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Full text of "Crónica de la guerra de Cuba (1895)"

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1 


DE 


LA  aUEERA  DE  CUBA 


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CRÓNICA 


GUERRA  DE  CUBA 


ESCRITA  POR 

Con  los  datos  suministrados  por  los  corresponsales  de  Habana  y  New  7ork 

y  documentos  adquiridos  al  efecto 


Ilistraciones  de  los  distinguidos  dibujantes  señores  LABARTA,  PASSOS,  CUBELLS  Y  POÜS 


Tomo  segundo 


^ 


Librería   Editorial   de   M.    MAUCCI 

8,  Conde  del  Asallo,  8 
1896 


HARVARD  COUEfiE  UBRART 

FBOMIHEUBHAHTOF 

«fl"  «ABCHEZ  ASREg 

«ir,  l4..IBia 


HOKTSKtlRAT,   . 


r 


Bl  día  20  de  Noyiembre,  se  celebraba  en  el  onartel  de  San  Roque  de 
Cádiz,  el  solemnísimo  acto  de  jarar  la  bandera  los  1,000  hombres  que 
eoüBtítuyen  el  batallón  espedioionario  de  Pavía,  que  marcha  á  Cuba 
á  día  22. 

Desde  antes  de  las  10  estaban  en  el  patio  del  cuartel  la  sección  de 
gastadores,  cuyos  individuos  además  de  bu  armamento,  llevaban  hachas, 
7  otra  sección  armada  para  la  escolta  de  la  bandera. 

A  las  10  y  encontrándose  ya  en  el  cuartel  los  generales  señores 
Bodas,  Castillejos  y  Bazán,  con  los  demás  jefes  y  oficiales  del  regimien- 
to, la  banda  de  música  batió  marcha  y  fueron  saliendo  de  los  dormito- 
ri  .  los  soldados,  que  al  poco  rato  quedaron  formados  en  el  patio  en  co- 
k    na  doble. 

han  todos  en  traje  de  rayadillo,  con  mochila,  en  la  que  llevaban 
a   re  otras  cosas,  los  zapatos  guajiros,  y  sin  armamento. 

á.  loa  acordes  de  la  marcha  real,  fué  conducida  la  bandera  á  la  ca- 
b<  a  de  la  escuadra  de  gastadores.  Momentos  solemnes  de  expectación: 
te    -iñ  los  concurrentes  del  elemento  civil  estaban  descubiertos.  Allí  se 


I!uA.derao  41— t.  o. 


Predo  lO  oentt* 


'V-,.- 


CRÓNICA  DE   LA   GUERRA  DE   CUBA 


Si  ' 


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veían  4  los  señores  Yiesca  (D.  B.)  que  en  representación  del  Casino, 
y  con  el  secretario  D.  Francisco  Arámburu  é  Inda  y  varios  socios,  entre- 
gó al  coronel  Sr.  Estruch,  1,000  pesetas  para  los  soldados  del  batallón, 
regalo  de  la  Sociedad  citada;  al  director  de  la  compañía  que  actúa  en  el 
Principal  Sr.  Riquelme  y  otros  artistas,  y  representantes  de  la  prensa. 

Los  balcones  de  los  pabellones  que  dan  al  patio  del  cuartel,  estaban 
ocupados  por  las  f camillas  é  invitados  de  jefes  y  oficiales. 

Todo  ya  dispuesto,  el  comandante  D.  Emilio  Morales,  del  batallón 
expedicionari$>^  preguntó  á  los  soldados  con  clara  y  vibrante  entonación. 

— ^¿Juráis  á  Dios  y  prometéis  al  rey,  seguir  constantemente  sus  ban- 
deras y  defenderlas  hasta  perder  la  última  gota  de  vuestra  sangre,  y  no 
abandonar  al  que  os  estuviera  mandando,  en  función  de  guerra,  ó  dis- 
posición para  ella? 

— Sí,  juramos — contestaron  los  soldados  unánimemente;  y  entonces 
el  capellán  del  regimiento  D.  Antonio  López  Vergel,  que  estaba  situado 
á  la  izquierda  de  la  bandera,  dijo: 

— Por  razón  de  mi  sagrado  ministerio,  ruego  á  Dios  os  lo  premie  si 
asi  lo  hacéis,  y  si  no,  que  os  lo  demande. 

Acto  continuo  fueron  desfilando  los  soldados  uno  á  uno  por  delante 
de  la  bandera,  besándola,  y  después  de  esta  ceremonia,  pasaron  por  de- 
bajo de  ella  de  dos  en  dos. 

Entretanto  la  música  del  regimiento  tocaba  una  marcha,  y  se  saca- 
ban vistas  fotográficas  para  esta  Crónica. 

Después  formó  el  batallón  en  línea,  siendo  revistado  por  el  general 
señor  Rodas,  verificándose  el  desfile,  é  ingresando  los  soldados  en  sas 
dormitorios. 

En  último  lugar  de  la  fuerza  iba  una  cantinera,  airosamente  vestida, 
de  rayadillo,  chaquetilla  simulando  una  guerrera,  aunque  sin  los  cor- 
dones de  ésta_,  enagua  á  media  pierna,  polaina  y  bota,  negras. 

En  la  cabeza  lleva  una  gorra  de  cuartel  de  las  antiguas,  que  son  muy 
airosas  y  le  sienta  muy  bien  á  esta  cantinera. 

No  es  bonita  ni  fea;  simpática  y  de  agradable  trato:  ni  muy  baja, 
ni  alta  tampoco,  su  estatura  es  de  la  corriente  en  mujeres;  morena  y 
gruesesita.  Tiene  buen_cab8llo. 

Se  llama  Dolores  Cisneros  Martínez,  natural  del  Puerto  de  Santa 
María,  de  29  años  de  edad  y  soltera. 

No  tiene  padre;  madre  sí  y  hermanos. 

En  su  pueblo  era  planchadora  y  lavandera  y  trabajaba  en  las  lab  - 
res  propias  de  su  sexo. 

En  el  mismo  batallón  va  para  Cuba  un  hermano  de  la  cantinera  11  ,- 
mado  Manuel,  que  lleva  33  meses  de  servicio. 

Ella  pidió  permiso  al  coronel  para  marchar  con  el  batallón,  y  le  f  é 
concedido. 


J^, 


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GBONIGA  DX  LA  GUERBA  DE  OUBA 


La  cantinera  era  unía  nota  muy  curiosa  en  la  formación. 

Pasaron  los  genefales,  jefes  y  oficiales  al  Cuarto  de  Banderas  y  allí  el 
general  Rodas  felicitó  á  los  jefes  y  oficiales  de  Pavía  por  el  brillante  es- 
tado en  que  el  batallón  se  encontraba,  elogiándolos,  especialmente  al  co- 
ronel señor  Estruch. 

Después,  en  el  mi»mo  Cuarto  de  Banderas,  en  la  habitación  de  en- 
trada, se  sirvieron  galletas,  vinos  amontillados  y  tabacos  habanos,  ini-' 
ciando  los  brindis  el  general  señor  Fernández  de  Rodas. 

Dijo  que  aceptaba  Con  gusto  la  copa  que  se  le  ofrecía  á  nombre  del 
batallón  expedicionario  por  el  coronel  señor  Estruch. 

Brinda  por  la  suerte  indudable  del  batallón,  que  es  uu  pedazo  de  su 
eorazón,  el  último  que  le  queda,  porque  este  es  el  último  cuerpo  de  su 
división  que  va  á  Cuba,  donde  ya  se  encuentran  los  restantes  y  á  donde 
¿1  quisiera  ir,  pero  no  está  en  su  mano  el  disponerlo  así. 

Desde  Cádiz— añade— veo  marchar  al  batallón,  y  aquí  lo  recibiré  al 
retorno,  cubierto  de  honra  y  gloria,  triunfante  la  bandera,  que  es  elsím- 
bolo  de  la  patria. 

Que  el  Dios  de  las  victorias  os  acompañe:  cumpla  cada  cual  su  mi- 
sión como  la  patria  exige:  lleváis  la  confianza  de  que  os  dirige  un  jefe 
experto  que  conoce  la  manigua,  porque  luchó  en  ella  como  subalterno  y 
sabrá  guiaros  seguros  al  triunfo. 

Alude  al  general  Bazán,  que  siempre  recordará  á  Pavía  por  ser  el  úl- 
timo regimiento  que  mandó. 

Da  el  adiós  de  despedida  hasta  el  acto  del  embarque,  en  que  abraza- 
rá á  todos,  y  bebe  la  copa  á  la  salud  del  regimiento. 

£1  coronel  Estruch  habla  después,  dando  las  gracias  al  general  por 
las  frases  que  le  ha  dedicado,  consignando  que  le  parecen  exagerados  los 
elogios  que  á  su  perdona  se  refieren  y  aceptando  los  dedicados  á  sus  su- 
bordinados. 

Elogia  la  disciplina  de  sus  soldados,  que  han  jurado  á  Dios  servir  al 
rey,  y  que  en  el  acto  de  la  guerra  se  acordarán  del  juramento,  que  es 
para  ellos  una  religión. 

Dedica  á  Cádiz  frases  cariñosísimas:  aquí  quedan  nuestras  familias 
y  á  este  pueblo  volverá  í^avía  para  demostrar  que  es  digno  del  cariño 
que  aquí  se  le  tiene. 

El  señor  Estruch  se  emociona  profundamente  y  tiene  que  interrum* 
r  dos  veces  su  brindis. 

Terminó  después  de  elocuentes  frases  dedicadas  á  Cádiz,  brindando 
-•  este  pueblo,  por  el  rey  y  por  la  reina. 

Se  dieron  vivas  á  los  reyes  y  al  coronel  señor  Estruch. 

in  general  Bazán  pronunció  un  brindis  breve  y  elocuente  enaltecien- 
i  al  regimiento  y  á  su  coronel  señor  Estruch,  brindando  por  los  reyes 
^     rfcor  la  patria. 


to- 
an 

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rel 


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CBÓHIOA  DB  LA  QUBRRA  DB  Otnil 

licionarios  de  Pavía;  y  por  úttímü,  el  oomafl 
)U8o,  y  así  se  hizo,  que  se  confondieran  en  ui 
el  coronel  Estrach. 
ado  el  señor  Biqnelme  á  brindar,  lo  hizo  en  1 

Aunque  humilde  histrión  del  arte, 
hoy,  en  tan  solemne  día, 
quiero  también  tomar  parte; 
brindo  y  bebo  por  Pavía. 

scmidn  se  prolongó  algún  rato  y  á  las  doce  al 
Etodas  y  Castillejos  el  cuartel. 


OUÍK  laburqi»  del  ncimlcolB  d«  PitI*  ■ime»  U. 

soldados  se  les  entregó  antea  de  que  salieran 

les  había  hecho  el  üasino  Gaditano. 

toldados  que  constituyen  este  batallón  son  q 

■ovíncias  de  Valencia,  Murcia  y  Alicante.   8 

lías. 

en  el  batallón  4  jefes,  8  capitanes,  25  snbalti 

I. 

irimeras  tintas  del  amanecer  del  22,  sorpre 

ferrocarril  á  varias  familias  de  Medina,  Alca 

iz,  que  desde  antes  de  las  cuatro  esperaban  h 

de  Cataluña,  entre  los  cuales  venían  hijos,  hej 

las. 

}ue  aguardaban  eran  en  su  mayoría  gentes  d 


♦    V* 


CBÓNICA  DE  LA  OUEBBA   DE   CUBA 


•.**.>' 


1 

realizaron  el  viaje  á  pie,  para  dar  el  ultimo  abrazo  de  despedida  al  ser 
querido  que  marcha  á  la  guerra. 

A  la  hora  en  que  el  tren  correo  partía  de  Cádiz,  anunciaba  el  telé- 
grafo la  salida  de  Jerez  del  tren  militar  con  los  cazadores.  ' 

A  poco  fueron  llegando  á  la  estación  y  al  muelle  personas  conocidas, 
militares  y  público  numeroso. 

A  las  siete  de  la  mañana  se  encontraban  en  la  estación  los  generales 
Rodas  y  Castillejos,  jefe  de  Estado  Mayor  señor  Quintero,  teniente  del 
V^f  mismo  cuerpo  señor  Garrido,  comandante  ayudante  señor  Arrecivita, 
teniente  ayudante  señor  Jaime,  teniente  coronel  de  Artillería  señor  Me- 
na, comandante  señor  Puente,  capitán  señor  Carranza  y  otros  señores 
oficiales  de  la  misma  arma,  segundo  jefe  de  esta  comandancia  de  Cara- 
bineros con  varios  oficiales,  coronel  mayor  de  plaza  y  otras  comisiones 
de  jefes  y  oficiales  de  la  guarnición. 

Comisario  de  guerra  señor  Bo,  comandante  señor  Casalines,  el  presi- 
dente de  la  sección  tercera  de  esta  Audiencia,  para  despedir  á  un  hijo 
suyo  primer  teniente  de  cazadores  don  Carmelo  Nogueras,  la  música  de 
Álava  con  bandas  y  gastadores  y  público  bastante,  que  se  extendía  á  lo 
largo  de  la  vía. 

A  las  7  y  35  minutos  por  el  reloj  de  la  estación  llegó  el  tren  militar: 
la  música  ejecutó  una  diana:  los  soldados  dieron  vivas  á  Cádiz:  se  apea- 
ron los  jefes,  oficiailes  y  soldados,  saludando  á  los  que  aquí  se  encontra- 
ban y  oonfandiéndose  en  abrazos  el  hermano  con  el  hermano  y  los  pa* 
dres  con  los  hijos. 

Dada  la  hora  retrasada  con  que  llegaron  los  cazadores,  dispuso  el 
general  Rodas  que  no  concurrieran  á  la  misa  por  falta  de  tiempo  ma- 
terial para  arreglar  los  últimos  preliminares  del  embarque. 

Formaron  en  el  andén,  donde  se  proveyeron  de  las  mantas  y  pasa- 
ron lista. 

Durante  ésta  nos  informamos  de  que  en  Córdoba  se  tributó  al  bata- 
llón una  despedida  cariñosa  y  delirante. 

A  los  oficiales  les  regalaron  cajas  de  puros  y  á  los  soldados  dinero, 
los  círculos  conservador  y  militar  500  pesetas  cada  uno,  la  sociedad  la 
Omz  Roja  dio  una  función  á  beneficio  de  los  expedicionarios,  obteniendo 
un  producto  de  1,000  pesetas,  que  le  fueron  entregadas;  el  ayuntamiento 
también  les  dio  dinero,  y  á  la  estación  concurrieron  las  autoridades  to- 
das, incluso  el  señor  obispo,  formándose  en  la  vía  y  en  una  gran  exten- 
sión una  línea  de  personas  con  bengalas,  que  los  vitoreaban  al  mismo 
tiempo  que  el  tren  caminaba. 

Ya  con  el  batallón  la  charanga  del  mismo,  siendo  éste  el  primero 
que  aquí  embarca  con  música. 

Manda  la  fuerza  el  teniente  coronel  D.  Manuel  Alvarez,  siendo  sus 
comandantes  D.  Juan  Yalls  Castelo  y  D.  Nicolás  Navarro.  Van  además 


CBONICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


siete  capitanes,  32  subalternos,  dos  de  los  cnales  se  incorporaron  en 
Utrera,  médico  primero  D.  Carlos  Velasco  y  30  sargentos,  que  en  su 
mayoría  estuvieron  en  Melilla. 

De  los  mil  hombres  que  constituyen  el  batallón  faltan  50;  se  han 
redimido  ocho,  algunos  de  ellos  estando  ya  para  marchar  en  la  estación 
de  Córdoba,  y  el  resto  ha  quedado  en  el  hospital  enfermos. 

En  Fuentes  de  Andalucía  salió  la  música  del  pueblo  a  tocar  al  paso 
del  tren,  y  en  Jerez  esperaban  en  la  estación  los  jefes  y  oficiales  de  ca- 
zadores de  Tarifa  con  la  charanga  del  batallón.  Los  de  Tarifa  obsequia- 
ron á  sus  compañeros  de  Cataluña,  con  vinos  para  la  tropa  y  dos  cajas 
de  amontillado  para  los  jefes  y  oficiales. 

No  ha  ocurrido  en  el  viaje  hasta  Cádi2;  ningún  accidente. 
El  general  Chinchilla   telegrafió  al  general  Bodas ,  diciéndole  que 
sentía  que  el  estado  de  su  salud  le  impidiera  venir  á  despedir  las  tropas 
y  encargándole  que  las  despidiera  en  su  nombre. 

Terminada  la  lista  y  provistos  los  soldados  de  sus  mantas  salieron  de 
la  estación  con  la  música  á  la  cabeza,  formando  en  el  extremo  del  mue- 
lle en  columna  cerrada  por  compañía. 

Los  soldados  en  su  mayoría  son  de  Cáceres,  Avila,  Salamanca  y  Ma- 
drid ,  y  algunos  de  esta  provincia  y  de  otras  de  Andalucía.  Estos  son  los 
menos. 

Quintos  de  este  año  van  en  el  batallón  248  y  los  restantes  el  que  más 
lleva  tres  años  de  servicio. 

Por  minutos  aumentaba  el  público  en  el  muelle,  plaza  de  San  Juan 
de  Dios  y  calles  todas  del  barrio  de  Santa  María. 

Los  balcones  del  ayuntamiento  ostentaban  colgaduras. 
Concurrieron  el  alcalde  señor  Arroyo  y  concejales  señores  Orodea, 
Casal,  Larraondo,  Torres  (D.  J.),  García  Bourlier,  Rodríguez,   Engo  y 
Miranda. 

El  general  Rodas,  con  varios  jefes  y  oficiales,  marchó  á  la  Catedral. 
En  el  cuartel  de  San  Roque  se  hicieron  los  preparativos  de  marcha 
desde  bien  temprano.  A  los  soldados  se  les  entregó  el  pan  y  la  manta. 

A  las  ocho  y  cuarto  salió  el  batallón  del  cuartel.  Todo  cuanto  se  diga 
de  cómo  estaban  de  público  aquellos  alrededores  y  las  calles  del  Tomo 
de  Santa  María,  Santo  Domingo  y  Sopranis,  resultaría  incoloro  ante  la 
realidad.  Millares  de  personas  se  agolpaban  y  atrepellaban  por  todas 
p     tes,  afanosas  de  abrazar  á  los  soldados. 

Los  vivas  atronaban  el  espacio,  y  la  ovación  que  se  le  tributó  á  los 
e     edioionarios  de  Pavía  fué  inmensa,  enloquecedora. 

Elenunciamos  á  describir  las  sentidas  escenas  que  se  desarrollaron  en 
e    ránsito,  porque  cualquiera  las  supone,  teniendo  en  cuenta  el  tiempo 
!  lleva  Pavía  en  Cádiz,  el  cariño  que  se  le  profesa,  y  que  aquí  quedan 
^res  más  queridos  de  los  que  marchan  hoy. 


QRONIGA  DE  LÁ  QUERRÁ  DE  OUBA 


Eq  la  plaza  de  San  Juan  de  Dios  era  imposible  el  tránsito,  lo 
que  en  la  calle  de  Alonso  el  Sabio  y  plaza  de  la  Catedral. 


Tamronv  I>MpiiM  Ó»  Im  bidIoI»». — HmU  al  coarM.  <' 


En  la  puerta  de  la  Catedral  aguardaban  los  generales  Rodas,  Cast 
UejoB  y  Toral  y  numerosas  oomiaiones  militares. 

Fenetró  el  batallón  en  el  templo,  formando  tres  compañías  en  oad 
nave. 


/ 


10  CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


Los  generales  y  autoridades  militares  se  situaron  al  pié  del  presbite- 
rio en  la  crujía  central;  parte  de  los  gastadores  á  los  lados  del  presbite- 
rio y  en  éste  el  cabo  y  otros  con  el  corneta  de  órdenes. 

El  abanderado,  con  el  capitán  ayudante  señor  Ferrer,  se  situaron  á 
la  derecha  del  altar,  donde  tomaron  asiento  el  alcalde  y  concejales  y  el 
vicepresidente  de  la  comisión  provincial  señor  Meléndez  y  secretario  de 
la  Diputación  señor  Cano  Benítez. 

Comenzó  el  religioso  acto  á  las  nueve  menos  cuarto,  durante  la  cual 
la  música  estuvo  ejecutando  algunos  números. 

La  catedral  resultaba  pequeña  para  tantas  personas  como  acudieron, 
y  no  fueron  pocas  las  que  tuvieron  que  quedarse  en  la  calle. 

Terminada  la  misa,  ocupó  la  cátedra  del  Espíritu  Santo  el  señor 
obispo  y  dirigió  á  los  soldados  una  sentida  plática,  concebida  en  estos  ó 
parecidos  términos:  . 

Ausente  hace  días,  para  honrar  un  egregio  difunto,  y  por  motivos 
de  familia,  habría  sentido  no  llegar  á  tiempo  de  despediros,  amadísimo» 
soldados  de  Pavía,  que  siempre,  y  más  en  el  infortunio  de  la  patria,  se 
consuela  y  reanima  el  abatido  espíritu,  publicando  la  heroica  abnega- 
ción y  el  indomable  valor  de  los  soldados  españoles,  así  como  hacienda 
ostensibles  estas  demostraciones  de  amor  conque  concurre  el  pueblo  ga- 
ditano á  daros  el  adiós  de  despedida  á  vosotros  que  vais  á  defender  bI 
territorio  español. 

De  vosotros  no  cabe  pedir  más. 

Secos  los  ojos,  pero  llorando  sangre  el  corazón,  os  habéis  arrancado 
de  los  brazos  de  vuestras  idolatradas  madres,  de  vuestras  esposas  aman- 
tísimas  y  de  los  besos  de  vuestros  hijos  queridos,  para  volar  á  luchar 
con  un  clima  cruel,  con  la  perfidia  de  los  traidores,  tal  vez  á  dar  la  vida 
en  los  vírgenes  bosques  de  Cuba  ó  á  sufrir  el  bárbaro  machete  de  los  in- 
humanos mambises. 

Las  dichas  deliciosas  del  hogar  pacífico  hánse  trocado  en  tristes 
amarguras  con  vuestra  ausencia  por  los  azares  de  la  guerra,  pero  la  pa  - 
tria  corresponde  agradecida  á  vuestro  sacrificio,  acudiendo  con  recursos 
á  vuestras  necesidades,  é  inscribiendo  vuestros  nombres  en  el  largo  ca  - 
tálogo  de  los  héroes. 

Desarrollando  fuerzas  latentes,  supremas,  el  gobierno  se  ha  propor- 
cionado sin  menoscabo  del  crédito  público  y  sin  exigencias  vejatorias , 
los  medios  que  se  necesitan  para  terminar  la  guerra. 

El  caudal  de  la  patria  es  el  vuestro  y  todo  se  facilita  largamente. 

La  patria  os  favorece  con  sus  fervientes  oraciones,  y  vosotros,  sold&- 
dos  católicos,  á  quienes  me  dirijo,  comprendéis  la  eficacia  de  la  oración 

De  los  hogares  vuestros  álzanse  al  cielo  plegarias  ardientes  de  vuoa  - 
tras  madres,  esposas  é  hijos,  para  que  Dios  os  conserve  y  os  devuelva  é> 
sus  amorosos  brazos. 


GBÓNIGA   DE  LA  GUEHBA  DE  CUBA  11 


La  Iglesia  hace  lo  mi^mo:  desde  el  comienzo  de  la  guerra  se  hacen 
plegarias  por  los  sacerdotes  por  vuestra  salud  y  por  el  triunfo  de  las  ar  • 
mas  españolas. 

He  aquí  por  qué  yo  pido  á  Dios  conserve  vuestras  vidas,  siquiera  sea 
aconta  de  prodigios,  como  conserva  la  del  ilustre  caudillo  que  estuvo  en 
este  recinto  y  en  cuyas  manos  se  encuentra,  no  solo  el  giro  de  la  guerra, 
sino  la  suerte  y  destino  de  la  patria. 

Tal  vez  por  esto  el  Ángel  de  la  Guarda,  que  vela  constantemente  por 
él,  lo  libró  de  las  balas  que  atravesaron  su  maletín. 

Si  marcháis  como  aquellos  soldados  de  que  habla  el  padre  San  Ber- 
nardo, forrados  por  dentro  de  la  fe  y  de  hierro  por  fuera,  nos  abrazare- 
mos en  retorno,  convirtiendo  las  plegarias  de  este  día  en  himnos  de 
trionfo. 

Dio  el  señor  obispo  su  bendición  y  se  dispuso  la  salida  del  templo, 
hasta  cuya  puerta  concurrió  dicha  autoridad  eclesiástica  con  los  seño- 
res canónigos  á  despedir  á  los  expedicionarios. 

En  la  plaza  de  la  Catedral  había  engrosado  la  concurrencia  de  ma- 
sera considerable. 

Desde  las  gradas  del  templo  se  observaba  una  inmensidad  de  cábe- 
las humanas,  cuya  vista  se  perdía  por  la  calle  de  Alonso  el  Sabio.  La 
perspectiva  era  grandiosa. 

No  con  poco  trabajo  pudo  abrirse  paso  la  tropa:  todos  se  disputaban 
el  honor  de  abrazar  al  coronel  señor  Estruch.  Al  lado  de  éste  y  desde  la 
KÜida  del  cuartel,  caminaba  un  hijo  suyo,  hombre  ^a. 

Todas  las  ventanas,  cierros  y  balcones  de  las  casas  de  dicha  plaza, 
calle  de  Alonso  el  Sabio  y  plaza  de  San  Juan  de  Dios  estaban  atestadas 
de  gente,  lo  mismo  que  las  murallas  y  el  muelle.  Muchas  familias  ocu- 
paban carruajes. 

£n  el  balcón  principal  del  ayuntamiento  estaban  el  gobernador  ci- 
til,  el  alcalde,  concejales  y  vice  presidente  de  la  comisión  provincial 
!iq)erando  la  llegada  del  general  Rodas  y  los  otros  ya  mencionados. 
I  Las  tropas  penetraron  por  el  ala  izquierda  de  la  plaza^  formando  en 
Nolumna  por  secciones  frente  al  ayuntamiento  y  verificándose  luego  el 
4esfile  por  la  derecha. 

En  la  citada  plaza  los  soldados  vitorearon  al  rey,  á  la  reina,  á  Es- 
paña, á  Cádiz,  á  su  ayuntamiento  y  á  Pavía,  emprendiendo  la  marcha 
kadf  el  muelle* 

II  .n  delante  con  banderas  los  estudiantes  del  bachillerato  y  de  co- 
&erc  j. 

£    entusiasmo  que  aquel  cuadro  produjo  fué  inmenso:   los  vivas  se 
ec  ian  sin  interrupción  y  las  notas  de  la  música  hacían  olvidar,  si- 
iex  "^  fuera  momentáneamente,  á  los  que  aquí  quedan  llorando  la  au- 
6i    de  los  que  marchan  á  la  campaña. 


12 or6nioa  dk  la  quebra  de  oitba 

En  el  muelle  formó  el  batallón  próximo  á  la  últíma  escala  del  E. 

Todas  las  disposiciones  estaban  adoptadas,  pero  la  concurrencia  di- 
ficultaba las  operaciones.  Allí  estaban  para  dirigir  el  embarque,  y  lo 
dirigieron  con  acierto  y  rapidez,  el  comandante  de  Marina  señor  Due- 
ñas, segundo  señor  Ibarra,  ayudante  señor  Castaño  y  otros  señores 
ayudantes  de  dicha  capitanía  con  el  personal  auxiliar  de  la  misma. 

En  tres  balandras,  dos  de  las  cuales  iban  remolcadas  por  el  vapor 
Trocadero,  del  señor  Mac  Pherson,  quien  también  se  encontraba  allí 
presente,  y  otra  por  un  auxiliar  de  la  Trasatlántica  se  dispuso  y  llevó  i 
efecto  el  embarque,  que  fué  amenizado  por  la  banda  del  batallón,  la 
cual  también  llegó  hasta  el  trasatlántico  con  la  tropa. 

En  el  puente  del  vapor  iban  el  geoeral  Castillejos,  coronel  Estruch  y 
otros  jefes. 

El  general  Bodas  dio  vivas  á  España,  al  rey,  á  la  reina,  á  Pavía  y  al 
ejército,  que  fueron  calurosamente  contestados. 

En  la  travesía,  una  de  las  balandras  que  llevaba  el  Trocadero  hubo 
de  romper  el  remolque,  recogiéndose  de  nuevo  sin  consecuencias. 

A  la  una  tuvo  lugar  el  embarque  de  los  cazadores,  que  también  lo 
verificaron  en  el  citado  vapor  y  en  un  auxiliar  remolcando  balandras  y 
repitiéndose  los  vivas  al  desatracar  las  naves  del  muelle,  siendo  próxi- 
mamente la  una  y  media. 

Ea  el  auxiliar  número  3  embarcaron  los  generales  Rodas,  Jiménez 
Castellanos,  Bazán  y  Obregón,  destinados  estos  ti-es  últimos  á  Cuba, 
como  ya  se  ha  dicho;  otros  varios  jefes  y  oficiales,  los  ayudantes  de  los 
generales  citados,  el  señor  Rodríguez  Guerra  (D.  J.)  y  algunas  personas 
conocidas. 

Hacía  mar  de  leva  y  algunos  soldados  se  marearon. 

El  coronel  de  Pavía  dirigió  telegrama  de  despedida  á  la  reina,  al 
ministro  de  la  Guerra  y  al  comandante  en  jefe  de  este  cuerpo  de  ejército. 

Por  la  mañana  á  primera  hora  se  embarcaron  68  individuos  de  la  re* 
duta  voluntaria. 

También  se  embarcaron  20  Hermanas  de  la  Caridad  y  42  jefes  y  ofi- 
ciales para  ser  destinados  á  cuerpos. 

En  total  lleva  el  vapor  Buenos  Aires  2.116  pasajeros. 

He  aquí  los  telegramas  á  que  antes  hemos  hecho  referencia: 

General  gobernador  al  jefe  del  Cuarto  Militar  de  S.  M.  la  reina. 

Ruego  á  V.  E.  haga  llegar  hasta  S.  M.  el  telegrama  siguiente: 

Señora:  Jefes^  oficiales  y  tropa  batallón  expedicionario  Pavíu  en 
el  momento  de  embarcar  para  Cuba,  me  confieren  la  última  honr  de 
elevar  hasta  Y.  M.   respetuoso  saludo  de  despedida. 

La  defensa  del  trono  y  de  España  es  la  suprema  aspiración  qa  le- 
van y  la  cumplirán  como  buenos,  porque  todos  ellos  lo  son. 

Con  pensamiento  en  Dios  y  en  el  honor  de  la  bandera,  juran  d^    ra- 


^KICA  DB  I*A  qUKHEA  D»  CUBA 13 

>ta  de  su  san^e  en  defensa  de  la  integridad  de  la 
ftra  ello  el  cariño  de  sn  reina  y  el  deseo  de  cumplir 
ruidosamente  sos  deberes  de  soldados. 

General  gobernador  al  ministro  de  la  Ghierra: 

Jefes,  oficiales  y  tropa  del  batallón  expedicionario  Paría,  antes  de 
ortír  para  Caba,  me  niegan  envíe  á  Y.  B.  respetuoso  salado  de  despe- 
nda. 

Tan  animosos  y  contentos  como  cumple  á  soldados  espafloles;  llevan 
I  ooncienoia  de  an  deber  y  la  bendición  de  la  iglesia  les  ha  sido  dada 
lOT  el  ilustre  obispo  de   Cádiz,  habiéndolos  despedido  la  población  con 


il  entosiasmo  que  no  encuentro  frases  para  ponderarlo,  ni  jamás  po- 
ré  agradecer  bastante. 

El  batallón  de  Pavía  honra  á  la  nación  y  al  ejército  y  enorg^Iece  á 
Bte  humilde  general,  que  eleva  también  á  Y.  &.  el  testimonio  de  su  res- 
eto y  felicitación,  asegurándole  que  con  soldados  como  éstos,  todas  las 
mpresas  son  posibles  y  la  victoria  segura. 
General  gobernador  al  comandante  en  jefe. — Sevilla. 
£1  batallón  expedicionario  de  Pavía,  al  embarcar  para  Cuba,  le  en- 
'"or  mi  conducto  el  más  respetuoso  saludo  de  despedida. 
1  el  momento  de  alejarse  de  España  juran  una  vez  más  *er  dignos 
región  á  que  pertenecen:  el  nombre  de  Y.  E.  les  infundirá  alientos, 
■mdo  derramen  su  sangre  por  la  patria,  recordarán  que  también 
5  Y.  £.  la  suya  en  defensa  de  los  mismos  ideales. 
.'verne  de  grata  satisfacción  participar  á  Y.  E.  que  el  expediciona- 
o  Paría  va  en  las  más  brillantes  condiciones,  prometiendo  ser  dig- 


^* 


fij,: 


I 

*JÍ    , 


r.V"! 


14    CRÓNICA   DK  LA  QÜEBBA  »B  QtJBA 

no  del  heroico  nombre  que  lleva,  y  del  mando  de  V.  E.,  á  quien  respe- 
tuosamente felicito. 

La  despedida  entre  las  autoridades  militares  á  bordo  del  Buenos 
Aires,  fué  afectuosísima  y  sentida. 

A  las  cuatro  menos  cuarto  de  la  tarde  disparaba  el  cañonazo  de  sa- 
lida el  hermoso  trasatlántico,  y  cruzaba  gallardamente  las  aguas  do- 
blando la  punta  de  San  Felipe. 

En  Cádiz  ha  quedado  en  el  hospital  militar,  por  encontrarse  enfer- 
mo de  cuidado,  el  segundo  teniente  de  cazadores  de  Cataluña,  señor  Do- 
mínguez, que  llegó  de  Córdoba. 

En  el  Satriistegui  embarcaron  el  día  siguiente  y  con  los  batallones 
de  Safooya  y  Zaragoza,  los  generales  señores  Toral  y  del  Rey. 

En  Palma,  la  ceremonia  de  bendecir  la  bandera  de  guerra  regalada 
por  la  población^  fué  imponente. 

El  día  20  de  Noviembre,  las  campanas  anunciaron  con  sus  repiques 
la  solemnidad;  la  bandera  enfundada,  tal  como  la  llevará  el  oficial  aban- 
derado en  los  ejercicios  de  combate,  fué  conducida  á  la  sacristía  y  des- 
pués colocada  y  desplegada  al  lado  del  Evangelio. 

Las  naves  de  tan  augusto  templo,  hallábanse  atestadas  de  numerosa 
y  escogida  concurrencia. 

Ocupaban  lugar  preferente  el  Excmo.  Sr.  Capitán  general,  el  Gober- 
nador militar  de  la  plaza,  comisiones  de  todos  los  cuerpos  y  depen- 
dencias militares,  los  generales  Palou  de  Comasema,  Bennasar,  Ascen- 
sión, Truyols,  León  y  Montaner,  el  Gobernador  civil,  Alcalde,  Ayunta- 
miento, Presidente,  Fiscal  y  Secretario  de  la  Audiencia,  Diputación, 
Delegado  de  Hacienda  y  demás  corporaciones  administrativas  y  litera- 
rias, y  la  prensa. 

Eran  las  diez  cuando  en  medio  de  un  religioso  silencio  y  de  la  gran- 
diosa severidad  que  producía  el  altar  mayor,  ricamente  adornado,  y  las 
paredes  laterales  colgadas  de  damascos,  se  adelantó  S.  E.  lima,  el  señor 
Obispo  de  aquella  Diócesis  para  la  memorable  ceremonia  de  la  bendición  de 
la  bandera:  cubrióse  desús  vestiduras  pontificales,  y  empuñando  el  bácu- 
lo, á  la  vez  que  arrodillándose  el  Comandante  señor  Matheu,  jefe  acci- 
dental del  batallón,  con  la  bandera  desplegada  y  rendida,  dio  la  bendi- 
ción sobre  ella  y  sobre  las  cabezas  del  ayudante,  del  abanderado  inte:  L- 
no  señor  Morey  y  de  los  individuos  que  formaban  la  escolta. 

Entonces  observóse  en  los  semblantes  de  la  distinguida  conc  - 
rrencia,  en  especial  de  señoras,  la  emoción  que  había  producido  en  il 
ánimo  tan  solemne  y  significante  acto. 

Segaidamente  se  hizo  cargo  de  la  enseña  el  oficial  abanderado,  y  ^  ^- 


CRÓNICA    OF.   LA   OUKRRA    DR   CUBA  15 

lebró  misa  de  Pontifical  el  obispo  ocupando  la  cátedra  sagrada,' des- 
pués del  Evangelio,  el  M.  I.  Teniente  Vicario  de  aquel  distrito,  don 
Joaquín  Cervera  Simón,  Predicador  de  S.  M.  y  de  elocuencia,  cuya  voz 
ha  resonado  muchas  veces  en  los  templos  de  la  península  y  que  con  la 
galanura  de  un  castizo  estilo,  exqui}^ita  erudición  y  salpicado  de  párra- 
fos sonoros,  pronunció  un  sermón  elocuentísimo. 

He  aquí  los  puntos  más  culminantes  del  exordio  y  plática  sinteti- 
zados: 

«Grecia  celebraba  aquellas  fiestas  panaténeas  en  las  cuales  el  navio  de 
Minerva  con  ingenioso  y  oculto  artificio  y  á  remo  y  vela  por  tierra  con- 
ducido, ostentaba  procesionaimente  la  famosa  Peplo,  vela  sacra  recama- 
da de  oro  y  pedrería,  donde  estaban  escritas  las  hazañas  de  Palas  con- 
tra los  Titanes  y  las  proezas  de  los  guerreros  de  Atenas. 

^Nosotros  por  fortuna  no  adovamos  al  Júpiter  de  Doiona  sino  al  Dios 
de  Israel  y  por  eso  venimos  á  esta  Basílica  á  ensalzar  y  bendecir  esa  ban- 
dera que  ha  de  ser  para  vosotros  principio  fecundo  de  loables  acciones, 
manantial  inagotable  de  ilustres  hazañas,  síntesis  de  acerbos  dolores  y 
de  inefables  sacrificios. 

>El  objeto  primario  y  esencial  del  ejército  no  es  el  ejercicio  de  la 
guerra,  pero  esta  es  lícita,  necesaria  y  aún  meritoria  cuando  se  trata  de 
eonaervar  los  intereses  morales  y  materiales  de  la  nación,  el  orden,  la 
justicia  y  la  paz,  Bellum  geritur^  decía  San  Agustín  á  su  amigo  el 
Conde  Bonifacio,  general  del  Imperio.  Bellum  geritur  ut  pax  acqui- 
UUur. 

>La  significación  del  acto  que  hoy  se  celebra,  la  bendición  de  esa 
bandera,  nos  recuerda  dos  sentimientos  que  se  desarrollan  en  todos  los 
climas  que  han  atravesado  todas  las  edades  halagüeñas  y  tristes,  prós- 
peras y  adversas  y  han  inspirado  las  sublimes  concepciones  del  arte  y 
han  dado  vigor  y  realce  al  genio  y  vibran  en  todas  las  almas  sensibles. 
DoB  sentimientos  potentes  y  vehementísimos:  el  amor  patrio  y  el  senti- 
miento religioso. 

>El  amor  patrio  empieza  en  la  segunda  etapa  que  recorre  el  hombre 
sobre  el  planeta,  simultáneamente  con  la  historia  del  arte  militar  y  aun 
con  el  origen  dé  la  propiedad;  empieza  cuando  la  tribu  laboriosa  abre  el 
primer  surco  en  el  fondo  del  valle,  cuando  levanta  la  población  en  la  al- 
tura ó  en  la  falda  de  la  montaña  para  defender  sus  frutos  contra  la  ra- 
]     ñdad  de  la  tribu  errante  y  holgazana. 

»E1  sentimiento  religioso  empieza  en  el  exordio  de  los  tiempos.  La  co- 
1  ¿1  inteligencia  de  Bossuet  descubre  en  todos  los  sucesos  de  la  edad  pri- 
1  dva  la  idea  y  esperanza  del  divino  libertador.  Asiría  y  Babilonia  le- 
j  1  esta  herencia  á  los  médulos  y  á  los  persas  y  éstos  la  trasmiten  á  to- 
i  \  los  pueblos  sojuzgados  por  el  genio  guerrero  de  la  antigf  '^d,  por  el 
]     -"  de  Filipo  el  Macedonio. 


16 OBÓSIOA  DE  LA   OüBRHA  DE  CUBA 

>Y  sigue  palpitando  este  seatimiento  en  el  seno  de  la  idolatría,  en  li 
urdimbre  de  la  fábata,  en  los  acentos  de  la  lira  pagana,  en  las  fantásti' 
oas  Inoabraoiones  nútológicas;  y  á  pesar  de  sa  arte  incitante,  lubrico  ^ 
ToInptaoBo,  palpita  también  en  ta  tierra  olá^ioa  de  la  filosofía,  en  aqoe 
Ua  Grecia  soñadora  y  poética,  arrullada  por  las  ondas  de  nn  argentinc 
mar,  qne  se  rompe  en  blanca  espnma  en  bus  costas,  reclinada  al  pié  dé 
Olimpo,  desde  cuya  cima  centellean  aiíu  los  tímidos  vislumbres  de  36 
crates,  Aristóteles  y  Platón;  no  obstante  las  ráfagas  de  sensualismo  j 
de  lascivia,  y  la  degradación  de  sus  costumbres,  palpita  también  en  lí 
antigua  ciudad  de  Aventino. 

>A1  llegar  á  este  pnnto  hacemos  alto  en  nuestn 
marcha  para  eeonohar  una  voz  misteriosa  qne  soeni 
en  el  oriente;  es  la  doctrina  de  Jesús  que  derriba  lo 
falsos  ídolos  y  ahuyenta  con  su  luz  las  sombras  di 
paganismo. 

>Y  como  esta  doctrina  purísima  no  pudiera  ama) 

gamarse  con  la  corrupción  del  imperio,  allá  en  la 

estepas  del  septentrión  óyese  el  galopar  de  los  oaba 

líos  de  Atila;  son  las  huestes  que  la  Providencia  en 

vía  sobre  Roma,  hueates  bárbaras,  casi  salvajes,  ii) 

dómitaa  y  feroces,  á  cuyo  empuje  el  imperio  se  de^ 

vanece  como  una  sombra.  | 

'Mas,  por  qué  el  amor  patrio  y  el  sentimienn 

^T"  religioso  han  de  sellarse  con  sacrificio  cruento?  ¿pa 

-3,  <-'    _  qué  estos  dos  sentimientos  nobilísimos  han  de  arra| 

_i^     ^  garse  cen  la  sangre  de  los  héroes  y  de  loa  mártired 

ouüoaridtFiTi..  >¡Ah  seño^e^!  con  sangre  se  afianza  la  tribu  an 

tigua  y  con  sangre  se  consolida  la  nación  moderna;  con  la  sangre  pn 

eiosísima  de  Jesús  se  realiza  ta  obra  incomparable  de  nuestra  redenciói 

con  la  sangre  de  18  millones  de  mártires,  se  levanta  el  grandioso  edil 

cío  del  catolicismo. 

'Soldados  del  batallón  provisional  da  Ouba,  vuestra  sangre  reclan 
también  la  nación,  vuestra  sangre  exige  las  angustias  de  la  Patria  ¡ 
Patria!  nombre  mágico  que  produce  la  vehemencia  del  entusiasmi 
paraíso  de  nuestros  sueños,  fuente  de  todo  heroísmo  y  abnegación.  i 
>Por  la  Patria  firma  Arístides  su  sentencia  de  ostracismo,  Onrcio  m 
lanza  con  su  corcel  al  precipicio,  Escévola  quema  su  diestra  y  quinieif 
tos  espartanos  acaudillados  por  Leónidas  detienen  la  rapidez  del  ejér- 
cito de  Xerxes  en  los  desfiladeros  de  las  Termopilas.  J.  ,;>..-;■.  ■•  ■■ 

>¡EApaña!  ¡inmortal  España!  perla  engastada'^ en  las  aguas  deles 
mares,  edén  del  viejo  continente,  un  día  fuiste  gentil  matroñaT^TEoyw- 
tas  encorva^.  ¿Si  Beráj)0r  el  peso  de  tantes  laurelea?  ¡Batas  envejecida 
¿Si  será  por  la  ingratitud  de  tus  hijos?  / 


CRÓNICA  DE  LA  GUEBRA  DE  CUBA 


17 


>¡Ah!  si  yo  pudiera  expresar  con  toda  su  aterradora  grandeza  la 
aablimé  epopeya  de  tos  dolores  y  martirios....  Ahí  estás  cual  majestad 
caída,  recostada  al  pié  de  tos  blasones,  como  la  desventurada  Sión, 
tristCi  llorosa  y  solitaria.  ¿Qué  haces  ahí  en  tan  angustioso  duelo,  en 
tan  amarga  aflicción? 

>Fero  con  nuestros  infortunios  y  adversidades,  nosotros  somos  de  la 
raza  del  Cid,  más  fuerte  que  la  de  Ajax;  en  la  hora  suprema  repetimos 
las  palabras  de  Calistenes  á  su  amigo  Lisímaco,  nos  levantamos  un  codo 


-'^' 


r  .-*> 


b 


Cma  oaldera  d«l  ingenio  '*Dos  Amlf  os**  propiedad  de  don  Pedro  Goleochea,  ineendieda  por  la  partida  Acebo. 

lobre  nuestra  estatura  y  como  el  guerrero  del  ciego  de  Smirna  solo  ne- 

eeñtamos  luz  para  pelear. 

>I!spaña  es  siempre  grande,  magnánima  y  varonil.  España  es  hoy 
^jMración  del  mundoX España  es  Sagunto  vencedora  de  Anibal,  en- 
~^.endo  entre  sus  escombros  las  huestes  de  Cartago;  España  es  Nú* 
jia  ardiendo  ante  las  asombradas  legiones  de  Roma  vencida;  Es- 
a  es  la  que  dicta  leyes  á  Sedfn  y  Barbarroja  en  Lepante,  y  á  Mira- 
^n  en  el  Muradal. 
toldados  del  batallón  provisional  de  Cuba,  estas  son  las  glorias, 
'^  la  historia  que  vais  á  defender  á  la  sombra  de  esa  inmaculada 


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18  OBÓNICA  Dlt  LA  OUSBRA  DX  CUBA 


bandera,  que  es  la  bandera  de  Calatañazor,  la  que  tremoló  en  los  moros 
de  Granada,  en  Italia  y  en  Flandes,  en  la  playa  de  Argel  y  en  Trafalgar, 
en  Zaragoza  y  Gerona;  es  la  bandera  de  nuestra  antigua  ooronüla  de 
Aragón,  de  aquellos  héroes  que  saliendo  de  las  fragosidades  y  riscos  de 
Sobrarbe  y  de  los  fértiles  campos  que  bañan  el  apacible  Isuela  y  el  im- 
petuoso Cinca,  fijaron  sus  barras  en  las  puertas  hieráticas  del  Asia. 

»Es  también  la  bandera  de  nuestras  creencias  religiosas.  ¿No  sabéis 
que  á  la  sombra  de  la  cruz  paseamos  victoriosos  nuestros  estandartes  de 
Oriente  á  Occidente,  de  Norte  á  Sur,  por  todos  los  mares,  por  los  conti- 
nentes todos?  ¿No  sabéis  que  en  la  grandiosa  epopeya  de  nuestra  recon- 
quista, solo  el  férvido  entusiasmo  religioso  derrotó  en  cien  combates  á 
los  hijos  del  Islam? 

)>Los  bélicos  acentos  que  resonaron  en  las  breñas  de  Asturias  no  eran 
sino  un  plañido  religioso,  y  desde  Covadonga,  donde  brilló  la  aurora  de 
nuestra  libertad,  hasta  Granada,  donde  terminó  nuestra  opresión,  en 
aquella  tit&nica  lucha  de  781  años,  el  ejército  español  iba  siempre  pre- 
cedido de  la  cruz;  entre  los  pliegues  de  su  bandera  se  dibujaba  la  son- 
risa de  María;  con  sti  invocación  los  débiles  cobraban  aliento,  los  fuer- 
tes pujanza  y  las  huestes  del  profeta  mordían  el  polvo  del  combate  en 
las  Navas,  Alarcos,  Clavijo  y  Sevilla,  donde  el  soldado  cristiano  inmor- 
talizó su  valor,  sus  proezas,  su  heroismo. 

»Pero  esta  bandera  es  especialmente  Balear;  ha  sido  adquirida  con 
las  cantidades  facilitadas  por  los  habitantes  de  la  provincia,  y  baleares 
sois  también  los  que  vais  á  escribir  su  historia,  ilustrándola  con  glorio- 
sas, hazañas. 

> Recordad  aquel  grito  patrio  y  enérgico,  aquel  grito  terrible,  aquel 
desperta  ferro  de  los  almogávares,  y  haced  ver  á  los  insurrectos  que  los 
baleares  de  hoy  son  los  héroes  de  ayer,  demostrad  al  nuevo  continente,  y 
al  mundo  entero,  que  aun  corre  por  vuestras  venas  la  sangre  de  los 
vencedores  de  O  tumba. 

«¡Fuera  debilidades  y  desmayos!  ¡Atrás  la  cobardía!  No  hay  laure- 
les sin  sacrificio;  no  hay  resurrección  sin  calvario:  resistid  la  tempestad, 
que  ya  vendrá  la  bonanza,  y  si  los  de  Tesalia  coronaron  de  amaranto  el  \ 
sepulcro  de  Aquiles,  porque  había  peleado  en  defensa  de  sus  conciuda* 
danos,  el  amaranto  y  el  laurel  y  mil  coronas  os  reservarán  nuestros  pai- 
sanos, cuando  tornéis  victoriosos:  si — lo  que  Dios  no  permita — ^la  muerte 
cortare  vuestros  pasos  en  la  inclemente  manigua,  la  brisa  de  los  maíces 
traerá  á  este  suelo  bendito,  el  fósforo  de  vuestros  huesos,  el  oxígeno  de 
vuestra  sangre,  para  encender  más  y  más  el  patriotismo  de  vuestios 
hermanos  isleños. 
I  »Voy  á  terminar  imaginándome  un  espectáculo  tan  triste  coiao 

tierno  conmovedor. 

> Aproxímase  el  momento  de  partir:  yo  contemplo  á  vuestros  padr », 


r 


CRÓNICA   DE   LA   GUERRA   DE   CUBA  19 


á  vuestros  parientes  y  amigos  con  los  ojos  enrojecidos  á  fuerza  del  llan- 
to, j  &  vosotros,  á  vosotros  aturdidos  de  pena  mientras  vuestras  madree 
y  hermanas  os  colocan  con  especial  cuidado  un  escapulario  de  la  Santí- 
sima Virgen,  mientras  os  confirman  en  las  máximas  cristianas,  que  fue- 
ron siempre  el  mis  rico  tesoro  de  vuestras  familias.  Dilatad  vuestros  pe- 
óhos,  mostraos  serenos  y  no  redobléis  el  dolor  de  los  que  aquí  quedan. 
Id,  pues,  en  paz,  mis  queridos  soldados;  procurad  distinguiros  por  vues- 
tra subordinación  y  disciplina,  por  el  amor  que  os  profeséis  unos  á 
otro.  Id  en  paz,  os  acompañan  nuestras  oraciones  y  las  bendiciones  del 
cielo.  Vuestras  madres,  postradas  ante  los  altares,  imploran  la  iQterce- 
nón  de  la  reina  de  los  ángeles,  figura  la  más  dulce,  la  más  bella,  la  más 
simpática  que  brilla  en  el  cielo  del  catolicismo. 

>¡Dios  clemente  y  misericordioso!  ¡Guardad  á  estos  bravos  defenso- 
res de  la  patria!  ¡Qué  les  respete  la  lluvia  y  el  rocío,  el  calor  tropical  y 
aqael  otro  enemigo  más  cruel  é  implacable,  la  fiebre  traidora. 

«Soldados;  confiad  en  el  Señor;  él  premiará  vuestros  sacrificios  y  os 
mostrará  los  diáfanos  horizontes  de  la  gloria.» 

Tal  ha  sido  el  sermón  del  eximio  padre  Cervera,  justificando  la  repu- 
tación de  distinguido  orador  sagrado  y  de  rasgos  de  exquisita  erudición, 
de  que  teníamos  las  mejores  noticias  por  su  antecesor  y  por  la  prensa 
del  continente. 

Ha  sido,  pues,  escuchado  con  sumo  agrado  y  felicitado  por  el  audi- 
torio, como  un  privilegio  exclusivo  del  talisnto. 

Terminado  el  acto,  la  bandera  y  escolta  se  incorporó  al  resto  de  la 
faerza  que  se  hallaba  con  las  armas  presentadas,  al  propio  tiempo  que 
las  músicas  de  los  regimientos  regionales  tocaban  marcha. 
uJUn  gentío  inmenso  e<<peraba  en  las  afueras  de  la  Catedral  para  oir  el 
discurso  del  jefe  de  ía  fuerza,  que  pronunció  según  prescribe  la  ordenan- 
za, recomendando  la  obligación  de  conservar  y  defender  la  bandera, 
hasta  perder  la  vida,  por  interesarse  en  ello  la  gloria  de  la  Nación,  el 
honor  personal  y  el  crédito  del  cuerpo. 

Hecha  la  exhortación  se  verificó  la  descarga,  y  desfiló  el  batallón 
abriendo  paso  por  la  multitud  que  se  apiñaba,  dirigiendo  atentas  mira- 
das á  la  bandera  y  á  los  valientes  baleares  que  marchan  con  ella  el  suelo 
eabano  para  distinguirse,  como  lo  hicieron  sus  antepasados  en  Tesino, 
en  Trasimeno  y  en  Cannas,  donde  formaron  la  primera  línea  de  AnnibaL 


En  Pollensa  fué  imponente  la  despedida  de  los  soldados. 

Tin  acontecimiento  que  formará  época  en  los  anales  de  la  historia 
de  dste  pueblo,  tuvo  lugar  con  motivo  de  pasar  á  Palma  los  soldados  á 
qu  'enes  ha  tocado  la  suerte  de  formar  parte  del  batallón  provisional  de 
Co  )a. 


t.  r 


20 CRÓNICA  DB  LA  QÜEBBA  DE   OÜBA 

A  las  ocho  en  punto,  y  apenas  sonaron  las  primeras  campanadas,  los 
alrededores  de  la  parroquia  se  vieron  invadidos  por  un  gentío  inmenso; 
y  apenas  hubo  entrado  el  Clero  y  el  Ayuntamiento,  el  templo  quedó  ma- 
terialmente lleno. 

En  seguida  el  señor  Cura  párroco,  con  su  elocuente  palabra  hizo  una 
plática  tan  sentida  y  tan  conmovedora,  que  hizo  derramar  abundantes 
lágrimas  al  numeroso  auditorio;  recordándoles  que  corría  por  sus  venas 
sangre  de  aquellos  héroes  pollensines  que  en  1550,  sorprendidos  por  las 
hordas  del  pirata  Barba  Roja,  sin  otras  armas  que  las  herramientas  de 
labranza,  acaudillados  por  el  insigne  Juan  Más,  supieron  con  su  bravu- 
ra arrojar  y  poner  en  vergonzosa  fuga  al  terrible  moro;  y  que  como 
aquellos  derramaron  su  sangre  generosa,  para  salvar  la  patria  chica, 
ellos  también  y  sin  temor  á  las  fatigas  que  proporciona  la  manigua,  ni 
á  los  rigores  del  clima,  demostrarían  su  arrojo,  derramando  la  última 
gota  de  sangre  para  salvar  la  integridad  de  la  patria  grande.  Y  después 
de  rezar  las  oraciones  del  Ritual,  el  señor  Cura  párroco  colocó  so- 
bre el  pecho  de  cada  uno  de  los  expedicionarios  un  escapulario  de  Nues- 
tra Señora  de  los  Angeles,  patrona  del  pueblo;  terminando  este  acto  con 
una  SaWe  cantada. 

Acto  seguido,  el  pueblo  en  masa,  acompañado  de  la  música  del  pue- 
blo, fué  á  la  Casa  Consistorial,  donde  en  el  espacioso  salón  de  sesio- 
nes se  les  tenía  preparado  un  almuerzo  de  abundante  chocolate;  servi- 
cio que  estuvo  á  cargo  de  lajs  bellas  señoritas  de  la  buena  sociedad  de 
la  población,  lo  cual  contribuyó  en  gran  manera  á  dar  más  realce  al 
acto. 

Terminado  el  almuerzo  se  levantó  el  bizarro  coronel  retirado  don 
Guillermo  Aloy,  quien  entusiasmado,  cual  si  estuviera  en  el  campo  de 
batalla,  les  dirigió  una  tan  sentida  y  tan  entusiasta  arenga,  que  aquellos 
jóvenes  sentían  no  encontrarse  frente  al  enemigo;  y  hasta  muchas  per- 
sonas de  edad  manifestaron,  en  aquel  acto,  vivos  deisieos  de  entrar  en 
fuego. 

T  después  de  exhortarles  á  que  tuvieran  sumisión  y  respeto  á  sus  je- 
fes, y  que  debían  derramar  la  última  gota  de  sangre  antes  que  ser  trai- 
dores á  la  patria,  terminó  dando  vivas  á  España,  al  Rey,  á  la  Reina  y 
al  pueblo,  que  fueron  contestados  por  toda  la  multitud  con  bravos  y  una 
prolongada  y  nutrida  salva  de  aplausos. 

Después  el  señor  Cura  párroco  se  puso  á  dirigirles  la  palabra,  y 
seguidamente  el  abogado  don  Guillermo  Cifre,  antes  Coll,  y  don  Ramón 
Martorell,  quienes  con  elocuentes  y  sentidas  frases  aumentaron  el 
entusiasmo,  siendo  colmados  cada  uno  con  salvas  de  aplausos.  Acto  con- 
tinuo y  seguido  de  la  respetable  banda  de  música  del  pueblo  tocando  un 
entusiasta  paso  doble,  se  puso  en  marcha  la  comitiva  recorriendo  las 
calles  más  céntricas  de  la  población. 


21 

a.  Sra.  del  Ro* 
illaron  escenas 
M  en  loB  ojoB, 
a  por  el  adiós 
sooorrerá;  otro 
ise  con  TÍras  á 
titnd,  y  se  cal- 
paflaron  hasta 
la  Vii^en,  y 
ipafia!  ¡Viva  ]» 

ordesde  lamú- 
nitÍTa  seguida 
itad  se  dirigió 
a  Casa  Consis- 
te se  servio  un 
n  las  mencio- 
itas;  y  después 
irlos  con  meló- 
os por  la  ban- 
A,  el  ya  citado 
rolvió  á  dar  an 
iña  y  á  Pollen- 
iontestado  con 
ntnsiasmo  que 

se  presentaron 
>o8Ícione8:  una 
r  los  gastos  de 
isioa  á  Palma 
oedida  del  ba- 
va  del  Pueblo, 
%ría  para  con- 
le  marchase  la 
linero  para  so- 
,  la  pérdida  de 
es  fueron  acla- 
iirias  cuartillas 
1  en  seguida  la 
pueblo  de  Po- 
a  y  entusiasta. 


^JȒr:,^T^.5rBHr^- 


22 CRÓmOJL  DE  LA  QUEBBA  DE  CUBA '_ 

La  despedida  del  Vicario  castrense,  en  Palma,  fué  como  sigue: 

Al  batallón  provisional  de  Cvha 

Es  la  despedida  cerno  una  consolidación  de  afectos,  como  un  pacto 
de  amistad  perdurable  de  donde  brotan  fervientes  promesas,  el  temor  y 
la  esperanza,  el  regocijo  y  la  pena. 

Mustio  el  semblante,  los  ojos  nublados  por  el  llanto,  con  una  voz  que 
se  anuda  á  la  garganta,  los  soldados  baleares  dan  un  melancólico  <adiÓB> 
á  la  noble  metrópoli  de  sus  islas,  al  paraíso  de  sus  ensueños,  á  la  ciudad 
hermosa,  blanca  como  el  cisne,  pulcra  y  engalanada  como  la  casta  vir- 
gen en  el  día  de  sus  nupcias. 

Y  desde  la  zona  ardiente  y  al  través  de  los  mares  enviarán  cada  día 
un  tierno  saludo,  que  no-es  buen  soldado  quien  extingue  el  fuego  sacro 
de  la  gratitud;  y  vuestros  hermanos  de  Palma  os  han  prodigado  sendo» 
agasajos,  y  han  exaltado  vuestro  espíritu  y  vuestros  sentimientos  con 
una  corriente  de  intenso  cariño  y  de  vivas  simpatías,  y  os  despiden  con 
solemnidad  y  pompa,  con  toda  la  efusión  del  alma. 

Por  eso  08  vais  con  pesadumbre. 

Y  aumenta  vuestro  duelo  al  recordar  el  pueblo  nativo;  vuestras  pu- 
ras y  santas  afecciones.  ¡Cuánto  os  amarga,  cómo  os  desconsuela  aban- 
donar el  oscuro  y  tranquilo  rincón,  embalsamado  con  los  perfumes  de 
vuestra  deliciosa  campiña! 

¡Ah !  imaginaos  un  pobre  proscripto,  abatido  y  sin  aliento  cuan- 
do á  gran  distancia  de  su  patria  recuerda  triste  los  encantos  de  la  casa 
paterna^  los  suspiros  de  su  esposa,  los  lamentos  de  sus  hijos,  los  horizon- 
tes de  su  país,  sus  infantiles  juegos,  su  madre  que  no  existe,  el  sepulcro 
de  sus  mayores;  vedle  en  tierra  extraña,  melancólico  y  sombrío,  solita- 
rio y  errante,  contemplar  con  el  alma  apenada  los  montes,  l<is  valles  y 
los  ríos;  nada  le  sirve  de  esparcimiento;  ni  aquellas  auras  reciben  sus  ge- 
midos, ni  hay  aroma  en  aquellas  flores,  ni  aquel  cielo  tiene  estrellas 
como  las  de  su  patria  querida. 

¡Feliz,  mil  veces  feliz  el  mortal  que  descubre  siempre  su  cuna  y  na 
le  inquieta  el  pensamiento  de  que  otra  tierra  sea  su  sepulcro! 

Cuando  el  hijo  de  los  mares  abandona,  en  alas  de  la  codicia,  las  pla- 
yas de  su  patria,  siente  extremecerse  su  corazón  y  piensa  tristemente  en 
las  iras  del  túrbido  elemento:  mas  llega  su  anhelado  y  feliz  regreso.  . . 
¡Cuántos  recuerdos  dulcísimos  se  agolpan  á  su  mente!  ¡qué  multitud  le 
tiernos  afectos  conmueven  su  ánimo!  Mientras  le  refréscala  brisa  nal  1, 
recréase  en  las  costas  donde  verificó  sus  primeros  náuticos  ensayos,  i- 
luda  los  patrios  lares  y  hace  que  su  nave  rompa  veloz  el  cristal  del  x- 
menso  piélago^  para  estrechar  en  sus  brazos  al  amigo,  al  pariente,  (  u 
esposa  que  le  espera. 


CRÓKICA  DE  LÁ  OUEBHA  DE  CUBA  23 

¡Oh  patria,  objeto  de  amor,  augusto  santuario  de  nuestros  regocijos  y 
penai},  de  nuestras  efusiones  y  tristezas,  libro  de  oro,  abierto  en  curva 
infinita,  donde  los  héroes  consignan  sus  hechos  y  las  naciones  sus  triun- 
fos y  glorias,  sus  reveses  y  desventuras,  sus  ideales  y  sus  transforma- 
ciones. 

¡Qaé  sublime  es  la  palabra  «patria!»  Todos  los  pueblos  rinden  culto 
i  este  sentimiento  que  fascina  y  arrebata,  que  subyuga  y  enloquece; 
\    pero  en  niguno  ha  tenido  su  templó  y  su  trono  como  en  la  antigua  Ibe- 
ria, ea  esta  muy  noble  tierra  española,  país  clásico  del  valor,  donde 
\  cada  muro  nos  recuerda  un  combate,  cada  bandera  una  conquista  y  ca- 
;    da  soldado  un  monumento  de  patriotismo;  nación  cuyas  maravillosas 
empresas  son  otras  tantas  al  parecer  inverosímiles  epopeyas,  que  hubie- 
minf andido  terror  y  espanto  aun  á  los  mismos  gigantes  de  Homero. 
¿Donde  encontraréis  nombres  como  lo  de  Sagunto  y  Numancia,  de 
Zaragoza  y  Gerona?   ¿Donde  héroes  como  Pelayo,  Guillen  González, 
Eodrigo  Díaz  del  Vivar,  Hernán  Cortés,  Pizarro,   D.  Juan  de  Austria, 
ddaque  de  Alba,  D.  Alvaro  Bazán,  Requesens,  Churruca,  Gravina  y 
Méndez  Nuñez,  todos  ellos  esforzados  caudillos,  insignes  pa,tricios,  cum- 
plidos caballeros  y  verdaderos    cristianos?  ¿Dónde,   decidme  dónde  se 
ofrece  un  holocausto  como  el  de  Guzmán  el  Bueno,  que  sella  su  patrio- 
tismo con  la  sangre  de  su  sangre? 

Soldados,  imitad  tan  altos  ejemplos,  prius  mori,  quam  fcedarv^^  esta 
es  la  divisa  de  los  héroes,  que  entraña  las  leyes  de  Dios  y  de  la  Patria; 
ii  divisa  que  templará  vuestro  espíritu,  y  os  alentará  en  el  desfalleci- 
Diento,  y  os  fortalecerá  en  la  desgracia,  y  dará  creces  á  vuestro  valor 
para  sufrir  hambre,  sed,  fatiga,  el  sol  abrasador,  los  aguaceros  y  todo 
los  géneros  de  peligros. 

Allí,  en  aquella  tierra  mortífera,  vasta  necrópolis  de  la  juventud  es- 
pañola; en  aquella  perla  de  las  Antillas,  enriquecida  y  hermoseada  por 
^nestros  mayores,  en  aquellos  espesos  bosques,  humedecidos  aun  con  la 
gre  vertida  en  la  campaña  de  los  diez  años,  allí  veréis  como  pelean 
fes  soldados  de  León  y  de  Castilla,  descendientes  los  unos  de  los  bravos 
lucharon  en  la  jomada  de  Villalar;  herederos  los  otros  de  la  altivez 
foda  y  dignos  émulos  de  los  que  tremolaron  su  morado  estandarte  sobre 
muros  de  la  ciudad  de  los  Abencerrajes  y  Alhamares. 
AUí  encontraréis  á  los  de  Navarra,  que  se  coronaron  de  laureles  en 
hs  gargantas  de  Ronces  valles. 
Y  á  los  duros  y  perseverantes  catalanes,  y  á  los  fieros  valencianos, 
i  los  legendarios  aragoneses,  que  con  los  invencibles  baleares  inmor- 

on  la  celebérrima  coronilla  de  Aragón, 
i  Di  están  en  su  honroso  puesto  los  soldados  de  todas  las  regiones  de 
^,    cuyos  abuelos  vencieron  con  los  nuestros  en  la  batalla  de 


24 


QBÓNIW  DI  LA  aOJBaA  DB  QDBA 


una  nación  de  tan  gloriosa  historia;  una  naoión  cuyos  hijos  hotoi- 
llaron  á  las  legiones  del  Yolga,  á  las  aguerridas  hueste  de  Tena,  Wa- 
gram,  Aasterlitz  y  Marengo,  tiene  derecho  á  exclamar:  Cuba  será  sieni- 


p^í^í? 


pre  española,  mal  que  pese  á  los  incendiarios  mambises,  bárbaros  A 
nuevo  consiente.  *" 

Soldados,  vuestro  heroismo  abreviará  el  plazo  de  nuestra  separada  a; 
no  olvidéis  el  grito  de  combate:  desperta  ferro.  «Santiago  y  á  ellos.i 

¡Viva  España! 


MBttfiívaAíaMiaiffaivaiBSi^SttHB 

^tm^pVfm  «I»  «jI»  «i»  «llir  «ir  «VT  •!•  Jfm  ¥p 


II 


LA  TOMA  DE  CAPIRO 


^0^^i0^0^0^0^0^0m0^m^0^0^0tmm 


L  día  6  de  Noviembre  y  teniendo  necesidad  el  comandante 
militar  de  Baracoa  de  relevar  el  destacamento  de  Ouan- 
dao,  asi  como  de  recoger  varios  enfermos  que  en  dicho 
destacamento  había,  decidió  la  ida  de  una  columna  y  la 
del  cañonero  Alcedo  hasta  la  bahía  de  Mata,  con  objeto 
de  recoger  dichos  enfermos  que  no  habían  de  poder  resistir  los  rigores 
de  una  marcha. 

La  columna  salió  al  amanecer  del  día  6  de  la  población,  formada 
por  unos  450  hombres  y  mandada  por  el  teniente  coronel  primer  Jefe  del 
batallón  de  Talavera  don  Francisco  Zamora,  llegando  sin  novedad  hasta 
el  Paso  del  Roble  que  por  estar  alta  la  marea,  ofrecía  no  pocas  dificulta- 
des para  el  paso  de  la  fuerza.  No  desaprovecharon  los  insurrectos  esas 
dificultades  y  cuando  precisamente  el  Jefe  de  la  columna  con  el  médico 
y  ré  prácticos  se  hallaba  hacia  la  mitad  del  paso,  hicieron  nutrido 
'o  sobre  ellos  que  nuestras  fuerzas  contestaron  valientemente.  En 
fuego  tuvimos  herido  grave  al  cabo  de  gastadores  y  en  cambio  nos- 
s  hicimos  al  enemigo  dos  muertos  vistos.  £1  enemigo  huyó  al  poco 
,  abandonando  sus  posiciones  y  la  columna  siguió  su  camino  des- 
j  de  curado  el  herido.  En  el  Paso  del  Güirito  y  en  Dos  Hermanas 
*^eron  nuestras  fuerzas  á  verse  hostilizadas  por  el  enemigo,  que  fué 


fu 


ot 
ra 


v< 


26 OROHIOA  DE  LA  GÜBEHA  DE  CUBA 

dispersado  inmediatamente  y  al  entrar  en  Mata  de  nnevo  se  repitió  la 
escena  annque  con  idénticos  resultados  que  antee.  Allí,  en  Mata,  ayuda- 
ron á  batir  á  loa  inanrrectos  los  disparos  de  cañón  del  cañonero  torpe- 
dero Alonso  Pinzón  que  con  el  Alcedo  estaba  en  la  babia. 

HízDse  el  embarque  de  los  enfermos  en  el  cañonero  y  siguió  Inego  la 
fuerza  hasta  Guandao.  En  este  punto,  recibió  el  señor  Zamora  confi- 
dencias de  que  el  enemigo  con  fuerzas  muy  considerables  se  hallaba  eo 
los  montes  dé  Capiro  y  ya  relevado  el  destacamento,  se  decidió  Á  mar- 
char &  dichos  montes  para  batir  á  esa  gente,  entre  la  que  se  hallaba  el 
cabecilla  Gil,  y  varios  significados  cabecillas  como  Faez,  Delgado  y 
Galano. 

Tuvieron  nuestras  fuerzas  nuevo  fuego  al  pasar  por  Mata,  saliendo 
victoriosos,  y  aig^nieron  hacia  Consolación,  finca  que  estaba  ocupada 
por  la  partida  de  Paez.  Esta  partida  hizo  resistencia  á  la  entrada  de  Is 
fuerza,  sosteniendo  un  nutrido  fuego  durante  más  de  una  hora;  pero  al 
fin  tuvo  qne  abandonar  aquello  internándose  más  en  Oapiro,  no  sin  de- 
jar en  el  campo  numerosos  rastros  de  sangre,  varios  efectos  y  cuatro 
muertos. 

Paez  y  su  gente,  tenían  ocupada  á  Consolación  desde  el  día  anterior 
y  atU  habían  hecho  dos  comidas  matando  una  rea,  cayos  despojos  se 
encontraron. 

Descansó  la  fuerza  en  Consolación  el  día  8  y  al  amanecer  del  9  salió 
decididamente  para  Capiro.  No  se  hizo  esperar  la  aparición  del  enemigo, 
que  opuso  en  diversos  puntos  tenaz  resistencia,  y  por  fin  dividida  la 
fuerza  en  3  columnas  se  decidió  á  subir  á  los  campamentos  insurrectos 
que  por  las  condiciones  de  acoidentación  del  terreno  y  aun  por  los  tra- 
bajos de  atrincheramiento  que  habían  hecho,  resultaban  ser  verdaderas 
fortificaciones.  Las  tres  columnas  tuvieron  nutrido  faego  que  duró  más 
de  cuatro  horas  y  en  él  hubo  detalles  que  permitieron  demostrar  una 
vez  más  la  valentía  sin  igual  de  nuestros  soldados,  así  como  la  pericia 
militar  de  nuestra  oficialidad.  Seguramente  eran  los  insurrectos  más  de 
mil,  pues  permiten  afirmarlo  así,  además  de  las  condiciones  y  señales 
de  los  campamentos  que  se  les  ooaparon,  las  confidencias  tenidas  por 
gente  del  campo,  que  tuvo  ocasión  de  apreciarlo. 

E3  fuego,  fué  muy  duro  en  Capiro,  teniendo  que  tomarse  dos  altaras 
á  la  bayoneta  y  llegando  á  ser  la  lucha  poco  menos  que  cuerpo  á  cuer> 
po.  Por  fin  el  enemigo  fué  dispersándose  y  desalojó  sus  posioionea.  Como 
consecuencia  de  este  fuego,  dejaron  los  insurrectos  57  muertos  en  el 
campo,  habiendo  sido  herido  en  la  cara  el  cabecilla  Paez,  que  según  se 
cree  ha  muerto  ya.  El  número  de  heridos  que  hayan  podido  tener  es  im- 
posible calcularlo;  puede  sin  embargo  afirmarse  que  fueron  muchos,  puf  s 
Capiro  se  convirtió  en  un  verdadero  campamento  de  sangre.  Se  ocupi.- 
roa  al  enemigo  pertrechos   de  guerra,  comida,  caballos  y  un  botiquJ'a 


CRÓNICA  DK  LA   GUBSBA  DE   CUBA  27 

completo.  Naestras  faerzas  tuvieron  1  muerto,  7  heridos  graves  y  6  con- 
toaos,  entre  los  que  se  cuenta  el  médico  de  Tala  vera. 

Distinguiéronse  en  esta  acción  el  valiente  teniente  coronel  señor  Za- 
mora, que  con  tanto  acierto  la  dispuso,  el  comandante  señor  don  Vicen- 
te González  Moro,  que  cooperó  sabiamente  á  los  trabajos  de  su  jefe,  el 
infatigable  médico  de  Talavera,  don  Kosendo  Castells  Billespí,  que  con 
pericia  poco  común  y  una'valentía  á  toda  prueba,  viene  trabajando  en 
esta  campaña  desde  su  principio,  los  capitanes  señores  Calvo  y  Amador, 
que  acreditaron  una  vez  más  su  reconocido  arrojo  y  los  oñciales  señores 
Baxeras,  Sosa,  Jimeno,  Pérez  y  Murillo,  cuya  bravura  es  superior  á  to- 
da ponderación. 

La  acción  de  Capiro  ha  sido  una  verdadera  gloria  para  nuestro  ejér- 
cito y  para  nuestra  nación;  con  unos  cuantos  golpes  como  el  de  Capiro, 
la  insurrección  será  pronto  acabada. 

Columna  Cabestany. 

A  las  ocho  de  la  mañana  del  día  16,  tras  penosa  marcha  vadeando 
ríos  en  los  que  el  agua  llegaba  al  pecho  del  soldado,  encontró  al  enemi- 
go el  teniente  coronel  del  11. ""  batallón  de  Artillería  señor  Cabestany, 
batiendo  y  dispersando  completamente  las  partidas  insurrectas  de  Cal- 
derón y  Bacallao,  en  el  potrero  de  Enrique  Rojo  ó  Dos  Amigos. 

El  ataque  lo  efectuaron  85  hombres  de  la  1.^  compañía  del  batallón 
de  Artillería,  al  mando  de  su  capitán  don  Francisco  Martín  Sánchez,  y 
12  caballos  de  Sagunto.  Esta  fuerza  obligó  al  enemigo  á  huir  por  el  flan- 
co izquierdo  y  á  entrar  en  el  terreno  en  que  los  esperaba  Cabestany  con 
100  hombres  de  Extremadura  y  8  caballos. 

£1  enemigo  sostuvo  el  fuego  durante  algunos  minutos  en  la  casa  del 
potrero,  mientras  su  vanguardia  procuraba  tomar  los  caballos,  corrién- 
dose luego  á  una  espesa  manigua  próxima,  donde  continuó  sosteniendo 
el  fuego  como  unos  30  minutos  en  medio  de  una  gran  gritería,  dándose 
después  á  la  fuga  dividido  en  muy  pequeños  grupos. 

Las  fuerzas  cogieron  á  los  insurrectos  sobre  la  marcha  15  caballos, 
8  machetes,  un  revólver,  un  cuchillo  de  monte,  6  chaquetones  nuevos, 
2  hamacas,  2  sombreros  de  jipijapa  y  un  saco  conteniendo  carne,  azú- 
car, plátanos,  boniatos,  tabacos  y  papeles. 

No  pueden  precisarse  las  bajas  que  se  le  hayan  podido  hacer,  pues  la 
srsecución  impidió  á  la  columna  reconocer  la  parte  de  manigua  donde 
vé  más  tenaz  la  resistencia  del  enemigo.  Pero  según  manifestaciones  de 
gunos  sitieros  llevaban  6  muertos  y  bastantes  heridos. 

Reconocido  más  tarde  el  terreno  minuciosamente,  después  de  comer 
^  tropa  el  rancho,  se  encontraron  pedazos  de  camisas  y  algunos  zapa- 
«  manchados  de  sangre,  un  hule  y  una  hamaca  con  las  mismas  señales 
dos  caballos  muertos. 


GBÓNIOA  DE  LÁ  OUXBBÁ  DE   OUBA 


OBÓNtOA  D8  LA.  GUaSBA  DB  OÜBA 29 

pequeño  fuego  y  se  retiraron,  dejando  algunos  oaba- 
acia  Placetas  y  á  las  12  se  dló  rancho  en  Pavón.  Se  sa- 
as  2,  hallando  al  enemigo  ocalto  en  an  bosque  en  cuya 
íañaveral,  desde  donde  rompieron  el  fuego  sobre  núes- 

Se  retrocedió  en  seguida  y  se  generalizó  el  fuego  de  in- 
legar  al  enemigo  solo  había  un  mal  camino  en  cuesta, 
liento  coronel  Palanca,  mandó  avanzar  la  artillería,  la 
Ltura  de  las  guerrillaB.  Betiráronse  estas  entonces  para 
.os  cañones  y  se  rompió  el  fuego  á  700  metros;  el  efecto 
lemigo  huyó  enseguida  del  monte,  ante  los  efectos  de 
ipués  se  tiró  á  1.000  metros  al  sitio  de  donde  salía  el  hu- 
-08  de  los  insurrectos  pues  á  ellos  no  se  lea  veía,  á  causa 
nado  de  nuevo  en  el  monte, 
u  ellos  por  una  es- 
da. 

oronel  Palanca  pre- 
te  Sebastián  si  po- 
rtillería. 

e  coronel — contestó 
tillería  de  montaña 
las  partes  donde  sea 

la  vereda.  Machete 
[a  paso.  A  lo  mejor 
.co  interceptaba  el 
3S  los  sirvientes  de 

1  á  pulso  el  mulo  y  ■> 

asaban  al  otro  lado. 
layó.  El  efecto  mo- 
fuego  sobre  los  in- 
a  esperaban  entrase 

i  fué  tremendo.  Al  iu»«iai,uu«. 

in  llenos  de  terror,  encontrando  nuestras  fuerzas,  Bom- 
amacas,  comidas,  monturas,  impermeables,  etc. 
oando  los  insurrectos  hacían  un  pequeño  alto  y  rom- 
>ero  en  seguida  que  la  vanguardia  los  atacaba  volvían  & 
efectos  y  abandonando  hasta  un  saco  con  maniciones 

vino  encima  y  allí  se  acampó,  sin  comer  ni  beber  ni  la 
ido.  Empezó  á  llover.  La  sed  era  abrasadora.  Se  intentó 
i  lluvia  en  los  sombreros,  pero  llovió  poco  por  desgracia, 
zo  el  enemigo  nuevos  disparos,  se  les  contestó  haciendo- 


CRÓNICA  DK  LA   OUEKRA  DB   0U8A 


rto  y  un  prisionero,  oontinuando  la  columna  cogfiendo  caba- 

tOfl. 

Qoe  &e  encontró  una  charca  fangosa.  El  médico  analizó  el  agua 

I  tanto  se  paso  una  guardia  para  que  nadie  bebiese.  Dijo  que 

hrse  y  todos  saciaron  su  sed  con  aquella  agua  con  tierra  que 

ría. 

la  de  la  tarde  se  llegó  &  unos  bohíos  donde  se  dio  pienso  y  ran- 

ido  ana  res. 

)a  y  el  ganado  llevaba  33  horas  sin  beber  y  26  sin  comer. 

mte  Coronel  manifestó  que  estaba  contentísimo  de  todos,  pero 

njusto  sino    prodigara   grandes   elogios  á  la  artillería,  por  1 

fuego  realizado  por  aquella  sección  y  que  así  lo  consignari 

bohíos  de  los  insurrectos  estaban  loa  ¿pacíficos?  horrorizadc 

e  los  cañonazos. 

|ue  al  colocarse  por  primera  vez  en  batería  las  piezaz,  el  Jel 

rrectoB  mandó  cargar  al  machete,  y  nadie  se  atrevió. 

eron  86  caballos,  57  monturas,  30   machetes,   un  botiquín 

efectos. 

•  una  operación  brillantísima,  que  honra  al  teniente  coroni 


Sania  Clara. 

andante  general  de  Santa  Clara  participa  que  el  jefe  de  la  z( 
;a,  coronel  Hernández,  después  de  pernoctaren  Pailita,  atac 
,  disidiendo  sus  fuerzas  en  tres  columnas  para  atacar  el  can 
lie  tenían  los  insurrectos  en  Carboneras,  pasando  por  el  os 
onía,  y  después  de  dar  acertadas  disposiciones  y  de  un  nutrí 
imó  al  enemigo,  el  campamento  que  se  hallaba  bien  surtido 
al  provisto  de  medicamentos,  cogiéndole  además  20  caballo 
ras,  armas  de  fuego  y  blancas,  toda  clase  de  efectos,  causan 
Lgo  dos  muertos  vistos  y  varios  heridos  que  retiraron, 
aída  se  encontraron  los  insurrectos  con  otra  de  laa  tres  co 
nando  del  capitán  Sánchez,  de  Extremadura,  el  que  les  hiz< 
y  dos  heridos,  cogiéndoles  cuatro  caballos. 


_J 


m^^:^¡mc^m:^mcmm 


9cox]CLpensas 


Por  la  acción  de  Peralejo. 

LLA  de  Isabel  la  Católica: 

•argento  Miguel  Candelas  Oómez,  cruz  de  plata  del 

ito  militar  con  diatintiTO  rojo  y  la  pensión  mensual 

'50  pesetas  no  vitalicia. 

lerrílleros  Domingo  Pardillo  Madona,  y  Marcos  Or- 

Peninsular  uúm.  6: 
Martínez  Buris,  cruz  de  plata  del  Mérito  militar  cün 
)enBÍón  mensual  de  25  pesetas,  no  vitalicia. 

0  Aumi,  Eugenio  Pérez  Moro,  Miguel  Lairo  Alvarez, 
Risano,  Constantino  Cordia  Echevarría,  Aumito 

de  plata  del  Mérito  militar  con  distintivo  rojo. 
Cama  Martín,   Manuel  Baena  Cuadrado,   Braulio 
ro  Bello  Abanoilla,  Gregorio  López  López,  Mariano 

1  Rodríguez  Zaldivar,  idem. 

o  Arribas,  Bernardo  Barrón  Qaroía,  Francisco  Fon- 
hgo  Pedrosa  García,  idem. 

Jorgonio  López  Rodríguez,  Isidoro  Veride  Pérez, 
García,  Pedro  Navarro  Sanz,  Francisco  San  Román 
tzález  Pérez,  idem,  idem. 


32 


CHONICA   DR  LA   GUERRA  DS  CUBA 


Soldados  de  2.*"  Reaito  García  Vicente,  José  Rodríguez  Mora,  Ilde- 
fonso González  García,  Florencio  Torrecilla  Conde,  José  Audrade  In- 
cógnito, Salvador  Pajol,  Balbino  Rodríguez  Incógnito,  Ambrosio  Gon- 
zález Andrés,  José  Fernández,  Bemardíno  Vaquero,  Andrés  Romero, 
Joaquín  Martín,  Casto  Velayos,  Santiago  Otero,  Longino  Diez,  Elias 
Rodríguez,  Eugenio  Losada  Losada,  Secundino  Tachada,  Antonio  Do- 
mínguez, Tomás  Zubiria,  Laureano  Rúa,  idem,  idem. 

ídem  idem  José  Vaquero,'  Juan  Girón,  Luis  Jaén  Mariano  García, 
Andrés  Pereira  García,  Antonio  Escolo  Tonel,  Agustín  Echevarría  Sille- 
ro, Bautista  Camero  García,  Benito  López  Vaquer,  Baldomcro  Dorca 
Ruiz,  Buenaventura  Clara  Justa,  Ciriaco  Moya  Jihaja,  Carlos  Rivas 


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Dlbüjoi  hcchM  en  el  campo 

Povechanes,  Domingo  Arroyuelo,  Durana,  Esteban  Torredeflar  Elstrada, 
Enrique  Várela  Pavón,  Edelmiro  Fulgueiro  Amposta,  Eugenio  Garrido 
Gktrrido,  Francisco  Bairos  Pérez,  Francisco  Elorza  Zuarna,  Federico 
Tapice  Almarán,  Fermín  Vila  Ubaso,  Indalecio  Muñoz  Quintanilla,  José 
Quintas  Gallego,  José  Fernández  Puga,  idem,  idem. 

ídem  idem  Jenaro  Jorge  Alfonso,  Julián  Heras  Camarero,  Juan  \ 
eos  Blanco,  Miguel  Suso  BufíU,  Francisco  Lázaro  Perdiguero,  Santo  i- 
cudero  Danta,  Manuel  Conde  Aguado,  Domingo  Esteban  Martín,  Sil  y 
riano  Bringas  Blasco,  Antonio  Baitrago  Martínez,  Vicente  Chapa,  o 
Salvador,  Dorandino  Ubingoya  Pacheco,  Francisco  Aguilar  Vega,  S  ^'• 
ro  Romero  Hernández,  Marcelino  Pérez  Tóraida,  idem,  idem. 


.  OEÓMIOA  DB  LA  GPKBRA  DB  CUBA 33 

ídem  Ídem  Carlos  Euiz  Díaz,  Jaime  Tangasona  Terviraoh,  Julián 
Sannigimbarñ  PortillajValentínFalag^a  Carnes,  Manuel  BlanooNoaín, 
Agostía  Chamorro  Gómez,  Cipriano  Torrado  Serrano,  Luis  Cortijo  Me- 
roBÍena,  Pablo  Lázaro  Casado,  Gregorio  Marcos  Alentín,   Julián  Cortés 


IMrniu  !•  U  Tilla  irt  Oobra.— BinII*(o  do  Cobii. 

S  Duez,  Melchor  Callen  (.'ubero,  Santiago  NúBez  PaIMn.  Manuel  Ticen- 
fc  '-*iar,  Gregorio  Pardal  Grupo,  Juan  Roja  Roja,  José  Campos  Blan- 
0  .ríos  Cano  Jalebut,  Pedro  Abrid  Maso,  Mariano  Teimo  Bamido, 
J  .  Vidal  Alvarez,  Valentín  Bilbao  Expósito,  Mariano  Cnende  Ama- 
jj  "  Manuel  Fernández  Jiménez,  Juan  Charles  Braoinos,  José  Chapa 
-««■sx-no  43— T.n.  F>reolo  lO  oent.* 


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Si-: 


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fc*-. ; .    . 


'34 CBÓNICA  DK  LA  QÜBBBA  DE  OüBA  

Vila,  Francisco  Carrión  Ganga,  Francisco  Carballo  Ibáñez,  Eulogio  Mo- 
reno  Ajo,  Benito  García  Rodríguez,  Fulgencio  Martín  Vega,  Evaristo 
Domínguez  Cordero,  Agapito  Néctar  Rojo,  Antonio  Carrasco  García, 
Basilio  Rubiños  Losada,  Cecilio  ürquello  Urecha,  Francisco  Alonso 
Alonso,  Jesús  Yerjuela  García,  Antonio  Fernández  Ibeleno,  idem  idem. 

Batallón  mixto  de  ingenieros : 

Cabos  Diego  Carrero  García,  y  Agustín  Martínez  Ulera,  idem.  idem. 

Soldados  de  I.*"  Manuel  Gómez  Domenech,  Pedro  Blajón  Ubolins, 
Nicanor  Martínez  López,  Manuel  Giménez  Vera,  Julián  Garrido  Ro-. 
driguez,  Juan  Fernández  Pérez,  Felipe  Rodríguez  Ruiz,  Pedro  Mansol 
Navarro,  Enrique  Cordobés  Prats,  José  Baeza  de  la  Vega,  Juan  García 
Sanfranco,  Juan  Pablo  Níera,  Carlos  Ruoguel  Pagés,  José  Galván  Ro- 
dríguez, Francisco  Fernández  Valdés,  Clemente  Rosell  Cortina,  Fidel 
Jalón  Roca,  Antonio  Plaza  Martín  y  José  Fernández  Salgado,  cruz  de 
plata  del  Mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

Guerrilla  montada  de  Manzanillo  y  Bayamo: 

Sargento  Martín  Caña  liña,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  dis- 
tintivo rojo. 

Cabos  Guillermo  Rodríguez,  Antonio  Pérez  González  y  Pedro  García 
Giménez,  id.  id. 

Trompetas  Miguel  Mendoza  é  Ildefonso  Rodríguez  Sánchez,  id.  -id. 

Guerrilleros  José  Prieto  Chinchilla,  Tomás  Pellicer,  José  María 
Expósito,  José  Solano  Proto,  Juan  Signos  Oliva,  David  Rodríguez  Vá- 
rela, Bernardo  Benito,  Manuel  Adán  Oras  y  Camilo  Cepeda  García,  id.  id. 

Guerrilla  volante  de  Guisa  y  Bayamo: 

Cabo  Rafael  Naranjo  Torres,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  7 '50  pesetas ^no  vitalicia. 

Otro  Jaime  Gómez  Royo,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  distin- 
tivo rojo. 

Guerrillero  Manuel  Sánchez  Fernández,  cruz  de  plata  del  mérito  mi- 
litar con  distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  2^50  pesetas  no  vita- 
licia. 

Otro  Natalio  Ventura  Palmo,  cruz  de  plata  del  méríto  Militar  con 
distintivo  rojo. 

Helación  de  heridos. 

Cuartel  general: 

Capitán  de  infantería  don  Pedro  Méndez  Vega,  cruz  de  María  (  a- 
tina  de  1.^  clase. 

Primer  batallón  del  regimiento  de  Isabel  la  Católica: 

Cabo  Mariano  García  Martín,  id.  dé  plata  del  mérito  militar  con  s- 
tintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  7 '50  pesetas  no  vitalicia. 


CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  35 

■m 

Sjldado  de  1.*  Gabriel  Pérez  Puerto,  la  id.  id.  de  2*50  no  vitalicia. 

Oaerrillero  Ramón  Cañáis  Baneza,  id.  id.  de  7^50  pesetas  vitalicia. 

Soldado  Antonio  Marqués  Castillo,  id.  id. 

Otros  Manuel  Guerra  Maure  y  Manuel  Sinchez  Gorbau,  id.  id.  no 
vitalicia. 

Otros  Antonio  López  Justo  y  Manuel  Reselló  Montesa,  id.  id.  de  7*50 
vitalicia. 

Otro  Manuel  Carretero  S&nchez,  id.  id.  no  vitalicia. 

Otro  José  Cordón  Rivera,  id.  id.  de  2*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Inocencio   Toledano  Calvo;  id.  id.  de  7*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Francisco  Vera  Escribano,  id.  id.  de  2*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otros  Manuel  Sánchez  Redondo, ^  El{as  González  Martínez,  Eu^ebio 
Crarcía  Beltrán  y  Gregorio  Casasa  Fernández,  id.  id.  de  7*50  pesetas  no 
vitalicia. 

Otro  Ignacio  González  Martínez,  id.  id.  de  7*50  pesetas  vitalicia. 

Otro  Vicente  Cuesta  López,  id.  id.  de  2*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Antonio  Pereira  López,  id.  id.  de  7*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Remigio  Eticribano  Cisneros,  id.  id.  de  2'50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Agustín  Prada  Miguel,  id.  id.  de  7*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  Manuel  Cortés  Veira,  id.  id,  de  2*50  pesetas  no  vitalicia. 

2.^  batallón  del  regimiento  de  Isabel  la  Católica: 

Primer  teniente  don  Francisco  Sánchez  Ortega,  empleo  de  capitán. 

Sargento  José  Urquide  Carratala,  id.  de  segundo  .teniente  de  la  esca- 
la de  reserva  retribuida.  #*^ 

Otro  Toribio  Heredero  Andrés,  cruz  de  plata  del  Mérito  militar  con 
distintivo  rojo.  ,  - 

Cabo  Daniel  Abad  Urraca,  empleo  de  sargento. 

Otro  Mateo  Velasco  Fruto,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  dis- 
tintivo rojo  y  la  pensión  mensual  de  7^50  pesetas  no  vitalicia. 

Soldados  Antonio  Aman  Creu,  Domingo  López  García  j  Eduardo 
Calderón  Lema,  id.  id. 

Otro  Femando  Esteban  Gutiérrez,  id.  id.  de  2*50  pesetas  no  vita- 
licia. 

Otro  Francisco  Roque  César,  id.  id.  de  7*50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  José  Domínguez  Bermúdez,  id.  id.  de  7*50  pesetas  vitalicia. 

Otro  Julián  González  García,  id.  id.  de  2'50  pesetas  no  vitalicia. 
)ldado  Juan  García  Fernández,  cruz  de  plata  del  Mérito  militar 
vdstintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  7*50  pesetas,  no  vitalicia, 
^em  Juan  Romero  Moreno,  Lancís  Espinosa,  Toribio   García  Gue- 
dem  Ídem. 

lem  Miguel  González  Verlanga,    cruz   de  plata  del  Mérito  militari 
distintivo  rojo.        . 
'm  Francisco  Carretero  Galián,  Diego  Percejo  García,  Jaime  Fe- 


!♦•  :*-s> 


3^. 


36  CROKICA  DS  LA  GUERRA  DE  CUBA 


-89" 


rrer  Pmggrósi  Mariano  Palacios  Castro,  Antonio  Sobrado  Rodríguez, 
tnm  de  plata  del  Mérito  militar,  con  distintivo  rojo,  y  la  pensión  men- 
tal de  7*50  pesetas  no  vitalicia. 

ídem  José  Romanos  Diez,  Felipe  Casado  Ganéis,  cruz  de  plata  del 
Mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

ídem  Manuel  Cresente  Mayo,  Ángel  Prieto^Yillasa,  Atilano  Campos 
Blanco,  Baltasar  Ríos  Rodríguez,  Heliodoro  Gómez  Vicente,  Ildefonso 
Bodríguez  Bueno,  cruz  de  plata  del  Mérito  militar  con  distintivo  rojo  y 
la  pensión  mensual  de  7'50  pesetas  no  vitalicia. 

ídem  Juan  Rivas  Estrudes,  cruz  de  plata  del  Mérito  militar  con  dis- 
tintivo rojo, 

ídem  José  Ferrer  Yalls,  Bartolomé  Suriña  Colomina,  cruz  de  plata 
l¡í-¿;'     del  Mérito  militar  con  distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  7^50  pe- 
setas no  vitalicia. 

Batallón  de  Baza  Peninsular,  núm.  6: 

Capitán  don  Luis  Robres  Guardabrazos,  empleo  de  comandante. 

Sargentos  Pedro  Turiel  Martínez  y  Marcelino  Mandiola  Mendavilla, 
oruz  de  plata  del  Mérito  militar  con  distintivo  rojo  y  la  pensión  men- 
sual de  25  pesetas  no  vitalicia. 

Cabos  José  Gómez  Sierra,  id.  id.  id.  de  7^50  pesetas  no  vitalicia. 

ídem  Primitivo  Villoris  Sánchez,  id.  id.  id.  de  7'50  pesetas  vitalicia. 

Cometa  José  Eloy  Alvarez,^id.  id.  id.  de  7 '50  pesetas  no  vitalicia. 

Soldados  de  primera  Deogracias  de  la^Fuente,  id.  id. 

ídem  de  segunda  José  Rojo  Campillo,  id.  id. 

Otros  Feliciano  González  González,  Máximo  Julián  Marcuello,  Fran- 
cisco Martín  Navarro,  Marcelino  Guerrero  Chico,  Victorio  Martín  Mar- 
tin, Manuel  Pascual  Tarrago  y  Demetrio  Reses  Rojo,  id.  id. 

Otros  Manuel  Pérez  Sánchez  y  José  Cid  Gallego,  id.  id.  de  7*50  pese- 
tas vitalicia. 

Otro  Eduardo  Froyán  Méndez,  id.  id. 

Otro  Elviro  Méndez  Alvarez,  id.  id. 

Otros  Benjamín  Pereira  Carballo  y  Andrés  Pasos  Santa  María,  ídem 
Ídem  de  7^50  pesetas  no  vitalicia. 

Otro  José  Raña  Cendra,  id.  id. 

Voluntarios  movilizados: 

Primer  tedíente  don  Guillermo  Castelví  é  Ibarrola,  crus»  de  primera 
«lase  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo  pensionada. 

Batallón  mixto  de  ingenieros: 

Soldados  Ramón  Esteban  Mateo,  Simón  Delgado  Camacho,  Yicc  e 
Petil  Ayel  y  Antonio  Ejea  Heredia,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  a 
^Ustintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  7^50  pesetas  no  vitalicia. 

Guerrilla  montada  de  Bayamo  y  Manzanillo: 


V 


OHÓSIOA  PE  LA  OÜEBSA   DB  OtTBA 37 

nte  coronel  graduado,  oapítán  de  infantería  retirado  don  Gnrí- 

resi  Benavidas,  oruz  de  María  Cristina  de  primera  clase. ' 

ríUeroa  Manuel  Bobol  Incógnito,  Miguel  Nolins  Perra  y  Daniel 

iz  Várela,  oraz  de  plata  del  mérito  militar  oon  distintÍTo  rojo  y 

n  mensual  de  7 '50  pesetas  no  vitalicia. 

rilla  volante  á  pie  de  Bayamo  y  Quiaa: 

into  Santiago  Padrós  Martínez,  id.  id.  de  3'50  pesetas  no  vl- 

)  Silrador  Benítez  Martín  y  Evaristo  Bermudez  Cortés,  idem 
ídem  de  7'50  pesetas  no  vitalicia. 

Ouerrilleroa  Eloy  Benítez  Mar* 
tín,  Mariano  Fernández  González 
yManuelMarfulIYázquez,  id.  idem 
de  2'50  pesetas  no  vitalicia. 

Por  las  operaciones  de  Mayari 
Arriba: 

Relación  de  distinguidos. 

Estado  Mayor: 

Comandante  Ultramar,  capitán 
Peninsular  don  José  de  Dueñas  Te- 
jado, cruz  de  María  Cristina  de  pri- 
mera olafe. 

Batallón  infantería  de  Tala  vera: 
Primer  teniente  don  Catalino 
Cantero  Diaz,  cruz  de  primera  cla- 
se del  mérito  militar  con  distintivo 
rojo, 
c^o.,,.  mcci».  e*..b„  s.u,^.  Caballería: 

Primer  teniente  don  Felipe  Navarro  y  Caballos  Escalera,  cruz  de  pri- 
nera  clase  del  mérito  militar  oon  distintivo  rojp. 

Batallón  infantería  de  Talavera: 

Segundo  teniente  don  Francisco  Albaladejo  Romeu,  omz  de  primera 
liase  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

Sargento  Juan  Balleater,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  distin- 

'""  rojo. 

bos  Juan  Miñano  Tortosa,  Juan  Guardia  Guardia  y  Bautista  Gin- 
.er,  id.  id. 

rneta  Miguel  Bordetaa  Infante,  id.  id. 

dados  Joeé  Gómez  Folgueras,  Domingo  Rodrigo  Puig,  Aniceto 
•a  Pérez,  Ángel  Mateo  Huerta,  Domingo  Vázquez  Turiño,  Felipe 
^  Sancelona,  Francisco  Blasco  Estrella,  Francisco   Pona  Manes, 


^T^fT^'^-' íl/. 


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Sg*       OBÓNIOA  DB   LA   QÜEBRA   DK  OÜBA 

Iflidfó  Lázaro  Ferrer,  Juan  Montolín  Flor,  José  Barberán  Uriol,  José 
Ferrer  Mulet,  Jofié  Penalba  Lleija,  Joaquín  Gil  Piza,  Jesús  Saavedra 
Puntero,  Modesto  Turis  Lafont,  Doroteo  Anguera  Expósito,  Vicente  Ci- 
ña Cadtany,  Cristóbal  Broohero  Saíón,  Francisco  Andrés,  Yicente  Yilar 
Miralles,  Francisco  Zapater  Mir alies,  Miguel  Castillo  Piez,  Félix  Torquet 
Urgelés,  Bruno  Martínez  Calvo,  Evaristo  Lez  Lapienza,  Francisco  Mata 
Cavero,  Andrés  Marín  Campos,  Deñaetrio  Mayabreza  Pino,  Eugenio 
Pertegal  Villanueva,  Fidel  triarte  Dieus,  Manuel  Abella  Juan,  Ángel 
Sanz  Expósito,  Antonio  Anglés  Blas  y  Antonio  Sevilla  Campos,  id.  id. 

Relación  de  heridos. 

» • 

Infantería: 

Primer  teniente  don  Mariano  Nieto  Pindanza,  cruz  de  María  Cris- 
tina* 

Soldado  Carlos  Marín  Andrés,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  7^50  pesetas  vitalicia. 

Soldado  Francisco  Ferreros  Bádemas,  cruz  de  plata  del  mérito  mili- 
tar con  distintivo  rojo. 

Cruces  de  1.*^  clase  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo,  al  maqui- 
nista don  Juan  Mainé  y  al  conductor  don  Julián  González,  del  tren  que 
conducía  tropas,  por  su  distinguido  comportamiento  'en  la  acción  del 
ingenio  de  San  José  el  día  23  de  Junio  liitimo. 

Empleo  de  capitán  al  primer  teniente  de  Infantería  de  la  columna 
de  guerrillas  del  primer  distrito  don  Albano  Blanco  Alvarez,  por  su  bri- 
llante comportamiento  en  la  acción  sostenida  contra  los  insurrectos  en 
Santa  Bárbara  el  24  de  Junio  anterior. 

Empleo  de  2.^  teniente  de  la  escala  de  reserva  retribuida  al  sargento 
de  la  guardia  civil  de  la  comandancia  de  Colón,  don  Braulio  Huarte,  así 
como  la  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo,  pensiona ' 
da  con  7^50  pesetas  mensuales,  á  los  guardias  de  la  misma  comandancia 
Ramón  Ubantas;  José  Hidalgo,  Manuel  Díaz,  Pablo  Salazar,  Domingo 
Quíntela,  Antonio  Jiménez  y  Amador  López,  en  recompensa  del  com- 
portamiento que  observaron  en  el  combate  que  sostuvieron  el  2  de  Agos- 
to contra  una  partida  de  insurrectos  en  Montegordo. 

Por  la  acción  de  Arroyo  Blanco. 

Batallón  de  Alcántara  Peninsular  DÚm.  3: 

Capitán  don  Yicente  González  Martínez,  cruz  de  l.*^  clase  del  Méri 
Militar  con  distintivo  rojo. 

Sargento  José  Calpe  Silvestre,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  c< 
distintivo  rojo. 


I 


r 


CRÓNICA  DS   LA.   GUERRA   DE   CUBA  39 


Cabo  Antonio  Ochando  Carrillo,  id. 

Soldado  de  primera  Rafael  Montoya  Toledo,  id. 

Otro  de  segunda  Estanislao  Martín  Gutiérrez,  id.  id. 

Otro  José  Hernández  Fernández,  id. 

ídem  de  Baza  núm.  6: 

Soldados  Emilio  Vega  García,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
distintivo  rojo. 

Otro  Gregorio  Lozano  Miguel,  id.  id. . 

Guardia  civil,  comandancia  de  Cuba: 

Sargento  Mariano  Estropa  Banzos,  cruz  de  plata  del  mérito  militar 
con  distintivo  rojo. 

Guardia  primero  José  Tejeiro  López,  id.  id. 

Otro  segundo  Francisco  Fizarro  Bivera,  id.  id. 

Otro  Isidoro  Boent  Coder,  id.  id. 

Regimiento  Infantería  de  Isabel  la  Católica: 

Guerrillero  Francisco  Buscat  Calatayud,  cruz  de  plata  del  mérito 
militar  con  distintivo  rojo. 

Otro  Joaquín  Ventura  Ventura,  id. 

Otro  Enrique  Noé  OUí,  id.  .  ' 

ídem  de  María  Cristina: 

Soldado  Eugenio  Coso  Hernández,  cruz  de  plata  del  mérito  militar 
con  distintivo  rojo,  y  la  pensión  mensual  de  2*50  pesetas  no  vitalicia. 

■ 

Por  las  operaciones  practicadas  en  Cumanayagua,  Soledad,  Corralillo 

y  rio  Lagunilla. 

Instituto  de  voluntarios:       ' 

Capitán  don  José  Villapol  Fernández,  cruz  de  primera  clase  del  mé- 
rito militar  con  distintivo  rojo. 

ídem  don  Antonio  Porrúa  y  Fernández,  id.  id. 
Sargento  Baldomcro  Concil  Justurio,  cruz  de  plata  del  mérito  mili- 
tar con  distintivo  rojo. 

ídem  Bartolomé  Martínez  Zamora,  id. 
ídem  Antonio  Cambria  Caballeira,  id; 
ídem  Cabo  Manuel  Rodríguez  López,  id. 
ídem  Emilio  Albuermes  Arguelles,  id. 

lometa  Esteban  Gisbert  Ibáñez,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
i     intivo  rojc 

bluntario  Santiago  Barróla  Scherduahel,  id. 

lem  José  López  Alvarez,  idem  id. 

madeo  Cigarrán  Laururo,  id. 

"^m  José  Lorenzo  Rodríguez,  id  id. 

ím  José  Landa  Aldecoa,  id.  id. 


/^ 


40 0R6NI0A  Pg  I.A   GÜBBRA  DE   CUBA ^__ 

ídem  Cándido  Fernández  López,  id.  id.    . 

ídem  Eugenio  Allende  Balbnena,  id. 

ídem  Manuel  Cueto  Sánchez,  id.  id. 

ídem  Gumeraindo  López  Fernindez,  Estanislao  López  (Jarcia,  Ma- 
nuel Freiré  Estébez,  Serafín  Cambra  Pardo,  José  del  Boato  Riestra,  Do- 
mingo Acosta  Vargas,  id.  id. 

ídem  de  ídem  Tiradores: 

Sargento  JaanGrau  Orivido,  id.  id. 

Cabo  Juan  Rodríguez  Guliener,  id.  id. 

Voluntarios  Cándido  Díaz  Alvarez,  José  Fernández  Alvarez,  Pedro 
Martínez  Albueme,  José  Rodríguez  Suárez,  id.  Id. 

ídem  Ídem. — Guías: 


Cabo  Ismael  Cebrián  Roca,  id.  id. 

Voluntarios  Inocencio  Enrique  Quintana,  Gregorio  Espino  Martínez, 
Andrés  Madruga  Castro,  id.  id. 

Cabos  Emilio  Aragón  Aragón,  Francisco  Alvarez  Sánchez,  id.  id. 

ídem  de  ídem  Ingenieros: 

Cabo  -Tuan  Reyes  Utra,  id.  id. 

Voluntarios  Tomás  Lugones  González,  Aniceto  Castro  Trinidad,  Fe- 
derico Ramírez  Jiménez,  Clemente  Hernández  Trea,  Valentín  Cabrera 
Cabrera,  Ramón  Sánchez  Sánchez,  Tomás  Torzado  Llórente. 

La  Cruz  Hoja  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo  á'Ios  guardi 
segundos  de  la  comandancia  de  Santa  Clara  Doroteo  Martín  Fernándt 
Fulgencio  Pérez  García,  José  Mateo  Cátala,  Jaime  Alberti  Marzo,  por 
defensa  en  el  ataque  y  descarrilamiento  del  tren  de  pasajeros  por  u 
partida  insurrecta  el  día  6  de  Septiembre  último. 


OBOHIOA  D»  Lá   OPKHgA  DB   OPBA 

Por  las  operaciones  realizadas  en  la  Gran  Piedra: 

Distinguidos. 


Estado  Mayor: 

Comandante  en  Ultramar,  capitán  en  la 
Península  don  Sebastián  Ramos'  Serrano, 
empleo  de  comandante. 

Teniente  coronel  don  Edaardo  Francés 
Polo,  cruz  de  seganda  oíase  del  mérito  mi- 
litar  con  distintivo  rojo. 

Batallón  infantería  de  Yalladolid: 

Capitán  Pedro  Bielaa,  cruz  de  primera 


Va  EBrIqv*   CoTUm,  tllalBdú   ^«kwaJ  dfll  «jé^ 

clase  pensionada  del  mérito  mi- 
litar con  distiQtivo  rojo. 

Primeros  tenientes  Alberto  Ji- 
ménez Horales  y  José  Freiré 
Quintana,  cmz  de  primera  cla- 
se del  mérito  militar  con  distin- 
tÍ70  rojo. 


Infantería  C.  A.: 

Comandante  Manuel  Teijeiro  Martín, 
,  cruz  de  segunda  clase  de  María  Cristina. 
Primer  teniente  Manuel  Sánchez  Sán- 
chez, cruz  de  primera  clase  del  mérito 
militar  con  distintivo  rojo  pensionada. 
I         Regimiento  Infantería  de, Cuba: 

Capitán  don  Ricardo  Comas  Ortas, 
cruz  de  primera  clase  del  mérito  militar 
con  distintivo  rojo. 

Otro  Juan  Ravanet  López  id.  id. 
par  Tapia  Ruano,  don  Manuel  Martínez 
ell,  id.  id. 


42  GBÓNIOA  DB  LA   QUSSBA  DB   CUBA 


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«    Caballería  C.  A.  segundo  teniente  don  José  Martínez  de  Campos, 
mención  honorífica. 

Administración  militar: 

Oficial  segundo  don  Federico  Ayala  Ubeda,  cruz  de  primera  clase 
del  mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

Regimiento  Infantería  de  Cuba: 

Sargento  Julián  de  la  Cuesta  López,  cruz  de  plata  del  mérito  militar 
con  distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  25  pesetas  no  vitalicia. 

Sargentos  Timoteo  Antón  Lamas,  Miguel  Sancho  lElamos,  Miguel 
Mestre  Herrera,  Julián  González  Espinosa  y  Felipe  Coto  Líerande,  cruz 
de  plata  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

Cabos  Ramón  Sánchez  Yillacampa,  Juan  Narros  Moreno,  Eduardo 
Fernández  Toro,  Nicomedes  Valle  Hernández,  Tomás  Crespo  Vaquero, 
Antonio  Rondón  Pena,  Rafael  Corre  Romero,  José  Aquilino  Cano,  Sal- 
vador Vega  Martínez,  Emilio  Gómez  de  Lara,  Cruz  Pérez  Sáez  y  José 
Perechano  Gómez,  id.  id.    , 

Cornetas  Domingo  Martín  Sánchez  y  Gregorio  Herrero  Lardón,  idem 
Ídem. 

Soldado  de  primera  Manuel  Agustín  Ramos,  id.  id. 

Soldados  de  segunda  Gumersindo  Costa  Várela,  Antonio  Olivera  Va- 
llé, Aquilino  Iglesias  Vaca,  Gregorio  Morales  Rodríguez,  José  Fomento 
Jiménez,  Ignacio  Reina  González,  Salvador  Silvestre  Lledó,  Bautista 
Camallonga  Seguí,  Juan  Guerrero  Martínez,  Evaristo  Gómez  San  Juan, 
Ramón  Guardia  Ventura,  Juan  GuillotTomé,  Marcelino  Pacheco  More- 
no, Pascual  Torres  Esteban,  Juan  Muriel  Moreno,  Juan  Varea  Malagón, 
Alonso  Pedreira  Barroso,  José  García  Segueda,  Lorenzo  Mañero  Castro, 
Lorenzo  Llor  Villagdia,  Francisco  CoU  García,  Jacinto  Neira  Saldeiro, 
Pablo  García  Lahoz,  Antonio  Aquilino  Lardero,  Salvador  Doriado  Del- 
verne,  Emilio  Guitero  Rodríguez,  Juan  Federo  Castellano,  José  Reche 
López,  Toribio  Rojo  San  José,  Sánchez  Carbonera,  Benigno  Pérez  León, 
Agustín  Martín  Lucas,  Francisco  Ricart  Gil,  José  Valencia  Villalón, 
Rafael  Expósito  Benítez,  Vicente  Nogales  Duran,  Francisco  Benítez 
González,  Juan  Vicente  Alarcón,  José  Boquet  Boja,  Gregorio  .Guirgas 
Fuentes,  Francisco  Vilches  Muñoz,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
distintivo  rojo. 

Sargento  don  Andrés  Girona  Argamasilla,  cruz  de  plata  del  mérito 
militar  con  distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  25  pesetas  no  vi- 
talicia. 

Batallón  de  Valladolid,  núm.  21: 

Sargentos  Primitivo  Sánchez  Borrego,  Manuel  Este  vez  Pérez,  Ric  - 
do  García  Cuenca,  Antonio  Iñigo  Aldecoa,  Juan  Ferrer  Ramón,  VaL  • 
tín  Gutiérrez  Toribio,  Benigno  Mateo  Salgado,  Hipólito  Guillen  NúS  , 
Bernardino  Bisier  Oliva,  Leoncio  Román  Román,  Francisco  Pradi    & 


Pí^ 


' C&ÓNICA  DB  LA  QüERBA  DE  CUBA 43 

Iribarre,  Joaquia  Domínguez  Flor,  Raimundo  Muñoz  Benito,  Julián 
Pérez  Iturralde,  Jorge  Carrey  Rasal,  Emilio  Izquierdo  Pastor,  cruz  de 
plata  del  mérito  militar  con  dic^tintivo  rojo. 

Cometa  Juan  Fernández  González,  id.  id. 

Soldados  de  primera  Joaquín  Gómez  Gómez,  José  Hidalgo  Pacheco, 
Antonio  Gabarro  Romero,  Venancio  Serrano  Morales,  José  Sánchez  Gra- 
nero, Bernardino  Clemente  Ibón,  Jesús  Vázquez  López. 

Soldados  de  segunda  Agustín  Paniagua  Sancho,  Damián  Carbó  Jua- 
nals,  Jofeé  Romero  Vega,  Feliciano  Justo  Vicente,  Juan  Carreras  Rou- 
ra,  Cipriano  Zapico  Robles,  José  Balboa  López,  Justo  Vázquez  Sánchez, 
Mariano  Fernández  Martín,  Macario  Nogueras  Bernardo,  Antonio  Suá- 
rez  Barrasa,  Ángel  Quero  Valenzuela,  Jacinto  Moran  Vía,  Juan  Alonso 
Hernández  y  José  García  Cifuentes,  id.  id. 

ídem  cuarto  Peninsular: 

Soldado  de  segunda  José  Juncoy,  id. 

Milicia  local  de  Songo: 

Guerrilleros  Joaquín  Gascón  Carreño,  Vicente  Fuentes  Torres,  Bau- 
tista Darán  Mauri,  Valero  Pérez  Martínez,  Juan  SoroUa  Marín,  id. 

Administración  militar: 

Factor  de  provisiones  Felipe  Casado  Fernández,  id. 

Heridos. 

Regimiento  infantería  de  Cuba. 

Soldado  Pedro  Perea  Luna,  cruz  del  mérito  militar  con  distintivo 
rojo  y  la  pensión  mensual  de  7^50  pesetas  no  vitalicia. 

ídem  Ídem  Agustín  García  Cantero,  Francisco  Real  García,  Miguel 
Cabos  Montiel,  id.  id.  id. 

ídem  Ídem  Eustaquio  Barrera,  Francisco  Col  García,  Manuel  Rodrí- 
guez Rodríguez,  José  Sabater  Pulido,  Salvador  Ayaras  Alvarez,  Agustín 
Ginés  Cardona,  cabo  Tomás  Crespo  Vaquero,  cruz  de  plata  del  mérito 
militar  con  distintivo  rojo. 

Soldado  Luciano  Boza  Boza,  id.  id.  con  pensión  de  7^50  pesetas 
mensuales  vitalicia. 

Batallón  de  Valladolíd: 

ídem  Francisco  Calatayud  Ayala,  cruz  de  plata  del  mérito  militar 
con  distintivo  rojo. 

^*-uz  de  segunda  clase  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo  al  te- 
ni  .^  coronel  don  Luís  Otero  Pimentel  por  los  distinguidos  servicios 
qi    sdene  practicando  en  Manzanillo. 

Qz  de  María  Cristina  al  primer  teniente  de  la  guerrilla  de  Songo 
do      uan  Carvajal. 

r  las  operaciones  sobre  el  río  Filipinas  y  encuentros  de  Vuelta, 
Ce       Paso  Largo  y  Malat: 


OBÓNICA  DK   LA  ODEKRA  DI  ODBA 


'.  tercera  clase  pensionada  al  corond  don  Franoiaoo 
Secades  y  la  de  segunda  oíase  de  la  misma  orden  j 
6a.  al  teniente  coronel  don  Franóisco  Zamora. 


Distinguidos^ 


da  Irles  j  Salas,  omz  pensionada  de  primera  clase  del 
diatintiro  rojo. 

-regorio  Romero  Faoheoo,  oroz  de  primera  clase  < 
diatintivo  rojo. 

Pascaal  Raeda  Lloroa,  cruz  de  primera  clase  del  n 
itintivo  rojo,  don  Franciaco  Amador  Vega,  cruz  pe 
,  clase  del  mérito  militar  con  diatintivo  rojo,  don  £ 
I  craz  de  primera  clase  del  mérito  militar  con  disti 

Ltea  don  José  Miranda  Longoria  empleo  de  capit¿ 
redo  Espinosa,  y  don  Federico  Esparza  Torres,  cr 
el  mérito  militar  con  distintivo  rojo. 

aquín  Marmé  Mas,  id.  id. 

I  don  Roaendo  Caatell  Ballespí,  id.  id. 
avera: 

n  Nieto  Benito,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  o 
>  peD»ión  mensual  de  7'50  pesetas  vitalicia. 
■1-argallo  García,  Pablo  Antero  Fuente,  Juan  Sáncl 
errer  Albacete,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  o 
pensión  mensual  de  7-50  pesetas  no  vitalicia, 
'ur  Ferrer  y  Gregorio  Navarro  Orguete,  cruz  de  p 
ir  con  distintivo  rojo  y  la  pensión  mensual  de  2' 

Denito  Aroza,  Desiderio  Cebollada  García,  Hermei 
an  Colomar  Juan  y  Francisco  Diaz  Ortiz,  cruz 
ilitar  con  distintivo  rojo. 
Español  Col¿s,  Antonio  Rufz  Guardado  y  Ju 

í-írón  y  Vicente  Pérez,  id.  id. 
mera  Alberto  Marín  Gil,  Rafael  Lafarga  S. 
acorroy  y  Gonzalo  Gómez  Brotóns,  id.  id. 
;unda  Gregorio  Gómez  García,  Lorenzo  Garc 


CRÓNICA  DB  LA  tiüBRRA  DK  OUBA 45 

ÍDO,  Andrés  Navarro  Hernández,  Fermín  Bartell  Apa- 
ez,  Jocé  Golmán  Folguera,  Jesús  Palas  Felá,  Juan 
aime  Torres  Medina,  Joaquín  Bíesa  Bleda,  Joíé  Pan 
alero  Fernández,  Jolián  Torrecilla  López,  José  Ban- 
tuel  Esqnife  Eletévez,  Mannel  Martínez  Crestay,  Oon 
lingo,  CriBtino  Pérez  Olna,  Esquerro  Valero,  Fran- 
itallar,  Mariano  Ferrer  Francés,  Fernando  Andrea, 
anzo  Iba&ez,  José  Llopis  Coll,  Manuel   Castillejos,  Mi 
)8,  Pedro  Segura  Pariente,  Jesús  Cortés  Doret,  Ama' 
Marcelino  Torres  Boys,  Andrés  Peinado  Esteller,  Dá 
,ldo,  Germán  Chesa  Bellido,  Juan  Lahuerta  Figneras, 
apos,  AguatÍQ  González  Montarrana,  Faustino  Mario 
lánchez  León,  Jo- 
lez,  Lorenzo  Soria 
Company,  Anto- 
das,  Antonio  Gi- 
Irés  Puente  Alós, 
Saza,  Alonso  Hue- 
a  Boria  Pascual, 
pia,  Benito  Blach 
le  León,  id.  id. 
de  Sagna: 
ín  López  Vázquez, 
idez,  José  Casta- 
encía,  craz  de  pia- 
lar oon  distintivo 


I  Franoisoo  Blan- 

anda  Plácido  Gar-    d.  B»(nu.i«  4i«rí.,  «iiHide «» u  Hibu.  j  no  n,  i™ 

pnhsmbrii  d(I  pirilda  ««waguliu  J«  Cnbi 

an  Gnal  y  Sotero  '■  ^'^''--"^ 

1.  id. 

ro  Hernández  Duran,  Mariano  Hernández  Palacios, 

:  Lámela,  Blas  Antonio  Tolosa  y  Mariano  Gaya  Ven- 

o  Camaoho  Benitez,  Juan  Mendoza  Sarmiento,  Luis 
José  Romero  Pacheco,  Ezequiel  Rojas  Rojas,  Sixto 
Santiago  Pérez,  Honorato  Suarez  Arias,  Pedro  Herrero 
Aldaba  Calderón,  Mannel  Seret  Booh,  Luis  Medina 
^lata  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo, 
lio  Feijóo  Pérez  y  Salvador  Llorent  Monet,  id.  id. 
Lefonao  Seijas  Alonso,  Panfilo  Castellano  Prefi,  Joan 


ORÓNigA   DE   LA   ODERRA  DI   CUBA 


IIíd,  Atanasio  Raiz  Miret,  Salvador  Colomer  Martínez, 
ttévez  Águila,  Marico  RojaH  Rojas,  Apolonio  Rojas  Rojas, 
Osé»,  Domingo  García  García,  Pedro  Hospital  Rufal,  Isidro 
^o,  Jaime  Rué  Ayemame,  Pedro  Marcial  Alvarg,  José  Ro- 
Antonio  Elíea  Fernández,  Santiago  Lagarejo  Mana  y  Be- 
Rojas,  id.  id. 

Heridos. 
sé  Cambio  Cavilla,   cruz  de  plata   del  mérito  militar  con 
¡o  y  la  penaiÓQ  mensual  de  7^50  pesetas  vitalicia, 
idrén  Ramírez,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  aon  distiu- 
\  pensión  mensual  de  7-50  pesetas  no  vitalicia. 
ío  Alejo  Pérez  Pacheco,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con 
jo  y  la  pensióu  mensual  de  2'50  pesetas  no  vitalicia, 
tlata  del  mérito  militar  con  distintivo  rojo  y  la  pensión  de 
mensuales,  no  vitalicia,  al  sargento  de  la  comandancia  de 
ivil,  de  Cienfuegos,  Luis  Degorgue  Nebreda,  y  la  misma 
>a,  sin  pensión,  á  los  guardias  de  dicha  comandancia  Luis 
ilva  y  Juan  Gil  García  y  á  los  voluntarios  de  la  compañía 
Antonio    Vera,    Antonio  García,    .Toaquín  Vera   y  Rafael 
ecompensa  del  distinguido  comportamiento  qne  observaron 
tro  y  captura  de  un  grupo  de  insurrectos  en  el  punto  cono- 
pa  (Villas):  el  1."  de  Julio  anterior. 

al  soldado  del  batall¿p  de  Antequera  núaaero  9  Francisco 
ómez,  por  su  comportamiento  y  heridas  que  recibió  en  I^^ 
>s  Bocas. 

por  la  cruz  de  María  Cristina  al  capitán  de  artillería  don 
na  y  Cano,  del  empleo  que  le  fué  concedido  por  su  compor- 
el  asalto  y  toma  de  Marahait. 

Por  la  acción  de  Piedra  Picada. 
batallón  2."  regimiento  infantería  de  Marina: 
don  Juan  Rufz  Raíz,  cruz  de  primera  oíase  del  mérito  mi- 
intivo  rojo  pensionada, 
sivil: 
auel  Cerezo  Lanza,  cruz  de  plata  del  mérito  militar  con  dia- 

Lto  infantería  de  la  Habana: 

ente  López  Duran,  id.  id. 

ie  1.'  Fermín  Urraiz,  id.  id. 

2.^  Eustaquio  Calvo,  Francisco  Chinestra,  Mariano  Armil    , 

3,  Francisco  López  y  Enrique  Fuentes,  id.  Id. 

batallón  2."  regimiento  infantería  de  marina: 

ie2.''  Vicente  Torres,  id.  id. 


r 


lilHIf  f  f  f  IHffIlif  Hf 


YYi 


IV 


E8DE  hacía  algún  tiempo  merodeaban  cercanas  al  pobla- 
do de  Santa  Ana  pequeñas  partidas  de  rebeldes.  En  la  finca 
Santa  Ana,  que  está  á  un  kilómetro,  se  veía  una  docena  de 
hombres  correr  enlazando  caballos,  y  otros  tantos  disemi- 
nados por  la  sitiería. 

En  vista  de  estar  las  fuerzas  de  las  Navas  en  operacio- 
nes y  el  pueblo  sin  tropa  alguna,  más  que  los  voluntarios,  el  señor  Al- 
calde municipal  dispuso  la  salida  de  un  tren  embarcando  una  docena  de 
voluntarios,  cuatro  guardias  municipales  y  seis  guardias  civiles  al  man- 
do del  cabo  Izquierdo;  se  hizo  el  recorrido  déla  línea,  viéndose  en  el  tra- 
yecto hacia  la  loma  de  los  Colorados,  pasar  varias  veces,  én  distintas 
direcciones,  grupos  de  tres  y  cuatro  individuos,  cuando  se  llegó  á  dicha 
loma,  el  señor  alcalde  mandó  que  bajara  la  tropa  y,  puesto  al  frente 
i  olla,  hizo  el  reconocimiento  de  una  manigua,  lugar  donde  se  les  vio  en- 
',  no  dando  resultado  alguno  y  mucho  menos  yendo  á  pié  como  iban, 
'^omo  ya  tenían  conocimiento  del  descarrilamiento  de  la  explorado- 
csperaron  el  tren  de  auxilio  que  venía  de  Sagua  y  en  él  subieron  para 
ladarse  al  lugar  del  suceso;  en  dicho  tren  venía  el  señor  Cfhía  admi- 
urador  de  la  empresa,  que  despreciando  peligros,  acude  presuroso, 
''onde   sus   deberes  le  reclaman,  debido  á  esa  infatigable  actividad 


m  ma- 
un  tri> 

a  oasí- 
deBOa- 

■0  lado 
cho. 
tas,  di- 
partí- 
lambre 
rail  de 
r  encí- 
as con- 


}bre  la 
ido  te- 
adado, 
a  falta 
íbeldes 
valen- 
irando 
del  ■ 
.oj«  , 
Br  t» 

,  toe  s 
yr    - 


CROmCA   DB  LA.   QUESEA  DB  CUBA - 49 

decirse  qne  la  cosa  tavo  que  ser  frorda,  pnea,  cuando  el  ene- 
el  tren  descarrilado,  en  masa  se  tiró  encima  y,  como  los  sol- 
adados  por  el  sargento  (qne  se  llama  Mariano  Torres  Cardiel) 
n  del  carro  á  pesar  de  estar  medio  volcado,  les  pudo  disparar 
jarro  y  oonlnvieron  sos  ímpetus  de  machetear  al  distinguido 
í'jefe. 


FiKtiu  U  Uu  Minlal,  baUisdaH  dtnit  4*  i 


is  de  concluido  el  faego,  fueron  á  reconocer  el  sitio  donde  vie- 
Los  hombres  y  encontraron  dos  caballos  muertos,  con  sus  mon- 
lachos  rastros  de  sangre,  en  distintas  direcciones,  prueba  ine- 
e  haber  heridos;  el  mismo  sai^ento  señor  Torres  dice  que  el 
oro  muerto  es  el  de  Aniceto  Hernández,  cabecilla  de  la  par- 
lal,  si  esto  es  cierto,  va  muy  mal  herido,  pues  el  punto  donde 
tiene  el  balazo  es  precisamente  debajo  del  lugar  donde  va  el 
recho;  se  les  vio  también  recoger  dos  individuos  y  echarlos 
Etilos,  los  que  se  supone  vayan  muertos;  por  tal  los  dá  el  sar- 

Bz  concluida  allí  la  misión,  el  Dr.  Laso,  fué,  en  un  tren  á  La- 
kderao  44— T.  n.  Pi-eoio  lO  cent.« 


OBÓNIOA  DB  LA   ttüEBRA   DB   CUBA 

curar  al  señor  Cabillas,  teQÍente  herido,  y  allí  enoon- 
Ruíz  Castro-Yiejo,  médico  militar,  que  había  heoho 
a  intenoíÓD,  pues  que,  tal  vez,  la  de  amputación  m  le 
il  de  Santa  Clara:  no  se  pudo  hablar  nada  con  el  señor 
nolestarle  en  aquellos  momentos;  seguidamente  el  dis- 
Dr.  Laso,  ae  enteró  que,  en  el  cuartel,  habíann  soldado 
la  acción  y,  con  esa  destreza  y  habilidad  propias  del 
áace,  curó  de  una  pequeña  herida  de  bala  al  soldado 
zquez  Fernández,  (le  faltaba  del  pabellón  de  la  oreja  . 
leño  fragmento  de  carne.) 

Gutiérrez,  rico  propietario,  de  Lajas  dio  las  siguientes 
lonran  sobre  manera  y  poneh  i  gran  altura,  al  pueblo 

raxilios  que  recibió  la  fuerza  deV  la  exploradora  desea- 
Mtaron  los  voluntarios  de  oabalWía  é  infantería  de 
do  del  primer  jefe  de  caballería  sen^r  don  Elias  Mora, 
los  soldados  que  tan  heroicamente  seydefendieron  y  de 
18  que  custodiaban  el  tren  de  pasajeros),  empataron  los 
7  procedieron  á  hacer  un  reconocimiento  por  aquellos 
fin  de  impedir  el  nuevo  ataque  á  que  eauftban  expnes- 

el  escuadrón  de  voluntarios  de  Lajas,  cuantío  tuvieron 
mceso,  fieles  al  cumplimiento  de  sus  sagrado^  deberes, 
estar  las  fuerzas  del  ejército  allí  destacad^,  en  ope- 
una  prueba  más  de  su  lealtad  y  patriotismo,!  CubriÓy 
.ertea  con  que  cuenta  la  población,  enviando  Ra  mayor 
tmieato;  esos  voluntarios  que  tan  señalados  servicios 
la  patria,  han  agregado  una  línea  más  en  las  ^páginas 
roes.  \ 

tto  de  Lajas  tiene  acordado  movilizar  cincuenta  vo- 
erfa,  seis  clames  y  dos  oficiales;  lo  cual  es  de  aplaudir 
el  personal,  se  prescinde  de  influencias  y  se  niombra 
quelloa  individuos  que,  por  sus  méritos  persoimaleB  y 
srestados,  tienen  derecho  á  ello;  teniéndose  tatmbién 
!  han  abandonado  sus  hogares  é  intereses  y  hanrsalido 
Eispiraciones  de  ninguna  clase.  E 

le,  merece  grandes  aplausos  la  corporación  ¿itad  i, 
lempo  que  crea  una  fuerza  armada  muy  útil,  día  vi  a 
se  han  sacrifioado  por  la  patria.  X 

asignar  qne  al  chuchero  don  José  Rodríguez  He  dic  n 
,  las  espaldas,  por  haber  puesto  bandera  al  trnn  ex{  >- 
aviso  de  peligro.  f*    ■ 

'■      ■  ¡ 

í  ■ 


r- 


^^^■^m 


V 


L  día  6  de  Noviembre  el  coronel  señor  Hernández  de  Velasco, 
fraccionó  en  dos  la  columna  que  mandaba,  para  atacar  al  eiie- 
migo  que  se  encontraba  entre  Punta  Larga  y  Piñón,  y  dispuso 
que  la  segunda  fracción  al  mando  del  capitán  de  Extremadura 
señor  Sánchez,  con  40  caballos  de  Sagunto  y  20  de  Camajua- 
ni,  recorrieran  los  montes  de  Fondo  de  Peralta,  Maniguas  Bajai,  Carbo- 
nera, Playa  E^tache,  Punta  Larga,  Algodonera  y  Tiburón. 

La  primera  á  sus  órdenes  inmediatas  tomó  por  el  Armonía  dirigién- 
dose á  Piñón,  pero  antes  de  llegar  la  vanguardia,  tuvo  fuego  con  una 
emboscada  del  enemigo  en  el  punto  conocido  por  Carboneras  de  Parillas. 
Para  obligar  á  los  rebeldes  á  empeñar  combate  y  evitar  que  huyeran, 
mandó  atacar  de  frente  sus  posiciones,  con  fuerzas  de  Extremadura,  al 
mando  del  teniente  coronel  señor  Posemal  y  con  fuerzas  de  las  Navas 
a   caba  por  el  flanco  el  comandante  Sánchez. 

Combinadas  ambas  columnas  después  de  alguna  resistencia  del  ene- 
0  1,  lograron  penetrar  en  Linda  Piñón  en  donde  estaba  el  campamen- 
te agiéndoles  efectos  de  medicina,  20  caballos  con  sus  monturas,  ar- 
0  blancas  y  de  fuego,  relojes,  impermeables,  cartas  y  otros  objetos  de 
Q     articular. 

fespués  efe  haberse  apoderado  los  nuestros  de  los  efectos,  siguió  la 


OPJHEA  D»   QÜBA 

6  la  nataraleza  del  terreno,  cansan- 
leridos,  cuyo  número  no  se  pudo  pre- 
igo  y  favorecerle  lo  espeso  de  la  ma- 

señor  Vega  encontró  á  varios  rebeldes 
sas  de  caballería  ¿  sns  órdanea,  can- 
jogiéndoles  cuatro  caballos  con  mon- 

La  columna  no  tavo  má<a  que  nn 
caballo  muerto  del  escuadrón  de  Sa- 
gunto,  pernoctando  en  Armonía  y  re- 
gresando el  7  á  Sagua. 

Por  equivocación  díjose  que  el  in- 
surrecto muerto  en  un  encuentro  con 
la  columna  del  general  Valdés,  era  el 
cabecilla  Carlos  Águilar  y  no  fué  éste 
sino  un  hermano  llamado  José  María, 
al  que  le  peoetró  la  bala  por  la  boca 
quedando  muerto  en  el  acto. 


Después  de  nueve  días  de  conti- 
nuas operaciones,  regresó  el  10  la  co- 
lumna del  general  Suárez  Valdés.  La 
operación  tenía  por  objeto  conducir 
la  á  cabo  felizmente  á  pesar  de  los 
tos  por  el  enemigo, 
de  San  Marcial  y  América,  50  caballos  . 

de  Montesa,  una  pieza  de  artillería, 
t2  carretas  j  60  acémilas  de  la  oompa- 
de  las  acémilas  de  las  distintas  uní- 

lumna  de  protección  en  San  Juan  de 
ú  día  1.°,  llegando  á  Fortuna,  sin  no- 
:onde  se  acampó,  presentói>e  el  enemí- 
ntes,  eiendo  batido  en  todas  las  líneas 
jompañías  de  San  Marcial,  que  obaer- 
úrable,  tomó  todas  las  alturas. 
novedad  que  ligeros  tiroteos  llegó,  la 
onvoy  el  5,  regresando  el  6  y  practi- 
y  los  siguientes  por  la  Moza,  Caanao, 
,n  encontrar  al  enemigo. 


OBÓNIOA  DE  LA  OUXSBA  DE  CUBA 


53 


A  oansa  de  haber  caído  en  un  pozo,  ha  resultado  con  heridas  graves 
un  capitán  del  batallón  de  San  Marciali  pero  se  cree  sanará  pronto.  Es» 
te  efl  el  único  percance  que  han  sufrido  nuestras  tropas  en  esta  ex- 
cursión. 


• 


Para  relevar  el  destacamento  de  Guandao,  se  organizó  el  día  6  en 
Baracoa  una  columna  formada  por  medio  batallón  de  Talave^a  al  man- 
do de  su  teniente  coronel  señor  Za- 
mora, operando,  hasta  la  bahía  de 
Mata,  en  combinación  con  el  cañone- 
ro Alcedo. 

En  el  Paso  del  Roble,  Paso  de  Gui- 
rito  y  Dos  Hermanos  intentaron  los 
rebeldes  oponerse  á  la  marcha  de  la 
columna,  siendo  rechazados  con  pér- 
dida de  2  muertos  vistos;  por  nuestra 
parte  un  cabo  herido. 

Al  llegar  á  Mata,  se  sostuvo  nue- 
vamente fuego  con  el  enemigo,  jugan- 
do la  artillería  del  Alcedo  y  del  Alon- 
so Pinzón  que  se  encontraba  en  la  ba- 
hía. 

Relevado  el  destacamento  de  Guan- 
dao  y  después  de  sostener  nuevamen- 
te fuego  en  Mata,  y  más  nutrido  en 
Consolación  ocupado  por  la  partida  de  Fez,  acampó  la  fuerza,  en  este 
áltímo  punto. 

A  las  5  de  la  mañana  del  9  dice  El  Avisador,  emprendió  la  columna 
la  ascensión  á  los  montes  de  Capiro,  dividida  en  tres  fracciones  manda- 
das por  los  capitanes  Calvo,  Amador  y  comandante  González  Moro,  que 
desde  los  primeros  momentos  encontraron  las  avanzadas  enemigas,  que 
disparando  los  tiros  de  aviso  se  internaron  en  la  manigua,  desde  la  mi- 
tad próximamente  de  la  salida  se  hizo  general  el  fuego,  presentándose  en 
las  alturas  más  de  800  insurrectos,  mandados  por  el  titulado  brigadier 
6il,  que  fueron  batidos  y  derrotados  de  posición  en  posición,  terminan- 
do 1  b  toma  de  Capiro  después  de  cinco  horas  de  fuego,  ocupándoles  to- 
das !aa  alturas  y  la  trinchera  de  piedras  en  que  se  hicieron  fuertes  en  la 
¿ItL  la  hora;  el  enemigo  se  retiró  desordenadamente  dejando  en  el  cam- 
po (  i^torce  muertos,  llevándose  algunos  más  y  gran  número  de  heridos. 
]  conocido  el  terreno  de  la  acción  se  encontraron  monturas,  caba- 
Uoa,    >nlo8  y  varios  efectos,  ocupándose  en  la  casa  Central  de  Capiro 


D.  Miguol  0«TaB«UM. 


L 


54    . CRÓNICA  PE  LA  GUERRA  DE   OUBA 

oame  de  vaca  recien  muerta  que  tenían  dispuesta  para  sus  ranchps  las 
fuerzas  insurrectas. 

La  columna  que  ha  realizado  esta  brillante  operación  tuvo  un  gue- 
rrillero muerto,  otro  herido  muy  grave  y  cuatro  guerrilleros  y  un  sar- 
gento de  Talavera  heridos,  aunque  de  menos  gravedad,  resultando  con- 
tuso de  bala  en  la  mano  derecha  el  capitán  don  Claro  Díaz,  de  la  gue- 
rrilla local  de  Baracoa  y  seis  soldados. 

En  los  altos  de  Capiro  descan&ó  é  hizo  su  primer  rancho  la  columna^ 
saliendo  á  las  dos  de  la  tarde  á  pernoctar  en  la  Ceiba  (Sabanilla). 

En  la  madrugada  regresó  á  esta  población,  acampando  en  la  Pasada 
después  de  batir  completamente  á  unos  cuantos  grupos  de  insurrectos 
que  trataron  de  molestar  á  la  columna  y  que  salieron  escarmentados  por 
la  fuerza  de  flanqueo,  mandada  por  don  Armando  Altamira.  En  las  in- 
mediaciones de  Cabacii  tuvieron  dos  muertos  los  insurrectos,  sin  que  hu 
biera  novedad  alguna  por  parte  de  la  columna,  que,  según  tenemos  en* 
tendido,  continuará  operando  por  la  jurisdicción  durante  algunos  días. 

Por  noticias  posteriores  se  sabe  que  los  muertos  han  sido  38  y  más 
de  80  los  heridos,  entre  los  muertos  figura  el  cabecilla  Faez. 

El  general  Oliver  desde  el  ingenio  Santa  Eosalía  dice  lo  siguiente: 
Con  fecha  del  12,  al  amanecer  continué  operación  que  di  cuenta. 

Saliendo  del  ingenio  Julia  á  San  Andrés  retrocedí  por  tener  noticias 
del  paradero  de  varias  partidas,  pasando  á  buscarlas  á  Cien  Rosas,  don- 
de esperaban  emboscados. 

Reunido^  en  número  de  600  hombres,  según  confidencias,  y  manda- 
dos por  Carrillo  y  Varona,  rompióse  el  fuego  por  ambas  partes,  dando 
el  enemigo  la  voz  de  cal  machete»,  intentándolo  contra  la  vanguardia, 
que  los  rechazó,  y  perseguidos  dejaron  en  el  campo  10  muertos. 

Dispersados,  fueron  alcanzados  otra  vez  en  el  ingenio  Julia,  reuni- 
dos de  nuevo,  y  donde  hicieron  pequeña  resistencia,  después  en  el  inge- 
nio Rosalía,  donde  se  hicieron  fuertes,  continuando  desalojados  dejando 
rancho  preparado,  pasando  á  tomar  posiciones  en  la  loma  Parejo,  que 
abandonaron  después  de  una  hora  de  nutrido  fuego  y  perseguidos  hasta 
muy  entrada  la  noche  que  volví  para  pernoctar  en  Santa  Rosalía. 

Fueron  vistos  en  los  tres  últimos  encuentros  20  muertos  y  gran  nú- 
mero de  caballos  también  muertos,  otros  abandonados,  de  los  cuales  al- 
gunos fueron  recogidos,  lo  mismo  que  monturas,  armas  y  efectos. 

Suma  total:  bajas  del  enemigo,  vistos  30  muertos  y  forzosamente 
tiene  que  llevar  muchos  más  y  mayor  número  de  heridos. 

Por  nuestra  parte  un  oficial  herido  y  otro  contuso,  un  soldado  y  dosj 
4)aballos  muertos  y  4  heridos  de  la  tropa. 


CRÓNCGA  DE   LA   OUKRRA  DS  OUBA  55 

En  estos  encuentros  han  jugado  valerosamente  las  tres  armas,  con- 
tribuyendo la  artillería  con  sus  certeros  disparos  al  pánico  de  los  que 
huían. 

El  general  Suárez  Yaldés  participa  que  fuerzas  del  batallón  de  las 
Navas  batieron  el  día  17,  grupos  enemigos  en  el  ingenio  Saratoga  y  Lo- 
mas Nieves,  causándoles  3  heridos  y  cogiéndoles  3  caballos. 

Movilizados  de  Santo  Domingo  batieron  el  día  18  á  un  grupo  enemi- 
go, en  Yabú  y  Naranjo  causándole  un  muerto  y  heridos  y  cogiéndole 
tres  caballos. 

En  esta  operación  la  tropa  no  tuvo  novedad. 

La  columna  de  Ortiz  Tovar  sostuvo  el  día  19  un  combate  de  dos  ho- 
ras con  insurrectos  numerosos  en  Loma  Bacagual,  haciéndoles  7  bajas. 

La  tropa  tuvo  un  soldado  contuso. 

£1  general  Jiménez  Moreno  llegó  á  Songo  con  guerrillas  de  Tejada 
que  le  acompañaron  desde  Perseverancia  reconociendo  Corralillo,  Gua- 
nábana, Filipinas  y  varios  potreros,  teniendo  en  su  marcha  fuego  con 
varias  partidas,  á  las  cuales  batió,  causándoles  tres  muertos  vistos  y  co- 
giéndoles un  armamento,  dos  acémilas,  víveres,  un  botiquín  y  corres- 
pondencia. 

La  tropa  tuvo  tres  heridos. 

A  las  seis  de  la  mañana  del  día  16  de  Noviembre  se  presentó  una 
partida  insurrecta  en  el  ingenio  de  Occetania,  pidiendo  y  llevándose  las 
armas  que  allí  había;  acto  seguido  salí  en  su  persecución  con  las  dos 
secciones  montadas  de  esta  columna,  disponiendo  que  los  movilizados 
de  Macagua  saliesen  desplegados  á  retaguardia  del  ingenio  Semillero,  á 
fin  de  cortar  la  retirada  del  enemigo  si  éste  como  era  de  suponer  trataba 
de  favorecerse  en  las  sabanas  del  Mangal,  colocándose  en  distancia  de 
difícil  alcance,  mientras  que  una  sección  de  infantería  se  apostaba  en  el 
camino  del  Semillero,  que  por  la  vía  férrea  da  paso  á  los  montes  de 
Santa  Rita  y  el  jefe  que  suscribe  con  la  sección  de  Dragones  de  Santiago 
me  dirigí  por  el  camino  más  recto  al  ingenio  Occetania,  haciendo  es- 
crupulosos reconocimientos  en  las  colonias  de  don  Francisco  López,  don 
Antonio  Mondyar  y  Rodríguez,  don  Ramón  Pérez  y  del  Moreno  Hemely, 
hi  ka  llegar  al  ingenio  Occetania  donde  adquirí  los  informes  del  suceso 
co  '  sos  más  minuciosos  detalles  y  se  me  incorporó  la  sección  moviliza- 
de  de  Macagua,  y  tomando  el  rastro  que  el  enemigo  dejó,  lo  continué 
eo  lirección  del  ingenio  Arango,  habiendo  podido  averiguar  en  una 
00  fidencia  que  el  enemigo  seguía  en  dirección  á  Monte  Alto,  sin  que 
pi  ieran  precisarme  el  número  de  éste,  siguiéndole  la  pista  y  haciendo 
ni  'cerosos  reconocimientos  en  las  colonias  de  los  morenos  Mateo,   Ul- 


piano,  Jacinto 
é    Inocencio 
Arango,  en  la 
de  don  Felipe 
Carini    y    don 
Cecilio  Hernán- 
dez, dando  pa- 
so á  un  peque- 
ño arroynelo 
que  da  cruce  del 
ingenio      Mar- 
quesita, Monte 
Alto  y  Cuatro 
Esquinas  y  en 
él  noté  un  nu- 
tro vivo  y  fres- 
co  que    conti- 
nué ,    llegando 
al  ingenio  Mar- 
quesita y  en  él 
obtuve  noticias 
afirmativas    de 
i  breves  instantes 
■migo  acabara  de 
dirección  &  Mon- 
dispuse  que  la 
ovilizados  de  Ma- 
mando el  flanco 
icieseminuciosoB 
QÍento8  en  los  oa- 
i  y  demáa   plan- 
ireceión  á  Monte 
uyo  frente  debía 
mtramoB  con   la 
de    Dragones   de 
que  venía  desple- 
el  centro  y  fla  »- 
rdo,  y  llegando  á 
nto  se  reunier-  n 
,8  en  donde  se  i  le 
un  individuo  q  le 
ser  íargento   <  el 
nifestándome  9  le 


OBOMOA  Da  I.A.  OÜBBKA  DI  CUBA 57 

<  próxima  á  la  finca  de  Calzadilla  se  encontraba  una  partida 

Bin  duda  era  la  que  se  perseguía;  en  su  vista  dispuse  las  me- 

sentes  á  fin  de  impedir  sa  faga,  cortándole  toda  la  retirada  y 

>re  ella  entablóse  el  faego  que  duró  breves  instantes,  pues  ¿s- 

ramaron  y  aprovechando  el  cansancio  de  nuestra  caballería, 

aflaverales,  abundantes  maniguas  y  los  cercados  de  malla  no 

«epodo  hacer  un  movimiento  envolvente  para  su  total  copo,  resultando 

qoeéstOB  se  pusieran  en  precipitada  fuga  y  diseminados  tomaron  distintas 

direcciones,  dejando  varios  rastros  de  sangre,  con  lo   que  demostraban 


Hk  OOm  TlfOIWtft  bJJBdAdL 


luchoa  heridos;  y  haciéndose  imposible  continuar  estos  rastros 
muchos  cañaverales  queá  oada  paso  se  encontraban,  ordené  que 
33  de  Santiago  recogiesen  las  impresiones  de  los  sitieros  colin- 
:h  averiguación  de  la  dirección  que  el  enemigo  hubiese  tomado, 
9  que  los  movilizados  de  Macagua  reconocían  el  terreno  de  la 
n  donde  encontramos  dos  muertos,  ambos  pertenecientes  &  la  raza 
,  quienes  identificados  por  el  alcalde  de  barrio  de  Monte  Alto, 
3n  ser  loa  morenos  Cirilo  Martiartu  y  Raimundo  Martínez  (a) 
ocupándoseles  un  fusil  Bemington,  una  tercerola  del  mismo  sis- 
a.  revólver  cargado,  trece  cápsulas  de  fusil  Bemington,  un  ma- 
08  cinturones  y  dos  caballos  con  sus  monturas,  y  por  el  suelo  se 
rarias  cápsulas  disparadas. 

la  partida,  según  noticias  adquiridas,  era  de  nueva  creación  que 
lilla  Socorro  está  reolutando. 
dos  cadáveres  ya  mencionados  fueron  enterrados  por  el  alcalde 


T^r-vwm^fír^. 


J58 


OBÓNIOA  DE  I4A   OUBBRA  DE  CUBA 


de  barrio  don  Juan  Domenzain  en  el  lindero  E.  del  potrero  del  ingenio 
San  Luciano,  lindando  con  el  camino  real  que  va  á  la  tíenda  de  Monte 
Alto  distante  de  dicha  tienda  como  300  metros  y  como  6  metros  de  la 
cerca  del  camino. 

Habiéndose  presentado  á  última  hora  el  moreno  Pancho  Herrera, 
con  un  machete,  diciendo  que  era  de  la  partida  dispersada  y  (que  en  la 
misma  reinaba  gran  espíritu  de  querer  presentarse,  manifestando  á  la 
vez  tener  una  tercerola  escondida,  la  que  se  recogerá,  y  haciéndose  por 
sus  inmediaciones  varios  reconocimientos  por  si  resultaran  ciertas 
dichas  manifestaciones. 


• 


•V  ■ 


'P, 


W:- 


\i. 


De  Sancti  Spiritus 

Una  de  las  partidas  insurrectas  que  merodean  por  esta  jurisdicción, 
dieron  candela  á  su  paso  por  el  poblado  de  Banao  á  seis  casas  correla- 
tivas de  la  propiedad  de  doña  Monserrat  Cañizares  y  don  Aurelio  Expi- 
rano,  quedando  todas  ellas  reducidas  á  cenizas. 

Como  á  las  cinco  de  la  tarde  del  17  de  Noviembre  uno  de  los  centine- 
las del  destacamento  de  Banao,  dio  la  voz  de  candela,  é  inmediatamente 
el  cabo  de  la  guardia  civil  jefe  del  mismo,  Cosme  Castillo  Torres,  des- 
pués de  dejar  la  fuerza  colocada  en  sus  posiciones,  salió  sin  reparar  en 
ninguna  clase  de  peligros,  en  unión  de  los  guardias  segados  Manuel 
Freo  Simó,  José  Vicente  llosas,  Antonio  Andrés  Paracuello,  Juan  Gonzá- 
lez Palanquera,  Rafael  Carrasco  Beito  y  Estanislao  Rodríguez  Castillo, 
para  el  sitio  del  siniestro,  que  á  primera  vista  presentaba  un  aspecto 
aterrador,  pues  se  hallaba  envuelta  en  llamas  la  casa  propiedad  de  doña 
Belén  Pérez,  habitada  por  su  hija  doña  María  Ortega,  esposa  del  cabe- 
cilla insurrecto  Ramón  Solanos  y  sus  siete  hijos.  La  citada  fuerza  al  oír 
los  gritos  que  exhalaban  aquellas  inocentes  criaturas,  se  lanzaron  á  aque- 
lla inmensa  hoguera  sin  reparar  en  el  peligro  que  corrían  y  salvaron  de 
una  muerte  segura  á  la  citada  señora  doña  Belén,  anciana  de  75  años  y 
á  tres  niños  de  corta  edad  que  en  un  rincón  de  la  casa,  se  hallaban  casi 
asñxiados  por  el  humo,  la  citada  casa  se  derrumbó  á  los  pocos  momen- 
tos, no  quedando  de  aquel  suntuoso  edificio  mas  que  un  montón  de  es- 
combros. Al  lugar  del  siniestro  no  acudió  ninguna  autoridad  por  no  ha- 
berla en  el  poblado,  así  como  tampoco  acudieron  los  vecinos  por  cre^r 
era  un  hecho  de  los  insurrectos  de  las  muchas  partidas  que  merodea  1 
por  aquellos  contornos;  así  es,  que  toda  la  gloria  corresponde  al  heróit  o 
cabo  y  guardias  que  le  acompañaban. 

Vean  los  enemigos  de  la  madre  patria  como  se  porta  el  soldado  esp  - 
ñol,  aún  con  los  mismos  familiares  de  sus  enemigos. 


OBÓNIOA  DE  LA  QÜEBBA  DE  OÜBA 59 

Armiñán,  eHnagotable  jefe  de  la  guardia  civil,  á  cuya  indomable 
energía  se  debe  que  la  vía  férrea  de  Tonas  á  Sancti  Spiritus  funcione 
con  igual  regularidad  que  en  tiempos  normales,  librando  á  la  ciudad  de 
la  escasez  de  subsistencias  con  su  desesperante  cortejo  del  encarecimien- 
to de  la  vida  y  del  hambre  de  las  clases  pobres;  el  simpático  jefe  que 
tiene  á  raya  á  los  dinamiteros  de  Roloff  y  reducido  á  impotencia  en  la 
zona  de  su  mando  el  anarquismo  revolucionario,  acaba  de  realizar  ope- 
raciones importantes  lejos  del  ferrocarril  y  en  aquellas  vegas  del  Cduda 
loso  Zaza,  donde  en  otro  tiempo  á  la  sombra  bienhechora  de  la  paz  eran 
felices  un  centenar  de  familias. 

La  columna  se  componía  de  fuerzas  pertenecientes  á  Chiclana,  Te- 
tada y  una  sección  de  guardia  civil,  mientras  el  enemigo,  doblemente 
saperior  en  número  le  abandonó  su  campamento  de  San  Carlos,  reple- 
ufándose  sobre  un  fuerte  que  con  ladrillo  construyera  en  Casa  Teja,  cuya 
fortificación  aspillerada  en  sus  frentes,  con  tambores  en  los  ángulos 
opuestos  que  la  flanqueaban  y  con  aspilleras  además  para  fuegos  diver- 
gentes, era  en  sí  un  lugar  adecuado  para  medir  sus  armas  con  las  de 
nuestros  soldados.  ¡Pero  no  fué  así!  Como  abandonaron  el  campamento 
abandonaron  el  fuerte,  sin  que  el  humo  de  la  pólvora  ni  los  relampa- 
gueos del  arma  blanca  justificaran  el  tiempo  invertido  en  su  construc- 
don,  sirviendo  solo  para  que  ñn  tirar  un  tiro  nuestras  tropas  disper- 
saran en  guerrilla  millares  de  ladrillos  acumulados  allí  por  manos  insu- 
rrectas. 

No  es  lo  mismo  volar  puentes  indefensos  y  quemar  casas  no  guarda- 
das al  Conde  de  Lersundi,  que  esperar  tras  de  paredes  de  mampostería 
el  empuje  de  las  fuerzas  españolas:  esto  no  lo  quieren  hacer  los  secta- 
rios del  dominicano  Gómez. 

En  la  misma  finca  de  Casa  Teja  también  abandonaron  otro  campa- 
mento, y  por  la  tarde  dejaron  ver  un  grupo  de  40  ó  50  insurrectos  man- 
dados por  el  cabecilla  Marín,  los  que  Armiñán  persiguió  y  dispersó  con 
ona  sección  montada  y  una  compañía  de  Chiclana  mandada  por  el  te- 
niente Martín,  causándoles  bastantes  bajas,  que  vieron  retirar. 

Después  en  Corralillo  se  le  presentó  en  son  de  combate  el  mulato 
Bartoliimé  Gómez  con  80  ó  90  hombres  emboscados  en  la  manigua  de 
ona  altura,  desde  donde  rompieron  el  fuego  sobre  el  flanco  derecho  de 
la  columna;  pero  fuertes  Tetuán  y  Chiclana  en  su  fuego  por  desear- 
g  B  complementadas  con  una  carga  de  los  25  caballos  dispersaron  en 
I  ^eipitada  fuga  al  enemigo,  que  abandonó  á  nuestras  tropas  dos  caba- 
I  de  ginetes  heridos.  Cuando  tenía  lugar  esta  operación  el  cabecilla 
1  na  con  100  hombres  hostilizó  la  columna  por  el  flanco  izquierdo  y 
s  *re  esta  parte  del  enemigo  se  arrojó  la  reserva  que  tenía  Armiñán, 
é  persándole  y  causando  al  Mena  cinco  bajas,  cuyos  caballos  recogie- 
I     nuestros  soldados. 


(^ÓHIOA   DE   LA.  ODERRA   DE  CUBA 


Terminadas  estas  operaciones,  sabiendo  qae  las  partidas  tavieron 
tres  muertos  y  once  heridos,  se  retiró  la  ooinmna  por  Yendabal  á  Pare- 
des y  Guásima  donde  tiene  su  zona,  realizándose  el  importantísimo  aer- 
TÍoio  de  asegurar  el  tráfico  entre  Tanas  y  la  ciudad  del  Yayabo. 


Una  vez  más,  la  decisión,  arrojo  y  bravura  del  general  Prats,  su  in- 
cansable vigilancia  y  su  exquisito  tacto,  han  salvado  la  provincia  de 
Matanzas  de  los  horrores  de  la  guerra,  evitando  un  serio  levantamiento 
qae  se  proyectaba  y  que  ha  hecho  abortar  completamente  el  veterano 
y  activo  general. 

Hace  cinco  días  tuvo  noticias  el  general  de  que,  en  punto  no  mny 
lejano  de  esta  ciudad,  había  de  alzar- 
se una  gruesa  partida,  compuesta  de 
individuos  citados  para  un  momento 
dado,  la  cual,  inmediatamente  des- 
pués de  reunida,  operaría  de  acuerdo 
con  las  que  se  hallan  en  las  Villas, 
que  invadirían  eete  territorio. 

En  el  acto,  el  general,  sin  esperar 
fuerzas,  en  un  impulso  de  temerario 
arrojo,  ealió  de  esta  capital  y  montó 
á  caballo,  acompañado  solamente  del 
teniente  coronel  de  la  Guardia  civil 
señor  Rojo,  de  su  ayudante  el  señor 
Revert  y  de  cuatro  guardias  civiles  y 
^'/^  cuatro  voluntarios,  recorriendo  lodoa 

loB  Sitios  del  valle  de  Guacamaro,  el 
de  Camarioca  y  las  abruptas  lomas  de  ese  nombre,  donde  se  hallaban  ci- 
tados los  comprometidos  para  el  levantamiento,  arrastrando  entusias- 
mados á  BU  paso  á  los  voluntarios  de  las  inmediaciones,  á  los  que  acom- 
pañaban grupos  de  paisanos  amantes  del  orden,  quienes  con  las  fuerzas 
que  iban  llegando,  de  María  Cristina,  Guardia  civil,  voluntarios  de  Cár- 
denas y  del  regimiento  de  caballería  de  esta  ciudad,  ha  registrado  mi- 
nuciosamente todos  los  puntos  mencionados  y  otros  muchos  más  que  no 
citamos,  por  no  hacer  interminable  esta  relación,  impidiendo  la  reunión 
de  los  comprometidos  para  el  alzamiento,  que  se  han  ocultado  indivi- 
dualmente, ante  tal  alarde  de  actividad  y  energía. 

En  los  tres  días  que  han  durado  los  reconocimientos,  el  general  y  las 
fuerzas,  apenas  han  descansado,  habiéndose  instalado  el  cuartel  general 
en  el  demolido  ingenio  Jesús  María  y  potrero  Conchita. 

De  los  voluntarios  y  las  fuerzas  del  ejército,  todos  los  elogios  que 


QBÓHIOA   DJ  LA   ttÜMtRA  DB  CUBA 61^ 

leerse  son  pálidos  ante  la  realidad.  Nada  lea  ha  detenido,  j  á 
lodazales  y  pantanos  7  por  medio  de  los  abruptos  dientes  de 
oa  montes,  donde  gran  número  de  ellos  perdieron  los  zapatos 
i  las  ropas,  onmplíeron  su  deber,  siguiendo  el  ejemplo  del  ge- 
Qo  bnenoB.  Al  vadear  el  río  Canimar,  uno  de  los  volnntarios 
lo  batallón  de  Cárdenas  faé  arrastrado  por  la  corriente  y  hu- 
biera perecido  ahogado,  á  no  ser  por  el  anxilio  que  le  prestaron  sus  com* 
pañeros. 

Por  la  tarde,  después  de  dejar  en  aquellos  sitios  250  hombres  monta- 
doe,  el  general  partió  para  Cárde- 
nas, donde  llegó  á  las  5,  siendo  re- 
lon  verdadero  entusiasmo, 
bien  partieron  para  Car- 
ra voluntarios  de  aquella 
regresando  á  Matanzas, 
regimiento  de  caballería, 
o  del  comandante  don  Ale- 
Maruri  y  capitán  don  An- 
emández  Piñeiro. 
BÜmen:  una  operación  bri- 
)or  la  que,  gracias  á  la  ao- 
ínfatígable  del  general 
)  ha  evitado  an  alzamiento 
en  la  provincia  de  Matan- 
ha  sabido  conservar  tran- 
mencionado  general,  aho- 
18  múltiples  intentonas  que 
rturbarla  se  han  llevado  á 

CftpitiD  doB  FTJuelaeo  Afano  SínAlhtM. 

[a  15  del  actual  las  partidas  insurrectas  capitaneadas  por  Job¿ 
■  Aniceto  Hernández,  fuertes  de  150  hombres,  pretendieron  ata- 
igenio  Santa  Catalina  en  la  jurisdicción  de  Cruces,  7  con  objeto 
r  que  los  rebeldes  pudieran  realizar  lo  que  se  proponían,  salió  de 
leblo  el  teniente  coronel  señor  BruU  con  quince  ginetes  de  su. 
siguiéndole  la  infantería. 

insurrectos  no  esperaron  la  llegada  de  la  fuerza  y  evitando  nn 
ro  se  dirigieron  á  este  término  sin  sospechar  que  una  vez  sobre^ 
,  sería  incansable  en  sn  persecución  el  señor  Brull,  como  efeoti- 
!  sucedió,  pues  se  adelantó  con  sus  quince  mal  montados  ginetes, 
le  después  de  perseguirlos  cerca  de  ocho  leguas  los  encontró  en. 
io  Carmita,  barrio  San  Vicente,  de  este  término,  y  con  esa  ener- 
le  es  característica,  se  fué  sobre  ellos  sin  reparar  que  el  número* 
sidados  era  diez  veces  menor  que  el  del  enemigo.  Al  ver  los  in- 


62  CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 

surrectos  aquella  fuerza  que  con  tanta  decisión  tomaba  la  ofensiva,  se 
figuraron  que  aquellos  quince  valientes  eran .  un  regimiento,  y  Aniceto 
Hernández,  sin  disparar  un  tiro,  huyó  á  la  desbandada  con  su  gente. 
Acebo  pretendió  resistir  y  ordenó  á  los  suyos  que  hicieran  fuego,  orden 
que  fué  ejecutada,  pero  los  artilleros  no  se  amedrentaron  y  contestando 
la  agresión  les  fueron  á  la  carga  con  tanto  empuje  que  los  hicieron  huir 
en  todas  direcciones,  dejando  en  el  lugar  de  la  acción  quince  caballos, 
cinco  de  ellos  con  monturas. 

Tan  mal  efecto  ha  causado  en  el  enemigo  aquel  puñado  de  valientes, 
que  convencidos  sin  duda  délo  mucho  que  valen  nuestros  soldados,  y 
de  la  inutilidad  ylocura^de  ponérseles  en  frente,  se  han  presentado  ma- 
chos de  ellos  y  de  seguro  que  han  de  quedar  convidados j  como  suele  de- 
cirse, para  no  volverse  á  meter  á  redentores. 


J 


VI 


SALVAJADAS  Y  ENCUENTROS 


^^0^f^t0^0^0^0^0^^*0t0*0*0*0^^0^^t0^^>^0tm 


É  aquí  el  parte  oficial  que  se  trasmitió  el  día  2  de  No  • 
viembre: 

<£xcmo.  señor:  El  tren  de  pasajeros  de  hoy  salió  con 
20  minutos  de  atraso,  ó  séase  alas  6  y  50  minutos,  y  á 
las  6  y  52  minutos  se  oyó  en  esta  estación  un  fuerte  es- 
tampido como  de  un  cañonazo  lejano,  al  llegar  la  exploradora  al  fuerte 
número  5,  kilómetro  23,  se  enteró  por  el  sargento  del  destacamento  que 
haciendo  un  reconocimiento  600  metros  mas  allá  donde  se  encuentra  la 
alcantarilla  11,  de  un  cabo  y  cuatro  números,  en  los  momentos  en  que 
ano  de  los  soldados  descubrió  un  petardo,  hizo  éste  explosión,  hiriéndolo 
gravemente. 

Los  daños  materiales  han  sido  un  larguero  de  la  alcantarilla  des- 
truido, el  muro  de  la  mampostería  y  el  cabezal  de  la  misma,  al  Oeste, 
dii  ^rción  del  Príncipe,  destruidos,  veinte  metros  de  terraplén  destro- 
za! d,  así  como  sus  cs^rriles  y  eclisas  de  acero  y  traviesas,  rotos,  dobla- 
**  astillados.  Se  advierte  un  hoyo  en  el  terraplén  de  metro  y  medio 
oerficie  con  un  metro  de  profundidad. 

jda  la  tropa  embarcada  en  el  tren  de  hoy  continuó  su  viaje  á  pié 
lirección  á  Dos  Marías,   retrocediendo  el  tren  de  pasajeros  á  esta 


doi 
de 


en 


eíi   -^d.  Entre  una  y  dos  de  la  tarde  saldrá  de  aquí  un  tren  con  material 


it» 


Iti, 

a» 


lo 
la 


66 gROSIOA  PB  LA   gPRRBA  DK  CUBA 

miama  partida  como  á  las  8  de  la  mañana  qnemÓ  el  pueblo 
tas,  desarmó  á  on  volantario  j  siguió  rambo  á  Colón. 

Practico  reconooimientoa  j  se  procede  á  la  reparación  de 

telegráfica  y  telefónica. > 


Don  Tícente  Oómez,  encargado  de  loa  guardias  armados  de 
Adela,  jarisdioción  de  Placetas,  con  ocho  de  aquellos  y  el  Admj 
de  la  flaca  batieron  como  á  las  ocho  de  la  mañana  del  2  á  un 
40  á  50  insurrectos,  que  les  hicieron  fuego  al  reconocer  el  ca 
ocho  gpuardias  cogieron  á  los  insurrectos  coatro  cajas  de  dini 
peso  de  unas  doce  arrobas,  cuatro  caballos  muertos,  ano  vivo 
efectos. 

El  teniente  de  la  guardia  civil  don  Fausto  Barrios  con  2í 
de  Canarias  y  8  guardias,  batió  y  dispersó  á  un  grupo  insurreí 
montes  de  Trujillo,  causándole  2  muertos  que  fueron  conducii 
millas  y  quitándoles  5  caballos. 

Aniceto  Hernández  y  Roberto  Bermúdez  intimaron  el  día 
vlembre  por  la  mañana  la  rendición  del  destacamento  del  ing 
tísima  Trinidad. 

£1  Comandante  de  armas  de  Lajas  sospechó  que  era  una 
para  dirigir  el  ataque  á  otro  punto  y  se  diaponfa  á  salir  con  fi 
dirección  al  Salto,  cuando  recibió  confidencias  de  que  el  oabeei 
con  50  Ó  60  hombres  estaba  en  las  Nuevas. 

El  citado  comandante  salió  con  16  guardias  civiles,  9  mun: 
8  paisanos,  haciéndose  seguir  por  50  hombres  de  artillería  y  de 
al  mando  de  un  capitán. 

Llegó  á  las  Nuevas  y  el  enemigo  se  había  marchado  hacía  i 
Siguióle,  forzando  la  marcha  de  la  caballería,  y  le  alcanzó  á 
gua  mas  allá.  No  hizo  frente  y  se  le  persiguió  hasta  la  Carmita 
de  la  Esperanza,  quitándole  un  cabaUo  con  montura  y  otro  coi 
artículos  de  medicina,  cesando  la  persecución. 

Aniceto  con  150  hombres  estuvo  en  la  Vega,  marchando  & 
de  la  tarde  con  rumbo  á  Seiba  Hueca. 


Hasta  ahora,  y  sin  duda  por  la  falta  de  elementos  de  gne 
insurrección  después  de  la  acción  de  Peralejo,  no  había  habid 
para  ocuparse  de  los  asuntos  de  la  campaña  en  el  distrito  de 
y  por  estar  además  las  fuerzas  de  esta  brigada  ocupadas  princif 
aprovechando  la  estación  de  la  seca,  en  surtir  de  toda  dase  d" 


CRÓNICA   DS  LA   aUERBA  DE  CUBA  67 


las  diferentes  factorías  enclavadas  en  el  territorio;  para  cayo  efecto  se 
han  llevado  á  cabo  nna  serie  de  convoyes  que  partiendo  desde  Manza- 
nillo por  las  vías  marítima  y  fluvial  llegaban  á  Cauto  Embarcadero, 
desde  cuyo  punto  se  encargaba  una  columna,  dedicada  exclusivamente 
áeste  objeto  formada  por  el  batallón  de  Alcántara  Peninsular  número  3, 
la  tercera  sección  de  artillería  de  montaña  al  mando  del  valiente  teniente 
don  José  Company  y  la  segunda  compañía  de  transportes  á  lomo  man- 
dada por  su  capitán  don  Andrés  Nufiez  Pórtela  de  transportarlos  á 
Bayamo. 

Todos  los  convoyes  se  llevaron  á  cabo  felizmente  y  en  poco  más  de 
un  mes  se  pusieron  en  la  administración  de  subsistencias  de  esta  plaza 
más  de  250,000  raciones  para  dedicarse  por  último  á  los  convoyes  va- 
Sales  y  surtir  de  artículos  las  factorías  dependientes  de  la  de  esta  plaza, 
con  lo  que  una  vez  terminada  la  operación  del  abastecimiento,  se  pensó 
en  la  persecución  de  los  enemigos  de  la  patria  que  parecía  que  se  habían 
evaporado  y  únicamente  se  tenía  conocimiento  de  su  existencia  por  al- 
guna que  otra  finca  que  incendiaban,  creyendo  que  con  esto  realizaban 
un  acto  d^  valor. 

Con  la  terminación  del  abastecimiento  de  las  factorías  coincidió  la 
venida  á  esta  brigada  del  Excmo«  señor  general  don  Federico  Alonso 
Gaseo,  militar  de  brillante  historia  y  que  hacía  concebir  grandes  espe- 
ranzas en  pro  de  la  causa  nacional. 

La  fama  no  mintió  en  esta  ocasión  y  tan  pronto  tomó  posesión  del 
mando,  se  advirtió  hasta  por  los  más  profanos  en  el  arte  de  la  guerra, 
nna  actividad  desusada  en  las  operaciones;  se  envió  una  columna  á  Ji- 
guaní  dándole  como  campo  de  operaciones  toda  la  zona  comprendida 
entre  los  ríos  Contramaestre,  Cauto  y  Cautillo  y  cerrada  por  el  Sur  con 
la  Sierra  Maestra;  el  batallón  cazadores  de  Colón  batió  al  enemigo  en  el 
Ckirajo  y  finalmente  la  columna  que  opera  en  la  zona  de  Jigúaní  al 
mando  del  teniente  coronel  don  Roque  Kodon,  hizo  una  operación  á  los 
Nebros  batiendo  en  el  mismo  día  y  en  diferentes  sitios  á  las  fuerzas 
combinadas  de  Rabí  y  de  Mana  va. 

A  juicio  de  militares,  experimentados  esta  operación  es  una  de  las  de 
más  importancia  de  la  actual  campaña  si  se  exceptúa  la  acción  de  Pera- 
lejo, tanto  por  el  número  de  enemigos  derrotados,  como  por  ser  una  ope- 
ración que  ellos  habían  estado  preparando  con  toda  anticipación  y  con 
el  solo  objeto  de  ver  si  conseguían  copar  una  colunma  como  la  que  man- 
d  el  teniente  coronel  Rodón,  compuesta  de  las  tres  armas  y  que  no  les 
d  a  ni  el  tiempo  suficiente  para  descansar;  por  lo  que  dedicamos  espe- 
0]  1  atención  á  este  hecho  de  arma3  y  á  las  consecuencias  probables  que 
pi  ra  el  porvenir  puede  traer. 

M  día  4  del  mes  actual  salió  al  amanecer  de  Jiguaní  la  mencionada 
01   -^«nna  fuerte  de  500  hombres  de  infantería,  80  caballos  de  la  guerrilla 


,68  OSÓNIOA  DI  LA.  OnEKBÁ  DS  GUBA 


del  Batallón,  una  pieza  de  artillería  al  mando  del  primer  teniente  don 
José  Company  y  nna  sección  de  la  aeganda  compañía  de  transportes  ¿ 
lomo,  mandada  por  el  primer  teniente  de  la  misma  don  Felipe  Carreras, 
llegada  á  la  artillería  para  el  trauporte  de  municiones;  el  mismo  dia 
cuatro  Ue^ba  la  fuerza  á  Baire  ñn  ninguna  novedad  y  descansaba  todo 
el  día.  El  jefe  de  la  fuerza  suponía  que  la  jornada  siguiente  iba  á  ser  du- 
ra y  quería  reservar  las  fuerzas  de  sus  soldados  para  el  movimiento  de- 
eisivo,  al  amanecer  del  día  aigoiente  5,  salió  la  columna  de  Baire  y  en- 
tró en  los  Negros  porla  vereda  del  Ajfs  sin 
*:  -        visto  en  todo  el  camino  grandes  rastros  de 
ban  la  misma  dirección  y  que  hacía  pie- 
sumir  nn  próximo  combate,  saliendo  fa- 
llidas las  esperanzas  de  los  bravos  que 
formaban  la  columna,  porque  se  llegó 
al  nacimiento  de  tos  Negros  sin  haber 
disparado  un  tiro,  el  jefe  de  la  columna 
dispuso  se  hiciese  el  rancho  y  descan- 
sar hasta  el  día  siguiente  que  pensaba 
ir  al  Cacao,  suponiendo  que  el  enemi- 
go por  huir  de  la  activa  persecnoiÓn  de     - 
que  era  objeto  se  habría  retirado  en 
aquella  dirección. 

El  nacimiento  de  los  Negros  es  una 
de  las  mejores  posiciones  que  la  natura- 
leza ha  podido  formar  para  llevar  á  ca- 
bo el  plan  que  la  astucia  de  los  insu- 
rrectos había  ideado,  si  no  lo  hubiese 
destruido  el  valor  indomable.de  nues- 
tros 'soldados  y  las  condiciones  de  mando 
se  en  la  cumbre  de  una  colinita  que  á  su  t 
nn  valle  de  entrada  casi  inaccesible,  so 
al  mencionado  valle  por  tres  veredas  es 
:  cabe  más  de  un  hombre  de  frente  é  imp: 
la  caballería,  por  lo  que  hubo  furzosam 
;  ofrecía  garantías  para  el  paso  de  la  colnm 

Durante  el  día  5  el  enemigo  hostilizó  r( 

si  bien  con  un  fuego  poco  nutrido,  que  h; 

sunectas  por  aquellos  contomos,  por  lo  qi 

una  compañía  practicase  nn  reconocímien 

i  ■  >contrando  al  enemigo  ni  rastro  suyo. 

Amaneció  el  día  6  y  la  columna  empre 

. .  al  Cacao  por  la  única  vereda  disponible; 

jooarcha  sonaron loma  vecina  coa 


CRÓNICA  DS  LA  GÜSBBA  DS  CUBA  69 

válo  de  tiempo  entre  uno  y  otrO|  señal  del  enemigo  para  avisar  al  que 
se  encontraba  embosoado  al  paso  en  la  vereda  del  Ajfs,  que  así  se  llama 
la  que  tomó  la  fuerza  para  salir  de  los  Negros.  Esta  vereda  pasa  á  tra- 
vés de  mía  montaña  de  la  que  toma  sa  nombre,  por  lo  qne  tiene  dos 
pendientes  una  de  subida  y  otra  de  bajada;  pues  bien,  el  enemigo  había 
tomado  posiciones  en  la  parte  más  escabrosa  y  más  culminante,  donde 
naestros  soldados  no  se  podían  mover  por  falta  de  espacio  y  donde  ei 
ganado  no  podía  avanzar  por  resbalarle  los  cascos  en  la  piedra;  allí  en 
fonnidables  posiciones  se  hallaban  las  fuerzas  de  Rabí,  habían  cruzado 
el  camino  por  una  barricada  y  desde  detrás  de  ella  y  por  el  flanco  iz- 
qoierdo,  rompieron  un^ nutrido  fuego  de  fusilería  sobre  la  4.^  compañía 
qaeiba  á  vanguardia.  Su  capitán  pronunció  un  enérgico  ¡adelante!  y  la 
trapa  ardiendo  en  indignación  combatió  aquel  fuego  como  saben  ha- 
eerio  los  hijos  de  España.  El  enemigo  muy  superior  en  número  no  ceja- 
ba, las  demás  compañías  no  podían  ayudar  á  la  4.*  por  impedirlo  las 
(sondíoiones  del  terreno,  el  combate  se  prolongaba,  cuando  el  teniente 
coronel  Rodón  que  desde  los  primeros  tiros  había  estado  en  las  avanza- 
das multiplicándose  por  acudir  á  todos  lados  mandó  avanzar  la  fuerza 
de  artillería  y  su  teniente  don  José  Company ,  bajo  una  lluvia  de  balas 
mandó  descargar  las  distintas  partes,  formó  el  todo,  preparó  las  cargas 
é  hizo  el  primer  disparo  que  debió  retumbar  para  los  insurrectos  como 
un  eco  de  muerte:  desde  este  momento  el  combate  cambió  de  aspecto,  la 
tenaz  resistencia  del  enemigo  cedió  en  parte  y  la  compañía  aprovechó 
aqael  momento  de  vacilación  del  enemigo  para  tomar  á  la  bayoneta  la 
[  trinchera,  teniendo  únicamente  que  acudir  á  su  flanco  izquierdo  puesto 
qne  el  frente  había  sido  despejado,  el  enemigo  viendo  que  se  le  escapa- 
ba lo  que  él  consideraba  como  su  víctima  redobló  sus  esfuerzos,  tronó 
nuevamente  por  tres  veces  más  el  cañón  y  los  insurrectos  tuvieron  que 
abandonar  cobardemente  el  campo  prodigando  á  nuestras  fuerzas  en  su 
faga  los  más  groseros  insultos. 

Desde  los  primeros  disparos  cayó  gravemente  herido  en  un  brazo  el 
legando  teniente  don  Antonio  Muñoz  que  mandaba  la  extrema  vanguar- 
dia y  más  tarde  hubo  hasta  cinco  bajas  más  de  tropa,  un  soldado  muer- 
to y  cuatro  heridos,  entre  ellos  un  cabo,  pero  en  cambio  el  enemigo  dejó 
en  poder  de  nuestros  soldados  tres  muertos  entre  la  iñanigtta  á  la  orilla 
iá  camino.  Los  heridos  fueron  curados  en  el  mismo  sitio  que  cayeron 
y  e~  el  mismo  momento  por  el  médico  del  batallón  don  Federico  Baeza. 
n  detalle  que  pinta  el  espíritu  de  nuestras  tropas:  al  observar  el 
oflc  '<\1  de  Administración  militar  don  Felipe  Carreras  que  la  cuarta  com- 
pai  .A  había  quedado  sin  subalternos  puesto  que  no  tenían  más  que  el 
ten  inte  herido  y  su  capitán  pidió  y  obtuvo  del  teniente  coronel  permiso 
pai  I  ocupar  su  puesto  y  bajo  su  mando  se  desarrollaron  los  combates 
wc  "'vos. 


70  OBÓNIGA  DE  LA  GUEBBA  DK  CUBA 


1 


El  eBQmigo  en  su  hiaída  se  dÍTidió  en  dos  partes,  una  que  bajó  al 
llano  á  protegerse  de  ]a  caballería  insurrecta  que  esperaba  á  los  nuestros 
mandada  por  Manava  y  otro  grupo  que  se  internó  en  la  manigua. 

Una  vez  curados  los  heridos  y  emprendida  nuevamente  la  marcha,  al 
bajar  al  llano  se  encontró  la  caballería  que  apoyada  por  los  guerrilleros 
hacia  aquella  parte  se  dirigieron  trataba  de  cargar  sobre  la  vanguardia 
tan  pronto  como  desembocó  del  monte,  pero  aquí  las  condiciones  del 
terreno  eran  iguales  para  ambos;  nuestra  guerrilla  á  pesar  de  ser  en  nú- 
mero muy  inferior  protegida  por  la  infantería  que  en  columna  de  bata- 
lla les  hizo  varias  descargas  y.  por  la  fuerza  de  artillería  que  les  envió 
cuatro  granadas  más,  cargó  sobre  el  enemigo  quien  aunque  trató  de  ha- 
cer resistencia  se  vio  obligado  á  retirarse  nuevamente  al  monte,  dejando 
tendidos  en  el  campo  5  muertoa  más,  por  lo  que  se  emprendió  la  marcha 
á  Baire,  llegando  cerca  de  la  una  y  dando  dos  horas  de  descanso  para 
continuar  el  viaje  á  Jiguaní  para  poder  asistir  como  es  debido  á  los  he- 
ridos. El  combate  de  la  mañana  había  durado  tres  horas  y  media  6 
poco  más. 

A  las  tres  de  la  tarde  se  volvió  á  emprender  nuevamente  la  marchaj 
y  poco  después  y  en  el  sitio  conocido  por  la  Cruz  del  Yarey,  volvió  elj 
enemigo  á  romper  el  fuego  por  ambos  flancos,  sosteniéndose  la  cuai 
compañía  de  vanguardia  hasta  que  el  jefe  de  la  columna  dispuso  que 
artillería  rompiese  el  fuego,  haciéndole  tres  disparos  que  le  obligaron 
enemigo  á  huir  nuevamente,  en  este  encuentro  tuvimos  un\guerrill( 
herido  en  un  pie. 

La  intención  de  los  insurrectos  er{^  bien  clara;  trataban  de  encei 
nuestra  columba  en  los  Negros,  medio  destrozada  y  los  restos  que  huí 
sen  salido  al  Uano,  la  caballería  hubiese  acabado  con  ellos,  pero  bo 
taban  con  que  los  nuestros  muy  inferiores  en  número  y  posicionii 
ventajosas  no  se  destrozan  de  cualquier  manera  y  que  la  oración  tj^ 
viese  por  pasiva. 

Un  ejército  que  cuenta  cpn  jefe  de  la  altura  del  teniente  coronfjl 
don,  con  artilleros  como  el  teniente  Company  que  en  los  momen)c»< 
la  acción  mandaba  sus  soldados  y  preparaba  el  material  como  en  fa 
de  formación  y  en  que  los  oficiales  de  Administración  saben,  caar)|b 
ga  el  caso  desnudar  su  espada  y  ocupar  el  sitio  de  peligro,  como^fí 
cial  señor  Carreras,  ese  ejército  es  invencible  y  con  él  se  pueden 
á  reanudar  las  pasadas  glorias  de  Hernán  Cortés  y  del  Gran  Cap*^* 


W>r^,    Á'O.S'^U-yx^  "f-^  k 


VII 


E!: 


N  Hato  Naevo,  se  han  hecho  cuatro  prisiones  relaciona- 
das al  parecer  con  el  ataqué  al  poblado  por  los  insurrec- 
tos y  el  herido  que  se  cogió  á  la  partida,  ha  sido  trasla- 
dado ya  á  Matanzas  é  ingresado  en  la  enfermería  regi- 
mentaria  en  calidad  de  preso, 
prensa  de  Cárdenas  dice  que  se  llama  Francisco  López  Iglesias  y 
p  natural  de  León,  pero  según  él  es  Benito  Enrique  Martínez  y  na- 
en  Ponferrada. 
día  7  por  la  mañana  y  con  el  fin  de  relevar  ó  reforzar  los  desta- 
itos  de  Siguapas  y  Guareiras,  salió  de  Cárdenas  con  unos  40  hom- 
el  teniente  Toledo,  del  regimiento  infantería  de  María  Cristina,  y 
á  media  legua  del  Cementerio  una  partida  insurrecta  que  se  hace 
ler  á  200  hombres  y  estaba  emboscada,  hizo  una  descarga  á  boca 
ro  á  la  tropa,  causándole  una  baja. 

fuerza,  que  no  esperaba  este  ataque  por  no  tener  noticia  de  I» 

%  en  aquel  término  de  gente  enemiga,  tomó  momentáneamen- 

nsiva,  entablándose  reñida  lucha  en  la  que  según  noticias  tuvo 

^o  algunos  heridos  y  cuatro  muertos  que  se  vieron  llevar  atra- 

1  en  los  caballos.  La  columna  solamente  tiene  que  lamentar  la 

iel  soldado  que  cayó  en  la  primera  descarga.  Fuerzas  de  guar^ 

^  "voluntarios  y  policía  salieron  en  persecución. 


aUKSBA  DB  CUBA 


S  entrar  á  ningnn  placero  que  i 
vender  bus  fratoB  á  la  ciudad, 
oiéndoleB  arrojar  éstos  al  aae 
volver  á  sus  domilioios  6  finca 


En  la  finca  de  don  Miguel 
ña,  situada  en  San  Ignacio,  del 
mino  de  Santa  Ana,  se  preeent 
de  15  á  20  hombres  armados  y  i 
tados  que  se  dice  van  mand 
por  loa  hermanos  Romero. 


según  se 
poblados 

0  de  Ber- 
Soleada. 

XII,  ha^ 
er  á  180^ 
Q  dirigí- 

.Éxodo.  Br.  I>.  J«it  BHwra  Farntod 

doB,  pero  fe  sabe  qae  debe  esl 
prca  altara  en  capital,  porque 
empezado  por  saquear  dos  li 
gas.  Para  bu  persecución  han  11 
do  en  tren  extraordinario  á  ü 
de  Reyes  á  las  ocho  y  media  < 
noche,   fuerzas  de  ejército  proce- 
dentes de  Colón,   que  operarán   i 
las  órdenes  del  teniente  coronel  <  3 
la  guardia  civil  señor  García  Boj  , 
quien  desde  la  mañana  se  enco  • 
traba  en  Unión  de  Reyes,  á  done ; 

1  nueve. 

.e  la  noche,  otra  partida  de  más  c  i 


OBÓNIOA  DE  LA   GüEBSA   DB  OüBA 


I  todoB  montados  y  armados,  han  quemado  la  tienda  del  In- 
^      genio  Carolana,  situado  en  Caimito. 


El  tren  de  Cienfaegos  no  H^ó  á  esta  oíadad  hasta  las  ocho  de  la  no- 
che, por  lo  que  se  suponía  había  sucedido  algo  grave  en  la  línea. 

Al  pasar  por  entre  los  paraderos  de  Camarones  y  Hormiguero  el  tren 
oíxto  que  salió  de  esta  ciudad  para  Cienfaegos  á  las  12,  se  le  acercó 
ina  partida  numerosa,  pues  se  calcula  en  más  de  300  hombres,  la  que 
tacía  señas  al  maquinista. 


El  maquinista  al  principio  creyó  que  eran  fuerzas  del  ejército,  y 
ímpezó  á  detener  la  velocidad  del  tren,  pero  según  se  iban  aproximan- 
io,  comprendió  que  era  el  enemigo  y  abriendo  la  válvula  de  la  máqui> 
cía  pasó  á  toda  velocidad  por  entre  tma  lluvia  de  balas  de  las  descargas 
:^ae  hacían  los  insurrectos. 

Diez  guardias  civiles  que  al  mando  de  un  cabo  iban  en  el  tren,  esta- 
n  preparados,  y  al  pasar  por  frente  á  la  partida  hicieron  tres  desoar- 
fl,  de  las  cuales  dos  debieron  hacerles  bajas,  pues  tiraron  á  la  masa 
I  formaban  y  á  una  distancia  de  8  á  10  metros  lo  más. 
El  tren  siguió  su  marcha  y  los  insurrectos  se  fueron  al  ingenio  Hor- 
g^ero,  donde  encontraron  una  máquina  de  vía  estrecha  de  dicha 
oa. 
Ordenaron  al  maquinista  que  parara  y  le  pidieron  una  mandarria 


V^'^ílíi. 


t.f.\ 


K         T» 


W  } 


i'-'  \ 


74  CRÓNICA  DE  LA   OUEBRA  DE  CUBA  

y  varias  herramientas  con  las  cuales  levantaron  un  rail  de  la  citada 
vía  estrecha. 

Después  dijeron  al  maquinista  que  se  apeara  y  le  abriera  toda  la 
válvula  á  la  máquina. 

Asi  se  hizo  y  la  máquina  al  llegar  donde  habían  arrancado  el  rail, 
se  volcó  destrozándose  toda. 

Llevada  á  cabo  esta  hazaña,  volvieron  los  insurrectos  á  la  línea  de 
Cienfuegos  y  con  las  herramientas  que  le  habían  quitado  al  maquinista 
del  ingenio,  levantaron  dos  railes  y  cinco  travesanos  á  pocos  metros  del 
paradero  del  citado  ingenio  Hormiguero,  dejando  así  la  línea,  con  la 
idea,  al  parecer,  de  que  se  estrellara  el  tren  de  pasajeros  que  venía  de 
Cienfuegos;  y  después  de  cortar  también  las  líneas  telegráficas  y  telefó- 
nica se  retiraron. 

Al  llegar  á  Palmira  el  tren  de  pasajeros  que  venía  de  Cienfuegos  se 
enteró  de  lo  ocurrido  al  tren  mixto  y  temiendo  le  sucediera  lo  mismo 
salió  con  precauciones  de  este  paradero. 

Al  llegar  al  de  Hormiguero  supieron  lo  que  habían  hecho  los  insu- 
rrectos en  el  ingenio  y  en  la  línea,  en  vista  de  lo  cual  se  detuvieron 
para  esperar  auxilios. 

El  tren  de  pasajeros  traía  once  guardias  civiles  más  los  once  del  tren 
mixto  que  ingresaron  también  en  el  de  pasajeros. 

Del  paradero  de  Camarones  salió  una  máquina  con  fuerzas  y  ente- 
rados en  el  paradero  de  Cruces  de  que  una  partida  numerosa  había  pa- 
sado  en  dirección  á  la  línea  férrea  y  en  vista  de  la  demora  del  tren, 
presumiendo  ocurriera  algo,  también  salió  un  tren  con  una  compañía, 
que  llegó  hasta  el  lugar  del  suceso. 

Ta  con  estas  fuerzas  se  procedió  á  la  reparación  de  la  línea,  para 
que  pudiera  pasar  el  tren  de  pasajeros,  lo  cual  pudo  efectuar  después  de 
tres  horas  de  demora. 

Las  fuerzas  practicaron  un  reconocimiento  por  aquellas  inmediacio- 
nes, mientras  se  llevaba  á  cabo  la  reparación  de  la  línea;  y  encontraron 
seis  caballos  completamente  cansados  que  habían  abandonado  los  in- 
surrectos. 

No  se  pudo  inquirir  el  nombre  del  cabecilla  que  mandaba  la  partida. 

Sólo  se  sabe  que  el  que  al  parecer,  hacía  de  jefe,  era  un  hombre  que 
usa  patillas,  pues  fué  el  que  mandó  parar  al  maquinista  y  al  que  lé  oye- 
ron dar  la  voz  de  ¡fuego!  al  ver  que  el  tren  no  paraba.  ! 

En  el  magnífico  potrero  Indio,  propiedad  del  señor  Batista  y  (sme  e 
encuentra  en  el  camino  de  Báez  á  Fomento,  se  reunieron  el  9  las  partí 
das  insurrectas  de  Lino  Pérez,  Zayas,  Machado  y  otros,  en  núme^  má 
de  dos  mil  hombres. 

El  objeto  de  la  reunión  era  celebrar  una  junta  para  poner  en  donoc 
miento  de  Máximo  Gómez  las  quejas  que  reciben  diariamente  jde  loi 


CRÓNICA  DE  LA   GÜERBA  DE  OUBA 75 

campesinos,  por  el  mal  comportamiento  que  observa  el  cabecilla  Suárez. 
Dicha  junta  fué  presidida  por  un  delegado  de  Roloff  en  comisión  de 
Máximo  Gómez. 

Una  columna  al  mando  del  alcalde  en  comisión  que  salió  el  día  8  á 
operaciones,  encontró  á  la  partida  insurrecta  que  manda  un  tal  Acebo, 
en  el  callejón  de  la  Carmita,  á  la  que  batió  la  vanguardia  de  dicha  co- 
lumna dispersándose  los  rebeldes  y  dejando  en  su  huida  dos  acémilas 
cargadas  de  efectos. 

El  mismo  día,  mientras  dicha  columna  se  encontraba  en  operaciones, 
tres  individuos  armados  llegaron  á  caballo,  como  á  las  cuatro  de  la 
tarde,  á  la  tienda  de  don  Antonio  Rodríguez,  que  está  á  la  entrada  del 
]meblo,  y  se  llevaron  varios  mazos  de  tabacos  y  efectos  de  poca  impor- 
tancia, retirándose  sin  cansar  otros  daños. 


Bvos  a.ccii3e:ivt:*e:^ 


LA  hora  de  008tambre,8eis  y  media  de  la  mañana  del  dia  19, 
salió  de  Paerto  Príncipe  el  tren  de  pasajeroa  para  el  veoi' 
no  puerto  de  Nnevitas.  Ooapaban  los  22  carros  de  qne  se 
componía  el  tren  varias  personas  particulares  y  todo  el  ba- 
tallón de  Oeroua,  destinado  á  prestar  sus  servicios  en  toda 
la  Unea  férrea,  relevando  al  regimiento  de  Tarragona,  dea- 
tacado  en  dicha  línea. 
i  este  tren  otro  llamado  de  carga,  en  el  que  iban   dos  bri- 
reros  á  transportar  madera  del  kilómetro  70  á  esta  capital, 
i  á  los  trenes  en  marcha  una  máquina  exploradora  con  na  oa- 
0  que  defendía  á  una  escolta  de  30  Beldados. 
i;ar  al  kilómetro  número  13  faltarían  á  la  exploradora   nnoB 
distancia  igual  á  la  que  distaba  la  alcantarilla  número  11, 
ud  es  de  dos  y  medio  metros.  En  este  punto  la  máquina  se 
hacerle  alto  un  grupo  de  cuatro  soldados  y  un  cabo,   one 
>  órdenes  de  un  sargento  comandante  del  fortín  número  5, 
nos  500  metros  de  la  alcantarilla  citada,  salieron  á  recoi  o- 

linista,  como  los  pasajeros,  nada  sabían  ni  habían  oído.  los 
eron  lo  que  pudieron  decir,  y  el  hecho  se  refiere  de  la  mane  ra 


¿NICA  DB  LA  QUERRÁ  DB  OüBA 77 

[a,  llegaron  los  soldados  á  la  proximidad  de  la  al- 
B  avanzaba  dos  <$  tres  pasos  más  que  sos  oompa 
n  ana  descarga  de  ocho  tiros  de  fósil,  disparados 
aió  á  la  descarga  el  estruendo  producido  por  la  ex- 
JO  de  dinamita  colocado  en  la  vía,  que  al  esta- 
e  á  ano  de  los  soldados,  quedando  ilesos  los  ros- 
tía existido  el  petardo  6  bomba  lo  indicaba  an  an- 
lomo  un  metro  de  profuadidad  en  la  parte  más 
;ud  de  tres  metros  próximamente.  El  perno  de  la 
truídopor  completo,  y  doblado  el  rail,  que  media 

de  un  polvo 
lue  se  uñía  al 

en  la  explo- 

de  su  primi- 
:  izquierda  de 

fué  Colocado 
talmente  des- 
i  la  derecha. 

la  explosión 
xaplén. 
tllónde  G«ro- 
tención  al  in-  ^ 
oan  Navarro 
;  á  la  cuarta 
>  batallón  del 
:ona,  y  hecha 
I  trenes  con  el 

,  B*>otaaluh 

eros a  estaca- 
iez  de  la  mañana. 

ánico  que  se  apoderó  de  todo  el  pasaje  al  tener  ce- 
dido, mayor  fué  la  alarma  que  produjo  en  todo 
tpital,  cuando  á  las  siete  de  la  mañana  se  sintió 
doso  que  nadie  se  pudo  explicar  en  el  primer  mo- 

rtadores  dd  pueblo  de  Caba  empezaron  á  destruir 

con  el  hacha  ó  la  tea,  todo  este  vecindario  se  llenó 

>nocer  la  suerte  que  le  había  de  caber  al  tren  que 

I  las  seis  y  media. 

imita,  colocada  en  la  vía  por  mano  tan  miserable 

i  llenar  de  angustia  á  los  mismos  vecinos  desde  el 

'en  hace  su  partida. 

lió  por  todas  las  calles  la  noticia  de  que  habían 


78 OBÓNICA  DB  UL  QÜBBRA  DE  OÜBA 

volado  dos  trenes,  pero  pronto  salieron  dd  la  duda  los  que  se  dirigie- 
ron á  la  estación  férrea  de  San  José,  en  donde  se  dijo  lo  que  aoababa  de 
suceder. 

Este  pueblo,  siempre  culto  y  sensato  en  su  mayor  parte,  está  comple- 
tamente indignado  contra  los  criminales  que  así  atacan  á  vidas  indefen- 
sas y  condena  atentados  de  esta  naturaleza  impropios  hasta  de  los  mia- 
mos anarquistas,  pues  el  tristemente  célebre  Eavachol,  al  depositar  una 
bomba  de  dinamita  en  el  palacio  de  Mr.  Benoit,  magistrado  de  la  Au- 
diencia de  París,  dijo:  csi  no  muero  en  la  explosión,  moriré  en  manos 
de  la  justicia,  pero  habré  cumplido  con  mi  deber.  > 

Aquí,  el  delito  es  condenado,  pero  queda  impune  por  la  inviolabili- 
dad'de  la  manigua;  por  esto  se  hace  preciso  y  muy  urgente  es,  que  se  de- 
termine el  chapeo  que  á  ambos  lados  de  la  vía  se  está  haciendo,  si  no 
de  400  metros,  como  dispuso  el  general  en  jefe  en  la  provincia  de  Santa 
Clara,  á  lo  menos  de  200,  que  es  lo  dispuesto.  Despejado  el  campo  y  con 
las  acertadas  disposiciones  que  adopta  nuestro  comandante  general  se* 
ñor  Mella,  se  hará  más  difícil  que  el  enemigo  pueda  burlar  la  vigilanoiaj 
de  los  fuertes. 

Una  partida  insurrecta,  como  de  cuarenta  hombres  próximamente, 
mandada  por  Lino  Mirabal  y  un  tal  Blanca,  encontraron  en  la  finca  Do- 
lores Boza,  propiedad  de  don  Francisco  Correoso,  á  varios  individuos,  en 
su  mayoría  malojeros,  que  salían  á  cortar  yerba  para  después  venderla 
en  esta  ciudad  y  dedicar  el  producto  á  su  sustento  y  al  de  su  familia. 

La  partida  despojó  de  todas  sus  ropas  y  efectos  á  doce  de  los  que  en- 
contraron, dando  muerte,  á  machetazos,  á  dos  individuos,  uno  de  ellos 
de  apellido  Morciego,  de  oficio  malojero. 

El  infeliz  Morciego  fué  muerto  por  el  cabecilla  Blanca,  quien  le  ii6 
de  machetazos,  á  pesar  de  las  súplicas  de  aquél,  que  rogó  por  sus  hijos 
que  no  le  mataran,  pues  era  inocente.  Blanca  limpió  las  manchas  de  | 
sangre  de  su  machete,  en  el  cadáver  del  desgraciado  Morciego. 

Se  dice  que  enseguida  que  realizaron  este  inicuo  acto,  Blanca,  que  | 
dijo  tener  mucha  hambre,  se  puso  á  comer  el  pan  que  había  quitado  ¿  ! 
uno  de  los  individuos  detenidos. 


TT10 


^^««^k^k^k^h^«^k^MN^a^i^«^V^^t^%^^^^^^^^^«^^^^«A^^^^^k^k^t^hA^^^^^^* 


AS  operaciones  se  animan.  A  pesar  de  las  contínaas 
tormentas  y  frecuentes  chubascos  propios  de  la  es- 
tación, el  general  Gaseo,  único  jefe  de  esta  brigada, 
halla  modo  de  imprimir  su  actividad  á  las  fuerzas 
que  manda;  y  las  columnas  por  él  dirigidas  con 
acierto  sumo,  marchan  lo  mismo  por  el  llano  que 
por  las  estribaciones  de  Sierra  Maestra,  hasta  meterse  en  los  intrincados 
flenderos  de  los  Negros,  guarida  predilecta  de  los  libertadores. 

Después  de  la  tempestad  de  Peralejo,  tuvieron  por  breve  período  de 
;  calma  chicha;  pero  á  la  llegada  del  general  Gaseo  sucedió  inmediata- 
mente un  período  de  inusitada  actividad,  empleada  primero  en  acabar 
de  aprovisionar  á  Bayamo  y  los  destacamentos,  y  en  buscar  y  batir 
después  al  enemigo. 

Resultado  de  esa  actividad  fueron  los  dos  brillantes  hechos  de  armas 
de  ][ue  vamos  á  dar  cuenta  exacta,  pues  los  conocemos  por  algunos  de 
]«  ^ue  en  ellos  tomaron  parte. 

\l  primero  de  esos  dos  sucesos,  por  orden  cronológico,  es  el  combate 
de  Corojo,  que  tuvo  lugar  el  24  de  Septiembre.  Por  orden  y  con  ins- 
tn  Malones  del  general  Gaseo  salió  de  aquí  el  día  20  para  Guisa  el  bata- 
lla   ^e  cazadores  de  Colón,  el  más  simpático  y  marcial  de  los  batallones 


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tBBA  DB  OüBA 

nentó  daramente  á  Mir¿  en  Sao 

las  imaediacíones  de  Guisa,  par- 
tiendo la  columna,  al  mando  del 
pañías  del  citado  batallón  j  otras 
iDBaron  en  la  conflnencia  de  los 
jenao   continuaron  la  marcha  en 
a  del  Corojo,  marchando  p 
momento  de  empezar  avade 
el  enemigo,  que  se  hallaba 
bosoado  en  nn  mogote  de  en 
te  del  vado  y  ¿  la  izqnierdi 
camino,  rompió  un  vivo  ñ 
hiriendo  dos  caballos' de  Is 
cera  compañía  en  la  primere 
carga. 

AI  mismo  tiempo,  esta  ft 
enemiga,  situada  en  la  oril 
qnierda,  hizo  fuego  también 
giendo  en  medio  á  la  tercera ' 
pañía  de  Colón  que  venía  en 
guardia,  la  cual  contestó  < 
acto  á  las  dos  partea  con  : 
intensidad. 

Mientras  tanto  la  seoci< 
exploradores  Burguete  j  lá 
guerrilla  á  las  órdenes  del  te: 
te  Faniagna  pasaron  el  ríe 
carrera,  haciendo  salir  chf 
teando  á  las  fuerzas  moni 
del  enemigo  que  estaban  allí 
nuestra  parte,  continuó  el  í 
contra  el  mogote,  &  ana  di 
cunstancia  de  que  el  enemi] 
rado  en  lo  alto,  en  hoyos  de 
que  nos  impedía  verlo,  miei 
ibierto.  Se  autorizó  á  loa  sold 
lar  de  lo  cual  se  quedaron  rod^  la 
en  rato  de  fuego  se  inició  el  av  a- 
Arriba  Colón!  dominamos  la  lo  la 
íamos  la  subida.  El  resto  de  la    o- 

amos  nn  revólver  al  lado  de  d  ta 


82  GBÓNIOA  DB  LA  GUEBRA  DK  CUBA 

V 

,^ 

Las  fuerzas  enemigas  que  ocupaban  las  posiciones  pertenecían  á  la 
partida  Estrada  y  estaban  mandadas  por  el  titulado  coronel  Montero, 
un  pardito  muy  mimoso,  á  quien  sus  familiares  llaman  c  Mi  Yidita.» 
Tuvieron  dos  muertos  y  cinco  heridos  graves,  uno  de  los  caballos  ocu- 
pados era  el  del  cabecilla  Montero. 

Al  atravesar  el  río  cayó  del  caballo  el  primer  teniente  don  Ricardo 
Bona,  recientemente  ascendido  por  méritos  contraídos  en  la  acción  del 
Peralejo,  donde  mandó  la  sección  extrema  de  Ifi  vanguardia;  dos  días 
después  falleció  de  una  perniciosa  en  Bayamo. 

La  otra  acción  [tuvo  lugar  en  Los  Negros  el  día  6  de  Noviembre. 
£1  teniente  coronel  Sr.  Bodón  con  su  batallón,  el  tercero  Peninsular,  Al- 
cántara, y  una  pieza  de  artillería  de  montaña,  al  mando  del  primer  te- 
niente del  arma  señor  Company,  salió  de  Jiguaní  en  la  madrugada  del 
4,  también  por  orden  y  con  instrucciones  del  general  G-asco,  pasando 
por  Taixecasne  el  mismo  día,  y  acampando  en  Los  Negros  el  5  sin  que 
apenas  hubiese  sido  hostilizado.  «» 

Al  volver  por  el  mismo  camino  el  día  6,  encontró  en  la  loma  del  Agís 
una  trinchera  que  le  cerraba  el  paso,  y  detrás  de  ella  parapetadas  fuerzas 
insurrectas  de  Rabí,  y  quizá  de  Maceo,  en  número  considerable,  las  cuales 
rompieron  el  fuego  al  llegar  la  vanguardia  de  nuestra  columna.  Desde  lo 
alto  de  la  loma,  al  lado  izquierdo  de  la  columna,  nutridas  descargas  del 
enemigo  batian  de  flanco  además  á  las  fuerzas  del  ejército,  entablándose 
entonces  el  combate,  que  duró  más  de  una  hora,  y  que  concluyó  como 
el  de  Corojo  al  iniciar  nuestros  bravos  una  carga  á  la  bayoneta.  No 
contribuyó  poco  al  éxito  de  este  primer  encuentro  la  pieza  de  artillería, 
disparando  granadas  y  metralla  contra  lo  alto  de  la  loma  del  Agís.  Cada 
vez  que  sonaba  el  estampido  del  cañón  cesaba  por  algunos  momentos  la 
infernal  algarabía  con  que  acompañaban  sus  ataques  los  mambises.  ¡Ni 
que  fuesen  zulús! 

