  lexos  estaua  el  rey  de  Persia  de  rrestituir 
cosa  alguna  de  lo  ganado  del  reyno  de  Ormuz,  avíen- 
dose  sobre  ello  rre^íbido  tantas  rrepulsas,  no  haziendo 
el  rey  mención,  ni  querido  tratar  con  el  Enbaxador 
en  Casbín,  ni  Spahan,  de  lo  que  en  su  nonbre  don  Ro- 
berto offrefia  en  España,  antes  desengañar  claramente 
en  Farabat  á  fray  Melchior  de  los  Angeles,  diziendo 
que  ni  quería  armada,  ni  contrato  de  seda,  por  tener 
pazes  con  el  turco,  con  todo  esto  quiso  y  le  pareció 
énbiar  (i)  al  mesmo  Juan  Caruallo  á  Spahan,  escribién- 
dole al  rey  conforme  á  lo  que  de  Su  Magestad  Catho- 
líca  tenia  por  instrugíon  que  tratase.  Y  porque  en  aquel 
dia  no  se  podia  escreuir,  y  parar  en  aquel  lugar  de  tan 
mal  aire  y  peor  agua  no  era  siguro  en  tan  mal  tienpo, 
determinó  de  continuar  su  viaje  aquella  tarde  hasta 
Main,  y  desde  alli  despachar  al  susodicho,  pues  boluer 
personalmente  á  Persia  sobre  cosa  tan  perdida,  no  solo 
fuera  temeridad,  pero  euidente  locura.  Auiados  jorna- 
das ordinarias  de  cáfila  desde  alli  á  Main,  y  la  prime- 
ra, en  que  se  auia  de  pasar  aquella  asperísima  sierra, 
muy  larga  y  trabaxosa,  aunque  no  la  hazian  de  mas 
de  tres  leguas  hasta  el  carauasar  de  Emanzada,  adonde 
á  la  venida  auian  muerto  al  interprete  armenio,  como 
ya  se  a  dicho,  y  de  aqui  quatro  leguas  á  Main;  pero 
con  toda  esta  dificultad  determinó  el  Enbaxador  de  ca- 
minar de  una  vez  estas  dos  jornadas.  Y  para  esto, 
•uiendo  hecho  buscar  veinte  honbres  para  que  á  ma- 
nos pasasen  la  litera  por  la  sierra,  salió  del  aldea  con 
mas  de  dos  oras  de  sol,  á  4  de  Septienbre,  mandando 
que  luego  siguiese  la  carauana  con  la  guarda  que  sien- 
pre  solia  venir  con  ella.  Y  aunque  se  caminó  con  buen 
paso,  quando  se  llegó  á  la  cunbre  de  la  sierra  era  ya 


(I)    desde  alli. 


casi  noche,  auiendo  el  Enbaxad  r  entrado  en  su  andor 
porque  aunque  la  subida  no  era  tan  áspera  como  la 
baxada  fue  menester  mucho  antes  lleuar  la  litera  en 
peso.  No  se  halló  la  sierra,  baxando,  con  la  aspereza  y 
dificultad  que  solia  tener  otras  vezes,  por  auer  pocos 
días  que  el  Chan  de  Xiras  aula  mandado  que  se  allana- 
sen los  malos  pasos,  cortando  y  derribando  grandes 
peñas,  de  manera  que  por  esta  parte,  aunque  solia  es- 
tar tanto  peor,  se  halló  mas  tractable,  aunque  se  tardó 
gran  rrato  en  llegar  á  lo  llano,  adonde  el  Enbaxadpr 
boluio  á  tomar  su  litera  y  prosiguír  su  camino  con  los 
hacheros  que  caminaua  de  noche,  sin  cuya  lunbre 
fuera  inposible  auer  pasado.  Y  aunque  desde  aquial 
caravasar  y  aldea  de  Emanzada  auía  una  legua  se  ade* 
lantaron  muchos  por  tomar  agua  de  aquella  abundante 
fuente  y  alguna  cosa  que  comer,  no  auiendo  de  parar 
hasta  Main,  que  son  otras  grandes  tres  ó  quatro  le- 
guas. Llegaron  algunos  honbres,  antes  de  enparejar 
con  el  caravasar,  que  enbiaua  el  gouernador  del  lugar 
con  vnos  grandes  palos  de  lantisco,  de  los  muchos  que 
se  crian  en  aquella  sierra,  encendidos,  de  manera  que 
dauan  mucha  lunbre,  siendo  aquel  árbol  el  que  cría  la 
almaciga,  cuya  rresina  le  daua  aquella  calidad,  duran- 
do mucho  sin  gastarse,  de  manera  que  se  caminó  aque- 
lla noche  conmodamente.  Dos  oras  antes  que  amane- 
ciese se  llegó  á  Main,  posando  el  Enbaxador  en  la  mes- 
ma  posada  que  quando  vino,  adonde  estuuo  aquel  día 
y  hasta  otro  en  la  tarde  con  bastante  cantidad  de  man- 
tenimientos, buena  fruta  y  mejor  agua  de  aquel  rrio  de 
Main  de  que  ya  se  a  hecho  mengion.  Desde  este  lugar 
despachó  el  Enbaxador  al  Juan  Caruallo  á  Spahan,  es- 
criuiendo  al  rey  y  enbiandole  las  cartas  de  Su  Mages- 
tad  y  su  enbaxador  (i)  dirigidas  á  fray  Juan  Thadeo, 
á  quien  tanbien  escriuio  para  que  diese  las  cartas  y  se 

( I )    y  escriuÍ9ndo  tanbitn . 


las  leyese  como  tan  confidente  suyo^  aunque,  como  ya 
se  a  dicho,  muy  f terto  de  ser  díligenfia  perdida  como 
las  demás  que  sobre  lo  mesmo  se  aulan  hecho. 

A  6  de  Septiembre  se  salió  de  Main  poco  antes  de 
ponerse  el  sol  y  auíendo  pasado  media  legua  adelante 
el  rio  de  la  buena  agua,  que  con  ser  en  el  fin  del  verano 
Ueuaua  (i)  gran  cantidad  della,  se  enderezo  al  rio  Ara- 
xes  ó  Bradamiro,  siendo  ya  muy  noche  quando  se  lle- 
gó á  él  y  oyéndose  mucho  antes  el  gran  rruido  que 
hazia  quebrando  con  mucha  furia  en  los  pilares  de  la 
puente,  la  qual  por  el  medio  estaua  ronpida,  y  en  el  un 
arco  que  por  esto  le  faltaua  auia  puestas  unas  grandes 
vigas  con  tablas  y  tierra  engima,  por  donde  se  pasaua; 
pero  como  esta  rrotura  fuese  grande,  y  las  vigas,  aun- 
que gruesas,  muy  largas,  se  blandeauan  y  movían  al 
pasar,  mayormente  siendo  camello  con  carga  el  que 
pasaua,  y  ansí  aduirtieron  las  guias  que  el  Enbaxador 
saliese  de  la  litera,  como  luego  lo  hizo,  porque  demás 
desto^  aquel  paso  peligroso  no  tenia  pretiles,  sinorraso 
por  anbas  partes,  haziendolo  mas  temeroso  el  gran 
rruido  del  rio  y  mucha  altura  por  aquella  parte  de  la 
puente;  casi  toda  la  noche  se  gastó  en  llegar  á  la  aldea 
del  Calentar,  que  es  lo  mesmo  que  aldea  del  Tesorero, 
y  allí  se  aposentó  el  Enbaxador  en  su  casa,  que  estaua 
con  el  casero  y  su  muger,  y  era  tan  grande  que  dio 
bastante  posada  á  toda  la  familia  (2)  y  él  tuuo  muy 
buen  aposento.  Suelen  todas  las  caravanas  parar  casi 
una  legua  antes  en  un  grande  árbol  junto  al  camino, 
por  la  comodidad  de  una  muy  abundante  fuente  de 
agua  que  allí  gerca  na^e  al  pie  de  un  collado,  y  es  tan 
grande  el  golpe  de  agua,  demás  de  ser  muy  fría  y  en 
todo  estremo  buena,  que  puede  muy  bien  moler  con 
ella  un  molino ,  haziendo  allí  adonde  nasce  una  gran 

(1)    buena, 

(3)    del  Enbaxador. 


-4^3  — 

balsa  de  más  de  un  estado  de  hondo  en  que  ay  de  or- 
dinario gran  cantidad  de  pe^es  y  algunos  muy  grandes, 
que  sigun  parece,  por  la  corriente  del  agua  en  tienpo 
de  Iluuias  an  subido  del  rio  Araxes^  que  corre  una  le- 
gua de  alli.  Otro  dia,  queriéndose  el  Enbaxador  sentar 
á  comer  llegó  un  deruis  persiano  que  hazia  vida  peni- 
tente en  una  hermita  gerca  de  la  aldea,  con  un  gran 
gesto  de  higos  blancos  y  negros  tan  hermosos  y  madu- 
ros que  no  se  pudieran  hallar  en  España  mejores;  ve- 
nían acabados  de  coger  de  dos  higueras  que  el  deruis  ó 
hermitaño  tenia  junto  á  su  hermita^  con  una  fuente  de 
muy  buen  agua  dulge  de  que  las  rregaua.  Bastó  la  mu- 
cha cantidad  de  esta  buena  fruta,  pocas  vezes  hallada 
en  Persía,  para  todos  en  mucha  abundangía^  teniéndo- 
se aqui,  ansi  por  esto  como  por  la  admirable  agua  del 
Araxes,  muy  regalado  hospedage. 

A  siete,  queriéndose  poner  el  sol  salió  el  Eiibaxador 
de  esta  aldea  (i),  caminando  una  ora  antes  la  cara- 
vana, determinando  hazer  aquella  noche  dos  jornadas 
ordinarias  de  caravana  hasta  Xiras^  y  poco  adelante  del 
lugar,  no  atreuiendose  á  pasar  una  mala  puentecilla 
sobre  una  acequia,  en  la  litera,  subió  á  cauallo,  y  allí 
estuuo  la  litera  en  peligro  de  hazerse  pedagos,  cayendo 
los  camellos,  y  por  auer  otros  malos  pasos  semejantes; 
sin  entrar  en  ella  prosiguió  ansi  su  camino  hasta  pasar 
aquel  llano,  cortado  por  muchas  partes  con  otros  ca- 
nales de  agua.  A  mas  de  dos  oras  de  la  noche  se  llegó 
á  una  grandissima  puente  obra  de  Alauerde  Cham,  la 
qual  se  continuaua  muy  bien  labrada  por  más  de  un 
quarto  de  legua  de  largo,  siendo  todo  aquel  sitio  pan- 
tanoso de  manera  de  invierno  y  verano,  que  sin  el  be- 
nefígio  de  aquella  fuente  no  fuera  posible  caminarse  en 
ningún  tiempo,  teniendo  por  abaxo  algunos  arcos  y 
vazios  pequeños  para  pasar  el  agua,  que  como  en  par- 


( 1 )    quando  se  ponia  el  soi. 


-424- 

te  tan  baxa,  en  tienpo  de  algunas  Iluuias  estaua  cubier- 
to y  alagado  todo  aquel  sitio.  Quando  amaneg ia,  auien- 
do  primero  pasado  una  gran  sierra  se  llegó  al  carava- 
sar medio  derribado,  tres  leguas  de  Xiras,  que  atrás 
queda  ya  descripto,  y  saliendo  el  sol  en  lo  alto  de  la 
sierra  adelante,  por  mucha  priesa  que  se  Ileuó  en  ca- 
minar se  llegó  sobre  aquel  alto  á  vista  de  Xiras  á  tien- 
po que  daua  ya  mucha  pena  el  sol,  y  aunque  de  alli  no 
auia  más  de  una  legua  á  la  ciudad  se  pasó  mucho  tra- 
baxo  con  el  gran  calor,  llegando  alli  Cachibec,  que  era 
la  príngipal  guia  y  aposentador  del  camino,  el  quai  se 
auia  adelantado  la  tarde  antes  á  tener  posada  para  el 
Enbaxador,  que  fue  en  la  que  los  ingleses  po^uan 
quando  estuuo  en  Xiras,  á  donde  se  llegó  á  las  nueue, 
dia  de  la  Natiuídad  de  Nuestra  Señora,  ocho  de  Sep- 
tienbre.  Luego,  este  mesmo  dia  que  llegó  el  Enbaxa- 
dor  á  Xiras  supo  la  muerte  lastimosa  que  algunos  po- 
cos meses  antes  el  Cham  auia  mandado  executar  en 
Moysen,  aquel  venerable  frayle  confesor  de  su  madre 
de  Támaras  Cham,  de  quien  atrás  queda  hecha  men- 
9Íon.  Contigua  con  la  casa  de  esta  señora,  adonde  tan- 
vbien  posaua  el  dicho  frayle,  auia  otra  del  chanciller  del 
Cham,  llamado  Assenbec^  persiano  de  nagíon;  este  te- 
nia una  muger  de  nagicn  turcomana,  muy  rrica,  y 
aunque  mo9a  auia  ya  tenido  otro  marido,  la  qual  tenia 
muy  estrecha  comunica9Íon  con  las  georgianas  criadas 
de  aquella  señora  y  con  ella  mesma.  Los  persianos  de- 
zian  que  de  esta  comunicafion  rresultó  domesticarse 
con  el  frayle,  confesando  todos  ser  ella  la  que  lo  insti- 
gó, y  que  sabido  esto  por  el  marido,  auiendo  tenido 
sospecha  antes  della  por  verla  diuertida,  y  fingiendo 
que  se  iua  un  dia  tenprano  á  casa  del  Cham ,  boluio 
luego  con  finco  ó  seis  soldados  y  entrando  rrepentioa- 
mente  en  el  aposento  del  frayle,  mandándose  anbas  ca- 
sas por  una  puerta,  halló  al  dicho  frayle  Moysen  medio 
desnudo,  por  ser  de  verano  y  en  la^iesta,  aunque. solo 


y  sin  mugei  alguna;  arremetió  luego  á  él  con  la  cimita- 
rra en  la  mano  para  matalle,  pero  el  frayle  se  la  quitó 
y  la  arronjó  por  una  ventana,  pudiéndose  defender  con 
ella,  y  luego  se  dexó  prender  y  ligar  de  los  soldados. 
£1  Assenbec,  tomando  otra  cimitarra  de  uno  de  los 
conpañeros,  boluio  en  busca  de  su  muger  por  la  puer- 
ta de  su  casa,  creyendo  que  auia  saltado  por  una  pared 
desde  el  aposento  del  frayle,  y  la  degolló.  A  Moysen  lo 
mandó  luego  el  Cham  lleuar  á  la  pla^a  que  está  delan- 
te de  su  casa,  y  persuadiéndole  á  que  abjurase  la  rre- 
ligion  cristiana,  ofreciéndole  perdón  del  delito  que  se  le 
inputaua  y  gran  suma  de  dinero^  estuuo  sienpre  cons- 
tante en  la  fe,  publicándola  á  bozes  hasta  que  de  la  mu- 
chedunbre  fue  apedreado  y  hecho  pedamos  con  (imí- 
taí^ras.  Desta  manera  lo  cuentan  los  persianos ,  sin  de- 
zir  ninguno  que  fuese  la  muger  hallada  con  él.  Algu- 
nos judios  le  dixeron  en  secreto  al  Enbaxador  que  la 
causa  de  la  muerte  de  este  buen  frayle  fue  por  desear 
Assenbec  suceder  en  los  muchos  bienes  de  su  muger, 
cargándole  este  delicto  á  entranbos,  y  quitalle  de  por 
medio  porque  teniendo  á  su  cargo  los  dos  muchachos 
hijos  de  Támaras  Cham ,  criandolos  y  instruyéndolos 
en  la  rreligion  cristiana  por  orden  de  su  abuela,  los 
persianos  los  rreduxesen  á  su  secta,  cosa  muy  pr.ocu- 
riida  por  el  rey  y  el  Cham.  Y  el  ser  esto  ansi  se  cono- 
ció bien  en  catorce  días  que  en  esta  vitíma  vez  estu- 
uo el  Enbaxador  en  Xiras,  no  dexando  en  todos  ellos 
salir  á  nadie  de  la  casa  de  esta  señora  georgiana^  po- 
niendo guardas  para  este  efecto  aunque  deseó  el  En- 
baxador que  le  viese  alguno. 

No  quiso  el  Enbaxador  posar  en  las  casas  de  la  huer- 
ta adonde  auia  posado  antes,  por  estar  lexos  de  la  (iu- 
dad,  deseando  hallarse  mas  á  mano  para  despacharse 
presto  y  .creyendo  que  para  [ello]  bastarían  dos  ó  tres 
días.  Pero  por  auerse  de  buscar  alli  otros  camellos  .y 
demás  bagages,  en  que  el  aposentador  persiano  traía 


—  4^6  — 

intención  de  aprouecharse  enbargando  á  este  fín  mucha 
cantidad,  para  boluerlos  á  entregar  á  sus  dueños  pa- 
gándoselo,  gastó  en  esto  muchos  días,  no  bastando  la 
priesa  y  diligencias  del  Enbaxador,  ni  pagárselo  al  de- 
roga ó  governador  de  la  ^iudad,  para  que  de  su  parte 
lo  híziese,  aprovechándose  él  tanbien  como  esotro  y 
siendo  notables  los  latrocinios  que  todos  los  ministros 
del  Chan  hazen  por  la  mucha  floxedad  y  descuydo 
suyo.  Era  el  dicho  Cachibec  criado  y  soldado  del  Chan, 
y  el  primero,  luego  que  se  ganó  el  fuerte  de  Comoran, 
que  estuuo  por  soltan  y  governador  de  aquella  tierra 
firme  del  Bandel,  y  ansi  muy  vsado  en  tales  hurtos,  de 
quien  ya  venia  el  Enbaxador  enfadado  por  las  insolen- 
cias que  vsaua  con  la  pobre  gente  de  las  aldeas,  y  so- 
bre ello  le  auia  aduertido,  amenazándole  algunas  vezes 
de  escriuille  al  rey  lo  que  hazia,  sino  se  rreportaua, 
que  aunque  fue  parte  esto  para  no  hazer  tantos  rrobos, 
no  fue  posible  dexar  de  cometer  muchos,  trayendo 
otros  dos  que  en  lugar  de  guardas  ayudauan  á  lo  mes- 
mo.  Y  porque  después  de  la  muerte  del  armenio  Juse- 
pe  Saluador  el  Enbaxador  quedó  muy  rrecatado  y  sen- 
tido del  Cham,  de  aquel  caso  tan  atroz  y  rriguroso,  y 
aun  (i)  el  rey,  con  auerselo  escrito  tres  vezes  antes  de 
llegará  Casbin,  no  hizo  demostración  alguna,  como  de- 
uia  hazello,  por  mucho  que  se  le  afeó  el  caso,  demás  de 
entenderse  que  fue  permisión  suya,  quiso  tanbien  des- 
de luego  que  vino  á  Spahan  darle  á  entender  al  Enba- 
xador que  el  Cham  de  Xiras  era  muy  su  amigo,  las  ve- 
zes que  concurrió  con  los  demás  enbaxadores  y  hallán- 
dose ansimesmo  el  Cham  presente.  Y  particularmente 
el  dia  de  la  entrada  de  los  enbaxadores  en  la  casa  del 
jardin,  queriéndose  ir  el  Enbaxador  después  de  auer 
salido  fuera  sus  criados,  que  como  ya  se  a  dicho,  el  rey 
los  auia  mandado  sentarse  y  hallarse  al  vanquete,  como 


(i)    En  el  ms.  en» 


llamase  á  un  portero  y  muy  paso  le  dixese  por  el  intér- 
prete que  supiese  si  le  auían  traído  cauallos,  el  rey, 
como  estaua  tan  ^erca  lo  entendió,  auiendolo  pregun- 
tado al  intérprete,  y  muy  á  priesa  mandó  á  Emancoli- 
cham  que  saliese  él  mesmo  y  lo  supiese.  El  qual,  aun- 
que muy  gordo  y  pesado  se  leuanto,  saliendo  corriendo 
del  cruzero  ó  quadra  donde  se  estaua  y  sin  aguardar  á 
tomar  los  gapatos,  que  sigun  todos  los  demás  dexauan 
á  la  puerta,  fue  de  una  carrera  por  toda  aquella  calle 
de  marmor,  mojándose  los  pies,  y  de  alli  hasta  salir  á 
la  puerta  de  la  primer  entrada  que  sale  al  Maidan^  bol- 
uiendo  luego  con  la  mesma  priesa,  diziendo  que  ya  el 
Enbaxador  de  España  tenia  alli  cauallos.  Quando  el 
rey  lo  vio  boluer  dixo  al  Enbaxador:  mira  quan  vues^ 
tro  amigo  es  Emancolichamy  pues  con  tanta  diligengia 
cunple  todo  lo  que  os  toca;  á  que  el  Enbaxador  no  pudo 
dexar  de  rreirse  y  le  rrespondio:  el  miedo  que  él  deue 
tener  á  V.  A.  ¡e  hará  ser  tan  diligentCy  y  aunque  tan 
gordo  naqelle  alas  en  los  pies;  á  lo  que  rreplico  el  rey: 
nOy  sino  que  es  muy  vuestro  amigo.  Ansi  por  esto 
como  por  andar  entonces  el  dicho  Chan  mucho  mas 
valido  que  nunca  lo  auia  estado  con  el  rey  le  paresgio 
al  Enbaxador,  pues  la  buelta  de  su  viage  auia  tanbien 
de  ser  por  su  tierra,  no  obstante  el  caso  sucedido  de  la 
muerte  del  armenio^  que  le  conuenia  hazer  confíanga 
de  aquel  honbre^  siendo  la  del  rey  tan  varia  y  poco  si- 
gura.  Por  lo  qual  le  pidió  uno  de  estos  vltimos  dias  pú- 
blicos le  diese  un  criado  para  hazelle  el  aposento  por 
el  camino,  y  esto  fue  en  ocasión  de  auerle  hecho  gran- 
des offregimientos  el  mesmo  Emancolicham,  el  qual 
luego  le  señaló  al  susodicho  Cachibec  Soltam  y  el  mes- 
mo dia  lo  enbio  á  la  posada  del  Enbaxador,  dándole 
comisión  para  todo  lo  que  al  viage  fuese  necesario,  lo 
-qual  el  rey  confirmó  con  otra  provisión  suya.  Pero 
aunque  se  hazen  grandes  castigos  en  Persia  á  los  que 
exceden  en  las  tales  comissiones,  es  tan  mala  la  natu- 


raleza  de  la  gente,  que  sin  miedo  ni  verguenfa  (i)  ha- 
zen  notables  extorsiones  y  hurtos,  como  este  hizo  en 
todo  el  camino  no  obstante  lo  mucho  que  el  Enbaxa- 
dor  le  iua  á  la  mano  á  ello. 

Esta  casa  en  que  agora  el  Enbaxador  posaua,  aun- 
que era  muy  vieja,  parte  della  estaua  de  nueuo  adere- 
9ada,  con  una  rrazonable  huerta  con  calles  de  plátanos 
y  sauzes  y  algunos  grandes  nogales.  El  quarto  del  En- 
baxador era  una  sala  muy  hermosa  y  el  mayor  aposen- 
to que  vio  en  la  Persia,  de  mas  de  9Ínquenta  píes  en 
largo  y  treinta  de  ancho,  por  lo  alto  de  bóveda  y 
una  gran  charaboya  en  medio,  con  dos  buenos  apo- 
sentos á  cada  vanda  y  una  varanda  frontero  que  salia 
sobre  la  huerta.  A  los  lados  de  la  varanda  auia  otros 
dos  aposentos  rredondos  y  ochavados  como  los  de  ia 
casa  real  de  la  gran  huerta,  aunque  estos  de  agora  erap 
algo  mayores,  con  muchas  ventanas  que  salian  á  la 
mesma  huerta^  á  la  part^  de  fuera  con  gruesas  y  fuer- 
tes gelosías  de  madera,  y  por  dentro  con  sus  puertas 
en  sus  bastidores  muy  ajustadas,  quedando  en  lo  grue- 
so de  la  pared  entre  las  puertas  y  gelosias  unos  peque- 
ños retretes  en  cada  uno  de  los  quales  cabían  dos  per- 
sonas con  sus  sillas,  ó  un  catre  con  una  cama.  Y  par- 
ticularmente el  aposento  de  estos  dos  en  que  dormía 
el  Enbaxador  estaua  pintado  y  dorado,  y  por  lo  altp 
ventanas  con  lien<;os  pintados  á  modo  de  vedrieras, 
cuyas  pinturas  eran  los  bayles  y  vanquetes  que  ordina- 
riamente en  Persia  se  vsan. 

Fue  aquí  muy  visitado  y  rregalado  de  varias  frutas 
el  Enbaxador,  por  el  hortelano  de  la  huerta  real,  su 
.huésped,  aunque  tanbíen  lo  fue  del  governadar  los  días 
.que  allí  se  detuuo^  auiendose  hallado  muy  <;erca  de  la 
,;Qiesma  casa  una  abundantissima  fuente  de  excelente 
.iftgua,  de  la  qual  á  la  muy  mala  hazen  los  persiangs 


(i)  ,^ometen. 


lífngunar*  diferencia,  slgun  sorr  aímigos  de' vino,,  y  amsi 
quando  el  Enbaxador  estuuo  en  esta  (iudad  no  tuuo 
noticia  de  la  dicha  fuente. 


CAPÍTULO    VIII 


Joratdts  que  se  hicieron  desde  Xiras  á  Jarún.— Famosas  palmeras 
que  en  este  lugar  habfa  y  muchedumbre  de  ciegos  que  se  notó. 
Cuevas  de  garduñas  que  luego  se  vieron  rn  el  camino.— Viaje 
por  Guí,  Bir  y  Diacuri. — La  gobernadora  de  esta  aldea.— Entra- 
da en  Lara.— Sequía  y  miseria  del  país.— Llega  D.  García  al 
Bandel;  conti'adicciones  que  allí  sufre. 


A  20  de  Septienbre,  á  puesta  de  sol  salió  ei  Enbaxa- 
dor de  Xiras  á  cauallo,  por  hallarse  del  todo  bueno,  y 
no  pudo  pasar  de  Ochiar,  una  legua  de  la  giudad,  adon- 
de á  la  venida  auia  estado,  por  lo  que  se  detenían  las 
guías  pidiéndole  que  no  pasase  de  allí  aquella  noche 
por  ser  grande  la  jornada  del  día  siguiente. 

A  21^  con  buena  luna  se  salió  de  Ochiar  y  después 
de  auer  pasado  el  rio  de  Pasa  una  legua  adelante^  que 
del  todo  se  halló  seco,  llegó  la  caravana  al  caravasar 
de  la  Laguna^  dos  oras  antes  de  amanecer. 

A  22,  se  caminó  á  puesta  de  sol  á  Qafhra,  á  donde 
auiendo  llegado  antes  de  amaneger  fué  allí  el  Enbaxa- 
dor y  su  familia  muy  rregalado  de  fruta,  mayormente 
de  estremadas  uvas,  siendo  las  de  aquí,  aunque  tan 
notables  de  buenas  las  de  toda  Persía,  de  las  mejores 
que  se  podrían  hallar  en  el  mundo,  de  muchas  formas, 
blancas,  negras  y  moradas,  y  algunas  de  estraña  gran- 
deza, demás  de  lo  qual  se  proveyeron  todos^  para  dos 
jornadas^  de  la  buena  agua  del  río  Siuan,  que  como 


atrás  se  a  dicho  pasa  por  junto  de  este  ameno  y  fresco 
lugar. 

A  23  y  24,  se  hizo  jornada  á  dos  caravasares  desde 
Qathra,  en  los  quales,  aunque  se  hallaron  cantidad  de 
mantenimientos  que  de  las  aldeas  gircunvezinas  auia 
hecho  traer  el  aposentador,  auia  malissima  agua,  y  pa- 
defiérase  trabajo  si  de  ^afhra  no  se  traxera  prouision 
della.  Del  vltimo  caravasar  de  estos,  poco  más  adelan- 
te, se  aparta  el  camino  que  va  á  Ormu,  para  desde  alli 
atrauesar  el  desierto  hasta  Gui,  con  el  rrodeo  de  dos 
grandissimas  jornadas,  y  del  que  se  lleua  á  la  giudad. 
de  Jarum,  pasando  después  aquella  tan  áspera  sierra 
al  mesmo  lugar  de  Gui.  Y  aunque  el  Enbaxador  no 
auia  de  lleuar  este  viage,  sino  el  del  desierto  por  donde 
auia  venido,  paregió  á  las  guias  que  pues  el  rrodeo  por 
Jarun  ó  Ormu  era  de  menos  de  una  legua,  que  se  fuese 
por  la  giudad  porque  descansase  alli  un  día  la  caravana 
y  se  proueyesen  de  algunos  bagages  que  faltauan. 

A  25,  se  salió  de  este  carauasar  con  una  ora  de  dia, 
y  después  hasta  salir  la  luna  con  los  hacheros  y  guias, 
por  no  errar  el  camino,  y  llegando  á  una  legua  de  Ja- 
run el  Enbaxador'  salió  de  la  litera  y  se  puso  á  cauallo 
por  estar  aquella  canpaña  rronpida  con  muchos  fosos 
y  canales  con  que  se  rriegan  las  huertas  y  palmares, 
haziendo  diñgil  el  camino  las  puentezillas  y  malos  pa- 
sos que  en  ellos  auia.  La  mesma  dificultad  se  hallo,  ó 
mayor,  después  que  se  llegó  á  la  giudad,  que  era  un  muy 
espeso  bosque  de  palmas,  de  manera  que  con  hazer  muy 
clara  luna  no  se  agertaua  á  entrar  por  ella,  mayormen- 
te con  las  muy  estrechas  trauiesas  de  las  percas  de  las 
casas  y  diuision  de  los  palmares,  hallándose  todo  tan 
opaco  y  escuro  que  fué  menester  tomar  guias  de  aque- 
llos moradores  para  acertar  á  lo  que  ellos  llamavan 
plaga  ó  bazar,  gerca  de  lo  qual  auia  un  poco  de  canpo 
desocupado  de  aquella  espesissima  arboleda,  adonde 
paravan  las  caravanas.  Llegó  el  Enbaxador,  después 


—  43 1  — 

de  auer  andado  gran  rrato^  á  la  parte  dicha,  adonde 
le  tenían  una  rrazonable  casa,  deteniéndose  allí  por  lo 
que  ya  queda  dicho,  el  día  siguiente  y  el  de  adelante, 
y  aunque  no  se  halló  más  fruta  que  algunas  uvas  y  me- 
lones fue  tanta  la  cantidad  y  mucha  variedad  de  dáti- 
les frescos,  siendo  entonces  muy  (erca  de  su  cosecha, 
que  se  tuvieron  todos  por  bien  rregalados,  por  ser  esta 
fruta  en  Jarun  de  tanta  ex9elen;ia  y  abundanfia  como 
en  Bagora,  Lara  y  Babilonia. 

Este  hermosissimo  palmar  está  en  un  llano  al  pie  de 
la  fragosa  sierra  por  donde  se  va  á  Gui,  la  qual  atra* 
viesañ  los  que  van  y  vienen  de  Xiras  á  Lara  caminan- 
do á  pie  ó  á  cauallo,  porque  las  caravanas  rrodean  por 
el  desierto  casi  veinte  leguas,  no  pudiendo  caminar  ca- 
mellos por  la  dicha  sierra,  como  ya  queda  dicho.  Y 
aunque  este  aduar,  mas  propiamente  que  ^iudad^  cae 
ya  dentro  de  los  limites  de  la  particular  y  antigua  Per- 
sia,  se  mete  un  girón  de  tierra  rrodeando  por  algunas 
leguas  la  dicha  sierra  desde  lo  más  septentrional  del 
reyno  de  Lara,  que  es  conocida  porción  de  Arabia^ 
criando  este  fertilissimo  palmar,  el  qual  tiene  una  gran 
legua  de  largo  y  media  de  ancho,  con  gran  cantidad 
de  pozos  de  muy  buen  agua.  Todo  el  bosque,  que  es 
de  notable  espesura,  está  diuidido  con  sus  percas  altas 
de  tapias  de  dos  y  tres  estados,  sigun  la  cantidad  de 
los  vezinoSy  que  conforme  se  dezia  eran  más  de  mil^ 
poseyendo  cada  uno  su  corral  ó  cercado,  mayor  ó  me- 
nor sigun  la  posibilidad  de  cada  uno^  teniendo  el  que 
menos  veinte  palmas,  y  de  ay  arriba  hasta  sesenta  ó 
setenta,  y  dentro  de  cada  (ercado  su  casa,  de  las  mes- 
mas  tapias^  y  algunas  grandes  y  de  rrazonables  aposen- 
tos, con  uno  ó  dos  pozos  en  cada  gercado.  Pero  lo  que 
era  de  mayor  consideración  era  la  grandeza  y  mucha 
altura  de  las  palmas  generalmente,  de  manera  que  las 
mas  ígualauan  á  las  muy  altas  torres  de  Europa,  y  en 
lo  alto  tama  hermosura  y  espesura  de  rramas  que  po- 


man  grande  admiraQÍon  poder  sustentar  tan  granr  pestr 
no  siendo  los  pies'á  proporción  de  su  altura  tan  gruesos; 
especialmente  siendo  este  peso  mayor  con  los  muchos 
y  grandes  rrazimos  de  los  dátiles  ó  támaras.  Sigun  la? 
grandeza  de  cada  palma  y  su  fecundidad,  ansi  eran  el 
número  de  los  rrazimos  y  grosedad  dellos,  teniendo  á 
qfuinze  y  veinte  y  hasta  ginquenta  y  más  cada  ai  bol,  y 
pGfr  ver  la  cantidad  que  tendría  cada  rrazimo  mandó  el 
Enbaxador  cortar  á  un  árabe  uno  de  una  de  las  meno- 
res palmas  que  auia  en  el  corral  de  su  posada,  que 
pesó  después  treinta  libras,  auiendo  otros  muchos  de 
más  de  sesenta,  sigun  dezian  los  mesmos  moradores. 
Los  mayores  de  estos  dátiles  eran  como  aquellos  muy 
alabados  que  el  Enbaxador  halló  en  Lara  quando  vino, 
y  otros  de  la  mesma  grandeza,  morados,  y  otros  del 
todo  negros,  pero  de  admirable  gusto,  siendo  mayor 
la  admiración  de  ver  tan  diuersas  especies  de  la  fruta, 
unos  más  largos,  y  otros  más  y  menos  rredondos,  y 
vnos  muy  singulares  y  no  vistos  hasta  entonces,  muy 
pequeños  y  rredondos,  del  tamaño  de  guindas,  tan  de- 
licados y  sabrosos  que  excedían  á  todos  los  demás.  La 
abundancia,  grandeza  y  suma  fertilidad  de  estas  palmas 
provenia  primero  de  la  particular  fecundidad  de  su  si- 
tio y  del  beneficio  de  sus  moradores,  rregandolos  muy 
de  ordinario  con  la  abundancia  y  bondad  del  agua  y 
con  tener  el  demás  cuydado  que  para  tales  arboles  se 
rrequiere,  siendo  esta  la  hazienda  con  que  estos  pobres 
árabes  biuen.  Quien  viera  esta  ciudad,  aun  (i)  después 
de  auer  entrado  en  ella,  no  merecía  tal  nonbre,  ni  de 
un  pequeño  lugar  poblado,  no  auiendo  calles  ni  forma 
de  población,  sino  estas  diuisiones  de  palmares,  pare- 
ciendo cada  corral  con  su  casa  una  pequeña  alquería 
ó  casa  de  canpo,  csparziilas  estas  moradas,  que  como 
se  a  dicho  serían  hasta  mil,  por  toda  la  distancia  del 

( I )    antes. 


-433- 

bosque  en  espa<;io  de  más  de  una  legu^  de  largo  y  ta 
mitad  de  ancho.  Sus  moradores  son  pofcres,  no  tenien- 
do otra  vida  ni  grangeria  sino  de  las  pocas  palmas  que 
cada  uno  posee,  y  aunque  comunmente  vsan  de  la 
lengua  persiana,  le[s]  es  la  árabe  mas  propia  y  natural, 
y  ansí  honbres  y  mugeres  se  precian  mas  de  ser  de  es- 
ta nagion,  vsando  el  mesmo  trage  que  los  de  los  adua- 
res del  reyno  de  Lara,  que  como  ya  se  a  dicho  es  par- 
te de  la  antigua  Carmania  la  desierta.  Vieronse  aquí 
mas  9Íegos,  honbres,  mugeres  y  muchachos  que  en 
toda  la  Persia,  haziendose  cuenta  de  los  lugares  de  que 
en  este  viage  se  tuuo  notigia,  y  aunque  común  y  vul- 
garmente se  atribuye  esto  á  las  muchas  moscas,  mo- 
lestissimas  en  sumo  grado  mas  que  en  ninguna  parte 
del  mundo^  es  mas  verisimíl  causa  la  malicia  y  graue- 
dad  del  aire,  con  alguna  particular  qualidad,  porque 
esparziendose  por  lo  alto  las  muchas  y  grandes  rramas 
de  las  palmas  de  manera  que  por  la  mayor  parte  se 
tocan  vnas  con  otras,  dexan  muy  sonbrio  y  cerrado  el 
anbiente  inferior,  infígíonandolo  tanbien  el  olor  de  los 
muchos  dátiles  y  los  excrementos  dellos,  particular- 
mente en  el  tienpo  y  ^erca  de  su  cosecha.  Y  aunque 
esto  sea  ansi,  con  rrazon  se  atribuye  el  auer  tantos 
giegos  á  la  multitud  y  mas  que  inportuna  plaga  de  las 
moscas,  no  pudiéndose  defender  dellas  los  dos  dias  que 
aquí  se  detuuo  el  Enbaxador,  picando  en  los  ojos,  la- 
brios  y  ventanas  de  narizes,  sin  poderlas  apartar  con 
auanos  ni  otra  cosa  alguna,  siendo  entonces  mas  pesa- 
das por  estar  ya  las  támaras  en  su  sazón,  de  la  mane*- 
ra,  aunque  no  en  tanto  grado,  como  quando  en  Espa- 
ña en  los  lagares  se  pisa  y  saca  el  mosto  de  las  uvas. 
Halláronse  entre  algunas  palmas,  y  mayormente  en 
aquel  poco  canpo  en  que  se  dixo  paravan  las  carava- 
nas, algunos  arbores  de  espinos  de  aquellos  que  se  ha- 
llaroi  en  el  reyno  de  Lara,  sino  que  estos  de  Jarun, 
por  rregaric  como  á  las  palmas,  son  mucho  menos  es- 

38 


-  434  — 

pinosos,  y  con  el  VÍ9Í0  del  agua,  aunque  de  naturaleza 
tan  villanos  y  ásperos,  de  mayor  hoja,  mas  verde  y 
mas  espesa  que  los  otros.  Los  unos  y  los  otros  produ- 
ZQn  una  frutilla  como  a^ofeyfas,  y  quando  está  peque- 
ña y  por  madurar  es  verde,  y  comida  tiene  un  agrio 
apazible  notablemente  al  gusto,  y  ansi  es  tenida  por 
cordial  y  seria  conocido  antidoto  para  febres  malignas, 
pero  quando  maduras,  que  tienen  el  color  y  grandeza 
de  las  mesmas  a^ofeyfas,  es  dul^e  y  casi  del  mesmo 
gusto.  Estas  de  Jarun,  por  ser  rrcgados  los  arboles 
son  mayores  que  las  que  se  crian  en  el  yermo  y  parti- 
cularmente en  los  espinos  que  ay  en  la  isla  de  Ormuz, 
cuyas  manganillas  ó  aparentes  agofeyfas  se  venden 
comunmente  en  sus  bazares  todo  el  invierno,  trayén- 
dose tanbien  en  mucha  quantidad,  ansi  de  la  tierra  fír- 
nie  del  Bandel  y  Mogostan,  como  de  las  islas  de  Quey- 
xome  y  Lareca. 

A  26,  Cí^n  media  ora  de  sol  se  salió  de  Jarun,  hallán- 
dose por  espacio  de  media  legua,  después  de  aucr  sa- 
lido fuera  de  aquel  bosque,  muchas  tropas  de  mugcres 
y  muchachos  que  auian  salido  á  pedir,  mostrando  bien 
en  su  desnudez  su  mucha  negesídad,  á  todos  los  qua- 
les  mandó  el  Enbaxador  (i)  repartir  dinero.  Con  una 
ora  de  noche  se  dexó  Hormu  á  la  mano  izquierda  ger- 
ca  del  camino  y  se  pasó  á  hazer  jornada  al  desierto,  no 
lexos  de  la  fuente  adonde  se  auia  parado  á  la  venida, 
en  la  mesma  mansión  y  adonde  antes  las  tiendas  auian 
estado,  y  aunque  aqui  se  tuuo  muy  buen  agua  y  mu- 
cha jungia  y  cañizos  verdes  de  aquel  arroyuelo,  con 
que  se  junco  el  sitio  de  las  tiendas,  se  padegio  todo  el 
dia  siguiente  grandissimo  calor.  Mandó  el  Enbaxador 
que  desde  allí,  pues  auia  tan  buena  comodidad,  todos 
se  proveyesen  de  agua,  auiendose  de  parar  (2)  la  otra 


(i)    dar  limosna, 
(a)    el  siguiente  dia. 


—  435  — 

jomada  adelante  en  el  desierto,  adonde  no  auia  siguri* 
dad  de  hallarse  (i)^  por  temerse^  conforme  á  la  seque- 
dad de  aquel  año^  que  aquellos  rruínes  pozos  podrían 
estar  secos. 

A  27,  partió  de  aqui  la  caravana  poco  delante  del 
Enbaxador,  lleuando  guias  de  Jarun,  á  la  ora  del  día  de 
antes^  y  después  de  auer  caminado  la  mayor  parte  de  la 
noche  se  llegó  adonde  los  que  guíauan  dezian  que  era 
la  parte  adonde  ordinariamente  parauan  las  caravanas, 
señalando  un  pozo  que  alli  auia  aunque  sin  agua.  Y 
como  este  no  paresgiese  el  sitio  en  que  á  la  venida  se 
estuuo,  comentaron  por  aquel  yermo  á  buscar  sí  halla- 
uan  otro  pozo^  corríendo  muchos  á  una  parte  y  á 
otra  (2)^  sin  agertar  las  guias  y  algunos  camelleros  que 
sabian  aquel  viage  (3),  muy  turbados  y  sin  tino,  aun- 
que con  luna  muy  clara,  á  dar  (4)  con  el  pozo  que  que- 
rían, y  ansi  fue  menester  parar  el  Enbaxador  después 
de  auer  andado  otro  gran  trecho,  auiendo  (5)  venido 
con  cuydado  por  no  auer  hallado  aduares  de  turcoma- 
nes  después  que  entró  en  el  desierto^  señal  euidente  de 
no  auer  entonces  agua  en  él  (6).  Llegó  en  esta  sazón  un 
criado  del  Enbaxador  y  otros  con  él  muy  contentos, 
diziendo  que  auian  ya  hallado  el  pozo  ordinario  de  las 
carauanas,  y  que  sabian  gíerto,  aunque  muy  hondo, 
que  tenia  agua,  porque  auiendo  lanzado  piedras  dentro 
mostravan,  sigun  el  rruido,  que  la  auia.  Con  esto,  aun- 
que poco  satisfecho  el  Enbaxador  de  la  rrelagion  que 
le  dauan,  hallándose  cansado  mandó  allí  poner  las  tien- 
das, paregiendole  que  después  de  auer  amanegido  se 
hallaría  mejor  rrecado;  pero  apenas  auia  rreposado  una 


(1)  sospechan  á  la. 

(a)  pero  coñio, 

(3)  anduviesen, 

(4)  no  acertaron  con  el  po\o, 

(5)  En  el  ms.  que  auiendo, 

(6)  Después  de  gran  rato. 


ora  quando  luego  que  fue  de  día  llego  muy  turbado  otro 
criado  (i)  diziendole  como  auiendo  baxado  al  pozo  un 
árabe  de  los  que  venían  con  los  cauallos  no  halló  en  él 
mas  agua  de  la  con  que  se  pudieron  henchir  dos  ó  tres 
calderos^  y  esa  muy  mala,  y  que  ningún  otro  pozo  se 
auía  hallado^  siendo  aquel  el  gasajo  (2)  común  y  sabi- 
do de  las  caravanas.  Visto  por  el  Enbaxador  que  el 
tienpo  no  daua  lugar  á  mas  tardanza  mandó  que  luego 
todos  sus  criados,  con  los  cauallos  que  traían,  camina- 
sen para  Gin,  quedándose  con  él  tres  ó  quatro  para  que 
le  siruíesen,  auíendose  hallado  una  poca  de  pestilencial 
agua  allí  gerca  en  un  charquillo,  para  los  camellos  y 
jumentos,  bastando  para  beuer  los  camelleros  y  demás 
bagageros,  aunque  con  mucha  limitación,  un  odre  de 
agua  y  dos  cantaros  de  cobre  grandes  que  el  Enbaxa- 
dor traía  para  sí.  Porque  auiendo  hecho  la  noche  antes 
grandissimo  calor^  no  solo  beuíeron  el  agua  que  cada 
uno  traía,  sino  tanbien  uno  de  los  odres  grandes  que 
venían  en  un  camello,  creciéndoles  la  sed  notablemente 
con  la  congoxa  y  miedo  de  no  hallar  agua.  Caminaron 
al  punto  todos  los  demás  con  los  aposentadores  per- 
sianos,  no  lleuando  camino  derecho,  sino  atravesando 
una  muy  áspera  sierra  fuera  de  camino,  por  donde 
gana  van  casi  la  mitad  de  la  jornada,  ayudándoles  un 
pQCO  de  viento  sin  el  qual  no  fuera  posible  llegar  biuos. 
La  gente  de  seruigio  y  camelleros  que  quedaron  con  el 
Enbaxador  se  alentaron  y  pasaron  con  aquella  poca 
agjua,  y  porque  la  jornada  era  de  grandes  ocho  leguas 
y  se  auía  de  caminar  al  paso  de  la  carauana  salió  el 
Enbaxador  deste  solissímo  yermo  con  mas  de  tres  oras 
de  sol,  dexando  los  montes  á  la  mano  derecha  y  ca- 
minando por  un  grande  llano  de  mas  de  quatro  leguas 
en  que  solo  se  vía  verde  algunos  de  los  arboles  de  es- 


(i)    del  Enbaxador, 
(2)    ordinario. 


-437  - 

pinas,  Ueuando  medía  legua  delante  y  á  vista' la  cara- 
uaná,  aviendose  comentado  esta  jornada  á  28  de  Sep- 
tienbre.  Y  aunque  el  sol  en  aquella  esconbrada  llanada 
era  rriguroso,  hallóse  viento  con  que  se  facilitó  el  tra- 
baxo  de  todos,  viéndose  á  un  lado  v  á  otro  del  camino 

m 

gran  cantidad  de  agugeros  pequeños  y  rredondos,  me- 
nores que  un  puño,  sin  atinar  nadie  de  que  saluaginas 
fuesen  aquellos  viuares.  Y  preguntando  el  Enbaxador 
á  una  de  las  guias  de  á  pie  de  qué  se  criase  en  ellos,  y 
rrespondiendole  que  deuian  ser  rratones,  oyó  dar  gran- 
des chillidos  á  uno  de  aquellos  animalexos  que  se  crían 
en  la  India  y  Persia,  como  grandes  comadrejas,  que  ya 
se  a  dicho  que  en  España  llaman  garduñas,  que  un  page 
traía  desde  Spahan,  tan  manso  y  domestico  que  el  mas 
tienpo  venia  en  la  íaldríquera  ó  en  una  de  las  bolsas  del 
coxin,  y  entonces  por  el  calor  venia  en  el  arzón  de  la 
silla.  Pero  como  en  llegando  á  este  sitio  se  quisiese  lan- 
zar y  huir  y  el  page  lo  detuuiese,  hazia  todo  aquel 
rruido  porque  lo  dexase  libre,  hasta  que  de  enfadado 
le  boluío  a  engerrar  en  la  bolsa^  á  donde  no  dexaua  de 
dar  los  mesmos  gritos,  hasta  que  se  vio  de  rrepente  otro 
semejante  con  una  gran  cola  saliendo  de  uno  de  los 
agugeros  y  entrando  en  otro,  conociéndose  por  esto 
auer  rreconogido  el  que  se  traía  manso  los  que  de  su 
especie  se  criauan  en  los  dichos  viuares,  aunque  no  se 
pudo  sospechar  de  qué  se  alimentasen  auiendo  tantos 
sigun  las  muchas  señales  de  (i)  los  muchos  agugeros 
en  tanto  spagio  de  tierra.  Dándose  mucha  priesa  á  ca- 
minar la  caravana  por  llegar  al  camino  real  que  viene 
de  Cherman  antes  de  ser  muy  noche,  ya  después  de 
puesto  el  sol  paregio  un  árabe  á  la  mano  izquierda  del 
camino,  como  un  quarto  de  legua,  que  venia  corrien- 
do tras  un  camello,  y  no  auiendose  visto  persona  algu- 
na hasta  entonces  después  que  se  salió  de  Jarun  enbió 

(i)    tantot. 


—  438  — 

el  Enbaxador  á  un  armenio  i  cauallo,  que  sabia  la  len- 
gua persiana,  á  saber  de  aquel  árabe  si  se  lleuaua  vía- 
ge  derecho  para  dar  en  el  camino  de  Guí.  El  armenio 
fue  corriendo  y  después  de  auerle  ayudado  al  pobre 
honbre  á  tomar  su  camello  boluío  con  auer  sabido  que 
se  caminaua  bien  y  que  antes  de  dos  oras  se  llegaría  al 
camino  rreal,  dizíendo  tanbien  que  el  árabe  era  de  una 
caravana  que  íua  desde  Lara  á  Curmani  (i),  y  que  dos 
leguas  de  alli  se  le  auía  huido  aquel  camello  de  los 
otros.  Con  esto  se  prosiguió  el  camino  hasta  llegar  al 
qué  se  auia  de  lleuar  á  Gui,  á  menos  de  dos  oras  de 
noche,  lleuando  luzes  por  no  errallo,  caminando  juntos 
todos  con  la  caravana.  A  media  noche  llegó  un  honbre 
de  á  píe  que  venia  de  parte  del  governador  de  Guí  á 
pedirle  que  en  todo  caso  se  siruiese  de  entrar  en  el  lu- 
gar, adonde  sus  criados  estauan  desde  las  dos  del  día 
que  llegaron  al  lugar  muy  bien  agasajados,  y  que  se  le 
tenia  muy  buena  posada,  mucho  mejor  que  quando 
vino  de  Ormuz.  Auia  dado  orden  el  Enbaxador  quan- 
do aquella  mañana  se  partió  su  familia  del  desierto,  que 
le  aguardase  en  el  palmar  ^erca  de  Gui  haziendo  venir 
alli  mantenimientos  y  todo  lo  demás  necesario  del  lu- 
gar, por  querer  hazer  jornada  entre  aquellos  arboles 
adonde  auía  tanta  abundangia  de  agua,  y  esto  á  fín  de 
que  no  le  detuuiesen  en  Gui  mudando  algunos  bagages 
como  traía  por  orden  el  aposentador  desde  Xiras.  Pero 
como  el  governador  viniese  allí  persuadió  á  los  criados 
que  se  fuesen  al  lugar,  diziendoles  que  ansí  el  aposen- 
tador como  él  serian  castigados  si  por  culpa  suya  pa- 
reciese no  ser  el  Enbaxador  bien  rregibido,  y  que  (2) 
de  ninguna  manera  seria  detenido  por  los  bagages, 
prometiéndoles  que  luego  otro  día  seria  despachado, 


(i)    Querman, 
(a)    su  falta  tto. 


—  439  — 

con  lo  qual  todos  se  fueron  al  lugar  (i),  enbiando  el 
governador  aquel  honbre  para  auisaile  no  se  endereza* 
se  al  palmar  como  lleuava  determinado.  A  menos  de 
media  legua  topó  el  Enbaxador  uno  de  sus  criados  gon 
otro  del  governador,  que  venían  corriendo  á  cauallo  á 
le  auisar  lo  mesmo  y  á  le  guiar  por  buen  camino,  sien- 
do en  lo  llano  por  mas  de  una  legua  muy  ocupado  con 
fosos  y  muchas  puentezillas  en  ellos,  y  otros  como  po- 
zos muy  hondos  por  baxo  de  los  quales  pasan  grandes 
conductos  de  agua  para  rregar  la  canpaña;  informán- 
dose el  Enbaxador  de  su  criado  de  como  auian  llegado, 
le  dixo  el  trabaxo  qua  pasaron  en  subir  y  baxar  la  sie- 
rra y  mucha  parte  del  camino  á  pie,  lleuando  los  ca- 
uallos  de  diestro,  y  que  llegaron  todos  tan  sedientos 
que  honbres  y  cauallos  se  lancearon  en  los  muchos  ca- 
nales de  agua  que  hallaron  en  el  palmar,  adonde  be- 
uicron  tanto  que  ni  unos  ni  otros  por  gran  rrato  pudie- 
ron después  moverse.  Después  de  auer  llegado  á  lo  lla- 
no se  prosiguió  el  camino  con  buena  luna  hasta  llegar 
muy  (erca  del  día  á  Gui,  adonde,  aunque  en  la  mesma 
posada  que  tuuo  el  Enbaxador  quando  vino,  que  en- 
tonces estaua  mal  parada,  halló  un  hermoso  aposento 
hecho  de  nueuo,  con  una  muy  buena  alcoba  y  un  ca- 
taviento sobre  ella  como  los  de  Ormuz,  adonde  estuuo 
aquel  día  muy  rregalado  de  fruta  por  el  governador  y 
otros  honbres  del  lugar,  y  aunque  auia  mucha  abun- 
dancia de  agua  y  no  mala  se  enbió  á  un  pozo  de  agua 
Ilouediza,  adonde  se  halló  muy  buena,  de  la  qual 
mandó  el  Enbaxador  se  llevase  la  que  hasta  Lara  por 
quatro  jornadas  fuese  menester. 

A  29  salió  de  aqui  el  Enbaxador  á  puesta  de  sol^  á 
cauallo,  caminando  ansí  la  mayor  parte  de  las  jornadas 
desde  Xiras,  y  pasando  un  arroyo  que  estaua  entre 
üui  y  el  palmar  se  dexo  á  la  mano  derecha  el  camino 


(])    despachando. 


—  440  — 

de  Benaru,  enderezando  i  hazer  mansión  aquella  no* 
che  para  el  día  siguiente  á  unos  arboles  donde  muy  de 
ordinario  suelen  parar  las  caravanas  por  auer  allí  una 
abundante  laguna  de  agua  dul^e  manantial,  bastante 
para  mucha  cantidad  de  camellos  y  otros  bagages,  por- 
que aunque  en  Benaru  auia  una  buena  fuente  era  le- 
xos  del  lugar,  y  que  por  lleuar  entonces  poca  agua  no 
podría  suplir  á  tanto.  Por  no  ser  la  jornada  muy  larga 
se  llegó  á  la  dicha  mansión  poco  después  de  media  no- 
che, adonde  entre  otros  arboles  espinosos  que  allí  se 
hallaron  fue  uno  admirable  de  grande,  aun  para  los  de 
otra  mas  noble  specie,  porque  si  bien  no  se  podía  en 
grandeza  conparar  con  el  gran  plátano  de  Natán  que 
se  descriuio  ya  viniendo  á  Spahan  de  Casbin,  éste,  si- 
gun  su  naturaleza  humilde  y  baxa,  pues  no  era  mas 
que  un  espino,  fue  mucho  mas  digno  de  admiración; 
porque  esparciendo  afuera  sus  muy  gruesas  y  espesas 
rramas,  aunque  con  tan  pobre  y  menuda  hoja,  con 
bastante  sonbra,  daua  conmoda  estancia  á  muchos 
mas  de  qien  honbrcs,  con  mucha  de  aquella  frutilla 
que  se  díxo  de  los  que  sq  hallaron  en  Jarun.  Notó  aquí 
con  mas  cuydado  el  Enbaxador  que  de  la  mesma  spe- 
qie  de  estos  espinos,  tan  comunes  en  toda  esta  parte  de 
Arabia  y  la  Persia,  auia  visto  algunos  en  España,  par- 
ticularmente en  la  prouingia  de  Estremadura,  pero  tan 
pequeños  que  pocos  auia  mas  altos  que  el  estado  de  un 
honbre,  con  la  mesma  fruta  menor  mucho  que  la  de 
los  orientales  (i)^  á  que  vulgarmente  llaman  manjoli- 
nas.  Y  era  muy  para  notar  que  en  tanto  mas  fértil,  ó 
mas  propiamente  hablando,  menos  estéril  suelo  como 
el  de  Estremadura,  se  criasen  tanto  menores  estos  es- 
pinos; pero  la  propia  calidad  de  la  de  Arabia  era  mas 
natural  y  conforme  para  produzir  mayores  los  arboles 
de  esta  spegie.  Púsose  junto  á  este  grande  espino  la 


(i)    á  los  quales  manganillas. 


—  44»  — 

tienda  para  el  Enbaxador,  aunque  pasado  el  fresco  de 
la  mañana  fue  después  el  calor  de  manera  que  se  salió 
della,  pasando  el  rresto  del  dia  debaxo  del  arbol^  suce- 
diendo lo  mesmo  á  los  frayles  y  los  demás  que  estauan 
en  las  otras,  reparándose  algunos  á  la  sonbra  de  otros 
espinos  menores.  La  laguna  estaua  lexos  del  grande  es- 
pino que  seruia  de  caravasar  poco  mas  de  dozientos 
pasos,  y  era  de  treinta  ó  quarenta  de  ancho  y  largo,  y 
de  tres  hasta  quatro  pies  de  hondo,  con  algunos  pe^es 
menudos,  manantial  y  de  muy  clara  y  rrazonable 
agua  y  algunos  juncos  y  cañizos  á  la  orilla. 

A  3o,  se  salió  de  aqui  á  la  ora  de  las  6,  como  las  mas 
vezes  se  comen^aua  á  hazer  jornada,  y  por  ser  ésta 
corta  se  llegó  á  Bir  poco  después  de  media  noche  y  por 
no  auer  en  todo  el  lugar  mejor  posada  para  el  Enbaxa- 
dor  se  fue  á  la  mezquita,  haziendosele  de  mal  al  hermi- 
taño,  por  ser  muy  obseruante  de  su  ley,  admitir  á  na- 
die dentro,  aunque  offre^iendole  paga  se  quietó  fagil* 
mente;  llamauase  este  deruis  Homar  y  era  defendiente 
de  su  legislador  Mahamet,  y  ansi  traia  todo  el  turbante 
verde,  y  no  solo  él  vsaua  de  esta  preminente  insignia, 
pero  unas  muchachas  hijuelas  suyas  parecieron  otro 
dia  con  tocas  verdes  rreboqadas,  como  las  demás  mu- 
geres  árabes  las  vsan^  aunque  no  de  esta  color. 

A  i.°  de  Octubre  salió  de  aqui  el  Enbaxador,  auien- 
do  caminado  buen  rrato  la  caravana  delante,  guardán- 
dose el  mesmo  orden  que  quando  se  vino  de  Casbin  á 
Spahan,  y  saliendo  del  lugar  áe  vio  á  la  mano  derecha 
muy  junto  á  él  el  sitio  de  una  fortissima  pla^a  del  todo 
arruinada  por  Alauerdecan  quando  ganó  el  rreyno  de 
Lara,  siendo  el  sitio  de  esta  fuerza  en  un  áspero  y  alto 
collado  cortado  á  plomo  por  casi  todo  él  en  la  mesma 
peña.  A  la  una  de  la  noche  se  llegó  á  la  aldea  de  Dia- 
curi^  y  como  el  Enbaxador  uviesc  enbiado  delante  para 
que  le  tuuiesen  aderezado  el  aposento  en  la  mezquita 
y  entierros  en  que  á  la  venida  auia  posado,  halló  á  los 


criados  que  á  esto  auian  ido  parados  á  la  puerta,  no 
aviendo  querido  entrar  por  auer  sabido  que  de  menos 
de  un  mes  hasta  entonges  auian  enterrado  dos  muertos, 
y  el  uno  muy  pocos  dias  auia,  estando  todos  muy  es- 
pantados del  caso.  Con  todo  mandó  el  Enbaxador  que 
abriesen  la  puerta  y  que  entrando  dentro  algunos  aten- 
diesen con  cuydado  sí  auía  algún  mal  olor,  en  lo  qual 
se  hallaron  diferentes  pareceres,  y  conformándose  el 
Enbaxador  con  los  que  dezian  que  no  lo  auia  mandó 
que  le  hiziesen  su  cama,  y  aunque  comía  pocas  vezes 
de  noche^  le  tuuiesen  de  cenar^  paregiendole  á  otros  de 
los  que  allí  se  hallaron  ser  de  todo  ominoso  y  horrible 
aquel  hospicio;  pero  otro  dia,  los  mesmos,  con  auer 
dormido  allí  aquella  noche  se  hallaron  muy  quietos  y 
sin  scrupulo  alguno. 

Vino  luego  que  el  Enbaxador  llegó,  la  mesma  noche, 
á  offregelle  el  regalo  que  allí  en  tan  pequeña  aldea  po- 
día auer,  una  muger  que  era  la  governadora  del  lugar 
y  de  otros  tres  ó  quatro  mas  cercanos,  tan  varonil, 
ágil  y  desenbuelta,  aunque  vieja  de  setenta  años  (i), 
que  puso  admiración  en  todos.  Ofíregio  luego  todo  lo 
que  fuese  menester  para  toda  la  familia,  mandó  traer 
con  gran  presteza  pan,  hueuos  y  pollos,  y  por  la  ma- 
ñana cantidad  de  gallinas,  cabritos,  carneros  y  alguna 
leche  fresca  porque  supo  comerla  algunas  vezes  el  En- 
baxador. Pidióle  esta  buena  muger  que  no  permitiese 
que  ningún  criado  suyo  ni  de  los  persianos  que  alli  ve- 
nían fuesen  á  posar  á  su  casa,  por  tener  consigo  hijas 
y  nietas,  lo  qual  le  prometió  el  Enbaxador,  y  ella  aten- 
dió con  tanta  promptitud  y  presteza  aquella  noche  y 
otro  dia  á  todo  lo  que  fue  menester,  que  muchos  hon- 
bres  juntos  y  de  gran  despacho  cada  uno  no  pudieran 
mas  prouidamente  disponello  todo,  porque  no  solo  los 
mantenimientos  para  la  familia  del  Enbaxador  y  la  de- 


(i)    y  desenbuelta» 


—  443  — 

mas  gente  de  la  caravana  proveyó  abundantíssima* 
mente,  pero  de  guias  para  pasar  aquella  mala  sierra 
que  está  entre  aquella  aldea  y  la  ^iudad  de  Lara,  y  de 
otros  veinte  honbres  para  Ueuar  la  litera  á  manos^  sien- 
do de  aquellos  árabes  alegremente  y  con  gran  puntua- 
lidad obedecida.  Era  muger  alta  de  cuerpo  y  gorda, 
aunque  muy  ágil,  con  un  rrostro  grande  y  varonil  y  de 
nariz  aguileña,  y  que  ansi  en  esto  como  en  la  biueza 
de  los  ojos  mostraua  bien  ser  muger  de  mucho  valor, 
como  en  las  obras  exteriormente  lo  (i)  pares^ía;  lla- 
mase Gulcanu,  que  en  persiano  es  lo  mesmo  que  la  se- 
ñora Rosa,  y  era  de  nación  turcomana,  gran  valida  en 
su  mogedad  de  Alaverdechan,  soltan  de  Xiras,  dexan- 
dolé  después  por  su  vida  el  govierno  de  aquella  aldea 
y  otras  comarcanas,  adonde  solia  tener  grandes  mana- 
das de  ganados,  de  todo  lo  qual  se  deshizo  después  de 
muerto  su  marido  y  hijos,  y  aunque  sin  ellos,  después 
muy  querida  y  obedecida  de  la  gente  de  aquella  co- 
marca. Mandó  el  Enbaxador  que  se  le  pagase  muy  bien 
todo  lo  que  esta  muger  auia  offreqido  sin  obligarla  á 
que  lo  diese  conforme  á  la  obligación  de  los  otros  lu- 
gares en  este  camino,  y  á  unos  nietezillos  suyos  se  le[s] 
rrepartíese  algún  dinero,  quedando  aqui  con  rrazon 
memoria  de  tan  insigne  muger,  digna  sin  conparagion 
de  otra  mayor  fortuna. 

A  2,  con  media  hora  de  sol  se  (2)  salió  de  Diacuri  y 
quando  queria  cerrar  la  noche,  gerca  del  pie  de  la  sie- 
rra, adonde  en  una  gran  cisterna  á  la  mano  derecha  del 
camino  se  refrescó  la  gente  con  el  agua  que  alli  se  halló 
muy  buena  y  fria.  Subióse  después  aquella  sierra  que 
á  la  venida  tanto  trabaxo  auia  dado,  pero  entonces  con 
las  lunbres  que  se  lleuavan  y  por  auerse  aderezado,  por 
mandado  del  Cham^  poco  tiempo  auia,  los  malos  pasos. 


(i)    motíraucu 
(a)    Uegó. 


—  444  — 

I 

se  caminó  por  allá  sin  peligro  ni  molestia  alguna.  A  las 
dos  después  de  media  noche  se  llegó  á  Lara,  pasando 
por  junto  al  pie  de  la  sierra  en  que  la  fortaleza  está 
fundada,  á  la  parte  contraria  de  la  giudad,  y  el  caste- 
llano, por  hazer  ñesta  al  Enbaxador,  ó  por  mostrar  que 
tenia  artillería,  le  hizo  una. gran  salva,  aunque  se  le 
pudiera  perdonar  esta  honrra,  pasando  las  balas  zun- 
bando  sobre  las  cabe(;as  de  todos.  Posó  el  Enbaxador 
en  casa  de  un  persíano,  mercader  rriquissímo  que  so- 
lia  contratar  en  Ormuz,  llamado  Coge  Nazar^  en  un 
quarto  muy  fresco  con  los  corredores  cubiertos  de  pa- 
rras y  un  patinejo  estado  y  medio  mas  hondo  que  el 
demás  suelo  de  la  casa,  muy  sonbrio  y  ferrado,  con 
limoneros  y  naranjos  y  otros  arboles,  auiendo,  demás 
del  aposento  del  Enbaxador,  comodidad  tanbien  para 
los  frayles  y  algunos  criados,  posando  los  demás  en  un 
caravasar  gerca  de  la  dicha  casa.  Fue  luego,  otro  dia 
como  el  Enbaxador  llegó,  el  governador  á  visitalle,  que 
era  el  mesmo  que  estuuo  alli  á  la  venida  de  Ormuz,  y 
aunque  no  quisiera  detenerse  el  Enbaxador  mas  de 
hasta  el  dia  siguiente,  lo  detuuieron  otros  finco  mas, 
de  manera  que  fueron  ocho  los  que  paró  en  Lara,  de- 
teniéndose este  tienpo  por  las  mesmas  causas  que  en 
Xiras.  Hasta  que  visto  proceder  tan  adelante  la  malicia 
y  cudigia  de  esta  gente,  salió  al  canpo  una  tarde  adon- 
de estaua  la  carauana,  y  aunque  el  aposentador  y  go- 
vernador ocultamente  procuravan  inpedir  la  partida,  de 
hecho  y  casi  por  fuerga  hizo  cargar  y  salir  de  allí, 
aunque  á  mas  de  una  ora  de  la  noche;  tomándose  pun- 
tualmente el  sol  no  se  halló  la  situación  de  esta  g iudad 
en  mas  de  26  grados  y  un  tergio,  veinte  minutos  menos 
que  Ormuz.  Supo  el  Enbaxador,  en  Lara,  de  Coxe  Na- 
zar  su  huésped,  que  pocos  meses  antes  de  la  prisión  y 
muerte  de  su  rey  Habrain  Cham,  sobreuino  en  la  mes- 
ma  giudad  rrepentinamente  y  con  el  aire  sereno  un  te- 
rrible tenblor  de  tierra  que  continuando  con. intervalos 


—  4+5- 

mas  ó  menos  por  ocho  días  arruinó  la  mayor  parte  de 
la  gtudad  con  muerte  de  muchas  personas,  y  que  fuera 
más  este  daño  si  toda  la  mas  gente  luego  al  principio 
del  terremoto  no  huyera  á  la  campaña.  Lo  qual  fue 
juzgado  de  todos,  después  de  la  prisión  del  rey^  por 
conocido  prodigio  de  su  muerte  y  de  venir  aquel  reyno 
á  poder  de  los  persianos,  y  aunque  sienpre  semejantes 
casos  se  atribuyen  á  las  precedentes  señales  fuera  del 
común  orden  de  naturaleza,  el  verdadero  portento  de 
la  rruina  de  Hanbrain  Chan  fue  la  mucha  cudi^ia  y 
crueldad  suya,  con  que  en  su  mayor  necesidad,  abo- 
rrecido sumamente  de  sus  vasallos  fue  desanparado  de- 
Ilos.  Sugedio  en  este  terremoto  que  todas  las  casas  que 
tenian  el  techo  de  boueda,  como  comunmente  en  el 
reyno  de  Lara  y  toda  Persia  se  vsan,  del  todo  se  arrui- 
naron, y  las  que  lo  tenian  de  madera  casi  todas  queda- 
ron en  pie. 

A  la  ora  dicha  salió  el  Enbaxador  de  Lara  á  lo  de 
Octubre  y  auiendo  caminado  una  ora  delante  la  gente 
de  seruigio  y  algunas  cargas,  para  que  hiziesen  jorna- 
da aquella  noche  cinco  leguas  adelante  en  un  rrazóna- 
ble  caravasar,  y  ordenado  al  aposentador  tuuiese  alli  lo 
que  se  uviese  de  comer  otro  dia,  el  Enbaxador  acordó 
parar  la  mesma  noche  en  otro  caravasar  no  mas  de  dos 
leguas  de  Lara.  Y  como  se  enbiase  luego  un  árabe  gran 
corredor  para  que  auisase  á  los  que  caminavan  delante 
que  parasen  en  el  caravasar  primero,  alerto  que  el  árabe 
fuese  tomado  del  anfión  de  que  comunmente  vsan  y  se 
quedó  dormido  en  el  camino.  De  manera  que  quando 
se  llegó  á  la  mansión  los  demás  auian  pasado  delantCi 
quedándose  acaso  la  cama  del  Enbaxador,  pero  los 
demás  del  todo  desacomodados,  y  ansi  fue  menester 
despachar  luego  á  algunas  aldeas  á  menos  de  una  legua, 
con  dineros  para  que  se  traxesen  mantenimientos  otro 
diay  y  á  los  que  auian  pasado  delante  que  no  boluiesen, 
sino  que  aguardasen  alli  hasta  llegar  el  Enbaxador. 


—  446  — 

A  1 1 ,  á  la  ora  mas  ordinaria  se  salió  deste  carava- 
sar y  en  QÍnco  jornadas  se  llegó  á  Cabrestan  á  poco 
mas  de  media  noche,  padeciéndose  en  toda  ella  y  en  el 
dia  siguiente  el  mayor  calor  que  se  tuuo  hasta  aqui  en 
toda  la  xornada^  y  aunque  se  halló  bastantemente  de 
comer^  ninguna  otra  fruta  sino  cantidad  de  melones,  y 
estos  no  buenos,  pero  que  suplieron  la  que  faltaua  en 
la  molestia  que  daua  tan  rriguroso  tíenpo  como  allí  se 
tuuo. 

