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Full text of "Construyendo puentes entre teologías y culturas : memoria de un itinerario colectivo"

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Construyendo  puentes 
entre  teologías  y culturas 

Memoria  de  un  itinerario  colectivo 


Algunas  publicaciones 
del  DEI 


Eduardo  Hoornaert, 

Los  orígenes  del  cristianismo 
(una  lectura  crítica) 

Guillermo  Meléndez, 

Otro  mundo  y otra  Iglesia  son 
posibles.  Un  acercamiento  al 
catolicismo  centroamericano 
contemporáneo 

Mario  Zúñiga, 

Pensar  a las  personas  jóvenes: 
más  allá  de  modelos  o 
monstruos 

Janet  May, 

Corporeidad.  Una  reflexión 
ético-teológica 

Observatorio  Internacional  de 
la  Crisis,  Siglo  XXI:  Crisis  de  una 
civilización,  ¿Fin  de  la  historia 
o el  comienzo  de  una  nueva 
historia ? 

Alfonso  Ibáñez, 

Utopías  y emancipaciones 
desde  Nuestra  América 

Observatorio  Internacional 
de  la  Crisis,  El  colapso  de  la 
globalización.  La  humanidad 
frente  a la  Gran  Transición 

Wim  Dierckxsens, 

Los  límites  de  un  capitalismo 
sin  ciudadanía 

Melissa  Cardoza, 

13  colores  de  la  resistencia 
hondurena 

Wim  Dierckxsens, 

Susyylas  "Maravillas"  del 
mundo-dinero 

Jung  Mo  Sung, 

Semillas  de  esperanza.  La  fe 
cristiana  en  un  mundo  en  crisis 

Eduardo  Hoornaert  (ed.), 
Nuevos  desafíos  para  el 
cristianismo.  La  contribución  de 
José  Comblin 


( OF  PRINCETON 


1 2 4 2013 


BICAL  SEMINARY 


7 2012 

puentes  entre 
julturas  : 

electivo  / 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2016  with  funding  from 
Princeton  Theological  Seminary  Library 


https://archive.org/details/construyendopuenOObona 


CONSTRUYENDO  PUENTES 
ENTRE  TEOLOGÍAS  Y CULTURAS 

Memoria  de  un  itinerario  colectivo 


library  of  princeton 


SEP  2 4 2013 


theological  seminary 


Colección  TEOLOGÍA  LATINOAMERICANA 


DEI 


Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones 


CONSEJO  EDITORIAL 


Pablo  Richard 
Silvia  Regina  de  Lima  Silva 
Ti  rsa  Ventura 
Marysse  Brisson 
Vilma  Paola  Hinkelammert 
Mario  Zúñiga 
Anne  Stickel 
Wim  Dierckxsens 
Yanet  Martínez 
Luigi  Schiavo 


CONSTRUYENDO  PUENTES 
ENTRE  TEOLOGÍAS  Y CULTURAS 

Memoria  de  un  itinerario  colectivo 


Rosario  Hermano  y Pablo  Bonavía 
(editores) 


CORRECCIÓN:  Guillermo  Meléndez 

COMPOSICIÓN  TIPOGRÁFICA:  Luda  M.  Picado  Gamboa 

PORTADA:  Olman  Bolaños 


261 

B699c  Bonavia,  Pablo 

Construyendo  puentes  entre  teologías  y culturas: 
memorias  de  un  itinerario  colectivo/  Bonavia, 

Pablo,  —la  ed.  San  José,  Costa  Rica:  Editorial  DEI,  2012 
302p. ; 14  x21  cm.  (Colecdón  Teolóogía  latinoamericana) 

ISBN  9w8-9977-83-l  71 -8M 

1.  Teología  Pastoral 

2.  Teología  Latinoamericana 

3.  Diálogos  interculturales 

I.  Título 


Hecho  el  depósito  de  ley. 

Reservados  todos  los  derechos. 

Prohibida  la  reproducdón  total  o pardal  del  contenido  de  este  libro. 
ISBN  9w8-9977-83-171-8M 

© Departamento  Ecuménico  de  Investigadones  (DEI),  de  la  presente 
edidón,  San  José,  Costa  Rica,  2012. 

© Fundadón  Amerindia,  2012. 

Impreso  en  Costa  Rica:  Lara  Segura  & Asodados  (506)  2256-1664 


PARA  PEDIDOS  O INFORMACIÓN  DIRIGIRSE  A: 


Asociación  Departamento  Ecuménico  de  Investigadones 
Apartado  Postal  390-2070 
SABANILLA 
SAN  JOSÉ-COSTA  RICA 
Teléfonos  (506)  2253-0229  • 2253-9124 
Fax  (506)  2280-7561 

Dirección  electrónica:  editorial@dei-cr.org 
http:  //www.dei-cr.org 


Contenido 


Presentación 11 

Pablo  Bonavía 

Introducción 

Desafíos  históricos  para  el  mundo,  la  Iglesia 
y la  teología  en  los  últimos  cincuenta  años 15 

Pablo  Richard 

Parte  I 

Nueva  praxis  teológica  policéntrica  y emancipadora 25 

La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 

Alternativas  teológicas  desde  la  marginalidad  mundial 27 

Diego  Irarrázaval 

Una  revolución  espiritual  y cultural 
Teología  de  la  liberación  integral: 

grito  de  la  Tierra,  grito  de  los  pobres 39 

Leonardo  Boff 

Parte  II 

Un  proceso  inclusivo  de  diálogo  intercontinental 49 

Conferencia  de  Dar-es-Salaam,  1976. 

Una  teología  samaritana 51 

Gustavo  Gutiérrez 


Búsquedas  convergentes,  1976. 

El  origen  de  la  Asociación  Ecuménica 

de  Teólogos  del  Tercer  Mundo 57 

Frangois  Houtart 

Conferencia  de  Accra,  1977. 

La  teología  de  la  liberación  latinoamericana 
y caribeña  en  diálogo  con  África  y Asia 61 

Ivone  Gebara 

Conferencia  de  Sri  Lanka,  1979. 

Un  estilo  asiático  de  pensar  y teologizar 71 

Tissa  Balasuriya 

Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1983. 

Haciendo  teología  en  un  mundo  dividido 79 

Lee  Cormie 

Un  libro  de  aportes  al  Sínodo  de  Obispos,  2001. 

Obispos  para  la  esperanza  del  mundo 89 

Márcio  Fabri  dos  Arijos 

Foro  Social  Mundial,  2001-2009. 

Rumbo  a un  nuevo  paradigma 97 

Luiz  Carlos  Susin 

Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  2005-2009. 

Significación  social  y teológica  en  la  historia 

de  la  teología  de  la  liberación 105 

Agenor  Brighenti 

Sínodo  de  Obispos,  2008.  Presencia  de  Amerindia: 

Palabra  de  Dios  y vida  del  pueblo 115 

Raúl  Lugo  Rodríguez 

Parte  III 

América  Latina  y el  Caribe:  la  fecundidad 

de  la  teología  de  la  liberación 123 

Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980. 

Punto  culminante  del  proceso  iniciado  en  Medellín 125 

]on  Sobrino 


Memorias  de  un  historiador  amigo 

Sergio  Torres:  inspirador,  animador,  articulador 135 

José  Oscar  Beozzo 

El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

El  cheque  invisible 145 

E/sfl  Tamez 

La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

Una  larga  lucha  de  resistencia  al  modelo  impuesto 157 

Eleazar  López  Hernández 

Una  teología  con  rostro  negro. 

Historia  y desafíos 167 

Silvia  Regina  de  Lima  Silva 

III  Conferencia  del  CELAM,  1979. 

Participación  de  los  teólogos  de  la  liberación  en  Puebla 177 

Cecilio  de  Lora 

III  Conferencia  del  CELAM,  1979. 

El  significado  teológico-pastoral  de  Puebla 185 

José  Comblin 

Historia  de  la  fundación  de  Amerindia 

Una  memoria  que  se  prolonga  hasta  nuestros  días 195 

Pedro  Acevedo 

El  itinerario  de  Sergio  Torres 

Inspiración  para  el  actuar  eclesial  de  hoy 203 

Ana  Maña  Tepedino 

Un  trabajo  de  articulación  en  red 

Amerindia:  semilla  para  el  Adviento 211 

Pablo  Bonavía 

Colección  Teología  y Liberación 

Un  proyecto  editorial  interrumpido 219 

José  Oscar  Beozzo 


De  Santo  Domingo  al  nuevo  milenio,  1992-2002. 

Volver  a aprender  a descifrar  los  signos 

de  los  nuevos  tiempos 235 

Carmen  Lora 

V Conferencia  del  CELAM,  2007. 

Amerindia  en  Aparecida:  participación 

de  los  teólogos  de  la  liberación 241 

Paulo  Suess 

Parte  IV 

América  del  Norte:  la  irrupción  de  la  diversidad 249 

I Conferencia  Teología  en  las  Américas,  Detroit  1975. 

Nuevas  voces,  desafíos,  solidaridades,  esperanzas 251 

Lee  Cormie 

Teología  de  la  liberación  y los  hispanos  de  los  Estados  Unidos 
Una  teología  del  mestizaje  y cruces  fronterizos 257 

Virgilio  Elizondo 

Sínodo  de  América,  Roma  1997. 

El  significado  de  la  presencia  de  Amerindia 263 

Ana  Várelo 

Sínodo  de  América,  Roma  1997. 

El  desafío  del  sínodo  como  alternativa 

a una  conferencia  general  del  CELAM 269 

Roberto  Oliveros  Maqueo 

Parte  V 

Una  espiritualidad  que  libera 277 

Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980. 

Espiritualidad  y mística  en  la  militancia  política 279 

Frei  Betto 

Siglas  y abreviaturas 295 


Publicaciones  de  Amerindia 


.299 


Pablo  Bonavía 


Presentación 


Alguien  podría  preguntarse  —con  razón—  qué  sentido  tiene 
evocar  trayectorias,  encuentros  y reflexiones  acerca  de  cuestiones 
sociales  y religiosas  de  los  últimos  treinta  y cinco  años,  en  una 
coyuntura  caracterizada  por  cambios  tan  vertiginosos  como  los 
que  nos  toca  vivir.  Somos  contemporáneos  de  un  mundo  que  no 
deja  de  sorprendemos  con  inacabables  novedades  tecnológicas, 
inéditos  retos  culturales  y removedoras  metamorfosis  religiosas. 
Un  mundo  asombroso,  por  cierto,  pero  que  parece  no  tener 
rumbo  alguno  —que  alguien  ha  calificado  como  "prófugo"—  y 
ante  el  cual  tenemos  la  sensación  de  llegar  siempre  con  retardo. 
Parecería  entonces  que  lo  que  necesitamos  es  acelerar  cada  vez 
más  el  ritmo...  y no  mirar  al  pasado. 

Sin  embargo,  las  cosas  no  son  tan  simples.  No  toda  novedad 
significa  cambio  o,  más  precisamente,  un  cambio  que  mejore  la 
calidad  de  vida  humana  de  todos  y todas.  A veces  el  "progreso" 
sólo  encubre  —bajo  otras  máscaras—  más  de  lo  mismo,  y así 
prolonga,  o aun  radicaliza,  los  mismos  factores  que  llevan  a excluir 
dramáticamente  a grupos  sociales,  países  y culturas,  y a destruir 
nuestra  "casa  común".  La  crisis  ecológica  que  hoy  nos  angustia  es 
la  expresión  más  clara  de  esta  situación.  Ella  es  la  consecuencia 
combinada  del  tipo  de  explotación  agroindustrial,  modelo  eco- 
nómico y cultura  consumista  de  los  pueblos  más  desarrollados, 
que  generan  riqueza  para  unos  pocos  a costa  de  la  marginación  de 
la  mayor  parte  de  la  humanidad  y del  agotamiento  de  la  Tierra. 
De  ahí  que  hoy  emerja  por  doquier  la  necesidad  de  una  profunda 
transformación  civilizatoria  en  la  cual  el  poder  sobre  la  naturaleza 
y sobre  los  otros  sea  sustituido  por  el  poder  con  ellos. 


11 


Presentación 


Es  desde  el  interior  de  esta  encrucijada  —en  su  doble  sentido 
de  cruce  de  caminos  y de  clamor  de  los  crucificados—  que  surgió 
este  libro.  Nadó  con  el  deseo  de  brindar  un  aporte  que  creemos 
significativo  a la  hora  de  recorrer  itinerarios  nuevos.  Se  trata 
de  compartir  una  trayectoria  que,  vivida  desde  el  seguimiento 
radical  de  Jesús  y la  docilidad  comunitaria  a su  Espíritu,  puede 
ayudar  a comprender  el  presente  y a hacer  visible  el  futuro  que 
él  contiene.  Memorias  que  nos  demuestran  que  la  historia  no 
está  cerrada,  y ponen  de  manifiesto,  con  hechos,  que  la  inidativa 
humana  movida  por  el  aliento  de  Dios  es  capaz  de  abrir  surcos 
nuevos  y originar  prácticas  profundamente  transformadoras. 

Tales  procesos  de  cambio  no  son  el  fruto  de  la  fatalidad 
histórica  ni  se  hacen  solos.  Detrás  de  ellos  siempre  hay  personas  y 
grupos  que  asumen  los  costos  inherentes  a toda  ruptura  de  inercias 
históricas  y culturales.  Esto  es  precisamente  lo  que  sucedió  con  el 
nacimiento  de  una  tradición  espiritual,  pastoral  y teológica  propia 
de  América  Latina  y el  Caribe,  que  rápidamente  se  entrelazó  con 
reflexiones  provenientes  de  otros  continentes  y se  conoce  bajo  el 
nombre  de  teología  de  la  liberación.  Tradición  que  se  fue  gestando  al 
calor  de  múltiples  encuentros,  publicaciones,  conferendas,  y que 
tuvo  un  variado  grupo  de  hermanos  y hermanas  que  ofrecieron 
este  servicio,  compromiso  y carisma  para  la  comprensión  de  la  fe 
cristiana  en  nuestro  continente. 

Ésta  es  una  obra  colectiva:  en  ella  participaron  figuras  fun- 
dantes de  la  teología  de  la  liberadón  latinoamericana  y también 
teólogos  y teólogas  norteamericanos,  africanos  y asiáticos  quienes, 
más  allá  de  las  fronteras  geográficas,  han  recorrido  juntos  este 
itinerario  colectivo  de  diálogo  entre  teologías  y culturas. 

La  desgarradora  experiencia  que  muchos  de  nuestros 
hermanos  tuvieron  que  vivir  a través  del  exilio  y la  expatriación 
de  su  tierra  natal,  con  motivo  de  la  toma  del  poder  por  parte 
de  las  diferentes  dictaduras  militares,  llevó  a algunos  de  ellos  a 
viajar  por  otros  continentes,  y a comunicar  y poner  en  diálogo 
distintas  experiencias.  Al  estilo  de  Abrahán,  tal  como  lo  presenta 
el  conmovedor  capítulo  11  de  la  Carta  a los  Hebreos,  salieron 
"sin  saber  a dónde  iban",  "hada  el  país  que  iban  a recibir  en 
herenda"  y tuvieron  que  aprender  a vivir  como  "forasteros".  Si  el 
patriarca  hebreo  fue  reconocido  como  padre  de  todas  las  naciones 
precisamente  porque  lejos  de  su  tierra  aprendió  a mirar  su 
realidad,  su  cultura  y a sí  mismo  desde  la  perspectiva  de  Dios  y de 
los  "otros",  de  la  misma  manera  muchos  de  nuestros  hermanos, 
testimonios  vivos  de  esta  tradidón  teológica,  son  reconocidos  en 


Pablo  Bonavía 


otros  continentes.  Sin  embargo,  ellos  "desaparecen"  detrás  de 
los  acontecimientos  que  aquí  se  relatan.  Ello  se  debe,  al  menos 
en  parte,  a su  reconocida  generosidad  y desinterés.  Pero  se 
explica  también  porque  los  hechos  que  generaron  adquirieron 
en  sí  mismos  tal  relevancia,  que  justifica  su  consideración  como 
eventos  fundantes  de  una  nueva  modo  de  vivir  la  fe  cristiana  y de 
hacer  teología. 

A lo  largo  de  dicha  trayectoria  el  padre  Sergio  Torres,  quien 
fuera  un  entusiasta  impulsor  de  este  movimiento  —ya  quien 
dedicáramos  la  edición  chilena  de  este  libro—,  colaboró  en  forma 
decisiva  para  que  en  muchos  cristianos  de  América  Latina  y el 
Caribe  y de  otros  continentes,  creciera  la  conciencia  de  participar 
de  un  mismo  dinamismo  histórico  liberador  de  hondo  contenido 
histórico,  antropológico  y teologal.  Algo  que  implica  asumir 
nuevas  responsabilidades  comunes  y que  hoy,  en  un  contexto 
cambiante,  las  iglesias  cristianas  están  llamadas  a tomar  en  se- 
rio para  redefinir  su  misión  evangelizados.  Aunque  para  ello 
tengamos  que  pasar  una  y otra  vez  por  dolorosos  y fecundos 
exilios... 


Pablo  Bonavía 


13 


Pablo  Richard 


Introducción 

Desafíos  históricos  para 
el  mundo,  la  Iglesia  y la  teología 
en  los  últimos  cincuenta  años 

Pablo  Richard * 


Todo  el  que  oiga  estas  palabras  mías  y las  ponga  en  práctica,  será  como 
el  hombre  prudente  que  edificó  su  casa  sobre  roca:  cayó  la  lluvia,  vinieron  los 
torrentes,  soplaron  los  vientos,  y embistieron  contra  aquella  casa;  pero  ella  no 
cayó,  porque  estaba  cimentada  sobre  roca.  Y todo  el  que  oiga  estas  palabras 
mías  y no  las  ponga  en  práctica,  será  como  el  hombre  insensato  que  edificó  su 
casa  sobre  arena:  cayó  la  lluvia,  vinieron  los  torrentes,  soplaron  los  vientos, 
irrumpieron  contra  aquella  casa  y cayó,  y fue  grande  su  ruina. 

Mateo  7,  21-29. 


1.  Las  décadas  de  los  años  sesenta  y setenta: 

¿hemos  construido  sobre  arena  o sobre  roca? 

1.1.  Algunos  procesos  históricos,  sociales  y políticos 

La  Revolución  Cubana  (1959)  estremece  el  continente  y mues- 
tra que  un  proceso  socialista  era  posible  en  América  Latina.  El 


* Chileno,  presbítero  diocesano,  doctor  en  Sociología  de  la  Religión,  licenciado 
en  Teología  y Sagradas  Escrituras.  Doctor  Honoris  Causa  de  la  Facultad  Libre 
de  Teología  Protestante,  París  1977.  Formador  de  agentes  de  Pastoral  Bíblica, 
dedicado  a la  lectura  popular  de  la  Biblia  en  América  Latina  y el  Caribe. 


15 


Introducción 


"dogma"  de  la  propiedad  privada  y la  ley  de  los  contratos  son 
cuestionados.  Nacen  procesos  socialistas  democráticos  en  el 
continente,  con  programas  de  nacionalización  de  los  recursos 
naturales  y reforma  agraria. 

La  respuesta  es  dura:  se  impone  la  Doctrina  de  la  Seguridad 
Nacional,  se  dan  golpes  de  Estado  y dictaduras  militares:  Brasil 
1964,  Chile  1973,  Argentina  1976.  Se  hace  evidente  la  dimensión 
política  de  la  fe  cristiana  y la  convergencia  entre  fe  y política,  entre 
cristianismo  y marxismo.  Se  da  un  desplazamiento  significativo 
de  la  Iglesia  hacia  los  barrios  marginales  y el  mundo  de  los  pobres. 
Se  toma  conciencia  de  la  magnitud  de  la  injusticia  social  y de  la 
marginación  de  las  mayorías. 

Es  en  estos  años  que  surge  con  fuerza  la  realidad  de  un  sujeto 
social.  Este  sujeto  tiene  una  dimensión  personal,  pero  es  sobre 
todo  un  sujeto  que  surge  como  clase  social,  movimiento  popular, 
como  sujeto  de  cambio  y revolución.  Este  sujeto,  prohibido  y 
reprimido  en  las  décadas  anteriores,  ahora  es  el  que  hace  posible 
la  historia  de  liberación  en  estas  dos  décadas. 

En  la  afirmación  del  sujeto,  se  hace  visible  la  dimensión  del 
ser  humano  universal.  Desmond  Tutu,  obispo  anglicano  suda- 
fricano, lo  expresa  así:  "Yo  soy  solamente  si  eres  tú...  Yo  soy  un 
ser  humano,  porque  tú  eres  un  ser  humano". 

En  un  plano  social,  podríamos  reformularlo  así:  "Si  hay  para 
todos,  entonces  habrá  para  mí.  Sólo  es  humana  una  sociedad 
donde  quepan  todos  y todas  en  armonía  con  la  naturaleza". 

Lo  contrario : El  sujeto  triunfa  con  la  muerte  del  otro.  Solamente 
derrotando  al  otro,  salgo  yo  ganando.  Yo  triunfo  en  el  mercado,  si 
logro  destruir  a mis  competidores.  Si  no  hay  para  todos,  que  por 
lo  menos  haya  para  mí. 

Tomamos  conciencia  de  que  la  muerte  del  otro  es  un  suicidio. 
La  muerte  de  los  pobres  y la  destrucción  de  la  naturaleza  llevan 
a una  destrucción  de  toda  la  humanidad  y del  cosmos.  La  globa- 
lización  del  mercado  sólo  acelera  este  proceso.  La  opción  que  se 
impone  es  la  solidaridad  universal  o el  suicidio  colectivo. 


1.2.  Una  ruptura  con  cuatrocientos 
años  de  contrarreforma  eclesial 

Desde  finales  del  Concilio  de  Trento  (1563)  hasta  los  inicios  del 
Concilio  Vaticano  II  (1962),  hay  unos  cuatrocientos  años  durante 
los  cuales  predomina  la  contrarreforma.  En  el  Concilio  de  Trento 


16 


Pablo  Richard 


la  Biblia  es  derrotada  (se  prohíbe  su  traducción)  y triunfa  el  poder 
político  del  papado,  especialmente  en  Europa.  En  el  Concilio 
Vaticano  I (1869-1870),  la  Iglesia  se  afirma  como  una  "...sociedad 
verdadera,  perfecta,  espiritual  y sobrenatural",  igualmente  "...la 
Iglesia  es  una  sociedad  visible  y única,  y fuera  de  la  Iglesia  no 
hay  salvación";  la  Iglesia  es  "indefectible"  e "infalible".  También 
se  proponen  temas  más  políticos,  como  el  poder  de  la  Iglesia,  el 
primado  del  Romano  Pontífice,  la  soberanía  temporal  de  la  Santa 
Sede  y otros.  Fue  un  concilio  eminentemente  europeo,  donde  la 
Iglesia  se  sentía  amenazada,  no  tanto  por  la  Reforma  Protestante, 
sino  ahora  por  la  "civilización  moderna"  (véase  el  "juramento 
antimodemista"  que  tenían  que  hacer  los  profesores  de  teología). 

La  ruptura  con  este  período  no  fue  fácil  y todavía  siguen  vivos 
muchos  elementos  de  esos  cuatrocientos  años  de  contrarreforma. 
Terminada  la  Segunda  Guerra  Mundial  (1945),  nace  un  movimiento 
teológico  europeo  de  grandes  rupturas  y nuevas  propuestas: 
entre  los  teólogos  de  este  movimiento  nombramos  únicamente 
a algunos,  a manera  de  ejemplo:  Marie-Dominique  Chenu,  Jean 
Daniélou,  Edward  Schillebeeckx,  Yves  Congar,  Bemhard  Háring, 
Henri  de  Lubac,  Karl  Rahner,  Hans  Küng,  Johann  Baptist  Metz  y 
tantos  más.  De  igual  modo,  teólogos  protestantes  eminentes  como 
Karl  Barth,  Jürgen  Moltmann,  Oscar  Cullmann  y muchos  otros. 

Todo  culmina  en  el  Concilio  Ecuménico  Vaticano  II  (1962- 
1965),  con  documentos  que  marcan  una  ruptura  y hacen  posible 
un  nuevo  comienzo: 

• La  constitución  dogmática  sobre  la  Iglesia:  Lumen  gentium. 

• La  constitución  dogmática  sobre  la  Palabra  de  Dios:  Dei 

Verbum. 

• La  constitución  sobre  la  liturgia:  Sacrosanctum  Concilium. 

• La  constitución  pastoral  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  actual: 

Gaudium  et  spes. 


2.  Las  conferencias  del  CELAM 
en  Medellín  (1968)  y Puebla  (1979) 

En  este  período  vivimos  en  la  Iglesia  un  tiempo  de  reno- 
vación, si  bien  hubo  asimismo  momentos  de  contradicción 
entre  renovación  e involución,  entre  reforma  y contrarreforma. 
El  Concilio  Vaticano  II  no  logró  un  cambio  significativo  de  las 
estructuras  de  la  Iglesia,  por  eso  muchas  de  sus  propuestas  no 


17 


Introducción 


superaron  el  límite  de  lo  programático  y lo  teórico.  Medellín 
asumió  el  Concilio,  pero  hizo  una  real  propuesta  de  reforma  de  la 
Iglesia  desde  América  Latina  y el  Caribe.  Ésta  reforma  alcanzó  su 
culminación  en  la  Conferencia  de  Puebla. 

En  las  décadas  de  los  sesenta  y setenta,  en  América  Latina  y 
el  Caribe  se  dan  innumerables  cambios  estructurales  y teológicos 
construidos  sobre  roca:  la  teología  de  la  liberación,  la  teología 
del  Tercer  Mundo,  las  comunidades  eclesiales  de  base,  la  opción 
preferencial  por  los  pobres,  la  lectura  popular  de  la  Biblia,  una 
espiritualidad  liberadora  y una  ética  de  la  vida.  Esto  se  expresó 
en  una  formulación  muy  difundida  por  esos  años:  "La  gloria  de 
Dios  es  el  ser  humano  vivo,  la  gloria  del  ser  humano  es  la  visión 
de  Dios"  (San  Ireneo). 

Se  cuestiona  un  modelo  piramidal  jerarquizado  de  Iglesia 
(esquema  del  Concilio  de  Trento:  el  Papa  en  Roma,  el  obispo  en 
su  diócesis,  el  párroco  en  su  parroquia).  Se  fortalece  un  modelo 
nuevo  de  Iglesia  Pueblo  de  Dios,  "comunidad  de  comunidades", 
donde  la  autoridad  no  está  arriba,  sino  en  el  corazón  de  una  gran 
comunidad.  Se  inicia  una  reforma  de  la  Iglesia  desde  los  pobres, 
construida  sobre  tres  pilares:  comunidad,  solidaridad  y Palabra 
de  Dios. 


2.1.  "Descolonización"  de  las  teologías 
del  Tercer  Mundo 
y nacimiento  de  ASETT 

En  agosto  de  1976  se  celebra  la  conferencia  en  Dar-es-Salaam, 
Tanzania  —con  la  presencia  del  presidente  Julio  Nyerere— , en  la 
cual  se  organizó  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer 
Mundo  (ASETT/EATWOT  por  sus  siglas  en  inglés).  La  teología 
era  ahora  obra  conjunta  de  teólogos  y teólogas  de  América 
Latina,  Africa,  Asia  y Oceanía.  También  obra  de  las  "minorías" 
excluidas  en  el  Primer  Mundo  por  razones  culturales,  étnicas  y 
raciales.  Nacen  igualmente  una  teología  judía  de  la  liberación 
y otra  teología  palestina  de  la  liberación.  Si  el  cristianismo 
había  llegado  a América,  Africa  y Asia  con  la  expansión  del 
colonialismo  fundamentalmente  europeo,  ahora  se  fortalecía  con 
la  descolonización  de  la  teología.  La  ASETT  organizó  posterior- 
mente reuniones  en  Accra  (1977),  Sri  Lanka  (1979),  Sao  Paulo 
(1980)  y varias  otras  hasta  la  actualidad. 


18 


2.2.  Amerindia: 
un  nuevo  movimiento 
teológico  continental 


Pablo  Richard 


A mediados  de  los  años  setenta,  durante  la  preparación  de 
la  conferencia  de  1979  en  Puebla,  surgió  una  red  continental 
de  trabajo  conjunto  entre  profesionales  de  las  ciencias  sociales, 
obispos,  teólogas  y teólogos.  Nació  un  equipo  informal  de  apoyo 
teórico  y pastoral  a las  conferencias  de  Puebla  y Santo  Domingo 
y,  en  1997,  al  Sínodo  de  América  celebrado  en  Roma.  Lentamente 
Amerindia  se  transformó  en  una  organización  permanente,  con 
los  mismos  fines  con  los  cuales  nació.  Tuvo  su  actuación  más 
destacada  en  la  V Conferencia  en  Aparecida  (2007). 


3.  La  década  de  los  años  ochenta: 
el  fundamentalismo  cristiano  declara 
la  guerra  total  al  "reino  del  mal" 

El  fundamentalismo  cristiano  apoya  en  forma  ciega  a Margaret 
Thatcher  en  Inglaterra  y a Ronald  Reagan  en  los  EE.  UU.  (1980- 
1988).  Hacen  la  guerra  a lo  que  ellos  llamaron  el  "reino  del  mal", 
conducido  por  "monstruos"  como  Saddam  Hussein,  Yasser  Arafat 
u Osama  bin  Laden,  responsables  de  una  conspiración  terrorista 
mundial  que  actúa  por  todos  los  rincones  del  mundo.  Se  afirma 
incluso  que  Al-Qaeda  había  preparado  un  atentado  al  Papa,  lo 
que  los  lleva  al  umbral  de  ser  considerados  asesinos  de  Dios. 
Aparece  una  denuncia  contra  el  propio  profeta  Mahoma  como 
terrorista.  En  1979  triunfa  la  Revolución  Sandinista  en  Nicaragua 
y una  guerra  de  liberación  se  extiende  rápidamente  en  El  Salvador 
y Guatemala.  En  Haití,  una  "avalancha"  de  pueblo  toma  las  calles. 
En  todas  estas  guerras  y movimientos  hay  una  clara  participación 
de  los  cristianos.  El  fundamentalismo  militarista  piensa  que 
Centroamérica  y el  Caribe  ya  han  caído  bajo  el  imperio  del  mal, 
lo  que  sumerge  a los  EE.  UU.  en  el  miedo  y el  pánico:  "Cuando 
todos  se  vuelven  locos,  lo  racional  es  volverse  loco  también".  La 
tortura,  el  exterminio  de  los  rebeldes  y la  guerra  son  necesarios 
para  "salvar"  a la  humanidad.  Toda  defensa  de  la  vida  de  los 
pueblos,  de  los  derechos  humanos  y de  la  democracia  nos  hace 
cómplices  del  imperio  del  mal.  George  Bush  afirma  que:  "La 
guerra  en  Vietnam  se  perdió  por  respetar  demasiado  los  derechos 
humanos".  Los  terroristas  no  tienen  "derechos  humanos". 


19 


Introducción 


3.1.  Retroceso  y conservadurismo  en  la  Iglesia 

En  los  años  ochenta,  después  de  la  Conferencia  de  Puebla 
(1979),  empieza  a fortalecerse  una  corriente  conservadora  en  la 
Iglesia.  El  tiempo  oportuno  ("kairós")  que  nos  ofreció  el  Espíritu 
Santo  para  una  reforma  de  la  Iglesia  comenzaba  a agotarse  y 
reapareció  lentamente  una  nueva  contrarreforma  eclesial  que  nos 
condujo  a una  crisis,  misma  que  podría  esta  vez  transformarse  en 
irreversible.  Esta  corriente  conservadora  coincide  en  gran  medida 
con  los  26  años  del  pontificado  de  Juan  Pablo  II  (1978-2005),  y 
ahora,  desde  2005,  con  el  de  Benedicto  XVI. 

El  decenio  de  los  ochenta  fue  especialmente  duro  para  la 
teología  de  la  liberación.  Documentos  como  Libertatis  nuntius: 
instrucción  sobre  algunos  aspectos  de  la  teología  de  la  liberación,  de 
la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe  (1984),  y Libertatis 
conscientia:  instrucción  sobre  la  libertad  cristiana  (1986),  del  mismo 
organismo,  tuvieron  un  efecto  más  allá  de  la  propia  Iglesia.  En 
el  contexto  militar  inspirado  en  la  ideología  de  la  Seguridad 
Nacional,  la  teología  de  la  liberación  y toda  la  acción  profética 
de  la  Iglesia  fueron  desfiguradas  y perseguidas.  La  consecuencia 
fue  una  multitud  incontable  de  mártires.  El  martirio  de  monseñor 
Oscar  Romero  en  1980  constituye  un  símbolo  de  esta  situación. 

En  el  campo  intraeclesial  el  conservadurismo  se  hizo  efectivo 
en  la  reforma  de  los  seminarios,  los  nombramientos  de  nuevos 
obispos,  la  deslegitimación  de  las  comunidades  de  base  y un 
retroceso  notable  en  la  teología  y la  ética  católicas.  Se  fortalecieron 
movimientos  católicos  ultraconservadores,  como  los  Legionarios 
de  Cristo  y el  Opus  Dei,  con  mucho  dinero  y poder,  y con  un 
apoyo  decidido  de  la  curia  vaticana. 


4. 1989:  cambio  radical  en  la  historia  del  mundo 

En  un  tiempo  notablemente  corto  cayeron  los  socialismos 
históricos,  terminó  la  Guerra  Fría  y triunfó  la  globalización  del 
mercado  inspirada  en  la  ideología  neoliberal.  Los  "teólogos"  del 
mundo  financiero  anunciaron  el  "fin  de  la  historia"  y la  "cercanía 
nunca  antes  lograda  del  Reino  de  Dios".  Se  proclamó:  "la  muerte 
del  comunismo,  la  muerte  del  marxismo  y la  muerte  de  la  teología 
de  la  liberación". 

La  caída  del  muro  de  Berlín,  el  9 de  noviembre  de  1989,  y el 
asesinato  de  la  comunidad  de  jesuítas  en  El  Salvador,  el  16  del 


20 


Pablo  Richard 


mismo  mes  y año,  hicieron  visible  el  carácter  contradictorio  y 
absurdo  de  ese  mismo  espíritu  de  "triunfo  sobre  el  reino  del  mal". 
En  estos  años,  como  dijimos,  termina  la  Guerra  Fría  y la  economía 
de  mercado,  inspirada  en  el  neoliberalismo,  tiene  todo  el  mundo 
bajo  su  poder. 

En  los  años  siguientes  a 1989,  las  corrientes  proféticas  y 
liberadoras  vivieron  un  tiempo  de  confusión  y perplejidad.  Se 
pensó  que  el  tiempo  del  Éxodo  o de  los  profetas  había  terminado. 
Ahora  era  el  tiempo  del  exilio,  el  cual  exigía  una  autocrítica 
radical. 

La  ruptura  con  esta  perplejidad  y confusión  la  inicia  el 
movimiento  indígena,  que  en  1992  conmemora  los  500  años  de 
colonialismo.  Era  un  movimiento  que  ya  existía  desde  hacía  cinco 
siglos,  pero  que  ahora  resurgía  con  una  nueva  "teología  india  de  la 
liberación".  Los  primeros  días  de  enero  de  2004  todo  el  continente 
se  estremeció  con  el  estallido  de  la  revolución  zapatista,  indígena 
y campesina,  y su  utopía  de  "un  mundo  donde  quepan  todos  y 
todas  en  armonía  con  la  naturaleza". 

Luego  mostraron  su  poder  los  movimientos  afroamericanos, 
los  de  liberación  de  la  mujer,  de  los  jóvenes,  los  ecológicos  y otros 
variados  movimientos  de  excluidos  en  el  campo  de  las  opciones 
sexuales  y de  la  ética.  La  teología  de  la  liberación  renace  en  cada 
uno  de  estos  movimientos.  Surge  una  teología  de  la  liberación 
campesina,  india,  afro,  feminista,  generacional,  ecológica. 

En  la  raíz  de  todos  estos  movimientos  sociales  estaba  la 
convicción  de  que  la  liberación  no  pasaba  "por  la  toma  del 
poder",  sino  por  la  construcción  de  "nuevos  poderes"  y "nuevos 
sujetos"  en  la  base  de  la  sociedad  civil.  Lo  fundamental  ahora 
eran  las  organizaciones  sociales  de  base  y no  tanto  los  grandes 
poderes  políticos.  Vino  una  transformación  significativa  de  las 
teorías  económicas,  sociales,  políticas  y del  mismo  lenguaje  de 
las  "izquierdas".  Se  profundizó  el  diálogo  entre  la  teología  de  la 
liberación  y las  ciencias  sociales,  principalmente  con  la  economía. 
Las  estrategias  políticas  liberadoras  cambiaron.  Ahora  eran  las 
clases  dominantes  las  que  estaban  perplejas  y desorientadas. 


5.  Foro  Social  Mundial 

El  Foro  Social  Mundial  (FSM)  nace  como  alternativa  al  Foro 
Económico  Mundial  de  Davos,  integrado  por  las  organizaciones 
económicas  y políticas  de  identidad  neoliberal.  Algunos  de  sus 


21 


Introducción 


ejes  son:  desarrollo  sostenible,  sociedad  civil  y espacios  públicos, 
poder  político  y nueva  sociedad.  El  primer  FSM  fue  en  Porto 
Alegre,  Brasil,  en  2001,  y participaron  117  países.  El  segundo 
fue  en  el  mismo  lugar,  donde  se  asume  el  lema:  "Otro  mundo  es 
posible"  y se  constituye  en  un  proceso  permanente  de  búsqueda 
y construcción  de  alternativas.  Participaron  123  países  y más  de 
50  000  personas.  El  tercer  FSM  fue  también  en  Porto  Alegre,  pero 
ya  el  cuarto  fue  en  Bombay,  India;  en  2006  fue  policéntrico,  y el 
último,  en  2009,  en  Belém  do  Pará,  Brasil  (el  próximo  será  en  2011 
en  Dakar,  Senegal). 

Amerindia  opta  por  participar  en  forma  permanente  en  el 
FSM.  En  todo  este  contexto  nace  el  Foro  Mundial  de  Teología 
y Liberación,  celebrado  junto  con  el  FSM  en  2005  y 2009.  En  él 
participan  sobre  todo  teólogas  y teólogos  del  Tercer  Mundo. 


6.  Conferencia  del  CELAM  en  Aparecida  (2007) 

Aparecida  significó  un  nuevo  intento  de  retomar  la  fuerza 
reformadora  del  Concilio  Vaticano  II,  Medellín  y Puebla,  no 
obstante  todavía  es  una  conferencia  inconclusa.  Persisten  priori- 
dades no  resueltas:  por  ejemplo,  entre  una  reforma  interna  de  la 
Iglesia  y una  misión  continental,  entre  la  opción  preferencial  por 
los  pobres  (expuesta  de  forma  clara  y decidida  en  el  documento) 
y la  opción  preferencial  por  las  elites.  No  se  trata  de  opciones 
opuestas,  sino  de  prioridades  no  resueltas.  Algunos  temas  son 
tratados  con  cierta  debilidad:  la  vida  religiosa,  la  teología  india,  la 
migración  y el  cuidado  del  ambiente.  Además,  no  hay  una  crítica 
contundente  al  neoliberalismo. 

En  todo  caso,  la  conferencia  de  Aparecida  es  una  nueva  opor- 
tunidad que  Dios  nos  da  para  seguir  caminando,  junto  con  la 
Iglesia,  en  la  construcción  del  Reino  de  Dios  en  América  Latina 
y el  Caribe. 


7.  Desafíos  futuros  a la  teología  y las  Iglesias 

• Crecimiento  intolerable  de  la  inequidad:  diferencia  entre 
ricos  y pobres. 

• Crítica  al  modelo  neoliberal  de  desarrollo,  que  excluye  a las 
mayorías. 

• La  migración,  misma  que  está  cambiando  el  rostro  del 
mundo. 


22 


Pablo  Richard 


• El  armamentismo,  la  delincuencia,  el  narcotráfico,  el  terro- 
rismo y la  trata  humana  (por  motivos  sexuales  y laborales). 

• En  la  actual  crisis  económica,  financiera  y de  consumo 
mundial,  cómo  escuchar  el  grito  de  los  pobres  y los  jóvenes 
que  nos  dicen:  "este  sistema  ya  no  sirve",  "queremos  vivir 
bien",  "que  se  vayan  todos  (los  políticos  de  siempre)". 

• Construcción  de  esperanza  en  medio  de  la  crisis,  especial- 
mente para  los  excluidos,  los  que  viven  en  situación  de  extrema 
pobreza  y que  son  invisibles  en  la  sociedad  "desarrollada" 
actual. 

• Actitud  de  la  jerarquía  católica  frente  a la  creación  de  un 
nuevo  modelo  de  nación  y de  Estado,  basado  en  la  consulta 
popular  directa,  avalada  por  una  reforma  constitucional  o un 
referendo  directo  no  vinculante.  Posición  de  las  autoridades 
eclesiales  frente  a un  proceso  de  modernización  hacia  un 
Estado  laico,  separación  entre  Iglesia  y Estado  y libertad  de 
cultos  sin  privilegios.  Este  proceso  se  acelera  en  países  como 
Bolivia,  Ecuador  y Venezuela,  y de  igual  modo,  aunque  a 
largo  plazo,  en  Brasil,  Paraguay,  Argentina  y algunos  países 
centroamericanos  y caribeños. 


23 


Parte  I 


Nueva  praxis  teológica 
policéntrica  y emancipadora 


Diego  Irarrázaval 


La  ruptura 
de  la  hegemonía  europea 
Alternativas  teológicas  desde 
la  marginalidad  mundial 


Diego  Irarrázaval  * 


Desde  los  márgenes  existe  mayor  acceso  al  corazón  de  la 
realidad: 

...tierno  Espíritu...  haznos  amar  la  humanidad  y tener  amistad 
compasiva  con  la  creación...  condúcenos  a hablar,  y háblanos 
hacia  la  acción...  recrea  el  mundo,  por  medio  de  Jesucristo*  1. 

Esta  oración  proviene  de  uno  de  los  minúsculos  procesos  de 
reflexión  que  durante  estas  últimas  décadas  se  desenvuelven  en 
Asia,  África,  América  y en  otros  rincones  marginales.  La  teología 
está  siendo  reconfigurada  mundialmente.  ¿Por  qué?  Debido  a una 


* Presbítero.  Vivió  en  Perú  y actualmente  en  Chile,  dedicado  a la  evangelización  y 
la  teología.  Realiza  asesorías  en  encuentros.  Es  autor  de  Teología  en  la  fe  del  pueblo, 
¡nculturación,  Raíces  de  esperanza,  Un  Jesús  jovial,  y otros  escritos.  Fue  presidente  de 
la  Asociación  de  Teólogos/as  del  Tercer  Mundo  (ASETT).  Integra  Amerindia  Chile. 

1 Oración  en  la  Conferencia  de  Teólogas  de  ASETT-Asia,  A.  Prasetya  Mumiati  y 
Marlene  Perera,  Drink  from  our  Own  Resources  for  Creative  Ripples.  West  Java,  Garut, 
2005,  p.  141. 


27 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 

polifonía  de  voces  interpelantes  que  han  originado  convergentes 
y entrelazadas  formas  de  pensar  la  fe,  de  lo  cual  da  testimonio 
la  Asociación  de  Teólogos/as  del  Tercer  Mundo  (ASETT).  En 
comparación  con  grandes  caudales  de  enseñanza  y publicaciones 
oficiales,  las  vertientes  alternativas  parecen  insignificantes.  ¿Qué 
porvenir  tienen  estos  fragmentos  maravillosos?  ¡Cada  lector  tiene 
la  palabra!  Al  aporte  de  cada  uno  de  ustedes,  permítanme  añadir 
unas  anotaciones. 


1.  Proceso  de  transición  y refundación 

Si  sólo  se  reseñan  las  instancias  académicas,  la  programación 
pastoral  y las  publicaciones  oficiales,  parecería  que,  como  de 
costumbre,  abundan  textos  y corrientes  de  pensamiento;  y que 
habría  una  gradual  renovación,  impulsada  por  el  Vaticano  II 
(en  nuestros  espacios  católicos)  y por  ensayos  contextúales  (en 
diversos  ámbitos  cristianos).  Esto  ha  estado  ocurriendo;  pero 
también  han  emergido  alternativas.  Si  se  presta  atención  a las 
producciones  locales  y nuevas  redes  de  reflexión,  uno  se  da 
cuenta  de  que  la  labor  teológica  da  pasos  gigantescos.  Se  está 
llevando  a cabo  una  ruptura  vivencial  y epistemológica  y,  de 
modo  esperanzador,  desde  los  márgenes  se  está  refundando  la 
reflexión  creyente. 

Sin  embargo,  lo  que  predomina  es  una  producción  altamente 
especializada.  Al  recorrer  los  inmensos  logros,  desde  la  patrística 
hasta  las  grandes  síntesis,  y al  examinar  lo  contemporáneo,  es 
palpable  el  actual  enclaustramiento.  Existe  gran  riqueza  sectorial 
y especializada,  y deseos  de  "una  teología  menos  abstracta  y más 
experiencial";  por  otra  parte,  es  devaluado  lo  pensado  en  términos 
de  liberación  como  si  fuera  "un  tema"  que  pierde  impacto  debido 
a acontecimientos  en  el  Este  europeo  2.  Esta  reflexión  hegemónica 
no  solamente  se  enclaustra  y aparta  de  vivencias  del  pueblo  de 
Dios;  también  le  cuesta  sopesar  las  corrientes  innovadoras. 

Ahora  bien,  hoy  transitamos  por  la  reconfiguración  de  la 
metodología  y los  contenidos  en  la  teología  cristiana.  Abundan 


2 "Historia  de  la  teología"  y "Liberación",  en  Diccionario  teológico  enciclopédico. 
Navarra,  Estella/Verbo  Divino,  1995,  pp.  447,  569.  "En  la  investigación  teológica 
actual  predomina  una  mayor  severidad  científica...  por  adquisiciones  en  el  terreno 
filológico-lingüístico  y a la  confrontación  no  académica  con  la  angustia  y situación 
del  pueblo  (teología  de  la  liberación)"  (p.  447). 


28 


Diego  Irarrázaval 

las  señales  de  una  audaz  transición.  También  se  la  ha  llamado  un 
cambio  de  paradigma. 

No  es  fácil  definir  un  fenómeno  complejo  que  se  va 
consolidando  como  algo  diferente;  por  eso  se  ensayan  definiciones 
en  términos  de  lo  poscolonial,  posmodemo,  pluralista,  etcétera.  Lo 
que  sobresale  más  bien  es  un  proceso  de  transición  y refundación, 
con  una  gama  de  voces,  corrientes,  sistematizaciones,  en  el  que 
la  tradición  cristiana  es  comprendida  de  un  modo  inédito.  Aquí 
sobresalen  jóvenes  maestros  que  —desde  fecundos  márgenes— 
retoman  heridas  de  multitudes  y se  reconectan  con  milenarias 
civilizaciones,  como  es  el  caso  de  Félix  Wilfred  en  India  3.  La  fe 
cristiana  pensada  desde  los  márgenes  es  interpelada  por  el  clamor 
del  pobre  y sus  trayectorias  espirituales,  y por  sabidurías  distintas 
a lo  que  predomina  en  el  Occidente  cristiano. 

Hablando  en  términos  generales,  resaltan  las  siguientes  se- 
ñales de  una  audaz  transición.  Reaparecen  la  amplia  matriz  es- 
piritual y la  creatividad  epistemológica  que  caracterizan  la  buena 
labor  teológica  (en  contraste  con  la  base  ontoteológica  en  la  que  se 
acomodan  las  elites).  Sigue  bien  ubicada  y con  hábiles  medios  de 
difusión  la  erudición  de  especialistas  que  dialogan  con  minorías 
ilustradas.  Pero  desde  hace  décadas  existe  igualmente  teología 
con  la  densidad  espiritual  de  las  mayorías  y con  un  arco  iris 
epistemológico.  Lo  hegemónico  se  asemeja  a un  moderno  claustro 
que  alberga  a especialistas.  Lo  marginal  impugna  el  statu  quo  y 
puede  ser  comparado  con  un  jardín  de  conocimientos  diversos 
y convergentes.  Se  trata  pues  de  un  terreno  polifacético  donde 
florece  la  lúcida  pasión  por  la  Vida. 

Otra  gran  señal  es  que  no  se  permanece  recluido  en  espacios 
noratlánticos  y sus  lógicas,  en  los  cuales  proliferan  conceptos 
absolutos  para  imaginar  a Dios.  Esto  refleja  una  comprensión  de 
fe  monocultural  y estática.  Desde  hace  décadas  se  ha  desarrollado 
—aunque  sea  escasa  la  infraestructura  y se  cuente  con  pocos 
medios  de  difusión—  un  pensar  al  Dios  de  la  Vida  concreta,  donde 
interactúan  todas  las  entidades  humanas  y del  medio  ambiente. 
Refleja  una  praxis  de  fe  que  es  policéntrica  y emancipadora.  De 


3 Véase  Félix  Wilfred,  Asían  Dreams  and  Christian  Herpe,  al  the  Dawn  of  the 
Millennium.  Nueva  Delhi,  ISPCK,  2002;  y su  Festschrift  Negotiating  Borders, 
Theological  Exploralions  in  the  Global  Era.  Nueva  Delhi,  ISPCK,  2008;  también 
Michael  Amaladoss,  Ufe  in  Freedom.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1997; 
Aloysius  Pieris,  An  Asían  Theology  of  Liberation.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis 
Books,  1988. 


29 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 


manera  sorprendente,  lo  marginal  con  sus  notas  particulares  y 
contextúales  tiene  mayor  potencial  universal. 

Al  retomar  las  fuentes  cristianas,  una  vez  más  constatamos 
que  lo  pequeño  es  grandioso;  y que  lo  despreciado  es  un  misterio. 
Hoy  la  comunidad  teológica  es  reencantada  por  el  evangelio  de 
la  fragilidad  y la  ignorancia.  No  a propietarios  de  verdades  sino 
a quienes  eran  catalogados  como  ignorantes  les  llegaba  la  Buena 
Nueva,  y la  recibían  y así  ella  daba  buenos  frutos.  El  Padre  de  Jesús 
"...ha  ocultado  cosas  a sabios  y prudentes  y se  las  ha  revelado  a 
pequeños"  (Le  10,  21;  Mt  11,  25).  Esto  es  ratificado  por  el  mensaje 
paulino:  "La  necedad  divina  es  más  sabia  que  la  sabiduría  de  los 
hombres,  y la  debilidad  divina,  más  fuerte  que  la  fuerza  de  los 
hombres"  (1  Co  1,  25).  Esto  conlleva  que  el  Misterio  de  Dios  se  ha 
encamado  en  la  necedad  y fragilidad,  que  hoy  son  reconocidas 
en  las  mayorías  pobres  del  mundo.  Implica  además  admirar  la 
genuina  sabiduría  y fuerza  de  Dios,  que  están  presentes  en  modos 
de  pensar  la  fe  desde  gente  frágil  y despreciada. 

Al  respecto,  consigno  experiencias  que  tocan  cuestiones  de 
fondo.  En  diversos  acontecimientos  y conversaciones  durante 
los  años  pasados,  me  tocó  dialogar  con  quienes  se  hacían  la 
pregunta:  ¿puede  un  indígena  ser  cristiano  y dedicarse  a la 
teología?,  y también:  ¿puede  una  persona  negra  en  América 
Latina  y el  Caribe  ser  cristiana  y hacer  teología?  A menudo  así  se 
ha  expresado  el  desgarrador  itinerario  creyente  de  intelectuales 
indígenas  y afroamericanos.  Son  interrogantes  (y  agudos  diálogos 
y tormentosos  debates)  que  me  han  parecido  agresivos  hacia  la 
sensibilidad  de  la  humanidad  marginada  y hacia  su  derecho  de 
pensar  la  fe  4. 

No  solamente  eso.  Hago  asimismo  memoria  de  dos  momentos 
de  gracia  (que  desestabilizan,  tienen  una  carga  dolorosa,  y a la 
vez  alientan  la  conversión).  He  sido  increpado  por  un  pensador 
andino  de  esta  manera:  "...tú  estudias  y sacas  a luz  nuestra 
espiritualidad  y sabiduría,  y así  contribuyes  a que  otros  destruyan 
lo  mejor  que  tenemos,  el  alma  andina".  Esto  me  indignó.  En 
otra  ocasión,  un  pensador  negro  interpeló  mi  forma  racista  de 
reflexionar  la  fe.  Tenía  mil  explicaciones  sobre  mis  esfuerzos 
para  no  ser  etnocéntrico,  ni  caer  en  sutilezas  y violencias  racistas. 
Pero,  a pesar  de  las  buenas  intenciones,  uno  se  mueve  dentro  de 
estructuras  mentales  con  rasgos  excluyentes  y hegemónicos. 

4 Agradezco  a los  participantes  en  congresos  teológicos  de  pueblos  indígenas, 
e igualmente  de  comunidades  afroamericanas  (en  los  decenios  pasados),  en  los 
cuales  pude  asimilar  dichos  interrogantes. 


30 


Diego  Irarrázaval 

2.  Elaboración  marginal,  polifónica,  alternativa 
2.1.  Polifonía  en  los  márgenes  del  mundo 

En  el  Primer  Mundo  los  lenguajes  sobre  Dios  han  empleado 
la  filosofía  e interactuado  con  ciencias  seculares,  y su  prolífica 
especialización  ha  estado  enmarcada  por  la  razón  moderna.  En 
las  dos  terceras  partes  del  mundo,  la  reflexión  está  más  atenta  a 
una  gama  de  ciencias  y espiritualidades,  y lo  cristiano  suele  ser 
pensado  al  servicio  de  una  nueva  humanidad  5. 

Durante  los  últimos  cuarenta  años  han  brotado  y crecido  varias 
formas  de  pensar  la  fe  6 7.  ¿Cómo  nos  relacionamos  con  los  logros 
noratlánticos?  Con  ellos  vale  interactuar,  en  vez  de  continuar 
subordinados;  ya  que  la  interacción  entre  ellos  y nosotros  fortalece 
aquí  y allá  las  capacidades  para  pensar  y celebrar  la  fe. 

Las  teologías  emergentes  dan  primacía  a la  Encamación  y la 
Pascua,  con  sus  dimensiones  corporales  e históricas.  Con  respecto 
a Dios,  las  teologías  del  Sur  recalcan  la  relacionalidad.  No  hay 
pues  un  ser  humano  propietario  de  la  verdad  y vocero  de  lo 
universal;  más  bien,  son  diversos  rostros  creyentes  que  hablan 
desde  "otras"  modernidades  y a favor  de  pequeñas  esperanzas 
que  se  globalizan.  En  Brasil,  María  da  Soledade  da  Silva  acota: 
"...la  teología  de  la  liberación  ha  sido  una  luz...  con  la  que  he 
descubierto  pequeñas  señales  del  Reino,  cosas  bellas  ocultas  en 
la  basura  de  la  sociedad",  y añade  el  pensamiento  de  un  amigo 
analfabeto:  "...como  no  vivo  sin  el  aire  que  respiro,  asimismo  no 
vivo  sin  Dios  en  mi  vida"  1 . Estas  maneras  simbólicas  de  pensar 
la  fe  van  más  allá  de  conceptos  unívocos  y ahistóricos.  A la  luz  de 
la  fe,  la  comunidad  entiende  los  acontecimientos  humanos  con 


5 En  esta  sección  retomo  elementos  de  mi  "Teologías  del  sur:  encamadas  y 
holísticas",  Concilium  No.  315  (2006),  en  especial  pp.  265-268. 

6 Véase  Virginia  Fabella  y R.  S.  Sugirtharajah  (eds.),  Dictionary  of  Third  World 
Theologies.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  2000;  Juan  José  Tamayo  y Juan 
Bosch  (eds.).  Panorama  de  la  teología  latinoamericana.  Navarra,  Verbo  Divino/ 
Estella,  2001;  Michael  Amaladoss,  Vivre  en  liberté:  les  theologies  de  la  liberation  en 
Asie.  Bruselas,  Lumen  Vitae,  1998;  R.  S.  Sugirtharajah  (ed.),  Asían  faces  of  Jesús. 
Londres,  SCM,  1993;  Itumeleng  Musala  y Buti  Tlhagale  (eds.),  Black  Theology  from 
South  Africa.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1986;  John  Mugambi  y Laurenti 
Magesa  (eds.),  Jesús  in  African  Christianity.  Nairobi,  Initiatives  Pub.,  1989;  Kwame 
Bediako,  Christianity  in  Africa,  the  Renewal  of  a Non-Western  Religión.  Edimburgo, 
Edinburgh  Univ.  Press/Orbis  Books/Maryknoll,  1995. 

7 María  da  Soledade  da  Silva,  "Sinais  de  Deus  em  nosso  meio",  en  AA.  W.,  A 
esperanza  dos  pobres  vive.  Sao  Paulo,  Paulus,  2003,  pp.  55-57. 


31 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 


sus  luces  y sombras.  A fin  de  cuentas,  el  discurso  genuinamente 
creyente  no  es  "sobre"  un  dios-objeto,  sino  que  se  refiere  a "estar 
con"  el  Dios  Vivo. 

Las  teologías  de  sello  tercermundista  brotan  desde  la 
marginalidad  y son  radicales,  tanto  al  encarar  pautas  hegemónicas 
como  al  creer  en  la  liberación  del  pecado.  Encaramos  la  hegemonía 
planetaria,  apreciamos  los  entrecruzamientos  y mestizajes,  y 
desentrañamos  las  líneas  alternativas.  Un  buen  acercamiento 
sociocultural  y filosófico  no  solamente  lamenta  la  opresión  y el 
sinsentido,  también  valora  en  pueblos  marginados  sus  recursos 
económicos  y políticos,  y tantos  manantiales  de  sabiduría  en  la 
mujer  y en  el  varón.  Gracias  a estos  aportes  de  sujetos  pobres 
y sabios,  los  acontecimientos  del  mundo  tienen  otras  lecturas. 
Tales  lecturas  conjugan  la  crítica  realista  con  la  generación  de 
alternativas. 

Las  nuevas  teologías  admiran  y alaban  el  misterio  de  Dios  que 
concretamente  ha  salvado  a la  humanidad  y a la  creación.  Esto  es 
expresado  a partir  del  primer  Congreso  de  Teólogos/as  del  Tercer 
Mundo,  en  1976  en  Dar-es-Salaam,  Tanzania  8.  En  este  congreso, 
Sergio  Torres  fue  elegido  secretario  ejecutivo  de  la  ASETT.  Voces 
de  "...hombres  y mujeres...  con  el  bagaje  cultural  y religioso  de 
los  pueblos  de  los  tres  continentes...  afirmamos  nuestra  fe  en 
Cristo  al  que  alabamos  con  alegría".  El  documento  de  Tanzania 
lamenta  que  "...las  teologías  de  Europa  y de  América  del  Norte 
son  dominantes  en  nuestras  iglesias...",  y postula  "...interpretar 
la  Palabra  de  Dios  en  relación  con  nuestra  propia  realidad". 
Afirma  además  que  las  religiones  y culturas  del  Tercer  Mundo 
"...tienen  un  lugar  en  el  plan  universal  de  Dios  y que  el  Espíritu 
Santo  está  obrando  en  ellas".  Ya  que  esta  corriente  tercermundista 
ha  sido  malinterpretada  por  su  acento  en  el  cambio  social  y 
porque  se  dice  que  se  trata  de  una  ética  y no  precisamente  de  una 
teología,  vale  subrayar  que  desde  el  inicio  ella  ha  comprendido 
exigencias  de  la  fe,  ha  estado  atenta  a culturas  y espiritualidades, 
y ha  considerado  el  conjunto  de  la  Revelación  del  amor  de  Dios. 

En  cuanto  a las  voces  asiáticas,  se  desenvuelven  en  medio  de 
la  injusticia  social  y el  empobrecimiento  de  millones,  el  pluralismo 
religioso,  los  movimientos  por  una  plena  humanidad,  el  resurgir 
de  la  mujer,  la  armonía  con  la  creación.  Así  lo  ha  reseñado  Michael 


8 Ver  Teología  desde  el  Tercer  Mundo:  documentos  finales  de  los  cinco  Congresos 
Internacionales  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo.  San  José,  DEI, 
1982,  pp.  11-26. 


32 


Diego  Irarrázaval 


Amaladoss  9,  para  quien  el  "vivir  en  libertad"  es  un  símbolo  que 
comparten  diferentes  tradiciones  cristianas,  hindúes,  budistas, 
islámicas,  cósmicas.  Se  propone  pues  la  interacción  concreta 
entre  personas  de  diferentes  tradiciones  que  están  a favor  de  la 
Vida.  El  discurso  teológico  va  reconociendo  en  diversas  culturas 
y religiones  la  presencia  de  Dios,  del  Verbo  y su  Espíritu.  La 
reciprocidad  con  otros  modos  de  creer  enriquece  la  comprensión 
propiamente  cristiana  de  la  Salvación.  En  contextos  asiáticos,  la 
reflexión  sobre  Cristo  tiene  en  cuenta  a Krishna,  Buda,  Mahoma, 
las  fuerzas  cósmicas.  Por  su  parte,  Anthoniraj  Thumma  10  explica 
que  el  nuevo  paradigma  teológico,  incentivado  por  la  irrupción 
de  movimientos  sociales,  va  más  allá  de  la  esfera  religiosa,  puesto 
que  abarca  la  profundidad  de  lo  humano  y cósmico  y reconoce  la 
dimensión  espiritual  en  todo  lo  que  existe. 

En  cuanto  a África  n,  se  dialoga  con  las  religiones  tradicionales 
(que  influyen  en  quienes  adhieren  al  cristianismo  y al  islam),  y 
con  los  desafíos  provenientes  de  iglesias  independientes  que 
acentúan  la  acción  del  Espíritu.  Kwame  Bediako  reconoce  que 
gracias  a África,  durante  el  siglo  XX  el  cristianismo  ha  pasado  a ser 
principalmente  una  religión  no  occidental,  y anota  cómo  la  fe  de  la 
gente  común  tiene  mayor  peso  en  la  teología  del  continente  negro. 
En  medio  de  plurales  creencias  y lógicas,  hay  líneas  comunes: 
creencias  en  la  fuerza  vital,  rituales  que  transforman  lo  cotidiano, 
la  relación  con  antepasados/as.  En  un  impactante  estudio  de  caso, 
Mary  Getui  acompaña  a discapacitados  físicos  en  Kenia,  quienes 
desarrollan  su  culto  y comprensión  de  Dios  en  continuidad  con  el 
ministerio  evangélico.  Resaltan  las  modalidades  no  occidentales 
del  cristianismo:  pensar  la  Iglesia  como  familia,  y la  fe  en  Dios  con 
mediaciones  africanas;  además,  las  comunidades  han  elaborado 
conceptos  de  Cristo  en  el  sentido  de  Antepasado  y Sanador. 

En  el  escenario  latinoamericano  hay  igualmente  un  concierto 
de  voces  particulares,  marginales,  con  implicancias  universales.  En 
el  fecundo  movimiento  bíblico,  comunidades  conversan  asuntos 
locales  y desde  esos  fragmentos  escuchan  la  Palabra  que  toca  toda 


9 Michael  Amaladoss,  ob.  cit.,  pp.  214,  229. 

10  Anthoniraj  Thumma,  Wisdom  of  the  Weak:  Foundation  ofPeople's  Theology.  Nueva 
Delhi,  ISPCK,  2000,  pp.  222-225. 

11  Véase  Emefie  Ikenga-Metuh,  Comparative  Studies  of  African  Traditional  Religions. 
Onitsha,  Imico,  1987;  John  Mugambi  y Laurenti  Magesa  (eds.),  ob.  cit.;  John  Mbiti, 
African  Religions  and  Philosophy.  Oxford,  Heinemann,  1990;  Kwame  Bediako,  ob.  cit.; 
Mary  Getui  (ed.),  Theological  Method  and  Aspects  of  Worship  in  African  Christianity. 
Limuru,  Kolbe  Press,  1998,  pp.  106-120. 


33 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 

la  vida  (y  aquí  destacan  los  escritos  de  Carlos  Mesters,  Elsa  Tamez, 
Pablo  Richard).  Asimismo  ha  sido  fecunda  la  reflexión  espiritual 
sobre  la  liberación;  la  fe  es  verificada  mediante  obras  humanas 
(Gustavo  Gutiérrez,  Pedro  Casaldáliga).  En  cuanto  a teologías  de 
pueblos  originarios,  en  sus  congresos  continentales  confluyen  las 
sabidurías  locales,  su  impugnación  del  despojo  milenario  y sus 
rituales  de  la  armonía.  Las  voces  afroamericanas  han  recalcado  la 
energía  vital  (el  axe)  con  el  cual  confrontan  esclavitudes  de  ayer  y 
de  hoy.  Voces  de  mujeres  entienden  lo  cotidiano  y relacional  como 
manifestación  del  Espíritu  de  Dios  que  transforma  todo  (resaltan 
Ivone  Gebara,  Ada  María  Isasi-Díaz,  María  Clara  Bingemer). 

También  se  reconstruyen  creativamente  los  grandes  temas 
teológicos  (Juan  Luis  Segundo,  Leonardo  Boff,  José  Comblin,  Jon 
Sobrino,  Joáo  B.  Libánio).  Desde  los  años  noventa  se  afianza  la 
sistematización  en  América  Latina  y el  Caribe  12  Estos  esfuerzos 
—y  en  especial  lo  indígena,  afro,  feminista,  ecológico—  han 
forjado  paradigmas  de  carácter  relacional.  Otro  discurso  inno- 
vador es  el  encuentro  entre  religiones  (impulsado  por  José  María 
Vigil,  en  la  colección  de  ASETT  sobre  el  pluralismo)  con  base  en 
la  colaboración  humana  y espiritual  a favor  de  la  vida.  Dios  no 
se  deja  enclaustrar  por  iglesias  y religiones;  menos  aún  es  un 
objeto  de  marketing.  La  opción  vivencial  por  el  pobre,  que  es  una 
opción  teológica,  porque  Dios  prefiere  al  marginado,  conlleva 
la  comprensión  de  la  fe  cristiana  desde  la  fragilidad,  con  sus 
clamores  por  la  liberación  de  toda  maldad.  Puede  decirse  que  en 
América  Latina  y el  Caribe  la  comunidad  eclesial  hace  esfuerzos, 
desde  fragmentos  marginales,  para  leer  toda  la  Revelación  del 
Amor. 

Toda  la  polifónica  teología  asiática,  africana,  latinoamericana, 
desde  la  marginalidad,  celebra  el  paso  de  la  muerte  a la  vida,  y así 
evoca  el  Misterio.  Es  apreciado  el  Resucitado  que  ha  enviado  su 
Espíritu  a toda  la  creación.  Es  retomado  el  lenguaje  particular  de 
Jesús  de  Nazaret,  que  es  el  camino  hacia  la  salvación  universal. 
Las  cristologías  marcan  la  reflexión  creyente  en  cada  continente 
(lamentablemente  es  difícil  conocer  esas  riquezas,  dada  la  con- 
centración noratlántica  de  las  publicaciones).  La  reflexión  sobre 
Jesús  de  Nazaret  y el  Cristo  de  la  fe  son  inseparables  de  la 


12  Véase  Ignacio  Ellacuría  y Jon  Sobrino  (eds.),  Mysterium  liberationis:  conceptos 
fundamentales  de  ia  teología  de  liberación.  Madrid,  Trotta,  1990,  2 vols.;  los  45  tomos 
de  la  colección  Liberación  y Teologia,  Petrópolis/Madrid,  Vozes/Paulinas;  y Luiz 
C.  Susin  (org.),  O Mar  se  abriu:  trinta  anos  de  teologia  na  America  Latina.  Sao  Paulo, 
Loyola,  2000. 


34 


Diego  Irarrázaval 


solidaridad  con  el  pobre,  la  mujer,  toda  persona  postergada,  y con 
el  clamor  de  la  tierra  y sus  seres  vivientes.  En  cuanto  al  encuentro 
con  el  Señor,  su  signo  es  el  trato  con  el  pobre  y desvalido  (Mt  25, 
31-46).  Se  responde  al  Dios  que  en  Jesús  se  automanifiesta  a cada 
persona,  trayectoria  histórica  y espiritualidad. 


2.2.  Consolidación  de  alternativas  teológicas 

Las  voces  y producciones  de  carácter  local  y regional  (reseñadas 
en  la  sección  anterior)  constituyen  el  fundamento  de  una  serie  de 
congresos,  asambleas,  publicaciones  y redes  de  comunicación. 
Se  va  configurando  un  macroparadigma  con  diversas  versiones 
y corrientes.  De  hecho,  las  elaboraciones  a menudo  expresan 
tensiones  entre  sí  y son  frágiles  ante  lo  hegemónico;  sin  embargo, 
en  pocos  decenios  se  consolida  un  modo  nuevo  de  entender  la  fe 
desde  los  márgenes,  una  inagotable  fuerza  espiritual  e inmensos 
avances  en  lo  bíblico  y lo  sistemático.  Por  eso  es  preferible  llamarlas 
"alternativas  teológicas"  de  pueblos  e iglesias  en  la  marginalidad. 
En  Tanzania  se  abrió  un  ciclo  de  cinco  conferencias  13: 

• 1976,  Dar-es-Salaam,  Tanzania.  Diálogo  ecuménico  de  teólo- 
gos/as del  Tercer  Mundo. 

• 1977,  Accra,  Ghana.  Compromiso  cristiano  hoy  en  África: 
teologías  emergentes. 

• 1979,  Wennapperwa,  Sri  Lanka.  La  lucha  de  Asia  por  una 
plena  humanización:  una  teología  relevante. 

• 1980,  Sao  Paulo,  Brasil.  Eclesiología  de  las  comunidades 
cristianas  de  base. 

• 1983,  Ginebra,  Suiza.  Diálogo  intercontinental. 

Desde  el  inicio,  al  subrayar  la  propia  tradición  creyente  y 
la  problemática  social,  es  confrontada  la  teología  dominante 
que  pretende  ser  "universal  y eterna",  y es  llevado  a cabo  un 
discernimiento  "...en  obediencia  al  Espíritu  y en  comunión  con 
la  Iglesia"  (Sergio  Torres,  Dar-es-Salaam,  1976).  Esto  conlleva  una 
crítica  radical  a estructuras  socioeconómicas  y también  un  diálogo 

13  A estos  encuentros  internacionales  de  la  ASETT  se  los  ha  denominado  congresos 
o conferencias,  indistintamente.  Ver  ponencias  y conclusión  de  la  conferencia  de 
Dar-es-Salaam  en  Sergio  Torres  y Virginia  Fabella,  El  evangelio  emergente:  la  teología 
desde  el  reverso  de  la  historia.  Salamanca,  Sígueme,  1981;  y las  conclusiones  de  ésta  y 
las  otras  cuatro  conferencias  en  Teología  desde  el  Tercer  Mundo...,  ob.  cit. 


35 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 

con  culturas  y religiones:  "...creemos  que  ellas  tienen  un  lugar  en 
el  plano  universal  de  Dios  y que  el  Espíritu  Santo  está  obrando  en 
ellas"  (Documento  de  Dar-es-Salaam,  No.  34).  Vale  decir,  la  fe  es 
pensada  en  términos  de  una  liberación  integral  y holística. 

Como  ya  se  anotó,  en  esa  ocasión  el  padre  Sergio  Torres  fue 
elegido  secretario  ejecutivo,  y diez  años  más  tarde  fue  por  un 
quinquenio  presidente  de  la  ASETT.  Su  liderazgo  teológico  y 
su  carisma,  al  articular  personas  e instituciones,  es  apreciado  en 
distintas  partes  del  mundo  (y  tristemente  apenas  es  tomado  en 
cuenta  en  su  propio  contexto  chileno).  En  todo  caso,  la  ASETT 
desde  el  inicio  cuenta  con  tensiones  y debates,  debido  a diversas 
interpretaciones  de  fe  donde  se  confrontan  lo  socioeconómico  y 
lo  cultural-religioso,  y a diferentes  acentos  en  el  contenido  y la 
puesta  en  práctica  del  evangelio. 

Cada  cinco  años,  en  las  Asambleas  Generales  de  la  ASETT,  se 
ponen  en  común  enfoques  desde  las  regiones  del  mundo: 

• 1981,  Nueva  Delhi,  India.  Irrupción  del  Tercer  Mundo. 

• 1986,  Oaxtepec,  México.  Puntos  en  común  y divergencias  en 
las  teologías  del  Tercer  Mundo. 

• 1992,  Nairobi,  Kenia.  Clamor  por  la  Vida:  espiritualidad  del 
Tercer  Mundo. 

• 1996,  Tagaytay,  Filipinas.  Búsqueda  de  un  nuevo  y justo 
orden  mundial:  sus  desafíos  a la  teología. 

• 2001,  Quito,  Ecuador.  Dar  razón  de  la  esperanza. 

• 2006,  Johannesburgo,  Sudáfrica.  Otro  mundo  es  posible:  Yo 
creo  nuevos  cielos  y nueva  tierra. 

Cada  uno  de  estos  eventos  tuvo  sus  incidentes  y tensiones 
sin  resolver  (por  ejemplo,  cuando  las  teólogas  protestaron  y 
abandonaron  temporalmente  la  asamblea  en  Filipinas).  Lo  que 
sobresale  es  la  consolidación  de  nuevas  hermenéuticas  que 
dialogan  entre  sí,  la  diversificación  y los  vínculos  entre  personas  e 
instituciones  de  diversas  partes  del  mundo.  Cada  persona  que  ha 
participado  —a  quienes  sumo  mi  pequeña  voz,  por  haber  estado 
en  las  cuatro  últimas  asambleas—  experimenta  una  ampliación  de 
interrogantes  teológicos  y temáticas.  Esto  en  parte  retroalimenta 
los  procesos  locales.  Existe  — pero  es  intermitente  — la  colaboración 
en  proyectos  comunes  (obras  colectivas,  en  Asia,  América  Latina 
y el  Caribe,  África,  y la  revista  Voices  de  la  ASETT).  Sobre  todo, 
se  hacen  acuerdos  y realizan  programas  concretos.  Se  conjugan 
esfuerzos;  esto  se  hizo  de  1996  a 2001,  con  la  globalización  y la 


36 


Diego  Irarrázaval 


perspectiva  de  género  y sus  implicancias  en  el  quehacer  teológico, 
y de  2001  a 2006,  en  el  diálogo  entre  religiones  al  que  aporta  la 
esperanza  cristiana. 

Para  quienes  participamos  desde  los  procesos  latinoamericanos 
y caribeños,  ha  sido  posible  reubicar  humildemente  el  aporte 
de  estas  latitudes.  De  la  arrogancia  de  sentirse  inventores  de  la 
temática  liberadora  se  ha  pasado  al  fecundo  intercambio  con 
pensadores  de  Asia,  África  y de  las  llamadas  minorías  en  el  Primer 
Mundo.  Durante  más  de  treinta  años  la  ASETT  ha  sido  un  espacio 
para  fortalecer  la  visión  de  fe  que  brota  desde  los  pequeños  de  la 
tierra.  En  Quito  (en  la  V Asamblea  Mundial)  ha  sido  renovado  el 
compromiso  de  seguir  adelante  en  la  misión  bajo  el  liderazgo  de 
Jesucristo,  y allí  se  ha  orado  en  idioma  akan  de  África:  "Nyame, 
biribi  wo  soro  na,  ma  embeba  yen  nsa. . .,  Dios,  hay  algo  en  el  cielo, 
que  nos  llegue...  sabemos  que  hay  pluralidad  en  los  cielos...  que 
llegue...  y así  nuestra  Esperanza  es  verdadera"  14. 


Unas  conclusiones 

Las  formas  de  comprender  y celebrar  la  fe  en  dos  terceras 
partes  del  mundo  han  delineado  nuevas  alternativas  y han 
potenciado  desafíos.  Ellos  retoman  la  responsabilidad  histórica 
para  superar  el  empobrecimiento  de  gran  parte  de  los  seres  hu- 
manos, y en  positivo  para  gestionar  una  humanidad  plena  y la 
armonía  con  el  medio  ambiente.  Esto  es  llevado  a cabo  desde  la 
fe,  desde  la  pluralidad  espiritual  con  la  que  se  habla  con  Dios  (no 
con  solemnes  y especializados  lenguajes  que  cosifican  a Dios). 
Las  alternativas  tienen  porvenir,  aunque  haya  fragilidad  en  los 
medios  a nuestra  disposición,  porque  están  dedicadas  a la  Verdad 
que  nos  hace  libres. 

Se  trata  de  un  amplio  movimiento  teológico  mundial  que 
avanza  sobre  dos  ejes.  Por  una  parte,  el  eje  del  pobre  y toda 
persona  marginada  y sabia.  Se  da  prioridad  a la  compasión  en 


14  Asamblea  general  de  2001  en  Quito.  Para  mi  evaluación  de  las  asambleas  de  la 
ASETT  de  1991  y 1996,  véase  "A  New  World  and  our  Theologies",  en  Voices  from  the 
Third  World,  XXIX/2  (2006),  pp.  7-15.  Ver  reseñas  y evaluaciones  de  la  asamblea  de 
2001  en  Voices  XXXTV/ 2,  en  especial  los  artículos  de  Mercy  Oduyoye  y Mary  John 
Mananzan  y el  "Documento  final  sobre  la  esperanza"  (pp.  38-44);  y de  la  Asamblea 
de  2006  en  Voices  XXIX/2  (2006),  con  sus  acuerdos  sobre  "nuevas  teologías  para  una 
alternativa  mundial";  el  "Mensaje  final",  pp.  32-34;  y el  "Comunicado  especial" 
hecho  por  las  teólogas,  pp.  35-42. 


37 


La  ruptura  de  la  hegemonía  europea 

el  sufrimiento  y a la  acción  solidaria  para  que  no  haya  hambre 
ni  opresión.  Este  eje  es  cotidianamente  teológico.  Por  otra  parte, 
el  arduo  eje  de  reflexionar  la  fidelidad  al  evangelio  de  la  Vida,  la 
trascendencia  encamada,  la  conversión  del  pecado,  la  gracia  de 
la  salvación,  la  colaboración  de  las  iglesias  a favor  de  la  justicia  y 
la  paz.  Este  segundo  eje  del  movimiento  teológico  es  inseparable 
del  primero.  Los  modos  de  pensar  la  fe,  siempre  particulares  y 
provisorios,  apuestan  al  sentido  universal  de  Vivir  y pueden  ser 
señales  en  el  camino  hacia  Dios.  Los  humildes  lenguajes  de  la  fe 
son  ventanas  hacia  el  Misterio  que  llena  de  gozo  a la  humanidad 
y la  creación. 


38 


Leonardo  Boff 


Una  revolución  espiritual 

y cultural 
Teología  de  la  liberación 
integral:  grito  de  la  Tierra, 
grito  de  los  pobres 

Leonardo  Boff  * 


La  teología  de  la  liberación  es  la  primera  teología  que  nació 
en  la  periferia  de  la  Iglesia  y del  mundo.  Éste  es  su  lugar  natural 
de  nacimiento  porque  en  la  periferia  viven  los  desheredados  de 
la  Tierra.  Ellos  gritan.  Sabemos  que  Dios  los  escucha.  No  es  tan 
seguro  que  las  iglesias  centrales,  ahí  en  donde  está  el  poder  con  el 
cual  se  articulan,  también  los  escuchen. 

Pero  irrumpieron  cristianos  en  los  países  periféricos  que  los 
escucharon,  desde  obispos  proféticos  hasta  laicos  concientizados, 
desde  intelectuales  comprometidos  a teólogos.  De  esta  escucha 
atenta  nació  una  forma  nueva  de  actuar  de  las  iglesias  y hacerse 
presentes  en  la  sociedad  al  lado  de  los  pobres,  contra  su  pobreza 
y por  su  liberación. 


* Teólogo  brasileño,  filósofo,  escritor,  profesor  y ecologista.  Es  uno  de  los  fundadores 
de  la  teología  de  la  liberación,  junto  con  Gustavo  Gutiérrez.  Es  autor  de  más  de 
sesenta  libros  en  las  áreas  de  Teología,  Espiritualidad,  Filosofía,  Antropología  y 
Mística.  La  mayor  parte  de  su  obra  ha  sido  traducida  a varios  idiomas. 


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Una  revolución  espiritual  y cultural 
1.  Iglesia-espejo,  Iglesia-fuente 

La  marca  registrada  de  la  teología  de  la  liberación  es  exac- 
tamente la  opción  por  los  pobres  de  tal  forma  que  ellos,  con- 
cientizados  y organizados,  se  hacen  sujetos  de  su  liberación.  Las 
iglesias  y nosotros,  los  teólogos,  nos  hacemos  sus  aliados.  Pero  si 
los  pobres  mismos  no  asumen  su  liberación,  nunca  serán  libres. 
Continuarán  siendo  objeto  de  la  caridad  religiosa  y la  asistencia 
social  de  las  clases  pudientes  y del  Estado. 

Fue  mérito  de  la  teología  de  la  liberación  conferir  centralidad 
a los  pobres  y creer  en  su  fuerza  histórica  (Gustavo  Gutiérrez). 
Primeramente  los  miró  con  los  ojos  de  la  fe  y en  ellos  identificó 
al  Cristo  crucificado.  Un  Cristo  que  grita  por  resurrección.  Des- 
pués, analizando  mejor,  se  dio  cuenta  de  que  el  pobre  es  un 
empobrecido,  hecho  pobre  porque  es  víctima  de  relaciones  de 
todo  tipo  que  lo  reducen  a la  condición  no-humana.  Por  fin,  con 
una  correcta  pedagogía  que  todos  aprendimos  de  Paulo  Freire, 
nos  pusimos  al  lado  de  los  pobres  y comenzamos  a colaborar  en  la 
creación  de  condiciones  para  que  ellos  mismos  se  hicieran  sujetos 
de  su  liberación.  Ésta  sólo  es  verdadera  en  la  medida  en  la  cual 
históricamente  se  va  superando  el  actual  sistema  económico-social 
que  los  oprime  y se  ponen  las  bases  para  otro  tipo  de  sistema  más 
humano,  justo,  cooperativo  y más  cercano  al  sueño  de  Jesús. 

Marx  no  es  ni  padre  ni  padrino  de  la  teología  de  la  liberación. 
Es  la  práctica  de  Jesús  y de  los  apóstoles,  es  la  tradición  profética 
de  la  Biblia,  es  la  teología  del  éxodo  y del  exilio. 

De  la  práctica  de  liberación  inspirada  en  la  fe  se  dio  una 
eclesiogénesis,  es  decir,  nació  un  tipo  diferente  de  Iglesia,  con 
el  rostro  de  los  pobres,  los  afrodescendientes,  los  indígenas  y 
las  mujeres  marginadas.  Ya  no  es  una  Iglesia  colonial,  reflejo  de 
la  Iglesia  central,  una  Iglesia-espejo  del  cristianismo  vivido  en 
Europa.  Sino,  por  primera  vez,  es  una  Iglesia-fuente,  que  nace  del 
encuentro  del  evangelio  con  la  cultura  popular  y de  la  experiencia 
espiritual  de  los  oprimidos  que  ya  no  aceptan  su  opresión. 

Esta  Iglesia-fuente  dio  origen  a la  teología  de  la  liberación, 
connatural  a la  eclesiogénesis  que  ocurría  a lo  largo  y ancho  de 
toda  América  Latina  y el  Caribe.  Es  señal  de  madurez  de  una 
Iglesia,  cuando  ella  se  da  a sí  misma  las  buenas  razones  teológicas 
de  sus  prácticas  y opciones  pastorales.  Por  eso,  Iglesia  de  la 
liberación  y teología  de  la  liberación  son  indisociables.  Forman 
un  todo  que  representa  la  unión  dialéctica  y dinámica  de  la  teoría 
(teología)  y de  la  práctica  (pastoral).  Así,  en  la  periferia  del  mundo 


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Leonardo  Boff 


y de  las  iglesias  centrales  se  muestra  que  el  cristianismo  puede 
asumir  otro  rostro  y presentar  una  configuración  distinta  de 
aquella  considerada  clásica  e inamovible. 

Hoy,  después  de  cuarenta  años  del  surgimiento  de  la  teología 
de  la  liberación,  podemos  decir  sin  temor  de  errar:  ella  significa 
una  revolución  espiritual  y cultural. 

Es  espiritual  porque  mostró  en  la  práctica  una  forma  dife- 
rente de  ser  cristiano  y encamar  el  evangelio  en  medio  de  las 
culturas  marginadas  y los  condenados  de  la  Tierra.  Esta  forma 
nos  reveló  un  rostro  de  Dios,  de  Cristo,  del  Espíritu,  de  María,  de 
la  gracia,  del  pecado  y de  la  salvación,  diferentes  y muy  cercanos 
a la  tradición  bíblica.  Sí  han  mostrado  virtualidades  escondidas 
del  cristianismo  que  pudieron  llegar  a la  luz  en  la  confrontación 
con  la  anti-realidad  de  los  pobres,  de  aquellos  que  Jesús  llamó 
"mis  hermanos  y hermanas  menores".  Un  aura  de  novedad, 
creatividad,  esperanza  y utopía  irrumpió  en  las  iglesias  periféricas, 
lejanas  de  los  centros  metropolitanos,  del  pensamiento  teológico 
y del  poder  eclesiástico  central.  Por  aquí  pasó  el  Espíritu  que  es 
teológicamente  la  "fantasía  de  Dios". 

Es,  por  otra  parte,  una  revolución  cultural  porque  ayudó 
a crear  otro  sujeto  político,  gestado  a partir  de  las  masas  de  los 
oprimidos  y sometidos  históricamente,  que  supieron  resistir, 
organizarse  y constituirse  en  poder  político  en  favor  de  cambios 
estructurales. 

La  sociedad  latinoamericana  y caribeña  debe  mucho  a este  tipo 
de  cristianismo  que  plasmó  toda  una  generación  de  ciudadanos, 
educados  en  el  seno  de  la  Iglesia  popular,  en  sus  comunidades 
de  base  y movimientos  sociales  populares.  Dieron  origen  a 
prácticas  alternativas  en  los  sindicatos,  en  los  partidos,  e incluso 
fueron  decisivos  en  la  creación  de  partidos  de  línea  claramente 
liberadora  como  el  Partido  de  los  Trabajadores  (PT)  de  Brasil.  Hoy 
no  es  posible  entender  las  nuevas  democracias  latinoamericanas 
y caribeñas  sin  las  inspiraciones  provenientes  de  la  Iglesia  de  la 
liberación  y su  teología. 

Mucho  más  profunda  hubiera  sido  la  influencia  de  estos 
cristianos  si  no  hubiera  habido  vigilancia,  difamación  y perse- 
cución por  parte  de  los  grupos  conservadores  de  la  sociedad  y 
la  incomprensión  de  algunos  estratos  de  la  Iglesia  central.  La- 
mentablemente, estos  sectores  asumieron  el  discurso  de  la  sos- 
pecha y la  deslegitimación  que  terminaron  por  marginar  y,  en 
parte,  condenar  este  tipo  de  teología.  No  predominó  la  inteligencia 
de  la  fe,  sino  el  instinto  de  seguridad  y de  manutención  del  statu 
quo  injusto. 


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Una  revolución  espiritual  y cultural 


Muy  distinta  sería  la  situación  de  nuestros  pueblos  si  el 
Vaticano,  inspirado  por  Jesús  y menos  por  razones  de  Esta- 
do, hubiese  dicho:  "vamos  a apoyar  a los  pobres  que  son 
simultáneamente  cristianos  en  su  causa  por  la  justicia  y por  las 
liberaciones  históricas,  porque  ése  es  su  derecho  negado  por 
siglos  y que  corresponde  a los  bienes  del  Reino  de  Dios".  Sin 
embargo  no  fue  así.  Las  autoridades  doctrinales  del  Vaticano 
han  puesto  todo  tipo  de  dificultades  para  que  los  teólogos,  junto 
a sus  obispos,  se  articulasen  y publicasen  sus  textos,  fundando 
una  teología  autóctona  y nuestra.  Cuando,  un  día,  todas  las 
turbulencias  hayan  pasado  y se  escriba  la  historia  de  estos  tiempos 
difíciles  de  torturas  y martirios  por  parte  de  los  órganos  y la 
seguridad  de  los  Estados  militares,  y al  mismo  tiempo  de  valentía 
profética  y esperanza  política,  entonces  se  percibirá  que  tales 
actores  eclesiásticos  se  mostraron  enemigos  de  la  inteligencia  de 
los  pobres,  no  supieron  entender  los  signos  de  los  tiempos  y la 
misión  histórica  y liberadora  del  cristianismo  en  un  continente 
cristiano,  pero  sumamente  injusto  y cruel.  Y se  podrá  decir  lo  que 
se  dijo  con  referencia  a la  condena  de  los  misioneros  jesuítas  en 
China  en  el  siglo  XVI:  et  erat  videre  miseriam. 

2.  Una  teología  que  acompaña  la  historia 

Al  partir  de  las  opresiones  concretas,  la  teología  de  la  libe- 
ración es  siempre  contemporánea  de  la  historia.  Acompaña  sus 
cambios  y de  manera  permanente  se  pregunta:  ¿cómo  anunciar 
a Dios  y a Cristo  en  tales  contextos?  ¿Por  dónde  pasa  el  destino 
de  los  pobres?  Por  eso,  fundamentalmente,  su  estatuto  no  es  el 
de  un  sistema  arquitectónico,  es  más  bien  una  teología  hablada 
que  escrita,  una  teología  hecha  a partir  de  encuentros  del  pueblo 
y reuniones  de  pastoral.  Su  fuerza  venía  o sigue  viniendo  de  los 
grandes  encuentros  de  teólogos  y teólogas,  científicos  sociales, 
antropólogos  y operadores  de  pastoral. 

Es  en  este  contexto  que  se  engrandeció  y se  engrandece  la 
figura  de  Sergio  Torres.  Podemos  decir  que  él  fue  el  "político"  de 
la  teología  de  la  liberación,  esto  es,  la  persona  que  supo  reunir, 
organizar,  articular  y animar  el  movimiento  teológico.  En  1975, 
él  fue  quien  logró  conferir  visibilidad  mundial  a la  teología  de 
la  liberación  en  un  gran  encuentro  en  Detroit,  Estados  Unidos, 
bajo  el  título  de  Teología  de  las  Américas.  Después,  también  en  los 
muchos  encuentros  continentales  y mundiales  en  México,  Brasil 
y Africa.  El  estuvo  en  los  orígenes  de  la  Asociación  Ecuménica 
de  Teólogos  del  Tercer  Mundo  (ASETT)  y de  Amerindia,  tomó 


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Leonardo  Boff 


en  serio  el  rescate  de  las  culturas  originarias  de  los  pueblos 
indígenas  con  su  sabiduría  ancestral.  Articuló  casi  un  centenar 
de  teólogos  y pensadores  de  América  Latina  y el  Caribe  para 
elaborar  el  primer  intento  de  sistematización  de  la  teología  de  la 
liberación  bajo  el  título  Mysterium  liberationis,  abortado  de  forma 
violenta  por  el  entonces  cardenal  Joseph  Ratzinger,  presidente  de 
la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe.  Gracias  a Sergio  Torres, 
en  el  contexto  de  los  Foros  Sociales  Mundiales  por  "Otro  mundo 
posible",  se  organiza  en  las  mismas  fechas  el  Foro  Mundial  de 
Teología  y Liberación  que  sigue  ganando  resonancia  mundial. 

Sergio  Torres  es  una  persona  de  síntesis.  Con  su  amabilidad, 
inteligencia  práctica  y :apacidad  de  diálogo,  sigue  siendo  el 
artífice  de  la  red  creada  en  todo  el  mundo  alrededor  del  pen- 
samiento liberador,  inspirado  por  la  fe  cristiana.  Si  los  sectores 
decisivos  de  la  Iglesia  institucional  en  Roma  no  fueran  tan 
camales  y desprovistos  de  sentido  espiritual  de  la  historia,  harían 
seguramente  a Sergio  Torres  obispo  o cardenal.  El  beneficio 
para  toda  la  Iglesia,  de  modo  especial  aquella  más  ligada  a la 
humanidad  sufriente,  sería  inconmensurable.  Es  ahí  cuando  nos 
damos  cuenta  hasta  qué  punto  la  institucionalidad  eclesiástica 
puede  ser  mezquina  y limitada  en  su  horizonte.  Prefiere  premiar 
promocionando  a altos  cargos  en  el  gobierno  central  a eclesiásticos 
latinoamericanos  y caribeños  mediocres  y enemigos  declarados 
de  la  teología  de  la  liberación,  lejanos  de  las  tribulaciones  de 
nuestros  pueblos  crucificados.  No  obstante,  el  sentido  final  cabe  a 
Dios  en  sus  designios  misteriosos. 


3.  La  fecundidad  del  principio  "liberación" 

La  teología  de  la  liberación  nació  del  intento  de  escuchar  el 
grito  de  los  oprimidos  y,  desde  la  fe  cristiana,  encontrar  caminos 
de  liberación  histórica  e integral.  Primeramente  escuchó  el  grito  de 
los  oprimidos  económicos,  de  los  que  están  condenados  a morir 
antes  de  tiempo  (G.  Gutiérrez)  por  hambre  y las  enfermedades 
producidas  por  el  hambre.  Después,  se  dio  cuenta  de  los  muchos 
gritos:  de  los  indígenas,  sobrevivientes  de  la  gran  tribulación 
histórica  que  han  sufrido;  los  afrodescendientes  esclavizados;  las 
mujeres  viviendo  bajo  el  patriarcado  que  viene  desde  el  neolítico. 

Cada  una  de  estas  opresiones  demanda  su  adecuada  liberación. 
Para  que  esto  sea  efectivo,  es  necesario  un  análisis  crítico  de  los 
mecanismos  que  producen  y reproducen  las  referidas  opresiones. 

Es  en  este  punto  que  la  teología  de  la  liberación  enriqueció  el 
método  teológico.  Parte  siempre  de  la  percepción  de  la  opresión 


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Una  revolución  espiritual  y cultural 


y agresión  que  afecta  a las  personas  y colectividades.  Después, 
somete  las  realidades  al  análisis  crítico  utilizando  los  instrumentos 
de  las  ciencias  humanas  como  la  sociología  crítica,  la  antropología, 
la  cultura,  la  psicología  social  y otras. 

Hasta  ahora,  el  interlocutor  oficial  de  la  teología  imperante  en 
los  centros  de  formación  teológica  de  las  iglesias  era  la  filosofía, 
la  hermenéutica,  la  historia  y el  conocimiento  de  las  lenguas 
bíblicas.  Con  la  teología  de  la  liberación  surgió  otro  interlocutor, 
principalmente  la  sociología  crítica  que  ayudó  a entender  mejor 
la  producción  y reproducción  de  la  pobreza  injusta.  Esto  ha 
permitido  evitar  el  asistencialismo  y moralismo,  típicos  de  la 
presencia  de  las  iglesias  en  los  medios  pobres.  Reforzó  además 
el  argumento  de  que  el  pobre  que  no  conoce  las  razones  de  su 
pobreza,  jamás  podrá  salir  de  ella  y hacerse  sujeto  de  su  liberación. 

Esta  mirada  crítica  es  enriquecida  con  la  reflexión  teológica 
que  parte  primordialmente  de  los  textos  fundadores  de  la  reve- 
lación, de  la  gran  tradición,  de  los  grandes  testimonios  de  la  fe 
en  la  historia,  del  magisterio  y la  práctica  concreta  de  las  iglesias 
locales. 

Realizado  ese  doble  análisis,  se  puede  partir  para  la  acción, 
desde  los  oprimidos  y con  los  oprimidos,  que  pretende  ser 
liberadora. 

La  liberación,  más  que  una  práctica  histórica,  se  mostró  como 
un  principio.  Siempre  que  haya  identificación  de  realidades  que 
hacen  sufrir,  que  contradicen  el  proyecto  de  Dios,  el  sueño  de 
Jesús  y de  los  apóstoles,  y que  mantienen  a personas,  clases,  etnias 
y naciones  sometidas  a la  opresión,  tiene  sentido  la  búsqueda  de  la 
liberación  e inaugurar  prácticas  que  la  implementen  en  la  historia. 


4.  El  grito  de  la  Tierra  y el  nuevo  paradigma 

No  solamente  los  pobres  gritan.  Gritan  los  animales,  los 
bosques,  las  aguas,  los  suelos.  Grita  la  naturaleza  entera.  Grita 
la  Madre  Tierra.  Todos  están  bajo  un  paradigma  cultural  que  los 
oprime  y devasta.  Desde  sus  orígenes,  la  teología  de  la  liberación 
(por  lo  menos  en  lo  que  me  atañe)  se  percató  de  que  la  misma  lógica 
que  explota  a las  personas,  clases  y naciones,  explota  también  a la 
naturaleza.  Es  una  forma  de  relación,  ser  humano  - naturaleza,  que 
se  caracteriza  por  la  dominación  en  función  de  la  acumulación  de 
riqueza  y del  consumo.  En  la  modernidad  se  elaboró  un  proyecto 
de  explotación  ilimitada  de  todos  los  recursos  y servicios  de  la 
naturaleza,  bajo  la  ilusión  de  que  serían  ilimitados.  El  desarrollo 


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Leonardo  Boff 


de  ese  proyecto  mostró  que  un  planeta  limitado  como  la  Tierra  no 
puede  soportar  una  explotación  ilimitada. 

La  voracidad  del  rapiñaje  moderno  produjo  las  diversas  crisis 
por  las  cuales  pasa  la  humanidad:  la  económica  y la  financiera, 
la  alimentaria,  la  energética,  la  ambiental  con  el  calentamiento 
global,  y la  humanitaria.  Todas  remiten  a una  causa  de  base: 
el  paradigma  vigente  que  se  expresa  en  la  voluntad  de  poder- 
dominación,  que  no  es  otra  cosa  que  la  voluntad  de  acumulación 
y enriquecimiento  destruyendo  los  ecosistemas,  sin  equidad  y 
solidaridad  con  las  generaciones  presentes  y futuras. 

Es  suficiente  citar  el  hecho  mayor  de  la  asimetría  e injusticia 
social  planetaria  para  comprobar  la  tasa  de  inequidad  que  este 
paradigma  comporta:  el  20%  de  la  población  más  rica  del  mundo 
consume  el  80,2%  de  todo  lo  que  se  produce,  mientras  el  20%  más 
pobre  debe  contentarse  con  apenas  el  1,6%,  según  los  datos  del 
PNUD  2007-2008  de  la  Organización  de  las  Naciones  Unidas. 