Como  si  estuviese  segura  del  triunfo  y  dispuesta  á  machetear  á  los 
desbandados,  encontró  la  colunma  á  la  caballería  de  Rabí,  machete  en 
mano,  al  desembocar  en  el  llano.  Cargó,  varias  veces,  pero  rechaza4a 
siempre  por  los  fusiles  de  la  vanguardia,  tuvo  al  fin  que  aguantar  la 
carga  de  la  guerrilla,  retirándose  al  monte,  donde  protegida  por  la  en- 
ramada siguió  tiroteando  hasta  que  un  par  de  granadas  certeras  la  pu* 
sie|^  eDk  precipitaren  fuga. 

Ocho  muertos  vistos  dejó  el  enemigo  en  el-  campo  en  este  com^-^te, 
en  el  que  también  se  le  ocuparon  algunos  caballos.  Pero  no  conu.  yó 
todo  aquí,  porq^ue  después  de  repasar  á  Baire  la  columna,  al  llegar  la 
Cruz  del  Garey,  otra  emboscada  rompió  fuego  por  los  dos  flancos  Ou.  ira 
ella  (la  columna),  teniendo  que  desalojar  á  los  apostados  con  una  >  »ra 
de  incesante  fuego. 

Las  bajas  del  enemigo  en  todos  estos  encuentros  fueron  de  18.  ^  30 


OBÓNIOA  DS  LA  GUKBRA  DS  CUBA 


83 


muertos,  y  más  de  50  heridos.  La  eolamna  tuvo  un  soldado  muerto, 
Juan  Fabra^  y  heridos  graves  el  primer  teniente  don  Antonio  Muñoz 
García  (que  falleció)  y  sds  soldados,  y  algunos  oficiales  contusos. 

La  marcha  del  coronel  teniente  coronel  Rodón,  tan  brava  é  inteli- 
gentemente llevada  á  cabo,  demuestra  de  una  manera  evidente  que  los 
insurrectos  no  disponen  de  un  solo  palmo  de  terreno  seguro  en  esta  co- 
marca, al  que  pudieran  considerar  como  asilo  inviolable  de  sus  huestes 
7  de  su  gobienio  en  embrión,  puesto  que  hasta  su  agreste  santuario  de 
Los  Negros  llega  una  columna  cuando  quiere,  sin  sufrir  por  ello  gran 
extorsión. 

En  cuanto  acaben  las  lluvias  tendrán  que  refugiarse  en  las  cuevas 
de  las  montañas. 


WffffWffWWT'FF^PP^ 


ÍME  4f€^éf€0 


E  Cienfaegos  oomunioan  un  combate  verdaderamente 
heroico  ocnrrido  en  Ojo  del  Ágoa,  cerca  de  aquella  po- 
blación. 

Una  columna  compuesta  de  60  hombres  del  batallón 
de  Canarias  y  de  un  cabo  de  la  Guardia  civil,  al  mando 
Bayo  nombre  no- se  conoce  aún,  recorrían  la  zona,  del  0j6 
tillo  y  orillas  del  río  Caanao,  onya  defensa  le  estaba  en- 
ündo  fué  sorprendida  por  muy  numerosas  fuerzas  rebeldes 
9  cabecillas  Regó  é  Ignacio  Suárez. 

irmes,  todavía  incompletos,  que  del  suceso  han  llegado  & 
labe  que  el  cabecilla  Regó,  al  tener  noticia  deque  la  ex- 
aa  estaba  descansando  en  Ojo  del  Agua,  decidió  coparla, 
operación  no  ofreciese  duda  de  éxito  avisó  al  cabecilla 
e  que  éste  se  le  incorporase  con  su  gente. 
ios  partidas,  formaban  un  contingente  de  1.200  homb — i. 
cayó  de  improviso  sobre  la  columna  de  Canaria», 
que  mandaba  los  60  hombres  dispuso  la  escasa  fuerza    k- 

oró  el  oombate. 

DtoB   rodeaban  á  la  columna  haciendo  sobre  ella  nntij   o 


OBÓNIOA  DX  LA  GÜXBBA  DB  OÜBA 


85 


Por  tres  veces  sucesivas  tavieron  los  bravos  soldados  ^ae  formar 
el  cuadro,  resistiendo  la  avalancha  de  enemigos  que  sobre  ellos  caian. 
Viendo  el  cabecilla  Bego  que  era  inútil  insistir  un  ataque  que  ya  le 
había  costado  bajas,  se  retiró  con  su  gente. 

El  enemigo  tuvo  siete  muertos  y  muchos  heridos. 
Nosotros  6  muertos  y  12  heridos.  Entre  éstos  se  hallan  el  capitán  y 
11  soldados. 

El  general  Martínez  Campos,  al  tener  noticia  de  la  brillantísima  re- 
sistencia de  la  columna  de  Cana- 
rias, ha  dispuesto  que  tan  heroi- 
co comportamiento  se  consigne 
en  elogio  en  los  despachos  oficia- 
les. 

Un  bando  del  general  Martínez 

Campos. 


£1  bando  que,  en  defensa  de 
los  ferrocarriles,  ha  dictado  el 
general  'Martínez  Campos,  dice 
así: 

cLos  atentados  cometidos  des- 
de algún  tiempo  en  las  vías  fé- 
rreas, y  más  especialmente  los  de 
estos  últimos  días,  que  tantas  víc- 
timas han  causado,  me  ponen  en 
la  imperiosa  necesidad  de  dictar  disposiciones  para  evitar  siga  tan  es- 
candaloso  y  salvaje  procedimiento^  dirigido  contra  los  trenes  de  pacífi- 
eos  pasajeros. 

ORDENO  Y  MANDO 


Don  Flor6B«io  Lbom  MarÍB. 


I.*"  Se  chapeará  toda  la  manigUa  y  cercas  que  haya,  en  una  exten- 
sión de  400  metros,  á  derecha  é  izquierda  de  la  línea  férrea  de  esta  pro- 


vmcia. 

2.f  No  se  permitirá  la  continuación  de  bohíos  sueltos  á  200  metros 
de       ínea,  á  no  haber  un  puesto  militar  á  tiro  de  fusil. 

En  las  cercanías  de  los  puentes,  aunque  haya  puesto,  militar,  no 
te  \  "^ntirá  estén  habitados  los  bohíos,  si  sus  dueños  no  inspiran  com- 
ple      rwufianza  y  no  dan  parte  oportuno  de  las  novedades  que  ocurran. 

No  se  permitirá,  en  la  expresada  distancia  de  200  metros,  la 
dr  bción  de  hombres,  sobre  todo  en  las  horas  del  paso  de  los  trenes; 
loa         vieren  el  tren  y  no  se  retirasen,  serán  sujetos  á  procedimiento  ó 


f^h-  i 


86  GBÓNICA  DS  LA  GUSRBA  DX  CUBA 

averiguación  brevísima  para  probar  «u  culpabilidad  6  inculpabilidad. 
Santa  Clara  10  de  Noviembre  de  1895. — Arsenio  Martínez  dé  Cam* 
pos.> 

Víctimas  de  la  fiebre  y  del  vómito. 

Recientemente  han  fallecido  de  esa  horrible  enfermedad,  en  Puerto 
Príncipe,  los  señores  Barcina,  capitán  del  batallón  de  Gerona;  don  Al- 
fonso Tillagómez,  teniente  del  mismo  batallón;  don  José  Eguiluz,  te* 
niente  del  escuadrón  de  Tetuán,  y  Hoz,  teniente  del  batallón  de  Cádiz« 

En  Sancti  Spiíitus  han  fallecido  de  la  fiebre  amarilla  el  señor  Guerra,- 
teniente  .de  la  guardia  civil,  y  el  señor  García  Cifuentes,  teniente. 

El  señor  Guerra  fué  á  Cuba  con  toda  su  familia,  compuesta  de  su 
esposa,  de  su  suegra  y  de  una.  hija  de  corta  edad. 

En  un  período  de  veinte  días  han  muerto  del  vómito  el  teniente 
Guerra,  su  mujer  y  la  madre  de  ésta,  quedando  la  niña  en  el  mayor 
desamparo. 

Amigos  de  la  desventurada  familia  han  recogjldo  á  la  niña,  que 
viene  á  la  Península  en  el  vapor  Alfonso  XII. 

Noticias  de  Caracas  recibidas  en  esta  corte,  dan  cuenta  de  que  el  ca- 
becilla Quesada  se  encontraba  tomando  en  Las  Trincheras  los  baños 
termales  que  le  han  prescrito  los  médicos  para  los  dolores  reumáticos 
que  padece. 

Quesada  se  mostraba  reservado  y  hasta  receloso,  creyéndose  que  le 
faltaba  dinero  y  que  el  recuerdo  de  la  venta  de  armas  que  efectuó  eu 
1872  hace  que  los  filibusteros  miren  con  poco  entusiasmo  sus  trabajos. 

Aunque  antes  de  salir  de  Nueva  York  ofreció  organizar  en  Venezuela 
una  expedición;  todo  hace  (íreer  que  le  será  imposible  cumplir  su  palabra. 

El  comandante  Michelena,  jefe  de  la  Guardia  civil,  ha  sido  muerto 
en  la  Macagua. 

De  las  averiguaciones  hechas  por  el  celador  de  Colón,  en  la  Maca- 
gua, resulta  que  el  señor  Michelena  les  seguía  la  pista  á  cuatro  indivi- 
duos que  se  habían  alzado,  los  cuales  estaban  emboscados  á  la  orilla  de 
un  cañaveral  como  á  dos  kilómetros  de  dicho  pueblo,  y  al  pasar  el  señor 
Michelena  le  hicieron  fuego  dándole  muerte. 

*  Los  cuatro  individuos  estaban  alomados  de  carabina,  machete   y  re- 
vólver. 

El  alcalde  de  barrio  detüamanayagua  (Cienfuegos)  participa  que  ^  aa 
Paula  Arteaga,  vecina  de  aquel  barrio,  se  ha  ido  al  campo  insurre   .p. 

Es  extraordinaria  la  emigración  que  desde  Camajuaní  se  está  -'=  li- 
zando  para  Canarias. 

El  María  Herrera,  que  ha  zarpado  de  Cayo  Fri^ncés,  lleva  á  su  ,  )r- 
do  para  esas  islas  cerca  de  1.000  individuos  que  se  dedicaban  en  C-*  la- 
juaní  al  cultivo  del  tabaco. 


CRÓNICA  DE  LA   GUERRA  DE  C?UBÁ 87 

De  otros  puntos  de  la  jarisdioci<5n  también  emigran  familias  para 
Vnelta  Abajo  y  de  los  pequeños  caseríos  y  despoblados  arriban  los  que 
no  pueden  salir  del  distrito  á  esta  ciudad  y  pueblos  mayores.' 

La  escasez  de  braceros  por  efecto  de  esa  emigración  que  se  advierte, 
será  extraordinaria  en  la  época  de  la  cosecha  de  la  zafra. 

Se  dice  que  Serafín  Sánchez,  con  800  hombres,  se  encuentra  entre  los 
paraderos  de  Remedios  y  Taguayabón,  fraccionados  en  pequeños  gru- 
pos, para  imposibilitar  la  marcha  de  los  trenes. 

Se  añade  que  están  dispuestos  á  sacrificarse  para  impedirlo,  si  la  em- 
presa persiste  en  ser  tenaz  en  su  propósito. 

Se  desmienten  las  noticias  que  circularon  acerca  de  la  muerte  de  Ro- 
loff,  jefe  superior  de  los  insurrectos  en  Las  Villas. 

Aseguran  que  ha  sido  nombrado  jefe  nato  de  las  fuerzas  insurrectas 
de  Morón  el  cabecilla  don  Nicolás  Hernández,  quedando  bajo  sus  órde- 
nes todos  los  demás. 

Se  habla  de  un  desembarco  en  la  Guanaja,  norte  de  Puerto  Prínci- 
pe. Dicen  los  que  se  suponen  enterados  de  tal  suceso,  que  un  pailebot  de 
tres  palos  desembarcó  una  partida  de  20  hombres  y  algún  pertrecho  de 
guerra  por  aquel  lugar,  y  que  á  proteger  ^1  desembarco  fué  la  fuerza 
I   de  Alejandro  Rodríguez  Velasco. 

Otro  rumor  que  circula  con  bastante  insistencia  es  el  que  se  refiere  á 
que  Nicasio  Mirabal  está  herido  de  Maüsser.  Los  que  tal  dicen  aseguran 
que  cuando  el  siniestro  reciente  en  San  Serapio,  se  recogió  una  capa  de 
goma  perteneciente  á  Mirabal  y  que  se  encontraba  perforada  por  un 
proyectil. 

Comunica  el  comandante  militar  de  Remedios  que  algunas  operacio- 
nes llevadas  á  cabo  por  .tres  columnas  en  combinación,  han  dado  por 
resultado  que  una  de  ellas  encontró  al  enemigo,  que  estaba  emboscado 
en  el  monte  Rivero,  el  cual  hizo  tres  descargas  á  nuestras  tropaíí,  de  las 
euales  cayó  muerto  el  guardia  civil  Elias  Pérez. 

Contestado  el  fuego  por  descargas,  huyó  el  enemigo,  y  hecho  el  re- 
conocimiento, se  les  recogió  un  muerto,  que  no  pudieron  llevarse,  de- 
biendo ser  muchas  las  bajas  que  se  le  hicieron. 

Se  les  hizo  un  prisionero  blanco,  el  cual  sirvió  de  práctico  para  ir  al 
campamento,  que  se  ocupó  con  muchos  efectos. 

Tres  guerrillas  de  Tejeda,  qu?  salieron  de  San  Luis  para  proteger  la 
re]  íón  de  la  línea  telegráfica  de  Palma  Soriano,  sorprendieron  y  ba- 

tie  -*ná  partida  insurrecta  de  300  hombrea  mandada  por  el  cabecilla 
De  io  Castillo.  Guerrilla  de  25  caballos  de  Antequera  y  25  del  escua- 
dr  Rey^  que  estaban  á  media  legua  practicando  un  reconocimien- 

to ouente  de  las  Chivas,  quemado  días  pasados  por  el  enemigo, 

oj  .aego,  acudiendo  seguidamente  y  cargando  á  la  partida  en  reti- 

ra ^'irsándola  completamente,  dejando  en  nuestro  poder  tres  muer- 


CRÓNIQA   DB   LA   GUEBRA -DB  CUBA' 


toa,  una  acémila  cargada  de  efectos,  do8  armamentos  Remington  y  dos 
escopetas,  machetes,  municiones  y  víveres.  Por  nuestra  parte,  sin  no- 
vedad. -  " 

Enviados  posteriormente  al  sitio  del  combate  50  caballos  del  escua- 
drón del  Rey  á  ocultarse  en  el  monte  próximo,  por  si  los  insarrectoi 
volvían  á  bascar  los  muertos  y  armas  abandonados,  sorprendieron  á  va- 
rios, haciéndoles  un  prisionero  con  fusil  Remingtoif  y  munioiones,  reoo- 
giendo  dos  fnsiles  más  y  una  tercerola.  El  prisionero  declaró  que  la  par- 
tida llevaba  bastantes  heridos.  ' 


ToUdur*  i]«.l  puente  da  taimo  tobn  >l  rfa>  Camijiuf. 

Los  voluntarios  de  la  Argentina. 

Abordo  del  vapor  San  Francisco,  llegaron  á  Santiago  de  Cuba,  pro- 
cedente de  Buenos  Aires,  860  hombrps  de  loa  quintos  indultados  residen- 
tes en  la  Argentina,  que  van  voluntariamente  á  hacer  la  campaña  de  es- 
ta iala. 

Son  en  su  mayor  parte  jóvenes  robustos,  llenos  de  patriótico  ardi- 
miento y  dispuestos  á  salir  á  campaña  cuanto  antes  á  derramar  su  san- 
gre en  aras  de  la  patria  primitiva,  qneen  no  remoto  tiempo  abandona- 
ron por  libertarse  de  un  servicio  obligatorio  que  hoy,  viéndola  en  p  3i- 
gro,  vienen  gustosos  á  prestar. 

Saltaron  á  tierra  y  después  de  obsequiados  en  elTinglaiJo  Nuevo  lor 
una  comisión  del  Círculo  Español  con  refrescos  y  bebidas  de  todas  la- 
ses, emprendieron  la  marcha  precedidos  de  la  charanga  del  b  ta- 
llón  hacia  el   convento  de  San  Francisco  y  cuattel  Reina  Meroei  es, 


OBOBIOA  DE  LA  QülgRA.  Pg  CUBA 89 

donde  han  sido  alojados  proTÍaionalmente  para  aer  repartidos  en  las 
oompafiías  de  los  diferentes  cuerpos  que  operan  en  esta  jurisdioción. 

Desde  sa  llegada  recorrieron  las  calles  de  la  población  en  grupos  de  40 
j  50  individuos,  entonando  canciones  populares  y  dando  vivas  á  España 
1  Cuba  española  en  medio  del  mayor  contento. 

A  campaña. 

Por  la  noche  embarcaron  para  Onantánamo  en  el  vapor  Benito  Es- 
mger  anos  200  argentinos  que,  según  se  dice  de  público,  solicitaron 


>í^ 


Batan*  dal  OJs  de  AfU. 


;  i  prestar  sus  servicios  &  las  órdenes  del  teniente  coronel  señor  Gkrri* 
o,  jefe  de  las  guerrillas  que  operan  en  aqnella  zona.  Mas  para  demos- 
rar  una  vez  más  el  patriótico  entusiasmo  que  les  anima,  dichos  expe- 
idonarios,  antes  de  embarcar,  recorrieron  algunas  calles  principales 
reeedidos  de  las  escuadras  de  gastadores  del  batallón  de  voluntarios  y 
el  de  bomberps  que  con  hachones  encendidos  les  acompañaron  hasta  el 
inelle,  marcfiando  á  la  cabeza  de  la  comitiva  una  banda  militar,  ooyos 
.tronadores  sones  apagaban  á  cada  momento  los  gritos  de  viva  España, 
iva  Cuba  española,  vivan  los  voluntarios  de  la  Argentina,  muera  Ma- 
eo,  mueran  los  traidores,  patrióticas  exolamacÍ9nes  que  nos  auguran  la 
ata  terminación  de  la  guerra  en  esta  provincia,  á  juzgar  por  el  en- 
lamo con  que  tan  valioso  contingente  emprenderá  la  próxima  cam- 

Lo  del  barco  apresado.      * 

1  Dos  de  Mayo,  pequeño  balandro,  cuyas  dimensiones  no  llegan  tal 
'  Ug  de  cualquier  lancha  común  de  carga,  fué  armado  de  guerra  por 


90 OHÓNICA  DB  LA  QUEBBA  DB  OIJBA  

el  Gobierno'  para  prestar  el  servicio  de  pontón  en  algunos  lagares  de  la 
costa,  así  como  conducir  pertrechos  ó  raciones  á  los  distintos  destaca- 
mentos que  existen  en  el  litoral,  á  pesar  de  no  reunir  condiciones  para 
el  caso.  Al  efecto  se  le  colocó  á  popa  una  ametralladora  y  con  su  correg; 
pendiente  parque  y  provisiones  de  boca  se  hallaba  á  principios  de  sema- 
na en  el  Aserradero  al  mando  del  teniente  de  navio  de  segunda  clase  se- 
ñor don  Francisco  Gallegos  Arnosa,  de  la  dotación  del  crucero  Reina 
Mercedes,  marino  de  excelente  reputación  y  que  goza  de  legítimas  sim- 
patías. - 

Componían  la  dotación  del  balandro  12  ó  15  hv^mbres  de  tropa  y  pa- 
rece ser  que  en  un  extremo  próximo  al  Aserradero  hubo  de  mandar  aquel 
oficial  cinco  hombres  á  tierra  acompañados  de  un  práctico  (moreno  co- 
nocedor de  la  localidad),  en  busca  de  agua,  y  he  aquí  que  díchps  indivi- 
duos fueron  sorprendidos  y  hechos  prisioneros  por  una  numerosa  parti- 
da insurrecta,  que  se  hace  ascender  á  600  hombres,  cuyo  jefe  ó  cabeci- 
lla intimó  la  rendición  á  los  desbordo,  que  aun  cuando  intentaron  cor- 
tar las  amarras  y  separarse  de  la  playa,  no  pudieron  llevarlo  á  cabo  por 
las  continuas  descargas  que  hacían  aquéllos  desde  tierra,  faciendo  certe- 
ro blanco  por  las  laalísimas  condiciones  del  barquito  que,  amarrado  de 
proa,  imposibilitaba  el  uso  de  la  ametralladora. 

Después  de  algunos  momentos  de  duda  t\  referido  oficial  tuvo  que 
salvar  la  vida  de  los  que  componían  las  fuerzas  á  sus  órdenes  con  la  en- 
trega de  los  armamentos,  5.000  tiros  y  la  ametralladora,  así  como  las 
provisiones  de  boca  que  tenían,  cuyos  efectos  pasó  á  recoger  á  bordo  di- 
cho cabecilla,  dejándoles  solo  los  víveres  necesarios  para  dos  días.  El  día 
10,  por  la  mañana,  entró  en  puerto  el  crucero  de  guerra  Reina  Merce- 
des, que  al  pasar  por  aquel  lugar  y  encontrarse  aquella  fuerza  desarma- 
da, enterado  su  comandante  de  lo  ocurrido,  trajo  á  remolque  la  pequeña 
embarcación.  Este  hecho  fué  tan  público  en  toda  la  ciudad,  que  continua- 
mente había  grupos  en  el  muelle  observando  con  mirada  escudriñadora  á 
el  Dos  de  Mayo  y  haciendo  los  más  vivos  comentarios,  asegurándose  pú- 
blicamente que  dicho  oficial  de  marina  y  demás  tripulantes  se  encontra- 
ban detenidos  en  el  expresado  crucero  Reina  Mereedes^  por  haberse 
mandado  instruir  la  oportuna  sumaria  en  averiguación  de  los  hechos 
ocurridos, 

Dícese  que  el  cabecilla  de  la  partida  insurrecta  que  ha  llevado  á  cabo 
este  atentado  fué  Evaristo  Lugo,  que  merodea  por  aquellas  inmediac     • 
nes  y  á  quien  ha  dado  por  muerto  dos  veces  la  prensa  de  esta  localidí     , 
asegurándose  por  otros  que  ha  sido  Rabí,  aun  cuando  esta  últim»  ^ 
sión  carece  de  fundamento. 

En  la  madrugada  del  20  de  Noviembre  salió  de  Tunas  de  Zaza,  lu 
cha  Ramona,  de  don  José  Casadevall,  del  comercio,  para  el  estero 


CRÓNICA  DE  LA  GUEBBA  DB  CUBA  91 

mado  Las  Guásimas,  al  objeto  de  cargar  guano  y  yarey  que  el  indica- 
do señor  Casadevall  tenía  comprado. 

El  21  salía  ya  cargada  la  lancha,  y  estando  á  la  mitad  del  estero 
apareció  una  partida  de  insurrectos  que  á  la  voz  de  ¡alto!  y  apuntando 
los  fusiles  á  la  tripulación  obligaron  á  ésta  á  detenerse  y  atracar  la 
lancha. 

Así  que  los  rebeldes  pusieron  los  pies  encubierta,  su  primera  dispo- 
sición fué  echar  todo  el  cargamento  al  agua  y  retroceder  hasta  el  punto 
donde  habían  embarcado  el  guano  y  yarey. 

Llegados  á  este  punto,  nueva  fuerza  de  insurrectos  esperaban  la 
codiciada  presa.  Provisiones,  batería  de  cocina,  encerados,  ropa  de  los 
tripulantes,  todo  desapareció  en  un  santiamén.  El  velamen  se  lo  partie- 
ron como  sr  fuera  la  túnica  de  Cristo. — ¡Qué  buena  lona  para  el  aguante 
de  la  lluvia!— se  decían.  Hasta  que  fué  reducida  ala  nada  se  hicieron  re- 
particiones. 

Quedaba  la  embarcación,  la  cual  querían  quemar  sin  consideración 
ninguna,  y  gracias  á  las  súplicas  de  los  marineros  no  lo  hicieron  y  que- 
dé allí  tirada;  pero  no  permitieron  se  la  llevasen  los  tripulantes,  prefi- 
riendo darles  una  chalana  para  que  regresaran  á  Tunase,  haciéndoles 
presente  que  dijeran  al  dueño  dé  la  embarcq.ción  que  fuera  á  buscarla  si 
la  quiere,  pero  que  venga  provisto  de  velas  de  buena  luz,  que  hacían 
macha  falta. 

Carta  de  un  soldado. 

La  dirige  á  su  familia  un  soldado  de  Lavadores  (partido  judicial  de 
Yigo),  desde  Ciego  de  Avila,  dando  algunod  detalles  de  la  situación 
en  que  se  encuentra  y  no  dejan  de  ser  curiosos.  ^ 

«No  hemos  tenido  todavía,  dice,  más  que  un  cuarto  de  hora  de  fuego 
«on  los  enemigos,  sin  que  en  ese  tiempo  hayan  logrado  causarnos  nin- 
guna baja.  Verdad  es  que  apenas  nos  divisan  y  se  enteran  de  que  nues- 
tro armamento  es  el  Maüiser,  se  internan  en  la  manigua,  pues  tienen 
más  miedo  que  vergüenza,  porque  saben  que  con  estos  fusiles  ni  les  tir- 
yen  los  árboles.de  nada,  porque  atraviesan  las  balas  la  madera  y  hacen 
blanco  con  ellos,  si  se  parapetan  tras  de  los  troncos. 

A  los  que  más  atacan  es  á  los  que  llevan  fusiles  Remingtón.  A  éstos 
1(    "    aan  ellos  «los  del  humo.» 

!o  que  yo  veo,  la  guerra  no  es  tanta  como  se  dice  por  ahí,  esta 
e  .j^.nión  de  otros  compañeros  míos,  que  ya  han  estado  en  más  com- 
l 

ermedad  mueren  algunos,  A  mi  el  clima  me  parece  tan  bueno 

€  je.  En  lo  que  si  encuentro  gran  diferencia  es  en  los  alimentos. 

*a  no  contamos  con  otra  que  la  de  la  lluvia. 


92  CRÓNICA  DE  LA  GUSBBA  D£  CUBA 


Gracias  á  qae  las  frutas  substituyen  mucho  su  falta.  Be  todos  modosy 
algunas  miserias  se  pasan;  pero  no  hay  más  remedio  que  tener  confor- 
midad y  llevarlo  todo  con  paciencia. »  • 


• 


Encontrándose  el  teniente  CuUen,  del  batallón  Yalladolid,  de  avan- 
zada en  las  lomas  de  Daiqíjiirí,  divisó  gprupo  enemigo,  sali^do  en  su 
persecución  con  40  hombres,  siguiéndole  hasta  dos  leguas  de  Daiquirí, 
rodeándole  entonces  partidas  de  300  á  400  hombres.  El  teniente  Alegre, 
al  ver  que  no  regresaba  Cullen,  fué  en  auxilio  con  20  hombres  y  muni- 
cienes  de  reserva,  huyendo  á  su  aproximación  el  enemigo,  creyendo  sin 
duda  eran  fueraas  numerosas,  dejando  en  el  campo  dos  muertos  y  cinco 
caballos.  Por  nuestra  parte  cuatro  heridos.  £1  general  Navarro  reco- 
mienda al  teniente  Cullen,  á  quien  se  le  ha  formado  juicio  de  votación* 

Ha  quedado  restablecida  la  comunicación  telegráfica  de  Daiquirí. 


Sábese  de  los  laborantes  que  en  torno  de  la  Junta  revolucionaria  se 
agitan  como  mariposas  negras  los  criollos  desocupados  que  van  al 
campo;  pero  conquistan  al  precio  de  sus  exageraciones  los  doUars  de  la 
Junta.  Esta  ha  cerrado  ya  la  bolsa,  cada  día  menos  repleta,  pues  las 
cuotas  extraordinarias  ceden,  y  expediciones  fracasadas  ó  felices  gasta- 
ron los  fondos  recogidos  en  el  período  de  preparación. 

Aunque  no  tanto  como  el  dinero,  se  van  gastando  también  las  ilu» 
sienes,  y, no  son  pocos  ya  los  que,  como  Estrada  Palma,  admiten  la  po- 
sibilidad de  la  derrota,  y  se  consuelan  pensando  en  una  nueva  revolu* 
ción;  tampoco  falta  que  dé  vueltas  á  fórmtdas  de  paz  basadas  en  la  au- 
tonomía impuesta  por  las  armas.  Los  exaltados  hablan  de  destruir  la 
isla  antes  que  dejarla  poseer  á  España,  y  suponen  conjurada  contra  nos- 
otros la  Providencia,  que  nos  priva  de  barcos  en  castigo  de  nuestra 
8ober]t)ia. 

La  gente  alegre  se  entretiene  organizando  tómbolas,  bailes  patrióti- 
cos, soirées  musicales  ó  lecturas  poéticas. 

Se  quejan  de  la  difícil  comunicación  con  sus  amigos;  en  cuanto  re- 
ciben una  carta  oficial  se  reúne  el  cónclave  y  sale  pregonando  la  noticia 
de  fantásticas  victorias.  No  falta,  sin  embargo,  cubano  patriotero  á 
quien  oir  frases  de  desaliento  y  disgusto  como  ésta:  tYo  no  me  meto  i 
el  campo  para  que  me  mande  un  negro,  y  además,  amigo,  la  cosa  > 
está  muy  segura.» 

Se  han  enviado  al  campo  instrucciones  para  que  las  partidas  se  re  - 
ren  al  monte  cuando  el  ejército  empiece  á  operar.  La  principal  venti  \ 
nuestra  consiste  en  la  prolongaciáa  indefinida  de  la  guerra.  Hay  q  ^ 
estar  diseminados  y  ocultos  en  el  período  de  la  seca,  y  cuando  vuelva  l 


J 


pr-- 


OBÓNIOA  DI  LÁ   GDBRIU  DK   CUBA 


93 


lu  llavias  reaparecer  óon  brío.  En  la  otra  guerra,  con  menos  de  8.000 
hombree,  reaistimos  diez  afioa,  y  ahora,  con  más  de  20.000,  ¿permitire- 
moB  qas  se  concluya  en  meses? 


El  d£a  15,  por  la  maflana,  salió  de  Manzanillo,  un  importantísimo 
«rnvoy  con  destioQ  &  Vegoita; 
eonroy  qae  debía  salir  tres  días 
intes,  pero  á  cansa  del  fnerte 
temporal  de  agaa  qae  safrían 
fué  necesario  snupender,  cuando 
precisamente  todo  estaba  listo 
Hubiera  sido  una  imprudencia 
haber  emprendido  la  marcha, 
pnea  el  río  Yara  había  inundado 
no  solo  el  camino  y  la  sabana, 
ñno  también  el  poblado  del  Caño 
'  Todos  sabían  que  el  prínoi 
I  del  convoy  era  con 

0  fusiles    Maüsser    y 
íápsulas  para  los  mis 

noticia  cundió  muy 
<r  todas  partes,  y  con 
te  espionaje  que  tiene 
o,  seguro  ea  que  cono 
alie  la  importancia  del 
ie  ifupo  que  por  las  in 
les  de  Yara  y  por  el. 
Le  Veguita  se  estaban  < 
>  numerosas  partidas 
19,  y  todo  hacía  presu- 

la  columna  habría  de 

encuentro  reñidísimo,  pues  hallándose  el  enemigo  escaso  de 
to  y  más  aún  de  municiones,,  lo  natural  era  creer  que  su  ob> 
mirse  en  tan  condderable  número,  era  seguramente  para  ata- 
iToy. 

ihimna  que  salió  custodiando  éste  se  componía  de  unos  450 
del  batallón  de  Yergara,  nna  sección  del  de  la  Unión  y  las  dos 

1  de  ambos.  Mandaba  esta  faerza  el  teniente  coronel  Tejerizo, 
e  Yergara.  Al  llegar  la  fueraa  al  poblado  del  Caño,  las  oonfi  - 
ue  tuTo  el  señor  Tejerizo  fueron  que  el  enemigo,  en  considera* 
ro,  se- estaba  reuniendo  y  que  todo  indicaba  que  su  objeto  era 
al  paso  del  convoy.  Así  se  lo  comunicó  al  general  Muñoz,  en 


94 CRÓNICA  DE  LA   GUEHRA  DK  QüBA 

espera  de  órdenes.  El  general,  acompañado  de  sn  cuartel  general,  béM6 
inmediatamente  para  el  Caño,  y  después  de  conferenciar  con  el  jefe  de 
la  columna,  ordenó  que  continuara  la  marcha,  lo  que  se  puso  en  prácti- 
ca inmediatamente.  El  camino  estaba  horroroso;  las  carretas  iban  su- 
mamente despacio,  para  evitar  tropiezos;  así  llegaron  á  Cañada  Honda, 
ó  sea  á  unas  cuatro  leguas  de  aquí,  donde  se  hizo  alto  y  se  prepararon 
á  pasar  la  noche.  Al  siguiente  día,  emprendieron  la.  marcha,  habiendo 
llegado  sin  novedad  á  Sofía,  y  llegando  á  Yegüita,  sin  haber  oido  en 
todo  el  trayecto  ni  un  solo  tiro. 

La  expectación,  por  parte  de  todos,  grandísima,  y  se  explicaba  per 
fectamente;  el  enemigo  está  escasísimo  de  armamento  y  municiones, 
pues  mejor  oportunidad  que  aquella  difícilmente  se  le  ha  de  presentar. 

Que  hay  que  pelear;  seguramente  ese  y  no  otro  es  el  objeto  de  ir  ala 
guerra.  Ellos  tienen  facilidad  de  reunirse  en  considerable  número:  có- 
modo les  hubiera  sido  haberse  agrupado,  como  lo  han  hecho  otras  ve- 
ces, cinco  ó  seis  mil,  y  librar  combate;  que  éste  sería  rudo  y  pudiera 
haberles  costado  ínucha  sangre,  es  lógico;  pero  hubieran  demostrado, 
por  lo  menos,  deseos  de  luchar  y  afán  de  ponerse  en  buenas  condiciones 
para  lo  sucesivo;  mas  al  desperdiciar  tan  felicísima  oportunidad,  han 
venido  á  demostrar  una  vez  más  que  no  están  dispuestos  á  la  lucha  y  sí 
solo  á  una  resistencia  pasiva;  que  entre  ellos  no  hay  buena  organización 
ni  disciplina,  pues  no  hay  un  jefe  bastante  prestigioso  que  sepa  obligar- 
los á  combatir,  y  que  por  el  camino  que  van  cada  día  se  desmoralizarán 
más  y  más. 

Aun  cuando  el  esperado  combate  no  se  haya  efectuado,  no  por  eso 
deja  de  tener  grandísima  importancia  lo  ocurrido  con  este  convoy.  Bon 
muchas  las  reflexiones  á  que  se  presta,  y  entre  ellas  la  muy  importante 
de  que  al  empezar  la  campaña  que  pronto  se  iniciará,  las  tropas  no  en- 
contrarán seria  resistencia  en  ninguna  parte,  y  se  verán. los  jefes  preci- 
sados á  tener  que  ir  á  perseguirlos  á  la  sierra,  pues  ya  donde  se  han  fija- 
do destacamentos  no  se  ve  al  enemigo,  y  una  vez  emprendidas  las  ope- 
raciones con  la  actividad  y  energía  que  se  espera,  las  presentaciones 
/  1  ^^^^baiLdeser  en  considerable  número,  tanto  que  muy  pronto  mermarán 
sus  huestes,  reduciéndolas  á  un.  insignificante  número  de  los  más  te- 
;^'"'^  naces,  que  será  fafñUsimo  combatir  y  reducir  á  la  obediencia. 

No  cabe  duda,  se  comprende  que  entre  ellos  se  ha  perdido  la  fé,  que 
hay  un  gran  desaliento  y  que  si  aún  están  en  el  campo,  es  debido  á  ^^e 
no  se  les  hostiliza  como  se  debiera,  que  por  ahora  aun  no  escasea  d  o 
más  necesario  y  que  para  la  inmensa  mayoría,  encaja  perfeotamf  e 
esa  vida  de  aventuras  y  de  dolce  f amiente  que  llevan;  pero  cuando  \  a 
que  se  les  acosa,  que  son  peirseguidos  y  no  hay  ya  comodidades  y  ^  a 
pasar,  entonces  ya  se  verá  como  todo  varía. 


w 


0*0^0^^^^^m0^0*0^0^^*^^^^0*^^0*^^^*^t^^^il0t^t0*0t0^^*0*0^0*0*^ 


if  la  mañana  del  21  ^  un  paisano  que  llegó  al  poblado  de  Ojo 
del  Agua,  dio  noticia  al  capitán  Valenzuela,  que  mandaba 
aquel  destacamento,   de  que  una  partida  de  rebeldes,  muy 
numerosa  y  bien  armada,  se  dirigía  al  ingenio  de  Cantabria 
para  destruirle  y  saquearle- 
Al  mismo  tiempo  el  alcalde  de  Ojo  del  Agaa  reóibía  confidencias  se- 
mejantes, que  participó  al  capitán  Yalenzuela. 

Este  dispuso  ir  á  buscar  al  enemigo  para  impedirle  que  llegara  al  in- 
gtoio,  y  ordenó  al  propio  tiempo  la  distribución  de  su  escasa  fuerza  de 
tal  modo,  que  no  quedara  desguarnecido  el  poblado. 

Yalenzuela  dejó  en  éste  16  hombres;  estableció  una  avanzada  con  12 
soldados,  al  mando  del  sargento  Juan  Cancio,  en  las  afueraa  del  poblado, 
y  salió  de  Ojo  del  Agua  con  66  soldados,  un  cabo  y  un  gpiardia  civil, 
formando  parte  de  esta  fuerza  el  teniente  Gómez. 

^  ^as  dos  y  media  de  la  tarde,  cuando  la  columna  acababa  de  en>- 
or  el  camino  del  ingenio  Cantabria,  fué  sorprendida  por  un  inespe- 
r  vivísimo  fuego. 

El  partida  de  400  á  500  insurrectos  acometió  con  gran  empuje  á  las 
^  de  Yalenzuela. 

láratar  éste  de  buscar  posiciones  defensivas,  salióle  al  paso  otra 
pi       "^  compuesta  de  1 .300  hombres,  de  infantería  y  caballería. 


n 


rgBRA  D»  OÜBÍ 

lió  entre  dos  fuegos  y  en  aitnaoiiSn 
Lad  numéi^oa  del  enemigo, 
la  de  15  hombres,  qae  rompió  el 
ite  con  el  grueso  de  las  ñterzaa  re- 
rodeando  de  un  círculo  de  fuego  á  ' 

isifltir  varias  cargas  de  caballería, 

adero  coraje. 

igo  de  la  infantería  rebelde  consi- 

LoB  primeros  disparos  del  ene- 
migo fueron,  desgraciadamente, 
certeros.  Cayeron  muertos  tree 
aoldados  y  cuatro  heridos. 

Los  rebeldes  acudieron  á  apo- 
derarse de  los  últimos  para  re- 
matarlos, pero  no  consiguieron 
su  propósito,  porque  el  capitán 
Valenzuela  logró  recoger  á  los 
heridos  bajo  un  fuego  mortífero. 

En  este  momento  de  la  lucha, 
fué  herido  de  un  balazo  en  el 
hombro  izquierdo  el  heroico  ca- 
pitán. 

Pero  la  herida  no  fué  para  ¿I 
obstácalo ninguno,  y  siguió  pe- 
leando y  animando  á  sus  tropas,  - 
hasta  que  otra  bala  le  alcanzó, 
hiriéndole  en  la  pierna  izquierda. 

Aun  quería  seguir  peleando, 
B  soldados  dicíéndolest 

zuela,  por  lo  que  el  teniente  Gon- 
[Ue  se  retirase,  encargándose  ¿1  del 

enemigo,  que  parecía  decididc    . 

ro  que  ordenar  que  se  hiciese  fue 
loasear  las  maniciones  de  los  s- 

resisteneia,  y  así  principió  la  re 
EOepcionaleB  de  riesgo. 


CRÓNICA  Pg  I^  QUERRÁ  PB  CUBA 

orgo,  la  tropa  sigaió  retrocediendo  hacia  Ojo  del  Agna,  ea 
>  entrar  sin  perder  nn  solo  herido. 

o  de  las  tropas  al  llegar  á  aquel  poblado  era  verdaderamente 
üuantos  elogios  se  hagan  de  su  heroismo  y  de  su  resistencia 

}  estos  sucesos  ocurrían,  otro  grupo  de  rebeldes  atacaba  á 
la,  y  hasta  cinco  veces  trató  de  entrar  en  el  caserío,  que  fué 
on  tanto  valor  como  fortuna  por  el  pequeño  destacamento, 
6  tres  muertos  al  enemigo. 

0  en  el  combate  referido  13  muertos  y  muchos  heridos,  y  de 

1  quedaron  cuatro  abandonados  en  el  campo. 

nna  tuvo  nueve  muertos,  entre  ellos  el  cabo  de  la  guardia 
mo  Bobles,  y  trece  heridos,  cinco  de  ellos  muy  graves. 


tirada  que  hizo  la  columna  del  capitán  Valenzuela,  desapa- 
Ince  soldados  del  regimiento  de  Canarias,  los  cuales  cayeroa 

los  insurrectos. 

le  desde  que  comenzó  la  actual  insurrección  han  combatido 
ropas  utilizando  los  medios  más  perversos  é  infames,  propios 
10  de  hombres,  han  realizado  un  acto  digno  de  encomio,  de- 

nuestro  ejército  aquellos  quince  valientes  á  quienes  hicieron 

illa  Hego,  con  objeto  de  devolver  á  los  prisioneros,  celebró 
noia  en  Cumanayaga,  partido  de  Cienfuegos,  oon  una  eomi- 
itro  ejército,  compuesta  del  coronel  Valle,  el  comandante 
los  capitanes  Navarro  y  del  Bío  y  del  médico  señor  Nieto, 
illa  se  presentó  á  los  jefes  y  oficiales  del  ejército  llevando 
s  prisioneros,  que  iban  escoltados  por  un  numeroso  grupo  de 

^r  Regó  los  soldados  prisioneros,  pronunció  estas  palabras: 
Ivo  al  ejército  ese  puñado  de  héroes,  que  son  honra  de  Espa- 
alor,  por  su  patriotismo  y  por  su  entusiasmo  por  la  causa  que 

oon  orgullo:  me  siento  satisfecho  al  devolver  esos  héroes  es- 
quienes  admiro — á  las  filas  de  donde  los  arranqué,  porq  le 
i  venas  sangre  española. 

de  una  gallega,  y  el  entusiasmo  por  la  causa  que  defende  ré 
}  dure  la  vida,  no  ha  de  cerrarme  los  ojos  para  ver  y  apla  i- 
leróicos  de  los  que  son  hoy  mis  enemigos,  compatriotas  aX 
1  heredé  el  valor  para  luchar  en  loa  campos, 
illa  Regó,  terminadas  sus  palabras,  que  dijo  con  tono  de  s'  t* 

í'  I 


r 

i 

I  CRÓNICA  DB  LA  GUEBRA  DE  OUBA 99 

ceridad,  fué  abrazando  uno  por  uno,  á  todos  los  individuos  que  consti- 
toíán  la  comisión  militar. 

7  al  marcharse,  un  momento  después,  porque  la  entrevista  fué  corta, 
se  volvió  haeia  los  soldados  y  les  dijo  sonriendo: 

—¡Adiós  valiwtes! 

Según  ellos  han  declarado,  el  enemigo  trató  con  grandes  considera- 
dones  á  los  prisioneros^  mientras  estuvieron  en  su  poder. 

En  una  correspondencia  de  Washington  de  pocos  días  ha,  leemos  lo 
símente: 

«Tomás  Estrada  Palma  es  una  persona  en  extremo  vulgar,  un  profe- 
sor de  colegio  que  ha  tomado  en  serio  el  papel  de  presidente  de  repúbli- 
ca. Tiene  un  discursito  de  cliché,  que  repite  siempre  y  que  me  atrevería  á 
creer  que  ni  siquiera  es  suyo.  Habla  mirando  al  espacio,  se  da  regulares 
golpes  de  pecho  al  pronunciar  la  palabra  nosotros  y  extiende  los  brazos 
con  ademán  profetice  al  decir  algo  sobre  la  libertad. 

Gonzalo  de  Quesada  le  sigue  en  importancia  con  respecto  á  su  cargo 
oficial,  pero  á  mi  juicio  es  persona  muy  superior  en  cuanto  á  ilustración, 
y  se  muestra  hombre  de  acción  en  grado  más  alto  que  Palma.  Es  deci- 
dor, habla  con  facilidad  y  sin  afectación.  Dijo  que  los  orígenes  de  la 
insurrección  son  los  que  siempre  ponen  por  delante,  estar  cansados  de 
los  continuos  desmanes  de  los  españoles,  y  añadió  que  Cuba  era  un  pue* 
blo  mayor  de  edad,  y  que,  por  lo  tanto,  tenía  derecho  á  conquistar  su 
libertad;  dio  como  seguro  que  se  les  concederá  la  beligerancia  con  la  que 
piensan  conseguir  el  triunfo.  Habló  de  una  Constitución  excelente,  de  un 
progreso  indudable,  y  á  no  atajarle, ,  terminaría  por  hacer  á  Cuba  libre 
la  Metrópoli  del  mundo. » 


.  /También  de  Rabí  hemos  conocido  los  siguientes  detalles: 
^^^ '  Rabí  es  español,  nacido  en  un  pueblecito  de  la  provincia  de  Logroño, 
muy  próximo  á  esta  villa. 

£2s  tuerto  y  disimula  su  defecto  con  un  ojo  de  cristal. 
Actualmente  tiene  dos  hermanos,  uno  de  ellos  dignísimo  oficial  de  un 
ini  ítuto  del  ejército,  y  otro  muy  estimable  hacendado. 

alió  de  su  casa,  como  otros  tantos  jóvenes,  en  busca  de  mejor  suer- 
te,  lacia  aquellas  mal  gobernadas  repúblicas  americanas. 

Lievantisco  de  suyo  y  de  aventurero  espíritu,  vino  á  parar,  tras  de 
mj  azares,  en  la  de  Venezuela,  agitada  entonces,  por  uno  de  los  muchos 
m<  ines  que  han  llegado  á  formar  el  estado  constituido  de  aquellas  in- 
gr  tas  hijas  de  esta  noble  madre  España. 


OBOKIOA  PB  LA.  OPKRBA  DE  OüBA 

K>r  fortuna  6  por  desgracia  perteDeoer  al  bando  triunfante 
al  presidente  6  dictador.  Fué  nombrado  coronel,  y  con  tal 
i  España  y  verifloó  baena  compra  de  armas  en  las  fábricas 
1  siguiente  afio,  es  decir,  hace  dos,  regresó  á  ésta  su  patria 
ya  general  venezolano,  según  él  dijo,  y  portador  de  ana  co- 
dal de  su  gobierno. 

itonces  se  le  pierde  la  pista,  hasta  qae  en  la  aotnal  insurreo- 
>a  aparece  ostentando  el  pomposo  título  de  general. 
de  esta  biografía  dice  que  Rabí  es  mote,  y  que  no  se  atreve 
el  verdadero  apellido  de  aquel  aventurero,  en  honra  á  sos 
los,  que  aborrecen  de  tal  miembro  de  familia. 


s  el  pueblo  de  Buenos  Aires  pudo  darse  cuenta  del  patriotis- 
spañoles,  con  motivo  del  embarco  de  los  que  componen  la 
pedición  de  voluntarios  á  Cuba. 

■a  forzaba  é,  ir;  no  se  ha  hecho  la  recluta;  los  mismos  á  quie- 
t  correspondía  entrar  en  quintas,  hallándose  á  tantas  leguas 
i  de  la  patria  han  podido  eludir  el  cumplimiento  de  la  ley; 
B  que  á  su  debido  tiempo  no  ingresaron  en  las  filas  y  los  de- 
tenían por  qué  pensar  en  volver  al  servioio  de  las  armas;  y, 
?,  todos  se  han  disputado  el  honor  de  alistarse  para  marchar 
Lefensa  de  la  integridad  de  la  patria  y  del  honor  de  la  siem- 
i  bandera  roja  y  gualda. 

táculo  fué,  realmente,  conmovedor  y  se  presta  á  muy  eleva- 
raciones. 

!  todos  los  días  que  jóvenes  robustos,  llenos  de  vida,  gozan- 
vas  comodidades  en  países  amigos  y  en  hogares  santificados 
y  el  respeto,  abandonen  sus  habituales  ocupaciones,  rom- 
s  de  amistad  y  estrechas  relacioiies  de  familia,  para  sujetar* 
tras  ordenanzas  militares;  y  marchar  á  un  país  de  clima  mor* 
íausa  más  víctimas  que  el  plomo  enemigo,  á  combatir  con 
detractores  del  buen  nombre  español  y  ciegos  instrumentos 
e  explota  con  espíritu  mercantil  la  credulidad  de  los  tmoa, 
ía  de  los  otros  y  la  mala  fe  de  los  más,  que  son  los  que  me* 
desdichada  campaña  de  Cuba. 

;s  preciso  decirlo;  los  compatriotas  nuestros  que  han  idt  á 
n  vagos  de  esos  que  aquí  se  llaman  atorrantes,  sino  jóveí  i» 
9,  honrados,  que  vivían  bien,  muchos  de  ellos  en  posici  n 
,  rodeados  casi  todos  de  afectos  y  estimados  por  sus  coiii  í- 
ales;  vigorosos,  fuertes,  hombres  de  acción  y,  sobre  tod  ), 
tiles  y  provechosos  que  hacían  honor  á  nuestra  patria,  pr  r* 
nuestras  del  vigor  de  la  raza  española. 


QTjaRRA  DB  OÜBA 101 

ro8,  sino  de  hombres  de  corazón,  de  y 

bjado  y  en  vista  de  cnanto  se  ha  he  ■ 
3  sns  propósitos,  hubieran  desistido 
compatriotafl  han  vencido  todos  los 
1  noble  idea  con  ana  actitud  que  mu- 
dos de  la  tarde;  pero  desde  medio  día 
presentaban  igaal  aspecto  qne  el  día 

La  concurrencia  fué  menos  numero- 

que  la  otra  vez,  pero  así  y  todo  era 
traordinaria,  como  pocas  veces  se  ha- 
&  viBto,  formando  ^upoa  compactos 

el  espacio  comprendido  entre  los  gtd* 
nes,  al  frente  de  los  mismcw,  en  los 
ques  atracados  á  los  muelles,  sobre 
1  pescantes  de  laa  cabrias  hidráulicas 
tiasta  encima  de  los  vagones  de  car- 

del  ferrocarril. 

En  la  escollera  había  apiñada  multi- 
1  de  personas  qne  por  ambos  lados  de 
dársena  se  extendían  desde  el  galpón 
mero  3  hasta  la  Boca  del  Kiachuelo. 

Imposible  fijar  el  número  de  conou- 
>ntes,  ni  siquiera  aproximadamente; 
ro  á  buen  seguro  que  pasaban  de  diez 
,1,  notándose  gran  afluencia  de  seño- 
I  en  los  ojos  y  dolor  en  el  corazón  á 

ente,  habiéndose  adoptado  con  anti- 
ra  evitar  molestias  á  los  voluntarios  y 

1,  de  900  toneladas,  de  La  Platense, 
>narios,  se  hallaba  atracado  frente  al 
B  voluntarios  se  hacía  por  el  espacio 
sósito  y  el  señalado  con  el  núm.  1. 
•dujo  ningún  incidente. 
ir  á  los  voluntaria  el  personal  de  la 
t,  los  miembros  de  la  Comisión  patrió- 
nay,  Goñi,  Laclanstra,  Llonch,  Cal- 
los redactores,  y  el  administrador  de 
iguidas  personas  de  la  colectividad, 


102 080MI0A  DE  LA  aUBBEA  DB  OUBA 

además  de  mtiohos  representantes  de  sociedades  que  no  pudieron  s 
camino  á  través  de  la  gente  que  contestaba  con  vivas  á  los  volun 
á  los  que  éstos  daban  á  España  y  á  Cuba  española. 

El  general  don  Lois  M.  Campos,  ezministro  de  la  Guerra,  vest 
oniforme  y  sus  señores  hermanos  don  Manuel,  jefe  de  policía  de  li 
tal,  y  don  Carlos,  acompañados  de  otros  dignos  caballeros,  hoi 
con  su  presencia  á  los  voluntarios,  de  los  cuales  hicieron  muchos  é. 

El  ezministro  de  la  Guerra  fué  saludado  por  los  voluntarios  coi 
á  la  República  Argentina  y  al  general  Campos,  que  éste  agrade 
bremanera. 

A  bordo  del  San  Martín  fué  saludado  el  señor  jefe  de  policía  j 
miembros  de  la  Comisión  patriótica  española. 

Nuestros  compatriotas  deben  agradecer  la  atención  de  que 
objeto  departe  de  los  nombrados  personajes  argentinos. 

A  las  tres  y  media,  se  izó  al  tope  del  vapor  San  Martín,  la  bi 
de  guerra  española,  que  fué  saludada  con  estruendosos  aplausos, 
maciones  y  vivas. 

Pocos  momentos  antes  de  zarpar  el  buque  que  condujo  á  Mont 
á  los  expedicionarios,  muchos  de  éstos  manifestaron  que  deseaban 
gunas  palabras  de  Él  Correo  Español,  á  lo  cual  no  fué  posib 
traerse,  habiendo  pronunciado  el  señor  don  Rosendo  Ballesteros, 
gnientes: 

Señores: 

Ya  no  es  hora  de  hablar,  sino  de  obrar. 

Esta  expedición  y  la  conducta  que  habéis  observado,  prueban 
beis  cumplir  como  buenos;  portaos  en  adelante  como  bravos,  y  i 
regreséis  de  Cuba  victoriosos,  losgo  de  afianzar  en  la  manigua 
der  de  España,  os  recibiremos  en  nneatros  brazos  como  lo  mere 
leales  defensores  de  la  invicta  bandera  española. 

Los  que  aquí  quedamos,  sabremos  ir  al  lado  vuestro,  sí  fuere  i 
rio,  á  defender  la  integridad  de  la  patria,  y  en  todo  caso  el  pxu 
Buenos  Aires  será  testigo  de  que  no  os  habéis  mostrado  sordos  á 
del  deber,  y  del  pat^otismo  de  los  que  por  ir  á  defender  el  honor 
paña  han  abandonado  las  comodidades  y  los  hogares  de  que  aqi 
frutaban. 

En  nombre  de  M  Correo  Español,  os  digo  ¡adiós!  y  os  deseo 
suerte.  Tened  la  seguridad  de  que  no  os  olvidaremos,  y  de  que 
mos  constancia  en  las  oolnnuias  del  diario  de  vuestra  digna  coi 
para  que  los  que  nos  sucedan  en  la  honrosa  tarea  de  defender  la 
española  en  el  Rio  de  la  Plata,  sepan  que  habéis  sentido  patriotif 
mo  lo  decía  Donoso  Cortea,  sintiendo,  amando  y  aborreciendo 
ñente,  ama  y  aborrece  la  patria. 

Decid  ahora  todos  conmigo:  ¡Yiva  España!  ¡viva  Cuba  españ 


r^ 


GBÓKIOA  DE  LA  OÜERBA  DE  GUBA  103 


Las  voces,  los  vivas  de  los  voluntarios  ahogaron  las  últimas  frases 
del  señor  Ballesteros  y  algunos  de  los  expedicionarios  conmovidos  le 
abrazaron,  de  cuya  manifestación  fué  partícipe  también  el  administra- 
dor de  este  diario,  don  Ceferino  Recio,  que  con  tan  cariñosa  solicitud  ha 
atendido  durante  más  de  dos  meses  á  los  voluntarios,  de  los  cuales  ha 
ádo  el  paño  de  lágrimas.  ^^^ 


• 


L(is  operaciones 

Están  dispuestas  de  tal  suerte  las  columnas  en  Las  Villas — según  es- 
tibe desde  la  Habana  el  director  de  El  Imparcial — que  un  toque  de 
cometa  movilizará  toda  una  línea  de  fuego  que  se  extenderá  de  mar  &y¿^  A 
mar.  Hácese  así  punto  menos  que  imposible  el  copo  ó  macheteo  de  liñ  / 

destacamento,  porque  á  la  media  hora  de  sonar  los  primeros  disparos 
estarán  reunidas  fuerzas  considerables.  Esta  línea  de  columnas  combi* 
nadas  en  el  tablero  de  Las  Villas  y  con  el  difícil  ajedrez  de  la  guerra, 
avanzará  cuando  cesen  las  lluvias,  á  fln  de  limpiar  la  riquísima  provin- 
cia de  insurrectos. 

Los  enemigos  de  España  tienen  también  su  plan:  lo  ha  comunicado 
im  bijirita  elegante  que  blasona  de  español.  Lo  dijo  con  la  fórmula 
adoptada  por  el  laborantismo  medroso. 

€  España  ha  reaiisado  grande  es  fuer  so  ^  pero  la  pobre  no  va  á  podé. 
Los  cubanos,  quiero  desi  los  insurrectos,  si  Matine  Campos  les  arprieta 
en  Las  Villas,  se  retiran  al  monte  ¿sabe?  y  eperan  otra  temporadita  de 
verano  y  se  hasen  otra  ve  señore  de  la  ila.  Y  así  varia  vese.  Yo  lamen- 
to que  España  tenga  que  hasé  tantísimo  esfuerso  y  siento  que  no  va  á 
po^fó,  ¿sabe?» 

Este  castellano  corrompido  es  el  propio  del  mambís.  Hay  muchos  tí- 
midos co»o  el  de  que  hablamos.  Se  contentan  con  odiamos  faltándoles 
el  valor  para  lanzarse  al  campo.  Por  cierto  que  las  señoritas  mambises, 
para  avergonzar  á  estos  hojalateros  y  excitarles  á  irse  á  la  manigua  han 
dado  en  la  costumbre  de  enviarles  un  camisón  de  mujer  con  irónica  de- 
dicatoria; rugo  que  pinta  cuál  es  el  estado  de  la  opinión  entre  mucha 
parte  de  la  población.» 

La  cokunna  Lauda  se  compone  del  primer  batallón  de  Asturias  (940 
Mübresí)  y  98  caballos  del  escuadrón  España. 

El  batallón  de  Asturias  lo  manda  un  jefe  de  los  más  jóvenes  de  núes- 
d  <^rcito,  don  José  Moragas,  entusiasta  y  de  valor  muy  probado  en 
\  pasada  ^erra. 

El  jefe  de  la  columna  es  el  coronel  de  caballería  don  Pablo  Landa, 
I  gian  gaerrillero  de  los  que  presienten  el  enemigo  donde  nadie  puede 


104 


ORÓNIOA  DB  LA  GÜEBHA   DE  OOSÁ 


imaginarlo.  Lle7a  treinta  j  dos  años  en  la  isla,  j  ha  asistido  á  todas 
las  revueltas  que  la  insurrección  ha 
provocado.  Este  jefe  no  necesita 
prácticos. 

Cuando  comenzó  &  operar  en  la 
zona  de  Contramaestre,  de  Puerto 
Príncipe,  llevó  diez  y  seis  días  de 
exploración,  marchas  y  fatigas  sin 
cuento,  soportadas  con  entusiasmo 
-  desde  el  jefe  hasta  el  último  sóida* 
'  do.  Eq  tan  breve  plazo  se  ha  crea- 


OT 


\"'  \'^^^y< 


do  nombre  esta  columna.  Ünicamen- 
te  asf  se  comprende  el  constante  te- 
mor que  revela  Máximo  Gomes  á 
un  encuentro  con  su  antiguo  amigo 


Landa,  el  cual  no  deja  de  perse- 
guirle. 

El  dfa  19,  en  espera  de  un  con- 
voy de  la  columna  que  de  Puerto 
Príncipe  debía  llegar  á  Contramaes- 
tre (centro  de  operaciones),  se  re- 
cibió confidencia  de  que  el  enemi- 
go había  hostilizado  lá  fuerza  qae 
lo  conducía.  Puestas  en  marcha 
cuatro  compañías  del  batallón  y  3- 
oaballos  del  escuadrón  de  Hispana 
Conducidas  por  Landa  con  rapidc 
inconcebible  por  el  corazón  de  I 
manigua,  avistó  al  enemigo  en  su  campamento  á  las  primeras  horas  d* 
la  mañana.   Los  insurrectos  huyeron  rápidamente  internándose  en  < 


^■' 


Oomul  HtniDdM  TbIuh. 


CBÓNIOA  DE  LA  OÜBRRÁ  DB  (JUBA  105 


monte,  abandonando  el  rancho  que  tenían  preparado  y  varios  caballos. 
De  los  informes  adquiridos  resultó  ser  las  partidas  dispersas  por  la  fuer- 
la  del  convoy  en  el  ataque  frustrado  que  al  mismo  hicieron,  y  reunidas 
otra  vez  en  Songorrongo  sin  su  jefe  el  titulado  coronel  Paco  Recio,  ca- 
pitanes Varona,  Biamonte  y  Agapito  Gómez,  muertes  con  25  insurrectos 
mis  por  las  balas  de  nuestros  valientes  soldados  al  mando  del  bravo  te- 
niente coronel  Moragas. 

Continuada  sin  descanso  la  persecución,  la  vanguardia  recibió  una 
descarga  del  enemigo,  siendo  imnediatamente  contestada  por  un  fuego 
natiido  y  certero,  que  dio  por  resultado  tres  muertos  vistos,  y  que  no 
pudieron  retirar  en  su  rápida  fuga,  ignorándose  el  número  de  heridos 
que  como  es  sabido  á  todo  trance  recejen. 

Por  nuestra  parte,  hemos  de  llorar  la  muerte  de  dos  oficiales  y  die- 
dfliete  individuos  de  tropa  del  batallón  de  Asturias,  más  un  soldado  del 
eBonadrón  de  España. 


*  * 


El  corresponsal  del  Heraldo  en  Nueva  York  escribe  lo  siguiente: 

cLa  expedición  abortada  en  Inagua,  poco  importante  por  el  valor  y 
número  de  las  armas,  fué  de  efecto  moral  indisputable  por  la  condición 
y  prestigio  de  los  detenidos. 

ün  detalle  curioso:  nuentras  en  Wilmington,  se  tramitaba  el  juicio 
ordinario  sobre  la  propiedad  del  cargamento  aprehendido.  Carrillo  y 
808  compañeros  absueltos  por  el  fallo  del  Jurado,  se  embarcan  conven- 
cidos de  que  el  Commodore  y  su  cargamento  de  guerra  coincidiría  con 
ellos  en  las  costas  de  Cuba.  £1  segundo  embargo  fué  decretado  cuatro 
lloras  después  de  zarpar  el  barco  que  conducía  al  aventurero  separatista, 
7  cuya  pista,  seguida  por  la  policía,  fué  oportunamente  hallada  por  las 
autoridades  de  Jamaica. 

Ni  uno  solo  de  los  detenidos  lo  fué  por  capricho  injustificado;  si 
Yero,  Menocal  y  Betancourt  consiguieron  substraerse  á  la  acción  de 
naestros  agentes  y  arribar  á  Cuba,  fué  porque  su  partida  se  efectuó  en 
instantes  en  que  la  prudencia  no  aconsejaba  vigilarles  de  cerca.  Carrillo, 
intentando  inútilmente  volver  á  Cuba,  desde  el  día  mismo  que  las  auto- 
ridades de  la  Habana,  ateniéndose  á  su  condición  de  ciudadano  ameri- 
cano, declararon  su  extrañamiento,  es  prueba  completa  de  las  dificulta- 
des ""ue  á  las  intentonas  filibusteras  crea  la  actividad  de  nuestro  mi- 
nigt  '>. 

]  fca  desventura  de  Carrillo  y  esta  persecución  constante  de  la  poli- 
cía apañóla,  constituye  una  obsesión  para  Estrada  Palma,  á  cuya  debi- 
lida  1  y  apatía  atribuye  la  insurrección  los  fracasos  de  las  expediciones 
últi^'-^s.  Las  acusaciones  alcanzan  al  Dr.  Betancourt,  y  tales  disgustosi 


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OBÓNICÁ  DE  LA  GÜBRBJH  m  OOBA  107 


en  poder  de  hombres  rúatioos,  gran  parte  de  ellos  de  la  raza  de  wkw  y 
que  en  su  mayoría  no  saben  leer  ni  escribir. 

— ¿Qaé  trato  les  daban? 

—Figúrese  Y.  qué  miramientos  y  consideraciones  pueden  guardar 
008  hombres  á  sus  subalternos. 

—Hablando  cierta  noche  con  Bego,  le  hice  tímidamente  notar  eso, 
qae  70  estimaba  un  contrasentido,  y  él  me  dijo: 

—Amigo,  yo  también  estoy  disgustado  de  la  marcha  que  lleva  todo 
esto.  Máximo  Gómez  me  ha  impuesto  á  ciertas  gentes  que  no  son  de  mi 
agrado,  y  como  juzgo  desde  hace  tiempo  que  esta  situación  se  va  ha- 
ciendo insostenible,  determiné  escribirle,  diciéndole  que  si  no  venía  á 
imprimir  una  nueva  organización  á  estas  fuerzas,  tuviera  por  presenta- 
da mi  dimisión. 

La  muerte  de  Martí — continuó  hablándome  Regó — ^ha  sido  funesta 
para  la  causa  revolucionaria,  porque  con  su  muerte  va  desapareciendo 
el  espíritu  de  orden  y  disciplina  que  debe  reinar  en  todos  los  ejércitos. 


mt^  úm  Rmméñ  U®mú 


^que  partió  del  enemigo,  cuya  faerza  era  evident 

uperior  en  número. 

Ocupaba  éste  un  cerro,  desde  el  qne  hizo  iintriiLiuu.v  i 

;o  sobre  las  tropas,  al  darles  vista.  Era  el  día  20  de  no-  V; 

mbn. 

La  columna  operó  un  movimiento  en  distintas  d 

imediatamente  el  fuego,  que  duró  cuatro  horas. 

tiempo,  nuestras  tropas  se  batieron  con  gran  d 
imo  de  debilidad  por  parte  de  un  solo  hombre. 
le  en  la  columna  cansaban  las  balas  enemigas, 

soldados,  que  parecían  veteranos  aoostnmbrac 

le  los  mambisee  iban  dando  muestras  de  en  dé 

,  hostilizando  constantemente  al  enemigo. 

r  consideró  el  jefe  de  la  columna  llegado   el    m 

oyó  el  toque  de  ataque  á  la  bayoneta,  y  núes 
se  arrojaron  furiosamente  sobre  las  partidas, 
lé  terrible, 
pretendió  defenderse,  pero  el  empuje  de  los  leí 


OBÓHHJA  Pg  LA.  OOaRRA  DZ  pDBA 109 

tan  violento,  qae  los  mambisea,  desorganizados,  oonolnyeron  al  fin  por 

abandonar  sos  poeioíones  y  dÍBolverse,  internándose  en  la  manigua  y 

dejando  oadáveres,  armas,  mmii- 

cienes  y  caballos  en  poder  de  la 

columna. 

Reconocido  el  terreno,  despnés 
de  la  buida  de  los  rebeldes,  faeron 
hallados  36  cadáveres  de  éstos. 

Créese  qae  los  heridas  hanjúdo 
muchísimos,  porque  se  vieron  va- 
rias reatas  de  caballerías  que  lle- 
vaban á  los  lesionados,  algunos  de 
los  cuales  daban  grandes  gritos. 

La  columna  experimentó  tam- 
bién sensibles  pérdidas. 

El  primer  teniente  de  las  gue- 
rrillas de  María  Cristina,  don  Ar- 
turo Lezcano  Fiedrahita ,  cayó 
muerto  de  varios  balazos.  Perecie- 
ron también  siete  soldados,  y  otros 
doce  resultaron  heridos. 

La  victoria  alcanzada  por  la 
columna  que  manda  el  coronel 
•lo 


y^ 


ie-í 
lá 


w  KlcuHo  d<  Bori*  j  Lian 


a  Máximo  Gómez  distraer  la  aten- 
e,  principalmente,  á  arrojar  de  laa 


lio CBOWICA  DE   LA   OOgRRA  PB   CDBA 

Por  cartas  particulares  ae  conocen  algnnos  detalles  sobre  la  capito- 
laciÓQ  de  dicho  destacamento,  después  de  hacer  una  heroica  defensa  j 
quedarse  ya  sin  municiones. 

El  cabecilla  Rabí,  que  lo  atacó,  había  ocupado  las  casas  del  pueblo  j 
desde  ellas  hacía  un  fuego  horroroso  al  fuerte,  situado  en  la  plaza  prin- 
cipal. Por  último,  los  mambises  con  botellas  de  petróleo  lograron  incen- 
diarlo, y  la  guarnición  del  sexto  penÍDSoIar,  mandada  por  un  teniente, 
hubo  de  rendirse. 

Después  dé  apoderarse  de  las  armas  de  la  tropa,  Rabí  mandó 
pliego  al  comandante  militar  de  Figuaní,  para  que  éste  enviase  por 
cha  fuerza  y  tres  carretas  para  recoger  los  víveres  que  ésta  tenía  ei 
fuerte. 

Asegurábase  entre  loa  españoles  que  esta  conducta  de  Rabí  y  o1 
cabecillas  obedece  á  móviles  que  no  son  sólo  humanitarios,  pues 
ella  creen  que  así  les  ha  de  ser  más  fácil  aprovecharse  del  ármame 
de  las  fuerzas  qne  en  pequeño  número  guarnecen  algnAos  puestos;  p 
como  el  espíritu  de  las  tropas  es  inmejorable,  no  les  da,  ni  puede  da 
resultado  esa  maniobra. 

Díganlo  si  no  las  defensas  heroicas  que  han  hecho  después  otros  i 
tacamentos  atacados. 

En  una  carta  de  Puerto  Príncipe  se  leen  los  siguientes  detalles  d 
manera  de  vivir  de  los  insurreotoa  y  como  ae  arbitran  recursos. 

•Los  insurgentes  viven  unas  veces  en  constante  peregrinación,  oi 
habitando  por  espacio  de  algunos  días  un  improvisado  campamei 
donde  son  muy  raras  laa  tiendaa  de  campaña. 

Duermen  en  hamacas,  sobre  tarimas  y  á  menudo  en  el  auelo. 

Visten  cbmo  pueden,  ai  no  tienen  facilidad  de  renovar  la  ropa.  U 
zapatoa  de  baqueta  ó  van  descalzos.  Las  comidas  de  la  manigua 
penden  del  azar;  estando  lejos  de  loa  poblados  ó  siendo  muy  aotívi 
persecución,  todo  escasea.  Pero  cuando  hay  forma  de  visitar  á  men 
las  tiendas  de  los  caseríos,  las  estancias  y  loa  ingenios,  sobre  todo. 

Después  de  un  largo  período  de  tranquilidad,  no  existe  país  de  i 
yores  recursos  que  la  isla  de  Cuba.  Las  haciendas,  fincas  azucare; 
estancias,  sitios,  vegas  de  tabaco,  potreros  y  cafetalea  asciendei 
45,000,  y  son,  en  su  mayor  parte,  almacenes  abiertos  á  la  insnrrecci 
por  carecer  de  defensa. 

Los  caballos  pasan  de  350,000;  hay  más  de  800,000  reaes  de  cerd 
5.260,000  reaes  vacunas. 

Aparte  de  las  contribuciones  forzosas  que  imponen  cabecillas,  de 
contarae  con  muchas  rohmtarias,  merced  á  la  amenaza  de  asaltar  i 
finca  ó  de  incendiar  un  cañaveral. 

Ed  las  huertas  de  loa  poblados  y  de  los  ingenios  ae  adquieren  sin 
fícultad,  aunque  no  intervenga  el  machete,  loa  tesoros  de  la  tierra 


OSÓSIOA  DE  LA  .QÜBRRA  PE  OÜBA 111 

k,  el  níspero,  qoimbombó  y  el  camiatel,  que  la  gnanábana 
y  el  aguacate,  los  plátanoi  y  loa  tamarindoB;  aeí  como  los  dolces  mame- 
ja  de  Morón,  como  las  exquisitas  naranjas  délos  cafetales  de  Goan- 
tánamo.  / 

Lejos  ya  de  las  poblaciones,  y  ateniéndose  ¿  los  varios  fmtos  qne    ( 
con  más  espontaneidad  brinda  allí  la  naturaleza,  pueden  gustar  los  in- 
jtos  del  ñame,  la  patata,  el  sagú,  el  boniato,  la  yuca,  la  malanga,        j 
mito  y  el  zapote,  y  en  último  caso  pueden  sembrar  y  obtener  oo-      / 
rápida  y  abundante,  porque  la  acción  productiva  del  suelo  cuba- 
16  reces  mayor  que  la  de  los  países  de  Europa.  . 

>urados  más  tos  recursos,  todavía  tiene  la  insurrección  la  palma  ( 
]ue  le  ofrece  la  vega  como  abrigo  y  el  palmiche  como  alimento  ] 
oí  del  pan,  el  árbol  del  agua  y  el  coco,  fábrica  de  artículos  de  pri-  / 
necesidad,  pnestu  que  dan  comida  y  bebida,  azúcar,  aceite,  man-  / 
popa  y  habitación.  \ 

enen  también  el  gato  salvaje,  la  jntia,  el  conejo,  el  pavo  real,  el  i 
oimarrón  y  la  gallina  de  Guinea.  I 

bra  atender  á  su  seguridad  en  las  horas  de  descanso,  las  partidas  . 
ecen  goardiaa  avanzadas,  centinelas  y  escuchas;  los  vigilantes  se  i 
m  pecho  á  tierra  ó  se  snben  á  la  copa  de  un  árbol.  Golpeando  los  í 
w  ó  imitando  el  canto  del  sinsonte  y  de  otras  aves,  dan  los  avisos  \ 
anos.  / 

rrible  enemigo  de  los  insurrectos  acampados  es  el  bnitre  de  los  tro-      ( 
[cuchazlisaurd)^  pues  atraído  por  los  despojos  del  campamento,  se 
I  sobre  él  á  gran  altura  y  sirve  de  guía  iDConsciente  á  los  perseguí-        / 


)  tienen  médicos  ni  botiquines  los  guerrilleros,  pero  conocen  y  uti- 
numerosas  plantas  medicinales. 

^ra  curar  las  heridas,  á  falta  de  otro  medio,  ponen  junto  á  ellas  una 
sobre  la  que  derraman  con  lentitud  agua  fresca  y  repiten  el  lava- 
muchas  veces. 

gún  informes  facilitados  en  los  centros  oficiales,  los  ingresos  obte- 
en  la  gran  Antilla  durante  el  ejercicio  económico  de  1894-95  as- 
en á  22.994,810  pesetas. 

)s  pagos  ejecntados  en  aquel  período  ascienden  á  25.601,236  pesos 
i  presupuesto  ordinario,  y  á  4.870,816  por  el  de  campaña;  en  total, 
2.052  pesos. 

i  recaudación  conseguida  por  cuenta  del  presupuesto  de  1895-96  en 
s  de  Julio,  asciende  á  1.699,306  pesos,  con  alza  de  536,588  sobre 
mío  mes  del  año  anterior. 


/ 


112  CRÓNICA   DE  LA   GITEBRA   DE   CUBA 


El  sargento  traidor. — El  corneta  patriota. 

Macho  Be  habló  de  un  acto  de  traición  intentado  por  un  sai 
la  jurisdicción  de  Remedios. 

He  aquí  la  relación  de  lo  sucedido: 

El  sargento  de  Isabel  II  Domingo  Vicente  Sánchez  mandabí 
ton  de  15  soldados,  que  estaban  encargados  de  impedir  que  loi 
se  apoderasen  de  algunas  fincas  cercanas  á  Remedios. 

Los  insurrectos  mandados  por  el  cabecilla  Pintado  se  aoe 
lugar  donde  estaba  la  tropa,  y  dijeron  al  sargento  que  se  fuera 
y  le  darían  dinero  y  el  empleo  de  teniente. 


\ 


«1  iD^nLo  "Doi  ájdJ^i." 

Domingo  Vicente  Sánchez  tuvo  la  mala  idea  de  escuchar  ti 
ñas  proposicionea.  No  se  sabe  si  mediaron  dádivas  ó  solo  prom 
lo  se  sabe  que  entre  Sánchez  y  el  cabecilla  Pintado  quedó  deci 
el  día  29  á  primera  hora  se  pasaría  aqnól  con  bim  soldados  al  c 
beldé. 

Hfzolo  Sánchez  como  estaba  convenido.  Antes  de  amanece 
á  sus  hombres  armarse  para  salir  á  un  reconocimiento.  El  mox 
caballo  (le  tienen  casi  todos  los  sargentos  que  mandan  destaca 
y  al  frente  de  los  15  soldados  salió  en  dirección  á  una  espesni 
le  aguardaban  los  mambises. 

EU  cometa  Viguen  iba  delante,  y  notando  que  iban  á  U^i 
peligroso,  lo  advirtió  al  sargento,  pero  éste  le  ordenó  seguir  i 


OBÓNIOA  DB  I^   QüBEBA  DK   OUBA 113 

Por  algdn  antecedente  que  el  cometa  tendría  y  por  la  sospecha  qne  le 
iofondió  aquella  marcha,  habló  con  dos  soldados  llamados  Lamas  y 
Barbero,  y  puestos  de  acuerdo,  resolvieron  esperar  prevenidos. 


sargento  se  detuvo  y  dijo  á  los  soldados: 

3fl  he  traído  para  que  nos  ganemos  mucho  dinero.  Vamos  á  pa- 

,  &  los  cubanos,  qne  nos  pagarán  bien. 

ictderoo  48— T.  n.  F*i-eolo  lO  oont^m 


CA   DB  LA   QUKBBA  DE   OUBA 

adelantó,  y  agarrando  las  bridas  del  caballo 

irnos,  ni  yo  le  dejo  á  nsted  qne  Be  pase.  Esta 
ni  á  mi  padre. 

rbero  agarraron  al  sargento  y  le  obligaron  i 
idole  á  laa  autoridades  superiores. 


a  Habana: 

peninsulares  ven  con  dolor  que  sus  hijos  v 

s  insulares  que  sientan  lo  miamo  al  ir  sus  h: 

muña  necesidad,  una  justicia. 

y  patriótico  de  no  establecer  quintas  por  f 

no  es  un  argumento.  Con  ó  sin   quintas, 

ia,  irán.  Y  si  porque  ee  establecen  las  quir 

an. 

ida  lo  que  suceda. 

tablecer  aquí  las  quintas.» 

pañero. 

n  invierno,  ó  áloa  Pirineo8.> 


icen  creer  que  en  el  lugar  de  la  provincia 
mayor  resistencia  por  parte  de  los  rebel 
guanea,   montañosa  á  trechos,   pantanosa 

.anea  es  donde  Holoff  ha  acumulado  ma; 

leral,  un  campamento  de  importancia  y  ha 
isa,  siquiera  esto  sea  poco  verosímil,  teniei 
o  de  pelear  de  los  mambíses.  De  todas  suerl 
montes  de  Siguanea  á  los  rebeldes,  se  hal 
paciñcación  de  las  Villas. 
i  está  situado  en  los  confusos  grupos  del  t 
gaas  de  Este  á  Oeste,  desde  el  abra  por  do. 
)  hasta  el  saltadero  ó  cascada  de  la  Signan 
a  Hanabanilla  para  confluir  con  el  Arima 
[  valle  es  de  una  legua  y  está  sumamente' 
de  lomas,  como  son  las  cadenas  de  Siga»" 


OBÓNIOA  PE  LA  QÜEBBA  DB  OÜBA 115 

por  el  Sur,  las  lomas  del  Alcalde  y  de  la  Helladara  del  Caabal  al  Oeste, 
la  sierra  de  la  Jara  por  el  Norte  y  las  lomas  de  Orano  al  Este.  Limitan 
también  al  valle  el  abra  del  río  Negro,  por  donde  entra  éste  y  le  baña; 
el  abra  del  Guanayara  al  Este  Noroeste,  entre  la  sierra  de  la  Jara  y  las 
lomas  de  Orano  y  el  abra  largo  y  sinuoso  del  Jibacóa,  por  donde  sale 
este  río  para  el  valle  llamado  especialmente  del  Jibacoa,  que  se  halla 
separado  del  de  Siguanea  por  dichas  lomas  de  Orano.  Como  el  valle  es 
muy  bajo  con  respecto  á  las  alturas  que  le  ciñen  y  le  riegan  además  del 
Eanabanillo,  del  río  de  los  Negros  y  de  los  arroyos  de  Siguanea  y  de 
Oaanayara,  varios  manantiales,  está  casi  siempre  anegado  y  lleno  de 
lagunas,  por  lo  que  apenas  es  habitable  y  los  combates  han  de  ser  en  él 
penosísimos. 

*    « 

Un  periódico  publica  un  telegrama  de  Toledo  dando  cuenta  de  una 
interview  celebrada  por  un  corresponsal  con  el  cardenal  Monescillo. 

Este,  aunque  careciendo  casi  en  absoluto  de  fuerzas  físicas,  ha  de- 
mostrado que  conserva  su  espíritu  enérgico  y  valiente. 

Respecto  de  las  grandes  desgracias  que  afligen  á  España,  el  ilustre 
purpurado  dice  aun  serán  mayores  las  que  vendrán,  porque  estamos  pa- 
gando los  sacrificios  de  sangre  con  dinero  y  humillaciones  vergonzosas. 

Declara  que  nuestro  ejército  yace  en  la  inacción,  y  que  lo  mismo  en 
Melilla  que  en  Cuba  somos  deshonrados  y  humillados  con  transacciones 
vergonzosas  que  no  pueden  hacerse  sino  á  costa  de  dinero. 

Jazga  el  cardenal  deplorable  la  política  que  sigue  España  en  el  ex- 
terior. 

<Y  en  cuanto  á  política  interior — ha  añadido — está  en  la  conciencia 
de  todos  que  solo  se  piensa  en  el  demonio  llamado  céntimo  y  en  otras 
cosas  semejantes,  y  que  estamos  como  24  horas  antes  del  diluvio.» 

Dice  el  sabio  prelado  que  el  ejército  se  bate  heroicamente  en  Cuba 
para  conservar  el  comedero  á  unos  cuantos  gorriones,  pues  ciertos  polí- 
ticos solo  hacen  de  la  guerra  un  negocio  turbio. 

Creo — ^ha  añadido — que  debe  dejarse  al  general  Martínez  que  des- 
arrolle libremente  su  plan  de  campaña. 

Yo  le  aconsejaría  el  exterminio  de  las  hordas  insurrectas  si  no  quie- 
n        devorado  por  ellas.  G6¿e-*^r  ^^^  ^ 

opinión  es  que  todos  deben  tener  mucho  patriotismo  y  gran  ab- 
n        ion,  pues  creo  que  los  verdaderos  rebeldes  están  en  Madrid. 

^  mismo  modo  dije  cuando  lo  de  Melilla,  que  los  verdaderos  riffe^ 
ñ        ¿aban  en  Madrid,  y  se  ha  comprobado  después. 


116 


CRÓNICA  DE  LA  OUSBRA  DB  CUBA 


Nuevos  detalles  sobre  el  combate  de  Rincón  Hondo. 

Con  referencia  á  un  testigo  presencial  del  combate  victorioso  soste- 
nido por  la  columna  del  coronel  Molina  en  Rincón  Hondo,  dice  un  des- 
pacho de  la  Habana  que  aquel  digptio  jefe,  que  tan  bizarramente  se  con- 
dujo en  dicha  acción,  al  encontrarse  en  un  momento  sin  el  cometa  de 
órdenes  á  su  lado,  simuló  los  toques  de  ataque  colocándose  la  mano  en 
la  boca  en  forma  de  bocina. 

ün  soldado  se  arriesgó  tanto  en  el  combate,  llevado  del  ardor  de  la 
acometida,  que  se  vio  rodeado  de  enemigos,  y  hubiera  perecido  á  ma- 
nos de  éstos,  si  con  un  arran- 
que supremo,  no  hubiera  con- 
seguido abrirse  paso  repar- 
tiendo bayonetazos  á  diestro  y 
siniestro. 

La  Hsta  completa  de  los 
muertos  y  heridos  que  tuvieron 
nuestras  tropas  en  la  heroica 
acción,  es  la  siguiente: 

Muertos:  don  Miguel  Bis' 
bal,  teniente  de  voluntarios  de 
Colón;  el  cabo  Ricardo  Mira* 
lies;  los  soldados  José  Fraga, 
Francisco  Isabeu ,  Cristóbal 
Bermúdez,  Manuel  Collazo  y 
Simón  Borrell;  el  guardia  oivU 
Cesáreo  Rodríguez  y  los  vo- 
luntarios Manuel  Alamis,  Ra- 
món Barba  y  Liberato  Pérez. 

Heridos:  los  cabos  Rafael  Romero,  Nú&ez,  Gil  y  Robledo,  y  los  sol- 
dados Cipriano  Lavín,  Jacinto  García,  Servando  Chicote,  Francisco 
González  Bravo  y  José  Alonso. 

Aunque  todas  las  fuerzas  que  tomaron  parte  en  el  combate  se  porta* 
ron  admirablemente,  hácese  especial  mención  de  la  compañía  del  bata- 
llón del  Rey,  mandada  por  el  capitán  Yillasevil  y  el  teniente  Moreno. 


A 


Faerfe  «'SAnvíaan  de  Dios"  en  el  ingenio  "Resalta". 


La  columna  Sandoval  salió  de  Santiago  el  día  7,  con  objeto  de  oo- 

rrer  varios  pueblos,  poblados  y  caseríos  y  desalojar  de  ellos  á  los  reb'  ea. 

La  primera  etapa  xle  la  columna  dio  por  resultado  la  toma  de  ios 
bohíos  entre  Vega  Lucio  y  Dorados. 

El  enemigo  no  opuso  en  ninguno  de  estos  lugares  resistencia  sal  en- 
te para  que  el  tiroteo  llegase  á  combate. 


r 

t 

CRÓNICA  DK  LA  OÜERBA  DE  CUBA  117 

Continuando  su  marcha  la  columna  Sandoval,  estuvo  en  los  pueblos 
de  Caney,  Sitio,  Charco  Redondo,  Ramón,  Palmarito,  San  Juan  de  Ma- 
nacas,  San  Jorge,  Santa  Rita,  Suena  el  Agua,  Maboa  y  otros. 

Todos  estos  pueblos  hallábanse  infestados  de  insurrectos  y  huyeron 
de  todos  ellos  apenas  se  acercaban  nuestros  soldados. 

Solo  en  San  Juan  de  Manacas  encontró  la  columna  Sandoval  una  re  • 
«iatencia  seria* 

£n  dicho  punto  500  insurgentes,  mandados  por  los  cabecillas  Che* 
riico  é  Higinio  Vázquez,  se  parapetaron  en  posiciones  ^dominantes  y  se 
opusieron  á  la  marcha  de  las  tropas. 

En  San  Juan  de  Manacas  tenían  establecido  los  -  rebeldes  un  campa- 
mento de  alguna  importancia- 
Habían  utilizado  una  multitud  de  bohíos,  convirtíéndolos  de  depósi- 
tos de  víveres  y  municiones.  También  tenían  allí  una  enfermería  con 
algunos  elementos  para  la  curación  de  los  heridos. 

A  pesar  de  que  para  los  insurrectos  eran  de  indudable  importancia 
conservar  esta  posición,  solo  pudieron  resistir  el  empuje  de  los  soldados 
durante  una  hora. 

En  este  tiempo  fué  vivísimo  el  fuego  de  una  y  otra  parte. 

Al  huir  los  rebeldes,  las  tropas  avanzaron  rápidamente  y  tomaron 
posesión  del  campamento  de  Higinio  Vázquez,  ocupando  y  destruyendo 
quince  bohíos  grandes  y  cien  pequeños. 

Por  nuestra  parte  hemos  tenido  un  muerto  y  siete  heridos. 

£1  enemigo  dejó  en  el  campo  cinco  muertos  y  en  su  precipitada  fuga 
tuvo  que  abandonar  quinoe  caballos. 

También  se  apoderaron  las  tropas  de  víveres,  municiones  y  medicinas. 

Esto  ocurría  el  día  8. 

El  día  9,  continuando  la  columna  Sandoval  su  movimiento  de  avan- 
ce, ocupó  y  destruyó  otro  campamento  en  San  Jorge. 

Aunque  en  este  punto  la  defensa  intentada  por  los  separatistas  no 
fué  muy  tenaz,  dejaron  en  el  lugar  de  la  lucha  tres  muertos. 

Nosotros  tuvimos  dos  heridos. 

El  mismo  día  9  y  el  10  la  columna  Sandoval  desalojó  de  las  posesio- 
nes y  bohíos  que  ocupaban  en  las  estribaciones  de  Sierra  Maestra  á  va- 
rias partidas  enemigas,  haciendo  á  éstas  un  muerto. 

Las  fuerzas  ya  nombradas  entraron  el  día  12  en  Palma  Soriano, 
d  scansaron  un  día  para  comenzar  de  nuevo  sus  victoriosas  co- 

n  '^r  el  campo  rebelde. 

*    * 
Los  laborantes  de  Tampa. 

*os  representantes — escribe  el  corresponsal  del  Heraldo^  en 
1  --^*-  que  tales,  son  huéspedes  sospechosos  y  vigilados.  Los  edi- 


;-,r. 


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(A? 


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iv  ■ 


I 

118  CRÓNICA   DS   LA   GUERRA   DR   CUBA 

ficios  públicos  BÍrven  para  albergue  de  laborantes.  La  bandera  de  la  es- 
trella solitaria  ondea  en  todas  partes.  Nadie  cumple  ni  respeta  el  dere- 
cho internacional.  Eq  suma:  los  intereses  de  España  sirven  de  juguetea 
estas  autoridades  soberanas,  y  no  hay  para  nosotros  más  que  afrentas  y 
humillaciones  diarias. 

Con  todo,  Tampa  no  es  la  población  donde  estamos  peor.  En  la 
numerosa  colonia  extranjera,  pueden  contarse  hapta  mil  españoles  pe- 
ninsulares, que  no  solo  no  transigen  con  los  insurrectos,  sino  que  opo- 
nen á  la  propaganda  de  éstos  el  esfuerzo  de  su  inteligencia  y  también  e) 
de  sus  capitales,  pues  algunos  de  ellos  son  ricos.  A  compatriotas  tan  dig- 
nos de  aplauso,  y  lo  mismo  de  afecto,  debemos  la  constitución  de  un 
casino  español,  levantado  en  terreno  y  ediñcio  ^propios,  con  un  gasto 
de  17.000  duros. 

Este  casino  es  el  único,centro  de  acción  que  resueltamente  se  opone 
i\  la  agitación  filibustera  y  en  parte  la  contraresta.  Los  primeros  pe- 
jdnsulares  que  llegaron  aquí,  tenían  que  hacerse  fuertes  en  sus  casas  y 
cotístituir  guardias  armadas  por  la  noche  para  gozar  de  relativa  tran- 
^uilidad.  Hoy  luchan  al  descubierto  y  públicamente  sosteniendo  la  fe  y 
el  cariño  á  la  patria. 

Tan  cierto  es  esto,  que  los  emigrados  cubanos  van  trasladando  poco 
á  poco  su  residencia.  De  ahí  ha  nacido  Im  pueblo  nuevo,  ya  importan- 
1  e,  que  está  á  un  cuarto  de  hora  de  la  ciudad  y  que  ha  sido  bautizado 
con  el  nombre  de  West-Tampa.  Establecimientos  y  casas  particulares  se 
.cubren  casi  todas  con  la  bandera  de  los  insurrectos.  Tiendas  donde  lee 
uno  apellidos  tan  españoles  como  Ruiz,  Bustillos,  Pérez,  son  lugar  de 
reunión  de  los  que  trabajan  contra  España.  Todo  respira  allí  odio  i 
nuestro  país. 

Para  colmo  de  afrentas,  estos  yankees  que  oficialmente  se  llaman 
amigos  de  España,  han  reconocido  á  West  Tampa  como  municipalidad 
independiente,  permitiendo  que  los  cubanos  nombren  alcalde  á  Fernán^ 
do  Pigueredo,  coronel  de  la  pasada  insurrección  y  hoy  tenedor  de  li- 
bros de  una  fábrica  de  tabacos  y  jefe  supremo  de  los  filibaeteros  de  la 
Florida.  El  jefe  de  policía  es  otro  insurrecto.  Por  manera  que  si  el  re- 
presentante de  España  tuviese  que  hacer  reclamaciones  en  West-Tam- 
pa,  necesitaría  entenderse  con  autoridades  de  ese  linaje.  Y  es  posible 
que  todavía  dijera,  y  que  lo  dijesen  también  ahí  en  Madrid  nuestro» 
hombres  de  gobierno,  que  el  Heraldo  habla  con  pasión  en  todo  lo  ue 
atañe  á  los  Estados  Unidos.» 

* 
Resistencia  heroica, 
A  las  dos  de  la  madrugada  del  día  16  fué  atacado  un  bohío  del  ^     'e- 


GBONIGA  DE  LA   GUERRA  DE  CUBA  119 

— 

nio  del  Salvador,   por'  oca  partida  insurrecta  compuesta  de  90  á  100 
hombres;  muchos  de  ellos  iban  á  caballo. 

£1  jefe  del  fuerte  inmediato,  don  Ángel  Peñalva  Jiménez,  primer  te- 
niente del  regimiento  de  infantería  de  Galicia,  ayudado  valerosamente 
por  la  fuerza  á  sus  órdenes,  compuesta  de  un  sargento,  un  cabo  y  20  sol- 
dados, hizo  una  heroica  resistencia  las  tres  veces  que  los  rebeldes  ataca- 
ron el  fuerte.  Viendo  éstos  lo  inútil  de  sus  tentativas,  le  prendieron  fue- 
go rociáudolo  con  petróleo. 

Los  soldados,  después  de  heroicos  esfuerzos,  lograron  sofocar  el  in-  ^ 
eendio,  que  empezaba  á  hacer  presa  en  la  parte  de  carpintería,  y  luego 
comenzando  un  fuego  graneado,  dispersaron  al  enemigo,  que  se  decla- 
ró en  vergonzosa  fuga,  dejando  en  poder  de  las  fuerzas  leales  dos  pre- 
sos insurrectos,  tres  latas  llenas  de  petróleo,  un  caballo  y  algunas  armas. 
Durante  la  refriega,  el  teniente  Peñalva  sacó  roto  el  machete  en  dos 
pedazos  y  agujereado  el  sombrero  por  dos  balazos. 

Las  bajas  del  enemigo  debieron  ser  de  importancia,  á  juzgar  por  los 
regueros  de  sangre  que  encontraron  nuestros  soldados  al  día  siguiente 
al  hacer  la  descubierta. 

Por  nuestra  parte  no  hubo  que  lamentar  pérdida  ninguna. 
Salieron  contusos  únicamente,  el  teniente,  el  sargento,  y  dos  sol- 
dados. 

Los  prisioneros  enemigas  fueron  conducidos  el  día  16  por  la  tarde  á 
Sagua.    ^^^^ xf^i../^  fc^^    ^é.^-^^  ^^.^W^:^  .^^^^^^^u-^  .a^,<^^¿¿^ >r^<.<-^ 
Mister  Hill  pertenece  al  partido   republicano,  y  se  le  tiene  por  ene-   ^    'y 
migo  personal  y  político  del  presidente  Cleveland.'  Impugnó  el  ¿tí/ aran-* 
celarlo  de  Mr.  Wilson,  y  se  opuso  tenazmente  al  impuesto  del  2  por  100  / ^''^  ^ 
sobre  la  renta.  E^  partidario  de  la  plutocracia  de  Nueva  York,  excelen- 
te abogado,   notable  orador  y  uno  de  los  miembros  más  influyentes  del 
Senado.  Tiene  menos  de  60  años,  y  su  posición  es  desahogada.  En  poli- 
tica  exterior,  fué  siempre  muy  hostil  á  E8paña. 

Mister  Reed  ocupó  la  presidencia  del  Congreso  siendo  Harrison  pre- 
sidente de  la  República.  Es  hombre  inteligente,  gran  orador,  de  tempe- 
ramento autoritario;  propuso  y  logró  la  reforma  del  reglamento  del  Con- 
greso. Pertenece  mister  Reed  al  partido  Republicano,  que  está  hoy  en 
mayoría.  Tiene  unos  60  años  de  edad,  y  representa  á  Massachussetts.De 
ambos  se  habla  como  candidatos  probables  á  la  presidencia  de  la  Repú 
bj  ^\  pero  Reed  dispone  quizás  de  más  elementos  y  tiene  mayores  sim- 
pi      °  que  Hill. 


1 


r-ticulo  imj>or*ta,nt:e 


lENTRAs  personaá  importantes  por  su  poaioión  ofie 
ó  por  BU  riqueza  en  loa  Estados- Unidos  ayudan  n 
terial  ó  moralmente  á  los  insurrectoi  de  Cuba;  mil 
tras  el  senador  Morgan,  presidente  de  la  oomisíóii 
asuntos  exteriores,  acaba  de  mostrar  sus  sentimii 
tos  favorables  4  la  beligerancia  y  contrarios  al  de 
toontramos  en  las  coleccioaes  de  periódicos  de  An 
Le  nos  ha  producido  impresión  bastante  lisonjera. 
lal,  semanario  neoyorquino  de  gran  mérito  litera 
[ación  entre  los  elementos  máa  quitos  de  los  Estad 
^ar  de  preferencia,  publica  un  excelente  artículo   ' 
r.  Hillary  Bell,  bajo  el  título  «Cuba  libre.» 
lomienza  manifestando  que  las  simpatías  de  los  * 
iirrecoión,  obedecen  meramente  al  temperamentc 
ribuyen  mucho  el  espíritu  impulsivo  y  la  genero,* 
blo. 

nos  llevar  exclusivamente  de  estas  «nociones— 
aos  en  guerra  perpetua.  Afortunadamente,  grac. 
adora  forma  de  gobierno  ideada  por  aquel  gran 


CBÓMICA  DB   LA   OUBBRÁ   DE   CUBA 


121 


dado  y  aun  mis  grande  estadista  que  se  llamó  Washington,  el  cual  que- 
ría que  esta  nación  fundada  por  la 
guerra,  se  conservara  por  la  paz,  he- 
mos progresado  en  prosperidad  y  fe- 
licidad... >  «Pero— añade — á  pesar  de 
la  política  de  paz  de  Washington,  re- 
ñiremos innumerables  hatallas...  con 
tinta  de  imprenta  y  desde  la  tribuna 


ts  IbU*i  TÉl*r*. 


Felices  somos,  pues,  de 
ierno  sosegado,  juicioso  *'" 

y  honrado  para  decidir  entre 
el  bien  y  el  mal.» 

Desde  hace  cinco  años  el 
partido  revolucionario  cubano 
ha  estado  publicando  en  nues- 
tros periódicos  declaraciones 
vehementes.  España,   por  el 
contrario,  ha  guardado  un  si- 
^^^_        lencio  circunspecto  y  digno. 
^r^^^      La  reticencia  es  cualidad  emi- 
^^^^      nentemente  española.  De  don- 
i^^^^      de  resulta  que  la  taciturnidad 
^■^-^^^        española  y  la  volubilidad  cu- 
"  %,^    baña,  han  conspirado  al  mis- 
mo fin  de  inflamar  el  entusias- 
mo generoso  de  nuestros  ciu- 
dadanos.  En  realidad,   Cuba 
no  nos  inspira  más  interés  que 

~ Austria.» 

Mr.  Bell  en  la  exposición  de  los  antecedentes  del  actual  mo- 


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122  GRÓNIOA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 

vimiento  revolucionario  en  Cuba,  refiere  la  inmigración  cubana  que  su 
cedió  á  la  rebelión  terminada  en  1878,  y  que  trajo  aquí  gran  número  de 
personas  que,  cambiando  el  marchete  por  la  chabeta  del  tabaquero,  se 
identificaron  con  el  país,  templándose  sus  ardores  bélicos. 

Mas  he  aquí  que  surge  un  espíritu  inquieto,  revoltoso,  en  la  persona 
de  Jofeé  Martí,  cuyos  antecedentes  y  cualidades  características  describe 
el  articulista  haciendo  notar  el  hecho  de  que  Martí,  aunque  insurrecto 
irreconciliable,  era  hasta  la  médula  de  los  huesos  español  de  raza,  y  co- 
mo tai  nada  amigo  de  predominios  ó  absorciones  sajonas  en  la  América 
Ibérica. 

La  riqueza  adquirida  por  Martí  con  los  donativos  de  los  tabaqueros, 
hizo  que  acudieran  á  su  lado  algunos  de  los  jefes  de  la  antigua  rebe- 
lión. 

«^Muchos — dice  Mr.  Bell — habíanse  nacionalizado  ya  en  los  Estados 
Unidos,  y  nuestras  leyes  les  prohibían  tomar  parte  en  expediciones  con- 
tra un  gobierno  amigo  de  los  Estados  Unidos;  pero  los  que  han  sido  re- 
beldes en  su  patria,  con  dificultad  son  leales  á  las  leyes  de  otros  países, 
y  estos  tabaqueros  no  vacilaron  en  abandonar  su  ciudadanía  para  ini- 
ciar la  actual  insurrección  de  Cuba.:» 

Hablando  luego  del  origen  de  la  rebelión,  Mr,  Bell  explica  los  ante- 
cedentes y  nacionalidades  de  sus  jefes:  el  dominicano  Gómez,  infiel  á  su 
promesa  dada  en  el  Zanjón,  los  mulatos  Antonio  y  José  Maceo,  el  judío 
polaco  Roloff,  y  los  bandidos  Matagás  y  Mirabal,  que  se  metieron  á  in- 
surrectos cuando  la  insurrección  brindó  más  ancho  campo  á  su  rapa- 
cidad. 

Expone  después  el  señor  Bell  la  proporción  numérica  de  las  razas 
que  habitan  la  isla,  para*  venir  á  parar  á  la  conclusión  de  que  negreros 
y  criollos,  en  su  inmensa  mayoría,  no  están  con  la  insurrección,  en  la 
cual  hay  solo  15.000  hombres  de  color  y  unos  5.000  blancos.  El  hijo  del 
país,  de  raza  caucásica,  por  lo  general  es  demasiado  avisado  para  unir- 
se á  la  presente  rebelión;  y  prefiere  ser  autonomista  y  conquistar  con 
discursos  en  las  Cortes  lo  que  sabe  muy  bien  que  no  puede  lograrse  por 
la  violencia. 

Cuanto  al  peninsular,  elemento  si  no  el  más  numeroso,  poderoso  y 
rico,  el  articulista  reconoce  que  al  abandonar  á  la  Península  no  ha 
abandonado  su  patriotismo,  y  desde  la  Habana  mira  el  movimiento  in- 
isurreccional  con  tanta  indignación  como  si  estuviera  en  Madrid. 

El  porvenir  y  prosperidad  futuras  de  la  isla — dice — están  en  mai  s 
de  los  insulares  y  peninsulares.  El  elemento  negro  no  es  más  apto  pr  a 
los  deberes  del  gobierno  que  los  ciudadanos  de  este  país  de  origen  a  i- 
cano.  Los  cubanos  desean  la  autonomía  y  las  Cortes  han  venido  á  re  » 
nocer  gradualmente  la  justicia  de  esta  demanda,  concediendo  á  la  i  a 
mucho  de  lo  que  piden  los  autonomistas. 


CRÓNICA   DE  LA   GUERRA   D£   CUBA  123 

Contra  los  esfuerzos  de  aventureros  y  de  mulatos,  lucha  un  ejército 
numeroso  mandado  por  un  gran  general. 

Estos  hechos  los  conoce  nuestro  gobierno  en  Washington,  que  á  pesar 
de  los  ruegos  de  muchas  personas  impulsivas,  pero  irreflexivas,  se  niega 
á  conceder  derechos  de  beligerantes  á  los  insurrectos. 

No  es  posible — y  con  esto  termina  el  articulista  su  trabajo — que  un 
ejército  de  20.000  hombres,  formado  principalmente  por  negros'sin  ley 
y  sin  instrucción,  y  mandados  por  extranjeros,  forma«[e  un  gobierno 
permanente  sobre  un  pueblo  tan  inteligente  como  el  cubano. 

» 

La  embarcación  regalada  por  la  colonia  española  de  Nueva  York, 
tíene  un  andar  de  10  á  12  millas,  y  mide  un  largo  de  50  pies  y  5  de  ca- 
lado. Tiene  dobles  remaches  en  su  casco  de  hierro,  el  cual  se  le  ha  pues- 
to en  la  última  reparación  un  nuevo  fondo  del  mejor  acero  con  nuevas 
costillas  y  nuevas  planchas  de  acero  intercostales.  La  parte  más  baja 
del  casco  ha  sido  cementada  con  cemento  de  portland,  para  preservar 
el  hierro,  y  la  parte  alta,  también  interior ^  fuertemente  pintada  de  al- 
magre ó  azarcón,  con  el  mismo  objeto.  Por  fuera,  debajo  de  la  línea  de 
agua,  se  ha  pintado  de  rojo,  y  desde  dicha  línea  á  la  borda,  de  blan- 
co zinc,  con  baranda  de  hierro  pintada  denegro. 

La  cámara  y  casilla  del  timonel  son  sólidas,  de  caoba. 

Hácense  de  este  buque  los  mayores  elogios,  y  t^e  consideran  como 
obras  perfectas  de  la  industria  moderna  los  diferentes  departamentos  y 
la  maquinaria  del  buque. 

Los  españoles  residentes  en  Méjico  regalan  á  las  fuerzas  de  nuestro 
ejército,  además  de  500  mulos,  200,000  pesos,  con  los  cuales  se  premia- 
rán los  actos  heroicos  de  la  campaña. 

Con  dicho  donativo  irá  á  Cuba  una  comisión  presidida  por  don  Te- 
lesforo  García. 

* 

El  primer  teniente  del  batallón  de  Canarias  don  Miguel  Gómez  Mar- 
tín, que  tomó  el  mando  de  las  fuerzas  al  caer  herido  de  tres  balazos  el 
c  ,-ices  capitán  Valenzuela,  en  la  acción  de  Ojo  del  Agua,  es  natural 
c     ^"iftrto  Lápiche,  Ciudad  Real,  y  tiene  treinta  y  cinco  años. 

08  diez  y  ocho  sentó  plaza,  ingresando  en  el  cuerpo  de  ingenieros. 
JL  año  después  pasó  al  'ejército  de  Filipinas,  donde  permaneció  seis 
8     s,  alcanzando  por  su  conducta  y  comportamiento  encampana  la  gra- 
c     '^ión  de  sargento  primero. 

^  de  los  comprendidos  en  el  decreto  del  general  Castillo,  y  no  que- 


124 CBÓNICA  DE  LA  OülEBBA  DE  OüBA - 

riendo  aceptar  ni  solicitar  destino  civil  alguno,  fué  promoTÍdo  al 
pleo  de  segundo  teniente  de  la  escala  de  reserva. 

Llamado  al  servicio  activo  en  abril  áltimo,  costó  mucho  trabajo 
familia  y  amigos  disuadirle  del  empeño  de  marchar  voluntariamen 
Cuba,  y  cuando  fué  destinado  con  su  batallón  recibió  la  noticia  con 
dadero  júbilo. 


Ha  fracasado  el  proyecto  de  celebrar  en  un  día,  que  ya  estaba  si 


PiHBte  Hbn  el  rio  Cico^s^Íd. 

lado,  lo  qne  algunos  neoyorkinos  han  dado  en  llamar  la  fiesta  de  <€ 
libre.» 

Los  preparativos  que  se  habían  hecho  no  podían  ofrecer  más  n 
dad:  se  anunciaba  una  patriótica  peroración  (!)  del  gobernador  dt 
diana,  Mathewd,  con  intermedios  de  fuegos  artificiales.  Para  la  fl 
se  había  invitado  á  la  <JnDta>  insurrecta  de  Nueva  York. 

La  prensa  atribuye  el  fracaso  á  que,  habiéndose  enterado  uno  d< 
ministros,  de  que  la  Juerga  separatista  no  tenía  otro  objeto  qne  at 
á  los  incautos  á  la  Exposición  algodonera  que  celebran  los  organizi 
res  del  meeting  en  la  ciudad  de  Atlanta,  tomando  por  pretexto  el  s( 
miento  patriótico  para  servir  al  lucro  de  una  empresa  particular,  i 
siguieron  el  aplazamiento  de  la  misma  hasta  Diciembre  próximo 
pues  que  se  haya  reunido  el  Congreso,  y  en  el  intermedio  se  gestic 
la  prohibición  de  esa  fiesta  del  ñlibusterismo. 


CONSEJO  DE  aUERRA. 


^^^^I0^0^0*^*0*^*0*0*0^0^^0^0*^^0^^^i0m0*0*0*^^0tm 


El  pailebot  ^Dos  de  Mayo-*. 

OMO  estaba  dispuesto  se  reunieron  los  señores  General 
de  brigada  Suero  y  Mar  coleta,  Coronel  Copello,  Capi- 
tán de  Navio  señor  Pedemonte,  Capitanes  de  fragata 
señores  Lozano,  Bayo,  Enlate  y  García  de  la  Vega; 
suplentes,  señores  Lasquetti,  Capitán  de  fragata,  y 
JL  ^  ^  Casaus,  teniente  coronel  de  infantería  de  Marina;  Juez 
J         I  instructor  señor  Triana,  Secretario  señor  Freixas,  Fis- 

cal señor  García  Gutiérrez,  Defensor  teniente  de  Na- 
vio señor  Andújar  y  el  Asesor  señor  Montero,  con  objeto  de  celebrar  la 
vista  pública  del  Consejo  de  Guerra  formado  al  teniente  de  Navio  don 
Francisco  Gallego  y  Arenosa,  comandante  del  pailebot  Dos  de  Mayo, 
que  en  el  punto  conocido  por  el  Aserradero  hubo  de  entregar  á  una  fuer* 
te  partida  insurrecta  algunas  carabinas,  sables  y  cartuchos  á  cambio  de 
cinco  prisioneros  hechos  por  los  insurrectos  en  la  dotación  del  pailebot 
liaberlos  sorprendido  cuando  estaban  tomando  agua  para  la  dota- 
"  -'el  barco. 

spués  de  haber  oído  los  señores  Generales  y  Jefes  que  formaban  el 
1  de  Guerra  la  misa  del  Espíritu  Santo  en  la  capilla  de  la  Coman- 
General  del  Apostadero,  se  constituyó  el  Consejo  á  las  nueve 
cuarto  de  la  mañana.  Un  numeroso  público  ocupaba  el  vasto  sa- 
»cupaban  los  primeros  asientos  muchos 'bñciales  y  jefes  de  marina» 


L 


126  OKÓNIUÁ    DR    LA    OIJKRKA    DR   CURA 

Sí  teniente  Gallego 

Es  natnral  de  Jerez  de  la  Frontera,  provincia  de  Cádiz,  casado  y  de 
35  años  de  edad.  Su  aspecto  sereno,  sa  apostura  gallarda  y  la  varonil 
expresión  de  su  rostro,  ensombrecido  por  la  melancolía,  pero  altivo  y 
arrogante  sin  afectación,  predispone  al  público  en  favor  suyo.  Todos  sus 
rasgos,  sus  ademanes  y  su  tranquilidad  cuando  habla  contentando  Á  las 
pregaotas  que  el  Tribunal  le  dirige,  revelan  en  el  señor  Gallego  al  hom^ 
bre  de  honor  y  al  militar  digno,  que  estima  haber  cumplido  su  deber  en 
toda  la  medida  de  sus  fuerzas. 

Instrucción  del  procedo. 

El  Jaez  instructor  señor  Triana  dio  lectura  á  todos  los  documentos  y 
actuaciones  qae  contiene  el  proceso  sumarísimo  formado  al  teniente  de 
navio  señor  Gallego.  Resulta  de  la  exposición  de  hechos,  confirmados 
por  todos  loa  testigos  que  han  prestado  declaración,  que  el  2  del  actual 
á  las  2  y  30  de  la  noche  se  hizo  á  la  mar  el  señor  Gallego  en  el  pai- 
lebot Dos  de  Mayo  con  objeto  de  vigilar  las  costas  entre  Cuba  y  Tur- 
quino, en  una  extensión  de  60  millas.  Llevaba  un  práctico,  dos  cabos 
de  mar  y  diez  marinos  de  la  dotación  del  Reina  Mercedes  con  otras  tan- 
tas carabinas  y  sables  de  abordaje  y  mil  cartuchos.  Las  condiciones  ma- 
rineras del  pailebot  eran  pésimas;  carecía  de  espacio,  pues  no  mide  sino 
8  metros  de  eslora  por  2'50  de  manga,  no  tenía  cañón,  ametralladora  ni 
otro  medio  eficaz  de  defensa  y  era  tan  difícil  y  penoso  dirigirlo  que  in- 
virtió no  menos  de  36  horas  para  recorrer  fi  millas  antea  de  avistarse  por 
vez  primera  con  el  Reina  Mercedes. 

Todo  el  día  2  de  Octubre  estuvo  en  el  mar  y  al  oscurecer  entró  en  la 
boca  del  puerto,  de  donde  salió  á  las  pocas  horas.  En  los  días  3  y  4  no 
tuvo  novedad;  en  este  último  día  hizo  aguada  en  Cayo  Damas.  El  día  5 
al  amanecer  vio  en  la  playa  una  porción  de  hombre»  bañándose  y  supu- 
so que  pertenecían  á  una  partida  acampada;  pero  la  falta  de  certeza  so- 
bre este  particular  y  la  recomendación  que  el  comandante  general  de 
Santiago  de  Cuba  le  había  hecho  de  que  no  buscase  aventuras  innecesa- 
rias ni  se  comunicase  con  la  tierra,  le  inclinaron  á  abstenerse  de  agre- 
dirlos. Eq  la  tarde  del  mismo  día  comunicó  con  el  Reina  Mercedes. 

El  día  6  pasó  por  la  Punta  Tibijal  y  el  7  tocó  en  Cayo  Damas.  El  ("i 
9,  encontrándose  de  nuevo  en  la  necesidad  de  proveerse  de  agua,  rec  S 
sobre  el  Aserradero  á  las  ocho  de  la  mañana.  No  cenó  de  observar  \ 
costa,  no  percibiendo  el  menor  indicio  de  que  hubiese  por  allí  part  i 
alguna.  Una  vez  fondeado  el  pailebot  envió  por  agua  á  tres  hombreí  7 
el  práctico,  á  las  órdenes  del  cabo  Martínez.  Desembarcaron  sin  dific  - 
tad.  A  poco  de  haberse  internado  en  la  playa  los  cinco  hombres  oy¿    I 


CRÓNICA  DE  LA  QUERRÁ  DE  CUBA  127 

teniente  Gallego  muchos  disparos  y  recibió  su  pailebot,  que  estaba  á  unos 
200  metros  de  la  playa,  un  graneado  fuego  de  fusilería. 

Lo  instantáneo  é  imprevisto  del  caso,  lo  incesante  del  fuego  enemigo, 
que  barría  el  barco,  la  imposibilidad  de  retroceder  dadas  las  malas  con- 
diciones de  éste  y  el  peligro  inminente  que  corrían  cuantos  estaban  so- 
bre cubierta,  hirviendo  de  fácil  blanco  á  centenares  de  individuos  apos- 
tados en  la  manigtta,  impusieron  al  señor  Gallego  la  necesidad  de  refu- 
tarse en  el  sollado,  después  de  contestar  al  fuego  del  enemigo,  siendo 
el  último  que  abandonó,  como  era  su  deber,  la  cubierta  y  recibiendo  va 
ríos  disparos,  uno  de  los  cuales  destrozó  los  gemelos  con  que  observaba 
la  playa. 

La  situación  era  insostenible:  no  podía  intentar  maniobra  alguna, 
pues  tendría  que  sacar  al  menos  cuatro  hombres  y  aun  así  el  intento 
era  absurdo,  pues  necesitaba  mucho  tiempo  para  hacer  la  retirada  y  los 
marineros  habrían  sido  necesariamente  víctimas  del  fuego  que  se  les 
hacía  á  boca  dé  jarro.  Como,  por  otra  parte,  carecían  de  medios  ofen- 
sivos y  defensivos,  resolvió  mantenerse  así  y  al  fin  cesó  el  fuego  y  oyó 
el  señor  Gallego  la  voz  del  cabo  Martínez  que  con  los  otros  cuatro  hom- 
bres había  caído  en  poder  del  enemigo  y  que  le  decía  que  el  jefe  de  la 
partida  quería  hablarle.  Se  le  propuso  ceder  el  armamento  á  cambio  de 
dejarle  marchar  y  entregarle  los  prisioneros  y  respondió  que  lo  pensa- 
ría. La  proposición,  dadas  las  circunstancias,  era  evidentemente  venta- 
josa, pero  el  señor  Gallego  no  se  decidía  á  tomar  resolución  alguna  y 
volvió  á  responder  otra  vez  que  lo  pensaría,  cuando  volvieron  á  pedirle 
que  se  decidiese  pronto,  pues  sino  sacrificarían  á  machetazos  á  los  pri- 
rioneros.  Al  fin  le  propusieron  que  pasaran  á  bordo  dos  jefes  de  la  par- 
tida; accedió  y  no  tardaron  en  llegar  en  el  bote  del  pailebot  un  negro  y 
un  mulato,  segundo  jefe  éste  de  los  insurrectos.  El  parlamentario  mani- 
festó al  señor  Gallego  que  había  500  hombres  extendidos  á  lo  largo  de 
la  playa  y  á  poca  distancia  otros  ciento  y  que  contaban  con  dos  caño 
nes  que,  en  efecto,  vieron  los  marineros.  Añadió  que  si  no  le  entrega- 
ban las  armas  destruirían  el  barco  y  darían  muerte  á  los  prisioneros. 
De  un  lado  estaba  la  muerte  de  los  hombres  y  la  pérdida  del  barco,  ya 
acribillado  á  tiros;  y  de  otro  la  salvación  del  barco  y  de  la  gente  enco- 
mendada á  su  custodia,  á  cambio  de  las  armas.  El  señor  Gallego  se  de- 
cidió en  este  sentido.  Pudo  haber  detenido  al  segundo  jefe  de  los  insu- 
I  )tos;  pero  no  lo  hizo  porque  después  de  haberle  permitido  subir  al 
\     '^Oy  habría  quebrantado  así  las  leyes  del  honor. 

Eil  es  la  relación  de  hechos  tal  como  resultan  de  las  actuaciones,  de 
I      eclaración  del  señor  Gallego  y  del  mismo  dictamen  fiscal. 

Prueba  de  testigos. 
■eron  examinados  por  el  Tribunal,    el  práctico  Manuel  López,  los 


L 


128 


CRÓNICA  DB  LÁ   aUXBRA  DB  CUBA 


caboB  de  mar  y  siete  marineros,  renunciándose  á  los  demás  testigos.  To« 
dos,  salvo  ligeras  discrepancias  de  mero  detalle,  estuvieron  de  comple- 
to acuerdo  en  la  exposición  de  lo  sucedido. 

El  procesado. 

En  seguida  el  Tribunal  dirigió  al  señor  Gallego  varias  preguntas, 
siendo  las  más  interesantes  las  que  siguen: 

— El  fuego  dirigido  contra  el  pailebot,  ¿fué  muy  intenso? 


•:-^<>:'"^'r<'  ">:' 


Lancha  "Santocildea**  adquirida  en  los  Estados  ünidoi. 

— Fuego  graneado  algunos  ratos,  pero  no  verdaderas  descargas  ce 
rradas. 

— ¿No  era  posible  etcprender  la  retirada? 

— Hubiera '  necesitado  poner  cuatro  hombres  y  un  cabo  sobre  cu- 
bierta á  disposición  del  enemigo:  estábamos  indefensos  ante  trescientos 
ó  cuatrocientos  hombres  y  era  preciso  esperar  al  menos  una  hora  lar^a. 

— ¿Entregó  V.  la  bandera? 

— ^No,  (Con  gran  energía). 

— ¿Cómo  estando  V.  frente  al  enemigo  con  un  foso  por  medio  no  "i- 
peró  y.  para  aceptar  pactos  á  tener  cierto  número  de  bajas? 

— Porque  los  prisioneros  de  mi  dotación  corrían  un  riesgo  inmine  e 
y  además  poner  á  los  marineros  sobre  cubierta  era  entregarlos  casi  l- 
defensos  al  fuego  del  enemigo  que  estaba  oculto,  mientras  ellos  no  ^- 
dían  parapetarse. 

— ¿Por  qué  entró  V.  en  el  Aserradero? 


OBÓHIOA  DK   Ll.  OUBBSÁ  DE  OITBA 


129 


— Porque  necesitaba  proveerme  de  agua. 

— Caando  oomanicó  usted  con  el  Reina  Mercedes   ¿qo  tuvo   usted 


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oe       u  de  decirle  que  el  pailebot  tenía  poca  provitión  de  agua?  ¿Por 
qa      '  "i'díó  usted  más  barriles? 


130 CRÓNICA  DR  LA   OUKRBA  DK   OPBA 

— Porque  el  barco  no  tenía  capacidad  para  más  de  Iob 
les  qne  llevaba. 

— Pero  las  advertenoiaa  del  Comandante  general  de  Oi 
qae  evitase  aventuras,  ¿no  le  aconsejaban  á  nated  alejar 
sities  como  el  Aserradero? 

— Sin  dada:  pero  ante  la  necesidad  de  agua  no  tuve 
que  hacerlo;  tanto  más  cnanto  amenazaba  el  ciclón. 

El  Fiscal. 

Correspondía  este  cargo  al  ilustrado  jefe  señor  G-arcía  C 
leyó  ua  infbrme  sobrio,  preciso  j  muy  correcto. 

Empezó  manifestando  qne  los  rumores  esparcidos  al 
proceso  daban  al  hecho  proporciones  extraordinarias;  perc 
montaña  se  había  reducido  á  microscópioo  grano  de  arena. 

Hizo  una  relación  fiel  y  detenida  de  los  hechos  y  dijo  qi 
sabilidades  por  esta  clase  de  sucesos  pueden  provenir,  ya 
ei,  ya  de  sus  consecuencias,  ya  de  los  antecedentes  que  lo 
nado. 

En  el  caso  qne  tenemos  á  la  vitita  no  hay  responsabilic 
oho  en  sí.  Un  desembarco  de  cinco  hombres  para  hacer 
agua  en  playa  sólo  provisionalmente  enemiga  es  sorprenc 
por  el  enemigo  con  fuerzas  cuarenta  ó  cincuenta  veces  mi 
sultado  no  es  dudoso;  no  hay  medio  de  lachar  con  éxito  en 
de  esta  naturaleza.  Considero  justificado  el  pacto  en  vista  < 
taba  de  salvar  la  vida  de  más  de  la  tercera  parte  de  la  fi 
ñera  por  el  enemigo.  Las  leyes  admiten  la  rendición  cu: 
medio  humano  de  resistir  y  se  había  llegado  á  este  case 
parte  del  enemigo  superioridad  de  fuerza  y  de  posición,  y 
el  señor  Gallego  ha  salvado  en  tales  circunstancias  la  fuer: 
á  sus  órdenes.  Por  esto  el  fiscal  no  ha  encontrado  relació 
hechos  y  la  íancióo  penal,  y  ha  JTUtificado  el  canje  de  los 
la  nave  por  las  armas- 
La  necesidad  de  proveerse  de  agua  ha  motivado  el  dess 
Aserradero.  Pero  el  comandante  estaba  en  el  deber  de  prep 
en  las  condiciones  debidas  y  por  tanto  debió  solicitar  aum< 
da,  sobre  todo  cuando  ta  experiencia  le  probó  que  no  teñí 
que  tocar  tierra  á  cada  paso.  Le  alcanza,  pues,  la  respon 
artículo  17G  del  Código  Penal  militar  de  Marina. 

Las  mismas  reflexiones  acuden  al  ánimo  del  fiscal  por  1 
mas  ofensivas  y  defensivas. 

Mas  como  del  espíritu  y  letra  de  lo  declarado  y  actué 
que  el  comandante  Gallego  al  proceder:  así  lo  hiso  obede< 


CRÓNICA  D»  LA  QUEHRA  DK  OUBA 131 

malos  del  honor  para  que  no  pudiera  creerse  que  ponía  obstácnlod  á  la 
diñcil  misión  que  se  le  había  encomendado,  debe  tenerse  esto  en  cuenta 
como  ana  circunstancia  atenuante. 

En  vista  de  lo  expuef^to  terminó  el  señor  Fiscal  pidiendo  ¿e  condene 
él  teniente  Gallego  á  dos  meses  y  un  día  de  arresto  militar,  con  la  acce- 
soria de  pérdida  de  tiempo  de  servicios  durante  efte  plazo. 

El  defensor. 

El  señor  Andújar  (don  Manuel)  encargado  de  la  defensa,  leyó  un 
disoorso  elocuentísimo,  rico  en  bellezas  de  dicción,  en  brillantes  imáge- 
nes 7  en  profundas  ideas,  analizando  escrupuTosamente  los  hechos  y  lo 
que  resulta  de  las  actuaciones  para  demostrar  que  el  teniente  Q-allego 
ha  procedido  en  todo  y  por  todo  como  un  hombre  de  honor  y  un  militar 
valiente  y  pundonoroso. 

Hizo  un  detenido  estudio  de  las  condiciones  del  barco  Dos  de  Mayo, 
«firmando  que  jamás  crlizó  los  mares  embarcación  tan  mala.  Carecía  de 
capacidad,  tenía  el  centro  de  gravedad  muy  alto,  no  obedecía  á  las  ma- 
niobras  y  el  espacio,  destinado  al  manejo  del  timón  era  tan  pequeño  que 
el  timonel  tenía  forzosamente  que  estar  en  una  postura  violenta  é  incó- 
moda^  y  cuando  el  comandante  quiso  ensayar  otra,  cayó  al  mar.  Ade- 
más el  pailebot  hacía  constantemente  agua  y  aunque  el  calafate  no  se 
daba  mano  para  cumplir  con  su  deber,  entraban  cada  día  más  de  dos- 
'  denlos  galones  en  el  barco.  Invertía  cuatro  horas  para  andar  dos  millas 
i  estando  el  mar  en  calma;  no  hubiera  podido  resistir  un  temporal.  Para 
llegar  el  día  5  al  Reina  Mercedes,  que  distaba  seis  millas,  invirtió  trein- 
ta y  seis  horas. 

Consagró  después  frases  de  gran  elogio  al  teniente  Gallego,  á  quien 
finió  como  nn  hombre  de  valor,  sereno  y  reñexivo,  incapaz  de  desviar- 
se un  ápice  del  cumplimiento  de  sus  deberes  y  analizando  el  Código  con 
referencias  á  los  de  Francia  y  Alemania,  sostuvo  que  allí  no  había  exis- 
tido capitulación,  sino  el  cange,  más  que  impuesto  por  las  circunstan- 
^as,  de  nueve  carabinas  y  sables  viejos  por  las  vidas  preciosas  de  hom- 
Inres  que  están  dispuestos  á  derramar  heroicamente  su  sangre  por  la 
patria. 

Nada  hay  en  ese  hecho  que  pueda  molestar  en  lo  más  mínimo  la  sus- 
eeptibitidad  nacional.  No  ha  habido  rendición,  pero  aun  en  este  caso 
kn^'  'Jo  gloriosa,  porque  el  heroísmo  nunca  llega  hasta  el  imposi- 

4ib  ;ner  una  lucha  desesperada.en  las  condiciones  en  que  estaba  el 

Ik  ^ayo  no  habría  sidb  valor,  ñi  temeridad,  sino  una  tontería. 

'"'^  después  detenida  y  elocuentemente  los  argumentos  del  fiscal 
1  que  ios  motivos  de  orden  moral  que  el  señor  Fiscal  consi^ 

jstancias  atenuantes  son,   en  realidad,  eximentes;  pues  el  se- 
'  no  incurrió  en  on^isíón  aíguiía. 


I  terminar — no  I 
leríi  llegado  el 
L  la  falta  de  eonc 
leí  honor  milítai 
nploro  y  pido  la 

.  modificaba  bus 
las  BOBtavo  y  t 
cío  público  á  '. 
mañana,  oonsl 
consejo  para  d 


Se  han  api 

guientes    reeo 

los  serncios  pi 

campaña  de  C: 

Cruz  roja  c 

se  del  Mérito 

sionada,  al  ce 

~  fanteria  don  E 

de  Ceballos,  y 

clase,  ainpensi 

te  coronel  don 

no  y  Puig,  poi 

Melones  y  otri 

>  militar,  pensi' 

I  de  igual  empleí 

primera  dase  d' 
cala  de  reserva 
Ion  Félix  Molini 

ft  pensionada  al 
torente;  cruz  de 
ton  Pedro  Fajan 
i  médicos  prime 
í;  la  de  segunda  i 
,  y  8ia  pensión  a 
rioios  prestadof 

tel  de  Naeritas 


CRÓMICA  DI  LA  aUKBBA  DB  CUBA  133 


croz  roja  del  Mérito  miliUir,  pensionada,  al  capitin  de  infantería  don 
Agustín  Latorre,  y  sin  pensión  á  los  capitanes  don  Vicente  Ripollés  y 
don  Jerónimo  Agairre,  y  á  los  tenientes  don  Cruz  Paente  y  don  Emilio 
YiUaeampa. 

Por  los  combates  de  Melones  y  Qicotea:  empleo  de  segando  teniente 
de  la  reserva  al  sargento  de  infantería  don  Artaro  Yillanneva;  crnz  roja 
del  Mérito  militar,  pensionada  al  teniente  de  yolantarios  don  Bernardo 
Salgado;  cruces  rojas  del  Mérito  milit^tr,  sin  pensión  á  los  capitanes  don 
Gumersindo  Proenz  y  don  Francisco  Merono;  á  los  tenientes  don  Al  va* 
ro  González,  don  Antonio  Martín  Aguilar,  don  Juan  Hernández,  don 
José  Reyes  Morales  y  don  Juan  de  la  Paente  y  Rodríguez,  de  infante- 
ría; á  los  capitanes  de  caballería,  don  Florencio  Ortega  y  don  Anto- 
nio Jiménez,  y  al  teniente  de  artillería  don  José  Guerrero  García- 
Para  la  defensa  del  ingenio  La  Unión:  cruz  de  María  Cristina  al 
teniente  de  infantería  don  Manuel  Montero  Navarro,  y  cruz  roja  del 
Mérito  militar  al  teniente  de  la  misma  arma  don  Francisco  Molí  y 
Alba.    ^ 


r. 


El  general  Martínez  Campos  sostiene,  desde  la  isla  de  Cuba,  una 
numerosa  y  activa  correspondencia  con  la  Península.  T  no  nos  referi- 
mos á  la  correspondencia  oficial,  que  claro  está,  no  abandona  un  solo 
día,  sino  á  su  correspondencia  particular. 

A  compaSLeros  de  armas,  á  señoras,  á  amigos  particulares,  á  perso* 
najes  políticos,  á  todos  los  que  le  escriben  contesta,  y  siempre  su  puño 
y  letra,  sin  ayuda  de  escribiente  y  llenando  muchas  veces  las  cuatro  ca- 
rillas de  papel. 

£1  general  tiene  una  letra  de  carácter  español,  muy  clara,  y  su  estilo 
▼aria  según  á  la  persona  á  quien  se  dirige,  pero  siendo  en  el  fondo  bueno 
y  agradable  con  una  facilidad  muy  propia  del  género  epistolar. 

Las  cartas  que  dirige  á  Jas  señoras  son  verdaderamente  encantado- 
ras, y  al  leerlas  nadie  diría  que  son  las  de  un  hombre  al  que  abruman 
en  el  momento  en  que  las  escribe  tan  gravísimos  cuidados. 

Parece  que  está  haciendo  una  expedición  de  recreo  y  cuenta  de  una 
m^^'^^a  amenísima  los  accidentes  de  la  campaña* 

*ribe  desde  todas  partes,  á  bordo  de  los  vapores,  ba|o  la  tienda  de 
MI  la,  en  las  breves  paradas  que  hace,  y  la  publicación  de  muchas 
4e        s  epístolas  han  de  ser  algún  día  interesantísimas. 

1a«(  últimas  que  se  han  recibido  en  Madrid,  dice  el  Ejército  Es- 
^  ^  denota  una  serenidad  de  espíritu  admirable  en  quien  tiene 

ta         ^  tan  graves  preocupaciones,  y  denotan  un  buen  humor,  que  es 
-p]  '^'^  buenas  nuevas. 


/ 


6inOA  DI  LA   aUKRRA   DB   OUBÁ 


1 


-tioulares,  se  revela  muy  claramente  la  caltura  del 
balleresoo,  la  amabilidad  y  la  franqueza,  que  son 
esas  condiciones  que  hacen  de  él,  bo  un  soldado 
lerldo  pintar  muchas  veces,  sino  un  hombre  dis* 
dioionefi  nada  vnlgares. 

La  opin  ion  en  América. 

periódico  filibustero,  dice  el  director 

resa  leí  en  bu  periódico  tu  suelto  tituU 
Be  aplaude  el  uso  de  la  dinamita  para 
Si  tal  clase  de  guerra  es  lícita  en  épo 
¿Qué  es  barbarie?  ¿Qaé  fio  puede  jusl 

a,  dice  el  suelto. 
libertadores?' 

Máximo  Oómes,  dominicano,  que  ea 
puéase  volvió  contra  ella;  Maceo,  mu 
aigrAdo9  polacos  y  aventureros  de  prc 
tres  que,  según  el  suelto,  quieren  dar 
tra  la  que  éstos  protestan.  Véanse  sin 
onomista,  compuesto  de  los  hombres  q 
>ría  de  los  habitantes  de  Cuba  qnisieri 
efe  de  color  y  tres  extranjeros  para  ob 
lantes  de  la  libertad  ¿por  qué  Máxim 
lespotismo  de  Henreaux,  y  Roloff  y 
nsa?  ¿Es  la  libertad  de  la  República 
retenden  estos  redentores  plantear  en  C 
las  poblaciones  se  dice  que  es  con  el  o 
n  que  irse  á  los  bosques  y  morir. 
pilante  suelto  nada  le  importan  los  nii 
lue  forman  entre  todos  la  mayoría  de  1 
en  perecer;  ni  le  importan  tampoco  x 
los  iosnlares  que  no  quieren  la  libert 
anos  y  polacos. 

sta  de  la  dinamita  la  bondad  de  deciri 
,res  si  pusieran  en  práctica  el  sistemf 
lé  diría  de  los  españoles,  francesesy 
mente  de  Santo  Domingo,  México  y  '. 
loblaoiones  y  deatrnído  todas  las  pro{ 
Gómez,  Maceo  y  los  polacos  en  Cuba? 
diciendo:    <E1  hombre  libre  es  el  ú;i 


y 


OBÓNIOA  PE  LA  QUEBBA  DB  CUBA 135 

eonyertir  las  rainas  en  centros  de  civilización  y  de  riqueza.  >  ¿Son  la 
Habana,  Matanzas,  Cárdenas,  Cienfuegos  y  demás  poblaciones  de  la  isla 
centros  de  civilización  y  riqícezá?  ¿Hay  en  toda  la  América  hispana  un 
solo  pedazo  de  tierra  igual  á  Cuba  que  le  sobrepuje  en  civilización  y  se 
le  aproxime  en  riqueza? 

Yo  no  lo  conozco,  y  hace  cuarenta  años  que  vivo  en  América. 

Paes  bien:  esa  riqueza  y  esa  civilización  se  obtuvieron  sin  la  libertad 
qoe  los  redentores  dinamiteros  quieren  implantaren  Cuba.» 

La  lección  no  puede  ser  más  concluyente  y  oportuna,  y 

m 

Al  penetrar  en  los  vastos  talleres  de  la  Halloran  Manufactory — escri- 
be el  corresponcial  del  Heraldo  desde  West  Tampa — encontré  algunos 
olleros  que  me  recordaban  desde  mi  estancia  en  Cuba  y  uno  de  los  cua- 
ja se  obstinó  en  obsequiarme  galantemente  con  un  puro  que  acababa 
ie  hacer. 

—Estos  son  los  tabaqueros  que  han  contribuido  á  sostener  la  guerra 
deCaba. — T  contribuiremos  toda  la  vida — ^replicaron  varios. — ¿No  de- 
cían que  con  la  peseta  de  los  tabaqueros  no  conquistaríamos  la  indepen- 
dencia? Ta  ven  lo  que  dá  de  si  la  pesetilla.^ 

En  la  misma  sala  visitamos  la  sección  de  mujeres. 

—También  contribuyen  estas  pobres — observó  un  obrero. — Y  prosa- 
goimos  nuestro  paseo  por  los  talleres,  entre  los  murmullos  de  los  traba- 
jadores. 

—¿Qué  se  recauda? — pregunté.  ^ 

—El  10  por  100  del  jornal — me  replicó  Figueredo. — Entre  este  pue-     / 
Uo  y  Tampa  recaudamos  6.000  pesos  semanales,  que  remito  en  seguida 
ila  Janta  de  Nueva  York,  y  en  Cayo  Hueso  se  ingresan  próximamente    '^^ ¿"^^ 
otros  4.000.    Además  percibimos  una  cuota  especial  para  los  heridos,  ~ 
oedacida  del  jornal  de  un  día  de  la  semana,  que  llamamos  el  dia  de  la    "^   / 
poíría. 

—¿Y  hace  mucho  que  comenzaron  esos  descuentos? — Hace  tres  años 
le  constituyó  el  partido  revolucionario  obrero  y  comenzaron  los  donati  •     ^ 
n»,  aunque  con  ciertas  intermitencias,  y  siempre  con  carácter  volunta- 
rio;  pero  desde  que  estalló  la  guerra,  los  obreros  expontiáneamente  pac- 
tare-  '^  -"'-ta  y  se  cobra  con  perfecta  regularidad. 

Contrabando  de  armas. 

1  x^rv^dohA  publicado  un  telegrama  de  la  Habana,  atribuyen- 
do i       '^'^  una  afirmación  que  no  podemos  menos  de  poner  muy  en 

dod.  todos  los  informes  y  referencias  que  proceden  del  filibuste- 

riin 

L 


/ 


136 


OBÓNIOA  DK  LA  GUXSBÁ  DK  CUBA 


Parece  que  ha  dicho  aquel  cabecilla  que  la  mayor  parte  de  las  armas 
y  municiones  introducidas  de  contrabando  en  la  isla  de  Cuba  con  desti  * 
no  á  los  insurrectos,  no  proceden  de  los  listados  Unidor,  sino  que  han  si- 
do conducidos  á  aquellas  costas  en  vapores  ingleses,  procedentes  de  las 
Antillas  británicas. 

En  esta  noticia  cabe  también  una  habilidad  política,  bien  del  perió- 
dico que  la  ha  acogido  en  sus  columnas  ó  de  los  centros  laborantes  que  la 
han  propalado. 

Presentaciones . 


El  comandante  general  de  Matanzas  telegrafió  lo  siguiente  al  general 
en  jefe: 


8«netl  Spiritos:  Depósito  áé  TÍrerft  j  efeotoe  de  guerra. 

> 

«El  coronel  Molina,  en  telegrama  de  la  una  de  la  tarde,  dice  desde  el 
ingenio  Diana: 

Keconocido  el  punto  donde  acampó  una  partida  de  100  hombres,  el 
lindero  de  dicha  finca  y  potrero  Andrea,  fué  diseminada  y  perseguida 
en  su  rumbo;  quedan  60  hombres  que  persigue  el  teniente  coronel  Rojo, 
abandonando  los  dispersos  16  tercerolas  y  12  caballos  que  ocupó  dicho 
jefe  en  q1  campamento. 

Con  motivo  de  la  dispersión  se  han  presentado  49  individuos  en  dis- 
tintos puntos.  > 

Otro  día  se  presentaron  al  alcalde  de  barrio  de  San  Miguel,  don 
desto  Acosta,  don  Alfredo  Lima,  don  R.  Mazorra,  don  Pedro  R.  A 
ta  y  don  Alberto  Rodríguez,  pertenecientes  á  la  partida  que  se  levr 
en  Alfonso  Xn  y  Bermeja,  cuya  partida  ha  sido  ya  disuelta. 

El  señor  Pérez,  alcalde,  presentó  dichos  individuos  al  alcalde  m^ 
oipal  de  este  término,  don  Waldo  Reguera,  quien  los  trató  muy  bif 

Esos  presentados  lo  hicieron  con  armas  y  caballos. 


I- 


138 ORONICA   Da   LA   QUBBBA  DB   OUBA 

y  que  aolo  existan  determinados  escuadrones  de  caballería  entxe  los  es- 
cogidos, para  proteger  la  infantería  y  hacer  el  servicio  de  avanzadas  j 
postas  de  correo. 

También  se  dice  que  ba  dispuesto  que  se  fraccionen  todas  las  gran- 
des partidas,  de  modo  que  ninguna  pase  de  cien  hombres.  El  mismo,  se 
asegura,  que  sólo  lleva  60  hombrea. 


La  columna  mandada  por  el  señor  comandante  don  José  Lóp^z  Ro- 
zabal,  compuesta  de  200  hombrea  de  Simancas,  50  de  laa  escuadras  y  20 
déla  Guardia  dvil,  batió  y  dispersó  al  enemigo  en  Limones  (Oriente), 
donde  tenía  su  campamento  Periquito  Pérez,  quedando  destruido  com- 
pletamente. 

El  enemigo  abandonó  en  el  campamento  dos  muertos  .vistos  é  identi- 
ficados, llevándose  bastantes  heridos. 

Por  parte  de  la  tropa,  dos  soldados  heridoe;  se  le  ocuparon  también 
aeia  armamentos  de  fuego,  municiones,  200  cartuchos  que  se  repar- 
tieron entre  laa  escuadras,  monturas,  tres  reaea  muertas,  nueve  caballos 
y  un  mulo. 

El  primer  fuego  ae  tuvo  en  Jaibo.  La  fuerza  de  Periquito  era  de  unos 
500  insurrectos  y  el  campamento  se  componía  de  210  casas  bien  amue- 
bladas, así  como  la  del  jefe  lujosamente. 

A  consecuencia  de  una  confidencia  adquirida  en  la  noche  del  24  por 
el  general  García  AldaVe,  las  fuerzas  de  su  mando  prestaron  un  baen 
servicio. 

Cerca  de  Ciego  de  Avila  fué  sorprendido  un  grupo  de  seis  inaurreo- 
toa,  que  venían  á  aquel  término  con  una  comiaión. 

De  loa  seia,  en  laa  deacargas  que  lea  hicieron  laa  fuerzaa  murieroü 
tres,  dos  de  elloa  eran  un  tal  Agramonte,  de  Puerto  Príncipe;  el  bandidc 
Evangelista,  y  el  tercero  no  pudo  ser  identificado;  loa  otros  doa  resalta 
ron  heridos,  y  fueron  llevados  á  Ciego  de  Avila  con  los  trea  oadávereí 
de  sua  compañeros. 

Dice  un  periódico  de  Puerto  Príncipe: 

«Segáu  nuestros  informes,  que  estimamos  fidedignos,  están  ya  hacien 
do  los  preparativos  necesarios  para  la  zafra,  los  ingenios  Senado  —  '^-~. 
garefio,  situados  en  las  inmediaciones  de  la  línea  férrea. 

En  medio  de  la  atonía  que  ae  experimenta  en  todas  las  manifea*' 
nes  de  la  vida,  á  consecuencia  de  la  funesta  lucha  entablada,  vien'  ! 

noticia  á  dar  vida  á  la  esperanza  de  que  al  cabo  se  normalice  la  m. 
general  de  los  asuntos  financieros,  y  que  hallen  donde  ganar  el  suaL 
centenares  de  padres  de  familia  que  son  los  más  agraviados  con  la  p' 
ción  actual. 


CRÓNIQJ^   DB  LA   GUBRRÁ  DB  QÜBA 


139 


Lo8  esfaerzos,  pnes,  que  para  realizar  la  zafra  hagan  los  señores  Sán- 
chez y  Bernal,  son  verdaderamente  laudables;  y  confiamos  que  sean  be- 
neficiosos al  cabo,  tanto  para  ellos  que  tienen  invertidos  en  dichas  fincas 
m  capital  inmenso,  como  para  el  país  en  general  que  mejorará  su  situa- 
ción económica,  bastante  atrasada  y  difícil  ciertamente. 

Y  poco  ó  nada  más  substancioso  ocurre.  Las  operaciones  permanecen 
inactivas  aún,  esperando  los  días  secos,  y  por  su  parte,  se  dice  que  los 
insarrectoB  tienen  órdenes  de  no  aceptar  combates. 

Dentro  de  la  guerra,  tenemos,  pues,  algunos  días  de  paz  forzosa. 


1 1  i  i  í  i  i  i  i  i  i  í  i  1  I  i  i  I  í  i  i  I  £  i  í  i  II I 


tCl  comj>lot:  s^fi^x'Ei.tis'ta. 


E8DB  el  24  de  Octubre  en  qne  se  facilitó  á  la  prensa  la  not 
cía  de  haber  sido  atacada  por  anos  campesinos,  la  gaa 
dia  civil  que  oondacia  unoa  presos  á  Guayama,  ni  el  Gti 
bierno  ni  las  informaciones  particulares  han  vuelto  á  deo 
nada  de  aquel  suceso  que  en  centros  oficiales  se  atribn^ 
á  manejos  socialistas. 
La  prensa  de  Puerto  Bioo  aclara  suficientemente  el  hecho,  que  e 
anstancialmente,  como  sigue: 

Por  manifestaciones  de  un  sujeto  llamado  Elias  Vázquez,  fué  deso 
bierta  el  16  del  pasado  Octubre,  en  el  paeblo  de  Arrojo  (Puerto  Rice 
ana  conspiración  separatista,  organizada  por  una  sociedad  secreta  qi 
tiempo  ha  existía  en  el  mismo  punto. 

Antes  de  ingresar  en  la  Asociación  el  neófito,  era  conducido  al  camj;* 
de  noche,  y.  sin  más  testigos  qae  un  individuo  de  los  iniciados  en 
complot,   juraba  cooperar  por  las  armas  y  por  la  propaganda  de  * 
ideas  á  que  dejara  de  ser  española  la  isla. 

El  juramento  lo  prestaba  hincando  la  rodilla  en  tierra  y  sobre  a: 
cruz  que  trazaba  con  un  machete  el  conjurado  acompañante. 

El  premio  ó  recompensa  de  la  conspiración  consistía  en  la  oferta 
repartir  tierras  á  cada  separatista  una  vez  lograda  la  libertad  é  i" 


CRÓNICA  DB  LA   OüK&RA  DK  OüBA 141 

la  de  Puerto  Rioo.  Por  manera  qae,  de  un  lado,  la  conjura  era 

¿libiutera,  y  socialista  por  otro  lado.  Sorprendidos  algunos  conjurados, 
ron  en  poder.de  la  guardia  cítU,  la  cual  los  condujo  á  Guayama, 
no  sin  riesgo,  pues  en  el  camino,  y 
machete  en  mano,  salieron  al  en- 
cuentro de  la  benemérita  unos  15 
hombrea,  que  lacharon  en  vano  por 
conseguir  la  cTasión  de  los  deteni 
dos.  La  Integridad  Nacional,  que 
ha  publicado  las  noticias  que  ante- 
ceden, dice  que  loa  presos  en  los 
primeros  momentos  fueron  100,  y 
la  Correspondencia  de  Puerto  Ri- 
co se  hace  eco  del  rumor  de  que 
iban  á  ser  conducidos  á  San  Juan 
el  día  20  6  21  de  Octubre,  41  dete- 
nidos en  Arroyo. 

Gran  importancia  debi<5  dar  el 
capitán  general  señor  Gamir  al  eu- 
oesu,  pues  inmediatamente  dirifrid 
.  a  l&É  autondades  militares  una  cir- 
cular de  que  tomamos  estos  párra- 
fos. 

(A  la  vez  encargo  á  los  señores 
comandantes  militares  de  los  de- 
partamentos en  que  se  halla  divi- 
dida la  isla  que,  sin  invadir  las 
atribuciones  que  corresponden  á  los  ' 
señores  alcaldes,  como  delegados 
^  que  son  de  mi  autoridad,  antes  bien 

^  ^;     con  su  conocimiento  y  acuerdo,  to- 

Í'  \    men  una  activa  y  enérgica  inidati- 

\    va,  auxiliados  por  la  guardia  civil, 
7}  en  el  descubrimiento  y  repret^ión  de 
/\  tales  reuniones  ilegales,  y  hagan 
/'   ■^•/  ^'  entregar  á  los  que  las  preparan  y 

á.  cuantos  á  ellas  concurran  á  la 

Km  AbIobI»  Batí  J  Bal*.  ,  i    i  rn    .  ■ 

acción  del  Tribunal  competente. 
■  último,  y  aprovechando  la  publicidad  que  ha  de  darse  á  la  pre- 
circular,  haga  un  leal  llamamiento  á  cuantos  hombres  de  bien 
•a  esta  hermosa  y  floreciente  provincia,  sin  distinción  de  clase, 
ion  ni  origen,  y  sin  exceptuar  á  los  mismos  ilusos  comprometido» 
peligrosas  aventuras,  para  que  me  ayuden  moral  ó  material- 


142  CRÓNICA  DB   LA   aUEBRA   DE  CUBA 


mente  al  logro  de  mi  propósito,  que  no  es  otro  que  Conservar  la  paz,  la 
traijquilidad  y  el  crédito  de  que  por  fortuna  hoy  se  disfruta,  y  para 
cuya  continuación  no  he  de  omitir  ningún  desvelo;  pero  empleando  & 
la  par  la  más  severa  aplicación  de  las  leyes  si  este  llamamiento  fuese 
desoído.» 

Es,  por  último,   no  menos  interesante  que  lo  copiado,  esto  que  es- 
cribe La  Correspondencia  de  Puerto  Rico: 

«Parece  que  no  faltan  emisarios,  no  sabemos  de  quién,  que  se  ocu- 
pan de  hacer  propagandas  maquiavélicas,  sorprendiendo  la  buena  fé  y 
la  candidez  de  nuestros  campesinos,  que,  bajo  ningún  concepto,  deben 
dejarse  arrastrar  por  extrañas  sugestiones.  A  eso  y  á  las  listas  sorpren- 
didas parece  que  obedecen  los  sucesos  de  Arroyo,  donde  se  cuentan 
hasta  la  fecha  unos  43  individuos  detenidos.  El  general  Gamir  se  ocupa 
con  marcado  interés,  con  celo  digno  de  encomio,  de  averiguar  la  ver- 
dad de  todas  esas  cosas,  para  obrar  como  lo  aconsejan  las  circuns 
tancias.» 


El  general  Navarro,  con  Canella,  y  fuerzas  llegaron  á  Perseverancia, 
reconociendo  á  CorraliUo  y  Guanábana,  Filipinas,  potrero  Casimba,  La 
Toruna,  Ramón,  Palmarito,  San  Prudencio,  Santa  María,  Sabana  y 
Yerba  de  Guinea,  habiendo  tenido  fuego  durante  la  marcha  con  peque- 
ñas partidas  enemigas,  que  batió,  causándoles  tres  muertos  y  recogién- 
doles armas,  municiones,  dos  acémilas  cargadas  de  víveres,  botiquín  y 
correspondencia. 

La  tropa  tuvo  tres  heridos. 

El  27,  alas  nueve  y  media  de  la  mañana,  el  comandante  de  la  Guar- 
dia civil  don  Luis  López  Mijares,  jefe  de  la  zona  de  Aguada  de  Pasaje- 
ros, con  una  columna  compuesta  de  67  soldados  de  la  segunda  compa- 
ñía del  batallón  de  Barcelona,  al  mando  de  su  capitán  don  Julio  Lló- 
rente, y  del  segundo  teniente  de  la  misma,  señor  Rodríguez,  y  25 
guerrilleros  del  regimiento  de  Alfonso  XII,  al  mando  del  primer  tenien- 
te don  Manuel  Saero,  dieron  alcance,  en  el  punto  conocido  por  Galeón, 
próximo  al  río  Han&bana,  á  una  partida  insurrecta  de  400  á  500  hom- 
bres, bien  armados,  mandada  por  el  cabecilla  Pérez  y  el  bandido  Ma- 
tagás. 

Los  insurrectos  sostuvieron  tres  horas  y  media  eí  fuego;  dejaron 
ce  muertos;  se  les  calculan  infinidad  de  heridos,  y  se  les  ocupai  ) 

caballos  con  monturas. 

Por  parte  de  la  tropa  hubo  tres  heridos  de  la  segunda  compañía     ^ 
Barcelona  y  el  práctico  don  Mateo  Carra  zana,  leve,  de  poca  imp 
tancia. 


OBONIGA  DS  LA  OUERRA  DK  CUBA  143 


En  la  colonia  Santa  Elena  se  encontraba  destacado  con  50  hombres 
el  primer  teniente  del  batallón  de  Canarias,  don  Alejandro  López  Mo- 
lunero. 

En  la  tarde  del  29  se  presentó  ante  la  fuerza  el  referido  oficial  con 
raptos  de  enajenación  mental,  y  haciéndoles  cargos  Á  los  soldados  por 
si  86  quejaban  ó  no  del  rancho,  sacó  su  revólver  y  lo  disparó  sobre  la 
foerza,  hiriendo  á  tres  soldados,  encerrándose  en  seguida  en  su  habita 
oión.  A  la  mañana  siguiente,  al  sentirse  una  detonación,  se  le  encontró 
tendido  en  un  charco  de  sangre,  con  una  herida.en  la  parte  superior  del 
cráneo,  creyéndose  que  se  hubiera  suicidado. 


El  tren  mixto  que  del  ramal  de  San  Juan  se  dirige  á  Oienfuegos  por 
la  tarde,  fué  tiroteado  por  una  partida  de  40  hombres  bien  armados  y 
montados,  que  se  supone  sea  la  capitaneada  por  Núñez.  La  Guardia  ci- 
vil contestó  al  fuego.  Uno  de  los  carros  está  atravesado  por  las  balas  re- 
beldes de  parte  á  parte. 

Durante  el  tiroteo  afirman,  así  el  maquinista  señor  Fernández  como 
el  conductor  señor  Sarda,  que  una  numerosa  partida  se  encontraba 
acampada  á  no  muy  larga  distancia  del  lugar. 

Los  centrales  del  término  de  Colón,  en  su  mayoría,  están  dedicándo- 
se al  arreglo  de  sus  maquinarias  para  la  próxima  zafra,  considerándose 
que  ésta  será  buena,  á  juzgar  por  los  cálculos  siguientes: 

Santa  Gertrudis,  de  don  Antonio  González  de  Mendoza,  100.000 
sacos. 

Álava,  de  los  herederos  de  Zulueta,  100.000. 

Unión,  del  señor  Lezama,  100  000. 

Mercedes,  de  los  herederos  de  Carrillo,  60.000. 

Caney,  de  don  Serafín  Mederois,  50.000. 

Aguedita,  de  don  Francisco  Rosell,  50.000. 

España,  de  los  herederos  de  Zulueta,  50.000. 

Tinguaro,  de  don  Carlos  de  la  Rosa,  40.000. 

La  Vega,  de  don  Serafín  Mederos,  40,000. 

Dulce  Nombre,  de  don  Emeterio  Orruta,  40.000. 

Occitania,  de  los  señores  Hauley  y  C.*,  40.000. 

Laberinto,  de  don  Serafín  Medero,  30.000. 

í  obstante  lo  poco  atendidos  que  han  líido  los  campos  en  este  año, 
h        ^a  se  presenta  gallarda  y  ufana. 

das  estas  fincas  y  otra^i,  cuyos  nombres  ignoro,  comenzaron  á  mo- 
lí de  el  mes  de  Diciembre. 

(  magníficas  casas  de  la  finca  Céspedes,  de  don  Ramón  Rubio  Her- 
I  '  ■  la^  de  Alonso  Sánchez,  del  concurso  de  la   Pina;  otras  cerca  de 


144 CROHIOA  PB  LA  OUEBRA.  DB  ODBA 

Tunicú  y  la  de  don  Franoiaoo  Rodríguez,  en  Santa  Lucía,  han  sido  qae 
madas  por  los  insurrectos. 

E[  ÍDgenio  Jinagaayabo  (ft)  SHn  Rafael,  en  Remedios,  ha  sido  inoen- 
diado  por  tres  puntos  distintos. 

Continúan  á  diario  toa  incendios  de  fincas  en  la  provincia  de  Santa 
Clara. 

Según  nuestros  informes,  se  presentaron,  en  Santa  Clara,  80  inaarreo- 
tos  al  general  Soárez  Ysldés. 

Dice  un  periódico  de  Santiago  de  Cuba: 

Se  nos  ha  informado  haber  llegado  á  Playa  del  Este  el  vapor  San 
Fernando,  conduciendo ,  de  Buenos  Aires  1.300  hombres  que  vienen  á 
esta  itila  á  compartir  las  fatigas  de  la  gue- 
rra defendiendo  el  pabellón  nacional. 

También  hemos  sabido  que  saldrá  para 
aqnel  lugar  el  vapor  Benito  Estenger  que 
con  el  Tomás  Brooks  que  se  encuentra  en 
Caimanera  harán  el  transbordo  de  los  expe- 
dicionarios voluntarios. 

Igualmente  hemos sabidoque se  lea  pre- 
para un  espléndido  y  entusiasta  recibimien- 
to por  el  excelentísimo  Ayuntamiento 

El  meetÍQg  filibustero  se  celebró  en  Fi- 
ladelfía  en  el  vastísimo  salón  de  la  Acade- 
mia de  Música,  con  asistencia  de  2.000  per- 
sonas, y  entre  ellas,  lo  más  escogido  de  la 
sociedad  laborante. 

Et  corresponsal  del  Heraldo  escribe  los  ^  Bi(h«t4  oi.» 

siguientes  detalles  desde  Fitadelfia: 

«Presidía  el  general  Fisher,  y  llevando  la  vos  de  aqnel  extraño  con- 
curso et  Rdo.  Bussell,  Conwell  y  el  coronel  Mac-Cluve. 

¿Sus  discursos?  Mezclen  ustedes  las  mayores  columnas  con  triviales 
vulgaridades,  añadan  algo  de  insustanoialidad  y  un  poco  de  la  exagera- 
ción á  que  son  tan  aficionados  los  americanos  y  tendrán  idea  de  estos 
recitados  del  odio,  en  que  el  lugar  común  se  repite  con  tal  monotonía 
que  Flaubert  hubiera  encontrado  aquí  Bouvards  y  Pecuchets  &  granel, 
sin  tener  que  añadirles  las  galas  maravillosas  de  su  ingenio. 

Anotemos  algunos  párrafos  de  la  perorata  del  reverendo. 

— Si  en  Cuba  hubiera  escuelas  la  tiranía  española  y  sus  sanguinar:    b 
procedimientos  durarían  poco;  pero  allí  no  se  permite  instruir  á  los  : 
ños  y  el  padre  que  no  los  quiera  en  estado  de  salvaje,  ha  de  enviarlos   i 
los  Estados  Unidos,  burlando  las  indagaciones  de  la  policía. 

El  gobernador  general  de  la  isla  es  un  tirano  sediento  dé  sangr.  r 
dueño  de  vidas  y  haciendas,  de  las  que  puede  disponer  á  su  oaprid     ; 


CBÓSICA  Pg  LA   QITKRSA  DM  CUBA 

Sspafia^  7  miope  de  entendimiento  había  < 
de  permanecer  en  los  Estados  Unidos, 
ios  de  la  insurreooión  actual  no  contaban 

8  elementos  que  los  propios,  y  á  lo  sumo  la 
>;  el  país  permanecía  indiferente  ¿  los  mar 

B,  entre  las  que  hay  que  reconocer  la  ezt 
bda  por  la  colonia  insurrecta,  han  hecho  vi 
términos  que  hoy  el  Gobierno,  real  ó  apai 
trevo  á  aBegurarlo,  está  á  la  zaga  de  la  o 
ilemente  con  los  insurrectos  y  bu8ca  ocasi 
,  asistiendo  álos  meetings  de  Chicago,  de  \ 
en  distintas  poblaciones  de  los  Ebtados 
Koarse  en  Filadelfía. 

9  acosados  por  tas  tropas  decaen  en  su  espíj 
ven  obügadrsá  combatir  en  primera  linee 
Bto  el  coDsiderable  número  de  jefes  que  re 
es. 

E  ha  dictado  una  circular  que  revela  gran 
insurrectos:  manda  á  los  jefes  que  sean 
aprehendidos  y  con  cuantos  se  muestren 

fuerzas  rebeldes  que  su  principal  objetiv 
i6a  por  lad  vías  férreas  y  destruir  los  inge 
rales.  Será  considerado  como  traidor,  fusilt 
1  de  juicio,  todo  cubano  que,  desobedecie 
iel  gene  ralísimo,  preste  el  concurso  de  su  ei 
igrícolas  6  al  trabajo  de  las  fábricas. 

tristemente  célebre  cabecilla  produce  gec 
le,  lejoá  de  disponerse   á  transigir,    perse'v 
sar  la  isla  si  no  prospera  la  insurrección, 
ente  notable  la  operación  realizada  por 
¡1  señor  Palanca,  cerca  de  Placetas. 
ra  de  400  hombres  y  llevaba  dos  piízo 

iba  oculto  en  un  cañaveral,  y  recibió  con 

istra»  tropas. 

enemigo  sólo  había  un  mal  camino  en  cut 

ronel  mandí    avanzarla   artillería,    que  h( 

rillas.  Retiráronse  éstas  para  que  los  cañor 

ron  los  disparos  á  7Ü0  metros.  El  enemigL 

sde  la  metralla. 

;  les  persiguieron  hasta  los  mil  metros,  y 


OBámCA  DE   LA   QügttRA  DE   CUBA  147 

piuo  la  eolanma  en  seguimiento   de  las  faerzas  iasarrectaa,  por  ana  es- 
treohísima  vereda. 

Qieate  coronel  pregantó  al  teniente  de  artillería,  don   Vicente 

n,  si  podría  marchar  por  allí  la  artillería. 
teniente  coronel — contestó  el  oficial — la  artillería  de  montaña 

i  todas  partes  donde  sea  preciso. 

atró  en  la  vereda,  abriendo  paso  con  el  machete.  De  vez   en 

in  g^rueao  tronco  obstruía  el  camino,  entonces  los  sirvientes  de 

B  cogían  á  pulso  á  los  mulos,  y  en  hombros  los  pasaban  al  otro 

nao  solo  se  cayó. 

icto  moral  que  hizo  el  fuego  sobre  los  insurrectos,  que  no  espe* 

trase  allí  la  artillería,  fué  tremendo.  Al  poco  rato  corrían  llenos 

r,   encontrando  nuestras  fuerzas  sombreros,   bules,  hamacas, 
monturas,  impermeables,  etc. 

íz  en  cuando  Ioh  insurrectos  hacían  un  pequeño  alto  y  rompían 
pero  en  seguida  que  la  vanguardia  les  atacaba,  volvían  á  co- 

indo  efectos  y  abandonando  un  saco  con    mUDÍciones  Maüjser. 

laneoer  hizo  el  enemigo  naevos  disparos:  se  le  contestó,  ha- 

un  muerto  y  un  prisionero,  continuando  la  columna  recogiendo 

y  efectos. 

>  once  se  encontró  una  charca  fangosa.  El   médico  analizó  el 

nientras  tanto  se  puso  un  guardia  para  que  nadie  bebiese.  Dijo 

)  que  el  agua  era  potable,  y  todos  apagaron  su  sed  con  aquella 

telada  de  fango,  pero  que  supo  á  gloria. 

loa  de  la  tarde  se  llegó  á  unos  bohíos,  donde  se  dió  rancho. 

Qpa  y  el  ganado  llevaban  33  horas  sin  beber  y  sin  comer. 

liente  coronel  prodigó  grandes  elogios  á  la  artillería. 

s^ieron  86  caballos,  57  monturas,  30  machetea,  un  botiquín  y 

)a  efectos. 


Casas  quemadas. 

ólo  en  el  día  20  de  Noviembre  y  pertenecientes  á  don  Modesto 
■uído  los  insurrecto»  en  Remedioa,  por  medio  del  incendio,  las 
loa  siguientert  arrendatarioa:  José  María  Turras,  Pablo  Rudrí 
tonio  León,  J.>.sé  Tripíta,  Domingo  Gabiiin,  Di>mingo  Rudrí- 
más  Siete  Cab-za-f,  Vicente  Ciiato,  José  Ucriiándtrz,  viuda  Cat- 
lac  Martín,  J  -r-é  Antonio  Gutiérrez,  Jofé  IÍ  isilio  (cana  tabaco), 
luel  liuises,  Panadero,  Domingo  Lavín,  Juan  Díaa,  Dumiugo 
•anchón,  Petnioa  Pino,  Joíé  Martínez  (ca^a  vivienda). 
lOa  arreudatarijB  perecieron  carbonizados. 


ORÓNIGA  DI   LA   QÜEBRA  DI  OüBA 


.1 


qoíridas  al  legreao  de  la  oolumna  del  señor  eoman- 
Callol,  qae  salid  del  poblado  de  San  Juan  de  las  Te- 
ha  aabido  qae  oomo  á  las  diez  de  la  mañana  y  en  el  | 
el  poblado  de  Potrerillo,  la  vanguardia  de  la  co- 
;o  con  las  partidas  insurrectas  mandadas  por  los  ca- 
pero, Rojíta  ySarduj,  cogiendo  prisionero  y  herido  I 
ico,  natural  de  la  Esperanza  y  nombrado  Manuel  de 

la  columna  del  Comercio,  al  mando  del  teniente  señor 
del  jefe  de  la  misma,  atacó  con  arma  blanca  &  los 
la  desgracia  de   perder  á  un  soldado,   que  quedó 

lo  herido  otro,  de  machete,  en  la  cabeza. 

D  como  el  insurrecto  heridos  han  sido  trasladados  i 

cabecillas  citados,  había  otra  partida,  mandada  por 
¡ta  de  ciento  veinte  hombres. 

ro  salió  herido  de  bala  en  la  cabeza  el  cabecilla  Ro- 
le  fueren  curados  en  las  casas  de  la  loma  de  la  Jutía. 
)s  ¿  cortar  los  hilos  telegráficos  entre  Mata  y  Ci- 
1  fueron  cortados  entre  ésta  y  Rodrigo.  Los  últimos 
;lado8  ya  por  los  reparadores  de  telégrafos  que  sa- 
la  blindada,  con.fnerzas,  á  componerlos.  Seguida- 
la  linea  de  Camajuaní  ¿  componer  los  que  están  cor-  ; 
Cifuentes.  Es  de  suponer  que  este  corte  sea  en  el  su- i 
Líbano,  puntos  por  donde,  al  parecer,  se  encuentran  | 
mucha  frecuencia.  - 

I,  en  número  de  800  á  1,000  hombres,  atacaron  con  ¡ 
npeño  por  tres  puntos  distintos  el  barrio  de  la  Sá- , 
'.,  logrando  Á  duras  penas,  y  por  encontrarse  los  vo-| 
anas  agrícolas,  quemar  unas  sesenta  casas  y  teniendo 
nidísimo  combate  con  aquellos  infelices  que  dejan  el 
el  fusil  y  el  azadón  por  el  machete. 
i  salió  el  comandante  militar  de  aquella  villa  con 
San  Marcial  y  voluntarios  de  Camajuaní,  no  pudien- 
emaran  muchas  casas  y  mataran  algunos  de  los  to- 

•8. 

lin  llegando  ¿  Camajuaní  familias  cargadas   con  sus 
tizos  y  todos  sin  más  ropa  que  la  puesta. 


Carta  de  un  soldado. 
[trreo  se  ha  recibido  carta  de  un  soldado  volantaric 


CRÓNICA  DE  LA  QUERRÁ  DB  CUBA  149 

del  batallón  peninsular  número  1,  y  que  se  encuentra  de  guarnición  en 
el  faerteciUo  de  Manati  (Puerto  Padre).  La  epístola  en  cuestión  tiene 
párrafos  dignos  de  ser  conocidos,  aun  cuando  solo  fuese  por  la  expon- 
taneídad  con  que  están  escritos  y  porque  pintan  á  lo  vivo  el  espíritu 
qae  reina  en  el  ejército  de  Cuba: 

cAquí — dice  el  soldado — hay  una  calma  relativa,  pues,  según  pare- 
ce, ae  ha  celebrado  una  reunión  de  cabecillas  en  un  sitio  denominado  Sa- 
bana la  Mar,  distante  de  este  poblado  unas  tres  leguas,  y  el  tema  de  di- 
cha reanión  creo  que  ha  sido  el  ataque  á  este  fuerte.  Veremos  si  vienen. 
Me  parece  que  los  insurrectos  están  pasando  hambre,  pues  aquí  no 
se  deja  sacar  nada  de  los  bohíos,  según  la  orden  estrecha  que  nos  dio  el 
teniente  señor  Vegas,  y  puedes  creer  que  de  aquí  no  sale  una  rata  sin 
que  la  registremos.  Nuestro  teniente  es  el  coco  de  la  gente  maleante  y 
elfofliego  y  tranquilidad  de  las  personas  honradas  de  este  poblado. 

Excuso  decirte  que  si  los  insurrectos  tienen  hígados  para  venir  aquí 
(locoal  no  harán  hasta  que  se  hayan  reunido  muchísimos),  desgraciado 
del  que  veamos  entre  la  ranura  del  alza  y  el  punto  de  mira,  porque  se 
puede  contar  entre  los  difuntos. 

Pero  está  visto  que  á  esta  gente  le  asusta  la  idea  de  morir  vestido, 
paes  baste  decirte  que  hace  unos  días  salimos  20  hombres  al  mando  del 
teniente,  y  cuando  las  partidas  que  por  aquí  andan  se  enteraron  de  que 
Íbamos  á  sus  alcances,  escaparon  como  gamos  y  no  pudimos  echarles 
la  vista  encima. 

Las  salidas  secretas  las  hacemos  con  mucho  sigilo,  tanto  que  no  lo 
liben  ni  los  mismos  vecinos  de  este  poblado.  De  este  modo  no  nos  sor- 
prenderán nunca  los  insurrectos,  y  cuando  podamos  cogerles  va  á  ser 
para  nosotros  aquel  día  fiesta  nacional. 

Caando  vamos  á  hacer  una  salida,  solo  lo  sabemos  pocos  momentos 
antes,  y  vamos  saliendo  del  fuerte  uño  á  uno.  Los  primeros  dan  un  pa- 
leo alrededor  del  fuerte,  como  si  buscaran  caracoles  para  pescar;  otros 
Tan  con  el  machete  cortando  palos  de  la  manigua,  y  los  demás  como 
quieren,  y  como  la  manigua  comienza  á  200  pasos  del  fuerte,  en  ella 
B08  reunimos  y  nos  internamos  sin  que  nadie  lo  note. 

Reunidos  ya,  el  teniente  nos  dispone  con  nuestra  pequeña  vanguar- 
dia, retaguardia  y  ñanqueos,  como  si  se  tratara  de  un  pequeño  ejército. 
En  fuerza  de  salir  conocemos  de  tal  modo  el  terreno,  que  aun  cuan- 
do >e  quedara  solo  alguno  de  nosotros,  volvería  al  fuerte  con  to- 
da I  ?guridad,  aunque  fuera  á  ojos  cerrados.  Así  es  que  nunca  llevamos 
prá  tico. 

ista ahora  no  hemos  rehuido  ningún  encuentro,  al  contrario,  siem- 
pre atamos  indagando  por  donde  se  encuentran  los  mambises  para  me- 
terl  ^  mano,  y  nunca  se  nos  ha  ocurrido  preguntar  si  van  muchos  ó  po- 
M  "^orque  lo  mismo  nos  da. 


\ 


150 CRÓNICA  DE  LA  QUERRÁ  DE  CUBA 

¿Qué  van  tantos  conio  nosotros?  Paes  á  la  bayoneta.  ¿Qae  van  ocho 
ó  diez  veces  más  que  nosotros?  Pues  clavamos  la  rodilla  en  tierra  y  tiro 
va  tiro  viene,  pero  no  nos  hace  retroceder  ni  una  locomotora. 

Tenemos  un  perro  tremendo  al  que  no  he  oído  todavía  ladrar,  pero 
en  cuanto  hay  un  soldado  fuera  del  fuerte  ya  está  á  su  lado  y  da  vueltas 
y  olfatea,  y  como  encuentre  algo  extraño  no  para  hasta  llamarle  la  aten- 
ción y  hacer  que  se  vuelva  al  fortín. 

Al  lorito  le  hemos  ensenado  á  decir:  ¡Maceo,  Maceo,  qué  apurado  te 
veo! — ¿Quién  va  ir  á  tierra? — ¡Amador  Guerra! — ¿Y  el  de  poca  vida?— 
¡Santa  Lucía!  y  otras  cosas  por  el  estilo  que  repite  el  animalito  con  una 
fruición  verdaderamente  española. 

Las  partidas  que  acuden  por  aquí  son  de  40, 50  y  70  hombres;  en  fin, 
de  todo  como  en  botica.  En  Sabana  la  Mar  tienen  taller  de  zapatería  y 
de  recomposición  de  armamento. 

El  comandante  del  Jorge  Juan  piensa  hacer  un  desembarco  con  80 
hombres  y  alguna  ametralladora  á  ver  si  puede,  apoderarse  de  esos  ta- 
lleres. Ojalá  nos  manden  agregarnos  á  esa  espedición,  porque  desde  la  | 
acción  de  les  Moscones  no  le  he  visto  la  cara  á  ningún  insurrecto.» 

Se  ha  concedido  el  empleo  de  segundo  teniente,  con  destino  á  Cuba, 
al  sargento  Sebastián  Core  Adamero. 

Se  ha  concedido  el  empleo  de  segundo  teniente  de  la  escala  de  re8e^ 
va  retribuida  del  arma  de  artillería,  con  destino  al  ejército  de  Cuba,  á 
los  sargentos  D.  Fernando  Morales,  D.  José  Veiga,  D.  Antonio  Infantes, 
D.  Juan  Caballero,  D.  Manuel  Rodríguez,  D.  Francisco  Lliteras,  D.  Emi- 
liano Antón,  D.  Salustiano  Rodríguez,  D.  Dionisio  Belmonta,  D.  José 
Lumpié  y  D.  Jerónimo  Serra. 

Máximo  Gómez. 

La  Bandera  Española  de  Caracas,  retrata  así,  al  jefe  insurrecto: 

cEn  el  año  1862  entregó  su  país,  Santo  Domingo,  á  España,  á  cam- 
bio DE  TREINTA  MONEDAS  y  del  cmpleo  de  teniente  coronel  que  le  dio  el 
Gobierno  español. 

Poco  después  de  iniciada  la  insurrección  de  Cuba  se  vendió  á  '  re- 
beldes, haciendo  traición  á  España,  su  patria  adoptiva. 

En  1878,  titulándose  ^en^rá  lihetadó^  firmó  la  capitulación  mee  inte 
otro  puñado  de  monedas,  con  las  cuales  compró  una  finca  en  Sant'^  Do- 
mingo, traicionando  de  ese  modo  á  los  separatistas. 

Y  ahora,  no  sabemos  á  quién  hará  traición;  por  de  pronto  no  v  oii* 
te  hacer  azúcar. 


CBÓNtCA  DE   LA   GÜHHBA   PB   OÜBA 151 

stos  rasgos  del  tío  Máximo  para  qne  la  historia  se  ocupe 
en  su  diamantina  página  der  preUgio  eplendoroso  del  egregio  y  exiomio 
genera  libelado.» 


Se  ha  presentado  en  Santiago  de  Caba  el  titulado  oficial  de  la  insn- 
nección  don  Francisco  García  y  García,  natural  de  Asturias,  antiguo 
largento  de  la  guardia  civil,  y  que  desde  el  25  de  Febrero  se  fué  al 
insurrecto  con  Amador  Guerra. 

erviewado  por  un  corresponsal,  éste  refiere  lo  que  sigue: 
ice  García  lindezas  de  cuanto  por  allá  está  pasando.  Kstuvo  con 
lo  GiSmez  en  la  acción  de  Dos  Ríos,  y  de^de  entonces  no  se  babfa 
do  de  ét  hasta  el  24  de  Septiembre,  qne  obtuvo  licencia  para  pa 
aperar  á  su  zona,  en  unión  de  Juan  Vega,  cabecilla  que  se  había 
ado  de  aquí  disgustado  con  sus  compañeros.  Hablando  del  estado 
insurrección,  dice  qne  allí  no  hay  entusiasmo  ni  nada  que  se  le 
a;  que  todos  van  á  su  negocio;  que  los  jefes  de  las  partidas,  se- 
pnnto  por  donde  operan,  permiten  la  extracción  de  reses  á  razón 
I  pesos  una,  y  que  ese  dinero  no  va  á  ninguna  junta  y  sí  al  botsí- 
'ticular  de  cada  uno;  qne  como  consecuencia  de  esto,  se  han  orí- 
>  innumerables  rivalidades  y  celos  entre  los  jefes,  pues  aquellos 
Bcen  poco  negocio  ó  ninguno,  no  ven  bien  á  los  que  á  diario  se 
leñando  el  bolsillo;  que  los  insurrectos  empiezan  ya  á  abrir  los 
ver  claro  que  solo  están  sirviendo  para  que  unes  cuantos  se  enri* 
tn  á  sus  expensas;  que  son  la  carne  de  cañón;  qne  en  el  Camagüey 
e  están  en  armas  claman  por  la  paz;  que  Máximo  Gómez  tiene, 
amenté,  llagas  en  una  pierna,  pero  que  á  pesar  de  eso,  mont^  á 
3,  aunque  ee  supone  ha  de  sufrir  horriblemente;  que  cuantos  le 
1  le  odian,  pero  que  no  desertan,  unos  por  temor  y  otros  por  la 
icia  de  su  segundo,  Alejandro  Kodríguez,  á  quien  todos  quieren 
carácter  diametralmente  opuesto  al  de  su  jefe, 
sguntado  por  las  fuerzas  que  podría  haber  con  armas  entre  el  Ca- 
y  y  Oriente,  contestó  que  en  el  Camagüey  el  número  de  armados 
a  de  1,000,  y  que  les  quedan  muy  pocas  municiones  en  la  actúa- 
que  en  Oriente  el  número  df.  hombres  armados  quizás  pase  de 
y  dispone  de  más  municiones  que  loa  del  Camagü^'y,  pero  no  tan- 
i  puedan  desperdiciar  un  solo  cartucho.  También  dijo  que  la  di- 
i  de  qne  disponían  en  el  Camagüey  procede  de  Cuba,  donde  fué 
imente,  en  unión  de  otros  dos,  á  buscarla,  junto  con  algunas  mu- 
;s  que  llevó,  todo  en  tres  mulos. 

mismo,  que  el  marqués  de  Santa  Lucía,  titulado  presidente  de  la 
ica,  acababa  de  venir  á  Oriente,  en  unión  de  López  R.  Recio, 


CRÓKIOA  DE  LÁ  GUERRA  DE  CUBA 


153 


También  dijo  que  los  de  Oriente  están  disgustados  con  los  de  Cama- 

güey  j  Las  Villas,  por  no  haber 
sacado  la  candidatura  de  Massó, 
y  que  Rabí  está  en  completo  des- 
acuerdo con  Maceo  y  Máximo 
Gómez ,  por  las  depredaciones 
que  éstos  cometen. 

Dice  que  la  política  del  ge- 
neral Campos  trae  desconcerta- 
dos á  los  jefes,  pues  no  pueden 
contar  con  la  gente,  ni  obligar- 


Rof  ello  Afiino. 


los  á  combatir,  temiendo  siempre  apre- 
tarles la  mano  por  el  temor  de  que  se  les 
vayan,  y  á  tal  punto  juzgan  inconve- 
niente y  perjudicial  para  ellos  este  esta- 
do de  cosas ,  que  cuando  se  dice  que  se 


Capitán  Gftbaliá. 

trata  de  hacer  la  concentración, 
son  los  primeros  en  desearla,  tan- 
to porque  con  eso  no  podrá  ca- 
da personalidad  tratar  particu- 
larmente con  la  independencia 
que  hoy  lo  hace,  como  porque 
de  esa  manera  todo  individuo 
que  se  halle  en  el  campo  será  con- 
siderado insurrecto,  y  por  lo 
tanto,  forzoso  les  será  que  haya 
más  cohesión  y  más  disciplina. 


De  Aguada  Pasajeros,  en  tren 
expreso,   salió  á  operaciones  el 
día  27   de  Noviembre,  una  co- 
loini'^  mandada  por  el  comandante  señor  Mijares,  y  compuesta  de  67 


Jaan  B.  Liibona. 


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154 


CRÓNICA   DB   LA   OUEERA   DE   CUBA 


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números  de  Barcelona  á  las  órdenes  de  su  capitán  señor  Llórente  y  te- 
niente señor  Rodríguez,  guerrillas  de  Alfonso  XIII  con  bus  tenientes 
señores  Suero  y  Pompido:  más  4  guardias  civiles:  103  hombres,  en 
total. 

La  partida  que  el  cabecilla  insurrecto  Pancho  Pérez  capitanea  y  á 
la  que  sirve  de  práctico  Matagás,  tuvo  conocimiento  de  la  salida  de  la 
columna,  número  de  hombres  que  la  componían,  movimientos  en  pro- 
yecto y  otros  pormenores,  y  de  Cayama,  donde  se  encontraba  acampa- 
da, se  dirigió  hacia  Cocodrilo,  con  intento  de  pasar  por  Cayo  Espino, 
primero,  y  más  tarde  por  Jagüey  Chico,  vadear  el  Hanábana  é  intro- 
ducirse en  la  provincia  de  Matanzas,  incorporándose  á  las  distintas  par- 
tidas que  por  allí  pululan. 

Cuando  el  comandante  Mijares  llegó  á  Campiña  y  allí  se  enteró  de 
lo  que  ocurría,  por  medio  de  exactas  conñdencias,  determinó  muy  asta 
tamente  regresar  á  Aguada  en  el  mismo  tren,  llegando  á  ésta  á  las  cua- 
tro de  la  madruj^ada,  sin  novedad  alguna.  ^ 

El  señor  Mijares,  sin  darse  momento  de  reposo,  tomó  las  medidafi 
oportunas  y  á  poco  de  llegar  á  ésta  emprendió  viaje  nuevamente  con  au 
columna  hacia  determinado  lugar,  donde  se  proponía  cortar  la  retirada 
á  los  rebeldes  invasores. 

Al  pasar  por  Cocodrilo  la  partida  de  Pancho  Pérez,  su  cabecilla  di6 
órdenes  de  que  le  siguiesen,  para  utilizarles  más  tarde  como  prácticos, 
al  vecino  don  Nadal  Farragui  y  á  sus  hijos,  que  á  viva  fuerza  arranca- 
ron del  hogar. 

Pérez  y  los  de  su  partida  andaban  lentamente,  llenos  de  confianza, 
suponiendo  á  la  columna  en  dirección  opuesta  á  la  por  ellos  empren- 
dida. 

Juzgúese,  pues,  cuál  no  sería  la  sorpresa  que  experimentaron,  cuan- 
do, llegando  al  Galeón,  cerca  de  la  laguna  de  Guevara  y  á  dos  leguas 
del  río  Hanábana,  la  tropa  les  salió  al  paso  con  el  imponente  ¡alio!  y  la 
pregunta  de  rigor:  ¿Quién  vive? 

— ¡Cuba  libre! — contestó,  no  obstante,  la  sorprendida  gente  y  tras 
la  contestación  repetidos  tiros  hicieron  creer  por  algunos  momentos  que 
estaban  dispuestos  á  aceptar — ¡cosa  extraña  en  verdad! — un  combateen 
toda  forma.  La  columna  comenzó  sus  movimientos  convenientes,  con- 
testaba al  fuego  enemigo  con  otro  más  graneado  y  atenta  siempre  á  la 
voz  de  sus  jefes,  con  esa  disciplina  inimitable  y  ese  arrojo  que  á  t'^da 
ponderación  excede,  desbarataba  de  continuo  el  plan  de  ios  rebel  es, 
tendente  á  envolverla  con  su  superioridad  numérica,  intentando  el  co  >o. 

Al  empuje  indomable  de  aquellos  hombres  valerosos  y  disciplinac  [)S, 
los  rebeldes  comenzaron  á  ceder,  fueron  replegándose  hacia  la  manij  üa 
y  ejecutaron  un  simulacro  cuyo  maquiavelismo  á  poco  se  puso  de  la- 
nifiesto. 


CRÓNICA   DB   LA   QUERRÁ   DB  CUBA  153' 


L 


Dice  La  Discusión^  de  la  Habana: 

cHace  meses  dijimos  que  había  en  la  Habana  una  intriga,  con  su- 
^sal  en  Madrid,  para  lograr  la  dimisión  del  general  Martínez  Campos. 
Este,  á  pesar  de  todas  las  concesiones  que  ha  hecho  al  partido  dere  • 
sta,  no  ha  logrado  atraérselo. 


■■-■V-, 


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La  contienda  había  durado  tres  horas  y  media. 

Ya  en  la  manigua,  ocultos  unos,  otros  reunidos  en  pequeños  grupos» 
agitaron  simultáneamente  sus  pañuelos,  como  indicando,  tregua. 

—¡Alto  el  fuego! — ordenó  el  señor  Mijares,  y  valiente,  pero  cauteloso, 
se  adelantó  á  la  columna. 

Pancho  Pérez  le  indica  que  se  aproxime  algo  más,  pero  sin  él  aban- 
donar  su  puesto. 

— Señores — ^les  gritó  el  comandante,  que  por  momentos  creyó  en  su 
indicado  propósito — nuestro  ilustre  jefe,  el  general  Martínez  Campos, 
fflempre  magnánimo,  por  mi  conducto  les  ofrece  el  indulto.  Venid  á 
nosotros  y  no  seréis  molestados;  volved  á  vuestros  hogares  y  decid  con- 
migo: ¡viva  Efipaña! 

— ¡Viva  Cuba! — fué  la  unísona  contestación  de  los  rebeldes  y  más 
nutrido,  más  tenaz  que  el  anterior,  fué  su  fuego  contra  las  filas  leales  á 
las  que  pretendieron  engañar,  salvándose  milagrosamente  el  coman- 
dante, y  alcanzando  un  proyectil  al  práctico  Carrasana,  que  quedó  he- 
rido, así  como  el  asistente  Pozo. 

En  estos  instantes  supremos,  el  guardia  Agapito  Saco  hizo  un  dispa- 
ro al  abanderado  de  la  partida,  Bernardo  Matos,  tan  certero,  que  á  poco 
eaía  sin  vida  el  mambís,  hermano  del  célebre  tuerto  del  mismo  apellido. 

El  sargento  Batalla  mató  de  un  tiro  el  caballo  que  montaba  el  cabe- 
oílla  Pérez. 

Los  rebeldes,  que  se  dispersaron  por  distintos  lugares,  dejaron  sobre 
el  campo  algunos  muertos  y  no  pocos  caballos  abandonados. 

La  fuerza  tuvo  tres  heridos  y  dos  caballos  muertos. 

Créese  que  el  intento  del  cabecilla  Pérez  era  traer  á  la  manigua  á  la 
fuerza,  haciéndoles  creer  que  pretendía  rendirse,  para  una  vez  que  se  en- 
contrase allí,  darle  una  carga  al  machete  por  sorpresa  y  con  fuerzas 
abrumadoras. 

Como  á  las  tres  de  la  tarde,  hora  avanzada  ya,  dado  que  la  columna 
no  había  tomado  aún  ningún  rancho,  decidió  el  comandante  Mijares  su 
regreso  á  Aguada,  y  así  lo  efectuó,  siendo  aquí  recibido  con  vivas  y  ca-  | 

lurosas  felicitaciones. 

El  señor  Mijares  hace  grandes  elogios  de  sus  soldados,  y  en  particu- 
lar de  sus  oficiales  señores  Llórente,  Rodríguez,  Suero  y  Pompido, 
así  como  también  del  sargento  Batalla  y  del  guardia  primero  don  Aga- 
j''o  Saco.» 


:^ 


156 OHÓNIOA  DE  JJí  QUERRÁ.  DB   OÜBA 

Los  constitucionales  ponen  sordina  á  su  desagrado,  pero 
trabajo  en  Madrid. 

Cuentan  con  dos  ministros,  los  señores  Romero  Robledo  y  Bosch,  y 
esperan  que  éstos  consigan  la  cooperación  del  señor  Cánovas. 

£s  inevitable  una  crídis  ministerial,  originada  por  la  cuestión  de  Cu- 
ba, á  no  ser  que  una  de  las  dos  tendencias  que  pugnan  dentro  del  Gk>- 
biemo,  haga  capitular  á  la  otra. 

Si  la  que  vence  es  la  tendencia  romerista  contraria  á  la  política  del 
general  Martínez  Campos,  ya  se  sabe  lo  qne  le  espera  á  este  país,  un  ré- 
gimen turco,  una  copiosa  sangría  en  la  población  cubana  y,  como  con- 
secuencia, la  intervención  de  los  Estados  Unidos. 

Buenos  españoles  están  los  imprudentes  que  quieren  orear  en  Cuba 
esa  desastrosa  situación!* 


Son  dignas  de  conocer  las  siguientes  cartas  mediadas  entre  el  cabeci- 
lla moreno  Falero  y  el  guardia  civil  Cándido  Santa  Eulalia,  comandante 
del  puesto  de  Dolores: 

«Señor  comandante  del  puesto  de  la  guardia  civil  de  Dolores. — Wnv 
señor  mío:  Por  orden  superior  y  qne  bajo  ningún  pretexto  puedo 
de  cumplir,  tengo  que  tomar  el  fuerte  que  usted  ocupa,   mañana, 
nueve,  sin  falta. 

Yo,  para  no  cometer  un  acto  infame  y  dar  muerte  Terrible  á  u 
que  serán  víctimas  de  un  Gobierno...  les  advierto  esto  para  si  q 
entregarse  sin  folmar  combate  y  librarse  de  perecer  todos  si  se  o 
al  rendimiento. 

«Ustedsi  se  entrega  y  quiere  pasar  á  nuestras  filas,  obtendrá  el 
de  SARGENTO  PRIMERO  y  en  buena  paz  y  unión,  le  ofrezco  la  mayo 
ttideraoión  y  hermandá. 

>Y  sí  se  oponen  será  destruido  el  fnerte  por  cuatro  bombas  de 
mita  y  300  hombres  que  á  las  nueve  próximamente  les  tendren: 
tiados.  La  contesta  la  espero  en  seguida. 

>Qaedo  de  usted  con  cousidersción: — El  capitán,  José  María  I 
For  orden,  el  ayudante,  C.  Crespo.» 

A  esta  carta  contestó  el  jefe  del  destacamento  con  la  siguient 

»Sr.  D.  JoÉé  M.  Falero. 

»Muy  señor  mío:  Enterado  de  su  atenta  carta,  debo  manifesté 
yo  soy  español,  y  sobre  todo  que  pertenezco  á  la  benemérita  Oí 
civil;  y  que  habiéndome  mis  dignos  jefes  honrado  con  el  mando  ( 
destacamento,  primero  prefiero  mil  veces  la  muerte,  que  yo  serle  t 
á  mi  patria  y  olvidar  el  juramento  de  fidelidad  que  presté  á  la  gl 
bandera  española,  en  cuya  defensa  derramaré  mi  última  gota  de  i 


GBÓNIOA  DE  LÁ  GUEBRA  DE  CUBA  157 


antes  de  cometer  la  vileza  de  entregarme  con  vida  á  los  enemigos  de  Es- 
paña  y  de  mi  rey. 

>E1  ascenso  que  me  proponen  para  nada  lo  necesito,  porque  estoy  or- 
filoso  de  vestir  el  uniforme  de  soldado,  y  mi  mayor  gloria  sería  morir 
eon  él.  Mis  jefes  también  saben  premiar  á  los  que  saben  defender  su 
honra,  y  así  es  que  reunidos  aquí  con  todos  mis  dignos  compañeros,  re- 
chazamos con  energía  todas  vuestras  predicciones  y  amenazas,  y  estre- 
chados como  buenos  hermanos  y  como  defensores  de  este  pedazo  de 
terreno,  gritamos,  pero  muy  alto,  para  que  ustedes  lo  oigan:  ¡Viva 
Apaña!» 


160 


CRÓNICA  DE   LA   GUERRA  DE   CUBA 


ron  á  proponer  á  individuos  de  nuestro  ejército  la  venta  de  sus  muni- 
ciones y  hasta  la  entrega  de  edificios  militares.  Cosa  corriente  es  que 
la  propaganda  de  ideales  y  la  impunidad  de  lanzarse  al  campo  insu 
r recto  dé  sus  frutos,  y  así  en  cuanto  los  propagandistas  han  conseguido 
6  ú  8  adeptos,  de  la  noche  á  la  mañana  desaparecen,  toman  (roban, 
es  la  palabra),  en  el  primer  potrero  que  encuentran  los  caballos  que 
mejor  les  cuadra  y  nunca  les  falta,  si  carecen  de  armas,  medio  de  pro- 
porcionárselas por  algún  individuo  de  Cuerpo  de  Voluntarios  ó  algún 
empleado  armado  de  alguna  ñnca,  á  quien,  si  no  se  las  dá,  se  la  quitan 
y  para  eludir  la  penalidad  de  ser  cabecillas  y  estar  en  disposición  de 


Panorama  de  Tanarlma. — L»go  Nosi. 

volver  á  presentarse,  pasan  á  engrosar  otra  partida  ó  bien  se  incorporan 
á  la  de  procedencia  del  que  los  ha  sugestionado.  Ya  en  esta  forma  ro- 
ban, incendian  los  edificios  de  los  que  les  son  desafectos  ó  han  prestado 
algún  auxilio  á  nuestras  tropas  ó  al  Gobierno,  levantan  rails  de  los 
ferrocarriles  para  impedir  la  circulación  de  los  trenes,  satisfacen  alguna 
venganza  personal  dando  muerte  á  quien  les  parece;  si  tienen  dinamita 
vuelan  puentes  y  obras  de  fábrica,  hacen  alguna  emboscada  por  donde 
saben  que  ha  de  pasar  alguna  fuerza  del  ejército,  una  descarga,  y  acto 
continuo  á  la  huida;  si  han  hecho  alguna  baja  ya  está  logrado  el  p  d- 
pósito.  Con  el  fruto  de  su  rapiña  y  la  satisfacción  de  sus  hechos  vr  1- 
ven — sin  armas — á  presentarse  en  otro  punto  á  las  autoridades  y  á  r  s- 
frutar  inmediatamente  de  la  libertad  que  utilizan  para  eontinuai  lu 
faena  propagandista,  gozar  de  lo  robado  y  dar  noticias  útiles  á  los  r  le 
dejaron  en  el  campo.  Hay  individuos  que  se  han  presentado  ya  cinc  y 
seis  vecep,  cuyos  nombres  ha  publicado  la  p?Q^sa  y  que  á  fuerza  de  i  i- 


CBÓNICA  D»  LA  QUMtRA  DB  CUBA 
1^»  dinamite»  «m  In  Reaba.toma-  (Pie-  iil,} 


Don  Cums  Loli 


162 CRÓNICA  PB  LA  QUERRÁ.  PB  ÜÜBA 

pnnidad  86  han  acostumbrado  á  la  vida  del  riesgo  y  hoj 
dando  partidas.  Lo  que  se  hace  incomprensible  es  que  no  e 
todo  él  muiído  á  la  iosorrecclón  con  las  disposiciones  qu( 
sofocarla,  pues  excepto  los  cabecillas  y  los  que  se  hagan  pi 
ana  acción  6  encuentro,  todos  los  demás  disfrutan  de  la  lil 
damente  de  su  presentación;  resáltales  así  la  vida  cómoda,  ; 
el  que  permanece  tranquilo  en  bu  casa,  se  expone,  si  no  hi 
las  4ue  hay  se  retiran  para  otro  punto,  después  de  estar  tral 
tíVü")  ^  qne  su  persona  y  hacienda  y  animales  estén  á  me 

.  merodeadores  que  les  acechan.  Este  sistema  tiene  muy  d 
elemento  sano  español,  que  no  protesta  en  alto  por  no  amen, 
tigio  y  autoridad  del  general  en  jefe,  á  quien  conocen  mu; 
seos  de  dar  término  á  la  guerra,  pero  que  entienden  se  equ 
plan  actual — que  es  indefinido, — puesto  que  observan  que  la 
aumenta  notablemente  de  día  en  día,  y  toma  asiento  en  lugí 
nunca  llegó  en  la  pasada  guerra. 

Oontribuye  mucho  á  la  gravedad  de  la  actual,  laprofni 
del  partido  español.  Aun  en  estas  circunstancias  en  qne  coni 
y  reformistas  debieran  unirse  para  combatir  al  enemigo  con 
8U  tiempo  entregándose  á  laa  más  vivas  polémicas  por  medio 
y  en  BUS  círculos,  olvidándose  de  auxiliar  y  acrecentar  el 
del  ejército,  así  es  qne  éste,  á  diferencia  de  lo  que  en  la  pasai 
ocurrió  que  por  todas  partes  encontraba  decidida  protecciói 
de  los  peninsulares  representada  en  hechos  prácticos,  sal 
Contadas  localidades,  cuanto  disfruta  se  lo  debe  exclusiva 
nación,  que  por  medio  de  sus  jefes  y  autoridades  tiene  que 
solutamente  todo  cuanto  necesita  aquél.  Crea  usted,  que  c 
paro  el  cuadro  actual  con  el  que  en  todas  partes  presencié  e 
anterior,  me  produce  verdadera  tristeza  reparando  lo  mnch( 
debilitado  aquí  los  sentimientos  patrios.  Al  hablarse  deEspf 
duee  este  nombre  aquella  impresión  grata  que  ponía  á  tod.c 
sores  de  nuestra  causa  en  incesante  movimiento,  y  que  les  fa 
gar  con  gusto  su  persona  é  intereses;  noto  macha  indifereí 

I  sivo  egoísmo. 

El  cuerpo  de  voluntarios,  que  en  la  anterior  campaña 

'  servicios  prestó  á  nuestra  patria,  debido  sin  duda  á  la  pocf 
sidad  con  que  se  ha  permitido  en  el  mismo,  el  ingreso  de  hijo 
probablemente  con  la  idea  de  atraerlos  más  á  nuestra  bandei 
trarles  confianza, — está  hoy  minado  por  los  separatistas,  y  ei 
no  infundado  recelo.  Muchas,  muchísimas  han  sido  las  dése 
en  él  ha  habido  y  siguen  sucediéndose  para  el  campo  insurre 
citarle  multitud  de  casos  en  que,  contra  la  obligación  que  su 
les  impone  de  acudir  á  la  persecución  inmediatamente  que 


r 


OROWCA  D»  LA  OXJKBBA  D»  OÜBA 163 

yantamieiito  de  rebeldes  donde  exista  filena  de  aquellos,  han  permaoe^ 
oido  impasibles  al  ocurrir  estos  sucesos;  en  otros  puntos,  como  en  Mor- 
áazo  por  ejemplo,  estando  auxiliando  á  la  fuerziEi  de  un  puesto  de  la  / 
guardia  civil,  al  ser  éste  atacado  por  el  enemigo  le  abrieron  las  puertas 
para  que  machetease,  como  lo  verificó,  á  los  guardias  defensores,  in- 
cendiando después  él  edificio  y  yéndose  con  los  insurrectos.  Esté  mismo 
heeho  se  ha  repetido  en  otros  destacamentos.  No  hace  dos  días  entrega* 
ron  al  enemigo  un  magnífico  fuerte  de  mampostería  confiado  á  su  de* 
fensa,  haciéndolo  &  la  vez  de  38  armamentos  y  algunos  millares  de  ma^ 
nidones  que  había  en  depósito,  agregándose  enseguida  á  la  partida  re^ 
beldé.  Todas  las  deserciones  las  ejecutan  con  armas  y  municiones,  y  los 
que  pertenecen  al  instituto  montado,  además  con  sus  caballos  y  equi- 
pos. 

Ha  favorecido  mucho  á  la  insurrección  el  extraño  proceder  de  los 
Estados  Unidos.  Para  no  hacerse  objeto  de  reclamaciones,  esta  nación, 
siempre  que  salía  de  alguno  de  sus  puertos  una  expedición  filibustera^ 
á  poco  era  seguida  de  un  buque  de  guerra  norteamericano  que  paréela 
que  trataba  de  vigilarla,  y  la  seguía  á^  la  vista  hasta  algún  punto  de 
desembarque  en  esta  isla.  Si  una  vez  en  aguas  españolas  ó  en  el  momen- 
to de  desembarcar  se  presentaba  alguna  embarcación  ó  fuerza  nuestra, 
el  buque  expedicionario  arbolaba  la  bandera  norteamericana,  y  el  d^e 
guerra  de  esta  nación  inmediatamente  se  hacía  cargo  de  los  expedicio- 
narios y  del  contrabando  de  guerra  para  someterlo  al  fallo  de  un  tribu- 
nal de  su  país,  al  cual  regresaba  con  todo.  Se  hacía  la  fórmula  del  juicio, 
se  condenaba  á  ligeras  penas  (ficticias,  puesto  que  no  se  cumplían)  á  loer 
expedicionarios,  y  se  aguardaba  ocasión  para  emprender  de  nuevo  otra 
expedición  con  los  mismos  efectos  ocupados.  Si  al  desembarcar  no  había 
habido  contratiempo,  el  buque  de  guerra  extranjero  se  hacía  visible  en 
algún  puerto  nuestro  ó  regresaba  á  su  país  sin  haber  notado  nada  de  lo 
sucedido.  Así  hemos  estado  desde  el  comienzo  de  esta  campaña,  sin  qué 
de  nada  valieran  los  avisos  y  reclamaciones  de  nuestros  representantes 
en  los  Estados  Unidos.  La  mayor  vigilancia  que  ahora  se  ejerce  y  el 
eonocimiento  del  anormal  proceder  de  aquel  país,  disminuye  el  éxito  de 
las  expediciones,  pero  esto  se  repetirá  mientras  no  tengamos  los  ele- 
mentos que  se  necesitan  para  la  vigilancia  de  las  costas. 

°^y  de  los  que  creen  que  la  guerra  ha  de  durar  mucho  tiempo,  que 
n<  Jicabará  ni  en  este  año  ni  en  el  próximo,  costándonos  mucha  san- 
g]  j  mucho  dinero.  En  el  país  son  muchos  los  que  entienden  que  ha 
11<  ''^.do  la  hora  de  la  independencia  con  que  sueñan,  y  el  sacarlos  de  su 
ei  -  no  ha  de  ser  con  el  sistema  de  debilidad  que  se  usa,  probándolo  el 
ai  ^nto  de  la  insurrección  de  día  en  día.  Esto  solo  puede  conducir  á 
ai  ntar  el  bandidaje,  por  la  afición  que  se  presenta  á  apoderarse  de 
lo       ^no  y  la  impunidad  en  que  este  hecho  queda  por  el  medio   dicho, 


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164  GBONIGA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


que  trae  en  oontfnao  sobresalto  á  cuantos  tienen  intereses  y  no  militan 
en  las  filas  rebeldes  ó  les  son  adictos. 

Con  cargo  al  Estado  se  viene  diariamente  facilitando  á  todos  los  in- 
dividuos de  tropa  del  ejército  é  institutos  20  centigramos  de  sulfato  qoí* 
nico,  ácido  que  se  disuelve  en  el  café  que  toman  por  desayuno.  Dicha 
«cantidad  es  para  cada  plaza,  y  después  de  20  dias  consecutivos  de  tomar 
la  referida  dosis  se  les  deja  10  días  sin  propinársela,  continuando  nueva- 
mente  20  días  c»n  la  mediación.  Esto  da  resultado  como_  preservativo  de 
:fiebres  palúdicas,  donde  'hay  destacamentos  en  terrenos  cenagosos  é 
cuando  la  tropa  los  recorre  en  operaciones,  pero  no  da  resultado  para  el 
mal  endémico  del  país,  la  fiebre  amarilla.  Da  inmensa  pena  la  mortalidad 
que  ésta  níos  causa  en  todas  las  clases;  pero,  como  es  natural,  sobre  todo 
«n  el  soldado.  Hasta  ahora,  ni  hospitales  ni  enfermerías  había  para  los 
atacados;  muchos  han  muerto  al  ser  trasladados  á  los  que  se  encontra* 
ban  á  largas  distancias  en  capitales  de  provincia.  Ya  se  ha  mejorado  al- 
go este  servicio  con  la  creación  de  establecimientos  de  este  género,  pero 
continuamos  teniendo  numerosas  bajas. 

El  ejército  cobra  sus  devengos  al  día.  El  último  cuerpo  que  tiene  or- 
den de  efectuarlo  es  la  guardia  civil.  Los  empleados  civiles  de  todos  los 
ordenes,  llevan  tres  meses  sin  cobrar.  Ahora  se  les  ha  abierto  el  pago  de 
sus  sueldos  de  Agosto.  Elsta  diferencia  ocasiona  censuras  y  los  empleados 
de  la  Administración,  sobretodo,  no  se  recatan  de  extralimitarse  en  abu- 
sos cuando  pueden,  diciendo  que  si  no  les  dan  sus  pagas  cuando  les  co* 
rresponde,  de  qué  han  de  vivir,  y  que  si  no  tienen  el  mismo  derecho  á 
percibirlas  que  el  ejército. 

El  comercio,  sobre  todo  el  que  efectúan  los  grandes  proveedores  y 
almacenistas,  está  muy  paralizado;  pues  como  lo  que  facilitan  á  los  esta* 
blecimientos  que  venden  al  detall  no  tienen  seguridad  de  realizarlo  por 
los  incendios  de  tiendas  y  saqueos  á  que  se  entregan  los  rebeldes,  unos 
^r  han  limitado  el  servicio  de  pedidos  y  otros  se  retraen  completamente. 
Los  suministros  al  ejército  se  hacen  al  contado  ó  cortísimo  plazo,  pues 
reina  el  temor  que  produce  á  los  abastecedores  el  recuerdo  del  célebre 
corte  de  cuentas  con  que  terminó  la  anterior  campaña,  y  como  fueron 
muchos  los  arruinados  y  quebrados,  y  el  mismo  que  lo  llevó  á  cabo  es  el 
responsable  ahora,  nadie  se  fía;  viniendo  así  á  quedar  nuestro  ejército 
,  en  la  situación  de  cualquiera  otro  que  no  fuera  nacional,  teniendo  ""^^e 
pagar  en  seguida  cuanto  censume,  por  falta  de  crédito. 


