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Full text of "Crítica histórica sobre el "Diario de Bucaramanga.""

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NORTH  CAROLINA 


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DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 

SOCIETIES 


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University  of  North  Carolina  at  Chapel  Hill 


http://archive.org/details/crticahistricasoOOpinz 


M.  PINZÓN  UZCÁTEGUI 


mTien  histórica 

SOBReeb  «DIA- 


RIO De  BuenRnmnnen» 


v 


litografía  y  tipo- 
grafía DEL  COMER- 
CIO, CARACAS,  1914. 


Crítica  Ristórica  sobre  el 

"Diario  de  Bucaramanga" 


y 


y^ 


.  DEL  COMERCIC 


Al  Señor  General  Sir  Robert  Wilson: 
Retrato  mió  hecho  en  Lima  con  la  más  grande  exactitud  y  semejanza. 

BOLÍVAR. 


Grande  en  el  pensamiento,  grande  en  la  ac- 
ción, grande  en  la  gloria,  grande  en  el  infortu- 
nio; grande  para  magnificar  la  parte  impura 
que  cabe  en  el  alma  de  los  grandes,  y  grande  para 
sobrellevar  en  el  abandono  y  en  la  muerte  la 
trágica  expiación  de  la  grandeza.  Muchas  vidas 
humanas  hay  que  componen  más  perfecta  ar- 
monía, orden  moral  o  estético  más  puro :  pocas 
ofrecen  tan  constante  carácter  de  grandeza  y 
de  fuerza ;  pocas  subyugan  con  tan  violento  im- 
perio las  simpatías  de   la   imaginación   heroica. 

JOSÉ  ENRIQUE  RODÓ. 


M.  PIMZÓN  UZCfiTEGUI  I- 


Crítica  Ristórica  sobre  el 

"Diario  de  Bucaramanga" 


JUICIOS  DE  HISTORIÓGRAFOS 
BLANCO  y  AZPURUA.— R.  VILLAVICENCIO.—  LISANDRO 
ALVARADO.  —  FELIPE  TEJERA.  —  EMILIO  CONSTANTINO  GUE- 
RRERO.—LAUREANO  VALLENILLA  LANZ.— MANUEL  SEGUNDO 
SÁNCHEZ.— PEDRO  MANUEL  ARCAYA.— MAXIMILIANO  GRILLO. 
—  ELOY  G.  GONZÁLEZ.— F.  TOSTA  GARCÍA.— TEÓFILO  RO- 
DRÍGUEZ.—R.  CORTÁZAR.— B.  TAVERA  ACOSTA. 


MCMXIV 

Lit.  y  Tip.  del  Comercio. 

CñRñCñS 


Derechos  reservados 


ñ  la  Juventud 
de  Venezuela  y  de  Colombia. 

Homenaje 


u 

o 


PINZÓN   UZCñTEGUI. 


Preliminar 


A  raíz  de  la  publicación  que  hizo  la  Casa  Ollen- 
dorff  en  1912,  del  famoso  códice  de  La  Croix  (*)  tu- 
ve el  proyecto  de  publicar  una  serie  de  artículos  his- 
tóricos, dedicados  a  la  juventud  de  Venezuela  y  de 
Colombia,  adoptando  como  tema  en  tal  empresa,  el 
"Diario  de  Bucaramanga'  y  Luis  Perú  de  La  Croix." 
Acometí  mi  proyecto  y  para  formarle  una  base  sólida, 
dirigí  una  carta  circular  a  los  historiógrafos  más 
eminentes  de  Venezuela  y  de  Colombia,  como  tam- 
bién a  otras  personalidades  de  importancia.  En  tal 
carta,  inquiría  la  opinión  de  los  historiadores,  sobre 
aquel  juicio  emitido  por  los  reputados  venezolanos 
Blanco  y  Azpurúa  acerca  de  la  autenticidad  del  "Dia- 
rio de  Bucaramanga" ,  juicio  que  aún  está  en  pie,  y 
que  la  juventud  estudiosa  debe  pesar  y  meditar  junto 
con  las  demás  opiniones  notables  que  hallará  en  este 
libro. 


(*).    Véase  la  primera  nota  al  final. 


También  aparece  en  él  la  parte  más  interesante, 
a  mi  pensar,  del  "Diario  de  Bucaramanga",  tal  como 
la  escribió  el  célebre  y  desdichado  autor  Luis  Perú 
de  La  Croix.  Además,  el  lector  hallará  un  capítulo 
dedicado  a  los  dos  héroes:  Ricaurte  y  Girardot,  con 
rectificaciones  históricas  trascendentales. 

Antecede  a  todo  esto  un  capítulo  dedicado  a  co- 
nocer la  interesante  personalidad  de  Luis  Perú  de 
La  Croix,  y  finaliza  el  libro  con  una  conclusión  y  no- 
tas nuestras.  Está  ilustrado  con  la  reproducción  de 
uno  de  los  mejores  retratos  del  Genio  de  la  América, 
hecho  en  Lima  por  el  célebre  Gil,  allá  en  los  años  de 
mil  ochocientos  veinticinco. 

Tal  es  lo  que  constituye  mi  obra:  ella  ha  sido  ins- 
pirada en  la  lectura  de  las  valiosísimas  contestacio- 
nes que  recibí,  motivadas  por  mi  carta  circular;  y 
al  determinar  la  publicación  de  todas  ellas  en  este 
libro,  fué  porque  las  juzgué  de  mucha  más  impor- 
tancia y  valor  que  mis  pobres  artículos,  los  cuales,  si 
bien  inspirados  por  el  amor  que  profeso  a  la  verdad 
histórica,  nunca  hubieran  dicho  más  alto  a  la  juven- 
tud de  las  dos  Repúblicas  hermanas,  y  con  tanta  auto- 
ridad, lo  que  tales  contestaciones  les  dirá  y  enseñará. 

Pinzón  Uzcátegui. 
Caracas:  Í91k. 


UN  HOMBRE  INTERESANTE 


LUIS  PERÚ  DE  LA  CROIX 

He  juzgado  oportuno  hacer  conocer  algu- 
nos detalles  de  la  agitada  vida  de  Perú  de  La 
Croix,  personaje  interesante  y  desgraciado 
que  valientemente  luchó  con  nuestros  Proce- 
res por  la  causa  de  la  Independencia.  Para 
esta  empresa,  he  acumulado  datos  de  varias 
fuentes  y  seguido  fielmente  al  ilustre  historió- 
grafo Ramón  Azpurúa,  a  quien  he  leído  dete- 
nidamente en  varias  ocasiones. 

Conocida  es  de  nuestra  cultura  la  man- 
sión del  Libertador  en  Bucaramanga  el  año 
de  1828.  El  ilustre  Bolívar  permaneció  en 
aquella  ciudad,   capital  del  Estado   Santan- 


16  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

der,  sesenta  días,  durante  los  cuales  era  su 
compañero,  casi  cuotidiano,  el  entonces  coro- 
nel Perú  de  La  Croix,  quien  ocupaba  un  cargo 
de  confianza  en  el  Estado  Mayor. 

Luis  Perú  era  oriundo  de  Montelimart 
(Departamento  de  Drone,  Francia)  y  nació  el 
año  de  1780,  de  padres  poco  notables.  Siendo 
muy  joven  fué  soldado  francés;  y  de  1810  a 
1812  estuvo  en  Ñapóles  bajo  el  reinado  de  Mu- 
rat.  Luego  tomó  parte  en  la  campaña  contra 
Rusia. 

Un  día  Napoleón  manifestó  el  deseo  de 
tener  noticias  muy  reservadas  de  lo  que  pen- 
saba en  su  destierro  Luis  XVIII,  para  lo  cual 
un  personaje  del  Cuartel  General  le  recomen- 
dó a  Perú  como  hábil  sujeto  para  tales  comi- 
siones. 