A  1 6^  salió  de  aqui  la  caravana,  despachando  el  mes- 
mo  dia  á  Ormuz  para  que  se  enbiase  por  orden  del  ca- 
pitán en  qué  pasar  desde  el  Bandel  aquel  poco  mar 
que  ay  hasta  la  giudad,  y  antes  de  amanecer  se  llegó 
al  caravasar  de  Guíchi,  creciendo  mas  el  calor  cada 
ora.  Todas  las  cisternas  desde  Lara  hasta  este  carava- 
sar, aunque  se  hallaron  con  mucha  agua  era  de  rruín 
color  y  malissimo  gusto,  porque  aviendo  llovido  un 
grande  aguagero  que  duró  algunas  oras,  mediado  el 
mes  de  Agosto,  aunque  las  gisternas  estauan  casi  se- 
cas, siendo  la  lluuía  general  en  todo  aquel  reyno^  las 
hinchó  de  agua,  pero  de  tan  mala  calidad,  estando  el 
suelo  sequissimo  por  no  auer  llouido  en  mas  de  dos 
años,  que  cobró  aquel  mal  color,  olor  y  gusto,  aunque 
teniéndola  por  dos  oras  fuera  de  la  gisterna  en  qual- 
qjier  vaso  perdía  mucha  de  aquella  mala  calidad.  En 
Lara^  con  ser  el  agua  de  sus  gisternas  tan  perfecta  y 
íria  como  se  a  dicho,  le  alcanzó  tanbien  esta  plaga, 
aunque  de  algunas  que  no  admitieron  la  dicha  Uuuia 
se  lleuó  la  que  bastó  al  Enbaxador  hasta  llegar  al  Ban- 
del. Halláronse  yermos  los  sitios  de  los  aduares  de 
árabes  que  auia  gerca  de  Guichi,  por  la  esterilidad  y 
falta  de  agua  en  aquellos  dos  años  para  sus  ganados, 
y  ansí  aquellos  que  los  tenian  se  auían  pasado  á  Oeza 
y  Suster,  quedando  alguna  poca  gente  pobre  y  mez- 
quina que  se  mantenían  de  pescado  en  la  costa  del  mar, 
que  estaría  de  este  caravasar  poco  mas  de  dos  leguas. 


—  447- 

Muchos  niños  y  mugeres  que  tuuieron  noticia  auer 
llegado  allí  el  Enbaxador  acudieron  luego  aquella  ma- 
ñana, yendo  vnos  y  viniendo  otros  á  comer  lo  que 
quedava  de  la  gente  de  la  caravana,  á  todos  los  quales 
mandó  el  Enbaxador  que  fuesen  socorridos  con  sus 
limosnas  en  dinero^  de  que  ellos  hazian  gran  fiesta.  Y 
como  viniesen  por  la  mayor  parte  desnudos,  sino  era 
con  algún  pedazo  de  trapo  rroto,  y  se  les  preguntase 
si  sentian  de  aquella  manera  mucho  el  calor,  rrespon- 
dian  que  el  frió  era  el  que  los  mataua,  y  que  por  esto 
gran  parte  de  la  mañana  se  ponian  al  sol  por  calentar- 
se^ provandose  con  esto  quan  enemigo  de  la  naturaleza 
de  honbres  y  anímales  sea  el  frío. 

A  17,  salió  de  aqui  el  Enbaxador  y  sin  parar  anduuo 
las  seis  leguas  que  ay  hasta  el  Bandel,  pocos  menos 
dias  de  dos  años  que  desde  alli  partió  para  Lara;  posó 
en  aquella  mesma  casa  adonde  paró  antes,  en  el  Ínterin 
que  se  cogían  las  tiendas,  aunque  en  una  mala  estan- 
cia, que  por  ser  común  para  los  mesmos  huespedes, 
como  en  España  los  azaguanes  grandes  de  mesones, 
fue  menester  atajar  parte  della  con  unas  cortinas  á 
donde  se  le  pusiese  la  cama.  Vino  luego  por  la  mañana 
el  Soltan  del  Bandel,  á  cuya  gouerna^ion  está  aquella 
tierra  firme  de  Comoran  y  isla  de  Queyxome,  á  visitar 
al  Enbaxador  offregiendole  dar  todo  el  despacho  nege- 
sarío  para  enbarcar  su  casa  para  Ormuz,  y  aunque  esto 
consistía  en  ginco  ó  seis  barcas  que  el  Enbaxador  auia 
de  pagar  después,  comengó  á  poner  dificultades  en- 
bíando  desvergonzadamente  á  pedir  le  enbiasen  algún 
presente,  lo  qual  tanbien  auia  hecho  en  Lara  aquel 
governador.  Pero  la  rrespuesta  que  se  le  auia  dado  al 
primero  se  dio  agora  aqueste,  diziendo  el  Enbaxador 
que  los  mercaderes  le  hiziesen  aquellas  sumisiones^ 
pero  que  él,  como  Enbaxador  de  su  rey,  á  solo  el  rey 
de  Persia  auia  traído  presente,  y  que  éste  ya  se  lo  auia 
dado,  y  que  sí  auia  offregido  alguna  cosa  á  los  gover- 


-448- 

nadores  y  otras  personas  á  la  ida  y  entrada  que  hizo 
en  las  ciudades  del  señorío  de  Persía,  auia  sido  en 
rreconpensa  del  regalo  que  á  él  y  á  sus  criados  auian 
hecho,  y  por  el  trabaxo  de  hospedallos,  y  no  por  geri- 
monia  ni  sumisión,  como  lanpoco  se  hizo  con  su  señor 
el  Chan  de  Xiras,  ni  su  governador  Alay  Bec.  No  de- 
sistió por  esto  Alauerdi  Soltan,  que  ansi  se  llamaua, 
sino  que  visto  que  por  la  dicha  via  no  auia  podido  ha- 
zer  nada  le  enbió  un  malissimo  rrogin,  y  á  dezir  que 
era  de  los  mejores  cauallos  que  auia  en  Persia,  y  que 
valia  ginquenta  tomanes,  que  son  ochocientas  pata- 
cas. El  Enbaxador,  muy  mas  enfadado  con  esto,  le 
boluíó  el  cauallOj  diziendo  (i)  que  no  le  enbíase  cosa 
alguna^  porque  no  la  quería,  sino  dar  quenta  al  rey  de 
Persia  de  quien  él  era  y  de  lo  que  vsaua  en  aquel  offi- 
qio,  siendo  mas  conveniente  el  que  vsaua  en  casa  de 
Emancolicham  su  amo,  y  con  esto  mal  espantados  se 
boluieron  los  que  vinieron  por  el  rrecado.  Seruia  el 
dicho  So!tan  Alauerdi  en  casa  del  Cham  quando  el 
Enbaxador  estuuo  en  Xiras,  de  botiller,  á  cuyo  cargo 
estauan  las  cosas  dulces,  de  quien  demás  de  la  dcsver- 
guenca  presente  y  auer  molestado,  sacándoles  dineros 
violentamente,  á  algunos  criados  del  Enbaxador  que 
pocos  meses  antes  pasaron  de  Spahan  á  Ormuz,  enton- 
ces auian  vsado  de  otra  muy  mayor  insolencia  con  fray 
Dimas,  religioso  descaigo  del  Carmen.  Porque  auiendo 
pedido  al  Enbaxador  en  Cabrestan  le  dexasc  pasar 
adelante,  por  llegar  dos  ó  tres  dias  antes  á  su  convento 
de  Ormuz,  á  donde  iua  por  vicario,  y  en  el  Bandel  se 
quisiese  enbarcar  el  dia  antes  que  el  Enbaxador  llega- 
se, no  obstante  su  pobreza  le  detuuieron,  no  consin- 
tiendo que  se  fuese  sin  que  les  pagase  siete  tomanes  (2), 
que  son  mas  de  (¡ien  rreales  de  á  ocho,  y  como  el  po- 


( 1 )  ni  él  ni  otra  cosa  queria  que  enbiase, 

(2)  En  el  ms,  tomones* 


-44^  — 

bre  frayle  no  los  tuuíesc  aguardó  á  que  viniese  el  En- 
baxador,  á  quien  dio  cuenta  de  lo  sucedido,  diziendole 
tanbien  que  el  color  que  daua  el  Soltan  para  hazelle 
pagar  aquel  dinero  era  cargándole  culpa  de  que  auia 
querido  pasar  un  árabe  que  se  auia  hecho  cristiano, 
siendo  esto  mentira.  Y  porque  la  insolencia  de  estos 
infieles  estaua  ya  tan  descubierta,  creciendo  cada  dia 
mas  con  la  flaqueza  que  vian  en  Ormuz,  haziendo 
tantas  sumisiones  los  capitanes  y  sufriendo  tanto  por 
sustentarse,  temió  el  Enbaxador  no  fuese  principio  lo 
vsado  con  este  buen  frayle  para  progeder  á  otro  mayor 
excesó,  y  ansi,  aquel  dia  en  la  tarde,  auiendo  llegado 
pocas  oras  antes  un  ciudadano  de  Ormuz  y  queriéndo- 
se partir  en  un  tarranquin  en  que  auia  venido,  el  mes- 
mo  Enbaxador  Ueuó  al  frayle  á  la  playa  y  aunque  qui- 
sieron detenello  lo  hizo  enbarcar.  Comengose  luego  un 
gran  tumulto  en  los  soldados  que  alli  estauan,  y  á  mu-* 
cha  priesa  se  enbarcaron  en  dos  terradas  siguien- 
do (i)  el  tarranquin^  pero  hecho  este  ademan  y  dán- 
doles el  Enbaxador  bozes  que  lo  dexasen,  demás  que  ya 
se  les  auia  alargado  lo  que  bastaua  para  no  alcangallo, 
se  boluieron  y  se  fueron  á  la  fortaleza  á  quexarse  al 
Soltan,  mayormente  uno  grande  amotinador  y  desver- 
gonzado que  dezia  auer  rregibido  algunos  golpes  en  el 
tumulto.  Hallándose  esto,  sigun  las  muestras,  en  tan 
mala  dispusigion,  sin  poder  enbiar  el  Enbaxador  parte 
de  su  casa  á  Ormuz  aquel  dia,  no  atreuiendose  la  gente 
de  la  tierra  dar  barcos,  ni  seruir  aunque  se  lo  pagavan, 
publicó  aquella  noche  que  queria  despachar  al  rey 
.  dándole  cuenta  de  lo  que  con  él  se  vsaua  por  el  Soltan 
y  el  vellaco  de  Cachibec  el  aposentador,  molestándole 
y  deteniéndole  alli  hasta  que  con  sacarle  dineros  rredi- 
miese  su  vexagion,  y  ansi  determinó  enbiar  si  luego  de 
mañana  no  lo  despachasen,  y  rresuelto  de  no  darles 

(i)    á  mucha  priesa, 

29 


—  45o  — 

por  aquella  via  ni  un  solo  larin.  Padecióse  esta  noche 
terrible  calor,  auiendo  sido  hasta  entonces  todo  su 
augmento,  y  leuantandose  el  Enbaxador  luego  que 
amaneció  hizo  rrecoger  las  cargas  de  mas  inportan^ia 
en  la  posada  en  que  estaua  y  queriendo  comentar  á 
escrevir  al  rey  vinieron  á  gran  priesa  un  ermano  de 
Soltan  y  un  teniente  suyo  con  el  mesmo  aposentador, 
á  diízille  de  parte  suya  como  los  enbiaua  para  que  lue- 
go, sigun  el  Enbaxador  mandase,  se  enbarcase  toda 
su  casa  y  cauallos,  porque  todo  estaua  á  punto,  y  que 
le  perdonase  la  tardanza  hasta  entonces.  Fué  tanta  la 
diligencia  que  pusieron  y  tantos  ios  que  acudian  á  ser- 
uir,  que  en  un  momento  lo  enbarcaron  todo  con  nota- 
ble solicitud,  rresultando  de  esta  rrepentina  mutación 
costalle  mucho  mas  cara  al  Enbaxador  su  partida,  sin 
conparagion,  de  lo  que  se  le  pedia  antes,  aunque  en- 
tonces no  pidieron  nada.  Después  de  medio  dia  llegó 
el  prior  de  San  Agustín  de  Ormuz,  y  con  él  fray  Ma- 
nuel de  Sancta  María,  uno  de  los  rrciigiosos  que  venian 
de  Span  con  el  Enbaxador  y  se  auia  adelantado  desde 
Lara,  y  luego  á  la  tarde  un  criado  del  capitán  de  la 
fortaleza  con  una  manchua  en  que  se  pudiera  enbarcar 
para  entrar  en  la  galera  que  media  legua  antes  de  lle- 
gar á  tierra  aguardaua.  Vinieron  tanbien  dos  galeotas 
bien  armadas,  que  acercándose  mas  metieron  en  la  una 
alguna  rropa  de  la  rrecamara  del  Enbaxador,  con  dos 
ó  tres  criados  que  no  se  auian  enbarcado  con  la  demás 
casa. 


—  4^1  — 


CAPÍTULO  IX 


Embárcase  D.  Garcia  para  Ormuz. — Sequía  grande  que  allí  se  pa- 
decía.—Temores  de  guerra  con  los  persas. — Alarma  general 
que  causaron.— Consejos  que  dio  D.  García. — Envía  el  Schah 
una  expedición  contra  •(  Niquilu. 

A  1 8,  se  enbarcó  el  Enbaxador  quando  tramontaua 
el  sol,  con  el  prior  y  frayles  que  auian  venido  de  Or- 
muz, y  antes  [que]  fuese  noche  entró  en  la  galera, 
adonde  (i)  le  hospedó  y  rregaló  en  ella  su  capitán  An- 
drea Coello,  cuñado  de  Don  Luis  de  Sosa,  capitán  de 
la  fortaleza,  y  (2)  con  poco  viento  se  nauegó  menos  de 
una  ora^  lleuando  las  galeotas  á  un  tiro  de  mosquete, 
pero  luego  calmó  el  viento,  surgiendo  en  quatro  bra- 
gas^ y  aunque  con  calma  se  pasó  mejor  la  noche  que 
en  Comoran. 

Á  19,  aunque  comentó  á  (3)  ventar  un  poco  de  vien- 
to, teniendo  á  Ormuz  á  la  vista  á  tres  leguas,  fue  me- 
nester ayudar  los  forjados  rremando,  auiendo  dado  la 
galera  el  trinquete,  hasta  llegar  á  medía  legua  de  la  giu- 
dad,  adonde  vino  el  Oydor  general  de  la  India,  Anto- 
nio Barreto  de  Silua,  y  luego  el  vicario,  en  dos  barcos, 
con  cuya  conpañia  llegó  el  Enbaxador  á  su  posada  (4), 
hallando  alli  á  Manuel  Boyer  de  Sosa,  Veedor  de  la 
hazienda,  y  se  despidió  de  todos  dando  gragias  á  Dios 


(i)  aquella  noche. 

(a)  y  aunque, 

(3)  soplar. 

(4)  auiendo  primero  salido  en  la  manchua  y. 


-45a- 

que  sobre  tantos  contrastes  y  poca  ayuda  uviese  cun- 
pljdo  con  la  penosa  y  larga  obligación  de  su  jornada  el 
dia  susodicho  de  1619  años,  cunpHdos  dos  y  siete  días 
mas  después  que  en  el  mesmo  mes  se  enbarcó  de  Or- 
muz  para  pasar  al  Bandel. 

Con  ser  aún  tan  tenprano  para  hallar  en  esta  giudad 
naos  en  que  poder  pasar  á  Goa  no  se  halló  ya  ninguna, 
y  aunque  pudiera  ser  otra  la  causa  de  esto,  lo  mas  ve- 
risímil seria  el  miedo, de  no  hallar  en  el  viaje  de  Ormuz 
á  Goa  algunas  naos  de  ingleses  de  las  que  en  aquel 
tienpo  vienen  cada  año  á  Qurrate.  De  manera  que  fue 
forzoso  inuernar  el  Enbaxador  en  Ormuz,  cosa  que  él 
sintió  mas  que  todo  lo  que  en  su  jornada  de  malo  pu- 
diera su^ederle,  porque  demás  de  los  muchos  inconve- 
nientes que  auia  y  se  auian  conocido  ya,  el  gastar  mas 
un  año  en  Ormuz  y  la  India,  sin  el  (i)  que  se  auia  pa- 
sado, era  daño  irreparable  considerada  su  edad  y  lo 
mucho  que  deseaua  boluer  á  España.  Y  aunque  el  in- 
vierno de  este  clima,  que  es  como  en  Europa,  era  muy 
tenplado,  sin  frió,  ni  aquellos  excessiuos  calores  del  ve- 
rano, dio  mucha  mas  molestia  el  tienpo  que  alli  se  es- 
tuuo,  que  fue  de  casi  seis  meses. 

Avia  dos  años  y  mas  que  no  llouia  en  Ormuz,  tan- 
poco  como  en  el  reyno  de  Lara  y  costa  de  Arabia,  y 
ansi  el  agua  auia  del  todo  faltado  en  las  cisternas,  pa- 
deciéndose por  esta  causa  mucha  negesidad  della,  por 
traerse  con  mucha  costa  de  la  tierra  firme  del  Bandel  y 
isla  de  Quexome.  Y  aunque  vna  madrugada,  poco 
antes  que  fuera  de  dia  (2),  algunos  dias  después  que 
llegó  el  Enbaxador,  vino  un  grande  aguagero  con  true- 
nos, la  furia  del  no  duró  mas  de  un  quarto  de  ora,  y 
ansi  fue  poca  el  agua  que  se  rrecogio  en  las  gisternas, 
siruiendo  solo  entonces  de  moxar  la  tierra,  que  estaua 

(i)    mucho. 
(2)    pocos. 


—  453- 

sequissima.  Pero  dos  meses  adelante,  á  dos  de  Enero 
y  sigundo  dia  del  año  de  1620,  comentó  dos  oras  des- 
pués de  media  noche  un  terrible  tenporal,  precediendo 
poco  antes  un  gran  viento  con  tanta  furia  de  agua  y 
truenos  qual  jamas  se  auia  sentido  en  aquella  giudad 
muchos  años  auia,  durando  mas  de  dos  grandes  oras 
la  mayor  fuerga  del  aguagero,  de  manera  que  no  solo 
hinchió  las  gisternas  todas,  mas  por  todas  las  partes  de 
la  isla  dexó  grandes  lagunas  de  agua.  Era  cosa  muy  de 
notar,  luego  como  fue  de  dia,  que  quedó  muy  claro  y 
sereno,  ver  el  mucho  número  de  toda  suerte  de  jente 
que  salió  al  canpo  con  general  alegria  de  todos,  no  sin- 
tiendo algunos  las  muchas  casas  que  la  tenpestad  les 
auia  derribado  (1),  siendo  tanbien  conpañeros  de  los 
honbres  en  esta  salida  toda  la  suerte  de  animales,  como 
camellos,  bueyes,  puercos,  cabras,  perros  y  jumentos, 
beuiendo  y  bañándose  en  los  charcos  de  agua  que  ha- 
llauan.  Y  porque  fue  éste  el  mas  solene  y  festexado  dia 
que  se  auia  visto  en  Ormuz  mucho  tienpo  auia,  se  a 
hecho  aqui  mengion  del  y  con  rrazon,  teniendo  tan 
suma  carestia  de  agua  en  esta  isla  y  temiendo  cada  dia 
no  le  inpidiesen  de  tierra  firme  los  persianos,  pues  tan- 
bien  como  la  de  la  isla  de  Queyxome  estaua  en  su 
mano.  Para  la  gente  pobre  de  la  giudad  y  de  los  villa- 
ges  de  la  isla  fue  mas  presentaneo  este  beneficio,  pues 
por  muchos  dias  no  les  costaua  el  agua  nada,  beuiendo 
de  la  que  se  auia  rrecogido  en  algunas  lagunas,  hoyos 
y  partes  baxas  de  aquellos  sequissimos  canpos.  Son 
muy  pocas  vezes  las  que  Uueue  en  Ormuz,  islas  y  cos- 
tas de  Carmania  y  Arabia,  y  éstas  jamas  sin  tenpestad 
de  truenos,  viento  y  granizo  grueso,  como  en  los  tur- 
viones  ó  aguageros  de  Europa  por  los  veranos,  siendo 
tres  vezes  las  mas  que  Uueue  en  la  forma  dicha.  Algu- 
nas otras  sugede  de  una  agua  muy  menuda,  sin  tenpes- 


(i)    no  quedando  casi  honbre  ni  muger  que  no  saliese  al  canpo. 


-  454  — 

tad^  y  que  dura  muy  poco^  no  síruiendo  sino  de  matar 
el  poluo  en  el  canpo  y  causar  grandes  lodos  dentro  de 
la  giudad.  Y  ansi  no  tienen  tejas  en  los  techos  de  las 
casas^  sino  terrados,  como  se  a  dicho,  con  muy  poca 
corriente,  en  que  duermen  de  verano.  Y  aunque  el 
suelo  de  los  dichos  terrados  no  son  tiesos,  ni  conpuesto 
el  barro  con  aquella  paxa,  como  en  todas  las  provincias 
de  Persia,  la  tierra,  con  estar  floxa  y  suelta  se  aprieta 
luego  con  la  primera  agua,  aunque  con  todo  esto  y  ser 
las  casas  de  mexor  fábrica  que  las  de  Persia  se  caen 
muchas  dellas  durando  mucho  el  aguacero,  como  su- 
cedió esta  vez. 

Túvose  por  muy  gierto  por  los  mas  en  Ormuz,  que 
el  rey  de  Persia,  valiéndose  de  los  ingleses  que  este  año 
se  aguardauan,  sitiar  esta  (iudad,  lo  qual  era  muy  con- 
forme á  lo  que  los  años  atrás  auia  intentado  y  execu- 
tado,  y  sigun  las  muestras  que  entonfes  dauan  los  per- 
sianos  que  asistian  en  la  tierra  firme  de  Comoran.  Por-  * 
que  muy  pocos  dias  antes  que  el  Enbaxador  llegase,  el 
governador  de  aquel  districto  auia  puesto  mucha  ma- 
yor inposi§ion  en  el  agua  y  mantenimientos  que  pasa- 
uan  á  la  (iudad,  con  mostrarse  ansimesmo  en  todo  lo 
demás  muy  insolente,  no  obstante  que  el  capitán  de 
Ormuz,  por  contentalle  y  que  no  le  inpidiese  el  comer- 
cio, le  permitia  en  la  giudad  una  albóndiga  y  casa  par- 
ticular en  que  asistian  dos  agentes  suyos  persianos, 
adonde  acudian  toda  suerte  de  mercangias,  principal- 
mente de  mantenimientos,  pagándose  de  todo  esto  po- 
cos ó  ningunos  derechos.  Demás  de  estas  conjecturas, 
que  pudieran  ser  mas  que  presump^iones,  auiase  pu- 
blicado por  los  ingleses  que  rresidian  en  Spahan,  como 
ya  se  a  dicho,  que  espera  van  (i)  en  aquella  mon^ion 
ocho  naos  á  Jasques  y  que  auian  de  saquear  á  Ormuz. 


(i)    auian  de  penir. 


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Todo  lo  qual  se  confírmaua  con  la  nueua  que  (i)  tu- 
uieron  pocos  días  antes  que  el  Enbaxador  saliese  de 
Span,  de  como  el  cónsul  y  demás  ingleses  que  asistían 
en  Alepo^  ocultamente  auian  salidose  de  aquella  giudad 
y  enbarcadose  en  Tripol.  Pero  aunque  esto  era  ansí, 
mayor  rrecato  se  podia  tener  del  mal  estado  en  que  la 
(íudad  de  Ormuz  y  su  fortaleza  se  hallaua,  y  de  la  mu- 
cha anbigion  del  rey  de  Persia,  cudigiando,  y  con  rra- 
zon  tantOy  esta  plaga.  Porque  en  lo  demás  bien  paregia^ 
considerándolo  bien^  que  las  naos  inglesas  armadas 
por  los  mercaderes  de  Londres  no  auian  de  querer 
gastar  el  tienpo  que  en  la  tal  nauegagion,  sigun  las 
mongiones,  venia  tasado^  gesando  no  solo  la  ganangia 
que  esperauan,  sino  perdiendo  tanbien  sus  caudales 
por  ayudar  al  rey  de  Persia  á  ganar  á  Ormuz.  Y  quan- 
do  las  tales  naos  viniesen  á  este  efecto  no  serian  ya  las 
de  la  contratagion  de  aquellos  mercaderes^  sino  arma- 
das con  íauor  y  particular  orden  del  rey  de  Inglaterra, 
que  tanbien  se  podria  temer,  teniendo  notigia^  como 
podia  tenerla  muy  gíerta^  de  la  flaqueza  en  que  todo  lo 
mas  de  la  India  se  hallaua,  mayormente  lo  tocante  á 
aquella  giudad  de  Ormuz.  Pero  (2)  esto^  que  ya  se  de- 
uia  de  auer  tratado,  como  es  verisimil,  con  el  dicho 
rey,  no  podia  ponerse  por  obra  tan  ocultamente  que  no 
se  tuuíese  en  España  alguna  notigia,  y  por  el  consi- 
guiente auíso  en  Ormuz  y  la  India,  adonde  cada  día 
cregian  las  sospechas  de  la  amistad  del  rey  de  Persia 
con  los  ingleses.  Y  aunque  al  Enbaxador,  por  las  di- 
chas rrazones  le  paregia  ser  esto  ansi^  desde  Spahan, 
antes  de  su  partida  á  Ormuz,  y  después  dos  vezes  desde 
el  camino  escriuio  al  capitán  de  (3)  aquella  fortaleza 
que  estuuíese  con  mucho  cuydado  para  qualquier  caso 


(i)    auian  tenido. 

(2)  este  movimiento. 

(3)  Ormu\. 


--456  — 

que  suqediese^  y  después  de  su  llegada  le  persuadió  di- 
uersas  vezes  pusiese  los  ojos  en  defender  la  giudad 
atrincheando  y  gerrando  las  bocas  de  las  calles,  dando 
para  esto  comodidad  bastante  siendo  tan  estrechas  y 
con  las  casas  de  piedra  muy  altas  y  pasándose  desde 
sus  terrados  de  unas  á  otras  por  pasadizos  adonde  se 
podía  hazer  mucha  defensa.  Esto,  que  en  qualqutera 
necesidad  de  guerra  era  forzoso,  pues  la  fortaleza,  que 
carecía  de  todo  aquello  por  lo  que  pudiera  merecer  tal 
nonbre,  aun  no  tenia  plaga  para  rregibir  la  quarta  parte 
de  los  que  pregissamente  se  auian  de  meter  en  ella, 
aunque  los  cristianos  de  la  tierra  se  desanparasen,  y 
demás  de  los  tenplos  tantas  y  tan  hermosas  casas  como 
en  la  giudad  auia,  jamas  se  auia  preuenido  antes,  ni  el 
presente  capitán  entonges  hizo  preuengion  alguna,  de- 
mas  que  ni  en  la  fortaleza  ni  se  hallauan  mantenimien- 
tos, ni  agua  para  quinze  días,  auiendo  de  engerrarse  sin 
mas  consideragion  toda  la  gente  que  e  dicho  con  qual- 
quiera  nueua  de  enemigos  que  tuuiesen,  á  lo  qual  to- 
dos estauan  atentos. 

Sentía  cada  día  mas  el  Enbaxador  auer  de  aguardar 
mas  de  un  año  sin  poder  enbarcarse  á  España,  y  ansí 
acordó  de  enbiar  al  puerto  de  Jasques  á  saber  si  la  nao 
que  esperauan  los  ingleses  de  las  que  uviesen  llegado 
aquel  año  á  iC^urrate  auia  de  boluer  de  allí  á  Inglate- 
rra, porque  pagándoselo  bien  al  capitán  della  le  lic- 
uase y  dexase  en  qualquier  lugar  de  la  costa  de  Espa- 
ña ó  Frangía;  sobre  esto  escrivio  á  un  gentil  honbre 
inglés  que  auia  venido  por  agente  á  Jasques,  que  se 
dezia  Duarte  Monae,  que  en  Spahan  acudía  muchas 
vezes  á  su  posada  no  obstante  que  después  de  la  presa 
de  las  dos  galeotas  de  Ormuz,  como  se  a  ya  dicho,  ansí 
al  mesmo  Monae  y  á  Guillermo  con  todos  los  demás 
auia  vedado  la  tal  comunicagion.  Y  aunque  ansi  por 
esto  como  por  el  rríesgo  que  se  le  podía  offreger  ha- 
ziendo  tanta  confidengia  de  estrangeros  y  gente  de  mar 


—  457  — 

atentos  á  su  provecho  por  ser  vasallos  del  rey  de  Ingla- 
terra con  quien  el  rey  su  señor  tenia  toda  buena  co- 
rrespondencia de  paz  y  amistad,  estaua  rresuelto  en 
este  parecer,  teniéndolo  por  de  menor  inconveniente 
que  aguardar  treze  ó  catorze  meses  mas,  pudiéndosele 
offre^er  ansimesmo  en  Ormuz  y  en  la  India,  en  el  dicho 
tienpo,  muchos  otros- desgustos  y  pesadunbres,  sigun 
la  experiencia  que  sobre  esto  de  antes  tenia.  Pero  auien- 
do  ya  escrito  y  apergebido  el  criado  que  avia  de  lleuar 
la  carta,  llegó  el  mesmo  dia  nueva  gierta  á  Ormuz  de 
como  avian  llegado  á  Jasques  quatro  naos  y  un  patage 
de  ingleses, con  que  rresueltamente  el  Enbaxador  mudó 
de  parecer,  porque  aunque  luego  entendió  que  el  venir 
alli  todas  las  naos  juntas  que  aquel  año  avian  llegado  á 
Qurrate  era  por  asigurar  y  hazer  guarda  á  la  nao  que 
venia  á  Jasques  cada  año  (i),  pero  siendo  ya  muy  pu- 
blico en  la  costa  de  la  India,  como  tanbien  lo  auria  sido 
en  Inglaterra,  venir  cinco  galeones  de  Portugal  á  Or- 
muz, con  todo  esto,  pudiendo  suceder  otra  cosa  y  per- 
suadiéndose todos  los  que  alli  se  hallauan  tener  ya  la 
guerra  cierta,  no  le  pareció  conveniente  en  tal  tienpo 
la  dicha  deliberación,  aunque  sintió  mucho  el  no  exe- 
cutalla.  Fue  grande  el  alboroto  por  esta  nueua  en  to- 
dos los  que  en  Ormuz  se  hallauan,  temiendo  y  con  rra- 
zon  lo  que  del  rey  de  Persia  se  podia  esperar  y  se  auia 
publicado  antes,  con  la  llegada  entonces  de  aquellas 
naos,  que  luego  el  capitán  Don  Luis  de  Sosa  enbió  á 
rreconocer,  y  {2)  sabiendo  con  certeza  ser  ansi  y  la  una 
dellas  muy  grande,  con  trezientos  honbres  y  mas  de 
sesenta  piecas  de  artilleria.  Pero  como  de  los  que  cada 
dia  llegavan  de  Persia,  ansi  mercaderes  como  pasage- 
ros,  se  supiese  no  auer  de  allí  á  Xiras  movimiento  al- 
guno, como  de  rrazon  auia  de  auello  si  el  rey  de  Persia 


(i)    con  todo  esto  auiendo, 
(2)    teniendo  luego. 


—  458  — 

quisiera  intentar  lo  que  del  se  temía,  se  confirmó  ser 
QÍerto  lo  que  sobre  esto  el  Enbaxador  auia  discurrido, 
mayormente  aviendo  tenido  cartas  en  aquella  mesma 
sazón  de  Gaya  Soltan,  el  enbaxador  que  el  rey  de  Per-, 
sia  enbiaua  á  España,  el  qual,  partiendo  de  Spahan  á 
Xiras  se  quería  informar  del  tienpo  de  la  mongion  de 
Ormuz  á  Goa^  deseando  enbarcarse  en  su  conpañia. 
Haziendose  menor  el  temor  en  Ormuz,  pasados  algu- 
nos días,  pues  los  ingleses  no  entendían  en  mas  que  en 
dar  priesa  á  descargar  la  nao  del  trato  y  enbarcar  al- 
gunas cosas  de  las  que  se  auian  traído  de  Spahan;  ni 
en  la  tierra  firme  se  vía  mouimiento  de  que  se  pudiera 
temer  [que]  una  muy  sinple  y  vana  stratagema  de  Don 
Luis  de  Sosa,  capitán  de  Ormuz,  pudiera  despertar  á 
los  enemigos  incitándolos  á  lo  que  no  estauan  rresuel- 
tos.  Porque  auiendose  sabido  en  aquella  sazón  que  por 
el  mes  de  nouiembre  próximo  pasado  auia  muerto  en 
Goa  el  Conde  da  Redondo,  virrey  de  la  India,  y  suce- 
dido en  aquel  govierno,  por  hallarse  en  la  primera  vía, 
Hernando  de  Albuquerque  publicó,  sin  dar  cuenta  al 
Enbaxador  dello,  que  el  nueuo  governador,  luego  que 
sucedió,  se  auia  enbarcado  en  una  grande  armada  de 
galeones  y  galeras,  sin  otros  muchos  nauios  de  rremo, 
y  que  venia  ya  de  viage  para  Ormuz.  El  fin  que  para 
esto  el  capitán  tuuo  juntamente  con  los  que  él  deuio  de 
comunicar  este  designo,  fue  porque  con  la  fama  de  esta 
grande  armada  las  naos  inglesas  se  fuesen  de  Jasques^ 
quedando  libres  del  temor  que  dellas  tenían.  Conogío 
luego  el  Enbaxador,  á  quien  el  capitán  dio  este  auíso^ 
!a  flaca  y  débil  astucia  suya,  porque  le  paregio  del  todo 
inposible  que  el  governador  se  enbarcase  con  tal  pres- 
teza, pues  ni  se  sabia  que  la  armada  estuuiese  apresta- 
da, ni  en  la  India  se  executan  tan  puntualmente  y  en  tan 
poco  tienpo  las  ordenes  en  los  casos  militares ,  hallán- 
dose desapergebídos  de  todas  las  mas  cosas  esenciales 
para  ellos. 


—  4^9  — 

Y  demás  de  esto  y  de  que  no  (i)  daua  autor  ^¡erto 
que  uviese  venido  con  la  tal  nueua,  sabíase  la  mucha 
edad  y  grande  inpedimento  del  governador,  por  ser  tan 
gordo.  Pero  luego  el  mesmo  día  se  supo  con  más  cer- 
teza ser  bueltas  las  naos  de  los  ingleses  á  Qurrate^  no 
siendo  menester  la  nueua  invención  de  guerra  de  nues- 
tro capitán,  mas  propia  para  (2)  dañar  á  los  amigos 
que  para  atemorizar  á  ningunos  enemigos,  siendo  sien- 
pre  monospregiadas  y  entendidas  luego  dellos  tan  su- 
perñ^iales  stratagemas.  La  fama  de  la  grande  armada 
que  venia  de  Goa  á  Ormuz^  ansi  como  se  fue  desvane- 
ciendo y  teniendo  por  incierta  aun  entre  la  gente  mas 
vulgar,  hasta  entre  los  gentiles,  moros  y  judios,  ansi 
tanbien  puso  en  cuydado  á  los  persianos,  dando  luego 
cuenta  al  rey  de  Persia  y  al  Chan  de  Xiras  de  lo  que  en 
Ormuz  se  publicaua,  Y  como  los  que  quieren  mirar 
por  lo  que  tienen  y  conseruallo,  mayormente  los  reyes, 
no  se  curan  de  que  sea  gierto  ó  no  lo  que  se  dize,  como 
dello  le[s]  pueda  rresultar  algún  daño,  apercibiéndose 
para  lo  que  pudiere  suceder,  ansi  el  rey  de  Persia,  lue- 
go que  supo  lo  que  se  dezia  en  Ormuz  sobre  la  venida 
del  armada^  mandó  al  Chan  de  Xiras  que  de  la  costa 
del  mar  de  Persia  apercibiese  trezientas  terradas  y 
quinze  mil  honbres  para  enbarcar  en  ellas  y  tuuiese 
esta  armada  en  la  punta  mas  occidental  de  la  isla  de 
Queyxome.  Llegó  auiso  luego  desto,  creyéndose  que 
esta  gente  era  para  dar  en  los  lugares  del  rreyno  de 
Oeza,  en  la  mesma  costa;  pero  pasando  adelante  su  ar- 
mada á  veinte  leguas  de  Ormuz  fue  grandissimo  el  al- 
boroto que  rrepentinamente  causó  en  esta  ciudad,  per- 
suadiéndose todos  que  tendrían  aquella  mesma  noche 
los  enemigos  en  ella.  Auian  pasado  menos  de  dos  oras 
de  la  noche  quando  un  criado  del  Enbaxador,  que  se 


(i)    se  hallaua, 
(a)    engañar. 


—  460  — 

llamaua  Antonio  Tauares,  entró  corriendo  á  dezille 
cómo  hallándose  á  aquella  ora  ^erca  de  la  fortaleza 
llegaron  dos  árabes  al  capitán  con  el  dicho  aviso,  y  que 
luego  con  gran  tumulto  auia  salido  la  boz  á  diuersas 
partes,  y  que  el  dicho  capitán  enbió  luego  á  mucha 
priesa  á  dezir  al  rey  y  goazil  que  con  sus  familias  se 
rrecogiesen  á  la  fortaleza,  lo  qual  comen§auan  ya  á 
hazer  algunas  otras  personas.  En  un  punto  llegaron  (i) 
turbados  dos  ó  tres  vezinos  diziendo  lo  mesmo,  no  te- 
niendo el  Enbaxador  nueua  alguna  de  parte  del  capí- 
tan,  y  para  con  certeza  saber  la  causa  de  tan  notable 
tumulto  le  enbió  con  el  mesmo  Antonio  Tauares  á  de- 
zir le  auisase  dello,  y  que  le  advertía  y  suplicaua  que 
por  ningún  caso  permitiese  rrecoger  al  rey  en  la  forta- 
leza, ni  á  otre  nadie,  porque  daria  ocasión  á  quedar  del 
todo  yerma  la  ^iudad  aquella  noche.  Halló  este  rreca- 
do  á  nuestro  capitán  Don  Luis  tan  alborotado  y  turba- 
do que  no  acertó  á  rrespondelle  cosa  alguna,  hallándo- 
se ya  con  él  el  Oydor  general  y  Veedor  de  hazienda, 
con  otros  muchos  que  acudían  á  la  fortaleza  como  á 
vltimo  rrefugio  y  guarida  suya.  Buelto  Tauares  sin  mas 
certeza  y  rresonando  ya  gran  rruido  y  bozes  por  la 
§iudad,  cre9Íendo  la  nueua  de  que  el  rey  y  guazil  se 
rrecogian  con  el  capitán  y  que  mucha  gente  otra  hazia 
lo  mesmo,  en  especial  cantidad  de  mugeres  corriendo 
descabelladas  y  gritando,  como  sucede  en  lugares  que 
se  saquean,  el  Enbaxador  escrivio  un  papel  con  gran 
priesa  al  capitán  rrequiriendole  y  protestándole  no  con- 
sintiese que  nadie  desanparase  su  casa,  por  el  gran 
daño  que  dello  rresultaria,  porque  quando  fuese  Qierto 
el  auiso  que  se  tenia,  que  él  no  podía  creer  la  giudad 
quedaua  luego  en  poder  de  los  enemigos  para  ser  sa- 
queada y  quemada,  de  que  tanta  infamia  rresultaua  á 
todos,  perdiéndose  en  muy  pocos  dias  tanbien  la  for- 


(i)    algunos  muchos. 


taleza  con  tanto  número  de  gente  como  en  ella  de  rra- 
zon  aula  de  entrar.  A  este  sigundo  rrecado  rrespondio 
de  palabra,  ya  mas  en  si^  el  capitán,  dízíendo  que  no 
dexaria  entrar  á  nadie  aquella  noche^  pero  era  ya  mu- 
cho el  número  de  ios  que  acudían  llenando  su  dinero  y 
joyas,  sin  quedar  de  este  genero  nada  en  la  giudad  (i). 
Venían  de  todas  las  partes  della  á  saber  á  la  posada  del 
Enbaxador  si  se  pasaua  á  la  fortaleza  ó  enbiaua  alguna 
rropa  suya,  como  los  demás  hazian,  y  viendo  que  no 
auía  movimiento  alguno,  antes  los  aseguraua  diziendo 
á  todos  que  no  creia  la  venida  de  los  enemigos  y  que 
quando  viniesen  él  no  auía  de  desanparar  la  giudad,sino 
defendella  hasta  morir,  se  quietaron  casi  todos,  pasan- 
do de  esto  la  palabra  de  unos  en  otros,  porque  de  otra 
manera  aquella  noche  quedara  del  todo  despejada.  Y 
[como]  todos  aquellos  días  atrás,  desde  la  llegada  de  las 
naos  inglesas  á  Qurrate,  los  vezinos  portugueses  con  los 
árabes  y  gentiles  que  allí  auía  holgauan  mucho  de  ver  al 
Enbaxador  en  Ormuz,  parc^iendoles  que  con  su  asís- 
ten<;ia  tenian  mas  siguridad  para  lo  que  pudiese  suce- 
der quando  la  venida  de  los  persianos  saliese  gierta, 
mandó  el  Enbax-ador  aperqebir  quatro  terradas  la  mes- 
ma  noche,  para  que  con  sus  marineros  estuuiesen  en 
la  marina  al  pie  de  su  posada,  siendo  lo  mas  inportante 
de  esta  prevención  tener  aquellos  marineros  de  seruí- 
qio  en  qualquiera  necesidad,  que  eran  ginquenta  hon- 
bres,  y  mandando  que  cada  día  se  pagasen  bien  porque 
no  hizíesen  falta.  Otro  día,  muy  de  mañana,  auiendo 
sabido  la  rreyna  auer  dicho  el  Enbaxador  que  no  cun- 
plia  que  con  tanta  priesa  el  rey  y  guazil  se  entrasen  en 
la  fortaleza,  le  enbió  con  un  criado  suyo  un  rrecado 
pidiéndole  con  grandes  encarecimientos  no  [le]  inpidie- 
se  rrecogerse  en  ella  con  su  marido  y  hijos,  por  el  peli- 
gro en  que  todos  corrían.  El  Enbaxador  le  rrespondio 


(i)    Enbiaban, 


que  aquello  estaua  á  cuenta  del  capitán,  pero  que  le 
asiguraua  de  que  de  presente  no  aula  tanto  de  que  te- 
mer, que  quando  lo  u viese  (i)  no  faltaría  tienpo  para 
poder  rretirarse  á  la  fortaleza.  Y  porque  cregia  cada 
ora  mas  el  tumulto  y  el  Enbaxador  quería  mostrar  que 
no  auía  de  dexar  su  posada,  mandó  que  gerca  della  se 
^errasen  algunas  calles^  acudiendo  á  esto  dos  ó  tres 
vezinos  los  mas  g ercanos  con  sus  esclavos  y  criados, 
no  tanto  por  que  en  tienpo  de  la  necesidad  solo  aque- 
llo pudiera  ser  de  algún  efecto,  quanto  por  hazer  la  di- 
cha demostración  y  que  los  demás  se  animasen  á  no 
desanparar  sus  casas. 

Estauan  muchos  días  antes,  desde  la  venida  de  los 
ingleses,  algunos  que  se  hallauan  con  mas  dineros, 
tan  cuydadosos  y  vigilantes  de  ponellos  en  cobro,  si- 
gun  ellos  ymaginavan,  dentro  de  la  fortaleza^  que  tres 
ó  quatro  días  auia  que  el  Oydor  general  y  el  Veedor  de 
hazíenda  tenían  ya  (2)  allá  su  dinero  y  joyas,  y  ansí  con 
esto  los  demás  hazian  agora  lo  mismo,  y  no  obstante 
que  al  Enbaxador  no  se  daua  cuenta  de  nada  de  lo  que 
se  determinaua  hazer,  ni  jamas  entonces  ni  después 
se  tomó  ni  admitió  su  parecer,  salió  aquella  mañana  á 
la  plaga  de  la  fortaleza,  adonde  halló  al  capitán  con  el 
rey  y  Guazil  y  Oydor  y  Veedor,  y  se  offregio  con  su 
persona  y  criados  para  todo  lo  que  en  la  ocasión  pre- 
sente pudiese  ser  de  provecho,  como  vasallo  de  Su  Ma- 
gestad.  Pero  el  capitán,  como  si  en  dezirsele  aquello  le 
quisiesen  vsurpar  su  jurisdigion  desposeyéndole  de  su 
fortaleza,  ansí  se  (3)  turbó,  no  entendiéndosele  casi  pa- 
labra de  lo  que  rrespondia,  siendo  cosa  muy  ordinaria 
en  la  India  sentirse  de  semejantes  ofertas,  paregiendoles 
que  es  gran  menoscabo  suyo  si  se  les  advierte  de  algo, 


(i)    ayria  tienpo, 

(2)  dentro, 

(3)  mesuró. 


-463- 

aunque  sea  en  caso  tan  urgente  como  el  presente  era, 
y  esto  pasa  tan  adelante  en  los  mas  ó  casi  todos,  que 
antes  se  aventurarán  á  perder  que  ayudarse  de  nadie 
que  pueda  ó  sepa  mas  que  ellos,  mayormente  si  la  per- 
sona tal  no  fuese  de  sus  propios  portugueses,  pues  en- 
tre ellos  mesmos  su§ede  esto  muy  de  ordinario.  Y  ansi 
nuestro  capitán,  que  demás  de  tocarle  lo  dicho  como  á 
todos  hallauase  muy  en  sí  con  las  terradas  de  los  per- 
sianos  que  tenia  tan  gerca,  y  de  manera  que  no  solo  no 
atendió  á  lo  que  el  Enbaxador  le  dezia,  pero  se  apartó 
lexos  del  con  el  Oydor  y  Veedor,  no  tratando  de  cosa 
esenQial  para  que  la  giudad  pudiera  defenderse  si  el 
movimiento  de  los  enemigos  saliera  tan  gierto  como  se 
temia.  Y  porque  le  corria  preqissa  obligación  al  Enba- 
xador, ya  que  en  aquella  ocasión  se  hallaua  presente, 
de  hazer  lo  que  deuia  al  serui(;¡o  de  su  rey,  aunque  co- 
nogia  la  obstinación  y  mal  animo  de  aquellos  honbres, 
llamando  á  algunos  vezínos  que  estauan  presentes,  jun- 
tamente con  el  Vicario  que  llegó  alli,  fue  con  ellos 
adonde  don  Luis  el  capitán  se  hallaua  y  se  le  boluio  á 
offreger  para  todo  lo  que  determinase  tratar ,  pero  que 
le  advertia  que  de  defender  la  giudad  dependía  la  sigu- 
ridad  cierta  de  la  fortaleza.  Para  lo  cual  era  menester, 
y  que  desde  luego  cumplía,  auiendose  ya  de  auer  hecho 
desde  la  primera  nueva  de  los  ingleses^  hazer  minuta 
de  los  vezinos  portugueses  que  se  hallasen  en  la  giu- 
dad,  con  los  esclauos  que  pudiesen  pelear,  y  (i)  de  las 
armas  que  tuuiesen  (2),  tomándose  tanbien  la  mesma 
minuta  de  los  árabes  y  gentiles  habitantes  en  ella.  Y 
que  toda  esta  gente ,  en  ocho  ó  diez  tropas,  señalando 
á  cada  una  cabega  conpetente  de  los  vezinos  ó  solda- 
dos, acudiese  cada  uno  al  puesto  que  de  la  giudad  se 
le  señalase,  para  desde  luego  comenfar  á  fortificarse  y 


(i)    ansimesmo. 
(a)    habiendo. 


—  464  — 

hazer  guardia  en  él  de  dia  y  de  noche ,  para  defender- 
se (i),  fabricando  tanbien  traueses,  demás  de  en  las 
primeras  bocas  de  las  calles,  por  todas  las  demás  den- 
tro de  la  9¡udad,  la  qual  de  suyo  era  muy  fuerte  para 
batería  de  mano,  no  trayendo  los  enemigos  artillería.  Y 
que  tomándose  esta  rresolu^ion,  como  convenia,  era 
menester  sin  perder  algún  tienpo  con  toda  presteza  exe- 
cutalla,  y  viendo  el  Enbaxadnr  que  lanpoco  se  le  acu- 
dia  á  esto,  se  despidió  dellos,  Jiziendo  le  auisasen  si  so- 
bre esto  se  acordase  alguna  cusa,  y  se  fue  á  su  posada 
muy  gierto  de  que  si  los  persianos  los  enuistieran  en 
medio  de  tanta  confusión  y  lumulto.  inlaliblemcnte  la 
^iudad  y  fortaleza  se  auian  luego  de  perder,  pero  nun- 
ca se  pudo  persuadir,  por  las  rrazones  rreferídas  atrás, 
que  su  apergibimiento  fuese  por  mas  de  por  la  fama 
que  se  auia  publicado  de  venir  armada  de  la  India  con 
los  galeones  desde  Portugal  á  Ormuz.  Los  persianos,  ó 
por  no  dar  á  entender  que  se  tt-mian  de  esto,  ó  que 
rrealmente  lo  tuuiesen  por  orden  del  rey,  atrauesaron 
aquel  golpho  y  pasaron  hacia  Julpha,  en  la  contraria 
costa  de  Arabia,  creyendo  todos,  y  con  rrazon,  quan- 
tos  se  hallauan  en  Ormuz,  que  la  saqueasen  y  quema- 
sen como  lo  auian  hecho  en  la  guerra  del  Bandel.  Y 
aunque  al  pobre  rey  de  Ormuz  no  le  auia  quedado  otra 
cosa  de  todo  el  reyno  sino  aquel  lugar,  y  acudió  á  ha- 
zer diligenijias  para  que  se  le  enbiase  algún  socorro, 
esto  era  imposible  por  no  hallarse  casi  soldados  en  Or- 
muz, y  solas  tres  fustas  con  una  galera,  sin  chusma  ni 
marineros,  andando  las  demás  fustas  y  soldados  y  con 
ellos  el  queestaua  por  capitán  del  mar,  haziendo  escol- 
ta y  traginandoen  el  Qínde,  Ba^ora  y  costa  de  Arabia, 
á  tos  nauios,  ansi  del  capitán  como  de  los  demás  ofi- 
ciales del  Su  Magestad  que  rresídian  en  Ormuz,  de  ma- 
nera que  Julpha  se  tuuo  por  saqueada  y  quemada.  Con 


(1)    habiendo. 


-465  — 

tener  esto  por  §¡erto  les  pareqio  á  muchos  que  el  peli- 
gro que  tanto  temían  se  les  auia  (i)  desvaneQÍdo  y  rre- 
suelto  del  todo  con  la  rruina  de  aquellos  miserables 
árabes,  aunque  otros  lo  sentían  mucho  por  tener  allí 
gran  parte  de  sus  caudales  en  mercancías  y  dineros. 
Mas  este  aüuío  les  duró  poco,  porque  dentro  de  seis  o 
siete  dias  la  armada  de  los  persianos  boluio  adonde  an- 
tes estaua,  aviendo  quemado  y  asolado  un  pequeño  lu- 
garejo,  una  legua  de  Julpha,  con  muerte  de  gínquenta 
ó  sesenta  árabes  níqueluzes,  sin  auer  intentado  nada 
contra  Julpha. 

Fue  la  causa  de  esto  el  enojo  que  el  rey  de  Persia  te- 
nia con  Alicamalun,  árabe  de  Níquílu,  en  la  costa  del 
reyno  de  Lara,  por  auerse  pasado  algunos  años  antes 
á  estotra  costa  de  Arabia  junto  á  Julpha  y  bíuir  alli  con 
algunos  que  le  quisieron  seguir  con  sus  familias,  fun- 
dandr>  aquel  lugarejo  sigun  la  pobre  fábrica  que  se  vsa 
entre  aquella  nagion.  La  rrazon  que  tuuo  este  árabe 
para  se  rretirar  de  Niquílu,  siendo  como  era  honbre 
valeroso  y  determinado  para  qualquíera  facgion  de 
guerra,  fue  el  auerse  desauenido  de  los  persianos,  como 
insolentes  y  soberuios,  y  temerse  tanbien  del  Chan  de 
Xiras  y  del  rey,  que  por  ser  él  de  tales  partes  le  que- 
rían prender  y  quitar  de  alli  porque  no  intentase  algu- 
na novedad  con  sus  naturales  que  con  voluntad  le  acu- 
dían y  obedegian.  Paregio  después  ser  esta  la  mas  gier- 
ta  ocasión  de  su  mudanga,  porque  luego  trató  con  el 
rey  de  Ormuz  y  con  el  capitán  de  aquella  fortaleza  de 
seruir  á  Su  Magestad  en  lo  que  se  offregiese  sobre  la 
defensa  de  aquel  reyno  contra  los  persianos,  fauorc- 
giendole  con  algún  dinero  para  tener  prestos  y  á  su  de- 
uogion  muchos  de  sus  niquiluzes  que  pasarían  á  serui- 
lle,  y  tanbien  á  otros  de  aquellos  árabes  gercanos.  Pero 
como  en  Ormuz  solo  se  atiende  al  prouecho  y  trato  de 


(i)    quitado  de  encima,  aliuiado, 

3o 


i. 


_465- 

los  capitanes  y  de  los  demás  que  tenían  obligación  de 
acudir  á  cosas  semejantes  como  esta,  nunca  se  puso 
nada  por  obra,  ni  se  le  acudió  á  este  honbre  bellicoso 
que  tan  conpetente  [era]  para  tener  á  su  deuo^ion  otros 
muchos  árabes,  siendo  muy  poco  lo  que  se  podia  gas- 
tar en  ello.  Pero  en  la  India,  siendo  cosa  muy  esen<;ial 
valerse  muchas  vezes  de  la  gente  de  la  tierra,  mayor- 
mente en  Ormuz,  contra  i.in  p'i,U-:-nsn  cricmigo  como 
el  rey  de  Pcrsia,  á  quien  indus  cbl'is  arabi;s  aborrecen, 
ni  se  vsa  de  industria  ni  liberalidad  alguna  para  tener 
esta  gente  pronpta  en  las  vrgentcs  negesidades  que  tan- 
tas vezes  con  la  vezindad  de  los  persianos  pueden  ofre- 
(jerse.  El  Niquilu,  aunque  so  rrecatii  al  prin<;¡pÍo  de  la 
armada  de  los  dichos  persianos,  publicándose  ya  mu- 
chos días  aula  que  su  venida  era  para  Ormuz,  no  trató 
de  buscar  ayuda  de  los  árabes  vezinos  de  la  tierra 
adentro,  cuyo  emir  y  señor  á  quien  obedecen,, con 
particular  nonbre  se  llama  Cathane,  ni  tanpoco,  siendo 
él  pobre  y  faltándole  que  dar  A  aquella  nagion  vaga  y 
mercenaria,  fuera  cosa  fagil  persuadilla  á  que  le  soco- 
rriesen; pero  no  asigurandose  de  que  después  de  auer 
dado  los  enemigos  en  Ormuz  él  no  quedase  espuesto 
al  mesmo  peligro,  lo  mejor  que  pudo  fortificó  el  sur- 
gidero que  estaua  junto  á  su  pequeña  y  pobre  pobla- 
ción, con  algunas  terradas  que  varó  en  las  partes  por 
donde  mas  fácilmente  podia  ser  entrado,  llenas  las  te- 
rradas de  arena,  y  de  la  mesnia  hechos  tanbien  algunos 
otros  rreparos.  Llegaron  los  persianos  una  mañana  con 
ciento  y  c''iq*Jcnta  terradas  y  c'nco  mil  honbres  en 
ellas,  gi'an  parte  dellos  arcabuceros,  con  dozíentos  ca- 
uallos,  y  treinta  ó  quarenta  pasos  de  tierra,  siendo  alli 
la  costa  muy  baxa,  se  arrojaron  al  agua,  y  de  ios  pri- 
meros los  de  á  cauallo,  auiendo  ya  subido  en  ellos  y 
haziendnli)s  saltar  desdo  las  terradas  á  la  mar,  que  les 
d;uia  á  las  sillas,  v  con  grande  inpetu  v  por  muchas 
partos  cmi^ilieron  los  pnces  arabos.  Eran  todos  los  que 


—  467  - 

el  Niquilu  tenia  para  su  defensa  pocos  mas  doztentos,  y 
dellos  menos  de  treinta  á  cauallo,  pero  que  con  intré- 
pido animo  rregibicron  una  gran  carga  de  arcabuzazos 
y  flechazos  que  dispararon  en  ellos  los  enemigos,  y 
aunque  pudieran  antes  ponerse  todos  en  lugar  síguro 
rretirandose  de  la  costa,  como  antes  lo  auian  hecho  á 
sus  mugeres  y  la  demás  gente  inútil  para  pelear,  rre- 
sistieron,  cubiertos  de  sus  rreparos,  gran  rrato  á  los 
persianos,  rreqibiendose  igual  daño  de  una  y  otra  par- 
te. Mas  siendo  el  número  tan  desigual  y  viendo  herido 
á  su  capitán  de  dos  arcabuzazos,  se  pusieron  en  saluo  ^ 

con  la  agilidad  y  prática  que  tenian  de  la  tierra,  mu-  "tíL 

riendo  algunos  en  el  alcance,  seguidos  de  los  cauallos  ^^ 

persianos,  que  con  los  que  faltaron  al  principio  fueron 
sesenta  de  los  árabes  y  quarenta  de  los  enemigos.  Hizo 
el  Niquilu  en  esta  facgion  todo  lo  que  se  podia  desear 
en  un  valiertte  y  experto  soldado,  no  queriendo,  antes 
de  ver  y  pelear  con  sus  enemigos,  desanparar  sus  po- 
bres cabanas,  dándonos  con  ello  exenplo  de  lo  que  se 
deuiera  hazer  en  Ormuz,  en  cuyos  defensores  faltaua 
todo  lo  que  en  este  valeroso  árabe  se  mostró  y  conoció 
entonces. 


CAPITULO  X 


(Condiciones  de  defensa  que  tenía  Ormuz. — Preparativos  que  allí 
se  hicieron. — Embárcase  D.  García. — Primeros  días  de  su  viaje. 
Tempestad  que  sufre. — Peligro  que  ¿e  temió  de  corsarios. — Arri- 
bada á  Goa. 


En  el  Ínterin  que  los  persianos  se  ocuparon  en  Ara- 
bia ninguna  diligenfia  se  puso  en  procurar  defender  la 


-468- 

QÍudad,  como  si  en  (i)  saquealla  los  enemigos  no  se 
perdiera  cosa  alguna,  licuando  esta  pérdida  tra  sí,  como 
se  a  dicho,  infaliblemente  tanbien  la  de  la  fortaleza.  Y 
porque  sienpre  se  tiene  de  acudir  el  mas  próximo  y 
evidente  peligro,  el  de  la  giudad  era  el  que  primero  se 
deuia  temer,  como  lugar  sin  muralla  y  tan  lleno  de 
gente  casi  toda  poco  útil  para  defendella,  y  por  auello 
querido  muchas  vezes  intentar  los  árabes  del  reyno  de 
Lara,  y  pocos  meses  antes  se  entendia  en  Spahan  que 
tenia  puestos  los  ojos  en  ello  el  rey  de  Persia,  dexando 
el  saco  á  los  soldados  y  contentándose  él  con  los  mu- 
chachos y  mugeres,  con  la  artillería  de  la  fortaleza,  que 
tenia  por  gierto  se  le  auia  luego  de  entregar.  Y  dexando 
agora  de  discurrir  sobre  esto,  solo  se  puede  afirmar 
xlescallo  sumamente  este  rey,  y  tanbien  que  el  no  po- 
nello  por  la  obra  fue  por  tener  al  Enbaxador  en  su 
corte  y  entender  después  que  se  detenia  en  Ormuz, 
ayudando  tanbien  el  no  querer  las  naos  inglesas  entre- 
meterse en  esta  facgion,  por  lo  que  se  a  rreferido  (2); 
sobre  defender  la  <j¡udad,  que  era  cosa  forzosa,  se  offrc- 
5ian  muchas  dificultades  como  sugede  en  todos  los  ca- 
sos arduos,  pues  auiendose  dicho  que  en  la  fortaleza  no 
podían  sustentarse  los  que  en  ella  en  tan  gran  tumultcí 
se  auian  de  (3)  rrecoger,  faltándoles  agua,  manteni- 
miento V  lo  demás  ncgesario  en  un  sitio  tan  estrecho, 
mas  inposible  fuera  alimentarse  en  la  giudad  quarenia 
mil  almas,  que  tantas  afirmauan  todos  auia  en  ella,  tra- 
yéndose diariamente  el  agua  y  todo  el  demás  manteni- 
miento por  mano  de  los  enemigos  y  auiendo  todo  eslo 
forzosamente  de  faltar.  Pero  aunque  esto  íuese  ansi, 
como  de  rrazon  auia  de  ser,  la  mayor  parte  ó  casi  to- 
dos los  vezinos  portugueses,  con  muchos  de  los  moros 


(i)    quemalla. 

(2)  en  querer, 

(3)  encerrar. 


—  4^)9  — 

V  gentiles,  ordinanaiiicnte  se  hallan  con  cantidad  de 
agua,  guardándola  para  semejantes  nec^csidades,  la 
qual,  aunque  le[s]  faltan  cisternas  la  conseruan  en  tina- 
jas y  pipas  y  en  unas  grandes  caxas  de  madera  breadas 
que  llaman  estanques,  en  algunas  de  las  quales  caben 
mil  y  dos  mil  cantaros.  Demás  de  lo  qual  en  muchas  ó 
las  mas  casas  de  la  giudad  ay  pozos,  que  aunque  por 
la  mayor  parte  sean  salobres,  sacándose  el  agua  dellos 
en  baxa  marea  se  puede  beuer  della  á  negesidad,  hallán- 
dose tanbien  algunos  casi  dulgcs  y  pudiéndose  buscar  ^«^ 
y  cauar  otros.  En  lo  de  los  mantenimientos  es  lo  mes- 
mo  que  del  agua,  hallándose  ordinariamente  cantidad 
dellos  en  las  casas  particulares,  los  quales,  aunque  dia- 
riamente se  conprcn  de  los  que  vienen  de  la  isla  y  tie- 
rra firme,  para  el  sustento  de  sus  familias,  se  conser- 
uan y  guardan  para  el  mcsmo  efecto  que  el  agua.  Ha- 
llándose ordinariamente  dentro  de  la  giudad  cantidad 
grande  de  puercos  y  vacas  que  se  mantienen  y  engor- 
dan con  el  marisco  de  la  playa,  sin  los  cauallos,  came- 
llos y  jumentos  que  á  negesidad  ayudaria  de  alimento 
á  la  gente  pobre;  todo  lo  qual  se  auia  de  dexar  á  los 
enemigos,  con  el  mueble  de  las  casas,  pudiéndose  y 
con  dificultad  saluar  solamente  en  la  fortaleza,  quando 
ella  les  pudiera  seruir  de  defensa,  el  oro  y  plata,  con  el 
gran  número  de  gente  que  en  ella  auia  de  entrar,  la 
qual  auia  de  ser  pringipal  causa  que  en  muy  pocos  dias 
viniese  tanbien  á  poder  de  los  enemigos;  otra  muy  eui- 
denterrazon  obligaua  con  las  demás  á  querer  defen- 
der la  giudad,  que  era  hallar  muy  dispuestos  y  promp- 
tos  los  ánimos  de  los  árabes,  gentiles  y  indios,  á  ello, 
porque  puesto  caso  que  estas  nagiones  se  hallen  ordi- 
nariamente vexadas  y  molestadas  de  los  capitanes,  pero 
finalmente  rretienen  gran  parte  de  lo  que  poseen,  con- 
seruandose  en  sus  ganangias  y  contratagion  como  en 
lugar  tan  oportuno,  lo  qual  no  podian  esperar  quando 
viniesen  á  poder  de  los  pcrsianos.  Porque  teniendo  tan- 


—  470  — 

bien  exenplo  en  los  árabes  del  reyno  de  Lara,  mayor- 
mente en  los  mas  <jercanos  á  ürmuz,  como  los  de  la 
isla  de  Quexome,  tierra  firme  del  Bandel  y  Mogostan, 
conogen  ya  por  la  experiencia  de  la  suma  opresión  de 
todos  aquellos  miseros,  quanta  sea  la  insolencia,  so- 
beruia  y  suma  auari^ia  de  los  persianos,  hallándose  del 
todo  oprimidos  con  una  durissima  seruidunbre,  y  ser 
esto  tan  público  y  sabido,  pues  no  se  oyen  en  Ormuz 
sino  plagas  y  lastimas  semejantes  de  los  que  cada  dia 
á  la  mesma  giudad  vienen,  a  sido  causa  para  que  los 
mesmos  árabes  ó  moros  (i)  demás  de  ser  de  tan  dife- 
rente ley,  se  hallen  en  este  tienpo  mas  fieles  y  vnidos 
con  los  portugueses,  siendo  lo  mesmo  del  rey  y  goa- 
gil,  como  mas  interesados,  lo  qual  pareció  manifiesta- 
mente en  esta  ocasión  de  que  agora  se  trata,  no  rrecu- 
sando  poner  las  manos  en  lo  que  se  le  ordenase  si  tu- 
uieran  por  capitán  y  governador  persona  conpetente 
que  supiera  ordenallo  y  mandallo.  Pero  ninguna  cosa 
se  hizo,  pudiendo  trabaxar  mucho  mas  de  diez  mil 
honbres,  y  si  la  necesidad  lo  pidiese  ansi,  en  tres  dias 
fortificar  la  giudad  con  un  gran  foso  y  trincheas  alde- 
rredor, sirviéndole  las  casas  y  terrados,  por  ser  muy 
altos  á  las  espaldas,  de  caualleros.  Lo  que  se  dispuso  y 
ordenó  por  el  capitán  para  su  defensa  fue  armar  seis 
fustas,  que  en  la  India  llaman  navios,  con  veinte  y  cinco 
honbres  en  cada  una,  sin  los  marineros,  y  en  vna  ga- 
.  lera  casi  sin  chusma,  otros  cinquenta  ó  sesenta  solda- 
dos, flaquissinK>  rremedio  y  en  que  no  se  podia  espe- 
rar, no  solo  defensa,  pero  ni  rresistencia  alguna.  Por- 
que aquellos  pocos  soldados,  de  tantas  adversidades 
pasadas  alli  y  en  la  India  se  hallavan  del  todo  desani- 
mados y  con  tanta  desconfianza  de  buen  suceso,  aun 
en  caso  de  mucho  menor  peligro,  que  ninguno  auia 
que  atendiese  ni  curase  mas  que  en  saluarse.  Pagaua 


.(i)    no  obstante. 


—  471  — 

Su  Magestad  setegicnlas  plagas  en  Ormuz,  pero  la  ma- 
yor parte  dellas  se  consumían  las  pagas  dellas  por  el 
capitán,  Veedor  y  Oydor;  los  soldados  que  se  pagauan, 
los  mas  andauan  sienpre  haziendo  scolta  á  los  nauios 
que  el  capitán  enbiaua  con  mercadurías  suyas  á  la  In- 
dia, al  Qinde,  á  Califa  y  Bagora  y  á  otras  partes  de 
aquel  estrecho,  siendo  esto  cosa  ya  muy  asentada  y 
vsada  ya  de  los  demás  capitanes  de  aquella  fortaleza. 
En  esta  sazón,  no  obstante  la  fama  que  corría  muchos 
meses  auia,  de  auer  de  venir  gente  del  rey  con  los  in- 
gleses, sobre  Ormuz,  como  se  a  escrito  que  el  Enbaxa- 
dor  le  auia  auisado  dello  muchas  vezes  al  capitán,  ansí 
de  Persia,  como  después  de  venido  á  (i)  aquella  giu- 
dad,  se  halló  tan  desapergebido  que  no  solo  no  tenia 
armada  ni  soldados,  andando  ocupados  en  lo  que  se  a 
dicho,  pero  el  mesmo  capitán  mayor  del  mar,  como  lo 
nonbran  los  portugueses,  tanbien  se  halló  ausente  en 
el  mesmo  ministerio.  De  manera  que  no  siendo  mas  de 
dozientos  soldados  con  los  que  se  armaron  aquellos 
seis  nauios  y  galera,  fue  menester  entrar  en  este  nú- 
mero muchos  de  los  vezinos  y  otros  honbres  particu- 
lares que  alli  se  hallaron,  que  no  ganauan  sueldo,  y  co- 
nocidamente éstos  la  gente  de  mas  facgion,  porque  los 
demás  no  eran  sino  gente  de  la  tierra,  de  quien  no  auia 
que  esperar.  La  sigunda  diligengia  que  entonges  se  hizo 
después  de  esta  armada  fue  velar  cada  noche  los  vezi- 
nos, por  sus  quartos,  la  marina  de  la  isla  en  las  partes 
della  adonde  se  podia  esperar  que  llegasen  á  desenbar- 
car  los  enemigos.  Algunos  de  estos  centinelas  iuan  á 
pie  y  otros  á  cauallo,  no  encubiertamente  y  con  silen- 
gio,  como  se  vsa  en  la  guerra  aun  entre  los  muy  bar- 
baros, sino  tocando  cada  tropa  que  salia  ó  entraua  un 
atanbor,  y  disparando  arcabuzes  y  haziendose  estas 
guardias  media  legua  de  la  giudad  y  en  otras  partes 

(i)    Ormuí{, 


~  473  - 

mas,  ¡leuando  por  orden  los  que  cxer^itauan  este  nueuo 
orden  de  milicia,  de  boluer  luego  con  quanta  priesa 
pudiesen  á  dar  auiso  de  la  venida  de  los  enemigos,  sin 
parar  en  parte  alguna  de  la  ciudad  á  la  defensa  della, 
pi^rque  como  ya  queda  dicho,  á  nadie  se  auía  señalado 
lugar  ni  posta  particular  (1)  que  defendiese.  De  manera 
que  toda  esta  diligencia  solo  seruia  de  auiso  para  des- 
anparar  !a  ciudad  y  huir  con  alboroto,  tumulto  vsuma 
desorden  á  la  fortaleza.  Y  aunque  el  tener  gerilinelas 
era  cosa  forgosa,  éstas  auian  tle  ser  con  sücngío  y  re- 
cato, bastando  mucho  menos  iiúnitíro,  y  para  dar  auiso 
d  los  cuerpos  de  guardia  que  fuera  menester  hallarse 
en  las  postas  (2)  de  la  ciudad,  domas,  que  á  la  mar  á 
trechos  señalados  era  forzoso  tener  terranquines  ligeros 
para  dar  el  primero  auiso.  Quan  deplorada  era  la  de- 
fensa de  tan  pocos  nauios  era  i7iuy  notnrio,  pues  sin 
las  trczientas  terradas  que  solo  para  el  fin  que  se  a  di- 
cho ios  persianos  tenían,  gran  parte  de  las  quales  eran 
mayores  y  capaces  de  mas  numero  de  gente  que  los 
mesmos  nauios  nuestros,  pudieran  acudir  otra  mucha 
mas  cantidad  de  las  governa^iones  del  Mogostan  y 
Bandel,  y  finalmente,  sigUn  el  estado  en  que  Ormuz  es- 
taua,  menores  fuer<;as  sin  conparagion  de  las  con  que 
entoneles  los  persianos  se  hallauan  bastauan  para  sa- 
qucalla.  Escriuio  dos  vezes  el  governador  del  Bandel 
al  Enbaxador  aquellos  dias,  enbiandole  algunos  rrega- 
los  y  pidiéndole  aduirtiese  al  capitán  de  quan  vano  era 
el  rrecato  que  tenia,  no  pasando  por  ymagina^ion  al 
rey  intentar  nada  contra  Ormuz,  mayormente  estando 
él  allí  (3),  antes  con  aquel  apergebimiento  de  tan  poca 
inportantjia  era  conbidar  para  que  en  Persia  se  inten- 
tase lo  que  no  se  imaginaua.  Demás  de  estas  cartas,  los 


(1)    ni  en  general- 

(3)    en  que  deyiera  de  éiiar. 

(3J    su  señoría. 