Este  paradigma  ha  provocado  la  insustentabilidad  del  sistema 
Tierra.  La  humanidad,  y específicamente  los  países  opulentos, 
consumen  el  40%  más  de  lo  que  la  Tierra  tiene  capacidad  de 
reproducir.  Vale  decir,  la  Tierra  ya  no  consigue  reponer  sus 
recursos  y servicios.  De  mantenerse  este  ritmo,  dentro  de  algunos 
años  necesitaremos  por  lo  menos  dos  Tierras  iguales  a ésta,  lo  que 
evidentemente  es  imposible. 

Por  eso  estamos  frente  a crisis  no  ya  coyunturales,  sino  sis- 
témicas  y paradigmáticas.  O cambiamos  de  paradigma  de  con- 
vivencia y de  relación  con  la  naturaleza  y la  Madre  Tierra  —nos 
advierten  notables  analistas—  o podemos  ir  hacia  lo  peor  y 
conocer  el  camino  ya  recorrido  por  los  dinosaurios. 

La  depredación  sistemática  de  la  Madre  Tierra  constituye 
hoy  el  desafío  mayor  de  la  teología  de  la  liberación.  Si  la  marca 
registrada  de  esta  teología  es  la  opción  por  los  pobres,  contra 
su  pobreza  y por  su  liberación,  hay  entonces  que  incluir  en  esta 
opción  el  Gran  Pobre  que  es  la  Tierra  explotada  y devastada.  Ella 
se  encuentra  crucificada.  Hay  que  bajarla  de  la  cruz  y resucitarla. 

Para  hacer  frente  a este  reto  cardinal  se  está  elaborando  una 
ecoteología  de  la  liberación,  misma  que  intenta  articular  los 
muchos  gritos  de  los  oprimidos  humanos  con  el  grito  de  la  Tierra, 
en  función  de  la  salvaguarda  de  esta  herencia  que  recibimos  del 
universo  y del  Creador. 

Como  se  trata  de  una  crisis  de  paradigma,  hay  que  buscar 
otro,  uno  alternativo  que  propicie  la  producción  de  lo  necesario 
y decente  para  los  seres  humanos  y para  toda  comunidad  de 
vida,  pero  que  respete  la  naturaleza  y la  Madre  Tierra,  que  tenga 
equidad  y solidaridad  con  las  generaciones  actuales  y venideras. 


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Una  revolución  espiritual  y cultural 

Para  esta  diligencia  la  teología  de  la  liberación  no  podía 
quedarse  únicamente  con  las  ciencias  sociales,  por  ser  demasiado 
antropocéntricas.  El  diálogo  ahora  se  hace  con  otro  tipo  de  saberes 
que  vienen  de  las  llamadas  ciencias  de  la  Tierra,  como  la  biología, 
la  astrofísica,  la  mecánica  cuántica  y la  nueva  cosmología. 

Tampoco  es  suficiente  conocer  el  nuevo  paradigma,  es 
necesario  además  incorporarlo  de  tal  forma  que  se  empiece  a 
pensar  y actuar  desde  él.  Esta  no  es  una  tarea  fácil.  Se  trata  de 
dialogar  con  una  gama  variada  de  saberes  para  los  cuales  no 
fuimos  educados.  Existe  una  masa  inmensa  de  textos  que  estudiar 
y asimilar  de  cosmólogos,  físicos  cuánticos,  biólogos,  astrofísicos 
y de  otros  que  vienen  de  las  teorías  del  caos  y la  complejidad. 

En  el  primer  momento,  se  tiene  la  percepción  de  que  ya  nada 
comprendemos,  porque  lo  nuevo  supone  la  deconstrucción  de  lo 
viejo.  Después,  van  apareciendo  puntos  más  "duros"  que  sirven 
de  referencia  hasta  que,  al  final,  aparece  una  nueva  arquitectura 
del  saber.  Entonces  empieza  el  trabajo  creativo  de  reconstruir 
los  conceptos-eje  de  la  teología  y pensar  la  fe  desde  este  otro 
paradigma. 

El  resultado,  a mi  juicio,  es  profundamente  enriquecedor. 
Parece  más  fácil  la  convergencia  entre  las  visiones  de  los  grandes 
científicos  y sabios  contemporáneos  con  la  visión  de  la  fe,  que  la  de 
la  fe  con  la  visión  del  viejo  paradigma,  dependiente  de  la  ciencia 
"nuova"  de  la  modernidad,  con  Galileo  Galilei,  Isaac  Newton  y 
Francis  Bacon. 


4.1.  La  vida  irrumpe  como  un  imperativo  cósmico 

No  es  el  momento  de  ofrecer  los  grandes  rasgos  de  las 
implicaciones  del  nuevo  paradigma  para  nuestra  comprensión  de 
Dios,  de  Cristo,  del  Espíritu,  de  la  revelación,  de  la  historia  de  la 
salvación  y de  la  misión  de  las  iglesias  en  clave  liberadora.  Aun 
así,  nos  parece  fundamental  asumir  lo  que  es  prácticamente  un 
consenso  en  la  comunidad  científica:  el  hecho  de  que  el  universo 
y todo  lo  que  él  contiene  es  fruto  de  un  largo  proceso  de  evolución 
que  empezó  con  el  big  bang  hace  unos  13  700  millones  de  años. 
Todos  nacimos  de  un  inconmensurable  caos.  Sin  embargo  este 
caos  no  es  "caótico"  sino  generativo,  ya  que  mueve  el  universo 
hacia  realidades  cada  vez  más  ordenadas,  complejas  y sutiles  hasta 
llegar  a una  realidad  altamente  compleja  que  es  la  conciencia  y la 
inteligencia  humanas. 


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Leonardo  Boff 


Cuatro  fuerzas  empujan  y ordenan  todo  el  universo,  actuando 
conjuntamente:  la  gravitacional,  la  electromagnética,  la  nuclear 
fuerte  y la  nuclear  débil.  Según  la  famosa  ecuación  de  Einstein, 
no  existe  materia  tendencial.  Lo  que  existe  es  energía  en  distintos 
niveles  de  densidad.  Lo  que  llamamos  materia  es,  en  verdad,  un 
campo  en  gran  manera  interactivo  de  energías  en  extremo  densas. 

El  universo  entero  está  compuesto  por  redes  de  campos 
energéticos  que  se  interrelacionan,  haciendo  que  todo  sea  rela- 
ción y nada  exista  fuera  del  juego  de  relaciones.  La  misma  vida 
pertenece  al  conjunto  del  proceso  evolutivo.  Llegando  a un 
nivel  elevado  de  complejidad  y acumulación  de  información  del 
proceso  de  la  evolución,  irrumpe  la  vida  como  un  imperativo 
cósmico.  Y la  vida  humana  emerge  como  un  subcapítulo  del 
capítulo  principal  de  la  vida. 

Todos  los  seres  vivos,  desde  la  bacteria  más  primitiva,  pa- 
sando por  los  dinosaurios,  los  mamíferos,  los  simios  hasta  el  ser 
humano,  tienen  el  mismo  código  biológico  de  base:  los  treinta 
aminoácidos  y las  cuatro  bases  fosfatadas.  Por  eso  somos  todos 
parientes,  hermanos  y hermanas.  Formamos  la  gran  comunión  d 
de  vida.  La  propia  Tierra,  como  fue  comprobado  científicamente 
por  James  Lovelock  y otros,  es  un  superorganismo  vivo,  llamado 
Gaia,  que  articula  lo  físico,  lo  químico  y biológico,  de  tal  forma 
entrelazada  que  se  hace  siempre  apta  para  producir  y reproducir 
vida. 

El  ser  humano  es  la  misma  Tierra  que  en  un  momento  avanzado 
de  su  evolución  empezó  a sentir,  pensar,  amar  y venerar.  Por  eso 
somos  Tierra  ( homo  viene  de  'humus'),  lo  que  corresponde  a la 
visión  que  los  astronautas  desde  sus  naves  espaciales  o desde  la 
Luna  testimoniaban:  entre  Tierra  y humanidad  no  hay  diferencia. 
Forman  una  única  entidad  ( overview  effect). 

El  ser  humano  tiene  una  singularidad:  es  el  único  que 
posee  una  dimensión  ética.  Puede  intervenir  en  la  naturaleza 
y convertirse  en  el  ángel  que  cuida  y protege  a todos  los  seres 
o puede  ser  el  demonio  que  los  domina  y destruye.  Hoy  se  ha 
manifestado  como  biocida  y ecocida  que  trasformó  el  Jardín  del 
Edén  en  un  campo  depredado.  Con  la  máquina  de  muerte  que 
construyó,  puede  poner  en  peligro  el  tipo  de  vida  que  conocemos 
y autodestruirse. 

4.2.  Hacia  una  ética  del  cuidado 

¿Cómo  entran  los  pobres  en  toda  esta  visión?  Entran  como 
víctimas  de  una  doble  injusticia:  la  ecológica,  consecuencia 


47 


Una  revolución  espiritual  y cultural 

del  daño  de  las  condiciones  naturales  que  garantizan  una  vida 
sana  y decente,  y la  social,  que  es  el  resultado  de  relaciones  de 
explotación  y deshumanización  de  su  fuerza  de  trabajo.  Para 
superar  esta  situación  degradante,  se  hace  urgente  cambiar  el 
paradigma  civilizacional  que  sacrifica  la  Tierra  y a todos  los  que 
viven  en  ella. 

A la  teología  de  la  liberación  le  compete  dar  su  colaboración 
para  la  gestación  de  lo  nuevo  que  tenga  como  centralidad  la  vida, 
la  humanidad  y la  Tierra,  y que  ponga  la  economía  y la  política  al 
servicio  de  estas  realidades  centrales.  La  revelación  bíblica  apunta 
a este  tipo  de  opción.  Vale  más  la  vida  que  el  lucro,  la  cooperación 
que  la  competencia,  la  convivencia  que  el  individualismo. 

Hay  que  pasar  de  la  ética  de  la  dominación  a la  ética  del 
cuidado,  de  una  espiritualidad  centrada  en  el  ser  humano  a una 
espiritualidad  abierta  también  a la  Tierra  y al  cosmos. 

El  hecho  brutal  de  la  pobreza  como  empobrecimiento,  sea  de 
la  Madre  Tierra,  sea  de  los  principales  ecosistemas  o sea  de  las 
grandes  mayorías  de  la  humanidad,  representa  el  gran  desafío 
actual  a la  teología  de  la  liberación.  Ella  debe  colaborar  en  la 
construcción  de  un  Arca  de  Noé  que  salve  a todos  y no  solamente 
a algunos. 

Hago  mías  las  palabras  que  abren  la  Carta  de  la  Tierra,  ese 
documento  que  nació  de  la  sociedad  civil  mundial  y en  cuya 
elaboración  tuve  el  honor  de  colaborar: 

Estamos  en  un  momento  crítico  de  la  historia  de  la  Tierra,  en 
el  cual  la  humanidad  debe  elegir  su  futuro.  La  elección  es  ésta: 
formar  una  alianza  global  para  cuidar  la  Tierra  y cuidamos 
unos  a otros  o arriesgamos  a la  destrucción  de  nosotros  mismos 
y de  la  diversidad  de  la  vida  (Prólogo). 

Herederos  que  somos  de  Dios,  que  se  autoproclama  como 
el  "soberano  amante  de  la  vida"  (Sb  11,  26),  como  teólogos  de  la 
liberación  nos  enfrentamos  al  desafío  de  asumir  la  parte  que  nos 
cabe.  Entonces  podemos  decir  con  verdad  las  palabras  que  cierran 
la  Carta  de  la  Tierra: 

Que  el  nuestro  sea  un  tiempo  que  se  recuerde  por  el  despertar 
de  una  nueva  reverencia  ante  la  vida,  por  la  firme  resolución 
de  alcanzar  la  sostenibilidad,  por  el  aceleramiento  en  el 
compromiso  por  la  justicia  y la  paz,  y por  la  alegre  celebración 
de  la  vida. 


48 


Parte  II 


Un  proceso  inclusivo 
de  diálogo  intercontinental 


Gustavo  Gutiérrez 


Conferencia 
de  Dar-es-Salaam,  1976. 
Una  teología  samaritana 

Gustavo  Gutiérrez  * 


Se  me  sugirió  tomar  el  texto  del  documento  final  del  Encuentro 
de  Dar-es-Salaam  (1976)  acerca  del  estatus  de  la  teología.  Esa 
reunión  —inicio  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del 
Tercer  Mundo—  tuvo  lugar  gracias  a la  propuesta  y tenacidad 
de  Sergio,  y fue  un  importante  momento  que  permitió  que  se 
encontraran  y dialogaran  perspectivas  teológicas  recién  surgidas 
en  los  países  pobres  y en  las  minorías  de  otras  naciones. 

Sin  duda,  el  tema  del  quehacer  teológico  es  susceptible  de 
diversas  entradas.  Para  este  artículo  he  optado  por  una  que, 
ojalá,  pueda  hacer  ver  no  solamente  lo  que  se  buscaba  en  ese 
tiempo,  sino  también  reafirmar  la  vigencia  en  nuestros  días  de 
sus  intuiciones  fundamentales.  Sin  duda,  quedarán  muchas  otras 
cosas  sin  mención,  pero  importa  atenerse  al  espacio  del  que  se 
dispone.  Es,  además,  el  límite  y riesgo  de  toda  elección. 


Filósofo  y teólogo  peruano,  ordenado  sacerdote  en  1959  y dominico  desde  1998. 
Iniciador  de  la  teología  de  la  liberación.  Es  fundador  del  Instituto  Bartolomé 
de  las  Casas  de  Lima.  Fue  galardonado  con  el  Premio  Príncipe  de  Asturias  de 
Comunicación  y Humanidades,  en  2003.  La  Universidad  de  Yale  le  otorgó  un 
doctorado  en  Teología,  por  su  trabajo  social  en  los  barrios  de  Lima  y su  estudio 
avanzado  de  la  medicina  y la  teología,  en  2009. 


51 


Conferencia  de  Dar-es-Salaam,  1976 


1.  La  ruptura  epistemológica 

El  documento  de  Dar-es-Salaam  expresa  una  idea  de  con- 
senso en  la  conferencia:  después  de  tomar  distancia  de  una 
teología  "divorciada  de  la  acción",  afirma  que  "el  primer  acto 
de  la  teología  es  el  compromiso",  luego  propone  "una  ruptura 
epistemológica"  que  haga  de  la  teología  "una  reflexión  crítica  de 
la  praxis  histórica",  en  el  contexto  del  Tercer  Mundo. 

Se  trata  de  una  práctica  que,  teniendo  en  cuenta  la  com- 
plejidad e injusticia  del  hecho  de  la  pobreza  —afirmadas  desde 
un  comienzo  en  la  teología  de  la  liberación  latinoamericana  y 
caribeña—,  busque  forjar  una  sociedad  humana  y fraterna,  en 
el  respeto  por  las  diferencias.  Por  ello,  el  documento  habla,  a 
propósito  de  la  realidad  del  Tercer  Mundo,  de  las  "...diferentes 
formas  de  opresión  (políticas,  económicas,  raciales,  sexistas)"  \ 
aspectos  que  se  entrecruzan  y relacionan.  Se  trata  de  una  condición 
que  no  se  limita,  pese  a su  importancia,  a la  vertiente  económica  y 
que,  por  eso,  no  puede  ser  recluida  en  el  casillero  de  los  problemas 
sociales.  Es  eso,  claro;  pero  es  más  que  eso. 

La  teología,  en  fidelidad  al  anuncio  del  Reino,  debe  estar 
atenta  —incluso  salir  de  sus  tradicionales  caminos—  ante  la 
interpelación  que  representa  la  situación  de  insignificancia  social 
que,  en  última  instancia,  significa  muerte  prematura  e injusta. 
La  inhumanidad  y complejidad  de  esa  condición  la  convierte 
en  un  serio  desafío  al  modo  de  vivir  y anunciar  el  evangelio  y, 
por  consiguiente,  a la  inteligencia  de  la  fe.  Esa  es  la  razón  de  la 
ruptura  epistemológica  a la  que  hemos  aludido,  ella  no  se  limita 
a una  cuestión  de  metodología  intelectual,  implica  una  nueva 
espiritualidad,  una  reflexión  atenta  al  otro  y una  visión  global 
del  mundo  y de  la  sociedad  en  las  que  se  debe  dar  testimonio 
del  evangelio  de  Jesús.  Este  enfoque  —que  supone,  además, 
apelar  a las  ciencias  humanas  para  un  mejor  conocimiento  de 
la  realidad—  explica,  quizá,  la  acogida  que  tuvo  esta  reflexión 
teológica  en  los  países  pobres  de  la  humanidad  y en  las  minorías 
excluidas  de  las  naciones  ricas.  Pero  puede  explicar,  también, 
obviamente,  la  resistencia  y hostilidad  que  encontró  por  parte  de 
los  poderosos,  una  de  cuyas  manifestaciones  es  lo  que  conocemos 
como  el  martirio  latinoamericano  y caribeño,  que  Aparecida  ha 
reconocido  en  términos  claros  (cf.  Aparecida,  No.  98). 


1 "Documento  final",  en  The  Emergent  Gospel...  (1978)  pp.  269,  262.  El  Documento 
final  de  Nueva  Delhi  retoma  el  punto,  ver  No.  45  ( The  Irruption  of  the  Poor,  1983, 
p.  199). 


52 


Gustavo  Gutiérrez 


La  opción  preferencial  por  el  pobre  —fórmula  nueva,  si  bien 
de  un  contenido  profundamente  anclado  en  la  Escritura—  nace 
del  convencimiento  de  que  el  gesto  hacia  el  olvidado  es,  a la 
vez,  un  gesto  hacia  Jesucristo,  según  reza  el  evangelio  de  Mateo. 
Solidaridad  prioritaria  con  el  pobre,  porque  el  amor  de  Dios 
alcanza  a toda  persona,  aunque  privilegia  a los  insignificantes  y 
maltratados  de  la  historia,  conforme  lo  muestra  el  testimonio  de 
Jesús.  Esa  decisión  es,  en  última  instancia,  una  opción  por  el  Dios 
de  nuestra  fe,  una  opción  teocéntrica. 

Esa  solidaridad  no  se  traduce  únicamente  en  un  trabajo  pas- 
toral y social  con  los  pobres  e insignificantes;  implica,  en  teología, 
percibir  su  relevancia  en  el  mensaje  bíblico  y tomar  conciencia 
de  la  necesidad  de  leerlo  desde  "el  reverso  de  la  historia",  a 
contrapelo  de  las  versiones  dominantes  del  devenir  histórico  de 
la  humanidad,  diría  Walter  Benjamín.  Eso  es  lo  que  intentaron  los 
representantes  de  distintas  líneas  teológicas  que  se  encontraron 
en  Dar-es-Salaam. 


2.  Desde  el  mundo  del  otro 

El  universo  de  los  pobres  e insignificantes  se  presenta  como 
el  mundo  del  otro  respecto  de  los  sectores  sociales,  personas, 
criterios  e ideas  dominantes  de  hoy.  La  solidaridad  con  el  pobre 
supone  entrar  en  ese  mundo,  proceso  largo  y difícil,  pero  necesario 
para  un  verdadero  compromiso  y una  reflexión  teológica  que 
tome  en  serio  la  interpelación  que  viene  de  ese  universo.  La 
parábola  llamada  del  buen  samaritano  nos  da  importantes  pautas 
al  respecto  (Le  10,  25-37). 

"¿Quién  es  mi  prójimo ?"  (v.  29),  pregunta  el  escriba.  El  Señor 
no  responde  con  un  concepto,  lo  hace  con  un  relato  que  termina 
con  una  interrogante  que  da  vuelta  el  asunto:  "¿Quién  de  estos  tres 
se  ha  mostrado  (en  griego,  gegonénai,  literalmente:  se  hizo,  devino) 
prójimo  del  herido?  (v.  36)".  El  eje  de  la  cuestión  planteada  ha 
sido  desplazado.  La  primera  interrogante  remite  a un  espacio  con 
el  preguntante  al  centro,  cuyos  prójimos  serían  los  cercanos,  los 
que  están  en  sus  predios,  personas  que  deben  ser  atendidas  en 
sus  necesidades;  en  este  caso  el  hombre  asaltado  por  los  ladrones. 
Sin  embargo  el  evangelio  consiste,  justamente,  en  un  llamado  a 
salir  de  su  propio  universo  y entrar  en  el  del  otro.  La  verdadera 
cuestión  es:  ¿quién  se  comportó  como  prójimo?  Hay  un  traslado 
del  yo  del  letrado  (¡del  teólogo!)  al  tú  del  herido,  de  mi  mundo  al 


53 


Conferencia  de  Dar-es-Salaam,  1976 


del  otro.  Ése  es  el  núcleo  del  relato.  De  ver  al  prójimo  como  objeto, 
destinatario  de  ayuda,  se  pasa  a considerarlo  como  sujeto  de  la 
acción  de  acercamiento,  de  'projimidad',  que  no  es  una  simple 
vecindad  física  o cultural. 

Prójimo  no  es  aquel  que  encontramos  en  nuestro  camino, 
sino  la  persona  a cuyo  encuentro  vamos,  en  la  medida  en  la  que 
dejamos  nuestro  sendero  y entramos  en  el  del  otro,  en  su  mundo. 
Emmanuel  Le  vinas  llama  a la  proximidad,  "alteridad  aceptada". 
No  es  una  situación  dada  previamente,  se  construye,  se  forja.  No 
'tenemos'  prójimos,  los  'hacemos'  a través  de  iniciativas,  gestos  y 
compromisos  que  convierten  en  cercanos  a los,  aparentemente, 
lejanos.  Ir  hacia  otro  tiene  un  doble  efecto:  al  hacemos  prójimos 
de  alguien,  el  otro  deviene  nuestro  prójimo.  Es  una  ruta  de  ida 
y vuelta.  Hay  algo  de  giro  copemicano  en  esto;  es  la  inversión 
de  dos  mundos:  el  del  legista  ('mi  prójimo')  cede  el  lugar  al  de 
la  persona  asaltada  ('prójimo  de  éste').  Un  vuelco  histórico  que 
corresponde  a la  llamada  "inversión  mesiánica",  tan  propia  de 
Lucas. 

Por  ello,  y contra  ciertas  apariencias,  el  personaje  central  del 
relato  es  el  llamado  "una  cierta  persona..."  (v.  30),  la  víctima,  el 
desvalido,  sin  nombre  y calificación.  Es  el  'otro',  en  función  de 
quien  se  van  a definir  todos  los  personajes  de  la  narración.  No 
sabemos  nada  acerca  de  él,  insignificante  y anónimo,  ignoramos 
si  era  judío  o samaritano,  ni  cuál  era  su  oficio,  tampoco  qué  hacía 
pasando  por  ese  lugar.  Los  otros  actores  son  designados  por  su 
identidad  religiosa  o por  su  ubicación  en  el  ámbito  social,  incluso 
los  salteadores  y el  posadero...  El  anonimato  resalta  la  desnudez 
humana  y social  de  la  víctima,  sólo  tiene  una  nota:  su  humanidad, 
su  rostro.  Su  presencia  es  transversal  a todo  el  relato.  Hay  que 
leer  el  texto  desde  la  vera  del  camino,  allí  donde  quedó  la  persona 
vejada  y "medio  muerta",  desde  la  crueldad  y marginación  de  su 
condición. 

El  relato  llama  a un  cambio  de  rumbo,  a dejar  un  camino 
y tomar  otro.  El  samaritano  da  vida  al  herido,  los  otros  dos  lo 
abandonan  a su  suerte  y a su  muerte,  haciéndose,  en  cierto  modo, 
cómplices  de  los  asaltantes.  Es  más,  la  parábola  hace  comprender 
que  se  ha  de  ir  más  allá  del  compatriota,  del  cercano  por  razones 
étnicas  o religiosas,  para  atender  al  excluido,  al  necesitado, 
sea  quien  fuere.  Universalidad  interpelante  que  desborda  los 
compartimentos  estancos,  si  bien  lleva  la  marca  de  la  prioridad 
que  tienen  los  que  sufren  maltrato  e injusticia. 

Este  enfoque  es  recalcado  por  el  contraste  entre  los  viajeros; 
estamos  ante  otra  inversión  de  situaciones.  No  fue  el  sacerdote. 


54 


Gustavo  Gutiérrez 


tampoco  el  levita  —respetados  personajes  ligados  al  culto—,  sino 
el  samaritano  —miembro  de  un  pueblo  repudiado— quien  mostró 
compasión,  apunte  que  da  un  mordiente  especial  al  relato.  Tal  vez 
la  víctima  pertenecía  al  pueblo  judío,  ajeno  al  samaritano,  aunque 
lo  importante  es  que  fuese  alguien  que  precisaba  ayuda  y había 
sufrido  un  vejamen.  El  samaritano  deja  su  camino  y aborda  al 
herido  sin  que  éste  se  lo  pida,  sin  tener  un  vínculo  particular  con 
él.  No  busca  reciprocidad,  no  espera  recompensa  por  su  gesto. 
Cuando  el  escriba  valora  el  gesto  del  samaritano,  Jesús  le  dice: 
"ve  y haz  tú  lo  mismo".  De  eso  se  trata,  de  una  práctica.  Sobre  ella 
tenemos  que  reflexionar  a la  luz  de  la  fe. 


3.  Salir  al  encuentro 

Así  debe  ser  nuestro  discurso  sobre  la  fe:  capaz,  como  el 
samaritano,  de  salir  de  caminos  conocidos,  de  acercarse  al  pobre  e 
insignificante  y escucharlo,  hacerse  su  prójimo.  Estar  dispuesto  a 
pensar  el  mensaje  cristiano,  que  hemos  acogido  en  nuestras  vidas, 
desde  los  retos  que  nos  plantea  el  universo  de  los  excluidos  (por 
razones  sociales,  culturales,  económicas,  racistas,  de  género),  y 
a partir  de  una  determinada  manera  de  interpretar  la  historia, 
abriéndose  así  a "los  más  pequeños  hermanos  y hermanas"  de 
Jesús  (Mt.  25,  40).  Así  procedieron  Bartolomé  de  Las  Casas  y el 
indio  peruano  Guamán  Poma.  Se  trata  de  saber  hacerlo  con  las 
exigencias  de  una  inteligencia  de  la  fe;  pero,  igualmente,  con  toda 
nuestra  vida. 

Dejarse  desafiar  por  la  Palabra  de  Dios,  que  nos  advierte  que 
no  hay  amor  por  el  Dios  de  nuestra  fe  sin  amor  por  el  otro,  y tener 
la  lealtad  de  reconocer  sus  exigencias.  El  cardenal  Cario  María 
Martini  decía,  con  sencillez  y honestidad,  comentando  el  texto  de 
Mateo,  citado  líneas  arriba: 

...este  pasaje  me  persigue  desde  hace  tiempo.  Trato  de  defen- 
derme de  él,  porque  veo  que  exige  decisiones  que  tal  vez  no  soy 
capaz  de  tomar.  Su  lectura  me  cuestiona  y me  pone  en  crisis  2. 

Este  es  el  tipo  de  teología  que  se  postuló  en  Dar-es-Salaam  y en 
Nueva  Delhi.  Úna  reflexión  que  fuese  atenta  a las  interpelaciones 
que  vienen  de  la  práctica  histórica  y comprometida  con  el 
discernimiento  de  la  irrupción  de  los  pobres  (la  nueva  presencia 


2 El  Evangelio  eclesial  de  San  Mateo.  Bogotá,  Ed.  Paulinas,  1984,  p.  29.  ■ 


55 


Una  revolución  espiritual  y cultural 


de  poblaciones  indígenas,  negras,  de  la  mujer  y otros  sectores 
postergados)  en  el  escenario  internacional  como  un  signo  de 
los  tiempos.  Cercana  a quienes  viven  en  una  situación  injusta 
que  cuestiona  la  conciencia  humana  y cristiana,  pero  que,  pese 
a eso,  son  personas  llamadas  a ser,  ellas  mismas,  agentes  de  su 
destino;  son  seres  humanos  que,  como  todos,  tejen  sus  relaciones 
sociales  en  un  determinado  ámbito  cultural  y religioso,  hecho 
de  costumbres,  de  maneras  de  pensar,  de  ver  la  vida  y orar.  Son 
situaciones  a tener  en  cuenta. 

Una  teología  que,  partiendo  de  las  fuentes  de  la  fe,  sea  com- 
pañera del  recorrido  histórico  de  los  marginados  de  este  mundo, 
sensible  a sus  sufrimientos  y animada  por  sus  inquebrantables 
esperanzas.  Atenta,  asimismo,  a sus  humildes  alegrías,  aspira- 
ciones y búsquedas;  tenerlas  no  es,  para  los  pobres,  poner  entre 
paréntesis  la  dureza  de  sus  vidas,  sino  que  sin  ellas  no  hay  vida 
humana  digna  de  ese  nombre;  las  víctimas  de  la  historia  las 
conocen  (a  pesar  de  todos  los  vejámenes  y las  frustraciones  que 
sufren),  simplemente  porque  son  seres  humanos. 

A eso  apunta  la  ruptura  epistemológica  que,  lo  hemos  men- 
cionado ya,  va  más  allá  de  una  simple  cuestión  de  metodología 
teológica.  Una  postura  personal  y comunitaria,  una  espiritualidad, 
en  tanto  seguimiento  de  Jesús,  están  implicadas.  Sabemos  que  sin 
cercanía,  sin  amistad  con  el  pobre,  no  hay  auténtico  compromiso 
con  él.  Eso  vale  igualmente  para  el  trabajo  teológico;  sin  proximidad 
al  insignificante,  a su  vida,  a su  universo  cultural  y religioso,  la 
reflexión  teológica,  después  de  algunas  declaraciones  retóricas 
sobre  los  pobres,  no  tendrá  capacidad  para  pensar  la  fe  desde  el 
punto  de  vista  del  otro,  y volverá,  pese  a cierto  vocabulario,  como 
muñeco  porfiado  a lo  de  siempre. 

Por  eso  hablamos  de  una  teología  samaritana.  Es  una  reflexión 
sobre  un  Dios  que  sale  al  encuentro  del  otro,  especialmente  de 
los  que  sufren  injusticia  y maltrato.  Alguien  podría  pensar  que 
estas  consideraciones  hablan  más  de  espiritualidad  que  de  meto- 
dología teológica.  No  lo  creemos  así.  Sucede  que  desde  el  inicio 
de  la  teología  de  la  liberación  estamos  convencidos  de  que  ellas 
son,  en  la  raíz,  inseparables:  "...nuestra  metodología  es  nuestra 
espiritualidad". 

Para  el  quehacer  teológico  vale,  también,  la  advertencia  del 
poeta  Antonio  Machado: 

Enseña  el  Cristo:  a tu  prójimo 
amarás  como  a ti  mismo, 
mas  nunca  olvides  que  es  otro. 

Campos  de  Castilla.  Proverbios  y cantares. 


56 


Frangois  Houtart 


Búsquedas  convergentes,  1976. 
El  origen  de  la  Asociación 

Ecuménica 
de  Teólogos  del  Tercer  Mundo 

Frangois  Houtart  * 


Los  años  setenta  fueron  en  Lovaina,  en  el  seno  de  la  Uni- 
versidad Católica,  un  tiempo  de  grandes  intercambios  de  ideas. 
El  Concilio  Vaticano  II  había  terminado  algunos  años  antes  y es 
sabido  que  los  teólogos  de  Lovaina  habían  desempeñado  un  papel 
importante.  La  sociología  de  la  religión  se  había  desarrollado 
allí,  no  solamente  tomando  como  objeto  el  medio  europeo,  sino 
también  a América  Latina  y el  Caribe,  Asia  y Africa. 

El  Centro  de  Investigaciones  Socio-Religiosas  (CRSR,  por  sus 
siglas  en  francés)  —que  había  sido  fundado  en  1956  en  el  marco 
de  la  Conferencia  Episcopal  belga  e integrado  a la  Universidad 
Católica  de  Lovaina  en  1964—  coordinó,  entre  1958  y 1962,  es 
decir  antes  del  Vaticano  II,  una  investigación  sobre  la  situación 
socio-religiosa  de  América  Latina  y el  Caribe.  Este  estudio  que 
fue  editado  en  más  de  cuarenta  volúmenes  y publicado  en  una 


Nació  en  Bruselas,  fue  ordenado  sacerdote  en  1949.  Es  licenciado  en  Ciencias 
Políticas  y Sociales  de  la  Universidad  Católica  de  Lovaina  y diplomado  del 
Instituto  Superior  Internacional  de  Urbanismo  aplicado  de  Bruselas;  es  además 
doctor  en  Sociología  de  la  Universidad  lovaniense,  donde  fue  profesor  desde  1958 
hasta  1990. 


57 


Búsquedas  convergentes,  1976 


versión  sintética  en  varias  lenguas,  a pedido  del  CELAM,  sirvió 
de  base  de  información  acerca  de  la  Iglesia  y el  cristianismo  del 
continente  para  los  obispos  reunidos  en  el  concilio. 

Desde  1968,  integrantes  del  CRSR  habían  realizado  asimismo 
investigaciones  en  Asia,  sobre  las  minorías  cristianas,  el  budismo 
y el  hinduismo.  Doctorandos  de  varios  continentes  del  Sur  esta- 
ban trabajando  sobre  sociología  de  la  religión  de  sus  países 
respectivos  y varios  estudiantes  de  teología,  de  diversos  aspectos 
de  la  disciplina,  se  apoyaban  sobre  la  fe  de  sus  pueblos  para 
realizar  su  reflexión  teológica,  para  lo  cual  el  recurso  a estudios 
sociológicos  era  particularmente  útil. 

Lovaina  era  además  un  lugar  que  recibía  a numerosos  visi- 
tantes. Se  podía  encontrar  allí  a Paul  Ricoeur,  Enrique  Dussel,  el 
padre  Amalorpavadass  de  India  y muchos  otros.  Fue  así  como 
se  organizó  un  encuentro,  en  el  CRSR,  entre  Oscar  Bimwenyi, 
doctorando  en  teología  y originario  del  Congo,  el  padre  Amalor- 
pavadass, director  del  Centro  de  Pastoral  y Liturgia  de  Bangalore 
en  India,  y Enrique  Dussel,  el  filósofo  mexicano  de  origen 
argentino. 

Bimwenyi,  quien  estaba  preparando  su  doctorado  en  teología, 
se  interesaba  por  las  dimensiones  sociológicas  de  la  religión, 
preocupado  por  una  teología  realmente  autóctona  que  no  fuera 
una  proyección  de  Occidente  sobre  la  realidad  sociocultural 
africana,  sino  que  surgiera  verdaderamente  de  sus  propias 
entrañas. 

El  padre  Amalorpavadass  había  desarrollado  en  India  un 
trabajo  significativo  de  reflexión  litúrgica  y catequética,  inscrito  en 
la  tradición  cultural  del  país.  El  estilo  de  las  liturgias  se  inspiraba 
en  los  ritos  hindúes  con  una  abundante  utilización  de  flores  y 
agua.  Su  espiritualidad  se  enraizaba  en  las  grandes  tradiciones 
místicas  de  India.  Al  mismo  tiempo,  su  sentido  del  evangelio  lo 
llevaba  a preocuparse  por  los  más  pobres. 

Enrique  Dussel,  gran  conocedor  de  Carlos  Marx  e igualmente 
de  los  textos  bíblicos,  compartía  las  preocupaciones  de  los 
teólogos  de  la  liberación  de  América  Latina  y el  Caribe.  Él  estaba 
ya  preparando  su  obra  mayor  sobre  filosofía  de  la  liberación. 

Los  tres  estaban  al  mismo  tiempo  en  Lovaina  y el  CRSR 
fue  el  punto  común  de  contacto.  De  allí  nació  la  idea  discutida 
previamente  con  Oscar  Bimwenyi,  quien  estaba  establecido  en 
Lovaina  en  ese  tiempo,  de  organizar  una  reunión  común. 

El  proyecto  era  realizar  un  encuentro  internacional  entre 
teólogos  del  Sur,  en  correspondencia  con  la  dinámica  del  Concilio 


58 


Fran^ois  Houtart 


Vaticano  II.  Por  otra  parte,  los  movimientos  sociales  de  1968,  que 
no  sólo  se  manifestaron  en  Europa  en  el  mes  de  mayo  sino  en 
muchas  otras  partes  del  mundo,  complementaban  el  contexto 
general  de  una  nueva  reflexión  teológica.  En  América  Latina  y 
el  Caribe,  la  teología  de  la  liberación  había  tenido  un  impacto 
notable  después  de  la  conferencia  de  los  obispos  en  Medellín  en 
1968.  Algunos  años  más  tarde,  el  All  India  Seminar  de  la  Iglesia 
de  India  en  Bangalore,  abrió  una  nueva  perspectiva  para  la 
inculturación  del  cristianismo  en  este  subcontinente  asiático.  En 
África,  una  nueva  generación  de  teólogos  estaba  preocupada  por 
la  suerte  del  cristianismo  en  un  continente  que  estaba  alcanzando 
su  independencia  política  acompañada  por  corrientes  culturales 
nuevas  como  la  negritud  (Léopold  Senghor). 

Había  llegado  el  momento  de  juntar  varias  preocupaciones  de 
los  continentes  del  Sur,  que  tenían  al  mismo  tiempo  similitudes, 
en  el  sentido  de  la  necesidad  de  salir  de  la  dependencia  económica 
y cultural  del  Norte  y,  por  otra  parte,  muchas  diferencias  también. 
América  Latina  y el  Caribe  más  preocupada  por  la  injusticia  social 
producida  por  las  estructuras  socioeconómicas  de  la  sociedad, 
Asia  caracterizada  en  particular  por  la  situación  multi-religiosa 
y el  diálogo  con  las  religiones  orientales,  y África  tratando  de 
recuperar  su  identidad  política  y cultural. 

Durante  esta  reunión,  África  fue  propuesta  como  un  lu- 
gar particularmente  adecuado  para  un  primer  encuentro  de 
teólogos  del  Sur.  Así  nació  la  idea  de  organizar  una  conferencia 
en  Dar-es-Salaam.  Gracias  a Sergio  Torres,  quien  participó  de  la 
primera  reunión  preparatoria,  el  proceso  se  puso  en  marcha  y la 
asociación  pudo  desarrollarse.  Los  organizadores  me  enviaron 
una  invitación  para  participar  en  la  primera  reunión  en  Tanzania. 
A pesar  de  haber  apreciado  mucho  ese  gesto,  decidí  no  aceptar  la 
propuesta  por  estimar  que,  desde  el  principio,  la  asociación  de  los 
teólogos  del  Tercer  Mundo  tenía  que  ser  una  iniciativa  del  Sur  y 
construirse  sobre  esa  base.  Si  el  origen  de  la  iniciativa  había  estado 
de  hecho  en  Lovaina,  eso  había  sido  el  resultado  de  varios  factores: 
por  un  lado,  la  situación  geográfica  central  del  continente  europeo 
en  el  sistema  de  comunicación  mundial;  asimismo,  se  debía  a la 
historia  de  una  hegemonía  cultural  del  continente  aun  en  teología 
y;  finalmente,  al  carácter  internacional  de  la  Universidad  Católica 
de  Lovaina,  tanto  en  las  ciencias  sociales  como  en  teología. 


59 


Ivone  Gebara 


Conferencia  de  Accra,  1977. 
La  teología  de  la  liberación 
latinoamericana  y caribeña 
en  diálogo  con  África  y Asia 

Ivorte  Gebara * 


Sobrevuelo  discretamente  mundos  para  hacer  memoria. 
Mundos  en  los  que  la  memoria  de  cosas  vividas  y leídas  hizo 
historia  inspirada  en  el  evangelio  anunciado  a partir  de  los  pobres 
y se  tomó  alimento  del  pasado  y del  presente.  Escribo  sobre  un 
tiempo  que  es  también  mi  tiempo  y sobre  relatos  en  parte  vividos 
y en  parte  leídos.  Escribo  algunas  líneas  sobre  el  trabajo  y la 
inspiraciói  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  y Teólogas 
del  Tercer  Mundo  (ASETT).  Esta  asociación  tiene  la  pasión  de 
aproximar  mundos  diferentes  en  busca  de  la  afirmación  del  Reino 
de  Dios,  nombre  cristiano  de  la  lucha  por  la  dignidad  humana. 
Mi  relato  de  memorias  es  en  extremo  limitado,  pues  escribo  de 
otras  culturas  a partir  de  percepciones  vividas  en  los  límites  de  mi 
contexto  latinoamericano  y caribeño.  No  tengo  la  pretensión  de 


* Brasileña.  Religiosa  de  las  Hermanas  de  Nuestra  Señora.  Es  doctora  en  Filosofía  y 
Ciencias  Religiosas.  Fue  profesora  de  filosofía  y teología  en  el  Instituto  de  Teología 
de  Recife,  durante  el  episcopado  de  Helder  Cámara.  Es  autora  de  numerosos 
libros  y artículos. 


61 


Conferencia  de  Accra,  1977 


ser  conocedora  de  la  historia  y la  cultura  de  otros  continentes.  Por 
eso,  perdónenme  las  fallas  e inevitables  imprecisiones  presentes 
en  mi  texto.  En  este  breve  relato  quiero  expresar  la  importancia  de 
la  ASETT  para  la  historia  del  cristianismo  del  siglo  XX,  sobre  todo 
para  el  cristianismo  del  Tercer  Mundo. 

A partir  de  América  Latina  y el  Caribe,  comienzo  por  algunas 
memorias  de  Africa.  Con  toda  certeza,  mis  memorias  estarán 
marcadas  por  el  ritmo  de  los  recuerdos  que  surgen  en  el  momento 
y por  eso  habrá  un  vaivén  de  vuelos  sobre  las  realidades  que 
quiero  recordar. 

Todos  nosotros  sabemos  hasta  qué  punto  la  historia  de 
América  Latina  y el  Caribe  está  marcada  por  la  fuerte  presencia 
de  la  cultura  africana.  Fue  de  Africa  en  su  variedad  regional, 
que  heredamos  muchos  aspectos  de  nuestra  cultura  y creencias. 
Fue  a partir  de  ella  que  nos  tomamos  en  buena  parte  la  cultura 
mestiza  que  somos  y que  se  expresa  tanto  en  nuestros  rostros, 
como  en  toda  la  riqueza  de  creencias,  usos  y costumbres  presente 
en  los  diferentes  países  latinoamericanos  y caribeños.  La  misma 
colonización  que  creó  formas  de  esclavitud  y opresión,  propició 
igualmente  el  nacimiento  de  una  cultura  original  y plural,  en  la 
cual  muchas  fuentes  convergen  y forman  las  variadas  caras  del 
continente. 

La  década  de  los  setenta,  en  el  mundo  y en  América  Latina  y 
el  Caribe,  fue  de  luchas  y grandes  descubrimientos.  La  conciencia 
de  las  muchas  formas  de  opresión  crecía  y el  sueño  de  un  nuevo 
orden  social  habitaba  muchos  corazones.  La  sed  de  afirmamos 
como  pueblos  autónomos,  libres  de  las  presiones  internacionales 
y particularmente  del  imperialismo  estadounidense,  despertó 
en  nosotros  el  ansia  de  una  liberación  económica  y el  deseo  de 
afirmación  de  nuestros  orígenes  y valores  culturales. 

No  cabe  aquí  escribir  acerca  de  la  compleja  historia  de  estos 
tiempos  y los  inicios  de  esa  organización  que  vive  hasta  hoy.  Una 
vasta  literatura  sobre  el  tema  puede  ser  fácilmente  encontrada. 
Sin  embargo,  me  cabe  el  privilegio  de  recordar,  desde  América 
Latina  y el  Caribe,  el  significado  de  nuestra  relación  teológica  con 
Africa  y Asia.  Y,  sabemos  que  en  los  recuerdos  somos  selectivos 
y no  siempre  escribimos  o decimos  lo  que  a los  otros  les  gustaría 
encontrar.  Por  eso,  quiero  decir  que  este  texto  no  es  científico, 
únicamente  recoge  algunas  memorias  históricas  que  me  habitan 
hoy  y que  comparto  con  satisfacción. 


62 


Ivone  Gevara 

1.  La  pertenencia  al  Tercer  Mundo 

La  década  de  los  setenta  consolidó  la  independencia  de  varios 
países  africanos.  Se  convirtió  en  un  marco  de  referencia  para  el 
rescate  de  la  historia  africana,  a partir  de  un  nuevo  momento  de 
autoafirmación  de  sus  pueblos.  La  reafirmación  de  las  identidades 
africanas  y la  lucha  contra  el  apartheid  en  Sudáfrica  fueron  una 
especie  de  símbolo  para  muchas  otras  luchas  en  diversos  países. 
En  este  contexto  desafiante  se  realiza  el  Encuentro  de  Teólogos  del 
Tercer  Mundo  en  Accra,  Ghana,  en  1977  l.  Un  grupo  de  personas 
representantes  de  varios  países  y continentes  se  organizaba 
movido  por  una  nueva  lectura  de  su  fe  religiosa  y de  su  práctica 
histórica.  Las  religiones  no  podían  estar  fuera  de  las  luchas  por 
la  libertad  y la  dignidad  en  los  distintos  lugares  del  mundo.  El 
estrechamiento  de  los  lazos  entre  África,  América  Latina  y el 
Caribe,  Asia  y las  minorías  norteamericanas  se  tomó  un  marco 
importante  para  entender  el  significado  del  llamado  Tercer  Mundo 
y de  sus  luchas  emergentes.  Un  tercer  mundo  no  sólo  desde  el 
punto  de  vista  de  la  política  y la  economía,  sino  un  tercer  mundo 
a partir  de  la  cultura  y principalmente  de  la  teología.  En  esa  época 
entendíamos  el  Tercer  Mundo  como  el  mundo  subdesarrollado, 
el  mundo  de  la  pobreza,  el  mundo  marginal  al  desarrollo.  En 
otros  términos,  el  Tercer  Mundo  era  el  mundo  marginado  en 
relación  con  el  Primero  y el  Segundo.  El  Primer  Mundo  estaba 
representado  por  los  países  ricos  de  Occidente,  caracterizados  por 
un  desarrollo  económico  a costa  del  colonialismo  y la  explotación 
del  Tercer  Mundo.  El  Segundo  era  el  mundo  socialista,  el  mundo 
de  la  cortina  de  hierro,  anterior  a la  desintegración  de  la  Unión 
Soviética  y a la  caída  del  muro  de  Berlín.  Estábamos  entre  dos 
mundos  simbólicos  que  se  oponían  y disputaban  la  conquista  de 
aliados  en  vistas  al  fortalecimiento  de  su  poder. 

Nosotros  éramos  el  Tercer  Mundo  y en  aquel  tiempo  no 
pensábamos  que  éramos  al  mismo  tiempo  los  dos  tercios  del 
mundo  en  población  y extensión  territorial.  Esta  conciencia  se 
fue  afirmando  gradualmente  en  nuestros  encuentros  y se  fueron 
elaborando  nuevos  análisis  en  relación  con  este  descubrimiento. 
Eramos  el  Tercer  Mundo  que  emergía  en  el  escenario  mundial 
como  el  mundo  en  busca  de  libertad  y autodeterminación. 


1 Kofi  Appiah-Kubi  y Sergio  Torres  (orgs.).  African  theology  em  Route.  New  York, 
Orbis  Books,  1979.  Documento  de  la  Conferencia  Panafricana  de  Teólogos  del 
Tercer  Mundo,  diciembre  17-23, 1977,  Accra,  Ghana. 


63 


Conferencia  de  Accra,  1977 


Estábamos  dándonos  las  manos  para  irrumpir  con  nuestra  fuerza 
y originalidad  y romper  las  cadenas  de  las  múltiples  opresiones. 


1.1.  El  impulso  de  la  ASETT 

La  historia  de  la  fundación  de  la  ASETT  propició  encuentros 
inusitados  en  la  historia.  Diversas  personas  en  diferentes  conti- 
nentes tuvieron  intuiciones  semejantes,  o sea,  pensaron  en  una 
asociación  de  teólogos  que  incluyera  representantes  de  las  pobla- 
ciones marginadas  del  mundo.  Había  una  percepción  común 
de  que  el  centralismo  teológico  impuesto  por  las  iglesias  de 
Europa  occidental  era  un  hecho  determinante  en  las  distintas 
iglesias  cristianas.  Este  centralismo  teológico  era  connivente 
con  la  dominación  económica  y cultural  a la  cual  estábamos  so- 
metidos. La  misma  dominación  cultural  estaba  presente,  aun- 
que encubierta  por  la  afirmación  de  la  excelencia  del  mensaje 
cristiano.  El  cristianismo,  en  sus  variadas  expresiones  eclesiales, 
se  tomaba  de  cierta  forma  una  expresión  teológica  dogmática  que 
acompañaba  los  procesos  de  colonización  del  Tercer  Mundo.  En 
cuanto  las  metrópolis  crecían,  con  sus  numerosas  colonias,  las 
iglesias  cristianas,  tanto  la  católica  romana  como  las  protestantes, 
acompañaban  la  expansión  de  los  territorios  europeos  y hacían 
nuevos  adeptos  para  su  mies.  En  esa  misma  línea,  la  prioridad 
en  el  liderazgo  de  las  iglesias  siempre  fue  dado  a los  hombres. 
La  ASETT  percibió  esta  distorsión  y,  por  eso,  tuvo  desde  el  inicio 
de  su  fundación  la  participación  de  mujeres  y hombres.  De  la 
misma  forma,  la  denuncia  en  los  distintos  continentes  en  relación 
con  la  opresión  de  las  mujeres  también  estaba  presente.  En  ese 
particular,  dimos  pasos  notables  que  nos  llevaron  a organizar  a lo 
largo  de  los  años  muchos  encuentros  regionales  e internacionales 
de  teólogas  para  debatir  la  especificidad  de  algunas  cuestiones. 

En  los  años  setenta,  numerosas  iniciativas  de  teólogos  de 
diversos  lugares  convergían  en  la  necesidad  de  encontramos,  de 
afirmamos  en  nuestras  semejanzas  y diferencias,  en  un  esfuerzo 
conjunto  de  compromiso  con  nuestros  pueblos.  Nos  unía  la 
convicción  común  de  que  el  evangelio  de  Jesús  nos  invitaba  a 
transformar  el  mundo  a partir  de  los  sufrimientos  de  los  pobres 
y marginados.  Ésta  era  la  base  común  de  nuestra  fe.  Éste  era  el 
punto  inicial  de  nuestras  preocupaciones  y la  dirección  de  nuestra 
esperanza. 


64 


Ivone  Gevara 

1.2.  Una  opresión 

antropológica 

En  Accra  (1997),  la  problemática  del  continente  africano 
agredido  por  el  colonialismo  y poscolonialismo  capitalistas  nos 
mostraba  el  rostro  de  una  geopolítica  perversa  de  los  grandes 
países  llamados  desarrollados.  Explotaban  a las  personas  nativas 
y robaban  la  materia  prima  en  beneficio  propio.  Las  promesas  de 
desarrollo  mostraban  en  realidad  la  cara  del  lucro  y la  destrucción. 
Los  teólogos  africanos  percibieron  que  esa  situación  acentuaba 
aún  más  lo  que  ellos  denominaban  "opresión  antropológica".  Esta 
fue  una  expresión  largamente  explicitada  por  un  buen  número 
de  teólogos  y pensadores  africanos.  Para  ellos,  la  opresión  vivida 
por  el  pueblo  africano  no  era  sólo  económica,  tocaba  además  las 
bases  humanas  del  continente,  haciendo  creer  a sus  habitantes 
en  su  inferioridad  cultural.  Se  hablaba  en  esa  época  de  "pobreza 
antropológica",  indicándose  así  una  pobreza  más  amplia  que  la 
económica,  una  pobreza  en  la  cual  las  personas  son  enajenadas 
tanto  de  sus  bienes  materiales,  como  de  su  historia,  sus  creencias  y 
de  los  valores  de  su  cultura.  Por  esa  razón,  la  idea  de  reafirmación 
de  la  identidad  africana,  de  la  negritud,  del  orgullo  nacional 
africano  pasó  a ser  algo  importante  a lo  largo  de  varias  discusiones 
y reflexiones.  Clamar  por  el  valor  de  la  negritud  era  contraponerse 
a la  hegemonía  blanca,  considerada  como  raza  superior,  y era  al 
mismo  tiempo  afirmar  la  urgencia  de  nuevas  relaciones  políticas 
nacionales  e internacionales. 


1.3.  Colonización 
versus  inculturación 

En  Accra,  la  idea  de  reescribir  la  historia  de  la  teología 
africana  apareció  de  forma  bastante  significativa.  Y esto  porque 
el  cristianismo  colonizador  impuesto  a las  comunidades  africanas 
no  tuvo  en  consideración  la  realidad  de  las  culturas  locales,  de  su 
historia  y sus  creencias.  Se  afirmó  como  la  nueva  verdad  venida 
de  Dios,  capaz  de  barrer  las  antiguas  creencias  consideradas 
inferiores  y mágicas.  Y más  aún,  después  de  la  llegada  del 
cristianismo  y de  su  implantación  en  la  cultura  africana,  la  teología 
popular  naciente  no  fue  valorizada:  teología  de  transmisión  oral, 
marcada  por  las  enseñanzas  tradicionales,  por  sermones  con 
temas  regionales,  canciones  e historias  populares  mezcladas  con 


65 


Conferencia  de  Accra 


el  evangelio.  La  verdadera  teología  venía  de  afuera,  venía  de  los 
que  dominaban  a partir  de  Europa  y se  consideraban  los  mejores 
conocedores  de  los  designios  de  Dios.  La  pregunta  sobre  el  sentido 
del  cristianismo  colonial  en  Africa  se  imponía  en  aquel  momento. 
Fue  en  ese  contexto  que  se  comenzó  a hablar  de  incultur ación,  o 
sea,  del  proceso  desde  el  cual  el  evangelio  de  Jesús  encuentra  las 
culturas  africanas  y se  da  un  reconocimiento  mutuo  de  valores  y 
orientaciones  de  vida.  Inculturarión  de  los  valores  del  evangelio 
en  una  cultura  donde  estos  valores  están  igualmente  presentes. 
Por  eso  se  habla  de  encuentro.  El  foco  de  ese  proceso  era  una 
cristología  que  permitía  la  convergencia  con  el  Jesús  histórico 
y su  compromiso  con  los  oprimidos  de  la  tierra,  sin  negar  la 
originalidad  de  cada  pueblo  y nación.  Jesús  empezaba  a tomarse 
africano,  a hablar  la  lengua  de  cada  país  y a preocuparse  por  los 
problemas  de  cada  cultura. 

No  cabe  aquí  citar  nombres  de  hombres  o mujeres  ilustres 
que  hicieron  un  trabajo  de  vanguardia  junto  a las  poblaciones 
necesitadas.  De  igual  modo,  no  quiero  citar  a los  intelectuales  y 
teólogos  que  presentaban  nuevos  intereses  teológicos  de  gran 
valor.  Quiero,  sobre  todo,  a pesar  de  las  múltiples  dificultades, 
acentuar  los  pasos  que  dimos  en  conjunto.  Y entre  ellos,  los  pasos 
de  América  Latina  y el  Caribe  en  dirección  a Africa  y de  Africa  en 
dirección  a América  Latina  y el  Caribe.  Un  esfuerzo  de  diálogo 
y aprendizaje  mutuo,  y la  constatación  de  que  vivimos  capítulos 
comunes  de  nuestra  historia  colonial  y capítulos  recientes  de 
nuestras  luchas  actuales.  Y esta  realidad  común  precisaba  ser 
retomada  como  fuente  de  ayuda  mutua  en  vistas  a la  instauración 
de  un  mundo  más  justo. 

La  irrupción  del  Tercer  Mundo  en  la  teología  se  convirtió 
en  un  desafío  para  las  iglesias,  lo  mismo  que  para  las  diferentes 
instituciones  religiosas.  Rompimos  barreras  impuestas  por  el 
centralismo  religioso  con  sus  divisiones  y condenas.  El  trabajo 
se  hacía  ahora  de  manera  ecuménica,  respetándose  igualmente 
las  tradiciones  que  nacieron  y se  impusieron  a los  largo  de  siglos 
de  historia  del  cristianismo.  Después  de  Accra,  muchos  caminos 
fueron  transitados  por  las  teologías  africanas.  Mujeres  y hombres 
han  dado  su  contribución  original  en  el  esfuerzo  por  reafirmar 
los  valores  del  evangelio  de  Jesús  sobre  la  base  de  la  riqueza  de 
ese  suelo.  El  continente  africano  y sus  teologías  tienen  ciudadanía 
internacional  reconocida.  Sobre  este  particular  también  hay  una 
vasta  literatura. 


66 


Ivone  Gevara 

2.  El  impacto  ante  la  realidad  de  India 

El  encuentro  de  Nueva  Delhi  en  1981  profundizó  los  pasos  de 
Accra  y de  otras  conferencias  2.  Los  difíciles  caminos  del  diálogo 
se  habían  abierto  y tenían  que  continuar.  La  percepción  de  que  los 
problemas  de  los  pobres,  su  cultura  y sus  formas  de  supervivencia 
eran  elementos  fundamentales  para  la  reformulación  de  los 
temas  teológicos  y de  una  acción  libertaria  eficaz,  inspiró  la 
organización,  la  metodología  y el  desarrollo  de  la  asamblea  de 
Nueva  Delhi.  Y todavía  más,  en  Delhi  tomamos  conciencia  de 
manera  más  aguda  de  que  no  eran  sólo  los  cristianos  quienes 
estaban  preocupados  en  promover  luchas  contra  la  injusticia  y 
la  opresión.  Otras  religiones  y movimientos  políticos  vivían  los 
mismos  compromisos  en  luchas  semejantes  y,  tal  vez  en  muchos 
casos,  aún  mayores.  India  era  y es  una  sementera  de  diversas 
religiones  y creencias.  En  aquella  época  se  estaba  organizando 
un  movimiento  plural  de  conciencia  crítica  en  relación  con  las 
religiones.  Sin  duda  la  memoria  de  Ghandi  continuaba  muy 
presente,  aunque  ampliada  por  otras  perspectivas.  La  conciencia 
de  que  muchas  religiones  ayudaban  a mantener  a las  grandes 
masas  en  la  pasividad  y el  silencio  en  relación  con  sus  derechos, 
estaba  llevando  a un  gran  movimiento  social  nunca  visto  en  el 
pasado.  Las  masas  religiosas  usadas  para  los  altos  intereses  de 
pocos  empezaban  ahora  a organizarse.  El  movimiento  de  parias, 
los  dalits  o intocables,  estaba  en  franco  crecimiento.  Muchos  se 
convertían  al  budismo  o al  islamismo  como  forma  de  afirmar  la 
centralidad  de  la  fe  religiosa  en  la  tradición  cultural  india  y la 
necesidad  de  un  cambio  de  dirección  hacia  la  liberación  de  viejos 
preconceptos  y de  la  pobreza  económica. 

Vivir  dos  semanas  en  India  fue  para  todos  nosotros  un 
desafío  de  gran  importancia,  no  sólo  en  cuanto  a las  experiencias 
personales  y colectivas,  sino  como  interpelación  ante  el  orden/ 
desorden  internacional  del  momento.  En  aquel  contexto,  las 
iglesias  y teologías  tenían  una  responsabilidad  particular.  Noso- 
tros nos  definíamos  como  teólogos  y teólogas  del  Tercer  Mundo, 
que  habíamos  tomado  conciencia  de  la  irrupción  política  de  los 
pobres  de  este  mundo  en  busca  de  justicia  y relaciones  de  equidad 
en  los  distintos  ámbitos  de  la  vida.  Como  escribió  Sergio  Torres 
en  la  primera  parte  del  documento  del  encuentro  de  Nueva  Delhi: 


2 Sri  Lanka,  1979;  Sao  Paulo,  1980. 


67 


Conferencia  de  Accra 


Los  pobres  interpelan  la  misión  y la  identidad  de  la 
Iglesia.  Ellos  desafían  a la  Iglesia  a repensar  su  misión  y a 
reorganizar  prioridades  a la  luz  del  papel  redentor  de  los 
pobres  en  la  historia  humana  proclamado  por  el  propio 
evangelio  3. 

Y los  teólogos  interpelados  por  el  clamor  de  los  pobres  no 
podían  quedar  fuera  de  la  responsabilidad  de  interpelar  las 
instituciones  de  la  Iglesia  y las  jerarquías  para  acoger  de  nuevo  la 
dirección  de  la  fidelidad  a la  misión  de  Jesucristo. 

En  India  el  cristianismo  es  minoritario,  y esta  constatación 
nos  llevó  a sentir  en  la  piel  la  diversidad  de  tradiciones  religiosas, 
así  como  la  urgencia  de  una  nueva  metodología  mucho  más 
deductiva  y,  por  tanto,  diferente  a las  teologías  de  Occidente.  De 
una  u otra  manera,  los  teólogos  sintieron  lo  mismo  que  en  Accra, 
en  cuanto  a la  necesidad  de  una  teología  que  brotara  de  la  vida 
del  pueblo  y fuera  una  expresión  de  las  luchas  contras  las  diversas 
estructuras  de  dominación.  En  esa  dirección,  una  constatación 
común  fue  percibir  de  nuevo  el  carácter  abstracto  y escolástico  de 
la  teología  enseñada  en  los  seminarios  y las  facultades,  y después 
retransmitida  al  pueblo  en  forma  de  catequesis.  El  carácter 
abstracto  tenía  que  ver  con  una  concepción  del  cristianismo  por 
encima  de  la  historia,  de  la  vida  ordinaria  de  las  personas,  y 
direccionada  hacia  una  realidad  más  allá  de  la  historia.  Bastaba 
conocer  estar  verdades  abstractas  para  poseer  la  clave  de  la 
conversión  y solución  de  muchos  problemas.  Bastaba  acogerlas 
para  tener  garantía  de  salvación  después  de  esta  historia.  Las 
dudas  en  relación  con  este  cristianismo  dogmático  no  cesaban  de 
crecer  y esto  en  los  distintos  continentes,  principalmente  en  las 
áreas  donde  el  clamor  de  los  pobres  se  hacía  oír  de  modo  más 
agudo.  Al  final,  frente  a tanta  injusticia,  ¿cómo  podemos  hablar 
todavía  de  justicia  y amor  de  Dios? 


2.1.  El  clamor  de  las  masas 

Tanto  en  Africa  como  en  India  y en  América  Latina  y el 
Caribe,  nos  habitaba  la  misma  pregunta.  Aun  cuando  el  contexto 


3 Virginia  Fabella  y Sergio  Torres  (eds.),  Irruptioti  of  the  Third  World:  Challenge  to 
Theology.  New  York,  Maryknoll-Orbis  Books,  1983,  p.  9. 


68 


Ivone  Gevara 


y las  culturas  de  India  fueran  diferentes,  el  clamor  de  las  masas 
abandonadas  a su  propia  suerte  es  el  mismo  y se  hada  oír  de 
manera  aguda  y renovada  como  si  fuese  un  coro  que  repitiese 
el  mismo  estribillo.  India  nos  desafiaba  tanto  por  la  pobreza  de 
las  masas,  como  por  la  legitimación  que  provenía  del  tradicional 
sistema  de  castas.  La  cuestión  de  las  castas  tiene  semejanzas  con 
las  cuestiones  de  raza  y de  clase,  dividiendo  a las  personas  desde 
lo  más  íntimo  de  su  vocación  humana  e imponiéndoles  un  destino 
preestableddo.  Un  proceso  educacional  que  tocara  las  bases  de 
sustentación  cultural  de  este  pueblo  milenario  era  exigido  como 
camino  de  superación  del  sistema  de  castas. 

El  papel  del  cristianismo  minoritario,  y en  particular  de  los 
teólogos,  parecía  ser  de  suma  importancia  como  interpelación  al 
seguimiento  histórico  de  Jesús  y como  continuación  de  su  misión 
en  los  diversos  contextos.  La  ética  cristiana  encierra  elementos 
preciosos  en  la  dirección  de  la  superación  de  estas  visiones 
tradidonales  y se  puede  conjugar  con  la  lucha  de  otros  grupos. 
Esta  convicción  nos  llevó,  como  dijo  el  profesor  Joshua  Russell 
Chandran  en  la  asamblea  de  Delhi,  a "no  absolutizar  ninguna 
formulación  teológica  particular,  ninguna  ideología,  eslogan  o 
programa"  4.  Esta  vigilancia  sobre  la  cual  nos  alertaba  el  eminente 
profesor,  se  basaba  en  la  diversidad  de  situaciones,  culturas  y 
teologías  presentes  en  el  llamado  Tercer  Mundo,  vividas  en  la 
tentación  siempre  presente  de  interpretar  todos  los  otros  mundos 
a partir  de  una  única  mirada  o de  la  ideología  que  abrazamos. 
No  estábamos  exentos  de  nuevos  absolutismos.  Por  eso,  él  nos 
invitaba  a ser  capaces  de  apreciar  nuestras  diferencias  y estar 
atentos  a la  riqueza  de  la  diversidad  siempre  presente  en  nuestro 
mundo.  Por  eso,  abrazar  la  diversidad  de  las  diferentes  culturas 
era  permitir  que  el  bien  se  hiciese  más  allá  de  nuestras  propias 
expectativas  y fronteras  religiosas. 

2.2.  Una  herencia  de  compromiso  y diálogo 

En  las  Conclusiones  y orientaciones  del  documento  final  de 
Nueva  Delhi,  podemos  leer: 

La  irrupción  de  los  pobres  y oprimidos  no  nos  lleva  auto- 
máticamente a la  victoria  de  la  justicia.  Los  actos  de  violencia. 


4 Joshua  Russell  Chandran,  "A  Methodological  Approach",  en:  ibid.,  p,  84. 


69 


Conferencia  de  Accra 


las  divisiones  entre  los  oprimidos  y las  manipulaciones  para 
colocarlos  unos  contra  otros  son  innumerables.  Como  cristianos 
y teólogos  del  Tercer  Mundo  queremos  permanecer  de  pie  con 
nuestro  pueblo,  resistiendo  las  fuerzas  que  intentan  dividirlos, 
debilitarlos  y destruirlos.  Queremos  colocar  nuestras  energías 
y capacidades  teológicas  al  servicio  de  la  realización  de  la 
justicia  y de  la  libertad  en  nuestro  mundo.  Esto  es  participar 
activamente  de  la  liberadora  misión  de  Jesús  (Le  4, 18-19) 5. 

Esta  misión  continúa  hoy  como  invitación  a vivir  en  nuestra 
cotidianidad  la  Buena  Noticia  de  Jesús,  a reafirmar  derechos,  a 
volver  a buscar  siempre  relaciones  de  justicia,  a reabrir  el  diálogo 
entre  nosotros  como  expresión  de  nuestra  fe  y amor.  El  actual 
contexto,  sobre  todo  para  los  que  vivieron  grandes  luchas  en  el 
pasado,  parece  más  exigente  porque  nos  habla  a las  claras  de 
las  direcciones  y energías  para  buscar  nuevas  salidas.  Más  allá 
de  eso,  muchas  de  nuestras  expectativas  no  podrán  realizarse. 
No  obstante,  sabemos  bien  que  la  novedad  del  evangelio  está 
ahí  presente  en  distintos  foros  nacionales  e internacionales  y en 
diferentes  comunidades  populares  y movimientos,  buscando  la 
forma  de  tocar  los  corazones  humanos.  La  invitación  a "amar  al 
prójimo  como  a nosotros  mismos"  sigue  resonando  de  diversos  e 
inéditos  modos.  Sin  duda,  nuestra  generación  dejó  una  herencia 
de  compromiso  y diálogo  que  se  inscribe  en  la  gran  lucha  por  la 
humanización  del  ser  humano.  La  misión  nunca  termina.  Por  eso, 
mucho  de  lo  que  fue  hecho  prosigue  ahora  adelante  a través  de 
caminos  diferentes,  pero  igualmente  marcados  por  la  misericordia 
y búsqueda  de  la  justicia. 

Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol. 


5 Ibid.,  No.  72,  p.  205. 

70 


Tissa  Balasuriya 


Conferencia  de  Sri  Lanka,  1979. 

Un  estilo  asiático 
de  pensar  y teologizar 

Tissa  Balasuriya * 


La  reunión  de  los  teólogos  del  Tercer  Mundo  en  Dar-es- 
Salaam,  Tanzania,  en  agosto  1976,  fue  el  primer  encuentro 
planificado  de  teólogos  de  Asia,  África,  Latinoamérica  y de 
las  minorías  de  América  del  Norte.  En  esa  oportunidad  los 
participantes  cuestionaron  la  teología  tradicional,  dominada  por 
el  Occidente,  realizada  en  forma  paternalista,  muy  jerárquica  y 
a favor  del  statu  quo.  Estuvieron  de  acuerdo  en  la  necesidad  de 
elaborar  un  nuevo  modelo  de  hacer  teología,  para  responder  en 
la  práctica  a las  necesidades  de  los  pobres  y marginados,  y de  los 
pueblos  colonizados  de  los  tres  continentes. 

Este  nuevo  enfoque  requería,  en  primer  lugar,  realizar 
un  análisis  social  —por  ejemplo,  conocer  las  implicancias  de 
pertenecer  al  Tercer  Mundo—  para  conocer  la  voluntad  de  Dios 
en  relación  a ello.  En  segundo  lugar,  se  necesitaba  una  nueva 
metodología  para  hacer  teología:  que  no  fuera  académica  y 


Nació  en  Sri  Lanka,  cursó  estudios  en  las  universidades  de  Ceilán,  Gregoriana 
de  Roma,  Oxford,  y en  el  Instituto  Católico  de  París.  Fue  rector  de  la  Universidad 
Aquino  de  Colombo  y director  del  Centro  para  la  Sociedad  y la  Religión  de 
Colombo.  Miembro  fundador  de  la  ASETT.  En  enero  de  1992  el  Vaticano  decretó 
su  excomunión,  hasta  enero  de  1993  cuando  le  fue  levantada. 


71 


Conferencia  de  Sri  Lanka,  1979 


teórica,  sino  vinculada  a la  vida  de  los  pobres  y comprometida 
con  acciones  para  la  transformación  social.  Este  enfoque  de 
una  teología  orientada  hacia  la  acción  se  ha  desarrollado  en 
América  Latina  y el  Caribe  con  las  Comunidades  Eclesiales  de 
Base  (CEB),  que  fueron  apoyadas  por  obispos  progresistas  y 
teólogos  comprometidos  después  del  Concilio  Vaticano  II  (1962- 
1965).  Muchos  de  ellos  se  habían  inspirado  en  teólogos  europeos 
occidentales  como  Karl  Rahner,  Yves  Congar,  Marie-Dominique 
Chenu,  Edward  Schillebeeckx,  quienes  fueron  los  líderes  del 
Concilio.  Esos  teólogos  estaban  en  contacto  con  movimientos 
apostólicos  como  la  JOC  (Juventud  Obrera  Católica),  iniciada 
por  Joseph  Cardijn  de  Bélgica.  Los  teólogos  de  América  Latina 
y el  Caribe  también  recibieron  la  influencia  de  la  teología 
política  desarrollada  por  Johann  Baptist  Metz  y Dorothee  Solle, 
quienes  reflexionaron  sobre  una  nueva  metodología  acerca  de  las 
implicancias  teológicas  de  la  Segunda  Guerra  Mundial.  Además, 
fueron  ayudados  por  la  Escuela  de  Frankfurt.  Esta  metodología 
fue  usada  por  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer 
Mundo  (ASETT),  y por  teólogos  latinoamericanos  y caribeños 
como  Enrique  Dussel,  Gustavo  Gutiérrez  y otros,  que  conocían 
bien  esa  tradición  alemana. 

Los  21  teólogos  reunidos  en  Dar-es-Salaam  formaron  la 
ASETT.  Al  final,  aprobaron  una  Constitución  que  menciona  un 
propósito  común  de  "continuar  desarrollando  teologías  del 
Tercer  Mundo  que  sirvan  de  testimonio  de  la  Iglesia  en  el  mundo 
y testimonio  de  una  humanidad  nueva  en  Cristo,  expresada  en  la 
lucha  por  una  sociedad  justa...",  comenzando  desde  "el  otro  lado 
de  la  historia".  Los  participantes  decidieron  continuar  el  diálogo 
y su  búsqueda,  reuniéndose  en  el  futuro  separadamente  en  los 
diferentes  continentes  para  dar  a cada  área  la  oportunidad  de 
estudiar  en  profundidad  los  problemas  de  la  región.  La  primera 
de  esas  conferencias  se  realizó  en  África,  en  Accra,  Ghana,  en 
diciembre  de  1977.  La  siguiente  fue  en  Asia,  en  Sri  Lanka,  en 
enero  de  1979. 


1.  Debates  y líneas  teológicas 

La  conferencia  de  Sri  Lanka  reunió  a más  de  ochenta  parti- 
cipantes de  quince  países,  principalmente  de  Asia.  El  tema 
elegido:  "La  lucha  de  Asia  por  una  plena  humanización:  hacia 
una  teología  relevante",  indica  la  tarea  propuesta.  Las  sesiones 


72 


Tissa  Balasuriya 


de  la  conferencia  fueron  presididas  por  dos  obispos:  uno  católico, 
Leo  Nanayakkara,  y uno  anglicano,  Lakshman  Wickremasinghe, 
como  signo  del  carácter  ecuménico  de  la  ASETT.  Hubo  otros  seis 
obispos  de  Asia,  encabezados  por  el  cardenal  Dharmajuwano  de 
Indonesia.  Sergio  Torres,  secretario  ejecutivo  de  la  ASETT,  estuvo 
presente  en  esa  conferencia  como  la  persona  que  aseguraba  la 
continuidad  de  la  asociación  durante  sus  primeros  decenios. 

La  conferencia  empezó  con  una  convivencia  de  tres  días,  en 
pequeños  grupos,  de  todos  los  participantes  con  algunos  activistas 
sociales  de  Sri  Lanka;  por  ejemplo,  grupos  urbanos,  rurales, 
trabajadores  del  Estado,  minorías  étnicas,  habitantes  de  tugurios, 
movimientos  de  mujeres  y jóvenes.  Después  de  compartir  las 
experiencias  de  los  grupos,  la  conferencia  decidió  reflexionar  sobre 
una  teología  relevante  para  estas  situaciones  y el  Tercer  Mundo  en 
general.  La  presentación  de  Aloysius  Pieris,  de  Sri  Lanka,  sobre 
"Las  dimensiones  religiosas  y culturales  de  una  teología  asiática", 
tuvo  gran  impacto  y provocó  debates  y tensiones  saludables.  Se 
acogió  el  argumento  de  Pieris  de  que  la  pobreza  abrumadora  y la 
polifacética  religiosidad  de  Asia,  son  dos  realidades  inseparables 
que  forman  el  contexto  de  ese  continente  y la  matriz  de  cualquier 
teología  que  quiera  ser  realmente  asiática. 

La  delegación  filipina  tenía  un  planteamiento  diferente.  Enfati- 
zaba que  la  extrema  pobreza  y la  opresión  son  la  característica  del 
contexto  de  Asia  como  parte  del  Tercer  Mundo.  Por  esta  razón, 
señalaban  la  importancia  del  análisis  político  y socioeconómico 
para  combatir  estas  injusticias.  La  teología  asiática  debería 
destacar  estas  luchas  y colaborar  en  la  realización  de  la  justicia 
social. 

Los  delegados  de  Sri  Lanka  y de  India  destacaron  que  mientras 
la  pobreza  y la  opresión  son  comunes  a todo  el  Tercer  Mundo,  la 
característica  específica  de  la  pobreza  asiática  es  su  religiosidad. 
De  ahí  que  la  teología  asiática  debería  combinar  la  lucha  por  la 
justicia  contra  la  pobreza  y opresión  con  la  reflexión  interreligiosa 
y la  cooperación  entre  todas  las  personas.  Este  diálogo  tuvo  un 
impacto  permanente  en  los  debates  posteriores,  tanto  en  los 
países  asiáticos  como  en  otros  del  Tercer  Mundo.  Igualmente  ha 
tenido  implicancias  para  las  relaciones  interrreligiosas,  pues  los 
cristianos  están  entre  los  grupos  más  ricos  en  el  mundo  y son 
desafiados  por  las  enseñanzas  de  Jesucristo  a compartir  sus  tierras 
y recursos  con  los  pobres,  hambrientos  y necesitados. 

Hubo  además  un  debate  sobre  quiénes  son  los  sujetos  de  la 
teología.  Algunos  insistieron  en  la  prioridad  de  los  pobres  de  Asia 


73 


Conferencia  de  Sri  Lanka,  1979 


con  una  conciencia  de  libertad.  Otros  incluyeron  a los  intelectuales 
y sacerdotes  como  especialistas  y potenciales  aliados  de  los  pobres 
con  una  conciencia  liberadora. 

En  general,  la  conferencia  estuvo  de  acuerdo  con  Aloysius 
Pieris  en  valorar  las  características  del  estilo  asiático  de  pensar 
y teologizar.  Este  estilo  incluye  la  armonía,  en  comparación 
con  la  tendencia  dicotómica  occidental.  En  Asia,  hay  armonía 
entre  la  experiencia  de  Dios  y la  preocupación  humana,  entre  la 
palabra  y el  silencio,  existe  una  unión  entre  objetivo  y método.  El 
ámbito  religioso  asiático  emprende  muchos  líderes  espirituales  o 
"gurús".  Numerosos  teólogos  de  Asia  son  bastante  occidentales 
en  su  educación  y manera  de  pensar,  al  mismo  tiempo  son 
contemplativos  y orientados  hacia  la  acción. 

En  segundo  lugar,  hubo  un  acuerdo  acerca  de  que  la  teología 
de  la  liberación  en  Asia  debe  participar  en  las  luchas  de  los  pobres 
por  justicia  y libertad.  Debido  a que  la  mayoría  de  los  pobres  son 
no-cristianos  (por  ejemplo  budistas),  los  cristianos  de  Asia  deben 
compartir  la  lucha  de  los  que  no  lo  son,  inspirados  por  su  propia 
religiosidad. 

El  lugar  de  nuestra  búsqueda  del  rostro  asiático  de  Cristo  no 
se  encuentra  tanto  en  la  vida  cristiana  dentro  de  la  Iglesia,  sino 
más  bien  en  la  experiencia  de  Dios,  vivida  por  el  pueblo  de  Dios 
más  allá  de  los  límites  de  la  Iglesia  y entre  los  cuales  ella  está 
llamada  a perderse  totalmente  1. 


2.  Declaración  final 

La  declaración  final  de  la  conferencia  tuvo  cuatro  principales 
conclusiones: 

• En  el  contexto  de  pobreza,  opresión  y explotación  de 
millones  de  asiáticos,  la  teología  de  Asia  debe  tener  un  énfasis 
liberador  definitivo. 

• Para  que  la  teología  sea  auténticamente  asiática,  debe  estar 
encamada  en  la  situación  histórico-cultural  y desarrollarse  a 

1 "OverView  of  ASETT  in  Asia:  Openning  Address  of  Virginia  Fabella  to  ATC 
II,  Honk  Kong,  August  1984",  en:  Logos  Vol.  8,  No.  3 (septiembre,  1985).  Los 
documentos  de  las  conferencias  internacionales  de  la  ASETT  pueden  leerse  en 
español  en:  Teología  desde  el  Tercer  Mundo:  documentos  finales  de  los  cinco  Congresos 
Internacionales  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo.  San  José,  DEI, 
1982. 


74 


Tissa  Balasuriya 


partir  de  esa  situación.  Debe  integrar  en  sus  formulaciones  las 
ideas  y los  valores  de  las  otras  grandes  religiones  y participar 
en  las  luchas  de  los  pueblos  por  una  sociedad  más  justa  y 
humana. 

• Como  la  teología  está  preocupada  por  la  situación  de 
vida  real  de  los  pueblos  de  Asia,  debe  incluir  un  análisis 
social  crítico  que  garantice  una  evaluación  continua  de  las 
religiones,  ideologías,  instituciones  y clases  de  personas,  que 
muchas  veces  esclavizan  en  lugar  de  liberar. 

• Se  puede  considerar  la  teología  como  la  reflexión  articulada 
sobre  el  encuentro  de  Dios  con  las  personas  en  situaciones 
históricas.  La  Biblia,  que  registra  los  acontecimientos  de  Jesús 
que  revelan  a Dios  en  su  vida,  muerte  y resurrección,  es  una 
fuente  indispensable  para  hacer  teología. 

La  conferencia  de  Sri  Lanka  brindó  unas  orientaciones  que 
se  concretaron  posteriormente  e influyeron  en  las  conferencias 
generales  de  la  ASETT  y otras  organizadas  sólo  por  teólogos  de 
Asia.  Por  ejemplo,  en  la  V Conferencia  de  la  ASETT  en  Nueva 
Delhi,  en  agosto  de  1981,  se  afirmó  que  en  Asia  no  puede  haber 
renovación  de  la  teología  si  no  se  toma  en  cuenta  a las  mayorías  no 
cristianas.  Sus  sagradas  escrituras  y tradiciones  son  también  una 
fuente  de  revelación  para  nosotros.  Así  como  ninguna  revolución 
social  puede  ser  efectiva  o duradera  a menos  que  tome  en  cuenta 
las  raíces  religiosas  y experiencias  de  los  pueblos. 

La  ASETT  se  ha  identificado  con  el  oprimido,  empezando 
con  la  demanda  de  igualdad  de  oportunidades  para  las  mujeres, 
incluso  dentro  de  la  misma  asociación,  como  se  afirmó  en  el 
encuentro  en  Nueva  Delhi.  Como  mencionó  Samuel  Rayen  en  la 
VI  Conferencia  de  la  ASETT,  celebrada  en  Ginebra  en  enero  de 
1983: 

...demasiado  a menudo  y durante  mucho  tiempo,  nosotros 
hemos  tenido  una  imagen  de  Dios  como  el  garante  de  la 
situación  actual  y el  guardián  de  la  ley  y el  orden.  La  teología 
necesita  convertirse  a Dios,  que  se  identifica  con  la  mujer, 
los  campesinos  sin  tierras,  los  dalits,  los  desempleados,  la 
servidumbre,  los  esclavos,  los  hambrientos,  los  humillados  y los 
destrozados  por  la  vida  2. 


2 Logos,  Vol.  8,  No.  3,  p.  19. 


75 


Conferencia  de  Sri  Lanka,  1979 


El  impacto  de  la  conferencia  de  Sri  Lanka  radicó  especialmente 
en  su  insistencia  sobre  la  relevancia  de  las  otras  religiones 
asiáticas  para  los  cristianos  que  hacen  teología  en  Asia.  El  acento 
en  la  pobreza  y la  opresión  es  común  al  Tercer  Mundo  en  general. 
La  religiosidad  es  más  particular  para  Asia,  debido  a que  sus 
culturas  están  también  influenciadas  por  las  otras  religiones  en  su 
contenido,  el  método  y la  armonía  entre  ellas. 

Uno  de  los  problemas  del  enfoque  teológico  de  la  ASETT 
en  Asia,  ha  sido  la  sospecha  de  los  líderes  de  la  teología  católica 
tradicional  acerca  de  esa  aproximación.  Este  problema  afectó 
asimismo  a la  teología  latinoamericana  y caribeña.  En  la  década  de 
los  setenta,  algunos  líderes  latinoamericanos  y caribeños,  teólogos 
y obispos,  impulsaron  las  comunidades  eclesiales  de  base  (CEB), 
una  teología  desde  la  praxis  y el  compromiso  cristiano  por  el 
cambio  social.  Algunos  de  ellos  fueron  Dom  Paulo  Evaristo  Ams, 
cardenal  de  Sao  Paulo,  y Dom  Helder  Cámara,  de  Recife.  Hubo, 
igualmente,  muchos  sacerdotes  y laicos  comprometidos  con  los 
pobres  en  su  lucha  por  la  libertad  y la  justicia. 

Sin  embargo,  hubo  presión  desde  las  estructuras  sociales 
contra  ellos.  La  curia  romana  también  fue  muy  crítica  con  la 
teología  de  la  liberación,  y la  acusó  de  haber  sido  inspirada  por 
el  marxismo  y el  secularismo,  de  ser  relativista  y descuidar  la 
divinidad  de  Cristo  y la  singularidad  de  su  rol  en  la  salvación. 

Gradualmente,  la  curia  romana  reemplazó  a los  obispos  que 
se  iban  retirando  por  otros  más  conservadores,  partidarios  del 
statu  quo.  Durante  muchos  años,  el  CELAM  (Consejo  Episcopal 
Latinoamericano)  adoptó  una  actitud  crítica  respecto  a las  CEB  y a 
la  teología  de  la  liberación.  En  el  mundo  en  general,  el  capitalismo 
global  se  reforzó  con  la  derrota  del  comunismo  soviético  en 
1989  y el  final  de  la  Guerra  Fría.  Estas  tendencias  conservadoras 
provocaron  un  alejamiento  de  los  cristianos  comprometidos  del 
liderazgo  conservador  de  la  Iglesia. 

Los  teólogos  asiáticos  que  aceptaron  las  orientaciones  de 
la  ASETT,  encontraron  de  igual  modo  objeciones  por  parte  de 
los  líderes  de  la  Iglesia,  quienes  adoptaron  una  posición  más 
conservadora  después  de  la  muerte  de  Pablo  VI.  Los  teólogos 
enfrentaron  dificultades  desde  el  punto  de  vista  de  la  teología 
clásica  católica  de  las  religiones  y acerca  del  compromiso  social. 
La  curia  romana  criticó  la  teología  de  la  liberación  asiática 
por  su  relativismo,  considerándola  de  inspiración  marxista  y 
achacándole  comprometer  la  ortodoxia  católica. 


76 


Tissa  Balasuriya 


La  conferencia  de  Sri  Lanka  fue  quizás  la  primera  vez  que 
un  número  considerable  de  teólogos  asiáticos  de  todas  las 
iglesias  cristianas  se  reunieron  ecuménicamente  y asumieron 
una  posición  sobre  las  características  de  la  teología  asiática.  Esto 
es  digno  de  recordarse,  pues  la  formación  de  los  sacerdotes  en 
los  seminarios  católicos  fue  siempre  conservadora  y con  una 
orientación  tradicional. 

Además,  hay  que  recordar  que  los  cambios  del  Vaticano  II  no 
fueron  promovidos  con  entusiasmo  por  muchos  de  los  dirigentes 
más  antiguos  del  clero  en  Asia.  En  Sri  Lanka,  cuestiones  tales  como 
la  nacionalización  de  las  escuelas  católicas  en  1961,  la  sustitución 
de  las  religiosas  extranjeras  como  enfermeras  en  los  hospitales 
estatales  y la  negación  de  visas  para  misioneros  extranjeros, 
llevaron  a los  cristianos  a pensar  que  las  otras  religiones  no 
apreciaban  los  grandes  servicios  que  religiosas  y sacerdotes 
habían  brindado  durante  ciento  cincuenta  años. 

En  resumen,  se  puede  afirmar  sin  vacilaciones  que  la 
conferencia  de  la  ASETT  en  Sri  Lanka  sobre  la  teología  asiática 
cumplió  plenamente  su  objetivo  de  acuerdo  con  el  programa  de 
trabajo  formulado  en  Dar-es-Salaam  en  1976.  Esta  fue  la  primera 
conferencia  de  teología  en  Asia  (ATC,  por  sus  siglas  en  inglés). 
Más  tarde  se  realizaron  varias  de  esas  conferencias.  En  Sri  Lanka 
se  establecieron  las  bases  de  lo  que  debería  ser  la  teología  en 
Asia,  señalando  sus  elementos  fundamentales:  reflexión  sobre  la 
pobreza  y la  religiosidad. 

Traducción  del  inglés:  Sylvia  Alsina 


77 


Lee  Cormie 


Diálogo  Norte-Sur, 
Ginebra  1983. 
Haciendo  teología 
en  un  mundo  dividido 

Lee  Cormie * 


La  irrupción  del  Tercer  Mundo  comienza  una  nueva  etapa  en  la 
historia  de  la  humanidad  que  evidencia  la  resistencia  y disminución 
de  la  dominación  de  países  del  Atlántico  Norte  y de  la  civilización 

occidental. 
Virginia  Fabella  (1983)*  1 


La  irrupción  en  todo  el  mundo  de  las  personas  pobres  y 
marginadas  desde  los  años  sesenta  marca  un  kairós,  un  cambio 
histórico  en  los  horizontes  culturales  y religiosos,  económicos 
y ecológicos,  espirituales  y políticos.  En  las  iglesias,  la  ASETT 


Profesor  del  Departamento  teológico  de  la  Universidad  Michael  de  su  país, 
Canadá.  Sus  áreas  de  especialización  son:  teologías  de  la  liberación  latinoamericana 
y del  Tercer  Mundo;  teologías  negra  y feminista;  teologías  contextúales 
norteamericanas;  doctrina  social  de  la  Iglesia;  Biblia  y liberación;  además  de  ética 
social  relativa  a la  estructura  económica  y el  militarismo.  Dirección  electrónica:  lee. 
cormie@utoronto.ca 

1 Virginia  Fabella,  "Preface",  en:  Virginia  Fabella  y Sergio  Torres  (eds.),  Irruplion 
of  the  Third  World:  Challenge  to  Theology.  New  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1983, 
p.  xii.  Documento  de  la  I Conferencia  Internacional  de  la  ASETT,  17-29  de  agosto, 
1981,  Nueva  Delhi,  India. 


79 


Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1983 

ha  sido  fundamental  para  estos  acontecimientos.  Siempre  con 
escasos  recursos  y dependiente  del  profundo  compromiso, 
sacrificio  y habilidades  de  líderes  como  Sergio  Torres  y Virginia 
Fabella,  la  ASETT  logró  crear  un  espacio  para  el  diálogo  en  sus 
propios  términos  entre  los  teólogos  de  Asia,  África,  y América 
Latina  y el  Caribe  comprometidos  con  las  grandes  mayorías  de 
poblaciones  marginadas,  aprovechando  sus  propias  experiencias 
y tradiciones,  centrándose  en  sus  propios  contextos,  nutriendo 
sus  propias  capacidades  para  actuar  en  la  transformación  de  un 
mundo  dividido.  Y desde  el  principio,  los  organizadores  desearon 
llegar  a una  nueva  etapa  de  diálogo  con  los  teólogos  y activistas 
de  la  Iglesia  del  Norte  . 

En  estas  páginas  solamente  puedo  destacar  algunos  aspectos 
del  inicio  de  la  conferencia  de  la  ASETT,  Haciendo  Teología  en 
un  Mundo  Dividido,  que  se  celebró  del  5 al  13  de  enero  de  1983 
en  Ginebra,  Suiza  (en  adelante  DTDW,  por  sus  siglas  en  inglés), 
a la  que  con  tanta  energía  dimos  forma  tantos,  incluyéndome, 
y que  simbolizó  la  apertura  de  una  nueva  etapa  en  los  diálogos 
teológicos  globales 2  3. 


1.  Invitación  a cristianos  norteamericanos  y europeos 

En  la  atmósfera  ideológicamente  cargada  de  principios  de 
la  década  de  los  ochenta,  era  fácil  imaginar  condenas  en  lugar 
de  diálogos.  Pero  los  organizadores  de  la  ASETT  optaron  por 
enfocarse  en  los  teólogos  y activistas  pastorales  del  Primer  Mundo 


2 Virginia  Fabella,  Beyond  Bonding:  A Third  World  Womart's  Theological  Joumey. 
Manila,  ASETT/Institute  of  Women's  Studies,  1993,  p.  33. 

3 Además  de  mis  propias  memorias,  archivos  y apuntes  de  mi  participación 
en  el  Comité  de  Planificación  de  la  conferencia  (representando  Teología  en 
las  Américas  en  los  EE.  UU.  y,  dado  que  recientemente  me  había  trasladado  a 
Canadá,  de  manera  informal  representando  también  la  participación  canadiense) 
y el  Comité  Directivo,  confío  plenamente  en  el  magnífico  volumen:  Doing  Theology 
in  a Divided  World,  Virginia  Fabella  y Sergio  Torres  (eds.).  Maryknoll/Orbis  Books, 
New  York,  1985.  Documento  de  la  VI  Conferencia  de  la  ASETT,  5-13  de  enero, 
1983,  Ginebra.  En  adelante  este  libro  será  citado  como  DTDW,  y en  particular  me 
guío  de  modo  estricto  por  la  "Declaración  final";  los  números  que  aparecen  entre 
paréntesis  en  las  páginas  siguientes  se  refieren  a los  párrafos  de  este  documento. 
Los  documentos  de  las  conferencias  internacionales  de  la  ASETT  pueden  leerse  en 
español  en:  Teología  desde  el  Tercer  Mundo:  documentos  finales  de  los  cinco  Congresos 
Internacionales  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo.  San  José,  DEI, 
1982. 


80 


Lee  Cormie 


que  ya  hubieran  lidiado  con  cuestiones  similares,  convencidos  de 
que  la  teología  europea  y la  norteamericana  eran  inadecuadas 
en  términos  de  hacer  frente  a la  pobreza  y las  opresiones  tanto 
en  sus  propios  contextos,  como  en  el  Tercer  Mundo  (55)  4.  Por 
supuesto,  en  el  Primer  Mundo  estas  nuevas  corrientes  teológicas 
estaban  en  etapas  tempranas,  con  muchas  diferencias  y tensiones 
entre  ellas  (56).  Y la  claridad  que  surgió  rápidamente,  trabajando 
en  conjunto  en  las  conferencias  de  la  ASETT,  creó  las  condiciones 
para  este  primer  diálogo  Norte-Sur  5. 

2.  Preparación,  agenda,  procesos  y objetivos 

El  Comité  de  Planificación,  integrado  por  miembros  del 
Tercer  y el  Primer  Mundo  6,  alentó  a grupos  del  Norte  a iniciar 
y/o  profundizar  procesos  similares  en  sus  propios  contextos, 


4 Ver:  Wil  Blezer  van  de  Walle,  "The  Netherlands:  Women  Seeking  Equality",  pp. 
23-27;  Per  Frostin,  "Sweden:  The  Union  of  Christian  Labor  Members",  pp.  40-44; 
Francés  Arbour,  "Cañada:  The  Inter-Church  Committee  on  Human  Rights",  pp. 
45-50;  Rosemary  Ruether,  "A  Feminist  Perspective",  pp.  65-71;  Dorothee  Solle, 
"Dialectics  of  Enlightenment:  Reflections  of  a European  Theologian",  pp.  79-84; 
Johann  Baptist  Metz,  "Standing  at  the  End  of  the  Eurocentric  Era  of  Christianity:  A 
Catholic  View",  pp.  85-90;  James  Cone,  "Black  Theology:  Its  Origin,  Methodology, 
and  Relationship  to  Third  World  Theologies",  pp.  93-105;  Georges  Casalis, 
"Methodology  for  a West  European  Theology  of  Liberation",  pp.  106-123;  Jim 
Wallis,  "Spirituality  of  Liberation",  pp.  150-153;  Letty  Russell,  "A  First  World 
Perspective",  pp.  206-211;  Ion  Bria,  "An  East  European,  Orthodox  Perspective", 
pp.  212-215. 

5 Como  señalara  Tissa  Balasuriya  de  Sri  Lanka:  "...el  Tercer  Mundo  en  sí 
mismo  presentaba  tanto  desafíos  como  perspectivas  para  una  reorientación  del 
cristianismo  en  los  continentes  euroamericanos"  ("A  Third  World  Perspective", 
DTDW,  p.  199).  Y la  feminista  estadounidense  Letty  Russell  confirmaba:  "Aquellos 
que  veníamos  del  Primer  Mundo  fuimos  los  invitados  de  los  teólogos  del  Tercer 
Mundo.  Ellos  propusieron  la  agenda  y decidieron  cómo  sería  llevada  adelante  e 
interpretada.  No  fuimos  incluidos  en  nuestros  propios  términos,  sino  sobre  los 
términos  de  aquellos  que  estaban  dispuestos  a compartir  parte  de  su  trabajo"  ("A 
First  World  Perspective",  DTDW,  pp.  206s). 

6 Desde  mediados  de  la  década  de  los  ochenta,  los  términos  "Tercer  Mundo"  y 
"Primer  Mundo"  fueron  abandonados  tras  la  "globalización"  de  procesos  y otros 
acontecimientos  que  modificaron  fronteras  culturales  y políticas.  Una  alternativa, 
que  refleja  la  tendencia  básica  de  DTDW  y que  prefiero,  es  el  término  "Norte"  o 
"Norte  global"  (que  incluye  al  rico  y poderoso  en  el  Sur),  y "Sur"  o "Sur  global" 
(que  incluye  al  pobre  y marginado  en  el  Norte).  Sin  embargo,  por  motivos  de 
exactitud  histórica,  en  estas  páginas  he  usado  los  términos  "Tercer  Mundo"  y 
"Primer  Mundo". 


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Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1983 


como  Teología  en  las  Américas  (EE.  UU.)  7,  llevando  adelante 
una  reflexión  sobre  las  coaliciones  intereclesiales  ecuménicas 
en  Canadá  8,  y diálogos  entre  representantes  de  once  países  de 
Europa  9.  Los  participantes  del  Primer  Mundo,  la  mitad  de  los 
ochenta  participantes,  fueron  invitados  por  gran  parte  de  estos 
grupos.  La  agenda  fue  concebida  como  un  diálogo  de  una  semana 
de  duración  "para  determinar  cómo  Dios  está  presente  en  la 
lucha  por  la  entrega  humana  en  medio  de  las  reales  divisiones 
que  afectan  nuestro  mundo..."  (3),  y "profundizar  nuestro 
compromiso  cristiano  de  liberación  total  para  todos  los  pueblos" 
(1). 

Como  preparación  para  la  conferencia,  el  Comité  de 
Planificación  invitó  a cada  participante  a escribir  "una  historia 
de  participación  personal  en  una  lucha  particular,  incluyendo 
lecciones  políticas  y teológicas  extraídas  desde  la  experiencia"  (4). 
Estas  historias  sirvieron  como  medio  de  introducción  personal 
a los  pequeños  grupos,  con  base  en  el  idioma,  que  mezclaban 
participantes  del  Tercer  y el  Primer  Mundo.  Las  historias  ayudaron 
a todos  a apreciar  la  extraordinaria  diversidad  entre  ellos,  los 
variados  contextos  de  donde  venían  y las  diferentes  luchas  en  las 
que  estaban  implicados.  Ellas  sirvieron  además  como  fundamento 
para  ulteriores  esfuerzos  de  profundizar  análisis  sociales  y 
reflexiones  teológicas,  vinculadas  a experiencias  concretas  de 
participantes  concretos,  para  identificar  patrones  más  amplios  y 
características  comunes.  El  plan  incluyó  tiempo  para  la  oración  y 
el  trabajo,  como  dimensiones  orgánicas  de  los  procesos  de  diálogo 
y reflexión  10. 