Poco  antes  de  la  batalla  de  Leipzig,  Na- 
poleón nombró  a  Perú  para  tal  empresa  y 
le  dio  por  compañero  a  un  oficial  llamado 
St.  Colombe,  muy  conocido  por  sus  opinio- 
nes legitimistas,  con  el  objeto  de  favorecer 
su  incógnito.  Perú  desde  esa  época  aña- 
dió a  su  apellido  el  aristocrático  de  La  Croix, 
para  cumplir  mejor  su  comisión.    Estos  dos 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  17 

comisionados  secretos  empezaron  su  misión 
dejándose  hacer  prisioneros  de  guerra  el  13 
de  octubre  de  1813  en  la  batalla  de  Leipzig. 
Luego  engañaron  a  Bernardotte,  manifestán- 
dole el  deseo  de  retirarse  de  la  guerra  y  le 
pidieron  pasaporte  para  Estocolmo,  en  donde 
les  fué  fácil  después  adquirirlo  para  Inglate- 
rra. En  Inglaterra  trataron  con  Luis  XVIII, 
quien,  engañado  por  los  dos  comisionados, 
crédulamente  les  confió  algunos  secretos  y  les 
dio  instruciones  para  tratar  en  su  nombre  con 
Wellington.  La  Croix  dio  cuenta  de  su  comi- 
sión a  Napoleón  en  1814,  pero  ya  en  esta  épo- 
ca el  Imperio  caía  y  el  comisionado  secreto 
temió  hallarse  frente  a  frente  con  los  Borbo- 
nes,  quienes  habrían  de  reconocerlo.  Enton- 
ces Perú  de  La  Croix  resolvió  viajar  a  las  In- 
dias Occidentales  en  busca  de  fortuna  y  allí 
se  reunió  con  su  compatriota  Aury  de  quien 
era  estimado  y  el  cual  le  nombró  Mayor  Ge- 
neral y  secretario  privado.  Ya  en  1816  La 
Croix  era  un  oficial  valiente  e  ilustrado.  Unido 
al  grupo  de  venezolanos  y  granadinos  que  los 
desastres  políticos  de  Costa  Firme  arrojaron 
a  las  Antillas,  tuvo  ocasión  de  observar  la  des- 


18  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


armonía  de  Bolívar  y  Brion  con  Bermúdez, 
Montilla  y  Aury.  Perú  fué  uno  de  los  que  se 
opusieron  a  la  expedición  de  Bolívar  en  los 
Cayos  de  San  Luis  de  Haití  y  más  tarde  con 
Montilla  y  Aury  al  desacertado  proyecto  de 
empresas  sobre  México. 

Después  de  la  muerte  de  Aury  y  de  las 
desavenencias  que  tuvo  con  Courtois  por 
aventuras  marítimas,  La  Croix  se  incorporó 
en  1823  al  Ejército  Libertador  de  Colombia  y 
sirvió  en  el  Estado  Mayor,  primero  como  Co- 
ronel y  después  en  las  guerras  civiles  de  1829 
y  30,  como  General  de  Brigada. 

Naturalmente  La  Croix  cayó  con  el  par- 
tido boliviano  a  la  muerte  del  Libertador,  y 
fué  deportado  a  las  Antillas. 

La  Croix  se  hallaba  en  Venezuela  para 
1835  y  tomó  parte  muy  activa  en  la  revolución 
de  Reformas  que  estalló  el  8  de  julio  en  Ca- 
racas- 
Al  llegar  aquí,  a  esta  parte  de  la  vida  re- 
volucionaria de  La  Croix,  Azpurúa  es  bien  se- 
vero con  él,  no  sin  razón,  por  motivo  de  que 
fué  uno  de  los  trece  jefes,  inclusive  Carujo, 
encabezadores  del  primer  movimiento  de  re- 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  19 

belión  en  contra  del  Gobierno  Civil  estable- 
cido desde  1830.  La  Croix  fué  expulsado  a 
consecuencia  de  tal  revolución  y  resolvió  di- 
rigirse a  Francia,  su  patria,  donde  debían  ter- 
minar los  días  del  célebre  comisionado  de  Na- 
poleón. 

En  1837  y  en  el  mes  de  enero,  premedita- 
damente, se  suicidó  Perú  de  La  Croix,  a  la  edad 
de  57  años,  y  un  periódico  parisiense  de  esa 
época  relata  el  hecho  así :  "Anteayer  el  dueño 
de  la  posada  de  la  calle  de  Baune  subió,  se- 
gún costumbre,  a  la  pieza  ocupada  por  el  se- 
ñor Perú  de  La  Croix,  general  colombiano,  y 
uno  de  sus  locatarios,  para  pedir  sus  órdenes. 
Al  entrar  vio  el  cuerpo  del  general  en  un  rin- 
cón de  la  pieza  con  la  cabeza  ensangrentada. 
El  posadero  avisó  inmediatamente  a  Mr.  Bar- 
let,  comisario  de  policía,  quien  llegó  y  bien 
pronto  reconoció  que  no  podía  haber  duda 
respecto  del  suicidio.  Una  carta  colocada  so- 
bre un  mueble  tenía  esta  inscripción:  "A  la 
autoridad  encargada  de  tomar  razón  de  los 
fallecimientos."  En  esta  carta  el  general  ha- 
ce saber  que  tiene  cincuenta  y  siete  años,  que 
nació  en  Montelimart,  que  fué  desterrado  de 


20  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


Colombia,  que  está  en  la  más  completa  mise- 
ria y  que  prefiere  la  muerte  a  tener  que  men- 
digar." 

Perú  de  La  Croix  dejó  otra  carta  intere- 
sante a  los  Editores  y  Administradores  de  El 
Siglo,  periódico  notable  de  París.  Decía  así  la 
carta  en  referencia:  "Si  más  allá  de  la  vida 
puede  haber  un  sentimiento,  yo  llevaré  el  re- 
conocimiento hacia  ustedes  porque  voy  con 
la  esperanza  de  que  me  harán  revivir  en  este 
mundo  por  mis  escritos.  Estos  son,  señores, 
los  últimos  adioses  del  que  deja  la  memoria 
de  su  vida  en  sus  manos — Perú  de  La-croix." 

También  hay  un  documento  original  e  in- 
teresante: el  testamento  de  Perú  de  La  Croix, 
publicado  por  la  primera  vez  en  Venezuela  el 
día  nueve  de  mayo  de  1837,  en  el  número  52 
de  El  Liberal,  notable  periódico  caraqueño 
que  redactaba  el  conocido  y  célebre  escritor 
don  José  María  Rojas.  Una  copia  fiel  y  exacta 
de  tal  testamento,  apareció  recientemente 
(junto  con  el  Diario  de  Bucaramanga),  entre 
papeles  que  guardaban  los  herederos  de  don 
Ramón  Azpurúa,  y  hállase  actualmente  en  po- 
der del  Gobierno  de  Venezuela,  en  el  Museo 


EL   "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  21 

Boliviano,  legajado  en  tres  folios  útiles  y  bajo 
el  número  1.291.  Debemos  a  la  bondad  de 
nuestro  querido  amigo  Christian  Frederik 
Witzke,  Director  General  del  Museo,  el  haber 
sacado  una  copia  exacta  de  tan  interesante 
manuscrito,  en  el  cual  hemos  dejado  la  acen- 
tuación y  ortografía  que  se  usaban  en  aquella 
época,  por  ejemplo:  Caracas,  muger,  espli- 
can,  escepcion,  dirijirmela,  esteriores,  corre- 
jido,  y  dirijido-  (En  otra  parte  de  este  libro 
hemos  hecho  lo  mismo  con  los  más  notables 
párrafos  del  Diario  de  Bucaramanga). 

Leamos  a  continuación  el  testamento 
arriba  mencionado  del  general  colombiano 
Luis  Perú  de  La  Croix: 


"Motivos  de  mi  suicidio  y  mis  últimas 

disposiciones. 

Cincuenta  y  siete  años,  una  nueva  caída 
política,  separado  de  mi  muger  y  de  mis  hijos 
hace  seis  años,  sin  esperanza  de  reunirme  a 
ellos,  sin  fortuna,  sin  estado,  la  realidad  de  la 
miseria  ya  presente,  y  la  perspectiva  de  sus  in- 


22  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

separables  compañeras,  la  humillación  y  la 
ignominia,  son  los  motivos  que  me  determi- 
nan a  abreviar  mis  días,  convencido  por  otra 
parte,  que  hay  más  valor  en  darse  la  muer- 
te que  en  dejarse  degradar  et  prendre  á  la 
gorge  por  la  horrible  miseria,  que  en  dejarse 
arrastrar  por  ella  hasta  el  lodo,  y  que  en  vi- 
vir, en  fin,  bajo  su  cruel  y  permanente  tira- 
nía. Los  sucesos  de  1814  me  llevaron  á  la 
América  del  Sur,  y  allí  tuve  la  fortuna  de  en- 
contrar una  existencia  honrosa;  allí  he  per- 
manecido hasta  1836  en  que  otro  suceso  polí- 
tico me  ha  vuelto  á  mi  patria,  en  donde  no 
debo  encontrar,  después  de  22  años  de  ausen- 
cia, sino  la  miseria  ó  la  muerte:  he  preferido 
esta.  Mis  memorias  que  quedan  manuscritas 
esplican  esta  ultima  parte  de  mi  vida. 