—  473  — 

agentes  persianos  que  alli  tcMiia  el  dicho  governador 
venían  cada  dia  con  los  mesmos  rrecados  de  palabra, 
pero  él  los  rremilia  al  capitán  que  le  persuadiesen 
aquello,  porque  él  no  auia  de  hazello.  Y  al  governador 
del  Bandel  le  escriuio  en  rrespuesta  de  sus  cartas  que 
el  capitán  de  Ormuz  tenia  obligación  de  estar  aperge- 
bido,  bastando  las  fuergas  con  que  entonces  se  hallaua 
para  defenderse  de  mayor  armada  de  la  que  los  persia- 
nos tenían,  y  que  pues  dezía  que  no  auia  de  que  temer, 
que  desarmasen  y  se  fuesen,  que  lo  mesmo  se  baria  en 
Ormuz,  Toda  esta  diligencia  del  gouernador  del  Bandel 
era  porque  no  se  atreuiendo  los  mercaderes  que  venían 
de  Persia,  ni  los  que  acostunbravan  á  pasar  de  Or- 
muz [a]  contratar  de  una  parte  á  otra,  con  miedo  de 
que  la  guerra  se  rronpiese,  perdía  muchos  derechos 
que  le  venían  de  las  carauanas.  Y  como  el  mesmo  in- 
terese fuese  del  capitán  de  Ormuz,  por  la  mesma  causa, 
y  se  asígurasen  los  persianos  de  que  auia  sido  falsa  la 
fama  de  la  armada  de  la  India,  deshízose  luego  su  arma- 
da quedando  todo  quieto  y  corriendo  como  antes  la 
contratación. 

Pocos  días  después  de  pasado  este  alboroto  comen- 
to á  preuenirse  el  Enbaxador  para  se  enbarcar  a  la  In- 
dia, auiendo  ya  mucho  antes  despachado  á  España  a 
Saulísante  su  secretario,  con  cartas  á  Su  Magestad  de 
lo  sucedido  en  Persia  y  del  estado  en  que  quedaua  Or- 
muz. Y  aunque  el  viage  era  más  corto  por  Bagora  pa- 
reció mas  siguro  hazello  por  Persia,  y  ansí  no  por 
Lara,  ni  Xiras,  sino  por  los  confines  de  Cherman  llegó 
á  Spahan  en  fin  de  Hebrero,  y  auisando  de  alli  al  En- 
baxador de  algunas  cosas  de  que  se  informó,  ansí  de 
fray  Juan  Thadeo  como  de  los  ingleses  que  en  aquella 
corte  rresídian,  se  partió  camino  de  Bagadad  Ueuando 
patente  del  rey  de  Persia  para  la  siguridad  de  su  viage 
y  para  librar  de  la  prisión  un  frayle  descalco  francisca- 
no llamado  fray  Nicolás,  natural  de  Genoua^  que  vein- 


—  474  — 

te  dias  antes  auta  salido  de  Ormuz  para  hazer  el  mes- 
mo  camino  á  España  y  entre  Spahan  y  Amadan  le 
prendió  y  detuuo  el  governador  pcrsiano  de  aquellos 
confines. 

Esperauanse  de  Goa  en  Ormuz  las  naos  que  solian 
venir  otros  años  y  auiendose  pasado  ya  la  mayor  par- 
e  del  mes  de  Marqo,  visto  el  Enbaxador  que  se  llega- 
'  ua  el  tienpo  de  la  mongion  y  que  no  venia  alguna  dellas 
se  rresoluio  á  enbar9arse  en  un  patage  pequeño  que 
en  aquellos  dias  auia  llegado  de  Cochin  y  se  quería 
/  boluer  luego,  y  como  ya  tuuiese  aprestado  lo  ne5esario 

al  viage,  aunque  sin  ayuda  ni  socorro  de  lo  mucho  que 

#  de  sus  gages  se  le  deuia,  se  enbarcó  en  el  dicho  patage 

*^  un  domingo  en  la  tarde,  pero  tan  desacomodado  por 

>  ia  mucha  estrecheza  del  nauio  que  no  paremia  posible 

* 

poder  lleuar  el  trabaxo  que  le  amenazaua,  aunque  no 
de  muchos  días,  [en]  aquella  nauega^ion. 

5  Abril  1620.  El  susodicho  dia,  5  de  Abril,  ^erca  de 
la  noche  sobreuino  una  muy  extraordinaria  calma,  de 
manera  que  sin  poder  hazer  vela  se  pasó  toda  la  noche 
con  grandissima  molestia  de  calor,  de  manera  que  con 
tener  el  estrecho  camarote  en  que  dormia  el  Enbaxa- 
dor dos  ventanillas  á  los  lados,  por  no  podello  sufrir 
.  salió  fuera  al  chapitel  del  patage  y  alli  pasó  la  mayor 
parte  de  la  noche. 

A  6,  luego  llegaron  dos  naos  de  Goa  que  surgieron 
junto  al  patage  de  Cochin,  de  quien  se  supo  venia  ya 
de  viage  Don  Francisco  de  Sosa,  capitán  de  Ormuz, 
para  entrar  en  aquella  fortaleza,  y  aunque  el  viento  era 
casi  por  la  proa  el  dicho  patage  se  leuo  y  con  el  trin- 
quete y  9cuadera  fue  bolínando  hasta  llegar  á  la  costa 
del  medio  dia  de  la  isla,  media  legua  de  los  pozos  de 
Turunbaque,  y  alli  surgió,  no  dando  lugar  el  viento  á 
poder  hazer  viage,  parando  en  aquel  surgidero  el  rres- 
to  del  dia  y  toda  la  noche  siguiente  con  poco  menos 
calor  que  la  pasada. 


—  475  — 

A  7,  dos  horas  antes  de  amanecer  llegó  un  tarran- 
quin  al  borde  del  nauio,  dando  auiso  los  que  allí  venían 
como  la  noche  antes,  luego  al  principio  della  avia 
muerto  un  criado  del  Enbaxador,  que  se  llamaua  Die- 
go Lobo,  el  qual  con  otros  dos  criados  auia  quedado 
en  Ormuz  para  hazer  enbarcar  algunos  cauallos  de  ay 
á  tres  ó  quatro  dias  en  dos  nauios  de  rremo  y  partirse 
con  ellos  á  Goa. 

Sintió  esto  mucho  el  Enbaxador  y  luego  en  el  mes- 
mo  tarranquin  enbió  otros  dos  criados  de  los  que  con 
él  iuan  enbarcados,  para  poner  en  cobro  lo  que  allí  aüia 
quedado,  los  quales  hallaron  bivo  al  herido,  aunque 
sin  esperanza  de  vida,  sobre  lo  qual  se  hará  adelante 
rrelagion,  siendo  el  caso  que  en  esto  su9edio  muy  ex- 
traordinario y  pocas  vezes  visto.  Aquel  mesmo  dia  so- 
plando el  Sur  derechamente  por  la  proa  y  no  poder 
salir  de  aquel  surgidero,  vino  el  rey  de  Ormuz  á  visitar 
al  Enbaxador  al  nauio  y  á  despedirse  nuevamente  del 
no  obstante  que  lo  auia  ya  hecho  pocos  dias  antes  en 
la  mesma  ^iudad;  continuó  el  rresto  del  dia  y  toda  la 
noche  siguiente  el  mesmo  viento. 

A  8,  prosiguiendo  el  dicho  Sur  se  fue  ^erca  de  la 
noche  rremitiendo  hasta  que  á  dos  oras  della  se  puso 
de  Sudueste,  con  que  la  nao  se  leuo  y  hizo  vela  al  Sur, 
quarta  á  Sueste^  que  para  aquel  patage  era  bolina  larga, 
per  ser  muy  angosto  y  tan  estrecho  de  costados  que 
con  qualquiera  otro  viento  mas  largo  daua  grandes  ba- 
tanaos, lleuando  tan  inclinados  algunas  vezes  los  arbo- 
les y  antenas  que  paremia  querer  QOQobrar,  nauegando- 
se  ansi  toda  la  noche. 

A  9,  poco  después  de  auer  amanecido  se  descubrió 
á  dos  leguas  hazia  la  mano  derecha  el  Cabo  de  Mo^an- 
dan,  en  la*  costa  de  Arabia;  es  un  gran  peñón  algo  pro- 
longado que  sale  mucho  á  la  mar,  de  manera  que  pa- 
rece isla,  y  luego  adelante  se  paso  por  la  isla  de  los 
Ratos,  que  es  otra  peña  casi  de  la  mesma  facción  y 


-47fi- 

{■randeza,  muy  9crca  liü  la  costa,  todo  dül  mesmo  co- 
lor que  las  sierras  de  Mazcate  y  toda  aquella  costa  de 
Arabia  que  en  el  tercero  libro  se  a  ya  descrito.  Todo  el 
dia  se  licuó  este  viento,  dcxandose  aquella  noche  la 
l'ortaleza  de  Soar  á  la  mano  derecha,  aunque  tan  lexos 
que  siendo  dia  no  podia  descubrirse. 

A  10  se  hizo  viage  por  el  mesmo  runbo,  ventando 
Oes  Suducste,  descubriéndose  poco  antes  de  medio  día 
á  (i)  barlovento  do»  naos:  la  una  mavnr  que  la  otra, 
las  quales  con  poder  llegar  á  habla  con  ol  patagc.  piT 
y  ■  tener  el  viento  en  su  fauor,  pasaron  de  largo,  enten- 

■  diendosc  iua  en  ellas  de  Gon  t;l  tiucvo  capitán  de  Or- 
muz.  A  las  dos  de  la  tarde,  parando  el  viento  sobrevi- 
^•^-N.  no  una  grandissima  calma  hasta  que  á  prima  noche 

^  boluio  el  mesmo  Oes  Sudueste,  navegando  por  la  pun- 

ta de  la  bolina,  en  que  era  singular  el  patage  al  Su  Su- 
dueste. 

A  1 1,  siendo  este  viento  muy  débil  y  tan  escaso  se 
nauegó  poco  hasta  las  9  del  dia,  que  saltó  en  Nordeste, 
y  aunque  muy  llaco  se  nauegó  á  Sudueste  en  popa, 
con  grandes  balantjos,  haziendose  aquella  noche  el  pi- 
loto 1 5  leguas  de  Máscate. 
.  .  A  1 2  Oes  Sudueste,  viage  á  Su  Sudueste  con  grandi- 

ssimo  calor,  siendo  muy  poco  el  viento,  hasta  que  á 
las  dos  fue  ventando  con  mas  vigor,  de  manera  que 
quando  se  ponia  el  sol  se  halló  el  nauio  media  legua 
■ ,  muy  á  vista  del  fuerte  de  Mazcate.  Y  porque  quiso  el 

Enbaxador  que  allí  se  tomase  algún  rrefresco  y  oir 
misa  á  otro  dia,  que  era  domingo  de  Ramos,  mandó 
primero  amaynar  las  velas  de  gavia  y  luego  hazer  se- 
ñal con  dos  piegas  de  artilleria  para  que  el  capitán  en- 
biase  algún  barco  que  pudiese  guiar  el  patage  al  puer- 
to de  afuera,  al  pie  del  fuerte  viejo,  Pero  el  capitán,  in- 
hospitalmente,  no  enbió  á  nadie,  aunque  llegando  el 

(1)    sotauenlo. 


—  477  — 

nauio  un  tiro  de  mosquete  del  surgidero  y  haziendo 
luna  muy  clara  amaynó  todas  las  velas  y  aguardó  allí 
mas  de  media  ora,  hasta  que  desengañados  de  que  el 
capitán  no  quería  huespedes  prosiguió  su  viage  con 
muy  poco  viento  toda  la  noche. 

A  i3  se  amaneqio  á  vista  de  las  sierras  de  Curíate, 
nauegandose  con  Noroeste,  viage  á  Sueste,  quarta  á 
Leste,  perdiéndose  de  vista  antes  de  ser  de  noche  la 
costa  y  sierras  de  Arabia  y  quedando  ya  atrás  la  agua- 
da y  pequeña  aldea  de  Thebe,  en  la  mesma  costa;  toda  "v 
la  noche  se  nauegó  con  el  mesmo  viento,  aunque  mas  V 
flaco,  y  con  grandissimo  calor.  * 

A  14,  aunque  sin  ver  tierra,  se  hizo  el  piloto  con  la 
boca  del  estrecho  con  el  mesmo  Noroeste,  v  á  medio 
dia  quinze  leguas  fuera  del  cabo  de  Rogalgate,  naue- 
gandose á  Sueste  el  rresto  del  dia  y  toda  la  noche,  ya 
con  menos  calor. 

A  i5  se  puso  el  viento  de  Sudueste  y  luego  de  Su 
Sudueste  con  grandes  mares  casi  por  la  proa,  nauegan- 
dose muy  por  l^i  punta  de  la  bolina  y  cregíendo  de  ma- 
nera el  viento  hasta  quedar  en  una  muy  desecha  tor- 
menta, licuando  el  patage  amainadas  las  velas  de  gauia 
V  sin  bonetas  las  mavores,  con  el  costado  de  estribordo 
casi  debaxo  del  agua  y  dando  muchas  vezes  grandissi- 
mos  balangos  toda  la  noche,  haziendose  viage  á  Les 
Sueste  por  el  abatimiento  de  dos  quartas,  (oreando  el 
gran  tenporal  á  lleuar  este  camino. 

A  16,  auiendo  cregido  la  tormenta  por  toda  la  no- 
che se  augmentó  mucho  más  después  que  fue  de  dia, 
cargando  el  viento  con  tal  furia  que  no  pudiendo  sufrir 
el  patage  solos  los  papahígos  con  que  nauegaua,  se  le 
amaynaron  á  medio  mástil,  abatiendo  cada  vez  mas 
por  auerse  puesto  de  Sur  ya  el  viento,  y  aunque  siendo 
este  nauichuelo  tan  bueno  de  bolina  que  paregia  lleuar 
la  proa  á  Sueste,  quarta  á  Leste,  no  podia  hazer  viage 
sino  á  Leste  quarta  á  Sueste,  con  tres  quartas  de  abatí- 


/ 


\ 


-478- 

miento  en  el  aguja.  Como  ya  se  a  dicho  era  este  pa- 
tage  de  tan  estrecho  costado  y  for^áualo  el  viento  á 
nauegar  tan  inclinado  sobre  el  estribordo ,  que  con  los 
grandes  golpes  de  mar  le  hazia  tocar  en  él  con  las  pun- 
tas de  las  entenas,  no  pudiéndose  nadie  tener  en  pie 
sino  muy  asidos  á  las  jar9ias,  y  estos  eran  solos  los  ma- 
rineros, porque  los  demás  todos  estauan  ó  sentados  ó 
rrecostadoá  y  bien  aferrados  porque  no  los  lleuase  al- 
gún gran  golpe  de  mar  de  los  muchos  que  entrauan  en 
el  patage,  con  que  todos  estauan  muy  moxados.  Pero 
con  todo  esto,  siendo  el  nauio  tan  subtil  hazia  algún 
viaje,  contrastando,  aunque  con  gran  peligro,  á  esta 
gran  tormenta  que  duraua  ya  mas  de  veinte  y  quatro 
oras,  la  qual  no  solo  no  se  remitia,  pero  iua  en  cono- 
cido aumento,  sin  poderse  en  los  dos  días  que  duró 
hazerse  fogón,  no  dando  el  terrible  tenporal  dar  lugar  á 
ello.  Era  cosa  muy  notable  que  viéndose  el  qielo  muy 
sereno  y  claro  y  sin  los  espesos  nublados  que  en  otras 
tormentas  escurege  el  aire,  haziendo  por  esta  causa  mas 
escuras  las  sonbras  en  el  agua ,  entonges  con  tanta  se- 
renidad y  el  sol  tan  descubierto  que  no  auia  nuves  que 
inpidiese  su  claridad,  se  via  el  mar  del  todo  negro, 
abriéndose  en  muy  profundos  valles  con  las  grandes 
espumas  que  vulgarmente  los  marineros  llaman  Cabri- 
llas, por  ser  de  ordinario  blancas  en  otras  tormentas; 
agora  en  esta  eran  amarillas,  muy  escuras  y  gruesas, 
Temian  todos  la  flaqueza  del  nauio,  de  que  no  se  abrie- 
se con  la  fuerga  del  bolinar,  y  teniendo  tan  pocos  cos- 
tados no  se  atreuia  el  piloto  ponerlo  mar  en  traues  por- 
que no  goQobrase,  falta  que  luego  que  se  salió  de  Or- 
muz  la  auia  dicho  al  Enbaxador,  y  ansi  era  forgoso,  si 
la  gran  fortuna  continuaua,  ó  alargar  la  bolina  y  dexar- 
se  Ileuar  hazia  la  costa  del  Qinde,  ó  arribar  en  popa  á 
Mazcate,  con  gastar  desta  manera  la  mongion,  siendo 
íorgoso  invernar  en  una  destas  dos  partes.  Cerró  la  no- 
che con  mayor  tenporal  que  nunca,  rreforgando  cada 


-479- 

ora  más  el  Sur  y  cubriéndose  el  cielo,  que  antes  auía 
estado  muy  claro,  de  gruesas  nuves,  esperando  todos 
que  viniese  algún  grande  aguagero  con  que  el  tenporal 
se  mitigase  algo;  pero  no  siruieron  mas  estos  nublados 
sino  para  hazer  la  noche  mucho  mas  temerosa  y  escu- 
ra, pareciendo  salir  della  fuego^  con  aquellas  prestas 
vislunbres  á  modo  de  rrelanpagos  que  se  acostunbran 
ver  algunas  noches  de  verano  quando  el  gielo  está  car- 
gado de  nuves,  sin  tronar  ni  Iloyer.  Y  por  licuar  aquel 
pequeño  nauio  mucha  mas  gente  de  la  que  podia  caber 
en  él,  yendo  toda  en  el  con  ves,  tolda  y  proa,  con  que 
Ueuaua  peligro  de  gogobrar,  mandó  el  piloto  meter  la 
mayor  parte  della  debaxo  de  cubierta,  quedando  solos 
los  marineros  encima,  con  las  escotas  y  demás  gúmenas 
en  las  manos  para  quando  fuera  negesario  amaynar  con 
presteza  las  pocas  velas  con  que  se  nauegaua.  Las  mas 
noches  se  quedaua  el  Enbaxador  sobre  la  cubierta  del 
chapitel  á  dormir,  siendo  tanbien  aquel  gasajado  que 
lleuaua  de  dia,  haziendosele  alli  una  poca  de  sonbra, 
por  la  mucha  estrecheza  y  gran  calor  de  su  camarote; 
y  aquella  noche,  viendo  el  piloto  que  los  grandes  gol- 
pes de  mar  eran  cada  vez  mayores,  le  dixo  que  se  me- 
tiese dentro  del  gasajado,  por  el  peligro  que  corría,  y 
ansi  lo  hizo,  advirtiendole  primero  que  por  ningún  caso 
arribase  si  no  fuese  en  vltima  necesidad.  Y  aunque  el 
piloto  era  honbre  de  animo  y  dispierto  en  su  arte,  le 
desengañó  diziendo  que  quando  el  patage  no  pudiese 
gufrir  aquella  poca  vela  que  lleuaua,  era  forzoso  arribar 
á  Mazcate,  ó  perderse.  Auiendo  después  de  esto  rreco- 
gídose  á  rreposar  el  Enbaxador,  cansado  del  mucho 
balangar  del  nauio  y  de  no  auer  dormido  la  noche  pa- 
sada, le  cargó  el  sueño  de  manera  que  en  mas  de  qua- 
tro  oras  no  despertó  hasta  que  el  piloto,  como  á  las 
tres  de  la  mañana,  sintiendo,  aunque  el  viento  no  era 
menos  que  los  mares  lo  eran,  vino  á  despertar  al  En- 
baxador diziendole  que  la  tormenta  conogidamente  se 


►       ■ 


—  48o  — 

auía  mitigado,  conociéndose  luego  esto  con  no  serian 
grande  el  mouímiento  del  baxel;  ya  antes  que  amane- 
QÍese  ablandó  el  viento  de  manera  que  quando  fue  de 
dia  claro  estaua  ya  casi  llano  el  mar,  leuantandose  to- 
das las  velas  y  haziendose  viage  con  el  mesmo  Sur  á 
Les  Sueste. 

A  i7>  el  viento  mas  blando  de  Sudueste,  quedando 

el  mar  antes  de  medio  dia  del  todo  llano  hasta  que  dos 

oras  antes  de  anochecer  ventó  Sueste,  haziendose  via- 

/  ge  al  Sur,  quarta  á  Sudueste,  con  estrecha  bolina.  A  la 

medía  noche  Oeste  y  Oes  Sudueste,  viage  á  Sueste, 
continuando  ansi  toda  la  noche. 

A  18,  el  mesmo  viento  y  mar  bonanga;  tomóse  el  sol 
>  en  21  grados  y  un  tergio,  haziendose  ya  el  piloto  Les- 

te Oeste  con  la  punta  de  Diu;  después  de  medio  dia 
continuó  mas  el  Sudueste,  viage  á  Sueste,  4  á  Leste; 
por  toda  la  noche  viento  galerno  de  Noroeste,  4  al  Sur. 

A  19,  el  mesmo  Noroeste,  haziendose  el  propio  via- 
ge de  el  dia  de  atrás;  tomóse  el  sol  en  20  grados  y  dos 
tercios,  haziendose  el  piloto  Norte  Sur  con  la  punta  de 
Diu  y  menos  de  veinte  leguas  de  tierra,  aunque  clara- 
mente paresgio  después  hallarse  muchas  y  en  mayor 
altura.  Todo  el  rresto  del  dia  el  mesmo  viento,  y  por- 
que luego  después  de  puesto  el  sol  se  vieron  cantidad 
de  culebras  por  anbos  costados  del  nauio,  le  pares^io 
al  piloto  y  á  otros  marineros  que  estaua  muy  gcrca  de 
tierra,  siendo  las  tales  señales  las  mas  vezes  muy  enga- 
ñosas, pues  se  hallauan  mas  de  sesenta  leguas  della,  y 
con  la  dicha  persuasión  toda  aquella  noche  y  el  dia  si- 
guiente mandó  governar  á  Su  Sueste  y  al  Sur. 

A  20  el  mesmo  Noroeste,  viage  al  Sur,  haziendose 
diez  leguas  de  tierra;  el  piloto,  continuándose  el  verse 
culebras  á  las  tardes  y  queriéndose  todos  poner  diez 
leguas  á  la  mar  de  la  altura  de  Goa,  por  no  topar  ar- 
mada de  cosarios  malabares,  se  alexaba  cada  vez  mas 
el  patage  de  tierra,  corriendo  toda  esta  costa  desde  la 


—  481  — 

ensenada  de  Canbaya  hasta  el  cabo  de  Comarin,  no 
como  se  persuadía  nuestro  piloto,  Norte  Sur,  sino  Nor- 
noroeste  Su  Sueste.  Y  ansí  era  menester,  no  solo  na- 
vegar por  este  rrunbo,  sino  á  Sueste,  por  estar  ya  mas 
de  gien  leguas  á  la  mar  lexos  de  la  costa,  lo  qual  le  auia 
advertido  algunas  vezes  el  Enbaxador  al  piloto;  tomóse 
el  sol  este  día  en  18  grados,  prosiguiéndose  el  viage  á 
Sur. 

A  21,  Noroeste,  la  proa  al  Sur,  4  al  Sudueste;  tomóse 
el  sol  en  17  grados  y  un  ter§io,  ya  con  menos  viento 
que  los  dias  pasados,  pero  tan  engolphados  que  sigun 
euidentcmente  pares^io  después,  que  nos  hallamos  i3o 
leguas  de  tierra.  Era  el  piloto  natural  del  Argarue,  lla- 
mado Pedro  Jorge,  y  aunque  mogo  muy  pratico  y  des- 
pierto'én  aquel  arte,  como  se  a  dicho  ya,  pero  que  no 
auia  hecho  desde  Ormuz  aquel  viage,  por  auer  seruido 
síenpre  en  las  Philipinas,  Maluco  y  la  Nueva  España, 
y  la  ida  y  viage  que  hizo  á  Ormuz  auia  sido  desde  Ben- 
gala, muy  al  Sur  de  los  baxos  de  Padua  y  islas  de  Má- 
male. Tenia  la  propiedad  obstinada  y  presumptuosa 
de  los  demás  pilotos,  mas  auiendole  buelto  á  dezir  el 
Enbaxador  quan  lexos  iuan  de  tierra,  medio  enojado 
mandó  governar  con  el  mesmo  viento  á  Sueste  desde 
media  noche. 

A  22,  nauegandose  con  viento  largo  y  rreforgado  de 
Noroeste  por  el  dicho  rrunbo  de  Sueste,  y  auerse  toma- 
do el  sol  en  poco  menos  de  16  grados,  aunque  muy 
inciertos  por  lo  mucho  que  el  patage  balangaua  nave- 
gando en  popa,  el  piloto  governó  á  Les  Sueste  y  luego 
al  Este  en  demanda  de  tierra,  haziendose  velogissimo 
viage  todo  el  rresto  del  dia  y  de  la  noche. 

A  23,  en  popa,  con  muy  gallardo  viento  viage  á  Les- 
te; llegó  luego  por  la  mañana  bolando  una  toreóla  blan- 
ca como  la  nieue,  que  muchos  creyeron  fuese  paloma, 
y  se  sentó  sobre  el  honbro  á  un  page  del  Enbaxador, 
tan  cansada  del  mucho  bolar  que  se  dexó  tomar  con 

3i 


-484- 

cosa  muy  vsada  de  ellos  quando  hallan  rresistenqia  en 
las  naos  que  conbaten.  Venia  tanbien  con  los  marine- 
ros bengalas  un  japón  que  seruia  de  artillero,  el  qual 
desde  Manila  por  México  auia  pasado  á  España  y  esta- 
do en  ella  algunos  años,  dando  señas  muy  giertas  de 
quando  la  corte  estuuo  en  Valladolid.  A  este  le  prome- 
tió el  Enbaxador  un  vestido  y  qinquenta  ducados  por 
la  primera  bala  que  metiese  en  alguno  de  los  paroes  de 
los  enemigos,  y  aunque  después  no  paresgieron  le 
mando  pagar  parte  de  la  promesa  por  auerse  offregido 
promptamente  á  hazello  ansi.  Aperqebidos  en  esta  for- 
ma, ya  todos  con  diferente  animo  y  senblante  que  an- 
tes, se  nauegó  á  vista  de  tierra  con  Norte  rreforgado 
todo  el  dia  en  popa,  hasta  que  á  las  quatro  de  la  tarde 
se  descubrieron  1  s  Isleos  Quemados,  tanconogidos  de 
los  que  vienen  ó  van  á  Portugal  por  la  nauegagion  de 
dentro  de  la  isla  de  San  Lorengo,  auiendose  iraido  la 
costa  á  la  mano  izquerda,  poco  mas  de  dos  leguas  de 
tierra.  Fue  cregiendo  luego  el  viento  de  manera  que 
auiendose  pasado  de  los  dichos  Isleos  á  las  ginco,  á  las 
seisseauian  perdido  de  vista.  Luego  que  se  puso  el  sol 
ventó  Nordeste,  navegandose  por  la  bolina  á  Sueste,  4  á 
Leste;  pero  á  media  noche  ventó  Leste  y  por  no  alexar- 
se  de  la  costa,  pasando  y  dexando  atrás  la  barra  boluio 
el  piloto  atrás  por  el  rrunbo  contrario  de  por  donde 
se  auia  venido,  hasta  que  al  quarto  del  alúa  boluio  el 
Nordeste,  viage  á  Su  Sueste.  Quando  amanegio  se  halló 
el  patage  á  tres  leguas  de  la  barra,  á  vista  de  la  torre 
del  farol,  que  no  cunplio  con  su  offigio,  por  no  averse 
visto  en  él  lunbre  aquella  noche  atrás.  A  las  siete,  á  una 
legua  del  puerto  llegaron  algunos  barcos  con  agua  y 
pan  fresco  y  alguna  fruta  de  la  tierra,  parando  alli  del 
todo  el  viento  hasta  que  con  una  poca  de  viragion  se 
entró  en  el  surgidero  á  las  nueve  de  la  mañana,  dando 
fondo  junto  á  la  fortaleza  del  Aguada  á  poco  mas  de 
gien  pasos  della,  sábado  25  de  Abril  de  1620  años. 


-  485  — 


CAPITULO  XI 


Hospédase  D.  Garcia  en  Goa. — Epidemia  que  había  en  esta  ciudad. 
Trágico  suceso  que  aconteció  á  Diego  Lobo. — Los  halcones  de 
Pangin. — El  portugués  Bernabé  Ribero. — Preparativos  de  don 
García  para  su  viaje  á  España. — Los  toros  salvajes  de  Gato. — 
Raro  animal  de  este  país. 


Enbió  luego  el  Enbaxador  un  criado  suyo  á  Goa  con 
un  rrecado  al  gobernador,  pidiéndole  las  casas  de  Pan- 
gin para  descansar  alli  algunos  días  en  el  Ínterin  que  se 
le  buscaua  posada,  y  auiendo  comido  en  el  patage  se 
fue  en  una  manchua  con  dos  pajes  al  colegio  de  los  Re- 
yes Magos,  dexando  orden  que  se  llevase  lo  que  venia 
enbarcado  á  Pangin  aquella  tarde,  y  en  defecto  de  no 
dar  el  governador  aquellas  casas  se  pusiese  en  el  cole- 
gio de  San  Buenaventura,  en  la  giudad,  hasta  que  se 
ordenase  otra  cosa. 

Halló  el  Enbaxador  el  colegio  de  los  Reyes  muy 
lleno  de  rramos  de  palmas,  auiendo  hecho,  como  dia 
de  San  Marcos  euangelista,  fiesta  aquellos  rreligiosos, 
los  quales  le  hospedaron  y  rregalaron  con  genera, 
gusto  de  todos,  dándole  el  parabién  de  su  jornada  por 

auer  salido  más  auia  de  tres  años  de  la  mesma  casa 

f 

para  enbarcarse  á  Ormuz.  A  la  tarde  de  aquel  mesmo 
dia  llegó  orden  del  governador  para  darse  las  casas  de 
Pangin,  y  ansi,  estando  ya  enbarcada  la  rropa  del  En- 
baxador en  algunas  barcas  grandes,  se  lleuó  luego  á  las 
mesmas  casas,  que  demás  de  tener  muy  conmodo  y 
largo  aposento  eran  de  alegre  y  apazible  vista  sobre  el 
mar  que  comunmente  se  llama  rio  de  Pangin,  y  sus 


playas  cubiertas  de  muchas  quintas,  palmares  y  diuer- 
sas  otras  arboledas.  Otro  dia  se  fue  el  Enbaxador  al 
aposento  que  alli  le  tenían  hecho,  adere<;andose  en  la 
(iudad  desde  luego  una  casa  que  en  su  nonbre  se  auia 
tomado  por  el  tienpo  que  se  uviese  de  detener  en  Goa, 
en  la  mcsma  calle  del  colegio  de  San  Buenaventura, 
muy  gerca  de  la  casa  en  que  auia  posado  antes  de  en- 
barcarse  á  Ormuz. 

Hallóse  en  aquella  sazón  la  t^iudad  de  Goa  con  una 
terrible  epidemia  de  que  moria  cada  dia  mucho  nú- 
mero de  gente,  auíendo  gran  parte  de  sus  moradores, 
mayormente  ios  que  tenían  quintas  fuera  della,  desari- 
paradola  por  el  gran  temor  que  en  todos  auia.  Comengó 
este  mal  por  el  mes  de  Novienbre  del  año  pasado,  dando 
al  pringipio  una  calentura  lenta  con  un  poco  de  frío 
con  gran  rresolugion  de  spiritus,  y  luego  al  dia  tergero 
los  enfermos  frenetícauan,  muriendo  el  mesmo  dia  mu- 
chos dellos,  no  pasando  los  mas  del  quinto,  y  pocos 
llegavan  al  sétimo.  Y  aunque  muchos  escapauan,  casi 
ninguno  ora  de  aquellos  que  padegian  delirio,  siendo 
en  éstos  la  enfermedad  del  todo  mortal,  corriendo  por 
otros  otras  spegies  de  fiebres  menos  malignas,  los  qua- 
les  tardavan  muchos  dias  en  librarse  dellas  después  de 
veinte,  veíntiginco  ó  treinta  sangrías.  No  diferia  esta 
rrigurosa  epidemia  de  una  conogida  y  gran  peste  en 
maS'de  no  conoi^erse  general  contagio,  aunque  en  las 
muy  malignas  la  auia,  y  en  no  salir  aquellas  parótidas 
ó  abgesos  en  los  emunctorios,  pues  en  lo  demás,  ansí 
en  la  multitud  de  los  enfermos  como  en  ios  muchos 
que  morían  era  verdadera  difinigion  de  peste  la  que  se 
fe  podía  dar  á  este  terrible  mal.  Llegó  el  augmento  del 
á  setenta  dias,  hasta  fin  de  Enero,  haziendo  entonges 
alguna  declinagion,  hasta  que  luego  adelante  por  .Margo 
boluio  á  su  augmento  con  mayor  rrigor  que  antes, 
hasta  la  mayor  parte  de  Abril,  quando  el  Enbaxador 
llego  de  Ormuz,  auiendo  muerto  en  este  tienpo  desde  el 


J^ 


•r^ 


^  » 


-487- 

pringipio  del  mal  dos  mil  personas  sin  la  gente  de  la 
tierra.  Estaua  la  giudad  casi  vazia  de  moradores, 
auiendose  salido  la  mayor  parte  de  los  vezinos  con  sus 
familias  al  canpo,  haziendo  muchos  de  los  soldados 
que  auian  llegado  de  las  armadas,  lo  mesmo,  sin 
mitigarse  esta  mala  qualidad  de  calenturas  hasta  que 
comento  el  invierno,  que  fue  mas  tenprano  que  otros 
años  casi  un  mes.  Porque  siendo  comunmente  el 
principio  del  desde  diez  hasta  catorze  de  Junio,  entró 
este  año  con  gran  furia  á  quinze  de  iMayo,  descar- 
gando tan  gruesos  y  continuos  aguaceros  con  tan 
terribles  vientos  quales  no  se  auian  visto  semejantes  \ 

muchos  años  auia,  no  auiendo  en  el  de  atrás  Uouido  /) 

sino  con  mucha  limitación,  de  que  se  siguió  faltar  ge- 
neralmente los  mantenimientos,  ansi  en  la  isla  de  Goa 
como  en  toda  la  tierra  firme  gercana.  Pero  aunque  con 
auerse  alterado  el  aire  por  las  muchas  lluuias  y  vientos 
se  minorase  notablemente  la  epidemia,  no  gesauan  las 
fiebres  del  todo,  siendo  muchas  dellas  de  los  mesmos 
agidentes  y  malicia  que  antes,  cosa  que  aun  en  las  muy 
rrigurosas  pestes  se  conoqe  tener  su  periodo  y  tienpo 
limitado  en  que  se  acaban.  No  hallauan  los  médicos 
rremedio  gierto  en  este  mal,  mayormente  quando  an- 
daua  mas  engendida  (i),  sino  sangrar  muchas  vezes, 
de  manera  que  muchos  que  tenían  fuergas  y  en  quien 
el  mal  no  era  de  tan  mala  qualidad  escapavan,  pero  con 
veinte,  veinte  y  ginco  y  treinta  sangrias,  muriendo  tan- 
bien  muchos  por  auerlos  sangrado  tanto;  pero  lo  que 
se  conogio  con  euidengia  fue  morirse  luego  casi  todos 
los  que  se  purgavan,  y  ansi  ya  los  médicos  no  vsauan 
del  tal  rremedio.  Conogiose  tanbien  por  la  esperiengia, 
que  ansi  las  purgas  como  las  muchas  sangrias  ayuda- 
uan  á  matar  los  enfermos,  en  que  los  canarins  y  gente 
pobre  de  la  isla,  con  ser  tan  mal  mantenidos  que  la 

(1)    mas. 


hanbre  sola  los  acabaua,  murieron  en  la  ?iudad,  con 
auer  tantos,  muchos  menos  que  de  los  portugueses,  Y 
lo  que  mas  se  deue  notar  sobre  esto  es  que  ni  en  toda 
la  isla,  cuyos  palmares  están  poblados  de  inñnita  gente 
de  estos  canarins,  ni  en  las  muchas  quintas  y  casas 
que  los  mesmos  portugueses  tienen  por  toda  ella,  no 
murió  en  todo  este  lienpo  casi  nadie,  rresolulendose 
toda  la  fuerza  del  mal  en  los  que  habitauan  la  giudad, 
ansi  por  la  mala  dispusi^ion  y  sitio  suyo,  que  sigun  ya 
se  trató  en  la  discrip^ion  que  delia  se  hizo  es  pestilente 
y  malo,  como  por  ser  los  rremedios  que  se  aplícauan  á 
los  enfermos,  mas  en  daño  que  en  íauor  suyo.  En  las 
peninsulas  de  Bardes  y  Salseie,  tan  propinquasá  la  isla 
de  Goa,  ni  en  toda  la  continente  cercana,  lanpoco  se 
halló  en  todo  el  dicho  tienpo  que  padeciesen  el  dicho 
mal,  que  auer  sido  de  tan  venenos.-*  tiualidad  en  la  t,'iu- 
dad  este  año,  bien  que  de  ordinario  se  padecen  en  ella 
todos  los  años  diuersas  fiebres  malignas,  lúe  por  algu- 
na mala  qualídad  oculta  á  que  este  año  estuuo  mas 
subjecta  que  los  otros. 

A  nueue  ó  diez  de  Mayo  llegaron  de  Ormuz  los  cria- 
dos que  allá  auian  quedado  y  entre  ellos  el  que  se 
auia  (i)  tenido  por  muerto,  sano  ya  casi  del  todo  de 
sus  heridas,  de  que  se  rre^ibio  gran  contento  en  casa 
del  Enbaxador,  y  él  particularmente,  por  tenetle  ya 
por  muerto  sigun  fueron,  no  solo  peligrosas,  pero  del 
todo  mortales  las  heridas  conforme  la  parte  en  que  se 
dieron.  Estaua  el  dicho  Diego  Lobo  que  las  rregibio, 
quando  anochecía  del  mesmo  día  que  el  patage  del 
Enbaxador  salió  del  surgidero,  á  la  puerta  de  un  vezi- 
no  junto  á  la  mesma  posada,  sentado  en  su  conpañia  y 
de  otro  amigo  suyo,  sin  armas,  ni  los  demás  las  tcnian, 
y  tan  descuydado  que  tenia  las  espaldas  hazia  la  calle 
hablando  con  los  otros  que  estauan  frontero.  Pasó  en 

(i)    quedado. 


^í 


-  489  - 

esto  un  honbre  tan  cubierto  que  aunque  no  auia  aun 
escure^ido  no  le  conocieron  ni  se  rrecataron  del,  y  en- 
trando en  una  calleja  angosta  por  donde  se  entraua  á 
la  posada  del  Enbaxador  boluio  luego  á  salir  con  otros 
dos,  el  uno  de  los  quales  trayendo  ya  la  espada  en  la 
mano,  con  gran  presteza,  sin  que  el  dicho  Diego  Lobo 
aduirtiese  en  ello  ni  se  pudiese  guardar,  le  dio  una  es- 
tocada por  las  espaldas  por  junto  al  mesmo  espinazo, 
que  no  solo  le  pasó  de  parte  á  parte,  pero  el  brago  iz- 
quierdo tanbien  que  tenia  arrimado  al  cuerpo  por  la 
parte  de  delante,  dexandole  hechas  quatro  heridas;  y 
diose  la  estocada  tan  al  siguro  y  con  tanta  fuerga  que  •-, 

la  guarnición  de  la  espada  sintió  el  herido  que  le  auia  ^^ 

dado  un  gran  golpe  atrás  por  donde  rregibio  la  herida, 
saliendo  toda  la  cuchilla  por  delante,  de  manera  que 
pudiera  muy  bien  llegar  á  herir  tanbien  á  alguno  de  los 
conpañeros  que  estauan  frontero.  Leuantose  dando  una 
gran  boz  el  herido  y  arremetió  para  entrar  por  una  es- 
calera que  alli  junto  auia,  de  su  aposento,  para  tomar 
algunas  armas,  y  otro  de  los  tres  delinquentes  le  dis- 
paró un  arcabuz  á  menos  de  diez  pasos  y  aunque  de 
tan  gerca  le  erro  y  la  bala  fue  á  dar  á  una  esclaua  del 
mesmo  vezino,  llamado  Luis  Gago,  que  acaso  acerta- 
ua  á  salir  de  casa,  y  le  pasó  un  bra^o.  Los  dos  que  alli 
se  hallaron  con  el  herido,  como  suele  acaeger  en  las 
cosas  rrepentinas  y  de  peligro  muchas  vezes,  no  hizie- 
ron  mas  que  gritar  y  ponerse  en  saluo,  boluiendose  los 
otros  muy  siguros  y  de  espagio  por  donde  auian  veni- 
do. Diose  por  deplorado  el  herido  aquella  noche,  con- 
fesándose y  rregibiendo  los  sacramentos,  aunque  luego 
otro  dia  con  señales  de  mejoria,  continuando  de  mane- 
ra después  que  en  diez  ó  doze  dias  se  halló  fuera  de  pe- 
ligro, de  manera  que  se  pudo  enbarcar  para  üoa.  Su- 
cedieron dos  cosas  notables  en  este  caso,  en  una  de  las 
quales  fauoresgio  tanto  la  naturaleza  al  paciente  que 
entrando  esta  herida  en  igual  distancia  entre  lo  mas 


—  490  — 
baxo  de  las  espaldas  y  los  rriñones,  y  saliendo  dere- 
chamente seis  dedos  arriba  del  onbligo  por  medio  de 
la  rregion  del  estomago,  sanase  con  tanta  breuedad. 
La  otra  es  digna  de  mayor  admiración  y  muy  contra- 
ria á  toda  rrazon,  aun  entre  las  mas  barbaras  naciones 
del  mundo,  no  faltando  en  estas  alguna  sonbra  de  equi- 
dad y  justicia,  y  fue  que  con  ser  el  sucedido  delicto 
tan  atroz  y  con  tantas  t^irciinstangias  de  grauedad,  no 
solo  no  se  hizo  diligencia  esengial  sobre  aueriguallo, 
pero  ni  aun  sinplementí  se  le  preguntó  al  herido  ni  á 
los  que  con  él  se  hallaron  !o  que  auia  pasado,  ni  judi- 
cial ni  extrajudicialmentc. 

Antes  que  entrara  el  [[ivierno,  dos  ó  tre^  días,  aca- 
baron de  llegar  las  naos  y  navios  que  auian  quedado 
en  Ormuz,  y  en  uno  dellos  Gaya  Soltan,  el  Enbaxador 
que  el  rey  de  Persia  enbiaua  á  España. 

En  el  tienpo  que  el  Enbaxador  Don  García  de  Silua 
y  Figueroa  se  detuuo  en  Pangin,  que  fue  hasta  nueve 
ó  diez  de  Junio,  fue  un  dia  luego  al  principio  del  in- 
vierno, de  la  otra  vanda  de!  rio,  á  la  península  y  tierra 
de  Bardes,  á  ver  bolar  un  halcón  que  allí  tenia  un  ve- 
ztno  portugués  llamado  Bernabé  Ribero,  el  qual  mora- 
ua  en  una  rrazonable  casa  en  la  playa,  quinientos  pa- 
sos de  Pangin,  que  es  lo  que  aquel  rio  ó  mar  por  allí 
tiene  de  trauiesa.  Era  este  halcón  (i)  mucho  menor, 
aunque  de  la  propia  forma  que  los  tagarotes  de  Berue- 
ria,  y  entonces  de  tres  ó  quatro  mudas,  tomado  en  el 
aire  por  no  criarse  halcones  en  la  isla.  Salióse  de  unos 
palmares  y  como  á  media  legua  en  lo  rraso  bolo  dos 
grajas,  que  como  se  a  dicho  ay  muchas  en  toda  la  isla 
y  tan  grandes  como  las  cuervas  que  los  halcones  hue- 
lan en  España,  pero  estas  mas  difíciles  de  matar  por- 
que sienpre  andan  á  donde  tengan  alguna  guarida,  y 
ansi  auia   aqui   adonde  se  bolaron  algunas  matas  de 

([)    en  el  tamaño  y 


—  49»  — 

cardos  gruesos  y  altos  que  comunmente  ay  en  todas 
las  partes  de  la  India,  que  todo  el  año  están  verdes,  y 
tan  ásperos  y  espesos  que  hazen  una  forma  de  muralla 
que  sirue  no  solo  de  guardar  las  eredades,  sino  de  de- 
fensa en  las  fortalezas  contra  los  enemigos.  Pero  tenia 
tantas  alas  el  balconcillo  que  echándole  fuera  las  gra- 
jas  de  aquellas  malezas  las  uvo  entranbas  á  las  manos, 
y  por  llover  luego  no  se  bolo  una  garga  blanca  que  se 
vio  allí  gerca,  aunque  afirmaua  el  Bernabé  Ribero  que 
las  mataua  muy  fácilmente.  Vienen  estos  halcones  á 
esta  isla  atrauesando  la  tierra  firme  desde  el  reyno  de 
Bisnagar  y  costa  de  Maliapor,  con  un  gran  temporal 
que  en  giertos  dias  del  otoño  corre  generalmente  en  la 
India,  mayormente  en  las  costas  de  Santo  Thome  ó 
Maliapor,  á  quien  los  indios  llaman  Coromandel  (i),  y 
á  este  inpetuosissimo  viento  Vara  de  Coromandel,  muy 
temido  por  los  muchos  naufragios  que  causa  de  todos 
los  que  nauegan  por  estos  mares.  Dezia  el  susodicho 
que  auia  tomado  diuersas  vezes  neblies  y  baharies  y 
algunos  girifaltes  de  admirable  grandeza,  rrubios  y  blan- 
cos, no  faltando  esta  generosa  espegie  en  climas  tan 
calientes  como  la  India,  ni  ser  solas  las  septentrionales 
y  frias  quien  las  produze.  Pero  de  lo  que  mas  gustó 
Don  Gargia  de  Silua  fue  de  un  gauilangillo  de  muchas 
mudas,  tomado  tanbien  en  el  ayre,  que  traia  un  mu- 
chacho hijo  del  mesmo  honbre,  tan  manso  que  se  ve- 
nia suelto  y  bolando  tras  la  gente,  y  era,  sigun  dezia, 
prima,  pero  tan  pequeño  que  no  era  mayor  que  los 
torguelos  de  España^  aunque  tan  animoso  que  sigun 
dezian  y  afirmauan  matauan  grajas  con  él,  y  las  mes- 
mas  gargas  blancas  y  lauangos  socorriéndolo  apriesa, 
porque  era  tan  animoso  que  á  qualquiera  pájaros  des- 
tos  envestia  y  se  pegaua  en  ellos  hasta  ser  socorrido. 
Son  estas  gargas  blancas  como  dorales  ó  martinetes  y 

(i)    y  la  India,  y  por  6sto  le  llaman. 


—  492  — 

los  lauangos  algo  mayores  que  garcetas,  y  ay  muchas 
de  estas  aues  en  algunas  lagunas  que  se  hazen  en  esta 
península  de  Bardes  con  las  continuas  aguas  del  in- 
vierno. La  vida  del  dicho  Bernabé  Ribero  es  en  la  par- 
te que  se  a  dicho,  sin  entrar  casi  en  la  giudad;  casado 
con  una  muger  de  la  tierra  en  quien  tiene  dos  hlios  de 
treze  y  catorze  años,  desta  edad  ya  grandes  arcabuze- 
ros,  siéndolo  el  tanbien  diestrissimo,  y  ansi  matan 
quanto  ay  en  el  canpo.  Tiene  sin  esto  toda  suerte  de 
rredes  y  otros  armadixos,  con  rreclamos  de  muchas 
maneras,  ligas  y  siñuelos  de  mochuelos  y  otros  paxa- 
ros  enxaulados,  siendo  grandes  maestros  de  todos  los 
dichos  ministerios  él,  sus  hijos  y  dos  esclauos,  no  que- 
dando siguros  tanpoco  los  pescados  del  rio,  por  tener 
ansimesmo  muchas  rredes  de  pesca  y  dos  barcos,  uno 
mucho  menor  que  otro,  con  que  mata  toda  suerte  de 
pescados.  Con  cuyo  proventu  y  el  pobre  socorro  de  un 
pequeño  palmar  sustentaua  este  buen  honbre  á  sí  y  á 
su  familia,  biuiendo  sumamente  alegre  y  contento.  Era 
de  poco  más  de  quarenta  años  de  edad,  de  bonissima 
condición  y  conocido  de  todos  por  de  inculpables  cos- 
tunbres  y  vida,  la  qual  pudiera  con  mucha  rrazon  ser 
enbidiada  no  solo  de  los  que  en  viages  tan  largos  como 
los  de  la  India  pasan  tantos  peligros  y  trabaxos,  pero 
de  aquellos  que  por  las  grandes  dignidades  y  abundan- 
cia de  bienes  tenporales  son  juzgados  por  feliges  y  bien- 
auenturados  en  el  mundo. 

Después  de  auerse  pasado  el  Enbaxador  á  la  giudad 
continuó  por  muchos  dias  adelante  la  epidemia,  aun- 
que rremitido  mucha  parte  de  su  rrigor,  auiendose  co- 
rregido y  alterado  la  malicia  del  ayre  con  las  grandes 
lluuias  y  vientos  del  invierno,  pero  sin  poderse  del 
todo  desarraigar,  porque  demás  de  la  destenplanga  de 
este  año  el  sitio  de  Goa  es  muy  subjecto  para  engen- 
drarse'en  el  esta  mala  qualidad  de  fiebres  malignas. 
Esperavanse  con  particular  deseo  de  todos  después 


—  493- 

de  auerse  pasado  el  invierno,  las  naos  de  Portugal,  y 
visto  el  Enbaxador  que  tardauan,  después  de  auerse 
gastado  casi  todo  el  mes  de  Octubre  y  que  vna  nao 
nueva  que  se  auia  hecho  en  Pangin  para  el  viage  no 
podia  aprestarse  hasta  después  de  todo  el  mes  de  Ene- 
ro, se  rresoluio,  por  salir  tenprano,  de  aderegar  una 
caravela  que  auia  llegado  de  Portugal  con  aviso  de 
como  venian  quatro  naos  aquel  año,  para  enbarcarse 
en  ella  no  obstante  ser  muy  vieja  y  poco  pratica  la 
gente  de  mar.  Y  particularmente  movió  á  esto  al  En- 
baxador conocer  poco  afectos  á  su  despacho  los  mi- 
nistros de  la  India,  mayormente  al  governador,  en 
quien  no  halló  buena  correspondengia  alguna,  ni  para 
á  cuenta  de  lo  mucho  que  Su  Magestad  le  deuia  desús 
gajes  darle  lo  que  era  menester  para  su  enbarcagion. 
Halló,  aun  para  querer  darle  este  pequeño  y  viejo 
nauio,  el  Enbaxador,  en  el  governador,  gran  dificultad, 
no  queriendo  que  los  marineros  que  en  el  auian  venido 
boluiesen,  diziendo  que  los  auia  menester  en  la  India; 
pero  al  fin  por  intercesión  de  algunos  amigos  suyos, 
mayormente  por  traer  la  dicha  gente  de  mar  rrecau- 
dos  bastantes  para  no  se  les  inpedir  su  buelta,  se  lo 
concedió  con  que  á  su  costa  lo  aderezase  y  pagase  los 
marineros,  gastándose  en  esto  hasta  ser  pasada  la  ma- 
yor parte  del  mes  de  Novienbre,  sin  auer  hasta  enton- 
ces llegado  nao  alguna  del  presente  viage.  Y  aunque 
la  caravela  estaua  de  manera  que  paremia  inposible 
aderezarse  para  poder  sufrir  tan  larga  navegación,  se 
dio  el  Enbaxador  tanta  priesa  que  en  pocos  mas  de 
veinte  días,  echándosele  dos  costados  y  muchas  cur- 
vas con  una  cubierta,  quedó  del  todo  aprestada  con  lo 
que  le  faltaua  de  sobresaliente,  jarcias  y  veíame. 

Preparándose  las  cosas  necesarias  para  el  viage  se 
offregieron  algunos  portugueses  que  rresidian  en  el 
paso  de  Benastarin  y  tenían  comunicación  con  los  mo- 
ros de  tierra  firme,  de  dar  la  carne  que  fuese  menester 


-494  — 

para  el  matalotage,  curada  al  humo,  por  conseruarse 
ansí  mas  tícnpo  y  ser  menos  dar^osa  que  la  salada.  Era 
esta  de  puercos  monteses  y  toros  y  vacas  brauas, 
criándose  mucho  numero  de  lo  uno  y  lo  otro,  venados 
y  gamos  con  otras  muchas  spe^ies  de  ca^a  y  otras 
ñeras,  en  las  faldas  de  las  muy  altas  y  nonbradas 
montañas  de  Gate,  que  caen  seis  .'i  sieio  leyuas  la  tierra 
adentro,  cubiertas  de  muy  espesos  bosques  adonde 
tanbien  se  crian  ¡numerable  caí;a  de  toda  suerte  ác 
aues,  particularmente  de  pauorcs,  faysanes  y  franco- 
lines. Eran  estos  toros  y  vacas  monteses  de  muy  dife- 
rente especie  de  los  domésticos,  siendo  estos  general- 
mente tan  mansos,  no  solo  los  bueyes  castrados,  pero 
los  que  no  lo  son,  que  se  síruen  en  toda  ia  India  dellos 
para  carga  demás  de  arar  la  tierra;  y  como  ya  queda 
dicho  en  la  discrip^ion  de  Goa,  con  los  cuernos  buel- 
tos  hazla  tras  como  las  cabras  y  que  le  caen  sobre  las 
espaldas;  de  cabegas  muy  largas  y  cuello  delgado, 
mostrando  con  esto  y  lo  demás  suma  mansedunbre. 
Los  monteses  son  de  tanto  mayor  cuerpo  que  cada 
uno  dellos  tiene  la  grandeza  que  dos  grandes  toros  de 
España,  de  color  de  ceniza  moxada  y  una  gran  lista 
blanca  que  desde  la  boca  le  baxa  por  el  cuello,  pecho 
y  bientre,  y  algunos  tienen  tanbien  la  mesma  lista  des- 
de las  narizes  á  la  frente.  La  cabera,  aunque  tan  gran- 
des, es  mucho  menos  larga  que  la  de  los  bueyes  man- 
sos, pero  sin  conparagion  mas  ancha,  con  la  ceruiz  y 
cuello  muy  grueso,  corto  y  leuantado,  y  el  hocico  muy 
rromo,  y  de  menores  cuernos,  que  no  son  mayores 
cada  uno  de  dos  palmos,  bueltos  hazia  delante,  muy 
agudos  de  las  puntas  y  de  medio  pie  de  grueso  en  el 
nas^imiento,  todos  ellos  muy  negros.  Son  vclocissimos 
mas  que  ningún  venado  ni  gamo,  y  de  tanta  fiereza 
que  se  dize  della  cosas  muy  notables,  sin  auer  onbre  á 
quien  ellos  puedan  ver  que  no  sea  hecho  pedamos  de  su 
furia,  y  para  maiallos,  hallándose  sienpre  mucho  nú- 


—  495  — 

mero  dellos,  6  los  cagadores  les  tiran  con  mosquetes  ó 
arcabuzes  mas  gruesos  de  lo  ordinario^  subidos  en  al- 
gunos grandes  arboles,  ó  entre  los  mas  espesos  dellos^ 
adonde  después  de  heridos  no  puedan  llegar  por  estar 
alli  los  píes  de  los  dichos  arboles  muy  juntos,  dándoles 
al  siguro  tantos  arcabuzazos  hasta  que  los  acaban  de 
matar.  Y  siendo  como  son  estos  toros  monteses  tan 
grandes,  fieros  y  de  diferente  forma  y  color  de  los  do- 
mésticos y  comunes,  parecen  ser  de  la  mesma  spegie 
de  los  toros  que  se  crian  y  tan  conocidos  son  en  la 
selua  Hirgina  de  Alemana.  Hállanse  tanbien  en  estos 
bosques  del  Gate  grandes  manadas  de  perros  monte- 
ses, menores  pero  de  la  mesma  forma  que  los  masti- 
nes que  guardan  el  ganado  en  España,  de  color  pardo 
escuro  casi  todos  y  que  ansí  en  el  ladrar  como  en  todo 
lo  demás  son  de  la  propia  spegie  de  los  perros  domes- 
ticos  y  andan  sienpre  muchos  juntos  por  defenderse  de 
los  tigres,  que  son  tan  crecidos  y  feroges  como  atrás 
tenemos  ya  dicho,  aunque  no  tan  terribles  ni  temidos 
como  los  toros. 

Auiendo  hecho  esta  rrelacion  al  Enbaxador  un  sol- 
dado portugués  llamado  Francisco  Carnero  de  Alcago- 
va,  que  por  auer  andado  muchos  años  foraxido  en  la 
tierra  firme  (i)  se  aula  hecho  en  estos  bosques  diestri- 
simo  arcabuzero  y  muerto  muchas  de  estas  fieras,  le 
afirmó  tanbien  aver  alli  entre  otras  spcgies  de  gatos 
monteses  una  que  bolaua  de  unos  arboles  á  otros  cien- 
to y  doscientos  pasos,  de  los  quales  él  aula  muerto  al- 
gunos, y  que  las  alas  eran  casi  de  la  forma  de  las  de  los 
murciélagos,  cubiertas  de  pelo  como  el  rresto  del  cuer- 
po. Y  paresgiendole  esto  al  Enbaxador  cosa  nunca 
vista  (2)  rrogo  al  dicho  soldado  procurase  que  biuo  ó 
muerto  auer  alguno  de  aquellos  gatos,  lo  qual  él  cun- 

(1)    /  ser  de  su  inclinaqion  dado  á  la  caga  se  hi^o. 
(9)    lo  que  se  le  dcí^ia. 


-  496- 

plio  luego  dentro  de  pocos  días  enbiando  un  esclauo 
suyo,  tanbien  gran  calador,  el  qual  boluio  de  ay  á  poco 
tienpo  con  uno  de  estos  gatos  muerto  de  un  arcabu- 
zazo.  Era  de  la  mesma  forma  que  un  hurón,  ó  de  aque- 
llos animalejos  que  se  crían  en  España  en  las  casas 
grandes  y  antiguas,  llamadas  garduñas,  mucho  mayo- 
res que  los  hurones  y  comadrejas;  porque  este  que  le 
truxeron  al  Enbaxador  era  tan  grueso  como  un  gato, 
y  mas  largo,  mas  corto  de  pies.  \  las  unas  como  gar- 
duña, pero  la  cola  de  la  mesmd  hechura  que  la  de  un 
gato  y  mucho  mas  larga,  con  la  qual  se  ayuda  para 
bolar,  ó  desde  el  suelo  ó  de  los  inesmos  arboles.  La  ca- 
bera, orejas  y  hocico  era  como  Je  unn  garduña,  hurón 
y  comadreja,  y  de  ambas  parte.-,  lo  nai^i;  dtsJe  el  vien- 
tre, continuada  de  los  pies  delanteros  á  los  traseros, 
una  gruesa  menbrana  cubierta  de  los  mesmos  pelos  que 
el  rresto  del  cuerpo,  de  quatro  Ó  seis  dedos  de  ancho 
por  cada  parte  y  tan  larga  como  desde  el  pie  trasero  al 
delantero.  Quando  anda  por  el  suelo  ó  por  los  arboles, 
geuandose  sienpre  de  los  pájaros  que  en  ellos  halla, 
tiene  estas  menbranas  rrecogidas  en  la  barriga  y  pecho, 
de  manera  que  no  se  le  echa  de  ver  nada  deilas;  mas 
quando  quiere  boiar,  dando  un  gran  salto  y  tendiendo 
hacia  fuera  los  pies  y  manos  como  las  alas  de  cualquier 
ave,  se  despliega  por  anbas  partes  la  menbrana  que 
antes  estaua  rrecogida,  con  lo  qual  coge  ayre,  bolando 
muchas  vczes  aun  mas  espacio  del  que  se  a  dicho, 
mayormente  quando  se  arronjan  de  algún  árbol  alto. 
Mandó  el  Enbaxador  que  le  quitasen  el  cuero  á  este 
notable  animal  y  después  de  linpio  y  curtido  que  se  lo 
guardasen  para  licuarlo  y  mostrallo  en  España.  El  co- 
lor del  pelo  es  como  el  de  las  comadrejas  y  garduñas, 
pero  en  la  cola  no  mayor  que  el  que  los  gatos  domes- 
ticos  tienen  en  las  suyas.  Nage  del  pie  y  faldas  de  estas 
montañas  de  Gate,  enfrente  de  la  isla  de  (ioa,  poco 
adelante,  la  isla  de  Juna  la  menor,  un  hermosissímo 


-  497- 

rrio  navegable  con  medianos  barcos  hasta  una  ó  dos 
leguas  de  su  fuente,  de  tan  clara  y  saludable  agua  que 
entre  todos  los  gentiles  y  moros  es  muy  vulgar  tradi- 
ción que  sea  rramo  del  grande  rrio  Ganges  que  corre 
por  el  rreyno  de  Bengala.  Y  aunque  la  distancia  desde 
lo  mas  gercano  del  Ganges  á  las  fuentes  del  que  vamos 
diziendo  por  linea  rrecta  sean  mas  de  3oo  leguas,  y  es- 
ten  en  medio  tan  altos  montes  como  los  del  Gate,  están 
persuadidos  que  viene  este  rrio  por  debaxo  de  tierra  y 
salga  de  esta  parte  acá  de  los  dichos  montes  y  en  las 
faldas  dellos,  diez  ó  doze  leguas  antes  de  entrar  en  el 
mar,  que  es  el  estrecho  que  rrodea  la  isla  de  Goa,  sigun 
atrás  se  tiene  dicho.  Lo  que  á  los  gentiles  y  moros  a 
persuadido  para  creer  esto,  siendo  un  tan  notorio  en- 
gaño, no  a  sido  otra  rrazon  ni  discurso  sino  que  siendo 
tenidas  las  aguas  del  Ganges,  no  solo  por  saludables, 
pero  generalmente,  sigun  su  opinión,  por  diuinas  y  sa- 
gradas, y  ser  ansimesmo  las  de  este  pequeño  rrio  tan 
claras  y  apaziblesal  gusto,  demás  de  la  mucha  verdura 
con  la  variedad  de  hermosas  arboledas  en  sus  rriberas, 
no  solo  an  querido  derivar  y  darle  origen  del  mesmo 
Ganges,  pero  dalle  también  su  propio  nombre.  Naué- 
gase,  sigun  se  acabó  de  escreuir,  este  pequeño  Ganges 
en  barcos  por  nueve  ó  diez  leguas,  lleuando  á  una  y 
otra  mano  grandes  bosques,  demás  de  otros  muchos 
géneros  de  arboles  frondosos,  de  naranjos,  9¡drps  y  li- 
mones, y  el  agua  tan  sumamente  clara  que  sin  los  pe- 
ges  que  en  ella  se  veen,  hasta  los  muy  pequeños,  nin- 
guna cosa  por  minima  que  sea  de  las  que  ay  en  su  fondo 
ay  que  no  se  vea  clara  y  distintamente,  con  tener  en 
algunas  partes  dos  y  tres  bragas  de  alto.  Y  podríase 
juzgar,  ansi  por  su  increíble  amenidad  como  por  la 
frialdad  del  agua  gerca  de  sus  fuentes,  cosa  tan  rrara 
ó  nunca  conosgida  en  la  India,  demás  de  no  criarse 
en  él  tan  fieros  y  nosgiuos  animales  como  son  los 
cocodrilos,  no  solo  hazerlo  superior  al  Ganges,  sino 

3a 


-  498  - 

tanbien  igual  al  Peneo  corriendo  por  el  Tenpe  de  Tes- 
salia. 

Un  dia  antes  que  el  Enbaxador  se  enbarcase,  14  de 
Dizienbre,  llegó  la  nao  Nuestra  Señora  de  la  Peña  de 
Franqia,  capitán  Diego  de  Meló,  9on  menos  de  dozien- 
tos  honbres  biuos  en  ella,  y  estos  muy  enfermos, 
auiendosele  muerto  en  el  viage  mas  de  trezientos.  Dio 
nueva  de  como  auiendo  salido  el  vltimo  de  Margo  de 
Lisboa  quatro  naos  y  por  capitán  general  dellas  Ñuño 
Alvarez  Botello,  antes  de  llegar  al  parage  de  las  islas 
de  Tristan  de  Acuña  se  auia  apartado  de  las  demás  ña- 
ues con  un  rrezio  tenporal  y  venido  por  fuera  de  la 
isla  de  San  Lorenzo,  sin  saber  á  que  parte  las  otras 
uviesen  aportado. 


LIBRO  OCTAVO  ^'^ 


CAPITULO  PRIMERO 


Salida  de  Goa. — Encuentro  con  los  piratas  malabares. — Viaje  has- 
ta las  costas  de  África.— Aves  que  por  allí  había.—Cetáceo  gran- 
de que  se  vio.— Llegada  á  Mozambique.— Descripción  de  esta 
isia. — Gallinas  de  aquel  país. 

Sábado,  19  de  Dizienbre,  al  amaneger  salió  la  cara- 
vela  Nuestra  Señora  de  Nazareht,  de  la  barra  de  Goa, 
con  el  terreno  del  Norte,  aunque  tan  flaco  que  en  mas 
de  tres  oras  no  se  alexó  del  puerto  una  legua,  hazien- 
dose  viage  á  Oeste,  4  á  Noroeste,  y  después  con  la  v¡- 
ragion  del  Sur  tanbien  muy  flaca,  hasta  las  ginco  de  la 
tarde,  no  auiendo  podido  en  todo  este  tienpo  perder  la 
tierra  de  vista,  de  que  se  estaria  poco  menos  de  seis  le- 
guas. Auia  el  Enbaxador  aderezado  esta  caravela,  que 
auía  venido  aquel  año  con  auiso  de  Portugal  (2),  y 
aprestádola  á  su  costa  para  venirse  en  ella  á  España  (3), 
y  aunque  hizo  exquisitas  diligengias  para  que  no  se 
cargase  mas  de  con  el  mantenimiento  y  agua  negesaria 


(i)    En  el  original  es  el  Vlf. 

(2)  el  Enbaxador. 

(3)  como  ya  se  a  dicho, 


—  5oo  — 

para  el  viage,  para  la  gente  de  mar  y' sus  criados,  la 
sobrecargaron  de  manera  que  no  se  halló  al  tienpo  que 
saüo  de  la  barra  lugar  en  ella  para  acomodar  ocho  pie- 
gas  pequeñas  de  artilleria  que  traía  para  su  defensa,  no 
obstante  el  mucho  cuidado  con  que  el  Enbaxador  auia 
mandado  dos  días  antes  al  maestre  y  artilleros  la  lleua- 
sen  aprestada,  por  ser  el  primero  dia  en  que  auia  de 
ser  menester  por  causa  de  los  cosarios  malabares  que 
nunca  se  apartan  de  aquella  costa,  Ivan  en  esta  cara- 
vela,  con  los  offigiales  y  tres  artilleros,  treinta  y  un 
honbres  de  mar,  sin  algunos  esclauos,  y  quinze  ó  diez 
y  seis  criados  del  Enbaxador  y  otros  diez  ó  doze  escla- 
uos y  mogos  de  seruigio,  sin  el  capellán  y  un  frayle 
lego  de  los  capuchos  de  San  Francisco,  llamado  fray 
Philipe.  Quando  á  la  ora  que  se  a  dicho,  hallándose  la 
caravela  casi  en  calma,  un  grumete  comengo  á  gritar 
que  via  por  la  proa  onze  paroes  de  malabares,  á  los 
quales  vieron  otros  muchos  muy  gerca,  que  á  rremo 
y  á  vela  venian  á  rreconogernos.  Fue  grande  la  confu- 
sión, tumulto  y  bozes  en  todos,  hallándose  desapergi- 
bidos,  y  el  pequeño  conues  de  la  caravela  tan  ocupado 
con  fardos  de  canela,  caxas  y  barriles,  que  no  auia  lu- 
gar para  aprestar  nada  de  lo  mucho  ^ue  en  tan  breue 
tienpo  era  menester.  Salió  el  Enbaxador  al  rruído  y 
rreprehendiendo  la  turbagion  que  en  los  marineros  y 
criados  via,  les  mandó  que  sin  dilagion  se  aprestasen 
las  dos  piegas  mayores  en  las  amuras,  y  las  dos  de 
popa  para  defensa  del  timón,  no  auiendo  lugar  ni  espa- 
gio  para  las  demás.  Y  porque  el  maestro  de  la  carave- 
la la  auia,  luego  que  se  descubrieron  los  paroes,  arri- 
bado en  popa  para  tener  tienpo  de  apergibirse,  en  el 
poco  que  con  esto  se  ganó  mandó  el  Enbaxador  que 
con  fardos,  caxas  y  toda  la  rropa  de  las  camas  se  atrin- 
cheasen  los  bordes,  proa  y  varanda  de  la  caravela, 
rrepartiendo  la  poca  gente  que  auia  por  estas  postas 
con  veinte  mosquetes  y  nueue  ó  diez  arcabuzes,  y  que 


—  5oi   — 

los  mogos  y  esclauos  tuuiesen  en  el  conves  todos  los 
vasos  del  seruígio  de  la  cozina  llenos  de  agua,  con  las 
mantas  y  demás  rropa  de  los  mesmos,  mojadas ,  para 
apagar  el  fuego  que  en  mucha  cantidad  de  alcanzias 
estos  cosarios  tienen  por  costunbre  de  arronjar  en  las 
naos  que  conbaten,  siendo  lo  mas  peligroso  el  pegallo 
al  costado  y  velas,  y  ansi  se  quitan  luego  dellas  las  bo- 
netas.  Hecho  todo  esto  breuissimamente  se  dio  buelta 
prosiguiéndose  el  viage  que  antes  se  lleuaua,  hazia  los 
enemigos,  los  quales  desde  luego  que  la  nao  comento 
á  arribar  auian  parado  y  amaynado,  cosa  muy  al  con- 
trario de  lo  que  conforme  á  buen  discurso  avian  de  ha- 
zer,  dexando  de  seguir  á  quien  huia,  y  luego  que  vie- 
ron reboluer  la  proa  hazia  ellos  hizieron  vela  y  se 
fueron  hazia  tierra. 

Era  ya  puesto  el  sol  y  de  á  muy  poco  espacio  vino 
con  mucha  priesa  y  turbagion  el  maestre  y  algunos 
otros  marineros  á  donde  estaua  el  Enbaxador,  á  dezillc 
que  los  paroes  de  los  cosarios  se  boluian  metiéndose  á 
la  maricón  designo  de  seguirnos  toda  la  noche,  para 
con  el  poco  viento  que  se  lleuaua,  yendo  ellos  á  rremo 
y  a  vela,  alcangando  luego  que  fuese  de  dia  la  carave- 
la  y  conbatilla,  y  ansi  convenia  luego  boluer  á  arribar; 
y  diziendo  lo  mesmo  casi  todos  los  que  alli  llegaron, 
no  obstante  que  al  Enbaxador  no  le  paremia  verisímil 
que  sin  la  distancia  que  auia  hasta  la  costa,  que  seria 
de  seis  leguas,  no  se  auian  de  alexar  los  cosarios  de 
tierra  todo  aquello  mas  que  se  pudiera  nauegar  aquella 
noche,  auia  mandado  ya  que  arribasen,  conociendo  en 
los  marineros  turbación  y  miedo,  si  un  criado  suyo  lla- 
mado Gutierre  de  Monroy  no  le  aduirtiera  que  quanto 
mas  á  tierra  se  fuese,  mas  gierto  era  el  hallarse  la  ca- 
ravana con  los  paroes  por  la  mañana ,  y  que  nauegan- 
dose  mas  á  la  mar  se  hallaria  mas  viento  aquella  no- 
che; lo  qual  dicho  por  ventura  no  con  tan  buen  discurso 
como  ello  meregia,  el  Enbaxador  lo  rreconogio  y  man- 


—  502  — 

dó  que  se  prosiguiese  la  derrota  á  Oeste,  4  á  Noroeste, 
yendo  todos  apergebidos  toda  la  noche  en  los  lugares 
que  se  les  auian  señalado.  En  esta  ocasión  de  tumulto 
y  apercibimiento  á  nadie  vio  el  Enbaxador  mas  pronp- 
to,  animoso  y  desenbuelto  que  al  frayle  lego  francis- 
co. Antes  que  ^errase  la  noche  se  vieron  los  paroes  de 
los  cosarios  claramente  boluerse  á  la  costa  hazía  el  pa- 
rage  de  los  Isleos  Quemados,  nauegandose  en  toda  ella 
con  algún  mas  viento  de  Su  Sueste. 