^s^^iÉ^ie^^ 


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9&a  iaUmsT  eo&  el  seairal 


W^'W^'^'V^PWW^^^^^^tfW^^^^^^M^^^^^'^'^'^^'^'^^l^i'^MMAMAn^hA^IMAM^ 


L  corresponsal  de  El  Impar cial,  señor  López  Allué,  mandó 
al  periódico  de  Madrid  el  siguiente  extenso  telegrama: 

cAoabo  de  llegar  á  Santa  Clara  y  sin  tomar  descanso 
algnno  me  he  apresurado  á  ir  á  saludar  al  general  Martines 
Campos. 

El  aspecto  de  la  población  es  el  de  un  inmenso  cuartel. 
En  calles  y  en  plazas  hay  jefes,  oficiales  y  soldados.  En  todas  direccio- 
nes van  y  vienen  los  soldados  de  administración  militar  encargados  de 
racionar  á  las  tropas. 

Puede  decirse  que  Santa  Clara  es  un  campamento  donde  por  cada 
paisano  hay  20  militares. 

Encuéntrase  aquí  la  columna  del  general  García  Navarro. 
Como  es  sabido,  las  columnas  de  los  generales  Suárez  Yaldés  y  Lu* 
que  están  en  operaciones. 

lasí,  es  grande  el  número  de  tropas  concentradas  en  la  población, 
"nismo  tiempo  que  yo  ha  llegado  á  Santa  Clara  el  marqués  de 
^  ^aift)  qne  viene  á  ofrecer  sus  respetos  al  capitán  general. 

ipédase  éste  en  modestísima  casa.  Nada  de  bandera  en  el  balcón 
1  tiquetes  de  honor  en  la  puerta.   Por  eso  nos  costó  trabajo  encon- 

t  "domicilio  del  general  en  jefe. 


^: 


■níi 


>#v. 


l6é  CBÓNICA  DE  LA  OUEBSA   DB   CUBA 

La  ÚQioa  guardia  que  hay  en  el  edificio  donde  vive  el  general  Martí- 
nez Campos  es  un  agente  de  policía  municipal. 

Recibióme  el  general  Cón  su  amabilidad  acostumbrada. 

A  mis  preguntas  contestó  exponiéndome  en  breves  palabras  la  situa- 
ción de  las  operaciones,  el  resultado  de  las  últimamente  verificadas,  las 
modificaciones  que  ha  experimentado  el  plan  del  enemigo  por  efecto  de 
la  acción  de  las  tropas. 

Díjome  que  se  carecía  de  noticias  respecto  de  hechos  concretos. 

— Los  últimos  encuentros — añadió — son  ya  conocidos  y  los  habrá 
usted  telegrafiado  seguramente.  Aunque  no  constituyen  grandes  ni  im- 
portantes hechos  de  armas,  han  tenido  un  éxito  muy  feliz,  no  solo  co- 
mo preparación  de  la  campaña,  sino  como  indicio  seguro  de  que  la  za- 
fra se  realizará  con  facilidad. 

— Hoy  mismo — me  dijo  después — ha  comenzado  la  molienda  en  el 
ingenio  de  San  Antonio  de  Abriu,  que  está  -cerca  de  Santa  Clara. -Los 
preparativos  de  los  azucareros  coincidirán  con  un  período  de  relativa 
tranquilidad  en  Las  Villas. 

R(;firióme  después  detalles  de  la  acción  sostenida  en  Jiquimas  por  la ' 
columna  que  manda  el  general  Oliver. 

Mandaba  el  enemigo— añadió — el  cabecilla  Serafín  Sánchez  y  trafió 
de  resistir  cuanto  pudo,  pero  la  acción  de  la  artillería  sembró  el  pánico 
en  las  filas  rebeldes,  una  granada  cayó  dentro  de  un  bohío  donde  se  ha* 
bían  refugiado  muchos  insurrectos  huyendo  del  fuego  de  nuestros  fusi- 
les. Reventó  la  granada  y  mató  á  nueve  hombres,  quedando  otros  heri- 
dos. El  total  de  los  muertos  enemigos  en  esta  acción  es  de  veintidós,  que 
fueron  enterrados  á  poca  distancia  del  lugar  del  combate. 

— Es  evidente — me  dijo  también  el  general — que  Máximo  Gómez  se 
proponía  atravesar  Las  Villas  en  rápido  avance  para  llegar  á  Matanzas 
y  proteger  allí  el  aumento  de  la  insurrección.  Al  efecto,  había  reunido 
hacia  Taguasco  todo  el  número  de  fuerzas  de  que  podía  disponer,  re- 
eonc«ntrando  en  aquel  punto  partidas  que  se  encontraban  á  muchas  le- 
guas de  distancia.  Si  hubiera  conseguido  su  propósito,  no  puede  ocul- 
tarse que  se  hubiese  agravado  mucho  la  situación,  pero  hasta  ahora  los 
planes  de  Máximo  Gómez  no  se  han  realizado.  La  acción  de  las  colum 
ñas  del  general  Oliver  y  del  coronel  Zubia  ha  sido  eficacísima,  y  el  re- 
cluitado de  sus  movimientos  excelente. 

Oliver  en  Manacas  y  Zubia  en  Jatibonico  han  desbaratado  los  pro- 
yectos de  Máximo  Gómez.  \( 

En  los  dos  combates  de  que  ya  se  tiene  noticia  y  en  las  marchas 
teriores  á  ellos  se  ha  evidenciado  otra  vez  más  la  superioridad  de  nú    - 
trae  tropas,  y  donde  había  contingentes  armados  de  Mattsser,  el  ener    - 
go  no  ha  tenido  alientos  sino  para  huir.  Máximo  Gómez,  y  esta  noti     i 


1 


f  JA.     ljjU»W.     i.,\c^\ilv~A^    lís^A^    ,     C.\AJt    'tWiVyOVJLO    ^      .na^ 


I 


OBÓNIOA  DK  Ul  0U£RR1.  DB  CUBA 


167 


está  ya  comprobada  por  toda  oíase  de  informes^  tuvo  que  pasar  de  nue  • 
Vo  á  la  desbandada  y  de  cualquier  modo  el  rfo  Zaza, 

Para  que  vea  usted — añadió  el  general — cuanto  empeño  tenía  el  ge- 
neralísimo  en  avanzar,  conservando  por  lo  menos  sus  posiciones  en  la 
orilla  derecha  del  río  Zaza,  le  diré  que  atacado  por  Oliver  y  cómo  se 
viera  obligado  á  pasar  á  la  otra  orilla  hizo  un  esfuerzo  supremo  y  vol- 
vió á  pasar  el  río.  Nuevamente  fué  rechazado,  esta  vez  ya  de  un  modo 
definitivo. 

Manifestó  el  general  Martínez  Campos  que  la  continuidad  de  las  ope- 
raciones y  el  ataque  sin  descanso  de  las  columnas  á  las  partidas  va  des- 
moralizando al  enemigo. 

— ^Nótase — ^me  dijo — menor  movimiento  de  los  insurrectos  en  las  ju- 
risdicciones de  Cienfue^os  y  Santa  Clara,  y  aun  en  todo  el  radio  de  la 
riqueza  azucarera,  que  es  donde  naturalmente  han  desplegado  las  tropas 
mayor  actividad. 

Esto  es  efecto  de  la  persecución  de  las  columnas^  pero  no  negaré  que 
también  obedece  á  la  concentración  de  insurrectos  en  Santi  Spiritus. 

Terminó  el  general  manifestándome^  que  nada  se  sabe  positivo  res- 
pecto al  punto  en  que  se  encuentra  Antonio  Maceo.  Hay  quien  supone 
que  se  ha  incorporado  á  Máximo  Góihez,  pero  hasta  ahora  no  pasa  de 
un  rumor. 


Un  colega  habanero  refiere  que  un  tal  Fajardo,  que  formaba  parte 
de  los  presos  en  Santiago  de  Cuba,  con  destino  á  Ceuta,  y  que  fué  pues- 
to en  libertad  antes  de  su  embarque,  ha  llegado  á  Nueva  York,  diciendo 
públicamente,  entre  otras  mil  calumnias,  qug^los  soldados  españoles  ven* 
den  los  fusiles  con  100  cápsulas  por  10  pesos  á  los  insurrecto s . 


La  voladura  de  un  puente. 

Son  curiosos  los  siguientes  detalles  de  la  última  hazaña  de  los  insu  • 
rrectos. 

Entre  las  estaciones  de  Jicotea  y  Esperanza,  en  la  línea  férrea  Cár- 
nas  y  Jácaro,  en  el  sitio  donde  cruza  la  alcantarilla  del  ramal  del 
Tenio  de  Santa  Rita,  la  partida  rebelde  que  manda  el  cabecilla  Ber- 

.dez  había  colocado  un  cartucho  de  dinamita  que  reventó  al  pasar  un 

n  militar  compuesto  de  material  de  la  empresa  de  Cienfuegos  y  Santa 

ra. 

TCn  este  tren  regresaba  á  Santa  Clara  el  general  Suárez  Valdés  con 


168 CBOHIOA  DK  LA  OÜMtBA  D»  CUBA 

SU  Estado  M&yor  y  escolta  y  ana  escasa  eolnmna,  oompnesta  de  I 
dados  del  regimiento  de  San  Marcial,  8  guardias  oivilea  y  16  boI 
de  otros  cnerpos. 

La  explofli(5a  fué  te- 
rrible, tanto,  porque  se 
gún  parece,  el  cartucho 
era  grande,  cuanto  por 
haber  sido  colocado  con 
suma  habilidad  debajo 
de  las  traTiesaB. 

Descarrilaron  la  lo 
Comotora,  el  ténder,  el 
vagón  blindado,  un  oo 
che  de  primera  y  otro 
de  tercera,  el  furgón  de 

equipajes  y  OtrOqUe  con  ■      U>*ht4<i  ín,  barldo  gr»*  e-  U  mudlbala,  Bimo  I  pltniu,  lu  eoalw 

duofa  caballo,.  -■"'"■  ""••'"'• " '-  '"- 

El  puente  quedó  destrozado  completamente,  y  todc  sa  armazói 
al  rio. 

Un  vagón  de  tercera  y  otro  de  primera  en  que  iba  el  general  £ 
Valdés,  quedaron  colgados  sobre  el  abismo  y  pendientes  no  mas  { 
los  enganches  á  loa  vagones  posteriores. 

El  pánico  fué  < 
toso:  la  situación  t 
I  neral  y  de  su  escolti 

■■  promel  idísima. 

Todo  el  materi 
tren  sufrió  grande 

«perfectos .  Los  bi 
quedaron  desbaral 
los  vagones  volca 
los  soldados  enoerra 
j  ellos  sin  poder  salir 

P  primeros  momentoi 

Con   gran    difii 
r  consiguieron  el  gen 

pudiendo  también  sacar  de  los  vagones  á  los  caballos  que  lleva 
Estado  Mayor  y  la  escolta. 

Esta  y  aquel,  con  el  general  á  la  cabeza,  se  pusieron  en  niar( 
dirección  á  La  Esperanza,  dejando  el  tren  custodiado  por  la  fue 
infantería. 

A  consecuencia  de  la  explosión  y  del  descarrilamiento  resultan 


r 


ORéNIOA   DI  LA   ODEEBA  PK  CUBA 169 

rídos  10  soldados,  tres  de  ellos  de  gravedad,  y  con  algunas  lesiones  el 
~  hijo  y  ayudante  del  general  Saárez  Yaidéa  y  el  director  de  £l  Nacional 
de  Santa  Clara,  señor  Cancio. 

Cnaado  el  general,  con  su  escolta,  iba  á  contintiar  el  camino  hacia 

La  Esperanza,  aparecieron  de  entre  la  manigua  inmediata  grupos  de 

rebeldes  al  mando  del  cabecilla  Bermúdez,  que  comenzaron  á  hacer  fuego. 

El  señor  Saárez  Yaldés  dio  la  orden  en  seguida  para  atacar,  y  por  sf 

ismo  dirigió  la  operación,  persiguiendo  á  los  insurrectos  con  la  gente 

>  i  caballo. 


Puteo' i  rcUfnwdl*. 

A  perar  de  la  superioridad  del  enemigo,  de  la  alarma  que  había  pro- 
ioido  en  las  tropas  la  exploBión  y  de  que  costó  no  poco  trabajo  encon- 
ir  las  armas  y  los  caballos,  la  persecución  fué  activa  y  el  enemigo 
ledó  destrozado. 

Practicado  un  reconocimiento  en  las  espesuras  cercanas  se  halló  en 
L  bohío  un  enorme  caldero,  donde  hervía  nn  cerdo,  preparado,  sin 
ida,  para  el  rancho  de  la  partida. 

■"^ministrador  de  la  empresa  ferroviaria  de  Cienfnegos  á  Santa 
íor  Paradela,  telegrafió  inmediatamente  al  general  Saárez  Tal- 
''"itándole  por  haber  salido  ileso  de  la  explosión,  y  diciéndole 
,^araba  un  tren  de  auxilio  á  reserva  de  organizar  otro  para  reco- 
.  efectos  que  habían  quedado  en  el  lugar  del  descarrilamiento. 
— ^^neral  Suárez  Valdés  contestó  que  tomaba  en  La  Slsperanza  el 
—dente  de  la  tarde  que  se  dirigía  &  Santa  Clara. 


OHÓNIOA  DB  LA  QÜKBBA  D»  CUBA 

I  efecto,  y  al  pasar  este  tren  las  estaciones  de  Gspeí 
de  Gómez,  fué  tiroteado  por  los  insurgentes,  sin 
cia  alguna. 
Ltauillas  de  los  vagones  contestaron  los  soldados  coi 

n  que  defiende  el  fortín  del  puente  de  Arroyo  Qxí 

igo  al  enemigo,  pudiendo  continuar  el  tren  su  mai 

1. 

lárez  Yaldés  consiguió  llegar  á  Santa  Clara,  siendo  i 

general  Martínez  Campos  y  por  toda  la  población 

salvado,  sino  por  el  valor  que  demostró  en  tan  di 


De  municipal  á  cabo. 

irigida  á  El  Noticiero  Sevillano  y  fechada  el  18  de 
le  Avila,  es  original  y  curiosísima.  En  ella  relat 
muedo  su  metamorfosis  de  guardia  municipal  sevil 
!  la  manigua. 
alabta  al  exguardia  en  cuestión: 

Por  la  patria. 


iicho  se^or  director,  servía  en  la  guardia  municipi 
>  aventajado;  estudié  el  ya  citado  real  decreto  dado  ( 
lente  y  sin  consultarlo  con  persona  alguna,  ni  con  n 
ra  sido  lo  naturaí,  salí  de  mi  casa,  Bustos  Tavera, 
de  la  mañana  del  15  de  Septiembre,  hora  reglamen 
}io  al  día  y  prestar  el  servicio  de  mi  clase,  dejando 
tro  hijos  y  á  su  madre,  y  sin  despedirme  de  ellos  pe 
li resolución,  me  dirigí  al  estanco  déla  calle  Placen 
imando  la  mañana  con  el  célebre  campanero  de  la  ( 
igos  hasta  las  siete  de  la  miama,  que  le  entregué  al  e 
tedirigido  al  señor  comandante  de  la  guardia  rau 
o  García  de  la  Mata,  conteniendo  varias  órdenes  d 
nisión  por  escrito  y  una  esquela  notificándole  mi 

t  embarcarme  en  el  vapor  San  Telmo,  no  marohand 
ir  visto  de  nadie  en  el  tránsito  hasta  Oádis,  pues  < 
»08  que  soy,  lo  más  natural  hubiera  sido  que  en  las 
hermanas  ó  Utrera  me  hubiese  visto  algún  conocido 
:qaé  en  Sanlúcar  y  de  allí  pasé  á  Cádiz  en  el  tren,  d 


CRÓNICA  DE  LA   6UERBA   DE  CUBA  171 

llegué  dicho  día  15  á  las  nueve  de  la  noche  y  me  hospedé  en  una  fonda 
en  la  plaza  de  San  Juan  de  Dios,  donde  pasé  la  noche  bien;  amaneció  el 
día  16  y  me  presenté  en  las  oficinas  del  banderín  al  teniente,  al  que  le 
manifesté  mi  resolución,  contestándome  que  no  podía  filiarme  por  estar 
oompleto  el  cupo  para  el  embarque  del  18.» 

El  dinero  y  el  uniforme 

cLe  supliqué  varias  veces  que  accediera  á  mis  deseos,  pero  todo  fué 
inútil;  advirtiéndole  á  usted,  señor  director,  que  mis  súplicas  eran  fun 
dadas,  pues  me  hallaba  en  Cádiz  sin  conocer  á  nadie  y  con  siete  cénti* 
mos  en  el  bolsillo. 

Me  presenté  al  general  gobernador  y  le  conté  lo  que  me  pasaba;  y 
entonces  dicho  señor  por  medio  de  un  oficial,  mandó  al  referido  te 
niente  que  me  admitiese.  Firmé  y  desde  aquel  día  pertenecí  ya  al 
eaerpo  de  voluntarios.  Diéronme  los  cincuenta  duros  de  ordenanza  y 
acto  seguido  puse  una  letra  de  treinta  duros  á  mi  familia,  envié  el  uni- 
forme á  su  procedencia,  pues  que  de  uniforme  salí  de  Sevilla  corriendo 
d  riesgo  de  ser  detenido,  y  embarqué  con  mis  compañeros. 

El  viaje  fué  muy  disJ;raído  y  llevamos  buen  tiempo.  A  bordo,  me 
enteré  de  la  última  fechoría  de  los  insurrectos  ó  sea  del  descarrila- 
miento  de  un  tren  en  la  Resbalosa.  Dicen  que  este  tren  conducía  pasa-' 
jeros  y  algunos  soldados,  y  que  los  mambises  arrojaron  al  paso  un  car- 
tacho  de  dinamita  que  estalló  en  el  acto  produciendo  varios  muertos  y 
heridos. 

Dimes  vista  á  la  costa  de  Puerto  Rico  el  día  4,  la  alegría  fué  in- 
mensa ^  bordo;  llegamos  á  la  bahía  á  las  nueve  de  la  mañana,  sin  no- 
vedad, la  gente  nos  ha  recibido  bien.  A  orillas  de  mar  hay  un  convento 
y  salen  las  monjas  con  los  pañuelos  saludándonos  por  las  ventanas. 

Aquí  han  desembarcado  16  soldados  del  regimiento  de  León  que  se 
halla  de  guarnición  en  dicha  plaza. 

Llegamos  á  la  Habana  el  día  8,  á  las  ocho  de  la  mañana,  hemos  in- 
vertido  en  la  travesía  de  España  á  la  isla  13  días  justos;  al  llegar  á  la 
capital  de  la  isla  nos  recibieron  muy  bien,  con  bandas  de  música  to- 
cando himnos  nacionales,  noa  desembarcaron  y  llegamos  á  tierra  á  las 
nueve  y  nos  metieron  en  el  fuerte  de  la  Cabana,  donde  permanecimos 
don  días,  trasladándonos  al  fuerte  del  Morro;  aquí  nos  vistieron  y  fui- 
]       destinados  á  cuerpo. 

A  campaña. 

[as  cuatro  de  la  mañana  del  día  13  salí  en  el  tren  de  la  estación 
€     ^^la,  y  fuimos  á  Bayamo;  en  esta  estación  que  está  en  un  puerto 


DE  LÁ   GOERHA   DE   CUBA 

el  vapor  Josefita,  llegando  á  Cienfa 

las  once  y  á  las  oaatro  de  la  tarde  pa 
ina  poca  faerza  para  operar, 
llegamos  á  las  Tanas,  de  Sancti  Spiri 
IOS  al  Júoaro. 

mañana,  recibí  de  un  oficial  de  la  g 
[ué  en  el  tren,   yo  solo  (porque  la 
.  sos  destinos),  para  Ciego  de  Avila, 
lel  mismo;  me  presenté  en  las  ofloín 
imero  1,  donde  lie  sido  destinado  á  1 

cuddn  de  Barrero. 

el  sexto  cuerpo,  según  de  Santander 
á  despedir  á  las  tropas  expedioiona 
1,  invitó  al  señor  obispo  á  dar  á  los  « 
.0  así  lo  verificó  dicha  antoridad  eclc 
^r  atención,  presentándose  sobre  el  ] 
[a  al  obispo  y  capitán  del  Montevideo 
Qador  militar  de  Santander;  el  sileni 
llamó  el  general  por  su  nombre  á  loe 
adoles; 

ndición  por  el  representante  del  Sefi 
la  palabra  sagrada  qne  vivifica  y  d 
;aerra;  aquí  viene  también  vuestro  ,g 
ombre  de  la  patria  y  del  Rey;  vengo 
á  recordaros  como  general  lo  que  á 
luchar  con  un  enemigo  á  quien  desp 
s  y  cultura,  nos  hace  traición,  reni 
i  bandera  y  se  subleva  contra  la  que 
jontra  su  madre  patria;  tal  ingratitu< 
aso  vais,  vais  á  cumplir  con  lo  que  lai 
3n  duras  y  terribles,  cuando  de  traid 

),  porque  de  ¿1  dará  patente  prueba  el 
i  de  vuestras  bayonetas;  disciplina  y  n 

nación  coloca  sobre  el  pecho  de  sus 
religión,  es  la  religión  de  la  disciplii 
igridad  de  la  patria  qne  peligra,  can 

confía  en  vuestra  bravura  y  en  la 
[cíales;  tened  en  ellos  fe  ciega,  amor  i 


Ob6nIOA  Pa  LA  GÜJBBA  PJ  OÜBA 173 

tra  patria  y  á  vuestro  Rey,  y  así  saldréis  siempre  vencedores  en  cuan- 
tas empresas  tengáis  que  afrontar.  > 

La  concentrtuñén. —  Un  bando  del  generad. 

El  señor  Ordás,  secretario  del  Gobierno  civil  de  Santa  Clara  y  go« 
bernador  interino  en  ausencia  del  señor  general  Luque,  ha  circulado  á 
los  alcaldes  de  esta  provincia  la  siguiente  disposición  del  general  Mar- 
tínez Campos  y  algunas  reglas  para  su  cumplimiento: 

cEl  excelentísimo  señor  general  en  jefe  desde  esta  capital  donde  se 
halla,  se  ha  servido  dictar  la  siguiente  disposición:  / 

Excelentísimo  señor:  El  bando  del  cabecilla  Roloff  sobre  la  concen- 
tración al  campo  insurrecto  de  las  familias  y  hombres  que  sirven  cerca 
de  los  caminos  y  la  amenaza  de  fusilar  á  los  que  se  queden  á  menos  de 
nna  leg^a  de  los  poblados  y  fuertes,  da  á  la  guerra  un  carácter  especial 
f  sobre  todo  determina  la  concentración  en  los  poblados  de  una  por- 
ción de  habitantes  pacíficos;  es  claro  que  nos  impone  la  penosa  obliga- 
ción dé  alimentarlos  cuando  caresscan  de  recursos,  porque  no  podemos 
abandonar  al  hambre  y  á  Ja  miseria  á  pacíficos  ciudadanos  á  quienes 
va  misma  laboriosidad  y  sus  hábitos  de  moderación  exponen  á  tan  cruel 
contingencia;  pero  es  necesario  conciliar  el  interés  del  Estado,  la  evi- 
tación de  convoyes  y  el  deber  ineludible  de  humanidad  y  de  gobierno, 
que  ya  que  no  pueda  por  el  carácter  feroz  que  el  enemigo  da  á  esta 
guerra  y  por  las  costumbres  de  diseminación  de  la  población  rural  evi- 
tar los  padecimientos  de  ésta,  está  en  el  caso  áe  aminorarles.  Para  con- 
ciliar  atenciones  tan  contradictorias  es  preciso  que  las  concentraciones 
á  que  obliga  el  enemigo  se  verifiquen  en  los  poblados  que  tengan  guar- 
nición y  estén  en  la  línea  férrea,  y  que  por  Y.  E.  se  dicten  reglas  á  fin 
de  que  todos  los^  terrenos  incultos  que  están  en  las  inmediaciones  de  di- 
chos poblados,  ya  sean  del  Municipio  ya  de  particulares,  se  dividan  en 
porciones  para  que  sean  labrados  y  aprovechados  por  los  emigrantes  y 
les  faciliten  recursos  al  menos  en  parte,  haciendo  trabajar  en  ellos  á  fin 
de  que  no  se  recargen  tanto  las  ya  gravadísimas  atenciones  del  Go  - 
bierno.  Yo  espero  gue  ni  los  Municipios  ni  el  Estado  pondrán  oposición 
ni  harán  reclamación  alguna,  pero  si  así  no  fuese  se  cumplirá  de  todos 
niniios  esta  orden  y  se  elevarán  las  reclamaciones  de  los  propietarios  al 

^'«"mo  general  con  el  informe  de  los  antecedentes  morales  y  poli  ti- 
los reclamantes.  > 

al  trasladar  á  Y.  S.  dicha  superior  disposición,  he  resucite  en 
«jncia  de  lo  que  á  mi  autoridad  se  encomiende  dictar  las  siguien- 
'eglas  para  el  más  exacto  cumplimiento  de  cuanto  en  ella  se  me 

^lU  el  acto  de  recibir  Y.  E.  la  presente  formará  una  relación  de 


174 ORÓKIOA   DB  LA   OUBSaA   DB   OPBA 

los  terrenos  que  se  enouentran  en  las  oondíoionea  á  que  alude  la  prein- 
serta circular  y  otra  de  las  familias  que  sin  recursos  se  hayan  concentra ' 
do  y  puedan  concentrarse  en  los  poblados  de  este  término  que  tengan 
guarnioi<5a  y  estén  en  la  línea  férrea. 

2.°  Con  ambas  relaciones  dará  Y.  S.  cuenta  al  Ayuntamiento  para 
que  con  toda  equidad  se  ha^  la  distribución  de  dichos  terrenos  y  se  fa- 
ciliten &  las  familias  á  qui«ies  se  entreguen  los  más  perentorios  recnraoi 
á  objeto  de  que  puedan  dar  comienzo  á  sus  faenas  agrícolas,  para  lo  que, 
ai  necesario  fuera,  se  acudirá  á  los  patrióticos  sentimientos  de  los  mayo- 
res contribuyentes  de  ese  término. 

Dada  la  urgencia  que  entraña  este  asunto,  me  prometo  del  celo  y  re- 
conocida actividad  de  V.  S.  no  descansará  hasta  dejar  en  un  todo  cum- 
plida tan  sabia  diaposición  de  S.  E.  y  qne  me  dará  cuenta  onda  10  días 
de  los  trabajos  que  en  dicho  sentido  se  hayan  realizado. 

Dios  guarde,  etc. 

8r.  Alcalde  municipal  de...> 

Un  diálogo  ejemplar. — Cuadro  gráfico  de  la  guerra. 

En  un  periódico  antillano  encontramos  un  diálogo  titulado  El  inste- 
rrecto  y  su  tia,  del  cual  reproducimos  estas  sabrosas  líneas: 

— «Pero  muchacho,  ¿cómo  te  atreves  tú  á  andar  por  aquí  así  solo  y 
con  esas  armas? 

— No  tenga  usted  cuidado,  tía,  si  la  fuerza  está  acampada  ahí  á  la 
orilla  del  arrollo  y  yo  le  pedí  licencia  al  capitán  para  venir  aquí. 

— ¿Y  si  te  ven  los  soldado»? 

— ¡Qué  va!  si  tenemos  avanzas  lo  menos  á  una  legua  de  aquí.  Ade- 
más que  los  BoIdados"no  andan  ahora  ni  por  todo  esto. 

— No  te  fíes,  Juan,  que  luego... 

— Mira,  Chicho,  tú  no  sabes  nada  de  esto.  Ayer  de  tarde  estuvieron 
en  el  pueblo  tras  de  la  partida  á  enterarse  por  donde  anda  la  tropa,  y 
sabemos  bien  que  por  aquí  no  vienen  ahora. 

— ¿Y  cómo  van  al  pueblo? 

— Pues  muy  bien.  Dejan  las  tercerolas  en  la  partida,  se  cambian  el 
sombrero  que  tiene  la  escarapela  por  otro  y  con  su  cédula  en  el  bolsillo 
entran  y  salen  sin  novedá  y  como  los  patones  que  están  en  la  entrada  del 
pueblo  no  los  conocen,  les  piden  los  documentos,  se  los  enseñan  y  : 
más;  a3Í  se  proveen  de  lo  que  necesitan,  se  enteran  de  lo  que  convienr 
pa  la  manigua  otra  vez. 

— Hijo,  ¿y  tú  por  qué  no  te  presentas? 

— ¿Quién?  ¿yo?  Vamos,  tía  Charito,  no  juegue.  ¡Ahora  es  cuando 
cosa  está  buena!  ¡Con  que  vengo  á  ver  si  Chicho  se  determina  á  irse  c. 
nosotros! 


GBÓNICA  DS   LA   QUERBA  DI   OUBA  175 


—Ni  loco*.. 

— Mire,  hijo,  si  asté  quiere  esté  en  el  mohío  hasta  que  le  dé  su  gana, 
pero  al  Chicho  déjemo  quieto  que  yo  no  tengo  ninguna  necesidá  de  que 
me  lo  maten. 

— ^Ni  usté  lo  crea  que  maten  á  nadie. 

— Mira,  Juan,  tú  eres  un  inocente.  Aquí  trajo  mi  compadre  Tomás 
el  otro  día  un  diario  del  pueblo  y  estuvo  leyendo  que  eso  que  ustedes  di- 
cen no  es  posible  porque  para  que  les  concedieran  esa  heligeria^  6  lo  que 
sea,  tenían  ustedes  que  tener  cogido  un  pueblo  y  ün  puerto  de  lámar,  y 
<te  allá  tampoco  iban  á  mandar  tropa  ninguna  y  el  arreglo  que  les  va  á 
dar  Martínez  Campos  va  á  ser  mucho  tiro,  porque  dicen  que  en  los  pa 
peles  viene  puesto  que  ahora  vienen  otros  20.000  ó  no  se  cuantos  hom- 
bres más  d«  España. 

— ¡Oh,  tía  Charito!  ¿Qaé  usté  comulga  con  tortas  de  casa  ve?  Mire 
qae  ya  usté  es  tina  mujer  de  edad  para  que  ande  creyendo  esas  cosas. 
Ta  en  España,  como  dice  el  capitán,  no  hay  más  gente  ni  hay  un  me- 
dio más  que  gastar.  ^ 

— ^To  de  eso  no  sé,  Juan,  pero  digo  lo  mismo  que'mamita,  que  va 
á  haber  mucho  tiro,  pues  y  que  ahora  la  tropa  trae  de  esos  rifles  que  le 
dicen  de  Máusa. 

— Lo  mismo  que  ná,  porque  nosotros  no  nos  ponemos  á  donde  nos 
den  y  juyendo  tenemos  la  pelea  ganada. 

— Pero  hijo,  ustedes  no  pueden  ganar,  me  parece  á  mí;  pero  ganen 
6  no,  ¿qué  te  van  á  dar  á  tí  ni  á  otros  muchos  cuando  se  acabe  la  gue- 
rra? De  todos  modos  los  que  ganarían  serían  los  gordos,  pero  vosotros, 
los  pobres,  lo  más  que  podéis  sacar  es  alguna  pierna  rota. 

— Así  está  tu  madre,  que  dicen  que  la  pobrecita  está  cayéndose  muer- 
ta, temiendo  que  te  suceda  alguna  cosa. 

— Lo  que  vais  á  conseguir  es  acabar  con  todo.  Vamos  á  ver,  ¿por 
qué  quemáis  las  casas? 

— Porque  lo  ha  mandado  el  general  Máximo  Gómez. 

— Ya  lo  creo,  como  él  no  tiene  nada  en  Cuba. 

Después  que  se  acabe  la  guerra  él  se  irá,  si  escapa  vivo,  y  vosotros 
no  tendréis  donde  ganar  ni  un  medio. 

—Mire,  tía  Charito.  Usté  no  entiende  de  esto,  y  tu  Chicho,  eres 
r"-*  cobarde  y  por  eso  no  vas  con  los  patriotas.  Dame  acá  dos  quesos 
;  ^  poco  de  café  y  la  azucara  que  tengas  aquí  y  ves  cogiendo  unos 
í     'ones  que  horita  vendremos  á  buscarlos  y  déjate   de   dar  parte  ni 

»r  con  sinvergüenzuras,  si  no  quieres  que  te  guinden  de  una  guá- 
i  3k  ó  que  te  den  machete,  porque  los  que  defendemos  la  liberta  no 
<     °entimos  que  nadie  trabaje  ni. . . . 

Vh,  mira,  y  trae   todo  el  tabaco   que   tengas,  y  la  montura  y  una 
^  de  ropa  y  las  polainas,  y  ese  hule,  que  la  gente  honrada  no  ha 


176 


CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


de  carecer  de  nada,  ya  que  anda  exponiendo  su  vida  para  dar  á  Cuba 
la  liberta. 

— Vaya  una  liberta  y  «na  manera  de  entenderla!  Llévate  cuanto 
quieras,  pero  vete  y  déjame  en  paz.  ¡Maldita  sea  la  guerra  que  os  está 
acabando,  y  el  condenado  que  la  inventó!» 

El  tabaco  en  Vtcelta  Abajo. 

Iki  los  primeros  días  de  Diciembre,  se  han  realizado  varias  ventas  de 

tabaco  en  los  términos  de  San 
Juan,  Pinar  del  Río  y  Vina- 
les, vendiéndose  á  precios  pro- 
porcionados con  la  calidad  y 
número  de  tercios  de  que  se 
compone  cada  vega,  con  lo 
cual  aquellos  agricultores  han 
recibido  una  verdadera  satis- 
facción, pues  además  de  rea* 
lizar  el  trabajo  del  año  pasa- 
do, les  proporciona  les  recur- 
sos que  necesitaban  para  em- 
prender la  nueva  cosecha. 

Esto,  agregado  á  que  no 
escasean  las  posturas ,  pues 
^  en  su  inmensa  mayoría  no 
tienen  que  comprarlas,  y  el 
que  las  compra  lo  hace  en 
proporción,  dá  verdadero  pla- 
cer salir  por  el  campo  y  ver 
á  los  vegueros  contentos  tra- 
bajando con  la  fé  de  que  si 
logran  un  año  regular,  el  fru- 
to les  proporcione  el  alinéen- 
te y  bienestar  de  su  familia^ 
pues  presienten  que  lo  han  de 


.:^^;S:  :;;,-rm 


'Z^^^ 


Faarte  "Reina  BAgent***  en  Saga*  la  Granda 

vender  bien  y  pronto. 


Noble  emulación. 

Dice  una  carta  de  Manzanillo,  describiendo  la  marcha  del  con 
llevado  á  Bayamo  por  el  general  González  Muñoz; 

«El  entusiasmo  de  jefes,  oficiales  y  soldados  es  grandísimo,  y  ta 
van  ansiosos  de  batirse.  Me  daba  pena  el  afán  que  todos  los  jefes  ^ 


» 


OBéKIOA.  DB  LA   QPKRttA   DK  OUBA 177 

cíales  qae  enoontrábamos  al  paso  mostraban,  solioifando  del  general  el 
que  se  les  oonoedíera  ir  con  la  eolumna  y  lo  tristea  que  quedaban  al 
oír  al  general  detíx  qae  era  imposible  qne  todos  fueran;  que  era  preciso 
guarnecer  los  fuertes  y  los  poblados,  pero  que  en  la  próxima  expedí- 


*es  tocaría  á  ellos.  Hasta  yo,  que  nada  tf  ngo  de  militar,  sentía 
Tfie  la  columna  y  no  poderlos  aconipaüar.  El  tiempo  es  mag- 

seguir  aeí,  muy  pronto  estarán  buenos  los  caminos  y  ae  po- 

r  á  las  operaciones  activas.» 

*'5— T.  n.  I*rcclo  lO  cent."_ 


í'-    ;  /  <■ 


178 


GBÓNICA  DB   LA  QUXOBA  DE  OUBA 


15V¡ 


E^-r 


.t 


España  y  Santo  Domingo. 


'  Como  ejemplo  de  corrección  internacional  y  honrado  y  sincero  cum- 
plimiento de  sus  deberes,  transcribimos  igualmente  el  texto  de  la  orden 
que  el  G^obierno  de  la  república  de  Santo  Domingo  ha  pasado  á  sus  go- 
bernadores, para  que  les  sirva  de  norma  en  su  conducta,  con  respecto  á 
la  insurrección  cubana. 

Dice  así: 

€  Ciudadano  gobernador: 

Los  pactos  internacionales  vigentes  entre  esta  república  y  el  Gobier- 
no de  España,  imponen,  no  solo  el  deber  común  de  una  neutralidad  ex- 
tricta,  respecto  de  los  sucesos  políticos  que  comprometan  la  paz  interior 
y  exterior  de  ambos  Estados,  sino  que  establecen  además  el  compromi- 
so indeclinable  de  no  consentir  que  desde  ninguno  de  los  respectivos 
territorios  se  conspire  contra  la  seguridad  ó  tranquilidad  de  otro  Es- 
tado. 

Para  cumplir  el  Gobierno  dominicano  esos  deberes  internacionales, 
sin  reproche  de  su  alto  espíritu  de  lealtad,  necesita  no  consentir  én  que 
por  ningún  medio  se  enardezca,  excite  ó  auxilie  desde  nuestro  territo* 
rio,  el  espíritu  revolucionario  que  opera  actualmente  en  la  isla  de  Cuba 
el  sangriento  espectáculo  de  la  guerra  separatista. 

A  usted,  ciudadano  gobernador,  encomiendo  portante,  no  autori- 
zar ni  permitir,  y  ni  siquiera  tolerar  acto  alguno  que,  tendiendo  al  fin 
indicado,  pueda  causar  agravio  á  la  seguridad  ó  tranquilidad  de  Espa- 
ña, en  cualesquiera  de  sus  dominios  antillanos  6  ultramarinos.» 


r 


XVIIl 


LA  BATALLA  DE  CAYO  ESPINO 


GUABA  de  Pasajeros,  2  de  Diciembre  de  1895. 

La  sierra  de  madera  de  don  Antonio  Marcial,  está  en^ 
clavada  en  el  asiento  de  Cayo  Espino,  distante  una  y  me- 
dia leguas  de  Aguada  de  Pasajeros  y  en  la  misma  línea  li- 
mítrofe de  las  provincias  de  Santa  Clara  y  Matanzas. 
'f  Allí  tuvo  efecto  el  combate  entre  la  columna  del  coro- 

nel Molina  fuerte  de  242  hombres  y  las  gruesas  partidas  de  Lacret,  los 
Núñez,  Pérez  y  otros  cabecillas. 

Cómo  se  presentaron  en  la  sierra  mencionada  las  partidas  insurrectas 
que  invadir  se  proponían  la  provincia  de  Matanzas  y  cómo  apoco, 
<)aando  Lacret  notificaba  al  señor  Marcial  algunas  de  las  órdenes  de  sics 
superiores  referentes  A  la  suspensión  de  tiabajos,  hizo  su  aparición  en  el 
Iq"^*  la  columna  del  señor  Molina. 

^olumna  del  señor  Molina,  se  componía  de  una  compañía  del  ba- 
jI  Rey,  compañía  de  María  Cristina,  la  guerrilla  de  dicho  bata- 
jluntarios  movilizados  de  la  Macagua  y  guardia  civil, 
^nces  los  insurrectos  apercibidos  de  las  fuerzas  se  dividieron  en 
^pos,  uno  de  los  cuales  se  atrincheró  en  el  edificio  de  la  Sierra 
el  otro  se  replegaba  en  el  batey, 
nzó  el  fuego,  nutrido,  reñidísimo  por  ambas  partes. 


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11( 

de 
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i 


180 CBONIOA  DK   LA   OUEHHA   DE   OPBA 

Hubo  un  momento  en  qae  la  oolamna  del  coronel  Molina  cesó 
parar. 

¡Harrae!  de  viotoria  brotaron  de  los  labioa  del  adversario.  Sa  sape* 
rioridad  numérica  y  sua  ventajosas  posiciones  se  imponían. 

Sueños  que  pronto  se  desvanecieron. 

£1  coronel  Molina  había  tomado  determinaciones  salvadoraa  7  el 
momento  de  calma  traería  en  pos  de  sí  el  triunfo  para  sos  fuerzas. 

De  súbito  aparecen  por  entre  los  caña-  / 

veralea  los  tiradores  de  MaÜsser.  Á^ 

Un  minuto  después  y  el  cornetín  de  orden  1^^     / 

toca  ¡á  la  baywnetal  f/7/^íe^á/j 

La  columna  avanza  y  el- ene  , 

menos  se  esperaba,  abandona 
nables  posiciones. 

La  tropa  quedó  duefia  del 
terreno.  N 

Habían  transcurrido   tres  ^ 

horas   consecutivas    de  com-  ^ 

bate.  ^ 

Ya  de  noche  se  procedió  al  ^ 

reconocimiento  del  terreno. 

Algunos  facíficoB  habían 
caído  á  loB  disparos  de  los  com- 
batientes. 

Muchos  de  ellos,  detenidos  , 

por  los  insurrectos,  que  en  el  ,  ¿¿ 

momento  de  mayor  ardor  en  la  ~ 

pelea  corrían  de  aquí  allá  bus- 
cando protección  para  no  en- 
contrar la  muerte. 

Las  familias  que  habitaban 

en  la  Sierra  se  refugiaron  á  los  ^      ^  __        '' 

primeros  disparos  en  el  depó-  ^  ^^^ 

í^.^         ,    ,  /  ^  ...  r  "qw!!»  «lopiron  d«  >,.gur.  BHBrtí...  (Píj.  181). 

Sito  del  serrín. 

Allí  se  creían  libres  de  las  balas. 

Pero  los  prisioneros  y  algunos  de  las  partidas  al  huir,  sin  rumbo  f 
se  refugiaron  en  el  lugar,  especie  de  pozo,  al  encontrarle  á  su  pp  °- 
puerto  de  salvamento. 

Los  soldados  les  signen  y  disparan  hacia  el  hoyo  aquel  y  eu 
fusión  pretenden  escapar  con  loa  condueños  de  la  Sierra,  don  Josa 
Francisco  González,  con  tan  mala  suerte  que  al  intentarlo  con  a.^ 
de  los  que  acababan  de  meterle  allí,   son   blanco   de  bs  pro''*" 
JUaÜjser. 


I 

OHÓNICA  PE  LA  QUBBRA  DB  CUBA 181 

Afortunadamente,  á  tiempo  se  enteró  la  tropa  que  allí  se  encontraban 
algunas  mujeres  y  no  pocos  niños. 

Cesó  el  fuego  y  aquellos  escaparon  de  segura  muerte. 

Cuando  se  reconoció  el  campo,  se  encontraron  más  de  treinta  cadá- 
veres de  paisanos.  De  la  tropa:  él  del  teniente  movilizado  de  la  Maca* 
gaa,  señor  Versal;  tres  individuos  de  la  guerrilla  de  Marfa  Cristina,  tres 
voluntarios  movilizados  de  la  Macagua,  un  soldado  del  Rey,  tres  de  Ma- 
ría Cristina  y  dos  guardias  civiles. 

Heridos  y  contusos,  la  tropa  tuvo  algunos. 
^  Los  insurrectos  dejaron  abandonados  tantos  caballos,  que  cuando  la 

tropa  regresó  á  la  Aguada  todos  los  de  infantería  fueron  montados. 

La  columna  hizo  un  prisionero  que  fué  conducido  á  Aguada  por  el 
teniente  de  la  guerrilla  señor  Lezcano. 

£1  oficial  muerto  en  el  combate  de  Cayo  Espino,  era  movilizado  de 
.  la  Macagua.  Los  soldados  pertenecían  al  regimiento  de  María  Cristina. 
De  los  heridos  10  pertenecen  al  regimiento  de  María  Cristina.  Y  contu- 
I     808,  un  capitán  y.  un  guerrillero  del  segundo  batallón  de  dicho  regi- 
I     miento.  Han  desaparecido  tres  individuos  del  mismo  regimiento. 
I  El  destructor  de  Hato  Nuevo  se  presentó  al  frente  de  un  pequeño 

I  grupo  de  rebeldes  en  el  demolido  ingenio  Retribución  en  aquel  térmi- 
no, exigiendo  que  para  ]as  8  de  aquella  noche  se  le  tuviera  dispuesta 
ana  comida  de  150  cubiertos  (todo  un  banquete). 

£1  cabecilla  dejó  á  cinco  de  sus  compañeros  custodiando  la  finca  y 
cuando  regresó  á  ella,  á  la  hora  señalada,  se  llevó  la  comida  y  dejó  un 
vale  consignando  que  se  había  entregado  á  viva  fuerza. 

Por  la  madrugada  una  fracción  de  la  partida  estuvo  en  la  finca  de 
don  Fermín  Castañedo  Amaro,  á  2  kilómetros  de  Hato  Navo,  exigiendo 
armas  y  caballos  y  llevándose  una  montura. 

Hizo  acto  de  presencia  en  el  batey  del  ingenio  Precioso  una  partida 
numerosa  capitaneada  por  Julio  Rossell. 

El  cabecilla  exigió  al  administrador  de  la  finca  armas  y  bestias  y 
continuaron'su  marcha  en  dirección  á  Cantel. 

El  alcalde  de  Hato  Nuevo  ha  participado  al  señor  gobernador  de  la 
provincia  haber  sido  puestos  en  libertad  por  la  partida  Felipe  Martínez, 
los  hijos  de  don  Luis  Triana  y  don  Robustiano  Martínez,  vecinos  del 
logar,  que  se  llevaron  los  rebeldes  para  que  les  sirviesen  de  prácticos. 

'^n  informes  del  indicado  Triana,  en  los  portales  de  su  finca 
A  se  encontraban  acampados  buen  número  de  rebeldes  que  cons- 

ti         »  la  partida  capitaneada  por  Junco. 

"".  partida  rebelde  visitó  la  colonia   Echevarría  del  ingenio  Santa 
€  ^« .  Los  visitadores  se  llevaron  las  armas  del  sereno  de  la  co- 

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Id2  CB'ÓNIQA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 

Más  detalles. 

El  corooel  Molina,  oomandante  militar  y  alcalde  corregidor,  militar 
de  un  valor  excesivo,  casi  temerario,  no  perdona  medio  para  batir, 
donde  quiera  que  estén,  á  las  partidas  insurrectas.  Sapo  que  los  revo* 
lucionarios,  en  numero  considerable,  al  mando  de  Lacret,  Pancho  Fé* 
réz,  los  Núñez  y  otros  cabecillas,  venían  de  Santa  Clara  con  intención 
de  invadir  la  provincia  de  Matanzas. 

Secundando  los  planes  del  general  Prats,  que  á  la  vez  obraba  de 
acuerdo  con  el  general  Saárez  Yaldés,  salió  el  citado  coronel  Molina  de 
Aguada  de  Pasajeros  al  frente  de  250  hombres  con  dirección  á  la  finca 
llamada  La  Sierra, — nombrada  así  porque  hay  en  ella  un  aserrío  de  ma- 
deras,— situada  en  Cayo  Espino,  á  poco  más  de  una  legua  de  Aguada* 
Anles  de  llegar  al  batey  encuéntrase  con  la  avanzada  de  los  insu- 
rrectos. 

Se  baten.  Aquellos  inician  un  movimiento  de  retirada  hacia  el  batey; 
siguen  nuestras  tropas  tras  ellos,  y  al  llegar  á  las  casas  de  la  finca,  há- 
llanse  con  el  grueso  de  los  revolucionarios,  ascendentes,  según  diceut 
á  1.200  hombres,  parapetados  unos  en  las  casas,  detrás  de  trincheras 
naturales  formadas  por  objetos  diseminados  por  el  lugar,  y  otros  forma* 
dos  en  orden  de  combate  sobre  un  punto  determinado  del  campo  de 
acción.  Empéñase  una  lucha  Cormidable;  pero  desigual.  Nuestros  solda- 
dos, sin  cuidarse  de  las  balas  que  los  diezmaban,  avanzan  decididos,  fre* 
Héticos,  con  esa  valentía  y  frenesí  que  agiganta  el  propio  instinto  de 
conservación,  que  adivina  la  muerte  irremediable,  y  en  el  paroxismo  - 
de  su  manifestación,  especie  de  consorcio»  del  valor  y  la  locura,  quiere 
destruir,  devastar,  herir  á  la  misma  muerte,  para  caer,  al  fin,  ni  vence- 
dor ni  vencido;  pero  sí,  al  menos,  bien  acompañado. 

Los  revolucionarios  comprenden  su  ventaja;  arrecian  el  ataque:  en- 
tre nubes  de  humo  aparecen  guerrilleros  blandiendo  su  arma  favorita,  el 
terrible  machete.  Cae  aquí  el  teniente  movilizado  Bisbal  de  un  tremendo 
revés  que  le  cercena  la  garganta;  más  allá  es  alcanzado  un 'soldado:  in- 
tenta disparar  su  fusil,  y  un  tajo  le  arrolla,  cortándole  el  brazo-,  destru- 
yéndole, al  propio  tiempo,  el  arma.  Aquel  es  el  momento  supremo;  el 
coronel  Molina  comprende  el  peligro  de  un  copo,  y  prepara  su  revólver 
para  suicidarse  antes  que  caer  prisionero;  conserva,  no  obstante,  la  se- 
renidad, anima  á  su  gente,  á  la  que  ya  van  escaseándole  las  municioc^s^ 
y  se  sostiene  un  momento  más,  el  preciso  para  recibir  la  ayuda  de  80  i 
radores  Maüsser,  que  desde  los  cañaverales  próximos  descargan  ^  n 
eficacia  sobre  aquella  masa  inmensa  de  hombres  y  caballos.  Los  ir  i- 
rrectos  dejaron  el  campo.  Poco  después  no  había  allí  más  que  silenc  >; 
pero  un  silencio  inmensamente  más  horrible  que  la  batalla  misma,  t*  r- 
bado  á  ratos  por  los  gemidos  de  los  heridos,  por  estertores  de  alguno  ^   le 


OBÓNIOA  DS  LA  QUXRBA  DE  CUBA  -  183 


« 

agonizaba,  por  el  pataleo  de  algún  caballo  despanzurrado  en  un  leeho  de 
fango  y  sangre. 

Las  tropas  que  constituyeron  la  columna  á  las  órdenes  del  coronel 
Molina  se  componía  de  las  secciones  siguientes: 

32  Guardias  civiles,  montados,  al  mando  del  teniente  don  Esteban 
Castelló. 

37  Guerrilleros  del  2. ^# batallón  de  María  Cristina,  á  las  órdenes  del 
capitán  don  Ricardo  Villar  y  don  Arturo'Lezcano. 

20  del  tercer  batallón  de  María  Cristina,  á  las  órdenes  del  teniente 
don  Jojsé  Carbonell . 

25  voluntarios  de  los  escuadrones  de  Colón  y  Macag^,  á  las  órdenes 
del  teniente  don  Miguel  Bísbal,  que  perteneció  al  2.^  escuadrón  de  Colón. 

50  infantes  del  regimiento  María  Cristina,  á  las  órdenes  de  su  capitán, 
don  Manuel  Cabello. 

80  de  la  3.*  Compañía  del  batallón  Inmemorial  del  Rey,  núm.  1,  á 
las  órdenes  del  capitán  don  Leocadio  Villasevell  y  teniente  don  Clemente 
Moreno. 

Las  bajas  del  enemigo  son  considerables,  pues  ha  tenido  37  muertos 
vistos,  unos  200  heridos,  un  prisionero,  imos  75  caballos  y  mulos  en 
•poder  de  la  tropa;  é  infinidad  de  muertos,  heridos  y  extraviados  por  el 
monte. 

Se  asegura  que  al  día  siguiente  al  de  la  acción  pasó  por  aquellps 
terrenos  la  columna  del  comandante  Mijares  y  encontró  unos  50  muer- 
tos enemigos  en  un  montón,  caballos  en  buen  estado  sueltos  y  muertos 
y  heridos  otros. 

Consisten  las  bajas  de  la  columna  en  un  teniente  del  segundo  escua- 
drón de  movilizados  del  regimiento  caballería  de  Colón,  y  diez  de  tropa 
y  voluntarios,  muertoe;  heridos  ocho  y  dos  contusos. 

Mtcertos. — Teniente  don  Miguel  Bisbal  Rancervilla. — Cabo  don  Ri- 
cardo Miralles  Muñoz. — Soldados:  don  José  Fraga  López,  don  Francisco 
Irabén  Romero,  don  Cristóbal  Bermúdez  Ponce,  don  Manuel  Collazo 
Gómez  y  don  Simón  Borrell  Sagra. — Guardia  civil  don  Cesáreo  Rodrí- 
guez Bráñas. — Voluntarios:  don  Manuel  Alamis,  don  Ramón  Barba  y 
don  Liberato  Pérez. 

Heridos. — Soldadps:  don  Cipriano  Lavín  Laprada,  don  Jacinto  Gar- 
cía Alvarez,  don  Servando  Chicote  Lucas,  don  Francisco  González 
Bravo,  don  Salvador  Eí^pinosa  y  don  José  Alonso  Pomedio. — Cabos: 
d     Rafael  Romero  Robledo  y  C.  Núñez  Gil. 

niusos. — Capitán  don  Ricardo  Villar  de  los  Reyes. — Soldado  don 
C     -niro  Bartolomé  Gri jaiba. 


*  « 


j  aquí  las  fuerzas  que  constará  para  primeros  de  año  el  ejército  de 

C       ".! 


L 


184       - CHÓNICA    DB   LA    OfEKHA   DK   CUBA 

Sañstian  antes  de  estallar  la  guerra. — Quince  batallones  de 
infantería,  dos  regimientos,  ocho  escuadrones  de  caballe- 
ría, un  batallón  de  artillería  de  plaza,  una  batería  de  mon- 
taña, un  batallón  mixto  de  ingenieros,  tres  tercios  de  la 
guardia  civil,  un  batallón  de  orden  público,  una  brigada 
disciplinaria  y  varios  cuerpos  de  milicias  locales  oon  nn 
total  de  hombres.      . ' .       17.000 

Se  han  enviado. — Primera  expedición:  siete  batallones  y  2.500 

reclutas '.       .       .       ...         9.000 


Segunda  ídem:  dos  batallones  y  4.000  soldados  sueltos  para  las 

quintas  y  sextas  compañías 6.000 

Tercera  idem:  cuatro  batallones  de  Puerto  Rico -4.000 

Cuarta  idem:  diez  batallones  del  ejército  peninsular,   diez  es- 
cuadrones, un  batallón  de  artillería  de  plaza 12.000 

Quinta  idem:  veinte  batallones  idem  idem,  uno  idem  de  inge- 
nieros, ocho  escuadrones  y  cinco  baterías 23.000 

Ot^anizados  por  el  comercio:  dos  escuadrones T"^ 

Infantería  de  marina  enviada 3.(    ) 

Dos  terceros  batallones  organizados  con  voluntarios  reclutas.  .  2.(    } 

Soldados  de  la  recluta  voluntaria  peninsular **  '    ) 

ídem  de  prófugos  y  desertores  y  corrigendos  indultados  (de  la 

península  y  de  las  repúblicas  Snd- americanas).     ...  ¿.     } 


QRÓMCA   DM  LA  OtT»HBA  D»  CUBA 185 

,105  enviadas  hasta  la  fecha 65.000 

\  Están  en  marcha. — Veintian  batallones  de  infantería;  uno 
^  ídem  de  ídem  de  Marina,  y  fuerzas  de  caballería  y  artille- 
■      ría  para  oabrir  bajas,  más  una  compañía  de  Telégrafos.    .      23.000 


-Reolata»  del  reemplazo   actual  que  recibirán 
el  mes  próximo  y  marcharán  en  seguida.  .       .         8.000 

Total  general. 113.000         I 

es  96.000  ae  habrán  enviado  desde  Marzo  á  fines  de  1895.       \ 
rzas  hay  qne  añadir  más  de  50.000  hombres  del  instituto         ^ 
de  Cuba,  de  los  cuales  hay  unos  cinco  ó  seis  mil  movi-  ' 


J^"---^ 


r)E  o.A.sooraiO 


E  aquí  lo, que  ha  acontecido  en  Cascorro  según  los  datos  que  nos 
suministran: 

cExiste  allí  un  hermoso  fuerte  construido  por  tropas  del  ba- 
tallón de  infantería  de  María  Cristina,  bajo  la  dirección  del  in- 
teligente y  modesto  capitán  don  Aniceto  Castañeda.  A  mediados 
dql  mes  último  comenzó  á  circular  el  rumor  de  que  los  insurrectos  pro- 
yectaban sitiar  por  hambre  el  destacamento  del  fuerte.  El  rumoi',  tenía 
efectivamente  fundamento,  pues  se  vio  que  las  familias  abandonaban 
el  poblado.  La  n  jche  del  día  que  siguió  á  ese  abandono  entraron  los 
insurrectos  en  el  pueblo,  saqueando  las  casas  que  el  fuerte  no  podía  pro- 
teger con  sus  fuegos.  Retiráronse  después  al  circular  la  noticia  de  que 
se  aproximaba  una  columna  del  ejército;  mas  como  no  se  confirmara 
aquella,  volvieron  dos  días  más  tarde  enarbolando  bandera  y  haciendo 
al  fuerte  durante  unas  setenta  horas  un  fuego  bastante  nutrido. 

Cesó  éste,  y  regresaron  el  20  por  la  mañana  las  'familias,  anuncia 
do  la  proximidad  del  batallón  de  Cádiz. 

Los  insurrectos  iban  mandados  por  el  titulado  cabecilla  Primell  , 
los  hermanos  Rodríguez,  Labrada  y  Miranda.  Se  sabe  que  el  últi'  > 
quedó  herido,  así  como  otro  que  iba  á  su  lado. 

El  destacamento  del  fuerte  solo  consumió  863  cartuchos,  pues     I 


r 

ORÓNIOA  DK  LA  QUJERBA   DE   CUBA  187 

r 

enemigo  disparaba  sin  presentar  la  cara.  No  hubo  en  el  fuerte  otra  no 
vedad  que  la  limitación  de  galleta,  pues  en  previsión  de  un  sitio  en 

.     regla  se  cercenó  desde  el  primer  día  un  tercio  de  este  alimento. 

I  Detalle  interesante:  los  soldados  del  destacamento — ca^lanes  en  su 

mayoría — que  habían  formado  una  especie  de  orfeón  y  acostumbraban 
á  amenizar  las  retretas  en  la  plaza  pública  cantando  en  coro,  pasaron 
los  días  de  fuego  entonando  cantos  patrió ticos«  A  uno  de  ellos  bcurrió- 
Hsle  colocar  en  uno  de  los  lienzos  unos  maniquíes  de  paja,  contra  los  que 
disparaban  los  insurrectos  creyendo  que  eran  soldados.  Cuando  un  mu- 
ñeco era  derribado,  enseguida  volvía' á  alzársele,  fingiendo  sustituir  la 
baja.  De  ese  modo  se  consiguió  que  el  enemigo  gastase  infinidad  de  mu- 
nioiones. 

Una  heroma. 

Entre  los  diversos  incidentes  á  que  dio  ocasión  el  ataque,  hay  uno 
qae  no  debe  pasar  en  silencio. 

Una  agraciada  joven,  Amada  Serra  (la  heroína  de  Cascorro  la  deno- 
minan hoy  los  soldados  del  fuerte)  expuso  más  de  una  vez  su  vida,  arras 
trándose  desde  una  casa  próxima  á  aquel  para  llevar  carne  fresca  de 
vaca  y^de  puerco  á  la  fuerza  del  destacamento,  echándola  al  foso  de  la 
fortaleza,  de  donde  valiéndose  de  hábiles  arbitrios  la  sacaban  los  soldados. 

Amada  Serra  y  la  señora  doña  Eloisa  de  Armas,  que  la  acompañó 
algunas  veces  en  esas  peligrosas  y  laudatorias  excursiones,  pidieron — y 
obtuvieron  como  era  natural — que  se  les  facilitase  á  ellas  y  á  sus  f ami  • 
lias  sitio  en  las. carretas  para  venir  á  Puerto  Príncipe,  al  regreso  de  la 
columna,  á  causa  de  haberks  mandado  á  decir  los  insurrectos  que  ha- 
bían sido  condenadas  á  muerte  por  españolas. 

La  columna  Suárez  Valdés. 

El  día  11  de  diciembre  salió  á  operaciones  desde  Santa  Clara  una  co- 
lumna compuesta  de  tres  compañías  de'  San  Marcial  y  una  de  Soria, 
40  caballos  de  Pizarro,  25  del  escuadrón  de  Montesa,  30  guerrilleros  de 
San  Diego,  20  guardias  civiles  de  caballería  y  uua  pieza  de  artillería  al 
mando  del  general  Suárez  Yaldés. 

^'1  más  incidentes  que  algún  tiroteo  en  los  reconocimientos  practi 
c  ,  pernoctó  la  fuerza  enZuazo,  siguiendo  la  marcha  al  día  siguiente 
i  Nueces,  donde  encontró  al  enemigo  en  número  de  unos  800  hom- 
ti  mandados  por  Zayas  y  parapetados  en  fuertes  posiciones,  de 
d  ^  fueron  desalojados  después  de  una  hora  de  nutrido  fuego  á  cuyo 
Ir         -ío  contribuyó  la  caballería   de   Pizarro  que   dio  una   brillante 


JA  um  OüBA 

artillería  hizo  dos  disparos  de 
fanfda  BÍeodo  activamente  per- 
[JasaDova  donde  se  disponían  i 
>s  del  campamento  después  de 
Pizarro  y  una  Compañía  de  in- 
sta CardoBo  donde  pernoctó   la 

persiguiendo  á  los  insurrectos 
,  sin  poderlos  dar  alcance. 

La  columna  no .  ha  tenido 
novedad  en  estas  operaciones. 

Captura  del  cabecilla  Acebo. 

Entre  diez  y  diez  y  media  de 
la  maüana  del  día  8  de  diciem- 
bre marchaba  la  columna  del 
comandante  Moreno,  compues- 
ta de  doscientos  cincuenta  in- 
fantes del  batallón  Barcelona 
llevando  en  vanguardia  vein- 
tiocho voluntarios  del  escua- 
drón tiradores  de  Cienfueg<'B 
al  mando  del  primer  teniente 
del  mismo  don  Gabino  Revuel- 
ta, y  á  retaguardia,  cuarenta 
y  ocho  voluntarios  de  la  sec- 
ción movilizada  de  Rodas  a! 
mando  del  capitán  de  dicho 
instituto  don  Enrique  Meltkon 
y  el  incansable  capitán  de  E^ 
tado  Mayor  señor  Gil,  por  la 
sabana  de  la  Redonda,  en  di- 
rección á  la  colonia  del  mismo 
*eunidas  de  los  Núñez,  Muñoz, 
rte  de  la  de  Matagas  mandada 
ras,  constituyendo  entre  ^'""s 
nbres  armados  de  rifles  re  i- 
liado  escuadrón  de  mache  is 
s  flancos  y  retaguardia  en  -,  i- 
sorientando  y  sirviendo  c-  o 
I  cuales  iba  el  cabecilla  T'»        t, 


r 


CRÓNICA  DB  LA  GÜBBRA  DE  CUBA 189 

para  intentar  por  segunda  vez  sa  paso  á  la  provincia  de  Matanzas  cru- 
zando el  Hanabana  por  Tierras  Nuevas  6  Voladoras. 

Todos  estos  extremos  fueron  escrupulosamente  compulsados  y  verifi- 
eados  en  el  campamento  del  potrero  Las  Animas  donde  las  partidas 
reimidas  con  avanzadas  á  mucha  distancia  pernoctaron  el  día  cuatro  y 
al  cual  llegó  la  columna  entre  diez  y  once  de  la  mañana  del  cinco,  en- 
contrando además  de  numerosas  hogueras,  restos  de  gallinas  y  cerdos, 
plátanos  y  boniatos,  algunos  sombreros,  monturas  viejas,  arreos  y  va- 
rios regueros  de  cápsulas  de  rifle  relámpago,  tercerola  y  revolver. 

Comprobadas  la  presencia  de  Lacret,  Pancho  Pérez  y  demás  cabeci* 
lias,  número  aproximado  de  rebeldes  y  dirección  que  llevaban  por  di- 
versos sitieros  y  vecinos  de  los  bohíos  de  dicho  potrero  en  uno  de  lo» 
cuales  se  alojó  Lacret,  y  sabiendo  iban  en  vuelta  de  Voladores  por  Ja- 
bacoa  y  Medidas  se  hicieron  dos  marchas  forzadas  los  días  6  y  7^  lle- 
gando al  medio  día  de  éste  á  Voladoras  para  ganar  la  delantera  de  seis 
horas  que  llevaba  la  partida  y  atajarles  contramarchando  por  toda  la 
margen  izquierda  del  Hanabana,  cubriendo  los  pasos  de  Voladores,  Bo- 
querones, Talmilla,  Novillo  y  Palma  Sola  de  dicho  río,  pues  los  de  Ve- 
nero y  Jagüey  estaban  guarnecidos  por  fuerzas  de  Colón. 

Cerca  de  Santiago  se  encontró  la  partida  de  Muñoz  que  era  la  se- 
gunda de  vanguardia  la  cual  se  dispersó  en  dirección  al  Novillo  al  aviso 
de  una  avanzada.  Practicado  un  reconocimiento  en  la  colonia  y  paso  de 
de  dicho  nombre  por  el  capitán  Gil  de  Estado  Mayor  con  el  teniente  y 
guerrilleros  de  Cienfuegos,  divisaron  al  huir  é  internarse  en  la  manigua 
del  borde  del  Hanabana  un  moreno  que  según  confesó  un  colono  iba 
armado  de  un  cuchillo  bayoneta  Maüsser  y  tercerola,  preguntando  por 
el  camino  de  Voladoras  y  las  partidas  de  Muñoz  y  Núñez. 

Emprendida  de  nuevo  la  marcha  al  atravesar  la  sabana  y  cerca  de 
la  bifurcación  de  los  caminos  de  Medidas  y  Palma  Sola,  apareció  de 
pronto  á  la  vista  de  la  vanguardia  un  grupo  de  exploradores  enemigos, 
uno  de  los  cuales  apuntó  con  su  tercerola  y  sin  dispararla  huyó  hacia 
el  río.  La  vanguardia  hizo  alto  desplegando  sus  tiradores  y  avisando  la 
novedad,  pocos  instantes  después  empezó  el  fuego  graneado  por  el  flan- 
co izquierdo  hacia  donde  hizo  frente  el  grueso  de  la  columna,  mientras 
la  sección  de  voluntarios  de  Rodas  corrióse  hacia  la  derecha  formando 
martillo.  Reunida  ya  la  vanguardia  cayó  sobre  el  flanco  izquierdo  de  la 
partida  que  se  dispersó  huyendo  en  retirada  y  corriendo  la  pareja  de 
tiradores  de  Cienfuegos  Manuel  Linares  y  José  Indarte  tras  del  indivi- 
duo que  entre  ambos  frentes  corría  hacia  el  extremo  derecho  de  su  gen- 
te, fué  alcanzado  al  saltar  su  caballo  un  arroyo  y  derribado  del  mismo 
asido  por  el  cordón  del  revólver.  En  este  preciso  instante  llegó  al  borde 
del  arroyo  el  teniente  de  voluntarios  señor  Revuelta  y  tras  de  él  el  capi- 
tán de  Estado  Mayor  al  cual  se  acogió  el  prisionero  suplicándole  no  per* 


190  CRÓNICA   DE  LA   GUERRA  OE   CUBA 

:: .     ,  — 

mitiera  le  matasen  y  entregándole  su  sombrero  para  que  le  arrancase 
]a  escarapela  estampada  que  en  él  Ueva^  bordada  de  pliegues  en  raso  de 
azul  y  blanco  y  con  un  alfiler  de  metal  dorado  atravesado. 

Díjole  el  oficial  de  Estado  M^yor  que  nadie  le  mataría  ni  permitiría 
se  le  maltratase  mientras  estuviese  en  su  poder,  y  condújosele  ante  el 
señor  comandante  Moreno,  jefe  de  la  columna,  al  que  también  ofreció  au 
sombrero  y  le  dijo  éste  que  lo  conservase,  puesto  que  lo  llevaba  con 
tanto  orgullo.  Montaba,  en  el  acto  de  la  captura,  un  hermoso  caballo 
castaño  con  una  montura  cuidada  con  mucho  esmero,  llevando  2  carteri- 
tas  á  ambos  lados,  en  u^a  de  las  cuales  se  encontró  un  paquete  de  sulfato 
de  sosa  y  en  la  otra  trece  cápsulas  de  revolver.  Vestía  botinas  de  cuero 
color  avellana  con  pezpuptes,  calzoneras  guajiras  muy  sudadas,  perecen 
correas  en  buen  estado,  pantalón  blanco,  chaleco  y  chaqueta  de  paño 
negro  y  sombrero  de  jipijapa  muy  bueno  con  la  escarapela  descrita;  iba 
armado  de  revolver  Smit,  americano  bastante  bueno  con  cordón  negro 
y  corchete  dorado,  machete  ordinario  y  sucio  con  vaina  de  cuero  ador- 
nada con  tachuelas.  Dijo  que  su  rifle  relámpago  lo  llevaba  su  secretario. 

Al  incorporarse  de  nuevo  á  la  columna  en  la  colonia  La  Luisa  el 
capitán  de  E.  M.  que  con  el  de  los  48  voluntarios  del  Escuadrón  de  Ro- 
das marchó  practicando  reconocimiento  y  en  persecución  de  un  grupo 
que  fué  dejando  regado  sus  caballos  y  sombrero  en  el  camino  de  Palma 
Sola,  el  prisionero  que  resultó  ser  el  cabecilla  Acebo,  se  le  dio  de  comer 
y  sereno  ya  por  completo  aun  durmió  un  rato  de  siesta  montando  luego 
en  un  caballo  con  gran  soltura,  no  obstante  llevar  atados  los  brazos  y 
permaneciendo  con  la  cara  levantada  y  fumando  tabacos  puros  todo  el 
resto  del  día  muy  atento  pero  quejándose  de  una  lijera  fiebre  que  no 
acusaba  su  pulso  normal. 

Fué  entregado  aquella  noche  al  comandante  del  destacamento  de 
San  Lino,  quedando  custodiado  en  uno  de  los  fortines  de  dicho  central 
y  satisfecho  de  que  ningún  individuo  le  hubiese  insultado  ni  de  obra  ni 
de  palabra  y  se  le  diese  dé  comer  y  una  manta  para  dormir.  Al  amane- 
cer del  día  siguiente  la  columna  continuó  sus  operaciones  dejando  allí  al 
prisionero.  Su  partida  se  componía  de  100  á  120  hombres  todos  monta- 
dos y  armados. 

La  noche  del  día  10  desde  dicha  hora  á  dos  de  la  madrugada  ata  - 

ron  las  tropas  rebeldes  el  poblado  del  Songo  guarnecido  por  el  batal?  i 

de  la  Constitución,   resultando  un  centinela  muerto  por  una  desea?  i 

hecha  por  los  incendiarios.  Los  rebeldes,  envueltos  en  las  sombras  de  i 

nochp,  tuvieron  varias  bajas,  según  los  ayes  lastimeros  que  dejábar  $ 

oir.  Su  idea  sería  sin  duda  saquear  el  mencionado  poblado,  en  vistp^  3 


r 

■ 

CRÓNICA  DE  LA   6U£&RA  DS  CUBA  191 

haber  salido  fuerzas  de  dicho  batallón,  á  custodiar  un  convoy,  pero  no 
contaban  que  allí  quedaban  un  puñado  de  valientes. 

Personas  de  entero  crédito  aseguran  que  es  mucho  el  deseo  que  tie  • 
nen  los  individuos  del  repetido  batallón  de  la  Constitución  dé  entrar  en 
fuego;  baste  solo  decir  que  se  compone  en  su  mayor  parte  de  aragoneses 
y  navarros,  siendo  objeto  de  los  mayores  elogios  por  parte  del  valiente 
y  nunca  bien  ponderado  coronel  Tejada. 

Aquella  tarde  entró  el  batallón  de  León  que  operaba  por  las  minas 
de  Firmeza,  atravesando  las  calles  principales  acompañado  por  la  música 
del  regimiento  de  Cuba . 

En  esta  provincia  parece  que  los  doncellas  no  desean  por  ahora  más 
qoe  desaparecer  é  ir  á  otros  puntos  más  vacíos  de  tropa,  y  poder  asi  tra- 
bajar por  su  líbeltá. 

En  verdad  que  los  generales  Navarro,  Canella  y  coronel  Tejada  han 

hecho  una  limpia ¡pero  qué  limpia,  Señor!  solo  la  parte  de  Guanta* 

ñamo  es  la  que,  aunque  en  Corta  escala,  está  asediada  por  esos  crimina- 
I  les  é  incendiarios,  siendo  digna  de  las  frases  jnás  encomiásticas,  entre 
otras  fuerzas,  la  de  la  Guardia  Civil  que  hoy  está  al  mando  del  capitán 
i  don  Francisco  Marti  Aramburo,  conocedor  práctico  del  terreno,  ya  ha- 
ce años,  y  que  el  valiente  general  Canella  lleva  á  sus  órdenes. 

Para  los  laborantes  brasileños. 

j 

Dice  La  España  Moderna,  de  Montevideo: 

cSuponiendo  que  los  Gobiernos  americanos  no  echaran  al  canasto, 
que  sí  la  echarán,  la  petición  de  los  brasileños  que  capitanea  el  doctor 
(¿no  será  general  también?)  Timoteo,  es  casi  seguro  que  enviarán  estas 
respuestas: 

República  Argentina. — Las  relaciones  de  amistad  que  mantiene  la 
república  con  España,  nos  obligan  á  hacer  respetar  el  derecho  de  esta 
I      nación;  por  lo  tanto,  el  Gobierno  prohibirá  cualquier  manifestación  que 
pueda  ofender  á  la  nación  española. 

Perú. — «Mientras  yo  esté  en  el  Gobierno,  trataré  de  mantener  las 
más  estrechas  relaciones  con  la  madre  patria,  cuyos  derechos  no  deben 
ser  jamás  motivo  de  discusión  por  parte  de  las  repúblicas  americanas.» 

Chile. — (Por  boca  de  Komer):  Estamos  muy  ocupados  en  desasnar 
reclutas,  y  en  coser  rotos. 

'uguay. — Estamos  en  muy  buena  harmonia  con  España  y  los 
4  O  españoles  que  aquí  hay,  y  no  queremos  romperla  para  dar  gusto 
á       "ídes. — ¡Perdonen,  otra  vez  será! 

araguay. — Cuando  el  papel  esté  á  la  par  (es  decir,  el  dia  del  Jui- 
ci  4  las  cuatro  de  la  tarde)  hablaremos  de  eso;  pero  pueden  ustedes 
ei  aderse  mientras  tanto,  con  los  diputados  Decould  y  Baez,  que  son 
b     -^»  cebadores  de  mate. 


192 QBONIOA  DK  LA   ttüERRA   DE  OÜBA 

Venestceta. — Después  qae  hajamoB  dado  satisfaocionea  á  los  ingl«' 
OB  agentes  de  policía  de  la  Gran  Breti^, 

i  disturbios  que  sofocar  y  coroneles  que 

nitos. 

conviene  alentar  á  los  insurreotos  de  las 

las  los  de  Rio  Grande  -do  Sal,  y  además, 

aquí  tenemos  á  los  ingleses  en  Trinidad 

y  á  los  franceses  en  Amapá,  que  ya, 

ya... 

Ecuador. —  ¿No  saben  ostedea  que 

aquí  la  gente 

también  se  escalda 
por  aquel  SBunttid 
de  la  Esmeralda^ 

Nicaragua: — Está  muy  reciente  lo 
de  Corinto  para  metemos  en  otras  bre- 
ga». 

^o/tcííí,— Primero  tenemos  que ,  re- 
'  soWer  algunas  cuestiones  de  límites. 

México. — Nuestro  presideote  ha  brin- 
dado por  el  pueblo  español  y  gritado 
¡Viva  España!  por  lo  tanto,  no  quiere 
ni  puede  contradecirse. 

Resumen:  que  los  libertadores  de  Eio 
Janeiro  sacarán  de  su  propaganda  lo 
que  el  negro  de!  sermón.» 

íiento  de  fuerzas. 

esos  de  consideración.  La  llegada  de  Má- 
le  Comprobará  con  el  movimiento  extraer - 

ipor  M.  L.  Víllaverde,  procedente  de  San- 

*igada  don  José  G-arcía  Navarro,    c —  'os. 

olid  y  Cuba  y  dos  piezas  de  artiUer.^ 

)  el  general  Aldave;   de  Saucti  Sp^-      p, 

z  Valdés;  de  Sagua,  más  de  mil  plai.        é- 

itemedios. 

sgos  los  generales  subinspectores  de         i- 

lente,  señores  Lachambre  y  Borraqu 


CBONICA  DE  LA   QUEBRA  DE  CUBA 


Más  Be  comprueba  la  estancia  de  Máximo  Gómez  en  Laa  YUlas  por  la 
presencia  indudable  en  los  montes  del  ingenio  Natalia  y  del  potrero  Es- 


trella,  de  Sagaa  la  Grande,  del  ban-  í'   "*^'    "    -c,^ 

dido  Mirabal  con  52  hombres  que  5^'-\:Í' 

forman  la  vangaardia  del  genera- 
¡f  ■       '"*jurrecto. 

Santiago  de  Cuba. 

"ido   la  alegría   empezaba  á  despuntar  en  nuestro  ánimo,   pues 

c         .,  ya  limpios  los  campos  de  esta  Provincia  aunque  relativamente. 

Si       .  reconocimientos  y  batidas  llevadas  á  cabo  por  el  nunca  bien  pon- 

d        -  Bfeneral  Navarro,  he  aquí  que  ha  marchado  éste  con  parte  de  su 

—  ^«t-no  S3—T.JL  Precio  lO  oent.* 


194 


CBÓNICA  DE  LA   GUERRA  DE  CUBA 


brigada  por  orden  superior  á  CienfaegoSf  aparece  una  plaga  vandálica, 
que  otro  nombre  no  merecen,  ascendentes  á  1500  hombres  por  los  altos 
de  Escandell  y  Yillalón,  mandados  por  el  mulato  Valeriano  Hierrezue- 
lo,  Eduardo  Domínguez  y  Lino  Ramos. 

Distribuida,  además,  fuerza  de  dicho  Instituto  en  pequeños  destaca- 
mentos por  ingenios  y  cafetales  protejen,  merced  á  su  celo  por  la  con- 
centración de  las  propiedades,  la  zafra  que  á  toda  costa  quieren  los  in- 
surrectos evitar. 

En  Santiago  de  Cuba  se  prepara  un  entusiasta  recibimiento  para  los 
próximos  á  llegar,  expedicionarios  montevideanos.  Entre  los  festejos  se- 
rá digna  de  verse  una  rondalla  aragonesa  que  bajará  al  muelle  á  recibir* 
los,  compuesta  de  militares  de  la  tierra  de  Agustina  de  Aragón. 

Un  hurra  á  los  entusiastas  aragoneses. 


'    T*    V    V    T    T    ^    V   V  V   T 


rOH  LA  PA.Z 


^*0^^>^^^m0^0^l^0^0^m0^0^0^0^^^^t^^^m0^^^^t^^ 


L  Fénix  de  Siuicti  Spiritus  ha  pablioado  en  suplemento 
extraordinario  una  carta  abierta  qae  El  Pueblo  de 
Paerto  Príncipe  ha  dirigido  á  los  cubanos  levantados 
en  armas,  y,  en  uno  de  sus  últimos  números,  un  arti- 
culo titulado  «A  los  campesinos»;  documentos  que  re- 
L       ifíjl^  producimos  á  continuación,  aunque  no  estamos  con- 

J         i  formes  con  las  apreciaciones  de  carácter  autonómico 

f  que  contiene,  pues  sabido  es  que  nuestra  bandera  son 

las  reformas  aprobadas  por  las  Cortes  y  las  consignadas  en  el  programa 
del  partido  reformista,  á  fin  de  que  aquí  y  fuera  de  aquí  pueda  conocer- 
se el  concepto  que  la  insurrección  merece  á  muchos  y  muy  ilustrados 
elementos  de  este  país. 


Dicen  así: 


i 


POR  LA  PAZ! 


i 
i 


En  nuestro  afán  sin  límites  de  contribuir  por  todos  los  medios  posi- 
'^  &  salvar  á  Cuba  de  su  ruina,  á  los  cubanos  que  ciegos  y  equivoca* 
3j  6  fanatizados  y  arrastrados  por  una  obra  antipatriótica  y  desola- 
ra, empuñan  hoy  las  armas  contra  la  legalidad  y  el  porvenir  y  la 
■cidad  de  Cuba,  y  complaciendo,  á  la  vez,  á  las  numerosas  personas 


196 


CRÓNICA  OE  LA  GUERRA  OE  CUBA 


que  desean  conocer  y  extender  la  notable  y  razonada  «Carta  abierta>r 
que  El  Ptteblo  de  Pueito  Principe  dirige  ér  los  insurrectos,  damos  una 
edición  extraordinaria  de  El  Fénico^  de  cinco  mil  ejemplares,  para  que 
la  voz  del  convencimiento  llegue  á  todas  partes  y  en  aras  del  deber  y  de 
la  justicia,  de  la  salvación  y  de  la  libertad  de  Cuba^depongan  las  armas 
los  cubanos  levantados  en  hora  funesta,  y  vengan  á  la  razón  que  es  la 
paz. 

La  edición  de  El  Fénix  de  hoy  se  ha  agotado,  pues  la  «Carta  abier- 
ta» ha  producido  gran  impresión,  como  era  natural  sucediera. 

Y  para  ver  si  ese  consejo  reflexivo,  humano  y  justo  resuena  en  el  co- 
razón de  los  obcecados  y  dominados 
por  una  idea  suicida  y  devastadora, 
no  solo  hacemos  esta  gran  tirada 
que  se  repartirá  gratuitamente  al 
pueblo,  sino  también  publicamos  dos 
oportunos  documentos  del  ilustre 
Pacificador,  tendentes  á  salvar  á  Cu- 
ba de  su  ruina. 

El  general  Martínez  Campos,  con 
sus  levantados  sentimientos  huma- 
nitarios, no  cierra  jamás  su  gran  co- 
razón al  perdón  y  se  interesa  porque 
los  habitantes  leales  del  campo  y  de 
los  pueblos  no  sean  maltratados,  si- 
no considerados  «como  corresponde 
á  4a  nobleza  del  ejército  español  y  á 
las  conveniencias  de  la  patria.  2> — 
¡Honor  siempre  á  ese  gran  patriota! 

El  indulto  está  vigente;  el  plazo  está  abierto.  Deponed  las  armas. 
¡Qué  Dios  abra  los  ojos  de  los  cubanos  levantados  en  guerra,  que 
inspiren  sus  sentimientos  y  no  aniquilen  un  día  más  la  patria,  el  hogar 

de  sus  hijos,  el  fruto  de  sus  trabajos ! 

¡Basta  de  sangre,  lágrimas  y  luto! 
¡A.  LA.  PAZ  TODOS!  \k  LA  PAZ! 

A  continuación  publicamos  la  €  Carta  abierta»  y  los  bandos  del  ge* 
neroso  é  hidalgo  Pacificador  de  Cuba. 


Laoio  Gutiérrem. 


A  los  cubanos  levantados  en  armas. 


CARTA  ABIERTA. 


Hace  siete  meses  que  se  inició  el  actual  levantamiento  y  puede 
cirse  que  aún  no  ha  comenzado  la  guerra. 


r 


OBÓNIGA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  197 


Caanto  ha  sucedido,  es  el  prólogo  de  cuanto  va  á  suceder.  De  lo  pa- 
sado puede  deducirse  el  porvenir. 

Antes  de  que  la  lucha  comience  con  toda  su  intensidad,  con  todo  su 
ciego  ardor,  habéis  creido  necesario  devastar  dos  provincias;  j  el  mis- 
mo procedimiento  se  ha  aplicado  á  las  Villas. 

La  labor  acumulada  durante  varias  generaciones,  las  manifestacio- 
nes de  una  cultura  conquistada  á  duras  penas,  la  sólida  base  de  un  gran- 
de y  futuro  engrandecimiento,  va  desapareciendo  con  espantosa  veloci- 
dad, á  guisa  de  preparación  para  una  lucha,  en  la  cual  desaparecerá  lo 
que  queda. 

Dentro  de  breves  días,  setenta  ú  ochenta  mil  combatientes  que  han 
de  estar  siempre  entremezclados  y  á  tiro  de  fusil,  darán^ principio  á  una 
lucha  cruel,  en  las  tres  cuartas  partes  del  territorio  cubano. 

Casi  sin  concretar  un  plan;  sin  disputar  posiciones,  ni  tener  por  ob- 
jetivo el  ocupar  este  ó  aquel  distrito;  sino  con  el  sólo  fin  de  encontrarse 
y  matarse  en  cualquier  sitio  y  como  haya  lugar;  teniendo  todo  el  país 
como  campo  de  batalla;  utilizando  sus  pasos,  y  accidentes,  para  guare- 
cerse ó  atacar,  siendo  hoy  dueño  uno  de  lo  que  el  otro  ocupará  mañana; 
esa  hueste  inmensa,  en  su  constante  moverse  y  destruir,  arrasará  forzo- 
samente todo  el  país,  que  quedará  desolado. 

La  insurrección  duplicará  acaso  el  número  de  sus  afiliados,  y  el  go- 
bierno, seguramente  doblará  el  de  sus  soldados. 

Entonces  serán  ciento  cincuenta  ó  doscientos  mil,  los  que  en  realiza- 
ción de  sus  empeños,  se  encargarán  de  acortar  la  vida  de  esta  sociedad. 
¡Cuba  está  perdida! 

Su  suelo  no  podrá  resistir  el  esfuerzo  y  su  ánimo  decaerá  ante  la 
oleada  de  sangre  y  de  destrucción  que  se  viene  encima. 

La  miseria,  con  sus  aliados,  el  hambre  y  la  epidemia,  harán  en  las 
ciudades  lo  que  las  armas  y  el  incendio  .harán  en  los  campos;  y  para 
que  el  cuadro  sea  más  sombrío,  más  repugnante,  la  prostitución  de  un 
sexo  y  la  degradación  del  otro,  seguirán  por  los  senderos  que  la  deses- 
peración y  la  angustia  sin  término,  abran  bajo  los  pies  de  sus  some- 
tidos. 

Si  el  cuadro  que  acabamos  de  bosquejar  no  pareciese  exacto,  será 
por  falta  de  colorido  y  no  por  error  en  las  apreciaciones. 

No  hay  un  solo  individuo  dotado  de  buen  juicio  y  dueño  de  sus  fa- 
c  s,  que  no  se  haya  pintado  á  sí  mismo  el  funesto  espectáculo  que 

h  .ntentado  describir,  cualesquiera  sean  sus  aficiones  y  compromi* 

»         .uticos., 

^  que  detenerse,  pues;   hay  que  reflexionar,  antes  de  seguir  ade- 
h  \o  se  trata  ya  de  recabar  más  ó  menos  libertades  para  un  pue- 

h  hacer  una  sociedad  más  ó  menos  dueña  de  su  destino;  de  encau- 

z¡  '^^  «ste  ó  aquel  camino. 


»  ^íT.-l--^       ««  V/    >  "*      -i"^     •• 


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193  ORÓKIOA  DS  LA  OUBBRA  DB  OUBA 


El  problema  es. otro.  « 

Tal  cual  está  planteado,  el  problema'es:  si  se  aniquilará  ó  no  la  so- 
oiedad  cabana;  si  se  lanzará  al  caos  á  un  pueblo  en  masa;  si  para  re- 
cabar m4s  6  menos  libertad  de  acción  en  un  tiempo  más  ó  menos  corto, 
se  pueden  jugar  al  azar  de  una  lucha  desesperada,  la  vida  misma  de  la 
sociedad  que  se  pretende  favorecer. 

Todas  las  piezas  de  la  horrible  maquinaria  de  la  guerra  están  y» 
preparadas,  todos  los  engranajes  están  engrasados,  y  de  un  momento  á 
otro  comenzará  el  terrible  funcionamiento  de  tantas  energías  acumu- 
ladas. 

Y  la  cuestión,  para  todo  espíritu  noble  y  generoso  es:  ¿dónde  estará 
Cuba  cuando  todo  haya  concluido?  ¿Dónde  habrán  ido  á  parar  su  ri- 
queza, su  cultura,  sus  esperanzas,  su  significación,  su  vida? 

¿Quedarán  energías  para  reconstruir,  iguales  á  las  que  se  emplearán 
en  destruir? 

¿Cuántas  generaciones  habrán  de  consumirse  antes  de  que  las  dul* 
zuras  de  la  paz  y  las  venturas  de  la  civilización,  vuelvan  á  hacer  la  vida 
amable  en  nuestro  país? 

Hay  que  detenerse  y  reflexionar  antes  de  seguir  adelante,  como  se 
detuvo  Coriolano,  victorioso,  á  las  puertas  de  Roma,  prefiriendo  la  sal- 
vación de  la  patria  á  la  propia  satisfacción. 

Hay  que  detenerse  y  pensar  si  es  lícito  llevar  la  guerra  hasta  la  de- 
gradación de  la  patria. 

Porque  cuando  el  triunfo  de  los  más  nobles  y  legítimas  causas  com- 
pelen á  sus  defensores  en   el  campo  de  batalla,  á  herir  con  el  mismo 
golpe  al  adversario  y  á  la  patria,   la  guerra  cesa  de  ser  lícita,   de   ser^ 
moral. 

Por  eso  Napoleón  capituló  en  Fontainebleau;  por  eso  Lee  entregó  su 
espada  á  Grant. 

Eran  los  más  grandes  capitanes  de  sus  tiempos;  acaudillaban  pue- 
blos heroicos;  podían  seguir  luchando;  y  aún  vencer  podían,  pero 

era  menester  desgarrar  la  patria  y  para  eso  no   quisieron  seguir  siendo 
caudillos! 

El  espíritu  de  cultura  moderna  condena  con  los  esfuerzos  suici- 
das. 

El  aniquilamiento  de  una  sociedad  ya  no  se  decreta,  sin  que  la  pro- 
testa del  mundo  civilizado  se  formule. 

Una  causa  es  simpática,  en  tanto  no  se  toman  los  senderos  vedaú  » 
para  hacerla  triunfar. 

Cuba  arrasada,  debilitada,  prostituida,  será  presa  de  horrores  an^  - 
quicos  que  repugnan  al  espíritu  moderno. 

Los  que  persistan  en  ese  camino  tienen  que  ir  solos,  y  la  historia  ;  > 
recogerá  sus  nombres  para  bendecirlos. 


CRÓNICA   DE  LA   QUERRÁ   DB  CUBA 199 

Sí;  es  faersa  detenerse  y  desistir  del  empeño,  antes  de  consumar  la 
obra  de  destracción  que  se  va  á  emprender. 

Jios  qne  se  han  lanzado,  al  terminar  la  lucha  han  de  preguntarse  á 
sí  mismos:  ¿dónde  está  la  patria? 

Cuba  no  puede  ni  debe  fundar  sus  esperanzas  del  porvenir  en  sus  con- 
tingentes de  guerra. 

Aparte  de  otras  razones,  debe  bastar  la  de  que  su  población  y  modo 
de  ser  la  condenan  á  una  guerra  de  exterminio. 

Nuestro  vigor,  nuestras  energías  reales,  nuestro  valer  intrínseco  é  in- 
discutible está  en  el  poder  del  pensamiento;  y  ante  su  empuje  todas  las 
resistencias  habíbn  cedido  ya. 

Los  odios  y  las  explotaciones  seculares  se  disfrazaban  ya  y  las  in- 
transigencias políticas  desenfrenadas  habían  reducido  sus'  vociferacio- 
nes á  un  sordo  murmurar. 

La  verdad  y  la  justicia;  ]o  propio  y  correcto  habían  conquistado  to- 
das las  conciencias;  y  nuestra  causa,  la  de  las  reivindicaciones  cubanas, 
iba  triunfando  gallardamente  sin  costar  al  país  ni  una  vida  ni  una  lá- 
grima. 

Nuestros  hombres  políticos  tan  cultos  y  bien  inspirados,  añadían 
cada  año  una  conquista  á  las  ya  obtenidas  y  que  debían  dar  colorido  é 
impulso  á  la  vida  cubana. 

Las  manifestaciones  de  nuestros  progresos  en  los  últimos  años  llama* 
ban  la  atención  del  mundo  culto,  ya  en  el  terreno  de  las  artes  y  ciencias, 
ya  en  el  de  las  industrias. 

Vencido  y  postrado  en  tierra  el  viejo  espíritu  de  resistencia,  sin  fuer- 
zas para  sostenerse  en  pie  frente  á  la  cultura  cubana,  habíamos  desper- 
tado la  fe  en  la  eñcacia  de  las  libertades  modernas  en  la  mayor  parte  de 
los  peninsulares,  y  conquistado  la  conciencia  política  de  la  Nación,  al 
grado  de  obtener,  por  voto  unánime,  las  reformas,  que  han  de  ser  la 
puerta  por  donde  vendrá  la  autonomía. 

Nuestra  riqueza  iba  salvándose  de  la  universal  crisis,  y  en  pocos 
años  nuestros  productos  principales  han  podido  obtenerse  por  la  mitad 
del  precio  á  que  antes  se  creía  necesario  producirlos. 

"la  confianza  renacía,  poco  á  poco,  y  los  capitales  extranjeros  venían 

uba  á  explotar  minas,  á  explotar  ferrocarriles,  á  establecer  grandes 

nufacturas  de  tabaco;  y  en  los  últimos  meses,  casas  inglesas  solicita- 
permisos  para  establecer  bancos  agrícolas  entre  nosotros. 
I  "^espejábase  la  atmósfera,  desaparecían  las  brumas  que  envolvían 

I  «¿ro  porvenir,  y  parecía  próxima,  muy  próxima  la  hora  en  que  Cuba, 


! 
i 


200 OBÓNICA  T>%  LA  QUEBBA.  JJt  OUBA ■ 

Eramos  j  aun  somos  uno  de  los  pueblos  más  ríeos  de  los  de  nuestra 
extirpe  y  circunstancias;  nuestras  cosechas  aumentaban;  nnestro  crédi- 
to se  rehacía;  naestra  laboriosidad  nos  conquistaba  un  lugar  de  prefe- 
rencia en  el  mundo  del  trabajo;  nuestras  ciencias  y  letras  nos  hacían 
amados  de  propios  y  extraños;  las  conqaistas  políticas  nos  habían  dado 
un  puesto  prominente,  entre  los  grupos  que  luchan  y  vencen  con  la  in- 
teligenoia,  y  la  certeza  del  próximo  triunfo  final  y  decisivo,  nos  llenaba 
de  BatísfacciÓn . 


Cuba  marchaba  por  triunfal  senda,  guiada  por  el  pensamiento  oa- 
bano;  y  á  la  hora  de  las  mieses  habéis  prendido  fuego  al  campo  tan  cui- 
dadosamente cultivado. 

Maquiavelo,  ese  hombre  que  simbolizó  la  maldad,  la  intriga,  la  hi 
pooresía  y  la  mentira,  aqnel  genio  poderoso  de  la  decadencia  italiana, 
según  nos  lo  pinta  Maoautay,  ideó  sus  más  torvas  combinaciones,  for- 
muló sus  man  tenebrosos  consejos,  quebrantó  quizás  su  aptitud  republi- 
cana alguna  vez,  por  salvar  la  resplandeciente  civilización  de  las  repú- 
blicas italianas,  amenazadas  por  la  contundencia  estúpida  de  las  bárba- 
ras huestes  del  Norte  de  Europa.  No  fué  sólo  el  amor  al  hogar,  al  terruño, 
lo  que  movió  á  aquel  grande  hombre  á  desplegar  las  maravillosas  ener- 
gías de  que  estaba  dotado  tan  ricamente;  fué  también  el  amor  culto 
delicado  que  su  espíritu  elevado  había  concebido  por  aquellas  aoumt 
ciones  tan  bellas,  del  humano  saber  y  del  trabajo  humano. 

No  podía  ver  profanar,  sin  revelarse,  las  más  amables  conquistas 
su  tiempo;  no  podía  resignarse  á  ver  desaparecer  las  manifestaciones 
la  cultura  de  su  época,  ante  las  torpezas  de  guerras  destructoras,  ^ 
jamás  devolvían  las  energías  que  consumían. 


0H6nI0A  Pg  LA  QTTgBBA  PB  CUBA 201 

labra  entre  nosotros  tanto  culto  y  humano  amor  á  las  amables 
as  de  nuestro  espíritu  7  á  la  acumulación  de  bienes  adquiridos 
varias  generaciones  que  todo,  todo  lo  lancemos  á  la  hoguera,  en 
e  impaciente  desesperación? 

mos  de  salvar  esta  sociedad,  ¿por  qué  la  destruímos?  Si  ama- 
itro  genio  ¿por  qué  lo  despeñamos  en  la  anárquica  sima  que  va 
i  abrirse  al  porvenir  de  Cuba? 

Si  amamos  nuestras  madres,  hijas,  esposas  y  hermanas;  y  si  gimien- 


por  ans  desdichas  j  las  nuestras,  apelamos  á  recursos  de  fuerza,  ¿por 
é  continuarlos,  si  ellos  han  de  conducir  á  la  degradación  de  los  que 
lamos? 

No  lo  fiéis  todo  á  la  fiereza  de  la  guerra,  que  ya  está  JQZgada. 
Ese  procedimiento  desolador  es  el  de  loa  reaccionarios,  y  su  natura- 
:a  tal,  que  sirve  á  los  propósitos  más  opuestos  y  asegura  el  triunfo  tan 
o  á  la  mayor  fuerza. 

Teníamos  abierto  el  camino,   que  quizás  la  lucha  pasada  preparó, 
él  y  tened  la  abnegación  necesaria  para  salvar  á  Cuba  del  de- 
-e  le  aguarda. 

^"lensa  mayoría  de  los  habitantes  de  Cuba,  acepta  reformas  au  - 
»d  como  el  mayor  bien. 

°.z  se  recibiría  hoy  en  Cuba  como  la  señal  inequívoca  de  la  in- 
in  del  Cíelo. 
"'-  excépticos,  los  más  enardecidos,  los  más  ciegos,  verían  con 


202 OBÓNiqA  DE  LA  QÜKBBA  DE  CUBA 

gozo  Uegada  l|i  hora  de  poder,  deooroRamente,  dejar  una  actitud  que  ha 
conducido,  por  forzosa  senda,  á  la  aniquilación  de  la  patria. 

Elevad  vuestros  corazones,  tened  la  abnegación  necesaria  en  tan  su- 
prema hora,  y  deponed  las  armas  en  manos  de  los  defensores  de  las  li- 
bertades cubanas, 

£1  Partido  Autonomista  ha  sufrido  mucho  por  Cuba  y  mucho  ha 
conquistado  para  la  felicidad  de  esta  sociedad. 

Su  obra  ha  sido  interrumpida  por  la  rebelión.  El  porvenir  que  tenía 
conquistado  halo  trocado  la  guerra  en  piélago  de  miserias  y  de  desgra- 
cias. 

Pero  aún  hay  un  grupo  fuerte,  enérgico,  amante  de  Cuba,  que  no 
odia  á  nadie,  que  será  oido  y  atendido,  que  quiere  ahorrar  sangre  y 
provocar  inteligencias,  que  no  hallará  desabrida  ninguna  tarea' y  está 
dispuesto  á  intentarlo  por  la  paz. 

Acudid  á  él  sin  vacilar,  y  aún  podemos,  entre  todos,  salvar  á  Cuba. 

No  desdeñéis  el  consejo.  No  lo  formula  un  corazón  tímido,  sino  an- 
tes bien  una  conciencia  justa,  reflexiva,  humana  y  amante  del  país. 

En  el  corazón  ¿rme  del  guerrero  se  albergan,  para  ennoblecerlo,  al 
lado  de  la  resolución  sensible  de  morir  ó  vencer,  los  sentimientos  más 
suaves  que  adornan  al  ser  humano. 

¡Sólo  los  valientes  se  vencen  á  sí  mismos! 

Levantad  vuestros  corazones  y  salvad  vuestro  país.  Las  inteligen- 
cias cubanas  más  preclaras;  los  espíritus  más  robustos  y  sagaces;  los  hi- 
jos de  este  suelo  más  capaces  de  recoger  el  espíritu  de  su  tiempo,  y  más 
dignos  de  representarlo,  serán  los  sacerdotes  del  altar  donde  depositéis 
vuestra  fe.  Salvad  la  patria  y  seréis  bendecidos. 

(El  Pueblo  de  Puerto  Príncipe). 


r 


EL  COMANDANTE  VALENZUELA 


£  ienido  el  honor  de  estrechar  la  mano  del  heroico  coman- 
dante Yalenzuela,  herido  en  Ojo  de  Agua,  dice  un  periodis- 
ta cubano. 

¿Cómo  había  de  pasar  yo  por  Cien  fuegos,  sin  disfrutar 
de  e^a  satisfacción  inmensa? 

Inmensa  y  me  quedo  corto.  Porque  en  el  héroe,  se  ad- 
mira al  lado  del  valor,  la  modestia,  la  sencillez  en  el  relato,  la  natura- 
lidad con  que  juzga  su  conducta  en  el  combate,  como  cosa  corriente, 
qae  cualquiera  realiza. 

Es  hoy  comandante  militar  de  Cienfuegos,  el  comandante  de  infante- 
ría de  Marina  don  José  Cebrian,  persona  que  une  á  la  actividad  incan- 
sable la  amenidad  en  el  trato.  El,  aprovechando  el  primer  momento  de 
descanso  que  tuve,  me  llevó  á  la  enfermería  que  aquí  tiene  establecida 
ia      riña. 

pradecidísimo  estoy  á  las  atenciones  de  este  ilustrado  comandante. 

e  visto  en  nuestros  dominios,  hospital  mejor  montado  que  la  enfer- 

a  de  que  me  ocupo.  La  limpieza,  el  orden,  el  cariño,  la  competen 

rofesional,  la  higiene,  todo  allí  brilla  y  se  advierte  desde  el  primer 

uto.  En  medio  de  tantas  condiciones,  casi  es  imposible  morirse. 

BCto,  muchos  heridos  y  muy  graves  se  salvan  y  salvaron  en 


N 
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cí 
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Y 


-*, 


204 OBÓNICA  DE  LA  GUERRA  DK  OÜBA 

aquel  establecimiento,  admirablemente  dirigido  por  el  médico  ülloa,  á 
qaien  secunda  el  médico  del  2.^  de  infantería  de  Marina  don  Aureliano 
Guerrero.  Esos  dos  señores  merecen  todo  género  de  alabanzas. 

Allí  vi,  al  entrar,  en  limpísimas  camas,  al  herido  de  la  escolta  del 
ilustre  general  en  jefe,  que  el  doctor  Semprún  preparó  á  bordo  del  Vi- 
Uaverde.  Está  casi  sano. 

En  la  misma  sala,  se  halla  un  herido  grave  de  la  acción  de  Ojo  de 
Agua,  una  bala  le  dio  en  la  cartuchera  inflamándose  los  cartuchos  Maüs- 
ser  que  en  él  llevaba  y  la  explosión  le  produjo  una  brecha  enorme  en  la 
nalga  y  espalda  derecha  de  la  que  se  han  extraído  trozos  de  uniforme 
y  pedazos  de  casquillos  y  de  proyectiles;  este  herido  está  muy  grave. 

Hay  otro  trepanado  por  los  doctores  Uiloa  y  Guerrero,  otro  atrave- 
sado de  parte  á  parte,  otros  varios  con  balazos  en  los  brazos,  otro  con 
un  machetazo  en  el  cogote;  todos  curan,  todos  van  mejorando. 

Y  después  de  atravesar  esta  sala  se  entra  en  la  de  los  oficiales.  Allí 
está  el  comandante  Yalenzuela.  Al  verle  se  siente  profunda  emoción. 

— Mi  comandante — le  dije — permítame  que  estreche  su  mano.  ¿Có- 
mo se  encuentra? 

— Con  mucho  gusto — me  contestó— me  hallo  bien  gracias  á  estos 
buenos  amigos.  Ya  las  heridas  del  hombro,  del  dedo  y  de  la  nariz  las 
tengo  casi  curadas,  la  pierna — agregó  levantando^  la  sábana — véala 
usted,  la  inflamación  cedió,  los  dolores  son  menos,  es  cuestión  de  pa- 
ciencia, y  aun  cuando  he  perdido  mucha  sangre,  yo  soy  fuerte  y  tal  vez 
me  sirva  para  librarme  del  vómito. 

— ¿Cómo  ocurrió  ese  combate  extraordinario? 

— Permítame  que  le  conteste  que  no  tiene  nada  de  extraordinario. 
Es  una  acción  corriente  la  que  yo  hice.  Otro  cualquiera  hubiera  hecho 
lo  mismo.  Se  lo  aseguro  sin  falsa  modestia.  Yo  recibí  la  noticia  de  que 
una  gruesa  partida  estaba  cerca  del  ingenio  Cantabria,  veía  arder  la 
caña,  pero  más  me  preocupaba  el  pequeño  destacamento  del  ingenio 
que  corría  peligro.  Salí  del  fuerte  con  mis  65  hombres.  Subíamos  una 
loma  y  al  llegar  á  la  cresta  nos  encontramos  en  una  pendiente  suave  del 
otro  lado  con  la  partida.  Eran  muchos,  muchos,  muchísimos,  una  nube, 
el  sol  nos  daba  de  cara,  el  humo  y  el  calor  de  la  caña  ardiendo  nos  so- 
focaba, comprendí  el  peligro,  nos  hicieron  las  primeres  descargas  cq^si 
á  40  metros  de  distancia.  Hubo  un  momento  en  que  suspendí  el  fue^i^o 
porque  vi  entre  ellos  uniformes  parecidos  á  los  nuestros,  más  al  v  es 
entonces  tirar  de  machete,  y  dispuestos  á  echársenos  encima  mandé  r- 
mar  el  cuadro,  agrupándose  los  que  pudieron,  y  di  orden  al  ten  te 
Gómez,  un  valiente,  para  que  por  escalones  nos  retirásemos  á  gan  el 
monte.  Pronto  me  sentí  herido  en  el  hombro.  No  fué  nada. 

Seguí  en  mi  puesto  hasta  que  una  bala  me  dio  en  la  pierna,  ce^^     ie 
la  rodilla  y  caí  sentado.  Entonces  mi  asistente  y  otro  soldado  á  ^'^'^      le 


OBÓSIOA  PM   LA  aa»REA  D»  OüBA 205 

debo  la  TÍda,  me  agarraron,  yo  echaba  mi  pierna  izquierda  rota  sobre 
la  derecha  j  arrastrando,  me  fueron  retárando  hacía  la  manigua,  siem- 
pre sofriendo  el  fnego,  allí  encontré  algunos  de  los  míos,  improvisaron 
ana  camilla  con  los  fusiles  y  las  correas  y  salimos  con  grandes  trabajos, 
llegando  á  las  diez  de  la  noche  al  fuerte,  donde  me  hicieron  una  cura, 
era  la  primera  desde  las  cuatro  de  la  tarde  que  me  hirieron.  El  enemigo 
era  20  veces  más  que  nosotros,  pero 
gnfñó  grandes  pérdidas  por  el  fnego 
de  nuestros  Maüsser. 

Hé  ahí  todo  lo  que  pasó. 
Según  me  dijeron  los  médicos,  el 
estado  del  comandante  Yalenzuela  es 
satMaotorio  y  seguro  ya  que  salva  la 
pierna.  Esta  tiene  rota  la  tibia  y  el 
peroné,  por  bajo  de  la  rodilla. 

3.  M.  la  Reina,  preguntó  por  cable 
la  salud  del  herido,  enviándole  un 
tzo  de  sus  padres,  y  diciéndole  que 
ban  buenos.  Este  hermoso  rasgo, 
» saltar  lágrimas  de  agradecimien- 
1  herido.  Cada  dos  días  se  dá  cuen- 
.  S.  M.  del  estado  en  que  se  en- 
itra. 

EU  comandante  Yalenzuela  tiene  35 
s,  hace  5  que  ascendió  á  capitán, 
e  Madrid,  vino  con  el  bataUón  de  íii«ípe.(o. 

arias. 

Jno  de  los  heridos  que  cayeron  prisioneros,  me  contó  que  lo  trata- 
bien.  Regó  le  hizo  proposiciones  de  dinero  para  quedarse  entre  ellos, 
rechazaron  todos  y  entonces  los  entregaron.  Comían  con  el  cabeci- 
No  estaban  en  el  campamento  principal,  y  solo  veían  á  uno  que  ha- 
le aposentador  y  llevaba  una  banda  de  cinta  azul  y  blanca  con  esta 
ripoión  Jefe  de  día. 

Si  comandante  Yalenzuela,  obtendrá  la  cruz  laureada.  Ha  sido  visi- 

I  por  el  general  Laohambre  con  el  general  Barraquer,  comandante 

ello,  capitán  Qómez  Núñez,  comandante  Ochoa  y  capitán  Montever  - 

i^eneral  Lachambre  le  manifestó  cuanto  honor  tenía  en  saludarle 

3har  su  mano,  agregando  que  había  conquistado  una  gloria  más 

.  infantería  española.  El  comandante  Yalenzuela,  contestó  como 

*  Aoe,  que  está  agradecidísimo  á  esos  inmerecidos  elogios,  que 

'lo  lo  que  cualquier  otro  hubiera  hecho. 


206  CBONICA   DE  LA   QUERRÁ  DE   CUBA 


1 


ÍÁ 


Un  sargento  murciano. 

De  una  carta  que  el  sargento  de  la  guardia  civil,  Pedro  Peñarancbi, 
dirige  desde  Caraciioeey  con  fecha  5  de  Noviembre  pasado  á  sus  padres, 
entresacamos  los  siguientes  párrafos,  que  demuestran  la  infame  guerra 
que  se  hace  en  Cuba  y  el  valor  indomable  de  nuestros  soldados. 

cEl  día  29  de  Septiembre  que  tan  presente  tienen  ustedes  y  yo,   por- 
que nos  recuerda  la  muerte  de  mi  hermano,  será  recordado  por  mí  con 
doble  motivo,   por  que  en  ese   día,  tuvimos  un  encuentro  con  los  insu- 
rrectos, en  el  que  creí  perder  la  vida  y  no  volver  á  ver  á  ustedes. 
^:  Contaré  como  fué  ese  encuentro. 

El  día  27  del  pasado,  después  de  haber  tenido  á  raya  unas  partidas 
insurrectas,  compuestas  de  50  ó  60  hombres  de  caballería  y  otroa  tantos 
de  infantería,  en  las  llanas  llamadas  El  Gritón,  llegamos  á  Falmarejo. 

A  las  dos  horas  Se  llegar  recibimos  orden  por  teléfono  de  salir  el  28 
de  madrugada  á  perseguir  las  partidas  de  Perico  Muñoz  y  Serafín  Sán- 
chez, que  eran  las  mismas  á  que  antes  me  refiero,  pero  reforzadas  por 
la  del  cabecilla  Juan  Bravo,  que  lleva  unos  100  hombres  á  caballo  y 
algunos  á  pié,  constituyendo  entre  todos  unos  250  hombres,  la«  tres 
cuartas  partes  de  caballería. 

En  efecto,  salimos  el  28  de  madrugada,  yendo  á  hacer  noche  en  la 
casa  del  cabecilla  Perico  Muñoz. 

El  29  á  las  seis  de  la  mañana  salimos  para  buscar  á  las  citadas  par- 
tidas, las  que  enteradas  de  que  laa  íbamos  persiguiendo  se  retiraron  á 
un  sitio  llamado  San  Ambrosio. 

A  las  once  de  la  mañana  y  en  ocasión  en  que  estábamos  haciendo  el 
rancho  á  la  orilla  de  un  río,  un  centinela  qtie  estaba  en  un  punto  ele- 
vado vio  con  los  gemelos  á  tres  ginetes  con  armas  que  venían  á  la  ca« 
rrera  y  que  eran  exploradores  de  las  partidas. 

El  centinela  les  disparó  después  de  darles  el  alto  y  ellos  hicieron 
fuego  echando  á  correr. 

Subimos  casi  todos  nosotros  á  la  montaña  en  donde  estaba  el  centi- 
nela y  les  hicimos  fuego  á  diez  ó  doce  ginetes  que  habían  aparecido  ya, 
tirando  á  tierra  cuatro  y  cogiéndoles  los  fusiles,  las  municiones,  los 
machetes  y  dos  caballos,  quedándome  yo  con  el  mejor  de  éstos. 

No  ocurrió  otra  novedad,  nos  comimos  el  rancho  y  salimos  para  San 
Ambrosio,  andando  por  entre  dos  montañas  cubiertas  de  manigua  como 
una  hora  y  media  escasas. 

Tuvimos  que  empezar  á  pasar  un  río  con  agua  hasta  la  cíntar<  y 
encontrándose  la  mitad  de  la  columna  en  el  agua  y  la  otra  mitad  en  la 
orilla,  el  guardia  que  iba  de  guía  dio  el  alto  é  hizo  fuego,  por  hal^er 
visto  en  la  manigua  que  había  en  la  montaña  de  la  derecha,  á  los  xnam- 
bises. 


r 


QRÓmCA   DK  LA  QUBBRA  DK  CUBA  207 

t 

Figiirenae  ostedes  lo  orítioo  de  nuestra  BÍtuaoión. 

El  enemigo  que  estaba  emboscado  y  atrincherado  en  dicha  monta- 
lia,  empezó  á  hacemos  descargas  cerrad&s  como  á  unos  20  pasos  de  dis  • 
tanda. 

Ea  medio  del  río  hicimos  una  descarga,  adelantando  hacia  ellos,  que 
estaban  como  á  15  pasos  de  la  orilla. 

Pasamos  los  primeros  cuatro  guardias  civiles  de  la  vanguardia,  el 
oabo  furriel  y  dos  guardias  de  mi  compañía  y  yo. 

Al  pasar  el  rio  cayó  mu^erto  un  guardia  de  un  balazo  que  le  partió 
el  corazón  y  otro  resultó  herido  en  un  brazo. 

Eohamos  nosotros  rodilla  en  tierra  y  rompimos  el  fuego  contra  aque- 
lla canalla,  que  nos  tiraba  á  mansalva,  hasta  que  pasó  toda  la  vanguar- 
dia, compuesta  de  25  hombres  de  mi  compañía,  dos  cabos,  un  sargento 
y  un  teniente. 

Entonces  nos  levantamos  y  emprendimos  la  marcha,  hacia  donde  es- 
taban  los  que  nos  asaban  á  balazos. 

Padre,  yo  no  debo  decirlo,  pero  sé  que  al  acabar  el  combate  me  íiu- 
biera  usted  abrazado  como  me  abrazó  el  comandante  jefe  de  la  columna 
j  el  capitán  de  mi  compañía. 

Empezamos  á  subir  y  ellos  á  retirarse  haciéndonos  fuego  en  la  reti- 
rada. 

Yo  delante  de  todos  les  gritaba  á  los  nuestros:  «¡Arriba  valientes,  no 
hay  que  tener  temor!»  y  el  teniente  les  decía: 

«¡Vamos  á  recuperarnos  del  muerto  que  nos  han  hecho  y  del  herido 
que  tenemos! » 

De  repente  y  á  boca  de  jarro  nos  hacen  una  descarga  desde  una  trin- 
.ehera,  que  ya  casi  alcanzábamos  ocho  soldados  y  yo,  resultando  de  nos- 
otros tres  heridos  más,  pero  leves. 

No  per  esto  desmayaron  los  valientes  que  me  acompañaban;  ellos 
mismos  decían:  «¡Adelante  compañeros!  ¡Arriba  la  cuarta!» 

Probamos  á  escalar  la  trinchera  y  no  lo  conseguimos;  damos  la  vuel- 
ta y  machete  en  mano  entramos  por  un  costado,  pero  solo  había  en  ella 
dos  insurrectos  muertos  y  cuatro  heridos  que  aún  empuñaban  las  armas. 

Uno  de  ellos  quiso  matarme,  pero  ¡desgraciado  de  él!  aún  no  lo  ha- 
bía intentado,  cuando  ya  mi  machete  le  enseñó  á  no  ser  imprudente, 
partiéndole  la  cabeza  en  dos  partes;  entregándonos  los  otros  las  armas. 
I  rato  de  estar  allí  solos  los  cinco  guardias  y  yo,  con  los  muertos  y 
h(    408  insurrectos,  llegó  el  oficial  con  10  ó  12  soldados  y  un  cabo. 

uelvo  á  gritaír  á  los  cinco  valientes  que  me  acompañaron  á  tomar 
la  inchera:  ¡Muchachos,  vamos  por  la  segunda  y  hemos  ganado  la  ac- 
ci  ^  ¡arriba!  gritan  ellos  y  tomamos  loma  arriba  por  entre  zarzales, 
qi  teníamos  que  cortar  con  los  machetes  para  poder  pasar,  acompaña- 
de    (^ata  vez  de  seis  soldados  además  de  mis  cinco  héroes. 


I 


OKONlGi.  DS   LA   OUEBBÁ   DS   CUBA 


« ¡arriba  y  á  ellos!  >  decían  todos,  echábamos  rodilla  á  tierra,  dispa 
rábamoB  nnestros  fusiles  y  avanzábamos  ocho  ó  diez  pasos;  otra  descar- 
ga y  otros  tantos  pasos  de  avance,  y  de  este  modo  llegamos  á  tomar  la 
segunda  trinchera,  que  el  enemigo  almndontS  al  ver  que  los  que  habían 
tomado  la  primera  iban  por  la  segunda  también. 

El  enemigo  abandonó  las  armas  y  municiones  y  dos  heridos,  los  que 
nos  pidieron  por  Dios  les  dejáramos  con  vida,  lo  que  hicimos,  entr^áo- 
dolos  al  oficial  que  llegó  muy  poco  tiempo  después  de  ser  nosotros  due- 
ños de  la  trinchera. 


:1 


-t-^- 


Habíamos  ganado  la  acción  pero  aún  nos  quedaba  trabajo,  por  ha- 
berse corrido  el  enemigo  á  la  izquierda  tomando  nuevas  posiciones, 
aunque  no  tan  buenas  como  las  primeras. 

No  habíamos  andado  50  pasos  cuando  nos  hicieron  una  descarga  á 
la  que  no  contestamos,  con  la  idea  de  cogerlos  en  medio  como  sucedió. 

Llegó  el  centro  de  la  columna  frente  á  ellos,  hizo  derecha  y  fuego;  la 
vanguardia  hicimos  cabeza  variación  derecha  y  la  retaguardia  varia- 
ción izquierda. 

Vanguardia  y  retaguardia  no  hacíamos  fuego,  pero  avanzábamos 
para  cojerlos  en  el  centro. 

Como  e]Ios  son  tan  conocedores  del  terreno,  antes  que  cerráronos 
del  todo  huyeron  por  una  cerca  que  tenían  detrás,  dejando  cinco  '•  ja- 
llos Con  sus  monturas  y  un  machete  con  puño  de  plata. 

Debieron  llevarse  muchos  heridos,  porque  los  seguimos  hasta  4  se 
hizo  de  noche  y  fuimos  viendo  tin  gran  rastro  de  sangre. 

Llegamos  á  Palmarejo  á  las  once  de  la  noche  y  á  esa  hora  se  fci.  pe- 
zÓ  á  hacer  el  segundo  rancho,  que  comimos  á  otro  día  al  amaneO' —    i&~ 


QBÓNICA   DB  LA   OUSRBA  DS  CUBA 


>  á  las  ocho  de  la  mañana  otra  vez  de  operaciocefi,  hasta  qae  llega- 
Caraonoey,  donde  me  encuentro  bien  y  donde  me  dirigirán  uste- 
lora  las  cartas.» 


En  él  ingenio  Dolores. 

la  partida  insurrecta  como  de  80  hombres  de  caballería,  se  apostó 
2  de  Diciembre,  &  anos  500  metros  del  batey  del  ingenio  Dolores, 
ido  Tarios  disparos  contra  el  fuerte  que  allí  existe  y  el  cual  -está 
lido  por  unos  ocho  soldados  del  batallón  de  Isabel  segunda,  quie- 
ladeimo  JS4— r.  n.  Precio  lO  «sen^a 


210 OBÓNiqA  PB  LA  QUKBRA  P>  OÜBA 

nes  contestaron  á  la  agresión  de  los  insurgentes  con  varias  descargas, 
las  que  dieron  origen  á  que  se  generalizara  un  fuego  graneado  por  espa- 
cio de  media  hora. 

Los  disparos  de  los  individuos  que  defendían  el  fuerte  fueron  tan  cer- 
teros, que  se  le  causaron  al  enemigo  varios  heridos  y  un  muerto  que  se 
llevaron. 

La  fuerza  del  gobierno  no  tuvo  novedad  alguna. 

Se  supone  que  la  partida  que  atacó  el  ingenio  Dolores,  sea  la  capi- 
taneada por  Carrillo  el  joven. 

Se  presentó  al  comandante  militar  de  esta  jurisdicción,  el  paisano 
don  Antonio  Roque  Conté,  vecino  de  Taguayabón,  en  solicitud  de  in- 
dulto. 

Dicho  individuo  hacía  como  un  mes  se  lanzó  al  campo  insurrecto, 
habiendo  pertenecido  á  la  partida  que  capitanea  el  cabecilla  Ñapóles. 

El  presentado  quedó  en  libertad. 

En  el  tren  general  de  pasajeros,  llegaron  procedentes  de  la  cárcel  de 
Santa  Clara,  y  custodiados  por  fuerzas  de  la  Guardia  Civil,  los  penados 
don  Joaquín  Clara  Monte,  don  Alvaro  Prendes  González  y  don  Camilo 
Rodríguez;  morenos  Domingo  Mir,  José  Font  González  y  Joaquín  Me- 
dina; pardos  Teodoro  Ramos  y  José  Ramón  Reyes;  y  asiático  José 
Achón,  los  cuales  vienen  á  cumplir  condena  en  la  cárcel  de  esta  jurisdic- 
ción por  disposición  del  general  Luque. 

Probablemente  saldrá  á  operaciones  el  general,  siendo  su  principal 
propósito  el  de  traer  la  dinamita  que  fué  ocupada  por  el  capitán  Gonzá- 
lez á  una  partida  de  insurgentes  en  el  ingenio  Dolores. 

Se  esperan  fuerzas  de  Placetas  para  reforzar  la  columna  que  ha  de 
salir  á  operaciones  y  dejar  aquí  el  contingente  necesario  para  la  defen- 
sa de  la  plaza. 

En  San  Diego  del  Valle  no  se  han  tenido  noticias  de  circulación  de 
partidas  cuyos  jefes  alcancen  alguna  popularidad,  y  sí  sólo  de  la  apa- 
rición de  unos  cuantos  grupos  de  plateados  que  roban  y  saquean,  lle- 
vando, con  su  proceder,  á  todas  partes  el  malestar  y  la  angustia. 

Como  á  las  7  de  la  mañana  del  6  de  Diciembre  compareció  ante  las  au- 
toridades del  poblado  el  honrado  vecino  de  Sitio  Nuevo  don  Serafín  Her- 
nández Perdomo,  exponiendo  que  en  la  noche  anterior,  tres  morenos 
desconocidos  se  presentaron  en  su  morada  exigiéndole  8  centenes,  y 
como  les  contestara  que  no  los  tenía,  trataron  de  amarrarlo,  á  e 

hizo  resistencia,  viéndose  entonces  acometido  por  los  tres  band^  i 

machete  en  mano. 

Durante  esto,  pudo  el  señor  Hernández  agarrar  una  tranca  c         i 
que  se  defendió  hasta  verse  libre  de  las  garras  de  los  invasores  que 
prendieron  la  fuga. 

Como  resultado  de  este  acto  violento  tanto  el  referido  Her*^^'      e 


ORÓNIOA  DE  LA  QügRBA  PE  OUBA 211 

I  eomo  BU  señora  esposa,  que  no  lo  abandonó  nn  momento,  salieron  le- 
!  «ionadoSy  si  bien  las  heridas  producidas  por  los  machetes  son  de  ca- 
I  ráoter  leve. 

\  El  día  7  salieron  á  recorrer  parte  de  la  demarcación,  dos  Qolumnas; 
[  una  mandada  por  el  señor  teniente  coronel  Jefe  de  la  Zona  y  otra  por 
I  el  capitán  de  la  quinta  compañía  del  Soria,  don  Manuel  Molina  Al- 
I  cántara. 

Esta  última  que  tomó  el  camino  de  Yabú,  divisó  el  enemigo  á  larga 
\  distancia,  en  el  punto  denominado  Blanquizar,  en  número  de  15  á  20 
hombres,  los  que,  álos  primeros  disparos  del  Maüsser,  emprendieron  la 
foga,  dejando  carnes  y  otros  efectos  de  primera  necesidad.  A  las  seis  de 
l^la  tarde  regresaron,  nuestras  fuerzas,  sin  novedad. 
I  Después  se  supo  por  personas  que  lo  presenciaron,  que  por  la  Tena- 
Isa,  distante  dos  kilómetros  del  poblado,  pasó  Bacallao  con  su  partida, 
i  flevándose  á  los  vecinos  don  Feliciano  Moiño  y  moreno  Liborio  León 
[que  se  hallaban  forrajeando  en  un  sitio  de  labor. 

h 

f 

Be  Matanzas. 

Ei  9  se  presentó  al  comandante  de  voluntarios,  de  Corral  Falso,  don 
rAlonso  Manzano  Penichet,  quien  dijo  que  había  sido  llevado  á  la  fuerza 
ípor  un  grupo  de  Unión  de  Reyes,  á  la  partida  levantada  en  los  Palos, 
de  la  cual  se  escapó  al  llegar  á  la  Ciénaga  de  Zapata. 

También  se  presentaron  al  jefe  del  puesto  de  la  guardia  civil  de  Za- 
pata, los  vecinos  de  Alfonso  XII,  don  Éamiro  Acosta  y  pardo  Juan  San- 
iehez,  procedente  de  la  misma  partida  citada. 

i  Igualmente  se  presentaron  al  jefe  del  puesto  de  la  guardia  civil  de 
bopapo.  Cabezas,  desprendidos  de  la  mencionada  partida,  los  hermanos 
Aon  Carlos  y  don  Antonio  González  Torres. 

El  29  se  presentó  al  comandante  militar  de  Alfonso  XII  procedente 
ie  la  partida  de  Palos,  el  vecino  de  aquel  término  don  Francisco  de 
iúeón  Rosales. 

En  la  noche  del  29  una  partida  compuesta  de  unos  9  hombres  arma- 
os y  montados  se  presentó  en  una  colonia  próxima  al  <chuchD>  San 
edro,   en  el  ingenio  Valiente  ó  Tolón,  Alfonso  XII,  llevándose  un 
baballo  y  dos  monturas. 

I  En  la  mañana  del  9,  tres  hombres  blancos,  armados  y  montados,  se 
resentaron  en  las  colindantes  fincas  de  don  Eamón  Sardinas  y  Las 
uásimas,  en  el  término  del  Roque,  apoderándose  de  varias  piezas  de 
pa  de  uso,  dos  sombreros  y  un  caballo  de  la  última. 
De  allí  pasaron  á  la  colonia  Magnolia,  de  don  Pedro  C.  Caneda,  pi- 
Éendo  las  armas  que  tuvieran,  exigencia  que  no  pudo  satisfacerse,  por 
Ito  haber  ninguna. 


212 


OBÓNIOA  DB  LA  QUEBRA  DB  OUBA 


^ 


Al  marcharse  los  citados  hombres  dijeron  á  Caneda  que  no  saliera  á 
dar  parte,  pues  en  el  monte  estaba  el  grueso  de  la  partidUk  y  podía  co8 
tarle  la  vida. 

En  persecución  de  la  partida,  salió  el  Alcalde  municipal  del  Boque, 
con  seis  guardias. 

En  la  noche  del  mismo  día  se  presentó  en  el  ingenio  San  Kafael  de 
Jorrín,  sito  en  el  término  de  Bolondrón,  una  partida  fuerte  de  150hom> 
bres,  la  cual  saqueó  la  tienda  de  la  finca,  apoderándose  además  de  varias 
jtrmas  y  cuatro  caballos. 

En  la  noche  del  9  eatuvo 
una  partida  cuyo  número  se 
ignora,  pero  que  se  supone 
sea  la  misma  que  estuvo  en 
San  Rafael,  en  el  ingenio  de- 
molido Dichoso,   sito  en  la 
Gttira,  Bolondrón,  siendo  re- 
chazada á  tiros  por  un  pe- 
queño destacamento  allí  exis- 
tente que  le  hizo  dos  heridos. 
Otra  partida  que   crusó 
por  la  línea  férrea  de  la  Em- 
presa de  Matanzas,  entre  Ba- 
ró  y  Guareiras,  cortó  los  hi- 
.  los  del  telégrafo  y  del  teléfo- 
no, siguiendo  su  camino  sin 
causar  otro  daño. 


forrajeando  en  un  sitio  de  labor.  (Pkg,  Sil). 


Noticiosos  la  guardia  ci* 
vil  y  el  juez  municipal  de  Seiba  Mocha,  de  que  en  un  bohío  en  el  ba- 
rrio de  San  Francisco  de  Paula,  había  un  moreno  gravemente  herido, 
J9e  personaron  allí,  hallándose  al  moreno  Juan  Fernández  herido,  de  un 
machetazo  en  la  cabeza. 

El  herido  Fernández,  dijo  que  dicha  herida.se  la  infirieron  dos  hom* 
bres  blancos  desconocidos,  que  por  allí  pasaron  y  que  según  informes  fue* 
ron  á  incorporarse  á  una  partidita  que  se  levantó  en  la  finca  Eche^aray , 
del  término  de  Santa  Ana. 

El  Correo  de  Matanzas  ampliando  la  noticia  del  encuentro  tenic  :>  d 
domingo  por  una  columna  al  mando  del  comandante  don  Luis  L v  »pes 
Mijares  coü  las  partidas  de  Francisco  Pérez  y  Matagás,  en  Aguadr.  d( 
Pasajeros,  en  los  límites  de  esta  provincia,  publica  los  siguientes    ' 


CRÓNICA  DX  LA  OUBREA  DK  CUBA  213 


lies  que  al  Eco  de  Cárdenas  envía  su  corresponsal  de  aquel  punto,  que 
dieeasf: 

«Entre  los  doce  insurrectos  muertos  se  halla  el  titulado  abanderado 
Bernardo  Matos,  hermano  del  Tuerto,  á  quien  se  le  ocupó  un  sombrera 
con  su  escarapela.  En  esa  acción  se  distinguieron  los  prácticos  Federico 
Prendes  y  Mateo  Carranzada  y  el  sargento  de  la  guerrilla,  que  iba  á  la 
extrema  vanguardia,  Juan  Batalla,  de  Alfonso  XIIL 

Los  insurrectos  trataron  de  copar,  por  tres  veces,  á  nuestras  fuerzas, 
y  el  comandante  señor  Mijares,  ordenó  varios  ataques  á  la  bayoneta. 

El  teniente  señor  Suero  se  vio  varias  veces  en  peligro  ante  un  grupo 
de  más  de  100  insurrectos,  los  que  fueron  derrotados  por  12  hombres 
de  la  jguerrilla  y  15  soldados  de  infantería,  al  mando  del  teniente  Ro- 
dríguez. 

Aún  se  continúan  las  operaciones.  Los  insurrectos  han  invadido  esta 
zona,  y  se  calcula  su  número  en  1,200. 

El  teniente  don  Eamon  Pumpido  y  Fuga  tuvo  la  suerte  de  hacer  una 
baja  al  enemigo,  con  su  revólver,  al  ir  al  mando  de  un  grupo. 

El  práctico  Luciano  Prendes,  con  cinco  números,  les  cortó  la  reti- 
rada á  los  rebeldes  por  el  flanco  izquierdo. 

Es  digna  de  elogio  la  columna  que  manda  el  señor  comandante  don 
Luís  Lópea  Mijares. » 

De  Bocas  de  Camarioca. 

Persona  que  nos  merece  entero  crédito  nos  escribe  desde  Bocas  de 
Camarioca,  con  fecha  30  de  Noviembre,  refiriéndose  á  la  operación  de 
^erra  llevada  á  cabo  por  la  fuerza  á  las  órdenes  del  teniente  señor  Mar- 
tínez Bemabeu,  en  las  inmediaciones  de  Cárdenas. 

La  fuerza  salió  á  las  cuatro  y  cuarto,  por  lo  que  en  el  momento  de 
principiar  la  acción  estaba  clareando  el  día.  No  conducía  acémilas, 
sino  seis  caballos  sin  montura  é  inútiles,  ni  más  carga  que  un  rancho 
para  25  hombres,  y  no  tuvo  ningún  herido  y  sí  un  muerto. 

El  señor  Martínez  Bernabeu  no  fué  á  Cárdenas,  ni  se  separó  un  se* 
^ando  de  sus  soldados,  sino  el  señor  Toledo,  y  esto  cuando  llegaron  los 
refoerzos  sin  llevar  municiones. 

Todo  esto  es  público,  y  parte  de  ello  lo  presenció  el  licenciado  en 
UHIcina  don  Enrique  Pascual,  el  cual  se  ofreció  al  jefe  de  la  pequeña 
eo    -»na  para  todo  lo  que  de  su  profesión  dependiera. 

♦'  * 

rún  comunican  varios  pasajeros  que  llegaron  en  el  tren  de  Yuel* 
ta       4ba,  el  9  por  la  mañana  una  partida  de  insurrectos,  compuesta 


214 OBÓNICA  DB  LA  OUEBaA  DE  CüBA 

de  unoH  50  índiTídaoa  á  caballo,  estaba  cortando  las  líneas  tele^áficas, 
entre  Iob  kíldmetros  55  y  56,  6  aea  entre  Santo  Domingo  y  San  Marcoi. 
AI  ver  que  la  máquina  se  aproximaba  emprendieron  la  faga,  gin  que  Be 
les  pudiese  hacer  fuego,  á  causa  de  impedirlo  un  cayo  de  monte. 

Un  suceso  lamentable: 

En  la  noche  del  29  de  noviembre  puso  fin  ¿  su  vida  disparándose  un 
tiro  de  revtílver  en  la  sien  derecha,  el  teniente  del  segundo  batallón  del 
regimiento  de  María  Cristina,  don  Ceferino  Bajo  Nieto,  jefe  del  destaca- 
mento situado  en  el  barrio  del  Estanque,  término  de  Alfonso  XII,  donde 
cometió  el  hecho. 

El  teniente  Bajo,  que  tenía  40  años  de  edad  y  llevaba  20  en  el  ejér- 
cito,  hace  muy  pocos  días  que  salió  del  hospital,  donde  había  estado  en 
observación  por  presentar  síntomas  de  enagenación  mental. 

Según  todo  lo  indica,  Bajo  que  no  se  hallaba  curado,  se  ha  matado 
en  un  acceso  de  locura. 


Barcos  para  Cuba,  \ 

Los  cruceros  Alfonso  Xin  y  Marqués  de  la  Ensenada  irán  á  prestar    j 
el  servicio  que  antes  estaba  confiado  al  Sánchez  Baroáiztegoi  y  al  Co- 
lón. El  primero  de  aquellos  marchará  en  breve  y  el  segando  acompaña 
rá  é.  los  tres  cañoneros  de  200  toneladas  construidos  en  Q-lasgow. , 


Según  noticias  recibidas,  se  han  presentado  49  individuos  proc< 
dentes  de  las  partidas  insurrectas  qne  se  habían  alzado  en  Matanzas. 

E^ta  presentación  se  debe  á  la  batida  que  les  dio  el  coronel  Moline 
Seguramente  muy  pronto  ee  quedarán  las  partidas  reducidas  á  peqa< 
ños  grupos  de  bandoleros,  que  en  su  mayor  parte  son  los  que  merodea 
por  esa  provincia. 


Dos  columnas  del  general  Linares  y  coronel  Tejada  salieron  á  opi 
raciones. 

Fuerzas  del  general  Navarro  practicaron  reconocimiento  er  1 
Rosa,  Desierto  y  Unión,  sin  novedad. 

Según  parte  del  general  Navarro  desde  Firmeza,  dice  que  llej,.  ] 
las  fuerzas  de  Cuba,  Talladolid  y  León  en  número  de  300  hombí  4 

lieron  con  impedimenta  y  mal  tiempo  de  viento  y  agua  á  las  C.  .« 
del  teniente  coronel  Francés  y  comandante  Izquierdo,  sin  novedp 

í 


r 


OBÓNIOA  DE  LA  GUERBA  DE  CUBA  215 

Han  practicado  marcha  asombroBa  de  más  de  doce  leguas  por  altu- 
ras inaccesibles  y  barrancos  profundos;  han  estado  en  la  cima  de  la 
Gran  Piedra  donde  no  han  encontrado  iadicio  de  persona'  y  si  una  esca- 
la de  árboles  para  subir  el  vigía  á  la  Piedra  y  las  señales  de  los  Touris- 
tas  que  visitaron  aquel  punto  ^  pudiendo  afirmarse  que  allí  no  pueden 
existir  partidas  ni  heridos,  pues  no  hay  agua  ni  comida  ni  manera  de  su- 
birla, porque  no  existe  tampoco  en  gran  extensión  ni  reseS  ni  el  más 
pequeño  bohío.  £1  subir  allí  ha  sido  para  probar  que  estas  fuerzas  van 
á  todas  partes  y  para  destruir  los  trabajos  de  los  laborantes  que  hacían 
ereer  que  en  la  GranTiedra  estaban  400  insurrectos  y  tenían  estableci- 
dos hospitales  de  sangre  muy  seguros,  porque  allí  no  podían  subir  las 
fuerzas. 

Se  reconocieron  después  los  altos  de  la  Merced,  Paraíso  y  Las  Cu- 
ehillas  sin  un  tiro  siquiera.  Los  soldados  de  Cuba  y  Yalladolid  se  porta- 
ron como  siempre,  los  de  León  llegados  últimamente  de  la  Península  no 
desmerecieronJde  sus  compañeros. 


Becompensas  concedidas  á  las  fuerzas  que  acompañaron  al  general 

Martínez  Campos  en  su  viaje  de  Ciego  de  Avila  á  Santi  Spiritus: 

« 

Cruerrilla  de  Yero. 

Capitán  don  Nicolás  Yero  Pérez,  cruz  de  María  Cristina. 

Cabos  Antonio  Poblet  y  Jofeé  Guerrero,  cruz  roja  sencilla  de  mérito 
militar. 

Cabo  José  Alonso  Bolaños  y  trompeta  Victoriano  Tobías,  cruz  roja 
de  mérito  militar  vitalicia  de  7^50. 

Guerrilleros  Juan  Expósito,  Francisco  Montes,  José  Kuiz  Montero, 
Uanuel  Toyos,  Celedonio  González  y  José  González  Parada,  cruz  roja 
sencilla  de  mérito  militar. 

« 

Ghuerrilla  de  Lersundi. 

Capitán  de  milicias  y  primer  teniente  de  la  guerrilla  don  Cecilio  Or- 
tq;a,  mención  honorífica. 

Capitán  de  voluntarios  de  la  Habana  y  primer  teniente  de  la  guerri- 
11         1  Rosendo  Espina  Díaz,  cruz  roja  del  mérito  militar  pensionada, 
"^.nto  Ángel  Candosa  Talle,  empleo  de  segundo  teniente. 

'nto  Demetrio  Barrueco  Cura,  cruz  roja  sencilla  de  mérito  mi- 
li 

T)ionisio  Saez  izquierdo,  empleo  de  sargento. 
..  Jleros  heridos  Carlos  Silva  Yaldés  y  Pedro  Yidal  Chabrán,  cruz 
rj  —  ^Hfo  militar  pensionada. 


to- 
li- 


tar 


■re- 


OEÓNIOA  D»  hk  aUVSBá.  DM  ODBA 217 

llanto  Eosebio  Romeo,  omz  roja  sencilla  de  mérito  militar  pen- 
la  con  25  pesetas. 

ibo  Constantino  Díaz,  omz  roja  senoilla  de  mérito  militar. 
Idado  José  Arbe  Alemán,  omz  roja  de  mérito  militar  pensionada 
'50. 

IdadoB  Pablo  Cireit  Pereda,  Miguel  Ansan,  Mignel  Gori  Garayal 
adro  Colé  Altamira,  Antonio  Gama,  Antonio  Boval,   Ramón  Leza- 
'  na,  Felipe  Lodosa,  Alfonso  Cabello,  Jaime  Domestre,  Joan  Alexancó  y 
«doro  Santa  Maria,  oruz  sencilla  de  mérito  militar. 


...  i  IiprtneFidHBUfft  dali  ■•(luads...  (Plf.  llí). 

Segunda  compañía  de  Tetuán. 

Capitán  don  Jaime  Ortiz,  oraz  roja  de  primera  dase  de  mérito  mi- 
ir  pensionada. 

Segando  teniente  c!on  Cándido  García,  cruz  roja  de  primera  clase  de 
iríto  militar. 

Sargento  José  Corzo,  cruz  roja  sencilla  de  mérito  militar. 
Cabo  Roque  Espinosa,  cruz  roja  de  mérito  militar  7'50. 
Cabo  Grislea  Carrión,  cniz  roja  de  mérito  militar. 
Idado  Martín  Soler,  herido,  oraz  roja  de  mérito  militar  oon  7'50 
tela. 

Idados  Yioente  Vives,  José  Puig,  Joeé  Martínez,  José  Sanz,  Se- 
ino  Tomás  Muñoz,  Migael  Martínez,  José  Berenguer,  Eulogio  Mon- 
os, Pedro  Romero,  José  Ferri  y  Ramén  Nava  Noya,  oruz  roja  sen- 
de  mérito  militar. 


218  OBÓNIOi.  DE  Ll.   QUESBA  DK   CUBA 


Tercera  compañía  de  Tetuán. 

Primer  teniente  don  Rioardo  Silla  Boca,  craz  roja  de  mérito  m: 
de  primera  oíase. 

GaboB  Alfredo  Liaste  y  Femando  Beltrán,  cruz  roja  8en<^I1a  de 
rito  militar. 

Soldado  José  Moya  López ,  herido ,  cmz  roja  de  mérito  m 
con  7 '50. 

Soldados  Ramón  Peiró,  Santiago  Arman,  Tofino  García,  Vú 
Llavalayes,  Francisco  Monelena,  Pío  Ventora,  Antonio  Llavalayes 
fael  Rabio  López,  José  Ortiz,  Bernardo  Martínez,  Joan  0avald¿. 
cente  Pina  y  Jaan  Beltrán  Jiménez,  cruz  roja  sencilla  de  méritt 
litar. 


G-TT^A-JSTT  Á  TT  A  TVrO 


^«iM^«M*M»nMM«W«M*M^#V^MtfW«MM«> 


N  el  Diario  de  aquella  población  encontramos  importan- 
tes detalles  de  la  operación  realizada  por  la  columna 
que  manda  el  teniente  coronel  don  Tomás  Rotger. 

El  día  29  de  Noviembre  salió  la  columna  compuesta 
del  2;^  batallón  de  Simancas  y  las  guerrillas  del  Guaso, 
por  el  camino  de  Jamaica  y  Casimba  hasta  el  Palmar,  donde  quedó  el 
convoy  que  cufitodiaba  siguiendo  su  marcha  hasta  San  Fernando,  don- 
de tavo  fuego  en'  el  cafetal  del  mismo  con  unos  grppos  insurrectos,  á  los 
que  batió  y  dispersó. 

En  la  madrugada  del  siguiente  día  ordenó  el  bravo  y  aguerrido  se- 
ñor Rotger  la  marcha  hacia  el  Arroyo  de  los  Camarones,  donde  suponía 
encontrar  el  campamento  de  las  fuerzas  enemigas,  fueron  tan  acertadas 
las  disposiciones  que  adoptó,  y  tan  bien  ejecutadas  por  todos  los  digní- 
g}«».^.  'oficiales,  y  tal  el  silencio  con  que  canainaba  la  columna  que  al  lle- 
g  a  cumbre  de  una  cuesta  que  va  á  caer  al  mencionado  Arroyo;  de 
'80  se  encontró  con  la  avanzada  enemiga  que  estaba  parapetada 
iina  fuerte  y  bien  construida  trinchera  de  piedras  perfectamen- 
''^ias,  la  cual  abandonaron  enseguida  al  ímpetu  de  nuestros  gue- 
di  mando  de  su  valiente  capitán  don  Nicanor  Reyes,  que  á  la 
•descarga  de  la  avanzada  les  atacó  con  tan  denuedo,  que  los  co- 


1] 
t] 
ti 

n 


220 OBONIOA  DB  LA   GUBgEÁ  DB  OÜBA 

bardes  sin  reparar  en  lo  casi  inezpugnable  de  sa  posición  se  lansaron 
hacia  el  campamento  donde  estaba  el  grueso  de  la  partida,  pero  estaba 
tan  Cérea  la  columna  y  marchaba  con  tal  rapidez  qne  enseguida  cayó 
Hobre  el  campamento,  el  onal  abandonaron  también  precipitadamente 
tras  de  un  ligero  fuego,  dejando  en  nnestro  poder  11  tercerolas  y  esco- 
petas, 8  revÓlvers,  32  machetes,  una  buena  cantidad  de  municiones  re* 
mington,  un  saco  con  ropas  de  vestir,  correspondencia,  carne  en  abun- 
dancia, 3  caballos,  5  monturas  y  varios  efectos,  las  fuerzas  allí  acampa- 
das pasaban  de  trescientos  hombres.  Nuestro  dignisimo  teniente  coronel 
después  de  perseguirlos  y  hacer  un  escrupuloso  reconocimiento  y  darán 
i-ato  de  descanso  á  la  columna  mandó  incendiar  el -campamento  y  des- 
truir  las  trincheras,  lo  que  se  efectuó 
acto  seguido,  sin  tener  que  lamentar 
por  nuestra  parte  bajas  ni  herido  al- 
guno,  ignorando  Ihs  qne  tuviera  el 
enemigo,  pues  si  bien  no  se  encontró 
ningún  muerto  ni  herido,  debió  tener- 
los por  algunos  rastros  de  sangre  que 
(te  vieron. 

Después  de  practicadas  dichas  ope- 
raciones se  puso  en  marcha  la  co- 
lumna con  dirección  al  sitio  llamado 
la  Palmira,  á  donde  adoptando  igua- 
les precauciones  llegó,  encontrando  un 
soberbio  oampaníento  como  para  unos 
600  hombres  recientemente  abando- 
nado por  la  partida  del  titulado  te- 
niente coronel  León,  el  que  sin  dada  c.pi.*,.d«M*.„™E.,«,*>L.*.. 
habiéndose  apercibido  de  que  núes 

tras  fuerzas  se  dirigían  con  -dirección  á  él,  temió  presentamos  bata- 
lla  y  lo  abandonó  cobardemente .   Después  de  reconocidas  perfecta- 
mente sus  inmediaciones  y  no  encontrando  enemigo  á  quien  batir,  fué 
incendiado  y  destraído  el  campamento,  eontinnando  la  columna  con 
dirección  al  ingenio  Santa  Fé,  en  donde  pernoctó  sin  novedad.  Al  ama- 
necer del  siguiente  día  regresó  la  columna  á  Guaso,  haciendo  en  el  tra- 
veoto  minuciosos  reconocimientos  y  en  dicho  pnnto  descansó  un  rato, 
continuando  despnés  hacia  San  Miguel,  al  pasar  por  el  referido  sitio 
peninsular  don  Mariano  de  Santiago,  que  fué  cantinero  en  Guaso,  re^ 
un  ternero  á  anos  soldados  conocidos  suyos  y  otro   individuo  reparl 
cigarros  á  la  tropa.  Continuando  su  marcha  la  columna  por  el  ingen 
Stnta  María  y  llegando  sin  novedad  á  esta  población  á  las  cinco  de      . 
tarde  próximamente. 


OBÓNIOA  DS  LA  GUERRA  DS  CUBA 


221 


La  columna  Lomo  tuvo  un  buen  encuentro  con  una  numerosa  par- 
tida y  como  ese- veterano  cuando  dá  con  ellos  es  incansable  en  la  perse* 
caeióñi  los  batió  y  persiguió  hasta  acosarlos  y  hacerlos  desaparecer 
fraccionados  y  sin  mas  alientos  que  para  eludir  el  bulto. 

En  las  lomas  de  Juan  Labado  había  una  ó  "dos  partidas,  pero  en 
conjunto  con  unos  700  hombres  en  su  mayoría  montados  y  que  tenían 
excelentes  posiciones  para  la  defensa.  El  señor  Lomo  fué  á  encontrarlos , 
les  atacó  por  dos  direcciones,  fogueándolos  y  luego  persiguiéndolos  con 
energía. 

El  enemigo  dejó  en  el  campo  dos  muertos,  retiró  larga  fila  de  heridos 
en  camillas  por  el  monte,  se  les  cogió  un  prisionero,  33  caballos  con 

monturas,  5  mulos  cargados  con  inflni 
dad  de  efectos,  municiones,  correspon 
dencia,  etc.,'  y  varios  armamentos. 

Los  700  hombres  fueron  batidos  por 
205  que  llevaba  Lomo  y  esta  acción  le 
ha  valido  la  felicitación  del  General  en 
Jefe  que  como  siempre  sabe  apreciar  los 
esfuerzos  de  las  tropas. 

Felicitamos  al  comandante  Lomo  ó 
mejor  dicho  don  Lomo,  pues  así  le  di- 
cen por  estos  campos  donde  es  muy  co- 
nocido. 


TCBtoBtt  «orón*!  don  Fruneiieo  Sad  HartlB. 


Es  interesantísima  la  interview  que 
el  corresponsal  de  un  diario  de  la  Ha- 
bana, ha  celebrado  con  una  señora  cam- 
pesina recien  mudada  á  Santa  Clara,  y  que  habitaba  en  un  sitio  tan 
montañoso  y  aislado,  que  diariamente  era  visitada  por  los  insurrectos. 
A  las  muchas  preguntas  ha  respondido,  en  síntesis  lo  siguiente: — No 
pasaba  día  sin  que  una  ó  dos  partidas  visitaran  mi  casa  ya  suplicándo- 
me que  les  cocinara  reses  que  hechas  trozos  traían  en  sacos,  ya  pidién- 
dome lo  necesario  para  hacerlo  ellos. 

Al  principio  me  infundía  su  visita  gran  pavor,  pero  después  me  acos- 
itaré  y  solo  temía  siempre  que  se  figurase  el  gobierno  que  yo  hacía 
Li  agrado  lo  que  solo  me  imponía  la  fuerza. 

Varias  veces  estuvieron  allí  también  las  tropas  y  sus  jefes  me  trata - 
con  gran  cortesía. 

Jólo  me  pidieron  informes  y  un  poco  de  aguardiente,  cuyo  cobro  me 
"deron. 
Este  cruceteo  de  enemigos»  me  hizo  presumir  que  el  día  menos  pen- 


nsONICA  DE  LA  OUEBBA.  DE  CUBA 


>-ado  habrían  de  contender  en  mi  misma  casa  y  aunque  pobre,  temí  poi 
mi8  hijos,  hice  un  sacrificio  j  me  mudé  al  pueblo. 


Siguen  los  insurrectos  haciendo  disparos  de  rifle  contra  los  fortinea 
que  defienden  en  CamagUey  que  se  hallan  situados  cerca  del  cemente- 
rio. El  fuego  es  contestado  por  la  faerza  que  guarnece  en  dicho  fortín, 
con  varias  descargas. 

Hace  poco  los  insurrectos,  al  retirarae,  incendiaron  la  casa  de  tabla 
de  una  finca,  ceroa  del  cementerio,  de  la  propiedad  de  don  Angelino  Mo- 
rales, cuya  casa  se  hallaba  desocupada  y  fué  totalmente  destruida  por 
las  llamas. 


La  tarde  del  7  de  Diciembre  llegaron  á  Holguin  con  destino  al  regí- 
ftiiento  de  la  Habana,  200  españolea  procedentes  de  las  repúbñcas  de  Sur 
América,  alistados  voluntariamente  para  defender  la  honra  nacional  y  el 
derecho  indiscutible  que  tenemos  á  conservar  á  esta  Isla  unida  á  la  Me- 
trópoli que  le  dio  civilización,  cultura  y  progreso. 

En  la  estación  del  ferrocarril  esperaban  á  aquel  núcleo  de  patriotas 
todos  los  jefes  y  oficiales  presentes  en  la  plaza,  cambiándose  entre  todos 
frases  de  cariño  y  entusiasmo  mezclada,  con  los  mágicas  gritos  de  ¡Yiva 
España!  y  ¡Cuba  española! 

Ya  en  formación  los  nuevos  soldados  en  el  patio  del  cuartel  se  apare- 
ció, acompañado  de  sus  ayudantes  y  lucida  escolta  el  valeroso  general 
Eohagüe,  quien  con  vigorosa  entonación  y  reflejando  en  el  semblante  la 
más  grata  de  las  emociones,  dirigió  á  los  recien  llegados  la  preciosa  aren- 
ga que  incluyo  para  valor  de  corazones  españoles: 

«Soldados,  en  nombre  de  este  ejército  os  saludo  y  os  doy  la  bienve- 
nida.  El  ejemplo  de  patriotismo  que  habéis  dado  acudiendo  de  lejanas 
tierras  de  América  para  pelear  en  defensa  de  este  pedazo  de  tierra  espa  • 
ñola,  á  todos  nos  llena  de  orgullo  y  entusiasmo,  unidos  á  vosotros  la- 
charemos, y  todos  juntos,  pronto  muy  pronto  daremos  fin  á  esta  guerra 
por  la  fuerza  de  las  armas. 

(Habéis  venido  como  leales  y  valientes  á  defender  en  unión  de  nues- 
tros hermanos,  la  bandera  de  la  Patria,  ante  esta  bandera  que  os  recil 
con  cariño,  gritad  conmigo  ¡¡Yira  España!^> 

Un  grito  aterrador  que  revelaba  el  mayor  entusiasmo  brotó  de  tod. 
los  labios  para  contestar  al  general  Echagüe  y  decirle  que  é,  sus  órdem 
morirían  gustosos  por  la  patria  todos  los  allí  presentes. 

«Ahora,  siguió  el  general,  inspiraos  siempre  en  la  mas  severa  diac 
plina,  pues  siendo  disciplinados,  somos  invencibles.* 


COEtONIOA  DE  LA  QUERRÁ  DB  CUBA . 223 

Al  día  siguiente  los  nuevos  reclutas  satisfechos  de  su  nobilísima 
^  acción  juraron  la  bandera,  siendo  obsequiados  con  un  rancho  suculento 
proporcionado  por  ambos  batallones  y  1,000  tabacos,  donación  del  co- 
merciante don  Julián  García  Zuballa.  Ya  se  les  está  instruyendo  en  el 
manejo  del  Maüsser  y  muy  pronto  medirán  gustosos  sus  armas  con  el 
enemigo. 

«    « 

Por  Colón  reina  tranquilidad  completa  desde  la  brillante  acción  del 
coronel  Molina,  de  la  cual  vamos  á  narrar  algunos  hechos  que  no  deben 
quedar  obscurecidos.  Sabido   es  que  la  caballería  de  la  guardia  civil 
formaba  la  vanguardia  de  esta  pequeña  columna  cuando  sostuvo  fuego 
con  las  avanzadas  de  la  gruesa  partida  de  Cayo  Espino,  y  que  la  gue- 
I    rrilla  apoyó  esta  fuerza,  siendo  todas  arrolladas  por  las  del  enemigo,  la 
situación  era  dificilísima,  el    coronel  Molina,   con  el  revólver  en  la 
\    mano,  animaba  la  fuerza  que  cuerpo  á  cuei^po  combatían  uno   contra 
¡    ocho,  en  estos  momentos  logran  abrirse  paso  varios  insurrectos  y  acó- 
!    meten  furiosos  al  coronel  Molina,  que  apuntaba  con  su  revólver  y   de- 
.    rriba  dos  de  los.  combatientes,  pero  la  avalancha  era  grande  y  no  había 
\   salvación  para  este  jefe,  entonces  su  ordenanza  que  no  se  le  sep^.ró  un 
I    momento  dispara  su  Maüsser  contra  un  negro  que  con  el  machete  le- 
I   vantado  iba  á  descargar  sobre  Molina,   con  tanto  acierto,  que  cae  ro- 
I   4ando  sin  vida,  las  tropas  rodeados  por  tres  puntos  sufrían  el  encuentro 
al  arma  blanca,  un  .oficial  y  ocho  soldados  caen  al  machete,  era  grande 
el  número  de  enemigos,  la  infantería  no  llegaba  y  no  había  más  remedio 
que  dejarle  el  campo  álos  insurrectos.  En  estas  circunstancias  el  coronel 
Molina  alienta  nuevamente  á  su  gente  y  les  dice:  «Cuando  yo  me  mate, 
taúes  de  ser  macheteado,  será  la  señal  de  retirada.  Adelante  valientes.» 
Nuevo  empuje  y  nuevo  esfuerzo.  En  este  momento  aparece  la  infan- 
tería, verdadera  salvadora  de  la  acción,  el  coronel  Molina  le  ordena: 
€&i  línea  y  fuego  por  descargas.»  Dos  horas  de  fuego  y  se  acababan  las 
municiones.  Era  preciso  atacar  á  la  bayoneta,  así  lo  comprendió  el  co 
ronel  Molina  y  lo  mandó,  tomando  el  campamento  y  acampaiido  en  el 
dtio  desalojado,  1  oficial  y  11  soldados  muertos  y  9  heridos  más,  un  ca- 
pitán contuso  costó  esta  jomada,  30  muertos  fueron  enterrados  del  ene- 
aci        ^  e  se  dispersó  en  dirección  á  montes  Galeón,   ocupándoseles  70 
ca     los.  Esta  acción  es  una  de  las  más  importantes  que  se  ha  dado,  pues 
8e|       ^^rsiones  de  algunos  campesinos  ha  costado  al  enemigo  como  200 
ba         a  desbaratado  los  planes  de  los  rebeldes  de  invadir  la  provincia 
y  1  ibrado  el  pánico  en  ellos. 

"  que  sean  conocidos  van  los  nombres  de  los  oficiales  que  más  se 
Ji  ■'^^on. 


t 


OBÓNIOA  DK  LA   GUBBSA  DB  OüBA 


1 


I 


Capitanen  don  Leocadio  VUlaserTÍl,  donManael  Cabello  y  don  Ricar- 
do Villar;  teniente  de  la  Guardia  Civil  don  Esteban  Castelló  y  de  mili-  - 
tásM  don  Alejandro  Fresnillo.  Los  mnertoB  ion:  tenientes  movilizados  de 
Uacagua  don  Mi^el  Bisval,  cabo  del  Rey  Ricardo  Miralles,  soldados 
José  Fraga,  Cristóbal  Bermúdez,  Francisco  Iribao,  Manuel  Collazo,  &■ 
món  Borrell  de  María  Cristina,  Cesáreo  Rodríguez  de  la  Goardia  Civil  y 
voluntarios  Manuel  Alcumí,  Ramón  Barba  y  Liberato  Pérez:  heridos 
Cipriano    Saem,    Jacinto   García, 
Francisco  Sánchez,  Servando   Chi- 
cote del  £ey,  cabos  Rafael  Romero 
y  Casto  Núñez,  soldado  Salvador  Es- 
pino, guerrilleros  José  Alonso,  con- 
tusos capitán  Villar  y  soldado  Ca- 
simiro Bartolomé. 

Al  día  Bigniente  la  columna  qae 
llegó  en  auxilio  del  coronel  Molina, 
pudo  ver  en  el  extenso  reoonoci- 
miento  que  hizo  por  los  montes  de 
Galeón,  punto  por  donde  se  retiró  el 
enemigo,  vio  multitud  de  cadáveres 
de  rebeldes  recién  enterrados  y  con 
tanta  precipitación  hecho,  que  les 
quedaban  á  algunos  los  pies  fuera. 

También  cogieron  40  caballos 
abandonados. 


Por  Pijuán  ha  circulado  un  ban- 
do del  cabecilla  Pancho  Pérez  tita- 

ijt..        jjlBOj-  ...«.rt4U.hIlMJ.lMMfr.to...  (Píj.  í«). 

lado  general  de  brigada  del  o.    dis- 
trito de  las  Villas,  en  el  que  dice  que  los  dueños  de  ingenio  y  propieta- 
rios no  den  trabajo  á  nadie,  y  amenazaba  con  darles  candela  á  el  cam- 
po y  fábricas  si  contraviniesen  su  mandato. 


De  otro  encuentro  reciente,  se  sabe  que  el  cabo  Cuevas  con  9  so.  La- 
dos dispersó  una  partida  de  30  hombrea  en  la  finca  Ordeta  (San  P<  Lro 
de  MayabÓn),  mandada  por  un  tal  Modesto  Xiópez,  quitándole  tres  oa  >a' 
líos  con  monturas,  machetes  y  otros  objetos. 


CBÓmOA  DE  LA  OUEBRA  DI  CJUBA  225 

La  fuerza  morilizada  del  escuadrón  de  voluntarios  de  Cienfuegos, 
yendo  á  las  iumediatas  órdenes  del  primer  teniente  señor  Salinas,  en- 
contró el  6  en  terrenos  de  la  finca  Santa  Hosa,  á  nn  carretero  que  con- 


il  tc»t*B4.l  Mollnk  qi 


i  la  leña  y  carbón  para  Jicotea,  y  á  quien  Víctor  Acea  acababa  de 
i  órdenes  de  que  no  condujese  más  combustible  para  las  máquinas  del 
i     "ducto. 

"terado  el  señor  Salinas  de  la  presencia  de  la  partida,  forzó  la  mar- 
c         logró  alcanzarla  en  un  callejón. 

n  SS—T.  n.  r*r©oio  lO  oent*» 


226  oaoNiOA  ua  la  quebra  dx  ouba 

Al  ver  Acea  los  tres  voluntarios  que  iban  en  la  vanguardia,  Be 
vio,  diciendo  á  bu  gente  <á  ellos,  que  no  Bon  más  que  trea > 

El  que  mandaba  la  vanguardia  de  la  columna,  al  oir  la  orden 
Aoea,  dijo  al  machete,  voz  que  puso  en  precipitada  fuga  á  los  insor 
'    tos  que  se  encontraron  con  la  retirada  cortada. 
'f  En  tan  crítica  situación  los  insurrectos  se  dispusieron  á  la  defei 

los  nuestros  avanzan  j  cae  Acea  herido  de  bala,  que  se  dtfiende  tei 
mente  disparando  con  su  revólver,  hasta  que  uno  de  loa  guerrillero 
asesta  un  tremendo  machetazo  del  cual  muere  caai  en  «1  acto. 

El  primo  de  Acea,  Cayetano,  cae  también  á  los  pocos  pasos  del  ci 
V  cilla,  y  con  ellos  otro  individuo  llamado  Cristóbal,  de  Caunao. 

Los  insurrectos  pasaron  el  río,  llevando  varios  heridos  y  mué 
más,  según  nuestras  noticias,  y  quedando  en  poder  de  nuestras  tr< 
tres  cadáveres  que  trajeron  á  Caunao  para  ser  identifícadoB. 

Los  vecinos  del  poblado  declararon  en  Beguída  que  uno  de  los  m 
tos  era  Víctor  Acea,  al  cual  se  encontraron  papeles  de  interés,  entre  i 
una  orden  del  cabecilla  Kego,  para  quemar  sin  contemplaciones  tod 
zona  de  cultivo  de  Cienfuegos. 

Recibido  el  parte,  el  señor  dun  Luís  Ramos  Izquierdo,  jefe  del 
cuadrón,  con  el  ayudante  don  Darío  M.  de  Labra  y  el  jefe  de  policía 
señor  don  José  Merino,  con  guardias  á  sus  órdenes,  salieron  para  CaU' 
nao,  con  objeto  de  identificar  los  cadáveres  y  conducirlos  á  dicha  ciu- 
dad. 

A  las  trea  y  media  de  la  tarde  entraban  en  Cienfuegos  loí  cadáveres. 

En  el  camino  de  Caunao,  el  cabecilla  Víctor  Aoea  y  su  primo  Caye 
taño,  fueron  reconocidos  por  el  señor  don  Franoisoo  Aoea,  que  se  prc' 
sentó  allí  con  el  corresponsal  de  La  Discusión,  señor  Nethol. 

Colocados  los  cadáveres  en  el  depósito  del  hospital,  se  trasladó  allj 
el  jefe  de  la  zona  señor  Arizón,  ante  el  cual  volvió  á  reconocer  los  cadá- 
veres el  señor  don  Franoisoo  Acea,  presentándose  allí  también  la  madr< 
y  hermanas  de  Víctor,  dando  esto  lugar  á  una  escena  triste,  que  fuéiae 
TÍtable  por  obstinarse  ellas  en  ver  el  cadáver. 

El  cabecilla  Víctor  Acea,  resultaba  temible  por  bu  temperamentc 
criminal. 

Había  exigido  á  algunos  propietarios,  el  día  antes,  dinero  y  ahor 
oado  á  un  lechero. 

» 
*    • 

Muchas  veces  se  ha  dicho  que,  cuanto  más  lejos  se  vive  de  la  pa* 
mayor  y  mád  intenso  es  el  cariño  que  por  ella  se  siente. 

Así  lo  han  demostrado  los  españoles  residentes  en  Mérida  (Méjio 
los  cuales  en  una  reunión  celebrada  en  aquella  ciudad  el  día  27  de  ( 
tubre  último  dieron  elocuentes  pruebas  de  cuan  arraigado  vive  en  e} 
el  sentimiento  del  patriotismo. 


r 


ORÓmOA  OB  JLA  OURRBA  DX  CUBA  227 


£q  dicha  reunión  y  despuén  de  ofrecer  á  España  un  testimonio  de 
ardiente  amor,  los  señores  don  Norberto  Otero  y  don  Miguel  Nogués, 
dieron  á  conocer  un  proyecto  altamente  patriótico. 

Abrir  una  suscripción  general  entre  todos  los  españoles  que  hay  en 
América,  cuyo  numero  calculan  en  3.000.000.    ^  ¿,4^  oi^^t^  uK^¿^c^  a^  úa^  j^ 

La  suscripción  durará  60  meses  y  será  de  óO^entavos  mensuales.  ^ 

Los  proyectistas  calculan  reunir,  sin  contar  el  exceso  que  resulte  por 
la  infinidad  de  personas  que  seguramente  se  suscribirán  con  una  cuota 
mayor  de  50  centavos,  pcios  fuertes  1.500.000  mensuales,  que  converti- 
dos á  oro  español  al  80  por  100,  serán  pesos  fuertes  833.333  sin  contar 
que  hay  algunos  países  donde  el  talón  es  oro,  y  por  lo  tanto  la  cuota 
será  de  dicho  metal,  y  no  tendrá  el  descuento  arriba  consignado. 

Es  decir  que,  al  cabo  de  lo^  60  ineses,  habrá  en  el  Banco  de  España 
la  importantísima  suma  de  60.000.000  de  pesos  en  oro. 

Con  esta  suma  quieren  dotar  á  nuestra  querida  España  de  veintidós 
baques  de  combate:  veintiuno  que  cuesten  á  pesos  2.000.000  cada  uno, 
y  otro  que  será  el  más  grande  y  que  llevará  el  nombre  de  «España», 
costará  cuatro  millones  de  pesos. 

¡Grandiosa  idea! 

¡Cuánto  patriotismo  encierra,  y  á  qué  altura  colocaría  á  nuestra  pa- 
tria como  potencia  marítima  y  á  sus  hijos  de  América  como  patriotas! 

Los  señores  proyectistas  quieren  que  el  dinero  se  mande  al  Banco  de 
España,  y  á  la  disposición  de  los  señores  marqués  de  Comillas,  don 
Emilio  Castelar  y  don  José  Echegaray. 

¡Qué  gloria  para  los  iniciadores!  ¡Qué  orgullo  para  los  españoles  de 
Améric¿i  y  qué  alta  significación  de  la  virtud  del  patriotismo,  dada  por 
los  hijos  de  E^spaña! 

¡Adelante! 

La  Zafra. 

Toda  la  atención  de  la  campaña  de  Cuba  se  ha  concretado  en  esta 
pr^unta:  ¿se  hará  la  zafra?  Y  con  el  ñu  de  ilustrar  la  opinión,  basándo- 
nos en  informes  que  tenemos  por  fidedignos,  vamos  á  hacer  algunas 
eonsideraciones  sobre  el  asunto. 

Tji.  7.afra  es  la  época  de  la  elaboración  del  azúcar.  Antiguamente, 
die:  J8  há,  el  agricultor  y  el  fabricante  eran  uno  mismo  en  la  isla  de 
Oal  Bl  ingenio  que  elaboraba  2.000  bocoyes  de  azúcar  (1500  tonela- 
dafi  \   una  finca  importante,   y  sus  beneficios  como  industrial  se 

agí  iban  á  los  que  obtenía  como  agricultor.  Cuidaba  de  cultivar  sus 
can  B  lo  más  cerca  posible  de  la  fábrica  para  limitar  los  gastos  de 
acá  "^  V  dominaba  con  la  vista  en  un  radio  reducido,  al  que  Eervía  de 
een  ^^*py^  toda  la  caña  que  había  de  moler.  Los  ingenios  estaban 


L 


228 QBOHICA  DB  LA  QÜERBA  PE  OüBA 

á  cierta  dititancia  unos  de  otros  en  las  comarcas  azaoareras  y  se 
liaban  mútaamente  en  los  casos  de  fuegos,  interrupciones  en  Ii 
quinaria  y,  muy  priooipalmente,  en  evitar  las  depredaciones  de  1 
sorrectos  durante  la  pasada  guerra. 

En  esta  fecha,  algo  más  remota,  existía  aiin  la  esclavitud,  y  &  pesar 
de  las  amenazas  de   los  enemigos,   los  negros  eran  llevados  al  trabajo 
del  campo  con  una  escolta  de  movilizados,  fuerza  armada  que  sostenían 
los  hacendados  en  el  número  correspondiente  al  que,  en  la  zona  respec- 
tiva, exigiera  el  del  enemigo.   Los  brazos  esclavos  no  costaban  Dada, 
la  alimf>ntaí3tó;i  era  barata  y  el  precio  del  azúcar,  subido.  De  suerte 
que  el  hacendado,  además  de  costear  la  defensa  de  su  ingenio,  pagar  a 
Estado  cuantiosas  oontribuoione 
directas  y  sufrir  enormes  dere 
chos  sobre  el   azácar,   aun  teníi 
sobrante  para  capitalizar.  Se  le 
oía   decir,  cuando  en  las  Corte 
se  agitaba  la  idea  de  libertar 
los  esclavos:  «¡Una  zafra  más! 
Creían  que  sin  negros  no  a 
podía  trabajar  y  hablal>an  d 
una  zafra  más,  como  para  ¡¡ig 
nificar  que,  con  el  producto  d 
ella  abandonarían  el  negocio.  N 
pocos  escritores  de  aquella  épt 
oa  y   de   otras  anteriores,    orí 
yeron  cierta  esa  afirmación 
asustaban  &  los  liberales  penii 
;  <>  ^^^^       Bulares  con  la  pérdida   de  la  r: 
/  <.  queza  cubana  el  día  que  faer 

*.H„.,«..o.™„i,q„.r.....(PiE.  m).  emancipado  el  negro. 

Se  impuso,  como  siempre,  I 
justicia  y  tras  el  patronato  vino  la  abolición  y  con  ella,  esto  fué  mi 
grave,  una  crisis  azucarera. 

De  todo  esto  nació  la  grande,  la  admirable  transformación  de  la  ii 
dustria  de  Cuba.  El  negro  fué  substituido  por  la  maquinaría,  el  5  y 
por  100  de  azúcar  que  sacaban  á  la  caña  los  mis  laboriosos,  se  aunaeni 
por  medio  de  dobles  y  triples  presiones  en  los  trapiches  al  8  y  9  por  1^ 
y  por  úUimo  logró  perfeoeionarse  por  entonces  el  «homo  de  quemar  \ 
gazQ  verde.  >  Es  el  bagazo  el  residuo  de  la  caña  después  que  se  ha  ex'- 
mido  y  ente,  al  salir  de  las  mazas  de  los  trapiches,   va  automátioam 
te  á  quemarse  en  los   hornos  y  servir  como  único  combustible  pi 
generar  el  vapor  que  ha  de  mover  toda  aquella  maquinaria  pesad' 


r 


CRÓNICA  DE  LA   GUERRA  DE  CUBA  229 


enorme  y  hacer  evaporar  la  iamensa  cantidad  de  Hquido  que  se  ha  ex- 
traído de  la  caña. 

Así  montada  la  fábrica,  necesitaba,  para  producir  barato,  elaborar 
mocho  en  poco  tiempo,  y  el  ingenio  más  pequeño  (arreglado  ya  á  la 
moderna),  necesita,  cuando  menos,  hacer  el  doble  de  azúcar  que  el  más 
grande  áe  los  antiguos.  Ya  la  caña,  pues,  no  podía  limitarle  á  cortas 
distancian;  ya  no  era  un  hombre  solo  el  que  podía  dirigir  y  cultivar  con 
acierto  tanta  extensión  de  terreno,  y  de  aquí  nació  que  los  ingenios  si- 
tuados al  rededor  de  alguno  que  mejoró  sus  fábricas,   destruyeron  las 
sayas  y  muelen  sus  cañas  en  las  del  mejorador;  que  otros  dueños  de  te- 
rrenos cambiaron  sus  cultivos  con  el  propio  ñu  y  que  el  mismo  dueño 
entregó  sus  tierras  y  aún  sus  cañas  ya  sembradas,  á  agricultores  que  las 
atendieran  más  especialmente  y  poner  él  su  sola  atención  á  la  fábrica 
con  el  fin  de  obtener  la  mayor  extracción  de  azúcar,  éxito  que  se  logra 
con  un  excesivo  cuidado  en  la  elaboración  y  extracción  del  jugo.  Para 
esta  concurrencia,  fué  necesario  también  cambiar  los  medios  de  acarreo, 
y  la  carreta  antigua  con  sus  3  y  4  yuntas   de  bueyes  que  tardaban  á 
veces  medio  día,  y  aún  más  para  llegar  á  echar  la  caña  al  trapiche,  fué 
substituida  por  carros  preparados  ad  koc,  conducidos  por  líneas  de  fe- 
rrocarril y  arrastrados  por  locomotoras. 

Las  fincas  que,  por  su  situación  han  podido,  usan  de  las  vías  públi- 
cas para  este  transporte,  pero  las  que  están  apartadas  de  las  mismas,  ó 
les  ha  convenido  buscar  tierras  vírgenes,  han  construido  sus  líneas  par- 
ticulares, de  las  cuales  está  cruzado  casi  todo  el  tet-ritorio  de  Las  Villas. 
Estas  líheas  tienen  uta  distancia  de  30  pulgadas  inglesas  de  rail  á  rail 
y  soportan  locomotoras  de  16  á  18  y  20  toneladas  de  peso,  que  arras- 
tran de  20  á  30  carros  de  caña  (según  los  desniveles  del  terreno)  con  mil 
arrobas  ó  más  cada  carro. 

El  tipo  corriente  de  un  ingenio  es  de  25  á  30.000  mil  sacos,  hasta 
llegar  á  130.000,  como  el  Caracas  del  señor  don  Emilio 'Ferry,  situado 
cerca  de  los  cruces  y  que  se  tiene  por  el  mayor  ingenio  del  mundo.  El 
del  marqués  de  Apezteguia,  Constancia,  le  sig^e  en  producción  y  se 
cuentan  muchos,  tanto  en  las  provincias  de  Matanzas,  Remedios,  Las 
Tillas  y  aun  en  las  de  Santiago  de  Cuba  y  Habana,  que  llegan  á  90y 
lOO.OOO  sacos.  Los  que  aun  no  alcanzan  esta  cifra  es  porque  les  falta 
caña  ó  no  han  concluido  de  arreglar  su  maquinaria. 

^^ra  que*  el  trabajo  sea  reproductivo  á  un  central,  tiene  que  moler, 
el  ue  menos,  1.500  arrobas  de  caña  por  hora,  sin  interrupción  alguna. 
Oi  '*,  interrupción  le  representa  el  gasto  de  combustible  con  que  ha  de 
se  .átuir  el  bagazo  que  deja  de  salir  del  trapiche  para  quemarse  en  el  ^ 
h(  no  por  sí  solo,  y  además  del  combustible  los  jornales  que  ha  de  em- 
pl  "  en  Helarlo  á  la  fornalla  ú  hogar.  Esta  caña  la  recibe  el  central 
p(      -"  línea  particular  á  distancia,  por  lo  general,  de  tres  ó  cuatro  le- 


Or6n1CA  di  la  aiTKBBA   Pg   CUBA 

''erry,  Coitizolo,  Apezteguia  y  otros  tienen  10, 
intarill&s  y  puentes,  disponiendo,  segan  la  impt 
ocomotoras.  (Bl  central  Caracas  tiene  siete  loco 
I  movimiento)  y  los  carros  para  la  caña  que  sea 
e  asan  las  vías  de  servicio  público  no  tienen  I 
pues  hay  agricultor,  por  ejemplo,  de  la  provin 
ende  su  caña  á  un  central  de  Matanzas,  y  vice 
a  caña  se  regula  por  la  necesidad  que  el  central 
oaefta  lo  mismo  moler  15.000  arrobas  que  20iC 
precio.  Hemos  dicho  mal,  le  cuesta  más  moler  ] 
:iene  con  ese  número  regularizado  el  trabajo,  segtrn 
1  hablar  dfel  6omba8tib!e. 

npo  de  cortarse  tiene  á  su  pie  todas  las  hojas  de  qn< 
se  durante  su  crecimiento,  de  suerte  que  el  espací< 
averal  en  es'a  época  está  cubierto  por  un  espeso  col 
18.  Eíte  es  siempre  un  gran  peligro,  porque  esa  hoja 
facilidad,  que  basta  un  poeo  de  brisa  para  propaga 
muy  pocos  segundos  produce  la  cola  de  un  cigarrilli 
ija,  y  si  reina  el  viento  Sur  se  destruyen  inmenso 
B  las  chispas  que  vuelan  de  un  cañaveral  encendido  s 
ediato,  á  pesar  de  la  ancha  calle  que  se  deja  entre  un- 
tra  candela  que,  al  primer  indicio  de  fuego,  se  ha  da 
!i-ta  operación  consiste  en  tumbar  alguna  caña  y  que 
reocitSn  contraria  al  viento,  para  que,  al  llegar  allí  c 
re  una  trocha  de  ceniza  y  se  detenga, 
escrito  dará  una  idea  de  lo  que  representa  el  azúca 
y  el  trabajo  y  la  zozobra  con  que  en  tiempos  norma 
la  zafra.  Es  un  trabajo  incesante,  vertiginoso,  ame 
nente  por  inmensas  contrariedades, 
el  presente  estado  de  cosas,  la  amenaza  de  los  rebelde 
pensión  de  los  trabajos,  reviste  unes  caracteres  ta 
dIo  pensar  que  se  obstinen  en  llevar  á  cabo  sus  prop<! 
imo  y  contrista  el  espíritu. 

.  son  los  medios  que  pueden  los  insurrectos  emplea 
rs,  si  los  hacendados  no  se  someten  á  sus  exigenciat 
laa  máquinas  más  indispensables,  suponiendo  que  n 
itrucción  total  de  la  fábrica.  El  incendio  de  los  c — 
ue  basta  un  solo  hombre.  La  destrucción  de  las  ' 
para  cargar  la  caña  ó  de  los  puentes  y  aloantai.. 
mercancías  pueden  trasbordarse  fácilmente,  en  cu»' 
mposible  el  trasbordo,  primero,  porqne  no  hay  c 
ar  que  tenga  el  doble  juego  de  carros  necesario  t- 
orque  sería  irreproductivo  el  coato  del  txasbord'^ 


r 


OBÓHÍGA  DX  LA  QUKRBA  DJt  CUBA  231 


encarecería  de  una  manera  tal  la  caña,  que  llegaría  al  ÍDgenio  con  un 
valor  que  no  cubre  el  precio  actual  del  azúcar. 

En  la  isla  de  Cuba  todos  viven  de  la  caña  y  el  tabaco.  Todo  se  im« 
porta  para  el  sostenimiento  de  8U8  habitantes  y  destruidas  como  están 
las  escasas  haciendas  de  labranza  y  diseminado  el  ganado  por  las  exten- 
sas praderas  en  que  el  enemigo  vive,  considérese  qué  situación  no  se 
creará  en  aquella  rica  y  antes  próspera  antilla  si  de  un  solo  golpe  se  se- 
can sus  fuentes  de  riqueza. 

Tal  es  la  situación  actual.  La  batalla  se  prepara  en  las  Villas  y  Ma- 
tanzas, no  solo  entré  soldados,  sino  entre  el  ser  y  no  ser  de  aquella  ri  * 
qaeza  y  todo  hemos  de  saberlo  y  resolverlo  en  los  meses  de  Diciembre  y 
Enero. 

Por  eso  es  tan  grande  la  expectación,  y  no  se  oye  entre  los  que  sa- 
hea  lo  que  es  la  isla  de  Cuba,  otra  cosa  que  esta: 

¿Se  hará  la  zafra? 

Bhi  el  dilema  que  de  esa  pregunta  se  deriva  está  encerrado  el  porve- 
nir de  Cuba  y  por  consiguiente  el  mayor  interés  de  España  • 

Poco  tiemrpo  falta  para  que  sepamos  á  qué  atenernos,  pues  si  pasa- 
sen los  meses  de  Enero  y  Febrero  sin  que  nuestras  tropas  se  impongan  á 
los  rebeldes  en  las  Villas  y  Matanzas,  los  colonos  no  tendrán  tiempo  pa- 
ra prepararse  á  cortar  sus  cañas  ni  los  centrales  para  recibirla,  esto  su- 
poniendo que  en  ejos  dos  meses  no  hayan  los  insurrectos  destruido  ma- 
quinaria, campos  ó  vías  ferroviarias. 

< 

La  prensa  europea  ha  dado  cuenta  de  una  extensa  carta  de  Cuba 
publicada  por  el  Times,  pero  las  opiniones  que  emite  la  redacción  de 
este  importante  periódico,  necesitan,  por  su  gravedad,  ser  conocidas  en 
España. 

Dice  asi  el  referido  artículo: 

cNuestro  corresponsal  especial  en  Cuba  ha  tenido  ocasión  de  oir  de 
labios  del  general  Martínez  Campos  el  concepto  que  éste  tiene  de  la  si  • 
tuación  militar,  política  y  económica  de  la  isla  de  Cuba. 

El  general  parece  animado  de  un  invencible  optimismo,   manifes- 
tando  que  ni  la  más  desfavorable  combinación  de  circunstancias  ad- 
u»s  podrá  deprimirle  ni  desalentarle. 

'  desenfado  (air  of  detachment)  con  que  ha  hablado  el  general  Mar- 

Jampos  de  la  situación  militar,  parece  increíble  en  hombre  sobre 

"  pesan  las  gravísimas  responsabilidades  del  mando   de  un  ejército 

^wtOieroso.   Martínez  Campos  tiene  todas  sus  ideas  perfectamente 

k^^AQdi^g^  etiquetadas  y  encasilladas,   y  las  vierte  (para  satisfacción 

itro  corresponsal)   exactamente  lo  mismo  que  un  imperturbable 


232 


CRÓNICA  DS  LA  GUERRA  DB  CUBA 


empleado  de  an  departamento  estadístico  pueda  ir  mostrando  sos  taqui- 
llas á  un  visitante  engolfado  en  sutiles  investigaciones. 

Con  respecto  á  los  asuntos  militares  dice  que  las  operaciones  mar- 
chan ahora  más  lánguidas  que  en  los  últimos  meses.  Es  completamente 
exacto,  añade,  que  los  rebeldes  han  aumentado  mucho,  especialmente 
en  la  provincia  de  Santa  Clara,  que  parece  es  donde  tienen  ahora  su 
cuartel  general.  Pero  de  todos  modos,  no  han  sido  capaces  de  obtener 
ninguna  ventaja  positiva.  El  aumento  de  rebeldes  no  debía  haber  ocu- 
rrido, sin  embargo,  pues  las  personas  más  influyentes  le  habían  asegu- 
rado positivamente  que  las  poblaciones  de  Puerto  Príncipe  y  Santa 
Clara  no  se  unirían  á  la  insurrección;  y  de  esto  se  queja  amargamente 
el  general. 


..   que  le  quedaban  á  algunos,  los  pies  fuera...  (Pág.  224). 

Pero,  después  de  todo — dice, — sólo  dos  destacamentos  de  caballería 
irregular  (voluntarios)  han  sufrido  realmente,  y  sólo  dos  fuertes  guar- 
necidos de  tropas  se  han  rendido  á  los  rebeldes.  Con  un  ejército  que  así 
conserva  su  espíritu  y  el  dominio  de  la  situación  en  presencia  de  un 
enemigo  cada  vez  más  numeroso,  no  hay  motivo  sino  para  estar  muy 
satisfecho. 

Algunas  veces  ha  lamentado  las  deñciencias  de  la  Marina,  que  no  ha 
impedido  el  desembarco   de  elementos  de  guerra  para  los  insurrecto., 
pero  reconoce  que  la  línea  de  la  costa  es  sumamente  extensa  y  muy  di 
fícil  de  guardar,  por  lo  cual,  consideradas  todas  las  cosas  en  conjunt 
los  resultados  han  sido  todo   lo  bueno  que  podía  esperarse.   Pensó  l 
tiempo  poner  un  cordón  de  destacamentos  á  lo  largo  de  la  costa,  pe^ 
su  extensión  de  dos  mil  millas  requerían  un  número  incalculable  de  8< 


OBONIOA  DE  LA  aUEBRÁ  DE  CUBA  233 

dkdoB.  Así,  paes,  ha  aceptado  la  llegada  de  armas  y  munioiones  para  ' 
loi  rebeldes  como  an  mal  irremediable,  y  destina  gran  número  desoí 
dados  á  gaarnecer  peqaeñoa  fuertes  donde  quiera  que  hay  an  puente, 
ODA  factoría,  una  estación  de  ferro  carril,  algo,  en  fin,  que  proteger. 
Al  mismo  tiempo,  pequeñas  columnas  están  en  constante  movimiento, 
j  ouerpoB  numerosos  hay  siempre  dispuestos  á  atacar  al  enemigo 
oaando  éste  se  aventura  &  reanirae, en  núcleos  importantes.  Los  insu 
rreotos  se  hallan  generalmente  montados,  y  pueden  hacer  movimientos 
rápidos,  mientras  'que  las  tropas  tienen  que  operar  en  sitios  donde  no 
hay  caminos. 

Nuestro   corresponsal  (el   del   Times)  no  muestra,  sin  embargo,   el 
mümo  optimismo  respecto  á  las  operaciones  de~las  tropas.  Los  rebeldes 


i  órdenes  estrictas  de  no  pelear,  sino  de  dispersarse  en  cuanto  vean 
ir  una  de  las  columnas  del  ejército.  Asi  es  que  las  columnas  quedan 
ire  viotoriosas;  pe'ro  al  mismo  tiempo,  los  insurrectos  no  lo 
i  mal. 

I  cosa  de  sospechar  que  los  rebeldes  toman  el  asunto  tan  despacio 
el  ejército,  &  no  ser  cuando  se  reúnen  en -un  número  extraordina- 
mte  superior  al  de  las  tropas.  Por  otra  parte,  la  gente  del  país  tie- 
*  asuntos  á  que  atender,  sus  granjas,  sus  plantaciones  de  caña  ó  de 
o  que  cuidar;  con)«iderando  todo  esto,  se  comprende  que  la  pcbla- 
«penas  puede  hacer  otra    cosa  que  jugar   á  la  insurrección  de  la 

y  manera  que  ligeramente  indicamos. 

siti rímente,  después  de  todo,  sólo  un  corto  número  de  desconten- 
desgraciados  ú  holgazanes  incorregibles  son  los  que  se  mantienen 

o  de  ejército  permanente  mostrándose  aquí  y  allá.  Pero  de  todos 


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234  CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


1 


modos,  es  evidente  que  el  ejército  español  hace  poco  para  sofocar  el  mo- 
vimiento, el  cual  puede  prolongarse  indefinidamente,  continuando  en 
las  mismas  condiciones. 

Si  el  general  Martínez  Campos  podrá  ó  no  hacer  más  progresos  par- 
tiendo de  las  ideas  políticas   que  profesa,  es  ya  otra  cuestión.  'Hasta 
ahora  no  tiene  la  menor  intención  de  poner  fin  al  movimiento  conce 
diendo  lo  que  los  rebeldes  demandan;  pero,  por  otra  parte,  prohibe  em- 
plear la  severidad,  con  objeto  de  inducirles  á  que  abandonen  sus  preten- 
siones, y  ofrece  perdón  completo  á  todos  los  que  vuelvan  á  la  obedien- 
cia La  masa  de  los  insurrectos  parece  estar  formada  de  jornaleros  que 
no  encuentrap  trabajo,  ó  gente  turbulenta  sin  ocupación  conocida,  y 
que  hallan  más  de  su  gasto  una  vida  de  semi  bandolerismo  que  la  mo 
notonía  del  trabajo.  De  todos  modos,  tanto  la  insurrección  como  la  re 
presión  de  ésta,  marcha  de  un  modo  lánguido,  calmoso  é  inconsistente, 
posible  sólo  en  hombres  de  sangre  española  en  uu  clima  donde  las  nece- 
sidades de  la  vida  se  satisfacen  con  facilidad. 

El  general  Martínez  Campos  nos  dice  que  la  condición  económica 
del  país  es  mala,  y  esto  explica  en  cierto  modo  la  situación  militar  y  po- 
lítica. El  aziioar  es  la  producción  principal  de  la  isla;  pero  los  precios 
son  ahora  tan  bajos,  que  no  compensan  el  esfuerzo  de  cultivadores  y  co- 
merciantes. De  aquí  resulta  que  hay  poco  trabajo  para  las  clases  obre- 
ras y  que  las  necesidades  del  país  suponen  muy  poca  demanda  del  co- 
mercio y  la  industria  en  los  momentos  actuales  y  la  paralización  de  los 
negocios.  De  esta  manera,  la  pereza  y  *el  descontento  aparecen  como 
primeros  factores,  del  estado  calamitoso  del  país;  y  á  éstos  debenios  aña- 
di/  el  hecho  de  que  las  necei^idades  de  la  vida  puramente  material  pue- 
den allí  satisfacerse  fácilmente.  En  suma,  la  pintura  que  se  nos  hace  de 
los  asuntos  de  Cuba,  es  la  de  un  país  que  marcha  hacia  la  más  completa 
anarquía  por  falta  de  plan  defíaitivo,  de  meditación  y  de  actividad  or- 
denada en  todos  los  ramos  de  gobierno. 

La  Vuelta  Abajo,  ó  sea  el  principal  distrito  tabaquero,  conserva 
cierto  grado  de  prosperidad  y  se  mantiene  asimismo  en  calma  y  libre 
del  movimiento  insurreccional. 

En  el  resto  de  la  isla,  tanto  el  Gobierno  como  los  rebeldes,  parecen 
obrar  sin  orden  ni  concierto  más  bien  que  con  u  a  propósito  concreto  y 
una  política  definida. 

La  autonomía  de  Cuba  es  una  frase  inevitable,  pero  nos  equí'^'^'^a- 

riamos  lastimosamente  si  asignáramos  á  dicha  expresión  igual  sigí a- 

ción  que  la  que  tiene  el  Home  Rule  de  los  paises  septentrionales  ^  ia 
forma  de  actividad  en  Cuba  presenta  un  carácter  muy  poco  inte.  y 
las  fuerzas,  tanto  de  orden  como  de  desorden,  se  desarrollan  de  u"^  io- 
do tan  perezosos,  que  no  cabe  en  la  comprensión  de  las  razas  vigo       is. 


* 


r 


CRÓNICA  OS   LA   QUSRKA   DB  CUBA 


235 


He  aquí  la  única  estadística  que  hemos  podido  encontrar  de  las  fuer- 
zas con  que  cuentan  los  insurrectos. 

Procede  de  un  periódico  yankee,  y  por  tanto  es  dudosa  su  exis- 
tencia: 


ORIENTE 


Hombres. 


Cabecilla  Echevarría l.GOO 

»       Gil 400 

j>       Cabreco 1.800 

»       Massó 2.500 

»       José  Maceo 3.000 

»       Antonio  Maceo.  .    .    .  4.000 

»        Miró ;    .  300 

*  Yero 500 

*  Qüiotln  Banderas.    .    .  2.500 

ToCal.     .     .     .  15.600 
CAMAGUEY 

Cabecilla  Castillo 1.200 

*  Hernández 700 

*  Valdéfl 300 

»       López  Recio.  ....  3.000 

»       Agrá  monte 500 

»       Recio  Bethancourt. .     .  1.000 

»       Varona 500 

Total.    .    •     .  7.200 

Lk6  VILLAS 

Cabecilla  Serafín  Sánchez. .    .    .  2.300 

9       Roloff. 2.100 


»  Fleítes.  .    .    . 

*  Alberdi..  .  . 
»  Roban.  .  .  . 
»  Paco  Cíirrillo. . 
»  M.  Castillo.     . 

*  Arce 

»  Socorro  Pérez. 

»  Suárez.  .  .  . 
»   '    Regó.     .    .    . 


900 
500 
800 
700 
500 
250 
300 
300 
1.000 


Hombres. 

Cabecilla  Bern.údez 570 

»       Rafael  Socorro  (Herrera)  800 

Zayas 2.000 

Roqueta 200 

González.   .....  200 

Cleto  Arguelles.  ...  250 

Cepero. 150 

Sarduy 100 

Núñez 300 

Bacallao 250 

Jiménez.    .    ..    .     .  280 

Rivandecira 100 

Pajarito.     .....  150 

Espinosa 200 

ToíaL     .     .     .  14.030 

MATANZAS 

Cabecilla  Lacret 2.500 

>       Kegino  Alfonso  (bandi- 
do)  

José  La  Muerte  (id.)     . 

El  Iglesito 

Fraga 

Total.    .    .    . 


250 
200 
200 
150 


3.300 


Agreguemos  á  estas  sumas  las 
partidas  sueltas,  sin  jurisdicción 
fija ,  de  los  cabecillas  Rabi , 
Buen,  Basilio  Guerra,  Perico 
Díaz,  Alemán,  Leoncio  Vidal 
y  otros,  que  se  les  pueden  juz- 
gar por  lo  bajo 3.300 

Todas  estas  fuerzas  sumadas  dan 
un  total  de  insurrectos  de.  .    .  53.130 


* 


lífev)  York  Herald  publica  una  correspondencia  de  su  correspon 
'.  Brysou,  dando  cuenta  de  una  conferencia  que  celebró  en  el  Ca 
y  con  el  general  don  Pedro  Mella  y  Montenegro ,  gobernador  ci 
lilitar  de  la  provincia  de  Puerto  Príncipe, 
'^ío  el  general  al  periodista  yankee: 


236  CRÓNICA  DK  LA  GUBBRA  DB  DUBA 


Situación  de  las  cosas. 

En  eitta  provincia  y  la  de  Santa  Clara  la  campaña  será  mu 
.ta.  En  Oriente,  sin  embargo,  loa  rebeldes  podrán  sostenerse  por  uiguu 
tiempo  más  en  las  montaSas. 

Considero  á  Maceo  la  figura  principal  de  este  movimiento,  y  loi 
hombrea  que  le  siguen,  negros  y  mulatos,  debido  á  su  constitución  í 
prueba  de  trabajos  y  fatigas,  pueden  estimarse  como  la  espina  dorsal  d* 
.la  revolución  Demasiado  haraganes  para  consagrarse  al  trabajo,  se  en 
cuentran  á  sus  anchas  en  la  manigua  y  pueden  sostenerse  durante  mu 
chas  semanas  con  el  jugo  de  la  caña,  y  las  viiindas  y  raicea  de  planta 
silvestres  y  acostumbrados  á  vivir  á  la  intemperie,  duermen  tranqaili 
y  cómodamente  sobre 
la  yerba,  y  ni  el  sol 
ni  la  lluvia  les  moles- 
ta en  lo  más  mínimo. 
Aquí    en    Puerto 
Príncipe  la  inactivi- 
dad de  Máximo  Gó 
mez  ha  llenado  de  sor- 
^;  presa  á  sus  antiguos 

admirad»  res. 

Hasta  el  presente, 

W-  no  ha  sostenido  un  so  ■ 

[y  lo  encuentro,  conten 

'.'. .  1  ándese  por  cinco  me 

Í'  ees  largos  que  lleva  ---  „^^;-  .  _,^-— ^ 

il  mos,  con  correrías  é  -'  '        ' 

incendios   de  peque-  ...uii.«fl«.trin*,qq.ruíiii..,t.bi»...(pig.í2«.. 

ños  poblados  como  Altagracia  y  San  Gerónimo,  la  captura  de  dos  pe 
queños  fuertes,   aitibos   protegidos   solamente   por    pequeñas  insignifi 
cantes  guarniciones  hostilizar  por  distintas  veces  nuestros  convoyes 
g,  destruir  puentes  ferroviarias  y  quemar  fincas  alejadas  de  la  población 

í  El  fracaso  de  no  obtener  la  cooperación  que  él  esperaba  entre  los  sano 

í:,'  elementos  de  este  pueblo  al  llamarle  á  las  armas  parecen  haber  agriad< 

al  general  Gómez  contra  todos,  incluyendo  los  pacíficos  habitantes  ■■ 
los  campos  y  algunos  de  sus  decretos  prohibiendo  á  édtos  la  conduce, 
y  venta  de  leche  ó  vegetales  sin  su  especial  permiso  resultan  por  der 
1  idf  culos. 

El  ejército  de  Gómez  lo  componen  tres  elementos,  á  saber:  u 
cuantos  aventureros,  el   primero,  veteranos  de  la  guerra  pasada, 
propiedades  en  la  isla  ni  intereses  en  parte  alguna,  qué  se  han  mezol» 


1  if^Mv 


238 OBÓmCA  DB  LA   QUgBSA  P»  OUBA 

uno  de  nue8tro8  ministros  ha  dicho  á  un  repórter  del  Herí 
algunos  meses  hace,  eatá  tan  determinada  ahora  como  lo 
bíerno  de  Washington  entonces  á  sofocar  la  rebelión  y  mi 
tegridad  nacional.  El  presidente  del  Consejo  de  ministros 
y  el  general  señor  Martínez  Campos  están  tan  dispuestos  1 
lo  estnvieron  Lincoln  y  Grant  á  hacer  cualquier  sacrificic 
de  dinero  para  mantener  la  nnión.  Y  con  la  entera  peníni 
doles  y  refuerzos  nuevos  llegándoles  por  cada  vapor,  yo  < 
neral  logrará  sofocar  el  movimiento  para  el  primero  de  1 

— No  habrá  arreglos  ni  concesiones  de  ningnna  clase, 
incondicional  es  lo  único  que  podría  salvar  á  los  rebeldes 
mente  exterminados.  Puedo  afirmaros  que  si  faene  necc 
está  diapuesta  á  poner  doscientos  mil  hombres^  Cuba  \ 
para  llevar  á  cabo  las  me  lidas  que  estimase  necesarias  ce 
con  el  consentimiento  patriótico  y  unánime  de  todos  los  \ 
eos  de  la  Península. 

En  una  palabra,  que  estamos  dispuestos  á  ooBcluir  coi 
concluirla  pronto,  cueste  lo  que  cueste. 

No  habrá  concesiones 

Cab»  hoy,  se  encuentra  representada  en  las  Cortes  d< 
como  lo  están  las  otras  provÍDcias  españolas. 

Los  tribunales  de  justicia  están  constituidos  sobre  el 
Como  en  los  Estados  Unidos  las  altas  autoridades  federa 
nistradores  de  rentas  son  nombrados  y  enviados  por  el  I 
tral;  pero  EL  PUEBLO' DE  CUBA  forma  sus  propias  asai 
cíales  y  municipales  y  se  guarda  mnchos  puestos  de  res[ 
las  órdenes  del  Gobierno  general.  Y  España  está  dispues 
los  malea  del  sistema  administrativo  actual  dando  á  los  c 
representación  en  loa  asuntos  de  la  isla  tan  pronto  como 
sofocada  y  las  elecciones  puedan  celebrarse. 

Ni  autonomía,  ni  aneañón. 

Cuba  se  encuentra  aun  incapacitada  para  un  Gobie 
co  como  el  concedido  por  la  Gran  Bretaña  al  dominio  de 
te  de  que  el  Gobierno  español  no  podría  otorgar  á  la  isla 
en  la  Península  no  disfruta  provincia  alguna.  Para  hacei 
que  reconstruir  nuestra  Constitución  y  cambiar  radical 
sistema  nacional  de  gobierno. 

Tengo  la  plena  seguridad,  por  más  que  ciertas  cosas  i 
mencionarse,  que  España  jamás  venderá  á  Cuba  y  yo  ere 


' CRÓNICA  DE  LA   GUERRA  DM  CUBA     239 

ría  de  los  que  piensan  en  el  pueblo  americano  nunca  han  pensado  seria- 
mente en  la  anexión  de  ia  isla.  El  gobierno  americano,  se  ha  demostra- 
do claramente  en  los  casos  de  San  Thomas,  Santo  Domingo  y  Haiti,  no 
está  dispuesto  aún  á  lanzarse  en  empresas  conquistadoras,  sobre  todo 
tratándole  de  pueblos  diferentes  abiertamente  al  tipo  anglosajón  yankée 
en  raza,  lenguaje  y  carácter  personal. 

El  yankée  desea  el  mercado  de  Cuba  y  nada  más.  Si  los  cubanos  lo- 
gran causar  ocasionalmente  molestias  á  España,  las  ocasionaría  en  ma- 
yor escala  á  los  americanos  si  loa  anexionasen  y  el  gobierno  yankée  es 
lo  bastante  astuto  para  guardarse  de  poner  su  mano  allí. 

El  gobierno  yankée  necesita  completar  su  nueva  armada  y  desarro- 
llar sus  riquezas  en  el  vasto  Oeste  antes  que  buscarse  complicaciones  en 
el  exterior. 

Con  la  continuación  de  las  relaciones  amistosas  entre  España  y  los 
Estados  Unidos  podrían  ésto3  obtener  de  Cuba,  bajo  la  bandera  españo- 
la, por  medio  de  tratados  de  equitativa  reciprocidad,  aquella  porción 
del  comercio  de  la  isla  que  por  derecho  natural  les  pertenece. 

\       Por  las  cualidades  de  hábil  diplomática,  militar  experto  en  las  lides 
[  de  la  .guerra  y  escritor  culto  y  brillante  que  concurren  en  el  general 
Riva  Palacio,  siempre  concedimos  importancia  á  las  manifestaciones 
que  pudiera  hacernos,  sobre  el  problema  capitalísimo  para  España  de  la 
insurrección  cubana. 

No  resultó  equivocada  nuestra  creencia.  En  la  entrevista  con  que  el 
general  nos  ha  honrado,  presidió  á  sus  palabras,  unas  veces  la  prudente 
mesura  á  que  le  inclina  la  misión  que  su  gobierno  le  conñara  en  nuestra 
corte,  abandonóse  otras  á  la  sinceridad  propia  del  militar  avezado  á  la 
vida  de  los  campamentos;  pero  en  sus  reservas,  como  en  sus  expansio- 
nes, animó  sus  frases  con  el  espíritu  de  observación  propio  de  su  gran 
cultura,  al  cual  no  pasa  desapercibido  aspecto  alguno  de  las  cuestiones 
actuales. 

Nada  he  de  añadir  á  las  manifestaciones  de  mi  gobierno  sobre  la 
actitud  de  Méjico  respecto  de  los  separatistas  cubanos — comenzó  di* 
ciendo  el  general. — Todo  el  mundo  la  conoce,  y  el  gobierno,  español  ha 
quedado  de  ella  plenamente  satisfecho,  apreciando  en  cuanto  vale  y 
significa  la  buena  amistad  de  Méjico  en  estas  circunstancias.  Demuéstralo 
bien  á  las  claras  el  hecho  de  haber  otorgado  al  presidente  de  la  Repú- 
blica una  distinción  tan  estimada  por  cuantos  se  dedican  á  la  profesión 
de  las  armas  como  la  gran  cruz  del  Mérito  militar. 

Siempre  es  sensible  la  guerra,  y  lo  es  mucho  más  cuando  se  desarro- 
lla entre  hijos  de  una  misma  patria  y  entre  descendientes  de  una  misma 


L 


240 CHÓmcA  D] 

raza.  Para  mí,  mejicano,  es  ta 
España  como  el  cotopatriota  q 
la  tristísima  y  amarga  impre. 
la  manigua,  donde  loa  cubano 
españoles,  reproducen  con  sos 
los  españoles  emplearán  en  181 
detalle  demuestra  que  los  cabe 
sangre  inquieta,  ardiente,  qa 
que,  lo  mismo  en  la  Penín- 
sula que  en  el  territorio  sud- 
americano y  en  la  manigua 
cubana,   inducen  á  ,1a  rebe- 
lión  aislada  6  colectiva  con 
tra  toda  manifestación  arbi ' 
traria  del  poder  y  de  la  auto  - 
ridad. 

Varias  son  las  causas  de 
la  insurrección  que  diezma 
y  empobrece  á  la  isla;  pero 
la  principal  entre  todas  resi 
de,  á  no  dudarlo,  en  nuestro 
temperamento  y  en  el  espe- 
cial carácter  de  nuestra  raza. 

Hablaba  estos  días  de  dis- 
guatos entre  el  gobierno  y  el 
general  Martínez  Campos  y 
hasta  se  asegura  que  existen 
propósitos  de  relevar  á  éste 
de  su  cargo.  No  sé  lo  que  en 
esos  rumores  habrá  de  cier- 
toj  pero  yo,  como  militar  at 
tes,  en  terrenos  análogos  y  ce 
combate  hoy  en  Cuba;  en  m 
en  plena  Europa  otras;  en  Fi 
los  franceses;  en  España  cuan 
rales,  opino  que  al  nombrar 
de  capacidad  para  desempeñf 
gáraele  la  más  absoluta  confii 
debe  hacerse,  porque  la  traso 
los  términos  medios  ni  las  res 

Nadie  como  el  soldado  es  t 
los  hombres  civiles  sortear  lo 
general;  pero  el  militar  tiene 


242 oBáwicA  Da  la  opbbba  d«  ovba 

luchar  con  lo  imprevisto,  de  ratudiar  el  detalle  más  nimio,  y  de  li| 
en  fatídico  pacto  con  la  saerte.  Sí  esta  le  es  favorable,  oi  la  victo: 
sonríe,  el  plan  más  descabellado,  lejos  de  provocar  censuras,  ser 
jeto  de  triunfos  ruidoBos  y  de  frenéticos  entusiasmos. 

Cuando  un  general  se  coloca  al  frente  de  un  ejércifo  hay  que 
nooer  siempre  en  él,  que  pone  por  su  parte  todo,  vida,  inteligencia,  __ 
ñor  para  salir  airoso  en  la  empresa  encomendada.  Si  ee  le  regatean  los 
medios,  8i  se  les  8UF<citau  dificultades  tn  vez  de  allanár£elas,  la  situsoi 
del  caudillo  es  insostenible  y  hasta  peligrosa. 