Estas  memorias  que  acabo  de  indicar, 
forman  dos  volúmenes  bajo  el  título:  Mis  22 
años  de  Nuevo  Mundo,  mi  juventud  en  Euro- 
pa y  mi  suicidio  en  Paris.  Entre  mis  papeles 
encontrarán  también  algunos  manuscritos  en 
español,  á  saber:  Colombia  desde  su  creación 
hasta  su  destrucción,  ó  resumen  histórico  de 
las  revoluciones  y  acontecimientos  políticos 


EL    "  DIARIO    DE   BUCARAMANGA  "  23 

que  mas  han  contribuido  á  la  destrucción  de 
esta  república,  dos  volúmenes.  Memorias  de 
Pacheco,  portero  vitalicio  del  gobierno  de  Bo- 
gotá, un  volumen  no  concluido.  Almanaque 
histórico  y  político,  no  acabado,  seguido  de 
Efemérides  Colombianas,  en  borradores  16 
fragmentos  políticos  é  históricos  bajo  diver- 
sos títulos.  Diario  de  Bucaramanga  ó  vida  pú- 
blica y  privada  del  Libertador  Simón  Bolívar, 
presidente  de  la  República  de  Colombia,  un 
grueso  volumen. 

Todos  estos  manuscritos  con  escepcion 
del  último,  se  encontrarán  en  mis  papeles.  El 
Diario  de  Bucaramanga  que  considero  ser  la 
obra  mas  interesante  por  que  contiene  la  vida 
pública  y  privada  de  un  grande  hombre,  de 
un  bien  hechor  de  la  humanidad,  está  deposi- 
tado en  manos  de  mi  digno  y  respetable  Ami- 
go el  Marques  Francisco  Rodríguez  del  Toro, 
general  de  división  de  la  República  de  Vene- 
zuela, residente  en  Caracas  Capital  de  Vene- 
zuela. Este  amigo  debia  poner  la  obra  en  ma- 
nos del  Cónsul  francés  residente  en  Caracas, 
para  que  este  tuviese  la  bondad  de  dirijirmela 
á  París,  bajo  cubierta  del  Ministro  de  Relacio- 
nes Esteriores.    No  sé  que  haya  llegado. 


24  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

Si  mi  situación  hubiese  sido  otra  en 
Francia  yo  habría  corre j ido  todos  estos  ma- 
nuscritos, y  con  la  ayuda  de  un  editor  instrui- 
do los  habría  publicado.  Puesto  que  no  lo 
puedo  hacer,  otro  lo  hará  tal  vez,  y  es  con  esta 
esperanza  y  con  esta  intención  que  dejo  el 
presente  legado  de  todos  los  dichos  manuscri- 
tos incluso  el  Diario  de  Bucaramanga  á  los  se- 
ñores Administradores  de  El  Siglo,  para  que 
ellos  sean  los  editores  y  los  hagan  publicar  á 
su  beneficio  en  el  idioma  que  gusten,  con  la 
única  condición  de  que  un  ejemplar  de  cada 
obra  será  dirijido  por  ellos  á  cada  una  de  las 
personas  siguientes:  Mr.  Ensebe  Perú  en  Mon- 
telimart,  general  de  división,  Francisco  Ro- 
dríguez del  Toro  en  Caracas,  Señor  Vicente 
Ybarra,  en  Caracas,  para  su  hermano  el  gene- 
ral Diego  Ybarra  y  á  la  señora  viuda  Perú  de 
La-croix,  Dolores  Mutis,  en  Bogotá. 

Hago  ademas  este  escrito  para  que  nadie 
pueda  ser  acusado  de  mi  muerte,  y  para  que 
ella  no  sea  atribuida  á  un  acto  de  demencia 
de  mi  parte,  sino  á  la  fría  y  juiciosa  razón, 
único  móvil  de  mi  voluntad  y  de  mi  mano- 
Mi  sepultura  me  inquieta  poco:  sin  em- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA 


bargo,  si  mi  voluntad  pudiese  valer  algo,  yo 
pediría  el  entierro  de  un  simple  soldado,  que 
fué  mi  primer  grado  militar  en  Francia. 

Hecho  y  firmado  de  mi  mano,  debiendo 
llevar  la  fecha  del  día  de  mi  muerte. 

L.  Perú  de  La-croix. 
París,  á de  1837." 

Perú  de  La  Croix  tenía  45  años  cuando 
contrajo  matrimonio  en  la  ciudad  de  Bucara- 
manga  y  en  el  año  de  1825,  con  la  honorable 
señora  doña  Dolores  Mutis,  hija  del  célebre 
don  Facundo  Mutis  Consuegra,  personalidad 
notable  de  la  provincia  de  Pamplona  y  figura 
interesante  en  la  causa  de  la  Independencia, 
que  luego  fué  miembro  de  la  Convención  de 
Ocaña  y  más  tarde  Gobernador  de  Provincia. 
Don  Facundo,  era  hermano  de  don  Sinforoso, 
quien  fué  notable  como  hombre  de  ciencia  al 
lado  de  su  tío,  el  egregio  sabio  don  José  Celes- 
tino Mutis,  jefe  de  aquella  célebre  expedición 
botánica  cuya  dirección  le  fué  confiada  más 
tarde  a  don  Sinforoso. 

La  honorable  esposa  del  general  Diego 


26  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

Ibarra  era  doña  Mercedes  Mutis,  hija  de  don 
Sinforoso  y  tronco  de  muy  distinguidas  y  co- 
nocidas familias  de  Caracas. 

Durante  los  12  años  que  permaneció  ca- 
sado el  general  Perú  de  La  Croix,  se  recuerda 
que  solamente  hubo  dos  hijos  en  el  matrimo- 
nio, Luis  y  Hortensia.  El  primero  murió  sin 
dejar  sucesión  y  la  segunda  casó  con  el  señor 
Diego  Suárez,  padre  de  la  honorable  y  nume- 
rosa familia  Suárez  La  Croix  muy  conocida 
en  Bogotá. 

La  viuda  del  general  Perú  de  La  Croix, 
doña  Dolores,  casó  en  Bogotá  con  el  señor 
Bunch,  Ministro  inglés  en  aquella  ciudad  y 
padre  del  que  desempeñó  idénticas  funciones 
en  Caracas  hace  ya  mucho  tiempo. 

Ya  que  hemos  hablado  de  la  señora  Do- 
lores Mutis,  esposa  del  célebre  La  Croix,  es 
oportuno  consignar  aquí  la  noticia  de  que 
existe  en  esta  ciudad,  en  poder  de  mi  muy 
apreciado  amigo  señor  don  Manuel  Segundo 
Sánchez,  un  interesante  documento  autógrafo 
de  doña  Dolores,  el  cual  me  mostró  el  señor 
Sánchez.    Tal  documento  lo  fecha  la  señora 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA "  27 

Mutis  de  La  Croix,  en  Bogotá  el  10  de  diciem- 
bre de  1837,  y  lo  dirige  al  señor  Vicente  Galvis 
dándole  las  gracias  y  acusándole  recibo  de 
varios  objetos  que  pertenecían  a  su  marido 
Perú  de  La  Croix,  y  los  cuales  fueron  enviados 
de  Caracas  a  Bogotá  por  el  ilustre  Marqués  del 
Toro. 


JUICIO  DE  BLANCO  Y  AZPURUA 


JUICIO  DE  BLANCO  Y  AZPURUA  ACERCA 
DEL  "DIARIO  DE  BUCARAMANGA" 

"En  el  año  de  1828,  año  doloroso  y  de 
amargura  para  el  honrado  patriota  colom- 
biano, acompañaba  Luis  Perú  de  Lacroix  co- 
mo empleado  del  Estado  Mayor,  al  Liberta- 
dor, durante  la  permanencia  de  S.  E.  en  la 
ciudad  de  Bucaramanga,  con  motivo  de  la 
reunión  en  Ocaña  de  la  gran  Convención  co- 
lombiana. 