A  20,  21,  22,  23  se  nauegó  con  Sures  y  Nortes,  vira- 
Qiones  y  terrenos  menos  ñacos  que  el  dia  de  atrás,  ha- 
llándose el  nauio  á  20,  por  la  mañana,  16  leguas  de  tie- 
rra y  sin  vista  de  enemigos.  Velauase  de  noche  la  ca- 
ravela  por  sus  quartos  por  los  marineros  y  criados  del 
Enbaxador,  no  eximiéndose  de  este  cuydado  el  cape- 
llán, ni  el  frayle,  y  de  dia  uno  dellos  hazia  guarda  al 
fogón,  hallándose  á  qualquiena  ora  de  la  noche  gente 
dispierta,  sin  los  que  gouernauan.  Luego  desde  el  si- 
gundo  dia  se  hizo  viage  á  Oes  Noroeste  por  dar  rres- 
guardo  á  los  baxos  de  Padua  y  noroestear  el  aguja 
una  quarta  y  mas,  corriendo  tanbíen  las  aguas  hazia 
este  baxo,  de  manera  que  sienpre  por  este  rrumbo  se 
nauegaua  á  Oeste.  A  21,  dia  de  Sancto  Tomás,  no  se 
tuuo  casi  viento  hasta  ya  noche,  siendo  desde  entonces 
algo  mas  rezio  que  los  dias  de  antes. 

A  24,  vispcra  de  la  Natiuidad^  se  puso  el  viento  del 
Norte,  y  aunque  era  poco  se  nauegó  á  la  bolina  á 
Oeste,  4  á  Noroeste,  pareciendo  algunos  alcatrazes  y 
rrabihorcados,  que  deuian  ser  de  los  baxos  de  Padua, 
y  ningún  pescado  hasta  entonces;  tomó  el  piloto  el  sol 
en  menos  de  i5  grados^  haziendose  40  leguas  de  la 
costa  mas  gercana,  y  sesenta  de  la  barra  de  Coa;  á  las 
4  de  la  tarde  el  Norte,  que  corria  blando,  se  rreforgo 
de  manera  que  se  conogio  auia  entrado  la  mongion,  con- 
tinuando de  la  mesma  manera  toda  la  noche,  dando  la 
caravela  grandes  balangos,  particularmente  hazia  bon- 


—  5o3  - 

bordo,  ansí  por  entralle  el  viento  por  el  bordo  contra- 
río como  por  ser  de  suyo  algo  torcida  hazia  aquella 
parte,  y  ansí,  aunque  bien  estiuada  y  igualmente  car- 
gada, pendía  sienpre  para  ella. 

A  25  el  mesmo  Norte  y  Nornordeste,  con  la  mesma 
igualdad  y  fuerga  que  la  noche  antes,  y  aunque  con 
mares  gruesos  y  grandes  balangos,  nauegauase  mas 
por  ser  el  viento  mas  largo,  lleuando  el  nauio  la  proa 
á  Oeste;  tomóse  el  sol  en  1 5  grados  escasos. 

A  26,  27,  viento  Nordeste  y  4  á  Leste,  casi  en  popa, 
haziendose  víage  á  Oeste,  4  á  Sudueste,  con  muy  llena 
mongion,  no  paregiendo  ningún  pescado,  pero  en  el 
aire  algunos  alcatrezes  y  rrabihorcados;  tomóse  el 
sol  el  postrer  dia  de  estos  dos  en  catorze  grados  y  un 
tergio. 

A  28,  29,  3o,  3i,  el  mesmo  viento  con  grandes  ma- 
res y  el  viage  de  los  dos  dias  pregedentes,  no  sintién- 
dose calor  alguno  de  dia  ni  de  noche,  sino  una  notable 
tenplanga  y  el  agua  bastantemente  fresca,  beuiendo  to- 
dos mucho  menos  estus  dias  de  lo  que  era  ordinario; 
mandaua,  ya  de  noche  y  antes  que  se  pusiese  el  sol,  el 
piloto,  velar  la  tierra  del  desierto,  que  desde  el  vltimo 
deste  mes  fue  á  reconoger  de  dia  á  Oeste,  4  á  Noro  este, 
y  de  noche  nauegava  á  Sudueste  por  no  dar  inpruden- 
temente en  ella;  no  paresgia  genero  alguno  de  pescado. 
Tomóse  el  sol  el  vltimo  de  estos  dias  en  onze  grados, 
auiendb  ya  dexado  á  la  mano  izquierda  la  isla  de  Qa- 
cotora  y  Cabo  de  Guardafun,  aunque  sin  otros  señales 
suyos  que  los  muchos  alcatrazes. 

Primero  de  Enero  de  1621,  el  mesmo  viento  Nor- 
deste y  les  Nordeste,  demandando  la  tierra  de  dia  y  de 
noche,  huyendo  della  por  los  rrunbos  que  se  an  dicho, 
haziendose  ya  el  piloto  gerca  della  y  afirmando  que 
otro  dia  se  auia  de  ver,  y  agercandonos  tanto  á  la  Equi- 
nogial,  no  solo  no  hazia  calor,  pero  fresco,  mayormente 
para  los  que  velauan  y  hazian  la  guardia  de  noche;  to- 


—  5o4  — 

mose  el  sol  en  lo  grados,  pareciendo  ya  aquí  algunos 
de  aquellos  peges  pequeños  botadores. 

A  2,  luego  que  salió  el  sol  se  descubrió  tierra,  que 
comunmente  llaman  del  desierto,  por  estribordo,  costa 
baxa  de  arena  y  que  corría  Nordeste  Sudueste;  hizose 
luego  viage  á  Sudueste,  4  al  Sur,  perdiéndose  en  me- 
nos de  dos  oras  de  vista.  Sucedió  aquel  dia,  mas  de 
quatro  oras  antes  que  se  viese  tierra,  que  como  un  gato 
que  uno  de  los  criados  del  Enbaxador  auia  traído  de 
Persia  viniese  en  el  batel  de  la  caravela  por  estribordo 
con  unos  grumetes  á  quien  su  dueño  lo  auia  encarga- 
do, desde  el  dicho  tienpo  se  puso  en  el  bordo  del  bate, 
y  muy  leuantado  estuuo  grande  espacio  con  el  hogico 
hazia  la  parte  que  paresgio  tierrii,  sin  podelle  nadie 
quitar  de  alli^  coligiendo  de  esto  un  marinero  que  se 
halló  presente  que  la  ¿osta  estaua  muy  gerca.  Tomóse 
el  sol  este  dia  en  8  grados  y  medio. 

A  3,  4,  5,  6  se  nauegó  por  el  mesmo  rrunbo,  y  algu- 
nas vezes  á  Susudueste,  con  viento  tan  rreforgado  y 
largo  que  casi  no  podia  el  nauio  gufrir  las  velas;  de  dia 
y  de  noche  el  propio  tenple  que  se  tiene  en  España  por 
la  primavera,  hasta  que  en  el  vltimo  dia  de  los  dichos, 
tomándose  el  sol  nos  hallamos  un  grado  de  la  Equino- 
gial,  á  la  parte  del  Sur  ó  Polo  Anthartico,  creciendo  el 
mimero  de  los  paxaros  y  comentando  ya  á  verse  algún 
pescado. 

A  7,  el  mesmo  viento,  viage  por  el  dicho  rrumbo  de 
Sudueste,  4  al  Sur;  tomóse  el  sol  en  3  grados;  á  las 
ginco  de  la  tarde  de  este  dia  parecieron  por  popa  de  la 
caravela  muchos  delfines,  aunque  estos  por  ser  mucho 
mayores  de  lo  ordinario  dezian  los  marineVos  que  eran 
de  aquella  spegie  que  vulgarmente  se  llaman  toninas, 
los  quales  se  arrojauan  tan  de  salto  sobre  el  agua  que 
se  leuantavan  sobre  ella  mas  de  una  braga,  y  descu- 
briéndose todos  boluian  de  cabega  á  gabullírse,  la  cola 
hacia  rriba;  parecían  de  braga  y  media  de  largo,  y  lie- 


~  Ses- 
gando el  sotapüoto  entonces  á  la  varanda  le  díxo  el  En- 
baxador,  que  miraba  con  cuydado  la  grandeza  y  saltos 
extraordinarios  de  los  delphines,  que  sin  duda  les  queria 
dexar  aquel  rezio  viento,  y  como  el  sotapüoto  le  rres- 
pondiese  que  no  era  posible,  al  momento  rrepentina- 
mente  paró,  quedando  tan  blando  y  flaco  9omo  los  pri- 
meros días  que  salimos  deGoa,  continuando  ansi  toda 
la  noche. 

A  8,  menos  viento  hasta  quedar  el  mar  casi  en  cal- 
ma, y  una  ora  antes  de  medio  dia  boluio  á  correr  con 
la  mesma  flaqueza,  siendo  de  noche  mucho  menos,  y 
aunque  se  comentó  á  sentir  ya  calor  era  muy  tolerable. 
Tomóse  el  sol  en  4  grados  y  un  quarto,  quedando  ya 
muy  atrás  á  la  mano  derecha  las  giudades  de  Mazada- 
xo  y  Braua,  de  cuya  costa  se  hazia  el  piloto  45  leguas, 
aunque  después  paregio  hallarse  mucho  mas  lexos,  y 
entonces  nos  hallauamos  Leste  Oeste  con  la  giudad  de 
Alelínde;  comengavan  ya  los  marineros  á  matar  con 
físgas  algunos  dorados  pequeños  á  quien  comunmente 
llaman  palometas. 

A  o,  10,  II,  12,  i3,  14,  i5,  se  nauegó  con  estos  fla- 
quisimos  vientos,  aunque  Nordestes  y  Les  Nordestes, 
quedando  las  mas  noches  en  calma,  pero  ayudando  las 
aguas  que  corrían  hazia  tierra  á  Oes  Sudueste  se  llegó 
el  vltimo  dia  destos  á  po:o  menos  de  diez  grados  Leste 
Oeste  con  cabo  Delgado,  dexandose  atrás  á  la  mano 
izquierda  los  baxos  del  Patrón  y  islas  de  Arco,  y  á  la 
derecha  las  islas  de  Zanzibar,  Mofla  y  Penba.  Acudían 
de  noche  y  á  las  tardes  luego  que  se  ponía  el  sol  can- 
tidad de  paxaros  mayores  y  menores  que  alcatrazes, 
que  serian  de  la  forma  ent^e  gansos  y  lavancos,  aun- 
que los  picos  mas  largos  y  agudos  con  una  poca  de 
buelta  en  la  punta.  Estos  eran  tan  simples  y  sin  rrecato 
que  se  venían  á  posar  en  la  punta  de  la  mezana,  estando 
siempre  en  el  chapitel  que  cae  debaxo  della  los  ofígia- 
les  del  nauio,  el  fray  le  y  capellán,  con  algunos  criados 


—  5o6  — 

del  Enbaxador,  y  aquí,  ansí  de  dia  como  de  noche  se 
dexauan  tomar  á  manos  de  los  grumetes,  sin  apartarse 
ni  bolar,  estando  con  mucha  aten9Íon  mirando  quando 
se  llegavan  á  ellos;  pero  luego  que  se  vían  presos  da- 
uan  grandes  y  muy  sensibles  gritos,  mordiendo  muy 
brauos  á  los  que  los  tenían  asidos  ó  se  burlauan  con 
ellos  después  de  avelles  atado  las  alas  y  sottadolos  en  el 
conves,  adonde  los  grumetes  v  esclauos  jugavan  con 
ellos;  en  esta  ñesta  lastimaron  cruelmente  á  algunos 
destos  esclauos,  por  andar  casi  desnudos,  dando  tan 
grandes  gritos  como  los  mesmos  paxaros,  y  particu- 
larmente mordieron  diuersas  veces  á  un  perrillo  que 
tanbien  se  burlaua  con  ellos,  el  qual,  enbarcandose  su 
amo,  que  se  llama  Francisco  Muñiz  y  venia  desde  Goa 
con  los  criados  del  Enbaxador,  y  viniendo  ya  el  barco 
muy  lexos  de  tierra,  se  arroxó  al  agua  y  vino  por  gran- 
de espa(;io  nadando  hasta  que  movidos  á  conpasion  le 
rrecoxieron.  Viese  en  esto  una  semejanga  del  caso  que 
sucedió  con  el  perro  de  Xanlipo,  huyendo  los  athenien- 
ses  de  su  íiudad  á  la  isla  de  Salamina,  pero  con  mejor 
fortuna  de  este  perrillo  de  agora,  quedando  biuo.  Con- 
tinuaron sienpre  estos  paxaros  bouos  á  venir  y  posarse 
en  la  parte  que  se  a  dicho,  las  mas  vezes  de  día,  aun- 
que por  la  mayor  parte  los  tomauan  no  obstante  que  el 
Enbaxador  mandaua  que  no  les  hiziesen  daño  y  se 
uviesen  soltado  algunos;  pero  los  marineros  los  mata- 
uan  para  quitalle  los  pellejos,  que  por  tener  aquella  es- 
pesa lana  debaxo  de  la  pluma,  como  se  dixo  en  los  an- 
tenales y  cuervos  del  cabo  de  Buena  Speranga  era 
rremedio  muy  provado  para  rresoluer  frialdades  y  con- 
fortar el  estomago.  Era  muy  para  notar  que  pudién- 
dose estos  paxaros,  que  propiamente  pueden  ser  teni- 
dos por  gansos  marinos,  posarse  mas  siguramente  mas 
lexos,  en  las  puntas  de  las  antenas  y  vergas  de  los 
mastelcos,  porñauan,  aunque  los  tomauan,  á  ponerse 
tan  cerca  de  la  gente,  estando  muchas  vezes  alli  tres  y 


—  5o7  — 

quatro  juntos,  inpeliendose  y  picándose  unos  á  otros 
por  echarse  de  aili,  aunque  tan  mal  siguro  lugar  para 
ellos,  pudiendo  tanto  mas  la  novedad  de  cosa  tan  des- 
usada como  la  fígura  de  los  honbres. 

A  1 6,  auíendo  sido  la  noche  del  dia  de  antes  toda  de 
gran  calma,  duró  desta  suerte  hasta  las  lo,  antes  de 
medio  dia,  que  con  unos  bahages  muy  ñacos  se  naue- 
gaua  poco  ó  nada,  lleuando  la  proa  á  Oeste  por  descu- 
brir tierra,  ayudando  la  corriente  al  viage.  Tomóse  el 
sol  en  lo  grados  y  tres  quartos  entre  el  cabo  Delgado 
y  las  islas  de  Quirinba;  faltó  aquel  poco  bahage  luego 
que  se  puso  el  sol,  quedando  el  mar  en  calma  por  toda 
la  noche  y  sintiéndose  ya  más  el  calor. 

A  17,  boluieron  los  mesmos  bahages  muy  interrum- 
pidos y  ñacos,  viage  á  Oeste,  hallándose  estos  dias, 
luego  que  era  de  dia,  el  nauio  mas  engolphado^  sigun 
después  pareció  en  lo  que  se  gastó  en  ver  tierra;  y  en- 
gañándose mucho  el  piloto  creyendo  que  las  corrien- 
tes^ desde  que  descubrió  el  desierto,  le  ayudauan  á  la 
navega<;ion  que  hazia  corriendo  hazia  tierra,  procuró 
sienpre  apartarse  della  mucho  más  de  lo  que  convenia, 
de  manera  que  creyendo  que  la  Ueuaua  veinte  ó  veinte 
y  ginco  leguas,  se  halló  después  más  de  setenta,  por- 
que corriendo  la  costa  desde  el  Cabo  de  Guardafun  á 
Oes  Sudueste  y  á  Sudueste,  después  que  se  llega  á  la 
Equinofial  hasta  Cabo  Delgado,  lleuandose  el  viage  á 
Sudueste  se  halló  después  muy  engolphado,  siendo 
tanbien  causa  desto  las  corrientes,  que  evidentemente 
se  conoció  después  correr  á  Sueste  hasta  los  bajos  de 
Pinda,  que  están  entre  las  islas  de  Quirinba  y  Mo^an- 
bique,  que  desde  aquí  se  conogió  con  euidengia  que 
corrían  al  Sur.  Este  dia,  á  las  nueve,  estando  el  Enba- 
xador  en  la  varanda  del  nauio  paregio,  quarenta  ó  gin- 
quenta  pasos  por  popa,  un  pescado  de  notable  gran- 
deza y  de  muy  estraña  forma;  traia  la  cabega  de  fuera 
y  parte  del  lomo,  y  en  él  una  grande  ala  como  los  de- 


-  5o8  - 

mas  pescados,  no  mas  leuantada  de  una  parte  que  de 
otra,  sino  toda  igual,  de  vna  bra^a  de  alto  y  dos  de 
largo,  encubriéndose  el  rresto  del  cuerpo,  pero  tan 
íerca  de  la  superficie  del  agua  que  dexaua  en  ella  señal 
de  su  móstruosa  grandeza,  pareciendo  de  mas  de  ocho 
ó  diez  brabas  de  largo.  La  cabera  no  era  conforme  á 
lo  demás,  aunque  era  muy  mayor  que  una  media  pipa 
lo  que  della  pudo  verse  de  tan  i;erca;  era  muy  encor- 
vada, haziendo  una  gra.n  biielia  liazia  la  boca,  que 
tenia  muy  baxa  y  con  el  hogico  rrebuclto  hazia  arriba, 
que  no  se  le  echáua  de  ver  sino  (i)  algunas  vezes  que 
dando  grandes  rresoplidos  y  bufidos,  á  semeianga  de 
un  puerco,  lan^ava  hazia  rriba  gvan  cantidad  de  agua, 
y  esta  no  como  las  vallenas  y  demás  cetes  y  mons- 
truos marinos,  por  los  agugeros  que  tienen  en  lo  alto 
de  la  cabera,  lanzándola  estos  en  gruesos  caños  junta 
y  de  golpe,  sino  muy  enparzida  como  quando  rro^ia 
alguna  persona,  haziendo,  de  la  mucha  cantidad  que 
desta  manera  lan^ava,  grandes  nuves  de  esta  menuda 
agua. 

Entonces  no  descubría  toda  la  boca,  sino  el  ho- 
cico ó  labrio  superior,  pareciéndose  en  él  y  en  la  forma 
de  la  cabera  propiamente  como  se  veen  pintados  los 
dclphincs  en  la  inpresión  de  algunos  libros,  mayormen- 
te en  los  de  Aldo  Manugio  en  Venegia.  Llego  este  qete 
muy  cerca  de  la  popa,  viniéndose  derecho  á  ella,  á 
poco  mas  de  treinta  pasos,  rreboluiendo  luego  á  Oeste 
dando  grandes  bufidos  y  esparziendo  el  agua  como  se 
a  dicho.  Luego  dentro  de  un  quarto  de  ora  vino  otro 
pescado  semejante  en  todo  á  este,  nadando  hazia  don- 
de el  otro  auia  ido,  aunque  pasó  mas  de  dozientos 
pasos  lexos,  pero  sin  conparagion  mayor,  ansi  en  la 
cabega  como  en  lo  que  del  lomo  y  ala  descubrió,  vién- 
dose gran  parte  del  en  un  gran  salto  que  dio  en  el  agua, 

(j)    Je  quaiiJo  en  guando 


—  5o9  — 

con  que  hizo  gran  rrumor,  langando  mayores  nuues 
de  agua  y  con  mayores  rresoplidos,  aunque  tanto  mas 
lexos  que  el  primero.  Tomóse  el  sol  en  onze  grados 
escasos  este  dia^  no  hazíendose  casi  viage,  y  toda  la 
noche  en  calma  como  las  pasadas. 

A  i8  se  amaneció  con  la  mesma  calma  hasta  que 
gerca  de  medio  día  el  poco  viento  que  solia  correr  cre- 
ció algo  mas,  y  llevándose  el  mesmo  viage  no  se  hallo 
diferencia  en  el  sol,  pero  después  de  puesto,  como  el 
viento  tomase  algo  mas  fuerga,  mirando  todos  con 
atención  si  descubrian  tierra  se  persuadieron  que  la 
vian,  aunque  de  tan  lexos  que  después  se  tuuieron  por 
celages  los  que  se  juzgauan  por  montes.  El  viento, 
aunque  poco,  ventó  toda  la  noche,  haziendose  viage  á 
Sudueste. 

A  ig,  amaneció  calma  hasta  una  ora  antes  de  medio 
dia  que  comento  un  poco  de  Nordeste,  viage  á  Oeste; 
tomóse  el  sol  en  pocos  minutos  mas  de  onze  grados,  y 
á  las  dos  del  dia  se  descubrieron  las  primeras  islas  de 
Quirinba,  tierra  baxa  y  con  algunos  palmares.  Tomá- 
ronse desde  la  proa  cantidad  de  dorados,  y  uno  dellos 
de  quatro  píes  de  largo;  estuuose  en  calma  casi  toda  la 
noche. 

A  20,  poco  antes  de  amanecer  ventó  Norte  dos  oras, 
sobreviniendo  la  mesma  calma  hasta  que  á  las  ocho 
boluio  á  ventar,  nauegandose  mas  que  los  dias  antes, 
la  proa  á  su  Sudueste;  tomóse  el  sol  en  12  grados, 
continuándose  con  el  mesmo  viento  todo  el  dia  y  la 
noche;  auiannos  ya  dexado  los  paxaros,  aunque  pares- 
(jia  ya  mas  pescado.  A  las  sois  de  la  tarde  se  dexó  á  la 
mano  derecha  la  vltima  isla  de  Quirinba. 

A  21  continuó  el  mesmo  Norte  y  Nordeste,  viéndose 
la  costa  de  la  tierra  firme  con  algunas  grandes  sierras 
la  tierra  adentro,  lexos  della,  tomándose  el  sol  en  i3 
grados  y  un  sesmo.  Y  haziendose  el  piloto  quando  se 
puso  el  sol,  18  leguas  de  Moganbique,  mandó  alistar 


—  5io  — 

un  ancora  para  surgir  aquella  noche,  por  no  pasar  en 
ella  sin  rreconoger  la  baya  en  que  está  esta  fuerza,  y 
no  auer  después  lugar  de  boluer  y  querer  el  Enbaxador 
tomar  lengua  alli  de  las  naos  que  el  año  pasado  partie- 
ron de  Portugal,  no  auiendo  llegado  á  la  India  mas  de 
la  una,  como  se  a  dicho.  Lleuauase  la  costa  á  la  mano 
derecha  no  mas  de  media  legua  lexos,  toda  hasta  el 
mar  muy  gerrada  de  espesos  bosques,  los  mas  arboles, 
de  los  quales  eran  de  éuanos  en  que  se  crian  grandes 
manadas  de  elephantes  y  otras  fieras.  Es  toda  tierra 
llana  y  de  muy  hermosa  vista  con  el  apazible  verdor 
de  los  arboles,  teniendo  toda  esta  costa  buen  surgidero 
de  veinte  y  ginco  bragas  de  hondo ,  á  menos  de  media 
legua  de  tierra,  sin  restingas  ni  otros  baxos ,  después 
de  la  de  Pinda  que  el  dia  antes  se  auia  dexado  atrás. 
Advirtió  el  Enbaxador  al  piloto  luego  que  fue  de  noche 
que  en  ninguna  manera  cunplia  surgir  si  no  fuese  que 
alguna  gran  trauesia  obligase  á  ello ,  sino  que  pues  se 
iba  á  barlouento,  se  navegase  aquella  noche  sin  velas 
de  gavia,  sondando  algunas  vezes,  y  que  hallando  poco 
fondo  se  hiziese  algo  mas  á  la  mar  porque  se  amane- 
giese  gerca  de  la  ensenada  de  Moganbique.  Y  quedan- 
do el  piloto  en  hazer  esto ,  y  nauegandose  con  todas 
las  velas  hasta  rrendida  la  primera  guardia,  cogieron 
las  velas  de  gauia.  Y  como  poco  antes  de  la  modorra 
le  paregiese  al  sotapiloto,  maestre  y  á  otros  marineros, 
que  se  hallauan  ya  muy  gerca  de  Moganbique  y  que 
podian  pasallo  antes  que  fuera  de  dia,  sin  poder  tomar 
su  baya  persuadieron  al  piloto  que  surgiesen,  y  ansi 
á  la  ora  que  se  a  dicho  dieron  fondo  con  un  ancora  en 
28  bragas,  menos  de  media  legua  de  tierra.  Al  rruido 
que  la  gente  de  mar  traia,  despertando  el  Enbaxador  y 
preguntando  lo  que  era,  le  dixeron  que  auian  surgido 
por  hallarse  ya  junto  á  Moganbique,  por  no  atreverse 
á  entrar  en  su  bahia  de  noche,  y  ansi  se  estuvo  hasta 
que  amanegio. 


—  5ii  — 

A  22  amanecimos  menos  de  media  legua  de  tierra, 
y  leuandose  y  haziendo  vela  ei  nauio  al  Sur  con  Les 
Nordeste  blando,  se  fue  haziendo  viage  muy  ^erca  de 
la  costa,  que  era  de  la  mesma  verdura  y  espesura  de 
arboles  que  se  auia  visto  el  dia  antes ,  y  en  un  poco  de 
playa  de  arena  se  vian  cantidad  de  negros  mariscando, 
todos  desnudos.  Tomóse  el  sol  en  14  grados  y  medio, 
no  haziendose  el  piloto  de  Mo^anbíque  mas  de  quatro 
leguas.  Y  siendo  este  dia  conjunción  de  luna,  á  las  dos 
de  la  tarde,  el  viento,  que  como  se  a  dicho  era  Les  Nor- 
deste, aunque  poco,  se  fue  enflaqueciendo  mas,  y  en 
poco  menos  de  una  ora  corrió  todos  los  rumbos,  por 
Leste,  Sueste  y  Sur,  hasta  fixarse  en  Su  Sudueste  de- 
rechamente por  la  proa,  ventando  muy  rrefor^ado  has- 
ta la  noche,  que  se  puso  de  Sudueste,  y  no  siendo  la 
caravela  bastante  á  ponerse  mar  en  traues  se  , acordó 
de  surgir  por  no  correr  y  perder  viage,  y  ansi  se  hizo 
en  veinte  y  dos  bragas  en  buen  fondo  de  cascajo,  mas 
cerca  de  tierra  que  la  noche  de  atrás,  y  aunque  no  se 
dio  fondo  con  mas  de  un  ancora  y  el  viento  crecía  mu- 
cho, con  el  aire  cubierto  de  nublados,  oyéndose  true- 
nos de  lexos  con  muchos  relanpagos,  el  nauio  estava 
siguro,  porque  como  sienpre  tuuiese  la  proa  al  viento 
y  la  corriente  del  mar  le  viniese  por  la  popa,  la  ancora 
estuuo  sienpre  firme  sin  cagar  cosa  alguna,  mandando 
el  Enbaxador  al  piloto  que  si  el  viento  cargase  tanto 
que  arase  la  ancora,  que  no  se  amarrasen  con  otra, 
sino  que  leuando  en  la  que  auian  surgido  corriese  en 
popa  aquella  noche,  por  estar  tan  junto  á  tierra  y  la 
caravela  ser  vieja  para  sufrir  las  amarras;  pero  aunque 
eran  grandes  los  mares  el  viento  se  aplacó  con  un  gran- 
de aguacero  por  proa,  quedando  en  mas  quietud  el 
rresto  de  la  noche. 

A  23  nos  hallamos  con  el  mesmo  Sudueste,  el  dia 
muy  nublado  y  lloviznando,  y  aunque  parecía  inposi- 
ble tomar  á  Mócanbique,  de  que  estaríamos  tres  le- 


—  5l2- 

guas,  el  piloto  mandó  desamarrar  la  caravela  y  se  hizo 
á  la  mar  de  un  bordo  y  otro  hasta  descubrir  la  bahía 
y  las  islas  que  están  á  su  entrada,  y  auiendo  dado  qua- 
tro  ó  cinco  bordos,  después  de  auer  penado  y  trabaxa- 
do  mucho  entró  en  la  bahía,  descubriéndose  á  una  le- 
gua la  isla  de  Moganbique  y  luego  su  fortaleza,  y  sien- 
do el  viento  blaütlo  y  mi;nos  i;scaso  para  nauegar  por 
aquella  ensenada,  lí«gú  á  medía  legua  della  y  dio  fondo 
en  ocho  bragas,  entre  la  isla  de  San  Jorge  y  una  punta 
de  la  tierra  firme,  mil  pasos  Je  la  dicha  isla,  llamada 
la  Calabacera ;  á  la  parte  izquierda  de  la  isla  do  San 
Jorge  ay  otra,  casi  oíros  mil  pasos  de  distancia,  que 
llaman  la  isla  de  5anctiago,  anbas  pequeñas  y  desiertas, 
aunque  con  algunas  matas  verdes.  La  Cabageira,  ha- 
blando portugués,  es  península  continuada  con  la  tierra 
firme  de  esta  /Ethiopia  oriental,  con  un  pequeño  es- 
trecho de  tierra  por  el  qual  algunas  vezes,  en  aguas 
biuas,  pasa  el  mar  de  una  pane  á  otra,  aunque  en  tan 
poca  cantidad  que  qualquiera  persona  lo  pasa  á  pie  sin 
dificultad  alguna.  Licuase  de  aquí  á  Moganbique  fruía 
de  laque  lleva  la  tierra,  con  algunas  uvas  y  higos  de 
España  y  legunbres,  y  particularmente  cantidad  de 
rrazonable  agua,  no  auiendo,  sígun  dezían,  alguna  en 
Moganbique  sino  en  b  gísterna  de  ¡a  fortaleza.  Es  la 
isla  de  Moganbiqui;  lan  pequeña  que  no  tiene  mas  de 
media  legua  de  largo  y  menos  de  la  mitad  de  ancho, 
corriendo  Norte  Sur  prolongada  con  la  tierra  firme  (i) 
entre  la  qual  y  la  isla  está  la  ensenada  que  haze  el  puer- 
to. Es  tierra  desierta,  por  no  tener  agua,  y  ansí  no  pro- 
duze  mantenimientos,  fuera  de  algunos  palmares;  lo 
demases  rrasa  con  playas  de  arena.  En  la  punta  que 
mira  al  Norte  está  oy  situada  una  rrazonable  fortaleza> 
aunque  no  tan  bien  entendida  como  lo  piden  las  forti- 

(i)    que  por  lo  más  ancho  Undrá  poco  más  tic  un  quarlo  de  /<■- 
gua,  y  por  lo  más  estrecho  dóblenlos  pasos. 


fícaciones  de  los  tienpos  presentes.,  Y  sigun  lo  que  se 
pudo  juzgar  y  de  la  rrelacion  que  alli  se  halló^  no  tiene 
mas  pla^a  que  la  fortaleza  de  Ormuz,  aunque  los  ba- 
luartes, que  son  quatro,  algo  mayores  y  de  mejor  for- 
ma y  con  rrazonable  terrapleno,  ansí  ellos  como  las 
cortinas  que  de  uno  á  otro  corren.  A  la  parte  de  tierra, 
no  siendo  por  aquí  de  mar  á  mar  mayor  trecho  que  de 
9Íento  y  ^inquenta  pasos  (i)  está  el  mayor  de  los  ba- 
luartes, llamado  San' Gabriel.  Y  aunque  se  le  pudiera, 
en  tan  poca  distancia,quando  la  fortaleza  se  hizo,  abrir 
por  esta  parte  fácilmente  un  muy  ancho  y  hondo  foso, 
no  se  hizo  alguno  en  muchos  años,  hasta  que  auiendo 
sitiado,  de  treze  ó  catorze  á  esta  parte,  la  dicha  forta- 
leza los  olandeses,  después  de  auer  batido  este  baluar- 
te lábilmente  se  arrimaron  á  el  y  le  minaron.  Porque 
con  auersele  labrado  la  fortaleza  sobre  peña,  esta  no 
era  biua,  sino  que  á  pocos  pies  de  hondo  hallaron  cas- 
cajo blando  y  tierra;  pero  con  todo  esto  la  mina  hizo 
poco  efecto  y  defendiéndose  valerosamente  los  pocos 
portugueses  con  algunos  negros  de  paz  que  en  la  for- 
taleza auía,  los  enemigos  la  dexaron  libre  y  se  fueron 
después  de  auer  rregibido  mucho  daño.  Después  des- 
to,  los  capitanes  que  en  esta  fortaleza  sucedieron  an 
procurado  abrir  foso  por  la  parte  susodicha,  pero 
como  el  baluarte  no  tenia  escarpa  ni  fundamento  bas- 
tante, enflaqueciéndose  mas  quanto  el  foso  se  fue  mas 
ahondando,  se  arruinó  gran  parte  del  (2),  labrándose 
de  presente  para  rremediar  este  daño  una  escarpa  des- 
de lo  hondo  del  foso,  y  esta  diligencia  mayormente  por 
la  mucha  solercia  y  cuydado  de  Jacobc  de  Morales, 
soldado  viejo  de  la  India  que  (3)  entonces  se  halla[ba] 
por  castellano  de  esta  fortaleza,  entre  la  qual  y  la  tie- 


(i)    á  cuya  defensa, 
(3)    aviendose  hecho, 
(3)    de  presente. 

33 


-5i4- 

rra  firme  está  el  puerto,  de  hondo  de  ocho  hasta  diez 
brabas,  corriendo  á  vista  del  la  ^iudad,  que  no  es  de 
mas  de  (i)  (iento  y  ^inquenta  casas,  casi  todas,  fuera 
algunas  pocas  que  son  de  piedra,  de  palos  y  cubiertas 
con  paja  y  trojas  de  palma,  como  las  casas  de  Mazca- 
te  y  villages  de  la  gente  pobre  de  la  isla  de  Ormuz.  La 
gente  de  Moganbique  es  de  mestizos  de  la  tierra,  algu- 
nos moros  y  pocos  portugueses;  la  tierra  pobrissima  y 
sin  mantenimientos,  siendo  esta  !a  principal  causa  de 
morir  aqui  tanto  numero  de  gente  de  ias  naos  que  lle- 
gan á  invernar  viniendo  de  Portugal  y  no  poder  en 
aquella  moni;ion  tomar  la  costa  de  la  India,  porque  el 
temple  de  esia  isla  contra  rrazon  lo  tienen  tan  infaíiia- 
do,  pues  en  tres  días  que  el  Enbaxador  se  detuuo  en 
este  surgidero,  con  tener  el  sol  sobre  el  zenith  se  halló 
mucho  menos  calor  que  los  días  después  que  se  llegó 
á  la  /Equino^ial,  y  después  hasta  auer  entrado  muy 
adentro  del  canal  de  la  isla  de  San  Lorenzo. 

Y  porque  el  viento,  como  se  a  dicho,  corría  por  la 
proa,  para  el  viage,  y  querer  el  Enbaxador  saber  si  las 
naos  que  faltauan  de  las  que  auian  de  llegar  á  la  India, 
auian  aportado  á  esta  isla,  ó  si  se  sabia  algo  dellas  y 
tanbien  de  las  armadas  de  Inglaterra  y  Olanda,  mandó 
disparar  dos  piezas  de  artilleria  salvando  la  fortaleza. 
Luego  vino  una  almadia  en  que  el  capitán  enbió  al  al- 
guazil  de  la  ciudad  y  á  otro  soldado,  con  quien  el  En- 
baxador escrivio  al  castellano  pidiendo  le  auisase  de 
las  dichas  cosas  y  que  le  enbiase  ginco  ó  seis  pipas  de 
agua,  por  venir  falta  della  la  gente  de  mar. 

Luego  otro  dia,  24,  el  castellano  enbió  at  Enbaxador 
todo  el  rrefrcsco  que  aun  en  isla  muy  abundante  se  pu- 
diera hallar,  y  en  él  los  mas  hermosos  higos  y  de  mejor 
sazón  que  se  pudieran  hallar  en  muchas  partes  de  Es- 
paña, los  quales,  con  darse  tales  en  algunos  corrales  ó 

(1)    do^ientas. 


jardines  pequeños  de  algunos  vezinos,  no  mas  de  con 
rregar  las  higueras  con  agua  dulce  de  la  tierra  fírme, 
es  tan  poca  la  industria  de  estos  moradores,  ansi  por- 
tugueses como  mestizos,  que  no  tienen  sino  muy  poca 
desta  fruta,  pudiendo  tener  mucha  abundancia  delia,  y 
de  uvas  que  la  tierra  con  el  dicho  beneficio  lleuaria  fá- 
cilmente. El  Su  Sudueste  y  Sur  corria  con  furia,  y  al- 
gunos aguageros,  estando  el  ciclo  muy  cubierto  de  nu- 
ues,  y  por  aguardarse  pasasen  tres  ó  quatro  dias  de  la 
luna  se  detuuo  alli  el  Enbaxador  hasta  26  por  la  ma- 
ñana, en  el  qual  tienpo  el  castellano  le  escriuio  como 
la  nao  capitana  con  la  nao  San  Amaro  auian  pasado  á 
Monbaga,  y  que  la  nao  Sancto  Amaro  se  auia  perdido 
al  entrar  en  la  barra,  por  culpa  de  los  pilotos,  salvan- 
dose  la  gente,  artilleria  y  caudal  del  rey.  Y  que  la  nao 
Almiranta  y  la  otra  que  diximos  llegó  á  Goa  se  auian 
apartado  dellas  en  la  costa  de  Guinea,  sin  auer  sabido 
lo  que  les  uviese  sugedido.  De  olandeses,  ni  ingleses, 
dtxo  que  ño  tenia  noticia  otra  mas  de  auer  sabido  de 
un  pangayo  de  moros  que  vino  de  la  isla  de  Conbro, 
como  á  aquella  isla  auian  llegado  dos  naos  de  estos  es- 
trangeros,  que  pasavan  á  la  India,  sin  saber  dezir  de  qué 
nación  de  estos  fuesen.  Entre  el  rrefresco  que  el  caste- 
llano Jacobe  de  Morales  le  enbió  al  Enbaxador  fueron 
algunas  gallinas  brauas  y  rrezien  tomadas  en  el  bosque 
de  tierra  firme,  las  quales  eran  de  muy  diferente  forma 
de  las  que  se  crian  en  los  montes  de  la  India,  siendo 
éstas  de  la  Aethiopia,  aunque  algo  mayores,  pintadas 
de  blanco  y  pardo  con  pintas  muy  menudas;  las  cabe- 
gas  menores  que  las  gallinas  comunes,  con  una  cresta 
muy  corta,  gruesa,  que  le  salia  muy  poco  de  la  cabega, 
pero  muy  colorada,  y  de  lo  mesmo,  después  de  cubri- 
lle  gran  parte  de  la  cabega,  le  cubria  tanbien  parte  del 
cuello  una  menbrana  azul  y  verde,  y  siendo  tan  her- 
mosas y  estrañas  y  que  paregian  muy  bravas  con  no- 
table viuagtdad,  en  poniéndolas  en  una  jaula  quedaron 


muy  mansas,  comiendo  domésticamente  lo  que  les  lle- 
gauan  i  dar  con  las  manos. 


CAPÍTULO  II 


Coniinuación  del  viaje.— TcmpesUd  que  hubo.^La  sierra  de  la 
Mesa.— Krrores  del  pilólo.— Las  islas  de  Quirimba.— La  ciudad 
de  Mozambique.- Los  peces  marrajos. 

A  26,  con  Sudueste,  4  al  Sur,  se  salió  de!  dicho  sur- 
gidero á  las-6  de  la  mañana,  navcgandosc  á  Sueste  pero 
con  muy  débil  viento,  llevajiÜM  todo  el  dia  á  vista  la 
punta  de  la  tierra  firme  que  cae  al  Sur  Je  la  bahía  de 
Moijanbique,  y  haziendose  mas  \iagc  con  las  corrien- 
tes que  con  el  viento  toda  la  noche;  no  se  navegó  mas 
de  quanto  por  la  mañana  se  auia  perdido  la  tierra  de 
vista. 

A  27,  Sudueste  y  Sur,  viage  á  Sueste  y  á  Susueste 
con  viento  flaquissimo  y  terrible  calor.  Tomóse  el  sol, 
aunque  dificultosamente,  por  andar  tan  gerca  el  Ze- 
niht,  en  poco  menos  de  16  grados  de  la  Aequinogiat, 
pareciendo  ¡nposible  auer  (1)  acregentado  tanta  altura, 
aunque  ayudasen  las  corrientes.  La  noche  se  estuuo 
casi  en  calma,  con  excesiuo  calor. 

A  28,  29,  se  lleuó  el  mcsmo  mal  tonporal  con  el 
viento  Sur,  Sueste,  y  Susudueste,  no  pudiendo  mas  de 
sacudir  las  velas,  temiéndose  mucho  no  nos  licuasen 
las  corrientes  al  parcel  de  (Jofala,  sin  poder  montar  á 
sotavento  ni  á  barlavento  la  isla  y  baxos  de  Juan  de 
Noua,  aunque  se  nauegaua  lo  poco  que  la  carauela  po- 
dia  moverse,  á  Les  Sueste  y  á  Leste  quarta  á  Sueste, 

(1)    desminuúio. 


-  5i7- 

hallándose  todos  con  esto  muy  fatigados,  mayormente 
con  el  grande  calor  que  cada  dia  cregia  mas,  y  pade- 
ciéndose las  noches  con  el  mesmo  trabaxo,  sin  poder 
el  piloto  tomar  el  sol  en  estos  dos  dias,  andándonos 
derechamente  encima,  ni  apartarnos  del,  no  teniendo 
viento  para  hazer  viagc  al  Sur,  mas  de  los  minutos 
que  desminuia  cada  dia  llegándose  á  la  Aequinogial. 

A  3o,  al  principio  de  quarto  del  alúa,  con  algunos 
nublados  se  puso  el  viento  de  Nordeste,  menos  ílaco 
que  los  dias  antes,  pero  que  se  hazia  rrazonable  viage 
al  Sur;  ventó  desta  manera  hasta  las  onze  del  dia,  co- 
mentando luego  á  ser  menos  cada  vez  mas,  hasta  que 
á  las  dos  quedó  el  mar  en  calma  con  intolerable  calor, 
y  sin  poderse  tomar  el  sol  como  en  los  otros  dias.  Vie- 
ronse  algunos  alcatrazes  y  otros  paxaros,  con  peda(;os 
de  palos  menudos  y  yeruas,  pero  sin  poderse  hazer 
discurso  qierto  si  estas  señales  fuesen  de  la  isla  de  Juan 
da  Noua,  ó  de  la  costa  de  la  Cafreria,  ó  isla  de  San  Lo- 
renzo, ó  de  quales  de  estas  dos  costas  estariamos  mas 
gerca.  Quando  se  quiso  poner  el  sol,  estando  muy  fe- 
rrado el  qielo  de  aquella  parte  con  gruesas  y  espesas 
nuues  comento  á  correr  un  poco  de  viento,  no  mas 
de  para  governar  el  nauio,  poniéndose  luego  que  ano- 
checió, de  Sueste,  que  era  el  peor  para  nuestro  viage; 
tomando  luego  mas  fuerga  hizose  viage  con  él  á  Sud- 
ueste,  4  al  Sur,  con  muchos  nublados  y  gerragiones, 
relanpageando  en  algunas  partes;  antes  de  media  noche 
se  puso  el  viento  de  Les  Nordeste,  mas  rreforgado,  con 
que  se  nauegó  con  bolinas  largas  al  Sur,  4  á  Sueste, 
tomadas  las  velas  de  gauia  y  ^euadera,  hasta  que  poco 
antes  del  quarto  del  alúa,  con  un  aguacero  del  Norte 
cregio  de  manera  que  fue  menester  amaynar  las  velas 
grandes,  corriendo  con  sola  la  del  trinquete  á  medio 
mástil,  pero  después  de  auer  descargado  un  gran  golpe 
de  agua  se  boluio  á  poner  de  les  Nordeste  mas  blando 
que  al  principio  do  la  noche  auia  ^errado,  con  que  se 


—  5i8  - 

prosiguió  el  viage  por  el  mesmo  rrumbo  hasta  ser  de 
dia. 

A  3 1,  el  mesmo  viento,  sin  tomar  mas  fuerza,  viage 
al  Sur,  pareciendo  por  estribordo  y  rilleros  de  agua 
con  mucha  espuma,  yeruas  y  palos,  señales  de  no  es- 
tar lexos  de  tierra,  y  que  ésta  creía  el  piloto  que  fuese 
de  la  costa  de  la  isla  de  San  Lorenzo;  hizo  el  dia  nu- 
blado y  ansi  no  se  pudo  tomar  bien  el  so!,  siendo  tanto 
menester  saberse  con  puntualidad  en  este  peligroso  pa- 
rage.  Continuó  el  resto  del  dia  y  toda  la  noche  el  mes- 
mo viento  sin  nublados  ni  aguaceros,  hazíendose  viage 
en  ella  al  Sur,  4  i  Sueste. 

Primero  de  Hebrero  se  amanügio  con  un  poco  mas 
viento  Oeste,  4  á  Noroeste,  viage  al  Sur.  Viose  por  es- 
tribordo á  las  9  del  dia  un  jiiueso  madero  de  mas  de 
dos  braí^as,  que  paregia  breado  y  labrado,  con  dos  pa- 
xaros  grandes  sobre  el,  y  por  ir  la  caravela  á  sotaven- 
to no  se  llego  á  rreconoger  si  era  del  naufragio  de  al- 
gún nauio.  Tomóse  el  sol  on  dos  grados  y  dos  tercios 
del  zeniht;  dos  oras  después  de  medio  dia  escaseó  el 
viento,  poniéndose  de  Oes  Sudoeste,  viage  al  Sur,  4  á 
Sueste  por  la  bolina,  y  á  las  4  ventó  derechamente  del 
Sur,  dando  la  nao  un  bordo  á  Les  Sueste  y  otro  á  Oes 
Noroeste,  por  entretenerse,  quedando  luego  que  se 
puso  el  sol  la  mar  en  calma,  aviendosc  sentido  mayor 
calor  este  dia  que  los  pasados,  con  gran  descaymiento 
en  todos.  Poco  antes  de  rrendida  la  sigunda  guardia 
comento  á  ventar  un  poco  de  Nornordcste  y  luego  fue 
crcijiendo  del  Norte,  con  que  se  nauego  en  popa  al  Sur 
hasta  que  a ug mentándose  este  buen  viento  vino  á  que- 
dar mas  reforjado  que  todo  el  que  se  auia  tenido  des- 
pués que  se  nos  acabó  la  mongíon  antes  de  cabo  Del- 
gado, con  el  qual  se  nauego  todo  el  rreslo  do  la  noche. 

A  2,  dia  de  la  Purificación  de  Nuestra  Señora  prosi- 
guió el  mesmo  Norte,  haziendose  el  mesmo  viage  has- 
ta que  á  las  quatro  del  día  quedó  mucho  menor,  con 


—  5i9  — 

algunos  mares  de  través,  dando  la  caravela  grandes 
balangos,  y  aunque  el  viento  era  en  popa  y  tan  refor- 
qado,  quando  se  vino  á  tomar  el  sol  no  se  hallaron  mas 
de  tres  grados  y  medio,  pudiendo  ser  ginco  sígun  el 
viento,  por  auer  cregido  los  mares  derechamente  del 
Sur  de  manera  contra  el  mesmo  viento,  que  le  inpedian 
para  no  poder  la  nao  nauegar  mas,  haziendole  dar  ma- 
yores balangos.  El  rresto  del  día  y  la  noche  toda  se  na- 
uego  con  este  gallardo  viento,  y  el  ayre  linpio  y  claro, 
aunque  creciendo  los  mares  en  contra,  cada  ora  ma- 
yores. 

A  3,  dia  de  San  Blas,  continuando  el  propio  Norte, 
los  mares  por  proa  se  avian  augmentado  de  suerte  que 
nadie  podia  tenerse  en  pie,  con  los  grandes  batanaos, 
echándose  ya  de  ver  que  auia  de  venir  algún  gran  ten- 
poral  del  Sur  y  que  aquellos  mares  tan  gruesos  venían 
inpelidos  de  fuera  de  aquel  canal,  de  mas  furioso  viento 
del  que  lleuavamos,  y  ansi  quando  se  tomó  el  sol  en 
quatro  grados  y  dos  tercios  se  conogio  claramente  lo 
que  los  mares  inpedian  el  viage,  pues  lleuandose  al  Sur 
y  con  tan  gallardo  viento  en  popa  no  nos  alexauamos 
mas  de  la  Aequinocíal,  hallándonos  entonces  dellapoco 
mas  de  veinte  y  un  grados,  casi  al  principio  y  hazia  el 
Norte  de  los  temidos  y  peligrosos  baxos  de  la  India.  Y 
aunque  el  piloto  y  su  ayudante  se  hazian  muy  gerca  y 
casi  abarbados  con  la  costa  de  la  isla  de  San  Lorenzo, 
velándose  ya  della  desde  algunas  noches  antes,  al  En- 
baxador  le  parcqio  sienpre  que  desde  que  salieron  de 
la  baya  de  Mo^anbique  se  auia  navegado  mas  qerca  de 
la  tierra  firme  de  la  Cafreria,  porque  demás  de  no  te- 
ner viento  en  aquellos  primeros  dias  sino  (i)  tan  flaco 
que  no  se  podia  con  él  rronper  la  corriente,  luego  se 


(i)  muy  flaco,  que  sienpre  se  nauegó  al  Sur,  Juera  del  primer 
dia,  que  conforme  á  un  rr otero  que  traían  fueron  á  Susueste,  con 
lo  qual  entraron  tan  poco. 


—  520  — 

vieron  las  señales  Qíertas  de  tierra,  de  cañas,  hojas  de 
arboles  y  otros  escrementos,  echándose  de  ver  en  esto 
auer  entrado  muy  poco  por  el  canal  y  que  con  nauegar 
todo  el  día  (i)  en  saliendo  de  Mo<;anbique  á  Sueste, 
quando  ^erró  la  noche  no  se  auia  perdido  la  tierra  de 
vista,  de  manera  que  fagilmentc  se  conot^ia  lleu^rnos 
las  corrientes  (;t;i<;ii  de  la  uosia,  \'  aunque  lue^o  ios  dos 
días  siguientes  al  mesnm  rrunbo  se  fueron  viendo  las 
mesmas  señales  de  tíerrd,  que  cuidentemente  era  de  la 
costa  de  la  Caíreria,  creyendo  el  piloto  que  eran  de  la 
isla  de  San  Lurengo.  Y  de  que  no  lo  fuesen  pare<;io 
después  muy  claro,  porque  en  estos  tres  ó  quatro  dias 
vltimos,  ni  en  algunos  antes,  no  parecieron  las  dichas 
señales,  ni  rrasiro  de  ellas,  auiendo  de  ser  mas  y  mayo- 
res quanto  mas  tuerca  se  hallasen  de  la  dicha  isla  con 
que  ya  el  pilotM  y  soiapiloio  se  liazian  en  muy  poca 
disiani^ia;  pero  sigun  por  el  poco  víünto  que  se  Tuuo  los 
primeros  seis  dias,  y  por  lo  demás  que  se  a  dicho,  va 
mas  verisimil  hallarnos  entonges  y  al  dia  siguiente 
quando  dio  la  tormenta,  casi  en  medio  del  canal.  Leste 
Oeste  con  el  cabo  de  las  Corrientes  y  el  baxo  de  la 
India  y  muy  gcrca  del  mesmo  baxo.  Y  es  cosa  de  no- 
table descuido  en  los  que  tantos  años  a  cursan  este  via- 
ge,  no  tener  marcados  en  este  canal,  no  solo  los  baxos 
de  la  India  y  Juan  Danova,  que  están  casi  Norte  Sur 
en  medio  del,  pero  ni  los  parceles  de  ^ofala,  ni  isla  de 
San  Lorenzo,  entrando  cada  uno  dellos  á  la  mar  diez 
y  seis  y  veinte  leguas,  sin  saberse  por  los  rroteros  de 
que  co[nunmente  los  mas  de  los  pilotos  vsan,  el  fondo 
de  los  dichos  parceles  mas  á  la  mar  en  el  medio  della  y 
mas  gerca  de  la  costa,  y  ansi  se  an  padegido  en  esta 
nauegagion  tantos  naufragios,  hallándose  los  pilotos 
giogos  sin  saber  de  qual  destas  dos  costas  y  pargeles 
estén  mas  gercanos  y  mas  lexos.  Los  mares  fueron 


([)    por  este  rrunbo  guindo  (erró  ¡a  noche. 


—    521    — 

siempre  mayores  por  todo  este  dia  y  noche  siguiente 
no  obstante  que  el  viento  fuese  el  mismo,  dando  tan 
grandes  balangos  la  caravela  de  un  bordo  á  otro  y  de 
popaá  proa  que  paregia  deshazerse. 

A  4,  miércoles,  amanegio  el  gielo  cubierto  de  nu- 
ves  (i),  ventando  ya  el  mesmo  Norte  mucho  menos  que 
antes  (2),  con  los  mares  tan  altos  y  gruesos  que  á  me- 
nos de  gicn  pasos  no  pudiera  verse  una  gran  nao  con 
todas  sus  velas.  Y  lo  que  mas  notable  y  prodigioso  pa- 
resgio  aquella  mañana  fue  andar  y  correr  de  todas  par- 
tes cruzados  y  herviendo  los  dichos  mares,  y  con  el 
agua  tan  caliente  como  quando  hierve  en  el  fuego,  como 
se  echó  de  ver  en  la  que  un  mogo  de  cámara  del  En- 
baxador  sacó  en  un  baldes  de  cuero.  De  lo  qual  y  de 
la  forma  con  que  los  mares  se  vian  conjecturó  el  dicho 
Enbaxador  ser  muy  gierta  y  propinqua  la  tormenta,  y 
que  esta  comengase  muy  mas  al  Sur,  causada  de  algún 
gran  temblor  de  tierra  debaxo  del  mar,  como  en  las 
grandes  tormentas  suele  acaeger  muchas  vezes.  Auia 
salido  aquella  maTíana  á  la  varanda  ó  corredor  de  la 
caravela,  como  cada  dia  solia  hazcllo,  el  qual  corredor 
demás  de  ser  mayor  de  lo  que  rrequeria  tan  pequeño 
nauio  estaua  muy  baxo  y  gerca  del  agua,  de  suerte  que 
con  los  bayvcncs,  aunque  la  furia  de  los  mares  rrom- 
pian  en  la  proa,  Ucgavan  á  tocar  en  las  tablas  debaxo 
del,  y  ansi  el  Enbaxador  se  rretiró  dentro  de  la  cámara, 
y  ansi  no  auia  acabado  de  hazcllo  quando  un  grueso 
mar  por  estribordo  envistió  el  corredor  con  tanta  furia 
que  dando  un  terrible  estranpido  se  llenó  el  suelo  del, 
y  lleuaralo  todo  si  desde  los  barrotes  que  lo  sustenta- 
van  no  cstuuiese  fortificado  con  dos  tirantes  de  hierro 
hasta  lo  alto  del  chapitel,  lo  qual  auia  mandado  el  En- 
baxador que  se  hiziese  en  üoa  viendo  el  corredor  tan 


(i)    y  aunque, 

(2)    y  los  mares  ya  tan  levantados. 


—  5a2  — 

baxo.  Eran  ya  las  diez  del  día  quando  de  rrepente  faltó 
el  viento  Norte  con  que  veníamos,  pareciendo  grange- 
rra^íon  á  la  parte  del  Sur,  con  lo  qual  los  marineros 
tomaron  la  ^euadera  y  velas  de  gavia  y  bonetas,  cre- 
yendo que  solo  seria  al¡*un  tcnporal  que  se  acabase 
,  luego,  quedando  cun  solo  los  papahígos,  y  poco  antes 
de  las  onze  rrebentó  del  Sur  tan  gran  golpe  de  viento  y 
con  tan  terribles  mares  y  cerragion  que  arrebató  la  ca- 
ravela  medio  trastornada  y  la  hizo  bolver  al  Norte.  El 
piloto,  con  todos  los  demás,  que  se  vían  ya  tan  cerca 
de  desenbocar  el  canal  y  montar  la  cabei^a  austral  de 
la  isla  de  San  Lorenzo,  con  que  se  tenia  por  siguro  el 
viage,  intentaron  entretenerse  con  bordos  por  no  des- 
caer, paregiendoles  que  pasaría  presto  aquella  borras- 
ca, y  ansi  se  hizo  con  un  bordü  á  Leste,  pero  fue  tanta 
la  furia  del  viento  v  mares,  aunque  entonces  no  con  el 
augmento  que  adelante  tuuicron,  que  ie  forgaron  muy 
de  priesa  d  amaynar  los  papahígos  y  con  el  ireo  en  el 
trinquete  correr  en  pupa, 

Cregia  por  momentos  el  rrigor  díl  viento  y  aunque 
auia  aun  mas  de  quatro  oras  de  dia  el  ayre  estaua  tan 
escuro  que  paresgia  ya  noche,  comengando  luego  un 
espeso  y  grueso  aguagero  con  tanto  rruido  que  paretfia 
un  horrible  terremoto.  Y  parcgiendole  á  todos  que  des- 
cargando tanta  agua  se  rresolveria  con  ella  gran  parte 
de  la  tormenta,  sugedio  lo  contrario,  porque  no  pares- 
gio  sino  que  con  la  que  caía  en  el  mar  se  hincho  y  al- 
tero sin  conparagíon  mucho  mas,  leuantando  altissimas 
sierras  y  abriendo  profundos  valles,  cerrándose,  aunque 
antes  de  tienpo,  la  obscurissíma  y  tenpestuosa  noche. 
Y  no  gesando,  sino  cregiendo  el  aguagero,  alago  la  ca- 
ravela  de  manera,  no  bastando  auerse  gerrado  las  es- 
cotillas, que  todo  lo  que  iua  debaxo  dellas  con  quanto 
se  llcuaua  en  caxas  y  camarotes  se  mojó  y  estragó,  es- 
tando el  conves  y  tolda  llenos  de  agua,  porque  sin  la 
que  cala  del  gielo  eran  grandes  golpes  de  taque  entra- 


—  523  — 

ua  del  mar  de  la  que  por  todas  partes  con  grande  ¡n- 
petu  envestía  en  el  nauio,  el  qual  fuera  ínposible  sufrir 
tan  grande  y  deshecha  tormenta  si  no  licuara  el  viento 
en  popa,  ó  fuera  con  mayor  carga,  pero  siendo  el  ten- 
poral  por  momentos  mas  terrible,  gerca  de  media  no- 
che, auiendo  el  Enbaxador  acostadose  sobre  su  cama, 
vestido,  para  reposar  un  poco,  un  furioso  golpe  de  mar 
envistió  la  pobre  carauela  por  bonbordo  con  tan  gran 
rruido  que  paregio  auer  llevado  y  desecho  las  obras 
muertas  de  la  popa  en  que  el  Enbaxador  estaua,  ha- 
ziendo  trastornalla  hazia  estribordo  poco  menos  que 
Qogobrada,  porque  no  solo  la  cama,  sino  los  cofres  y 
lo  demás  que  auia  en  el  camarote  boluieron  hazia  arri- 
ba, oyéndose  un  lamentable  clamor  de  todos,  creyendo 
estuuiesen  ya  9ogobrados.  Fue  de  manera  el  bayven 
que  el  nauio  dio  que  derribando  dos  marineros  que  ve- 
nían governando  el  timón  derribo  ansimismo  y  apago 
el  lanpion  de  la  bitácora,  langando  el  aguja  de  donde 
estaua,  aunque  fue  ventura  hallarla  sana  después,  dan- 
do los  que  allí  se  hallaron  grandes  bozes  pidiendo  lun- 
bre.  La  confusión  y  turbación  fué  grande  en  todos  y 
leuantandose  el  Enbaxador,  que  tanbien  avia  caydo, 
mando  que  á  gran  priesa  sacasen  un  lanpion  que  sien- 
pre  de  noche  ardía  en  su  camarote,  y  aunque  este  auia 
rrodado  y  caído,  por  tener  una  vela  dentro  no  se  apa- 
go, de  donde  se  encendieron  algunas  otras  velas  y  pe- 
da<;os  de  hachas  que  para  semejantes  casos  se  auian 
mandado  prevenir  en  üoa,  y  boluiendose  á  poner  la 
aguja  en  su  lugar  y  alunbrando  con  la  velas  que  tenían 
en  las  manos  algunos  criados  del  Enbaxador  que  allí 
se  hallaron,  boluieron  los  marineros  á  tomar  el  timón 
y  querer  governar,  pero  el  gran  golpe  que  la  nao  rre- 
gibio  fue  tal  que  por  grande  espacio  quedo  muerta,  sin 
dar  por  el  timón  sino  grandes  bayvenes  de  un  bordo  á 
otro,  y  fue  gran  ventura  no  envestir  otro  golpe  de  mar, 
porque  con  qualquiera  del  todo  gogobrara  otro  mucho 


-5=4- 
mayor  navio.  Con  estas  breues  treguas  rrebolvio  luego 
el  viento  y  aguacero  con  mucho  mayor  furor  y  con 
tan  terrible  rruido  que  los  grandes  truenos  que  sobre- 
vinieron no  se  oyan  distintamente,  sino  un  temeroso  y 
confuso  rrumor,  con  los  grandes  cruxidos  de  las  obras 
muertas,  siendo  estos  de  Sueste,  que  paremia  milagro 
no  disoluerse  y  abiji  se  todas.  No  se  podían  asigurar 
los  marineros,  ni  los  demás,  ni  de  que  la  nao  estuuíese 
sana  sin  faltarle  jargias,  velas,  vigas  ni  mástiles,  y  co- 
rrer derechamente  en  popa,  para  no  tenerse  por  per- 
didos, y  ansi  acudían  muchos  á  confesarse  con  el  ca- 
pellán, y  otros,  con  algunos  ofliijiales  de  la  ñaue,  per- 
didos de  animo  se  cncarravan  desconliados  de  poder 
saluarse,  aunque  otros  con  animosa  y  presta  prompti- 
tud  acudían  á  los  minisEcrios  que  les  locaua,  pero  des- 
nudos y  tan  bañados  de  agua  que  se  les  pudo  tener  á 
mucho  lo  que  aquella  noche  trabaxaron.  El  Enbaxa- 
dor,  temiendo,  sií;Lin  los  grandes  ynlpes  de  mar,  que 
la  caravela  uviese  abierto  alguna  peligrosa  agua,  ma- 
yormente siendo  tin  vieja,  aunque  tan  bien  íortiíicada 
en  Goa,  mandó  baxasen  á  baxo  con  un  lanpion  el  car- 
pintero con  otro  marinero  y  que  con  mucho  cuydado 
mirasen  esto.  Mas  hallándola  sana,  no  mas  de  con  al- 
gún agua  de  la  que  llovía  y  de  la  que  los  mares  auian 
sacudido,  animó  á  todos  diziendoles  que  no  tenían  que 
temer  dei  nauío,  pues  la  poca  agua  que  hazia  por  la 
mayor  pane  era  dulge,  de  la  mucha  que  las  nuues  en- 
biauan,  que  á  esta  sazón  parecían  rronperse,  durando 
la  furia  de  este  aguacero  catorze  oras  continuas,  aun- 
que tos  dos  días  y  noühes  siguientes  jamas  ^eso  de  llo- 
ver. Y  porque  el  cruel  viento  no  rralentaua  punto,  sino 
que  paremia  crc^ia  mas  y  la  caravela  con  lleuar  tan 
poco  paño  en  solo  el  trinquete,  no  podía  gufrillo,  lic- 
uando el  vaupres  debaxo  del  mar,  se  cogió  la  mitad 
del  treo  dexando  un  pequeño  seno,  pero  el  que  basta- 
ua  para  rronper  los  mares  y  nauegar  velogissimanien- 


—  5a5  - 

te,  pasándose  el  rresto  de  la  noche  con  gritos,  confu- 
sión y  el  gran  rruido  en  el  ayre  que  se  a  dicho,  hasta 
que  amanegio,  aunque  con  dia  poco  menos  obscuro  y 
temeroso  que  la  mesma  noche. 

A  5,  continuaron  los  mares  y  viento  con  la  mesma 
furia  y  igualdad  que  el  dia  y  noche  pasada;  antes  pa- 
recían aquellos  montes  de  agua  mas  espantables,  pare- 
ciendo luego  en  igual  profundidad  de  lo  que  su  altura 
antes  mostrauan.  Valió  ser  el  nauio  pequeño  y  poco 
cargado,  juntamente  con  correr  en  popa,  no  pudiendo 
hazer  los  gruesos  mares  golpe  en  el  por  lleuarlo  sien- 
pre  hazia  delante  y  traello  fácilmente  sobre  la  superfi- 
cie del  agua,  surtiendo  fácilmente  luego  hazia  rriba  por 
mucho  que  lo  derribasen  en  lo  profundo  della.  La  me- 
joria  que  este  dia  se  sintió  fue  no  Ilouer  tan  grueso 
aguacero  como  la  tarde  y  noche  pasada,  aunque  ja- 
mas ceso  de  llover,  sin  desminuirse  nada  de  la  tormen- 
ta, ni  de  la  muy  obscura  c^rracion  del  dia.  La  noche 
fué  muy  semejante  á  la  precedente,  cargando  en  ellas 
sienpre  mas  el  tenporal,  rronpiendose  lo  que  auia  que- 
dado la  noche  antes,  como  caponeras,  caxas  y  barri- 
les, con  lo  demás  que  auia  debaxo  de  cubierta,  con- 
ves,  tolda  y  camarote  del  Embaxador,  y  la  gente  tan 
fatigada,  mojada  y  heridos  algunos  de  los  golpes  que 
rrecibian  de  las  cosas  dichas,  que  parecía  mucho  po- 
dello  cufrir. 

A  6,  por  no  repetir  lo  mesmo,  fue  esta  calamidad 
como  los  días  y  noches  antes,  no  pudiendo  ya  nadie 
tenerse  en  pie,  ansí  por  el  continuo  trabaxo  como  por 
no  auer  comido  en  estos  tres  dias  sino  vizcocho  baña- 
do del  agua  que  incesantemente  caia,  sin  poder  valerse 
de  otra  cosa. 

A  7,  sábado  por  la  mañana,  aunque  con  el  propio 
mal  tenporal,  ceso  de  llover,  y  con  el  aire  no  tan  cerra- 
do, aclarándose  poco  á  poco  hasta  á  medio  dia  salir  el 
sol,  con  que  todos  rrespiraron  algo  y  comencaron  á 


-  526- 

sacar  algún  mantenimiento  con  que  rrepararse,  y  to- 
mándose el  sol  se  halló  un  grado  de  nuestro  Zeniht, 
aunque  el  piloto  se  halló  con  medio  grado,  y  á  esta 
cuenta  no  se  hazia  con  la  isla  y  baxos  de  Juan  Danova 
hasta  la  tarde,  siendo  ansí  que  se  estaua  Leste  Oeste 
con  ella,  y  lo  mas  ijierto  hazia  la  costa  de  Aethiopia  ó 
Cafreria;  continuando  los  mares  y  viento,  pero  que  con 
'hazer  el  día  claro  no  parei;ian  tan  grandes  como  antes, 
Y  porque  era  forzoso  hazer  t'ueriía  por  tomar  á  Moi^an- 
bique  y  guardar  en  aquel  puerto  que  aquel  fuerte  ten- 
poral  pasase,  le  aduirtio  el  Enbaxador  al  piloto  que 
pues  estauan  á  barlouento  de  la  costa  y  convenia  ha- 
llarse ^erca  de  la  boca  do  la  baya,  que  fuese  una  quar- 
ta  mas  al  Noroeste,  porque  el  viento,  que  era  ya  casi 
Sudueste,  nos  hazia  abatir  mas  de  otra  qiiarta  á  Nor- 
deste, y  ansi  no  auia  peli;;;ro  aquella  noche  de  dar  en 
tierra.  Pero  el  piloto,  que  era  un  honbre  bestial  y  obs- 
tinado, ó  porque  temiese  las  islas  de  Angoxa,  ó  lo  mas 
9Íerto,  por  no  hazer  lo  que  se  le  aduertia,  aunque  co- 
nociese ser  (i)  lo  que  mas  convenia,  nauegó  con  la 
proa  al  Norte  como  sienpre  la  auia  lleuado  en  todo  este 
tenporal,  sin  considerar  que  el  Sudueste,  tan  furioso,  le 
auia  de  hazer  abatir  (2),  como  se  a  dicho,  creyendo 
tanbien,  por  hazerse  mas  atrás,  que  no  podia  enpare- 
jar  con  la  bahia  de  Mo^anbique  hasta  el  medio  día  del 
dia  siguiente,  nauegandose  ansí  toda  la  noche. 

A  8,  quando  aclaró  la  mañana  nos  hallamos  mas  de 
diez  leguas  á  la  mar  de  la  costa  y  sin  tener  vista  de  par- 
te alguna  della,  mas  de  descubrir  una  muy  alta  sierra, 
muchas  leguas  la  tierra  adentro,  á  quien  vulgarmente 
llaman  la  Mesa  los  marineros  portugueses,  por  hazer 
en  su  cunbre  una  llanura  prolongada;  la  qual  sierra  es 
la  ;ertissima  señal  para  los  que  van  ó  vienen  de  Espa- 

(r)    lo  mas  gierto. 

(3)    mas  de  una  quarta. 


—  527  — 

ña  y  la  India  por  este  viage,  de  hallarse  gerca  de  Mo« 
Qanbtque,  descubriéndose  de  muy  lexos  por  todas 
partes. 