Soy  testigo  de  mayor  excepción:  en  una  de  mis  campañas  de  Méj 
fui  objeto  de  censuras  y  de  requerimientos  por  mi  gobierno  que  disou 
mÍE(  planes  é  intentaba  reotifícarlos;  yo  los  sostuve  y  logré  la  victoi 
consiguiendo  con  ella  uno  de  los  más  brillantes  triunfos  políticos  pi 
el  partido  gobernante-  AI  mantener  aquellos  planea  yo  no  procedía  ' 
prióbosamente,  sino  impulsado  por  oircunstaDOias  imprevistas,  ] 
incidentes  que  surgían  á  cada  paso  y  sobre  un  terreno  cuyas  exigenc 
podía  yo  comprender,  apreciar  y  corregir,  puesto  que  tocaba  de  cei 
los  inconvenientes,  tnucho  mejor  que  los  que  se  hallaban  diatantes. 

Preocúpase  en  estos  momentos  España  el  posible  reconocimiento 
la  beligerancia  á  favor  del  separatismo  por  parte  de  los  Estados-U 
dos.  Y  con  este' motivo  hablase  de  la  actitud  que  en  tal  caso  adoptan 
los  demás  países  americanos. 

Para  mí,  analizando  fría  y  serenamente  este  punto  del  conflicto,  e: 
que  ese  movimiento  de  la  opinión,  lo  mismo  que  otros  movimientos 
cíales  de  gran  trascendencia  para  la  vida  de  los  pueblos,  como  las  re 
Itioiones,  son  efecto  de  un  contagio  moral  del  individuo  á  las  graní 
ma9as,  y  del  grado  mayor  6  menor  de  intensidad  que  reviste  tal  con 
gio,  dependen  sólo  sus  consecuencias. 

Constituye  esto  un  fenómeno  análogo  al  de  las  imposiciones  de 
m'oda,  que  ae  desarrolla  sin  que  los  mismos  que  las  patrocinan  paec 
explicar  satisfactoriamente  la  causa  de  la  adopción  de  un  objeto  6  de 
capnóho  indumentario.  Otro  tanto  acontece  en  la  literatura  y  con  ole 
dase  de  ideas  y  de  estudios.  Hace  años  el  romanticismo  imperó  en  1 
ropa  con  verdadero  furor:  se  pensaba,  se  escribía,  se  hablaba,  en  t 
palabra,  se  sentía,  en  romántico.  Pasó  aquel  estado  psicológico;  ¡có 
no,  si  nada  hay  eterno  en  la  vida!  Varió  el  gusto,  se  impuso  otra  t 
dencia  literaria,  y  las  gentes  vieron  entonces  que  el  romanticismo  nr 
de  todo  punto  indispensable  para  el  funcionamiento  de  la  vida  es 
tual  y  social. 

Fué  aquel  un  caso  contstgioso,  á  cuya  influencia  nadie  pudo  snst 
se,  como  nadie  se  exime  de  pagar  un  tributo  á  los  agentes  morbosi 
las  epidemias  que  de  vez  en  cuando  diezman  la  humanidad. 

Así.  pues,  para  mí  el  contagio  lo  explica  todo,  y  lo  que  hoy  c 


CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  243 

« 

con  la  beligerancia  puede  llegar  á  constituir  una  acción  sugestiva  de  re- 
sultados inevitables.  Si  ese  fenómeno  moral  se  inicia  y  se  desarrolla 
allende  el  Atlántico  en  pro  de  los  intereses  de  España,  ésta  puede  per- 
manecer tranquila;  pero  si,  por  el  contrario,  se  opera  en  sentido  hostil, 
paede  temerse  que  no  haya  nadie  con  fuerza  ni  autoridad  bastantes  á 
contener  sus  fatales  efectos.  > 


L 


B  DEL  GENERÜL  MARTÍNEZ  CAMPOS 


L  geneial  Martínez  Campos  faé  relevado,  después  de  ver 
oomo  en  las  pnertas  de  la  Habana  llamaban  los  izua- 
rreetos  oon  los  pomos  de  sos  machetes. 

El  Qobiemo  del  señor  Cánovas  del  Castillo,  que  nom- 
bró á  Martines  Campos  general  en  jefe  del  ejército  de 
)nfirmó  en  so  confianza  onantas  veces  se  pnso  á  debate 
}  la  condncta  militar  y  política  que  convenía  segnir  con- 
dón, que  negaba  que  háblese  pensado  en  la  destitnoión 
[eraba  caudillo  de  la  patria,  ha  acordado  so  relevo  j  bu 
tínsula< 

inistros  y  ministeriales  que  se  hubiese  pensado  en  el  re- 
d  Martínez  Campos.  La  nota  oficiosa  del  Consejo  celebra- 
I  Enero  que  en  él  quedó  acordado  ese  relevo. 
este  sistema  de  negarlos  hechos  hasta  que  la  realr'  d 
la  negación,  es  el  escepticismo  qae  para  todos  los  a  r- 
hasta  oficiales  produce  en  el  espíritu  público.  El  tal  s^  3- 
ce  á  nada  ó  lleva  &  empeorar  las  cosas  con  las  dnc  é 
e  engendra.  De  semejantes  consecuencias  se  han  de  te  vr 
oto  que  nunca  los  resultados  en  el  período  que  de  la  '  e> 
thora. 


OBÓNIOA  D»  LA  OUJBBA  P»  OüBA 245 

El  general  Martínez  Campos  está  relevado  ya.  Para  ello  ha  sido  pre- 
dflo  que  de  una  manera  tan  continua  y  sostenida  los  sucesos  de  la  gpie- 
rra  hayan  hecho  inevitable  esa  disposición  de  gobierno;  que  la  opinión 
(Be  haya  determinado  en  tal  sentido  y  con  tan  rara  unanimidad  en  la  Pe- 
nínsula, y  que  esta  opinión  haya  sido  refonsada,  con  tanto  vigor  por 
dos  partidos  políticos  de  Cuba.  Tan  significativos  datos  no  son  para 
olvidados  por  los  que  se  imaginan  que  el  general  había  rectificado  su 
sistema  ó  habría  caído  mucho  antes  si  media  docena  de  periódicos  de 
la  Península  le  hubiera  sometido  á  sus  críticas  desde  hace  algunos 


En  la  conciencia  de  todo  el  mundo  estaba  que  era  imposible  prolon- 
gar por  más  tiempo  la  situación  violenta  en  que  el  país  se  encontraba 
por  las  noticias  que  de  Cuba  se  recibían. 

Aguardar  noticias  faustas  significaba  tanto  como  esperar  nuevos  des- 
engaños. 

La  s(^ción  se  imponía  con  fuerza  incontrastable. 

Aunque  el  Gobierno,  teniendo  en  cuenta  razones  tal  vez  dignas  de 
respeto,  pero  que  ya  á  nadie  podían  convencer,  puesto  que  los  sucesos  con 
su  abrumadora  pesadumbre  ejercían  formidable  presión  en  los  espíritus, 
trataba  de  calmar  las  impaciencias,  abrigando  esperanzas  consoladoras 
de  triunfos  que  nunca  acababan  de  llegar,  sus  esfuerzos  estrellábanse 
contra  la  fatalidad  que  parecía  empeñarse  en  oponer  á  esos  deseos  el 
dique  de  lo  imposible. 

Entonces  fué  cuando  surgieron  aquellos  tremendos  pesimismos;  en- 
tonces fué  cuando  los  propios  ministeriales  dieron  muestras  palmarias 
de  alarma  en  frases  que  se  suponían  mal  interpretadas  y  en  silencios 
sospechosos;  entonces  fué  cuando  los  rumores  de  graves  acontecimientos 
motivaron  noticias  estupendas;  entonces  fué  cuando  la  general  zozobra 
marcó  al  Gobierno  el  rumbo  que  debía  seguir,  apelando  á  procedimien- 
tos enérgicos  sin  detenerse  ante  ningún  género  de  contemplaciones. 

A  pesar  de  que  el  señor  Cánovas  se  decidió  al  parecer,  á  adoptar  re- 
solaciones  en  armonía  con  las  noticias  recibidas  de  Cuba,  es  indudable 
que  en  el  ánimo  del  presidente  ya  antes  habían  surtido  efecto  los  clamo- 
res de  la  opinión  pública. 

De  ahí  que  no  sorprendiera  tanto  como  se  creía  la  resolución  adap- 
tada en  el  Consejo  de  ministros. 

~  A  odisea,  pues,  del  general  Martínez  Campos  en  Cuba  ha  terminado 

in  modo  triste,  dejando  la  insurrección  á  las  puertas  de  la  isla. 


Telegrama  del  general. 


f 


espués  de  la  visita  que  el  señor  Cánovas  hizo  á  la  Regente,  como 
^Inmbre,  declaró  ante  varios  periodistas  que  había  habido  cambio 


ÍW 


I 

■34€ CBÓNIOA  DK  LA  GÜKRRA  DB  OtJBA 

de  opinión  y  que  en  el  Consejo  se  ocuparían  de  los  sueesos  de  Caba  y 
4eí  relevo  del  general. 

La  causa  de  este  cambio  fué  el  siguiente  telegran^a: 

^Habana  i 6  de  Enero. 

£1  gobernador  general  al  señor  ministro: 

Ayer  se  acentuó  más  el  movimiento  de  opinión  en  la  mayoría  del 
partido  constitucional,  y  algo  en  el  reformista:  la  junta  directiva  del 
partido  constitucional  calmó  los  ánimos,  y  resolvió  en  vista  del  conflic* 
^o  influir  en  Madrid  para  mi  separación:  los  reformistas  han  publicado 
«^tículos  respetuosos  para  mí,  pero  indudablemente  con  la  misma  ten- 
dencia. En  su  vista,  he  reunido  tres  personas  de  cada  partido,  y  he  te- 
nido una  entrevista  de  exposición  de  hechos:  los  conservadores  y  refor- 
mistas, ante  la  gravedad  del  conflicto,  y  porque  han  perdido  la  fe  en 
mis  procedimientos,  creen  que  debo  ser  relevado;  los  autonomistas,  por 
el  contrario,  creen  que  debo  continuar.  El  gobierno  resolverá. — Camr 
pos.» 

El  Consejo. 

Fué  corto. 

EiStaba  convocado  para  las  cuatro  y  media  y  mientras  iban  reunién- 
dose los  ministros  en  el  salón  de  Consejos,  conferenciaron  con  el  señor 
Cánovas  en  su  despacho  el  duque  de  Tetuán  y  el  general  Azcárraga. 

La  entrevista  tuvo  verdadera  importancia,  pues  en  ella  el  duque  de 
Tatúan  que  se  halla  unido  con  lazos  de  intimidad  con  el  general  Martí- 
nez Campos,  expondría  al  presidente  las  razones  que  tenía  para  conside- 
rar que  el  relevo  del  general  le  obligaba  á  no  seguir  formando  parte  del 
gobierno. 

JSl  presidente  debió  oponer  al  ministro  de  Estado  sus  puntos  de  vista 
en, el  asunto,  insistiendo  en  que  para  nada  se  relacionaba  con  la  marcha 
;PQl;Ítica  del  gabinete  la  venida  del  general  en  jefe  del  ejército  de  Cuba. 
Es  más,  probablemente  el  señor  Cánovas  fortificaría  sus  argumentos, 
diciendo  que  la  suerte  de  un  gobierno  no  podía  en  modo  alguno  ir  unida 
á  la  de  un  jefe  del  ejército  que  se  equivoca  en  una  campaña,  pues  de 
fmfi  errores  militares  él  sólo  debe  ser  el  responsable. 

Algo  habló  sobre  esto  el  general  Azcárraga,  y  parece  que  el  de,  le 
no  quedó  muy  convencido  de  las  razones  expuestas  por  el  señor  '  á* 
novas. 

Poco  después  de  las  cinco  empezó  el  consejo. 

¿Qué  pasó  en  el  consejo  relativamente  á  la  cuestión  que  principa  y 
,pnede  decirse  que  exclusivamente  lo  piotivaba? 


CmÓNICA  P3S  UL  aUCRBA  'DE  GUBA  24T 

No  tenemos  la  rídíoula  pretensión  de  saberlo  en  todos  sus  porme- 
nores. 

Lo  únieo  que  podemos  afirmar  es  qne  el  señor  Cánovas  planteó  el 
asanto,  dando  lectura  del  telegrama,  y  al  final,  su  opinión,  resueltamen- 
te inclinada  á  sustituir  al  general  Martínez  Campos  en  el  mando  de  Cu- 
ba; que  excitó  á  sus  compañeros  á  que,  individualmente,  expusiesen  la 
saya;  que  hablaron  todos  los  ministros,  empezando  el  señor  Cos  Gayón 
y  siguiéndole  el  conde  de  Tejada  de  Yaldosera,  el  señor  Linares  Ri- 
yas,  el  duque  de  Tetuán,  el  señor  Castellano,  los  generales  Azcá- 
rraga  y  Beranger,  siendo  el  último  el  señor  Navarro  Reverter,  y  que  el 
acuerdo  de  aceptar  la  dimisión  al  general  Martínez  Campos  se  tomó  por 
unanimidad,  según  manife^staban  más  tarde  los  ministros,  con  visible 
empeño  de  que  divulgase  este  dato. 

¿Hubo — dentro  de  esa  unanimidad — ^notas  discordes,  no  respecto  al 
relevo  del  general,  sino  á  las  consecuencias  lógicas  que  tal  acuerdo  de* 
bía  producir  para  la  existencia  del  gabinete? 

Hay  quien  afirma  que  sí,  añadiendo  que  pudo  conjurarse  una  crisis 
general,  claramente  planteada. 

La  contestación. 

Tomado  el  acuerdo,  el  Sr.  Cánovas  del  Castillo — á  quien  correspon- 
día de  derecho  el  cumplimiento  de  la  misión — se  encargó  de  redactar 
un  despacho  para  contestar  al  del  general  Martínez  Campos. 

La  contestación  fué  la  siguiente: 

«El  Gobierno,  apreciando  en  todo  su  valor  los  nobilísimos  y  patrió- 
ticos sentimientos  que  han  inspirado  su  telegrama  del  16,  autoriza  á 
y.  E.  para  entregar  el  gobierno  general  y  el  mando  del  ejército  de  ope- 
raciones de  esa  isla  al  teniente  general  D.  Sabas  Marín,  y  regresar  á  la 
Península  en  el  vapor  ordinario  ó  en  uno  extraordinario  que  se  pondrá 
á  disposición  de  Y.  £.  6i  le  conviene.» 

El  sucesor. 

También  acordó  el  Consejo  llamar  al  comandante  general  de  Cata- 
luña, general  Weyler,  para  celebrar  una  conferencia  con  el  Sr.  Cánovas 
y  conocer  sus  puntos  de  vista  respecto  de  Cuba. 

)iscatióse  después  la  forma  que  se  daría  al  decreto  de  relevo,  convi- 
n  idose  en  que  al  cesar  en  el  mando  del  ejército  de  Cuba,  apareciera 
e  a  Gaceta  el  nombramiento  del  general  Martínez  Campos  para  la  pre- 
si  ,ncia  del  Consejo  Supremo  de  Guerra  y  Marina;  y  por  consecuencia 
rx  "ñtable  se  habió,  también,  acerca  de  quién  habría  de  sustituir  en  la 
g        Otilia  al  general  dimisionario. 


248 CR<>m<^  D«  LA   OPKRBA  DB  OUBA 

Por  Tazones  que  deaeonooemoB  qued<S — aegiia  se  asegura — descartado 
el  nombredel  general  FolaTÍeja;  del  mismo  modo  fué  excluido  el  capitán 
general  de  Puerto  Rico,  eeñor  Gamir,  entre  otras  razones  por  la  verda- 


lioámg*,  Mlnlim  de  la  Oaans. 


deramente  sensible  de  hallarse  gravemente  enfermo,  atacado  por  el  v< 
mito,  y  por  último,  quedó  designado  el  general  Weyler  pantieemplaBS 
al  general  Martínez  Campos. 


El  Diario  O^ciaí  publicó  la  Real  orden,  dictando  reglas  para  elcnví 


250  CBÓNIOA  DX  LA  OUBBKA  DK  OUBA 

á  Cuba  de  los  10  escaadrones  de  Caballería  pedidos  por  el  general  en 
jefe  del  Ejército  de  operaciones. 

La  plantilla  de  jefes,  oficiales,  tropa  y  ganado  de  cada  uno  de  dichos 
escuadrones,  fué  la  siguiente: 

Un  comandante;  dos  capitanes;  tres  primeros  tenientes,  uno  de  ellos 
ayudante;  tres  segundos;  un  médico  segundo;  un  segundo  profesor  vete- 
rinario; cinco  sargentos;  16  cabos;  cuatro  trompetas;  cuatro  herradores; 
un  forjador;  cuatro  soldados  de  primera  y  126  de  segunda;  11  caballos 
de  oficial  y  120  de  tropa. 

Los  jefes  y  oficiales  de  los  10  escuadrones,  excepción  de  dos  segundos 
tenientes  que  fueron  designados  por  el  ministerio  de  la  Guerra,  entre  los 
sargentos  ascendidos  de  la  escala  de  reserva  retribuida,  fueron  elegidos 
entre  los  que  lo  solicitaron. 

Los  médicos  y  profesores  veterinarios  nombráronse  por  el  ministerio 
de  la  Guerra. 

Las  clases  é  individuos  de  tropa  de  cada  escuadrón,  fueron  elegidos 
por  sorteo  dentro  de  cada  regimiento,  entre  los  que  hubieron  ingresado 
en  el  servicio  antes  de  I,"*  de  Octubre  anterior. 

Los  sorteos  de  jefes,  oficiales  y  asimilados,  se  verificó  el  día  16,  en 
los  respectivos  cuerpos  de  Ejército. 

Los  sorteos.de  tropa  el  día  17. 

Los  sargentos  propuestos  para  destinos  civiles,  así  como  los  alumnos 
de  las  Academias  y  colegios  militares,  fueron  excluidos  del  sorteo. 

Estos  escuadrones,  recibirán  á  su  llegada  á  Cuba  armamento  Mattsser, 
así  como  el  ganado. 

Los  individuos  de  tropa  llevan  sable,  el  vestuario  de  rayadillo  y  los 
demás  útiles,  como  bolsas  de  curación  y  fornituras,  bridas,  silla  de 
montar,  etc. 


r 


E3L  Tmvn={  A  T?.QTT-m 


L  nombramiento  del  general  Weyler  fué  muy  bien  recibido  por 
la  opinión  pública,  y  la  capital  más  entusiasta  por  este  nom- 
bramiento, Barcelona.  Era  natural:  allí  se  conocía  perfecta- 
mente al  nuevo  general  en  jefe,  y  con  justicia,  mucho  se  espe- 
raba de  él.  Por  eso,  al  solo  anuncio  de  su  salida,  preparóse  la 
población  á  tributarle  una  despedida  cariñosa.  Al  efecto,  vinieron  co- 
misiones de  los  Ayuntamientos  del  llano,  de  algunas  provincias,  y  fue 
ron  innumerables  las  pruebas  inequívocas  de  cariño  y  respeto  que  el 
general  recibió,  tan  pronto  como  llegó  á  Barcelona,  de  vuelta  de  la 
Ciorte,  á  donde  fué  llamado  por  el  Gobierno  á  una  conferencia. 

El  día  25  de  Enero  ^  las  diez  de  la  mañana,  era  el  designado  para  el 
embarque. 

£1  Ministro  de  la  Guerra  ordenó  todo  lo  conveniente  para  que  los 
diez  escuadrones  que  habían  de  marchar  estuvieran  dispuestos,  y  en 
lauv  pocos  4ÍM  quedaron  concluidos  los  .preparativos. 

las  7  de  la  mañana  del  día  25,  los  empleados  de  mayordomía  del 
A]  jamiei^to  fueron  á  los  cuarteles  de  Jaime  I,  San  Fernando  de  la 
Ba  '^^loneta  y  los  Docks,  donde  se  hallaban  alojf^dos  respectivamente, 
los  cuadrones  de  caballería  de  Castillejo  y  Lesma,  de  Alcántara  y  de 
Bo  Sn,  y  allí  repartieron  en  la  misma  forma  que  en  los  embarques 
m    "lores,  diu^o  jy  cigarrop  á  la  tropa. 


L 


252 OBÓNIOA  P»  LA  qUMBBA  D»  OÜBA  

También,  un  fabricante  repartió  en  el  cuartel  de  los  Dock^,  cordones 
para  los  zapatos.  Los  jefes  y  oficiales  faeron  obsequiados  con  tabacos 
habanos. 

Los  escuadrones  de  Borbóny  Alcántara,  después  de  comer  el  rancho, 
oyeron  una  misa  en  la  iglesia  de  San  Miguel  del  Puerto,  encaminándose 
después  al  muelle,  asi  como  los  otros  escuadrones. 

La  animación  era  extraordinaria  desde  las  primeras  horas.  Numero- 
sos grupos  se  dirigían^al  puerto  y  tomaban  posiciones  para  presenciar 
de  cerca  el  espectáculo. 

Todos  los  vapores  surtos  en  el  puerto  estaban  engalanados,  y  no 
quedaba  embarcación  pequeña  que  no  fuera  cuajada  de  gente. 

A  las  ocho  y  cuarto  empezaron  á  llegar  al  muelle  los  piquetes  de  las 
fuerzas  de  la  guarnición,  situándose  en  el  muelle  alto  de  la  Riba.  Las 
bandas  de  los  regimientos  infantería  de  Luchana  y  Almansa  y  de  los 
batallones  de  Figueras  y  Alfonso  Xil,  colocáronse  junto  al  embarcadero 
-de  los  vapores  golondrinas.  La  anuencia  de  gente  al  muelle  nuevo  de  la 
Riba  era  mayor  á  medida  que  se  acercaba  la  hora  del  embarque;  á  las 
ocho  y  media,  era  tal  la  aglomeración,  que  hacíase  punto  menos  qu3 
imposible,  el  tránsito  por  aquel  sitio.  Entonces  empezaron  á  llegar  las 
tropas  expedicionarias,  por  el  orden  siguiente: 

M  de  Alcántara  formaba  en  la  cabeza  de  la  línea,  llevando  el  estan- 
darte de  su  cuerpo.  Después,  Castillejos,  Lesma  y  Borbón. 

La  concurrencia  recibió  á  los  soldados  con  grandes  aplausos  y  ¡Vivas 
á  España! 

Los  soldados  vestían  traje  de  rayadillo,  zapatos,  manta  y  gorra 
azul.  Momentos  antes  que  las  tropas  expedicionarias,  llegó  al  muelle  el 
general  Ahumada,  junto  con  sus  ayudantes. 

Inmediatamente  embarcó,  imitándole  después  las  fuerzas  de  Caballé* 
ría.  En  media  hora,  los  vapores  golondrinas,  trasladaron  á  los  expedi- 
cionarios. También  embarcaron  40  voluntarios  rezagados.  Los  soldados 
iban  muy  animosos,  y  cosa  rara,  no  se  desarrollaron  escenas  tristes, 
como  en  embarques  anteriores. 

El  aspecto  que  presentaba  el  muelle  al  verificarse  el  embarque,  era 
por  demás,  animado  y  pintoresco.  Una  muchedumbre  inmensa  hormi- 
gueaba en  los  muelles  que  se  hallaban  ya  materialmente  ocupados. 

Las  músicas  militares  tocaban  alternando,  aires  populares,  acompa- 
ñándoles las  bandas  de  cornetas  y  tambores,  y  surcaban  el  mar  fya 
número  de  lanchas,  botes  y  otras  embarcaciones  de  pequeño  porte,      e 
ñas  de  gente  deseosa  de  contemplar,  sin  las  apreturas  con  que  ten  m 
que  luchar  los  espectadores. 

Mientras  esto  ocurría  en  el  muelle,  celebrábase  en  la  iglesia  w  la 
Merced,  la  anunciada  misa.  Una  hora  antes,  de  empezar  el  acto,  se  a- 
liaba  la  iglesia  ocupada  por  numeroso  gentío.  ESn  la  plaza  de  la  Mer'   d, 


r 

ORONICA  P»  LA  QUJBRA  DK  OüBA 253 

dos  parejas  de  guardia  municipal  montada,  y  varios  individuos  de  á  pie 
j  agentes  de  vigilancia,  cuidaban  de  evitar  la  aglomeración  de  gente, 
manteniendo  expedita  la  entrada  al  templo. 

El  templo,  estaba  profusamente  iluminado. 

A  las  9,  llegó  el  general  Weyler  y  el  órgano  entonó  la  marcha  real. 
El  obispo  se  revistió  de  los  ornamentos  sagrados,  el  general  con  su  es- 
tado mayor  y  las  autoridades  tomaron  asiento  en  el  presbiterio  y  em- 
pezó él  sacrificio  de  la  misa. 

Mientras  duró  la  ceremonia,-  la  escolanía  cantó  algunos  fragmentos 
religiosos.  Se  rezó  la  oración  pro  témpora  helli,  terminando  el  acto,  con 
una  plática  del  obispo,  diciéndole  al  general  que  al  saludarle,  hacía  ex  • 
tensivo  su  saludo,  á  los  demás  generales,  al  ejército  que  pelea  en  Cuba 
y  á  España,  por  cuya  honra  é  integridad,  sostiene  la  lucha.  Dirigió 
!  elimos  á  la  reina  y  una  calurosa  invocación  á  la  misión  que  la  patria 
ha  encomendado  al  general  Weyler  al  confiarle  la  defensa  de  su  bande- 
\  ra.  Hiso  un  brillante  panegírico  de  las  cualidades  del  general,  que  toda 
Barcelona  ha  tenido  ocasión  de  apreciar,  por  lo  cual,  su  marcha  será 
muy  sentida. 

Imploró  para  él  y  para  todo  el  ejército  la  protección  de  la  Virgen 
de  las  Mercedes,  patrona  de  Barcelona,  que  inspiró  á  los  Reyes  la  idea 
de  la  conquista  de  Mallorca  infundiéndoles  aUentos,  entusiasmos,  y  fuer- 
tas  para  realizar  su  cristiana  misión,  terminando  con  una  hermosa  in- 
vocación á  la  corona  que  ciñe  las  sienes  de  la  Virgen,  reina  de  la  ciudad, 
deseando  que  ilumine  con  sus  destellos  al  ejército  y  sea  feliz  presagio 
de  la  victoria  que  el  país  ansia. 

A  pesar  de  U  santidad  del  templo,  algunos  no  pudieron  contener  el 
entusiasmo  y  resonaron  fuertes  vivas  á  España,  al  ejército,  y  al  general 
Weyler. 

El  general  con  el  prelado,  el  gobernador  y  el  alcalde,  fueron  rodea- 
dos en  la  misma  iglesia  por  una  masa  de  público  entusiasta,  que  empe« 
ló  á  aclamar  al  marqués  de  Tenerife.  Las  voces  resonaban  en  el  templo, 
en  cuyas  bóvedas  repercutían,  siendo  impotentes  los  esfuerzos  de  algu- 
nos devotos  que  intentaron  acallarles,  por  respeto  á  la  santidad  del  lugar. 
Al  aparecer  en  la  puerta,  el  público  que  aguardaba,  se  precipitó  á 
saludarle,  arroUando  á  los  guardias  que  á  pie  y  á  caballo,  intentaban 
abrir  paso. 

'^n  ¡viva!  unánime,  atronador,  entusiasta,  le  acogió  y  el  general 
es  ajado,  materialmente,  separado  por  el  oleaje  humano,  de  su  acum* 
p  amiento,  pudo  llegar  á  duras  penas  á  su  palacio.  Allí  se  le  reunieron 
el  -^hispo,  el  gobernador,  el  alcalde  y  otras  personas,  quedando  el  públi- 
ca .Jtacionado,  creyendo,  volvería  salir,  pero  lejos  de  ello,  cruzaron  to- 
d  i  con  paso  ligero  el  patio  de  la  capitanía,  huyendo  de  ovaciones  y  sa- 
lí -^n  por  la  puerta  que  da  al  Paseo  de  Colón. 


L 


254  GRONIUA   DE   Í.A    OURRBA   DB   GUISA 

La  comitiva  oficial  se  dirigió  á  pié  al  embarcadero  de  la  capitanía 
donde  el  general,  embarcó  en  una  canoa  del  cañonero  Pilar,  junto  con 
el  obispo,  alcalde,  gobernador  civil,  y  su  secretario,  el  general  Ahuma- 
da (don  Joaquín)  con  su  a'yudante. 

Al  cruzar;  dichas  autoridades  el  muelle,  fueron  vitoreadas  por  el  pú- 
blico que  ocupaba  las  embarcaciones. 

La  proximidad  del  general  Weyler  al  muelle  de  la  Riba,  puso  en  mo- 
vimiento á  la  multitud  que  esperaba  ansiosa  su  llegada. 

La  guardia  civil  tuvo  que  entrar  en  funciones  para  hacer  retirar  á 
aquella  mole  compacta  que  se  estrujaba,  bullía  y  rebullía  para  ocupar 
los  primeros  sitios.  Hubo  un  momento  de  verdadera  cc^nfnsión  en  qne 
anduvieron  revueltos  uniformes,  blusas,  levitas;  en  una  palabra,  la  indn' 
mentaria  que  revelaba  la  presencia  de  todas  las  clases  sociales. 

Las  bandas  y  músicas  atronan  los  aires  con  la  marcha  real,  los  víto- 
res se  multiplican  y  se  agolpa  la  multitud  para  ver  de  cerca  al  general, 
que  después  de  haber  saludado  á  las  autoridades  militares  fué  llevado  en 
andas  por  la  multitud,  que  no  se  cansa  de  dar  vivas  á  España,  al  ejérci- 
to,  al  honor  nacional  y  á  Weyler. 

El  general  palidece  de  emoción,  y  después  de  saludar  á  todos  con  el 
ros  y  estrechar  la  mano  á  algunos  obreros,^  embarcó  otra  vez  con  las 
autoridades  que  le  acompañaron  y  se  dirigieron  todos  al  trasatlántico 
Santo  Domingo.  Continuaron  los  aplausos  y  vítores. 

La  falúa  del  general  fué  escoltada  por  una  infinidad  de  pequeños  botes, 
que  se  colocaron  después  alrededor  del  Santo  Domingo.  En  la  cubierta 
de  este  buque  no  podía  darse  un  paso.  Sería  interminable  publicar  la 
lista  de  personalidades  importantes  en  la  ciencia,  arte,  literatura,  indus- 
tria y  comercio,  diputados,  senadores,  representaciones  de  diversos  cen- 
tros y  autoridades  civiles  y  militares  y  particulares  que  estuvieron  i 
bordo  para  despedirse. 

El  general  Weyler  estrechó  á  todos  la  mano  efusivamente;  dando  nn 
fuerte  abrazo  á  su  hijo  don  Fernando. 

El  vapor  rebosaba  con  ello  vida  y  animación;  los  soldados  expedi- 
'Cionarios  agrupados  en  la  parte  de  proa,  subidos  unos  en  las  vergas,  otros 
donde  podían  con  objeto  de  dominar  el  hermoso  espectáculo  que  presen- 
taba el  puerto,  no  cesaban  de  dar  vivas  y  saludar  al  público  que  les  ro- 
deaba. A  cubierta  iban  desfilando  ante  los  generales  Weyler  y  Ahumada 
los  que  allí  se  hallaban  y  para  todos  tenía  el  jefe  del  ejército  de  k  ba 
frases  de  afecto  y  cariño.  Los  vivas  y  aclamaciones  no  cesaban  y  í  do 
■ello  uníase  el  estrépito  de  la  sirena  del  vapor,  cuyas  vibraciones  '  )r- 
decían. 

El  señor  obispo,  después  de  dirigir  palabras  de  aliento  á  los  exj  lí- 
«ionarios,  repartióles  como  recuerdo  medallas  de  plata  de  la  Tir|  de 
la  Merced,  que  todos  ansiaban  poseer.  Todas  las  autoridades  ^^"        el 


CRÓNICA  Pg  LA  QUERRÁ  PK  CUBA 255 

señor  Sánchez  de  Toledo,  que  había  salido  ya  poco  antes  con  objeto  de 
irá  recibir  al  general  Despujol,  se  despidieron  del  señor  Weyler,  abra- 
ziñéple  j  haciendo  votos  por  el  buen  éxito  de  su  cometido.  Varias  per- 
sonas de  su  intimidad  también  aguardaron  el  último  instante  y  así,  á 
ba  once  y  cuatro  minutos,  cuando  el  buque  se  puso  en  movimiento  aun 
quedaban  á  bordo  dos  ó  tres  personas  que  tuvieron  para  salir  algunas 
dificultades. 

Resultaría  pálido  todo  cuanto  dijéramos  para  describir  el  aspecto 
del  puerto  al  empesar  á  moverse  el  Santo  Domingo.  Los  muelles  de  la 
Paz,  Barcelona,  Riba,  la  terraza  de  la  Capitanía,  las  escolleras,  todos 
aparecían  bordeados  de  público,  que  se  había  encaramado  en  las  grúas 
y  demás  cuerpos  elevados;  las  cubiertas  de  los  buques  vecinos  estaban 
coajadas  de  público  y  alrededor  del  trasatlántico  centenares  de  botes, 
skifs,  falúas,  vaporcitos,  golondrinas  y  hasta  barquitos  de  pesca  alqui- 
lados á  los  curiosos.  La  masa  de  pequeñas  embarcaciones  formaba  calle 
al  vapor  hasta  el  antepuerto,  sin  que,  á  pesar  de  tal  aglomeración,  ocu- 
rriera incidente  alguno  desagradable. 

Apenas  hubo  hecho  el  vapor  algunas  brazas,  el  general  se  asomó  á 
la  baranda  del  entrepuente;  aT  verlo  el  público  prorrumpió  en  un  clamo- 
reo entusiasta,  atronador,  incesante  de  aplausos,  vivas  y  aclamaciones. 
Laa  señoras  agitaban  sus  pañuelos,  los  hombres  las  gorras  y  sombreros, 
todos  los  buques  hicieron  vibrar  sus  sirenas  saludando  con  las  bandero- 
las al  Santo  Domingo.  Weyler  contestaba  quitándose  el  ros,  mientras 
los  soldados  expedicionarios  coreaban  los  vivas  del  pueblo  con  los  eu* 
yo8,  tan  entusiastas  como  los  de  éste. 

Hasta  el  último  momento  permaneció  Weyler  en  el  entrepuente  con- 
testando los  saludos;  á  las  once  y  cuarto,  el  Setanti  en  el  que  iba  el  que 
relata,  viró  de  rumbo  en  demanda  de  puerto,  mientras  el  Santo  Domin* 
^(7  proseguía  magpstuosamente  su  camino,  llevándole  la  personalidad 
iK>bre  la  cual  tendrá  en  breve  fija  su  atención  España  entera. 

Embarcaron  también,  además  de  los  generales  Weyler  y  Ahumada, 
los  coroneles  de  infantería  don  Juan  Hernández  y  don  Tirso  Albert,  los 
tenientes  coroneles  don  Guillermo  Pintos,  don  Narciso  Acosta  y  don 
Adolfo  Villa,  los  comandantes  don  Servando  Rodríguez,  don  Narciso 
Fonsdeviela  y  don  Ataúlfo  Ayala  y  el  capitán  don  Valerio  Todo,  los  co- 
mandantes de  ic^aballería  don  José  Gregorich,  don  Rafael  Girón  y  Ara- 
gór  ,  don  Federico  Rodríguez  Fito  y  don  Fernando  Pastor,  el  primer 
ten^  *,nte  don  Eulogio  Despujol  y  los  segundos  tenientes  don  Ignacio  Sie- 
rra/ don  Ensebio  Grau,  los  capitanes  de  Estado  Mayor  don  Antonio 
Eo4  a  Simó  y  don  Rafael  Mucientes,  el  médico  mayor  de  Sanidad  mili- 
tar Ion  Ceferino  Rives,  el  comisario  de  guerra  don  Jjeopoldo  Rich  y  los 
«fie  lies  segundos  de  oficinas  militares  don  Alberto  Pampillón  y  don  An- 
tón  ^  'Maeso. 


256  ORÓNIOA  DB  Ul  GUSBBA  DX  CUBA 

El  general  Weyler  recibió  una  manifestación  de  simpatía  muy  cala* 
rosa,  cosa  rara  en  nuestro  pueblo  que  no  es  dado  á  grandes  entusiasmos 
porque  no  responde  á  su  modo  de  ser,  y  solo  se  entrega  á  ellos  eu%ndo 
cree  que  liay  motivo  fundado  para  hacerlo.  Agradecido  se  mostró  el  ge- 
neral y  podía  estarlo  de  veras;  que  nada  puede  satisfacer  más  que  ser 
llamado  por  una  nación  cuando  ésta  pasa  un  periodo  difícil.  La  misión 
de  pacificar  la  isla  es  espinosa,  pero  por  lo  mismo  honra  muchísimo  más 
á  quien  está  llamado  á  llevarla  á  cabo. 

A  las  once,  dióse  orden  de  despejar  el  vapor  y  diez  minutos  después, 
este  levaba  anclas  dirigiéndose  á  la  boca  del  puerto,  seguido  de  infini- 
dad de  canoas,  falúas,  botes,  lanchas  y  demás  embarcaciones  de  pequeño 
porte,  repitiéndose  los  vivas  á  España,  al  general  Weyler  y  á  la  integri* 
dad  nacional. 

C!on  satisfacción  consignamos  aquí  la  respuesta  que  el  general  dio  4 
un  individuo  que  le  decía: 

— ^Mi  general,  hay  que  ganar  el  tercer  entorchado. 

— Los  muertos  únicamente,  son  los  que  no  pueden  ganarlo. 

*    « 

La  despedida  que  Logroño  hizo  al  escuadrón  expedicionario  del  re* 
gimiento  de  Albuera,  supera  á  toda  ponderación. 

Vamos  á  insertar  los  documentos  y  discursos  publicados  y  nuestros 
lectores  harán  los  elogios  que  todos  ellos  merecen. 

ORDEN  DEL  CUERPO 

Orden  del  20  de  enero  de  1896,  en  Logroño,  despidiendo  cU  escua- 
drón expedicionario: 

En  el  tren  que  partirá  á  las  cuatro  de  la  tarde  de  mañana  saldréis  de 
esta  hospitalaria  capital  de  la  Rioja,  donde  tantas  pruebas  de  afecto  ha- 
béis recibido  de  todas  las  clases  sociales»  para  embarcar  el  23  en  Santan* 
der,  con  rumbo  á  la  isla  de  Cuba.  Yáis  á  combatir  allí  con  dos  enemi- 
gos, mas  temidos  que  temibles;  el  clima  y  los  insurrectos.  Estad  seguros 
de  que  las  enfermedades  endémicas  se  ceban  generalmente  en  las  perso- 
ñas  viciosas;  pero  no  en  las  de  morigeradas  costumbres,  y  menos  si  ob- 
serváis las  reglas  de  higiene  que  se  os  han  enseñado. 

Los  separatistas  se  presentan  en  hordas  semi-ealvajes,  acaudillad 
por  unos  cuantos  mercenarios  que  á  pretexto  de  libertar  á  Cuba  de  xv 
opresión  que  jamás  se  ha  hecho  sentir  sobre  la  isla  más  libre  del  mund 
saquean,  incendian  y  devastan  aquel  hermoso  suelo,  regado  con  el  s 
dor  de  nuestros  ascendientes  durante  400  años;  importando  poco  á  éi 
miserables  extranjeros  que  perezca  la  familia  cubana,  sucumba  la  re' 


n«Aw?nA  nw  xjk  arwRUA  db  oimA 


Rroolo  lO  « 


.  258  CKONICA  DK  LA  OUERBA  DB  CUBA  ^^^^ 

gióp,  Be  destruyala  propiedad  y  demás  fuentes  de  la  riqueza  pública, 

qué  constituyen  los  principales  «lementoa  de  toda  sociedad  civilizad». 
|;  Fácil  o8  será  comprender  que  quien,  para  hacer  la  guerra,  echa  ma- 

|j,  no  de  medios  tan  cobardea  y  villanos,  es  poco  temible  en  el  combate, 

^,  ^  por  eso  lo  rehuye  siempre  que  puede  para  proseguir  ea  innoble  tarea, 

f-  cayendo  alguna  vez  de  improviso  sobre  descuidadas  columnas. 

k  Afortunadamente  vais  mandados   por  un  jefe  y  oñoiales  de  gran 

^''.  experiencia,  que  sabrán  libraros  de  las  asechanzas  del  enemigo;  en  Tnes- 

^l  -  tras  conciencias  lleváis  grabada  la  justicia  de  la  santa  causa   que  válfl  á 

¿'  "^       defender,  la  integridad  de  lapatria;'  y  en  vuestros  sables  la  fuerza  que 
i  mantendrá  ese  derecho;  mas  si  esto  no  fuera  bastante,  que  silo  es,  par 

':¿'  hacer  rugir  de  ira  vuestros  pechos,  acordaos  que  pertenecéis  al  regí 

>:  miento  oreado  para   perpetuar  la  L^emoria  de   la  más  gloriosa  acoiói 

librada  en  la  guerra  de  la  Independencia,  la  bátaUa  de  la  Albuera 
r-  .  donde  quedaron  abatidas  laa  orguUosas  águilas   francesas;  no  olvidM 

\i'  -  que  B<Sia  dignos  desceudientea   de  los  que  en  los  Castillejos,  Tetuan  ; 

■  Wad-Rás,  hicieron  morder  el  polvo  á  los  bárbaros  africanos;  y  por  lil 

timo,  aunque  con  menos  gloria  por  tratarse  de  españoles,  recordad  qu 

en  el  Norte  vencisteis  siempre. 
' '/  ^,  valientes  de  Albuera,  la  nobleza  de  vuestro  abolengo,   consig 

nada  está  en  la  historia  del  regimiento,  llena  de  brillantes  acciones  ; 
h  vuestro  escudo  ornado  de  inmarcesibles  laureles,   qup  espero  reverde 

ceréís  en  Cuba,  con  nuevas  victorias.  Abiertas   quedan  las  páginas  qu 
'■■}.:  llenaréis  con  vuestro   heroísmo,  para  honra  del  regimiento  y  gloria  d 

'',.  la  patria. 

%  Entre  tanto,   nosotros  que  por  ministerio  de  la .  ley  no  podemo 

acompañaros,   nos  embarga  la  pena  de,  despediros;  naeatro  espíritu; 
,  nuestro  corazón  estará  siempre  con  vosotros,   siguiendo  anhelante  la 

vicisitudes  de  la  campaña,  yrogando  al  Bíos  de  los  ejéroitoa  os  protej: 

y  dé  alientos  para  pacificar  la  hermosa  antüla  cubana,  y  volver  sanoe 

honrados  y  satisfechos  á  vuestros  hogares. — El  ^ranñ\,Ricardo  de  0)eda 

ALOCIJCION 

Durante  la  misa,  el  distinguido  capellán  del  cuerpo,  señor  Carpínte 
ro,  dirigió  á  los  expedicionarios  la  siguiente  plática: 

Nisi  quod  lex  tiia  meditaiio  mea  est,  ti 
forte  prriissem  in  kvmilitate  mea. 

Si  tu  ley  no  hubiera  sido  mi  meditaci. 
entonces  de  cierto  hubiera  perecido  en 
pequenez.' 

Ps.  118,  V.  92. 
excelentísimos  SEÑORES:  ■: 

,    Al  dirigiros  la  palabra,  expedicionarios  de  Albuera,  con  motivo 
vuestra  próxima  marcha  á  la  isla  de  Cuba,  ya  que  no  puedo  ni  f- 


r 

OBÓNIQA  DE  LA  QUSRBA  DS  QUBA  259 

■      ■'       -         ,      .1  .1  ■  I      ,    ■ 

i 

extendenne  mucho  en  esta  plática  ó  alocación  de  despedida,  me  veo, 
ún  embargo,  precisado  á  recomendaros  muy  eficazmente  la  observancia 
de  la  ley  de  Dios  y  la  práctica  de  las  virtudes  cristianas,  para  que 
siendo  buenos  cristianos  seáis  también  al  mismo  tiempo  fuertes,  gue* 
rreros  y  victoriosos  soldados. 

Lo  acabáis  de  oír  en  las  significativas  palabras  del  real  Profeta  Da* 
vid,  tipo  y  ejemplar  de  aclarecidos  guerreros,  que  acabo  de  pronunCÍ9.r 
y  que  voy  á  repetir.  cSi  tu  ley  no  hubiera  sido  mi  meditación,  enton- 
ces de  cierto  hubiera  perecido  en  mi  pequenez. » 

Y  efectivamente,  señores  ¿qué  es  el  soldado,  por  si  solo  sin  la  inque- 
i  brantable  ayuda  del  auxilio  del  Señor?  Abierto  está  para  todos  el  gran 
L  libro  de  la  historia,  y  en  él  vemos  consignado  con  letras  de  oro,  que 
;  'muy  poco  6  nada  puede  el  guerrero  sin  la  protección  de  Dios,  al  píaso 
que  lo  alcanza  todo  con  su  dirección  y  apoyo.  ¡Ah!  ¿Bki  qué  vinieron  á 
i  parar  los  formidables  ejércitos  de  los  asirios,  persas  y  medois,  no  obs- 
[  tante  el  asombroso  número  de  sus  aguerridos  soldados? 
;  Pues  no  ignoráis,  queridos  expedicionarios,  que  aquellos  innumera- 
\  bles  ejércitos,  con  increíble  facilidad  y  prontitud  se  dispersaron  y  disi- 
I  paron  como  el  humo.  Y  es  que  donde  no  se  halla  el  espíritu  del  Señor, 
I  allí  falta  la  cohesión,  la  disciplina  y  la  fortaleza.  Sí,  en  todas  las  pági- 
nas de  la  histoiia  vemos  consignado  lo  mismo:  donde  se  halla  el  hombre 
sin  la  ayuda  del  cielo,  allí  está  la  debilidad,  la  flaqueza  y  la  impotencia: 
donde  se  halla  el  espíritu  de  Dios  sosteniendo,  conformando  y  robuste- 
ciendo al  hombre,  allí  la  inteligencia,  allí  la  sabiduría,  allí  la  destreza, 
allí  el  acierto  y  allí  la  incontrastable  fortaleza. 

Por  tcdoló  cual,  señores,  el  militar  cristiano  para  llegar  á  ser  dis- 
creto  y  valiente,  es  preciso  que  comience  por  ser  temeroso  de  Dios,  re- 
ligioso y  puntual  observante  de  la  ley  santa  del  Altísimo. 

¡Ah  queridos  expedicionarios!  No  de  otra  manera  ni  por  otros  me- 
dios adquirieron  los  celosos  macabeos  aquel  valor  y  fortaleza  indoma- 
bles que  les  alentaron,  aún  antes  de  organizarse,  para  defender  su  reli- 
gión y  su  patria  y  reconstituir  su  nacionalidad  injusta  y  sacrilegamente 
dominada  y  sojuzgada  por  el  formidable  ejército  del  rey  Antióco. 

Ante  todo,  se  humillaron  en  la  presencia  del  Señor  y  le  suplicaron 
rendidamente  su  gracia  y  perdón,  y  después  de  reconciliados  con  Dios, 
eo]      ..aron  aquella  guerra  gloriosa  de  pocos  contra  muchos  que  termi- 
nó    -^almente  con  la  más  completa  victoria  los  que  peleaban  en  nombre 
^de]       ñor. 

-^r  tanto,  soldados  expedicionarios  de  Albuera,  no  dejéis  de  guar^ 
éaj  '\  y  constantemente  la  ley  santa  del  Señor:  además.,  distinguios  en 
«qi  ^  remotas  tierras,  entre  todos,  por  vuestra  piedad  y  devoción, 
poi  ,mor  que  os  tengáis  unos  á  otrot^,  por  el  exacto  cumplimiento  de 
Q^  a  ^Hligaciont  s,  por  la  x>baervan,cia  de  los  divinos  mandamientos, 


260 


CRÓNICA  DE  LA  OUBRRA  DX  CUBA 


por  la  honestidad  de  vuestras  costumbres,  por  él  odio  al  vicio,  por  el 
horror  á  la  blasfemia,  por  vuestro  amor  y  respeto  á  vuestros  dign&imoa 
jefes,  y  por  todo  aquello,  en  fin,  que  os  constituya  buenos  cristianos, 
temerosos  de  Dios  y  de  los  hombres  para  que  seáis  fuertes  guerreros  y 
victoriosos  soldados  en  los  combates  que  tengáis  que  sostener.  ¡Ah!  con- 
tad, contad  desde  luego  y  mientras  dure  el  tiempo  de  prueba  y  de  la 
lucha  con  las  oraciones  de  todos  y  muy  especialmente  contad  con  la 

oración  y  las  plegarias  de  es* 


te  noble  pueblo  de  Logroño 
que  os  ve  partir  para  vuestra 
destino  con  el  corazón  angus- 
tiado presa  del  más  acervo 
dolor. 

Nadie,  nadie  querrá  nega« 
ros  su  concurso  en  está  obra* 
£1  sacerdote  entre  el  ves* 
ti  bulo  y  el  altar,  religiosa  en 
las  soledades  del  claustro,  laa 
familias  cristianas  en  el  ho« 
gar,  la  inocente  niflez  en  loa 
Colegios  y  la  brfandad  en  loa 
Asilos  donde  el  amor  la  al- 
berga; todos,  todos  harán  vio- 
lencia al  cielo  y  estrecharán 
el  corazón  amantísimo  de  Je- 
6Ús  hasta  confundir  á  nuestroa 
enemigos. 

Ejemplo  elocuentísimo  de 
esto  tenemos  en  la  historia 
militar  de  todos  los  pueblos, 
desde  la  más  remota  antigüe* 
dad  hasta  nuestros  días : 
lado  del  ejército  que  combate  se  vé  al  pueblo  que  ora,  ya  sea  con  1 
•ración  de  la  inquietud  y  de  la  tristeza,  ya  sea  con  la  oración  de 
gratitud  y  de  la  acción  de  gracias. 

Pues  bien,  dignísimo  Jefe,  bizarros  oficiales  y  queridos  soldi.^ 
pedicionarios:  el  Dios  de  los  hebreos^  en  el  Desierto  y  de  los  Israeli 
el  mar  Rojo,  es  el  Dios  de  Covadonga  y  de  Lepante:  el  mismo  que  . 
á  cabo  la  obra  de  la  gloriosa  reconquista  con  San  Femando;  que  de 
la  victoria  de  Clavijo  con  Santiago;  que  con  Isabel  la  Católica  h* 
África  á  los  hijos  de  Mahoma,  y  que  extenderá  sobre  vosotros  el 
4e  su  soberana  protección. 

Prenda  segura  de  esta  misericordia,  son  estas  demostraci^*''^ 


El  f  aaeral,  marqué*  de  Abavada. 


t^ 


á 


CRÓNICA  DK  Uk  QUERRÁ  D»  OÜBA 261 

«as  que  hacéis  ante  los  santos  altares  para  implorar  la  asistencia  de  la 
Sant^ima  Tirgen,  antes  de  partir  para  el  teatro  de  la  guerra;  y  sean 
cuales  fueren  los  accidentes  de  la  campaña,  bastará  á  sostener  y  afir- 
mar nuestra  esperanza  la  iiermosa  y  tierna  ceremonia  de  imponeros  el 
Santo  Escapulario  de  la  Virgen  del  Carmen  con  la  medalla  de  Naestra 
Señora  del  Pilar,  que  con  tanta  solicitad  y  esmero  os  ha  preparado  una 
piadosa  señora,  para  que  en  las  horas  de  angustia  y  en  los  momentos 
de  peligro,  la  imagen  de  la  Virgen  Santísima,  sea  vuestro  consuelo, 
Yuestro  refugio  y  vuestro  amparo. 

Acto  tan  tierno  me  obliga  á  manifestaros  lo  que  siente  mi  corazón, 
¡Ah!  Yo  te  saludo,  brillante  regimiento  cazadores  de  Atbuera,  gloria  y 
ornamento  del  ejército  español,  decoro  y  modelo  de  todos  los  regimientos 
del  Arma;  tú,  tú  que  mil  veces  has  dado  grandes  pruebas  de  virtud  y  de 
sufrimiento,  tú  que  en  cien  combates  has  conseguido  coronarte  con 
otros  tantos  laureles,  tú  que  en  mil  ocasiones  has  proporcionado  con  la 
mayor  abnegación  días  de  gloria  á  la  patria,  tú  que  lleno  de  fé  y  en- 
tusiasmo vienes  en  este  día  á  postrarte  ante  tu  querida  protectora  la 
Santísima  Virgen  del  Pilar,  recibe,  recibe  el  más  cumplido  parabién;  y 
vosotros,  mis  queridos  expedicionarios,  repetid  hoy  entusiasmados  en 
presencia  de  esa  vuestra  protectora,  lo  que  el  pueblo  de  Betulia  al  con* 
templar  la  insigne  victoria  que  sobre  los  asirlos  consiguiera  su  famosa 
heroína.  «Tu  gloria  Jerusalen,  tu  letitia  Israel,  tu  honorificentia  populi 
noetri.» 

Sí,  expedicionario  de  Albuera,  á  María  Santídma  han  acudido  siem- 
pre los  más  insignes  capitanes  y  los  guerreros  de  más  renombre.  Ri- 
cardo, Corazón  de  León,  llevaba  camisas  tocadas  á  la  de  la  imagen  de 
María  Santísima  de  Ohartres;  Duguesdín,  hacía  prodigios  de  valor  al 
grito  de  Nuestra  Señora;  Jaime  de  Aragón,  lanzaba  las  huestes  agarenaa 
de  su  reino  y  las  hacía  huir  ante  los  estandartes  de  María;  Alfonso  de 
OastíUa,  derrotaba  doscientos  mil  moros  auxiliado  por  Ella  y  el  gran 
Colón  la  invocaba  como  á  su  consuelo  en  todos  sus  conflictos.  ¡Ah!  No 
dejéis,  queridos  expedicionarios,  no  dejéis,  de  acudir  á  Maria  en  todas 
vuestras  necesidades,  pues  SUla  es  la  Reina  de  las  victorias  y  también  el 
auxilio  de  los  cristianos,  «auxilium  cristianorum.» 

Por  loque  á  mí  toca,  todos  los  días,  en  el  altar  del  sacrificio,  tendré 
pr*~  '*^notros  amantes  y  piadosos  recuerdos,  rogando  al  Señor,  por  me- 
dí -^n  de  la  Virgen  del  Pilar,  nuestra  protectora,  y  del  gran  Apóstol 
Si  go,  nuestro  Patrón,  que  haga  próspera  vuestra  navegación,  cen- 
se -uestra  salud,  defienda  vuestra  vida  y  os  conceda  pronta  y  seña» 
b        .^toria. 

-^-H  bien,  señores,  no  seria  justo  ni  nada  caritativo  que  yo  diera 
ib  ,  desaliñada  plática  sin  dedicar  un  recuerdo  á  los  que  fueron 

VI  oficiales  de  Bailen,  hijos  queridos  de  esta  nobilísima  ciudad. 


L 


262 CRÓNICA  gE  UA.  avSREA.   DB  CUBA 

que  con  qd  valor  á  toda  prueba,  y  pensando  tal  vez  en  sn  querida 
tria  han  muerto' heroicamente  al  frente  de  sos  Boldados  en  defensa 
honra  y  de  la  integridad  nacional. 

Y  como  ea  pechos  católicos  la  forma  de  la  gratitud  es  el  sofr 
por  ellos  hemos  pedido  todoa  al  Dios  de  las  misericordias,  que  pi 
con  gloria  eterna  los  aumentos  de  gloria  que  han  dado  á  su  qu 
país. 

Finalmente,  señores,  haga  el  Señor,  por  su  bondad  infinita,  q 
oonTierta  en  bien  el  mal  que  boy  nos  afllje  y  que  gocemoe  pronto, 
pronto,  los  beneficios  de  la  paz  que  es  principio  de  toda  prosperida 

Sea  prenda  Bí;gura  de  estos  votos  la  bendición  que  desde  el  fom 
mi  alma  os  doy  en  el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del  Espirita  S 
Amén. 

■    Carlos  Carpintero  Buriüo. 

Bando  de  la  alcaidía. 

Logroñenses: — A  la  hora  de  las  tres  de  la  tarde  del  día  de  ma 
saldrá  de  esta  ciudad  el  esouadrÓ'n  expedicionario  del  regimiento  < 
Ueria  de  Albuera  destinado  á  la  campaña  de  Cuba,  en  donde  va  &  d 
der  la  integridad  del  territorio  español. 

Ya  en  otras  ocasiones  semejantes  habéis  demostrado  vuestro  e 
alvalerosoejercito.de  la  patria  y  no  duda  el  municipio  que,  en 
Bueva  ocasión  seguiréis  dando  maestras  inequívocas  de  vuestra  ge 
sa  hidalguía,  acudiendo  á  despedir  &  esos  queridos  hijos  de  nuesti 
oión  que  van  á  aaorifíoarlo  todo  en  honor  de  sus  banderas. 

Así  mismo  os  mego,  en  nombre  de  la  representación  popular,  < 
lañéis  los  balcones  de  vuestras  viviendas,  principalmente  en  las 
del  Mercado,  Sagasta,  Estación  y  muro  del  Siete  y  de  los  Reyes,  oo 
do  siempre  con  la  gratitud  del  municipio  y  de  la  alcaldía- 
Logroño,  20  de  Enero,  de  1896. —  Vicente  Infante. 


El  viaje  del  general  Weyler,  desde  Barcelona  á  Cádiz,  fué  en  exl 
felii. 

'    El  día  27  de  Enero,  ¿  las  ocho  de  la  mañana,  fondeó  el  < 
Domingo. 

La  población  esperaba  con  ansias  la  llegada  de  los  expedición 
y  apenas  tuvo  noticias  del  fondeamiento,  acudió  al  muelle,  desee 
recibirle. 

Las  autoridades  civiles  y  militares,  á  bordo  de  un  remolcador 
-vieron  á  visitarle.  El  general,  recordaba  emocionado,  y  así  lo  rf> 


ORÓNIOiL   T>K   LA  OÜERÍIA   DB   CUBA  2é3 

la  despedida  que  le  hizo  Barcelona,  y  solo  ne^tía  que  el  Alfonso 'XJ II 
ño  zarpara  en  el  acto,  porque  le  impacientaba  ya  el  tienipo, que  había 
de  tardar  en  llegar  á  Cuba. 

El  general  Fernández  Rodas,  gobernador »  militar  felicita  al  nuevo 
gobernador  general  de  Cuba,  quien  contestó  emocionado  que  sentía 
honda  ansiedad  por  llegar  á  la  Ehibana,  que  le  abruma  el  peso  de  las 
responsabilidades  contraidas  y  que  piensa  en  lo  horroroso  que  sería  su 
fracaso^  pero  que  está  orgulloso  de  su  misión  dispuesto  á  todo  para 
cumplirla  y  confiado  en  el  valor,  en  el  heroismo  de  los  soldados. 

De  haber  sido  posible,  quería'  el  general  Weyler  transbordar  al 
Alfonso  XIII  y  zarpar  enseguida. 

No  aceptó  el  convite  del  general  Fernández  Rodas  quien  esperaba 
tenerle  á  comer,  resuelto  á  permanecer  á  bordo  del  Santo  Domingo. 

A  las  once  de  la  mañana,  almorzó  el  general  y  después,  paseando 
por  la  toldilla  del  buque,  declaró  á  varios  de  los  señores  que  habían 
acudido  á  saludarle,  que  le  preocupaba  el  porvenir,  y  expresó  sus  te- 
mores ante  lá  enorme  responsabilidad  que  asume,  de  la  confianza  (¿he 
en  él  ha  puesto  la  nación. 

EJntónces  quedóse  un  rato  pensativo  y  el  general  Ahumada  le  sacó 
de  su  ensimismamiento,  cociéndole: 

— General,  tengo  fe  ciega  en  que  la  victoria  será  suya No  caben 

discusiones  ni  recelos.....  E^  una  corazonada  de  todo  el  pueblo  español. 

En  tales  mdtheiltos  sé  iba  efectuando  el  trasbordo  de  los' escuadrones 
embarcados  en  Barcelona,  que  llevaban  al  Alfonso  XIII  un  auxiliar  de 
la  Trasatlántica  y  el  vapor  Trocadero.  .  - 
'  Los  soldados  no  cesaban  de  dar  viras,  todo  era  alegría  y  confianza. 
;  El  general  no  quería  bajar  á  tierra  por  miec'o  á  las  ovaciones,  y 
y  mucho  más  en  las  circunstancias  excepcionales  en  que  se  encontraba 
por  las  recientes  desgracias  de  familia  que  había  sufrido. 

A  las  dos  de  la  tarde,  trasbordó  el  general  al  Alfonso  XIII,  y  du- 
rante la  travesea,  fué  hablando  de  Cuba,  de  sus  importantes  progresos 
en  las  ciencias  y  en  las  industrias.  Antes  que.  la  Península — decía  el  ge- 
neral— tuvo  Cuba,  sus  tranvías,  sus  redes  telefónicas^  etc. 

Es  innegable — añadía— que  la  hace  progresiva  la  vecindad  de  los 
Estados  Unidos;  pero  en  progreso  está,  y  por  ello  es  un  ei*ror  el  negarle 
I"  ^Ttades  y  reformas  que  la  vida  progresiva  requiere. 

¡Triste  error — exclamó, — que  tanta  sangre  y  tanto  dinero  ha  cos- 


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Sofocada  la  rebelión,  el  general  Weyler  opina  que  debe  concederse  á 
"^a  todas  cuantas  libertades  y  mejoras  políticas  y  administrativas  son 

i     upatibles  con  la  vida  nacional. 

"¡orno  sé  repitiera  la  noticia  de  que  e^tá  herido  Máximo  Gómez,  ob- 

I       '  -^1  general  Weyler  que  sería  de  lamentar  su  muerte,  pues  contiene 


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OBÓKICA   DE   LA   QUKBBA  UK  CUIU  365 


Uns  ves  en  el  Alfonso  XIII,  abrió  la  eorrespondeneía  y  trasmitió  á 
Baioelona  el  BÍgniente  telegrama: 

•  Gobernador  general  electo  de  Cuba  á  alcalde  Barcelona. 
>AI  llegar  &  Cádiz  mego  interprete  á  ese  paeblo  qae  tanto  quiero  mi 


ig  dmiento  por  las  prnebaa  de  afecto  de  que  ^fní  objeto  á  mi  despe- 

dii       .aseando  hacerme  acreedor  á  tal  confianza,  realisando  las  espe- 
ra      3  qtM  en  mí  tienen. — Wetleb. 

"  impaciente  estaba  el  general  por  oomplir  su  misión,  que  quería 
qu  illa  misma  noche  zarpara  el  Alfonso  XIII. 


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266  CRÓNIQA  DX  LA  GUSKRA  DE  CUBA 


Vista  la  imposibilidad  de  ello  ordenó  que  se  alistase  todo,  á  ñn  de 
zarpar  á  las  ocho  de  la  ma&ana. 

Suprimió  la  escala  de  Canarias  para  ganar  uno  ó  dos  días;  tal  era 
íu  impaciencia. 

Saltó  á  tierra  el  general  Weyler  acompañado  del  general  Ahumada 
y  sus  ayudantes,  á  las  siete  y  media  de  la  noche,  no  queriendo  hacerlo 
í^         oficialmente. 

A  pié  recorrió  parte  de  la  ciudad,  visitando  al  gobernador  civil,  al 
alcalde,  y  al  gobernador  militar. 

En  el  doniicilio  del  general  Fernández  Rodas  aceptó  una  taza  de 
café,  en  espera  déla  llegada  del  tren  en  que(rvenían  los  generales  desti- 
nados á  Cuba. 

El  Casino  Gaditano  convidó  á  tomar  una  copa  de  Jerez  al  goberna- 
dor general  de  Cuba,  quien  aceptó  á  condición  de  que  fuese  extricta- 
mente  íntima  la  reunión,  sin  él  menor  carácter  de  fiesta,  rogando  que 
respetaran  su  luto. 

•     — Bebo — dijo— por  el  primer  triunfo  que  alcance  en  Cuba.  En  esa 
hermosa  perla  de  las  Antillas  que  algunos  pesimistas  dicen  que  se  ha  de  • 
perder  y  que  yo  aseguro  lo  contrario.  Perder  á  Cuba,  sería  la  ruina  de 
Espa&a,  y  una  deshoni^  nacional. 

A  las  ocho  y  media  entraba  el  tren  en  la  estación,  donde  aguarda- 
ban nutridas  comisiones  militares  y  gentes  del  pueblo  venidas  en  parte 
de  las  poblaciones  vecinas. 

Llegaron  los  generales  Ochando,  Bariíés  y  Arólas,  destinados  á  Cuba. 

Eq  Córdoba  tomó  el  tren  el  general  Monroy,  venido  expresamente  á 
saludar  al  general  Weyler.     . 

Los  cuatro  generales  se  fueron  directamente  al  Gobierno  militar. 

El  general  Weyler  abrazó  fuertemente  al  general  Arólas,  diciéndole: 

—«¡Vamos  á  otro  Joló!  Hay  que  dejar  bien  puesto  el  pabellón  como 
en  Filipinas...  Juntos  peleamos  y  juntos  vencimos.» 

La  entrevista  de  los  generales  en  el  gobierno  general  fué  en  extremo 
afectuosa. 

La  escena  suscitó  el  entusiasmo  de  los  generales  presentes  que  eran 
Ochando,  Bargés,  Monroy,  Ahumada,  Bsmal,  Fernández  Bodas  y  Cas- 
tillejos. 

Aquella  misma  tarde  á  las  cinco  y  media  llegó  en  tren,  el  escuaf*  u 
de  caballería  de  Vitoria,  procedente  de  tíeréz. 

Los  jerezanos  hicieron  al  escuadrón  una  despedida  delirante. 

En  Cádiz  tuvo  un  gran  recibimiento,  asistiendo  las  autoridades,  ,  »• 
nerales,  jefes  y  oficiales,  miisioas  y  mucha  gente. 

Seguidamente  embarcaron  los  expedicionarios  én  los  remolcadc  » 
que  les  trasbordaron  al  Alfonso  XIIL 


r 


^*^0*0^0t0p0^0*0*»*0*0^0^0*0^0^0m^0^m^0*^^0^ft0^0^0^m0 


A  despedida  que  Palenoia  hizo  a!  escuadrón  expediciona- 
rio de  FamesiOf  fué  brillantísima. 

El  banquete  que  en  el  Continental  se  dio  á  la  oficiali- 
dad de  dicho  escuadrón  resultó  conmovedor  y  entusiasta. 

Después  de  pronunciarse  elocuentes  y  patrióticos  brin- 
dis, leyóse  la  siguiente  composición  poética,  original  del 
señor  Cadavieso  Calderón. 


Al  escuadrón  de  Farnesio  destinado  á  la  campaña  de  Cuba. 


En  el  fecundo  suelo  americano 
c      Jolón  descubrió^  la  patria  amada 
t      3  6u  honra  hoy,  allí  empeñada 
^      á  defenderla  vais  contra  el  villano. 

í8  enemigaos  son;  el  clima  insano 
}       Tuerra  traidora  de  emboscada, 
]        08  sobra  valor  y  fe  sa^rrada 


para  vencer,  al  clima  y  al  tirano. 

Más  solos  no  partís,  que  os  acompaña 
en  el  mar  de  la  Antilla  leriebroso 
y  en  el  rudo  sufrir  de  la  campaña, 
el  corazón  amante  y  cariñosa 
de  sacrosanta  Madre...  de  la  España 
que  vela  por  su  ejército  glorioso. 


^tes  que  se  leyera  este  soneto  que  fué  muy  aplaudido,  pronunció 
el  improvisado  brindis,  que  copiamos. 


268 


OBÓmOA  DE  L&   GüBBaA.  DI  OÜBA 


MientrBBhaya  un  corazón 
que  encierre  6an({Te  española 
DI  con  los  yankés,  ni  eola, 
TencerA  la  iosarrección. 
Y  eBte  brillante  escuadrón 
de  Farneoio,  que  ahora  va 
á  la  guerra,  ayudará 
&  conseguir  la  victoria, 
y  con  laureles  y  gloria 
i  Paleucia  TolverA. 

Que  ha  de  vencer,  lo  atestigua 
el  renombre  que  alcanzó 
cuantas  veces  se  batió, 
porque  su  bifitoria  es  antigua. 
T  en  la  cubana  manigUa 


luchará  siempre  aninioso 
7  BÍu  tregua',  ni  repoeo, 
que  es  cada  soldado  un  Marte 
por  haber  formado  parte 
de  Fameeio,  el  valeroao. 

Y  como  espero,  señorea, 
que  ha  de  quedar  nuestra  Bsp: 
victoriosa  en  la  campaña 
contra  ingratos  y  traidores, 
brindo  por  los  defensores 
de  BU  honor  inmaculado 
y  de  BU  nombre  Bagrado; 
por  los  dignos  generales, 
por  loa  jefes  y  oficiales 
y  por  el  pobre  soldado. 


A  las  dos  y  media  de  la  tarde  salieron  del  cuartel  loa  individuos 
del  escuadrón  expedicionario,  precedidos  y  acompañados  de  tod< 
jefes  y  ofloiales  del  regimieato,  presididos  por  el  señor  coronel. 

El  alcalde  y  diez  ó  doce  concejales  con  los  porteros,  guardas  i 
oipales  y  seguidos  de  la  banda  de  música  que  tocaba  entusiastas  hñ 
formaba  parte  principal  de  la  comitíTa,  así  como  todas  las  autorí 
y  comisiones  de  los  cuerpos  militares  y  centros  oficiales. 

Las  calles  del  tránsito  desde  el  cuartel  á  la  estación  estaban  < 
das  de  canosos,  y  los  balcones  de  las  casas,  vistosamente  engalar 

En  la  estación  aguardaba  ya  un  nameroBo  gentío,  deseoso  de  c 
dir  y  saludar  á  los  valientes  soldados  de  Famesio,  y  entre  ese  t 
estaban  los  alumnos  del  Institato,  Escuela  Normal  y  colegio  de 
Isidoro,  coa  banderas  de  colores,  predominando  el  mojado  de 
Castilla  y  la  que  simboliza  las  glorias  de  la  patria. 

El  estampido  de  las  bombas  y  cohetes  anunció  la  llegada  del 
ezpedioionarío,  como  también  su  salida  de  la  estación. 

Hubo  escenas  conmovedoras  al  despedirse  los  expedioionari 
sus  familias  y  amigos,  y  muchos  de  estos  quisieron  acompaña 
algunas  horas  á  los  bravos  defensores  de  la  integridad  nacional 
bieron  al  tren  que  les  conducía.  El  Sr.  Polanoo,  alcalde  de  la  ciad 
algunos  concejales,  diputados  y  oficiales  lea  acompañaron  hasta  O 
ó  Alar,  y  se  asegura  que  algunos  llegaron  hasta  Santander. 

El  Ayuntamiento  obsequió  á  la  oficialidad,  clases  y  tropa  del  ( 
drón  expedicionario,  con  una  docena  de.  cajas  de  cigarros  habana 
diez  reales  4  cada  soldado,  cinco  pesetas  á  los  cabos  y  siete  oincut 
cada  sargento. 

El  Sr.  Rodríguez  LagnniUa,  diputad'j  &  Cortes,  les  regaló  tre' 
cinco  arrobas  de  vino  blanco  de  su  cosecha. 


OaéinOA  PM  LA  OOaKEA  P«  OÜBA 269 

«dad  El  Casino  también  obsequió  en  metjlíoo  á  la  trepa,  7 
mas  oajaa  de  cigarros  á  los  ofloiales. 

posible  dar  nn  paso  por  el  anchuroso  andén,  ooupado  por  las 
LB  partes  de  la  población,  y  la  guardia  civil  empleaba  un  ím- 
probo trabajo  para  lograr  abrir 
paso,  por  entre  la  apUlada  mu- 
chedumbre, á  las  autoridades  y 
corporaciones  oflcíalee  que  tenían 
el  deber  y  la  satisfacción  de 
acompañar  hasta  la  partida  del 
tren  á  los  soldados  de  la  patria. 
Sonó'  el  silbato  de  la  máquina 
anunciando  la  marcha,  y  eetalló 
una  salva  d«  entusiastas  aplaa- 
SO8  por  todos  los  ámbitos  del  an> 
den;  hubo  vivas  á  la  patria,  al 
ejército,  á  Famesio  y  al  triunfo 
de  España  en  la  fratricida  gue- 
rra; millares  de  manos  se  agita- 
ban, saludando  frenéticamente  á 
los  que,  hasta  hoy,  han  sido,  más 
que  huéspedes  molestos,  amigos 
cariñosos  de  los  vecinos  de  Fa- 
lencia, y  entre  estrepitosos  vivas 
■ipurÉiB»(«..  y  aclamaciones  salió  de  la  esta- 

ción  la  magestuosa  máquina  que 
1  puerto  de  embarque  para  Cuba  á  los  que  la  suerte  ha  desig- 
que  representen  en  aquel  sufrido  y  valeroso  ejército  al  biza- 
ento,  de  brillante  y  larga  y  gloriosa  historia;  al  de  Famésio. 
jielo  que  vuelvan  pronto  ilesos  y  victoriosos,  al  regazo  de  sus 
los  amantes  brazos  de  sus  desconsoladas  esposas  y  á  recibir  las 
cias  de  sus  tiernos  hijos  cuantos  han  abandonado  la  peninsu- 
allende  efl  irraseible  Océano,  á  correr  los  azaree  y  peligros 
la  y  cruenta  guerra  y  á  sufrir  loa  rigores  de  nn  clima  tan 
o  mortífero. 


W^OiSiSC^Si 


OPINIONES  DE  UN  SOLDADO 


»^^»^^^^>^»%^^>^i^^i^^<i^^l^^t^^<^^^^^^W^^>^^^^rf%tf^>^^»^>^»W^^>^'^^<Í 


'  ». 


N  un  colega  militar  ha  publicado  un  soldado  algunas  obser- 
vaciones  encaminadas  á  demostrar  que  los  preceptos  del 
arte  de  la  guerra  son  aplicables,  así  como  los  niodemos 
adelantos  de  la  ciencia  militar,  á  la  campaña  de  Cuba,^  con 
las  modiñcaciones  propias  de  la  condición  especial  que  la 
misma  tiene. 

Así,  pues,— dice — en  la  guerra  de  Cuba  nuestro  ejército  tiene  que 
vencer  forzosamente,  no  sólo  por  su  valor  heroico,  sino  porque  nuestros 
generales,  jefes  y  oficiales  conocen  la  ciencia  militar,  que  los  insurrectos 
desconocen,  y  por  lo  que  es  de  esperar  llegue  pronto  el  día  en  el  que, 
obedeciéndolas  operaciones  de  nuestras  columnas  á  un  plan  general  de 
campaña  cualquiera,  reduciendo  cada  vez  más  el  teatro  de  las  operaeib- 
nes  de  la  insurrección,  no  sólo  no  le  sirva  el  fraccionarse,  sino  que  n 
pudiendo  hacerlo,  no  tenga  más  remedio  que  combatir  siempre  que  noi 
otros  lo  deseemos  y  donde  más  nos  convenga. 


El  estableoimiento  de  líneas  que  tienen  por  objeto  llevar  la  insurri 


r 


CBÓNIOA  DK  UL   OUKRBA  DE   QUBA  271 


oiÓQ  delante  de  nuestras  colamnas,  redaciendo  cada  vez  u\&s  él  teatro  de 
op^raeipne;»  para  terminar  por'  acorralarla  en  el  extremo  oriental  de  la 
isla  y  una  vez  allí,  obligarla  á  rendirse  ó  á  batirse  para  ser  positivamen- 
te vencida,  es  uno  de  los  puntos  esenciales  en  el  plan  que  nos  ocupa. 

Estas  lineas  son  trece:  de  Matanzas  á  Santa  Clara;  de  Remedios  á 
Cienfacgos  por  Santa  Clara;  de  Remedios  á  Trinidad  por  Sancti  Spiri- 
tos;  de  Remedios  á  Tunas  de  Zaza  por  Sancti  Spiritus;  de  Júcaro  á  Mo- 
rón por  Ciego  de  Avila;  de  Nuevitas  á  Santa  Cruz  del  Sur  por  Puerto 
Príncipe;  de  San  Miguel  á  Zanga  por  Guaimaro;  de  Manatí  á  Cauto 
Embarcadero^ por  Victoria  de  las  Tunas;  de  Mayari  á  Cauto  Embarca- 
dero por  Cauto  Cristo;  de  Mayari  á  Santiago  por  San  Luis;  d^  Manza- 
nillo á  Santiago  por  Bayamo;  de  Sagua  de  Táñame  á  Caimanera  por 
Santa  Catakna  de  Guantánamcy  Santa  Catalina  á  Baracoa  por  Pu- 
ñal. 

■ 

Las  líneas  antes  expresadas  c^n  sus  vías  férreas  militares  y  el  nú- 
mero de  fuertes  necesarios  (se  calculan  en  unos  144),  pueden  qjuedar  es- 
tablecidas en  menos  de  mes  y  naedio. 

La  longitud  total  de  las  vías  férreas  será  de  640  kilómetros,  y  su- 
poniendo  que  el  precio  kilométrico  de  esta  clase  de  vías  con  el  material 
militar  móvil  correspondiente  sea  de  pesetas  20,000,  entregado  en  cual- 
quiera de  los  puertos  de  la  isla,  resulta  que  su  coste  será  de  12.800,000 
pesetas. 

Esta  cantidad,  aunque  á  primera  vista  parece  crecida,  es  insignifi- 
oante — dice  el  autor — si  sé  considera  que  merced  á  ese  gasto  se  acelera 
la  feliz  tern^nación  de  la  campaña,  con  lo  que  se  economiza  la  sangre 
de  nuestros  soldados,  sus  fatigas  y  la  suma  enorme  que  diariamente  nos 
cuesta  aquella  guerra. 

Además — añade — ^una  vez  conseguida  la  victoria  y  restablecida  la 
paz,  esas  vías  férreas  militares  constituyen  una  red  de  ferro -carriles 
económicos  que  contribuirán  al  desarrollo  de  la  riqueza  comercial, 
agrícola,  industrial  y  miuera  de  la  isla,  y  que  siendo  del  Estado,  su 
exportación  será  fuente  de  abundantes  ingresos,  que  contribuirá  po- 
derosamente á  enjugar  el  déficit  que  en  el  Tesoro  ha  producido  la 
guerra. 


juicio  de  un  soldado  y  corroborando  las  afirmaciones  pública- 
m  ^  hechas,  no  hace  mucho  por  un  distinguido  general,  que  conoce 
ac  .lia  guerra,  las  fuerzas  militares,  dentro  del  plan  indicado,  deben 
di  -".irse  en  tropas  de  ocupación,  guarniciones  de  posiciones  y  líneas 
y      "^ag  de  operaciones. 


L 


272 CBOSICA   DE  LA   BüKBBA  PK  CUBA 

T  partiendo  de  esta  diviaión  esencial,  empezaría  por  destinar  al  de- 
partamento Oriental  25,000  hombres  y  al  Camagttey  15,000,  onyo  pb- 
jeto  sería,  no  solo  mantener  en  respeto,  sino  perseguir  sin  desoanso  i 
las  partidas  que  andau  hoy  por  esa  comarca  é  ir  estableciendo  las  TÍas 


militares  antes  señaladaf.  A  Pinar  del  Río  irían  5,000  hombres,  q. 
consideran  safioientes  para  su  ocupación  militar. 

Las  líneas  no  habían  de  establecerse   hasta  que  las  faerzas  de  op< 
clones  llegaran  al  terreno  en  que  se  habían  de  emplazar,  y  batido 
tanto,  todo  el  que  dejan  á  retaguardia. 


I  CaÓSiqA  DM  LA  ODKEBl.  DB  qUBA  273 

[  ¿Qa¿  faenas  son  necesarias  para  la  realización  del  plan?  El  autor 

[  oateola  en  40,000  hombres  las  qae  exigen  la  ocupación  y  guarnición  de 

I  ]u  lineas  y  en  80,000  las  de  combate. 


ipisíón  de  estas  fuerzas  de  combate,  organizadas  en  dos  cuerpos 
.,000,  uno  de  vanguardia  y  otro  de  retaguardia,  y  divididos  en 
"ñas,  convenientemente;  situadas,  empujarían  la  insurrección  hacia 

lAder^ao  S9—t.xt  Precio  lO  eent^ 


274 CRÓNICA  Pg  LA  QUBBRA  PE  OUBA 

el  extremo  oriental,  en  cuya  situación,  aumentando  el  ejército  de  ope* 
raciones  con  los  40,000  que  desde  el  principio  tenemos  en  el  Gamag^ey 
y  en  Santiago  y  apoyándose  en  las  líneas  de  esta  provincia,  envolvería 
al  enemigo  fácilmente,  concluyendo  por  derrotarlo. 

Resulta,  pues,  que  según  este  plan  son  precisos  160,000  hombres 
efectivos  en  Cuba,  y  que  teniendo  en  cuenta  las  bajas,  habrá  que  contar 
además  con  el  15  por  100.  El  tiempo  que  exige  para  su  desarrollo  no 
llega  á  cinco  meses. 

Notas  importantes. 

De  una  carta  del  señor  Gasset,  fechada  en  Puerto  Padre,  á  18 
Diciembre,  tomamos  los  siguientes  párrafos: 

cEl  día  anterior  había  llegado  á  Puerto  Padre  una  columna  que  pa- 
saba de  1,000  hombres,  compuesta  de  fuerzas  de  Bailen,  Aragón  y  Ha- 
bana, un  escuadrón  de  Hernán  Cortés,  una  pieza  de  montaña  y  varias 
guerrillas.» 

Las  aguas,  que  por  caso  extraordinario  en  esta  época,  lejos  de  cesar, 
arrecian,  son  causa  de  que  infinidad  de  soldados  terminen  descalzos  las 
marchas;  así  es  que  da  grima  verlos  andar  con  los  pies  estropeados  so- 
bre piedras  y  malezas. 

Confírmase  en  estos  párrafos  lo  que  no  nos  cansaremos  de  sostener 
para  ilustrar  la  opinión,  y  evitar  el  peor  de  los  pesimismos  en  una  cam- 
paña, que  es  la  desconfianza  en  los  que  la  dirigen^ 

El  temporal  ha  sido  excepcionalmente  desfavorable  para  las  opera- 
ciones y  la  salud  de  las  tropas.  Véase  que  para  formar  una  columna  de 
poco  más  de  1.000  hombres  entre  infantes,  ginetes  y  artilleros,  se  nece- 
sitan tres  cuerpos  de  infantería.  Calcúlese  además  la  celeridad  que  pue- 
den alcanzar  marchas  en  que  los  soldados  europeos  acaban  por  caminar 
con  los  pies  descalzos. 

Ante  estas  contrariedades  es  preciso  recordar  lo  que  Felipe  H  dijo  al 
saber  la  destrucción  de  la  gran  armada,  y  hay  que  confiar  en  que  ha  de 
acabar  el  mal  tiempo,  y  con  el  aprovechamiento  de  los  nuevos  refuer- 
zos, ha  de  tomar  otro  giro  favorable  U  campaña  en  el  centro  de  la  isla 
de  Cuba. 


Los  combates  de  la  Trocha 


^ 


«MMMM**«W«MMPW*««MM««««M^«MM* 


N  ]a  noche  del  3  al  4  de  diciembre  atravesó  la  Trocha- 
e1  titulado  general  insurgente  Máximo  Gómez  con  800 
caballos  y  300  infantes,  y  el  5  lo  verífioó  una  fuerza  de 
200  ginetes  negros  y  mulatos  que  volviendo  grupas  me  • 
rodean  por  la  vía  férrea.  Siguiendo  las  instrucciones  de 
sus  jefes  pretenden  volar  los  puentes  por  medio  de  la  dinamita,  no  ha- 
biéndolo conseguido  todavía  merced  á  las  disposiciones  adoptadas,  tiro- 
teando sin  embargo  todos  los  trenes  que  circulan  por  la  Trocha.  Pera 
no  adelantemos  los  sucesos. 

El  5,  y  una  vez  que  hubo  regresado  la  columna  que  condujo  un  con* 
voy  á  San  Nicolás,  fuerte  que  dista  de  aquí  siete  leguas,  salió  en  perse- 
cución del  viejo  dominicano  á  las  órdenes  del  señor  Rizo,  coronel  del 
regimiento  infantería  de  Alfonso  XIU. 

"^^  Ha  columna,  de  unos  1500  hombres,  está  compuesta  de  fuerzas 
jndo  batallón  de  dicho  cuerpo,   todo  el  batallón  provisional  de 
Bico  número  1 ,  mandado  por  su  digno  teniente  coronel  don  Ar- 
^  *iíz,  dos  compañías  del  de  Reus  y  los  escuadrones  de  caballería  de 

.da  y  Lusitania  con  más  las  guerrillas  montadas  de  los  dos  pri« 
cuerpos, 
"^ido  á  la  interrupción  de  las  líneas  telefónicas  y  telegráficas,  nada 


276 ORÓNIOA  Pg  LA  OÜEaaA  DB  OtJBA 

se  sabe  de  dichas  fuerzas,  üaicamente  bÍ,  por  guajiros  llegados  de  Kio- 
Orsnde,  qae  en  las  Cejas  del  Re?aroadeTo  y  Santa  Fé  tavieron  un  en- 
cuentro con  el  enemigo  que  tras  alguna  resistencia  huyó  por  la  espe- 
sara, siendo  perseguido  muy  de  cerca  por  nuestras  tropas. 

Los  sitios  indicados  son  peligrosísimos  para  las  columnas,  pues  de 
bído  á  la  espesa  manigua  que  existe  ¿  ambos  lados  del  camino,  siempre 
son  tiroteadas.  Con  un  poco  de  serenidad  por  parte'  del  insurrecto  ten- 
dríamos que  lamentar  un  sinnú- 
mero de  bajas,  porque  disparando 
á  muy  corta  distancia  serían  apro- 
vechados todos  sus  proyectiles. 

El  8  de  diciembre  tuvimos  que 
lamentar  ana  de  tantas  salvajadas 
como  á  diario  son  víctimas  los  que 
por  lavar  el  borrón  que  pretenden 
echar  sobre  la  hispana  nación  loa 
hijos  de  la  hermosa  Cuba,  arros- 
tran todas  las  inclemencias  y  para 
quienes  todos  los  sacrificios  son 
'|!||!i'   pequeños. 

Uegada  con  retraso  al  parade- 
ro la  fuerza  del  batallón  de  Reos 
üsk     que  había  de  escoltar  el  tren  al 
r,.b.«.m«i«,.B,««i«iíMb,ii«n,.,.(Pí,.MB).        Júoaro,  salió  á  pié  por  la  vía.  Es- 
ta  fuerza,  compuesta  de  60  hombres,  iba  al  mando  de  dos  oficiales  del 
citado  batallón,  cuando  al  llegar  cerca  de  una  alcantarilla  suena  una  te- 
rrible detonación  y  ana  lluvia  de  tierra  cae  sobre  ellos.  Inmediatamen- 
te les  hacen  dos  descargas,  que  ocasionan  14  bajas  por  heridos,  entre 
ellos  un  primer  teniente  y  un  s^gento  atravesado  por  el  cuello  y  tres 
«oldados  muertos. 

El  gastador  Francisco  Qaroía  Fernández  fué  na  héroe. 
Es  un  hombre  alto,  de  atléticas  formas  y  tiene  una  herida  leve  en  el 
hombro  derecho. 

Explicaba  lo  sucedido,  intercalando  en  su  relato  bastantes  palabra» 
en  BU  lengua: 

— Caminábamos  por  la  línea  y  por  un  sitio  muy  estrecho  donde  la. 
manigua  llega  casi  hasta  los  mismos  railes.  Estábamos  cerca  de  ana 
cuQtuilla  cuando  sonó  una  grandísima  detonación  é  inmediatamei 
doB  descargas,  de  las  que  cayeron  tres  soldados  nuestros  muertoay  ] 
heridos  que  se  ven  aquí,  más  uno  que  murió  anoche  y  el  tenienl 
Antes  de  que  pudiéramos  damos  cuenta  de  lo  que  ocurría  y  no  repu 
tos  de  la  primera  impresión  oímos  desaforados  gritos  y  voces  de    <  i     . 


r 


OBOKICA  DE  LA  OÜEREA  DE  OüBA     ,  277 


/ 


machete  que  son  pocos! » ,  y  en  el  mismo  momento  salieron  de  la  manigtta 
muchos  insurrectos  qne  nos  cercaron. 

Yo — oontinaó  diciendo — me  vi  sujeto  por  tres  qne  se  me  agarraron 
á  este  brazo  (y  señalaba  el  izquierdo),  agregando  «¡pobre  galleguito, 
d¿ndehas  venido  á  morir!  >  (palabras  textuales);  inmediatamente  con  el 
fusil  que  tenia  en  la  mano  derecha  df  á  uno  un  golpe  en  el  pecho,  que 
cayó  á  mis  pies,  desasiéndome  de  los  otros  dos,  no  sin  que  uno  de  ellos 
me  tirase  un  machetazo  que  cortó  la  hamaca  que  llevaba  en  bandolera 
y  la  correa  hombrera  del  correaje,  como  se  puede  ver,  pues  ahí  está... 
y,  efectivamente,  estaba  cortada  como  con  una  navaja  de  afeitar. 

— Libre  de  aquellos  tres  enemigos — siguió — que  no  me  querían  de- 
jar volver  á  España,  corrí  á  retaguardia  y  disparando  mi  Maüsser  logré 
dar  muerte  á  tres  más,  y  al  ver  que  Nicolás  Frada,  ese  herido  que  está 
más  allá,  y  señalaba  dos  camas  más  arriba  de  la  suya,  sostenía  rudo 
combate  con  unos  cuantos,  me  uní  á  él,  procurando  dar  muerte  á  cuatro 
más,  de  modo  que  entre  los  dos  matamos  sietessin  el  del  culatazo  en  el 
pecho  que  no  sé  si  moriría,  pero  créame  usted,  le  di  bien  y  fuerte,  por 
lo  cual  creo  moriría.  Efectivamente,  un  hércules  como  él  es  capaz  de 
dar  muerte  no  á  un  hombre,  sino  á  un  buey. 

— ^Nada  pido,  señor,— continuó, — pero  «malus  demos  os  leven», 
que  como  pudiera  mover  bien  el  brazo  mañana  volvería  á  buscarlos.        ^/' 

El  oficial  á  quien  quedó  la  bala  alojada  en  un  testículo  (que  perderá)  (f\^^^ 
se  encuentra  relativamente  bien,  dentro  de  su  gravedad,  como  así  mis-  <^^<^ 
mo  el  sargento  que,  como  arriba  digo,  tiene  atravesado  el  cuello,  co8--í:¿^< 
tándole  sumo  trabajo  el  hablar.  De  los  demás  heridos  han  fallecido  tres.^/f^^^^ 

Practicado  al  día  siguiente  Un  reconocimiento  en  el  lugar  de  la  ac- 
ción,  se  vio  muchísima  sangre  en  todas  direcciones,  signo  evidente  de 
que  sus  bajas  han  debido  ser  bastantes.  La  alcantarilla  quedó  arreglada 
ai  siguiente  día. 

Siendo  la  Trocha  militar  del  Oeste  de  Jácaro  á  Morón  un  punto  tan 
importante  para  las  operaciones,  es  una  lástima  se  encuentre  tan  des- 
cuidada. Hay  en  Ciego  una  sola  brigada  que  no  para  nada  en  el  pobla- 
do; siempre  está  recorriendo  el  distrito  de  una  á  otra  parte,  mientras 
que  la  lioea  se  encuentra  únicamente  defendida  por  dos  compañías  del 
batallón  de  Reus  y  un  escuadrón  de  caballería.  ¿Son  suficientes  estas 
fuerzas  para  vigijar  una  extensión  de  catorce  leguas?  ¿Y  cómo  impedir, 

exponerse  á  ser  exterminados,  el  paso  de  numerosas  fuerzas  enemi- 
^?  Mientras  la  línea  no  esté  perfectamente  defendida,  el  enemigo  pa- 
'á  del  Camagüey  á  Las  Villas  y  de  Las  Villar  al  Camagüey,  y  cuando 

lor  donde  bien  le  parezca.  Ciego  de  Avila,  situado  en  un  punto  medio, 

encuentra  defendido  únicamente  por  un  par  de  compañías  y  alguna 

Tza  de  la  guardia  civil,  más  los  enfermos  del  hospital  que  todos  están 

^^dos.  Su  perímetro  es  grande  y  en  caso  de  alarma  las  fuerzas  de  las 


OBÓNIOA  DE  LA  ODKBRA  DE  GDBA 


representaciones  de  los  cuerpos  tienen  señalado  su  puesto  de  di 
Está  rodeado  de  una  valla  de  madera  de  jiqoi,  durísima,  termim 
aAiadaB  puntas,  y  tan  espesa,  que  no  puede  penetrar  por  entra  e 
brazo  de  un  hombre;  los  fortines  están  dispuestos  de  tal  manera,  < 
«ualquiera  calle  que  ee  esté  está  dominada  por  dos  de  ellos  y  por  li 
1^  de  la  manigua  cualquiera  de  ellos  está  defendido  por  los  adj^acenl 
A  pesar  de  todo  ello,  es  may  escasa  su  guarnición,  siendo,  coi 
objeto  principal  de  las  miras  de  Máximo  Gómez,  aunque  no  se  de 
naá  atacarlo.* 


t.> 


E^- 


Un  bando  del  general 


£1  general  Martínez  Campos  ha  hecho  circulará  primeros  del 
Biciembie  este  bando: 

«Habiendo  llegado  á  mi  conocimiento  que  se  ha  esparcido  el 
4e  que  ha  cesado  el  plazo  para  admitir  presentaciones,  juzgo  pr 
desmentir  este  aserto  y  hacer  saber  á  los  que  se  hallan  en  las  fílaí 
insurrección,  que  continúa  vigente  la  circular  que  di  el  día  16  de 
al  tomar  posesión  del  mando  del  ejercito,  que  previene  losignien 
«Los  presentados  serán  puestos  en  libertad,  excepto  los  que  1 
^adnación  de  jefe  y  los  cabecillas,  á  los  cuales  se  retendrá  preí 
perando  mis  órdenes:  para  poder  resolver  yo  según  los  casos,  sem 
cuenta  detallada  sobre  ellos,  expresando  los  nombres,  profesión, 
dad,  graduación,  si  tomaron  parte  en  la  otra  insurrección  y  si  e 
guerra  han  cometida*  alguna  tropelía. 

Como  la  suerte  de  los  prisioneros  y  de  los  presentados  ha  de  se 
distinta,  encargo  á  los  señores  j^es  de  columna  me  manifieste! 
p  /  «ada  uno  las  condiciones  en  que  han  sido  apresados  ó  se  han  prese 
r'    I  £1  trato  con  los  habitantes  del  campo  y  de  l'ja  pueblos  ha  de 

I; '  \     que  corresponde  á  la  nobleza  del  ejército  español  y  á  las  conven: 
de  la  patria;  en  ooasionee,  en  esta  clase  de  guerra,  el  mal  trato  ó  li 
,_    oiplina,  dan  lugar  á  la  exacerbación  de.  ella. — Arsenio  Martv 
|j  Campos.» 

r- 

%  El  combate  de  Hebarcadero. 


£1  día  31  de  Diciembre  la  columna  mandada  por  el  teniente  c 
don  José  Salamanca,  compuesta  de  dos  oompa&Cas  del  regimiei 
Tarragona  y  un  escuadrón  de  Pizarro  y  la  del  comandante  don  £ 
Aranjo,  que  la  componían  tres  compañías  del  primer  batallón  de. 
so  Xni  y  una  sección  de  caballería  de  Talavera  y  otra  de  Almans 
dades  todas  muy  escasas  de  fuerza,  atravesaba  la  ceja  del  monte  ] 
oadero  con  dirección  á  Río  Grande;  á  la  salida  de  la  ceja  el  enemij 


r 


CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  279 


la  había  obstruido  atravesando  tres  grandes  árboles  y  alambres  de  cer- 
cas, hiso  una  descarga  al  cabo  y  seis  soldados  de  caballería  que  iban  de 
extrema  vanguardia,  hiriendo  gravemente  á  un  soldado  y  matando  un 
caballo. 

En  seguida  se  retiró  el  enemigo,  pasando  la  columna  sin  novedad, 
hasta  que  al  atravesar  el  obstáculo  el  capitán  de  la  tercera  compañía 
del  primero  de  Alfonso  XIII,  don  Mariano  Gkan,  que  venía  mandando 
la  extrema  reitaguardia,  recibió  una  descarga  casi  á  quema  ropa,  de  la 
que  por  fortuna  solió  ileso,  sosteniendo  dicho  capitán  el  fuego  con  su 
revólver,  que  descargó  dos  veces  sobre  el  grupo  enemigo,  hasta  tanto 
qne  habiendo  pasado  su  compañía,  compuesta  de  44  hombres,  empeaó 
el  fuego  por  descarga,  rechazando  á  aquéllos.  La  columna  había  hecho 
alto  á  unos  cien  metros  para  tomar  disposiciones,  y  al  incorporarse  la 
teroera  compañía  con  un  soldado  herido,  volvió  á  ser  tiroteada  por 
el  enemigo  siempre  emboscado,  siendo  contestado  con  solo  nueve  hom- 
bres desplegados  á  retaguardia,  no  pudiendo  responder  al  fuego  que  ha- 
cia el  enemigo  por  derecha  é  izquierda,  por  haberse  recibido  aviso  de 
haber  salido  flanqueos. 

El  enemigo,  siempre  astuto  y  sagaz,  se  retiraba  cuando  éstos  se 
acercaban,  volviendo  de  nuevo  á  hostilizar  la  retaguardia  cuando  aque 
líos  habían  pasado,  no  pudiendo  evitar,  sin  embargo,  que  el  flanqueo  de 
la  izquierda,  compuesto  de  la  cuarta  compañía  de  Alfonso  Xin,  man- 
dada por  su  capitán  don  José  Rodrigo  Longo,  sostuviera  con  él  dos  nu- 
tridos tiroteos. 

Nuestra  brillante  caballería  no  pudo  maniobrar  por  impedírselo  lo 
montañoso  del  terreno. 

Ocurrió  un  hecho  que  es  digno  de  mencionarse:  hallándose  el  médi- 
co primero  del  escuadrón  de  Talavera,  don  Ricardo  Pérez  Rodríguez, 
en  las  guerrillas,  bajo  el  fuego  enemigo,  curando  al  soldado  herido  de 
la  teroera  compañía  Agustín  Bardagi,  emprendió  la  marcha  la  colum- 
na, y  preguntando  dicho  médico  al  capitán  señor  Gran  csi  se  iba  á 
quedar  solo^,  éste  le  contestó:  €  mientras  usted  y  el  herido  no  vayan  de- 
lante, la  tercera  compañía  sabrá  morir  aquí  toda. 

Las  familias  de  los  que  mueren  en  Cuba. 

\  producido  el  mejor  efecto  en  las  clases  militares,  y  de  seguro 
te  %  en  la  opinión  pública,  el  decreto  firmado  por  la  regeate,  y  que 
p  a  la  Gaceta,  concediendo  determinados  beneficios  á  los  huérfanos 
di         oficiales  que  mueren  en  Cuba  del  vómito. 

I  parte  dispositiva  de  dichc  decreto  dice  así: 

las  las  ventajas  concedidas  por  las  disposiciones  vigentes  respecto 
al  ^üo  y  permanencia  en  las  Academias  militares  á  los  huérfanos  de 


L 


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nya 


• ÜRÓmOA  DM   LA   OPKBSA  D»  OüBA 281 

tnat  iasarreeción  es  cosmopolita,  revolacíonaría. 
está  el  que  no  vea  bu  oaráoter  y  mi  tendencia.  No  pre^nta  á 
donde  viene;  bástele  saber  á  donde  va.  Por  eso  admite  á  onan- 
~  tos  quieren  incorporarse  á  ella.  Socialistas,  colectivistas,  anarqaistaa  de 


¡nropa,  esclavos  de  África,  parias  déla  India, judíos,  expnlsos,  emi^fra- 
08  de  todas  partes  están  llamados  á  ella  y  serán  bien  recibidos. 

Como  no  vamos  á  rescatar  el  sepulcro  de  Cristo,  no  necesitárnoslos 
ftballeros  de  las  cruzadas. 


J^ ^ 


284 qROHIOA  DB  LA  CÜBgtRA  DB  CUBA 

El  sar^uto  distribuyó  su  gente  en  tres  gmpos  con  la  orden  de  dis- 
parar contra  cualquiera  que  se  aproximara,  y  contestó  así  al  oabeoilla: 
.  <Sr.  FJeítes:  Agradezco  sus  nobles  promesas,  y  puede  usted  proceder 
á  la  toma  del  cuartel;  pero  antes  de  entregar  las  armas,  gastaremos  el 
último  cartucho  ó  moriremos  todos  en  defensa  de  la  patria  y  de  las  ar- 
mas que  están  á  mi  custodia.  Puede  usted  romper  el  fuego  en  seguida. 
Su  atento  y  s.  b. — Juan  PvcHOh,  jefe  del  destacamento.» 

Nueva  intimación  del  cabecilla,  contestada  oon  la  orden  de  qne  no 
se  acercara  nadie  al  fuerte,  pues  se  le  recibiría  á  balazos. 

Pronto  se  generalizó  el  fuego. 

Los  tres  héroes,   con  serenidad  pasmosa,   aguantaban  la  lluvia  de 
balas  procurando  ahorrar  las  muaioiones,   disparando  contra  el  sii' 
desde  el  cuál  salían  los 

disparos    más  nutridos.  ~~ 

Finalmente  uno  de  los 
mis  valientes  avanzó  y 
fué  herido.  Eotonces  se 
retiró  el  enemigo  al  gri- 
to de  ¡Viva  Cuba  libre! 
mientras  los  del  fuerte 
prorrumpían  en  vivas  á  :'■■„ 
España.  -,[; 

Losinsurrectos  saquea-  -^/'^á  ^ 

ron  la  tienda  del  asiático  '*^ d  ^ 

Quirino  Aquí,  y  fueron      - 

tiroteados  por  un  peque-  A^  ^ 

ño  destacamento  salido 

del  fuerte.  Otra  patrulla  -^^  .-^ 

hizo  luego  prisionero  a 
un  sujeto  armado  con  una  carabina  recortada. 

Los  vecinos  de  Guayabales  piden  el  ascenso  para  el  sargento  y  a 
recompensa  para  los  soldados. 

He  aquí  los  nombres  de  los  defoisores  de  G^uayabales: 

Sargento. — Juan  Pnchol  Casalta. 

Cabo. — Juan  Escuela  Larramona. 

Soldados. — José  Ramírez  Qaldón  (con  fiebre  de  39  grados),  Vioei 
Calatajud  Borro  (enfermo),   Joaquín  Domínguez  Asenoío,   José    ** 
Bíneta,  Francisco  Fuerte  Míralles,  Francisco  Alejandro  Serrano,   1 
cual  Cátala  Broch,  Manuel  Yifials  Carbonell,  Miguel  Qnerol  Fons, 
cente  CoUaso  Colas  y  Teodoro  Lorrión  Juan,  casi  todos  catalanes. 

En  una  carta  qne  tenemos  á  la  vista,   dice  uno  de  los  defensores 
Guayabales: 

«Ayer  los  tuvimos  (á  los  insurrectos)  acampados  á  tres  küómetr~ 


r 


CBÓNIGÁ  DX  LA  GUXRRÁ  DX  OUBÁ  285 


aquí;  pero  se  guardaron  muy  bien  de  venir,  por  más  que  han  pr.ometido 
dar  candela  á  todo  el  pueblo,  y  de  nosotros  dicen  que  harán  embutidos. 
Pero  ya  saben  que  les  queremos  mucho,  y  nos  desvivimos  por  obse- 
quiarles con  el  Matlsser;  sino  que  /ellos  son  tan  tontos  que  no  les  gusta 
esa  fiesta;  empiezan  á  gritar:  « ¡que  llevan  el  vichitof*  como  ellos  llaman 
al  Maüaser,  y  se  echan  á  correr. 

«Para  que  vea  quien  son  esa  gente,  durante  el  combate  vinieron  tres 
bastante  cerca  del  fuerte,  arrastrándose  por  junto  de  unas  tapias,  para 
pegarnos  fuego  á  la  casa;  sucedió  que  por  aquella  parte  no  se  hacía 
faego,  pero  yo  estaba  apuntando,  y  como  se  perfilaban  tres  sombras 
qoe  se  movían  ^en  las  tapias  de  la  casa  del  vecino  Crespo,  les  envié  una 
bala  Maüsser,  y  allí  había  de  verles  usted  correr  y  desaparecer  en  un 
abrir  y  cerrar  de  ojos;  pero  no  ante^  de  que  una  descarga  les  acompa- 
ñara por  el  camino.» 

El  incendio  de  Pijuán^ 

Pljuán  es  la  quinta  estación  del  ferrocarril  de  Cárdenas  y  Jácaro, 
en  la  línea  que  termina  en  Taguaramas  y  está  situada  en  el  kilo- 
metro  40,  distando  5  de  Altamisal  (entronque  del  ramal  de  Baña* 
gtlises)  17  de  Recreo  (entronque  del  ramal  á  Itabo)  y  24  de  San  Antón. 

En  la  historia  del  deaen volvimiento  de  las  ricas  empresas  de  Carde 
ñas  y  Jácaro,  ocupa  un  lugar  de  nota.  Antes  de  la  fusión  de  ambas,  fué 
el  término  de  las  líneas  de  la  segunda,  que  se  constituyó  para  hacer  un 
ferrocarril  desde  el  embarcadero  de  Jácaro  hasta  el  caserío  de  Pijuán, 
en  la  hacienda  de  Laguna  Grande. 

El  primer  tramo  del  Jácaro  á  San  Antón,  de  10  kilómetros,  se  puso 
en  explotación  en  agosto  de  1842.  El  de  San  Antón  á  Recreo,  6  kilóme- 
tros  en  septiembre  del  mismo  año;  el  de  Recreo  á  Altamisal  en  ehero  de 
1843  y  el  dé  Altanüsal  á  Pijuán  en  1844. 

Pijuán  formó  en  esta  época  un  centro  de  mucha  animación,  por  vir- 
tud de  los  muchos  ingenios  que  por  allí  remitían  sus  azúcares  á  Cár- 
dalas. 

Últimamente  solo  depositaba  los  frutos  del  gran  central  Tinguaro, 
del  señor  don  Carlos  de  la  Rosa,  de  cuyo  batey  solo  separa  á  la  estación 
una  distancia  menor  de  medio  kilómetro. 

"^il  poblado  lo  constituían  12  casas. 
e  Pijuán  á  Colón,  por  ferrocarril,  hay  unos  kilómetros. 
ir  la  mañana  seis  hombres  bien  armados  y  montados  se  presenta- 
re:    r.{i  el  caserío,  dirigiéndose  á  la  tienda  de  don  José  María  Gaimetea. 
imaron  la  mañana,   pidieron  armas,  que  no  se  les  dieron  por  no 
¿a    ^las,  y  se  marcharon  rumbo  al  ingenio  Neda. 

'*no  á  las  cinco  de  la  tarde  aquellos  mismos  hombres,  acompaña- 


CRÓNICA  DK  LA.  OVKBRJk  DI   CUBA 


dos  de  algunos  otros,  en  número  de  25  á  30,  aparecieron  de  noe^ 
te  á  la  tienda  ya  citada. 

— Salga  la  familia, — ezclaouS  uno  de  ellos, — pues  vamos  á 
la  casa. 

fiS  sefior  Oaimetea,  hombre  bondadoso,  si  los  hay,  empezó  á  i 
á  los  rebeldes  no  llevasen  á  cabo  sa'  amenaza,  súplica  en  que  le 
áó  sa  familia  toda  y  de  la  que  hicieron  caso  omiso,  contentind 
indicarles  qae  era  orden  de  sos  saperiores  y  solo  les  competía  < 
con  ella. 

Permitieron  solo  qae  cada  uno  de  los  habitantes  de  aquella  t 
case  de  ella  una  muda  de  ropa,  ¿  más  de  la  paesta,  y  embadomi 
petróleo  el  mostrador  y  paredes  del  edifieic,  aplicaron  la  tea  rebt 
medio  de  sus  atronadores  vivas  á  Oaba  libre. 

Después  de  la  oasa  tienda,  los  invasores  quemaron,  6  comen 
quemar,  la  de  éon  Alfredo  Zayas,  ocupada  por  na  estableoimie: 
no,  del  que  sacaron  tabacos  y  cigarros  en  no  poca  cantidad. 

A  más  de  los  indicados  edifloios  las  llamas  se  cebaron  en 
cuartel  de  la  guardia  civil,  desocupada,  casa  vivienda  del  señor 
tea,  panadería,  alcaldía  de  barrio,  casa  del  señor  don  José  Migí 
baño  y  una  casa  de  vecindad,  compuesta  de  unos  dies  cuartos. 

La  partida,  cortado  que  hubo  los  hilos  telegrafióos  de  la  'Km] 
Cárdenas  y  Júoaro,  notificó  á  loa  vecinos,  por  conducto  de  su  jel 
bre  de  campo,  de  unos  treinta  años  de  edad,  desconocido  del  lu{ 
se  mudasen,  pues  allí  regresaría  en  el  plazo  de  quince  días  á  coi 
obra  comenzada,  quemando  lo  que  quedase  del  poblado  en  pie 
esto,  se  retiraron  muy  tranquilamente  camino  del  Neda,  á  las  d< 
de  encontrarse  aquí. 

Como  es  lógico  suponer,  Pijuán  comienza  á  despoblarse,  las 
recogen  su  equipaje  y  por  todas  partes  en  medio  de  las  lamen 
«onGignientes,  solo  se  ven^^preparativos  de  marcha. 

Pijuán  se  quedará  sin  gente. 


Historia  de  unos  expedicionarios 


^««NMMMMM«V«#«MM»V«M««MMMM*V«MMtf«M* 


K  periódico  de  Filadelfia,  refiriéndose  á  los  cabano»  de- 
tenidos en  la  isla  Inagoa  por  las  autoridades  inglesas 
como  filibusteros,  recoge  los  informes  que  el  doctor 
don  Juan  Guiteras  de  aquella  ciudad  le  facilita. 

El  doctor  Guiteras  es  primo  de  L.  Domínguez,  uno 
de  los  detenidos,  y  éste  le  ha  enviado  en  extensa  carta 
los  datos  suministrados  á  la  prensa. 

«Llegamos  á  Inag^a — ^ha  escrito  el  señor  Domín- 
goesB — el  18  de  Octubre  al  mediodía.  Allí  nos  esperaba  ya  un  buque  de 
guerra  inglés:  el  Pairidge. 

Tan  pronto  como  el  vapor  americano  Delaware  echó  anclas,  le 
abordaron  un  oficial  del  Patridge  y  el  gobernador  de  la  isla.  Nos  ins- 
peccionaron y  se  nos  permitió  desembarcar. 

Cuando  desembarcamos  se  hizo  minucioso  registro  de  nuestro  equi- 
paje y  nos  vimos  obligados  á  pagar  derechos  de  importación  por  las  ha- 
macas y  otros  efectos. 

Se  ños  preguntó  si  llevábamos  armas  y  se  nos  dijo  que  ellas  estaban 
prohibidas  en  la  Inagua. 

Hicimos  entrega  de  nuestros  revólvers  y  fueron  depositados  por  el 
gobernador  de  la  isla,  quien  nos  manifestó  que  nos  seríaiv  devueltos  al 
embarcamos  para  Nueva  York. 


I 


/ 


288 CBÓSIQA  DB  LA   &ÜERRA   DB   CUBA 

Poseíamos  oomestibles  por  valor  de  500  pesca  j  deaembaroaní 
ellos  los  qae  estimamoB  neoeaarioa  para  naestró  conaamo  daraii 
dies  días  que  esperábamos  permanecer  alli.  Se  nos  hizo  pagar  tree 
de  derechos  por  los  comestiblea. 

Habíamos,  pnea,  onmplido  exactamente  con  todos  los  requisil 
gales. 

,^  Un  baen  americano,  excelente  caballero  qne  allí  reside,  Mr.  D 
se  hizo  cargo  de  bascamos  hospedaje  y  pronto;  aigoiendo  sus  coi 
tomamos  una  pequeña  casa  en  alqiüler  por  un  mes,  pagando  10 
adelantados,  qae  era  su  importe. 

Al  mediodía  el  gobei 
j  Mr.  Darrell  noa  hielen 
visita  y  quedamos   citados  & 
una  conferencia  privada   con 
los  mismos. 

Cuatro  de  nosotros  acudi- 
mos á  la  cita  que  se  nos  diera. 
El  gobernador  nos  manifes 
tó  que  el  capitán  Macallistei 
del  Fatridge,  obligado  á  hacei 
un  viaje  á  Nassau  y  temiendc 
dejamos  en  la  loagoa,  nos  in 
vitaba  á  hacer  el  viaje  com< 
amigos,  regresando  á  tiemp< 
para  alcanzar  el  Delaware  ei 
su  viaje  á  New  York. 

Rehusamos  aceptar  el  ofie 
oimiento  y  expusimos  al  gober 
nador  nuestro  derecho  ¿  per 
man^oer  en  la  Inagua,  toda  ve 
que  en  nada  habíamos  faltado  á  los  preceptos  legales  qae  en  ella  rigen 
No  teníamos  armas,  ni  buque,  ni  nada  que  pudiese  dar  Ingar  á  sospeohi 
de  que  tratásemos  de  ir  á  Cuba  en  forma  de  expedición  organizada;  qn 
habíamos  prometido  regresar  á  New  York  por  el  Delaware  al  regre8< 
de  éste,  y  que  con  esa  oondioitSn  se  nos  había  permitido  desembarca  ei 
la  isla;  qae  en  nada  habíamos  alterado  el  orden  alli  subsistente  y  hasti 
habíamos  satisfecho  con  escrupulosidad  los  derechos  de  importac^'^' 
señalados  á  nuestros  efectos.  Estábamos  dispuestos,  pues,  á  perma 
cer  en  Inagua,  á  menos  de  no  ser  obligados  por  la  fuerza  á  salir 
ella.  Llegamos  tan  lejos,  hasta  proponer  que  ano  de  nosotros  qued 
detenido  como  garantía  de  que  no  habríamos  de  quebrantar  las  leye* 
la  neutralidad. 

Después  de  esta  entrevista,  el  gobernador  y  Mr.  Darrell   desap'* 


290  CBÓNIOÁ  DS  LA   OU£K&A  DB   CUBA 

»    I  ■     I    ■    ■  I  ■  II  ti  ,  ,  . .    I » 

Le  informamos  entonces  de  la  situación  en  que  nos  encontrábamos; 

de  modo  que,  cuando  llegamos  al  consulado  por  segunda  vez,  ya  allí, 

.  ^e  nos  esperaba  con  la  protesta  lista  para  ser  signada.  La  firmamos,  y  el 

4)ón3ul  nos  entregó  copia  de  ella  con  una  carta  lacrada  y  sellada  para  el 

representante  de  nuestro  país  en  Nassau. 

Lo  que  pasamos  á  bordo  del  Patridge  no  es  para  narrado;  baste  con* 
signar  que  se  nos  quiso  obligar  á  C3mer  el  rancho  de  la^  tripulación,  i 
menos  que  pagásemos,  como  lo  hicimos,  peso  y  medio  diario  por  ca* 
bezaf 

:  Salimos  de  la  Inagua  el  19  y  arribamos  á  Nassau  el  21,  desembar- 
cando en  la  tarde  del  siguiente  día. 

Al  desembarcar  fuimos  inspeccionados  y  registrados  por  20  ó  30  po- 
liciacos, que  nos  condujeron  luego  á  las  barracas.  Enviamos  por  nues- 
tro cónsul,  y  nos  enteramos  de  que  el  capitán  del  buque  le  había  hecho 
ya  entrega  de  nuestra  protesta.  Et  cónsul  americano  y  un  sacerdote  ca- 
tólico de  América  se  tomaron  considerable  interéi  por  nosotros.  Nues- 
tro abogado  afirma  que  el  caso  está  perfectamente  claro,  y  que  el  go- 
bernador de  Inagua  ha  procedido  con  completa  ignorancia  de  la  ley. 
El  gobernador  en  estás  circunstancias  ha  comunicado  al  de  Nassau  que 
deicliná  toda  responsabilidad  en  el  comandante  del  Patridge,  mientras 
éste  declara  que  el  gobernador  es  el  solo  causante  de  tan  escandaloso 
ultraje. 

Trabajos  filibusteros. 

£1  colega  Las  Novedades  de  Nueva  York,  da  la  noticia  de  que  el 
señor  Ortiz  de  Zugasti,  cónsul  de  España  en  Santo  Domingo,  se  ha  vis- 
to obligado  á  trasladarse  á  Cuba  para  conferenciar  con  el  general  Mar* 
tínez  Campos,  en  vista  de  que  se  están  importando  constantemente  gran- 
des cantidades  de  armas  y  municiones  procedentes  de  los  Estados  Uni- 
dos, Santo  Domingo^  Haiti  y  Europa  con  destino  á  Cuba,  á  pesar  de  las 
reiteradas  protestas  de  amistad  á  España  hechas  por  el  representante 
dominicano  en  Madrid,  por  su  gobierno  y  particularmente  por  el  presi- 
dente Heureaux,  á  quien  el  gabinete  de  Madrid  ha  concé^do  última- 
mente una  alta  condecoración  española. 

Estas  noticias  revisten  suma  gravedad  por  las  circunstancias  de  ve- 
cindad entre  Cuba  y  Santo  Domingo  y  por  ser  dominicano  el  titols.  o 
general  insurrecto  Gómez,  á  parte  la  coincidencia  de  haber  surgido  1- 
timamente  graves  disensiones  interiores  en  la  dominicana,  donde  1:  n 
tenido  efecto  combates  entre  los  insurgentes  y  las  tropas  de  aquel  (  >- 
bierno  en  la  frontera  de  Haiti;  habiéndose  corrido  los  insurrectos  d  s- 
pués  de  estos  encuentros  á  territorio  haitiano.  Añádese  que  el  preeidei:  l;e 
Heureaux  ha  pedido  la  cooperado  a  del  presidente  Hippolite  para  rer  i* 


\ 


PHÓNICA  DB  LA  QÜBBRA  DE  CUBA 291 

mir  la  insnrrecoiÓD,  y  qne  ¿ate  ae  ha  negado  á  concedérsela,  lo  oaal 
podría  reaDiinar  las  antíg^uaa  disoordias  entre  la  parte  española  y  la 
parte  francesa  de  la  isla,  contenidas  hasta él  presente  por  exquisita  pru- 
dencia y  harmonía  que  ambos  presidentes  han  procurado  rohubtecer 
para  seguridad  da  sus  respectivos  gobiernos  y  países.'  En  realidad,  has- 
ta el  presente,  el  gobierno  del  general  Hippolite,  sin  espontanearse  en 
oflcíosos  sentimientos  de  lealtad  hacia  España,  no  ha  dado  motivo  al- 
guno de  sospecha  al  gabinete  de  Madrid  en  lo  referente  &  la  cuestión 
«abana,  habiendo  permanecido  completamente  neutral  y  dado  pruebas  de 
sn  lealtad  en  dos  ocasiones  distintas,  en  las  cuales  se  colocó  al  lado  de 
España  impidiendo  el  desembarque  de  filibusteros  cubanos  en  la  costa 
de  Haiti. 

De  todos  modos,  será  muy  conveniente  que  nuestro  gobierno  y  sus 
«onsülados,  redoblen  su  vigilancia  en  la  segunda  ÁntíUa,  para  contra- 
rrestar los  manejos  de  los  cubanos  de  Santo  Domingo,  siendo  nna  buena 
señal  de  esta  actividad  la  prudente  iniciativa  del  señor  Zugasti. 


Un  encuentro  con  Ret 


iiv  día  19  de  Diciembre  á  las  caatro  y  media  de 
y  á  un  coarto  de  legoa  de  Barajanas,  faeron  íi 
fuerzas  d'el  cabecilla  R^o,  en  sn  primer  campa 
de  Alfonso  XIII  que  en  combinación  operaban  pi 
tomos. 

Después  de  nn  reñido  combate,  Regó  abandonó  el  oa 
los  suyos  dejando  algunas  armas  y  moniciones,  yénd( 
otro  campamento  situado  próximo  al  Hanabanilla,  donde 
mismo  batallón  se  disponían  &  atacarlo. 

Hubo  un  nutrido  tiroteo  y  algunos  eañonazos  dispari 

tillería,   que   obligaron  al  enemigo  á  refugiarse  en  otro 

mentu,  situado  en  la  vereda  del  Centurión  y  camino  dele 

Ea  este  último  campamento  fué  batido  y  dispersado 

brfis  que  le  atacaron  esforzadamente. 


El  día  15  de  Diciembre,  salieron  de  las  Cruces  tres 
operar  en  combinación,  en  terrenos  de  Lomas  Grandes  e: 
Chipelles  y  el  Roble. 


CRÓNICA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA 


293 


Mandaba  ana  de  estas  colnmnas,  el  teniente  ooronel  Rio,  y  se  com- 
ponía de  una  secoidn  de  Treviño,  una  compañía  de  Canarias  y  dos  de 
Bailen. 

La  otra  columna,  estaba  formada  por  una  compañía  de  infantería  de 
Marina,  y  dos  de  Barbastro. 

Otra  columna,  estaba  mandada  por  el  teniente  coronel  de  Bailen,  y 
constaba  de  dos  compañías  de  Barbastro.  La  columna  de  Rio,  tomó  la 

dirección  de  Maltíempo  y  duran* 


.    / 

i/  y> 


te  una  hora  marchó  sin  incon- 
veniente alguno  y  sin  que  se  di- 
visara al  enemigo. 

Pasaba  por  un  callejón  bor- 
deado de  espesos  cañaverales,  y 
de  improviso,  la  vanguardia  de 
.la  columna  fué  atacada  por  con- 
siderables fuerzas  rebeldes. 
Hallábanse  estas  ocultas  tras 
:  los^  cañaverales  y  ocupaban  po  • 
v'  síciones  ventajosísimas.  Nuestras 
^^  fuerzas  se  pusieron  inmediata- 
mente en  condiciones  de  hacer 
resistencia  al  enemigo,  tomando 
con  gran  rapidez  y  extraordina- 
ria energía,  las  posiciones  menos 
desfavorables  para  hacer  frente 
al  ataque. 

Desplegóse  por  la  izquierda 
la  compañía  de  Canariaf>;  por  la 
derecha  y  centro,  las  dos  compa 
nías  de  Bailen,  dejando  á  la  re- 
taguardia la  caballería  y  las  acémilas. 

Al  punto  se  generalizó  el  fuego  en  toda  la  línea,  que  era  muy  extensa. 
Millares  de  enemigos  emboscados  en  la  manigua,  disparaban  sobre  se- 
guro, sin  dejarse  ver. 

Al  mismo  tiempo,  resonaban  en  todas  partes  los  disparos,  sin  que 
las  tropas  tuvieran  á  cara  descubierta  un  solo  mambís  sobre  quien  to- 
mar la  revancha. 

La  emboscada  había  sido  dispuesta  con  toda  la  artería  que  es  cos- 
tumbre de  los  separatistas. 

La  línea  de  éstos,  formaba  una  herradura  cuyos  extremos  iban  apro- 
ximándose poco  á  poco,  operando  un  movimiento  envolvente.  De  pronto 
surgiendo  de  entre  los  cañaverales,  se  precipitó  sobre  las  tropas  un  in- 
menso tropel  de  ginetes  enemigos. 


...  jnuehUima  sangre  en  'todas  direcciones. ..  (Pág.  277). 


i9^  CRÓNICA    DE    LA    GUERRA    DE   CUBA 

Los  soldados  de  Canarias,  resistieron  la  aoomelida  oon  un  brf 
daderamente  ínveroBÍmil.  £1  capitán  qae  los  mandaba,  D.  Mázii 
gaejo,  hizo  formar  rápidamente  el  cuadro.  Quedaron  á  retaguar 
acémilas  j  los  rebeldes  se  apoderaron  de  ellas. 

En  este  momento  supremo,  apareció  ea  el  lugar  del  combate  e 
nel  Arizón,  que  había  salido  de  las  Cruces,  con  25  caballos  de  Ti 

En  el  camino  se  le  había  incorporado  la  columna  mandada  po 
niente  coronel  de  Baüén  y  que  según  dijimos,  estaba  formada  p 
compañías  de  Barbafitro. 

Arizón,  al  frente  de  dichas  compañías  y  seguido  de  los  25  oa 
lanzóse  al  combate  apoyando  la  tenaz  y  heroica  resistencia  de  1 
pañía  de  Canarias  que  seguía  formando  un  cuadro  apretado  é  im 
de  romper.  ¡ 

■  Las  tropas  de  Bailen  que  se  hallaban  en  e)  centro  de  la  línea 
go  cooperando  al  ataque,  se  echaron  sobre  las  masas  rebeldes. 

En  este  momento,  la  tacha  adquirió  caracteres  espantosos. 

Al  fia,  logró  el  coronel  Arizón,  recuperar  las  posiciones  y  r 
los  muertos  y  heridos,  que  estaban  ya  en  poder  de  los  insurgente 
duyendo  por  rechazar  á  éstos. 

No  acabó,  sin  embargo,  coa  esto  la  pelea.  Dos  horas  más  se 
gó  el  fuego,  que  fué  verdaderamente  formidable. 

Muchas  Veces,  entraban  en  tropel  los  rebeldes  sobre  las  línes 
ñolas.  Los  soldados,  con  nna  bravura  extraordinaria,  resistían  1 
metidas. 

Después,  las  partidas  en  tres  fuertes  columnas  mandadas  por  1 
Gómez  y  Antonio  Maceo  y  Cebresoo,  retiráronse  oondaciendo 
200  heridos  y  gran  número  de  muertos,  á  terrenos  de  la  finca  I 
Flora. 

Dejaron  en  el  campo  de  la  acción  diez  y  siete  muertos  los 
yeron  en  loa  últimos  momentos  de  la  lucha  y  á  los  que  inútilme 
>   taron  de  retirar. 

Nuestras  bajas  han  sido:  4  oñcialea  y  14  individuos  de  tropa,  n 

.  Los  heridos  son:  los  tenientes  don  José  Rích,  de  Treviño;  do 
no  Fernández,  de  Canarias;  don  José  Predas,  de  Bailen;  diez  ind 
de  tropa,  de  Canarias;  dos  de  Treviño;  trece  de  Bailen  y  uno  i 
bastro. 

El  médico  del  escuadrón  de  Treviño,  señor  Madariaga,  curó  ¡ 
terreno  á  nuestros  heridos,  conduciéndose  oon  sangre  fría  ejen 
Con  admirable  valor. 

Dicho  señor  médico,  condujo  á  Santa  Clara,  los  heridos  del  oi 
é  ingresaron  en  el  hospital. 

Según  opinión  facultativa,  solo  dos  de  ellos  ofrecen  gravedad, 
por  eso  desespere  de  salvarlos. 


ORÓSIOA   Pg   LA  OUgBHA   DK   CVBA 295 

Allí  había  también,  tendido  en  sa  lecho,  an  soldado  de  Salamanca, 
ñamado  García.  Tiene  siete  machetazos  en  la  cabeza. 

Al  preguntarle  el  médioo  ai  quería  algo,  contestó: 

—Lo  ünico  que  quiero  es,  curarme  pronto  para  ir  á  combatir  con 
«a  canalla. 


De  una  carta  que  tenemos  á  la  vista,  fechada  en  Ciego  de  Avila,  en- 
tresacamos los  siguientes  pormenores  que  revelan  el  carácter  de  aquella 
hcha. 

(No  pudo  sorprendemos  el  paso  de  Máximo  Gómez  por  la  trocha, 
porque  esta  trocha  la  pasan  y  pasarán  cómo  y  cuando  quieran,  sin  más 
cuidado  que  esquivar  el  cruce  de  alguna  columna  que  por  ella  circule 
inoidentalmente;  pues,  hoy  por  hoy,  ni  están  los  pasos  defendidos  ni  se 
han  establecido  fuertes  más  que  en  aquellos  puntos  de  la  vía  que  mayor 
peligro  ofrecen  á  la  circulación  de  los  trenes.  En  la  guerra  ..anterior  ha 
t^  25  entre  Jácjkro  y  el  Ciegft,_y  33  entre  éate-y_Moi:¿nj_á_un  kilómejro 
de  distancia,  estacada  alta  y  segura  y  patrullas  que  recorrían  la  vía  con- 
tínuamente.  Hoy  existen  ocho  en  reemplazo  de  los  25  citados,  y  cinco 
en  la  direijción  de  Morón,  hasta  Sánchez,  pues  la  línea  no  está  aun  ter- 
minada, y  un  batallón,  que  es  de  cazadores  de  Reus,  para  cubrir  y  gnar- 
neeer  tan  considerable  extensión,  con  distancias  entre  algunos  fuert» 
que  exceden  de  cinco  kilómetros.  > 


.'á 


(Aquí,  el  camino  está  constantemente  interceptado  por  partidas  in- 
-Tureotas  ó  comisiones,  como  aquí  dicen,  encargadas  de  levantar  el  ea- 
íritu  del  país,  penetraren  los  pueblos  donde  no  hay  guarnición,  co- 
rar tributos,  quemar  las  casas  de  propietarios  crospechosos  ó  que  no  les 
Dxilian,  guindar  6  ahorcar  á  los  que  prestan  su  cooperación  á  la  fuer- 
i  armada  llevando  partes,  víveres  ó  materiales  de  construcción,  tirar 
Bsde  el  monte  unos  cuantos  tiros  al  aproximarse  la  tropa,  para  echará 
jrrer,  salirle  al  encuentro  un  par  de  leguas  más  arriba,  y  ei  no  les  con- 
iene  repetir  la  función,  esperar  el  paso,  después  de  esconder  las  armas 
B  fuego,  y  presentarse  con  la  consabida  sonrisa  y  la  humildad  de  siem- 
~>,  contestando  que  no  saben  ni  han  oído,  n.i  han  visto  nada.  > 

[Hace  días,  los  dueños  de  Las  Colonias,  serrería  mecánica  estableoi- 
á  seis  kilómetros  de  Ciego,  recibieron  orden  de  Serafín  de  girar  mil 
08  á  una  casa  de  Nueva  York,  en  concepto  de  contribución  anual;  y 
no  los  hermanos  Iríondo,  asturianos,  que  saben  batir  el  cobre  y  tie- 
1  armado  con  riñes  relámpagos  el  personal  de  confianza  de  la  fábrica, 
reconocen  el  miedo,  y  cuenta  además  con  uu  destacamento  de  trein- 


296 CHáNIOA  DE  LA  QÜ8RRA  DB  QUBÁ 

ta  hombres  pTÓzimo  á  la  eerrería,  contestaron  que  fneran  á  • 
dinero,  que  se  lo  darían  en  onzas  de  plomo.  > 

Organización  de  las  fuerxas. 

Primer  cuerpo  de  ejército,  departamento  Oriental:  comí 
jefe,  general  Pando. 

Primera  división,  general  Moreno. 

Primera  brigada,  de  la  parte  Occidental  del  mismo  depi 
general  Linares.  Medias  brigadas:  coroneles  Sandoval  y  Marc 


Cuerpos;.  Antequera,  Baleares,  San  Femando,  Asia;  secei 
Hería  de  montaña. 

Segunda  brigada,  de  Oriente,  general  Navarro- 
Media  brigada,  coronel  Zakowiski. 

Cuerpos:  Cuba,  Valladolid.  Constitución,  sección  de  ai 
montaña. 

Tercera  brigada,  general  Canella. 

Media  brigada,  tjoronel  Vaquero. 

Caerpo»:  Simancas,  Luchana,  Príncipe,  escuadrón  de  G-d 
escuadrón  de  María  Cristina  y  una  sección  de  artillería  de  mt 

Cuarta  brigada,  Baracoa,  Sagua  Mayari,  general  Obreg 
brigada  (el  nombre  del  jefe  que  la  manda  aparece  complétame: 
en  el  despacho). 


CBÓHIOA   DB  LA   OÜBtKl.   D»  OÜBA 297 

ib:  Talavera,  Ouadaján,  Córdoba. 

oucAu:  Media  brigada,  coronel  Tejeda. 

Caerpos:  Toledo,  León,  de  gaamioióii  en-  Yaragna  y  Daiquiri  gnerri- 
lUt;  esoaadrón  del  Rey)  ana  compañía  de  ingenieros;  gaerrillas  locales 
y  Guardia  civil. 

Segunda  divisíóa,  general  Mañóz. 
'  Primera  brigada,  distrito  de  Bayamo,  general  Gaseó. 

Medias  brigadas,  á  las  órdenes  de  Vara,  Rey,  Lezpnru. 

Gaerpos:  Colón,  Alcántara,  Baza,  Andalnofa  y  una  sección  de  arti- 
llería de  montaña. 


—Mi  (tDeij>1,>a>sB  utido...  (Pig.  tíS). 

S^nnda  brigada,  en  Manzanillo,  general  Ordóñez. 
Medias  brigadas,  Echevarría,  Figneroa. 

Caerpos:  Isabel  la  Católica,  Unión,  Yergara;  sección  de  artillería  de 
montaña;  dos  compañías  de  ingenieros;  tscaadrón  de  Arlaban;  guerri- 
llas de  Gnisa  y  Biyamo,  Guardia  civil  y  guerrillas  locales. 
Tercera  división,  general  Pin. 

Primera  brigada,  distrito  de  Holgnín,  general  Echagüe.  Media  bri- 
gada, Ceballos. 

Cuerpos:  regimiento  de  la  Habana,    dos  batallones  de  infantería  de 
n        a  y  batallón  de  Sicilia. 

pmáñ  brigada,  general  Toral.  Media  brigada,  Marín, 
.erpos:  Aragón,  Bailen. 

roerá  brigada.  Caerpos:  infantería  de  marina,  una  sección  de  ar- 
tí  -la  de  montaña,  una  compañía  de  ingenieros,  escuadrones  de  Her- 
ni      Ciortés,  guerrillas,  Guardia  civil. 

¡fundo  cuerpo  de  ejército,  Las  Villas  y   Ciego  de  Avila,   general 


298  CEÓNiqA  Pg.LA   gUEBBA  Pg  CUBA 

Primera  división,  general  Suárez  Taldís. 

Primera  brigada,  en  loa  distritos  de  Villa  Clara  y  Trinidad,  g( 
Laqae.  Medias  brigadas,  Holgoín,  Oses,  Lara. 

Cuerpos:  Soria,  San  Quintín,  Alfonso  XTI,  Ahiérioa,  Álava;  c< 
ñas  de  Vizcaya,  Castilla,  Barbastro;  escuadrones  del  Comercio 
Fizarro. 

Segunda  brigada,  en  Cienfuegos,  general  Comel.  Medias  brig 
Arizon,  Salmero. 

Cuerpos:  Barcelona,  Bailen,.  Peninsular,  Canarias,  infantería  d 
riña,  -  Cantabria,  guerrillas  de  Alfonso  XII;  escuadrones  de  Moni 
Treviño. 

Tercera  biigada,' en  Sagua,  general  Codoy.  Medias  brigadas, 
ña,  Hernández. 

Cuerpos:  Saboya,  Galicia,  Extremadura,  Zaragoza,  Navas;  i 
drones  de  Sagunto,  movilizados,  Santo  Domingo;  Fecci6n  de  art 
de  montaña,  batallón  de  artillería,  civiles,  voluntarios  movilizad 
la  Habana. 

Segunda  división,  general  Castellanos. 

Primera  brigada,  en  Remedios,  general  Oliver.  Medias  bri^ 
Amer,  Eomaquera. 

Cuerpos:  Jaabel  II,  Cataluña,  Burgos,  San  Marcial,  Pavía,  Be 
escuadrones  de  Pavía  y  Camajuanf  y  una  sección  de  artillería  de 
taña. 

Segunda  brigada,  en  Sancti  Spiritus,  general  Aizpunia.  A 
brigadas,  Martín,  Rubín,  Segura. 

Cuerpos:  Mérida,  España,  Granada,  Zamora,  Chiclana,  Puerto 
escuadrón  primero,  guerrilla  de  Sancti  Spiritus  y  una  sección  dt 
llerfa  de  montaña. 

Tercera  brigada,  en  Ciego  de  Avila,  general  Aldave.  Medias  1 
das,  Rizo,  Galbis. 

Cuerpos:  Alfonso  XII,  primer  batallón  de  Reus,  provisional,  v 
Valencia;  dos  compañías  de  ingenieros,  escuadrones  de  Talavera, 
tañía,  Pizarro,  Numanoia;  sección  de  artillería  de  montaña,  gue 
locales,  guardia  civil,  movilizados  de  la  Habana. 


Comandante  del  Camagüey,  general  Mella. 

Segundo  comandante  general  de  las  fuerzas  de' Matanzas,  Hab 
Pinar  del  Rio  y  encargado  del  despacho,  general  Arderius. 

La  brigada  de  Matanzas  quedará  organizada  con  loa  batallón 
María  Cristina,  Rey,  Cuenca  y  escuadrón  de  Santiago. 


r 


CBONIGA  D£  LA  GUERRA  DS  OUBA  299 


Alocución  del  general  Pando. 

La  alocación  que  el  general  Pando  ha  dirigido  á  los  habitantes  de 
Santiago  de  Caba  es  un  documento  notabilífiimo  del  que  entrepaoamos 
estos  salientes  párrafos: 

t Tengo  la  seguridad  de  queji  en  breve  plazo,  no  ha  de  llegar  á  seis 
meseSjjjDojviera  coronado  coñTeT  éxito  rois  eBfuerzosT^s^éiXSala^  culpa. 

Sabré  cumplir^^^irmrdeber  de  soldado.  Hónrame  la  condicién  cu- 
bana. Sé  que  á  vosotros  como  á  mí  sublevará  el  antipatriótico  preceder 
de  aquellos  que,  olvidándose 'de  lo  que  la  dignidad  cubana  exige,  prefie- 
ren, sirviendo  órdenes  extranjeras,  la  ruina  y  la  desolación  de  la-isla  á 
su  prosperidad  y  encumbramiento  con  la  vida  de  adhesión  á  la  madre 
patria. 

Sé  que  los  que  olvidan  tan  sagrado  deber  son  los  menos,  lo  que  prue- 
ba  que  los  más  son  hombres  de  prestigio. 

Mi  política  por  deber  de  mi  cargo  como  subordinado  será  acatar  y 
cumplir  las  órdenes  del  general  en  jefe,  y  como  superior  en  esta  región 
no  será  otra  que  el  perdón  para  los  arrepentidos  y  los  rigores  de  la  ley 
para  los  delincuentes.  SI  algunos  de  los  últimos  estuvieren  entre  nos- 
otros, le  aconsejo  que  abandone  la  actual  situación,  porque,  aun  sién- 
dome muy  sensible,  tendría  que  ser  inexorable  en  la  aplicación  del  cas- 
tigo.» 


Lista  de  recompensas. 

La  cruz  roja  del  mérito  militar,  pensionada  por  servicios  de  campa- 
ña en  Cuba,  á  los  siguientes  jefes  y  oficiales:  cruz  de  tercera  clase  al  co- 
ronel de  infantería  don  Manuel  Nario;  de  segunda  clase  al  teniente  co- 
ronel don  Luis  Cenzano  y  al  comandante  don  Luis  Fridrich;  de  prime 
ra  clase  al  capitán  don  Luis  Jiménez,  al  de  igual  empleo  don  Friolán 
Vázquez  y  al  teniente  de  caballería  don  Francisco  Coloma. 

Cruz  de  María  Cristina  al  capitán  de  infantería  don  Eduardo  Ca- 
talán, 

•*uz  roja  del  mérito  militar  de  primera  clase  al  médico  municipal 
d         labana  don  Antonio  Dubib. 

iz  de  María  Cristina  al  teniente  de  infantería  de  marina  don  Fran- 
cí    'O  Salas. 

ruz  roja  del  mérito  militar  de  primera  clase  al  médico  primero  don 
TR      cao  Pérez  y  al  primer  teniente  de  caballería  don  Arturo  López. 

"^pleo  de  segundo  teniente  de  la  escala  de  reserva  retribuida  á  los 


K^^" 


02-  OBÓNIUA   DR   LA    QUEltHA   DK    CUBA 


1 


>A  los  pfodaotos  de  este  país  ioaportados  de  las  islas  de  Caba  y 
Paerto  Rico  se  lea  ha  aplicado  la  tarifa  míoima  en  virtud  del  convenio 
omeroial -concluido  en  ensro  último,  y  ea  reprooidid  del  trato  que  ob- 
tienen los  productos  eapañiles  en  el  territorio  de  los  Estados  Un'idM. 
Vigorosas  protestas  contra  el  procader  de  !o8  empleados  de  Aduanas  de 
Cuba  y  Paerto  Rico,  que  impusieron  multas  sobre  barcos  y  mercanoiaí 
por  triviales  errores,  provocaron  la  devolución  del  dinero  en  casos  en 
que  no  eran  eviletiteH  las  transgreBiones  de  los  reglamentos. 

?;'■'■ . 

t;  Un  bando. 

He  aquí  el  bando  publicado  por  el  Jefe  del  poblado  Contramaestre, 
haciendo  tin  patriótico  llamamiento  á  los  vecinos  que  huyeron  teme- 
rosos de  ser  objeto  de  venganza  por  nuestras  tropas: 

«Don  Pablo  Landay  Arrieta,  coronel  de  caballería  y  jefe  de  media 
brigada: 

SeÜxlado  por  la  saperiorídid  para  formar  el  poblado  de  Contramaes- 
tre, á  vosotros,  honrados  vecinos,  dirijo  mi  palabra  autorizada  por  de* 
legación  del  Excmo.  señor  comandante  general  de  este  distrito,  don 
Pedro  Mella,  que  fiel  intérprete  de  los  sentimientos  que  animan  á  la  ma- 
dre España,  desea  paz,  progreso  y  unión  entre  sus  hijos,  peninsulares  é 
insulares. 

Vosotros,  los  que  por  temor  imaginario,  por  error  de  idétts,  hijos  de 
la  miserable  calumnia  tramada  por  los  que  ven  en  estas  revueltas  un 
medio  criminal  de  medrar;  vosotros,  los  que  os  colocáis  fuera  de  la  lev, 
siendo  buenos  y  honrados,  oíd  mi  autorizada  palabra  y  mi  consejo  lei 

Empina,  siempre  noble  y  generosa,  siempre  perdonando  los  mome 
tánepH  extravíos  de  sus  hijos,  os  ofrece  la  tranquilidad  y  bienestar.  I 
Contramaestre  hallaréis  hogar,  alimento  para  vosotros  y  modo  digno  i 
vivir.  El  que  por  sus  aptitaiea  y  servicios  sea  merecedor  de  recompon 
señalada,  la  tendrá.  El  que  laborioso  y  activo  quiera  trabajar,  recibí 
decidida  protección,  y  el  que  tan  solo  aspire  á  la  tranquilidad  perdú 
por  esta  situación  anómala,  oreada  por  miserables  dignos  de  nuestro  de 
preoiti,  y  nunca  temor,  tambiéa,  bajo  el  pabellón  que  cubre  el  fuerte 
dicho  poblado,  hallará  protección  decidida. 

España  siempre  ha  querido  á  sus  hijos  de  Cuba.  Sa  Gobierno,  t 
dignamente  representado  por  el  excelentísimo  señor  capitán  gene 
Martínez  Campos,  desea  probaros  con  su  conducta  cuan  nobles  y  g( 
rosos  son  los  sentimientos  que  le  animan  para  con  vosotros.  Prefi 
desengañaros  por  afecto  más  bien  que  por  la  fuerza  de  las  armas  tan 
midas,  como  habéis  demostrado  por  esa  vergonzosa  y  constante  huí 
de  los  qua  á  sui  intereses  partiauíares  blasfeman  del  sagrado  nombre 
la  patria. 


r 


CRÓNICA   DR    LA    GUERRA    DK    CUBA  303 

■^•^^ ■■  ■  ■ ■    — — -   ■  .  ..      .        ■■■-■■-_■       ■  _._.._     

Venid  á  mí;  yo  03  empeño  mi  palabra  honrada  de  que  en  Contra- 
maestre seréis  recibidos  con  verdadero  afecto  por  vuestros  conciudada- 
nos  y  comandante  de  zona, 

Landa.» 

Tipos  insurrectos. 

Ta  se  ha  dicho  quien  ei  Lacret;  de  haber  realizado  un  negodio  de 
abonarés  que  le  inquietaba,  no  hubiera  trocado  los  blandos  divanes  de 
la^ Cerirecerí a  Inglesa  por  las  fragosidades  ásperas  de  la  manigua. 

^  Zayas  no  habría  ido  al  campo  insurrecto  si  la  titular  de  médico  de 
un  poblado  de  20  casas  se  trocara  en  un  partido  de  numerosos  vecinos 
á  quienes  administrar  los  recursos  de  su  ciencia. 

El  titulado  general  Sairez,  ese  libertador  de  nuevo  cui^o,  no  se  con- 
tentaba con  menos  de  una  administración  de  Aduanas;  no  la  consiguió 
y,  claro^  acordóse  de  que  Caba  podía  ser  independiente,  y  sin  fe  en  la 
causa,  según  su  misma  afirmación,  marchó  al  campo  por  sport,  pues  le 
encanta  la  vida  aventurera. 

También  Pepe  Alemán  es  un  patriota:  después  que  fué  diputado  pro  • 
vincial  se  entrampó  de  firme,  y  para  atender  á  sus  deudas,  fijóse  en  el 
empleo  de  contador  de  este  Ayuntamiento;  no  se  le  nombró,  y  héteme 
á  Periquito  hjecho  fraile,  es  decir,  al  buen  Alemán  separatista  furibundo. 

López  Le¿éa,  que  tuvo  la  frente  bastante  firme  para  no  perder  la 
serenidad  ante  ciertos  hechos  domésticos,  piérdela  en  cuanto  se  acuerda 
que  sus  hermanos  están  en  peligro,  y  allá  se  va  á  engrosar  las  huestes 
libertadoras. 

¿Pneü  y  Barmúiez,  ese  pobreoito  á  quien  malas  querencia^  de  envi- 
diosos, sin  duda,  de  sus  méritos,  le  procesaron  por  cuatrero? 

Monteagudo,  .ocioso  en  su  farmacia  par  falta  de  parroquianos,  pensó 
que  tanto  importaba  despachar  recetas  como  mandar  guerrilleros,  y  én 
el  campo  está  el  bueno  del  boticario  campando  por  sus  respetos. 

Y  así  muchos:  Cayito  Alvarez,  de  una  reputación  hampesca,  Basilio 
Guerra,  desertor  de  presidio,  y  Matagás,  y  el  Tuerto,  y  Matos,  émulos 
del  guapo  Francisco  Esteban,  que  entre  las  coles  de  sus  secuestros  mez- 
clan la  lechuga  de  la  redenoión  cubana « 

T  es  sensible  que  entre  esos  tipos  esté  un  Antonio  Núñez,  de  tan 

bada  fe  en  la  causa  separatista,  que  incendió  su  casa  para  no  dar  al- 

prae  en  ella  al  S3ldado  español. 

)e  Bego  sólo  puedo  indicar  que  es  insoportable  por  su  carácter  vio- 

to.,  de  herrero  modesto  pasó  á  periodista  en  la  Encrucijada,  Santo 

mingo  y  Lajas,   promoviendo  á  diario  agrios  altercados.  De  Roloff 

se  ha  dicho  Cuanto  hay  que  decir,  y  á  Serafín  Sánchez  se  han  con- 

'áo  los  honores  de  la  biografía. 


ORÓNIOA  DE  LÁ  QÜEERA  DK  OUSA 


El  batallón  de  Lucharía. 

Hemos  visto  una  oarta  que,  entre  otras  cosas,  dice: 

<A1  llegar  el  batallón  de  Luchana  casi  nos  revientan  con  la  dinamita; 
á  los  pocos  días  nos  hacen  subir  á  mi  monte  para  copar  al  enemigo  al 
campamento  de  la  La  Piedra,  sin  poder  llevar  bagajes  ni  nada.  Estu- 
vimos seis  horas  sin  ver  el  sol;  parecíamos  los  ángeles  del  snefio  de  Jacob. 

No  tardamos  éa  tomar  otro  campamento,  y  finalmente,  tavimos  un 
recio  combate  en  la  Cristalina  con  el  titulado  brigadier  Gil.  No  exagero 
si  digo  que  los  mambiaes  sienten  cierto  aseo  á  pelear  cuando  saben  que 
Luchana  entra  en  fuego;  i  esto  ae  debe  que  las  jurisdicciones  de  Gnan- 
táñame  y  Jamaica, 
donde  operamos  nos 
otros,  se  vean  libres 
de  enemigos. 

A  nuestro  tenien ' 
te  coronel  don  Ma- 
nuel Hniz  le  di¿  la 
fiebre  amarilla  el  día 
de  la  Virgen  del  Pi. 
lar,  y  ha  salido  d^ 
la  enfermedad  bas 
tante  quebrantado. 

Ve  la  guerra. 

mi  «ibaalllo  Anbo. 

Creo  que  tenemos 
para  rato,  si  continuamos  andando  en  contemplaciones  y  no  nos  deci- 
dimos á  dar  duro  y  á  la  cabeza. 

Venimos  viendo  que  las  familias  de  los  rebeldes,  acampando  con 
ellos  en  la  manigua,  vienen  impunemente  á  refugiarse  y  buscar  víveres 
en  los  ingenios,  algunos  de  los  cuates  al  acercarse  tropas,  izan  la  bandc' 
ra  francesa,  obligándonos  á  cruzamos  de  brazos  y  á  renegar  lo  renegable 

La  valerosa  infantería  trabajando  á  más  no  poder,  pues  se  ha  ido 
acostumbrando  á  ir  sin  alpargatas,  con  barro  hasta  la  cintura  y  snfrien 
do  constantes  lluvias,  acampando  los  soldados  mojados  en  la  tirar»  bi) 
meda. 

Aquí  nos  llama  la  atención  ver  pocos  barcos  de  guerra  en  la  »  t 
y  mucho  más  nos  extraña  que  al  pasar  el  vapor  en  que  venimos  de  ) 
paña  cerca  del  Reina  Mercedes,  este  crucero  no  nos  saludó,  y  en  car  c 
fuimos  saludados  por  cuantos  buques  extranjeros  encontramos  en  la  k 
vesía.  > 


CBÓMICA  DM  hA  QÜKRtti.  DK  CUBA 

■neta  Manuel  Germán  González,  cabos  id.  Emilio  Bello  Ma' 
PalaoioB'Baeso,  Salvador  Cerriné  Imánez,  Manuel  Pérez 
tas  Juan  Pijoán  Ferrer,  Juan  Salamaño  Font,  Daniel  Vale- 
oingo  Qainto  Valero,  soldados  Nicolás  Lacroz  Mené,  José 
ón,  José  Colas  Soler,  Joaquín  Sieso  Cayeras,  Joaquín  Cere- 
Pomás  Pedro  Matamalella,  Martín  Matase  Franch,  Armen- 
Marsesoh,  Roque  Sesí  Mürillo,  Pedro  Castellé  Ferrer,  An- 
des Casañes,  Francisco  Rodríguez  Martínea,  Pablo  Barbe- 
,  Isidoro  Larramona  Palau,  Vicente  Ruiz  Rosillo,  José 
roca,  Miguel  Mousugaa  López,  Marcelino  Diaz  Aryamem, 
relo  Messeguer,  Juan  Tóini  Serra,  Miguel  LlopiS,  José  Oa- 
Mariano  Figuero  Camels,  José  Miohape  Portada,  Mariano 
at,  José  Olivella  Rafols,  Juan  Roca  Manso,  Eugenio  Esta- 
r,  Gaspar  Bailón  Botella,  José  Pajols  Oriols,  Juan  Gabedia 
9oye  Siré,  Migael  Ifaro,  Diego  Almoner,  Joaquín  Torrente, 
ta  Gastaldo,  Joaquín  Freizas  Millán,  Germán  Goardiola 
iequeiéns  Masmigael,  José  Martínez  Pellicer,  Juan  Olivar 
sdro  Bioro  Rovira. 

Heridos. 

Juan  Cruz  Pellicer,  cruz  del  Mérito  militar  7*50  pesetas, 
m  Sadnmí  Monet,  id.  2'50  id.;  Pedro  Genet  Cruset,  id.  7'50 
Selles  Luseda,  id.  2'50  id.  José  Domingo  Mausit,  id.  7'50 
nlvador  Beltrán,  id.  7'50id.;  Joaquín  Caenill  Ferrer,  idem 
enzo  Selles  Siúeda,  id.  2'60  id.;  Luis  Collado  Polo,  id.  2*50 
Vicente  Toronoher  Baendía,  id.  2'50  id.;  José  Alvarez  Al- 
ÍO  id.;  soldados  José  Bodena  Odonez,  id.  7'50  id.;  Juan  Roll 
50  id.;  Julián  Puerta  Villa,  id.  7'60  id.,  vitalicia;  Pedro 
d.  2<50id.;  MiguelMiláDomeneoh,  id.  2'50íd.;  José  Ló- 
2'50id.;  armero  Víctor  Ojet  Rodríguez,  id.    7*50  Ídem, 


r^ 


ON  cariosos  los  detalles  siguientes  ^sobre  la  muerte  de 
Masferrer,  uqo  de  los  oabeoiUas  insurrectos. 

Este  jefe  de  partida  se  había  hecho  célebre  por  su 
crueldad.  Asi  nos  lo  dice  nuestro  corresponsal  en  Cuba. 
En  Mata  (Santa  Clara),  á  comienzos  de  la  actual  gue- 
rra macheteó  á  un  teniente  y  diez  soldados  de  nuestro  ejército,  los  cult- 
les  sufrieron  tan  terrible  pena  por  sostener  y  defender  el  honor  de  la  pa- 
tria y  la  integridad  del  territorio  español. 

A  los  pocos  momentos  de  estar  en  este  bendito  pueblo,  se  produjo  una 
alarma  por  haber  aparecido  un  grupo  insurrecto  en  el  punto  conocido 
por  la  Quinta,  distante  un  kilómetro  del  perímetro  de  la  población,  ha* 
blando  detenido  y  componteado  á  varios  campesinos  que  se  ocupaban  en 
cortar  hierba  para  su  venta. 

Seguidamente  el  capitán  de  la  quinta  compañía  del  batallón  de  Ga- 
ta, señor  Espeleta,  y  teniente  de  la  guardia  civil  señor  Vera,  se  dispu- 
Ton  á  combatir  al  enemigo,  á  cuyo  efecto  reunieron  toda  la  fuerza 
ponible,  formando  una  pequeña  columna  como  de  40  hombres  de  in- 
Atería  y  20  caballos.  A  esta  fuerza  se  agregaron  varios  vecinos  arma- 
i     s,  entre  ellos  el  teniente  de  voluntarios  don  Cristóbal  Llanes. 

Serían  próximamente  las  diez  y  media  cuando  la  fuerza  se  puso  en 


í 


:/         808 OBÓNICA  DB  LA   QÜBgRA  D»  OÜBA 

mucha  al  mando  del  teniente  de  la  guardia  oivU  señor  Vera,  tomó  por 
la  TÍa  férrea  para  ir  á  salir  por  detrás  de  la  loma  de  Reforma,  y  el  otro 
grupo,  que  tomiS  por  el  camino  de  Sitio  Grande,  iba  á  las  órdenes  del- 
pnndonoroBo  militar  seftor  Kspeleta. 

Mientras  salía  la  tropa — dice  nuestro  corresponsal — me  fui  á  la  azo 
tea  de  la  iglesia,  con  varios  amigos,  y  desde  allí  estuvimos,  por  espa- 
cio de  media  hora,  viendo  la 
marcha  de  la  columna,  hasta  que 
la  vanguardia  de  la  fuerza  del 
capitán  Espeleta  tomó  el  rastro 
del  enemigo  y  fué  en  su  busca. 

Al   desaparecer  la  tropa  de 
nuestra  Vista,  quÍEC  que  el  amigo 
/'     Piazaola  me  presentase  á  los  cOTn- 
ponteados. 

Estos  eran  don  Juan  López  (a) 
El  curro  sin  zapatos,  don  Vic- 
toriano Ferrán,  don  Ramón  Ba-  ? 
rrallo,  Feliciano  Amodor,  un  ni-_ 
ño  de  diez  años,  y  otros  más, 
cayos  nombres  no  pude  adquirir. 

Refirieron  que  el  grupo  instt 
rrecto  lo  componían  Agustín  Ti- 
dal, conocido  por  Tiniin;  un  in- 
dividuo blanco,  casi  un  niño,  y  ..,p-dr^o..o«„™«b^o...(Pi,.««.,. 
tres  morenosj  tres  de  ellos  con  tercerolas  y  rifles  y  los  otros  dos  con 
machetes. 

Cuando  los  componteados  fueron  presos,  se  los  llevaron  detrás  de-la 
tnna  Reforma,  y  allí  les  obligaron  á  ponerse  boca  abajo  y  les  dieron  de 
planazos  hasta  hacerles  salir  la  sangre. 

Para  algunos  de  estos  infelices  el  susto  fué  mayor,  pues  lea  llegaron 
á  poner  una  cuerda  al  cnello  y  trataron  de  colgarlos,  pero  luego  se  arre- 
pintieron y  los  dejaron  en  libertad. 

Tintín  y  sus  compañeros  les  dijeron  que  como  volvieran  por  hierba 
i  cualquier  otro  artículo  para  Cifuentes,  los  iban  á  ahorcar  de  veras,  y 
que  cuando  calieran  al  campo  procurasen  llevarles  municiones. 

Con  objeto  de  hacer  tiempo,  mientras  llegase  el  tren  que  había 
Oonduoirme  á  Gamajuani,  me  entretuve  paseando  por  los  alrededor 
viendo  loa  fuertes  que  se  han  construido  y  las  barricadas  levantadas, 
que  durante  la  noche  prestan  servicio  los  paisanos. 

Después  de  haber  recorrido  la  población,  hallándome  frente  al  fi 
tín  España»  me  sorprendió  an  gran  vocerío  que  se  dejaba  oír  á  la  pai 


caóHioA  pg  i;a  qükkra  d«  opba 309 

iblo,  y  qae  cada  vez  se  haofa  mis  perceptible,  hasta  que* 
aente  ¡Viva  España! 

la  plaza  de  la  Iglesia,  pero  en  el  camino  me  encontré 
ados  que  venían  may  contentos  y  condaciendo  gran  nú- 

38. 

ide,  amigo? — le  pregante  á  nno  de  ellos. 
I,  qne  hemos  morto  al  cabecilla. 

riosidad  llegué  corriendo  á  la  plaza  de  la  Iglesia,  obser- 
te  al  Ayuntamiento  había  un  nameroso  grupo  de  gente 
vitoreaba  á  España,  al  ejército  y  á  los  voluntarios. 
encontré  cerca  de  aquel   remolino  de  gente,  pode  saber 
{ue  había  traido  sobre  un  caballo  el  soldado  Antonio  LÓ-  - 
lilla  Masferrer. 

'ar,  aunque  con  algún  trabajo,  pues  era  casi  imposible 
la  mesa  en  qne  estaba  el  cadáver,  que  éste  era  un  j<Sven 
ocho  ú  treinta  años,  de  fisonomía  simpática,  teniendo 
el  pecho  y  parte  de  la  ropa. 

tos  salían  de  ver  el  cadáver,  decían:  cEs  el  mismo;  Mas- 
:  n'osteoía  sitiados.» 

yuDtamiento,  estaban  el  alcalde,  el  cara  párroco,  el  oa* 
el  teniente  Vera  y  otras  personas  caracterizadas  del 

azaola  examinó  el  cadáver,  observando  que  en  la  espalda, 
tenía  una  herida  causada  por  proyectil  Mauíser,  la  cual, 

Eéptimo  espacio  intercostal,  salió  por  la  región  cardíaca 
¡Tesando  seguidamente  el  corazón  y  la  artería  carótida. 
saba  bigote  y  pera,  vistiendo  camiseta  de  crepé  á  rayas 

de  dril  obscuro,  chaleco  negro,  trochaua  de  Holanda, 
y  zapatos  borceguíes  oon  hebilla. 

quedó  en  el   Áymitamiento  para  ser  conducido  á  la  ne- 
B  se  entregará  á  sus  familiares  para  su  inhumación,  se- 
o. 
>ra  los  detalles  que  he  podido  adquirir  sobre  la  muerte  de 

poblado  la  fuerza  que  mandaba  el  capitán  señor  Espeleta, 
>  de  Sitio  Grande  hasta  la  loma  del  potrero  Reforma, 
lea  por  la  colonia  conocida  por  la  de  Mulata  Pola,  terre- 
Unidad. 

vangaardia  de  la  fuerza,  que  la  componían  el  cabo  de 
[  Matías  Gaijarro,  el  guardia  de  primera  Isaac  Crego, 
1  batallón  de  Galicia,  Valero  Falo  y  Juan  Antía,  y  los 
bal  Llanes  y  Francisco  Carbajo,  obeervaron  que  en  la 
la  de  la  colonia  Pola  había  como  anos  30  caballos,  por 


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ORONÍCA   D£  Uk  OUER&A  DB   GUBA 


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lo  que  comprendiendo  que  era  la  partida  que  perseguían,  echaron  pié  á 
tierra. 

La  vanguardia  de  nuestra  fuerssA  estaba  en  esos  momentos  como  & 
unos  60  metros  de  la  avanzada  insurrecta,  que  se  hallaba  en  la  portada 
de  la  finca,  y  que  al  ver  la  tropa  dio  la  voz  de  alarma. 

En  estos  instantes  ordenó  el  cabo  Guijarro  hacer  una  descarga,  que 
desconcertó  por  completo  al  enemigo,  huyendo  á  la  desbandada,  sin 
poder  disparar  un  tiro. 

Los  insurgentes  que  estaban  por  el  frente  del  edificio  pudieron  tomar 
ras  caballo^,  pero  no  asi  los  ded  fondo,  pues  era  el  sitio  por  donde  la 
tropa  les  hacía  fuego. 

De  los  dos  últimos  que  salieron  de  la  casa  disparó  contra  uno  de 

^dlos  el  soldado  Yolero  Falo,  que  le  hizo  caer  en  tierra  en  los  momento» 

en  que  se  agarraba  á  la  cola  del  caballo  para  montar.  Este  individuo  n» 

volvió  á  levantarse  y  corrió  unos  cinco  pasos,  cayendo  de  nuevo  al 

disparar  su  remington  el  cabo  Guijarro. 

El  compañero  del  individuo  que  cayó,  al  ver  que  no  le  seguía,  vol- 
vió el  caballo  con  intención  de  recogerle,  pero  nuevos  tiros  de  la  van* 
guardia  le  hicieron  desistir  de  sus  propósitos,  abandonar  la  cabalgadura 
á  internarse  entre  los  cañaverales,  donde  desapareció. 
>  Al  desaparecer  los  insurrectos,  el  guardia  de  primera  Isaac  Crego 
recogió  el  cadáver  del  individuo  que  cayó  en  tierra,  que  resultó  ser  el 
del  cabecilla  Masferrer,  ocupándole  revólver,  machete,  una  bandolera^ 
en  ouya  costera  tiene  la  siguiente  inscripción:  cComandante  R.  Masfe- 
rrer. Ejército  Libertador  de  Cuba,  núm.  3».  Un  peto  niquelado  y  un 
reloj. 

Al  llegar  el  capitán  Espeleta  y  teniente  Vera  con  el  restó  de  la  fuer* 
zá,  pues  oyeron  los  tiros  de  la  vanguardia,  se  encontraron  que  ésta  se 
<>cupaba  en  rei^oger  el  cadáver  y  los  diferentes  objetes  que  allí  abando- 
naron los  insurgentes. 

Se  dice  que  el  número  de  insurgentes  reunidos  en  la  casa  vivienda 
de  la  colonia  Pola  ascendían  á  unos  30  ó  40,  y  que  estaban  mandados 
por  Masferrer,  Tapánes  y  Tintín  Vidal. 

Fueron  ocupados  14  caballos,  nueve  de  ellos  con  monturas,  un  mu- 
lo, hamacas,  machetes,  impermeables;  municiones  y  otros  objetos  más* 

En  el  campo  del  suceso  quedaron  dos  caballos  muertos,  que  parecen 
ser  el  de  Masferrer  y  él  de  su  compañero. 

^      La  colonia  de  la  Mulata  Pola  ¿sta  un  kilómetro  del  ingenio  Unida 
y  legua  y  media  de  Cifuentes. 

Según  los  informes  que  á  la  carrera  pude  adquirir,  Rafael  ]Vfasferr< 
fué  empleado  de  la  empresa  del  ferrocarril  de  Ságua  por  espacio  de  nm 
ve  años,  hasta  el  mes  de  Abril  de  1893,  en  que  se  le  despidió  por  £U  oa 
rácter  violento  y  negligencia  en  el  desempeño  de  su  cometido. 


OBÓNIOA  DB  LA.  QUBBBA  DK   C?ÜBA 311 

iuii8i«rrer  nace  próximamente  unos  cuatro  meses  qne  se  lanzó  al 
campo  insurrecto,  y  ptpr  su  causa  se  halla  desterrado  en  Ceuta  un  her- 
mano suyo,  qne  era  guarda  almacén  de  la  estación  de  Cifaentes. 

De  público  ae  dice  qne  tomó  parte  en  los  sucesos  del  ingenio  Maca- 
bí cuando  fué  muerto  el  teniente  Cobrá  y  14  soldados. 

Incendió  de  la  estación  de  Sitio  Grande. 

Id.  de  los  tejares  de  García  y  Caparó.  . 

Id.  ÍQ¿'enio  de  loa  Angeles. 

Destmeoión  de  las  alcantarillas  de  la  línea  férrea  ¿  los  ingenios  Lí- 
bano y  Los  Angeles. 

Levantamiento  de  los  rails  frente  á  la  loma  de  Tomás  Pérez,  cuyo 
desperfecto  fué  arÍFado  por  un  ciego  y  su  lazarillo  al  conductor  de  pa> 
■ajeros  señor  Gutiérrez,  que  sin  pérdida  de  tiempo  reparó  el  mal  y  ade- 
más abrió  muchos  hechos.      .  , 

-  Conferencia  separatista. 

£1 12  de  Noviembre  se  dio  en  Montevideo  una  conferencia  pública  ¿ 
favor  de  los  separatistas  cubanos,  siendo  el  conferenciante  nn  señor  á 
quien  los  insurrectos  darán  cuando  triunfen  la  exclusiva  para  importar 
en  Cuba  una  carne  liquida  de  en  invención,  substitnta  del  tasajo.  Rese- 
ñando la  conferencia,  dice  un  diario  del  Plata: 

<Abrese  el  acto  á  las  ocho  y  medía  de  la  noche.  La  concorrenoia  la 
componen  nnas  350  personas,  de  las  cuales  la  mitad  son  orientales  y  la 
otra  mitad  españoles.  Entre  los  orientales,  muchos  compadres  orilleros; 
entre. los  compatriotas,  hombres  del  pueblo  dispuestos  á  defender  la 
patria. 

Macha  policía  de  uniforme  y  secreta.  En  la  calle  algunos  grupos, 
jree  de  compatriotas,  que  fueron  dispersados  por  la  policía. 

En  el  escenario  de  la  sociedad  «Stella  d'  Italia»  hay  dos  banderas 
>rientales  y  en  medio  nn  escado  cubano. 

Aparece  Valdéd  García,  que  es  recibido  entre  aplausos  y  silbidos, 
)redoniínando  éstos. 

Reina  gran  confuBÍón  y  hay  corridas.  Interviene  la  policía.  Cálmase 
ti  público,  y,  restablecido  el  orden,  comienza  el  conferenQiante  diciendo 
jne  admira  á  la  España  antigua  y  que  aprecia  á  los  españoles  aquí  resi- 
'~\te8. 

Haoe  la  historia  de  nuestras  glorias  pasadas,  para  venir  á  parar  en 
nuesti-a  patria  no  es  hoy  potencia  militar  ni  marítima. 

Al  llegar  á  este  pueblo  se  oyen  voces  de  ¡Fuera!  ¡Qne  se  calle!  ¡Viva 

laSa! 

Nuevas  corridas  y  bochinche  infernal  que  hace  necesaria  la  ínter- 

LCiÓn  de  la  policía.  Restablécese  el  orden. 


OBÓNIOÁ  ÓB  LA  GUBRBA  DI  OUBA 


do 


OBÓHIOA,  DB  LA  QPKBRA  D»  CUBA 313 

la  de  San  Quintín,  paes  van  decididos;  pero  oonfórmanse 
conlaB  protestas  y  vivas,  impidiendo,  sin  derramar  sangre,  que  se  nos 
ultraje. 

Todo  va  ¿  nuestro  fovor;  pero  la  policía  procede  arbitrariamente.» 

Un  decreto  insurrecto. 

Es  corto  y  humanitario  el  decreto  de  los  que  quieren  libertar  á  Cuba. 
«Kepública  de  Cuba. — Ejército  libertador, — 4.°  cuerpo. — 2.'  divi- 
b6ü. — 2.'  brigada. 


CIENFUEGOS 

Capitán  Víctor  Acea: 
Qaeda  Y.  autorizado  para  quemar  toda  la  caña  que  encuentre  Á  su 

Igualmente  procederá  V.  á  avisar  á  todos  los  que  se  dispongan  á  tra- 
Iwjar  en  laa  faenas  de  caña,  que  serán  pasados  por  las  armas  en  el  acto 
le  caer  prisioneros. 

Cuartel  general  á  21  de  noviembre. 

El  coronel  primer  jefe. 
P.  O. 
£.  Gómez.» 


"♦-í=:^^^^:=S-»' 


ímnn 


ITAS  Y  COMENTARIO! 


OS  grandes  ÍDgeníos  de  azúcar,  perteneeiei 
canos  en  Cuba,  cayo  valor  ee  cálcala  en 
lloneii  de  pedos,  están  amenazados  serÍBii 
recientes  órdenes  del  general  Máximo 
quiere  destruir  todos  los  ingenios  cuyos 
traten  de  hacer  azúcar  este  año.  £1  cónsí 
la  Habana,  Mr.  Williams,  que  ha  estadc 
de  más  de  40  .años  en  el  negocio  de  azúci 
I  que  no  es  exagerado  el  valor  que  se  atrib 
os. 

le  QÓmez,  son  más  6  menos  como  signen: 
Todos  loa  plantíos  serán  totalmente  d 
irlas  se  quemarán,  así  como  las  líneas  férn 
io  trabajador  que  preste  bu  concurso  á  los  : 
irá  considerado  como  traidor  á  la  patria, 
alquiera  persona  que  se  sorprenda  en  flagr 
ictamente  al  art.  2."  será  pasado  por  las  ai 
irte  de  los  ingenios  azucareros  de  Santa  Cl 
.pítales  extranjeros.  Los  propietarios  espai 
ubanos  tienen  más  que  los  peninsulares. 


ORÓNIOÁ   DB   LA    GUERUl.   DB    OüBA  315 

IngeDÍoa  llamados  Caracas  y  Dos  Hermanos  son  pro- 

IOS.  El  primero  que  es  el  más  {grande  del  mundo,  per- 

ín  TélTy.  He  aqní  algunos  de  los  que  explotan  capita- 

>Iedad,  oeroa  de  Arítcao;  Hormigueros,  La  Constancia, 

queito. 

a  de  Cienfaegos  representan  en  buenos  tiempos  7  mi- 

^ _n  Trinidad  hay  propiedades  de  nu  sindicato  de  Nueva 

York.  En  Sagua,  tres  ingenios;  su  valor  aproximado  es  de  dos  millones 
mil  pesos.  En  la  provincia  de  Puerto  Príocipe  trabajan  capitales 
rioanos  que  no  bajan  4e  1.600.000  pesos.  En  Santiago  hay  también 
ortantea  ingenios  americanos.  Muchos  de  los  ingeoios  americanos 
á  la  bancarrota,  si  no  se  les  permite  trabajar  este  año. 
jos  representantes  de  estos  ingenios  hablan  con  pena  de  la  barbari- 
de  una  guerra  tan  destructora,  trayendo  á  colación  el  recuerdo  de 
rrandes  ingenios  de  Santo  I>omÍDgo  que,  destruidos  por  loa  negros, 
lan  vuelto  á  levantarse  jamás.  Uuo  de  ellos  dice  que  si  la  guerra 
inúa,  el  porvenir  de  Cuba  será  el  mismo  de  Haity.  El  general  Mar- 
E  Campos  colocará  en  Santa  Clara  el  nuevo  contingente  de  tropas, 
orando  á  los  dueños  de  ingenios  que  empleará  cuantos  medios  estén 
alcance  para  protejerles.  Tengo  motivos  para  creer  que  el  ilustre 
¡ral  seguirá  con  los  incendiarios  y  aquellos  que  tratan  de  entorpecer 
rabajos,  una  política  diferente  de  la  seguida  con  sus  antagonistas  en 
impo.  Los  extranjeros  oaliflean  de  bárbaras  é  indignas  del  pueblo 
salvaje,  las  prácticas  de  conflagración  y  destrucción  de  los  insu- 
tos. 

Cl  bajo  precio  á  que  se  vendió  el  azúcar  el  año  pasado  dejó  á  los  ce* 
eros  casi  exhaustos.  Si  no  pueden  verificar  la  zafra  este  año,  solo  es- 
,  desconsoladora  ruina  á  muchos  que  fueron  un  tiempo  prósperos  y 
oientes  iogenios  azucareros.  Algunos  cosecheros,  imposibilitados  de 
liar  la  cizaña  de  los  plantíos  nuevos,  tienen  en  perspectiva  una  per- 
,  de  las  tres  cuartas  partes  de  la  producción,  aun  en  el  caso  de  que 
lan  verificar  la  zafra.  Algunos  ingenios  han  limpiado  los  plantíos 
sola  vez.  Basta  saber  con  cuanta  rapidez  crece  y  se  desarrolla  la  ci- 
i  en  los  trópicos,  para  comprender  lo  que  esto  significa. 

En  las  Villas. 

general  en  jefe  participa  desde  Santa  Clara,  con  fecha  4  de  Bi- 
bre,  que  el  general  Suárez  Valdés,  desde  Ciego  de  Avila,  le  comu- 
que  salió  el  día  30  de  Arroyo  Blanco,  con  parte  de  una  columna,  á 
\mota  y  Jobo^í,  reconociendo  á  Juan  Criollo,  Zagitas,  Dauajagua 
ifolma. 

acampar,  dice,   en  Busos,  á  legua  y  media  de   la  Reforma,  y  en 


316 OHámOA  P»  LA  QÜBRRl.  D»  OPBA. 

los  momentos  en   que  varios  vecinos  de  aquella  me 
Maceo  se  había  reonido  aquella  mañana  á- Máximo  (H 
se  hallaba  desde  el  día  18  acampado,  con  2,000  homb 
Inés  y  Reforma,  grupos  del  enemigo  rompieron  fuego 
zadas,  oontinnindolo  por  la  noche. 

Al  día  siguiente,  desde  las  cinco  de  la  mañana  haste 
ve  combate  con  fuerzas  reunidas  de  Máximo  Gómez  y  Maceo,  que  se  ha-  "^ 
liaban  situados  des- 
de tres  kilómetros  de 
mi  campamento  has- 
ta la  parte  alta  del 
potrero  La  Reforma, 
en  dirección  á  Gua- 
yos; lea  fueron  toma- 
das sus  posiciones  y 
campamentos  y  per- 
seguidos hasta  Tri- 
lladeras. 

Mí  columna  se  ¡ 

componía  de  loa  ba- 
tallones de  .Cuba  y 
Valladolid,  30  caba- 
llos de  la  guerrilla  de 
Yero,  40  del  escua- 
drón de  Fizarro,  una 
sección  de  artillería 
y  una  compañía  de 
Ohiclsna. 

Total,  1,250  hom- 
bres. 

La  fuerza  enemi- 
ga, según  sus  cam- 
pamentos, restos  de  n 
á  4,000  hombres  de  c 

Sólo  he  tenido  7  b 
ranchos  y  efectos  de 
de  caballería  é  infanl 

Con  el  mayor  gus 
que  lo3  oficiales  del 
Bando  han  seguido  U 
asiatieron  á  mi  lado. 

Las  fuerzas  que  c^ 
nosaa  y  lanzaron  Á  JA 


^ OBÓMOA  DB  LA  OUXBBA  DX  OUBA  317 

oombate  inmediato  á  la  reunidn  de  las  faenas  de  estos  cabecillas  en  la 
Reforma,  en  cuyo  punto — según  noticias, — se  hallaban  también  los  que 
ellos  llaman  su  gobierno,  son  recomendables. 

El  enemigo  ha  salido  muy  castigado,  como  lo  demuestran  en  primer 
término,  las  doce  señales  evidentes  que  de  sus  bajas  han  dejado  en  el 
lugar  del  combate. 

Se  recogieron  algunos  caballos  con  monturas  y  se  vieron  varios 
muertos. 

Y  en  segundo  término,  que  al  regreso  de  la  columna  desde  el  monte 
de  Guayos  á  Jicotea,  atravesando  toda  la  Reforma  y  Río  Grande,  no  ha 
disparado  un  solo  tiro. 

Entre  Río  Grande  y  Jicotea  me  alcanzó  el  general  Aldecoa,  que  ha- 
bía dejado  una  columna  de  300  hombres  en  marcha  en  el  camino  de  Lá- 
zaro López  á  Hoyes  sobre  el  rastro  del  enemigo. 

A  este  general  impuse  la  dirección  que  el  enemigo  al  salir  del  monte, 
de  Guayos  había  tomado,  y  me  manifestó  que  precisaba  acampar  en  la 
Ciénaga,  á  la  entrada  de  la  Reforma,  para  continuar  la  persecución  de 
las  partidas. 

En  Santa  Cruz  del  Sur. 

13  día  6  incendiaron  los  msurrectos  la  barca  de  dos  palos  Saltana, 
tripulada  por  cuatro  individuos  y  que  se  dedicaban  al  transporte  de 
puercos. 

Refieren  los  tripulantes  que  hallándose  dicho  día  en  el  estero  llama- 
do PoUsón,  como  á  las  dos'  de  la  tarde,  se  apareció  un  bote  en  que  iban 
ocho  individuos  armados,  los  cuales  les  gritaron  que  se  pusieran  al  pai* 
ro,  una  vez  que  llegffcron  á  bordo,  cogieron^  ropas  y  efectos  que  más  ne- 
oesarios  les  parecían,  y  embarcando  á  los  tripulantes  los  llevaron  á  tie- 
rra, donde  los  dejaron  custodiados  por  10  ó  12  individuos  también  ar- 
mados, prendiéndole  fuego  á  la  embarcación. 

El  patrón  y  los  tres  marineros  fueron  después  conducidos  por  dos 
parejas  hasta  el  campamento  de  Maceo  cerca  de  las  Guásimas,  y  en  el 
que  había  unos  .2.500  hombres.  Maceo  sé  mostró  disgustado  por  el  he- 
cho, y  ha  prometido  al  patrón  pagarle  el  importe  de  la  embarcación  y 
qae  los  custodiase  una  pareja  hasta  cerca  de  Santa  Cruz. 

J 

g^meral  en  jefe  ha  escrito  al  señor  coronel  Arizón  enviando  100 
pe      lara  el  asistente  de  Yalenzuela* 

1 100  pesos  cbn  100  más  los  donó  un  señor  Mazorra  para  que  se 
en         ran  á  dos  soldados  distinguidos. 


OBÓNIQA  DB   LA  QUERBA   DB  CUBA 


Tengo  entendido  que  loa  otros  100  pesos  fueron  entregados  al 
do  que  tanto  se  distinguió  en  la  Trocha. 

Creo  que  han  sido  acertadamente  distrihuidas  esas  oantidadei 

A  las  once  de  la  mañana  salió  el  día  5'  de  Santa  Clara,  el  ¡ 
Martínez  Campos,  acompañado  de  sus  ayadantea  y  del  eoronel  d 
do  Mayo'r,  señor  Eamoa. 

Al  llegar  li  Santo  Domingo,  el  coronel  señor  Ramos  se  dirigi<! 
ferrocarril  de  Sagua  á  Remedioa,  Camajuaní  y  Oaibarién,  para  ri 
los  batallonea  que,  como  refuerzos,  son  destinados  á  dichas  {ariadic 

El  general  Martínez  Campos  tuvo  que  detenerse  un  buen  i 
Santo  Domiogo  por  estar  terminando  lia  recomposición  de  una  a 
rilla  que  entre  dicha  estación  y  la  de  Manacas  habían  destruid' 
noche  anterior  los  insurrectos. 

Franca  la  vía  siguió  au  viaje  el  tren  general  de  pasajeros,  do 
nía  S.  E.,  sin  que  en  todo  el  camino  ocurriera  el  incidente  más  i 
ficante. 

Durante  el  trayecto,  el  general  en  jefe  inspeccionó  los  desta 
toa,  habló  con  los  jefes  y  cambió  impresiones  con  algunaa  auto 
del  orden  civil. 

Encontró  á  las  fuerzas  en  buen  estado,  salvo  en  un  punto,  de 
.  giiu  hemos  oído,  tuvo  necesidad  de  imponer  correctivos  por  o' 
que  no  se  cumplían  instrucciones  terminantes  que  tiene  dadas,  p 
las  tropas  no  dejen  ni  un  momento  alguno  sus  armas. 

Las  impre:i')nes  que  recibió  en  Matanzas  fueron  satisfaotorii 

La  muerte  de  Fraga,  el  incógnito' que  guarda  Regino  Alfonat 
que  se  le  desertaron  unos  cuantos  de  su  partida,  el  relativo  aleja 
de  la  de  Clotilde  García  y  el  no  haber  logrado  cruzar  la  línea  de 
-  mites  las  partidas  de  las  Villas,  han  influido  en  que  se  levante  d 
tu  público  y  ofrezoan  los  campos  el  aspecto  lisonjero  del  trabajo 
tos  críticos  momentos  de  la  zafra. 

-   Algún  ingenio  ya  está  moliendo  y  otros  se  preparan  para  h 
propio. 

A  las  siete  de  la  noche  llegó  á  Regla,  donde  le  esperaban  el 
Arderius,  el  señor  Calvo  Muñoz  y  otras  personas. 

Al  tomar  su  carruaje  en  Luz  ae  le  cayó  á  un  maletero  un  bu] 
llevaba  en  la  mano;  cayó  sobre  una  pierna  del  general. 

Por  fortuna  era  ropa  y  no  pasó  nada. 

No  S3  sabe  el  tiempo  que  durará  su  estancia  en  la  Habana  i 
que  lleguen  los  generales  y  los  refuerzos;  pero  lo  aprovechará  en 
pacho  de  los  asuntos  generales  del  gobierno,  sin  perder  de  vista 
lie  de  tas  operaciones  militares,,  á  que  consagra  su  princip 
atención. 


—^ 


CBONIOA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  319 


Como  documento  histórico  y  carioso,  publicamos  la  orden  general 
de  la  plaza  de  22  de  Marzo  de  1869  en  la  Habana,  por  la  cual  se  ve  que 
d  ministro  de  la  Guerra  don  Juan  Prim  comunica  al  capitán  general  de 
Cuba^  don  Domingo  Dulce,  que  apruébala  resiolución  de  su  antecesor 
don  Francisco  Lersundi,  al  dar  de  baja  en  el  ejército  al  entonces  co- 
mandante de  Caballería  del  mismo  don  Máximo  Gómez  y  á  otros  cabe- 
cillas separatistas  que,  como  el  mariscal  de  campo  don  Modesto  D{az  y 
el  coronel  Heredia,  venían  figurando  en  las  filas;espáñolas. 

cOrden  general  del  Ejército  de  22  de  Marzo  de  1869  en  la  Habana. 
•—Capitanía  general  de  la  siempre  fiel  isla  de  Cuba — Estado  Mayor. — 
Sección  5.* 

M  Excmo.  señor  Ministro  de  la  Guerra,  con  fecha  31  de  Enero  últi- 
mo dice  al  Excmo.  señor  Capitán  general  de  e^ta  isla  lo  siguiente. — Ex- 
celentísimo señor. — En  vista  de  la  carta  número  1.108  de  22  de  Diciem- 
bre próximo  pasado  en  que  participa  Y.  E.  á  este  ministerio  que  por  no 
hab¿r  justificado  su  existencia  en  dicho  mes  y  tener  la  convicción  moral 
de  que  se  hallaba  con  los  insurrectos,  había  dispuesto  se  diera  de  baja 
en  las  nóminas  de.  su  clase  para  el  percibo  de  sus  haberes  al  general  don 
Modesto  Díaz  Alvarez,  coronel  don  Francisto  Heredia  Sola,  tenientes 
'  coroneles  don  Santiago  Pérez  Gómez  y  don  Jerónimo  de  Castro  Báez, 
comandantes  don  Máximo  Gómez  Báez,  don  Ceferino  Martínez  Mejía  y 
don  Juan  Cruz  Flgueredo;  capitán  don  Carlos  de  Soto  Araujo;  tenientes 
don  Félix  Marcano  Alvarez  y  don  Francisco  Marcano  Alvarez,  y  alférez 
don  Ignacio  Díaz  Alvarez,  procedentes  todos  de  las  reservas  de  Santo 
J>omÍBgo;  el  Gobierno  Provisional  ha  tenido  á  bien  aprobar  lo  dispues- 
to por  Y.  E.,  previniéndole  que  una  vez  terminada  la  pacificación  de 
esa  isla  no  deberá  admitir  las  solicitudes,  casQ  de  que  en  súplica  de  re- 
Kef  las  hi<íiesen  los  individuos  mencionados,  á  menos  de  que  patenticen 
de  una  manera  indudable  la  inocencia  de  su  conducta. — Lo  que  partici- 
po á  Y.  E.  para  su  conocimiento  y  efectos  consigaientes. — Lo  que  de 
orden  de  S.  E.  se  hace  saber  en  la  general  de  este  día  para  los  fines  de 
ordenanza. — El  brigadier  jefe  de  Estado  Mayor,  Carlos  Navarro,  t^ 

Distribución  de  fuerzas  insurrectas. 

Los  rebeldes  han  hecho  la  siguiente  distribución  de  fuerzas:  Maceo 
ca  jatirá  en  la  provincia  de  Santa  Clara,  asumiendo  allí  el  mando;  Má- 
zu  >  Gómez  se  encarga  del  gobierno  y  de  la  guerra  en  el  Camagüey,  y 
Qq  ~>tín  Banderas  operará  en  los  límites  de  Matanzas  y  Santa  Clara. 

\  disgregación  de  fuerzas  apareciendo  núcleos  numerosos  de  par- 
tid b  rebeldes  cerca  de  Cárdenas,  mientras  que  otras  se  hallan  cerca  de 
Sa  iSti  Spiritus,  hace  difícil  encuentros  decisivos  y  fácil  los  ataques  á 
po  •'•^os  y  á  ingenios;  pero  al  mismo  tiempo  impide  ataques  serios  por 


■  3iO OBÓHIOA  DM  LA  QUaRBA  DB  CUBA* 

parte  de  elloa,  así  como  cualquiera  intentona  sobre  ; 
guna  importancia. 

El  jefe  de  los  rebeldes  oamagUeyanos,  don  José  M 
Mayiay  á  imitacíÓD  de  lo  que  Roloff  ha  hecho  en  las 
do  que  los  vecinos  del  campo  adictos  á  la  revolncicSi 
fincas  inmediatas  á  la  ciudad  y  á  los  campamento) 
simpaticen  con  la  insurrección  abandonen  el  campo 

ocho 

ordei 
tode 

ZO  BU 

muer 
P 
tan  a 
dad] 
pacff 
camf 
t¿nd( 
subsi 
ques 
gobii 
T 
áoM 
mita 
Kitra 
leche 

Cu  oMBiDi  Mlnniu  «gmo  d*  40  honbr»  d'  Inhnleili  j  10  eaballoa...  (Ftc.  WT.)  , 

rraje 
producto  del  campo,  bajo  pena  de  muerte  á  los  infrai 
Se  dice  que  algunos  cabecillas  han  notificado  á  lo 
comarca  de  San  Diego  del  Valle  (Santa  Clara)  una  or 
ne  retirar  lo  más  lejos  posible  las  casas  inmediatas 
como  la  prohibición  absoluta  de  dar  conocimiento  á 
la  llegada  de  ellos  á  dichas  casas. 


Fín  de  l¿  primera  paste. 


.  .r3¿- 


•^ 


MMrte  á«I  e«b««illa  Acebo. 


(SEGUNDA  PARTE) 


FUSILAMMIÜ  DE  UN  DESERTOR 


^^m^>0^0^0^0^0^0^0^0^m0^f^r^^0^^^m^^0*0*0^0^m^^f^^0^r^m0^i^i^m 


GNAOio  Yaldés  Gómez,  natural  de  la  Habana,  de  33  años  de  edad, 
soltero,  de  ofioio  talabartero,  de  estatura  regalar,  blanco,  de  es- 
pesa barba  recortada,  entró  á  servir  en  la  guerrilla  del  segundo 
batallón  del  regimiento  de  la  Habana  con  el  nombre  de  Manuel 
Santa  Cruz,  el  I*""  de  Mayo  del  pasado  año.  El  día  2  del  mi»^ 

mo  mes  desertó  Yaldés,  llevándose  consigo  el  caballo,  montura,  equipo, 

tercerola  Maüsser  y  150  cápsulas. 


— T.  II. 


Procio  lO  oen't* 


322 OBÓmoA  Da  la  qükbba  db  ousa 

lagresó  en  la  partida  de  Mirt5  y  se  halló  presente,  prf 
oíos  á  loa  ^nipoa  reToluoionarios  en  la  aooión  de  Canaja 
herid<j  el  teniente  coronel  Arízón. 

Todo  el  resto  del  tiempo  qae  permaneció  en  la  manigüt 
ta  que  fué  hecho  prisionero,  en  5  de  Julio,  por  la  column 
Eohagüe,  en  Arenas  (Tunas),  se  le  destinó  á  una  zona  de  fl 

Ignacio  Yaldés  Otómez  había  sido  condenado  por  la  Aud 
tanzas  á  diecisiete  años,  cuatro  meses  y  veintiÚQ  días  de  pi 
ladado  al  departamento  de  la  Habana,  se  fago  de  éste  coai 
taban  por  cumplir  doce  años  y  días. 

A  las  nueve  de  la  noche  del  21,  le  fué  leída  la  sentencie 
juez  instructor,  primer  teniente  del  segando  batallón  de  la 
Miguel  Martín  Pérez. 

Cuando  á  Valdés  Oómez  le  leyeron  el  terrible  fallo,  solí 
ana  prenda  de  vestir;  una  mala  camiseta  gris  cubría  las 
aquel  séi*  lleno  de  vida,  qne  en  breve  iba  á  pagar  con  ella 

El  estado  de  excitación  nerviosa  en  que  se  hallaba  era 
nunoiaba  quejas  incomprensibles,  quería  articular  frasee 
miento  6  amenazas  ó  ahullidos  lastimeros,  inint^gibles,  i 
de  sus  labios. 

Se  le  pidió  que  firmase  la  sentencia  y  se  negó  decidid 
cerlo. 

T  cuando  se  le  indicara  la  necesidad  de  que  cubriese  : 
algunas  vestiduras  se  dispaso  á  hacerlo  con  esta  sola  obs 
habrán  de  ponerle  mis  la  ropa  de  soldado.  > 

En  el  mismo  calabozo  que  ocupaba  se  le  arregló  la 
altar  era  modesto,  propiedad  del  regimiento  déla  Habana, 
tel  se  encontraba  el  reo. 

El  piquete  que  había  de  formar  en  el  acto  de  la  ejecnciÓD 
por  el  primer  teniente  de  la  reserva  don  José  Jimeno  y  se 
un  sargento,  dos  cabos,  un  cometa  y  20  gaerriUeros  de  la 
ción  á  que  el  reo  pertenecía. 

A  las  diez  comenzó  á  tranquilizarse  Valdés — cediend( 
excitación  nerviosa — y  tomando  una  silla  se  sentó,  á  ref 
del  padre  Herránz. 

A  las  diez  y  veinte  llamó  al  capitán  del  cuartel  don  Ma 
y  le  suplicó  mandase  conducir  ¿  su  presencia  al  maestro  ta 
Luis  Melandieras,  pues  quería  encargarle  pidiese  á  su  fami 
de  una  silla  de  montar  por  él  confeccionado  y  qae  se  en 
dorante  la  Exposición. 

A  las  diez  y  media  llegó  á  la  capilla  el  señor  Melandif 
Qómei  le  recibió  afectuosamente,  departió  con  él  con  sunu 
le  hiao  los  siguientes  encargos: 


CRÓNICA   DB   LA   OÜBRBA  DB   CUBA 323 

se  á  una  de  sns  hermanas — caya  direooión  le  entreg<5 — 
tografía  de  una  siltade  montar  remitida  á  la  Exposición 
[ue  aunque  mamarracho  (palabras  textuales)  faé  pre- 
l^rafía — dijo — es  obra  de  un  capataz  del  presidio  de  la 

aado,  de  nn  nuevo  ataque  de  ezcitacitSn  nerviosa,  sostuvo 
amena  conversación  con  el  capitán  Alendao. 

— wí  «ííft  íiQ — íiecía — ¡bien  lo  recuerdo!  pasaba  yo  por  Holgoín  en 
idiaríos  destinada  á  los  trabajos  de  canalización  del 
iresionó  vivamente  la  vista  de  Holguin.  Lo  atribuí 
lo  de  mi  madre,  cuyas  holguineras  eran  deliciosas. 
deserté  del  presidio,  fué  mi  primera  idea  trasladarme 
tante  barrenillo.  Hoy  me  lo  explico:  era  mi  estrella 
ia  el  lugar  donde  había  de  desaparecer  para  siempre 
Vos. 

ro  y  se  dirigió  &  la  bandera  del  segundo  batallón, 
-  al  estar  frente  al  comandante  don  Isidoro  de  Castro, 
tdante,  me  perdona  nsted?>  y  entonces  contestóle  di- 
)ue  Dios  te  perdone,  como  yo  te  perdono.  > 
amenté  la  sentencia,  la  que  escuchó  de  rodillas,  y  en 
1  sitio  designado  para  tan  trágico  suceso;  se  reconoi- 
latro  guerrilleros,  dispararon  y  cay<5  al  suelo  Valdéa; 
Lescarga  no  muriese,  fué  preciso  darle  el  tiro  llamado 


I  coronel  Ceballos  dirigió  unas  sentidas  y  lacónicas 
ilU  reunidas  y  empezó  el  desfile  de  las  mismas. 

Un  testigo. 

>rresponsal  en  campaña,  que  acompañó  al  general 
u  últimas  operaciones,  da  cuenta  del  siguiente  díá- 
etrata  el  carácter  de  nuestros  guajiros. 
Ayala — si  el  general  Yaldés,  en  el  parte  oficial  que 
las  Nueces,  consignará  ó  no  las  bajas  hechas  al  ene> 
>  acostumbra  á  hacerlo  cuando  no  las  ve  €oon  sus 
■)  como  la  información  no  tiene  que  ver  nada  con 
ido  un  corresponsal  en  la  columna  para  tener  impre- 
do  decir  que  el  enemigo  en  ese  encuentro  tuvo  las  ba- 
en  del  siguiente  diálogo  que  sostuve  con  un  guajiro, 
la  partida,  deteniéndose  varios  de  ella  breves  segun- 
ta.  Hay  que  tener  en  cuenta  que  cuesta  más  trabajo 
dno  una  declaración  que  á  cualquier  hombre  de  E^ 
■an  algunos  eon  los  que  no  hay  diálogo  posible. 


OBÓHIOA  DB  LA   OITKBBA  DI  ODBA 


—Buenas  tardes;  ¿qué  tal  por  aqnf,  no  le  han  qnemí 
— Todavía  no  me  han  quemado  naitica. 
— ^Pero  á  usted  no  le  qnemarán  la  casa,  porque  ierái 
— ¿Quién  Bahe?  ¡TÓo  pué  suceder! 
— ¿Y  cómo  á  qué  hora  pasaron  por  aqui? 
— Edo,  ¿quién  to  sabe?  Figúrese  que,  como  no  hay 
puede  ano  medir  bié  la  hora. 
— Bueno,  ¿pero  hace  mucho? 
— Ya  hace  bastante  rato. 

— Y  dígame,  paisano,  porque  yo  tengo  una  disputa 

loa  herid( 

¿eran  seia 

que  no  pa 

—De 

le  puedo 

mente,  p 

está  metíc 

te,  ¿3abe? 

trabajo... 

—Eso 

la   casual 

tenido  qui 

I  que  se  me 

nos  tres  < 

yo,  aunqi 

— Biei 

pudo  ooni 

—Si  h 

verdad  p 

jo-^        porque  pí 

-K.  bmn  bKida  «qai,  p*ro  u  hu  rodlde  *•««■»...  (féf.  in).  ®^*  Verefll 

do  mucho 
tuvo  tomando  agua  Sensión,  que  es  compadre  de  Reg: 
bautizó  el  hijo  antes  de  irse  pa  el  monte,  y  dijo  que  n 
más  que  cinco,  pero  que  uno  no  tenía  ruá  y  que  nu 
bueno. 

— Ya  ve  usted,  si  es  lo  que  yo  decía,  que  no  podían 
dígame,  los  dos  muertos  no  los  traerían  aquí,  los  dejarí 

— De  eso  sí  que  no  sé  yo  ni  esto. 

— {Regina,  desde  el  colgadizo).  ¿Tú  ves,  Juan  Mai 
que  iba  en  el  serón.  ¿No  te  lo  decía  yo  á  tí? 

— Mire,  ni  ésta  ni  yo  sabemos  ná;  porque  imagínese 
día  ir  vivo,  que  era  lo  que  yo  le  porfiaba  á  ésta. 


ORÓHIOA  Pg  LA   ODMtRA.  PB  OnBA 

10,  adióa  7  gracias,  y  no  tenga  eaidado,  qui 


importante  de  cuantos  han  cruzado  el  río  C 
I  guerra,  es  el  que,  consistente  en' mil.  fusil 
103  j  70.000  raciones,  salitS  de  Manzanillo, 
leí  general  Qascó,  para  Bajamo. 
mbareaciones  y  no  tuvo  la  menor  noved 
decirse  de  público  que  fuerzas  rebeldes  en 
bU  ocupada  parte  considerable  de  la  travetíi 
mte  operación  se  han  completado  las  que  víe 
B  en  aquella  provincia,  para  la  distribución 
fts  tropas,  y  el  provisionamiento  de  las  zo 

>nBal  en  Manzanillo,  nos  suministra  todos  lo 
ín  que  el  día  29  de  Diciembre,  tuvieron  nuei 
tos.  Estos  datos  vienen  á  completar  el  relat< 
íormente  y  por  eso  los  consignamos. 
iembre,  á  las  siete  de  la  mañana,  salieron 
propiedad  de  la,  señora  viuda  de  don  Roqu 
;na  de  Manzanillo — 28  núineros  de  la  guerri 
.tallón  del  regimiento  de  Isabel  la  Católica, 
rúente  don  Pedro  Aguilar  y  González,  al 
!gua  hacia  el  interior,  con  objeto  de  hacer  1 
al  panto  qne  se  proponía  la  pequeña  coI< 
ir  una  avanzada  de  cuatro  hombres  en  el  p 

0,  y  en  esta  operación  apareció  por  el  freí 
imigo,  que  se  le  echó  encima  y  á  caballo,  d 

1,  por  no  tener  tiempo  para  otra  cosa,  pen 
3ual  le  sirvió  de  aviso  al  grueso  de  la  fue 
isa. 

íer  presa  el  enemigo  de  los  cuatro  guerrillerc 
,  corta  distancia  intimó  la  rendición  al  peq 
BOU  una  descarga  cerrada,  mientras  aquél,  I 
npo  daba  el  grito  de  <  ¡al  machete,  que  está 
enemiga  que  aquellos  héroes  no  sólo  no  se 
loasión  á  qne  entrasen  al  machete,  porque 
ndían  avanzar,  cargó  por  el  ala  izquierda  di 
»ior,  también  de  caballería,  que  se  hallal 
ti,  y  &í  esta  sorpresa,  víctimas  de  una  c 
irimer  teniente  señor  Aguilar,  el  sargento 
cabo  Braulio  Maíllo,  lo  cual  no  fué  obstác 


32b OROHIOA  PB  LA  QÜEEBA   PE  ODBA. 

qne  cada  cual  sfgniera  en  bus  pacatos,  y  formando 
frente  con  valor  sosteniendo  á  la  fuerza  enemiga. 

Duplicada  ésta  y  atacando  por  dos  flancos,  intea 
machete,  siendo  rechazada  por  descargas  cerradas  y 
lentía  de  antes. 

Viendo  el  «nemigo  la  tenacidad  de  los  guerrilleros  en  no  rendirse, 
avanzó  por  la  retaguardia  de  éstos,  que  formaba  en  un  manigual  otro 
crecido  número  de  rebeldes,  también  á  caballo,  y  entonces  el  teniente 
Aguilar,  viendo  la  superioridad  nnmérioa  y  el  grave  riesgo  que  corría 
de  ser  copado,  sin  perder  la  serenidad  buscó  ventajas  sobre  el  propio 
terreno:  á  pesar  de  tener  ya  un  guerrillero  muerto  (que  no  abandonó), 
forma  el  cuadro  nuevamente  dando  á  tres  oaraa  y  replegándose  á  nna 
cerca  de  alambre  que  tenía  á  la  derecha,  donde  formó  an  semicírculo, 
y  ofreciendo  de  este  modo  el  frente  al  enemigo  y  la  espalda  á  la  cerca, 
quedando  él  y  el  sargento  en  medio  del  grupo. 

No  se  llevó  empero  &  cabo  este  movimiento  sin  que  el  enemigo,  vien- 
do qne  la  presa  se  le  escapaba,  se  avalanzara  por  medio  de  un  moi 
miento  envolvente,  ante  el  cual  hubo,  por  parte  de  los  soldados,  verd 
deros  prodigios  de  valor. 

Upo  de  ellos  herido  de  machete  en  el  brazo  izquierdo,  y  rápido  con 
ana  centella  tira  también  del  machete,  y  de  un  tajo  separó  la  cabeza  < 
su  agresor;  á  otro  soldado,  herido  y  tendido  en  tierra,  se  le  aproxÍE 
otro  insurrecto  para  rematarlo,  y  de  un  tajo  le  abrió  el  pecho  al  cabal 
de  éste,  que  cayó  á  pocos  pasos;  el  asistente  del  teniente  Aguilar  fué  e 
vuelto  por  el  enemigo  después  de  batirse  heroicamente,  haciendo  me 
der  el  polvo  á  varios  enemigos,  cayendo  por  fin  prisionero. 

También  lo  fueron  dos  soldados  más,  uno  de  ellos  después  de  herid 

Mientras  la  pequeña  columna  se  batía  al  pie  de  la  cerca,  abrieron  i 
pequeño  paso  en  aquélla  para  tener  segura  la  retirada,  y  escaseándc 
las  mimioiones  salió  rápido  de  la  fila  un  soldado  á  buscarlas  al  deatac 
mentó  del  ingenio  Tranquilidad,  regresando  con  ellas  y  repartiéndol 
entre  sos  compañeros. 

El  enemigo,  efectuada  esta  operación,  empezó  á  desanimarse  y 
retirarse,  convencido  de  lo  imposible  de  su  empeño. 

Auxilios. 

Habiéndose  avisado  al  general  González  Muñoz  por  un  propio  qa< 
enviaron  del  destacamento  del  ingenio,  salió  inmediatamente  pare 
lugar  del  suceso  oon  fuerzas  de  Alcántara  y  la  guerrilla  volante  <, 
manda  el  capitán  don  Joéé  Fernández;  también  salieron  los  agaerrit 
tenientes  don  Bernardo  Manzano  Con  cuatro  guerrilleros  y  Castellón, 
coronel  señor  Sánchez  Echevarría,  que  manda  el  regimiento  de  Isab" 


ORÓNIGA  DB  LA   ÚUMSRÁ.  DB  CUBA 

tdal  y  catorce  guardias  oÍTÍles  montadoB  ec 

izilioB  llegaron  al  lugar  del  snoeso,  ya  el  ei 
,  dendo,  recibidoB  por  aquellos  valientes  001 

BJÓ  en  poder  de  los  soldados  nn  muerto. 

Detalles. 

onel  Echevarría  lleg<5  hasta  donde  se  encon 
le  preguntó  qne  «qué  tal»;  aquel  se  desabro 
ole  la  herida  de  bala  qne  le  interesa  el  puln 
coronel: 

3o  aquí,  pero  no  han  podido  vencerme.» 
dado  guerrillero,  Pedro  Poroel  Gómez. 
nte,  don  Pedro  Aguilar  y  González  Lauzán  (| 
'aclio  Jiménez. 
<  Maíllo  Domínguez. 

n  Castillo  Esparza  (grave),  Gumersindo  Pt 
n  Sentí  Bartolomé  (grave),  y  levemente  Ja 
rto  Torres  Zurita. 

X  de  la  fuerza  qne  faé  en  auxilio  atendía 
Eiridos  se  los  trasladaba  á  esta  población,  di 
ira  al  muerto  del  enemigo,  la  otra  parte  e 
racticar  un  minucioso  reconocimiento  en  el 
ededores,  encontrando  tres  muertos  del  en 
>allos,  y  entre  ellos  el  del  titulado  brigadie: 
ibíén  se  encontraron  cinco  caballos  herid 
'as  y  equipos.  Al  enemigo  no  se  le  pudo  dar 
informadas  hacen  ascender  sus  muertos  á  d 
illos  los  nombres  conocidos  en  Manzanillo 
E,  José  Millán,  Camares  y  Kiverón,  suponi 
idos  sea  crecidísimo,  porqae  la  acción  se  d< 
tno  de  100  por  60  metros. 
que  atacaron  á  la  reducida  fuerza  fueron 
Ivador  Ríos,  jefe  de  aquella  zona,  y  don  M 
Eiristo  Rodríguez  y  algún  otro,  con  fuerza  n 

38. 

opa.  Dispersos,  cuatro;  prisioneros,  tres;  me 
>tal,  16. 

ledaba  intimamente  para  combatir,  13. 
Ifuilar  no  dejó  el  mando  de  su  fuerza  hasta  q 


328 ORÓHIOA  DB  LA  OÜEBRA  DB  OÜBA 

Los  cuatro  gaerrilleros  dispersos  se  presentaron  en  C 
urnas. 

Loa  tres  ^aerrilleros  prisioneros  fueron  deaarm&dos  p< 
puestos  en  libertad,  pasando  al  hospital  el  herido  al  pi 
ingenio  Tranquilidad. 

El  general  señor  González  Muñoz  elogió  sobre  el  ter 


...  ni  propio  tltupo,  dibk  (I  (rilo  i»  'li  uchtu  qu  Htii  kIm'',  <Pá(.  ii. 

conducta  de  eeos  soldados,  y  les  dio  de  bu  bolsillo  partic 
nes  á  cada  uno. 

Y  como  prueba  de  hallarse  satisfecho  de  su  comporta 
una  orden  del  día  haciéndolo  constar. 