Fuese  que  llevara  aquel  Coronel  apuntes 
de  algunas  circunstancias  del  trato  privado 


32  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

de  Bolívar  en  aquella  corta  mansión;  o  fuese 
que  recogiera,  anotándolos,  varios  episodios 
del  servicio  oficial  de  que  era  empleado  cerca 
del  Libertador,  es  lo  cierto  que  en  permane- 
ciendo Lacroix  en  Caracas,  habitando  en  la 
morada  del  Marqués  del  Toro,  por  el  año  de 
1835,  se  ocupó  en  hacer,  o  en  formalizar,  un 
trabajo  que  tituló  Diario  de  Bucaramanga;  el 
cual,  inédito  y  sin  autenticidad,  estuvo  en  mu- 
chas manos,  y  fué  copiado  2SP"  con  alteracio- 
nes, supresiones  o  ampliaciones  a  voluntad 
de  los  copiantes  y  obedeciendo  a  la  sugestión 
de  las  pasiones  políticas  militantes  de  la  épo- 
ca, no  menos  que  al  frío  cálculo  individual; 
que  todos  esos  sentimientos  e  intereses  aspi- 
raban a  estar  representados  en  un  documento 
tan  importante  como  merece  serlo  el  que  sea 
verdaderamente  la  recopilación  de  las  ideas 
y  sentimientos  de  Bolívar,  expresados  en  el 
estrecho  recinto  del  trato  privado. 

Así  fué  la  vida,  por  casi  medio  siglo,  del 
escrito  de  Lacroix,  hasta  1869.  Es  fama  que 
el  señor  Fernando  Bolívar  obtuvo  una  de 
esas  copias  sacadas  a  voluntad,  y  que  prohi- 
jando algunas  partes  del  manuscrito,  com- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  33 

puso,  o  propendió  a  que  se  compusiera,  alte- 
rando, añadiendo,  suprimiendo  y  variando 
muchos  puntos  de  la  copia,  la  obra  a  que  se 
pone  el  título  de  Efemérides  colombianas  so- 
bre Venezuela,  Colombia  y  Ecuador,  que  for- 
maron en  un  tiempo  una  sola  República,  cua- 
derno que  fué  impreso  en  París  en  1870. 

Aun  sin  ser  auténtico,  el  manuscrito  de 
que  vamos  a  tratar,  lo  incluiríamos  en  la  Com- 
pilación dándole  acogida  y  debido  puesto  en 
esta  oportunidad  con  la  correspondiente  nota 
crítica.  Y  no  nos  ocuparíamos  ahora  de  él  a 
no  ser  que  en  los  últimos  tiempos  se  ha  ex- 
plotado la  palabra  autorizada  de  Bolívar  in- 
ventada ad-hoc  en  forma  de  conversaciones 
confidenciales,  por  el  general  Lacroix,  inven- 
ción que  ha  sido  más  luego  acomodada  con 
destino  al  servicio  de  varios  intereses  y  de 
vano  orgullo  individual. 

Hasta  el  año  de  1870  lo  que  existía,  que 
nosotros  conociéramos  acerca  del  titulado 
Diario  de  Bucaramanga,  lo  registran  los  do- 
cumentos siguientes: 


34  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

"Curazao,  noviembre  4  de  1870. 
"Señor  Redactor  de  El  Diario. 

"Caracas. 

"La  lectura,  en  la  importante  hoja  de  usted,  de 
'una  serie  de  inserciones  tituladas  Diario  de  Buca- 
'ramanga,  me  ha  inducido  a  hacerle  la  presente 
'carta. 

"Desde  algunos  años  poseo  el  original  de  eso  que 
'llaman  Diario  de  Bucaramanga.  Lo  componen  un 
'número  de  cuadernillos  autógrafos  del  general  La- 
'croix,  con  que  formé  un  tomo  a  que  puse  desde 
'años  pasados  la  Advertencia  de  que  es  copia  el  ad- 
'junto  papel,  que  conservo  inédito  como  una  curio- 
sidad, y  que  no  ha  merecido  colocarlo  en  la  larga 
'Compilación  de  Documentos  Históricos  del  General 
'Blanco. 

"En  Caracas  he  facilitado,  para  su  lectura,  a  po- 
'cas  personas,  algunos  de  esos  cuadernillos,  algunos, 
'porque  premeditadamente  reservaba  los  más  curio- 
'sos.  Sé  que  una  de  ellas  copió  sin  mi  asentimiento, 
'lo  que  le  facilité  para  leer.  El  Diario  de  Bucara- 
'manga,  que  se  forjó  o  se  modificó  en  época  de  per- 
secuciones de  colombianos  a  colombianos,  tuvo  un 
'objeto  político  o  de  bandería;  y  aun  así,  nadie  se 
'atrevió — que  yo  sepa — a  darlo  a  la  estampa.  Segu- 
ramente que  hasta  las  pasiones  de  entonces  se  abs- 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  35 

"tuvieron  de  publicar  como  de  Bolívar  una  inven- 
ción; o  sería  que  la  probidad  interviniera  para  no 
"consentir  en  que  se  diafanizaran  algunas  confiden- 
"cias  que  el  ilustre  muerto  hiciera  sin  esperar,  ni  me- 
"nos  autorizar,  su  publicación;  pero  ha  transcurrido 
"casi  medio  siglo,  y  los  jóvenes  Redactores  de  El  Dia- 
"rio  de  Caracas,  que  no  conocerán  la  historia  del  de 
"Bucaramanga,  lo  habrán  tenido  como  auténtico. 

"Compatriota  muy  respetuoso  por  la  memoria 
"de  Bolívar;  y,  más  que  por  todo  esto,  por  ser  amigo 
"de  la  verdad  histórica,  quiero  que  se  registre  alguna 
"protesta  contra  la  idea  que  sea  verdadero  el  Diario 
"de  Bucaramanga  del  Gral.  Lacroix  que  se  ha  pu- 
blicado en  El  Diario  de  Caracas.  Con  tal  objeto 
"pido  a  usted  se  sirva  dar  lugar  en  sus  columnas  a 
"la  presente  carta,  y  a  la  adjunta  copia. 

"Soy  de  usted  atento  servidor  y  compatriota, 

"R.  Azpürúa. 

\dvertencia  citada: 

e  imparcial  compatriota  de  Bolí- 

irador,  y  mi  adhesión  a  la  verdad 

iucen  a  consignar  aquí  las  siguien- 

.  de  Lacroix,  francés  al  servicio  de  Co- 


36  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 


'lombia  en  1823,  Coronel  de  sus  ejércitos  para  1829, 
y  ascendido  a  General  en  1830,  cuando  el  edificio 
'de  la  gran  República  se  desplomaba,  desempeñaba 
'un  puesto  en  el  Estado  Mayor  del  Libertador,  en 
'Bucaramanga,  en  aquellos  días  de  1828  durante  la 
'malograda  sesión  de  la  Gran  Convención  de  Ocaña. 

"Lacroix  corrió  la  suerte  que  cupo  a  los  bolivia- 
'nos  después  de  la  catástrofe  de  1830;  y  el  testimo- 
'nio  de  algunos  de  sus  conmilitones,  que  le  han  so- 
'brevivido,  asegura  que  su  adhesión  a  Bolívar  con- 
'tinuó  incólume  aun  por  sobre  la  tumba  de  Santa 
'Marta.  Sufrió  a  la  par  que  muchos  colombianos  las 
'persecuciones  de  los  enemigos  de  la  integridad  de 
'Colombia  y  de  su  fundador;  persecuciones  que  en 
'parte  indujeron  a  muchos  patriotas  ilustres  a  dar 
'el  escándalo  de  dividirse  en  grupos  fratricidas  de 
'bolivianos,  santanderistas,  y  paezistas,  de  granadi- 
'nos,  venezolanos  y  colombianos;  el  general  Lacroix 
'tan  adherido  a  los  bolivianos,  como  contrario  a  los 
'que  destruyeron  a  Colombia  y  contrariaron  a  Bolí- 
'var,  lo  fué  también  de  aquellos  de  sus  conmilitones 
'que  más  tarde  dejaron  las  filas  colombianas. 