7 Para  un  informe  sobre  la  conferencia  preparatoria  en  los  EE.  UU.  ver:  "The 
Stories  of  Liberation  Conference:  Their  Meanings  and  Implications  for  Faith  and 
Politics",  en:  TIA  Newsletter  (diciembre,  1982),  pp.  12-15. 

8 En  Canadá,  gracias  a una  iniciativa  significativa  de  organización,  The  Canadian 
Theological  Reflection  Process,  surgieron  discusiones  en  la  preparación  de  la 
conferencia  de  Ginebra;  ver  Christopher  Lind  y Joe  Mihevc  (eds.),  Coalitions  for 
Justice.  Ottawa,  Novalis,  1994. 

9 Ver  Jacques  Van  Nieuwenhove  y Georges  Casalis  (eds.),  Towards  a Dialogue 
with  Third  World  Theologians/Pour  un  Dialogue  avec  des  theologiens  du  tiers  monde. 
Dialogue  with  EATWOT  Coordinating  Committee.  Nijmegen  (Holanda),  1981. 
Documento  sobre  el  simposio  "The  Future  of  Europe:  A Challenge  to  Theology", 
10-14  de  diciembre  de  1981,  Woudschoten,  Zeist,  Holanda. 

10  Para  DTDW,  ver  Don  Prange,  "Liturgies  in  Geneva",  pp.  157-168;  Sun  Ai  Park, 
"The  Wish",  pp.  169-173;  y Elsa  Tamez,  "Letter  to  Job",  pp.  174-176. 


82 


3.  Lagunas,  tensiones, 
interrupciones,  nuevas  direcciones 


Lee  Cormie 


Los  participantes  compartieron  un  compromiso  común 
de  solidaridad  con  los  pueblos  oprimidos  y marginados,  para 
responder  fielmente  al  Espíritu  en  un  mundo  dividido.  Nada  era 
más  importante  que  esto.  No  obstante,  había  muchas  formas  de 
definir  "opresión"  y "liberación"  n,  y muchas  tensiones. 

Participantes.  Algunos  participantes  en  Ginebra  se  sintieron 
decepcionados  porque  las  voces  líderes  de  la  corriente  teológica 
europea  no  estuvieron  presentes  para  ser  confrontadas  y de- 
safiadas 12  (aunque  ellos  habían  mostrado  poco  interés  en  dialo- 
gar o reexaminar  sus  propios  fundamentos,  ¡y  en  muchos  casos 
todavía  no  lo  habían  hecho!) 13. 

Otros 

...expresaron  su  frustración  de  que  este  grupo  del  Primer 
Mundo,  considerados  comprometidos  con  la  teología  de 
liberación  en  sus  países,  parecían  poco  claros  en  el  análisis  de 
sus  sociedades  y no  estaban  listos  para  denunciar  las  estructuras 
de  opresión  14. 

Quién  hace  teología.  Desde  el  principio,  los  organizadores  de  la 
ASETT  pretendieron  involucrar  a gente  de  base,  lo  mismo  que  a 
teólogos  profesionales,  incluyendo  los 

...representantes  de  las  comunidades  cristianas,  pastores  y 
ministros,  hombres  y mujeres,  especialmente  aquellos  que 
luchan  por  la  justicia,  la  transformación  social  y la  liberación  15. 

11  Como  apunta  Virginia  Fabella,  desde  el  comienzo  de  la  ASETT,  "ni  la  pobreza 
ni  la  opresión  constituyeron  un  término  inequívoco"  ("Preface",  Irruption  of  the 
Third  World,  p.  xiv). 

12  Como  relata  Sergio  Torres:  "En  cierto  sentido,  algunos  teólogos  del  Tercer 
Mundo  quedaron  decepcionados  porque  pensaron  que  después  de  los  años  de 
diálogo  y reflexión,  por  su  parte  ellos  estaban  listos  para  enfrentar  a sus  profesores 
tradicionales,  quienes,  sin  embargo,  no  estaban  presentes  en  la  conferencia" 
("Preface",  DTDW,  p.  xiii). 

13  En  lo  concerniente  al  fracaso  de  los  principales  teólogos  estadounidenses 
católicos  para  afrontar  la  cuestión  del  racismo  en  los  EE.  UU.  y en  las  iglesias 
estadounidenses,  y el  surgimiento  de  la  teología  negra,  a partir  de  los  ferméntales 
textos  de  James  Cone,  Black  Theology  and  Black  Power  (1969)  y A Black  Theology  of 
Liberation  (1970),  ver  el  estudio  especial  de  la  revista  Theological  Studies,  64, 4 (2000). 

14  Sergio  Torres,  "Preface",  p.  xiii. 

15  Sergio  Torres,  "Opening  Address",  en:  The  Emergent  Gospel,  p.  4. 


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Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1983 


Los  participantes  en  DTDW,  por  su  parte,  afirmaron  que  "el 
compromiso  es  el  primer  acto  y la  teología  es  el  segundo"  (37); 
que  "el  tema  fundamental  de  la  teología  es  la  comunidad  cristiana 
asistiendo  a la  presencia  inquieta  de  Dios  en  la  historia  y la  cultura 
de  los  oprimidos"  (38);  y,  más  aún,  que  "una  teología  que  surge  de 
las  luchas  de  los  pueblos  rechaza  una  conceptualización  abstracta 
de  Dios  hecha  fuera  de  la  práctica  histórica  de  la  liberación"  (45). 

Aun  así,  algunas  personas  se  sintieron  frustradas  porque 
no  todos  los  participantes  del  Primer  Mundo  eran  teólogos 
graduados,  sino  dirigentes  pastorales  y activistas  sociales. 
Algunos  de  estos  últimos,  a su  vez,  se  sintieron  defraudados  por 
el  carácter  académico  de  algunas  discusiones 16.  Otros,  en  cambio, 
mostraron  preocupación  porque  "algunos  participantes  del  Tercer 
Mundo  no  eran  realmente  liberacionistas,  y que  sólo  una  minoría 
eran  de  las  comunidades  de  base"  17 . 

Discursos  económicos  versus  discursos  culturales  versus  discursos 
religiosos.  Las  grandes  irrupciones  de  los  movimientos  sociales 
en  los  años  sesenta  y setenta  reflejaron  sospechas  cada  vez  más 
profundas  acerca  de  que  las  grandes  desigualdades  no  son 
naturales  ni  regalo  de  Dios,  sino  construidas  socialmente.  Entre 
los  actores  eclesiales  de  base,  estas  ideas  fueron  desarrolladas 
en  términos  de  "males  estructurales"  y "pecados  sociales".  Sin 
embargo,  el  desarrollo  de  nuevas  formas  de  ver  la  realidad  social 
era  complejo  y controvertido;  como  fue  evidente  en  la  ASETT 
desde  el  principio,  "ni  la  pobreza  ni  la  opresión  constituyeron  un 
término  unívoco"  18. 

4.  La  segunda  fase 

La  segunda  fase  de  DTDW  se  dedicó  al  análisis  social  (42). 
El  programa  incluyó  una  mesa  redonda  sobre  la  interrelación 
de  la  opresión  con  el  racismo,  el  sexismo  y el  clasismo  (10-11). 
Las  presentaciones,  no  obstante,  provocaron  insatisfacción 
generalizada.  Muchos  argumentaron  la  necesidad  de  ir  más  allá 
de  "la  aplicación  mecánica  del  análisis  de  clase",  y presionaron 


16  Sergio  Torres,  "Preface",  p.  xii.  En  esta  cuestión,  ¡a  discusión  permanece  abierta 
en  el  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación.  Después  de  Nairobi  (2007)  y Belém 
(2009),  he  oído  a participantes  quejarse  porque  la  conferencia,  por  incluir  a 
muchos  agentes  pastorales  y activistas,  no  era  suficientemente  "teológica",  esto 
es,  sistemática  o académica. 

17  Sergio  Torres,  "Preface",  p.  xii. 

18  Virginia  Fabella,  "Preface",  lrruption  ofthe  Third  World,  op.  cit.,  p.  xiv. 


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Lee  Cormie 


exitosamente  para  cambiar  la  agenda  de  la  conferencia  a fin  de 
tener  más  tiempo  para  abordar  estas  cuestiones. 

Los  participantes  resaltaron  la  importancia  de  ampliar  los 
marcos  sociales  y analíticos  para  incluir  el  racismo  (12)  y,  más 
en  general,  las  dimensiones  culturales  y religiosas  de  orden 
social,  subrayando  que  liberación  nunca  implica  únicamente 
transformación  política  y económica,  sino  también  "renovación 
profunda  cultural  y religiosa"  (19). 

Los  participantes  asiáticos  en  particular,  insistieron  en 
incluir  la  religión  y la  cultura  en  el  trabajo  de  análisis  social  (20), 
y señalaron  que  sus  pueblos  sufrieron  la  dominación  interna 
mucho  antes  de  la  llegada  del  capitalismo,  el  imperialismo  y el 
neocolonialismo  (21). 

Losparticipantesafricanosenfatizaronque/'aunquereconocen 
la  realidad  de  dominación  de  clase  y del  imperialismo  económico, 
lo  que  ellos  consideran  la  peor  forma  de  empobrecimiento  es  la 
pobreza  antropológica"  (22),  es  decir,  el  despojamiento  de  los 
seres  humanos  no  solamente  de  lo  que  tienen,  sino  de  todo  lo 
que  constituye  su  identidad  y esencia  —su  identidad,  historia, 
raíces  étnicas,  idioma,  cultura,  fe,  creatividad,  dignidad,  orgullo, 
ambiciones  y derecho  a hablar  por  sí  mismos. 

Y los  participantes  de  la  conferencia  concluyeron  que  "la 
lucha  contra  el  imperialismo  cultural  es  un  aspecto  intrínseco  de 
todas  las  luchas  de  liberación"  (24). 

Mujeres.  En  la  quinta  conferencia  de  la  ASETT  se  dio  la 
"irrupción  dentro  de  la  irrupción"  19;  la  irrupción  de  las  mujeres 
dentro  de  las  comunidades  oprimidas  y los  movimientos  sociales 
progresistas  se  puso  en  marcha.  Y las  cuestiones  relativas  a las 
mujeres  —más  que  las  diferencias  sobre  dogmas  religiosos,  las 
divergencias  entre  las  denominaciones  o las  visiones  de  la  justicia 
económica—  impulsaron  los  debates  más  explosivos  20.  En 
DTDW,  las  mujeres  fueron  una  significativa  fuerza  que  desafió 
a los  hombres  tanto  del  Tercer  como  a los  del  Primer  Mundo, 
y presionó  para  que  se  hicieran  cambios  en  la  agenda  de  la 
conferencia. 

Reconocieron  que  allí  no  había  una  única  mirada  sexista, 
pero  insistieron  en  que  el  machismo  existía  en  las  sociedades  del 

19  Mercy  Oduyoye,  "Reflections  from  a Third  World  Woman's  Perspective: 
Women's  Experience  and  Liberation  Theologies",  en:  Irruption  ofthe  Third  World, 
p.  247. 

20  Virginia  Fabella,  "Preface",  op.  cit.,  p.  xvi. 


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Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1 983 


Tercer  Mundo  (25).  Reconocieron  de  igual  modo  que  el  feminismo 
del  Primer  Mundo  "a  menudo  no  había  tomado  seriamente  el 
racismo,  la  explotación  de  clases,  y el  imperialismo"  (29),  aunque 
argumentaron  asimismo  que  se  debe  apreciar  las  contribuciones 
de  las  mujeres  del  Primer  Mundo.  Por  último,  insistieron  en  que 
"ni  los  hombres  del  Tercer  Mundo  ni  tampoco  las  mujeres  del 
Primer  Mundo  pueden  determinar  el  programa  de  las  mujeres 
del  Tercer  Mundo"  (27). 

Métodos.  Desde  sus  comienzos,  los  teólogos  en  las  múlti- 
ples líneas  de  la  teología  de  la  liberación  rechazaron  "una 
conceptualización  de  Dios  hecha  fuera  de  la  práctica  histórica  de 
liberación"  (45)  21 . Ellos  fueron  forjando  nuevos  enfoques  críticos, 
pero  también  constructivos,  para  leer  la  Biblia  22  Igualmente 
fueron  pioneros  en  nuevos  enfoques  en  la  cristología,  centrándose 
en  la  interpretación  de  la  práctica  de  Jesús  en  su  contexto  histórico 
concreto  como  la  inspiración  para  el  discipulado  (48),  e insistiendo 
en  que  las  espiritualidades  originadas  constituyen  la  base  de 
teologías  emergentes  23.  Sin  embargo,  reconocieron  que  en  las 
primeras  etapas  en  las  que  se  forjaron  las  nuevas  metodologías 
teológicas,  no  disponían  de  un  "método  desarrollado  plenamente 
para  hacer  teología"  (36). 

Espiritualidad.  Se  dieron  pasos  notables  para  percibir  con  más 
claridad  en  la  perpetuación  de  las  desigualdades,  el  papel  de  ídolos 
como  el  consumismo,  el  libre  mercado,  la  seguridad  nacional,  las 
promesas  de  riqueza,  el  poder,  la  seguridad,  la  libertad,  la  paz  y 
su  cumplimiento  (32).  De  hecho,  los  participantes  caracterizaron 
como  una  espiritualidad  capitalista  el  promover  "individualismo 
agresivo,  hostilidad  hacia  la  tierra,  competencia  implacable, 
disciplina  jerárquica  y elitismo"  (52).  Y en  cambio,  identificaron 
procesos  emergentes  de  una  espiritualidad  alternativa  tras  la 
inspiración  de  Jesús  de  alimentar  "valores  de  desarrollo  humano 
integral,  apertura  a las  necesidades  humanas,  responsabilidad 
social  hacia  la  tierra  y sus  recursos,  cooperación  armoniosa, 
participación  coordinada  y ascetismo"  (52). 


21  Ver  también  James  Cone,  "Black  Theology",  DTDW,  pp.  98-103. 

22  Como  consigna  Sergio  Torres:  "Las  mujeres  impugnaron  en  la  conferencia  el 
empleo  de  la  Biblia  como  un  arma  de  dominación  masculina.  Ellas  se  unieron  a 
los  negros  sudafricanos  que  denunciaron  a los  blancos  en  su  país,  que  apoyan  el 
apartheid  utilizando  selectivamente  algunos  versículos  de  la  Biblia"  ("Preface", 
DTDW,  p.  xviii). 

23  Sergio  Torres,  "Preface",  DTDW,  p.  xviii;  en  el  mismo  volumen  ver  igualmente 
Jim  Wallis,  "Spirituality  of  Liberation". 


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Lee  Cormie 


Otras  tradiciones  religiosas.  Desde  el  principio,  en  especial 
los  teólogos  asiáticos  habían  insistido  en  el  significado  radical 
de  las  otras  tradiciones  religiosas  para  la  teología  cristiana.  Esta 
insistencia  resurgió  en  Ginebra,  con  la  afirmación  de  que  "hay 
otras  fuentes  de  inspiración  y revelación  además  de  las  escrituras 
judeocristianas.  Las  otras  grandes  tradiciones  religiosas  también 
son  fuentes  de  la  revelación"  (51). 

Reformulación  teológica.  La  reformulación  de  los  temas  teoló- 
gicos fue  uno  de  los  principales  objetivos  de  la  conferencia.  Hubo 
numerosas  contribuciones  inspiradoras  a lo  largo  del  camino. 
En  general,  sin  embargo,  había  demasiados  temas,  perspectivas 
y cuestiones  sin  resolver;  y con  muy  poco  tiempo.  Al  final,  los 
participantes  reconocieron  que  no  podían  "realizar  esta  tarea  de 
manera  sistemática"  (44). 


5.  Espíritu  compartido 

Al  final  de  la  peregrinación  semanal  de  los  desafíos,  todos  los 
participantes  fueron  más  profundamente  conscientes  de  la  gran 
diversidad  entre  ellos,  de  las  continuas  tensiones  y "la  incompleta 
y fragmentada  naturaleza..."  de  nuestros  esfuerzos  (59).  Pero 
también  afirmaron  estar  profundamente  conmovidos  por  las 
historias  que  "se  mantendrán  en  nuestras  memorias  y en  nuestras 
lenguas,  recordándonos  las  experiencias  vividas  de  sufrimiento 
y gracia  que  nos  juntaron  en  primer  lugar".  Y esperaban  "tener 
futuras  oportunidades  para  continuar  lo  que  comenzamos  en 
Ginebra"  (59). 

6.  Legado 

En  muchos  aspectos  relevantes,  las  sensibilidades,  las 
ideas  y los  compromisos  articulados  en  DTDW  siguen  siendo 
fundamentales  hoy.  Con  todo,  en  los  años  intermedios  los  mo- 
vimientos sociales  progresistas  y sus  partidarios  han  experi- 
mentado numerosos  ensayos  y tribulaciones,  derrotas  y resurrec- 
ciones. Ellos,  sus  partidarios  y herederos,  han  enfrentado  "irrup- 
ciones dentro  de  la  irrupción",  muchas  voces  más  recientes,  como 
las  indígenas  y la  voz  de  la  tierra,  muchos  nuevos  desafíos  a la 
conversión. 


87 


Diálogo  Norte-Sur,  Ginebra  1983 


Por  otra  parte,  el  aluvión  del  desarrollo  de  conocimientos, 
tecnologías,  modos  de  organización  social,  está  ampliando  enor- 
memente las  escalas  de  la  agencia  humana,  desde  la  nanoescala  a 
toda  la  civilización  planetaria,  evolutiva,  quizás  incluso  a escalas 
cósmicas.  Y otra  vez,  hay  un  sentido  creciente  de  que  el  mundo  está 
atrapado  en  un  kairós.  Una  vez  más,  las  tradiciones  establecidas 
del  conocimiento  —tanto  en  las  ciencias  naturales  como  en  las 
sociales—  se  hallan  en  crisis  y se  reabren  las  preguntas  clásicas 
en  el  corazón  de  las  tradiciones  religiosas,  filosóficas  y científicas, 
concernientes  a la  creación,  la  naturaleza  humana  y el  destino 
humano. 

Nuevamente  nos  encontramos  atrapados  en  la  cuestión 
de  hallar  nuevas  maneras  de  leer  los  signos  de  los  tiempos,  ha- 
ciendo teología  —en  la  que  la  diversidad,  no  sólo  de  voces  y 
problemas,  sino  de  puntos  de  vista,  tradiciones  de  conocimiento 
y epistemologías,  es  central—  y buscando  nuevos  modos  de 
articular  las  buenas  noticias  con  la  esperanza  de  que  "otro  mundo 
es  posible". 

Una  vez  más  existen  muchos  signos  de  esperanza,  princi- 
palmente en  las  búsquedas  de  nuevas  formas  de  concebir  la 
unidad  (como  pluricultural  y plurirreligiosa)  y "una  nueva  forma 
de  hacer  política"  (simbolizada  sobre  todo  en  la  redes  y reuniones 
asociadas  al  Foro  Social  Mundial)  24. 

Y otra  vez  el  diálogo  que  reduce  las  distancias  tradicionales  y 
las  fronteras  entre  el  Sur  y el  Norte  globales,  tendiendo  la  mano  a 
unos  y a otros  en  la  solidaridad  y colaboración  en  la  práctica,  sigue 
siendo  "un  rayo  de  esperanza  en  un  mundo  oscuro  y dividido" 
(59). 


Traducción  del  inglés:  SylviaAlsina 


24  Ver  Chico  Whitaker,  A New  Way  ofChanging  the  World.  Nairobi,  Consejo  Mundial 
de  Iglesias,  2007. 


88 


Márcio  Fabri  dos  Anjos 


Un  libro  de  aportes  al  Sínodo 
de  Obispos,  2001. 
Obispos  para  la  esperanza 

del  mundo 

Márcio  Fabri  dos  Anjos  * 


El  inicio  del  siglo  XXI  está  marcado  por  la  emoción  de 
comenzar  un  nuevo  milenio.  Pero  va  mucho  más  allá;  esta  nueva 
época  está  caracterizada  por  profundos  cambios  que  afectan  al 
conjunto  de  la  vida  humana  y ambiental.  Trae  consigo  signos  y 
promesas  de  transformaciones  radicales  en  la  forma  de  ser,  de 
vivir,  de  comprender.  ¿Cómo  será  el  futuro  en  este  nuevo  milenio? 
¿Qué  esperanzas  de  vida  podemos  tener? 

Una  gran  variedad  de  esperanzas  nace  de  los  avances  tec- 
nológicos, que  modifican  y amplían  los  recursos  de  producción  de 
la  vida.  Sin  embargo,  ¿qué  se  puede  realmente  esperar  cuando  se 


* Sacerdote  redentorista,  nacido  en  Brasil.  Licenciado  en  Filosofía  y doctorado  en 
Teología  de  la  Pontificia  Universidad  Gregoriana  de  Roma.  Es  profesor  de  Teología 
en  Sao  Paulo;  docente  de  posgrado  en  bioética  en  la  Universidad  San  Camilo 
de  Sao  Paulo;  profesor  orientador  de  doctorado  de  la  Academia  Alfonsiana,  en 
la  Pontificia  Universidad  Lateranense  en  Roma.  Desde  hace  muchos  años  es 
miembro  de  Amerindia. 


89 


Un  libro  de  aportes  al  Sínodo  de  Obispos,  2001 


observa  que,  junto  con  las  posibilidades  muy  reales  de  calidad  de 
vida,  de  comunicación,  de  realización  de  los  anhelos  personales 
y de  la  comunidad,  en  las  relaciones  humanas  y ambientales 
persisten  gigantescas  desigualdades  y formas  de  exclusión?  ¿Con 
qué  sentidos  y significados  construimos  la  vida?  ¿De  qué  modo 
somos  seres  humanos,  con  qué  referencias  conducimos  nuestras 
relaciones,  nuestra  vida  social  y ambiental?  ¿Qué  horizonte  de 
esperanza  deseamos  para  la  humanidad? 

En  este  contexto  cabe  muy  bien  la  pregunta  acerca  de  la 
contribución  que  las  comunidades  cristianas  pueden  realizar  a la 
esperanza  del  mundo.  Y dentro  de  esta  gran  interrogante,  aparece 
la  pregunta  sobre  la  contribución  de  nuestros  obispos  para  que 
esta  esperanza  sea  consistente.  De  esta  manera,  el  papa  Juan  Pablo 
II  convocó  muy  apropiadamente  para  el  año  2001  la  Asamblea 
General  del  Sínodo  de  Obispos  con  el  tema:  "El  obispo,  servidor 
del  evangelio  de  Jesucristo  para  la  esperanza  del  mundo"  1. 

Amerindia  no  podía  dejar  de  contribuir  con  un  acontecimiento 
tan  importante,  y procuró  encontrar  el  mejor  modo  de  sumarse 
a este  esfuerzo  de  la  Iglesia.  Resultó  la  idea  de  publicar  un 
libro  que  fuese  ofrecido  particularmente  a los  propios  obispos, 
con  subsidios  para  la  revisión  y fundamentación  de  la  figura  y 
misión  episcopales  en  la  Iglesia  y en  el  mundo  actual.  En  nombre 
de  Amerindia  recibimos  el  encargo  de  organizar  esta  obra,  y la 
idea  fue  realizada  con  éxito.  Se  editó  en  español  2,  portugués  3 e 
italiano  4,  con  excelente  recepción. 

Como  punto  de  partida  para  el  estudio  se  tomó  una 
afirmación  del  Concilio  Vaticano  II  que  propone  la  Iglesia  como 
"un  sacramento  o signo  y un  instrumento  de  la  íntima  unión  con 
Dios  y de  la  unidad  de  todo  el  género  humano"  5;  una  Iglesia,  por 
lo  tanto,  que  no  existe  para  sí  misma,  sino  que  se  coloca  al  servicio 
de  la  humanidad,  en  sus  formas  concretas  de  ser,  sus  recursos 
y problemas.  De  la  misma  manera,  la  misión  de  los  obispos  no 


1 Décima  Asamblea  General  Ordinaria  de  los  Obispos,  convocada  por  el  papa  Juan 
Pablo  II  en  Roma,  en  el  año  2001. 

2 Márcio  Fabri  dos  Anjos  (org.).  Obispos  para  la  esperanza  del  mundo:  una  lectura 
crítica  sobre  los  caminos  de  la  Iglesia.  Bogotá,  Ed.  Paulinas,  2000,  360  pp.  (ISBN  958- 
669-253-1). 

3 Márcio  Fabri  dos  Anjos  (org.),  Bispos  para  a esperanza  do  mundo:  urna  leitura  crítica 
sobre  caminhos  de  Igreja.  Sao  Paulo,  Ed.  Paulinas,  2000, 336  pp.  (ISBN  85-356-0666-1). 

4 Márcio  Fabri  dos  Anjos  (org.),  Vescovi  per  la  speranza  del  mondo.  Bologna,  Ed. 
Dehoniane,  2001,  248  pp.  (ISBN  88.10.40561-7). 

5 Lumen  gentium,  No.  1. 


90 


Márcio  Fabri  dos  Arijos 


se  restringe  al  interior  de  la  Iglesia,  sino  se  acerca  a las  grandes 
preguntas  que  el  mundo  enfrenta  y entre  las  cuales  busca  caminos 
de  dignidad  y paz. 

El  papa  Juan  Pablo  II,  en  la  encíclica  Ut  unum  sint  (1995), 
había  presentado  con  mucho  coraje  varios  desafíos  derivados 
del  diálogo  ecuménico,  y tuvo  la  valentía  de  preguntar  de  qué 
manera  el  propio  primado  pontificio  podría  estar  abierto  a la 
"nueva  situación"  del  mundo  y las  Iglesias.  Convocaba  a "todos 
los  pastores  y teólogos"  para  que,  bajo  la  luz  del  Espíritu  Santo, 
pudiesen  buscar  "formas  en  las  cuales  este  ministerio  pueda 
realizar  un  servicio  de  amor  reconocido  por  unos  y otros"  6.  Con 
el  tema  del  sínodo,  el  Papa  sugería  la  búsqueda  de  formas  para 
que  el  servicio  de  amor  implícito  en  la  misión  episcopal  pudiese 
presentarse  asimismo  de  manera  renovada  como  esperanza  para  el 
mundo. 

Sería  imposible  tratar  todos  los  importantes  temas  que 
derivan  de  un  desafío  tan  grande.  Además,  de  acuerdo  con  los 
métodos  de  Amerindia,  se  consideró  que  las  percepciones  sobre 
el  tema  podrían  enriquecerse  mucho  con  la  contribución  de 
diferentes  voces,  incluyendo  particularmente  a mujeres  y laicos, 
a partir  de  sus  diversos  contextos  sociales  y eclesiales.  Pues  sería 
interesante  recoger  las  esperanzas  del  pueblo  de  Dios  acerca  de  cómo 
nuestros  obispos  pueden  ser  esperanza  para  el  mundo.  Pero  por 
otro  lado,  las  coyunturas  parecían  sugerir  la  conveniencia  de  un 
estudio  más  académico,  por  medio  del  cual  los  obispos  pudiesen 
rever  los  fundamentos  de  su  misión  episcopal.  Esta  fue  la  opción 
asumida,  aunque  no  haya  sido  fácil  tomar  tal  decisión.  Se  hicieron 
numerosos  contactos  en  el  ámbito  internacional,  en  la  búsqueda 
de  personas  especializadas  que  pudiesen  colaborar. 


1.  Un  sondeo  sobre  su  origen 

Los  estudios  publicados  por  Amerindia  en  este  libro  comienzan 
por  el  origen  y la  evolución  del  episcopado  en  la  vida  de  la  Iglesia. 
José  Comblin  7 sitúa  el  origen  de  los  obispos  entre  cuatro  grupos  o 
figuras  eclesiales:  los  apóstoles  y sus  colaboradores;  los  profetas  y 
doctores;  los  dirigentes  de  comunidades;  los  presbíteros.  El  obispo 


6 Juan  Pablo  II,  Ut  unum  sint,  No.  95. 

7 "Origen  y figura  del  obispo  en  la  tradición  eclesial",  en:  Obispos  para  la  esperanza. . ., 
op.  cit.,  pp.  29-80. 


91 


Un  libro  de  aportes  al  Sínodo  de  Obispos,  2001 


se  habría  originado  de  este  último  grupo,  como  un  liderazgo 
creciente  entre  los  presbíteros,  no  obstante  es  oscuro  y variable 
cómo  esto  sucedió  en  las  iglesias  de  los  primeros  siglos.  Su  figura 
aparece  más  clara  desde  el  momento  en  el  cual  el  cristianismo  es 
reconocido  por  el  Imperio  Romano.  Es  entonces  que  el  obispo  se 
transforma  en  un  personaje  de  importancia  en  el  Imperio:  goza 
de  privilegios  e inmunidades;  es  una  figura  de  poder,  recurso 
de  los  pobres  en  su  miseria  y hasta  defensor  de  la  misma  ciudad 
contra  los  invasores.  La  unidad  de  la  Iglesia  era  en  gran  parte 
incumbencia  de  los  emperadores,  quienes  se  encargaban  inclusive 
de  la  aplicación  de  los  decretos  conciliares.  Esta  base  eclesial, 
social  y política  de  la  figura  del  obispo  evoluciona  a lo  largo  de 
los  siglos,  pero  ofrece  una  sugestiva  idea  acerca  de  sus  primeras 
situaciones. 

Las  distintas  tradiciones  eclesiales  sobre  el  episcopado 
fueron  estudiadas  por  Jean  Marie  Roger  Tillard  8 en  un  texto 
que  quizá  haya  sido  el  último  que  este  autor  escribió  en  su  vida. 
Estudia  las  fuentes  bíblicas  y patrísticas,  para  luego  comparar 
las  características  con  las  que  las  iglesias  de  Oriente  y Occidente 
interpretan  la  figura  del  obispo.  Analiza  asimismo  las  atribuciones 
que  derivan  de  la  Reforma,  del  anglicanismo  y de  los  Católicos 
viejos.  Muestra  cómo  tal  diversidad  de  tradiciones  puede  ser 
fecunda  para  repensarse  y considerar  al  episcopado  en  nuestros 
tiempos. 


2.  Formas  de  comunión  y participación 

La  unión  es  fundamental  para  la  Iglesia,  sin  embargo  ella 
se  entrelaza  necesariamente  con  la  participación.  Se  abren  aquí 
varias  cuestiones.  Hervé  Legrand  9 comienza  por  los  límites 
del  concepto  de  colegialidad  elaborado  por  el  Concilio  Vaticano 
II,  en  el  capítulo  II  de  la  Lumen  gentium.  Para  la  colegialidad 
se  proponía  la  descentralización,  con  sus  frutos  pastorales  y 
ecuménicos,  volviendo  más  clara  la  comunión  de  las  iglesias.  Fue 
un  paso  fundamental,  con  todo,  tuvo  sus  límites:  favoreció  cierta 
fractura  entre  el  colegio  de  los  obispos  y la  comunión  de  las  iglesias, 
principalmente  porque  el  colegio  es  concebido  como  un  "grupo 


8 "Las  diversas  fases  del  episcopado",  en:  Ibid.,  pp.  81-138. 

9 "El  ministerio  del  Papa:  primado  y colegialidad  en  el  Vaticano  II",  en:  Ibid.,  pp. 


107-138. 


92 


Márcio  Fabri  dos  Anjos 


de  personas  que  tienen  el  poder  sobre  la  Iglesia  universal, 
prescindiendo  de  la  comunión  de  las  iglesias  entre  sí";  la 
colegialidad  se  colocaba  en  un  "esquema  binario"  Papa-obispos, 
y dejaba  en  segundo  plano  la  participación  de  los  otros  sujetos 
que  integran  la  realidad  de  la  Iglesia;  y además  porque  al  final  el 
colegio  como  tal  es  "declarado  sin  poder",  a menos  que  esté  con  su 
jefe.  Legrand  propone  el  desarrollo  de  una  "teología  de  las  Iglesias 
regionales,  que  permita  desarrollar  una  concepción  ternaria  de  la 
comunión:  Papa  - Iglesias  regionales  - obispos",  superando  así  el 
binomio  primado  - colegialidad.  Las  agudas  observaciones  del 
autor  ofrecen  un  serio  material  de  reflexión.  Rescata  inclusive  las 
implicaciones  ecuménicas  del  tema  y los  aspectos  participativos 
de  toda  la  Iglesia,  concluyendo  que  "la  colegialidad  no  puede  ser 
una  cuestión  solamente  de  los  obispos". 

Acerca  de  la  sinodalidad,  Giuseppe  Alberigo  10  la  define  según 
el  Concilio  como  búsqueda  de  "comunión  entre  las  diversas 
comunidades  locales,  más  que  como  una  gran  organización 
unitaria  de  dimensiones  mundiales".  El  reconocimiento  de  la 
diversidad  de  las  iglesias  sería  una  riqueza  y no  una  amenaza  para  la 
unidad;  las  conferencias  episcopales  serían  expresiones  sinodales 
de  valor,  junto  con  otras  locales,  inclusive  la  experiencia  de  las 
comunidades  eclesiales  de  base.  El  principio  de  la  subsidiariedad 
debería  ser  desarrollado  para  superar  el  monocentrismo,  el 
monoculturalismo  y la  dicotomía  entre  historia  y vida  de  Iglesia. 

La  delicada  cuestión  sobre  nuevas  formas  posibles  para 
el  primado  del  Papa  en  nuestros  tiempos,  también  fue  tratada. 
Antonio  Acerbi*  11  asume  el  clima  propicio  creado  por  Juan  Pablo 
II  en  la  encíclica  Ut  unum  sint,  para  examinar  el  carácter  absoluto 
de  la  autoridad  papal.  ¿Habrá  alternativas  en  este  punto?  El 
asunto  es  denso  y delicado  para  ser  resumido.  El  autor  resalta, 
entre  otros  aspectos,  la  comunión  de  las  iglesias  como  el  gran 
desafío  del  ministerio  papal,  al  servicio  de  la  cual  se  pone  el  pleno 
poder,  que  no  sería  la  tónica  del  ministerio,  sino  se  ejercería  como 
excepción  en  la  medida  en  que  fuera  necesaria  una  autoridad  por 
encima  de  las  partes  en  litigio. 


10  "La  sinodalidad  después  del  Vaticano  II",  en:  Ibid.,  pp.  139-159. 

11  "Para  una  nueva  forma  del  ministerio  petrino",  en:  Ibid.,  pp.  161-21Q. 


93 


Un  libro  de  aportes  al  Sínodo  de  Obispos,  2001 

3.  El  desafío  de  la  amplia  participación  eclesial 

La  vida  de  la  Iglesia  obviamente  no  se  reduce  a los  obispos. 
Pero,  ¿cómo  vivir  relaciones  de  hecho  participativas  en  la  vida 
de  la  Iglesia?  Alberto  Antoniazzi  12  analiza  el  concepto  de 
participación  en  el  contexto  cultural  moderno  y muestra  cómo  el 
Concilio  recomienda  la  amplia  participación  en  la  Iglesia  y en  la 
sociedad,  en  particular  al  considerar  relaciones  del  pueblo  de  Dios. 

No  obstante,  todavía  estamos  a medio  camino  para  tomar 
efectiva  tal  participación  eclesial,  superando  formas  de  concen- 
tración del  poder  en  la  Iglesia.  Este  desafío  adquiere  tonos 
específicos  al  tratarse  de  los  laicos  y,  además,  de  las  mujeres  en 
la  vida  de  la  Iglesia.  María  Clara  Bingemer  y Joáo  Batista  Libánio 
estudian  los  fundamentos  teológicos  de  este  asunto  y delinean 
propuestas  para  nuevos  paradigmas  de  relaciones  participativas. 

Aún  más  especifica  es  la  cuestión  de  la  participación  en  la 
elección  de  los  obispos  y del  Papa.  Casiano  Floristán  sintetiza 
la  historia  de  las  formas  eleccionarias  en  este  asunto  y examina 
las  razones  del  actual  sistema  centralizado.  Propone,  finalmente, 
una  participación  de  las  Iglesias  locales  y de  las  conferencias 
episcopales,  con  mayor  protagonismo  en  todo  el  proceso  de 
elección  de  los  obispos  y del  Papa. 


4.  Signo  y testimonio  de  la  esperanza 

Del  modo  más  directo  se  plantea  ahora  cómo  los  obispos 
pueden  ser  esperanza  para  el  mundo.  Roberto  Benedetti  13  resalta 
en  primer  lugar  el  peso  simbólico  de  la  figura  episcopal,  con 
su  papel  religioso  y político  a través  de  la  historia.  Igualmente 
anota  la  ambigüedad  de  que  se  vuelva  un  simple  administrador, 
abdicando  de  su  misión  profética,  o reduciéndose  a domesticar  el 
profetismo.  Propone  naturalmente  como  ideal  el  vigor  profético 
de  Jesús,  vivido  por  tantos  obispos  en  la  tradición  patrística.  Esta 
tradición  es  analizada  por  Enrique  Dussel  14  en  la  actuación  de 
varios  obispos  en  favor  de  los  pueblos  indígenas  en  América 


12  “Estructuras  de  participación  en  las  Iglesias  locales",  en:  Ibid.,  pp.  211-258. 

13  "El  obispo  como  símbolo",  en:  Ibid.,  pp.  297-308. 

14  "Una  gesta  episcopal  olvidada  (Obispos  hispanoamericanos  del  siglo  XVI)",  en: 
Ibid.,  pp.  309-318. 


94 


Márrio  Fabri  dos  Arijos 

Latina  y el  Caribe,  en  los  tiempos  de  la  colonización.  Un  testimonio 
profético  rodeado  de  coraje  y creatividad,  en  medio  de  una  gran 
carencia  de  recursos. 

En  los  tiempos  actuales,  la  voz  de  algunos  obispos  permite 
entender  más  concretamente  cómo  pueden  ellos  ser  signo  y 
testimonio  de  la  esperanza  en  el  mundo.  El  cardenal  Paulo  Evaristo 
Ams  15,  en  un  texto  breve,  expone  algo  de  su  experiencia  como 
pastor  en  una  enorme  ciudad.  Sus  palabras  poseen  la  autoridad 
de  su  testimonio  por  la  defensa  de  los  sin  justicia  en  los  largos 
años  de  dictadura  en  Brasil. 

Don  Julio  Cabrera  Ovalle  16,  obispo  de  Santa  Cruz  de  El 
Quiché,  en  Guatemala,  también  en  un  contexto  político,  describe 
la  reconstrucción  de  una  diócesis  después  de  violentos  ataques 
contra  la  Iglesia  y sus  miembros.  Bajo  regímenes  militares,  su 
diócesis  experimentó  la  intimidación  y muerte  de  sacerdotes, 
catequistas,  religiosas,  laicos  y laicas,  y culminó  años  después 
con  el  asesinato  del  propio  obispo  Juan  Gerardi.  En  medio  de  tal 
situación  de  violencia  se  ubica  la  misión  del  obispo  de  animar  al 
Pueblo  de  Dios  a levantar  la  cabeza  y experimentar  la  esperanza 
mayor  que  viene  del  evangelio. 

Como  un  amplio  cuadro  de  la  misión  episcopal  en  el  mundo, 
Pedro  Acevedo  17  recoge  algunas  intervenciones  de  los  propios 
obispos  en  las  Asambleas  del  Sínodo  de  Africa  (1994),  de  América 
(1997)  y de  Asia  (1998).  Muchos  obispos  reconocen  que  la  realidad 
sociocultural  hace  urgente  la  necesidad  de  la  Iglesia  de  rever  su 
organización,  sus  métodos,  sus  prioridades  pastorales,  para  que 
su  acción  sea  más  transparente  como  servicio  de  esperanza  para 
el  mundo. 

Traducción  del  portugués:  Sylvia  Alsina 


15  "Breve  testimonio  de  obispo",  en:  Ibid.,  pp.  319-324. 

16  "Testimonio  martirial  de  la  Diócesis  de  Santa  Cruz  del  Quiché  (Guatemala)", 
en:  Ibid.,  pp.  325-342. 

17  "El  obispo  en  los  sínodos  especiales  de  Africa,  América  y Asia",  en:  Ibid.,  pp. 
343-359. 


95 


Luiz  Carlos  Susin 


Foro  Social  Mundial,  2001-2009. 
Rumbo  a un  nuevo  paradigma 

Luiz  Carlos  Susin  * 


El  origen  del  Foro  Social  Mundial  (FSM)  es  —digamos  en 
términos  hegelianos—  "dialéctico":  antes  imperaba  soberano  el 
Foro  Económico  Mundial.  En  ese  foro,  que  se  realizaba  desde 
la  década  de  los  setenta  del  siglo  pasado,  pontificaba  la  elite 
mundial  que  proyectó  y después  orquestó  el  neoliberalismo, 
cuyo  dogma  central  fue  la  liberalización  del  mercado,  con  la 
desregulación  —de  la  economía,  las  leyes  laborales,  el  propio 
Estado—  y conjuntamente  la  privatización  de  las  empresas 
estatales,  el  debilitamiento"  del  Estado.  Fue  la  experiencia  más 
exacerbada  de  la  creencia  en  la  autorregulación  del  mercado, 
en  su  capacidad  soteriológica  y pneumatológica,  con  su  mano 
invisible  conduciendo  la  relación  de  oferta  y demanda  de  bienes 
de  todo  tipo,  incluso  educacionales  y espirituales,  con  su  sed 
de  libertad  sin  fronteras  — transnacionalmente— ; y así  se  creyó 
resolver  de  manera  definitiva  los  problemas  humanos  por  medio 
del  mercado. 

* Graduado  en  Teología  y Filosofía  en  su  país,  Brasil,  obtuvo  una  maestría  y un 
doctorado  en  Teología  en  la  Pontificia  Universidad  Gregoriana  de  Roma.  Es 
profesor  de  la  Pontificia  Universidad  Católica  de  Rio  Grande  do  Sul.  Integra  el 
Comité  de  Redacción  de  la  revista  Cortcilium,  y el  Equipo  de  Reflexión  Teológica 
de  la  Conferencia  Nacional  de  Obispos  de  Brasil.  Es  además  el  secretario  ejecutivo 
del  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación. 


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Foro  Social  Mundial,  2001-2009 


Ese  impulso  global,  al  ser  establecido  por  líderes  políticos 
importantes,  como  la  primera  ministra  inglesa  Margaret  Thatcher 
y el  presidente  estadounidense  Ronald  Reagan,  coincidió  con  la 
decadencia  del  mundo  comunista  en  dar  razón  al  neoliberalismo 
y con  las  posibilidades  de  globalización  abiertas  por  las  nuevas 
tecnologías  de  información  y comunicación.  Entre  la  caída  del 
muro  de  Berlín  y la  de  las  Torres  Gemelas  de  Nueva  York,  el  Foro 
Económico  Mundial,  de  la  elite  neoliberal,  cantó  con  tono  solemne 
y arrogante  el  triunfo  del  camino  único,  del  pensamiento  único, 
del  modelo  único,  inclusive  del  "fin  de  la  historia";  al  menos  de  la 
historia  dramática  de  los  grandes  bloques  opuestos,  de  las  luchas 
por  la  hegemonía  mundial,  de  las  guerras  calientes  o frías  a escala 
mundial.  O sea,  el  fin  de  la  historia  "de  los  otros". 

Había,  en  verdad,  una  hipocresía,  una  mentira,  en  el  fondo 
de  este  movimiento  económico  y político  neoliberal:  las  fronteras 
que  debían  abrirse  eran  las  "de  los  otros",  pues  sobre  todo  las 
economías  de  los  EE.  UU.  y Europa  continuaban  protegiendo 
celosamente  las  suyas.  La  privatización  previa  a la  expansión  de 
las  grandes  empresas  y del  capital  financiero  en  la  economías  "de 
los  otros".  Es  decir,  se  trataba  de  un  gran  plan  de  depredación 
y acumulación  jamás  posible  antes.  La  era  Bush  en  los  EE.  UU., 
de  poca  sagacidad  política,  dejó  ver  hasta  qué  punto  el  Estado 
venía  siendo  sometido  y manipulado  por  intereses  económicos 
de  grupos  privados  en  esa  depredación  y concentración  globales. 

Si  la  primera  crisis  visible  vino  de  afuera,  de  la  rebeldía  y el 
terrorismo  de  los  humillados  que  derrumbaron  trágicamente  las 
Torres  Gemelas,  el  tiro  de  gracia  acaba  de  venir  "de  adentro",  de 
la  caída  de  un  castillo  de  naipes  o del  pinchazo  de  una  burbuja 
en  la  acumulación  financiera,  donde  la  economía  de  papel  —la 
burbuja—  se  volvió  más  grande  que  la  economía  real:  la  crisis 
de  grandes  bancos,  y después  de  grandes  empresas,  símbolos 
del  capitalismo,  que  terminó  generalizando  la  pérdida  de  casas 
y empleos  para  mucha  gente  embarcada  en  sus  planes.  Los  que 
dijeron  "no"  al  Estado  proveedor  prescribieron  ahora  el  socorro 
del  Estado,  y éste  fue  generoso  como  nunca  se  había  visto  antes. 


1.  El  surgimiento  de  alternativas 

Esta  crisis,  cuyo  estallido  se  dio  en  octubre  de  2008,  en  verdad 
no  sorprendió  mucho.  No  a los  organizadores  y participantes  del 
"otro"  foro,  el  FSM.  No  necesitó  la  caída  de  las  Torres  Gemelas 


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Luiz  Carlos  Susin 


o la  crisis  de  los  grandes  bancos  y empresas,  para  que  hubiese 
una  reacción  o búsqueda  de  alternativas  a la  globalización.  El 
siglo  XX  no  terminó  solamente  con  un  saldo  trágico  de  guerras 
y crisis  generalizadas,  como  fue  analizado  por  el  sociólogo 
Eric  Hobsbawm  en  La  era  de  los  extremos.  El  siglo  XX  conoció 
tres  importantes  revoluciones:  científica,  feminista  y ecológica. 
Más  allá  de  eso,  conoció  el  proceso  lento,  pero  progresivo,  de 
descolonización,  de  afirmación  de  culturas  regionales  y étnicas, 
y de  tomas  de  iniciativas  no  gubernamentales  cada  vez  más 
variadas,  el  "tercer  sector"  más  allá  del  Estado  y el  mercado,  en 
fin,  las  organizaciones  y los  movimientos  de  la  sociedad  civil. 

Movimientos  sociales  y organizaciones  no  gubernamentales 
(ONG),  instituciones  de  carácter  civil  en  la  línea  de  la  promoción 
social,  dando  prioridad  a lo  social  sobre  lo  económico,  posibilitaron 
un  panorama  más  matizado  y plural,  más  creativo  e inspirador. 
Algunos  intelectuales  y políticos  de  ambos  lados  del  Atlántico 
y de  los  dos  hemisferios  del  planeta  se  reunieron  entonces  para 
encender  la  llama  y comenzar  un  Foro  Social,  alternativo  al  Foro 
Económico  Mundial  de  Davos.  El  primer  FSM  se  realizó  en  2001, 
en  Porto  Alegre,  Brasil,  en  la  misma  fecha  en  la  que  se  realizaba  el 
de  Davos,  justamente  para  marcar  el  contrapunto,  la  alternativa  1. 

Hubo  un  crecimiento  impresionante  del  foro,  que  obligó 
asimismo  a una  continua  reorganización:  10.000  participantes 
en  2001,  50.000  al  año  siguiente,  100.000  en  2003.  Hasta  el  año 
2005,  el  número  de  participantes  continuó  aumentando,  en  una 
experiencia  de  "caos  creativo".  Es  lo  que  podemos  llamar  un 
nuevo  paradigma  social. 


1 Así,  se  puede  leer  la  autodefinición  del  FSM  en  su  página  web:  "El  Foro  Social 
Mundial  es  un  espado  de  debate  democrático  de  ideas,  profundizarión  de  la 
reflexión,  formularión  de  propuestas,  cambio  de  experiendas  y articularión  de 
movimientos  sodales,  redes,  ONG  y otras  organizadones  de  la  sodedad  dvil  que 
se  oponen  al  neoliberalismo  y al  dominio  del  mundo  por  el  capital  y por  cualquier 
forma  de  imperialismo.  Después  del  primer  encuentro  mundial,  realizado  en  2001, 
se  configuró  como  un  proceso  mundial  permanente  de  búsqueda  y construcdón 
de  alternativas  políticas  neoliberales.  Esta  definidón  está  en  la  Carta  de  Prindpios, 
prindpal  documento  del  FSM.  El  Foro  Sodal  Mundial  se  caracteriza  también 
por  la  pluralidad  y por  la  diversidad,  teniendo  un  carácter  no  confesional,  no 
gubernamental  y no  partidario.  El  se  propone  farilitar  la  articularión,  de  forma 
descentralizada  y en  red,  de  entidades  y movimientos  comprometidos  en  acdones 
concretas,  del  nivel  local  al  intemadonal,  por  la  construcdón  de  otro  mundo, 
pero  no  pretende  ser  una  instanda  representativa  de  la  sociedad  dvil  mundial. 
El  Foro  Sodal  Mundial  no  es  una  entidad  ni  una  organizadón"  (Cf.  www. 
forumsocidmundial.org.br  - acceso  04.08.2009). 


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Foro  Social  Mundial,  2001-2009 


2.  El  caos  creativo  y el  nuevo  paradigma 

La  nueva  física  puede  ayudar  a entender  lo  que  se  experimenta 
en  los  acontecimientos  en  tomo  al  FSM.  Una  de  sus  características 
es  su  capacidad  de  agregación  y conspiración.  La  última  edición 
del  foro,  en  Belém  do  Pará,  en  el  portal  de  la  Amazonia,  es 
ilustrativa:  el  número  de  participantes,  especialmente  de  jóvenes, 
de  universitarios  y del  pueblo  de  la  región,  sorprendió  de  nuevo. 

Así  también  el  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  que 
se  suma  con  otros  foros  específicos  al  lugar  y la  fecha  del  FSM, 
preparado  para  un  máximo  de  400  personas,  tuvo  1.300  inscritos: 
triplicó  la  expectativa.  Eso,  es  evidente,  repercute  en  un  comienzo 
caótico  del  encuentro.  Con  todo,  una  de  las  lecciones  de  sabiduría 
popular  de  la  región,  afectada  fuertemente  por  las  mareas  en  el 
delta  del  Amazonas,  es  que  "cuando  la  marea  sube,  el  barco  parte". 
Esto  es,  para  el  suspiro  aliviado  de  los  organizadores,  acontecía  el 
milagro  del  surgimiento  de  organización  a partir  de  las  energías 
concentradas  en  el  caos.  Porque  hay  conspiración  de  energía  e 
ideas  creativas,  disponibilidad  y paciencia,  voluntad  de  crear, 
actuar,  tomar  la  palabra  y comunicar  —la  organización,  aun  siendo 
compleja,  emerge—.  Eso  corresponde  al  nuevo  paradigma  de  la 
ciencia  respecto  de  la  realidad  y el  funcionamiento.  En  términos 
sociales,  se  trata  del  ejercicio  de  la  democracia  participativa,  el 
empoderamiento,  bien  definido  por  Harina  Arendt:  "Poder  es  la 
capacidad  de  acción  en  conjunto". 

Este  paradigma,  en  términos  de  ejercicio  de  la  sociabilidad, 
toma  obsoleto  y disfuncional  el  paradigma  mecanicista  y dualista 
de  las  relaciones  sociales  que  sigue  el  dicho:  "quien  tiene  el  poder 
manda,  y quien  tiene  el  deber  obedece",  o,  dicho  de  otro  modo, 
"manda  quien  puede  y obedece  quien  debe".  Tal  paradigma  como 
fuente  de  jerarquización  del  poder,  de  manipulación  y opresión 
de  los  otros,  está  desmitificado.  La  forma  participativa  en  todas  las 
etapas  del  poder  como  experiencia  común  de  empoderamiento  es 
una  de  las  enseñanzas  actuales  de  mayor  relevancia  en  muchos 
movimientos  sociales,  feministas,  ecológicos.  De  cierta  manera,  es 
el  alma  de  las  revoluciones  del  siglo  XX.  Y,  en  el  caso  del  FSM,  es 
una  evidencia:  las  informaciones  y los  acuerdos,  las  discusiones 
y sugestiones  que  tienen  lugar  en  innumerables  talleres  y 
seminarios,  las  representaciones  e intercambios  culturales,  los 
gestos  simbólicos  y hasta  los  desempeños:  todo  ello  convierte  al 
foro  en  una  gran  vitrina  y un  gran  laboratorio,  un  mercado  de 
intercambios  y sinergia  espiritual,  una  señal  de  que  la  historia 


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Luiz  Carlos  Susin 


no  llegó  a un  punto  final  y que  hay  mucha  historia  por  crear  en 
dirección  a otro  mundo  posible. 


3.  "Otro  mundo  es  posible":  horizonte  de  historia  nueva 

Entre  otros  signos,  en  este  proceso  emergió  y se  consolidó 
igualmente  el  eslogan  o lema  del  foro:  "Otro  mundo  es 
posible".  Hay  en  él  tres  palabras  claves  con  tres  características 
fundamentales: 

• "Alteridad"  o alternativa,  sea  para  la  realidad  o para  el  tiempo 
presente  y la  historia  que  nos  condujo  hasta  aquí:  algo  nuevo, 
que  encierra  un  carácter  de  creación,  es  lo  que  realmente 
moviliza  la  historia  y la  compone,  pues  si  no  hay  posibilidad 
de  alteridad  y novedad  sólo  hay  repetición  y endurecimiento 
en  la  mismidad.  Es  evidente  que  las  clases  hegemónicas  no 
están  interesadas  en  alternativas  y alteridades,  en  novedad. 
Es  del  movimiento  social  y de  sus  luchas  por  crear  nuevos 
espacios  y relaciones  sociales  que  cabe  esperar  —y  de  hecho 
sucede—  lo  que  constituye  la  historia. 

• "Mundo"  es  palabra  que  adquiere  un  peso  nuevo,  pero 
también  recupera  su  originalidad  etimológica.  Por  un  lado, 
la  globalización  alcanzó  un  grado  acelerado  de  interacciones 
gracias  a las  nuevas  tecnologías  en  todos  los  planos,  en 
especial  de  la  informática  y telemática  en  la  creación  de 
redes  globales  e instantáneas.  Se  puede  llamar  a esta  fase 
"globalización",  "mundialización",  "planetarización"  —son 
categorías  formales  flexibles—.  Sin  embargo,  aquí  se  anuncia 
que  no  se  dejará  simplemente  al  mercado,  a la  economía,  el 
comando  de  la  globalización.  Existen  innumerables  formas  de 
crear  globalización,  y la  dimensión  ética  de  la  justicia  social 
entra  en  la  información  de  este  nuevo  mundo  instantáneo  y 
plural.  La  etimología  es  recuperada:  mundus  como  espacio 
ordenado,  justo,  adecuado  y bello  para  vivir.  Eso  es  posible. 

• "Posible":  también  aquí  se  pueden  invocar  al  menos  dos 
experiencias  decisivas.  La  primera  es  que  hay  apertura  y 
futuro,  hay  posibilidad  de  historia  nueva,  de  alternativas.  La 
segunda  es  que  ya  en  el  presente  se  hallan  las  potencialidades 
del  mundo  futuro  que  se  sueña  y quiere.  El  lema  —"otro 
mundo  es  posible"—  se  despliega  como  un  horizonte  hacia 
el  paisaje  y el  camino,  hacia  el  proceso.  Y se  vuelve  además 


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Foro  Social  Mundial,  2001-2009 


"bandera  desplegada"  guiando  el  caminar  de  quien  busca  con 
toda  energía  encontrar  inspiración  y dar  los  pasos  necesarios. 
Ya  enseñaba  Aristóteles  que  no  hay  acto  sin  potencia,  y 
podemos  parafrasearlo:  no  hay  concreción  histórica  sin 
reserva  de  energía,  aunque  broten  los  sueños,  mientras  son 
compartidos. 

Evidentemente,  el  FSM  atrajo  hacia  él  a los  que  simpatizaban 
con  las  transformaciones.  Los  teólogos  y teólogas  que  pautaron 
su  trabajo  en  los  caminos  de  la  teología  de  la  liberación  estuvieron 
presentes  desde  la  primera  edición  del  foro,  participando  de 
manera  activa.  Lo  que  se  desprendió  del  lema  y las  experiencias 
compartidas  empezó  a susurrar  en  sus  oídos  un  desafío  esca- 
tológico  y liberador  que  se  reveló  en  el  horizonte  y las  poten- 
cialidades del  foro;  la  dimensión  teológica  y cristológica  se  fue 
revelando  a través  de  personas  sorprendentes  en  el  espacio  del 
foro.  Un  nuevo  "lugar  teológico"  se  diseñó  allí. 


4.  Un  nuevo  "lugar  teológico" 

Gracias  al  esfuerzo  de  Ignacio  Ellacuría,  de  sagrada  memoria, 
se  aprendió  la  distinción  entre  lugares  teológicos  "formales", 
literarios,  de  la  teología,  a los  cuales  conviene  dar  estatuto  de 
"fuentes",  y lugares  teológicos  "reales"  de  la  existencia  social, 
el  pueblo  y los  acontecimientos  de  su  vida.  La  teología  del  siglo 
XX,  asumiéndose  como  ciencia  eminentemente  hermenéutica, 
reconoció  el  lugar  teológico  de  la  historia  —los  acontecimientos  como 
lugar  de  revelación  y salvación—.  Y la  teología  de  la  liberación 
reconoció  el  "reverso"  de  la  historia,  vale  decir,  la  historia  de  los 
vencidos  y las  víctimas,  de  los  pobres  y los  sin  importancia,  sin 
peso  ni  visibilidad,  como  el  lugar  teológico  real  por  excelencia, 
lugar  evangélico  de  la  manifestación  del  Dios  de  Abraham  y Jesús. 

En  el  Norte  del  planeta  la  teología  fue  perdiendo  fuerza  a 
medida  que  se  desencantaba  de  los  lugares  históricos  posibles 
de  transformación,  por  ende  mesiánicos  y reveladores  de  Dios. 
Tanto  la  teología  que  dentro  de  las  iglesias  confío  en  las  fuerzas 
episcopales  del  Concilio,  como  aquella  que  confió  en  el  diálogo  con 
la  sociedad  moderna.  Y se  refugió  en  los  lugares  "formales",  en  la 
investigación  de  lo  ya  producido,  en  la  literatura  y la  relectura.  Se 
tomó,  en  gran  medida,  ciencia  de  la  religión  o doctrina.  O incluso 
estética.  Pero  en  el  Sur  o en  los  márgenes  hay  lugares  teológicos 


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Luiz  Carlos  Susin 


nuevos,  que  emergen  de  la  realidad  viva  de  los  pueblos  y sus 
luchas,  y que  permiten  una  elaboración  teológica  viva  y vivificante, 
inclusive  para  quien  trabaja  en  teología  en  el  Norte  o en  el  centro 
y no  solamente  en  los  márgenes.  El  FSM  es  una  gran  muestra  de 
estas  realidades  vivas  y creativas.  Sin  duda,  ayudó  a ver  también 
que  otras  formas  de  prácticas  religiosas,  otras  imágenes  de  Dios, 
otras  categorías  teológicas,  pueden  ayudar  para  que  otro  mundo, 
más  próximo  al  Reino  de  Dios,  sea  posible.  El  FSM  fue  el  humus 
del  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación. 

Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol 


Agenor  Brighenti 


Foro  Mundial  de  Teología 
y Liberación,  2005-2009. 
Significación  social  y teológica  en 
la  historia  de  la  teología 
de  la  liberación 

Agenor  Brighenti* 


En  tiempos  de  surgimiento  de  una  conciencia  planetaria, 
el  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación  (FMTL)  significa  la 
globalización  de  la  teología  de  la  liberación  (TL).  Teología  de  la 
liberación:  ¿teología  latinoamericana?  Esta  fue  una  pregunta  que 
se  hicieron  los  teólogos  de  la  nueva  teología,  principalmente  los 
colegas  europeos,  desde  la  primera  hora  de  esta  osadía  eclesial 
que  ya  atravesó  más  de  cuatro  décadas.  Algunos  de  ellos  la 
clasificaban  como 


...una  subdivisión  de  la  Teología  Moral,  más  precisamente  la 
parte  de  la  teología  que  estudia  el  acto  moral,  parte  de  la  moral 
que  estudia  el  acto  social,  parte  de  la  Teología  de  lo  Social  que 


* Brasileño,  doctor  en  Ciencias  Teológicas  y Religiosas,  es  profesor  investigador 
de  la  Pontificia  Universidad  Católica  de  Curitiba.  Es  también  presidente  del 
Instituto  Nacional  de  Pastoral  de  la  Conferencia  Nacional  de  los  Obispos  de  Brasil, 
y miembro  del  Comité  Organizador  del  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación. 


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Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  2005-2009 


estudia  el  acto  político,  en  fin,  parte  de  ésta  que  estudia  el 
problema  de  los  países  subdesarrollados  (Jean  Daniélou)  L 

La  historia  se  encargó  de  mostrar  que  se  trataba  de  un  juicio 
inmoral.  No  se  escatimaban  esfuerzos  para  mostrar  que  la  TL  no 
era  simplemente  una  "teología  del  genitivo"  (temática)  o una 
teología  de  lo  político 1  2,  sino  una  teología  global.  La  "liberación" 
en  su  seno  no  es  un  "tema  genérico",  es  una  perspectiva  particular 
de  lectura  de  la  globalidad  de  la  Palabra  revelada,  tomada  como 
situación  histórico-concreta,  a saber,  la  praxis  liberadora  de  la  fe 
de  los  cristianos  y la  acción  transformadora  de  los  pobres  y los 
hombres  en  general. 

También  se  calificó  a la  TL  como  una  "teología  contextual", 
para  decir  regional  —como  si  toda  teología  no  lo  fuese—,  sin 
pretensiones  de  universalidad.  En  otras  palabras,  la  TL  no  era 
considerada  una  teología  católica  y,  probablemente,  ni  incluso 
evangélica,  sino  una  teoría  politizada,  militantista,  zelota, 
heterodoxa.  Hoy,  en  el  FMTL  los  cinco  continentes  se  reúnen 
mediados  por  la  "teología"  y la  "liberación",  entendiendo  que  la 
"opción  por  los  pobres  radica  en  la  fe  cristológica"  3. 

1.  La  universalidad  de  una  teología  particular 

Desde  su  génesis,  la  TL  se  autocomprendió  como  "una  nueva 
manera  de  hacer  teología"  4,  como  "una  teología  fundamental" 
que  ofrece  no  sólo  una  justificación  de  la  fe  vivida,  antes 
que  pensada  5,  sino  que  se  propone  buscar  el  sentido  del 


1 Al  respecto,  cf.  Juan  Carlos  Scannone,  "Necesidad  y posibilidades  de  una  teología 
socioculturalmente  latinoamericana",  en:  Encuentro  del  Escorial:  fe  cristiana  y cambio 
social  en  América  Latina.  Salamanca,  Sígueme,  1973,  p.  356. 

2 La  TL  es  una  "omniteología",  según  expresión  de  varios  de  sus  teóricos,  en  el 
sentido  de  ser  una  teología  fundamental  que  reestructura  todos  los  tratados  de 
la  teología  a partir  de  la  perspectiva  liberadora  de  la  opción  preferencial  por  los 
pobres,  cf.  Paulo  Femando  Cameiro  de  Andrade,  Fé  e eficácia:  o uso  da  sociología  na 
Teología  da  Libertando,  Colección  Fé  e Realidade  No.  29.  Sao  Paulo,  Ed.  Loyola,  1991, 
pp.  137-144. 

3 Benedicto  XVI,  Discurso  inaugural  de  la  V Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano  y del  Caribe,  en  Aparecida. 

4 Es  la  definición  de  la  teología  naciente  en  la  obra  de  Gustavo  Gutiérrez,  Teología  de 
la  liberación:  perspectivas,  Colección  Verdad  e Imagen  No.  30.  Salamanca,  Sígueme, 
1972. 

5 Ésta  es  la  perspectiva  de  la  teología  moderna,  en  tanto  trata  de  dar  razón  del 
cristianismo  frente  a las  exigencias  del  mundo  ilustrado  y de  hacer  creíble  el 


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Agenor  Brighenti 


"sinsentido",  de  la  situación  de  miseria  y opresión  de  dos  tercios 
de  la  humanidad,  o sea,  el  sentido  de  la  "muerte  de  Dios  en  el 
oprimido".  Los  teólogos  de  la  liberación  la  designan  como  una 
teología  "acto  segundo",  que  se  articula  a partir  de  un  "acto  pri- 
mero" que  es  "la  reflexión  'sobre'  la  praxis  liberadora  de  la  Fe" * * *  6 7. 

En  el  inicio  se  acentuó  la  "ruptura  epistemológica"  en 
relación  con  la  teología  europea.  No  obstante,  pasadas  las  fases 
de  gestación  (1962-1968)  y habiéndose  entrado,  desde  1986,  en 
una  fase  de  revisión  1 , la  mayor  serenidad  en  la  continuidad  del 
debate  de  ciertas  cuestiones  discutidas  permitió  a los  teólogos 
de  la  liberación  afirmar  que  si  bien  existe  en  la  TL  "ruptura 
epistemológica",  "ella  es  relativa".  Sin  correr  el  riesgo  de  perder  el 
espacio  conquistado,  toda  vez  que  el  propio  Papa  confirmaba  una 
aceptación  eclesial  tanto  de  la  posibilidad  de  utilización  de  la  TL 
como  de  su  utilidad  y necesidad  8,  ya  era  posible  admitir,  aun  en  los 
años  ochenta,  que  mucho  más  que  una  "ruptura  epistemológica", 
el  método  de  la  TL  consistía  en  una  "refundación  epistemológica" 
de  los  métodos  de  las  teologías  anteriores. 

Felizmente,  no  faltaron  buenos  interlocutores  en  Europa 
que  ayudaron  a superar  esta  miopía  eurocéntrica,  como 
Karl  Rahner,  Johann  Baptist  Metz,  José  Ignacio  González 
Faus,  Christian  Duquoc,  Marie-Dominique  Chenu,  Edward 
Schillebeeckx,  Bemhard  Háring,  Adolphe  Gesché,  Juan  José 
Tamayo,  Andrés  Torres  Queiruga,  Gustave  Thils,  Jacques  Dupuis, 
Jürgen  Moltmann,  entre  muchos  otros.  Ellos  osaron  establecer 
puentes  de  diálogo  fructífero  con  Gustavo  Gutiérrez,  Leonardo 
Boff,  Juan  Luis  Segundo,  Hugo  Assmann,  José  Comblin,  Segundo 
Galilea,  Jon  Sobrino,  Ignacio  Ellacuría,  Clodovis  Boff,  Juan  Carlos 
Scannone,  Joáo  Batista  Libánio,  entre  tantos  otros. 

mensaje  cristiano  en  un  mundo  secularizado.  Al  respecto,  ver:  Juan  José  Tamayo, 

Para  comprender  la  teología  de  la  liberación.  Navarra  (España),  Editorial  Verbo  Divino, 

1990,  p.  98. 

6 La  TL  como  una  reflexión  "sobre"  y no  "de  la"  praxis,  marca  la  diferencia  entre 
lo  teologal  y lo  teológico,  entre  el  contenido  de  la  fe  y la  teología. 

7 Joáo  Batista  Libánio,  en  el  encuentro  de  los  veinte  años  de  la  TL  en  El  Escorial, 
Madrid,  en  1992,  asocia  el  año  1987  con  el  inicio  de  la  fase  de  revisión,  refiriéndose 
a eventos  políticos  como  la  perplejidad  ante  la  derrota  del  sandinismo  y la  caída 
del  socialismo,  cf.  Joáo  Batista  Libánio,  "Panorama  de  la  teología  de  América 
Latina  en  los  últimos  veinte  años",  en:  José  Comblin,  José  Ignacio  González  Faus  y 
Jon  Sobrino  (eds.),  Cambio  social  y pensamiento  cristiano  en  América  Latina.  Madrid, 
Editorial  Trotta,  1993,  p.  58.  Con  todo,  ya  en  1986  aparecen  varias  publicaciones 
en  una  línea  de  revisión,  principalmente  de  Clodovis  Boff,  en  el  campo  de  la 
epistemología  y el  método  de  la  TL. 

8Cf.  Juan  Pablo  II,  "Carta  aos  Bispos  do  Brasil",  en:  REB  182  (1986),  pp.  396-402. 

107 


Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  2005-2009 


2.  Esfuerzos  de  globalización 
de  la  teología  de  la  liberación 

En  verdad,  el  primer  esfuerzo  de  explicitación  de  la  catoli- 
cidad o universalidad  de  la  TL  no  fue  en  relación  con  el 
hemisferio  Norte,  al  contrario,  se  buscó  hacer  ver  su  relevancia 
para  el  hemisferio  Sur.  Ya  en  la  primera  hora  surgía  la  Asociación 
de  Teólogos  del  Tercer  Mundo  (ASETT),  una  iniciativa  de  Sergio 
Torres,  un  teólogo  chileno  que  huyendo  del  régimen  de  Augusto 
Pinochet,  desde  los  EE.  UU.  tejió  alianzas  en  la  periferia  de  un 
centro  rico  y excluyente.  Sobre  *odo  África  y Asia  vieron  en  la 
categoría  "liberación"  una  clave  bíblica  y teológica  imprescindible 
para  avanzar,  desde  la  óptica  liberadora  de  los  pobres,  en  el 
diálogo  y servicio  del  cristianismo  en  relación  con  las  culturas  y 
grandes  religiones,  respectivamente. 

Con  eso  no  se  estaba  rompiendo  con  el  hemisferio  Norte, 
tal  como  lo  muestra  la  iniciativa  no  menos  trascendente,  casi 
concomitante,  del  encuentro  entre  teólogos  del  Tercer  y Primer 
Mundo  en  El  Escorial,  España  9.  Se  tenía  conciencia  de  que  la 
"opción  por  los  pobres"  por  ser,  antes  que  nada,  una  opción 
contra  la  pobreza,  requería  la  unión  de  todos  en  tomo  a la  misma 
causa,  también  de  los  "ricos": 

. . .con  la  opción  por  los  pobres,  ningún  rico  se  considere  excluido 
de  la  Iglesia,  pero  que  ningún  rico  se  considere  incluido,  sin 
hacer  también  esta  opción  (Jon  Sobrino). 

Otro  momento  de  "globalización"  de  la  TL  fue  su  recepción 
por  el  magisterio  pontificio.  Primero  vino  la  exhortación  Evangelii 
nuntiandi  de  Pablo  VI,  que  asume  muchas  de  las  premisas,  prácticas 
y de  la  reflexión  teológica  hecha  en  América  Latina  y el  Caribe, 
en  gran  parte  inspiradas  en  la  Populorum  progressio,  también  de 
su  autoría.  Más  tarde  vinieron  otras  dos  exhortaciones,  ambas 
de  la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe  (CPDF),  que  tenía 
al  frente  a Joseph  Ratzinger.  La  primera  —Libertatis  nuntius— 
extremadamente  negativa  y,  frente  a la  reacción  10,  la  segunda 


9 Cf.  Instituto  Fe  y Secularidad,  Fe  cristiana  y transformación  social  en  América  Latina: 
Encuentro  de  El  Escorial  (1972).  Salamanca,  Sígueme,  1973. 

10  Quizá  la  critica  más  contundente  y calificada  haya  venido  de  Juan  Luis  Segundo, 
en  un  largo  estudio  titulado  Respuesta  al  cardenal  Ratzinger,  publicado  en  varios 
lugares. 

108 


Agenor  Brighenti 

— Líber tatis  conscientia—  exageradamente  positiva  n.  Sin  hablar 
de  la  Carta  de  Juan  Pablo  II  a los  obispos  de  Brasil,  en  la  que  dice 
que  la  TL  era  "oportuna,  útil  y necesaria"  12. 


3.  La  esperanza  amenazada 

En  medio  de  la  TL  nadie  olvida  el  sentimiento  de  orfandad  de  la 
década  de  los  noventa:  la  caída  del  muro  de  Berlín,  el  triunfalismo 
del  neoliberalismo,  el  rápido  ascenso  del  conservadurismo  en 
la  Iglesia,  el  cansancio  y desencanto  de  los  sectores  populares, 
incluidos  los  segmentos  de  la  Iglesia  comprometidos  con  la  causa 
de  los  pobres.  Juan  Pablo  II,  el  mismo  que  había  dicho  a los  obispos 
de  Brasil  que  la  TL  era  "oportuna,  útil  y necesaria",  sentenció  en 
un  viaje  a El  Salvador:  "la  teología  de  la  liberación  se  acabó". 

La  renovación  del  Vaticano  II  fue  puesta  bajo  sospecha, 
inclusive  por  sectores  de  la  curia  romana,  de  haber  "destruido 
a la  Iglesia".  El  Sínodo  de  Obispos  de  1985,  en  su  preparación, 
en  cuya  agenda  figuraba  un  balance  del  Concilio,  expresaba  esta 
perspectiva.  Algunas  conferencias  episcopales  nacionales  vieron 
sus  estudios  teológicos  cuestionados,  comenzando  por  la  de  los 
EE.  UU.  Obispos  de  perfil  conservador  y servil  empezaron  a ser 
cuidadosamente  nombrados  en  el  mundo  entero.  A partir  de 
la  rechazada  declaración  Dominus  lesus,  emitida  por  la  CPDF, 
se  tomó  distancia  del  diálogo  ecuménico  e interrreligioso.  El 
Consejo  Episcopal  Latinoamericana  (CELAM)  y la  Conferencia 
Latinoamericana  de  Religiosos  (CLAR)  fueron  encuadrados  en  la 
"vuelta  a la  gran  disciplina"  (Joáo  Batista  Libánio).  Conforme  a 
la  investigación  publicada  en  la  página  web  de  Adista,  durante  el 
pontificado  de  Juan  Pablo  II  más  de  250  personas,  entre  teólogos  y 
obispos,  tuvieron  un  proceso  abierto  en  la  curia  romana. 

Movimientos  de  corte  conservador  o de  espiritualidad  inti- 
mista  fueron  reconocidos  como  "primavera  de  la  Iglesia",  aunque 
en  la  primera  década  del  tercer  milenio  se  comienza  a caer  la 
máscara  y a revelar  que,  en  verdad,  estamos  inmersos  en  un 


11  Cf.  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe,  "Ins trumao  Libertatis  nuntius  sobre 
alguns  aspectos  da  Teología  da  Libertadlo",  en:  CNBB  (ed.).  Instruido  sobre  a 
Teología  da  Libertagao,  (Documentos  e Comentários  No.  3).  Sao  Paulo,  1986,  pp.  7-14; 
ídem,  " Instruyo  Libertatis  conscientia  sobre  a liberdade  crista  e a libertadlo",  en: 
CNBB  (ed.),  Instrugoes  sobre  a Teología  da  Libertagao,  (Documentos  e Comentários 
No.  3).  Slo  Paulo,  1986,  pp.  42-100. 

12  Cf.  Juan  Pablo  II,  "Carta  aos  Bispos  do  Brasil",  op.  cit.,  No.  6. 


109 


Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  2005-2009 

profundo  "invierno  eclesial",  en  un  tiempo  de  "involución",  tal 
como  lo  atestiguan  la  vuelta  del  Misal  de  Trento  y el  levantamiento 
de  la  suspensión  a los  obispos  integristas  lefebvristas.  La  frag- 
mentación del  tejido  social  alcanzó  igualmente  al  tejido  eclesial.  La 
comunidad  teológica  se  redujo  y,  en  muchos  lugares,  se  dispersó. 
Los  alineados  en  la  perspectiva  de  la  opción  por  los  pobres 
pasaron  a ser  "brasas  bajo  las  cenizas".  La  perplejidad  inmovilizó 
a los  caminantes  y el  miedo  acobardó  a no  pocos  profetas. 

Hoy,  no  son  pocos  los  que,  al  lado  de  los  que  esperan  contra 
toda  esperanza,  especialmente  los  pobres,  son  portadores  de  una 
crisis  de  esperanza.  Se  trata  de  las  víctimas  del  "pensamiento 
único",  de  los  falsos  profetas  del  "fin  de  la  historia",  o de  los 
pragmáticos  y pseudorrealistas  que  intentan  impedir  todo  exceso 
de  lo  real,  que  han  trabajado  horas  extra  para  construir  la  fantasía 
y libertad  de  esperar  y soñar. 

4.  Reconstrucción  de  la  esperanza 
de  "otro  mundo  posible" 

Y,  una  vez  más,  la  sociedad  civil  tomó  la  iniciativa,  en  gran 
medida  fuera  de  la  Iglesia  y,  en  muchos  lugares,  a pesar  de 
ésta.  Ella  se  propuso  avanzar,  no  resignarse  a la  dictadura  del 
presente  y convocar  a todos  a movilizarse  en  tomo  a "otro  mundo 
posible",  sobre  todo  porque  es  urgentemente  necesario.  Es  propio 
del  ser  humano  pensar,  por  más  doblegado  que  se  encuentre  bajo 
el  peso  del  actual  pragmatismo  de  lo  cotidiano.  Y como  según 
Emst  Bloch  "pensar  es  trascender"  13,  nadie  puede  perder  la 
libertad  de  esperar.  El  imaginario  pertenece  asimismo  a lo  real, 
a su  mejor  parte  14,  pues  no  somos  nosotros  los  que  sostenemos 
nuestros  sueños,  son  ellos  los  que  nos  sostienen.  También  hoy, 
como  siempre,  hay  "brasas  bajo  las  cenizas"  15.  Se  mantiene  la 
esperanza,  de  particular  en  la  obstinación  de  los  excluidos  que 
insisten  en  contraponer  a la  aridez  del  alma  la  fertilidad  del 
desierto  16. 


13  Cf.  Emst  Bloch,  El  principio  de  la  esperanza.  Salamanca,  Sígueme,  1977. 

14  Cf.  Leonardo  Boff,  Brasa  sob  cinzas:  estórias  do  anti-cotidiano.  Río  de  Janeiro/Sáo 
Paulo,  Editora  Record,  1996,  p.  7. 

15  Ibid. 

16  Una  sugestiva  lectura  sobre  estos  tiempos  de  desencanto  se  puede  encontrar 
en  el  libro  de  Dom  Helder  Cámara,  O deserto  é fértil.  Río  de  Janeiro,  Civilizadlo 
Brasileira,  1974. 


110 


Agenor  Brighenti 


Poco  a poco,  una  sociedad  civil  mundial  se  puso  de  pie, 
articulada  en  red,  confluyendo  en  una  iniciativa  que  rompe  con  el 
pensamiento  único,  el  Foro  Social  Mundial  (FSM),  alternativo  al 
Foro  Económico  Mundial  de  Davos.  La  adhesión  se  manifestó  en 
los  millares  de  altermundistas  que  acudieron  del  mundo  entero.  Y 
el  gran  contingente  de  cristianos  altermundistas  no  podía  dejar  de 
ver,  en  esta  iniciativa,  una  fuerte  interpelación  a la  movilización 
de  las  comunidades  eclesiales,  los  agentes  de  prácticas  religiosas 
y teólogos  comprometidos  con  la  liberación,  para  contribuir  en  la 
búsqueda  de  "otro  mundo  posible". 


5.  La  catolicidad  (universalidad) 
de  la  opción  por  los  pobres 

Como  en  los  primeros  tiempos,  en  este  momento  de  nuevo 
impulso  a la  globalización  de  la  TL  está  otra  vez  Sergio  Torres. 
Desafiado  por  Leonardo  Boff,  este  teólogo  chileno  no  rehuyó  a 
la  gigantesca  tarea  de  movilizar  a la  comunidad  teológica,  ahora 
no  sólo  del  Tercer  Mundo  sino  de  todo  el  planeta,  en  tomo  a la 
"liberación",  a la  catolicidad  (universalidad)  de  la  opción  por 
los  pobres,  en  la  acción  evangelizadora  y la  reflexión  teológica. 
Se  presentó  el  inmenso  reto  de  organizar  de  forma  permanente 
un  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación  (FMTL).  Aun  cuando 
el  momento  es  muy  complejo,  la  grave  crisis  del  neoliberalismo 
y la  crisis  ecológica  apuntan  hacia  nuevas  posibilidades.  Si,  por 
un  lado,  existen  enormes  dificultades  a enfrentar  en  el  reencan- 
tamiento de  la  causa  de  los  más  pobres  desde  la  fe,  por  otro 
lado,  los  muros  cayeron  y,  con  ellos,  numerosos  preconceptos  y 
autosuficiencias,  facilitando  la  reunión  de  diferentes,  ahora  ya 
mucho  más  humildes  y desafiados  a contribuir  juntos  con  "otro 
mundo  posible".  Si  ésta  es  una  tarea  urgentemente  necesaria, 
mucho  más  lo  es  para  personas  de  fe,  habitadas  por  la  virtud  de 
una  esperanza  activa. 

Realizado  en  el  surco  del  FSM,  el  FMTL  ya  está  en  su  tercera 
edición  —Porto  Alegre  (2005)  17,  Nairobi  (2007) 18,  Belém  do  Pará 


17  Cf.  Luiz  Carlos  Susin  (org.).  Teología  para  outro  mundo  possível.  Sao  Paulo, 
Paulinas,  2006. 

18  Cf.  Mary  Getui,  Luiz  Carlos  Susin  y Beatrice  Churu  (orgs.),  Spirituality  foranother 
possible  World.  Nairobi,  Kolbe  Press,  2008. 


111 


Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  2005-2009 

(2009)—.  Para  la  TL,  desde  el  punto  de  vista  social,  el  FMTL  es  un 
paso  importante  hada  una  teología  pública,  sintonizada  con  las 
grandes  causas  de  la  humanidad,  tal  como  siempre  se  lo  propuso 
la  teología  latinoamericana  y caribeña.  El  foro  ha  contribuido  a la 
descentralizadón  de  la  reflexión  teológica  de  los  temas  internos 
de  las  respectivas  tradidones  religiosas,  universalizando  su 
mensaje  revelado  y ampliando  la  gama  de  sus  interlocutores. 
La  TL,  que  siempre  buscó  ser  una  teología  pública,  finalmente 
ha  encontrado  un  espado  privilegiado  para  situarse  con  otros 
adores  en  un  contexto  realmente  planetario,  tomando  efectiva 
la  "liberadón"  como  categoría  unlversalizante  del  cristianismo, 
capaz  de  dialogar  y unirse  con  todas  las  tradidones  religiosas  del 
planeta. 

Al  unir  iglesias  y religiones,  así  como  al  estrechar  lazos  con 
la  sodedad  dvil,  juntamente  con  el  FSM,  el  FMTL  se  vuelve 
asimismo  espado  de  entramado  de  sueños  y realizadones  en 
tomo  a la  búsqueda  de  "otro  mundo  posible".  Con  eso,  más 
allá  de  un  servido  a la  sodedad,  las  teologías  rescatan  además 
su  vocadón  profética,  tal  como  la  TL  viene  tratando  de  hacerlo 
en  nuestro  continente  al  alimentar  la  fe  de  las  comunidades 
eclesiales  comprometidas  y de  los  mártires  de  las  causas  sodales, 
el  fruto  más  predoso  de  la  Iglesia  en  América  Latina  y el  Caribe. 
No  deja  de  ser  una  señal  significativa  y esperanzadora  ver  los 
cinco  continentes  reunidos  y unidos,  mediados  por  la  "teología" 
y la  "liberadón".  También  aquí,  tal  como  en  el  seno  de  la  TL,  lo 
más  importante  es  la  liberadón,  no  la  teología.  Ésta  es  un  segundo 
ado,  precedido  por  las  prácticas  liberadoras,  ya  sean  eclesiales  o 
sodales,  en  la  perspectiva  de  construcdón  de  un  mundo  justo  y 
solidario,  donde  todos  tengan  cabida. 

Desde  el  punto  de  vista  teológico,  el  FMTL  viene  a reafirmar 
que  la  TL  no  es  una  teología  latinoamericana  y caribeña.  Histórica- 
mente, la  Iglesia  en  Europa  se  vio  desafiada  por  la  modernidad; 
en  América  Latina  y el  Caribe,  por  la  pobreza;  en  Africa,  por  el 
pluralismo  cultural;  y,  en  Asia,  por  el  pluralismo  religioso.  Hoy,  al 
emerger  una  condenda  planetaria  y de  un  mundo  globalizado,  los 
distintos  desafíos  de  los  diversos  continentes  se  han  convertido  en 
desafíos  para  todos.  De  hecho,  la  modernidad  está  presente  y en 
crisis  en  todas  partes;  las  grandes  religiones  se  cruzan  en  todos  los 
continentes;  el  rescate  de  las  culturas  autódonas  se  presenta  como 
un  imperativo  generalizado;  y la  pobreza  está  presente  también 
en  el  Primer  Mundo.  Aun  cuando  en  los  diversos  continentes 
y sus  respectivos  países  estos  desafíos  se  presenten  con  sus 


112 


Agenor  Brighenti 


peculiaridades,  el  hecho  es  que  los  tres,  en  particular  la  pobreza, 
son  portadores  de  una  tarea  hermenéutica  para  la  fe  en  cuanto  tal, 
independientemente  de  la  diversidad  de  contextos  en  los  cuales 
ella  se  encama. 

Para  responder  al  grito  del  "mundo  de  la  insignificancia" 
(Gustavo  Gutiérrez),  que  viene  de  los  cinco  continentes,  sofocado 
por  estructuras  que  producen  "ricos  cada  vez  más  ricos,  a costa  de 
pobres  cada  vez  más  pobres"  (Juan  Pablo  II),  únicamente  es  posible 
una  acción  planetaria,  de  todos.  Las  tradiciones  religiosas  y la 
reflexión  teológica  no  se  pueden  sustraer  a este  imperativo.  Desde 
hace  cuatro  decenios  la  TL  está  haciendo  y buscando  convencer. 
Ahora,  el  FMTL  es  expresión  de  ese  convencimiento.  Pero,  al 
mismo  tiempo,  se  presenta  como  una  interpelación  incorporar  en 
la  categoría  "liberación"  otros  tipos  de  pobreza  y exclusión,  que 
exigirán  una  nueva  estética  teológica  en  la  inteligencia  de  la  fe. 

Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol 


113 


, 


Raúl  Lugo  Rodríguez 


Sínodo  de  Obispos,  2008. 
Presencia  de  Amerindia: 
Palabra  de  Dios 
y vida  del  pueblo 

Raúl  Lugo  Rodríguez * 


1.  Importancia  del  tema 
y razones  de  nuestra  presencia 

Nadie  puede  poner  en  duda  que  una  de  las  opciones 
fundamentales  de  la  teología  de  la  liberación  a lo  largo  de  los  años 
ha  sido  la  devolución  de  la  Biblia  a manos  del  pueblo.  Ha  sido 
una  decisión  motivada  tanto  por  la  convicción  de  que  la  Biblia  es 
el  libro  del  pueblo  de  Dios,  y por  tanto  le  pertenece  al  pueblo  por 
derecho,  como  por  la  constatación  de  una  realidad  apasionante: 
cuando  el  pueblo  se  apropió  del  texto  sagrado,  la  lectura  que  los 
pobres  hacían  de  la  Escritura  comenzó  a arrojar  una  nueva  luz  a 
las  interpretaciones  de  los  exégetas  y teólogos.  La  lectura  popular 


Presbítero  de  la  arquidiócesis  de  Yucatán.  Nadó  en  México,  donde  realizó  sus 
estudios  en  el  Seminario  Condliar  de  la  Arquidiócesis  de  Yucatán,  y es  licenriado 
en  Sagradas  Escrituras.  Trabaja,  desde  1991,  en  la  promodón  y defensa  de  los 
derechos  humanos.  Acompaña  la  reflexión  bíblica  de  campesinos  y campesinas 
mayas  y de  personas  con  VIH/Sida.  Es  autor  de  varios  libros  y artículos. 


115 


Sínodo  de  Obispos,  2008 


mostraba,  con  gran  asombro  para  algunos  especialistas  de  cierta 
sensibilidad,  una  afinidad  mayor  con  el  espíritu  y la  intención  de 
los  autores  que  mucha  de  la  producción  académica. 

Las  experiencias  pastorales  más  fructíferas  en  América  Latina 
y el  Caribe  y en  otros  continentes  han  estado  siempre  sustentadas 
por  comunidades  que  toman  el  Evangelio  en  sus  manos,  que  lo 
estudian,  lo  comentan,  lo  interpretan,  lo  aplican,  lo  hacen  vida... 
La  existencia  misma  de  las  comunidades  eclesiales  de  base  es 
inconcebible  sin  la  presencia  de  la  Palabra  de  Dios  en  medio  de  sus 
reuniones  y celebraciones.  Más  recientemente,  la  promoción  de 
la  Lectio  divina  entre  grupos  y comunidades  religiosas  de  nuestro 
continente  ha  reanimado  el  acercamiento  a las  Escrituras.  En  el 
caso  de  los  grupos  de  base  de  nuestras  iglesias,  no  se  trata  apenas 
de  una  metodología  de  cuatro  pasos,  sino  de  un  ejercicio  de 
discernimiento  comunitario  que  lleva  a la  acción  transformadora 
de  la  realidad. 

La  importancia  de  este  movimiento  popular  de  reapropiación 
de  la  Biblia  motivó  a algunos  obispos  a solicitar  al  equipo  de 
Amerindia  un  acompañamiento  en  el  Sínodo  de  Obispos  2008, 
que  versaría,  precisamente,  sobre  "La  Palabra  de  Dios  en  la  vida  y 
la  misión  de  la  Iglesia".  La  invitación  venía  motivada  sobre  todo 
por  el  excelente  trabajo  de  asesoría  que  una  veintena  de  teólogos 
ligados  a Amerindia  habían  ofrecido  a los  obispos  reunidos  en 
la  V Conferencia  del  Episcopado  Latinoamericano  en  Aparecida, 
Brasil. 

No  sería  la  primera  participación  de  Amerindia  en  una 
reunión  episcopal  fuera  del  continente,  pues  Sergio  Torres  había 
coordinado,  en  la  ciudad  de  Roma,  el  acompañamiento  ofrecido 
por  un  equipo  de  Amerindia  a un  número  importante  de  obispos 
en  el  Sínodo  de  América.  Esta  sería  la  primera  ocasión,  sin 
embargo,  en  la  cual  la  asesoría  se  ofrecería  a un  sínodo  de  carácter 
universal. 


2.  Conformación  del  equipo  de  trabajo 

Siete  personas  constituyeron  el  equipo  de  asesoría  para 
el  Sínodo  2008:  al  frente  de  la  organización  e infraestructura 
quedaron  Pedro  Acevedo  y Pilar  Torres,  mientras  los  trabajos  de 
reflexión  y acompañamiento  fueron  encomendados  a los  biblistas 
Carlos  Mesters  y Francisco  Orofino,  de  Brasil;  Lauren  Fernández, 
de  Ecuador;  Virginia  Betancur,  de  Argentina,  y Raúl  Lugo,  de 


116 


Raúl  Lugo  Rodríguez 


México.  Por  razones  de  salud  no  viajó  a Roma  Sergio  Torres,  a 
quien  se  había  pensado  confiar  la  coordinación  general,  aunque 
sí  participó  en  el  frenético  trabajo  que  antecedió  a la  partida  del 
equipo  al  Viejo  Continente  recibiendo  y seleccionando  los  aportes 
que  llegaron,  de  suerte  que  el  equipo  viajara  a Roma  ya  con  algunos 
textos  para  ser  ofrecidos  a los  obispos  participantes.  El  resultado 
fue  un  folleto,  con  traducción  al  inglés,  breve  pero  sustancioso,  en 
el  que  se  delineaban  los  temas  más  relevantes  de  la  hermenéutica  y 
pastoral  bíblicas  desde  la  perspectiva  latinoamericana  y caribeña: 
lectura  orante  y comunitaria  de  la  Palabra,  Jesús  de  Nazaret  como 
criterio  hermenéutico  fundamental,  Biblia  y magisterio.  Biblia  y 
tradición,  etcétera. 

La  labor  del  equipo  no  hubiera  podido  tener  eficacia  sin  la 
conformación  de  círculos  de  apoyo  que,  desde  sus  lugares  de  origen 
y según  sus  trabajos  específicos,  siguieron  el  trabajo  de  asesoría  y 
compartieron  opiniones  y materiales.  Entre  ellos  debo  destacar  a 
Pablo  Richard,  de  Costa  Rica,  quien  aunque  no  pudo  integrarse 
al  equipo  por  razones  de  salud,  siguió  puntualmente  el  trabajo 
y lo  enriqueció  con  sus  aportes  a distancia.  Hay  que  agradecer 
también  las  aportaciones  de  Eleazar  López,  Ernestina  López  y 
Margot  Bremer.  Dos  presencias  nos  resultaron  imprescindibles 
para  el  éxito  del  trabajo:  María  Luisa  Berzosa,  quien  nos  facilitó 
muchos  contactos  en  la  ciudad  de  Roma,  y Bruno  Secondin,  quien 
acompañó  y enriqueció  nuestras  reflexiones  durante  numerosas 
jomadas  de  trabajo. 


3.  Lineamenta  y discurso  inaugural 

Antes  de  partir  rumbo  al  sínodo,  los  obispos  recibieron  la 
primera  propuesta  de  reflexión  ( Lineamenta ) que,  después  de 
ser  enriquecida  en  una  consulta  universal,  quedó  constituida 
en  el  Documento  de  trabajo  ( Instrumentum  laboris).  Un  prefacio  de 
monseñor  Nicolás  Eterovic,  secretario  general  del  sínodo,  precede 
un  texto  estructurado  en  tres  partes:  la  primera,  que  se  concentra 
sobre  la  identidad  de  la  Palabra  de  Dios  según  la  fe  de  la  Iglesia;  la 
segunda,  que  considera  la  Palabra  de  Dios  en  la  vida  de  la  Iglesia; 
y la  tercera,  que  reflexiona  sobre  la  Palabra  de  Dios  en  la  misión 
de  la  Iglesia. 

En  el  Instumentum  laboris  se  concentran  tanto  los  conceptos 
teológicos  básicos  que  tienen  que  ver  con  la  revelación  y la 
Biblia,  como  observaciones  de  carácter  pastoral.  Ya  Pablo  Ri- 


117 


Sínodo  de  Obispos,  2008 

chard,  en  un  análisis  del  documento,  señalaba  algunas  de  sus 
características:  yuxtaposición  de  los  temas  de  Biblia  y catequesis, 
énfasis  litúrgico  con  cierto  descuido  de  otros  aspectos  pastorales, 
referencias  reiteradas  —pero  vagas—  a la  Lectio  divina,  falta  de 
complementación  entre  movimiento  bíblico  y animación  bíblica 
de  la  pastoral,  insistencia  en  una  relación  positiva  entre  Palabra 
de  Dios  e Iglesia,  entre  otras. 

A diferencia  del  anterior  pontificado.  Benedicto  XVI  quiso 
respetar  la  función  de  la  homilía  de  la  misa  inaugural  sin  convertirla 
en  la  conferencia  programática  para  el  desarrollo  del  sínodo. 
Esta  función  correspondió,  en  cambio,  al  discurso  inaugural  del 
relator  del  sínodo,  cardenal  Marc  Ouellet  (arzobispo  de  Québec), 
en  el  que  se  delinearon  algunas  tareas  concretas  para  el  sínodo  en 
las  que  se  notan  las  preocupaciones  teológicas  y pastorales  que 
subyacen: 

• "El  Sínodo  debe  proponer  soluciones  concretas  para  colmar 
las  lagunas  y poner  remedio  a la  ignorancia  de  las  Escrituras 
que  se  añade  a las  dificultades  actuales  de  la  evangelización" 

(p.  2). 

• "En  un  mundo  pluralista,  marcado  por  el  relativismo  y el 
esoterismo,  la  propia  noción  de  Revelación  es  cuestionable  y 
tiene  que  ser  aclarada"  (p.  2). 

• "Es  de  desear  que  el  Sínodo  aliente  la  búsqueda  de  estra- 
tegias nuevas,  sencillas  y atractivas,  adaptadas  al  conjunto 
del  pueblo  cristiano  o a grupos  particulares  de  fieles,  para 
desarrollar  el  gusto  y la  práctica  de  una  lectura  continua, 
tanto  comunitaria  como  personal,  de  la  Palabra  de  Dios"  (p. 
12). 

• "...el  Sínodo  debe  dar  una  orientación  para  purificar  las 
relaciones  y favorecer  la  integración  de  los  conocimientos 
de  las  ciencias  bíblicas  y hermenéuticas  en  la  interpretación 
eclesial  de  las  Sagradas  Escrituras"  (p.  12). 

• "El  Sínodo  debería  elogiar  el  renovado  interés  por  el  enfoque 
canónico  de  la  Escritura  y los  esfuerzos  para  proponer  síntesis 
de  teología  bíblica  como  interesantes  pasos  adelante  en  el 
sentido  de  una  inteligencia  global  de  la  Escritura"  (p.  14). 

• "El  Sínodo  debe  escuchar,  discernir  y alentar  los  proyectos 
de  transmisión  y transposición  de  las  Sagradas  Escrituras  a 
todos  estos  nuevos  lenguajes  que  esperan  servir  a la  Palabra 
de  Dios"  (p.  19). 


118 


Raúl  Lugo  Rodríguez 

4.  Las  insistencias  irrenunciables 

Un  documento  extrasinodal  fue  de  gran  inspiración  para  el 
trabajo  del  equipo  de  asesoría  de  Amerindia.  Se  trata  de  una  carta 
que  el  cardenal  Cario  María  Martini  hizo  pública  algunas  semanas 
antes  del  inicio  de  la  asamblea  sinodal.  En  ella  el  cardenal  emérito 
de  Milán,  quien  no  figuró  entre  los  invitados  al  sínodo  a pesar 
de  su  peso  simbólico  en  la  materia,  advertía  sobre  el  peligro  de 
desmejorar  algunas  fórmulas  felices  del  Vaticano  II  y recomendaba 
no  usar  expresiones  que  implicaran  retroceso  respecto  a la  Dei 
Verbum  ni  detenerse  en  temas  en  los  que  no  era  posible  prever 
novedades  relevantes,  como  la  relación  entre  Escritura  y tradición 
o la  discusión  acerca  de  los  métodos  de  lectura  y acercamiento 
a la  Escritura,  tratado  de  manera  exhaustiva  por  la  Pontificia 
Comisión  Bíblica  en  su  documento  La  interpretación  de  la  Biblia  en 
la  Iglesia,  de  1993. 