El  primer  teniente  don  Pedro  Aguilar  y  González  La 
güsyano,  sobrino  del  conde  de  Palatino  é  hijo  del  generi 
fué  gobernador  de  Puerto  Príacipe. 

Nació  el  18  de  Abril  de  1866,  ingresó  en  el  servicio 
bre  de  1884,  y  es  primer  teniente  desde  6  de  Diciembre  c 

En  una  casa  de  campo,  al  final  del  rectángulo  donde 
acción  cerca  de  CalisUo,  vive  nn  pobre  hombre  de  apelli 

Cuando  empezó  la  acción  se  hallaba  una  hijita  suya 
la  casa,  y  al  reconvenirle  su  padre  para  que  entrara,  ui 
veso  dejándola  muerta  en  el  acto. 

Cuenta  uno  de  los  soldados,  que  al  principio  fué  b 
por  la  avalancha  insurrecta;  pero  que  cuando  lo  Uevah 
da  fuga,  volvió  la  cabeza  para  tratar  de  ver  lo  que  en 


DROmOA  DB  LA  QUERRÁ  DB  CUBA 

aqael  grupo  de  valíentea  que  no  o 
1  pié  TÍÓ  claramente  los  dos  dnio 
[ue  eran  el  ofioial  y  el  sargento, 
llegamos  dice  on  corresponsal,  el 
Btra,  may  pálido,  pero  animoso  y 
A  sido  macha, 
mayor  importancia  es  el  sigtiienti 

/ 


Idal  j  14  t<urdiM  «ItIIm  ■omUdM,  wae  iiddIu...  \Pit.  9S 

aíciones,  ordenó  el  ofioial  á  on  sol 
de  algunas,  y  el  soldado  aqael,  sic 
i  caballo  á  escape,  pasa  por  entre  la 
cuantas  municiones  podía  cargar. 
i_  revela  el  magnífico  espíritu  de  di 
pesar  de  verse  sin  ofioial  y  sin  dai 
o  de  su  oficial  herido  y  se  diepont 
hubo  en  que  la  lucha  fué  cuerpo  i 
ligan  á  aquellos  numerosos  enemig 
onzados  y  corridos  ante  aquel  puñ 
)ldado  muerto  fué  ana  manifeataoi 
no  solo  todos  los  jefes  y  oficiales  < 
aento  civil  y  machos  particulares. 
ilez  Muñéz  en  persona.  El  féretro  Íl 
,  obsequio  de  distintos  cuerpos,  eni 
i1,  con  la  dedicatoria  siguiente:  <A 
:,  el  general  González  Muñéz. » 


La  opinión  de  un  autonor 


^L  señor  Cabarrooa,  uno  de  los  principales  aaton 
Villaa  ha  dicho  lo  siguiente: 

— «Es  un  error  grande  saponer  que  el  partid 
se  ha  disnelto  por  haberse  marchado  al  cam| 
ríos. 

>8e  habrán  ido  algunos;  pero  mientras  V.  no  sepa  < 
monte  hombres  como  Batévez,  Abréu  y  Arencibia,  de  San 
eos  Oarofa,  de  Sancti  Spiritos;  Pastor  Valera,  de  Eemed 
igual  signifíoación,  pnede  afirmar  qne  no  hay  en  las  part 
lias  personas  de  verdadero  prestigio  ni  infiaenoia. 

>Por  hoy,  lo  que  existe  en  el  monte  es  una  anarqufa. 
se  prolonga  este  estado  más  allá  de  marzo,  quizá  la  ola  ci 
tnyendo  uu  movimiento  político, 

»No  soy  revolucionario.  Creo  que  el  país  tiene  moti^ 
con  loa  gobiernos;  pero  esa  revolución  es  el  suicidio  del  p 
á  mi  pueblo  lo  bastante  para  no  contribuir  á  esa  gran  dei 
— cPnede  V.  tener  la  seguridad  de  qne  la  guerra  era 
chazada  cuando  se  Inició,  y  diga  qne  es  una  guerra  impí 
no  procedió  ese  trabajo  de  conspiración  activa  que  es  sien 
de  estos  movimientos;  no  hubo  ese  tacto  de  codos  que  prt 


OBÓHIOA  PB  LA   OUBBRA  PB  CUBA 331 

lo  le  hubo  soy  teñtígo  de  mayor  exoepción,  porqne  yo  no 
'  mi  posición  no  habría  side  de  los  últimos  en  apercibirme 
bído. 

Pancho  Carrillo,  qne  tiene  temperamento  de  guerrillero 
rio,  conoció  lo  de  Oriente  -estando  en  la  Talla  de  Gallos, 
risado  un  amigo  de  qne  le  iban  &  prender,  y  tan  lejos  es 
•romiso,  qne  no  taro  inconveniente  en  advertirlo, 
ierra  importada  qne  se  aprovechó  de  la  miseria  del  país  y 
e  aventareros  inconscientes  y  obreros  aín  trabajo,  esas 
T  van  de  an  lado  para  otro  sin  concierto, 
pasa  al  partido  autonomista,  ea  qne  no  puede  decir  lo  que 
1  la  actitad  serena  y  juiciosa  de  sus  hombres.  No  enena 
ele  perjudica,  pero  no  se  determina  el  beneficio  qne  hace. 
>  mismo  al  general  Martínez  Campos,  á  quien  no  conozco, 
lerosidad,  desinterés  y  alteza  de  miras  han  contribuido  en 
lonsiderables  á  reatar  elementos  valiosos  á  esa  insurrec- 
Lto,  es  una  locara,  que  en  cambio  de  no  poder  triunfar 
na  del  país. 

perderse  de  vista  por  el  gobierno  ni  por  nadie,  sin  em- 
'edad  de  la  situación  económica,  revelada  por  la  falta  de 

Jimo  se  va  á  negociar  un  pagaré  de  persona  cuya  fortuna 
I  grande,  y  no  le  aceptan  <J  le  someten  á  un  quebranto 
f  esto,  si  la  zafra  no  se  hiciera,  daría  forma  á  tristes  pre- 
[>or  cuya  razón  es  necesario  que  la  cosecha  se  recoja  y  se 
i  mtierte  antes  de  marzo. 

Santa  Clara  es  un  pueblo  eminentemente  autonomista,  oo 
ra  qne  el  Ayuntamiento  tieneiíace  muohoB  años  esa  sig' 
esar  de  haber  hecho  los  gobernadores  lo  imposible  para 
rácter,  pues  de  Santa  Clara  no   se  ha  marchado  nadie  de 

'  se  hubieran  ido  al  campo  los  que  pesan  en  el  partido 
a  guerra  tendría  en  Las  Villas  gravedad  extraorcUnaria. 
arrastraría  mucha  gente  con  el  hecho  solo  de  tomar  par- 
oión. 
cuando  se  recela  del  partido  autonomista  se  hace  viuy 


Los  fondos  de  la  insurrecddn. 

lorteamerioano  publica  un  extenso  artículo  acerca  de  la 
unta  cubana  de  Nueva  York  y  de  la  inversión  de  las  cañ- 
adas por  ella. 


OBONICA   DS  LÁ   OUKRIU.  DB   CUBA 

'  Bua  trabajos  en 

biera  realizado 

M  autoTidades  i 

BÍ  como  tambi 

[>ara  los  qae  lo 

>breB  y  sin  arm 

públicas  y  seoí 

08  tres  meses 

lo  todavía  no  w 

aponerse  al  éxi 

embargo,  la  J 

do  en  empresa 

dinero  samini 

triotas  y  no  h 

J)ice  luego 

kino  que  el  di: 

pleado  en  flel 

ni  en  oompra 

nieiones. 

Enumera  á 

Cubanos  de  la 

En  Cayo  Hq< 

Tampa,  15;  ec 

7   en   Méjico; 

Ooala  y  Jumn 

3  en  Nuera  Oj 

ton,  Santo  Be 

ville .   Thomn 

Brockljn  y  P 

Se  establecí 

00  años,  y  se 

anales,  para  oo 

nativo  se  troct! 

bido  rerolucioni 

L  en  febrero  pae 
Diez  de  ellas  co: 
revolución.  Loe 
jondioiones  par 
La  mayor  parí 
Junta. 

reunir  cierto  ni! 
la  Junta  dijo  qi 


CHÓNIOA  PB   LA   OTTEBRA  OE  CUBA 

brir  sosoñpoioaes  para  que  la  expedio 

nos,  en  los  primeros  momentos,  ae  • 
floando  sns  propieH  intereses;  pero  la 
vicios  no  se  habían  solicitado, 
qae  dirigen  la  campaña  son  todos  ezt 
to  Domingo,  y  es  autor  además  de  un 
o  es  podible  á  Cuba  conquistar  la  libe] 
Roloff  es  polaco  y  anarquista.  El  fué 
ita  en  la  campaña;  Dionisio  Gil  es  d( 
acieron  en  Venezuela.  No  son,  pues 
arraigo  ni  antecedentes  en  Cuba,  y  si 
que  puedan  dorante  la  guerra,  y  en  c 
n  aquello  que  tengan  por  conveniente 
t  negros  consta  de  cuadrillas  de  facine 
|ue  ultrajan  mujeres  y  niños  donde  qu 
gnifiea  para  ellos  la  eatiafaüoión  de  toi 
ts  de  raza;  como  que  nada  de  cuanto 
japonesa  puede  igualar  á  las  atrocida( 
lalhechores  en  Cuba  en  nombre  de  la  '. 
ermioa  preguntando  cuánto  dinero  1 
S80S  bandidos;  qué  ha  sido  del  dinero  r 
evolución  de  granjerias,  de  infamias  j 


nes  que  ha  recogido  en  Cádiz  nuestro 
idos  en  el  Correo  de  la  Giran  Antilla 
«r  una  salvedad,  á  eaber,  qne  eín  ese 
brmes,  en  lo  que  respecta  al  soldado 
ado;  dispuesto  á  la  lucha,  pronto  al  st 
lobrío  en  sus  necesidades,  valeroso  en 
tira,  de  sna  deberes  para  con  la  patria, 
liones  materiales  que  necesariamente 
largas  y  penosas  marchas  por  terreno 
I  y  á  veces  descalzos,  caminando  con 
ador,  viendo  á  cada  paso  caer  á  un  o< 
,  para  no  levantarse  más,  ni  otras  t 
I,  imponen  tibieza  en  en  ánimo,  que  a 
ce  Cíida  vez  más  grande  y  más  valí 
cae  una  nueva  ofensa  qne  vengar,  un  i 
sn  sus  afanes  de  lucha,  pocas  veces  co: 
ibuHtero  hiere  por  la  eapalda  cobardei 


334 OBOSIOA  DB  LA   OUEBBA   DB  CUBA 

aenta  con  la  nobleza  que  debe  reconocérsele  &  Iob 
pelean  frente  á  frente. 

Así  se  da  el  caso,  no  pocas  veces,  de  que  las  herid 
clben  nuestros  soldados  sean  por  la  espalda,  y  está 
cuantos  asistieron  al  teatro  de  ü  ^erra  que  los  insui 
siempre  por  retaguardia. 

El  teniente  coronel  del  batallón  de  la  Constituoióo 
trae  una  bala  enemiga  que  hirió  Á  uno  de  sus  sóida 
vertebral,  dejándole  muerto. 

Hay  otro  detalle  qne  también  confirma  que  caá 
clima  que  las  balas.  De  900  hombres  que  tenía  el  bat( 
fueron  baja  300  en  tres  meses,  por  consecuencia  de  la 
La  Lucha,  de  la  Habana,  ha  dicho  recientemente  que 
tes  ó  enfermedades  de  nuestro  ejército,  desde  los  comí 
ascienden  á  14,000,  cifra  qne  si  en  un  principio  pan 
las  opiniones  del  periódico  citado,  fué  considerada  la 

"Éa  rigurosamente  exacto  qne  Maceo  aconseja  & 
rehuyan  los  encuentros,  y  él  mismo  da  el  ejemplo  evii 
propone,  como  han  dicho  los  corresponsales  telegrj 
tropa,  impedir  la  zafra  y  dar  tregua  á  la  campaña  pi 
goB  sean  mayores  en  la  época  en  qne  la  fiebre  amaríll 
do  álgido. 

No  hace  mucho  tiempo  un  distinguido  militar  s 
corta  distancia  de  Maceo.  Avanzó  con  cerca  de  l.OOC 
vaba  con  Mattsser  y  abundantes  provisiones,  y  ouai 
hizo  cargo  de  que  iba  á  empezar  el  ataque,  desaparee 
les  por  sitios  que  solo  ¿1  conocía,  dejando  burlados 
jefe  militar  de  referencia. 

La  espeotaeión  qne  existe  hoy  en  la  gran  Antilla  ^ 
se  experimenta  por  conocer  él  resultado  de  las  operaci 
no  tiene  Kmite- 

Los  hacendados  de  la  isla  quedaban  á  la  salida  del 
peranza  de  qne  Maceo  fuera  copado,  como  única  solu 
efecto  la  zafra,  pero  ese  codiciado  propósito  es  de  dJ 
gÚD.  opiniones. 

El  nombre  de  Maceo  es  temido  en  toda  la  isla.  B 
hasta  de  los  más  leales  á  España,  prestan,  si  se  les  ex 
al  cabecilla,  por  el  terror  que  éste  infunde;  los  ricos  j 
guardan  también  respeto  por  recelo  de  venganza. 

La  política  de  atracción  que  signe  el  general — de 
todo  ,el  país  la  detesta,  sin  distinción  de  clases.  Hace  1 
si  aquello  ha  de  terminarse  pronto,  pues  de  lo  contrai 
mo8  nn  paso. 


tOA  PM  LA  QnBBBA  Pl  OÜBA 335 

toión  es  la  canga  de  qae  en  ta  misma  capital  de 
raüstas;  y  en  los  cafés  y  otros  establecimientos 
el  que  no  sea  sordo,  cómo  se  manifiestan  sin 
Ltfas  por  los  insorrectoB,  y  casi  á  diario  se  tiene 
I  jóvenes  de  familias  acomodadas  que  marchan 

les  de  laborantiamo  existen  en  las  repúblicas 
de  ellas,  comeen  Santo  Domingo,  se  califica 
Aoen  los  insurrectos.  Vivo  está  aun  el  recuerdo 
aé  aUÍ  destituido  por  sapnesta  complicidad  oon 

Lombres  y  armas  para  la  insurrección  se  hacen 
no  en  la  proporción  qae  ellos  quisieran  por- 
es  elementos  que  se  necesitan,  pero  se  precisa 
costas  para  evitarlos  por  completo;  esto  es,  más 
lay  hasta  ahora,  con  ser  muchos,  no  son  en 
ia  extensa  vigilancia  que  se  requiere. 
n  tropas  que  han  libado  recientemente  á  la 
'a  oonJEtrmado  de  Maceo  y  Massó,  por  diversidad 
«  militares,  han  reanimado  el  espíritu  público, 
ronsas  de  próximo  desenlace  favorable  para 

lar,  para  que  no  se  confirmen  las  siguientes  fra- 
Maceo,  dichas  una  tarde  en  que  rodeado  de  sn 
le  la  campaña  y  de  su  éxito,  sí  lograba  prolon- 
cos, excelentes  generales,  para  Combatir  contra 
on:  Julio,  Agosto  y  ¡Septiembre, 
lan  llegado  á  Cádiz  á  bordo  del  Alfonso  XII  los 
A,  de  18  años;  pertenecía  á  la  partida  de  Re- 
preso por  nuestras  tropas  en  el  rancho  Veloi, 
yo  sitio  quedóse  rraagado. 
rasa  negra,  preso  en  el  ingenio  de  Santo  Do- 
lí de  Canarias,  preso  en  Sagua;  éste  y  el  ante- 
ligo;  y  Bamon  Soto,  perteneciente  á  la  partida 
iho  prisionero  en  la  acción  sostenida  en  Loma 

lan  tratado  de  celebrar  una  interview  oon  los 
aes  recibieron  de  muy  mala  gana  á  los  perio- 
estar  sus  preguntas  y  renegando  de  España  en 


336  OBOMIOA   PBi  LA   ODBRBA   D8  COBA 

Con  verdadero  sigilo  y  uaa  habilidad  admirable  realizó  e 
Hernáadez  ana  de  esas  operaciones  que  si  su  importancia  ms 
ea  inmensa,  tienen,  en  cambio,  un  efecto  moral  de  sama  imp 
paes  praeba  al  enemigo  lo  que  son  y  lo  que  valen  nuestros  k¡. 
que  frente  á  la  agilidad  y  astucia  ^tá  la  astucia  y  la  agilidad 
tan  Conocedores  de  esta  guerra,  como  lo  es  d  digno  coronel  Hi 

A  las  tres  saüó  la  columna  del  Santo,  donde  algunas  horai 
era  enterrado  el  cadáver  del  infortunado  soldado  Jacinto  6arg 
vo  soldado  de  Galicia.  Con  las  carretas  vacías,  todos  eupoBiero 
á  conducir  é^tas  á  la  Encrucijada.  Llegada  la  columna  al  emb 
pemoottS  allí. 


nllna  loa  turldoi 


u  A  las  orce  y  media  de  la  noche  el  capitán  de  Estado  Ma; 

.ijüA^^  Cabana  y  oficial  de  órdenes  teniente  Amado  trasmitieron  las  d 


1.      C"vUf'- 


nes  convenientes  para  que  la  columna  se  dividiera  en  dos,  cor 
una  parte,  según  lo  dispuesto  por  el  coronel,  el  primer  jefe  de 
dura,  sefior  Pascual,  que  llevó  las  acémilas  y  carretas  á  la  Ene 
y  marchando  con  180  hombres  á  San  Joan  de  Truffio,  donde  d 
cuatro  horas  de  una  marcha  penoeídima,  con  más  de  tres  patn 
do,  se  llegó,  sorprendiendo  al  enemigo.  Con  una  rapidez  admi 
puso  el  Coronel  Hernández  el  ataque  al  demolido  ingenio  de  1 
de  Trnffin,  donde  400  insurrectos,  locos  de  espanto,  buscaban 
ción  en  la  huida,  y  en  la  que  hacía  un  fuego  nutrido.  La  seooi 
Navas  al  mando  del  comandante  Pérez  Blanco,  rompió  el  fueg 
cargas  sobre  el  batey  mientras  la  Guardia  civil  y  caballería  d( 
lo  iban  envolviendo  por  la  derecha. 

El  bravo  teniente  Ortega  de  Armas  fué  uno  de  los  primeros 
la  alambrada  bajo  el  fuego  enemigo.  A  los  pocos  minutos  sonó 


338*  ORONIOA  DE  LA   GUEBBA  DS  CUBA 


del  cóthetín  de  órdenes  lanzando  las  iiot^s  de  «ataque,»  y  las  Navas  y 
la  oaballerfa,  protegidos  por  la  tereera  de  Galicia,  se  lanzaron  á^  en- 
trando en  el  batey,  á  I&  cabeza  de  todos,  el  bravo  coronel  Hernández, 
segaido  del  comandante  Pérez  Blanco,  capitán  de  estado  mayor  |y  te- 
nientes Amado,  Haidobro  y  Rodríguez.  \ 

Al  mismo  Cortina  algunos  momentos  antes  se  le  vio  huir  despavo- 
rido, !y  se  supone  fué  herido  por  el  nutrido  fuego  que  se  le  hizo.  ' 

Sa  continuó  durante  media  hora  la  persecución  del  enemigo  con  na- 
tridáfit  descargas,  dejando  aquél  dos  muertos,  y  llevándose,  según  buenas 
noticias,  de  17  á  20  heridos. 

Las  bajas  de  la  colunma  fueron  dos  soldados  heridos  y  23  con- 
tusos. 

ün  detalle:  el  cabecilla  Cortina  había  reprendido  la  víspera  de  este 
hecho  á  su  gente  por  lo  cobarde  que  estuvieron  al  atacar  el  convoy  en 
Cavarroca. 

¿Qué  dirán  ahora  los  subordinados  del  bravo  general  al  verlo  huir 
despavorido  sin  dar  una  sola  orden  á  su  gente? 

Probado  queda  una  vez  más  que  la  táctica  del  enemigo  consiste  en 
huir,  salvo  en  aquellos  casos  de  10  contra  uno  ó  á  mansalva. 

La  conducción  del  convoy  ha  puesto  de  relieve  las  brillantes  cuali- 
dades del  jefe  de  la  columna  el  coronel  Hernández  de  Yelasco,  y  su  paso 
por  la  comarca  del  Santo,  Calabazar  y  Encrucijada,  ha  reanimado  el 
espíritu  de  los  buenos  patriotas  que  hacen  esfuerzos  titánicos  para  au- 
xiliar en  la  medida  de  sus  fuerzas  al  jefe  de  la  zona,  en  cuy»s  dotes  de 
mando  y  celo  exquisito  confian  para  devolver  á  esta  rica  Jurisdicción  la 
tranquilidad  perdida.  , 

• 

Los  padres  de  Valenzuela. 

^ 

t 

Su  aflicción  es  inmensa. 

— ¡Yo,  que  esperaba  abrazarle  para  enero  y  salir  á  esperarlo  á  una 
estación  vecina  para  que  nadie  me  robase  su  primer  abrazo! 

Esto  decía  entre  sollozos  la  desdichada  madre  del  malogrado  héroe 
de  Ojo  del  Agua. 

— Estaba  escrito  que  no  habíamos  de  volverle  á  ver— exclamaba  el 
padre  conteniendo  el  llanto. 

Sucedíanse  los  abrazos  silébciosos  y  los  sentidos  apretones  de  mane  ~ 
cada  vez  que  llegaba  un  amigo  ó  .algún  entusiasta  del  valor  de  aqu^. 
bizarro  militar.' 

"  Grande  ha  sido  su  desgracia,  pero  grande  é  imperecedero  el  recuerc 
que  en  los  fastos  de  la  ^erra  de  Cuba  deja  impreso  Valenzuela. 

S.  M.  la  reina  al  tener  conocimiento  de  la  fatal  nueva  envió  á  ui 
de  los  oñciales  del  cuarto  militar  á  casa  de  los  padres  del  finado  par 


r 

ORÓHIOA  DB  LA  QXTEXBLA  DE  QÜBA  339 

que  en  SU  nombre  lea  manifeBtara  el  profando  sentimiento  que  embar 
^aba  sa  ánimo  por  tan  irreparable  pérdida. 
|T<ftmbléii  el  señor  ministro  de  la  Gaerra  general  Azcárraga,  les  ha 
=  eQTÍado  el  pésame  con  uno  de  sos  ayudantes.  -  .^\ 

Son  infinita»  las  pruebas  de  adhesión  y  sentimiento  que  los  padres 
de  Yalenzuela  están  recibiendo  estos  día^. 


• 


Las  señoras  dé  la  eapital  de  la  pequeña  Antilla  han  bordado  una  ri  • 
quinina  bandera  de  oombate  para  el  cañonero  de  primera  c^ase  «Ponce 
de  León»,  que  se  ha  construido  en  Glasgow. 

£1  acto  de  la  entrega  de  la  insignia  patria  fué  muy  solemne^  según 
\  lo  describen  los  periódicos  portorriqueños  últimamente  llegados. 

El  alcalde  de  San  Juan  de  Puerto  Rico,  señor  Potous,  interpretando 
:  los  sentimientos  de  aquella  leal  población,  pronunció  con  tal  motivo  un 
:  docoente. discurso,  del  que  reproducimos  este  hermoso  párrafo: 

cDelante  de  este  pequeño  casco  que  extiende  por  los  mares  el  territo- 
rio español,  delante  de  esta  bandera  que  ha  proyectado  i^u  sombra  en  el 
mundo  entero,  desde  las  heladas  márgenes  del  Báltico  á  los  arenales  del 
África  abrasada,  desde  las  placenteras  playas  de  la  G  recia  y  del  Asia 
Menor  hasta  los  remotos  pantanos  de  la  Cochinohina,  á  la  que  debe  casi 
exclusivamente  su  civilización  el  rico  continente  americano  y  la  mayor 
7  mejor  parte  del  novísimo  cuanto  placentero  mundo  marídmo,  afirma* 
mes  una  vez  más  nuestro  amor  á  España,  declarando  solemne  y  formal- 
mente nuestro  constante  deseo  de  ser  una  parte  integrante,  un  miembro 
propio  de  la  nación  española,  que  no  puede  cortarse  ni  arrancarse  sin 
que  resulte  una, mutilación  que,  aunque  no  produzca  la  muerte,  constitu- 
ye una  desgracia  horrible  para  el  cuerpo  que  la  haya  de  sufrir.» 


• 


c Collazo  con  115  expedicionarios,  entre  ellos  los  titulados  comandan* 
tes  Rodríguez,  Vázquez^  Cuspiére,  el  célebre  químico  Julet,  que  tiene 
inventos  que  han  de  sorprender  al  orbe,  O  Farrül,  Dres.  Antigás  y  Ney- 
ra,  i  mcontraban  hace  un  mes  en  Cabo  Sable,  punto  deshabitado  y 
djst  '^e  de  aquí  unas  40  millas,  esperando  el  vapor  que  los  había  de 
eon/     ir  á  Cuba. 

<  ^ocida  la  idea  de  los-  expedicionarios,  para  que  el  fracaso  fuera 
eon  uo,  era  preciso  darles  el  golpe  de  gracia  en  el  momento  preciso, 
;pori  ,  así  éste  era  contundente  y  les  acarreaba  todo  el  gasto  de  cosa^ 
teal     da. 

,      '"4^-  en  el  momento  oportuno,  cuando  el  vapor,  con  cuatro  oaño- 


340 OBÓOTOA  DB  L*  QUaBBA  P«   OUBA ' 

nefl,  300,000  cartuchos  de  fusiles  7  rifles,  dinamita,  medicina 
pertrechos  de  guerra,  se  disponía  á  tomarlos,  se  denunció  el  I 
liendo  inmediatamente  un  guardacostas  para  el  Ingar,  deshaoienao  io- 
dos los  planes. 

Al  ^ectnar  el  desembarco  la  tripulación  del  guardacostas,  vieroD 
huir  á  los  expedicionarios  hacia  el  monte,  cargando  cada  uno  de  ellt 
oon  loa  pertrechos  que  pudo,  dejando  el  resto  en  el  campamento;  en  ¿si 
ae  apoderaron  los  marinos  de  2.000  cartuchue,  200  disparos  eléotricoi 


;Tapor  lu  reruEda  mlblesdo  á  bwdo  i  1m  bitillonei  de  llmanti  j  Albii«ri.— DIi  IB.  <IuUBtii«i  daRolcBsdí^ 

«ien  pares  de  zapatos  nuevos,  hamacas,  mantas  y  otra  porción  de  ei 
seres  propios  de  campaña. 

También  condujo  el  guardacostas  á  un  joven  de  18  años  en  lamei 
table  estado  de  salud. 

El  vapor  no  ha  sido  habido,  y  lo  mismo  puede  haber  arrojado  k 
pertrechos  al  mar  por  no  poder  entrar  en  ningán  puerto  con  ellos,  cora 
haberse  lanzado  á  la  aventura  de  querer  desembarcarlos  en  Cu'. 
remos  lo  que  resulta. 

Al  siguiente  día,  en  grupos  de  quince  y  veinte,  fueron  tlegiu. 
pi  quenas  embarcaciones  que  les  mandaron  los  jefes  de  la  cosa  ot- 
en esta  ciudad,  habiéndolo  realizado  ya  la  mayor  parte,  indasr 
rulados  jefes  que  dejo  mencionados,  á  excepción  de  Collazo,'  qr 
i<abe  de  fijo  donde  se  halla,  á  pesar  de  asegurarse  que  está  aqui . 
-demás. 


CRÓNICA  DE  LA  OUKBRA  DX  CUBA 


341 


LoB  expedioionarioa,  en  aa  mayor  parte  jóvenes  de  familias  pudien- 
tes  de  la  Habana,  como  el  hijo  del  conde  de  Diafla,  Cárdenas,  O^Farrill, 
Lezpa  y  otros,  qué  hacen  muy  buenos  muchachos  de  salón,  pero  muy 
malos  soldados,  han  llegado  en  deplorable  estado  de  salud  y  trajes. 

La  mala  alim^itación,  los  mosquitos,  el  ejercicio  militar,  guardias, 
^cétera,  á  que  los  tenían  sn jetos  en  el  improvisado  campamento,  se 
aviene  mal  con  estos  señoritos,  y  por  ello  su  salud  se  ha  i'esentido 
mucho. 

La  denominación  que  tendrán  en  campaña  estos  pollos — ^si  á  ella  Ue* 
gan — será  cBifleros  de  la  acera.» 

Por  ahora  tendremos  ocho  ó  dies  dias  de  calma,  mientras  reponen 
«US  fuerzas  y  estudian  el  nuevo  plan  de  expedición;'  luego  la  salida  en 
grupos  para  los  cayos,  la  espera  del  vapor,  las  vicisitudes  citadas,  la 
agonía  natural  del  que  hace  algo  malo  y  espera  lo  necesario  para  reali- 
zar su  deseo,  la  nueva  captura,  etc. 

Propios  y  extraños  comentan  muy  favorablemente  la  actividad  de 
nuestro  ministro  en  Washington,  así  como  la  del  cónsul  y  vice  cónsul 
en  esta,  que  no  descansan  día  y  noche  deshaciendo  planes  ñlibusteros. 

Bien  por  todos,  puesto  que  vemos  el  provecho  de  sus  esfuerzos. 

Esta  es  la  tercera  vez  que  nuestras  autoridades  allí  han  hecho  fraca- 
sar esta  expedición,  que  á  estas  horas  les  cuesta  á  los  mambises  más  de 
ciento  cincuenta  mil  duros.» 


1 


f?mff¥?ffffi^fWfffffff¥ff 


PAS  EXPEDICIONARIAS 


BAíz  dfl  nembramiento  del  geieral  Wejler  para  el 
mando  del  ejército  de  operaciones  en  Cuba,  acordó 
el  Gobierno,  en  vista  de  las  exigenciaa  de  la  guerra, 
enviar  nuevo  coctícgente  de  fnetza. 

"Ei  ministro  de  la  Oaerra,  general  Azcárraga,  di8- 
poso  todo  lo  hecesaiio  y  con  nna  actividad  dín^oa 

combináronse  los  embarques,  en  la  forma  que  indica 

iz,  cazadores  de  Tarifa,  vapor  <Cataluña>> 
Toelona,  batallón  de  Otumba,  vapor  «San  Francisco», 
roña,  batallón  Lnzón,  vapor  «Montevideo». 
,diz,  Rtina  y  Wad  Ras,  vapor  «Buenos  Aires». 
j-ce!ona,  Almansa  y  Albnera,  vapor  «San  Femando», 
icante,  batallón  Princesa,  vapor  «San  Agustín». 
go,  batallón  Murcia,  vapor  «Montevideo», 
roelona,  balallón  Onipdzooa  é  Infante,  vapor  «Colói    , 
diz,  batallón  cazadores  Arapiles  y  Covadonga,  vap   : 

nfander,  batallan  Llerena  y  Garellano,  vaper  «Alfi   • 


cb6hioa  pb  la  oujbba  p«  Oüba 343 

ídem  ld\  de  Santander,  reato  Garellano  y  Lealtad,  vapor  <Santa  Bar  ■ 
bara>. 

Eo  efecto,  el  día  12  á  las  diei  de  la  mañana,  llegó  de  Jerez  á  Cádiz 
el  batallón  de  cazadores  de  Tarifa. 

El  recibimiento  que  se  hizo  á  la  tropa  supera  á  toda  ponderación. 

Esperaban  en  el  andén  de  la  estación,  el  general  CastillejoH  al  frente 
de  varias  comisiones  militares  y  civiles,  j  on  gentío  innumerable. 

La  despedida  de  Jerez  fué  magnífica.  La  población  entera  acudió  & 
la  estación  prorompiendo  en  vivas  al  ejército,  á  Espafla  y  á  Caba  es- 
pañola. 

£n  las  estaciones  del  tránsito  se  repitieron  las  ovaciones  á  los  caza* 
dores. 

Inmediatamente  se  llevó  i  cabo  el  embarque  en  remolcadores,  ha- 
ciendo penosa  la  operación  un  Levante  impetuoso  que  con  dificultad 
permitét  el  atracar  al  costado  del  trasatlántico  (Catalaña>. 

En  la  puerta  del  muelle  tocaba  una  música  militar  y  una  cKaranga 
de  cazadores,  mientras  llenaban  los  aires  vivas  atronadores. 

El  teniente  coronel  jefe  del  batallón  de  Tarifa  don  Antonio  Cano 
abrazó  á  los  jerezanos  que  fueron  á  despedirle. 

El  maestro  de  escuela  señor  Ibáñez,  fué  aclamado  con  gritos  salidos 
del  corazón  del  pueblo. 

Un  accidente  ocurrió  al  embarcar  las  tropas,  que  pudo  tener  fatales 


Caaado  el  vaporcito  <Trocadero>  se  hallaba  ya  al  costado  del  <Cata- 
lafia>,  se  rompió  el  cable  de  remolque,  saliendo  disparadas  de  garete  las 
dos  barcazas  que  llevaba,  cargadas  de  soldados. 

Cuantos  estaban  en  el  muelle  sufrieron  una  violenta  emoción  duran- 
te algunos  instantes,  mientras  los  vapores  auxiliares  de  la  Trasatlántica 
y  el  vapor  «Trocadero»  salían  coa  toda  la  rapidez  posible  al  encuentro 
de  las  barcazas,  impelidas  sin  gobierno. 

Por  fortuna,  los  patrones  de  las  barcazas  no  perdieron  la  serenidad 
y  dieron  fondo  instantáneamente,  aguantándose  al  poco  rato  sobre  las 
anclas,  y  evitando  de  esta  manera  las  desgracias  que  eran  de  temer, 
'   La  serenidad  y  acierto  de  los  patrones  fueron  uDánimemente  celebra  ■ 
dos,  pues  supieron  evitar  todo  riesgo  mientras  llegaban  los  auxilios. 

En  cambió,  fué  censurada  la  dispoiíición  de  hacer  fondear  tan  lejos 

muelle  los  vapives  de  la  Trasatlántica  en  días  de  embarque  de  tropas. 

El  gobernador  militar  se  ha  quejado  otras  veces  de  ello. 

Sn  todos  los  trenes  llegaron  fAmilias  de  Jerez  á  despedir  los  cazado- 
de  Tarifa. 

En  la  despedida  que  lei  han  hecho  ha  habido  rasgcs  ¿e  cariño  indes*^ 

«tibies.' 

"  alumnos  del  colegio  de  San  Juan  habían  reunido  mil  reales,  que 


344 ob6hioa  db  r.A  opkbba  p»  ouba 

loB  entregaron  al  coronel  Cano  para  el  primer  soldado  del  batallór 

se  distinga  en  la  campaña. 

En  la  oficina  del  Giro  Mútao  se  presentó  un  acedado  á  cobrar  ^í¡ 

branza.  Pero  se  le  negó  el  pago  por  falta  de  aviso,   ün  sacerdote 

estaba  presente  abonó  en  seguida  la  cantidad. 

NameroBos  grupos  esperaban  en  el  muelle  y  en  las  murallas  á 

zarpare  el  «CaialuQa.» 

£t  estado  del  mar  impedía  salir  en  botes  como  en  otras  ocasione 

A  las  cnatro  y  nieiia  ztrpó  e)  vapor  «Cataluña.» 

Llevaba  3  jefes,  28  (ficiales,  37  sargentos,  1,037  soldados  del  I 


AatorMtd»  bItIIh  j  aJIlum,  Urigltaioit  i  borlo.— DI*  II.^IuUdUíhu  d*  Bolf  Bo4in.> 

lI(Sn  de  Tarifa,  20  jefes  y  oficiales  de  distintas  procedencias  y  53  pasaj 

Los  soldados  iban  animosos  y  contentos. 

La  tarde  del  día  11  saUerim  de  Madrid  hacia  Cádiz  las  tropas  < 
dioionarias  que  componen  el  batallón  de  Wad'Rás. 

La  Cuesta  de  Sin  Francisco,  callea  de  Bailen,  Mayor,  Puerta  de 
'  Carrera  de  San  Jerónimo  y  paseo  del  Prado,  estaban  totalmente  1 
de  público  que  aguardaba  el  paso  de  las  tropas. 

Al  salir  del  tren,  reBonaron  vivas  á  España  y  al  ejército. 

Entre  la  multitud  reunida  en  loa  andenes  de  la  estación  se  hall 
los  generales  Ascárraga,  Martitegni,  López  Donüngpiez,  Primo  de  ] 
ra  y  otros,  además  de  todas  las  autoridades  civiles.  La  despedida  hi 
entusiasta. 


346  «  CBÓNIOA  DS  Lk  OUXBRA  I>X  OCJBA 


A  las  cinco  salió  para  Cádiz  el  batallón  expedicionario. 

Se  comentó  mucho  que  no  hubiese^ bajado  á  despedir  á  las  tropas  el 
general  Martínez  Campos. 

UnA  señora  colgó  un  medallón  del  cuello  del  coronel i  y  entonces  un 
caballero  le  entregó  la  cadena  del  reloj,  de  valor  bastante  apreciableí 
diciendo  que  la  regalaba  al  coronel;  pero  éste  contestó  que  de  ello  haría 
presente  al  primer  soldado  del  batallón  que  se  distinguiera  en  Cuba* 

£1  día.  13  á  las  tres  y  media  de  la  tarde  salió  de  Madrid  el  batallón  de 
Covadonga,  tributándose  una  despedida  cariñosísima. 

Al  pasar  por  frente  á  Palacio,  estaban  Sos  Maje&tades  en  el  balcón. 

Las  tropas  saludaron  á  las  reales  personas  y  dieron  repetidos  vivas 
á  España  y  á  los  reyes,  en  tanto  que  éstos  respondían  al  saludo  de  lc«  de- 
fensores de  la  patria. 

Ea  la  Puerta  del  Sol  y  en  la  Carrera  de  San  Jerónimo,  una  muche* 
dumbre  enorme  impedía  catsi  el  paso  &  las  tropas.  Las  aclamaciones  se 
sucedían  sin  iuterrupción. 

Cuando  el  batallón  pasó  frente  al  Congreso,  la  música  tocó  fa  marcha 
Real,  las  tropas  saludaron  y  todos  los  diputados  que  sé  habían  reunido 
en  el  vestíbulo  y  en  el  póitico,  se  descubrieron,  en  tanto  que  atronaba 
los  aires  un  ¡^nva  España!  proferido  por  millares  de  voces.  Fué  un  mo- 
mento solemne. 

Después  lad  tropas  c  ntinuaron  por  el  Prado  y  el  Botánico  hasta  la 
estación,  donde  á  las  cinco  embarcarían. 

En  los  andeuts  y  para  despedir  á  los  expedicionarios,  había  loa  ge- 
nerales Azcárra^a,  Primo  de  Rivera,  Sinchtz,  Gómez,  Martitegui-— éé- 
te  en  representación  de  S.  M.  la  Reina  Regente — y  otros  varios. 

Casi  todos  los  balcones  de  las  calles  por  donde  pasó  el  batallón  esta- 
ban engalanados.  Mucho  entusiasmo  en  el  público  y  buen  talante  en  los 
soldados. 

Los  soldados  de  Covádonga  han  recogido  infinidad  de  dinero.  Ade- 
más de  la  importante  huscripción  del  comercio  madrileño,  varias  seño- 
ras les  han  repaitido  hoy  dinero  á  razón  de  una  peseta  por  individuo; 
una  señora  daba  dos  pesetas  á  cada  uno  de  los  soldados,  que  han  ooi*res 
pendido  á  las  demostraciones  de  cariño  y  de  entusiasmo  con  manifesta- 
ciones semejantes. 

En  Oetafe  ha  sido  despedido  también  magníficamente  el  batallón  ^^ 
cazadores  de  Arapiles. 

Se  han  repartido  entre  los  soldados  tabacos  y  dinero,  producto  3 
los  donativos  de  la  reina  y  varios  particulares. 


Procedente  de  Castellón  de  la  Plana,  llegó  á  Barcelona  el  día  ^'    i 


OaáHICA  DM  1.a.  QPaaRA  DB  OÜBA 347 

laa  10  de  la  maQaiia  el  batallón  expedioioñaño  de  Otumba,  á  quien  reci- 
bió en  la  estación  el  comisario  de  guerra  don  César  Costa,  el  capitán  de 
estado,  mayor  don  Ignacio  Despujol,  otros  miiitaies  j  algoaos  parientei 
j  amigos  de  los  que  marcban  á  lejanas  tierras  ¿  defender  la  integridad 
de  la  patria. 

La  plantilla  de  los  jefes  y  oficiales  del  batallón  expedicionario  es  la 
siguiente: 

Teniente  coronel,  don  Luis  Naeveiglesias  LtSpez;  comandante,  don 
-Toan  Aragonés  Carsi;  capitanes:  don  Jnan  Q-aroía  Orovio,  don  Luis  Ro- 
Iríguez  Q-alIéo,  don  Joaquín  José  García,  don  Francisco  García  Car- 
lona,  don  Francisco  Gómez  Estrada  ydon  Rafael  N^üez  Morales;  pri- 
aer  teniente,  don  Antonio  Sanz  Masana;  segundos  tenientes,  escala 
'eserva:  don  Mariano  Guirao  Gambín,  don  Vicente  Mallens  Albalat, 
Ion  Vicente  Estévez  Moczabal,  don  Joié  Alvartz  Rens,  don  Ensebio 
?astor  liuia  7  don  Lorenzo  Miró  Margalet;  segundos  tenientes,  escala 
MJtiva:  don  Antonio  López  Martínez,  don  Rafael  Bernabea  Masip  j 
Ion  Antonio  Trucharte  Samper;  segundos  tenientes,  escala  reserva:  don 
tiiguel  González  Salinas,  don  Jnan  Navarro  Fardo,  don  Gabriel  Izquier- 
io  Silva,  don  Juan  Frau  Gaseo,  don  Bartolomé  Caro  Ibáñez,  don  Joíé 
Ubertos  Rodiígtttz,  don  José  Estévez  Calcines  y  don  Julián  María  del 
Poso;  segundo  teniente  reserva  gratuita,  don  Antonio  Hernández  Mata; 
nédioo  primero,  don  Eustaquio  González  Velasco. 

La  fuerza  total  del  batallón  se  compone  de  1,050  hombres,  habiendo 
¡mbarcado  además  139  voluntarios  y  rezagados  de  anteriores  expedí - 
üones  y  19  individnos  de  Sanidad  militar. 

El  batallón  expedicionario  estaba  muy  satisfecho  de  los  agasajos 
que  se  le  habían  hecho  en  metálico  y  cajas  de  tabaco,  pues  hasta  el 
Casino  le  diÓ  á~  los  oficiales  nn  espléndido  banquete,  en  el  cual  se  pro- 
Dimciaron  elocuentes  y  patrióticos  brindis. 

Una  vez  «n  la  estación  de  Baicelona,  pasóse  lista  á  los  soldados  y 
enseguida  se  dirigieron  al  cuartel  de  San  Fernando  de  la  Barceloneta, 
donde  se  les  sirvió  el  desayuno,  compuesto  de  café,  pan  y  una  copa  de 
ron.  Los  oficiales  fueron  obsequiados  con  un  lunch  en  el  cuarto  de  Ban- 
deras. 

Entre  tanto,  la  gente  comenzaba  á  llegar  al  muelle  cogiendo  los  me- 
jores sitios  para  desde  allí  presenciar  el  embarque  y  dar  el  adiós  á  los 
'-idos  expedicionarios: 
'ambien  fueron  muchos  ks  obsequios  que  recibieron    en  Barca 

Ion  Carlos  Godo,  esta  vez  como  siempre,  envió  ima  cantidad  para 
irtir  entre  sargentos  cabos  y  soldados.  El  Ayuntamiento  hizo  lo 
oto. 
<co  después  de  las  once  tocóse  á  formación  en  el  patio  del  cuartel 


OBOWIOA  PB  LA  OÜBHBA  PM  OPBA 

lando,  saliendo  lu^o  el  batalMa  expedicionario  en  dirección 
Jo  del  maelle  nuevo  de  la  Baroeloneta,  donde  se  hallaban  de 
1  capitán  general  don  Ealogio  Despnjol,  el  segando  jefe  de 
de  ejército  teniente  general  don  Joaquín  Ahumada,  los  ge 
ivisión  señor  duque  de  Aumada  y  don  Luis  Caatellví,  los  de 
1  £daardo  Soler,  don  Alberto  Borbón,  don  Aareo  Payueta, 
aokenna,  don  Joaquín  Buega,  don  José  de  Luna,  don  Frpi- 
lez,  el  auditor  de  guerra,  don  Mariano  Qiménez,  el  intenden- 
rtas,  el  comandante  de  Marina  don  Ismael  Warleta,  el  subíns  - 
i  guardia  civil  don  Bartolomé  Julia,  el  de  carabineros  don 

la  mayor  parte  de  jefes  de  oaerpo,  jefes  y  ofícial»  libres  de 
gobernador  oítíI  señor  Sánchez  de  Toledo,  el  secretario  del 
vil  señor  Aspiazu,  el  alcalde  señor  Rius  y  Badía,  presidien- 
isión  del  Ayuntamiento  de  la  que  formaban  parte  los  ediles 
retUat,  Martí  Thomas,  Esouder,  Travé,  Martínez,  Valles  y 

Rovira  (cuatro  republicanos  y  tres  fusionistas),  el  dipntado 
ion  Darío  Rameu,  el  vicario  general  oastrentie  don  Pedro  Fi 
efe  del  tercer  tercio  de  la  guardia  civil  don  Jaime  Izoard,  e 

hospital  militar  señor  Carreras,  el  ingeniero  director  de  lai 
lerto  don  Carlos  Mondéjar,  el  ayudante  de  la  misma  depen 
r  Opiso,  el  director  de  Sanidad  marítima  don  Rafael  Bían 
misión  de  la  C^nz  Roja  presidida  por  el  señor  Pujol  Fernán 
:  voluntarios  catalanes  á  cuyo  frente  se  hallaba  el  corone 
il  señor  Bau,  y  muchas  otras  personas  distinguidas, 
iz  y  cuarto  estaban  formados  en  el  Paseo  Nacional  de  la  Bar 
ente  al  embarcadero  de  los  vapores  golondrinas,  los  piqueta 
tos  de  esta  guarnición.  Dicha  fuerza  estaba  al  mando  del  oo 
illería  señor  Salas. 

vque  empezó  á  las  doce  menos  cuarto;  siendo  los  primero) 
■lo  139  voluntarios  del  banderín  de  enganché  y  29  sani 

to  de  hora  después  llegaban  al  muelle  las  fuerzas  de  Otam 
itamente  se  procedió  al  embarque,  empleando  los  vapores  go 
)  minutos  en  trasladarlas  al  trasatlántico  «San  Francisco» 
salían  los  dltimos  soldados,  el  general  Despnjol,  él  gobwna 
militar,  la  oomisión  del  Ayuntamiento  y  otras  personalida 
íeron  al  <3an  Francisco  >. 

■al  Despnjol  reunió  en  la  toldilla  de  popa  á  los  jefes  y  v^ 
ba,  á  quienes  dirigió  sentidas  frases,  dioiéndoles  que  au^ 

de  otra  región  y  se  hallasen  de  paso  en  la  nuestra,  no  . 

darles  el  adiós  de  despedida,  confiando  que  el  batallón 
ntado  en  Cuba  el  nombre  glorioso  que  ostenta  y  que  d" 
resar  cargado  de  laureles  á  la  madre  patria. 


iOLOmOA  DB  liA  OUSBRA  DB  CUBA  349 


cComo  yiejo  soldado  que'  soy— dijo — quisiera  daros  consejos  sobre 
el  modo  como  se  hace  la  gaerra  en  el  país  á  donde  dentro  de  breves  mo 
mentes  os  condneirá  el  cSan  Francisco»;  pero  este  deber  ha  debido  lle- 
narlo con  creces  el  general  Salinas,  quien  por  encargo  del  comandante 
en  jefe  del  tercer  cuerpo  de  ejército,  señor  Lasso,  general  valeroso  y  ex 
perimentado,  tuvo  el  encargo  de  despediros  en  su  nombre.  Os  veo  par- 
tír  con  vividla,  porque  mi  más  feri^ente  deseo  es  ir  ¿  pelear  por  la 
patria  donde  quiera  que  ésta  tenga  empeñado  su  honor;  pero  deberé» 
cayo  cumplimiento  es  ineludible  para  los  que  visten  uniforme  militar 
me  impiden  hacerlo. 

£1  general  Despujol  terminó  su  patriótica  arenga,  dando  gritos  de 
viva  el  Rey,  viva  España  y  viva  Cuba  española,  siempre,  siempre, 
ñempre. 

A  la  una  de  la  tarde  salieron  las  autoridades  del  «San  Francisco», 
empelando  á  levar  anclas  dicho  trasatlántico. 

Mientras  se  verificó  el  embarque  diéronse  vivas  á  España  y  al  ejér  • 
eíto,  .que  eran  contestados  por  los  soldados  y  los  curiosos,  que  en  meno» 
número  que  en  otras  expediciones,  ocupaban  el  muelle  y  algunas  pe- 
queñas embarcaciones. 

Amenizaron  el  acto  algunas  músicas  militares,  y  la  del  Asilo  Naval, 
qne  estuvo  ejecutando  alegres  piezas,  con  regocijo  de  los  soldados. 

Al  zarpar  el  buque,  el  público  en  general  prorrumpió  en  un  viva, 
nutrido  y  expontáneo.  Agitáronse  los  pañuelos,  las  músicas  batierou 
marcha,  y  á  los  pocos  instantes,  abandonaba  el  puerto  el  vapor  cSan 
Francisco.» 


« « 


Tarragona  hizo  cuanto  pudo  por  alcanzar  del  Gobierno  que  permi  I 

tiese  embarcar  en  aquel  puerto  al  batallón  de  Albuera,  pero  las  necesi  • 
dades  del  servicio,  acaso  la  buena  organización  ó  razones  particulare» 
impidieron  satisfacer  los  patrióticos  deseos  de  los  tarraconenses. 

Ello  es  que,  no  por  esto  se  entibió  el  entusiasmo  para  la  despedida,  y 
el  dfa  12,  á  las  ocho  y  media  de  la  noche  empezó  la  función  benéfica  or- 
ganizada por  varios  jóvenes  de  aquella  ciudad,  con  el  fin  de  obsequiar 
'allón  expedicionario. 

.  función  fué  desempeñada  por  dos  distinguidas  señoritas  y  por  aU 

•OS  de  los  jóvenes  organizadores,  amenizando  los  entreactos  la  bri- 

'^^  música  de  Navarta. 

j  música  de  Albuera,  que  es  la  qne  se  solicitó,  no  pudo  complacer 

seo  de  los  organizadores  por  sus  muchas  ocupaciones;  en  cambio,  al 

'tarse  la  de  Navarra,  que  estaba  tan  atareada  como  la  primera^ 

^Á  ^nistosa. 


ñ 


SSO-- OaÓNlOA  PB  LA  QügBBA   PB  OüBA  

La  cantidad  líquida  de  dicha  fanción  fué  entregada  al  teniente  c 
nel  señor  Soriano. 

Toda  la  noche  estuvo  encendido  el  alumbrado  de  la  población  ] 
^unos  edifteios  públicos,  sociedades  j  particulares  ilamioaron  sns  bt 
nes;  muchos  establecimientos  no  se  cerraron  y  el  aspecto  de  la  cii 
era  en  extremo  como  el  de  las  grandes  solemnidades. 

A  las  dos  y  media  de  lamadrugada  las  cometas  tocaron  diana  } 
menzó  el  movimiento. 

Frente  al  cuartel  ya  se  había  formado  un  compacto  grupo  des 
de  despedir  al  batallón,  atraído  por  el  clamor  de  las  cornetas. 

La  rambla  de  San  Carlos,  frente  al  cuartel,  estaba  repleta  de  gei 
las  tres  de  la  madrugada  y  llegaron  Isa  autoridades,  varias  comisi 
de  sociedades,  entre  ellas  del  Ateneo,  Fomento,  Renacimiento  y  o1 
entrando  eu  el  cuartel,  cuya  puerta  después  de  -darles  paso  volv 
cerrarse. 

Momentos  después  salió  nn  pelotón  de  los  soldados  que  se  qn< 
para  tomar  las  puertas  de  la  estación. 

La  carrera  por  donde  debían  pa^ar  los  expedicionarios  estaba  i 
animada.  A  través  de  los  cristales  de  los  balcones  se  veía  luz,  \ó  qu< 
dicaba  que  no  se  dormía  por  despedir  al  batallón. 

EL  batallón  formado  en  el  patio  preparábase  para  la  marcha. 
menzó  á  tocar  la  múñoa;  abriéronse  de  par  en  par  las  puertas  del  c 
tel  y  varios  niños  con  hachas  de  viento  iluminaban  aquel  cuadro  lien 
vida  y  sentimiento. 

Los  gastadores  fueron  aclamados  por  la  multitud. 

Allí  había  socios  de  varias  sociedades  con  hachas,  la  música  át 
buera,  las  autoridades  civiles  y  militara,  sociedades,  el  Ateneo  co 
estandarte,  sigaiendo  el  batallón  y  terminandp  con  la  múúoa  de  N 
rra,  que  tocaba  alegres  piezas.  Alambraba  al  batallón  con  haohi 
brigada  de  bomberos.   ' 

La  carrera  s^uida  fué  Rambla  de  San  Carlos,  calle  de  San  Aguj 
Rambla  de  San  Juan,  calles  de  la  unión,  Apodaoa,  Barcelona,  á  la  i 
ción  del  ferrocarril. 

A  pesar  de  Io« intempestivo  de  la  hora,  las  calles  estaban  concur: 
simas,  vitoreando  á  la  fuerza  expedicionaria  con  delirante  entusiat 
.  Los  balcones  asimismo  estaban  ocupados  por  los  vecinos. 

£q  la  estación  se  produjeron  escenas  tristes. 

Fueron  ocupando  el  tren  militar  que  estaba  preparado,  amenizi 
en  los  andenes  las  dos  músicas. 

Eatre  la  multitud  que  se  reunió  en  la  estación  para  despedir  á 
expedicionarios,  se  vieron  varias  señoras  y  señoritas. 

El  Diario  del  Comercio  repartió  entre  los  expedicionarios  .nútn 
de  la  edición  del  día. 


CRÓNICA    DK   LA    QtTKRKA    HK    0(lBt.  351 

<  y  43  seflalaljB  el  reloj:  los  jefes  y  oflQialidad  del  batallón 
re  despidieron  de  los  generales,  jef^s  y  oficiales  y  autoridades  civiles; 
psitiendo  poco  después  eltren  entre  estruendosas  aclamaciones  del  pue- 
blo y  de  la  tropa. 

Los  vítores  se  centuplicaron  y  se  oían  hasta  que  el  tren  había  des- 
aparecido. 

El  día  13  por  la  mañana  llegaba  á  Barcelona  y  como  el  batallón  de 
Otomba,  fné  recibido  en  la  estación  por  el  elemento  civil  y  militar,  ao' 
riedades,  particalares  y  nn  inmenso  gentío  que  le  aguardaba  para  vito- 
rearle. 

Eq  el  cuartel,  fueron  obsequiados  los  soldados  con  un  desayuno:  los 
jefds  y  oficiales  con  un  lunch  costeado  por  sus  compafieros,  y  el  Ayun 
tamiento  y  el  sefior  Oodó,  hicieron  repartir  A  los  soldados,  cabos  y  sar- 
gentos, los  donativos  hechos  anteriormente  á  loa  demás  expedicionarios. 
Llegaron  al  muelle  los  batallones  de  Almansa  y  Albuera,  empezando  á 
embarcar  acto  seguido  en  los  vapores  golondrinas. 

Eq  el  embarcadero  hallábanse  las  autoridades,  los  piquetes,  las  mú 
íb  y  bandas  militares. 

La  banda  mnnieipal  se  situó  en  la  terraza  de  la  capitanía  del  puerto. 
La  comisión  del  Ayantamiento,  presidida  por  el  señor  Rius  y  Ba>- 
,  se  componía  del  teniente  de  alcalde  señor  Lallave  y  de  los  conceja- 
señores  Oallard,  Boflll  y  Bosch,  Ribalta,  Oalindo,  Ravetllat,  Martí 
y  Valles  y  Masferrer. 

Bepreaentaban  á  la  Diputación  provincial  loa  señores  Boig  Bergadá, 
vell  y  Godo  (don  Juan). 

Caando  terminaba  el  embarque  del  batallón  de  Almanta,  llegó  el  de 
uera,  y  á  su  frente  el  coronel  del  mismo  don  José  Campmbí,  que 
o  desde  Tarragona  acompañándole  para  despedir  á  sos  subordinados. 
Terminado  el  embarque,  el  general  Despujol,  reunió  en  el  comedor 
vapor  <San  Fernando»  á  los  jefes  y  oficiales  de  los  batallones  expedí-, 
oarios  y  les  dijo: 

Saldados:  vais  &  partir  para  Cuba,  yo  os  vengo  á  dar  el  adiós  de 
pedida  cumpliendo  aaí,  tanto  yo  como  los  militares  que  equinos  ha- 
dos presentes,  con  un  gratísimo  deber  de  compañerismo,  al  cnal  se 
oian  \aa  clases  todas  de  esta  culta  capital,  representadas  por  su  digno 
temador  civil,  alcalde  y  demás  entidadea,  las  cuales  se  compenetran 
'■Ita  miaión  que  os  ha  sido  confiada  por  la  patria, 
ipecto  á  la  guerra  de  Cuba,  y  como  he  sido  algo  guerrillero  en  laa 
08,  me  permitiré  deciros  dos  palabras. 

enemigo  que  vais  á  tener  enfente  no  tiene  otra  bandera  que  la 
■\tad  y  la  ingratitud,  eatá  mal  armado  y  es  cobarde  por  todo^- 

•o  debéis  advertir  que  es  maestro,  muy  maestro,  en  preparar  trai- 


352 


CKONICA  DX  LA   QUSBRA.  DX  CUBA 


doras  emboscadas,  y  cuando  por  inmensa  superioridad  numérica  re  fa* 
cilísimo  el  triunfo,  no  vacila  en  presentar  la  cara,  convirtiéndose  enton« 
ees  en  cruel  y  despiadado. 

En  Cuba,  señore:),  m&:$  que  á  los  insurrectos,  hay  que  temer  al  clima, 
que  por  desgracia  es  asaz  mortífero;  pero  esto  no  empece  para  que  con 
una  buena  regla  de  conducta  pueda  combatirse  semejante  contratieiñpo, 
y  al  efecto  circula  por  allí  con  profusión  entre  las  tropas  una  cartilla 
en  la  que  se  consignan  reglas  previsoras  que  os  recomiendo  sigáis. 

Ante  todo,  y  sobre  todo,  procurad  por  la  salud  del  soldado  y  de  la 


1 


Embarque  de  U  bandera  del  batallón  de  Alm  uisa.— Día  13  en  el  vapor  San  Femando.  (InstantáaetB  d«  Boif  Kod6s.> 

m 

vuestra,  y  no  dudo  que  así  lo  haréis,  teniendo  en  cuenta  que  aquí  que- 
dan  las  madres  de  todos  los  expedicionarios,  que  esperan  con  ansia  vol- 
verlos á  abrazar. 

Esta  es  también  mi  esperanza  y  la  de  cuantos  nos  hallamos   aquí  I 
presentes.  fe 

Para  terminar,  debo  deciros  que  vais  á  poneros  á  las  órdenes  del  t 
ilustre  general  que  hasta  hace  poco  ha  tenido  la  honra  de  mandaros  yM 
que  de  seguro  os  conducirá  á  la  victoria,  terminando  en  breve  L      ie- 
rra, y  confío  que  los  batallones  de  Almansa  y  de  Albuera  regresa      s  i 
la  patria,  donde  os  esperamos  con  los  brazos  abiertos,  con  nuei  m 

bres  que  añadir  á  los  gloriosos  que  ostentan  vuestras  banderas. 

A  las  dos,  zarpó  el  cSaa  Fernando,»  rodeado  de  innumerables  « 


OBÓmOA  DB  LA  GÜKBBA  DI  OUBA 


Precio  lO  oezat.' 


354 OBOmOA.  PB  LA   OU»BRA  D»  ODBA 

caoiones  oaajadas  de  gente,  que  agitaban  los  pañuelos  y  prora 
vítores  atronadores. 

La  plantilla  de  jefes  y  oficiales  de  ambos  cuerpos  expedioi( 
la  sigaiente: 

Almansa. — Teniente  coronel,  don  Bafael  Alrarado  QarztSii. 

Comandante,  don  Kam<5n  Pérez  Fernández. 

Capitanes:  don  Braulio  Robles  García,  don  Vicente  Sevi 
don  Nicolás  Martín  Gómez,  don  Manuel  Moyano  Bargas,  do 
Gutiérrez  Cruz  y  don  Francisco  Ballesta  González. 

Primer  teniente,  don  Antonio  Roldan  Muñoz. 

Segundos  tenientes  escala  reserva:  don  Mariano  Lanao  Á. 
Pedro  Uget  Bayo,  don  Pedro  Prieto  Alvarez,  don  Simón  Ber 
don  Agustín  Planas  Riazaelo,  don  Juan  Paig  Jiménez,  don  M 
bestre  Ortíz  y  don  Francisco  Salamero  Gmdas. 

Segundos  tenientes  escala  activa:  don  Francisco  Morquil 
don  Francisco  Romera  Vares,  don  José  Llovera  Dolader  y  d 
mfn  Romero  Bertomen. 

Segundos  tenientes  escala  reserva:  don  José  Hidalgo  Fk 
Bernardo  Costell  Ferrer,  don  Enrique  Arbolí  Borja,  don  Mai 
rrero  Lorenzo  y  don  Luia  Gelabert  Caberra. 

Sagundo  teniente  reserva  gratuita,  don  Balbino  Agudo  Pint 

Médico  primero,  don  Genaro  González  Rico  y  Grana. 

Albuera. — Teniente  coronel,  don  Trinidad  Soriano  Clemenl 

Comandantes:  don  Eulogio  Ruíz  Ramirez  y  don  Enriqn 
Millán. 

Capitanea:  don  Gregorio  Ibáñez  González,  don  Rafael  Figo 
chez,  don  Fernando  Dolaa  Ramón,  don  Ciríaco  Tejerina  Aa 
Daniel  Prata  Perales  y  don  Manuel  Ponce  de  León. 

Primeros  tenientes:  don  Apolinar  Revuelta  García  y  Jos< 
Pinol. 

Segundos  tenientes  escala  reserva:  don  Mañano  Escnderi 
don  Nemesio  Hernando  González;  don  Ramón  Pérez  Gonz: 
Pablo  Artero  Campos,  don  Dionisio  Izquierdo' Calvo  y  don 
Mediavilla  Claramnnt. 

Segundos  tenientes  escala  activa:  don  Juan  011er  Pinol  y 
Batlle  de  Valle. 

Segundos  tenientes  eacala  reserva:  don  Emilio  Gómez  Jim 
Rafael  Millán  Blazquez,  don  Florencio  Ibáñez  Basbastro,  doi 
Argota  Gómez,  don  José  Poch  Julf,  don  GInés  Martínez  Gal 
Miguel  Massot  Petro',  don  Francisca  Marqués  Amador  y  d( 
Sanz  Ooll. 

Segundo  teniente  reserva  gratuita,  don  Antonio  Ramos  Ga 

Médico  prímero,  don  Venancio  Plaza  Blanco. 


OBÓNICA  DB  UL  QÜBSBA  DB  CUBA  355 


Las  clases  y  soldados  del  batallón  de  Albaera  ascienden  á  1,043  y 
i  IfiH  las  de  Almansa. 


Los  batallones  de  Infante  y  Guipúzcoa,  embarcaron  en  Barcelona 
«1  día  14,  y  su  despedida  fué  una  no  interrumpida  serie  de  ovaciones. 

Ya  en  Zaragoza,  habían  tributado  al  dicho  batallón  una  despedida 
cariñosa,  y  en  Gerona  á  Guipúzcoa,  pero  como  si  todas  las  provincias 
quisieran  tomar  parte  en  estos  actos,  Barcelona,  que  aunque  no  se  entu* 
fiasma  fácilmente  sabe  sentir  hondo  y  demostrar  lo  que  siente,  al  dar 
«1  adiós  á  los  batallones  antes  citados,  probó  cuan  arraigado  está  en 
ella  el  sentimiento  de  patriotismo. 

El  Ayuntamiento,  el  Sr.  Godo,  y  algunos  otros  particulares  obse- 
quiaron á  la  tropa  con  donativos  en  metálico,  y  el  elemento  oficial  acu- 
dió solicito  así  como  la  población  á  decirles  á  los  soldados  expediciona- 
rios, que  los  que  aquí  quedan,  toman  parte  en  su  sentimiento  y  desean 
que  el  triunfo  corone  la  obra  comenzada. 

En  el  muelle,  la  aglomeración  no  era  menos  que  en  los  días  anterio- 
rea  cuando  embarcaban  los  batallones  de  Almansa,  Albuera  y  O  tumba. 
Los  barcos  estaban  empavesados  y  multitud  de  lanchas  y  botes  rodea- 
ban el  < Colón»,  que  era  el  buque  designado  para  conducir  las  tropas  á 
Cuba. 

Las  bandas  municipal  y  del  Asilo  Naval,  situada  la  primera  en  la 
terraza  de  la  comandancia  de  Marina  y  la  segunda  en  una  lancha  que 
fué  remolcada  hasta  el  costado  del  trasatlántico  por  la  golondrina  que 
salió  del  muelle  conduciendo  á  la  primera  compañía  de  Guipúzcoa,  salu- 
daron con  la  marcha  real  al  general  Despujol,  á  quien  acompañaban  el 
gobernador  civil  señor  Sánchez  de  Toledo,  el  alcalde  señor  Rius  y  Ba- 
día,  el  teniente  coronel  del  Infante  y  el  capellán  del  mismo  cuerpo.  Este 
v^tía  el  traje  de  campaña,  incluso  el  sombrero  de  jipijapa  con  los  galo« 
nes  y  escarapela  correspondientes  á  su  cargo. 

El  general,  después  de  examinar  todas  las  dependencias  del  buque, 
reunió  á  los  jefes  y  oficiales  y  les  dijo: 

«Señores  jefes  y  oficiales  del  Infante  y  de  Guipúzcoa. 

Al  daros  mi  bienvenida,  debo  haceros  presente  que  conmigo  os  la 
da  lambién  las  autoridades  civiles  de  esta  capital,  que  una  ves  más,  en 
rej  jsentación  de  la  provincia  y  de  la  ciudad  de  Barcelona,  han  querido 
da  '^1  el  adiós  de  despedida,  que  no  dudo  ha  de  ser  el  precursor  de  vues- 
tra    lorioso  y  pronto  regreso  á  la  madre  patria. 

I^uro  como  estoy  de  las  brillantes  condiciones  que  reúnen  los  cuer- 
po — i  que  formáis  parte,  nada  tengo  que  decir  que  de  antemano  no 
4e  ^Í8« 


356  GBOiaGA  DX  LA  OUXBRA  DB  OüBÁ 


Ambas  unidades  recordarán  la  ley  del  honor  que  la  patria  les  ha  con« 
liado,  y  no  dado  que  recordarán  también  la  hermosa  misión  de  velar 
por  la  salud  del  soldado. 

Todo  ouidado  para  con  éste  es  poco.  Nuestro  soldado  es  un  niftoi  nifto 
heroico,  es  verdad,  y  cuyas  naturales  imprevisiones  es  necesario  corre- 
gir como  corrige  un  padre  á  sus  hijos,  sin  olvidar  por  esto  lo  que  dispo- 
nan  las  ordenanzas  por  que  nos  regamos  los  militares.» 

Lss  recomendó  que  no  se  apartasen  de  las  reglas  que  marca  la  car 
tilla  sanitaria  redactada  por  distinguidos  militares  del  ejército,  afta* 
diendo: 

cMerced  á  los  sabios  consejos  de  la  digna  clase  facultativa  del  ejér- 
0ito  español,  durante  la  presente  guerra  de  Cuba  las  calenturas  y  laa  fie- 
bres palúdicas  propias  de  aquel  clima  han  causado  menos  victimas  que 
en  las  anteriores  campañas,  registrándose  asimismo  escasas  víctima» 
ocasionadas  por  la  fiebre  amarilla  ó  por  el  vómito. 

No  he  dudado  nunca,  ni  dudo  ahora,  que  puesto  que  vais  á  ser  man- 
dados por  el  ilustre  general  Weyler,  él  os  llevará  á  la  victoria,  y  ayuda- 
dos por  la  Providencia,  que  no  os  desamparará  jamás,  conseguiréis  lo  que 
todos  anhelamos:  dejar  incólume  la  integridad  de  la  patria. 

Así  sea,  y  hasta  luego. 

Entre  tanto,  y  mientras  peleéis  en  Cuba,  aquí  quedo,  para  serviros 
en  cuanto  pueda  seros  útil  cerca  de  vuestras  esposas,  vuestras  madres  y 
vuestros  hijos,  deseando  me  reconozcáis  como  vuestro  apoderado. 

Adiós,  señores,  y  hasta  mmy  pronto.» 

Un  viva  España,  el  ejército  y  Cuba,  atronó  el  espacio,  y  tras  muohoe 
apretones  de  manos,  frases  cariñosas  y  no  pocas  escenas  conmovedoras, 
despidióse  el  elemento  oficial,  y  el  «Colón»  comenzó  á  levar  anclas. 

Poco  después  de  la  una,  salía  del  puerto,  para  dirigirse  á  las  costas 
antillanas. 

Los  vivas  se  prolongaron  bastante  tiempo  y  las  pequeñas  embarca- 
ciones le  escoltaron  hasta  la  salida. 

Las  plantillas  de  los  jefes  y  oficiales  de  los  batallones  que  han  em- 
barcado, son  las  siguientes: 

Infante. — Teniente  coronel,  don  Ricardo  Torrado  Ramos* 

Comandantes:  don  Pío  Riba  Orbea  y  don  Cesáreo  Martinez  Diez. 

Capitanes:  don  José  Pérez  Guerrero,  don  Ángel  Ibáñez  Navarro,  don 
Antonio^Lorenzo  Fuertes,  don  Mariano  Gutiérrez  González,  don  Y'^'^'^'^ 
Yalencia  üncué  y  don  Hipólito  González  Serrano. 

Primeros  tenientes:  don  Pascual  Baños  Torres,  don  Mariano  B^ 
Fuentes,^don  Lorenzo  Marín  Espinosa,  don  Eugenio  Pin  Colas,  dor 
ciso  García  del  Busto  y  don  Ensebio  Borrajo  Viñas. 

Segundos  tenientes  de  la  escala  activa:  don  Francisco  Gómet 
rez,  don  Ensebio  Sierra  Forniers,  don  Ángel  Bartolomé  Femánde- 


QgáHIOA  DB  LA,  OTMBU  DB  ODBA 357  _ 

íarqnés,  don  Antonio  Ferales  Lavallén,  don  Eniiqne  Cms 
Uoralea,  don  Jnlio  Moran  Otaria  y  don  Blanael  Lon  Lsgs. 

Segundos  tenientes  de  la  escala  de  reserva  retriboida:  don  Santos 
Morón  Tillar,  don  Frutos  Velasoo  Dictado,  don  Bonifacio  Hemándes 
Uanero  y  don  Benito  Vonaigói  Lafaerza. 

S^nndo  teniente  de  la  escala  de  reserva  gratnita,  don  Clemente  Ll- 
ito  López. 

Médico  primero,  don  Celestino  Alemany. 

Otñpúgeoa. — Teniente  coronel,  don  Ignacio  de  Torres  y  Peres. 

Comandantes:  don  Enrique  Liévana  Fernandos  y  don  León  Oaona 
"  liriel. 

Capitanes:  don  Pedro  Adrobán  Mas,  don  Cipriano  Ferrón  Delgado, 

i  Ládano  Merino  Miguel,  don  Faustino  Benedo  Lopes,  don  Francis* 

Qil  Martín  y  don  Pascual  Sanz  de  No. 

Primeros  tenientes:  don  Rafael  Martí  Torralba,  don  Félix  Contreras 

10  y  don  Francisco  Buerba  Boerba. 

Segundos  tenientes  escala  reserva:  don  Enrique  García  Marcos,  don 

nuel  Herrero  Lastra,  don  Valentín  Torrado  Santana,  don  Clemente 

Taño  Sáez  y  don  Amador  López  Patón. 

Segundos  tenientes  escala  activa:  don  Asoensio  Térez  Martínez,  don 

ñque  Yila  Dora,  don  Dionisio  Ortega  Ferrer,  don  Enrique  Paz  Elena 

bn  Antonio  García  Yieytez. 

Segundos  tenientes  escala  reserva:  don  Enrique  Alfaro  Triay,  don 

lado  Brisuela  Gutiérrez,  don  Bernardo  Tello  Pérez,  don  Vicente  Juan 

lies  y  don  Juan  Rodríguez  García. 

Médico  primero,  don  José  Lorente  Gallego. 

Lu  clases  y  soldados  de  los  cuerpos  que  han  marchado  á  Cuba  son: 

120  del  luíante  y  1.034  de  Guipúzcoa,  habiendo  embarcado  además  el 

dico  y  el  maestro  armero  del  batallón  de  Almansa. 


w^mmm^^mmw^m 


Dvc-A-s  tro:p-a.s 


^L  veoindaTÍo  de  Leganés  dedicó  todo  el  día  13  de  Febrero  &  ag 
sajar  á  la  oficialidad  y  eoldados  del  batallón  qae  por  la  tar 
habían  de  salir  de  Getafe  con  objeto  de  partir  por  la  noche  pa 
Cádiz. 

El  pueblo  en  masa  obeequió  á  loa  eoldadoB,  de  Arapiles  y 
todas  las  tiendas  del  pueblo  tenían  carta  blanca  los  soldados  para  hai 
el  consumo  que  desearan. 

El  entusiasmo  fué  grande,  pues  los  oficiales  y  soldados  que  en 
mencionada  villa  han  residido  por  espacio  de  ocho  meses  próximamen 
se  captaron  las  simpatías  del  Teoindario,  acentuándose  el  afecto  en 
día  en  que  había  de  partir  para  defender  la  integridad  de  la  patria. 

En  el  salón  de  sesioneB  del  Ayuntamiento  congregó  éste  por  la  tar 
á  la  oficialidad,  obsequiándola  con  un  espléndido  lunch. 

Reinó  la  mayor  alegra  y  entusiasmo  indecible,'  brindándose 
España,  por  el  ejército  y  por  S.  M.  la  reina  regente. 

Muchas  y  muy  distinguidas  señoras  de  Kadrid,  unidas  con  -vím 
de  parentesco  con  los  oficiales,  fueron  también  galantemente  inviti* 
También  acudieron  á  Leganés  muchos  oficiales  de  otros  regimi< 
i  dar  el  último  adiós  á  sus  compañeros. 

La  música  del  batallón  de  Arapiles  ejecutó  varios  aires  popp^' 


CRÓNICA  DB  LA  QPBHBA  DB  CUBA 359 

bailando  loB  veoinos  del  pueblo  en  la  plaza,  en  la  cnal  á  los  eoldadbs  se 
lea  obseqaid  con  nna  espléndida  merienda. 

También  se  hizo  entrega  al  batallón  de  un  donativo  igual  al  que  se 
ha  hecho  en  Madrid  al  batallón  de  Covadonga. 

Por  encargo  de  S.  M.  la  reina  regente  se  entregó  á  cada  soldado  un 
pan,  dos  chorizos  y  una  cajetilla,  y  los  oñoiales  fueron  obsequiados, 
también  por  encargo  de  S.  M.,  con  30  cajas  de  cigarros  habanos. 

El  ex- vicepresidente  de  la  Diputación  provincial  de  Madrid,  señor 
Homero,  entregó  al  teniente  coronel  dotx  Joaquín  Romero,  en  nombre 
de  la  expresada  corporación,  2,000  pesetas. 


A  las  cuatro  en  panto  salió  el  batallón,  batiendo  marcha,  en  direc- 
ción de  Getafe,  acompañado  del  Ayuntamiento' en  pleno  y  de  multitud 
de  vecinos  de  Leganés,  precedidos  de  los  niños  de  la  escuela  de  primera 
enseñanza,  llevando  uno  de  ellos  una  preciosa  bandera. 

En  la  mitad  del  camino  hallábase  aguardando  al  batallón  expedicio- 
nario el  juez  de  primeta  instancia  de  Oetafe,  señor  Entrambasaguas;  el 
alcalde  don  Mariano  Cerrera,  con  el  Ayuntamiento  en  pleno;  el  coman- 
dante déla  remonta  establecida  en  Oetafe,  señor  San  Cristóbal;  la  ofi- 
cialidad del  mismo,  los  profesores  y  alumnos  de  la  Academia  de  sar- 
gentos para  oficiales  de  la  guardia  civil. 

Las  campanas  de  la  iglesia  parroquial  se  echaron  á  vuelo,  y  los 
rivas  &  España  y  al  batal'ón  expedicionario  se  sucedían. 

Presenciaron  la  entrada  los  generales  Palacios,  Mesa,  Tallarino  y 
klartitegni,  éste  en  nombre  de  8.  M.  la  reina  regente. 

En  el  Ayuntamiento  se  repitieron  los  agasajos  á  la  oficialidad  y  vol- 
rieron  á  escucharse  las  manifestaciones  patrióticas  que  en  Legataés  ha- 
llan tenido  efecto. 

Los  soldados  fueron  obsequiados  con  esplendidez  por  el  Ayuntamiento 
7  por  el  vecindario  en  masa,  y  la  banda  de  Arapiles  demostró  en  la 
)laza  su  gratitud  á  los  honrados  y  patriótioos  pueblos  de  Legases  y 
Setafe  ejeciitando  námeros  bailables,  que  los  mozos  y  mozas  del  pueblo 
10  desperdiciaron. 

Solamente  las  madres  y  familias  de  los  ezpedioionarios  que  habían 
legado  de  Madrid  para  despedir  á  sus  seres  queridos,  conversaban  y 

•aban,  al  que  dentro  de  pocas  horas  había  de  darles  el  adiós  de  des- 
uda, 
'odo  el  pueblo  de  Jetafe,  en  unión  de  gran  número  de  vecinos  de  Le- 

.^,  invadían  el  andén,   y  los  últimos  abrazos  se  mezclaban   con 

irbo  llanto  y  dolorosas  exclamaciones,  mientras  que  la  banda  de  Ara* 

is  Be  despedía  del  pueblo  de  Jetafe  ejecutando  la  marcha  del  Tambor 

'^^anaderos,  desde  el  carruaje  que  ocupaba. 


860 


CEÓNIOA  DE  LA  QUXRRA  DE  CUBA 


El  anciano  padre  del  segundo  teniente  seMor  MarohamalO|  despidió 
á  sa  hijo  diciendo: 

«Hijo  mÍ0|  sé  valiente,  que  no  te  maten  por  la  espalda  y  mira  por 
los  soldados  de  tu  compañía. » 

El  se&or  Marchámalo  faé  abrasado  por  gran  número  de  dremifl- 
tantes. 

Forman  parte  del  batallón  expedicionario,  como  jefes,  el  expresada 


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Iileg«4A  det  f «Berftl  Deip^Jel  al  muelle  nnevd  de  la  Baroeloaeta  para  despedir  i  las  tropá8« 
Iistaatáneat  de  naestro  eorreepoiual  ariistieo  tefior  Roi|^  Rodón. 

teniente  coronel  señor  Romero  y  los  comandantei  señores  Darán  y  d- 
rajeda;  van  además  8  capitanes  y  18  tenientes. 

Los  pneblos  de  Leganés  y  Jetafe  han  demostrado  su  amor  patrio  y 
merecen  mil  plácemes. 

El  día  15  á  las  4  de  la  madrugada  llegó  á  Cádiz  el  batallón  exp^f  • 
clonarlo  de  Arapiles. 

El  de  Covadonga  veriñcó  su  entrada  á  las  7  de  la  mañana. 

A  esta  misma  hora  empezó  el  embarque  de  las  fuerzas  en  el  w 
cLeón  Xni,>  que  se  hizo  con  toda  felicidad,  ayudado  del  buen  tiei 
que  reina. 


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862  OBÓNIOA  DB  LA  GUERBA  DB  CUBA 


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ted  esta  cecina  para  que  la  coman  en  mi  nombre  esos  valientes  que  van 
á  sos  órdenes. 
^:  .  El  jefe  le  dio  las  gracias  muy  afectuosamente,  y  dispuso  se  llevara 

el  obsequio  al  carro  del  batallón. 
í  En  la  estación,  un  caballero,  desprendiéndose  de  un  hermoso  reloj 

I    '        de  oro,  se  lo  dio  á  un  soldado  y  le  dijo: 

— Para  que  sepas  á  qué  hora  matas  á  un  insurrecto. 

En  la  explanada  de  la  estación,  un  soldado  marchaba  sonriente  em- 
pinando de  vez  en  cuando  una  bota  de  vino  completamente  exhausta. 

— Toma  para  que  la  llenes — dijo  un  joven,  alargándole  un  duro^ 

— Gracias,  dijo  el  soldado,  tomando  la  moneda.— ¿T  á  la  salad  de 
quien  he  de  beberlo? 

— De  un  estudiante  de  derecho — contestó  el  joven. 

— Pues  que  á  la  vuelta  le  vea  á  usted  de  «licenciado 
1^  —Y  yo  á  tí  lo  mismo — dijo  el  estudiante  aprovechando  el  equívoco. 

Al  pasar  por  la  calle  Mayor,  un  soldado  abrazó,  sin  conocerla,  á  una 
linda  muchacha  que  presenciaba,  Ueila  de  viva  emoción,  el  paso  de  las 
tropas  expedicionarias.  La  joven,  aunque  algo  sorprendida  por  el  brus- 
co é  inesperado  homenaje,  respondió  al  abrazo  con  otro,  provocando  la 
escena,  por  lo  expontánea  y  exenta  de  malicia,  una  salva  de  aplausos. 

ün  anciano  se  acercó  al  señor  Lastra,  y  cogiéndole  la  mano,  se  la 
besó,  diciéndole: 

—-Mi  coronel,  ahí  lleva  usted  un  hijo  mío;  si  cumple  con  su  deber, 
cuídemelo  usted,  porque  será  mi  único  amparo. 

El  teniente  coronel  apuntó  el  nombre  del  soldado,  y  dijo  que  no  ol- 
vidaría la  recomendación. 

Varios  soldados j  al  salir  del  cuartel,  repartieron  algunas  prendas  de 
paisano  en  un  grupo  de  mendigos,  que  se  hallaba  en  el  paseo,  frente  á  la 
palle  Luisa  Fernanda,  y  les  dijeron: 

— ^Tomad  esas  ropas  para  que  os  acordéis  de  los  soldados  de  Cova- 
donga;  si  volvemos,  ya  nos  darán  para  otras  cuando  cumplamos  y  si  nos 
quedamos  allá,  disfrutadlas  con  salud. 


L^    V. 


• 


A  las  cuatro  y  media  de  la  madrugada  del  día  14  de  Febrero,  Ali- 
cante se  dispuso  á  despedir  al  batallón  de  la  Princesa. 

Después  de  tocar  diana,  dióse  un  rancho  extraordinario  al  bata.     i. 

Este  oyó  después  misa  en  la  colegiata  de  San  Nicolás,  en  donde  e 
distribuyeron  escapularios  entre  las  fuerzas. 

Terminado  el  solemne  acto,  las  tropas  acompañadas  de  las  autori  ^- 
des,  de  bandas  de  música  y  de  un  numeroso  gentío,  se  dirigieron  kl 
muelle. 


CBÓHIOA  P«  LA   OÜ»BBA  P«  CUBA 363 

Q  embarcó  á  bordo  del  <San  Ágastín»  en  medio  del  mayor 
orden. 

El  pneblo  en  masa  presenoi<S  el  embarque. 

El  general  gobernador  y  el  teniente  ooronel  jefe  del  batallón  expedi- 
cionario arengaron  á  ¿ete  á  bordo  del  baque  que  lo  ha  de  condnoir  á 
Caba. 

Esta  población  eleva  sos  preces  al  Todopoderoso  para  qne  nos  de- 
vuelva pronto  y  victorioso  al  batallón  de  la  Princesa,  juntamente  con  el 
resto  de  las  fuerzas  que  pelean  en  Cuba. 

A  las  3  y  15  minatoa  de  la  tarde,  zarpó  de  aquel  puerto  con  rumbo 
&  Cuba,  el  vapor  trasatlántico  «San  Agustín,*  conduciendo  al  batallón 
de  la  Princesa,  compuesto  de  unas  mil  cien  plazas,  entre  jefes,  oficíales 
4  individnoB  de  tropa. 

Desde  el  viernes  último  las  autoridades,  sociedades  y  el  vecindario 
lan  rivalizado  en  obsequio  al  batallón. 

Han  sido  varios  los  banquetes  dados  en  honor  de  la  oficialidad  ex- 
Kdioionaria. 

Ekitre  los  soldados  ee  han  distribuido  más  de  8,000  pesetas. 

Es  indescriptible  el  entusiasmo  de  que  est&n  poseídos  los  que  muy 
31  breve  han  de  soportar  las  penalidades  de  la  guerra. 

Todos  los  buques  espafioles  surtos  en  el  puerto  izaron  las  banderas  y 
aludaron  con  las  sirenas  la  salida  del  trasatlántico. 

Este  fué  acompañado  hasta  fuera  del  muelle  por  gran  número  de  bo- 
as lujosamente  empavesados  y  por  el  cañonero  «Diligente» ,  el  Cual  hizo 
os  honores  de  ordenanza  disparando  tres  «afionazos  al  levar  anclas  el 
:San  Agustín». 

Las  autoridades  despidieron  al  batallón  de  la  Princesa  á  bordo  del 
»ñonero  «Diligente». 


Procedente  de  Lugo  llegó  el  día  13  á  Corufia  el  batallóla  expedicio- 

lario  de  Luzón,  el  cual,  juntamente  con  una  compañía  del   batallón  de 

furcia,  qne  se  encontraba  destacada  en  ésta,  embarcaron  á  bordo  del 

[Montevideo.» 

El  general  Moltó  pasó  revista  á  las  fuerzas,  las  cuales  estaban  aloja- 

m  el  cuartel  de  Alfonso  XTI. 

n  frases  elocuentes  y  patrióticas  arengó  á  los  soldados,  quienes 
ataron  entusiasmados  con  vivas  á  la  patria  y  al  ejército. 
AS  calles  qne  recorrieron  las  tropas  desde  el  cuartel  al  muelle  se  ha- 
tan  invadidas  por  numeroso  público,  el  cual  saludaba  á  los  expedi- 
larioi. 
'~oha8  casas  de  las  atoadas  en  la  carrera,  estaban  engalanadas. 


364 OBQWIC*  PB  lA  QUMRBA  D»  OüBA 

.  El  embarque  se  TeriñoiS  en  medio  del  Biayor  orden  y  dn 
va  que  lamentar  incidente  alj^ono. 

Kl  vapor  <&Iontevideo<  hará  escala  en  Vigo  con  objeto  dt 
«ste  puerto  al  resto  del  batallón  de  Mareia,  qne  reside  en  aqn 

A  bordo  ▼»  el  general  Moltó,  acompafiado  de  sns  ayad 
asistir  &  la  despedida  qne  proyecta  hacer  en  Yigo  á  los  expeí 
que  se  espera  sea  brillante. 

SI  «Montevideo»  zarpiS  á  las  3  y  media  de  la  tarde. 


El  18  á  las  dies  de  la  maflana  salió  dd  cuartel  de  San  Fi 
Bilbao  el  batallón  expedicionario  de  Garellano. 

Rompía  la  marcha  el  batallón  ínfuitÜ  y  la  música  del 
siguiendo  las  bandas  municipal  y  de  Santa  Cecilia.  Seguía 
con  sus  jefes  á  la  oabexa. 

Todas  las  casas  de  las  calles  del  tránsito  estaban  engal 
colgaduras. 

Un  gentío  inmenso  presenciaba  el  paso  del  batallón,  salni 
viras  á  España,  al  ejército  y  á  Oarellano. 

A  los  jefes  oficiales  y  soldados  se  les  repartió  la  merient 
por  suscripción  pública,  iniciada  por  el  periódico  local  El  3 

La  merienda  á  los  jefes  y  oficiales  se  componía  de  lai 
viandas: 

Pollo,  jamón  en  dulce,  lomo,  merluza  frita,  salchichón,  1 
tas  finas  y  vino  del  Riscal.  Todo  encerrado  en  elegante  cests 
cesorioa  necesarios  para  la  merienda. 

La  merieoda  de  las  clases  y  soldados  consistía:  en  una  lil 
de  primera  oíase,  chorizos,  bacalao  frito,  huevos  cocidos,  gi 
naranjas  y  un  onartíUo  de  vino  por  plasa. 

Al  pasar  el  batallón  por  bajo  de  los  balcones  de  la  redao 
vitoreados.  Los  redactores  arrojaron  flores  y  ana  corona  de 
la  bandera  del  batallón. 

En  el  muelle  de  Ripa,  donde  tomó  él  tren  la  fueraa,  la  c 
era  numerosísima. 

Culoúlase  en  20.000  el  número  de  las  personas  que  allí  hi 

Efecto  de  la  aglomeración,  cuatro  personas  cayeron  á  la 
sacadas  inmediatamente. 

Despidieron  á  las  tropas:  los  gobernadores  civil  y  milita 
y  concejales,  jefe  de  la  brigada,  comandante  marina,  presi 
Diputación  provincial,  director  de  los  astilleros  de  El  Nervi 
siones  de  jefes  y  oficiales  de  la  guarnición. 

El  entusiasmo  fué  grandísimo.  Los  vivas  á  España,  al  < 


IBÓNIM  D»  LA   aUlBRA  D«  pDBA 865 

[O  repitiéronse  sin  oeear,  habiendo  on  verdadero  des- 

uiasmo  al  partir  el  tren.  ■ 

sha  &  lof  ItaravoB  «ddados  ei  innarrable  por  lo  gran- 

i  de  Zorroia  aoompafiaron  al  batallón,  el  gobems- 
de  Bilbao,  oonoejales  y  dipntadoB  proTinoiales. 


Hiiiniir 


□.  el  t;enrexLO 


ESOONOciDO  completamente  se  enoaentra  hoy  el 
de  Colón  por  el  movimiento,  animación,  vida  ] 
nalidad  qae  produce  la  reunión  de  mucha  fuf 
hoy  dá  este  pueblo  hospitalidad  relativa  &  : 
3.000  hombres  pertenecientes  á  las  columnas 
generales  Navarro  y  Aldecoa.  Decimos  hospi 
relativa,  pues  si  bien  los  oficiales  y  jefes  han  si 
jados  OÍ  casas  particulares,  los  soldados  han  d 
y  permanecen  en  las  calles,  no  estando  á  la  intei 
gracias  á  que  las  construcciones  dan  á  las  oass 
ubiertas. 

ú  la  ley  de  alojamientos  es  extensiva  á  esta  isla 
le  debía  haberse  hecho,  yo  solo  puedo  expresar 
to  qne  dominaba  ver  llegar  &  nuestros  bravos  so 
rgas  joirnadas,  aunque  la  última,  es  verdad,  la  v 
il,  cansados  de  permanecer  largo  tiempo'  en  si 
se  decidió,  y  por  último,  hallándose  en  la  pob 
al  suelo  sobre  su  manta  (que  más  falta  les  haoí 
li  estuviesen  en  el  campo;  yo  recordaba  en  puebl 
Lospitatidad  á  los  que  representan  la  garantía  de 
loner  su  vida,  en  cumpUmiento  de  su  deber;  ci 
a-as  disposiciones  y  por  último  hasta  veía  ante  m 
Iro  que  lleva  por  nombre,  «La  boleta  de  alojamii 
raciones  en  mi  fuero  interno,  sofría,  dándome  li 
le  los  demás. 

o  qne  hacía  laa  anteriores  reflexiones,  la  faersa,  > 
al  combate  con  la  sonrisa  en  los  labios,  demosi 


^r:.%¡ 


*  -«"• , 


OBONIGA  DB  JJL  aUERRA.  DB  CUBA  367 

Ho  es  petulancia,  el  arrojo  ingénito  en  ella,  formaba  corrillos,  prevenía 
acordeones  aquí,  templaba  las  guitarras  allá,  y  se  disponía  á  mirar  la 
vida  por  el  lado  más  agradable,  olvidando  con  coplas  de  malagueñas, 
sortsácos  y  jotas,  los  trabajos  pasados  y  los  peligros  futuros,  y  ahogan- 
do en  vino  ó  caña  el  sentimiento  que  la  ausencia  de  los  seres  queridos 
pudiera  producirles.  ¡Bendito  carácter  el  del  español,  que  lo  mismo  va 
i  im  entierro  que  á  un  bautizo! 

Como  decimos,  llegaron  las  columnas  de  Navarro  y  Aldecoa,  y  así 
ñinultáneamente  el  excelentísimo  señor  general  en  jefe,  saliendo  la  de 
Aldecoa  al  poco  tiempo  á  situarse  más  al  límite  de  esta  provincia,  con 
dirección  á  la  de  Santa  Clara. 

Por  aquí  nó  ha  ocurrido  nada  absolutamente  que  merezca  los  hono  • 
res  de  mencionarse;  pues  no  creo  que  lo  sean,  robos  de  cerdos,  gallinas, 
y  uno  que  otro'  caballo,  corte  de  comunicaciones  telegráñcas,  á  las  que 
«atamos  acostumbrados;  pero  como  caso  raro  en  mí,  que  solo  me  gusta 
hablar  de  hechos,  voy,  si  usted  me  lo  permite,  á  entrar  en  los  se  dice. 

Se  dice  que  el  general  en  jefe  establece  allí  su  cuartel  general  6  cen- 
tro de  operaciones;  que  Maceo  y  Máximo  Gómez,  con  fuerza  de  6.000 
hombres,  ha  penetrado  en  la  provincia,  con  ánimo  de  dirigirse  sobre 
Matanzas. 

Se  dice  que  no  ha  entrado,  pero  que  intenta  hacerlo^  pretendiendo 
caer  sobre  Cárdenas;  que  haya  entrado  ó  entre,  se  limitará  á  quemar 
ingenios  y  campos  de  caña,  haciendo  cumplir  las  órdenes  emanadas  ^e 
sa  Cuartel  general. 

Se  dice  que  va  á  ser  fortiñoada  aquella  villa  con  cuatro  piezas  de  ar- 
tillería dé  gran  calibre,  siéndolo  provisionalmente  con  artillería  de  mon- 
taña. 

Y  son  tantas  %Bbs  cosas  que  se  dicen,  y  entre  ellas  algunas  que  sin 
pruebas  no  se  pueden  repetir,  que  vale  más  dejarlas  pasar  por  alto. 

Insertamos  un  autógrafo  que  hemos  podido  conseguir,  y  que  es  la 
circular  siguiente  del  titulado  brigadier  Francisco  J.  Pérez,  conocido 
por  Pancho  Pérez,  cuya  circular  fué  encontrada  en  los  bolsillos  de  un 
colono  de  Yaguaramas,  ahorcado  por  los  insurrectos  próximo  á  dicho 
punto.  He  aquí  la  circular  con  su  propia  ortografía: 

Ejército  libertador  de  Cuba 
5.*  cuerpo 

oiboular: 
L  consonancia  con  lo  dispuesto  por  el  Gobierno  de  nuestra  Bepúbli- 
^  teniendo  en  cuenta  las  disposiciones  del  Cuartel  General,  debo  re- 
ce ar,  encareciendo  el  cumplimiento  exacto  de  las  siguientes  disposi- 
ci  acs,  cuya  observancia  es  indispensable  y  en .  ningún  caso  motivo  á 
4]    "^ision. 

^    El  deber  que  á  todo  cubano  lo  obliga  al  servicio  de  la  patria  le 


/ 

/ 


370 OBONIOA  D»  LA   OÜMtKA  DK  ODBA 

y  además  le  era  en  la  gaerra  tan  propicia  la  fortana  que  _ 

ni  un  ligero  rasgaño,  habiendo  asistido  á  combates  Como  el  célebre  de 

las  G-uaximas,  donde  sólo  qaed<5  en  ^ie  el  diez  por  ciento  de  su  fuerza. 

Estaba  el  general  en  la  avanzada  nuestra,  montado  á  caballo,  mnv 
-cerca  de  la  linea  de  tiradores  y  con  el  caballo  quieto. 

Oomo  nos  hallábamos  tan  próximos  al  enemigo  todo  se  podía  obs 
var,  y  un  oficial  rió  que  varios  insurrectos  apautabau  alto,  es  decir,  < 
rigían  sus  disparos  al  general* 

Mi  general — exclamó — retírese  de  ahí  6  muera  el  caballo  que 
apuntan  á  Y. 

El  general  sonriente  y  con  aquella  tranquilidad  que  él  tenía  en  '. 
^aoces  apurados,  contestó: 

— Pierda  T.  anidado,  todavía  no  se  ha  fundido  la  bala  que  ha 
matarme. 

¡Capriehos'y  rarezas  de  la  suerte  que  se  retira,  6  acometividadei 
arranques  de  la  desgracia  que  llega,  apenas  terminó  de  pronunciar '. 
palabras  citadas,  el  general  recibió  una  descarga,  de  la  que  á  un  tiem 
hicieron  blanco  tres  balazos  y  los  tres  en  la  cabeza! 

Recibió  uno  ea  el-  cuello,  otro  en  la  boca  y  el  tercero  en  el  cráni 

El  bravo  Santocildes  no  piído  decir  palabra;  llevóse  á  la  cara  a: 
bas  manos,  qne  se  le  tiñeron  de  sangre,  y  enseguida  se  indinó  sobre 
cuello  de  su  caballo. 

El  primero  que  se  acercó  al  general  recogió  un  cadá^ver. 

Ya  y.  puede  notar  cuan  distinto  ee  esto  de  lo  que  se  ha  referid 
oomo  Y.,  ve,  no  cabe  aquello  de  seguir  combatiendo  luego  de  herid 
Cosa  qne  en  realidad  no  debe  practicarse  ep  la  guerra. 


iiiiiiüiiiilllllllllHIIHllllllliillíHlllllWiHl 


Conducción  de  un  convoy 


LAS  siete  de  la  mañana  del  día  18  de  Diciembre  salid  un 
convoy  de  la  Bacmoij&da  con  direcoiiSn  al  Santo,  cfcoI- 
tado  por  la  oolamiia  que  manda  el  bizarro  coronel  Her- 
nández, jefe  de  eata  zona,  compuesta  de  200  hombres  de 
Galicia,  50  de  las  Navas,  22  guardias  civiles  montados, 
10  del  escaadrón  de  Sagnnto  y  20  movilizados  de  Santo 
Domingo:  total,   unos  300  hombres,   número  muy  reducido   dadaa  las 
Dotioias  que  había  de  la  reoonoentracióa  de  partidas  enemigas  por  el 
lagar  que  iba  A  atravesarse. 

Los  días  18  y  19  la  marcha  fué  penosísima  por  el  estado  infernal  de 
los  oaminps. 

Se  tuvieron  confidencias  de  que  lo  más  granado  de  las  partidas»  de 
1  urisdioci<5n  y  algunas  de  las  de  Remedios,  al  mando  todas  del  titn* 
I  >  brigadier  Corti&a,  trataban,  no  sólo  de  atacar  al  convoy,  sino  to* 
1      lo. 

Jitierosy  guajiros  habían  visto  todo  el  día  18  gran  movimiento  de 
I     oncentración  de  enemigos  hacia  Pavón  y  Santa  María. 

^1 19  á  las  tres  de  la  tarde,  al  llegar  la  vanguardia  de  la  columna  & 


OBÓinOA  PE  LA   QPMtKA  DB  CUBA 

a  emboBcada  enemiga  rompió  el  fuego  sobre  en 
[}o  la  partida  de  Indalecio  Oonzález  por  la  dere< 
ta  del  Rio  Sagua  la  Cfaioa. 
rdia,  mandada  por  el  bravo  comandante  Pére 
ntrido  fuego' al  del  enemigo;  formaban  dicha  ti 
i  de  Santo  Domingo,  al  mando  del  teniente  Roí 
nía  de  G-alicia,  mandada  por  su  capitán  Qarcl 
anemigo,  avanzó  la  columna,  y  al  llegar  ana  hoi 

vuelven  lo«  iasurrectos  á  romper  el  fuego  aobi 
contesta  enérgicamente,  y  toma  las  casas  de  Sa 
ó  el  enemigo,  llevando  un  maerto  y  tres  heridoi 
lO  un  caballo  muerto. 
lunto  pernoctó  la  columna,  y  antes  de  oscnrecei 

de  Velasoo  con  la  3.'  de  Galicia  y  toda  la  ( 
inucioflo  reconocimiento  sobre  la  orilla  izquien 
m  algunas  descargas  dirersos  grupos,  qae  hayei 

dicho  día  que  los  cabecillas  Jesdi  Rodríguez,  E 
,  Paz,  Ruperto  Sánchez,  Montes  de  Oca,  Qonzal 
dando  las  órdenes  de  Cortina,  trataban  de  para 
¡rda  del  rio  y  que  Indalecio  González  y  Enriqi 
>n  la  derecha,  complementarían  el  ataque. 
>,  reconcentrado  hacia  Siete  Pasos  y  Oavarroca 
X)  á  1,200  hombres,  todos  ellos  perfectamente  ari 
nochecer  salió  la  columna  de  Santa  Rosa  en  el 

.rdia,  al  mando  del  comandante  de  las  Navas  di 
compuesta  de  diez  caballos  de  Sagunto,  mandaí 
a  de  Armas,  22  guardias  civiles  por  los  tenientes 
la,  cuarta  compañía  de  Galicia  al  del  capitá 
indez,  jefe  de  la  columna  con  su  estado  mayor 
3  las  Navas,  mandada  por  el  teniente  Díaz  Huid 
',  al  mando  del  teniente  coronel  de  Extremadaí 
con  una  sección  de  inmediata  escolta.  Retag 
[>itán  de  Galicia  García  Viana  con  la  tercera  coi 
y  20  movilizados  de  Santo  Domingo, 
las  seis  y  media  al  callejón  de  Siete  Pasos  sueni 
rimera  avanzada  enemiga,  mandada  por  el  m 
,  en  ocasión  de  haUarse  el  capitán  de  Estado  Mi 
sando  órdenes  al  comandante  Pérez  Blanco.  Nu 
e  el  fuego  y  avanza;  pero  al  salir  á  un  claro,  el 
i  considerablemente,  y  allí  murió  el  infortunai 
iUo  Ibáñez  y  caen  dos  más  heridos.  El  comand 


r^ 


OBÓKIOA  DS  LA  QUBBRA  DB  OÜBA 


373 


Blanoo  sitúa  convenientemente  bub  fuerzas,  y  con  descargas  cerradas 
limpia  la  manigua  del  enemigo,  que  se  retiró  hacia  el  embarcadero  de 
Gavarroca.  £1  coronel  Hernández  ordena  al  capitán  Sánchez  que  con  la 
sección  de  las  Navas  refuerce  la  vanguardia,  pues  el  teniente  Ayguavi- 
ves,  de  Sagunto,  oficial  á  las  órdenes  del  jefe  de  la  vanguardia,  le  da 
parte  de  que  el  enemigo  está  atrincherado  en  Cavarroca  y  sus  inmedia- 
ciones, y  en  el  embarcadero  va  el  convoy,  y  frente  á  él  en  posiciones  la 

cuarta  de  Galicia  y  sección 
^  de  las  Navas,  toma  personal- 

^    ^  mente  el  mando  de  la  acción 

el  coronel  Hernández. 

Ante  el  fuego  continuo  de 
los  insurrectos ,  parapetados 
en  trincheras  que  cubren  las 
gavetas  del  demolido  inge- 
nio  de  Cavarroca,  ordena  el 
coronel  se  conteste  con  des* 
cargas  cerradas,  y  con  ver- 
dadero espanto  del  enemigo, 
admirablemente  fortificado , 
atraviesan  los  proyectiles Ma- 
üsser  las  potentes  planchas  de 
hierro. 

En  la  misma  linea  de  gue* 
rrillas  se  ve  al  valiente  coro* 
nel  Hernández  de  Yelasco,  y 
secundando  sus  órdenes,  al 
capitán  Ortíz,  de  Estado  Ma- 
yor, y  oficial  á  sus  órdenes  el 
ilustrado  teniente  Amado,  de 
caballería. 

Mientras  tanto,  la  tercera  de^  Galicia,  al  mando  del  teniente  coronel 
Pascual,  desde  las  casas  del  embarcadero,  y  situado  allí  por  orden  del 
coronel,  contesta  al  fuego  que  desde  la  orilla  opuesta  del  Sagua  la  Chi  • 
ca,.y  también  por  retaguardia,  hacen  los  insurrectos. 

Es  decir:  el  convoy  está  encerrado  en  un  círculo  de  fuego,  que  la  pe- 
L  del  coronel  y  valor  de  nuestras  tropas  tarda  muy  poco  en  romper 
.  ^gar. 

!)ominado  en  gran  parte  el  fuego,  ordenó  el  jefe  de  la  columna  al 
^andante  Pérez  Blanco  avanzase  para  atacar  de  frente  y  por  el  cos- 
ió derecho  al  batey  de  Cavarroca,  haciéndose  por  fuegos  escalonados; 
^onvoy  se  puso  en  marcha,  y  cuando  las  fuerzas  del  comandante  Pé* 
^^<^nco  llegaban  á  la  mitad  del  potrero  Cavarroca,  el  teniente  Ama- 


...  BmMtra  iraiicuftrdia  rompe  él  faago...  (Pág.  372). 


086N10A  P»  LA  OÜKERA  PB  CUBA 

,  llevó  la  orden  de  ataque.  La  infantería,  de  fr< 
lando  del  oo^nandante  Pérez  Blanco  y  capitán 
mando  del  teniente  Ortega,  de  Armas  y  Mar^ 
rma  blanca  la  posición;  pero  el  enemigo  que 
ido  huyendo  al  ver  iniciarse  el  ataque,  ee  retii 
ia  la  manigua  próxima  al  ingenio  donde  se  oi 
ledíatameote  dispuso  el  comandante  Pérez  BJ 
ite  de  caballería  don  Joaquín  AjguaviveB,  oo 
(  el  mando  de  toda  la  caballería  y  praotioaee 
to,  que  dio  por  resultado  encontrar  varias  arn 
[ue  el  enemigo  sufrió  allí  y  que  posteriormente  i 
de  25  á  30  heridos.  Terminado  este  reconocim 
la  fuerza  del  comandante  Pérez  Blanco, 
tanto  el  convoy  seguía  avanzando  con  una  pt 
jl  camino  real,  y  estA  faerza  iba  contestando 
icadas,  desde  las  guayabales  hacían  sin  eesM 
ido  divisaba  los  grupos  de  Indalecio  Gonzáh 
m  descargas  á  sus  disparos. 
ías  mismas  del  Santo  y  desde  terrenos  de  ( 
i  enemigo  haciendo  fuego,  contestándole  la  c 
LO  de  los  fuertes  del  poblado,  cayos  vecinos,  co 
"eoibieron  al  digno  coronel  y  su  columna. 
las  ha  habido  algún  movimiento  entre  las  co 
egión  operan.  , 

tro  de  Regó,  en  Hanabanilla,  del  cnal  salió  a< 
de  su  intención  de  presentarse  acompañado  di 
i  dos  noticias  que  no  han  dejado  de  promover 
ipinión  y  dado  margen  á  toda  dase  de  coment 
ifioiones  de  los  comentaristas. 
1  del  cabecilla  Suárez  y  su  conducción  á  la  prest 
con  una  fuerza  de  300  hombres  mandada  por  e 
ado  pasto  á  la  in^ciable  voracidad  de  los  ansi* 
que  así  han  entretenido  su  curiosidad  y  su 
I  que  Saárez  pensaba  presentarse  con  toda  su  j 
le  BU  intención  y  de  otros  hechos  qne  al  referi 
m,  parece  que  será  tratado  con  rigor  eztremí 

tro  de  la  columna  de  Zubia,  con  la  avanzada 
gnajay,  motivo  por  el  caal  se  supone  que  ha 
su  marcha,  es  también  objeto  de  acaloradas 
lontando  cada  cual  el  aaoeso  á  su  gnsto  y  sabo 
«rgi>,  ai  la  noticia  referida  es  tal  y  como  la  ¡ 


CRÓNICA  PB   LA   OÜBHBA  D«   CUBA  375 

Lo  que  sí  es  cierto  es  la  voladora  del  fuerte  Peluyo,  en  la  proVin- 
eia  de  Sanoti  Spirítns,  y  la  presentación  en  aquella  población  de  un 
oficial  y  once  soldados  desarmados  pertenecientes  á  la  guarnición  de 
aquel  fuerte  destruido  por  Máximo  Gómez. 

Otro  suceso  semejante,  el  de  la  voladura  del  tren  en  que  iba  el  gene* 
ral  Snárez  Yald^,  saliendo  ileso  de  tamaño  peligro,  como  también  lo 
han  respetado  las  balas  en  los  encuentros  que  hasta  abura  ha  tenido. 

En  dicha  catástrofe  sufrieron  heridas  y  contasiones  algunos  de  lo» 
que  viajaban  en  aquel  tren. 

Por  lo  que  se  dice  entre  el  público,  hay  que  registrar  entre  los  suce- 
Bos  la  entrada  en  la  isla  de  algunas  expediciones  y  el  apresamiento,  de  un 
bote  en  Aguadores  (Santiago  de  Cuba),  no  por  la  marina  de  guerra^ 
sino  por  un  cabo  del  ejército  que  pertenece  á  la  guarnición  de  uno  de  los 
fuertes  que  por  allí  se  han  levantado  para  proteger  las  costas. 

También  ocupa  la  atención  pública  la  quema  del  pueblo  de  Gttinfa 
de  Miranda,  por  las  fuerzas  revolneionarias. 

Recompensas. 

Se  han  concedido  las  siguientes: 

Cruz  del  mérito  militar,  con  distintivo  rojo,  pensionada  con  7<50  pe- 
setas mensuales,  al  soldado  del  regimiento  de  Tarragona  Juan  Navarro 
Bonal,  que  perdió  la  vista  á  consecuencia  de  la  explosión  de  un  petardo 
colocado  por  los  insurrectos  en  la  vía  férrea  de  Puerto  Príncipe. 

Por  el  encuentro  de  Saboruquito,  á  los  individuos  del  batallón  de 
Guadalajara  sargento  Ceferino  Gómez,  cruz  sencilla  pensionada  con  25 
pesetas  mensuales;  id.  id.  id.  con  7'50  pesetas,  sargento  Francisco  Cas- 
tafio  y  soldado  José  Gemitar;  id.  id.  id.  2'50  pesetas,  cabo  Gabriel  Ber* 
nabé  y  soldados  Antonio  Sero,  Pablo  Sebastián,  José  Hernández,  Bau- 
tista Java,  Juan  López  y  Mateo  Zaragoza. 

Cruz  sencilla,  pensionada  con  7'50  pesetas  mensuales,  al  cabo  del  re- 
gimiento de  Cuba,  Tícente  Franquet. 

Cruz  sencilla,  pensionada  con  2'50  pesetas  mensuales,  al  cabo  del  re- 
gimiento de  Tarragona,  Modesto  Mirasierra. 

Tretas  de  los  insurreí^os. 

.H>n  motivo  de  los  sucesos  ocurridos  en  algún  ingenio  de  la  provin- 

(     de  Matansas  se  dice  lo  siguiente: 

ÍMñ  alzados  en  armas  en  esta  provincia,  á  los  que  no  nos  atrevemos 

i  tilífiear  ni  de  insorreetos  ni  de  bandidos,  exigen  álos  dueños  de  fincas, 
án  nuestras  noticias,  una  fuerte  contribución  en  armas  y  municiones, 
*  de  no  qnenúrles  los  campos  de  caña  y  las  fábricas  de  los  bateyes. 


376  CBomcA  PM  la  querrá  db  cuba 

La  entrega  de  las  annaa  ba  de  efectuarse  ea  los  mism 
para  lo  onal  ordenan  qne  ee  pida  permiso  al  gobierno  para 
30  hombres,  y  después  de  concedido  y  cuando  ya  las  armas 
nes  estén  en  las  fincas,  se  presentarán  de  día  ó  de  noche  i  ' 
les  serán  entregadas  con  macha  tranquilidad,  dando  de  ello  d 
te  á  la  autoridad  correspondiente. 

El  medio  escogido  nos  parece  mal,  pero  nos  figuramos  qi 
ridades  militares  sabrán    ponerle  el  remedio  oportuno  y  i 
alerta  para  castigar  del  modo  que  se  merecen  los  que  son  tn 
patria  facilitando  armas  al  enemigo- 
Es  necesario  p 
energía  y  el  que 
patria  obtenga 
que  se  h^^  ac 
tan  enorme  delil 

La  prensa  norte 

En  una  corre 

de  Nueva  York  1 

guíente:       ' 

'        *Uama  la  a 

blica  un  segutti 

publicado  por  el 

referente  al  din* 

tado  por  la  Jun 

mentar  la  gueri 

El  objeto  de  est 

trabajo  es  para 

que  la  insurrec 

pretexto  para  enriquecerle  unos  cuantos  camastrones  que  ^ 

Estados  Unidos.  Pruébase  por  medio  de  guarismos,  qne  de  la 

mimas  recibidas  por  la  Junta  sólo  una  míoima  cantidad  se 

para  sostener  la  inanrrecoiÓn.  Susurrase'  que  este  importsnt' 

debido  á  la  pluma  de  un  joven  portugués. 

Se  nota  en  la  prensa  metropolitana  una  reacción  favora' 
¿a,  como  habfamoB  anticipado.  El  World,  que  nos  ha  hecli 
DÚO  guerra  de  tan  mala  ley,  censara  duramente  &  los  rebeldi 
oendio  de  propiedades  de  particulares.  El  Jottrnal,  qae  tam 
dades  ha  soltado  contra  España  en  sus  artículos  de  fondo,  < 
se  calla  ahora.  Los  periódicos  del  interior,  que  por  lo  regulai 
miras  de  -sus  colegas  del  Este,  se  han  vuelto  muy  comedidos, 
está  que  esta  nueva  actitud  quita  fuerzas  al  proyecto  de  la  bel 


OSÓNICl.  DB  Ll   OÜKERA   DB  .CUBA 


Cosas  de  la  guerra. 

hOtaal  guerra  de  Caba,  una  partíonlarídad  que  no  recorda- 
mos presentase  la  anterior.  Y  oonsiete  en  que  los  insurreotos,  en  vez 
de  combatir  en  todas  partes,  según  y  oottforme  las  oiroimatanoias  del 
momento  lea  proporcionaban  oaaeión,  demaestran  poseer,  al  menos  de 
on  mes  á  esta  parte,  lo  que  Be  llama  un  objetivo  es^atégico.  Esto  hace 
qae  tengamos  asimismo  el  de  impedir  que  ellos  realicen  el  sujo. 

No  es  la  guerra  regular,  porque  evitan  presentar  batalla  no  fiando  el  ' 
éxito  á  la  suerte  de  las  armas,  pero  tampoco  es  en  absoluto  la  guerra  de 
partidarios  como  lo  fué  en  los  primeros  días  de  la  insurrección.  Y  como 


dsás  águe  siéndolo  aún  en  el  departamento  Oriental  j  en  el  Cama- 
ley. 

Gruesas  partidas  que  ora  se  reúnen  ora  se  separauj  pero  bajo  la  ac- 

Sn  directa  de  Máximo  Gómez  y  Maceo,  recorren  Las  Villas,  rodeadas 

I  columnas,  que  en  ocasiones  logran  alcanzarlas  y  sostener  con  ellas 

roteos  más  ó  menos  prolongados. 

E[  objetivo  estratégico  consiste  en  pasar  á  Matanzas  é  impedir  la  za- 

k,  aaf  como  en  Las  Villas;  el  procedimiento  aplicado  es  mantener  á  las 

[>paB,  por  medio  de  una  movilidad  constante,  en  otra  más  fatigosa;  y 

tica  empleada  no  es  otra  que  la  de  entretener  con  el  fuego  de  al- 

J8  centenares  de  insurrectos  á  la  columna  perseguidora,  mientras  el 

wo  de  las  partidas  marcha  en  la  dirección  que  le  conviene. 

1  restantes  fuerzas  de  la  rebelión  excepto  algunas  que  á  guisa  de 
^..udas  merodean  en  Matanzas  y  hasta  en  Pinar  del  Río,  parece  como 
esparcidas  y  muy  dispersas  por  las  otras  dos  provincias  sublevadas, 
'"'""}  á  conservar  en  ellas  un  estado  entre  de  guerra  y  de  paz;  es 


378  OK¿mCA   DB  LA  OUgBBA  PB  OLTBA 

decir,  la  suñoiente  intranquilidad  para  que  de  esas  provincias  no  pueda 
diatraerse  ud  batallóp  para  Las  Viltas,  pero  -sin  que  haya  ocasión  de 
verdaderas  operaciones. 

Suponiendo  que  la  cifra  de  rebeldes  ascienda  (eso  se  h»  dicho)  á  25 
mil,  20.000  de  elloa  en  tal  maniobra  pasiva  (llamémosla  así)  se  emplean, 
y  los  otros  5.000  son  los  que  con  el  generalísimo  mambí  y  su  colega  Ma- 
ceo prooarau  realizar  el  plan  que  á  éstos  se  atribuye. 

Algo  parecido  sucede  á  las  tropas:  de  los  100.000  hombres  á  que  pró- 
ximamente sube  aquel  ejército,  90.000  están  dedicados  á  ser  entreteni- 
'  dos  por  los  30.000  rebeldes  de  que  antes  hablamos,  y  loa  otros  10.000 
son  los  que  forman  la  media  docena  de  columnas  encargadas  de  operar 
en  torno  de  los  5.000  blancos  y  negros  del  dominicano  y  su  negro  adlá 
tere. 

A  la  vista  de  esto  se  ocurre  preguntar:  Si  el  número  de  tropas  qd 
maniobra  en  torno  de  los  dos  jefes  separatistas  fuese,  por  ejemplo,  tripl 
del  de  hoy;  si  en  vez  de  diez  ó  doce  mil  hombrea  hubiese  treinta  mil  : 
los  alcances  de  Máximo  Gómez  y  Maceo,  ¿por  mucho  que  éstos  eztrc 
maran  su  habilidad  y  conocimiento  del  territorio,  no  caerían  en  una  et 
pecie  de  ratonera  6  se  dispersarían  en  retirada  hacia  Puerto  Príncipe 
Podrán  evitar  el  choque  con  seis  columnas,  pero  no  con  dieciocho. 

Ahora  bien,  de  los  30.000  soldados  distribuidos  en  fuertes  y  oolqni 
nitas  volantes  por  juasi  toda  la  isla,  ¿no  se  podrían  reconcentrar  siquier 
20.000  que  se  uniesen  á  los  que  maniobran  en  Las  Villas?  Esp  ea  lo  qo 
se  preguntan  muchos  militares  entre  lop  que  no  pocos  contestan  afirma 
tivamente.» 


Con  el  epígrafe  España  y  Cuba  ha  escrito  el  distinguido  literal 
yankée  Mr.  Paul  Vane  un  artículo  que  viene  á  justificar  que  en  los  Ec 
tadoB  Unidos  también  hay  escritores  y  personas  qae  saben  aplicar  á  1 
cuestión  de  Cuba  an  criterio  imparoial  y  raaonádo,  como,  desgraciada 
mente,  no  sucede  con  aquellos  que,  por  mala  fé  ó  por  ignorancia,  a 
han  dado  á  discurrir  y  á  fantasear  sobre  lo  que  no  conocen  ni  entien 
dea,  cuando  presentan  á  los  filibusteros  como  anos  mártires,  y  á  Cab 
como  un  pais  esclavo  y  digno  de  mejor  snerte. 

El  señor  Paul  Vane  enoabeaa  su  artículo  con  las  siguientes  palabí 

<Me  avergüenza  la  conducta  de  nuestro  pueblo,  de  nuestros  pri 
pales  periódicos  y  de  nuestros  oradores  y  reverendos.  ¡Qué.  deagr 
para  nuestra  patria! 

Centenares  de  redactores  se  han  negado  á  publicar  todo  aquello  r 
en  exclarecimiento  de  la  verdad  y  de  la  situación  de  Cuba  podía  fa 
reoer  á  los  intereses  españoles.» 


CRÓNICA   DK   UA   QUKRRA   DE   CUBA 


)  acerca  de  las  manifestaciones  j  meetings  de  Chi- 
cago en  favor  de  los  insurgentes,  era  lo  sigoi^Dte:  que  según  las  aser- 
ciones de  Qaesada,  el  representante  de  la  junta  de  Nueva  York,  la  rebe- 
Uón  tavo  poca  importancia,  hasta  que  algunos  extranjeros  vinieron  y  le 
dieron  estímulo  y  fuerza,  dijo  qne  Gómez  (un  extranjero  subdito  de  la 
Oran  Bretaña]  vino  en  Febrero  y  levantó  una  fuerza  de  1.200  hombres; 
i  en  Marzo  22  oficiales  (extranjeros)  llegaron  de  Costa  Rica  con  unt» 
ttenares  de  hombres;  que  varias  partidas  de  americanos  desembarca- 
i  poco   después  y  con  ellos  se  empezaron  las  operaciones   en  No- 
mbre. 

Supóngase  que  extranjeros  hayan  intervenido  en  los  asuntos  de  núes- 
B  numerosas  huelgas  de  trabajadores,  pretendiendo  que  Debs  y  sus 
apañeros  estaban  luchando  por  la  libertad  contra  sus  tiránicos  opre- 
es,  ¡qué  hubiéramos  pensado  de  aquella  nación! 
Entre  todos  los  qne  tomaron  parte  en  el  meeting  de  Chicago,  ni  uno 
ía  de  fijo  cuáles  eran  las  condiciones  que  imperaban  en  Cuba,  ¡y  qué 
lardo  y  ridículo  el  comparar  estas  hordas  de  vampiros  dinamiteros, 
idos  de  la  manigua,  con  Washington  y  sus  conciudadanos!  Quélogi' 
tan  digna  de  esta  declaración:  «España  se  portó  mal  con  nosotros 
indo  reconoció  la  beligerancia  del  Sur;  ahora  nosotros,  para  enmen 
'  aquella  falta,  hemos  de  cometer  otra  peor  y  declarar  legpítimos 
lados  de  un  bona  fide  gobierno  equipado  con  todos  los  atributos  de 
liunalidad,  á  unas  cuantas  hordas  de  vándatosl  ¡Qué  página  más  ver- 
izosa  para  nuestra  historia,  si  semejante  absurdo  fuese  sancionado 
'  nuestro  gobierno! 

¿No  será  esta  la  misma  España  cuyo  valor,  fama  y  virtudes  cristia- 
I  tanto  ponderaron  durante  la  Exposición  de  Chicago?  ¿No  agotaron 
onces  sus  manantiales  de  adjetivos  elogiadores,  cantando  sus  glorias 
3s  mismos  redactores,  oradores  y  reverendos,  que  tanto  se  empeñan 
>ra  en  rebajarla?  ¿No  es  ahora  la  misma  España  de  antes? 
No  faltaron  entonces  críticos  que  dijeran  que  la  cansa  de  nuestro  fer- 
r  era  debida  á  nuestra  afición  al  dollar,  que  entonces  nos  arrastraba- 
s  para  aprovechamos  mejor  después.  ¡Realmente  no  podemos  permi ' 
que  parezcan  profétioas  tan  vergonzosas  afirmaciones!  ¡Cómo  puede 
'^una  persona  sensata  creer  esos  cuentos  de  crueldades  ejercidas  sobre 
"risioneros! 

Ddo  el  pasado  de  la  historia  no  demuestra  semejante  conducta  de 
.&  de  los  soldados  españoles.  El  valiente  nunca  es  cruel;  hidalgo  y 
oe  son  sinónimos.  Parece  mentira  qne  estemos  tan  mal  enterados  de 
cualidades  que  caracterizan  á  España  y  demos  crédito  á  esos  cuentos 
"rbarismos;  y  más  raro  es  todavía  que  hayamos  olvidado  tan  pronto 
•  diiimoB  acerca  de  nuestros  propios  actos  de  crueldad  durante 


J 


CBOKIOA  DB  LA  QüaHEA.  Pg  OÜBA 

a  guerra  civil.  ¿Qaé  dereobo  tenemoa  de  1 
ad  de  lo8  españoles?  ¿Acaso  hemos  olvidado  qué  Ifispafia  y 
3  de  entonces  pidieron  aoa  tregua,  en  la  cual  ambos  pi 
ra  el  tratamiento  cruel  de  los  del  Norte?      , 
moB  nuestra  memoria  un  pooo,  haciendo  un  examen 
borgnemoB  justicia,  hídaigoía  y  otras  virtudes  que  carao 
sión  española,  á  la  cual  somos  deudores  del  descubrimler 
del  Nuevo  Mundo,  y  confiemos  ea  que  España  sabrá  i 
ba  todas  loa  reformas  que  exijan  el  bienestar  y  el  progn 
in  Antilla. 


Ltos  disparos  hechos  por  la  parte  oeste  de  Santa  Clara,  1 
fusión  á  las  gentes.  Corrían  Ips  muchachos,  gritaban  '. 
irraban  con  estrépito  las  puertas,  herían  el  espacio  con  i 
los  clarines  llamando  á  Ja  tropa  con  la  contraseña'  de  á 

parecía  indicar,  que  con  un  golpe  de  audacia  losiúsurr 
vadido  la  población  convertida  hoy  en  cuartel  general. 
iraciones  eran  muy  grandes.  Ni  en  la  plaza  se  había  hec 
10,  ni  los  insurrectos  llegaron  al  puente, 
lia  el  día  29  de  Diciembre, 
ila  curiosidad  con  que  muchos  observaban  lo  que  oourr 

altas  azoteas,  indicaba  que  todo  estaba  fuera  del  pueb 
lesde  una  de  aquellas  se  veía  todavía  el  espectáculo,  sie 
verdad,  pero  también  menos  importante  de  lo  que-  al  pr 

de  40  hombres,  obedeciendo  sin  dada  á  la  consigna  de  ( 
fecto  y  aprovechando  confidencias  rastreras  y  mi^erabl 
rotegido  por  maniguas,  cercas  y  edificios  hasta  cien  met: 
antigua  estación  agronómica,  convertida  en  fuerte, 
¡la  qtie  vigilaba  en  lo  alto  les  dio  el  ¡quién  vive!,  y  ellos, 
o  que  contestaban  ¡Cuba  libre!,  avanzaron  hasta  llega 
paredes  del  edificio,  sin  que  el  centinela  lograra  hacer 
o  ó  seis  disparos. 

oión,  que  se  componía  de  seis  voluntarios  y  un  cabo 
ida  en  dos,  &  quienes  correspondía  almorzar  en  sus  cas 
sólo  había  en  el  fuerte  un  cabo  y  cuatro  números.  D 
era  el  centinela,  estaba  en  lo  alto  de  la  torre, 
aento  consistía  en  carabinas  Bemington;  ni  siquiera  ht 
er. 

nes,  los  insurrectos,  que  podían  dar  un  buen  golpe,  i 
isultados  materiales,  por  el  efecto  moral  que  dentro  y  fr 
hazaña. 


OBÓmOA  PM  LA  OPMBBA  DB  COBA 381 

adioión,  amenazando  oon  la  dinamita;   pTetendieron 
sgaron  á  pioar  ana  de  las  paredes;  pero  los  de  dentro, 
Di  se  rendían  ante  las  amenazas,  ni  ante  el  número,  ni  ante  el  fuego 
qae  les  hacían  desde  las^  mismas  bocas  de  las  aspilleras. 

Ck}mo  no  eran  más  que  onatro,  sólo  podían  cubrir  cuatro  huecos,  y 
is  insarrectos  aproTecharon  los  restantes  para  llenar  de  balas  el  inte- 
or  del  fortín. 

Una  de  ellas  fué  la  que  mató  al 
}luntario  Ramón  Nordelo;  ese  ti- 
iteo  fué  el  que  produjo  la  alarma 
1  la  población,  y  el  que  puso  en 
lOvimiento  las  escasas  fuerzas  que 
.  guarnecen. 

En  ana  loma  cercana  que  no 
ísta  del  fuerte  200  metros  se  veía 
aa  linea  enemiga  que  protegía  al 
rnpo  que  llegó  al  fortín. 
Apenas   salieron  los  primeros . 
tldados  por  el  pueblo,  huyeron 
0  40  del  ataque  hasta  incorpO' 
irse  á  la  línea  qne  los  protegía. 
No  había*  trascurrido  na  cuartp 
i  hora  y  ya  se  veía  trepar  por 
indias  cuestas  la  pequeña  oolum- 
i  que  formó  el  bravo  capitán  de 
atado  Mayor  señor  Inzenga. 
Aquel  pequeño  espacio  de  tiem- 
[>  fué  interesante  para  los  que 
mtemplamoB  desde  la  ciudad  el 
leeso,  pues  difícilmente  se  pre-  ~^ 

¡nta  ocasión  de  ver'tau  cerca  he-  Ti»j»b»B...  (p*t- e^»)- 

iioa  análogos. 

Reforzado  el  fortín  desplegó  el  señor  Inzenga  á  sus  tiradores  y  avan- 
S  siempre  entre  zarzales,  cercas  elevadas  y  no  poco  fango. 

Mientras  no  rompió  el  fuego  y  no  lo  hizo  hasta  estar  á  la  menor  dis- 
mpia  posible,  caracoleaban  por  las  lomas  los  insurrectos  Ó  se  les  veía 
^  venir,  correr  y  saltar  en  ana  especie  de  táctica  riffefia;  pero  en 
'to  sonó  el  primer  disparo  descargaron  en  confusión  sus  armas  y 
orón,  desapareciendo  hacia  la  sabana  que  aquellas  lomas  ocultaban, 
•^e  tenían  el  grueso  de  la  partida  que  se  aproximaba  á  500  hombrea, 
lados  por  Zayas  y  Leoncio  Vidal. 

mtinuó  avanzando  la  columna  y  siguieron  ellos  retirándose  hasta 
>«1mar  espeso,  donde  pretendieron  resistir. 


CRÓNICA   PB   LA-QÜEBRA   DB   CUBA 

ítán  Inzenga,  que  por  ganar  tiempo  fué.  Bin  revólver,  mm%- 
able,  ni  nada,  creyó ,que  al  ver  la  diferencia  tan  grande  de 
gÍBtirían,  y  en  ef€Cto,  marchaba  á  la  cabeza  Heno  de  entasias- 
ablÓ  la  lucha,  iniciaron  las  partidas  un  movimiento  envol 
Igano  de  la  fuerza  no  se  pudo  contener  j  dijo:  «¡Estamos  oo- 
capitán!» 

>r  Inzenga  acude  al  sitio  amenazado,  y  dloiéndoléB:  ¡Son  nnet' 
>s,  muchachos!  desbarató  el  plan  del  enemigo  que  se  poso  en 
con  arreglo  á  su  táctica,  fraccionándose  en  grupos. 
3  la  columna'  regresaba  de  esta  operación,  no  ee  veían  por  los 
1  suceso,  mas  que  despojos,  huellas  y  sobresaltos. 
ipo  estaba  sembrado  de  casquillos  de  Maüuer;  la  manigÜA 
m  grandes  trechos,  trillada  por  el  paso  de  peatones  y  caballos    ' 
}  goajiros  de  los  sitios  y  trabajadores  de  los  hornos  de  cal,  in- 
y  temores,  ¡quién  sabe  si  fingidos  muchos! 
entradas  y  fortines,  se  veían  guardias  reforzadas  y  centinelas 
notos  provisionales;  el  cuadro,  en  fin,  que  ofrece  una  plaza 
a. 

nirreotoB  podrán  tener  valor  individual,  pero  su  fracaso  en  ese 
lUdaoia  es  una  prueba  máa  de  su  cobardía  colectiva. 
.  Con  todos  sus  pelos  y  señales  lo  que  había  en  el  fuerte,  y  se  ¡ 
)n  arrebatarlo.  Comisionaron  á  nn  titulado  capitán,  Pancho  ; 
ra  que  realizara  el  atentado  y  su, fracaso  le  valió  la  deati- 

ille  característico  de  la  forma  en  que  hacen  la  campaña,  el 
B  de  lo  ajeno;  ¡pero  con  qué  miseria! 

huida  fueron  llevándose  de  los  potreros  hasta  la  camisa  de 
[>mbres  y  mujeres  encontraron  á  su  paso. 
Bdentores! 

ba  todo  el  mundo  en  Santa  Clara  que  por  la  noche,  protegí-  ■. 
obscuridad,  volverían  á  molestarnos,  pero  huyeron  de  veras  y 
.elto  á  parecer. 

memígo  éste,  que  huye  á  toda  hora. 

[)  Manuel  García  pululaba  con  el  pomposo  título  de  Hey  de  los 
!  Cuba,  solía  presentar  la  cara  alguna  vez;  éatos  ni  siquiera 
ralor  de  aquel  bandolero  famoso. 

encontrarse  en  este  suceso  el  fenómeno  extraño  de  que  se  acer- 
>  capital,  residencia  del  cuartel  general,  siu  ser  vistos;  pe  Irá 
[ue  es  esto  más  inexplicable  cuanto  mayor  era  el  número  1 1  la 
lero  es  lo  cierto  que  llegaron  como  matuteros  y  se  retira  on 
ilea. 

» le  den  vueltas:  enemigo  de  estas  condiciones  dará  qué  hav  er, 
irnos,  pero  no  es  fuerza  que  representa  una  idea,  porque    >or 


(gtÓNIOA  PM   LA   agMBBA   i)K  OüBA  383 

» luea  HB  peiea  j  se  muere  á  toda  hora;  ellos  huyen  siempre,   y  sólo 
maeren  onando  se  les  caza  á  tenazón. 

Para  ellos  es  superior  la  vida  que  la  idea,  porque  viviendo  pueden 
rsalizar  bus  propósitos;  vengar  supuestos  agravios,  popularizar  nombres 
obsenros,  constituir  medios  de  vivir  holgadamente,  pero  nunca  hubo 
mirfcires  que  pospusieran  la  idea  al  provecho  personal. 

El  encuentro  de  Segura. 

La  columna  mandada  por  el  sefior  coronel  don  Enrique  Segura  cum- 
lió  la  misión  que  le  fué  confiada  por  el  general  Saárez  Valdés,  de  con- 
noir  un  convoy  de  20,000  raciones  á  Iguará,  Arroyo  Blanco,  Jobosí  y 
lellamota,  saliendo  de  Alonso  Sánchez  el  27  de  Noviembre  último,  com- 
nesta  de  los  batallones  de  Granada  y  Cuba,  guerrilla  montada  de  Chi- 
lana  y  algunos  caballos  de  Pizarro.  Acampó  en  Ojo  de  Agua  y  aquella 
oche  fué  hostilizada  por  el  enemigo,  que  tuvo  fuego  con  las  avanzadas, 
B  que  resultó  muerto  un  soldado  del  batallón  de  Granada. 

El  28  continuó  la  marcha  á  Iguará,  racionando  dicho  punto,  y  el  29 
¡guió  á  Arroyo  Blanco,  donde  por  disposición  de  los  generales  Suárez 
'aldés  y  Navarro,  parte  de  la  fuerza  de  esta  columna  se  unió  á  las  de 
qnellos,  quedando  solo  á  las  órdenes  del  coronel  señor  Segura  450  hom- 
res  del  batallón  de  Granada  y  60  guerrilleros  montados  del  de  Chidana. 

El  día  30  salió  esta  pequeña  columna  para  Jobosí,  y  bien  temprano 
ampió  el  fuego  sobre  el  enemigo,  que  aunque  corto  en  número,  apro- 
echó  ventajosas  posiciones  para  atacar  al  coronel  Segura,  que  no  tardó 
D  hacerle  huir,  llevando  seis  bajas  que  se  le  vio  recoger,  teniendo  nos- 
tros  que  lamentar  la  de  un  guerrillero  de  la  vanguardia. 

El  día  1.°  de  Diciembre  continuó  la  marcha  para  el  fuerte  de  Bella- 
iota,  y  desde  las  seis  de  la  mañana  que  empezó  la  columna  á  internarse 
a  un  camino  cubierto  de  manigua,  fué  hostilizada  por  emboscadas  que 
s  hacían  fuego  á  quema  ropa;  pero  sus  descargas  fueron  contestadas 
on  tal  oportunidad  por  la  vanguardia,  mandada  por  el  capitán  don 
lütonio  Sandino,  que  trabado  el  combate  en  la  loma  de  la  Longaniza, 
né  derrotado  el  enemigo,  dejando  en  poder  de  la  tropa  tres  muertos, 
rmas,  municiones  y  caballos,  viéndosele  recoger  en  la  huida  más  de 
niñee  heridos.  Por  nuestra  parte  dos  heridos  y  muerto  el  caballo  que 
Kontaba  el  capitán  Sandino.   Este  encuentro  fué  con  las  partidas   de 

«ilio  Guerra,  Periquín  y  el  tuerto  Rodríguez. 

El  día  2   la  columna  siguió  su  marcha  para  Arroyo  Blanco,  siendo 

eramente  hostilizada  por  el  enemigo  en  las  lomas  del  Peregil. 

El  día  3  salió  esta  pequeña  columna,  compuesta,  como  se  ha  dicho, 

450  infantes  y  60  caballos,  llegando  á  Iguará  con  39  enfermos  y  300 
^milas:  y  habiendo  sabido  el  coronel  señor  Segura  querías  partidas  de 


384 OBÓHICA  DK  LA  QÜBBBA  DJ  CUBA 

Maceo,. Máximo  Q-ómez,  Serafín  S&aohez  y  Roloff  habían  sido  arrojados 
de  su  campamento  de  la  Reforma  por  alguna  colnmna  de  las  qae  lo 
persigaen,  y  que  huían  en  la  misma  direoolón  que  su  columna  llevaba, 
decidió  batirlos,  á  pesar  de  la  escasa  fuerza  con  que  contaba  y  la  mn 
cha  impedimenta  que  tenía  que  defender. 

Al  efecto  concedió  á  su  fuerza  un  pequeño  descanso  de  media  hora, 
y  ealió  de  Iguará  á  las  nueve  y  media  de  la  mañana.  No  bien  había  re- 
basado la  vanguardia,  mandada  por  el  teniente  señor  Guillen,  el  río  Ja- 
tibonioo,  rompió  el  fuego  sobre  ella  el  enemigo,  que  fué  contenido  por 
las  certeras  descarga?  de  nuestros  soldados,  hechas  á  la  voz  de  mand 
del  expresado  teniente,  que  coi 
\  su  serenidad  y  arrojo  dio  tiemp 

á  que  el  coronel  jefe  de  la  eoVaia 
na  dictara  las  acertadísimas  die 
posiciones  por  las  cuales  fué  un 
victoria  la  que  pndo  ser  un  he 
oho  desgraciado,  pnes  los  rebel 
des  eran  más  de  4.500,  teníend 
por  Ip  tanto ,  que  luchar  oad 
uno  de  nuestros  bravos  soldado 
con  diez  contrarios. 

El  enemigo  entró  con  tal  deci 
siÓn  y  en  tal  forma  situado,  qa 
á  no  ser  por  la  serenidad,  inteli 
gencia  y  conocimiento  de  est 
guerra  que  tiene  el  coronel  Segt 
ra,  la  columna  se  hubiera  vist 
en  gpran  aprieto. 

En  seguida  se  hizo  tan  bizarr 

^       jefe  cargo  de  la  situación  y  m 

r^  perioridad  numérica  del  enem: 

...  dliptnuiaa  b«  ■IfoiiM  dMetrcM...  (Pif.  STt).  ^  ,  .    .         i 

go,  así  como  de  su  propósito  a 
envolver  á  la  reducida  columna,  y  supo  atender  á  la  vez  á  la  vangoai 
dia  y  retaguardia,  pues  por  ambas  era  atacado  simultáneamente,  co: 
terribles  cargas  de  la  numerosa  caballería  insurrecta. 

La  salida  del  río  Jatibonico,  desde  Iguará,  la  forma  un  callejón  qu 
desemboca  en  el  extenso  potrero  del  Guasimal,  por  monte  y  espesa  ma 
nigua  rodeado.  En  él  entró  la  vanguardia,  atacando  al  enemigo, 
paso  largo  el  resto  de  la  oolumna;  el  fuego  ae  generalizó  enseguida 
todos  loa  flancos  y  hubo  momentos  supremos.  EL  valiente  coronel  S- 
ra,  estando  al  lado  del  teniente  coronel  primer  jefe  del  batallói 
Granada,  señor  Amayas,  que  con  tres  compañías  de  su  batallón  atao 
con  arrojo  á  las  fuerzas  enemigas,  que  machete  en  mano  le  iban  >" 


0R6KICA  DB  LA-  OTTKKRá.  DB  OPBA 885 

ma,  vio  que  un  gmpo  como  de  qainientoB  ginetea  insurreotos  ae  corría 
por  el  flanco  izquierdo  para  envolver  á  la  columna  y  cortarle  la  retira- 
da, y  marchó  á  escape  á  la  retaguardia,  mandada  por  el  bravo  coman- 


itrn...  tPá(.  3«t). 


I  «¡de  Granada,  señor  Massuti,  viendo  con  satisfacción  que  ya  este 
j  ,  rechazaba  con  fuego  por  descargas  al  enemigo  que  le  cargaba  con 
t    mendo  empuje. 

^ta  defensa  se  hacía  con  tal  entusiasmo,  qae  los  soldados  vitorea- 
1     i  á  BU  comandante  y  éste  contestaba  con  vivas  á  Eppafia  y  á  Grana- 
í      "''eraadoa  con  las  vocea  de  mando,  logrando  rechazar  al  enemigo 
'Cuaderno  6S— r.n.  Px-eoio  lO  cent.a 


OBÓNIOA  DE  LA   OUXBBA  DB  GDBA 


por  esta  parte,   no  sin  que  llegara  á  combatirse  oaerp 
obstante  contar  con  tan  valientes  defensores  la  retagaardia,  el  coronel 
Segara,  personalmente,  y  con  solo  doce  números  de  la  compañía  con 
que  el  valiente  capitán  Sandino  defendía  el  ala  derecha,  corrió  á  la  si 
Uda  del  callejón  por  el  paso  del  río,  donde  ja  encontró  al  enemigo,  : 
que  desalojó  de  aquel  panto,  dejando  expedita  la  retirada,  que  aqa 
quería  cortar  ¿  toda  costa. 

Para  proteger  la  numerosa  impedimenta  fné  necesario  formar 
cuadro,  de  una  sola  ñla,  por  la  escasez  de  fuerza  y  lo  extenso  del  peí 
metro  que  habían  que  defender,  y  fué  tal  la  decisión  con  que  cargaba 
los  insurrectos,  que  nueve  de  éstos  lograron  penetrar  dentro  del  ouadrí 
donde  fué  necesario  matarlos. 

Una  vez  tomadas  las  posiciones  por  el  valiente  teniente  coronel  s 
ñor  Amayas,  rechazadas  las  tenaces  cargas  de  la  caballería  enemiga  p< 
el  valiente  comandante  señor  Massuti  y  cubiertas  las  posiciones  de  retí 
guardia  por  el  bizarro  coronel  señor  Segura,  el  enemigo  hizo  su  reooncra 
tracLÓn  y  el  jefe  de  la  columna  mandó  recoger  sus  muertos  y  heridos 
ordenó  la  retirada  á  Ignara,  haciéndolo  primero  la  impedimenta  y  de 
pues  las  fuerzas  con  el  mayor  orden,  no  sin  haber  reconocido  antes  h 
inmediaciones  del  campo,  donde  dejó  el  enemigo  19  caballos  muerto: 
Los  rebeldes  puede  asegurarse  tuvieron  más  de  150  bajas.  Por  naesti 
parte  hay  que  lamentar  siete  muertos  y  26  heridos,  de  ellos  un  oficial 
un  extraviado  y  tres  caballos  y  nueve  acémilas  maertas  y  13  extravif 
das.  Siete  de  nuestras  bajas  lo  fueron  por  arma  blanca. 

La  acción  duró  dos  horas. 

Hijo  adoptivo  de  Trinidad. 

A  continuación  reproducimos  la  carta  que  el  general  en  jefe  ha  ei 
viado  al  alcalde  municipal  de  Trinidad  con  motivo  de  haberle  dirigid 
éste  una  muy  expresiva,  en  la  que  le  participaba  el  feliz  acuerdo  de  1 
Corporación  municipal,  al  nombrarle  hijo  adoptivo  de  dicha  ciudad: 

<Muy  señor  mío  y  de  mi  más  distinguida  consideración: 

Con  su  atenta  eomunicaeión  del  25  de  Noviembre  he  recibido  la  o< 
pia  certificada  del  acuerdo  tomado  por  ese  Ayuntamiento  nombránd< 
me  hijo  adoptivo  de  esa  población. 

Como  encargado  del  mando  superior  de  esta  isla  mi  deber  t»  j 
rar  por  todos  los  medios  posibles  de  qae  puedo  disponer,  el  contt 
al  bienestar  de  ella,  y  en  este  concepto, -lo  que  he  hecho  por  Tri*'- 
no  tiene  mia  mérito  ni  merece  más  gratitud  que  lo  que  he  prr' 
hacer  por  las  demás  poblaciones,  aun  cnando  en  sus  manifestaciv 
reconocimiento  no  hayan  sido  para  mí  tan  expresivas  y  lisonjera 
mo  en  esta  ocasión  lo  es  Trinidad. 


OBÓHIQA  DI  LA  QUKBK&  DB  CUBA  387 

3  profandamente   la  inmerecida  distinción   con   qae  ese 

Ayaatamiento  me  ha  honrado,  y  ruego  á  luted  que,  oomo  presidente,  y 

CB  nombre  mío,  higa  extensivo  mi  reoonoeimieato  Á  tcdos  los  señorea 

ejales  que  con  suí»  votos  me  han  favorecido,  y  de  los  cuales,  como 

ited  espsoialmsnte,  se  ofrece  oomo  amigo  y  servidor  may  afectísi- 

[.  b.  B.  m. — Arsenio  Martínez  de  Campos.» 

Situación  de  los  barcos. 

íitán  en  la  Habana  el  Alfonso  XII  y  el  Magallanes. 
In  la  línea  extt3rí  ir  el  Infanta  Isabel  y  el  Conde  de  Venadíto,  hasta 
ibo  de  Sin  Antonio. 

'\l  Diego  Ye1áz']uez  hasta  CíenfuegoF,  recorriendo  290  millas.  Desde 
panto  á  Santa  Cruz  el  Cuba  Española. 

la  la  costa  Sar  de  Oriente  Vicente  Pinzón,  Nueva  España,  Marqués 
bolina  y  Galicia.  Desde  la  punta  de  Maíef,  por  la  costa  del  Norte,  el 
lo,  el  Sandoval,  el  Baracoa,  el  M.  A.  Ptoz6a,  que  recorre  102  mi- 
el Mercedes  y  el  Jorga  Joan,  que  vigilaá  82  millas, 
ínlo  interior,  para  la  custodia  de  los  cayos:  por  los  Colorados,  el 
lajero,  la  Intrépida  y  la  Cristina.  Sigue  por  la  costa  Sar  de  Pinar 
lio,  el  Almendares  y  el  Águila. 
>e  Batabanó  á  Cienfuegos,  el  Dardo  y  el  Gaardian. 
'or  Siuta  Cruz,  desde  Tunas,  el  Contramaestre,  la  Ardilla  y  el  Co- 

1 

iesáe  Manzanillo,  por  la  costa  Sur  de  Cuba,  que  siendo  de  piedra  .] 

se  vigila  por  la  línea  exterior.  j_ 

¡a  el  Norte,  hay  en  Cayo  Romero,  el  Valiente;  ^i  los  de  la  Herrada*  "'| 

I  Relámpago;  en  Cayo  Fragoso,  la  Lealtad.  En  la  boca  de  Sagua,  ■^■ 

¡aridad,  y  en  Cayo  Cruz  del  Padre,  el  Antonio  López.  ] 
'outones. — En  Ñipe,  el  Cortés.  Eq  Santa  Croz  estero  del  Humo,  el 
[a.  En  la  boca  del  Cauto,  el  Centinela. 


■^ 


^GlsLO-ixíTSk.  de  xxrx  irr-en 


N  vista  de  que  el  tren  correo  del  día  20  de  Diciembre  no  Ut 
gaba  á  la  hora  de  costumbre  á  Santa  Clara,  y  de  que  la  li 
nea  telegráfica  central  estaba  interrumpida,  se  supuso  qn 
algo  grave  había  pasado  en  la  línea  férrea,  y  desde  las  cine 
á  las  siete  déla  tarde,  que  se  tuvieron  las  primeras  notioiai 
reinó  en  dicha  capital  gran  ansiedad  en  tod<»  los  círculos 
eos,  comentando  cada  uno  oon  arreglo  &  su  modo  de  pensai 
iera  haber  sucedido. 

Eimente  &  las  siete  llegó  el  tren  de  Cienfnegos,  y  entonces  t 
irrido. 

is  estaciones  de  Jiootea  y  Esperanza  se  enonentra  un  paenl 
b,  cerca  del  chucho -de  Santa  Rita,  en  el  cual  la  partida  insí 
Bermiidez  había  colocado  un  cartucho  de  dinamita  con  ] 
ar  el  tren  que  momentos  después  había  de  cruzar  por  . 

la  una  de  la  tarde  un  tren  especial  que  conducía  al  gei 
des,  procedente  de  Camajuaní,  sufrió  las  terribles  conseo. 
linamita  colocada  por  los  insurrectos,  pues  al  pasar  la  i 
ló  el  cartucho,  volando  los  rails  de  la  línea  y  destrozando 
lado  y  cuatro  casillas  más,  sufriendo  averías  el  coche  de  - 


CRÓNICA  DX  LA  GÜXRBA  DX  CUBA 


389 


mera  donde  iba  el  geaeral  con  su  Estado  Mayor,  y  quedando  el  carro  de 
tercera  colgando  de  nn  lado  del  puente. 

Acompañaban  al  general  Suárez  Valdés  el  teniente  coronel  de  Es- 
tado Mayor  señor  Benzo,  teniente  coronel  de  la  Guardia  civil  señor 
Teruel,  médico  militar  señor  Ríos,  ayudante  del  general  señor  Méndez, 
25  soldados  al  mando  de  un  teniente  del  batallón  de  San  Marcial  y  ocho 
guardias  civiles. 

Han  resultado  cuatro  heridos,  dos  de  ellos  muy  graves,  y  doce  con- 
tusos, todos  de  la  clase  de  tropa. 

El  teniente  de  San  Marcial,  que  venía  en  la  plataforma  del  coche  de 
primera,  fué  lanzado  á  la  vía  por  la  trepidación  del  desoarrilamienta. 


...  Tolaado  1o«  raJls  d«  U  Ifneft,  y  destroiaado...  (Pág.  S88). 

sin  que,  afortunadamente,  haya  recibido  más  que  una  ligera  contusión» 

uno  de  los  soldados  heridos  graves,  le  fué  producida  la  herida  en  la 
cabeza  por  un  pedazo  de  rail  que  entró  por  la  ventanilla  del  carro,  im« 
pulsado  por  la  fuerza  explosiva  de  la  dinamita. 

En  los  momentos  del  descarrilamiento,  el  enemigo,  que  se  hallaba 
emboscado,  hizo  varias  descargad  que  fueron  contestadas  por  las  fuerzas 
que  venían  en  el  tren  y  que,  á  pesar  de  lo  sucedido,  no  habían  perdido 
su  serenidad. 

El  señor  Suárez  Valdés  dispuso  que  se  desembarcaran  los  caballos 
que  venían,  unos  catorce,''en  los  cuales  cabalgaron  el  general  y  su  estado 
mayor  y  los  ocho  guardias  civiles,  dirigiéndose  á  la  Esperanza,  donde 
tnmaron  el  tren  de  pasajeros  de  Cienfuegos  para  Santa  Clara. 

jOs  insurrectos,  no  contentos  con  lo  que  hítbía  pasado,  se  corrieron 
i  .aismo  tiempo .  que  el  general  á  la  línea  de  Cienfuegos  y  al  pasar  el 
i  ^  cerca  del  Caimital  le  hicieron  una  descarga  que  contestó  inmedia* 
i      jnte  la  guardia  civil  que  venía. 

4  llegar  el  tren  de  pasajeros  á  Santo  Domingo,  enterado  de  lo  que 
1        ^  pasado  en  la  línea,  pidió  permiso  á  la  empresa  del  ferrocarril  de 


L 


390 OtómOA  BM  1^   aUKBHA  Pa'OÜBA 

Sagua  para  pasar  por  sn  vía  el  tramo  que  había  obstruid 
car  rilado. 

Los  pisBJ3ro3  y  correspondencia  llegaron  á  Santa  Clara  á  las  naeTe 
de  la  noche. 

El  oonooimiento  de  este  Bueeso  ha  producido  en  la  Habana  profunda 
impresión,  desmintiéndose  con  él  los  rumores  que  circulaban  acerca  de 
proyectos  de  paz. 


Sigue  hablándose  con  insistencia  de  los  intentos  de  presentación  del 
importante  cabecilla  Alfredo  R^o. 

A  esta  noticia  se  nne  la  de  qne  250  insurrectos  desean  deponer  laa 
armas  ante  las  autoridades  de  Cifneutes. 

Pero  de  una  y  de  otra  no  se  tiene  confirmación  oficial . 


El  día  25,  á  las  doce  del  día,  cuando  todo  el  mando  e!>taba  en  sus 
ocupaciones  habituales,  en  Santa  Cruz  del  Sur,  se  oyeron  de  repente  ra- 
ríos  disparos  de  fusilería,  y  enseguida  los  toques  de  corneta  llamando  á 
los  voluntarios.  A  los  pocos  momentos  se  hicieron  los  disparos  repetidos. 

Frente  al  fuerte  Fluriaeh,  y  á  una  distancia  de  400  metros  á  lo  mié, 
se  hallaba  una  gruesa  partida  como  de  unos  200  hombres. 

El  fuego  duró  UQos  tres  cuartos  de  hora,  y  fué  defendido  heroica- 
mente el  fuerte  por  el  primer  teniente  del  batallón  de  Cádiz  don  José 
Manuel  Armiñáa  y  SO  números,  que  son  los  que  componen  la  guardia  de 
dicho  fuerte. 

A  los  primeros  disparos  fué  la  puntería  tan  certera,  que  cayó  el  ca- 
becilla herido  en  la  naca,  lo  mismo  que  el  caballo  que  montaba,  traspa- 
sado completamente  de  parte  á  parte,  y  tres  heridos  más  vistos  perfec- 
tamente. 

Segán  se  supo  despnés,-  era  la  partida  de  Waldo  Viamonte  y  Sardoy^ 
comisionado  por  el  cabecilla  José  M.  Rodríguez  para  vigilar  las  peqne- 
fias  partidas  que  operan  por  ésta. 


Qüinía  de  Miranda  ha  sido  nn  pueblo  de  los  má?  importantes  d- 
jurisdicción  de  Trinidad,  j  con  sos  principales  producciones  abaste 
este  mercado,  llevando  gran  parte  de  ellos,  por  la  fácil  comunioaoi<^" 
Placetas. 

El  pueblo  era  en  sn  mayoría  de  mampostería,  y  tejas  y  emb 
existiendo  de  éstas  24  6  25^  y  el  resto  hasta  50,  de  guano. 


CRÓNICA  Da  LA.  auaRRA  DB  Cfül 

ipal  riqueza  consistía  en  tabaco,  café  ; 
I  comienzos  de  esta  guerra  y  oaando  o 
to  de  LÍDO  Pérez  y  los  demás  de  aquel  barrio,  sufj 
oomeroio,  pues  ae  encontraba  con  escasfaima  faerz 
Era  el  punto  más  estratégico  de  dicha  jariadioi 
topográfica  y  por  encontrarse  á  seis  leguas  de  la  Si 
Manicaragaa  y  Fomento.  ~ 

Tenía  4.500  habitantes,  que  en  su  mayoría  hai 
íe  en  el  monte. 

Ha  sido  reducido  á  cenizas  todo  el  poblado,  del 
ña  fuerza  allí  destacada  contra  el  grueso  de  la  pan 
oiende  á  1.500  hombres. 

Hacía  cinco  días  que  recibieron  órdenes  de  dia 
blado  de  abandonar  inmediatamente  sus  casas,  y  i 
T8Q  engrosar  las  Slas  rebeldes,  si  no  cumplían  di< 
pena  capital. 

£n  la  madrugada  del  día  17  se  vio  muy  próxim 
dorea,  en  Santiago  de  Cuba,  una  lancha  pintada  i 
saltaron  á  tierra  cinco  individuos  biea  vestidos, 
cerca  de  la  caseta  donde  está  sumergido  el  cable  (n 
uieióa  del  fuerte  Teniente  Torres  que  serían  repar 
presa. 

En  estas  circunstancias,  y  después  de  atravea 

tenidos  á  la  voz  de  ¡alto!  dada  por  el  centinela 

mdaate  es  el  cabo  del  regimiento  de  Cuba,  don  < 

En  un  principio  manifestaron  los  detenidos  qui 

aguadores  impulsados  por  las  corrientes  de  la  mt 

Kingston  (Jamaica),  pero  que  nn  temporal  los  i 

no,  y  sin  que  en  sus  manos  estuviese  el  evitarlo, ' 

io  esto  después  de  haber  pasado  dos  días  de  me 

tner  ni  beber,  y  rendidos  por  el  caQsancio  de  la  i 

Dijeron  que  ellos  salieron  de  Kingston  el  jueveí 

ir,  estando,  por  consiguiente,  cuatro  días  en  la  ni 

Después  da  estas  declaraciones,  manifestaron 

os  era  unirse  á  las  fuerzas  rebeldes;  que  les  extrs 

na  partida  en  la  playa,  y  que  el  hambre  les  det 

'""te,  que  conocieron  por  tener  izada  la  bander 

'  detenidos  son  cinco,  cubanos  de  nacimiento 

— i  de  un  tal   Fernando  P.  Alvares  á  quien 

'7s  un  título  de  general  venezolano  firmado  ' 

"úblíca,  don  Joaquín  Crespo. 

'rdo  Yícent  (moreno),  Manuel  Arozarena, 


J 


ORÓNIOA  DB   LA  aUBBBA  DI   QüBA 


Taotnto  Maiiez  Gonz&tez,  herida  de  ba 
silar. 

^ranoúoo  Gil  Navarro,  rozadura  de  baU 
eta 'Francisco  Díaz  F^nández,  rozadu 
erida  pié  derecho  por  cerca  de  alambre. 
José  López  Cabezas,  Ram<Sn  Raíz  Sant 
Angaita  Polaiaa,  Manuel  Reohi  Agud< 
Pedro  Martínez  Alvarez,  Kamdn  López 
,no,  Manuel  Santiago  Lozano,  Pablo  R 
lomarea,  Jaime  Pérez  RlncÓQ,  Ángel  Mi 
3  del  batalión  de  Soria  que  venía  agregt 
rta  la  cabeza  de  un  machetazo.  Eitá  en 
de  Chiclana. — Heridoi*:  Goerrilleroa:  S 
Antonio  Palao,  Clemente  Telleohea,  y  L 
añia  de  íranspor /ás.—Maertoe:  Aoemilf 
imón  Real,  Aniceto  Díaz  y  José  Vega  i 
a  siguiente  á  gran  distancia  del  sitio  de 
fado). 

cemilero,  Teodoro  Rodríguez, 
iencias  se  sabe  que  en  aquel  glorioso  he 
lebrero,  segundo  de  Maceo. 
le  dice  que  una  bala  atravesó  el  Fombrerc 
inteligencia  y  actividad  del  coronel  Ef  ñ< 
.antes  se  encontraron  á  bus  órdenes  en  I 
as  más  importantes  de  la  campaña. 

Las  ha}as  de  las  Minas. 

iresa  ocurrida  en  el  sitio  las  Minas,  cer( 
lientes  bajas: 

ie  Gerona. — Heridos  graves:  Francisco 
o  Barrueto,  id.;  Ricardo  Mijares,  id. 
D.  Narciso  Ardieta,  2."  teniente;  Greg" 
ailuno,  id.;  Pedro  Aranramundi,  id.; 
uel  Clavel,  soldado;  Manuel  San  Antoi 

provisional  de  Puerto  Rico  número  2 
di  Lerda,  soldado;  Arturo  Mariano  Ort 
illa,  id. 

Tranoiseo  Amorós  Marco,  soldado;  Gas; 
Momplot  Xqmainé,  id.;  Santos  San  J 
o  Torres  Riera,  soldado;  Ramón  Talls 
Lbater,  id.;  Ramón  Ferrer  Gallar,  id. 


ySlOA   DK   LA   ODKItttA   HE  OUBA  ^So 

res. — Heridos  graves:  Juan  B^pinoBa,  soldado;  Jo- 

io. 

íoreno,  sargento:  Joan  Bertaoi,  soldado;  Miguel 

to  Baltazo,  id.;  Pasoaal  Martí  Meló,  id.;  Antonio 

tas,  id. 

del  enemigo. — Del  bataltiSu  de  Gerona:  don  José 

:]  don  Luis  Me^a,  segando  teniente;  Baltasar  Ro- 

irdorain,  id.;  Juan  Gutiérrez,   id. ;  Lorenzo  Her- 

)oroteo  Al  faro,  id. 

írto  Mico  nútn.  S. — Juan  Soret  Baldrfn,  soldado; 

ada,  id.;  Pedro  Pérez,  id.;  Juan  Jiménez  Monné, 

I  Lliopar,  id.;  Antonio  Ramos  Ferrer,  id.;  Pedro 

res. — Salvador  Campillo,  soldado;  Antonio  Mur- 
ú  Prado,  id.;  Manuel  Guzm&n,  id. 
[on  Higinio  Borrego  Vega,  capitán;  Miguel  Nioo- 
abastida,  id.;  José  Fernández  Rutia,  cabo;  Juan 
iso  de  Gracia,  soldado;  Felipe  Drudis  Aieú,  id.; 
.,  id.;  Pedro  Martínez,  id.;  Joaquín  Bometón,  id.; 
;  EÜodoro  Alemán  Monead i,  id.;  Fíliberto  Fer- 
ü,  paisano  y  carretero. 


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VIII 


La  "doctrina"  de  Monroe  y  la  América  latina 


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ÚV  * 


L  mensaje  inopinado  y  ya  famoso  del  presidente  de  los  Estados 
Unidos  de  la  América  del  Norte,  ha  puesto  nuevamente  sobre 
el  tapete  la  grave  cuestión  de  las  relaciones  políticas  entre  los 
dos  mundos.  M.  Cleveland  imita,  con  sesenta  años  de  intervalo, 
á  Monroe:  €  Quien  toque  cualquier  Estado  americano  me  toca;» 
y  añade  no  menos  explícitamente:  cy  si  me  tocan...  ya  veremos. > 

Queda  un  punto  á  dilucidar:  ¿Las  repúblicas  americanas  quieren  ir 
con  Cleveland? 

Al  Peta  Temps  de  París  le  ha  parecido  interesante  averiguar  si  esta 
especie  de  protectorado  que  les  ofrece  M.  Cleveland  á  las  repúblicas  dd 
Centro  y  Sad  América,  lo  aceptarían  éstas  y  cual  era  la  opinión  de  sus 
diplomáticos  respecto  á  la  c doctrina»  de  Monroe. 

He  aquí  las  opiniones  privadas  de  los  ministros  que  representan  á  las 
Repúblicas  americanas  en  París. 

República  Argentina. 

«La  doctrina  de  Monroe,  declara  el  ministro  de  la  República  Ai 
tina,  no  es,  según  mi  manera  de  ver  más  que  el  deseo  vehemente  d       t 
pueblo  que  formula  así  la  expresión  de  sus  intereses  materiales  y  n 
les.  Pero  no  pueds  ser  un  principio  de  derecho  público.  Lejos  d<       I 


OBÓHtOA  P8  LA.  QÜBBBA.  PB  OÜBA 397 

djuntir  esta  aspiraoión  nacional;  pero  no  eatá  revestida,  según  mi  pare- 
oer  de  loa  caracteres  de  jastioia  y  derecho  natural  capaces  de  imponer- 
w  por  sí  mismos  á  toda  la  América. 

>Yo  creo  qne,  en  el  estado  actual  de  cosas  el  prinoípiOv sobre  el  cual 
M  apoya  esta  doctrina  no  tiene  razón  de  ser.  ¿Es  qué  en  lo  porrenir  Els- 
paila  puede  acariciar  la  idea  de  reivindicar  bus  antipios  privilegios  co- 
loniales, la  Oran  Bretaña  atraerse  las  colonias  emancipadas  en  1776? 
La  independencia  de  América  es  un  hecho  y  un  dtrecho,  y  nadie  tiene 
la  idea  de  volrer  sobre  los  hechos  oonsumadoa.  Han  pasado  los  tiempos 
de  oaa  intervención  anglo  francesa  en  el  Plata  6  en  México.» 

Este  lenguaje  es  claro:  para  los  argentinos,  Monroe  ha  hablado  como 


P«M(a  d*  8uu  BlU,  um  JIwMb  j  Eipariua.  (FJ«.  SU). 

un  americano  excelente...  de  los  Estados  Unidos,  y  las  palabras  de  Cíe* 
veland  no  han  producido  en  aquellos  el  menor  entusiasmo. 

Solivia. 

El  mensaje  altisonante  de  Cleveland  no  ha  preocupado  en  lo  más  mí- 
nimo á  los  habitantes  de  Bolivia.  El  ministro  de  esta  república  se  mues- 
tra celoso  de  la  independencia  de  los  Estados  americanos.  «Cada  uno  en 
Buoasa  es  el  amo>,  repitió.  No  quiere  en  tierra  americana  la  menor 
sombra  de  protectorado,  aun  el  ejercido  por  un  Estado  americano.  Has- 
f  '  el  peligro  fuese  grande,  si  se  tratase  de  oponerse  á  un  ataque  enro- 
j        desearía  que  cada  uno  luchase  por  su  cuenta  y  esto  basta. — Ei 

.-jd  que  Bolivia,  esta  Suiza  americana,  gracias  á  su  situación  geo- 
,     tea  no  tiene  que  temer  un  ataque  parecido. 

Haití. 

a  república  de  Haití  está  colocada  entre  Europa  y  América  y  en- 


398 OBOWOA  .DB   LA   gUKBEA   DB  CUBA 

medio  de  ooloniaB  europea^;  su  minútro  creyó  oportuno  gua 
serva  qae  nuestros  lectores  deplorarán.  Parece  admitir,  no  obstante,  qne 
la  «doctrina*  de  Monroe  no  t;8  aplicable  sino  en  caso  de  guerra  declarada; 
paea,  las  dificultades  qne  han  puesto  obstácnlo  á  las  buenas  relaoioi 
anglo  venezolanas  no  ban  perdido  aún  el  carácter  de  simple  incidei 
dlptomátioo;  eéaDos  permitido  eacar  esta  conclusión. 

Mécctco. 

Uno  de  los  mexicanos  de  París,  que  es  de  los  primeros  por  bu  car^ 
ter,  mérito  y  situación,  nos  ba  dicbo: 

<Lo  que  se  llama  doctrina  de  Monroe,  no  e»  más  qne  nna  opini 
particular  de  loa  americanos  del  Norte.  Las  repúblicas  latina  no  h 
dado  nunca  sobre  esta  doctrina  &u  opinión  oficial.  No  se  han  adberi 
tampoco  á  esta  pretendida  doctrina,  ni  la  han  jamás  rechazado;  les  ' 
faltado  la  ocasión.  Venezuela  que  ve  aa  cansa  fortificada  por  la  inti 
vención  de  Cleveland,  maestra,  con  su  actitud,  que — hoy — acepta  ] 
consecuencias  de  esa  doctrina.  Y  esto  parece  natura',  porque  tampo 
es  cierto  que  Inglaterra  y  los  Estados  Unidos  no  se  entiendan  sobre  1 
e9paldaB  de  Venezuela.  Pero  nosotros,  loa  demás  pueblos  latinos  guare 
mos  nuestra  «América  para  los  americanos;»  pero  no  únicamente  pa 
los  americanos  del  Norte.  Bis  necesario  que  cada  trozo  de  América  pi 
tenezca  exclusivamente  al  Eitado  que  ooupa.  Y,  aquí,  déjeme  V.  hac 
intervenir  nna  cuestión  de  forma.  Habrá  V.  notado  que  los  americar 
del  Norte  no  ee  dan  otro  nombre  que  el  de  «americanos»  y  nada  mi 
Pero  nosotros,  los  Estados  Unidos  mexicanos,  somos  americanos  ta: 
bien  y  por  esto  no  llamamos  jamás  á  nuestro  potente  vecino  más  qi 
Estados  Unidos  de  la  América  del  Norte.  > 

— Usted  parece  muy  peco  partidario  de  loa  proyectos  de  confedej 
ción  panamericana. 

— Estos  proyectos,  señor,  onyo  padre  fué  Bolívar,  son  nna  pura  qi 
mera.  En  el  congreso  de  Panamá,  los  delegados  no  hicieron  otra  oc 
que  coger  la  fiebre.  En  el  congreso  qne  debía  celebrarse  en  casa,  lU 
xico,  no  vino  nadie.  ¿Por  qué  no  se  unieron  los  americanos?  Median 
mente  poblados,  poco  iadustrialea,  y  además  celosos  uno  de  otro. 
Perú  se  bate  con  Chile  que  quiere  pelear  con  la  Argentina.  Ved,  pui 
cómo  es  mej  or  qne  cada  nno  se  quede  en  su  casa  arreglando  sus  neF    ~ ' 

— Tal  vez  México,  según  algunos,  tiene  sua  razones  partícula: 

— ¿Se  refiere  V.  al  miedo   que  podamos  tener  á  los  americaLv 
Norte?  Ciertamente,  en  el  tratado  de  Ouadalupe  Hidalgo,  faímos  ti 
dos  con  dureza.  En  1848,  cada  nno,  en  América,  nof<   abandonó,   c. 
en  1871  en  Europa  abandonaron  á  ustedes.  Los   mejicanos  perdir 
mitad  de  nuestro  territorio;  ¿quién,  en  esta  época  invocó  la  doc*' 


r 


ORÓNIGA  DB  LA  OUXRBA  DS  OUBA  399 


iMonroe»  y  la  inalienabilidad  del  Buelo  americano?  Mas  nuestros  temores 
fle  han  disipado.  Después  de  la  guerra  de  Sicesión,  el  podar  en  los  Es- 
tados Unidos  pertenece  á  los  hombres  del  Norte;  tarde  ó  temprano, 
tengo  de  ello  la  convicción,  el  Sad  formará  una  república  independiente, 
y  contra  ésta,  la  república  del  Norte  será  nuestra  aliada. 

— Pero  en  la  hoia  actual.... 

— Eq  la  hora  actual,  se  lo  repito,  que  cada  uno  trabaje  por  su  cuenta! 
Para  los  republicanos  latinos  de  América,  el  temor  á  cualquier  liga  ó 
protectorado  es  el  principio  de  la  sabiduría. 

— ^No  obstante,  si  el  país  de  V.  se  viese  atacado  por  una  potencia  eu- 
ropea, ¿confiarían  Yds.,  como  Venezuela,  sus  intereses  á  un  tercero? 

— Tal  vez,  si  hubiese  peligro,  y  hasta  en  ese  caso...  no  tendríamos 
razón.» 

Mexicanos,  haitianos,  bolivianos,  argentinos,  á  nadie  le  gusta  la 
«doctrina.»  La  desconfianza  parece  ser  general. 

Venezuela. 

Los  Estados  Unidos  de  Venezuela  no  están  en  relaciones  diplomáti- 
cas con  Francia;  pero  pasó  casualmente  por  París  Mr.  Gil  Fortoul,  mi- 
nistro de  Venezuela  en  Saiza,  y  el  redactor  de  Le  Temps  aprovechó  esta 
coincidencia  para  intervievar  á  dicho  señor. 

«La  intervención — lijo — de  loa  Estados  Unidos  era  esperada  y  fué 
legitima.  El  mensaje  Cleveland  es  conforme  absolutamente  á  la  «doctrina 
de Monroe. »  Esta  «doctrina»  puede  resumirse  así:  impedirá  una  na* 
ción  europea  aumentar,  por  la  fuerza,  la  extensión  de  sus  posesiones  en 
América.  7  digo  por  la  fuerza,  porque  si  un  Ektado  americano  consien- 
te en  alienar  una  parte  de  su  territorio,  es  claro  que  no  puede  haber  ma- 
teria de  intervención.  En  cuanto  á  Venezuela,  cualquier  enagenaoión  de 
territorio  le  está  absolutamente  prohibida  por  su  Constitución. 

— T  en  el  conñicto  actual... 

— Eq  el  conflicto  actual  la  «doctrina»  es  aplicable  absolutamente. 
Inglaterra,  sin  ningún  derecho,  ha  hecho  ocupar,  por  fuerzas  de  poli- 
cía, un  territorio  en  interdicto.  A  nuestras  reclamaciones  nos  propuso 
an  arbitraje  ridículo  é  inaceptable...  y  haciendo  ocupar  un  territorio 
objeto  de  litigio,  ha  demostrado  claramente  que  quería  emplear  la  fuer- 
z  *  jastificado,  pues,  la  intervención  de  los  Estados  Unidos.» 
'suanto  á  la  «doctrina»  de  Monroe  se  expresó  ai^í: 
«doctrina»  de  Monroe,  que  no  es  admitida  por  la  Europa  en  el 
i  internacional  teórico,  que  no  lo  será  probablemente  jamás,  ea 

I  la  á  las  repúblicas  americanas,  hasta  el  día  que  estén  ligadas.  Lo 

<  ^  que  desear,   no  es  el  protectorado  de  los  Estados  Unidos,  sino 

I'  ~~— 


400 


OBÓNIGA  nú  LA  OUBRRÁ  DS  0ÜBA 


en  ella  á  los  Estados  Unidos.  La  formación  de  esta  liga  sería  una  cosa 
buena  también  para  Europa;  aseguraría  las  relaciones  comerciales  entre 
los  dos  mundos  y  las  desarrollaría.  Ninguna  violación  de  derechos  se 
ría  entonces  posible;  cualquier  dificultad  entre  los  Ertados  americanos  y 
europeos  sería  arreglada  entre  iguales,  por  *  un  acuerdo  amistoso  ó  por 
arbitraje.  Tal  es  el  deseo  de  Venezuela.» 

Menos  esta  república,  las  demás  latinas  de  América  no  creen  en  la 
«doctrina»  de  Monroe,  prefieren  más  su  independencia  absoluta. 

Lo  gtie  es  aquella  gue  - 
rra. 

«Comprendemos,  di- 
ce un  órgano  militar ,  el 
asombro  de  los  extran- 
jeros y  aun  de  los  éeipa- 
ñoles  paisanos  al  ver  que 
en  la  guerra  de  Cuba 
ejercen  tan  escasa  in- 
fluencia los  combatea, 
hasta  el  punto  de  que  no 
solamente  ninguno  de 
ellos  puede  ser  calificado 
de  decisivo,  sino  que  la 
mayor  parte  apenas  si 
hacen  modificar  á  Iob 
insurrectos  los  planes  que  bien  ó  mal  se  trazan. 

Y  es  que  para  hacerse  cargo  de  las  causas  que  tal  ocasionan,  es  pre- 
ciso conocer  perfectamente  la  guerra  de  guerrilleros  ó  partidarios  en  ge- 
neral y  la  de  Cuba  en  particular. 

Si  en  cualquier  campaña  regular  resultase  un  destacamento  de  tro- 
pas puesto  en  fuga  después  de  abandonar  las  posiciones  por  él  ocupadas, 
se  le  considerará  completjimente  derrotado  y  habrá  de  pasar  bastante 
tiempo  antes  de  que  la  gente  que  logró  salvarse  puede  volver  á  com- 
batir. 

En  Cuba  no  ocurre  nada  de  eso;  á  las  partidas,  se  entiende. 
Qae  podrían  ser  comparadas  á  esos  insectos  que  no  mueren  pe — 9 
se  les  seccione  un  trozo  de  su  cuerpo.  Y  la  situación  no  es  igual  par       s 
tropas.  Lo  vamos  á  demostrar  con  dos  ejemplos: 

Primero.    La  columna  A,  compuesta  de  un  batallón  de  infante.     , 
un  escuadrón  de  caballería  y  una  sección  de  artillería,  mas  alguna  fr 
za  de  guerrillas  volantes,  maniobra  en  persecución  de  las  partidas  2     j 
Z.  Tras  de  penosos  esfuerzos  y  marchas  dificilísimas;  con  la  impedir^ 


Koche  BaenB  ea  el  inerte. 


402 nHOMICA   DB  LA   QÜEBRA   PE   CUBA' 

faaoe  Rómpese  el  fuego,  y  tras  de  mayor  6  menor  lucha  llégase  al  fin 
de  la  acoiÓB. 

Si  el  resultado  es  favorable,  si  logró  imponerse  al  enemigo,  en  cuanto 
/éste  lo  ha  oomprendido  así  emprende  la  retirada  primero,  la  huida 
/  después,  dispersándose  por  el  bosque  6  la  rapesa  manigua.  Dejando  unoi 
I  owuitos  muertos  y  armas,  y  como  bandada  de  gorriones  se  pusieron  en 
I  salvo  los  mambiaea.  La  persecución  no  pudo  prolongarse  más  que  hasta 
el  obscurecer. 

Pero  volviéronse  las  tornas  y  la  columna  fué  rechazada,  y  el'  ene- 
migo, merced  á  na  superioridad  numérica,  la  envolvió  en  un  cinturón 
.do  fuego,  llegando  el  combate  á  ser  heroico  por  parte  de  los  nuestros, 
qqe'al  fin  lograron  rechazar  á  los  rebeldes.  Concentrándose  luego,  y  con 
la  considerable  impedimenta  de  heridos,  tiene  que  marchar  al  pueblo  6 
fuerte  más  cercano  para  dejar  aquéllos  en  el  hospital  y  reponerse  de 
TÍreres  y  municiones.  * 

Mas  si  por  desgracia  (lo  que  en  esta  guerra  no  ha  ocurrido  aún,  ni 
quiera  Dios,  pero  si  en  la  otra),  sobreviene  un  momento  de  confusión  y 
el  pánico  consiguiente  y  se  dispersa  la  tropa,  entonces  los  que  no  caen 
bajo  el  machete  mambís,  piérdense  en  el  bosque  desconocido  para  ellos, 
donde  pasan  mil  penalidades,  y  la  derrota  es  tremenda.  Hasta  aquí  el 
primer  ejemplo.  ¿Victoria?  de  escasas  consecuencias.  ¿Fracaso?  de  mu- 
chísimas. Ahora  vamos  con  el 

Segundo.  La  partida  X  se  vé  muy  acosada  y  perseguida,  y  se  decide 
á  aceptar  combate  con  alguna  de  las  fuerzas  que  le  persiguen,  fii  con- 
sidera que  van  en  grupos  no  muy  numerosos. 

Toma  posiciones:  procura  atraer  á  los  nuestrbs  á  nna^  emboscada.  Si 
lo  consigue,  ya  trazamos  antes  el  cuadro  de  lo  que  sucede;  pero  si,  según 
es  más  probable,  vé  que  el  éxito  le  ea  difícil,  deja  el  campo  de  la  acción 
y  se  marcha,  sin  creer  que  por  ello  perdió  nada  el  honor  de  las  armas 
ni,  el  propio  concepto  ante  los  suyos.  Pero  si  el  combate  se  formaliza  y 
las  tropas  atacan  con  tal  vigor  que  el  tropel  insurrecto  solo  puede  sal- 
varse por  pies,  á  ese  recurso  acuden,  y  como  gente  práctica  en  el  país 
i^':  I .  y  ducha  en  correr  por  entre  la  espesura  del  bosque,  pronto  se  dispersan 
^         para  unirse  en  el  punto  señalado  de  antemano. 

¿Quebranto  material  de  la  partida?  las  bajas  que  sufrió.  ¿ídem  moral? 
poco,  porque  para  elloá  no  es  vergonzosa  la  huida. 

¿Quiere  decir  esto  que  no  se  pueda  terminar  la  insurrección  por  la 
fuerza  de  las  armas?  Sí  que  se  terminará,  pero  no  con  dos  ó  tres  oo 
batea  decisivos,  sino  por  medio  de  una  persecución  incesante;   de  e 
en  que  solo  suenan  algunos  disparos  durante  todo  un  día,  pero  qnt 
fatiga  á  los  nuestros,  desmoraliza  y  rinde  á  los  secuaces  del  separatism' 


y 


DN  DE  LAS  VILLAS 

\  el  objetivo  de  la  operacióti,  que  el  grueso  de  las 
partidas  al  mando  de  Oómez  y  Maceo  no  pasaran  á    ' 
las  Villaa. 

El  general  Martínez  Oampoa  combinó  las  faerzas, 
en  térjainos  tales,  qne  parecía  qne  habría  de  respon- 
der todo  á  BU  pensamiento. 

BÍtives  de  que  el  grueso  de  las  partidas  Be  había  coo' 
[ues  de  Reforma  y  que  bu  propósito  era  avanzar,  se 
erta  lo  posible  con  la  brigada  Aldave  y  se  colocó  en 
e  el  campo  insurrecto  y  en  combinación  mutua  á  la 
aedia  brigada  de  Gaiyis,  las  cuales  debían  avanzar 
a  del  enemigo.  ■  "'-"f^ 

a  línea  estratégica  del  río  Zaza  con  las  fuerzas  de  "i 

!aaca,  Zubia  y  Lara,  dejando  en  S^incti  Spiritus  ele-  '\ 

19,  para  que  el  coronel  Rubín  pudiera  formar  una  '• 

sesario,  que  se  dirigiera  al  límite  y  encomendó  á  Is  "- 

n  el  general  Suárez  Valdéa  la  miaión  importante  de 
i  al  avanzar  sobre  las  Villas, 
inación. 
n  numerosas.  Con  Maceo  habían  venido  de  Oriente 


404 OHOmOA  DB  LA  ODJHBA  D»  CUBA 

faerzas  de  sa  confianza  y  oabeoillas  audaces.  Qómez  tenía  allí  las  pro- 
pias, las  de  Roloff ,  Serafín  3&nohei,  Castillo  y  otras,  el  núcleo  de  sos 
«lementos,  al  extremo  de  habene  traído  á  esos  bosques  ese  gobierno  qae 
ejerce  de  cómico  de  la  legua. 

Por  nuestra  parte  se  habían  aonmnlado  también  tropas  en  número 
considerable:  bien  paede  asegurarse  que  en  ese  tablero  se  remiían  por 
ambos  lados  12.000  hombres. 

Aanqae  es  perfectamente  Conocido  el  propósito  de  rehair  encuentros 
serios,  todo  hacía  sospechar  qae,  quisieran  ó  no,  ee  entablaría  un  com- 
bate formal. 

No  hay  por. qué  decir  que  desde  ef  general  en  jefe  al  último  que  co- 
nocía ó  sospechaba  el  alcance  de  la  combinación,  sintieron  gran  impa- 
ciencia desde  el  día  38,  en  que  se  inició  el  movimiento;  hasta  el  día  3» 
en  que  vinieron  las  primeras  noticias. 

£1  general  Yaldés  con  la  brigada  Navarro  rebasó  el  límite  del  Jati 
bonico,  llegó  á  Arroyo  Blanco  y  encontró  el  día  1."  al  enemigo  qae  ofre 
ció  escasa  resistencia,  pero  la  bastante  para  que  Navarro  se  batiera  e; 
la  vanguardia  como  un  soldado  y  pudieran  los  oficiales  ingleses  forma 
concepto  de  nuestra  Infantería,  de  lo  que  es  el  enemigo  y  lo  qae  es  est 
gaerra. 

Vino  el  parte  oficial,  y  al  ver  que  el  encuentro  había  sido  insignif 
cante  que  nosotros  tuvimos  siete  heridos,  que  no  se  precisó  una  baja  se 
ya  y  que  en  vez  de  hacer  caer  al  enemigo  sobre  las  brigadas  de  rett 
goardia,  eran  los  generales  Yaldés  y  Aldecoa  los  que  se  reunían  en  Jioc 
tea,  no  pudimos  contener  una  expresión  de  contrariedad,  que  tenía  bie 
poco  valor  por  lo  mismo  que  no  somos  versados  en  el  arte  de  la  gaem 

Supimos  entonces  que  una  gruesa  columna  iba  detrás  del  enemigo 
qu?  éste  tangenteando  el  movimiento  de  nuestras  tropas  al  amparo  de  1< 
espesos  bosques  de  Reforma  se  corría  hacia  el  Sor  para  cruzar  los  límite 

Continuaron  las  impaciencias  y  vuelve  &  hablar  el  telégrafo  cnareí 
ta  y  ocho  horas  después  para  decirnos  tímidamente  que  el  coronel  Segí 
ra  había  entrado  con  heridos  en  Igu^rá,  circulando  al  poco  tiempo 
rumor  de  que  algo  importante  había  ocurrido. 
^  Por  fin  se  habló  claro  y  se  supo  toda  la  verdad,  que  vino  &  dar  fue 

L-  za  al  presentimiento  que  abrigamos  desde  que  conocimos  el  priini 

parte. 
i' '  La  acción  librada  por  el  coronel  Segara  no  era  más  que  un  acc'  ~   i 

'f  te,  no  sabemos  todavía  si  glorioso  ó  fatal,  pero  un  accidente,  al  fií 

I  la  operación,  porque  ni  él  salió  de  Iguará,  creyendo  encontrar  á  las  *    i 

tidas,  ni  édtas  suponían  que  iban  á  tropezar  con  él. 

Segura,  después  de  dejar  un  convoy  en  Iguará,  se  poso  en  ca^*  i 
para  regresar  á  Sancti  Spiritus  Con  una  columna  de  400  hombres  i  i 
impedimenta  de  200  mulos. 


I; 


OBÓNIOÁ  DB  LA  GUXBBA  DB  CUBA 


405 


No  se  había  alejado  una  legua  de  la  población^  y  se  encontró  con  las 
faerzas  de  Maceo  y  Gómez,  que  en  junto  sumaban,  según  versiones  ofi- 
dosas,  irnos  6.000  hombres. 

Pudo  regresar  al  pueblo,  pero  no  le  pareció  honroso  retirarse  sin 
probar  sus  armas,  y  sin  tener  en  cuenta  la  diferencia  del  número,  se  ba- 
tió denodadamente,  tanto  que  evitó  el  copo,  y  si  bien  es  cierto  que  dejó 
en  el  campo  nueve  muertos  y  se  vio  imposibilitado  de  recoger  alg^os 
heridos,  no  dejó  ni  un  fusil  y  causó  al  enemigo  78  bajas,  según  dice  el 

alcalde  de  Sancti  Spiritus, 
bajas  que  no  sabemos  si  se- 
rán de  muertos  y  heridos  ó 
muertos  solo. 

Esto  fué  el  primer  acci- 
dente, porque  la  operación 
tenia  su  base  en  el  paso  de 
las  partidas  á  las  Villas. 

Del  fraccionamiento  de 
ellas  deducen  algunos  que 
les  fracasó  el  propósito  de 
ir  con  todos  sus  elementos  á 
la  jurisdicción  de  Remedios, 
pero  hay  motivos  para  su  • 
poner,  lUcho  sea  en  honor 
de  la  verdad,  que  el  despren  < 
dimiento  del  negro  Quintín 
Banderas  con  800  hombres 
en  dirección  á  Trinidad,  tu  - 
vo  por  objeto  distraer  fuer- 
zas para  cortar  el  paso,  por 
si  pretendían  correrse  por  Cienfuegos  con  apoyo  en  la  Ciénaga,  en  di- 
rección á  Matanzas. 

Previsto  el  caso,  no  variaron  de  posición  las  fuerzas  que  contenían 
la  línea  del  Zaza  á  Remedios,  y  se  encomendó  á  Zubia  la  operación  de 
cortarle  el  camino,  ó  al  menos  entretenerle  mientras  se  reforzaba  la  línea 
de  Matanzas  con  los  nuevos  batallones. 

Los  momentos^  pues,  eran  muy  críticos.  Seis  días  más  tarde  quizá 
sei '    inveniente  que  se  reconcentraran  ahí  las  operaciones;  hoy  todavía 
-^•^  peligros,  á  pesar  de  que  los  batallones  de  Bailen  y  Cantabria 
.  á  las  pocas  horas  de  su  llegada,  aquél  para  Cienfuegos  por  mar, 
^  ^forzar  la  línea  de  Cruces  en  la  zona  de  San  Juan  de  las  Teras, 
r  Mordazo,  para  cubrir  la  línea  desde  Colón  á  Santo  Domingo  con 
aliones  del  Rey,  las  Navas  y  el  de  artillería, 
-«mo  tiempo  dos  batallones  nuevos  reforzaban  la  línea  de  Sagua 


...  poner  en  eomvBleAclóa  Interior...  (Páf .  416). 


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406  OBÓNIOÁ  DX  LA  GUERRA    DE  CUBA 


y  Pavía,  y  Cataluña  aumentaba  el  oontiogente  de  Caibarien,  Remedios 
y  Yaguajay. 

Las  brigadas  Navarro  y  Aldeooa,  que  habían  quedado  á  retaguardia 
de  las  partidas,  y  cuya  dirección  fija  se  desconocía,  parecen  sittiadas,  la 
primera  por  el  Norte,  con  apoyo  en  el  Seborucal;  la  segunda  por  el  Sor, 
con  apoyo  en  el  Jatibonico  y  Sancti  Spiritus. 

¿Qué  sucederá  en  esta  segunda  parte? 

Hasta  la  hora  en  que  se  conocen  estos  detalles  no  hay  nuevas  noti- 
r  >^as,  pero  se  esperan  con  impaciencia  y  han  de  revestir  excepcional  in* 
teres. 

^0i:''  Si  en  esta  segunda  línea  se  obtiene  el  resultado  apetecido  y  se  obliga 

nuevamente  á  las  partidas  á  retroceder,  y  hay  la  fortuna  de  que  la  eje* 
cación  responda  al  pensamiento,  y  son  batidas  y  escarmentadas  con  du- 
reza, no  se  habrán  perdido  más  que  seis  ú  ocho  días,  y  la  alteración 
experimentada  en  estas  últimas  cuarenta  y  ocho  horas  no  tendrá  resal- 
tado alguno. 

Si,  por  el  contrario,  permanecieran  allí  algún  tiempo  ó  lograran 
avanzar  hacia  Sagua  por  un  lado  y  Cüenfuegos  por  el  otro,  las  cesas  va- 
tiarían  de  aspecto  y  renacerían -pesimismos  que  ya  iban  perdiéndose,  por- 
qué los  hacendados  se  llenarían  de  temor,  sería  difícilísima  la  molienda 
y  entraríamos  en  un  periodo  de  cuidado. 

Ahora  bien;  si,  como  es  de  esperar,  las  cosas  van  como  deben  ir  y 
resultan  como  .deben  resultar,  por  muchas  razones,  y  esa  gente  retrocede 
^carmentada,  la  situación  de  las  Villas  mejorará  rápidamente,  porque 
con  los  nuevos  elementos  acumulados,  no  sólo  se  podrá  aumentar  la  ga- 
rantía á  la  propiedad  y  «desarrollar  operaciones  activas,  sino  que  po- 
drán combinarse  dos  acometidas  esenciales;  una  á  la  Ciénaga  de  Zapata 
y  otra  á  la  encrespadft  y  abrupta  Siguanea. 

Al  dar  cuenta  por  cable  de  la  situación  de  las  fuerzas,  dijeron  que 
sobre  la  Ciénaga  se  había  realizado  un  movimiento  de  columnas  man- 
dadas por  el  general  Prast  y  coroneles  Molina  y  Arizón,  y  teniente  co- 
ronel Brull. 

En  efecto,  así  sucedió;  entraron  hasta  donde  pudieron  entrar,  por- 
que todavía  no  aguanta  á  la  gente  aquel  terreno  de  tembladera. 

Al  interior  de  esa  Ciénaga,  refugio  siempre  seguro  de  bandidos^  for- 
talecía inexpi^^nable  de  Matagás,  sólo  pueden  llegar  ellos  por  veredas  in- 
trincadas, y  por  eso  han  establecido  dentro  campamentos  y  talleru. 

Allí  tienen  mecánicos  que  les  arreglen  armas,  y  hasta  alguna  ''  a 
de  cultivo. 

Se  impone,  pues,  el  lanzarlos  de  ahí;  pero  para  esto  se  necesita  a^  n 
tiempo. 

Otro  tanto  sucede  con  la  Siguanea.  En  lo  más  alto  de  esta  monU.  i, 
que  divide  la  jurisdicción  de  Cienfuegos  de  la  Trinidad,  tienen  los  ^^    i- 


ORÓNIOA  DB  LA  GÜSBBA  DB  gUBÁ  407 

rrectofl  sns  hospitales  y  zonas  extensas  de  cultivo.  Allí  se'  reunieron  los 
alzados  hoy  en  armas  para  esperar  el  momento  de  salir  al  campo,  allí 
se  ínstmyeron,  allí  se  está  curando  Regó  las  heridas  que  le  hizo  en  un 
encuentro  la  columna  de  Arizón. 

Hay  quien  se  apena  porque  no  se  procuró  fortiflcar  con  tiempo,  como 
hay  quien  no  se  explica  que  no  se  fortificara  en  lo  posible  la  línea  del 
Jatibonico  Norte  y  Sur,  como  hay  quien  lamenta  que  las  fuerzas  de 
Valdés  no  se  contuvieran  en  la  defensa  de  ios  límites  para  cortarles  allí 
el  paso  mientras  los  refuerzos  llegaban  y  entraban  en  operaciones,  puesto 
que  había  necesidad  de  ^anar  días;  pero  son  todas  estas  cuestiones  te  • 
mas  de  excesiva  importancia  que  requieren  mayor  estudio. 

Carta  de  un  marino. 

Son  interesantes  los  siguientes  párrafos  de  la  carta  que  un  marino 
murciano  al  servicio  de  un  buque  de  guerra  dirige  á  su  familia  desde 
Santiago  de  Cuba. 

cRespecto  á  como  se  va  en  este  país,  dice,  te  digo  que  hasta  la  pre* 
gente  no  puedo  quejarme,  si  bien  he  pasado  algunos  días  con  calenturas, 
teniendo  que  salir  de  á  bordo  para  una  Casa  de  Salud,  donde  estuve 
cinco  días,  después  de  estarcen  cama  en  el  buque  otros  tantos,  con  el 
correspondiente  temor  por  si  se  convertían  en  fiebre  amarilla,  que  es  en 
lo  que  degeneran  todas  las  enfermedades  en  este  rico  país  y  muy  parti- 
cularmente á  los  que  por  primera  vez  vienen  á  él. 

Y  no  era  infundado  mi  temor,  porque  todos  los  enfermos  que  salie 
ron  en  esa  época  de  á  bordo  fueron  muy  raros  los  que  no  la  tuvieron  y  * 
seis  de  ellos  se  fueron  al  otro  mundo. 

Estábamos  en  Manzanillo,  añade,  desde  la  acción  de  Peralejo  á  las 
órdenes  del  general  de  división  del  primer  punto  citado,  y  por  lo  tanto, 
siempre  que  había  que  llevar  un  convoy  por  el  rio  Cauto,  de  nuestro 
buque  salía  un  oficial  y  10  ó  12  hombres,  los  cuales  iban  en  el  barco 
que  dirigía  los  movimientos  y  que  remolcaba  á  los  demás,  durante  la 
teavesía  por  el  rio. 

Ea  los  buques  remolcados  iban  los  efectos  que  constituía  el  convoy 
custodiados  por  tropas  del  ejército  y  también  iban  algunos  pasajeros 
de  ambos  sexos,  que  aprovechaban  esta  ocasión  para  ir  de  un  punto 

»tro. 

1  el  primer  convoy  que  se  llevó,  esperaban  por  banda  y  banda 
rio,  una  columna  de  nuestras  tropas,  y  por  lo  tanto,  no  hubo  no- 

^ad. 
Eki  el  segundo,  tan  solo  fueron  tropas  por  una  banda  y  en  muy  es* 

lO  número,  y  también  llegó  sin  novedad  y  de  este  modo  fueron  dis- 

"^nyendo  las  precauciones,  hasta  que  en  el  cuarto  lo  dejaron  á  la  vo- 


408 OBÓMIOA.  DB  LA  ePKBBA.  DM  CgBA 

luntad  de  Dios,  j  como  los  insnrreotos  lo  saben  todo,  esoog 
ño  nn  sitio  donde  las  tropas  no  podían  molestarles  por  tiem 
daron  á  que  por  allí  pasaran  los  barcos  y  á  bo6a  de  jarro  li 
varias  descargas;  pero  no  por  eso  los  naeatrra  callaron,  porq 
bnqne  hacían  nn  fuego  atroz  y  los  cobardes  y  canallas  se  c 
para  no  dar  la  cara  más. 

Nos  mataron  á  dos  comerciantes  qne  iban  en  nno  de  los 
pesar  de  estar  detrás  de  nna  plancha  de  hierro  de  siete  mil 


-/^ 


t*  IM  de  linriM  d«  I*  «tqalBi  epaa 


gnieso  é  hirieron  á  nnos  cnantos  más,  pero  no  pudieron  logn 
ningún  militar,  ni  de  marina  ni  de  tierra. 

A  la  gente  de  mi  barco  tan  solo  al  oficial  encargado  de  él 
bala  de  rebote  y  le  hizo  nn  morado  en  la  rodilla,  y  al  cond 
tando  apuntando  para  hacer  fuego  le  di<5  nna  bala  en  el  cafit! 
rabina  y  se  la  dejó  iniitU,  pero  sin  tocarle  á  él  nada.  Esto  fm 
só  en  este  convoy. 

En  el  BÍgniente  también  tuvieron  fuego,  pero  sin  oonseoue 
es  tanta  la  valentía  de  nuestras  tropas  que  estos  sin  vergttem 


0E6HI0A.  PM  LA.  OÜBBRA  DM   OÜBA 409 

seguida  chaqiteteando,  como  dicen  por  aqní,  6  lo  que  es  lo  mismo  que  ñ 
dijéramos,  salen  corriendo. 

Es  preciso  estar  aqní  y  ver  lo  qae  es  este  país,  en  el  onal,  por  nume- 
roso que  sea  el  ejército  que  venga,  si  los  insurrectos  quieren  no  hay 
quien  los  emcnentre  y  con  seguridad  que  ellos  verían  cnanto  hiciera  el 
fljérdto. 

Ahora  eax  toda  la  jurisdiccúSn  de  Manzanillo  y  Santiago  de  Cuba  no 
le  encuentra  un  insurrecto,  tanto  que  las  tropas  salen  en  busca  de  ellos 


...  p«r  lu  áMMTffM  4*  hUm  nStrttm  wUadM...  (Pif.  tU). 

y  se  vuelven  después  de  una  porción  de  días  de  campaña,  sin  haber  dis- 
parado nn  tiro.  £a  cambio  no  dejan  transitar  por  el  campo  una  vaca 
que  vaya  para  nn  pueblo,  sin  que  lea  abonen  tres  pesos. 

Esto  te  lo  digo  para  que  veas  como  w  presentan  cuando  les  conviene, 

y ' ''  no,  nadie  los  encuentra. 

edes  figurarte  cuántas  ganas  tengo  de  que  cojan  6  cojamos  & 
esi  ..cillas  Como  Maceo,  Máximo  y  otros  piratas  y  destructores  de 

esl  •  Al  personal  de  todos  los  barcos  que  hay  en  esta  jurisdicción,  nos 

ti(  rentados  de  tanto  cruzar,  y  puedes  figurarte  los  ratos  que  lle- 

va naa  veces  con  el  enemigo  constante  que  tenemos  debajo  de  los 

pi  u  que  hasta  carecemos  de  víveres  en  algunos  cruceros.  Así  es, 


410 OHÓmOA  PB  LA   QlTgBEA  DK   CTBA 

que  todos  estamoe  deseando  qae  ae  nos  presente  un  barct 
va  gente  de  esta,  para  haoeiloB  pedazos,  si  podemos  oop 
Pero  oréeme  que  si  esta  suerte  le  tocara  á  mi  barco 
calderas,  con  objeto  de  conseguir  que  se  pusieran  baje 
nuestros  cañones.» 


■«-ic^^^^is*-»'. 


"SS/*' 


COIiOMBIA  T  ESPAÑA 


1 08  tele^amas  dan  oaenta  estoa  días  de  una  noticia  grave,  la  de 
haber  sido  objeto  naestro  repreientante  en  Colombia  de  una  se ' 
vera  medida  por  parte  de  aqael  Gobierno  &  oanaa  de  no  sabe- 
moa  qué  afinidades  de  dicho  representante  con  el  de  Inglaterra 
en  la  misma  república. 
£ste  auoeso  parece  acusar  en  Colombia  ciertas  actitodea  nada  gratas 
«ra  España,  pero  al  tiempo  mismo  en  que  los  referidos  telegramas,  nos 
legan  periódicos  venezolanos  y  colombianos  atestiguando  lo  contrario. 
En  primer  lagar,  véanse  los  sigoienteB  dooomentoa  que  transcribimcs 
le  M  Telegrama,  de  Bogotá,  del  12  de  noviembre. 

Neutralidad  de  Colombia. 

Memoeial. 

Cartagena,  26  de  octubre  de  1895. 
^eñor  Presidente  de  la  República. 

Bogotá. 
s  stucriptos,  en  representación  de  los  cubanos  residentes  en  esta 
i,  deseosos  de  prestar  ayuda  pacífica  á  nuestros  compatriotas  que 


412     CBONIOA  D»  LA  GUERRA  DB  OÜBA 

luchan  por  la  independencia  de  Cuba,  hemos  acordado  organizar,  con  el 
título  «Club  Once  de  Noviembre,»  una  asociación  patriótica  cubana  en 
harmonía  con  el  derecho  que  consagra  el  artículo  47  de  la  Constitución. 
Y  teniendo  en  cuenta  la  resolución  núm.  122  de  13  de  marzo  de  93  (Diario 
Ofidalj  núm.  9.105)  del  ministerio  de  Gobierno,  venimos  á  solicitar 
de  S.  £.  la  necesaria  aprobación,  con  la  súplica  de  que  nos  sea  transmi* 
tida  telegráficamente  y  á  nuestras  costas  lo  que  resolviere. 

Dios  guarde  á  S.  E. 

Fulgencio  Segrera. — Eugenio  Quesada. 

Juzgado  I.""  del  Circuito. — Cartagena,  26  de  octubre  de  1895. 

Este  memorial  ha  sido  presentado  en  papd  sellado  de  primera  clase 
en  la  fecha  y  horas  de  audiencia  pública  al  suscrito  juez,  presente  d  se- 
cretario, por  el  señor  doctor  Eugenio  Quesada  en  persona,  á  qtden  se  le 
devuelve  con  la  presente  nota. 

Luis  F.  Scholborgk. — Mamerto  E.  Bemol,  secretario  interino. 

En  papel  sellado. 

Cabrera,  telegrafista. 

Resolución, 

.  República  de  Colombia. — Poder  Ejecutivo. — Bogotá,  8  de  noviem- 
bre de  1895. 

En  vista  de  la  consulta  elevada  al  Gobierno  por  el  señor  gobernador 
de  Antioquía,  con  fecha  25  de  octubre,  y  del  memorial  de  Fulgencio  Se  • 
grera  y  Eugenio  Quesada,  fechado  en  Cartagena  á  26  del  mismo  mes^ 

Y  tepiendo  en  cuenta  los  deberes  del  Gobierno  en  sus  relaciones  con 
naciones  amigas,  con  arreglo  á  tratados  públicos  y  solemnes,  el  Gt>bier* 
no  ha  jurado  cumplir  como  leyes  de  la  república,  y  al  principio  del  res^ 
peto  que  recíprocamente  se  deben  las  naciones  como  cuerpos  políticoa^ 
como  garantía  suprema  de  la  soberanía  de  cada  una  de  ellas,  principio 
invocado  ya  por  el  mismo  Gobierno  tratándose  de  la  neutralidad  de 
otros  Gt>biernos  respecto  de  las  cuestiones  internas  de  Colombia, 

Se  resuelve 

1.^  Es  prohibida  toda  organización,  reunión  ó  suscripción  de  fon» 
dos  que  tenga  por  objeto  auxiliar  insurrecciones  en  el  exterior. 

2.^  Las  suscripciones  promovidas  con  el  objeto  de  socorrer  hej 
en  tierra  extranjera,  no  serán  autorizadas  sino  bajo  la  condición  de 
los  fondos  que  se  recauden  sean  remitidos  bajo  la  inspección  de  la  s 
ridad  con  las  necesarias  seguridades  de  que  serán  exclusivamente  ' 
cados  al  objeto  humanitario  con  que  se  haya  abierto  la  suscripció 

3.^    Los  gobernadores  de  departamentos,  y  en  su  caso  el  m^ 


OBÓNIOA  D»  LA  GCTBHA  DB  OUBá. 413 

quedan  encargados  de  ejeoatar  y  hacer  qiie  se  cumpla  la 
presente  reaolacídn. 

M.  A.  Caro. 
El  sobeeoretario  de  Gobierno,  encargado  del  despacho, 

Luis  M.  Holguin. 

Colombia  y  Cttba. 

M  citado  colega  colombiano  El  Telegrama  publica  un  artículo,  cu- 
ja lectura  revela  cuan  acentuada  es  la  reaooitSn  operada  en  la  opinión 

pública  de  aquel  país,  contra 
loa  insurrectos  que  siembran 
de  ruinas  y  de  devastaciones 
el  territorio  cubano. 

El  articulista,  precedido 
de  un  excelente  sentido,  ridi- 
culiza la  campafia  periodis- 
tica  filibustera  y  pinta  con 
mano  maestra  el  error  de  los 
que    tenazmente    pretenden 
convertir  la  hermosa  Antilla 
^     en  un  verdadero  erial  y  en 
^x  degradado  burdel  de  la  más 
ííí-^  baja  orgla< 

ün  pueblo  civilizado  co- 
,  mo  el  de  Colombia,  cuna  de 
verdaderos  hombres  de  Esta- 
do,  y  que  no  en  vano  su  capi- 
tal  Bogotá  ha  merecido  el 
r^  nombre  de  Atenas  de  Améri* 
oa,  al  tratar  de  esa  guerra,, 
por  ningún  concepto  justifi- 
cable, ha  podido  dejar  de  ha- 
'''^„.  cerlo  con  la  sensatez  y  cordu< 

...  dlM  MklIlH  >ItH.-  (Pá(.  <!*).  ,,  r 

ra  que  le  es  peculiar  a  una. 

diSn  que,  como  Colombia,  por  su  cultura  y  civilización  forma  en  el 

aderto  de  las  naciones  europeas. 

La  opinión  nacional  de  aquella  república  reprueba  el  movimiento 
oOcional  de  Cuba,  no  solo  desde  las  esferas  gubernamentales,  con- 
.  lo  vemos  en  la  resolución  trascrita,  sino  por  les  órganos  de  la> 
%  del  país. 