Y  aunque  está  mas  de  14  ó  i5  leguas  la  tierra  aden- 
tro, la  costa  en  cuyo  derecho  ella  cae  está  quatro  ó 
ginco  mas  al  Norte  de  Moganbique,  en  cuyo  derecho 
tanbien,  aunque  al  parecer  mas  lexos  de  la  costa  que 
la  Mesa,  ay  otra  sierra  rredonda  mucho  mas  alta,  á 
quien  ansimesmo  la  gente  de  mar  llama  el  Pan,  y  ansi 
no  pueden  engañarse  con  tan  giertas  señales  los  que  por 
aqui  nauegan.  Quando  este  dia  se  descubrió  la  Mesa, 
siendo  los  mares  ya  mucho  menores,  nos  hallaríamos 
Leste  Oeste  con  ella,  quedando  la  bahia  de  Moganbique 
mas  al  Sur,  y  mas  de  catorze  della  la  caravela  á  sota- 
vento. El  piloto,  corrido  de  paregelle,  como  era  ansi, 
que  auia  la  noche  pasada  errado  la  nauegagion,  hizo 
gran  fuerga  muy  por  la  bolina  para  tomar  la  ensenada, 
trabaxando  todos  mas  de  siete  oras  en  ello;  mas  el  vien- 
to, que  era  muy  poco  menos  ó  igual  que  en  el  mayor 
furor,  de  la  tormenta  no  solo  dava  lugar  á  ello,  sino  que 
visiblemente  nos  Uevava  al  Norte,  alexandonos  mas  de 
Moganbique,  de  manera  que  antes  que  se  pusiese  el  sol 
nos  echó  seis  leguas  de  tierra,  en  derecho  del  rrio  de 
Hernán  Veloso,  16  leguas  mas  adelante,  y  porque  el 
Enbaxador  auia  echado  de  uer  en  lo  que  el  piloto  auia 
hecho  aquella  mañana,  que  estaua  desatinado  y  corri- 
do, temiendo  no  intentase  otra  cosa  peor,  creyendo, 
sigun  estaua,  de  enmendar  los  yerros  pasados,  le  enbio 
á  dezir  que  no  tenia  por  que  sentir  no  auer  tomado  á 
Moganbique  auiendo  hecho  de  su  parte  todo  lo  que  era 
posible  á  su  offigio,  porque  sigun  el  viento  era  desecho, 
aunque  nos  aliáramos  junto  á  la  bahia  y  á  barlovento 
della  fuera  inposible  tomalla,  y  que  ansi  nos  fuésemos 
á  abrigar  á  la  ensenada  de  las  islas  de  Quírinba  hasta 
que  acabase  de  pasar  aquel  tenporal.  Pero  no  solo  no 
hizo  esto,  mas  rrevestido  de  algún  mal  spiritu  y  arre- 


-  5a8- 

batado  de  una  bestial  contumacia  mandó  dar  (i)  la  vela 
del  trinquete  y  la  mezana,  y  quando  anochegia  puso  la 
proa  contra  el  viento,  que  aunque  los  mares  eran  ya 
tanto  menores  (3)  todauia  eran  grandes,  furiosos  y  casi 
por  la  proa,  diziendo  que  á  horJos  quería  proseguir  el 
viage  que  antes.  El  ¡■'.nbaxador,  sabiendo  lo  que  pasa- 
ua  salió  fuera  por  ¡npcdir  si  pudiese  una  tan  gran  teme- 
ridad, lo  qual  no  fue  posible  porque  el  piloto  comento 
á  dar  grandes  bozes  Jizieiido  le  rrequeria  le  dexase  ha- 
zer  su  offigio  y  que  contra  todo  aquel  tienpo  auia  de 
hazer  viage  á  Portugal.  Venían  tos  marineros  y  oíligia- 
les  de  aquella  caravula,  que  con  los  grumetes  no  eran 
más  de  treinta,  y  ansime>.mo  todos  los  criados  del  En- 
baxador,  muy  vnid'ii  v  conlederados  entre  sí  desde 
Goa  para  cargar  cada  uno  aquel  pequeño  navio,  no 
soto  del  caudal  que  ttiiian,  sino  de  lo  que  auían  toma- 
da de  mercadurías  á  ^anangia,  obligándose  á  pagar  en 
Lisboa  el  dinero  qiic  á  muchos  dellos  le  prestó  un 
Francisco  Muñiz,  á  qiiii-'ii  por  hazelle  buena  obra,  de- 
mas  de  ser  su  vezíno  en  <  ¡oa,  auia  dado  lugar  el  Enba- 
xador  que  scenbarcase  consigo,  sin  tener  noticia  algu- 
na de  este  contrato  con  sus  criados,  antes  con  grandi- 
ssimo  cuydado  mandn  á  todos  no  licuasen  mas  de  su 
rropa  ordinaria,  porque  aquella  enbarcagton  tan  peque- 
ña no  lleuaua  mas  siguridad  que  ir  muy  Leste  y  ligera 
para  poder  huir,  diziendo  lo  mesmo  á  los  marineros,  á 
quien  auia  dado  lugar  para  solos  seis  quintales  de  ca- 
nela á  cada  uno,  que  era  aun  mas  que  de  lo  que  Su 
iMagestad  les  concede  en  las  naos  que  van  de  la  India. 
Auia  andado  el  Enbaxador  aquellos  vltimos  días,  an- 
tes de  enbarcarse,  muy  ocupado  en  dar  priesa  que  se 
aprestase  la  caravela  y  en  que  el  governador  le  acaba- 
se de  despachar,  porque  dczia  que  quería  escrevir  á 


(i)    el papahif-Q. 
(2)    eslava  muy  poco. 


~5a9  — 

Su  Magestad  y  nunca  acabaua  por  mucha  priesa  que 
el  Enbaxador  para  ello  le  daua,  y  paregia  sigun  esto 
que  gustaua  de  detenello,  de  lo  qual  tuuo  auíso  de  di- 
uersas  personas,  diziendole  el  patrón  mayor  que  se  en- 
barcase  luego  y  procurase  salir  de  la  barra.  El  tienpo 
que  en  esto  se  gastó,  aunque  no  fue  mas  de  cinco  ó  seis 
días,  dio  causa  á  que  viéndole  sus  criados  y  la  gente 
de  mar  diuertido  y  ocupado  con  este  cuydado,  metie- 
sen en  el  nauio  cada  uno  dellos  tres  ó  quatro  vezes  mas 
carga  de  la  que  le  tocaba,  sin  auello  querido  inpedir 
las  personas  que  para  ello  auia  diputado  de  sus  cria- 
dos, á  quien  mandó  enbarcar  siete  dias  antes  que  sa- 
liese de  el  puerto^  y  ansi  quando  el  mesmo  dia  en  la 
tarde  se  descubrieron  los  paroes  de  los  malabares,  no 
solo  se  halló  todo  el  conve»  enbarcado  de  fardos,  ca- 
xas,  banastas  y  barriles,  pero  ni  sola  una  piega  de  arti- 
llería alistada,  sin  auer  cosa  desocupada  en  la  primera 
cubierta  á  donde  era  su  lugar,  porque  aunque  como  se 
a  dicho  la  carauela  no  salió  muy  cargada  y  después  lo 
fue  menos,  iuan  ocupados  los  vazios  della  por  la  mayor 
parte  con  los  fardos  de  canela,  hinchiendo  estos  mas 
que  cargando  el  nauio,  cuya  falta  no  se  pudo  conocer 
ni  prevenir  por  el  Enbaxador  hasta  la  ocasión  que  se  a 
dicho,  no  atendiendo  en  estos  vltimos  dias  á  mas  que 
poder  salir  de  Goa,  de  que  tanta  dubda  tuuo.  La  mu- 
cha cudigia  de  llegar  á  Portugal  con  sus  caudales  tenia 
tan  giegos  á  todos  que  con  ser  tan  euidente  locura,  mas 
que  temeridad  la  del  piloto,  les  paresgio  á  todos  gene- 
ralmente que  se  podia  contra  los  mares  y  tanto  viento 
proseguir  de  alli  "el  viaje,  de  suerte  que  el  Enbaxador 
desistió  de  inpedir  tan  gran  disparate,  siendo  de  tan 
conocido  peligro,  y  se  boluio  á  su  camarote  con  gran 
temor  de  perderse  aquella  noche,  en  la  qual,  queriendo 
hazer  fuerga  el  piloto  por  dar  un  bordo  á  Sueste,  el 
viento  y  mar  arrebató  la  caravela  haziendola  boluer 
atrás  con  tanta  furia  que  quando  otro  día  amanegio  se 

34 


—  Sjo  — 

halló  mas  adelante  de  los  picos  Fragosos,  quínze  leguas 
.  de  donde  la  tarde  ó  noche  antes  avia  acometido  |an  no- 
table enpresa,  afirmando  después  casi  todos  que  auia 
sido  particular  bcnefi<;io  del  gielo  no  i;ogobrar,  no  una 
vez,  sino  muchas  e!  nauio. 

A  9,  ya  con  los  marui  Ikinos  y  mucho  menos  viento 
se  nauegó  hazia  las  isl.is  de  Quirinba,  dos  ó  tres  leguas 
de  tierra,  que  por  venir  el  viento  sobre  ella  paremia  mu- 
cho menos.  Y  aunque  se  pudiera  llegar  á  prima  noche 
á  la  bahia  entre  Quirinba  y  Oybo,  se  amaynaron  pane 
de  las  velas  y  al  amanecer  se  llegó  á  dos  leguas  della  y 
á  las  ocho  se  dio  fondo  en  menos  de  quairo  bragas, 
casi  marea  vazia,  y  á  inedia  legua  y  mas  de  la  isla  de 
Oybo,  por  tener  mas  conmodo  surgidero.  Corren  estas 
islas  de  Quirinba  por  mas  -de  treinta  leguas  hasta  Cabo 
Delgado,  en  una  ensenada  de  la  dicha  distancia,  las 
quales  son  muchas,  unas  mayores  que  otras  y  mas  ó 
menos  apartadas  de  la  custa  de  la  tierra  firme,  pero  con 
canales  tan  estrechos  y  poco  hondos  que  de  una  parte 
á  otra  se  esguaza  á  pií.'  con  marea  vazia,  y  aunque  cada 
una  tiene  su  nonbre  düerentc,  por  ser  la  primera  como 
se  viene  de  .Mo^anbique  la  que  tiene  eslc  nonbre  de 
Quirinba,  los  portugueses  quando  primero  las  descu- 
brieron nonbraron  á  todas  indiferentemente  con  el  mes- 
mo;  pero  como  se  a  dicho  tienen  sus  nombres  particu- 
lares. Fueron  antiguamente  habitadas  de  árabes,  como 
agora  se  parcíje  en  ellas  por  muchas  rruinas  de  casas  y 
mezquitas  labradas  puliticamente  de  cal,  piedra  y  [a- 
drillo,  como  lo  eran  las  giudades  de  Quiloa,  Monba^a 
y  Melinde;  mas  algunos  años  después  que  de  Poriuga' 
se  comento  á  continuar  la  navegagion  de  la  India,  con 
el  natural  odio  que  ios  soldados  y  gente  de  mar  portu- 
guesa tenia  á  todos  les  mahometanos,  no  solo  las  sa- 
quearon derribando  y  quemando  las  poblaciones,  sino 
que  bárbaramente,  sin  perdonar  á  sexo  ni  edad,  los 
pasaron  á  cuchillo,  conseruandose  aun  agora  por  ira- 


-  53i  - 

digion  entre  algunos  mestizos  que  agora  se'hallan  en 
las  dichas  isías,  de  cafres  y  de  los  mesmos  árabes,  el 
gran  temor  que  les  causaua  las  heridas  que  los  portu- 
gueses dauan  con  las  espadas.  Estuuieron  muchos  años 
deshabitadas  estas  islas  hasta  que  de  Monbaga,  Mo* 
^anbique  y  de  algunas  partes  de  la  india,  con  la  cudi- 
Qia  de  rrescatar  esclauos  y  marfíl  acudieron  algunos 
portugueses  á  poblallas,  hasta  hallarse  como  agora 
estan^  en  cada  una  dellas  ün  vezino,  permitiéndoseles 
el  señorío  dellas,  subordinado  á  Mo^anbique,  de  don- 
de cada  año,  no  estando  de  alli  mas  de  sesenta  leguas, 
viene  un  juez  á  visitallas.  Tiene  cada  vezino  ó  señor  de 
cada  una  de  estas  isletas  su  casa  de  piedra  y  cal  y  alli 
sus  mugeres,  hijos,  esclauos  y  esclauas,  y  para  conpa- 
ñia  y  siguridad,  por  estar  los  negros  de  la  costa  tan 
gerca,  algunos  parientes  ó  amigos,  algunos  dellos  ca- 
sados por  la  mayor  pane  con  mulatas  ó  negras,  con 
quien  los  dueños  de  las  islas  parten  la  ganancia,  hallán- 
dose todos,  con  los  esclauos  que  tienen  de  la  India  y 
de  los  mesmos  negros  domésticos,  apergebidos  de  ar- 
cabuzes,  mosquetes  y  otras  armas  con  que  se  defien- 
den de  los  de  tierra  firme  quando  alguna  vez  intentan 
á  pasar  á  les  hazer  daño. 

Todas  estas  isletas  son  pequeñas,  de  ánbito  de  una 
legua  ó  media  cada  una,  y  de  unas  á  otras  por  la  ma- 
yor parte  se  pasan  de  marea  vazia,  y  aunque  tan  pe- 
queñas son  muy  fértiles,  llenas  de  palmares,  naranjos, 
cidros,  limoneros  y  plátanos,  con  pozos  de  muy  buen 
agua,  y  con  ser  los  honbres  que  las  habitan  de  muy 
poca  industria  hay  en  ella  higos  de  España  que  dan  y 
produzen  dos  vezes  al  año,  y  ansimesmo  algunas  uvas, 
con  todo  el  genero  de  (i)  ortalizas  que  ay  en  la  India, 
y  de  las  frutas  de  España  se  dieran  muchas  otras  si  los 
portugueses  fueran  mejores  agricultores.  De  este  pe- 


(i)    legunbresy 


-53a- 

queño  archipiélago  de  islas,  la  de  Quirínba  es  la  ma- 
yor, y  que  ansi  por  esto  como  por  auerse  poblado  pri- 
mero ay  en  ella  veinte  y  ginco  ó  treinta  casas  de  por- 
tugueses y  mestizos  con  sus  mugeres  y  esctauos,  como 
las  de  las  otras  casas  singulares  de  las  otras  isletas, 
mas  de  no  estar  junta^  en  f'irní;!  dt;  lu;^ar  poblado,  sino 
á  trechos  dos  y  tres  ¡untas,  como  se  escrivio  en  el  pri- 
mer libro  que  eran  las  de  !a  isla  de  Andaro.  Pero  no 
tiene  Quírinba  señor  particular,  por  ser  tantos  los  ve- 
zinos,  mas  de  quedar  cada  año  uno  dellos  por  juez,  y 
demás  de  esta  premiiicni;ia  viene  de  tres  en  tres  años 
un  frayle  de  Santo  Domingo,  de  Goa,  para  les  dezir 
misa  y  administralle  l'is  sacramentos,  para  lo  qual  tiene 
una  hermita  en  medio  de  aquellas  casas,  acudiendo 
tanbien  á  confensarse  nlli  de  las  demás  islas.  Fuera  de  )a 
abundancia  que  en  todns  ellas  ay  de  fruta  v  ortalizas  se 
crian  hermosas  vacas  y  cabritos  y  mucha  infinidad  de 
toda  suerte  de  paxaros,  entre  los  quales  se  veen  grandes 
vandas  de  palomas  torcazas  y  tórtolas,  de  manera  que 
rregaladamente  tienen  lodos  de  comer,  fuera  de  la  ha- 
rina y  arroz,  que  le  viene  de  Goa  con  los  dulges  y  fruta 
seca  de  Ormuz;  de  que  están  bastantemente  proveídos, 
dándoles  ansimesnio  el  mar  abundanijia  de  buen  pes- 
cado. La  segunda  isla  de  las  dichas  se  llama  Oybo, 
cerca  de  la  qual  surgió  la  caravela,  y  aunque  no  es  tan 
grande  como  Quirinba,  pero  de  mejor  lenple  y  mas 
fresca,  siendo  toda  ella  un  jardin  y  de  mas  saludable 
agua.  El  señor  della,  aunque  de  padre  portugués,  na- 
cido de  muger  ba^a  de  la  India,  y  él  medio  negro,  pero 
de  muy  buen  natural  de  onbre;  Mamase  Duartc  Viera, 
preciándose  de  hidalgo  por  venir  de  los  de  este  apellido 
de  la  giudad  de  Porto  en  Portugal.  Merece  muy  bien 
este  honrrado  honbre  que  del  se  haga  este  poco  de  elo- 
gio, como  de  otro  Mentor  ó  Algestes,  por  la  gran  libe- 
ralidad que  vsa  con  particular  humanidad  con  todos 
los  que  allí  aportan,  no  dando  ningún  abrigo  las  demás 


—  533- 

íslas  para  surgir  algún  navio  sino  el  que  se  halla  en 
esta  ensenada,  aunque  estos  an  de  ser  pequeños,  no 
auiendo  hondo  de  mas  de  tres  bragas  de  marea  vazia 
en  lo  mas  alto  del  canal.  Llegaron  luego  algunas  alma- 
dias de  las  dos  islas  de  Quirinba  y  Oybo,  auiendo  des- 
cubierto desde  muy  tenprano  la    nao,  sospechando  al 
principio  que  fuese  de  enemigos;  pero  asigurandose  de 
que  no  lo  era  entró  en  el  nauio  de  la  una  dellas  un 
mangebo  portugués,  pratico  y  de  muy  braua  rrazon, 
de  los  de  la  conpañia  de  Duarte  Viera,  y  del  supo  el 
Enbaxador  la  mesma  nueua  que  en  Moganbique,  de 
auer  llegado  á  Monbaga  dos    naos  de  Portugal  y  de 
auerse  perdido  la  una.  Son  estas  almadías  de  que  vsan 
los  negros  subjectos  y  esclauos  de  los  portugueses  de 
estas  islas,  muy  abiertas  de  arriba  y  de  quilla  muy  an- 
gostas, aviendo  algunas  muy  largas  y  casi  iguales  de 
los  bordos  y  asiento,  y  de  un  solo  palo  como  las  de 
Goa,  las  quales  son  mas  anchas  de  boca;  algunas  se 
conponen  de  diferentes   tablas    cosidas  con  cayro  y 
breadas,  y  á  las  mayores  de  las  quales  llaman  coches, 
aunque  balangean  tanto  que  con  qualquier  movimiento 
paregcn  gogobrarse,  pero  los  negros  las  tienen  por  muy 
siguras  por  mucha  carga  que  le  echen  y  el  mar  esté 
alterado.  A  la  tarde  llegó  el  Duarte  Viera,  trayendole 
al  Enbaxador  agua,  naranjas,  limones,  cocos  y  algu- 
nos plátanos  con  algunos  cabritos  tan  buenos  que  ni 
los  del  reyno  de  Lara  ni  de  otra  parte  del  mundo  le 
podian  hazer  ventaja;  pero  la  vaca  que  luego  otro  dia 
enbió  era  de  tanta  exgelengia  que  ninguna  ternera  de 
las  que  con  mucho  cuydado  se  ceuan  con  leche  en  Es- 
paña, ni  Italia,  se  le  podia  conparar  en  gusto,  ternura 
y  color,  y  tan  gorda  que  por  la  mayor  parte  se  come 
asada.  Y  es  cosa  muy  particular  que  siendo  terneras 
no  tienen  esta  perfecgion  ni  gusto  sino  después  de  tener 
tres,  quatro  y  seis  años,  y  con  toda  esta  edad  no  son 
tan  grandes  con  gran  parte  como  las  de  Europa,  pero 


-534- 

mas  rrcgalada  comida  que  todas  las  carnes  domesticas 
y  de  monie  de  quantas  en  ella  por  mejores  que  sean  se 
podrían  hallar.  Tiene  este  buen  morador  de  Oybo  una 
muy  buena  casa  de  aposentos  baxos  y  alios  y  capaz 
de  rrccogersc  en  ella  toda  su  familia,  que  es  numerosa 
y  grande.  A  la  casa  y  un  J;h-J¡ii  qut.-  üslá  junte  á  ella 
rrodea  una  ^crca  de  piedra  y  cal  de  dos  bragas  de  alio, 
con  sus  almenas,  de  manera  que  struiendolc  de  mura- 
lla, con  las  armas  Je  que  su  familia  sienpre  está  apcr- 
i^cbida  faifílmentc  se  puede  defender  de  qualquiera  nú- 
mero de  negros  que  pasen  de  tierra  firme,  aunque  éslos 
por  la  mayor  parte  csum  sienpre  de  paz  por  medio  del 
rrescate  que  se  a  dichn.  Esiuuo  aqui  el  Enbaxador 
quatro  días,  en  que  le  vinieron  á  visitar  algunos  portu- 
gueses moradores  de  las  islas  mas  propínquas,  y  de 
Quirinba,  Juan  Feyjoo,  criado  que  auia  sido  del  obispo 
de  Braga  Don  Alexo  de  Mcneses,  y  entonges  como 
juez  ordinario  de  Mr;i,-:inhique  auia  venido  á  visitar 
aquellas  tslas;  y  aunque  este  añrmaua  que  cada  dia  se 
podía  esperar  buen  viento  para  hazcr  viage,  los  demás 
dü/Jan  por  gierto  no  auer  ya  mongion,  por  ser  acaba- 
da; conforme  á  esto  queria  el  Enbaxador  aguardar  en 
aquel  surgidero  hasta  ver  si  en  la  luna  que  se  esperaua 
entrañan  los  Nortes  y  colaterales  para  llegar  al  Cabo,' 
y  quando  faltasen  y  se  tuuiese  ya  perdida  la  esperanza 
de  monición,  irse  desde  alli  á  Monbaga  y  desde  alli  á 
Goa  en  conpañia  de  la  nao  que  aüi  auia  venido  de  Por- 
tugal. Y  como  por  las  causas  atrás  rreferidas,  ansí  la 
gente  de  mar  y  todos  los  demás  deseasen  arriscarse  á 
perderse  por  hazer  viage,  quisiera  el  Enbaxador  ha- 
zerlo  por  fuera  de  la  isla  de  San  Lorenzo,  no  obstante 
que  ni  el  piloto  ni  otro  algún  marinero  lo  uviese  hecho 
desde  esia  costa  y  fuese  tan  peligrosa  aquella  derrota 
piir  auerse  de  atravesar  todos  aquellos  baxos;  pero 
auiendoííe  de  gastar  tanto  tienpo  en  esto  que  quando  se 
llegase  al  Cabo  de  Buena  Esperanga  auia  de  ser  ya  muy 


—  535- 

entrado  el  invierno  en  aquel  clima,  adonde  la  caravela 
no  podía  sufrir  los  mares  en  traues  y  auia  de  boluer  á 
arribar,  dexó  este  pareger  de  tan  evidente  peligro,  de- 
mas  de  saberse  por  muy  gierto  que  jamas  nao  alguna 
que  arribase  en  este  viage  acometió  el  camino  por  fuera 
desde  MoQanbique,  Quirinba  ó  MonbaQa,  ni  de  otro  al- 
gún lugar  de  aquesta  costa.  En  los  quatro  días  que 
aquí  nos  detuuimos  por  ser  las  cregientes  y  menguan- 
tes de  mareas  tan  grandes  que  no  se  auia  tenido  memo- 
ria de  otras  semejantes,  estuuo  la  caravela  en  peligro 
de  locar  dos  vezes  con  baxa  marea,  llegando  la  una  á 
rroqar  el  timón  con  el  suelo  por  algún  espagio,  hasta 
que  boluiendo[lo]  á  henchir  quedó  libre.  Visto  este  in- 
conveniente se  sondó  con  el  batel  algo  mas  afuera,  á 
donde  se  halló  dos  ó  tres  pies  mas  de  hondura,  por  ser 
aquella  bahia  casi  ygual,  y  allí  aunque  con  tan  poca 
ventaja  se  asiguró  el  nauio. 

A  12,  sábado,  por  la  mañana  le  dixeron  el  piloto  y 
maestre  al  Enbaxador  que  auia  muy  buen  viento  para 
el  viage,  escriviendole  lo  mesmo  desde  tierra  Duarte 
Viera,  y  aunque  esto  no  paregiese  verisímil  porque 
aviendo  entrado  la  luna  tan  derecha  con  el  Sur  Sudues- 
te  y  Su  Sudueste  y  continuado  estos  vientos  hasta  en- 
longes  por  veinte  y  tres  días,  no  se  podía  esperar  mu- 
danga  notable  hasta  la  luna  venidera,  quando  la  tal 
mudanga  uviese  de  auer,  de  que  tanbien  se  podía  du- 
dar mucho.  Y  ansi  aunque  el  Enbaxador  temiese  auer 
de  venir  á  parar  esto  en  boluer  a  tomar  á  Moganbique 
y  detenerse  a!li  muchos  días,  cosa  que  por  su  mal  tem- 
ple temia  tanto,  dio  orden  que  el  nauio  se  hiziese  á  la 
vela,  el  qual  con  el  terral  salió  de  aquella  ensenada; 
mas  luego  que  se  apartó  á  menos  de  media  legua  de  la 
costa  el  terral  se  boluío  Sudueste  y  en  muy  poco  espa- 
gio Su  Sudueste,  como  auia  corrido  antes,  quedando 
todos  tristes  y  con  mucho  silengio  sin  dezirles  nada  el 
Enbaxador,  y  andando  haziendo  bordos  á  la  mar  y  con 


—  536- 

las  corrientes  á  tierra,  en  <;inco  días  se  Hegó  á  la  bahía 
de  Mocanbique  dando  fondo  en  ella,  ya  noche,  casi  en 
el  mismo  lugar  en  que  antes  se  auia  surgido. 

A  17,  luego  como  el  capitán  rreconoijio  la  caravela 
enbío  dos  pilotos  de  la  tierra  que  la  metiesen  en  el 
puerto,  por  dczic  ya  todos  quü  era  l'ori;i>so  aguardar  á 
que  corriese  viento  a  proposilo,  aunque  los  pilólos  de 
la  tierra  afirmaron  luego  como  llegaron  que  la  monición 
era  ya  acabada.  Licuóse  la  caravela  al  puerto  y  surgió 
en  ocho  brabas  á  dozicntos  pasos  de  la  fortaleza  y  po- 
cos mas  de  la  |ioblai;ion,  que  entonges  paresgio  de  me- 
jores casas  de  lo  que  anles  se  auia  sabido.  Estuuo  aqui 
el  Enbaxador  veinte  y  quatro  dias,  entrando  la  luna  en 
este  tienpo  con  el  mesmo  viento  Sur  tan  continuo  co- 
mo antes,  diziundo  todos  los  honbres  ele  mar  que  en 
(Moijanbiquc  se  hallauan,  con  el  piloto  de  una  caravela 
que  en  aquellos  días  auia  llegado  de  (^ofala,  lo  mesmo 
que  los  pilotos  de  la  tierra,  negros,  sobre  no  se  poder 
ya  esperar  tienpu  para  pasar  el  Cabo  hasta  el  año  veni- 
dero, ó  por  el  fin  del  présenle  en  todo  Dizienbre;  y 
aunque  esto  por  todo  lo  ya  rreferido  parcijia  ser  ansí, 
no  quiso  el  Enbaxador  salir  al  lugar  en  todo  el  tienpo 
que  alli  se  dctuuo,  con  ttncr  tan  poca  salud  v  ser  los 
dias  y  noches  de  cxcesiuo  calor,  esperando  si  acaso 
veniava  viento  aproposito  para  intentar  de  pasar  el 
canal,  que  es  lo  mas  difícil  de  esta  nauega^íon;  pero 
los  Sures  perseveraron  sienpre.  Auia  salido  de  Mozan- 
bíquc  juntamente  con  nuestra  caravela  quando  alli  se 
paro  la  primera  vez,  una  urca  cargada  de  negros  que 
naucgaua  al  Brasil,  queriendo  ir  en  nuestra  conpañia 
hasta  pasar  el  Cabo,  siendo  esta  urca  una  de  las  dos 
en  que  el  año  antes  avia  venido  el  castellano  de  la  for- 
taleza, Jacobo  de  Morales,  auíendose  la  otra  perdido 
en  Juabo,  uno  de  los  brai;os  del  rrio  de  Cuamá.  Esta 
que  salió  con  nuestro  nauio  era  grande  de  quinientas  ó 
seiscientas  toneladas,  llouando  otros  tamos  esclauos  y 


—  537  - 

sesenta  portugueses  entre  marineros  y  mercaderes,  los 
quales  aguardauan  ya  algunos  días  auia  tíenpo  con* 
modo  para  salir,  estando  todos  enbarcados,  y  viendo 
que  nos  auiamos  hecho  á  !a  vela  salieron  ellos  tanbien 
aunque  su  piloto,  que  paremia,  con  ser  mogo,  honbre 
despierto  en  su  offigiD,  le  auia  dicho  un  dia  antes  al 
Enbaxador  que  no  auia  viento  para  hazer  viage,  con 
ser  ya  tan  tarde,  y  que  tcmia  mucho  de  aquella  mon- 
q'ion  no  fuese  acabada;  pero  que  ellos,  que  auian  en- 
pleado  sus  haziendas  y  consumiendo  los  mantenimien- 
tos que  auian  cnbarcado,  era  forgoso  aventurarse  á 
qualquier  peligro  por  no  acabar  de  consumirse  alli.  Fue 
la  urca  sienpre  siguiéndonos  á  una  ó  dos  leguas  de 
distangía,  lleuando  nuestra  caravela  amaynada  la  ma- 
yor parte  de  la  vela  de  gauia  del  trinquete,  por  aguar- 
dalla,  nauegando  más  la  caravela,  y  querer  el  Enbaxa- 
dor Ileuar  todo  el  tienpo  que  pudiese  aquella  urca,  por 
lo  que  pudiese  sugeder  hasta  que  ella  se  encaminase  al 
Brasil.  Pero  como  dos  dias  antes  de  la  tormenta,  a 
nuestro  piloto  le  dixese  al  Enbaxador  que  se  pcrdia 
muchí)  tienpo  en  aguardalla  y  que  era  mejor  darnos 
priesa  hasta  descubrir  la  isla  de  San  Lorengo,  y  alli  se 
aguardaría  dos  ó  tres  dias  navegando xon  poca  vela,  y 
pareciendo  esto  bien,  se  Icuanto  la  que  iua  casi  amay- 
nada, con  que  luego  aquel  dia  se  perdió  la  urca  de 
vista.  Y  como  el  tenporal  que  luego  sobreuino  fue  tan 
furioso,  entendíase  por  todos  que  auia  arribado  á  Mo- 
ganbique  si  no  se  uviese  perdido,  de  manera  que  ansi 
el  Enbaxador  como  los  demás  tuuicron  luego  aquel 
dia  cuydado  de  saber  de  la  dicha  urca,  y  auiendo- 
les  dicho  no  sabe[r]  della  cosa  alguna,  creyendo  todos 
por  esto  auerse  perdido  en  algunos  de  los  dos  parceles 
ó  baxos,  ó  tragadosela  el  mar  por  ir  muy  cargada,  lle- 
uando mucho  evano  sin  los  esclauos.  Pero  lo  mas  ve- 
risimil  paremia,  sígun  lo  mucho  que  los  que  en  ella  iuan, 
perdían  bob'iendo  á  Moganbique,  que  se  arriscasen 


~  538  — 

rrodeando  la  isla  de  San  Lorengo  á  hazer  el  víage  por 
íuera  de  alli,  pues  aunque  gastasen  mucho  mas  tienpo 
en  él,  era  mas  corlo  por  aver  de  quedarse  en  el  Brasil. 
Salió  dos  vezes  á  ver  la  fortaleza,  el  Enbaxador,  en  el 
tienpo  que  aqui  se  detuuo,  paregiendole  mejor  que 
desde  lexos  la  auia  antes  visto,  y  de  la  rrela^ion  que 
della  le  avian  hecho,  aunque  con  la  inperfec^ion  de  no 
tener  fosso.  Porque  uno  que  enton9es  le  abrian,  de- 
mas  de  no  ser  conforme  á  lo  qlie  pide  la  buena  fortifi- 
cación, tenia  la  scarpa  del  baluarte  San  Grauiel  y  de  la 
cortina  que  del  corre  al  de  Sancto  Antonio  los  defectos 
que  atrás  se  an  dicho,  por  el  poco  fundamento  y  mu- 
cha flaqueza  de  la  dicha  scarpa.  Aunque  el  mas  nota- 
ble y  visible  daño  de  esta  fortaleza  y  que  causa  admi- 
ragion  no  auerse  en  tantos  años  rremediado  es  que  casi 
sobre  el  mesmo  fosso,  igualmente  entre  los  dos  dichos 
baluartes,  se  leuanta  una  montañuela  que  los  tiene  á 
cauallero  gon  la  mesma  cortina,  y  aunque  se  va  luego 
apartando  hasta  correr  por  todo  el  baluarte  de  San  Ga- 
briel, no  queda  mas  lexos  del  de  pocos  mas  de  gien 
pasos,  y  en  algunas  partes  á  sesenta  ó  setenta.  De  ma- 
nera que  qualesquiera  enemigos,  no  solo  tienen  rreparo 
siguro  y  se  pueden  cubrir  con  la  dicha  montañuela 
para  no  rregibir  daño  de  la  artilleria  de  la  fortaleza, 
pero  desde  alli  podella  batir  con  gran  comodidad  y 
matar  los  soldados  que  en  la  cortina  y  baluartes  para 
su  defensa  se  hallaren.  Y  siendo  todo  este  pequeño  co- 
llado de  tierra  blanda,  fuera  cosa  muy  fagil  averse  cor- 
tado y  explanado  del  todo,  quedando  todo  aquel  lugar 
descubierto,  mayormente  auiendo  tanta  cantidad  de 
esclauos  en  Moganbique,  con  el  mucho  numero  de  los 
negros  domésticos  y  de  paz  de  la  Caabcgeyra,  que?  los 
unos  y  los  otros  trabaxarian   por  poco  pregio  en  la 
dicha  obra,  en  la  qual,  con  ser  tan  importante  no  se 
trata  de  poner  mano  aunque  en  el  sitio  que  de  pocos 
años  á  esta  parte  los  olandeses  pusieion  á  esta fortale- 


—  539  — 

za,  desde  la  dicha  montañuela  la  batieron  y  después  la 
minaron,  estando  tan  gerca  cubiertos  y  aloxados  detras 
della.  Quando  el  Enbaxador  estuuo  en  Moganbique  y 
desde  algún  tienpo  antes,  juntamente  con  abrirse  el 
fosso  se  iua  preparando  lo  que  con  las  minas  y  bateria 
auian  arruinado  los  olandeses,  del  baluarte  San  Gra- 
uiel  y  la  cortina  hasta  el  de  Sancto  Antonio,  cayendo 
entonges  gran  parte  de  la  muralla  con  que  estaua  guar- 
negido  el  terraplén;  pero  quedando  este  en  pie  desistie- 
ron de  dar  assalto,  perdiendo  la  esperanga  de  poder 
tomar  la  fortaleza.  Y  aunque  el  baluarte  batido  y  mi- 
nado tenia  bastante  plaga,  sigun  era  la  de  toda  la  for- 
taleza, por  ser  la  mayor  defensa  della  lo  iua  alargando 
el  castellano  para  que  fuese  mas  capaz  de  artilleria  y 
gente.  Dexaron  los  olandeses  en  descuento  de  auer 
quemado  la  poblagion,  hecho  un  notable  benefigio  á  la 
gente  della,  porque  no  auiendo  agua  en  toda  la  isla, 
como  honbres  militares  abrieron  en  lo  mas  alto  y  en  el 
medio  della  muchos  pozos,  hallando  bastante  agua 
dulge  en  ellos,  no  ahondando  mas  de  aquello  que  era 
menester  para  se  proueer  del  agua  negesaria  po:  el 
tienpo  que  allí  se  detuuieron.  Después,  boluiendo  de  la 
fortaleza  adonde  se  auian  rrecogido,  los  vezinos  á  sus 
casas,  y  hallando  en  aquella  parte  de  la  isla  tanta  agua 
dulge  se  admiraron  mucho,  paregiendoles  aquel  gran 
milagro,  no  auiendose  jamas  en  tantos  años  persuadido 
que  en  aquella  isla  se  pudiera  hallar  agua  para  siquiera 
en  negesidad  se  pudiese  beucr.  Pero  aunque  es  tanta 
comodidad  para  ellos,  ni  an  ahondado  aquellos  manan- 
tiales ni  guarnegidolos  de  piedra  alderredor  y  de  lo 
hondo  á  lo  alto  porque  no  se  arruinen  y  gieguen,  como 
agora  lo  están,  dando  mucho  menos  agua  de  lo  que 
pudieran,  estando  muy  en  la  superfigie  de  la  tierra,  y 
ansi  por  tener  tan  poco  hondo  vulgarmente  llaman 
agora  á  estos  pogos  las  fontiñas,  siendo  menester  que 
los  esclauos  y  csclauas  que  van  por  agua  con  las  manos 


7-540  — 

ahonden  la  arena  para  poder  henchir  sus  cantaros. 
Todos  añrman  que  el  agua  esta  buena  como  la  de  la 
Cabageyra  y  como  la  que  viene  de  más  lexos,  y  con 
todo  esto  falta  industria  para  no  estar  bastantemente 
proveidos  de  cosa  tan  forgosa  y  necesaria  como  es  el 
agua.  La  fortaleza  tiene  una  gran  gisterna  capaz  de 
veinte  mil  pipas,  que  recogiéndose  de  las  lluvias  que 
alli  son  muy  copiosas,  después  de  asentada  es  exge- 
Icnte,  aunque  no  tan  fria  como  la  de  las  cisternas  de 
.Lara.  Dos  dias  antes  que  la  caravela  viniese  esta  vl- 
tima  vez  á  Moganbique  sugedio  que  estando  6n  sol- 
dado bañándose  junto  á  la  fortaleza,  llegándole  el  agua 
poco  mas  arriba  de  la  rrodilla,  lo  arrebató  un  marraxo 
y  en  un  momento  lo  despedazó  y  comió  sin  podelle 
socorrer  á  tienpo  otros  que  estauan  alli  gerca;  y  en  el 
tienpo  que  alli  se  detuuo  el  Enbaxador  se  comieron 
estos  feroqissimos  pescados  dos  negros  junto  á  la  po- 
blación, y  es  de  manera  el  andar  geuados  en  carne  hu- 
mana que  al  momento  que  caya  alguno  á  la  mar  ó 
entre  á  nadar  en  ella  es  luego  despedazado  y  comido,* 
estando  este  puerto  lleno  de  los  tales  marrajos,  que 
como  ya  se  a  dicho  los  marineros  portugueses  llaman 
tintoreras,  casi  de  la  mesma  forma  que  los  tiburones, 
pero  mucho  mayores  y  de  mayor  boca  y  dientes.  El 
año  que  el  Enbaxador  pasó  de  Ormuz  á  Persia,  algu- 
nos meses  adelante  se  vieron  dos  disformes  pescados 
gerca  de  la  playa  de  aquella  ciudad  que  mira  al  Occi- 
dente, á  las  espaldas  de  las  casas  del  rey  y  Guazil, 
cerca  donde  posaua  el  Dabuli  que  es  el  agente  que  alli 
ordinariamente  rreside  de  Dabul.  Notáronse  y  vieronse 
estos  pescados  muy  gerca  de  tierra,  andando  ceuados 
por  auer  fallado  aquellos  dias  dos  ó  tres  muchachos  y 
otros  dos  marineros,  á  los  quales  se  auian  comido, 
creyendo  en  sus  casas  que  se  auian  pasado  á  tierra 
firme.  Pero  viendo  algunos  moros  de  Dabul  la  gran- 
deza y  fiereza  de  aquellos  animales  marinos,  sospecha- 


-541- 

ron  luego  lo  que  podía  ser;  dándoles  el  agente  dellos 
lo  necesario  armaron  dos  barcos  y  con  unas  gruesas  y 
rrezias  cuerdas  con  una  bra^a  de  cadena  al  cabo  de 
cada  una  con  gruesos  anzuelos,  y  en  cada  uno  dellos 
medio  carnero,  se  pusieron  gcrca  donde  antes  los  auian 
descubierto  y  luego  como  lanzaron  las  cuerdas  con  el 
Qeuo  al  agua  acudieron  con  gran  furia  arrebatando  los 
anzuelos  y  carne  sin  temor  ni  recato  de  la  mucha 
gente  que  en  los  barcos  estaua;  pero  como  fuerte- 
mente se  prendiesen  y  sacudiesen  Ileuavan  tras  si  los 
barcos,  hasta  que  ya  prendidos  los  sacaron  á  tierra  y 
mataron.  Dezian  que  eran  macho  y  henbra  y  que  ja- 
mas se  acordaua  nadie  auer  visto  semejantes  pescados; 
las  cabecas  eran  rredondas,  mayores  que  un  gran  fardo 
de  arroz,  y  de  grandissimas  bocas,  de  manera  que 
podían  tragar  un  carnero  ó  un  honbre  con  los  dientes, 
aunque  no  mayores  que  los  de  los  marrajos,  pero  de 
muchos  ordenes  desde  el  principio  de  la  boca  hasta 
muy  adentro  de  la  garganta,  siendo  mientras  mas  inte- 
riores, menores.  La  grandeza  del  cuerpo  no  correspon- 
día con  la  de  la  cabera,  aunque  el  menor  dellos  tenia 
doze  píes  de  largo,  siendo  muy  delgados  en  la  cola;  el 
cuerpo  pintado  de  negro,  amarillo  y  blanco.  Otros  dos 
pescados  semejantes  á  estos  afirman  los  marineros  de 
nuestra  caravela  que  vieron  muy  gerca  della  viniendo 
de  Ormuz  á  Goa,  junto  al  cabo  de  Mogandan,  aunque 
sigun  les  pares^io  mucho  mayores  y  pintados  de  las 
colores  que  tenían  los  que  se  mataron  en  Ormuz.  Es 
el  puerto  de  Mocanbique  muy  grande,  encorvándose 
la  tierra  hazía  Oeste  una  y  dos  leguas  de  la  isla,  y  la 
Caaba^eira  le  queda  á  la  mano  izquierda,  como  se 
quiere  salir  del  puerto,  menos  de  media  legua  al  Sur, 
que  es  la  otra  punta  de  la  tierra  firme  hazía  la  isla  de 
Santiago;  aun  esta  mas  ^erca  con  otra  isleta  pequeña 
en  el  medio.  Vinieron  de  Goa  algunos  días  antes  de 
nuestra  partida  dos  galeotas  y  un   patage   trayendo 


—  54«  — 

sienpre  vientos  Sures  por  la  proa,  pero  ayudándoles  las 
corrientes  llegan  aunque  con  mucho  trabaxo,  y  viendo 
el  Enbaxador  que  era  ya  tienpo  de  boluer  á  Goa  hizo 
con  mucha  priesa  enbarcar  la  gente  que  auia  en  tierra, 
para  partir  otro  día,  corriendo  un  fresco  Sudueste, 
para  salir  del  puerto. 


CAPITULO  III 


Continuación  del  viaje  hasta  llegar  á  Goa. — Horrible  explosión 
que  hubo  en  el  polvorín  de  esta  ciudad. 

A  14  de  Mar^o,  domingo,  de  mañana  salimos  de  la 
bahia  con  el  ^ielo  nublado,  y  auiendose  rrefor^ado  el 
Sudueste  con  la  proa  á  Nordeste,  y  ansi  en  menos  de 
dos  oras  se  perdió  la  tierra  de  vista,  paresgiendose  so- 
lamente lo  alto  de  la  Mesa.  A  las  quatro  de  la  tarde  se 
puso  el  viento  de  Leste  y  con  gran  ^erragion  descargó 
un  grande  aguagero,  cargando  el  viento  hasta  obligar 
á  que  se  amaynasen  las  velas  de  gauia,  y  aplacándose 
á  prima  noche  la  borrasca  boluio  el  Sudueste,  con  que 
se  navego  al  Nordeste  toda  la  noche  y  con  algunos 
aguaceros  menores. 

A  i5  el  mesmo  viage  y  viento;  y  á  la  propia  ora  que 
el  dia  de  antes  y  con  el  propio  Leste  nos  envistió  otra 
semejante  borrasca  por  todo  el  rresto  del  dia,  quedán- 
dose luego  el  viento  Leste  fixo  por  muchas  semanas, 
como  señor  de  esta  mongion  tan  escasa  y  trabaxosa,  y 
por  ser  trauesia  para  la  tierra  se  navegó  aquella  noche 
á  Susueste. 

A  16  hasta  21  calmas,  poniéndose  el  viento  algunas 
vezes  Sueste  Leste  y  Les  Nordeste,  pero  tan  flaco  el 
poco  tienpo  que  durava  que  casi  no  se  hazia  viage  y 


este  era  á  Nordeste  ó  á  Sueste,  muy  por  la  bolina,  pro- 
curando el  piloto  hazerse  á  la  mar  de  noche  á  Les  Nor- 
deste y  á  Leste,  4  al  Norte  quando  alguna  vez  el  vien- 
to se  alargava  una  ó  dos  quartas  mas,  siendo  por  la 
mayor  parte  del  tienpo,  calma,  con  grandes  calores  de 
noche.  Domingo,  á  21  en  la  tarde,  aviendo  amenazado 
todo  aquel  dia  una  gran  gerragion  de  Leste  cargo  inpe- 
tuosissimamente  el  Leste  con  un  furioso  aguacero,  y 
esto  tan  de  rrepente  que  no  dio  lugar  á  se  amaynar  las 
velas  de  gauia,  ó  por  hablar  mas  verdaderamente,  la 
obstinada  confiancjadcl  piloto  fue  causa  de  poner  aquel 
dia  á  notable  riesgo  de  QOQobrar  la  caravela.  Porque 
auiendo  advertido  antes  el  Enbaxador,  viendo  la  grande 
obscuridad  del  nublado,  que  amaynasen,  y  no  auiendo- 
lo  hecho,  teniéndose  entre  todos  los  marineros  portugue- 
ses por  valentía  y  caso  de  valor  el  no  amaynar  luego 
que  comienge  la  borrasca,  en  vn  instante,  rreboluiendo 
con  mayor  fuerza  el  viento  de  Noroeste  tomó  la  nao 
por  dauante  con  todas  las  velas,  de  manera  que  car- 
gando el  viento  mas  furioso  y  no  pudiendo  governar  el 
timón,  la  caravela  puso  todo  el  costado  de  stribordo 
y  las  antenas  y  velas  en  el  mar  casi  del  todo  (jogobra- 
da,  no  auiendose  visto  hasta  entonges  en  tan  conogido 
peligro  de  perderse.  Los  oíigiales  y  mayor  parle  de  los 
marineros,  teniéndose  por  perdidos  no  agertauan  á 
mandar  ni  ejecutar  nada  que  conviniese,  y  aunque  al- 
gunos otros  acudieron  é  querer  amaynar  todas  las  ve- 
las, hallándose  enbaragadas  por  auer  tomado  el  na- 
uio  por  dauante,  no  cayendo  tan  presto,  y  por  estar 
los  mástiles  tan  inclinados,  hasta  que  con  gran  rruido 
vino  de  romania  la  antena  mayor  abaxo,  con  lo  qual, 
enderezándose  la  caravela  y  comentando  á  governar 
se  tuuo  lugar  de  amaynar  las  demás  velas  y  cogerse, 
aunque  boluiendose  el  tienpo  de  Leste  con  la  mesma 
furia  de  viento  y  agua,  el  tenporal  duró  casi  dos  oras, 
corriendo  este  tienpo  la  nao  á  Ñor  Nordeste  muy  por 


-544- 

la  bolina,  con  solo  el  papahígo  del  trinquete  á  medio 
mástil.  Después  de  media  noche  se  tuuo  otra  rrefríega 
de  viento  y  agua,  aunque  no  tan  grande  y  durando 
menos  lienpo. 

A  22  continuo  el  mesmo  Leste,  pero  tan  débil  como 
los  primeros  dias,  aunque  con  esta  flaqueza  se  naue- 
gaua  alg{)  sJn  ver  iu  cosía,  hazitiidusv  fi  piloto  catorce 
ó  quinze  leguas  della;  tomóse  el  sol  en  9  grados. 

Desde  aH  de  Mar^o  hasta  24  de  Abril  con  e!  mes- 
mü  Leste,  variando  á  Les  Nordeste  y  á  Sueste,  naue- 
gandose  muy  poco  y  por  la  bolina,  y  algunos  dias  y 
noches  de  calma  con  excessiuo  calor,  pero  yendo  to- 
dos muy  proueidos  de  buen  pescado  por  los  muchos 
dorados  y  albicoras  que  cada  dia  matauan,  siendo  mu- 
chas de  estas  tan  grandes  como  atunes,  de  manera  que 
apenas  dos  marineros  podían  con  cada  una  dellas,  y  los 
dorados  los  mayores  que  hasta  enton^jes  se  autan  vis- 
to, siendo  algunos  de  quatro  y  cinco  pies  de  largo.  A 
5  de  Abril,  después  de  medio  dia,  estando  el  Enbaxa- 
dor  en  la  varanda  de  la  caravela,  siendo  el  dia  casi  cal- 
ma oyó  un  gran  ruido  por  bonbordo,  como  si  muchos 
honbres  juntos  á  un  tiempo  se  lanzasen  al  mar,  y  le- 
uantandose  á  mirar  lo  que  fuese,  sospechando  que 
uviese  desgraciadamente  caydo  alguno  y  que  otros  se 
arrojasen  tras  él  á  socorrelle,  como  suele  suceder,  vio 
como  el  agua  del  mar  venia  por  aquella  parte  movién- 
dose con  gran  rruído,  viniendo  grandes  espumas  blan- 
cas delante  de  la  manera  que  algún  gran  barco  con 
buena  chusma  rompe  el  agua  nauegando  con  mucho 
¡npetu.  Descubrióse  luego  tras  las  espumas  y  agua  in- 
pelida,  poco  mas  de  seis  pasos  de  la  varanda,  unmons- 
truo  marino  cuya  forma  no  se  pudo  bien  destinguir, 
porque  lo  que  del  se  pudo  ver  era  el  lomo,  desde  las 
agujas  ó  honbros  hasta  el  fin  del  espinazo  ó  nascimien- 
to  de  la  cola;  lo  que  del  se  pares^io  era  mas  grueso  que 
un  elephantc  y  de  mas  de  quatro  brabas  de  largo;  el 


-.-545- 

color  como  del  mesmo  etephaiite,  y  mas  propiamente 
como  la  quilla  buelta  hazla  arriba  de  alguna  gran  man- 
chua,  que  son  los  mayores  barcos  que  en  la  India  se 
usan^  con  la  quilla  no  angosta  de  la  parte  inferior^  sino 
tunbada  como  la  buelta  de  una  bóveda,  mostrando  aquel 
color  negro  como  está  breada.  No  mostró,  aunque  visto 
de  tan  cerca,  ningún  genero  de  ala  ó  perpetaña,  como 
las  vallenas  y  demás  pescados,  antes  parecía^  de  la  ma- 
nera que  nadaua  y  rrompia  el  agua,  tener  la  hechura 
de  animal  terrestre,  nadando  con  quatro  pies,  siendo 
increíble  el  rruido  que  hazia  y  el  gran  movimiento  del 
agua  al  derredor  del.  En  el  fin  del  lomo,  no  descubrién- 
dose nada  de  las  caderas,  tenia  en  lugar  de  cola  una 
cierta  cosa  leuantada  derecha  hazia  rriba  y  algo  mas 
inclinada  hazia  adelante,  del  mesmo  color  negro  que 
el  lomo,  de  media  braza  de  largo  y  mas  grueso  que  un 
honbre,  la  qual  no  fenecía  en  punta,  sino  como  si  se 
estuuiese  un  pedazo  de  viga  (i)  rrollíza  ó  troncón  de 
árbol  grueso  al  través,  ó  serrado  ygualmente,  no  sien- 
do esta  forma  de  cola  mas  gruesa  del  nagímiento  que 
en  su  punta  ó  extremidad^  sino  ygual  en  la  grosura 
dicha  de  anbas  partes;  la  cabega,  aunque  nada  della  se 
paremia,  mostraua  tenella  muy  junto  á  los  honbro^, 
como  un  puerco  ó  elephante,  lanzando  desde  allí  gran 
cantidad  de  agua^  no  en  caños  como  las  vallenas,  sino 
muy  esparcida,  dando  grandes  bufidos  como  los  dos 
pescados  grandes  en  forma  de  delphines,  y  mas  pro- 
piamente phisiteres,  que  á  la  ida  se  vieron  entre  Mo- 
ganbique  y  Cabo  Delgado.  Aviase  primero  descubierto 
este  prodigioso  monstruo  por  la  proa,  y  corriendo  al- 
gunos criados  del  Enbaxador  y  marineros  á  la  varanda 
por  velle  mejor,  afirmaron  no  se  acordar  nadie  de  auer 
visto  otra  semejante,  ni  oydo  que  tal  uviese  parecido 
en  parte  alguna.  Aunque  con  tan  poco  viento  y  tan 


(i)    redonda. 

35 


-  546- 

contrario,  después  de  -auerse  dexado  por  bonbordo  á 
Cabo  Delgado,  Quiloa,  Monba<;a  y  Melinde,  se  pasó  la 
^quinocial  hasta  siete  grados  della  á  la  parte  del 
Norte. 

A  25  de  Abril,  corriendo  el  mesmo  Leste,  trauesia 
hazia  la  costa,  ya  con  señales  della,  aunque  nos  hazia- 
mos  5o  leguas  á  la  mar,  se  dcbcubrío  tierra  por  bon- 
bordo á  quatro  ó  cinco  leguas,  cosía  baxa  y  de  arena. 
Y  aunque  por  la  proa  no  la  llcuauanios,  el  piloto,  muy 
alborotado  se  hizo  luego  á  la  mar  por  Susucste,  dos 
dias  y  dos  noches  continuos,  con  que  se  descayó  de 
manera  que  fue  después  causa  de  ponerse  á  peligro  de 
perder  el  viage,  aviendo  hec!io  ¡jranJe  instancia  el  Hn- 
baxador  que  por  todo  el  día  se  lleuase  el  mesmo  ca- 
mino á  uista  de  tierra,  y  que  de  noche,  con  poca 
vela  (i),  á  la  mar,  por  el  mesmo  rrunbo  de  Susucste, 
boluiendo  luego  que  amaneciese  á  Ñor  Noroeste,  por 
no  apartarnos  de  la  costa,  que  es  lo  que  todos  los  bue- 
nos pilotos  de  esta  mon^ion  pequeña  amonestan  con 
tanto  cuydado.  Al  cabo  de  auer  dos  dias  naturales  na- 
uegado  á  Susueste  y  Sueste,  por  ser  el  viento  ya  Les 
Nordeste  se  puso  luego  del  Sur  derecho,  comentando 
blando,  pero  que  dentro  de  pocas  oras  vento  gallarda- 
mente, con  que  pudiéramos,  por  el  tienpo  que  duró, 
que  fueron  seis  dias,  ponernos  en  bastante  altura  para 
hallar  vientos  Noi  oestes  ó  colaterales  con  que  llegar 
en  pocos  dias  á  Goa;  pero  aunque  esto  se  le  aduirtío  y 
rrogo  al  piloto,  diziendole  que  aquel  viento  se  auia  de 
acabar  presto,  que  nos  aprovechásemos  del  por  el 
tienpo  que  durase  para  ponernos  en  mejor  parage,  no 
quiso,  como  honbre  bestial  y  obstinado,  sino  poner  la 
proa  en  Goa  por  Leste,  4  al  Nordeste,  confiado  en  que 
ansi  ganaria  mas  camino  Ileuando  derecho  viage,  no 


mbo  que  el  piloto  tomó  luego. 


-547- 

conofíendo  que  (!)  por  aquel  rrunbo,  como  se  auía 
visto  por  esperien^ia  muchas  vezes,  avia  de  descaer  á 
Sudueste  hazia  donde  las  aguas  corrían  con  grande 
inpetu.  Esto  se  vio  luego  otro  día,  hallándonos  quando 
se  tomó  el  sol  un  tercio  de  grado  mas  al  Sur  de  lo  que 
nos  auíamos  hallado  el  dia  de  antes,  y  en  los  dos  días 
adelante  menos  un  grado,  de  manera  que  sin  lo  que  se 
auia  descaydo  en  las  dos  sangraduras  á  Susueste  y  á 
Sueste  descaymos  agora  con  este  tan  buen  viento  un 
grado  y  un  tergio.  Y  aunque  euidentemente  se  conogia 
este  gran  hierro  del  piloto,  él  contumazmente  porfiaua 
por  lleuar  la  proa  que  antes,  aunque  en  los  tres  días 
adelante,  no  siendo  ya  el  viento  sur  tan  rrezio  se  des- 
cayo mucho  menos  por  crecer  y  ser  mayores  las  co- 
rrientes contra  el  viento  quanto  él  corría  con  mas  fu- 
ria. Paró  este  viento  al  cabo  de  los  dichos  seis  días 
poniéndose  de  Oes  Noroeste  y  auiendo  ya  caído  en 
parte  de  su  hierro  el  piloto  por  lo  mucho  que  avía 
descaydo^  nauegó  á  Nordeste  y  Nordeste,  4  al  Norte, 
con  bolinas  largas  y  grandíssímo  calor  de  día  y  de 
noche. 

A  4  por  la  mañana  se  descubrió  la  isla  de  ^acotora 
por  bonbordo  á  seis  leguas,  tierra  muy  alta  y  de  serra- 
nías como  la  costa  de  Arabia  dentro  del  estrecho  de 
Persia.  Corría  la  costa  que  se  descubrió  de  esta  isla, 
Sudueste  Noroeste,  y  aunque  se  navego  á  vista  della 
todo  el  dia,  por  ser  el  viento  muy  flaco  no  descubría- 
mos aun  la  parte  mas  septentrional  de  ella,  mas  de 
verse  quanto  mas  se  nauegaua  irse  leuantando  mas  las 
serranías  de  su  costa,  hasta  que  después  de  noche  se 
perdió  de  vista.  Tomóse  este  día  el  sol  en  12  grados  y 
un  tergio. 

A  5,  luego  que  amanesgío  paregio  la  mesma  costa  á 
la  mesma  distancia  que  se  auía  descubierto  el  día  antes, 


(i)    no  llevando  todo  el  viento  en  popa,  podía. 


—  55o  — 

de  Ormuz  en  demanda  de  Goa,  trayendo  el  mesmo 
rrunbo  de  Sueste  y  Sueste  4,  al  Sur  hazian  presto  y  fe- 
lice viage.  Pero  era  tanta  la  obstinación  de  este  bruta- 
lissimo  honbre  que  no  se  podia  (i)  encaminar  con  rra^ 
zon  alguna,  y  no  hallándose  en  la  caravela  marinero 
que  supiese  asistir  al  aguja  no  se  atreuia  el  Enbaxador 
mandar  governar  como  le  pares^ia.  Tomóse  el  vltimo 
dia  destos  el  sol  en  16  grados  menos  un  4. 

A  19,  continuando  el  mesmo  Oeste  en  popa  y  no 
viéndose  ni  auíendose  visto  en  más  de  nueue  ó  diez 
dias  señales  de  tierra,  persuadiéndose  todos  que  esta- 
uamos  muy  cerca  de  la  costa  de  la  India  y  casi  ya  con 
los  isleos  Quemados,  al  Enbaxador  le  pares^ió  lo  con- 
trario, afirmando  que  estauamos  muy  engolphados, 
aunque  no  tanto  como  después  pareció,  conociendo 
por  esto  que  las  señales  de  tierra  que  tantos  dias  antes 
se  auian  visto  eran  de  la  costa  de  Arabia.  Y  cobrando 
ya  con  la  perplexidad  y  confusión  del  piloto,  muchos, 
desconfianza  del  viage,  diziendo  unas  vezes  que  se  ha- 
llaua  120  y  otras  90  de  tierra,  y  temiendo  el  Enbaxa- 
dor el  invierno,  auiendo  el  año  pasado  entrado  casi  en 
aquel  mesmo  tienpo,  trataua  de  tomar  á  Bonbain  ó 
Dio,  ó  á  más  no  poder  á  Mazcate,  hallándose  con  man- 
tenimiento y  agua  en  la  caravela,  aunque  á  muchos 
marineros  le  faltaua  ya  para  más  de  dos  meses  sin  es- 
trechar la  rregla.  Y  rresoluiendose  de  lleuar  el  viage 
que  mejor  le  pares^iese,  mandó  governar  á  Nordeste  4, 
al  Norte  de  dia  y  de  noche  á  Les  Nordeste,  tomándose 
aqueste  dia  el  sol  en  casi  16  grados. 

A  20,  siendo  conjunción  de  luna,  al  mesmo  punto  v^al- 
mó  el  viento  y  se  estuuo  gran  parte  del  dia  y  casi  toda 
la  noche  en  calma,  no  pareciendo  ya  ningún  pescado, 
aunque  continuavan  cantidad  de  alcatrazes  y  rrabihor- 


( I )    meterle  en. 


—  55i  - 

cados  con  otros  paxaros  menores.  Tomóse  el  sol  en  16 
grados  y  un  tergio. 

A  21,  al  quarto  del  alúa  comento  á  ventar  un  poco 
de  Noroeste  que  poco  á  poco  fue  creciendo  hasta  que 
poco  después -de  medio  día  se  puso  de  Ñor  Noroeste, 
nauegandose  á  Leste,  4  á  Nordeste,  y  á  las  tres  de  la 
tarde  ventó  Norte,  4  á  Noroeste  rrefor9ado,  lleuandose 
el  mesmo  rrunbo;  tomóse  el  sol  en  16  grados  y  medio 
largos. 

A  22,  23, 24,  de  día  y  de  noche  el  mesmo  viento,  que 
por  ser  cada  dia  mas  se  nauegava  con  la  nao  tan  incli- 
nada de  stribordo  que  no  se  podía  estar  en  pie  en  la 
cámara,  ni  varanda,  admirados  todos,  no  solo  de  no 
ver  tierra,  pero  ni  señales  algunas  della,  velándose  de 
noche  con  mucho  cuydado  y  sondando  en  todos  los 
quartos  de  la  vela  para  hallaua  fondo,  y  no  hallándose 
con  muchas  bragas  no  paresgia  sino  que  la  tierra  de  la 
costa  de  la  India  huia  de  nosotros.  Y  por  que  se  tomó 
el  sol,  el  lunes  24,  en  casi  diez  y  siete  grados,  y  al  pi- 
loto, paresgiendole  que  acortaua  el  viage,  puso  la  proa 
á  Leste,  4  á  Sueste,  no  escarmentando  en  lo  que  antes 
tantas  vezes  auia  descaído  por  hazerse  tanto  á  la 
mar. 

A  25,  tomando  aun  mas  fuerza  el  viento,  que  era  casi 
Norte,  se  nauegaua  velogissimamente,  pero  tomándo- 
se el  sol  se  halló  aver  descaído  del  altura  del  dia  de 
antes  un  tercio  de  grado,  con  que  estando  ya  enfadado 
el  Enbaxador,  visto  el  mal  rrunbo  que  se  lleuava  man- 
dó governar  como  antes  á  Leste,  4  á  Nordeste,  echan- 
do ya  todos  de  ver  el  desatino  del  piloto,  y  aunque 
esto  era  mucho  para  sentir,  temíase  mucho  mas  del 
poco  lastre  y  mucho  balume  en  lo  alto  que  la  caravela 
lleuaua,  y  de  no  governar  el  timón  ni  poder  arribar 
quando  cargaua  mucho  el  viento. 

Y  para  ver  si  se  podia  rremediar  algo  de  esta  vltima 
y  mayor  falta  llamó  el  Enbaxador  al  maestre  y  carpin- 


--552  — 

tero  del  patage,  pero  ellos  dixeron  que  no  tenía  rreme- 
dio,  porque  lleuando  el  nauio^  siendo  tan  pequeño, 
tanto  costado  fuera  del  agua  como  una  gran  ñaue,  por 
faltalle  el  agua  y  tanto  mantenimiento  como  se  auia 
gastado  no  Uegaua  el  timón  á  la  hondura  del  mar  que 
era  menester,  y  ansi  no  podía  hazer  fuerza  para  gover- 
nar  bien.  Con  esto  se  lleuava  gran  rrecato,  y  con  tener 
los  marineros  las  escotas,  de  noche  particularmente, 
en  las  manos,  viniendo  entonces  mayores  rrefríegas  de 
viento  con  grandes  nublados  y  siendo  notablemente 
obscuras  las  noches  con  el  novilunio.  Y  aunque  pare- 
mia temeridad  no  amaynar  del  todo  las  velas  de  gauia, 
naucgando  derechamente  á  tierra,  suplíase  este  incon- 
veniente con  sondar  de  noche  muchas  vezes,  obligando 
el  Enbaxador  á  hazello  ansi  á  los  offigiales  de  la  nao, 
porque  se  temía  ya  mas  que  todo  faltar  el  tienpo  para 
llegar  á  Goa,  amenazando  visiblemente  el  invierno  con 
tanta  gerragion  y  viento,  aunque  no  u viesen  comenta- 
do los  Sures,  entre  nublados  se  tomó  el  sol  en  lo  que 
antes  a  dicho,  con  general  tristeza  de  todos  no  viendo 
señales  de  tierra. 

A  26,  Ñor  Noroeste  furioso,  desconfiados  de  poder 
llegar  á  Goa,  antes  de  enbestirnos  el  invierno,  comen- 
tando ya  á  lloviznar  desde  el  quarto  de  la  luna,  y  ansí 
trató  el  Enbaxador  con  alguno  de  los  offigiales  de  to- 
mar á  Bonbain  en  comengando  á  correr  el  Sur,  siendo 
el  tienpo  fresco;  de  manera  que  nadie  beuia  dos  vezes 
agua  cada  día  y  tan  gerrado  el  presente  que  no  se  pudo 
tomar  el  sol,  lleuando  el  mesmo  viage  Leste,  4  á  Nor- 
deste. A  media  noche  vino  rrepentinamente  un  tan 
gran  golpe  de  viento  con  gerragion  y  alguna  Uuuia, 
que  no  pudiendo  governar  arribando  el  timón,  ni  vi- 
niendo las  velas  tan  presto  abaxo,  la  caravela  estuuo 
casi  gogobrada,  dando  grandes  cruxidos  las  obras 
muertas,  despertando  con  sobresalto  de  perderse  los 
que  entonges  se  hallaron  dormidos. 


—  553  — 

JueueSy  á  27,  amanesgio  muy  obscuro  y  ^errado  el 
día,  lloviendo  ya  de  veras^  aunque  gerca  de  medio  dia, 
descubriéndose  un  poco  el  sol  se  tomó  en  17  grados 
menos  un  sesmo,  creciendo  el  viento  cada  vez  mas,  y 
con  verse  el  agua  del  mar  sin  señal  de  parecer  mas 
gruesa,  á  las  3  de  la  tarde  se  descubrieron  por  proa 
unos  como  rraQÍmos  blancos  y  amarillos  en  gran  can- 
tidad, como  los  que  se  crian  en  lo  alto  de  los  carrizos 
ó  cañas  del  panizo,  y  algunas  cascaras  ó  conchas  del- 
gadas de  xibia,  siendo  lo  uno  y  lo  otro  clara  demos- 
tragion  de  tierra,  paregiendole  á  algunos  que  se  estaría 
delia  pocas  mas  de  3o  leguas  Leste  Oeste  con  (^arapa- 
tan.  Cerró  la  noche  con  grandes  nublados  y  mayor 
viento  que  nunca,  governando  á  Leste  y  amainadas 
menos  de  una  braga  las  velas  de  gauia,  lleuando  sien- 
pre  ia  sonda  en  la  mano  y  nauegandose  ya  con  tor- 
menta, sigun  el  mucho  viento,  grandes  mares  y  gerra- 
(ion. 

Al  segundo  cuarto  no  se  hallo  fondo;  al  de  la  modo- 
rra se  tomó  en  60  bragas,  y  poco  antes  del  cuarto  del 
alúa  en  40,  y  poco  antes  de  amaneger  en  ¿5,  y  naue- 
gandose derechamente  á  tierra  se  descubrió,  aunque 
Uouiendo  y  con  gran  gerragion,  entre  Carapatan  y  los 
isleos  Quemados  en  ygual  distangia,  hallándonos  della 
seis  leguas;  tierra  alta  como  el  morro  del  Aguada  y 
Nuestra  Señora  del  Cabo. 

Viernes,  á  28,  descubierta,  aunque  de  tan  lexos,  la 
costa,  el  piloto  mandó  governar  Sueste,  y  viendo  el 
Enbaxador  que  el  viento  era  violentísimo  y  que  apar- 
tándonos de  la  costa  no  podría  esgarrar  tan  á  la  mar 
que  no  se  pudiese  tomar  la  barra  de  Goa,  mandó  que 
governasen  á  Les  Sueste  y  lleuando  el  viento  en  popa  ( i ) 
se  dexaron  muy  atrás,  antes  de  medio  dia,  los  Isleos 

(i)  y  siendOy  como  se  a  dicho  mucho  antes  de  medio  dia  se  de^ 
xar^n  atrás  los  isleos  Quemados. 


—  554  — 

quemados,  pasando  á  tres  ó  quatro  leguas  dellos.  Quan- 
to  más  entraua  el  día  tanto  era  mayor  el  viento^  pares- 
QÍendo  el  agua  del  mar  mucho  más  verde  y  oscura  que 
gerca  de  las  dos  costas  que  en  todas  las  navegaciones 
pasadas  se  avia  visto,  y  como  llegásemos  en  el  derecho 
de  banda  después  de  medio  dia  el  agua  iua  mudando 
color,  mostrándose  algo  blanca  como  quando  con  la 
del  mar  se  mezcla  agua  de  Uuuías,  conosgiendo  el  En- 
baxador  en  esto  que  era  entrado  el  invierno  en  la  tierra 
firme,  y  que  por  fuera  de  la  barra  rrebosaua  el  rio  de 
Pangín  las  Iluias  que  auia  rrecogido,  las  quales,  por  ser 
las  primeras  traían  consigo  mayor  turuia,  y  paresgien- 
dose  ya  claramente  el  morro  y  farol  de  la  barra  se  des- 
cubrió un  navio  al  pareger  muy  poco  fuera  de  la  boca 
della^  no  juzgando  nadie  al  principio  si  era  de  rremo  ó 
de  vela  de  gauia,  mas  de  que  de  ay  á  poco  se  rreconos- 
qió  que  estaua  amaynado  y  sigun  la  mucha  fuerga  del 
viento  no  paresgia  creyble  que  estuuiese  surto,  pero 
echándose  luego  de  ver  que  aunque  pequeño  tenia  sus 
quatro  mástiles  y  masteleos  y  que  podria  ser  de  cosarios 
de  Europa,  mandó  el  Enbaxador  que  sus  criados  y  ma- 
rineros tomasen  las  armas,  alistándose  quatro  piegas  de 
artillería,  no  pudiendo  servir  las  demás  por  averse  fe- 
rrado las  portíñolas  de  las  otras  por  los  grandes  mares, 
más  cargáronse  algunas  rroqueras  y  púsose  cantidad 
de  piedra  en  el  conves,  que  tirasen  á  mano  los  escla- 
uos.  En  esto  que  se  auia  llegado  casi  dos  leguas  de  la 
costa,  poco  antes  de  igualar  con  el  árbol  de  Chapora, 
tan  conocido  de  los  que  navegan  por  este  parage,  se 
rreconogió  ya  muy  gerca  el  nauio  que  mostrava  antes 
estar  arrimado  al  morro  de  la  barra,  hallarse  agora 
más  de  tres  leguas  della,  pasando  velogissimamente 
nuestra  caravela  á  únenos  de  600  pasos  del,  y  aunque 
estaua  amarrado  con  quatro  ancoras  se  sustentaua  con 
gran  trabaxo  por  ser  un  patage  muy  pequeño,  sospe- 
chando algunos  ser  de  algún  portugués  de  los  que  en 


-555- 

la  tierra  firme  asisten  llevando  mercadurías  contravan- 
do  al  mar  de  Persia,  ó  que  saliendo  de  Goa  para  algún 
lugar  del  Norte  y  no  pudiendo  navegar  contra  el  viento 
que  le  era  por  proa,  aguardase  que  ventase  el  Sur  para 
hazer  viage,  lo  qual  se  supo  después  en  Goa  ser  ansí, 
yendo  en  él  D.  Francisco  Manuel^  que  cntraua  á  seruir 
la  fortaleza  de  Chaul.  Con  auer  aclarado  más  el  dia,  el 
viento  cregia  de  manera  que  siendo  como  era  en  popa 
era  menester  meterse  mucho  á  tierra,  por  cargar  con 
demasiada  furia  y  que  no  nos  lleuase  á  la  mar,  de  ma- 
nera que  quando  llegamos  á  la  punta  del  morro  fué  al 
justo  lo  que  era  menester,  conforme  al  rrunbo  de  Les 
Sueste,  para  poder  entrar  en  la  barra,  lo  qual  no  fuera 
posible  si  se  uviera  nauegado  á  Sueste,  sino  que  vio- 
lentamente nos  uviera  el  viento  lleuado  muy  á  la  mar, 
no  siendo  los  marineros  tan  praticos  que  se  atrevieran 
entonces  á  tomar  los  isleos  de  Anjadiua,  que  era  el  so- 
corro que  entonces  se  podia  tener.  Como  auia  mares 
tan  gruesos  no  paregian  manchuas,  ni  almadias,  como 
suelen  salir  de  la  barra  luego  X{ue  alguna  nao  parcge 
gerca  dcste  puerto,  y  llegando  ya  á  quatrogientos  pa- 
sos de  la  boca  de  la  barra,  aunque  rronpia  el  mar  con 
grandes  espumas  por  todas  partes  salió  el  patrón  ma- 
yor de  la  rribera  en  vna  gran  manchua  bien  esquipada, 
y  en  otra  fuerte  almadia  los  pilotos  de  Pangin  praticos 
de  la  barra  y  vancos  que  ay  más  adentro  della,  creyen- 
do que  nuestra  caravela  fuese  alguna  de  las  naos  que 
faltauan  de  Portugal.  Entró  el  patrón  con  los  pilotos 
por  la  varanda  de  la  popa  y  preguntándoles  el  Enba- 
xador  si  la  boca  de  la  barra  y  vancos  avian  comenta- 
do á  cerrarse  (i),  les  rrespondieron  que  no  y  que  luego 
podia  pasar  el  vaneo  y  surgir  junto  á  Pangin,  y  ansise 
entró  por  la  boca  de  la  barra  tomadas  las  velas  de  ga- 


(i)    y  aviendo. 