El  cardenal  Martini  prefería  subrayar  algunos  argumentos 
sobre  los  cuales  el  sínodo  debería,  a su  juicio,  profundizar:  la 
importancia  de  aprender  a orar  con  la  Biblia;  aclarar  la  distinción 
entre  catequesis  y lectura  de  la  Escritura,  valorando  la  fuerza  de 
interpelación  que  brota  de  la  lectura  del  texto  bíblico;  y destacar 
la  relevancia  de  la  lectura  ecuménica  con  especial  énfasis  en  la 
valoración  del  pueblo  judío  y su  cultura. 

Por  su  parte,  el  equipo  de  Amerindia  decidió  dedicar  énfasis 
especial,  en  sus  trabajos  de  acompañamiento  a los  obispos,  a 
aquellos  temas  que  nos  son  especialmente  queridos  en  la  teología 
latinoamericana  y caribeña: 

• Distinción  entre  Biblia  y Palabra  de  Dios:  Dios  habla  también 
en  la  vida,  en  los  acontecimientos,  en  la  historia. 

• Lectura  popular:  centralidad  de  los  pobres  y las  aportaciones 
hermenéuticas  de  la  lectura  popular,  comunitaria  y orante  de 
la  Escritura,  a imagen  de  la  interpretación  patrística. 

• El  papel  de  la  mujer:  aportaciones  de  la  lectura  feminista  y 
reconocimiento  de  la  participación  de  las  mujeres  en  el  trabajo 
pastoral  bíblico. 

• El  diálogo  con  las  culturas:  relación  entre  la  revelación  bíblica 
y la  Palabra  de  Dios  presente  en  las  culturas  originarias. 

• Animación  bíblica  de  la  pastoral:  relación  complementaria 
entre  la  pastoral  bíblica  específica  y la  dimensión  bíblica  que 
debe  animar  todas  las  pastorales. 


119 


Sínodo  de  Obispos,  2008 

5.  Batallas  ganadas  y batallas  perdidas 

El  trabajo  de  los  padres  sinodales  se  va  decantando  meto- 
dológicamente con  base  en  participaciones  de  índole  general  y 
comentarios  críticos  al  Instrumentum  laboris,  y siguiendo  con  el 
trabajo  de  los  llamados  "círculos  menores"  (grupos  de  cerca  de 
veinte  personas  divididos  con  criterios  lingüísticos),  hasta  llegar 
a la  redacción  de  las  proposiciones  finales.  Es  en  el  trabajo  de  los 
círculos  menores  en  donde,  con  mayor  eficacia,  puede  ofrecerse 
acompañamiento  a los  obispos  en  temas  concretos. 

Las  proposiciones  finales,  aunque  sean  el  fruto  final  visible, 
representan  apenas  uno  de  los  momentos  del  sínodo  y están 
muy  lejos  de  reflejar  su  riqueza  total.  La  impresión  que  puede 
brotar  de  la  lectura  de  las  55  proposiciones  finales  es  de  una 
cierta  desconexión  entre  una  proposición  y otra,  a pesar  de  estar 
agrupadas  bajo  tres  títulos  comprehensivos. 

Algunas  afirmaciones  del  sínodo,  son  de  indudable  valor:  la 
importancia  dada  a la  lectura  patrística,  ausente  en  la  lista  original 
de  proposiciones;  los  matices  insertados  en  el  número  13,  que  habla 
de  la  relación  entre  la  Biblia  y la  ley  natural  (uno  de  los  debates 
más  hondos  en  la  cultura  moderna),  que  evitaron  que  pasara  una 
propuesta  original  que  era  un  ejemplo  vivo  de  fundamentalismo  y 
dieron  paso  a la  acertada  insistencia  en  el  espíritu  ético  que  anida 
en  el  corazón  humano;  la  reiteración  del  mandato  conciliar  de  que 
los  obispos  sean  los  primeros  escuchadores  de  la  Palabra  (No.  30); 
el  llamado  a que  los  seminaristas  se  unan  a la  lectura  orante  de 
las  comunidades  (No.  32);  el  reconocimiento  de  las  consecuencias 
políticas  y sociales  de  toda  lectura  bíblica  fiel  (No.  39);  éstos  son 
algunos  de  los  temas  que  ofrecen  una  aportación  positiva  a la 
reflexión  y al  trabajo  bíblicos. 

La  proposición  11,  única  que  menciona  la  relación  entre  Biblia 
y pobres,  en  cambio,  es  bastante  débil.  Lo  mismo  ocurre  con  el 
tema  de  la  participación  de  las  mujeres  en  la  pastoral  bíblica  y la 
Liturgia  de  la  Palabra:  las  proposiciones  17  y 30,  que  parecerán 
pobres  a cualquier  lector  avezado  —sobre  todo  si  es  lectora—,  es 
lo  más  que  se  pudo  lograr  a partir  de  un  texto  que,  increíblemente, 
era  aún  más  pobre  que  el  actual. 

Otro  tema  en  el  cual  las  proposiciones  revelan  gran  pobreza 
es  el  de  la  relación  entre  revelación  y culturas  en  la  proposición 
48.  Siendo  el  único  párrafo  en  el  que  se  hace  referencia  a las 
culturas  —y  que  podría  ser  aplicado  a nuestros  movimientos  de 
teologías  indígenas—,  sufrió  ulteriores  añadidos  que  lo  dañaron 


120 


Raúl  Lugo  Rodríguez 


irreversiblemente,  porque  estuvieron  todos  motivados  por  el 
miedo  al  sincretismo,  o por  un  falso  orgullo  que  considera  la 
revelación  sólo  como  fuente  de  verdades  que  llegan  desde  fuera 
hacia  las  culturas.  Es  una  lástima  que  no  haya  en  el  texto  ningún 
reconocimiento  de  la  verdad  divina  que  existía  ya  en  las  culturas, 
y que  hasta  la  referencia  a que  Jesús  asumió  su  cultura,  presente 
en  el  texto  original,  haya  quedado  suprimida  en  la  versión  final. 
Ejemplo  de  lo  mezquinos  que  puede  hacemos  el  miedo. 


6.  La  buena  noticia 

del  Mensaje  al  pueblo  de  Dios 

El  Mensaje  al  pueblo  de  Dios,  en  cambio,  posee  una  belleza  y 
mesura  que  se  agradece.  Se  trata,  como  el  mismo  documento 
señala,  de 

...un  viaje  espiritual  que  se  desarrollará  en  cuatro  etapas 
y desde  lo  eterno  y lo  infinito  de  Dios  nos  conducirá  hasta 
nuestras  casas  y por  las  calles  de  nuestras  ciudades. 

Se  trata  de  cuatro  secciones  nombradas  como  la  Voz  de 
la  Palabra,  el  Rostro  de  la  Palabra,  la  Casa  de  la  Palabra  y los 
Caminos  de  la  Palabra,  imágenes  de  honda  raíz  bíblica.  Además 
de  ser  profundamente  bíblicos,  estos  símbolos  son  muy  populares 
y pueden  ser  asimilados  por  el  pueblo  sencillo  con  facilidad. 

El  primer  apartado  ofrece  una  teología  de  la  Palabra.  El 
segundo  presenta  a Jesucristo  como  la  culminación  de  la  revelación. 
El  tercer  apartado  hace  referencia  a la  Iglesia  como  el  espacio  de 
conocimiento  y profundización  de  la  revelación,  basándose  en  el 
resumen  eclesiológico  de  Hch  2,  42-47.  Finalmente,  en  el  cuarto 
apartado,  el  mensaje  hace  referencia  a la  misión:  la  pastoral 
bíblica,  los  medios  modernos  para  la  comunicación  del  evangelio, 
los  retos  actuales  para  el  evangelizador  (mundo  de  pobreza  y 
sufrimiento;  relación  con  las  culturas,  de  manera  destacada  el 
pueblo  judío;  relación  con  la  ciencia  y el  arte).  Hay  que  agradecer, 
no  sólo  la  hondura  del  Mensaje  al  Pueblo  de  Dios,  sino  la  belleza  de 
su  expresión  poética.  Ojalá  que  el  documento  postsinodal  que  el 
Papa  ofrezca  a la  Iglesia,  tenga  como  referencia  este  mensaje  tan 
afortunado. 


121 


Sínodo  de  Obispos,  2008 
7.  Algunas  conclusiones 

El  Sínodo  de  la  Palabra  de  Dios  nos  ha  brindado  la  oportunidad 
de  descubrir  hasta  qué  punto  algunas  reflexiones  propias 
de  la  teología  latinoamericana  y caribeña  se  han  convertido 
en  patrimonio  de  la  Iglesia  universal.  Los  cinco  temas  que  el 
equipo  de  Amerindia  manejó  como  preocupaciones  surgidas 
de  la  experiencia  regional,  en  su  totalidad,  fueron  tratados  de 
forma  expresa  por  los  padres  sinodales.  Pudo  notarse  en  las 
intervenciones  que  cuando  menos  dos  de  ellos  —lectura  popular  y 
diálogo  con  las  culturas—  son  temas  compartidos  con  pasión  por 
las  iglesias  asiáticas  y africanas.  El  tema  de  la  participación  de  la 
mujer  es  compartido  prácticamente  por  todos  los  continentes.  Es 
posible  que  la  insatisfacción  de  algunos  padres  ante  la  redacción 
de  la  proposición  final  sobre  este  tema  (No.  17),  haya  sido  la  causa 
de  que  dicho  número  acumulara  la  mayor  cantidad  de  votos  en 
contra:  de  241  votantes,  191  dieron  su  voto  a favor,  45  en  contra 
y 3 se  abstuvieron,  votación  bastante  diferenciada  de  la  casi 
unanimidad  que  imperó  en  otras  proposiciones. 

Otra  buena  noticia  es  constatar  que  algunos  logros  teológicos 
conciliares  no  tienen  vuelta  atrás.  Lo  habíamos  ya  vislumbrado  en 
el  hasta  ahora  impecable  trabajo  de  la  Pontificia  Comisión  Bíblica 
en  sus  más  recientes  documentos,  pero  ha  quedado  confirmado 
por  el  trabajo  de  los  padres  sinodales  en  el  Sínodo  2008.  Que  la 
teología  conciliar  de  la  revelación  siga  incólume  a pesar  de  la 
involución  que  ha  ocurrido  en  tantos  otros  temas,  no  deja  de  ser 
motivo  de  alegría. 

Tengo  la  esperanza  de  que  la  encíclica  que  será  publicada 
por  el  Papa  como  resultado  maduro  de  las  discusiones  sino- 
dales, signifique  un  impulso  al  trabajo  bíblico  en  las  diócesis. 
Desafortunadamente  tenemos  una  catcquesis  muy  poco  bíblica  y 
no  suelen  alentarse  los  grupos  de  lectura  comunitaria  de  la  Biblia. 
En  algunos  lamentables  casos,  encontramos  obispos  que  bloquean 
o dificultan  cualquier  intento  orgánico  de  pastoral  bíblica  y des- 
califican como  "ideologizados"  a los  grupos  interesados  en  leer  e 
interpretar  el  evangelio  desde  la  vida  de  los  pobres.  Un  documento 
pontificio  claro,  audaz,  al  mismo  tiempo  que  mesurado,  invitando 
a los  pastores  a convertirse  en  promotores  de  la  lectura  bíblica, 
podría  marcar  una  buena  diferencia. 

Finalmente,  el  proceso  de  cambios  redaccionales  sufrido  por 
las  proposiciones  11,  39,  50  y 52  a lo  largo  de  la  asamblea  sinodal, 
deja  ver  la  huella  del  trabajo  de  acompañamiento  que  Amerindia 
prestó  a algunos  obispos  latinoamericanos  y caribeños  presentes 
en  el  sínodo. 


122 


Parte  III 


América  Latina  y el  Caribe: 
la  fecundidad  de  la  teología 
de  la  liberación 


Jon  Sobrino 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980. 
Punto  culminante  del  proceso 
iniciado  en  Medellín 

Jon  Sobrino* 


Me  han  pedido  una  reflexión  teológica  sobre  la  reunión  de 
Sao  Paulo,  que  se  celebró  en  febrero  de  1980.  Lo  hago  con  gusto. 
Sin  embargo,  veo  también  dos  dificultades.  En  primer  lugar,  no 
es  fácil  interpretar,  prácticamente  de  memoria,  el  sentido  de  un 
acontecimiento  que  ocurrió  hace  treinta  años  —y  desde  ahora 
pido  disculpas  por  olvidos  y limitaciones—.  Y en  segundo  lugar, 
todavía  es  más  difícil  recrear  el  ambiente  histórico,  cristiano  y 
eclesial  de  aquella  época,  muy  cercana  a Puebla  y suficientemente 
próxima  a Medellín,  y comunicarlo,  pues  el  ambiente  eclesial 
actual  es  muy  distinto.  Historiadores  habrá  que  presenten  de 
modo  objetivo  la  factualidad  de  lo  ocurrido  en  Sao  Paulo.  Con 
todo,  sin  captar  de  alguna  forma  lo  que  se  movía  en  el  fondo, 
con  dificultad  serán  hoy  comprensibles  y útiles  las  reflexiones 
acerca  de  aquella  reunión.  Eso  es  lo  que  quisiera  comunicar  en 


* 

Nació  en  Bilbao  y reside  en  El  Salvador  desde  1974.  Es  sacerdote  jesuíta.  Fue 
amigo  y colaborador  de  monseñor  Oscar  Romero  y compañero  de  los  jesuítas 
mártires  de  la  Universidad  Centroamericana  (UCA)  San  Salvador.  Actualmente  es 
director  del  Centro  Monseñor  Romero  y profesor  de  Teología  en  la  UCA.  Es  autor 
de  numerosas  publicaciones. 


125 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


este  artículo,  y para  hacerlo  no  veo  posible  evitar  un  cierto  tono 
personal.  He  aquí  algunas  reflexiones. 


1.  La  culminación  de  Medellín  cuando 
ya  comenzaba  el  declive  eclesial 

La  reunión  de  Sao  Paulo  ocurrió  doce  años  después  de 
Medellín,  que  fue  un  kairós  muy  específico  y no  repetido  hasta 
hoy.  Medellín  no  significó  llegar  a una  cima  paso  a paso  y poco 
a poco.  Tampoco  fue  una  aplicación,  feliz  ciertamente,  pero  cuasi 
mecánica  del  Vaticano  II.  Fue  una  irrupción  eclesial.  Y ésta  vivía  de 
la  irrupción  mayor  de  los  pobres  y de  Dios  en  ellos.  Fue  por  ello  un 
kairós  de  fuerza  intrínseca  e incontenible.  Para  darme  a entender, 
permítaseme  recordar  a monseñor  Romero  como  ejemplo  de  ese 
tipo  de  kairós  que  irrumpe.  En  Puebla,  1979,  Medellín  todavía 
pudo  mantenerse  con  elegancia:  "Puebla,  serena  afirmación  de 
Medellín",  escribimos  entonces.  No  obstante  ya  se  había  declarado 
la  guerra  abierta  a Medellín,  y a los  innumerables  "males"  que  se  le 
imputaban,  entre  ellos  la  teología  de  la  liberación.  Se  mantendría 
"la  opción  por  los  pobres",  aunque  sin  tomar  muy  en  serio  que 
"optar"  era  también  "defender"  a los  pobres  y "luchar"  —con 
buenas  artes—  "contra  los  empobrecedores". 

Este  recordatorio  me  parece  importante.  La  conferencia  de 
Sao  Paulo  fue  el  punto  culminante  de  lo  que  había  comenzado 
en  Medellín,  pero  de  un  Medellín  que  ya  estaba  seriamente 
amenazado.  Y por  ello  fue  asimismo  punto  de  inflexión.  En  Santo 
Domingo  no  quedó  prácticamente  "sustancia"  de  Medellín, 
aunque  se  mantuvo  algo  de  ortodoxia  verbal.  En  Aparecida  se 
pudo  frenar  el  deslizamiento  hacia  el  deterioro,  y hubo  algunas 
novedades  positivas.  Aun  así,  no  se  recuperó  lo  fundamental  de 
Medellín:  un  modo  comprometido  de  estar  en  y ante  la  realidad 
de  los  pobres,  dejarse  sacudir  por  su  irrupción,  enfrentarse  con 
la  pobreza  real,  hacerse  cargo  de  los  pobres  y dejarse  cargar  por 
ellos. 

En  perspectiva  histórica  es  importante  recordar  que  la 
conferencia  de  Sao  Paulo  fue  culminación  de  Medellín,  y saber  por 
qué,  lo  que  quizás  se  esclarezca  en  las  reflexiones  que  haremos  a 
continuación.  Sin  embargo,  la  conclusión  más  notable  aún  hoy  es 
que  "otra  forma  de  cristianismo  es  posible".  Fue  posible  Medellín. 
Fue  posible  mantener  vivo  a Medellín.  Y es  posible  que  Medellín 
reviva.  Por  eso  hay  que  orar  y trabajar,  y entre  tanto  sacar  el 


126 


Jon  Sobrino 

máximo  partido  a las  realidades  que  recuerdan,  poco  o mucho, 
a Medellín. 


2.  El  conflicto  en  el  interior  de  la  Iglesia 

La  misma  organización  de  la  reunión  fue  conflictiva  en  muy 
alto  grado.  En  aquellos  años,  en  la  Iglesia  institucional  ya  se  había 
instalado  el  rechazo  a la  iglesia  popular,  al  magisterio  paralelo,  a 
las  comunidades  eclesiales  de  base. . . Se  imponía  un  fuerte  control 
sobre  la  vida  religiosa  (CLAR)  y los  seminarios.  Se  nombraban 
obispos  sumisos  y sin  mucha  creatividad,  para  reemplazar  a 
los  Padres  de  la  Iglesia  Latinoamericana:  don  Helder  Cámara, 
Leónidas  Proaño,  Sergio  Méndez  Arceo,  Aloisio  Lorscheider, 
Oscar  Romero...  Los  ataques  al  nuevo  cristianismo  de  Medellín 
eran  inocultables,  y no  siempre  con  buenas  artes.  La  consecuencia 
más  grave  fue  el  miedo  y la  parálisis  que  provocaban.  Se  alejaba 
la  figura  evangélica  de  Iglesia. 

Este  recordatorio  es  importante.  Expresa,  desde  lo  negativo, 
que  Medellín  había  desencadenado  una  historia  eclesial  jesuánica, 
y por  ello  también  transida  de  persecución.  Y no  solamente 
de  parte  de  los  poderes  de  este  mundo,  sino  además  de  las 
autoridades  religiosas.  Sao  Paulo  fue  todavía  momento  de  "sana 
euforia",  dentro  de  (una  buena  parte  de)  la  Iglesia.  Con  todo,  un 
mínimo  de  lucidez  apuntaba  a una  esperanza  crucificada  dentro 
de  ella.  Junto  a los  ataques  reseñados,  Medellín  fue  muriendo 
poco  a poco  la  muerte  de  mil  cualificaciones. 

Lo  significativo  es  que  Sao  Paulo  fue  in  actu  una  asamblea 
jesuánica.  Hubo  conciencia  de  tener  que  sufrir  a manos  de  los  sumos 
sacerdotes  de  Jerusalén,  y la  disponibilidad  a ello.  Sin  embargo, 
hubo  igualmente  firmeza  en  resistir  la  persecución  eclesial,  de  lo 
cual  dio  insigne  ejemplo  el  cardenal  don  Paulo  Evaristo  Ams  en 
la  preparación  de  la  reunión.  Y fue  una  asamblea  jesuánica,  sobre 
todo,  porque  se  dejaba  sentir  una  inocultable  alegría  colectiva 
alrededor  de  los  pobres. 


3.  Entre  la  cruz  y la  resurrección  de  los  pueblos 

Sao  Paulo  tuvo  lugar  en  una  coyuntura  histórica  precisa  y 
novedosa:  el  triunfo  de  la  Revolución  Sandinista.  Este  hecho 
histórico  realmente  relevante  remitía  a Medellín  por  varios 


127 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


motivos:  un  pueblo  se  liberaba  de  los  faraones,  la  teología  de  la 
liberación  colaboraba  en  encauzar  el  proceso,  las  comunidades 
de  base  ayudaban  a hacerlo  real  y más  evangélico,  y el  proceso 
produjo  mártires:  aquellos  y aquellas  que  más  recuerdan  a Jesús. 
Era  comprensible  la  euforia  histórica  del  momento  y la  alegría  de 
verificar  la  eficacia  de  la  fe  para  la  liberación  de  un  pueblo. 

"Entre  cristianismo  y revolución  no  hay  contradicción",  se 
decía,  aunque  en  Sao  Paulo  pienso  que  se  aquilató  bien  el  eslogan. 
Viniendo  de  El  Salvador,  con  monseñor  Romero,  hablando  a 
fondo  del  tema  en  sus  cartas  pastorales,  se  comprenderá  mi  deseo 
de  analizar  la  relación  también  desde  otra  perspectiva:  qué  de 
positivo  aporta  el  cristianismo  a la  revolución,  y a la  inversa.  Se 
comprenderá  que  insistiese  en  la  realidad  de  El  Salvador  en  cuanto 
pueblo  en  plena  crucifixión,  y que  otros  y otras  participantes 
recordasen  la  situación  de  sus  países,  más  en  trance  de  crucifixión 
que  en  vías  de  liberación.  Y se  comprenderá  asimismo  que,  con 
humor,  comentara  que  muchos  peregrinaban  entonces  al  lugar  de 
las  apariciones  del  resucitado,  pero  no  tantos  al  lugar  del  pueblo 
crucificado.  Pero  eso  no  impedía  la  solidaridad,  "la  ternura  de  los 
pueblos",  la  convocatoria  que  hacen  los  crucificados  a llevamos 
mutuamente,  a dar  y recibir  cada  uno  lo  mejor  que  tenemos. 

Esta  ambivalente  coyuntura  histórica  permitía  que  en  la 
reunión  se  hiciera  presente  la  gracia  y el  pecado,  la  resurrección 
y la  cruz.  Y como  ni  una  cosa  ni  otra  —ciertamente  no  la  resu- 
rrección— se  instalan  para  siempre  en  la  historia,  la  coyuntura 
remitía  a la  necesidad  de  caminar,  practicando  la  justicia,  amando 
con  ternura  y caminando  con  Dios  en  la  historia,  como  nos  enseñó 
Miqueas.  Celebrando  la  resurrección  y cargando  con  la  cruz. 
Poniendo  juntos  Nicaragua  y El  Salvador,  la  "liberación"  no  era 
pura  imposibilidad  ni  pura  ingenuidad.  Era  esperanza  a la  vez 
fundada  y crucificada,  exigencia  a la  honradez  total  con  lo  real, 
sin  desesperarse  ni  autoengañarse.  Esto  ofrecía,  aunque  silencioso 
e implícito,  el  contexto  último  teologal  y cristológico  de  la  reunión: 
el  seguimiento  de  Jesús  en  la  historia  hacia  Dios. 

4.  Pueblo  de  Dios  e Iglesia  de  los  pobres 

Los  y las  participantes  de  Sao  Paulo  eran  suficientes  en  número, 
en  diversidad  de  ubicación  dentro  de  la  Iglesia  y de  lugares  de 
proveniencia  para  expresar  simbólicamente  más  "pueblo"  de 
Dios  que  un  "grupo"  dentro  de  la  Iglesia.  No  había  conciencia  de 


128 


Jon  Sobrino 


ser  un  reducto  privilegiado  —o  secta—  dentro  de  la  Iglesia,  pero 
sí  se  palpaba  que  se  consideraban  una  forma  más  cristiana  de 
ser  Iglesia.  Tampoco  había  facciones,  aunque  sí  diferencias,  que 
quedaban  subsumidas  en  una  comunión  mayor.  Y la  expresión 
más  clara  de  que  había  "comunión",  lo  que  ponía  a todo  un  pueblo 
—en  pequeño—  en  marcha,  no  era  la  ortodoxia,  ni  siquiera  la  de 
la  liberación  —ciertamente  no  una  ideología—,  sino  cosas  más 
hondas:  la  esperanza,  el  compromiso,  el  agradecimiento  de  haber 
recibido  una  buena  noticia  y una  buena  realidad.  Y tal  vez  lo  más 
profundo,  el  gozo  de  saberse  parte  de  la  Iglesia  latinoamericana  y 
caribeña  de  aquellos  años.  En  Sao  Paulo  había  pueblo  "de  Dios" 
porque  se  senda  que  Dios  había  pasado  y seguía  pasando  por  la 
historia.  Y eso  era  bueno. 

De  igual  modo  hubo  "pueblo  de  Dios"  en  el  sentido  del 
capítulo  II  de  la  Lumen  gentium,  lo  que  nunca  hay  que  dar  por 
supuesto,  pues  que  se  haga  realidad  es  todo,  menos  evidente.  El 
todos  del  pueblo  de  Dios  incluía  a jerarcas,  sacerdotes,  laicos  y 
laicas,  religiosas  y religiosos,  comunidades  de  base.  No  ocurrió  lo 
que  ocurre  con  frecuencia:  por  ser  la  jerarquía  algo  esencialmente 
diferente,  las  reuniones  en  las  que  se  hacen  presentes  jerarcas 
son  también  esencialmente  diferentes  a las  normales.  Dicho  con 
sencillez,  había  la  sensación  de  que  "todos  eran  iguales".  No 
obstante,  era  una  igualdad  referencial:  con  relación  a los  pobres. 
Ellos  son  los  que  tienen  capacidad  para  aglutinar,  hacer  uno  a los 
desiguales.  El  viejo  ideal  de  Juan  XXIII  y del  cardenal  Giacomo 
Lercaro  de  "la  Iglesia  de  los  pobres",  que  no  tuvo  éxito  en  el 
concilio,  sí  reunió  a un  grupo  de  obispos  en  las  catacumbas  de 
Santa  Domitila  donde  hicieron  "un  pacto"  de  construir  una  iglesia 
servidora  y pobre.  Algo  de  eso,  al  menos  algo  con  ese  sabor,  se 
hizo  realidad  en  Sao  Paulo. 


5.  Otros  pobres  y otras  pobrezas 

En  Sao  Paulo  se  hicieron  presentes  otros  pobres  y otras 
pobrezas:  la  situación  de  indígenas,  afroamericanos,  asiáticos,  la 
mujer. . . La  realidad  que  tomó  la  palabra  en  Medellín  tenía  ahora 
una  mayor  amplitud.  "La  pobreza  de  las  mayorías  que  clama  al 
cielo"  era  más  que  pobreza  económica,  como  se  dio  en  decir.  Nunca 
fue  sólo  económica,  pero  ahora  quedaba  más  claro.  Pobreza  era 
negación  o amenaza  a la  vida,  y afirmación  o cercanía  a la  muerte. 
Ese  "más"  fue  apareciendo  con  claridad.  Horizontalmente,  por  así 


129 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


decirlo:  además  de  hambrientos  y sedientos,  hay  despreciados 
por  razón  de  género,  etnia,  raza,  religión,  y afroamericanos  e 
indígenas,  mujeres  y miembros  de  otras  iglesias  obtuvieron  iden- 
tidad. Y asimismo  verticalmente,  en  profundidad.  Las  nuevas 
pobrezas  permitían  ahondar  en  el  hecho  fundamental  de  la 
opresión  y la  necesidad  de  liberación,  lo  que  las  víctimas  y los 
mártires,  de  los  que  hablaremos  al  final,  todavía  lo  pusieron  más 
de  manifiesto. 

Me  parece  importante  recalcar  que  lo  que  hacía  convergir 
los  sufrimientos  de  la  opresión  y los  anhelos  de  la  liberación  no 
era,  en  lo  fundamental,  un  concepto  sociológico  más  afinado,  ni 
siquiera  teológico,  ni  documentos  eclesiales,  sino  el  evangelio  de 
Jesús,  y evidentemente  la  experiencia  histórica  de  la  opresión.  El 
evangelio  posee  la  capacidad  de  hacer  convergir  como  hermanos 
y hermanas,  a oprimidos  y esperanzados  diversos.  Entre  los  ana- 
listas había  discusiones  sobre  si  esa  universalidad  estaba  ya  en 
Medellín,  aunque  fuese  in  nuce,  o no.  Pienso  que  Medellín,  como 
realidad  que  desencadenó  modos  de  ser,  actuar  y sentir,  seguía 
teniendo  el  potencial  de  ampliar  la  "liberación"  tanto  horizontal 
como  verticalmente.  Y con  certeza  desencadenó  un  dinamismo 
desenmascarador  de  todas  las  esclavitudes  y generador  de  todas 
las  esperanzas. 

Es  evidente  que  todo  lo  que  hemos  dicho  en  Sao  Paulo  se  hizo 
realidad  según  un  más  y un  menos.  Sin  embargo  quiero  insistir 
en  que  ocurrió.  Fue  algo  real,  conceptualizado  sí,  si  bien  no  fue 
apenas  algo  conceptual,  ni  principalmente  conceptual.  Y eso 
significaba  que  de  alguna  manera  lo  que  irrumpió  en  Medellín 
seguía  irrumpiendo.  Medellín  no  se  había  convertido  en  referente 
importante,  pero  del  pasado,  ni  nada  más  en  referente  doctrinal 
que  termina  prescindiendo  de  lo  real  o engulléndolo. 


6.  Lo  fundamental  del  discurso:  la  irrupción  del  pobre 

Sao  Paulo  fue  ante  todo  algo  real,  una  realidad,  algunas  de 
cuyas  dimensiones  hemos  intentado  reseñar.  Pero  en  la  reunión 
hubo  además  ideas,  recogidas  en  el  libro  The  Challenge  of  Basic 
Christian  Communities  L Ahora  solamente  puedo  referirme  a lo 
que  en  mi  opinión  fue  lo  más  relevante  del  discurso  teológico: 
poner  en  palabra  —y  en  concepto—  la  irrupción  del  pobre  en  la 


1 New  York,  Orbis  Books,  1981. 


130 


Jon  Sobrino 


historia,  la  Iglesia  y la  teología.  Gustavo  Gutiérrez  lo  presentó  de 
forma  programática.  Lo  recordaré  de  manera  sintética,  añadiendo 
breves  reflexiones  que  el  lector  encontrará  en  el  libro  ya  citado.  Y 
ampliándolas  un  mínimo. 

En  América  Latina  y el  Caribe,  los  pobres,  los  que  han  estado 
ausentes,  han  dejado  sentir  su  presencia  en  la  historia:  en  las  luchas 
del  pueblo  por  su  liberación  —lo  que  ha  originado  la  respuesta  del 
opresor—  y en  la  nueva  conciencia  histórica  de  su  situación  y de 
las  causas  de  ello.  Y también  han  dejado  sentir  su  presencia  en  la 
Iglesia,  como  receptores  de  la  buena  noticia  y como  comunidades 
eclesiales  de  base,  activas  y evangelizadoras.  Al  convertirse  en 
realidad  inocultable  y central,  histórica  y eclesialmente,  han 
hecho  que  la  fe  y la  teología  vuelvan  —o  empiecen—  a tomar  en 
serio  que  los  pobres  son  pueblo,  a la  vez,  creyente  y oprimido. 
Son  evangelizados  y evangelizadores.  Los  no  invitados  durante 
siglos  son  ahora  invitados.  Carlos  Mesters,  por  su  parte,  habló 
magistralmente  del  uso  de  la  Biblia  en  las  comunidades  de  los 
pobres. 

Lo  más  fundamental  del  aporte  de  Gustavo  Gutiérrez  fue 
en  mi  opinión  haber  recordado  "la  irrupción"  de  los  pobres,  lo 
cual  quiere  decir  que  se  hicieron  presentes  en  Medellín,  y sus 
alrededores,  no  poco  a poco,  ciertamente  no  por  casualidad,  ni 
tampoco  como  conclusión  de  un  modo  de  pensar  y sentir,  ni 
siquiera  como  consecuencia  del  concilio,  aunque  ocurrieron 
cosas  previas  que  facilitaron  captar  la  irrupción.  Los  pobres 
"irrumpieron",  y en  Sao  Paulo  aún  se  dejaba  sentir,  en  buena 
medida,  la  "irrupción"  original  de  Medellín.  Y al  menos  de  modo 
implícito,  quedaba  formulada  una  importante  conclusión:  en  la 
historia,  la  Iglesia  y la  teología  había  que  estar  abiertos  —pues  una 
irrupción  no  se  puede  programar  a priori—  a la  posibilidad  de  la 
irrupción,  y a historizarla  si  y cuando  ocurre.  Desde  la  perspectiva 
que  dan  los  treinta  años  transcurridos,  quiero  decir  una  palabra 
que  pueda  ser  útil  sobre  la  irrupción  en  cuanto  tal. 

En  la  tradición  bíblica,  lo  que  ha  originado  fe  y ha  puesto  en  marcha 
una  tradición  siempre  ha  sido  "una  irrupción".  En  el  lenguaje  de 
Juan  Luis  Segundo,  esto  sucede  cuando  se  da  la  captación  de  una 
realidad  que  "hace  una  diferencia".  Esa  captación  de  la  realidad 
comprende  una  dimensión  histórica  claramente  constatable,  y 
otra  a la  que  no  es  fácil  poner  nombre:  la  profundidad  que  tras- 
ciende. La  esclavitud-liberación  de  Egipto  es  lo  constatable,  y en 
y a través  de  ella  se  percibe  la  misteriosa  presencia  y voluntad 
salvífica  de  Yahveh  —al  igual  que  ocurre  con  la  cruz-resurrección 
de  Jesús. 


131 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


La  historia  no  es  percibida,  por  tanto,  de  forma  homogénea.  A 
veces  se  densifica,  la  realidad  se  muestra  en  mayor  profundidad 
y afecta  con  mayor  hondura  a los  seres  humanos.  Desde  una 
visión  creyente,  manifiesta  a Dios.  En  ese  trance,  es  posible  sentir 
la  exigencia  de  una  praxis  y el  impulso  hacia  una  esperanza, 
desproporcionada  si  se  quiere,  a lo  que  la  realidad  da  de  sí.  Y se 
siente  el  impulso  de  pensar,  poner  en  palabra  y concepto  lo  que 
ha  ocurrido.  Es  la  teología.  Esto  no  quita  que  en  la  Escritura  no 
aparezca  igualmente,  desde  la  cotidianidad,  una  visión  sapiencial 
de  la  historia  en  la  que  se  encuentra  verdad  y se  puede  encontrar 
a Dios.  Pero  por  así  decirlo.  Dios  se  muestra  "más  Dios"  cuando 
la  realidad  irrumpe. 

Esto  que  hemos  dicho  de  forma  abstracta  nos  parece  im- 
portante para  comprender  lo  que  está  en  el  origen  —y  lo  que 
todavía  está  en  juego—  en  Medellín  y la  teología  de  la  liberación: 
la  irrupción  de  los  pobres  y de  Dios  en  ellos.  Según  esto,  sin  algún 
tipo  de  experiencia  de  irrupción,  el  término  "pobre"  pierde  peso  y 
aristas,  y la  "opción  por  los  pobres"  puede  convertirse  en  ortodoxia 
aceptada  de  manera  rutinaria  y sin  praxis  que  la  mantenga  con 
vida.  Eso  no  ocurre,  u ocurre  con  mayor  dificultad,  cuando  el 
pobre  "ha  irrumpido",  y es  aceptado  simplemente  porque  no  hay 
más  remedio,  porque  ahí  está  factual  e inocultablemente,  o porque 
lo  dice  el  PNUD  —al  que,  por  otra  parte,  hay  que  agradecer. 

Así,  entiendo  la  irrupción  del  pobre  como  momento  originario 
de  Medellín  y de  la  teología  de  la  liberación.  Antropológicamente 
eso  significa  que  el  pobre  tiene  capacidad  de  exigir  y facilitar 
conversión,  de  iluminar  lo  tenido  ante  los  ojos  pero  no  visto, 
de  praxis  para  transformarlo,  de  fortaleza  para  enfrentar  a los 
empobrecedores  y de  fidelidad  para  mantenerse  hasta  el  final:  la 
cruz.  Y significa  también  capacidad  para  comprender  la  realidad 
de  Dios,  de  su  hijo  Jesús  y de  la  fuerza  transformadora  de  su 
Espíritu. 

En  Medellín,  al  menos  tal  como  lo  leo  cuarenta  años  después, 
apareció  el  pobre  que  irrumpe.  Sao  Paulo  aún  se  movía  en  esa 
línea.  Hoy  parece  que  ya  no.  No  obstante  hay  que  volver  a ello,  y 
mantener  la  esperanza  de  que  volverá. 

7.  Don  Pedro  Casaldáliga 
y monseñor  Romero  en  Sao  Paulo 

Estas  palabras  se  pueden  entender  metafóricamente,  pero 
para  mí  expresan  algo  real  e importante.  Yo  no  conocía  en 


132 


Jon  Sobrino 


persona  a don  Pedro  Casaldáliga.  Estaba  en  un  grupo  con  Teófilo 
Cabestrero,  cuando  don  Pedro  vino  caminando  hacia  nosotros. 
Me  dio  un  abrazo  y sentí  que  lo  había  conocido  de  toda  la  vida. 
No  tengo  más  que  decir  sobre  él.  Pero  aquel  primer  encuentro 
— perdóneseme  si  digo  que  algo  "irrumpió"—  fue  importante, 
porque  me  ayudó  a comprender  muchas  de  las  cosas  que  he 
escrito  en  este  breve  texto,  y muchas  de  las  que  después  he  ido 
leyendo  y escuchando  a don  Pedro.  Una  de  las  últimas  es: 

El  Dios  en  quien  creemos,  el  Abbá  de  Jesús,  no  puede  ser  de 
ningún  modo  causa  de  fundamentalismos,  de  exclusiones,  de 
inclusiones  absorbentes,  de  orgullo  proselitista.  Ya  basta  con 
hacer  de  nuestro  Dios  el  único  Dios  verdadero.  "Mi  Dios,  ¿me 
deja  ver  a Dios?".  Con  todo  respeto  por  la  opinión  del  papa 
Benedicto  XVI,  el  diálogo  interreligioso  no  sólo  es  posible,  es 
necesario. 

Quien  así  habla  ilumina  con  vigor  los  temas  que  hemos 
mencionado,  y muchos  otros.  Y en  lo  personal  le  agradezco  el 
enfoque  teologal  que  está  presente  en  todo  lo  que  dice. 

Y don  Pedro  iluminó  algo  fundamental  con  lo  que  quiero 
terminar.  Yo  llegaba  de  El  Salvador.  El  país  ardía  y a monseñor 
Romero  le  llegaban  ataques  de  todas  partes;  también  —y  muy 
dolorosamente  para  él—  de  jerarquías  locales  y vaticanas.  En 
ese  contexto  me  impactó  cómo  Casaldáliga,  igualmente  obispo 
e igualmente  inmerso  en  graves  problemas,  manejaba  los  que  le 
venían  de  la  Iglesia  institución.  Y me  quedó  una  frase  muy  suya: 
"en  rebelde  fidelidad". 

De  igual  modo  vivía  monseñor  Romero  en  el  interior  de 
la  Iglesia,  aunque  él  no  usaba  ese  lenguaje.  En  aquellos  días, 
pocas  semanas  antes  de  ser  asesinado,  la  carga  era  muy  pesada. 
Ya  en  1978,  en  Roma  habían  pensado  retirarlo  de  su  ministerio 
arzobispal,  y a comienzos  de  1980  hasta  de  Washington  llegaban 
emisarios  al  Vaticano  para  buscar  cómo  frenarlo,  callarlo,  retirarlo. 
El  peso  del  imperio  caía  sobre  él. 

Todo  esto  me  vino  a la  cabeza  al  conocer  personalmente  a 
Casaldáliga,  y se  me  ocurrió  pedirle  un  favor:  que  escribiera  una 
carta  a monseñor  Romero,  dándole  ánimos,  como  hermano  obispo, 
en  sus  problemas  con  la  Iglesia  jerárquica.  Estaba  convencido 
de  que  él  quedaría  confortado  por  Casaldáliga.  El  24  de  marzo, 
monseñor  Romero  moría  asesinado.  Pocas  semanas  más  tarde 
don  Pedro  me  envió  una  carta,  fechada  en  Sao  Félix,  el  8 de  mayo. 


133 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


Nos  llegó  —a  vosotros  imagino  con  qué  tremenda  fuerza 
y proximidad—  la  trágica  "buena  nueva"  de  la  muerte  de 
Romero.  Me  pedíais  una  carta  para  él.  Eso  me  conmueve.  Se 
la  he  escrito  infinidad  de  veces  estos  días.  Lo  siento  como  un 
hermano  mayor,  como  un  precursor  amado  y peligroso.  Como 
un  santo  de  América,  pastor  y mártir  de  la  total  fidelidad...  No 
le  faltan  homenajes  ahora.  Incluso  los  que  matan  a los  profetas 
saben  levantarles  monumentos,  después  de  muertos.  Ya  lo  decía 
el  Señor.  Veo,  sin  embargo,  que  la  muerte  de  Romero  ha  calado 
hondo.  Ésta  ha  sido  su  mejor  homilía,  indiscutiblemente... 
Incluyo  un  poema  a Romero. 

El  poema  se  ha  convertido  en  un  canto  universal  a monseñor. 
En  él  han  quedado  unidos  para  siempre,  monseñor  Romero,  el 
profeta  cantado,  y don  Pedro  Casaldáliga,  el  profeta  cantor. 

En  Sao  Paulo  se  intuía  la  realidad  de  los  mártires.  A mí  me 
tocó  hablar  del  testimonio  de  la  Iglesia,  y lo  resumí  en  estas 
palabras:  dar  vida  dando  de  la  propia  vida  y aun  la  propia 
vida.  En  El  Salvador  ya  habían  sido  asesinados  seis  sacerdotes 
—y  muchos  otros  cristianos  y cristianas—  por  defender  la  vida 
de  los  oprimidos.  En  El  Salvador  había  pobres,  en  cualquiera 
de  sus  formas,  pero  cada  vez  más  había  víctimas  del  pueblo  y 
mártires  por  defenderlas.  Los  mártires  habían  hecho  irrupción. 
En  Sao  Paulo  quizás  todavía  no  del  todo,  sin  embargo  era  clara 
la  premonición.  Don  Pedro  la  expresaba  en  su  ser,  decir  y hacer. 

El  libro  que  recoge  las  ponencias  de  Sao  Paulo  está  dedicado 
al  "Arzobispo  Oscar  Amulfo  Romero,  arzobispo  de  San  Salvador, 
1917-1980".  Hasta  hoy,  los  mártires  son  la  máxima  manifestación 
histórica  de  la  irrupción  de  los  pobres,  de  sus  desventuras  y su 
potencial  evangelizados  Son  la  máxima  "mala  realidad",  pero, 
según  la  paradoja  cristiana,  son  al  mismo  tiempo  la  máxima  "buena 
noticia".  Con  ellos,  como  con  ninguna  otra  cosa,  ha  irrumpido 
Dios  en  nuestro  continente,  en  los  pueblos  y las  iglesias. 


134 


José  Oscar  Beozzo 


Memorias 
de  un  historiador  amigo 
Sergio  Torres: 
inspirador,  animador, 
articulador 

José  Oscar  Beozzo* 


1.  Conferencia  de  la  ASETT  en  Sao  Paulo 

Me  encontré  personalmente  con  Sergio  Torres,  por  primera 
vez,  en  ocasión  del  memorable  Congreso  de  la  Asociación 
Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo  (ASETT)  realizado  en 
Sao  Paulo,  del  20  de  febrero  al  2 de  marzo  de  1980,  dedicado  a la 
"Eclesiología  de  las  comunidades  cristianas  de  base".  El  congreso, 
cuya  alma  fue  Sergio  Torres  en  el  plano  internacional  y Frei  Betto 
en  la  esfera  local,  reunió  a 180  personas  de  42  países  entre  laicos, 
obispos,  pastores,  sacerdotes,  religiosos/as  y teólogos/as  de  dife- 
rentes iglesias  cristianas. 


' Brasileño.  Es  licenciado  en  Ciencias  Políticas  y Sociales,  Teología  y Filosofía. 
Obtuvo  una  maestría  en  Sociología  de  la  Religión  en  la  Universidad  Católica 
de  Lovaina  y un  doctorado  en  Historia  Social  en  la  Universidad  de  Sao  Paulo. 
Es  coordinador  del  Centro  Ecuménico  de  Servicios  a la  Evangelización  y la 
Educación  Popular  (CESEP)  y profesor  en  el  Instituto  de  Misionología  y Teología 
en  Sao  Paulo  (ITESP). 

1 En  los  otros  continentes,  la  ASETT  es  más  conocida  por  sus  siglas  en  inglés 
EATWOT  (Ecumenical  Association  of  Third  World  Theologians). 


135 


Memorias  de  un  historiador  amigo 


Allí  me  tocó  colaborar  en  la  preparación  del  documento 
final  y en  el  mensaje  que  tuvo  un  extenso  título:  Carta  a los 
cristianos  que  viven  y celebran  su  fe  en  las  comunidades  cristianas 
populares  de  los  países  y regiones  pobres  del  mundo  . En  esa 
laboriosa  redacción  que,  en  la  víspera  de  la  clausura,  se  extendió 
madrugada  adentro,  como  suele  acontecer  con  este  tipo  de 
documentos,  trabajamos  juntos  Gustavo  Gutiérrez,  Sergio  To- 
rres y yo  y,  si  no  me  equivoco,  Jon  Sobrino.  Buscamos  recoger 
las  contribuciones  de  los  diversos  grupos  y la  perspectiva  de 
cada  continente,  combinando  la  redacción  con  el  clima  de  altísima 
tensión  que  atravesaba  el  evento. 

El  clima  provenía,  por  un  lado,  de  la  atmósfera  entusiasmante 
de  la  libertad  ejercitada  sin  censura  por  los  participantes  en 
las  charlas  y los  debates;  del  encantamiento  con  la  riqueza  de 
contribuciones  tan  diferentes  que  brotaban  de  las  exposiciones  de 
los/as  teólogos/as  de  África,  Asia,  América  Latina  y el  Caribe  y 
de  las  minorías  indígenas  y afroamericanas  de  los  EE.  UU.  Por 
otro  lado,  este  clima  de  tensión  provenía  de  la  vigilancia  ejercida 
por  los  organismos  de  seguridad  del  régimen  militar.  Para  mi- 
nimizarla, había  un  severo  control  de  los  participantes  y de  todas 
las  personas  que  circulaban  en  el  área  del  Instituto  Paulo  VI,  a 
cargo  de  los  servicios  de  traducción,  alimentación,  etcétera. 

En  verdad,  el  régimen  militar  brasileño,  a aquella  altura,  emitía 
señales  contradictorias,  tanto  de  apertura  como  de  retroceso. 
Se  puede  mencionar  en  el  ámbito  de  la  apertura,  la  suspensión 
parcial  de  la  censura  previa  a los  medios  de  comunicación,  la  ley 
de  amnistía  a los  exiliados  y presos  políticos  sin  crimen  de  sangre 
(1979)  y la  ley  que  permitía  la  creación  de  nuevos  partidos  políticos 
(1979).  Entre  los  retrocesos  estaba  la  continuada  impunidad  de 
los  órganos  de  seguridad,  cuyos  grupos  más  represivos  seguían 
practicando  la  tortura  e incluso  atentados  terroristas,  como  el  del 
complejo  cívico  Riocentro,  de  Río  de  Janeiro,  objeto  de  una  farsa  de 
investigación  que  encubrió  totalmente  a los  militares  responsables 
por  el  fracasado  atentado;  lo  mismo  que  la  ininterrumpida  vigi- 

2 Documento  final  del  Congreso  Internacional  Ecuménico  de  Teología,  en:  SEDOC 
12  (abril,  1980),  pp.  980-994. 

3 En:  SEDOC  12  (abril,  1980),  pp.  994-997.  El  mismo  número  de  SEDOC  reproduce 
la  “Carta  del  secretario  de  Justicia  y No  Violencia",  dirigida  a los  participantes 
del  congreso  y publicada  en  el  diario  O Sao  Paulo,  del  21  al  27  de  marzo  de  1980 
(pp.  977-980),  y la  entrevista  de  Frei  Betto  a uno  de  los  participantes  del  congreso, 
publicada  en  la  Folha  de  Sao  Paulo  del  23  de  febrero  de  1980,  enfocada  en  las 
comunidades  eclesiales  de  base  y sus  relaciones  con  la  política,  en  particular  con  el 
naciente  Partido  de  los  Trabajadores  (pp.  997-999). 


136 


José  Oscar  Beozzo 

lancia  y represión  a la  movilización  de  la  oposición  sindical,  a 
los  exiliados  políticos  que  habían  retomado  y a los  líderes  de  los 
movimientos  populares  y pastorales  sociales.  En  aquellos  años 
de  la  llamada  "distensión  lenta,  gradual  y segura",  continuaban 
siendo  asesinados  líderes  obreros  y de  las  comunidades  eclesiales 
de  base  (CEB),  como  Santos  Dias;  campesinos,  como  Margarida 
Alves;  e indígenas,  como  Angelo  Cretan  y Margal  Guaraní. 

Un  factor  adicional  de  emocionante  expectativa  era  la  posible 
asistencia  al  congreso,  sólo  confirmada  a último  momento,  del 
comandante  de  la  victoriosa  revolución  nicaragüense,  Daniel 
Ortega,  acompañado  de  Mónica  Baltodano,  joven  líder  del 
Movimiento  Juvenil  Católico,  quien  comandó  la  insurrección  en 
Managua  y se  convirtió  luego  en  viceministra  de  la  Presidencia 
y ministra  de  Asuntos  Regionales  en  el  gobierno  revolucionario 
(1982-1990),  y de  un  joven  guerrillero,  proveniente  de  las  comu- 
nidades de  base  de  su  país,  símbolo  de  aquel  encuentro  entre 
evangelio  y revolución,  militancia  cristiana  y militancia  popular  y 
socialista  que  caracterizó  a la  revolución  nicaragüense  . 

Una  de  las  noches  de  la  Semana  Teológica,  que  tenía  lugar 
en  el  Teatro  de  la  Pontificia  Universidad  Católica  (TUCA)  de  Sao 
Paulo  simultáneamente  con  el  congreso,  este  joven  nicaragüense 
proveniente  de  las  CEB  de  su  país  entregó  a Dom  Pedro  Casal- 
dáliga,  obispo  de  la  prelatura  de  Sao  Félix  do  Araguaia,  en  el 
norte  del  Mato  Grosso,  su  camisa  de  combate.  Dom  Pedro  se  la 
puso  diciendo  que  para  él  era  un  sacramento  de  la  entrega  de 
la  vida  de  tantos  jóvenes  en  favor  de  sus  hermanos,  durante  los 
largos  y difíciles  años  de  la  revolución  nicaragüense.  El  obispo  fue 
largamente  aplaudido  por  las  casi  dos  mil  personas  presentes  en 
el  TUCA,  provenientes  de  las  comunidades  pobres  de  la  periferia 
de  Sao  Paulo,  además  de  estudiantes,  religiosos  e intelectuales. 
Ese  gesto  suyo  le  valió  una  dura  campaña  de  la  gran  prensa  que 
lo  acusaba  de  "obispo-guerrillero"  y pedía  su  expulsión  del  país, 
por  ser  extranjero. 


4 Sobre  esto  mucho  se  escribió,  pero  una  síntesis  comprensiva  puede  encontrarse 
en:  Raúl  Gómez  Treto  y Ángel  Amaiz  Quintana,  "Igreja  e Revoluto  em  Cuba 
e Nicarágua",  en:  Enrique  Dussel  et  al..  Historia  liberationis:  500  anos  de  Historia 
da  Igreja  na  América  Latina.  Sao  Paulo,  CEHILA/Paulinas,  1992,  pp.  583-605.  Ese 
libro  fue  editado  en  inglés:  The  Church  in  Latín  America  (1492-1992).  Londres/ 
Maryknoll,  Bums  & Oates/Orbis  Books,  1992;  en  italiano:  1492/1992:  La  Chiesa  in 
America  Latina:  il  rovescio  della  storia.  Asís,  Cittadella  Editrice,  1992;  y en  castellano: 
Resistencia  y esperanza:  historia  del  pueblo  cristiano  en  America  Latina  y el  Caribe.  San 
José,  DEI-CEHILA,  1995. 


137 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


Otro  foco  de  tensión,  de  carácter  más  eclesial,  fue  la  noticia  que 
corría  de  boca  en  boca  acerca  de  la  carta  del  secretario  de  Estado 
del  Vaticano,  cardenal  Sebastiano  Baggio,  dirigida  a Dom  Paulo 
Evaristo  Ams,  urgiéndolo  a que  retirase  su  patrocinio  al  encuentro 
de  Teólogos  y Teólogas  del  Tercer  Mundo.  Una  carta  semejante 
fue  enviada  a los  obispos  que  habían  aceptado  participar  del 
evento,  instándolos  de  igual  modo  a que  declinasen  la  invitación 
y no  participaran  del  congreso.  Dom  Paulo  Evaristo  interpuso 
un  recurso  directamente  ante  el  Papa,  como  era  su  derecho  como 
cardenal  y,  sin  miedo  alguno,  presidió  con  toda  solemnidad  la 
apertura  de  la  conferencia,  dando  calurosa  bienvenida  a los 
participantes  y alentándolos  en  su  misión  de  reflexionar  acerca 
de  los  desafíos  de  la  realidad  de  hoy,  confrontándola  con  el 
mensaje  de  Jesús;  de  la  urgencia  en  empeñarse  en  la  superación 
de  la  inhumana  pobreza  en  América  Latina  y el  Caribe,  África  y 
Asia,  para  alcanzar  paz  con  justicia,  y de  las  responsabilidades 
pastorales  de  los  cristianos  y de  las  iglesias  ante  esa  situación. 

A pesar  de  la  prohibición,  varios  obispos  participaron  como 
testimonio  de  aquel  necesario  entendimiento,  cooperación  y com- 
plementariedad  entre  las  responsabilidades  pastorales,  magis- 
teriales y de  gobierno  de  los  obispos  y la  tarea  eclesial  de  los/as 
teólogos/as  en  el  campo  de  la  reflexión  sobre  la  vida  y la  doctrina 
de  la  Iglesia. 

Aquella  fue  la  primera  de  las  conferencias  de  la  ASETT  en 
América  Latina  y el  Caribe,  ya  que  las  tres  anteriores  se  habían 
realizado  dos  veces  en  África,  en  Dar-es-Salaam  (Tanzania),  en 
1976,  y en  Accra  (Ghana),  en  1977,  y otra  en  Asia,  en  Colombo  (Sri 
Lanka),  en  1979. 


2.  Un  exilio  que  abrió  nuevos  horizontes 

Estas  conferencias  habían  sido  precedidas  por  un  importante 
encuentro  que  reunió  a teólogos  y teólogas  de  América  Latina  y 
el  Caribe  con  sus  colegas  de  los  EE.  UU.  en  Detroit,  en  1975.  Para 
este  primer  encuentro  de  teólogos  del  Norte  con  sus  colegas  de 
América  del  Sur  y del  Caribe  fue  crucial  el  papel  de  Sergio  Torres, 
quien  tuvo  asimismo  un  papel  fundamental  en  la  creación  de  la 
ASETT  y la  realización  de  sus  primeros  congresos  . 


5 Sobre  esas  conferencias,  agregamos  una  apreciación  crítica  acerca  de  su 
relevancia  histórica:  "En  ese  período  histórico,  se  realizaron  dos  conferencias  muy 


138 


José  Oscar  Beozzo 


No  obstante,  lo  que  llevó  a Sergio  a organizar  en  los  EE.  UU. 
el  encuentro  de  Detroit,  en  1975,  fue  su  forzado  exilio  a raíz  del 
golpe  militar  del  11  de  septiembre  de  1973,  en  el  cual  el  general 
Augusto  Pinochet  tomó  el  lugar  del  presidente  Salvador  Allende, 
democráticamente  electo.  Al  respecto  del  infausto  acontecimiento 
en  la  historia  del  pueblo  chileno,  podemos  parafrasear,  en  lo  que 
atañe  a la  vida  personal  de  Sergio,  el  pasaje  del  pregón  pascual  o 
Exultet,  cantado  en  la  celebración  de  la  vigilia  de  Pascua:  "Oh  felix 
culpa,  quae  talem  et  tantum  meruit  nos  habere  Redemptorem!" 
— ¡Oh,  feliz  culpa  [la  de  Adán]  que  nos  mereció  la  gracia  de  tan 
grande  Redentor!",  en  la  traducción  más  libre  del  Misal  Romano. 

El  exilio  en  los  EE.  UU.  le  permitió  acrecentar  su  experiencia 
de  estudios  en  Europa,  que  le  valió  el  conocimiento  del  italiano  y 
el  francés,  y el  dominio  y la  fluidez  de  la  lengua  inglesa,  la  koiné 
moderna.  De  hecho,  Sergio  frecuentó  la  Universidad  Gregoriana 
en  Roma,  donde  cursó  Sociología  durante  dos  años,  y estudió 
en  Bruselas,  en  el  Centro  de  Investigaciones  Socio-Religiosas 
dirigido  por  Frangois  Houtart  , conocido  sociólogo  y profesor  de 
la  Universidad  Católica  de  Lovaina.  Por  otro  lado,  su  estadía  en 
Nueva  York,  más  allá  del  conocimiento  de  la  compleja  sociedad 
estadounidense  y del  papel  dominante  que  pasó  a ejercer  sobre 
el  Caribe  y más  tarde  sobre  el  resto  de  América  Central  y del 
Sur,  le  permitió  viajar  a Canadá  y tener  un  intenso  y privilegiado 
contacto  con  los  miles  de  refugiados  políticos  y económicos  de 


importantes  que  recibieron  el  impacto  positivo  de  la  nueva  situación  de  autonomía 
de  los  países  del  Tercer  Mundo.  Una  fue  la  Conferencia  de  Detroit,  agosto  1975, 
entre  Teólogos/as  de  América  Latina  y Teólogos/as  de  Estados  Unidos,  país 
profundamente  afectado  por  la  crisis  del  petróleo.  La  otra  Conferencia  se  realizó 
en  Dar-es-Salaam  (Tanzania)  en  agosto  de  1976,  con  la  presencia  del  Presidente  de 
ese  país,  Julio  Nyerere,  padre  del  Socialismo  Africano  (Ujama).  Esa  conferencia 
marcó  una  ruptura  con  la  teología  europea  y el  comienzo  de  teologías  contextúales 
en  el  Tercer  Mundo.  El  teólogo  francés  Marie-Dominique  Chenu  escribió  que  Dar- 
es-Salaam  fue  el  'Bandung'  de  la  teología.  En  esta  última  conferencia  se  organizó 
la  Asociación  Ecuménica  del  Teólogos  del  Tercer  Mundo  (ASETT),  que  organizó 
conferencias  en  Accra  (1977),  Sri  Lanka  (1979)  y Sao  Paulo  (1980)". 

6 Frangois  Houtart  dirigió  entre  1958  y 1962  la  Federación  Internacional  de 
Institutos  de  Investigación  Socio-Religiosa,  que  publicó  43  volúmenes  de  estudios 
sobre  el  catolicismo  en  América  Latina  y el  Caribe  en  relación  con  el  contexto 
demográfico,  económico,  político  y socio-cultural  del  continente.  Dirigió  por 
muchos  años  la  revista  Social  Compass  y fundó  en  1976,  en  Lovaina  la  Nueva,  el 
Centro  Tricontinental  (CETRI)  que  busca  alternativas  al  desarrollo  y las  relaciones 
internacionales  a partir  de  las  demandas  de  los  países  del  sur  del  mundo:  Africa, 
América  Latina  y el  Caribe  y Asia. 


139 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


todo  el  continente,  expulsados  de  sus  países  por  las  dictaduras 
militares  de  las  décadas  de  los  años  sesenta  a los  ochenta  y las 
guerras  centroamericanas  que  se  prolongaron  hasta  los  noventa. 

De  presbítero  chileno  —cuyas  raíces  nunca  perdió—  de  la 
diócesis  de  Talca  del  excepcional  obispo  monseñor  Manuel  Larraín, 
Sergio  Torres  se  transformó  en  Nueva  York,  paradójicamente,  en 
ciudadano  latinoamericano  y caribeño.  Con  la  iniciativa  de  la 
ASETT  ganó,  a su  vez,  estatus  de  ciudadano  del  mundo,  tanto  en 
la  esfera  teológica,  como  en  la  social,  cultural  y política. 

En  Chile,  Sergio  se  había  involucrado  intensamente,  junto 
con  su  colega  y amigo  Pablo  Richard  y otros  sacerdotes  y laicos, 
en  la  iniciativa  de  Cristianos  por  el  Socialismo.  Este  compromiso 
público  en  los  encendidos  debates  y las  profundas  divisiones 
político-ideológicas  en  la  sociedad  e Iglesia  de  Chile,  con  relación 
al  rumbo  del  gobierno  de  la  Unidad  Popular,  bajo  la  coordinación 
del  Partido  Socialista  de  Salvador  Allende,  le  valió  la  entrada 
en  la  lista  negra  de  los  enemigos  del  golpe  militar  que  llevó  al 
poder  al  general  Pinochet.  El  nuevo  régimen  desencadenó  una 
feroz  represión  contra  todos  los  grupos,  movimientos  y personas 
partidarias  del  gobierno  democrático  de  la  Unidad  Popular, 
los  simpatizantes  del  socialismo  o simplemente  los  líderes  de 
movimientos  populares,  pastorales,  sociales  y comunidades  de 
base. 

Como  tantos  otros  compañeros  y compañeras,  Sergio  pagó 
con  el  exilio  su  participación  en  la  desafiante  experiencia  chilena 
de  construir  un  régimen  político  que  reuniera  las  virtudes  de  la 
democracia  con  los  avances  del  socialismo,  en  términos  de  justicia 
social  y redención  de  las  masas  populares  en  el  campo,  con  la 
reforma  agraria,  y en  el  conjunto  del  país,  con  el  aumento  de  la 
inversión  pública  en  educación,  salud,  vivienda  y mejora  de  las 
condiciones  de  trabajo,  para  disminuir  las  enormes  desigualdades 
sociales  y asegurar  la  plena  ciudadanía  a los  marginados  de  la 
sociedad. 

Su  presencia  en  los  EE.  UU.,  después  de  la  intensa  militancia 
en  Chile  y en  América  Latina,  le  abrió  la  posibilidad  de  tejer  lazos 
e instaurar  un  diálogo  entre  las  experiencias  sociales  y pastorales 
y la  reflexión  teológica  que  las  acompañaron  en  los  países  de 
latinoamericanos  y caribeños,  y las  experiencias  semejantes  en 
curso  en  los  EE.  UU.  en  el  seno  de  las  minorías  hispanoamericanas, 
de  los  movimientos  negros  y pueblos  indígenas. 


140 


José  Oscar  Beozzo 

3.  Aporte  a las  conferencias  generales  del  CELAM 

Después  de  la  fundación  de  la  ASETT,  Sergio  Torres  se  re- 
lacionó de  manera  más  profunda  con  los  teólogos  y teólogas 
latinoamericanos  y caribeños,  durante  la  preparación  de  la  III 
Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  convocada 
por  Pablo  VI,  a realizarse  en  Puebla  de  los  Ángeles  en  México, 
en  1978.  La  muerte  sucesiva  de  dos  papas,  Pablo  VI  y Juan  Pablo 
I,  pospusieron  la  apertura  de  la  conferencia  para  enero  de  1979, 
ya  bajo  el  pontificado  de  Juan  Pablo  II.  Sergio  ayudó  a organizar 
la  infraestructura  y logística  para  que  esos  teólogos  y teólogas 
—muchos  de  los  cuales  habían  colaborado  directamente  en  la 
preparación  y realización  de  la  II  Conferencia  en  Medellín  en 
1968—  pudieran  prestar  su  colaboración  a los  obispos  y a la  III 
Conferencia,  desde  afuera. 

Todos  ellos  habían  sido  excluidos  de  la  asesoría  oficial  de  la 
conferencia,  luego  de  que  la  Secretaría  General  del  CELAM  (1972- 
1979)  y en  seguida  su  Presidencia  (1979-1982),  fueron  asumidas 
por  el  joven  obispo  colombiano  Alfonso  López  Trujillo. 

Esta  situación  de  exclusión  de  los/as  teólogos/as  de  la  liberación 
de  la  asesoría  oficial  de  los  institutos  de  formación  del  CELAM  y 
de  las  conferencias  generales  del  episcopado  latinoamericano  (III 
en  Puebla,  1979;  IV  en  Santo  Domingo,  1992,  y V en  Aparecida, 
2007)  y del  Sínodo  para  América  (Roma,  1997),  se  tomó  la  regla 
desde  la  elección  de  López  Trujillo  para  la  secretaría  del  CELAM 
y de  su  constante  campaña  en  el  continente  y junto  a la  curia 
romana  contra  la  teología  latinoamericana  de  corte  liberador. 
Para  cada  una  de  esas  conferencias  a partir  de  Puebla,  Sergio  se 
empeñó  para  que  no  faltase  a la  Iglesia  latinoamericana  y caribeña 
el  necesario  respaldo  teológico,  garantizando  siempre  un  núcleo 
de  teólogos/as,  biblistas  y científicos  sociales  que  se  involucraran 
en  la  preparación,  el  desarrollo  de  las  conferencias  y la  elaboración 
de  materiales  de  apoyo,  ya  fuera  en  la  fase  preparatoria,  como 
durante,  pero  también  posteriormente  para  análisis,  comentarios 
e interpretación  del  evento  y los  documentos  allí  producidos.  No 
fue  fácil  convencer  a muchos  compañeros  y compañeras  que  se 
encontraban  marginados  y en  el  ostracismo  dentro  de  sus  iglesias 
locales,  debido  al  proceso  de  exclusión  a la  que  fue  sometida  la 
teología  de  la  liberación  y sus  seguidores  en  muchos  países,  a 
abandonar  su  trabajo  por  semanas  sin  interrupción  para  dedicarse 
a la  tarea  de  asesorar  a los  obispos  amigos. 


141 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  1980 


3.1.  Conferencia  de  Aparecida  en  2007 

Se  alcanzó  cierta  distensión  en  el  proceso  de  preparación 
de  Aparecida,  en  buena  parte  gracias  al  persistente  trabajo  de 
aproximación  realizado  por  Sergio  Torres,  a la  sazón  párroco  en 
la  arquidiócesis  de  Santiago,  y a la  coordinación  de  Amerindia, 
junto  al  cardenal  arzobispo  de  Santiago  de  Chile,  monseñor 
Francisco  Javier  Errázuriz,  entonces  presidente  del  CELAM  y 
principal  encargado  de  la  preparación  de  la  V Conferencia.  Un 
encuentro  en  Bogotá,  en  la  sede  del  CELAM,  entre  Sergio  Torres 
y Pablo  Bonavía  de  Uruguay,  en  representación  de  Amerindia, 
y la  Comisión  Episcopal  ampliada  del  CELAM  encargada  de  la 
preparación  de  Aparecida,  pavimentó  el  camino  para  el  diálogo 
entre  los  teólogos  y teólogas  congregados  y miembros  de  la 
dirección  del  CELAM. 

La  mesa  de  diálogo  tuvo  lugar  en  Bogotá  los  días  29  y 30  de 
marzo  de  2007  y no  en  Sao  Paulo,  como  se  había  previsto,  por 
causa  de  la  transferencia  de  su  cardenal  arzobispo,  Dom  Cláudio 
Hummes,  encargado  de  presidirla,  a la  Congregación  del  Clero 
en  la  curia  romana.  El  lugar  fue  entonces  cambiado  por  Bogotá 
y la  presidencia  fue  asumida  por  el  cardenal  Oscar  Andrés 
Rodríguez  Madariaga,  arzobispo  de  Tegucigalpa  en  Honduras. 
Contó,  de  parte  de  la  directiva  del  CELAM,  con  la  presencia  de 
los  siguientes  obispos:  monseñor  Mario  Cargnello,  arzobispo  de 
Salta  en  Argentina  y presidente  del  Departamento  de  Misión  y 
Espiritualidad  del  CELAM;  monseñor  José  Luis  Lacunza,  obispo 
de  la  diócesis  de  David  en  Panamá  y presidente  del  Departamento 
de  Familia,  Vida  y Cultura  del  CELAM;  monseñor  Santiago  Silva, 
obispo  auxiliar  de  Valparaíso  en  Chile  y responsable  del  Centro 
de  Estudios  Bíblicos  para  América  Latina  (CEBIPAL);  monseñor 
Andrés  Stanovnik,  obispo  de  Resistencia  en  Argentina  y secre- 
tario general  del  CELAM;  y el  padre  Sydney  Fones,  chileno  y 
secretario  adjunto  del  CELAM. 

De  la  lista  de  diez  teólogos/as  presentados  por  Amerindia  al 
CELAM  para  la  mesa  de  diálogo,  éste  escogió  cinco:  el  padre  Pablo 
Bonavía,  coordinador  de  Amerindia  (Montevideo,  Uruguay),  fray 
Gustavo  Gutiérrez,  dominico  (Centro  Bartolomé  de  las  Casas  de 
Lima,  Perú  y Universidad  de  Nótre-Dame,  Indiana,  EE.  UU.);  fray 
Carlos  Mesters,  carmelita  (CEBI,  Angra  dos  Reis,  Brasil),  doctora 


7 Después  de  la  V Conferencia,  el  27  de  setiembre,  fue  designado  como  nuevo 
arzobispo  de  Corrientes,  en  Argentina. 


142 


José  Oscar  Beozzo 


María  Clara  Lucchetti  Bingemer  (PUC,  Río  de  Janeiro,  Brasil)  y el 
padre  José  Oscar  Beozzo  (CEHILA  y CESEP,  Sao  Paulo,  Brasil). 

La  mesa  de  diálogo  realizada  a pocos  meses  de  la  apertura 
de  la  V Conferencia  en  Aparecida  abrió  el  camino  para  un  hecho 
inédito.  Por  primera  vez,  desde  Medellín,  el  presidente  del 
CELAM  y también  uno  de  los  tres  presidentes  de  la  conferencia,  el 
cardenal  arzobispo  de  Chile,  anunció  a la  asamblea  de  los  obispos 
la  presencia  en  aquella  ciudad  de  un  grupo  de  teólogos  y teólogas 
latinoamericanos  vinculados  a Amerindia,  quienes  se  encontraban 
del  lado  de  afuera  del  recinto  oficial,  pero  a disposición  de  los 
delegados  de  la  conferencia  que  quisieran  solicitar  sus  servicios. 
Se  dio  fin  así  a la  situación  de  semiclandestinidad  en  la  que  venían 
actuando  en  las  anteriores  conferencias  de  Puebla  (1979),  Santo 
Domingo  (1992)  y en  el  Sínodo  para  América  en  Roma  (1997), 
sin  que  mientras  tanto  fuera  restablecido  sin  más  su  lugar  como 
teólogos  y teólogas  dentro  de  las  estructuras  institucionales  de  la 
Iglesia,  representada  oficialmente  por  el  CELAM. 

Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol 


143 


Elsa  Tamez 


El  papel  de  ASETT 
en  la  teología  feminista 
El  cheque  invisible 

Elsa  Tamez * 


Eran  tiempos  de  dictadura  y de  represión,  aun  en  países 
democráticos  como  Costa  Rica,  cuando  Sergio  Torres,  secretario 
ejecutivo  de  la  ASETT  en  la  primera  mitad  de  los  años  ochenta, 
me  dio  un  cheque  de  17.000  dólares  para  empezar  a organizar  un 
encuentro  de  teólogas  latinoamericanas  y caribeñas.  Habíamos 
estado  en  Brasil,  en  uno  de  los  encuentros  de  teología  de  la 
liberación  que  en  esa  época  se  realizaban  con  frecuencia.  Aún 
recuerdo  el  susto  que  me  llevé  cuando  entré  en  el  aeropuerto 
de  Costa  Rica.  Me  detuvo  la  Seguridad  Nacional  para  el  acos- 
tumbrado interrogatorio  que  venían  haciendo  desde  el  comienzo 
de  la  guerra  de  baja  intensidad,  de  parte  del  gobierno  de 
Ronald  Reagan,  contra  los  sandinistas  que  estaban  en  el  poder 
en  Nicaragua.  ¿De  dónde  viene?  ¿Qué  hace?  ¿Es  profesora  en  el 
Seminario  Bíblico  donde  entrenan  guerrilleros?  Deme  su  maletín. 


' Mexicana,  licenciada  en  Teología  y doctorada  en  Biblia,  Teología  Metodista  de 
la  Facultad  de  Teología  en  Lausana,  Suiza.  Es  profesora  de  Biblia,  miembro  per- 
manente del  equipo  de  investigación  del  DEI  en  Costa  Rica  y de  la  ASETT.  En 
1997  recibió  en  Nueva  York  el  premio  Woman  Witness  Special  Award  (Rogers)  en 
reconocimiento  a sus  esfuerzos  por  incluir  a mujeres  de  todo  el  mundo  en  la  nueva 
Universidad  Bíblica  Latinoamericana. 


145 


El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

¿Qué  trae  aquí?...  El  aeropuerto  tenía  dos  oficinitas,  una  para 
la  revisión  de  la  droga  y otra  para  el  interrogatorio  a personas 
que  les  parecían  sospechosas.  Entré  en  esta  última.  Allí  siempre 
revisaban  todo  lo  que  uno  traía,  desde  libros  hasta  el  papel  más 
pequeñito  que  andaba  enrollado,  perdido  en  el  bolso.  Yo  ya  había 
tirado  en  el  baño  del  aeropuerto  en  Panamá  todos  los  papeles  del 
encuentro  que  hablaban  de  la  teología  de  la  liberación,  sus  planes 
próximos,  temáticas  relevantes,  etcétera.  Eran  papeles  inofensivos, 
no  obstante  la  expresión  teología  de  la  liberación  había  sido 
estigmatizada  por  la  situación  política  ideologizada  y polarizada 
debido  a la  Guerra  Fría  y a las  luchas  de  liberación  que  se  daban 
en  Centroamérica  contra  las  dictaduras.  El  cheque  estaba  en  un 
sobre  en  uno  de  los  compartimentos  del  maletín.  No  entiendo 
cómo  no  vieron  el  sobre  ni  lo  abrieron.  Habían  desenrollado  y 
examinado  hasta  los  minúsculos  papelitos  de  los  chicles  Adams. 
No  estaba  prohibido  entrar  dinero  (ahora  uno  tiene  que  declarar 
si  trae  más  de  10.000  dólares),  pero  qué  no  hubieran  inventado 
de  haber  encontrado  el  cheque.  Ya  me  imagino:  "Teóloga  de  la 
liberación  con  17.000  dólares  para  apoyo  a la  guerrilla".  Hago 
alusión  al  cheque,  no  por  la  plata  en  sí,  sino  por  el  contexto  de 
persecución  política  en  el  que  surgió  la  teología  feminista  y que  la 
marcó  por  lo  menos  en  las  primeras  generaciones. 

Tales  eran  los  tiempos  en  los  que  empezamos  en  1983  a preparar 
el  primer  encuentro  de  mujeres  teólogas  en  América  Latina  y el 
Caribe  promovido  por  la  ASETT.  Tiempos  que  marcaron  la  forma 
de  hacer  teología  y el  compromiso  con  los  pobres,  especialmente 
con  las  mujeres  víctimas  de  la  pobreza  y la  guerra;  y del  machismo 
y el  patriarcado  que  permean  hasta  ahora  todos  los  estratos  de 
la  sociedad.  Ya  se  habían  realizado  otros  encuentros  de  teólogas, 
como  el  de  1979  en  México,  en  vistas  a la  conferencia  de  Puebla, 
organizado  por  Mujeres  para  el  Diálogo.  Sin  embargo,  este  cheque 
"mágico",  por  su  "invisibilidad",  iba  a ser  destinado  al  primero 
en  el  cual  la  ASETT  se  comprometía  de  lleno.  Rindió  mucho, 
por  "mágico"  tal  vez,  pues  se  realizaron  dos  reuniones,  una 
reunión  previa  en  Colombia,  preparatoria  (1984),  con  cinco  o seis 
mujeres  de  las  distintas  regiones  del  continente,  para  garantizar  la 
participación  amplia  y ecuménica,  y la  definitiva  en  Buenos  Aires 
(1985)  la  cual,  todavía  con  balbuceos  teológicos  feministas,  nos 
llenó  a las  veinte  mujeres  que  participamos  de  intensos  deseos 
de  continuar  haciendo  teología.  Sergio  nunca  supo  la  historia  del 
cheque,  solamente  recibió  el  informe  de  las  reuniones  y el  fruto  de 
la  reunión:  "El  rostro  femenino  de  la  teología". 


146 


1.  El  impulso  de  la  ASETT 


Elsa  Tamez 


Las  décadas  convulsionadas  de  los  años  setenta  y principios 
de  los  ochenta  marcaron  la  incorporación  de  las  mujeres  en  el 
quehacer  teológico  en  nuestro  continente,  en  el  interior  de  la 
teología  de  la  liberación.  Es  innegable  que  la  ASETT  dio  el  impulso 
y ayudó  a que  se  cuajaran  estructuralmente  las  inquietudes  de  las 
mujeres  del  Tercer  Mundo  como  sujetos  de  producción  teológica. 
Fue  en  la  Asamblea  de  Nueva  Delhi,  India,  en  el  año  1981,  cuando 
se  acordó  nombrar  la  comisión  del  programa  de  la  mujer.  Cada 
continente  del  Tercer  Mundo  tenía  como  tarea  organizar  su 
reunión  regional,  para  luego,  dos  días  antes  de  la  Asamblea  de  la 
ASETT,  realizada  cada  cinco  años,  reunimos  para  compartir  las 
reflexiones  y los  avances  trazados  en  cada  congreso  regional.  Fue 
allí,  en  Nueva  Delhi,  donde  una  teóloga  africana,  Mercy  Oduyoye, 
habló  de  la  "Irrupción  dentro  de  la  irrupción",  aludiendo  a la 
irrupción  de  las  mujeres  dentro  de  la  irrupción  de  los  pobres.  Ése 
fue  el  inicio  del  caminar  teológico  de  las  teólogas  de  la  ASETT; 
dejamos  de  ser  voz  de  los  varones  para  ser  voz  como  mujeres 
productoras  de  discurso  teológico.  Las  reuniones  auspiciadas  por 
la  ASETT  fueron,  y siguen  siendo,  ahora  en  manos  de  las  nuevas 
generaciones,  espacios  privilegiados  donde  mujeres  teólogas 
discurren  y debaten  temas  acuciantes  de  la  teología  feminista, 
motivadas  siempre  por  los  desafíos  de  la  realidad. 


1.1.  Los  casos  perdidos 

No  ha  sido  fácil.  Ni  en  el  inicio  de  la  teología  feminista  ni 
durante  el  desarrollo.  Los  teólogos  colegas,  a excepción  de  uno 
que  otro,  no  la  tomaron  en  serio.  Creo  que  fue  por  ignorancia, 
miedo  o falta  de  voluntad.  Una  vez,  se  tomó  en  serio  y con 
honestidad:  allá  como  en  el  93.  Cuando  ya  eran  muchos  los 
reclamos  de  las  teólogas  hubo  una  mesa  redonda  sobre  la  teología 
feminista  en  una  reunión  de  teología  de  la  liberación  de  la  ASETT 
en  Brasil;  pero  las  mujeres  no  tuvimos  la  capacidad  de  convencer, 
tal  vez  porque  nos  faltaron  herramientas  para  una  discusión  de 
alto  nivel  como  se  esperaba,  o los  teólogos  varones,  víctimas  del 
patriarcado,  son  un  caso  perdido.  Creo  que  en  esa  ocasión  fueron 
las  dos  cosas. 

Lo  que  sí  podemos  decir  con  seguridad  es  que  las  teólogas 
lograron,  desde  mediadios  de  los  años  ochenta,  que  las  mujeres 


147 


El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

simplemente  dejaran  de  ser  mencionadas  en  la  lista  de  oprimidos. 
La  producción  teológica  de  las  mujeres  hoy  es  bastante  fructífera, 
pues  ha  ganado  un  espacio  importante  dentro  de  una  profesión 
considerada  antes  espacio  de  varones.  Y a pesar  de  los  colegas,  la 
ASETT  tiene  que  ver  mucho  en  esto  por  ofrecer  la  estructura  que 
hace  posible  el  encuentro  entre  las  mujeres  teólogas. 


1.2.  Los  avances  de  las  teólogas 

Cada  encuentro  de  teólogas  organizado  por  la  comisión  del 
programa  de  la  mujer  de  la  ASETT,  marca  un  hito  en  los  avances 
del  pensamiento  teológico  de  las  mujeres.  Para  una  mirada  más 
detallada  de  estos  avances  les  remito  a mi  artículo  "Hermenéutica 
feminista  latinoamericana:  una  mirada  retrospectiva"  *.  En  él 
investigo  cómo  se  va  construyendo  la  conciencia  feminista  en 
América  Latina  y el  Caribe;  el  uso  de  los  lenguajes  y su  evolución; 
la  hermenéutica  bíblica  a la  luz  de  cada  momento  histórico, 
económico,  político,  eclesial  y teológico,  según  las  décadas  de  los 
setenta,  ochenta  y noventa  hasta  nuestros  días;  y las  contribuciones 
y nuevas  claves  teológicas  que  se  van  dando  a lo  largo  de  este 
caminar  en  la  ASETT,  donde  su  papel  ha  sido  y sigue  siendo  clave 
en  la  visualización  y el  desarrollo  de  la  teología  feminista  de  la 
liberación.  Quisiera  concentrarme  en  este  artículo  en  la  realidad 
actual  de  las  teologías  feministas  que  observo  en  el  interior  mismo 
del  grupo  de  teólogas  de  la  ASETT. 

Es  muy  claro  que  hoy  día  en  América  Latina  y el  Caribe  no  es 
posible  hablar  de  una  teología  feminista.  Hay  varias  corrientes, 
todas  ellas  interesantes.  Hace  más  de  25  años  era  posible  observar 
una  sola  corriente  que  avanzaba  en  bloque;  pero  al  ir  creciendo, 
poco  a poco  fue  consolidándose,  madurando  y fueron  surgiendo 
diferentes  enfoques.  Por  tal  motivo  no  se  puede  hablar  de  teología 
feminista  en  América  Latina  y el  Caribe  sin  reconocer  su  origen 
y el  proceso  que  le  fue  llevando  a sus  bifurcaciones  o,  mejor 
dicho,  a sus  diversos  énfasis.  Hoy  es  posible  hablar  de  tres  énfasis 
distintos:  la  teología  feminista  latinoamericana  de  la  liberación,  la 
teología  ecofeminista  y la  teología  feminista  negra.  No  podemos 
hablar  de  teología  feminista  india  o indígena  todavía,  como  una 
corriente,  sin  embargo  hay  mujeres  de  los  pueblos  originarios  que 


1 En:  "Religión  y género",  Enciclopedia  iberoamericana  de  religiones,  Vol.  3.  Madrid, 
Trotta,  2004,  pp.  43-65. 


148 


Elsa  Tamez 


ya  han  comenzado  a reflexionar  como  mujeres  indígenas  dentro 
de  su  cosmovisión  propia.  Es  probable  que  en  pocos  años  ya  se 
establezca  como  una  corriente  delineable  al  igual  que  las  otras. 
Me  baso  en  encuentros  y en  producción  teológica  concreta. 


2.  El  origen:  la  teología  hecha  por  mujeres 

El  origen  de  estas  teologías  feministas  es  el  mismo:  la  teología 
de  la  liberación.  Fueron  teólogas  de  la  liberación  quienes,  al 
asumir  la  metodología  y las  preocupaciones  de  la  teología  de  la 
liberación,  es  decir  el  punto  de  partida  de  la  praxis  de  liberación 
y la  opción  por  el  pobre,  empezaron  a verse  como  sujetos  de 
producción  teológica  y a develar  otras  discriminaciones,  como  la 
de  género.  La  afirmación  en  los  años  setenta  de  la  opción  por  la 
doblemente  oprimida  constituyó  un  salto  en  el  quehacer  teológico 
de  las  mujeres.  Ya  se  ha  hablado  bastante  de  este  proceso,  sus 
publicaciones  y congresos  y no  me  voy  a detener  en  eso.  La  tesis 
doctoral  de  la  teóloga  Pilar  Aquino  desarrolla  un  excelente  análisis 
de  esta  teología  inicial,  hecha  por  mujeres  de  nuestro  continente, 
en  la  cual  discute  su  método,  limitaciones,  avances  y desafíos  . En 
esta  etapa,  la  ASETT  apoyó  plenamente  desde  los  años  ochenta. 

Cabe  decir  que  no  fue  hasta  después  de  los  noventa  que  se 
empezó  a hablar  conscientemente  de  teología  feminista.  Al  inicio 
se  nombraba  teología  de  la  mujer,  en  el  sentido  de  teología  hecha 
por  mujeres;  también  se  hablaba  de  teología  desde  la  óptica  o 
perspectiva  de  la  mujer.  El  núcleo  fundamental  de  esta  teología 
de  los  años  setenta  y ochenta  era: 

• Las  mujeres  como  sujetos  de  producción  teológica. 

• Una  opción  por  las  mujeres  doble  o triplemente  oprimidas. 
Opresión  que  incluye  el  género  además  de  la  clase. 

• Un  punto  de  partida  específico:  la  vida  cotidiana  o expe- 
riencia de  las  mujeres  y su  praxis  de  liberación. 

• Un  aporte  específico  como  mujer  a la  teología. 

• Una  visión  de  liberación  de  género,  económica  y política 
en  la  cual  se  incluía  la  liberación  de  todos  los  oprimidos  de 
la  sociedad. 

• Una  visión  de  lucha  conjunta  con  los  varones  contra  el  pa- 
triarcado y el  machismo. 

1 Nuestro  clamor  por  la  vida:  teología  latinoamericana  desde  la  perspectiva  de  la  mujer. 
San  José,  DEI,  1992. 


149 


El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

Había  mucho  entusiasmo,  creatividad  y lucha,  no  obstante 
existía  claramente  una  gran  limitación  en  esta  primera  etapa:  la 
falta  de  teorías  feministas  de  análisis  que  ayudaran  a aclarar  tanto 
la  opresión  de  las  mujeres  como  su  identidad  en  cuanto  tales.  Se 
trabajó  casi  a base  de  intuiciones;  mucho  se  debía  a la  situación 
ideologizada,  politizada  y polarizada,  pero  asimismo  a la  falta  de 
preparación  académica  de  las  mujeres  que  hacíamos  teología. 


3.  La  diversidad  actual  de  teologías  feministas 
en  América  Latina  y el  Caribe 

Después  de  los  noventa,  con  la  recomposición  del  mundo, 
el  surgimiento  de  nuevas  teorías  posmodemas,  la  incorporación 
de  teorías  feministas  y una  mayor  preparación  académica  de  las 
teólogas,  el  panorama  varió  de  manera  considerable.  Comenzaron 
a surgir  nuevos  enfoques  que  se  fueron  bifurcando  en  nuevas 
teologías  feministas  en  América  Latina  y el  Caribe.  A partir  de 
esta  década  el  término  feminista  se  asume  de  modo  consciente, 
debido  a la  ambigüedad  que  produjo  hablar  de  teología  desde  la 
óptica  de  la  mujer,  lo  cual  en  diversos  círculos  dio  a entender  que 
se  trataba  de  hacer  una  teología  femenina.  El  ingreso  de  las  teorías 
de  género  iluminó  en  grado  sumo  el  quehacer  teológico  feminista 
y le  planteó  nuevos  desafíos.  Voy  a mencionar  someramente  algo 
de  cada  una  de  ellas,  aportes  y desafíos. 


3.1.  Teología  feminista  de  la  liberación 

Podríamos  decir  que  esta  teología  es  una  prolongación 
muy  cercana  a la  teología  feminista  que  nace  con  la  teología 
de  la  liberación  y continúa  bajo  su  paraguas,  por  eso  no  voy  a 
hablar  mucho  de  ella.  Reclama  seguir  dentro  de  dicha  teología. 
Sin  embargo,  exige  que  la  opción  no  sea  "el  pobre"  sino  "los 
excluidos",  porque  con  ese  término  se  ensancha  la  opción  a otras 
opresiones  como  las  de  género,  raza,  etnia,  orientación  sexual, 
etcétera. 

La  preocupación  o el  horizonte  de  liberación  de  esta  teología 
es  doble  y de  igual  intensidad:  liberación  de  la  opresión  de  las 
mujeres  en  la  vida  cotidiana  y un  cambio  de  estructuras  de 
la  sociedad,  en  el  cual  se  eliminen  toda  discriminación  y las 
desigualdades  económicas  y sociales  en  todos  los  ámbitos  de 


150 


Elsa  Tamez 


la  sociedad.  Dentro  del  horizonte  de  esta  teología  aparece  la 
preocupación  por  nuevas  relaciones  interhumanas  varón-mujer. 
Articula  la  opresión  de  las  mujeres  con  lo  económico-político  a 
partir  de  la  realidad  de  la  feminización  de  la  pobreza.  Los  temas 
clásicos  de  pecado  estructural,  gracia,  ley,  se  reflexionan  a la  luz 
del  sistema  de  mercado  desregulado  de  políticas  neoliberales,  y 
sus  efectos  contra  las  mujeres. 

La  teología  feminista  latinoamericana  de  la  liberación  ha 
asumido  las  teorías  de  género,  lo  cual  la  ha  llevado  a deconstruir 
el  discurso  teológico  androcéntrico  y patriarcal  y a buscar 
reconstruir  nuevos  discursos,  sean  estos  de  la  teología  sistemática 
o de  la  hermenéutica  bíblica. 

Desafíos : Al  tomar  en  cuenta  —como  su  punto  de  partida— 
la  vida  cotidiana  de  las  mujeres,  su  situación  de  opresión, 
discriminación  y violencia,  la  teología  feminista  de  la  liberación 
tiene  el  gran  desafío  de  asumir  teológicamente  y con  seriedad 
todo  lo  relacionado  con  la  ética  sexual,  esto  es  los  derechos 
reproductivos  de  la  mujer,  donde  el  aborto  clandestino  en  las 
mujeres  pobres  es  una  de  las  mayores  causas  de  muerte.  Éste  es 
un  desafío  que  Elina  Vuola  acertadamente  plantea  a la  teología 
feminista  latinoamericana  desde  hace  ya  varios  años  . Lo  mismo 
podremos  decir  en  cuanto  al  desafío  de  asumir  la  temática  de 
la  homosexualidad  y el  lesbianismo,  especialmente  dentro  del 
mundo  de  las  mujeres  pobres.  Esto  debe  ser  así  porque  uno  de 
sus  núcleos  fundamentales  es  la  exclusión. 

Esta  teología,  al  enfatizar  las  injusticias  contra  la  mujer  dentro 
de  la  sociedad  patriarcal  y tomando  en  cuenta  que  la  Iglesia  es 
patriarcal,  debe  asumir  con  seriedad  el  reto  de  luchar  por  una 
nueva  manera  de  ser  Iglesia,  igualitaria,  democrática,  en  donde 
las  mujeres  participen  de  todos  los  ministerios  al  igual  que  los 
varones. 

Asimismo,  esta  teología  está  siendo  desafiada  a reconocer  en 
la  Biblia  todos  aquellos  textos  opresores  contra  la  mujer  y a buscar 
nuevos  caminos  hermenéuticos  de  reconstrucción  de  los  textos. 
Aquí  ya  se  han  dado  avances  . 

Le  falta  a esta  teología  asumir  los  desafíos  profundos  que  la 
ecología  plantea. 


3 Cf.  Teología  feminista,  teología  de  la  liberación:  la  praxis  como  método  de  la  teología 
latinoamericana  de  la  liberación  y la  teología  feminista.  Madrid,  IEPALA  Internacional, 
2000. 

4Cf.  Elsa  Tamez,  Luchas  de  poder  en  los  orígenes  del  cristianismo:  un  estudio  de  la  Ia 
Carta  a Timoteo.  San  José,  DEI,  2004;  Santander,  Sal  Terrae,  2005. 


151 


El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

3.2.  Teología  ecofeminista 

El  quehacer  teológico  ecofeminista  se  inicia  en  Brasil  con 
la  conocida  teóloga  Ivone  Gebara ' y en  Chile  con  el  colectivo 
ecuménico  de  mujeres  llamado  Conspirando.  Surge  después  del 
decenio  de  los  noventa  en  diálogo  con  las  teólogas  ecofeministas 
de  los  EE.  UU.  Ya  hay  alguna  que  otra  mujer  o grupos  trabajando 
este  enfoque  en  Centroamérica. 

La  particularidad  de  esta  teología  es  su  preocupación  no 
sólo  por  la  dominación  y violencia  contra  las  mujeres,  sino 
por  toda  la  problemática  ecológica  que  está  siendo  destruida  a 
pasos  agigantados  por  el  actual  sistema  de  mercado  globalizado 
neoliberal.  Esta  teología  ve  una  similitud  en  la  dominación  y 
violencia  contra  la  mujer  y la  naturaleza.  Plantea  la  relación  desde 
dos  puntos  de  vista:  uno  a partir  de  la  manera  similar  como  son 
tratadas  ambas,  vale  decir  con  violencia,  y otro  a partir  de  su 
vocación;  el  de  la  naturaleza  de  sustentar  y trasmitir  la  vida,  y el  de 
la  mujer  de  establecer  nuevas  relaciones  con  el  cosmos.  Según  esta 
teología,  la  experiencia  del  cuidado  que  la  mujer  ha  tenido  "por  el 
otro"  (sea  por  su  naturaleza  de  ser  madre  o por  su  socialización) 
la  capacita  para  establecer  nuevas  relaciones  con  la  naturaleza  en 
la  cual  todos  los  seres  del  planeta  se  vean  como  parte  de  un  todo. 
En  el  momento  en  el  que  haya  respeto  por  el  otro  y la  naturaleza, 
al  verse  como  parte  de  un  mismo  sistema  orgánico,  será  posible 
una  nueva  forma  de  convivir  sin  dominación  ni  violencia. 

Esta  teología  ve  en  los  dualismos  de  la  epistemología  occi- 
dental una  de  las  causas  claves  del  maltrato  de  las  mujeres  y la 
naturaleza.  La  concepción  antropocéntrica  dominante  y excluyente 
de  la  naturaleza  es  responsable  de  esa  destrucción  y violencia. 
Por  lo  tanto,  se  propone  una  teocosmología  cristiana  ecofeminista 
basada  en  nociones  de  relación  sistémicas,  en  el  sentido  de  que  lo 
que  le  pasa  al  otro  o la  otra,  incluyendo  la  naturaleza,  me  sucede 
a mí  porque  todos  estamos  interrelacionados.  Ésta,  afirman,  es 
una  cosmovisión  totalmente  diferente  a la  actual  epistemología 
occidental,  por  eso  para  esta  teología  se  necesita  hacer  una 
verdadera  ruptura  epistemológica  en  la  cual  la  complejidad  de 
todo  lo  que  existe  está  presente. 

Entre  los  puntos  de  vista  teológicos  importantes  de  esta 
teología  encontramos  que  ayuda  a "...deconstruir  la  inter- 


5Uno  de  sus  libros  muy  iluminador  al  respecto:  Intuiciones  ecofeministas:  ensayo  para 
repensar  el  conocimiento  y la  religión.  Madrid,  Trotta,  2000. 


152 


Elsa  Tamez 


pretación  cristiana  de  la  creación,  la  cual  ha  reforzado  la  conexión 
entre  pecado,  mujer  y naturaleza  y ha  legitimado  la  opresión  de 
ambas"  . 

Desafíos : La  realidad  de  América  Latina  y el  Caribe  con  res- 
pecto a la  pobreza,  explotación  y desigualdades  sociales,  exige 
una  visión  ecofeminista  que  incorpore  las  cuestiones  de  la  justicia 
social,  la  lucha  política  y las  desigualdades  económicas.  O sea, 
es  importante  que  la  visión  ecosistémica  no  diluya  la  urgencia 
de  la  praxis  de  la  justicia.  De  la  relevancia  de  un  diálogo  con 
las  ecofeministas  negras  de  los  EE.  UU.,  quienes  hablan  de 
"ecojusticia". 

Aunque  las  teólogas  ecofeministas  latinoamericanas,  espe- 
cialmente Ivone  Gebara,  quien  fue  teóloga  de  la  liberación,  se 
distancian  de  corrientes  ecofeministas  esencialistas,  el  acerca- 
miento estrecho  entre  la  naturaleza  como  madre  y la  mujer  como 
madre  corre  el  peligro  de  reproducir  los  estereotipos  asignados  a 
las  mujeres  para  secundarizarlas 6  7. 


3.3.  Teología  feminista  latinoamericana 

Esta  teología  surge  con  fuerza  en  Brasil,  el  país  en  América 
Latina  y el  Caribe  con  mayor  población  negra.  Nace  y se  ubica 
dentro  de  la  teología  negra  latinoamericana  y caribeña,  dándole 
énfasis  a la  experiencia  de  las  mujeres  negras  y sus  luchas 
como  mujeres  y como  negras  dentro  de  una  sociedad  racista  y 
pobre.  Silvia  Regina  De  Lima  Silva  resume  las  características 
de  la  teología  negra:  "...el  Dios  plural  o la  diversidad  en  Dios", 
lo  cual  lleva  a rescatar  la  pluralidad  misma  de  los  humanos;  la 
negritud  como  grito:  ésta  recupera  la  historia  de  sufrimiento  de 
los  negros  y en  ese  grito  aparece  también  el  despertar  de  otras 
subjetividades  como  las  de  género,  clase,  opción  sexual  y opción 
religiosa.  Como  la  historia  no  es  sólo  personal,  sino  colectiva, 
esta  teología  pasa  por  un  referente  comunitario  indispensable 
que  abarca  tanto  el  pasado  histórico  como  el  presente  actual. 
Los  ancestros  constituyen  una  parte  vital  en  esta  teología;  allí  se 
ven  las  raíces,  dato  esencial  para  el  sentido  de  pertenencia.  Por 
último,  se  ve  al  sujeto  negro  como  parte  del  universo:  los  orichás, 


6 Sandra  Duarte  de  Souza,  Teología,  ética  y espiritualidad  ecofeminista:  urna  análise  do 
discurso.  Tesis  doctoral  de  la  Universidad  Metodista  de  Sao  Paulo,  1999,  p.  216. 

7Cf.  Ibid.,  p.  217. 