España  en  Venezuela. 

Incepción  por  el  presidente  accidental  de  la  República  de  Vene- 


r^ 


nOA  DB  LA  OPBREA  D»  OPBA 

DÍnistro  ea  aqaeUa  nación  señor  Castro  ; 
Btrativo  de  caán  afectuosas  relaciones  un 
I  naoiones  bijas  suyas  más  caltas  y  adelantadas. 
e  El  telegrama: 

[i  AUXILIO  PARA.  CUBA 

efe  de  los  insarreotos  de  Caba  ha  proclamado  y 
guerra  devastadora  en  que  el  incendio  y  la  des- 
>T¡noipale8  elementos;  guerra  á  lo  Atila  é  á  lo 
[la  sido  mirada  con  borrar,  pero  macho  más  en 
ligio  XIX  en  que  la  civilización  cristiana  se  ha 
el  muado  entero.  Ya  no  hay  nación  ni  pueblo 
acido  de  que  todo  !o  que  sea  destrucción,  no 
la  ser  útil  para  ninguna  causa,  por  buena  que 
5  todo  lo  que  sea  emplear  el  terror  y  la  desoía- 
\  y  Tuslve  antipática  la  causa  que  tales  medios 

locante  todavía  que  ese  aspecto  salvaje  y  bár- 
\  la  actual  revolución  de  Cuba,  y  es  que  á  lan- 
la  del  teatro  de  esos  sucesos  se  reúnan  clubs  y 
r  fondos  con  el  fin  de  dar  auxili"  á  los  que  so 
lan  todas  las  lejes  que  la  bvmanidad  mira  como 
empo  y  circunstancia.  Algunos  de  esos  clubs  6 
lubierta  confiesan  que  los  foudps  que  recaudan 
a  revolución;  otros  toman  la  capa  de  la  filan- 
para  atender  á  los  heridos  ó  inválidos  de  los 
;aña  este  disfraz  y  todos  están  convencidos,  que 
lOojer  los  unos  y  los  otros,  será  exclusivamente 
B  revolnoionarioa  toda  clase  de  elementos  para 
bra. 

ida  más  inverosímil  que  decir  que  se  recaudan 
is  necesidades  de  esos  heridos  y  demás  rerolto- 
»8,  con  en  modo  de  hacer  la  guerra,  en  hacer 
se  de  auxilios,  porque  talando  los  campos  y  re- 
oblaciones, necesariamente  tienen  que  sembrar  á 
j  la  escasez  con  todo  su  cortejo  de  calamidades, 
irles:  sigan  ustedes  su  obra  de  destrucción,  ~  ~ 
%  en  el  suelo  de  su  patria,  que  nosotros  para  q 
hs  fuerzas  antes  de  dar  remate  á-  tan  grandio 
I  cuanto  recurso  esté  á  nuestra  mano.  Así,  pi 
}ible,  con  el  pretexto  de  amor  á  la  libertad,  va 
Qos  principios  á  coadyuvar  á  una  obra  incal' 


CRÓNICA  DE  UA  flüKBttA  DB  OüBA 415 

__  ^  Posada  en  ans  Memorias  dice  qae  la  guerra  de  la  Inde- 

pendencia entre  nosotros  fué  una  guerra  ciyil,  y  así  lo  habíamos  pen- 
tade  siempre  nosotros  aún  antes  de  leer  las  Memorias  del  ilnstre  gene- 
ral. PaeB  bien,  ai  eso  se  dice  y  puede  admitirse  respecto  de  nosotros, 
¿non  cuánta  mayor  razón  no  lo  será  respecto  á  Cuba,  que  hace  tiempo 
ea  parte  integrante  de  Bspaña,  y  como  tal  goEa  délas  prerogativas  y 
derechos  de  cualquier  provincia  española? 

Ahora  bien:  ai  lo  que  allí  hay  es  una  guerra  civil,  ¿con  qué  derecho 
se  mete  nadie  á  dar  ninguna  clase  de  auxilios  &  los  revolucionarios?  ¿No 
miramos  nosotros  como  indebida  y  atentatoria  la  intervención  de  los 
venezolanos  que  tomaron  parte  y  proporcionaron  elementos  á  los  revo- 
'aoionarios  de  nuestra  última  contienda? 

Fomentar  óprotejer  en  cualquier  sentido  las  revoluciones  de  los  otros 
ftises  no  es  otra  cosa  que  prepararlas  y  animarlas  entre  nosotros  mis- 
ios:  y  si  las  que  se  apoyan  son  como  la  actual  de  Cuba,  nada  tendrán 
ae  objetar  ni  por  qué  quejarse,  los  que  tal  paso  dan,  el  día  que  entre 
oBotros,  cualquier  partido,  por  hacerse  del  poder,  haga  las  mismas 
osas  y  emplee  los  mismos  medios  que  aplaudimos  en  los  de  allá. 

Más  caritativo  y  más  cristiano  sería  reunir  fondos,  no  para  enviar 
)8  á  insurrectos  Cuyos  manejos  tesemos  que  condenar,  sino  para  distri 
oírlos  entre  los  huérfanos  y  las  viudas  de  los  que  murieron  en  la  pa- 
láa  revolución,  sin  distinción  de  colores  -políticos,  paes  todos  ellos  si 
m  acreedores  á  nuestra  conmiseración  y  lástima. 

Nosotros  lo  proponemos  así  y  creemos  que  no  habrá  colombiano  que 
leste  sentido  no  esté  con  nosotros.» 

La  defensa  de  la  cárcel  de  Bejucal. 

-  Persona  que  nos  merece  entero  crédito  nos  remite  la  siguiente  dea 
ripción  de  la  heroica  defensa  hecha  en  la  cárcel  y  el  Ayuntamiento  de 
ejucal,  el  13  de  enero,  al  ser  atacada  por  Máximo  Qómez  y  otros  oa 
eoillas: 

'Bejucal  17  de  Enero. 
Como  á  las  doce  del  día  13  del  actual  fuimos  sorprendidos  por  las 
oestes  de  Máximo  Gómez  y  otros  cabecillas  que  con  la  velocidad  del 
iyo  se  esparcieron  por  to¿i  la  ciudad.  Tan  pronto  nos  apercibimos,  se 
n    zó  la  defensa  en  esta  forma. 

frente  de  la  cárcel  y  por  las  espilleras  que  dos  días  antes  se  cons- 
T  .'on,  por  los  ocho  voluntarios,  dos  escoltas  y  Guardia  Municipal. 
i<  ..do  Sarda  y  el  Alcalde  don  Celestino  Mier,  que  colocí  al  llavero  y 
01  '"coltas  en  el  .patio  al  cuidado  de  los  presos  y  á  dominaftel  tejado  de 
t       ma. 

fíl  costado  derecho  entrando,  que  forma  tres  bocas  calles,  un  gru- 


? 


OBÓmOA.  DB  LA   OPKtBA.  DB  POTA 

po  de  Io8  valientoa  soldados  de  Astarias,  con  sa  oficial  y  ¿  peoho  desea- 
bierto,  rodilla  en  tierra,  resistieron  el  empnje  y  las  descargas  que  de  las 
tres  booa  calles  les  dirijía  el  enemigo,  no  dejándolos  avanzar  de  las  es- 
quinas anteriores  &  la  Plaza.  Al  lado  de  este  pnftado  de  valientes  se  ha 
liaba  61  Guardia  civil  de  primera  Jesas  García  Fernández  y  el  capitán 
de  Caballería  de  Voluntarios  señor  Oliva,  y  en  esta  posición  es  donde  re- 
cibieron las  bajas  los  valerosos  soldados  de  Asturias. 

El  fondo  de  todo  el  edificio,  qae  fué  atacado  por  la  numerosa  infan- 
tería enemiga  lo  defen- 
dieron el  resto  de  los  cua- 
renta kombres  de  Asta- 
rías,  los  ofioialeB  y  el  ca- 
pitán de  los  mismos  señor 
Serrano,  quien,  dirigió  el 
combate. 

El  costado  izquierdo, 
que  es  el  Ayuntamiento 
fué  defendido  por  diez  y 
seis  soldados  de  San  Quin- 
tín, al  mando  de  su  te- 
niente don  Agustín  Alva- 
rez  de  Toledo,  y  algunos 
voluntarios, guardiasmn- 
nicipales  y  celador  Gu- 
bernativo, habiéndose 
dispuesto  perforar  la  pa* 
red  que  separa  la  cárcel 
del  Ayuntamiento  y  po- 
ner ea  comunicación  in* 
terior  hasta  ,el  costado 
iaquierdo  del  mismo , 
abriéndose    agujeros    en 

las  puertas  y  asegurando-  j,„.  |,„,„. 

las  por  dentro  basta  po- 
&,  nerse  en  línea  de  fuego  todo  el  rededor  del  edificio.  Esta  operación  la 

dirigió  el  ceñor  Alvarez  Toledo,  repentinamente,  logrando  que  no  avan* 
zara  el  enemigo  por  ese  costado,  mientras  se  efectuó  dicha  opera* ' '  , 
los  Mattseers  de  las  de  Asturias  de  la  esquina  opuesta. 

Defendían  pl  fondo  de  la  casa  cuartel  de  la  Guardia  civil  oébo  &• 
dos  de  San  Quintín,  al  mando  del  sargento  de  Piamonte,  y  aunque 
tentaron  tre«  veces  prender  fuego  á  la  puerta  del  patio;  ne  pudiir     > 
conseguirlo  por  las  descargas  de  estos  valerosos  soldados,  quemand"       > 
la  casa  contigua- á  esta  los  insurrectos. 


I 


OBÓmOá.  DB  LA  QÜBIIRA  DE  CUBA 417 

Debo  sigoifioarle  &  usted  que  á  los  pocos  momentos  de  romperse  el 
faego  acudió  á  esta  cárcel,  por  entre  los  mismos,  el  capitán  de  volunta- 
rios de  infantería  se&or  Alonso,  y  el  comandante  de  caballería  de  volnn* 
tarioB  señor  don  Pedro  Almario  y  algunos  voluntarios  de  infantería  qae 
se  encontraban  en  sus  casas  con  sus  armas  en  la  mano. 


ta  es  la  defensa  real  verdaderamente  que  se  ha  hecho  en  esta  car- 
'  Ayuntamiento  y  cuartel  de  Guardia  civil. 
•"oa  luchando  de  idéntica  manera,  defendiendo  sus  puestos  con  va- 
ídtriotiámo. 

'U Ademo  67— T.n.  Precio  lO  cent." 


1 


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-.*■:,  , 


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1 


418 


ORONICÁ  DE  LA   QUERKA  DB  OÜBA 


■  »»P" 


También  debo  manifestarle  que  al  poco  rato  del  fuego  reaparecieron 
parlamentos  con  bandera  blanca,  y  el  señor  Alcalde  Municipal  se  pre- 
'sentó  en  el  cuartel  de  los  de  Asturias  manifestándoles,  de  orden  de  Má- 
;  ximo  Gómez,  cque  á  ello  lo  obligó»,  que  se  rindieran,  que  les  respetarían 
armas  y  vida,  y  si  no  quemaría  el  pueblo,  habiéndose  negado  á  ello, 
manifestando  que  primero  muertos  que  rendidos.  A  la  cárcel  mandaron 
otro  emisario  y  el  Alcaide  señor  Mier  lo  metió  á  dentro  contestándole  á 
tiros. 

También  debo  aclarar  que  desdé  el  día  13  por  la  noche  hasta  el  17, 
á  las  once  de  su  mañana,  no  han  aparecido  ni  el  Alcalde,  ni  el  Celador 
municipal,  ni  el  Secretario,  ni  ningún  funcionario  del  Ayuntamiento, 
quedando  sólo  en  su  puesto  el  Alcaide  de  la  cárcel  con  sus  empleados,  el 
celador  Gubernativo  con  los  suyos  y  los  guardias  municipales,  todos  los 
cuales  se  han  puesto  á  las  órdenes  de  la  autoridad  militar,  superior  que 
existfa  en  la  ciudad. 


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•:•.  V 


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í\. 


A  las  once  de  la  mañana  del  día  2  de  Enero,  hallábanse  23  hombres 
del  Batallón  provisional  construyendo  un  fortín  en  el  batey  del  ingenio 
Averhoff,  en  el  Aguacate,  cuando  fueron  sorprendidos  por  una  partida  de 
unos  3Q0  insurrectos  á  caballo,  matando  al  sargento  que'la  mandaba,  y 
á  un  soldado  y  quedando  cinco  de  éstos  detenidos. 

El  enemigo  dejó  un  muerto  que  no  pudo  llevarse  y  recogió  otros  tres 
y  cinco  heridos.  También  abandonó  5  caballos  vivos,  tres  muertos  y  ar- 
mamentos. 


iillllllllllllllllflll 


3  Operaciones 


iqoi  el  parte  de  operaciones,  remitido  por  el  general 
fartfnez  Campos  al  Ministerio  de  la  0aerra. 

El  documento  que  estaba  escrito  de  paño  y  letra  del 
meral,  es  interesantísimo. 

Dice  así: 

Hsy  un  sello  qae  dice:  «Ejército  de  operaciones  de  • 
!aba. — Estado  mayor  general.* — Ezcmo..  señor:  Oes- 
e  hace  tres  meses  empezó  &  circular  en  el  campo  in- 
i  la  invasión  de  las  Villas  para  impedir  la  zafra  é 
rerales  é  ingenios,  castigando  con  la  pena  de  muerte 
Ajase,  llevara  víveres  á  las  poblaciones  6  estuviese 
eas  férreas,  y  en  este  concepto  dictó  disposiciones  el 
>loff. 

las  dificultades  que  retrasaron  la  ejeonoíÓD;  pero  Ma 
encia  de  los  orientales,  y  Máximo  Gómez,  reclamado 
las  Villas,  se  decidió  hacia  el  24  de  octubre  &  hacer 
iguíendo  atravesar  el  29  por  Jicoteita  y  Piedras  la  lí 
sosteniendo  nn  ligero  fuego  con  una  peqnefia  colam 
oho  punto. 
3iego  de  Avila  estaban  empleadas  en  operaciones  y 


420 


CRÓNICA  DE  LA   GUERRA  DE  CUBA 


racionar  alganoa  pequeños  destacameatos,  y  no  se  pudo  formar  colum- 
na de  persecución  hasta  el  d{a  5,  y  como  el  terreno  estaba  cruzado  de 
rastros,  tomó  equivocadamente  la  dirección  de  Arroyo  Blanco  y  Santa 
Teresa,  donde  había  partidas  de  alguna  consideración,  si  bien  no  el 
grueso  del  enemigo,  y  que  rehuían  combate,  contentándose  con  tiro- 
tear la  fuerza  desde  posiciones  escogidas;  esta  columna  tuvo  que  regre- 
sar á  Ciego  para  racionarse,  y  por  si  podía  evitar  el  paso  de  Maceo. 

El  día  Sdí  órdenes  á  Mella  para  que  el  general  Aldecoa,  con.  dos  ba- 
tallones, siguiese  á  Maceo,  si  no  conseguía  detenerlo  en  el  Camagüey;  al 
teniente  coronel  Zubia  para  que,  reuniendo  la  fuerza  de  Barbón,  bajase 
hacia  Manacas  y  Pedro  Barba;  al  general  Oliver  para  que,  desde  Place- 
tas, por  el  Tibirial,  se  pusiese  en- 
frente del  enemigo,  y  al  general  Oa- 
rrichpara  que,  nn  descuidar  áSanc- 
ti  Spiritus  y  el  ferrocarril,  fuese  por 
Alonso  Sánchez  á  Taguasco  é  Iguará 
á  encontrar  el  rastro  del  enemigo; 
estas  órdenes  se  retrasaban  por  los 
cortes  del  telégrafo  y  por  no  ooniu 
nicar  el  heliógrafo  á  causa  del  tiem- 
po, pues  desde  el  17  de  octubre  hasta 
fin  de  noviembre  ha  reinado  un  tem- 
poral grande  de  aguas,  tanto  que 
Garrich  no  pudo  pasar  el  Zaza  en 
cinco  días. 

Ordené  al  general  Navarro  que 
desde  Cuba  viniese  con  dos  batallo* 
nes  á  Yillaclara. 

Zubia  y  Oliver  tuvieron  algunos 
combates  con  fuerzas  de  Máximo 
Gómez,  y  le  hicieron  retroceder  á  los 
Jatibonicos;  yo  supongo  que  más  que  por  la  importancia  de  los  com- 
bates, por  la  desconfianza  que  tenía  este  cabecilla  de  la  cohesión  de  sus 
fuerzas. 

El*  13  de  noviembre  di  orden  al  general  Luque  para  que  fuese  á  po- 
nerse en  combinación  con  el  general  Oliver  y  avanzasen  en  dirección  al 
enemigo;  éste  que  había  pasado  el  Zaza  por  Neiva  retrocedió,  y  air^'^^ 
generales  siguieron  uno  de  sus  rastros,  teniendo  varios  combates  peí, 
ños  con  retaguardias  y  flancos,  y  continuaron  sus  operaciones  has^<  I 
29  de  noviembre,  que  volvieron  á  Placetas,  sufriendo  grandes  privr 
nes  á  causa  de  las  aguas. 

El  20  de  Noviembre  salieron  los  generales  Valdés  y  Navarro,  y 
pues  de  varias  operaciones  y  enviar  al  coronel  Segura  á  racionar  T 


■  r  \\ 

Capitán  Gabaldi. 


OBÓNIOA  DE  LA  OÜERBA  DE  QüBIl 421 

mota  y  JovoBÍ  entraron  en  1^  Reforma,  que  es  un  monte  de  ocho  leguas 
de  Norte  á  Sar,  y  oinoo  de  Este  á  Oeste,   donde  encontraron  á  Máximo 
Gómez  con  Maceo,  que  acababa  de  llegar,  y  le  batieron  el  día  I.'',  per* 
sigaiéndole  por  espacio  de  tres  «leguas  hasta  cerca  de  Río  Grande. 
Maceo  había  tardado  un  mes  en  trasladarse  desde  el  Cauto  á  la  línea 

m 

de  Ciego  de  Avila,  contribuyendo  á  detener  su  marcha  las  columnas 
que  le  seguían  y  alcanzaron  algunas  veces  desde  las  Tunas,  mandadas 
por  los  coroneles  Ceballos  y  Nario,  y  las  del  Camagüey,  que  consiguió 
evitar  con  suma  habilidad. 

Durante  este  tiempo  las  partidas  de  las  Villas  salieron  de  su  sistema, 
y  unas  empezaron  á  atacar  las  propiedades  y  otras  marcharon  á  incor* 
porarse  á  Máximo  Gómez,  sosteniendo  fuego  de  más  ó  menos  considera- 
ción en  las  zonas  de  Remedios  y  Villa  dará. 

Al  volver  Oliver  á  racionarse  el  15,  como  Garrich  tuvo  que  ir  tam- 
bién con  el  mismo  objeto  á  Alonso  Sánchez,  y  Zubia  acudir  á  puntos 
que  estaban  atacados,  Gómez,  que  se  había  ref agiado  en  la  Reforma,  se 
presentó  el  17  ante  Pelayo,  y  el  comandante  de  aquel  puesto  lo  rindió 
vergonzosamente,  á  pesar, de  tenei:  suficiente  guarnición  y  querer  defen- 
derse  ésta;  tomó  enseguida  la  dirección  de  Gíbaro,  pero  habiendo  sabido 
que  este  destacamento  estaba  bien  mandado,  se  dirigió  á  Iguará,  que  no 
atacó  por  saber  tambiéa  había  230  hombres,  que  si  muy  pocos  para 
atacarle,  eran  más  que  suficientes  para  con  su  defensa  darle  una  ruda 
lección;  volvióse  prontamente  hacia  Río  Grande,  en  donde  encontró  una 
tenaz  resistencia  por  tres  días,  y  fué  sorprendido  por  la  columna  del 
teniente  coronel  Ruíz,  que  lo  persiguió  hasta  el  centro  de  la  Reforma, 
no  siguiendo  más  adelante  porque  las  lluvias  y  el  terreno  pantanoso  se 
lo  impidieron. 

Notará  V.  E.  cierta  incoherencia  en  las  operaciones,  y  debo  explicar- 
sela. 

Santa  Clara  comunica  difícilmente  por  telégrafo  con  Placetas;  ha 
habido  día  de  cortar  tres  veces  el  telégrafo  que  va  por  Santo  Domingo, 
Sagua  y  Camajuaní  á  Placetas,  y  á  veces  cuando  se  ha  recompuesto  por 
un  lado,  estaba  cortado  por  otro,  los  trenes  no  marchaban  con  regulari* 
dad  por  las  alcantarillas  voladas  y  los  levantamientos  de  rails;  todo  esto 
hacía  que  las  comunicaciones  fueran  lentas. 

El  heliógrafo,  desde  Villaclara,  loma  de  Santa  Lucía,  Placetas  y  Pi> 
€  '"lerto  á  Sancti  Spiritus,  de  poco  servía,  porque  casi  siempre  ha  es- 
t  "  '^l  cielo  cubierto  de  nubes  y  lluvia  por  el  día,  y  de  niebla  por  las 
I        ts. 

ra  comunicar  con  Spiritus  y  Ciego  de  Avila  me  valía  de  vapores 
€      lalían  de  Cienfuegos. 

tre  Spiritus  y  Ciego  de  Avila  (cinco  jomadas)  no  había  comuni- 


L 


422 ORÓyiQA   DB  LA   QÜEKRA  DK  CUBA 

oación,  ni  podían  pasar  propios,  siendo  otM  contrariedad  las  di 
des  para  el  racionamiento. 

Caacdo  á  mi  paso  por  Ciego  de  Avila,  para  enviar  Á  Qarrioh 
ritos,  pievine  que  éste  era  el  principal  cometido  de  las  dos  brigadas, 
empezó  el  mal  tiempo,  que  casi  continúa  con  los  Nortes. 

Si  se  hubiera  racionado  Ignara  y  Arroyo  Blacoo  y  se  hubiera  leyan- 
tado  e!  fuerte  de  Taguasco  y  el  de  Alonso  Sánchez,  las  columnas  no  hn 
'f¡.  hieran  sufrido  tanto,  y  sobre  todo  no  hubieran  tenido  qne  retroceder 
haeta  tres  jornadas,  dejando  en  relativo  descanso  al  enemigo,  ya  que  no 
se  puede  afirmar  que  lo  batiesen,  por  su  propósito  de  no  empeñar  com- 
bate, su  facilidad  en  ocultarse  y  bu  ligereza  en  la  marcha. 

Paso  á  dar  cuenta  á  V.  E.  délas  operaciones  desdeel  paso  de  la  Unea- 
férrea  de  Ciego  de  Avila:  el  día  I."  se  unió  Maceo  á  Másimo  Qómez  en 
la  Reforma.  Oliver  estaba  operando  en  el  triángulo  qne  hay  entre  Ca- 
majaaní  Caibarién  y  Placetas,  que  había  sido  invadido  por  casi  todas 
las  partidas  de  Remedios;  la  columna  Luque  había  tenido  que  bajar 
parte  hacia  Arimao  á  defender  la  zona  de  Ingenios,  y  la  de  Lara  se  ha- 
bía dirigido  hacia  Junía  de  Miranda,  atacada  hacía  días  por  Regó  ; 
partidas  de  Trinidad. 

En  el  momento  que  vi  la  decisión  de  Gómez  de  seguir  á  Ootidenf 
.,  y  tuve  noticias  de  que  Maceo  estaba  ya  en  el  Contramaestre  (Camagüey] 

1^  mandé  venir  de  Cuba  á  Cienfnegosal  general  Navarro  con  dos  batallone 

y  dos  piezas,  y  lo  retuve  en  Villaolara  unos  días  por  la  falta  de  notioiai 
y  que  las  pocas  que  había  eran  contradictorias,  y  no  estando  corrient 
el  heliógrafo,  envié  el  20  dicha  columna  á  Sanoti  Espíritus,  para  qu 
á  la  vez  que  llevaba  un  convoy  á  Iguará,  se  pusiese  en  persecución  de 
enemigo  y  diese  unidad  á  las  columnas  de  Spiritna;  el  camino  estaba 
malísimo,  y  esta  columna  tardó  ocho  días  de  Villaolara  á  Ignara,  peí 
diéndose  la  mitad  de  las  raciones  en  el  paso  del  río  Zaza. 

El  coronel  Rubín  había  salido  para  racionar  el  Jíbaro,  y  como  li 
defensa  del  ferrocarril,  Sancti  Spiritus,  Banao,  Cabaiguán,  los  ingenio 
y  otros  puestos  absorbía  gente,  y  además  había  muchos  enfermos  en  e 
hospital  y  muchísimos  convalecientes  del  vómito,  no  pudo  formar  la 
columnas  que  yo  le  había  recomendado,  pero  con  la  que  vino  de  Cabí 
y  la  del  coronel  Segura,  llegó  á  Iguará  el  28  y  siguió  á  Arroyo  Blanco 

desde  donde  envió  á  Segura  á  racionar  Bellamota  y  Jovosí,  punt 

no  había  podido  racionar  el  general  Aldave,   porque  las  acémi* 
se  le  habían  enviado  estaban  muy  fatigadas. 

En  Arroyo  Blanco  supo  la  situación  del  enemigo,  y  salió  cor 
encontrándose  en  el  centro  de  la  Reforma,  y  como  acababa  de  ir> 
rarse  á  los  rebeldes  Maceo  con  los  orientales,  fué  Yaldés  atacL 
furia;  pero  el  enemigo,  al  ver  cómo  avanzaba  Navarro  con  la  ^* 


CEÓyiOA  DE  LA  QUEBBA  D«  OüBA 423 

ría,  perdió  su  ímpetu,  retirándose  y  siendo  seguido  tres  leguas  con  tiroteo 
de  su  retaguardia  con  nuestra  vanguardia. 

Aldave,  prevenido  contra  el  paso  de  Maceo,  había  acumulado  sus 
faersas  en  la  parte  Sur  del  ferrocarril  que,  según  las  noticias,  debía 
destruir  el  enemigo  al  pasar  por  ella,  y  como  esta  contingencia  era  gra 
ve,  en  ella  fijó  su  cuidado;  pero  Maceo,  con  las  noticias  que  recibió  de 
nuestra  situación,  por  una  rápida  marcha  de  flanco,  subió  á  la  Redonda, 
por  donde  pasó  el  día  29;  las  fuerzas  perdieron  dos  jornadas  en  concen- 
trarse al  Norte,  y  el  día  I.""  salieron  Golbis  y  Aldecoa,  que  habían  llega- 
do el  30  por  la  tarde,  á  seguir  el  rastro;  mucha  ventaja  les  llevaba  el 
enemigo,  que  además  dejó  un  rastro  falso  hacia  Arroyo  Blanco;  Galvis 
volvió  hacia  Río  Grande,  y  Aldecoa  siguió,  cuando  la  volvió  á  encon- 
trar, la  dirección  del  enemigo,  llegando  á  Placetas  el  12,  después  de 
veinte  días  de  marcha  con  lluvias,  por  pantanos,  y  sin  calzado  ni  racio- 
nes hacía  cinco  días;  allí  efitaba  también  el  general  Navarro  por  la 
misma  causa,  y  que  salió  ese  día  para  YiUaclara. 

Entro  en  estos  detalles,  innecesarios  para  Y.  E.,  pero  muy  interesan- 
tes para  los  que  creen  en  la  facilidad  de  obligar  á  combatir  al  enemigo 
y  aún  coparlo;  el  nombre  del  general  Navarro  es  conocido;  su  vehemen- 
te deseo  de  adquirir  gloria,  evidente;  y  si  él  no  ha  conseguido  más  éxito, 
otro  no  lo  hubiera  alcanzado;  casi  lo  mismo  digo  del  general  Aldecoa  y 
de  los  demás  jefes  que  han  mandado  columna,  de  cuyo  buen  deseo  y  ce- 
lo no  se  puede  dudar. 

Las  partidas,  unas  veces  divididas  y  otras  reunidas,  siguieron  su 
marcha  de  avance  haciendo  muchos  rodeos  para  cruzar  los  rastros  y 
habiendo  encontrado  el  día  5  al  coronel  Segura  que  volvía  de  racionar 
los  destacamentos  con  450  hombres,  le  atacaron  cerca  de  Iguará,  obli* 
gándole  á  cesar  en  su  avance,  y  siguieron  hacia  el  Zaza,  que  pasaron 
por  cerca  de  Neíva  y  las  Damas,  y  aun  sospecho  que  por  cerca  de  Zaza, 
dirigiéndose  Quintín  Bandera  por  las  lomas  de  Banao,  donde  fué  alcan- 
zado por  el  coronel  Rubín,  sosteniéndose  un  fuerte  combate  en  una  an- 
gostura cerca  de  la  Seiba,  límite  con  Trinidad,  combate  en  que  se  hizo 
macho  daño  al  enemigo;  pero  la  necesidad  de  dejar  en  sitio  seguro  los 
heridos,  obligó  al  citado  coronel  á  volver  al  Zaza  el  11. 

Oliver,  que  recibió  orden  de  seg^r  á  Gómez,  el  11  le  alcanzó  en  los 

altos  de  Alberiche,  después  de  seis  días  de  persecución  obstinada,  y  des- 

Jos  de  la  posición  con  un  fuerte  y  duro  combate,  rechazándoles  en 

Dión  del  Este;  pero  Gómez,  con  rapidez,  pasando  por  cerca  de  Gu 

^  Miranda,  se  trasladó  por  el  valle  de  Guanayara  y  el  Guanabo  á 

aanea,  y  se  distanció  de  la  columna  de  América,  que  le  perseguía, 

a  de  Álava,  que  mandaba  Lara. 

^*\e  había  trasladado  á  la  Habana  el  5,  porque  tenía  asuntos  graves 
'^er,  coincidiendo  con  el  desembarco  de  tropas  que  me  absorbía 


CBÓNKJÁ  DB  LA  OÜIRBA   DB   OUBÁ 


gran  parte  de  las  fnerzaB  en  la  qustodia  de  los  ferrocarriles  y  me  innti 


ORÓNIOA  DI   LA   OUmBA  D»  CUBA 425 

£1  grueso  del  enemigo  exoede  de  G.OOO  hombres,  más  las  partidas  lo 

I     cales  qne  les  sirven  de  exploradores. 

I  Así  qne  ture  noticia  de  estos  hechos  y  que  la  vanguardia  de  GÓmtz 
había  pasado  el  ferrocarril  por  cerca  del  paradero  de  Camarones  y  la 
Flora,  avisé  á  las  columnas  de  la  Siguanea  bajasen  á  San  Juan  de  las 
Yeras  y  Cienfuegos;  no  pndiendo  dar  más  órdenes  por  haber  recibido 
noticia  de  la  voladura  de  varías  alcantarillas  y  cortes  del  telégrafo  én 
Jiootea,  Camarones,  Lajas,  Santo  Domingo  y  Sieteoito,  no  quedándome 
más  comnníoaoión  que  con  la  Habana  por  el  cable.  Avisé  á  Cuba  paia 
qne  viniese  un  batallón  de  Matanzas  y  á  Jácaro  y  Tunas  de  Zaxa,  para 
qne  en  los  vapores  que  enviaba  viniesen  de  Ci^o  y  de  Spiritus  respeo 
tivamente  un  batallón  de  Batsbanó,  con  intención  de  que  reforzara 
Colón;  al  día  sigoiente,  restablecida  por  unas  horas  comunicación  con 


ChDik  •■  d«Bd(  ■•  np«B*  qua  bacfa  noel»  Muto  cauda  ptmtni  u  !■  proilasU  da  U  Hkbuu. 

Yillaolara,  di  la  orden  de  que  Navarro  viniese  en  tren  desde  Clara  á 
Colón,  y  Aldecoa  también  desde  Placetas;  previne  qne  una  columna  de 
Sagua  se  acercase  á  Alvarez,  otra  á  Manacas  ó  Santo  Domingo;  que 
Laque  bajase  á  Cruces  y  Arizón  á  Lajas,  para  que  bajo  la  dirección  del 
general  Yaldés  se  acosase  á  Máximo  Gómez. 

No  puedo  menos  de  dar  gracias  á  la  Providencia  de  que  con  tanto 
movimiento  de  tren  y  tanta  dificultad  no  haya  ocurrido  una  catástrofe, 
j  DO  puedo  dejar  pasar  la  ocasión  sin  manifestar  á  Y.  E.  que  estas  em- 
presas de  ferrocarriles  y  sus  empleados  han  hecho  esfuerzos  sobrehuma- 
n  á  pesar  de  estar  bajo  la  pena  de  muerte  los  empleados,  de  no  haber 
n  miento  en  los  ferrocarriles,  de  las  pérdidas  de  material  que  han 
t<  _o,  de  loa  muchos  gastos  que  han  hecho,  y  debo  advertir-  á  V.  S., 
Q  O  general  en  jefe,  el  peligro  que  hay  de  qne  por  falta  de  material 
8'      endan  el  movimiento. 

m  luego  como  di  mis  órdenes  vine  por  mar  á  Colón,  no  haciéndolo 
p      ierra  por  no  habef  comunicación  todavía  desde  Cienfuegos. 


i 


42C OBOSIOA  PE  LA   OüBBBA   DK   CUBA 

Aq'jí  he  dispuesto  las  tropas,  y  parece  ser,  segiia  notíoiaü,  que  Máxi- 
mo Gómez  no  sigue  adelante,  antes  parece  que  retrocede.  Yo,  por  ai  eato 
es  una  añagaza,  sigo  aquí,  pues  en  esta  provincia .  hay  varios  ingenios 
que  han  empezado  la  molienda  con  verdadera  patriotismo  y  serta  on 
mal  que  tuvieran  que  suspenderla,  cosa  fácil  porque  no  están  protegido! 
con  defensas,  como  tampoco  los  poblados,  y  GKSmez  ha  asegurado  qtu 
venía  decidido  á  ejemplares  castigos  por  haber  desobedecido  sus  órdenes, 

Las  noticias  que  me  llegan  del  estado  de  los  rebeldes  no  son  muy  fa- 
vorables, pero  como  pueden  no  ser  ciertas  6  puede  rehacerse  su  moral, 
no  hago  más  que  indicar  oí  hecho. 

Sólo  me  resta  en  este  relato,  hecho  á  la  carrera  por  falta  de  tiempo, 
manifestar  á  Y.  E.  que  todos  los  jefes  han  trabajado  de  un  modo  nota' 
ble,  y  que  el  «Acial  y  el  soldado  son  un  modelo;  defloiercias  ha  habido, 
pero  débanse  en  su  mayor  parte  á  la  falta  de  comunicaciones  y  á  las  "di' 
fícnltades  propias  de  esta  clase  de  guerra. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Colón  19  de  Diciemtre  de  1895.— 
Bzomo.  Sr. — Areenio  Martínez  de  Campos. — Excelentísimo  señor  minis 
tro  de  la  Querrá. 


A  propósito  de  la  eñoaoia  del  empleo  de  grandes,  ovlamnas  de  oaba 
Hería  para  acosar  y  perseguir  á  los  inaarreotos  se  dice  mucho  y  no  falti 
razón  á  los  que  afirman  tal  necesidad;  razóa  que  se  les  reconoce  enli 
orden  reciente  del  general  en  jefe,  por  la  que  dispone  se  requiee  todo  e 
ganado  caballar  que  hay  en  las  fincas  rurales  con  el  fin  de  que  lo  puedaí 
utilizar  las  tropas. 

¡LáiStima  grande  qne  esa  orden  no  se  haya  dictado  hace  tres  meses  i 
siquiera  dos.  Habríase  conseguido  así,  no  tan  sólo  aumentar  la  movUi 
dad  de  nuestras  columnas,  sino  disminuir  las  del  enemigo,  privándol 
de  recurso  tan  necesario  para  su  sistema  de  guerrear. 

Los  rebeldes,  sin  necesidad  de  órdenes  de  requisa,  ni  de  hacer  ta 
saciones,  ni  entregar  resguardos,  ni  llenar  formalidad  alguna,  apodó 
ranse  lisa  y  llanamente,  cuando  loa  neceaitan,  de  todos  los  caballos  qm 
encuentran.  Esto  les  permite  trasladarse  con  extremada  rapidez  de  m 
panto  á  otro  si  el  terreno  es  relativamente  llano,  como  sucede  en  li 
parte  Central  de  Cuba. 

No  oonstitujen  tanto  una  verdadera  caballería,  sino  más  bit.. 
dragones,  ó  séase  infantería  montada,  pronta  á  combatir  á  pié  ó 
bailo,  según  convenga.  Pero  con  una  ventaja;  como  el  caballo  no 
para  ellos  valor  alguno,  pues  sólo  les  cueata  el  trabajo  de  cogerlo,  o 
por  ser  el  terreno  infranqueable,  ó  por  tener  que  combatir  Ó  poi 
sancio  del  ganado,  se  ven  en  la  precisión  de  desmontar,  lo  ah»"''' 


1 


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f 


<¿./- 


OBÓNIOA  P«  LA  OPBBRA  PK  OUBA 427 

■ 

de  caalqaier  modo,  y  si  les  es  posible  lo  sustitayen  con  el  que  á  mano 
tropiezan. 

Nnestra  caballería,  y  en  ocasiones  ni  las  guerrillas  montadas  de  in- 
fantería, pueden  hacer  eso.  Lleva  su  ganado  la  correspondiente  reseña; 
constituye  un  valor  á  cargo  de  los  jefes  y  capitanes,  y  no  es  lícito  ni 
abandono  ni  sustitución  de  él,  aunque  por  cualquier  motivo  se  con- 
vierta en  un  estorbo. 

Ahora  tal  vez  se  remedie  esto  algo  con  la  requisa  ordenada^  Pero  lo 
dicho,  algo  tarde  llega  tan  excelente  disposición. 

Para  concluir.  En  Cuba  hay  las  siguientes  fuerzas  de  caballería:  Re- 
gimientos de  Pizarro  y  Hernán  Cortés  (á  4  escuadrones),  y  escuadrones 
sueltos  del  Rey,  Príncipe,  Yillaviciosa,  España,.  Sagunto,  Santiago, 
Montesa,  Numancia,  Lusitania,  Talavera^  Tetuán,  Princesa,  Pavía,^ Al- 
fonso XII,  Villarrobledo,  Arlaban,  Treviño,  María  Cristina,  l.^y2.^ 
del  Comercio,  idem  movilizados  de  Santo  Domingo,  idem  deCamajuaní. 
Total,  32;  que  por  muchas  bajas  que  tengan,  libres  como  estarán  de 
eubrir  destacamentos  y  reponiéndose  su  peri^onal,  segúu  debería  ha- 
cerse, con  el  de  infantería  que  sepa  montar  mal  ó  bien,  arroja  un  total '_  J^ 
^uMido  menos  dg^S^^OOO  caballos.  ' 

En  I.""  de  Diciembre,  de  esos  32  escuadrones  había  5  en  Santiago  de 
Cuba  (primer  cuerpo),  17  en  Las  Villas  (segundo  cuerpo),  8  en  la  co* 
mandancia  general  de  Puerto  Príncipe  y  2  en  la  de  la  Habana,  Matan- 
zas y  Pinar  del  Río. 

¿Cuántos,  desde  esa  fecha  acá,  han  sido  acumulados  sobre  las  parti- 
das de  Máximo  Gómez  y  Maceo,  invasoras  del  centro  de  la  isla? 

No  quisiéramos  engañamos;  pero  no  nos  suenan  otros  nombres  que 
los  de  batallones  de  infantería. 

Una  salvajada. 

El  Eco  de  Cárdenas  relata  lo  siguiente: 

«Con  la  indio^nación  que  produce  todo  acto  criminal,  propio  de  ser 
llevado  á  cabo  por  miserables  cobardes  y  asesinos,  hemos  oido  la  rela- 
ción del  siguiente  hecho,  realizado  por  una  de  las  partidas  insurrectas 
que  merodean  por  San  José  de  los  Ramos. 

Una  de  esas  partidas  cogió  prisioneros  á  dos  individuos,  un  volunta- 
rio y  otro  paisano,  que  se  defendieron  heroicamente  en  el  fuerte  Habana. 

Internados  en  el  monte  dichos  prisioneros,  empezó  para  ellos  el  mar- 
tirio más  horrendo  que  concebir  pueden  los  que  más  salvajes  instintos 
alimenten. 

Al  voluntario  le  fueron  cortando  los  dedos  de  las  manos  y  de  los  pies, 
después  de  arrancadas  las  uñas.  Mientras  tales  crueldades  le  hacían,  otros 
de  esos  libertadores  de  Cuba,  abofeteaban  y  les  daban  planazos  y  cortes 
á  las  infelices  víctimas. 


428     OBÓNICA  DK  LA,  OÜKRBA  DB   OUBA 

Bí  ¡viva  Cuba  libre!  le  repetían  á  cada  inatante  aquellos  malvados. 

Y  éí  voluntario  y  el  paisano  que  habían  sabido  defender  la  honra  de 
España,  contestaban  ¡viva  España!  y  acaben  de  matamoe  pronto. 

Pero  lejos  de  hacerlo  así,  el  martirio  seguía;  pinchando,  cortando  7 
mutilando  los  cuerpoa  de  los  que  habían  tenido  la  desgracia  de  caer  en 
poder  de  los  que  quieren  regenerar  á  Cuba. 

AI  fin,  desangrados,  entregaron  su  alma  á  DioB  los  dos  mártires  de 
la  patria,  qne,  quedando  insepultos,  fueron  después  recogidos  el  del  to-  . 
Inntario  por  su  propia  madre,  auxilia- 
da por  las  autoridades  7  veoinos. 

¡Horror! 

El  pueblo  entero  .de  San  José  de 
los  Ramos  acudió  en  masa  al  entierro 
de  esos  mártires,  cuyo  imponente  acto 
fué  la  protesta  muda,  elocuente,  de 
tan  bárbaro  crimen. 

Descansen  en  paz  esos  bnenoa  hi 
jos  de  JGspaña.» 

Un  documento  insurrecto. 

Unos  soldados'  recogieron  el  salvo 
conducto  que  copiamos.  , 

«Ejército  Libertador  de  Cuba 
4."  Cuerpo 

General  Serafín  Sánchez  Jefe  de 
la  1.'  DivisiiSn  General. — Puede  us- 
ted poner  en  libertad  á  loa  cuatro  pri-  comund-m.  tui.™,, 
sioneros  hechos  al  enemigo  por  el  Comandante  Simón  Reyes  dánd-Jes 
el  correspondiente  aalvo  conducto. — A.  y  S.  Los  Hoyos  noviembre  29. 
1895.— El  Ingeniero  General. — Carlos  Roloff. — rubricado. 

Se  concede  paso  libre  á  loa  prísioneroa  españoles  portadores  de  eate  sal- 
va  conducto. — Se  ordena  á  las  autoridades  militares  y  civiles  presten  el 
auxilio  yoonsideraoiones  necesarias  á  dichos  prisioneros. — P.  yS.  Cuartel 
General  «La  Demajagua»  á  20  de  Noviembre  de  1895. — El  General  Jefe 
Serafín  Sánchez. — rubricado. — Cúmplase  cuanto  se  ordena  en  el  presen- 
te salvo  conducto. — Máximo  Gómez.' — rubricado.» 


El  teatro  de  la,  g\ierz?a, 


ÁNAGUÁ.  —  Pertenece  al  partido  judicial  de  Oaanabacoa; 
tiene  5.858  habitantes  y  confína  por  elE.  con  San  José 
de  las  Lajas.  Su  territorio  es  muy  fértil;  existen  en  él  80 
fincas  urbanas,  an  importante  ingenio,  72  potreros  y  172 
sitios  de  labor.  El  pueblo  cabeza  de  este  término  munici- 
pal dista  de  la  Habana  por  carretera  19  kilómetros:  tiene 
Administración  de  correos  y  varias  escuelas. 

Alquizar. — Pertenece  este  término  manioipal  al  partido  judicial  de 
San  Antonio  de  los  Baños,  y  cuenta  8.314  habitantes.  Su  superficie  de 
153  kilómetros  oaadradoa  comprende"  terrenos  muy  llanos  y  de  ricos  y 
variados  cultivos:  posee  215  fincas  urbanas,  8  ingenios,  10  cafetales,  70 
potreros  y  188  sitios  y  estancias. 

£1  pueblo  cabeza  de  este  término  municipal  tiene  2.000  habitantes  y 
p  i  edificios  de  gran  importancia,  sitos  en  anchas  y  bien  trazadas 
c 

ita  de  la  Habana  51  kilómetros  por  ferrocarril  y  16  de  San  Anto- 
n        ;  loa  Baños. 

'temisa. — Eite  término  municipal,  perteneciente  al  partido  judí- 
c        o  Quanajay  (provincia  de  Pinar  del  Río),  tiene  7.500  habitantes  y 


CBÓmOA  PE  LA   QDBBm.  DK  OüBA 

s  oaadrados  de  pnpeifioie,  qne  forman  ana  encanta- 
da por  aa  riqueza  el  jardín  de  Cuba. 
BnoAs  urbanas,  algunas  de  ellas  muy  importantes,  4 
os,  88  sitios  de  labor  y  106  vegas  de  tabaco, 
hbeza  de  este  término  municipal  tiene  2.000  habitim- 
la  á  96  kilómetros  de  Pinar  del  Bío  y  70  de  la  Habana. 
te  término  municipal,  perteneciente  al  partido  de  m 
7Ínoia  de  Pinar  del  Bío,  cuenta  cerca  de  10.000  ha- 
Die  es  de  115  kilómetros  cuadrados.  Para  dar  idea  de 
}n8ignar  que  están  enclavadas  en  él  747  fincas,  ena- 
lbas de  tabacos,  cuatro  potreros  y  248  sitios  de  labor, 
M  son  café,  tabaco,  azúcar,  arroz  y  pastos  con  que  se 
¡;anados. 

ibeza  de  este  término,  dista  130  kilómetros  de  la  ca- 
ía y  46  de  la  Habana,  á  la  cual  se  halla  unida  por  fe- 
gado  de  primera  instancia.  Registro  de  la  Propiedad, 
Correos  y  Telégrafos,  Colegios  de  segunda  enseñan- 
[indiciones,  fábricas  de  tabacos  y  varios  comercios, 
nuino  municipal  de  la  provincia  de  la  Habana  y  pue- 
no  con' 1.500  habitantes.  Se  halla  en  el  camino  de 
Baños  &  Batabanó  y  dista  30  kilómetros  al  Sur  de  la 
»tá  unido  por  ferrcoarril,  y  ocho  de  Uejucal,  cabeza 
á  que  pertenece  la  Salud. 

tenace  al  partido  judicial  de  Bejucal;  dista  39  kiló- 
la,  á  la  cual  está  unida  por  el  ferrocarril  deVilIanue- 
érmino  municipal  de  su  nombre,  que  cuenta  4.595 
de  superficie  351  kilómetros  cuadrados  de  terreno 

ido  de  todas  clases  y  para  dar  idea  de  su  riqnesa 
,  según  las  últimas  estadísticas,  eatín  andavadas  en 
ipal  107  fincas  urbanas,  seis  ingenios,  22  potreros  y 

de  Qaivican  existen  varías  fábricas  de  tabacos. 
ro  los  bandidos  capitaneados  por  e  genera  de  elloa, 
acarón  el  pueblo  de  Bejucal. . 

segúu  noticias,  había  50  soldados  del  batallón  de  Aa- 
I  valiente  capitán  señor  Serrano,  25  de  San  Quintín 
inte  don  Augusto  Alvarez  Toledo  y  unos  30  vol 

intimó  la  rendición  á  esa  pequeña  fuerza,  , 
i  nada  si  se  entregaba;  pero  el  capitán  señor  S 
ipañoles  no  se  ríuden:  6  mueren  ó  vencen.* 

lurrectos  entraron  en  la  Plaza  de  Armaa  y  allí 


• C&ÓNIOA  DE  LA  GUERRA  DE  CUBA  431 

peraba,  rodilla  en  tíerra,  un  grupo  de  soldados  al  mando  del  teniente 
mencionado,  señor  Alvares  de  Toledo. 

Esta  fuerza  se  parapetó  luego  en  la  casa  cuartel  de  la  guardia  civil, 
y  el  capitán  Serrano  con  los  voluntarios  y  los  de  Asturias,  en  la  cárcel. 

£1  ataque  de  los  insurrectos  fué  formidable  para  rendir  á  los  sóida 
dos;  pero  después  de  tres  horas  de  fuego  fueron  rechazados  los  bandidos 
con  grandes  pérdidas. 

Los  soldados,  voluntarios  y  paisanos  españoles  del  comercio  se  por- 
taron como  todos  unos  valientes,  distinguiéndose  el  capitán  señor  Serra 
no  7  el  teniente  señor  Alvarez,  para  los  cuales  pedimos  la  recompensa 
que  se  merecen  por  su  heroico  comportamiento. 

¡Así  pelean  los  españoles  disponiéadcse  á  vencer  ó  á  morir;  no  como 
los  Encaladas  de  Alquízar! 

¡Viva  España! 

¡Aprendan  los  Escaladas  de  Alquízar! 

El  día  3  de  Enero  como  á  las  doce  y  media  de  la  noche  fué  atacado 
el  poblado  de  Cascajal,  provincia  de  Santa  Clara,  por  ,600  bandidos 
mambises. 

En  el  pueblo  se  reunieron  14  hombres  entre  guardia  civil  y  soldados 
de  Cantabria,  al  mando  del  primer  teniente  de  la  guardia  civü  don  Blas 
Rubio  y  del  segundo  de  Cantabria,  los  cuales  ocuparon  dos  boca  calles, 
y  otras  dos  fueron  ocupadas  por  14  voluntarios  de  caballería  al  mando 
del  distinguido  comandante  don  Baltasar  González  y  del  capitán  don 
Antonio  Pérez  Torres,  logrando  rechazar  al  enemigo  después  de  dos  ho 
ras  de  fuego,  causándole  varias  bajas. 

Por  nuestra  parte  tuvimos  herido  en  el  brazo  izquierdo,  al  capitán 
Pérez,  el  cual  continuó  en  su  puesto  de  honor,  hasta  que  el  comandante 
lo  mandó  retirar  viendo  la  abundante  hemorragia. 

Se  le  ocuparon  caballos  con  monturas,  estreliitas  de  cinco  cuernos, 
annas  y  otros  efectos. 

¡Así  pelean  los  valientes! 

¡28  españoles  vencen  á  600  mambises! 

¡Viva  España  y  viva  el  ejército  español! 

Heñido  encuentro. 

El  general  Madan  remitió  el  día  1.^  de  Enero  desde  Gnanajay  el  si- 
guiente parte  que  le  dirigió  el  general  Luque  desde  Los  Palacios. 

Diga  V.  E.  que  por  mensajero  supe  que  el  enemigo  contramarchaba 
desde  Palenque  por  la  costa  Sur  con  dirección  á  Candelaria  en  número 


432        OBOHICA.  Pg  LA   OÜIBRA   DE   CUBA " 

800  hombres.  Forcé  la  marcha  dirigiéndome  á  AngoBtaras,  cuyo  cam- 
pamento había  sido  abandonado  por  la  vanguardia  enemiga:  el  grueso 
y  la  retagaardia  aun  no  habían  pasado. 

Salí  al  encuentro  del  enemigo  y  le  cogí  doce  exploradores  armados, 
proporcionándome  sorprender  el  campamento.  Combatieron,  sin  embar 
spnés  en  todas  direociones  y  dejando  en 
:llo8  el  cabecilla  Francisco  Cmz  Bodrí- 
ira  Btu  tropas,  una  bandera  con  au  porta 
lertos  y  heridos,  40  caballos  útiles,  mon- 
ím&a  siete  prisioneros. 
ecer;  la  tropa  admirable  sin  comer  todo 
el  dia.  £1  jefe' de  la  vang^uardia  coro- 
nel don  Cándido  Hernández  me  de- 
jó muy  satisfecho;  la  artillería  pudo 
hacer  varios  disparos  certeros  du- 
rante el  combate;  todos  mis  ayudan- 
tes y  el  jefe  de  Estado  Mayor  pelea- 
ron en  la  extrema  vanguardia. 

Nuestras  bajas  han  consistido  en 
siete  heridos  de  Alfonso  XUI,  Soria 
y  escuadrón  del  Comercio  y  ademán 
dos  contusos. 

Según  manifestación  de  dos  de 

'  los  prisioneros,,  las  partidas  estaban 

mandadas  por  NúSez,  Bermiidez  y 

Alvarez  y  su  objeto  era  unirse  á  la 

vanguardia. 


ndante  de  armas  de  Jibacoa  qae  á  las 
líérooles,  una  partida  insurrecta  de  200 
indo  el  fuego  una  hora,  causándole  un 
ole  algunos  caballos  sanos  y  otros  herí- 

leí  poblado. 

ias  civiles  y  algunos  voluntarios,  """- 


la  línea  de  Cárdenas  y  Júoaro,  t».    ^ 
igenio  Santa  Catalina,  fué  quemat?'    [ 


J 


OBÓNICA  DS  LA   GUBBRA  DK   OtTBA 


433 


tren  de  viajeros  qae  hace  el  Bervioio  en  el  ramal  que  va  del  Recreo  á 
Itabo. 

El  trea  fué  tiroteado  el  día  13,  cerca   de  Hato  Nuevo  j  frente  á  la 
finca  propiedad  de  don  Carlos  Reynaldos. 


A  día  14,  alas  siete  de  la  mañana,  salió  de  Itabo,  como  hora  de 
-mbre,  el  tren  de  viajeros,  pagando  sin  novedad  por   los  paraderos 

ato  Naevo  y  Sabanilla. 

1  poco  rato  de  partir  de  este  último  punto,  frente  al  monte  Cofño, 
CuMcXerao  68— t.d,  Precio  lO  oeat.» 


434 


CRÓNICA   DR   LA   QUERKA   DE   OUBA 


L' 


f 


el  pasaje  del  tren  se  vio  sorprendido  por  repetidas  descargas  de  fasilería 
procedentes  de  ambos  lados  de  la  línea  y  dirigidas  contra  los  coches. 

A  los  pocos  momentos,  y  sin  salir  aún  de  la  impresión  cansada  por 
el  fuego  de  los  rebeldes  nn  ruido  extraño  acompañado  del  repentino 
movimiento  del  convoy,  advirtió  el  pasaje  de  que  el  tren  había  sido 
descarrilado. 

Para  lograr  esto,  los  insurrectos  habían  desprendido  con  anticipa- 
ción dos  rails,  y  al  llegar  el  tren  cerca  de  este  punto,  lo  tirotearon  vi- 
gorosamente á  fin  de  causar  los  mayores  estragos;  pero  no  se  salieron 
con  la  suya,  pues  solo  la  locomotora  se  salió  de  vía  ladeándose  un  tanto 
cuando  las  ruedas  de  la  misma  invadieron  el  terraplén. 

El  tren  descarrilado  se  componía  de  un  coche  de  pasaje,  un  carro  de 
equipajes,  una  casilla  con  muebles,  otra  con  carbón  vegetal  destinado  á 
Banagülses^  y  un  carro  con  un  caballo  y  dos  yuntas  de  bueyes. 

El  pasaje  fué  asaltado  atropelladamente  por  los  insurrectos  de  la  par* 
tida,  cuyos  individuos  poseidos,  de  feroz  acometividad,  entraron  en  los 
carros,  machete  en  mano,  á  los  gritos  de:  ¡Nadie  se  menee!  ¡  Viva  Cuba 
libre!  Registraron  inmediatamente  á  los  viajeros,  sacándoles  cuanto  te- 
nían en  los  bolsillos.  'No  bien  se  había  verificado  esto,  cuando  se  presen- 
tó el  jefe  de  la  partida  ordenando  á  su  gente  que  presentaran  lo  que  ha- 
bían robado  y  ordenó  al  pasaje  que  desalojara  el  tren. 

Entonces  se  le  presentó  el  conductor  del  mismo  señor  Arias,  rogán- 
dole no  hiciera  daño  ni  al  tren  ni  al  pasaje. ' 

A  lo  que  el  jefe  insurrecto  contestó: 

— ¿Dónde  están  las  armas  que  ustedes  han  traído  de  Itabo? 

— En  este  tren  no  viene  arma  ninguna,  contestó  el  conductor.  Lo 
que  me  han  quitado — añadió  el  conductor — ha  sido  el  reloj.  Y  ensegui- 
da dio  orden  el  jefe  insurrecto  de  que  se  buscase  el  reloj  del  conductor. 

Mientras  estas  escenas  tenían  lugar,  los  individuos  de  la  partida  des- 
pojaban los  carros  del  tren  y  se  disponían  á  realizar  la  obra  inicua  que 
Ucnó  de  espanto  á  los  viajeros.  ¡Candela  al  tren!  ¡Ftcegó  al  tren!  grita- 
ban desaforadamente.  Y  con  guano  seco  de  que  venían  preparados,  in- 
cendiaron el  tren  sin  compasión  alguna. 

Al  pedirle  los  pasajeros  al  jefe  de  la  partida,  por  mediación  del  con- 
ductor señor  Arias,  que  les  dejara  seguir  á  pie  hasta  el  inmediato  pue- 
blo del  Recreo,  lo  concedió  al  cabo  de  unos  momentos,  cuando  el  tren 
se  hallaba  destruido  por  completo. 

El  jefe  de  la  partida  insurrecta  que  realizó  la  vandálica  fechr--  ae 
relatamos  se  llama  Andrés  Borroto. 

De  los  que  iban  en  el  tren  fueron  despojados  cinco:  un  comis^i  ta 
al  que  quitaron  un  revolver  y  dejaron  el  reloj;  un  señor,  de  a^  lo 
Pascón,  vecino  de  Itabo,  fué  despojado  del  reloj,  sombrero,  y  dir.,  en 
plata  que  llevaba  en  el  chaleco. 


CRÓNICA  D»  LA  QÜBRRA  DB  OüBA 

Al  condaetor  de  oorreoB  fie5or  Grande  le  faé  peiid 
lihnc9  de  la  partida  la  cartera  qae  portaba,  á  lo  ou? 
mero: — ¿Prestada?  No  hombre,  ten^a  Vd.,  se  la  rega 

La  locomotoTa  fué  destraida  ^  machetazos  y  go 
ventamllaa  y  asientos  del  carro  de  pasajSgOOoperaQd 
del  incendio. 

Los  pasBJeroH,  en  unión  del  maquinista  don  Domi 
eoBdnctores  del  tren  y  correspondencia  llegaron  al  in 
Beoreo  oportunamente  para  tomar  el  tren  de  Yagui 
Cárdenas. 

El  fogonerp  asi&tioo,  fué  herido  por  una  bala  qu 


El  maquinista  recibió  una  contusión  en  la  mano  i 
Según  los  pormenores  qne  proporcionan  los  mism 

po  insurrecto  se  componía  de  unos  sesenta  hombres  j, 

partida  de  Lacret. 

Tan  pronto  se  tu7o  noticia  ea  el  Recreo  de  la  fect 

de  hacsr  los  rebsldss,  salieron  fuerzas  ea  su  perseouc 


,' 


•ftttttttttttttttttl 


CABOS  SUELTOS 


i 

s  reconooimieDtoB  practicados  el  día  14  de  Enero  por  fuerzas  d 

Mérida  y  la  guerrilla  nombrada  de  Sanoti  Spiritus,  por  todo  i 

sector  comprendido  entre  el  Horno  de  Cal  y  el  rio  Tainaoú,  ei 

oontraron  pequefiaa  comisxones,  &  las  qae  dispersaron,  oausándc 

lea  un  muerto  y  cogiéndoles  dos  caballos. 

A  las  once  de  la  noche  del  13  un  pequeño  grupo  insurrecto  prendí 

fuego  á  dos  casas  de  la  colonia  Gajando,  perteneciente  al  central  Bo 

Hermanos,  término  de  Cruces. 

La  guerrilla  local  de  Limones,  al  mando  del  teniente  Oüal,  batió  e. 
fi         la  mañana  del  día  14  en  Loma  del  Cuero,  Palmira,  una  pequeña  partid. 
^  insurrecta,  haciéndole  varias  bajas,  entre  ellas  tres  muertos  que  dejaro: 

en  el  campo  y  fueron  conducidos  á  Palmira  por  loa  guerrilleros  en  unió; 
de  tres  de  éstos  qae  también  murieron  en  el  encuentro. 

Según  parte  del  general  Aizpárna,  desde  Sancti  Spiritoa,  ha  pu*^' 
por  Cabayguán  Serafla  Sánchez,  con  impedimenta  de  heridos,  prooec 
tes  de  occidente. 

La  guerrilla  de  Camajuaní  causó  varias  bajas  á  la  partida  de  L^ 
cío  Vidal,  cerca  de  Vuelta». 

Para  que  se  vea  la  actividad  é  inteligencia  desplegada  por  el  ten. 
te  coronel  señor  Díaz  Benzo,  Jefe  de  E.  M.  de  la  l."^  dÍTisión  en  la 


OBONIOA.  DB  LA   GnBRBÁ  OB  OUBA 


437 


reooión  de  todas  las  operaolonen  relacionadas  oon  la  requisa  de  caballos, 
dispuesta  por  el  general  en  Jefe,  baste  ooseignar  qae  á  los  seis  días 
de  oomeQKadas,  ascienden  á  1.200  los  caballos  requisados  y  traídos  á 
Santa  Clara,  donde  han  sido  depositados  en  nn  potrero  para  qae  los  es* 
eoadrones  realicen  la  remonta.  Sábese  además  qne  pasan  de  500  los  re 
qoisados  en  otros  términos,  j  qne  llegarán  á  esta  capital  de  un  momen 
to  á  otro. 

Solo  haciendo  esta  operación  en  los  primeros  momentos  y  oon  per* 
■ocal  escogido,  para  evitar  las  martingalas  osoales  en  estos  casos,  coma 
las  de  traspaso  de  propiedad  j  otras  por  el  estilo,  puede  obtenerse  na 
resoltado  tan  brillante.  Para  los  profanos  esto  no  tendrá  mérito  algano, 
para  los  que  han  presenciado  los  trabajos,  lo  tiene,  y  grande.  Para  re- 
qaisar  cerca  de  2.000  caballos  en 
seis  días,  ha  sido  necesario  qne  el 
señor  Días  Bmzo  no  levantase  ma 
no  del  asunto,  desde  qne  se  recibió 
la  disposición  del  general  Martínez 
Campos,  hasta  que  los  jefes  desig 
nados  por  aquel  para  llevarla  á  ca 
bo  han  ido  entregando  aqní  los  ca 
ballos  requisados. 

£1  teniente  coronel  Díaz  Benzo, 
que  como  jefe  de  E.  M.  del  general 
8aárez  Yaldés  ha  demostrado  en  dis 
tintas  ocasiones  su  bravura  y  su  pe- 
ricia, al  frente  del  enemigo,  por  lo 
qae  ha  sido  recompensado  reciente* 
mente  por  el  Gobierno  de  S.  M.  con 
la  cruz  roja  pensionada;  y  en  laor- 
ganizaoión  del  distrito  de  Holgaín, 
primero  y  en  este  de  las  Villas,  después,  las  especiales  dotes  de  inteli- 
gencia que  le  distingue;  y  en  todas  ocasiones  su  extremado  amor  al 
trabajo,  pues  rinde  verdadero  coito  al  cumplimiento  del  deber,  ha  apro- 
vechado ahora  su  permanencia  en  esta  provincia,  sin  descuidar  los  otros 
asuntos  relacionados,  con  sn  importante  cargo,-  en  dirigir  las  opera- 
ei  jes  de  la  requisa,  con  el  éxito  qne  dejo  consignado  y  en  estudiar  las 
«1  u  de  defenea  de  Santa  Clara,  presentando  una  memoria  que  ha  sida 
a]  obada  por  el  general  Marín  y  que  se  está  llevando  ya  á  la  práctica. 
'?omo  á  las  siete  y  media  de  la  mañana  regresó  á  esta  ciudad  una 
p<  ,aefia  columna  eompnesta  de  tres  compañías  de  León,  ana  de  Cuba 
y  na  de  la  guerrilla  de  Tejeda,  después  de  varios  días  de  operaciones 
hi  ta  el  Ramón  de  las  Yaguas,  habiendo  tenido  fuego  en  Escandell  con 
m     iftrtida  insurrecta  sin  novedad  por  parte  de  nuestras  tropas. 


OikoMitatloHontÍB. 


; 


ORÓKIOA   DK   LA   QUIBBA  D»  CUBA 

£1  infatigable  coronel  Sandoval  salió  con  su  columna  de  Pa 
TÍano  el  día  12  de  Euero  á  reconocer  puntos  nombrados  Caney, 
Rila,  Aguacate  y  otros,  sosteniendo  varios  tiroteos  con  péquefi 
tidas,  haciéndoles  un  nraerto,  y  cjgíéndoles  un  prÍBÍonero,  14  c 
municiones  y  víveres. 

NoEotros  tavimos  un  soldado  y  dos  oaballos  heridos. 

También  llegó  á  Palma  Sorisno  la  columna  del  coronel  Tej 
sostuvo  tiroteos  en  el  cafetal  Paraiao. 

El  teniente  coronel  Rotger  regresó  con  su  columna  á  Quant 
.habiendo  practicado  reoonooimieutos  por  Tiguaho,  y  ocupado  c 
bailes  que  el  enemigo  dejó  abandonado  sin  hacer  frente. 

En  la  maOana  del  día  2  de  Eoero,  regresó  á  Baracoa  la  c 
mandada  por  el  entusiasta  y  aguerrido  comandante  de  Talave 
Vicente  Gonzáles  Moro,  el  que,  sorprendió  al  enemigo  en  la  Esp 
donde  tenía  nn  campamento  apoyado  por  una  casa  atrincherada 

Los  160  soldadcs  del  comandante  Moro  atacaron  decididamente  las 
posiciones  enemigas,   haciéndoles  cuatro   prisioneros  y  algunas  bajas 
cogiendo  armas  y  pertrechos  de  guerra  que  entraron  con  la  columna. 

Las  noticias  que  la  gente  del  campo  ha  facilitado,  hacen  ascender 
más  de  20  las  bajas  del  enemigo  entre  muertos  y  heridos. 

Como  consecuencia  de  la  activa  persecución  de  uaestras  tropas,  ha 
empezado  las  presentaciones,  verificándolo  aa  individuo  con  un  rif 
Winchester  nuevo  y  la  canana  con  sus  cápsulas:  el  comandante  m 
litar  gratificó  con  diez  pesos  al  presentado  y  lo  dejó  en  libertad. 

Las  guerrillas  volantes  y  locales  están  procediendo  á  recoger  tos  ci 
ballos  que  pueden  caer  en  manos  de  los  rebeldes  y  aquellos  cayos  du< 
fioa  no  pueden  justifioar  su  verdadera  propiedad. 
|l'-  Periódicos  de  la  Habana  echaron  á  vuelo  la  noticia  trasmitida  pe 

■os  respectivos  eorrespon^les  en  Matanzas,  de  encontrarse  en  dicha  prc 
Tin<^  el  cabecilla  Banderas;  más  en  abono  de  la  opinión  contraria  qu 
siempre  sostiene,  viene  el  se&or  Ayala  quien  con  fecha  5  de  enero  esor 
be  participando  que  Qaintín  Banderas  pasaba  por  el  potrero  Nieves  co 
dirección  á  Sanoti  Spiritus.  Esa  versión  es  de  todas  las  que  ctrcnlan,  I 
más  aproximada  á  la  verdad.  Qaintín  Banderas  no  ha  salido  aiia  de  est 
jurisdicción  por  encontrarse  enfermo  en  las  lomas  de  Trinidad,  y  lo  mi 
que  algunos  suponen  es  que  solamente  gente  de  su  fuerza  siguió  C"™ 
retaguardia  á  Maceo  y  Máximo  Qómez. 

Según  parece  la  gente  del  valle,  teme  en  vista  de  que  hay  por  . 
pocas  fuerzas,  se  aproxime  demasiado  la  gente  de  Banderas. 

En  San  Andrés  donde  hay  goamioión,  el  cabecilla  Salvador  Eüi 
saqueó  una  tienda  que  no  se  hallaba  protegida  por  los  fuegos  del  fu 
que  allí  existe. 

Según  se  nos  dice,  tuvo  án  fuego  nutrido  con  el  enemigo  la  o»' 


CEÚXICA  DE  LA  OUEERA  DE  CUBA 


I 


del  coronel  Holgaín.  Este  punto  era  un  colmenar  insaireoto  en  la  otra 
guerra- por  eer  an  paraje  inaoceeible. 


Carta  de  Tampa. 

Collazo  y  sus  colegas  cayeron  en  la  ratonera,  dice  un  corresponsal: 

£1  día  6  de  Enero  fué  sorprendido  el  campamento  de  loa  expedíoio- 
uaríod  filibusteros  en  número  de  75,  loa  caalea,  al  notar  el  fuego  de  ame- 
tralladora que  el  gaardacostaa  Winona  (de  la  eecoadra  americana)  le  di- 
rigía al  Cayo>Cabo  Sable,  en  donde  esperaban  por  el  buque  que  había 
de  llevarlos  á  Cuba,  salieron  huyendo  (como  ellos  saben  y  acostumbran), 
dejando  en  vergonzoso  abandono  tos  efectos  quese  Componía  dicho  cam- 
pamento, y  también  abandonaron  correspondencias,  particular  del  Co- 
llazo y  documentos  de  gran  Importancia. 

Esta  expedición  fracasó,  gracias  á  la  tenaz  vigilancia  que  los  agentes 
diplomáticos  españoles  venían  ejerciendo,  con  particular  empeño  sobre 
ú  desgraciado  Collazo. 

Eate  cabecilla  se  ve  hoy  muy  contrariado  por  su  poca  enerte,  y  lo 
lartioiilar  del  asunto  es  de  que  los  explotados  cubanos  demuestran  gran 
iesconfianza  de  ese  pájaro  de  cuenta. 

Ta  se  dice  con  gran  intención,  que  Collazo  está  engañando  al  par- 
ido revolucionario,  fundándose  en  que,  en  cuestión  de  dos  meses  le  han 
lorprendido  dos  expediciones,  la  primera  en  Finar  Rey,  y  ahora  la  que 
ia  lugar  á  esta  narración. 

Si  Y.  me  lo  permite,  le  diré  que  estos  infelices  tienen  razón;  pues 
lemnestra  Collazo  gran  mieditis,  y  procura  á  todo  trance  salvarse  de 
rérselas  con  nuestros  imberbes  soldados.  Pero  bu  situación  es  muy  com- 
iTometida  por  hallarse  juramentado  á  ir  á  la  manigtta  para  ayudar  á 
IOS  hermanos,  que  tan  cobardemente  pelean  por  la  libertad  de  la  isla  de 
Taba. 

La  húitoria  de  Collazo  tiene  muchos  colores,  y  el  más  vivo  lo  adqni- 
ió  hace  tres  años,  con  unas  correspondencias  que  esoribió,  en  las  cuales 
leosaba  á  Martí  de  charlatán  y  cobarde,  que  en  tiempos  de  la  pasada 
nsurrecoióa,  mientras  él  ponía  su  valor  ante  los  soldados  españoles, 
¡lartí  se  ocupaba  de  busror  un  destinillo  con  que  poderse  llenar  el  esto- 
nio. Martí  le  contestó  enérgicamente,  y  después  de  varias  correspon- 

niaa  se  hicieron   muy  buenos  amigos,  viniendo  Collazo  á  estos  are- 
á  ponerse  de  hinojos  ante  el  mártir  de  Dos  Ríos,  lo  que  le  sirvió 

a  ocupar  un  puesto  en  el  partido  revolucionario, 
jsde  el  24  de  febrero  hasta  la  fecha  viene  buscando  el  modo  de  pa- 
Cnba  y  aún  no  ha  podido  conseguir  su  intento, 
a  la^  actual  expedición  le  acompañaban,  entre  otros,  los  señores 
-<iérre,  Onerra,   Julet,  el  doctor  Antigás  (que  tan  mal  paga  los  fa- 


440 


CRÓNICA, DK  LA  GUKRSA   DB  CUBA 


{idL^  ^  voresjrecibidog . del  gobierno  de  España),  José  Rodríguez,  etc.,  es  decir, 
la  plana  mayor. 

'  Benjamín  Guerra  llegó  á  ésta  de  regreso  de  Cayo  Hueso  y  siguió 
viaje  á  New-Tork  el  día  15  del  actual. 
'  Los^  americanos  no  cesan  de  prestarles  apoyo  moral  y  material. 

La  situación  de  los  españoles  en. ésta  es  insostenible,  y  cada  día  va 
poniéndose  peor. 


El  New  York  Herald  (edición  europea)  viene  rebosando  filfas  y  exa- 
geraciones, y  á  la  verdad  no  sabemos,  á  conciencia,  como  censurar  la 
conducta  de  ese  periódico,  que  acoge  con  gran  extensión  los  partes  de  la 
guerra  favorables  á  la  causa  española,  que  se  le  transmiten  de  Madrid. 


BaiiM  de  Ift  cata  del  fuarda  dal  iaf auto  «Doí  amibos»  destruido  por  los  Insorrectot. 

Un  lector  del  Herald  en  la  sección  que  la  prensa  inglesa  y  nortéame 
ricana  dedica  á  las  carlitas  que  recibe  el  editor,  pone  enfrente  un  parte 
del  día  6,  en  que  se  anuncia  el  paso  de  los  rebeldes  por  Bata  bañó,  y  otro 
parte  «oficial»  en  el  que  el  general  Martínez  Campos  dice  el  día  6  que 
«la  columna  Navarro  ha  contenido  el  avancé  de  los  insurrectos  hacia 
Batabanó.  > 

En  tales  condiciones,  ¿qué  autoridad  pueden  tener  nuestros  despa- 
chos oficiales  en  el  extranjero?  Y  las  tan  decantadas  demasías  de  la 
prensa,  ¿han  llegado  nunca  á  ese  extremo?  ¿Qué  significa  el  telegr&i  » 
en  que  un  periódico  de  Madrid  anunciaba  la  entrada  de  Máximo  Gói 
en  territorio  de  la  Habana,  y  que  provocó  las  iras  del  gobierno  y  de  ^ 
4)orifeos,  siendo  cierto,  ante  esa  noticia  «oficial?» 

¿Cómo  legitimar  la  censura  telegráfica? 

No  quiere  eso  decir  que  sea  excusable  la  publicación  de  noticias  t 
denciosas,  de  veracidad  improbable,  en  un  periódico  de  gran  circv 


CBÓNIOA  D»  LA  OPKRRA  DB  QÜBA 441 

e\6n  y  por  consigaíeute  de  inñaenoia  poderosa.  Aaí  se  fomenta  una  gne- 
rra  espantosa,  j  sin  pensarle  aoaeo  se  ayuda  ^  la  mina,  &  la  muerte  de 
milIareB  de  críataras  humanas.  Así  ee  legitima,  por  de  pronto,  el  movi- 
miento, qae  se  reanoita  ahora,  favorable  á  que  se  reconozca  la  belige- 
rancia  de  los  insnrreotos  onbanos,  y  qae  en  el  mismo  Herald  viene 
ezpaesto  por  on  señor  S,  para  qne  los  insarrectos  respeten  las  vidas  y  pro- 
piedad^ de  los  no  combatientes,  y  especialmente  de   los  norteamerica- 
nos, que  tienen  emplea- 
dos anos  veinte  millones      -■< 
de  dollars  en  plantacio- 
nes y  maquinaría. 

<La  próxima  crisis  en 
Coba»  titula  el  Herald  á 
BO  primer  fondo,  en  que 
afirma  que  un  encuentro 
decisivo  <  debe  decidir 
muy  pronto  n£  la  suer 

TE  DE  LA  HaBAKA.  > 

Añade  que  el  mejor 
soldado  de  España,  con 
hombres,  armas  y  barcos 
DO  pudo  arrinconar  al 
enemigo  en  la  península 
de  Zapata,  como  se  pro- , 
ponía ,  para  rendirle  ó 
aniquilarle. 

En  cambio  el  general 
'^ómez,  con  «sus  inespe- 

Eidos  y  notables  talentos 

e  jefe  de   guerrillas ,  > 

ompid  las  líneas  de  las  ..    ,  ^  „ 

»  rsMU  lobrt  al  rio  Caito. 

ropap  espanouM,  obligo 

1  mariscal  Campos  <á  retirarse  sobre  Matanzas,*  y  se  dice  qne  avanza 

lara  atacar  ¿  la  capital,  El  mariscal  está  nada  menos  qne  en  Matanzas, 

tendiendo  á  su  propia  defensa,  cercado  por  el  adversario,  incapaz  de 

»"'char  al  auccilio  de  la  Habana  y  aún  de  tomar  parte  en  la  decisiva 

^lla  qae  se  cree  va  á  empeñar  su  ejército  (!!!!!) 

¡^ermina  ese  ramillete  con  la  noticia  de  que  las  fortificaciones  de  la 

ana  son  en  extremo  débiles  (pronounced  inadequate)  para  resistir 

úen  combinado  ataque  por  tierra,  y  predice  á  «la  hermosa  y  rica 

ad>  el  bombardeo  de  los  gmesos  cañones  del  castillo  del  Morro,  que 

to  serán  dirigidos  contra  ella.  (!!!) 


i 


44g OBOMICA  DB  LA.  GÜEltKA   DK  CUBA 

Al  fia,  cumpliéüdo&e  la  tentencia  diotada  por  el  tribaDal  u^  gu»»», 
til  di)  26  de  Diciembre  á  las  seíti  y  media  de  la  mañana  fué  pasado  por 
las  <irmaB  de  Cieuf uegos' el  cabecilla  insurreoto  José  Acebo  Qiüniaoa. 

£1  uabeoilla  de  este  nombre,  envió  al  director  de  Las  Villas,  perió- 
dico que  se  publica  en  aquella  ciudad  la  carta  qae  reproducimos  á  oon- 
tinuación: 

>Me  enoientro  en  capilla: 

Circuastanoias  de  la  vida  y  varios  atropellos  me  han  conducido  á 
darle  un  golpe  de  mal  hijo  á  mi  querida  patria  por  la  qne  siempre  he 
adorado,  conduciéndome  &  este  lugar. 

Me  encuentro  serepo;  solo  sí  siento  morir  con  el  baldón  de  haber 
ofendido  á  la  tierra  en  que  nací,  por  haber  tomado  tan  cruel  determina- 
ción en  contra  de  lo  que  siempre  ha  ardido  y  arde  en  mi  alma. 

Creo  que  todos  lo3  españoles  creerán  y  tendrán  fe  de  esta  ultima  de- 
claración y  particularmente  mío  querídc  s  paisanos  de  Asturias;  lo  qO' 
ruego  al  señor  director  de  Las  Villas  haga  público  en  su  digno  peri(S 
diooi  esperando  de  todos  queden  en  la  satisfacción  de  lo  qne  antes  dej< 
expresado,  para  honra  de  cuatro  hijos  que  dejo  en  el  mundo  á  la  ven 
tura  de  Dios. 

José  Acebo. 

Cienfaegos,  25  de  Dicienjbre  de  1895.  > 


Tienen  miga,  pero  mucha,  las  siguientes  gráficas  y  oportunas  obseí 
vaciones  que  opone  un  colega  militar  á  la  noticia  de  los  avances  de  lo 
rebeldes  por  la  proviacia  de  Pinar  del  Bío: 

<8[,  como  dicen  los  optimistas,  qne  tanto  abundan  en  los  centro 
oficiales  (así  como  los  pasimistas  brotan  por  generación  espontánea  a 
las  redacciones  y  en  los  cafés),  el  grueso  de  las  partidas  insurrectas,  coi 
Máximo  Gómez  y  Maceo,  Roloff,  Lacret,  Quintín  Banderas  y  compañía 
vá  internándose  en  la  provincia  de  Pinar  del  Río,  será  cosa  de  perdo 
narles  el  oosoorrón  por  el  bollo;  esto  es,  de  alegrarse  de  que  hayan  oonse 
guido  realizar  su  incurdión,  pues  á  cambio  de  loa  destrozos  causado 
por  ellos  en  los  cañaverales  y  vías  férreas,  nos  proporcionarán  el  medií 
de  concluir  la  guerra  en  un  dos  por  tres. 

En  efecto,  segün  los  informes  oficiales,  más  de  diez  columnas 
menos  de  1,000  hombres  cada  una,  cubren  la  línea  divisoria  de  aqi 
provincia  y  la  de  la  Habana,  cuya  longitud  no  exdede  de  unos  3!^  ■ 
kilómetros. 

Pues  bien;  si  esa  linea  se  cerrase,  claro  está  qae  los  rebeldes  n 
drían  salir  ya  de  esa  especie  cul  de  sac  en  qae  se  han  metido. 

Es  más,  no  sería  necesario  dedicar  los  diez  6  doce  mil  homh" 


CRÓNICA   DE   LA   QUERBA,  DK   CUBA  443 

loB  generales  Saárez  Vatdéd,  Navarro,  Aldeooa,  etc.,  manque  durante 
cierto  tiempo  &  la  custodia  de  esa  línea.  En  no  muchos  días  podríase 
coDBtrDÍr  en  ella  uoa  Trocha  como  las  otraa  doa  que  hay  en  la  isla,  con 
faertes  cada  kilómetro,  fortines  intermedios  y  elevada  talanquera  de 
troncos.  Después,  con  cuatro  6  seis  mil  hombres  en  ella  situados,  no  la 
cruzaría  ni,  como  vulgarmente  ee  dice,  una  rata. 

T  como  lo  que  dijo  un  periódico  de  que  los  jefes  de  la  rebelión  pro- 
curarían tornar  al  Camagüey  y  Oriente  embarcados,  es,  á  poco  que  vi- 
gilen nuestros  oañonerca,  completamente  imposible,  tendríamos  que, 
con  meter  luego  dentro  de  la  provincia  ocho  ó  diez  mil  soldados,  llega- 
ría un  momento  en  que  el  generalísimo  y  sus  adjuntos  no  podrían  salir 
de  la  ratonera  en  que  ellos  mismos  habrían  penetrado. 

Pero  nos  parece  que  por  lo  menos  es  un  poco  prematuro  hacerse  estas 
Üosionee.  Como  que  falta  para  ello  aún  conccer  el  dato  más  principal. 
¿Se  sabe  seguramente  si  los  cabecillas  aludidos  han  entrado  en  Pinar  del 
Río  ó  si  enviando  allá  cierto  número  de  sus  fuerzas,  permanecen  con  el 
refito  á  la  parte  de  allá  de  la  línea  en  cuestión? 

Porque  en  el  piimer  caso  coronarían  su  obra  con  una  torpeza  mayús- 
^  cala;  y  hasta  ahora,  si  no  dieron  muestras  de  valientes,  tampoco  las 
han  dado  de  torpes;  y  en  el  segundo  nos  encontraríamos  frente  á  una 
estratagema  para  atraer  las  tropas  hacia  Occidente,  quedando  en  el 
centro  el  núcleo  de  la  insurrección  con  bus  jefes  á  la  cabeza,  los  cuales 
conservarían  en  absoluto  su  libertad  de  acción. 

La  guerra  en  Pinar  del  Río  puede  tomar  en  tal  oaso  el  mismo  oarác 
ter  que  tiene  en  las  otras  provincias,  y  se  prolongaría  indefinidamente. 
^,azón  de  más  para  creer  que  no  habrán  cometido  los  jefeis  de  las  partí- 
M  semejante  error. 

Lo  malo  es  que  mientras  en  las  demás  provincias  hay  elementos  me- 
>r  ó  peor  organizados  para  la  guerra,  en  Pinar  del  Río  hay  que  crearlo 
>do,  so  pena  de  que  las  tropas  maniobren  en  condiciones  imposibles, 
io  puntos  de  racionamiento,  sin  hospitales,  sin  depósitos  de  cartnohe- 
[a;  en  una  palabra,  falta  de  cuanto  necesitan  para  moverse  con  ra  • 
idez. 

Esperamos,  por  consiguiente,  á  ver  lo  que  nos  dicen  los  próximos 

artes  sobre  el  sitio  en  que  están  Máximo  Gómez  y  su  cuartel  general; 

9  entiende,  á  que  nos  lo  digan  con  exactitud,  pues  hasta  ahora  no  ha 

do  acción  alguna  en  la  que,  según  los  corresponsales,  no  se  haya 

.ntrado  el  viejo  chino,  verificándose  á  veces  dos  ó  más  de  esos  oom- 

"~  al  mismo  tiempo. 

que  sea  de  creer  que  el  tristemente  famoso  dominicano  tenga  el 
la  ubicuidad. » 


■1 


444 OHÓmOA  DB  LA  gtTBRRA  DE  OÜBA 

Un  Comerciante  de  Barcelona,  ha  recibido  de  bu  corresponsal  en  el 
Japón  ana  carta  en  la  coal  le  participa  lo  eiguiente,  que  segaramente 
'        '      habrá  merecido  el  agradecimiento  del  Qobiemo  español. 

(Con  la  amabilidad  que  me  ha  distinguido  siempre  el  ministro  plsii- 
y:-  potenoiario,  don  José  de  la  Rica,  me  ha  participado  que  la  sociedad  de  la 

Cruz  Roja  del  Japón  ha  regalado  quinientas  libras  de  té  para  los  soldados 
e8pañ<^ea  heridos  ¿enfermos  enla  Isla  de  Cuba.  Este  ofreoimiento  ha  sido 
acompañado  de  una  comunioación  en  la  que,  en  términos  sumamente 
^  amables,  se  hacen  elogios  de  nuestros  soldados,  llegando  al  extremo  en 

^  la  que  dicen  que  estiman  al  ejército  español  como  á  su  propio  ejército. 

h,  "Es  muy  lisonjero  para  los  españolea  en  estos,  momentos  un  acto  de 

^.  amistad  tan  distinguida,  y  oomo  he  conocido  al  comerciante  secretario 

i  de  la  sociedad  que  ha  regalado  el  té,  me  he  permitido  felicitarle  y  darle 

^  las  gracias  en  nombre  de  Yda. ,  como  españoles  agradecidos  á  su  bondad. 

f  >Tengo  la  comunicación  que  el  señor  ministro  manda  al  capitán  ge- 

\.  neral  de  la  Isla  de  Cuba  para  mandar  ¿  la  Habana  por  el  mismo  correo 

f  que  la  presente,  lo  que  haré  al  recibir  el  conocimiento  de  embarque  d( 

;    .         las  500  libras  té,  el  que  la  sociedad  de  la  Cruz  Roja  del  Japón  me  hi 
I  prometido  entregar. 

!-\.  >Como  el  té  y  la  carta  que  el  ministro  manda  al  Gobierno  salen  poi 

I"  el  mismo  buque  que  la  presente,  pienso  que  Vds.  serán  de  loa  primeroi 

%;_  en  tener  noticias  de  esto  si  no  es  por  el  telegrama  que  hace  pocos  díai 

t'  mandó  al  ministro.» 

No  hay  duda  que  el  pueblo  español  estima  en  macho  la  fineza  de 
Japón,  atención  delicada  que  no  olvidará  jamás  el  valiente  ejército  es 
pañol. 


Un  importante  cablegrama  de  Nueva  York  trata  nuevamente  del  re 
conocimiento  de  la  beligerancia  en  Cuba,  en  el  sentido  favorable. 

Dice  el  despacho  que  el  departamento  federal  de  Estado  en  Washing 
ton  ha  dado  instrucciones  al  cónsul  general  en  la  Habana  señor  Wi 
Uiams  para  que  insista  en  que  se  proteja  al  titulado  general  Sanguilj 
condenado  por  los  tribunales,  y  confinado  en  el  castillo'del  Morro. 

Añade,  y  esto  es  ya  más  que  dudoso,  que  los  voluntarios  de  la  Ha 
baña  han  hecho  una  petición  á  favor  de  la  vida  de  Sanguily,  ponién**" 
la  oomo  condición  de  sus  servicios  á  las  órdenea  del  general  Martír 
Campos;  pero  el  departamento   de  Estado  asegura  que  ha  de  ser  pro 
gido  Sanguily  aun  en  el  caso  de  que  se  vea  obligado  á  dimitir  el  get 
ral  Martínez  Campos. 

Los  representantes  de  los  revolucionarios  cubanos  se  presentaron 
día  S  al  secretario  ó  ministro  de  Estado,  M.  Olney,  en  demanda  de  q' 
se  lea  conceda  por  los  E^tad&s  Unidos  los  derechos  de  beligerancia. 


OBÓHIOA  DB  LA  QÜBRBA  DB  POTA 

Lo8  documentos  presentados  por  los  onbanos  han 
Congreso  federal. 

La  comúiÓn  parlamentaria  de  Negocios  Extranjt 
unanimidad,  á  M.  Olney  oaantas  informaciones  tei 
oolar. 

Por  el  propio  condnoto  llegan  nuevos  datos  aoert 
neial>  Sangaily,  que  resulta  ser  un  traidor  de  la  caí 
to  como  un  setUcloso  para  la  cansa  española. 

Recuerdan  que  Sanguilj  faé  un  cbravo  caudillo» 
rra,  demostrando 
ridas  ganadas  en 
talla. 

Un  mensajero  < 
viado  de  Tampa  c 
tnar  el  alzamiento 
febrero  de  1895,  c 
esa  fecha,  fijada  p 
diera  con  el  deeen 
Gómez  y  José  Mai 
En  el  mismo  i 
arrestado  en  la  B 
Compañía  de  otr< 
americano,  J.  Agí 
Ninguno  de  e: 
actos  sediciosos,  ] 
te  las  autoridade 
aoB  motivos  para 
lioidad  con  los  revolucionarios. 

Estos  por  su  parte  han  considerado  á  Sanguily  ce 
uido  BU  detención  por  el  intento  de  salvarse  de  las 
¡fradables  que  podía  acarrearle  su  traición. 

Dicen  los  rerolacionaríos  cubanos  que  García,  pe 
freoid  al  «general  Martí>  la  cantidad  de  35.000  pest 
idos  por  Martí,  por  lo  que  fué  entregado  el  dinero  a] 
an  la  condición  de  que  se  emplearían  en  el  objeto  q 
García  faé  muerto  en  seguida,  y  Sanguily  se  gua: 
-  hizo  guardar,  con  otras  cantidades  recogidas,  p 
'ñolas. 

lOB  revolucionarios  están  decididos  &  cobrarse  ce 
y,  así  que  esté  en  libertad,  la  traición  de  que  le  i 


s  ■ 


OT^?p!^'^«íCíif«'»«iií««w«*w«*«íifxw 


El  combate  de  Mal  Tiempo 


L 


Preliminares. 

L  día  14  de  Enero  por  la  tarde  UcigtS  á  Cruces  el  ( 
ronel  don  Salvador  Ariz<5n  Con  objeto  de  ponerse 
frente  de  ana  columna  y  dirigirse  á  Fáez  para  m 
vir  de  apoyo  á  otras  columnas  que  iban  á  operar  i 
bre  la  Sigoanea. 

Tres  columnas. 

En  Cruces  se  enteró  el  coronel  Ariz<Sn  de  qae  por  Lomas  Qrand 
había  fuertes  partidas,  por  lo  que  continuó  su  operación  con  tres  c 
lumnas.  ■      '         ' 

La  primera  al  mando  del  teniente  coronel  de  Bailen  que  se  enoo 
traba  en  el  ingenio  Teresa,  al  cual  avisó,  compuesta  de  unos  500  bol 
bres. 

La  segunda  al  mando  del  teniente  coronel  Rioh,  de  Canarias,  *"■ 
puesta  de  dos  compañías  de  Baüén  y  dos  de  Canarias,  unos  300 
bres. 

Y  la  tercera,  bajo  su  inmediato  mando,  compuesta  de  unos  700 
bres,  formada  con  fuerzas  de  Barbastro,  dos  compañías  de  San  M' 
y  20  caballos  de  Montesa,  mandados  por  el  capitán  Amallo  Heg* 
«1  primer  teniente  Eduardo  Vico. 


CaÓRlCA   DR   LA   OÜRRRA   DR   OUBA 


En  marcha. 

El  día  15,  á  las  seis  de  la  mañana,  rompió  la  marcha  la  coinmna  de 

Rich,  j  hora  y  media  más  tarde  la  de  Arizón,  haoiéudolo  al  mismo  tiem- 

.  po  desde  et  io^nio  Teresa  la  del  teniente  ooronel  de  Bailen,  con  objeto 

de  ir,  por  tres  oaminoR  distintos,  i  eaer  sobre  Lomas  Grandes,  donde 

debían  estar  las  partidas. 

Al  U^l^r  la  colamna  de  AriztSn  á  legua  y  media  de  Mal  Tiempo,  di- 
vidíase el  camino  en  dos  paralelas,  y  con  objeto  de  reconocer  mayor 
espacio  de  terreno  y  establecer  el  contacto  entre  las  colnmnas,  tomó  por 
el  de  la  izquierda  con  200  hombrery  8  caballos,  continuando  por  el  de 
la  derecha  el  resto  de  la  columna,  al  mando  del  teniente  coronel  de  Bar- 
bastro. 

El  primer  fuego. 

Como  á  tos  trea  cuartos  de  hora  de  marcha  se  oyó  fuego,  por  lo  que 
se  precipitó  la  marcha,  suponiéndose  que  sería  el  ooronel  Rtch,  que  ha- 
bía salido  hora  y  media  antes.  El  camino  que  seguía  la  columna  Arizón 
era  un  callejón.  Al  llegar  á  un  riachuelo  notó  la  vanguardia  que,  venían 
hacia  ella  los  prástiooB  y  algunos  acemileros  gritando  que  estaban  co- 
pados y  que  los  insurrectos,  en  número  considerable,  veníaü  por  el  ca- 
llejón, machete  en  mano,  cargando  sobre  la  impedimenta  del  teniente 
coronel  Rich  y  que  ya  habían  macheteado  á  muchos. 

El  capitán  del  escuadrón  de  Montesadon  Amalio  Reguero,  que  man- 
daba la  pequeña  vanguardia,  compuesta  de  8  caballos  y  una  sección  de 
nfantería,  vadeó  el  río  á  la  carrera  y  al  grito  de  /viva  España:  quieto 
odo  el  mundo!  logró  contener  á  los  acemileros,  y  formando  inmediata- 
aente  la  sección  de  infantería,  al  mando  del  segundo  teniente  don  Emi- 
io  Oómez  del  Villar,  en  línea  de  combate  con  el  frente  al  enemigo,  rom- 
lió  el  fuego  por  descargas  á  la  voz  de  mando,  haciéndose  esto  cour  tal 
irden  que  contuvo  el  ataque  del  enemigo,  retirándose  éste  del  callejón. 

El  combate. 

Al  mismo  tiempo  que  esto  ocurría,  el  coronel  Arizón  se  lanzó  al  ga- 
;  y  organizando  las  fuerzas  hizo  que  tomasen  por  la  izquierda  con 
?ción  al  enemigo,  formándolos  en  línea  y  rompiendo  el  fuego  sobre 
^t,  ordenando  á  la  vez  al  capitán  don  Juan  O'Donnell,  que  con  200 
-*"-efl  de  Barbastro  tomase  unas  casas  que  había  á  la  derecha  para 
»^.ier  desde  ellas  al  enemigo,  que  se  corría  en  gran  número  por  ese 
-.  «^¥>  intención  de  cargar. 


448  CRÓNIOA  DX  LA   GUKSRA  DI  CUBA 


Así  lo  hizo  el  capitán  O'Donnell,  colocando  bus  fuerzas  en  poBioúSn 
de  poder  resistir  cualquier  ataque  del  enemigo  y  poniendo  á  resguardo 
dentro  de  la  casa  la  impedimenta  y  el  hospital  de  sangre. 

á.  los  pocos  momentos  dejó  O'Donaell  en  la  casa  una  compafiía  y  se 
faé  con  otra  á  reforjar  el  fuego  de  los  anyos,  encontrándose  al  coronel 
Arizón  á  caballo  bajo  el  fuego  enemigo,  dirigiendo  á  loa  soldados — qnin-  • 
tos  recién  venidos — en  el  manejo  del  Matlsser. 

Terminado  el  fuego,  ordenó  el  coronel  que  se  incorporiuen  la  impe- 
diníenta  y  los  heridos  para  continuar  la  marcha,  mientras  loa  capitanea 

^^        Reguero  y  O'Donnell  hacían  un  reconocimiento  por  la  izquierda,  sieiído 
'^■"        atacados  nuevamente  por  los  insurrectos,  machete  en  mano,  logrando 
rechazarlos  con  las  certeras  descargas 

de  la  infantería.  

Antes  de  ocurrir  todo  esto,  ya  ha- 
bían  aprovechado  los  insurrectos  ma 
oho  más  adelante  las  ventajas  que  les 
proporcionaban  la  inmensa  superio 
ridad  del  número  y  la  sorpresa  con 

U--       que  cayeron  sobre  nuestros  valientes 

'         soldados. 

La  columna  del  teniente  coronel 
Rich,  que  como  queda  consignado  al 
principio,  salió  hora  y  media  antes 
que  la  de  Arizón,  se  dividió,  después 
de  pasar  el  río,  y  desconociendo  la 
presencia  del   enemigo,  en  dos  alas, 

tomando  ana  compañía  de  Canarias  b«i.iiw  Dontori- 

por  la  izquierda  del  callejón,  otra  de 

Bailen  por  la  derecha  y  por  aquél  la  impedimenta  con  una  sección  de 
infantería. 

Cuando  las  dos  compañías  estaban  en  el  centro  de  la  herradura  for- 
mada por  el  enemigo,  en  número  de  cuatro  ó  oiiioo  mil  hombres,  rom- 
pió éste  un  nutrido  fuego  y  cargó  al  machete  en  número  incontable  y 
verdaderamente  abrumador. 

\  La  compañía  de  Canarias,  que  ya  está  acostumbrada  á  esta  guerra 

Jde  emboscadas  y  sorpresas,  formó  inmediatamente  el  cuadro,  y  á  pesar 
del  BÚmero  exiguo  que  la  componía,   logró  rechazar  y  contener  al  c 
migo,  haciéndole  numerosas  bajas. 

Los  ofíoiales  que  mandaban  esta  compañía  y  formaron  el  cuadro . 
los  siguientes:  capitán  don  Maximino  Requejo;  tenientes  don  José 
Castro,  don  Teodoro  Carrasco  y  don  Félix  Paul. 

En  cambio  la  compañía  de  Bailen,  compuesta  de  soldados  rec 
venidos,  que  salían  por  primera  vez  á  operaciones,  al  verse  sorprer 


OKámOA  DB  LA   OOTJtRA  D»  qPBA 449 

dM  de  manera  tan  brosoa  y  en  número  tan  considerable,  desoonoertá* 
roiue,  no  formaron  el  cuadro,  y  como  iban  desplegados  en  gnerrilla, 
DO  tnTieron  materialmente  tiempo  de  reunirse,  siendo  víotimas  del 
enemigo. 


TBBfurdla  •iplonJAr*  da  ■■  fuirilu  4«l  upltin  TriiTof. 

n  ese  ataque  resaltaron  muertos  sesenta  soldados  y  heridos  treinta. 
Q  ^  todos  de  machete. 

Jatre  los  oficiales  resultaron  heridos  el  segundo  teniente  de  Bailen 
di     Joeé  Parada;  el  segundo  teniente  de  Canarias  don  Gabino  Fernán- 
di     Alvarez  y  el  primer  teniente  de  Treviflo  don  Jofé  Rich  Font.   Y 
Ou  Ad«mo  69— .z,  n.  Preolo  lO  oen^* 


450     OBÓHIOA  PB  LA  GUERRA  PB  OüBA 

muertos  el  capitán  de  Bailen  don  Osorio  Sánchez  Tutor,  los  segundos 
tenientes  del  mismo  batallón  don  Félix  Avalo  Aróstegui  y  don  Diego 
Mayoral  Monforte,  y  el  médico  primero  de  Canarias  don  Bamon  So* 
riano  Pinazo. 

Un  diario  militar  ocupándose  de  la  anunciada  dimisión  del  general 
Martínez  Campos  dice  lo  que  sigue: 

€ . . .  es  el  caso  que  el  general  Martínez  Campos,  por  su  condición  de 
militar,  no  puede  ni  debe  dimitir  estando  al  frente  del  enemigo,  ni  debe 
ni  puede  tampoco  ser  relevado  sin  someterle  á  un  juicio. 

Es  el  casó  también,  que  su  posición  elevadísima,  su  prestigio,  la 
creencia  que  venía  abrigándose  de  que  era  insustituible  y  la  atmósfera 
extendida  entre  propios  y  extraños  de  que  él  y  solo  él  puede  resolver  en 
España  to  ios  los  problemas  y  todos  los  conflictos  sean  del  orden  que 
sean,  colocan  al  Gobierno  en  un  callejón  de  difícil  salida,  la  cual  contri 
buyen  á  cerrar  más  cuantos  en  este  rio  revuelto  se  proponen  pescar  y 
cuantos  ven  que  el  empuje  de  sus  ag^as  puede  socavar  ciertos  cimientos. 

Extreníécense  éstos  ante  los  golpes  asestados  al  Gobierno  responsable 
que,  abrumado  por  gravísima  responsabilidad  y  sin  Parlamento  con  el 
cual  compartirla,  hace  esfuerzos  titánicos  para  desatar  ese  nudo  hecho 
en  la  gran  Antilla  y  cuyas  puntas  asoman,  allí  una,  aquí  en  España  la 
otrai 

Tiran  en  la  Habana  de  la  primera  los  partidos  españoles,  dando  her 
moso  ejemplo  de  unión  para  con  el  esfuerzo  de  todos  desatar  el  nudo;  y 
tiramos  aquí  de  la  otra  en  distintas  direcciones,  apretando  aquél  cada 
vez  más,  sin  preocuparnos  del  peligro  que  corremos  de  caer  de  espaldas 
si  en  Cuba  aflojan. 

Y  el  general  Martínez  Campos,  casi  asfixiado  por  esa  constante  pre- 
sión, y  el  Gobierno  á  punto  de  ahogarse  entre  las  fuerzas  encontradas 
que  le  oprimen,  continúan  intentando  desatar  ese  apretadísimo  nado 
que  necesitaria  para  deshacerse  lo  que  ya  nos  falta:  tiempo  y  paciencia. 

Nosotros,  dice  El  Correo  Militar^  que  con  tristeza  contemplamos  es- 
te espectáculo  y  con  desaliento  vemos  la  inutilidad  de  cuantos  esfuerzos 
se  hacen  para  terminarlo,  id  hallamos  medio  de  desatar  el  nudo,  ni  nos 
ocurren  procedimientos,  siquiera  sean  transitorios,  para  aflojarlo. 

En  tal  estado  y  ante  los  peligros  que  amenazan,  solo  existe  una  de 
dos  soluciones:  la  de  encomendamos  á  Dios  como  buenos  cristiañob  ~i 
que  éste  se  encargue  de  desatar  el  nudo,  ó  buscar  quien  lo  corte  e  1 
filo  de  la  espada. 

Lo  primero  puede  conseguirse  con  oraciones  en  forma  de  leyes,  r 
las  cuales  suspiran  liberales  y  republicanos;  lo  segundo  está  dicién.  » 
el  ejército  y  una  parte  del  país  que  cree  haber  encontrado  la  espada  ^ 
necesita.  > 


'^Mmw^'^ 


>ET.A.XiXiES 


lo  un  diatíagiiido  periodista  cnbano  dá  oaenta  de  ana 

celebrada  con  un  ímportaate  Ingeniero  de  la  Escnela 

maj  conooedor  de  todo  lo  que  ocurre  en  Cuba. 

B  conocerse  y  por  eso  lo  consignamos  en  esta  crónica. 

ai  la  interwiev  &  que  nos  referimos: 

enida  híceme  conducir  al  hotel  donde  vive  el  señor  de 

lidad  discreta  que  le  oaraoterixa  me  recibió  en  su  ha- 

,  ün  vicio  que  me  seduce  &  pesar  de  las  predieaoioDes 

sociedades  de  temperancia. 

n  fué  la  signiente: 

r.,  como  redactor  corresponsal  del  Diario  de  la  Mari- 

r  con  usted  una  entrevista,  con  el  objeto  de  que  me 

pensamiento  acerca  del  decreto  de  Máximo  QómeL  so- 

l  — ^modestia  aparte — conoce  perfectamente  la  econo- 

,  y  podrá  decirme  con  fundamento  las  consecuencias 

le  derivan  de  semejante  decreto. 

tedo  decir  es  que  aún  no  he  salido  del  asombro  de  se- 

DS  extremos  se  tocan,  amigo  mfo.  ¡Cuánto  se  parecen 

I  autócratas  á  los  de  los  republicanos  anarquistas!  Y  lo 

«uto  es  que  á  cada  instante  se  tropiexa  nao  por  ahí 


452 OBftmqA,  db  la.  qu— ha  db  oüba 

con  personas  iaoapaoes  de  matar  ana  pulga  ni  de  hacer  mal  á  nadie, 
que  aprueban  medidas  tan  descabelladas.  Hay  que  confesar  que  el  ver- 
tigo  ha  perturbado  la  concienoía  del  país,  cuando  tantos  hombres  for- 
males aplauden  ó  aparentan  aplaudir  una  medida  tan  torpe  como  con- 
traprodaoente  7  sobre  todo  imprevisora. 

— To  desearía,  sefior  J.,  que  usted  se  sirviera  concretar  su  repalslón 
por  eea  medida  de  Máximo  Gómez. 

— Los  separatistaa,  pensando  tal  vez  más  con  los  pies  que  con  la  ca- 
braa,  se  olvidan  de  muchas  oosas;  no  recuerdan  quisa  las  causas  princi- 
pales del  fracaso  de  la  revoluoitSn  de  1868,  cansas  que  por  cierto  no  apa- 
recen indicadas  en  níngano  de  los  libros  que  sobre  la  revolnoidn  se  pu- 
blicaron. Recuerda  usted  que  cuando  el  actual  generalísimo  cruzó  la 
trocha  en  1875,  quiso  más  bien  triunfar  con  la  tea  que  con  las  armu. 
Fueron  incendiados  en  los  meses  de  Febrero  7  Alarzo  una  infinidad  de 
ÍDgenios.  Recuerdo  jo  que  en  menos  de  oinoo  días  el  cabecilla  Rafael 
Rítbs  redujo  á  cenizas  siete  ú  ocho  valiosos  ingenios,  entre  ellos  los  fa- 
mosos Santa  Susana  y  Santísima  Trinidad. 

Estos  atentados  prod[^eron  en  Las  Villas  honda  sensación.  Produjo 
se  inmediatamente  una  reacción.  En  menos  de  quince  días  se  estableoíe 
ron  300  destacamentos,  puestos  avanzados,  que  utilisó  el  Gobierno  pan 
estar  enterado  del  paso  del  enemigo  y  para  fraccionar  sus  fuerzas  qu( 
encontraban  apoyo  por  todos  lados.  Los  insurrectos  se  vieron  obügadof 
á  guarecerse  en  las'  lomas  de  Trinidad,  •Sancti  Spiritus  y  Remedios. 

Be  suerte  que  aquellos  propietarios  que  hasta  entonces  habían  m& 
ó  menos,  simpatizado  con  la  revolución,  por  salvar  sus  amenazados  iu' 
tereses,  se  pusieron  enfrente  de  ella.  Y  desde  entonces  pudo  predecirse  e 
fin  de  la  revolución,  tan  prT>nto  como  llegase  á  Cuba  un  caudillo  qa( 
adoptara  procedimientos  más  humanos  que  los  que  entonces  se  asaban 

Y  es  que,  amigo  mío,  ningún  ideal  político  que  olvide  que  las  ideai 
tienen  que  tener  alguna  correlación  con'el  ^estómago,  puede  triunfar.  N( 
se  vive  solo  de  oxígeno. 

Pues  bien,  Jas  mismas  causas  siempre  producen  idénticos  efectos.  A 
la  ferocidad  de  los  ataques  contra  la  propiedad,  responderá  la  defenst 
heroica  de  los'  que  tienen  que  perder,  cuando  se  convenzan,  como  yí 
empiezan  á  convencerse,  de  que  esta  es  una  guerra  de  los  qice  no  tiener< 
contra  los  que  tienen. 

Qué  diablos,  no  todos  somos  Ugolino,  que  devoró  sus  hijos  para  1 
servarles  un  padre.  A  qiüen  tiene  una  familia  que  alimentar,  nadie  pr 
convencerle  que  es  patriótico  dejarla  morir  de  hambre. 

Por  eso  al  finalizar  la  anterior  guerra  separatista  había  32,000 
baños  en  las  filas  del  ejército  español. 

Pero  dije  á  Y.  que  la  resolución  que  dio  lugar  al  úhase  de  don  M< 
mino,  era  torpe  y  contraproducente,  y  voy  á  probarlo. 


CRámOA  PB  LA  ttüBHRA  PJ   OüBA 453 

<¿Qa¿  provecho  saca  el  gobierno  de  lo8  tres  milloncB  de  sacos  de 
azdoar  qae  se  elaboran  en  Las  Villas,  CamagUoy  y  Oriente? 

Poea  saqne  usted  la  cuenta  y  verá  que  no  pasa  de  dos  millones  de 
pesos. 

Ahora  bien;  la  insurrección,  fuerte  hasta  el  presente  para  destrnir, 
pnede  cobrar  un  millón.  Y  este* millón  le  aprovecharía  más  que  25  al 
Oobiemo. 

—¿Veamos  por  qué? 

—Porque  la  insnrreociiSn  no  paga,  ni  calza,  ni  viste,  ni  mantiene  sn 
ejército  de  mar  y  tierra.  No  nece- 
sita más  qne  armas  y  municiones. 
— ^Pero  es  que  el  gobierno  espa* 
fiol  no  permith^  esos  arreglos  con 
los  revolucionarios. 

— Como  tampoco  permite  el  res- 
cate á  los  secuestrados.  Pero  se 
rescatan  y  se  salvan  de  las  garras 
de  los  secuestradores. 

— Se  me  ocnrr^  una  grave  ob- 
jeción, qne  á  menudo  oigo  propa- 
lar por  ahí.  Los  insurrectos  no 
quieren  permitir  la  zafra,  porque 
temen  qne  ésta  le  reste  muchos  sol- 
dados,   que  prefirirían  ganar  un 
sueldo  trabajando  á  andar  errantes 
'  por  esos  matorrales. 
— ¡Ciertamente  mis  no  olvide  usted  que  el  gobierno  tiene  que  dedi- 
car diei  ó  doce  mil  hombres  á  prot^er  la  zafra,  y  cuando  se  convenza 
de  que  ésta  no  puede  hacerse,  formará  con  ellos  40  ó  50  oolnmnas,   que 
de  otro  modo  hubieran  quedado  neutralizadas. 

— ¡Muy  bien!  Si  mal  no  recuerdo,  usted  me  dijo  que  el  decreto  de 
Máximo  Gómez  era  también  imprevisor. 

— Y  lo  va  usted  á  ver.  Cuando  en  Marzo  comiencen  los  europeos  á 
preparar  BUS  terrenos,  si  se  aperciben  de  que  la  falta  de  zafra  en  Cuba  ha 
dejado  un  déficit  en  la  producción  azucarera,  ya  verá  usted  como  se 
arreglan  para  aumentar  sus  siembras  de  remolacha  en  un  30  ó  25  por 
I  con  d  fin  de  cubrir  el  vacío.  De  suerte  que  aun  en  el  caso  de  qne  en 
C  A  pndíera  hacerse  la  zaSta  de  1896  á  1897,  le  será  imposible  realizarla 
p    que  no  cubrirá  los  gastos.  > 


L^^Só:^f^i'¿9=!=^:^¿^. „. 


IGUEN  AVANZANDO 


saben  nneetros  lectores  por  loa  oapftoloB  anteriores,  e 
avance  de  los  insarrectos:  vamos  á  completar  nnestroi 
datos  ff{?ndadoB  por  un  testigo  preaencial. 

El  enemigo,  después  de  tantear  los  límites  por  distinto! 
pnntos  ha  penetrado  al  fin  por  el  más  corto,  por  Palmi 
Sola. 

Los  cañonazos  que  por  Montes  Gordos  se  oían  faeroi 
le  el  grueso  del  enemigo  se  acercaba. 
i  aqael  momento  nos  pusimos  en  verdadero  estado  de   de 

)itSn  había  máquinas  encendidas  para  el  transporte  de  tro 
ción  de  la  Cruz  Roja  vistió  sus  camas,  en  previsión  de  qa> 
1  á  ella  los  soldados  de  la  patria;  fueron  emplazadas  coa 
lisourrió  la  tarde  entre  conjetaras  y  comentarios. 
10  de  la  noche  notóse  algún  movimiento  en  el  cuartel 
9  por  tener  noticias  concretas  de  los  movimientos  del  f 
impaciencia  tenía  por  base  el  no  conocerse  el  resol* 

telegráficas  seguían  funcionando  con  regularidad  y  b» 
atratiempo  el  tren  de  pasajeros  de  las  Tillas. 


OBÓHIOA,  P»  LA  OÜK»BA   DM   CCBA 455 

>  de  Saárez  Yaldéa  recibido  ya  tarde,  deterioinó  ana  con- 
ferencia telegráfica  entre  el  general  en  jefe  y  el  comandante  general  de 
lu  Tillas,  qae  había  llegado  á  Mordazo  tras  el  rastro  de  las  partidas  y 
eon  tiroteos  de  retaguardia,  siempre  detrás,  ¡siempre  los  rastros! 

Los  1.500  hombrea  de  la  brigada  Navarro,  obedeciendo  al  toqne  de 
alendo,  dormían  en  las  hamacas  tendidas  bajo' los  colgadisos  de  las  ca- 
■as,  y  todos  nos  entregamos  al  descanso. 

Naeros  despachos  obligan  á  levantarse  al  cuartel  general  á  las  dos 
de  la  mañana;  el  enemigo  estaba  cerca  de  la  Macagna,  á  tres  leguas  de 
Colón;  habría  qae  tomar  determinaciones;  se  ordena  á  Saárez  Valdés 
para  que  en  combinación  con  las  faeraas  de  Godoy  venga  sobre  el  gran 
náoleo  de  insurrectos  que  amenazan  destacamentos  y  propiedad. 
Pasa  la  noche  del  viernes  20,  en  relativa  intranquilidad. 
El  despertar  del  21  fué  desgraciado.  Nubes  de  humo  y  oleadas  de 
nngre  llegan  hasta  Colón. 

Las  partidas  se  hallan  á  legua  y  media. 

Cercan  ahora  el  ingenio  Agaedita,  dicen,  y  desde  aquel  momento  ya 
9  se  oyen  más  que  rumorea  siniestros. 

Toca  llamada  el  cornetín  de  órdenes  de  Navarro;  apresaran  el  tan- 
to las  compañías. 

Se  oye  que  las  partidas  están  proeorando  rendir  el  destacamento  del 
genio  Antílla. 
Empiezan  á  circular  órdenes  loa  ayudantes. 
Se  ven  formadas  las  compañías. 
¡Buena  suerte,  mi  general! 

Se  pone  en  marcha  la  columna  camino  de  Aguioa  y  Antilla.  La  gen- 
salada  á  los  soldados. 

Van  contentos.  Algunos  llevan  escrito  con  lápiz  en  los  sombreros  de 
ija:  ¡Vira  España! 

A  lo  lai^o  de  un  camino,  hoy  en  buenas  condiciones,  desaparecen 
[aellas  fnerzaa. 
Nos  quedamos  en  Colón  con  300  hombres. 
Llega  á  las  once  y  media  una  sección  de  artillería. 
Loa  voluntarios  se  disponen  á  la  defensa. 

^  general  Prast  recorre  los  lugares  de  mayor  peligro;   refuerza  los 
Cenes  y  las  piezas  colocadas  en  los  logares  más  estratégicos, 
rompe  la  comunicación  telegráfica  con  las  Tillas  á  las  doce, 
no  sabemos  una  palabra  de  lo  que  pasa  desde  la  Macagua  para 

■,te  soldados  del  Rey  que  se  quedaron  fuera  del  fuerte  fueron  ma- 
.^o8.  ¡Dios  les  perdone! 

>  van  corriendo  los  incendios.  El  humo  es  cada  veZ:  más  negro.  Es 
^e  caña,  nos  decían. 


7XBKA  DE  ODBA 


nde  escribo  llegan  pavesas,  empn 

zas  el  batallón  de  Ánteqnera;  aea- 

ntáago  4e  Cuba. 

ballerfa. 

onel  Rniz  eon  fnerza  de  Santiago; 

Bpone  á  marohar  á  operacionM. 
ia  Banaquiaes,  y  hay  qne  cogerla 

Ktro. 

!favaiTo.  Dice  que 


se  ha  dflfendilo  h( 
atro  heridos,  dos  t 
impo  de  salvarles, 
-la. 

ia  la  izquierda,  a 
del  Álava  los  que 
horrible  espectácu 
d  bloqueados.  Ape 

de  prepararse  pa 

tienen  heeho  vap( 
[ñera  para  que  se 


OBÓNtOA  PB  LA   gp«RRA.  PB   OÜBA 457 

A  las  seú  llega  \m  tren;  trae  faerzas  de  varios  cnerpoB,  que  tian  de 
formar  la  oolnmna  Prast. 

So  reparte  im  sabroso  ranoho  á  los  artilleros  en  la  estaoüSn. 

Los  soldados  oantorrean  en  los  vagones.  No  se  quejan  de  fatiga^  7, 
on  embargo,  el  traqueteo  es  regular. 

Se  pone  en  marcha  el  tren  para  Banaquises. 

Gírenla  el  mmor  de  que  ha  habido  fuego  doro  por  Álava. 

Era  hora  de  comer.  Sin  damos  tiempo  ¿  concluir,  llega  el  capitán 
de  voluntarios  moviliaados  de  la  Habana,  señor  Sspina. 

Trae  otro  parte  de  Navarro.  Los  ha  batido  entre  los  cañaverales  de 
Álava,  que  ardían. 

Han  resistido  con  ímpetu;  sin  dada  para  probar  á  los  soldadt»  de 
Caba  j  Talladolid,  haciéndonos  14  heridos. 


A  la  impedimenta  de  heridos  unen  ellos  las  bajas  de  e£te  reñido  en- 
euentro» 

£s  un  parte  de  primera  impresión  para  que  el  general  en  jefe  no  ee- 
té  tan  aislado  de  noticias. 

I^ina  tra&un  sombrero  de  nn  oabeoitla  empapado  en  sangre  to- 
davía no  cuajada.  Me  lo  regala,  j  grupos  de  cariosos  me  rodean  para 
ver  aquella  escarapela  con  tres  galones  y  una  estrella  de  metal. 

Me  avisa  el  presidente  de  la  Cruz  Roja,  señor  Sáinz  de  Gnzmán,  que 
11    nn  los  heridos  por  la  estación  de  Sabanilla. 

7amos  allá.  Llegamos  ea  el  momento  en  que  hacía  alto  el  tren. 
7arios  vagones  estaban  atestados  de  soldados  de  Asturias,  los  mis 
n      que  se  batieron  Con  heroismo  contra  faenas  de  Gómez  diei  vecea 
n      ores  en  número. 

Ja  ana  plataforma  cubierta  con  hulespara  evitar  el  reíante,  estaban 
U     ^"ridos:  tres  oficiales  y  cuatro  soldados. 


458 OBOlrtOA  DB  hk  OUmtRA  DB  OÜBA 

También  traían. dos  maertos. 

Como  venían  en  camillas,  no  hubo  necesidad  de  aproveobar  los  ele 
mentos  de  la  Craz  Roja. 

Fneron  llegando  al  nuevo  hospital,  donde  todo  estaba  limpio  oomo 
soles;  ellos  estrenaron  camas,  ropas,  etc. 

Shnpezó  el  cuadro  triste  de  la  guerra. 

£1  médico  del  general  en  jefe,  señor  Sempiiin,  y  otros  médicos  mili 
tares,  empiezan  á  practicar  reoonocimifflitos. 

Los  individuos  de  la  Cruz  Roja  se  multiplican  para  que  no  falte  nada- 
Como  se  viene  advirtiendo  á  los  insurrectos  que  tiran  alto,  casi  to- 
das las  heridas  están  en  las  piemos. 

Bmpiezan  á  curarse. 

Se  oyen  los  gjfitos  que  produce  el  dolor  al  extraerse  las  balas. 

£1  ¡ay  madre  míal  ¡Ay  Dios  mío!  repetidos  cuando  se  practicaba 
las  difíciles  operaciones,  conmueven. 

Por  fortuna  uo  está  ninguno  de  gravedad  extrema. 

Les  dejamos  por  la  noche,  ya  en  relativo  sosiego. 

Tnelvo  al  cuartel  general.  Ño  ocurre  nada. 

El  general  en  jefe  se  retira  á  descansar. 

Me  dioe.  Ya  lo  ve  usted,  se  hace  todo;  se  les  constituye  un  oíroulc 
BÜtai  y  se  les  forma  otro  y  otro,  pero  los  malditos  se  van. 

Llega  el  comandante  Balboa,  jefe  de  la  fuerza  de  Asturias,  y  d 
euenta  al  general  en  jefe  de  la  operación  dé  ayer. 

Este  le  felicita  y  le  dice  que  abra  juicio  de  votación  para  dos  en 
pieos  y  otras  distincionra. 

Aquellos  serán  casi  seguro  para  los  heridos  capitán  Malíbran  y  te 
niente  Caballero. 

Salgo  á  la  calle  y  hablo  con  soldados  y  oficiales  de  Asturias. 

£1  encuentro  fué  rudo:  el  valor  grande. 

Cuatro  compañías  y  una  pieza  se  encontraron  con  las  avanzadas  d 
Gómez.  Las  atacaron  y  vinieron  sobre  ellas  4,000  hombres,  en  su  maye 
parte  de  caballería. 

Creyeron  conseguir  el  mismo  resultado  que  con  los  300  de  Canaria 
y  Bailen  en  Mal  Tiempo,  y  se  equivocaron. 

Más' prevenidos  éstos,  calcularon  el  peligro;  esperaron  siempre  la 
cargas  formidables,  y  á  la  voz  de  mando  hacían  fuego  á  distancia  de  1 
metros. 

Muchos  enemigos  caían;  repetían  la  operación;  empezaron  á  . 
de  los  nuestros,  pero  los  oficiales  no  se  cuidan  de  las  heridas,  se  levan 
y  signen  ensangrentados,  hasta  que  no  pueden  más. 

Pasan  el  río  de  la  Colmena. 

£1  enemigo  se  recoge  eomo  para  hacer  en  masa  un  esfnenso  su 
mo,  y  el  teniente  de  artillería  señor  Andino,  que  mandaba  la  pie^»^ 


ORÓmCX  P»  LA  OÜBBBA  D»  OüBA 459 

oargs,  metiendo  la  granada  en  el  grupo,  prodaoíendo  nn  efeoto  moral 
extraotdmario. 

Repite  la  descarga  hasta  seis  veces;  se  desbandan;  hayen  en  distintas 
direeoioDes  dando  gritos  desaforados. 

Se  ve  correr  á  machos  con  gente  atravesada  sobre  la  perilla  de  las 
montaras,  j  algunos  hasta  con  dos,  y  aquella  peqnefia  «olumna  de  As- 
tarias  y  ana  sección  de  artillería  deja  los  muertos  del  enemigo,  recoge 
nu  heridos  y  despojos  de  las  partidas,  y  sin  más  molestias  ae  retira 
hasta  Santo  Domingo  de  la  Calzada,  para  tomar  base  en  Amorillas, 
dude  donde  se  venían. 
Ta  era  muy  tarde,  cérea  de  la  ana  de  la  madrugada. 
Virae  un  parte  diciendo  que  las  partidas  están  en  Altamieal,  oer- 
qmta  de  Cervantes,  y  que  algunos  ocupan  el  Ingenio  España,  de  Homero 
Robledo. 

Por  distintos  puntos  se  enrojece  el  espacio,  ofreciendo  la  noche  si- 
oiestro  aspecto. 

Son  las  siete  de  la  mañana  del  22. 

La  estación  tel^ráfloa  empieza  á  tener  el  efecto  de  nn  cruce, 
rcho  á  la  estación.  Hay  varios  trenes  preparados, 
abren  varias  cajas  que  tienen  Mausser.  Fuerzas  de  Navarro  y 
k  están  tendidas  en  la  explanada  inmediata.  Se  verifica  el  cambio 
lamento. 

B  al  poco  rato  un  tren  con  obreros  y  fuerza  para  recomponerla 
elegráfloa  y  férrea  interrumpidas  cerca  de  la  Macagua. 
ga  á  caballo  don  Alfredo  Cemedo,  dueño  del  Antilla,  atacado.  Fué 
oe,  pero  me  dice: 

Qué  soldados!  ¡Qué  soldados!  To  no  hice  nada  más  que  ordenar 
rzas;  mi  hijo  que  no  tiene  más  que  catorce  años  y  resaltó  herido, 
ó  oomo  debía,  haciendo  fuego  hasta  consumir  la  monición  y  des- 
m  el  MaUsfwr,  de  un  herido  hasta  qae  llegó  Navarro.  Mi  familia, 
!  no  hizo  otra  cosa  que  rogarnos  que  si  nos  vencían,  las  diéramos 
antes  de  que  entraran,  para  no  caer  en  su  poder. 
I  quemaron  una  casa  y  prendieron  fuego  al  fuerte,  pero  lo  apa- 
ño quiero  nada;  pero  esos  soldados  lo  merecen  todo;  ¡qaé  valíenteet 
han  quemado  500.000  arrobas  de  caña. 

sé  cómo  nos  libramos.  Eran  1.500  hombres.  Les  hicimos  40  ba- 
laron caballos  y  monturas,  pero  me  llevaron  del  potrero  caballos 

B. 

general  Navarro  estuvo  muy  cariñoso;  abrazó  á  todos.  Y  estiman- 
wario  que  se  nos  reforzara,  y  yendo  él  en  persecución  de  la  par- 
l^irafló  á  Aldeooa  rogándole  que  mandara  20  hombres;  pero  no 


ORONIOA   D»  ÍA  OtaCBB*,  D»  CtTBA 

.  general  en  jefe  me  manda  el  refaerzo,  j  como  ' 

que,  allá  me  vaelvo. 

i  aqOí  la  familia  hoy  miflmo. 

do  lo  haré  para  su  seguridad  y  poder  yo  move: 

le  la  acción  de  Aatarías  en  Río  Colmena. 

hvian  despavoridoB  por  los  efectos  del  cañón,  decían  á.  gñto 

es.  No  tireít  con  eso. 

lises — contestaban  los  soldados, — venir  aqni  á  oír  ¡viva  Es- 

en  el  ataque  gritaban  ¡al  machete!  los  soldados  i 

Btal  y  costaba  trabajo  al  jefe  y  oficiales  contener 

fn^o  ordenada  que  fué  sn  salvaciiSn. 

loee  y  estamos  incomanioadoa. 

por  correo  á  la  Habana  on  despacho.  Si  esto  siga 

plegando  hacia  Matanzas  para  estar  en  oomonic: 

i  las  doce  el  sobre  de  la  carta.  Voy  al  cuartel  ge: 

krandillaB  montaras  preparadas.  Entro  y  veo  al  g 

Qs  y  ayudantes  coQ  botas  de  montar. 

ir  el  cuartel  general  &  caballo. 

1  calle  y  veo  movimiento  de  fuerzas. 

■al  en  jefe  se  resuelve  á  salir  á  campaila.   ¡Cuánt 

LÓn  del  general! 

Etndo  de  general  en  jefe  de  mí  mismo,  lío  mi 

íén,  no  con  el  cuartel  general,  sino  en  el  tren  di 

.  mis  que  nada  tener  comunicación  y  en  Colón  la 

izas,  pues.  Liquido  mis  cuentas  y  vuelvo  á  ver  < 

la  ya  no  van  á  caballo;  las  acémilas  ya  carga 

ral  Martínez  Campos,  en  persona,  dá  órdenes  par 

ente. 

sn  Estado  Mayor  y  fuerzas  de  Cuenca,  Navarra, 

ta,  va  á  Jovellanoa  por  la  línea  directa. 

iUos  momentos  se  oyen  descargas  por  una  loma  i 

que  es  Roberto  Bermúdez  con  300  ginetes  y  400  i 

también  que  han  vuelto  i  atacar  á  la  Antilla. 

Ao. 

n  sobre  las  armas  voluntarios  y  bomberos. 

general  en  una  estación,  cojo  la  maleta  y  me  vo 


ORÓMIOA  DB  LA  OmtBEA.  DI  OÜBA 461 

Allí  eataban  loa  bravos  de  Asidrias,  con  su  jefe  á  la  cabeza. 

Cargaban  la  artillería  y  la  impedimenta;  van  á  JorellanoB  y  toma 
lin  la  línea  directa  en  GnareiraB. 

Se  retrasa  el  tren. 

Teco  por  fin  la  c^ampanilla  y  partimos. 

La  colulmna  qae  mandará  Campos,  se  compone  de  1.400  hombres. 

Mi  TÍaje  tríate,  de  alarma  permanente. 

A  la  derecha  de  Cnevitas  se  ve  una  oolamna  de  hamo  espeso  y  ne- 
gro. Viene  de  los -cañaverales  del  Roque,  qae  arden. 

De  frente  á  nosotros,  y  á  lo  lejos,  ee  ve  un  incendio  qae  abarca  ex- 
tensa lona.  Al  llegar  á  Corral  Falso,  nos  dicen  qae  es  la  cafia  del  inge- 
nio Diana. 

Seguimos  y  crasamos  entre  el  homo.  Las  pavesas  qae  trae  el  aire, 
eomo  tristes  despojos  de  esta  gaerra  salvaje,  nos  aaotan  el  rostro. 

Encontramos  en  ob  paradero  al  coronel  Molina. 

— ¿Pero  qné  ha  pasado? 

— Paes  qae  han  pasado. 

— ¿T  cómo  ha  sido  eso? 

— Paes  siendo. 

Y  sígalo  el  tren  sn  camino. 

Sabemos  en  la  Gaira  que  han  cortado  la  línea  directa  del  ferrocarril 
tre  Jovellanos  y  Colón,  y  que  los  hilos  del  telégrafo  y  teléfono  están 
tnbíéa  cortados. 

¿Por  dónde  vendrá  el  general  en  jefe? 

¿Qué  habrán  hecho  las  columnas  qae  andan  por  esos  campos? 

Nada  sabemos. 

En  los  andenes  de  las  estaciones  se  ve  mucha  gente  y  se  notan  mur 
os  cuchicheos. 

* 
•    * 

Estado  real  de  la  insurrección. 

Ocupándose  de  la  insurrección  cubana,  un  diario  militar  dice  lo  si* 
dente: 
<La  provincia  de  Pinar  del  Río,  tiene  280  kilómetros  de  longitud  con 

anchara  máxima  de  82  kilómetros  en  la  línea  de  Consolación  del 
^«.  Alonso  Rojas,  al  Estero  de  Guanal  en  la  costa  Sor;  de  donde  re* 
i,  qne  su  extensión  auperfíoial  es  la  quinta  parte  de  la  de  la  provin- 
ie  Santiago. 

hora  bien,  y  paesto  que  el  grueso  de  las  faerxas  insurreotas  con  sus 
«1  principales  se  encuentran  encerrados  en  un  campo  de  operaciones, 
-n  veces  menor  que  el  que  tenían,  es  evidente  que  por  este  solo  he- 


462 OBOmOA  DB  LA  OPaREA.  D«  ODBA 

«ho,  se  han  aumentado  en  esa  miama  proporción  los  facilidades  qoo 
nuestro  ejército  ha  de  tener  para  encontrarles,  perseguirles,  acosarles  y 
obligarles  Á  combatir,  lo  que  equivale  &  batirles  j  derrotarles,  acaban- 
do con  la  Insurrección  en  un  espacio  de  tiempo,  mitad  del  que  sería  ne- 
cesario emplear  para  cons^uir  este  resultado,  si  la  insurrección  hubie* 
se  permanecido  en  el  extremo  Oriental.. 

Para  realizar  con  éxito  estas  operaciones,  son  machos  loa  planes  de 
campaña  que  se  pueden  concebir,  y  convencidos  de  que  el  nuestro  es  d 
peor,  vamos  &  exponerlo  muy  ligeramente  demostrando  aritmétioaoii 
te  lo  consignado  en  el  párrafo  anterior. 

De  los  115,000  hombres  de  que  hoy  se  compone  nuestro  ejército 
Caba,  dedicamos  25,000  á  la  provincia  de  Santiago,  15,000  al  Can 
gUey,  10,000  á  las  Villas  y  Matanzas.  Estas  fuerzas  no  sólo  se  empl 
rían  en  la  persecución  activa  de  las  pocas  y  pequeñas  partidas  c 
existen  hoy  y  pudieran  levantarse,  manteniéndolas  siempre  en  respe 
sino  que  se  utilizarían  en  el  establecimiento  de  las  lineas  de  comonii 
cienes,  que  una  vez  batida  la  insurrección  en  Pinar  del  Río,  han 
servir  para  la  más  rápida  pacifloación  de  aquellas  provínolas:  y  teri 
nada  la  guerra,  han  de  resolver  del  modo  más  económico  y  eficaz  pe 
ble,  el  difícil  problema  de  la  ocupación  militar  de  la  isla,  que  teñen 
que  sostener  durante  muchos  años. 

De  guarnición  en  la  Habana,  5,000.  Q  ] 

Los  60,000  restantes  divididos  en  dos  cuerpos  de  ejército  de  30,C 
cada  uno,  bastan  para  derrotar  y  aplastar  para  siempre  á  la  ínsurr' 
oión  en  la  provincia  en  que  hoy  se  encuentra. 

Los  dos  cuerpos  de  ejército,  uno  en  vanguardia  y  otro  de  retaga 
dia,  á  5  kilómetros  de  distancia  entre  sí,  divididos  en  10  columnas 
3,000  hombres  cada  una,  separadas  de  7,5  kilómetros  entre  sus  oentr 
procurando  que  los  centros  de  los  intervalos  de  las  columnas  de  vt 
guardia,  correspondan  á  los  centros  de  las  del  cuerpo  de  ejército  de 
tagnardia,  y  avanzando  directamente  tan  solo  5  kilómetros  imposib 
tarían  á  los  insurrectos  salir  de  esa  provincia,  cuyo  terreuo  se  les  ¿ 
minuirá  así  diariamente  y  con  esto  la  esfera  de  su  acción,  limitar 
cada  vez  más  sus  movimientos,  obligándoles  cada  día  mas  á  comba! 

Como  el  avance  diario   que  exigimos  á  nuestras  fuerzas  es  toa  ; 
qneño,  la  fatiga  que  les  imponemos  es  insignificante,   por  cuya  raí 
pueden  establecer  sobre  la  marcha  las  líneas  de  operaciones  que  ñor  *- 
de  asegurar  el  terreno  conquistado,  y  que,    en  nuestra  opiniÓB,  ^ 
ser  las  sigaientes; 

1.*  Cabanas,  Candelaria  á  Mangas. 

2.*  Bahía  Honda,  Santa  Cruz,  Sabana,  Nueva. 

3."  San  Cayetano,  Vinales,  Soledad. 

4.*  Consolación  del  N.,  Vinales,  Pinar  del  Río,  La  Coloma. 


QBÓHIOA  DS  I4A  eUKKHÁ  DI   ODBA 


mea.  Oalafre. 


6.'  Loa  melones,  3.  Finieata,  Gnayacanal,  La  0rifa. 

7/  BoIondñSn,  LaCaravela,  Los  Melones. 

Como  se  Té,  con  este  plan  que  repetimos,  es  el  peor  de  enantes  se 
pueden  concebir  en  oiooaeata  y  seis  días;  la  insorreoción  se  vería  aco- 
rralada en  el  Oabo  de  San  Antonio,  y  allí  vencida. 

Un  valiente. 

En  el  combate  qae  el  día  12  ae  verificó  en  el  potrero  La  Herradurs, 
11  el  cual  se  dio  una  magnifica  carga  á  la  bayoneta,  hnbo,  entre 
}B,  el  siguiente  rasgo: 

<E1  sargento  Tomás  Crespo  Asensio,  que  en  aaíón  del  soldado  Pedro 
ides  Plaza,  insensiblemente  y  enardecidos  por  el  combate,  fueron 
nzando  hasta  encontrarse  solos  y  rodeados  por  numeroso  grupo  ene- 
;o,  resistiéronles  largo  tiempo,  hasta  que  el  sargento  oayó  atravesado 
ientre  de  un  balazo.  Entonces  dijo  al  soldado:  <No  me  abandones, 
s  esos  miserables  me  acabarán  de  matar.»  Y  aquel  valiente  soldado, 
contar  el  número  de  sus  oontrarios,  redobla  en-aotívidad  sna  fuegos, 
ra  hacer  que  se  retiren  á  alguna  distancia,  y  aprovechando  con  pas- 
»  calma  y  sangre  fria  aquel  supremo  momento,  carga  con  el  sar* 
to  herido,  recoge  el  Mansser  del  mismo  sin  abandonar  el  suyo,  y 
i  burlados  á  sus  contrarios,  que  creían  seguro  en  su  poder  al  herido.* 

Notas  de  campaña. 

Operaciones  practicadas  por  la  4.'  brigada  de  la  2.'  división  del  2.* 
rpo  de  ejército,  al  mando  del  general  don  José  Oliver,  en  las  fechas 

se  detallan. 

Día  9. — Salió  el  general  Oliver  de  Placetas  ooncinco  compañías 
batallón  de  BurgcM,  tres  de  San  Marcial,  tres  de  cazadores  de  Cata- 
ft,  escuadrón  de  húsares  de  Pavía,  movilizados  de  Camajuaní  y  dos 
sas  de  artillería  al  encuentro  de  Máximo  Gómez,  que  según  conflden- 
I  se  dirigía  á  Las  Villas.  Durante  la  marcha,  que  fué  bastante  penosa 

las  Condiciones  del  terreno,  no  hubo  novedad  alguna,  llegando  á  nn 
ito  llamado  Ouaracabolla,  compuesto  de  12  ó  14  bohíos  en  malas 

liciones,  pues  demuestran  las  consecuencias  de  la  campaña.  Existe 
fuerte  reducido  y  en  malas  condiciones  de  defensa,  goamecido  por 
'«'imbres  y  nn  oficial  de  Burgos. 
ía  10. — Salimos  al  amanecer  para  Baez  y  Pesimdengo,  llegando  & 

•is  Bajas,  donde  al  rebasar  la  vanguardia,  que  la  mandaba  el  tenien- 
ronel  don  José  Delgado,  sostuvo  un  pequeño  fuego  con  las  avanza- 
memigas,  sin  consecnenoiaB. 


ría  Rodríguez,  I 
wtreroa  de  Alveriehe,  caTas 
en  correcta  formación  y  1 
fnego  sobre  nuestra  vang^ 
noa,  que  lo  t^goantó  con  a 
tagnardia,  mandada  por  e 
rechazó.  Empeñada  la  Im 
al  señor  teniente  coronel  ] 
gado  Santisteban  que  con 
compañÍM  tomara  las  posi 
nes  de  la  izquierda  enero 
punto  estratógíoo  y  que  d( 
naba  por  completo  el  eai 
de  acción.  Esta  opéraciÓ; 
llevó  á  efecto  con  un  oi 
admirable,  viéndose  al  va) 
te  teniente  coronel  Delgí 
secundado  por  el  ayudante 
Fabián  Rubio,  teniente 
Atanasio  Alone  o  de  Robad 
capitanes  don  Manuel  Dasl 
niente  don  Sabas  Hernánd 
don  Rodrigo  Yazquex,  toi 
en  medio  de  un  nutridie 
fuego,  las  alturas,  desalo 
dolas,  á  excepción  de  la 
ma,  que  por  echarse  la  n( 
encima,  no  pudo  efectos 
aguantando  con  heroiami 
incesante  fnego  de  toda  la 
mpo  qne  á  Delgado,  el  aas 
i,  admirablemente  ejecnti 
ezas  por  los  tenientes  Se 
y  sangre  fría  dirigieron  a 
ijeron  en  el  enemigo  efe 
rden  y  huida  de  ellos  á  c 

da  al  teniente  coronel  Alví 
ra  de  fuegos  bastante  cert 
I  suspendió  el  combate,  < 
,  sufriendo  el  fuego  del  ' 
ñaña  del  12,  en  que  el  bi 
lerzas,  á  la  bayoneta,  la  i 


466  OBÓNIOA  DX  LA  aüXRBA  DB  GUBÁ     ' 

ma  altara  qae  sostenía  el  enemigo,  el  oaal  desde  este  momento  se  decla- 
ró en  precipitada  faga,  internándose  en  los  bosques  y  manigttas  qae  á 
sos  espaldas  tenían. 

Esta  batalla  es  sin  dada  la  primera  qué  se  ha  dado  en  esta  campafia, 
revistiendo  sama  importancia,  paes  el  desastre  del  enemigo  ha  sido  on 
hecho  qae  ha  repercutido  con  todas  sas  faensas,  y  por  consiguiente  la 
moral  se  ha  resentido,  como  lo  demuestra  las  muchas  deserciones  y  pre- 
sentaciones que  se  verifican. 

Nuestras  bajas  han  sido  6  muertos  y  22  heridos,  entre  ellos  el  tenien- 
te  de  Camajuaní  don  Antonio  Gascua.  Las  del  enemigo,  según  hemos 
podido  apreciar  por  los  30  que  á  medio  enterrar  dejaron,  han  tenido  que 
ser  numerosísimas. 

Este  hecho  gloriosísimc  que  ha  alcanzado  nuestro  general  Oliver, 
merece  la  consideración  de  nuestra  patria,  como  igualmente  la  de  los  que  á 
ello  han  contribuido,  como  lo  son:  tenientes  coroneles  don  José  Pelgado 
Santistebán,  don  Carlos  Palanca  y  don  Manuel  Alvares  Arenas;  comandan- 
tes  don  Benito  Márquez  Martínez  y  don  Leopoldo  Gómez  Sena;  capitanes 
don  Fabián  Rubio,  donManuel  López  y  don  Joaquín  Mesonero;  tenientes 
don  Atanasio  Alonso,  don  Sabas  Hernández,  don  Antonio  López,  don 
Manuel  Ferro,  don  Miguel  Remenal.y  don  Rodrigo  Vázquez. 

Se  debe  hacer  notar  lo  bien  que  ejercieron  su  profesión  los  médicos 
Codina,  Moya  y  Yelasco,  los  que  con  gran  inteligencia  y  asiduidad  asis* 
tieron  á  nuestros  heridos,  situados  al  principio  de  la  acción,  antes  de 
instalar  el  hospitid  de  sangre,  en  lo  más  rudo  del  combate.  Todo  cuanto 
se  diga  y  se  elogie  á  estos  valientes,  resultaría  pálido  ante  la  realidad 
de  las  innumerables  fatigas  que  soporta  luchando  hasta  con  el  hambre, 
cuyo  mal  no  ha  rebajado  su  principal  virtud,  que  es  la  disciplina. 

Día  12. — Declarada  la  huida  del  enemigo  y  terminada  su  persecu- 
ción, se  procedió  al  entierro  de  los  cadáveres,  tanto  nuestros  como 
del  enemigo,  enviando  los  heridos  á  la  enfermería  de  Manicaragua,  con- 
tinuando tras  el  rastro,  internándonos  por  los  bosques  y  montes  de  Sierra 
Morena,  donde  marchábamos  de  á  uno,  llegando  á  Qainto,  donde  el  ene- 
migo tenía  su  campamento,  que  abandonó  á  los  primeros  disparos,  con- 
tinuando hasta  el  potrero  de  Piedra,  donde  vivaqueamos. 

Día  13. — ^En  vista  de  la  falta  de  raciones  nos  dirigimos  á  Manicara- 
gua, en  donde  se  adquirieron  noticias  ciertas  de  la  situación  del  enemi- 
go, y  salimos  inmediatamente  á  su  encuentro  en  dirección  á  la  Sigua- 
nea, que  así  se  llama  á  una  extensión  de  terreno  aproximadamente  \ 
20  leguas  de  abrupto  é  intrincado  laberinto  de  montañas  que  hacen 
posible  todo  despliegue  y  por  lo  tanto  difíciles  los  combates. 

Con  una  marcha  dificultosísima  llegamos  á  las  alturas  del  MaL  , 
después  de  un  ligero  tiroteo,  sin  consecuencias  y  vivaqueamos.-  ^ 
testigo  presencial. 


r 


El  5.°  cLe  DyContafi-a 


L  día  6  de  Mano  i  lu  dtei  de  la  mañana,  embaroa< 
ron  para  Caba  las  tres  baterías  del  5."  re^miento 
de  Montafta. 

Diósele  en  el  patío  del  cuartel  de  Atarazanae  nn 
rancho  extraordinario,  y  el  donativo  que  hasta  aho- 
ra ha  Tenido  repartiéndose  A  las  tropas  expediciona- 
Tias  y  deepués  de  tocar  llamada,  qncdaron  formadas  dichas  baterías. 

Antea  de  marchar  les  ha  dirigido  uom  arenga  muy  patriótica  el  coro- 
nel  del  primer  regimiento  de  montalla  don  Manuel  Salazar,  que  terminó 
«on  un  ¡Tiva  Espafial  y  ¡viva  el  Rey!  oonteetados  con  entusiasmo  por 
los  artilleros,  quienes,  A  su  vea,  TÍtorearon  al  citado  jefe,  al  teniente  oo- 
Tonel  señor  Bapaña  y  á  los  demás  jefes  y  oficíales. 

Precedidos  por  el  piquete  de  montaña,  se  dirigieron  al  moelle  de  la 
Barceloneta  por  el  Paseo  de  Colón,  segnidos  por  uq  numeroso  gmpo  de 
iosos,  qae  de  antemano  se  había  apostado  «n  la  plaza  de  la  Pai. 
"n  el  citado  muelle,  &  donde  llegaron  casi  al  mismo  tiempo  que  los 
uitarioB  y  rezagados  qne  han  estado  alojados  en  el  depósito  de  Ultra* 
■ .  se  hallaban  ya  los  piquetes  de  loe  cuerpos  de  esta  guarnición  y 
.  bfsima  gente  que  se  agolpaba  en  los  embareaderos,  enoargándcae  la 
irdia  civil  y  municipal  montada  y  de  á  pie  y  varios  agentes  de  orden 
blieo  de  despejar  el  paso. 


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468 QROWLoa  p»  la  querrá  db  cuba 

Después  fueron  llegando  al  muelle  los  generales  de  división  señores 
duque  de  Ahumada  y  Castellví,  los  de  brigada  señores  Mackenna,  Soler , 
Payueta,  Luna,  Borbón,  Buega  y  Portas,  el  gobernador  civil  señor  San* 
chez  de  Toledo,  el  comandante  de  Marina  don  Ismael  Warleta,  el  presi- 
dente de  la  Diputación  provincial  señor  Comas  Masferrer,  una  comisión 
del  Ayuntao^iento  presidida  por  el  alcalde  señor  Bius  y  Badia  y  com* 
pueéta  de  los  tenientes  de  alcalde  señores  Nadal,  Lallave,  Sentmenat  j 
Soriano  y  de  los  concejales  señores  BoflU,  Rosich,  Ravétllat,  Martines, 
Marti  Tilomas,  Pascual  y  Ghissol;  una  comisión  de  la  Cruz  Roja  y  otra 
de  los  voluntarios  catalanes,  el  ingeniero  director  de  las  obras  del  puer- 
to don  Carlos  Mondéjar,  el  ayudante  señor  Ópisso,  la  mayor  parte  de  los 
jefes  y  oficiales  libres  de  servicio  y  muchisimas  otras  distinguidas  per- 


"^  >í'.     sonas. 


Poco  antes  de  las  diex  y  media  llegó  q1  general  Despujol,  acompaña» 
do  de  sus  ayudantes  de  campo  señores  Sánchez  Salcedo  y  Calderón, 
siendo  saludado  por  las  músicas  y  bandas  militares  con  la  marcha  real» 

A  la  hora  señalada  empezó  d  embarque,  siendo  los  primeros  en  sal- 
tar á  las  golondrinas  90  voluntarios  y  52  rezagados,  los  cuales,  así  como 
los  artilleros,  prornmpfan  en  entusiastas  vítores  á  la  pattia. 

La  primera  golondrina  que  salió  del  embarcadero  remolcó  hasta  el 
costado  del  Beina  María  Cristina  la  lancha  en  que  iba  la  banda  del 
Asilo  Naval,  que  tocó  algunos  aires  nacionales  durante  el  acto,  así  como 
las  músicas  militares  y  la  banda  municipal,  situada  ésta  en  la  terraza 
de  la  Capitanía  del  Puerto. 

Poco  antes  de  salir  la  última  golondrina,  un  orador  improvisado, 
que  se  hallaba  instalado  en  lo  alto  de  una  grúa,  pTonunció  un  discurso 
patriótico,  dando  ocasión  á  que  se  oyeran  en  el  muelle  algunos  gritos 
4e  ¡Viva  España! 

£1  general  Despujol,  el  gobernador  civil  y  el  alcalde  se  trasladaron  ¿ 
bordo  del  Reina  María  Cristina,  recorriendo  los  alojamientos  de  la  tro- 
pa y  los  camarotes  de  los  oficiales. 

Reunidos  en  el  espacioso  salón  de  toldilla  los  jefes  y  oficiales  de  las 
baterías  expedicionarias,  el  general  Despujol  les  dirigió  una  arenga,  en 
la  cual  dijo  que  el  embarque  efectuado  hoy  supone  un  nuevo  esfuerzo  de 
la  patria  y  una  nueva  demostración  que  hacen  los  liijos  de  España  para 
mantener  en  la  isla  de  Cuba  la  integridad  nacional.    . 

Después  de  dar  útiles  consejos  á  los  jefes  y  oficiales,  díjoles  el  g 
ral  Despujol: 

— ^Oficiad  de  padres  con  los  soldados  y  cuando  tengáis  ocasión 
sostener  el  faego  en  un  combate,  sed  sus  modelos. 

— Eil  honroso  uniforme  que  vestís  y  el  entusiasmo  que  en  vucl 
pechos  late  son  prenda  segurísima  de  que  añadiréis  nuevos  lauros  á 
muchísimos  que  tiene  conquistados  el  arma  de  artillería,  y  en  previf 


OBÓinOA  DI  LA  ODBBSA  DH  ODBA 


469 


r — 

I    de  vuestros  f ataros  trianfos  y  oon  la  esperams  de  qae  regresaréis  pronto 
P    TÍotoriosos  á  la  madre  patríai  os  doy  on  eariftoso  adiós,  manifestándoos 
I     que  dejáis  en  mi  á  an  amigo  de  qaien  podéis  disponer  en  todas  oca* 
dones. 

—Señores  jefes  y  oficiales:  feliz  viaje  y  baena  suerte. 
Poeo  despaés  las  autoridades  citadas  abandonaban  el  Reina  María 
Cristina,  qae  trasbordará  en  Cádis  al  Ciudad  de  Cádiz  las  fuerzas  expe- 
dicionarias, por  tener  que  dotarse  á  aquél  dd  armamento  y  tripulación 
al  objeto  de  quedar  convertido  en  crucero. 

A  las  dos  de  la  tarde  zarpaba  el  Reina  María  Cristina,  escoltado 
hasta  la  boca  del  puerto  por  pequefias  embarcaciones. 

Los  soldados  armaban  gran  algazara,  dominando  entre  ellos  el  buea 
j      humor. 

I  El  total  de  fuerza  embarcada  asciende  á  600  plazaa« 

En  dicha  expedición  van  tres  médicoe  militares. 


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TJisr  snÉnoE 


'  N  testigo  preseneial  de  loa  heobios  qne  vamos  &  referir,  e» 
qniéa  aos  eomimiea  lo  qne  oon  orgullo  coBsigUamos.  ~  : 
Llámase  nuestro  héroe  Miguel  del  Campo  Gómei.  £» 
naturaídel  Valle  de  Garransa,  Viacaya.  Tiene  oaarenta  y 
nueve  años  de  edad,  jasado  ea  Ojebar,  provincia  de  Saa- 
tander,  Aynntaniento  de  Basines.  Sirvió  como  volunta- 
rio en  la  pasada  guerra  de  Cuba.  En  1890  emigró  á  la  Re* 
r -pdblicft  Argentina,  de  donde  hace  poeo  tiempo  vino  oon  otros  muchos 
f^'  «apafioles  voluntarios  á  tomar  parte  en  esta  campaña. 

Hállase  filiado'  en  la  primera  eompafiía  del  batallón  cazadores  de  Va- 
Iladolid,  en  la  brigada  del  general  Oareia  Navarro.  Esta  brigada  pcote- 
nece  al  primer  cuerpo  de  ejército  y  hace  poco  tiempo  que  se  halla  en 
lias  Tillas  operando  eontra  los  insorreetoB  expedicionarios  de  Oriente. 
El  día  21  de  NovÑmbre  salió  de  aquí  la  columna  de  Oaroía  Navw 
'  -en  dirección  á  los  limites  de  esta  provincia  oon  la  de  Puerto  Prínci, 
en  donde  se  sabía  que  estaban  eimoentrándose  y  organizándose  las  pa 
tidas  insurrectas  de  Oriente,  «ob  objeto  de  invadir  este  territorio  y  el 
Jíatanzas. 

£1  camino  se  hizo  á  pié,  en  an  recorrido  de  más  de  cuarenta  legu 
Antes  de  salir  la  «olauna  h  düron  á  Talladolid  400  Maüsser,  á  oarnt 


CBÓNIOA  D»  LA  OÜMtBA  D>  CUBA 471 

de  igual  número  de  Remingtons.  El  ñaevo  armamento  se  repartió  entre 
los  soldados  más  jóvenes  y  vigorosos.  Al  soldado  Miguel  del  Campo 
Gfómez  no  se  le  dio  Maüsser.  ¡Como  era  ton  viejo  el  pobre  veterano! 

La  columna,  después  de  fatigosas  marchas,  llegó  á  Arroyo  Blanco,  y 
allí  nuestro  viejo  soldado  presentóse  á  su  capitán  diciéndole  que  estaba 
enfermo;  lo  reconoció  el  físico  y  se  le  dio  de  baja.  La  columna  levantó 
el  campamento  para  marcharen  busca  del  enemigo,  y  Campo  recibió  la 
orden  de  quedar  allí,  en  espera  de  la  primera  fuerza  que  pasase  en  di- 
rección á  Sancti  Spiritus,  á  la  cual  te  incorporaría  con  destino  al  Hos- 
pital. - 

Al  día  siguiente  de  la  salida  de  la  columna  de  Ghi^cía  Navarro,  llegó 
á  Arroyo  Blanco  el  coronel  Segura  con  fuerzas  de  Granada,  conduciendo 
QQ  convoy;  entregado  éste,  regresaría  la  fuerza  inmediatamente  á  Sancti 
Spiritus,  y  al  emprender  el  camino  de  regreso,  la  grande  impedimenta 
que  llevaba  la  fuerza  mandada  por  el  coronel  Segura  se  aumentaría  con 
nuestro  soldado  Campo  j  treinta  y  ocho  más  de  distintos  cuerpos  que, 
GOfoo  nuestro  héroe,  habían  sido  dados  de  baja  por  enfermos. 

'  El  día  3  de  Diciembre,  á  las  nueve  y  media  de  la  mañana,  salía  de 
IgwBírá  para  Sancti  Spiritus  la  columna  de  Segura,  conduciendo  200 
mulos  de  vacío;  sobre  varios  de  estos  animales  viajaban,  cabalgando  en 
ellos,  los  soldados  enfermos.  Apenas  nuestra  columna  había  rebasado  el 
río  Jatibonico,  la  vanguardia  de  Granada  mandada  por  el  teniente 
Oaillen,  fué  rudamente  atacada  por  las  partidas  insurrectas  de  Gómez 
y  Maceo,  fuertes  de  4,000  hombrea,  que  en  aquel  momento  desfilaban  en 
sentido  trasversal  á  la  dirección  que  llevaban  nuestros  400  soldados  de 
Granada.  lA  pelea,  como  se  vé  era  desigual,  de  diez  contra  uno. 

Allá|  de  extrema  vanguardia,  en  la  punta  de  la  fuerza  española,  un 
sal'gento  y  siete  {toldados  batíanse  con  denuedo.  Apenas  iniciadc^el  com- 
bate, aquel  peque&o  grupo  recibió  un  refuerzo,  el  del  soldado  enfermo 
Miguel  del  Campo,  que  al  oir  los  primaros  disparos,  apeóse  de  la  acémila 
en  que  cabalgaba,  arrancóse  de  la  frente  el  pañuelo  que  llevaba  atado  á 
manera  de  venda,  y  empuñando  el  Bemington,  corrió  al  sitio  en  que 
llovían  las  balas  enemigas,  y  rodilla  en  tierra,  cotao  los  otros,  contestó 
al  fuego  de  los  riflieís  con  el  de  su  viejo  fusil. 

Muy  pronto,  de  aquel  grupo  de  valientes  sólo  podían  batirse  tres 
soldados  y  el  enfermo  Campo;  los  demás,  con  el  sargento,  habían  caido 
hei  8.  Sobre  uno  de  éatos,  que  cayó  algo  separado  del  grupo  que  se 
bal  ^  avanzaron  algunos  ginetes  enemigos.  Al  frente  de  ellos  venía  un 
n^  ^  corpulento  que  los  mandaba,  ostentando  sobre  el  ala  levantada  de 
su  imde  sombrero  de  yarey  ancha  escarapela  insurrecta,  adornada 
COI  '  B  estrellas,  que  relucían  vivamente  heridas  por  los  rayos  del  sol. 
fuego  graneado  que  hacía  el  grueso  de  nuestra  pequeña  columna 
COI      ^^  «"1  grupo  de  ginetes  enemigos;  pero  el  negro  corpulento,  seguido 


472 


0BÓRIOA  DB  LA  OUSRRÁ  DX  OüBA 


de  OBO  de  los  suyos,  con  machete  en  mano,  avanssaron  hasta  ll^ar  d 
primero  á  donde  se  hallaba  nuestro  soldado  herido,  y  levantando  el  ne- 
gro el  nervudo  brazo,  descargó  tremendo  machetazo  sobre  aquel  hom- 
bre indefenso,  al  que  no  remató  del  fiero- golpe,  gracias  al  poderoso  mo« 
vimiento  de  rechazo  que  hizo  el  brioso  caballo  que  montaba  él  despia- 
dado insurrecto,  producido  por  el  espanto  que  en  la  bestia  causara  aqud 
hombre  caído  en,  tierra  y  que  con  movimientos  extraños  defendía  el  res- 
to de  vida  que  ]e  quedaba. 

£1  feroz  ginete  revolvió  su  cabalgadura  clavándole  con  ira  sus  gran- 


BareékMUU  Salida  d«l  primer  rapor  golondrlaa  eon^jieiendo  á  loi  Tolaatuiot.  ilattaatánaa  de  Roic  Rodóm). 

des  y  cortantes  espuelas,  pero  al  lanzarse  de  nuevo  sobre  el  infeliz  heri- 
do ya  éste  no  estaba  solo.  A  su  lado,  á  pie  firme  y  enfilándolo  con  el  ca« 
ñon  de  su  Remington,  pudo  ver  por  un  momento  al  soldado  Campo,  que 
había  corrjdo  en  socorro  de  su  compañero.  El  negro,  sediento  de  sangre 
española,  lanzóse,  ciego  de  furor,  sobre  nuestro  héroe,  que  sin  moverse 
esperó  sereno  la  acometida,  disparando  con  su  Remington  á  quemarro- 
pa, atravesándole  el  ancho  pecho  con  el  proyectil,  haciéndole  caer  s 
espaldas  en  tierra,  dejando  oir  al  caer  horrible  gruñido  de  muerte. 

El  soldado  Campo  cogió  el  sombrero  del  insurrecto  muerto,  y  conri  - 
do  al  lado  de  su  camarada  herido,  cargó  con  él  sobre  sus  espaldas,  re  * 
mendándole  que  no  soltase  el  Mattsser,  y  ^on  toda  lá  premura  que 
permitían  las  circunstancias  marchó  hacia  el  grueso  de  la  fuerza.  A 
00  trecho  andado  hubo  de  detenerse  y  echar  sobre  el  suelo  la  pree. 


s 


474 OBÓNlgA  DB  LA   OPERHA  DB  OÜBA 

carga,  porqae  el  otro  gioete  eoemigo  cargaba  sobre  ellos  machet 
mano  para  matarlos.  Campo,  sereno  j  valiente,  paró  y  rehnyÓ  los 
pesjde  BU  enemigo,  acertando  á  darte  maerte  de  an  disparo  de  sn 
mingtoD.  Terminado  esto,  echóse  nuevamente  sobre  e{  al  comps 
herido,  llegando  al  fin  á  las  camillas,  entregándolo  á  la  sección  d< 
nidad. 

Nuestro  viejo  soldado  volvía  corriendo  al  logar  más  peligróse 
combate.  Al  pasar  por  el  sitio  en  que  se  hallaba  la  impedimenta  pr 
tose  ante  sus  ojos  un  cuadro  terriblemente  trágico,  ün  grupo  de  ei 
gos  había  rebasado  la  línea  de  uno  de  naestros  flancos  y  daban  de 
chetazos  á  los  acemileros  y  á  los  soldados  enfermos  qne  allí  se  hall 
desarmados.  Tres  de  los  acemileros  fneron  atrozmente  macheteadoi 

Detrás  de  un  soldado  enfermo,  desarmad»,  perteneciente  al  bat 
de  Soria,  corría  nn  insurrecto  montado,  tirándole  tajos  de  machete 
de  los  cuales  le  alcanzó  en  la  cabeza,  produciéndole  honda  herida 
le  hizo  caer  al  suelo,  aturdido  por  el  golpe.  Campo  corrió  al  lado  d 
'  defeuBO  compañero  enfermo,  repitiendo  allí  con  heroísmo  admirabl 
hazañas  anteriores,  dando  muerte  al  ginete  insurrecto  y  cargando  i 
sos  hombros  hasta  dejarlo  en  las  camillas  al  soldado  de  Soria. 

£1  combate  continuaba,  cada  vez  más  fieramente  empeñado.  Nu 
viejo  soldado  volvió  al  lugar  avanzado  á  tiempo  de  qne  los  pocos 
allí  quedaban  de  pie  querían  irse  con  el  grueso  de  la  f ueiza,  abt 
nando  aquel  lugar  en  que  los  proyectiles  enemigos  tiembraban  la  me 

£1  sargento  herido  gritó  Á  Campo:  «¡Viejo,  por  Dios,  no  nos  < 
lutedes  aquí  abandonados,  porque  esos  negros  nos  machetearán 
Campo  detuvo  á  los  qae  se  iban  y  allí  estuvo  como  viejo  león  que  j 
da  á  BUS  hijaeloa  hasta  que,  pronto  ya,  llegaron  foerzas  ^atantes 
coger  los  heridos,  replegándose  todos  al  gmeso  de  la  columna,  que, 
.'sada  por  todos  lados,  hubo,  de  formar  el  cuadro,  en  nna  fila,  part 
fender  la  enorme  impedimenta  qne  conducía,  rechazando,  á  peee 
•  todo,  las  continoadas  y  feroces  cargas  de  un  entmigo  diez  veces  m 
en  número. 

Nuestro  viejo  veterano  en  aquella  memorable  y  gloriosa  lucha 
las  armas  españolas  hizo  85  disparos  con  su  Remington,  y  como  * 
decía  pasándose  la  mano  por  su  extensa  calva:  «créame,  señor,  y 
me  apresuraba  en  tirar;  muchos  de  aquellos  tiros  fueron  aproveoh 
los  insurrectos  eran  numerosos  y  estaban  cerca.» 

£1  coronel  Segura,  después  de  recoger  y  enterrar  nuestros  mner 
curar  á  los  heridos  de  mayor  gravedad,  retiróse  á  Iguará,  en  doD 
día  siguiente,  después  del  combate  de  La  Reforma,  llególa  colnnu 
García  Navarro. 

£nterado  este  general  del  comportamiento  heroico  de  nuestro 
soldado,  le  Uamó  ¿  bu  presencia,  le  felicitó  y  regalándole  tres  dar 


r 


OBÓNIGA  DX  LA  aUXRRA  DS  OUBA  475 


dijo:  «Vamos,  dime  lo  que  quieres.  >  Pues  lo  qae  quiero,  mi  general,  es 
qae  me  voy  otra  vez  con  mi  batallón,  porque  ya*  estoy  bueno  con  esto 
de  ayer.  Además,  mi  general,  por  si  acaso  se  presenta  otro  caso  como  el 
de  ayer,  que  si  se  presentará,  deseo  ser  cabo,  porque  así  me  obedecerán 
los  soldados  cuando  yo  les  mande  que  vayan  adelante  6  se  queden  á  de 
fender  á  los  compañeros. 

£1  general,  sonriéndose  bondadosamente,  le  dijo: 
— Bueno,  ya  le  diré  al  teniente  coronel  de  tu  batallón  que  te  hagan 
cabo.  Por  lo  pronto  el  coronel  Segura  ha  dado  un  parte  en  que  dice  que 
eres  muy  valiente.  A  ver  si  en  adelante'  te  portas  lo  mismo;  la  patria 
te  premiará  y  tus  jefes  te  estimarán  muoho« 

La  columna  de  García  Navarro  llegó  aquí  y  mi  amigo  el  teniente  co- 
ronel de  Yalladolid,  don  Ekluardo  Francés,  me  refirió  este  episodio.  Qui- 
se  conocer  al  héroe  y  vino  á  mi  casa,  en  donde  á  su  manera,  con  sus 
eoncordancias  vizcainas,  me  refirió  lo  que  hizo,  que  en  un  todo  hállase 
eonforme  con  la  relación  hecha  por  sus  jefes. 

Le  llevé  á  casa  de  un  fotógrafo  para  que  se  conozca  á  este  hombre 
qae,  para  mí,  es  el  legendario  tipo  de  aquellos  viejos  soldados  de  los  an  • 
tigaos  teroioff  de  Flandes,  salvo  la  fficayabera,  el  sombrero  de  yarey  y 
b  desastrado  de  la  indumentaria  toda. 
I  £1  bizarro  teniente  coronel  señor  Francés  nos  acompañó  á  casa  del 
I  fotógrafo.  Cuando  preparaban  la  maquinilla^  el  viejo  soldado  se  cuadró 
I  rígidamente  ante  su  jefe  y  le  dijo: 

;      — ^Mi  teniente  coronel,  nuestro  general  me  ofreció  hacerme  cabo,  y 
ya  V.  ve  cómo  voy  á  retratarme. 
El  jefe,  sonriéndose,  contestó: 
I      — ^Pero,  hombre,  si  ya  eres  cabo'¿por  qué  no  te  has  puesto  los  galonee? 
í      ^— Mi  teniente  coronel,  no  he  tenido  dinero  para  comprarlos,  y  luego, 
i  ya  y.  ve,  aquellas  estrellas  del  negro  insurrecto  que  tanto  relucían. . . 
pues  resultaron  de  hojadelata. 

Intervine  entonces  en  el  diálogo  y  dije  al  veterano,  cuya  justificada 
!  presunción  en  aquel  momento  no  quería  yo  que  quedaáe  defraudada: 

— ^No  tengas  cuidado;  ya  que  tu  teniente  coronel  lo  desea  también, 

I  te  retratarás  con  los  galones  de  cabo  porque  el  diario  de  Madrid  El  Im- 

parcial  te  los  regala,  y  en  su  nombre  y  representación  me  honraré  yo 

poniéndolos  en  tus  brazos.  T  en  efecto,  así  se  hizo  y  así  se  retrató  el  ve  • 

tera-  -  ^e  Yalladolid. 

(  mdo  terminado  todo  iban  á  marcharse,  el  valiente  soldado 
con  ojos  humedecidos  por  el  llanto  de  la  satisfacción  y  de  la  gratitud, 
dijo      1  jefe: 

teniente  coronel,  cuando  salgamos  á  la  manigua  tendrá  Y.  que 
hací  ^^ sargento,  porque...  yo  he  de  ganármelo  y  Y.  ha  de  hacerme 
esa     <4ieia. 


4Tg OBOmOA.  DB  LA  OÜMtaA  DI  ODBA 

— ^Veo — contestó  el  jefe — que  eres  ambloiOBo,  y  eeo  no  me  di 
Te  prometo  qae  serás  sargento  si  haces  méritos  para  ello. 

— No  soy  ambioioao  por  serlo,  mi  teniente  coronel— ^replio 
hablfmdo  consigo  el  pobre  veterano; — lo  que  hay  es  que  ya  soy  viejo  y 
ai  cuando  a«  acabe  eato  obtengo  ana  licencia  limpia  podría  pedir  na 
destino  de  portero  6  de  llevar  cartas,  y  ai  me  lo  dieran  ae  me  haría  me* 
nos  difícil  la  existencia  en  la  vejes. 

Salimos  á  .  la  calle.  La  reflexión  del  viejo  soldado  me  cansó  una  im- 
presión vivísima;  tras  la  lacha  ardiente,,  heroica,  por  la  patria,  surgía 
el  problema  de  la  locha  por  la  existencia.  Bien  que  ¡se  reducen  á  tao 
poca  cosa  las  aspiraciones  del  heroico  soldado! 

Al  estrecharle  la  mano  de  deapedida'le  dije: 

— Con  qne  ya  tienes  Maüsser. — Sí — contestó — bien  me  lo  he  ^na 
do  — Y  acariciando  el  terrible  foail  me  dijo  en  voz  baja  haciendo  un  gui- 
ño de  ojo:  «¡Yaya  ai  me  harán  sargento!  > 

Apresamiento  de  un  barco  rebelde. 

£1  Diario  de  la  Marina  de  la  Habana,  da  cuenta  en  los  eígnientei 
términos  dé  un  importante  hecho  de  armas  realizado  por  el-  teniente  di 
navio  don  José  Vilela: 

«Al  crozar  anteayer  por  esta  costa — dice  el  Diario — el  cañonero  Lin 
L  ce,  entró  en  el  río  San  Jaan,  donde  encontró  el  gnairo  Dos  Amigoa,  d< 

I  la  matríoola  de  Cienfnegoa,  al  que  reconoció,  encontrando  los  doea 

mentoa  en  regla.  No  obatante,  llamó  la  atención  del  comandaste  el  qn< 
ese  gnairo  estuviera  en  un  sitio  peligroso,  por  lo  frecuentado  que  es  peí 
el  enemigo,  así  como  también  por  la  gran  cantidad  de  carnes  y  pesca 
dos  que  vló  á  bordo,  por  lo  que  procedió  á  un  detenido  registro,  hallan 
do  numerosas  cartas  firmadas  por  un  cabecilla  y  diñgidas  á  variaa  per 
\  eonaa  del  comercio  de  CienfuEgoa,  exigiéndoles  dinero  y  otroa  aitícnloa 

En  vista  de  esto  fué  detenida  la  embarcación  por  el  comandante  de 
Lmce  con  sos  trea  tripulantes.  Poco  antea  de  la  deaembocadura  del  ríi 
^  fué  tiroteado,  fuertemente  por  el  enemigo,  que  vagaba  por  las  coataa.  I 

cañonero,  con  el  cañón  de  tiro  rápido,  contestó  el  fuego,  haciendo  oeaa 
la  agreaión.  El  guairo  fué  conducido  á  remolque  hasta  Cienfu^^s  po 
la  lancha  Ardilla,  y  la  tripulación  que,  obn  la  correspondencia  reo(^ 
da  por  el  Lince,  ae  entregó  en  calidad  de  detenida  al  cañonero  Indio,  qa 
eatá  reparando  averías  en  aquel  punto. » 

Noa  consta  que  el  general  Martínez  Campos  y  su  ayudante  el  a^.  > 
O  Donnell  felicitaron  oaloroaamente  á  tan  digno  oficial  de  la  Arnu  i 
que  con  sos  actoa  honra  á  la  ciudad  qne  le  vio  nacer. 

Homenajes  á  dos  soldados. 

En  Santander  han  sido  objeto  de  verdaderas  manifestaciones  de      i 


0B6NI0A  tíÉ  LA  OUMOtA  D»  OÜBA 477 

patía  doB  soldados  enfermos  que  con  otros  oompafieros  llegaron  de  Cu- 
ba en  el  va{MMr  Beina  María  Oristina. 

Por  la  mañana,  en  la  plaza  de  Yelarde,  varias  pescaderas  tomaron 
aobre  si  la  noble  misión  de  recolectar  fondos  con  que  socorrer  á  dos  des- 
graoiadoa  militares,  y  en  poco  más  de  una  hora  lograron  reunir  entre 
las  vendedoras  de  aquel  mercado  y  del  de  Atarazanas  125  pesetas,  can- 
tidad fabulosa  si  se  tiene  en  cuenta  que  las  que  contribuyeron  á  reunir- 
la  son  gentes  pobres,  que  apenas  cuentan  con  lo  indispensable  para  aten- 
der á  sus  necesidades. 

La  prensa  cubana. 

La  Discusión  de  la  Habana  publica  dos  artículos,  cuyos  puntos  más 
salioites  copiamos,  porqué  dan  alguna  lu^. 

cEl  primero,  titulado  cM  general  no  se  va».  cLo  que  se  necesita», 
se  publicó  A  día  26  de  diciembre,  y  dice  así: 

cAyer  (el  25  de  Diciembre],  corrió  por  la  Habana  el  rumor  de  que 
d  general  Martínez  Campos  había  pedido  su  relevo  al  Gobierno.  Des- 
jfoké  se  dijo  que,  si  bien  era  cierto  que  había  manifestado  la  resolución 
de  regresar  á  la  Península,  había  renunciado  á  ese  propósito,  ante  las 
observaciones  y  ruegos  de  hombres  importantes  de  todos  los  partidos. 

Deseamos  que  el  general  no  vuelva  á  tener  deseos  de  retirarse  y  es* 
tamos  seguros  de  que  éste  será  también  el  deseo  de  todo  el  país. 

El  cambiar  de  gobernador  general  nada  mejoraría  la  situación;  y 
probablepente,  la  empeoraría  en  considerable  medida.  No  hay  en  Es- 
paila  hombre  alguno  de  guerra  que  sea  superior  á  Martínez  Campos  en 
capacidad  téenica,  en  prestigio  y  en  popularidad.  Ninguno  podrá  hacer 
lo  que  Martínez  Campos  no  haga. 

Los  contratiempos,  grandes  ó  chicos,  nada  prueban  en  contra  de  la 
aptitud  de  un  caudillo  ni  de  la  tficacia  de  un  plan  militar  en  conjunto. 
Si  no  hubiera  obstáculos  que  destruir,  ¿dónde  estaría  el  mérito  del  es- 
faerzo?  Ya  lo  dijo,  en  versos  iamortales,  el  ilustre  francés:  <E1  que  triun- 
fa sin  combate,  vence  sin  gloria.» 

No;  para  que  la  situación  mejore  rápidamente,  no  se  necesita  que  el 
general  Martínez  Campos  deje  el  mando  del  ejército.  Lo  que  se  necesita 
es  que  la  acción  militar  sea  secundada  por  la  acción  política:  que,  has- 

^hora,  ha  sido  nula.» 


I  segundo  artículo,  correspondiente  al  día  27  del  pasado  dioiembre, 
M    lOila  Después  de  la  serenata,  y  dice  así: 

Esta  noche  se  efectuará  la  serenata  con  que  obsequian  al  general 
U  ->Hinez  Campos  los  tres  partidos  de  Cuba. 


478 oeómoA  dm  la  ouebka  db  oüba       

Se  va  á  aclamar  <aniversalmente  ante  el  mando — oomo  dioe  El  Pais 
órgano  del  partido  liberal — la  política  previsora,  magnánima  y  abierta,> 
representada  por  el  gran  oandillo  español. 

Nuestro  colega  añade  que  <el  pftrtido  liberal  antonomist»,  al  a«ooiar* 
86  á  esta  solemne  demostración,  es  oonsecnente  con  sus  actos,  con  m  es- 
píritu, con  BU  actitud  constante  para  el  general  en  jefe  y  su  admirable 
conducta  militar,  para  con  su  heroiamo,  su  templanza,  bu  generosidad 
y  BU  demencia.  > 

La  de  esta  noche  seri,  sin  dada,  una  hermosa  y  significativa  mani- 
festación. Por  vez  primera  aparecerán  unidos  los  tres  partidos  leg! 
bajo  la  presión  de  circunstancias  difíciles. 

Esa  presión  que  los  obliga  á  juntarse  para. festejar  á  MartÍDei  C 
pos,  ¿Qo  tendrá  fuerza  bastante  para  compelerlos  á  buscar,  juntos  1 
bien,  los  medios  de  poner  término  á  la  tremenda  crisis  política  de  Ci 

Muchas  veces  hemos  repetido  que,  en  los  largos  meses  qae  lleva 
de  guerra,  nada  ha  hecho  el  Gobierno  para  secundar  con  hábiles  n 
das  políticas  la  acción  militar  encomendada  al  general  Martíoez  C 
pos.  Culpa  y  gravísima  del  señor  Cánovas  ha  sido  ésta ;  pero 
alguna  excusa  tiene  en  el  estado  de  los  partidos  locales.  Uno  le  ha  a 
sejado  el  mero  empleo  de  la  fuerza;  el  otro  ha  abogado  por  las  refoi 
tímidas;  el  tercero  se  ha  limitado  á  mantener  su  programa.  £1  Gobie 
libre  de  escoger,  no  contrastado  por  el  empaje  de  una  opinión  onái 
y  organizada,  ha  optado  por  lo  más  cómodo;  dejar  correr  los  snoesc 

Nada  ha  dicho;  nada  hará,  si  la  voz  de  todo  un  pueblo  no  ae 
para  exigirle  resoluciones  salvadoras. 

Sí,  mañana,  cada  caal  vuelve  á  sas  posiciones,  ¿qué  quedará  c 
fiesta  de  hoy?  Solo  el  recuerdo  agradable  de  haber  cumplido  deberé 
cortesía  y  de  cariño  con  el  soldado  ilustre  á  quien  se  va  á  aclama 
los  partidos  políticos  existen  para  algo  m&s  qae  para  pavonearse  en 
cesiones. 

Hasta  ahora,  frente  al  separatismo,  solo  se  ha  propuesto  una  n: 
negativa.  Se  ha  hablado  de  aplazar  toda  polémica  y  de  esperar  á 
por  las  armas,  se  suprima  la  insurrección.  No  es  esta  la  anión  que  1 
falta;  y  ella,  si  se  lograra,  tendría  funestos  resultados,  al  sanoioni 
empleo  exclusivo  de  la  fuerza. 

IjO  que  hace  falla  es  un  acuerdo  entre  los  ires-partidos  sobre  las 
didas  de  reforma  política  que  deben  adoptarse  para  debilitar  á  le:  - 
lucionarios  y  traer  la  paz  pronto  t  bien.  Que  no  se  vacile  ante  í' 
eriñoioa  necesariop;  porque  el  hecho  de  la  guerra  ha  modificado  "' 
damente  la  realidad  política. 

Si,  antes,  tal  ó  cual  programa  servía,  la  mayor  ó  menor  un 
para  promover  el  progreso  del  país,  hoy  el  único  programa  po¡ 


r 


OBÓKIOÁ  DB  LA  GUERRA  DB  GÜBA  479 


bueno,  será  el  que  evite  la  pérdida  de  vidas  Mimarías  y  la  ruina  total 
de  la  riqueza. » 

Los  deportados. 

Ooho  Bon  los  que  ha  oondaoido  el  vapor  Santo  Domiogo,  llegado  á 
GádÜE. 

Desembarcaron  oerca  de  las  siete,  juntamente  oon  un  reo  de  homioi* 
dio,  llamado  Andrés  San  Martín  Zamora,  que  viene  á  oamplir  la  pena 
en  Ceuta. 

Los  deportados  se  llaman  Manuel  de  la  Rosa  Ragel,  Ibrail  Manso, 
José  Manuel  Deán,  Torouato  Mazona,  Diego  Zurita  Delji^ado,  Filomeno 
Femindez  Sánchez,  Victoriano  Collado  Rodríguez  y  Santiago  Ba vello 
Soárez- 

cCon  varios  de  eitos  inmrrectos  hablamos  en  la  cárcel.   Excusado' 
008  parece  decir  que  todos  protestan  de  su  inocencia,  queriendo  hacer 
creer  á  cuantos  les  interrogan  que  son  mártires  del  filibusterismo* 

José  Manuel  Deán  es  peninsular,  de  Santa  Marta  de  Ortigueira 
(Coruña). 

Refiere  que  era  patrón  de  un  barco  de  vela;  que  le  entregaron  una 
carta  para  que  £f0  la^  diera  al  armador  del  buque,  y  que  antes  de  hacerlo 
,  lo  prendieron  nuestras  tropas,  cogiéndole  la  referida  carta. 
Ignoraba — dice — el  contenido  de  ésta. 

Torcuato  Mazorra  es  un  negro  de  pequeña  estatura,  grueso  y  muy 
dado  á  conversar. 

Tiene  38  años,  es  de  Santiago  de  Cuba  y  casado. 
Cuenta  que  cierta  noche  se  dirigía  desde  su  casa  á  la  de  un  ahijado 
suyo;  qae  le  salieron  al  encuentro  muchos  hombres,  dándoles  el  ¡aXto!: 
le  preguntaron  si  tenía  armas,  él  dijo  que  no,  y  amarrado  se  lo  llevaron 
al  monte,  obligándole  á  formar  en  la  partida  de  Rafael  Socorro. 

Fué  preso  á  los  tres  días  en  Javaro  C^atanzas)  por  el  alcalde  de 
aquel  poblado. 

— ^Cuando  me  prendieron — agregó — me  cogieron  nueve  cápsulas  y 
uoa  carabina;  pero  asegura  que  no  disparó  ni  un  selo  tiro. 

Protesta^  mucho  de  ser  inocente,  y  en  el  calor  de  sus  protestas  nos  de- 
cía textualmente  estas  palabras: 

cEsta  guerra,  zeñó,  ha  hecho  perder  muchos  hombres  buenos,  por- 
qtio  ir.^  insurrectos  son  unos  picaros.» 

^meno  Fernández  tiene  28  años,  es  mulato,  natural  de  Batabanó. 
ise  que  bu  padre  fué  teniente  del  ejército  español;  era  de  Cádiz  y 
m        en  Cuba  hace  poco  más  de  un  año.  Filomeno  nos  dijo  que  fué 
ce      jro  del  jaez  de  Colón  y  del  cura  párroco  de  Los  Palos. 

fiere  que  los  insurrectos  le  sorprendieron  cocinando  en  el  ingenio 
de       *~íUo,  donde  servía. 


480 CltáMlOA  D»  LA  aUMUU   DK  OUBA 

Por  la  faerza  lo  llevaron  al  campo  en  donde  estovo  un  día,  forman- 
do parte  de  ana  partida. 

Yiotoriano  Collado  tiene  29  años,  es  nataral  de  Colón.  Tree  dfas  dice 
qoe  estuvo  en  el  campo,  y  eso  porque  le  obligaron  los  rebeldes. 

Faé  preso  por  nna 
guerrilla  de  María 
Ciiatina,  al  mando  del 
teniente  señor  San 
Martín. 

Santiago  Bavello 
tiene  20  aSos  y  naeió 
en  Matanzas. 

Formó  en  la  partida 
.  de  Clotilde  García. 

El  mismo  teniente 
Sr.  San  Martín  Itf  hi- 
zo prisionero  el  día  8 
de  Noviembre,  enLti 
Arabos  (Matanaas)i 

también  estnvo  en 
el  campo  por  lafuerui 

Meeting  fíltítustero 
en  Para. 

fin  el  teatro  de  la 
Paz  del  Estado  Pari 
(Brasil),  se   ha  Cele- 
brado on  meetisg  fi- 
libustero para  ensal- 
zar á  los  que  se  baten 
heroicamente   (siem- 
)...f.<utio-  pre  corriendo)  por  BU 
esclavizada  patria. 
La  reanitSn  careció  de  importancia,  y  en  ella  no  se  pronunciaron 
frases  violentas  contra  España,  porque  lo  prohibió  el  gobernador  del  Es- 
tado, don  Lauro  Sodié,  el  cual  profesa  á  nuestro  país  grandes  simpatíss. 
Acerca  del  Blstado  de  Para,  nos  escribe  lo  siguiente  nn  españo'  ~ia 
reside  allí: 

«Hace  algunos  días  recibí  un  libro  de  don  Francisco  Cepeda,  dt  r- 
celona,  en  el  cual  dice  que  aquí  se  pagan  sueldos  fabulosos  y  qi"  as 
emigrantes  encuentran  fácil  colocación.* 

Ambas  afirmaciones  son  inexactas.  Además,  el  clima  es  muy  n  y 
se  desarrollan  con  gran  facilidad  la  fiebre  amarilla  y  las  terciana' 


II.  iliutuMBH  dg  Bolf  Ksd&nJ. 


CBOKIOA  DB  LA  OUSRRA  DX  CUBA 


481 


El  Banco  Azucarero. 

Dioen  de  la  Habana  que  la  junta  directiva  de  este  Banco,  ha  quedado 
constituida  en  la  forma  siguiente: 

Presidente  honorario,  Ezcmo.  señor  don  Arsenio  Martínez  Campos. 
Presidente,  don  Francisco  de  la  Sierra  de  Porras. 
Vicepresidente,  don  Antonio  Alvarez  Yaldes. 


Coa«dor  donde  fti¿  obseqolada  con  im  (•nqncte  U  ofielaüdnd  del  batallón  de  la  Princesa  en  A.Iio«nte. 

Vocales^  don  Adolfo  Sánchez  Arcilla,  don  Francisco  M.  Durañona, 
don  Jorge  de  Ajuria,  don  Alfredo  Labarrere,  don  Miguez  Díaz,  don  Mi- 
guel Jorrín,  don  Perfecto  Lacoste  y  don  Ramón  López  de  Mendoza. 

Supernumetarios,  don  José  Mariano  Crespo,  don  Leandro  Selly  Guz- 
iD^n   don  Juan  José  Ariosa  y  don  Andrés  Moreno. 

legido  el  Consejo,  la  junta  acordó  enviar  un  telegrama  al  general 
M     iínez  Campos  participándole  que  había  sido  nombrado  por  adama- 
úi      *^re8Íd(Bnte  honorario  de  la  nueva  institución  de  crédito, 
i  aquf  el  texto  de  dicho  telegrama : 
.1  general  Martínez  Campos. 
^  i*unta  general  de  fabricantes  de  azúcares  y  productores  de  cafia, 

Huftderao  ^1— t.  n.  Precio  lO  csen't»* 


OBÓNIOA   DI  LA   QUKBIU  DI  OUBA 


!.  nombrado  presidente  honorario  del  Banco  Aznearero,  dé- 
lo de  gratitud  por  sus  nobilísimos  propósitos  en  favor  de  la 


Regalo  á  las  tropas. 

ana  nota  de  los  tabacos  j  cajetillas  repartidos  por  el  gre- 
;oante8  de  Caba  ¿  las  tropas  desembarcadas  en  las  tres  ex- 

r  cuerpo  de  ejército  29.150  tabacos  y  24.900  cajetillas  ci- 

do  cuerpo  de  ejército  55.835  tabacos,  30.072  cajetillas  ciga- 
.quetes  picadara. 

cuerpo  de  ejército  63.425  tabactAi  j  46  cajetillas  cigarros. 
aeral:  148,400  tabacos,  101.607  cajetillas  cigarrillos  y  50  pa- 

lura. 

En  el  crucero  Alfonso  XÍI. 

gaeión  de  la  comisión  general  de  festejos  obsequió  á  las 
dioionañas,  formada  por  los  señores  don  Saturnino  Martí- 
>nuel  María  YiHaverde,  don  Gregorio  Pequero,  don  Santiago 
a  Pascual  Lorenzo,  don  Ángel  Radillo,  don  Jmé  Gr.  Núñei, 

Villaverde  y  don  Francisco  Villaverde,  fué  &  bordo  del  cni- 
itra  marina  de  guerra  Alfonso  XII  á  repartir  &  los  soldados 
{ue  lo  tripulan,  un  obsequio  igual  al  que  se  ha  venido  ha- 
distintas  tropas  que  sucesivamente  han  llegado  á'la  Habana. 
Saban  á  la  delegación  de  la  comisión  de  festejos  las  señoras 
Qaintanar  de  Villaverde,  doña  Matüde  Pascual,  doña  Matía 
uez,  doña  María  Silas  de  Radillo  y  doña  Juana  EscagÜes  y 
ñoritas  Petra  Peqnero,  Pilar  Raiz  y  Ana  Salas, 
is  á  bordo  del  hermoso  crucero  con  la  cortesía  y  amabilidad 
Ja  en  nuestros  oficiales  de  la  Armada,  explicó  la  oomiaión  el 

visita  por  conducto  del  señor  Martínez,  quien  lo  hizo  con 
ocuentes  como  patrióticas  y  sentidas,  contestadas  en  ignsi 
1  comandante  del  barco,  el  capitán  de  navio 'de  segunda  se- 
tdo  Montojo.- 
h  después  la  tripulación  del  Alfonso  XII  por  escuadras,  ^    <• 

señoras  y  señoritas  que  acompañaban  á  la  comisión  al  i' 
)  obsequios,  consistentes  en  un  peso  plata,  cuatro  cajetL  s 
y  cuatro  tabacos  á  cada  uno  de  los  trescientos  sesenta  y  i  s 
cabos,  soldados  y  marineros  que  forman  la  dotación      ¡1 


OHAnIOA  DB   la   aPBRBA  PB   ODBA 483 

También  llevó  la  oomiaión  nn  mazo  de  Teintícinoo  brevaa  especiales 
para  cada  uno  de  loa  jefea  y  diez  y  seis  oficiales  qae  forman  parte  de  la 
fuerza  del  craeero. 

Terminado  el  acto  del  reparto,  la  comisión  fué  á  sa  Tez  obsequiada 
~~j  may  delicadamente — en  la  cámara  del  Alfoneo  XII  por  el  señor 
Montojo,  con  licores,  .Jerez  y  cerveza. 

leales  obsequios  se  han  hecho  á  las  dotaciones  del  crucero  Marqués 
de  la  Ensenada  y  Legazpi. 

De  la  Trasatlánlica. 

E[  señor  marqués  de  Comillas,  presidente  de  esta  Compañía,  ha  di- 
rigido por  cable  al  señor  alcalde  de  la  Habana  la  siguiente  comunica- 
ción telegráfloa: 

«Compañía  Trasatlántica  agradece  profundamente  inmerecidos  plá- 
cemes que  la  dirige  por  conducto  Gobierno  dispuesta  imponerse  cuan- 
tos saorí&oios  sean  precisos  en  defensa  integridad  España  si  Dios  pone 
á  prueba  la  inquebrantable  constancia  de  éáta,  confía  que  loa  hará  pron* 
to  innecesarios  premiando  una  ves  más  con  la  yiotoria  y  la  paz  los  he- 
TÓicoB  esfuerzos 'y  acertadas  medidas  ilnstre  general  Martínez  Campos, 
así  como  la  abnegación  del  valeroso  ejército  y  demás  españoles  que  tan 
noblemente  le  secundan. — Marqués  Comillas. 

De  San  Luís  á  Palma  Soriano. 

El  general  Pando  ha  comunicado  ^  la  empresa  del  ferrocarril  de  Sa- 
banilla y  Maroto,  la  necesidad  de  emprender  inmediatamente  la  cona- 
tmociÓQ  del  ramal  que  ha  de  poner  en  comunicación  los  importantes 
pueblos  de  San  Luis  y  Palma  Soriano,  y  ha  pedido  relación  de  los  bom- 
beros, carpinteros  y  albañiles,  para  desde  luego  darles  colocación  en  el 
«itado  ramal. 


:i> 


h 


El  combate  del  río  Colmer 


US  dos  de  la  tarde  del  20  de  Enero  en  el  p< 
Santo  Domingo,  la  eolamna  que  opera  bajo 
órdenes  del  comandante  don  Luis  Abelda  Bal 
ta  de  cuatro  compañías  del  batallón  de  Ai 
31,  y  una  pieza  de  artillería  de  montaña,  en  j 
brea,  dio  alcance  á  la  partida  del  titulado  gei 
ximo  Gómez,  fuerte  de  5.000  hombres,  trabándose  tenaz  i 
En  dicha  colonia  se  hallaban  dispuestas  las  vangoard 
quienes  al  divisar  á  la  nuestra,  que  la  oonstitnía  la  tercer 
las  Órdenes  de  su  primer  teniente  don  Enrique  Alvarez,  ti 
do  fuego,  cargando  ésta  á  la  bayoneta  con  tanta  decisiói] 
dueña  de  las  posiciones  que  ocupaban  los  enemigos. 

Incorporada  nuestra  pequeña  columna  y  en  la  forma 
la  táctica  militar,  el  primer  jefe  ordenó  el  avance,  no  sii 
discretas  medidas  para  evitar  una  intentona,  pues  el  enei 
por  un  callejón  hacia  la  Sabana,  al  otro  lado  del  río  Coln 
punto  hubo  nuestra  fuerza  de  entrar  en  persecución. 

A  la  tercera  compañía  seguíanle  la  5/,  capitán  don 
br&n;  la  pieza  de  artillería,  teniente  don  Joan  Jiménez  Ai 
tilleros,  protegiéndola  la  6.*  compañía,  capitán  don  Herí 


OBáHlOA  D«  hA   qPMRRi,  D«  OUBA 485 

mofl  y  la  impedimenta,  40  acémilas  de  carga  y  mmúciones,  cerrando 
la  oolamna,  y  en  retaguardia  la  primera  compafiia,  capitán  don  Jnsto 
de  Pedro. 

El  avarce  se  hizo  en  las  condiciones  que  permitía  el  eaoabroBo  te* 
rreno  hasta  la  llegada  del  río  Colmena,  que  apreanradamente  pasaron 
las  referidas  avanzadas  enemigas  y  descnbríóae  á  primera  vista  el  im< 
ponente  número  elevado  de  esos,  dueños  de  las  mejores  posiciones. 

Esta  paeó  el  río  sin  dificultad,  mientras  que  la  5."  ee  preparaba  para 
imitarla,  montada  en  lugar  á  propósito  la  pieza  de  artillería,  protegida 
por  la  6.'  y  1.*  compañías. 

Tan  luego  estuvo  á  la  parte  opuesta  de  la  orilla  la  3.*  compañía,  fué 
atacada  por  varios  pelotones,  fuertes 
de  ¿  500  caballos  cada  ano,  cuyos  gi- 
netes  llevaban  hasta  ocho  metros  de 
distancia  de  nuestros  valientes,  sos- 
teniendo éstos  tos  empujes  rodilla  en 
tierra  y  haciendo  fuego  por  descargas 
cerradas  á  la  voz  de  mando  de  su  te- 
niente Alvares. 

El  capitán  Malibrán,  que  manda- 
ba su  compañía,  á  los  gritos  de  <al 
machete,  al  machete»  que  proferían 
los  rebeldes  contra  la  vanguardia, 
contestó  el  de  «Viva  España  y  á  la 
bayoneta»,  atravesando  el  río  á  paso 
J  ligero  y  al  frente  de  su  fuerza,  coro* 

nando  la  orilla  opuesta,  uniéndose  á 
la  vanguardia  que  tan  admirablemen- 
te supo  defenderse  sin  perder  un  pal* 
mo  de  terreno,  y  rompiendo  un  viví- 
g„^^a^^  simofoego,  viéndose  precisado  el  ene- 

migo á  retroceder.  En  este  momento 
iüé  herido  gravemente  el  heroico  capitán,  y  á  pesar  de  ello,  seguía  man* 
dando,  siendo  necesario  obligarle  por  el  jefe  de  la  columna  á  retirarse 
á  retaguardia,  pues  ya  se  había  caido  dos  veces  y  no  le  era  posible  sos* 
tenerse  en  pié . 

AI  mismo  tiempo  fué  herido  de  bala,  también  gravemente,  el  te- 
jnte  Coto,  el  cual  continuó  dando  las  voces  de  mando,  con  el  fin  de 
e  no  cesara  el  fa^o,  hasta  que  fné  necesario  retirarlo  por  su  mal  estado. 
En  esta  situación  púsose  la  pieza  en  batería  á  la  orilla  del  río,  híxo 
primer  disparo  con  tal  acierto,  que  les  prodnjo  infinidad  de  bajas^ 
Sudóse  desde  nuestro  campamento  los  lamentos  de  los  heridos,  mien- 
«  otros  caían  muertos  de  sos  caballos. 


L 


í  i  36 OBÓNIOA  DE  lA   OUgHaA  DK  OPBA 

La  artillería  do  podía  obrar  con  facilidad  pir  teaer  al  fre 

filiadas  compañías;  pero  el  teniente  Jiménez  tomó  las  medidaf 

y  explosión  relativas,  dando  el  apetecible  resttitado,  veríñoant 

nalmente  la  mayor  parte  de  los  disparos. 

f  '        í^o  siendo  posible  á  la  artillería  é  impedimenta  pasar  el  tí 

^    tavo  la  co'timTia  en  la  expresada  forma  por  espacio  de  dos  h 

to,  duró  el  TÍ^orofo  fuego,  hasta  que  el  enemigo  se  retiró  compr 

&  lo  imposible  de  veDCer  á  nuestros  bizarros  soldados  y  envista  d 

^  '«hísimas  bajas  que  experimentó. 

t  Las  operaciones  fueron  sabiamente  dirigidas  por  el  jefe  c 
í  Jamoa,  comandante  don  Luis  Abelda  Balboa,  que  con  serenid 
A^  4hable  atendía  los  accidentes  del  combate,  atendiendo  á  nuestt 
p.r-  Aes,  los  cuales  obedecían  ciegamente  las  órdenes  indicadas  pe 
"  ftetín,  saspendiendo  el  fuego  unas  veces,  renovándolo  por  c 
otras,  y  formando  el  cuadro  cuando  las  apremiantes  necesida 
gabán. 

Terminada  la  acción,  bízose  un  pequeño   reconocimiento 

-   pasos  alrededor,  encontrando  ocho  insurrectos  j  doce  caballos 

i     un  cabecilla  rebelde  herido,  llamado  don  José  Aoosta,   natare 

,  maguey,  caballos,  una  tercerola,  ana  cartera  con  municiones, 

tohetes,  doa  sombreros  con  escarapela,  una  dorada  de  metal  y  I 

plata,  ambas  de  grandes  dimensiones,  formando  triángulo  coi 

trella  de  cinco  puntas  en  el  centro,  de  igual  metal,  armamento 

electos. 

Bl  doctor  del  batallón  de  Asturias,  don  Eduardo  Cisneros  S 
dirigía,  al  igual  de  un  oficial,  una  sección,  hasta  que  hubo  herí 
«nales,  y  sin  darse  cuenta  de  peligro  alguno,  acudía  al  punto 
llamaba  bu  deber,  auxiliando  al  desgraciado,  recibiendo  dui 
servicios  médicos  una  contusión. de  bala  en  la  cabeza  y  sin  qn 
dejase  de  atender  á  los  heridos,  no  ooapáodose  de  sí  mismo  h¡ 
T   avanzada  la  noche,  ya  en  Santo  Domingo. 

Tenemos  que  lamentar  la  pérdida  de  dos  valientes,  siete  1 
doi  tJontusos. 

Muertos:  Soldado  don  Celestino  Cabrera,  artillero;  id.'  don  • 
pez  Martín,  Asturias. 

Heridos:  Capitán  don  Alfredo  Malibrán,  teniente  don  Anto: 
Id.  don  Federico  Caballero,  soldados  Pablo  Simón,  Fío  Lope 
-    Genaro  Muñoz  Rafael,  Feliciano  Qómez. 

Contusos:  Capitán  don  Hermenegildo   Ramos,  médico  don 
Cisneros. 

Sin  embargo  de  la  gravedad  de  los  heridos,  la  ciencia  médií 
salvarlos  á  todos. 

Según  infotmes  del  oficial  prisionero,   son  considerables  '. 


K 


r.  .■/ 


OELÓmQA  DS  LA   GUSBBA  DX  CUBA  487 


oe  nuestro  corresponsal  desde  Paerto  Príncipe: 

A  batallón  de  Cádiz  que  tanto  viene  distinguiéndose  en  las  opera- 
tí  M8  que  practica,  volvió  á  salir  en  la  madrugada  del  día  20,  hacien- 
da ma  recorrida  por  el  extra  radio  de  esta  población,  separándose  á 
ci    tro  leguas  de  la  misma. 

I  fidedigno  espionaje  que  tiene  el  enemigo  permitió  á  éste  conocer 
la      ida  del  teniente  coronel  de  Cádiz  y  fué  motivo  suficiente  para  que 


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que  ha  sufrido  la  partida  que  manda  Máximo  Gómez,  producidas  por 
lo8  f asiles  Maüdser  y  el  cañón,  cuya  pieza  les  disparó  seis  granadas  con 
metralla,  dirigidas  siempre  al  grueso  de  la  fuerza,  y  ocasionándoles  in- 
descriptible  mortalidad,  demostrándose  la  exactitud  del  oficial  en  cues« 
tión  al  hallarse  8  muertos  y  un  herido,  más  veinte  caballos,  en  el  escaso 
radio  que  reconoció  parte  de  la  columna,  no  siendo  posible  efectuarlo 
en  mayor  espacio  por  la  avanzada  hora  y  escaso  número  de  fuerzas. 

Cuando  recibieron  la  primera  granada  que  les  remitió  el  bravo  te- 
niente Jiménez,  exclamaban:  «No  tiren  con  eso.»  Porque,  claro,  al  ha*       -  I 
eer  explosión,  iba  hacia  las  nubes  un  montón  de  ginetes  para  morder  el 
polvo  á  los  brevísimos  instantes/ 

Fué  una  acción  digna  de  encomio,  una  acción  brillante  que  for- 
ma una  página  más  de  nuestra  envidiable  historia.  En  ella  resaltarán 
los  nombres  de  los  héroes:  comandante  don  Luis  Albella  Balboa,  capita* 
nes  don  Alfredo  Malibrán,  don  Hermenegildo  Ramos  y  don  Justo  de  Pe* 
dro,  tenientes  don  Juan  Jiménez  Andino,  don  Eduardo  Cisneros  (médi- 
co), don  Enrique  Alvarez,  don  Antonio  Coto,  don  Federico  Caballero, 
don  Andrés  Sarrá  Golpes,  don  Juan  urbano,  don  Antonio  Manzano,  don 
Casimiro  Yiel,  don  Emilio  Nicolao  y  don  Emilio  Pedrinaz,  sargentos  don 
Joan  Montero  Faccio,  don  Emilio  Mateos  Alvarez  y  don  Mariano  Albi- 
Uo  y  el  cabo  don  Manuel  Suero  Calleja. 

Al  amanecer  del  día  siguiente  emprendió  nuestra  columna  la  marcha 
hacia  Las  Yaguas,  encontrando  en  la  linea  férrea  de  dicho  punto  algu- 
nos vagones  vacíos  de  carga,  utilizando  uno  para  la  conducción  de  he- 
ridos, y  empujado  por  varios  soldados,  se  trasladaron  al  paradero  in- 
mediato, siguiendo  hasta  Santo  Domingo  y  regresando  al  otro  día  á  esta 
villa. 

Hablóse  de  la  corbata  para  el  batallón  de  Asturias  núm.  31,  y  en  ca- 
so tal,  serán  tres  las  que  ostentará  la  gloriosa  bandera  de  este  distingui- 
do y  valiente  batallón,  y  de  recompensas  para  el  jefe,  oficiales  y  tropa 
que  componían  la  aludida  columna  que  tan  brillantemente  sabe  batirse, 
la  cual  pertenece  á  la  bizarra  é  invencible  brigada  que  manda  el  general 
Aldeooa.  > 


•  *. 


488 OBOWIOA  DK   LA   QÜIHRA   PB   Ot 

dorante  el  día  20  citado  no  cometieran  las  comi 
ninguna  fechoría. 

Durante  todo  el  día  28  se  entretuvo  el  cabecilla  Bazán  en  recor 
caminos  y  senderos  y  visitar  bohíos  en  basca  de  hombres  &  quienes  ] 
dar  dejar  en  traje  primitivo. 

A  cuarenta  y  dos  hombres  ascendió  el  número  de  loa  que  eneontr 
á  uno  menos  á  los  que  dej<S  como  á  nuestro  padre  Adán.  El  que  en 
principio  se  creía  salvado,  IKmado  Miguel  Guerrero,  dícese  que 
macheteado  el  día  19  por  el  famoso  Bazán.  Antiguos  resentimien 
personales  entre  ano  y  otro,  motivaron  el  macheteo. 

He  hablado  con  nao  de  los  Sebastianes,  y  me  ha  dicho  que  dura 
las  26  horaa  que  permanecieron  desnudos,'  pensaron  en  helarse,  temí 
dolo  más  por  la  noche.  > 


Ha  pasado  la  noche  sin  novedad  en  la  población.  Aquella  humare 
aqnellos  resplandores  que  veía  desde  el  cuartel,  tenían  más  importai 
de  lo  que  podíamos  suponer;  pero  no  adelantemos  los  aconteoimiem 

Tan  llegando  despachos  y  noticias.  Son  buenos  los  primeros. 
Unión  de  Reyes,  Bolondrón,  Cabezas,  Alfonso  XII  y  otros  pueblos 
mediatos  á  Matanzas,  dicen  que  no  ocurre  novedad  hasta  el  mome 
-en  que  telegrafían. 

La  oomTinicaoión  telegráftoa  se  sostiene  hasta  Colón  por  la  línea 
Sabanilla. 

Las  partidas,  por  lo  visto,  se  mantienen  en  el  espacio  que  u. 
tre  Jovellanos  y  Coliseo,  corridas  al  Sur;  pero  sin  llegar  á  Sabaí 

Llega  el  tren  de  pasajeros  de  la  Habana  y  trae  municiones,  . 
cartuchos  Bemington  de  distintos  sistemas  y  un  número  menor  de  ^ 

Regresan  las  avanzadas  relevadas  de  las  cuevas  de  Bel 
JGnomoijada  y  otros  pantos. 


OBÓtnOA   DE  LA   GUXBBA  D«   CUBA 


489 


No  han  visto  ni  oído  nada. 

Signen  las  autoridades  sin  conocer  donde  está  el  general  en  jefe. 
Ignoran  también  donde  están  las  colamnas. 

Como  es  día  de  espansiones,  eo  redóblala  precancidn  en  las  guardias. 

El  seQor  Forset  ordenó  que  no  se  permitan  bailes  noctumoe,  ni  com- 
parsas. 

Entra  en  pnerto  á  las  once  el  Marqués  de  la  Ensenada  y  se  reanima 
algo  el  espíritu. 

El  destacamento  del  ingenio  Atrevido  compuesto  de  50  individuos 


Enbarqoi  1>1  bilillAa  At  I*  Crintc»  (B  al  Tspor  iSiiii  Afuiiru,  «D  illluiiu. 

que  se  hallaba  en  sítaación  comprometida  y  fué  atacado  dos  vecea  se 
había  salvado,  porque  cuando  ya  no  tenían  municiones  desistió  de  su 
«mpeño  la  numeroEa  partida  de  Zayas. 

Ijos  pobladitos  del  Reoreo  y  Sumidero,  que  están  tan  cerca  de  Ma- 
zas, habían  sido  destruidos  por  las  llamas. 
Recibo  un  pliego  del  corresponsal  del  Heraldo  en  Colón. 
Me  manda  eu  él  noticias  de  interés. 