~  556  - 

uia  y  geuadera.  Auia  determinado  el  Enbaxador,  antes 
que  el  patrón  y  pilotos  llegasen,  de  surgir  junto  al  fuer- 
te de  la  Aguada,  y  enbiando  luego  á  Pangin  por  los  pi- 
lotos, entrar  aquella  noche  con  la  creciente  de  la  marea 
si  el  banco  estuuiese  para  ello,  y  si  no  que  los  mesmos 
pilotos  lo  licuasen  á  Murmugon,  puerto  de  Goa  la  Vie- 
ja, de  la  otra  parte  de  Nuestra  Señora  del  Cabo;  pero 
yendo  el  patrón,  como  tan  gran  marinero,  muy  confia- 
do, mandó  alargar  la  vela  de  gavia  del  árbol  mayor 
para  que  la  caravela  arribase  más  fácilmente,  aunque 
á  los  pilotos  de  la  tierra  les  paresgia,  por  no  estar  en- 
tonces en  más  de  la  media  marea,  que  era  bien  surgir 
j anto  al  fuerte  y  que  hasta  estar  la  marea  llena,  que 
sería  á  las  seis  de  la  tarde,  no  se  pasase  el  vaneo.  Lle- 
gauase  ya  muy  cerca  de  su  entrada,  siendo  las  tres  de 
la  tarde,  quando  el  Enbaxador,  aunque  muysiguro  de 
que  pudiese  suceder  desastre,  le  enbió  por  dos  vezes 
muy  á  priesa  á  dezir  al  patrón  mayor  que  estuuiese 
aduertido  como  aquella  caravela  governaua  dificulto- 
samente á  bonbordo,  mayormente  con  tanto  viento 
como  entonces  se  lleuava;  pero  paresciendole  á  el  que 
auia  bastante  fondo  y  que  la  caravela  pescaua  poca 
agua,  ansi  él  como  los  pilotos  de  la  tierra  mandaron 
governar  á  bonbordo  para  tomar  más  por  derecho  la 
boca  del  canal,  mas  el  viento  cargó  tanto  en  la  vela  de 
gauia,  que  era  nueva  y  muy  grande,  que  aunque  el 
marinero  que  iua  al  timón  lo  cerró  del  todo  á  la  parte 
de  stribordo  para  que  arribase  á  la  vanda  contraria,  el 
timón  no  pudo  governar,  dando  todos  grandes  vozes 
que  arribase,  por  ver  que  iuan  á  envestir  en  el  banco, 
que  como  después  se  supo,  por  aquella  parte  avia  ya 
comencado  á  cerrarse.  Y  como  el  navio  fuese  sin  go- 
vierno,  con  la  furia  del  viento  que  lo  lleuava  dio  en  la 
punta  del  vaneo  en  i6  palmos  de  agua^  dando  un  gran- 
de estallido  el  timón,  que  fué  lo  primero  que  del  tocó, 
haziendose  pedacos  con  notable  rruido,  por  el  canon, 


-  557  — 

y  dando  luego  otro  gran  golpe  saltó  todo  el  timón  al 
mar,  tocando  al  momento  la  quilla  de  la  caravela  por 
ginco  ó  seis  vezes  con  tan  terribles  golpes  que  tenbla- 
uan,  parefiendo  deshazerse,  las  obras  muertas,  como 
sugede  en  los  edificios  en  tierra  quando  sobreviene  al- 
gún gran  terremoto.  Y  fué  de  manera  esto  que  el  árbol 
mayor  con  sus  antenas  y  velas  salió  de  su  lugar  inpe- 
lido  hazia  rriba  más  de  una  braga,  aunque  bolviendo  á 
caer  en  su  mesmo  asiento  como  estaua  antes.  Acudie- 
ron luego  los  offígíales  y  demás  marineros  á  dar  con  la 
vela  grande  y  vela  de  gauia,  abaxo,  cortando  con  ha- 
chas las  ostagas  con  que  se  caló,  y  vino  abaxo  la  ante- 
na, aunque  no  de  golpe,  de  manera  que  se  quebrase, 
ni  hiziese  más  daño  á  la  caravela,  por  rronperse  poco 
á  poco  las  cuerdas  con  que  la  vela  de  gauia  se  estendia 
y  ataua  en  la  antena  mayor.  Los  golpes  que  el  nauio 
dio  fueron  de  manera  que  el  Enbaxador  tuuo  por  gier- 
to  que  se  auia  abierto  del  todo,  y  auiendo  llamado 
muy  apriesa  para  mandar  que  no  baxase  nadie  á  la 
manchua  del  patrón  mayor,  que  todauia,  aunque  tur- 
bado del  caso  estaua  en  el  nauio,  llegó  uno  de  sus  cria- 
dos y  le  asió  'de  un  brago  diziendole  que  se  saluase 
antes  que  la  caravela  se  acabase  de  perder.  Salieron 
fuera  al  con  ves  y  por  estribordo  adonde  la  manchua 
estava;  el  Enbaxador  se  caló  en  ella  por  una  cuerda, 
hallando  alli  otro  criado  suyo  que  lo  rrecogió,  y  dizien- 
do  á  bozes  que  nadie  desanparase  el  nauio  porque  él  se 
hallaría  alli  gerca  para  saluar  á  los  que  no  supiesen 
nadar  si  se  acabase  de  abrir,  no  consintió  que  nadie 
mas  baxase  á  ella,  aunque  ya  el  capellán,  que  auia  sido 
frayle  francisco,  estaua  dentro  primero  que  nadie,  sien- 
do esto  á  menos  de  dozientos  pasos  de  tierra  adonde 
los  más  pudieran  escapar  del  naufragio.  En  el  mesmo 
tienpo  se  uió  nadar  el  nauio  ya  dentro  del  canal  del 
banco,  y  con  faltalle  el  timón,  la  marea,  que  todavia 
cregia,  lo  iua  licuando  y  sacando  de  aquel  peligro  con 


-558- 

ayuda  de  un  cabo  que  la  manchua  le  aula  dado,  y  di- 
ziendo  algunos  desde  arriba  como  no  solo  no  se  auia 
abierto  (i),  pero  que  ninguna  agua  hazia,  pares9Íó  cuí- 
dente milagro  lo  uno  y  lo  otro.  Auia  caydo  A  la  mar  en 
medio  de  este  alboroto  Francisco  Díaz,  maestre  de  la 
caravela,  por  cortar  un  cabo  de  la  vela  de  gauia,  que 
auicndo  venido  abaxo  colgaua  por  stribordo  hasta 
arrastrar  por  el  mar,  y  aunque  marinero  de  muchos 
años,  como  no  supiese  nadar  se  ahogara  si  de  la  man- 
chua no  le  socorrieran,  y  sin  mas  peligro  que  este  el 
nauio  salió  libre  del  canal  del  baxo  y  surgió  en  el  Po- 
zo, lugar  siguro  junto  al  mesm-j  baxo,  con  dos  ancoras 
hasta  la  marea  de  la  noche,  que  se  lleuase  de  alli  á 
Pangin.  El  Enbaxador,  viendo  el  nauio  siguro,  con  so- 
los aquellos  dos  criados  se  fué  aquella  tarde  al  colegio 
de  los  Reyes,  que  estaua  gerca,  mandando  primero  que 
por  la  varanda  de  la  caravela  baxasen  un  escritorio  en 
que  tenia  sus  papeles  y  un  cscbuillo  canari  que  le  ser- 
uia  de  mogo  de  rretrete,  y  que  por  ninj^tin  caso  los  Je- 
mas criados  dexasen  el  nauio  hasta  que  él  se  lo  orde- 
nase, no  auiendo  consentido  antes,  quando  se  entendió 
que  la  caravela  se  perdia,  que  se  saluase  cosa  alguna 
de  las  que  lleuaua  consigo.  En  el  colegio  de  los  Reyes 
estuuo  el  Enbaxador  dos  días  y  después  se  pasó  á  una 
casa  de  D.  Gerónimo  de  Siluera,  en  la  mesma  Isla  de 
Bardes,  frontero  el  rio,  en  medio  de  Pangin,  á  donde 
mandó  desenbarcar  de  la  caravela  su  rropa  y  criados, 
auiendose  ya  desde  la  mesma  noche  que  sucedió  alca- 
so  rreferido  ancorandose  (2)  en  lugar  siguro  entre  las 
casas  de  Pangin  y  en  las  que  el  Enbaxador  se  auia 
pasado. 

Fue  tan  al  justo  llegar  agora,  primero  que  el  invier- 
no envistiese,  que  luego  otro  dia  comenzó  á  llover  y 

(1)    ¡a  caravela. 
(a)    (/  navio. 


-559- 

aunque  corria  el  mesmo  Noro,  este  era  furíosissimo^ 
teniendo  ya  casi  cerrado  ei  Vaneo.  Y  continuando  con 
mas  fuerga  los  otros  dos  dias  de  Mayo  siguientes,  pri- 
mero de  Junio,  á  medio  dia,  a  viendo  llovido  con  gran 
^erragion  desde  la  noche  antes  se  puso  el  viento  del 
Sur,  comentando  tan  grande  aguacero  con  terribles 
truenos  dos  oras  antes  de  anochecer,  que  semejante 
tempestad  no, se  avia  visto  en  muchos  años  en  la  India. 
Continuó  esta  tormenta  toda  la  noche,  y  aunque  des- 
pués de  ser  de  dia  no  paremia  tan  grande,  fue  de  mane- 
ra que  la  nao  Capitana  que  de  Monba^a  avia  salido  por 
los  primeros  de  iMargo,  llegó  este  dia  por  la  mañana 
entre  Banda  y  el  árbol  de  Chaphora,  quatro  ó  cinco  le- 
guas á  la  mar^  y  no  atreviéndose  á  tomar  el  puerto  de 
Goa  la  vieja  y  porque  la  barra  del  aguada  estaua  ya 
del  todo  perrada,  boluio  atrás  á  invernar  en  Bonbain, 
adonde  llegó  con  mucho  trabaxo;  dentro  de  pocos  dias 
se  pasó  el  Enbaxador  á  la  calle  de  San  Blas,  adelante 
de  Sancta  Luzia,  en  unas  buenas  casas  casi  fuera  de  la 
(iudad,  hallándose  poco  menos  infecta  de  las  calentu- 
ras malignas  que  en  el  año  pasado. 

Ningún  género  de  cumplimiento  ni  otro  socorro  al- 
guno halló  el  Enbaxador  en  el  Governador,  ni  en  los 
demás  ministros  de  la  India^  antes  luego  le  tomaron  la 
caravela,  que  por  rrazon  de  auer  gastado  en  ella  tanto 
que  fue  casi  labralla  del  todo,  se  le  deuia,  quando  no 
fuera  sobre  la  calamidad  de  su  arribada;  pero  él  disi- 
muló todo  esto  sin  mostrar  que  lo  sentia,  no  queriendo 
pedir  nada  á  cuenta  de  su  sueldo  con  auerlo  tanto  me- 
nester, por  estar  gierto  que  no  auian  de  hazello.  Fue 
el  invierno  tan  lluuioso  ó  mas  que  el  pasado,  pero  mu- 
cho mas  fresco,  de  manera  que  se  podia  dormir  con 
rropa  en  la  cama,  aunque  esta  no  era  mas  que  una  del- 
gada colcha,  y  aunque  cada  dia  morian  muchos  en  la 
§iudad,  desde  mediado  Agosto  se  conogió  notable  de- 
clinación en  las  ñebres,  gastada  ya  la  mas  de  su  malicia. 


-56o- 

A  22 de  Agosto, domingo, á  lastres  después  de  me- 
dio día,  estando  el  Enbaxador  rreposando  en  su  cama 
despertó  al  rruido  de  un  grandissimo  trueno  continua- 
do por  algún  espacio  de  la  manera  que  es  el  trueno  de 
un  rrayo  quando  cae  muy  ^erca,  sucediendo  entonces 
tan  horrible  tenblor  que  toda  la  casa  páresela  venir 
abaxo,  entrando  por  las  ventanas  y  cayendo  de  los  te- 
chos cantidad  de  tierra  con  yrandi;  inpetu.  Entraron 
algunos  criados  espantados  sin  saber  la  causa  de  tan 
extraordinario  rrumor,  á  quien  el  Enbaxador  preguntó 
si  auia  caydo  ^;erca  algún  rrayo,  y  rrespondiendoles 
que  no,  por  estar  aquel  dia  el  cíelo  claro  y  con  pocas 
nuues,  rrepenti  ñamen  te  se  cubrió  el  aire  de  una  muy 
grande  obscuridad,  y  mirando  desde  una  ventana  lo 
que  era  se  vio  una  grandissima  y  espesa  nuve  de  humo 
y  poluo  que  el  viento,  que  era  Oes  Sudeste,  traia  desde 
aquella  parte  do  la  giudad  adonde  está  el  convento  de 
Sancto  Domingo  y  plaqa  del  Manduin.  Con  las  quales 
señales  luego  conoció  el  Enbaxador  aucrsc  prendido 
fuego  la  casa  de  la  pólvora  que  está  sobre  el  mesmo 
Manduin,  y  arruinados*;  los  edificios  cercanos;  y  como 
fuesen  muchos  corriendo  á  saber  el  caso  y  el  daño  que 
se  uviese  rresíjlbido,  se  comentaron  á  oir  grandes  bo- 
zes,  aunque  muy  de  lexos  y  con  un  confuso  rruido, 
viniendo  de  ay  á  poco  espacio  muchos  negros  y  otra 
gente  natural,  honbres  y  mugeres,  huyendo  y  gritan- 
do que  la  ijiudad  quedaba  asolada.  Pero  como  después 
con  mas  certeza  se  supo,  la  causa  de  tan  gran -desor- 
den fue  que  auiendo  mandado  el  governador  que  aquel 
dia  se  sacase  alguna  poluora  á  enjugar,  auiendo  sol  y 
el  tiempo  sereno,  en  lo  alto  de  un  torreón  en  que  la 
munición  se  guardaua,  no  hallándose  el  administrador 
de  la  poluora  presente,  ni  otra  persona  de  rrazon,  más 
de  los  esclauos  que  trabaxauan  en  hazella,  uno  dellos, 
como  lo  tenían  todos  de  costunbre,  se  puso  junto  á  la 
pólvora  á  tomar  el  humo  del  tabaco,  de  donde  saltando 


~56i  - 

una  chispa  y  pegándose  fuego  á  la  poluora  que  estaua 
en  el  suelo  alto  del  torreón,  se  quemón  levantando  una 
gran  llama  aunque  con  poco  estruendo,  bolando  al  ne- 
gro y  á  otros  dos  ó  tres  que  con  él  estauan.  Los  demás, 
que  se  hallaron  algo  apartados,  con  las  primeras  lla- 
mas que  se  leuantaron  dieron  á  huir^  temiendo  lo  que 
fue^  por  la  casa  de  la  poluora,  hasta  salir  á  la  plaga  y 
terrero  de  la  casa  de  los  Virreyes,  librándose  del  peli- 
gro al  tienpo  que  el  torreón  rrebentó.  Porque  auien- 
dose  quedado  la  puerta  del  almazen  abierta,  que  era  en 
la  parte  baxade  la  mesma  torre^  alguna  poca  poluora 
que  desde  alli  hasta  lo  alto  se  auia  derramado  quando 
prendió  fuego  en  la  demás,  se  fue  prendiendo  también 
en  ella  hasta  llegar  á  la  munigionpor  la  mesma  puerta 
como  si  de  proposito  se  uviese  puesto  ansi  para  geuar 
alguna  mina.  Y  como  estuuiesen  alli  dozientos  y  cin- 
quenta  quintales  de  pv^luora  en  barriles,  tomando  rre- 
pentinamente  fuego  toda  ella  arrancó  desde  los  mas 
baxos  pimientos  todo  el  torreón  y  aposentos  mas  cer- 
canos, y  con  horrendo  estranpido  y  furia  increible  lo 
bolo  todo  por  el  ayre,  rronpiendo  la  mayor  fuerga  del 
fuego  hazia  la  plaga  del  Manduin  y  puerta  del  peso  y 
alfandiga.  Está  siempre  esta  plaga  muy  llena  de  gente  y 
mayormente  de  los  naturales  de  la  isla,  cristianos  y 
gentiles;  gran  cantidad  de  esclavos  de  toda  suerte, 
honbres  y  mugeres ,  gran  parte  de  los  quales  venden 
pescado,  fruta  y  legumbres,  y  ansi  es  aqui  la  mayor 
frequengia  de  esta  gente  menuda  y  pobre,  siendo  esta 
su  lonja  y  mayor  contratación,  acudiendo  tanbien  mu- 
cha de  la  gente  de  mar,  por  estar  la  playa  gerca,  para 
conprar  el  dicho  mantenimiento,  vasos  de  barro  y  ma- 
dera que  se  venden  en  la  calle  que  por  salir  de  la  mes- 
ma plaga  se  llama  tanbien  del  Manduin.  La  terrible 
rruina  que  bolo,  de  infinitas  piedras,  hizo  pedagos  en 
un  momento  casi  todos  los  que  en  la  plaga  y  principio 
de  esta  calle  halló,  siendo  muy  pocos  ó  ningunos  los 

36 


-  56a  - 

que  se  saluaron,  arruinándose  todas  las  casas  cercanas 
á  la  plaqa  como  se  va  á  Sánete  Domingo,  sepultando 
en  si  á  los  moradores  y  á  los  demás  que  se  quisieron 
rreparar  en  ellas  lu°go  que  vieron  leuantar  la  primera 
llama  de  la  poluora  de  sobre  la  torre  (i)  quando  se 
prendió  el  fuego.  Y  aunque  fuera  de  la  gente  que  aquí 
[se]  halló  fueron  pocos  los  que  murieron  en  otras  par- 
tes, pero  las  casas  de  los  vezinos  portugueses  de  todo 
aquel  contorno,  mayormente  en  las  que  miran  á  Sáne- 
lo Domingo  y  por  una  parte  y  pur  otra  al  Manduin, 
rregibieron  gran  daño,  cayendo  demás  de  todos  los  te- 
chos algunas  paredes,  no  obstante  que  eran  gruesas  y 
labradas  de  piedra  quadrada,  porque  era  tanta  la  furia 
de  las  piedras  que  bolaban  de  traucs,  que  pasauan  una 
y  dos  paredes  de  claro  y  se  metían  v  enbeuian  en  las 
que  adelante  hallauan.  Las  piedras  y  maderos  que  bo- 
lauan  ha^ia  rriba,  en  partes  mucho  mas  lexos  hizieron 
notable  daño  derribando  los  techos  (2)  y  suelos  altos 
de  las  casas,  muriendo  pocos  en  estas  y  entre  ellos  al- 
gunos portugueses  y  llegando  algunas  de  estas  piedras 
á  hazer  daño  á  mas  de  medía  legua  de  distancia,  y 
otras  muchas  llegaron  á  caer  bien  adentro  de  la  tierra 
firme,  y  por  otra  parte  al  sitio  de  Nuestra  Señora  de  la 
Merced.  La  casa  adonde  e!  Enbaxador  posaua,  aunque 
era  nueua  y  fuerte  y  estaua  mas  de  mil  pasos  de  la  mu- 
nición que  se  quemó,  tenbló  de  manera  que  dus  muy 
fuertes  cerraduras  de  las  puertas  de  su  rrecamara  y  de 
otro  aposento  saltaron  fuera,  arronjando  tanbien  y 
arrancando  con  sus  rrai<;es  una  higuera  de  la  India  que 
con  otras  auia  en  un  jardín,  sin  hazer  daño  en  las  de- 
mas.  El  convento  de  Santo  Domingo,  aunque  nadie 
murió  en  él,  quedó  con  los  techos  muy  arruinados, 
quebradas  puertas  y  ventanas  y  atormentada  la  pared 


(i)    luego. 
{3)    y  doblados. 


-563-^ 

que  hace  perspectiva  y  por  donde  se  entra  á  la  yglesia^ 
de  las  grandes  piedras  que  en  ella  dieron^  auiendo  an- 
tes traspasado  las  de  las  casas  fronteras  que  le  hizieron 
defensa.  Fuera  muy  mayor  el  eátrago  si  el  caso  suce- 
diera en  dia  que  no  fuera  feriado,  como  en  este,  que 
fue  domingo,  porque  entonces  demás  de  hallarse  inñ- 
nita  gente  en  el  peso  y  albóndiga,  ansi  de  portugueses, 
como  contratradores  gentiles  y  moros,  es  mucha  mayor 
la  frequen^ia  en  la  plaga  y  calle  del  Manduin;  y  con 
todo  el  menor  numero  que  ponen  de  los  que  murieron 
es  de  quatrogientas  á  quinientas  personas.  La  casa  de 
la  poluora,  con  estar  tan  vezina,  fuera  de  los  techos  y 
algunas  paredes  gercanas,  lo  demás  quedo  en  pie,  con 
muerte  de  seis  ó  siete  esclauos  y  dos  muías;  pero  en  la 
plaga  de  los  Virreyes  no  quedó  ventana  que  no  se  hi- 
ziese  pedagos,  cayendo  tanbien  algunos  techos,  suce- 
diendo lo  mesmo  en  otras  mas  distantes.  Acaescio  este 
dia,  entre  otros  casos,  uno  muy  notable,  y  fue  que  es- 
tando algunos  antes  enferma  de  una  ñebre  maligna  y 
muy  delirante  Doña  (i)  Leonor  Tenrreyro,  muger  de 
Don  Lope  de  Almeyda,  capitán  de  la  fortaleza  de  Ra- 
chel,  que  entonges  moraua  frontero  de  Sancto  Domin- 
go, poco  antes  de  medio  dia  comengo  esta  señora  á 
dar  grandes  bozes  á  sus  esclauas,  digiendoles  que  la 
sacasen  luego  de  aquel  aposento.  Pero  como  creyesen 
todas  que  la  violencia  del  mal  la  tuuiese  fuera  de  si, 
como  á  la  verdad  lo  estaua,  no  hizieron  caso  de  lo  que 
les  dezia,  hasta  que  tanto  insistió  y  gritó,  que  su  mari- 
do y  un  ermano  suyo  la  sacaron  á  una  sala  mas  afuera, 
con  que  quedó  con  mas  quietud  que  antes.  Y  como  de 
ay  á  menos  de  tres  oras  sobreviniese  el  gran  fracasso 
que  se  a  dicho,  una  gran  piedra  vino  de  lo  alto  á  plomo 
y  dando  en  lo  alto  del  aposento  en  que  antes  estaua  la 
enferma  y  hundiendo  con  terrible  rruina  el  techo  y  el 

(i)    Mana. 


-564- 

suelo  abaxo  adonde  tenia  su  cama,  el  rresto  de  la  casa 
estuuo  para  venir  abaxo,  quedando  sin  tejados  y  las 
paredes  hendidas,  y  sucediendo  tanbien  con  el  rrepen- 
tino  alboroto  del  gran  tenblor  y  rruina,  que  esta  enfer- 
ma, aunque  ya  deplorada,  cobró  desde  luego  conocida 
mejoría  y  en  pocos  dias  luego  entera  salud. 


CAPÍTULO  IV 


Nuevos  disgustos  de  D.  García  de  Silva.— Refiérese  la  guerra  de 

Ormuz. 


Desde  luego  como  entró  el  mes  siguiente  de  Septíen- 
bre  se  esperaua  con  general  deseo  de  todos  armada  de 
Portugal  y  Virrey  en  ella,  pidiéndolo  ansí  la  necesidad 
vrgente  que  auia  de  gouierno,  ansi  para  las  cosas  de  la 
paz  como  de  guerra,  pero  sucedió  que  solo  un  galeón 
pequeño  llegó  por  los  vltimos  del  dicho  mes  y  por  ca- 
pitán del  Luis  de  Mora  Rolin,  el  qual  dixo  que  venia 
por  Virrey  Don  Alonso  Noroña  con  ginco  naos  y  seis 
galeones,  y  que  él  se  auia  apartado,  con  fortuna,  luego 
como  el  Virrey  salió  de  la  barra  de  Lisboa,  el  qual  con 
la  armada  toda,  fuera  el  dicho  galeón,  auia  buelto  á 
entrarse  en  el  puerto;  pero  que  tenia  por  qierto  que 
bolueria  luego  á  hazer  viage  y  dentro  de  pocos  dias 
llegaria  á  la  India.  Esta  buena  nueva  se  aguó  con  las 
malas  que  dio  de  la  salud  de  Su  Magestad,  diziendo 
como  qucdaua  en  lo  vltimo  de  su  vida,  conque  puso  á 
muchos  en  gran  cuydado  por  hallarse  la  India  en  tan 
mal  estado  que  qualquiera  alteración  y  ocupación  en 
España  la  auia  de  poner  en  mucho  peligro.  Estuuose 
aguardando  la  venida  del  Virrey,  como  cosa  tan  ne^e- 


—  565  — 

saria,  los  meses  de  Octubre  y  Novienbre,  y  pasado 
este  tienpo  se  comento  á  desconfiar  della  y  luego  pocos 
días  adelante  tenerse  por  deplorada  su  venida,  ó  por 
no  auer  tenido  tienpo  de  salir  del  rio  de  Lisboa,  ó  auer 
buelto  á  arribar,  y  esto  vltimo  no  parescia  creible, 
aunque  fue  lo  mas  gierto,  arribando  tantas  velas  sin 
pasar  alguna  á  la  India,  mayormente  auiendo  en  ellas 
tantos  galeones  que  como  nauios  mas  ligeros  pudiera 
alguno  dellos,  aunque  tan  tarde,  auer  llegado  á  Goa. 
El  Enbaxador,  que  auiendo  arribado  como  atrás  se  a 
dicho,  deseaua  sumamente  la  venida  del  Virrey  para 
que  le  acomodase  de  enbarcagion,  se  auia  prevenido  de 
lo  necesario  para  el  viage  con  particular  cuydado,  y 
visto  que  se  iua  gastando  el  tienpo  boluio  á  hazer  dili- 
gencia por  medio  del  secretario  del  Estado  con  el  go- 
uernador,  para  que  se  le  diese  enbarcaqion  en  otra  nao 
nueua  que  se  auia  acabado  aquellos  dias  en  Pangin; 
pero  auiendose  vendido  el  gasajado  del  capitán  por  or- 
den del  mesmo  gouernador  á  otras  personas,  y  no  que- 
riéndole acomodar  si  no  en  un  mal  camarote,  fue  me- 
nester escreuir  el  Enbaxador  á  Ñuño  Aluarez  Botello, 
capitán  de  una  nao  que  el  año  pasado  no  auia  podido 
pasar  de  IVIonbaga  y  después  auia  invernado  en  Bon- 
bain,  adonde  todavia  estava,  para  que  por  el  pregio 
que  le  paresgiese  le  diese  la  mitad  de  la  popa  y  baran- 
da. A  esto,  aunque  la  intención  del  dicho  capitán  deuia 
ser  buena  no  le  rrespondio,  ni  sus  agentes  que  estauan 
en  Goa,  aunque  tenian  orden  de  vender  los  gasajados 
de  su  nao,  no  obstante  que  tanbien  se  hizo  de  parte  del 
Enbaxador  la  misma  diligencia;  visto  que  el  capitán  no 
le  rrespondia  con  sus  agentes,  los  quales  rrcmitieron  la 
conclusión  del  caso  para  quando  el  dicho  Ñuño  Alua- 
rez viniese,  diziendo  que  seria  quinze  dias  antes  de  Na- 
uidad,  siendo  entonces  por  los  primeros  de  Dizienbre. 
Detuuose,  no  se  sabe  porqué  causa,  en  Bonbain,  el  ca- 
pitán, aunque  tenia  aderezada  su  nao,  hasta  principio 


—  566  — 

de  Enero  de  1622,  hallándose  el  Enbaxador  desconfia- 
do ya  de  tener  en  que  enbarcarse,  viendo  cada  dia  ma- 
yores inpedimentos  en  lo  que  pares§ia  que  no  podia 
auer  alguno,  pues  los  ministros  de  Su  Magestad  que 
tenían  obligación  de  acomodalle  de  conpetente  enbar- 
cagion  y  lo  que  para  ella  fuese  menester,  no  solo  no  lo 
hazian,  pero  ni  aun  era  preferido  para  que  en  alguna 
de  aquellas  dos  naos,  buscando  él  el  precio  y  pagándo- 
lo, la  tuuiese  cierta,  antes  se  daua  á  otros.  Y  lo  que  á 
todos  parecerá  del  todo  increíble,  aunque  afirmado  de 
personas  fidedignas,  se  hizieron  diligencias  para  que  el 
Enbaxador  no  tuuiese  comodidad  de  enbarcarse,  lo 
qual  quando  no  fuese  ansí  se  podría  buenamente  infe- 
rir de  lo  que  se  a  dicho.  Sintió  esta  mala  corresponden- 
cia de  manera  el  Enbaxador,  que  le  apocó  y  estrechó 
mucho  la  salud,  hallándose  con  menos  cada  dia,  sin 
parecer  ser  posible  enbarcarse  aun  con  mas  regalo  y 
comodidad,  aunque  llegado  Ñuño  Aluarez,  de  Bon- 
bain,  le  offregio  en  su  nao  lo  que  antes  dos  meses  y 
mas  le  auia  pedido,  pero  ya  á  tienpo  que  sus  agentes 
no  auian  podido  vender  sus  gasajados  aunque  los  offre- 
Cieron  á  diuersas  personas.  Con  todo,  sin  mirar  en 
scrupulos,  el  Enbaxador  se  rresolvióá  enbarcarse,  ha- 
llándose del  todo  aprestado,  como  las  naos  pudiesen 
salir  á  hazer  viage  hasta  mediado  Hebrero;  mas  luego 
comencó  á  correr  entre  la  gente  de  mar  de  la  nao  de 
Ñuño  Aluarez  una  boz  que  aunque  dizen  que  fue  a 
caso,  oíros  creyeron  que  fuese  de  industria,  que  no  se 
comencando  el  viage  por  fuera  de  la  isla  de  San  Lo- 
renco  tenprano,  era  mas  siguro  hazello  muy  tarde,  y 
esto  fue  creciendo  de  manera  que  el  mesmo  capitán, 
con  saberse  ya  que  no  podian  las  naos  salir  hasta  en 
fin  de  Hebrero,  se  aclaró  diziendo  que  avia  de  parar  en 
la  Isla  de  Sancta  Elena  vn  mes  por  llegará  Lisboa  cerca 
de  Nauidad,  siendo  esto  lo  mas  siguro,  ansí  para  con- 
tra el  tienpo,  co[moJ  contra,  los  cosarios.  Acabó  con 


-567- 

tal  rresolugion  de  perder  el  Enbaxador  la  pagiengía,  no 
atreuiendose  á  andar  enbarcado  tanto  tienpo,  quando 
no  uviera  otros  inconvenientes,  y  ansi,  dando  ligengia 
para  que  se  enbarcasen  algunos  criados  se  quedó  hasta 
que  Dios  dispusiese  otra  cosa.  Las  naos,  no  auiendose 
aprestado  antes,  no  se  pudieron  hazer  á  la  vela  hasta 
primeros  de  Margo. 

Dos  dias  después  de  la  partida  de  las  naos  llegó  una 
íusta  de  Ormuz,  dando  por  nueua  de  cómo  la  fortaleza 
que  Ruy  Fleire  de  Andrada  auia  hecho  en  la  isla  de 
Queyxome  quedaua  sitiada  de  la  gente  de  guerra  que 
avia  enbiado  el  gouernador  de  Lara,  y  por  mar  de  seis 
naos  inglesas,  y  que  los  soldados  portugueses  que  en 
la  dicha  fortaleza  auia,  contra  la  voluntad  del  mesmo 
Ruy  Fleire  tratauan  de  rrendirse.  Y  por  que  es  bien 
que  se  entienda  el  pringipio  y  causa  desta  guerra,  pues 
en  ella  se  perdieron  la  giudad  y  fortaleza  de  Ormuz  y 
la  esperanga  de  poderse  jamas  cobrar,  se  haze  aqui 
este  breve  y  confuso  epilogo  de  lo  que  en  este  caso  su- 
gedió,  pidiéndolo  ansi  esta  rrelagion  y  comentarios  de 
la  enbaxada  con  que  fue  el  Enbaxador  á  Persia. 

Largamente  queda  dicho  atrás  con  quanta  anbigion 
quiso  el  rey  de  Persia  rretener  lo  que  avia  ocupado  del 
reyno  de  Ormuz,  no  solo  la  isla  de  Baharen  y  tierra 
firme  del  Mogostan,  pero  tanbien  la  fortaleza  del  Ban- 
del  y  isla  de  Queixome  que  vltimamente  tomó  después 
de  llegado  el  Enbaxador  á  la  India,  de  España,  por  el 
fin  del  año  de  mil  y  seisgientos  y  catorze  (i).  Tanbien 
se  trató  de  la  enbiada  de  Don  Roberto  á  España,  no 
tanto  por  clegion  del  rey  de  Persia  como  particular 
pretensión  suya,  fomentando  su  ida  los  padres  carme- 
litas rresidentes  en  Spahan  y  Don  Luis  de  Gama  capi- 
tán de  Ormuz,  por  las  causas  que  tanbien  entonges  se 
escriuieron,  y  como  muy  fauoresgido  de  los  ministros 


(i)    como  largamente  queda  dicho. 


—  568- 

de  la  India  se  enbarcó  en  Goa  para  España  en  conpa- 
ñía  de  fray  Redempto  de  la  Cruz,  carmelita,  que  desde 
Spaham  vino  con  él  como  coadjutor  de  la  enbaxada 
por  el  principio  del  año  de  617,  antes  que  el  Enbaxador 
partíesp  para  Ormuz.  Y  porque  ansímesmo  queda  di- 
cho las  aduerten^ias  que  el  Enbaxador  escríuio  á  Su 
Magestad  sobre  la  buelta  de  este  honbre  á  España, 
para  que  se  guardasen  alia  de  sus  adbitrios,  pues  ya 
era  conogido,  no  se  buelven  aquí  á  rreferir,  sino  dezir 
que  la  negogiagion  del  frayle,  fauoresgída  de  algunos, 
pudo  tanto  que  no  obstante  que  Don  Roberto  fue  de- 
tenido muchos  dias  en  Lisboa,  y  después  vna  jornada 
antes  de  llegar  á  Madrid,  fue  admitido  en  aquella  cor- 
te y  rregibidos  sus  adbitrios  de  manera,  que  con  ser 
esengial  y  aparentemente,  no  solo  vanos,  sino  perni- 
giosos,  se  pusieron  en  execugion.  Para  esto  se  acordó 
que  Ruy  Fleire  de  Andrada,  que  el  año  antes  auia  ido 
Je  la  India,  viniese  con  quatro  galeones  para  andar  de 
armada  á  la  boca  del  mar  Roxo^  siendo  este  uno  de  sus 
principales  adbitrios,  llegando  primero  á  Ormuz  para 
asentar  los  tocantes  al  trato  de  la  seda  de  Persia  para 
España,  y  rrestitugion  del  fuerte  del  Bandel  y  isla  de 
Queyxome,  con  la  demolición  de  la  fortaleza  que  en  la 
mesma  tierra  del  Bandel  los  persianos  auian  fabricado, 
auiendolo  oflregido  ansi  Don  Roberto  en  nonbre  del 
rey  de  Persia.  Boluio  el  fray  Redenpto  de  la  Cruz  en 
los  galeones  con  Ruy  Fleire  para  execugion  de  los  di- 
chos adbitrios,  y  quedándose  el  Don  Roberto  en  Ma- 
drid sin  querer  boluer  á  Persia,  diziendo  que  se  queda- 
ua  para  concluir  lo  que  rresultase  quando  nagiese  al- 
guna diferengia  en  lo  que  se  Ueuava  tratado,  cosa  con 
que  todos  pudieran  desengañarse  de  sus  enbustes  aun 
quando  no  uvieran  sido  antes  tan  conogidos  si  la  falsa 
persuasión  ó  vehemente  pasión  no  uviera  preuaiesgido 
mas  que  la  rrazon  en  este  caso.  Murió  en  el  viage  fray 
Redenpto  antes  de  llegar  Ruy  Fleyre  á  Monbaga.   Y 


—  569  — 

aunque  este  rreligioso  era  de  vida  inculpable,  tratando 
negocios  tan  ágenos  de  su  profession  causo  después, 
no  por  maligia,  sino  por  inprudengia  suya,  la  calami- 
tosa eversión  de  lagiudad  de  Ormuz  y  pérdida  de  aque- 
lla fortaleza  con  tan  notable  infamia  de  los  que  en  ella 
se  hallaron  para  su  defensa.  Auia  muchas  vezes  auisa- 
do  el  Enbaxador  á  Su  xMagestad  escriuiendole  desde 
Ormuz  y  después  de  Persia,  el  conocido  peligro  en  que 
ansi  la  ^iudad  como  la  fortaleza  estaua  de  caer  en  las 
manos  de  los  persianos,  y  que  particularmente  la  giu- 
dad  se  auia  de  perder  y  ser  saqueada  el  primero  dia 
que  los  enemigos  entrasen  en  la  isla,  como  muy  exten- 
samente atrás  queda  ya  dicho,  lo  qual  fácilmente  se 
conogia,  no  tanto  por  ser  la  ^iudad  abierta  y  la  forta- 
leza muy  débil  y  sin  placa  bastante  aun  para  mucha 
menos  gente,  como  por  la  mala  dispusigion  de  sus  de- 
fensores, faltándoles,  no  solo  rresolugion  y  animo*para 
lo  que  en  casos  semejantes  es  menester  que  aya,  pero 
tanbíen  careciendo  los  capitanes  qfi^en  aquella  forta- 
leza trienalmente  sugedian,  de  toda  pratica  y  esperien- 
qia  de  guerra,  sin  auer  ingeniero  ni  artillero  alguno  sino 
vn  viejo  y  muy  enfermo,  el  qual  no  sabia  su  offigio.  Y 
aunque  en  el  verano  que  el  Enbaxador  pasó  en  Ormuz 
el  año  de  1617  antes  de  pasar  á  Persia,  vista  la  mala 
forma  de  la  fortaleza  con  tantos  defectos,  mayormente 
siendo  la  muralla  muy  alta  y  el  fosso  muy  giego,  con 
menos  de  seis  pies  de  hondo,  le  aduirtio  muchas  vezes 
á  Don  Luis  de  Gama  que  entonces  estaua  por  capitán, 
que  quando  se  viese  en  alguna  necesidad  de  sitio  era 
forzoso  veinte  ó  treinta  passos  fuera  del  fosso  abrir 
otro  con  sus  traueres  y  rresaltos  de  mar  á  mar,  y  una 
buena  trinchea  de  la  tierra  que  se  cauase,  bien  tapiada, 
y  que  guardase  la  mesma  forma  que  el  foso,  y  lo  mes- 
mo  aduirtio  tanbien  á  Don  Luis  de  Sosa  que  halló  alli 
por  capitán  después  de  venir  de  Persia,  no  solo  no  lo 
admitieron,  pero  les  paresgio,  sigun  después  se  supo, 


-57o- 

que  la  tal  aduerten^ia  fuese  cosa  muy  contra  su  honor. 
Demás  de  que  ensi  á  ellos  como  á  todos  los  de  la  India, 
generalmente,  con  una  obstinada  ignorante  y  fatal  con- 
üan^a  les  pare<;¡a  inposible  que  ningunos  enemigos  se 
atrcuiesen  á  sitiar  la  fortaleza  de  Ormuz,  quanto  mas  á 
ganalla. 

Pocos  días  después  de  ser  enbarcado  el  Enbaxador 
para  la  India  llegó  á  Ormuz  Don  Frangisco  de  Sosa, 
que  tomó  posesión  de  la  fortak-z:),  paniendose  Don 
Luis  á  Goa  por  auer  cunplido  el  ticnpo  porque  la  auía 
conprado,  y  no  auiendo  aun  llegado  Ruy  Fieire.  de 
Monba^a,  por  no  tener  tienpo,  dcxó  dicho  el  Enbaxa- 
dor á  algunos  vezinos  suyos  que  aduiiiicsen  dt  su  par- 
te á  Ruy  Fieire,  como  fuese  venido  á  Ormuz,  que  por 
ningún  caso  se  enpeñase  en  hazer  fortaleza  en  Queyxo- 
me,  porque  no  podia  allí  sustentarse,  sino  que  procu- 
rase como  mexor  pudiese  poner  en  defensa  la  (iudad; 
y  no  solo  á.los  dichos  vezinos,  pero  á  todos  los  demás 
con  quien  comunícaua  dezia  lo  mesmo,  publicándose 
ya  en  Ormuz  por  cartas  que  de  España  auian  venido 
por  tierra  que  sí  el  rey  de  Persia  no  rrestituyese  á 
Queyxome  y  al  Bandel,  como  Don  Roberto  lo  auia 
ofre<;Ído,  Ruy  Fieire  le  auia  de  hazer  guerra  y  hazer 
en  la  aguada  de  Queyxome  vna  fortaleza.  Llegó  por  fin 
de  Junio  deste  año  Ruy  Fieire  á  Ormuz  y  hallando  que 
el  rey  de  Persia  auia  dado  tan  mala  rrespuesta  á  la  car- 
ta de  Su  Magestad  como  atrás  queda  dicho,  se  dispuso 
sin  mas  consideragion  á  cunplir  la  orden  que  por  el 
Consexo  de  Portugal  se  le  auia  dado,  persuadiéndose 
allá  tanbien  todos  á  quela  fortaleza  de  Ormuz,  no  solo 
era  fortisima,  pero  inexpugnable  con  auerse  tantas  ve- 
zes  aduertido  lo  contrario. 

No  sabré  decir  aquí  que  forma  tuviese  el  fuerte  que 
en  la  aguada  de  Queyxome  Ruy  Fieire  comento  á  fa- 
bricar, mas  de  ser  de  paredes  de  piedra  y  barro  como 
la  sinple  fabrica  de  vna  casa,  ó  como  las  primeras  for- 


-57.  - 

talezas  que  se  comentaron  á  hazer  en  la  India,  porque 
después  con  la  poca  y  débil  batería  que  los  ingleses  le 
dieron  lo  arruinaron  de  manera  que  sin  aguardar 
assalto  alguno  se  rríndieron  los  que  estauan  dentro, 
como  se  dirá  adelante.  Tanpoco  me  atreuo  á  decir  que 
cosas  precediesen  á  comengar  tan  loca  y  desproposita- 
da expedición  como  mover  guerra  en  su  mesma  casa 
á  un  rey  tan  poderoso  y  ayudado  de  nagion  tan  pra- 
tica  de  Europa  como  era  la  Inglesa,  aunque  cosarios  y 
mercaderes,  con  tan  flagas  fuerzas  como  entonges  auia 
en  la  India,  mayormente  en  aquella  fortaleza  y  giudad 
de  Ormuz,  expuestas  notoriamente  á  perderse  con  qua- 
lesquiera  enemigos.  Demás  de  la  fabrica  del  fuerte  de 
Queyxome  y  un  rrequentro  por  mar  que  Ruy  Fleire 
tuuo  en  Jasques  con  los  ingleses,  con  que  sigun  se  pu- 
blicó se  le  auia  inpedido  llevar  aquel  año  la  seda  de 
Persia,  la  guerra  se  continuó  con  hazerse  algún  daño 
á  los  árabes  del  rey  no  de  Lara  y  Mogostan  quemando 
algunas  aldeas  en  la  costa  del  mar,  con  las  terradas  y 
otros  barcos  que  alli  se  hallaron;  daño  no  para  enfla- 
quecer aun  solas  las  fuerzas  de  estas  prouingias,  sino 
para  prouocar  y  del  todo  indignar  al  rey  de  Persia  para 
obligalle  á  hazer  después  lo  que  hizo,  pues  aunque  el 
cudigiase  ocupar  á  Ormuz,  entonces  no  tenia  rresolu- 
qion  de  inouar  cosa  alguna,  ni  auia  genero  de  moui- 
miento  ni  apresto  de  guerra  en  Lara  ni  Xiras,  hasta 
ser  muchas  veces  prouocado  con  los  asaltos  que  se  an 
dicho.  Y  paresgió  ser  esto  ansi  por  enbiar  en  aquella 
sazón  á  Ormuz  dos  fray  les  de  San  Agustin,  de  los  que 
rresidian  en  Spaham,  á  le  aduertir  y  amonestar  al  ca- 
pitán de  la  fortaleza  y  á  Ruy  Fleire,  diziendo  de  como 
el  guardaua  la  paz  que  tenia  con  Su  Magcstad,  sin  tur- 
baila  en  cosa  alguna,  y  que  ansi  les  pedia  que  de  parte 
dellos  se  hiziese  lo  mesmo,  y  otras  cosas  á  este  propo- 
sito. A  lo  qual  no  e  podido  saber  lo  que  se  le  rrespon- 
dio,  mas  de  que  sin  mas  consideración  ni  discurso, 


-572- 

como  si  el  rey  de  Persia  estuuiera  ya  prendido  licuaron 
con  mayor  execu^ion  adelante  el  hazer  daño  en  los  lu- 
gareños maritimos  que  emos  dicho.  Viniendo  de  ay  a 
pocos  días  á  Goa  muchas  cartas  en  que  ignorantemente 
escreuian  como  el  rey  de  Persia,  con  miedo,  les  offre- 
cia  pazcs  y  que  ellos  no  las  auian  querido  admitir,  lo 
qual  con  la  mesma  ignorancia  de  los  mas  en  esta  ciu- 
dad era  creido,  engrande?ienJo  las  grandes  hazañas  de 
Ruy  Fleire.  Los  ingleses  rri^sidcnies  en  (,^urrato  se 
auian  aper^ebido,  ansí  por  lo  que  les  podía  suceder, 
aguardándose  virrey  este  año,  como  á  persuasión  del 
rey  de  Persia,  sabiendo  lo  que  Ruv  Ficirc  inlentaua, 
mayormente  del  fuerte  que  1k\/i;i  1*11  (Juu'XxoriK-,  ci>sj 
que  el  sentia  mas  que  todo,  y  ansí,  al  tienpo  que  acos- 
tunbravan  acudir  á  Jasques  por  la  seda  de  Persia  par- 
tieron alia  con  cuatro  naos  y  dos  patages,  y  aunque 
estuuicron  alli  algún  .s  dias,  ni  fueron  disturbados  por 
la  armada  que  auia  en  Ormuz,  ni  el  rey  de  Persia  con- 
sintió se  le  diese  la  seda  si  primero  no  fuesen  á  les  ayu- 
dar á  sus  capitanes  para  ganar  el  fuerte  que  en  Quey- 
xome  se  auia  hecho.  Auta  enbiado  el  gobernador  por 
Margo  desie  mesmo  año  á  Ormuz  dos  hermosos  y 
fuertes  galeones  con  treinta  piezas  de  artillería  cada 
uno,  la  mas  deila  gruesa,  para  rreforgar  la  armada  de 
Ruy  Fleire;  pero  fue  ya  tan  tarde  y  fuera  de  tienpo  que 
muchos  días  auia  que  los  ingleses  eran  bueltos  á  Qu- 
rrate  después  del  rrequentro  en  Jasques  tuuJeron  con 
nuestra  armada,  de  manera  que  llegando  á  Ormuz  en- 
trado ya  el  verano,  que  alli  es  tan  rriguroso,  no  solo 
no  fueron  de  provecho  alguno,  pudíendo  auer  sido  de 
tanto  efecto,  pero  murieron  gran  parte  ó  la  mas  de  los 
soldados,  marineros  y  artilleros,  de  que  fueron  muy 
aper<;cbidos  después,  inútilmente,  de  enfermedades  ma- 
lignas adquiridas  del  trabaxo  y  terrible  calor  de  la  fa- 
brica del  fuerte  de  Queyxome.  Luego  como  por  el  mes 
de  Abril  de  1620  el  Enbaxador  llego  á  Goa,  deOrmuz^ 


^573- 

como  ya  queda  dicho,  se  uio  con  el  gouernador  sa- 
biendo la  necesidad  que  auia  de  rreforgar  la  armada  de 
Ruy  Fleire  quando  fuese  venido,  pues  sigun  la  orden 
que  traía  y  lo  que  el  rey  de  Persia  auia  rrespondido 
tuuo  por  cierto  auia  de  auer  rronpimiento  y  con  eui- 
dente  daño  nuestro.  Diole  cuenta  en  esta  visita,  sin 
tratar  de  cosa  suya,  de  lo  que  en  Ormuz  se  csperaua, 
y  ansi  para  que  se  pudiese  (i)  aguardar  buen  sugesso 
era  menester  aprestar  de  tres  galeones  gruesos  que 
invernavan  en  el  rio  de  Pangin,  por  lo  menos  luego  los 
dos  dellos,  y  por  Septienbre  enbiarselos  á  Ruy  Fleire 
á  Ormuz  con  la  mas  artillería,  marineros  y  artilleros 
que  fuese  posible^  haziendo  sobre  esto  con  él  todas  las 
diligencias  que  pudo,  rrepresentandole  lo  mucho  que 
se  podía  perder  de  no  enbiar  con  presteza  este  socorro; 
pero  el  gouernador  le  rrespondio  tan  tibia  y  perplexa- 
mente  á  ello,  con  ser  cosa  tan  essen^ial,  que  se  cono- 
ció bien  quan  de  mala  gana  lo  auia  admitido  y  quanta 
obstinación  y  mal  animo  sienpre  halló  en  muchos  con 
quien  quiso  tratar  de  semejantes  materias,  como  desde 
luego  que  llegó  de  España  que  procuró  de  disuadir  á 
don  Gerónimo  de  Azevedo,  entonces  virrey,  la  ¡da  á 
^urrate  contra  los  ingleses,  como  atrás  largamente 
queda  dicho.  Y  ansi  Hernando  de  Albuquerque  ni 
quiso  aprestar  estos  galeones^  ni  otro  socorro  alguno, 
hasta  enbiailos  á  tienpo  que  paresQÍo  auer  sido  con  fín 
de  perdellos  con  fa  gente  de  mar  de  que  tanta  necesi- 
dad auia.  Con  las  cartas  que  vinieron  de  Ormuz  á  Goa 
por  Septienbre,  en  que  Ruy  Fleyre  enbiaua  á  pedir  so- 
corro de  gente  por  auersele  muerto  gran  parte  de  la 
que  auia  traído  de  España,  y  de  la  que  en  los  dos  ga- 
leones avia  ido  de  Goa,  se  aprestaron  trezientos  hon- 
bres  entre  soldados  y  marineros  para  meterse  en  la  ar- 
mada gruesa  que  en  Ormuz  auia  y  á  Simón  de  Meló 

(i)    esperar. 


-  574  - 

por  general)  el  qual  lleuaua  orden  del  gouernador  para 
sugeder  en  la  capitanía  de  la  fortaleza  sí  muriese  don 
Francisco  de  Sosa,  de  quien  auia  llegado  nueva  estar 
muy  enfermo.  Pocos  dias  después  de  auer  llegado  Si- 
món de  Meló  á  Ormuz  con  la  gente  que  se  a  dicho  en 
doze  fustas  y  vna  nao  con  mantenimientos  y  algunos 
mas  soldados  y  artilleros,  murió  don  Francisco  de 
Sosa,  entrando  á  seruir  en  su  lugar  por  espitan  de 
aquella  fortaleza  sigun  lo  lleuaua  por  orden,  lo  qual 
sintió  notablemente  Ruy  Fleire  de  Andrada,  y  de  ma- 
nera, que  ora  fueSe  este  sentimiento,  ó  conocer  en  los 
soldados  y  capitanes  poca  rresolucion  de  pelear  en  los 
galeones,  parece,  sigun  lo  que  después  sucedió,  que  le 
falto  la  promptitud  que  antes  avia  mostrado  peleando 
con  tanto  menor  armada  con  los  ingleses  en  Jasques 
de  la  con  que  entonces  se  hallaua. 

Aunque  la  disculpa  que  dio  á  esto  fue  la  orden  que 
el  governador  le  enbió,  mandándole  precisamente  en 
ella  que  no  hiziese  mas  de  aquello  que  el  capitán  de  la 
fortaleza  y  el  Consejo  que  con  él  asistia  le  ordenase^  lo 
qual  fue  euidente  causa  de  la  rruina  grande  que  des- 
pués sugedio.  Porque  en  este  Consejo,  á  quien  alli  y 
en  la  India  llaman  de  Estado,  entran  en  el  demás  del 
capitán,  el  Veedor  de  hazienda  y  el  Oydor,  que  es  juez 
de  giuil  y  criminal,  y  el  Vicario  y  Prior  de  los  frayles 
agustinos,  no  hallándose  de  ordinario  alli,  sigun  se 
presume,  otras  personas  mas  conpetentes.  Pero  siendo 
todos  los  dichos  como  eran  del  todo  ignorantes  del  mi- 
nisterio que  se  trataua,  como  en  peligro  inminente  y 
estraordinario  no  solo  fuera  acertado  llamar  á  Ruy 
Fleire  para  que  se  hallase  en  lo  que  se  deliberase  y 
principalmente  seguir  su  parecer,  pero  á  muchos  de  los 
soldados  y  vezinos  de  la  giudad,  con  qualesquiera  otras 
personas  que  en  ella  en  tal  sazón  estuuiesen.  Y  ansi 
demás  de  paregelle  á  Ruy  Fleire  que  tenia  obligación 
de  defender  la  fortaleza  de  Queyxome,  como  obra  suya 


-  575  - 

le  enbíó  el  dicho  Consejo  á  mandar  que  asistiese  á  su 
defensa;  no  me  atreuere  á  juzgar  si  en  cunplir  la  tal 
orden  y  mandato  Ruy  Fleire  fue  de  voluntad  y  parecer 
suyo,  creyendo  que  esto  fuese  lo  mas  acertado,  ó  por 
no  obligarse  á  enbarcar  por  la  causa  que  se  a  dicho^ 
como  se  puede  afirmar  que  de  no  hazello  resultaron 
las  perdidas  de  (iudad,  fortaleza  y  armada.  Porque  (i) 
ya  que  quiso  cumplir  el  orden  de  hazer  aquel  fuerte  en 
Queyxome,  tenia  obligación,  lo  primero  de  fabrícallo 
de  manera  que  siquiera  algunos  meses  pudiera  ponerse 
en  defensa  con  qualquiera  mediano  presidio  para  en- 
tretener allí  al  enemigo  y  gastar  el  mas  tienpo  que  pu- 
diese antes  de  pasar  á  la  isla  de  Ormuz,  ó  quando  por 
defecto  notorio  del  mesmo  fuerte  se  conociese,  como 
después  el  efecto  lo  mostró^  que  era  incapaz  de  defen- 
sa,  arruynallo  y  pasar  á  Ormuz  la  artilleria,  pues  los 
defectos  de  semejantes  cosas  las  mas  vezes  no  se  co- 
nocen quando  de  partes  tan  rremotas  se  delibera  en 
ellaSy  y  quien  las  vee  y  presentaneamente  se  halla  en 
ellas  deue  tomar  la  rresolu^ion  que  las  ocasiones  y  el 
tienpo  le  offre^en,  como  todos  los  valerosos  y  pruden- 
tes honbres  lo  an  hecho.  Deliberado  en  fin  Ruy  Fleire 
de  quedarse  en  Queyxome,  los  galeones  y  galeras  se 
llegaron  lo  mas  que  pudieron  á  la  fortaleza  de  Ormuz, 
con  las  fustas,  que  eran  veinte,  para  estar  mas  siguros 
con  la  artillería  del  baluarte  San  Pedro,  no  se  haziendo 
otro  genero  alguno  de  preuen^ion  aunque  se  sabia  ya 
que  el  Chan  de  Xiras  venia  camino  de  Lara  con  canti- 
dad de  infantes  y  cauallos,  y  (2)  auerse  ya  acanpado  á 
trezientos  pasos  del  fuerte  de  Queyxome  tres  mil  hon- 
bres, ansí  de  los  árabes  de  la  mesma  isla,  como  de  la 
tierra  firme  gercana  del  reyno  de  Lara,  los  quales  co- 
mentaron á  labrar  trincheas  para  que  cubiertos  se  pu- 


(i)    no  obstante  que  de  España  truxese  por 
(2)    apiendose. 


-  576  - 

diesen  llegar  mas  al  fuerte.  Hallauanse  en  él  con  Ruy 
Fieíre  pocos  mas  de  dozientos  portugueses  y  dozíentos 
y  (inquenta  árabes  que  por  orden  del  rey  de  Ormuz 
auían  venido  de  Julpha^  adonde  estauan  por  morado- 
res desde  la  guerra  del  Bandel,  siete  años  antes,  siendo 
primero  su  naturaleza  la  sierra  de  Hamadi  en  el  Mo- 
gostam,  de  donde  vulgarmente  en  Ormuz  son  llama- 
dos Amadises.  Estos^  que  en  aquella  guerra  particu- 
larmente en  defensa  del  fuerte  de  Bandel,  antes  de  per- 
derse, se  auian  mostrado  valientes  honbres,  hizieron 
en  Queyxome  algunas  sortidas  en  que  mataron  muchos 
de  los  demás  árabes  enemigos  y  ahuyentando  otros  les 
ganaron  las  mas  cercanas  trincheas  que  auian  hecho, 
saliendo  tanbien  con  ellos  algunos  portugueses  á  las 
dichas  facgiones.  Ya  se  a  dicho  que  no  se  pudo  descre- 
uir  con  alguna  propiedad  la  forma  de  este  fuerte,  mas 
de  auerse  conocido  después  su  débil  fábrica,  pudiendo 
auer  sido  cosa  mas  sigura  si  se  labrara  de  tierra  y  fa- 
xina,  pues  avia  cantidad  della  en  la  mesma  isla,  ó  de 
sola  tierra  bien  pisada;  mas  aqui  conocióse  otro  defecto 
mayor,  pues  deuia  tener  tan  poca  pla^a  que  con  no  ser 
los  portugueses  poco  mas  de  dozientos  no  tuuo  capa- 
cidad para  rre^ibir  en  si  estos  pocos  y  valientes  árabes, 
con  poder  aprovechar  tanto  para  su  defensa,  Y  ansi, 
fuese  por  esta  causa,  ó  por  otro  algún  disigno  sobre 
que  agora  no  se  quiere  discurrir,  fuera  de  la  muralla 
del  fuerte,  aunque  junto  con  él,  se  hizo  un  gercado  ó 
corral,  no  hallándose  otro  mas  propio  nonbre  que 
dalle,  el  qual,  estando  mas  gerca  de  los  enemigos  era 
de  una  baxa  y  flaca  pared  (i),  siruiendo  el  dicho  co- 
rral, que  en  arábigo  llaman  Xiribando,  en  las  demás 
fortalezas  de  Arabia,  de  rrecoger  los  camellos  de  las 
caravanas.  En  este  Ínterin  los  ingleses  que  auian  salido 
de  la  baia  de  Xasques  se  ucnian  tan  de  espacio  á  Or- 


(i)    ai  qual  en  arábigo  iiaman  Xiribando,  no. 


-  $77-- 

muz  que  antes  de  llegar  á  la  boca  del  estrecho  pararon 
y  dieron  fondo  dos  vezes,  teniendp  nueua  en  Ormuz 
en  este  tienpo,  por  tierra,  desde  Jasques,  de  como 
auian  salido  de  alli  con  quatro  naos  y  dos  patages; 
pero  fue  tanto  su  descuydo  y  sinple  confianza,  demás 
de  no  hazer  alguna  preuen^ion,  que  se  persuadieron  á 
que  los  ingleses  se  auian  buelto  con  miedo  á  Qurrate^ 
y  ansí  lo  escriuieron  á  Goa  en  vn  nauio  que  en  aquella 
sazón  vino  de  Ormuz.  Después  de  auer  llegado  los  in- 
gleses al  estrecho  gastaron  otros  dos  dias  en  venir  á 
vista  de  la  fortaleza  de  Ormuz^  con  no  auer  mas  de 
doze  leguas,  y  dexando  á  la  mano  derecha  la  isla  fue- 
ron otro  dia  á  surgir  con  toda  su  armada  menos  de 
trezientos  passos  del  fuerte  de  Queyxome,  no  se  auien- 
do  sabido  en  Ormuz  de  su  venida  hasta  que  pasaron  á 
vista  suya,  y  después  de  esto,  sin  temer  nada  de  lo  que 
tan  (ierto  podia  suceder  enbiaron  á  Mazcate  ó  metieron 
en  la  fortaleza  parte  de  la  mucha  cantidad  de  mercan- 
gias  que  en  la  giudad  auia,  mayormente  de  los  muchos 
y  rricos  banianes  indianos,  sin  los  portugueses^  árabes 
y  judíos;  casi  aun  tienpo  llegó  al  Bandel,  Emancolican 
/^han  de  Xiras,  con^inco  mil  honbres^  enbiando  parte 
i'ellos  luego  al  sitio  del  fuerte  de  Queyxome  con  Eman- 
CDÜbey  su  capitán,  auiendo  ya  comentado  á  dar  bate- 
ría las  naos  inglesas  desde  el  surgidero  en  que  auian 
d  ido  fondo.  Y  aunque  la  distancia  era  lexos  y  la  arti- 
IKTÍa  no  bastante  para  batir,  comento  luego  á  derribar 
p:Tte  de  aquellas  flacas  paredes^  con  que  del  todo  per- 
dieron el  animo  los  portugueses  que  auia  dentro,  co- 
mentando luego  algunos  entre  si  á  tratar  de  rrendirse 
sin  dar  muestra  de  querer  defenderse.  Y  como  por  la 
bateria  que  se  le  daua  al  fuerte  por  mar  no  se  pudiese 
co.imodamente  dar  asalto,  mudaron  los  ingleses  de  las 
naos  seis  ó  siete  piezas  <^e  las  mayores  á  la  parte  de 
tierra  adonde  los  árabes  y  persianos  auian  llegado  ya 
con  sus  trincheas  á  pocos  mas  de  (íen  pasos  del  fuerte^ 

37 


--578- 

y  plantándola  con  toda  presteza  y  cubriéndola  con  ga« 
biones  llenos  de  tierra  lo  comentaron  á  batir,  y  aunque 
las  mayores  balas  no  eran  de  mas  de  diez  y  seis  libras 
se  arruynó  por  todo  vn  torreón,  quedando  muy  hen- 
dido por  las  demás. 

Los  soldados  portugueses ,  muchos  de  los  quales 
auían  tratado  antes,  de  rrendirse,  visto  el  efecto  de  esta 
sigunda  bateria,  de  común  consentimiento,  tumultuan- 
do, fueron  todos  á  Ruy  Fleire  su  capitán,  diziendole 
sin  ningún  rrespecto  que  se  rrindiese,  porque  ellos  no 
querían  arriscar  sus  vidas  poniéndose  en  defensa  de  for- 
taleza tan  flaca.  Y  queriendo  él  rreprimír,  sigun  algunos 
dizen,  tan  pernicioso  motin,  primero  con  amenazas  y 
luego  arremetiendo  con  la  espada  desnuda -á  vno  que  le 
pares^io  mas  sedicioso,  todos  los  demás  se  to  inpidie- 
ron de  manera  que  vnos  dizen  que  le  prendieron  y  ata- 
ron, afirmando  tanbíen  otros  que  el  fuese  del  mesmo 
parecer,  aunque  es  lo  mas  verisímil  que  visto  la  rreso- 
lugion  que  tenían  de  rrendirse,  temiendo  no  le  matasen 
se  rríndio  tanbíen  con  ellos,  saluas  las  personas  con  las 
de  todos  aquellos  árabes  que  estauan  en  su  ayuda,  los 
quales  con  su  valientes  capitanes  Emir  Genedin,  Ali- 
camal  y  EmírMahamet  estuuieron  sienpre  firmes,  sin 
mostrar  genero  de  flaqueza  alguna  en  todo  el  tienpo  que 
duró  aquel  sitio.  Hizose  la  entrega  del  fuerte  á  los  in- 
gleses, los  quales  prometieron  de  poner  los  rrendidos 
saluos  en  Mazcate,  no  queriendo  que  fuese  en  Ormuz, 
en  que  notoriamente  se  engañauan,  pues  antes  se  acre- 
^entaua  carga  y  molestia  á  la  fortaleza  con  gente  tan  in- 
útil, que  número  de  defensores  para  defendella,  y  ansí, 
los  ingleses  por  no  gastar  tienpo  echaron  luego  esta  gen- 
te en  la  isla  de  Ormuz,  la  qual  se  f uede  alli  á  la  fortaleza. 

Eran  estos  delinquentes,  más  que  soldados,  de  aque* 
líos  que  Simón  de  Meló  auia  lleuado  de  socorro,  de 
Goa,  los  mas  dellos  homicidas,  que  muchas  vezes  auian 
cometido  toda  suerte  de  alevosías;  auiendo  rreíterado 


-579- 

estos  y  otros  muchos  delitos,  perdonándoselos  el  go^ 
vernador  porque  fuesen  á  seruir  á  Ormuz,  y  á  muchos, 
cuyas  culpas  eran  más  atroces,  era  cosa  muy  publica 
y  sabida  en  Goa  que  se  auian  tanbien  librado  con  di* 
ñero,  como  si  semejantes  honbres  pudiesen  aver  sido  ja- 
mas vtiles  ni  en  la  guerra  ni  en  la  paz,  sino  perniciosos 
en  lo  uno  y  lo  otro.  Enbarcaron  los  ingleses  en  los  dos 
patages  la  gente  del  fuerte  y  luego  antes  de  salir  del 
surgidero,  aviendo  pasado  allá  el  capitán  de  los  persia- 
nos  con  algunos  soldados,  á  vista  de  todos  hizo  desea* 
be^ar  los  pobres  árabes,  rrelamando  y  quexandose  Ruy 
Fleire  de  no  guardalle  los  ingleses  la  palabra;  pero  ellos 
se  disculparon  con  dezír  que  no  eran  parte  para  inpe* 
dir  lo  que  se  hazia,  por  auer  sido  antes  aquellos  árabes 
vasallos  del  rey  de  Persia,  y  ansi  fuera  de  quinze  ó  vein- 
te dellos  á  quien  algunos  marineros  ingleses  escondie- 
ron, los  demás  padecieron  ó  por  culpa  de  los  que  se 
entregaron,  ó  de  los  que  los  asiguraron:  siendo  esta  vha 
de  las  más  feas  cosas  y  de  mayor  infamia,  fuera  de  la 
entrega  del  rey  y  goazil^  de  todas  las  que  en  esta  mise* 
rabie  guerra  sucedieron,  porque  licuando  á  Emir  gene- 
din  delante  del  Cham  lo  hizo  matar  luego  á  puñaladas 
por  mano  de  Xarial  go vernador  del  Mogostan^  su  mes- 
mo  yerno.  Pudieran  los  que  estauan  en  Ormuz,  pues 
tenian  veinte  fustas  y  vna  galera  y  tanta  gente  para  ar- 
mallas,  saluar  los  sitiados  aunque  se  dexara  la  artillería 
rrefor^andose  con  tanta  ventaja  aquel  presidio  como 
fuera  la  persona  de  Ruy  Fleire  y  de  aquellos  valientes 
montañeses  que  tan  buena  prueva  auian  hecho,  pero 
ni  se  intentó  ni  executó  cosa  alguna  ni  sabidose  en  la 
fortaleza  ser  ya  rrendido  el  fuerte,  rrecogieron  á  ella 
mucha  cantidad  de  rropa  que  auia  en  la  alfandiga,  con 
estar  tan  (erca;  tanta  fué  ya  no  confían^a,  sino  la  con- 
fusión y  temor  de  todos.  Y  siendo  cosa  tan  visible,  aun 
para  los  que  no  tuuiesen  vso  ni  conocimiento  de  gue- 
rra, el  ser  necesario  hazer  algún  rreparo  fuera  del  foso. 


como  ya  atrás  queda  dicho^  pues  la  artillería  de  la  fueiv 
qsiy  por  ser  la  muralla  tan  alta  no  podía  hazer  daño  á 
los  enemigos  á  ochenta  pasos  della,  no  se  rreparó  en 
ello,  ni  tanpoco  se  hallara  en  alguno  industria  para  po^- 
nello  por  obra,  mayormente  faltándoles  del  todo  a^ a- 
dones^  picones  y  palas,  instrumentos  que  síenpre  aa 
sido  en  todas  las  edades  del  mundo  tan  esenciales  y  ne- 
cesarios en  todo  genero  de  mili<;ia  mural  y  castrense, 
y  en  la  presente  mucho  más  encabes,  que  la  mesma 
artillería.  Todo  lo  demás  que  en  Ormuz  sucedió  se  dexa 
aquí  de  dezir  por  la  grande  incertidunbre  y  gran  con- 
fusión que  en  todos  los  que  de  allá  vinieron  se  á  halla- 
do, y  tanbien  por  escusar  la  ofensa  de  tantos,  nonbran- 
dose  particularmente;  más  de  que  en  suma,  luego  co- 
mo se  supo  el  rendimiento  del  fuerte  de  Queixome  se 
enbió  á  visitar  al  Cham  de  Xiras  en  nonbre  del  rey  de 
Ormuz,  que  juntamente  con  el  Goazil  estauan  ya  en  la 
fortaleza,  y  luego  se  comentaron  á  tratar  medios  de 
pazes,  con  tan  vergonzosas  sumíssiones  y  evidentes 
muestras  de  temor,  que  los  persianos,  que  por  enton- 
ces se  contentaran  con  la  presa  del  fuerte  de  Queyxo- 
me  por  saberse  ya  que  los  vsbeques  y  zachatais  entre- 
van por  Corassan,  les  pareció  no  dexar  tan  rrico  saco 
como  el  que  la  giudad  de  Ormuz  le  offre^ia.  Y  ansí, 
luego  sin  detenerse  más  enbió  el  Cham  en  cantidad  de 
terradas  y  algunas  fustas  quatro  milhonbres  entre  ara-p 
bes  y  persianos,  con  el  ya  nonbrado  (i)  Emancolibey, 
que  auia  estado  antes  en  Queyxome,  el  qual,  hallando 
despejada  la  ciudad  de  todos  los  vezinos  portugueses  y 
parte  de  los  árabes  y  gentiles  hallóla  ^enpero  llena  de 
grande  numero  y  variedad  de  mercangias,  sin  tener  lu- 
gar la  pobre  gente  de  saluar  algo.  Y  no  auiendo  tenido 
los  enemigos  algún  genero  de  disturbo  labrando  tria- 
cheas,  sin  ofensa  de  la  artillería^  ni  mosquetería  de  la 


(i)    Mahamet  Bec, 


—  58i  — 

fuerza,  ni  sortidas  de  los  de  dentro,  ganaron  el  fosso  en 
que  tan  poca  defensa  auia,  y  minando  el  baluarte  de 
Santiago  arruinaron  gran  parte  del  y  finalmente  lo  ga- 
naron con  parte  de  la  plaga  más  gercana.  Dizen  que 
desde  entonges,  teniendo  ya  los  persianos  por  ganada 
la  fuerga,  auiendo  ya  los  de  dentro  dado  fondo  á  la  ga- 
lera y  galeones,  entretuuieron  los  sitiados  concediéndo- 
los algunas  vezes  treguas  que  le  pedían,  esperando  á 
que  sin  rregibír  daño  se  le  rrindiesen,  hasta  que  á  3  de 
Mayo  se  rrindieron  más  de  quatrogientos  honbres  sin 
mucho  numero  de  mugeres,  niños  y  esclauos,  auiendo- 
se  enbiado  la  demás  gente  antes  por  diuersas  vezes  á 
Mazcate.  Hizose  la  entrega  ofregiendo  los  ingleses  de 
saluar  las  personas  de  todos  y  ponellos  libres  en  Maz- 
cate en  dos  patages  suyos,  y  ansí  se  guardó  y  obseruó 
sin  alguna  personal  injuria,  fuera  del  rey  y  Goazil,  con 
sus  mugeres,  hijos  y  familias;  y  tan  opulenta  presa  en 
perlas  y  oro  que  se  afirma  y  no  se  tiene  por  encaresgi- 
miento  que  fué  de  valor  solo  esto  de  más  de  dos  millo- 
nes, sin  las  muchas  joyas  otras  que  los  demás  perdie- 
ron y  más  de  trezientas  piegas  de  artillería,  la  mayor 
parte  della  gruesa.  Lleuaron  luego  á  Persia  al  rey  y 
demás  árabes  con  Roix  Noredim  Goazil,  indigno  de  tal 
calamidad,  porque  demás  de  ser  fiel  vasallo  de  Su  Ma- 
gestad  era  mogo  de  muy  gentil  persona,  discreto  y  con 
mucho  conogimiento  de  historia  arábiga  y  persiana,  sin 
valelie  ni  auerle  aprovechado  sus  muchas  rriquezas  no 
obstante  que  luego  antes  del  sitio  offregio  muchas  ve- 
zes quinientos  mil  escudos  de  oro  en  venegianos  y  xe- 
rafínes  porque  lo  enbíasen  á  Mazcate  ó  Goa^  ofregiendo 
tanbien  el  pobre  rey  el  dinero  que  tenia  porque  con  él 
se  hiziese  lo  mesmo;  mas  por  ningún  caso  se  quiso  ha- 
zer  con  estos  honbres  vna  cosa  tan  justa,  con  estar  de- 
bflxo  del  anparo  de  Su  Magestad  (i),  siendo  vehemente 


(i)    lio  caresciendo  de. 