153 


El  papel  de  ASETT  en  la  teología  feminista 

divinidades  afro,  muchas  veces  se  manifiestan  en  la  naturaleza. 
Esta  relación,  junto  con  la  de  los  ancestros,  hace  que  la  teología 
negra,  además  de  abarcar  las  profundidades  de  la  ancestralidad, 
los  sujetos  negros  y sus  cuerpos  en  relación  viva  en  armonía  con 
la  naturaleza,  se  abra  a una  relación  cósmica  . 

Estas  características  coinciden  en  algunos  puntos  con  la  teolo- 
gía feminista  negra  propuesta  por  Maricel  Mena  López.  Según 
ella,  esta  teología  parte  de  vivencias  comunitarias  y quiere  romper 
con  las  barreras  tanto  del  sexismo  como  del  racismo  presentes  en 
la  sociedad  y la  teología.  La  teología  feminista  negra  recupera 
la  herencia  ancestral  de  las  culturas  afro,  por  eso  la  memoria  de 
resistencia  y sufrimiento  de  los  antepasados  esclavos,  en  especial 
de  las  mujeres  negras,  es  fundamental.  Esta  teología  se  distingue 
porque  entra  en  diálogo  con  manifestaciones  religiosas  diferentes 
a la  cristiana  como  el  candomblé  y la  santería,  de  allí  que  el  tema 
del  diálogo  interreligioso  se  vuelve  central.  Como  la  mayoría  de  la 
población  negra  es  pobre  y discriminada,  esta  teología  tiene  muy 
presente  esa  realidad  en  su  quehacer  teológico  . 

Me  parece  que  la  teología  feminista  negra  latinoamericana  y 
caribeña  tiene  mucho  que  contribuir  a las  dos  teologías  anteriores 
para  que  de  una  vez  por  todas  se  tome  en  serio  el  racismo  presente 
en  todas  las  teologías,  las  iglesias  y otras  instituciones  y la 
sociedad.  Además,  el  llamado  constante  a los  símbolos  sagrados 
le  recuerda  a la  teología  feminista  de  la  liberación  recuperar 
siempre  esa  dimensión  sagrada  de  los  símbolos,  tan  capital  en  la 
humanización  de  todos  los  seres. 

Desafíos : Por  la  síntesis  que  se  plantea,  esta  teología  toca  casi 
todas  las  dimensiones  importantes  y los  énfasis  propuestos  por  las 
otras  dos  teologías.  De  hecho,  las  otras  dos  deberían  tener  siempre 
presente  los  desafíos  de  la  teología  feminista  negra.  Con  todo, 
cabe  recalcar  que  esta  teología  no  debe  olvidar  el  desafío  de  la 
feminización  de  la  pobreza  la  cual  también,  según  las  estadísticas, 
es  negra;  así  como  la  ética  de  la  sexualidad  interesada  en  la  salud 
y los  derechos  reproductivos  de  las  mujeres. 


8 "La  teología  negra  latinoamericana  como  un  espacio  de  descubrimiento  y 
afirmación  del  sujeto",  en:  Pasos  (San  José,  DEI)  No.  89  (2000),  pp  41-45. 

9 Hermenéutica  bíblica  negra  feminista,  disponible  en:  http://ar.geocities.com/rebilac_ 
coordcont/artí  culos. 


154 


Elsa  Tamez 


4.  Hermanadas  en  la  diversidad 

Estas  son  las  tendencias  que  observo  dentro  del  grupo  de 
teólogas  de  la  ASETT.  Puede  que  haya  más  corrientes  feministas. 
Sin  embargo,  son  las  más  notables.  Estas  teologías  comparten 
varias  cosas:  todas  acogen  con  agrado  las  teorías  de  género  y otras 
teorías  feministas;  la  experiencia  de  las  mujeres  desde  la  vida 
cotidiana  es  tan  fundamental  en  las  tres  como  lo  es  la  reflexión 
sobre  el  cuerpo.  Hay  una  preocupación  en  las  tres  por  la  violencia 
contra  la  mujer,  y todas  de  algún  modo  se  preocupan  por  las 
mujeres  pobres  y su  liberación.  Aun  así,  cada  una  de  las  teologías 
feministas  mencionadas  posee  un  enfoque  particular.  No  se 
oponen  sino  que  se  desafían  mutuamente.  Me  parece  importante 
que  cada  teología  crezca  con  su  propio  horizonte,  tomando 
siempre  en  cuenta  y con  seriedad  los  desafíos  planteados  por 
las  otras  teologías  feministas  hermanas.  Asimismo  es  de  suma 
importancia  no  olvidar  las  diversas  corrientes  o teorías  feministas 
seculares,  que  bien  pueden  iluminar  el  pensamiento  teológico. 

Para  terminar  quisiera  enfatizar  la  necesidad  de  que  estas 
teologías,  de  carácter  profundamente  liberador,  siendo  producidas 
en  América  Latina  y el  Caribe,  siempre  incorporen  en  su  quehacer 
teológico,  desde  sus  diversas  ópticas,  tres  aspectos  vitales  para  las 
mujeres: 

• La  feminización  de  la  pobreza,  cuyo  color,  no  debemos  olvidar, 
la  mayoría  de  las  veces  es  moreno  y negro. 

• La  violencia  contra  la  mujer,  llevada  a la  reflexión  teológica 
como  uno  de  los  temas  esenciales  que  ven  en  ella  la  marca 
visible  del  pecado  estructural  de  la  sociedad  patriarcal. 

• Una  ética  de  la  sexualidad.  Este  desafío  es  más  difícil  por 
las  estructuras  eclesiásticas,  no  obstante,  la  realidad  de  las 
mujeres  pobres  y el  horizonte  de  liberación  de  las  teologías 
feministas  exige  que  poco  a poco  se  asuman  teológicamente 
los  temas  de  los  derechos  reproductivos  y las  orientaciones 
sexuales,  y vayan  dejando  de  ser  tabú. 

Es  algo  muy  positivo  que  estas  teologías  ahora  están  hablando 
menos  de  método  y produciendo  más  pensamiento  teológico 
feminista.  Mucho  de  ello  aún  sin  escribir. 


155 


Eleazar  López  Hernández 


La  teología  india  en  la  matriz 

latinoamericana 
Una  larga  lucha  de  resistencia  al 

modelo  impuesto 

Eleazar  López  Hernández* 


1.  Raíces  de  la  teología  india 

La  teología  india,  que  ha  hecho  su  aparición  clara  y consistente 
en  los  últimos  veinte  años  de  la  Iglesia  latinoamericana,  no  surge 
ex  nihilo,  es  decir,  como  por  arte  de  magia  o generación  espontánea, 
sino  que  es  continuidad,  repensamiento  o reelaboración  de  lo  que 
ya  existía  aquí  en  la  época  precolombina,  y también  de  los  mejores 
aportes  de  la  fe  cristiana  traída  por  la  Iglesia  en  los  primeros 
cincuenta  años  de  la  evangelización  fundante  de  lo  que  ahora  somos. 
En  consecuencia,  lo  que  llamamos  teología  india  no  ha  surgido  en 
coyunturas  eclesiales  recientes,  viene  de  muy  antiguo,  y no  puede 
considerarse  obra  de  los  pastores  de  la  Iglesia,  pues  es  acción 


* Pertenece  al  pueblo  zapoteca  del  istmo  de  Tehuantepec,  México.  Es  sacerdote, 
teólogo,  filósofo  y humanista.  Miembro  fundador  del  Movimiento  de  Sacerdotes 
Indígenas  de  México,  participa  en  la  Pastoral  Indígena  de  México  y de  América 
Latina  desde  1970.  Pertenece  al  Centro  Nacional  de  Ayuda  a las  Misiones 
Indígenas.  Fundador  de  la  Asociación  Ecuménica  de  Misionólogos  de  América 
Latina.  Asesor  de  la  CLAR  e integrante  de  Amerindia  y la  ASETT. 


157 


La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

colectiva  de  bases  indígenas,  de  líderes  autóctonos  y asimismo  de 
servidoras/es  eclesiales  de  la  causa  indígena. 

Sus  antecedentes  más  remotos  son  las  religiones  indígenas 
que  marcaron  la  vida  de  nuestros  pueblos  antes  de  la  llegada  de  la 
Iglesia  hace  quinientos  años,  y que  sobreviven  en  la  religiosidad 
popular  indígena  de  nuestro  tiempo.  Pero  no  cabe  duda  de  que  la 
emergencia  actual  de  la  teología  india  tiene  que  ver  igualmente 
con  la  maduración  de  las  semillas  de  tolerancia  y optimismo 
misionero  puestas  en  estas  tierras  por  los  mejores  exponentes  de 
la  primera  evangelización  de  América  (1524-1574).  Esos  profetas 
y visionarios,  a contracorriente  y en  medio  de  "luces  y sombras", 
elaboraron  para  los  pueblos  a los  que  sirvieron  propuestas 
misioneras  y misionológicas  de  respeto,  diálogo  y colaboración 
con  la  espiritualidad  indígena  que,  aunque  fueron  acalladas  poco 
tiempo  después,  se  mantuvieron  latentes  en  espera  de  nuevos 
momentos  favorables.  Y esos  momentos  se  están  haciendo 
realidad  en  los  tiempos  recientes. 

Después  de  los  primeros  cincuenta  años,  la  etapa  misionera 
terminó  y dio  paso  a la  implantación  de  la  Iglesia  colonial,  con 
todas  sus  estructuras  y esquemas  de  administración  diocesana  y 
parroquial,  que  prácticamente  abandonó  a las  poblaciones  nativas, 
por  haberse  reducido  éstas  a su  mínima  expresión  a consecuencia 
de  la  guerra  de  conquista,  las  enfermedades,  los  trabajos  forzados 
y las  encomiendas.  Con  mayor  razón,  los  pueblos  indígenas 
que  no  fueron  entonces  incorporados  a la  sociedad  colonial, 
manteniéndose  al  margen  de  ella,  de  hecho  no  fueron  objeto  de 
ninguna  acción  misionera  o pastoral  de  la  Iglesia  durante  gran 
parte  de  los  quinientos  años. 

Es  recién  en  la  segunda  mitad  del  siglo  XX,  cuando  de  nueva 
cuenta  se  da  en  la  Iglesia  latinoamericana  una  preocupación 
seria  por  las  poblaciones  nativas,  empujadas  ahora  a la  extinción 
total  por  la  avanzada  de  los  grandes  proyectos  del  mundo 
capitalista  y neoliberal.  Es  cuando  estos  grupos  humanos  salen 
de  su  letargo  de  siglos  y se  atreven  a caminar  por  sí  mismos  en 
medio  de  las  vicisitudes  de  la  historia,  cambiando  la  estrategia 
de  automarginación,  que  busca  evitar  el  contacto  destructor  con 
el  mundo  de  afuera,  para  asumir  estrategias  de  visibilización  y 
participación  crítica  en  la  sociedad  envolvente.  Es  en  este  último 
contexto  en  el  que  surge  y se  desarrolla  la  llamada  Pastoral 
Indígena,  la  teología  india  y la  Iglesia  autóctona,  que  coincide  con 
la  lucha  indígena  por  sus  derechos  colectivos,  la  autonomía  y el 
autogobierno. 


158 


Eleazar  López  Hernández 

2.  Parteros  del  resurgimiento 

Muchos  ilustres  personajes  de  nuestro  tiempo  han  tomado 
parte  activa  en  orden  a hacer  posible  este  tiempo  de  kairós  para  los 
pueblos  indios  y para  la  Iglesia.  Resaltan  a la  vista  algunos  pastores 
de  renombre,  como  Samuel  Ruiz,  Leónidas  Proaño,  Bartolomé 
Carrasco,  Julio  Cabrera,  José  Llaguno,  Arturo  Lona,  Víctor  Corral, 
Edwin  Krauter  y otros.  También  algunos  teólogos  altamente 
valorados,  como  Gustavo  Gutiérrez,  Leonardo  Boff,  Clodomiro 
Siller,  Xavier  Albo,  Margot  Bremer.  Y desde  luego  muchas  otras 
figuras,  tanto  hombres  como  mujeres  de  las  mismas  comunidades 
autóctonas,  quienes  han  sido  los  verdaderos  termentadores  de 
la  masa  eclesial  y la  emergencia  indígena  actual;  sus  nombres  se 
guardan  en  la  memoria  de  las  comunidades. 

Pero  existen  además  contribuciones  que  podrían  pasar  inad- 
vertidas, ya  que  no  se  expresan  en  grandes  y brillantes  textos 
teológicos  que  se  recojan  en  libros  de  mucha  circulación,  sino  que 
llevan  a cabo  una  labor  más  callada  aunque  primordial  por  ser  de 
logística  o de  articulación  de  procesos,  siendo  como  los  bastidores 
de  los  tejidos  indígenas  que  ponen  el  marco  fundamental  para 
luego  tejer  los  bordados  multicolores  de  nuestros  pueblos. 


3.  Teología  india  y teología  de  la  liberación 

A pesar  de  opiniones  en  sentido  contrario,  la  teología  de 
la  liberación  ha  sido  ciertamente  uno  de  los  mejores  aportes  de 
América  Latina  y el  Caribe  a la  Iglesia  universal.  Su  aparición 
inmediatamente  después  del  Concilio  Vaticano  II  coincide  con 
el  despertar  de  conciencia  en  este  continente  respecto  a que  ha 
llegado  la  hora  de  la  liberación  de  las  mayorías  empobrecidas, 
y que  los  cristianos  poseemos  una  energía  espiritual  capaz  de 
contribuir  a la  transformación  de  las  estructuras  injustas  del 
continente  a fin  de  construir,  con  la  fuerza  del  Evangelio  de 
Cristo,  relaciones  nuevas  de  justicia  y paz  verdaderas.  Con  la 
teología  de  la  liberación,  la  Iglesia  se  pone  del  lado  de  quienes  son 
los  predilectos  de  Dios,  aquellos  por  quienes  vale  la  pena  optar  y 
comprometerse  para  la  construcción  del  Reino. 

En  la  fase  inicial  de  la  teología  de  la  liberación,  marcada  por  la 
categoría  de  "pobres",  a los  indígenas  nos  veían  incluidos  en  esas 
mayorías  empobrecidas  enfatizando,  si  se  necesitaba,  que  éramos 
"los  más  pobres  de  entre  los  pobres"  y que,  por  eso,  merecíamos 


159 


La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

una  atención  mayor  y especial  de  parte  de  los  pastores  de  la 
Iglesia.  Sin  embargo,  no  fue  tan  fácil  para  los  luchadores  sociales 
y teólogos  de  esa  fase  aceptar  la  importancia  de  nuestra  diferencia 
cultural  y religiosa  como  forma  de  una  larga  lucha  de  resistencia 
al  modelo  social  que  se  nos  impuso;  más  de  uno  sospechaba  que 
los  indios  carecíamos  de  conciencia  de  clase  por  ser  un  tanto 
“pequeño  burgueses",  con  ideas  bastante  románticas,  mágicas  o 
atrasadas  de  la  vida  y lucha  social.  Varios  teólogos  de  la  fase  inicial 
de  la  teología  de  la  liberación  no  supieron  acercarse  a los  indios  y, 
en  consecuencia,  no  se  nutrieron  de  nuestra  sabiduría  ancestral, 
porque  la  consideraban  cosa  del  pasado  o supersticiones  de  las 
que  debíamos  ser  liberados. 

Quienes,  en  la  segunda  fase  de  la  teología  de  la  liberación, 
se  atrevieron  a acercarse  a los  indios,  se  dieron  cuenta  de  la 
fuerza  liberadora  que  tienen  nuestras  culturas  milenarias  y de  las 
alternativas  de  futuro  que  se  hallan  en  la  experiencia  de  vida  y 
de  Dios,  y que  alientan  a nuestros  pueblos  en  su  terca  esperanza 
de  "otro  mundo  posible".  Fueron  estos  "adelantados"  quienes 
dieron  origen  a la  tercera  etapa  de  la  teología  de  la  liberación, 
al  descubrir  que  en  el  "amanecer  del  indio"  se  estaba  gestando 
el  nuevo  sol  de  vida  para  toda  la  humanidad.  Así  abrieron  las 
puertas  de  la  teología  latinoamericana  y caribeña  a la  diversidad 
de  rostros  humanos  del  continente:  indios,  negros,  mestizos, 
mujeres,  jóvenes.  Varias  temáticas  indígenas,  como  el  respeto  por 
la  diversidad  cultural,  el  amor  a la  madre  tierra  y la  búsqueda  de 
la  armonía  humana,  social  y cósmica,  empiezan  a ser  asumidas 
ahora  por  connotados  teólogos  de  la  liberación;  asimismo,  la 
metodología  indígena  de  tomar  el  agua  de  nuestras  propias 
fuentes  para  irrigar  la  vida  de  la  humanidad  en  el  futuro,  es  ya 
bastante  común  en  las  teologías  de  América  Latina  y el  Caribe. 

Ciertamente  no  fue  fácil  la  incorporación  de  la  teología  india 
en  la  mesa  de  los  teólogos  de  la  liberación.  Todos/as  tuvimos  que 
hacer  caminos,  a veces  dolorosos,  de  superación  de  prejuicios 
sociales,  sistemas  de  pensamiento,  categorías  de  análisis  y 
actitudes  de  relación  humana  que  dificultaban  el  encuentro  de 
hermanos  que  simplemente  éramos  diferentes. 


4.  Modalidades  de  la  teología  india  en  América  Latina 

En  los  tiempos  actuales,  tres  formas  distintas  de  vivir  y ex- 
presar la  teología  india  se  están  manifestando  en  la  escena 


160 


Eleazar  López  Hernández 

latinoamericana  y cada  una  merece  nuestra  atención  de  analistas, 
pastores,  acompañantes  o actores  de  ellas  dentro  de: 

• Las  iglesias. 

• La  tradición  propia  de  los  pueblos,  sin  depender  de  las 
iglesias. 

• Los  movimientos  sociales  indígenas,  en  luchas  muy  con- 
cretas por  la  autonomía,  la  tierra,  el  agua,  los  servicios  nece- 
sarios a la  comunidad. 


4.1.  Dentro  de  las  iglesias 

Quizás  la  teología  india  más  conocida  ahora  es  la  que  llevamos 
a cabo  miembros  indígenas  de  las  iglesias,  al  poner  en  diálogo  la 
experiencia  religiosa  ancestral  de  nuestros  pueblos  con  los  aportes 
recibidos  de  la  fe  cristiana.  Aquí  se  ubican  los  encuentros  de 
teología  india  maya  en  Chiapas,  Yucatán,  Guatemala,  Honduras 
y El  Salvador;  también  los  encuentros  latinoamericanos  o 
continentales  de  teología  india. 

Siguiendo  la  tradición  de  los  misioneros  profetas  del  inicio 
de  la  evangelización,  fue  en  este  contexto  que  nos  atrevimos 
a emplear  el  término  "teología"  —tan  en  uso  en  los  ámbitos 
eclesiales—  para  poner  nombre  a nuestra  forma  especial  de 
relacionamos  con  Dios  y de  entender  desde  ahí  nuestra  misión 
en  la  tierra,  al  igual  que  nuestra  participación  en  la  Iglesia.  De 
modo  que  a la  experiencia  religiosa  que  nuestros/as  hermanos/ 
as  de  base  viven  de  manera  espontánea  y sin  elucubraciones, 
le  aplicamos  la  conceptualización  utilizada  en  la  Iglesia,  a fin 
de  damos  a entender  y lograr  la  aceptación  de  nuestro  ser  y de 
nuestra  palabra,  que  articulamos  desde  la  trama  fundamental  que 
nos  da  la  experiencia  de  Dios. 

Los  impulsores  de  este  camino  hemos  sido  principalmente 
sacerdotes,  pastores,  religiosas  y laicos  indígenas.  Pero  se  han  unido 
además  otras  personas  que  no  son  indígenas:  obispos  y teólogos 
que  ven  con  buenos  ojos  este  camino  y lo  acompañan  y respaldan 
con  sus  contribuciones  de  autoridad  eclesial  o de  la  academia 
eclesiástica.  Igualmente  algunas  autoridades  de  la  jerarquía  de 
nuestras  iglesias  se  han  unido  a este  camino:  el  CELAM  (Consejo 
Episcopal  Latinoamericano),  y con  él  se  han  involucrado  incluso 
miembros  de  la  curia  romana  y hasta  los  dos  últimos  papas.  Del 


161 


La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

lado  evangélico,  el  CLAI  (Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias) 
que  ha  involucrado  al  Consejo  Mundial  de  Iglesias  (CMI). 

Existen  asimismo  instituciones  u organismos  de  iglesia,  que 
han  tomado  como  su  tarea  primordial  acompañar,  servir  y hacer 
más  fuerte  el  proceso  de  la  teología  india:  por  ejemplo,  el  Centro 
Nacional  de  Ayuda  a las  Misiones  Indígenas  (CEN  AMI,  México);  el 
Consejo  Indigenista  Misionero  (CIMI,  Brasil);  el  Equipo  Nacional 
de  Pastoral  Aborigen  (ENDEPA,  Argentina);  las  Comisiones  o 
Coordinadoras  Nacionales  de  Pastoral  indígena  (CONAPI,  de 
Guatemala,  Paraguay  y Panamá)  y varias  instituciones  más  que 
se  han  unido  a la  Articulación  Ecuménica  Latinoamericana  de 
Pastoral  Indígena  (AELAPI).  Esta  articulación  ha  sido  factor  de 
conciencia,  formación  y organización  para  la  acción  conjunta 
de  iglesias  locales  en  orden  a fortalecer  el  avance  de  la  pastoral 
indígena  y la  teología  india  en  toda  América  Latina.  Y lo  ha  hecho 
a través  de  talleres,  encuentros,  foros,  simposios  e intercambios 
de  experiencias. 

Destacan  los  seis  encuentros  continentales  de  teología  india 
(de  1990  al  2009),  que  han  abierto  espacios  de  diálogo  intraeclesial 
sobre  temáticas  que  afectan  la  vida  de  las  comunidades  indígenas 
y la  participación  de  éstas  en  la  Iglesia.  Con  los  resultados  de  este 
caminar  teológico,  poco  a poco  se  han  ido  superando  los  recelos 
y prejuicios  que  antes  dificultaban  la  inculturación  y apropiación 
indígena  de  la  Iglesia;  se  ha  pedido  perdón  por  atropellos  causa- 
dos a los  pueblos  a causa  de  la  agresiva  acción  eclesial  durante 
quinientos  años  y se  están  abriendo  cauces  a una  más  plena 
participación  de  los  indígenas  en  la  Iglesia. 

La  máxima  expresión  de  este  cambio  de  actitud  eclesial  es  la 
canonización  que  hizo  el  papa  Juan  Pablo  II  del  indio  Juan  Diego, 
embajador  de  la  Virgen  de  Guadalupe.  En  ella  la  Iglesia  busca 
reconocer  oficialmente  no  sólo  que  los  indios  somos  capaces  de 
llegar  a los  altares,  sino  que  podemos  ser  cristianos  sin  dejar  de  ser 
indígenas.  Juan  Diego  se  presenta  así  como  modelo  de  vida  que 
enseña  a los  demás  el  camino  hacia  Dios. 

Sin  duda,  esta  teología  india  está  ganando  un  lugar  impor- 
tante dentro  de  las  iglesias.  Ya  no  es  algo  que  se  realiza  a es- 
condidas, en  lo  privado  o las  cuevas,  sino  algo  que  se  actúa 
abiertamente  y se  puede  dialogar  sobre  ello  tanto  en  la  Iglesia 
Católica  como  en  las  Iglesias  evangélicas.  Ninguna  otra  teología 
ha  logrado  posicionarse  dentro  de  la  Iglesia,  involucrando  a las 
bases  y autoridades  eclesiásticas,  en  tan  poco  tiempo.  Si  seguimos 


162 


Eleazar  López  Hernández 

avanzando  en  este  camino,  ciertamente  conseguiremos  mayores 
resultados. 

Una  crítica  que  algunos  hacen  a quienes  promovemos  esta 
modalidad  de  teología  india  es  que,  por  querer  ser  fieles  a la  Iglesia 
y a la  tradición  propia  del  pueblo,  corremos  el  riesgo  de  quedar 
mal  con  ambos,  sin  lograr  ser  lo  que  antes  eran  nuestros  pueblos, 
ni  llegar  a ser  lo  que  la  Iglesia  quiere  que  seamos.  Podemos  quedar 
"nepantla",  como  decían  algunos  indígenas  nahuas  en  la  primera 
evangelización,  esto  es,  en  medio  de  dos  mundos  religiosos  sin 
identificamos  con  ninguno  de  los  dos.  Los  más  críticos  afirman 
que  las  iglesias  normalmente  funcionan  como  una  tela  de  fibras 
demasiado  fuertes,  que  va  a rasgar  la  tela  suave  y fina  de  los 
pueblos  indígenas. 


4.2.  Dentro  de  la  tradición  propia  de  los  pueblos 

Hay  hermanos  indígenas  que  viven  la  experiencia  de  Dios 
según  la  tradición  religiosa  de  los  pueblos  y dan  razón  de  ella  al 
modo  ancestral,  es  decir,  con  mitos  y explicaciones  que  toman  de 
la  sabiduría  de  los  mayores.  Normalmente  no  la  llaman  "teología", 
sino  creencia  propia,  palabra  antigua,  voz  de  las  abuelas  y abuelos 
o sabiduría  de  los  pueblos.  Muchos  de  ellos  sienten  temor  o 
desconfianza  de  los  dirigentes  de  la  Iglesia  y no  quieren  que  haya 
intervención  eclesiástica  sobre  su  experiencia  religiosa.  Lo  que 
desean  es  experimentar  a Dios  con  autonomía  religiosa,  esto  es, 
sin  injerencia  de  las  iglesias.  Ejemplos  de  esta  forma  de  teología 
son  los  sacerdotes  mayas  de  Guatemala,  los  lonkos  de  Chile,  los 
yatiris  de  los  Andes  y líderes  religiosos  de  otros  pueblos,  que 
mantienen  las  tradiciones  anteriores  a la  llegada  de  los  españoles 
o que  viven  la  religiosidad  popular  cristiana  al  margen  del  control 
de  la  institución  eclesiástica,  en  las  mayordomías,  peregrinaciones 
y fiestas  patronales  de  los  pueblos. 

Este  tipo  de  teología  tiene  gran  impacto  y fuerza  en  nuestra 
gente  de  base,  y constituye  en  América  Latina  la  expresión  ma- 
yoritaria  de  la  vida  religiosa  y cristiana  del  pueblo.  Y,  aunque  no 
la  llamen  teología  india,  de  hecho  lo  es  en  su  contenido  de  fondo. 

Dentro  de  este  movimiento  hay  algunos  que  insisten  en  la 
necesidad  de  buscar  lo  más  puro  indígena.  Y a veces  se  toman 
agresivos  con  los  que  pretenden  incorporar  cosas  nuevas  o hacer 
cambios  en  las  tradiciones.  Ellos  quisieran  conservar  las  cosas 
como  en  el  pasado,  sin  innovaciones  o incorporaciones  modernas 


163 


La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

o cristianas  que,  en  su  opinión,  echan  a perder  lo  auténtico 
indígena.  Pero  otros,  al  intentar  convergencias  con  ellos,  nos 
preguntamos  ¿qué  es  lo  auténticamente  indígena?  ¿Sólo  el  pasado 
remoto? 

Debemos  reconocer  que  es  complicado  dialogar  con  hermanos 
que  están  legítimamente  temerosos  de  ser  agredidos.  Porque  no 
es  fácil  buscar  fidelidad  a la  tradición,  exigiendo  autenticidad  e 
incluso  pureza  étnica,  sin  caer  en  el  riesgo  de  quedar  atrapados 
en  el  pasado  con  una  identidad  fosilizada.  Las  culturas  indígenas 
evolucionan  interactuando  con  el  entorno  y los  nuevos  desafíos 
que  se  presentan.  Por  eso,  lo  que  las  comunidades  indígenas 
incorporaron  de  manera  consciente  en  su  tradición  cultural  o 
religiosa  durante  estos  500  años,  ya  forma  parte  de  la  identidad 
de  nuestros  pueblos  y no  se  puede  suprimir  sin  menoscabo  de  lo 
que  ahora  somos.  No  obstante,  hacer  entender  esto  sin  superar 
antes  la  desconfianza  hacia  las  instituciones  eclesiásticas,  es 
prácticamente  imposible. 


4.3.  Dentro  de  los  movimientos  sociales  indígenas 

En  la  actualidad  el  mundo  indígena  se  ha  puesto  de  pie  y 
lucha  por  su  vida,  por  sus  derechos,  ya  no  en  forma  aislada  sino  en 
conjunto  con  otros  pobres  del  planeta  y con  otros  miembros  de  la 
gran  familia  humana.  Quienes  impulsan  la  participación  indígena 
en  esos  procesos  se  han  percatado  de  que,  si  apenas  entran  como 
un  número  más  de  la  masa  de  pobres,  se  pierden,  aportan  poco 
y terminan  siendo  manejados  al  arbitrio  de  otros.  En  cambio,  si 
recurren  a la  memoria  histórica  y energía  cultural  y religiosa  de 
su  pueblo,  entonces  encuentran  que  la  mayor  fuerza  para  luchar 
es  precisamente  su  diferencia  cultural  y religiosa.  Esto  es  lo  que 
están  ahora  explicitando  en  las  luchas  conjuntas  de  la  humanidad, 
con  una  resonancia  casi  inmediata  en  los  corazones  resecos  de  los 
demás,  que  no  encuentran  donde  asir  sus  esperanzas.  Esto,  que 
los  hermanos  indígenas  llevan  a cabo  en  los  foros  civiles  para  dar 
razón  y sentido  a la  lucha  por  la  vida,  es  también  teología  india 
que  no  se  desarrolla  en  el  templo  y en  espacios  sagrados,  sino  en 
los  ámbitos  profanos  de  la  economía,  la  sociedad  y la  política. 

En  esta  línea  hay  numerosos  movimientos  indígenas  que 
tienen  que  ver  con  la  tierra,  el  agua,  el  maíz,  y que  quizá  nacieron 
civilmente  sin  ideas  religiosas,  pero  en  el  camino  se  percataron  de 
que  su  fuerza  reside  en  la  experiencia  de  Dios  que  tienen  como 


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Eleazar  López  Hernández 


pueblos  ancestrales.  De  ahí  que  ahora  acuden  a esas  fuentes  y a 
los  mitos,  para  dar  fuerza  a su  lucha.  Acuden  a los  mayores  y a las 
sabias  y sabios  de  nuestros  pueblos,  aunque  no  le  llaman  teología 
india,  sino  pensamiento,  sabiduría  o cosmovisión  indígena. 

Cuando  conectan  esa  sabiduría  profunda  con  la  lucha,  ésta  se 
toma  más  fuerte  y la  propuesta  tiene  más  impacto  en  la  sociedad. 
Esto  lo  vimos  muy  claro  en  el  movimiento  zapatista  de  Chiapas, 
que  al  principio  solamente  hablaba  con  palabras  tomadas  de 
fuera  como  "lucha  de  clases",  pero  de  inmediato  retomó  la  palabra 
antigua  de  los  pueblos  como  sueños  y utopías  movilizadoras 
de  la  lucha  por  la  tierra,  que  interpela  al  conjunto  de  la  nación 
mexicana.  Lo  mismo  ha  sucedido  en  los  Foros  Sociales  Mundiales, 
donde  se  juntan  movimientos  de  todas  partes  del  planeta;  ahí  se 
ha  visto  que  la  palabra  indígena  tiene  que  ver  con  la  raíz  común 
de  la  humanidad  y que,  por  eso,  puede  ayudar  a diseñar  "otro 
mundo  posible",  donde  quepamos  todos/as. 

Por  la  experiencia  reciente,  quienes  nos  hallamos  involucrados 
en  la  emergencia  teológica  indígena  actual  hemos  llegado  a la 
conclusión  de  que  es  muy  importante  que  las  tres  modalidades  de 
hacer  teología  india  se  acerquen,  se  den  la  mano  y unan  fuerzas, 
para  impactar  más  en  la  sociedad  y las  iglesias,  a fin  de  que  haya 
futuro  para  todos/as.  La  base  común  para  las  tres  es  la  teología 
india  fundante  u originaria,  vale  decir,  la  manera  en  la  que 
nuestros  antepasados  se  hicieron  de  un  rostro  y corazón  propios, 
al  encuentro  y colaboración  con  Quien  es  nuestro  Creador  y 
Formador,  El  que  nos  da  la  Vida,  la  Pachamama,  Quien  nos  lleva 
en  su  regazo  de  Madre-Padre.  Esto  que  forjó  el  alma  indígena  en 
el  pasado,  nos  fue  heredado  en  la  trasmisión  de  nuestra  cultura 
y perdura  hasta  nuestros  días  ajustándose  e interactuando  con 
los  nuevos  desafíos  y propuestas  venidas  del  exterior.  Acudir 
a esta  fuente  común,  como  cueva  o matriz  de  origen,  a la  que 
debemos  honrar  con  una  fidelidad  en  lo  esencial,  es  el  único  modo 
de  superar  las  diferencias  que  las  circunstancias  históricas  nos 
han  traído  no  sólo  como  problema,  sino  también  como  riqueza 
adquirida. 

Cuando  logremos  descubrir  lo  que  nos  une  y podamos 
discernir  sin  descalificaciones  nuestras  diferencias,  distinguiendo 
lo  que  efectivamente  es  trigo  y lo  que  es  cizaña,  entonces  vamos 
a lograr  que  las  tres  modalidades  actuales  de  hacer  teología  india 
colaboren  estrechamente  para  bien  de  nuestros  pueblos  y de  la 
humanidad. 


165 


La  teología  india  en  la  matriz  latinoamericana 

5.  A modo  de  conclusión 

He  tratado  de  mostrar  cómo  el  nuevo  contexto  actual  de  la 
teología  india  es  resultado  de  acciones  de  búsqueda  conjunta 
como  Iglesia,  para  responder  satisfactoriamente  a las  interrogantes 
planteadas  a esta  vertiente  de  la  teología  latinoamericana.  No  ha 
sido  fácil  construir  puentes  de  diálogo  fructífero  entre  quienes 
apoyamos  y quienes  impugnan  la  teología  india;  con  todo,  el 
hecho  de  que  pastores  y teólogos  decidimos  poner  por  delante 
actitudes  de  respeto  y comunión  con  quien  piensa  diferente,  por 
encima  de  los  recelos  y las  desconfianzas  mutuas,  está  dando  sus 
frutos.  Lo  que  prueba  que  también  para  la  Iglesia,  se  cumple  el 
dicho  popular:  "Dialogando  se  entiende  la  gente". 

Como  he  dicho  en  reiteradas  ocasiones,  tomando  prestadas 
palabras  de  profetas  de  nuestros  tiempos  como  Samuel  Ruiz  y 
Leónidas  Proaño,  ciertamente  estamos  presenciando,  en  América 
Latina,  la  irrupción  de  los  pobres  en  la  historia.  Pobres  que  traen 
a cuestas,  además  de  todo  el  peso  de  su  miseria,  su  ilusión  por  la 
vida  que  hay  que  engendrar  para  el  futuro. 

La  irrupción  actual  de  las  teologías  indias,  con  su  gama  amplia 
de  matices,  es  un  llamado  de  vida  para  todos  y en  especial  para 
la  Iglesia,  que  en  la  búsqueda  indígena  de  Dios  hallará  razones 
para  rejuvenecerse  y seguir  luchando  por  el  Reino  de  Dios,  que 
de  igual  modo  nuestros  pueblos  anhelan  profundamente  a través 
de  sus  mitos  y utopías.  Las  teologías  indias  de  hoy  tienen  mucho 
que  aportar  a la  Iglesia  y la  humanidad.  Y los  indios  abrimos 
con  gusto  nuestras  tilmas  para  mostrar  y ofrendar  las  flores  de 
nuestros  pueblos.  Esperamos  que  los  demás  miembros  de  la 
Iglesia,  superando  sus  miedos  y recelos  añejos,  reciban  con  el 
mismo  gusto  estos  aportes.  Asimismo,  los  pueblos  indígenas 
tenemos  mucho  que  aprender  del  caminar  milenario  de  la  Iglesia. 
Ojalá  que  podamos  acceder  a ese  patrimonio  de  la  humanidad 
mediante  un  diálogo  abierto  y respetuoso  con  quienes  son  sus 
celosos  guardianes:  pastores  y teólogos/as. 

Hoy  podemos  rescatar  y hacer  avanzar  las  propuestas  utó- 
picas de  la  primera  evangelización,  impulsando  dentro  de  las 
sociedades  nacionales  y de  la  Iglesia  propuestas  alternativas 
que  se  planteen  proféticamente  frente  a modelos  de  sociedad 
contrarios  a la  vida  y la  libertad  de  los  hijos  de  Dios,  para  hacer 
posible  la  verdad  sinfónica  de  la  humanidad  y de  Dios. 


166 


Silvia  Regina  de  Lima  Silva 


Una  teología  con  rostro  negro. 

Historia  y desafíos 

Silvia  Regina  de  Lima  Silva  * 


En  los  últimos  treinta  años,  en  la  teología  de  la  liberación 
latinoamericana  se  da  un  florecimiento  de  diferentes  experiencias 
teológicas.  La  teología  afrolatinoamericana  de  liberación  es  una 
"negra  hermosa"  que  nace  en  ese  tiempo  fecundo.  Ha  sido  fruto 
de  diversos  procesos  e iniciativas  que  tienen  a la  comunidad 
negra  como  protagonista,  al  mismo  tiempo  que  comparte  otras 
experiencias  teológicas  con  participación  de  personas,  grupos 
e instituciones  que  son  parte  de  este  caminar.  Compartimos 
con  alegría  y gratitud  algunos  momentos,  marcos  importantes 
en  la  historia  de  la  teología  afrolatinoamericana  de  liberación, 
destacando  su  relación  con  la  Asociación  Ecuménica  de  Teólogos 
y Teólogas  del  Tercer  Mundo  (ASETT). 


* 

Brasileña,  reside  actualmente  en  Costa  Rica.  Trabaja  en  el  DEI.  Obtuvo  una 
maestría  en  Ciencias  Bíblicas  y está  concluyendo  su  doctorado  en  Estudios  de  la 
Sociedad  y la  Cultura. 


167 


Una  teología  con  rostro  negro 


1.  Dios  ha  hablado  a nuestros 
antepasados  y antepasadas 

La  presencia  y herencia  africana  es  una  de  las  grandes  ri- 
quezas de  América  Latina  y el  Caribe.  Los  negros  africanos 
que  llegaron  al  continente  en  el  siglo  XVI  trajeron  consigo  una 
profunda  experiencia  religiosa  que  podemos  identificar  como  una 
primera  teología  negra  liberadora.  Para  recuperar  el  aporte  de 
esta  herencia  cultural  religiosa  africana  como  reflexión  teológica, 
es  necesario  entrar  en  la  palabra  "teología",  forzar  sus  estrechos 
límites,  abrirla  y pasar  a concebirla  como  las  experiencias  de  vida 
de  las  comunidades,  las  tradiciones  e historias  de  liberación  de  los 
pueblos  que  son  alimentadas  por  la  fe.  "Dios,  habiendo  hablado 
muchas  veces  y de  diferentes  maneras  a nuestros  padres,  por 
los  profetas,  por  Jesús..."  (Hb  1,  1);  creemos  que  nos  ha  hablado 
también  por  medio  de  nuestros  antepasados  africanos. 

En  los  países  donde  existió  la  esclavitud  negra,  las  religiones 
africanas  fueron  espacio  de  resistencia  donde  se  guardó  la  vida 
y la  dignidad.  La  recuperación  de  estas  historias  liberadoras  es 
un  primer  desafío  para  una  teología  negra  liberadora,  dado  que 
estas  tradiciones  no  se  encuentran  en  un  libro  sagrado.  Están 
guardadas  en  la  memoria  de  su  pueblo,  en  la  tradición  oral,  cantos, 
historias  de  los  orígenes,  símbolos,  costumbres  alimenticias,  ri- 
tuales relacionados  con  los  momentos  importantes  de  la  vida,  en 
los  velorios,  los  chigualos,  los  alabados,  en  la  vivencia  cotidiana  de 
sus  miembros,  en  las  ceremonias  y cultos  celebrados  por  estas 
comunidades.  No  sería  posible  profundizar  la  riqueza  de  ese 
universo  en  el  espacio  de  esta  reflexión.  Esa  tarea  ha  sido  asumida 
por  las  religiones  afrobrasileñas,  afrocubanas  y sus  distintas 
expresiones  afrolatinoamericanas.  Es  una  fuente,  un  plato  lleno 
que  se  nos  ofrece  a todas/os.  Esa  fuente,  igualmente,  ha  nutrido  e 
inspirado  el  trabajo  de  reflexión  teológica  en  el  espacio  teológico 
cristiano  ecuménico.  Esta  ha  sido  la  experiencia  de  la  teología 
afrolatinoamericana  y caribeña  (TALC). 


2.  Una  teología  con  rostro  negro 

La  TALC  es  una  reflexión  teológica  que  parte  de  sujetos 
negros,  mujeres  y hombres,  teólogas,  teólogos,  agentes  de  pastoral 
de  comunidades  católicas,  evangélicas,  y que  ha  sido  construida 
en  diálogo  con  las  tradiciones  y religiones  afroamericanas. 


168 


Silvia  Regina  de  Lima  Silva 

La  teología  de  la  liberación  originó  en  América  Latina  y el 
Caribe  un  proceso  creativo  de  reflexión  marcada  por  la  dimensión 
ética,  crítica  y profética  de  la  experiencia  cristiana.  En  la  raíz  de  la 
teología  de  la  liberación  está  la  experiencia  de  Dios  en  los  pobres. 
Esta  teología,  asumida  como  lugar  de  experiencias  liberadoras 
para  y desde  los  pobres,  ha  inspirado  y acompañado  el  despertar 
de  diversos  grupos  y movimientos  sociales.  Estos  asumen  el  reto 
de  relacionar  el  proceso  de  búsqueda  de  justicia,  de  construcción 
de  nuevas  relaciones  sociales,  con  la  tarea  de  reflexionar  sobre 
la  acción  de  Dios  que  se  da  en  esos  procesos  de  lucha  por  la 
liberación.  La  TALC  es  expresión  de  este  fecundo  momento  y 
este  movimiento  donde  se  expresan  las  voces  de  nuevos  sujetos 
teológicos,  negros  y negras,  unidos  a otras  voces  y procesos  de 
reflexión,  como  son  los  de  los  pueblos  originarios,  las  mujeres, 
los  campesinos  latinoamericanos  y caribeños.  Son  nuevas  voces, 
nuevos  rostros  que  traen  consigo  nuevos  métodos,  nuevas  te- 
máticas e incluso  nuevas  comprensiones  de  lo  que  es  la  teología. 
Por  eso  se  puede  afirmar  que  la  TALC  es  parte  de  las  teologías  de 
liberación  en  América  Latina  y el  Caribe,  se  origina  dentro  de  ese 
movimiento  teológico,  se  nutre  de  él,  pero  asimismo  lo  desafía. 

La  TALC  se  inserta  dentro  de  un  movimiento  más  amplio 
de  la  reflexión  acerca  de  la  negritud  en  la  sociedad  y las  iglesias. 
La  preparación  de  la  III  Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano,  realizada  en  1979  en  Puebla,  fue  un  momento 
en  el  cual  se  hizo  presente  la  preocupación  por  la  situación  de 
los  afrodescendientes  en  el  continente.  El  documento  final  de 
la  conferencia  menciona  de  forma  breve  la  realidad  del  pueblo 
negro,  ubicando  a sus  hombres  y mujeres  como  los  más  pobres 
dentro  de  los  pobres: 

...en  la  situación  de  extrema  pobreza  generalizada,  debemos 
reconocer  en  la  vida  real,  el  rostro  sufriente  de  Cristo,  el  Señor, 
que  nos  cuestiona  e interpela  en  los  rostros  de  los  afroamericanos 
que  viviendo  marginados  y en  situaciones  deshumanas,  pueden 
ser  considerados  como  los  más  pobres  entre  los  pobres  (Puebla 
34). 

Estas  palabras  son  el  resultado  de  la  movilización  de  gru- 
pos de  negros,  de  teólogos/as  y agentes  de  pastoral  en  la  pre- 
paración de  la  asamblea,  y significó  una  motivación  para  el  tra- 
bajo teológico  y pastoral  en  el  ámbito  de  las  comunidades.  Un 
año  después  de  la  conferencia  de  Puebla,  en  1980,  se  realizó  en 
Buenaventura,  Colombia,  el  Primer  Encuentro  de  la  Pastoral 


169 


Una  teología  con  rostro  negro 

Afro  en  América  Latina  (EPA),  con  participación  de  negros  y 
negras  de  diferentes  países.  Los  encuentros  de  EPA  siguieron  y 
el  último,  el  número  XI,  tuvo  lugar  en  la  ciudad  de  Panamá,  del  3 
al  7 de  agosto  de  2009.  Los  encuentros  de  pastoral  afroamericana 
surgieron  como  iniciativa  de  los  mismos  agentes  de  pastoral 
que  realizaban  trabajos  junto  a las  comunidades  negras.  Dentro 
de  las  iglesias  evangélicas  este  trabajo  ha  sido  impulsado  por  el 
Consejo  Mundial  de  Iglesias  (CMI)  y,  a escala  regional,  por  el 
Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias  (CLAI).  Una  expresión  de 
este  compromiso  fue  la  creación  del  Programa  de  Lucha  contra  el 
Racismo,  en  el  año  1968.  La  reflexión  teológica  negra  es  resultado 
de  un  conjunto  de  procesos  vivenciados  por  las  comunidades 
afroamericanas,  acompañado  por  instituciones,  iglesias,  grupos  y 
personas  solidarias. 


3.  La  teología  afrolatinoamericana 
y caribeña  y la  ASETT 

Los  grupos  de  negros  del  movimiento  social,  la  organización 
de  negros  y negras  agentes  de  pastoral  de  iglesias  católicas  y 
evangélicas,  la  organización  de  encuentros  de  pastoral  afro  a 
escala  latinoamericana  y caribeña,  fueron  importantes  espacios 
que  contribuyeron  a la  organización  de  la  comunidad  negra  y 
despertaron  la  necesidad  y urgencia  de  una  reflexión  teológica 
que  alimentara  esos  procesos  liberadores.  Es  dentro  de  este 
contexto  que  se  realizó  la  Primera  Consulta  Ecuménica  sobre 
Teología  y Cultura  Negra,  organizada  por  la  ASETT,  celebrada  en 
Brasil,  en  julio  de  1985,  con  el  tema:  "Identidad  negra  y religión". 
La  consulta,  que  contó  con  treinta  participantes  de  ocho  países 
de  América  Latina  y el  Caribe,  marcó  el  inicio  de  un  proceso 
de  sistematización  a escala  continental  de  experiencias  hasta 
entonces  locales  de  reflexión  teológica  negra.  La  consulta  fue 
seguida  por  un  programa  dentro  de  la  ASETT,  que  se  encargó  de 
llevar  adelante  esta  propuesta  de  reflexión. 

La  II  Consulta  Ecuménica  de  Teología  y Culturas  Afro- 
Americana  y Caribeña  se  realizó  en  Sao  Paulo,  Brasil,  del  6 
al  12  de  noviembre  de  1994,  con  el  apoyo  de  la  ASETT  y otras 
entidades.  "Afro-América,  culturas  y teología"  fue  la  temática 
que  convocó  a los  setenta  participantes,  entre  ellos  teólogos, 
teólogas,  profesionales  de  las  ciencias  sociales,  pastores  y pas- 
toras, sacerdotes,  agentes  de  pastoral  y líderes  de  las  religiones 


170 


Silvia  Regina  de  Lima  Silva 


tradicionales  africanas.  Los  seis  talleres  de  trabajo  de  la  consulta 
posibilitaron  un  acercamiento  a las  preocupaciones  presentes 
en  la  reflexión  teológica  negra  en  ese  período.  "Teología  negra 
feminista  latinoamericana",  "Negritud,  proyectos  políticos  y 
nuevo  orden  mundial",  "Teología  de  la  liberación,  fe  y prácticas 
afro-religiosas",  "Biblia  y comunidades  negras",  "Vivencia  litúr- 
gica", fueron  las  temáticas  profundizadas.  El  diálogo  con  las 
religiones  afro  estuvo  presente  desde  la  conferencia  inaugural 
pronunciada  por  el  obispo  católico  negro,  Dom  José  María  Pires, 
quien  terminó  su  exposición  afirmando  que: 

Frente  a la  historia  del  pueblo  negro,  alimentada  por  su  fe  en 
el  Dios  de  la  vida,  estoy  de  acuerdo  con  el  Padre  Frangois  de 
L'Espinay,  cuando  afirma  que  "Dios  habla  de  formas  muy 
diferentes  que  se  complementan  una  a la  otra  y que  cada 
religión  posee  un  depósito  sagrado:  la  palabra  que  Dios  le  dijo" 

(II  Consulta  Ecuménica,  32). 

Pasaron  once  años  para  que  llegara  la  III  Consulta  Ecuménica. 
Ésta  se  realizó  en  la  ciudad  de  Sao  Paulo,  en  octubre  de  2003,  con  la 
participación  y colaboración  del  Programa  Teología  y Negritud  de 
la  ASETT.  Esta  tercera  consulta  daba  continuidad  a las  anteriores 
y buscaba  evaluar  y tomar  el  pulso  del  trabajo  de  la  teología  negra 
en  los  últimos  años.  "Teología  afroamericana:  avances,  desafíos  y 
perspectivas",  fue  el  tema  de  la  consulta.  Las  temáticas  de  género, 
movimiento  negro,  movimientos  sociales  e identidad,  religiones 
afro,  hermenéutica  bíblica,  educación  y negritud,  ecumenismo 
y diálogo  interreligioso,  entraron  en  un  enriquecedor  diálogo 
con  la  reflexión  teológica.  El  mensaje  final  de  la  consulta  hizo  un 
reconocimiento  especial  al  pueblo  hermano  de  Haití,  que  en  el 
año  2004  celebraba  el  bicentenario  de  su  emancipación. 

Las  consultas  ecuménicas  resultaron  en  la  formación  de  dos 
importantes  grupos  que  animan  el  trabajo  de  la  teología  negra  en 
América  Latina  y el  Caribe:  el  Grupo  Atabaque  de  Cultura  Negra 
y Teología,  que  se  reúne  en  Brasil  con  participantes  de  diferentes 
estados/provincias,  y el  Grupo  Guasá,  que  nuclea  participantes 
de  los  países  de  la  región  andina.  La  Comunidad  de  Educación 
Teológica  Ecuménica  Latinoamericana  (CETELA)  ha  acompañado 
el  proceso  de  formación  de  estos  grupos,  principalmente  del 
Grupo  Guasá,  y posibilitado  la  realización  de  los  encuentros  de 
reflexión. 


171 


Una  teología  con  rostro  negro 

4.  Características,  temáticas  principales  y desafíos 

La  TALC  empieza  como  una  teología  narrativa,  recogida  en  el 
intercambio  de  diálogos  y experiencias  entre  los  afrodescendientes. 
En  su  inicio,  trataba  temas  más  inmediatos  relacionados  con  las 
situaciones  conflictivas  vividas  por  la  comunidad  negra:  racismo; 
exclusión  en  el  mundo  del  trabajo;  los  negros,  la  educación  y textos 
didácticos;  discriminación  y práctica  eclesial;  religiones  afro  y 
discriminación  racial;  mujer  negra,  sexismo  y racismo,  entre  otros. 
Los  temas  se  han  diversificado,  ampliado  y profundizado,  si  bien 
la  relación  con  la  realidad  se  mantiene  como  una  clave  teológica. 
Es  una  reflexión  que  se  realiza  desde  la  cotidianidad,  recuperando 
cuestiones  relacionadas  con  la  lucha  por  la  supervivencia,  con  los 
contextos  de  pobreza,  racismo  y exclusión  que  han  marcado  la 
vida  e historia  de  los  afrodescendientes.  Pero  el  análisis  se  amplía 
hacia  las  causas  y los  efectos  de  la  discriminación,  relacionándolos 
con  realidades  y conceptos  como  la  globalización,  la  permanencia 
de  estructuras  "coloniales",  el  imperialismo  y los  procesos  de 
construcción  del  conocimiento,  incluyendo  la  teología. 

La  comunidad  negra  en  América  Latina  y el  Caribe  vivencia 
la  negritud  desde  la  diáspora.  Por  esta  razón  y dada  la  dificultad 
de  acceso  a una  historia  contada  desde  los  afrodescendientes, 
para  esta  teología  es  de  gran  relevancia  la  memoria  histórica. 
Por  memoria  se  entiende  el  rescate  de  elementos  históricos  del 
pasado,  y de  igual  modo  la  relectura  y reconstrucción  de  esta 
historia  a partir  de  personajes,  imágenes  y símbolos  que  refuerzan 
el  sentido  y sentimiento  de  identidad  cultural  del  pueblo. 

El  cristianismo  llegó  a los  negros  y negras  de  una  forma 
impuesta  en  el  contexto  de  la  colonia  y la  esclavitud.  Los  bautismos 
forzados,  los  cambios  de  nombre,  las  religiones  tradicionales 
africanas  tratadas  como  manifestaciones  diabólicas,  hicieron 
que  desde  un  inicio  las  experiencias  religiosas  de  origen  africano 
fueran  vividas  de  manera  clandestina.  Tal  situación  originó  lo  que 
se  ha  llamado  sincretismo  religioso  o catolicismo  afro-popular. 
Más  que  de  un  sincretismo  cabe  hablar  de  un  paralelismo  religioso. 
Cada  experiencia  religiosa,  la  cristiana  (católica  o protestante)  y 
la  afrodescendiente,  conservan  por  un  lado  sus  características,  su 
lugar,  pero  por  otro  se  comunican  entre  sí,  con  una  dinámica  muy 
particular,  a partir  de  los  deseos,  los  sentimientos  y las  necesidades 
cotidianas.  Esta  realidad  religiosa  ha  originado  el  desarrollo  de 
temáticas  como  inculturación,  diálogo  interreligioso,  pluralismo 
religioso,  macroecumenismo. 


172 


Silvia  Regina  de  Lima  Silva 


La  realidad  descrita  anteriormente  como  asociada  a la  per- 
manencia de  la  práctica  de  las  religiones  de  origen  africano, 
sobre  todo  en  países  como  Brasil  con  el  candomblé,  Cuba  con  la 
santería  y Haití  con  el  vodú,  ha  desafiado  a la  reflexión  teológica 
latinoamericana  y caribeña  a crear  nuevos  conceptos  capaces 
de  visualizar  las  relaciones  entre  estas  religiones  y las  iglesias 
cristianas.  Se  trata  de  relaciones  personales,  interpersonales  e 
intrapersonales,  como  lo  que  ocurre  con  el  paralelismo  religioso 
antes  mencionado.  Considerando  esta  preocupación  surge  el 
concepto  de  macroecumenismo.  El  término  emergió  en  la  Primera 
Asamblea  del  Pueblo  de  Dios,  realizada  en  Quito,  Ecuador,  en 
1992.  La  expresión  busca  la  inclusión  de  las  diversas  prácticas 
religiosas  afro  e indígenas  dentro  de  la  reflexión  teológica  y del 
movimiento  ecuménico. 

La  relectura  negra  de  la  Biblia  ha  sido  otro  espacio  de  refle- 
xión que  emergió  de  la  TALC.  Es  una  lectura  que  refuerza  la 
dimensión  de  los  pobres  como  criterio  para  la  elección  divina, 
independientemente  de  la  etnia  a que  se  pertenezca.  Cuatro  claves 
han  caracterizado  la  lectura  negra: 

• La  primera  es  la  experiencia  de  encuentro  con  el  Dios  libe- 
rador. Esta  teología,  que  ha  marcado  asimismo  la  perspectiva 
hermenéutica  de  la  teología  de  la  liberación,  es  asumida  por 
los  negros  como  la  complicidad  de  Dios  en  los  esfuerzos  y 
compromisos  en  la  búsqueda  de  una  vida  con  justicia,  rom- 
piendo las  exclusiones  impuestas  por  el  racismo. 

• La  segunda  clave  es  asumir  el  ser  creado  a imagen  y 
semejanza  de  Dios  como  principio  de  dignidad,  de  valoración 
y recuperación  de  la  autoestima. 

• La  tercera  clave  es  más  bien  una  corriente  de  investigación 
y propuesta  de  lectura  de  los  textos  bíblicos  que  está  atenta  a 
la  recuperación  de  la  presencia  de  los  negros  y negras  en  ellos. 
Eso  ha  significado  dedicar  especial  atención  a las  genealogías 
bíblicas,  a la  geografía  presentada  en  los  textos  donde  apa- 
recen los  nombres  de  personajes  o lugares  referentes  a Afri- 
ca. Otro  elemento  que  considera  esta  lectura  son  los  aspectos 
antropológicos  y teológicos  que  unen  tradiciones  y costum- 
bres presentes  en  la  Biblia,  con  tradiciones  de  pueblos  de 
origen  africano. 

• Por  último,  como  cuarta  clave,  está  una  lectura  poscolonial 
y antiimperialista  que  busca  deconstruir  las  lecturas  racistas 
de  los  textos,  utilizados  para  discriminar  y justificar  procesos 


173 


Una  teología  con  rostro  negro 

de  dominación  y sumisión  de  un  grupo  y de  un  pueblo  sobre 
otro.  La  lectura  se  vuelve  sobre  el  pasado  colonial  que  ha 
marcado  la  formación  de  imaginarios  que  permanecen  en 
las  relaciones  sociales,  al  mismo  tiempo  que  está  atenta  a 
los  procesos  de  dominación  que  se  dan  en  distintos  ámbitos, 
incluso  que  se  manifiestan  en  el  "imperialismo"  que  rige  las 
relaciones  internacionales  del  mundo  actual. 

La  teología  negra  feminista.  La  realidad  de  las  mujeres  negras, 
más  que  un  tema,  ha  sido  una  perspectiva  teológica  que  se  destaca 
dentro  de  la  reflexión  de  la  TALC.  La  teología  negra  feminista  en 
América  Latina  y el  Caribe  nace  de  un  doble  desafío. 

• El  primero  es  el  de  cuestionar  y deconstruir  la  teología 
patriarcal  que  en  el  continente  ha  asumido  un  rostro  mas- 
culino, blanco  y elitista,  fomentando  una  teología  machista, 
etnocéntrica  y clasista.  Esta  teología  patriarcal  hegemónica, 
que  es  expresión  del  poder  colonizador  en  el  pasado,  sigue 
siendo  cómplice  y partícipe  de  los  sistemas  actuales  de 
dominación. 

• El  segundo  desafío  es  el  de  proponer  una  reflexión  que 
parta  de  la  experiencia  de  fe  vivida  por  las  mujeres  negras. 
Pensamos  la  teología  como  un  nuevo  espacio  donde  las 
mujeres  negras  se  pueden  encontrar  para  compartir,  pensar 
y proclamar  sus  experiencias-presencias  liberadoras  de  Dios. 
La  lucha  contra  la  discriminación,  el  sexismo  y el  racismo, 
hace  que  esta  teología  esté  enraizada  en  los  movimientos  y 
las  organizaciones  de  los  empobrecidos  y empobrecidas  y 
en  otros  grupos  que  comparten  situaciones  semejantes  de 
exclusión  y buscan  juntos  otro  mundo  posible  y una  sociedad 
que  respete  la  vida,  proteja  a los  más  débiles,  posibilite  a 
cada  una  y a cada  uno  ser  con  dignidad  en  las  diferencias. 
La  construcción  de  las  alternativas  es  otro  importante  lugar 
teológico  de  donde  emerge  y del  cual  se  nutre  la  teología 
negra  feminista. 

La  TALC  es  una  voz  profética,  una  invitación  y un  desafío 
permanente  al  cristianismo  a salir  del  estrecho  marco  exclusivista 
y entrar  en  la  dinámica  dialógica  del  Espíritu,  aprendiendo  a 
escuchar  las  múltiples  y diversas  palabras  de  Dios.  Esa  teología 
se  suma  hoy  a la  búsqueda  de  nuevos  paradigmas  de  relaciones 
interpersonales,  pero  también  sociales,  en  un  mundo  donde 


174 


Silvia  Regina  de  Lima  Silva 

la  propuesta  de  relaciones  basadas  en  el  mercado  muestra  su 
decadencia. 

La  teología  negra,  "negra  hermosa",  ha  compartido  su  camino 
con  diferentes  grupos,  movimientos,  instituciones  y personas.  Se 
levanta  con  toda  dignidad,  belleza,  reconoce  su  historia  y sus 
múltiples  herencias...  herencias  en  los  antepasados  africanos  y 
herencia  cristiana  liberadora.  Esa  "negra  hermosa"  ha  encontrado 
corazones  cálidos  y cariñosos  donde  reposar,  con  quien  compartir. 


Bibliografía 

Antonio  Aparecido  Da  Silva  (org.).  Teología  afroamericana:  II  Consulta 
Ecuménica  de  Teologías  y Culturas  Afroamericana  y Caribeña.  Quito, 
Ediciones  Afroamérica/Centro  Cultural  Afroecuatoriano,  1998. 

Marcos  Rodríguez  Da  Silva,  Teología  afro-latinoamericana:  primer  ensayo 
ecuménico  para  una  teología  negra  de  la  liberación.  Quito,  Ediciones 
Afroamérica/Centro  Cultural  Afroecuatoriano,  1990. 

Maricel  Mena  López  y Peter  Theodore  Nash  (orgs.).  Abrindo  sulcos:  para 
urna  Teología  Afro-americana  e caribenha.  Sao  Leopoldo,  Sinodal,  2003. 

José  Geraldo  Rocha,  Teología  e negritude:  um  estudo  sobre  os  agentes  de 
pastoral  negros.  Santa  María,  Gráfica  Editora  Pallotti,  1998. 

Silvia  Regina  de  Lima  Silva,  "Despertando  as  forjas  libertadoras  do 
corpo  e do  texto:  Biblia  e negritude",  en:  Negra  sim,  negro  sim,  como 
Deus  criou:  leitura  da  Biblia  na  perspectiva  da  negritude.  Sao  Leopoldo, 
EST-CEBI,  2006. 

AA  W,  Beber  de  fuentes  distintas:  teología  desde  las  mujeres  indígenas  y negras 
de  Latinoamérica.  Quito,  CMI/CLAI,  2002. 

AA  W,  "Mundo  negro  y lectura  bíblica",  en:  R1BLA  (Quito,  RECU/DEI) 
No.  19  (2000). 

AA  W,  El  negro  y la  Biblia.  Quito,  Ediciones  Afroamérica/Centro  Cultural 
Afroecuatoriano,  1992. 


175 


Cecilio  de  Lora 


III  Conferencia  del  CELAM, 

1979. 

Participación  de  los  teólogos 
de  la  liberación  en  Puebla 

Cecilio  de  Lora* 


1.  Soplaban  vientos... 

...de  intensidad  y dirección  variables...  Corría  el  año  1978. 
Aún  se  sentía  en  las  Iglesias  de  América  Latina  y el  Caribe  la  fuerza 
profética  de  Medellín:  su  opción  por  los  pobres;  la  animación 
de  las  comunidades  eclesiales  de  base  y el  despertar  de  nuevos 
ministerios  laicales;  el  llamado  a la  liberación,  al  modo  de  Jesús,  y 
la  fuerza  de  una  educación  liberadora. ..  Y una  larga  enumeración 
de  intuiciones  vivificantes  que  nos  obligaría  ahora  a recorrer 
los  dieciséis  documentos  de  aquella  II  Conferencia  General  del 
Episcopado  Latinoamericano  (26  de  agosto  al  16  de  septiembre  de 
1968) '.  Bajo  la  égida  de  don  Manuel  Larraín,  dom  Helder  Cámara 


* Nació  en  Larache,  entonces  protectorado  español  de  Marruecos,  y es  sacerdote 
marianista.  En  1965  se  trasladó  a Colombia,  donde  vive  su  compromiso  con  los 
más  necesitados  y la  defensa  de  los  derechos  humanos.  Trabaja  con  los  campesinos 
y la  población  negra,  creando  nuevos  idearios  de  convivencia  social  y alternativas 
de  modelos  económicos. 

1 Después  de  haber  participado  en  la  II  Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano,  como  adjunto  al  secretario  general  del  CELAM,  en  aquel 
entonces  monseñor  Eduardo  Pironio,  hoy  Siervo  de  Dios,  fui  invitado  por  la 


177 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


y una  pléyade  admirable  y ejemplar  de  pastores  —imposible 
enumerarlos  aquí—  que  marcaban  valientemente  el  caminar  del 
pueblo,  se  pretendía  aplicar  a nuestra  pastoral  latinoamericana  y 
caribeña  la  fuerza  del  Vaticano  II. 

Pero  de  igual  modo  comenzaban  a agitarse  otros  aires, 
en  particular  a partir  del  nuevo  CELAM  que  nació  en  Sucre, 
Bolivia,  en  su  reunión  del  15  al  23  de  noviembre  de  1972,  y del 
nuevo  secretario  general,  el  obispo  auxiliar  de  Bogotá,  Alfonso 
López  Trujillo.  Cambia  el  personal  del  Secretariado  que  había 
trabajado  fuertemente  en  Medellín,  con  Eduardo  Pironio  a la 
cabeza.  Se  extiende  por  muchos  sectores  un  sutil  rechazo  de  la  II 
Conferencia,  una  desconfianza  de  su  validez  y hasta  un  descrédito 
de  algunos  de  sus  actores.  Se  tachó  de  peritocracia  el  resultado  de 
las  reflexiones  y proyecciones  de  aquella  asamblea  que  marcó 
un  momento  eclesial  decisivo,  no  sólo  para  América  Latina  y el 
Caribe  sino  también  para  otros  rincones  de  la  Iglesia  universal. 

El  CELAM,  reunido  en  Puerto  Rico  para  su  XVI  Asamblea 
ordinaria  a finales  de  1976,  sugirió  a Pablo  VI  la  celebración  de 
una  III  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano.  Y 
el  Papa,  que  ya  había  inaugurado  la  de  Medellín  en  el  primer  viaje 
de  un  pontífice  a América  Latina  y el  Caribe,  aceptó  la  sugerencia 
y encargó  al  CELAM  la  preparación  del  evento.  Poco  a poco  se 
fueron  perfilando  los  detalles:  la  conferencia  se  celebraría  en 
Puebla  de  los  Ángeles,  México,  en  1978,  décimo  aniversario  de 
Medellín,  y tendría  como  tema  "La  evangelización  en  el  presente 
y en  el  futuro  de  América  Latina",  recordando  que  el  sínodo 
romano  de  1974  se  centró  precisamente  en  la  evangelización  que  dio 
lugar  a la  exhortación  apostólica  Evangelii  nuntiandi,  verdadero 
testamento  espiritual  de  Pablo  VI.  La  fecha  y el  tema  eran  precisos 
para  corregir  la  marcha  de  nuestra  Iglesia  desde  Medellín. 

El  CELAM  contaba  con  dos  años  por  delante  para  su 
preparación  y enseguida  puso  manos  a la  obra.  Lo  primero  fue 
preparar  un  Documento  de  consulta  (DC),  ampliamente  difundido 
a fines  de  1977.  Este  documento,  en  el  que  se  perciben  ya  claras 
señales  de  rechazo  a las  líneas  fundamentales  de  Medellín, 
desencadenó  reacciones  muy  significativas  tanto  en  el  seno  de 
varios  episcopados  (brasileño,  peruano  y otros)  como  en  las  bases 
de  las  iglesias  particulares. 

CLAR  a coordinar  el  grupo  de  teólogos  religiosos  que  ayudaron  desde  fuera  en 
el  desarrollo  de  la  III  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  en 
Puebla.  Las  siguientes  notas  se  basan  fundamentalmente  en  los  datos  recogidos  en 
mi  diario  personal  de  aquellos  días. 


178 


Cecilio  de  Lora 


De  acuerdo  con  la  consulta  realizada,  el  CELAM  preparó 
el  Documento  de  trabajo  (DT)  que  debería  servir  de  base  a las 
reflexiones  de  Puebla  y que  fue  publicado  en  la  primera  quincena 
de  septiembre  de  1978.  Poco  antes,  en  agosto  de  este  año,  muere 
Pablo  VI.  Juan  Pablo  I,  su  sucesor,  muere  de  manera  inesperada  el 
29  de  septiembre  del  mismo  año,  pero  ya  antes  había  convocado 
la  conferencia  para  ser  inaugurada  el  12  de  octubre  de  1978. 
En  estos  momentos  previos  se  sucedieron  sorpresas  dolorosas 
con  relación  a las  listas  de  participantes.  No  aparecían  en  ellas 
Pironio  ni  Arrupe;  no  figuraban  la  CLAR  ni  expertos  de  la  línea 
de  la  teología  de  la  liberación.  Se  confirmaban  los  temores  ya 
públicamente  compartidos.  El  cardenal  Aloisio  Lorscheider, 
franciscano  brasileño,  presidente  del  CELAM  y miembro  del  trío 
presidencial  de  la  conferencia,  asumió  entonces  la  responsabilidad 
inmediata  de  la  preparación  y amaneció  una  cierta  esperanza  con 
relación  a la  asamblea  de  Puebla. 

Elegido  más  tarde  papa  Karol  Wojtyla,  como  Juan  Pablo  II, 
decidió  inaugurar  personalmente  la  III  Conferencia  el  27  de  enero 
de  1979.  Viajó  por  cinco  días  a México  no  sin  antes  aterrizar  en  Santo 
Domingo  el  día  26.  Aumentó  la  esperanza:  en  el  mismo  aeropuerto 
de  Santo  Domingo  el  Papa  "quiere  reservar  su  recuerdo  y saludo 
más  entrañable  a los  pobres...".  Y poco  después,  en  la  homilía  de 
su  primera  eucaristía  celebrada  en  América,  Juan  Pablo  II  destaca 
cómo  "Jesús  anuncia  la  salvación,  ese  gran  don  de  Dios  que  es  la 
liberación  de  todo  lo  que  oprime  al  hombre...". 

2.  ...pero  el  Aliento  de  Dios  fue  más  fuerte... 

. . .y  aleteó  de  modo  admirable  sobre  Puebla. . .,  no  sin  dolores  y 
sobresaltos  como  veremos  enseguida.  Sin  embargo,  fue  necesario 
detenerse  en  el  contexto  histórico,  muy  brevemente  recordado 
más  arriba,  para  mejor  entender  lo  que  significó  el  texto  de  esta 
III  Conferencia  que  se  prolongó  del  27  de  enero  al  13  de  febrero 
de  1979.  En  el  Seminario  Palafoxiano  de  la  diócesis  de  Puebla,  se 
congregaron  al  fin  191  obispos  y se  vio  recortada  la  presencia  y las 
responsabilidades  de  religiosos  y laicos  con  relación  a Medellín. 

Ante  esta  situación,  la  CLAR  decidió  convocar  a Puebla  a 
un  importante  grupo  de  teólogos  de  distintas  congregaciones  y 
países,  la  mayoría  miembros  del  equipo  de  teólogos  de  la  misma 
CLAR:  Leonardo  Boff,  ofm,  de  Brasil;  Ricardo  Antoncich,  sj,  de 
Perú;  Ronaldo  Muñoz,  sscc,  de  Chile;  Camilo  Maccise,  ocd,  Jorge 


179 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


Domínguez,  ofm,  y Miguel  Concha,  op,  los  tres  de  México;  y 
Cecilio  de  Lora,  sm,  de  Colombia.  Junto  a ellos,  y llamados  en 
varios  casos  por  obispos  que  querían  contar  con  sus  aportes, 
se  encontraban  Gustavo  Gutiérrez,  José  Comblin,  Jon  Sobrino, 
Clodovis  Boff,  Segundo  Galilea,  Alfonso  Castillo,  Frei  Betto, 
Luis  del  Valle,  Gilberto  Gorgullo,  Joáo  B.  Libánio,  Luis  Alberto 
Gómez  de  Sousa,  Hugo  Echegaray,  Juan  Hernández  Pico,  Pedro 
Trigo,  Munárriz,  Femando  Danel,  Bemal,  Javier  Jiménez  Limón, 
Enrique  Dussel,  José  Ignacio  González  Faus,  Beltrán  Villegas, 
Xabier  Gorostiaga,  Luis  Sereno,  Amaldo  Zenteno,  Luis  Ramos, 
Pablo  Richard,  Hugo  Assmann,  Roberto  Oliveros,  Carlos  Bravo... 
y más,  sin  duda.  (Por  razón  de  la  brevedad  obligada  no  se  citan 
las  congregaciones  religiosas  a que  muchos  de  ellos  pertenecen, 
la  nacionalidad  ni  la  especialidad.  Todo  ello  puede  encontrarse 
en  obras  históricas  especializadas).  Destaco  al  final  de  esta  lista 
la  presencia  enriquecedora  de  Sergio  Torres.  Hay  que  señalar 
que  junto  a este  numeroso  grupo  actuaban  asimismo  por  fuera 
(torpemente  nos  llamaron  el  CELAM  paralelo),  en  la  misma  línea 
de  pensamiento  y servicio,  otros  grupos  como  Mujeres  para  el 
Diálogo,  con  sede  en  la  Cuemavaca  que  animaba  con  generosidad 
don  Sergio  Méndez  Arceo,  para  quien  tampoco  hubo  cupo  en 
la  conferencia,  y el  Centro  Nacional  de  Comunicación  Social 
(CENCOS),  bajo  la  inspiración  admirable  e incansable  de  Pepe 
Alvarez  Icaza. 


3.  ...para  caminar 

...hacia  una  nueva  esperanza...  Si  Medellín  fue  como  el 
bautismo,  Puebla  sería  la  confirmación,  expresó  lapidariamente  Jon 
Sobrino. 

No  faltó  trabajo  abundante  al  grupo  de  teólogos  y científicos 
sociales  de  fuera,  encuadrados  bajo  la  denominación,  tal  vez  de- 
masiado genérica,  de  teólogos  de  la  liberación.  Tras  varios  y densos 
momentos  de  preparación,  organización  intema  y distribución 
de  funciones,  de  identificación  de  líneas  de  trabajo,  quedó  claro 
que  nuestra  tarea  debería  ser  de  sincera  colaboración,  sin  ninguna 
animosidad  contra  nada  ni  contra  nadie.  Y pronto  pusimos  manos 
a la  obra. 

El  mismo  día  de  la  inauguración,  tras  la  eucaristía  inicial 
presidida  por  Juan  Pablo  II  en  la  gran  explanada  del  Seminario 
Palafoxiano,  muchos  nos  retiramos  —estábamos  divididos  en 


180 


Cecilio  de  Lora 


varias  residencias—  a un  recio  convento  franciscano  colonial, 
en  la  cercana  ciudad  de  Cholula.  Allí  vimos  por  televisión  y 
grabamos  el  discurso  del  Papa  con  el  que  se  daba  inicio  a las  tareas 
de  la  III  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano. 
Apenas  terminó,  y cuando  compartíamos  de  manera  acalorada 
reacciones  en  tomo  a las  palabras  del  Papa,  recibimos  una  lla- 
mada telefónica  del  cardenal  de  Sao  Paulo,  el  franciscano  Paulo 
Evaristo  Ams,  pidiéndonos  un  comentario,  una  relectura  del 
discurso  papal.  Nos  pusimos  de  inmediato  a trabajar.  Nos 
dividimos  la  tarea.  Confrontamos  las  diversas  partes  de  nuestra 
reflexión  y,  al  día  siguiente,  Gustavo,  Sergio  y Cecilio  fueron  a 
presentarle  a dom  Paulo  el  resultado  de  nuestros  desvelos.  Le 
pareció  bien  y añadió  algunas  observaciones.  Inmediatamente,  a 
multiplicarlo  —¡los  medios  eran  rústicos!—  y a introducirlo  en 
la  conferencia  con  algunos  integrantes  de  la  CLAR  que  estaban 
dentro  de  ella.  La  primera  copia  fue  entregada  a dom  Aloisio, 
miembro  de  la  Presidencia.  Se  agotaron  los  ejemplares  2 y tuvo 
resonancia  en  la  asamblea.  Posteriormente,  el  discurso  inicial  de 
dom  Aloisio  3,  con  el  que  se  inauguraban  los  trabajos,  concluía 
señalando  los  principios  de  "comunión  y participación  para  llegar 
a la  verdadera  y auténtica  liberación".  El  mismo  dom  Aloisio  nos 
envió  su  saludo  y apoyo,  animándonos  en  el  trabajo  emprendido. 

La  conferencia  se  dividió  en  21  comisiones  que  debieron 
elaborar  diversos  borradores,  confrontarlos,  someterlos  a vota- 
ción... hasta  llegar  al  texto  que  hoy  conocemos  (alterado  en 
algunos  párrafos  ya  en  el  texto  definitivo,  después  de  la  votación 
final,  como  muestran  estudios  críticos  bien  documentados,  antes 
de  salir  hacia  el  Vaticano  para  su  aprobación).  A esas  comisiones 
se  añadió  después  una  más,  llamada  "de  empalme",  que  tuvo  una 
importante  responsabilidad  en  todo  el  desarrollo  de  la  conferencia. 

Pues  bien,  a poco  de  comenzar  nuestras  tareas,  empezaron  a 
pasar  por  nuestra  sala  de  trabajo  un  buen  número  de  obispos  que 
pedían  contribuciones  concretas  y exigentes.  Las  distribuíamos  en 
nuestros  grupos  de  trabajo,  correspondientes  a las  comisiones  de 
la  conferencia.  Recordamos  con  emoción  especial  la  llegada  de  don 
Oscar  Romero  (era  el  2 de  febrero).  Dejamos  todo  y lo  rodeamos 
con  afecto  y agradecimiento.  Desde  su  sencillez  y sinceridad  nos 


2 Este  texto  fue  recogido  de  forma  resumida  por  la  revista  Christus  de  México,  Nos. 
520-521  de  marzo-abril  de  1979,  "Comentario  al  discurso  de  Juan  Pablo  II",  pp. 
106-108,  y,  en  forma  completa,  por  la  revista  Páginas,  de  Perú,  Vol.  IV,  Nos.  21-22, 
abril  1979,  bajo  el  título  "Teólogos  comentan",  pp.  38-47. 

3 Texto  publicado  en  Christus,  op.  cit.,  pp.  103-105. 


181 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


pidió  unas  notas  sobre  el  Jesús  histórico  del  que  estaban  hablando 
adentro.  Le  encaminé  a nuestro  grupo  de  cristología,  compuesto 
por  Jon  Sobrino  y Leonardo  Boff.  Más  adelante  nos  llegaría  incluso 
una  petición  especial  de  la  comisión  de  empalme  pidiéndonos 
orientación  acerca  de  las  opciones  pastorales  que  deberían  marcar 
la  conferencia. 

El  trabajo  era  intenso  y los  medios  escasos.  Se  trabajaba 
hasta  altas  horas  de  la  noche  para  hacer  llegar  las  contribuciones 
solicitadas  al  comenzar  las  tareas  del  nuevo  día.  La  conferencia  no 
estuvo  exenta  de  tensiones,  tanto  en  el  interior  de  la  Asamblea  4, 
como  a partir  de  los  ataques  de  una  parte  de  la  prensa  no  sólo  a 
nuestras  personas  y trabajos,  sino  también  a la  misma  Presidencia 
de  la  conferencia 5.  ¡Ya  había  anunciado  Jesús  que  nos  maltratarían 
por  causa  de  Él! 


4.  Sergio  de  nuevo... 

...y  el  amor  a la  Iglesia...  El  día  1Q  de  febrero  anoté  en  mi 
diario:  "Todo  nuestro  equipo  se  alegra  con  la  alegría  de  Sergio 
Torres.  Después  de  un  doloroso  tiempo  ha  podido  reencontrarse 
hoy  y reconciliarse  con  el  Cardenal  de  Santiago.  Compartimos  su 
alegría". 

La  experiencia  de  Puebla,  desde  afuera,  fue  la  experiencia  de  un 
gozoso  y apasionado  amor  a la  Iglesia.  Con  dolorosos  sinsabores, 
como  apenas  se  ha  insinuado.  Todos  comulgamos  en  ese  amor  y 
Sergio  fue  uno  de  sus  animadores.  Nos  cansamos,  pero  no  nos 
rendimos.  Rezamos  juntos  por  López  Trujillo  tras  la  aparición  de 
su  infausta  carta.  No  respondimos  a los  insultos  que  nos  dirigieron. 
Cuando  ya  se  había  acabado  nuestro  trabajo  propiamente  tal. 


4 Particular  importancia  tuvo  la  carta  de  Alfonso  López  Trujillo  a don  Luciano 
Duarte  Cabral,  publicada  por  el  periódico  Uno  más  Uno  de  la  ciudad  de  México 
el  día  Ia  de  febrero,  en  la  que  se  hada  referenria  en  términos  muy  indebidos  al 
cardenal  Pironio,  al  padre  Arrupe,  a la  CLAR...  y otros. 

s El  11  de  febrero  la  Presidenda  emitía  un  "Comunicado  de  prensa"  reclamando  a 
la  prensa  respeto  y,  el  14  de  febrero,  en  la  eucaristía  final,  el  arzobispo  de  Puebla, 
monseñor  Rosendo  Huesca,  en  su  homilía,  pidió  perdón  a los  obispos  acusados 
de  marxistas...  Los  textos  se  encuentran  en  la  revista  Paginas,  op.  cit.,  pp.  65s.  Al 
terminar  la  conferenda  se  organizó  una  manifestadón  por  el  centro  de  Puebla  con 
pancartas,  en  contra  de  la  teologia  de  la  liberadón,  y un  periódico  de  la  dudad 
publicó  en  primera  página  que  esa  teología  era  dañina  a la  empresa...  hechos 
que  no  ocurrían  desde  las  manifestariones  en  tomo  a los  primeros  condlios  del 
cristianismo,  como  comentaban  con  satisfacdón  algunos  de  nuestro  grupo. 


182 


Cecilio  de  Lora 


pues  llegaba  el  tiempo  de  las  votaciones,  elaboramos  un  par  de 
páginas  para  nuestro  comportamiento,  tituladas  "Criterios  de 
acción  con  relación  a Puebla".  De  acuerdo  con  ellos  partimos  para 
diversos  lugares  de  México  para  llevar,  los  primeros,  la  buena 
noticia  que  allí  se  había  trabajado.  Y ello,  no  sin  antes  celebrar  una 
inolvidable  eucaristía  de  despedida  y de  envío,  comprometidos 
todos  en  hacer  vida  lo  vivido  en  Puebla. 

En  Sergio  admiramos  y agradecimos  todos  tanto  su  capacidad 
de  organización  y coordinación  —bien  manifestada  en  tantas  otras 
empresas  por  él  llevadas  a cabo—  como,  una  vez  más,  su  amor  a 
la  Iglesia  explicitado  luego  en  algunas  de  sus  publicaciones  con 
relación  a Puebla 6. 


6 Sergio  Torres,  "Puebla  1979",  Theology  in  the  Americas  (New  York)  No.  7 (1979). 

183 


José  Comblin 


III  Conferencia 
del  CELAM,  1979. 
El  significado 
teológico-pastoral  de  Puebla 

José  Comblin* 


La  conferencia  del  CELAM  en  Puebla  en  1979  fue  un  gran 
debate  entre  los  dos  sectores  de  la  Iglesia  latinoamericana  y 
caribeña.  Por  un  lado,  había  un  poderoso  movimiento  de  reacción 
contra  Medellín.  Por  el  otro,  estaban  sus  defensores.  Entre  nosotros 
pensábamos  que  el  combate  había  terminado  en  un  empate. 
Con  todo,  fuimos  más  activos  en  la  recepción  de  la  conferencia 
y logramos  hacer  prevalecer  la  opinión  de  que  era  la  victoria  de 
Medellín.  En  la  historia.  Puebla  quedó  asociada  a Medellín.  De 
hecho,  hay  textos  que  reafirman  e incluso  profundizan  las  tesis 
de  Medellín.  Pero,  por  otro  lado,  hay  una  mayoría  de  textos  insig- 
nificantes que  repiten  lo  de  siempre  y expresan  el  pensamiento  de 
los  conservadores.  Sin  embargo,  no  hubo  ninguna  condenación 
de  los  movimientos  pastorales  nacidos  de  Medellín. 


Doctor  en  Teología  y uno  de  los  principales  exponentes  de  la  teología  de  la 
liberación.  Llegó  a Brasil  en  1958.  Fue  profesor  en  diversos  institutos.  Vivió  10 
años  en  Chile  y durante  otros  15  colaboró  en  Riobamba,  Ecuador.  Publicó  más  de 
70  libros  y 350  artículos.  En  los  últimos  años  vivió  en  Paraíba,  nordeste  de  Brasil, 
dedicado  a la  formación  de  laicos  y misioneros,  y donde  murió  en  2011. 


185 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


Al  frente  del  partido  conservador,  que  quería  el  rechazo 
de  Medellín,  estaba  la  curia  romana  que,  al  día  siguiente  de 
Medellín,  inició  una  ofensiva  vigorosa  para  destruirla.  En  Puebla 
estaba  como  presidente  el  cardenal  Sebastiano  Baggio,  quien  ya 
se  había  convertido  en  enemigo  personal  de  todos  los  grandes 
obispos  de  Medellín.  El  hombre  escogido  para  ejecutar  la  política 
de  destrucción  de  Medellín  fue  Alfonso  López  Trujillo,  muy  joven 
todavía  cuando  fue  elegido,  aunque  muy  ambicioso,  quien  se 
percató  de  que  luchar  contra  el  marxismo  en  América  Latina  y 
el  Caribe  era  el  medio  más  seguro  para  ascender  en  la  jerarquía. 
Aplicó  el  programa  romano  con  una  eficacia  que  sorprendió 
incluso  a los  más  optimistas  de  la  curia. 

López  Trujillo  fue  nombrado  secretario  general  del  CELAM  en 
la  asamblea  de  Sucre  en  1973  —por  imposición  de  la  curia  y contra 
la  voluntad  de  los  obispos—,  por  intermedio  del  nuncio  quien 
invocó  una  supuesta  voluntad  del  Papa,  lo  que  era  ciertamente 
falso.  El  nuevo  presidente  impuesto  era  Eduardo  Pironio,  un  santo, 
pero  un  hombre  muy  débil  sin  ninguna  posibilidad  de  discutir  con 
López  Trujillo.  Este  fue  el  dictador  del  CELAM,  seis  años  como 
secretario  general,  cuatro  como  presidente  y cuatro  más,  durante 
la  presidencia  de  Antonio  Quarracino,  en  los  cuales  sin  ocupar 
ningún  cargo  logró  que  éste  fuera  un  juguete  en  sus  manos.  López 
Trujillo  suprimió  todo  lo  que  las  presidencias  anteriores  habían 
hecho,  despidió  a todos  los  que  habían  colaborado  con  el  CELAM 
e hizo  de  él  una  máquina  de  guerra  contra  Medellín. 

Esa  máquina  de  guerra  desarrolló  una  campaña  continental 
contra  la  II  Conferencia.  El  tema  principal  era  que  Medellín 
había  sido  mal  interpretada  y era  necesario  dar  la  correcta  inter- 
pretación. Más  tarde,  el  cardenal  Joseph  Ratzinger  se  inspiró  en 
ese  modelo  para  organizar  su  campaña  contra  el  Vaticano  II,  que 
según  él  había  sido  mal  interpretado,  y realizó  un  sínodo  para  dar 
esa  verdadera  interpretación.  El  CELAM  organizó  encuentros, 
simposios,  seminarios  y conferencias  para  divulgar  ese  tema 
básico. 

Los  temas  que  divulgó  fueron  los  siguientes:  la  teología  de 
la  liberación  es  marxismo;  la  Confederación  Latinoamericana  de 
Religiosos  (CLAR)  es  magisterio  paralelo;  las  comunidades  ecle- 
siales  de  base  son  una  Iglesia  popular  separada  de  la  jerarquía. 
Había  que  extirpar  esos  enemigos  de  la  Iglesia.  Ello  sería  obra  de 
la  próxima  conferencia  del  CELAM  que  se  celebró  en  Puebla  en 
1979. 


186 


José  Comblin 

1.  Los  pasos  previos 

El  CELAM  publicó  en  1977  un  Documento  de  consulta  que 
suscitó  un  inmenso  movimiento  de  rechazo.  Había  sido  redactado 
por  los  más  reaccionarios  colaboradores  de  López  Trujillo. 
La  reacción  fue  fuerte,  incluso  en  Europa.  El  documento  fue 
retirado.  El  cardenal  Aloisio  Lorscheider,  quien  era  el  presidente, 
mandó  que  otro  grupo  preparase  un  nuevo  Documento  de  trabajo, 
publicado  en  1978.  La  Conferencia  Nacional  de  los  Obispos  de 
Brasil  (CNBB,  por  sus  siglas  en  portugués),  ya  había  preparado  un 
documento  alternativo.  El  Documento  de  trabajo  era  mucho  mejor, 
aun  así  la  conferencia  no  lo  tomó  en  cuenta  y comenzó  todo  de 
nuevo. 

Cuando  se  abrió  la  asamblea,  el  CELAM  ya  sabía  que  sería 
un  triunfo  para  López  Trujillo.  Él  llegaba  como  triunfador.  Sabía 
que  podía  contar  con  el  apoyo  casi  total  de  las  delegaciones  de 
Venezuela,  Colombia,  México,  Argentina  y con  gran  parte  de  los 
obispos  centroamericanos.  Fieles  a Medellín  serían  la  mayoría  de 
Brasil,  Chile,  Perú  y algunos  pocos  de  las  demás  conferencias.  No 
obstante,  el  CELAM  tuvo  la  obligación  de  permitir  una  presencia 
de  la  CLAR,  su  archienemigo.  Como  compensación,  todos  los 
teólogos  de  la  liberación  fueron  excluidos  y los  teólogos  admitidos 
en  el  recinto  escogidos  por  su  acuerdo  con  el  nuevo  CELAM. 
Para  impedir  el  contacto  peligroso  con  los  teólogos  excluidos, 
los  movimientos  ultrarreaccionarios  de  México  montaron  tres 
barreras  que  aislaban  a los  obispos  de  toda  contaminación.  Sin 
embargo,  no  les  fue  posible  evitar  los  contactos  y que  textos 
preparados  por  los  teólogos  proscritos  penetraran  dentro  del 
recinto. 

Hubo  algo  que  López  Trujillo  no  había  considerado:  Evangelii 
nuntiandi,  publicada  en  1975,  fue  citada  abundantemente  en 
Puebla.  La  encíclica  usaba  mucho  la  palabra  liberación,  que  se 
quería  extirpar,  y a cada  paso  los  defensores  de  Medellín  invo- 
caron el  documento  de  Pablo  VI. 


2.  El  discurso  del  Papa 

El  27  de  enero  de  1979  se  inauguró  la  conferencia  de  Puebla. 
El  primer  día  estaba  reservado  al  discurso  del  Papa.  Ese  discurso 
era  esperado  con  sentimientos  encontrados.  Estaba  dividido  en 
dos  partes.  La  primera,  se  refería  a los  problemas  internos  de  la 


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III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


Iglesia.  El  Papa  lanzó  el  tema  de  "los  maestros  de  la  verdad",  que 
había  de  ser  el  tema  básico  de  todo  su  pontificado.  El  discurso 
empezó  con  una  defensa  de  la  "Verdad". 

En  la  "Verdad"  sobre  Cristo,  el  Papa  denunciaba  "las  falsas 
lecturas"  de  la  Biblia,  que  hacían  de  Jesús  un  revolucionario 
violento.  Era  asumir  las  acusaciones  más  gratuitas  de  los  enemigos 
de  Medellín. 

En  la  "Verdad"  sobre  la  Iglesia,  el  Papa  haría  dos  denuncias: 
primero,  sobre  la  separación  entre  Iglesia  y Reino  de  Dios;  segundo, 
sobre  la  Iglesia  popular  separada  de  la  Iglesia  institucional. 

En  la  "Verdad"  sobre  el  hombre,  no  había  denuncia  particula- 
rizada. 

Esta  parte  del  discurso  del  Papa  fue  como  una  bomba. 
Las  circunstancias  hicieron  que  se  exagerara  el  alcance  de  las 
denuncias.  Para  los  más  conservadores,  el  Papa  había  dicho 
todo  lo  que  había  que  decir  y no  había  necesidad  de  continuar  la 
conferencia.  Para  los  defensores  de  Medellín,  el  Papa  asumía  las 
acusaciones  del  CELAM  y le  daba  pleno  apoyo. 

Los  teólogos  de  la  liberación,  quienes  habían  sido  excluidos 
de  la  conferencia,  se  encontraban  en  la  ciudad.  Redactaron  in- 
mediatamente una  declaración  en  la  que  expresaban  que  con- 
cordaban con  todo  lo  que  decía  el  Papa,  pero  que  todo  eso  no  se 
aplicaba  a América  Latina  y el  Caribe  porque  aquí  no  había  nada 
de  eso. 

La  segunda  parte  del  discurso  fue  muy  diferente.  El  Papa 
habló  de  la  Iglesia  en  medio  de  los  problemas  sociales.  Esa  parte 
se  inspiró  en  la  Evangelii  nuntiandi,  incluso  en  su  lenguaje  de 
liberación.  Además,  el  viaje  del  Papa  a México  fue  un  triunfo 
inimaginable.  En  sus  discursos  él  fue  muy  contundente  en  pro- 
clamar la  necesidad  de  buscar  la  justicia  y luchar  contra  la  miseria 
de  las  inmensas  masas.  Sobre  todo  en  los  discursos  de  Oaxaca  a los 
indígenas  y de  Monterrey  a los  obreros,  el  Papa  utilizó  palabras 
muy  fuertes  que  fueron  citadas  varias  veces  en  el  documento  final 
de  la  conferencia.  Con  esa  segunda  parte  renació  la  esperanza. 
Nació  la  fórmula  tantas  veces  citada  durante  todo  el  pontificado: 
que  el  Papa  era  conservador  en  los  problemas  de  la  Iglesia,  y mas 
abierto  y sensible  en  los  problemas  sociales. 

Al  día  siguiente,  el  discurso  del  cardenal  Lorscheider, 
presidente  de  la  asamblea,  tuvo  un  acento  distinto.  El  cardenal  dijo 
que  el  gran  desafío  de  América  Latina  y el  Caribe  era  la  inmensa 
pobreza  y la  situación  de  injusticia  vivida  por  las  grandes  masas. 


188 


José  Comblin 


Entonces,  empezó  la  conferencia.  Los  primeros  pasos  fueron 
decisivos.  Primero,  el  reglamento  propuesto  por  el  CELAM 
fue  rechazado.  Fue  instituida  una  comisión  "de  empalme"  que 
prácticamente  dirigiría  los  trabajos,  dejando  de  lado  la  dirección 
del  CELAM.  La  comisión  tenía  cinco  miembros:  Marcos  Me 
Grath,  de  Panamá;  Juan  Antonio  Flores,  de  Santo  Domingo;  Luis 
Bambarén,  de  Perú;  Luciano  Mendes  de  Almeida,  de  Brasil;  y 
Justo  Laguna,  de  Argentina.  Mendes  de  Almeida  la  dirigió.  De  los 
cinco,  cuatro  se  situaban  más  bien  en  la  izquierda,  y Laguna,  quien 
quería  darse  fama  de  abierto,  tenía,  como  todos  los  argentinos,  las 
manos  atadas  por  los  militares. 

Después,  la  conferencia  rechazó  el  programa  de  trabajo 
presentado  por  López  Trujillo  y adoptó  el  programa  alternativo 
presentado  por  Mendes  de  Almeida.  Fueron  creadas  21  comi- 
siones, cada  una  de  las  cuales  redactaría  su  texto.  El  texto  final  fue 
el  elaborado  por  las  comisiones. 

Se  temía  que  la  conferencia  fuera  dirigida  por  López  Trujillo 
y,  en  realidad,  la  orientación  fue  dada  en  cada  momento  por 
Mendes  de  Almeida.  Se  trataba  de  una  personalidad  excepcional 
y,  por  eso,  fue  duramente  castigado  y perseguido  por  la  curia 
romana. 


3.  El  aporte  de  las  comisiones 

El  trabajo  de  la  conferencia  se  hizo  casi  por  entero  en  las 
comisiones.  Cada  comisión  hizo  cuatro  redacciones.  Finalmente, 
la  asamblea  votó  todos  los  textos  de  las  comisiones.  Con  todo,  el 
texto  de  la  comisión  18,  de  la  opción  por  los  pobres,  tuvo  43  votos 
en  contra.  En  esta  comisión,  hubo  resistencia  en  tomo  a la  acción  de 
la  Iglesia  en  la  sociedad  nacional  e internacional.  En  la  comisión  1, 
que  trataba  de  la  visión  de  la  realidad  latinoamericana  y caribeña, 
hubo  mucha  oposición  en  los  debates  y se  hicieron  correcciones. 
La  descripción  de  la  situación  social  era  particularmente  fuerte. 
Éstas  fueron  las  comisiones  más  cercanas  a Medellín. 

La  comisión  2 tenía  por  objeto  la  verdad  sobre  Jesucristo.  Era 
la  doctrina  tradicional  sin  referencia  a la  vida  humana  y muerte 
de  Jesús. 

La  comisión  3 se  ocupaba  de  la  verdad  sobre  la  Iglesia.  Se 
tomaron  como  base  las  declaraciones  del  Papa  sobre  el  Reino  de 
Dios  y la  Iglesia  popular.  Lo  importante,  sin  embargo,  fue  que  el 
texto  tomaba  como  eje  de  la  eclesiología  el  tema  del  pueblo  de 


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III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


Dios,  que  algunos  años  más  tarde  fue  condenado  por  el  cardenal 
Ratzinger  y la  curia  romana,  y eliminado  definitivamente  del 
discurso  vaticano. 

En  la  comisión  4,  sobre  la  dignidad  humana,  hubo  conside- 
raciones interesantes,  si  bien  faltaron  referencias  a la  situación  de 
América  Latina  y el  Caribe. 

La  comisión  5 tenía  por  tema  la  evangelización.  Quedó  en  la 
doctrina  de  la  Evangelii  nuntiandi. 

En  la  comisión  6,  sobre  evangelización  y promoción  humana, 
se  esperaban  duros  debates,  no  obstante  hubo  acuerdo  para  que  el 
texto  fuera  redactado  por  López  Trujillo  y Helder  Cámara,  los  dos 
polos  opuestos.  Ahí  estaba  el  tema  delicado  de  la  liberación.  Los 
dos  redactores  se  inspiraron  en  la  Evangelii  nuntiandi,  lo  que  era 
satisfactorio  porque  no  condenaba  nada  y dejaba  abierto  el  tema 
de  la  liberación. 