Solvieron  á  atacar  á  la  Astilla,  me  decía,  y  volvió  á  defenderse  el 
itaoamento  y  el  dueño  señor  Omedo,  con  bravnra. 
~GI  empeño  de  los  insurrectos  por  apoderarse  de  aquellos  valientes, 
"ra  de  la  patria,  era  tan  grande  como  el  de  ellos  en  no  caer. 


- OBÓMIOA  DB  LA  OUBBBA   DB  COBA 

LÍoiones  que  el  día  anterior  les  mandaron  salvaiJí 


qne  estaba  en  la  Afj^aica,  destacó  ana  aeooión  de  caballería 
leoaigo, 

liles  del  enoaentro  de  Navarro  en  Álava. 
sible  formarse  idea  de  dos  cosas:  de  la  bravura  del  soldado 
stra  grandeza  del  espectáculo, 
go  era  numeroso  y  pretendió  dar  quehacer  ¿Navarro,  pro- 
ís llamas  de  los  cañaverales. 

ite  se  trabó- con  la  retaguardia,  pero  contramarchó  el  grne- 
tida  j  se  vino  encima. 

soldados  de  Talladolid  y  Cuba  chupaban  caña  y  tenían  el 
bro. 

i  ñoca  estaban  asombrados, 
i  vienen  cargando — les  decían. — Prepararse, 
que  se  acerquen,  qne  no  llegarán. 

0  estaban  á  20  pasos,  tiraban  la  caña  y  hacían  fnego  por 

igo  resistió  poco.  Vieron  que  era  Navarro,  y  se  dió  á  cha- 
T  eiv  sa  huida  el  incendio  fué  anunoiando  la^  dirección  que 

1  otra  fueron  quemando  las  fincas, 
ibraban  de  las  llamas  los  bateyes. 
1  vienen  más  noticia?. 

do  la  brigada  Luque;  se  han  levantado  reductos  para  la  de- 

lan  armado  los  vecinos. 

}  impresiones  y  á  almorzar. 

rren  algunos  minutos,  pero  antes  de  terminar  me  avisan  que 

londe  está  el  general  en  jefe. 

iutra  en  Limonar,  me  dijeron,  y  se  ha  batido. 

r  está  á  seis  leguas  de  Matanzas. 

kbe  el  resultado? — pregunto. 

>e  que  vienen  muchos  heridos  y  qne  llega  Prats. 

al  telégrafo  y  me  tranquilizan  dos  cosas;  una  que  el  general 

la  sufrido  percance,  otra  que  con  su  columna  iba  alguien  en- 

contarme  todo  lo  que  ocurriera. 

\  de  telegrafiar  marcho  á  la  estación,  para  donde  se  había; 

I  gobernadores  civil  y  militar,  pero  no  llego. 

imino  me  dicen: 

iise  con  nosotros. 

3  que  hacer. 

déjelo,  y  venga.. 


OBÓNIGÁ  DS  LA   QÜBBRA  DI  OUBA  491 


— ¿Qué  pasa? 

— La  mar. 

— Diga,  diga, 

— Paes  que  el  general  está  en  Limonar,  y  acaba  de  decir  que  se  pre- 
pare la  ciudad  á  la  defensa;  que  se  levanten -barricadas  y  se  aspilleren 
las  casas. 

— Ya  ve  usted,  todo  con  tanta  precipitación.  No  tenemos  ingenieros 
militares,  y  por  lo  visto,  la  cosa  urge. 

— ^Además,  va  á  llegar  un  tren  con  12  heridos  tenidos  en  un  combate 
que  sostuvo  en  persona  cerca  de  Coliseo. 

— Pero,  hombre,  ¡qué  cosas  me  cuenta  usted! 

—Hay  más.  Viene  Prats  por  la  linea  de  Sabanilla;  Saárez  Yaldés  está 
en  Unión  de  Reyes,  y  Luque  muy  cerca. 

Al  llegar  á  este  punto,  y  sin  darnos  cuenta,  estábamos  en  la  plaza. 

La  gente  se  había  apercibido  de  todo,  y  ya  se  sentía  la  alarma. 

A  la  puerta  del  Gobierno  estaban  ya  todos  los  obreros  del  Municipio 
€on  palas,  picos,  azadones  y  carretillas. 

Las  cornetas  de  los  voluntarios  tocan  llamada  á  la  carrera;  cruzan 
eookes  y  caballos  en  todas  las  direcciones. 

¡Buena  Nochebuena  se  prepara! 

Pues  á  la  estación  otra  vez. 

¡Qaé  reflexiones  más  tristes! 

Llegué  al  flo. 

Eutraba  el  tren  con  el  convoy  de  heridos.  Venían  doce. 

En  ese  tren  vino  mi  compa&ero  Escobar,  que  se  fué  con  la  colunma, 
^  y  á  quien  le  dieron  la  cruz  roja,  y  venía  también  el  pliego  que  me  remi- 
tía el  corresponsal  accidental  que  allí  estuvo  y  allí  peleó. 

Lo  primero  era  ocuparse  de  los  heridos.  Dos  venían  muy  graves. 

Las  autoridades,  Cruz  Roja,  médicos  militares,  etc.,  fueron  hacién* 
dose  cargo  de  aquellos  infelices. 

También  venían  heridos  en  las  piernas  algunos. 

Su  entrada  en  Matanzas  impresionó  vivamente  á  las  gentes  y  aumen- 
tó la  alarma. 

Eran  las  tres.  El  telégrafo  se  interrumpió. 

unión  de  Bey^^s  y  la  línea  de  Sabanilla  está  ya  cortada. 

Prats  no  puede  venir  con  su  columna  por  el  tren. 

Llegan  25  caballos,  que  se  replegan,  de  la  parte  de  Ibarra,  y  con  es- 
to y  la  escolta  que  vino  con  el  convoy,  se  aumenta  la  guarnición;  se  es- 
tabl  >^en  nuevos  retenes  y  avanzadas. 

general  en  jefe  pide  raciones  para  su  columna  y  se  le  mandan. 
;ue  operando  hacia  Guanábana,  y  se  confiaba  en  que  vendría  por 
la  I    ihe  á  Matanzas;  pero  no  ea  así. 

""tablecida  la  censura  con  Madrid,  no  sabiendo  lo  qué  habría  sido 


L 


492  OBOinOA  D«  LA   QDKBBA  DM  ODBA 

de  mis  despachos,  temiendo  que  el  esfuerzo  por  alelantar  los  snoeeoa  ^"^ 
biera  resoltado  inátil,  y  sintiendo  la  necesidad  de  dar  extensa  ooi 
por  el  cable  de  la  acción  librada  por  el  general  en  jefe,  pedí  la  male 
me  pose  en  marcha  para  la  Habana. 

Al  salir  eircalaban  rumores  de  que  se  habían  ordenado  algunas 
tenciones  de  personas  sospechosas. 

Se  pone  el  tren  en  marcha.  A  lo  lejos  se  veía  humareda  girande. 
«aña-que  arde. 

Veamos  lo  que  me  dicen  desde  el  teatro  del  combate. 
'  Se  libró  en  el  demolido  ingenio  Audaz.  ¡Qué  nombres  más  raroi 
de  los  sitios  de  las  acciones!  Mal  Tiempo,  Audaz,  j  sin  embargo,  pa 
que  han  sido  esco^dos. 

E}1  combate  sostenido  por  el  general  en  jefe  fué  audaz. 

El  general  Campos  fué  á  Peralejo  porque  tenía  que  ir;  hiso  le ; 
grosa  marcha  de  Ciego  de  Avila  &  Sanpti  Spirítns  porque  tenía  qu( 
cerla;  ha  ido  á  combatir  como  un  jefe  de  brigada  porque  debía  hao 

Resultó  ahora  lo  que  resulta  siempre;  que  enouentra  al  enemigo 
nas  se  pone  en  movimiento  y  lo  bate. 

£s  más  afortunado  sin  duda  que  loa  demás,  quienes  hacen  esfoc 
supremos  por  encontrarle  y  se  les  escurre. 

Salió  de  Colón  el  general  en  jefe  después  de  dirigir  personalment 
operaciones,  de  embarque;  llegó  á  Navajas,  cogió  al  coronel  Moli 
con  fuerzas  escasas  w  dirigió  á  Jovellanoa. 

Supo  allí  que  el  enemigo  estaba  en  Cimarrones  y  allá  fué,  pe 
jefe  de  ese  ejército  de  incendiarios  le  hurtó  el  cuerpo  y  mandó  sos 
por  delante. 

SI  general  le  buscó,  le  presentó  combate  como  ellos  le  desean  } 
les  obligó  á  entrar. 

A  las  veinticuatro  horas  pues  de  haber  empezado  á  operar  le  h 
batido  con  fuerzas  desiguales. 

Seis  mil  enemigos  huyeron  cobardemente  ante  mil  trescientos. 

Después  de  marchar  y  contramarchar  desde  las  siete  de  la  mai 
del  23  hasta  las  cuatro  de  la  tarde  haciendo  lo  que  el  cazador  detríl 
un  bando  de  palomas,  por  fin  le  dio  alcance. 

Llevaba  con  él  un  capitán  de  voluntarios  el  señor  Espina,  que 
revelándose  como  guerrillero  notable  y  audaz. 

Sólo  tenía  20  caballos  y  con  ellos  se  puso  en  descubierta. 

La  primera  orden  que  dio  el  general  en  jefe  fué  la  de  que  n 
ran  fuego  hasta  que  él  lo  dispusiera. 

Sus  ayudantes,  señores  Moreno,  duque  de  la  Seo  de  ITrgel  y  n 
del  Baztán  circularon  las  órdenes. 

EL  jefe  de  Estado  Mayor,  señor  Ramos,  y  el  capitán  señor 
no  descansaban  y  apercibían  á  todo  el  mundo. 


i^\ 


OBámOA  PB  LA.  QVKBRk  D»  COTA  ' 493 

idas  enemigas  iban  prendiendo  fuego  ¿  los  oafiaverales  y 
le  la  aooión  iba  á  degarrollarse  se  convertía  en  infierno. 
Sigilosa,  pero  rápidamente,  se  dirigió  el  general  al  grueao  del  enemi- 
'  líD.  destacando  ana  oompa&ía  para  contener  y  aislar  las  avanzadas. 

desplegó  en  guerrilla  la  infantería,  compuesta  de  las  cuatro  com- 
que  ganaron  en  Arroyo  Colme 
I  batallón  de  Asturias,  dos  de 
ra ,  otras  dos   de  Cuenca  y 

inó  al  desplegarse  un  ángulo 
lor  la  izquierda,  colocando  en 
io  perpendicular  al  ingenio 
a  de  artillería. 

Bnemigo,  apercibido  de  su  su- 
dad numérica,  creyó  llegada 
b  suprema,  bordeó  las  lomas, 
lió  realizar  na  movimiento 
ente,  apoyándose  en  anas  rui- 
I  piedra  para  caer  Bobre   el 
derecho  de  nuestra  columna, 
no  tiempo  qae,  al  afnparo  de 
spesos  cañaverales,  pretendía 
>bre  la  izquierda, 
general  seguía  con  cuidadosa 
Sd  todo  esto  y  les  dejaba  ha- 
rque  su  propósito  era  entn- 
rles  ,  haciéndoles-  creer  que 
i  copar  á  la  columna  y  á  él. 
'  las  cosas,  llegaron  las  fuerzas 
general  en  medio  de  aquel  en» 
ündo  vio  que  aquellas  turbas  ei 
&r,  ordenó  que  se  rompiera  el 

se  olvidó  &i  este  instante  de 

de  la  acción. 

to  el  fuego  al  grito  de  ¡Viva  I 
'as  tres  flancos,  empezó  á  avan: 
enemigo  se  vio  sorprendido,  c 
'%,  que  era  numerosa,  empezó  i 
.aba;  la  pieza  de  artillería  dispi 
'".  rota  «a  fuerza,  que  no  sólo  s 
.«^nes,  retrocediendo  una  part 
""•■«  CoUseo. 


494 ob6hioa  db  la  qdbbba  pe  opba 

EL  general  hubiera  querido  evitar  este  incendio,  pero  riendo  que  no 
lo  podía  lograr  porque  los  grupos  dispersos  en  su  rápida  huida  it^ 
prendiendo  oandela,  ordenó  cesara  el  foego  y  que  se  hiciera  alto. 

El  campamento  se  estableció  en  el  ingenio  Audaz,  donde  no  dcurriÓ 
novedad  alguna. 

¿Qai'én  se  distinguió  más? 

No  puede  decirse,  todos  se  portaron  como  bravos^  todos  contribuye- 
ron al  éxito. 

El  general  en  jefe  ha  demostrado  una  vez  más  que  se  pueden  hacer 
muchas  cosas. 

Al  día  siguiente  regresó  al  Limonar  y  estableció  la  línea  de  la  Ooa- 
nábana  á  Unión  de  Reyes. 

Ya  estamos  en  la  Habana.  Restablecida  la  censura,  mis  despacl 
han  sufrido  retraso.  Nada  decía  en  ellos  que  pudiera  comprometer 
ooaas,  y  siu  embargo,  queda  esterilizaldo  el  esfuerzo.  Los  que  desde 
teatro  de  las  operaciones  telegrafiamos  sufrimos  dos  censuras.  ¡Qué  0( 
capto  de  las  cosas!  Entretanto,  ahí  la  gente  se  ahoga  por  la  natural  i 
paciencia. 

Aprovecho  un  correo  directo  que  llegará  antes,  pero  por  Tampa  v 
extensas  cartas  con  los  preliminares  de  estas  operaciones. 

El  enemigo  avanza  como  turbas  incendiarias;  le  importa  poco  dej 
regado  el  campo  de  bajas:  ¿quién  evita  eso  en  territorio  tan  extenso? 


Si  hay  alguien  que  todavía  dude  de  que  los  insurrectos  de  Cuba  : 
presentan  la  barbarie  más  odiosa,  le  bastará  para  convencerse  de  ello 
lectura  del  siguiente  decreto  circular  que  el  generalísimo  Máximo  G 
mez  ha  dictado,  y  que  aparece  en  el  último  número  del  periódico  filtbi 
tero  Patria,  órgano  oficial  de  la  insurrección: 

t  Cuartel  general  del  ejército  libertador. — Territorio  de  Sanoti  S, 
ritus,  noviembre  6  de  1895. — Circular. — Animado  del  mismo  espíritu 
inquebrantable  resolución  en  defensa  de  los  fueros  de  la  revolución  i 
dentora  de  este  pueblo  de  colonos,  vejado  y  despreciado  por  EspaSa, 
harmonía  con  lo  dispuesto  sobre  la  materia  en  circular  de  1."  de  juL 
he  venido  en  disponer  lo  siguiente: 

Artículo  1."    Serán  totalmente  destruidos  los  ingenios,  incenor 
sus  cañas  y  dependencias  de  batey,  y  destruidas  sus  vías  férreas. 

Art.  2."  Será  considerado  traidor  á  la  patria  el  obrero  que  pi- 
la fuerza  de  su  brazo  á  esas  fábricas  ds  azúcar,  fuentes  de  recursos 
debemos  cegar  á  nuestros  enemigos. 

Art.  3."  Todo  el  que  fuere  cogido  infraganti  6  resultare  prob 
eu  infracción  al  art.  2.°,  será  pasado  por  las  armas. 


CRÓNICA  DK  LA  QUBBRA  DB  CUBA 495    , 

Oútnplase  por  todos  los  jefes  de  operaciones  del  ejército  libertador, 
dispuestos  á  enarbolar  triunfante  (aún  sobre  escombros  y  cenizas)  la  ban- 
dera de  la  república  de  Cuba. 

Ea  cuanto  á  la  manera  de  hacer  la  guerra,  cúmplanse  las  inst r necio - 
nes  que  privadamente  tengo  dadas. 

El  honor  de  nuestras  armas  y  el  reconocido  valor  y  patriotismo  de 
usted,  hacen  esperar  el  exacto  cumplimiento  de  lo  ordenado. 

El  general  en  jefe, 

Máximo  Gómez.» 

Un  artículo  del  Times. 

«La  marcha  de  las  cosas  de  Cuba — dice  el  importante  diario  inglés — 
mantiene,  como  es  natural,  una  gran  excitación  entre  todos  los  españo- 
les y  los  an^igos  de  esa  nación. 

Esta  nación  ha  hecho  esfuerzos  militares  en  grande  escala ,  y  por 
largo  tiempo  sostenidos,  hasta  causar  muy  grave  detrimento  en  su  Ha- 
cienda, sin  que  hasta  la  fecha  pueda  decir  que  se  hayan  obtenido  resul- 
tados prácticos  en  combatir  la  rebelión . 

En  las  regiones  oriental  y  central  de  la  isla,  donde,  á  alguna  distan- 
cia de  la  cofita,  el  país  es  montañoso,  intrincado,  salvaje,  fácil  es  com- 
prender que  las  bandas  de  facciosos,  disolviéndose  á  la  proximidad  de 
las  tropas  españolas  para  reunirse  en  cualquier  otro  punto,  han  de  ser 
batidas  con  extrema  diñcultad;  pero  también  debfa  esperarse  que  las 
no  accidentadas  y  espléndidamente  cultivadas  provincias  del  Oeste  que- 
dasen siempre  convenientemente  protegidas  por  el  general  Martínez 
Campos,  máxime  teniendo  en^  cuenta  las  numerosas  fuerzas  de  que  dispo- 
ne. Y,  sin  embargo,  los  rebeldes  no  sólo  se  hallan  recorriendo  esas  pro  • 
vincías,  sino  que  ap^enazan  actualmente  la  capital  misma. 

Verdad  es  que  se  les  ha  obligado  en  dos  ó  tres  ocasiones  á  abandonar 
m  táctica  habitual  y  aceptar  combates  en  que  han  sido  derrotados;  pero 
estas  derrotas  no  parece  han  tenido  un  efecto  decisivo  ó  no  han  sido 
bastantes  á  proteger  la  población  laboriosa  y  productiva  contra  la  des- 
tructora irrupcioAes  de  los  rebeldes. 

Se  comprende  que  ante  resultados  tan  exiguos  la  impaciencia  au- 
mente en  Madrid  donde  la  petición  del  relevo  del  general  Martínez 
O    upes  es  apoyada  por  gran  parte  de  U  opinión  pública. 

El  señar  Cánovas,  sin  embargo,  parece  manifestar  mucha  repugnan- 
ci  á  cambiar  la  dirección  de  las  operaciones  militares,  probablemente 
p     razones  no  militares. 

. .  .Dase  ahora  otra  versión  de  la  situación  y  descríbese  la  estrategia 
d  general  como  una  obra  maestra  para  atraer  á  los  rebeldes  á  campo 
a    «rto  y  encerrarlos  entre  la  Habana  y  un  círculo  de  tropas  españolas. 


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LA  OÜJaBA   D»   OüBA 

aceptar  ana  batalla  decisira,  cuyo  n- 
I  que  la  termiDaoión  de  eata  lacha  lea 
creenoia  manifiesta, 
la,  el  general  Martínez  Campos  aparece 
I   an  soldado.  Lleva  á  boa  oampañai  m 
iqne  admirable  en  ea  Ingar  oportano,  se 
completamente  ineficaz  pant  sofocar  la 
ad,  ha  de  considerarse  como  ana  re^U 
cuando  an  paeblo  lacha,  debe  luchar  it 
idimiento  para  conducir  las  cosas  i  u- 
la  moderación  produzcan  efecto. 
i  ni  se  combaten  con  agua  de  rosas;  y  el 
espíritu  de  rebeldía  es  evidentemeD- 
te  mnj*  fuerte  y  muy  general  en  Cu- 
ba, para  hacer  de  esta  isla  lugar  de 
un  experimento  de  resultados  siempte 
dndosos.  La  depresión  económica  jue- 
ga indudablemente  un  papel  muy  im- 
portante en  el  descontento  político  y 
ha  dado  alma  al  movimiento  insurrec- 
cional. El  azúcar  es  el  producto  prin- 
cipal de  la  isla,  y  ahora  la  indusbia 
.:    azucarera,  por  virtud  de  los  preoioK 
bajísimos  y  délas  tarifas  protecdO' 
^  nistas,  se  halla  completamente  arrui- 
nada. Una  población,  así  privada  de 
sn  principal  y  más  lucrativa  ocupa 
ción  y  en  posesión  de  un  suelo  y  nn 
clima  que  dan  muy  fácilmente  los 
elementos  necesarios  para  satiafacer 
ida,  ha  de  estar  fácilmente  dispuesta  á  pe- 
menos  &  sostener  y  dar  indirecto  apoyo 

r  los  perjaioios  que  la  población  cubana^ 
imo  originados  por  el  presente  régimen,  i 
sr  que  ganarían  con  el  establecimiento; 
le  los  rebeldes  desean.  Experimentop  d» 
I  Antillas  y  han  dado  bien  infelioer  re- 

rraigada  en  la  conciencia  del  pueblr  ea- 
Koio  resolta  excesivo  para  retener  1^  oo* 
rse  en  un  pueblo  de  tan  gloriosas  t-  idi- 
A  ese  noble  y  tenaz  propósito  opÓr   Ji» 


498 OBÓNIOA  pg  hA  oinmaA  db  oüba 

partes,  saliendo  de  elloa  en  tal  estado  de  ánimo,  que  si  en  aqael  instante 
hubiese  encontrado  frente  á  frente  nn  eneini|^  díspaesto  &  hacerle  ana 
resiBtenoia  tenaz,  sentíase  orael. 

No  trato  señores,  agregó,  de  ocultarles  la  situación,  pero  sí  puedo  de- 
cirles que  es  más  aparatosa  que  real  su  gravedad. 

Yo  he  venido  á  la  Habana  para  activar  y  dirigir  aquí  las  operacio- 
nes, y  hubiera  dimitido  si  no  fuera  un  soldado  de  la  patria  qne  cumple 
las  órdenes  del  Gobierno  y  que  sólo  abandonaría  este  puesto  cuando 
aquél  me  lo  ordenara  ó  perdiese  vuestra  confianza. 

Yo  agradezco,  pues,  mucho  en  nombre  de  la  reina  y  del  Gobierno  y 
de  la  patria,  en  fin,  esta  manifestación  que  este  sentido  tiene  y  á  ellos  en 
mi  cargo  se  dirige  y  ruego  á  todos  que.si  en  mis  actos  ven  algún  e: 
me  lo  digan,  que  estoy  dispuesto  á  oir  siempre  los  baenos  consejos. 

También  me  alegro  de  esta  manifestación  para  qne  se  sepa  en  e 
tranjero  qne  este  pueblo  es  amante  sincero  y  decidido  de  la  naciona 
y  para  que  se  convenzan  también  los  que  en  la  manigua  luchan,  qi 
pueden  contar  con  el  apoyo  de  nadie.  (Tivas  y  aplausos  repetidos.] 

L<ts  comunicaciones  entre  Cuba  y  España. 

A  pesar  de  la  interrupción  de  la  línea  terrestre  que  une  la  Ha 
con  Batabanó,  punto  de  amarre  del  cable  de  la  compañía  «Cnba  bu' 
rina>  que  abarca  el  Sur  de  la  isla,  las  oomnaicaoioneB  entre  la  isl 
Onba  y  España  existen: 

1.°  De  la  Habana  por  la  Florida  y  las  líneas  terrestres  americ 
y  por  los  cables  trasatlánticos  de  Nueva  York  á  Inglaterra. 

2."  De  Santiago  de  Cuba  por  Cabo  Haití,  Pioheiro,  Femaml 
Cádiz,  por  los  cables  de  la  «Compañía  francesa  de  cablea  telegráfic 
por  los  de  la  cS^uth  American  C.'>  Esta  última  vía  es  más  costosa 
ro  oreemos  saber  que  el  Oobierao  está  en  vías  de  conseguir  una  n 
de  precio. 

La  interrupción  de  los  cables  de  la  «West  India  Panamá  Teleg 
Company*  entre  Santiago  de  Cnba  y  Jamaica,  ó  bien  entre  este  { 
y  Puerto  Rico,  de  existir,  en  nada  afecta  á  las  oomunioacionea 
Cuba  y  España. 

Sin  embargo,  la  interrupción  de  las  comunicaciones  entre  la  Ha 
y  Batabanó  tiene  el  gravísimo  inconveniente  de  aislar  la  Habana  < 
to  de  la  isla  y  por  consiguiente  el  de  dejar  completamente  aiala^" 
neral  Martínez  Campos. 

La  táctica  de  Máximo  Gómez. 

En  el  Estado  Mayor  general  de  Gómez  figura  nn  exofloial  de  ' 


OBÓmOk  DB  ÍA.  OUBBBA.  DB  ODBA 499 

TÍa'del  ejéroito  inglés,  Mr.  Stnart.  De  ana  carta  saya,  recibida  en  New 
Tork  y  pablieada  por  el  World,  tomamos  loa  si^aientes  párrafos : 

<Máa  ó  menos,  combatimos  todos  los  días;  pero  Begaimos  adelante,  á 
dapeoho  de  las  oolamnas  españolas  qae  se  nos  oponen. 

Ayer  tropezamos  con  ana  extensa  línea  de  tropas,  que  se  aprestaban 
i  cerramos  el  paso  en  un  valle  estrecho  que  íbamos  á  cruzar.  Inmedia> 
tamente  la  columna  hizo  alto  fuera  de  la  vista  del  enemigo.  Por  el  ala 
iiqnierda  adelantamos  hacia  los  españoles  algunos  caballos  y  peones;  la 
tropa  se  concentró  en  seguida  y  rompió  el  fuego  contra  nosotros,  que  lo 
lOBteDÍamos  de  lejos  y  retrocediendo. 

Entretanto,  el  grueso  de  los  nuestros  doblaba  hacía  la  derecha;  se 
alejaba  del  teatro  de  la  acción  sin  preocuparse  de  nosotros,  y  &  algunos 
kilómetros  volvía  ¿  doblar  hacia  la  izquierda,  siguiendo  la  marcha  con 
toda  tranquilidad  en  la  dirección  constante  á  Occidente.  Nosotros  tuvi* 
moa  algunas  bajas,  y  al  anochecer  desaparecimos  de  la  vista  de  los  es* 
pañoles,  descansamos  un  rato,  y  antes  de  amanecer  nos  incorporamos  á 
tidmez.  Añí  hacemos  siempre:  combatiendo  lo  menos  posible,  pues,  co- 
mo dice  Gómez,  los  muertos  no  pueden  disparar  fusiles.  -  - 

A  poca  distancia  de  nosotros.  Maceo  practicaba  una  maniobra  seme- 
jante oon  el  mismo  éxito.* 


Declaraciones  del  general  Afarin. 

periodista  ha  celebrado  una  conferencia  con  el  general  Marín,  y 

.  sacamos  los  siguientes  párrafos: 

stima  el  general  qae  los  partidos  y  ciertos  elementos  de  opinión 

1  podido  sustraerse  á  ciertas  exageraciones  al  juzgar  la  conducta 

aeral  Martínez  Campos. 

rece  el  capitán  general  relevado,  por  sus  antecedentes,  su  pres- 

r  su  conducto,  los  mayores  respetos,  y  así  lo  expuse  al  recibir  el 

I  de  sus  manos. 

ata  ahora,  por  fortuna,  no  ha  habido  que  lamentar  ningún  fra- 

a.  los  combates:  el  enemigo  huyó  ó  fué  batido  siempre. 

afío  en  que  empeñando  en  ello  toda  mi  buena  volnntad,  alcanza* 
'--  mis  gestiones,  encaminadas  hoy  principalmente  á  lograr 
.^tes  la  unión  definitiva  y  sincera  de  todos  los  buenos  españo- 
"^  concurso  tanto  importa  á  quien  haya  de  ejercer  las  funciones 
"jiamente  desempeño. 
M  conveniente  nna  poUtica  de  violencias,  y  mucho  menos  de 

■aes,  impropia  del  carácter  nacional  y  del  espirita  de  nuestro 
-  -rwro  consagraré  especial  cuidado  á  fortificar  los  medÍM  de  vi- 


SOO     OBÓUnCj  DB  LA  QÜ«EBA  DM  OÜBA 

gílaDCia  contra  el  espionaje  del  enemigo  y  la  infldenoia  de  los  BÍmpsti- 
sadores  <S  agentes  de  la  rebeldía. 

Tanto  en  -  loa  campos  como  en  las  ciudades  tendré  abierta  la  puerta 
de  la  clemencia  á  los  qne  se  presenten  aoogiéado8&  á  indulto,  paes  por 
este  medio  se  evita  la  mayor  prolongación  de  la  guerra. 

Extenderé  á  otras  provincias  las  medidas  qne  puse  en  práctica  en 
Las  Villas  sobre  organización  de  de&taoamentos  y  columnas,  y  espero- 
--r^        lograr,  como  allí  lo  conseguí,  tener  siempre  exploradores  sobre  el  eoe- 
Í3»        núgo,  que  permitan  conocer  á  todas  horas  su  fuerza  y  situación. 
pB  Por  virtud  de  la  requisa  que  he  realizado  ya  en  Las  Tillas  y  en  Ha- 

tanzas,  contaré  desde  luego  con  2,000  caballos  más  para  perseguir  á  lo» 
rebeldes. 

Terminó  el  general  sus  manifestaciones  haciendo  notar  el  carácter 
odioso  de  una  insurrección  &.  la  que  enagena  las  simpatías  de  toda  con- 
ciencia honrada  el  tener  por  sistema  el  asesinato  y  el  incendio  á  todo  lo 
qne  se  sospecha  siquiera  que  ea  español  ó  puede  prestar  servicio  i  la» 
tropa«.> 

Se  ha  djoho  también  que  el  general  Qamir  fallecido  recientemente 
en  la  isla  de  Puerto  Rico  había  aconsejado  al  general  Martínez  Campos 
que  no  fuera  á  Oaba,  poí'qae  bu  política  de  paz  y  de  templanza  solo  era 
buena  para  cuando,  vencida  la  insurrección,  fuera  necesario  restablec 
la  normalidad  política,  borrando  el  pasado  y  cimentando  la  ooncord 
entre  amigos  y  enemigos. 

El  general  Gamir  creía  que  entonces  era  cuando  el  general  Martüi 
Campos  debía  ir  á  Cuba,  y  antes  de  morir  ha  tenido  tiempo  de  ver  re 
tizadas  sus  profecías. 


En  una  carta  de  Santa  Cruz  del  Sur  (Puerto  Príncipe),  se  dice  q 
hace  ya  una  semana  reina  en  aquella  parte  de  la  isla  completa  tranqi 
lidad,  no  oyéndose  tiros  ni  ocurriendo  sucesos  de  importancia,  excepto 
desaparición  del  ingeniero  del  ferrocarril  don  Domingo  Delmonte,  quii 
habiendo  salido  el  día  26,  á  las  tres  de  la  tarde,  á  medir  la  curva  de 
línea,  fué  sorprendido  por  unos  cuatro  6  cinco  insurrectos  que  se  ap 
deraron  de  él,  internándose  en  la  manigua,  sin  que  todavía  se  ha; 
vuelto  á  saber  de  dicho  señor. 

Como  en  todos  los  correos,  en  el  que  saldrá  de  Santander,  s^  er>^ 
á  Cuba  cinco  millones  de  pesetas,  para  atenciones  de  la  campaña. 

También  irán  fondos  para  el  canje  de  moneda  en  Puerto  Rioc 

Juicios  de  la  preiisa  extranjera. 

Le  Matin  publica  un  artículo  ÍDspirado  en  sentimientos  de  viva 
patía  hacia  España. 


r 


T.iPíBW* 


OBONIQÁ  DB  LA  GÜXBSÁ  DB  CUBA 


501 


Admira  el  valor  y  el  entoBiasmo  heroico  de  los  españoles,  que  nunca 
«e  rinden  á  la  adversidad,  y  pondera  el  carácter  nobilísimo  de  la  vieja 
4iaDgre  latina. 

Elogia  calurosamente  al  ejército  español,  que  sufre  con  verdadero 
«gtoieismo  las  cruentas  penalidades  de  la  guerra. 

Compara  al  general  Martínez  Campos  con  el  conde  de  Fuentes,  y 

añade  que  el  ezgeneral  en  jefe  verá  seguramente  sin  amargura  á  otro 

<»itdillo  más  afortunado  realizar  y  conseguir  la  victoria  preparada  por  él* 

Le  Temps,  al  dar  cuenta  de  la  substitución  del  general  Martínez 

Campos,  dice  que  el  acuerdo  del 
Gobierno  ha  sido  bien  acogido  por 
la  opinión  y  la  mayoría  de  la  pren- 
sa, y  que  casi  todos  los  españoles 
participan  de  la  opinión  de  los  par- 
tidos  conservadores  cubanos,  que 
desean  una  represión  más  vigorosa 
y  una  política  menos  clemente. 

El  Journal  des  Debáis  añrma 
que  la  substitución  del  general  Mar- 
tínez Campos  se  debe  más  que  á 
disentimientos  con  los  partidos  de 
.Cuba,  á  la  marcha  de  la  campaña. 
£1  Times  se  limita  á  dar  la  no- 
ticia en  un  telegrama. 


OooMadaBte  Boooia*. 


Una  española  patriota. 


Las  Novedades  de  Nueva  Toik  publica  el  siguiente  suelto: 
<Se  encuentra  en  esta  ciudad  y  se  embarcará  para  la  Habana,  la  se- 
ñora doña  Concepción  Camacho  de  Morales,  dama  granadina,  que  á  los 
dones  dé  una  gran  belleza  física  y. de  una  sólida  instrucción,  une  el  más 
fervoroso  entusiasmo  para  España. 

Esta  señora  no  puede  considerar  el  heroico  espectáculo  que  propor- 
cionan ciento  y  tantos  mil  españoles  sacrificándose  en  Cuba  en  aras  de 
la  integridad  nacional  y  la  civilización,  sin  sentirse  animada  del  inque- 
brantable deseo  de  aportar  su  concurso  personal  á  la  obra  admirable;  y 
ha  '^''suelto  hacerlo  en  la  forma  que  le  permite  su  tierna  condición  de 
mü  .r.  Con  este  propósito,  solicitó  su  ingreso  en  la  Cruz  Roja,  ofrecién- 
doí  para  atender  á  los  heridos  en  campaña  ó  en  los  hospitales,  según 
86  designe.  La  compasiva  señora  es  tan  animosa  como  patriótica,  y 
na  ^  le  arredra:  ni  los  peligros  de  la  guerra,  ni  las  asechanzas  de  un  di- 
mi  traidor  al  cual  no  está  acostumbrada  su  naturaleza,  puesto  que  nun- 
ca "'^"ivoen  Cuba.> 


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liO  QTJE  SE  IDIOE 


^EBO,  señor,  ¿dónde  están  nuestras  tropas?» 

Y  si  esto  dice  el  general  Azoárraga,  el  ministro  de  la  G 
rra,  ¿qué.  diremos  nosotros,  qa¿  dirá  el  país?  ¿Dónde  es 
nnestras  colomnas,  naestros  generales,  nuestros  soldados  p 
donoroBos  y  valientes? 
Ante  tal  gravísima  pregunta,  ante  la  exclamación  expontinei 
fondada  del  ministro  español,  ante  la  gravedad  de  la  sitiiaoión,  ¿ 
hará  el  señor  Cánovas  del  Castillo?  ¿lleperará  á  qne  Máximo  Gómez 
gae  á  poner  sitio  al  palacio  que  está  en  la  plaza  de  Armas  de  la  Hab 
para  tomar  una  deciaiÓn  enérgica?  ¿Qué  pretende  el  actual  Gobiei 
¿Aplicar  el  remedio  cuando  el  mal  sea  irremediable?  ¿No  revisten 
gravedad  bastante  las  noticias  de  la  guerra? 

La  capital  de  la  Isla  incomunicada  y  casi  sitiada  por  los  subleva) 
¿no  indica  ya  el  colmo  de  la  desgracia  por  parte  del  general  en 
¿Cuál  es  el  papel  á  que  se  han  relegado  nuestras  columnas? 

El  telégrafo  nos  lo  dice:  mandarlas  con  actividad  tardía  á  loa 
blos  atacados,  saqueados  é  incendiados  por  los  separatistas,  despa. 
éstos  han  desarmado  á  nuestros  destacamentos.  Esta  es  la  trist» 
Udad. 

Jamás  dudaremos  de  la  pericia  de  los  jefes  de  nuestras  col 


<?b6hiOA   di  la  GTttBBA  D»  CUBA 503 

remos  del  herÓioo  valor  de  naestros  soldados;  pero  dada 
iranoia  qae  se  ha  permitido  tomar  la  insnrrección  oa- 
tlaramente  qne  para  contener  sa  impulso  falta  nna  oabexa 
b;  on  hombre  qne,  inspirándose  en  los  deseos  de  la  nación 
ano  de  hierro  tanta  calamidad,  tanta  desdicha;  pnes  hoy  por 
9tros  bravos  generales  proceden  con  acierto,  ni  nnestros  va- 
4oB  consignen  el  fruto  merecido  á  sos  privaciones  y  esfaerzos. 
aoa  noaotrof,  es  el  general  ¿zcárraga  el  qne  dice:  ¿dónde  es- 
1  soldados? 

donde  están  aquellos  ínclitos  guerrilleros  nuestros  que  en  la 
pasada  guerra  obligaron  á  los  insurrectos  á  no  abandonar  las  escondi- 
das madrigueras  de  lab  montañas  y  de  la  manigua? 

Gracias  á  la  mala  iniciativa,  á  la  funesta  táctica,  á  la  torpe  política 
seguida  ahora,  no  brillan  hoy  como  adquirieron  renombre  y  fama  ayer 
l<wAr¡za,  Sanfeliu,  Montaner,  Zurbano,  Mattosy  otros,qne,  al  ser  el  te- 
rror de  los  separatistas  fneron  un  timbre  de  gloria  para  la  cansa  nuestra. 
Debido  á  la  política  enérgica  y  sabia  de  los  generales  que  combatie- 
ron la  otra  guerra,  casi  siempre  funcionó  el  telégrafo  con  señalada  re- 
gularidad; los  trenes  no  interrumpieron  su  marcha;  los  ingenios,  dadas 
raras  excepciones,  mclíeron  la  caña;  los  insurrectos  merodeaban  á  mny 
respetable  distancia  de  las  poblaciones. 

Ni  un  solo  separatista  armado  penetró  en  el  departamento  Occiden- 
tal. Vuelta  Abajo,  á  pesar  de  la  escasa  fuerza  que  la  guarnecía,  jamás 
vio  interrumpida  su  tranquilidad. 

Hubo  entonces  insurrección,  sí;  y  llegó  á  tomar  incremento,  pero 
dempre  lució  con  toda  su  fuerza  la  preponderancia  de  nuestras  armas. 
¡Cuan  distinto  sucede  ahora! 

No  cabe  duda:  los  insurrectos  son  hoy  dneños  del  campo.  Apenas 
han  llegado  Máximo  Gómez  y  Maceo  á  las  jurisdicciones  de  la  Habana 
y  Pinar  del  Río,  han  salido  del  departamento  Oriental,  avanzando  siem- 
pre, con  pasmosa  facilidad,  nnevos  refuerzos,  que  el  país  les  proporcio- 
na, mandados  por  importantes  cabecillas,  que  llegarán  no  cabe  dada 
mny  en  breve  &  engrosar  las  fuerzas  de  sus  secuaces  qne  se  enseñorean 
det  departamento  Occidental. 

Negra,  muy  negra  es  la  situación  de  Cuba.  La  de  nuestros  hermanos 
de  allá  es  desesperada,  porque  muy  pronto  quizás,  será  irremediable. 

<EI  general  en  jefe  indica  claramente  que  algunos  voluntarios  no  es- 
\  '  muy  dispuestos  á  la  lucha  y  qne  en  algunos  sitios  parecía  qne 
1  .^^tizabaa  con  los  insurrectos».  Esto  nos  dicen  hoy  los  conservado- 
]       nosotros  hace  tiempo  qne  lo  sabíamos,  y  por  patriotismo  lo  ca* 

]  .3. 

'ase  el  siguiente  párrafo  de  una  carta  fechada  en  Sancti  Spiritus 
1  '*oco  tiempo: 


ORÓmCA  DI   U   aUEaHA  DX  CUBA 


«La  gente  de  pueblos  enteros  ee  va  con  Iob  rebeldes,  ya  siíi  distinción 
de  peninsulares  é  insulares,  oonvenoidos  que  la  funesta  politioa  de  beiw- 
Tolenoia  de  Martínez  Campos  dará  desastioBos  reaultadcs.  Partidas  in- 
surrectas existen  en  las  que  fiaran  mnohos  Mjcs  de  España,  oasi  tantas 
como  criollos.  Esto  va  muy  mal,  y  pronto,  muy  pronto  veremos  el  des- 
enlace, y  no  tendremos  mas  remedio  que > 

No  copiamos  más  porque  es  demasiado  grave  lo  que  tendríamos  que 
hacer  público. 

Verdad  ea  que  el  Gt>biemo,  conociendo  ya  la  verdad  terrible  de  tan 
tremenda  situación  nos  deja  saber 
qne:  <Un  cabo  entregó  al  enemigo 
el  fuerte  Vigía.*  c Máximo  Gómez 
ha  quemado  la  estación  de  Beju  ■ 
cal,  atacando  al  pueblo. >  «Los  ia- 
üurreotoB  incendiaron  el  tren  de 
Oárdenas.>  «Los  separatistas  han 
entrado  en  el  pueblo  de  San  Luis,  á 
pocos  kilómetros  de  la  ciudad  de 
Pinar  del  Río.*  «Antonio  Maceo 
atacó  al  pueblo  de  Vinales.»  «An- 
tonio Maceo  marchó  sobre  Santia- 
go.» «Loa  rebeldes  son  ea  número 
de  40  mil,  y  el  general  en  jefe  está^ 
apesadumbrado  ante  tal  situación.  >  ' 

£^ta  lista  sería  interminable;  y 
no  nos  cabe  duda  qne  &  la  vista  de 
tan  desastrosas,  noticias,  exclama- 
ría el  ministro  déla  Guerra: — «Pe- 
ro señor,  ¿dónde  están  nuestros  sol- 
dados?» 

Opiniones  de  la  prensa  militar. 

Dice  El  Ejérdío  Español. 

«No  fueron  las  armas  las  batidas  por  el  enemigo;  no  es  la  frente  de 
nuestros  soldados  la  qne  se  baja  y  cede  ante  el  esfuerzo  contrario;  es  la 
forma  de  ser  empleadas  esas  armas  y  esos  esfuerzos;  es  el  uso  hecho  de 
las  facultades  omnímodas  que  la  nación  concedió  á  sus  gobernantes 
el  criterio  falso,  destruido  por  la  abrumadora  realidad  de  los  hecl 
y  de  todos  esos  cargos  no  puede  declararse  inmune  el  partido  con' 
vador. 

Además,  las  circunstancias  podrían  agravarse  más  aún,  podrían 
necesarias  las  Cámaras  para  autorizar  soluciones  graves  qne  el  pro' 


OBÓKIOA  DB  LA  6 


ma  de  la  guerra  exigiere,  j  entonoei 
na,  de  ana  alarma  inesperada,  de  tu 
grave  riesgo  altÍBÍmos  intereses? 

Eflte  estado  de  ooaaa  ea  imposible 
amenaza  al  público  sosiego;  estado  < 
que  allí  tienen  sos  dendos;  estado  f 
puede  terminar  por  una  imposición 
las  cirounstancias  que  nos  afligen.» 

De  La  Correspoí 

■*M  patriotismo  nos  une  á  todos  i 


MirUH  Kiptjo  Moalers. 

á  Cuba  de  la  desesperada  situación  c 
preciso,  por  cima  de  toda  oíase  de  c 
en  otro  tiempo  la  gratitud  de  Elspañ: 
lia,  queremos  ver  retirado  á  su  hoga 
pañoles. 

'".Q  la  vista  en  Cuba,  el  pensami 
el  ios  de  loB  éxitos,  aguardamos  ia 
U      -ientoB  que  tan  complicados  se  j 

El  Correo 

'i  un  Iiecho,  por  desgracia  oiet 


.<fp 


\    • 


• '.  7- , 


sv 


»■;■.' 


IV'\. 


-  V 

v. 


506  OBÓNIOA  DB  LA  OUXBBA  DB  OUBA 

la  insorreoción  de  Cuba  plantea  un  problema  militar  y  político,  en  que 
la  opinión  oomiensa  á  manifestarse  en  forma  amenazadora. 

Errores  pasados,  que  no  es  este  el  momento  de  señalar,  nos  han  traído 
á  la  actual  situación  en  que  todo,  todo  peligra. 

Los  sacrificios  en  hombres  y  dinero  que  la  nación  lleva  hechos,  apa- 
recen inútiles;  el  alcance  de  nuestras  armas,  ineficaz,  el  valor  de  núes 
tros  soldados  obscurecido  en  gloriosos,  pero  siempre  pequefios  encuen- 
tros. 

Cuando  todo  peligra  en  pueblos  al  parecer  dejados  de  la  mano  de 
Dios,  inútil  es  el  intento  de  convencer  á  los  hombres  qu^  lo  forman  de 
que  sólo  uniéndose  en  apretado  haz  y  encaminando  sus  energías  á  un 
mismo  fin,  se  salvan  todos  los  obstáculos  y  se  conjuran  todos  los  peli- 
gros. 

Esto  no  lo  entienden  ni  lo  entenderán  jamás  y  á  la  ola  que  amenaza  y 
ai  vendabal  que  se  aproxima,  opone  cada,  cual  una  piedra  sin  enlace  con 
la  inmediata,  ó  frágil  tabla  sin  conveniente  trabazón  que  le  preste  so- 
lidez. 

Únicamente  el  ejército,  cuyos  lazos  de  unión  son  fuertísimos,  pre- 
senta, suficiente  resistencia  para  contener  la  ola  y  oponerse  al  vendabal. 

Únicamente  el  ejército,  que  tiene  conciencia  de  sus  deberes  y  en  aras 
de  ellos  viene  realizando  heroico  sacrificio,  puede  salvar  lo  que  en  peli* 
gro  aparezca. 

Únicamente  la  disciplina  del  ejército,  su  valor,  su  entusiasmo,  su  fe, 
es  lo  que  nó  peligra  hoy  ejf^  esta  nación  desdichada.  > 

« 

Recompensas. 

La  reina  ha  aprobado  las  siguientes  propuestas  de  recompensas: 

Acción  de  las  Minas  de  Binen t  y  Lomas  de  la  Magdalena: 

Empleo  de  capitán  al  teniente  de  infantería  don  ^Santiago  Callen 

Yerdugo. 

Cruz  de  María  Cristina  al  teniente  don  Joaquín  Gutiérrez  Alegre. 
Empleo  de  segundó  teniente  de  la  reserva  retribuida  al  sargento  don 

Félix  Pulg  Areste. 

Ataque  y  toma  del  campamento  de  la  Gran  Piedra: 

Cruz  del  Mérito  Militar  pensionada  al  capitán  don  Jerónimo  a 

García. 

Cruz  de  María  Cristina  al  teniente  don  Federico  Aguirre  Abre 

Cruz  del  Mérito  Militar,  sin  pensión,  al  capitán  de  la  guárdi;  ¡1 

don  Francisco  Martí  Aramburo. 

Acción  del  Sateadero  de  la  Guásima: 


CBÓHIQA  PB  LA  QÜ»B1U  P»  QÜBA 507 

Cmz  de  María  Cristina  al  teniente  don  Juan  de  la  Maza  Cárdenas. 

Croz  del  Mérito  Militar,  pensionada,  al  teniente  don  Francisco  Ro 
drfg^ez  Criado,  y  sm  pensión,  al  teniente  don  Martiniano  Poig  de  Val 
Calzada. 

Cruz  roja  de  primera  clase  del  Mérito  Militar,  pensionada,  al  capitán 
de  infantería  don  Federico  Pérez  Jaramillo,  por  la  acción  de  los  Mes 
cenes. 

Igual  recompensa  al  segando  teniente  de  infanteria  don  Ricardo  Ses- 
ma Fernández,  por  la  de  Colonia  del  Cura. 

Cruz  roja  de  primera  clase  del  Mérito  Militar,  sin  pensión,  al  capitán 
primer  teniente  de  infantería  don  Bernardino  Hernández  Herdez  y  don 
Emilio  Ruíz  Varona,  por  la  acción  de  San  Francisco  del  Purial . 

Id.  id.  al  capitán  de  la  guardia  civil  don  Guillermo  Castaños  Pradell 
y  al  primer  teniente  de  caballeria  don  Joaquín  Crispi  de  Yaldaura,  por 
la  acción  de  Caibagnan  (Macoguato). 

Cruz  r,oja  de  primera  clase  del  Mérito  Militar  al  teniente  de  la  guar- 
dia dyil  don  Matías  Díaz  Huidobro,  por  la  persecución  y  captura  de 
dnco  criminales. 

Id.  id.  al  del  mismo  empleo  y  cuerpo  don  Emeterio^  Enriquez  Tomé, 
por  la  acción  de  Realengi  y  captura  del  cabecilla  Mújica. 

La  misma  cruz  al  primer9  y  segundo  teniente  de  la  guerrilla  local  de 
Campechuela,  don  Gregorio  Blanco  y  don  José  Moreno  Beltrán,  por  la 
defensa  del  poblado  de  aquel  nombre. 

Cruz  roja  de  primera  clase  á  los  primeros  tenientes  de  la  guerrilla  lo- 
cal del  Camagüey  don  José  Maceira  y  don  José  Andrade  Chinchilla,  y 
el  empleo  de  segundo  teniente  de  la  escala  de  reserva  al  sargento  de  in- 
fantería don  Miguel  Serrano  Aranda,  por  la  defensa  de  un  convoy  desde 
Puerto-Príncipe  á  Libanien,  Cascorro  y  Guarimaro. 

Cruz  roja  de  primera  clase  al  primer  teniente  de  la  guardia  civil  don 
Matea  Bruguera  Taulet,  y  la  misma  cruz,  pensionada,  al  del  propio  em- 
pleo de  caballeria  don  Antonio  Ruíz  Ruíz,  por  los  encuentros  de  Rojas 
y  Lomas  de  Managuitas. 

'  Oruz  de  primera  clase,  pensionada,  al  maquinista  don  Gil  Gil  Mora, 
por  su  comportamiento  y  herida  recibida  al  ser  atacada  por  los  insu- 
rrectos la  locomotora  que  dirigía. 

Concediendo  la  cruz  roja  de  primera  clase  del  Mérito  Militar  al  capi- 

'^e  infanteria  don  Federico  Pérez  Jaramillo  y  al  segundo  teniente  de 

^jsma  arma  don  Ricardo  Sesma  Fernández,  por  la  acción  de  Colonia 

Cura, 
dem  la  cruz  roja  de  primera  clase  del  Mérito  Militar,  sin  pensión,  al 

,i.tán  y  primer  teniente  de  infanteria  don  Bernardino  Hernández  y 

máhdez  y  don  Emilio  Ruiz  Varona,  por  la  acción  de  San  Francisco 

^-rial. 


% 


OBONIOA  DB  LA   OUSBBA  DI  ODBÁ 


í 


ídem  Ídem  al  capitán  de  la  goardia  civil  don  Gaillermo 
y  al  primer  teniente  de  iirfantería  don  Joaquín  Crespo  de  Val 

ídem  la  omz  roja  de-primera  clase  del  Mérito  Militar  al  ] 
niente  de  la  guardia  civil  don  Matías  Díaz  Onedebro,  por  la  pi 
y  captara  de  cinco  criminales. 

ídem  ídem  al  del  mismo  empleo  y  onerpo  don  Gnriqae  1 
la  acción  de  Realengi  y  captura  del  cabeoUla  Múgiea. 

ídem  ídem  á  los  primeros  tenientes  de  la  guerrilla  local 
gUey  don  Luis  G-aroía  Maoena  y  don  José  Andrade  Chinchilli 
el  empleo  de  segando  teniente  de  la  escala  de  reserva  al  sargei 
fantería  don  Mignel  Serrano  Estrada,  por  la  defensa  de  on  coi 
Faerto  Príncipe  á  Sihamen  Coscorro  Quasimaro. 

ídem  cruz  roja  de  primera  dase  del  Mérito  Militar  al  x 
don  Otíl  Qü  y  Mora  por  su  comportamiento  y  herida  recibida 
cada  por  los  insurrectos  la  locomotora  que  dirigía. 

Opinión  del  almirante  Fbumier. 

El  almirante  ^oumier,  actual  director  de  la  Escuela  super 
riua,  de  la  República  francesa,  estuvo  hace  poco  tiempo  ma: 
escuadra  francesa  de  las  Antillas  y  visitó  la  Habana,  donde 
agasajado,  lo  mismo  que  los  marinos  que  estaban  á  sus  órdeni 

EL  almirante  Fournier  es  hombre  observador  y  se  dedicó  i 
la  situación  política  de  Cuba  para  poder  formar  juicio  person 
mar  perfectamente  &  su  Gobierno. 

Htí  aquí  lo  más  saliente  del  pensamiento  de  Foornier. 

La  insurrección  —  cegón  el  almirante — ofrece  caracteres 
desde  el  simple  descontento  hasta  la  franca  rebeldía;  la  oposic 
biemo  español  es  general  en  el  país,  pues  ni  siqaiera  el  parti 
salar  está  satisfeoho,  porque  no  se  ve  apoyado. 

España  nu  es  el  enemigo  común  para  todos,  pero  en  cam 
la  verdadera  madre  patria  para  ninguno. 

En  la  Habana,  centro  comercial  é  industrial  de  la  isla, 
los  grftdoa  sociales  se  nota  igual  sentimiento;  las  vejaciones  a 
tivas  fueron  tantas,  que  los  lazos  que  unían  á  la  colonia  Con  li 
li  se  han  relajado,  y  podrian  llegar  á  romperse  completameni 
toman  hábiles  medidas  y  determinaciones  salvadoras. 

Compréndese  la  imposibilidad  material  de  plantear  las  ú 
formas  votadas  por  las  Cortes;  pero  al  mismo  tiempo  la  can 
litar  parece  un  juego  de  estira  y  afloja,  y  para  que  se  llegae  i 
oación  hay  que  adoptar  medidas  políticas  de  represión  é  ii 
mayor  energía  á  la  campaña. 

Por  otra  parte,  la  política  colonial  española  no  parece  bit 


OBáHlOA  D«  LA  SüaaBA  PB  COBA 509 

«n  determinados  pnntos,  y  la  EátaaoiÓD  fiaanoiera  de  la  isla  de  Cub» 
será  hb  peligro  graTÍdmo  para  un  porvenir  no  lejano,  sobre  todo  si  por 
medio  de  nn  esfuerzo  gigantesco  no  termina  pronto  el  estado  de  guerra 
en  aquel  hermoso  país. 

Los  impuestos  oreoen  de  día' en  día,  la  miseria  es  grande,  el  co- 
mercio y  la  industria' están  pwalizados  y  la  agricultura  muerta.  Eso  e» 
lo  que  se  ve  en  Cuba. 

Pormenores  del  ataque  de  Bejucal. 

He  aquí  algunos  pormenores  del  ataque  de  Bejucal. 

«Había  allí  50  soldados  del  re- 
gimiento de  Asturias,  25  de  San 
Quintín  y  30  voluntarios. 

Mandaban  esta  fuerza  el  capi- 
tán' Serrano  y  el  teniente  don  Au- 
gnsto  Alvarez  de  'Toledo. 

Estableciéronse  destacamento»- 
en  la  Casa  Ayuntamiento,  la  car 
oel  y  la  casa  cuartel  de  la  guardia 
civil,  edificios  sitnados  todos  en  la 
plaza  de  armas  del  pueblo. 

Al  llegar  Máximo  Gómez,  hi- 
zo la  acostumbrada  intimación  ¿ 
las  tropas  para  que  se  rindieran, 
siendo  contestado  con  el  mayor 
desprecio.  En  vista  de  esta  con- 
testooión,  Oómez,  con  la  mayor 
■  \  parte  de  los  suyos,  entró  en  la  ex- 

OMMiiomiL  presada  plaza  de  armas. 

El  señor  Alvarez  de  Toledo,  con  unos  cuantos  de  sus  soldados  que- 
guarnecían  la  cárcel,  salió  fuera  del  edificio,  y  armado  de  un  fusil  y  ro- 
dilla en  tierra,  ioició  un  vivo  faego.  El  capitán  Serrano,  con  los  solda- 
dos y  volantaríos  que  defendían  la  casa  cuartel  de  la  guardia  civil  y  el 
Ayuntamiento,  rechazó  varios  ataques  de  los  rebeldes. 

Durante  la  pelea,  y  mientras  la  mayor  parte  de  los  rebeldes  comba- 
tían en  la  plaza  de  armas,  nn  grupo  numeroso  de  insurrectos  atacó  el< 
f— *in  de  la  estación  der^ferrocarril,  defendido  por  ocho  soldados,  é  in* 
I      ■'ió  al  ganas,  casas. 

nando  este  grupo  de  rebeldes  atacaba  el  fortín,  llegó  á  la  estación 
1      tren. 

Siciéronle  detenerse  y  rociaron  de  petróleo  los  vagon^,  y  oaando- 
I  ivieron  ardiendo  abrieron  el  regulador  de  la  máquina  y  lanzaron  el 
1    n  á  toda  velocidad.  ' 


510  QgOHIOA  DX  IéA   QP.^tRA  PB  ODBA 

La  rapidez  de  la  maroha  de  aqael  tren  disparado,  aumenl 
dio  de  los  vag^onea. 

A  las  caatro  horas  de  empezado  el  ataqoe,  llegó  el  genei 
con  BU  oolanma,  y  en  cuanto  ésta  empezó  el  faego  hnyero 
rreotoB. 

Linares,  después  de  dar  descanso  á  las  tropas,  salió  en 
de  Máximo  Gómez. 

Las  casas  quemadas  son  30,.  oasi  todas  ellas  de  tabla  y  ¡ 
que  las  de  mampostería  están  en  el  centro  de  Bejucal,  á  don 
llegar  el  enemigo. 

El  celador,  señor  Cuadrado,  confundido  en  un  grupo,  dis 
sil  apuntando  á  Máximo  Gómez,  y  no  le  dio  porque  se  inte: 
cretario  del  generalísimo,  el  cual  cayó  muerto  en  el  aeto.> 


Illlllllllllllilllllllii 


fRURAS  DE  LA  GUERRA 


ate  cuadro  qne  Oaba  ofrece  á  medida  que  la  guerra  se  ex- 
ide  y  la  desolación  dembra  el  pánico  está  perfectamente  - 
lo&trado,  por  la  relación  de  los  habitantes. 
La  inquietad,  la  desconfianza,  el  pánico  de  los  puebleoilloa 
campo  ante  la  amenaza  constante  de  los  insurrectos,  puede 
or  la  medida  del  estado  de  alarma  en  que  va  estando  la  Ha< 
iltimos  días,  ante  la  proximidad  de  Máximo  Oómez  j  Maceo. 
la  Habana  con  guarnición  veterana  que  refuerzan  en  caso 
Luestes  de  voluntarios;  defendida  sólidamente  y  con  espirita 
hostilidad  al  desenfreno  revolucionario,  es  inaccesible  & 
'  de  invasión,  Empero,  el  temor  ha  podido  roer  en  el  ánimo 
antea,  que  ven  con  ojos  asombrados  la  marcha  abierta  de 
desde  los  montes  inexpugnables  de  Oriente  hasta  los  llanos 
e  Occidente. 

^to  de  fracaso  real  ó  aparente  en  las  disposiciones  militares, 
que  ha  dado  al  espíritu  público,  de  sayo  impresionable,  mo- 
reoelar  y  temer.  Por  fortuna,  hasta  hoy,  ni  agresión  hubo, 
Ugarada  habrá  de  ocurrir. 

ural  zozobra  de  las  gentes,  que  conocen,  aparte  la  misión 
>  de  los  insurrectos,  cuyo  paso  se  marca  primero  por  una 


512 ob6hioa  db  la.  QTT«BBA  3JM  opba 

corriente  de  fuego  y  despaés  por  on  oanoe  negro  de  desolaoión  y  ruina, 
ha  venido  á  aoirse,  para  provocar  oon  mayor  intensidad  la  alarma,  1» 
precipitación  en  loa  medios  de  precaver  el  peligro.  Esas  fanciones  apa- 
ratosas de  defensa  son  un  contrasentido  en  loñ  momentos  de  inquietud, 
porque  avisan  ó  aseguran  la  probabilidad  temida.  Más  saludable  es  á 
estar  de  antemano  prevenido  contra  toda  contingencia.  Y  si  np  fuera 
bastante  la  adopción  de  urgentes  medidas  para  ponemos  &  resguardo 
del  enemigo,  nn  bando  del  comandante  general  del  distrito  nos  previene 
ya  sobre  la  posibilidad  inminente 
de  tenerlo  en  las  calles  de. la  capi- 
tal 6  punto  menos. 

La  consecuencia  en  el  moví 
miento  urbano  es  fácilmente  com- 
prensible; la  paralización  y  el  re' 
traimiento  llega  &  todas  las  esfe- 
ras, y  por  la  noche  vénse  desier- 
tos aquellos  sitios  que  eran  más 
frecuentados.  Hasta  los  teatros  han 
clausurado  sns  puertas  temporal 
mente.  La  Habana  es  otra;  ha 
perdido  su  animación  caracterís- 
tica en  esa  época  del  año,  en  que 
los  hombr«s  echaban  á  rodar  los 
primeros  productos  de  I4  zafra,  y 
las  mujeres  aparecían  en  todas  par- 
tes haciendo  derroche  de  su  her- 
mosura y  BU  elegancia. 

Ahora  los  hombres  invierten  el 
tiempo  en  hacer  calendarios  sobre  fimbí.»  ottiuio. 

la  guerra,  único  tema  en  la  ofici- 
na, la  redacción,  el  establecimiento  y  el  corrillo;  y  las  mujeres,  &  falta 
de  más  propio  sitio,  van  á  lucir  sus  trapos  &  las  iglesias. 

Hasta  el  corazón  de  la  ciudad  llega  el  eco  cercano  de  los  horrores  de 
la  guerra;  refléjase  en  todos  los  semblantes  la  ansiedad,  y  los  más  asos- 
tadizoa  creen  oir  en  cualquier  ruido  los  cinco  cañonazos  de  ordenanza, 
oon  que  el  castillo  del  Príncipe  ha  de  decir  &  los  pacíficos  habaneros: 
{Ahí  están! 

No  ha  desaparecido  la  alarma,  pero  se  ha  logrado,  aunque  &  últi. 
hora,  precavemos  contra  todo  asalto.  La  población  se  halla  circunva 
da  por  fortalezas  de  primer  orden  que  se  hallan  hoy  bien  apertrechad. 
Bl  Morro  es  el  primer  centinela  que  extiende  la  luz  de  su  ñiro  por 
Norte;  le  sigue  la  Cabana,  que  deja  un  corto  trecho  hasta  el  castillo 
Atares;  se  salta  luego  al  del  Príncipe  por  el  Oeste,  y  se  viene  después 


CBOmOA  DS  LA   OUEBBA  DI   OUBA 


OvMUlerB*  73~s.B,  F*reolo  lO  oent.* 


514 080HIOA  DB  LA  QÜKHBA  DB  ímBA 

las  baterías  de  Santa  Clara  y  de  la  Reina,  para  cerrar  el 
dra  en  el  castillo  de  la  Fanta,  fronterizo  al  Morro.  Por  los  huecos  de  los 
bastidores  asoman  las  fortalezaa  las  bocas  de  sas  cañones,  y  en  los  para- 
petos antea  solitarios,  se  pasean  hoy  las  guardias  redobladas,  ojo  alerta. 

Naturalmente  la  inquietud  ha  sido  mayor  en  las  cercanías  de  la  Ha- 
bana, y  á  ellas  se  ha  acudido  con  hombres,  municiones  y  piezas.  Se  han 
colocado  baterías  volantes  en  los  pueblos  de  Guanabaooa  y  Marianao,  y 
en  los  barrios  del  Cerro,  Jesús  del  Monte,  las  Puentes,  Vedado,  Luyauó 
y  la  Vívora,  llevándose  poderosos  refuerzos  de  artillería,  como  avanza- 
das de  defensa,  á  los  ayuntamientos  más  prtSzimos  del  Calabasar  y  el 
Cano. 

Los  cuerpos  de  voluntarios,  bomberos  y  orden  publico  prestan  en 
mayor  número  los  contingentes  de  Tígilanoia;  de  noche,  nutridas  parti- 
das recorren  &  caballo  el  litoral;  Ja  Habana,  en  fin,  está  en  pie  de  guerra. 

Ya  podemos  .estar  tranquilos;  tarde  ha  sido  en  verdad,  pero  por  ello 
debe  ser  más  profunda  nuestra  satisfacción.  Las  precauciones  últinu 
mente  adoptadas  compénsannos  de  la  angustia  de  los  días  anteriore 
cuando  el  enemigo  tocaba  casi  á  nuestras  puertas  y  la  seguridad  públ 
oa  estaba  amenazada;  cuando  el  riesgo  era  inminente  y  todo  estaba  p* 
hacer.* 

En  Matanzas  ocurre  iguaÜ;  véase  sino  lo  que  desde  allí  nos  escribe 
con  fecha  23  de  Enero. 

cAyer  por  la  tarde — dice — las  noticias  alarmantes  que  corrían  i 
boca  en  boca,  pues  aun  se  ignoraba  el  combate  del  Audaz  y  la  interra] 
oión  de  las  líneas  ferrocarrileras  y  tel^ráftoas  daban  pábulo  á  diclu 
noticias,  causaron  en  esta  ciudad  serios  temores,  por  lo  que  las  autor 
dades  tomaron  enérgicas  medidas  de  precaución. 

En  Palacio  y  en  las  entradas  de  la  población,  se  colocaron  cafione 
destacándose  fuertes  grupos  de  voluntarios,  fuerzas  de  María  Cristina 
los'  artilleros  llegados  de  la  Habana  en  todos  sitios  por  donde  pudiera  1 
tentarse  un  ataque  á  la  ciudad,  que  recorrieron  toda  la  noche  nomer 
sas  patrullas  de  voluntarios  de  caballería,  guardia  civil  y  policía  gnbe 
nativa  y  municipal. 

A  las  ocho  de  la  noche  se  repartió  con  profusión  el  siguiente  band 
que  fué  cumplido  por  el  pueblo  con  la  más  completa  obediencia: 

«Don  Adolfo  Porset  é  Iriarte,  jefe  superior  de  Adminútraoión  civil 
gobernador  de  la  región  Central  y  de  la  provincia  de  Matanzas. 

Hago  saber  que  en  previsión  de  que  algunas  personas  mal  acouL 
das  pudieran  esta  noche  perturbar  la  tranquilidad  pública  con  oc' 
de  la  festividad  de  mañana,  ó  que  óteos  dando  á  entender  que  estí 
connivencias  con  enemigos  del  orden  extraños  á  esta  ciudad,  pnd^v 
buscar  pretexto  en  la  misma  festividad  para  alarmar  la.  poblaoiói 
dispuesto  que  los  vecinos  de  esta  capital  permanezcan  en  sus  caaf " 


ORÓNICA  P«   LA   qUKEBA  PB  001 

Doohe  desde  las  diez  de  la  misma,  oon  el  fia  de 
tranquilidad  qae  espero  no  ha  de  alterane. 

Si  al^no  por  oaosa  de  enfermedad  6  por  algui 

cíb,  tuviera  que  salir  de  sa  domicilio,  se  parará  ei 

qae  pase  la  primera  fuerza  armada,  á  qaien  dará  c 

le  acompañe  <5  disponga  lo  que  sea  del  caso,  en  la 

fiÜCa  de  cumplimiento  de  esta  orden  causará  la  ' 

«ometa,  oon  lo  más  á  que  haya  lu^r. — Matanzas 

—El  gobernador  regional,  Adolfo  Porset.* 

Se  trató  de  armar  los  vecinos  conocidos  para 

idad  defendieran  sos  casas;  pero  luego  se  desist 

teoMario. 

Las  guardias  fueron  todas  duplicadas,  y  se  t\ 
tanoo,  en  la  Audiencia,  la   Planta  Eléctrica, 
nte  de  San  Luis,  el  Mercado  y  otros  puntos. 
Tanto  el  gobernador  militar  interino  coronel 
;obemador  regional  señor  Forset,  los  jefes  y  ol 
ly  todas  las  autoridAdeíi,  estuvieron  toda  la  m 
rría  y  dispuestos  &  acudir  á  todas  partes. 
Eu  la  £9taci6n  delofl  bomberos  .estuvieron  su 
vo  carro  ambulancia,y  teniéndose  preparado 
iberos. 


á.Tg'anos  irlandeses  trabajan  á  favor  de  los  sepi 
El  oorrejpsnsal  del  Independiente  de  Dnbifa  e 
isriódioo,  que  al  abrirse  la  nueva  legislatura  e: 
>,  presentará  una  moción  á  la  Cámara  de  los 
O'Kelly,  para  que  se  concedan  los  derechos  d< 
irreotoB  cubanos. 

Vlr. , O'Kelly  está  relacionado  oon  los  jefes  de 
y  faé  recientemente  al  ministerio  deNegooioa  E: 
la  libertad  de  algunos  caballeros  cubanos  (Cu 
18  por  las  autoridades  británicas,  alegando  quf 
lontravenido  á  todas  las  leyes  internacionales. 

refiere  á  los  filibusteros  llevados  á  bardo  de 
ica. 

corresponsal  asegura  que  la  moción  de  Mr, 

lamento  <nn  apoyo  general,»  lo  que  es  más 
iy  que  hacer  constar  la  procedencia  de  la  ( 
''ono  de  la  isla  de  Cuba. 

'  H  junta  revolucionaria  cubana  la  que  fui 


I 


S16  CRÓNICA  DM  LA   QPBBRA  PM  CUBA 

con  la  oficiosidad  de  qae  el  presidente  Claveland  ha  d 
al  seoretario  de  Estado  Mr.  Olney  para  que  mande  : 
americano  en  Madrid  una  <prop08Íoión  amíatosa  á  E 
loB  asuntos  cubanos. 

£1  plan  norte  americano — iS  mejor  filibustero — coni 
retire  <á  la  primera  oportunidad*  sus  tropas  de  Cuba 
soluta  independencia  de  la  isla  como  RepúbHoa  j  a* 
fondo  de  indemnización,  garantizado  por  los  Estados  1 

El  departamento  de  Estado  de  Washington  no  hi 
de  ello,  como  es  natural. 

El  New  Tork  Herald  concreta  por  su  parte  el  val< 
eión  en  una  nota,  observando  que  para  ese  contrato 
contratantes.  «¿Querrá  España  abandonar  Cuba?* — s« 

Y  la  respuesta  es  de  que  niagún  testimonio  ha  hf 
tender  tal  propósito  en  España. 


Un  francés  propietario  de  un  ingenio  en  Matanz 
prisionero  por  Máximo  Glómez,  el  cual  lo  llevó  en  su  ( 
una  semana  dice  que,  las  partidas  de  Gómez  y  Maceo 
pre  paralelas,  cubiertos  los  flancos  por  guerrillas,  de  s 
días  de  su  permanencia,  los  gruesos  de  ambas  column 
fuego,  aún  cuando  las  guerrillas  de  los  flancos  tropessi 

Calcula  Mr.  Laine  que  entre  los  dos  cabecillas  rec 
mil  hombres  bien  armados,  de  los  cuales  cuatrooienl 
supuesto,  que  sin  nada  de  artillería,  ni  más  impedin 
oaballos  CEU'gados  de  manioiones.  Los  insurrectos,  d< 
mentaban  mascando  caña  de  azúcar;  de  noche  matt 
do  entraban  en  algún  poblado,  costaba  gran  trabajo  i 
qae  los  negros  se  emborrachasen  con  ron;  así  es,  que  ] 
bu  tiendas  donde  se  vendía. 

Todas  las  noches  se  reunían  Gómez  j  Maceo,  j  pasa 
ras  combinando  sus  planes.  El  coartel  general  de  Maoi 
mulatos;  el  de  Glómez  de  cubanos  y  extranjeros,  gent 
y  de  buena  educación.  Con  la  partida  de  Gómez  iba  ui 
da  de  música  muy  mala;  pero  que  entusiasmaba  á  la 
rante  los  altos  que  hacían  de  día. 

Maceo — dice  Mr.  Laine — es  taciturno  y  no  se  le  ^ 
Gómez,  en  cambio,  es  comunicativo,  y  hasta  le  gusta 
de  discursos  altisonantes  sobre  el  porvenir  de  la  Repú 
suyo  propio;  respecto  á  esto,  se  preocupa  sobre  todo  d 
general.   Manifestaba  verdadera  veneración  por  el 


* OBÓNigA  DE  LA  GÜXBBA  DB  gUBA  517 

Campos,  y  de  los  jefes  de  oolumna,  al  único  que  temía,  y  de  cuya  sitúa* 
ci6n  procuraba  siempre  estar  e&terado,  era  García  Navarro. 

Trabajos  de  los  laborantes. 

El  Beber,  periódico  semanal  que  se  publica  en  Nueva  York  y  se  ti* 
tala  órgano  de  los  intereses  generales  de  los  países  hispano  americanoSi 
siendo  en  realidad  órgano  de  los  laborantes  y  gran  fomentador  de  la  in* 
gnrrección,  publica  la  Exposición  leída  por  el  secretario  de  actas,  don 
Oamersindo  Rivas,  en  la  asamblea  general  de  puertoriquefios  celebra- 
da el  día  22  de  Diciembre  último,  en  Ghimeney  Cornell  Hall. 

«El  movimiento  de  independencia  que  se  inicia  en  Puerto  Rico — di* 
ee  el  citado  secretario — cuyo  directorio  lo  tenéis  presente,  y  cuyo  dele- 
gado general  lo  es  el  eminente  patriota  Dr.  Betances;  cuyo  director  efeo- 
tiyo  lo  es  el  honorable  patriota  Dr.  Henna,  honra  y  prez  de  nuestra  co- 
lonia, con  Terreforte,  Besa  y  Figueroa,  que  representan  la  protesta  eter- 
oa  de  la  revolución  y  de  la  consecuencia,  con  Fprrest,  el  sacrificio  per- 
manente en  pro  de  los  intereses  de  la  patria,  no  es  un  movimiento 
aislado  y  sin  fundamento,  es  el  plan  general  de  una  campafta,  escrito  y 
madurado  por  los  iniciadores  de  la  independencia  antillana. 

El  grito  de  guerra  dado  en  Cuba  el  24  de  Febrero  de  este  año,  tenía 
qae  repercutir  en  Puerto  Rico,  y  porque  ha  llegado  la  fecha  marcada, 
no  por  una  turba  de  aventureros,  sino  por  un  núoleo  de  patriotas  ínte- 
gros y  de  representación,  es  que  se  os  convoca  hoy,  á  fin  de  daros  cuen- 
ta general  de  todo  lo  hecho  hasta  la  fecha.» 

Después  agrega  que  ha  llegado  el  momento  de  actuar  sobre  Puerto 
Rico  y  que  á  eso  se  dirigen  los  trabajos  del  directorio  revolucionario, 
que  ha  dispuesto  lo  siguiente: 

«Movimiento  de  la  campaña,  bajo  la  hábil  dirección  de  uno  de  los 
más  esforzados  luchadores  de  la  libertad  antillana,  cuyo  nombre  se  dará 
i  conocer  á  la  hora  suprema  del  grito  de-guerra,  con  oficialidad  valien- 
te y  aguerrida.  Plan  económico  discreto,  y  sin  responsabilidades  para 
la  República  mañana,  hábilmente  dirigido  por  nuestro  digno  presiden- 
te el  Dr.  Henna.  Solidaridad  íntima  y  eterna  con  nuestra  hermana  Cu- 
ba, para  arrastrar  sus  mismos  accidentes  de  sacrificio  ó  de  gloria. 

ucha  de  valor,  de  dignidad;  sin  la  represalia  brutal,  con  la  fiebre 
del  elirio  en  la  pelea,  pero  con  el  reposo  de  la  razón  en  las  decisiones; 
COI   ^  patria  por  lema  y  la  justicia  por  norma. 

estas  horas  recorren  emisarios  entendidos  las  diversas  regiones  de 
nu(  .ra  tierra,  á  salvo  de  responsabilidades  y  accidentes.  Ellos  nos  di* 
rár  jn  breve,  cual  es  el  estado  de  las  cosas. 

>^4mo8  en  comunicaciones  directas  con  aquellos  patriotas  íntegros» 


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OBOHIOA  D»  LA    QUERRÁ  D»  CUBA 

tes  en  la  colonia,  sonincapacea  de  la  traioíón,  pero  aun  ta- 
7  esto  sería  el  colmo  de  lo  ilógico  y  falta  de  sentido,  que  el 
leño  no  quisiera  la  guerra  para  la  independencia,  como  e» 
lición  terminante,  como  dije  antes,  y  está  decidido,  allá  irá 
Sn  Con  su  honda  abrasadora,  á  darles  con  la  dignidad  del 
la  libertad  patria;  deséenla  6  no  un  número  de  convenciona- 
^ande  y  poderoso  que  fuera.  Recuérdese  á  este  efecto  el  co- 
la guerra  de  Cuba,  y  véasele  ahora:  ayer  rechazada  por  la 
,oy  acogida  por  todo  el  pueblo  cubano,  sin  distingos  de  posi- 
aza.> 

na  con  la  siguiente  amenaza: 

el  gobierno  colonial  tomar  las  medidas  que  crea  oonvenien- 
lus  puertos,  refuerce  su  ejército,  que  con  ello  y  sin  ello,  á  la 
ida,  las  expediciones,  contando  con  la  inspiración  del  que 
desde  regiones  desconocidas,  invadirán  el  suelo  patrio  al  sa- 
rito  de  ¡viva  Puerto  Rico  independiente!» 
•  corresponsal  en  Bayamo,  nos  pinta  con  tristíeimos  colore» 
ue  allí  ha  causado  la  guerra. 

reros  abandonados,  las  cercas  cortadas  por  todos  lados,  el  gs 
),  la  crianza  abandonada,  los  sitieros  teniendo  que  reconoei 
LS  poblaciones,  abandonando  sus  fincas  de  cultivos  menoreí 
a  ruina  de  los  que  tenían,  algo,  la  miseria  de  los  trabajadore! 
causa  de  los  que  creen  que  Cuba  será-  feliz  con  la  indepeí 
lara  ello  queman  y  destruyen  lo  que  hay,  valiéndose  de  la  d: 
ra  volar,  puentes,  fábricas  y  todo  lo  que  representa  adelant 

uta  de  tantas  maestras  del  entusiasmo  y  valor  de  nuestra 
iere  el  corresponsal  este  episodio  de  la  defensa  de  Ventas  d 
poblado  que  guarnecían  66  hombres,  al  mando  del  capitá 

áronse  los  insurrectos  de  varias  partidas  en  número  de  má 
)mbres  al  mando  de  Rabí. 

a.  lucirse  estrenando  armamento  y  un  cañón  Hotkis,  que  diee 
I  un  reciente  desembarco  dirigido  por  Céspedes,  y  coataba 
unfo  con  la  ayuda  de  algunos  americanos  artilleros  que  co 

(D. 

táronse  con  la  algarabía  y  gritos  propios  de  en  táctica,  ¿' 
diez  y  ocho  veces  su  cañón  con  proyectiles  de  cuatro  '' 
lotes  de  metralla,  con  tanto  acierto,  que  diez  y  siete  p 
1  en  el  fuerte  pasando  el  restante  por  encima  de  la  oubic 
itán  contestó  con  certero  y  metódico  fuego,  cansándole 
do  la  insistencia  del  enemigo,  resolvió  salir  con  alguna  f 
loa  más  cerca  y  ver  si  podía  conquistarles  la  pieza.  T'^<*" 


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ob6níoa  de  la  qübbba  de  cuba 519 

soldados  fueron  voluntarios  para  esto,  y  tuvo  que  escoger  solo  20,  de- 
jando  al  sargento  coa  los  30  restantes  en  el  fuerte,  á  quien  exigió  no  se 
rindiesen  y  muriesen  todos  antes  que  dar  esta  alegría  á  los  enemigos  de 
Eapaña. 

El  capitán  Fernández  con  los  veinte  hombres,  salió  del  fuerte,  tiro- 
teó á  los  insurrectos,  les  hizo  varios  muertos  y  heridos,  entre  los  prime- 
ros al  americano  que  apuntaba,  y  dirigiéndose  veloz  con  los  soldados  al 
..  panto  donde  estaba  el  cañón,  no  pudo  apresarlo  porque  un  negro  vigo- 
ro8o  y  hercúleo  lo  cogió  y  en  hombros  lo  llevó,  pero  sí  se  apoderó  de  la 
limonera  sobre  que  estaba  montado,  y  de  los  proyectiles  que  tenían  para 
continuar  los  disparos. 

La  salida  hizo  que  se  retiraran  los  rebeldes  desesperando  de  rendir 
'  á  lacerta  guarnición  del  poblado. 

Relato  de  un  prisionero. 

El  guardia  civil  Pedro  Márquez,  que  cayó  prisionero  de  los  insurrec- 
tos y  logró  evadirse,  cuenta  los  siguientes  detalles,  que  resultan  curiosos: 

<El  campamento  de  los  rebeldes  en  la  Ciénaga  de  Zapata  lo  compo- 
nían grandes  chozajos  de  varas  en  tierra,  cubiertas  de  guano  de  palma, 
mal  construidos.  A  uno  de  estos  chozajos  le  llaman  el  Hospital,  y  en  él 
tienen  á  sus  heridos  y  enfermos.  A  otra  pequeña  choza  le  llaman  la  ofi- 
cina en  que  despacha  el  titulado  coronel  Matagás. 

En  un  lugar  más  alto  de  aquella  isleta  tienen  siembras  de  plátanos 
(lo  que  por  ahí  llaman  bañados),  y  á  la  gente  desarmada  la  ocupan  en 
sembrar  boniatos  (tubérculos  parecidos  á  la  patata  de  Málaga).  Mata* 
gas  ordenó  que  el  guardic^  prisionero  fuese  á  tomar  parte  en  estos  traba- 
jos, dirigidos  por  un  negro,  especie  de  mayoral;  pero  Lacret  no  lo  con- 
sintió. En  los  días  que  estuco  en  el  campamento  el  guardia  prisionero, 
sólo  se  alimentaban  con  carne  de  vaca  asada  sin  sal,  alimento  que  to- 
maban con  gusto  aquellos  negros,  pero  que  repugnaba  al  prisionero. 

«Eq  todo  el  tiempo  que  duró  mi  prisión  en  la  Ciénaga — dice  en  una 
carta  el  guardia  Márquez — no  vi  nunca  que  los  insurrectos  practicasen 
instrucción  militar  alguna.  Todos  los  días,  á  media  tarde,  un  titulado 
alférez  formaba  la  fuerza  armada  de  servicio,  á  la  que  distribuía  en 
grupos  de  á  cuatro  Ó  cinco  individuos  con  un  cabo,  que  salían  en  distin- 
ta lirccciones  en  servicio  de  exploración,  y  además,  se  nombraban 
gi  rdias  más  numerosas,  que  se  constituían  en  todas  las  entradas  de  la 
Ci  "•^ga. 

»r  la  noche  amontonados  en  aquellos  chozajos,  hablaban  ruidosa* 
m  ^  de  los  sucesos  de  la  guerra.  De  sus  relatos  resultaba  siempre  la 
ai  '"ación  de  que  en  todos  los  encuentros  que  los  rebeldes  tenían  con 
nt      *-<^s  tropas  salían  aquéllos  victoriosos.  Aseguraban  que  el  Gobierno 


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OÜEBEA  PE  ODBA 

qae  le  quedaban  en  la  Peni 
los,  y  daban  por  Begoro  el 
B  la  aeoa  lograiíui  el  triunf 

eoíanme  que  me  darían  nn 
qninientos  &  su  terminación 
,e  por  igoal  gozarían  todos 
ifaerzo  á  combatir  á  Españ 
1  las  amenazas  de  mnerte.  A 
ga  de  Zapata  le  dan  los  b 
el  nombre  de  <Ouba  libre 

Derechos  de  los  beligm 

.Con  el  título  <Belliger^ 

se  ha  pablicado  nn  intere 

bajo  en  los  Estados  unid 

-.  producido  nn  buen  serv 

causa  española. 

La  primera  parte  del 

tá  dedicada  á  hacer  un 

elogio  de  la  conducta  de 

velaná,  y  criticar  la  de  e 

diputados,  banqueros,  y 

'  cerdotes,  que  abogan  pon 

ceda  la  beligerancia  á  los 

ito  para  propagar  sus  ideat 

la  beligerancia,  dice  el  a 

o  declare  beligerantes  á  Ips 

oración  no  puede  hacerla  ni 

sho,  y  para  esto  es  necesari 

I,  impuestas  por  el  derech( 

ipatía  que  teogamos  por  eo 

}limiento  de  éste  se  oonsigí 

Etricta  justicia  respecto  á  qi 

lilncidar  es  si  los  rebeldes 

considerar  como  beligeranl 

rnacional.  Estas  condicione 

ido  y  con  buenos  oficiales. 

ister  el  ejército,  y  un  Gobie 

e  dedicarse  al  merodeo  parí 


OBÓtnOi,  DI  LJ 


3.'  El  Gobierno  de  la  rebelió 
miembros  qae.le  compongan  pae< 

4.*  Deben  ser  daefios,  por  lo 
de  oomanioací(Sn  con  el  mnndo  ei 
citadas  condiciones,  será  llegado 
rantes,  pero  si  les  falta  alguna  de 
reoonooerlea  la  beligerancia. 

Dice  laego  qae,  careciendo  lof 
insalto  á  España  reoonocerlea  la 
beligerancia,  y  el  caso  actual  no 
es  ígnal  al  de  la  guerra  de  snee- 
f>i<$n ,  pues  cuando  Inglaterra , 
Francia  y  España  reconocieron 
la  beligerancia  á  la  Confedera- 
ción del  Sur,  ésta  tenía  un  ejér- 
.  cito  re^^ar  y  era  dnefia  de  tres 
6  cuatro  puertos  de  mar,  de  la 
ciudad  de  Richmond  y  tenía  á 
Viíginia  como  capital. 

Se  extiende  luego  en  conside- 
racionea  respecto  al  derecho  in- 
ternacional marítimo,  y  hace  una 
calurosa  defensa  de  Espafia,  di 
ciendo  qae  siempre  ha  sido  una 
noble,  brava  y  honrada  naci<5n 
para  cumplir  sus  tratados,  esti 
pulacíones  y  contratos  y  para 
yindioar  su  honor  en  cualquier  la 

Insiste  en  lo  vergonzoso  que  e 
apoyen  &  los  rebeldes,  y  critica  1< 
tiendo  qne  las  tropas  españolas  lo 

S^tin  noticias  que  recibimos 
documento,  enviado*  &  todas  las  p 
dos  Unidos,  á  la  prensa  de  los  mi 
prodnjo  un  efecto  «n  contra  del  r 
favor  de  España. 


^-í=S 


1. 


SIGÚELA  GUEFt 


kADA.  vez,  los  corresponsales  pintan  más  negra  Ja  si 
guerra. 

Una  carta  qae  tenemos  á  la  vista,  deja  eompí 
aun  ha  de  prolongarse. 

El  estado  de  inoomnnioaoión  en  que  aquí  viv 
nos  ha  hecho  perder  el  hilo  de  los  anoesoa  más  oalminantes 
Se  tarde  en  tarde  llegan  periódicos  de  la  capital,  y  por  < 
algo  de  lo  que  ocurre  en  loa  lugares  que  los  rebeldes  ha; 
teatro  principal  de  sus  hazañas. 

Mis  impresiones,  expuestas  en  anteriores  corresponden^ 
do  la  triste  fortuna  del  acierto;  la  guerra  se  ha  extendido 
dente  de  la  iala,  infestando  á  las  provincias  de  Matanzas,  i 
y  de  Pioar  del  Río. 

Yo  sé  que  carezco  de  autoridad  para  hacer  la  crítica  i 
sos,  que  tanto  influyen  en  los  intereses  de  la  patria,  pero  bi 
do  exponer  algunas  reflexiones  sobre  las  cosas  que  con  la 
laoionan,  puedan  ir  formando  juicio  de  ellas  y  se  explique 
punto  sucesos  que  de  lejos  parecen  ó  deben  parecer  inoom] 
Extráñanse  muchas  personas  juiciosas  de  que  por  un  U 
tivamente  abierto  y  poblado,   cruzado  de  vías  férreas  qni 


ORÓSIOA  DK  LA  OÜKKBA  DM  COBA 523 

icaoiones  y  movimientoB  de  tropas  para  que  sean  ocupados  rápi- 
te  loa  lagares  estratégiooe;  de  que  por  enmedio  de  fuertes  j  nu- 
LS  oolumoas  del  ejército,  hayan  realizado,  sin  graves  obstáoalos, 
la  salvaje  irrupción  que  han  llevado  á  cabo  les  rebeldes  expedicionarios 
BB  provinoias  de  Matanzas  y  de  la  Habana, 
leoho  no  he  de  cansar  la  atención  á  los  lectores  de  esta 
le  añadir  qae  la  materia  prima  de  nuestro  ejército,  estos 
lados  de  la  patria  han  puesto  de  su  parte  cuanto  le  han 
esistencias  físicas  para  oponerse  á  las  hordas  invasoras  y 
ülizasea  sus  inicuos  y  salvajes  propósitos  de  destruir  el 
lestrofl  soldados  han  trabajado  y  trabajan  píntalo  gráfica 
ite  el  siguiente  fragmento  que  copio  de  una  carta  escrita 
lido  jefe  que  forma  parte  denna  columna  de  operaciones, 
ino  de  los  muchos  generales  qne  aquí  tenemos:  «Acaba- 
r  &...  después  de  varias  jornadas  pencsísimas,  en  las  que 
mos  almorzado  y  comido  ¿  la  vez  ya  de  noche;  isomo  es- 
damos  sin  columna,  pues  la  tropa  está  la  pobre  queja 

,  la  materia  prima  te  todo  bondad  para  que  luzcan  las 
el  artífice. 

¡os  de  nuestros  soldados,  estas  jornadas  penosísimas,  estas 
guerra  hechas  á  rombo  incierto,  marchando  á  piéince 
ras  de  un  enemigo  fantasma,  perfectamente  montado, 
1  todas  las  etapas,  orientado  con  conocimiento  exacto  de 
sus  perseguidores,  resultan  ana  lucha  desventajosa  para 
B  en  realidad  no  combatimos  con  los  enemigos  de  la  pa- 
os rigores  de  la  naturaleza,  que  agotan  la  repístencia  de 
os  que  no  pueden  realizar  lo  que  en  el  orden  físico  es  un 

ftdo  de  guerra  es  lícito  producir  un  mal  menor  con  objeto 
mayores,  y  ya  es  hora  de  que  en  esta  tierra,  que  ea  tan 
ría  caballar,  se  apodere  de  este  ramo  de  la  riqueza  nues- 
ivando  á  los  rebeldes  del  secreto  principal  de  sus  medios 
cando  á  la  vez  á  nne»traa.tropas  en  condiciones  de  to- 
'es  de  las  marchas  continuadas  por  un  país  en  que  no 
i  transitables.  Así  se  hizo  en  mucha  parte  de  la  pagada 
to  que  me  atrevo  á  señalar  como  una  necesidad  de  la  gue- 
a  la  misma  maneraeo  lo  que  se  refiere  at  ganado  vacuno, 
o  que  pudiere  presamiree,  que  quien  esto  escribe  tiene 
Registros  de  la  Propiedad  pecuaria  buen  número  de  ca- 
o. 

i  la  anemia  es  el  estado  natural  del  individuo  y  la  ali- 
i  y  suBtanciosa  la  más  imperiosa  necesidad  para  la  vida 


_     '824 OHÓNIOA  DM   LA.  GPKBRA  DI   QgBA 

^  del  europeo,  aliméntase  ¿  tmestros  soldados  de  tal  manera  qne  raya  en 
Jo  mezqaino,  sbí  en  la  calidad  como  en  la  cantidad  de  los  alimentos.  El 
exceso  de  fatigas  y  la  falta  de  natrioión  hacen  de  los  soldados  terreno 
«boDado  para  la  inTasión  de  las  fiebres,  qne  tanto  abnndan  en  estos 
países  tropicales,  y  de  ahí  el  oreoido  número  de  bajas  y  pérdidas  dolo* 
rosas  en  el  ejército,  de  que  es  triste  y  elooaente  muestra  la  pasada  gaerra 
de  los  diez  años. 
-  Los  soldados,  en  sas  marchas  penosas,  continuadas,  atraviesan  terri- 
;^':, torios  llenos  4e  reses  Tacanas,  que  son  respetadas  á  pesar  de  los  aguijo- 
^i,%zies  del  hambre,  para  qne  detrás  de  ellos  vengan  nuestros  enemigos,  y 
-  no  solo  satisfagan  sus  necesidades,  sino  que  destrocen  y  tiren  con  lar- 
^í ;  gaeaa  lo  que  también  constituye  para  ellos  parte  de  lo  que  llamaremos 
'\f\  «1  secreto  de  sus  medios  de  campaña,  porque  aquellas  reses  son  el  alma- 
cén  de  su  aprovisionamiento  de  boca.  Y  ¿no  es  absurdo  y  hasta  .mona* 
truoso  que  nuestros  soldados,  &  costa  de  su  sangre  y  de  sus  vidas,  goar- 
r'  den  aquellas  cosas  y  pasen  hambre  en  beaefioio  exclusivo  de  nueatros 
1^:  eaeraigos?  Los  rebeldes  en  esta  parte  son  más  lógicos  qi^e  nosotros. 
'■^.í  Con  amenazas  de  muerte  prohiben  á  los  criadores  de  ganado  vacuno  la 
"  extracción  de  reses  para  el  consumo  de  las  poblaciones;  es  un  medio  de 
Combatir  alevosamente  á  nuestras  tropas  tratando  de  causar  baJM  por 
ia  extenuación  de  las  fuerzas  físicas.  Claro  es  qae  en  este  punto  podrá 
.  haber  quién  haga  la  siguiente  pregunta:  <¿Cómo  encuentran  apoyo  los 
\-  rebeldes  en  los  campesinos  á  pesar  de  que  se  apoderan  de  sus  ganados 
de  manera  violenta?*  Pues  por  el  fanatismo  de  las  ideas,  por  la  coinci- 
{.^  denoia  de  sentimientos;  y  cuando  no  existen  estas  causas,  por  las  medí- 
•':: ;  das  de  rigor  que  adoptan  con  todo  el  que  se  permita  la  más  ligera  cen- 
-'■  Bura  ó  el  más  leve  indicio  de  infidelidad. 

To  entiendo  qae  los  jefes  de  columna  deben  tener  órdenes  rigorosas 
para  que  por  encima  de  todas  las  cosas  se  alimenten  debidamente  las 
fuerzas  de  operaciones,  sin  que  en  una  sola  ocasión  falte  la  carne  en 
abnndancia,  con  dinero  ó  sin  é!;  que  lo  primero  de  todo  sea  la  salud  y  el 
Vigor  de  los  defensores  de  la  patria.    . 

Los  recursos  militares  de  los  rebeldes,  relativamente  &  sus  necesida- 
des, parece  ser  que  no  les  han  escaseado,  y  esto  indica  la  existencia  de 
nn  continuo  y  bien  montado  servicio  de  relaciones  con  agentes  del  exte* 
rior,  que  los  envían  con  regularidad.  El  poner  término  á  este  hecho  se* 
ría,  á  mi  juicio,  el  principio  del  fin  de  la  rebelión. 

En  él  terreno  de  las  umas,  en  los  encuentros  y  acciones  qne  Uamr 
remos  serios,  nuestras  tropas,  aunque  hayan  estado  en  notable  ínferit 
ridad  namérioa,  han  vencido  siempre,  sosteniendo  á  grande  altura  ' 
honor  de  sns  banderas.  Sobre  esto  no  quiero  yo  exponer  reflexiones  pz 
pías;  en  ocasión  y  hechos  idénticos  dijo  un  general  de  nuestro  ejército 
sigoiente:  «Pero  si  es  verdad  que  en  todas  partes  y  en  todas  cironnstf" 


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OBÓNIOA  D»  LA  QUERRÁ  D»  OÜBA 'JSJB^l^^ 

cias  han  sido  batidos  y  dispersos,  también  es  cierto  que  las  batidaé  y\ 
derrotas  qae^han  sufrido  no  han  producido,  como  debía  suponersdi  i^;; 
abatimiento  ni  desmoralización. 

» Al  día  siguiente  de  una  derrota  se  presentan  imperturbables  á  sufrir 
otra.  Como  no  tienen  ideas  del  honor  militar  ni  de  la  disciplina  de  loa 
ejéroitos,  como  su  manera  especial  de  combatir  y  las  circunstancias  ven  * 
tajosas  en  que  1q  verifican  no  les  obligan  á  hacer  nunca  grande  resisten  • 
da,  sus  bajas  son  generalmente  insignificantes,  y  las  consecuencias  de 
la  pérdida  de  un  combate  están  reducidas  para  eUos  á  una  carrera  máa 
6  menos  larga  y  á  una  dispersión  más  ó  menos  completa,  durante  la  cuál 
viven  á  su  arbitrio  y  roban  y  merodean  á  su  antojo.» 

Otras  muchas  reflexiones  podría  exponer,  relativas  á  este  obscurp 
problema  de  la  guerra  en  Cuba,  si  no  temiese  hacer  este  trabajo  excesi* 
vamente  extenso,  cansando  la  paciencia  de  los  lectores.  No  es  que  desis* 
ta  de  hacerlo,  sino  que  queda  aplazado  para  otra  ocasión. 

De  aquí,  de  la  provincia  de  Santa  Clara,  nada  ó  muy  poco  he  de  de^ 
cir  relativo  á  la  guerra.  Las  partidas  rebeldes  que  llamaremos  lócale» 
marcharon  hacia  Occidente,  engrosando  á  las  de  Máximo  Qómez  y  Ma« 
ceo.  De  encuentros  y  acciones  nada  ha  ocurrido  aquí  que  sea  digno  de 
mención. 

El  general  Marín,  jefe  del  segundo  cuerpo  de  ejército,  salió  de  esta 
capital  hace  ya  días  á  campaña,  según  avisé  por  el  cable.  Situó  su  cuar-     ;  r| 
tel  general  en  Ciego  Montero,  pequeño  poblado  entre  Cruces  y  Cartage* 
na,  términos  municipales  del  partido  judicial  de  Clenf uegos. 

Allí  estuvo  algunos  días  al  frente  dé  varias  columnas^  en  observa- 
ción^ esperando  el  paso  de  regreso  de  las  partidas  orientales,  que  se  su  * 
ponía  venían  en  retirada,  puesto  que  hicieron  una  contramarcha  hacia 
el  Sur  del  territorio  de  Matanzas,  rebasando  la  línea  de  Santa  Clara  por  ^  I 
las  inmediaciones  de  La  Ciénaga  de  Zapata,  acampando  en  el  Indio,  ha- 
cia Yaguaramas,  Cienfuegos,  retrocediendo  nuevamente  hacia  Occiden- 
te en  dirección  á  la  provincia  de  la  Habana.  ^ 

Asegúrase  que  el  general  Marín  recibió  órdenes  del  general  en  jefe 
para  que  avanzase  hacia  Colón,  haciéndose  allí  cargo  del  mando  militar 
de  aquella  zona,  que  por  la  orden  general  del  ejército  no  corresponde  al      j| 
s^^ndo  cuerpo,  sino  á  la  comandancia  general  de  la  Habana..  Sobre  es« 
tos  hechos  circulan  rumores  relacionados  con  detetminados  jefes  milita- 

.,  de  cuyos  rumores  ni  quiero  ni  debo  hacerme  eco,  no  solo  por  la  gra- 

^d  que  entrañan,  sino  por  la  falta  de  comprobación  respecto  á  su 

actitud. 

Lo  que  debía  hacerse. 

El  Pt^hlo,  diario  de  la  Habana,  se  ocupa  del  movimiento  de  inva* 
n  de  los  insurrectos  y  dice  con  razón  que  debía  haberse  aislado  el  foco 


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OBÓmCA   DB   LA   GUKBBA   DE  OUBA 


rsTolnoioiiarío  en  Is  provinoia  de  Santiago  estableciendo  nni 
ce  de  operaciones  en  la  de  Puerto  Príncipe,  que  lea  impidí 
refaer  EOS  del  exterior;  así  se  hubiera  evitado  qae  penetrar 
el  CamagUey,  y  hasta  dado  este  caso,  el  j?fe  iasorrccto  no  fa 
segaido  seguir  adelante  si  la  Trocha  se  hubiese  utilizado  coa 
línea  de  defensa  de  Las  Villas,  como  pasó  en  la  otra  gnerrt 
ce  hicieron  eea  serie  de  desaciertoB,  sino  que  con  la  manía  d( 
laa  fuersaa  en  pequeños  destacamentos,  táctica  contraria  á  h 
eurreotos,  no  pudo  evitarse  la  irrupción  á  la  províDcia  de  M 
Coa  el  mapa  á  la  vista  se  ve  claramente  la  marcha  segv 
iosnrreotos: 

«Súpose  primero — dice  el  colega — que  después  de  atrave 
«ha  del  Jüoaro  &  Morón,  pasaban  por  Manaoas,  Arroyo  Blan 
te  de  Sancti-Spiritus — y  que,  entre  Iguará  y  Tacuasoo,  sor{ 
pequeña  fuerza  del  coronel  Segura,  con  3.000  hombres.  Bata 
mera  ocasión  de  pensar  seriamente  en  atajar  el  avance  de  I 
mez,  acumulando  á  su  frente  un  crecido  número  de  tropas, 
no  «e  hÍEO  así,  continuaron  su  marcha  las  partidas  mandada 
cabecilla,  pasando  por  Corojo,  Pedro  Barba,  Piríndinga  y  ] 
gar  á  este  punto  se  dijo  que  se  inclinaban  hacia  el  Sur  pars 
en  la  Siguanea;  especie  inadmisible  para  todo  el  que  sepa  ( 
«ierra  no  hay  reonrsos  de  ninguna  clase,  para  la  vida,  ni  exi 
mino  de  salida  que  el  de  entrada.  Tal  propósito,  equivalía  á  ' 
La  noticia,  como  era  de  presumir,  resultó  falsa  y  se  pndo  seg 
To  el  derrotero  de  los  orientales  y  camagUeyanos.  Después  d 
recen  en  María  Rodrigo,  La  Mandinga,  Ojo  de  Agua,  La 
Tiempo  donde  el  coronel  Arizón  trata  de  oponerse  &  sn  avE 
puñado  de  soldados.  Si  algnua  duda  quedaba — que  no  pod 
quedar  ninguna — acerba  de  las  intenciones  del  enemigo,  e] 
de  Mal  Tiempo  despejaba  por  completo  la  situación. 

Aquel  fué,  para  todo  hombre  observador,  el  instante  cr 

mar  una  pronta  y  enérgica  resolución,  y  esta  no  podía  be 

traer  por  el  Norte  á  Matanzas  y  por  el  Sor  á  Batabanó,  toda 

que  fuera  posible  para  desplegarlas  á  vanguardia  del  adver 

línea  Ouamutas  Colón  Amarillas,  mientras  las  columnas  ( 

Saarez  Valdéa,  Navarro  y  otrab  fuerzas  de  las  Villas,  ocupa 

taguardia  da  aquel,  la  línea  Santo  Domingo  Banchuelo  Oj< 

procurando  vigilar  las  extremidades  de  las  alas. 

t'  Desde  el  día  16  en  que  ocurrió  la  acción  de  Mal  Tiempo, 

!■  en  que  se  presentaron  Maceo  y  Máximo  Gómez  junto  á  G* 

>  tiempo  bastante  para,  atilizando  el  cable  y  todos  los  medios 

i  cación  y  de  transporte,  acumular  delante  y  detrás  del  enemi 

ce  á  veinte  mil  hombrea. 


c 


t 


OBÓHIOA  DK  LA  OPBBRA  PB  OüBA 527  'i 

8Ítaaoi¿n  un  cambio  de  frente  á  van^ardia  adelantando  la 
frente  el  a!a  izquierda  y  la  de  la  espalda  el  ala  derecha,  habría , 
>ara  precipitar  loa  einoo  mil  ínvaBoreB  en  la  Ciénaga  de  Zapa 

cerrada  la  salida  por  una  doble  línea  de  bayonetas  y  rodeada 
e  la  Ciénaga  de  cañoneros,  las  huestes  de  Oómez  y  Maceo  pri- 

todo  recurso  habrían  tenido  que  rendirse  á  discreción,  como 

de  Marzo  tn?o  que  verificarlo  la  partida  de  Marrero. 
itas  horas  la  zafra  se  estaría  haciendo  tranquilamente,  la  in- 
a.  estaría  herida  de  muerte  y  el  general  Campos  habría  sido  pa  ■ 

uno  diario  publica  una  serie  de  artículos  en  los  que  desarrolla 
ompleto  de  reconquista  de  la  isla  de  Cuba.  La  síntesis  de  di 
jo  es  que  se  necesitan  160.000  hombres  efectivos  de  combate, 
iendo  en  cuenta  tas  bajas  por  enfermedad  y  combate,  que  esti 
1  un  15  por  100  sean  24.000  en  todas  las  operaciones,  tenemos 
sión  que  para  reconquistar  la  isla  de  Cuba  se  necesita  un  ejér 
14.000  hombres. 

ién  M  Pueblo  publica  el  número  de  refuerzos  de  caballería  y 
]ue  ocupan  en  la  isla.  Dan  un  total  de  13.500  ginetes,  que  se 
nen  en  48  escuadronea  con  6  100  caballos,  30  guerrillas  de  80  I 

j  unos  5.000  voluntarios.  \ 

lio  el  Colega  se  ha  propuesto  demostrar  que  no  es  cierto  que  ^ 

,ba11erfa  para  poder  persegair  á  laa  partidas  montadas  de  Gó-  '* 

loeo;  puea  desde  la  acción  de  Mal  Tiempo  hasta  el  día  7  del  ao  ' 

tnal  podía  haber  en  Matanzas  entre  caballería,  voluntarios,  guerrillas  y  ¡ 

guardia  civil  8.000  ginetes  por  lo  menos,  sin  perjuicio  de  haber  monta- 
do gran  parte  de  la  infantería  en  caballos  de  requisa.  j 

¡Patria!  j 

Si  cada  uno  de  nuestros  refranes  castellanos  no  fuese  una  deesas  ver-         'vj 
dades  indiscutibles,  que  pasan  ya  por  axioma,  cuando  no  por  principio  '% 

filosófico,  bastarían  aquellos  cantares   que  inspiran  al  pueblo  español  la  '^ 

masa  popular  para  dejar  bien  sentados  estos  pTÍncipioa  y  estas  verdades  "^ 

indiscutiblea. 

Aquella  seguidilla  que  ya  se  hizo  célebre  desde  que  apareció  ento* 
nada  por  el  pobre  mendigo  callejero,  que  dice: 

Et  amor  qne  te  tengo  ^ 

parece  sombra,  ', 

cnanto  más  apartado 

más  cnerpo  toma. 

La  ausencia  es  aire, 

qne  apaga  el  faego  corto 

y  enciende  el  grande, 
""  nuestro  aserto,  y  viene  en  apoyo  de  las  opiniones  emitidas. 


LA.  QÜMBRA  DM  ODBA         

ktria  oon  más  vehemencia  que  euando 
eaponden  nunca  las  fibras  del  sentimieD- 
idad  que,  cuando  á  través  de  las  distan 
oorazdu  en  la  patria,  se  recuerda  el  ha- 
i  laz  primera;  la  triste  aldea  en  donde 
3b;  la  solitaria  habitación  en  donde  com 
8  abrazos  y  sns  besos:  nunca  se  desea- 
con  más  veneración,  que  cuando  ve 
hermosa  bandera  roja  y  gualda,  honra 
nacionales. 

tpa&oles  residentes  en  lejanas  tierras,  al 
conmueve  á  España,  den  el  grito  de 
alerta  y  se  dispongan  ¿  enjugar  las 
lágrimas  en  la  forma  más  adecuada. 
La  colonia  española  residente  en 
San  Juan  Bautista  de  Tabasoo  secun- 
dando la  patriótica  idea  de  los  espa- 
ñoles domiciliados  en  la  capital  de 
aquella  República  y  por  iniciativa  del 
Vicecónsul  en  el  Estado  señor  don  Ma- 
nuel Gabuoio  Maroto,  ee  reunió  en  los 
salones  del  Círculo  Meroantü,  oon  et 
objeto  de  nombrar  una  Junta  Direo- 
^  tiva  que  se  encargase  de  organizar  los 
trabajos  y  reunir  los  fondos  oon  que 
la  colonia  contribuiría  para  la  campa- 
ña de  Cuba  española. 

La  Junta  general,  procedió  á  la 
votación  de  los  miembros  que  habían 
in  electos  por  unanimidad: 
Barasorda. 

omán  Mestas  Romano. 
I  Gabucio  Maroto. 
lárez  González,  Joeé  Ferrer  Oliver,  Ga- 

iervias. 

comunicar  á  todos  los  compatriotas 

oiÓn  de  esta  Junta,  recomendando  i 

,  se  sirvieran  llenar  la  adjunta  boleta  k 

mpleados  en  sos  respectivos  estable 

la  la  cantidad  con  que  cada  uno  qnir' 

triótico  fin. 

w  recaudado  cantidades  crecidas  ce 


<«óinOA  DI  LA   aUSBBA   DI  GUBÁ 


JtJNTA  PATRIÓTICA  SE  SAN  JUAN  BAUTISTA  D2  TABA8C0  (UÉZICO) 


IB  Jsaí  BlrMardl 


Cuaderao  V^^-T.n,  Preolo  lO  c«n't.> 


530  GBONIOA  DX  LA  GUERRA  DX  CUBA 


praeba  la  siguiente  lista  de  lo  recaudado  entre  los  españoles  residentes 
en  el  Estado  de  Tabasoo,  para  coadyuvar  al  proyecto  iniciado  por  la 
Junta  Patriótica  Española  de  la  capital  de  aquella  República. 

En  San  Juan  Bautista. 

Señores  M.  Berreteaga  y  C.*,  200  duros;  Romano  y  C*  sucesores, 
200;  Bulnes  hermanos  sucesores,  200;  M.  Ripoll  y  C/,  150;  don  Manuel 
Gktbucio,  100;  don  Francisco  Hervías,  100;  don  Manuel  Saárez  G.,  lOO; 
señores  Pérez,  Rotger  y  C.%  50;  M.  Suárez  y  hermano,  50;  Posada  y 
compañía,  50;  don  Juan  Pardo,  50;  don  Román  Mestas,  50;  don  Isidoro 
de  Mucha,  50;  don  Gonzalo  Ramos  Alfonso,  50;  señores  Juan  Pizá  y 
compañía,  50;  Trueba,  Estades  y  C.^,  50;  don  Justo  Rozas,  50;  don  Ni- 
colás Berazaluce,  25;  señores  Gutiérrez  hermanos  y  C.'^,  25;  don  Félix 
Menendez  y  Ceballos,  25;  don  Ramiro  Cuevas,  25;  señora  Josefa  Gonzá 
lez  de  Bulnes,  25;  don  José  Pagés,  25;  don  Mariano  Prades,  25;  don  Fran- 
cisco Rodríguez  Traban co,  25;  don  Gabriel  Goas  del  Rio,  25;  don  Anto- 
nio de  Teresa,  25;  señores  González  Hermanos,  25;  Pons,  Pastor  y  C.^,  25; 
Forteza  y  C."^,  25;  don  Marcelino  Cea,  25;  don  Agustín  Escajadillo,  25; 
don  José  Miralda,  25;  don  Tomás  Guerediaga,  25;  don  Juan  Vidal  Sán- 
chez, 25;  don  Teodoro  Abaunza,  25;  don  Vicente  García,  25;  señores 
Cañáis  y  Hervías,  20;  don  Nícasio  S.  Gómez,  15;  don  Rafael  González 
Sordo,  15;  don  Juan  Cué,  15;  don  Manuel  Arana,  15;  don  JuanB.  Arta- 
za,  12;  don  Fernando  S.  Noriega,  12;  don  José  Gómez  Gabucio,  10;  don 
Ramón  González  Vigo,  10;  don  Juan  Ripoll,  10;  don  Juan  Vicens  y  Fe- 
rrer,  10;  don  Juan  Oliver,  10;  Dos  Mexicanas,  10;  don  Lucio  Amabar, 
10;  don  Enrique  Ber mudez,  10;  don  Zacarías  Maestro,  10;  don  Epifanio 
Gutiérrez,  10;  don  Nicolás  García,  10;  don  Gerardo  Aparicio,  10;  don 
José  Merodio,  10;  don  Ángel  Bulnes,  10;  don  Manuel  V.  Bulnes,  10;  don 
Antonio  Morell,  10;  don  Antonio  Goas,  10;  don  Francisco  Rodríguez, 
10;  don  Ramón  Fernández,  10;  don  Víctor  M.  Mantilla,  10;  señores  Pas- 
tor y  Villanueva,  10;  don  Ensebio  Pagés^  10;  don  Diego  González,  10; 
don  Pablo  Riera,  10;  don  Manuel  Azuela,  10;  don  José  Ventura  Calda  • 
ron,  10;  don  Francisco  Albert,  8;  don  Saturnino  Díaz,  5;  don  Antomo 
Valls,  5;  don  Cándido  Vidal,  5;  don  Ramón  Vicens,  5;  don  Baltazar  Gu- 
tiérrez Quintana,  5;  don  Hilario  Gutiérrez  Quintana,  5;  don  Vicente  Ij6- 
pez,  5;  don  Alejandro  Menendez  Ceballos,  5;  don  Mateo  Bulnes,  5;  d^*^ 
Manuel  Bulnes,  5;  don  Pedro  Vega,  5;  don  José  Villanueva,  5;  don  A 
relio  Cereijo,  5;  don  José  Jener,  5;  don  Juan  Torres  Llileras,  5;  d< 
Cosme  Pérez,  5;  don  Manuel  Rodríguez,  5;  don  Victoriano  Mingo, 
don  Carlos  Prades,  5;  don  Pedro  Ros,  5;  don  Marcos  Merodio  Sordo, 
don  Juan  Pérez  Guerra,  5;  don  Salvador  Calvo,  5;  don  José  Albucri 
5;  don  Anastasio  Garmendia,  5;  don  José  M/  Mantilla,  5;  don  Ram" 


ORONIOA  DB  LA  QtTKBRk  VM  CUBA  531 

Bemot,  5;  don  José  Mijares,  5;  don  Tomás  Massot,  5;  don  Gregorio  He- 
rrero, 5;  don  Froilán  Merino,  4;  don  Jaan  Mir,  3;  don  Jaime  Estival, 
3;  don  Antonio  Yicens,  2;  don  Bartolomé  Magraner,  2;  don  Jaan  Bosoh, 
2;  don  Gabriel  Maeda  Navarro,  2;  don  Samuel  Castillo,  2;  don  Joan 
Labrador,  2;  don  Pablo  Llovera,  2;  don  Jaan  Faster  Forteza,  2;  don 
Jaan  Forteza  Serra,  2;  don  Juan  Forteza  Pina,  2;  don  Pablo  Jener  Rie- 
ra, 2;  don  EmiUo  Galindo,  2;  don  Francisco  Ardines,  2;  don  Santiago 
Pérez  Guerra,  2;  don  Antonio  Cañáis,  2;  don  Emilio  Fernández,  2;  don 
Ángel  Pérez  Olivares,  1;  don  Ángel  Sánchez,  1;  don  Salvador  Jener,  1. 

En  Huimanguillo. 

Don  Rafael  G.  Villar,  100  daros;  Dr.  S.  Garrido,  25;  don  José  García 
Saárez,  10;  don  Segando  Rodríguez,  10;  don  Justo  M.  del  Río,  8;  don  Do- 
mingo G.  Villar,  5;  don  José  Pérez,  5;  don  José  Cuyar,  5;  don  Francis* 
00  Herrera,  5;  doña  Carmen  C.  Raíz,  5;  don  Benito  O.  Martínez,  5;  don 
José  Inés  Placeres,  5;  don  Juan  Róselló,  2;  don  Matías  Reselló,  1;  don 
Ángel  Pérez,  1. 

■  

De  Pichucalco. 

Don  Lnis  Pacheco  Santisteban,  100  duros;  don  Isauro  Morgadanes, 
25;  don  Dionisio  García,  20;  don  Wenceslao  Calderón,  10;  don  Juan  Vi- 
llanaeva,  5;  don  Vicente  Ortíz  García,  5;  doña  Dolores  García,  5;  don 
Rogelio  García,  5;  don  Fermín  García,  5;  don  Ramón  Guerrero,  5;  don 
Florentino  D.  Bustamante,  5;  don  Domingo  Morgadanes,  5. 

En  Cundicacán. 

Don  Pablo  Díaz  Gramas,  50  duros;  don  Mateo  Gramas,  20;  don  Cán« 
dido  Fernández,  20;  don  Felipe  Rodríguez,  15;  don  Juan  Rodríguez, 
10;  don  José  Madon,  10;  don  Eladio  S.  de  la  Riva,  10;  don  Antonio  Díaz 
González,  5;  don  Gabriel  G.  Mirabal,  5;  don  Domingo  Madrazo,  2;  Un 
Contribuyente,  5. 

En  Comalcalco. 

Don  Ramón  Pulido  Fernández,  30  daros;  d^n  Damián  Ortíz,  10;  don 
Antonio  Rodríguez,  6;  don  Manuel  Moran,  5;  don  Francisco  García,  5; 
f'ñores  Villa  Cantero  Hermanos,  5;  don  Agastía  Somellera,  5;  don  Pan- 
]   \o  Pérez  Tamés,  2;  don  Juan  Bautista  Ocharan,  2. 

En  Tenosique. 

Don  Dionisio  Aguirre,  16  duros;  don  David  Gutiérrez,  10;  don  Fer- 
s  ^ndo  V.  Bulneff,  5;  don  Bemardino  Rodríguez,  5;  don  Manuel  Villa* 
i    »eva,  5;  don  Felipe  Torres,  1;  don  Manuel  Vega  Díaz,  1. 


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532  OBÓNIOA  DX  I.A  GUJBRA  DX  OUBA 


En  Paraíso. 
Don  Dionüdo  Agnirre,  5  duros;  don  Félix  Ortega,  5. 

■ 

En  Jonuta. 

Don  León  Diez,  2  duros;  don  Antonio  D.  Lara,  2;  don  Juan  A.  Lara, 
1;  don  Julián  Madraso,  1. 

En  Cárdenas. 

Varios  españoles,  40  duros. — Total,  3.325  duros. 

Gastado  en  oertiflcados,  portes  de  o6rreo,  papel  para  circulares,  bo* 
letas  de  suscripción  y  telegramas,  14  duros. — Liquido  producido  3.311 
duros. 

San  Juan  Bautista,  Enero  9  de  1896. — ^José  Barasorda,  Presidente. — 
Román  Mestas  Romano,  Yice  presidente. — ^Manuel  Gabucio  Maroto,  Te- 
sorero.— ^Vocales:  José  Balnes  Yillanueva,  Manuel  Suárez  González,  José 
Ferrer  Oliver,  Gabriel  Rotger  Gelabert.— -Secretario,  Francisco  Hervias. 

Véase  pues  con  cuanta  razón  decimos  que  el  amor  patrio  toma  más 
cuerpo  cuanto  más  apartado  se  encuentra  el  individuo  del  sitio  en  que 
nació,  pues  si  bien  en  la  Península  no  se  han  escatimado  medios  para 
contribuir  al  sostenimiento  de  las  cargas  de  la  guerra,  los  españoles 
residentes  en  apartadas  regiones  han  hecho  mas  aun  y  mas  oportuna- 
mente que  cuanto  hubieran  podido  en  esta  ocasión  demostrar  por  estas 
tierras  su  acendrado  patriotismo. 

Por  eso  publicamos  los  retratos  de  los  iniciadores  de  este  movimiento 
de  amor  á  la  patria  y  esta  crónica  se  honra  consignándolo  así,  para  que 
nada  se  escape  de  cuanto  interese  á  la  guerra  fratricida  á  que  nos  han 
retado. 

Y  como  no  hay  flor  sin  espinas,  y  el  oficio  de  cronista  nos  obliga  4 
narrar  con  exactitud  lo  bueno  y  lo  malo,  véase  como  contrastan  con  las 
hermosas  manifestaciones  de  patriotismo  de  To vasco,  las  que  contra 
España  se  han  realizado  en  Chile. 

Un  diario  de  allá  nos  lo  refiere  en  los  siguientes  términos: 

cPara  anoche  estaba  anunciado  en  el  teatro  Municipal  el  concier'^> 
organizado  por  la  Sociedad  cünión  Americana»  á  beneficio  de  la  Gr  i 
Roja  de  Cuba. 

Esta  función  fué  suspendida  por  disposición  de  la  Intendencia,  oo  ► 
se  verá  por  la  nota  que  sigue: 

clntendencia  de  Santiago. — ^Núm.  275. — Santiago,  21  de  Diciem  ^ 
de  1895. — ^Habiendo  vetado  esta  Intendencia  el  acuerdo  de  la  ilustre  }     - 


r 

OBÓNiOA  pg  liA  emnau  p»  oüba 533 

uicipalidad  por  el  oaal  concede  el  teatro  Manicipal  para  an  concierto 
que  se  celebrará  esta  noche  á  beneficio  de  la  Cruz  Roja  de  Cnba,  pro- 
I  oeda  usted  á  notificar  al  administrador  de  aquel  teatro,  á  fin  de  que  sus- 
penda la  celebración  del  concierto,  adoptando  usted  por  su  parte  las 
medidas  necesarias  para  que  no  se  lleve  á  cabo  esa  función. 

Dios  guarde  á  usted. — A.  Zañartu  F. — Al  señor  prefecto  de  policía.» 

El  señor  prefecto  notificó  al  administrador  del  teatro  Municipal  la 
orden  emanada  de  la  Intendencia,  y  dispuso  que  la  fuerza  de  policía 
que  acude  al  teatro  en  las  noches  defunción,  no  concurriera. 

El  administrador  del  teatro  Municipal  se  puso  al  habla  con  el  señor 
José  Arce,  alcalde  municipal,  para  pedirle  las  órdenes  del  caso  con  res- 
pecto á  la  suspensión  del  concierto. 

El  señor  Arce  le  ordenó  que  no  entregara  el  teatro  á  la  delegación  de 
la  cSociedad  Unión  Americana»,  que  lo  había  solicitado,  para  cumplir 
así  lo  dispuesto  por  la  Intendencia. 

Y  en  efecto,  aquel  empleado  así  lo  hizo. 

A  las  ocho  de  la  noche  comenzó  á  llegar  al  Municipal  gpran  número 
de  personas,  las  que  se  iban  imponiendo  de  la  suspensión  del  espectácu* 
lo  y  quedándose  agrupadas  en  la  plazuela,  para  protestar  de  la  medida 
tomada  por  la  autoridad. 

Un  cuarto  de  hora  antes  de  las  nueve  aquel  local  se  veía  casi  lleno 
por  completo. 

Varias  perdonas  hicieron  uso  de  la  palabra  y  un  grupo  se  desprendió 
de  la  masa  general  para  dirigirse  á  la  casa  del  señor  Osvaldo  Renjifo, 
ministro  del  Interior,  con  el  objeto  de  elevar  su  protesta  por  la  disposi- 
ción del  ejecutivo. 

Los  otros  grupos  se  dirigieron  á  la  casa  habitación  del  ministro  de 
España  en  Chile,  señor  Salvador  L.  Guijarro,  situada  en  la  calle  de  la 
Catedral,  esquina  de  Teatinos. 

La  muchedumbre  recorrió  las  calles  de  Agustinas  y  Estado,  costados 
de  la  plaza  de  la  Independencia  y  calle  de  la  Catedral. 

Durante  el  trayecto  se  hicieron  diversas  manifestaciones  de  simpatía 
por  Cuba. 

Entre  la  numerosa  concurrencia  que  había  en  los  portales  y  en  la 
plaza,  causó  la  pasada  de  los  manifestantes  gran  curiosidad  y  algún  te- 
mor, porque  se  ignoraban  los  propósitos  que  persiguieran. 

Kl  oficial  de  policía  señor  Luis  E.  Concha,  de  guardia  en  el  centro, 
i  ftndo  vio  pasar  la  muchedumbre  se  dirigió  á  carrera  á  la  3.^  comi- 
«    "ía. 

De  ahí  se  envió  fuerza  armada  de  á  caballo  y  de  á  pie,  á  la  casa  del 
I   üistro  de  España  y  se  pidió  más  fuerzas  á  las  otras  comisarias. 

De  manera  que  cuando  los  manifestantes  llegaron  cerca  del  lugar  de 
fl    'lestino,  se  encontraron  con  que  la  calle  estaba  bien  resguardada. 


fe  534 OBÓSIPA  P»  I^   QÜBRRA  DB   OüBA 

|:.  ¿demás  de  la  preeancia  de  la  policía,  hubo  otra  cirounatanoia 

I  impidió  que  la  muchedambre  ee  estacionara  en  aquel  punto. 

p  Cuando  la  mayor  parte  de  ésta  había  llegado  á  la  mitad  de  la 

i^^  dra  comprendida  entre  las  calles  de  Morandé  y  Teatinos,  sonó  un  d 

t  ro  de  revólver  que  puso  á  todos  en  íu^  en  dirección  á  la  plaza,  que 

*-  do  algunos  grupos  en  la  esquina  de  Morandé. 

f.  Nadie  supo  quién  había  hecho  el  disparo.  La  policía  hizo  las  i 

I  gaoiones  del  caso  y  redujo  á  priíión  á  un  cochero  del  servicio  pú 

[  que  estaba  detenido  con  su  carruaje  en  la  calle  de  la  Catedral  y  t 

X,-         del  cual  se  oyó  la  detonación  y  se  viÓ  el  fogonazo. 

I  La  fuerza  armada  comenzó  á  llegar  de  las  divereas  comisarías 

|.  grupos  se  dispersaron  rápidamente. 

t'  £1  subsecretario  del  ministerio  del  Interior,  señor  Luis  Matta, 

I  prefecto  de  policía,  señor  Juan  Manuel  Cerda,  entraron  en  la  casa  del 

^  Beñor  ministro  de  España  á  ftn  de  conferenciar  sobre  los  sucesos  que 

^  acababan  de  ocuriir. 

L  El  señor  López  Goijarro,  que  estaba  acompañado  del  agregado  mili- 

\  tar  de  la  Legación,  señor  José  Domingo  de  Osma,  recibió  á  los  repre- 

^.-^  sentantes  de  la  autoridad,  y  el  señor  Encobar  Solar  y  los  otros  caballero» 

í  expresaron  al  señor  ministro  que  nada  tenía  qne  temer  y  que  todos  se 

t  hacían  nn  deber  en  amparar  y  proteger  su  casa  habitación  contra  cual' 

f,  "        quier  atropello  de  la  turba. 

P  Cerca  de  las  diez,  los  diversos  grupos  de  los  manifestantes  se  dirígie 

K  ron  á  la  plaza  de  la  Independencia  y  de  ahí  al  Círculo  Español. 

^  Un  piquete  de  policiales  montadof,  los  siguió  para  impedir  los  deaór- 

I'  denes  y  logró  disolverlos  poco  á  poco. 

p.  En  la  puerta  de  la  legación  de  Ejpaña  había  un  grupo  de  ciudaduiof 

^  ospajloleB,  los  cuales  se  portaron  con  suma  prudencia,  sin  lámar  nns 

t  palabra  ni  cometer  acto  alguno  qne  pudiera  herir  á  los  manifestantes. 

I,  Con  este  mismo  motivo  se  han  pasado  ayer  á  la  Alcaldía  las  signien 

tes  notas: 
^'  «Ministerio  del  Interior. — Núm... — Santiago,  21  de  Diciembre  1895. 

Ha  llegado  á  noticia  de  este  ministerio,  por  las  publicaciones  dalos  dia- 
h  ríos,  que  se  piensa  dar  en  el  Teatro  Municipal  un  concierto  á  beneficio 

í  de  la  Cruz  Roja  de  Cuba,  y  como  un  acto  semejante  en  un  local  que  de' 

b  pende  de  la  municipalidad  pudiera  interpretarse  como  una  infracción  de 

I  los  deberes  de  estricta  presoindescia  que  los  fancionarloa  chilenos  del 

mantener  en  los  sucesos  que  se  desarrollan  en  la  isla  de  Cuba,  espero 
sirva  US.  decirme  si  ese  concierto  se  lleva  á  cabo  con  autorización  di 
corporación  que  US.  representa,  circunstancia  qne  no  me  es  posible  a< 
tar  que  ocurra,  dada  la  seguridad  que  US.  mismo  me  ha  dado  antet 
qne  tal  cosa  no  tendría  lugar. 

Dios  guarde  i  US. —  O  Renjifo. — ¿1  señor  alcalde  mnoicipal.» 


COEtONIOA  DE  LA   QUEBEA  D»  CUBA 536 

«Intendenoia  de  Santiago. — Nám.  274. — Santiago,  21  de  Diciembre 
de  1895. — Por  publicaciones  en  los  diarios,  tiene  conocimiento  esta  In- 
tendencia que  debe  celebrarse  esta  noche  en  el  Teatro  Municipal  un 
concierto  á  beneficio  de  la  Cruz  Roja  de  Cuba,  usando  un  permiso  otor* 
gado  por  la  ilustre  municipalidad.  Como  el  acuerdo  que  lo  concede  no 
ha  sido  comunicado  á  esta  Intendencia,  según  lo  dispone  la  carta  fusda- 
mental,  véome  en  el  caso  de  vetarlo  y  suspender  su  ejecución,  por  cuan- 
to él  compromete  el  orden  público,  infringiendo  los  deberes  de  estricta 
prescindencia  que  incumbe  en  este  caso  observar  á  todos  los  funcionarios 
chilenos. 

Dios  guarde  á  US. — A  Zañartu  F. — ^Al  señor  primer  alcalde  de  la 
ilustre  municipalidad. » 


^2>m£ssimwm^^:^^Q^m 


-HT^^   IDERÜOT.^ 


AS  noticÍB8  particulares  añaden  nuevos  é  interesanl 
pormenores  á  las  qae  contiene  el  telegrama  ofloia 
el  importante  hecho  de  armas  realizado  en  la  pro 
de  Finar  del  Río. 

El  combate,  que  ha  tenido  lugar  caei  á  las  pnei 
la  capital  de  la  prorinoia,  reviste  verdadera  imp 
or  haberse  librado  contra  el  tiiioleo  de  las  fuerzas  qa< 
i  Antonio  Maeeo,'sino  por  la  vergonzosa  derrota  y  lai 
que  han  experimentado  los  rebeldes, 
se  verificó  de  la  manera  siguiente: 
1  don  Ülpiano  Sánchez,  con  ex(gaa  parte  de  nn  batal 
ílica,  doscientos  cuarenta  soldados  del  de  Basa  y 
>cale3,  salió  el  17  de  la  capital  en.  busca  del  enemig 
i  á  siete  kilómetros  del  Sur  de  aquella  capital  en  las 
ar,  barrio  raral  agregado   al  término  municipal  de 

laceo,  á  la  cabeza  de  más  de  dos  mil  caballos,  oo 
aetió  briosamente  á  laa  fuerzas  leales,  y  aunque  loi 
I  el  combate  esforzadamente,  llegaron  á  verse  en  gra 


OBÓHIOA  D»  LA   OOBBBA  DI  ffüBA 537 

El  coronel  don  Ulpiano  Sánchez,  que  mandaba  nuestra  oolamna,  to- 
mó acertadas  disposioíones  para  sostener  sas  poBÍoíoneB)  y  al  propio 
tiempo  enviaba  aviso  á  otra  ooinmna  qne  sabía  se  hallaba  cerca. 

Esta,  al  mando  del  teniente  coronel  de  Baza,  señor  Sui  Martín,  se 
componía  de  100  hombrea  de  este  batallón  y  190  de  Isabel  la  Católica. 

Llegó  este  auxilio  en  un  mo* 
mentó  supremo. 

Maoeojfavorecido  por  las  con  ■ 
dioiones  del  terreno,  completa- 
mente llano,  y  en  el  que  n'o  se  le- 
vanta ni  ana  sola  cerca,  evolu- 
cionaba con  facilidad;  la  caba- 
llería enemiga  dio  terribles  aco- 
metidas á  los  nuestros,  tratando 
de  envolverlos  é  intimándoles  la 
rendición. 

Las  tropas  demostraron  un 
valor  á  toda  prueba,  formando 
cuadros  y  acometiendo  á  la  ba> 
yoneta  con  verdadero  heroísmo. 
Al  fin  el  auxilio  recibido  des- 
animó á  los  insurrectos,  que  in- 
tentaron inútilmente  un  nuevo 
ataque. 

Maceo  vio  decaer  el  espíritu 
de  BU  gente  y  caer  heridos  á  mu- 
chos ginetes  por  el  fuego  de  nues- 
tra infantería.  Comprendiendo 
que  era  peligroso  continuar  la 
batalla,  ordenó  la  retirada,  que 
según  informes  fidedignos,  fué 
bastante  desordenada. 

Es  considerable  el  numero  de 
heridos  retirados  por  los  insurrectos;  en  el  campo  abandonaron  trein- 
ta cadáveres,  algunos  caballos  y  armas. 

En  las  filas  del  ejército  hay  también  bastantes  y  sensibles  bajas  que 
la-ientar:  un  oficial  y  tres  soldados  muertos,  y  otro  oficial  y  veinte  sol- 
di  los  heridos,  algunos  de  ellos  gravee;  son  también  bastantes  los  con- 

tl    lOB. 

Se  sabe  por  confidencias  seguras  que  el  enemigo  llevó  más  de  dos- 
oi  atoa  heridos,  entre  ellos  el  cabecilla  Roberto  Bermúdez,  que  comba- 
tí -ido  en  primera  línea,  recibió  dos  balazos. 

Un  prisioiiwo  ha  comunicado  interesantes  detalles  acerca  de  los  pro* 


538 OBÓHIOA  D»  LA   QüMBA  PB  CUBA. 

pósitos  de  Maceo,  que  habla  abrigado  la  temeraria  esperanza  de  apoi 
rarse  de  la  capital  de  la  proviscia. 

La  oonduota  de  las  tropas,  objeto  de  nnánimes  elogios,  se  ve  enal 
cida  en  una  orden  del  día  laudatoria:  el  general  Mario  ha  felioitadc 

los  jefes. 

La  hoja  de  despedida. 

La  que  circuló  profusarneute  entre  la  multitud  que  ocupaba  el  mi 
lie  de  la  Habana  al  embarcarse  de  regreso  á  la  península  el  genial  M 
tínez  Campos,  dice  así,  después  del  epígrafe  dedicado  á  dicho  genet 

<0s  váís  sin  miedo,  sin  tacha,  como  vencedor. 

Los  cubanos  no  ven  la  pretendida  fatalidad  de  rasa. 

Os  miran  con  veneración  y  con  orgullo. 

Os  señalan  propios  y  extraños  como  acabado  modelo  de  nobleza  y 
de  hidalguía,  timbres  de  nuestra  patria  Elspaña. 

A  pesar  de  la  violencia  con  que  íe  pretende  desfigurarlo  todo  por  al 
gunoB  rezagados  en  la  marcha  de  los  tiempos,  en  los  hogares  oubanc 
álzanse  himnos  de  admiraoióa,  cariño  y  gratitud  en  honor  vuestro. 

Vuestro  mando  tendrá  resonancia  en  el  porvenir. 

Los  partidos  pasan ;  la  patria  es  inmortal. 

Porque  así  lo  dicta  la  conciencia  universal,  os  aguardamos.  Agnai 
damos  el  premio  de  vuestra  virtud. 

Llenaréis  una  página  suprema  en  la  historia  nacional.* 

La  firma  de  la  hoja  son  estas  dos  palabras: 

Cvha  agradecida. 

Los  optimismos  del  general. 

De  El  Guadalete  de  Jerez  son  las  líneas  que  transcribimos: 

(De  persona  muy  allegada  al  general  y  que  desde  que  éste  llegó 
Cuba  ha  desempeñado  cierto  cometido,  se  han  tenido  en  Cádiz  oartt 
particulares. 

Del  contexto  de  algunas  de  ellas  se  sacan  deducciones,  que  vieneno 
mo  anillo  al  dedo,  en  la  solución  grave  y  trascendental  que  ha  teaii 
que  acordar  el  Gobierno. 

No  oreo  oportuno  indicar  ahora  lo  poco  que  sé  de  esas  dedueoion 
pero  sí  haré  público  una  revelación  que  me  hizo  Bettanoonr,  uno  de 
tres  deportados  que  llegaron  de  paso  para  Ceuta  hace  varias  semanal 
Con  quienes  se  recordará  que  celebré  amplia  entrevista. 

Bettancour,  entre  otras  manifestaciones,  que  yo  me  dejé  en  carte 
me  hizo  una  personal  de  Martínez  Campos,  de  la  que  por  entonces  ta 
poco  creí  oportuno  hacerme  eco. 


OBÓNIOA  PE  LA  QUBBBA  DE  OÜBA 539 

Me  dijo  Bettancoar  que  Martínez  Campos,  á  los  pocos  días  de  des- 
embarcar en  la  Habana  le  dieron  un  espléndido  banquete  al  que  asis- 
tieron como  representantes  de  la  Diputación,  Bettancour  y  Tamayo, 
otro  deportado,  que  aún  se  encuentra  en  la  Cárcel  Modelo  de  Madrid. 

Martínez  Campos  se  había  presentado  demostrando  gran  confianza 
en  todos,  y  durante  el  banquete  edtuvo  decidor,  hasta  bromista. 

Tamayo  y  yo— -decíame  Bettancour t — estábamos  algo  distantes  del 
general,  y  como  conocíamos  el  estado  progresivo  de  la  insurrección,  no 
nos  explicábamos  esa  confianza,  ese  buen  humor  de  Martínez  Campos. 

Era  que  el  general,  me  añadió  Bettancourt,  sin  duda  venía  de  la  pe- 
nínsula engañado,  confiando  en  la  pronta  pacificación  de  la  isla,  por  no 
darle  importancia  al  movimiento. 

A  los  postres,  Martínez  Campos,  con  su  conversación  franca,  amena 
y  hasta  chispeante,  había  disipado  las  frialdades  de  la  ceremoniosa 
etiqueta  y  hasta  hubo  alguno  de  los  comensales  que  se  preparaban  á 
contravenir  la  consigna  de  que  no  había  brindis. 

Todo  este  estado  de  calma  y  confianza  vino  á  turbarlo  un  inesperado 
incidente  ocasionado  por  uno  de  los  principales  factores  para  el  fomento 
de  la  insurrección. 

Estaba  Martínez  Campos  saboreando  una  fruta  muy  sabrosa  del  país, 
nn  níspero,  cuando  uno  de  sus  ayudantes,  un  hijo  suyo,  le  entregó  un 
telegrama. 

Martínez  Campos  no  hizo  más  que  fijar  su  vista  en  el  lacónico  texto, 
y  mudando  de  color,  lívido  y  convulso,  puso  término  al  banquete,  le- 
vantándose bruscamente  y  saliendo  inmediatamente  sin  despedirse  para 
la  Habana. 

El  telegrama  le  daba  cuenta  de  que  acababa  de  desembarcar  Máximo 
6ómez. 

Desde  entonces,  díjome  Bettancourt,  perdió  Martínez  Campos  la 
confianza  que  había  llevado  de  la  península. 

Con  la  entrada  en  Cuba  de  Máximo  Gómez  empezó  seriamente  la 
guerra.» 

Se^rún  participa  el  capitán  general  de  Cuba  en  10  de  Febrero  último, 
han  fallecido  en  el  ejército  de  operaciones  los  siguientes  jefes,  oficiales 
y  'ropa: 

Segundo  teniente  del  regimiento  de  Cantabria,  don  José  Guelbanzu, 
d  I  de  Enero,  del  vómito,  en  Santa  Clara. 

CapeUán  del  de  España  don  Agustín  Lacasa,  el  I.''  de  Enero  de  en- 
fe  medad  común  en  Sancti  Spiritus. 

Primer  teniente  de  cazadores  de  Colón,  don  Juan  Casalet,  el  17  de 
D;  '*!embre,  del  vómito,  en  Güira. 


L'    .« 


540 CBÓiaOA  PK  LA  qiTgRBA  DE  OÜBA 

Primer  teniente  del  regimiento  de  Aragón  don  Gregorio  Agoilar,  el 
19  de  Enero,  del  vómito,  en  Puerto  Padre. 

Soldados  del  regimiento  de  Zamora,.  José  Fernández  García  y  Blas 
Falgueira,  el  2  y  4  de  Enero,  en  Sancti  Spiritus,  de  enfermedad  y  del 
vómito  respectivamente. 

Soldados  del  regimiento  de  Granada,  José  Esteban  Yalverde,  el  2  de 
Enero,. de  enfermedad  común,  José  Baena  y  Alfonso  Olmedo,  el  5  de 
Enero  del  vómito;  José  Peralta  el  6,  y  Antonio  Salvat  el  10,  de  enferme- 
dad común,  en  Sancti  Spiritus. 

Soldados  de  cazadores  de  Mérida:  Francisco  Revilla,  el  5  de  Enero, 
Isidro  Sanz,  el  7,  y  Pascual  de  Salvador,  el  8,  del  vómito,  en  Sancti 
Spiritus. 

Artillero  Antonio  Santana,  el  día  1.^  de  Enero,  de  enfermedad  co- 
mún, en  Sancti  Spiritus. 

Guardias  civiles:  Yictor  Peña  y  Antonio  Feijóo,  el  5  de  Diciembre, 
Benito  Rinja,  el  14,  y  José  María  Vázquez,  el  27  del  vómito,  en  Fomen- 
to (Santa  Clara),  cabo  José  Justo  Yillasante,  el  I.''  de  Enero  del  vómito 
en  Holguin;  Juan  Morcillo  Carlos,  el  30  de  Diciembre  de  enfermedad 
común,  en  Jamaica;  Estanislao  Palacios  García,  el  9  de  Enero,  idem,  en 
Sagua;  Felipe  Fernández  Canales,  el  29  de  Diciembre,  de  heridas,  en 
ingenio  Triunfo. 

Soldados  de  María  Cristina,  Manuel  Gradames  Calavides,  Antonio 
Frades  Fernández,  Amador  Pérez  Losada,  José  Pereda  Moma,  Ricardo 
Silva  Espinosa  y  Juan  Reyes  Ortiz,  todos  en  el  ataque  del  ingenio  Triun- 
fo, el  29  de  Diciembre;  Antonio  Java  del  Valle,  el  30  de  Diciembre,  de 
heridas,  en  ingenio  Triunfo,  y  Tomás  Cortés  Pérez,  de  heridas,  en  Ma- 
tanzas, Román  Llovet  Pitarch,  el  9  de  Enero,  de  enfermedad  común,  en 
Matanzas. 

Soldados  de  infantería  del  Rey,  Juan  Cruz  Ocóh,  el  6  de  Enero,  he* 
ridas,  Juan  Ruiz  Huesca,  el  2,  del  vómito;  Nicolás  Pastor,  el  7,  de  en* 
fermedad  común,  y  Mariano  Pinol,  el  9,  del  vómito,  en  Colón. 

Saldado  de  Cuenca,  Juan  Diaz  Fernández,  el  4  de  Enero,  de  resaltas 
de  heridas  en  Colón. 

Soldado  del  escuadrón  de  Santiago,  Manuel  Sánchez  Guerrero,  el  8 
de  Enero,  de  herida  en  el  ingenio  Lucia  (Matanzas). 

Soldados  de  Alfonso  XIII,  José  Juan  Bonet,  1.^  de  Enero,  de  enfer- 
medad común,  en  Ciego  de  Avila;  Vicente  Roca  Fernández,  el  18  de  di- 
ciembre, del  vómito  en  Yambas. 

Regimiento  Infantería  Valencia:  soldado  José  Alonso  Tañón,  e)  L3 
Diciembre,  de  heridas. 

Regimiento  San  Quintín:  soldado  Melquiades  León  Velasco,  el  1('  le 
Enero,  en  la  Habana. 


r 

ORÓNIGA  DE  Uk  OUXRSA  DB  GUBA  541 


•1 '  *  ••.'^.. 


•  *  - '^"V^i 


saldado  de  Mallorca  Antonio  Claro,  el  10  de  Enero,  de  enfermedad 
común  i  en  la  Habana. 

Soldados  de  Isabel  la  Católica,  José  Svillero  Franoisoo,  el  11  de  Ene* 
ro,  de  enfermedad  común,  Dayo  Bausa  Incógnito,  el  18  de  Enero,  de 
heridas,  los  dos  en  la  Habana. 

Soldado  de  Baleares  Jorge  Argenti  Alonso,  el  12  de  Enero,  de  enfer» 
medad  común,  en  la  Habana. 

Administración  militar:  soldado  Emilio  Fernández  Rey,  el  14  de 
Enero  del  vómito,  en  Ciego  de  Avila. 

Cabo  r^miento  de  Tarragona,  José  Mingues  y  soldado  de  Lnchana 
Esteban  Casols,  el  13  de  Enero,  de  enfermedad  común,  en  la  Habana. 

Soldado  de  Córdoba,  Francisco  Almasán,  el  16  de  Enero,  de  enfer* 
medad  común,  en  el  ingenio  Loisa. 

Cabos  de  ingenieros  Baldomcro  Medrado,  el  7  de  Enero,  Tomás  Gu- 
tiérrez, el  11,  y  Laureano  Muñoz  Carretero,  el  14  en  Yeg^itas;  Vicente 
Escriba  Estruch,  el  9  de  Diciembre,  en  la  acción  del  Senado  (Colón),  de 
herida. 

Sanitarios:  Eduardo  Orense,  el  31  de  Octubre  del  vómito,  en  Baya- 
mo;  Juan  Losada,  el  2  de  Enero,  de  idem  en  Sancti  Spiritus;  Joaquín 
S&nchez  Alarcón,  el  11  de  idem  en  Santa  Clara. 

Guerrilleros  de  caballería  de  Lajas:  Nicolás  Bavona  García  y  José 
Rodríguez  Cambón,  el  16  de  Diciembre,  en  el  campo  de  batalla. 

Marinero  Francisco  Abelera  Giménez,  el  6  de  Enero,  del  vómito. 

Soldado  de  infantería  marina:  Manuel  Yelázquez  Barca,  el  9  de  Di* 
ciembre,  enfermedad  común. 

Soldados  de  Cantabria:  Domingo  Mamet,  y  de  Barbastro,  Agapito 
Torralba,  el  2  de  Enero;  artilleros,  Juan  Fuentes  y  José  Ramírez,  el  3, 
todos  del  vómito,  en  Santa  Clara. 

Soldados  de  Simancas:  José  Sabaté,  el  1  de  Enero;  de  Galicia,  Sal- 
vador  Brío  y  de  Cuenca,  Emilio  Molero  el  2;  de  Borbón,  Rafael  Cenizo; 
de  Isabel  la  Católica,  José  Amado;  y  de  María  Cristina,  Federico  Marín 
López,  el  3:  de  Baza,  Miguel  Pena,  el  6;  y  de  Orden  público,  Manuel 
Boca,  el  2;  de  enfermedades  comunes,  en  la  Habana;  de  Zamora,  Anto- 
nio Taboada,  el  4;  del  vómito,  en  la  Habana. 

Artillero:  Manuel  Fernández  Chacón,  el  6  de  Enero;  del  vómito. 

Soldado  de  Mallorca  Faustino  Pares  y  cabo  Rafael  Mufioz,  el  2  y  7| 
dr^  vómito,  en  Puerto  Príncipe,  y  de  idem  en  el  mismo  punto  el  soldado 
d(  Tarragona  Claudio  Sánchez  Luis. 

Infantería:  soldados  de  Vergara  Antonio  Serrano,  3  Enero,  vómito^ 
Id  nzanillo;  Isabel  la  Católica,  Andrés  Ares,  4  Enero,  enfermedad  co  • 
m  n,  Manzanillo. 

Irtillero  de  plaza  Eduardo  Rossis,  4  de  Enero  vómito,  San  Luía 
((    ba). 


r" 


^ 


542 OBÓmOA  D»   LA  OÜMtM.  DB  qpBA 

lofanterfa,  soldado  de  Aaia  Tomás  Piiig,  6  Eaero,  vómito,  San  Luis. 

Guardia  civil:  Felipe  Rodado,  5  Enero,  vómito,  Canto. 

Infantería:  soldados  de  Talavera  Jaan  Pérez  Román,  Ramón  Fer 
n&ndez  y  José  Minuere,  5  Enero,  Baracoa,  del  vómito  el  primero  y  de 
enfermedades  comnnes  los  dos  últimos. 

S3ldado8:  Jaan  Fuentes  Casanova,  Raimundo  Losa  Alvarez,  Jaan 
Sanz  Marugán,  Nicolás  Contreras  Tnste,  Ángel  Zamorano  Caeanova, 
José  Rasio  Megias,  Vicente  Hito  Rojas,  Mariano  Ros  Casado,  Claudio 
Nigere  Sainz,  Lnis  Ventura  Aranguren,  Juan  Terser  Mootell,  Benito 
García  Pandad,  Juan  Montell  Lasera,  Domingo  Morites  Moreno,  Luis 
Estanislao  Miguel,  Paulo  Freibot  Vendrell,  Francisco  Gregorio  Carbo 
nell,  Fortunato  Rodríguez  Barrios,  Leandro  Gil  Mora,  José  Pomar  Gar- 
cía, Félix  Juan  Bell,  Matías  Martín  González,  Paulo  González  del  Río, 
Juan  Bernas  Santaellas,  Joan  Andreu  Oasanovas,  Carlos  Bemnt  Care-  ' 
got,  Salvador  Mayor  Cánovas,  Antonio  Casanova  Losa,  Esteban  Rocaf 
full  Tello,  Ramiro  Fernández  Barreiro,  Anastasio  Gutiérrez  Agnado, 
Fernando  Prieto  López,  Juan  Vallarmín  Soler,  Teodoro  Reyes,  Barto 
lomé  Lapaerta,  Antonio  Roseoh  Carbonell,  José  Cerdán  Cortés,  Domin 
go  Gómez  Zorrilla,  Pedro  Pérez  Esteban,  Lucas  López  González,  Eva 
risto  Gómez  Jiménez,  Pablo  del  Pozo  García  y  Eleuterio  Lázaro  San  Ni 
oolás,  todos  del  vómito. 

Soldados:  José  Carrasco  Barrionnevo,  Antonio  Rubio,  Benigno  Gon 
zález  Arbosa,  Eusebio  Larios  Pérez,  Tomás  Blasco  Raíz,  Daniel  Idata 
José  Orbistendo,  Juan  Noya  Iglesias,  Lorenzo  Peüa  P«fia  y  Jaime  Le 
fumell  Campos,  todos  de  enfermedad  común. 

Soldado  Ambrosio  Gutiérrez  Agnado,  el  primero  de  Enero  de  herida 
en  Matanzas. 

Orden  general. 

Ejército  de  operaciones  en  Cuba. — Segunda  Comandancia  generaL- 
Estado  Mayor. 

«Declarado  el  estado  de  sitio  en  esta  provincia  por  el  Exomo.  seño 
capitán  general  en  jefe  del  ejército  y  en  previsión  de  que  la  prozimidaí 
del  enemigo  ó  exageradas  noticias  expresamente  propaladas  pueden  io 
trodnoir  alarma  en  esta  capital,  que  por  su  topografía,  fortificaciones  ; 
artillado,  así  como  por  la  potente  guarnición  que  está  dispnesta  á  <*' 
fenderla,  se  halla  á  cubierto  de  nn  ataque  formal  por  las  partidas  íd' 
rreotas,  que  cobardemente  rehuyen  todo  encuentro  con  las  tropas:  á 
de  garantir  la  abdolnta  tranquilidad  de  los  habitantes  de  la  Habiuii 
evitar  desórdenes  en  sns  arrabales  y  poblados  inmediatos  á  que  po< 
dar  origen  la  menor  algarada  del  enemigo,  y  para  repeler  también, 
timamente,  con  rapidez  y  energía  cualquier  agresión,   sofocando  tr 


r 

!  OBÓNIOA  D»  LA  OUmBA  D»  OÜBA 543 

!      improbable  movimiento  sedicioso  interior,  he  tenido  por  conveniente 
resolver  lo  siguiente: 

1.^  La  señal  de  alarma  será:  cinco  cañonazos  consecutivos  dispara- 
dos por  el  castillo  del  Principe,  izándose  de  dia  la  bandera  en  dicha  for- 
taleza ó  un  gallardete  bajo  ella  si  fuera  festivo,  y  de  noche  un  farol  rojo 
en  el  asta,  cuya  última  parte  repetirán  las  demás  fortalezas,  debiendo 
tenerse  en  cuenta,  á  fia  de  evitar  falsas  alarmas,  que  mientras  no  se 
haga  esta  señal  y  á  menos  de  recibir  órdenes  concretas  comunicadas  por 
medio  de  los  jefes  y  oficiales  de  estado  mayor  y  ayudantes  de  campo  y 
órdenes,  no  debe  precederse  á  la  formación  por  los  cuerpos,  aunque  se 
oyera  fuego  de  fusilería,  petardos  ni  alborotos,  limitándose,  si  acaso, 
las  tropas  á  dirigirse  á  sus  cuarteles,  y  á  su  domicilio  los  voluntarios, 
para  estar  precavidos  y  dispuestos,  pues  ya  se  ha  establecido  un  servicio 
avanzado  suficiente  para  dar  tiempo  siempre  á  que  la  autoridad  vaya 
tomando  las  medidas  necesarias  sin  precipitación  de  ninguna  clase. 

2.^  Una  vez  hecha  la  señal,  los  cuerpos  formarán  en  los  sitios  que 
luego  se  designan,  debiendo  concurrir  á  la  formación  los  individuos  to- 
dos con  rapidez,  pero  sin  escándalo,  gritos  ni  carreras  innecesarias  é 
inconvenientes,  pues  hacen  formar  pobre  concepto  del  buen  espíritu  que 
debe  animar  á  los  institutos  armados.  Los  jefes  de  cuerpo  y  fracción 
prohibirán  en  absoluto  los  toques  de  corneta  por  las  calles,  y  si  por 
cualquiera  circunstancia  imprevista  se  dificultara  la  concentración  de 
un  cuerpo  y  hubiere  de  acudirse  á  este  medio  para  llamar  á  los  indivi- 
duos de  él,  antes  de  dar  la  orden  para  hacerlo,  solicitará  el  jefe  respec- 
tivo la  venia  de  mi  autoridad,  sin  cuyo  requisito  de  ninguna  manera  se 
hará  uso  de  las  cometas. 

3.^  La  vigilancia,  precauciones  y  defensa  de  Guanabacoa  y  Maria 
nao  quedan  encomendadas  á  su  comandante  militar  y  al  teniente  coro- 
nel de  ingenieros  don  Julián  Chacel,  respectivamente,  que  asumirán  el 
mando  de  la  fuerza  armada  que  allí  se  encuentra,  disponiendo  de  una 
sección  de  artillería  de  montaña  y  otra  de  ingenieros  para  las  eventua- 
lidades  del  servicio,  dándome  cuenta  por  telégrafo  y  de  oficio  de  toda 
novedad  que  lo  merezca,  según  su  importancia. 

4.''  Los  puestos  de  formación  de  las  tropas,  á  quienes  se  comunican 
también  con  esta  orden  instrucciones  reservadas  respecto  á  su  destino, 
una  vez  que  estén  formadas,  serán  las  siguientes: 

Infantería. — En  las  fortalezas  de  la  plaza,  campamento  del  Príncipe 
y  Jabaña,  cuarteles  de  Orden  público,  idem  de  policía  municipal. 

Caballería. — Cuartel  de  Dragones,  id.  de  Orden  público,  id.  de  poli- 
ci  \  municipal. 

Artillería. — Cuartel  de  Compostela,  compañía  de  obreros  de  la  maes- 
tr  nza,  batería  volante. 


544 


OBONIOA  DB  LA  OinOUEU  DB  CUBA 


Ingenieros. — Cuartel  de  Madera,  campamento  de  las  Animas,  maes 
tranza. 

Guardia  civil. — Cuartel  de  Belasooain. 

Estado  mayor  de  voluntarios. — Comandante  General. 

Plana  mayor  de  voluntarios. — Comandancia  General. 

1.^  de  cazadores  voluntarios,  Muralla  y  Agniar. 

2.^  id.  id.,  Galiano,  entre  San  José  y  Barcelona. 

S.''  Ídem  idem. — Reina  entre  Lealtad  y  Escobar. 

4.^  idem  idem. — Cuba  y  Obispo. 

b.""  idem  idem. — Prado  esquina  á 
Animas. 

6.^  idem  idem. — Monte  esquina  á 
Parque  de  la  India. 

7.^  idem  idem. — Amistad  y  Reina. 

1.^  de  Ligeros. — ^Muralla  entre  Cu- 
ba y  San  Ignacio. 

2.^  de  Ligeros. — Galiano  frente  á 
la  iglesia  de  Montserrat. 

Compañía  guías  del  capitán  gene- 
ral.— Plaza  de  Armas. 

Regimiento  caballería  de  volunta  • 
ríos. — Monte  y  Belascoaín. 

Escuadrón  de  húsares  idem.— Rei- 
na y  Belascoaín. 

I.""  de  artillería  idem. — Prado  fren- 
te al  Círculo  Mili(¡ar. 

2.^  de  artillería  idem. — Águila  es 
quina  á  Estrella. 

Regimiento  montado. — Carlos  III, 
en  su  cuartel. 

Batallón  de  ingenieros. — ^Industria  entre  Barcelona  y  San  José. 

Bomberos  municipales. — En  su  cuartel,  Obrapía  entre  Habana  y 


General  de  brigada  don  ▲giiaüa  Luqva. 


5.^  Los  señores  jefes  y  oficiales  de  todas  clases  que  tienen  destino 
en  la  plaza  acudirán  á  las  dependencias  donde  sirven,  y  el  personal  de 
tropa  armada  de  ellas,  al  mando  de  los  oficiales  necesarios,  esperarán 
órdenes. 

6.^    La  guardia  municipal,  á  pie  y  montada,  así  como  la  fuerza 
orden  público,  después  de  dejar  cubiertos  sus  respectivos  cuarteles, 
trullarán  por  las  calles  de  la  población,  dando  aviso  de  las  noveda 
que  ocurran  al  jefe  de  fuerza  más  inmediato,  quien  proveerá  lo  que  \ 
ceda,  dándome  cuenta. 

IJ^    Mientras  no  se  dé  orden  terminante  no  se  dificultará  la  circ 


ie 


I- 


■ OHÓNIOA  DS  LA  OQgaEA  P»  OTTBA 545 

t&áa  del  pdblioo,  exigiendo  eolamente  todo  comandante  de  faena  6  in- 
dividao  armado  qoo  Iob  tranvías,  rippers,  carruajes  y  ginetea  transiten 
porlaa  calles,  plazas  y  paseos  al  paso  precisamente,  y  no  se  molestará 
tampoco  al  veoindario  oon  voces  de  altÓ  ni  quién  vive,  limitándose  las 


...  BlriTCdDdgl*  (I  intho  picho  con  el  proj«<tt...  [Pá(.  r.2). 

jas  á  impedir  los  grupos  que  podrán  dicolver,  intimándoles  primera- 
.te  á  ello  con  cortesía,  y  opoDiéodose  á  toda  carrera,  cierre  de  puertas 
3Dto  6  ooalqoier  acto  qne  paeda  producir  esoindalo  ó  alboroto. 
''I  que  no  obedezca  de  buen  grado  será  detenido,  y  toda  agresión  ee 
>erá  con  las  armas. 
"  Tudos  los  señores  generales,  jefes,  oficíales  é  individuos  que  se 
DO  VS — X.  B.  Preolo  lO  o«ii*^ 


546 ob6otoa  pb  la  apMuu,  pi  odba 

mencionan  en  esta  orden,  se  atendrán  eztriotamente  á  lo  prevenido  eo 
ella  y  en  laB  instruociones  reservadas  anidas,  ain  alterar  ni  variar  lo  dii- 
puesto  bajo  ningúo  oonoepto,  á  menos  de  orden  expresa  y  debidamentt 
oomnnioada,  sin  lo  onal  serán  responsables  de  su  onipa  conforme  á  orde- 
nanza, espesando  del  celo  y  oordnra  de  los  institutos  armados,  qae  no 
darán  motivo  de  censara  ni  correooitSn,  ya  qae  de  sa  bravura,  disoipli- 
na  y  buena  urbanización  debe  esperarse  que  sabrán  siempre  dejar  bien 
puesto  el  honor  de  las  armas.  ' 

9.°  Únicamente  al  Exorno.  Sr.  general  en  jefe,  como  autoridad  sn- 
prema,  si  se  hallare  en  esta  plaza,  compete  el  comunicar  directamst^ 
cuantas  órdenes  tenga  por  conveniente,  aunque  se  opongan  á  estas  im- 
truociones,  las  cuales  serán  acatadas  y  obedecidas  por  todos,  no  sin  dar* 
me  cuenta  inmediatamente  de  ello. 

Lo  que  de  orden  de  S.  E.  se  pablioa  en  la  general  de  hoy  para  los  fi- 
nes de  ordenanza. 

El  teniente  coronel  jefe  de  Estado  Mayor,  llamón  Domingo. 


R&g^SVdV^D 


mTTTTTTTrF?TTTTtTTTTfT¥1Tff 


Itsrixesl3r*a,s  jfixenrzas 


s  por  demia  interesante,  en  oírtraastaacías  oomo  las 
presenteB,  saber  noticias  de  la  caballería  con  qne 
nosotros  oontamoe  en  Caba,  j  con  la  que  cuentan  los 
insurrectos. 

Por  eso  insertamos  los  siguientes  datos: 
«Armada  la  insurrección  con  los  escasos  fasiles 
~  que  existían  en  los  primeros  momentos,  aumentados  después  por  suoesi* 
vas,  periódicas  y  segfnras  expedieiones  de  buques  fllibusteros,  los  efec- 
tivos fueron  creciendo  de  nn  modo  imponmte,  sin  qne  la  persecución, 
tan  tenas  oomo  difícil,  emprendida  contra  ellos,  fuese  bastante  efioas 
para  obtener  la  paralización  de  sus  trabajos  orgánicos.  Y  á  medida  que 
el  tiempo  transcurría,  entre  las  angustias  del  vómito  negro  y  de  1<m 
agaaceros  implacables,  otras  expediciones  marítimas  y  nuevos  núcleos 
de  gente  alsada  fortalecían  á  la  insurrección,  multiplicaban  sns  objeti- 
os,  provocaban  la  disjunción  de  las  fuerzas  persegnidc  ras  y  burlaban 
ifaliblemente,  gracias  al  expionaje,  á  la  fragosidad  del  terreno  y  al  es- 
j-itu  de  hostilidad  contra  la  península,  todos  los  cálculos  de  la  más  in- 
exible  lógica  de  la  guerra  regular. 

Con  los  numerosos  batallones  que  los  buques  trasatlánticos  arrojaban 
i  la  isla,  nuevas  insarrecoiones,  en  pantos  diveríos  de  las  extensas  pro- 
noias  orientales  equilibraban  la  lucha,  la  forzada  inaccióa  de  las  co- 


"■      648 OE^ino*  D«  lA  aüMB»A  d»  ouba 

htmnas,  debida  al  clima  mortífero  y  á  las  exígenoias^  de  un  ¿raooi 
miento  inaudito  de  aquellas  hermosas  onidadea  del  campo  de  ba 
que  llegaban  á  las  regiones  sable  rodas,  permitieron  á  los  jefes  sej 
Ürtas  tomar,  en  medio  de  eontinnadas  huidas,  ofensivas  tan  rápida 
mo  fugaces,  concentracionea  amenazadoras  para  nuestros  destaca 
tos,  y  fraeoionamientos  inflnitoB,  que  si  son  peligrosos  operand 
pabes  neutrales,  son  absolutamente  seguros  en  las  comarcas  donde 
pfritu  de  la  población  es  uaa  garantía  segura  de  éxito  para  burla 
persecuciones  más  enconadas.  Mas  para  llevar  á  cabo  esas  fugaoet 
nifestaciones  de  una  ofensiva  cobarde  y  obtener  en  momentos  deb 
nados  una  rapidez  maravillosa  de  oonoentración,  necesitaban  los 
insurrectos  un  factor  importantísimo  en  la  guerra,  un  elemento  i 
pensable,  con  el  que  les  brindaban  todas  las  regiones  de  la  i«1a,  c< 
qne  podían  burlar  la  persecución,  obtener  un  valor  esencialmente 
co  en  el  comhate,  y  un  medio  con  el  que  asegurar  á  sos  gprándes  t 
un  valor  estratégico  de  inmensa  importancia:  este  elemento  e 
caballo. 

Bl  caballo:  éite  ha  sido,  en  realidad,  el  elemento  de  guerra  adi 
ble  elegido  por  los  jefes  de  la  insurreccldn  para  eludirnos  y  baria 
Montada  su  iafantería,  ó,  más  exactamente,  montados  sus  efecti 
modo  de  cuerpos  irregulares  de  dragones,  qne  lo  mismo  podían  bi 
i  pié  que  á  caballo,  á  excepción  de  un  cierto  núm«-o  de  cuerpos  < 
nizados  con  el  nombre  de  r^mlentos  de  caballería,  fácil  les  era  g 
en  velocidad  á  nuestras  columnas  de  infantería,  emprender  incnrs 
sobre  comarcM  tolo  defendidas  por  débiles  fuertes  y  aun  más  d( 
destacamentos,  acampar  como  conquistadores  con  la  satisfacción  i 
-  encontrarse  jamás,  ni  en  una  tan  sola  de  sus  empresas,  con  una  < 
llería  peninsular  que  pusiera  sangriento  reto  á  bus  audacias  y  ja 
oiosas  fanfarronadas. 

ConsegaÜa  esta  organixación  mixta,  debida  ¿  los  recursos  que 
cía  el  país  en  ganado  caballar,  comenzaron  á  acentuar  loa  dos  cam 
mis  preatigioaos  de  la  insurrecdiiSn,  Máximo  Gómez  y  Maceo,  una 
siva  que  podríamos  llamar  fugitiva,  pero  que  no  por  eeto  dejat 
presentar  sus  peligros,  si  no  en  el  orden  material  de  un  desealab 
campo  abierto,  si  en  el  moral  ante  las  naciones  del  viejo  y  nuevo  : 
do;  en  aquéllas,  por  apreciarse  ansiosamente  el  poder  militar  de  nn 
pneblo;  en  é^tas,  para  acentuar  sos  simpatías,  mostramos  hostiUc 
hasta  declarar  la  beligerancia  á  loi  titulados  héroes  de  la  independí 
cabana. 

Adquirido,  pues,  por  las  gruesas  masas  insurrectaa  el  valor  esl 
gioo  tan  ansiado,  y  comprobado  su  valor  táctico  en  algunas  irreaisi 
cargas  contra  puñados  de  héroes  que  caían  bajo  el  machete  de  sus  : 
merables  enemigos,  los  dos  jefes  insurrectos  se  ahogaban  en  los  estr< 


OBÓHICA  D»  LA  0ü«BBA  D»  OÜBA 549 

horiasontes  del  extremo  Oriental  de  la  iala,  y  la  maoclia  de  la  insurreoción 
faé  extendiéndose  rápidamente,  entrenándose  lacla  de  la  invasión  en  la 
estratégica  linea  dé  la  Trocha,  que  no  por  estar  insnftoientemente  de 
íendida  dejaba  de  cansarles  snperstieioso  temor. 

T  mientras  los  secuaces  y  los  traidores  recorrían  aquellas  extensas 
comarcas  redatando,  imponiendo,  castigando,  la.  organisacién  militar 
de  los  dos  grandeii  núcleos  d,e  enemigos  se  completaba,  elevábase  el  va- 
ior  militar  de  sus  combatientes  y  preparaban  con  profunda  sagacidad 
el  momento  de  efectuar  el  osado  golpe  de  mano  existido  imperiosamente 
desde  Nueva  York  por  los  comités  separatistas,  para  inolinar  debida- 
mente el  ánimo  de  las  Cámaras  americanas  al  recono  oimiento  de  la  be- 
iigerancia. 

Comienza  entonces  el  famoso  raid,  tanto  más  famoso  cuanto  menos 
perseguido  era.  El  avance  andas,  simultáneo,  el  de  los  caudillos  princi- 
pales, se  inicia  con  su  aureola  de  incendios,  y  mientras  nuestra  admira- 
da infantería  emprende  la  fenomenal . tarea  de  perseguir  un  imponible, 
su  numerosa  caballería,  todas  las  fuersas  montadas  de  la  insurrección, 
avanzan  rápida  y  ordenadamente,  sacritcan  á  su  paso  los  pobres  restos 
de  las  más  pequeñas  unidades  tácticas  de  la  caballef  ía  peninsular,  que 
encuentran  diseminadas  dentro  de  su  ¿rbita  de  acción,  y  atravesando  la 
célebre  línea  de  Morón  á  Jácaro,  soberbia  línea  militar  que  hubiera  sido 
dique  infranqueable  de  guardarla  dos  divisiones  de  caballería  de  tres 
brigadas,  con  el  apoyo  táctico  de  una  infantería  establecida  con  solides 
en  los  puntos  estratégicos,  invadieron  victoriosamente  el  territorio  de 
IfataDzas,  re  apoderaron  de  una  red  de  ferrocarriles,  que  destruyeron, 
no  bárbaramente,  como  la  sensiblería  de  algunos  escritores  caMfioa  este 
hecho,  sino  como  aconseja  el  arte  moderno  de  la  guerra,  se  remontaron 
de  nuevo  con  los  caballos  descansados  que  pastaban  en  aquellos  ricos  te- 
rritorios, y  lanzáronse,  por  último,  resueltamente  sobre  la  provincia  de 
la  Habana. 

Cañoneo  entre  nuestros  buques. 

£9  curioso  el  siguiente  relato  que  hace  un  tripulante  del  Marqués  de 
la  Ensenada,  en  carta  que  publica  La  Voz  de  Galicia,  de  la  Comña. 

Tras  de  referir  en  dicha  relación  las  angustias  de  una  navegación 
.ligrosa  por  el  temporal  que  aquel  buque  corrió  primeran^ente  al  zar* 
kr  de  Olasjfow,  y  después  á  la  salida  de  San  Juan  de  Puerto  Rico, 
lade  en  su  carta  el  tripulante  del  Marqués  de  la  Ensenada,  testigo  de 
ayor  excepción: 

«Al  llegar  á  Punta  Maisi  tuvimos  que  arribar  á  ima  playa  que  eiiste 
i  la  costa  Sur  de  la  isla  de  Cuba,  llamada  La  Caleta^  con  objeto  de  ver 
A  tiempo  abonanzaba. 


V 

\ 


650 '  CB¿NICA  D«  LA   QCKRBA  D»  OUBA 

De  noche,  á  eao  de  las  dos  de  la  madrugada,  sentimos  qae  nos  di 
raron  varios  cañonazos  con  projeotil,  pasando  algunos  muy  próxim 
los  barcos. 

Al  principio  creíamos  que  sería  algún  buque  norte  amerioaao. 

El  Marqnés  de  la  EoBcAada,  al  sentir  los  primeros  disparos,  a] 
las  Ipoes  para  do  servir  de  blanco. 

Los  dos  cañoneros  seguían  con  ellas  oicendidas,  continuandc 
disparos  hasta  qae  el  primero  de  dichos  buques  encendió  la  luz  elécl 
y  puso  las  señales  de  Eapaña,  preparándose  para  hacer  fuego;  mi 
esto  vieron  nuestras  señales,  encendieron  los  que  nos  cañoneaba] 
proyector  eléctrico  para  reconocemos,  y  ¡figúrese  usted,  fefior  dire< 
cuÜ  sería  nuestra  sorpresa  al  reconocer  pocos  momentos  déspué 
Marqués  de  Molins,  que  era  el  buque  que  nos  hacía  faego! 

En  el  acto  se  acercó  á  nosotros  y  nos  dijo  la  oficialidad  que  se  h: 
figurado  que  se  trataba  de  haber  contrabando  de  guerra  por  la  cost 
que  por  ser  aquel  pmito  muy  á  propósito  para  esta  dase  de  alijos,  h: 
orden  de  disparar  sobre  cuantas  luces  se  vieran. 

Excuso  decir  á  usted  que  este  suceso  imprevisto  y  casual  produj 
los  primeros  momentos  la  alarma  consiguiente. 

Al  otro  día  zarpamos  con  el  Molins  á  un  punto  llamado  Playa 
EiSte,  bastante  abrigado,  desde  donde  se  podía  i^  á  Gaantánamo  á  h 
víveres,  pues  no  llevábamos  más  provisiones  que  para  cuatro  días.» 

Médicos  en  Cuba. 

Con  el  personal  de  Sanidad  Militar  que  últimamente  embarcó  ' 
Cuba  en  todo  el  mes  de  Febrero,  figuran  en  aquel  ejército  de  oj 
«iones: 

1  ÍDspeutor  médico  de  primera. 
1  Ídem  id.  de  segunda. 
6  subinspectores  de  primera. 
8  iiem  de  segunda. 
117  médicos  mayores. 
127  médicos  primeros. 
80  mélicos  segundos. 


350  médicos  en  total. 


Esta  cifra  constituye  bastante  más  de  la  mitad  del  cuerpo  de  í 
dad.  Así  es  que  apenas  terminadas  las  oposiciones  para  el  ingreso  e 
mismo,  estaban  ya  convocadas  para  Marzo  próximo  oposiciones  c 
cíales  para  Cuba,  donde  los  oficiales  médicos  están  prestando  gra: 
servicios  y  demostrando  cualidades  admirables,  habiendo  realizad( 
algunos  hechos  verdaderamente  heroicos. 


lIlililliilllillllllilinH 


U  beligerancia  y  los  senadores  yankees 


ÍL  eorresponeal  de  The  Times  en  Washington  ha  oomanicado  á  '4 
este  periiidioo  el  texto  de  las  reaoInoioneB  propueetaa  por  la  Oo-  | 
<k  misión  de  relaeiones  exteriores  del  Senado  en  el  diotámen  aoeT'  -^ 
ca  de  las  proposiciones  sobre  el  reconocimiento  de  la  belige-  \^, 
rancia  en  favor  de  los  rebeldes  oubanos.  A  oontinuaciiSn  trans-  -J 
106  ese  texto:  ;^ 

I  Senado,  con  el  oonoono  de  la  Cámara  de  representantes,  declara        4 
deplorable  guerra  aotnal  de  Caba  ha  alcanzado  anas  proporciones        ?:1 
ectan  á  todas  las  naciones  ciñlizadas,  hasta  tal  ponto,  qae  en  el        '^ 
«iado  caso  de  prolongarse  más  tiempo,  será  necesario  que  se  haga         j 
uido  aquellos  principios  y  leyes  de  la  guerra  reconocidas  como 
torias  por  todos  los  pneblos  coitos  cuando  se  ven  empeñados  en  . 
18  hostilidades,  á  saber:  el  trato  de  los  prisioneros  de  ambos  ejét-         '.! 
on  el  debido  respeto,   conciertos  para  el  canje  de  prisioneros  y 
loes  militares,  treguas,  banderas  de  parlamento,  precauciones  para 
ipitales  y  provisiones  farmacéoticas  para  loa  enfermos  y  heridos 
bos  ejércitos. 

I  acuerda  además  que  esta  expresión  de  las  aspiraciones  del  Con- 
lerá  enviada  al  presidente;  y  si  éste  presta  so  concurso,  empleará 
[na  amistosa  los  buenos  oficios  de  este  gobierno,  con  objeto  de  que         \ 


552       OBÓHIOA  DB  LA  qpgBBA  PE  OüBA ^ 

sea  España  requerida  para  que  conceda  á  los  ejércitos  con  quienes  tiene 
empefiada  pierra  los  derechos  de  beligerancia,  tales  como  son  requeri- 
dos por  el  derecho  de  gentes.  > 

Segúa  saben  nuestros  lectores  por  lo  que  ya  llevamos  dicho  en  esta 
Crónica,  con  el  dictamen  presentó  al  Senado  la  comisión  aludida  vola* 
minoso  informe,  en  el  cual,  al  mismo  tiempo  que  lamenta  profundamen- 
te el  estado  de  guerra  de  Cuba,  resultado  de  las  reclamaciones  de  gran 
número  de  los  naturales  en  favor  de  la  independencia,  se  afirma  que  él 
Congreso  de  los  Estados  Unidos,  animado  por  el  deseo  de  respetar  d 
bienestar  de  ambos  países,  desea  ardientemente  la  seguridad  de  la  vida 
y  de  la  propiedad,  y  el  establecimiento  de  una  paz  permanente,  y  opina 
que  debe  organizarse  un  Gobierno  que  dé  satisfacción  á  los  cubanos.  Kl 
informe  prosigue  en  los  términos  siguientes: 

<El  Cong^so  simpatiza  calurosamente  con  los  cubanos  que  pretenden 
obtener  los  derechos  del  selfgovernment  para  su  vida  interior  y  se  feli- 
citarán de  que  España  conceda  la  completa  soberanfa  á  los  cubanos. 

»La  proximidad  de  Cuba  á  los  Estados  Unidos,  y  el  hecho  de  que  la 
isla  se  considera  umversalmente  como-  formando  parte  del  sistema  coa- 
tinental  americano,  identifioa  tan  íntimamente  á  Cuba  con  la  prosperi- 
dad política  y  comercial  de  los  Estados  Unidos,  que  el  Congreso  no  puede 
permanecer  indiferente  ante  la  guerra  civil  sustentada  en  dicha  isla.  Ele 
imposible  no  tener  en  cuenta  el  carácter  destructor  de  la  aetual  guerra, 
que  está  perjudicando  gravemente  los  derechos  é  intereses  de  subditos 
americanos  en  Cuba,  así  como  el  comercio  legal  de  los  Estados  Unidos. 
Es  notorio  que  en  la  guerra  pasada,  que  tuvo  análogo  carácter,  los  Es- 
tados  Unidos  cumplieron  sus  deberes  para  con  ambos  beligerantes  con 
rigurosa  imparcialidad. 

>S3  acarició  la  es pjeranza  de  que  España  mejotraría  la  condición  de 
los  cubanos  Y  dándoles  paz,  satisfacción  y  bienestar;  pero  desgraciada- 
mente esto  no  se  ha  verificado.  La  falta  no  es  imputable  á  ninguna  in- 
gerencia de  los  Estados  Unidos  en  Cuba. 

^La  hospitalidad  que  los  tratados,  el  derecho  de  gentes  y  el  cristia- 
nismo concedieron  á  los  refugiados  cubanos  en  los  Editados  Unidos  ha 
engendrado  la  desconfianza  por  parte  de  España  respecto  de  la  fidelidad 
de  nuestra  nación  en  el  cumplimiento  de  sus  deberes  de  neutralidad. 
Esta  desconfianza  ha  sido  frecuentemente  el  origen  de  serios  disgustos 
para  nuestro  pueblo  y  ha  despertado  un  espíritu  de  desquite  contra  1 
autoridades  españolas  de  Cuba,  dando  así  ocasión  á  frecuentes  conti 
vcffsias. » 

Las  hojas  en  diez  dia^. 


Según  las  relaciones  remitidas  por  la  Capitanía  general  de  la  isla 


OBOHIC*  DM  LA  ainnUU  PM  COBA 553 

Cuba,  las  bajas  ooanidas  en  la  primera  decena  del  mea  de  Eoero  en 

aqoel  ejército  resultan  laa  aipcdentes: 

Maertofl  en  el  campo  de  batalla. 23 

De  resnltaa  de  heridas 4 

De  enfermedades  oommies 27 

Y  del  vómito 173 

Total 227 


Eotre  estas  bajas  figuran: 

£1  abanderado  del  batallón  expedicionario  de  Isabel  II  don  Isidro 
Linago  Arias,  fallecido  en  Remedios. 
Segundo  teniente  del  batallón  (x- 
pedicionario  de  Gerona  don  Narciso 
Hemándf  z  Ardieta,  en  Minas  de  Puer- 
to Príncipe. 

Y  teniente  de  infantería  de  mari< 
na  don  Nioasio  Pon  Magraner,  en 
Matanzas. 

El  gobernador  de  Pinar  del  Rio. 

Acerca  de  la  agresión  de  qn»  fué 
objeto  el  gobernador  civil  de  Picar 
del  Bio,  poír  parte  de  nna  partida  in- 
surrecta, dice  el  Diario  de  la  Marina 
corroborando  así  el  juicio  que  noso- 
tros hemos  formado: 

<EI  señor  Bodriguez  San  Pedro  sa- 
lió el  12  del  actual  de  la  capital  de  bu 
provincia  con  dirección  &  la  Ooloma, 
para  embarcarse  allí  é  ir  á  eonferen* 
ciar  con  el  sefior  gobernador  general. 

ItB  acompañaba  nua  escolta  compuesta  de  15  guardias  civiles  de  ca- 
ballería al  mando  del  teniente  don  Baldomcro  Navarrete. 

A  mitad  del  camino  empezaron  á  ser  hostilizados  el  gobernador  y  sa 
escolta  por  una  partida  de  80  hombres  poco  más  ó  menos. 

Eü  gobernador,  qae  llevaba  un  rifle  relámpago,  y  los  guardias  que  le 
a<  mpafiaban,  rompieron  el  fuego  sobre  el  enemigo  sin  suspender  la 
n    -cha. 

Gl  teniente  Navarrete  animaba  á  sus  soldados  sin  dejar  de  tomar  to- 
d   I  las  disposiciones  que  el  caso  requería. 

)arante  la  marcha  y  merced  al  fuego  de  los  nuestros  cayeron  herí- 
d    '  dos  insurrectos. 


654 obAvioa  db  l4  qukrea  dm  cuba     

Estos  solo  locaron  matar  un  caballo  de  on  guardia. 

Cerca  ya  de  la  Coloma,  ana  íeocitSn  de  la  fuerza  enemiga  tra 
tar  el  paso  al  gobernador  j  su  escolta,  interponiéndose  entre  é 
blo;  pero  el  señor  Rodríguez  San  Pedro  j  Iosbujob  se  lansaron 
y  llegaron  á  la  Coloma  burlando  al  enemigo. 

Irritado  éste  peg<3  fuego  á  una  casa  de  Obras  púbUcas  qa 
Iba  afueras  de  la  Ooloma,  y  allí  estuvo  hasta  que  el  cañonero  h  raaers  le 
huso  cuatro  disparos  de  cañón,  yendo  el  último  proyectil  á  reventar  en 
la  misma  casft  incendiada,  que  quedó  reducida  á  aecombros. 

El  señor  Rodríguez  San  Pedro  enseguida  que  llegó  á  la  Habana  tai 
á  conferenciar  con  el  general  Martines  Campos.». 

ün  episodio. 

Hablando  con  varios  periodistas,  ha  dicho  en  la  Comña  el  general 
Martínez  Campos  que  Iob  rebeldes  persisten  en  rehuir  todo  combate  bB' 
lio.  Cuando  los  tropieza  una  columna  de  nuestras  tropas  contestan  con 
algunas  descargas  y  se  dispersan  para  reunirse  más  lejos.  Ksto  es  deseS' 
perante. 

Reñérese  del  general  García  Navarro,  que  tras  muchas  jornadas  fatí' 
gosas,  sin  lograr  que  los  insurrectos  le  resistieran,  encontró  á  las  partí 
daa  de  Máximo  OÓmez.  üstas,  apenas  vieron  á  nuestras  tropas,  hioieroi 
algunos  disparos,  esoabuUéndose  rápidamente.  El  general,  indignado  an 
te  la  cobardía  de  los  rebeldes,  empinóse  en  la  perilla  de  la  silla  del  oa 
bailo  gritándoles: 

— (Cobardes:  decidle  á  Máximo  Gómez  que  aquí  está  la  columna  d* 
Navarro,  á  quien  ha  prometido  matar.» 

Un  héroe  de  i4  años. 

El  ataque  al  poblado  de  Guayo  por  la  partida  que  manda  el  negr< 
Aniceto  Hernández,  fué  victoriosamente  rechazado  por  los  voluntarios 

Distinguióse  en  la  heroica  defensa  un  niñd  de  catorce  años,  Uamai< 
N.  Quintero,  el  cual,  en  los  momentos  en  que  era  más  rudo  el  ataque 
salió  de  la  casa  fuerte  en  que  habita,  llevando  como  única  arma  un  re 
volver  de  reglamento,  para  acercarse  más  al  enemigo  y  así  fuesen  mi 
segaros  sus  tiros  y  pudieran  hacer  éstos  blanco  en  ellos,  siendo  herid< 
en  estos  momentos;  pero  no  por  eso  se  arredró  ni  retiróse  faasta  que  c 
siguió  disparar  su  último  cartucho. 

Ha  sido  preciso  amputarle  dos  dedos  de  la  mano,  á  consecoenoia 
la  herida. 

En  los  Estados  Unidos. 

£1  «attomey  general»  de  la  confederación,  jefe  supremo  de  la  ma* 


- ORONICA  DK  lA  OUEBIU  P«  CUBA 555 

tratara  ha  ordenado  que  sean  ^detenidos  y  procei^ados  todos  los  indivi- 
duos de  la  junta  separatista  cabana  de  Nueva  Tork,  y  todos  cuantos  ha 
yan  intervenido  en  la  expedición  naufragada  en  el  vapor  «Hawkins.» 

La  prensa  norteamericana  ál  tratar  de  la  «resolución»  adoptada  por 
la  coausión  senatorial  de  Negocios  Extranjeros,  se  declara  en  su  mayo* 
ría,  partidaria  de  la  concesión  de  los  derechos  de  beligerantes  á  los  in- 
BorrectoB  de  Cuba. 

El  World  llama  «deber  patriótico»  el  que  ha  inducido  á  la  comisión, 
d  Recorder  (también  de  Nueva  Tork)  quisiera  el  reconocimiento  de  la 
beb'gerancia,  antea  de  que  desembarque  el  general  Weyler,  y  sino,  dice 
c¡teDga  el  cielo  piedad  de  todos  cuantos  americanos  viven  en  Cuba!» 

Edte  tono  perentorio  aparece,  más  ó  menos  velado,  en  los  comenta- 
ríos  de  casi  todos  los  periódicos. 

En  el  incendio  de  Bejucal,  los  facciosos  destruyeron  los  aparatos  te- 
legrafieos de  la  estación  del  ferrocarril,  rompieron  la  caja  de  caudales  y 
se  apoderaron  de  800  pesos  que  tenía  allí  guardados  el  jefe  de  la  estación 
señor  Torart. 

Después  siguieron  su  obra  de  destrucción  pegando  fuego  al  edificio, 
á  la  casa  de  la  aguada,  almacén,  barracones  y  varios  carros. 

Be  la  estación  pasaron  á  la  bodega  del  señor  Dozal,  donde  aplicaron 
también  la  tea,  porque  desde  allí  se  les  había  hecho  fuego.  Despuéj  de 
la  de  Dosal,  incendiaron  otras  casas,  perteneciendo  la  mayoría  á  fami 
lias  pobres  del  barrio  del  cementerio^ 

En  la  calle  de  la  Sacristía  quemaron  la  fonda  del  señor  Pita,  por 
asegurar  que  desde  allí  también  se  les  había  hecho'  agresión.  En  esta 
calle  destruyeron  también  casas  y  establecimientos. 

La  residencia  del  vecino  don  Francisco  Gránda  Bances,  antiguo  co* 
merciante  de  tabacos,  también  fué  rociada  con  petróleo  y  en  seguida 
incendiada,  pero  el  fuego  pudo  dominarse,  lo  mismo  que  el  prendido  en 
mía  maicería  que  existe  al  frente. 

El  señor  Granda,  al  ver  que  los  insurrectos  mandaban  salir  á  las  fa 
milias  á  la  calle  para  pegar  fuego,   suplicó  á  Máximo  Gómez,  que  res 
petase  á  su  familia,  compuesta  de  cuatro  mujeres  y  ocho  niños.   El  ca- 
be illa  dio  entonces  orden  4c  respetar  aquella  casa,  mandando  al  propio 
tie  jpo  á  varias  familias  que  estaban  en  la  calle  que  entraran  en  la  mo- 
HM  a  del  señor  Granda. 

?ero  apenas  volvió  la  cabeza  Máximo  Gómez,  un  grupo  que  acababa 
de  »egar  fuego  á  una  bodega  que  existía  á  poca  distancia,  llegó  con 
un  norenito  como  de  14  años,  que  traía  dos  latas  de  petróleo,  con  cuyo 
líq  ddo  roció  la  puerta  de  la  casa.  El  fuego  pudo  ser  dominado. 


■<:'';:s 


^vt 


^1 


556 OBáSIOA  DM  LA   OOTMEA  DB  OÜBA 

Al  hospital  también  le  empesaron  á  pegar  faego,  pero  el  inoendio 
pado  ser  localizado. 

Máceimo  Gómez  en  peligro. 

Se  dioe  que  hallándose  eete  oabeoilla  con  varios  de  los  sn^os  frente  i 
la  casa  que  ocapaba  la  fonda  del  señor  Pita,  de  los  altrá  de  dicha  can 
partió  na  dÍRparo,  cuyo  proyectil  alcanzó,  matándolo,  á  un  individuo 
qae  estaba  junto  á  Máximo  Gómez.  Este,  al  ver  aquéllo,  dio  orden  de 
pegar  fuego  &  la  casa,  no  valiendo  de  nada  las  Eii^tioas  del  sefior  Pita, 
que  negaba  que  de  so  casa  había  partido  el  disparo. 

A  pesar  de  los  e^f  aerzos  que  ee  hicieron  para  saber  quién  había  si 
el  indiridno  muerto,  nada  ge  ha  logrado,  por  la  reserva  mostrada  [ 
los  insurrectos. 

Las  bajas. 

Nuestras  tropas  tuvieron  dos  muertos  y  10  heridos,  y  los  insurgen 
otros  dos  muertos  y  gran  número  de  heridos.  Los  facciosos  se  Uevaí 
uno  de  los  muertos,  dejando  el  otro,  según  se  dice,  abandonado  en 
pueblo. 

El  teniente  Áharez  Toledo. 

El  pueblo  puede  decirse  ha  hecho  una  ovación  al  teniente  del  ba 
llón  de  San  Quinlín  don  Augusto  Alvarez  Toledo,  por  sa  heroico  oo 
portamieato  y  por  la  serenidad  y  arrojo  demostrados  en  todos  sus  ao 
mientras  el  pueblo  tnvo  en  bus  calles  al  enemigo.  Al  teniente  Alva 
Toledo  es  á  quién  ee  deben  las  excelentes  condiciones  de  defensa  en  < 
se  hallaba  la  cárcel  y  qué  tan  excelentes  resultados  han  dado. 

El  vecindario  piensa  elevar  nna  instancia  pidiendo  recompensa  pi 
el  teniente  Alvares  Toledo. 

Resignación  de  mando. 

El  alcalde  de  Bejucal,  señor  Zerlinohe,  ha  pasado  al  gobernador  ' 
neral  un  telegrama,  en  el  que  le  dioe  que  en.  vi^ta  de  los  sucesos  ao; 
dos  en  la  población,  había  hecho  entrega  de  aquella  Alcaldía  y  Coi 
dancia  militar  al  capitán  del  batallón  de  Asturias  señor  Serrano. 

Un  tren  quemado. 

Cuando  los  ínsarrectos  se  hallaban  en  la  población,  libaba  á 


oa6moA  D«  Lk  amasA  p»  püba 

,^. JiTocarril  el  11*611  número  38,  de  meroaiu 

la  Üai6n. 

Los  iosargentea  hicieron  doi  descargas  al  tren  ¡ 
nista,  doD  Antonio  Rodrfgaez,  lo  parara. 

Una  vez  consegaido  su  objeto  hicieron  apear  al  1 
oondastor  don  Rafael-  Sosa  7  'deqiás  empleados,  y 
oabezas  de  ganado  vacuno  y  cincuenta  cerdos  que  vi 
para  el  encomendero  don  Lacio  Betanooort. 

Después  rociaron  con  petróleo  los  56  carros  qae 
tren,  pegándoles  fuego,  y  abriendo  la  válvala  á  la  m 
retroceder  hacia  Quivioán.  lU  tren  recorrió  así  un  k 

¡estacionado  hasta  que  quedó  totalmente  destruido  pe 
•■• 
£1  corresponsal  del  diario  parisiense  Le  Temp¡ 
sensacional,  desde  ta  Habana,  de  la  que  copiamos  I 
le  tienen  interéi  porque  sirven  de  base  á  la  prensa 
lOlar  sus  jaioios  de  la  actual  insurrección. 

(Situación  á  primeros   de  Enen 


iTJados  en  Uarzo. 
3sde  Marzo  al   6  de 

Mayo 10.113 

i\  8  de  Mayo  &  21  de 

junio 11.904 

)  Jalio  á  Septiembre.     24.793 
I  Octabre  y  Noviem- 
bre.  .......     23.579 

t  camino 8.000 


8.302  soldados. 


Bstallones  organí! 

en  Caba.  .  . 
ídem  de  Paerto  K^ 
ídem  de  caballeril 
Gaerríllas   y   bat 

disciplinario.  . 
Volantarios.  .  . 
Total  general  de 

batientes.   .    , 


F'UBRZA.S  INSURRECTA 

(Situación  oficial  de  Diciembre) 


Iximo  Gómez,  en  Ma 

Cortlny,enSantat 

tanzas 

5.000  hombres. 

Qaintln  Banderai 

itonio  Maceo,  en  Ma 

Sanctl-Splrims. 

izas 

4.000 

_ 

Regó,  en  Matanza 

Maceo,  en  Saotia 

Bermúdez,enHat 

-de  Cuba.    .    . 

3.000 

_ 

Pancho  Pérez,  en 

.i«t,  en  Santaclara 

2.500 

— 

ta  Clara.     .     . 

iex,  en  Habana. 

1.600 

— 

Periquito  Díaz,  en 

ofT,  en  Santa  Clara 

1.500 

_ 

ta  Clara.     .    . 

'*,  en  Santiago  d< 

Basilio  Gocrra,   e 

ba 

1.000 

__ 

lias 

S58 


OBÓNIOÁ  DB  I^  aUBBU.  OK  OUBA 


700  hombres- 
300      — 


500 
500 


Jnan  Bravo,  en  Trloi- 
dad 

Pajarito,  en  Remedios. 

Ua&oz,  en  Cienfaegos. 

Clotilde  Sarcia,  en  Cár- 
denas  

Laia  Cbapotln,  en  Cir- 
denas 

Perico  Cárdenos  ,  en 
Cárdenas 

Roban,  en  Cárdenas.   . 

R.  Carrillo,  en  Uatan- 

zae 

Total.     .     .  ~ 


500 
500 


Lino  Pérez,  en  Trini- 
dad  

Castillo,  en  Sagna.  .     . 

Vidal,  en  Sagna.      .     . 

Cebreco ,  en  Santiago 
de  Cuba 

Zayas,  en  Habana..     . 

Rafael  Socorro ,  en  Cien.- 
faegos 

Rnen,  en  Cnantánamo. 

Miró,  en  Santiago  de 
Cttba 

Ignacio  Soárez,  en  Sa- 

goa 

Según  et  correspomsl  de  Le   Temps,  Máximo  Oómez,  en  el  mes  de 

Diciembre  y  los  diez  primeros  dios  de  Enero,  alzó  en  armas  en  las  pro- 
vincias de  MatAnzaa,  Habana  y  parte  de  Finar  del  Río  más  de  diez  mil 

naeTOB  rebeldes. 

Riqueza  destruida. 

Detalla  luego  los  destrozos  realizadoa,  y  dice  qae  fueron  deatmfdi 
las  fábricas  de  azúcar  sigaientes,  en  territorio  de  la  Habana:  en  Palo 
«Kaeva-Poy»,  propiedad  de  Cuervo;  en  San  Nicolás,  <Jobo>,  cSastre: 
«Margarita»  y  <TereBa>,-  propiedad  de  SouU;  en  Güines,  cProvidenoia: 
de  Ooicoehea;  en  Melena,  «Teresa*  y  «San  José»,  propiedad  de  Sawiti 
y  «Merceditae»,  de  Pascual;  en  Darán,  «La  Gfa*,  de  Barato,  y  la  «Ji 
lia>,  de  Casofi;  en  Quivioán,  «San  Agnatín»;  en  Hoyo  Colorado,  «Mai 
rín>  y  «Claro»,  de  Lacoste;  en  Alqnízar,  «Pulido»,  y  otras  fabricase 
menor  entidad. 

Añade  Le  Temps  qae  los  insurrectos  entraron  é  hicieron  alto  en  1< 
pueblos  de  Vegas,  Melena,  Guara,  San  Antonio,  Quivioán,  La  Salai 
Güira  de  Melena,  Gandíel,  Alqulzar,  Hoyo  Colorado  y  otras. 

Los  perjuicios  cansados  á  los  ferrocarriles  son  enormes.  La  compí 
fi{a  inglesa  cWestem  railway»  ha  visto  incendiadas  en  pocos  días  si 
estaciones  de  La  Salud,  Gardil,  Güira  y  Alqufzar  y  los  18  pontones  ei 
tablecidos  entre  Gondiel  y  Güira. 

Apreciaciones  absurdas. 

Siguen  luego  grandes  exageraciones  acerca  del  estado  de  la  Hab. 
y  acompaña  á  la  carta  un  plano  en  el  cual  se  precisa  día  por  dfa  la  n 
cha  de  Máximo  Gómez  en  los  meses  de  Diciembre  y  Enero  últimos, 
lugares  en  que  se  verificaron  los  combates,  loe  campos  quemados  y 
estaciones  deitruídas. 


OBÓNIOA  PS  LA  OÜKRRA  DX  OUBA  559 


Termina  el  corresponsal  con  la  absurda  propuesta  de  Máximo  Gó- 
mez de  contratar  por  dinero  la  evacnaoión  de  la  isla  por  el  ejército,  y 
su  amenaza  de  destruir  en  otro  caso  toda  la  riqueza  del  territorio. 

Lo  qtce  cuesta  la  guerra. 

En  un  afto^  según  datos  oficiales,  el  coste  aproximado  del  ejército  de 
Cuba  es  de  sesenta  millones  de  duros. 

Sesenta  millones  de  duros  hubiera  costado  el  solo  mantenimiento  del 
ejército  de  Cuba,  desde  el  24  de  Febrero  del  año  pasado  al  día  de  hoy, 
triste  aniversario  del  en  que  se  supo  en  la  Península  la  noticia  del  cgri- 
to  de  Baire»,  si  desde  los  comienzos  de  la  guerra  hubieran  existido  en 
la  isla  los  den  mil  hombres  que  sirven  de  base  al  cálculo.  Estos  se  han 
ido  enviando  por  etapas  sucesivas,  y  solo  llegan  á  aquel  número  los  que 
hay  en  Cuba  desde  el  mes  de  Octubre.  Por  consiguiente,  para  computar 
la  cifra  de  lo  gastado,  hay  que  proceder  por  otros  datos. 

La  unidad  de  combate  cuesta  en  Cuba,  tomando  un  término  medio 
entre  el  sueldo  del  general  y  el  plus  de  campaña  del  soldado,  incluyen- 
do lo  que  representa  la  oficialidad,  / 

¡10.000  reales  por  hombre  al  año!  ^ 

/ 
Por  consecuencia,  y  en  virtud  de  datos  oficiales,  auténticos  y  feha;       / 

cientes,  puede  asegurarse,  |que  lo  que  se  lleva  gastado  en  el  año  trans*       / 
currido  de  guerra  es  lo  siguiente,  tomando  las  cifras  en  números  redon- 
dos, y  con  un  criterio,  que  si  fuera  susceptible  de  error,  más  bien  re- 
sultaría por  bajo  de  la  abrumadora  realidad,  que  acrecentándola  y  so-         / 
brepajándola « 


DUEOB 


Gasto  del  ejército  de  operaciones  en  Cuba.     .       .       .       .      40.000.000 
ídem  del  armamento  adquirido,  del  coste  de  los  transpor- 
tes, de  la  Marina  de  guerra  y  de  las  comunicaciones.  .      10.000.000 


,  Total  de  lo  gastado  en  un  año  de  guerra  (24  Febrero 

189524  Febrero  .1896) 50.000.000 

Cincuenta 'millones  de  duros  cuesta  ya  combatir  la  criminal  insu* 
]  tscoión,  atendido  que  solo  hace  cuatro  meses  qué  están  en  campaña 
4  en  mil  hombres.  Mas  como  en  lo  futuro  y  desde  Marzo  habrá  en  la 
]  la  de  Cuba  cerca  de  ciento  treinta  mil  soldados,  con  lo  cual  aumentan 
1  dos  los  demás  gastos,  se  podrán  establecer  para  el  año  de  guerra  que 
i  »mienza  las  siguientes  cifras: 


*^ 


/ 


560  OBÓnOA  DB  hÁ.   QDSBBl,  DI  CUBA 


DITMW 


Gasto  del  ejército  de  operaciones  en  Cuba 60.000.000 

ídem  de  armamento ,  transportes ,  Marina  y  cobhuú- 

caciones 15  000  000 

Total  para  el  gasto  anual  fatoro 75.000.000 

El  (general  Weyler,  al  embarcarse  para  Cnba,  fijó  como  plazo  parali 
terminación  de  la  guerra  por  ana  defloítira,  completa,  abaolata  viotorit 
de  naestras  armas,  el  plazo  de  dos  años  más  sobre  el  qoe  ya  Ta  transen 
rrido.  Partiendo  de  ese  cálcalo  hecho  por  an  general  que  cuenta  ooi 
grandes  alientos  y  esperanzas,   qae 
empiezan  &  confirmar  los  hechos  y  lu- 
poDÍendo,  para  lo  que  haoemo»  á  Dios 
fervientes  votos,  que  sus  faticiaios  se 
cumplan,  habrá  costado  la  guerra  de 
Cuba,  snmaLdo  los  cincuenta  millones 
ya  gastados,  con  los  setenta  y  cinco 
millones  cada"  año  que  se  habrán  de 
gastar: 

¡¡200.000.000  de  daros!! 

Aquí  hacemos  punto,  dejando  al 
tiempo  que  confirme  ó  destraja  la 
importancia  de  estas  cifras, .de  las  cua- 
les, por  BU  carácter  oficial,  que  teñe* 
mos  por  absolutamente  aatorizado,  | 
respondemos  en  abdoluto. 

De  dónde  y  cómo  áe  sacan  los  recursos  ^i 

D.  Qraaro  Cardan. 

Los  fondos  hasta  el  presente  sin 
ninguna  dificultad  insuperable  se  han  arbitrado  de  la  manera  signientc 

DURIM 

Del  Banco  de  España 30.000.00 

De  la  operación  con  el  Tesoro  de  Parü lO.OOO.OO 

De  las  operaciones  sobre  valores  de  Caba 20  000.00 

De  las  ventas  de  valores  de  Cuba 25.000.00 

De  los  recursos  de  reserva .       .  15.000.^ 

Total  de  recursos  autorizados  para  afrontar  los  gastos  de 

la  guerra lOO.OOO.i 

Como  quiera  que  hasta  la  fecha  no  se  han  gastado  más  que  oiocí 
ta  millones  de  duros,  como  queda  demostrado  más  arriba,  quedan  f 
tivoB  Como  remanente  para  seguir  la  guerra,  en  tanto  no  se  auto' 


oaomoA  DB  lA  Qinnau  pb  cuba 661 

Doevofl  reooraos  en  el  naevo  ejeroioio  eoonómioo;  oinoaenta  millones  de 
dorofl.  ^ 

El  ejército  y  sus  bajas. 

¿1  estallar  la  iaBurreoeión  había  en  Cuba  13.000  hombrea,  y  desde 
tntonoes  se  han  mandado  117.795. 


Las  bajas  aüoienden  &  3.877,  distribaÜMít  de  la  manera  siguiente: 
Noticia  de  los  fallecidos  en  la  isla  de  Cuba  desde  1."  de  marzo  de  1805 
á  fin  de  enero  de  i896. 

aérales  y  asimilados 3 

róñeles  idem 4 

nientes  coroneles  ídem 3 

mandantes  idem ■  •  17 

altanes  idem. .  51 

-ñeros  tenientes  idem 101 

no  ^6— «.n.  Preolo  lO  oes»*.* 


562 CBÓMIOA  DB  LA   QDKBHA.  D«  "flgBA 

Segundos  tenientes  ídem 54 

Capellanes. 

Sargentos 80 

CaboB. 161 

Soldados.                    ^  3.394 

Total 3.877 

Causas  del  fallecimiento . 

En  campo  de  batalla 286  j 

De  resaltas  de  heridas. 119  f     «  q^. 

Del  vómito 3.190/    '*•'*" 

De  enfermedades  comunes.                    282  J 

$-       \  Crédito  del  Tesoro  de  Cuba. 

Ei  un  fenómeno  extraordinario  el  hecho  de  qae  en  un  pafs  que  está 
en  guerra,  la  moneda  circulante,  la  qne  sirve  al  oomercio  y  á  la  vida, 
es  todavía  el  oro. 

La  ampliación  del  capital  y  reforma  del  Banco  Español  de  Coba, 
ya  acordada,  permitirá  disponer  de  una  circulación  fldaciaria,   sólida* 
.  mente  garantida,  de  50  á  60  millones  de  pesos.  En  la  anterior  guerra, 
sin  garantía  ninguna,  se  elevó  la  circulación  á  76  millones  de  pesos. 

El  rendimiento  de  Aduanas  se  elevaba  hace  diez  años  á  20  millones 
de  pesos.  Hoy  rinde  entre  11  y  12  millones.  Conffa  la  ponencia  de  los 
ministros  designados  para  esto — así  lo  confirman  los  datos  cffoiales  i 
que  venimos  refiriéndonos — en  qne  una  prudente  reforma  de  Arancel 
permitirá  elevar  el  ingreso  i  más  de  los  20  millones  que  ya  ha  rendid 
Y  sobre  el  aumento  no  será  difícil  levantar  de  70  á  90  millones  de  duro 

También  cree  el  Gobierno  que  la  reforma  de  los  impnestos  interi 
rea  podrán  rendir,  sin  exageración,  algunos  millones  de  duros  que  p 
drán  servir,  si  otras  catástrofes  no  lo  impiden,  para  nivelar  el  pres 
puesto  de  la  isla  y  destinarlo  á  realizar  mejoras  en  la  misma. 

En  síntesis,  el  crédito  de  la  Península  y  el  crédito  del  Tesoro  de  C 
ba  podrán  subvenir  á  las  necesidades  de  la  guerra  durante  tres  años. 

Noticias  de  origen  yankée. 

Nuestro  oorreaponaal  nos  telegrafió,  compendiándolas,  las  not. 
que  escribe  al  Neto  York  Herald  su  corresponsal  en  Caba.  Hoy  p' 
mos  añadir  á  lo  telegrafiado  interesantes  detalles  sobre  el  estado  f 
insurrección  de  la  provincia  de  Pinar  del  Río,  á  principios  del  prci. 
mes  de  Febrero. 


qBÓNIOA  DE  hA  QUKRBA  D»  ODBA 563 

Máximo  Gómez  tenía  2.000  hombres;  Maceo,  6.000,  y  hay,  además, 
otxoB  1.000  repartidos  en  partidas  volantes,  cuya  misión  es  despistar  á 
las  columnas  españolas  que  les  persignen,  y  qUe  aquel  corresponsal  ha* 
ce  subir  á  30.000  hombres. 