—  58a  — 

sospecha  auer  sido  tratado  con  los  persianos  desde  los 
primeros  tratos  de  pazes,  vna  tan  infame  entrega  y 
abominable  prodición,  por  saluar  sus  personas  y  dinero 
los  que  en  esto  tuuieron  mano.  Pero  como  muchas  ve- 
zes  suele  suceder  en  semejantes  casos  de  guerra,  entre 
tantos  que  tan  mal  se  perdieron  se  hallaron  algunos 
valientes  honbres,  aunque  sin  aucr  quien  los  governase 
ni  ordenase,  los  quales^  aunque  no  llegauan  al  numero 
de  quarenta  y  los  mas  dellos  heridos,  murieron  pe- 
leando valerosamente,  señalándose  en  particular  Balta- 
sar de  Chaues,  que  auia  venidn  por  capitán  de  vno  de 
los  galeones  de  Ruy  Fleyre;  Luis  de  Mora  Rolin;  Fran- 
cisco Muñiz,  que  después  escapó  de  las  heridas,  y  al- 
gunos vezinos  de  Ormuz  que  fueron  Gaspar  Ferron, 
Gerónimo  Ferraz,  Luís  Gago,  i^rancisco  Ribero  y  Mi- 
guel de  Silua,  aunque  este  quedo  biuo,  pero  con  el 
bra90  derecho  menos  por  junio  al  honbro.  Y  porque  á 
nadie  se  le  quite,  aunque  muerto,  lo  que  alli  mereció, 
se  pudo  igualar  con  los  que  mas  se  señalaron,  ó  no 
serle  preferido  ninguno,  vn  soldado  llamado  Bernardo 
de  la  Peña,  criado  que  auia  sido  del  Enbaxador  en  Per- 
sia,  Ormuz  y  la  India;  el  qual,  no  prometiendo  tanto 
su  persona,  en  este  sitio  se  porto  valientemente,  pe- 
leando de  manera  que  dexó  su  muerte  y  la  de  otros 
bastantemente  vengadas. 

En  Goa,  después  de  auer  despachado  á  Simón  de 
Meló  el  governador  para  el  socorro  de  Ormuz,  como  ya 
se  a  dicho,  quedaron  él  y  sus  consexeros  muy  satisfe- 
chos y  descuydados,  persuadiéndose  de  que  aun  por 
la  calidad  del  capitán  como  de  los  soldados  que  lle- 
uaua,  Ormuz  estaua  bastantemente  socorrido  y  si- 
guro  para  qualquiera  que  el  rey  de  Persia  y  los  ingle- 
ses intentasen.  De  manera  que  en  quatro  meses  no. 
se  trato  de  aprestar  nueua  armada,  ni  de  los  galeones 
que  auia,  ni  de  otros  nauios  de  rremo,  auiendo  entre 
ellos  tres  galeras  que  tan  esenciales  fueran  para  aquel 


—  583  — 

socorro.  Llegó,  sigundo  dia  de  Margo  del  año  siguiente 
de  1623  nueua  en  vn  navio  de  Ormuz,  de  como  los  in- 
gleses estavan  sobre  el  fuerte  de  Queyxome  y  lo  auían 
comentado  á  batir,  y  del  temor  de  los  sitiados  y  de  los 
que  auía  en  Ormuz,  juntamente  con  auer  desanparado 
la  armada.  Y  con  ser  esto,  no  solo  prenuncios  vehemen- 
tes del  mal  que  se  podia  esperar,  pero  Qierta  euidengia 
del,  muy  de  espacio  se  trato  entre  el  governador,  vee- 
dor de  hazienda  y  chanciller  mayor,  sin  admitir  ni  que- 
rer consultar  á  otra  alguna  persona  en  caso  tan  arduo, 
de  enbiar  diez  ó  doze  fustas  de  socorro,  que  como  ya 
se  a  algunas  vezes  dicho  no  son  mas  de  unos  barcos 
sin  cubierta  con  25  ó  3o  honbres  en  cada  vno.  Y  de- 
mas  de  ser  este  tan  débil  y  flaco  rremedio  para  la  ne- 
gesidad  en  que  Ormuz  se  hallaua,  quando  sin  inpedi- 
mento pudiera  entrar  en  la  fortaleza,  que  no  fuera  po- 
sible, promediase  en  su  despacho  con  tanta  tibieza  y 
poca  prontitud  que  bien  se  echaua  de  ver  en  todos  la 
confusión  y  desconfíanga,  quando  no  se  le  quisiese  dar 
otro  peor  nonbre,  de  quien  los  governaua^  faltando  en 
ellos,  por  esta  causa^  aquella  alacridad  y  ardor  militar 
que  en  semejantes  casos  los  honbres  suelen  tener.  Co- 
rrieron mas  de  veinte  dias  sin  que  en  ellos  se  acabasen 
de  aprestar  estos  pocos  nauios,  hasta  que  miércoles  de 
la  semana  sancta  se  supo  por  una  galeota  que  llegó  de 
Mazcate  como  la  ciudad  de  Ormuz  era  saqueada  y  que 
los  persianos  con  sus  trincheas  se  acercauan  á  la  for- 
taleza, y  con  ser  esto  ya,  sigun  el  mal  cobro  que  en 
ella  auia,  lo  mesmo  que  auerse  perdido,  se  pasaron 
otros  once  (jíias  mas  hasta  dos.de  Abril,  primero  que 
estas  fustas  pudiesen  salir  de  Goa  con  Diego  de  Sosa 
de  Meneses,  que  sugedia  en  la  fortaleza  de  Ormuz  por 
auer  faltado  Don  Frangisco  de  Sosa  y  Constantino  de 
Sa^  que  iua  por  capitán  del  dicho  socorro.  Pero  como 
por  ser  tan  tarde,  la  mongion  para  Ormuz  fuese  ya 
gastada,  hallaron  tan  rrezios  tenporales  que  demás  de 


—  584  — 

arribar  á  la  costa  del  norte  dos  ó  tres  fustas  sin  po- 
der (i)  adelante  proseguir  la  derrota,  las  demás,  des- 
pués de  muchos  días,  y  algunas  desaparejadas  llegaron 
á  la  aguada  de  Thebe,  veinte  leguas  de  Mazcate.  Y 
como  suele  sugeder  quando  los  honbres  se  agerCán 
mas  al  peligro,  que  entonces  vienen  á  temello  aunque 
antes  vengan  confiados,  ansi,  hallándose  ya  tan  próxi- 
mos á  él,  suspensos  y  sin  rresolugion  de  lo  que  harian 
pararon  y  se  detuuieron  muchos  dias  en  aquella  aguada 
hasta  saber  de  Mazcate  ó  Ormuz  en  el  estado  en  que 
los  sitiados  se  hallavan,  auiendo  aunque  tarde  cono- 
cido la  suma  ignorancia  ó  maldad  de  quien  los  enbiaua 
al  degolladero  sin  poder  con  su  muerte  aprouechar  en 
cosa  alguna.  Llegó  después  de  seis  ó  siete  días  que  allí 
estuuieron  vna  galeota  que  de  noche  salió  de  la  forta- 
leza de  Ormuz  con  algunas  mugeres  y  otra  gente  in- 
útil, de  quien  supieron  quedar  en  lo  vltimo  los  sitiados, 
y  luego  de  ay  dos  dias  (2)  fueron  á  Mazcate,  adonde 
juntándose  con  Ruy  Fleire  de  Andrada,  que  después  de 
auer  huido  de  (Jurrate,  adonde  los  ingleses  le  tenían  en 
prisión,  auia  venido  alli  en  un  nauio  que  armó  en  Da- 
man  paro  aprouechar  y  seruir  en  lo  que  pudiese,  de- 
terminaron partir  á  Ormuz  y  aunque  deliberados  á  mo- 
rir ó  entrar  en  la  fortaleza,  con  mayor  gerteza  de  ser 
ella  ya  perdida  muchos  dias  antes,  conforme  al  estado 
en  que  ella  estaua.  Y  ansi,  á  dos  leguas  después  que 
salieron  del  puerto,  junto  al  islote  de  la  Victoria  topa- 
ron vno  de  los  dos  patages  en  que  venian  los  rrendidos 
de  Ormuz,  auiendo  derrotado  el  otro  con  Simón  de 
Meló,  Oydor  y  Veedor  »de  hazienda,  ó  por  voluntad,  ó 
fuerza  de  un  tenporal  que  tuuieron,  á  Guadel  y  de  allí 
al  Qinde.  Boluieronse  los  del  socorro  y  del  patage  á 
Mazcate,  adonde  estuuieron  los  dos  meses  siguientes 

( I )    después, 
(a)    de  Malacate, 


-585- 

hasta  pasarse  el  rrigor  del  invierno  de  la  India,  y  de- 
xando  alli  á  Martin  Alfonso  de  Meló  que  sucedía  en 
aquella  fortaleza  á  Don  Manuel  de  Lima  y  á  Don  (i) 
Gongalo  de  Siluera  con  siete  fustas  por  todo  el  mes  de 
Agosto,  vnos  mas  tenprano  que  otros,  aunque  primero 
los  del  ^inde^  llegaron  todos  á  Goa,  hinchendose  la 
giudad^  sin  la  mucha  gente  pobre  que  en  ella  ay,  de  la 
miserable  turba  de  estos  prófugos  ormuzanos,  aunque 
muchos  dellos  antes  rricos  y  opulentos,  que  se  les  po- 
día tener  enbidia  á  su  mucho  rregalo  y  descanso;  con 
que  se  acaba  la  infeli^e  tragedia  de  Ormuz,  en  que  al 
principio  no  crei  fuera  tan  largo. 


CAPTIULO  V 


Donde  se  refíeren  las  guerras  que  hubo  en  Goa  con 
!os  ingleses  y  holandeses. 


Todo  lo  que  duró  el  inuierno  se  pasó  aguardando  las 
naos  de  Portugal  que  se  creyó  aurían  inuernado  en 
Moganbique  con  el  Virrey  Don  Alonso  de  Noroña,  pero 
auiendose  ya  sabido  de  Don  Francisco  Cuitiño,  á  quien 
el  governador  auia  enbiado  por  aquella  costa  de  Ae- 
thiopiaá  saber  nueuas  del,  que  no  auia  llegado,  ni  otro 
nauio  de  su  armada,  esperavan  muy  tenprano  su  veni- 
da aunque  á  algunos  les  paremia  que  auiendo  este  ca- 
uallero  arribado  dos  vezes  y  no  mostrando  mucha  vo- 
luntad de  venir  á  la  India,  aver  de  venir  otro  en  su  lu- 
gar. En  el  Ínterin  que  las  naos  se  deseauan  les  pareció 
al  gobernador  y  á  su  Consejo  que  seria  vna  vtilissíma 

(j¡)    A  ¡paro. 


—  586  — 

y  subtil  stragema  publicar  [que]  la  ^íudad  y  fortaleza 
de  Ormuz  se  auia  rrecobrado  de  los  persianos  y  ingle«- 
ses  por  la  mucha  industria  y  valor  de  Ruy  Freiré  y  los 
pocos  soldados  que  auia  en  Mazcate,  pare^ íendoles  que 
con  tan  ignorante  y  sinple  invención  hazían  dos  cosas, 
que  eran  animar  la  gente  de  la  (iudad  y  ganar  de  pre- 
sente reputación  con  los  reyes  vezinos  de  tierra  firme. 
Para  que  esto  pareciese  que  podia  saberse,  estando  el 
mar  tan  rriguroso  con  el  invierno,  fingieron  muchas 
cartas  de  diuersas  partes  que  con  mucha  diligencia 
auian  venido  por  tierra,  en  que  se  daua  auiso  de  este 
milagroso  suceso,  añadiendo  que  juntamente  con  auer 
cobrado  la  ciudad  y  fortaleza  de  Ormuz  auian  quema- 
do las  naos  de  los  ingleses  y  terradas  de  los  persianos. 
Y  aunque  esto  pudiera  pareger  del  todo  inposible  aun 
á  las  muy  sinples  mugeres  y  niños,  fue  tan  de  golpe  y 
generalmente  creido  de  todos  que  no  se  puso  en  ello 
duda  alguna,  mayormente  que  los  Padres  de  la  Conpa- 
ñía  de  Jesús,  de  cuyo  pareger  tanbien  salió  el  dicho 
concierto  y  stratagema,  la  publicauan  en  los  sermones 
con  gran  heruor  y  vehemencia,  alabando  á  Ruy  Freiré 
como  autor  de  tan  memorable  hazaña,  haziendo  lo 
mesmo  los  rreligiosos  de  las  demás  Ordenes  y  hallán- 
dose la  ciudad  de  Goa  con  esto  llena  de  plazer  y  fiesta, 
corriendo  las  calles  á  cauallo,  no  obstante  que  por  car- 
tas de  Alepo  y  Marsella  se  uviese  ya  sabido  auer  sido 
ciertamente  de  Su  Magestad.  A  los  que  no  supieron  el 
misero  estado  de  la  gente  de  la  India  y  su  increíble  ig- 
norancia en  todo,  sin  aparencia  de  discurso  alguno, 
sera  creible  tan  sinple  credulidad,  pues  con  qualquiera 
moderado  y  muy  vulgar  jyizio  se  pudiera  conocer  que 
no  hallándose  en  Mazcate  trezientos  honbres  y  estos 
sumamente  amedrentados  y  desanimados  con  la  fresca 
calamidad  rrecibida,  y  con  diez  nauios,  los  mas  dellos 
desarmados,  se  efectuase  vna  tan  grande  y  milagrosa 
facción  no  auiendo  podido  antes  mil  y  quinientos  hon- 


-587- 

bres,  sin  los  árabes  y  vezínos  de  Ormuz,  con  tan  gran- 
de armada  y  cantidad  de  toda  suerte  de  artillería,  de* 
tender  lo  que  tantos  años  auía  tenían  por  suyo.  Y  no 
solo  era  esto  general  persuasión  en  todos  eclesiásticos 
y  seculares  en  Goa^  pero  les  era  muy  pesado  que  el  En- 
baxador  tanbien  no  se  persuadiese  á  ello,  mayormente 
diziendoles  á  muchos  que  le  traían  las  tales  nuevas  el 
mucho  daño  que  podían  causar  surtiendo  contrario 
efecto  del  que  deseauan  los  que  las  auian  ínuentado, 
pues  las  mas  vezes  no  sirue  quando  se  publican,  aun 
cosas  prosperas  y  que  realmente  ayan  sucedido,  sino 
de  descuydarse  los  inprudentes  y  poco  rrecatados. 
Llegó  el  primer  patage  de  los  rrendidos  enOrmuz,  del 
^índe^  y  desengañándose  de  la  falsa  y  vana  persuasión 
con  que  todos  se  hallauan  q  uedó  la  ^iudad  en  un  pro- 
fundo silencio,  pero  luego  vn  día  adelante,  que  fue  á 
veinte  y  dos  de  Agosto,  estando  aun  el  tienpo  muy 
verde  y  el  surgidero  del  aguada  no  del  todo  siguro  en- 
tró en  él  la  nao  Sancto  Thome,  capitán  Ñuño  Pereira, 
viniendo  en  ella  Gaspar  de  Meló  de  San  Payo  que  el 
año  antes  auía  ido  á  España,  y  Ñuño  de  Acuña  que 
venia  por  governador  de  los  ríos  de  Guama  y  castella- 
no de  Mof  anbique.  Súpose  luego  entre  otras  muchas 
cosas,  como  Don  Alonso  de  Noroña  auiendo  buelto  á 
salir  por  fin  de  Abril  de  la  barra  de  Lisboa  y  llegado  á 
la  costa  de  Guinea,  arribó  desde  allí  sigunda  vez  á  Lis- 
boa con  toda  la  armada  que  traía.  Y  que  ansí  por  esto 
como  por  las  diligencias  que  el  dicho  Gaspar  de  Meló 
hizo^  auiendo  sido  enbiado  á  este  fin  de  Goa^  Su  Ma- 
gestad  mando  que  el  Gonde  da  Vidigueira  viniese  por 
Virrey  á  la  India,  el  qual,  saliendo  mas  tenprano  que 
Don  Alonso  de  Noroña  el  año  antes  con  quatro  -naos, 
dos  galeones  y  vn  patage,  y  apartándose  en  la  costa  del 
Brasil  de  la  dicha  nao  Sanctó  Thome  (i)  de  la  capitana 


(i)    ios  que  en  ella  penian. 


-  588  - 

del  Virrey,  se  perdió  de  vista  con  la  demás  armada  por 
ir  á  barlouento  della,  y  que  después  no  auiendo  esta 
nao  sabido  mas  de  el  Virrey  y  llegado  á  26  de  Jullio  á 
vista  de  tierra  en  el  parage  del  rio  de  Moxincale  entre 
las  islas  de  Angoxa  y  Moganbique^  vieron  ginco  naos  y 
otra  que  parecía  estar  encallada  en  los  baxos  que  están 
gerca  de  la  boca  del  mesmo  rrio.  Auia  diuersos  pare* 
(jeres  entre  los  que  venian  enbarcados  en  Sancto  Tho- 
fne,  queriendo  algunos  llegar  á  rreconoger  las  naos, 
pare^iendoles  fuesen  las  del  Virrey,  pero  los  mas  to- 
mando pareger  mas  siguro  siguieron  su  derrota  hazien- 
dose  mas  á  la  mar,  y  siendo  buena  mongion  llegaron 
al  tienpo  que  se  a  dicho  á  este  puerto,  diziendo  que  el 
galeón  Trinidad,  de  los  dos  que  venian  con  el  Virrey, 
auiendo  venido  en  cónserua  suya  desde  gerca  de  Qa« 
cotora  se  les  auia  apartado  algunos  dias  antes  y  que 
supieron  de  los  que  venian  que  por  auerseles  quebrado 
vn  masteleo,  el  Virrey  pasó  adelante  siguiendo  su  viage, 
poco  antes  de  enbocar  el  canal  entre  la  isla  de  San  Lo- 
rengo  y  la  costa  de  Aethiopia,  dándoles  orden  para  que 
prosiguiesen  su  viage  á  la  India,  porque  él  auia  de  lle- 
gar á  Moganbique.  Fuera  de  auerse  visto  presentanea- 
mente no  podia  auer  mayor  euidengia  de  auerle  suge- 
dido  desgragia  al  Virrey  que  la  que  se  colegia  de  esta 
rrelagion,  mayormente  de  ay  á  dos  dias  que  llegando  el 
galeón  Trinidad  dixo  el  capitán  y  ofígiales  del  auerles 
traido  el  Virrey  dos  ó  tres  dias  de  ventaxa,  sigun  el 
tienpo  que  gastaron  en  aderegar  su  galeón,  que  con- 
putado  en  el  que  la  nao  Sancto  Thome  vio  las  dichas 
naos  en  la  costa  junto  á  Moxincale  dos  ó  tres  dias  an- 
tes, auia  el  Virrey  llegado  alli;  casi  al  mesmo  tienpo 
que  el  galeón  vino  tanbien  vna  fusta  de  los  rios  de  Gua- 
ma, teniéndose  auiso  por  ella  que  en  el  mesmo  parage 
de  Moxincale  auian  visto  las  dichas  ginco  naos  y  que 
algunas  dellas  eran  muy  grandes,  y  ansimesmo  la  nao 
encallada  en  los  baxos,  diziendo  mas  que  se  sabia  por 


toda  aqueHa  cosfta  las  tales  naos  ser  olandesas  y  que 
auia  mas  de  seis  ó  siete  meses  que  se  auian  visto  sien- 
pre  andar  á  las  bueltas  entre  MoQanbique  y  las  ifilas  de 
Comoro.  Pudiera  esto  causar  rrecato  en  los  mas  desi- 
cuydados  corazones  de  qualquiera  genero  de  gente^ 
mayoraiente  después  de  auerse  pasado  algunos  dias 
mas  y  que  el  Virrey,  que  de  rrazon  auia  de  auer  llega-> 
do  primero  por  venir  delante,  no  paremia;  pero  no  solo 
no  causo  alteración  en  alguno,  mas  con  toda  la  siguri^ 
dad  y  confianza  del  mundo,  aun  los  que  mas  obliga-* 
fion  tenian  de  tener  rrecato,  con  gran  plazer  y  jubilo 
afirmauan  que  no  auia  de  que  temer,  porque  sola  la 
nao  capitana  en  que  venia  el  Virrey  bastaua  á  rronper 
y  disipar  mucho  mayores  armadas  que  aquellas,  y  que 
la  nao  que  se  dezia  auer  dado  al  traues,  sin  duda  era  de 
los  mesmos  olandeses.  Con  tan  falsas  y  engañosas  per- 
suasiones á  tantos  a  causado  su  total  daño  y  rruina  en 
diversas  partes  del  mundo.  Se  biuta  en  Goa  sin  aplicar 
el  ingenio  ni  poner  las  manos  en  cosa  que  bien  les 
estuuiese^  hasta  que  por  los  (i)  vltímos  de  Septienbre, 
con  un  patage  que  vino  de  Moganbique  se  supo  de  los 
del  galeón  San  Alberto  el  desastre  sucedido  al  Virrey, 
el  qual,  trayendo  en  conserua  de  su  nao  capitana  las 
naos  San  Carlos  y  San  Joseph,  con  el  (2)  dicho  galeón, 
entre  las  isla3  de  Angoxa  y  el  dicho  rio  de  Moxini^le 
se  hallo  envestido  con  las  finco  naos  olandesas,  y  aun- 
que fuera  mas  siguro  rreboluelles  las  proas  y  pelear 
hizo  fuerza  para  pasar  adelante,  paresgíendole  que  po* 
dría  sainarse  en  la  baia  de  Mo<;anbique,  recibiendo  las 
cargas  de  artilleria  del  enemigo  en  esta  ca^a,  mas  que 
batalla  naual.  La  nao  San  Joseph,  que  era  la  almiranta, 
queriendo  hazer  su  offigio  rrecogiendo  las  damas,  fue 


(i)    primero. 

(2)    galeón  San  Alberto. 


—  5^0 — 

sobre  quien  descargó  con  mas  furia  la  mucha  y  presta 
artillería  de  los  contrarios,  de  manera  que  auiendo  sido 
muertos,  sin  otros  muchos,  en  ella,  el  piloto  y  sotapí- 
loto,  y  viniendo  con  pocos  y  malos  artilleros  ( i )  y  Don 
Francisco  Mazcareñas  muy  enfermo,  que  era  capitán 
de  la  dicha  nao,  los  demás  hizieron  tan  flaca  rresisten- 
9ia  no  auiendo  quien  manexase  la  artillería,  que  viendo 
los  enemigos  que  con  ella  no  se  les  hazia  daflo,  desde 
muy  ferca  la  arronbaron  y  desaparejaron,  Ueuandola 
luego  la  corriente  hasta  encallarla  en  los  baxos  de  Ma- 
xincale.  Los  olandeses,  pare^iendoles  que  lo  mesmo 
les  podría  suceder  con  las  otras  dos  naos  y  galeón,  los 
fueron  siguiendo  dándoles  muchas  cargas  de  artillería 
hasta  que  del  todo  (erró  la  noche,  pero  sin  apartarse 
mucho  dellas. 

El  virrey  y  muchos  de  los  que  venian  con  él  en  su 
capitana  afirmaron  después  que  en  esta  ocasión  quando 
la  nao  San  Joseph  se  hallo  mas  conbatida  de  los  enemi- 
gos, que  mandó  rreboluer  la  proa  á  su  nao  para  soco- 
rrella  y  que  ansi  estuuo  peleando  con  ellos  hasta  que 
fue  noche;  pero  conforme  sucedió  el  dia  siguiente  se 
conoció  claramente  que  si  los  enemigos  abarloaran  es- 
tas dos  naos,  que  se  las  licuaran^  sigun  la  desorden  y 
y  temor  con  que  todos  en  ellas  se  hallauan.  Otro  dia, 
auiendo  cobrado  aquella  noche  ventaja  en  nauegar 
nuestras  naos,  los  enemigos  las  fueron  siguiendo  hasta 
alcan^allas  quatro  ó  seis  leguas  de  MoQanbique  y  allí 
boluieron  á  conbatillas,  y  aunque  sintieron  flaqueza  en 
ellas  no  se  atrevieron  tanpoco  a  balrroallas  como  el  dia 
antes,  ó  porque  temieron  no  se  pegasen  fuego  con  que 
tanbien  podían  peligrar  sus  naos,  ó  sigun  después  ellos 
mesmos  díxeron  porque  se  persuadieron  que  venia  por 
virrey  Don  Alonso  de  Noroña  en  ellas,  y  que  llegados 
á  las  manos  hallarían  mayor  rresistenfia  con  mas  daño 


(i)    demás  de  yenir. 


suyo.  La  capitana  y  San  Carlos,  viéndose  muy  apreta- 
das de  las  muchas  cargas  de  artillería  de  las  naos  ene- 
migas, se  llegaron  lo  mas  que  pudieron  á  la  costa  pa- 
res^iendoles  que  teniendo  muchos  de  sus  marineros  mas 
noticia  della  podrían  saluar  los  baxos  hasta  entrar  en 
la  baia  de  Mo^anbique,  y  que  los  enemigos  por  no  per- 
derse los  dexarian ,  sugediendoles  mas  gierto  este  si- 
gundo  dísigno  que  el  prímero,  porque  las  naos  olande- 
sas  temiendo  perderse  en  aquella  costa  tan  llena  de 
baxos,  hallándose  ya  nuestras  naos  muy  metidas  entre 
ellos,  las  dexaron  con  mas  de  tres  oras  de  dia  y  se  hí* 
zieron  á  la  mar.  Pudieran  siguramente,  pues  toda  aque- 
lla costa  es  tan  conocida  de  qualesquiera  marineros 
portugueses,  salir  nuestras  dos  naos  algo  mas  á  la 
mar  y  tomar  siguramente  la  baia  de  Moganbique  te- 
niéndola tan  cerca  y  bastante  tienpo  para  poder  hazello 
antes  que  cerrase  la  noche,  pero  no  se  sabe  ó  [no]  se 
quiere  dezir  sobre  esto  la  verdad,  callándose  por  algu- 
nos respetos,  ó  rrealmente  se  temió  por  todos  que  si 
salian  fuera  de  aquellos  canales  no  rreboluiesen  los 
enemigos  sobre  ellos,  que  aun  no  se  auian  perdido  de 
vista,  y  ansi  se  entretuuieron  hasta  que  fue  noche,  que 
queriendo  salir  á  tomar  la  dicha  baia  dieron  en  seco 
primero  la  Capitana  y  luego  San  Carlos,  en  los  baxos 
entre  la  tierra  fírme  que  llaman  Caaba^eira  grande  y  la 
isla  de  Santiago.  Las  naos  se  deshizieron  muy  apriesa, 
de  manera  que  aquella  noche,  demás  de  la  gente  y  lo 
que  estaua  en  la  primera  cubierta  con  la  mas  parte  del 
dinero,  lo  demás  se  perdió,  aunque  después  se  pescó 
la  artillería.  El  Virrey,  luego  como  su  nao  tocó  se  fue 
aquella  noche  á  la  fortaleza,  que  estaua  legua  y  media 
de  aquellos  baxos,  de  manera  que  por  mucha  priesa 
que  el  capitán  Jacobo  de  Morales  se  dio  por  acudir  á 
la  nao,  no  lo  halló  ya  en  ella.  Sabido  por  el  Virrey  el 
sitio  de  Ormuz,  no  teniéndose  aun  noticia  en  aquella 
costa  auerse  ya  perdido,  enbió  á  Mazcate  el  galeón  San 


Alberto  con  Paulo  de  Sequeira  su  eapítan»  rreforgado 
con  gente  y  artillería  de  las  dos  naos,  aunque  bien  se 
dejaua  entender  no  auer  sido  posible  detenerse  al  sitio 
hasta  entonces,  y  ansi,  de  la  mucha  gente  que  Ueuó 
este  galeón  murío  de  hanbre  y  enfermedad  la  mayor 
parte  dellos  en  Mazcate.  La  nao  San  Joseph,  después 
de  auer  encallado  en  los  baxos  de  Moxincale,  aunque 
tuuo  tienpo  parte  de  aquel  dia  la  noche  siguiente  y 
hasta  las  ocho  ó  las  nueue  del  dia  adelante  para  enjan- 
gadas  y  batel  saluarse  todos  con  el  dinero  en  la  tierra 
fírme,  siendo  los  negros  amigos,  hallaron  los  enemigos 
gran  parte  de  la  gente  y  dinero  dentro  de  la  nao  con 
todo  lo  demás  que  en  ella  auia  que  no  se  auia  deshe- 
cho tan  apriesa  como  las  demás,  siendo  los  que  en  ella 
se  perdieron  ciento  y  cincuenta  honbres  y  quatro  ó 
ginco  mugeres  nobles  y  doncellas  de  las  que  por  orden 
de  Su  Magestad  en  algunos  viages  vienen  de  Lisboa 
para  se  casar  en  la  India.  El  capitán  D.  Francisco  Mas- 
careñas  y  oficiales  de  la  nao  con  mucha  gente  della  se 
auian  ya  saluado,  diziendo  muchos  que  ansi  las  muge- 
res  como  el  mas  del  dinero  se  tomo  por  los  enemigos 
estando  ya  en  tierra,  sin  auer  quien  los  defendiese  des- 
pués de  auer  sabido  el  mal  suceso  del  Virrey  en  Goa  (i) 
por  los  vltimos  de  Septiembre;  fue  notable  la  admira- 
ción y  espanto  que  en  todos  causó,  paresgiendoles  cosa 
imposible  poder  auerse  perdido  tres  naos  juntas,  por 
grande  que  fuese  la  armada  de  los  enemigos ,  no  obs- 
tante los  muchos  casos  sucedidos  aduersamente  en  tan 
poco  tienpo.  Y  era  tan  general  esta  sinple  y  vana  con- 
fianza en  todas  suerte  de  gente,  que  como  desde  que 
llegó  la  nao  Sancto  Thome  y  galeón  Trinidad  se  uvie- 
se  publicado  auer  visto  aquellas  cinco  naos  de  enemi- 


(i)  Por  los  primeros  de  Otubre,  de  una  galeota  que  partió  de 
Ma/icate  después  de  avtr  alli  llegado  el  galeón  San  Alberto  que 
desde  Moganbique  avia  enbiado  de  socorro  el  Virrey. 


-ses- 
gos ferca  de  Mo^anbique,  auiendo  tres  ó  quatro  días 
antes  pasado  adelante  al  Virrey,  de  la  dicha  nao  y  ga- 
león, y  ser  cosa  tan  verosímil  el  auer  dado  en  los  ene- 
migos y  perdidose,  pues  en  tantos  días  no  se  tenía 
nueua  del,  á  nadie  daua  esto  cuydado,  antes  muy  pla- 
zenteros  se  festejauan  y  entretenían  en  juegos  y  correr 
las  calles^  esperando  cada  ora  las  naos  con  el  Virrey. 
Y  como  el  Enbaxador  estuuíese  tan  cuydadoso,  te- 
niendo por  sin  duda  auerse  el  Virrey  perdido  ó  estar 
sitiado  con  sus  naos  en  el  puerto  y  fortaleza  de  Mof  an- 
bique,  y  comunicase  esto  con  algunas  personas  que  en 
aquella  saqon  le  visitauan,  se  rreian  dello  dizíendo  lo 
que  atrás  se  a  dicho,  de  que  sola  su  capitana  bastaua 
para  rronper  mucho  mayores  armadas  de  ingleses  y 
olandeses,  siendo  común  pasión  en  todos  estas»  sinpli- 
cissímas,  quanto  dañosas  jactancias,  admitiendo  y  es- 
cuchando cosas  apazíbles  y  que  al  cabo  le  auian  de  ser 
tan  perniciosas,  y  huyendo  de  saber  las  aduertencias  á 
que  tenían  obligación  de  acudir  y  rremediar,  lo  qual  a 
sido  sienpre  la  rruina  de  qualquiera  república.  Luego 
en  aquellos  primeros  días  enbió  al  Virrey  á  tratar  con 
los  enemigos  de  rrescatar  los  que  se  perdieron  en  la 
nao  San  Joseph,  y  por  tener  los  ingleses  tres  ó  quatro 
prisioneros  de  su  nagion  en  Goa  y  queriéndolos  rresca- 
tar tanbien,  le  rrespondieron  que  ellos  auian  de  ir  á  la 
barra  de  Goa  desde  allí,  adonde  tratarían  del  rrescate 
de  los  unos  y  los  otros.  Y  visto  por  el  Virrey  que  los 
enemigos  se  auian  partido  á  Qurrate^  temiendo  de  dar 
en  ellos  si  fuesen  derechos  á  Goa  se  enbarco  con  la 
mayor  parte  de  la  gente  que  le  auía  quedado  en  dos 
patages  que  halló  alli  en  Moganbique,  y  por  fuera  de 
los  baxos  de  Padua  y  islas  de  Mámale  llegó  á  Cochini, 
adonde  se  detuuo  muchos  días  aprestando  vna  naueta 
que  conpró  al  rey  de  aquella  tierra  para  desde  alli  en- 
bíalla  á  Portugal.  Y  aunque  en  Goa  se  supo  luego  de 
pocos  dias  su  llegada,  procedióse  en  despachar  armada 

38 


—  594  — 

de  nauios  de  rremo  que  enbió  á  pedir  para  su  venida, 
con  tanta  lenteza  que  pasaron  desde  su  llegada  á  Co- 
chim  y  venida  á  Goa^  que  fue  pocos  dias  antes  de  naui- 
dad,  poco  menos  de  tres  meses. 

Los  ingleses  y  olandeses,  después  de  auer  llegado  á 
^urrate,  de  Mo^anbique,  y  pertrechándose  de  mante- 
nimientos y  municiones,  se  vinieron  á  ponerse  sobre 
la  barra  de  Goa  con  diez  naos  y  vn  patage  á  tienpo  que 
ya  auia  partido  la  armada  de  rremo  á  Cochim  con  mu- 
cha de  la  gente  de  la  ^iudad  para  aconpaftar  al  Virrey, 
no  Ueuando  alguna  prevención  de  las  que  en  semejan- 
tes ocasiones  tanto  era  menester,  sino  muchas  galas, 
enbarcandose  ansimesmo  gran  numero  de  frayles  y  je- 
suitas  apercibidos  de  todo  genero  de  adulación  y  lisonja 
para  con  el  nueuo  Virrey.  Y  aunque  sin  faltar  nadie  de 
laciudad,  con  rrazon  se  podía  dezir  ser  toda  gente  iner- 
me, agora  que  casi  se  hallaua  medio  vazia  lo  estaua 
tanto  que  por  no  rresoluerse  los  enemigos  á  ello  no  la 
saquearon,  pudiéndolo  fácilmente  hazer  con  poner 
ochocientos  ó  mil  honbres  en  tierra  junto  á  Nuestra 
Señora  del  Cabo,  de  donde  no  auia  inpedimento  para 
llegar  á  la  ciudad.  La  preuencion  que  en  ella  se  hizo 
por  el  governador  fue  mandar  que  toda  la  gente  que  en 
ella  auia  saliese  á  Pangin  y  á  las  demás  partes  de  una 
y  otra  parte  del  rio  hasta  la  barra,  y  algunas  fustas  y 
otros  barcos  para  que  asistiesen  en  el  mesmo  rio,  pero 
poco  menos  que  desarmados  y  sin  municiones. ni  quien 
conpetentemente  los  gouernase.  Los  demás  vezinos, 
ansi  nobles  como  populares,  salian  á  tropas  conforme 
á  la  vezindad  ó  amistad  que  vnos  con  otros  tenían,  y 
Ueuando  sus  mugeres  con  cantidad  de  rregalos  anda- 
uan  esparzidos  por  sus  quintas  vanqueteandose  vnos  á 
otros,  ó  jugando,  de  manera  que  se  uia  por  toda  aque- 
lla playa  de  Pangin  y  Bardes  vna  propia  imagen  de  los 
saturnales  ó  bacanales  de  la  antigüedad,  sin  poder  tan- 
tas calamidades  rrecibidas,,  ni  ponerles  mas  rrecato,  ni 


^595- 

desminuilles  la  sinple  confían^a  suya.  En  el  ínterin^ 
los  enemigos  que  estauan  surtos  á  la  boca  del  puerto 
algunos  días  auia,  no  íntentauan  cosa  alguna,  ni  se 
acabauan  de  entender  qual  disigno  fuese  el  suyo,  mas 
de  presumirse  que  viniesen  á  rrescatar  sus  prisioneros 
y  á  que  les  rrescatasen  los  que  ellos  tenian  de  la  nao 
San  Josephy  y  ansí  mesmo  para  inpedir  que  la  nao 
Sancto  Thome,  que  solo  auia  quedado,  no  pudiese  ha- 
zer  viage  á  Portugal.  En  la  fortaleza  del  Aguada  estaua 
Andrea  Coello  con  ^inquenta  ó  sesenta  soldados  y  al- 
gunos caualleros  que  voluntariamente  se  entraron  en 
ella  para  su  defensa,  entre  los  quales  fue  Francisco  de 
Sosa  Falcon  que  en  tiempo  del  Conde  de  Redondo  fue 
secretario  de  este  Estado,  el  qual^  juntamente  con  qua- 
tro  hijos  suyos  todos  en  edad  para  pelear  asistió  alli 
hasta  después  de  idos  los  enemigos.  La  nao  Sancto 
Thome,  que  se  estaua  apercibiendo  para  su  viage,  visto 
el  peligro  por  la  cercanía  de  los  enemigos  se  llego  lo 
mas  que  pudo  al  fuerte  de  la  Aguada  por  abrigarse  y 
poder  defenderse  con  su  artilleria,  haziendo  ella  tanbien 
traues  al  mesmo  fuerte^  hallándose  dentro  para  su  de- 
fensa demás  de  su  capitán  y  marineros  Ruy  Freiré  de 
Andrada,  que  auia  ya  llegado  de  Máznate,  y  ginquenta 
ó  sesenta  soldados  y  vezinos,  desminuyendose  cada  dia 
este  numero  boluiendose  muchos  á  la  giudad,  siendo  lo 
mesmo  en  todos  los  demás  que  estauan  derramados 
por  los  palmares  y  casas  de  plazer  de  la  isla.  De  mane- 
ra que  pasados  aquellos  primeros  días  fueron  muy  po- 
cos los  que  quedaron,  siendo  lo  que  aqui  pasaua  des- 
orden confusión  y  miedo  muy  conocido.  Esta  fortaleza 
de  la  Aguada  no  es  mas  que  vna  pequeña  plataforma 
que  esta  en  la  falda  del  cerro  ó  collado  adonde  se  auia 
de  fundar  la  fortaleza,  muy  rrasa  y  á  la  lengua  del  agua, 
sitio  muy  a  proposito  para  desde  alli  guardar  y  defender 
el  surgidero  de  las  naos  que  le  cae  gerca.  Pero  demás 
de  no  tener  la  dicha  plataforma  fortificación  alguna,  ni 


-596- 

vn  sinple  parapeto,  y  ansí  muy  expuesta  á  ser  ocupada 
de  qualesquiera  nao  y  flacos  enemigos,  pues  si  no  fue 
en  esta  ocasión  presente  nunca  uvo  en  ella  sino  tres  ó 
quatro  negros  de  la  tierra  que  siruen  de  artilleros  (i)^ 
y  su  capitán  en  la  (iudad,  tiene  á  cauallero  casi  a  plomo 
sobre  si  toda  la  altura  de  aquel  collado,  á  donde  no  ay 
genero  de  defensa  ni  guarda  alguna.  Porque  auiendo 
Andrea  Furtado  querido  ponello  por  obra  le  llego  su- 
cesor, quedando  solamente  en  diseño  comentado  alli 
un  fuertezuelo  muy  estrecho  y  mal  entendido,  que  des- 
pués no  se  prosiguió,  aunque  se  acabo  entonces  vna 
pequeña  torre  en  que  u viese  de  noche  lunbre  para  to- 
mar el  surgidero  de  noche.  Pero  después  acá  nunca  en 
este  pharo  ó  lan terna  se  tuuo  lunbre  alguna,  antes  por 
auer  estado  sienpre  yerma  se  a  arruinado  con  las  aguas 
de  los  inviernos,  auiendo  estado  algunas  vezes  muchos 
nauios  en  peligro  viniendo  á  demandar  la  barra  de  no- 
che creyendo  auia  lunbre  en  esta  lanterna  de  perpetuas 
tinieblas,  como  sucedió  al  Enbaxador  viniendo  de  Or- 
ñiuz  el  año  de  1620,  que  llegando  muy  de  noche  y  obs- 
cura, muy  gerca  del  puerto,  y  no  rrecono^iendose  señal 
del,  el  piloto  boluio  atrás  por  el  rrunbo  contrario  que 
se  auia  traido  hasta  que  otro  dia  bien  tarde  entró  en  el. 
Y  auiendo  entonces  el  dicho  Enbaxador  conb^ido,  de- 
mas  desta  falta,  el  mucho  descuido  y  negligencia  que 
en  Goa  se  tenia  en  la  guarda  del  dicho  fuerte,  y  tan 
inportante  cosa  era  poner  en  defensa  lo  alto  de  este  co- 
llado del  pharol^  y  ansímesmo  la  plataforma  baxa,  en 
los  dias  que  se  detuuo  en  Pangin  antes  de  venir  á  la 
ciudad,  trato  con  el  Arzobispo  que  propusiese  en  el 
Consejo  al  governador  de  como  el  quería  seruir  á  la 
ciudad  en  mirar  bien  aquel  sitio,  y  juntamente  con  el 
maestro  de  cantería,  á  quien  aqui  en  la  India  llaman 


'    (i),  nunca  hallándose  alli  el  capitán  que  les  esta  señalado,  sino 
en  9u  casa  en  la  ciudad. 


—  597  — 

ingeniero  mayor,  dar  ordem  que  se  fortifícase,  pues 
muy  pocos  lo  podian  ocupar  y  ganar  desde  lo  alto  con 
solas  piedras  la  plataforma  y  fuerte  de  abaxo.  Y  aun- 
que e  Enbaxador  sabia  ya  por  lo  que  le  auia  sufe- 
dido  en  Ormuz  de  quan  mal  se  auia  de  tomar  por  el 
governador  y  por  todos  este  su  offregimiento  y  buena 
voluntad,  no  quiso  faltar  á  lo  que  deuía  viendo  aque* 
lio  en  tan  notorio  peligro  sienpre  que  qualesquiera  ene- 
-migos  pusiesen  el  pie  en  tierra,  y  quan  falta  estaua, 
no  solo  Goa,  sino  todo  lo  demás  de  este  estado  de  per- 
sona conpetente  aun  para  qualquiera  muy  sinple  for- 
tificación. Lo  que  se  le  rrespondío  al  Arzobispo  no  se 
supo,  ni  el  quiso  dezillo  al  Enbajador  aunque  después 
se  uio  algunas  vezes  con  él,  ni  tanpoco  se  le  pregun- 
to, mas  de  auer  algunos  dias  adelante  entendido  de 
quam  mal  y  odiosamente  se  auia  tomado  lo  que  me- 
reciera agradecimiento.  Y  en  la  ocasión  de  que  se  iua 
tratando,  hallándose  las  dichas  naos  de  enemigos  á 
quinientos  ó  seiscientos  pasos  de  la  dicha  plataforma 
les  pareció  al  capitán  que  en  ella  estaua  y  á  otros  fídal- 
gos  que  se  quisieron  mostrar  mas  prácticos^  que  con 
la  artillería  que  alli  auia,  que  era  muy  gruesa,  podrían 
desalojar  las  dichas  naos  obligándolas  á  hazerse  mas  á 
lo  largo;  dispararon  algunas  piecas  de  las  mayores 
cuya  munición  era  de  quarenta  ó  cinquenta  libras  de 
bala,  siendo  acomodadas,  no  para  hazer  efecto  de  tan 
lexos,  sino  para  solo  guardar  el  surgidero  de  las  naos 
de  ciento  hasta  pocos  mas  de  dozientos  pasos  de  dis- 
tancia. Y  como  demás  de  esta  dificultad  los  artilleros 
fuesen  del  todo  ignorantes  én  su  officio  y  pusiesen  el 
punto  de  aquellos  gruesos  cañones  en  las  naos  por 
linea  recta,  estando  como  estaua  la  plataforma  á  la 
lunbre  del  agua,  las  balas  casi  no  llegauan  á  la  mitad 
del  espacio  de  donde  estauan  las  naos  enemigas,  en 
las  quales  se  miraua  esto  con  gran  rrisa  y  menos-* 
precio. 


-  598- 

Parecióles  á  nuestros  artilleros  y  á  los  que  con  ellos 
estauan  que  la  falta  de  no  alcangar  mas  la  artillería  con- 
sistía solo  en  la  falta  de  la  poluora,  y  ansí  la  cargaron 
con  doblada  carga,  no  surtiendo  otro  efecto  de  esto 
sino  de  rrebentar  dos  piezas  de  las  mejores,  con  lo 
qual  se  dexo  de  hazer  otra  prueua.  Y  como  luego  el 
dia  siguiente  viniese  vn  patage  de  Cochim  y  por  no 
caer  en  manos  de  los  enemigos  quisiese  tomar  el  puerto 
de  Goa  la  vieja,  vna  de  las  naos  alargando  la  amarra 
por  hallarse  mas  gerca  se  llegó  á  tierra  todo  lo  que  el 
fondo  le  dio  lugar  y  le  disparó  alguna  artilleria  con  que 
el  patage  se  fue  arrimando  mucho  á  la  playa  para  to- 
mar el  puerto  y  las  balas  no  le  alcanzasen.  Los  olan- 
dcses,  visto  que  con  artilleria  no  podían  alcanzar  á  ha- 
zelle  daño  echaron  vna  lancha  en  el  agua  y  en  ella 
veinte  ó  veinte  y  ginco  honbres  y  hizieron  gran  fuerga 
con  el  rremo  por  alcanzar  el  patage,  en  cuya  ayuda 
mouieron  tanbien  dos  nauios  ó  fustas  de  las  que  se  a 
dicho  que  se  auían  armado  para  guarda  de  la  barra. 
Pero  como  llegando  ya  ellos  y  la  lancha  muy  gerca  dd 
patage,  desde  la  nao  aunque  de  tan  lexos,  y  les  dispa- 
rasen algunas  piegas,  mas  para  espantarlos  que  para 
hazer  efecto,  los  nauios  se  pusieron  en  cobro  boluíendo 
huyendo  á  su  puesto,  con  que  perdieron  el  animo  de 
manera  los  del  patage  que  aunque  auía  en  él  veinte 
honbres,  sin  los  marineros,  se  langaron  todos  al  agua 
dexando  su  dinero  y  demás  hazienda,  que  saquearon 
luego  los  enemigos,  pegando  fuego  después  al  patage. 
Quatro  ó  seis  dias  antes  de  Navidad  vino  el  Virrey  de 
Cochim  con  catorze  ó  quinze  fustas  y  manchuas,  aun 
con  menos  apergebimiento  para  sí  fuera  menester  pe- 
lear del  que  auían  lleuado  los  que  de  Goa  fueron  á 
aconpañarle^  y  sin  esto  no  llegaron  todas  las  fustas 
juntas,  sino  unas  muy  delante  de  las  otras,  pero  muy 
cosidas  con  la  costa,  tomando  la  isla  de  Salsete  por  lo 
mas  gerca  que  pudieron.  Sugedío  aqui  vna  cosa  de 


-  599  — 

que  se  pudo  con  rrazon  inferir  auer  venido  los  enemi- 
gos con  otro  fin  que  rrescatar  ios  prisioneros,  como  en 
Moganbique  auian  enbiado  á  dezir  al  Virrey,  porque 
hallándose  al  tienpo  que  el  Virrey  llegó  la  nao  capitana 
mas  (ercana  á  aquella  parte  y  pudiendo  con  su  mucha 
artillería,  sino  inpedir  del  todo,  á  lo  menos  turbar  y 
hazer  daño  á  muchas  de  aquellas  desordenadas  fustas^ 
no  dio  señal  de  hostilidad  alguna  en  la  presente  ocasión, 
antes  alargándose  por  la  amarra  se  aparto  gran  trecho 
con  evidente  demostración  de  cortesía  ó  menosprecio, 
queriéndolos  dexar  entrar  no  obstante  las  muchas 
muestras  que  en  todos  se  uia  de  temor.  Demás  que  en 
todo  el  tienpo  que  estas  naos  estuuieron  sobre  la  barra, 
que  fue  por  espagio  de  casi  tres  meses,  claramente  se 
conoció  que  pudieran  hazer  mas  daño  no  executando 
lo  que  pudieran  con  sus  lanchas  fauoresgidas  con  la 
artillería  de  las  naos,  como  tan  fácilmente  les  auia  su- 
cedido quando  saquearon  y  quemaron  el  patage  de 
Cochim.  Auian  enbiado  ya  vna  ó  dos  vezes  los  prisio- 
neros portugueses  cartas  en  algunos  vasos  de  barro  y 
echados  con  la  marea,  pidiendo  encarecidamente  al 
governador,  y  al  Virrey  después  que  fuese  venido,  que 
los  rrescatasen  dando  en  parte  del  pregio,  que  era  muy 
moderado,  los  pocos  ingleses  y  olandeses  que  auia  pre- 
sos en  Goa;  pero  ansí  en  esto  como  en  otras  muchas 
cosas  antes  por  el  discurso  de  tanto  tienpo  quanto  fue 
el  que  el  Enbaxador  se  detuuo  en  la  India,  parecía  per- 
mitir Dios  que  esta  gente  se  cagase  para  castigo  y  per- 
dición suya,  tomando  sienpre  no  acaso,  sino  por  ele- 
Cion,  el  parecer  que  peor  le  auia  de  estar,  diziendo  ya 
algunos  que  no  era  crédito  del  estado  de  la  India,  ni  del 
mesmo  Virrey,  rrescatar  los  dichos  prisioneros*  Y  visto 
por  el  Enbaxador  que  este  lenguage  tan  bárbaro  y  no- 
Ciuo,  demás  de  inpedir  tan  piadosa  obra  como  rredimir 
aquellos  pobres  onbres,  inpedia  tanbien  de  no  poderse 
hazer  víage  á  Portugal  continuando  los  enemigos  el  és- 


—  6oo  — 

tarse  en  aquel  puerto,  aunque  muy  falto  de  salud  fue 
á  visitar  al  Virrey  dos  días  después  que  llegó  al  colegio 
de  los  reyes  adonde  se  auia  aposentado.  Y  aunque  la 
visita  era  solp  de  cunplimíentos^  pero  pidiéndolo  el 
tienpo  ansi  le  suplicó  tratase  luego  de  la  libertad  de 
aquellos  presos,  mayormente  escusandose  la  (i)  afrenta 
que  á  todos  tocaua  por  hallarse  las  tres  ó  quatro  mu- 
geres  portuguesas  en  tan  vergonzoso  genero  de  vida,  y 
que  no  se  mouiese  á  hazer  lo  contrario  si  algunos  le 
(lixesen  que  no  convenia  á  su  auturidad  tratarse  de  su 
parte  el  dicho  rrescate,  teniendo  tanta  obligación  á  ha- 
zello.  Y  que  siendo  lo  mas  verisímil  venir  á  solo  lo  to-p 
pante  al  rrescate  los  enemigos,  ansi  por  lo  qi^e  se  co- 
mento á  tratar  en  MoQanbique,  como  la  demostración 
de  cortesía  de  el  día  que  entró  en  el  puerto  aueria  tan- 
bien  otra  cosa  de  grande  inportangia,  que  era  saberse 
si  venían  con  fín  de  tener  sitiada  la  barra  de  manera 
que  ni  la  nao  que  en  ella  estaua  para  hazer  viage,  ni  vn 
patage  que  por  diligencia  suya  el  governador  auia  man- 
dado aprestar^  pudiesen  ir  á  Portugal  en  aquella  mon- 
QÍon,  Y  porque  el  Virrey  le  rrespondio  á  esto  tibia  y 
perplexamente  se  ofreció  el  Enbaxador  de  que  si  por 
alguna  causa  que  él  no  supiese  su  señoria  no  queria 
tratar  de  la  tal  redemgion,  que  por  hazer  bien  á  los  pre- 
sos enbiaria  de  su  parte  á  que  se  hiziese  la  mesma  dili- 
gencia, teniendo  como  tenia  persona  conpetent^  y  pra- 
tica  para  ello,  y  que  efectuándose  lo  del  rrescate,  ó  los 
enemigos  se  quitarían  de  allí,  ó  permaneciendo  en  aquel 
puesto  se  sabría  ya  que  querían  tener  sitiado  aquella 
barra,  y  esperándose  que  otros  años  intentí^rian  el 
mesmo  orden  de  hazer  la  guerra.  A  esto  pareció  con- 
sentir el  Virrey,  rrespondiendo  que  le  auisaria  luego 
otro  día,  y  con  esto  acabó  el  Enbaxador  su  visita,  ha- 
ziendo  todas  estas  diligencias  porque  si  los  enemigos 


(i)    iferguenga  que  en  todos  podría  aver. 


{' 


—  6oi  — . 

no  tuuiesen  otro  fin  sino  lo  del  rrescate  se  fuesen  des- 
pués de  concluido  y  quedando  Ubre  la  barra  pudiera 
hazer  su  viage  á  España,  para  el  qual  estaua  del  todo 
aprestado.  De  ay  á  dos  días  el  secretario  del  Estado  es- 
criuio  por  orden  del  Virrey,  al  Enbaxador,  que  tuuiese 
aper^ebida  la  persona  que  auia  de  enbiar  á  los  enemi* 
gos,  para  que  llenase  orden  de  lo  que  auia  de  hazer, 
parefiendole  ya  esto  al  Enbaxador  poca  rresolu^ion, 
como  le  auia  parecido  el  Virrey  honbre  tardo  y  menos 
dispierto  de  lo  que  el  tienpo  pedia;  y  ansi  sucedió,  por- 
que nunca  mas  se  trató  de  la  dicha  materia  con  el  En- 
baxador, ni  él  quiso  tanpoco  hablar  en  ella.  Hizo  su 
entrada  el  Virrey  en  la  (iudad  con  muchas  galas  y  fies- 
tas aunque  en  tienpo  por  tantas  causas  de  tristeza  y 
trabaxos,  y  dentro  de  algunos  dias  dio  orden  que  de 
parte  de  los  ermanos  ó  cofrades  de  la  Misericordia  se 
enbiase  á  tratar  con  los  ingleses  y  olandeses  sobre  el 
rrescate  de  los  prisioneros  de  anbas  partes,  y  abiendose 
enbiado  á  esto  vn  mulato  ó  mestizo  de  la  tierra,  ellos 
se  corrieron  de  manera  que  sin  oyllo  le  boluieron  á  en- 
biar, y  lo  mesmo  sucedió  con  otro  honbre,  aunque  no 
e  sabido  de  que  suerte  fuese,  que  después  de  esto  se 
enbio  á  lo  mesmo  en  nonbre  del  obispo  de  Cochim 
que  gouernaua  entonces  este  arzobispado  de  Goa  por 
muerte  del  Arzobispo,  pareciendo  sigun  buenamente  se 
puede  inferir  que  el  enbiarle  las  tales  personas  fuese 
tenellas  en  poco,  ó  que  por  auiso  de  alguno,  siendo 
fama  que  los  tenían  de  muchos  uviesen  sabido  la  vana 
presunción  del  Virrey  en  no  querer  que  la  tal  rredem* 
Cion  derechamente  se  tratase  de  su  parte,  siendo  esto 
vna  tan  falsa  y  del  todo  ignorante  persuasión.  La  causa 
que  tuuo  el  Virrey  para  que  de  parte  del  Enbaxador  no 
se  hiziese  esta  diligencia,  aunque  no  se  a  sabido  eui- 
dentemente,  se  presume  que  fue,  ó  por  le  parecer  ansi 
al  Virrey,  ó  á  sus  amigos,  que  no  era  bien  que  el  En- 
baxador siendo  castellano  se  entremetiese  y  quisiese 


tener  mano  en  cosa  alguna  que  tocase  á  la  corona  de 
Portugal.  Y  este  bárbaro  y  obstinado  lenguage  tan 
arraygado  en  los  ánimos  de  todos,  que  aun  en  cosas 
semejantes  á  este  en  que  tan  poco  grangeaua  el  Enba- 
xador  y  era  propio  beneficio  suyo  dellos,  por  ningún 
caso  querrían  rregibir  el  tal  benefiíio  aunque  del  rre- 
sultase  rredimir  quantas  vexaQÍones  rre^íben  de  los  ene- 
migos (i);  hazia  de  su  parte  el  Enbaxador  quantas  di- 
ligen9ias  podía  para  que  el  Virrey  le  permitiese  en  aquel 
patage  hazer  su  viage  á  España,  pues  tantas  causas 
auía  para  que  Su  Magestad  fuese  auisado  de  los  aduer- 
sos  sucesos  de  la  India,  ya  que  la  nao  por  estar  mal 
aprestada  y  ínpedíllo  los  enemigos  no  podía  hazello  (2). 
Y  aunque  el  patage  podía  correr  peligro  de  ser  tomado, 
pero  saliendo  de  noche,  siéndolo  todas  en  aquella  sa- 
zón muy  obscuras  y  correr  en  ellas  muy  fauorable 
viento,  los  pilotos  y  demás  marineros  afirmauan  ser 
cosa  fagil  el  librarse,  mayormente  en  nauío  pequeño  y 
tan  bien  aparejado.  Pero  en  mas  de  un  mes  que  el  En- 
baxador trabaxó  en  esto  no  fue  posible  acabarlo  con  el 
Virrey,  ni  en  todo  este  tiempo  y  muchos  días  mas  ade- 
lante se  rresoluío  á  aprouar  quitar  el  sitio  en  que  los 
enemigos  le  tenían,  efectuando  el  rrescate  de  los  prisio- 
neros. Este  misterio,  aunque  se  podría  discurrir  so- 
bre él,  se  queda  agora  en  silencio;  solo  se  puede  afir- 
mar no  auer  gustado  el  Virrey,  ó  á  lo  menos  auer  gus- 
tado poco  de  que  este  patage  ni  otro  alguno  en  tienpo 
y  monqíon  conueníente  saliese  para  ir  á  Portugal,  y  la 
naveta  que  despachó  de  Cochim  fue  con  los  pasageros 
y  marineros  que  dependían  del,  mudando  muchos  de- 
llos y  ordenando   que   fuesen  otros.  Demás  de  que 
avíendo  llegado  el  galeón  que  despachó  de  Moganbi- 
que,  á  Mazcate,  por  los  primeros  de  Septienbre,  y  de- 

(i)    y  habiendo. 
(a)    tal  viaje. 


-6o3- 

uiendose  despachar  de  alli  por  Ba^ora  y  Alepo  á  España 
para  dar  cuenta  del  suceso  que  tuuo  con  los  enemigos. 
Este  correo  no  partió  hasta  el  mes  de  Enero  de  este 
año  de  1623,  el  qual  fue  tan  de  espacio  y  por  tan  largo 
camino  que  se  a  sabido  que  mediado  Junio  ó  mas  tarde 
fue  visto  junto  á  Mosul  en  la  caravana  que  ua  de  Ba- 
gadat  á  Caramit,  viage  que  nadie  de  los  que  van  por 
tierra  á  España  lo  a  vsado  por  el  gran  rrodoo  que  en 
él  se  haze. 

Fueronse  los  enemigos  del  puerto  que  tenian,  por  fin 
de  hebrero,  ó  por  le  parecer  ser  ya  bien  gastada  la 
mongíon  en  que  la  nao  Sancto  Thome  pudiera  salir^  ó 
desconfiados  de  que  no  querían  rrescatar  los  presos, 
auiendo  sido  proueidos  de  la  costa  cercana  de  agua  y 
mantenimientos  abundantemente.  Y  aunque  el  patage 
que  estaua  ya  muchos  *dias  auia  aprestado  de  manera 
que  pudiera  salir  por  los  primeros  de  Margo,  no  salió 
hasta  los  primeros  de  Abril,  diziendo,  sigun  era  fama, 
el  Virrey,  que  quería  hazer  esperiengia  si  por  aquel 
tienpo  se  podía  hazer  viage  á  Portugal,  por  auer  sido 
informado  que  en  qualquiera  que  se  nauegase,  sin  es- 
perar mongiones  se  podia  ir  de  la  India  y  boluer  á  ella 
de  Portugal.  El  Enbaxador,  aunque  fue  conbidado  en 
esta  desusada  mongion  no  se  atreuia  á  enbarcar  con 
desearlo  de  manera  que  con  ningunas  palabras  se  pue- 
de encarecer  el  mucho  sentimiento  suyo  y  la  causa  de 
auerse  alargado  tan  particularmente  en  lo  sucedido  des- 
pués del  rrecuentro  y  perdición  de  naos  del  Virrey  ger- 
ca  de  Moganbique  a  sido  por  rresultar  de  la  infausta 
venida  suya  quedarse  mas  tienpo  en  la  India  con  tan 
poca  salud  y  suma  descomodidad,  callándose  en  esta 
ocasión  muchas  cosas,  no  siruiendo  de  nada  sino  ha- 
ziendo  mucho  daño  el  dezillas^  aunque  con  obligación 
forzosa  de  publicarse. 


—  6o4  — 


CAPÍTULO  VI 


Sale  D.  García  de  la  Jadía.— Relación  de  su  viaje  hasta  poco  antes 

de  morir. 


Pasóse  el  invierno  de  la  India  aguardándose  al  fín 
del  las  naos  de  Portugal,  y  porque  auta  ya  quatro  años 
que  estas  casi  faltauan  del  todo  y  se  temia  llegasen  muy 
tarde,  hizo  el  Enbaxador  quantas  diligencias  pudo  para 
que  la  nao  Sancto  Thome,  que  no  auia  podido  hazer 
viage  el  año  pasado,  estuuiese  aprestada  para  que  ten- 
prano  lo  pudiese  hazer  en  el  presente.  Y  aunque  jun- 
tamente con  esto  paremia  á  algunos  muy  conveniente 
que  pues  auia  en  Goa  el  caudal  de  Su  Magestad  de  las 
tres  naos  perdidas  en  Moganbíque,  con  la  gente  de  mar 
que  en  ellas  vino^  que  en  conpañia  con  la  dicha  nao 
Sancto  Thome  fuesen  tanbien  dos  ó  tres  galeones  grue- 
sos de  los  que  estauan  en  el  rio  de  Pangin^  pues  no 
eran  ni  podian  ser  de  prouecho  en  la  India  tan  presto, 
no  quiso  el  Virrey  atender  á  esto,  ocupado  del  todo  en 
sacar  dineros  de  la  miserable  gente  de  Goa  con  increí- 
bles y  jamas  vsadas  exagiones;  la  disculpa  que  él  y  los 
que  le  adulauan,  que  eran  muchos,  dauan  de  no  po- 
nerse lo  dicho  en  execugion,  era  dezir  que  auia  de  ha- 
zer jornada  á  Ormuz,  para  lo  qual  auia  menester  los- 
galeones,  publicando  que  luego  que  despachase  i^B 
naos  que  esperaua  aquel  año  auia  de  ir  á  cobrar  de  los 
enemigos  la  giudad  y  fortaleza  perdidas,  aunque  era 
cosa  muy  vista  estar  del  todo  falto  para  la  tal  facgion, 
demás  de  la  poca  satisfagíon  que  de  su  persona  se  tenia 
para  semejantes  enpresas.  Pero  aunque  se  perdió  la  es- 
peranza de  partir  esta  nao  con  escolta  de  los  dichos 


-  6o5  - 

galeones^  asiguraua  el  Virrey  que  la  auia  de  despachar 
en  todo  nouienbre  para  que  síguramente  y  con  toda 
breuedad  hiziese  viage  sin  aguardar  por  las  naos  que 
se  esperauan,  que  sigun  ordinariamente  sucedía  salían 
de  Goa  muy  tarde.  Por  los  primeros  de  Octubre  llegó 
al  surgidero  del  Aguada  Don  Phelipe  Mascareñas  en  un 
galeón  de  los  que  aquel  año  por  Margo  salieron  con  las 
naos  de  Lisboa,  y  aunque  arribó  luego  por  auersele 
froto  vn  masteleo  y  le  traía  por  esto  la  demás  armada 
tanta  ventaja,  llegó  al  tienpo  que  se  a  dicho,  sin  dar 
otras  nuevas  della  de  lo  que  supo  de  un  patage  que 
halló  en  Moganbique,  diziendo  la  gente  del  que  se  auian 
apartado  de  las  naos  en  la  costa  de  Guinea;  con  esta 
nueva  mudó  el  Virrey  de  parecer,  diziendo  que  espe- 
rándose tan  presto  esta  armada  quería  que  la  nao  San* 
cto  Thome  fuese  en  conserua  suya,  la  qual  rresolugion 
pudiera  juzgarse  por  mas  acertada  si  el  tienpo  no  mos- 
trara alante  lo  contrario  de  esto,  siendo  las  machinas 
de  este  honbre  encaminadas  del  todo  á  fínes  particula- 
res suyos  á  que  con  suma  vigilancia  atendia  aunque 
fuese  con  la  general  rruina  de  aquel  estado.  Promedia- 
se por  las  rrazones  dichas  con  grande  espacio  y  nota- 
ble tibieza  en  el  aderezo  de  la  nao,  siendo  necesario, 
por  estar  muy  abierta,  hazerse  casi  de  nueuo,  y  sin  que- 
rer señalar  lugares  á  los  que  en  ella  se  auian  de  enbar- 
car,  ni  proueer  las  plagas  de  marineros  ni  artilleros  que 
le  faltauan,  aunque  todos  estos  interesados  le  inportu- 
nauan  y  dauan  priesa  para  ello.  Súpose  de  una  galeota 
que  vino  de  Moganbique  como  quedauan  allí  las  naos 
y  galeones  de  Portugal  sin  poder  venir  á  Goa  hasta  la 
mongion  de  Mayo,  con  lo  qual  pudiera  el  Virrey  apre- 
surarse en  el  despacho  de  la  nao  sin  disculpa  alguna  y 
no  paregio  sin  que  esto  mesmo  causase  en  él  mas  va- 
gar y  espagio^  sin  quererse  rresoluer  en  cosa  alguna  de 
las  que  arriba  se  an  dicho,  aunque  todos  instauan  con 
mayor  calor  sobre  ello  diziendo  quanto  inportaua  salir 


-6o6- 

tenprano  para  hazer  viage,  ansi  para  hallar  tienpos  fa- 
uorables  como  para  no  dar  en  naos  enemigas.  El  En- 
baxador,  no  obstante  que  se  le  auia  enbiado  á  ofrecer 
enbarca^ion,  ó  en  la  nao  Sancto  Thome,  ó  en  qual<- 
quiera  otra  de  las  que  se  creyó  que  llegaran,  hizo  ma- 
yor diligencia  que  nadie,  desde  el  mes  de  Jullio,  para 
que  en  la  dicha  nao  se  le  diese  gasajado,  temiendo  síen- 
pre,  sigun  los  malos  sugesos  de  los  años  de  atrás,  que 
tanpoco  en  el  presente  llegase  armada  de  Portugad  á 
tienpo  conveniente;  mas  por  mucho  que  inportunó, 
aunque  al  principio  le  asiguraron  con  buenas  palabras, 
no  fué  posible  que  le  quisiese  el  Virrey  señalar  lugar  al- 
guno, aunque  era  ya  casi  pasado  Nouienbre  y  auia 
mucha  priesa  en  acomodarse  en  la  dicha  nao  y  tantos 
los  que  pretendian  enbarcarse  en  ella.  Y  porque  el 
modo  de  proceder  que  en  esto  con  él  se  tenia  era  con 
muy  conocida  cautela,  era  muy  visto,  acudió  con  prie- 
sa al  maestre  y  piloto  de  la  mesma  nao  á  conpralle  ga- 
sajados  en  los  que  ellos  tenian  en  ella,  por  el  pregio  que 
quisieron,  siendo  este  muy  exgessivo,  lo  qual  se  pudie- 
ra lleuar  en  pagiengia  si  se  diera  lugar  á  poderse  la  nao 
partir  quando  pudiese,  pero  aunque  lo  deseauan  tanto 
los  muchos  que  en  ella  se  auian  de  enbarcar,  se  dete- 
nia sin  ocasión  alguna  su  despacho,  auiendose  ya  pa- 
sado lo  mas  de  Dizienbre  y  lo  mejor  de  la  mongion 
para  el  viage  por  dentro  de  la  isla  de  San  Lorengo,  y  con 
todo  el  tienpo  que  se  iua  gastando  mas  tardanga  se  co- 
nogia  en  el  Virrey  siendo  ya  muy  visible  la  intengion  del 
Virrey  de  no  gustar  que  esta  nao  partiese,  ó  á  lo  menos 
que  fuese  muy  tarde.  Con  que  ñn  se  hiziese  esto,  bue- 
namente no  podria  afirmarse,  aunque  el  discurso  que 
jsobre  ello  se  hiziese  no  seria  muy  obscuro,  conforme 
á  la  mucha  atengion  y  cuydado  con  que  biuio  sienpre 
después  del  caso  aduerso  de  Moganbique,  de  que  nadie 
pudiese  dar  rrazon  del  España  sino  aquellas  personas 
que  él  quisiese^  obligadas  con  beneñgios  para  hablar 


—  6o7  — 

fauorablemente  en  sus  cosas.  Y  ansí,  auiendo  publica** 
do  que  despachaua  vn  confidente  suyo  al  rey  de  Visa- 
por  ó  Hidalcan,  con  gran  presteza  y  secreto  lo  hizo  de 
noche  enbarcar  en  vn  nauio  para  Bagora  y  de  aüi  á 
España  con  cartas  suyas  y  de  sus  amigos^  valiéndose 
para  semejantes  casos  de  aquellos  que  sienpre  procu- 
rauan  lisonjear  y  agradar  á  los  demás  Virreyes  y  gouer- 
nadores  con  tanto  escándalo  y  mal  exemplo  en  aquella 
giudad.  Podría  parecer  intenpestiua  y  superflua  esta 
narragion,  pero  lo  que  se  vio  y  conogio  después  de  lle- 
gado el  conde  de  Vidigueira  á  Goa,  con  la  libertad  y 
suma  insolengia  suya,  exceden  todos  los  limites  de  rra- 
piña,  inhumanidad  y  poco  temor  de  su  rrey,  sobre  vna 
muy  encarecida  ignorancia  y  baxeza  de  animo.  Ni  tan- 
poco  se  escriuiera  esto,  aunque  tan  verdadero  y  con  tan 
particular  obligación  de  publicarse,  si  de  encubrirse  no 
rresultara  la  total  rruyna  de  todo  aquel  estado,  casi 
acabado  ya  con  los  prodigiosos  exgessos,  multiplicán- 
dose cada  vez  mas  de  los  que  vienen  tan  confiadamen- 
te á  destruille  y  defendelle;  y  por  abreuiar  la  tarda  y 
vagarosa  partida  de  la  nao  Sancto  Thome,  digo  que 
con  estar  ya  del  todo  aprestada  para  los  primeros. de 
Enero  se  fue  dilatando  en  no  mas  largo  plazo  que  de 
vn  dia  para  otro,  hasta  quinze  del  dicho,  en  cuyo  tien- 
po,  auiendo  entendido  el  Enbaxador  de  algunas  perso- 
nas el  poco  gusto  que  auia  de  que  se  enbarcase  y  que 
esto  se  uia  claramente  en  auelle  negado  tácitamente,  si 
no  al  descubierto,  lo  que  antes  le  auian  prometido,  y 
temiendo  otra  cosa  peor,  se  fue  á  Bandos  junto  al  rio 
de  Pangin  para  con  presteza  entrarse  en  la  nao.  Y 
auiendo  estado  allí  algunos  dias  sin  dar  lugar  á  la  par- 
tida con  el  mesmo  proceder,  se  enbarco  á  28  de  Enero 
en  los  gasajados  que  antes  auia  conprado,  sin  otra  ayu- 
da por  los  ministros  de  Su  Magestad  que  una  curuña 
pequeña  ó  entremiche  en  que  solo  cupieron  14  pipas 
de  agua,  siendo  forgoso  llenar  los  demás  mantenimien- 


-6o8- 

tos  para  el  viage  con  suma  descomodidad  en  los  ca¿ 
marotes  que  auia  conprado. 