La  comisión  7 fue  de  los  argentinos:  trataba  de  evangelización, 
cultura  y religiosidad  popular.  En  la  práctica,  esa  evangelización 
consiste  en  mantener  todo  lo  que  existe  sin  añadir  nada.  La  reli- 
giosidad popular  era  la  bandera  de  la  Iglesia  argentina,  levantada 
por  la  mayoría  de  sus  teólogos.  Pero  no  se  explica  en  el  texto  por 
qué  después  de  500  años  de  religiosidad  popular  los  pueblos 
latinoamericanos  y caribeños  permanecen  tan  pasivos,  sumisos  y 
alienados. 

En  la  comisión  8 el  tema  era  evangelización,  política  e ideolo- 
gías. Lo  importante  fue  que  se  condenó  la  Doctrina  de  la  Seguridad 
Nacional  que  era  la  ideología  de  los  gobiernos  militares. 

La  comisión  9 trataba  sobre  la  familia.  Sin  mucha  novedad  se 
repitió  la  doctrina  conciliar,  sin  referencia  a los  problemas  de  la 
familia  de  los  pobres. 

La  comisión  10  tenía  por  tema  las  comunidades  eclesiales 
de  base.  En  la  comisión  estaban  varios  cardenales  de  la  curia  y 
obispos  del  ala  más  conservadora.  El  primer  texto  que  elaboraron 
despertó  verdadera  indignación  en  la  asamblea  y tuvieron  que 
hacer  otro  más  aceptable,  que  evitaba  cualquier  condenación. 
Sin  embargo,  nada  se  decía  de  la  relación  entre  parroquia  y 
comunidad  de  base.  Más  tarde,  esa  cuestión  fue  la  justificación  de 
la  parroquialización  de  dichas  comunidades. 

El  texto  de  la  comisión  11  sobre  el  ministerio  en  la  Iglesia, 
repitió  la  doctrina  del  Concilio. 

Se  esperaba  con  curiosidad  lo  que  pasaría  en  la  comisión 
12  que  hablaría  de  la  vida  consagrada.  La  CLAR  era  uno  de  los 


190 


José  Comblin 


importantes  acusados.  Nada  sucedió.  Ninguna  alusión,  lo  que 
mostró  que  las  denuncias  hechas  desde  el  CELAM  carecían  de 
fundamento.  Había  otras  motivaciones,  que  los  de  aquel  tiempo 
recordarán  fácilmente. 

En  la  comisión  13  sobre  los  laicos,  la  doctrina  conciliar 
referente  al  protagonismo  de  los  laicos  fue  exaltada  y desarrollada. 
Pero,  como  siempre,  no  se  propuso  ninguna  medida  institucional. 
Los  laicos  permanecen  sin  derechos.  Tienen  que  contentarse  con 
buenas  palabras. 

La  comisión  14  tenía  por  tema  la  pastoral  vocacional.  No 
planteó  ninguna  novedad. 

En  la  comisión  15  se  trataba  sobre  la  liturgia,  los  sacramentos, 
la  piedad  popular.  Sin  novedad. 

En  la  comisión  16  sobre  catcquesis,  educación,  medios  de 
comunicación,  se  dijo  lo  de  siempre.  Principios  generales  válidos 
para  todos  los  continentes,  sin  referencia  especial  a América 
Latina  y el  Caribe. 

La  comisión  17  tema  por  objeto  el  ecumenismo.  No  hubo 
nada  muy  positivo.  Trató  de  justificar  la  ausencia  de  diálogo  con 
los  protestantes.  Los  pentecostales  fueron  tratados  como  secta.  No 
se  analizó  el  crecimiento  del  pentecostalismo,  que  ya  era  sensible 
en  aquella  época. 

Y llegamos  a la  famosa  comisión  18,  que  tenía  que  hablar 
de  la  opción  por  los  pobres.  Hubo  debates  muy  acalorados.  El 
texto  aprobado  asumió  plenamente  la  doctrina  de  Medellín  y 
la  explicitó  y elaboró  en  muchos  elementos.  Se  convirtió  en  el 
texto  más  citado  de  Puebla.  Para  muchos.  Puebla  es  el  texto  de  la 
comisión  18. 

El  tema  de  la  comisión  19  había  sido  propuesto  para  dis- 
minuir el  destaque  de  la  opción  por  los  pobres.  Era  la  opción  por 
la  juventud.  No  obstante,  no  se  dijo  nada  original.  La  Iglesia  no 
terna  mucho  que  ofrecerle  a los  jóvenes.  En  la  práctica,  ellos  se 
inclinaron  hacia  los  movimientos  carismáticos  o nuevos  grupos 
de  inspiración  semejante. 

La  comisión  20  sobre  los  constructores  de  una  sociedad  plu- 
ralista, presentó  bastantes  sugerencias  interesantes  y fue  también 
una  de  las  comisiones  relevantes  de  Puebla.  Igualmente,  la  co- 
misión 21  sobre  la  sociedad  nacional  e internacional  estaba  muy 
bien  actualizada.  Hubo  una  comisión  22  que  se  encargó  de  escribir 
una  síntesis  del  documento.  Esa  síntesis  fue  muy  buena  y ayudó 
mucho  a la  divulgación  de  las  enseñanzas  de  Puebla. 


191 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


4.  Las  vicisitudes  del  documento  final 

Como  se  sabe,  el  texto  final  no  pudo  ser  publicado  y fue 
enviado  a Roma.  En  Roma,  manos  misteriosas  hicieron  unas  500 
correcciones  que  iban  todas  en  el  mismo  sentido:  debilitar  lo  que 
estaba  en  la  orientación  de  Medellín  y hacer  restricciones.  Pero,  en 
total,  lo  esencial  quedó,  aunque  debilitado. 

Las  impresiones  que  deja  la  lectura  del  documento  confirman 
la  recepción  que  recibió.  En  primer  lugar,  Puebla  confirmó 
Medellín.  Desapareció  el  tema  de  las  falsas  interpretaciones  tan 
divulgado  por  el  CELAM. 

En  segundo  lugar,  los  temas  de  la  II  Conferencia  estuvieron 
presentes  en  muchas  comisiones:  opción  por  los  pobres  y lenguaje 
de  la  liberación.  Es  evidente  que  tuvieron  un  papel  preponderante 
la  Evangelii  nuntiandi  y el  vocabulario  del  Papa  en  sus  diversos 
discursos.  No  hubo  ninguna  condena  de  la  teología  de  la  libe- 
ración, como  se  temía.  Aquí  también  la  campaña  organizada  por 
el  CELAM  fracasó. 

En  tercer  lugar,  las  severas  advertencias  del  Papa  sobre  las  tres 
verdades  no  recibieron  ningún  destaque.  A lo  mejor  sirvieron  para 
impedir  una  doctrina  cristológica  y eclesiológica  más  elaborada, 
sin  embargo  no  fueron  invocadas  para  justificar  condenas. 

En  cuarto  lugar,  se  puso  de  manifiesto  que  en  América  Latina  y 
el  Caribe  había  dos  corrientes  bastante  diferentes  y,  naturalmente, 
numerosos  obispos  de  mentalidad  conservadora  pero  abiertos,  si 
bien  sin  ideas  propias. 

La  primera  corriente  era  la  brasileña,  la  cual  venció.  Defendía 
la  herencia  de  Medellín  y la  evolución  a partir  de  ella:  los  pobres, 
la  liberación,  las  comunidades,  los  religiosos  insertos  en  el  pueblo 
y la  lucha  en  lo  social  y lo  político. 

La  segunda  era  la  argentina,  concentrada  en  tomo  a la  defensa 
de  la  religión  popular  tradicional,  sin  ninguna  novedad  para 
proponer.  No  recibió  mucho  apoyo. 

Los  obispos  brasileños  y sus  aliados,  chilenos  y peruanos 
sobre  todo,  pudieron  regresar  a sus  casas  con  la  conciencia  de 
haber  desmontado  la  máquina  de  guerra  del  CELAM  y salvado  la 
herencia  de  Medellín. 

Los  teólogos  de  la  liberación  pudieron  respirar  un  poco 
y aún  gozaban  de  prestigio  para  divulgar  en  el  continente  el 
mensaje  de  Puebla.  Para  ellos,  que  estaban  bajo  la  amenaza  de 
ser  condenados,  fue  un  alivio  temporal.  Tenían  la  protección  de 
Medellín  y de  Puebla. 


192 


José  Comblin 

5.  Hacia  dónde  va  la  Iglesia 

No  obstante,  el  CELAM  contaba  con  otros  recursos.  Pocos 
días  después  de  Puebla,  en  Los  Teques,  Venezuela,  en  su  asamblea 
ordinaria  eligió  la  peor  presidencia  de  su  historia:  Alfonso  López 
Trujillo  como  presidente  y Luciano  Duarte  como  vicepresidente, 
copia  fiel  de  López  Trujillo;  el  secretario  general  fue  Antonio 
Quarracino,  argentino,  futuro  cardenal  de  Buenos  Aires  y gran 
admirador  de  los  generales  golpistas,  muy  débil  intelectualmente. 
Sería  un  juguete  en  las  manos  de  López  Trujillo,  quien  más  tarde 
hizo  de  él  su  sucesor. 

Con  esa  presidencia,  López  Trujillo  decidió  recurrir  a 
Roma.  Convenció  al  cardenal  Ratzinger  y en  1984  se  concretó  la 
condenación  que  Puebla  se  había  negado  a formular.  A lo  mejor, 
la  iniciativa  puede  haber  sido  de  Roma,  aunque  de  todos  modos 
el  CELAM  no  había  depuesto  las  armas. 

Pero,  en  lo  inmediato,  la  recepción  de  Puebla  fue  muy  buena. 
Las  comunidades  de  base  pudieron  desarrollarse  más,  al  igual  que 
la  lectura  popular  de  la  Biblia.  Los  obispos,  sacerdotes,  religiosos 
y religiosas  que  se  habían  insertado  en  medio  de  los  pobres,  se 
sintieron  aprobados  y defendidos. 

La  curia  romana  no  había  conseguido  controlar  la  conferencia 
de  Puebla.  Reflexionó  acerca  de  las  razones  de  su  fracaso  y para 
la  conferencia  de  Santo  Domingo  estaba  preparada.  Mandó 
una  fuerte  delegación  de  prelados  romanos  y ejerció  un  control 
más  severo  de  las  posibles  interferencias  de  los  teólogos  de  la 
liberación.  Nombró  al  secretario  de  la  conferencia,  que  se  reveló 
como  un  verdadero  dictador,  e impuso  silencio  a dos  herederos 
de  Puebla.  Sin  embargo,  ésta  es  otra  historia. 

En  todo  caso,  las  conferencias  de  Medellín  y Puebla  existieron 
y dejaron  documentos.  Ya  no  se  las  puede  suprimir.  La  conferencia 
de  Aparecida  en  2007  reafirmó  su  continuidad  con  ellas,  si  bien 
con  poca  convicción. 

Desde  Puebla,  el  mundo  ha  cambiado  y América  Latina 
y el  Caribe  y la  Iglesia,  también.  Solamente  habrá  un  nuevo 
Puebla,  aplicado  al  mundo  que  cambió,  si  se  prepara  una 
nueva  generación.  Durante  una  generación,  América  Latina 
y el  Caribe  fue  avasallada  por  el  neoliberalismo  y los  grandes 
grupos  económicos  mundiales  que  lograron  la  destrucción  de 
los  movimientos  sociales  y la  marginación  creciente  de  inmensas 
masas  de  pobres,  ahora  expulsados  de  sus  tierras  y refugiados  en 
villas  miseria,  tugurios,  favelas  o barrios  populares  indignos  del 


193 


III  Conferencia  del  CELAM,  1979 


ser  humano.  Al  lado  de  eso,  han  sido  construidas  nuevas  ciudades 
del  Primer  Mundo  para  las  clases  privilegiadas.  La  distancia  entre 
ricos  y pobres  ha  crecido  de  manera  vertiginosa.  Ahora  sobrevino 
una  crisis  de  la  que  todavía  no  sabemos  qué  va  a salir. 

La  Iglesia  se  ha  adaptado  al  nuevo  tipo  de  sociedad.  Salvo 
algunos  movimientos  en  Brasil,  globalmente  la  Iglesia  institucional 
se  ha  apartado  de  los  desafíos  sociales  y políticos  y se  ha  refugiado 
en  su  vida  interna.  Con  el  fin  de  los  gobiernos  militares,  ella 
aceptó  la  ficción  del  retomo  a la  democracia.  Una  democracia  en 
la  que  los  pueblos  carecen  de  voz.  Pueden  elegir  a sus  presidentes 
y representantes  que  nada  harán  de  lo  prometido,  mientras  el 
pueblo  sigue  quedando  aplastado,  con  poca  resistencia.  Porque 
el  poder  real  está  en  manos  de  las  grandes  fuerzas  económicas 
mundiales.  Los  gobiernos  y congresos  en  los  países  llamados 
democráticos,  tienen  que  seguir  el  programa  impuesto  por  esas 
fuerzas  económicas. 

La  Iglesia  no  se  ha  atrevido  a enfrentar  esas  fuerzas  económicas 
que  son  las  que  elaboran  e imponen  la  política  y aplastan  las 
fuerzas  de  los  pueblos.  Hace  llamados  a los  poderes  ficticios  de 
las  naciones,  no  obstante  son  buenas  palabras  que  nunca  tienen 
eficacia.  El  discurso  reemplaza  a la  acción. 

El  desafío  es  volver  a Gaudium  et  spes,  que  es  lo  que  Aparecida 
no  pudo  hacer,  y Medellín  y Puebla  habían  hecho.  ¿Hasta  cuándo? 


194 


Pedro  Acevedo 


Historia  de  la  fundación 
de  Amerindia 
Una  memoria  que  se  prolonga 
hasta  nuestros  días 

Pedro  Acevedo 


Pretender  escribir  la  historia  de  lo  que  llamamos  hoy 
Fundación  Amerindia  es  una  osadía  demasiado  grande,  ya 
que  eso  supone  dedicar  tiempo  a reunir  materiales,  entrevistar 
a personas,  conversaciones  prolongadas  con  su  fundador,  el 
padre  Sergio  Torres  González,  y hacer  borradores  que  puedan  ir 
circulando  entre  diferentes  personas  que  han  sido  protagonistas 
de  esa  historia  y memoria  que  se  prolonga  hasta  nuestros  días. 

Con  esas  salvedades  y declaración  de  humildad  (para 
resaltar  las  limitaciones  de  una  empresa  de  esa  naturaleza),  es 
que  podemos  escribir  estas  páginas,  que  son  el  comienzo  y la 
necesidad  de  hacer  una  historia  más  completa,  más  documentada 
y acompañada  de  una  reflexión  teológica  y eclesial,  donde 
encontraremos  las  razones  de  su  caminar  y sus  aportes. 

De  nacionalidad  dominicana.  Es  religioso  de  La  Salle.  Hizo  estudios  de  Filosofía, 
Educación  en  la  Fe  y Sagrada  Escritura.  Fue  asesor  latinoamericano  y caribeño 
del  Movimiento  Internacional  de  Intelectuales  Católicos  (MUC-Pax  Romana)  y en 
la  actualidad,  lo  es  de  República  Dominicana.  Integra  el  Grupo  Amerindia.  Fue 
secretario  general  de  la  CLAR  y de  la  Conferencia  Dominicana  de  Religiosos  y 
Religiosas. 


195 


Historia  de  la  fundación  de  Amerindia 


De  algo  debemos  estar  convencidos  y convencidas  al  iniciar 
estas  cortas  reflexiones:  el  nacimiento,  el  desarrollo  y la  proyección 
de  Amerindia  no  hubiesen  sido  posibles  sin  la  dedicación, 
tenacidad  —¿o  acaso  terquedad?—  y fidelidad  a la  Iglesia  y a las 
grandes  opciones  de  Medellín  y Puebla,  del  padre  Sergio  Torres. 


1.  Sobre  los  comienzos  y la  historia  vivida 

Es  difícil  precisar  la  historia  de  Amerindia,  aun  así,  según 
la  interpretación  que  le  demos,  podemos  ubicar  tres  momentos 
importantes  —¿o  acaso  nacimientos  o refundaciones?—.  El 
primer  momento  es  alrededor  de  la  III  Conferencia  General  del 
Episcopado  de  América  Latina  y del  Caribe,  donde  un  grupo  de 
teólogos,  pastoralistas  y personas  comprometidas  con  la  tradición 
eclesial  de  Medellín  ayudaron  a nuestros  obispos  y participantes 
con  sus  reflexiones.  Es  cierto  que  en  ese  momento  ya  había  sido 
creada  la  Asociación  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo  (ASETT),  sin 
embargo,  ellos  no  se  involucraron,  sino  personas  que  ejercían  su 
labor  pastoral  en  América  Latina  y el  Caribe.  Podemos  afirmar, 
sin  lugar  a dudas,  que  éstos  son  los  comienzos  de  esta  experiencia 
tan  rica  que  hemos  denominado  Amerindia. 

El  segundo  momento  lo  ubicamos  alrededor  de  la  IV  Con- 
ferencia, celebrada  en  Santo  Domingo,  del  12  al  28  de  octubre 
de  1992.  Previo  a la  conferencia  se  dan  los  primeros  pasos  para 
la  constitución  “más  formal"  de  Amerindia,  pues  se  creó  una 
Coordinación  que  empezó,  casi  un  año  antes,  a trabajar  en  la 
búsqueda  de  fondos,  contactos  con  teólogos  y teólogas.  Fue  un 
trabajo  arduo  y se  recorrieron  muchos  lugares  de  América  Latina 
y el  Caribe,  los  EE.  UU.,  Canadá  y Europa. 

Amerindia  se  concibe,  ella  misma,  como  un  grupo  asesor 
de  los  obispos  en  esos  eventos  eclesiales,  siguiendo  siempre  la 
fidelidad  a la  tradición  eclesial  de  Medellín  y Puebla.  El  trabajo  de 
asesoría  en  la  IV  Conferencia  rindió  sus  frutos,  a pesar  de  todos  los 
obstáculos  que  se  conocieron  alrededor  de  esa  conferencia.  Como 
sabemos,  luego  de  dicha  conferencia  se  produjo  una  especie  de 
desencanto  en  todos  los  grupos  eclesiales  de  América  Latina  y el 
Caribe  y,  como  tal,  Amerindia  no  escapó  a esa  situación.  Hubo  dos 
reuniones  posteriormente,  una  de  evaluación  en  Sao  Paulo,  Brasil, 
y otra  con  teólogos  y teólogas  en  San  José,  Costa  Rica.  A partir  de 
ese  momento  Amerindia  entró  en  un  período  de  receso  hasta  1996, 
cuando  se  dio  un  encuentro,  un  kairós,  yo  diría,  entre  Sergio  Torres 


196 


Pedro  Acevedo 


y mi  persona,  en  Bogotá,  que  amerita  contarse,  porque  ha  sido 
el  arranque  definitivo  de  lo  que  hemos  denominado  Fundación 
Amerindia,  hasta  llegar  a concebirse  como  una  entidad  jurídica. 

Sergio  Torres  había  sido  invitado  por  el  CELAM  a dar  unos 
cursos  de  teología  en  el  ITEPAL  (Instituto  Teológico  Pastoral 
para  América  Latina)  y yo  me  encontraba  en  ese  momento 
desempeñando  las  funciones  de  secretario  general  de  la  CLAR 
(Confederación  Latinoamericana  de  Religiosos  y Religiosas)  y, 
después  de  una  larga  conversación,  constatamos  que: 

• Vivíamos  en  ese  tiempo,  en  toda  América  Latina  y el  Caribe, 
un  momento  eclesial  difícil  que  nos  llevaba  a la  dispersión  y 
el  aislamiento. 

• No  teníamos  tampoco  un  grupo  o un  referente  eclesial  que 
convocara  las  iniciativas  que  se  estaban  dando  en  los  distintos 
países  o que  reuniese  a las  personas  que  estaban  dando 
pasos  significativos,  escribiendo  o aglutinando  a partir  de  la 
tradición  teológica  de  Medellín  y Puebla. 

• Había  una  crisis  en  los  movimientos  apostólicos 
tradicionales  de  la  Acción  Católica,  al  mismo  tiempo  que  un 
crecimiento  de  los  movimientos  más  tradicionales  que  todos 
y todas  conocemos. 

• Si  bien  existían  la  CLAR  y otras  instancias  eclesiales,  no 
contábamos  en  aquel  entonces  con  un  grupo  que  pudiese 
reunir  a obispos,  religiosos,  religiosas,  laicos  y laicas. 

Ésas  fueron  las  motivaciones  y,  desde  ahí,  empezamos  un 
movimiento  que  abarcó  las  siguientes  iniciativas:  visitas  a las 
agencias  de  financiamiento  con  el  objetivo  de  buscar  fondos; 
contactos  con  personas  e instituciones  en  los  distintos  países 
de  América  Latina  y el  Caribe,  los  EE.  UU.,  Canadá  y algunos 
de  Europa;  de  igual  manera,  se  hicieron  contactos  con  muchos 
obispos,  responsables  de  revistas  y editoriales  católicas.  Las 
respuestas  fueron  tan  positivas  y esperanzadoras,  que  nos  retaron 
a continuar  la  marcha  y a crear  una  estructura  que  animase  ese 
caminar  en  el  futuro. 

Por  otra  parte.  Amerindia  dejó  de  concebirse  como  un  grupo 
de  teólogos  y teólogas  que  asesoraba  eventos  eclesiales,  y se 
transformó  en  un  grupo  amplio  que  reúne  a obispos,  teólogos, 
teólogas,  laicos,  laicas,  religiosos,  religiosas,  pastoralistas,  cientí- 
ficos/as sociales,  sacerdotes  y personas  comprometidas  en  el  ámbito 
de  la  Iglesia.  Esta  diversidad  reunió  desde  1996  a muchas  personas 


197 


Historia  de  la  fundación  de  Amerindia 


valiosas  que  encontraron  en  Amerindia  un  espacio  privilegiado 
para  informarse,  llevar  acciones  comunes  y encontrarse  como 
personas  comprometidas  en  el  ámbito  eclesial  y con  los  pobres  y 
excluidos/as  de  nuestro  continente. 

Unida  a esta  situación  estaba,  por  así  llamarlo,  el  modo  de 
funcionar  de  Amerindia,  ya  que  no  pretendíamos  tener  una 
oficina  permanente,  salir  a la  luz  pública  e influir  y opinar  sobre 
lo  que  acontecía  en  la  Iglesia  ni,  mucho  menos,  convertimos  en 
un  grupo  con  una  estructura  rígida  que  significase  un  nuevo 
compromiso  para  cada  persona  que  estaba  en  relación  con 
nosotros  y nosotras.  Trabajamos  con  mucha  discreción,  no  como 
una  mera  estrategia  para  ocultar  cosas,  sino  como  una  forma  de 
relacionamos  mejor  y asegurar  el  trabajo  que  se  iniciaba.  Es  bueno 
hacer  notar  que  la  misma  naturaleza  y el  mismo  compromiso  de 
las  personas  implicadas  en  esta  experiencia  estaban  impregnados 
de  una  fidelidad  eclesial  muy  grande,  por  lo  que  nunca  vimos  la 
necesidad  de  salir  a la  palestra  pública  a ofrecer  reflexiones,  lanzar 
acusaciones  y declaraciones  de  carácter  público,  que  impidiesen 
seguir  adelante,  que  crearan  prejuicios  o que  atentasen  contra  las 
relaciones,  el  respeto  y la  unidad  eclesial.  Es  importante  hacer 
notar  esa  situación,  como  una  muestra  de  adultez  y de  discreción, 
lo  que  no  nos  lleva  a negar  que  el  sufrimiento,  la  incomprensión 
y el  hecho  de  no  estar  de  acuerdo  con  actitudes,  declaraciones  y 
decisiones  eclesiales  también  hayan  estado  presentes. 

Tuvimos  un  primer  encuentro  en  Bogotá,  en  1997,  donde  se 
convocó  a las  personas  que  se  habían  contactado.  Un  segundo 
encuentro  tuvo  lugar  en  1998,  en  Guatemala,  y desde  ese  mo- 
mento se  tomó  la  decisión  de  reunir  a los  y las  responsables  de 
los  grupos  nacionales  anualmente.  De  igual  manera,  empezamos 
con  un  mínimo  de  estructuración:  nos  agrupamos  en  regiones, 
siguiendo  el  esquema  de  la  mayoría  de  las  instituciones  eclesiales 
en  América  Latina  y el  Caribe:  Cono  Sur  (Brasil,  Uruguay,  Ar- 
gentina y Chile);  países  bolivarianos  (Bolivia,  Perú,  Ecuador, 
Colombia  y Venezuela);  y México,  Centroamérica,  Panamá  y el 
Caribe,  se  constituyeron  en  una  sola  región  (México,  Guatemala, 
Nicaragua,  Honduras,  El  Salvador,  Costa  Rica,  Panamá,  República 
Dominicana,  Puerto  Rico,  Haití  y Cuba);  en  los  EE.  UU.  y Canadá 
se  crearon  dos  instancias  de  coordinación:  el  grupo  que  estaba 
reunido  en  tomo  de  la  pastoral  hispana  en  los  EE.  UU.  y dos 
contactos  en  Canadá  (Toronto  y Montreal).  A partir  de  2005,  la 
región  Caribe  empezó  a funcionar  de  manera  separada,  como 
una  forma  de  lograr  una  mayor  identidad  y agrupar  a los  grupos 
nacionales,  que  eran  ya  una  realidad. 


198 


Pedro  Acevedo 


En  Europa,  aunque  no  existiese  una  coordinación  formal, 
manteníamos  relaciones  muy  estrechas  con  las  agencias  de  fi- 
nanciamiento  y los  religiosos  y religiosas  que  ocupaban  cargos 
congregacionales  y vivían  en  Roma.  Estos  contactos,  como  vere- 
mos más  adelante,  fueron  determinantes  para  el  trabajo  que 
se  realizó  en  esa  ciudad  durante  la  celebración  del  Sínodo  de 
América  (16  de  noviembre  al  2 de  diciembre  de  1997). 

Además  de  la  regionalización  anterior,  se  crearon  dos  es- 
tructuras más.  La  Coordinación  ampliada,  que  la  componían  unas 
cinco  personas,  y un  Comité  más  ejecutivo  que  lo  componían  dos 
personas.  Esta  estructura  se  fue  transformando;  para  responder  a 
algo  más  operativo,  se  creó  el  Comité  Ejecutivo  (que  igualmente  fue 
evolucionando  en  número,  organización  y funcionamiento),  con 
una  Secretaría  Ejecutiva  y una  oficina  permanente  en  Montevideo, 
que  ha  resultado  de  gran  provecho  para  el  desarrollo,  el  trabajo  y 
la  misma  visibilidad  de  nuestra  organización. 

Desde  sus  inicios  Amerindia  contó  con  un  grupo  de  obispos 
amigos,  que  llamamos  Comisión  Episcopal  de  Amerindia,  y final- 
mente tenemos  la  presencia  de  un  obispo,  que  hace  el  enlace  con 
los  demás  obispos  y siempre  está  invitado  a nuestras  reuniones  de 
la  Coordinación.  Es  bueno  consignar  que  en  nuestras  asambleas 
continentales  y caribeñas,  al  igual  que  en  las  regionales,  siempre 
han  participado  obispos. 


2.  Organización,  tareas  y contribuciones 

El  trabajo  inmediato  que  teníamos  por  delante  era  el  siguiente: 
la  organización  de  los  grupos  nacionales,  su  afianzamiento  e 
institucionalización,  de  aquí  que  las  visitas  eran  frecuentes  y se 
multiplicaban  los  diálogos,  llamadas  telefónicas  y contactos  con 
obispos,  personas  e instituciones.  Ligada  a esta  situación  estaba 
la  motivación  para  la  participación,  la  lectura  y el  interés  por  la 
celebración  del  Sínodo  Especial  para  América;  la  búsqueda  de 
fondos  y el  intercambio  de  informaciones  sobre  lo  que  se  hacía 
en  la  línea  de  la  tradición  eclesial  de  Medellín  y Puebla.  La 
conferencia  de  Santo  Domingo,  como  tal,  aportó  muy  poco  en 
esta  línea  que  pretendíamos  llevar  adelante  aunque,  como  vimos 
anteriormente,  el  trabajo  de  Amerindia  en  esa  conferencia  fue 
importante  y desafiante  a la  vez. 

Para  realizar  la  tarea  de  asesoría  que  nos  habían  solicitado 
previamente  los  obispos  y participantes,  auditores  y auditoras 


199 


Historia  de  la  fundación  de  Amerindia 


en  el  Sínodo  Especial  para  América,  se  constituyó  un  equipo  de 
trabajo,  se  dieron  los  pasos  previos  para  buscar  un  local  de  trabajo, 
se  crearon  las  condiciones  para  asegurar  la  comunicación  desde 
Roma  y se  aseguraron  los  contactos  en  el  lugar,  con  las  personas 
que  nos  ayudaron  durante  la  estancia  en  la  Ciudad  Eterna. 

Haciendo  un  balance  de  la  situación,  nuestra  participación 
fue  muy  positiva,  si  bien  no  faltaron  acusaciones  de  que  quisimos 
influir  directamente  en  las  decisiones  del  sínodo.  Ante  esta  misma 
situación,  y por  respeto  a los  obispos,  decidimos  no  participar  en  el 
trabajo  de  asesoría  del  Sínodo  de  Obispos  que  se  celebró  en  Roma 
del  30  de  septiembre  al  27  de  octubre  de  2001,  pero  elaboramos  un 
libro  que  fue  un  aporte  a la  reflexión  y profundización  de  algunos 
temas  relacionados  con  la  temática  del  sínodo. 

Desde  1998,  nuestro  trabajo  se  centró  en  la  organización  y 
visibilidad  de  nuestra  institución.  Fue  así  como  se  dieron  algunas 
situaciones  significativas:  la  organización  de  nuestra  Secretaría 
permanente  en  la  ciudad  de  Montevideo,  la  creación  del  Comité 
Ejecutivo  y su  organización  interna;  el  nombramiento  de 
coordinadores/as  regionales  para  animar  y coordinar  las  cuatro 
regiones  existentes;  la  celebración  de  asambleas  continentales, 
caribeñas  y regionales,  que  se  van  alternando  cada  año;  el  cambio 
en  la  persona  que  hace  el  servicio  de  coordinador  de  Amerindia, 
la  creación  de  una  página  web  (www.amerindiaenlared.org)  y, 
más  recientemente,  de  los  Observatorios  Teológicos  y Sociales. 

Nuestra  contribución  ha  consistido  asimismo  en  la  publicación 
de  textos  relacionados  con  los  sínodos  y eventos  eclesiales,  tales 
como  la  reflexión  que  lanzamos  con  motivo  del  Jubileo  del  Año 
2000  y la  petición  hecha  por  el  papa  Juan  Pablo  II,  al  igual  que  en 
el  25  aniversario  del  martirio  de  monseñor  Oscar  Amulfo  Romero, 
el  24  de  marzo  de  2005  (ver  la  lista  completa  de  las  publicaciones 
al  final  del  libro). 

En  estos  últimos  años,  nuestro  mayor  aporte  ha  sido  durante 
la  preparación  y celebración  de  la  V Conferencia  General  del 
Episcopado  de  América  Latina  y el  Caribe,  realizada  en  Aparecida, 
Brasil,  del  13  al  31  de  mayo  de  2007.  En  dicha  preparación, 
cabe  destacar  los  siguientes  hechos:  el  interés  mostrado  por  los 
diferentes  grupos  nacionales,  la  petición  de  muchos  obispos  para 
asegurar  el  trabajo  de  asesoría,  el  contacto  con  la  Presidencia  del 
CELAM  y la  organización  en  la  misma  ciudad  de  Aparecida,  que 
nos  permitió  realizar  nuestro  aporte  de  modo  visible  y articulado 
con  la  propia  preparación  y organización  de  la  conferencia. 

Este  trabajo  nos  permitió  estrechar  más  los  lazos  con  los 
obispos,  abrir  espacios  de  diálogo  en  el  interior  de  nuestra  Iglesia 


200 


Pedro  Acevedo 


de  América  Latina  y el  Caribe,  ser  portadores  y portadoras  de 
tantas  personas  que  no  podían  estar  presentes  físicamente  en  la 
conferencia  y mostrar  la  vigencia  y actualidad  de  la  teología  de 
la  liberación. 

Otra  presencia  modesta,  pero  significativa,  ha  sido  nuestra 
contribución  al  Sínodo  sobre  la  Palabra  de  Dios,  celebrado  en 
Roma  del  5 al  26  de  octubre  de  2008.  Mediante  la  creación  de 
un  pequeño  equipo  de  trabajo,  en  el  que  contamos  con  valiosos 
biblistas  de  América  Latina  y el  Caribe,  intentamos  responder  a 
la  petición  de  algunos  obispos  de  ayudarlos  en  el  desarrollo  del 
sínodo. 

En  la  actualidad  nos  encontramos  en  una  etapa  de  reorga- 
nización, tanto  en  el  ámbito  de  la  Coordinación  como  de  las  re- 
giones, para  responder  de  forma  más  eficaz  a la  tarea  eclesial 
que  venimos  realizando.  Es  bueno  resaltar  que  la  base  de  nuestro 
trabajo  la  constituyen  los  grupos  y coordinadores/as  nacionales,  y 
que  la  inmensa  tarea  que  intentamos  realizar,  salvo  dos  personas 
en  el  Secretariado  que  reciben  una  pequeña  retribución  económica, 
se  realiza  de  manera  gratuita  y generosa. 


A manera  de  conclusión 

Como  señalábamos  al  comienzo  de  estas  cortas  líneas,  este 
trabajo  de  escribir  la  historia  de  Amerindia  es  apenas  el  comienzo 
y un  compromiso  de  realizar  otro  más  acabado  en  el  futuro  inme- 
diato, por  lo  que  estamos  más  que  seguros  que  muchas  situaciones 
no  se  han  mencionado  o se  han  olvidado,  pero  verdaderamente  lo 
que  no  ha  faltado  es  buena  voluntad,  deseos  de  seguir  adelante  y 
compromiso  con  la  tarea  que  vislumbramos  hace  muchos  años. 


201 


Ana  María  Tepedino 


El  itinerario  de  Sergio  Torres 
Inspiración  para  el  actuar 
eclesial  de  hoy 

Ana  María  Tepedino* 


El  Concilio  Vaticano  II  a través  de  Gaudium  et  spes  sentó  las 
bases  de  una  antropología  unitaria  que  provocó  una  sensibilidad 
eclesial  que  se  extendió  hacia  una  sensibilidad  social,  haciendo 
posible  el  surgimiento  de  una  nueva  manera  de  vivir  el  evangelio 
de  forma  integral,  implicando  todas  las  dimensiones  de  la 
persona  humana.  Para  corresponder  a estos  llamados,  en  América 
Latina  y el  Caribe  los  cristianos/as  comenzaron  un  movimiento 
de  articulación  de  la  fe  cristiana  con  el  compromiso  social  a favor 
de  los  desfavorecidos/as  de  la  sociedad.  ¡Se  trata  de  un  nuevo 
amanecer  en  la  manera  de  vivir  la  fe  cristiana  en  América  Latina 
y el  Caribe! 

Esta  nueva  manera  de  pensar  la  fe  cristiana  tema  como 
finalidad  promover  un  seguimiento  de  Jesús  a partir  de  su 
práctica  histórica  de  compromiso  con  la  vida,  especialmente  con 
los  hombres  y las  mujeres  que  tenían  poca  vida:  los  preferidos  de 


Graduada  en  Filosofía  en  la  Universidad  Católica  de  Petrópolis  y en  Teología 
en  la  Pontificia  Universidad  Católica  do  Río  de  Janeiro,  obtuvo  una  maestría  en 
esta  universidad,  donde  es  actualmente  profesora  asociada.  Tiene  experiencia 
académica  en  el  área  de  la  Teología,  con  énfasis  en  Cristología  y Eclesiología. 


203 


El  itinerario  de  Sergio  Torres 

Jesús,  los  pobres.  Nació  así  la  teología  de  la  liberación  que  buscaba 
la  transformación  del  mundo  de  injusticia  en  un  nuevo  mundo 
donde  todos  y todas  pudiesen  tener  una  vida  digna  y plena. 
Diversas  voces  iban  entrando  en  el  "gran  clamor  por  la  vida"  que 
se  elevaba  en  el  continente,  dando  su  colaboración  y coloreando 
la  realidad  eclesial  de  este  importante  momento  latinoamericano 
y caribeño. 

Esas  voces  se  expresaban  de  muchas  formas.  Miembros  de 
comunidades  cristianas,  hombres  y mujeres  de  distintos  países 
de  todo  el  continente  que  luchaban  por  su  liberación.  Esas  voces 
fueron  recogidas  por  obispos,  teólogos  y agentes  pastorales  que 
procuraban  sistematizar  su  contenido  y organizar  estrategias  de 
diálogo  y coordinación. 


1.  Profecía  y realización 

En  1976  se  funda  la  Asociación  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo 
(ASETT),  una  institución  diferente  que  buscaba  articular  el  Sur- 
Sur,  América  Latina  y el  Caribe,  Asia  y Africa  (después  entraron 
las  minorías  de  los  EE.  UU.).  Esta  nueva  asociación  estaba 
dirigida  a crear  las  condiciones  para  poder  escuchar  las  voces 
de  aquellos  que  no  eran  conocidos  ni  considerados,  incluyendo 
a los  que  habían  estudiado  en  Europa.  En  1977  entraron  también 
las  mujeres  en  ASETT.  Empieza  a surgir  de  esta  articulación  una 
teología  distinta,  que  se  fue  profundizando  en  otros  encuentros  y 
se  hizo  pública  en  numerosas  publicaciones  . 

Este  proceso  continuó  en  los  años  siguientes.  Dentro  de  la 
opción  por  los  pobres,  emergieron  nuevos  artífices:  los  indígenas, 
los  afroamericanos  y las  mujeres,  cuyos  saberes  no  eran  consi- 
derados, o eran  considerados  de  segunda  categoría.  Luego  fueron 
apoyados  en  sus  experiencias  y temáticas  mediante  la  creación 
de  programas  de  la  ASETT,  que  les  posibilitaba  espacio  y medios 
para  hacer  oír  sus  voces.  Sergio  Torres  incentivó  estas  nuevas 
reflexiones.  De  ahí  surgieron  publicaciones,  libros,  artículos  en 
revistas.  Mucho  ayudó  a la  teología  feminista,  valorizándonos, 
animándonos,  apoyándonos.  Personalmente  debo  mucho  a esta 
confianza.  Ejercitaba  el  arte  de  confiar,  y las  personas  le  corres- 


' Cf.  Sergio  Torres  y Virginia  Fabella,  The  Emergent  Gospel:  Theology  from  the 
Underside  ofHistory.  New  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1978. 


204 


Ana  María  Tepedino 

pondían.  Tenía  no  sólo  el  olfato  de  la  fe  ( sensus  fidei)  sino  también 
¡olfato  para  el  futuro!  Todo  esto  iba  sucediendo  a través  de  esta 
colaboración,  fundado  en  aquel  deseo  de  construcción  de  una 
nueva  cara  eclesial  y social,  estimulando  la  aparición  de  nuevos 
rostros  en  el  escenario  eclesial  latinoamericano  y caribeño  y 
buscando  convertir  en  realidad  el  sueño  de  una  iglesia  de  co- 
munión y participación.  Pensaba  en  grande,  deseaba  lo  nuevo, 
construía  el  futuro  con  los  pies  en  el  presente. 

Sergio  era  incansable.  Cuando  alguien  se  desanimaba  por 
algún  motivo,  por  falta  de  respuestas,  como  cuando  yo  era 
coordinadora  para  América  Latina  y el  Caribe,  él  aparecía  para 
estimularme.  De  esta  forma  expresaba  su  fe  en  Dios  y Jesucristo 
a través  del  amor  comprometido  a los  hermanos  y hermanas, 
pues  al  final,  fuera  del  amor  no  hay  salvación.  Más  allá  de 
este  amor  a las  personas,  siempre  presente  en  sus  iniciativas, 
estaba  el  espíritu  ecuménico  e interdisciplinar:  teólogos  y pro- 
fesionales de  las  ciencias  políticas  y sociales  se  reunían  por  su 
convocatoria,  lo  que  demostraba  su  liderazgo  para  asesorar 
a los  obispos  presentes  en  las  conferencias  episcopales  que  se 
realizaron  en  América  Latina  y el  Caribe,  correspondiendo  a un 
deseo  del  Vaticano  II,  y buscaban  actualizar  su  espíritu.  Puebla 
(1979)  y Santo  Domingo  (1992)  mucho  deben  a su  creatividad 
y liderazgo.  En  aquellos  años  se  dio  un  gran  movimiento  social 
y eclesial  que  buscaba  la  transformación  histórica.  Cristianos  y 
cristianas  en  América  Latina  y el  Caribe  iniciaron  un  camino  de 
concientización  y acción,  construyendo  una  Iglesia  viva  y activa. 
Sin  embargo,  hubo  asimismo  muchas  críticas  por  parte  de  sectores 
más  conservadores  que  se  consideraban  expulsados  de  la  Iglesia 
porque  no  compartían  la  misma  visión. 

Junto  a este  compromiso  eclesial  global,  continuaba  como 
párroco  en  Chile,  dando  su  colaboración  local.  Su  vocación  de 
pastor  siempre  habló  más  alto.  Cuando  digo  compromiso  global,  es 
porque  siempre  estaba  buscando  nuevos  proyectos  que  pudiesen 
profundizar  aún  más  su  empeño  en  una  Iglesia  transformadora 
de  la  realidad.  Con  "determinada  determinación"  (expresión  de 
santa  Teresa  de  Ávila),  eligió  a otras  personas  para  continuar  su 
trabajo  y creó  instituciones  como  Amerindia,  que  de  grupo  inicial 
de  teólogos  y teólogas  se  convirtió  en  un  grupo  de  cristianos/as  que 
se  mantenían  en  la  misma  línea  de  servicio  a los  empobrecidos/as 
y excluidos/as  de  la  sociedad.  En  la  conferencia  de  Aparecida,  al 
grupo  de  Amerindia  le  fue  solicitado  dar  su  colaboración  a los 


205 


El  itinerario  de  Sergio  Torres 


obispos  de  una  manera  efectiva  y pública,  ofreciendo  una  teología 
actualizada  y enriquecedora. 

Al  mismo  tiempo  que  se  comprometía  en  los  proyectos 
mencionados,  buscaba  compañeros  para  que  se  hicieran  cargo 
de  ejecutarlos.  Éstos,  convencidos  por  su  entusiasmo  y lucidez, 
apoyaban  el  proyecto  eclesial  latinoamericano  y caribeño  cola- 
borando con  los  medios  para  sustentar  las  actividades.  ¡Hubo 
mucha  creatividad  en  estas  "sociedades"!  Él  sumaba  el  don  de  la 
persuasión  con  el  carisma  de  la  unidad,  que  el  Vaticano  II  apunta 
como  la  característica  del  carisma  episcopal.  Si  ni  la  Iglesia  ni 
los  obispos  lo  hicieron,  nosotros  reconocemos  esta  función  para 
nosotros.  Su  liderazgo  servidor  era  claro,  su  invitación  a trabajar 
era  aceptada  por  las  personas  que  se  unían  a sus  siempre  brillantes 
proyectos. 


2.  Elogio  a su  lucidez 

Una  preocupación  que  siempre  tuvo  Sergio  fue  intentar 
articular  las  asociaciones  de  teólogos/as  latinoamericanos  y 
caribeños.  Juntando  sus  fuerzas  sería  posible  una  acción  más 
eficaz.  Cuando  se  inició  el  Foro  Social  Mundial,  pronto  se  percibió 
la  necesidad  de  que  la  Iglesia  y la  teología  se  hicieran  presentes; 
entonces,  junto  con  otros/as  crearon  el  Foro  Mundial  de  Teología 
y Liberación,  pero  no  sólo  de  la  teología  de  la  liberación,  sino 
también  de  otras  experiencias  de  liberación.  Con  gran  sentido 
práctico,  se  propuso  que  el  foro  teológico  debería  realizarse  los 
días  previos  al  Foro  Social.  Abría  un  nuevo  horizonte.  La  teología 
de  la  liberación,  que  muchos  consideraban  muerta,  aparecía  para 
decir  una  palabra  dentro  de  esta  nueva  época  que  comenzaba. 

Se  dejaba  desafiar  para  decir  una  palabra  relevante,  una 
sabiduría  que  provocase  saber  pensar  y saber  actuar  en  esta 
nueva  realidad.  Y se  cuestionaba  sobre  cuáles  eran  los  desafíos  y 
las  perspectivas  para  las  iglesias  de  esta  nueva  época  pluralista, 
fragmentada  y de  extrema  movilidad. 

Pienso  que  Sergio  nos  puede  inspirar,  pues  precisamos  tener 
las  cualidades  apuntadas  hacia  adelante:  creatividad,  lucidez, 
confianza,  con  los  pies  en  el  presente  y la  visión  de  futuro, 
confianza  en  lo  nuevo,  valor  y determinación.  No  se  avanza  si 
se  está  reclamando  o hablando  de  desencantamiento  y crisis. 
Tenemos  que  descubrir  los  signos  que  el  Espíritu  Santo  está 
señalando. 


206 


Ana  María  Tepedino 


El  documento  de  Aparecida  brinda  algunas  pistas:  reconoce 
que  vivimos  en  una  dimensión  distinta  del  tiempo  . Las  sociedades 
tradicionales  privilegiaban  el  pasado;  la  modernidad  privilegiaba 
el  futuro,  el  tiempo  útil  y proyectivo;  la  posmodemidad  valora  el 
presente.  Lo  que  interesa  es  el  "aquí  y ahora",  vivido  con  otros/ 
as,  es  la  vida  cotidiana,  son  las  experiencias  de  relación.  Muchos 
hablan  de  individualismo,  no  obstante  se  equivocan:  el  ser  con  los 
otros  está  muy  presente.  De  ahí  la  importancia  de  los  pequeños 
grupos,  que  poseen  una  dimensión  diferente  tanto  de  los  tiempos 
como  de  los  espacios:  un  apego  a los  lugares  donde  se  encuentran 
y de  cierta  forma  celebran  rituales,  pero  que  no  es  la  parroquia. 
Por  ahí  ya  se  nota  que  nuestra  creatividad  tiene  que  ser  grande. 
Es  necesario  poner  los  ojos  y oídos  a la  escucha  del  presente  para 
descubrir  un  nuevo  modo  de  vivir  la  misión,  una  nueva  forma  de 
hacer  pastoral. 

En  las  grandes  ciudades  las  personas  se  unen  por  el  afecto, 
por  relaciones  interpersonales,  por  experiencias  colectivas, 
por  compartir  la  vida,  por  intereses,  ritos  y solidaridad  ante 
problemas  más  serios  que  despiertan  su  sensibilidad,  como  por 
ejemplo  catástrofes  ecológicas.  Aunque  el  tiempo  presente  sea 
muy  criticado  por  algunos  como  un  tiempo  de  pensamiento 
débil,  en  verdad  lo  que  está  ocurriendo  es  un  aumento  de  la  razón 
articulada  con  la  sensibilidad,  con  sentido  común,  con  la  intuición, 
que  no  eran  consideradas  en  la  modernidad.  Esta  realidad 
sociológica  de  las  "tribus",  como  el  sociólogo  Michel  Maffesoli 
llama  a estos  grupos,  es  algo  muy  ágil,  ellas  se  constituyen,  se 
desorganizan  con  facilidad  y gozan  de  gran  movilidad.  El 
desafío  consiste  en  saber  aprovechar  esta  oportunidad.  Algunas 
experiencias  que  ocurren  hoy,  de  compartir  el  sentido  de  la  fe, 
apuntan  a una  perspectiva  muy  común  en  la  Iglesia  primitiva: 
compartir  el  testimonio  de  aquello  que  están  viviendo,  el  sentido 
que  ellos  encuentran  en  la  fe.  A menudo,  las  personas,  sobre  todo 
los  y las  jóvenes,  no  participan  de  las  misas  en  las  parroquias, 
pero  están  presentes  en  los  grandes  eventos,  se  encuentran  a 
través  de  blogs  en  Internet.  Les  gustan  los  rituales,  los  retiros,  las 
peregrinaciones,  las  caminatas,  las  celebraciones  multitudinarias, 
los  encuentros  con  el  Papa.  Estamos  ingresando  en  un  nuevo 
momento  de  experiencia  cristiana,  así  como  en  la  historia  ya  hubo 


2 Cf.  Michel  Maffesoli,  O instante  eterno:  o retomo  do  trágico  ñas  sociedades  pós- 
modemas.  Sao  Paulo,  Zouk,  2003,  p.  17. 


207 


El  itinerario  de  Sergio  Torres 


3 

otros  momentos  de  cambios  . Y cuando  las  cosas  se  inician,  ellas 
no  son  ni  buenas  ni  malas,  es  preciso  tener  paciencia  para  ver 
y ayudar  en  su  dirección.  Confiar,  acoger,  tener  confianza  en  lo 
nuevo  y la  inspiración  que  recibimos. 

El  momento  actual  apunta  hacia  las  pequeñas  comunidades 
en  red  (Ap  172),  que  acogen  diversos  modos  de  reunión.  En  el 
aniversario  de  los  70  años  de  Sergio,  en  Santiago  de  Chile  en  1999, 
en  el  cual  estuve  presente,  un  profesional  de  las  ciencias  políticas 
nos  cuestionaba  porque,  según  él,  queríamos  continuar  haciendo 
la  pastoral  de  la  manera  como  la  habíamos  vivido.  Ya  no  es  más 
posible.  El  tiempo  es  otro,  los  intereses  son  otros.  Las  redes  se 
separan  creando  otro  tipo  de  realidad  y pensamiento,  no  más  el 
pensamiento  binario  aristotélico,  sino  el  pensamiento  complejo, 
articulando  múltiples  dimensiones.  Las  "tribus"  pueden  tejer  un 
nuevo  tejido  eclesial  y social.  Nuestra  inteligencia  estará  en  buscar 
comprenderlas,  acompañarlas,  estar  a su  lado.  Y no  criticarlas  ni 
compararlas  con  el  tiempo  vivido.  Pues  en  el  presente,  lo  que 
cuenta  es  el  hoy. 

El  documento  de  Aparecida  destaca  las  CEB  que  aparecen 
como  una  posibilidad  importante,  con  su  compromiso  transfor- 
mador (Ap  312)  . A su  lado  aparecen  las  nuevas  comunidades 
y los  movimientos.  A los  laicos  y laicas  se  les  reconoce  un  papel 
relevante  en  la  ciudadanía  y lo  eclesial,  lo  que  es  óptimo  porque 
podemos  realizar  nuestra  vocación  tanto  dentro  como  fuera  de 
la  comunidad  eclesial.  Hoy,  el  compromiso  político  no  es  vivido 
nada  más  por  medio  de  grandes  proyectos,  sino  de  pequeños 
cambios  en  lo  cotidiano  de  las  personas  en  vistas  de  una  vida 
mejor,  más  alegre,  más  feliz.  Esta  perspectiva  es  muy  fuerte. 
Existe  mucha  indiferencia  en  relación  con  la  fe  cristiana,  ya  que 
se  la  acusa  de  deshumanizadora  y coercitiva.  Sabemos  que  ésta  es 
una  visión  desvirtuada,  aun  así  esta  crítica  del  ateísmo  humanista 
impregna  nuestras  comunidades.  La  Iglesia  en  Aparecida  hizo 
una  opción  por  la  vida,  por  anunciar  una  buena  nueva  alegre 
que  sea  una  práctica  humanizadora  en  este  nuevo  horizonte.  Ella 
tiene  que  ser  Casa  de  los  pobres,  abierta  y acogedora  de  una  gran 


3Cf.  Daniéle  Hervieu-Léger,  Catholicisme  la  fin  d'un  monde.  París,  Bayard,  2003;  O 
peregrino  e o convertido,  a religiáo  em  movimento;  La  religión  en  miettes  ou  la  question  des 
sedes.  París,  Calmann/Levy,  2001.  Esta  socióloga  puede  dar  contribuciones  para 
repensar  el  cristianismo  hoy. 

Las  personas  presentes  en  el  Encuentro  Interedesial  de  Comunidades  Eclesiales 
de  Base  en  Rondónia,  dijeron  que  fue  un  nuevo  Pentecostés. 


208 


Ana  María  Tepedino 

diversidad  de  carismas  y experiencias,  y Samaritana  servidora  de 
la  vida  en  peligro. 

En  conclusión,  necesitamos  ser  creativos,  determinados, 
lúcidos,  llenos  de  esperanza  y visión  de  la  realidad,  acogiendo  el 
presente  como  es  y no  como  nos  gustaría  que  fuese,  amigos/as  y 
servidores/as  de  los  pobres,  siguiendo  el  proyecto  de  Jesús  en  esta 
nueva  época. 


Traducción  del  portugués:  SylviaAlsina 


209 


Pablo  Bonavía 


Un  trabajo  de  articulación  en  red 

Amerindia:  semilla 
para  el  Adviento 

Pablo  Bonavía* 


1.  Una  parábola 


El  reino  de  Dios  se  parece  a un  roble  sacudido  por  el  huracán.  Soplan 
los  vientos  con  fuerza,  inclinan  la  copa,  desgajan  las  ramas  y arrancan 
las  hojas.  Pero  los  mismos  vientos  que  atacan  al  roble  se  llevan  sus 
semillas  aladas  a grandes  distancias.  Donde  cae  una  semilla,  nace  un 
roble  nuevo.  El  huracán,  que  parece  destruir  al  roble  de  hoy,  siembra  sin 
saberlo  el  nuevo  bosque  que  cubrirá  mañana  toda  la  montaña  . 

Amerindia  se  siente  reflejada  en  esta  parábola.  Aunque, 
tomado  al  pie  de  la  letra,  el  relato  le  quede  grande,  ella  también  se 
ha  ido  descubriendo  como  una  pequeña  semilla  esparcida  por  el 
huracán  que  maltrató  con  dureza  a su  árbol  originario.  ¿Por  qué? 
Porque  en  su  corta  historia  nuestra  red  se  ha  configurado  como 


* Uruguayo,  sacerdote  del  clero  diocesano  de  Montevideo.  Es  coordinador  del 
Observatorio  Eclesial  de  Amerindia  y profesor  de  Teología  en  la  Facultad  de 
Teología  Monseñor  Mariano  Soler.  Está  al  frente  de  la  parroquia  de  la  Cruz  de 
Carrasco  en  Montevideo. 

La  parábola  está  tomada  del  libro  de  Benjamín  González  Buelta,  Tiempo  de  crear: 
polaridades  evangélicas.  Santander,  Sal  Terrae,  2009,  p.  29. 


211 


Un  trabajo  de  articulación  en  red 


portadora  de  memorias,  esperanzas  y compromisos  gestados 
en  la  dolorosa  pero,  sobre  todo,  fecunda  vida  de  un  multicolor 
entramado  de  personas,  grupos  y comunidades  cristianas  del 
continente  en  las  últimas  décadas.  Su  breve  pero  intensa  trayectoria 
le  ha  permitido  recibir  y "contener"  un  tesoro  que  no  es  de  su 
propiedad,  sino  que  recibió  como  herencia  y promesa.  Herencia 
que  apasiona  y compromete,  pues  está  animada  por  el  testimonio 
de  prácticas  profundamente  liberadoras  de  honda  raigambre 
mística  y profética,  nacidas  al  calor  de  una  evangélica  y radical 
opción  por  los  pobres  y los  "otros".  Un  testimonio  que  creemos 
brota  del  Espíritu  y se  configura  como  seguimiento  de  Jesús 
aquí  y ahora,  pero  que,  sin  embargo,  se  ha  ido  abriendo  camino 
a contrapelo  de  muy  fuertes  resistencias  culturales,  sociales  e 
institucionales.  Resistencias  que,  paradójicamente,  como  en  la 
parábola  citada,  siembran  sus  semillas  por  doquier.  De  ahí  que 
Amerindia  no  encuentre  el  sentido  de  su  servicio  en  sí  misma, 
sino  en  el  configurarse  "desde"  y "para"  los  otros.  En  particular 
los  que  son  "otros"  para  el  paradigma  civilizatorio  moderno,  en 
cuanto  elevado  a criterio  hegemónico:  pobres,  indígenas,  afro- 
descendientes,  mujeres  marginadas  por  el  patriarcado,  migrantes, 
jóvenes... 

Vamos  aprendiendo  —y  "des-aprendiendo"  — en  la  marcha. 
Como  toda  semilla.  Amerindia  tuvo  que  dejar  que  se  rompa  su 
"corteza"  una  y otra  vez  para  liberar  y hacer  fecunda  la  vida 
acogida  en  ella.  Todavía  recuerdo,  no  sin  vergüenza,  el  taller  que 
organizamos  sobre  la  salida  al  mar  de  Bolivia  en  el  Foro  de  las 
Américas  de  2004:  la  presentación  del  tema  parecía  suponer  que 
la  historia  política  de  la  región  comenzó  en  el  siglo  XVI  con  la 
llegada  de  los  europeos.  Indígenas  de  diversas  etnias,  presentes 
en  el  salón  donde  se  desarrollaba  nuestro  taller,  nos  ayudaron 
a caer  en  la  cuenta  de  lo  etnocéntrico  de  nuestro  planteo  y nos 
abrieron  a una  perspectiva  mucho  más  abarcadora  y justa. 


2.  Una  forma  de  vivir  y articular  la  esperanza 

Parecería  que  para  comprender  la  identidad  de  Amerindia 
alcanza  con  señalar  que  ella  nace  a partir  de  una  exclusión  pura 
y dura:  la  que  sufrieron  durante  la  conferencia  de  Puebla  (1979) 
los  teólogos  que  habían  asesorado  a los  obispos  once  años  antes 
en  Medellín.  No  obstante,  me  parece  que  este  hecho,  con  ser 
verdadero,  no  es  sino  un  aspecto  de  la  realidad  que  dio  lugar  al 


212 


Pablo  Bonavía 


surgimiento  de  nuestra  red.  ¿Por  qué?  Porque  dicha  exclusión  se  da 
en  un  contexto  eclesial  complejo  y contradictorio  cuya  percepción 
es  necesaria  para  dar  cuenta,  con  mayor  precisión,  del  sentido 
y la  vocación  de  Amerindia.  Una  expresión  particularmente 
significativa  de  esta  complejidad  y sus  paradojas  es  que  los  mismos 
teólogos  oficialmente  excluidos  de  la  conferencia,  fueron  convocados 
y luego  consultados  de  manera  expresa  durante  su  desarrollo  por 
prominentes  obispos  del  continente  que  participaban  de  sus 
sesiones. 

Por  ello,  es  más  ajustado  a los  hechos  decir  que  Amerindia 
nace  como  un  espacio  en  el  que  se  asume  la  profunda  e indi- 
simulable  tensión  que  atraviesa  la  vida  y misión  de  la  Iglesia  a 
escala  mundial  y,  más  en  concreto,  en  América  Latina  y el  Caribe. 
Más  aún:  un  espacio  en  el  que  dicha  tensión  se  asume  desde  el 
horizonte  más  amplio  y dramático  de  las  múltiples  exclusiones 
económicas,  sociales,  culturales  y ecológicas,  como  lugares  desde 
los  que  se  puede  y debe  recuperar  la  esperanza  en  su  sentido  más 
evangélico  y teologal. 

Se  trata  de  una  esperanza  que  busca  superar  tanto  el  recurso 
de  la  fuga  espiritualista,  como  el  conformismo  irresponsable 
o interesado.  Una  esperanza  de  matriz  explícitamente  teologal, 
porque  no  se  apoya  en  una  concepción  estrechamente  antropo- 
céntrica  o aun  eclesiocéntrica  de  la  praxis  histórica,  sino  que  se 
enraíza  en  el  anuncio  jesuánico  del  Reino  como  iniciativa  de 
Dios.  Iniciativa  gratuita  que  hace  posible  que  la  historia  —por  la 
fuerza  del  Espíritu—  pueda  dar  de  sí  algo  radicalmente  nuevo 
y superior  a lo  que  permitiría  un  cálculo  realizado  a partir  de 
las  capacidades  humanas  en  juego.  Pero,  al  mismo  tiempo,  una 
esperanza  entrañablemente  histórica,  en  cuanto  es  en  la  historia 
humana  que  discernimos  y respondemos  —en  un  proceso  de 
permanente  conversión—  a esa  iniciativa  salvífica. 

Amerindia  no  sólo  se  siente  llamada  a sostener  la  esperanza, 
sino  a articularla.  Porque  la  verdad  es  que,  más  allá  de  su  raíz 
teologal,  este  don  del  Espíritu  corre  el  riesgo  de  verse  recortado 
o volverse  infecundo  debido  a la  dispersión,  el  aislamiento  o 
cansancio  de  personas,  grupos  y comunidades  a lo  largo  de  nuestro 
continente.  Amerindia  cree  que  puede  contribuir  a articular  la 
esperanza  de  muchas  personas  y comunidades  cristianas  que,  a 
su  vez,  aprenden  a vivirla  a partir  de  quienes  la  necesitan  para 
sobrevivir  todos  los  días,  muchas  veces  marginados  por  una 
hegemónica  cultura  de  la  satisfacción  y del  olvido  que  nos  hace 
sordos  a sus  clamores. 


213 


Un  trabajo  de  articulación  en  red 

3.  La  esperanza  en  el  tiempo  y el  espacio 

Nuestra  red  no  sigue  moldes  preestablecidos.  Ella  se  ha  ido 
gestando  en  el  esfuerzo  por  retroalimentar  la  esperanza  y el 
compromiso  de  comunidades  enraizadas  en  la  específica  tradición 
espiritual,  teológica  y pastoral  que  recoge  e impulsa  la  conferencia 
de  Medellín.  Tradición  por  la  que  corre  la  experiencia  mística,  la 
palabra  profética,  la  creatividad  pastoral  y la  sangre  martirial 
de  muchos/as  hermanos/as  en  los  que  reconocemos  un  don  del 
Espíritu  para  toda  la  humanidad.  Amerindia  se  siente  deudora  de 
esa  memoria  creyente  que  se  ha  ido  tejiendo  con  hebras  cada  vez 
más  variadas  pero  al  calor  de  un  común  compromiso  con  los/as 
excluidos/as,  sostenido  e impulsado  por  comunidades  eclesiales 
en  las  que  se  aprende  una  nueva  forma  de  con-vivir,  com-partir  y 
com-prometerse  con  los  demás. 

Hemos  intentado  poner  en  práctica  una  comprensión  de  la 
Iglesia  que  el  Concilio  Vaticano  II  proclamó  y Medellín  asumió 
desde  la  específica  perspectiva  de  los  pobres:  una  comunidad 
creyente  siempre  más  inserta  en  el  mundo  y siempre  menos 
mundana.  Por  tanto,  una  comunidad  en  "estado  de  conversión" 
para  combatir  —en  sí  misma  y en  la  sociedad—  las  fuerzas  de 
la  exclusión  económica,  el  colonialismo  cultural  y la  depredación 
ecológica.  Una  comunidad  que,  desde  su  compromiso  con  los 
crucificados  de  hoy,  redescubre  que  "dejar  hablar  al  sufrimiento 
es  condición  de  toda  verdad"  (Theodor  Adorno),  y,  en  especial,  de 
la  verdad  del  Dios  de  Jesús. 

Sin  embargo.  Amerindia  no  sólo  se  constituye  por  su  deuda 
con  el  pasado.  Ella  se  define  también,  y de  modo  inseparable,  por 
su  deuda  con  el  futuro.  Este  pasado  no  nos  ha  sido  entregado  para 
ser  idealizado  o repetido  de  manera  mecánica,  sino  como  memoria 
viva  que  nos  impulsa  y capacita  para  discernir  la  novedad  que 
viene  del  futuro:  el  "adviento"  que  se  introduce  en  nuestra 
historia  personal  y colectiva.  Para  nosotros,  conservar  la  memoria 
no  es  un  objetivo  en  sí  mismo,  cuanto  condición  para  acoger  lo 
radicalmente  nuevo  que  el  mismo  Dios  nos  ofrece  hoy  desde 
dentro  de  la  historia.  Y que  además  de  una  profunda  conversión 
interior,  requiere  asimismo  una  radical  transformación  cultural, 
social,  mental  y epistemológica. 

Si  reconocemos  que  hoy  está  emergiendo  un  nuevo  paradigma 
civilizatorio,  es  porque  nuestra  mirada  del  presente  está  mar- 
cada por  la  memoria  bíblica  e histórica  de  la  que  hablamos.  Es 
precisamente  este  "patrimonio  genético"  el  que  nos  permite 
desentrañar  lo  nuevo  que  nace  y distinguirlo  de  lo  simplemente 


214 


Pablo  Bonavía 


" novedoso ",  que  encubre  más  de  lo  mismo.  Es  desde  esa  tradición 
creyente  que  identificamos  la  auténtica  novedad  en  todo  aquello 
que  permita  denunciar  las  múltiples  formas  de  dominación, 
colonialismo  cultural  y depredación  ecológica,  y sustituirlas  de 
forma  efectiva  por  relaciones  que  incorporen  la  interdependencia, 
alteridad,  reciprocidad  e interculturalidad.  Categorías  que,  lejos 
de  encubrir  la  aguda  conflictividad  que  atraviesa  nuestra  historia, 
la  asumen  con  creatividad  incorporando  prácticas  y códigos 
que  implican  un  cambio  de  paradigma  civilizatorio.  Algo  que 
supone,  entre  otras  cosas,  abrirse  a una  nueva  manera  de  vivir 
la  relación  varón-mujer,  asumir  formas  de  vida  ecológicamente 
responsables,  reconocer  tanto  la  originalidad  como  los  profundos 
valores  de  las  culturas  indígenas  y afrodescendientes,  dialogar 
con  otras  tradiciones  religiosas  o de  espiritualidad  y abrirse  a los 
inéditos  códigos  de  los  jóvenes  de  hoy. 

El  camino  recorrido  por  Amerindia  estuvo  marcado,  pues, 
por  su  manera  de  conjugar  la  esperanza  evangélica  en  el  tiempo. 
Pero  su  trayectoria  ha  estado  caracterizada  igualmente  por  su 
forma  de  vivir  la  esperanza  en  el  espacio. 


4.  Espacios  de  construcción  de  alternativas 

Al  comienzo,  nuestra  red  se  movilizaba  casi  exclusivamente 
en  tomo  a eventos  eclesiales  —Puebla,  Santo  Domingo,  Sínodo 
de  las  Américas...—  brindando  asesoramiento  a obispos  y otros 
participantes.  Poco  a poco,  sin  embargo,  nos  fuimos  sintiendo  más  y 
más  convocados  a comprometemos  con  las  prácticas  y reflexiones 
que  surgían  en  el  seno  de  la  sociedad  civil,  en  particular  en  aquellos 
espacios  de  construcción  de  alternativas  al  modelo  neoliberal 
globalizado.  Sin  tener  todo  claro  de  antemano,  con  aciertos  y 
errores,  interactuando  con  distintas  redes,  movimientos  sociales, 
movilizaciones  nacionales  o continentales,  fuimos  descubriendo 
que  el  anhelado  nuevo  paradigma  ya  estaba  asomando  entre 
nosotros.  Un  nosotros  muy  amplio  y multicolor  que  acogía 
experiencias  venidas  de  los  más  diversos  ámbitos  de  la  actividad 
humana  y de  todas  las  latitudes,  culturas,  tradiciones  religiosas 
y espirituales.  Un  nosotros  que  encontró  su  expresión  universal 
en  el  Foro  Social  Mundial  (FSM)  nacido,  de  modo  providencial, 
al  inicio  del  milenio.  En  él,  los  "altermundistas"  se  congregaron  y 
renovaron  la  confianza  en  sí  mismos,  descubrieron  contenidos  y 
dinamismos  transversales  desde  los  cuales  interactuar,  asumieron 
la  complejidad  de  un  mundo  rico  en  posibilidades  aunque,  al 


215 


Un  trabajo  de  articulación  en  red 

mismo  tiempo,  frenado  por  inercias  e intereses  tremendamente 
poderosos. 

Amerindia  participó  por  primera  vez  del  FSM  en  2002,  en 
Porto  Alegre,  y a partir  de  entonces  ha  estado  activamente  presente 
en  todas  sus  ediciones,  incluyendo  los  encuentros  de  Mumbai 
(2004)  y Nairobi  (2007).  Además,  ha  participado  en  las  distintas 
ediciones  del  Foro  Social  de  las  Américas,  así  como  en  varios  foros 
organizados  a escala  nacional  en  nuestro  continente.  En  estos 
eventos  hemos  ofrecido  talleres  que  suscitaron  un  gran  interés 
y,  a su  vez,  participamos  en  múltiples  propuestas  presentadas 
por  todo  tipo  de  redes  y movimientos.  Ello  ha  significado  un 
aprendizaje  invalorable  y hoy  podemos  decir  que  la  esperanza 
que  porta  en  su  seno  esta  pequeña  semilla  que  es  Amerindia,  tiene 
la  marca  del  FSM  y de  quienes  lo  animan,  desde  las  experiencias 
más  humildes  hasta  las  reflexiones  más  lúcidas.  A partir  de  esta 
referencia,  hoy  para  nosotros  ineludible,  hemos  revalorizado  en 
profundidad  nuestra  participación  y compromiso  en  los  espacios 
pluralistas  de  la  sociedad  civil.  Hemos  redescubierto  que  la 
conversión  y acogida  del  Reino  de  Dios  se  da  dentro  de  la  lucha 
compartida  de  igual  a igual  con  otros,  por  una  vida  digna  para 
todos/as,  en  la  humanización  cotidiana  de  todos  nuestros  espacios 
y relaciones.  Algo  que  nuestros  grupos  locales  viven  con  creciente 
convicción  y compromiso. 

Es  desde  esta  esperanza  compartida  que  Amerindia  ha  en- 
carado la  reflexión  teológica  con  la  que  desde  siempre  acompaña 
sus  prácticas  locales  y continentales  y ha  sido  motivo  de  múltiples 
ponencias,  talleres,  libros  y artículos,  lo  mismo  que  del  material 
contenido  en  su  página  web.  Una  reflexión  que  ha  ganado  su 
lugar  en  el  ámbito  latinoamericano-caribeño  y es  cada  vez  más 
un  espacio  de  encuentro  y mutuo  enriquecimiento.  Una  reflexión 
hecha  posible  gracias  a la  compañía  y el  invalorable  testimonio 
de  una  multitud  de  hermanos  y hermanas,  que  en  tantos  aspectos 
nos  aventajan  y brindan  siempre  su  incondicional  apoyo  desde 
organizaciones  como  la  CLAR,  la  ASETT,  la  SOTER  y el  Foro 
Mundial  de  Teología  y Liberación.  A ellos/as  nuestro  profundo 
agradecimiento  y el  compromiso  de  seguir  caminando  juntos/as. 


5.  La  fecunda  debilidad  de  la  militancia 

La  fortaleza  de  una  semilla  de  roble  estriba,  paradójicamente, 
en  su  fragilidad.  Esa  fragilidad  es  la  que  le  permite  no  sólo 


216 


Pablo  Bonavía 


soportar  el  huracán,  sino  valerse  de  la  potencia  de  sus  embates 
para  alcanzar  y fecundar  nuevos  terrenos.  Pues  bien.  Amerindia 
se  gestó  y mantiene  gracias  a esta  fecunda  debilidad.  Lo  que 
nuestra  red  ha  logrado  realizar  con  humildad,  ha  sido  gracias  a 
la  actitud  de  militancia  desinteresada  y exquisita  gratuidad  de 
multitud  de  hermanos/as  de  todo  el  continente  en  el  seguimiento 
de  Jesús.  Signo  de  la  novedad  del  Espíritu,  si  los  hay.  Sería 
imposible  enumerar  en  este  breve  texto  los  nombres  de  personas 
y colectivos  —desde  grupos  de  solidaridad  con  los  indígenas  o 
rigurosos  centros  de  reflexión  teológica,  hasta  fraternales  fuentes 
de  financiación—  que  desde  todas  las  latitudes  de  América  Latina 
y el  Caribe  nos  han  sorprendido  y edificado  por  su  incondicional 
disponibilidad  a las  propuestas  que  les  hicimos  llegar.  A nosotros 
mismos  nos  cuesta  creer  que  el  ingente  trabajo  de  articulación  de 
la  red  tiene  como  única  infraestructura  una  pequeña  oficina  y dos 
personas  rentadas.  Dos  personas  que  —hay  que  decirlo  también— 
es  mucho  más  lo  que  entregan  de  sí  por  compromiso  militante 
que  lo  que  reciben  como  retribución  por  sus  largas  jomadas  de 
trabajo. 

Pero  este  "espíritu  de  Amerindia"  ha  tenido  y tiene  de  igual 
modo  un  nombre  propio:  Sergio  Torres.  Sabemos  que  a él  no  le 
agrada  recibir  alabanzas  ni  comentarios  apologéticos.  Con  todo, 
seríamos  mentirosos  si  no  dijéramos  que  Amerindia  no  existiría 
sin  su  permanente  —a  veces  agobiante—  entrega,  capacidad  de 
trabajo,  lucidez  e iniciativa.  Son  innumerables  las  personas  que 
no  sólo  en  América  Latina  y el  Caribe,  sino  asimismo  en  África, 
India,  Sri  Lanka,  los  EE.  UU.  y Europa,  hoy  dan  gracias  por  su 
vida  y ministerio.  El  recorrió  continentes  y países  sin  escatimar 
esfuerzos,  trillando  caminos  perdidos,  arriesgando  seguridad 
personal  y salud  para  salir  al  encuentro  de  personas  y comunidades 
cuya  esperanza  flaqueaba  o a las  que  quería  acercar  una  nueva 
propuesta.  Hablar  de  Sergio  es  hablar  del  "olvido  de  sí"  como 
estilo  de  vida;  de  esperanza  inquebrantable;  trabajo  perseverante 
y competente;  compromiso  "terco"  y,  a la  vez,  flexible;  capacidad 
de  convocatoria  y discernimiento  lúcido:  rara  mezcla  de  profecía 
y sabiduría,  espiritualidad  y estrategia,  audacia  y prudencia.  Es, 
en  definitiva,  hablar  de  algo  que  Amerindia  lleva  en  las  entrañas 
como  su  legado:  la  fecunda  debilidad  de  la  militancia. 


217 


■ 


José  Oscar  Beozzo 


Colección  Teología  y Liberación 

Un  proyecto 
editorial  interrumpido 

José  Oscar  Beozzo  * 


En  la  década  de  los  años  sesenta,  el  tema  de  la  liberación  ya  se 
encontraba  presente  en  los  movimientos  estudiantiles  cristianos 
de  América  Latina  y el  Caribe,  en  particular  en  la  JUC  (Juventud 
Universitaria  Católica)  brasileña.  Esta,  en  ocasión  del  encuentro 
conmemorativo  de  sus  diez  años,  en  julio  de  1960,  lanzó  por 
primera  vez  el  desafío  de  una  práctica  que  uniese  fe  cristiana  con 
compromiso  revolucionario  y socialista  . 

El  tema  de  la  Iglesia  de  los  pobres  y de  una  teología  del 
desarrollo  que  los  sacara  de  la  pobreza  rondó  todas  las  sesiones 
del  Concilio  Vaticano  II  y terminó  encontrando  una  canalización, 
aunque  insuficiente,  en  la  constitución  pastoral  Gaudium  et  spes 
(1965)  y,  en  el  inmediato  posconcilio,  en  la  Populorum  progressio 


Sacerdote  brasileño,  licenciado  en  Ciencias  Políticas  y Sociales,  Teología  y 
Filosofía.  Obtuvo  una  maestría  en  Sociología  de  la  Religión  en  la  Universidad 
Católica  de  Lovaina  y un  doctorado  en  Historia  Social  en  la  Universidad  de  Sao 
Paulo.  Es  coordinador  del  Centro  Ecuménico  de  Servicios  a la  Evangelización  y la 
Educación  Popular  (CESEP)  y profesor  en  el  Instituto  de  Misionología  y Teología 
en  Sao  Paulo. 

Cf.  José  Oscar  Beozzo,  Cristáos  na  Universidade  e na  Política.  Petrópolis,  Vozes, 
1984. 


219 


Colección  Teología  y Liberación 

(1967).  Recién  en  Medellín,  sin  embargo,  tomó  los  contornos  de 
una  verdadera  revolución  eclesial  y teológica. 

Los  avances  de  Medellín  (1968),  ya  aparecieron  esbozados  en 
la  conferencia  pronunciada  por  Gustavo  Gutiérrez  en  Chimbóte, 
en  julio  de  1968,  publicada  al  año  siguiente  con  el  título:  Hacia 
una  teología  de  la  liberación  . El  tema  estaba  en  el  aire,  tanto  que  el 
título  inicial  de  la  tesis  doctoral  en  Princeton  del  teólogo  brasileño 
presbiteriano  Rubem  Alves,  fue  cambiado  por  su  editor  de 
Teología  de  la  liberación  a Teología  de  la  esperanza  humana.  El  título  ya 
cargaba  cierta  polémica  con  la  teología  europea,  que  festejaba  el 
provocador  libro  de  Jürgen  Moltmann,  Teología  de  la  esperanza.  La 
palabra  "humana"  de  Rubem  Alves,  para  calificar  la  esperanza, 
apuntaba  a sacarla  del  horizonte  escatológico  exclusivamente, 
para  afirmarla  en  lo  concreto  de  la  vida  y las  luchas  terrenas.  No 
obstante,  el  libro  que  se  convirtió  en  una  referencia  y que  fue 
como  el  manifiesto  fundador  y articulador  de  la  nueva  teología, 
fue  el  de  Gustavo  Gutiérrez,  Teología  de  la  liberación  (1971),  seguido 
del  texto  de  Leonardo  Boff  que  inauguró  la  reflexión  cristológica 
latinoamericana  y caribeña  en  clave  liberadora:  Jesucristo  liberador 
(1972). 

Los  pasos  colectivos  en  la  construcción  de  la  teología  de  la 
liberación  fueron  resumidos  así  por  Roberto  Oliveros: 

Considero  que  son  cinco  los  más  importantes.  Estos  aconteci- 
mientos ayudaron  a recoger  y profundizar  elementos  centrales 
ya  bosquejados  en  la  teología  de  la  liberación  y,  sobre  todo, 
temas  surgidos  desde  la  praxis  de  liberación.  Asimismo,  esos 
acontecimientos  fueron  punto  de  arranque  o incentivo  para 
abordar  y profundizar  diversas  cuestiones. 

1.  El  encuentro  de  El  Escorial  (8-15  de  julio  de  1972).  Se  carac- 
terizó por  el  compartir  de  teólogos  latinoamericanos  con  algunos 
europeos  el  sentido  y método  del  pensamiento  teológico  en  la 
línea  y enriquecimiento  de  teólogos  latinoamericanos  y euro- 
peos, particularmente  españoles  . 

2.  El  encuentro  efectuado  en  México  (11-15  de  agosto  de  1975). 

Se  centró  en  el  intercambio  sobre  el  método  teológico.  No  se 
trataba  de  presentar  con  exclusividad  el  método  de  la  teología 
de  la  liberación,  pero  fue  reconocido  como  el  más  rico  y el  que 
recogía  la  inspiración  del  Vaticano  II  y,  además,  como  el  más 


El  texto  fue  publicado  en  inglés:  Gustavo  Gutiérrez,  "Toward  a Theology 
of  liberation",  (julio  1968),  en  Alfred  T.  Hennelly  (ed.),  Liberation  Theology:  A 
documentary  History.  New  York,  Orbis  Books,  1990,  pp.  62-76. 

Cf.  Fe  cristiana  y cambio  social  en  América  Latina.  Salamanca,  Sígueme,  1973. 


220 


José  Oscar  Beozzo 


apropiado  para  la  situación  y las  necesidades  de  nuestra  Iglesia 
latinoamericana  . 

3.  El  encuentro  de  Detroit  (18  a 24  de  agosto  de  1975).  Reviste 
singular  importancia  por  la  forma  en  la  cual  se  preparó  y efectuó. 
Durante  un  año  se  fueron  trabajando  por  diversos  grupos  de 
base  de  Estados  Unidos  los  aportes  a la  reunión.  El  encuentro 
fue  decisivo  para  el  compromiso  de  dichos  grupos  con  sus 
hermanos  cristianos  que  luchan  por  la  liberación.  Asimismo,  fue 
un  acercamiento  y conocimiento  de  teólogos  latinoamericanos 
y algunos  norteamericanos.  Va  a significar  también  un  paso 
en  el  acercamiento  y trabajo  común  con  hermanos  de  otras  de- 
nominaciones cristianas  . 

4.  El  encuentro  de  Dar-es-Salaam  (5-12  de  agosto  de  1976). 
Fue  la  ocasión  para  reunir  a algunos  de  los  mejores  teólogos 
de  Asia,  Africa  y América  Latina.  Marcados  por  situaciones  de 
colonialismo  y opresión  en  sus  respectivos  pueblos,  se  inició 
el  fecundo  trabajo  y las  reuniones  del  grupo  llamado  Teólogos 
del  Tercer  Mundo.  Se  da  un  paso  adelante  en  la  conciencia  y 
praxis  eclesial  en  la  lucha  por  la  liberación  integral  de  nuestros 
pueblos  . 


4 Cf.  Liberación  y cautiverio.  México  D.  F.,  1976. 

Cf.  Sergio  Torres  y John  Eagleson  (eds.),  Theology  in  the  Americas.  New  York,  Orbis 
Books,  1976.  Iván  Petrella  hace  un  comentario  actual  de  aquel  evento:  "En  agosto 
de  1975  la  conferencia  'Teología  en  las  Américas'  fue  realizada  en  Detroit.  Ésta  fue 
una  reunión  excepcional  que  reunió  a las  principales  figuras  del  paisaje  teológico 
americano  incluyendo,  entre  otros,  a Gustavo  Gutiérrez  y James  Cone,  Hugo 
Assmann  y Rosemary  Radford  Ruether,  Juan  Luis  Segundo  y Deotis  Roberts, 
Enrique  Dussel  y Gregory  Baum.  Leer  las  actas  es  sentirse  transportado  a un  tiempo 
diferente,  un  tiempo  vertiginoso  en  la  esperanza  de  que  la  transformación  teológica 
causada  por  la  teología  de  la  liberación  también  cambiaría  la  sociedad.  La  pasión,  la 
urgencia  y de  vez  en  cuando  la  ira  surgían  de  las  discusiones  enmarcadas  en  tomo 
a la  pregunta:  "¿Qué  constituiría  'una  teología  en  las  Américas'?".  Esta  pregunta 
y tantas  respuestas  obviamente  planteadas  interesaron  profundamente  tanto  a 
las  figuras  fundacionales  de  la  teología  de  la  liberación,  como  a latinoamericanos, 
negros,  feministas,  chícanos,  o americanos  nativos  o blancos".  Cf.  The  Cambridge 
Companion  to  Liberation  Theology,  segunda  edición,  en:  http://cco. Cambridge. 
org/extract?id=ccol0521868831_CCOL0521868831A018. 

Los  teólogos  del  Tercer  Mundo  comenzaron  a reunirse  con  periodicidad  cada 
trienio.  A esta  reunión  la  siguió  la  de  Sao  Paulo,  Brasil  (1980).  La  siguiente  fue  en 
India  (1983)  y la  más  reciente  en  México  (1986). 

Sobre  el  encuentro  de  Dar-es-Salaam,  cf.  Sergio  Torres  y Virginia  Fabella  (eds.), 
The  Emergent  Gospel:  Theology  from  the  Underside  ofHistory.  New  York,  Orbis  Books, 
1978.  Documento  de  la  Conferencia  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo  en  Dar-es- 
Salaam,  agosto  5-12, 1976. 

Oliveros  comete  un  lapsus  histórico  en  su  relato,  al  omitir  el  congreso  de  la  ASETT 
realizado  en  Accra  (Ghana),  en  1977,  y el  siguiente  que  tuvo  lugar  en  Asia,  en 
Colombo  (Sri  Lanka),  en  1979. 


221 


Colección  Teología  y Liberación 

5.  La  convocatoria  y preparación  de  la  Conferencia  de  Puebla 
(1977-1978).  A finales  de  1976  se  convocó  una  nueva  reunión 
general  del  Episcopado  latinoamericano  que  tendría  lugar  en 
Puebla.  Su  finalidad,  se  afirmaba,  era  intentar  recoger  y evaluar 
el  proceso  eclesial  desde  Medellín.  Dicha  convocatoria  suscitó 
un  intenso  trabajo  teológico.  De  hecho,  fue  un  estímulo  eficaz 
para  purificar,  profundizar  y ampliar  el  servicio  de  la  teología 
de  la  liberación.  Los  estudios  y aportes  de  las  Iglesias  locales  y 
nacionales  exigieron  a las  mismas  reflexionar  sobre  su  ser  y su 
quehacer. 

A aquel  grupo  de  Segundo  Galilea,  J.  L.  Segundo,  H.  Assmann, 
Míguez  Bonino,  Gustavo  Gutiérrez,  etcétera,  que  ayudó  a gestar 
la  teología  de  la  liberación,  se  sumaron  en  la  década  de  los 
setenta,  entre  otros,  varios  teólogos  como  Leonardo  y Clodovis 
Boff,  Raúl  Vidales,  Ronaldo  Muñoz,  Jon  Sobrino,  Pablo  Richard, 
Enrique  Dussel,  Ignacio  Ellacuría,  etcétera.  Con  este  conjunto 
de  teólogos  y los  que  colaboran  en  tomo  a ellos,  se  avanzó  en  el 
tratamiento  de  los  diversos  temas  teológicos  . 


1.  Consejo  Editorial,  agosto  1984 

Desde  1974,  la  idea  de  producir  un  primer  ensayo  de  reflexión 
teológica  más  sistemática  del  conjunto  de  la  fe  cristiana  desde 
la  perspectiva  de  la  liberación  de  los  pobres,  comenzó  a ser 
compartida  entre  teólogos  de  América  Latina  y el  Caribe  y fue 
madurando  a lo  largo  de  los  encuentros  enumerados  más  arriba. 

De  modo  especial,  las  semanas  en  las  que  estos  mismos 
teólogos  estuvieron  reunidos  en  Puebla,  México,  en  1979,  ase- 
sorando del  lado  de  afuera  de  la  II  Conferencia  General  del 
Episcopado  Latinoamericano  a los  obispos  allí  reunidos,  ayu- 
daron a consolidar  el  proyecto  que  tomó  cuerpo  a partir  de  marzo 
de  1982.  En  aquel  momento,  un  grupo  tomó  la  iniciativa  de 
formular  la  propuesta  de  la  Colección  Teología  y Liberación,  que 
convocó  para  esa  tarea  a una  centena  de  colaboradores  en  todo  el 
continente. 

Desde  el  inicio  fue  estratégica  la  decisión  de  la  Editora 
Vozes,  de  los  franciscanos  de  Petrópolis,  de  asumir  el  riesgo 
ideológico  y financiero  de  lanzarse  a la  aventura  editorial  de 
publicar  una  vasta  colección  teológica  con  previsión  de  llegar  a 

7 Roberto  Oliveros,  "Historia  de  la  teología  de  la  liberación",  en:  Ignacio  Ellacuría 
y Jon  Sobrino  (eds.),  Mysterium  liberationis : conceptos  fundamentales  de  la  Teología  de 
la  Liberación.  Madrid,  Editorial  Trotta,  1990,  pp.  35s. 


222 


José  Oscar  Beozzo 


54  tomos.  El  entusiasmo,  casi  juvenil,  venía  de  Leonardo  Boff, 
editor  de  la  revista  Revista  Eclesiástica  Brasileira  (REB)  y miembro 
del  Consejo  Editorial  de  Vozes;  pero  el  respaldo  firme  venía  de 
parte  del  director  general,  fray  Ludovico  Gomes  de  Castro,  quien 
revolucionó  la  editorial  durante  su  gestión  de  1962  a 1986  . El 
apoyo  financiero  para  los  encuentros  iniciales  de  los/as  teólogos/ 
as,  reuniones  del  Consejo  Editorial  y remuneración  de  los  autores, 
fue  garantizado  por  fray  Andreas  Müller  de  la  Missionszentrale 
der  Franziskaner  en  Bonn. 

Para  la  dirección  académica  fue  elegido  un  Consejo  Editorial. 
Inicialmente  integrado  por  11  personas,  el  consejo  creció  a 13 
titulares  después  de  su  reunión  en  Buenos  Aires,  en  agosto  de 
1984,  cuando  se  decidió  invitar  a participar  al  teólogo  uruguayo 
Juan  Luis  Segundo  de  la  Compañía  de  Jesús  y al  teólogo  metodista, 
también  uruguayo,  Julio  de  Santa  Ana,  en  calidad  de  consultor 
ecuménico. 

En  el  cuadro  siguiente  puede  verse  la  lista  de  los  integrantes 
del  Consejo  Editorial,  con  los  nombres,  país  en  el  que  ejercían  su 
trabajo  y tipo  de  pertenencia  eclesial  y red  institucional. 

En  términos  de  geografía  continental,  los  miembros  del 
Consejo  Editorial  se  distribuían  por  América  del  Norte  (2),  Central 

(1) ,  del  Sur  (11),  el  Caribe  (0). 

En  términos  de  países  en  los  que  trabajaban:  Brasil  (5),  Chile 

(2) ,  Perú  (1),  México  (1),  Venezuela  (1),  El  Salvador  (1),  los  EE.  UU. 

(1) ,  Uruguay  (1). 

En  términos  de  país  de  origen  de  las  personas:  Brasil  (3),  Chile 

(2) ,  Perú  (1),  Uruguay  (2),  los  EE.  UU.  (1),  Bélgica  (1),  España  (2), 
Argentina  (1). 

En  términos  lingüísticos:  portugués  (3+2),  castellano  (7+3), 
inglés  (1),  francés  (1),  con  entrecruzamiento  de  idiomas:  por- 


Nacido  en  1909,  fray  Ludovico  fue  el  primer  fraile  brasileño  en  profesar  en  la 
provincia  de  la  Inmaculada,  después  de  su  restauración  por  parte  de  la  provincia 
alemana  de  Sajonia,  en  los  albores  de  la  República,  en  1893.  Fray  Ludovico  fue 
aceptado  como  novicio  franciscano  en  1927  y ordenado  sacerdote  en  1932.  Su 
gestión  osada  e innovadora  al  frente  de  la  Editora  Vozes  fue  objeto  de  una  tesis 
de  maestría:  Marcelo  Ferreira  de  Andrades,  Do  claustro  á universidade:  estratégias 
editoriais  da  Editora  Vozes  na  gestao  de  freí  Ludovico  Gomes  de  Castro  (1964-1986), 
disertación  de  maestría.  Universidad  Federal  de  Rio  Grande  do  Sul  — Facultad 
de  Biblioteconomía  y Comunicación,  Porto  Alegre,  2001.  La  tesis  no  cubre  los 
dos  primeros  años  de  la  gestión  de  fray  Ludovico  (1962-1963),  en  los  que  dio 
continuidad  al  programa  editorial  ya  contratado  por  la  gestión  anterior. 


223 


Colección  Teología  y Liberación 


Integración  del  Consejo  Editorial 
de  la  Colección  Teología  y Liberación 


Nombre 

País 

Pertenencia 

Leonardo  Boff 

Brasil 

OFM/Editora  Vozes-R£B/Revista 
Concilium 

Sergio  Torres 

Chile 

Sacerdote  diocesano,  diócesis  de 
Talca  (arquidiócesis  de  Santiago)/ 
Centro  Ecuménico  Diego  de 
Medellín/ASETT/Instituto 
Teológico  de  los  Religiosos 

José  Comblin 

Brasil 

Sacerdote  diocesano,  arquidiócesis 
de  Olinda  y Recife/TTER 

Gustavo  Gutiérrez 

Perú 

Sacerdote  diocesano  en  Lima  (hoy 
dominico),  párroco  en  Rimac/ 
Centro  Bartolomé  de  las  Casas 
Revista  Concilium 

Ronaldo  Muñoz 

Chile 

Congregación  de  los  Sagrados 
Corazones,  Santiago/Instituto 
de  Teología  de  los  Religiosos 

Enrique  Dussel 

México 

(Argent.) 

Laico/profesor  de  la  UNAM- 
México/fundador  de  CEHILA 

José  Oscar  Beozzo 

Brasil 

Sacerdote  diocesano,  Lins,  Sao 
Paulo/CESEP,  arquidiócesis  de 
Sao  Paulo/CEHILA 

Pedro  Trigo 

Venez. 

Sacerdote  jesuita/Centro  Gumilla 

Ivone  Gebara 

Brasil 

Hermanas  de  Nuestra  Señora, 
Recife/ITER 

Jon  Sobrino 

El  Sal 
(España) 

Sacerdote  jesuita/UCA 

Virgilio  Elizondo 

EE.  UU. 

Sacerdote  diocesano,  San  Antonio, 
Texas/MACC/CEHILA/ 

Revista  Concilium 

Juan  Luis  Segundo  Uruguay 

Sacerdote  jesuita,  Montevideo 
Consultor  para  asuntos  ecuménicos 

Julio  de  Santa  Ana 

Brasil 

(Urug.) 

Teólogo  laico  metodista/CESEP 

* En  un  primer  momento,  la  consultoría  ecuménica  estuvo  a cargo 
del  teólogo  metodista  argentino  José  Miguez  Bonino,  profesor 
del  ISEDET  de  Buenos  Aires  y único  observador  no  católico  de 
América  Latina  durante  el  Concilio  Vaticano  II  (1962-1965),  en 
representación  de  mandato  del  Consejo  Mundial  de  Iglesias. 


224 


José  Oscar  Beozzo 


tugués-francés-castellano  (Comblin);  portugués-castellano  (Julio 
de  Santa  Ana);  inglés-castellano  (Virgilio  Elizondo)  y muchos  de 
los  miembros  del  consejo  dominando  inglés,  francés,  alemán  o 
italiano  a causa  de  estudios  realizados  en  los  EE.  UU.,  Francia, 
Bélgica,  Alemania  e Italia. 

En  términos  de  género:  mujer  (1),  hombres  (12). 

En  términos  de  pertenencia  eclesial:  católicos  (12),  protestante 

(1). 

En  términos  de  vínculo  religioso:  laicos  (2),  religiosa  (1), 
sacerdotes  diocesanos  (5),  religiosos  (5),  3 de  ellos  jesuítas,  1 
franciscano,  1 de  los  Sagrados  Corazones. 

En  términos  de  inserción  profesional,  varios  mantenían 
vínculos  con  alguna  institución  y de  cierto  modo  la  representaban: 

• CEHILA  (Enrique  Dussel  y José  Oscar  Beozzo) 

• CESEP  (Julio  de  Santa  Ana  y José  Oscar  Beozzo) 

• Editora  Vozes  (Leonardo  Boff) 

• ASETT  (Sergio  Torres) 

• UCA  (Jon  Sobrino) 

• Centro  Bartolomé  de  las  Casas  (Gustavo  Gutiérrez) 

• Centro  Gumilla  (Pedro  Trigo) 

• ITER  (Ivone  Gebara  y José  Comblin) 

• MACC  (Virgilio  Elizondo) 

• Centro  Pedro  Fabro  (cerrado  por  los  militares;  Juan  Luis 
Segundo) 

• Grupo  de  Correas  (grupo  interdisciplinar  de  teólogos  y 
científicos  sociales  que  se  reunía  en  un  pequeño  lugar  de 
Brasil  llamado  Correas:  Leonardo  Boff,  José  Oscar  Beozzo, 
Julio  de  Santa  Ana,  Ivone  Gebara) 

• Revista  Internacional  de  Teología  Concilium : Gustavo  Gu- 
tiérrez, Leonardo  Boff  y,  posteriormente,  José  Oscar  Beozzo 
y Jon  Sobrino. 

Muchas  de  esas  personas  que  se  comprometieron  a trabajar  en 
el  Consejo  Editorial,  tenían  ya  una  larga  trayectoria  de  enseñanza 
y participación  en  redes  de  trabajo  y reflexión.  Una  de  esas  redes 
era  la  Confederación  Latinoamericana  de  Religiosos  (CLAR). 
Por  ejemplo,  Leonardo  Boff  participaba  en  esa  organización.  La 
red  más  antigua  se  había  formado  con  el  Equipo  de  Reflexión 
Teológica  del  CELAM,  iniciado  en  el  tiempo  del  concilio.  Como 
consecuencia,  en  el  posconcilio  este  trabajo  de  reflexión  se 
acentúo  cada  vez  más.  El  CELAM  creó  varias  instituciones  como 


225 


Colección  Teología  y Liberación 

el  Instituto  Pastoral  Latinoamericano  (IPLA),  con  sede  en  Quito, 
y otros  institutos  que  se  establecieron  en  Uruguay,  Santiago  de 
Chile  y Medellín.  Ese  trabajo  de  reflexión  continuó  intensamente 
en  la  preparación  de  la  conferencia  de  Medellín  y contribuyó  a 
estrechar  los  lazos  de  cooperación  entre  obispos,  pastoralistas 
y teólogos  en  los  diversos  campos  de  la  reflexión  pastoral  y 
teológica. 

De  esa  necesidad,  nació  la  Comisión  para  el  Estudio  de  la 
Historia  de  la  Iglesia  en  América  Latina  y el  Caribe  (CEHILA). 

Otra  esfera  que  impulsó  de  modo  significativo  el  esfuerzo 
teológico  realizado  en  forma  conjunta  fue  la  creación  del  grupo  de 
reflexión  teológica  de  la  CLAR.  En  muchos  países,  las  conferencias 
de  religiosos  locales  establecieron  igualmente  grupos  de  teólogos 
y teólogas  dispuestos  a enfrentar  los  desafíos  de  una  vida  religiosa 
inserta  y cada  vez  más  de  la  Iglesia  en  sí,  en  todo  el  continente. 
En  algunos  países  ese  núcleo  teológico  adquirió  estabilidad  y 
forjó  y alcanzó  envidiable  relevancia,  no  solo  para  la  propia  vida 
religiosa,  sino  para  el  conjunto  de  la  vida  eclesial  (como  el  caso  de 
la  CRB  en  Brasil  y el  libro  de  Libánio  y otros...). 