Los  insurrectos  han  dividido  la  provincia  en  prefecturas,  cada  una 
de  las  cuales  tiene  dos  millas  cuadradas  de  extensión.  E(  prefecto  tiene 
por  principal  misión  informar  al  jefe  insurrecto  de  los  menores  movi* 
mientes  de'las  tropas  españolas.  Dice  Máximo  Gómez  que  conoce  per- 
fectamente los  movimientos  de  éstas ,  y  que  se  mueve  guiado  por  ellas. 
No  sabe  j)or  la  mañana  donde  pasará  la  noche,  porque  esto  depende 
siempre  de  los  movimientos  de  los  españoles.  Reconoce  el  generalísimo 
que  no  quiere  presentar  batallas.  Yo  no  puedo  presentar  batallas,  dice, 
porque  mis  tropas  no  tienen  municiones.  Tenemos  fusiles  para  50.000 
hombres,  unos  tomados  á  las  tropas,  y  otros  que  ya  teníamos  al  estallar 
la  insurrección;  pero  nos  faltan  municiones.  La  mayor  parte  de  las  que 
hemos  cogido  son  de  fusil  Maüsser,  y  no  tenemos  más  que  unos  500  de 
estos  fusiles.  Deseo,  siguió  diciendo  el  ge/ieralísimo,  que  sepa  la  gente 
de  New  York  y  Washington,  que  solo  hemos  recibido  de  los  que  simpa- 
tizan con  nosotros  en  los  Estadoi  Unidos  500  fusiks  y  75  000  cartuchos. 

La  pérdida  del  Hawskins,  que  se  supo  en  el  campo  rebelde  tan 
pronto  como  en  el  palacio  del  capitán  general,  ha  sido  un  goípe  muy 
duro  para  Máximo  Gómez,  quien  se  ha  dolido  de  ello  hace  muchos  días, 
tanto  por  lo  que  necesitaba  aquellas  municiones  como  por  el  deseo  que 
tiene  de  ver  á  su  lado  á  Calixto  García. 

Máximo  Gómez — dice  el  corresponsal  del  Herald — es  un  dictador^ 
un  ambicioso  del  poder;  su  sola  ambición  es  la  de  hacer  famoso  su  nom- 
bre. Tiene  setenta  y  dos  años,  y  sabe  que  le  quedan  ya  pocos  para  con- 
seguir 8U  deseo;  tiene  una  herida  de  bala  en  una  pierna,  y  anda  lenta- 
mente, pero -se  tiene  bien  á  caballo.  Cree  que  si  tuviese  municiones  po- 
dría terminar  la  guerra  en  dos  meses  y  establecer  una  República,  de  la 
que  sería  presidente  dictador.  Como  no  las  tiene,  se  contenta  con  hacer 
el  mayor  daño  posible  á  los  españoles,  destruyendo  los  ferrocarriles  y 
obligando  á  las  columnas  á  que  no  tengan  descanso  alguno. 

La  disciplina  entre  los  insurrectos  se  contiene  solo  por  el  miedo.  No 

tienen  fe  religiosa,  pero  son  supersticiosos.  Una  superstición  muy  arrai- 

<>-ada  entre  ellos  es  la  de  que  es  malo  para  el  alma  de  un  soldado  muerto 

'.  que  su  cadáver  caiga  en  manos  de  los  españoles.  Sus  heridos  están 

ien  atendidos,  á  pesar  de  haber  prohibido  las  autoridades  españolas 

jne  la  Cruz  Roja  preste  servicios  en  el  campo  insurrecto.  Después  de  un 

snouentro  los  insurrectos  llevan  sus  heridos  al  poblado  más  próximo  que 

cnpan,  el  cual  rara  vez  dista  dos  díai  de  marcha,  y  en  el  que  tienen 

médicos  y  medicina?. 

En  su  marcha  á  Occidente  hicieron  á  veces  jornadas  de  45  millas  en 


564 OKéHigA  PB  LA  QgMtBA  D»  CUBA . 

un  día  j  estaban  arpeados,  pero  después  estaban  desoan^ados, 
las  jomadas  no  pasaban  de  12  millas  y  no  tenian  alarmas  ni  ata 
noche. 

Máximo  Gómez,  desesperado  ya  de  conseguir  municiones  este 
no,  no  desea,  segúa  dice,  nucTOS  laureles,  y  se  conforma  al  repoi 
ta  que  venga  la  ¿poca  de  las  fiebres  y  del  T¿mito,  con  cayo 
onenta. 

En  los  Estados  Unidos. 

Las  noticias  de  Nueva  Tork  (25  de  Febrero)  son  de  que  á  los  cinoo 
presuntos  jefe»  de  la  expedición  filibustera  del  vapor  Bermuda  se  1" 
ha  fijado  la  fianza  de  1.500  dollars  para  cada  uno.  Los  demás  han  m 
dejados  en  libertad. 

Los  que  han  beneficiado  de  la  fianza  son:  el  < general»  Q^roía,  el  c 
pitan  Hachea,  de  ¿"iladelfia;  el  capitán  Brabazón;  et  señor  Guerra,  tes 
rero  de  la  junta  cubana,  y  el  capitán  Hart,  considerado  propietario  d 
Bermuda. 

Las  autoridades  federales,  según  el  mismo  despacho,  dudan  de  qi 
M  establezca  la  culpabilidad  de  los  procesados,  pues  faltan  testimonii 
fetuicientes. 

Sabré  las  díopoMciones  de  los  poderes  pdYIicrp,  dir<n  al  Keio  Tot 
Herald  desde  Wa»hÍQgton,  que  el  presidente  Cltreland  tiende  enérgic 
mente  á  una  iutervención  en  loa  asuntos  cnbanop. 

SuB  simpatías  para  los  insorreotoB  es  evidente,  pero  Fe  dice  que  1: 
hecho  una  promesa  tácita  á  España  de  no  intervenir  hasta  que  la  eiti 
ción  de  las  lluvias  ponga  fin  á  las  lachas,  en  junio. 

En  esa  época,  si  la  revolución  no  ha  sido  sofocada,  el  presidente  tii 
ne  el  firme  propósito  de  intervenir. 

Los  republíoaDOB,  que  sí  no  tienen  el  poder  t  jecutivn  son  dueños  d 
Congreso,  cenaurau  esos  aplazamientos  y  exigen  una  acción  inmediati 

Ño  obstante,  el  senador  Sherman,  que  precide  la  comÍHÍón  de  Belf 
oioiies  Exteriores,  y  el  representante  Hitt,  pre»¡iente  de  la  oomisión  d 
Negocios  Extranjeros  en  la  Cámara,  están  díspoeatos  á  prei>tar  su  apt 
yo  al  presidente  Cleveland,  á  fin  de  evitar  una  acción  precipitada. 

Acerca  de  las  RÍmpatíaB  de  loa  norte  americanos  paia  con  los  inn 
rrectos,  dicen  al  Times  de  Londres. 

<Aqa{  en  Washington  está  organizada  la  campaña  á  favor  ' 
onbanos. 

>Y  á  la  par  está  oi^nizada  una  sección  de  policía  española,  1¡ 
dirige  con  eficacia  el  señor  Bapuy  de  Lome,  mini^tio  de  España, 

«Estamos  presenciando  uno  á  modo  de  desafío  constante,   qr" 
pite  en  todo  el  Norte  América. 


OSONIOA  DS  LA  GÜXRRA  DB  CUBA  565 


»Hay  aqa{  un  partido  cubano  y  un  partido  español;  mucho  más  fuer- 
te el  cubano,  por  las  simpatías  que  tiene  de  la  opinión  pública.» 

Censura  luego  el  corresponsal  á  los  senadores  y  representantes  que 
están  ahora  buscando  una  resolución  que  condense  el  reto  á  España  y 
en  defensa  de  Cuba,  que  no  saben  lo  que  es  prudencia  ni  calculan  las 
consecuencias  de  sus  planes. 

La  prenda  fivorable  á  los  insurrectos  es  más  activa  que  nunca  en 
Nueva  Yoik  y  en  las  demás  poblaciones. 

En  Washington,  las  infiaencias  sociales  se  imponen  para  ganar  á  la 
causa  separatista  la  prensa  y  las  Cámaras;  labor  en  que  están  ocupadas 
algunas  de  las  piincipales  señoras  de  la  capital  federal,  mujeres  entu- 
siastas, convencidas,  y  no  muy  escrupulosas  en  los  medios  de  combate. 

La  política  actual  de  esos  ^jíngoes»  de  esos  patrioteros  insensatos, 
es  la  de  la  guerra  contra  España. 

Ebcpuesto  por  el  senador  Morgan  este  objeto  descabellado,  dice  el  co- 
rresponsal que  ha  debUitado  y  desacreditado  al  partido  cubano,  pero 
que  no  se  desalienta  por  ello. 

Su  esperanza  entá  en  hacer  aprobar  por  el  Congreso  (Sanado  y  Cá- 
mara de  Representante^)  una  resolución  que  sea  firme  en  el  plazo  reque^^ 
rido  prescindienio  de  la  firma  del  presidente. 

Si  se  manda  al  presidente  Cleveland  una  resolución  para  que  la  acep- 
te ó  la  rechace,  cree  el  corresponsal  que  no  habría  de  aprobar  ahora  el 
presidente  de  los  Fstados  Unidos  una  declaración  de  una  política  á  que 
se  ha  opuesto  rotundamente. 


Habla  el  corresponsal  de  un  periódico  sud  americano. 

Estaba  deseoso  de  conocer  aun  bravo  soldado  que  había  venido  como 
voluntario  de  la  Argentina,  y  de  quien  me  contaron  hazañas  dignas  de 
grabarse  en  bronces,  á  mayor  abundamiento  cuando  el  que  las  había 
ejecutado  no  era  ningún  hombre  en  la  flor  de  su  edad,  sino  ya  maduro, 
con  sus  cincuenta  años,  corridos  entre  privaciones  y  trabajos  rudos. 
Para  alcanzar  mi  propósito  y  aprovechando  la  circunstancia  de  ha- 
llarse en  la  Habana  Miguel  del  Campo  (que  aVí  se  llama  nuestro  héroe) 
pedí  á  un  oficial  español  que  -me  honra  con  su  amistad,  me  facilitase 
una  intertoiev  con  el  soldado  en  cuestión.  Prometióme  que  se  enteraría, 

ue llevaría  hu  amabilidad  hasta  el  extremo  de  enviarme  á  mi  aloja* 

Buto,  á  Miguel,  en  cuanto  las  circunstancias  del  servicio  se  lo  permi- 

ran* 
Sfectivamente,  al  siguiente  día,  sobre  las  diez  de  la  mañana,  cuando 

aba  yo  despachando  mi  correspondencia,  oí  sonar  dos  discretos  gol-^ 
dtos  en  la  puerta. 


5C6 CRÓNIOA  DE  LA  QUEBBA  DK   CUBA 

m 

— ^Adelante — grité  y  volvíme. 

Penetró,  no  sin  hacerme  un  saludo  militar,  un  hombre  bastante 
\iejo,  biencarado,  que  o&tentaba  en  las  mangas  de  su  blusa  los  galone» 
de  cabo. 

— ¿Le  envía  á  V.  el  primer  teniente  X? — preguntóle. 

— Sí,  señor 

— Eatonces  viene  Y.  á  decirme  que  Miguel  del  Campo  no  puede 
venir. 

— Miguel  del  Campo  es  un  servidor  de  V. 

— Ab!  ¿Pero  es  V,  cabo  ya? 

— Yaya;  en&eguida.  ¿Ye  Y.  estos  galones?  Pues  me  los  ha  regalada 
El  Impardal. 

— Bueno,  pues  siéntese  Y.  y  echaremos^^un  párrafo,  digo  si  no  tiene 
usted  prisa. 

— ^Ninguna;  el  teniente  me  ha  dicho;  cabo,  vaya  Y.  á  la  calle  tal, 
número  tal;  allí  hay  un  caballero  que  quiere  hablar  con  Y.;  está  bien, 
mi  teniente y  aquí  me  tiene  Y. 

Sentóle  Miguel;  hice  traer  unas  copas  de  ron  y  cigarros  y  reanuda 
nlos  el  diálogo. 

— Yaya, — díjole  y  sirviendo  una  copita  de  Jamaica — lo  que  deseaba 
de  Y.  era  el  que  me  diese  algunos  detalles 

— Ya  lo  fié es  decir,  me  lo  figuro,  por  qué  me  han  preguntado 

tantos  caballeros  sobre  aquella  niñería ..... 

— ¿Niñería?  ¿cuál?  * 

— ^Aquella  de  Jatibonico Ya  verá  Y.,  si  es  español  y  Vizcaino 

por  añadidura;  va  uno  sobre  un  mulo,  enfermucho,  cuando  de  pronto 
vé  Y.  á  unos  españoles  que  la  entregan ¿Y.  es  español? 

— No;  pei'o  desciendo  de  ellos  y  los  admiro! 

—Gracias;  pues  como  le  iba  diciendo,  yo  vi  la  cosa  muy  grave  para 
mis  compañeros,  y  como  está  sangre  española  no  se  puede  remediar.... 
hice  lo  que  hice. 

— Pues  eso  quiero  yo,  valiente,  que  me  cuente  Y.  lo  que  hizo. 

— ^No  tengo  inconveniente,  aunque  después  de  todo  la  cosa  no  tenga 
nada  de  particular. 

Cuando  llegó  á  las  playas  argentinas  el  rumor  de  que  los  manAises 
se  habían  levantado,  haciendo  armas  contra  la  madre  patria,  á  nadie 
cupo  duda  de  que  aquella  algarada  terminaría  pronto  y  felizmente  c^n 
el  oportuno  correctivo  que  las  tropas  impondrían  á  los  insurrectos. 

Pero  las  sucesivas  noticias  hicieron  palpitar  nuestros  corazones  kj 
indignación,  vista  la  tenaz  porfía  de  los  laborantes  y  el  indirecto  apoj 
de  no  ^0  sé  quien. 

Entonces  un  grito  unánime  de  entusiasmo  brotó  de  todos  los  labi 
y  el  grito  fué: 


V 


OBÓNIOA  DE  LA  OUSBEA  DB  OUBA  567 

—¡A  Cuba! 

¿Qaé  hacíamos  allí  en  saelo  extraño,  malgastando  ana  exÍBtenoia, 
llena  de  vicisitudes,  sin  otro  objeto  que  el  triste  pan  de  cada  día? 

La  expedición  fué  un  hecho^  y  una  tarde,  un  vapor  que  ondeaba  á 
popa  la  bandera  española  nos  llevó,  llenos  de  airamiento,  á  aquella 
tierra  Antillana,  que  ya  conocía  yo,  por  haber  servido  como  voluntario 
en  la  pasada  guerra. 

8d  nos  hizo  un  entusiástico  recibimiento  en  el  puerto  de  desembarco 
y  nos  ñliaron.  Yo  ingresé  en  cazadores  de  Valladolid,  al  mando  del  ge- 
neral de  brigada  señor  García  Navarro.  Estábamos  en  las  Villas,  y,  el 
21  de  Noviembre — ^siempre  tendré  presente  esa  fecha — salí  con  la  co- 
lomna  hacia  los  límites  de  la  provincia  de  Puerto-Príncipe,  donde  se 
aseguraba  que  los  insurrectos,  en  crecido  número  se  preparaban,  unién- 
dose, á  dar  un  buen  golpe  de  mano. 

Nos  dieron  el  moderno  armamento,  pero  á  un  servidor, — no  sé  por 
qué — me  dejaron  mi  viejo  Bemington,  que  vale  como  cualquier  otro,  si 
está  bien  manejado. 

T  emprendimos  la  marcha. 

Una  larga  marcha,  caballero,  puedo  asegurárselo  á  Y.;  entre  ciéna- 
gas,  siempre  alerta,  sin  dormir,  comiendo  apenas 

Yo  soy  algo  viejo,  y  las  fatigas  del  camino  me  postraron  tanto,  que 
al  llegar  á  Arroyo  Blanco,  tuve  precisión  de  darme  de  baja.  Quédeme 
pues  con  alg^unos  compañeros  y  al  pasar  por  allí  el  coronel  Segura,  re- 
cogiónos, prosiguiendo  su  camino  á  Sancti  Spiritus.  Pero  antes  de  llegar 
allí,  al  vadear  el  río  Jatibonico,  los  insurrectos,  en  crecido  número^  casi 
duplicándonos  atacaron  la  vanguardia. 

Me  hice  cargo  áe  la  situación;  yo  no  había  ido  á  Cuba  para  ponerme 
enfermo  y  mirar  desde  el  lomo  de  una  muía,  (que  en  ella  iba)  como  mis 
hermanos  de  armas  se  batían  en  tan  desigual  lucha.  Observé  que  un 
sargento  de  Granada  y  siete  soldados  se  batían  como  leones  con  una 
nube  de  mambises,  que  los  sofocaban  casi,  y  que,  si  no  mediaba  una 
casualidad,  era  imposible  que  pudiesen  salvar  el  pellejo.  Me  sentí  repen- 
tinamente bueno,  apéeme  de  la  muía,  corrí  al  grupo,  y  con  mi  bueno  y 
viejo  Bemington,  empezó  á  largar  peladillas  de  á  onza,  mientras  se  cru- 
zaban entre  nosotros  frases  de  ánimo. 

— ¡Animo,  Granada! — gritaba  el  sargento  á  cada  instante. 
¡Toma,  moreno! — decía  otro  disparando  su  Mattsserl 
5ro  desgraciadamente,  nuestro  valor  no  podía  hacernos  invulnera 
b    a.  Uno  tras  otro  fueron  cayendo  al  suelo,  heridos;  el  sargento  rodó 
d    -~ii  tíro;  un  soldado,  al  sentirse  el  balazo,  avanzó  como  ciego  y  cayó 
b     .ante  lejos  de  nosotros.  Al  verle  un  grupo  de  esa  canalla, — ^á  cuyo 
£i    ite  iba  un  negrazo  feo  como  la  muerte, — ^se  precipitó  sobre  él,  con 
4    mo  sin  duda  de  rematarle.  Distrajo  al  grupo  el  fuego  que  hacía  la 


568  OBÓmOA  DI  L4  aUESEÁ  DX  OUBA 


-1 


Columna,  pero  el  moreno,  sf  fruido  de  otro  tan  nefp'o  y  tan  feo  como  él, 
púwse  cerca  del  soldado  herido,  levantó  el  machete,  y,  á  no  ser  por  on 
bayonetazo  que  recibió  el  caballo  en  la  grupa,  lo  qne  le  hizo  peg^ar  dq 
bote... 

— ¿Y  quién  dio  tan  oportuno  bayonetazo? — preguntó  yo. 

— Pues  verá...  yo.  Revolvió  nuestro  negro  el  caballo;  y  ciego  de  oó* 
lera,  precipitóse  segunda  vez  con  furia  de  chacal  sobre  indefensa  presa, 
á  terminar  la  hazafia  emp^ada,  pero... 

— ;Pero  qué? 

— Que  se  encontró  con  la  boca  de  un  fusil,  que  le  miraba  fijamente, 
y  aunque  Remington,  certerito  cuando  se  apunta  bien;  creyó.'^e  el  mo- 
reno, que  el  fusil  le  miraba. para  bromear  y  se  arrojó  con  su  caballo  so- 
bre él,  pero  el  fusil  que  estaba  muy  serio  aquel  día  se  disparó  y  el  negro 
rodó  por  tierra  con  nu  boquete  en  el  mismo  pecho. 

— ¿De  quién  era  ese  Remington? 

— Pues  verá  usted...  mío. 

Dice  un  refrán  de  mi  tierra  qne  el  que  habe  una  buena  obra  no  debe 
dejarla  á  medias,  y  me  vf  en  la  precisa  obligación  de  terminar  la  riiía. 
Puesto  que  había  salvado  el  reato  de  vida  que  pudiese  tener  mi  compa- 
ñero, no  era  cosa  de  dejarlo  para  pasto  de  las  auras  tiñosaSt  y  como  70 
siempre  hago  lo  que  pienso,  cogí  al  herido,  pásemelo  al  hombro  con  fu 
'  sil  y  todo  y  encamíneme  en  busca  de  las  fuerzas.  Cuando  más  satisfecht 
iba  de  llegar  con  mi  preciosa  carga  á  puerto  de  salvación,  o(  con  espau' 
to  nu  trote  resonante  á  mis  espaldas.  Dejé  al  herido  en  el  suelo,  volvínu 
y  vi  que  otro  negro,  ginete  ea  otro  caballo,  se  lanzaba  contra  nosotroi 
blandiendo  el  añlado  machete. 

Afortunadamente,  recordaba  la  esgrima  de  fusil  y  esto  me  salvó, 
y  salvó  á  mía  compañeros.  Paré,  revistiéndome  de  tanta  serenidad 
como  era  necesaria,  los  tajos  y  mandobles  que  me  tiraba  aquel  conde- 
nado y  en  uno  de  los  movimientos,  al  saltar  de  lado,  pude  montar  ei 
Remington,  y  montarle  y  diapararle  sobre  mi  enemiga)  fué  todo  uno;  El 
negro  se  desplomó  como  una  pared  derrufda,  muerto  del  tiro.  Estaba  d( 
Dios  que  mi  fusil  tomase  venganza  de  los  Mattsser  que  le  habían  afron 
tado... 

No  pude  menos  de  reírme  al  oír  la  observación  del  valiente  soldado. 

— No  lo  tome  usted  á  broma, — me  dijo  Miguel  del  Campo, — luego  nu 
han  dado  un  Mattsser,  pero  créame  usted,  señor,  en  aquella  mem< 
batalla,  las  manos  me  quemaban  al  oojer  el  cañón  del  fusil,  y  nc 
que  miento  si  le  digo  á  usted  que  pasaron  de  cíen  los  disparos  qui- 
en pocas  horas. 

— ¿Aprovechados? 

— Eso  no  se  puede  precisar;  pero  vaya,  creo  que  no  se  perdien 
das  las  balas,  el  enemigo  era  abundante  y  la  distancia  corta.  Pq" 


CTIÓSIOA  PK   LA  QÜMBRA  D«  POTA 569 

iba  diciendo  á  osted,  latgo  qae  el  segando  moreno  bei>ó  el  anelo,  tomé 
á  montar  sobre  mis  hombros  al  pobre  herido,  y  prosegaf  mi  camino, 
esta  vez  sin  novedad,  paesto  qne  entregué  á  mi  hombre  en  manos  sega- 
ras, dejándole  álos  camilleros,  qae  lo  tnuladaron  &  I^  sanidad. 

— Valeroso  y  heriSioo  rasgo  qae  le  honra  á  asted  infinito...  es  nated 
nn  valiente  y  me  complazco  en  decírselo  aef. 

— ¡Ca,  no,  señor;  eso  está  en  la  masa  de  la  sangre  y  yo  creo  qae  to- 
dos hacían  lo  propio... 

— No  qaiero  discutir  esa  creencia...  adelante. 

Laego  qae  dejé  al  otro  segaro,  volví  á  la  fiesta  como  era  de  obli- 


...  anulro  lUar  as  |w4U  kuwBH  Imniavattiw...  <Pi(.  tlT). 

gaoiÓQ.  Al  onizar  por  los  bagajes  vi  un  espectáculo  que  me  hizo  hervir 
la  Eangre:  un  numeroso  grupo  de  ínsurrectoa  había  llegado  hauta  allí,  y 
machete  en  mano,  peor  que  las  fieras  más  crueles,  herían  sin  piedad, 
indistintamente  á  enfermos  y  acemileros.  Trea  de  éstna  fueron  asesina- 
dos á  mi  vista.  Un  pnjre  soldado  enfermo,  lleno  de  terror  ante  tal  ea- 
atácalo,  sacó  fuerzas  de  flaqueza,  y  huía  ligero  riendo  perseguido  co- 
ima liebre  por  un  fer¿rginete  que  le  amenazaba  con  su  machete.  No 
/ia  salvación  para  el  infeliz;  uno  de  loa  golpes  dióle  en  plena  cabt za, 
rumbándole  entre  una  mar  de  sangre.  Corrí  á  su  lado;  yo  no  estaba 
~-mo,  y  el  cobari-  nerneguidor  de  indefensos,  dejó  la  piel  en  el  mis 
.jgar  de  su  cobarde  hazaña.  Tuve  que  añadir  aquel  mambís  en  el 
•■tr  de  mi  Remington.  Y  vuelta  á  la  carga.  £1  enfermo  sólo  estaba 


570 OHéSIOA  DB  LA  QÜBRBA  PB  CUBA  

herido.  Herido  y  enfermo  no  podía  caminar,  así  es  que  como  al  otro, 
tuve  qae  oondacirle  4  las  camillas.  Cate  era  del  batallón  de  Soria  y  creo 
que  oar<5. 

Como  principio  quieren  las  cosas,  yo  le  había  tomado  gasto  á  las 
maniobras  de  matar  ginetes  y  llevar  heridos,  así  es,  qne  tan  pronto  oo  - 
mo  dejé  el  segundo  marché  á  la  vanguardia,  donde  se  pegaba  de  lo  lin- 
do y  caían  los  proyectiles  como  granizo.  Encontréme  con  el  sargento 
herido,  á  quien  olvidé  un  momento  en  mis  correrías,  y  al  verme,  como 
quiera  qne  los  pocos  hombres  que  quedaban  sin  heridas,  querían  retí* 
rarse,  gritóme  doloroeamente: 

— ¡No  nos  dejéis  por  Dios,  que  nos  rematarán! 

Hice  un  llamamiento  á  loa  sentimientos  generosos  de  mis  compañe- 
ros y  agrupados  alrededor  de  loa  heridoa,  esperamos  á  pie  firme  el  grae- 
flo  de  la  colamna,  la  que  recogiendo  los  heridos  encerróles  en  el  cuadro 
que  se  formó  para  reeútir  el  empuje  de  la  partida.  T  como  todo  tiene  su 
fin  en  este  mundo,  luego  que  habimos  rechazado  á  aquella  horda,  vino 
la  hora  del  descanso;  enterraiaos  á  los  muertos,  y  en  bnen  orden,  fati- 
gados, pero  Contentos  de  noaotroa  miemos,  entramos  en  Ignara.  Y  vea 
uated  toda  la  acción  de  Jatibonico. 

— Me  ha  dejado  T.  admirado. 

— Bah!  Loa  hombres  son  según  las  oirounatanoias...  aquel  día  salvé 
JO  dos  hombrea,  pero  arrieros  somos  y  por  el  mundo  vamos;  puede  que 
mañana  me  salve  otro  á  mí  y  pata. 

— ¿Y  qué  recompenaaa  obtuvo  Y.  por  sn  brillante  comportamiento? 

— Pues  mire  V. 

Y  me  enaeñó  el  galón  encamado  que  ostentaba  en  la  manga  de  sa 
guayabera. 

—¡Hola! 

— Si  señor;  me  hicieron  cabo;  y  presumo  qae  si  Dios  me  pone  en 
condiciones,  puede  que  suba  más. 

— ¿Y  volverá  V.  luego  &  la  Argentina? 

— ¿Para  qué?  Ya  soy  yo  may  viego,  aunque  no  tenga  mucha  edad... 
si  no  me  toca  una  chiva  y  gano  alguna  crncesilla  con  aa  pensión  corres- 
pondiente, el  día  que  acabemos  con  esta  gentuza,  me  doy  una  vuelta 
por  el  Valle  de  Carranza  y  allí  me  estaré  hasta  qae  Dios  sea  servido. 

— ¿De  modo  que  piensa  Y.  seguir  los  azares  de  toda  la  campaña? 

— Toda;  para  eao  he  venido;  y  ahora — añadió  poniéndose  de  pié, — 
sino  me  manda  V.  otra  cosa,  me  retiro,  haré  falta  en  mi  sitio  y... 

— Tiene  T.  razón;  le  doy  á  Y.  un  millón  de  gracias  por  haber  sil' 
tan  amable;  le  estrecho  ¿  7.  la  mano  con  verdadero  orgullo,  porque 
la  de  un  bravo,  y  si  un  día,  necesita  Y.  de  mi  por  cualquier  continge 
cía,  ya  sabe  donde  me  hallará. 


OBÓNIOA  DB  LA  QUSSBA  DB  OÜBA 


571 


—Gracias  señor;  nada  puedo  ofrecerle  á  Y.  más  que  una  buena  vo- 
luntad, cuente  con  ella. 

—Adiós,  pues,  valiente! 

—Quede  V.  con  él! 

7  Miguel  del  Campo,  despidiéndose  con  el  saludo  militar,  salió  de 
mi  habitación,  dejándome  sumido  en  hondas  reflexiones  acerca  de  las 
nobles  cualidades,  que  adornan  pechos  rudos,  asi  como  el  diamante  se 
esconde  entre  la  pétrea  corteza,  para  no  dejarse  adivinar  sino  por  la 
práotica. 


», 


"Fil  gezDLex'aJ.  'VsTe^l.ejo 


RECEDiDO  de  gran  fama,  llegó  á  la  Habana  el  nuevo  capitán  ge- 
neral de  los  ejércitos  en  Caba. 

La  prensa  de  las  Antillas  le  había  dedicado  grandes  ariícn* 
los  encomiátfticos  y  quien  más  quien  menos,  hizo  del  invicto 
general  en  quien  todos  tenemos  tantas  esperanzas,  un  tipo  le- 
gendario. 

El  general  Weyler  es  un  soldado  valeroso,  un  caudillo  enérgico  y 
decidido,  el  general  en  jefe  de  nuestro  heroico  ejército,  el  brazo  impla 
cable  y  justiciero  que  ha  de  castigar  tantas  motistruohidades  y  tantos 
crímenes,  como  perpetran  en  nuestros  campos  de  Cuba  las  abigarradas 
hordas  del  separatismo;  no  es  pues  un  político  receloso  inflaído  por  an- 
teriores compromisos,  pues  no  admite  diferencias  ni  categorías,  entre 
los  españoles  todos  que  han  seguido  la  causa  del  orden  y  la  civilización. 
'  Y  esa  es — como  dicen  en  Cuba — ^la  más  fervorosa  .aspiración  ^«  *o* 
dos  los  españoles  Eq  las  difíciles  circunstancias  presentes,  el  i 
tante  de  España  debe  dirigir  todos  sus  esfuerzos  á  castigar  la  i 
audacia  de  los  rebeldes,  á  ña  de  hacer  posible  la  paz  que  todos  . 
mos;  y  al  lado  de  la  superior  autoridad,  ofreciéndole  incondicir^ 
peración,  estarán  todos  los  españoles,  sin  preferencias  de  ningi 
sin  líneas  divisorias,  sin  falsos  prejuicios,  inspirándonos  en  el  >^ 


a- 
le 

A- 

O- 


0B6nIOA  Pg  LA  QÜJBRA  PB  OOBA 573 

pobre  patria  que  padece,  en  el  peligro  á  esta  tierra  que  peligra,  en  el 
coito  á  la  naoionalidal  que  nos  defiende,  en  la  veneración  á  la  bandera 
que  nos  ennoblece  y  ampara,  en  todos  aquellos  sentimientos  grandea^ 
que  deben  mover  á  los  que  de  patriotas  se  precian;  pero  nunca,  jamás, 
bajo  ningÚQ  concepto  en  el  interés  de  bandería  y  que  debe  aparecer  y 
eclipsarse  por  completo  para  dejar  sitio  á  las  fraternales  y  hermosas  ex* 
pansiones  de  la  gran  familia  española,  que  ahora  debe  unirse  cada  vez 
más,  si  es  que  no  hemos  perdido  los  generosos  alientos  que  constituyen 
la  característica  de  nuestra  heroica  raza. 

Esto  y  otras  cosas  por  el  estilo  tan  justas  como  patrióticas  eran  las 
que  decían  los  periódicos  de  Cuba  y  los  de  la  península  apenas  conocie 
ron  el  nombramiento  del  general  Weyler  para  el  mando  del  ejército  de 
operaciones. 

Así  es  que,  apenas  el  Alfonso  XIII  doblaba  la  punta  del  Morro  y 
penetraba  gallardamente  en  las  aguae  de  la  bahía,  la  explosión  de  entu* 
dasmo  fué  inmensa. 

£ntre  los  vi^as,  el  sonido  ronco  de  las  sirenas,  de  los  grandes  buques, 
de  vapor  y  el  silbido  agudo  de  los  remolcadores,  el  ruido  era  verdade  • 
ramente  ensordecedor. 

Solo  se  escuchaban  dos  vivas:  á  España  y  á  Weyler,  pero  repetidos 
por  millares  de  lenguas. 

En  las  azoteas,  agitaban  las  señoras  los  pañuelos  y  lo  mismo  en  las 
embarcaciones  de  la  bahía^ 

Los  vítores  hallaron  eco  en  el  Alfonso  XIII,  que  contestó  con  su  si- 
rena al  saludo  de  la  H  ibana;  sobre  cubierta  estaba  todo  el  pasaje  y  las 
fuerzas  que  iban  de  la  península,  y  también  saludaban  con  los  pañuelos. 
Los  soldados  de  caballería  agitaban  las  gorras  de  cuartel  y  daban 
nutridos  vivas  á  la  patria  que  acababan  de  dejar  y  al  general  que  los 
acompañaba  en  el  viaje. 

E!ra  tanta  la  ansiedad  y  tanto  y  tan  vivo  el  deseo  de  ver  al  general 
Weyler  y  aclamarle,  que  gran  número  de  personas  de  las  que  se  hallaban 
en  las  embarcaciones  rodeando  el  trasatlántico  pr^endieron  invadir  las 
escalas  de  ambos  contados  para  subir  á  bordo  y  costó  gran  trabajo  con- 
tenerlas  en  tan  legítimo  deseo. 

Faltaba  media  hora  para  que  el  general  desembarcara  y  la  multitud 
deseaba  verle  pasar. 

"^tas  fuerzas  de  orden  público  convenientemente  distribuidas  desde  el 
o  Je  de  caballería  hasta  el  palacio  de  la  capitanía  general,  intentaron 
Taño  dejar  libre  un  estrecho  paso  por  donde  pudiese  atravesar  el  ge- 
al  Weyler  y  hasta  las  mismas  fuerzas  del  ejército  que  con  los  volun- 
ios  habían  de  hacer  los  honores  de  ordenanza  al  nuevo  general  en 
^  á  duras  penas  conservaban  la  línea  de  formación. 

rsonas  que  presenciaron  en  aquella  capital  muchas  recepciones  de 


574 OBÓNIOA  DE  LA  QUEitRA  DE  CUBA 

nuevos  gobernadores,  decían  que  no  recordaban  haber,  visto  nunca,  tan 
grande  y  legitimo  entusiasmo,  como  el  qiieen  aquellos  momentos  domi* 
naba  á  todas  las  clases  de  la  sociedad  sin  excepción  alguna. 

La  masa  de  los  que  esperaban,  nutrida  y  compacta,  y  el  excesivo 
número  de  carruajes,  ocupaban  de  tal  manera  todo  el  espacio  de  Iob 
muelles  y  el  camino  basta  la  capitanía  general,  que  no  se  sabía  como  el 
nuevo  gobernador  había  de  llegar  hasta  su  palacio. 

A  costa  de  grandes  esfuerzos,  pudo  conseguirlo:  el  público  prorom 
pía  en  calurosas  y  frenéticas  aclamaciones:  las  señoras  y  los  niños  arro- 
jaban flores  y  coronas  al  paso  del  general,  quien  no  quiso  acq>tar  nin 
gnn  carruaje  y  efectuó  su  entrada  á  pié  mostrándose  muy  satisfecho  de 
la  acogida  qñe  se  le  dispensaba. 

Besó  á  algunos  niños  que  se  adelantaban  á  saludarle  y  á  ofrecerle 
corona.  Aclamado  por  el  público,  que  deseaba  verle  y  oirle,  salió  al  bal- 
cón, siendo  vitoreado  coü  delirio. 

A  las  once  de  la  mañana  hubo  gran  recepción  en  la  capitanía  y  w 
verificó  la  entrega  del  mando  por  el  general  Marín,  acto  que  resultó  im- 
ponente, así  como  la  alocución  que  el  general  Weyler  pronunció  á  los 
allí  presentes. 

He  aquí  su  discurso  al  tomar  posesión  del  mando: 

«Vengo  animado  de  los  propósitos  generosos  de  España.  Seré  tole- 
rante siempre  que  la  tolerancia  sea  compatible  con  mis  deberes.  Vengo 
á  mantener  el  alto  hombre  de  la  patria  y  acabar  la  guerra  en  los  cam* 
pos  y  en  las  ciudades. 

>  Tanto  los  peninsulares  como  los  insulares  deben  mostrar  sin  tregoa 
y  sin  descanso  su  amor  á  España,  sacrificándose  por  ella. 

>Todos,  así  los  unos  como  los  otros,  han  dado  pruebas  ya  de  su  pa- 
triotismo, y  recuerdo  con  orgullo,  como  español,  la  lealtad  con  que  en 
la  guerra  pasada  los  hijos  de  Cuba  formaron  columnas  que  prestaron 
grandes  servicios  á  España. 

>  Espero  que  estos  servicios  serán  hoy  tan  generosos  y  tan  importan- 
tes  como  lo  fueron *en  aquella  lucha  pasada. 

>  Mientras  dure  la  guerra — ^añadió — ^no  admitiré  distinción  alguna  de 
política. 

>  Condeno  toda  política  que  no  sea  la  política  española. 
>No  admitiré  á  mi  lado  camarilla  alguna. 

>Sólo  existen  para  mí  en  Cuba  españoles  y  separatistas. 

>Mi  misión  en  este  punto  será  la  de  deslindar  los  campos,  haci  Ao 
separación  perfecta  entre  los  que  aman  á  España  y  los  que  luchan  )n- 
tra  España. 

>Acogeré  con  benevolencia  toda  queja  justa  que  me  sea  dirig  >,  é 
informaré  mis  actos  en  la  más  estricta  justicia. » 


OSÓNIQADX  LA  GUSBRA  DB  gUBA  575 

Eq  la  alocución  dirigida  al  pueblo  por  el  nueyo  gobernador  general 
de  Cuba,  dice  lo  siguiente: 

cTengo  la  confianza  de  conservar  la  posesión  española,  hallándome 
dispuesto  á  no  perdonar  para  esto  ningún  género  de  sacrificios. 

> Cuento  para  esta  obra  con  el  valor  y  la  disciplina  del  ejército  y  la 
marina,  con  el  patriotismo  y  abnegación  de  los  voluntarios  y  con  el 
apoyo  de  los  leales  habitantes  de  Cuba,  así  insulares  como  españoles. 

>Seré  generoso  siempre  con  los  vencidos  y  no  perdonaré  medio  para 
premiar  á  los  que  auxilien  la  causa  de  España. 

^Tampoco  me  faltará  la  decisión  propia  de  mi  carácter  para  casti- 
gar con  rigor  á  los  enemigos,  á  los  que  ayuden  á  éstos  y  á  todo  el  que 
trate  de  rebajar  el  prestigio  de  España. 

«Prescindiré  por  completo  de  la  política.  Mi  misión  principal  es  la 
de  concluir  la  guerra,  sin  perjuicio  de  ayudar  al  gobierno,  el  cual  cono- 
cedor de  las  necesidades  de  la  isla,  concederá  oportunamente  aquellas 
reformas  políticas  y  administrativas  que  estime  necesarias.  > 

Respecto  á  las  opiniones  que  de  este  ilustre  militar,  tenían  los  cuba- 
nos comprometidos,  pero  no  descaradamente,  he  aquí  lo  que  se  dice: 

«Ahora... — dice  un  periodista  que  conoce  el  paño — ^tememos  mucho 
por  el  porvenir,  porque  ó  no  quieren  decir  nada  las  palabras  del  gene* 
ral  Martínez  Campos,  ó  quieren  decir  que  sin  su  garantía  se  impondrá 
aquella  política  de  crueldad  que  sin  razón  atribuye  á  los  partidos  men  • 
clonados,  y  nadie  que  no  lleve  la  fe  de  bautismo  peninsular  podrá  vivir 
tranquilo  colocando  de  esta  suerte  las  cosas  en  una  peligrosa  pendiente. 

Coincidiendo  con  esto,  el  Gobierno  nombra  al  general  Weyler,  y  en 
el  acto  se  determinan  los  fenómenos  de  emigración  que  temíamos. 

No  es  para  nadie  un  secreto  que  el  general  Weyler  se  distinguió  en 
la  guerra  anterior  por  su  extraordinario  rigor. 

Cuantas  veces  se  ha  anunciado  su  nombramiento  para  el  mando  su- 
perior de  Cuba,  otras  tantas  se  han  revelado  aquí  los  temores. 

Viene  el  general  Weyler  con  la  nota  de  la  brillante  campaña  hecha 
sin  ruidos  en  Barcelona  contra  el  anarquismo,  y  tiene  el  buen  cuidado 
de  hacer  dos  afirmaciones  capitales:  una,  que  no  es  ni  será  sanguinario; 
otra,  perseguirá  sin  contemplaciones  á  los  espías  y  traidores. 

Hacía  dos  horas  que  se  habían  hecho  públicas  sus  declaraciones. 

La  Habana  ofrecía  un  cuadro  interesante. 

Era  frecuente  oír  decir  cosas  como  éstas. 

— Fulano  está  hadendo  la  maleta. 

— Se  marchan  á  los  Estados  Unidos  el  señor  Zutano  y  Mengano. 

— Se  han  pedido  en  el  Gobierno  civil  hasta  700  pasaportes. 

— Hay  pedidos  300  pasajes  en  los  vapores  de  Tampa. 

Anoche,  sin  ir  mis  lejos  fué  detenido  un  amigo  nuestro  por  otro  que 
"  era  suyo,  entablándose  entre  ambos  el  siguiente  diálogo: 


576 CBáWIOA  Pl  I«A  OUK8BA  PB  OOBA 

— Oje,  ohíoo,  vea  acá.  Te  voy  á  pedir  un  consejo. 

— ¿Qué  te  pasa? 

— Nada.  ¿Tá  orees  que  yo  debo  maroharme? 

—¿Por  qué? 

— Hombre,  yo  he  hablado,  ¿sabes? 

— Baeno,  paea'no  seas  bobo  y  no  hables  más. 

— Sí,  ¿pero  tú  crees  que  yo  voy  &  dejar  de  leer  los  periódioot 

— Lee  loa  nacionales  y  cállate  la  boca. 

Me  extraña — decía  un  distin^ido  cubano — qne  haya  tañí 
qae  se  qaiera  marchar. 

— Para  mí  lo  mi^mo  es  Wey- 
1er  que  Campos. 

Él  que  no  tiene  OoCo  no  tiene 
miedo. 

Además,  esos  que  se  van  por 
que  sí,  tendrán  que  arrepentirse 
si  es  que  no  eitán  comprometi- 
dos, porque  si  oreen  que  van  á 
pasar  fuera  una  tem^uradita  se 
equivoCMi. 

Un  a&o  aguantarán  algunos, 
pero  después  ya  veráu  lo  que  les 
pesa,  'porque  empt ztrá  á  faltarle 
\o  m&i  neoeEatio  pnra  la  vida. 

Hay  que  conveuir  en  que  no 
les  falta  razón. 

¿Por  qué  se  van? 

Respetemoasu  determinación;    O 
pero  anotemos  el  fenómeno  oo-  -^ 

mo  determinante  áA  cambio  de  "*""*■"■"""'"■ 

situación  entre  la  pnlftica  que  representaba  el  general  Martíi 
pos  y  la  del  general  Weyler. 

— ¿Qué  pasa  con  Ion  generales? 
— Con  los  genérales...  ná. 

— ¡Pero  si  dioen  qie  hay  algunos  que  quieren  marchar  oon 
— Si  lo  dicen;  perú...  no  eí>  verdad. 
— Me  tranquiliza.  > 

El  Correo  Militar,  autoridad  iudiacntible  en  todo  aquello  ^ 
lacioaa  oon  el  Marquéit  de  Tenerife,  dice  lo  que  sigue: 

(No  piensa,  puei>,  ni  habla  el  general  Weyler  como  alguno 
huyen;  sabe  perfectamente  loque  en  su  nombramiento  oorreí 
los  poderes  públioos,  á  la  representación  del  Estado  y  lo  que  lai 
tes  de  la  opinión  pueden  haber  influido.  Y  de  esa  comiia  confia 


OaáwlOA.  D»  LA  qPlBBA  DB  OCBA 677 

eorará  eonaervarae  digno.  Sin  parar  mientes  en  pérfidas  insinaaoiones 
■obre  tal  panto,  oomo  no  las  pararA  tampoco  en  las  insidias  lanzadas 
uerea  de  la  designación  de  determinados  generales  para  ir  oon  él  á 
compartir  las  glorias  j  fatigas  de  la  campaña. 


1 


...  U  «nbaMadi  «  qn  IBaroB  nTultoa  ]«  nattlct  taliUd». 


Lparte  de  qneco  le  correspondía  indicar  moíupro/)rto  esos  generales, 
perjaieio  de  ser  consultado  por  el  Gobierno,  oomo  se  hace  con  todn 
cridad  de  su  categoría,  al  llevarlos  gastoso  á  Cuba,  no  ha  necesitado 
.yantarles  nada,  sino  recordar  las  oondioiones  exolasivamente  militares 
•>  posee  cada  nno.  A  sus  órdenes  han  servido  todos;  los  conoce  bien;  ve 
'«Uofl  titiles  auxiliares  y  los  lleva  consigo.  Lo  demás  no  hace  al  caso. 
Oiuulet-DO  9^—1.  a,  Prsolo  lO  oent** 


OBÓNIOA  D*  LA  OUKBU.  OB  OUBA 


)  Tenerife  faese  político,  y  formando  parte  de  nn  mi- 
dar  candidatos  para  unas  eleocionea  y  se  presentara, 
ral  A  como  republicano  <5  el  general  B  como  carlista, 
paría  de  tal  asadto  sencillamente  para  negarles  el 

)e  por  la  patria  basta  con  ser  español,  y  será  mejor 

tenga,  así  haya  comulgado  en  los  altares  de  la  repú- 

ono  hipotético  de  don  Carlos. 

I  de  S.  M.  piensa  asi  y  procede  con  arreglo  á  tal  prin- 

Itar  otra  vez  la  harmonía  que  debe  existir  entre 

general  en  jefe. 

ae  puede  decir  sobre  algo  que  convenía  abordar  para 

i  en  su  camino.» 

Documento  curioso. 

rtel  General  del  Bjéroito  Libertador. 

Ingenio  de  Santa  Rosa,  Eaero  10,  96. 
a  &  que  ya  queda  suspendida  la  operación  de  la  ia- 
occidentales  y  por  lo  tanto  no  se  hace  necesario  el 
rales,  dispongo  lo  siguiente: 

leda  terminantemente  proliibido  en  absoluto  el  in- 
Les. 

tratados  con  la  mayor  severidad  de  la  disciplina  mi- 
'al  de  la  revolución  los  que  contraviniesen  á  esta  dii* 
a  que  sea  su  categoría  ó  situación  en  el  ejército, 
destruidas  las  máquinas  y  fábricas  de  los  iagenios 
disposición  salvadora  intentasen  emprender  de  nue< 

respetados  en  sos  peraonas  y  en  sus  labores  agríoo- 
itea  pacíficos  de  la  isla,  cualquiera  que  sea  bu  na- 

te,  Múairno  Gómez, » 


El  calDecilla  Oepero 


o8¿  Loreto  Cepero  es  un  criollo  joren,  de  robusta  oonaü- 
taci<5n,  y  no  obstante  .de  ser  sn  ilustración  bastante  li- 
mitada, goza  entre  los  auyos  de  bastante  autoridad, 
como  lo  prueba  el  hecho  de  habérsele  nombrado  coman- 
dante  del  ejército  libeltadol. 
Máximo  CMmez,  á  pesar  del  renombre  que  Cepero  Üene,  no  lo  estima- 
ba antes  y  no  se  recata  al  decir  que  el  citado  guerrillero  era  un  cobar- 
de, y  que  tan  pronto  como  pudiese  haría  por  deshacerse  de  él. 

No  era  esto  desconocido  de  Cepero,  quien  se  propuso  captarse  las 
simpatías  del  ffeneralisiTno,  con  un  hecho  qne  alcanzase  alguna  reso- 
nanoia. 

Presentósele  la  ocasión  de  distinguirse  en  el  infortunado  encuentro  de 
Mal  Tiempo  y  realizó  oampUdamente  sos  aspiraciones. 

\f  andaba  la  vanguardia  de  la  partida  de  Regó,  y  preparó  la  emboa- 
c       '  en  qne  fueron  envueltos  los  noveles  soldados  de  Bailen, 

erminada  la  acción,  Cepero  se  presentó  á  Máximo  Gómez,  y  arro- 
ja      .o  á  sus  pies  unos  cuantos  fusiles  MaÜ-tser  le  dijo: 

^Excelencia,  esos  Matisser  tintos  aún  de  sangre  española,  los  Iw  co* 
g     ~  yo  con  la  hoja  del  machete. 

lo  que  ooutMtó  el  generalísimo: 


1 


(BtOWm  DM  LA  QÜMBEA  DM  COBA  

>  libra  da  ser  quiftdado  de  ana  gaáHima. 

loa  nñiió  el  propio  Oepero,  al  jefe  de  la  ta» 

íerle. 

ia  hay  á  qne  oanaa  haya  podido  obedecer  el  qi 

nas  y  tomara  pasaje  i  bordo  del  Argonauta. 

il  generalísimo  f  aprovechando  el  deseo  qne  t< 

)  era  valiente,  le  confiaría  nna  de  las  machas  < 

mentó   da  á  los  sayos  cerca  de  los  laboranti 

0  resaltas  la  oombinaoitSn;  y  gracias  á  on  oí 
Bonocía  personalmente,  el  señor  Monasterio, 
leí  Argonauta  en  la  signiente  forma: 

e  baque,  con  dirección  á  la  Habana,  el  fisc 
>ral  de  Sinta  Olara,  don  Enrique  Yázques, 
■ía  y  exprimer  jefe  del  batallón  de  San  Quintil 
constar  que  este  jefeoperó  como  subalterno  e 
abe,  por  lo  tanto,  lo  qae  entre  manos  ae  trae, 
o,  re(übi6  el  señor  Yácques  una  inesperada  o 
&a  la  que  no  se  determinaba  nombre  ni  coi 
ae  iba  en  el  buqae  un  pájaro  de  cuenta. 
T'ázqaes  al  capitán  del  barco:  éste  le  autorizó  f 
lo  en  el  momento  de  cobrar  los  pasajes,  poi 
la  camareta;  la  operaolón  ss  verificó  y  no  c< 
lono  el  pasajero  don  Lorenzo  Dapuy. 
m  guardia  civil  qae  iba  enfermo,  estableció 
señor  Vázquez,  y  se  esperóla  hora  del  almuev 
esentándose  el  tal  Dopuy  en  la  mesa  se  le  mi 
[ue  se  encontraba  indispuesto.  > 
>reseQtó  en  el  camarote,  acompañado  del  oaj 
nsertamos  el  parte  oficial,  donde  consta  el  diá! 

militar  de  la  comandancia  de  Santa  Clara, 
mi  cargo,  necesito  saber  como  se  llama  nsl 

renzo  Dapuy,  como  lo  acredita  esta  cédula  de 
la  Habana. 

ola  nada  significa,  por  ]a  facilidad  con  que  es 
hago  caso  omiso  de  ella,  y  uo  creo  que  usted  i 

roca  usted. 

1  vamos  á  ver  ahora  mismo.  Ordenanza,  diga 
arios  señor  Monasterio,  qae  me  haga  el  obse 


^ 


OBÓmOA  DB  LA  QÜSKBA  DB  CUBA  581 


tiompareoió  el  tenieatei  y  el  eeñor  Vázquez  lo  interroga  en  esta 
forma: 

— :¿Oonooe  usted  á  ese  hombrr? 

— ^Sí,  señor;  se  llama  José  Loreto  CeperOi  y  lo  conozco  por  haber  sido 
su  padre  arrendatario  del  mío. 

— Sí|  yo  soy  Cepero — responde  el  cabecilla. 

— ¿^  decir — agregó  el  señor  Vázquez — que  usted  es  el  titulado  co- 
mandante segundo  jefe  de  la  partida  de  Regó  y  quien  mandó  la  van- 
guardia insurrecta  en  la  acción  de  Mal  Tiempo? 

— ^Sl  mismo,  el  mismo;  y  á  propósito,  señor  teniente  coronel:  ¿por 
I        qué  ponen  ustedes  á  esos  soldaditos  nuevos  á  la  vanguardia?  Nos  los  co- 

!  HEMOS  COMO  GOBBIOÑZS. 

i  £1  jefe  español  midió  con  despreciativa  mirada  á  aquel  insolente  y 

\        no  contestó  la  pregunta;  lo  constituyó  en  prisión  y  no  sin  peligro  pudo 
conducirlo  á  la  Habana  y  presentarlo  al  general  en  jefe,  quién  lo  entregó 

I        al  general  Arderíus,  que  dispuso  su  traslación  al  Morro. 

I  Al  ser  registrado,  se  le  encontraron  140  centenes  y  una  cédula  de 

ciudadano  americano,  extendida  por  et  cónsul  de  esta  República  en 
Cienfuegos,  cuando  ya  el  Cepero  se  encontraba  en  el  campo  rebelde. 

I  Cual  será  la  suerte  que  alcanzará  al  sanguinario  cabecilla,  no  se  sabe. 

El  y  los  suyos  empéñanse  en  demostrar  que  iba  á  la  Habana  á  pre- 
sentarse al  general  en  jefe  y  someterse  al  Gobierno  legítimo.  Otros,  los 
más,  juran  que  llevaba  una  misión  secreta  de  Máximo  Gómez. 

Sea  lo  que  fuese,  Cepero  no  dejará  de  ser  un  traidor,  un  cabecilla 
insurrecto  y  un  asesino  de  los  70  soldados  de  Bailen,  por  él  mandados 

I        machetear. 


I^A.  Ij-A-  dvc^^hi 


05  fllibosteros  tenían  necesidad  de  hacer  ana  qne 

sonada,  ya  qne  tantaa  eran  las  palixas  que  Uevaban  i 

tropas  leales. 

Lo  habían  intentado  todo  y  no  les  quedaba  mi 

oarsos  qne  acudir  al  ya  gastado  resorte  de  preparai 

embarcos  de  hombres  y  dinero, 
tocóle  en  suerte  á  Calixto  García:  el  cabecilla  de  más 
L  las  filas  insurrectas,  y  dicho  y  hecho;  no  bien  se 
ido  la  expedición  estaba  dispuesta. 
ectos  daban  mucha  importancia  &  esta  expedición, 
•nte  para  nosotros  no  faé  así,  porque  la  providenci 
siempre  de  todos  estos  asuntos,  aguó  las  esperanzas  i 
lecidoB  de  la  patria. 

teros  salieron  del  puerto  de  Nueva  York  el  sábado  p 
!arzo)  en  un  remolcador  qne  se  dirigió  al  Sast  Hiver 
S  navegando  hasta  encontrar  la  balandra  Hawkins. 
Ulaba  preparada  para  zarpar  y  tenía  sobre  oubiertf 
gnerra  y  muchos  sacos  de  carbón. 
.  del  barco  aseguró  á  Calixto  García  y  mui  oompaf 
men  tiempo  dnrante  varios  días. 


OBOKICA  DB  LA  QUIEBRA  DB  0ÜBA 583 

Esta  afirmación,  llenó  de  regocijo  á  todos  los  expedicionarios  y  la 
Hawkins  dio  vuelta  á  Moncaarte  Point,  dirigiéndose  hacia  el  Sur. 

Durante  todo  el  domingo,  navegó  el  barco  en  excelentes  condiciones, 
pero  á  las  nueve  de  la  noche  se  inició  un  tiempo  duro,  y  la  máquina  co- 
menzó á  hacer  agua. 

Esto  alarmó  sobremanera  á  los  tripulantes  y  pasajeros  que  comen* 
laron  á  protestar  de  las  afirmaciones  que  el  capitán  les  había  hecho, 
hacía  poco  tiempo. 

El  capitán  no  se  inmutó  por  ello,  pero  comprendiendo  la  gravedad 
del  peligro  que  corrían,  adoptó  cuantas  disposiciones  juzgó  oportunas 
para  evitar  una  catástrofe. 

Cuantos  se  hallaban  en  el  vapor,  comenzaron  á  trabajar  con  empeño 
para  evitar  que  el  barco  se  fuera  á  pique,  y  á  las  tres  de  la  mañana  del 
lunes  el  barco  seguía  haciendo  agua  en  tales  proporciones,  que  se  juzgó 
imposible  desalojarla. 

A  esa  hora,  el  agua  apagó  los  fuegos  de  la  máquina  y  el  buque  tuvo 
que  marchar  navegando  con  su  única  vela. 

Entonces  el  capitán,  cuidando  ante  todo  de  salvar  la  vida  de  los  pa* 
sajeros,  dio  orden  de  arrojar  la  carga  al  mar. 

Los  filibusteros  trataron  en  un  principio  de  disuadirle  de  tal  propó  • 
zito,  pero  ante  las  observaciones  de  aquél,  acabaron  todos  por  obedecer 
sos  órdenes,  y  aun  cuando,  con  inmensa  pena,  los  separatistas  ayudaron 
á  los  tripulantes  á  echar  al  agua  los  pertrechos  y  el  carbón  que  condu- 
cía el  buque. 

Los  momentos  aquellos  fueron  de  angustia  indecible:  todos  gritaban 
desesperados,  maldecían  y  hasta  rezaban  porque  la  inminencia  del  pe- 
ligro les  obligaba  á  todo  y  no  faltó  quién  se  desnudara  para  arrojarse 
al  agua  si  el  caso  era  llegado. 

Cuando  se  hallaban  á  los  37^  y  58**  de  latitud  y  á  72''  y  39''  de  lon- 
gitud, el  vapor  pidió  auxilio  y  logró  per  atendido  á  las  8  de  la  ma- 
fiana. 

Se  le  prestaron  tres  balandras,  y  los  expedicionarios  pudieron  diri- 
girse á  Geik  en  cinco  botes  salvavidas. 

Sorprendió  y  se  comentó  mucho  en  la  Habana  que  fueran  Calixto 
García  el  jefe  de  la  expedición  filibustera,  y  su  hijo,  los  primeros  que 
saltaron  á  un  bote. 

De  los  otros  botes,  los  tres  primeros  con  70  náufragos,  fueron  rece- 
los por  la  balandra  Buhe  que  se  dirigía  á  Bostón  y  los  transbordó 
"^go  al  remolcador  DaTzell  que  se  encontró  en  la  ruta. 

El  remolcador  se  dirigió  á  Nueva- York  inmediatamente  y  desem- 
•rcó  á  los  filibusteros  allí,  á  la  una  de  lá  tarde. 

El  cuarto  bote  fué  recogido  por  la  balandra  Benedict  que  hacía  el 
'ie  desde  Norfolk  á  Bostón. 


584 OEOMOA  PM  Lá  OOKBBA  D«  OÜBA 

El  quinto  bote,  pudo  acercarse  á  la  balandra  Crosky  qa< 
'  &  Porland  y  en  la  cual  hallaron  acogida  los  náufragos. 

No  se  tienen  noticias  de  18  pafajeroa  del  Hawkins:  se  lew 
didos  y  se  supone  qne  la  mayor  parte  pertenecían  al  prímfr  \ 

Entre  los  que  desembarcaron  en  Nueva  Yoik,   ftgarab 
García,  su  hijo  Roza,  el  doctor  Hernandei  y  Agnatin  Cervant 

La  balandra  Benedict  condujo  25  náufragos  á  Bostón:  y 
solamente  recogió  13,  entre  los  cuales  estaba  Alfredo  Arango. 

La  Hawkins  naufragó  cien  millas  al  Sudeste  de  Barregat. 

Esta  catástrofe  destruyó  las 
ioás  doradas  esperanzas  de  los  ~ 

insurrectos  cubanos. 


Los  enemigos  de  España  ha- 
bían estado,  desde  el  mes  de  Agoa 
to,  haciendo  preparativos  para 
organizar  la  expedición  filibuste- 
ra, sin  duda  la  más  importante 
de  todas  cuantas  han  salido  de 
las  coetaa  norte  americanas  des- 
de que  dio  comienzo  la  funesta  ¿ 
insurrección  de  Cuba.  ^ 

Los  laborantes  y  separatistas 
residentes  en  los  Estados  Unidor 
han  contribuido  todos  con  sus  ^ 

dineros  ó  han  hecho  cuantos  ea* 
fuerzos  lea  han  sido  posible  para  recaudar  cantidades  con  á* 
gastos  de  la  expedición. 

El  desembarco  de  esta  había  de  ser  en  el  pnerto  de  Quadiai 
en  la  parte  Occidental  de  la  provincia  de  Finar  del  Rio  y  esi 
nada  á  salvar  á  Antonio  Maceo  de  la  difícil  situación  en  que 
juzgar  por  el  apremio  con  qne,  desde  hace  días,  viene  pidiei 
zos  y  municiones,  para  poder  hacer  frente  á  las  columnas  d 
que  tan  activamente  le  persiguen  y  acosan. 

La  situación  de  Maceo  debe  ser  indudablemente  oompromet 
qne  la  salida  de  la  expedición  se  ha  adelantado  algunas  aenu 
de  llevar  cnanto  antes,  armas  y  moniciones  al  jefe  mulato. 

Por  consecuencia  del  naufragio  de  la  Hawkins  han  perdi 
bnsteros  1,200  rifles,  1.000,000  de  cartuchos,  3,000  Ubraa  d 
y,  dos  cañonea  de  tiro  rápido  sistema  Hothkiss. 

Caloálase  en  cien  mil  duros  el  importe  de  laa  armas  y  i 


ob6nica  p»  la  omnaA  dm  coba 585 

perdidas,  BÍn  contar  otros  trece  mil  daros  que  los  revolaeioiiaríoB  cu- 
banos tuvieron  qae  entregar  para  adquirir  el  barco. 

La  expedicidn  formábanla  126  hombres,  jóvenes  la  mayor  parte  y 
pertenecientes  &  familíaB  acomodadas  y  conocidas  en  la  Habana. 

A  más  de  los  citados,  contábanse  también  entre  ellos,  Bernardo  Soto 
y  dos  químicos  de  nacionalidad  francesa. 

£1  fracaso  de  la  expedición  ha  producido  hondo  disgusto  á  Calixto  Gar* 
oía  y  se  ha  negado  rotundamente  á  celebrar  conferencias  con  los  repor- 
lers  de  los  periódicos  que,  como  es  natural,  acudieron  en  buen  número  á 
su  casa,  impacientes  por  conocer 
todos  loa  accidentes  del  naufragio. 
Estrada  Palma,  el  presidente 
de  la  junta  revolucionaria  cubana, 
se  ha  negado  también  á  recibirá 
los  periodistas,  porque  teme  sin 
dada,  haber  incurrido  en  respon- 
sabilidades y  cometer  alguna  in- 
discreción. 

El  naufragio  y  como  oonse* 
cnencia  el  fracaso  de  la  expedición 
ha  producido  verdadera  conster- 
nación en  los  separatistas.  El  in- 
dividuo de  la  janta  que  intervino 
en  la  compra  del  vapor  Hawkins  es 
acusado  por  aquellos  de  haber  ob- 
tenido un  beneficio  de  5000  daros. 
o.b«iiu  x>b  j^  noticia  del  desastre  de  Jos 

álibusteros  ha  producido  gran  entusiasmo  entre  los  leales  de  la  Habana, 
dónde,  desde  hace  algún  tiempo,  circulaba  el  rumor  de  que  los  laboran- 
tes venían  preparando  una  expedición  de  gran  importancia. 

Calixto  García  y  su  hijo  están  enfermos  por  consecuencia  de  la  mo* 
jadora. 

La  Hawkins  se  hiio  al  mar  sin  llevar  papeles  ni  haberse  llevado 
ninguna  formalidad  administrativa. 

Díoese  en  Nueva-York  apropósito  del  naufragio,  que  el  Hawkins  era 
un  vapor  viejo  y  desechado  ya  como  inútil  para  la  navegación.  El  car- 
I  _ento  era  eonáderable  y  á  más  de  las  armas  y  municioiies,  figuraba 
t  ~  respetable  partida  de  productos  químicos  para  la  elaboración  de  po- 
-t  ..js  explosivos.  El  mayor  número  de  los  filibusteros  que  figuraban  en 
1  "expedición,  estaba  formado  por  el  llamado  «grupo  de  Carrillo»  que 
4  .^prende  separatistas  de  alguna  influencia.  Calixto  García  acusa  da 
<  -ludaoión  á  los  agentes  que  llevaron  á  efecto  la  compra  del  barco;  y 
1        it«  de  Nueva  York  atribuye  el  desastre  á  un  espía  español. 


^^!^^^i^^^^^!p!p^ 


Ei^A-S  oh:.a:ro.a.s 


Invitación  á  un  combate. 

L  día  14  de  febrero  &  las  eiete  de  la  mañana,  el  ea 

tan  jefe  de  la  columna  acampada  en  el  ingenio  D 

oe  Nombre  (Maoagna),  don  Francisco  Martín  Si 

chez,  diputado  á  Cortes  y  aotnal  gobernador  i 

Banco  de  Faerto  Rico,  tnvo,  por  conñdeneia,  m 

cías  exactas  de  qae  las  partidas  mandadas  por 

Pancho  Pérez,  Clotilde  García,  El  Inglesito,  El  Ca 

es,  con  fuerza  total  de  1200  hombrea  montados,  ea 

la  colonia  Las  Charcas,  á  9  kilómetros  del  ingenio 

ksar  el  día.  Consistía  el  armamento  de  parte  del  a 

erólas  y  escopetas,  pero  mnchos  ginetes  iban  armat 

nte.  El  administrador  del  ingenio  que  dio  minnci- 

armamento  de  los  mamblaes  y  era  amigo  íntim* 

asta  el  extremo  de  haber  el  día  antes  celebrado 

os  jefes,  ojÓ  decir  al  titulado  general  de  divi' 

ento  de  expansión  y  mientras  pasaba  revista  i 

Martín  Sánchez,  á  quien  conozco  de  haberle  vist' 


ObAnIOA  P«  la  aOKRBA  D«  <?OBA 587 

Madrid  mnohaa  veces,  qae  mañana  paao  aqnt  el  dia  y  tendré  mucho , 
gaeto  en  que  venga  á  tomar  café  coa  noBotros. 

Al  enterarse  él  señor  Martín  Sánchez  del  osado  reto  que  por  oondnc ' 
[    to  del  admitústradoT  del  ingenio  le  dirigía  el  cabecilla  insurrecto,  pre- 
paróse inmediatamente  á  contestarlo  en  la  debida  forma.  Sabía  que  los 
mambises  tenían  ganas  d^  peleal  (como  ellos  dicen)  y  de  presentar  un 
combate  formal  á  los  españoles,  cosa  rara  en  esta  guerra  irregular  de 
'  vergonzosas  fugas  j  de  cobardes  emboscadas.  Inmediatamente  pidió  re 
ñiersos  á  los  puestos  más  próximos,  y  á  la  una  de  la  tarde  llegan  proce- 
dentes de  Macagua  160  voluntarios  y  15  caballos,    qne  unidos  con  90 
,    disponibles  de  !a  compañía  formarían  nnacolnmita  de  250  combatientes. 
Después  que  los  ofloiales  bubieron  almorsado  reunidos,  el  jefe  de  la 
columna  se  levantó  y  les  dijo: 

— Caballeros,  Laeret  y  Pancho  Pérez  nos  esperan  á  tomar  café  en  Lhs 
Charcas.  Hay  que  ser  corteses  y  acudir  á  la  dta. 

Púsose  la  ooinmna  en  movimiento  dirigiéndose  hacia  Las  Charcas  y 
eoando  daban  ya  vista  al  enemigo  rompió  éste  nutrido  fuego  á  unos  dos 
kilómetros  de  distancia  del  ingenio.  El  tiroteo  de  los  insurrectos  fué 
inmediatamente  contestado  por  la  vanguardia  qne  hizo  abandonar  á  los 
mambises  el  puente  del  río  Palma,  dispersándose  numerosos  grupos  de 
ginetes.  Los  soldados  españoles  apoderáronse  de  dos  puentes,  sin  gran 
reaistencia  y  entraron  en  Las  Charcas.  Desde  allí  divisáronse  grandes 
masas  de  caballos  que  ocupaban  más  de  un  kilómetro  frente  al  campamen  - 
to  insurreeto.  Avanzó  la  segunda  compañía  en  orden  de  combate,  pero  la 
caballería  enemiga  confiando  en  la  superioiidad  nomérioa  que  tenían 
Bobre  los  valientes  defensores  del  honor  de  España,  precipitóse  sobre 
ellos  con  infernal  gritería,  intentando  dar  una  carga  al  machete. 

Los  españoles  con  extraordinario  valor  y  serenidad  admirables,  no 
ólo  rechazaron,   sino  que  hicieron  retroceder  también  á  la  caballería 
nemiga,  obligándola  á  formar  cuatro  grupos,  los  cuales,  apoyados  en 
I  batey  y  cubriendo  los  caminos  que  van  á  los  montes  del  Retiro,  con- 
ibieron  sin  duda  el  propósito  de  envolver  á  nuestras  tropas.  En  estos 
lomentos  se  empeñó  un  radísimo  combate.  El  fuego  de  los  nuestros  era 
an  nutrido  y  ordenado  qne  resistió  diez  cargas  de  los  mambises,  los 
nales  en  grupcs  de  100  á  150  se  arrojaban  furiosamente.  El  empaje,  la 
isciplina  y  la  bravura  de  las  tropas  leales,  obligábales  á  retroceder,  no 
^-^.ante,  el  empeño  de  los  jefes  que  cada  vez  intentaban  destacar  más 
jtes  de  los  grupos,  no  consiguiéndolo.  Después  de  larga  lucha  la  ca- 
lería enemiga  se  ocultó  en  los  cañaverales,  y  el  batey  cayó  en  poder 
las  tropas,  huyendo  vergonzosamente  el  enemigo  en  dirección  del 
~te.  En  el  lugar  del  combate  fueron  hallados  11  cadáveres  de  insu- 
.os,  7  caballos  muertos,  muchos  pertrechos  de  guerra  y  siete  reses. 
>-  según  datos  auténticos,  tuvieron  los  enemigos  mochas  más  bajas. 


OHOMIOA  D»  LA   QOMtBA  DM  ODBA 

bo  1  gaerrillero  maerto,  7  heridoi  y  14  cont 

valor  dadas  en  esta  brillante  aooiÓn  por  el  « 

Boiales  á-  sos  ordenas  señores  Peinador  y  Loi 

tropa  f aeron  objeto  de  vivas  y  entoBÍastas  fe 

BíarÍD. 

e  se  ha  observado  ana  ves  más  la  inmensa  mperiori-  ^ 


^m0^0^m0*0^0^0*0^0t0*0*0^0*0t0*0^m*0^0^0^0t0*0^0*0mt0*0*0^^^^m0*0it0^0*0t0t0^0*0^0^m 


El  combate  de  LA  ESPERiÍLiSrZA. 


STB  es  el  nombre  de  un  volnntario  de  21  años,  casi  an  ni- 
ño, que  rodeado  por  tmos  veinte  insurrectos  y  habiendo 
perdido  su  caballo,  se  dispuso  á  vender  cara  su  vida,  ba- 
tiéndose tan  admirable  y  heroicamente  y  con  tan  pas* 
mosa  serenidad,  que  puso  á  tres  hombres  fuera  de  com- 
bate y  á  las  10  de  la  noche  se  presentó  en  este  pueblo  con  su  carabina  y 
im  solo  cartucho. 

Por  espacio  de  más  de  media  hora  estuvo  rodeado  por  los  insurrectos 
que  hacían  grandes  esfuerzos  por  apoderarse  del  valiente  joven,  pero 
cada  vez  que  el  enemigo  se  aproximaba,  le  hacía  fuego,  obligándoles  á 
retroceder  hasta  que  logró  al  fin  internarse  en  un  espeso  cañaveral,  y 
favorecido  por  la  noche,  dirigióse  al  pueblo. 

Jk  conducta  de  este  valeroso  joven  es  merecedora  de  los  mayores 
e  'Aos.  Sin  haberse  batido  nunca,  se  defendía  con  inusitada  bravura  de 
1  te  enemigos  y  los  derrotó,  porque  derrota  vergonzosa  es,  por  cierto, 
^  JAnta  gente  no  pudiera  apoderarse  de  un  hombre,  que,  solo  y  ha- 
I  ^do  presenciado  la  horrible  muerte  de  sus  dos  compañeros,  se  defen* 
i    ^'^  ^el  modo  que  lo  hizo. 


W^^''''' 


580 OBÓMIOA  D»  LA   flüEBRA  PM  OUBA ^^ 

f.. 

I-  Un  reto. 

I  El  cabeoilU  Leoncio  Vidal,  iigaiendo  el  sistema  de  las  baladronadaí 

í^ .  á  qne  son  muy  dados  loa  mambises,  esoríbió  ana  insolente  carta  al  va- 
¥'■  liente  comandante  Mellado,  retándole  para  qae  aondíera  con  sn  colamna 
^'  á  los  terrenos  del  demolido  ingeaio  América,  donde  según   decía  en  la 

£'■"  carta  le  esperaba  con  más  de  300  rebeldes,  con  los  que  estaba  dispuesto 
^.  á  combatirle. 

A  poco  de  recibirse  la  carta  mencionada,  llegó  na  lechero  con  un  re- 
cado del  mismo  cabecilla  que  confirmaba  el  reto  anterior  y  que  dijo 
además  que  le  habían  amenazado  con  cortarle  el  cuello  si  no  llevaba  el 
a7Íao  al  propio  Mellado. 

La  noticia  del  insolente  reto  del  cabecilla  Vidal  se  hizo  bien  pronto 
pública,  y  el  conocimiento  de  ella  por  los  soldados  llenó  á  éstos,  de  in- 
menso regocijo  y  todos  se  manifestoron  impacientes  por  acudir  pronta- 
mente al  sitio  señalado  donde  se  prometían  poseídos  da  verdadero  entu- 
siasmo hacer  un  escarmiento  de  laa  osadías  y  fanfarronadas  de  los  mam- 
bises. 

Lapequeña  columna  de  Mellado  deseosa  ya  de  combatir,  púsose  en 
marcha  inmediatamente  anhelosa  de  llegar  cnanto  antes  al  sitio  desig- 
nado por  el  referido  cabecilla. 

Foco  después  de  la  salida  del  pneblo,  se  mandó  hacer  alto,  y  diri- 
giéndose á  BUS  soldados,  les  dijo  su  comandante: 

«Soldados:  El  cabecilla  Leoncio  Vidal  ha  tenido  el  atrevimiento  que, 
yo  aparte  de  todo  le  agradezco,  de  dirigir  una  carta  retándome  para 
que  acudiera  con  mi  colamna  á  un  sitio  determinado.  Sé  que  la  fuersa 
enemiga  es  por  lo  menos  tres  ó  cuatro  veces  mayor  en  número  que  nofr 
otros,  pero  sé  también  lo  mucho  que  vale  el  valiente  soldado  español, 
que  sabe  morir  frente  al  enemigo  sin  abandonar  nunca  un  palmo  del  te- 
rreno  conquistado- > 

Aludió  después  á  la  bárbara  muerte  de  los  voluntarios  qae  esa  misma 
partida  había  macheteado  el  día  anterior,  diciendo  á  sus  soldados  que 
era  necesario  vengar  el  asesinato  de  aquellos  valientes,  terminando  con 
vivas  á  España,  al  rey,  al  general  en  jefe  y  al  ejército  que  fueron  ood> 
testados  con  entusiasmo  delirante. 

La  arenga  del  comandante  enardeció  de  tal  modo  á  los  soldados  c 
inmediatamente  emprendieron,  no  una  marcha,  sino  una  verdadera 
rrera  en  su  afán  de  encontrar  cnanto  antea  á  la  partida. 

En  esa  forma,  no  tardó  mucho  la  columna  en  llegar  al  logar  der 
nado  por  el  cabecilla  Vidal,  y  visto  que  el  enemigo  no  parecía,  se  h 
un  detenido  reconodinlento  por  aquellas  inmediaciones  que  no  di^ 
Bultado  alguno. 


GBÓNIOA  DB  LA  OUBRRA  DX  CUBA  5&1 

El  desenoanto  de  los  soldadoa  que  iban  deseoaoB  de  combatir,  faé 
grande,  y  un  andaloz  que  formaba  parte  de  la  oolmnna  no  pndiendo 
contener  los  efeotoe  que  la  hnida  del  cabecilla  le  habfan  producido,  dijo 
á  su  jefe: 

— Mi  comendante;  otra  vez  no  haga  Y.  caso  de  los  mambises.  Es 
gente  de  ^es^.formcUiá. 

Una  insurrecta  distinguida. 

La  señora  Menocal  que  acotnpañaba  á  su  esposo  el  médico  habanero 
don  Raimundo  Menocal,  muerto  en  la  acción  de  Pozo  Hondo,  según  in- 
formes telegráficos  que  tenemos,  es  hermana  del  diputado  autonomista 
cubano  y  catedrático  de  Derecho  de  aquella  Universidad  don  José  Ante  • 
lín  del  Cueto. 

'  De  este  matrimonio  habían  nacido  cinco  hijos,  el  mayor  de  los  cuales 
no  cuenta  aún  diez  años,  los  qae  no  sabemos  si  también  estarán  en  la 
manigua. 

El  doctor  Menocal  fué  detenido  en  junio  último  por  orden  del  gene- 
ral  Martínez  Campos,  y  puesto  en  libertad  poco  después  á  condición  de 
trasladar  su  re&idenoia  al  extranjero,  de  donde  regresó  con  su  esposa  en 
una  de  las  últimas  expediciones  insurrectas. 

El  doctor  Menocal  tenía  varios  hermanos  en  la  manigua,  uno  de  los 
cuales,  secretario  de  Máximo  Gómez,  llamado  Mari^,  murió,  aún  no  ha- 
ce un  mes,  en  el  ataque  de  Bejucal. 

El  único  hermano  que  no  tenía  en  la  insurrección,  es  el  llamado  Nar- 
ciso que  ejerce  las  importantes  f anciones  de  juez  de  primera  instancia 
en  el  partido  de  Trinidad,  no  obstante  su  notorio  abolengo  separatista. 


Lo  de  la  heligeranda. 

Dicen  de  Washington  que  entre  los  documentos  presentados  por  Es- 
trada Palma  al  comité  de  negocios  extranjeros  del  Senado  norteameri- 
cano para  obtener  el  trato  de  beligerantes  en  favor  de  los  rebeldes  co« 
baños,  figuran  varias  actas  de  sesiones  celebradas  por  Ayuntamientos  de 
distintas  poblacipnes  de  la  isla,  bajo  la  presidencia  del  cabecilla  Máxi- 
m  4mez,  como  para  demostrar  que  ha  ejercido  autoridad  civil  en 
ac    ellos  pueblos. 

isegúrase  que  las  referidas  actas  están  revestidas  de  las  firmas  de  los 
oc    «rejales,  sellos  del  Municipio  y  demás  requisitos  legales. 

^ero  nosotros  preguntamos:  ¿qué  valor  pueden  tener  esos  documen- 
to    «Trancados  por  la  fuerza  á  los  inofensivos  habitantes  de  poblaciones 


i    A* 


^  /"rt 


qae  no  se  hallaban  amparadaB  por  ningana  gnamieión?  Loa  aetot  de 
TÍolenoia  oometidos  por  Máximo  Gómei  no  son  heehoe  ezageradoR  por 
los  partidarios  de  la  soberanía  de  Eapafia;  todo  el  mondo  sabe  los  ho- 
rrores A  qne  se  ha  entr^ado,  los  asesinatos,  los  fusilamientos  ordenadot 
por  él,  ¿qné  Talor  ni  que  faena  moral  ni  1^^  puedan  r^resentar  los 
domunentos  obtenidos  y  remitidos  por  d  titulado  ^enera/inmo  á  Was- 
hington en  tales  condiciones? 

Amenaza  separatista. 

Un  cablegrama  de  Nueva  Toik  que  comunica  la  agencia  Central 
Kfcws  dá  una  noticia  que  debe  acó 
gerse  con  la  natural  desoonftuua 
que  requiere  bu  origen. 

La  noticia  la  dá  un  individat) 
de  la  Junta  Cubana  en  los  Estados 
Unidos,  el  que  asegura  que  en  vir- 
tud de  comunicaciones  secretas  de 
Europa  acerca  de  la  proteodÓD 
que  la  Gran  Bretaña  concederá  á 
sos  subditos,  han  decidido  los  le 
TolnoionarioB  cubanos,  así  que  el 
congreso  norte  americano  haya 
adoptado  la  resolución  que  les  con  - 
ceda  derechos  de  beligerancia, 
hacer  navegar  barcos  con  paten- 
tes de  corso,  con  el  plan  de  des- 
D.  lbii  Fnnto  gu4cm.  truLT  cl  Comeroio  marítimo  de  li 

españoles. 

Estos  buques  están  ya  aprestados  para  hacerse  á  la  mar  en  aguas  i 
los  JEIstados  Unidos  y  de  la  América  dd  Sud. 

Trabajos  de  los  laborantes. 

Los  simpatizadores  de  la  insurrección  no  cesan  en  sus  trabajos  i 
Concitar  contra  España  el  odio  de  los  Americanos,  aunque  para  ello  i 
vean  precisados  á  apelar  á  todo  género  de  supercherías. 

Como  muestra  de  esto  transcribimos  á  continnácidn  los  par- 
más  salientes  de  una  correspondencia  de  Nueva  York. 

<Bs  cosa  de  ver — dice  la  carta  á  que  nos  referimos — el  clamorea 
sensato  de  loa  periódicos  «sen8acionalÍ8tas>,  inspirados  por  la  J' 
desde  que  se  anunció  el  nombramiento  del  general  Weyler  para  gu 
nadoT  general  de  la  iala  de  Cuba.  Trátase  de  hacer  pasar  á  éste  po' 


._ pgOmOA  DI  LA  OÜIBSA  P»  ODBA 593 

hombre  sangainarío  y  omel,  que  no  respetará  vidas  ni  haciendas,  en 
«aanto  se  enoar^pie  del  mando  superior  de  aquella  Aotilla. 

•Cítanse  hechos  de  crueldad  eometidos  en  épocas  pasadas;  pondé- 


OI*T*l*Bd  (praiUtDU  d«  la  Xip^bllM  d<  loa  Eatadoa  tfíiidiw) 

I  .5  la  emigración  diaria  de  familias  de  la  isla  de  Onba,  temerosas   de 

i  ninente  perseoncldn;  póneae  en  boca  del  general  Martínez  Campos 

fl  «oeptos  distintoH  de  loa  qae  expresó  al  salir  de  la  isla,  y  todo  esto  para 

d  apertar  sospechas,  para  hacer  atmósfera,  para  crear  un  sentimiento 

li  -til  en  los  Estados  unidos,  con  el  fin  ulterior  de  provocar  una  inter- 

1  <4¿n. 

OwmJcmo  78— X.  a  I*ieoio  lO  oem^^ 


594  OKÓKigA  DB  LA  OVSBBA  DB  OUBA 

» Contribuyen  poderosamente  á  este  fin  los  corresponsales  americanog 
en  la  Habana,  que  por  telégrafo  dioen  una  cosa  á  sas  periódicos,  y  por 
cartas  verdaderas  atrocidades  que  revelan  mal  querencia  sin  nombre. 
Esta  propaganda  insidiosa  nos  hace  mucho  daño,  y  no  se  comprende 
cómo  las  autoridades  en  la  Habana  no  estén  bien  enteradas  de  estos  he- 
chos y  no  les  ponen  coto.  Bastaría  confrontar  á  esos  periodistas  con  su 
obra;  advertirles  por  primera  vez,  para  que  nos  sobre  la  razón,  que  es 
censurable  lo  que  hacen  y  embarcarlos  para  los  Estados  unidos  á  h 
segunda  vez  de  delinquir.» 


r 


lüiiiiiiiiiiii! 


Varios  combates 


iL  día  22  de  Febrero  parte  de  la  oolamna  del  general  Prats,  oom- 
i  pneata  de  tmoB  200  hombrea  del  batallón  de  Aateqaera,  al  man- 
:  do  del  teniente  coronel  don  Joaquín  Carrasco,  encontró  en 
terreno  del  potrero  Cononi,  del  ingenio  Luisa  en  el  barrio  Vie- 
ja Bermeja,  del  término  de  Cabezas,  las  partidas  insurrectas  de 
ecillas  Niiñes,  Collazo,  Vidal  y  Bodrfgaei,  fuertes  de  1£00  oaba- 
too  infantes. 

rebaba  la  columna  por  un  callejón,  y  al  llegar  cerca  de  un  caña* 
las  avanzadas  de  la  vanguardia  dieron  el  ¡alto!  á  un  grupo  que 
6  haciendo  nutrido  fuego  que  no  tardó  en  generalizarse,  sostenien- 
irosamente  el  primer  ataque  la  segunda  y  tercera  compañía  de 
lera  que  formaba  la  vanguardia.  t 

ipereibirse  los  insorreotos  de  la  inferioridad  de  la  columna,  dieron 
le  <al  machete  que  son  pocos, »  lanzándose  furiosamente  en  confusa 
a  sobre  nuestras  tropas;  pero  éstas  no  solo  resistieron  con  sereno 
il  impetuoso  choque,  disparando  descargas  cerradas  como  un  sólo 
e,  á  la  voz  de  mando  de  sus  jefes  y  oficiales,  sino  que  á  la  hora  y 
lOtoa  de  empezada  la  acción,  rechazaron  completamente  al  enuni- 
B  huyó  precipitadamente,  llevándose  entre  muertos  y  heridos  m&s 
lombres  de  los  cuales  se  le  recogieron  3  muertos. 


596  OBÓNIOA  DB  liA  QUMMUL  P«  OOBA 

La  oolumna  tuvo  también  sensibles  pérdidas:  muertos,  cuatro  solda- 
dos y  el  teniente  Sarti,  y  heridos  10  individuos  de  tropa. 

Al  marcharse  los  insurrectos,  ocupó  la  columna  el  campamento  que 
tenían  aquellos,  recogiendo  gran  número  de  armas,  municiones,  efeetos 
y  encontrando  30  caballos  muertos  y  varios  heridos. 

Los  heridos  de  nuestra  columna  fueron  trasladados  á  Unión  de  Be- 
yes, desde  donde  fueron  conducidos  á  Matanzas  en  un  tren  del  ferroca- 
rril de  esta  ciudad  y  escoltados  por  el  segundo  teniente  don  Ángel  Prats, 
hijo  del  general  del  mismo  apellido,  que  asistió  á  la  acción  mencionada, 
por  el  sargento  Miguel  Bivas  y  los  soldados  de  la  3.*  compaftía  de  Ante- 
quera,  Zenón  Oteiza,  Antonio  Caatro,  José  Lobato  y  Andrés  Sáez. 

Los  heridos  se  llaman: 

Sdveriano  Abertica,  Nicolás  Jiménez,  David  Blanco,  muy  grave;  Jo* 
sé  Paredes^  grave;  Eustaquio  Amador,  muy  grave,  y  Cándido  Cervino 
de  la  2/  compañía  de  Antequera;  Baldomcro  Contreras  é  Isidro  Tosté, 
de  la  3/  compañía;  José  Bodríguez,  de  la  4."^  y  Mariano  Galán  de  la  5.* 

En  el  mismo  tren  llegaron  enfermos  á  Matanzas  los  soldados  de  An- 
tequera, Fabián  Yus,  José  Arias  y  José  Pujol,  y  el  de  María  Cristina 
Félix  Muñoz. 

En  la  estación  fueron  recibidos  los  heridos  y  enfermos  por  el  delega- 
do de  la  Cruz  Boja  don  Polioarpo  Lujan  y  varios  señores  de  dicha  Abo- 
ciaoión,  el  director  de  la  enfermería  regimentaría,  doctor  Portas,  y  otra» 
caritativas  personas  que  condujeron  á  los  pacientes  á  la  mencionada  en- 
fermería. 

Como  prueba  de  lo  rudo  del  combate,  consignamos  el  dato  de  qne 
sólo  dos  ó  tres  de  los  heridos,  lo  fueron  por  proyectiles  de  arma  de  fue- 
go; los  demás,  presentan  lesiones  de  arma  blanca,  habiendo  recibido  d 
soldado  David  Blanco  ¡18  heridas  de  machete! 

El  teniente  Franco. 

Pocos  días  antes  de  la  acción  que  acabamos  de  describir,  el  tenienl 
de  la  4."^  compañía  del  batallón  cazadores  de  Barcelona,  núm.  3,  coman- 
dante del  destacamento  de  Venero  (Camanayagua)  don  Luis  Franco,  re< 
cibió  del  cabecilla  Bermúdez  el  siguiente  escrito: 

«Venero  y  Febrero  del  96. — Comandante  del  puesto  de  Venero.  Ha( 
entrega  ó  mueren  todos.  Yo  tengo  poca  gente,  89,  considero  que 
tenga  ciento  y  pico,  á  mí  me  gusta  que  usted  tengan  más  para  \  tíx\ 
nos.  La  contestación  me  la  da  por  escrito  inmediatamente. — El  f  rtaj 
dor  mucho  ojo,  que  será  su  desgracia. — El  jefe,  Roberto  Bermúd 

El  primer  impulso  del  comandante  del  destacamento  fué  no  \3    itesj 
tar  nada  á  quien  ningún  respeto  le  merece;  pero  por  otra  parte  qu^.  ten 
do  demostrar  al  cabecilla,  que  le  esperaba  con  valor  y  serenidad^  ^  >  dij 
cidió  á  escribirle  y  le  contestó  en  la  siguiente  forma: 


OBONIOÁ  DB  UL  GUXRRJl  DÉ  OÜBA  597 


Señor  don  Roberto  Barmúdez. — Loa  españoles  no  cuentan  jamás  el 
número  de  sos  enemigos,  y  tocante  á  los  que  somos,  si  usted  vence  lo 
«abrá  por  el  número  de  muertos  que  encuentre. — El  oficial,  Luis  Franco. » 

Al  poco  rato  de  haber  entregado  la  contestación  al  mismo  portador 
del  escrito  de  Bermúdez  y  dando  muchas  voces,  aparecieron  al  lado  del 
bosque  y  ocultos  por  la  espesura  de  la  manigua  unos  300  hombres,  diri- 
giendo nutrido  fuego  al  fuerte,  contestando  los  29  defensores  allí  desta- 
cados, retirándose  el  enemigo  al  cuarto  de  hora,  convencido,  sin  duda 
alguna,  de  la  imposibilidad  de  vencer  á  aquellos  valientes  soldados  de 
España. 

Ignórase  en  absoluto  las  bajas  que  pudiera  tener  el  enemigo,  si  biea 
se  vio  caer  un  hombre  de  á  caballo. 

Cuando  las  fuerzas  del  fuerte,  salieron  después  á  reconocer  el  terreno, 
hallaron  el  sobre  de  la  carta  remitida  poco  antes  al  cabecilla  por  el 
oficial  Franco. 

La  fuerza  del  destacamento  no  tuvo  novedad. 

El  ataque  de  Sabanilla. 

En  la  mañana  del  día  24  de  Febrero,  una  fuerte  partida  insurrecta 
atacó  el  pueblo  de  Sabanilla  del  Encomendador  próximo  á  Matanzas, 
quemando  la  estación  del  ferrocarril  y  varias  casas. 

He  aquí  algunos  detalles  que,  no  sin  grandes  dificultades,  hemos  po- 
dido adquirir. 

Los  insurrectos,  al  mando  del  cabecilla  Eduardo  Garcfa,  invadieron 
el  pueblo  por  distintos  puntos  á  la  vez,  como  á  las  ocho  y  cuarto  ú  ocho 
y  media  de  la  mañana  dando  estentóreos  gritos  de  ¡Viva  Cuba  libre!  y 
disparando  sus  armas. 

La  forma  en  que  los  rebeldes  entraron  en  el  pueblo  produjo  entre 
los  vecinos  la  confusión  más  espantosa,  sobre  todo  en  las  calles  inme- 
diatas al  paradero,  que,  como  siempre,  á  la  proximidad  de  la  llegada  de 
los  trenes,  se  hallaban  concurridísimas. 

Al  enterarse  del  suceso,  el  bravo  teniente  de  la  guardia  civil,  jefe  del 
lesto  de  Sabanilla,  don  Mariano  Ruiz  Gaudullo,  con  los  15  hombres  á 
órdenes  y  unos  40  voluntarios  y  paisanos  armados,  corrieron  al  en- 
toentro  de  los  insurrectos,  cruzándose  entre  una  y  otra  parte  nutridisi* 
LO  Vego  de  fusilería. 

grupo  de  voluntarios  y  paisanos  se  situó  en  la  azotea  de  la  igle- 
sde  cuyo  punto  tiroteaban  á  los.  insurrectos,  dispuestos  á  todo.  En 
[ti  sitio  perdió  la  vida  un  vecino  llamado  Iturria  que  recibió  tres  ba« 
[azc*  en  el  cráneo. 

i  el  cuwtel  del  pueblo  había  un  destacamento  de  unos  60  hombrea 
Le  i     ^"^^«ría  de  marina,  que  al  enterarse  de  la  llegada  del  enemigo  se 


OBÓNIOA  DI  L&  aDXBBÁ  DI  COBA 


aprestaba  á  salir  á  batirlo;  pero  no  lo  hizo,  segnn  nuestros  ioformes,  aim 
qne  no  lo  asegoramos  rotnndamente,  por  haberse  opuesto  resneltamente 
á  ello  el  alcalde  corregidor,  capitán  de  infantería  de  marina  retirado 
don  Juan  Oalvez,  qae  el  día  anterior  había  tomado  posesión  de  dicho 
cargo. 

Loa  motivos  en  qne  esta  autoridad  fundara  su  opoeioión  á  la  salida 
de  las  fuerzas,  se  ignoran  en  absoluto,  pero  de  todas  suertes  son  moy 
duros  los  juicios  que  los  veoinoa  de  Sabanilla,  han  formado  de  tan  ex- 
trafia  conducta. 

Mientras  tanto,  la  lucha  continuaba  enconadísima  en  las  callen-  R) 
teniente  Ruis  y  el  puñado  de  hombres  que  le  rodeaban,  como  otros 
tos  leones,  solo  cesaban  el  fuego  para  precipitarse  encima  de  la  mai 
asaltantes,  al  arma  blanca,  sin  preocuparse  de  la  lluvia  de  proye< 
que  aquellos  les  lanzaban. 

En  esa  lucha  fueron  gravemente  heridos  dos  guardias  oivÜes,  y 
dieron  la  vida,  un  voluntario  conocido  por  Joan  el  Niño,  otros  d 
nn  dependiente  de  la  panadería  de  Cagigal,  muerto  á  machetazos. 

A  consecuencia  de  la  confusión  que  reinaba,  y  de  las  carreras 
daban  gran  número  de  vecinos  por  las  calles,  fueron  muertos  treí 
renos,  cinco  morenas  y  una  niña,  á  quienes  alcanzaron  los  dispar 
los  qne  se  batían. 

También  resultaron  heridos  un  niño  de  corta  edad,  hijo  de  Mau 
Pérez  y  varios  vecinos,  cuyo  número  exacto  se  desconoce. 

Los  insurrectos  tuvieron,  vistos,  17  muertos  que  se  llevaron. 

Dorante  el  tiempo  en  qne  el  grueso  de  la  partida  se  batía  con  e 
róico  teniente  Bniz  y  loa  qne  le  acompañaban,  grupos  desprendid 
ella  quemaban  el  paradero  de  la  empresa  de  Matanzas,  saqueaban 
completo  el  almacén  del  aai&tíQo  Audax,  al  que  después  pegaron  fi 
incendiaban  una  oarreteHa  recientemente  establecida  y  tres  6  ci 
casas  más,  saqueaban  la  bodega  de  Pellón  hasta  el  punto  de  rompf 
pipas  de  vino  para  qne  se  vertiera  el  líquido,  ya  que  no  podían  II 
selo,  y  se  llevaban  todas  las  existencias  de  la  tienda  mixta  La  Lt 
sita  en  la  calle  de  San  Eduardo,  en  el  Centro  del  poblado. 

También  quemaron  dos  carros  de  pasajeros  y  las  casas  de  la  i 
de  don  Emeterio  Iribe  Ándudi  y  de  Rafaela  Figneras. 

A  las  once  comenzaron  á  retirarse  los  insurrectos,  siempre  ba 
por  el  teniente  Ruiz  y  sus  hombres,  retirada  que  aceleró  la  Ue^ 
17  guardias  civiles  'de  Unión   de  Reyes  y  de  otro   grupo  de  ni 
guardias  que  con  los  capitanes  don  Eulogio  Antón  Ruoandio  y  ár- 
Rabadán,   que  iban  en  el  tren  de  viajeros   que  salió  por  la  taa- 
que  el  día  anterior  tuvo  qne  retroceder  á  Cidra  y  demorarse  al 
haber  sido  tiroteado  antes  de  llegar  i  Sabanilla,  ain  duda  por  la  " 
partida  qrie  atacó  el  referido  poblado. 


OBÓNIOA  D»  LA  QÜEBBA  Pg  OÜBA 599 

A  las  4  de  la  tarde  llegó  á  Sabanilla  el  tren  expreso  que  conducía 
una  columna  de  Valencia. 

Esta  fuerza  y  apenas  desembarcó  del  tren,  salió  en  persecución  de  los 
insurrectos,  acompañados  de  parte  de  la  de  infantería  de  marina,  que 
86  hallaba  en  el  cuartel  de  Sabanilla. 

El  combate  de  Pedroso. 

cHé  aquí  el  parte  oficial  de  la  acción  sostenida  por  las  fuerzas  al  man- 
do del  coronel  don  Bicardo  Vicuña  Diego  entre  Pedroso  y  Bolondrón. 

Encontré  las  partidas  reunidas  de  Periquito  Pérez,  el  Inglesito  y  Pe- 
pe Roque,  en  número  mayor  de  1.200  hombres,  á  mitad  del  camino  i  en- 
tre Pedroso  y  Bolondrón,  fuertemente  parapetados  en  la  cerca  de  pie- 
dras que  rodea  el  potrero  Vista  Alegre. 

Acto  seguido  de  ser  avistados  por  la  vanguardia  se  rompió  el  fuego, 
generalizándose  momentos  después  por  espacio  de  hora  y  cuMrto,  vién- 
dose obligado  el  enemigo  á  abandonar  pus  posiciones,  á  pesar,  de  tenaz 
resistenoia  y  á  dispersarse  en  grupos,  tomando  distintas  direcciones  y 
haciendo  imposible  su  persecución. 

Por  parte  de  la  columna  resultaron  un  cabo  y  un  corneta  heridos,  el 
primero  grave. 

El  enemigo  ha  sufrido  grandes  pérdidas  consistentes  en  12  muertos  y 
un  buen  número  de  heridos.  Además  11  caballos  muertos  y  heridos.  De 
los  primeros  dejaron  7  en  el  suelo,  que  coloqué  en  sitio  conveniente  y 
enando  regresé  de  la  persecución  habían  desaparecido,  creyendo  que  se 
loe  llevara  una  de  las  partidas  al  ser  disperso  el  grup'o.  Tanabién  deja- 
ron en  nuestro  poder  tres  caballos  con  monturas. > 


((((lílíílílí(IÍHIlílílílil!lllí!íiHlHllilllliÍIII((lll 


CABOS  SUELTOS 


N  eete  capitulo  ramos  á  ooneigDar  iatereeantes  notioias  reía 
tivas  todas  á  la  guerra  que  servirán,  oomo  todo  oaanto  in 
sertamos  en  esta  orónioa,  para  ilustrar  mejor  el  jnioio  d 
nuestros  lectores,  á  la  vez  que  de  anteoedente  necesario  par 
la  mejor  comprensión  de  posteriores  aoonteoimientos. 
Los  numerosos  medios  de  información  que  tenemos 
nuestro  servicio  nos  proporcionan  multitud  de  detalles  que  estímame 
Conveniente  sean  conocidos  de  todos  cuantos  sigan  con  interés  la  guerr 
de  Cuba  y  á  este  propósito  dedicamos  este  y  otros  capítulos  parecidos. 


El  general  CanelUis  en  Cien/uegos. 

Procedente  de  Santiago  de  Cuba  ha  llegado  á  Cienfaegos— «egúa  nc 
comunica  nuestro  corresponsal — en  el  vapor  Julia,  el  bizarro  general  d 
brigada  señor  Canella  con  su  Estado  Mayor  y  con  el  segundo  batalla 
del  regimiento  de  Simancas,  dos  piezas  de  artillería,  ana  gaerriUa'y  de 
compañías  de  las  escuadras  de  Guantánamo. 


QBÓNIGA  DX  LA  GUSBBA  DB  OOBA 


601 


El  recibimiento  hecho  al  bravo  general  y  las  tropas  que  le  acompa» 
fian  ha  sido  tan  entusiasta  como  cariñoso  por  parte  de  la  población. 

El  Casino  Español  se  llenó  inmediatamente  de  socios  encontrándose 
entre  ellos  el  marqués  de  Cienfnegos  y  todos  los  oficiales  que  estaban 
francos  de  servicioi  preparándose  en  los  salones  de  la  sociedad  un  es* 
pléndido  refresco  con  que  obsequiaron  al  general  y  sus  acompaftantes. 

Con  este  motivo  hubo  calorosos  brindis  que  pronunciaron  el  general 
Ganella,  el  marqués  de  Cienfuegos,  el  señor  Yaldelomar,  redactor  del  pe- 


0«M  BUuwa  (WasUngtoB). 


riódico  Las  Villas  y  el  señor  Acevedo,  secretario  particular  del  señor 
Canella,  predominando  en  todos  la  nota  patriótica  y  haciendo  votos 
para  la  pronta  terminación  de  la  guerra. 

Terminados  los  brindis  se  departió  entre  la  oficialidad  y  los  socios 
del  casino,  amigablemente,  hasta  que  se  retiraron. 


TkT 


co; 


en 


sil 


¿tro  activo  y  bien  informado  corresponsal  en  Nueva  York,  nos 
^a  importantes  y  extensas  noticias  acerca  del  espíritu  predomi- 

los  Estados  unidos  en  contra  de  la  causa  española. 

^y  que  repetir  una  vez  más — nos  dice — que  la  revolución  está  aquí, 

^istados  Unidos;  que  de  aquí  en  adelante  no  será  la  Junta  un 

^  de  escuela  y  un  abogado  sin  pleitos  quien  nos  haga  la  guerra, 

^  tendremos  por  enemigos,  capitales  americanos  manejados  por 


602 OBÓNIOA  DB  LA  eUBBBA  D»  OÜBA 

hombres  de  ic fluencia  en  el  país,  que  hace  tiempo  se  han  enviado  á 
Caba. 

La  lucha  de  aquí  en  adelante  será  más  bien  lucha  de  mar  que  de  tie- 
rra. De  este  país  partirán  elementos  de  destrucción  que  hace  tiempo  se 
vienen  preparando,  y  para  coparlos  es  probable  que  los  cuatro  buques 
que  en  tantos  meses  han  enviado  á  Cuba  no  estén  preparados. 

Este  es  el  momento  crítico  para  Cuba.  Le  hemos  visto  venir  día  por 
día;  y  si  es  que  hemos  de  salir  airosos  de  la  empresa,  ya  que  es  cuestión 
de  honra  nacional,  reunamos  en  ese  territorio  que  pertenece  á  cada  uno 
de  los  españoles,  y  no  á  un  puñado  de  malhechores  ingratos,  todos  los 
elementos  necesarios  por  mar  y  por  tierra  para  concluir  la  insurrección 
en  poco  tiempo,  y  para  hacer  frente  á  las  mil  y  una  contingencias  del 
exterior. 

Con  un  pretexto  ú  otro  se  pretenderá  dictamos  leyes  en  nuestra  pro* 
pia  casa,  porque  siempre  se  nos  ha  encontrado  acomodaticios;  y  si  no 
nos  armamos  de  energía  y  de  razón  se  nos  atrepellará.  Ta  se  prepara  la 
campaña  para  demostrar  que  cada  uno  de  los  actos  del  general  Weyler 
será  cruel  y  sanguinario;  y  como  de  aquí  en  adelante  el  elemento  aven- 
turero americano  se  lanzará  sobre  la  isla,  puede  imaginarse  si  han  de 
presentarse  casos  para  la  intervención  de  los  Estados  Unidos,  con  que 
sueñan  los  enemigos  de  España. 

Parece  que  han  partido  indicaciones  de  la  Casa  BIan<^  en  contra  de 
la  oportunidad  de  la  aprobación  del  dictamen  presentado  á  las  Cámaras 
por  la  comisión  de  relaciones  exteriores,  reconociendo  la  beligerancia  de 
los  insurrectos,  en  vista  de  que  los  informes  de  carácter  oficial  reoibidoa 
de  los  cónsules  americanos  en  Cuba,  no  lo  justifican. 

El  señor  Reed,  presidente  de  la  Cámara  de  representantes,  denotuestra 
igualmente  el  propósito  de  ir  á  pasos  contados  en  todo  lo  que  se  refiere 
á  la  cuestión  de  beligerancia.  De  esto  dio  prueba  durante  la  disciiflión 
del  dictamen,  y  todo  indica  que  se  pasará  algún  tiempo  antes  que  ae  lle- 
gue á  tomar  acuerdo.  De  todos  modos,  estas  dilaciones  no  quitan  nada 
de  la  gravedad  de  las  presentes  circunstancias. 

T  siendo  la  mayoría  de  ambas  Cámaras  republicanas,  todo  aeto  que 
pueda  traducirse  en  beneficio  del  partido,  sea  de  la  naturaleza  que  fuere, 
encontrará  decidido  apoyo.  La  cuestión  de  la  beligerancia  es  popular  en 
el  país  y  los  republicanos,  están  sobradamente  dispuestos  á  explotarla  i 
para  fines  políticos.  Sólo  el  presidente  Cleveland  podría  oponerse  tMnpo- 
ralmente  á  ella,  poniendo  el  veto  al  acuerdo  que  tome  el  Congref  ero 
más  tarde  es  probable  que  el  Congreso  pasase  por  enoima  del  ver<  j  A- 
reconocimiento  de  la  beligerancia  será  un  hecho. 

En  la  esperanza  de  que  los  insurrectos  triunfen  hay  grandes  .  ita* 
les  Aprontados  para  impulsar  la  insurrección  tan  luego  como  loa  F      do»; 


OBÓNIOA  DB  Lí  GUSSSA  DI  CUBA 


[Tnídos  reconozcan  la  beligerancia.  La  prensa  anuncia  que  están  arman 
lose  coatro  barcos  destinados  &  Cuba. 

Todo  esto  dá  caracteres  de  gravedad  á  la  sitaaoión. 

Corre  el  romor  qae  de  un  momento  á  otro,  serán  reducidos  á  prisión 
Calixto  García,  su  hijo  y  dos  individuos  que  figuraban  en  la  fracasada 
expedición  del  Ilawkina,  y  que  la  <Janta>  será  procesada. 


Zonas  de  operaciones. 

Nos  oomanican  de  Santiago  de  Cuba  que  por  el  comandante  militar 
le  la  plaza  y  con  objeto  de  abarcar  la  mayor  extensión  posible  de  te- 
rreno se  ha  dividido  la  zona  de  cultivo  de  aquella  jurisdicción  en  cuatro 
lonas  de  operaciones,  tomando  el  mando  de  la  primera  el  comandante 
Ion  Vicente  González  Moro;  de  la  segunda,  el  de  igual  clase  don  Juan 
!3odines;  de  la  tercera,  el  capitán  don  Francisco  Amador,  y  de  la  cuarta 
bI  capitán  don  Alfredo  Sasa. 

La  primera  zona,  tendrá  una  colamna  que  vigilará  Jara,  Majayara 
y  Bama;  otra  que  operará  entre  Mata  el  Gtlirito  y  el  Roble;  y  otra  que 
lo  hará  desde  el  Jamal  á  las  fincas  inmediatas. 

Segunda  zona. — Una  columna  que  operará  por  Sabanilla,  recorrien- 
do todos  los  terrenos  hasta  Capiro. 

Otra  que  operará  por  Bermejal,  Joar,  Guanacón  y  el  Fotuto. 

Tercera  zona.—Vra,  columna  encargada  de  vigilar  los  pasos  del  rio 
Toar,  y  otra  que  operará  por  Duaba  y  fincas  inmediatas. 

Cuarta  zona. — Una  colamna  en  Jomnri,  Sabana  y  pueblo  Viejo;  y 
otra  en  Sfaisi,  Los  Llanos  y  Gran  Tierra. 

Estas  columnas  en  sus  instrucciones  tienen  su  párrafo  que  dice: 

<En  los  reconocimientos  y  operaciones,  procurarán  inspirar  con- 
fianza á  los  vecinos  pacíficos,  aconsejándoles  que  se  mantengan  traba* 
jando  en  sus  fincas,  y  haciéndoles  ver  que  nada  tienen  qae  temer  de  las 
Ooltimnas,  cuya  principal  misión  es  la  de  protegerlos  y  salvar  sus  inte- 
reses. > 

Con  estas  medidas  y  la  llegada  de  la  columna  montada  de  Talavera, 

•e  oree  que  las  partidas  insurrectas  abandonarán  la  zona  de  cultivo,  y 

le  acaso  en  poco  tiempo  se  vean  tranquilos  los  campos  de  aquella  jn- 

iioción. 


HEROICO  ENCUENTRO 


EN  EL  CALLEJÓN  DE  JAVIRA 

OCHO  CONTRA.  SESENTA 


N  la  tarde  del  veinte  y  seis  de  Febrero  salió  de  Trinidad  una. 
pequeña  fuerza  del  batallón  de  Vizcaya  compuesta  de  eeho 
individuos  de  tropa  al  mando  de  un  oabo,  los  que  ee  encon- 
traban destacados  en  el  ingenio  Tajo,  á  una  legua  de  Tri- 
nidad. 

En  el  Callejón  de  Javira,  situado  á  medio  camino,  fueron  sorprendi- 
dos por  una  avalancha  de  gente  insurrecta  como  de  60  hombres,  al 
mando  del  cabecilla  Ventura  Ramírez,  atacándolos  por  sorpresa  y  ca- 
yendo sobre  la  pequeña  fuerza  que  se  defendió  con  heroismo  inusitado. 
A  loa  disparos  sentidos  en  distintas  partes  de  la  población  antedi- 
cha, salió  el  comandante  militar  señor  Lopeí  coa  faenas  de  la  guardia 
civil  y  el  teoieoite  señor  Andorica  con  foersas  de  Vizcaya,  al  lugar  del 


La  pequeña  fuerza  en  la  desigual  y  desesperada  resistencia  que  trabtf 
con  la  numerosa  gente  insurrecta,  tuvo  muertos  y  heridos  de  tropa  1< 
siguientes: 

El  cabo  José  Pedornós  que  montaba  á  caballo  cuando  iba  con  s 
fuerza,  recibió  en  la  agresión  graves  heridas  de  bala,  así  como  la  rotor 
de  la  femoral  que  le  cansó  la  muerte  casi  instantánea. 

£1  soldado  Amadeo  Pinos,  herido  de  arma  de  fuego  ea  la  cara  eztei 


OBémqA   DB   LA.  QOKBRi  DI   ffüBA 605 

oa  del  moslo  izquierdo.  Este  soldado  faé  curado  de  primera  intenoión 
BU  la  oasa  del  vecino  de  aquellos  Ingarei  don  Manuel  Santander.  Y  Ma- 
teo Vilanovas,  héroe  de  la  jomada,  que  reoibió  14  heridas,  que  demnes- 
tran  la  ferocidad  de  los  mambÍBea  j  la  bravura  de  este  acidado  que, 
Bomo  los  demás,  pertenecía  i  la  2.*  compafifa  de  Vizcaya,  y  ee  batió 
como  an  león.  Siete  heridas  tenía  en  et  cráneo,  cuatro  con  fractura  de 
lámina  extema,  pérdida  de  los  dedos  pequeños  y  anular  de  la  mano  iz- 


n  Otnfltm  CWllfalBflIlII). 

qnierda,  tres  en  el  antebrazo  derecho  con  fractura  del  cubito  y  penetra* 
tíÓn  en  la  articulación  de  la  muñeca. 

Su  defensa. 

La  defensa  de  este  valiente,  hijo  de  Sspaña,  acaso  no  tenga  otra 
igual  en  esta  guerra.  En  situación  desesperada  y  habiéndole  arrebatado 
el  numeroso  enemigo  el  armamento,  se  batió  pecho  á  pecho  con  un  ma- 
chete que  quitó  &  los  mismos  insurrectos,  con  cuatro  de  éstos,  matando 
á  dos  que  vio  se  los  llevaban  cruzados  sobre  caballos,  y  poniendo  en 
faga  á  los  demás  cobardes.  Su  aspecto,  cuando  lo  visitamos  en  la  clí- 
nica— ^nos  dice  el  corresponsal — era  la  paciente  serenidad  y  sufrimientos 
'ontenidoa,  ¡tal  era  la  magnitud  de  tan  grandes  dolores!  Su  estado,  se- 
in  informes  facultativos,  es  sumamente  grave. 

El  cadáver  del  infortunado  cabo  del  batallón  de  Vizcaya  José  Pedor- 
Aa,  muerto  en  la  gloriosa  acción  que  se  ha  narrado,  recibió  cristiana 
pultura.  El  féretro  fué  acompañado  desde  el  hospital  hasta  el  cemen> 
¡rio  por  numeroso  cortejo  en  el  que  figuraba  todo  el  vecindario  y  la 
ásica  y  fuerzas  de  la  plaza.  Muchas  coronas  particulares,   así  como  la- 


OBÓKIOA  DB  LA  QUIISBA   DB  OÜBA 


del  Coronel  Rabin,  ouerpo  de  volantarios,   Ayuntamiento  y 
adornaban  el  féreti;o  del  infortonado  cabo. 

Estado  del  ejército. 

Hasta  aquí,  se  ha  venido  atribuyendo  alas  eafermedadeBl 
que  se  haya  dispuesto  de  poca  tropa  para  laa  operaciones  qi 
presente  se  han  verífioado  en  Caba. 

Por  este  motivo  estimamos  de  impoitanoia  dar  á  oonoo 
ci<5n  de  la  fuerza  del  segando  cuerpo  de  ejército  en  Las  Yillai 
sulo  en  algunos  días  al  paso  de  alguna  parte  de  él  á  Matanzi 
baña  para  oponerse  al  avance  de  Máximo  Qómez  y  Maceo, 
vé  que  los  batallones,  escuadrones  y  baterías  de  dicho  cuerpo 
to,  tenían  entonces  la  fuerza  que  se  verá  más  adelante;  fuer: 
deben  conservar,  porque  en  los  dos  últimos  meses  la  mortalid 
fermedaáes  es,  afortunadamente,  muy  escasa  en  Cuba. 

He  aquí  en  resumen  el  estado  de  dichas  fuerzas: 

Peimeea  división. — Primera  brigada. — Batallón  de  Soria 
San  Qaintin  idem,  Alfonso  XtlI  900,  América  850,  Álava  86 
930,  Barbastro  900,  Castilla  950,  cuarta  compañía  zapador 
rea  125,  11."  batallón  artillería  de  plaza  700,  comandancia  ( 
dia  civil  330,  tercera  batería  de  montaña  60,  novena  compai 
portes  á  lomo  88,  primera  sección  del  escuadrón  de  Montesa 
drón  de  Sagunto  59,  idem  de  Fizarro  50,  idem  del  Comercio, 
100;  voluntarios  movilizados  y  guerrillas  locales  300.  Total,  i 

Segunda  brigada. — Batallón  de  Barcelona  1,003, idem  de! 
idem  de  Canarias  1,008,  infantería  de  marina  850,  Cantabríi 
secciones  del  escuadrón  de  Montesa  65,  idem  de  Treviño  8 
civil  420,  voluntarios  movilizados  de  la  Habana  356,  idem  df 
y  gnerrillas  locales  400.  Total,  5,942. 

Tercera  brigada. — Batallón  de  Saboya  864,  Galicia  940, '. 
920,  Zaragoza  910,  Extremadura  820,  Guardia  civil  300,  ^ 
movilizados  de  la  Habana  482,  escuadrón  de  voluntarios  de 
mingo  y  guerrillas  150.  Total  5,836. 

Segunda  división. —  Cuarta  brigada. —  Batallón  de  Cat 
Isabel  H  917,  San  Marcial  850,  Burgos  965,  Pavía  957,  B 
Guardia  civil  250,  escuadrones  de  Camajuaní  300,  idem  de 
movilizados  de  la  Habana  270,  bomberos  100,  voluntarios  ] 
locales  200.  Total,  6,602. 

Quinta  brigada, — Batallón  de  Mérida  980,  España  89; 
860,  Zamora  800,  Puerto  Kioo  1,000,  Tetuán  900,  Chiclana  ■ 
drón  de  la  Princesa  74  (faltan  la  Guardia  civil,  artillería  y 
etc.)  Total  aproximado  6,057. 


OBÓNCOA  P»  LA  QÜBBRA  D»  OÜBA 607 

Brigada  de  la  Trocha. — Se  carece  de  datos  sobre  sa  faerza. 

Resumen  de  las  cinco  brigadas,  32,621. 

Es  decir,  que  sin  contar  con  la  brigada  de  la  Trocha,  la  guardia  ci  • 
vil,  artillería  y  guerrillas,  etc.,  de  la  quinta  brigada,  reuníanse  en  las 
Villas  más  de  32,000  soldados. 

Se  vé,  además  que  los  31  batallones  de  infantería  que  f  aeron  de  la 
Península  con  900  6  1,000  plazas  por  término  medio,  oscilan  entre  las 
850  y  950,  lo  que  supone  una  reducción  apenas  sensible,  dado  el  tiempo 
que  muchos  llevan  en  campaña.  El  que  menos  tiene  (Bailen)  cuenta  aún 
con  760  hombres,  y  en  cambio  los  hay  con  1,000  (Puerto  Rico),  1,003 
(Baleares)  y  1,008  (Canarias). 

Pero  al  lado  de  esto  vemos  que  la  caballería,  salvo  los  escuadrones 
locales  del  comercio  y  Camajuaní,  que  aparecen  completos,  no  presen  • 
tan  más  que  la  mitad  escasa  de  la  fuerza  que  debería  tener.  De  aquí  sa* 
lieron  los  de  Sagunto,  Montosa  y  Pavía  con  150  hombres,  y  presentan 
en  línea  solo  de  50  á  60  unos,  y  el  que  más  de  80  á  90.  Sin  duda  solo 
constan  en  el  estado  los  individuos  que  tienen  caballos-  Es  decir,  que 
los  seis  escuadrones,  de  sus  720  ginetes,  tenían  solo  para  prestar  serví* 
ció  420. 

E^to  revela  algún  descuido  en  la  organización  de  la  caballería,  el 
más  importante  quizás  de  los  elementos  en  erta  clase  de  guerra. 

Las  dos  terceras  partes — según  nuestros  informes — de  las  considera- 
bles fuerzas  de  Las  Villas  que  dejamos  consignado  hallábanse  fraccio  - 
nadas  en  guarniciones  y  destacamentos  y  solo  así  puede  explicarse  cómo 
han  podido  acontecer  muchas  cosas. 

El  general  Weyler  no  es  partidario  de  ese  sistema  de  organización  y 
se  propone  que  en  adelante.no  salga  á  operaciones  fuerza  alguna  que  no 
cuente  por  lo  menos  de  800  á  1,000  hombres,  para  evitar  con  ello  lamen- 
tables sorpresas  y  garantir  también  las  vidas  de  nuestros  valientes  y 
heroicos  soldados  que  casi  siempre  se  han  visto  precisados  á  combatir 
extraordinariamente  superiores  en  número. 

Antecedentes  de  Maceo. 

Como  todo  lo  que  se  relaciona  con  Antonio  Maceo,  el  ídolo  de  las 
gentes  de  color  que  hacen  armas  contra  España,  el  jefe  negro  de  la  in* 
fl  rección,  como  se  le  llama  por  todos,  tiene  en  las  actuales  circunstan* 
i  ■  verdadero  interés,  estimamos  oportuno  dar  á  conocer  algunos  datos, 
f  Jilas  de  los  que  en  esta  crónica  llevamos  ya  consignados,  acerca  de  la 
1  X  y  milagros  del  titulado  general  insurrecto,  que  nos  da  á  conocer  un 
f     eciable  compatriota  que  reside  en  Córdoba  (Buenos  Aires). 

~uando  se  apresó  el  Yirginius  yo  estaba  en  Santiago  de  Cuba — dice 
]        ro  compatriota — ^siendo  ayudante  de  Campo  del  general  briga- 


ORÓNIOA  DK  LA  OUKBBA  OB  CUBA 


dier  Ampadia.  Se  me  confió  ana  comuión  reserrada,  partiendo  á  bo: 
del  vapor  de  guerra  Isabel  la  Católica  con  ofloioa  para  Fnerto  Padre, 
enyo  punto  tuve  que  pasar  escoltado  por  fuerzas  del  batallón  de  infai 
rfa  de  Asturias  &  Gibara,  á  findb  encontrarme  con  la  colnmna  que  m 
daba  el  coronel  Eaponda,  y  no  encontrándole  en  ese.  pnerto,  salí  á  n 
chas  forzadas  hasta  Holguín. 

Entregados  les  pliegos,  se  tído  en  conocimiento,  que  en  el  punto 
nominado  Faso  del  Aura,  estabaa  los  filibusteros  mandados  por*Fam 
Varona,  el  gnerrillero  Sanguilí  y  Vicente  Gómez  (éste  último  mulato; 

El  tal  general  Maceo  era  el  sirviente  que  tenía  Gómez. 

Puesta  la  columna  del  coronel  Espooda  en  movimiento,  lorpreí 


n  Capitolio  tWuUBcm). 

Bos  en  la  madrugada  los  bohíos  del  enemigo  tomando  prisionero  á  3 
eeo,  el  oual  nos  prometió  entregar  á  su  amo  Vicente  Gómez,  con  tal 
que  no  lo  fusilasen,  y  en  efecto,  se  convirtió  en  Judas. 

Por  órdenes  recibidas  me  embarqué  en  el  cañonero  Manatí,  llegan 
á  Cienfuegos,  desde  donde  marché  á  las  pocas  horas  desde  Palmin 
Santa  Clara,  en  espera  de  órdenes,  que  no  tardaron  en  llegar. 

Unido  á  la  gaerrilla  del  comandante  Tizón,  salimos  para  la  troc 
militar  de  Júcaro  á  Morón,  y  habiéndosenos  incorporado  la  colnmnai 
teniente  coronel  Cuato,  tuvimos  conocimiento  de  estar  acampados 
insurrectos  en  un  potrero  á  dos  leguas  de  Ciego  de  Avila. 

A  marchas  forzadas  salimos  y  copamos  el  campamento,  pues 
mambisea  no  tenían  escapada  posible  por  los  fuertes  y  fortines  bien 
tados  y  municionados. 

Lo  admirable  es  que  nuevamente  hicimos  prisionero  á  Maceo  y  t 
hermanas;  una  de  ellas  con  dos  negritos  y  la  otra  con  uno,  hijos  de 
manigua. 


OBÓNIOA  DI  Ll  0USBHA  D>  CUBA 


Estando  la  tropa  para  haoer  el  rancho,  se  recibió  un  propio  con  ofl 
eioa  del  Elxooao.  Sr.  brigadier  don  Pablo  Bejlo,  pidiendo  la  inmediata 
incorporación  de  nuestra  coinmna  por  estar  reonido  en  gran  número  el 
enemigo  en  el  arroyo  de  Caimán,  y  eomo  el  práctico  de  primera  clase 


nneatra  columna  se  hallaba  gravemente  herido  y  otro  de  «egnnda  no 
nocía  bien  el  terreno,  tavimoa  algunos  momentos  índeciBos,  pero  te- 
310H  qae  agradecer  al  general  Maceo  en  ofrecimiento  de  servimos  él 
~  práctico,  lo  ooal  cumplió  tan  exactamente  qae,  bajo  promesa  de  H- 
Cuadorao  ?£> — ■.  n.  Creólo  lO  oont.« 


6Í0 CB6n10A  Dli  LA  QÜEBRA  DE -OüBA 

bertad  con  sus  dos  oscuras  hermanaos  y  no  menos  oscuros  sobrinitos, 
nos  p teso  al  antanecer  en  el  glacis  qice  tenía  el  campamento  enemigo* 

Faé  oosa  de  media  hora  lo  que  tardó  nuestra  bizarra  columna  en  apo- 
derarse de  machetes,  caballos  y  255  prisioneros,  fuera  de  los  muertoB 
que  no  pudieron  retirar. 

En  los  antecedentes  que  acabamos  de  relatar  de  la  vida  del  titulado 
general  Maceo  en  la  presente  guerra,  se  vé  retratado  de  cuerpo  entero 
el  mulato  que  aspira  nada  menos  que  á  ser  presidente  de  la  isoñada  re- 
pública de  Cuba. 

¡Y  estos  son  los  hombres  que  tanta  simpatía  despiertan  en  la  gran 
república  norteamericana!     /  /     — /^         / 


Los  soldados  de  San  Quintín, 

He  aquí  detalles  de  la  sentida  manifestación  de  duelo  hecha  en  la  Es- 
peranza á  los  heroicos  soldados  del  batallón  de  San  Quintín,  muertos 
gloriosamente  á  manos  de  la  partida  Núñez  mientras  recomponían  la 
línea. 

A  la  una  de  la  tarde — dice  el  corresponsal — se  efectuó  el  entierro  de 
las  desgraciadas  víctimas  de  su  deber  y  patriotismo,  que  habían  sido 
tendidos  en  severa  capilla  ardiente  en  el  cuartel  de  Alfonso  XED. 

Difícil,  por  no  decir  imposible,  nos  sería  hacer  una  minuciosa  rda- 
ción  del  acto.  Todo,  absolutamente  todo  el  pueblo  de  la  Esperanza,  acu- 
dió expontáneamente  á  rendir  su  tributo  de  cariño  y  admiración  á  aque- 
llos quince  valientes  que  murieron  llenos  de  gloria  en  el  campo  del  ho- 
nor, peleando  con  sublime  heroísmo  por  la  sagrada  causa  de  la  patria. 

Todos  los  concurrentes  llevaban  marcado  en  sus  semblantes  el  sello 
del  dolor,  y  todos  los  ojos  iban  humedecidos  por  el  llanto.  ¡Tan  impo- 
nente era  el  espectáculo! 

uno  á  uno  fueron  sacados  los  sarcófagos  de  los  soldados  en  hombros 
de  sus  compañeros,  amigos,  admiradores  y  público  inmenso,  siguiendo 
luego  el  del  valiente  sargento  Casamayor  y  el  del  heroico  teniente  don 
Eduardo  Borges  que,  al  igual  de  los  demás,  iba  completamente  cuajad 
de  coronas,  mensaje  que  la  amistad  y  el  cariño  rendían  á  los  valientes 
de  Soria  y  San  Quintín. 

El  cadáver  del  teniente  fué  sacado  del  cuartel  por  el  sargento  1 . 
loca,  cabo  Aragón  y  soldados  Azada  y  López  Peña,  todos  de  Soria; 
cintas  eran  llevadas  por  el  capitán  del  mismo  cuerpo  don  Manuel  Oliv 
teniente  de  San  Quintín  señor  López,  teniente  de  voluntarios  don  M 
colino  Fernández  y  el  corresponsal  del  Diario  de  la  Marina  de  la  Ha' 
na.  Seguía  luego  el  capellán  del  batallón  *de  Soria  don  José  Ouzr 


■f^si^ 


QBÓNIOA  P»  LA  qüJBKA  D»  OÜBA 611 

Oaerrero,  y  presidían  el  duelo  el  señor  Comandante  de  San  Quintín  y 
comandante  militar  don  José  Salvador  Falcón,  el  señor  Alcalde  munici- 
pal y  el  capitán  de  la  primera  compañía  de  Soria,  á  la  que  perteneeíaa 
los  muertos  del  mismo  batallón,  señor  Alegre,  y  por  último  una  masa 
compacta  formada  por  todo  el  pueblo  de  la  Esperanza  sin  distinción  da 
clases  y  por  todas  las  fuerzas  armadas  que  allí  se  hallaban. 

La  guardia  de  honor  la  hacían  soldados  de  Soria  que  llenaban  su 
triste  misión  con  los  ojos  llenos  de  lágrimas. 

El  cadáver  del  pobre  teniente  fué  entenado  en  el  hermoso  panteón 
de  la  familia  Ramírez,  que  generosamente  fué  cedido  con  dicho  objeto. 

En  el  entierro  ñguraban  muchas  coronas  con  las  siguientes  dedica* 
torias : 

— Juan,  á  su  querido  hermano  Eduardo. 

— A  Eduardo,  su  capellán. 

— El  comandante  militar  y  oficiales  de  la  representación  de  San  Quin* 
tín  á  los  heroicos  teniente  Borges  y  soldados  muertos  en  el  campo  del 
honor. 

— El  Ayuntamiento  de  la  Esperanza  á  los  defensores  de  la  patria. 

— El  escuadrón  de  voluntarios  de  la  Esperanza  á  los  defensores  de  la 
patria. 

— José  Ledo  á  los  mártires  por  la  patria. 

— ^El  teniente  Marcelino  á  su  amigo  Borges. 

— Recuerdo  de  Taño  y  Juan. 

— Andrés  Suárez  á  su  compañero. 

— ^A  Manuel,  Josefina  Piñeiro. 

— A  Eduardo,  sus  amigas  Consuelo  y  Angela  Herranz. 

— A  Eduardo,  Marcelino. 

— Manuel  Azada,  á  su  teniente. 

— A  Eduardo,  las  señoritas  Betancourt  y  Castellanos. 

— ^A  Eduardo,  Juan. 

— Peñalosa,  á  su  teniente. 

— El  teniente  Gamero,  á  su  compañero  Borges. 

— Los  voluntarios  de  infantería  á  sus  compañeros. 

— Los  voluntarios  de  infantería  á  Borges. 

— Los  jefes  y  oficiales  de  Soria,  á  Eduardo. 

— El  teniente  Gamero,  á  su  amigo  Casamayor. 

Terminada  la  fúnebre  ceremonia,  fué  despedido  el  duelo  en  el  Oe- 

mterio  por  el  comandante  señor  Salvador,  que  con  voz  entrecortada 

}  pudo  más  que  dar  las  gracias  en  nombre  del  ejército;  tal  era  la  aflio* 

>^ón  de  este  valiente  militar,  que  siempre  ha  permanecido  severo  ante 

s  balas  enemigas,  pero  que  ante  cuadro  tan  sombrío,  no  era  posible 

ue  pudiese  conservar  su  serenidad  acostumbrada. 


' ".  *íj 


-ft-l 


fyyyyyfyff!f!fyfipyifyifyifif!fy!fyY^ 


E3Sr    EIj    I'Xi.^T-A- 


Atropello  á  los  españoles. 

os  agentes  del  separatiemo  oabano  han  fnndado  en 

Montevideo  un  eemanarío  titulado  Cuba  Libre^   y 

I   en  Buenos  Airea  caentan  oon  el  apoyo  de  t'odr>8  los 

periódicos  hostiles  ¿Eepaña  por  tradición EqIob 

primeroa  días  de  Febrero,  en  el  loca!  de  una  Socie- 
dad italiana  bonaerense,  [reuniéronse  en  un  meeting 

1(M  laborantieB  argentinos 

He  aquí  lo  que  acerca  de  este  suceso  nos  comunica  nuestro  corres* 
ponsal: 

Los  ioÍGÍadores  de  la  reunión,  con  objeto  de  tratar  asuntos  de  casa 
agena,  tenían  permiao  para  reunirse  en  el  local  de  la  «Unione  é  Benevo- 
lecza»,  pero  no  podían  tenerlo  para  salir  por  las  calles  gritando  ¡Yira 
Oaba  libre!,  esto  es,  vira  Cuba  independiente,  acarada  de  España;  tí — 
«1  dasmembramieato  del  territorio  español;  viva  la  rebelión  alzada  ec 
t^  no»  nación  amiga;  viva  los  que  combaten  á  eia  nación  c<hi  las  e 
barden  armas  de  la  tea  y  la  dinamita.  Grito  BubversiTO,  j  por  lo  tant 
vedado  por  las  leyes  y  ptmible. 

Si  no  lo  hubieran  {«ofeiido  loa  manifestantea,  hubiéramos,  oiert 
mente,  pasado  deeapercibidoa  entre  loa  españolea  que  estaban  en  la  ca! 


OBÓNIOA  DS  LA  eüXBBA  DB  OÜBA    618 

osando  de  un  perfecto  derecho  ^  sin  dar  gritos  sabversivos,  vitoreando  á 
su  patria,  porque  en  la  cara  no  se  les  hubiere  conocido  sos  ideas  á  los 
que  simpatizan  con  esos  patriotas  cubanos  de  Polonia  ó  de  otras  partes 
del  mundo. 

Los  profirieron,  y  á  ese  grito  respondieron  los  españoles  con  los  muy 
legales  de  ¡Viva  España!  y  ¡Viva  Cuba  española!  Entonces,  cargaron 
eobre  ellos  los  manifestantes  y  la  policía.  Los  primeros  cometían  un 
acto  ilegal,  interesándose  en  cuestiones  de  otro  pueblo,  y  fueron  apoya- 
dos por  la  fuerza  pública;  los  segundos,  interesándose  en  caufia  propia, 
proclamaban  lo  legal  y  fueron  bárbaramente  atropellados* 

Así  lo  confiesan,  hasta  los  periódicos  que  nos  tachan  de  irrespetuo- 
sos con  las  leyes  y  nos  hablan  de  hospitalidad,  como  si  los  deberes  que 
esa  hospitalidad  impone  llegaran  hasta  el  extremo  de  recibir  sin  protes- 
ta un  bofetón  en  pleno  rostro,  y  c<  mo  si  por  estar  uno  en  su  casa  tuvie- 
ra el  derecho  de  abofetear  al  huésped. 

0;3upándose  de  este  asunto,  dice  el  periódico  La  Nación: 

«Etíto  de  coartar  la  libre  manifestación  de  las  opinioces  sgenaa  y  de 
provocar  desórdenes  porque  haya  quien  quiera  manifestar  sus  simpa- 
tías por  la  independencia  de  Cuba,  ei^pecialmente  tratándose  de  los  que 
deben,  ante  todo,  respeto  á  las  leyes  é  instituciones  del  país  que  los  hos- 
peda, ha  de  ser  severamente  condenado  y  reprimido.» 

Y  luego,  cuando  entra  á  narrar  los  hechos: 

cEn  las  esquinas  de  las  calles  Cangallo,  Cuyo  y  Corrientes  y  Monte- 
video, Paraná  y  Talcahuano,  había  un  numeroso  grupo  de  curiosos  y 
algunos  españoles  protestando  contra  la  manifestación. 

Apenas  salieron  á  la  calle  los  manifestantes  en  favor  de  Cuba,  pro- 
rrumpieron en  gritos  de  ¡Viva  Cuba  libre!  á  los  que  contestaron  los  es- 
pañoles con  ¡Viva  España!  y  ¡Yiva  Cuba  española! 

Ea  mal  hora  protestaron  é^tos,  pues  en  el  acto  recibían  sendas  pali- 
zas, mientras  que  al  raso  dos  ó  tres  ó  más  policiacos  los  arrestaban  para 
llevarlos  á  la  comisaría. 

Lo  mismo  pasó  en  todas  las  calles  mencionadas;  mucha  brutalidad| 
fomentada  por  los  mismos  jefes;  un  espectáculo  bochornoso,  patrocina- 
do por  la  autoridad.» 

Entonces,  ¿quiénes  fueron  los  provocadores? 

Los  españoles  dieron  vivas  á  su  patria,  á  la  integridad  de  España, 

B  eso  punible?  Recibieron  por  ello,  sendas  palizas,  como  dice  La  Na* 

ón;  tras  de  apaleados,  fueron  á  la  cárcel;  se  les  trató  brutalmente:  ¿y 

^davía  se  les  acusa  de  coartar  la  libre  manifestación  de  las  opinionee 

'gen as  y  de  provocar  desórdenes? 

Si  esa  manifestación  de  opiniones  se  hubiera  hecho  únicamente  den- 
3  del  recinto  de  la  Sociedad  italiana  (y  los  manifestantes  no  tenÍMi 


614 CBÓHlgA  D»  LA  gg«BHA   D»  OÜBA  

permiso  para  más,  ni  legalmente  se  les  podía   permitir  más),   los  desó 
denes  no  se  hubieran  prodnoido  segarameote. 

Los  responsables,  pues,  de  estos  aooesos,  faeron  los  iniciadores  de  1 
retmión,  los  que,  en  sa  odio  á  España,  no  sabiendo  c<5mo  perjndioarli 
tratan  de  enemistamos  con  el  pneblo  argentino. 

Más  combates. — En  Menéndez. 

Habiendo  cabido  por  confidencias  el  teniente  Sánchez  Pojol  qne  1< 
insorreotoB  se  encontraban  en  el  ingenio- Marqués  coa  fuerza  de  an< 
100  hombres,  resolvió  salir  con  las  tropas  de  bu  mando  al  sitio  desígni 
do;  pero  antes  de  hacerlo,  desconfiando  por  natural  prudencia  del  m 
mero  exacto  del  enemigo,  enrió  un  aviso  al  primer  teriente  de  Mar: 
Cristina,  don  Pablo  Gil,  que  mandaba  una  fuerza  de  1  eargento  y  * 
soldados  de  dicho  regimiento,  y  la  cual  se  encuentra  destacada  en  Va 
divieso,  situado  á  nn  extremo  de  las  playas  de  Menéndez,  para  que  e 
tuviese  prevenido,  y  con  la  consigna  de  que  á  las  primeras  deecargí 
que  oyese,  saliera  en  sn  auxilio  y  procorata  atacar  al  enemigo  por 
retaguardia. 

A  las  once  de  la  mañana  salió  el  teniente  Sánchez  Pujol  con  la  po4 
fuerza  que  mandaba  para  el  referido  ingenio,  formando  de  ésta  dos  gr 
pos;  uno,  con  el  cual  se  adelantó,  y  el  otro  que  debía  salir  á  los  diez  m 
ñutos  después,  tratando  de  sustraerse  á  la  vista  de  los  vigías  insurrect* 
que  estuvieran  en  el  batey,  lo  oual  verificó  internándose  en  la  manigtti 
para  dar  después  un  golpe  decisivo  y  protejer  el  primer  grupo. 

Llega  el  teniente  Sánchez  Pujol  con  tn  puñado  de  valientes — primí 
grupo — al  del  ingenio,  y  se  encuentra  al  enemigo  posesionado  de  ést 
A  todo  Correr  pudo  posesionarse  de  un  lugar  apropósito  que,  además  i 
que  le  defendían  unos  sacos  de  carbón,  lo  protegía  así  mismo,  por  f 
«ituaoión,  de  la  entrada  de  la  cabatlerfa  insurrecta.  En  esta  posición  i 
entabló  nn  reñido  combate  á  descargas  cerradas. 

El  enemigo  hiso  grandes  esfuerzos  é  intentó,  sin  poderlo  lograr,  so 
prender  con  su  infantería  la  tropa  española  que  estaba  oculta  en  la  mi 
nigUi,  gritándole  al  efecto:  «España:  somos  faenas  de  Rens,  no  tin 
miU  Marina >,  y  al  mismo  tiempo,  y  como  á  200  metros  de  distanoii 
Aale  una  falanje  de  caballos  paia  copar  por  el  lado  derecho  á  aquel  gri 
po  de  valientes.  Ya  habfa  la  caballería  insurreota  intentado  varias  c 
gas,  pero  sin  resaltado;  alganos  llegaron  á  aproximarse  á  diez  pasos 
distancia,  pero  tocaban  con  el  inconveniente  de  la  posición  de  los  s 
dados,  qne  solo  era  atacable  por  la  diagonal  y  flanco  derecho. 

Antes  de  intentar  este  copo  y  en  tan  críticos  momentos,  el  tenie< 
Sánchez  Pujol  quitó  el  fusil  á  un  soldado  y  apuntó  al  que  le  parecía  i 
j«fe  de  aquella  partida; — toda  mi  alma— dice  el  bravo  oficial — I^  n» 


ORÓNIOA  DB  LA  GUBBBA  DS  gUBA  615 

en  aqaella  bala;  aun  me  conmuevo  onando  lo  recuerdo,  no  sé  dónde  herí 
al  que  me  pareció  cabecilla:  sé  que  al  dispararle  abrió  los  brazos ,  cayó 
del  caballo,  y  á  la  carrera  lo  recogieron  y  se  lo  llevaron  al  ingenio. 

A  la  media  hora  de  esto  volvieron  los  enemigos  con  más  furia;  inten- 
taban copar  de  nuevo  al  grupo  del  teniente  Sánches  Pujol,  y  entonces 
sale  del  escondite  el  segundo  grupo  haciendo  fuego  graneado  y  rápido 
sobre  la  caballería  insurrecta,  á  la  vez  que  simultáneamente  lo  hacía, 
porque  llegaba  en  aquellos  momentos,  la  fuerza  del  destacamento  de 
Valdivieso;  dando  por  resultado,  esta  bien  combinada  acción,  que  el 
enemigo  se  viera  instantáneamente  copado.  En  esta  cíituación  volvieron 
grupos  por  la  Sabana  que  existe  al  S.  del  ingenio.  Entonces  el  teniente 
Sánchez  Pujol,  reunió  loa  24  hombres  de  que  se  componía  la  fuerza  que 
mandaba,  se  internó  en  la  manigua,  que  atravesó  llegando  cerca  de  dos 
kilómetros  al  S.  mientras  tanto  el  teniente  Gil,  los  perseguía  haciéndoles 
fuego.  Trataron  de  rehacerse  los  fugitivos,  y  entonces  la  descarga  de 
Marina  los  hizo  desistir  del  intento  poniéndoles  en  completa  disper* 
sión. 

El  combate  duró  dos  boras. 

Los  insurrectos  tuvieron  numerosas  bajas. 

En  Paso  de  la  Muía. 

Les  siguientes  detalles  de  la  acción  librada  en  el  expresado  sitio  nos 
han  sido  proporcionados  por  nuestro  corresponsal  de  la  Habana. 

El  general  González  Mufióz^  al  frente  de  una  columna  de  600  hom* 
bres,  siguiendo  los  rastros  del  enemigo,  llegó  hasta  la  sabana  de  la 
Muía,- cerca  del  paso  del  río  Cauto,  que  lleva  este  nombre. 

La  columna  siguió  avanzando  hasta  que  á  poco  dio  alto  la  caballería 
que  marchaba  á  vanguardia,  dando  aviso  de  estar  el  enemigo  á  la  vista 
en  número  considerable,  como  en  disposición  de  presentar  combate, 
oponiéndose  al  paso  de  la  columna. 

La  irf cintería  enemiga,  compuesta  de  900  á  1,000  hombres,  estaba 
ainada  entre  el  monte  y  una  cerca  de  alambre  que  delante  tenía,  y  á  su 
isquierda,  como  cerrando  el  paso  del  río  por  el  camino  de  Palmarito, 
estaba  perfectamente  formada  la  caballería  enemiga  que  se  calcula  sería 
de  100  hombres. 

-*anzó  nuestra  caballería  hasta  hallarse  frente  á  la  infantería  insu- 
».  Córrese  á  la  derecha  nuestra  caballería,  pero  ya  bajo  el  fuego  de 
intería  enemiga,  empezando  en  este  momento,  por  una  y  otra  par- 
»s  descargas  cerradas. 

caballería  enemiga  permanecía  impasible,  esperando,  sin  duda, 
nuestra  atacara  su  infantería  para  hacer  una  conversión  y  pro- 
-^'^  volverla. 


616 ORÓnOA.  DB  LA  Oü»EBA  D»  OPBA 

Visto  esto  por  el  comandante  de  Estado  Mayor  señor  Llanos,  qae 
mandaba  la  caballería,  ordenó  avanzar  hacia  la  derecha,  á  la  cabaUe- 
ría,  dando  con  esto  lagar  para  qae  la  pieaa  de  artillería' se  pusiera  en 
coadiciones  de  disparar. 

Al  miümo  tiempo  ordenó  que  los  hombres  del  escuadrón  de  Arlaban, 
que  llevan  MaÜsser,  hicieran  dos  desoargaa  á  la  caballería  para  decidir- 
los á  empeñar  combate;  pero  ellos  se  limitaron  á  rehacer  sns  filas  des- 
pués de  las  dos  descargas,  que  por  cierto  fueron  hechas  con  la  mayor 
precÍ8ÍÓD  y  como  en  un  campo  de  maniobras,  apuntando,  por  lo  que  de- 
bieron recibir  considerables  bajas. 
^Esto,  no  obstante,  permanecieron  impasibles,  puesto  que  desde  lue- 


go, se  comprendía  que  su  propósito  era  que  nuestra  caballería  se  movio' 
ra  hacia  la  infantería. 

£a  el  entretanto,  la  pieza  estaba  ya  en  disposición  de  dixparar.  Car- 
gada ya,  y  visto  por  el  general  Muñoz  que  el  cabo  estaba  algo  perplejo 
al  graduar  el  alza,  se  bajó  del  caballo,  y  recordando  sus  buenos  tiempos 
de  cuando  era  capitán  de  artillería,  graduó  por  si  mismo  el  alza  y  dis- 
paró, con  tan  buen  acierto,  que  la  granada  fué  á  caer  precisamente  en 
un  bohío  donde  ee  apoyaba  el  ala  derecha  de  la  caballería  enemiga ;  gra- 
duó de  nuevo  el  segundo  diifparo,  y  salió  la  granada,  yendo  á  caer  i 
cisamente  entre  las  fitas  insurrectas,  y  es  indudable  que  debió  hace*- 
mnohas  bajas. 

Lleno  el  general  del  mayor  entusiasmo  y  aprovechando  la  confuF 
del  enemigo,  montó  á  caballo,  pónese  al  frente  de  la  infantería,  y 
pérdida  de  tiempo  manda  avanzar  á  ésta,  haciendo  sucesivas  descarg 

Viendo  que  el  enemigo  no  cejaba  y  que  rodilla  en  tierra  y  en  oorr 


OBOHiOA  DI  Uk.  axnatMk  um  cüba 617 

tísima  formación  contestaba  &  las  repetidas  descargas,  sin  dejar  de  ir  al 
firente  de  las  fuerzas,  y  siempre  &  caballo,  manda  á  sn  cometa  de  órde- 
nes tocar  paso.de  ataqae,  que  fné  recibido  por  las  tropas  españolas  con 
on  victorioso  ¡Viva  el  general!  é  inmediatamente  avanzaron  á  la  bajo* 


«•tan  MÁilBo  atmtt  M 


neta,  tomando  la  cerca  y  persiguiendo  al  enemigo,  que  abandonó  la 
posición  tan  ventajosa  que  tenía  y  se  internó  precipitadamente  en  el 
monte. 

La  oabatlerfa  enemiga,  &  sn  ves,  se  replegó,  tomando  el  camino  de 
Palmarito  que  tenía  hacia  la  derecha  por  la  parte  de  atrás. 


Bm%ú%  Bwmtm  Olmira 


9^t^»^t^t^*^*0*^^l0*^^^0t^^^t^t^^0^^^t0^0^0^0^090^0^0^^^^0^0^0^0^0^0^0^0t0^0^0^0m090' 


Los  sufrimientos  del  soldado. 

L  oorrespoüBal  de  Santa  Cítara  oomuDica  cariosas  Bofácias 
acerca  de  las  penalidades  y  fatigas  que  pasan  nuestroa 
valientes  soldados  con  motivo  de  la  guerra  de  Cuba,  que 
revelan  el  admirable  valor  con  que  los  soldados  de  Espa* 
ña  saben  llevar  todo  género  de  penalidades  sin  prodnoir 
una  queja,  cuando  la  patria  demanda  sus  sacrificios. 

Serían  poco  más  de  las  nueve — dice— cuando  se  presentaron  en  la  ca- 
sa de  un  amigo  mío,  un  cabo  y  tres  soldados  de  Álava.  Iban  en  solicitad 
de  alojamiento.  Todos  eran  andaluces:  el  cabo  de  Sevilla,  y  de  la  pro- 
vincia de  Málaga  los  tres  soldados.  Mi  amigo  les  hizo  entrar.  Eran  mny 
jóvenes  y  hallábanse  estropeadísimos,  con  la  ropa  sucia  y  las  caras  en* 
negrecicUis  por  el  polvo  del  camino.  Se  les  dio  una  habitación  amplia 
con  tres  cuartos. 

— Gracias  á  Dios — dijo  el  más  jovencillo — que  me  quito  el  coi 
me  paesía  á  mí  que  lo  traía  metió  en  el  mismísimo  pellejo  der  cut.j 
Y  como  los  otros,  dejóse  caer,  rendido  por  la  fatiga  y  el  cansp^ 
«obre  la  cama  que  tenía  más  cerca. 

— La  verdá  es — añadió  luego  nuestro  personaje — que  tenía  y<^  |  í 

que  me  viese  er  físico  de  mi  hatayón,  porque  estoy  que  no  veo  ná^ 


CBÓNIOA  DX  LA  QÜBSBA  DI  CUBA  619 


— ¿Está  usted  enfermo  de  la  vista? — ^le  preguntó  el  dueño  de  la  casa»^ 
— ^Pues  al  parecer — añadió — ]a  tiene  usted  sana. 

— No  señó — le  replicó — lo  que  yo  no  veo  es  de  jambresiia  que  tergo»^ 

— ¿No  han  comido  ustedes? 

— ¡Digo! — exclamó  el  soldadito,  que  por  lo  trigueño  de  su  color  pa 
reoía  un  gitanillo. — ¡Pus  si  dende  esta  mañana  quemos  salió  de  Baez^ 
questá  á  dose  leguas  de  lejo  no  hemo  probao  ni  esto!  (Y  sonó  con  lo» 
dientes  la  uña  del  dedo  pulgar). 

De  una  fonda  que  hay  frente  á  la  casa  donde  se  alojaron  se  mandd 
Deyar  abundante  sopa  de  ajos  con  huevos,  grandes  trozos  dé  ñlete  asada 
eon  patatas  fritas,  á  lo  que  se  añadió  una  gran  fuente  con  muchas  sar* 
dinas  conservadas  en  aceite,  pan  en  abundancia,  vino,  postres  de  frutas- 
y  café. 

Preparada  la  mesa,  llamóse  á  los  soldados,  que  se  sentaron  ante  sus 
respectivos  cubiertos  y  comieron...  hasta  casi  dar  fin  de  todos  aquellos 
eomestibles,  debidamente  remojados  con  el  vinillo.  Mientras  comían  na 
hablaron  ni  una  palabra. 

Mi  amigo  estaba  sentado  en  lugar  aparte,  viéndolos  comer  con  ansia 
infinita.  Acordábase  de  los  padres  de  aquellos  muchachos  que,  allá,  á  lo 
lejos,  llorarán  la  ausencia  de  sus  hijos.  Como  mi  amigo  los  tiene,  podía 
hacerse  cargo  del  dolor  ageno. 

Cuando,  después  de  tomar  el  café,  echaron,  ya  satisfechos,  un  ciga- 
rro, interrumpió  el  patrón  aquella  plácida  beatitud  en  que  se  hallaban 
sus  huéspedes,  diciéndole  al  soldadito: 

— Supongo  que,  aparte  de  aquellos  días  en  que,  como  el  de  hoy,  ha- 
cen ustedes  marchas  tan  extraordinarias,  comerán  excelente  rancho  y  á 
holras  convenientes. 

El  joven  rascándose  la  cabeza  y  mirando  fijamente  con  ifus  ojillos  pi» 
carescos  á  su  interlocutor,  dijo: 

— Yo  no  fié  bien  lo  custé  me  quié  desí,  pero  en  eso  de  los  rancho  sa- 
brá t^té  que  lo  que  nos  dan  siempre  es  arró  y  una  mijilla  é  tosino  y  una 
galleta  tan  blanda  asina  como  la  bala  der  nauser  y  eso  argunos  días, 
que  lo  que  es  en  otros. .. 

— Ta  habrá  alguna  exageración  en  eso ;  que  usted  dice — ^le  replicó — 
porque  en  el  rancho  les  darán  carne,  judías  ó  garbanzos,  papas... 

— ¿Carne,  garbanzos,  papas? — interrumpió  á  la  vez  que  echaba  ma- 
no     ^nas  ruédecillas  fritas  que  quedaban  en  el  plato;  metiéndoselas  en 
la       '",; — pu  no  es  ná  lo  que  á  mí  me  enfaan  las  papas  y  las  ganitas 
\  qu        ^a  de  verlas. 
I  demás  les  darán  á  ustedes  café  y  vino... 

I  ^fino? — exclamó  dirigiéndose  á  su  jefe  ifimediato. — Oiga  usté, 

Ma       yo  creo  que  sí,  que  alguna  vé  nos  han  dao  un  traguillo  é  vino  ¿lo 
^Bi       ^^  usté?  Y,  ¡apenas  si  hay  charcas  de  agua  en  estos  caminos! 

1 


620 OBONiaA  DI  LA  QUEBBA  PB  ۆBA 

£1  cabo  nada  contestó  y  mi  amigo  continuó  diciendo: 

— Ta  me  hago  cargo  de  que  cuando  andan  ustedee  por  esas  mani- 
guas carecerán  á  veces  de  lo  más  necesario  para  hacer  un  buen  rancho; 
pero  cuando  no  consuman  todas  las  cosas  que  constituyen  la  ración  re- 
glamentaria  del  soldado,  claro  es  que,  en  su  día,  en  los  ajustes  de  sus 
sobras  se  les  compensará  con  dinero  efectivo  lo  que  no  hayan  consu** 
mido. 

El  soldadillo  rascándose  la  cabeza,  miró  para  el  cabo,  que  cerró  los 
ojos  y  echó  por  la  nariz  dos  largas  columnas  de  humo  del  cigarrillo,  y 
volviendo  el  sóida  lo  haoia  el  patrón  la  mirada  picaresca  de  sus  ojos  muy 
abiertos,  poniéndolos  en  blanco,  le  dijo  por  toda  contestación: 

— ¡A.y,  patronsito  de  mi  arma  y  qué  sueñecitoían  grande  tengo!  ¥> 
ya  usté  vé,  después  de  tantos  días  de  dormí  en  er  suelo... 

Y  se  levantó  la  sesión  con  la  siguiente  orden  del  día  para  mañana, 
dada  previamente  por  el  sargento  de  la  compañía: 

cAl  amanecer,  que  estéis  en  la  plaza,  listos  para  salir  á  operaciones.» 

Y  al  amanecer  se  fueron  los  jóvenes  soldados,  dejando  muchas  me- 
morias para  el  patrón  que,  seguramente,  no  volverá  á  verlos  má^i. 

Me  han  dicho — ^reñere  el  corresponsal — durmieron  muohos  soldados, 
sin  haber  comido,  después  de  tan  penosa  jomada  y  en  víspera  de  otra 
parecida,  c porque  era  muy  tarde  ya  para  hacer  rancho.» 

¡Oh,  noble  España!  Tan  grande  como  tus  merecimientos  y  tus  glo- 
rías,  son  los  corazones  de  esos  pobres  soldados,  hijos  tuyos,  que  entre  la 
miseria  y  el  hambre,  sin  que  sus  labios  murmuren  una  queja  ni  mi  re- 
proche, saben  morir  en  defensa  de  tu  honra  y  de  tu  bandera. 

Aniversario  y  comparación. 

Son  por  demás  interesantes  las  observaciones  que  con  motivo  de  la 
presente  guerra  de  Cuba,  hace  un  distinguidísimo  y  experto  militar. 

Cumple  ahora  un  año— dicte — que  resonó  en  el  Baire  el  grito  s^a- 
ratista;  entonces  pocos  creyeron  (y  de  esos  pocos  casi  todos  se  lo  calla- 
ron) que  aquellos  míseros  polvos  habían  de  traer  tantos  y  tan  sangrientos 
lodos.  Tomaron  la  palabra  los  periódicos^  de  gran  circulación,  monopo* 
lizadores  del  patriotismo  (en  francés  chanvinismo,  en  yankee  jingois* 
mo),  y  decretaron  convicto  y  confeso  de  mal  patriota  al  que  sospechase 
que  la  guerra  podría  pasar  de  la  primera  Navidad,  siempre  ye.  do 
que  se  procediese  con  rumbo  en  dinero  y  hombres.  Por  supuesto  *"  a* 
do  el  dinero  de  las  futuras  generaciones  en  foraia  de  empréstitos  a* 
cando  los  hombres  de  las  familias,  que,  por  no  ten^  2000  peseta  m 
redimir  á  sus  hijos,  demostraban  que  no  habían  echado  gran  pi  m 
el  régimen  colonial  español,  ni  sin  él. 

Uniéronse  á  los  patriotas  dileitanti  los  expertos  en  Cuba  y  si        e» 


prms; 


OEÓRIOA   DB  tiA  QUUUtA  DB  ODBA 


mu;  y  estos  últímoa  también  deoretaron  que  la  iosai 
al  Oooidente  de  Ihb  Villas,  por  la  falta  de  manigUa  ei 
Matanias,  Habana  y  Pinar  del  Rio. 

La  Providencia,  qae  es  misteriosa,  ha  querido  de, 
óteos.  £L  general  Campos  y  el  general  W^ler  ponen 
de  la  duraciiSn  de  la  gnerra,  tres  años;  y  Oómea  y  M¡ 
sabe  Maisi  al  de  San  Antonio.  Y  esto  ha  sao 
a  Isla  de  Cuba  99.000  hombres  hasta  la  feol 
[XtO);  y  entre  lo  qae  se  ha  pagado  y  lo  que 
anos  ^0  millonea  de  pesetas,  y  gastaremos 
eaetas  diario.  Al  pafa,  además,  se  le  han  aaa 
pesetas,  en  forma  de  oontribaoión  no  Totad 
edenoiones  á  metálico. 


«remos  rápidamente,  oon  lo  ooarrido  en  ei 
rió  desde  el  10  de  Ootabre  de  1868  al  10  de  i 
ito  lanzado  en  Yara  por  Carlos  M.  Céspedes 
indi  con  anos  13.000  hombres  en  filas,  «i  bie 
aban  anos  19  000. 

08  13  000  hombres,  solo  unos  5.000  asease 
aes  en  loa  primeros  meses,  cqando  ya  los  ioi 
lo  de  Bdfamo  y  había  sitiado  á  Holguin. 

los  me^ea  del  año  68  y  todo  el  69  «e  manda 
KK)  hombres;  y  el  ejército  por  término  medj 
n  unos  31.000  soldados  útiles.  Cierto  es  qae  '. 
)  voluntarios,  parte  de  los  cuales,  la  mitad  ¡ 
icios  tan  estimables  como  la  tropa  de  línea, 
grandes  gastos  de  la  campaña  más  qae  la  n 
tmpo  el  tesoro  de  Cuba,  el  Banco  de  la  Isla, 
terciantes. 

itá  demás  consignar  qae  durante  los  nueve 
ruerra,  España  envió  á  Cuba  18  L  840  hombí 
00  menos  de  loa  que  llevamos  ahora  enviado 
«urreooión  empezó  con  an  éxito  á  que  ahon 
ion  la  toma  y  larga  poeesión  de  Bayamo,  pe 
i  un  coronel  por  gobernador. 

embargo  de  todas  estas  deficiencias  favoral 
de  1868,  al  finalizar  el  año  no  representaba 
{(ley  el  carácter  de  vigor  que  ahora  presentí 
o  mayores  proporciones  qae  esta  vez,  en  el 
anzas.  Habana  y  Pinar  del  £io,  no  ya  en  ei 


622 OBOMIOA  D«  Uí   güBBRA,  D^  CUBA 

■an  toda  la  guerra  no  pudieron  Iob  íaonrreotoB  Iterar  á  ellas 
-orientales,  ni  organizar  oon  oaráoter  permanente  la  insurreooídn  looal, 
para  estorbar  la  produooídn  de  azúcar  y  tabaco.' 

En  síntesis;  los  insurrectos  de  1868  en  un  año  lograron  infiaitamente 
menos  contra  un  ejército  de  58.000  hombres  (soldados  y  voluntarios  ac- 
tivos) y  contra  una  nación  quebrantada  por  una  revolución,  que  en  el 
mismo  plazo  los  insurreotoa  de  1895  con  un  ejército  de  119.0Q0  homb 
todos  soldados,  y  contra  una  nación  real  y  efectivamente  por  un  p< 
-absoluto,  sobre  todo  en  lo  que  á  la  guerra  de  Cuba  se  refiere  de  cero 
de  muy  lejos. 

¿No  merece  la  pena  el  contraste,  que  en  él  se  fije  ese  mismo  poi 
único  que  ha  de  resolver  en  adelante,  sin  verdadero  contacto  con  la  • 
nión  nacional? 


No  se  conteste  con  la  vulgaridad  de  que  la  culpa  de  esa  tristísima 
ferencia  la  tiene  Martínez  Campos.  Ni  Lersundi,  ní  Dulce,  ni  lossuo 
res  interinos  ó  propietarios  de  este  último  en  el  primer  año  de  la  gue 
pueden  ufanarse  de  gran  acierto  político  ni  militar.  Más  es,  sin  nc 
más  acierto  ó  mis  fortuna  al  general  Weyler  en  el  breve  tiempo 
llera  de  mando,  basta  ver  cómo  Maceo  ha  podido  salir  de  Finar  á 
vés  de  dos  líneas  troobes,  como  él  y  Gómez  se  sostienen  en  la  Hab 
y  Matanzas  entre  un  sinnúmero  de  colnmnas,  ahora  bien  manejai 
basta  ver  esto,  para  comprender  que  entre  la  insurrección  de  1868  ] 
de  1895  hay  un  abismo,  que  no  basta  &  llenar  la  pericia  de  un  gen 
•en  jefe. 

Los  voluntarios   del  Plata. 

La  conducta  de  los  españoles  residentes  en  la  Argentina  es  verdt 
ramente  digna  de  loa  mayores  elogios.  Como  buenos  hijos  de  esta  n< 
lísima  patria,  no  han  podido  permanecer  indifereEtes  ante  el  es] 
táoulo  de  la  guerra  de  Cuba  en  que  España  tiene  empeñado  su  hoñ< 
la  gloria  de  su  bandera  y,  oon  un  entusiasmo  que  les  honra  no  han  t 
beado  en  dar  su  sangre  y  su  vida  por  la  patria  ofreciéndose  á  marc 
-oomo  voluntarios  á  la  manigua  donde  la  satisfacción  del  debe-  ~ 
piído  como  españoles  será  la  única  recompensa  de  sus  generosos 
cios. 

He  aquí  las  noticias  que  nos  suministran  de  Cádiz  acerca  de  < 
nado  de  valientes: 

Llegaron  á  Cádiz  en  el  correo   Ciudad  de  Cádiz  los  1Í7  cu* 
-jjae  marchan  á  Cuba  oomo  voluntarios.  Todos  son  hombres  jó 


OBÓRIOA  DI  LA   aüBBBA  DB  OUI 


TobnstoB,  avezados  al  trabajo,  en  bu  mayoría  galle 
(díanos. 

Vienen  algnnos  andaluces,  de  Jaén  y  Glranada, 
la  provínola  de  Matanzas,  varios  vascongados  y  tu 
Cadix. 

Este  eti  natural  de  La  Línea,  se  llama  José  Palo 
qae  marchó  á  Buenos  -Aires  con  sn  familia.  AlU  e 
^ba  ana  posición  desahogada. 

Entre  los  indivídaos  vienen  machos  que  han  f 
ejército,  algunos  de  ellos  cabos  y  sargentos.  Tamb 
ciales,  prófugos  y  desertores  acogidos  ahora  á  ind 

Viene  don  Manuel  {lodrfgnez,  oficial  de  iafi 
qoien  acompaña  su  señora.  En  Buenos  Aires  se  de< 
se  encontraba  en  próspera  situación. 

Don  José  García,  alférez  del  regimiento  de  6q 
«ado  al  comercio. 

Don  Tomás  Alonso,  sargento  primero  del  regi 
Navarra;  don  Matías  G-onzález,  sargento  primero 
sallería  de  Sevilla,  y  Ángel  Aldunate,  cabo  de  sani 

Los  demás  voluntarios  ocupábanse  en  Buenos  A 
mmpo,  unos,  y  otros  eran  dependientes  criados.  C 
jhoB  de  ellos  han  servido  ya  en  el  ejército. 

Viene  también  como  voluntario  un  español,  oa 
^ntino:  viste  el  uniforme  de  aquel  ejército,  paree 
!}a]leTÍa,  llevando  en  la  boca  manga  en  forma  de 
aellas;  pertenecía  al  primer  regimiento  de  oazadoi 

Don  Manuel  Serrano,  que  así  se  llama  este  valie 
3>o,  es  natural  de  Ouméres  de  Sin  Bartolomé  (Hue! 
le  edad. 

Entró  en  quintas  en  el  pueblo  de  su  naturaleza, 
Ao  por  haber  sacado  un  número  alto  en  el  sorteo. 
Buenos  Aires,  tomando  parte  en  la  célebre  revoluí 
ingresó  en  el  ejército  argentino  como  soldado,  siei 
Bial  por  mérito  de  guerra.  Después  ha  hecho  vai 
Sontra  los  indios,  alcanzando  todos  sus  grados  hasi 
oes  y  hechos  heroicos. 

"'o  pudo  marchar  con  la  primera  expedición  d( 

un  de  las  repdblicas  Americanas  por  no  haber] 

"Memo  argentino  hasta  ahora,  en  que  se  la  han 

H  voluntarios  van  animados  del  mayor  «at 

Ji  verse  en  Cuba  para  demostrarlo.  Al  saltar  i 

M,  sa  vivas  á  España  y  á  Cuba  española,  que  fui 

-•ate  qne  se  encontraba  en  el  muelle. 


92á tíBÓmOX  D»  LA  atTOBA.  DB  OPBA 

Todos  llevan  en  el  brazo  y  en  el  ojal  de  la  amerieana  grandei  laxos 
eon  loH  colores  de  la  bandera  nacional. 

ÁóompsfiadoB  de  los  jefes  y  oAcialcs  del  depiSñto  de  ültramur,  mar- 
ehaton  desde  el  muelle  al  oaitUlo  de  Santa  Catalina,  donde  se  alojaron 
hasta  el  día  siguiente  que  embarcaron. 

Ea  el  trayecto  dieron  constantes  vivas  &  Sspafla  y  &  Oádís,  demos- 
trando ^ran  júbilo  por  verse  de  nnevo  en  su  patria.  En  todo  el  trayecto 
del  muelle  al  castillo  de  Santa  Catalina  no  cesó  de  llover  copiosamente, 
apesar  de  lo  cual,  fueron  seguidos  por  constantes  cotímos  que 
coro  á  loB  vítores  y  aclamaciones  de  entnaiasmo  de  los  volnatarios. 


•Kdu  Kute  CrliUu." 


EstoB  Iiaoen  grandes  elogios  de  la  colonia  española  en -Buenos  Aires, 
qme  los  ha  colmado  de  obseqoios  y  atenciones. 

Xa  Comisión  patriótica  española,  obsequió  á  cada  voluntario  ooi 
una  libra  esterlina,  y  el  rico  tabaquero,  compatriota  nuestro  don  Ma- 
nuel Duran  les  repartió  17.000  paquetes  de  cigarros  de  las  mejora 
thues. 

Bü  día  del  embarque  acudieron  Á  despedirlos  todos  los  españo- 
les allí  residentes,  haciéodoles  una  entusiasta  y  cariñosa  manifestacidn 
á  la  que  se  asociaron  muchos  argentinos. 


Los  españoles  en  México 


El  patriotismo. 

A.S  inioiativafl  tomadaii  por  loa  españoles  residentes  en  la 
capital  de  México,  vatt  siendo  generosa  y  entneiastamente 
secundadas  en  todas  las  poblaciones  de  aqnella  república 
americana,  donde  existen  corazones  españoles,  como  no 
podía  menos  de  suceder  tratándose  de  hijos  de  España,  de 
esta  hermosa  madre  tan  grande  como  honrada. 

Las  tristezas  de  la  gnerra  de  Caba,  promovida  poruña  raza  ingrata, 
que  convierte  en  mortíferas  balas  el  hierro  de  lascadenas  que  con  orgu- 
llo rompiera  Eapaña,  al  libertarla  de  ominosa  servidumbre;  los  estragos 
y  desdichas  que  esa  misma  iojastificada  gnerra  ocasiona,  tiene  necesa- 
riamente qne  producir  hondas  amargaras  en  todos  los  pechos 'españo- 
les, conocedores,  como  son,  de  los  aacrifioios  inmensos  que  á  £8p5>t^* 
cuesta  la  conservación  de  bu  hermosa  Antilla,  porque  ella  es  el  resto  . 
le  queda  del  mundo  que  descubriera  con  Colón  y  porque  eimboliza  i 
mis  uno  de  los  más  gloriosos  hechos  de  su  brillante  é  imperecedera  1 
toria. 

No  es  extraño,  pues,  que  España  esté  dispuesta,  antes  qne  perdei 
Cuba,  á  arrostrar  todos  los  aacriñoios  y  á  realizar  todos  les  herois'^' 


OBÓNIOA  DS  LA  QUERRÁ  DR  OUBA  Q^7 


'  ■  :.  *9 


'.» 


Gomo  no  es  extraño  tampoco  que  los  españoles  ante  el  empeño  de  honor 
en  que  España  se  halla  interesada,  le  ofreaoan  noblemente  su  ooncoryo 
de  dinero  y  el  sacrificio  de  la  propia  vida. 

El  ejemplo  que  vienen  dando  nuestros  compatriotas  residentes  w- 
Francia,  en  la  República  Argentina,  en  México,  en  todas  partes,  en  flot- 
es digno  de  esta  Nación  de  héroes  y  nos  hace  á  todos  sentirnos  orgullp- 
0OS  y  honrados  de  haber  tenido  la  dicha  de  nacer  españoles. 

En  Frontera  de  Tábasco. 

Hacia  fines  del  mes  de  Setiembre  de  1895  ge  inició  por  los  esp«Eiol0s 
residentes  en  la  capital  de  la  República  Mexicana  una  pt^triótica  suscigyp 
ción  para  destinar  sus  productos  á  premiar  á  los  soldados  que  más  se 
distinguieran  en  la  campaña  de  Ouba. 

La  Junta  iniciadora  de  tan  plausible  pensamiento  dirigió  circulai;efl 
á  todas  las  poblaciones  de  la  República  donde  residen  españoles,  e^jp^o- 
niéndoles  la  idea  que  en  todas  partes  ha  sido  acogida  con  entusiasmo. 

Frontera  de  Tabasco  ha  sido  una  de  las  poblaciones  mexicanas  en 
donde  el  entuüasmo  de  los  españoles  se  ha  manifestado  más  vigoroso  y 
donde  el  pensamiento  de  la  suscripción  se  ha  llevado  más  prontamente 
íl  cabo,  organizándose  para  ello  una  junta  patriótica  compuesta  por  ge- 
nerosos españoles. 

He  aquí,  como  se  llevó  á  cabo  el  pensamiento: 

Don  Esteban  S.  Herrero,  representante  en  Frontera  del  Yice  cónsul 
de  E<ipaña,  reputado  financiero  y  economista,  dirigió  una  carta  circular 
á  todos  sus  compatriotas  que  dice  asi: 

«Hoy  á  las  nueve  de  la  noche  9e  verificará  una  reunión  en  el  salón 
<POLO  NORTE»  de  todos  los  españoles  residentes  en  esta  población, 
para  adherirnos  á  la  iniciativa  aprobada  en  la  reunión  celebrada  en  el 
Oasino  Español  de  México,  con  motivo  de  los  asuntos  de  Cuba. 

Se  suplica  á  usted  no  deje  de  asistir  á  tan  patriótico  acto. 

Frontera,  Octubre  13  de  1895. — Esteban  S.  Herrero.» 

£1  llamamiento  hecho  por  el  señor  Herrero  produjo  sus  naturales  re* 
«altados,  acudiendo  solícitos  todos  los  españoles  que  allí  tienen  su  resi* 
dencia,  poseídos  del  mayor  entusiasmo. 

La  reunión  que  estuvo  concurridísima,  se  llevo  á  efecto  la  noche  del 

de  Octubre  en  el  salón  cEi  Polo  Norte»  que  es  propiedad  del  entu£ias- 
patriota  don  José  Poch. 

En  medio  de  la  expeiBtación  de  todos  se  levantó  el  señor  Esteban 
,  Herrero  que  como  firmante  de  la  carta  circular  le  correspondía  ex  • 
icar  sus  propósitos  y  dirigió  la  palabra  á  la  concurrencia  en  los  si- 
lien  tes  términos: 

«Señores:  Veo  con  satisfacción  inmensa  que  respondiendo  al  impul- 


.".'íí 


_  628 OHÓHIOA  PM  LA   ttO»B»A  DB   COBA 

■O  del  sagrado  amor  de  la  patria  que  late  en  el  corazón  de  todos '. 
noB  españoles,  o«  habéis  apreBurado  á  asistir  al  llamamiento  qae 
he  permitido  haderos  en  nombre  de  nuestra  querida  España,  de 
eión  civilizadora  de  la  tierra  americana  qne  pieamos. 

>Yo  quisiera  que  antes  de  exponeros  el  pensamiento  que  a< 
Oongrega^  os  di^uáieis  desi^ar  de  entre  los  presentes,  la  perso 
haya  de  presidir  este  aoto.  (Por  aclamación  faé  designado  el  mii 
fior  Herrero,  el  cual  continuó  su  interrumpido  discurso). 

>Pues  bien,  señorea:  Todos  sabéis  que  en  Febrero  de  eate  año  se  dio 
en  Cuba  el  grito  de  rebelión  contra  la  madre  patria  por  algunos  hij 
desnatnralizadoA  que  con  vanas  promesas  y  soñadas  engañosas  venl 
rae,  han  logrado  atraer  á  su  causa  á  todos  loa  ignorantes  y  fanáticos. 

>La  gaerra,  pues,  arde-en  los  campos  de  Cuba,  en  esa  perla  de  1 
Antillas,  donde  todos  los  elementos  de  sa  riqueza  se  ven  destruidos,  p 
^maños  aleves  y  donde  de  parte  de  los  iosurrectoa  se  hace  una  gnei 
más  propia  de  bandidos  y  desalmados  qne  de  partidarios  de  ideas  ref 
neradoras,  como  con  evidente  sarcasmo  se  denominan  eUos  mísm< 
¡Triste  recompensa  la  que  recoge  España  de  esa  raza  á  quien  sacó  de 
servidumbre  para  elevarla  á  la  categoría  de  ciudadanos  tibreel 

>Paes  bien;  esos  que  nunca  dan  la  cara  á  nuestros  soldados  para 
lucha  noble  y  leaf,  que  su  ánica  conducta  de  la  guerra  es  la  cobaí 
asechanza  y  solo  esgrimen  el  machete  cuando  llega  el  momento  de  ai 
Binar  á  mansalva,  son  los  que  aspiran  al  gobierno  de  Oaba,  los  q 
quieren  imponerse  á  todo  lo  qne  en  la  isla  represente  el  trabajo,  la  ci' 
liíación  y  la  verdadera  libertad. 

>Dd  todas  suertes,  el  hecho  es  que  en  Caba  existen  los  enemigos 
'  España,  y  ante  ello,  preciso  es  qne  todos  los  buenos  españoles  acudan 
Con  nuestro  dinero  y  con  el  sacrificio  de  nuestras  propias  personas, 
auxilio  de  los  gloriosos  prestigios  de  la  patria  que  nos  legaron  nueati 
mayores. 

■Protestemos  Con  energía  de  las  ofensas  que  la  prensa  asalariad! 
pasional  dirige  á  España ,  con  evidente  desconocimiento  de  los  hecho 
de  la  historia  ó  con  pnnible  mala  fé,  puesto  qne  Cuba  dentro  de  la  u 
.^dad  española  es  un  pueblo  libre  y  civilizado. 

w      >No  quiero  molestaros  más  extendiéndome  en  consideraciones  c 
'  no  dudo  están  en  la  conciencia  de  todos  y  voy  á  exponeros  el  objeto 
la  convocatoria  que  he  tenido  el  honor  de  haceros. 

>En  la  capital  de  esta  república,  se  ha  acordado  por  los  indií 
más  caracterizados  de  nuestra  colonia,  abrir  una  snscripoión,  q 
estimo  tan  patriótica  como  oportuna,  entre  todos  los  español 
tengan  reaidenoia  en  México,  para  con  sus  productos  premiar  á  ^v 
Uentes  soldados  que  tan  alto  mantienen  en  Cuba  el  honor  de  la  P*"' 
más  se  distingan  en  la  guerra;  y  este  es  el  punto  que  yo  someta 


tro  acuerdo,  secundando  así  la  generosa  idea  iniciada  por  nuestros  com» 
patriotas.» 

£1  discurso  del  señor  Herrero  fué  calurosamente  aplaudido  por  todo9 
los  concurrentes  que  por  entusiasta  aclamación  aprobaron  la  proposi- 
ción del  presidente. 

Acto  seguido  se  procedió  á  redactar  el  acjba  de  la  reunión  que  se  cele* 
braba,  y  abierta  la  suscripción  se  inscribieron  todos  los  presentes;  re» 
candándose  una  suma  considerable,  que  juntamente  con  la  lista  y  el 
acta  se  acordó  remitir  á  la  Junta  Central  de  la  ciudad  de  México. 

Un  rasgo  interesante:  dos  españoles  de  los  concurrentes  al  acto  que, 
por  carecer  de  recursos  no  pudieron  contribuir  á  la  suscripción,  se  ofre* 
cieron  &  ir  como  voluntarios  á  la  guerra,  si  la  Junta  se  encargaba  de 
facilitarles  el  viaje.  De  este  generoso  ofrecimiento  se  dio  también  cuen- 
ta á  la  Junta  Central. 

La  reunión,  después  de  haber  elegido  los  individuos  que  habían  de 
constituir  la  Junta  patriótica  en  Frontera  de  T/ibasco,  se  disoMó  con 
el  mayor  orden  al  grito  de  ¡Viva  España!  que  fué  entusiastamente  cdu- 
testado  por  todos. 

He  aquí  la  Junta  nombrada: 

Presidente:  Don  Esteban  S.  Herrero. — ^Vocales:  Don  José  Poch,  don 
Emilio  CsñalS)  don  Victoriano  Canel  y  don  Feliciano  Tojaco. — Secreta-^ 
rio  y  Tesorero:  Enrique  Galindo. 


iifiiw  COI  iL  Mimeo 

DE  MARTÍNEZ  CAMPOS. 


8  interesante,  por  demás,  la  oonveiíaoión  BÍguiente, 
tenida  en  SeTÍlla  por  nn  ilaetrado  periodista  con  el  I 
tor  Semprún,  médioo  y  amigo  del  general  Mart: 
Campos.  La  conTersaoión  tiene  mnoha  miga  qne  se  p 
ta  á  namerosoB  oomentarios  que  dejamoa  íntegr 

es. 

interview: 

El  Doctor  Semprún. 

la  de  medicina  de  Sevilla  hizo  sa  carrera,  el  qne  ha 
o  médico  al  lado  del  general  Martínez  Campos  en  el  ti 
dirigido  las  operaciones  en  la  isla  de  Caba. 
luardo  Semprún,  es.  comandante  y  hállase  laureado 
ía  Cristina  por  su  noble  y  bizarra  condaota  en  Peral 
¡ido  los  detalles  de  aquella  ac<á(Sn,  se  acordará  de  a< 
n  apartarse  nn  punto  del  peligro,  tío  cómo  una  bala  a 
e  á  parte  la  montura  de  su  caballo;  de  aquel  médico 
10  caía  del  suyo  el  desgraciado  Santocildes,  pic(S  espnt 
me  fuego,  para  prestarle  auxilios  qne  eran  ineficaces. 


.WSh- 


OEÓNIGA  DX  LA  aUXBBA  DS  OUBA 


-mit^ 


muerte  ae  había  adelantado  á  la  ciencia,  por  mucho  que  la  ciencin  q^^f 
so  adelantarse  ala  muerte...!  \p 

Semprún  es  joven ,  de  regular  estatura,  barba  negra  corta,  narrador 
amenísimo  de  los  accidentes  de  la  campaña,  simpático,  amable...  hasta 
permitir  que  le  hablen  de  la  guerra  después  de  diez  meses  de  no  oír  otra 
cosa.r. 

Yo  había  ido — dice  el  narrador — á  buscarlo  á  la  fonda,  por  la  tarde* 
No  estaba.  Le  dejé  tarjeta.  Volví  por  la  noche.  En  el  momento  de  yo 
entrar,  él  salía.  Un  criado  de  la  fonda  me  dijo: 

— Ese  es  don  Eduardo... 

Iba  de  uniforme.  Al  pecho  la  cruz  de  María  Cristina.  Lo  acompañé 
á  telégprafos,  y  después  que  hubo  concluido,  nos  dirigimos  al  Ateneo. 

Por  el  camino  le  expresé  el  objeto  de  mi  visita. 

— ¿Usted  estará  acostumbrado  á  las  interviews? 

— Las  conozco.  Rafael  Gasset  y  Terifante  Gallego,  se  han  sentado 
varias  veces  á  la  mesa  del  general.  Son  los  dos  periodistas  que  han  me^ 
recido  más  deferencias  de  su  parte.  Sobre  todo  de  Rafael  Gasset. 

El  comandante  accedió,  con  excesiva  fineza,  á  mié  deseos  de  inter- 
vieióarlo. 

— Lo  único  que  siento — me  dijo, — es  que  lo  que  yo  diga  pueda  pare- 
cer apasionado.  Soy  entusiasta  del  general.  Creo  conocerle  por  fuera  y 
por  dentro.  Me  parece  conocer  hasta  lo  que  sueña. 


•    '.-  V'IV 


/«i^ 


r  ,  ,  r  V 


y  1^1 


La  opinión  extraviada. 


— No  comprendo,  cómo  hay  personas — ^añadió  luego  contestando  á 
preguntas  que  yo  le  hacía — que  juzgan  de  la  campaña,  creyéndose  infa- 
libles. Vanidad  de  vanidades,  y  todo  vanidad.  ¿Cuántos  españoles  cono* 
cen  bien  la  isla  de  Cuba?  ¿Cuántos  la  estrategia  de  aquellos  cabecillas? 
Nosotros  tenemos  que  luchar  con  los  obstáculos  de  la  naturaleza  incom- 
parablemente  más  que  con  el  enemigo;  el  enemigo  huye,  sabe  que  en 
guerra  franca  sería  inútil  todo  su  empeño,  que  con  el  ejército  español  no 
puede  nadie;  pero  los  obstáculos  de  la  naturaleza  persisten,  dan  la  caza 
y  en  casi  todas  las  ocasiones  vencen. 

Desde  aquí  no  puede  saberse  lo  que  es  aquello.  En  la  mesa  del  come- 
dor, en  el  círculo  íntimo  de  los  amigos,  todo  es  coser  y  cantar.  Yo  haría 
o,  yo  haría  lo  ctro,  yo  emprendería  el  ataque  por  aquí,  yo  los  sor- 
dndería  en  sus  madrigueras,  lo  más  práctico  sería  el  plan  de  campaña 
e  á  mí  se  me  ha  ocurrido...  Dicho  todo,  parece  natural  y  factible; 
ro  en  el  campo,  ante  la  eventualidad  de  los  sucesos,  ya  es  otra  cosa. 
ira  nosotros  son  todas  las  desventajas.  La  conducción  de  convoyes, 
r  ejemplo, — y  este  es  un  solo  detalle — suele  ser  obra  de  romanos.  A 
sea  se  atascan  los  carros  y  no  salen  del  atolladero  en  tres  días.  En 


'I 
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•:a^ 


632  OBÓBICA  DB  LA   QOE^  DB   OüBA 

más  de  noa  ooaBÍón,  los  oficiales,  han  tenido  que  andar  á  tiroi 
boyeros,  qae  en  vano  luchaban  para  se^fnir  la  marcha.  - 

La  opinión  está  extrariada.  Comprendo  que  ella  no  tiene  la 
pero  está  extraviada.  En  Caba  eehace  una  guerra  verdaderamc 
guiar.  Si  no  foera  asi,  ¿duraría  á  eetas  horas?  El  enemigo  enf 
hnaa  los  encuentros,  es  dueño  y  sefior  de  mochos  secretos  para 
impenetrables.  Sobre  todo  es  dominador  de  la  tierra  que  pi»a. 
su  casa,  sn  residencia,  en  la  manigua;  nuestros  soldados  no  co 
la  fachada  de  esa  casa,  mucho  menos  las  sorpresas  que  dentro  1 


Martínez   Campos. 

— ¿En  qué  situación  de  ánimo  vino  el  general  á  la  Pesínsult 

— En  la  misma  de  siempre.  Su  entereza  habitual  no  le  al 
Por  otra  patte,  (\  no  ha  vuelto  vencido.  Si  hubiera  presentado 
sión,  pudiera  quizá  decirse  esto;  pero  sa  diminión  do  ha  eido  i 
nea.  Bien  claro  está  y  se  ha  dicho,  no  sólo  por  él,  sioo  por  tod( 
riódioof:  le  han  dimitido. 

— ¿Qiié  géaero  de  vida  suele  hacer  en  campaña? 

— ^La  vida  de  un  soldado.  MaTttnez  Campos,  hace  las  cosas  < 
üera  más  natural  del  mundo,  8in  afectación  de  ninguna  clase, 
á  caballo,  de  noche  y  de  día,  es  incansable.  Todo  lo  que  se  dig 
punto,  es  perfectamente  cierto.  A  veces  le  queríamos  hacer 
caballo  para  que  descaneara. 

— Un  general  en  campaña  no  debe  cansarse  nunca, — ^nos  d 
que  se  canse  que  no  sea  general. 

E^to  dioho  con  una  ingenuidad  extraordinaria.  Y  advierto 
que  aquel  trabajo  revienta  á  cualquiera.  Pero  Martíoez  Cam 
una  fuerza  de  voluntad  qne  se  sobrepone  á  todo.  Está  templa 
los  antiguos  guerreros.  Se  priva  del  sueño,  de  la  comida,  del 
sin  quejarse,  con  la  conciencia  del  qne  cumple  un  deber  que  i: 
patria. 

Marchenlo,  siempre  se  le  vé  en  la  extrema  vanguardia,  en 
de  mayor  peligro.  Es  una  vida,  que,  por  un  celo  mat  eatcndí 
expuesto  en  muchas  ocasiones.  Sus  entorchados  no  desaparee 
bocamangas,  al  revés  de  lo  que  hacen  los  demás  generales.  Esn 
casi  seguro;  le  salva  la  buena  estrella;  al  sol  brillaban  los  gal 
brillo  extraordinario.  Parecían  un  foco  de  las,  desafiando  te 
mente  al  enemigo... 


CEtolQA  DB  LA  QUIBRA  DB  qUBA 633 

La  leyenda  de  las  <^tagaminas.* 

Siempre  le  ha  dicho  qne  Martínez  Campos  fama  malos  ohiootes,  es- 
pecie de  tagarninas  qne  no  se  avienen  con  bu  categoría.  Sobre  esto  pre- 
gunté al  seflor  Semprún,  j  ¿ate,  sonriéndose,  me  dijo: 

— ^Ebo  se  dice:  pero  hay  bastante  exageración  en  el  dicho.  El  general 
fama  an  tabaco  mediano,  qne  eqnirale  al  de  cuarenta  céntimos  de  aqoí. 

De  eso  á  decir  qne  rinde  onlto  á  lai  tagarninas  hay  baatante  dife- 
reneis. 


U  C«pi»Uo  lWi«UB(t«B).— TrtBl*  OuU. 

Cuando  se  le  pregnnta  qne  por  qné  no  gasta  mejor  tabaeo,  contesta 
qne  seria  para  él  «n  cargo  de  conciencia. 

Bn  mi  concepto  para  Martines  Campos  el  fumar  es  nn  vicio  indigno 
de  qtte  se  le  halague...  y  el  caso  es  qne  tiene  siempre  magníficos  haba- 
nos, qne  le  regalan  por  osjas,  entre  otras  personas,  el  maqnéa  de  Pinar 
del  Rio. 

Loe  destina  á  los  qne  le  rodean  y  &  los  qne  le  TÍsitan. 

Los  preliminares  de  Peralejo. 

Nofl  habían  dicho  qne  Maceo  estaba  en  Bayamo.  El  general  hiio  des 
de  Inego  el  propósito  de  atacarle.  No  tenía  más  qne  300  hombres  y  los 
qne  componíamos  el  Estado  Mayor;  el  jefe  Máximo  Ramos,  el  marqnéa 
de  Baztán,  el  comandante  Moreno,  Vatenznela,  Primo  de  Rivera,  Pepe 
Martínez  Campos  y  yo. 

— Adelante — dijo  el  general; — ^y  adelante  fuimos. 

ün  eX'Cabecilla  de  la  gnerra  pasada,  de  loe  qne  negociaron  la  paz 
del  Zanjón,  y  hoy  administrador  de  la  Aduana  de  Manzanillo,  Ramírez, 
al  encontrarse  al  general  en  marcha,  le  pintó,  lleno  de  buena  fé,  con  ne* 


OBOmOA  DM  LA  güBBKA  P»  ODBA 

gros  colores  la  difícil  aitnaciiSn  en  qae  nos  veriamos  de  encontrará  Ma- 
co Martínez  Campos,  firme  en  su  idea,  y  sin  dar  entero  crédito  á  las 
palabras  del  exoabecilla,  siguió  su  camino. 

'  Ramírez,  tomando  otra  dirección,  encontróse  á  SontooildeB  con  sa 
coinmna  cerca  de  Veguitas. 

El  genial  va  h&cía  Bayamo.  Corra  usted  á  encontrarle,  porque  alli 
está  Maceo  con  7.000  hombres... 

Santooildes  lo  hizo,  pero  sin  contar  á  Martínez  Campos  sa  entrevista 
oon  el  ezcabeoilla. 

— ¿Dónde  vá  el  general?' — preguntó  el  primero  al  segundo. 

— \  Biyamo.  Me  han  dicho  que  está  allí  Maceo. 

— Le  acompañaré- -añadió  Santooildea. 

— No  hace  falta...  Si  acaso  venga  usted  detrás  como  á  media  hora  de 
eamino.  Si  oye  usted  fuego,  adelántese  hasta  nosotros;  si  le  oigo,  yo  me 
reuniré  con  ustedes. 

— Si  es  tan  crecido,  como  dicen,  el  número  de  insurrectos  que  acom- 
pañan á  Maceo,  me  parece  que  no  podemos  ir  ni  juntos  ni  acompa- 
ñados 

— Taya  si  podemos — dijo  el  general  sin  detenerse. 

Ma  rtínez  C^impos,  no  creía  en  loa  7.000  hombres.  No  dio  crédito  á  la 
noticia  hasta  que  la  oyó  de  labirs  de  nna  distinguida  señora,  propieta- 
ria de  Veguitas,  que  se  porta  admirablemente  oon  los  soldados  españo 
les,  facilitando  cuantos  avíos  necesitan  para  su  curación. 

— No  salga  usted,  por  Dios,  general, — le  dijo  esta  señora —  en  Baya- 
mo  hay  7.000  hombres  y  además  de  Antonio  Maceo  otros  cabecillas  im- 
portantes. 

— Señora;  no  tengo  mái  remedio.  Ya  eatoy  aquí — le  contestó  el  ge- 
neral 

La  tortilla  para  el  Estado  Mayor. —  Una  conferencia. 

— Los  que  formábamos  el  Estado  Mayor  de  Martínez  Campos,  no 
habíamos  comido.  La  amable  señora  nos  preparó  nna  en^^rme  tortilla, 
que  nos  supo  á  gloria. 

El  pobre  Santooildes,  que  comía,  de  ordinario,  bastante  bien,  apenas 
quiso  probar  bocado  en  aquella  cena  de  pan  y  tortilla-  Estaba  triste; 
quizá  le  dominaba  el  presentimiento  de  su  muerte,  que  nadie  pndo  fign 
rarse  tan  cerca. 

Durante  la  noche  trató  de  disuadir  al  general  en  jefe  de  su  propósi* 
Tuvo  con  él  una  conferencia,  de  la  que  resultó  confirmada  en  térmii 
categóricos  la  actitud  sostenida,  desde  un  principio,  por  Mártir 
Campos. 

A  la  mañana  siguiente,  salíamos  para  batir  á  Maceo. 


i  Al! 


QBONICA  nB  LiL  aUXBKA  DB  CUBA  635 


La  acción  de  Peralejo. 

— La  vida  del  general  en  jefe  e&tuvo  muy  expuesta  en  Peralejo;  pero 
en  otras  ocasiones  se  ha  vi^to  más  expuesta  aún.  Por  ejemplo  en  la  mar 
oha  de  Ciego  de  Avila  á  SanotiSpiritus.  En  Coliseo,  vióse  también  gra* 
vfsimamente  comprometida. 

El  enemigo  nos  tenia  cercados  en  Peralejo.  El  friego  empezó.  A  los 
pocos  momentos  era  horrible;  el  hamo  se  amontonaba  en  la  atmósfera, 
apenas  nos  veíamos.  A  las  tres  horas  de  cenábate,  Santocildes  caia  de  su 
caballo.  Corro  para  auxiliarle.  Tenía  tres  balazos.  Estaba  muerto... 

Los  soldados  casi  no  se  dieron  cnecta,  ni  hubo  el  menor  desorden. 
Campos  se  puso  al  frente  de  las  tropas.  Al  fin  salimos  de  aquella  crítica 
situación  gracias  á  un  movimiento  muy  bonito  del  general.  Al  mismo 
tiempo,  nos  apoderamos  de  tres  bohíos,  cosa  que  entonces  era  poco  me- 
nos que  indispensable,  para  seguir  un  camino,  desconocido  para  nos- 
otros, que  daba  entrada  á  Bayamo. 

Antes  que  Santocildes,  murió  su  ayudante  Sotomayor,  un  niño  casi, 
al  conducir  á  retaguardia  una  orden  de  su  general. 

Nos  reunimos  en  Peralejo  unos  mil  trescientos  hombres,  porque  se 
me  olvidaba  decir  á  usted  que,  casualmente  se  unió  á  nosotros  el  tenien- 
te coronel  Escario  que  llevaba  300. 

Maceo  y  los  suyos  huyeron  á  la  desbandada. 

El  comandante  Valenzuela. 

— ^Ya  sabe  usted  que  el  pobre  Yalenzuela,  no  murió  de  la  herida,  sino 
del  vómito.  Yo  había  ido  á  verle  al  hospital  por  orden  de  Martínez  Cam- 
pos, y  al  preguntarle  éste  si  sería  preciso  amputarle  la  pierna,  le  dije 
que  no,  que  la  encontraba  bien. 

Yalenzuela  fué  la  primera  víctima  del  vómito  en  Cienfuegos.  Después 
se  propagó  en  el  hospital. 

A  mí  me  cupo  la  satisfacción  de  llevarle  el  nombramiento  de  coman  - 
dante  y  la  craz  laureada  de  San  Femando.  Poco  le  duró  al  pobre  la 
alegría. 

La  Reina  se  interesaba  mucho  por  su  salud  y  lo  mismo  Martínez 
C^  Tipos. 

La  fiebre  del  separatismo. — Marti. — Máximo  Gómez. — Maceo. 

*-*El  separatismo  no  es  una  idea  entre  aquella  gente;  es  un  fanatis 
n      una  verdadera  le  cura. 

^o  poseo  un  documento  que  se  le  encontró  á  Martí  después  de  su 


636 OBONIOA  DE  LA  QüXRRA.  DB  OÜBA ' 

maerte.  Bállsae  dirigido  por  Máximo  Gomes  al  presidente  de  la  Ji 
revolaoionaria  de  Naeva  York.  En  dicho  docamento  se  lee  que  Mari 
Campos  sigue  una  política  insuperable  que  facilita  las  deserciones 
tre  ellos,  y  qae  bí  le  coge  prisionero,  á  pesar  de  siu  buenas  condidc 
le  fusila,  Martí  era  el  portador  de  este  escrito. 

A  Martí  le  conocí  en  Sevilla.  Desempeñaba  en  la  insurrección  e! 
peí  de  propagandista,  y  lo  era  ardiente,  apasionado,  iacansable.  T 
sus  humos  de  poeta.  No  creo  que  hubiera  conseguido  nnnea  la  glorii 
Parnaso.  Conczoo  algunos  de  sns  versos  y  están  llenos  de  ripios.  1 
poco  Creo  qae  pudiera  presumir  de  muy  ilostrado.  Era  un  rom&ntio 
separatismo.  Hombre  de  imaginación,  tenía  bastante  de  aTentoiei 
da  visionario. 

Máximo  Gámea  y  Antonio  Maceo  son,  desde  luego,  los  cabecillas 
importantes,  las  dos  figuras  más  salientes  del  campo  enemigo.  Má: 
es  hombre  de  inteligencia,  buen  guerrillero  y  excelente  para  dirigí 
caballería.  Debe  tener  unos  72  afioe.  Su  aspecto  amojamado  á  lo 
Quijote  y  cierto  mal  color,  le  hacen  aparecer  como  pereona  muy  ei 
ma,  en  período  avanzado  de  la  tíñs.  No  dudo  que  esté  malo;  per 
creo  i|ae  lo  esté  tanto  como  se  asegura- 
Maceo,  anoque  tiene  mucho  prestigio,  no  alcanza  la  signifisacitS 
Máximo,  ni  vale  lo  que  él.  Es  hombre  de  buena  presencia  y  entre 
mulatos  un  coloso,  así  como  Quintín  Banderas  está  muy  bien  con 
toado  y  muy  querido  entre  loa  de  su  raía. 


De  etras  cosas  más  habló  el  distinguido  médico  militar,  entre 
del  noble  comportamiento  del  segundo  batallón  peninsular,  del  ari 
la  bizarría  y  el  entusiasmo  con  que  se, baten  los  jóvenes  teniente^  n 
salidos  de  la  Academia,  del  por  reñir  glorioso  qué  espera  en  el  ejercí 
ayudante  de  Martines  Campos,  O'Donnell,  y  de  la  serenidad  qne  di 
gue  al  capitán  Primo  de  Rivera. 

Lolo  Benitez. 

Al  estallar  el  grito  de  Yara  en  1868,  Lolo  Benítes  oontarfa  ente 
veinte  años  escasos,  y  era  na  mozo  varonil  ¿  quien  la  juventud  de 
sa,  su  pueblo  natal,  consideraba  oomo  jefe  indiscutible,  tanto  por  s 
teligencia,  oomo  por  su  valor  y  destreza  en  todos  los  ejercicios  fl 
que  dominaba  por  completo;  próximo  á  ^yamo,  foco  de  la  insa 
4Üón,  los  jefes  más  caracterizados  de  ésta,  le  designaron  oomo  jei 
una  partida  de  las  que  por  entonces  se  formaban,  seguros  de  qn' 


rT\ 


ORÓNIOA  Pü  LA  QOgmU  DE  COBA 637 

brfan  de  seg^airle  los  jóvenes  de  Guisa.  Al  saberlo  el  interesado  protestó 
con  violencia  y  hobo  de  manifestar  su  desagrado,  diciendo: 

— No  comprendo  que  ningnn  blanco  se  subleve  contra  Espaila;  aquí 
no  hay  más  que  dos  raisas;  la  de  color,  procedente  de  África,  y  lia  blan- 
ca que  no  es  ni  puede  ser  otra  que  la  española;  nuestros  padres  ó  abue- 
los han  hido  todos  espa&oles  y  de  ellos  no  puede  renegar  nadie  que  los 
haya  tenido  honrados;  los  que  desciendan  de  bandidos,  podrán  avergon- 
zarse de  ser  españoles;  pero  mi  abuelo  era  un  español  decentísimo  y  yo 
no  reniego  de  su  nombre. 

Estas  frases  se  consideraron  como  un  reto,  y  pocos  meses  después 
una  fuerte  partida  rebelde  penetraba  en  Oaisa,  dando  apenas  lugar  á 
que  los  amigod  y  parientes  de  Lolo  Benítez,  entre  los  que  se  encontraba 
au  madre,  se  hicieran  fuertes  en  la  Iglesia.  Los  rebeldes,  convencidos  de 
la  inutilidad  de  sus  esfuerzos  para  venoer  con  nobleza,  reunieron  Canti- 
dad suñoiente  de  hierba  seca,  á  la  que  dieron  fuego.  Los  defensores  del 
improvisado  fuerte  y  las  mujeres  que  en  él  se  habían  refugiado  murieron 
abrasados. 

Lolo  Benítez,  que  como  todos  los  hombres  verdaderamente  esforza- 
dos, había  sido  hasta  entonoes  de  un  carácter  bondadoso,  se  hizo  feroz. 
El  especticulo  del  cadáver  de  su  adorada  madre  no  se  borró  jamás  de 
8U  méate,  or^j^anizó  una  guerrilla  con  la  que  hizo  verdaderos  prodigios, 
no  perdonando  nunca  al  insurrecto  que  caía  en  £U  poder.  Pronto  su 
nombre  se  hizo  temible,  y  la  guerrilla  que  mandaba  se  convirtió  en  el 
espanto  de  los  insurreotos  de  Bayamo,  Manzanillo  y  Jiguari,  teatro  de 
aus  operaciones,  agregada  al  batallón  cazadores  de  Antequera. 

Lolo  Bdoítez,  que  tan  gloriosa  muerte  ha  tenido  en  el  campo  de  sus 
antiguas  hazañas,  luchando  por  su  amada  España,  no  era  tan  cruel  co- 
mo la  fama  le  haoía,  pues  si  bien  en  la  lucha  no  perdonaba  á  nadie,  ja 
terminada  mostrábase  benigpao  y  compasivo.  Era  un  cubano  muy  espa- 
ñol, y  aún  descontando  el  terrible  efecto  que  le  produjo  el  asesinato  de 
su  madre,  se  indignaba  violentamente  con  los  descendientes  de  los  espa- 
ñoles que  maldecían  á  España. 

Lólo  Benítez,  como  la  inmensa  mayoría  de  los  hijos  de  Cuba  que  des- 
cienden dq  españoles  dignos  y  honrados,  son,  han  silo  y  serán  siempre 
españoles;  es  una  fal^a  idea  la  que  se  tiene  al  sospechar  de  los  hijos  de 
aquella  hermosa  tierra,  tan  españoles  como  los  peninsulares  y  que  tantas 

lebas  de  amor  á  la  patria  están  dando,  y  que  no  tienen  que  recibir 

nadie  lecciones  de  patriotismo. 

El  ejército  y  la  armada  tienen  en  sus  filas  muchos  cubanos  que  han 

rito  con  sangre  generosa  su  amor  á  E^^paña ;  numerosos  voluntarios  y 
errilleros  del  país  luchan  como  nuestros  soldados;  el  general  Weyler, 
^niza  batallones  de  gente  de  color  con  el  mejor  acuerdo,  y  e^as  seño- 

I  cabanas  que  vitorean  á  nuestros  soldados  en  las  calles  de  la  Habana, 


688 OBÓRICA  P«  L*.  quKtaA  p«  obba 

denaestraabien  claramente,  á  despecho  de  adTeHDL«liz98  aventareroB,  de 
gentes  de  sospechosa  procedencia,  aalro  contadas  esoeptáonea,  y  de  ban- 
dido! medianamente  or^anízadoB,  qne  en  Cuba  hay  sentimlentofl  tan  es* 
pañetes  como  en  la  Península.  Pensar  otra  cosa,  es  dar  la  raxte  á  los 
laborantes  de  los  Estados  Uoidos  y  olvidar  qne  hay  cnbancs  que,  como 
«1  valiente  Lolo  Benítez,  han  hecho  toda  clase  de  aaeríflcios  por  Es- 
pafia. 


FIN  DEL  TOMO  SfGCNDO 


índice  del  tomo  segundo 


Lo8  últimos  embarques 
La  toma  de  Capíro.. 
Hccompeneas.    . 
Accidentes. . 
Otros  eucuentros.    . 
Salvajadas  y  encuentros. 
Operaciones. 
Nuevos  accidentes. . 
Desde  Bayamo.. 
Combate  heroico.    . 
Los  detalles  del  combate. 
Combate  de  Rincón  Hondo. 
Un  articulo  importante. 
Consejo  de  Guerra. . 
El  complot  separatista. . 
Lo  que  pasa  ea  Matanzas. 


1 

25 
M 
47 
51 
63 
71 
76 
79 
84 
95 


108 
120 
125 
140 
158 


PAc. 

Una  interview  con  el  gpeneral.  .  .  165 
La  batalla  de  Cayo  Espino. .      .      .  179 

De  Cascorro 186 

Por  la  paz 195 

El  comandante  Valenzuela..      .      .  203 

Guantánamo.    .      .       .      .      .      .  219 

Relevodel  general  Martínez  Campos.  244 

El  embarque 251 

Eu  Falencia 267 

Opiniones  de  un  soldado.  .  .  .  270 
Los  combates  de  la  Trocha.  .  .  275 
Lucha  de  20  contra  200.  .  .  '  .  282 
Hifitoria  de  unos  expedicionarios.  .  287 
Un  encuentro  con  Reg*o.  .  .  .  292 
La  muerte  de  un  cabecilla. .  ,  .  307 
Notas  y  comentarios 314 


Fusilamientif  de  un  desertor.  .  .  321 
La  opinión  de  un  autonomista..  .  330 
Tropas  expedicionarias.      •      .      .  342 

Mas  tropas 358 

Eq  el  terreno 366 

nducción  de  uu  convoy.  .      .      .371 
ladura  de  un  tren.    ....  388 
«doctrina»  de  Monroe  y  la  Amé- 
rica latina 396 

/asión  de  las  Villas.   .      .      .       .  403 

lombia  y  España 411 

}  operaciones.     .....  419 


El  teatro  de  la  g-uerra 429 

Cabos  sueltos 436 

El  combate  de  Mal  Tiempo.      .      .  446 

Detalles 4bl 

Siguen  avanzando. .      .      .      .      .  454 

El  5.^  de  montañar 467 

Un  héroe 470 

El  combate  del  rio  Colmena.     .      .484 

Lo  que  se  dice 502 

Negruras  de  la  guerra 511 

Sigue  la  guerra 522 

U  lia  derrota 536 


nae. 547 

ciay  loüseiiadoreiiyaQ- 
551 


Cepeifo. 


.  572 
.  579 
.  5K2 


fuerra.— El  combate  de 
nza.— Rafael  Estrada.   .  ' 


Viirios  combatee 595 

CaboBBueltoB 600 

Heroico  encueotro. — Ea  el  callejón 

db  Javira. — Ocho  contra  sesenta. .  G04 

Bn  el  Plata 612 

Desde  Santa  Clara 618 

Los  españolee  en  México.  .  .  .  626 
Interview  con  el  médico  de  Uartí- 

ñez  Campos 630 


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