"Fué  promediando  el  año  de  1835  que  apareció 
'entre  algunas  personas  de  Caracas  un  manuscrito 
'llamado  Diario  de  Bucaramanga,  recomendado  co- 
'mo  auténtico  por  el  círculo  revolucionario  "Refor- 
'mista",  a  que  pertenecía,  con  el  autor,  sus  amigos  y 
'deudos.  De  ese  manuscrito  autógrafo  de  Lacroix 
'son  los  folios  que  constituyen  ese  volumen  que  es 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA  "  37 

"el  original  auténtico  de  Lacroix  que  poseemos  y  que 
"antes  hemos  citado. 

"¿Será  indudable  que  se  hizo  ese  trabajo  en  Bu- 
"caramanga,  en  los  dias  en  que  el  diarista  servia  o 
"acompañaba  al  Libertador?  ¿Estarán  allí  recogi- 
"dos  con  toda  probidad,  sin  favor  para  algunas  per- 
donas, sin  prevención  para  otras,  el  juicio  y  las  apre- 
ciaciones que  en  el  estrecho  recinto  de  la  intimidad 
"emitiera  el  Libertador?  Hay  quien  lo  dude;  quien 
"diga  que  el  tal  Diario  se  hizo  o  se  rehizo  por  La- 
"croix,  calculadamente,  en  Caracas,  por  el  año  de 
"1835;  y  también  quien  se  resista  a  creer  que  muchas 
"palabras  puestas  en  boca  de  Bolívar,  que  muchas 
"apreciaciones  presentadas  como  de  él,  no  sean  una 
"invención  del  espíritu  de  partido  y  del  resenti- 
"miento  por  las  persecuciones  de  aquella  época. 

"El  juicio  que,  del  titulado  Diario  de  Bucara- 
"manga,  hemos  formado — sin  que  querramos  amen- 
guar la  honra  del  autor — no  es  favorable.  Por  el 
"conocimiento  de  algunas  especiales  circunstancias, 
"por  el  estudio  del  manuscrito  y  examen  de  los  acci- 
"dentes  notables  de  la  parte  material  de  su  forma, 
"pensamos  que  no  debemos  contribuir  en  manera 
"alguna  a  que  tenga  lugar  en  la  historia  patria  un 
"documento  destituido  en  nuestro  concepto,  de  todo 
"título  de  veracidad. 

"Protestamos  que  en  nuestro  proceder  actual  no 
"ejerce  influencia  alguna  la  veneración  que  tenga - 
"mos  por  Bolívar,  cuya  memoria  se  ofende  presentán- 
dole a  la  posteridad  tan  poco  discreto  al  hablar  de 


38  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 


"sus  tenientes,  compatriotas  y  amigos.  Es  sólo  la 
"adhesión  a  la  verdad  histórica  lo  que  ahora  nos 
"guía.     (*). 

"Caracas,  1864. 

"R.  Azpurúa." 

Los  dos  anteriores  datos  se  publicaron 
primeramente  en  el  Diario  de  Caracas  de  21 
de  noviembre  de  1870,  número  93,  y  fueron 
reproducidos  espontáneamente  en  varias  par- 
tes del  mundo:  que  sepamos,  por  los  diarios 
de  La  Guaira,  Puerto  Cabello,  Ciudad  Bolívar 
y  otros  de  Venezuela;  por  El  Tiempo  de  Bogo- 
tá, La  Empresa  de  Cúcuta  y  algunos  otros  pe- 
riódicos de  los  Estados  Unidos  de  Colombia; 
por  La  América  Latina  de  París,  El  Nuevo 
Mundo  de  Nueva  York  y  por  muchos  otros  ór- 
ganos de  la  prensa  americana  y  europea,  con 
lo  que  el  criterio  público  protestó  adhiriéndose 
a  la  protesta,  que  se  registró  desde  1870  en  los 
anales  de  Venezuela,  contra  la  falsa  idea  de  la 
veracidad  del  Diario  de  que  venimos  ha- 
blando. 


(*).  La  carta  y  advertencia  anteriores  son  copiadas  fielmente 
del  tomo  que  formó  don  Ramón  Azpurúa,  con  los  cuadernillos  autó- 
grafos del  general  Perú  de  La  Croix. — P.  U. 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  39 

Y  nada  habría  que  añadir  sobre  tal  asun- 
to, y  menos  si  hubiese  de  quedar  limitado  al 
conocimiento  de  la  generación  actual,  que  ha 
fallado  sobre  él,  a  no  ser  que  no  ha  faltado  in- 
terés privado  personal,  ni  aspiraciones  de 
conmilitones  y  ni  odios  de  partido  que  quieran 
hacer  del  escrito  del  general  Lacroix,  una  ma- 
teria prima  fundible  para  vaciarla  cada  cual 
en  su  molde  y  sacarla  en  la  forma  que  el  in- 
terés privado,  las  aspiraciones  y  el  odio,  cada 
uno  a  su  vez  lo  necesita.  Debemos  precaver 
ese  abuso  consignando  en  este  lugar  lo  que  sa- 
bemos, lo  que  es  la  verdad  histórica  a  cuyo 
servicio  venimos  consagrados  desde  hace  al- 
gunos años. 

El  general  Luis  Perú  de  Lacroix  mostra- 
ba en  1835  a  sus  amigos  de  Caracas,  una  que 
otra  tira  de  papel,  escrita  por  él,  en  que  decía 
que  había  recogido  algunas  confidencias  del 
Libertador,  que  aquéllos  al  mismo  tiempo 
copartidarios  bolivianos,  le  indujeron  a  ex- 
tender en  forma  de  Diario.  Lacroix  era  un 
francés  de  instrucción,  vivo  en  sumo  grado, 
inquieto,  de  pasiones  políticas  muy  activas, 
las  que  guiaban  sus  procederes  como  hombre 


40  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 

de  partido  tanto  para  enaltecer  al  copartida- 
rio  y  amigo,  como  para  atacar  al  antípoda  o 
adversario. 

Aparecieron,  pues,  próximamente  al  mo- 
vimiento revolucionario  del  8  de  junio  de 
1835,  algunos  cuadernillos  de  puño  y  letra  de 
Lacroix,  bajo  el  título  de  Diario  de  Bucara- 
manga,  que  se  habían  escrito  en  la  casa  del 
Marqués  del  Toro,  alojamiento  de  aquél,  si- 
guiendo la  aspiración  o  accediendo  a  las  exi- 
gencias de  varios  Jefes  colombianos,  que,  co- 
mo Lacroix,  se  vieron  luego  encabezando  o 
impulsando  la  revolución  de  julio.  Cuál  más, 
cuál  menos,  indicaba  o  exigía  que  el  diarista 
escribiese  en  sus  cuadernillos  lo  que  se  anhe- 
laba tener  como  apreciaciones,  ideas  y  senti- 
mientos, o  palabras  del  Libertador,  ora  en 
sentido  desfavorable  y  hasta  infamante  del 
antípoda  o  ya  en  buenos  términos  para  con  el 
amigo,  deudo  o  copartidario.  Y  Lacroix 
condescendía;  aumentaba  páginas,  rasgaba 
otras  que  sustituía,  duplicaba  varias,  que  el 
fin  era  hacer  un  volumen  que  se  tuviese  como 
Diario  llevado  en  Bucaramanga  durante  la 
mansión  allí  del  Libertador,  quien  debía  apa- 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA "  41 

recer  difamando  a  varios  de  sus  tenientes,  y 
enalteciendo  a  otros,  según  lo  que  algunos  vi- 
vientes necesitaban  para  sus  miras,  o  lo  impo- 
nían sus  pasiones.  ¡Bi^  Era  muy  fácil  para 
Lacroix,  así  como  también  para  los  que  acom- 
pañaban a  Bolívar,  recordar  su  dicción  y  es- 
tilo, y  por  esto  es  muy  posible  SSIPusar  los 
giros  e  imágenes  habituales  del  ilustre  muer- 
to, con  lo  que  podía  darse  apariencia  de  au- 
téntico y  verídico  lo  que  era  una  invención 
ad-hoc. 

En  nuestro  poder  está  desde  hace  algu- 
nos años  el  autógrafo  original  que  Lacroix 
hizo  o  formalizó  en  1835,  titulado  Diario  de 
Bucaramanga;  y  los  accidentes  que  allí  se  no- 
tan, unidos  a  otros  datos,  comprueban  lo  que 
hemos  narrado  en  el  párrafo  anterior.  De  ese 
manuscrito,  que  leían  los  curiosos,  tomaban 
copias  algunos,  y  supimos  que  se  cometía  en 
éstas  el  abuso  de  hacer  agregaciones  y  supre- 
siones respectivamente  a  voluntad  del  copis- 
ta, S^3  lo  que  era  fácil  toda  vez  que  el  autó- 
grafo no  se  encontraba  autenticado. 