Directrices  de  la  colección, 
objetivos  y estrategias 

Para  guiar  al  grupo  fue  elaborado  un  pequeño  documento 
titulado  Compromisos  de  trabajo,  en  el  cual  se  presentaban  los 
objetivos  de  la  colección  y se  detallaban  varios  puntos.  Repro- 
ducimos a continuación  algunos  aspectos  relevantes: 

1.  Objetivos 

Desde  los  pobres  y su  Iglesia,  hacemos  teología.  Nuestro  objetivo 
global,  con  el  carisma  teológico,  es  la  formación  de  personas  que 
apoyan  a las  comunidades  de  base,  confirmando  la  fe  del  pobre. 

1.1.  Desde  los  pobres... 

— el  pueblo  de  Dios  está  golpeado  y hambriento;  es  víctima  de 
las  maquinaciones  de  Satanás  mediante  estructuras  de  opresión; 

— nos  ubicamos  en  la  gama  de  movimientos  populares  (mar- 
ginados y capas  medias)  por  la  vida;  y en  estos  movimientos 
tiene  peso  la  religión  del  pobre; 

— por  otra  parte,  el  imperialismo  y las  clases  antipopulares 
están  manipulando  expresiones  religiosas  y atacando  a la  teolo- 
gía de  la  liberación; 


226 


José  Oscar  Beozzo 

— por  eso,  nuestro  proyecto  confronta  el  proyecto  de  dominación 
social  (que  incluye  elementos  eclesiales). 

1.2.  ...y  su  Iglesia... 

— nuestra  estrategia  forma  parte  de  la  Iglesia  de  América  Latina 
y el  Tercer  Mundo  (no  sólo  de  cada  zona  y nación); 

— confrontamos  poderes  eclesiales  (convergentes):  neoconser- 
vadurismo,  cruzada  antimarxista,  movimientos  laicales  ape- 
gados a la  burguesía,  "polonización"  de  la  Iglesia; 

— las  comunidades  de  base  constituyen  nuestra  fuerza;  el 
crecimiento  de  esta  fuerza  debe  ser  más  laical; 

—buscar  modos  de  ganar  espacios  en  las  instituciones  eclesiales; 

— recuperar  teológicamente  la  gran  tradición  de  la  Iglesia,  para 
su  renovación  hoy. 

1.3.  ...hacemos  teología 

— es  un  servicio  y carisma  en  la  Iglesia  de  los  pobres; 

— es  una  soteriología,  hecha  con  seriedad,  que  orienta  teóri- 
camente al  pueblo  y lo  anima  espiritualmente; 

— es  una  confesión  de  Jesucristo  y no  mera  legitimación  del 
movimiento  social; 

— en  cuanto  a perspectiva  teológica,  hay  un  consenso  implícito 
entre  nosotros; 

— como  teólogos,  somos  parte  del  movimiento  de  los  pobres 
y denunciamos  fuerzas  opresoras,  con  nuestra  conciencia 
latinoamericana; 

— apoyamos  sobre  todo  la  formación  de  personas  y de  grupos; 

— la  reflexión  prioriza  la  experiencia  de  la  mujer,  el  negro,  el 
indígena; 

— es  necesario  ser  autocríticos  en  la  teología  de  la  liberación; 

— podemos  trabajar  más  en  los  campos  de  la  liturgia  y la 
espiritualidad. 

2.  Precisiones 
Algunos  pasos  concretos: 

2.1.  ¿Qué  hacer? 

— valorizar  críticamente  el  Vaticano  II  frente  al  movimiento  de 
restauración  que  manifiestan  las  derechas  en  la  Iglesia; 

— profundizar  temáticas:  espiritualidad,  lo  socioeconómico  y 
lo  eclesial  (importancia  de  mediaciones),  la  moral  en  nuestra 
historia; 

— examinar  mecanismos  y lógicas  del  antimarxismo  en  las 
iglesias; 

— evaluar  y criticar  el  trasfondo  y los  argumentos  de  Ratzinger, 
en  función  del  próximo  sínodo  sobre  el  Vaticano  II  (Sínodo 


227 


Colección  Teología  y Liberación 

Extraordinario  de  1985):  ¿Qué  hacer?  ¿Con  qué  medios? 
¿Quiénes?; 

— discernimiento  de  las  nuevas  falanges,  movimientos  laicales 
de  derecha. 

2.2.  ¿Con  quiénes? 

— hacemos  teología  en  medio  de  las  comunidades  eclesiales  de 
base  y del  movimiento  popular; 

— dos  sectores  prioritarios:  juventud  popular  y personas  que 
estudian  teología; 

— aportamos  a la  formación  de  agentes  pastorales,  especialmente 
a mujeres  agentes  de  pastoral.  Formación  de  laicos; 

— capacitación  de  teólogos  nuevos:  crecer  también  en  cantidad; 

— trabajar  más  con  católicos  y evangélicos  (hay  más  gente 
popular  en  iglesias  evangélicas  que  en  comunidades  de  base); 

— diálogo  con  obispos; 

— mujeres  de  medios  populares  presentes  en  las  CEB. 

2.3.  ¿Cómo? 

— emplear  medios  diversos:  además  de  la  colección  de  tomos, 
publicaciones  populares,  radio,  medios  audiovisuales,  etcétera; 

— prudencia  astuta:  continuar  en  lo  esencial  y no  usar  lenguaje 
sectario; 

— no  replegarse  ni  atemorizarse;  seguir  avanzando  según  la 
fuerza  del  Espíritu; 

— trabajar  con  una  perspectiva  laical  y ecuménica; 

— diálogo  lúcido  con  otras  corrientes  teológicas; 

— liberar  a una  persona  para  hacer  enlace  y apoyar  todo  el 
proyecto  de  la  colección  de  tomos; 

— crear  una  red  de  comunicaciones  para  que  circulen  materiales 
de  formación; 

— multiplicar  grupos  de  solidaridad  y acciones  de  seguridad 
con  Nicaragua  y El  Salvador; 

— producir  materiales  específicos  para  mujeres  . 

De  forma  más  pensada  y articulada,  en  ocasión  de  la  crisis  y 
las  negociaciones  de  1986  entre  los  responsables  de  la  colección 
y Roma,  por  intermedio  de  la  Conferencia  Episcopal  de  Brasil 
(CNBB,  por  sus  siglas  en  portugués),  fue  redactada  un  acta  con 
los  consensos  mínimos  que  orientaban  la  colección: 


9 

Compromisos  de  trabajo,  mimeo,  s.  f.,  Archivo  Beozzo,  Carpeta  Teología  de  la 
Liberación. 


228 


José  Oscar  Beozzo 


1.  Todos  asumen  la  conciencia  eclesial  expresada  en  el  Concilio 
Vaticano  II,  en  Medellín  y en  Puebla  y en  los  documentos 
mayores  del  magisterio  de  la  Iglesia. 

2.  Todos  hacen  una  clara  opción  preferencial  por  los  pobres. 

3.  La  práctica  teológica  debe  estar  en  permanente  articulación 
con  las  prácticas  de  las  Iglesias  locales,  del  pueblo  de  Dios  y 
particularmente  de  los  pobres. 

4.  La  Colección  se  destina  a agentes  de  Pastoral,  clérigos,  reli- 
giosos y laicos.  La  responsabilidad  pastoral  frente  a ellos  exige 
de  los  teólogos  un  lenguaje  claro  y sencillo,  al  mismo  tiempo 
que  riguroso  y con  la  necesaria  profundidad  teológica. 

5.  Todos  asumen  los  elementos  positivos  de  otros  elementos  de 
la  liberación  como  aquellos  de  las  mujeres,  de  los  negros,  de  los 
indígenas  y otros. 

6.  Todos  deben  estar  insertos  positivamente  en  la  Iglesia,  con 
una  adhesión  al  aspecto  sacramental  de  la  institución  eclesial  . 

De  ahí  en  adelante,  le  cupo  al  Consejo  Editorial  asumir  la  res- 
ponsabilidad por  su  concreción. 


2.  Comité  Episcopal  de  patrocinio 

Aun  antes  de  que  saliera  el  primer  tomo  de  la  proyectada 
Colección  Teología  y Liberación  y de  que  se  conociera  el  proyecto 
en  su  conjunto,  sus  responsables  y los  posibles  colaboradores,  se 
inició  un  cerco  a la  iniciativa. 

En  Buenos  Aires,  el  nuncio  apostólico  se  presentó  a la  Asam- 
blea de  la  Conferencia  Episcopal  Argentina,  para  alertarla  acerca 
de  los  riesgos  "di  questa  maledetta  collana",  pidiendo  que  fuese 
cercenada  la  eventual  colaboración  de  los  teólogos  de  ese  país. 

En  Chile,  el  cardenal  arzobispo  de  Santiago,  a pedido  de  la 
Nunciatura,  convocó  a Sergio  Torres  para  interrogarlo  sobre  la 
colección  y cuáles  serían  sus  autores,  transmitiendo  el  recado  de 
que  se  apartaran,  pues  la  Santa  Sede  no  estaba  de  acuerdo  con  la 
colección. 

El  paso  siguiente  fue  dado  directamente  por  la  Congregación 
para  la  Doctrina  de  la  Fe  (CPDF),  misma  que  intentó  bloquear  la 
publicación  de  los  libros  y presionó  a los  generales  de  la  Orden 
Franciscana  y de  los  Paulinos  para  que  prohibiesen  a sus  editoras, 


'°  Acta  de  la  reunión  sobre  la  Colección  Teología  y Liberación,  CNBB/Consejo  Editorial 
de  la  Colección,  15  de  marzo  de  1986,  Campiñas,  SP,  mimeo,  p.  1. 


229 


Colección  Teología  y Liberación 


Vozes  de  los  franciscanos,  en  Brasil,  y Paulinos,  de  España  y de 
Argentina,  mantener  los  contratos  ya  firmados  y los  compromisos 
asumidos. 

En  ningún  momento  la  CPDF  estableció  contacto  alguno  con 
el  Consejo  Editorial,  para  enterarse  del  proyecto  y dialogar  sobre 
eventuales  problemas  o dificultades. 

Esas  presiones  abiertas  o veladas  sobre  las  conferencias 
episcopales,  los  obispos  de  los  eventuales  colaboradores  y los 
generales  de  los  religiosos,  llevaron  al  Consejo  Editorial  de  la 
colección  a explicitar  los  lazos  eclesiales  de  la  iniciativa. 

Explicitar  estos  lazos  eclesiales  se  tradujo  en  solicitar  un 
apoyo  firme  de  un  número  significativo  de  obispos  de  todo  el 
continente.  Todo  el  grupo  del  Consejo  Editorial  visitó  en  sus 
respectivos  países  a los  obispos  que  podrían  apoyar  este  proyecto. 
Pero  esto  significó  un  inmenso  trabajo  de  contactos,  explicación 
y convencimiento.  Antes  de  las  visitas,  fue  necesario  dar  varios 
pasos  previos 

Se  preparó  un  dossier  completo  de  la  proyectada  colección, 
con  las  siete  grandes  áreas  temáticas  en  las  cuales  se  desdoblaba. 
Fue  incluida  también  la  lista  del  Consejo  Editorial  y los  nombres 
de  los/as  teólogos/as  ya  comprometidos  para  la  elaboración  de  los 
textos. 

En  tiempos  de  represión  militar  y de  cerrada  campaña 
continental  e internacional  contra  la  teología  de  la  liberación  y 
sus  integrantes  (Documento  de  Santa  Fe,  encuentros  del  CELAM 
de  López  Trujillo,  visitas  apostólicas  a los  seminarios),  ese  paso 
ponía  al  descubierto  el  conjunto  del  proyecto  y a las  personas  que 
participaban. 

Fue  un  riesgo  calculado,  de  valor  no  solamente  táctico,  dentro 
de  una  batalla  por  el  derecho  a la  reflexión  teológica  dentro  de  la 
Iglesia,  sino  asimismo  de  sentido  estratégico  y profunda  relevancia 
histórica  y eclesial.  Por  primera  vez,  una  reflexión  teológica  venía 
respaldada  por  un  gran  grupo  de  pastores  que  vislumbraban, 
en  aquel  esfuerzo  de  teólogos  y teólogas  del  continente,  un  real 
servicio  a sus  iglesias,  la  lectura  y la  interpretación  de  la  Biblia,  a 
la  pastoral,  la  catcquesis  y la  liturgia. 

En  ese  sentido,  vale  la  pena  reproducir  las  palabras  con  las 
que  el  Comité  de  Patrocinio  explicitó  el  sentido  de  su  respaldo  a 
la  colección  y que  aparecen  en  la  primera  página  de  los  primeros 
tomos  publicados.  Ellas  iban  acompañadas  por  los  nombres  del 
cardenal,  los  arzobispos  y obispos  que  prestaban  públicamente  su 
apoyo  a la  colección. 


230 


José  Oscar  Beozzo 


El  Comité  de  Patrocinio  saluda  con  alegría  el  lanzamiento  de  la 
colección  "Teología  y Liberación"  que  recoge  y sistematiza  las 
inspiraciones  del  Concilio  Vaticano  II,  de  Medellín,  de  Puebla, 
del  magisterio  de  la  Iglesia  Universal  y de  las  Iglesias  particulares 
y de  la  experiencia  de  vida,  de  fraternidad  ecuménica,  de  fe  y de 
martirio  de  las  comunidades  cristianas  de  América  Latina. 
Reconocemos  que  esta  colección  sale  al  encuentro  de  la  nece- 
sidad de  que  la  fe,  vivida  en  contexto  de  opresión  y de  libe- 
ración, sea  profundizada  y aclarada  teológicamente  en  todas 
sus  dimensiones. 

Nuestro  patrocinio  no  significa  aprobación  de  las  opiniones 
personales  expresadas  por  los  distintos  autores.  Como  Pastores, 
en  el  marco  de  un  sano  pluralismo,  apoyamos  con  simpatía  y 
vigilancia  ese  esfuerzo  de  reflexión  teológica  en  el  interior  y al 
servicio  de  nuestras  Iglesias. 

Seguían  los  nombres  de  los  arzobispos  y obispos,  encabezados 
por  el  cardenal  arzobispo  de  Sao  Paulo,  el  franciscano  dom  Paulo 
Evaristo  Ams. 

Brasil  fue  el  país  en  el  cual  el  mayor  número  de  obispos 
resolvió  ingresar  en  el  comité  y apoyar  la  colección.  El  nombre 
del  cardenal  de  Sao  Paulo  venía  acompañado  por  los  de  algunos 
arzobispos,  como  dom  Helder  Cámara,  de  Olinda  y Recife;  dom 
José  María  Pires,  de  Paraíba;  dom  Silvestre  Scandian,  de  Vitoria; 
dom  Romeu  Alberti,  de  Ribeiráo  Preto.  A los  que  se  sumaron 
otros  76  obispos,  en  un  total  de  81  prelados. 

Chile  venía  a continuación,  con  el  apoyo  de  seis  obispos: 
monseñor  Alejandro  Jiménez  L.,  obispo  de  Valdivia;  monseñor 
Tomás  González  M.,  de  Punta  Arenas;  monseñor  Juan  L.  Ysem, 
de  Ancud;  monseñor  Femando  Ariztía  R.,  de  Copiapó;  monseñor 
Carlos  Camus  L.,  de  Linares;  y monseñor  Jorge  Hourton  P.,  obispo 
auxiliar  de  Santiago. 

El  pequeño  Ecuador,  tierra  de  monseñor  Leónidas  Proaño, 
igualó  a Chile  en  número  de  obispos.  Seis  de  ellos  prestaron  su 
nombre  al  Comité  de  Patrocinio,  comenzando  por  monseñor 
Alberto  Luna  Tobar,  arzobispo  de  Cuenca;  seguido  por  monseñor 
Leónidas  Proaño,  de  Riobamba;  monseñor  Teodoro  Arroyo 
Robelly,  vicario  apostólico  de  Méndez;  monseñor  Gonzalo  López 
Marañón,  vicario  apostólico  de  Sucumbíos:  monseñor  Néstor 
Herrera  Heredia,  de  Machala;  y monseñor  Jesús  R.  Martínez, 
prelado  de  Los  Ríos. 

De  Perú  llegó  el  apoyo  del  mismo  número  de  obispos: 
monseñor  José  Dammert  Bellido,  de  Cajamarca;  monseñor 


231 


Colección  Teología  y Liberación 


Alberto  Koenigsknecht,  obispo-prelado  de  Juli;  monseñor  Jesús 
Calderón,  de  Puno;  monseñor  Francisco  d'Alteroche,  prelado  de 
Ayaviri;  monseñor  Albano  Quinn,  prelado  de  Sicuani;  y monseñor 
Luciano  Metzinger,  obispo  auxiliar  de  Lima. 

Cinco  obispos  de  los  EE.  UU.  apoyaron  con  su  nombre 
al  comité,  ciertamente  contactados  por  el  padre  Virgilio  Eli- 
zondo,  miembro  del  Consejo  Editorial  y prestigioso  teólogo 
mexicoamericano,  fundador  y primer  director  del  Centro  Cultural 
Mexicano  Americano  (MACC,  por  sus  siglas  en  inglés),  que 
preparó  a cientos  de  agentes  de  pastoral  hispanos  para  la  Iglesia 
estadounidense.  Ellos  eran:  monseñor  Robert  Sánchez,  arzobispo 
de  Santa  Fe,  NM;  monseñor  Thomas  J.  Gumbleton,  obispo  auxi- 
liar de  Detroit;  monseñor  Peter  A.  Rosazza,  obispo  auxiliar  de 
Hartford,  CT;  monseñor  Raymond  A.  Lucker,  de  New  Ulm,  MN; 
monseñor  Raymond  G.  Hunthausen,  de  Seattle,  Washington. 

De  España  vino  el  apoyo  de  cuatro  obispos:  monseñor  Ramón 
Echarren  Istúriz,  obispo  de  Canarias;  monseñor  Juan  María 
Uñarte,  de  Bilbao;  monseñor  José  María  Guix  Ferreres,  de  Vic; 
monseñor  Nicolás  A.  Castellanos  Franco,  de  Palencia. 

De  Uruguay,  dos  obispos  se  comprometieron  con  la  colección: 
monseñor  Carlos  Parteli,  arzobispo  emérito  de  Montevideo,  y 
monseñor  Marcelo  Mendiharat,  obispo  de  Salto. 

De  los  tres  grandes  países,  México,  Colombia  y Argentina, 
con  los  episcopados  más  numerosos,  después  del  brasileño, 
fueron  muy  escasos  los  apoyos:  dos  de  México,  monseñor  Samuel 
Ruiz  de  San  Cristóbal  de  Las  Casas  y monseñor  José  A.  Llaguno, 
vicario  apostólico  de  Tarahumara;  dos  de  Argentina:  monseñor 
Miguel  E.  Hesayne,  de  Viedma,  y monseñor  Jaime  Francisco  de 
Nevares,  de  Neuquén,  y ninguno  de  Colombia.  Lo  acontecido 
mostraba  bien  las  dificultades  para  los  obispos  de  apartarse  del 
conjunto  de  sus  conferencias  episcopales,  marcadamente  con- 
servadoras o adversas  a la  teología  de  la  liberación.  Por  otro  lado, 
no  había  en  el  Comité  Editorial  ningún  teólogo  de  Colombia  y 
únicamente  uno  de  México  o Argentina,  si  tenemos  en  cuenta 
que  el  historiador,  filósofo  y teólogo  laico,  Enrique  Dussel,  es 
argentino  de  nacimiento  pero  mexicano  por  domicilio,  pues  una 
vez  exiliado  de  su  país  fue  a radicarse  en  México,  donde  vive  y 
trabaja  hasta  hoy. 

Otros  países  integraron  el  comité  apenas  con  un  obispo:  de 
Paraguay,  monseñor  Mario  Melanio  Medina,  de  Benjamín  Aceval; 
de  Venezuela,  monseñor  Mariano  J.  Parra  León,  de  Cumaná; 


232 


José  Oscar  Beozzo 

y de  Bolivia,  monseñor  Luis  Sáinz  Hinojosa,  obispo  auxiliar  de 
Cochabamba. 

Ausencias  notables  fueron  las  de  todo  el  Caribe  y los  países 
de  América  Central,  con  episcopados  pequeños,  fuertemente 
influenciados  por  el  CELAM  de  la  época,  bajo  la  batuta  de  mon- 
señor López  Trujillo,  y prácticamente  sofocados  en  su  autonomía 
por  los  nuncios  locales. 


3.  El  conflicto  con  Roma 

Los  tres  primeros  tomos  de  la  colección  fueron  publicados  en 
diciembre  de  1985,  con  el  nihil  obstat  del  ordinario  de  los  autores 
y bajo  el  apoyo  significativo  del  Comité  de  Patrocinio,  compuesto 
por  121  arzobispos  y obispos,  encabezados  por  el  cardenal  arzo- 
bispo de  Sao  Paulo. 

El  cardenal  Joseph  Ratzinger  de  la  CPDF,  particularmente 
irritado  por  el  amplio  respaldo  episcopal  que  la  colección  se  había 
granjeado  y dado  a conocer  públicamente  con  la  lista  impresa  en 
la  primera  página  de  cada  libro,  intervino  de  inmediato. 

En  la  segunda  semana  de  enero  de  1986  llegó  a Sao  Paulo  el 
superior  general  de  los  franciscanos,  quien  pidió  una  reunión 
inmediata  en  el  convento  San  Francisco  con  los  miembros  del 
Consejo  Editorial  que  se  encontraran  más  próximos.  Compa- 
recieron Leonardo  Boff,  quien  vino  de  Petrópolis,  y José  Oscar 
Beozzo,  quien  vino  de  Lins.  Nos  fue  leída  entonces  la  carta  del 
cardenal  Ratzinger  en  la  cual  intimaba  a los  superiores  generales 
de  los  franciscanos  y paulinos  a intervenir  en  las  editoriales  de 
sus  respectivas  familias  religiosas,  prohibiendo  la  publicación  de 
cualquier  nuevo  volumen  de  la  colección,  "...hasta  que  fueran 
dadas  garantías  adicionales  de  ortodoxia  y fueran  apartados 
aquellos  autores  que  no  gozaban  de  la  confianza  de  las  autoridades 
eclesiásticas". 

La  radicalidad  de  la  medida  y el  impasse  que  ésta  provocaba 
nos  llevaron  a los  tres  a pedir,  en  hora  bastante  tardía  de  aquella 
misma  noche,  un  encuentro  con  el  cardenal  de  Sao  Paulo  quien  nos 
recibió  en  su  casa,  ya  en  ropa  de  dormir,  para  reflexionar  juntos 
acerca  de  la  mejor  forma  de  lidiar  con  la  prohibición  romana. 
Dom  Paulo  se  comprometió  a buscar  directamente  en  Roma  una 
puerta  de  salida  para  el  impasse. 

Siguió  un  período  difícil  para  los  responsables  de  la  colección, 
quienes  buscaron  en  silencio  y con  la  cooperación  pronta  y solícita 

233 


Colección  Teología  y Liberación 


del  cardenal  arzobispo  de  Sao  Paulo,  de  la  CNBB,  en  la  persona 
de  su  presidente,  dom  Ivo  Lorscheider,  y del  presidente  de  la 
Comisión  Episcopal  de  Doctrina,  cardenal  Aloisio  Lorscheider, 
alternativas  para  la  situación  que  había  sido  creada  y que  lesionaba 
el  derecho  del  conjunto  de  las  Iglesias  de  América  Latina  y del 
Caribe  de  producir  su  propia  reflexión  teológica  y de  manifestarla 
públicamente  en  comunión  con  sus  obispos,  con  la  gran  tradición 
de  la  Iglesia  y su  magisterio. 

Finalmente,  el  14  de  marzo  de  1986,  los  tres  tuvieron  un 
encuentro  con  el  cardenal  Ratzinger,  quien  se  hizo  acompañar  por 
otros  dos  obispos  brasileños  que  habían  tomado  distancia  de  la 
teología  de  la  liberación,  el  cardenal  arzobispo  de  Río  de  Janeiro, 
dom  Eugénio  Sales,  y el  arzobispo  dom  Lucas  Moreira  Neves, 
entonces  secretario  de  la  Congregación  de  los  Obispos,  y por  el 
arzobispo  Alberto  Bovone,  secretario  de  la  CPDF. 

La  propuesta  inicial  del  cardenal  Ratzinger  era  que  de  una  vez 
por  todas  fuera  sepultada  la  colección  y no  se  publicase  ningún 
libro  más;  prejuzgando  acerca  de  textos  que  ni  siquiera  habían 
sido  aún  redactados. 


Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol 


234 


Carmen  Lora 


De  Santo  Domingo  al  nuevo 
milenio,  1992-2002. 
Volver  a aprender  a descifrar 
los  signos  de  los  nuevos  tiempos 

Carmen  Lora* 


1.  Cambio  de  época 

Una  primera  nota  de  ese  período  es  que  se  despliega  el  cambio 
de  época  iniciado  a mediados  de  los  años  ochenta.  Este  fenómeno, 
que  abarca  prácticamente  la  totalidad  de  las  dimensiones  de  la 
vida  de  la  humanidad,  tiene  repercusiones  complejas  en  el 
conjunto  de  la  vida  de  la  mayoría  de  los  habitantes  de  América 
Latina  y el  Caribe. 

1.1.  Pobreza  y desigualdad  crecientes 

No  voy  a detenerme  en  describir  la  difícil  situación  de  po- 
breza y desigualdad  crecientes  que  aqueja  a nuestra  región.  Los 


Educadora  peruana,  es  magister  en  Estudios  de  Psicoanálisis  Teórico,  directora 
de  la  revista  Páginas  que  edita  el  Centro  de  Estudios  y Publicaciones  (CEP),  asesora 
de  la  Mesa  de  Concertación  para  la  Lucha  contra  la  Pobreza,  y miembro  del 
Instituto  Bartolomé  de  Las  Casas. 


235 


De  Santo  Domingo  al  nuevo  milenio 

informes  de  organismos  internacionales  demuestran  año  tras 
año  que  la  vida  de  las  mayorías  en  nuestros  países  no  es  más 
promisoria  . 

Dos  rasgos  entre  otros  pueden  destacarse: 

• La  pérdida  de  valor  del  trabajo  humano  por  los  avances 
tecnológicos  y el  control  financiero  que  han  debilitado  la 
capacidad  de  presión  de  las  organizaciones  de  los  trabajadores, 
de  todos  aquellos  que  no  cuentan  sino  con  el  trabajo  como 
arma  de  presión  y poder  . La  globalización  de  la  economía 
cambió  los  términos  de  las  relaciones  laborales,  cambio  que 
fue  refrendado  por  la  flexibilización  de  los  derechos  laborales 
conquistados  en  una  larga  lucha  desde  principios  del  siglo 
XX. 

• El  desarrollo  de  los  medios  de  comunicación  es  el  otro 
aspecto  de  la  globalización.  En  particular  la  importancia  de 
la  televisión  como  productor  de  la  realidad  y del  mundo 
simbólico,  y el  uso  de  Internet.  Estos  medios  poseen  una 
enorme  capacidad  de  producir  identidades  colectivas,  aunque 
éstas  sean  efímeras. 

Estos  rasgos,  entre  otros,  modifican  la  experiencia  de  los 
pobres,  su  vida  es  distinta.  Desde  los  años  noventa,  y hoy  con 
más  fuerza,  se  siente: 

• Una  pérdida  o difuminación  de  una  identidad  colectiva. 

• Una  experiencia  de  inestabilidad  y movilidad  crecientes. 

• Dificultad  para  integrar  una  identidad  en  tomo  al  trabajo 
como  actividad  humana  fundamental. 

• Referentes  simbólicos  poco  consistentes  y cambiantes,  que 
no  logran  enraizarse  en  valores  fundamentales  y sólidos. 

Ante  la  pobreza  y la  desigualdad  se  mantiene  el  camino 
abierto  por  los  obispos  de  Medellín,  Puebla  y Santo  Domingo.  La 


EL  PNUD  principalmente  ha  contribuido  a tomar  conciencia  acerca  de  la 
persistencia  de  situaciones  de  pobreza  y desigualdad  a escala  internacional.  Sus 
diversos  Informes  anuales  sobre  el  Desarrollo  Humano  aportan  una  información 
valiosa  e imprescindible  al  respecto.  Para  el  tema  de  la  persistencia  de  la  pobreza 
es  particularmente  interesante  el  Informe  correspondiente  a 1997. 

A la  luz  de  los  acontecimientos  de  la  actual  crisis  internacional,  se  revela  lo 
nefasto  de  la  acción  desregulada  de  las  entidades  financieras. 


236 


Carmen  Lora 


Iglesia  está  atenta  a los  nuevos  desafíos,  crea  respuestas  pastorales 
y sigue  entregando  la  vida  por  la  causa  de  la  justicia.  El  asesinato 
de  monseñor  Juan  Gerardi,  el  26  de  abril  de  1998,  da  cuenta  del 
martirio  presente  desde  décadas  atrás  en  ese  caminar.  La  voz 
profética  de  la  Iglesia,  referida  a múltiples  temas,  ha  seguido 
escuchándose  a lo  largo  y ancho  del  continente,  y ha  reiterado 
su  práctica  pastoral  en  el  terreno  social,  en  el  clima  hostil  y de 
pensamiento  hegemónico  que  ha  dominado  el  último  decenio  del 
siglo  XX:  la  importancia  del  mercado  como  regulador  del  conjunto 
de  la  vida  social  y,  por  lo  tanto,  de  toda  relación  humana. 

En  ese  contexto,  la  Iglesia  ha  insistido  con  persistencia  en  que 
las  propuestas  económicas  y sociopolíticas  tengan  un  enfoque 
humano  en  la  construcción  de  la  sociedad,  poniendo  la  economía 
al  servicio  de  las  personas  y no  al  revés. 


1.2.  El  conocimiento,  nueva  arma  de  poder 

La  última  década  del  siglo  XX  se  ha  caracterizado  por  un 
avance  tecnológico  y científico  impresionante.  Ello,  sin  embargo, 
ha  significado  que  el  conocimiento  se  yerga  más  que  como 
herramienta  de  libertad,  como  nueva  arma  de  poder.  América 
Latina,  el  Caribe  y el  Sur  a escala  mundial  quedan  cada  vez 
más  distanciados  de  la  producción  del  conocimiento  que  se 
concentra  en  el  Norte.  Lo  cual  implica  debilidad  en  los  términos 
de  intercambio  internacional  en  un  mundo  globalizado  y menos 
posibilidades  de  acceso  al  desarrollo. 

El  avance  de  ese  conocimiento  es  extraordinario  como  po- 
sibilidad de  logros  en  el  cuidado  de  la  vida,  en  aumento  de 
esperanzas  de  vida  de  calidad,  pero,  simultáneamente,  no  parece 
que  ese  conocimiento  esté  al  servicio  de  quien  lo  necesita,  sino 
de  quien  puede  usarlo  como  arma  de  poder  y control  sobre  otros 
seres  humanos. 

La  Iglesia  del  continente  no  ha  renunciado  a afirmar  en 
esa  relación  asimétrica  respecto  del  conocimiento  su  acción 
educadora.  Tanto  en  el  ámbito  formal,  en  el  que  una  experiencia 
educativa  como  Fe  y Alegría  se  ha  afianzado  y extendido,  como 
en  la  educación  popular  de  innumerables  organizaciones  de  base, 
la  acción  de  congregaciones  religiosas,  de  laicos  comprometidos, 
han  sido  a lo  largo  de  los  años  noventa  y hasta  la  actualidad  una 
contribución  fundamental  que  orienta  el  conocimiento  hacia  la 
solidaridad,  la  capacidad  crítica  y la  responsabilidad  ética. 


237 


De  Santo  Domingo  al  nuevo  milenio 

Desde  fines  del  siglo  XX,  los  desafíos  son  muy  complejos 
respecto  del  diálogo  entre  fe  y ciencia  en  lo  referente  al  avance 
del  conocimiento  humano  y la  necesidad  de  una  mirada  crítica 
y alerta  acerca  de  los  nuevos  problemas  éticos  que  plantean  esos 
avances.  La  Iglesia  está  ante  el  desafío  de  saber  afrontar  con 
apertura  y criterio  evangélico  nuevos  dilemas. 


1.3.  El  debilitamiento  de  las  relaciones  humanas 

Desde  mediados  del  siglo  XX,  las  relaciones  humanas  vienen 
sufriendo  cambios  importantes. 

Una  mayor  exigencia  laboral  para  cubrir  las  necesidades  de 
la  supervivencia  en  las  capas  pobres  o para  satisfacer  hábitos 
crecientes  de  consumo  en  las  que  tienen  acceso  a mayores  ingresos, 
o para  hacer  frente  a altos  estándares  de  competencia  en  el 
mercado  laboral,  han  ido  debilitando  los  espacios  de  convivencia, 
de  intercambio.  La  migración  se  fue  convirtiendo  desde  los  años 
noventa  en  una  alternativa  para  salir  adelante,  en  el  interior  de 
nuestros  países  pero  también  hacia  el  exterior,  lo  que  ha  dado 
lugar  al  surgimiento  de  la  pastoral  de  movilidad  humana. 

A ello  se  añade  la  presencia  siempre  más  invasiva  de  la  tele- 
visión dentro  de  la  vida  familiar,  que  acentúa  una  aproximación 
audiovisual  a la  realidad,  una  menor  relevancia  de  lo  discursivo 
para  conocer,  y un  menor  ejercicio  de  la  imaginación  y elaboración 
simbólica  como  forma  de  resolver  los  avatares  de  la  experiencia 
cotidiana.  Además,  desde  fines  del  decenio  de  los  ochenta,  la 
computadora  y el  acceso  a Internet,  con  su  capacidad  interactiva, 
se  tomaron  en  un  referente  capital  de  la  vida  cotidiana  de  cada 
vez  mayor  número  de  personas.  Ello  modifica  radicalmente  las 
formas  comunicacionales,  enriqueciendo  algunos  aspectos  y 
debilitando  otros:  acorta  las  distancias  y permite  mantener  víncu- 
los, pero  a la  vez,  la  comunicación  cara  a cara  se  toma  innecesaria 
o incómoda  (cf.  trabajos  en  comunicación  electronal)  . En  estas 
últimas  décadas  se  modifican  asimismo  con  mayor  velocidad 
las  posibilidades  de  comunicación  intergeneracional,  pues  se 
construyen  códigos  comunicacionales  que  forman  parte  de  sub- 
culturas generacionales  sumamente  cambiantes. 


3Cf.  Albert  D'Haenens,  "La  opción  sociogenética:  para  analizar  y comprender  la 
durabilidad  específicamente  humana",  en:  Páginas,  Yol.  XXV,  No.  164,  pp.  62-71. 


238 


Carmen  Lora 


Los  avances  tecnológicos  y un  ritmo  de  vida  intenso  han 
acentuado  una  conciencia  individual,  la  cual  ha  sido  a su  vez 
reforzada  por  la  hegemonía  ideológica  antes  mencionada.  La  vida 
personal  queda  recluida  a la  esfera  privada  y la  relación  costo/ 
beneficio  intenta  definir  las  relaciones  humanas,  adelgazando 
la  densidad  de  la  relación  gratuita  de  la  amistad,  el  amor  y la 
solidaridad. 

Mayor  conciencia  individual,  mayor  expectativa  de  vida, 
mayor  conciencia  de  horizontes  potencialmente  abiertos  para 
salir  adelante,  aunque  solo  de  un  modo  individual. 

Los  jóvenes  de  hoy  conocen  más  sobre  la  necesidad  de  saber 
desenvolverse  para  salir  adelante  o simplemente  supervivir, 
no  obstante,  a diferencia  de  hace  treinta  o cuarenta  años,  las 
modalidades  de  salida  que  se  les  plantean  son  individuales,  no 
colectivas.  La  posibilidad  de  organizarse  no  implica  un  canal  de 
solución  a sus  expectativas  de  cambio,  a lo  más,  es  una  alternativa 
de  protesta  pero  no  de  solución.  Hay  una  profunda  experiencia 
de  soledad.  La  pastoral  juvenil  hace  frente  a esta  realidad  incierta 
y dura  de  nuestros  jóvenes  y constituye  uno  de  los  pocos  espacios 
que  las  sociedades  de  nuestros  países  les  ofrecen  para  mirar  la 
vida  con  una  perspectiva  más  humana  y esperanzadora. 


2.  Los  signos  de  los  tiempos: 
señales  que  orientan  el  camino 
de  la  Iglesia 

La  Iglesia  conciliar  abrió  una  interesante  perspectiva  de 
comprensión  respecto  a la  densidad  de  las  relaciones  humanas: 
confianza  en  el  conocimiento  humano,  mayor  apertura  a la 
comprensión  de  la  sexualidad,  actitud  respetuosa  a los  códigos 
culturales  diversos  intentando  tomar  conciencia  de  la  inculturación 
del  mensaje,  atención  a la  sensibilidad  de  los  jóvenes,  creatividad 
pastoral  respecto  de  grupos  marginales.  Todo  ello  abrió  un 
abanico  riquísimo  para  la  reflexión  teológica  y la  práctica  pastoral 
en  el  terreno  de  las  relaciones  humanas  en  lo  social,  político, 
cultural  y personal. 

De  lo  vivido  a lo  largo  de  décadas  sabemos  que  hay  un  fruto 
valioso  en  lo  que  la  Iglesia  ha  construido  en  medio  del  pueblo 
pobre  de  América  Latina  y el  Caribe  a partir  del  Concilio  Vaticano 
II,  Medellín,  Puebla,  Santo  Domingo  y,  más  recientemente.  Apa- 
recida. Esta  larga  caminata  ha  dado  cuenta  del  Dios  de  la  Vida. 


239 


De  Santo  Domingo  al  nuevo  milenio 

La  Iglesia  está  en  medio  de  los  pobres  de  una  manera  como 
nunca  lo  estuvo  en  el  pasado,  al  asumir  como  línea  pastoral  la 
opción  preferencial  por  los  pobres.  A la  vez,  desde  fines  del  siglo  XX 
estas  personas  que  sufren  pobreza  viven  de  modo  muy  diferente 
al  de  hace  treinta  o cuarenta  años.  Esa  línea  asintótica  de  nuestra 
experiencia  con  respecto  a la  de  los  pobres  se  ha  ido  haciendo  más 
evidente  . ¿Cómo  entrar  en  diálogo  con  una  generación  joven 
que  llega  con  el  rostro  abierto  a nuestras  comunidades,  que  está 
acostumbrada  al  cambio  permanente,  cuyos  horizontes  de  vida  se 
encuentran  afuera  de  nuestras  fronteras  nacionales,  y que  sienten 
como  rasgo  principal  de  su  futuro  la  incertidumbre? 

¿Cómo  no  perder  la  alegría  cuando  sabemos  que  si  bien  la 
mayoría  de  niños  y niñas  de  nuestros  países  pueden  tener  una 
mayor  esperanza  de  vida,  muy  pronto  deben  enfrentar  la  violencia 
en  sus  diversas  formas:  participar  en  la  guerra,  ser  objeto  de  tráfico 
sexual,  no  tener  afecto  en  su  experiencia  cotidiana,  y abrirse  paso 
en  medio  de  una  sociedad  que  parece  una  jungla? 

Hacia  el  futuro,  la  tarea  que  se  hizo  evidente  con  más  fuerza 
desde  los  años  noventa  fue  la  de  reaprender  a mirar  y descifrar 
estos  signos  de  nuevos  tiempos  en  los  que  la  Palabra  debe  hacerse 
carne,  debe  hacerse  historia,  con  nuevos  códigos  comunicativos, 
con  nuevas  formas  de  hacer  comunidad.  El  caminar  de  nuestra 
Iglesia  permite  aquilatar  una  experiencia  larga  por  los  años 
acumulados  y estamos  siempre  invitados  por  Mateo  a imitar  al 
escriba  que  semejante  a un  dueño  de  casa,  saca  de  sus  arcas  lo 
nuevo  y lo  viejo. 


4Cf.  La  reflexión  espiritual  de  Gustavo  Gutiérrez  al  respecto,  en:  Beber  de  su  propio 
pozo.  Lima,  CEP,  1983. 


240 


Paulo  Suess 


V Conferencia  del  CELAM,  2007. 
Amerindia  en  Aparecida: 
participación  de  los  teólogos 

de  la  liberación 

Paulo  Suess* 


A los  que  van  a nacer 
Cuando  hablen  de  nuestras  debilidades, 
piensen  también  en  los  tiempos  sombríos 
de  los  que  han  escapado. 
Cambiábamos  de  país  como  de  zapatos 
a través  de  las  guerras  de  clases, 
y nos  desesperábamos  donde  sólo  había 
injusticia  y nadie  se  lanzaba  contra  ella. 

Y,  sin  embargo,  sabíamos  que  también 
el  odio  contra  la  bajeza  desfigura  la  cara. 

También  la  ira  contra  la  injusticia  pone  ronca 
la  voz.  Desgraciadamente,  nosotros,  que 
queríamos  preparar  el  camino  para 
la  amabilidad,  no  pudimos  ser  amables. 
Pero  ustedes,  cuando  lleguen  los  tiempos 
en  los  que  el  hombre  sea  amigo  del  hombre, 
piensen  en  nosotros  con  indulgencia 
Bertolt  Brecht 


Nació  en  Alemania  y reside  en  Brasil.  Es  sacerdote  diocesano  y doctor  en  Teología. 
Trabajó  en  la  Amazonia  y fue  secretario  general  del  Consejo  Indigenista  Misionero 
(CIMI),  del  que  actualmente  es  asesor.  Fundó  el  Departamento  de  Posgrados 
en  Misionología  en  Sao  Paulo.  Fue  presidente  de  la  Asociación  Internacional  de 
Misiones  (LAM). 


241 


V Conferencia  del  CELAM,  2007 


Puede  ser  que  la  "mirada  distante"  1 del  antropólogo  sea  más 
objetiva  que  la  del  militante  por  una  causa  o la  del  participante  de 
un  evento.  La  proximidad  local,  la  pasión  instantánea  y la  lealtad 
con  el  propio  grupo  tienden  a debilitar  la  capacidad  analítica. 
Igualmente,  la  expresión  "teología  de  la  liberación",  hace  tiempo 
desterrada  de  los  documentos  oficiales  de  la  Iglesia,  puede 
imponer  cuidados  especiales  en  la  descripción  de  la  participación 
de  los  "teólogos  de  la  liberación"  en  un  evento  eclesial,  como  fue 
la  V Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  y del 
Caribe,  en  mayo  de  2007  en  Aparecida. 


1.  Metamorfosis 

Uno  de  esos  cuidados  que  el  grupo  prudentemente  adoptó 
desde  antes  de  Santo  Domingo  (1992),  fue  la  metamorfosis  de  la 
propia  razón  social  de  "teólogos/as  de  la  liberación"  en  Grupo 
Amerindia. 

¿Para  qué  irritar  a sectores  conservadores  de  la  Iglesia  con 
una  denominación  que,  aun  siendo  bíblica,  es  secundaria  frente  a 
los  contenidos  que  ella  representa?  Más  allá  de  eso,  el  cambio  de 
shiboleth,  'liberación',  por  la  bandera  Amerindia,  no  representa  un 
cambio  de  paradigma,  sino  una  profundización  del  paradigma  de 
la  liberación  universal  por  la  dimensión  de  la  contextualización. 
Amerindia,  más  allá  de  dar  más  énfasis  al  carácter  colectivo  del 
grupo  en  detrimento  de  la  presencia  de  este  o de  aquel  teólogo, 
connota  el  pasado  indígena  precolonial.  En  los  orígenes  de  la 
teología  de  la  liberación,  la  causa  indígena  era  considerada  una 
causa  menor,  que  poco  podría  contribuir  a la  transformación  del 
continente  latinoamericano  y caribeño.  Con  el  correr  de  los  años, 
los  pueblos  indígenas  mostraron  una  gran  fuerza  política,  misma 
que  brotaba  de  sus  culturas  milenarias,  libertarias  e igualitarias. 
Los  pueblos  indígenas  de  todos  los  países  del  continente  lati- 
noamericano, sobre  todo  de  Ecuador,  México  (Chiapas),  Brasil  y 
Bolivia,  desconcertaron  a una  primera  generación  de  teólogos  de 
la  liberación.  Hubo  conversión  teológica  y deconstrucción  teórica. 
El  grupo  se  mostró  capaz  de  ser  discípulo  del  Reino,  aprendiz 
de  la  historia  y de  los  movimientos  populares  que  lo  condujeron 
por  caminos  inesperados.  Tanto  la  redistribución  de  los  bienes 


1 Cf.  Claude  Lévi-Strauss,  O olhar  distanciado.  Sao  Paulo/Lisboa,  Martins  Fontes/ 
EdÍ£Óes  70, 1986.  En  español:  La  mirada  distante.  Barcelona,  Argos- Vergara,  1984. 


242 


Paulo  Suess 


como  el  reconocimiento  del  otro,  son  tareas  para  la  construcción 
de  un  mundo  nuevo.  No  hay  subordinación  del  reconocimiento 
del  otro  a la  redistribución  de  los  bienes,  de  la  alteridad  a la 
pobreza.  Las  montañas  de  la  miseria  crecieron  sobre  las  rocas  del 
no  reconocimiento. 

La  liberación  de  Amerindia  apunta  hacia  la  radicalidad  de  la 
liberación,  es  decir,  hacia  la  necesidad  no  solamente  de  no  olvidar 
sus  raíces,  sino  de  construir  su  liberación  con  el  horizonte  que 
emerge  de  esas  raíces  indígenas. 

Hoy,  Amerindia  representa  una  articulación  consolidada  de 
teólogos  y teólogas  de  la  liberación  de  América  Latina  y el  Caribe. 
Desde  Santo  Domingo  (1992),  el  grupo  acompaña  el  carruaje 
eclesial  como  "Amerindia".  Por  haber  participado  de  ese  grupo 
—en  Aparecida  éramos  alrededor  de  25  personas  de  12  países—, 
voy  a intentar  evitar  algunos  adjetivos  como  "importante", 
inteligente",  "generoso",  "gratuito",  "lúcido",  "incansable",  que 
podrían  connotar  cierto  dejo  corporativista. 


2.  Memoria 

En  la  militancia  de  los  movimientos  sociales  se  escuchan 
voces  que  consideran  la  participación  de  teólogos  en  las 
conferencias  episcopales  como  tiempo  perdido.  Encuentran  que 
el  teólogo,  como  "intelectual  orgánico",  debe  acompañar  a los 
movimientos  populares,  las  luchas  de  vanguardia  y los  grupos  de 
base.  Creen  que  el  episcopado,  por  su  pertenencia  institucional, 
que  por  lo  general  no  deja  de  ser  una  pertenencia  de  clase,  poco 
puede  contribuir  efectivamente  a las  transformaciones  sociales,  la 
distribución  de  los  bienes  y el  reconocimiento  de  los  otros.  Opinan 
además  que  una  Iglesia  participativa  y "casa  de  los  pobres"  (DAp 
8)  no  será  una  dádiva  de  la  jerarquía,  sino  una  conquista  del 
pueblo  de  Dios  en  su  conjunto  y,  muchas  veces,  en  confrontación 
con  la  jerarquía.  Militantes  de  movimientos  sociales  nos  reclaman 
la  "transformación"  de  Medellín,  la  "participación"  de  Puebla,  la 
"inculturación"  de  Santo  Domingo,  la  "misión"  de  Aparecida  y 
las  bienaventuranzas  del  evangelio. 

Creo  que  en  esa  postura  se  refleja  una  confusión  entre  visión, 
proceso,  estructura  y meta.  El  proceso  de  liberación  nos  obliga  a 
atravesar  instituciones  con  sus  estructuras  y convivir  con  el  trigo 
y la  cizaña  de  los  cuales  formamos  parte.  Aun  así,  ¿quién  puede 
decir  que  la  organización  del  movimiento  indígena  en  Brasil  no 


243 


V Conferencia  del  CELAM,  2007 


fue  impulsada  por  las  primeras  asambleas  indígenas  convocadas 
desde  1974  por  el  Consejo  Indigenista  Misionero  (CIMI)?  ¿Quién 
puede  decir  que  las  marchas  indígenas  en  Ecuador  no  fueron 
influenciadas  por  la  pastoral  de  un  Leónidas  Proaño?  ¿Que  el 
Centro  de  Investigación  y Promoción  del  Campesinado  (CIPCA) 
de  Perú  y Bolivia,  fundado  en  1972  por  los  jesuítas,  no  contribuyó 
a la  autodeterminación  de  los  pueblos  indígenas?  ¿Que  la  pre- 
sencia catalizadora  de  Samuel  Ruiz,  en  Chiapas,  de  Sergio  Mén- 
dez Arceo,  en  Cuemavaca,  y del  Centro  Nacional  de  Ayuda  a las 
Misiones  Indígenas  (CENAMI)  no  mostraron  la  relevancia  de  la  fe 
cristiana,  eclesialmente  enraizada,  para  la  autoafirmación  de  los 
sectores  marginados  en  la  sociedad  de  México?  ¿Que  el  Equipo 
Nacional  de  Pastoral  Aborigen  (ENDEPA),  de  Argentina,  no  tuvo 
un  impacto  sobre  la  visión  etnocéntrica  de  su  país  y de  su  Iglesia? 
¿Quién  puede  decir  que  en  todos  esos  procesos  pastorales  las 
estructuras  no  fueron  puestas  al  servicio  de  los  pequeños? 


3.  Diaconía 

Amerindia  comprende  su  misión  dentro  de  la  Iglesia, 
especialmente  como  servicio  teológico  a los  pobres  y a los  otros. 
La  alteridad  del  samaritano  y la  samaritana  es  un  bien  que  Jesús 
defendió  en  la  parábola  y en  el  pozo  de  Jacob,  aun  no  tratándose 
de  pobres  en  el  sentido  estricto.  Vivimos  nuestra  diaconía 
teológica  en  Aparecida  como  asesoría  a los  obispos-delegados 
que  solicitaban  ese  servicio.  Montamos  una  pequeña  oficina  en 
la  casa  de  las  Hermanas  de  San  Canisio,  frente  a la  catedral  del 
santuario  de  Aparecida,  donde  nos  alojamos  y trabajamos  del  13 
al  31  de  mayo  de  2007. 

El  grupo  de  Amerindia  marcó  presencia  en  la  Tienda  de  los 
Mártires,  un  espacio  de  encuentro,  oración  y celebración;  en  la 
"peregrinación  popular",  de  Roseira  a Aparecida,  organizada  por 
las  comunidades  eclesiales  de  base  y pastorales  de  Sao  Paulo,  del 
19  al  20  de  mayo;  y en  el  Seminario  Latinoamericano  de  Teología, 
del  18  al  20  de  mayo.  Este  seminario,  que  reunió  a 250  personas  de 
17  países,  se  realizó  en  Pindamonhangaba  y fue  organizado  por  el 
Consejo  Nacional  del  Laicado  de  Brasil  (CNLB). 

El  trabajo  principal  del  grupo  Amerindia  fue  la  colaboración 
con  los  delegados  de  las  quince  comisiones  de  trabajo  de 
la  V Conferencia.  Produjimos  textos  según  la  demanda  de 
los  delegados;  atendimos  los  pedidos  de  los  periodistas  por 


244 


Paulo  Suess 


entrevistas  e informaciones  especializadas;  ofrecimos  subsidios 
sobre  la  realidad  latinoamericana  y caribeña,  a partir  de  nuestra 
mística  comprometida  con  los  pobres  y otros,  y con  la  Iglesia 
Pueblo  de  Dios. 

Convivimos  fraternalmente,  lo  que  no  es  obvio,  los  veinte 
días  de  Aparecida  a la  sombra  de  la  basílica.  No  es  fácil  vivir 
el  Reino  en  grupo  y anticipar  en  el  día  a día  el  mundo  nuevo 
que  se  quiere  construir.  Al  fin  y al  cabo,  somos  un  producto  y 
retrato  de  las  estructuras  eclesiales:  especialistas,  idealistas  y 
realistas,  reproduciendo  virtudes  y vicios  de  las  iglesias  a las 
cuales  pertenecemos.  Procuramos,  cada  uno  con  su  luz  propia  y 
las  inspiraciones  compartidas  en  grupo,  hacer  avanzar  a la  Iglesia 
por  la  senda  del  Vaticano  II  (1962-1965),  en  su  contextualización 
ensayada  en  Medellín  (1968)  y en  la  lectura  de  los  signos  de  los 
tiempos  de  hoy.  Muchas  veces,  en  la  salida  de  la  cripta  de  la 
basílica,  donde  se  reunieron  todo  ese  tiempo  los  delegados  de  la 
V Conferencia,  esperábamos  a los  obispos  para  entregar  textos, 
concertar  reuniones  y recibir  nuevos  encargos.  El  retomo  de  un 
"sirvió"  fue  la  mejor  recompensa. 


4.  Documento 

La  presencia  de  los/as  teólogos/as  de  la  liberación  en 
Aparecida,  significaba  la  voluntad  de  traer  y continuar  el  recorrido 
latinoamericano  y caribeño  posconciliar  en  la  V Conferencia.  Si 
esta  propuesta  tuvo  éxito,  no  fue  nuestro  mérito.  Trabajamos 
en  Santo  Domingo  (1992)  con  el  mismo  ahínco,  pero  con  menos 
resultados.  El  contexto  de  los  "500  años"  y la  presencia  fuerte 
de  delegados  no  electos,  había  polarizado  aquella  conferencia. 
En  Aparecida,  el  discurso  de  Benedicto  XVI,  en  la  apertura  de  la 
conferencia,  creó  desde  el  inicio  un  clima  de  conciliación  porque 
asumió,  aparentemente  con  una  nueva  fundamentación  que  podía 
contar  con  una  recepción  más  amplia,  varios  tópicos  de  la  teología 
de  la  liberación.  Era  posible,  sin  contorsionismo  hermenéutico, 
ver  en  ese  discurso  gran  parte  de  las  intenciones  fundantes  de  la 
teología  de  la  liberación. 

Los  teólogos  y las  teólogas  de  Amerindia  en  Aparecida  fueron 
sembradores  al  servicio  de  los  pastores.  El  sembrador  no  es  fiscal 
de  la  cosecha,  pero  tampoco  es  ciego.  Registra  la  semilla  que  cayó 
sobre  la  tierra  seca.  Por  motivos  extrapastorales,  la  cuestión  de  los 
ministerios  aún  cayó  sobre  la  piedra.  El  documento  de  Aparecida 


245 


V Conferencia  del  CELAM,  2007 


apunta  la  contradicción  entre  el  hecho  de  que  "la  eucaristía  hace 
Iglesia"  y edifica  comunidades,  y la  realidad  pastoral  en  la  cual 
"...millares  de  esas  comunidades  [son]  privadas  de  la  eucaristía 
dominical"  (DAp  253).  No  se  trata  de  coraje  profético,  sino 
de  ética  profesional  y responsabilidad  con  el  pueblo  de  Dios, 
cuando  exigimos  una  solución  urgente  en  esa  cuestión.  Por  otro 
lado,  el  grupo  Amerindia  se  reencuentra  en  muchas  partes  del 
documento  de  Aparecida  y en  el  recorrido  por  ella  trazado.  Sobre 
todo  nos  alegramos  con  la  reconfirmación  de  los  siguientes  ítems 
y/o  compromisos  : 

• El  método  "ver,  juzgar  y actuar"  (DAp  19). 

• La  evangelización  integral:  "La  evangelización  va  unida 
siempre  a la  promoción  humana  y a la  auténtica  liberación 
cristiana"  (DAp  26). 

• La  opción  preferencial  por  los  pobres  y el  reconocimiento  de 
su  lugar  como  sujetos  de  la  evangelización  (DAp  8.3;  392; 
398).  Esa  opción  "...atraviesa  todas  nuestras  estructuras  y 
prioridades  pastorales"  (DAp  396),  y encuentra  su  desarrollo 
en  la  cristología  y eclesiología. 

• Una  cristología  estructurada  por  la  opción  por  los  pobres : 
"El  encuentro  con  Jesucristo  a través  de  los  pobres  es  una 
dimensión  constitutiva  de  nuestra  fe..."  (DAp  257)  y "Todo 
lo  que  tenga  relación  con  Cristo  tiene  relación  con  los  pobres 
y todo  lo  que  está  relacionado  con  los  pobres  clama  por 
Jesucristo"  (DAp  393). 

• Una  eclesiología  atravesada  por  la  opción  por  los  pobres:  La 
Iglesia,  ". . .morada  de  pueblos  hermanos  y casa  de  los  pobres" 
(DAp  8,  cf.  524),  está  convocada  a ser  "...abogada  de  la  justicia 
y defensora  de  los  pobres"  (DAp  395,  cf.  533). 

• Las  comunidades  eclesiales  de  base  fueron  reconocidas  con  su 
estatuto  eclesial  y pastoral  (DAp  98c,  e;  178-180). 

• La  causa  de  los  pueblos  indígenas  y afroamericanos  fue  reasumida 
como  en  la  anterior  conferencia  de  Santo  Domingo  (SD  243ss; 
DAp  529ss). 

• Las  cuestiones  de  la  tierra  y la  ecología  fueron  presentadas  en  el 
contexto  de  agresión  a la  naturaleza,  del  destino  universal  de 

2 Todos  esos  compromisos  fueron  sistematizados  en  las  respectivas  acepciones  en 
Paulo  Suess,  Dicionário  de  Aparecida:  40  palavr as-chave  para  urna  leitura  pastoral  do 
Documento  de  Aparecida.  Sao  Paulo,  Paulus,  2008  (2a.  ed.).  En  español:  Diccionario  de 
Aparecida:  40  palabras  clave  para  una  lectura  del  Documento  de  Aparecida.  Bogotá,  Ed. 
San  Pablo,  2008. 


246 


Paulo  Suess 


los  bienes,  de  la  exigencia  de  la  solidaridad  y la  promoción  de 
una  ecología  humana  (DAp  125s). 

• El  diálogo  ecuménico  e interreligioso  estimula  nuevas  formas 
de  discipulado  para  promover  libertad,  dignidad,  paz  y 
convivencia  ciudadana  (DAp  233;  239). 

• La  "misión",  que  se  convirtió  en  el  paradigma  síntesis  de 
Aparecida,  exige  "...abandonar  y superar  estructuras  que  ya 
no  favorezcan  la  transmisión  de  la  fe"  (DAp  365)  y apunta 
hacia  una  Iglesia  en  "estado  de  misión..."  (DAp  213)  para  el 
bien  de  la  humanidad. 

Aunque  la  "mirada  distante"  del  antropólogo  sea  más  obje- 
tiva que  la  del  militante,  no  por  eso  será  más  verdadera.  En 
Aparecida  aprendimos  nuevamente  que  la  enseñanza  de  la 
cátedra  se  toma  real,  verdadera,  cuando  es  cernida  en  la  marcha, 
en  la  peregrinación  con  el  pueblo,  en  la  Tienda  de  los  Mártires.  La 
prueba  del  agua  de  la  utopía  del  Reino  es  la  sangre  de  los  mártires 
y el  polvo  en  las  sandalias  del  peregrino. 

Traducción  del  portugués:  Graciela  Pujol 


247 


Parte  IV 


América  del  Norte: 
la  irrupción  de  la  diversidad 


Lee  Cormie 


I Conferencia  Teología 
en  las  Américas,  Detroit  1975. 
Nuevas  voces,  desafíos, 
solidaridades,  esperanzas 

Lee  Comiie* 


Las  teologías  de  liberación,  ya  sean  las  de  América  Latina  o de  América 
del  Norte,  tienen  sus  raíces  en  una  praxis  histórica  y constituyen  una  reflexión 
sobre  el  compromiso  de  todos  los  que  buscan  una  tierra  nueva  y un  cielo  nuevo 

Sergio  Torres  (1976) ' 


Durante  los  años  sesenta,  el  mundo  fue  sacudido  por  una 
serie  de  irrupciones  en  la  historia  de  movimientos  sociales 
progresistas.  Pueblos  y grupos  marginados,  sus  perspectivas  y 
preocupaciones,  sus  sufrimientos  y esperanzas,  encontraron  sus 
propias  voces.  Mientras  que  los  EE.  UU.  —su  gobierno  y poder 
militar,  las  corporaciones,  los  medios  de  comunicación,  la  cultura 


Profesor  de  Teología  y Ética  de  la  Universidad  de  St.  Michael  de  su  país,  Canadá. 
Investigador  y escritor  especializado  en  teologías  asociadas  con  la  liberación: 
negra  y feminista,  contextúales;  ecología  y ética  social  relativa  a la  reestructura 
económica  y el  militarismo.  Dirección  electrónica:  lee.cormie@utoronto.ca 
Sergio  Torres,  "Opening  Address  of  the  Conference",  en:  Sergio  Torres  y John 
Eagleson  (eds.),  Theology  in  the  Américas,  documentos  y ponencias  de  Theology 
in  the  Américas  Conference,  Detroit,  agosto  1975.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis 
Books,  1976,  p.  271. 


251 


I Conferencia  Teología  en  las  Américas 

y el  mundo  académico—  han  sido  el  eje  de  los  proyectos  de  un 
desarrollo  de  explotación  que  acrecentó  la  distancia  entre  los  ricos 
y pobres,  esos  movimientos  marginados  irrumpieron  incluso 
dentro  de  los  EE.  UU.,  especialmente  a través  de  los  movimientos 
de  los  derechos  civiles  asociados  con  Martin  Luther  King,  del 
Poder  Negro  y de  las  iniciativas  contra  la  guerra  de  Vietnam. 
En  las  primeras  etapas,  sin  embargo,  con  algunas  excepciones, 
esos  movimientos  enfrentaron  la  indiferencia  y oposición  de 
instancias  eclesiásticas  y de  teólogos  académicos.  No  obstante, 
ellos  irrumpieron  en  el  seno  de  las  iglesias.  La  "liberación"  se 
convirtió  en  un  tema  teológico-bíblico  central  para  muchos/as 
cristianos/as.  Lo  mismo  pasó  con  las  publicaciones  de  un  número 
creciente  de  especialistas  que  se  asociaron  con  ellos.  Entre  éstas 
hay  que  destacar  las  de  la  teología  negra  , la  teología  feminista  , 
la  teología  indígena  y la  teología  hispana  . En  cada  caso,  hubo 
múltiples  pequeños  éxitos  con  algunas  señales  de  solidaridad 
entre  ellos  y con  otra  gente,  y muchas  razones  para  celebrar  el 
Espíritu. 

Pero  la  diversidad  de  los  públicos  y movimientos  llevó  a que 
se  separaran  más  de  lo  que  el  símbolo  en  común  de  liberación 
los  incitó  a solidarizarse.  Esto  contribuyó  a una  gran  confusión  y 
condujo  a conflictos. 


1.  Los  inicios 

Impulsado  por  el  golpe  de  Estado  de  Augusto  Pinochet  en 
Chile  (1973),  Sergio  Torres  —junto  con  otros  militantes,  teólogos 
cristianos,  entre  ellos  Diego  Irarrázaval—  llegaron  en  medio 


'Ver  James  Cone,  Black  Theology  and  Black  Power.  Nueva  York,  Seabury  Press,  1969; 
y su  A Black  Theology  of  Liberation.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1970;  y 
Gayraud  Wilmore,  Black  Religión  and  Black  Radicalism.  Nueva  York,  Garden  City, 
Doubleday,  1972. 

Ver  Valerie  Saiving,  "The  Human  Situation:  A Feminine  View",  en:  Journal  of 
Religión,  abril  1960,  http://www.as.ua.edu/rel/pdf/rell01saiving.pdf  (acceso 
14.09.2005);  Mary  Daly,  The  Church  and  the  Second  Sex.  Nueva  York,  Harper  and 
Row,  1968;  Rosemary  Radford  Ruether,  Liberation  Theology:  Human  Hope  Confronts 
Christian  History  and  American  Power.  Nueva  York,  Paulist  Press,  1972. 

Ver  Vine  Deloria,  hijo,  Custer  Died  for  Your  Sins:  An  Indian  Manifestó.  Nueva  York, 
Avon  Books,  1969;  y God  is  Red.  Nueva  York,  Dell,  1973. 

Ver  Virgilio  Elizondo,  "A  Theological  Interpretation  of  the  Mexican  American 
Experience",  Ecumenical  Symposium,  Perkins  School  of  Theology,  Southern 
Methodist  University,  Dallas,  1973. 


252 


Lee  Cormie 


de  este  tumulto  a los  EE.  UU.  con  la  misión  de  organizar  una 
conferencia  que  pudiese  reunir  teólogos/as  de  América  Latina  y 
del  Norte  para  confrontar  el  papel  de  los  EE.  UU.  en  el  golpe  de 
Chile.  No  nos  debería  sorprender  que  sus  primeros  contactos  se 
establecieran  con  misioneros/as  devueltos/as  a su  país,  los  cuales 
ya  habían  sido  influenciados  por  la  bien  desarrollada  teología  de 
la  liberación  latinoamericana,  junto  con  sus  prácticas  pastorales. 
Estos/as  misioneros/as  eran  ya  muy  conscientes  del  imperialismo 
estadounidense.  Ellos/as  apoyaban  la  creciente  resistencia  a él  y 
estaban  en  contacto  con  corrientes  emergentes  de  liberación  en  los 
EE.  UU.  Así  es  que,  conforme  avanzaban  sus  círculos  de  contactos, 
la  agenda  también  fue  ampliándose.  En  este  contexto  tumultuoso 
y nuevo,  y en  medio  de  estas  corrientes  transformándose  rápida- 
mente, fueron  imprescindibles  la  capacidad  organizativa  de  Ser- 
gio, su  visión,  autoridad  moral  y apertura  hacia  nuevos  desafíos 
de  conversión,  al  igual  que  su  fe  constante  en  el  Espíritu  de 
liberación. 

El  "teólogo  del  pueblo"  de  Chile  aportó  la  visión  de  un 
movimiento  multifacético  que  reunía  agentes  pastorales,  acti- 
vistas políticos,  clérigos,  educadores  populares,  teólogos  aca- 
démicos y comunidades  de  base.  Reconociendo  que  no  era  posible 
simplemente  importar  un  estilo  latinoamericano  y caribeño  de 
hacer  teología  , los  organizadores  de  Teología  en  las  Américas 
(TIA)  construyeron  una  red  de  más  de  cincuenta  grupos  de 
reflexión  comunitaria  en  sus  contextos  locales.  Junto  con  eso  se 
dio  un  proceso  de  compartir  las  reflexiones  en  toda  la  red.  Sobre 
esa  base  organizaron  la  primera  conferencia  de  TIA  en  Detroit, 
en  agosto  de  1975.  Lo  consideraban  un  paso  adelante  para  el 
desarrollo  de  nuevas  maneras  de  hacer  teología  en  los  EE.  UU.  . 


6 "A  People's  Theologian",  en:  One  World  No.  70  (1981),  p.  19. 

"La  teología  de  la  liberación  de  América  Latina  no  es  un  paquete  para  la 
importación"  (Sergio  Torres,  "Goals  of  the  Detroit  Conference",  en:  Theology  in  the 
Américas,  op.  cit.,  p.  255). 

Hubo  eventos  parecidos  también  en  Canadá.  Sin  embargo  el  contexto  fue  muy 
distinto,  entre  otros  elementos  por  la  presencia  importante  de  un  partido  político 
socialdemócrata,  un  movimiento  bien  animado  del  "evangelio  social"  y una 
colección  de  coaliciones  ecuménicas  que  trabajaban  por  la  justicia  social.  Es  una 
sociedad  con  una  amplia  clase  media  aunque  sin  el  poder  o los  sueños  imperiales 
de  sus  contrapartes  en  los  EE.  UU.  El  teólogo  canadiense  Gregory  Baum  expresó, 
en  sus  reflexiones  sobre  la  conferencia,  que  algunos  canadienses  fueron  invitados 
pero  demasiado  tarde  como  para  que  pudieran  organizar  una  red  de  grupos 
preparatorios  o transformar  el  enfoque  y las  dinámicas  tan  orientadas  a los  EE. 
UU.  (ver  "The  Christian  Left  at  Detroit",  en:  Theology  in  the  Américas,  op.  cit.,  pp. 


253 


I Conferencia  Teología  en  las  Américas 

Tal  como  Sergio  lo  explicó  en  su  discurso  de  apertura  a 
los  200  participantes  del  congreso  (que  incluía  alrededor  de  25 
teólogos/as  latinoamericanos/as),  frente  a los  pobres,  ellos/as  en- 
contraron muchos  grandes  desafíos  para  superar  las  distancias 
y barreras  enraizadas  entre  religión  y política,  teoría  y práctica, 
teoría  social  y teología,  investigadores/as  académicos/as  y ac- 
tivistas populares  . Había  asimismo  barreras  en  el  trabajo  ecu- 
ménico entre  denominaciones  con  distintas  tradiciones  de  inter- 
pretación del  evangelio  social  y de  la  enseñanza  social,  como 
también  diferentes  culturas  y estructuras  eclesiales.  Finalmente, 
hubo  dificultades  en  el  esfuerzo  para  alentar  el  diálogo  entre 
movimientos  de  liberación,  teniendo  cada  uno  sus  propias  tra- 
diciones, argumentos  internos  y conflictos. 


2.  La  diversidad  irrumpe  con  fuerza 

Inevitablemente,  la  diversidad  y el  conflicto  estallaron  en 
TIA  también.  Como  Martín  Gárate,  otro  chileno,  comentó  en  un 
intercambio  acalorado: 

Los  teólogos  negros  sospechan  que  la  teología  latinoamericana 
es  una  teología  de  los  blancos,  de  la  misma  manera  que  los 
teólogos  latinoamericanos  sospechan  que  la  teología  negra  es 
más  estadounidense  que  negra  . 

Las  feministas  tuvieron  sospechas  en  cuanto  a las  teologías 
negras  y latinoamericanas,  y viceversa.  Por  último,  hablando  en 
nombre  del  comité  organizador,  Sergio  se  vio  obligado  a ofrecer 
disculpas  a una  coalición  de  otras  minorías  raciales  y étnicas, 
incluyendo  hispanos,  indígenas  y asiático-estadounidenses, 
quienes  protestaron  por  su  marginación  en  la  agenda  de  la 
conferencia  . Como  es  obvio,  hubo  muchos  caminos  hacia  la 


411s).  Aun  así,  los  participantes  canadienses  volvieron  a su  país  con  el  propósito 
de  constituir  una  red  similar  en  Canadá.  Esto  sería  otra  historia. 

9 " 

Opening  Address...",  op.  cit.,  pp.  266-268. 

Citado  en  "Black  Panel:  Excerpts  from  the  Discussion",  ibid.,  p.  356. 

Ver  "Statement  from  the  Coalition  of  U.S.  Nonwhite  Racial  and  National 
Minorities",  ibid.,  pp.  359s.  Al  mismo  tiempo,  estos  grupos  descubrieron  dife- 
rencias importantes  dentro  de  sus  propios  grupos  y entre  ellos.  Esto  complicó  aún 
más  sus  políticas  internas  y sus  relaciones  con  otros  grupos  oprimidos. 

No  obstante,  el  discurso  de  "clase  social"  no  ofrecía  una  alternativa  sin  ambi- 
güedades. En  los  EE.  UU.,  durante  las  purgas  anticomunistas  de  la  época 
McCarthy  (los  primeros  años  de  la  década  de  los  cincuenta),  los  discursos 


254 


Lee  Cormie 


liberación  y la  inclusión  plena  quedó  como  un  sueño  lejano.  Sin 
embargo,  en  medio  de  tanta  diversidad  y de  conflictos  caóticos, 
se  vivió  también  una  experiencia  ampliamente  compartida 
de  espíritu  de  diálogo  y solidaridad,  junto^  con  compromisos 
renovados  para  continuar  el  proyecto  de  TIA  . 

Mientras,  nuevas  voces  de  grupos  oprimidos  seguían  irrum- 
piendo en  África,  en  Asia,  al  igual  que  en  Europa  y América  del 
Norte,  junto  con  nuevos  desafíos  a la  conversión.  Aparecieron 
proyectos  para  un  diálogo  más  amplio,  por  ejemplo  con  la 
Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  y Teólogas  del  Tercer  Mundo 
(ASETT).  Esta  fue  fundada  en  Dar-es-Salaam,  Tanzania,  en  1976, 
y otra  vez  Sergio  cumplió  un  papel  fundamental  en  ese  momento. 


marxistas/socialistas  que  hablaban  de  "clase  obrera",  "lucha  de  clases"  y 
"socialismo",  habían  sido  perseguidos  y marginados  en  los  movimientos  políticos 
y la  academia.  Así  es  que  no  fue  una  sorpresa,  como  lo  señaló  Sergio,  que  "...uno 
de  nuestros  fracasos  principales  [en  el  proceso  de  la  preparación  de  la  conferencia] 
fue  la  ausencia  de  una  presentación  escrita  por  un  miembro  de  la  clase  obrera" 
( Opening  Address...",  op.  cit.,  p.  268). 

Retrospectivamente,  estuvimos  en  las  primeras  etapas  de  una  expansión  enorme 
de  la  participación  política  y en  la  emergencia  de  nuevos  discursos  de  raza,  etnia, 
género  y nación  (y  después  de  ecología  y orientación  sexual)  en  los  cuales  las 
abstracciones  "clase  dominante",  "clase  obrera"  y "sistema",  de  las  generaciones 
anteriores,  fueron  cada  vez  más  inadecuadas.  Además,  a medida  que  las  diferencias 
interiores  y entre  los  grupos  raciales  y étnicos  se  hicieron  más  evidentes,  y 
conforme  las  voces  de  las  mujeres  irrumpieron  dentro  de  cada  grupo,  el  dualismo 
simplista  "opresor"  versus  "oprimido"  se  volvió  también  problemático. 

En  los  EE.  UU.,  el  ser  "blanco"  se  transformó  asimismo  en  un  hecho  siempre 
más  complejo.  Fue  problemático  para  los  blancos  de  "clase  media",  quienes  se 
habían  beneficiado  de  muchas  maneras  del  "sistema"  y fueron  impulsados  de 
varias  formas  hacia  conversiones  radicales.  Pero  además,  y de  modo  especial, 
fue  problemático  para  los  blancos  de  la  clase  pobre  y obrera,  quienes  fueron  —y 
son—  explotados  y oprimidos  de  múltiples  maneras.  Con  todo,  con  frecuencia 
éstos  fueron  presentados  como  "privilegiados,  "ignorantes"  y "conservadores" 
incluso  por  numerosos  estudiantes,  profesores  y portavoces  blancos  de  la 
"nueva  izquierda"  provenientes  de  la  "clase  media".  Las  políticas  de  identidad  y 
solidaridad  se  complicaron  todavía  más  para  los  varones  blancos,  quienes  fueron 
presentados  como  beneficiarios  del  sexismo,  sin  distinción  de  clase,  raza  u origen 
nacional.  Estas  cuestiones  dominaron  la  política  en  los  EE.  UU.  durante  los  años 
subsecuentes  y se  volvieron  centrales  igualmente  en  TIA.  Ver  TLA  Secretariat  (ed.), 
"Is  Liberation  Theology  for  North  America?  The  Response  of  First  World  Churches 
to  Third  World  Theologies",  documento  presentado  en  un  taller  realizado  del  17  al 
19  de  junio  de  1978  en  Nueva  York,  en:  Theology  in  the  Americas  (Nueva  York),  1978. 

Ver  Comel  West,  Caridad  Guidote  y Margaret  Coakley  (eds.),  Theology  in  the 
Americas:  Detroit  II  Conference  Papers.  Nueva  York,  Maryknoll/Orbis  Books,  1982;  y 
Donna  Buell,  "A  Study  of  Theology  in  the  Americas,  1980-1985:  Detroit  II  and  the 
Inter-Ethnic/Indigenous  Dialogues",  tesis  inédita,  Union  Theological  Seminary, 
Nueva  York,  1985. 


255 


I Conferencia  Teología  en  las  Américas 


Nuevas  voces  y momentos  sociales  siguieron  irrumpiendo, 
junto  con  nuevas  perspectivas  teológicas.  Surgieron  teologías 
de  la  tierra,  teologías  gais,  teologías  de  los  limitados  físicos  y 
teologías  de  la  paz.  Pero,  igualmente,  la  oposición  se  intensificó. 
El  nuevo  proyecto  de  la  globalización  neoliberal  avanzó  mucho 
en  los  años  ochenta  y noventa,  y se  constituyó  en  oposición  a 
estos  movimientos,  en  particular  a la  teología  latinoamericana 
y caribeña  de  liberación  y a las  diversas  expresiones  de  un  cris- 
tianismo norteamericano  progresista.  Durante  las  dos  décadas 
siguientes,  estos  movimientos  y las  esperanzas  que  ellos  encar- 
naron sufrieron  muchas  derrotas  . 

De  todos  modos,  al  final  del  siglo  XX,  las  dimensiones  y 
la  velocidad  de  cambio  se  intensificaron  en  todas  partes  por 
los  avances  científicos,  las  nuevas  tecnologías  y los  niveles  de 
organización  social,  es  decir  la  llamada  "globalización".  Así 
es  que  ahora  estamos  forjando  una  nueva  civilización  global  y 
transformando  —para  bien  y para  mal—  las  relaciones  humanas 
con  los  demás  seres  de  la  naturaleza. 

Inevitablemente  —con  los  ojos  de  la  fe—  fuimos  testigos  de 
múltiples  resurrecciones  de  movimientos  progresistas,  lo  mismo 
que  de  esfuerzos  renovados  para  la  promoción  del  diálogo  y 
la  solidaridad  a escala  mundial.  Esto  se  advierte  sobre  todo  en 
el  Foro  Social  Mundial,  símbolo  de  la  emergencia  del  "otro 
superpoder"  . Además,  en  la  línea  de  la  esperanza  de  que  "Otro 
mundo  es  posible",  una  nueva  iniciativa  de  diálogo  teológico 
mundial  fue  lanzada:  el  Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación. 
Allí  también  Sergio  fue  una  vez  más  una  persona  clave.  Mirando 
hacia  atrás,  queda  claro  que  el  liderazgo  de  Sergio  —y  su  estilo 
de  liderazgo—  han  sido  primordiales  en  las  historias  de  los 
movimientos  progresistas  durante  este  último  medio  siglo. 
Se  trata  de  un  liderazgo  que  demuestra  una  fe  profunda  en  el 
Espíritu  de  Pentecostés  derramado  a pesar  de  las  diferencias, 
distancias  y barreras  que  dividen  los  pueblos.  Ese  Espíritu  nos 
invita  al  arrepentimiento  y a la  conversión,  inspira  solidaridades 
más  amplias  e identidades  más  inclusivas,  apunta  a un  camino 
compartido  en  estos  tiempos  en  los  cuales  toda  la  creación  gime 
con  dolores  de  parto  de  un  nuevo  nacimiento  (Rm  8,  22). 


En  este  contexto,  a finales  del  decenio  de  los  ochenta,  al  igual  que  muchas 
organizaciones  progresistas,  TIA  cerró  sus  puertas. 

David  Cortright,  "Civil  Society:  The  'Other'  Superpower",  en:  Disarmament 
Diplomacy,  marzo-abril  2004,  http://www.acronym.org.uk/dd/dd76/76dc.htm 
(acceso  01.07.2009). 


256 


Virgilio  Elizondo 


Teología  de  la  liberación 
y los  hispanos 
de  los  Estados  Unidos 
Una  teología  del  mestizaje 
y cruces  fronterizos 

Virgilio  Elizondo* 


1.  Introducción 

En  los  EE.  UU.,  la  década  de  los  sesenta  fue  una  época  de 
gran  agitación  debido  a las  expectativas  a lo  largo  de  todo  el 
país:  los  movimientos  de  los  derechos  civiles  desafiando  el 
orden  racista  profundamente  arraigado  en  el  país,  los  indígenas 
estadounidenses  pidiendo  reconocimiento  respetuoso  y los 
mexicanos  estadounidenses  enfrentando  las  estructuras  que 
han  privado  a nuestra  gente  de  oportunidades,  mientras  las  mu- 
jeres empezaban  a demandar  igualdad  dentro  de  una  sociedad 
machista.  Desde  diferentes  puntos  de  partida,  todos  los  grupos 
históricamente  oprimidos  y excluidos  luchaban  por  el  pleno 
reconocimiento  de  nuestra  humanidad  básica  e igualdad.  La 
segregación,  explotación  y exclusión  estaban  arraigadas  en  pro- 


Sacerdote  católico  de  origen  mexicano  estadounidense.  Párroco  en  San  Antonio, 
Texas,  y profesor  de  la  Universidad  de  Nótre-Dame,  Indiana.  Es  uno  de  los 
principales  teólogos  de  la  teología  de  la  liberación  y la  teología  hispana.  Su  libro, 
Diario  de  Galilea:  la  promesa  méxico-americana,  examina  las  similitudes  entre  Jesús  de 
Galilea  y la  experiencia  mestiza. 


257 


Teología  de  la  liberación  y los  hispanos 

fundidad,  tanto  dentro  de  la  sociedad  como  en  las  iglesias. 
Como  pequeños  volcanes  irrumpiendo  de  manera  simultánea 
en  distintas  partes  del  país,  comenzaron  a surgir  diversos  movi- 
mientos por  el  pleno  reconocimiento,  la  igualdad  y aceptación. 
Estos  movimientos  fueron  un  desafío  para  la  sociedad  y nuestras 
propias  confesiones  religiosas  que,  de  muchas  formas,  habían 
sancionado  y legitimado  las  diferentes  estructuras  de  opresión  y 
exclusión. 

Con  un  sacerdote  estadounidense-mexicano  ordenado  en 
1960  en  San  Antonio,  Texas,  algunas  cuestiones  de  justicia  social 
fueron  irrumpiendo  con  mucha  fuerza  entre  nuestro  pueblo, 
especialmente  en  relación  con  preguntas  acerca  de  la  identidad 
y pertenencia  étnica  y racial.  Como  mexicanos,  habíamos  nacido 
de  los  españoles  con  la  conquista  de  México,  y como  mexicanos 
estadounidenses  nacimos  de  la  conquista  del  norte  de  México 
por  parte  de  los  EE.  UU.  —esto  ha  producido  nuestro  segundo 
mestizaje—.  El  suroeste  de  los  EE.  UU.  fue  la  gran  "frontera" 
entre  los  mundos  de  católicos  mestizos  latinoamericanos  y 
blancos  protestantes  de  Norteamérica,  entre  México  y los  EE. 
UU.,  y las  personas  estadounidense-mexicanas  vivían  en  este 
gran  "intermedio".  Nos  dimos  cuenta  de  que  nuestro  rincón  en 
los  EE.  UU.  había  sido  el  hogar  de  grandes  poblaciones  nativas,  de 
Nueva  España  y México,  y empezamos  a ver  la  ironía  del  hecho 
de  que  nuestro  pueblo  era  considerado  demasiado  mexicano  por 
los  grupos  más  representativos  de  la  sociedad  de  los  EE.  UU.,  y 
"gringo"  por  nuestra  familia  y amigos  en  México. 

Celebramos  todas  nuestras  fiestas  católicas  y cívicas  y man- 
tuvimos gran  lealtad  al  santuario  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe 
en  México,  aun  cuando  a menudo  éramos  ridiculizados  por  nues- 
tras peregrinaciones  a él.  Más  allá  de  que  nos  guste  o no,  consciente 
o inconscientemente,  a través  de  tensiones,  conflictos,  trabajo  y 
amistades,  sentimos  que  formábamos  parte  de  los  grupos  más 
representativos  de  la  cultura  de  los  EE.  UU.,  sin  perder  nuestra 
alma  mexicana.  Algunos  sacerdotes  y religiosos  de  los  EE.  UU. 
nos  decían  que  nuestras  prácticas  religiosas  eran  demasiado 
paganas  y supersticiosas,  mientras  los  de  México  nos  decían  que 
estábamos  perdiendo  el  catolicismo  verdadero  y siendo  cada  vez 
más  protestantes.  La  Iglesia  Católica  de  los  EE.  UU.  de  la  década 
de  los  cincuenta  y primeros  años  de  los  sesenta,  equilibrando  los 
restos  de  la  contrarreforma  con  el  deseo  de  aceptación  en  una 
cultura  predominantemente  protestante,  ofrecía  expresiones  reli- 
giosas que  parecían  extrañas  a nuestra  sensibilidad.  Es  cierto. 


258 


Virgilio  Elizondo 


compartimos  el  mismo  credo  y los  mismos  sacramentos,  pero 
nuestras  expresiones  cotidianas  de  lo  que  significa  ser  un  buen 
católico  eran  notablemente  diferentes. 


2.  Memoria  histórica  y mestizaje 

El  movimiento  de  los  derechos  civiles  despertó  expectativas 
con  respecto  a la  igualdad  racial  y étnica;  a un  tiempo,  el  Concilio 
Vaticano  II  suscitaba  esperanzas  de  un  sentido  más  auténtico 
de  la  unidad  cristiana,  destacando  no  la  uniformidad  sino  la 
unidad  en  la  diversidad.  Los  líderes  de  la  Iglesia  proclamaron  el 
derecho  de  los  pueblos  a mantener  su  propia  cultura  y tradiciones 
espirituales,  tal  como  ellos  concebían  la  comunión  de  los  fieles. 
Los  documentos  de  la  Iglesia  aconsejaron  que  esa  diferencia 
cultural  debía  considerarse  un  enriquecimiento  de  la  catolicidad, 
no  una  amenaza  a la  unidad. 

Muy  pronto  quedó  claro  que  sería  necesaria  una  seria 
reflexión  teológica,  basada  en  nuestra  memoria  histórica  y la 
realidad  existencial  del  mestizaje,  así  como  asumir  el  lugar  que 
nos  correspondía  en  la  sociedad  y la  Iglesia.  Esto  se  hizo  evidente 
para  mí  mientras  asistía  a la  conferencia  de  Medellín  en  1968  . La 
Iglesia  en  América  Latina  y el  Caribe  ardía  en  el  afán  de  interpretar 
y aplicar  el  Concilio  Vaticano  II  al  contexto  latinoamericano  y 
caribeño.  El  Papa,  obispos,  teólogos,  sacerdotes,  religiosos  y laicos 
llegaron  a profundizar  juntos  el  significado  y los  desafíos  de  la 
fe  en  el  continente.  La  reflexión  teológica  fue  crítica,  dinámica  y 
creativa  en  la  respuesta  a la  interrogante:  ¿qué  significa  ser  Iglesia 
en  el  contexto  de  América  Latina  y el  Caribe,  con  su  larga  historia 
de  conquista,  colonización,  explotación,  machismo  y racismo,  y 
del  incremento  de  la  plaga  de  la  pobreza  y la  miseria?  Surgieron 
grandes  ideas,  pero  de  lejos  la  más  provocativa  y esclarecedora  fue 
la  opción  preferencial  por  los  pobres/excluidos  y el  percatarse  de 


Las  conferencias  generales  del  Episcopado  de  América  Latina  son  fascinantes 
reuniones  del  Papa,  miembros  de  la  curia  romana,  obispos,  clérigos,  religiosos, 
laicos  y expertos  de  diversos  campos  de  la  teología,  catequesis,  economía, 
sociología,  etcétera,  para  orar,  discutir  críticamente  y elaborar  en  conjunto  un  plan 
pastoral  y teológico  para  América  Latina.  Las  últimas  conferencias  han  incluido  a 
los  obispos  del  Caribe.  La  primera  se  celebró  en  Río  de  Janeiro  (1955);  la  segunda 
en  Medellín,  Colombia  (1968);  la  tercera  en  Puebla,  México  (1979);  la  cuarta  en 
Santo  Domingo  (1992);  y la  última  fue  en  Aparecida,  Brasil,  en  2007.  Son  un  buen 
ejemplo  de  una  Iglesia  regional  colaborando  en  el  quehacer  teológico. 


259 


Teología  de  la  liberación  y los  hispanos 

que  el  pecado  está  incrustado  en  las  estructuras  sociales  injustas 
de  la  violencia  institucionalizada. 

Posteriormente,  el  papa  Juan  Pablo  II  se  refirió  a esto  como 
pecado  estructural  o social.  Pecado  estructural  que  distorsiona  y 
pervierte  las  prioridades,  los  valores,  las  percepciones,  los  enten- 
dimientos, e incluso  la  conceptualización  de  Dios,  de  aquellos  que 
nacieron  y crecieron  en  entornos  sociales  bajo  su  influencia,  que 
hace  que  hagan  cosas  malas  mientras  piensan  que  están  haciendo 
lo  que  es  bueno  y noble.  Un  pensamiento  tan  distorsionado  ha 
justificado  colectiva  e individualmente  los  crímenes  de  conquista, 
exterminio,  segregación  y esclavitud  a lo  largo  de  la  historia  y, 
lamentablemente,  sigue  haciéndolo  hasta  hoy. 

Medellín  era  fascinante,  sin  embargo  los  mexicanos  esta- 
dounidenses no  estábamos  en  América  Latina  y el  Caribe  sino  en 
los  EE.  UU.,  enfrentando  cuestiones  de  pobreza  y también  pro- 
blemas persistentes  de  segregación,  exclusión  y marginación.  No 
obstante,  como  pronto  descubrimos,  estábamos  de  igual  modo 
distanciados  de  nuestros  hermanos  y hermanas  latinoamericanos 
y caribeños  porque  éramos  de  los  EE.  UU.  Ciertamente,  fuimos 
inspirados  de  manera  profunda  y aprendimos  mucho  de  nues- 
tros hermanos  de  América  Latina  y el  Caribe  y continuamos 
haciéndolo,  pero  tuvimos  que  recoger  su  espíritu  y profundizar  el 
significado  de  fe  de  nuestra  propia  realidad  dentro  de  los  EE.  UU. 
Nuestros  amigos  latinoamericanos  y caribeños  nos  desafiaron: 

Ustedes  están  viviendo  una  situación  completamente  nueva, 
ustedes  deben  hacer  la  reflexión  teológica  y catequética  que  la 
Iglesia  necesita  en  su  región,  nosotros  no  podemos  hacerlo  por 
ustedes. 

Al  final  de  la  década  de  los  sesenta,  algunos  mexicanos  esta- 
dounidenses sacerdotes  y religiosos,  hombres  y mujeres,  ins- 
pirados en  los  movimientos  de  los  derechos  civiles,  las  directivas 
del  Vaticano  II  y el  espíritu  de  Medellín,  formaron  un  grupo 
para  profundizar  en  nuestra  identidad  cultural  y religiosa  y 
fundaron  el  Centro  Cultural  Mexicano  Americano  en  San  An- 
tonio, como  un  centro  de  reflexión  teológica.  En  ese  tiempo, 
nuestras  tradiciones  religiosas  fueron  consideradas  por  muchos 
como  atrasadas  e incluso  paganas,  si  bien  para  nosotros  fueron 
el  lenguaje  privilegiado  y el  espacio  donde  realmente  pudimos 
ser  nosotros  mismos.  Así  fue  el  comienzo  de  nuestra  búsqueda 
teológica.  Nuestras  cuestiones  teológicas  giraban  alrededor  de 
nuestra  memoria  histórica,  el  mestizaje  y las  expresiones  de  fe 


260 


Virgilio  Elizondo 


de  nuestro  pueblo,  sobre  todo  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe. 
Las  expresiones  de  fe  de  un  pueblo  excluido  y marginado  eran 
el  único  espacio  donde  podíamos  sentimos  como  en  casa,  entre 
los  nuestros,  eran  nuestro  idioma  y expresiones  de  la  última 
resistencia  a la  destrucción  de  nuestra  alma  colectiva. 

Pronto  descubrimos  que  nuestro  mejor  socio  para  el  diálogo 
en  nuestros  esfuerzos  para  discernir  la  situación  teológica  de 
nuestra  situación  cultural-histórica  sería  el  Jesús  del  Evangelio, 
llamado  Jesús  de  Galilea,  quien  provenía  de  la  región  fronteriza 
de  Galilea,  constantemente  cruzando  las  fronteras,  y quien  vivió 
y proclamó  el  Reino  de  Dios  donde  ninguna  frontera  sería  un 
obstáculo  para  su  pertenencia.  Su  forma  festiva  e integradora  de 
todo  el  mundo,  en  particular  de  los  excluidos  por  la  sociedad, 
se  convirtió  en  algo  especialmente  significativo  para  nosotros, 
como  lo  ha  sido  dentro  del  contexto  de  nuestras  fiestas  religiosas 
y sociales  en  las  cuales  hemos  sido  más  nosotros  mismos,  con 
alegría,  acogiendo  con  beneplácito  a otros.  Es  en  Jesús  de  Galilea 
que  hemos  encontrado  el  último  significado  de  nuestra  existencia 
y los  objetivos  de  nuestra  misión  en  la  vida.  Desde  allí  ha  surgido 
nuestra  teología  del  mestizaje  y emees  fronterizos. 

Cuando  estábamos  empezando,  tuvimos  la  buena  fortuna 
de  conocer  y reunimos  con  Gustavo  Gutiérrez,  Sergio  Torres  y 
muchos  otros  creativos  teólogos  de  América  Latina  y el  Caribe  y, 
a través  de  los  esfuerzos  de  Sergio,  en  la  Asociación  Ecuménica  de 
Teólogos  del  Tercer  Mundo  entramos  en  contacto  inmediatamente 
con  otros  que  estaban  luchando  por  problemas  similares  en  otras 
partes  del  mundo.  La  teología  de  la  liberación  de  Gustavo  nos 
proporcionó  a todos  un  denominador  común:  pobreza  como  insa- 
tisfacción de  las  necesidades  más  básicas,  pobreza  como  exclusión, 
pobreza  como  despersonalización,  pobreza  como  insignificancia, 
pobreza  como  muerte  temprana. 

Desde  esos  primeros  tiempos,  los  esfuerzos  teológicos  de 
las  minorías  de  los  EE.  UU.  se  han  multiplicado.  Nuestros  teólo- 
gos y teólogas  latinoamericanos  y caribeños  siguen  haciendo 
contribuciones  significativas  en  los  distintos  ámbitos  de  teología. 
Biblia,  liturgia  histórica  de  la  Iglesia  y catcquesis.  La  Academia  de 
Católicos  Hispanos  Teólogos  de  los  EE.  UU.  (ACHTUS,  por  sus 
siglas  en  inglés),  iniciada  en  el  decenio  de  los  ochenta,  es  ahora 
floreciente  y publica  una  prestigiosa  revista  de  teología.  Además, 
importantes  y creativos  libros  y artículos  de  teólogos  y teólogas 
latinos  son  publicados  regularmente. 

Traducción  del  inglés:  Sylvia  Alsina 


261 


f5'v! 


Ana  Varela 


Sínodo  de  América,  Roma  1997. 
El  significado  de  la  presencia 

de  Amerindia 

Ana  Varela * 


1.  Un  trabajo  de  equipo 

A fines  de  1997,  en  el  Vaticano  se  realizó  el  Sínodo  de  América 
y en  las  calles  de  Roma,  además  de  los  innumerables  turistas, 
circulaban  algunas  personas  que  estaban  vinculadas  al  quehacer 
de  la  asamblea.  Entre  estas  personas  se  hallaba  un  pequeño 
grupo  que  había  conseguido  un  apartamento  para  instalar  allí 
las  oficinas  de  Amerindia,  y que  tenía  como  propósito  apoyar  a 
quienes  participaban  en  el  sínodo  y lo  solicitaran. 

Este  pequeño  grupo  estaba  integrado  por  sacerdotes, 
religiosos/as  y laicos/as  de  América  y Europa,  quienes  teníamos 
en  común  una  profunda  fe  cristiana,  un  gran  amor  por  la  Iglesia  y 
estábamos  vinculados  entre  nosotros  por  Amerindia.  Muchas  de 
las  personas  que  trabajamos  en  este  grupo  ya  habíamos  prestado 
asesoría  a los  obispos  en  las  conferencias  episcopales  de  Puebla 
(1979)  y de  Santo  Domingo  (1992). 


Uruguaya.  Notaría,  docente  de  la  Facultad  de  Derecho  y Ciencias  Sociales  de  la 
Universidad  de  la  República.  Secretaria  ejecutiva  del  Departamento  de  Laicos  de 
la  Conferencia  Episcopal  Uruguaya  y secretaria  latinoamericana  del  Movimiento 
Internacional  de  Intelectuales  Católicos  (MlIC-Pax  Romana).  Es,  desde  2002, 
directora  del  Servicio  Ecuménico  para  la  Dignidad  Humana. 


263 


Sínodo  de  América,  Roma  1 997 


La  labor  no  era  sencilla,  se  trabajaba  a contrahorario  de  la 
realización  de  la  asamblea  y se  hacían  reuniones  grupales  o 
individuales  con  las  personas  participantes  del  sínodo,  antes  o 
después  de  terminar  su  trabajo  en  el  Vaticano.  Fundamentalmente 
se  preparaba  el  material  que  nos  solicitaban,  lo  que  realizaban 
las  personas  que  estaban  en  Roma,  o bien  otras  personas  de 
América  vinculadas  a la  organización  que  se  encontraban  en  sus 
respectivos  países.  Ese  material  era  entregado  a los  participantes 
de  la  asamblea,  antes  de  su  entrada  a las  reuniones.  Todo  ese 
trabajo  implicaba  una  organización  eficiente  entre  quienes  se 
hallaban  en  Roma,  tanto  en  la  asamblea  sinodal  como  fuera  de  ella, 
y quienes  estaban  en  América.  Se  sabía,  además,  que  el  fruto  del 
trabajo  no  se  vería  de  inmediato,  sino  al  conocerse  el  documento 
que  elaboraría  el  Papa.  Corresponde  destacar  que  ese  trabajo 
que  se  realizó  no  hubiera  sido  posible  sin  el  apoyo  brindado  por 
personas  católicas  que  viven  en  Roma,  ya  sea  por  su  pertenencia  a 
congregaciones  religiosas,  parroquias  o movimientos,  quienes  nos 
brindaron  generosamente  su  apoyo,  tanto  intelectual  y pastoral, 
como  cubriendo  detalles  prácticos  y de  acogida. 

Algunos  obispos  habían  llegado  muy  preocupados  a la 
asamblea.  Con  el  paso  de  los  días,  y debido  a que  fueron  sintiendo 
que  podían  plantear  las  dificultades  y los  problemas  que  vivían 
en  el  desarrollo  cotidiano  de  su  tarea  evangelizados  y misionera, 
su  espíritu  fue  cambiando. 

Dado  que  la  metodología  de  trabajo  seguida  en  el  sínodo  no 
facilitaba  el  diálogo  entre  los  obispos.  Amerindia  fue  generando, 
fuera  de  la  asamblea,  espacios  de  diálogo  y conocimiento  personal 
entre  los  participantes  en  razón  de  sus  intereses  particulares 
y preocupaciones,  de  los  desafíos  eclesiales  y sociales  de  sus 
realidades  pastorales,  y en  respuesta  a los  diferentes  contextos  de 
los  que  cada  uno  de  ellos  provenía. 