Primero  de  Hebrero  de  1624  se  hizo  la  nao  á  la  vela, 
deteniéndose  mas  aquellos  quatro  dias  por  decir  el  Vi- 
rrey que  no  auia  escrito  antes,  y  era  cosa  de  grande 
admiración  ver  la  mucha  ocupación  y  enbara^o  de  esta 
ñaue,  no  solo  en  las  cubiertas  y  parte  inferior  della  en 
que  Ueuaua  mas  que  doblada  carga,  pero  en  todo  el 
conues,  toldos  y  xareta,  no  auiendo  lugar  desocupado 
para  poderse  rreclinar  un  honbre,  ni  era  posible  que  lo 
uviese  para  su  govierno  y  ministerios  necesarios.  La 
causa  de  esta  desorden  fue  el  venir  sola  y  no  auer  el 
año  antes  despachadose  alguna  otra  sino  la  naueta  de 
Cochim,  y  principalmente  la  suma  y  desordenada  cu* 
dicia  de  la  gente  de  mar  y  délos  contratantes  de  Goa, 
pare^iendoles  que  en  Portugal  auian  de  tener  por  la 
causa  dicha  muy  subidos  precios  lo  que  agora  se  lle- 
uase.  Esto  fue  creciendo  en  todos  de  manera,  detenién- 
dose tanto  la  nao  en  salir,  que  vendiendo  los  gasajados 
en  que  auian  de  acomodarse  vendian  tanbien  aquellos 
en  que  auian  de  traer  su  agua  y  mantenimiento,  por  el 
mucho  precio  que  los  mercaderes  y  algunos  pasageros 
se  los  pagauan.  De  manera  que  todos  los  lugares  que 
á  toda  esta  gente  de  mar  Su  Magestad  les  concede, 
auiendo  sido  ocupados  y  vendidos,  era  forgoso  buscar 
nueuo  gasajado  en  lo  publico  y  que  auia  de  estar  listo 
y  desenbaragado  en  la  nao,  y  no  bastando  esto  por 
los  muchos  esclauos  que  Ueuauan^  ocupauan  por  de 
fuera  tanbien  los  costados  y  castillos  de  proa  y  popa 
con  infinidad  de  fardos,  caxones  y  pipas  de  agua  sin 
los  muchos  camarotes  que  á  semejanza  de  nidos  auian 
fabricado,  cosa  que  a  sido  muy  vsada  en  este  viage, 
lleuar  esta  gente  f  iega  y  sin  discurso  alguno  con  mucho 
excesso  sobrecargadas  sus  naos;  pero  qual  salió  esta  no 
puede  encarecerse,  pues  hasta  el  lugar  disputado  para 
los  rrequisitos  forzosos  de  naturalega  iua  del  todo  inpe- 


—  6o9  — 

dido,  sin  auer  alguno  de  los  ministros  que  rremediase 
tan  notables  desordenes,  antes  eran  ellos,  desde  el  mes- 
mo  Virrey,  quien  lo  pirmítia,  siendo  mucha  de  la  carga 
suya.  Esta  a  sido  la  principal  causa  de  auerse  pedido 
tantas  naos  de  Portugal  sin  lleuar  defensa  contra  el  mar 
ni  los  enemigos,  y  ansi  salimos  los  que  en  ella  iuamos 
enbargados  a  mas  euidente  peligro  que  alguna  otra. 

Los  primeros  ^inco  ó  seis  dias  del  dicho  mes  la  nao 
casi  no  gouernaua,  no  acudiendo  el  timón  á  la  parte  de 
bonbordo,  aunque  auiendo  de  hazerse  viage  á  Oeste  se 
tenia  tan  fauorable  viento  como  era  Nordeste  y  Les 
Nordeste,  siendo  menester  para  hazer  algún  camino 
acudir  mucha  gente  al  timón,  hasta  que  auiendose  sal- 
uado  los  baxos  de  Padua  gouerno  la  nao  con  alguna 
menos  diñcultad  á  7  del  dicho,  Ueuando  la  proa  á  Oes 
Sudueste  en  popa.   Prosiguió  este  fauorable  viento 
hasta  pasar  la  linea  equinocial  á  20  del  mesmo,  y  de* 
xando  á  la  mano  derecha  después  de  pocos  dias  los  ba- 
xos de  las  Siete  Hermanas,  y  á  vista  dellos,  á  Sudueste, 
se  paso  muy  gerca  del  par^el  de  la  Saya  de  Malla,  ó 
sobre  el  mesmo,  se  saluaron  los'peligrosos  baxos  de  las 
Chagas  y  Pedro  de  Baños,  sigun  opinión  de  algunos, 
dexandolos  á  la  mano  izquierda,  aunque  otros  afirma- 
uan  que  á  la  derecha;  tanta  es  la  confusión  y  poca  cer- 
teza de  este  peligroso  viage.   Fauoresgio  este  buen 
tiempo  igualmente  nuestra  nauegagión,  aunque  con  al- 
gunos aguaceros,  hasta  el  vltimo  de  Hebrero,  que  por 
ser  año  bissestil  tuuo  29  dias,  y  luego  por  las  muchas 
cerragiones  y  aguaceros  con  Nordestes  blandos  se  na- 
uegaua  poco,  viniendo  de  noche  algunos  repentinos 
tenporales  con  la  Iluuia,  pero  nunca  por  la  proa.  Desde 
este  parage,  que  era  en  diez  ó  doce  grados  al  Polo  An- 
thartico,  el  piloto,  por  huir  los  baxos  de  Grajaos  y  po- 
nerse mas  á  barlouento  nauegó  al  Sur,  quarta  de  Sueste, 
procurando  dexar  la  isla  de  Juan  Brandon  con  los  mes- 
mos  baxos  á  la  mano  derecha,  y  luego  dos  dias,  mas 

39 


—  6io  — 

adelante  de  Su  sudueste,  juzgando  él  y  los  demás  pilo- 
tos que  venían  enbarcados  en  la  nao  que  fuese  apar- 
tada della  40  leguas  á  la  parte  de  Leste,  aunque  á  al- 
gunos les  pareció,  como  después  se  echo  de  ver,  que 
iuamos  entre  el  canal  que  haze  la  dicha  Isla  y  los  baxos 
de  Grajaos,  que  es  de  5o  leguas  de  ancho  y  muy  f  erca 
dellos.  Auía  venido  al  camarote  del  Enbaxador  Manuel 
de  los  Angeles,  que  el  año  antes  auia  venido  con  el 
conde  da  Vigueira  por  piloto  mayor,  honbre  muy  hon- 
rrado,  cuerdo  y  pratico  de  su  oficio,  el  qual  estando 
tratando  del  viage  que  se  lleuaua  dezia  afirmatiuamente 
lo  mesmo  que  Gaspar  de  Morales,  piloto  de  la  nao,  de 
como  iuan  lexos  de  la  isla  de  Juan  Brandon,  al  Leste, 
toda  la  distancia  que  ya  se  a  dicho.  Y  como  el  Enbaxa- 
dor le  rreplicase  que  era  inposible  aüer  nauegado  tanto 
en  dos  días  y  con  tan  flaco  viento  que  se  uviese  puesto 
al  Leste  la  dicha  isla  muchas  menos  leguas,  y  que  era 
mucho  mas  verisímil  auer  nauegado  dentro  del  canal 
y  no  lexos  de  los  ya  nombrados  baxos,  se  oyó  un  gran 
ruido  en  el  chapitel  de  la  nao,  gritando  todos  como  por 
proa  desde  el  tope  del  mástil  mayor  se  descubría  tie- 
rra; la  qual,  por  ser  cosa  indubitable  que  fuese  la  isla 
de  Diego  Rodríguez,  Manuel  de  los  Angeles  salió  á  cer- 
tificarse de  lo  que  era,  descubriéndose  de  ay  á  poco 
espacio  lo  mas  alto  y  mediterráneo  della  y  la  loma  pro- 
longada de  un  grande  aunque  blando  monte.  Nauegose 
gran  parte  de  este  día  á  vista  de  la  isla,  descubriéndose 
mas  su  grandeza  quantí  mas  ;erca  se  Uegaua  la  nao, 
dexandola  á  sotauento  quando  anoche^io^  quatro  ó  seis 
leguas,  teniendo  de  largo,  á  lo  que  se  pudo  juzgar, 
quínze  ó  diez  y  seis,  auoque  ninguno  de  nuestros  ma- 
rineros auia  estado  en  ella,  con  auer  sido  después  de 
tantos  años  que  la  India  se  descubrió,  continuando 
después  las  naos  este  viage. 

Algunos  dezían  que  auían  vna  ó  dos  vezes  pasado  á 
menos  de  vna  legua  della,  dizíendo  que  era  muy  her- 


mosa  y  llena  de  mucho  bosque,  sin  echar  fuera  rres- 
tinga  ni  arrecife  alguno,  con  muy  linpio  siguro  surgi- 
dero por  toda  aquella  parte  á  cuya  uista  entonges  íua- 
mos  nauegando.  Pero  que  de  algunos  olandeses  que  se 
auian  preso  en  las  Phílipinas  se  sabia  que  en  la  otra 
costa  contraria  tenia  muy  buenos  puertos  y  por  toda 
ella  corrían  grandes  arroyos  de  agua  con  notable  abun- 
dancia de  pescado  de  rribera,  sin  el  mucho  que  el  mar 
produzia.  Y  que  era  de  suelo  tan  abundante  y  llena  de 
tan  apazibles  seluas,  que  en  ellas  se  hallauan  todas  las 
suertes  de  frutas  de  la  India,  con  muchos  puercos  y 
venados,  con  infinitas  suertes  de  paxaros,  mayormente 
de  palomas  torcazas  y  tórtolas,  hallándose  tanbien  por 
todos  aquellos  bosques  muchas  tortugas  terrestres  de 
admirable  grandeza  con  tan  delicada  y  sabrosa  carne 
como  las  mejores  terneras  de  Europa,  pagiendo  y  ali- 
mentándose estas  tortugas,  de  yerua,  como  los  bueyes 
y  vacas;  dízen  demás  de  esto  que  sin  la  mucha  madera 
que  alli  se  halia  para  labrar  nauios  ay  gran  cantidad  de 
euano  mas  fino  que  el  de  Moganbique,  y  lo  que  mas  en 
ella  se  puede  alabar,  demás  de  ser  poco  menos  ancha 
que  larga,  es  ser  de  una  admirable  y  saludable  tenplan- 
ga  de  aire,  por  lo  qual  hazen  alli  ya  mas  ordinaria  es- 
tangia  los  olandeses,  que  en  la  isla  del  (Jisne,  conogida 
dellos  desde  sus  primeros  viages  á  la  Qunda  al  poniente 
ó  Oeste  de  esta  isla  de  Diego  Rodríguez,  treinta  leguas, 
pero  muy  desigual  ansi  en  grandeza  como  en  fertilidad 
y  hermosura  de  suelo.  En  estos  vltimos  años  an  traido 
á  ella  los  olandeses  cantidad  de  gallinas*  y  perdizes,  de 
Sancta  Elena,  y  algunas  terneras,  carneros  y  cabras  de 
las  que  suelen  traer  para  su  mantenimiento,  y  sin  esto 
vna  colonia  de  honbres  y  mugeres  pobres  de  Olanda, 
rriostrahdónos  en  ello  los  dichos  extrangeros  su  mucha 
solergia  y  prouidengia  humana  para  hallar  anparo  y 
acogida  en  este  inmenso  y  peligrosissimo  mar  adonde 
tantas  naos  nuestras  se  an  desaparegido  y  cada  dia  pue- 


—  6l2  — 

de  auer  naufragios  en  los  muchos  baxos  que  no  muy 
lexos  de  esta  isla  se  hallan.  Y  aunque  todos  los  rroteros 
de  este  viage  por  fuera  de  la  isla  de  San  Lorengo  hagan 
mengion  de  la  dicha  isla,  mandando  que  procuren  tener 
las  naos  vista  della  para  ir  bien  nauegados  ó  á  la  ida  ó 
venida  de  la  India,  jamas  los  portugueses  la  an  pisado 
con  poder  auer  sido  tan  necesaria  para  alentar  y  rre- 
frescar  los  muchos  enfermos  con  queá  su  parage  llegan, 
y  suplir  parte  délas  muchas  incomodidades  de  tan 
larga  navegación.  Pero  en  no  auer  jamas  reconocido 
esta  isla  como  en  todas  las  demás  costas  por  donde 
continúan  nauegar,  ya  a  tantos  años  es  tanta  su  negli- 
gencia y  poca  pericia  naual  que  parece  no  auer  jamas 
de  boluer  por  aquel  parage,  lo  qual  a  causado  diuersas 
vezes  muchos  naufragios  hallándose  sienpre  ignorantes 
de  lo  que  tan  esencialmente  es  saberse.  Por  el  contra- 
rio, los  marineros  extrangeros  con  auer  tanto  menos 
tienpo  cursado  esta  nauegacion,  todo  lo  rreconocen  y 
lo  sondean  con  particular  diligencia  y  cuydado,  sa- 
biendo de  las  partes  peligrosas  de  que  se  deuen  guar- 
dar y  las  que  son  conmodas  para  abrigarse  y  aproue- 
charse  dellas,  y  ansi  hazen  segurissimas  nauegaciones, 
mostrándose  en  ellas  propios  y  verdaderos  señores  del 
mar.  Ay  en  la  costa  de  la  Oriental  Arabia  entre  las  islas 
de  Curiamuria  y  Cabo  de  Rocalgate,  como  se  escriuio 
en  el  libro  tercero,  vna  ensenada  llamada  la  de  Maciera, 
que  entrando  mucho  la  tierra  adentro  haze  algunas 
rrestingas  y  baxos,  los  quales,  no  auiendo  sido  jamas 
conocidos  por  los  marineros  portugueses  en  el  discurso 
de  tantos  años  como  a  que  vsan  aquel  viage,  an  causa- 
do muchos  naufragios  aun  hasta  de  nauios  pequeños 
de  rremo.  Y  siendo  toda  aquella  costa  de  Arabia  tan 
inportuosa  que  en  mas  de  trezientas  leguas  solamente 
ay  en  ella  los  puertos  de  Aden  y  Mazcate,  se  a  dexado 
de  tener  en  la  dicha  ensenada  de  Maciera,  por  la  mes- 
ma  negligencia,  vn  muy  siguro  y  conmodo  puerto,  sin 


—  6i3  — 

los  ya  dichos.  Hasta  el  año  de  1621  los  ingleses  que 
contratan  en  Jasques  y  Qurrate,  cayéndoles  á  cuento 
esta  ensenada  las  vezes  que  iuan  ó  venían  de  hazer 
presas  al  estrecho  de  Meca,  la  descubieron  y  sondaron 
con  sus  lanchas  hallando  entre  aquellos  baxos  canales 
siguros  y  linpios  para  grandes  naos.  Y  ansí  se  detuuie- 
ron  en  la  isla  que  la  ensenada  haze,  quatro  meses,  por 
ser  en  ellos  entonces  el  invierno  de  la  India  que  les  in- 
pedia tomar  á  Qurrate.  Hallaron  aquella  isla,  demás  del 
siguro  abrigo  para  sus  naos,  mucha  y  buena  agua,  car- 
neros gallinas  y  cabritos  abundantemente,  con  canti- 
dad de  támaras,  uvas,  granadas  y  naranjas,  siendo 
toda  ella  habitada  de  casares  de  árabes,  junta  con  la 
tierra  firme  que  todas  estas  cosas  produze. 

A  14  de  Mar^o,  quando  fue  de  dia  se  dexo  por  popa 
la  isla  dicha  y  se  nauego  á  Oes  sudueste  con  Sueste  y 
Susueste,  nueue  ó  diez  dias  hasta  llegar  Norte  Sur  con 
la  parte  mas  austral  de  la  isla  de  San  Lorenzo  á  24  de 
Mar^o,  haziendose  el  piloto  mas  á  la  mar  por  huir  los 
lenporales  que  Qerca  della  corren,  y  ansi  nauego  lexos 
del  Cabo  de  San  Román,  que  esta  en  25  grados  al  Sur 
por  28,  lleuando  la  proa  desde  aqui  á  Oeste  quarta  á  su 
dueste,  hallándose  ya  el  ayre  mas  fresco,  de  manera 
que  en  fin  de  Margo  hazia  ya  conocidamente  frió,  aun- 
que muy  tolerable. 

Desde  el  primero  de  Abril  fué  sienpre  el  piloto  po- 
niéndose en  mas  altura,  diziendo  que  no  queria  ir  á 
rreconocer  el  cabo  de  la  baia  de  la  Laguna  en  la  tierra 
del  Natal,  por  juzgar  por  mas  siguro  pasar  los  cabos 
de  las  Agujas  y  de  Buena  Esperanza  sin  rreconoger 
tierra  por  temerse  que  podria  hallar  naos  de  enemigos, 
no  obstante  que  todos  los  rroteros  aduierten  que  por 
ningún  caso  dexen  de  rreconocer  aquella  costa  de  28 
hasta  3 1  grados,  y  proseguir  desde  aqui  el  viage,  sino 
á  vista  de  tierra,  pero  de  manera  que  se  pueda  llegar 
al  fondo  della  de  40  hasta  70  bragas,  porque  el  viento 


—  6i4  — 

que  en  este  peligroso  parage  corre,  que  por  la  mayor 
parte  es  Noroeste,  no  los  Ueue  muy  al  Sur,  hallándose 
allí  el  mar,  demás  de  las  muchas  corrientes  que  lleuan 
las  naos  fuera  del  viage  que  se  pretende,  con  rrezios 
tenporales.  Gasto  el  piloto  muchos  dias  por  esta  derrota 
licuando  la  proa  á  Oes  Sudueste  y  después  á  Oeste  4  á 
Sudueste,  y  como  hallase  cada  dia  mayor  multiplica- 
ción al  Polo  Anthariico,  de  lo  que  prometía  la  mucha 
escaseza  del  viento,  que  no  se  alargaua  quando  mas 
que  á  Noroeste,  le  paregia  que  á  rrespeto  de  la  dicha 
multiplicación  hazia  viage  á  Oeste,  gastando  muchos 
dias  en  esta  porfía  hasta  ponerse  en  36  grados  y   vn 
tergio  con  algunos  aguaceros  muy  frios,  de  manera  que 
ya  se  hazia  Norte  Sur  con  el  Cabo  de  Buena  Esperan- 
za. Aduertian  los  demás  pilotos  de  como  ansi  por  la 
demarcación  de  la  aguja  como  por  otras  muy  euiden- 
tes  congeturas  no  era  posible  aun  auer  llegado  al  me- 
ridiano de  la  mas  cercana  costa  del  Natal,  y  lo  mesmo 
afirmaua  el  padre  Cristoual  Bruno,  milanés,  de  la  Con- 
pañia  de  Jesús,  gran  mathematico,  sigun  lo  que  aula 
obseruado  por  vn  grande  eclipse  de  luna  que  en  vno  de 
aquellos  vltimos  dias  se  auia  visto.  Pero  nuestro  piloto 
que  aunque  muy  mogo  presumia  mucho  de  su  arte  con 
la  común  obstinación  que  en  los  portugueses  se  halla, 
no  queria  escuchar  ni  admitir  el  parecer  de  otro  alguy 
no,  sino  que  muy  confiado  seguía  su  derrota.  Hasta 
que  á  1 2  de  Abril,  muy  cerca  de  la  noche,  como  la  nao 
fuese  sobre  cargada  y  con  los  grandes  balancos  de  proa 
á  popa  por  mares  tan  gruesos  y  estrecha  bolina,  el  es- 
tay dio  un  grande  estallido  rronpiendose  vna  de  dos 
gruesas  gúmenas  de  que  era  conpuesto,  comencando 
luego  á  vacilar  el  árbol  mayor  sin  poderle  tener  firme 
las  jarcias.  Fue  grande  la  turbación  y  alboroto  de  todos, 
pera  acudiendo  de  todas  partes,  con  suma  diligencia 
aunque  ya  noche,  de  presente  se  rrefirmó  con  muchas 
cuerdas,  y  luego,  en  encendiéndose  por  toda  la  nao 


—  6i5  — 

cantidad  de  lunbres  todos  sin  parar  trabaxaron  con 
tanta  priesa  toda  la  noche,  preconociendo  el  gran  peli- 
gro en  que  estauan  sobreviniendo  qualquiera  tenporal, 
que  quando  amaneció  se  auia  puesto  otro  estay  de  tres 
fuertes  gúmenas  con  mas  siguridad  que  antes.  Y  fue 
menester  toda  esta  priesa,  estando  el  mar  con  gran  bo- 
nanza todo  lo  que  duro  la  dicha  obra,  porque  luego 
después  de  medio  dia  comengaron  á  leuantarse  grandes 
mares  que  venian  de  la  parte  de  Oeste  aunque  sin  vien- 
to, pero  este  derechamente  por  el  mesmo  rrunbo,  luego 
que  cerró  la  noche  comento  á  ventar  furiosamente  cre- 
ciendo en  poco  tienpo  con  vna  obscurissima  cerragion, 
de  manera  que  no  atreuiendose  el  piloto  á  poner  la  nao 
mar  en  traues  temiendo  que  por  venir  tan  sobre  carga- 
da no  la  abriesen  los  mares,  corrió  con  el  trinquete  á 
medio  mástil  al  Norte^  siendo  forzoso  hazello  ansi  por- 
que boluer  atrás  era  perder  el  víage  andado,  y  correr 
al  Sur  era  notorio  peligro  de  hallar  mas  rrigurosa  y 
duradera  tormenta.  El  furioso  Oeste  fue  augmentan- 
dose  quanto  mas  iua  entrando  la  noche,  con  algunos 
aguaceros^  aunque  estos  no  continuados  ni  á  rrespeto 
del  mucho  viento,  el  qual  metia  grandes  golpes  de 
mar  por  el  conves  y  xaretas,  lleuando  vno  dellos  la  ua- 
randa  de  la  popa  con  terrible  rruido,  y  otros  que  pro- 
siguieron por  lo  rreste  de  la  noche  lleuaron  ansi  mes- 
mo muchos  fardos  y  algunos  rranchos  de  los  que  ve- 
nian por  los  costados  de  la  nao,  aunque  sin  peligro  de 
nadie. 

1 3  de  Abril,  quando  fue  de  dia,  aunque  no  fue  menos 
el  viento^  antes  pareció  que  se  augmentaua,  pero  siendo 
el  tienpo  claro  dio  esperanzas  de  que  aquel  tenporal  no 
podria  durar  mucho,  y  tomándose  el  sol  en  35  grados 
menos  un  tercio  y  no  descubriéndose  tierra  se  conogio 
bien  hallarnos  al  Leste  de  la  tierra  del  Natal,  pero  el 
piloto,,  persistiendo  en  su  engaño  se  hazia  ya  doblado 
el  Cabo  de  Buena  Esperanza,  y  ansi  para  certificarse 


--  6i6  — 

mas,  con  alguna  poca  de  mas  vela  del  trinquete  lleuó 
el  mesmo  rrumbo,  corriendo  derechamente  Norte  todo 
el  tienpo  que  duro  el  día.  Luego  que  anocheció  co- 
mento á  rremitirse  el  viento  hasta  quedar  blando,  po- 
niéndose de  Oes  sudueste,  con  que  dándose  las  velas 
de  gauia  y  ^euadera  después  de  auerse  echado  la  sonda 
y  no  hallándose  fondo  en  muchas  mas  de  gien  bragas, 
se  nauegó  á  Nor  noroeste  toda  la  noche  hasta  que  fue 
dia  claro,  en  que  luego  se  descubrió  vna  tierra  alta  y 
continuada  á  mas  de  diez  leguas.  Algunos  creyeron 
fuese  esta  tierra  el  Cabo  de  la  baia  de  la  Laguna,  pero 
lo  que  se  pudo  juzgar  por  el  sol  que  á  medio  dia  se 
tomó,  de  33  grados  y  3o  minutos,  era  cosa  mas  verisi- 
mil  ser  la  más  cercana  á  la  bahia  de  San  Blas,  y  por 
uerse  luego  algunos  lobos  marinos;  y  alargándose 'el 
viento,  aunque  ñaco,  al  Sur,  se  hizo  viage  á  Oeste,  4  á 
Sudueste,  lleuando  la  tierra  á  la  mano  derecha  siete  ó 
ocho  leguas,  muy  enrriscada  y  alta.  Otro  dia  la  tierra 
casi  no  paremia,  cayendo  á  tienpo  algunos  aguaceros 
menudos  con  su  sueste  muy  débil,  lleuando  la  nao  la 
proa  á  Oes  Sudueste  en  demanda  del  cabo  de  las  Agu- 
jas y  sobre  fondo  de  70  y  80  bragas,  pescando  la  gente 
de  mar  muchos  pargos  y  pescadas,  pero  estas,  ni  en  la 
forma  ni  en  la  bondad  del  pescado  semejantes  á  las  de 
España. 

Desde  16  hasta  20  de  Abril,  hallándonos  ya  en  35  gra- 
dos y  medio,  le  pareció  al  piloto  tener  ya  doblado  el 
cabo  de  las  Agujas  porque  se  vieron  entonces  y  dos 
dias  antes  cantidad  de  lobos  marinos  y  de  aquellos  pa- 
xaros  llamados  mangas  de  velludo,  tan  giertos  en  este 
pargel,  pescándose,  sin  las  pescadas  y  pargos,  otra  spe- 
gie  dellos  que  en  el  tamaño,  color  y  gusto  son,  [como] 
los  besugos  de  Santander  á  que  llaman  bícas  los  mari- 
neros. La  noche  siguiente,  escuregiendose  con  espesos 
nublados  y  poniéndose  el  viento  de  Sudueste,  cpmengo 
á  llouer  y  casi  rrendido  el  quarto  de  la  modorra  el  Su- 


—  6i7  — • 

dueste  comengo  á  ventar  con  gran  furia,  de  manera 
que  tomadas  las  demás  velas  con  el  trinquete  se  corrió 
á  Noroeste  y  Nornoroeste,  cayendo  en  spagio  de  menos 
de  dos  oras  tres  ó  quatro  gruesos  y  espesos  aguageros, 
los  mayores  que  se  tuuieron  en  todo  el  viage,  con  muy 
grandes  rrelánpagos  aunque  sin  trueno  alguno.  Hasta 
que  aparegiendo  en  la  gauia  del  mástil  mayor  y  sobre 
lo  mas  alto  de  la  mezana  las  acostunbradas  lunbres  de 
cuerpo  sancto  ó  San  Elmo  y  saluadas  de  los  marineros 
con  vna  oragion  de  un  gierto  tono  lúgubre  y  trágico, 
el  viento  y  aguageros  se  fueron  aplacando  hasta  quedar 
en  calma  quando  amanesgio. 

A  21  de  Abril  con  el  mesmo  Sudueste  se  nauega 
á  Noroeste,  4  á  Oeste,  casi  sin  descubrir  tierra,  ha- 
llándonos en  algunos  minutos  mas  de  35  grados;  y 
auiendose  alargado  el  viento  del  Sur  se  nauego  toda 
la  noche  á  Oeste,  4  á  Sudueste,  descubriéndose  la  cos- 
ta muy  alta  y  enrriscada,  pero  sin  saberse  con  pun- 
tualidad si  se  auia  pasado  ó  no  el  cabo  de  las  Agujas, 
aunque  se  uian  lobos  marinos  y  mangas  de  velludo 
como  se  auian  visto  sienpre  desde  la  aguada  de  San 
Blas. 

Los  2  dias  siguientes  hasta  23  del  dicho  mes  se  pasa- 
ron sin  viento  alguno  á  vista  de  la  mesma  costa,  y  á 
las  tres  de  la  tarde,  por  ventar  un  poco  de  Oeste  y  no 
boluer  atrás,  puso  el  piloto  la  nao  mar  en  traues,  aun- 
que el  flaco  viento  se  desvanegío  del  todo,  quedándose 
la  nao  atrauesada  toda  la  noche  siguiente  en  que  vna 
furiosa  corriente  como  de  un  muy  rrapido  y  gran  rrio 
la  arrebató  ansi  atrauesada  como  se  hallaua  y  sin  que 
nadie  lo  pergibiese  la  boluio  tan  atrás  de  manera  que 
á  otro  dia  quando  amanegio  rreconogieron  todos  estar 
mas  de  diez  leguas  al  Leste  del  cabo  de  las  Agujas. 
Fue  esto  un  general  desconsuelo  de  todos  los  que  ve- 
nían en  la  nao,  porque  sigun  ella  estaua  con  mas  que 
doblada  carga  y  ésta  tan  desconpasada,  y  tan  rruines 


-  6i8  - 

aparejos,  temíase  y  con  rrazon  que  entrando  el  invier- 
no, siendo  ya  en  fin  de  Abril,  nos  forgase  á  arribar  á 
Moganbique.  Continuaua  la  calma  y  estando  los  mari- 
neros con  los  demás  pasageros  con  este  cuydado,  el  ya 
rreferido  padre  Cristophoro  Bruno  los  persuadió  para 
que  se  encomendasen  al  Sancto  Francisco  de  Xauier, 
cuya  canonigagíon  se  quedaua  celebrando  en  Goa 
quando  la  nao  partió,  pidiéndole  entonces  que  por  su 
intergession  Dios  los  fauores^iese  con  viento  fauorable 
para  pasar  el  Cabo  de  Buena  Esperanza.  Es  cosa  muy 
ordinaria  encomendar  lo  mesmo  entre  la  gente  de  las 
naos  de  este  viage  las  tablas  rrogatiuas  á  diferentes 
sanctos,  ofreciendo  por  ello  y  sacando  muchas  limos- 
nas para  las  cofradías  de  Lisboa,  de  los  tales  sanctos,  y 
para  mouer  mas  á  la  gente  de  mar,  después  de  auerles 
el  dicho  padre  hecho  un  breue  sermón  puso  vna  rreli- 
quia  del  Sancto  Xauier  en  la  gauía  del  mástil  grande, 
cosa  marauiliosa,  pues  en  el  mesmo  punto,  que  serian 
las  gínco  de  la  tarde,  comento  á  ventar  vn  Sueste  tan 
viuo  y  gallardo  que  casi  en  popa  boluio  á  hazer  viage 
la  nao  con  todas  las  velas  llenas  al  Oeste,  rreforgando 
por  toda  la  noche  de  manera  que  quando  fue  de  dia  se 
hallo  aun  mas  adelante  de  donde  se  auia  puesto  mar  en 
traues.  Víase  la  tierra  á  menos  de  quatro  leguas,  con 
tíenpo  tan  claro  que  se  rreconogía  la  parte  de  ella  mas 
baxa,  cerca  del  medio  dia,  adonde  se  congeturaua  ser 
el  cabo  Falso  corriendo  muy  altas  serranías  al  Oeste, 
hasta  que  á  las  dos  después  de  medio  dia  vna  tierra 
mas  gruesa  y  alta,  sin  poderse  rreconoger  si  era  ésta  ó 
no  el  Cabo  de  Buena  Esperanza,  aunque  y  á  las  quatro 
de  la  tarde,  sígun  la  rrelagíon  que  se  tenia  de  las  prime- 
ras nauegagiones  á  la  Indía^  se  conocía  por  algunos  ser 
esta  tierra  infaliblemente  del  Cabo,  siendo  las  señas  que 
del  se  dan  tan  conocidas.  Sale  de  lo  mas  alto  de  este 
morro  y  gran  promontorio  vna  muy  gruesa  parte  del 
muy  sobre  el  mar,  mas  á  fuera  sin  conparagion  que  lo 


—  6i9  — 

demás,  formando  encima  vna  mesa  muy  llana  y  rrasa, 
en  la  qual,  ansí  por  rrela^ion  de  los  primeros  portu- 
gueses como  de  los  olandeses  y  ingleses  que  de  pocos 
años  á  esta  parte  an  subido  arriba  desde  la  aguada 
de  Saldaña,  ay  un  muy  espacioso  y  hermoso  llano  cu- 
bierto de  albahaca  y  mastrantos  sin  mata  ni  árbol  algu- 
no. Quanto  la  nao  se  iua  llegando  al  dicho  Cabo  mas 
se  iua  rreconoqiendo  su  forma,  hasta  que  ya  á  puesta 
de  sol,  nauegando  con  tan  fauorable  viento  se  llego  á 
quatro  ó  ginco  leguas  del,  pero  que  no  se  certifícauan 
los  mas  de  que  fuese  este  el  Cabo  de  Buena  Esperanza 
por  ver  que  mas  al  Oeste  de  el  dicho  promontorio  se 
iua  continuando  la  mesma  tierra,  gruesa  y  leuanta- 
da,  sin  acabar  en  punta  ó  cabo  hazia  el  Sur,  como 
tenian  imaginado.  Era  la  causa  de  este  engaño  que 
el  dicho  promontorio  no  salia  al  mar,  sino  que  de  lo 
mas  grueso  del  nagia  una  pequeña  punta,  rreboluien- 
dose  á  la  parte  de  Leste  como  el  pegón  del  pecho  de 
vna  muger,  de  manera  que  los  que  hazia  él  nauegauan 
no  podian  vella  si  no  fuese  llegando  muy  gerca  y  de 
dia  claro,  y  ansi  no  se  pudo  rreconoger  en  la  forma 
dicha  por  gerrar  la  noche  mas  de  quatro  antes  que  á  él 
se  llegase.  Tomóse  el  sol  este  dia  en  35  grados  menos 
lo  minutos. 

A  36,  auiendose  nauegado  toda  la  noche  antes,  al 
Oeste,  con  tan  largo  y  rreforgado  viento,  luego  que 
amanegio  nos  hallamos  doblado  el  cabo,  no  paregiendo 
señal  suya  ni  de  la  costa  gercana  por  estar  cubierta  la 
tierra  con  una  poca  de  niebla,  aunque  poco  después  de 
auer  salido  el  sol  se  descubrió  claramente  por  popa  mas 
diez  ó  doze  leguas  lexos,  mandando  gouernar  el  pilo- 
to luego  á  Noroeste,  después  de  auer  todos  dado  el 
buen  viage  al  Cabo,  con  que  se  tuuo  ya  por  síguro  el 
viage;  nauegose  con  el  mesmo  tenporal  todo  este  dia  y 
su  noche,  aviendose  tomado  el  Sol  en  34  grados  y  un 
tergio. 


—  6ao  — 

A  28,  Domingo,  se  prosiguió  la  nauega^ion  en  popa 
á  Noroeste,  con  el  propio  viento  Sueste  hasta  las  3  de 
la  tarde,  que  comento  á  ser  menos,  quedando  en  calma 
la  mayor  parte  la  noche.  Tomóse  el  sol  este  dia  en 
Í2  grados  y  medio. 


FIN 


índice 


Pigf. 

LIBRO    QUINTO 

Capítulo  primero. — Salida  de  Margascán. — Los  circasianos 
de  Mahin. — La  mezquita  de  A manzada.— Muerte  de  Ju- 
sepe  Salvador.— Las  aldeas  de  Ugión,  Acopaz»  Cuzcusar  y 
Hiesdegas.— Una  lluvia  molesta. — Camino  de  Spahan. — 
Noticias  de  los  Gaores. — Entrada  en  Spahan. — Descrip- 
ción de  esta  ciudad.— Notables  ejercicios  de  dos  volatines.       7 

Cap.  II.— Las  misiones  católicas  en  Persia.— Ei  puente  de 
Spahan.— Castillo  de  esta  ciudad. — Banquete  que  dieron 
á  D.  García.— Fabulosa  edad  que  atribuían  al  Embaja- 
dor.—Costumbres  de  los  habitantes  de  Spahan.— Prosigue 
D.  García  su  viaje.— El  caravasar  de  Tajur  Abat.— Plaga 
de  mosquitos. — Llegada  á  Caxen. — Pintura  de  esta  ciudad.      36 

Cap.  III. — Luchas  de  carneros  y  de  toros  en  Cazen. — Viaje 
hasta  la  ciudad  de  Cum. — Incidentes  de  su  hospedaje  en 
esta  población. — La  montaña  de  Giafarabat.— Entrevista 
con  dos  soldados  negros.— Llegada  á  Casbin 58 

Cap.  IV.— Son  llevados  al  Schah  los  presentes  del  Rey  de 
España.— Entrevista  de  D.  García  de  Silva  y  del  Schah; 
bonete  que  éste  usaba;  personajes  que  asistieron  á  ella.— 
Plática  del  Schah  con  el  Embajador  de  Turquía.- Cena 
que  luego  hubo. — Anunciase  la  partida  del  Schah.— Difi- 
cultades que  para  su  comisión  halla  D.  García.— Quejas 
dei  Schah  contra  los  reyes  europeos.  —  Hipocresía  de 
aquél.— Es  obsequiado  con  otro  banquete  D.  García.  .    .      81 

Cap.  V.— Juego  á  la  chueca  en  el  Maidán.— Noticias  de  dos 
hijos  del  Schah.— Enfermedades  que  padecían  los  criados 
de  D.  García. — Nueva  audiencia  que  á  éste  dio  el  rey  per- 
sa.—Vida  y  costumbres  de  Pietro  de  la  Valle.— Noticias 
que  hubo  de  Filipinas.- Intrigas  y  proyectos  de  los  her- 
manos Antonio  y  Roberto  Sherley na 

Cap.  VI.— Relación  de  cómo  los  persas  tomaron  á  los  por-   . 
tugueses  el  puerto  de  Comorán  y  la  isla  de  Queyzomé.— 
Viene  á  España  como  Embajador  del  Schah  D.  Roberto 
Sherley.— Vida  y  costumbres  de  los  cosacos i35 


—  6aa  — 

P*gs.  * 
LIBRO  SEXTO 

Capítulo  primero.  —  Descripción  de  la  Persia  y  regiones 
comarcanas.  —  Diversas  opiniones  que  hubo  acerca  del 
reino  de  Catay.— Hechos  de  Gengis  Khan.— Costumbres 
de  los  tártaros. — Vida  de  Tamerlán.— Batalla  de  Ancira  y 
prisión  de  Bay aceto. — Apodérase  aquél  de  la  ciudad  de 
Esmirna. — Llanto  de  Tamerlán  en  la  muerte  de  su  hijo 
Mahamet i55 

Cap.  II. — Expedición  de  Tamerlán  contra  los  tártaros  nog^is 
y  los  mongoles. — Defiéndese  la  imposibilidad  de  ir  á  los 
mares  de  la  China  y  de  la  India  navegando  por  el  norte  de 
Asia. — Imposturas  que  acerca  de  esto  divulgó  en  Madrid 
un  aventurero.— Guerras  de  Tamerlán  en  Europa. — Su 
expedición  contra  el  reino  de  Catay. — Conducta  inmoral 
de  Xa  Malic,  hijo  de  Tamerlán.— Muerte  de  éste.     .    .    .     i86 

Cap.  III.— Descripción  de  la  provincia  de  Hircania  y  de  sus 
tigres. — La  ciudad  de  Farabat. — La  provincia  de  Guilán. — 
Pruébase  que  Tauris  no  es  la  antigua  ciudad  de  Ecbata- 
na. — La  ciudad  de  Soltanía 3o3 

Cap.  IV. — Provincia  de  Sirvan.— Las  Puertas  de  Hierro. — 
Producciones  de  aquélla.  —  Costumbres  de  los  georgia- 
nos.—Leyenda  de  las  Amazonas.— Hecho  notable  de  A¡- 
ro9Í  Canu. — Las  amazonas  de  Bohemia 218 

Cap.  V. — Los  mingrelios  y  los  circasianos.- Sus  costum- 
bres.— La  ciudad  de  Erivan. — Ruinas  de  Artaxata. — El 
Tigris  y  el  Eufrates.— A ntioquía  y  su  famoso  bosque  de 
Dafne 23i 

Cap.  VI. — La  ciudad  de  Orfa.— La  de  Amida  ó  Caramit. — 
Las  de  Harran,  Nisibe  y  Aira. — Ruinas  de  Seleucia.— La 
navegación  por  el  Tigris 246 

Cap.  VIL— Camino  que  llevaban  los  romanos  en  sus  expe- 
diciones contra  los  persas. — La  ciudad  de  Tebe. — Pal  mi- 
ra y  sus  ruinas. — Los  árabes  del  Eufrates. — Arabia  y  sus 
regiones. — El  antiguo  reino  de  Emat  y  su  capital  Reblata.    256 

Cap.  VIII.— Curso  del  Eufrates  desde  Ana;  obras  de  defensa 
que  en  él  hicieron  los  persas. — Canal  de  Naarmalca. — 
Guerras  de  los  romanos  con  los  persas. — Muerte  del  Em- 
perador Caro. — Descripción  de  Bagdad. — Noticia  histórica 
de  Ciesiphonte 268 

Cap.  IX. — Ruinas  de  Babilonia. — Su  grandeza  antigua  y 
conquista  por  Ciro.— Noticias  que  de  este  hecho  da  la  Sa- 


P<gs. 

gr«da  Escríturt. — El  Eufrates  y  sus  lagunas. — La  ciudad 
de  Basora. — La  isla  de  Baharen. — La  pesca  de  perlas  en  el 
golfo  Pérsico.  —  Los  ríos  Tigiis  y  Pisitigris.  —  El  reino 
deOeza 281 

LIBRO  SÉPTIMO 

Capítulo  PRiMSRo.—Sale  D.  García  de  Casbín.— Caravasar 
notable  en  donde  se  hospeda. — Mujeres  persas  que  halla 
por  el  camino  y  literas  en  que  iban.— El  régulo  curdo 
Hilao  Chan. — Otros  incidentes  del  viaje. — Famoso  plátano 
de  Natán. — Insolencias  de  Casenbec.— Los  soldados  cor- 
chis  307 

Cap.  Il.—Salida  de  Natán. —Llegada  de  un  correo  de  Su  Ma- 
jestad Católica.— Entra  de  nuevo  D.  García  en  Spahan.— 
Guerra  que  hubo  entre  los  persas  y  los  turcos.— Cartas 
que  envió  D.  Roberto  Sherley.— Cometa  que  se  vio  por 
entonces. — Raro  animal  que  llevaron  á  D.  García.    .    .    3^4 

Cap.  III. — Ceremonias  de  los  persas  en  el  aniversario  de  la 
muerte  de  Hussen,  nieto  de  Mahom a.— Predicaciones  de 
los  aifaquíes.— El  sacrifício  del  camello. — Penitencias  que 
hacían  algunos  devotos  y  limosnas  que  pedían  las  muje- 
res.— Fiesta  de  Natividad  en  la  iglesia  armenia;  asiste  á 
ella  D.  García.— Dispútanse  el  patriarcado  armenio  David 
y  Melquisedec.— Villanías  de  Cogejafer 344 

Cap.  IV. — Mala  voluntad  de  los  portugueses  á  las  cosas  de 
España. — Carta  que  Fr.  Melchor  de  los  Angeles  llevó  al 
Schah.— Odio  de  éste  á  Portugal.— Su  libada  á  Spahan. — 
Visita  que  hizo  á  D.  García.  —  Bárbaros  detalles  de  la 
recluta  de  mujeres  para  el  Schah 35y 

Cap.  V. — Entrada  de  los  Embajadores  en  Spahan.— Recep- 
ción que  les  dispensó  luego  el  Schah. — Noticia  de  los 
Embajadores  que  allí  hubo.— Léese  una  carta  de  Feli- 
pe III. — Banquete  que  hubo.— Fiesta  que  á  la  noche  dio  el 
Schah.— Los  principes  Emancoli  Mirza  y  Conhabendec. .    366 

Cap.  VI.— Sigue  D.  García  en  Spahan.— El  Carnaval  de  los 
persas. — Pesadas  bromas  del  Schah  y  contestación  que 
D.  García  le  dio. — Artístico  puñal  que  usaba  el  Embajador 
de  Laor. — Descríbense  una  moneda  de  Sabina  Augusta  y 
dos  estatuas  halladas  en  las  ruinas  de  Mérida 384 

Cap.  VIL— El  reino  de  Laor  y  su  Embajador  Helanchan. — Un 
bufón  de  la  corte  persa.— Cuestiones  del  Schah  con  el  rey 


—  6a4  — 

Págs. 

de  Laor.^Fiestas  en  el  Maydán.— Fan«ti$ino  de  un  teje- 
dor.—Noticias  que  llegaron  de  Europa.— Nuevos  festejos 
que  dio  el  Schah.*~Costumbre  de  fumar  que  tenía  el  Em- 
bajador de  Laor.  —  Otro  banquete  cortesano .  —  Nueva 
audiencia  del  Schah  á  los  Embajadores 3g4 

Cap.  VIlI.^Regalos  del  Schah  á  D.  García.— Sale  éste  de 
Spahan.— Llegada  á  Jarustán. — Viaje  á  Mahier.— Jornadas 
siguientes  hasta  Dergriger  y  dolencias  de  D.  García.— No- 
ticias que  hubo  de  D.  Roberto  Sherley  y  de  sus  proyec- 
tos.—  Camino  hasta  Xiras.  —  Muerte  que  allí  se  dio  á 
Fr.  Moisés.— Insolencias  de  Cachi bec 41a 

Cap.  IX.— Jornadas  que  se  hicieron  desde  Xiras  á  Jarún. — 
Famosas  palmeras  que  en  este  lugar  había  y  muchedum- 
bre de  ciegos  que  se  notó. — Cuevas  de  garduñas  que  luego 
se  vieron  en  el  camino. — Viaje  por  Gui,  Bir  y  Diacurí. — 
La  gobernadora  de  esta  aldea.— Entrada  en  Lara.— Sequía 
y  miseria  de!  país.— Llega  D.  García  al  Bandel;  contradic- 
ciones que  allí  sufre , 429 

Cap.  X. — Embárcase  D.  García  para  Ormuz.— Sequía  grande 
que  allí  se  padecía. — Temores  de  guerra  con  los  persas. — 
Alarma  general  que  causaron.  —  Consejos  que  dio  don 
García. — Envía  el  Schah  una  expedición  contra  el  Ni- 
quílu 45i 

Cap.  XI.— Condiciones  de  defensa  que  tenía  Ormuz. — Prepa- 
rativos que  allí  se  hicieron.— Embárcase  D.  García. — Pri- 
meros días  de  su  viaje. — Tempestad  que  sufre. — Peligro 
que  se  temió  de  corsarios. — Arribada  á  Goa 467 

Cap.  XIí. —  Hospédase  D.  García  en  Goa, — ^^Epidemia  que 
había  en  esta  ciudad. — Trágico  suceso  que  aconteció  á 
Diego  Lobo. —  Los  halcones  de  Pangin. — El  portugués 
Bernabé  Ribero.— Preparativos  de  D.  García  para  su  viaje 
á  España.— Los  toros  salvajes  de  Galo. — Raro  animal  de 
este  país 485 

LIBRO  OCTAVO 

Capítulo  primero.— Salida  de  Goa. —  Encuentro  con  los 
piratas  malabares.— Viaje  hasta  las  costas  de  África. — 
Aves  que  por  allí  había.— Cetáceo  grande  que  se  vio.— 
Llegada  á  Mozambique. — Descripción  de  esta  isla. — Galli- 
nas de  aquel  país 499 


-625  — 

PAgs. 


Cap.  II.— Continuación  del  viaje.— Tempestad  que  hubo. — 
Lasieria  de  la  Mesa. — Errores  del  piloto. — Las  islas  de 
Quirimba.— La  ciudad  de  Mozambique. — Los  peces  ma- 
rrajos  5i6 

Cap.  IIL— Continuación  del  viaje  hasta  llegar  á  Goa.— Ho- 
rrible explosión  que  hubo  en  el  polvorín  de  esta  ciudad.  .    54a 

Cap.  IV.''  Nuevos  disgustos  de  D.  García  de  Silva.— Refié- 
rese la  guerra  de  Ormuz 564 

Cap.  V.-  Donde  se  refieren  las  guerras  que  hubo  en  Goa 
con  los  ingleses  y  holandeses 585 

Cap.  VL--Sale  D.  García  de  la  India.— Relación  de  sü  viaje 
hasta  poco  antes  de  morir 604 


40 


SOCIEDAD 


DE 

BIBLIÓFILOS    ESPAÑOLES 


I.  S.  M.  el  Rey  D.  Alfonso  XUI. 

2.  Excmo.  Sr.  D.  Mariano  Vergara. 

3.  Excmo.  Sr.  D.  Santos  de  Isasa. 

4.  Excmo.  Sr.  D.  Vicente  Vignau. 

5.  Sr.  D.  Jacinto  Octavio  Picón. 

6.  Sr.  D.  Eugenio  Maffei. 

7.  La  Biblioteca  Nacional. 

*  8.  Excmo.  Sr.  D.  Joaquín  Ceballos  Escalera. 

9,  Excmo.  Sr-  Marqués  de  la  Vega  de  Armijo. 

10.  Sr.  D.  Fermín  Hernández  Iglesias. 

11.  La  Biblioteca  del  Ministerio  de  Gracia  y  Justicia. 

12.  Sr.  D.  Rafael  Vidart  y  Vargas  Machuca. 

1 3.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Perales. 

14.  limo.  Sr.  D.  Félix  García  Gómez. 
i5.  Sr.  D.  Ricardo  Chacón. 

16.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Casa- Valencia. 

17.  Excmo.  Sr.  D.  Nilo  María  Fabra. 

18.  Excmo.  Sr.  D.  Luis  de  Extrada. 

19.  Excmo.  Sr.  D.  Julián  Zugasti  y  Sáenz. 

20.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Heredia. 

21.  ,  Excmo.  Sr.  D.  Fermín  Lasala. 

22.  Excmo.  Sr.  Duque  de  Alburquerque. 

23.  Sr.  D.  Amos  de  Escalante, 

24.  limo.  Sr.  D.  Juan  Uña. 

25.  El  Ateneo  de  Madrid. 

26.  Sr.  D.  Juan  Mané  y  Flaquer. 

27.  Excmo.  Sr.  D.  Patricio  Aguirre  de  Tejada. 

28.  Sr.  D.  Juan  Federico  Muntadas. 

29.  La  Biblioteca  del  Senado. 

30.  Sr.  D.  José  de  Cárnica. 

3i.  Sr.  D.  Francisco  de  Borja  Pabón. 

a 


32.  Excmo.  Sr.  D.  Manuel  R.  Zarco  del  Valle. 

33.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Vallejo. 

34.  +  Excmo.  Sr.  D.  Severo  Catalina. 

35.  Sr.  D.  Salvador  de  Torres  y  Aguilar. 

36.  La  Biblioteca  de  la  Real  Academia  Española. 

37.  Sr.  D.  Fernando  Fernández  de  Velasco. 

38.  t  Excmo.  Sr.  D.  Joaquín  Ruiz  de  Cañábate. 

39.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Pidal. 

40.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Hoyos. 

41.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Valencia  de  Don  Juan. 

42.  Sres.  Bailly-Bailliére  é  hijos. 

43.  Sr.  D,  José  María  Asensio. 

44.  La  R^a!  Academia  de  la  Historia. 

45.  t  Excmo.  Sr.  D.  Juan  Valera. 

46.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Torre-Pando. 

47.  La  Biblioteca  del  Ministerio  de  Fomento. 

48.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Casa-Loring. 

49.  Sr.  D.  Fernando  Arias  Saavedra. 

50.  t  Excmo.  Sr.  Marqués  de  la  Torrecilla. 
5i.  Excmo.  Sr.  D.  Eugenio  Montero  Ríos. 

52.  Sr.  D.  Pedro  Miranda. 

53.  Sr.  Conde  de  Roche. 

54.  Sr.  D.  Enrique  Rouget  de  Lóseos. 

55.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Mirabel. 

56.  t  Sr.  D.  Luis  Burgos. 

57.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Casa-Galindo. 

58.  Sr.  D.  José  de  Palacio  y  Viteri. 

59.  t  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Molíns. 

60.  Sr.  D.  Juan  Llordachs. 

61.  Sr.  D.  Pablo  Cuesta. 

62.  Sr.  D.  Fernando  Núñez  Arenas. 

63.  Sr.  D.  José  Llordachs. 

64.  Sr.  D.  Ramón  Sisear. 

65.  Sr.  Gerold,  de  Viena. 

66.  Sr.  D.  Donato  Guío. 

67.  Excmo.  Sr.  D.  Segismundo  Moret. 

68.  Sr.  D.  Vicente  Poleró. 

69.  Sr.  D.  Carlos  de  Uhagón  y  Arispe. 

70.  f  Sr.  D.  Pedro  N.  Oseñalde. 

71.  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Romero  y  Robledo. 


72.  La  Real  Academia  de  Bellas  Artes  de  San  Fernando. 

73.  Sr.  D.  Gabriel  Sánchez. 

74.  Sr.  D.  José  Jorge  Daroqui. 

75.  Sr.  D.  Pedro  Pablo  Blanco. 

76.  Excmo.  Sr.  D.  Ricardo  Villalba  y  Pérez. 

77.  Sr.  D.  Eduardo  Corredor. 

78.  Sr.  D.  Luis  Masferrer.' 

79.  Sr.  D.  Francisco  Cuesta. 

80.  Sr.  D.  Mariano  Murillo. 

81.  Sr.  D.  Federico  Real  y  Prado. 

82.  Sr.  D.  Felipe  Barroeta. 

83.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Peñaranda  de  Bracamonte. 

84.  Sr.  D.  Enrique  García  de  Ángulo. 

85.  t  Sr.  D.  Alfonso  Duran. 

86.  Sr.  D.  José  Moncerdá. 

37.  Sr.  D.  Rafael  de  la  Escosura. 

88.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Casa-Irujo. 
99.  Sr.  D.  Miguel  Victoriano  Amer. 

90.  Sr.  D.  Leocadio  López, 

91.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Toreno. 

92.  Sr.  D.  Francisco  Iravedra. 

93.  Sr.  D.  José  Canosa  y  Martínez. 

94.  La  Biblioteca  Imperial  de  Strassburgo. 

95.  La  Biblioteca  del  Congreso  de  los  Diputados. 

96.  Sr.  D.  Wenceslao  Ramírez  de  Villa-Urrutia. 

97.  Sr.  D.  José  María  Pérez  y  Porto  Mondragón. 

98.  Sr.  D.  José  Enrique  Serrano. 

89.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Viluma. 

100.  La  Biblioteca  Real  de  la  Universidad  de  Bonn. 

loi.  Sr.  D.  Julián  Arias  Muñiz. 

102.  Sr.  D.  Nazario  Calonje. 

io3.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Bañuelos. 

104.  Sr.  D.  Eugenio  Hartzenbusch  é  Hiriart. 

io5.  Sr.  D.  Luis  Tusquets. 

106.  Excmo.  Sr.  D.  Marcelino  Menéndez  y  Pelayo. 

107.  La  Biblioteca  de  la  Universidad  de  Barcelona. 

108.  Sr.  D.  Fernando  Palha. 

109.  Sr.  D.  Juan  Vidal. 

1 10.  Sr.  D.  Alonso  Mesía  de  la  Cerda. 

111.  Sr.  D.  Antonio  Paz  y  Mélia. 


11.  Excmo.  Sr.  Conde  de  SaUent. 

1 3.  Sr.  Marqués  de  Bosch  de  Ares. 

14.  Excmo.  Sr,  Duque  de  T'Serclaes. 

i5.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Jerez  de  los  Caballeros. 

i5.  Sr.  D.  Carlos  Volmóller. 

17.  t  Sr.  D.  Bernardo  Rico. 

18.  Sr.  D.  Francisco  A.  Comnaelerán. 

19.  Sr.  D.  J.  C.  Cebrián. 

20.  Excmo.  Sr.  D.  José  Esperanza  y  Sola. 

21.  Sr.  D.  Mateo  de  Rivas  y  Cuadrillero. 

22.  Sr.  D.  León  Medina. 

23.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Laurencia. 

24.  Sr.  D.  Cesáreo  Aragón. 

25.  t  Excmo.  Sr.  D.  Raimundo  F.  Viliaverde. 

26.  Sr.  D.  José  Luis  Gallo. 

27.  Señora  Doña  Blanca  de  los  Ríos. 

28.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Cedillo. 

29.  Sr.  H.  B.  Clarcke. 

30.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Vilqhes. 
3i.  Sr.  D.  Joaquín  Hazañas  y  la  Rúa. 

32.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Estrada. 

33.  Sr.  D.  Calixto  Oyuela. 

34.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Grigni. 

35.  Sr.  D.  Miguel  Toldrá. 

36.  Excmo.  Sr.  D.  Manuel  M.  de  Peralta. 

37.  Sr.  Marqués  de  Santa  Susana. 

38.  Excmo.  Sr.  Duque  de  Berwick  y  de  Alba. 

39.  Excmo.  Sr,  Marqués  de  Valdeterrazo. 
[40.  Sr.  Johannes  Merck,  de  Amburgo. 
[41.  Exmo.  Sr.  Marqués  de  SantíUana. 
[42.  Excmo.  Sr.  D.  Emilio  Nieto. 

[43.  Karl.  W.  Hiersemann,  de  Leipzig. 

[44.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Limpias. 

[45.  Sr.  D.  José  Manuel  de  Garamendi. 

[46.  Sr.  D.  Cristóbal  Pérez  Pastor. 

[47.  Sr.  D.  Antonio  Rodríguez  Villa. 

[48.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Comillas. 

[49.  Excmo.  Sr.  Duque  de  Rivas. 

5o.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Tejada  de  Valdoafra^ 

5i.  Excmo.  Sr.  D.  Carlos  Frontaura. 


52.  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  de  P.  Arrillaga. 

53.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Casa-Torre. 

54.  Excmo.  Sr.  Conde  de  la  Vinaza. 

55.  limo.  Sr.  Marqués  deBolaños. 

56.  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  F.  Bethencourt. 

57.  Excmo.  Sr.  D.  Cesáreo  Fernández  Duro. 

58.  Sr.  D.  Manuel  Gómez  ímaz. 

59.  Sr.  D.  Anselmo  Rodríguez  de  Rivas. 

60.  Excmo  Sr.  D,  Eduardo  de  Ibarra. 
[61.  Sr.  D.  José  María  de  Urquijo. 
62.  Sr.  D.  Emilio  Cotarelo  y  Mori. 
[63.  Excmo.  Sr.  D.  José  Sanchiz. 

64.  Sr.  D.  Pascual  Oliver. 

65.  Sr.  D.  Manuel  Serrano  y  Sanz. 

66.  Sr.  Norman  Maccoll. 
167.  Sr.  D.  Ismael  Aranda. 

68.  Sr.  Otto  Arrassowitz,  de  Leipzig. 

69.  La  Gran  Peña. 

70.  Sres.  Romo  y  Füssel. 

71.  Sr.  D.  Fernando  Astier  Balboa. 

72.  Sr.  D.  Alvaro  Coello  de  Portugal. 

73.  Sr.  D.  Antonino  Romero. 

74.  Sr.  D.  Juan  Menéndez  Pidal. 

75.  Sr.  D.  Victoriano  Suárez. 

76.  Ídem  id. 

77.  ídem  id. 

78.  ídem  id. 

79.  Biblioteca  Universitaria  de  Sevilla. 

80.  Sr.  D<  Carlos  Navarro  Lamarca. 

81.  Sr.  D.  Eloy  García  de  Quevedo  y  Concellón. 

82.  Sr.  D.  Gabriel  Molina. 

83.  Ídem  id. 

84.  Idtm  id, 

85.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Polentinos. 

86.  Nijhoff,  Martinus,  La  Haya. 

87.  La  Sociedad  de  Bibliófilos  Españoles. 


JUNTA  DE  GOBIERNO 


Presidente 


VlCEPRESíDENTE,   .    . 


Tesorero 


Contador 


Secretario  primero; 


Secretario  segundo. 


Vocales.  . 


Excmo.  Sr.  D.  Marcelino  Menéndez  y  Pe- 
layo,  Académico  de  la  Real  de  la  His- 
toria.— León,  21. 

Sr.  D.  Antonio  Rodríguez  Villa,  Académi- 
co de  la  Real  déla  Historia. — Huertas,  5. 

Excmo.  Sr.  D.  Vicente  Vignau,  Académi- 
co 'de  la  Real  de  la  Historia. — Fuenca- 
rral,.ix)2. 

Excmo.  Sr.  Conde  de  Cedillo,  Académico 
de  la  Real  de  la  Historia. — Hernán  Cor- 
tés, 3. 

Excmo.  Sr.  D.  Francisco  R.  de  Uhagón, 
Marqués  de  Laurencín,  Académico  de 
la  Real  de  la  Historia, — Serrano,  i6. 

Sr.  D.  Juan  Menéndez  y  Pidal,  del  Cuerpo 
de  Archiveros,  Bibliotecarios  y  Arqueó- 
logos. 

Sr.  D.  Emilio  Cotarelo  y  Mori,  de  la  Real 
Academia  Española. 

Excmo.  Sr.  D.  José  Maria  Asensio,  Acadé- 
mico de  la  Real  de  la  Historia. — Lista,  4. 

Sr.  D.  Manuel  Serrano  y  Sanz,  Catedrá- 
tico de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras 
de  la  Universidad  de  Zaragoza. 

Sr.  D.  Antonio  Paz  y  Mélia,  del  Cuerpo 
de  Archiveros,  Bibliotecarios  y  Arqueó- 
logos.— Princesa,  3o. 

Sr.  D.  Cristóbal  Pérez  Pastor,  ídem.— 
Convento  de  las  Descalzas  Reales. 


i 


LIBROS  PUBLICADOS 


POR  LA 


SOCIEDAD  DE  BIBLIÓFILOS    ESPAÑOLES 


L  Cartas  db  Eugenio  Salazar,  por  D.l'ascual  deGayangos. 
Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

H.  Poesías  de  D.  Francisco  de  Rioía,  por  D.  Cayetano  A.  de 
la  Barreda.  Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

lU,  Relaciones  DE  algunos  sucesos  de  los  últimos  tiempos 
del  reino  de  Granada,  por  D.  Emilio  La  fuente  Alcántara.  Tirada 
de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

IV.  Cinco  cartas  político*literarias  de  D.  Diego  Sarmiento 
de  Acuna,  Conde  de  Gondomar,  por  D.  Pascual  de  Gayangos. 
Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

V.  El  libro  de  las  aves  de  ca^a,  del  Canciller  Pedro  López 
de  Ayala,  con  las  glosas  del  Duque  de  Alburquerque.  Tirada 
de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

VI.  Tragedia  llamada  Josefina,  de  Micael  de  Carvajal, 
por  D.  Manuel  Cañete.  Tirada  de  3oo  ejemplares.  Gratis  para  los 
socios.  Agotada  la  edición. 

VII.  Libro  de  la  Cámara  Real  del  Príncipe  D.  Juan,  de  Gon- 
zalo Fernández  de  Oviedo,  por  D.  José  María  Escudero  de  la 
Peña.  Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

VIH.  Historia  de  Enrique  fi  de  Oliua,  Rey  de  Iherusalkm, 
Emperador  de  Constantinopla,  por  D.  Pascual  de  Gayangos.  Ti- 
rada de  3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

IX.  El  Crotalón  de  Christóphoro  Gnophoso.  Tirada  de  3oo 
ejemplares.  Agotada  la  edición. 

X.  Don  Lazarillo  Vizcardi,  de  D.  Antonio  Eximeno,  por  don 
Francisco  Asenjo  Barbierí.  Dos  tomos.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 
Agotada  la  edición, 

XI.  RELAaoNEs  DE  Pbdro  DE  Gante,  por  D.  Pascual  de  Ga- 
yangos. Tirada  de  3oo  ejemplares.  Gratis  para  los  socios.  Agotada 
la  edición. 


XII.  Tratado  de  las  batallas  y  ligas  dk  los  ejércitos  del 
Emperador  Carlos  V,  desde  i52i  hasta  i 546,  por  Martín  García 
Cereceda.  Tomos  I,  II  y  III.  Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la 
edición. 

XIII.  Memorias  del  Cautivo  en  la  Goleta  de  Túnez,  por 
D.  Pascual  de  Gayangos.  Tirada  de  3oo  ejemplares.  Agotada  la 
edición, 

XIV.  Libro  de  la  Jineta  y  descendencia  de  los  caballos 
CUZMA NES,  por  D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Tirada  de  3oo 
ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XV.  Viaje  de  Felipe  segundo  k  Inglaterra,  por  D.  Pascual 
de  Gayangos.  Tirada  de  Boo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XVI.  Tratado  de  las  epístolas  y  otros  varios,  de  Mosén 
Diego  de  Valera,  por  D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Tirada  de 
3oo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XVII.  Dos  OBRAS  didáctigas  y  dos  leyendas,  sacadas  de  ma- 
nuscritos de  la  Bibloteca  del  escorial,  por  D.  Germán  K.nust.  Ti- 
rada de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

XVIII.  Divina  retribución  sobre  la  caída  de  Espa5ja  en  tiem- 
po del  noble  Rey  D.  Juan  el  primero,  del  Bachiller  Palma,  por 
D.  José  María  Escudero  de  la  Peña.  Tirada  de  Boo  ejemplares. 
Agotada  la  edición. 

XIX.  Romancero  de  Pedro  de  Padilla,  por  el  Marqués  de  la 
Fuensanta  del  Valle.  Tirada  de  Boo  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XX.  Relación  de  la  jornada  de  Pedro  de  Ors6a  k  Omagua 
Y  AL  Dorado,  por  el  Marqués  de  la  Fuensanta  del  Valle.  Tirada 
de  Boo  ejemplares.  A^ofa¿/a  la  edición. 

XXI.  Cancionero  general  de  Hernando  del  Castillo,  por 
D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Dos  tomos.  Tirada  de  Boo  ejem- 
plares. Agolada  la  edición. 

XXII.  Obras  de  Juan  Rodríguez  de  la  Cámara  (ó  del  Pa- 
drón), por  D.  Antonio  Paz  y  Mella.  Tirada  de  Boo  ejemplares. 
Agotada  la  edición. 

XXIII.  El  pelegrino  Curioso,  por  D.  Pascual  de  Gayangos. 
Tomo  I  y  II.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXIV.  Cartas  de  Villalobos,  por  D.  Antonio  María  Fabíé. 
Tirada  de  B  ^o  ejemplares. 

XXV.  Memorias  de  D.  Félix  Nieto  de  Silva,  Marqués  de  Te- 
nebrón,  por  el  Excmo.  Sr.  D.  Antonio  Cánovas  del  Castillo.  Ti- 
rada de  Boo  ejemplares. 

XXVi.  Historia  del  Maestre  último  que  fué  de  Montesa  y 
de  su  hermano  D.  Felip^  de  Borja,  por  D.  Francisco  Guillen 
Robles.  Tomo  I.  Tirada  de  Boo  ejemplares. 

XXVil.     DijLlogos  de  la  Montería,  Manuscrito  inédito  de  la 


Real  Academia  de  la  Historia,  por  el  Excmo.  Sr.  D.  Francisco 
R.  de  Uhagón.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXVIII.  Libro  de  las  virtuosas  t  claras  mujeres,  el  cual 
FIZO  k  compuso  el  Condestable  D.  Alvaro  de  Luna,  Maestre  de 
LA  Orden  de  Santiago,  por  el  Excmo  Sr.  D.  Marcelino  Menéndez 
y  Pelayo.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXIX.  Opúsculos  literarios  de  los  siglos  xiv  k  xvi,  por 
D.  Antonio  Paz  y  Melia.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXX.  Nobiliario  de  conquistadores  de  Indias,  por  D.  Anto- 
nio Paz  y  Melia.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXXI.  Dos  NOVELAS  DE  D.  Alonso  Jerónimo  de  Salas  Barba* 
DiLLOy  por  el  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  R.  de  Uhagón.  Tirada 
de  3oo  ejemplares. 

XXXII.  Relaciones  históricas  de  los  siglos  xví  y  xvii,  por  el 
Excmo.  Sr.  D.  Francisco  R.  de  Uhagón.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXXIII.  Ingeniosa  comparación  entre  lo  antiguo  y  lo  pre- 
sente, del  Bachiller  Cristóbal  de  Villalón,  por  D.  Manuel 
Serrano  y  Sanz.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 

XXXIV.  HisTORiA  de  D.  Juan  de  Austria,  db^'*  Licenciado 
Porreño,  por  D.  Antonio  Rodríguez  Villa.  Tirada  de  3oo  ejem- 
plares. 

XXXV.  Arcipreste  de  Talayera  (Corbacho  ó  reprovación 

DEL  amor  mundano),  DEL    BACHILLER   AlFONSO  MaRTÍNEZ  DE  To- 

LEDO,  por  D.  Cristóbal  Pérez  Pastor.  Tirada  de  33o  ejemplares. 

XXXVI.  Comentarios  de  Don  García  de  Silva  y  Figueroa,  de 
LA  Embajada  que  de  parte  del  Rey  de  España  D.  Felipe  HI  hizo 
EL  Rey  Xa  Abas  de  Persia,  por  D.  Manuel  Serrano  y  Sanz.  Tomo  I 
y  II.  Tirada  de  3oo  ejemplares. 


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