Nadie  se  atrevió  en  Colombia,  durante 
muchos  años,  a  dar  a  la  estampa  el  misterioso 


42  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 


documento  que  ninguna  confianza  inspiraba. 
Fué  en  1870  que  en  Venezuela  la  juventud, 
desorientada  enteramente  de  los  anteceden- 
tes especiales,  guiada  por  el  espíritu  de  ins- 
trucción y  de  publicidad,  quiso  presentar  co- 
mo dato  inédito,  curioso  y  de  interés  históri- 
co, una  copia  de  la  escritura  de  Lacroix,  y  la 
publicó  en  las  columnas  del  Diario  de  Cara- 
cas, publicación  de  que  se  apoderó,  con  toda 
seriedad,  una  voluntad  un  tanto  injusta  en 
esta  vez,  mal  dispuesta  desde  época  distante 
por  el  virus  de  las  rencillas  que  no  faltaron 
entre  los  servidores  en  la  Guerra  de  la  Inde- 
pendencia. 

El  venerable  procer  José  Félix  Blanco, 
hombre  cuya  rectitud  y  probidad  son  prover- 
biales, teniendo  conocimiento  e  íntima  per- 
suación  de  que  el  renombrado  Diario  de  Bu- 
caramanga  es  una  invención  para  poner  en 
boca  de  Bolívar  lo  que  algunos  querían  pre- 
sentar como  dato  incontrastable,  consideró,  y 
así  hubo  de  manifestárnoslo  un  día,  que  tal 
escrito  era  de  todo  punto  indigno  de  tener  lu- 
gar en  la  compilación  de  "Documentos  para 
la  Historia  de  la  vida  pública  del  Libertador"; 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  43 

y  concluyó  aquel  ilustre  procer  con  estas  tex- 
tuales palabras:  "debemos  apartar  este  ma- 
nuscrito: esas  son  cosas  del  francés  Lacroix  y 
de  algunos  de  sus  compañeros  en  la  revolu- 
ción de  Reformas." 

La  parte  del  escrito  de  Lacroix,  tratando 
de  Ricaurte,  da  la  medida  de  lo  que  es  toda  la 
obra;  y  no  es  esto  todo,  lo  que  podemos  men- 
cionar acerca  de  ella;  hay  algo  más  grave, 
más  curioso,  que  tenemos  el  deber  de  consig- 
nar a  continuación. 

Un  caraqueño  de  algunas  originalidades 
llevó  a  Europa  una  de  aquellas  copias  manus- 
critas simples,  discrecionalmente  acomoda- 
das, y  de  ella  hizo  allá  la  trasfiguración  que  le 
sugirieron  sus  miras  e  ilusiones,  poniendo 
para  ello  en  la  boca  de  Bolívar,  de  Bolívar  el 
Libertador,  todo  lo  que  le  pareció  más  conve- 
niente, corrigiendo,  suprimiendo  y  añadien- 
do, al  efecto,  en  la  obra  de  Lacroix,  quien  para 
entonces  ya  estaba  muerto.  Y  esa  trasfigura- 
ción la  ha  publicado  nuestro  original  cara- 
queño en  un  cuaderno  en  8o  mayor  con  el  tí- 
tulo de  Efemérides  colombianas  sobre  Vene- 
zuela, Colombia  y  Ecuador,  que  formaron  en 


44  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


un  tiempo  una  sola  República;  con  un  prólo- 
go datado  en  París  a  2  de  junio  de  1869,  bajo 
el  pseudónimo  de  Unos  colombianos;  y  pone 
en  124  páginas  de  las  136  que  componen  el 
cuaderno,  una  parte  del  titulado  Diario  de  Bu- 
caramanga,  notablemente  alterado,  que  hace 
aparecer  con  la  firma  de  Lacroix,  firma  que 
no  tiene  el  autógrafo  original. 

La  manera  tan  injusta  y  cruel  con  que 
en  Bogotá  se  trató  al  general  Lacroix  y  a  sus 
compañeros  de  partido  y  de  infortunio  en 
1830,  mantenía  en  su  ánimo  mala  voluntad 
para  con  los  granadinos,  y  por  esto  escribía 
en  la  página  408  de  su  Diario,  como  dicho  por 
Bolívar  lo  siguiente:  "Ricaurte,  otro  militar 
"granadino,  figura  en  la  historia  como  un 
"mártir  voluntario  de  la  libertad,  como  un  hé- 
"roe  que  sacrificó  su  vida  para  salvar  la  de 
"sus  compañeros,  y  sembrar  el  espanto  en 
"medio  de  los  enemigos;  pero  su  muerte  no 
"fué  como  aparece:  no  se  hizo  saltar  con  un 
"barril  de  pólvora  en  la  casa  de  San  Mateo, 
"que  había  defendido  con  valor:  yo  soy  el  au- 
"tor  del  cuento:  lo  hice  para  entusiasmar  mis 
"soldados,  para  atemorizar  a  los  enemigos,  y 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA  "  45 

"dar  la  más  alta  idea  de  los  militares  granadi- 
"nos."   (*). 

Pero  copiaremos  ahora  lo  que  sobre  este 
episodio  dice  el  general  Tomás  C.  Mosquera, 
en  sus  Memorias,  página  150,  tomo  I. 

"El  impertérrito  Ricaurte,  al  verlos  so- 
"bre  sí,  da  fuego  a  las  municiones;  y  la  ines- 
perada explosión  con  un  terrible  estruendo, 
"destruye  en  gran  parte  la  columna  enemiga, 
"y  el  resto  huye  despavorido,  abandonando  el 
"lugar  en  que  un  solo  hombre  combatió  por 
"la  salud  del  Ejército. 

"La  historia  apenas  cuenta  un  hecho  se- 
"mejante. 

"Bolívar  conservaba  siempre  tal  respeto 
"por  la  memoria  de  este  valiente  oficial,  que 
"con  un  entusiasmo  guerrero,  nos  decía  un 
"día:  "¿Qué  hay  de  semejante  en  la  historia 
"a  la  muerte  de  Ricaurte?  Este  suicidio  por 
"salvar  la  Patria,  al  Ejército  y  a  mí,  sin  más 
"esperanza  que  el  amor  a  la  independencia  y 
"a  la  libertad,  es  digno  de  cantarse  por  un 
"ilustre  genio  como  Alfieri." 


(*).  En  otra  parte  de  este  libro,  hallará  el  lector  la  refutación 
completa  de  estas  palabras  y  otras  que  Perú  de  La  Croix  atribuye  a 
Bolívar. 


46  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


Blanco  y  Azpurúa  terminan  su  valioso 
juicio  con  las  siguientes  palabras: 

"Nosotros  cumplimos  un  deber  registran- 
do en  este  lugar  una  protesta  muy  fundada 
contra  procederes  que  falsean  la  Historia  de 
Colombia,  y  que  profanan  la  memoria  de 
Bolívar.  Y  dejamos  probado,  que  no  es  au- 
téntico el  tal  Diario,  ni  verídica  la  relación 
que  en  él  se  hace  como  si  fuese  la  expresión 
y  el  sentimiento  de  Bolívar  que  se  dicen  re- 
cogidos por  Lacroix  en  los  sesenta  días  de 
1828  que  permaneció  en  Bucaramanga  el  Li- 
bertador Presidente  de  la  República  de  Co- 
lombia." 


CARTA  CIRCULAR 


Caracas,  setiembre  de  1912. 
Señor 

Tengo  el  proyecto  de  publicar  una  serie 
de  artículos  dedicados  a  la  juventud  de  Vene- 
zuela y  de  Colombia,  cuyo  tema  será :  Perú  de 
La  Croix  y  el  Diario  de  Bucaramanga. 

He  juzgado  de  mucho  interés  para  mi  pe- 
queño trabajo  histórico,  conocer  su  valiosa 
opinión  acerca  de  dos  puntos  que  de  seguida 
le  expresaré: 


48  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 


I.  ¿Cree  usted  verídico  el  Diario  de  Buca- 
ramanga  y  qué  opinión  se  ha  formado  de  él? 

II.  ¿El  juicio  emitido  sobre  dicho  Diario, 
por  Blanco  y  Azpurúa,  puede  conceptuarse  co- 
mo emanado  de  una  gran  fuente  de  autoridad 
moral,  dado  el  prestigio  de  aquellos  dos  histo- 
riadores; o  cree  usted  que  tal  juicio  sea  apa- 
sionado? 