Se  podría  decir  que  a partir  del  trabajo  en  el  sínodo,  y fuera 
de  él,  surgieron  desafíos  nuevos  para  la  práctica  social  y pastoral, 
los  cuales  aún  hoy  nos  interpelan  y que  han  dado  sus  frutos  en 
instancias  posteriores  y en  la  práctica  cotidiana. 


2.  El  desarrollo  de  la  asamblea 

Fue  entre  el  16  de  noviembre  y el  12  de  diciembre  de  1997  que 
se  llevó  a cabo  en  el  Vaticano  la  Asamblea  Especial  del  Sínodo 
de  Obispos  para  América,  mismo  que  convocó  a cardenales  y 


264 


Ana  Varela 


obispos,  junto  con  algunos  invitados  sacerdotes,  religiosos/as  y 
laicos/as.  Por  primera  vez,  se  integraron  delegados  de  los  EE.  UU. 
y Canadá  con  quienes  provenían  de  América  Latina  y el  Caribe. 

Juan  Pablo  II  definió  el  tema  de  la  asamblea  como:  "Encuentro 
con  Jesucristo  vivo,  camino  para  la  conversión,  la  comunión  y la 
solidaridad  en  América". 

Los  objetivos  generales  propuestos  fueron:  "...incrementar  la 
cooperación  entre  las  diversas  Iglesias  particulares",  para  afrontar 
juntas  "...la  problemática  de  la  nueva  evangelización  en  las  dos 
partes  del  mismo  Continente,  tan  diversas  entre  sí  por  su  origen 
y su  historia,  y sobre  la  cuestión  de  la  justicia  y de  las  relaciones 
económicas  internacionales,  considerando  la  enorme  desigualdad 
entre  el  Norte  y el  Sur"  (EA,  No.  2). 

El  mecanismo  de  desarrollo  de  la  asamblea  fue  muy 
complejo.  El  llamado  Instrumentum  laboris,  de  una  manera  muy 
simplificada,  sirvió  de  esquema  general  para  la  presentación 
de  las  intervenciones  y propuestas.  La  dinámica  de  las  sesiones 
requería  que  en  los  plenarios  los  participantes,  al  momento 
de  pedir  la  palabra,  debían  entregar  por  escrito  la  exposición  a 
realizar  y luego  hacer  la  intervención  verbalmente.  Posteriormente 
hubo  una  síntesis  general  como  propuesta  que  recogía  las 
proposiciones,  llamadas  "modos",  a ser  votados  por  todas  las 
personas  participantes  habilitadas  para  ello,  que  eran  sólo  los 
cardenales  y obispos.  El  texto  finalmente  aprobado,  con  sus  76 
proposiciones,  se  entregó  a la  Secretaría  General  del  Sínodo  para 
que,  con  la  comisión  postsinodal,  preparara  un  borrador  para 
ser  entregado  al  Papa.  Fue  entonces,  a partir  de  ese  documento, 
que  surgió  la  Exhortación  apostólica  postsinodal  Ecclesia  in 
America  (EA)  del  Santo  Padre  Juan  Pablo  II,  a los  obispos,  a los 
presbíteros  y diáconos,  a los  consagrados  y consagradas  y a todos 
los  fieles  laicos,  sobre  el  encuentro  con  Jesucristo  Vivo,  camino 
para  la  conversión,  la  comunión  y la  solidaridad  en  América, 
dada  a conocer  en  México  el  22  de  enero  de  1999  y que  contiene 
76  párrafos. 

Del  contenido  de  esa  exhortación  apostólica  surgen  los  ele- 
mentos fundamentales  que  se  habían  planteado  en  la  convocatoria, 
y que  fueron  discernidos  por  los  participantes  del  sínodo:  el 
encuentro  con  Jesús  en  la  diversa  realidad  de  las  Américas; 
la  conversión,  fruto  del  encuentro  con  Dios;  la  comunión  y la 
solidaridad  en  la  misión  con  los  pueblos  diferentes  y con  los  más 
pobres. 


265 


Sínodo  de  América,  Roma  1997 


3.  Contenidos  del  documento  papal 

Analizando  someramente  el  documento,  vemos  que  en  el 
capítulo  I se  ponen  de  relieve  los  tres  lugares  de  encuentro  del 
creyente  con  Jesucristo  vivo:  las  Sagradas  Escrituras,  la  eucaristía 
y los  pobres,  y se  hace  el  Ver  de  la  realidad  desde  la  fe. 

Afirma  el  Papa  que  "...seremos  juzgados  sobre  el  amor  a los 
necesitados,  en  quienes  misteriosamente  está  presente  el  Señor 
Jesús",  e insiste  en  que  no  se  debe  descuidar  ese  tercer  lugar  de 
encuentro  con  Cristo:  "Las  personas,  especialmente  los  pobres, 
con  los  que  Cristo  se  identifica"  (EA,  No.  12). 

En  el  capítulo  II,  el  Papa  plantea  el  tema  del  encuentro 
con  Jesucristo  en  el  hoy  de  las  Américas  y urge  al  compromiso 
ecuménico. 

Reconoce  la  identidad  cristiana,  no  católica,  del  continente 
con  sus  santos  del  pasado  y sus  mártires  actuales,  aunque 
lamentablemente  se  omite  en  la  cita  a monseñor  Oscar  Romero, 
los  jesuitas  de  El  Salvador  y a muchos/as  mártires;  no  se  tuvo 
en  cuenta  una  proposición  que  se  refería  al  martirio  sufrido  por 
las  comunidades  de  América,  aprobada  por  la  asamblea  con  una 
amplia  mayoría,  excepto  por  aproximadamente  diez  participantes. 

La  exhortación  valora  la  presencia  de  la  Iglesia  en  la  acción 
social,  principalmente  como  servicio  a los  pobres.  Destaca  que 
para  ser  evangélica  y evangelizadora  ha  de  ser  fiel  reflejo  de  la 
actitud  de  Jesús,  renovando  así  la  opción  preferendal  por  los 
pobres  (EA,  No.  18). 

Hace  referencia  especial  a que  "...los  derechos  fundamentales 
de  la  persona  humana  están  inscritos  en  su  misma  naturaleza,  son 
queridos  por  Dios  y,  por  tanto,  exigen  su  observancia  y aceptación 
universal"  (EA,  No.  19). 

El  Papa  también  llama  la  atención  sobre  los  efectos  negativos 
de  la  globalización  cuando  ella  se  rige  por  las  meras  leyes  del 
mercado,  aplicadas  según  las  conveniencias  de  los  poderosos  y en 
perjuicio  de  los  más  débiles  (EA,  No.  20). 

En  el  capítulo  III  expone  la  necesidad  de  la  conversión  e insiste 
en  su  dimensión  social,  llamando  a superar  la  división  entre  fe  y 
vida  (EA,  Nos.  26-27)  y a dar  testimonio  en  el  correr  de  toda  la 
vida  (EA,  No.  28). 

Afirma  el  Papa  muy  claramente  que 

...la  espiritualidad  no  se  contrapone  a la  dimensión  sodal  del 

compromiso  cristiano.  Al  contrario,  el  creyente,  a través  de  un 


266 


Ana  Varela 


camino  de  oración,  se  hace  más  consciente  de  las  exigencias  del 
Evangelio  y de  sus  obligaciones  con  los  hermanos,  alcanzando 
la  fuerza  de  la  gracia  indispensable  para  perseverar  en  el  bien 
(EA,  No.  29). 

El  capítulo  IV  plantea  la  necesidad  de  seguir  un  camino  hacia 
la  comunión,  y hace  referencia  a la  exigencia  de  conversión  para 
cada  estamento:  obispos,  presbíteros,  diáconos  permanentes, 
consagrados,  laicos,  mujer,  familia,  jóvenes  y niños. 

La  exhortación  postsinodal  no  tomó  en  cuenta  una  proposición 
de  la  asamblea  sobre  las  comunidades  eclesiales  de  base,  la  cual 
tuvo  una  mayoría  muy  significativa  —apenas  21  participantes 
aproximadamente  no  la  apoyaron—  y recogía  en  lo  fundamental 
el  numeral  51  de  la  encíclica  Redemptoris  missio. 

En  el  capítulo  V se  indica  la  necesidad  de  un  camino  para  la 
solidaridad.  Se  afirma  que  ella  se  expresa  en  el  amor  cristiano  que 
busca  especialmente  el  bien  de  los  más  necesitados,  y se  insta  a 
promover  una  globalización  de  la  cultura  de  la  solidaridad  que 
incentive  oportunas  iniciativas  de  ayuda  a los  pobres,  marginados 
y refugiados,  los  cuales  se  ven  forzados  a dejar  sus  pueblos  y 
tierras  para  huir  de  la  violencia  (EA,  No.  52). 

Enumera  los  que  llama  "...los  pecados  sociales  que  claman 
al  cielo..."  y que  son  "...el  comercio  de  drogas,  el  lavado  de  las 
ganancias  ilícitas,  la  corrupción  en  cualquier  ambiente,  el  terror 
de  la  violencia,  el  armamentismo,  la  discriminación  racial,  las 
desigualdades  entre  los  grupos  sociales,  la  irrazonable  destrucción 
de  la  naturaleza".  Denuncia  el  neoliberalismo,  y para  responderle 
propone  la  promoción  de  la  solidaridad  y la  paz,  para  hacer 
efectivamente  realidad  la  justicia  (EA,  No.  56). 

Reitera  que  el  fundamento  sobre  el  que  se  basan  todos 
los  derechos  humanos  es  la  dignidad  de  la  persona,  subraya  la 
centralidad  de  la  persona  humana  en  el  orden  natural,  el  social  y 
el  religioso,  incluso  respecto  a la  Ley,  y ratifica  que  esta  dignidad 
es  común  a todos  los  seres  humanos  sin  excepción,  ya  que  todos 
han  sido  creados  a imagen  de  Dios  (EA,  No.  57). 

Recuerda  que  la  Iglesia  debe  encamar  en  sus  iniciativas 
pastorales  la  solidaridad  de  la  Iglesia  universal  hacia  los  pobres 
y marginados,  incluyendo  tanto  la  asistencia,  la  promoción,  la 
liberación,  la  aceptación  fraterna,  como  el  atender  el  clamor  de  los 
más  necesitados  (EA,  No.  58). 

Se  refiere  a la  deuda  externa  que  asfixia  a muchos  pueblos 
del  continente  y reclama  que  los  cristianos  deberán  hacerse  voz 


267 


Sínodo  de  América,  Roma  1997 


de  todos  los  pobres  del  mundo,  proponiendo  el  Jubileo  como  un 
tiempo  oportuno  para  pensar,  entre  otras  cosas,  en  una  notable 
reducción  o en  una  condonación  total  de  la  deuda  (EA,  No.  59). 

Reitera  que  todos  los  seres  humanos  son  creados  por  Dios  a 
su  imagen  y semejanza,  y que  por  consiguiente  no  puede  haber 
discriminación  en  razón  de  su  etnia  o el  color  de  la  piel  (EA,  No. 
64). 

Resalta  los  esfuerzos  de  la  Iglesia  por  atender  pastoralmente  a 
los  inmigrantes,  al  igual  que  la  necesidad  de  que  sea  abogada  del 
derecho  que  cada  persona  tiene  de  moverse  libremente  dentro  de 
su  nación  y de  una  nación  a otra  (EA,  No.  65). 

Los  párrafos  64  y 65,  como  tantos  otros  referidos  a los  pueblos 
indígenas  y a los  americanos  de  origen  africano,  recogen  el  fruto  de 
la  práctica  pastoral  de  muchos  pastores  que  supieron  trasmitirla 
de  viva  voz  en  la  asamblea  sinodal. 

En  el  capítulo  VI  se  formula  la  misión  de  la  Iglesia  en  América 
hoy,  es  decir,  la  Nueva  Evangelización. 

Reitera  que  . .los  fieles  laicos,  precisamente  por  ser  miembros 
de  la  Iglesia,  tienen  la  vocación  y misión  de  ser  anunciadores 
del  Evangelio",  han  sido  "...hechos  partícipes,  a su  modo,  de  la 
función  sacerdotal,  profética  y real  de  Cristo",  por  lo  que  están 
plenamente  implicados  en  esta  tarea  de  la  Iglesia,  y por  ello  deben 
sentirse  llamados  y enviados  a proclamar  la  Buena  Nueva  del 
Reino  (EA,  No.  66). 

Reclama  como  esencial,  para  la  eficacia  de  la  Nueva  Evan- 
gelización, un  profundo  conocimiento  de  la  cultura  actual,  en  la 
que  los  medios  de  comunicación  social  tienen  gran  influencia.  Por 
lo  cual,  con  el  uso  correcto  y competente  de  éstos,  se  puede  llevar 
a cabo  una  verdadera  inculturación  del  Evangelio  (EA,  No.  72). 

Los  temas  de  la  cultura  y la  inculturación,  que  fueran  tra- 
tados en  Puebla  y Santo  Domingo,  se  plantean  en  la  exhor- 
tación apostólica  como  motivo  para  rescatar  las  raíces  de  la 
evangelización  y como  factor  de  comunión  y solidaridad  entre  los 
pueblos  de  América.  Estos  dos  temas  son  retomados  en  diferentes 
párrafos  del  documento  (EA,  Nos.  2,  5, 11, 16,  27, 40, 51, 55-56,  58, 
64,  70-72). 

La  exhortación  apostólica  establece  prácticas  comunes  pa- 
ra la  Iglesia  Católica  panamericana  y de  ella  surge  que  se  man- 
tuvieron, en  líneas  generales,  las  propuestas  recogidas  por  el 
Concilio  Vaticano  II  y las  conferencias  de  Medellín,  Puebla  y 
Santo  Domingo. 


268 


Roberto  Oliveros  Maqueo 


Sínodo  de  América,  Roma  1997. 
El  desafío  del  sínodo  como 
alternativa  a una  conferencia 
general  del  CELAM 

Roberto  Oliveros  Maqueo* 


Dos  rasgos,  entre  otros,  que  han  caracterizado  a "los  patriar- 
cas" de  la  Iglesia  de  los  pobres  y la  teología  de  la  liberación  en 
América  Latina  y el  Caribe  es  su  amor  incondicional  a la  Iglesia 
de  Jesucristo  y su  "esperar  contra  toda  esperanza". 

Las  circunstancias  socio-eclesiales  de  la  década  de  los  noventa 
fueron  particularmente  agresivas  contra  la  fidelidad  y esperanza, 
para  los  que  luchaban  y trabajaban  por  una  sociedad  donde  se 
viviera  en  justicia  y fraternidad,  y de  una  Iglesia  comprometida 
con  ello.  En  aquella  euforia  del  auge  y la  hegemonía  neoliberales, 
aun  se  llegó  a afirmar  que  ya  estábamos  en  el  mejor  de  los 
mundos  posibles,  o sea,  "en  el  fin  de  la  historia".  Por  ello,  a mitad 
de  aquella  década,  buena  parte  de  los  esfuerzos  de  los  teólogos 
latinoamericanos  y caribeños  se  encaminaron  a reforzar  la  es- 
peranza, como  lo  muestra  aquel  estupendo  artículo  de  Pablo 


Mexicano,  sacerdote  jesuíta,  doctor  en  Teología.  Ha  ayudado  en  el  equipo 
nacional  de  las  Comunidades  Eclesiales  de  Base  (1977-1987),  y en  el  equipo  de  la 
CLAR  (1979-1993).  Pertenece  a Amerindia  desde  su  fundación.  Desde  el  año  2001 
es  el  coordinador  de  parroquias  jesuíticas  en  América  Latina  y el  Caribe. 


269 


Sínodo  de  América,  Roma  1997 


Richard:  "Las  raíces  históricas  de  la  esperanza".  Así  pues,  por  esta 
coyuntura  y la  naturaleza  misma  de  aquellos  sínodos  (realizados 
en  Roma,  que  no  publican  documentos,  etcétera)  se  explica,  en 
gran  medida,  que  el  esfuerzo  de  Sergio  Torres  para  conformar  y 
acompañar  al  pequeño  equipo  de  Amerindia  que  logró  reunir  fue 
especialmente  meritorio  y difícil. 


1.  Vayamos  también  nosotros 
a luchar  o morir  con  Él  (Jn  11, 16) 

Una  expresión  semejante  dicha  por  Tomás  apóstol,  refleja 
con  claridad  la  falta  de  alternativas  que  le  concedía  a Jesús  y 
su  proyecto.  Ir  a Jerusalén  se  veía  como  el  fin  del  camino.  La 
"subida"  a Roma  para  el  sínodo  parecía  para  algunos  críticos, 
análogamente,  que  la  Iglesia  de  los  pobres  sufriría  un  juicio 
condenatorio  y sería  crucificada.  Se  temía  justificadamente  que  el 
futuro  sería  para  los  sínodos  y no  para  las  conferencias  generales  del 
episcopado  latinoamericano  y caribeño.  Si  bien  el  Sínodo  de  América 
convocado  por  Juan  Pablo  II  se  daba  en  el  marco  preparatorio 
de  la  celebración  del  segundo  milenio  del  natalicio  de  Jesús,  el 
contexto  eclesial  inclinaba  a pensar  que  se  quería  también  cerrar  el 
"indeseable"  proceso  pastoral  y teológico  generado  e impulsado  a 
raíz  de  las  conferencias  de  Medellín  y Puebla. 

Este  modo  de  pensar  se  corroboraba  por  "medidas  y tiempos" 
que  usó  la  curia  romana  para  la  convocatoria  a participar  en  el 
sínodo.  Por  ejemplo,  para  los  episcopados  con  más  de  cien  obispos, 
elegirían  solamente  un  representante  por  cada  veinte  obispos. 
De  esa  manera  se  debilitó  la  presencia  de  obispos  de  Brasil  y 
los  EE.  UU.  (temida  en  esos  años  por  su  defensa  de  los  derechos 
de  la  mujer  en  la  Iglesia).  Es  más,  a los  obispos  elegidos  por  la 
conferencia  de  los  EE.  UU.  se  les  atrasó  la  requerida  confirmación 
por  Roma,  hasta  apenas  dos  semanas  antes  del  inicio  del  sínodo. 
Por  eso,  no  tuvieron  tiempo  para  organizarse  ni  prepararse  en 
conjunto,  lo  cual  es  característica  de  este  episcopado. 

Ahora  bien,  a pesar  del  oscuro  y poco  alentador  contexto 
que  envolvía  la  realización  del  sínodo,  brillaba  sencillamente  en 
el  interior  de  los  pastores  comprometidos  con  los  pobres  la  luz 
de  la  esperanza  que  motivaba  a luchar  "contra  toda  esperanza". 
Les  alentaban  el  ejemplo  y testimonio  que  nos  legaron  anteriores 
generaciones  de  cristianos  y cristianas  que  vivieron  duras  pruebas 
para  llevar  adelante  la  fe:  "Cuando  los  entreguen,  no  se  preocupen 


270 


Roberto  Oliveros  Maqueo 


por  lo  que  van  a decir,  pues  no  serán  ustedes  los  que  hablen,  sino 
el  Espíritu  de  su  Padre  hablará  por  ustedes"  (Mt  10, 19-20). 


2.  Fidelidad  y lucha  por  el  proyecto  pastoral 
y teológico  latinoamericano  y caribeño 
en  el  "invierno  eclesial" 

Un  ambiente  propicio  facilita  la  fidelidad  al  Señor  y su  Reino. 
Pero  en  un  entorno  hostil,  dicha  fidelidad  es  puesta  a prueba. 
Como  en  la  experiencia  reciente  de  Aparecida,  de  esa  inesperada 
mayoría  de  obispos  que  reivindica  el  dar  continuidad  creativa  y 
renovado  impulso  al  proyecto  pastoral  y teológico  emanado  de 
Medellín,  igualmente  se  vivió  esa  positiva  "sorpresa"  en  el  Sínodo 
de  América,  si  bien  en  un  entorno  mucho  más  difícil.  Solo  hago 
aquí  memoria  de  tres  hechos  significativos  que  manifiestan  esa 
lucha  fiel. 

En  primer  lugar,  el  texto  del  mensaje  del  sínodo.  El  único 
escrito  propio  emanado  de  los  obispos  participantes  en  un  sínodo 
es  el  mensaje  que  dirigen  a sus  pueblos.  Escrito  en  la  misma  Roma, 
ese  mensaje  adquirió  características  proféticas.  Ya  en  su  saludo,  se 
dirige  primeramente  al  pueblo  de  Dios  en  general  y,  enseguida, 
a las  mujeres,  los  trabajadores  y por  último  a sus  servidores,  vale 
decir,  a los  diáconos,  presbíteros  y obispos.  Por  tanto,  de  manera 
consciente  quiso  injertarse  y recuperar  la  eclesiología  del  capítulo 
II  de  la  Lumen  gentium.  Y en  el  desarrollo  del  mensaje  se  retoman 
el  análisis  y la  denuncia  (enraizados  en  Medellín)  de  la  injusticia 
social  imperante,  no  como  fruto  de  la  casualidad,  sino  como  algo 
causal  y pecaminoso.  Y en  esa  realidad  se  subraya  que  la  Iglesia 
hace  la  opción  preferencial  por  los  pobres  en  la  vida  cristiana  y 
eclesial  de  América,  así  como  la  necesidad  de  un  nuevo  orden 
social. 

Otro  hecho  de  singular  relevancia  fue  el  nombramiento  de  los 
secretarios  para  recoger,  sistematizar  y redactar  un  texto  sobre 
lo  expresado  en  el  sínodo,  el  cual  se  entrega  al  Papa  para  que  lo 
tome  de  apoyo  para  la  publicación  de  su  exhortación  apostólica 
postsinodal.  Tomando  en  cuenta  ese  trabajo,  Juan  Pablo  II,  en  enero 
de  1999,  publicó  la  exhortación  apostólica  Ecclesia  in  America.  Por 
eso,  en  los  sínodos  la  elección  más  importante  que  se  realiza  es  la 
de  los  secretarios.  En  esta  ocasión,  los  coordinadores  del  sínodo 
indicaron  que  serían  electos  doce  obispos,  que  representaran  las 
regiones  y países  de  América,  y el  Papa  elegiría  posteriormente 


271 


Sínodo  de  América,  Roma  1997 


otros  tres.  De  esos  doce,  los  participantes  del  sínodo  eligieron 
a nueve  obispos  con  clara  orientación  y trabajo  por  el  proyecto 
latinoamericano  y caribeño  surgido  en  Medellín  y dejaron  de 
lado  a miembros  de  la  jerarquía,  algunos  de  ellos  cardenales, 
reconocidamente  conservadores. 

Por  último,  quiero  destacar  que  en  la  primera  etapa  de  los 
sínodos,  que  se  dedica  a escuchar  intervenciones  (máximo  de 
ocho  minutos)  de  los  padres  sinodales  en  tomo  a asuntos  que 
consideran  de  especial  relieve  a tenerse  en  cuenta  en  el  sínodo,  el 
tema  eclesial  y pastoral  más  mencionado,  para  apoyarlo  y darle 
proyección,  con  ocho  intervenciones,  fue  el  de  las  comunidades 
eclesiales  de  base  (CEB).  Se  deseaba  superar  algunas  ambigüedades 
que  había  dejado  la  conferencia  de  Santo  Domingo.  Es  claro  que 
en  fidelidad  a lo  expresado  en  el  sínodo,  el  equipo  de  secretarios 
redactó  unos  párrafos  que  recogían  el  sentir  positivo  acerca  de 
las  CEB  y el  deseo  de  impulsarlas.  "Extrañamente",  esos  párrafos 
"desaparecieron"  del  texto  publicado  por  el  Papa.  En  Aparecida 
también  "desaparecieron"  los  párrafos  sobre  las  CEB,  de  la  se- 
gunda a la  tercera  redacción,  y únicamente  después  de  dura  lucha 
se  logró  reincorporarlos. 

En  el  Sínodo  de  América  podemos  afirmar  que  se  continuó 
la  antiquísima  tradición  del  Concilio  de  Jerusalén  (Hch  15,  1-21), 
que  nos  manifiesta  desde  entonces  que  la  actuación  del  Espíritu 
Santo  se  realiza  más  fácilmente  en  colegio,  que  de  manera  aislada 
o en  burocracias.  Estos  hechos  que  acabo  de  abordar,  por  una 
parte,  hablan  de  la  fuerte  y valiente  fidelidad  de  un  buen  grupo 
de  nuestros  pastores  en  el  sínodo  al  evangelio  y la  eclesiología 
fundante  de  la  Iglesia  de  los  pobres,  como  a su  vez,  del  poder  de 
algunos  sectores  de  la  curia  vaticana  para  imponer  sus  intereses, 
facilitado  en  esa  etapa  de  muy  recio  invierno  eclesial. 


3.  La  Iglesia  de  América, 
una  Iglesia  solidaria 

La  solidaridad  es  la  dimensión  y el  rasgo  que  caracterizó  el 
Sínodo  de  América,  y esto  se  recogió  en  la  exhortación  apostólica 
pontificia,  la  cual  no  solamente  le  dedicó  un  capítulo  entero,  sino 
que  es  en  éste  donde  encontramos  la  mayor  riqueza  teológica  y 
pastoral  (SA,  52-65).  Es  más,  en  la  transmisión  del  sínodo,  en  un 
notable  grupo  de  países,  el  aspecto  que  más  se  subrayó  fue  el  de 
la  solidaridad.  Dicha  solidaridad,  fruto  de  la  comunión  con  Dios  y 


272 


Roberto  Oliveros  Maqueo 


su  Amor,  "...se  expresa  en  el  amor  del  cristiano  que  busca  el  bien 
de  los  otros,  especialmente  de  los  más  necesitados"  (SA,  52).  Y 
poco  después  se  subraya  que  la  iglesia  en  América  debe  esforzarse 
para  que  los  organismos  internacionales  establezcan  un  orden 
económico  tal  que  en  realidad  favorezca  la  distribución  equitativa 
de  los  bienes  y la  promoción  integral  de  nuestros  pueblos. 

En  ese  capítulo  quinto  de  la  exhortación,  hallamos  elementos 
que  los  obispos  expresaron  en  sintonía  con  la  tradición  surgida 
en  Medellín,  por  su  análisis  de  la  realidad  y el  discernimiento  a la 
luz  del  evangelio,  así  como  con  su  llamada  a la  puesta  en  práctica 
de  una  evangelización  integral,  donde  se  destaque  la  urgente 
promoción  humana  que  deriva  de  nuestra  condición  de  hijos  e 
hijas  de  Dios.  Por  ello,  se  ponen  de  relieve  "...los  pecados  sociales 
que  claman  al  cielo"  (SA,  56).  Y además  de  señalar  las  llagas 
sociales  que  hieren  el  cuerpo  de  Cristo  en  nuestro  continente, 
se  convoca  a participar  en  una  efectiva  conversión  a la  vida  que 
impulse  decididamente  a "la  globalización  de  la  solidaridad"  (SA, 
55).  Y como  poco  después  se  indica,  ésta  se  vive  en  la  opción  y el 
amor  preferencial  por  los  pobres  y marginados  (SA,  58).  Y por 
eso,  "...la  Iglesia  debe  vivir  con  los  pobres  y participar  de  sus 
dolores...  y testificar  por  su  estilo  de  vida  que  sus  prioridades, 
sus  palabras  y sus  acciones,  y ella  misma,  está  en  comunión  y 
solidaridad  con  ellos"  (SA,  58). 

La  feliz  y profunda  llamada  de  la  Iglesia  en  América  a 
cooperar  y tener  como  eje  fundamental  de  su  misión  el  "globalizar 
la  solidaridad",  que  viene  a ser  su  aporte  central,  nos  sitúa  en 
lenguaje  apropiado  a nuestra  realidad  actual  y en  el  centro 
mismo  del  proyecto  salvífico  del  Señor.  Dios  es  Vida  y fuente  de 
ella,  como  expresan  los  primeros  capítulos  del  Génesis.  En  este 
horizonte  se  comprende  que  el  proyecto  todo  de  Jesús,  para  el  que 
fue  enviado,  fue  y es  el  comunicamos  la  vida  y ésta  en  plenitud 
(Jn  10,  10).  Por  ello  podemos  decir  que  su  misión  es  globalizar 
la  Vida.  Y el  generador  fundante  y sustancial  que  impulsa  toda 
esa  energía  es  el  Amor,  como  bien  comprendió  San  Pablo  (I  Cor 
13,  1-3),  y expresó  sintéticamente  San  Juan,  cuando  nos  escribió: 
"Dios  es  amor"  (I  Jn  4,  8).  Así  pues,  el  proyecto  salvífico  de  Dios  es 
globalizar  la  Vida,  esto  es,  globalizar  el  amor.  Pero  en  la  realidad 
actual  de  la  hegemonía  neoliberal,  que  predica  y promueve  una 
sociedad  injusta  y desigual,  fundada  en  el  individualismo  egoísta, 
el  antídoto  antiguo  y nuevo  es  el  anteponer  el  bien  común,  la 
justicia,  la  fraternidad:  en  una  palabra,  la  solidaridad.  Por  eso, 
bien  se  indica  que  el  nuevo  nombre  del  amor  es  la  solidaridad.  Y 


273 


Sínodo  de  América,  Roma  1997 


desde  esa  óptica,  la  misión  humana,  la  evangelización  cristiana  es 
globalizar  la  solidaridad  y esto  desde  los  pobres  y marginados. 

Desde  los  primeros  cristianos,  la  Iglesia  evangeliza  por  "atrac- 
ción" y no  por  proselitismo.  Por  ello,  esos  primeros  seguidores  de 
Cristo,  de  condición  humilde  y pobre,  se  comprendieron  como 
"testigos  del  Resucitado".  Su  testimonio  de  vida  en  fraternidad 
y solidaridad  proféticas  eran  su  principal  fuerza  misionera:  "... 
nadie  consideraba  sus  bienes  como  propios,  sino  que  todo  lo 
tenían  en  común"  (Hch  4,  32).  En  estas  últimas  décadas,  la  Iglesia 
latinoamericana  y caribeña,  en  un  significativo  grupo  de  agentes 
de  pastoral,  laicos/as,  religiosas/os,  presbíteros,  y aun  en  algunos 
de  sus  pastores  más  destacados,  como  monseñor  Oscar  Romero 
o Pedro  Casaldáliga,  se  ha  esforzado  y dado  testimonio  de 
evangelizar  en  pobreza,  en  coherencia  con  el  modo  de  comunicar 
la  Buena  Noticia  de  Jesús.  Y en  el  sínodo  se  reconoció  y quiso 
dar  continuidad,  en  su  coyuntura  histórica,  a ese  "estilo  cristiano" 
en  el  modo  de  evangelizar  en  esa  coyuntura  histórica,  cuando 
expresó  que  la  Iglesia  "debe  testificar  por  su  estilo  de  vida"  su 
solidaridad  con  los  pobres  y marginados.  En  ocasiones,  parecería 
que  esa  evangélica  llamada  se  realiza  en  tierra  de  sordos.  Sin 
embargo,  eso  no  resta  nada  a que  ése  sea  el  camino  verdadero  de 
conversión  y "atracción  profética"  para  construir  un  mundo,  una 
sociedad  y una  Iglesia  solidarios. 


4.  "Entonces  se  les  abrieron  los  ojos 
y lo  reconocieron"  (Le  24,  31) 

La  expectativa  y comunicación  pastoral  de  los  resultados  del 
sínodo  y el  documento  papal  a que  dio  origen  fueron  muy  bajas,  si 
se  las  compara  con  las  conferencias  generales  del  episcopado  y sus 
documentos.  Un  elemento  decisivo  es  que  estas  últimas  publican 
un  documento  propio,  aprobado  por  el  Papa.  En  el  caso  de  los 
sínodos,  sus  materiales  son  retrabajados  por  el  Romano  Pontífice, 
quien  publica  un  documento  al  respecto.  De  esta  manera  es  un 
documento  pontificio,  con  todo  el  valor  que  ello  implica,  pero  no 
un  documento  trabajado  por  los  obispos  "en  colegio"  y aprobado 
por  el  obispo  de  Roma.  Con  todo,  no  fue  únicamente  eso. 

Algunos  de  los  que  participamos  en  el  equipo  de  Amerindia 
coincidimos  al  regreso  con  un  buen  grupo  de  obispos  en  el  aero- 
puerto de  Roma.  Compartían  fraternalmente  con  alegría,  aunque 
viajarían  en  clase  económica.  Sus  rostros  sonrientes  contrastaban 


274 


Roberto  Oliveros  Maqueo 


con  los  rostros  adustos  y poco  amigables  de  los  cardenales  que 
también  viajaron,  aunque  en  clase  diferente.  Esta  escena  reflejó  el 
resultado  del  Sínodo  de  América.  El  segmento  conservador  de  la 
Iglesia  quedó  decepcionado  del  resultado.  Ni  la  experiencia,  ni  los 
frutos,  les  agradaron.  Esto  explica,  en  parte,  el  porqué  este  sector 
eclesial  no  promovió  con  entusiasmo,  en  la  práctica,  "globalizar  la 
solidaridad"  y asumir  un  estilo  de  vida  pobre. 

Por  otra  parte,  los  obispos  latinoamericanos  y caribeños 
cercanos  o comprometidos  con  la  evangélica  eclesiología  conciliar 
y de  Medellín,  ciertamente  apreciaron  los  puntos  fuertes  de  la 
exhortación  pontificia  La  Iglesia  en  América,  no  obstante  también 
sus  claras  deficiencias  eclesiológicas.  Sin  embargo,  esto  no  era  lo 
más  contundente  para  el  proceso  eclesial  de  Latinoamérica  y el 
Caribe.  En  verdad,  se  aprovechó  la  experiencia  sinodal.  Pero  para 
este  grupo  de  obispos,  el  cual  fue  capaz  de  congregar  a la  mayoría 
de  los  obispos  sinodales,  lo  necesario  e importante  era  volver  a 
retomar  el  camino  de  las  conferencias  generales  del  episcopado 
latinoamericano  y caribeño.  Poco  tiempo  después,  la  convocatoria 
del  papa  Juan  Pablo  II  a la  V Conferencia  (que  se  verificó  en 
Aparecida)  coronó  esa  lucha  y esfuerzos. 


275 


Parte  V 

Una  espiritualidad  que  libera 


Freí  Betto 


Conferencia  de  Sao  Paulo, 

febrero  1980. 
Espiritualidad  y mística 
en  la  militancia  política 

Frei  Betto * 


¿Qué  es  la  espiritualidad?  He  aquí  una  pregunta  que  me  hice 
toda  la  vida.  Ella  aún  inquieta  mi  corazón.  Es  como  el  nombre  de 
Dios,  tan  vulgarmente  pronunciado  por  nosotros  y,  no  obstante, 
impenetrable.  ¿Cómo  es  que  se  llama?  ¿Yahveh,  Elohim,  Adonai, 
Alá,  Señor? 

Al  conocer  a una  persona,  nuestra  primera  curiosidad  es 
preguntar  por  su  nombre.  La  segunda,  quién  es,  qué  hace.  Según 
el  Exodo  3,  1-15,  fue  Yahveh  quien  tomó  la  iniciativa  de  ir  al 
encuentro  de  Moisés,  mientras  éste  apacentaba  el  rebaño  de  Jetró, 
su  suegro.  Antes  de  identificarse  por  el  nombre,  Yahveh  prefirió 
mostrarle  el  currículo:  "Yo  soy  el  Dios  de  tus  padres,  el  Dios  de 
Abraham,  el  Dios  de  Isaac  y el  Dios  de  Jacob". 


Carlos  Alberto  Libánio  Christo,  más  conocido  como  Frei  Betto,  es  un  fraile 
dominico  brasileño,  teólogo  de  la  liberación.  Autor  de  más  de  cincuenta  libros. 
Ha  desarrollado  su  actividad  pastoral  con  las  CEB  en  los  barrios  del  cinturón 
industrial  de  Sao  Paulo.  Recibió  el  Jabuti,  el  premio  literario  más  importante  de 
Brasil,  en  dos  ocasiones  (1985  y 2005).  Es  asesor  del  Movimiento  de  Trabajadores 
Rurales  sin  Tierra.  Fue  Asesor  especial  del  presidente  Luiz  Inácio  Lula  da  Silva 
(2003-2004)  y coordinador  de  Movilización  Social  del  Programa  Hambre  Cero. 


279 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


En  una  cultura  politeísta,  no  se  trataba  de  un  dios  cualquiera. 
Era  un  Dios  que  tenía  historia,  y esta  historia  abarcaba  a los 
patriarcas  hebreos.  Solo  después  Yahveh  dice  el  nombre:  "Yo  soy 
aquel  que  es".  Puro  verbo,  acción.  Quizá  sea  esto  la  espiritualidad: 
la  esencia  de  nuestro  ser,  ser  lo  que  se  es,  para  que  no  tengamos 
que  escribir  en  la  lápida  de  nuestro  sepulcro  el  terrible  aforismo 
acuñado  por  Femando  Pessoa:  "Fui  el  que  no  soy". 

Si  una  persona  se  nos  presenta  por  teléfono,  dice  su  nombre 
y quedamos  con  la  expectativa  de  conocerle  el  rostro.  Es  lo  que 
deseaba  Moisés:  ver  la  faz  de  Dios.  Me  gusta  mucho  la  respuesta 
de  Yahveh  en  Éxodo  33, 19:  "Haré  pasar  ante  ti  toda  mi  belleza", 
pero  se  rehúsa  a mostrarle  el  rostro.  Creo  que  aquí  reside  la  clave 
de  la  espiritualidad. 

La  belleza  es  siempre  atrayente,  seductora,  objeto  de  nuestra 
incesante  contemplación.  Puedo  quedar  extasiado  delante  de 
una  mujer  bonita  y,  con  todo,  ella  ocultarme  su  "rostro",  o sea, 
solamente  sabré  quién  es  ella  de  hecho  si  me  habla,  si  se  revela, 
si  me  abre  de  par  en  par  su  mente  y su  corazón.  Y ésa  es  siempre 
una  experiencia  de  la  subjetividad.  Las  palabras  moldean  nuestra 
interioridad.  Por  eso  toda  experiencia  estética  es  subjetiva.  Por 
más  que  una  mujer  sea  coronada  Miss  Universo,  como  la  más 
bella  del  mundo,  su  belleza  no  se  compara  a la  de  la  mujer  amada. 
Conocer  la  faz  de  Dios  es  dejar  que  Aquel  "que  es"  sea  en  mí.  Abrir 
el  corazón  para  que  él  hable,  no  en  la  retórica  convencional  de  dos 
personas  que  conversan,  sino  en  el  lenguaje  sugestivo,  simbólico, 
tejido  con  pausas  de  silencio,  empleado  por  los  amantes.  Eso  es 
la  belleza. 


1.  Múltiples  espiritualidades 

La  espiritualidad  constituye  el  fundamento,  la  base,  la  moti- 
vación de  nuestra  vida  interior,  subjetiva.  Dentro  del  cristianismo 
existen  varias  familias  espirituales:  pentecostal,  carismática, 
militante...  En  el  catolicismo  tenemos  las  espiritualidades  do- 
minica, benedictina,  franciscana,  jesuíta,  de  las  hijas  de  María,  de 
los  congregados  marianos,  en  fin,  enorme  variedad  de  tradiciones 
o motivaciones  espirituales  en  las  cuales  cada  uno  busca  sus 
referencias.  Es  el  pozo  donde  cada  uno  de  nosotros  se  abastece  en 
la  vida  espiritual. 

La  espiritualidad  es  nuestro  verdadero  yo,  que  muchas  veces 
no  conseguimos  vivenciar.  Ese  yo,  en  verdad,  es  Otro  Yo,  siempre 


280 


Frei  Betto 


presto  a indicar  el  rumbo  cierto  de  nuestras  vidas.  Santo  Tomás 
de  Aquino  dice  que  cuanto  más  penetro  en  mi  interioridad  en 
busca  de  mí  mismo,  más  encuentro  a Otro  que  no  soy  yo,  pero 
es  él  quien  revela  mi  verdadero  yo.  Tal  vez  sea  ésa  una  de  las 
razones  por  las  cuales  en  ocasiones  huimos  de  la  oración,  por 
miedo  a mirar  cara  a cara  a nuestro  verdadero  yo.  Porque  cuando 
hallamos  nuestro  verdadero  yo,  sabemos  que  es  hora  de  cambiar 
el  rumbo  de  la  vida. 

No  se  penetra  la  belleza  de  Dios  impunemente.  Antes  de 
pasar  delante  de  Moisés,  Yahveh  le  previno  que  le  cubriría  los  ojos 
con  la  palma  de  la  mano  "...hasta  que  yo  haya  pasado.  Después 
apartaré  la  palma  de  la  mano  y me  verás  las  espaldas.  Mi  rostro, 
sin  embargo,  no  se  puede  ver"  (Éx  33,  22-33). 

El  profeta  Elias  se  "cubrió  el  rostro  con  el  manto"  al  salir  de  la 
gruta  al  encuentro  de  Yahveh  (1  R 19, 13).  En  el  evangelio  de  Lucas 
(9,  28-36),  Jesús  se  transfigura  por  haber  subido  "a  la  montaña 
para  orar".  La  oración  —la  intimidad  con  el  Padre—  le  modifica 
"la  apariencia".  Pedro,  Santiago  y Juan,  que  habían  subido  con  él 
al  monte  Tabor,  lo  vieron  conversando  con  Moisés  y Elias.  Pedro 
sugiere  levantar  allí  una  tienda  para  los  tres,  cuando  .descendió 
una  nube  y los  cubrió  con  su  sombra"  y la  voz  de  Dios  salió  del 
interior  de  la  nube. 

Es  curioso  cómo  cierra  Lucas  el  relato:  "Jesús  estaba  solo". 
Los  discípulos  no  vieron  a Dios,  a Moisés  ni  a Elias,  quienes 
habían  desaparecido.  No  obstante  vieron  a alguien:  Jesús.  Para 
el  evangelista,  Jesús  era  el  rostro  visible  de  Dios.  "Aquel  que  es" 
estaba  allí,  el  Verbo  hecho  carne.  Y delante  de  Jesús  no  se  trata  de 
cubrirse  el  rostro,  sino  de  cambiar  el  rumbo  de  la  vida. 

La  palabra  conversión  es  una  categoría  de  tránsito.  Yo  venía 
por  aquí  y,  ahora,  debo  tomar  aquel  otro  rumbo.  La  oración  hace 
tener  conciencia  de  eso.  Muchas  veces  dejamos  de  orar  para  evitar 
esa  conciencia  y exigencia  de  cambio  de  vida. 

¿Cuál  debe  ser  nuestra  espiritualidad?  Hay  muchas  otras 
tradiciones  religiosas:  musulmanas,  judías,  budistas,  africanas 
como  el  candomblé,  indígenas  como  el  Santo  Daime.  Cada  fiel 
encuentra  referencias  dentro  de  su  tradición.  Sin  embargo,  en  el 
universo  de  los  cristianos,  entre  tantas  espiritualidades,  lo  mejor 
es  quedarse  con  la  de  Jesús.  ¿Cuál  es  la  espiritualidad  de  Jesús?  He 
aquí  una  pregunta  que  me  ha  acompañado  toda  la  vida.  No  estoy 
seguro  de  haber  hallado  la  respuesta.  Me  atrevo,  sí,  a esbozar  una 
respuesta. 


281 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


2.  La  fe  de  Jesús 

Jesús,  al  igual  que  nosotros,  tenía  fe.  He  encontrado  amigos 
que,  por  influencia  de  una  catcquesis  errada,  se  imaginan  que 
Jesús  era  hombre  por  fuera  y Dios  por  dentro,  y que  su  conciencia 
permanecía  directamente  conectada  con  Dios  Padre.  ¡Eso  es  pura 
mitología!  Prueba  de  que  Jesús  tenía  fe  es  que  él  tuvo  crisis  de 
fe:  "¡Dios  mío,  Dios  mío!,  ¿por  qué  me  has  abandonado?"  (Mt 
27,  46).  ¡Cuántas  veces  nos  sentimos  abandonados  por  Dios!  Hay 
momentos  en  los  que  él  hace  un  silencio  insoportable.  Fue  así 
para  muchos  judíos  y cristianos  inseguros  en  su  fe,  mientras  los 
hornos  crematorios  de  los  campos  de  concentración  consumían  a 
las  víctimas  del  nazismo. 

Así  también  me  ocurrió  a los  pocos  meses  de  ingresar  en  el 
noviciado  de  los  dominicos.  El  Dios  que  había  despertado  en  mí 
la  vocación  religiosa,  y me  había  hecho  abandonar  la  facultad  y la 
militancia  estudiantil  para  entrar  en  un  convento,  de  repente  se 
silenciaba.  En  la  oscuridad  de  la  noche  que  se  hizo  en  mi  espíritu, 
como  Jacob  luché  con  el  ángel  "hasta  rayar  el  alba"  (Gn  32,  25-30). 
Fueron  por  lo  menos  siete  meses  de  profunda  angustia.  Como  un 
mosaico  que  se  deshace,  sobrevivieron  fragmentos  de  fe  y muchas, 
muchas  dudas,  que  me  condujeron  a la  incredulidad.  El  maestro 
de  novicios,  fray  Henrique  Marques  de  Silva,  me  dispensó  de 
misas  y oraciones  comunitarias.  Dispuesto  a retomar  a la  vida 
anterior,  busqué  a mi  director  espiritual,  fray  Martinho  Penido 
Bumier,  con  quien  me  abrí.  Él  sonrió  e,  imbuido  de  la  sabiduría 
oriental  adquirida  en  los  años  de  estudio  bíblico  en  Palestina, 
me  preguntó:  "Si  usted  estuviese  caminando  en  la  noche  en  un 
bosque  y la  pila  de  su  linterna  se  acabase,  ¿qué  haría?  ¿Continuaría 
caminando  o esperaría  el  amanecer?".  Le  respondí  lo  obvio. 
"Entonces,  espere  el  amanecer",  me  aconsejó.  Y me  recomendó  la 
lectura  de  las  obras  de  santa  Teresa  de  Ávila,  que  me  rescataron 
de  una  religiosidad  sociológica  hacia  una  fe  teologal.  Dios  dejó  de 
ser  para  mí  un  concepto  para  tomarse  una  experiencia  de  amor. 


3.  La  oración  de  Jesús 

La  comprobación  de  que  Jesús  tenía  fe  como  nosotros  la 
tenemos  es  que  él  dedicaba  largas  horas  del  día  a la  oración.  Quien 
tenga  la  visión  directa  de  Dios  no  necesita  orar.  Únicamente  lo  hace 
quien  se  siente  impelido  a profundizar  su  relación  de  intimidad 


282 


Frei  Betto 


con  él.  Lucas  registra  con  agudeza  los  momentos  de  oración  de 
Jesús.  "El,  sin  embargo,  permanecía  retirado  en  lugares  desiertos 
y oraba"  (5, 16);  "...en  aquellos  días  él  fue  a la  montaña  para  orar 
y pasó  la  noche  entera  en  oración  a Dios"  (6, 12);  "...cierto  día,  él 
oraba  a solas"  (9, 18);  "...él  subió  a la  montaña  a orar"  (9,  28). 

La  oración  es  para  el  cristiano  lo  que  la  relación  sexual  es  para 
la  pareja  que  se  ama.  La  pareja  que  se  ama  y no  tiene  momentos 
de  intimidad  es  como  el  cristiano  que  dice  que  ama  a Dios  y al 
prójimo,  pero  no  reserva  momentos  de  intimidad  con  Dios.  Esos 
momentos  se  llaman  oración. 

Lucas  observa  que  "Jesús  se  levantó  muy  temprano  y fue  a un 
lugar  desierto  para  orar"  (4,  42)  o que  "...subió  al  monte  y pasó 
toda  la  noche  en  oración"  (6, 12).  ¿Quién  de  nosotros  pasa  "toda  la 
noche  en  oración"?  Nosotros,  hijos  de  la  modernidad,  al  contrario 
de  los  pueblos  indígenas  somos  esclavos  del  tiempo.  Llevamos 
en  las  muñecas  las  esposas  del  tiempo,  donde  él  está  dividido  en 
horas,  minutos  y segundos.  No  sabemos  "perder"  tiempo  con 
Dios.  Cada  vez  más,  oramos  menos.  Perdemos  la  dimensión  de  la 
gratuidad  del  amor  de  Dios.  Imagínense  que  los  padres  le  dijeran 
a la  hija  enamorada:  "Ayer  te  quedaste  mucho  tiempo  con  tu 
enamorado.  Hoy,  aprovecha  para  conversar  con  él  lo  que  tengas 
que  hablar  y vuelve  pronto  a casa".  O que  le  preguntaran:  "¿Por 
qué  te  quedaste  enamorando  tantas  horas?".  Cuando  existe  amor, 
el  tiempo  es  un  estorbo.  El  sueño  de  los  amantes  es  lograr  que 
las  manecillas  del  reloj  se  paren  en  el  infinito.  No  obstante,  no 
hacemos  eso  con  Dios.  Nosotros,  esclavos  del  tiempo,  no  sabemos 
disponer  de  tiempo  para  disfrutar  de  la  experiencia  amorosa  de 
Dios.  Hablamos  de  Dios,  hablamos  sobre  Dios,  rogamos  a Dios, 
suplicamos  a Dios...  pero  no  dejamos  a Dios  hablar  en  nosotros. 

Uno  de  los  mayores  desafíos  de  la  vida  espiritual  es  reservar, 
en  nuestro  vivir  cotidiano,  tiempo  para  disfrutar  el  amor  de  Dios, 
así  como  destinamos  tiempo  para  comer  y dormir.  Sí,  sé  muy  bien 
que  esas  dos  cosas  se  sitúan  en  la  esfera  de  la  necesidad,  mientras 
"enamorar"  a Dios  pertenece  a la  esfera  de  la  gratuidad. 

Nuestra  cultura  enseña  que  el  tiempo  es  dinero.  Solamente 
se  gasta  tiempo  en  aquello  que  tendrá  provecho  inmediato  y 
palpable.  De  ahí  la  dificultad  de  abrir,  en  nuestras  vidas,  espacio 
a la  oración. 

No  suele  haber  dificultad  para  abrir  espacio  a la  relación 
amorosa,  sobre  todo  cuando  ella  irrumpe  como  pasión.  La  persona 
más  ocupada  del  mundo  encontrará  tiempo  para  el  ser  amado, 
aun  cuando  se  vea  obligado  a sacrificar  el  sueño  y la  agenda  de 


283 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


trabajo.  Claro,  en  tal  caso  habrá  un  "retomo",  el  sentirse  amado. 
La  relación  costo/beneficio  se  siente  recompensada. 

Tratándose  de  la  relación  con  Dios,  las  cosas  son  un  tanto 
diferentes.  ¿Y  dónde  reside  esa  diferencia?  En  que  Dios  es 
celoso  y,  por  consiguiente,  exige  que,  primero,  abandonemos 
los  antiguos  "amores",  es  decir,  los  muchos  apegos  y supuestos 
valores  que  nos  impiden  estar  próximos  a él.  Sin  tales  renuncias, 
nuestro  espíritu  permanece  opaco  a su  presencia.  Él  exige,  como 
todo  amante,  exclusividad.  Aun  así,  al  contrario  de  los  amantes, 
no  nos  quiere  nada  más  que  para  él.  Hace  del  amor  que  nos  tiene 
a nosotros  fuente  rebosante  del  amor  a la  naturaleza  y a los  otros. 
Eso  se  llama  felicidad. 


4.  Dios  nos  ama  apasionadamente 

La  catcquesis,  hasta  hace  pocos  años,  nos  formaba  en  la  idea 
de  que  Dios  habita  en  lo  alto  de  una  montaña.  Dios  que  es  santo  y 
puro,  y solo  siendo  santo  y puro  merezco  sentirme  próximo  a él. 
Dios  está  allá  en  la  cima  y debo  subir  la  escalera  que  me  conduce  a 
él,  escalera  con  muchos  peldaños  que  se  llaman  virtudes  morales. 
Subo  la  escalera,  pero  como  soy  pecador,  ruedo  hacia  abajo;  me 
arrepiento,  me  prometo  a mí  mismo  mejorar  de  vida  y,  de  nuevo, 
retomo  el  camino  de  la  subida;  no  obstante,  ruedo  nuevamente 
hacia  abajo.  Es  lo  que  los  griegos  llamaban  "mito  de  Sísifo".  Sísifo 
era  un  hombre  que  intentaba  llevar  una  piedra  a lo  alto  de  la 
montaña,  sin  embargo,  la  piedra  era  más  pesada  que  su  cuerpo,  y 
cada  vez  que  él  subía  lo  obligaba  a volver  abajo. 

Esa  idea  de  que  necesito  ser  santo  para  estar  próximo  a la 
santidad  de  Dios  es  extraña  al  evangelio.  Es  propia  de  la  espi- 
ritualidad pagana.  El  paganismo  es  una  religión.  Muchos  piensan 
que  pagano  es  alguien  sin  religión.  Los  paganos,  con  todo,  tenían 
sus  dioses:  Afrodita,  Apolo,  Júpiter.  Ésa  es  una  espiritualidad  de 
la  meritocracia,  del  mérito.  Porque  soy  santo,  merezco  el  premio 
llamado  Dios. 

El  evangelio  muestra  la  espiritualidad  de  Jesús  en  la  dirección 
inversa,  el  que  no  vino  para  los  santos  sino  para  los  pecadores. 
Vale  decir,  no  hay  montaña  ni  un  Dios  allá  en  la  cima,  lo  que 
hay  es  un  Dios  que  nos  ama,  profunda  y radicalmente,  con  amor 
incondicional.  No  porque  lo  merecemos;  la  cuestión  no  está  en 
nosotros.  Sino  porque  Dios  es  amor.  Si  Dios  dejase  de  amamos, 
él  se  negaría  como  Dios.  El  amor  de  Dios  es  absolutamente 


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Frei  Betto 


incondicional.  Y en  nuestra  libertad  nos  abrimos  más  o menos  a 
ese  amor. 


5.  Oseas  y su  mujer 

El  libro  que  mejor  retrata  la  relación  de  amor  de  Dios  con 
nosotros  es  el  del  profeta  Oseas.  Éste  era  hebreo  y se  casó  con 
una  mujer  pagana  llamada  Gómer.  Ella  provenía  de  otra  tradición 
de  valores,  de  otra  espiritualidad.  Su  matrimonio,  como  muchos, 
cayó  en  la  rutina;  marido  y mujer  olvidaron  que  eran  amantes 
y derivaron  en  parientes.  Gómer  abandonó  la  casa,  se  separó  de 
Oseas.  Él  entonces  se  percató  de  cuánto  gustaba  de  ella.  Ella  se 
casó  con  un  vecino,  y Oseas  permaneció  apasionado  por  la  mujer. 
Gómer  se  separó  del  vecino  y se  casó  con  otro.  Y Oseas  quedó  con 
el  dolor  por  aquellas  traiciones.  De  casamiento  en  casamiento  ella 
acabó  degradándose  y se  prostituyó.  Con  todo.  Oseas  se  sintió 
aún  más  apasionado  por  la  mujer.  Gómer  se  degradó  tanto,  que 
fue  vendida  como  esclava  en  la  plaza  del  mercado  de  la  ciudad. 
Oseas  fue  allá  y pujó  en  la  subasta  por  ella.  Como  la  Biblia  es 
también  un  libro  de  poesía,  dice  el  texto  bíblico:  "...y  la  llevó  al 
desierto  y le  habló  al  corazón"  (Os  2, 16).  ¿Qué  nos  quiere  enseñar 
la  historia  de  Oseas?  Así  es  el  amor  de  Dios,  nada  de  lo  que 
hagamos  conseguirá  que  él  deje  de  estar  apasionado  por  nosotros. 


6.  Espiritualidad  del  conflicto 

¿Cuál  es  la  mejor  definición  para  la  espiritualidad  de  Jesús, 
quien  vivía  esa  dimensión  amorosa  con  el  Padre?  Los  judíos,  en 
la  época  de  Jesús,  no  pronunciaban  el  nombre  de  Yahveh.  Por 
considerarlo  tan  sagrado,  el  nombre  de  Dios  era  impronunciable. 
Jesús,  con  una  espiritualidad  forjada  en  esa  intimidad  orante,  se 
sentía  de  tal  manera  íntimo  de  Dios  que  lo  trataba  de  "Padre", 
utilizando  una  de  las  pocas  palabras  en  arameo  —la  lengua 
hablada  por  Jesús—  que  aparece  en  el  evangelio:  Abba.  Significa 
'mi  Padre  muy  amado,  muy  querido'.  Así  trataba  Jesús  a Dios,  con 
gran  intimidad  amorosa.  Su  espiritualidad  era  la  espiritualidad 
del  conflicto,  y debe  ser  una  espiritualidad  de  fe  y política. 

Al  entrar  en  una  librería  católica  y buscar  la  sección  de  espi- 
ritualidad, encontramos  una  porción  de  estampitas  religiosas, 
hojitas,  carteles  con  fotos  de  bosques  maravillosos,  montañas 


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Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


iluminadas,  lagos  paradisíacos,  veredas  atravesadas  por  rayos 
de  luz,  como  símbolos  de  espiritualidad.  En  esas  librerías  pienso 
entonces  en  la  pastoral  obrera  del  ABC,  allá  en  mi  pueblo.  ¿Estarán 
todos  perdidos?  Porque  nadie  se  puede  dar  el  lujo  de  gozar  esas 
maravillas,  salvo  que  puedan  comprar  un  pasaje  para  Suiza  y 
permanecer  allá  un  tiempo.  ¿Dónde  hallar  tranquilas  lagunas, 
bosques  con  el  suelo  cubierto  de  hojas  que  caen  en  el  otoño, 
montañas  con  nieve,  como  símbolos  de  espiritualidad? 

Cuando  leemos  el  evangelio,  ¿qué  vemos  en  la  vida  de  Jesús? 
¿Lagunas  paradisíacas,  montañas  con  cumbres  nevadas?  ¡No!  Es 
conflicto  desde  el  comienzo  hasta  el  fin.  El  conflicto  empieza  antes 
de  él  nacer,  con  la  sospecha  de  que  María  había  tenido  relaciones 
sexuales  con  otro  antes  de  casarse  con  su  novio,  que  era  José.  Es 
muy  bonito  preparar  el  pesebre  y conmemorar  el  nacimiento. 
¡Pero  pongámonos  en  el  lugar  de  José  y María!  En  una  sociedad 
donde  el  adulterio  era  castigado  con  apedreamiento,  José,  que 
tanto  gustaba  de  ella,  para  no  tener  que  acusarla,  como  dice  en  el 
evangelio,  prefirió  "huir  a escondidas".  En  caso  contrario,  María 
corría  el  riesgo  de  ser  apedreada,  y él  no  quería  ser  testigo  de 
eso  ni  ser  su  acusador.  Hasta  que  Dios  hizo  entender  a José  que 
aquello  era  el  inicio  de  una  espiritualidad  del  conflicto. 

Toda  la  vida  de  Jesús,  de  punta  a punta,  es  conflictiva.  ¿Qué 
daba  el  rumbo,  la  certeza  de  que,  a pesar  de  toda  la  incomprensión 
y persecución,  él  estaba  en  el  camino  cierto?  En  la  vida  de  Jesús 
—y  ahí  entra  la  dimensión  de  la  mística—  reinaba  la  soberanía  de 
Dios.  Eso  es  lo  místico.  Mística  es  toda  persona  que  eligió  como 
factor  determinante  de  su  vida  la  voluntad  de  Dios,  el  proyecto  de 
Dios  en  la  historia,  en  el  camino  de  Jesús. 

La  espiritualidad  de  Jesús  se  componía  de  dos  elementos: 
uno  vertical,  la  intimidad  con  Dios,  y otro  horizontal,  su  amor,  su 
relación  con  los  otros,  en  especial  con  los  pobres  y la  naturaleza.  Y 
amor  para  Jesús  no  era  mero  sentimiento.  Amor,  en  el  evangelio, 
es  una  motivación  que  se  traduce  en  acción  de  justicia.  Únicamente 
existe  amor  cuando  hay  un  fruto  de  justicia.  Por  eso  Jesús  estaba 
amando  cuando  sacó  el  látigo  en  el  Templo.  Su  amor  exigía  la 
práctica  de  la  justicia.  Toda  su  vida  era  esa  radical  opción  por  los 
más  excluidos  de  la  sociedad.  Ésa  es  la  mayor  revolución  cultural 
que  propone  el  evangelio.  Todavía  estamos  lejos  de  llegar  allá. 
Para  Jesús,  el  sujeto  podía  ser  ciego,  sordo,  mudo,  paralítico, 
leproso,  no  importaba,  él  era  templo  vivo  de  Dios. 

No  es  fácil  ver  en  el  prójimo  el  templo  vivo  de  Dios.  Nuestro 
mirar  está  demasiado  contaminado  por  la  sociedad  capitalista 
basada  en  la  competí  ti  vidad,  el  egoísmo,  la  soberbia,  la  arrogancia. 


286 


Frei  Betto 


Con  todo,  existen  personas  capaces  de  ello.  Hace  tiempo  un 
abogado  de  Sao  Paulo  me  dio  este  testimonio.  Su  hermana  fue 
secuestrada.  Permaneció  en  manos  de  los  secuestradores  durante 
tres  días.  Se  puede  imaginar  lo  que  esa  mujer  sufrió.  Después  de 
tres  días,  sin  que  la  familia  pagara  el  rescate,  porque  carecía  de 
recursos,  y cuando  la  policía  se  aproximaba  al  cautiverio,  ella  fue 
liberada  y llevada  al  hospital. 

Quince  días  más  tarde  los  secuestradores  fueron  encarcelados. 
El  delegado  de  policía  llamó  al  abogado,  le  mostró  a los  bandidos 
y le  preguntó:  "Doctor,  ¿qué  desea  que  hagamos  con  ellos?  ¿Por 
dónde  quiere  que  comencemos  a usar  el  hierro  caliente  en  ellos?". 
El  abogado  reaccionó:  "Si  los  señores  ponen  un  dedo  en  ellos, 
los  denunciaré  a la  Jefatura  de  Policía".  Y no  admitió  que  fuesen 
torturados.  Pregunté  a ese  muchacho  cómo  podía  actuar  así.  Él 
dijo: 

Trato  de  mirar  a las  personas,  sea  cuales  fueren,  como  templo 
vivo  de  Dios,  y siempre  pienso  que,  si  yo  hubiese  nacido  en  la 
condición  de  aquellos  individuos,  posiblemente  sería  yo  quien 
estaría  allí  como  secuestrador. 


7.  La  política  como  herramienta  del  Reino 

El  desafío  es  justamente  unir  esas  dos  dimensiones  de  espi- 
ritualidad de  la  mística  de  Jesús  —el  amor  del  Padre  con  el  amor 
al  prójimo—,  dentro  de  la  gran  utopía  que  orienta  su  vida,  la 
construcción  del  Reino.  Hoy,  hablar  de  la  construcción  del  Reino 
no  dice  nada.  Sin  embargo,  imagínese  hablar  del  Reino  que  no  es 
del  César,  dentro  del  reino  del  César...  Por  eso  Jesús  fue  detenido, 
torturado  y condenado  a la  pena  de  muerte  de  la  época,  como 
subversivo,  porque  anunció  otro  Reino  dentro  del  reino  del  César. 
Y que  no  era  cualquier  reino,  era  el  Reino  que  iba  a superar,  a 
abolir,  el  reino  del  César. 

A veces  alguien  me  pregunta:  "¿Usted  no  mezcla  demasiado 
fe  con  política?".  Respondo:  "Soy  discípulo  de  un  prisionero 
político".  "¿Cómo  así?". 

¡Soy  discípulo  de  Jesús!  El  no  murió  de  hepatitis  en  la  cama,  ni 
de  un  accidente  de  camello  en  una  esquina  de  Jerusalén.  Murió 
como  preso  político,  bajo  dos  procesos  políticos.  ¿Cómo  me 
viene  a decir  usted  que  el  cristiano  no  tiene  nada  que  ver  con 
política? 


287 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


"La  política  es  el  modo  más  perfecto  de  caridad",  decía  el 
papa  Pío  XI.  A través  de  mi  generosidad  puedo  dar  un  plato  de 
comida  a un  pobre.  Pero  a través  de  la  política,  puedo  acabar  con 
el  hambre  y la  pobreza. 

Es  muy  importante  centralizar  nuestra  espiritualidad  en  la 
de  Jesús,  y beber  de  esa  espiritualidad  la  motivación  mística  de 
nuestra  práctica  política.  Tenemos  un  amplio  abanico  de  opciones 
políticas,  partidarias  o no.  Debemos  evitar  la  trampa  de  sentir  asco 
de  la  política,  porque  quien  tiene  asco  de  la  política  es  gobernado 
por  quien  no  lo  tiene.  Y,  en  la  política,  muchos  que  no  tienen  asco 
de  ella  quieren  que  la  mayoría  sienta  asco,  para  que  queden  a sus 
expensas. 


8.  Mística  y política 

Predomina  entre  los  cristianos  la  idea  de  que  la  mística 
nada  tiene  que  ver  con  la  política.  Serían  como  el  agua  y el 
aceite,  dos  elementos  que  no  se  mezclan.  Basta  observar  cómo 
viven  unos  y otros:  los  místicos,  encerrados  en  sus  invernaderos 
contemplativos,  ajenos  al  índice  de  inflación,  absorbidos  en  sus 
ejercicios  ascéticos,  indiferentes  a las  discusiones  políticas  que  se 
desarrollan  a su  alrededor. 

Los  políticos,  consumidos  por  interminables  reuniones,  co- 
rriendo contra  el  reloj  de  la  historia,  sumergidos  en  la  vorágine 
de  contactos,  análisis  y decisiones  que  les  saturan  el  tiempo  y 
no  dejan  espacio  siquiera  a la  convivencia  familiar,  menos  a la 
meditación  y la  oración. 

Es  verdad:  cierta  concepción  de  la  mística  es  incompatible 
con  cierto  modo  de  hacer  política.  En  la  Iglesia  Católica,  la  vida 
religiosa  se  halla  imbuida  de  ese  concepto  de  que  contemplativo 
es  quien  da  las  espaldas  al  mundo  para  postrarse  delante  de  Dios. 
No  obstante,  las  raíces  de  esa  manera  de  testimoniar  el  absoluto 
de  Dios  no  se  encuentran  en  el  evangelio,  aunque  sí  en  antiguas 
religiones  precristianas  —como  el  mazdeísmo—  y en  las  escuelas 
filosóficas  griegas  y romanas  que  proclamaban  la  dualidad  entre 
alma  y cuerpo,  natural  y sobrenatural,  sagrado  y profano. 


9.  Dualismo  profano/sagrado 

El  monaquismo,  que  nace  en  el  siglo  IV  como  afirmación  de  la 
fidelidad  evangélica  frente  al  debilitamiento  moral  de  la  emergente 


288 


Freí  Betto 


Iglesia  constantiniana  (léanse  las  cartas  de  san  Jerónimo),  no  tiene 
alternativa  histórica  sino  la  de  nutrirse  de  la  ideología  en  boga:  el 
platonismo.  La  idea  de  una  naturaleza  humana  conflictivamente 
dividida  entre  carne  y espíritu  representó,  para  la  espiritualidad 
cristiana,  lo  que  la  cosmología  de  Ptolomeo  significó  antes  de  las 
teorías  científicas  de  Copémico  y Galileo  —quien  se  dedica  a las 
cosas  del  mundo,  a la  polis,  se  arriesga  a la  perdición. 

La  santidad  era  concebida  como  negación  de  la  materia, 
mortificación  (muerte)  de  la  carne,  renuncia  de  la  voluntad 
propia,  fruición  de  éxtasis  espiritual.  En  esa  óptica  atomística  de 
comprender  la  relación  de  la  persona  con  la  divinidad,  había  una 
acentuada  dosis  de  solipsismo:  el  cuidado  del  perfeccionamiento 
espiritual  del  yo  se  sobreponía  a la  exigencia  evangélica  de  amor 
a los  otros. 

Como  ni  incluso  la  discusión  en  tomo  al  sexo  de  los  ángeles 
carece  de  reflejos  políticos,  tal  concepción  pagana  de  la  mística 
—que  condujo  por  desvíos  a la  espiritualidad  cristiana—  sirvió  de 
matriz  a las  utopías  políticas  de  La  república  de  Platón,  de  La  ciudad 
de  Dios  de  san  Agustín,  de  las  propuestas  de  Tomás  Moro  ( Utopía ) 
y de  Tomás  de  Campanella  (La  ciudad  del  sol). 

En  la  Iglesia,  el  equívoco  alcanza  su  punto  alto  en  la  Edad 
Media,  confinado  entre  las  fronteras  políticas  del  poder  eclesiástico 
y en  la  idea  de  que  el  Reino  de  Dios  se  establecerá  en  este  mundo. 


10.  Los  místicos: 
militantes  activos 

Es  interesante  constatar  que  los  grandes  místicos  fueron  si- 
multáneamente personas  sumergidas  en  la  efervescencia  política 
de  su  época:  Francisco  de  Asís  cuestionó  el  capitalismo  naciente 
(como  bien  lo  demuestra  la  magistral  obra  de  Leonardo  Boff, 
San  Francisco,  ternura  y vigor);  Tomás  de  Aquino  defendió,  en 
el  Régimen  de  los  príncipes,  el  derecho  a la  insurrección  contra  la 
tiranía;  Catalina  de  Siena,  analfabeta,  interpeló  al  papado;  Teresa 
de  Avila,  "...mujer  inquieta,  errante,  desobediente  y contumaz" 
—como  la  calificó  monseñor  Felipe  Sega,  nuncio  papal  en  España, 
en  1578—  revolucionó,  con  san  Juan  de  la  Cruz,  la  espiritualidad 
cristiana.  Thomas  Merton,  al  morir,  disertaba  sobre  la  relación 
entre  monaquismo  y marxismo... 


289 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


11.  La  mística  de  Jesús 

Por  más  que  las  escuelas  espirituales  del  Occidente  antiguo  nos 
tengan  que  enseñar,  así  como  las  obras  de  los  místicos  cristianos,  es 
en  el  evangelio  donde  se  encuentran  los  fundamentos  de  la  mística 
cristiana.  La  vida  de  Jesús  no  busca  la  reclusión  de  los  monjes 
esenios  ni  se  pauta  por  la  práctica  penitencial  de  Juan  Bautista  (Mt 
9,  14-15).  Ella  se  inserta  en  la  conflictividad  de  la  Palestina  de  su 
tiempo,  donde  no  había  distinción  entre  religión  y política.  El  Hijo 
revela  al  Padre  andando  por  los  caminos  palestinos;  seguido  por 
apóstoles,  discípulos  y mujeres;  acogiendo  a pobres,  hambrientos, 
enfermos  y pecadores;  desenmascarando  a escribas  y fariseos; 
rodeado  por  multitudes;  haciéndose  presencia  incómoda  en  las 
grandes  fiestas  en  Jerusalén;  perseguido  y asesinado  en  la  cruz 
como  prisionero  político. 

Dentro  de  esa  intensa  actividad  pastoral,  con  fuertes  reper- 
cusiones políticas,  Jesús  se  revela  místico,  esto  es,  como  alguien 
que  vive  apasionadamente  la  intimidad  amorosa  con  el  Padre, 
con  el  corazón  abierto  a la  voluntad  divina. 

Hacer  la  voluntad  de  Dios  con  relación  al  prójimo  y a la 
naturaleza  es  la  primera  disposición  espiritual  del  místico. 
Esa  voluntad  no  se  descubre  por  la  correcta  moralidad  o por 
la  aceptación  racional  de  las  verdades  de  fe.  Antes  de  ser  una 
conquista  ética,  la  santidad  es  don  divino.  Por  tanto,  tras  las  huellas 
de  Jesús,  el  místico  centra  su  vida  en  la  experiencia  teologal;  su 
conducta  y su  creencia  derivan  de  esa  relación  de  amor  que  él 
tiene  con  Dios.  Teresa  de  Ávila  dirá  eso  con  otras  palabras: 

La  suprema  perfección  no  consiste,  obviamente,  en  alegrías 
interiores,  ni  en  grandes  éxtasis,  visiones  o espíritu  de  profecía, 
sino  en  adecuar  nuestra  voluntad  a la  de  Dios  ( Fundaciones , 5, 

10). 

12.  Oración,  fuente  de  espiritualidad 

La  oración  es  el  hábito  que  nutre  la  mística.  En  Occidente  se 
perdieron  los  vínculos  que  nos  ligaban  a las  grandes  tradiciones 
espirituales  y somos  herederos  de  un  cristianismo  racionalista, 
fundado  en  el  aprendizaje  de  fórmulas  ortodoxas,  así  como 
pragmático,  volcado  a la  promoción  de  obras  o al  desempeño 
inmediato  de  tareas.  La  dimensión  de  gratuidad  —esencial 


290 


Freí  Betto 


en  cualquier  relación  de  amor—  queda  relegada  a momentos 
formales,  rituales,  de  celebraciones,  sin  duda  importantes,  pero 
insuficientes  para  hacer  de  la  disciplina  de  la  oración  un  hábito 
que  permita  penetrar  los  sucesivos  estadios  de  la  experiencia 
mística. 


13.  ¿Para  qué  una  mística? 

Al  contrario  de  ciertas  escuelas  espirituales  no  cristianas, 
la  mística  cristiana  no  apunta  a ofrecer  una  técnica  que  lleve  al 
creyente  a las  nupcias  espirituales  con  la  divinidad  —aunque 
eso  pueda  ocurrir  como  don  misericordioso  del  Padre—.  Antes 
bien,  ella  apunta  a enseñamos  a amar  —así  como  Dios  ama—  la 
naturaleza  como  Creación  divina,  a las  personas  con  las  cuales 
convivimos,  a la  comunidad  con  la  cual  estamos  comprometidos  en 
nuestra  pastoral,  al  pueblo  al  que  pertenecemos  y,  especialmente, 
a los  pobres,  imágenes  vivas  de  Cristo.  "Nadie  jamás  contempló  a 
Dios.  Si  nos  amamos  unos  a los  otros.  Dios  permanece  en  nosotros 
y su  amor  en  nosotros  es  perfecto"  (1  Jn  4,  12).  El  amor  de  Jesús 
a su  pueblo  es  proporcional  a su  fidelidad  al  Padre.  Por  eso,  él 
acepta  el  cáliz:  no  retiene  para  sí  su  vida,  porque  entiende  que  el 
Padre  la  exige  por  su  pueblo  (Me  14, 36).  Es  aquí  que  la  experiencia 
mística  encuentra  su  punto  de  contacto  con  la  actividad  política. 


14.  Mística  y política 

El  ejercicio  político  como  acumulación  personal  de  poder 
—igual  en  la  Iglesia—  es  incompatible  con  la  experiencia  mística. 

Los  reyes  de  las  naciones  las  dominan  y los  que  las  tiranizan 
son  llamados  bienhechores.  En  cuanto  a ustedes  no  deberá  ser 
así;  por  el  contrario,  el  mayor  de  entre  ustedes  sea  como  el  más 
joven,  y el  que  gobierna  como  aquel  que  sirve  (Le  22,  24-27). 

Es  importante  observar  que  Lucas  nos  reproduce  la  concep- 
ción de  poder  que  tenía  Jesús  —poder  como  servicio  y no  co- 
mo mando—  en  el  contexto  de  la  celebración  de  la  Última 
Cena,  cuando  él  hizo  del  pan  y el  vino  su  cuerpo  y su  sangre 
(entregándonos  su  vida),  para  que  seamos  capaces  de  hacer  de 
nuestro  cuerpo  y nuestra  sangre  pan  y vino  para  que  otros  tengan 
vida.  Eso  es  comunión. 


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Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


El  evangelio  de  Juan  también  representa  en  el  ámbito  de  la 
Última  Cena,  si  bien  de  otro  modo,  el  poder  como  servido  (13, 
4-17).  Jesús  se  arrodilla  a los  pies  de  los  disdpulos  y se  los  lava.  De 
igual  forma,  debemos  "...lavar  los  pies  unos  a los  otros.  Yo  les  di 
el  ejemplo:  ustedes  deben  hacer  lo  mismo  que  hice"  (14-15). 

La  política  que  no  se  hace  servido  ni  se  basa  en  la  partidpadón 
popular  tiende  a ser  privilegio  de  un  grupo,  una  casta  o clase. 
Esa  partidpadón  popular  debe  abarcar  las  cuatro  esferas  de  la 
vida  sodal:  políticamente,  por  mecanismos  que  permitan  a todos 
partidpar  de  dedsiones;  ideológicamente,  por  el  derecho  de  crítica 
y el  deber  de  autocrítica;  económicamente,  por  el  igual  derecho  al 
acceso  a los  bienes  necesarios  a la  vida;  ecológicamente,  por  el 
respeto  al  medio  ambiente  y a la  sustentabilidad  de  las  futuras 
generadones. 

Fuera  de  eso,  aunque  con  el  título  de  democrada,  lo  que 
existen  son  estructuras  idolátricas  de  poder,  pues  se  im- 
ponen al  pueblo  como  fuerzas  omnipotentes,  omnisdentes  y 
omnipresentes.  Para  el  político  que  usufructúa  de  ellas,  la  política 
es  una  perversa  forma  de  pretender  compararse  con  Dios.  Es  el 
Olimpo  en  el  cual  lo  deseable  se  vuelve  posible.  De  ahí  por  qué 
muchos  políticos  burgueses,  dueños  de  incontables  fortunas  y 
amenazados  por  la  avanzada  edad,  insisten  en  soportar  hasta 
reveses  y humilladones  en  la  actividad  política,  que  es,  para  ellos, 
una  espede  de  divinizadón  del  propio  ego.  Fuera  del  poder  o de 
la  fundón  política  se  verían  insoportablemente  reduddos  a su 
propia  identidad,  obligados  a sufrir  el  abismo  que,  para  el  común 
de  los  mortales,  existe  entre  lo  deseable  y lo  posible.  Por  eso,  no 
son  raros  los  casos  de  políticos  que,  excluidos  del  poder,  prefieren 
la  muerte. 

". . .y  el  que  gobierna  como  aquel  que  sirve".  En  esa  dimensión 
evangélica,  la  política  es  compatible  con  la  mística,  porque  las 
exigendas  fundamentales  coindden:  descentralizadón  de  sí  en  los 
otros,  fidelidad  a la  voluntad  ajena  y humildad  en  el  compromiso 
con  la  verdad.  Innumerables  militantes  políticos,  sobre  todo 
cuando  aún  no  han  alcanzado  el  poder,  viven  esa  mística,  al  punto 
de  aceptar,  en  la  tortura,  antes  morir  que  traicionar  la  causa  que 
abrazaron. 

Las  adversidades  de  una  práctica  política  opuesta  a la  situación 
dominante  son,  a veces,  comparables  con  la  disdplina  ascética 
necesaria  para  la  expansión  mística:  las  privadones  físicas,  el 
anonimato  en  la  clandestinidad,  la  fe  en  el  proceso  histórico  y en 
el  pueblo,  la  esperanza  de  vidoria,  el  don  de  sí  en  cada  momento 


292 


Frei  Betto 


de  riesgo,  etcétera.  Aun  cuando  no  haya  una  conciencia  teológica 
de  esa  experiencia,  es  innegable  que  toda  práctica  de  amor  en 
la  cual  el  bien  de  los  otros  se  coloca  sobre  el  propio  bien  es  la 
realización  plena  del  misterio  de  Dios  en  la  vida  humana,  ya  que 
"...aquel  que  permanece  en  el  amor,  permanece  en  Dios  y Dios 
permanece  en  él"  (1  Jn  4, 16). 


15.  Fe  y justicia 

Para  el  cristiano,  en  su  conciencia  teológica,  esta  dimensión 
mística  debe  ser  entendida  como  experiencia  espiritual:  en  su 
amor  a los  otros  y en  su  comunión  con  la  naturaleza,  él  vive  el 
amor  del  Padre.  Y para  él  la  política  es  importante  porque  se  refiere 
a todos  y a casi  todo,  desde  el  precio  del  pan  hasta  las  disciplinas 
que  se  enseñan  en  las  escuelas,  desde  la  utilización  pornográfica 
de  la  mujer  en  la  publicidad  hasta  el  sistema  social  de  salud,  todo 
depende  del  proyecto  político  vigente. 

Ahora  bien,  sin  repetir  errores  pasados  —como  fundar 
partidos  confesionales  o creer  que  por  ser  cristiano  alguien  es 
mejor  político—  se  debe  buscar  la  síntesis  entre  la  política,  como 
ejercicio  de  transformación  liberadora  de  la  sociedad,  y la  mística, 
como  conversión  permanente  al  Amor.  Aceptar  que  la  mística 
nada  tiene  que  ver  con  la  política,  sería  desencamar  a Jesús  de 
la  historia  y afirmar  que  las  cosas  de  Dios  no  sirven  para  este 
mundo  que  él  creó.  Lo  que  de  más  íntimo  Dios  nos  puede  dar  — 
la  unión  espiritual  con  él  ya  en  esta  vida—  estaría  reservado  así 
a quienes  hacen  el  movimiento  contrario  al  de  Jesús:  salir  de  la 
conflictividad  histórica  para  vivir  "mejor"  su  fe. 

La  propuesta  evangélica  va  en  otra  dirección:  la  comunión 
con  el  Padre  se  manifiesta  en  la  unión  con  el  pueblo  liberado 
de  los  signos  de  muerte  (Ap  21,  34).  En  la  oración  que  el  Señor 
enseña  hay  una  relación  dialéctica  entre  el  sumergirse  en  la  fe  y 
la  promoción  de  la  justicia:  al  Padre  nuestro  le  pedimos  el  pan 
nuestro.  Padre  nuestro/pan  nuestro.  Únicamente  tenemos  derecho 
a llamar  a Dios  "Padre  nuestro"  (y  no  apenas  mío)  si  luchamos 
para  que  el  pan  —símbolo  de  los  bienes  necesarios  para  la  vida  — 
sea  de  todos,  y no  solo  mío.  Y,  en  los  evangelios,  desde  las  bodas 
de  Caná  hasta  los  discípulos  de  Emaús,  es  en  la  partición  del  pan 
que  se  manifiesta  la  bondad  del  Padre. 

En  ese  sentido,  no  habrá  completa  justicia  mientras  no  se 
pueda  vivir  la  libertad  como  mística,  o sea,  en  la  dimensión  de 


293 


Conferencia  de  Sao  Paulo,  febrero  1980 


que  una  persona  es  tanto  más  libre,  cuanto  más  descentrada  de 
sí  misma  y centrada  en  el  Otro,  en  los  otros,  y capaz  de  tener  una 
relación  de  complementariedad  con  la  naturaleza. 

Del  mismo  modo,  en  este  mundo  y en  esta  cultura  de  pro- 
porciones globales,  donde  el  pobre  es  una  innumerable  co- 
lectividad, el  amor  ya  no  puede  ser  pensado  y vivido  solamente 
en  términos  de  relación  interpersonal.  Él  se  vuelve  también  una 
exigencia  política,  de  entrega  de  la  vida  a la  conquista  de  la 
fraternidad  entre  las  personas,  de  compromiso  liberador.  Eso  no 
significa  racionalizarlo  al  punto  de,  con  pretexto  de  lo  colectivo, 
ignorar  lo  personal.  La  raíz  y el  fruto  de  toda  transformación 
social  que  se  quiera  completa  serán  siempre  únicos:  el  corazón 
humano,  ahí  donde  la  divinización  de  la  persona  se  desborda 
hacia  la  divinización  de  la  historia. 

Traducción  del  portugués:  Guillermo  Meléndez 


294 


Siglas  y abreviaturas 


Siglas  y abreviaturas 


ACHTUS 

AELAPI 

ASETT 

ATC 

CEB 

CEBI 

CEBIPAL 

CED 

CEHILA 

CELAM 

CENAMI 

CENCOS 

CESEP 

CETELA 

CETRI 

CIMI 

CIPCA 

CLAI 

CLAR 


Academia  de  Católicos  Hispanos  Teólogos  de  los 
Estados  Unidos 

Articulación  Ecuménica  Latinoamericana  de 
Pastoral  Indígena 

Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo 
Conferencia  de  Teología  en  Asia  (las  siglas 
corresponden  al  nombre  en  inglés) 

Comunidades  eclesiales  de  base 
Centro  de  Estudios  Bíblicos  (Brasil) 

Centro  de  Estudios  Bíblicos  para  América  Latina 
Comisión  Episcopal  de  Doctrina  (Brasil) 

Comisión  de  Estudios  de  Historia  de  las  Iglesias  en 

América  Latina  y el  Caribe 

Consejo  Episcopal  Latinoamericano 

Centro  Nacional  de  Ayuda  a las  Misiones  Indígenas 

(México) 

Centro  Nacional  de  Comunicación  Social  (México) 
Centro  Ecuménico  de  Servicios  a la  Evangelización  y 
la  Educación  Popular  (Brasil) 

Comunidad  de  Educación  Teológica  Ecuménica 

Latinoamericana 

Centro  Tricon tinen tal  (Bélgica) 

Consejo  Indigenista  Misionero  (Brasil) 

Centro  de  Investigación  y Promoción  del  Campesinado 
(Perú  y Bolivia) 

Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias 
Confederación  Latinoamericana  de  Religiosos  y 
Religiosas 


295 


Siglas  y abreviaturas 


CMI 

CNBB 

CONAPI 

CORA 

CPS 

CRB 

CRSR 

DAp 

DEI 

DTDW 

EA 

EATWOT 

ENDEPA 

ENU 

EPA 

FMTL 

FSM 

GS 

IAM 

INPROA 

IPLA 

ISEDET 

ITEPAL 

ITESP 

JEC 

JOC 

MACC 

MFC 

MIIC 

MIR 

MOAC 


Consejo  Mundial  de  Iglesias 
Conferencia  Nacional  de  Obispos  de  Brasil 
(las  siglas  corresponden  al  nombre  en  portugués) 
Coordinadoras  Nacionales  de  Pastoral  Indígena 
(Guatemala,  Panamá  y Paraguay) 

Corporación  de  Reforma  Agraria  (Chile) 

Cristianos  por  el  Socialismo 

Conferencia  de  Religiosos  de  Brasil 

Centro  de  Investigaciones  Socio-Religiosas 

(Bélgica;  las  siglas  corresponden  al  nombre  en  francés) 

Documento  de  Aparecida 

Departamento  Ecuménico  de  investigaciones 

(Costa  Rica) 

Conferencia  Haciendo  Teología  en  un  Mundo 
Dividido  (las  siglas  corresponden  al  nombre  en  inglés) 
Exhortación  apostólica  postsinodal  Ecclesia  in  América 
Asociación  Ecuménica  de  Teólogos  del  Tercer  Mundo 
(las  siglas  corresponden  al  nombre  en  inglés) 

Equipo  Nacional  de  Pastoral  Aborigen  (Argentina) 
Escuela  Nacional  Unificada  (Chile) 

Encuentro  de  Pastoral  Afroamericana 
Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación 
Foro  Social  Mundial 

Constitución  pastoral  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo 
actual  Gaudium  et  spes 

Asociación  Internacional  de  Misiones  (las  siglas 
corresponden  al  nombre  en  inglés) 

Instituto  de  Promoción  Agraria  (Chile) 

Instituto  Pastoral  Latinoamericano 

Instituto  Superior  Evangélico  de  Estudios  Teológicos 

(Argentina) 

Instituto  Teológico  Pastoral  para  América  Latina 

Instituto  de  Misionología  y Teología  de  Sao  Paulo  (las 

siglas  corresponden  al  nombre  en  portugués) 

Juventud  Estudiantil  Católica 

Juventud  Obrera  Católica 

Centro  Cultural  Mexicano  Americano  (las  siglas 

corresponden  al  nombre  en  inglés) 

Movimiento  Familiar  Cristiano 
Movimiento  Internacional  de  Intelectuales  Católicos 
Movimiento  de  Izquierda  Revolucionaria  (Chile) 
Movimiento  Obrero  de  Acción  Católica 


296 


Siglas  y abreviaturas 


o.  carm.  Orden  carmelita 

ocd  Orden  de  los  carmelitas  descalzos 

ofm  Orden  de  los  hermanos  menores  franciscanos 

op  Orden  pasionista 

op-dom.  Orden  de  predicadores  (dominicos) 

OPEP  Organización  de  Países  Exportadores  de  Petróleo 
PNUD  Programa  de  las  Naciones  Unidas  para  el  Desarrollo 

PT  Partido  de  los  Trabajadores  (Brasil) 

PUC  Pontificia  Universidad  Católica  (Brasil) 

REB  Revista  Eclesiástica  Brasilera 

sj  Sacerdote  jesuita 

sm  Sacerdote  marianista 

SOTER  Sociedad  de  Teología  y Ciencias  de  la  Religión  (Brasil) 
sscc  Congregación  de  los  Sagrados  Corazones 

TALC  Teología  afrolatinoamericana  y caribeña 

TIA  Teología  en  las  Américas  (las  siglas  corresponden 

al  nombre  en  inglés) 

UP  Unidad  Popular  (Chile) 


297 


Publicaciones  de  Amerindia 


Publicaciones  de  Amerindia 


* Construyendo  puentes  entre  teologías  y culturas.  Memoria  de  un 

itinerario  colectivo 

AA  W.  Santiago  de  Chile,  Fundación  Amerindia,  2009. 
Bogotá,  Editorial  San  Pablo,  2011. 

* A misdo  em  debate.  Aportes  a la  luz  de  Aparecida 

AA  W.  Bogotá,  Fundación  Amerindia/Ediciones  San  Pablo, 
2009. 

Sao  Paulo,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Paulinas,  2010. 

* La  misión  en  cuestión:  aportes  a la  luz  de  Aparecida 

AA  W.  Bogotá,  Fundación  Amerindia/Ediciones  San  Pablo, 
2009. 

A missao  em  questao:  aportes  a la  luz  de  Aparecida 

Sao  Paulo,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Paulinas,  2009. 

* Esperanza  en  contraviento:  Medellín  40  años 

AA  W.  Bogotá,  Fundación  Amerindia/Indo- American  Press, 
2008. 

* Aparecida.  Selección  temática:  los  grandes  temas  de  la  V Conferencia 

en  sus  textos  originales 

Selección  y subtítulos:  Ronaldo  Muñoz  (15  fichas).  Bogotá,  Fun- 
dación Amerindia/Indo-American  Press,  2008. 

* Gerardi,  memoria  viva 

Santiago  Otero.  Guatemala,  Fundación  Amerindia  y otros, 
2008. 


299 


Publicaciones  de  Amerindia 


* Aparecida:  renacer  de  una  esperanza 

AA  W.  Montevideo,  Fundación  Amerindia/Indo- American 
Press,  2007. 

Bogotá,  Fundación  Amerindia/Indo- American  Press,  2007. 
Quito,  Fundación  Amerindia/Indo-American  Press/Verbo 
Divino,  2007. 

San  José,  Fundación  Amerindia/Indo-American  Press/DEI, 
2007. 

Buenos  Aires,  Fundación  Amerindia/Indo-American  Press/ 
TCP,  2007. 

Aparecida:  Renascer  de  urna  esperanza 

Sao  Paulo,  Indo- American  Press/Ediciones  Paulinas,  2007. 

* Sinais  de  esperanga:  reflexao  em  torno  dos  temas  da  Conferencia  de 

Aparecida 

AA  W.  Sao  Paulo,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Paulinas, 
2007. 

* Aportes  para  Aparecida 

A A W.  Montevideo,  Fundación  Amerindia,  2006. 

Santo  Domingo,  Fundación  Amerindia/ Amigos  del  Hogar, 
2007. 

* Caminhos  da  Igreja  na  America  Latina  e no  Caribe 

AA  W,  Amerindia  y SOTER  (org.).  Sao  Paulo,  Ediciones 
Paulinas,  2006. 

* Tejiendo  redes  de  vida  y esperanza:  cristianismo,  sociedad  y profecía  en 

América  Latina  y el  Caribe 

AA  W.  Bogotá,  Fundación  Amerindia/Indo-American  Press, 
2006. 

* Monseñor  Romero:  un  pastor  al  servicio  de  su  pueblo 

Guatemala,  Fundación  Amerindia,  2005. 

* ¿Es  posible  " otro  mundo"? 

AA  W.  Bogotá,  Fundación  Amerindia/Indo-American  Press, 
2004. 

* La  fuerza  espiritual  de  la  palabra  de  monseñor  Romero 

Pablo  Richard.  Santo  Domingo,  Fundación  Amerindia/ Ami- 
gos del  Hogar,  2004. 


300 


Publicaciones  de  Amerindia 


A forqa  espiritual  da  palabra  de  Dom  Romero 

Sao  Paulo,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Paulinas,  2005. 

* El  ALCA  ¿sí  o no? 

Gregorio  Iriarte.  Cochabamba  (Bolivia),  Fundación  Amerin- 
dia, 2002. 

* El  caminar  de  la  Iglesia  latinoamericana  y caribeña 

Pablo  Richard.  Santo  Domingo,  Fundación  Amerindia,  2001. 

* Obispos  para  la  esperanza  del  mundo 

Márcio  Fabri  Dos  Anjos.  Sao  Paulo,  Ediciones  Paulinas,  2000. 

* Globalizar  la  esperanza 

AA  W.  Cochabamba  (Bolivia),  Fundación  Amerindia,  1997. 
Globalizar  a esperanza 

Sao  Paulo,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Paulinas,  1998. 

* Vida,  clamor  y esperanza:  aportes  desde  América  Latina 

AA  W.  Buenos  Aires,  Fundación  Amerindia/Ediciones  Pauli- 
nas, 1992. 


Publicaciones  digitales 

• El  neodesarrollismo  suramericano  entre  esperanzas  y resistencias 

populares 

Manuel  Hidalgo.  Fundación  Amerindia/Observatorio  Social, 
Biblioteca  Virtual  www.amerindiaenlared.org,  2011. 

• Diálogo  interreligioso  y opción  por  los  pobres  en  América  Latina 

AA  W.  Fundación  Amerindia/Observatorio  Eclesial,  Biblio- 
teca Virtual  www.amerindiaenlared.org,  2011. 

• Prospectivas  y tareas  desde  un  mirar  crítico  sobre  los  desafíos  de  la 

realidad  en  vistas  del  Buen  Vivir  (Sumak  Kawsay)  de  todos 
Paulo  Suess.  Fundación  Amerindia,  Biblioteca  Virtual  www. 
amerindiaenlared.org,  2010. 

• La  crisis  institucional  de  la  Iglesia  Católica  en  el  contexto  mundial, 

latinoamericano  y caribeño 

AA  W.  Fundación  Amerindia/Observatorio  Eclesial,  Biblio- 
teca Virtual  www.amerindiaenlared.org,  2010. 


301 


Publicaciones  de  Amerindia 


• La  hora  de  la  integración  política  y soberana  de  América  Latina  y el 
Caribe 

Manuel  Hidalgo.  Fundación  Amerindia/Observatorio  Social, 
Biblioteca  Virtual  www.amerindiaenlared.org,  2010  (versión 
impresa  en:  Pasos  (San  José,  DEI)  No.  150  (julio-agosto,  2010), 
pp.  1-9). 


• Bajo  el  fuego  de  la  crisis  y de  la  política  imperial 

Manuel  Hidalgo.  Fundación  Amerindia/Observatorio  Social, 
Biblioteca  Virtual  www.amerindiaenlared.org,  2009  (versión 
impresa  en:  Pasos  (San  José,  DEI)  No.  145  (setiembre-octubre), 

pp.  1-10). 


* Foro  Mundial  de  Teología  y Liberación,  febrero  2009:  ponencias  en  los 

Talleres  de  Amerindia 

Fundación  Amerindia,  Biblioteca  Virtual 
www.amerindiaenlared.org,  2009. 

* Foro  Social  de  las  Américas,  octubre  2008:  ponencias  en  los  Talleres 

de  Amerindia 

Fundación  Amerindia,  Biblioteca  Virtual 
www.amerindiaenlared.org,  2008. 


302 


Amerindia  se  define  como 
una  red  de  católicos  con 
espíritu  ecuménico  y abierta 
al  diálogo  y la  cooperación 
interreligiosa  con  otras 
instituciones.  Se  propone 
como  prioridad  reafirmar 
la  opción  preferencia I por 
los  pobres  y excluidos, 
inspirada  en  el  Evangelio, 
actualizando  la  herencia  de 
las  conferencias  de  Medellín 
(1968),  Puebla  (1979),  Santo 
Domingo  ( 1 992),  el  Sínodo  de 
América  (1997)  y Aparecida 
(2007),  para  responder  a los 
nuevos  desafíos  planteados 
a nuestros  países  por  la 
globalización  neoliberal. 
Esto  implica  reafirmar  la 
opción  por  un  nuevo  modelo 
de  Iglesia  comunitaria 
y participativa  y por  la 
teología  de  la  liberación 
como  un  aporte  a la  Iglesia 
universal. 

Amerindia  se  originó  en  1978, 
con  motivo  de  la  preparación 
de  la  conferencia  de  Puebla, 
como  un  grupo  de  teólogos 
asesores  de  los  obispos.  Se 
transformó  luego  en  una 
red  más  amplia  de  personas 
e instituciones  presente  en 
alrededor  de  20  países  de 
América  Latina  y el  Caribe 
— y en  grupos  de  hispanos 
de  América  del  Norte — 
que,  desde  el  paradigma 
de  la  solidaridad,  trabajan 
por  'otro  mundo  posible' 
en  distintas  instancias  y 
espacios  de  la  sociedad  civil 
y dentro  de  la  comunidad 
eclesial. 


En  la  década  de  los  sesenta  surgió 
una  tradición  espiritual  pastoral  y 
teológica  propia  de  América  Latina  y 
el  Caribe , que  rápidamente  se  entrelazó  con 
reflexiones  provenientes  de  otros  continentes 
y se  conoce  bajo  el  nombre  de  teología  de  la 
liberación.  Esta  teología  se  fue  gestando  al 
calor  de  múltiples  encuentroSj  publicaciones , 
conferencias  y organismos. 

Este  libro  es  una  obra  colectiva  que  recoge  en 
más  de  treinta  capítulos  la  trayectoria  de  la 
teología  de  la  liberación  latinoamericana  y 
caribeña , en  sus  múltiples  expresiones  actuales 
y en  diálogo  fecundo  con  la  elaboración 
teológica  de  Africa  y Asia. 

Entre  sus  autores  se  cuentan  figuras 
fundantes  de  la  teología  de  la  liberación 
latinoamericana  y caribeña  y también 
teólogos  y teólogas  estadounidenses , africanos , 
y asiáticos  quieneSj  más  allá  de  las  fronteras 
geográficas , han  recorrido  juntos  este 
itinerario  colectivo  de  diálogo  entre  teologías 
y culturas.