Anticipándole  las  más  expresivas  gracias, 
soy  siempre  su  amigo, 


Pinzón  Uzcátegui. 


OPINIONES  NOTABLES 


DEL    SR.    MANUEL    SEGUNDO    SÁNCHEZ, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  2  de  octubre  de  1912. 

Señor  don  M.  Pinzón  Uzcátegui. 

Presente. 

Estimado  señor  y  amigo : 

Recibi  su  atenta  carta  del  17  del  mes  próximo 
pasado.  Aunque  carezco  de  autoridad  en  achaques 
históricos,  voy  a  contestar  a  su  interrogatorio,  sin 
que  en  ello  me  guie  un  alarde  de  suficiencia,  sino  el 
temor  de  incurrir  en  una  descortesía. 

En  tal  virtud  he  de  decirle : 


52  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


Io  Sin  disputa,  el  Diario  de  Bucaramanga  ado- 
lece de  inexactitudes.  Y  al  juzgarlo  definitivamente, 
habrá  de  tomarse  en  cuenta  el  momento  histórico, 
lleno  de  incertidumbres  y  desengaños  para  el  alma 
del  Libertador,  cuando  recogió  el  autor  una  serie  de 
juicios  sobre  personas  y  acontecimientos,  emanados 
del  Grande  Hombre  y  emitidos  en  el  seno  de  la  ma- 
yor intimidad. 

También  deberá  tomarse  nota  de  las  pasiones 
del  autor,  a  quien  sin  duda  movieron  a  pintar  con 
negros  colores  a  aquellos  personajes  de  la  Gran  Co- 
lombia, de  los  cuales  tenía  motivos  de  resentimiento. 

2o  Ciertamente,  la  opinión  del  presbítero  y  ge- 
neral José  Félix  Blanco,  aceptada  por  don  Ramón 
Azpurúa,  sobre  el  poco  valor  histórico  del  manus- 
crito de  Perú  de  Lacroix,  es  de  mucho  peso,  habida 
cuenta  de  la  probidad  de  aquel  ilustre  compatriota, 
que  aguarda  aún  los  honores  de  la  estatuaria;  pero 
son  tales  las  ideas  y  juicios  que  la  obra  contiene,  que, 
para  quienes  se  hayan  dado  a  estudiar  la  psicología 
del  Libertador,  no  es  un  enigma  el  de  que  tales  ideas 
y  juicios  no  pudieron  emanar  sino  de  la  cabeza  de 
los  milagros  y  de  la  lengua  de  las  maravillas. 

Muchas  de  las  apreciaciones  que  Perú  de  La- 
croix pone  en  boca  de  Bolívar,  son  tenidas  hoy  por 
juicios  definitivos  de  la  Historia. 

Dejo  así  contestadas  las  preguntas  que  me  hace; 
y  con  el  deseo  de  que  lleve  a  feliz  remate  su  pro- 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA "  53 

yecto,  tiene  a  honra  suscribirse  de  usted,  su  aprecia- 
dor y  amigo. 

M.  S.  Sánchez. 


DEL  GRAL.  F.  TOSTA  GARCÍA, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  noviembre  4  de  1912. 
Señor  Pinzón  Uzcátegui. 

Ciudad. 
Muy  estimado  amigo: 

Con  mucho  gusto  voy  a  contestar  las  dos  pregun- 
tas contenidas  en  su  atenta  carta  fecha  29  del  mes 
pasado  con  la  cual  he  sido  favorecido. 

Es  oportuna  y  será  interesante  la  publicación 
que  usted  me  anuncia,  dedicada  a  la  juventud  de 
Colombia  y  Venezuela  por  cuya  razón  contribuyo 
con  mi  grano  de  arena  al  mencionado  propósito  que 
usted  me  comunica. 

El  Diario  de  Bucaramanga  no  puede  ser  racio- 


54  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


nalmente  verídico  desde  luego  que,  esos  juicios  y 
apreciaciones  que  contiene  respecto  a  los  magnos 
acontecimientos  de  nuestra  Epopeya,  relacionados 
con  el  Libertador  y  sus  ínclitos  tenientes  están,  la 
mayor  parte  de  ellos,  en  completa  contradicción  con 
los  documentos  públicos  y  con  la  correspondencia 
epistolar  y  notas  oficiales,  tanto  del  uno  como  de  los 
otros. 

El  luminoso  expediente  de  nuestra  redención 
está  a  la  altura  de  su  magna  gloria;  es  un  asunto 
juzgado  y  sancionado  ya,  que  no  puede  perturbarse 
por  el  vuelo  de  una  mosca  inoportuna. 

Sería  mayúsculo  desatino  suponer  que  el  relato 
desautorizado  y  semi-apócrifo  del  señor  Perú  de  La- 
croix,  quien  a  última  hora  entró  a  servir  al  lado  del 
Libertador,  viniera,  no  digo  a  echar  por  tierra  pero 
ni  siquiera  a  desvirtuar  el  criterio  recto  e  inconmovi- 
ble de  las  mencionadas  publicaciones,  proclamas,  de- 
cretos, órdenes  generales  y  los  juicios  y  apreciacio- 
nes de  los  historiadores  Colombianos  y  Venezolanos. 

Si  no  cargaba  el  señor  Perú  de  Lacroix  taquí- 
grafo a  su  lado,  ni  era  concebible  que  llevara  adhe- 
rida a  su  memoria  una  plancha  fotográfica,  ni  para 
esa  época  conocíamos  las  maravillas  del  fonógrafo, 
¿cómo  imaginar  el  milagro  de  podernos  trasmitir  in- 
mensos períodos  de  conversaciones  íntimas  y  de  jui- 
cios numerosos  y  detallados  sobre  hombres  y  sobre 
nuestros  hechos  con  dictámenes  y  opiniones  en  abier- 
ta contraposición  con  los  ya  mencionados  documen- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  55 

tos  públicos  y  reñidos  con  la  franqueza,  con  la  caba- 
llerosidad, con  la  nobleza  y  el  recto  proceder,  que 
fueron  siempre  la  norma  del  coloso  de  la  América 
del  Sur? 

Suponer  tan  fenomenales  facultades  retentivas 
en  un  secretario  o  covachuelista  de  carne  y  hueso,  co- 
mo otro  cualquiera  de  la  profesión,  es  un  imposible  y 
un  absurdo;  y  en  el  supuesto  caso  de  que  el  General 
Bolívar,  en  algunos  momentos  amargos  de  su  agitada 
vida,  hubiera  podido  verter  duras  frases  de  desahogo 
contra  alguno  o  algunos  de  sus  subalternos,  nadie 
estaba  autorizado  a  recogerlas  y  a  ampliarlas  a  su 
antojo,  sacándolas  de  los  límites  del  fuero  interno  y 
de  la  intimidad,  sin  autorización  suya;  y  si  el  señor 
Perú  de  Lacroix  entonces  pudo  cometer  semejante 
indiscreción  o  deslealtad  y  últimamente  un  hijo  de 
Colombia  sin  el  permiso  legal  pudo  copiar  el  manus- 
crito subrepticiamente  e  imprimirlo  en  el  extranjero, 
a  pesar  de  que  en  sus  páginas  no  quedaban  muy  bien 
puestos  muchos  de  sus  compatriotas  notables,  esas 
producciones  infundadas  del  referido  Diario,  no  pue- 
den tener  ningún  valor  y  debe  mirárselas  como  la 
obra  maquiavélica  de  los  intrigantes  en  aquellos 
años  funestos  de  reacciones  pérfidas  y  de  ingratitu- 
des injustificables  contra  el  eximio  Héroe  caraqueño, 
a  quien  el  memorialista  francés  destaca  en  su  libro 
como  un  farsante  hipócrita  que  procedía  en  des- 
acuerdo con  sus  creencias  y  que  hasta  inventaba  he- 
chos fabulosos  para  engañar  a  las  multitudes. 


56  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


En  síntesis  creo,  que  el  Diario  de  Bucaramanga 
es  un  tejido  de  invenciones  dañinas  encaminadas  a 
falsear  la  historia  y  salpicar  borrones  en  el  cuadro 
admirable  que  representa  nuestro  excelso  Génesis 
de  nación  libre  e  independiente. 

Esa  urdimbre  de  un  despechado  exótico,  no  pue- 
de desvirtuar  ni  en  un  ápice  la  grandeza  de  nuestro 
pasado  ni  la  magnitud  de  los  titanes  que  combatie- 
ron en  todos  los  terrenos  para  darnos  renombre  y 
brillo;  y  a  nadie  se  le  debe  ocurrir  la  especie  risible, 
de  que  Bolívar,  cuyo  ideal  fué  siempre  la  Gran  Re- 
pública de  Colombia  y  la  más  cordial  unión  entre  los 
cinco  países  que  libertó,  pudiera  en  tan  duros  térmi- 
nos denigrar  de  los  generales  granadinos,  ni  mucho 
menos  anunciar  y  encomiar  en  una  proclama,  como 
un  gran  ejemplar  de  corte  asombroso  y  mitológico, 
el  sacrificio  de  Ricaurte  en  San  Mateo,  para  negarlo 
después  y  declararse  cómplice  de  una  indigna  super- 
chería. 

Nó,  el  Alcibíades  americano,  el  general  insigne 
que  con  los  granadinos  vino  a  libertar  a  Venezuela 
y  con  los  venezolanos  fué  a  redimir  a  la  Nueva  Gra- 
nada, no  podía  pensar  de  esa  manera  ni  echar  mano 
de  semejantes  recursos. 

Aquella  imponderable  acción  de  Ricaurte  en 
San  Mateo,  presenciada  y  confirmada  por  testigos 
del  lugar,  que  vivieron  hasta  hace  pocos  años  y  cuyo 
relato,  de  boca  de  un  octogenario  que  vivía  en  Tur- 
mero,  oyó  el  que  esta  carta  firma,  aquella  acción  he- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  57 

roica  consagrada  por  tantos  testimonios  escritos,  por 
tantas  pruebas  incontrovertibles  y  hasta  por  la  per- 
durabilidad del  bronce,  no  puede  borrarse  por  la  in- 
sustancialidad  de  una  referencia  aislada,  de  origen 
dudoso  y  de  tendencias  malévolas  y  anárquicas. 

Semejante  incongruencia  equivaldría  a  negar, 
por  ejemplo,  que  Kléber  se  hizo  dueño  del  Egipto 
con  la  portentosa  batalla  de  Heliópolis,  que  Desaix 
al  frente  de  sus  aguerridos  batallones,  decidió  la  ba- 
talla de  Marengo,  que  a  Ney  por  su  bravura  se  debió 
el  éxito  de  Moscova,  o  que  por  su  oportuna  inter- 
vención, Soult  no  hubiera  sido  el  nervio  de  Auster- 
litz,  porque  al  ayuda  de  cámara  que  Napoleón  tenia 
en  Santa  Helena,  se  le  hubiera  ocurrido  estampar  en 
sus  memorias,  que  habia  oido  decir  una  noche  al  des- 
tronado Emperador,  conversando  con  él  familiar- 
mente, que  tales  proezas  eran  falsedades  y  que  aque- 
llos cuatro  Mariscales  eran  unos  cobardes  de  marca 
mayor,  que  él  habia  elevado  por  cálculo  para  asus- 
tar a  las  potencias  del  mundo. . . . 

Creo,  finalmente,  que  el  juicio  emitido  sobre  di- 
cho Diario,  en  las  Biografías  de  Hombres  Notables 
por  los  señores  Blanco  y  Azpurúa,  puede  conceptuar- 
se como  emanado  de  una  gran  fuente  de  autoridad; 
y  por  tal  motivo  fué,  que  en  una  sesión  de  la  Acade- 
mia Nacional  de  la  Historia,  donde  se  trató  sobre  este 
punto,  apoyé  y  voté  en  favor  de  la  moción  de  mi  co- 
lega y  amigo  el  doctor  Felipe  Tejera,  en  el  sentido 
de  que,  para  anular  y  desvirtuar  los  efectos  del  re- 


58  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 


ferido  Diario  de  Bucaramanga,  se  publicase  oficial- 
mente la  muy  acertada  opinión  de  los  citados  histo- 
riadores. 

Acérrimo  y  constante  partidario  del  acercamien- 
to de  las  Repúblicas  Sud-americanas  en  el  propósito 
de  hacernos  fuertes  ante  los  peligros  que  se  destacan 
en  lontananza,  debemos  rechazar  todo  aquello  que 
tienda  a  desunir,  muy  especialmente,  a  Colombia  y  a 
Venezuela,  naciones  hermanas  que  juntas  combatie- 
ron para  conquistar  su  Independencia,  y  que  juntas 
deben  combatir,  si  fuere  necesario,  para  sostenerla 
en  las  eventualidades  del  porvenir. 

Soy  de  usted  su  atento  servidor  y  amigo, 

F.  Tosta  García. 


DEL  DR.  PEDRO  MANUEL  ARCAYA, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  13  de  diciembre  de  1912. 

Señor  Pinzón  Uzcálegui. 

Presente. 
Muy  estimado  amigo: 

Me  refiero  a  su  grata  del  5  de  los  corrientes  y  con 
mucho  gusto  contesto  las  preguntas  que  contiene,  es- 


EL   "  DIARIO    DE   BUCARAMANGA  "  59 

timándole  el  concepto  de  valiosa  en  que  manifiesta 
usted  tener  mi  humildísima  opinión. 

No  creo  que  merezca  fe  el  Diario  de  Bucara- 
manga.  Sólo  podría  estimársele  como  verídico  si 
Perú  de  Lacroix  fuese  un  testigo  "mayor  de  toda  ex- 
cepción" y  no  era  así  pues  las  notorias  circunstan- 
cias de  su  apasionamiento  político  y  otras  inducen  la 
posibilidad  de  que  él  haya  puesto  en  boca  de  Bolívar 
expresiones  imaginarias. 

El  juicio  de  Blanco  y  Azpurúa  sobre  el  particu- 
lar me  parece  decisivo  y  no  tengo  ningún  motivo 
para  sospechar  de  estos  escritores. 

Su  atento  amigo  y  s.  s., 

Pedro  Manuel  Arcaya. 


DEL  DR.  LISANDRO  AL  VARADO, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Barquisimeto,  diciembre  19  de  1912. 

Señor  doctor  Pinzón  Uzcátegui. 

Caracas. 

Muy  estimado  señor  mío  y  amigo : 

Hace  dos  días  recibí  su  favorecida  carta  circular 
de  6  de  este  mes,  en  la  que  me  hace  el  honor  de  inqui- 


60  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 


rir  lo  que  yo  piense  acerca  del  Diario  de  Bucaraman- 
ga  al  tenor  de  las  dos  preguntas  que  usted  formula 
como  a  continuación  se  lee. 

Io  Cree  usted  verídico  el  Diario  de  Bucara- 
manga  y  que  opinión  se  ha  formado  de  él? 

2o  ¿El  juicio  emitido  sobre  dicho  Diario  por 
Blanco  y  Azpurúa,  puede  conceptuarse  como  ema- 
nado de  una  gran  fuente  de  autoridad  moral,  dado  el 
prestigio  de  aquellos  dos  historiadores?  ¿O  cree  usted 
que  tal  juicio  sea  apasionado? 

Puesto  que  usted,  según  parece,  aspira  a  prepa- 
rar, por  decirlo  así,  la  juventud  de  Colombia  y  Vene- 
nezuela  para  la  lectura  del  célebre  documento,  y  des- 
autorizar con  ellos  las  ediciones  mendosas  de  1870 
y  1912,  me  ceñiré  a  asentar  de  antemano  que  en  tal 
negocio  me  apartaría  del  modo  como  de  ordinario 
juzgan  las  cosas  políticas  y  sociales  la  mayor  parte 
de  los  historiadores  patrios,  especialmente  aquellos 
que  con  las  mañas  y  vicios  de  un  Salustio,  pero  no 
con  su  maestría  y  su  talento,  tratan  de  aparecer  ante 
nuestros  jóvenes  como  austeros  moralistas  y  conse- 
jeros, cuando  apenas  pueden  ocultar  las  trapisondas 
de  su  vida  pública.  Juzgo  así  que  habiendo  de  ser 
consecuentes  con  el  afamado  homo  sum  de  Teren- 
cio,  es  bien  que  nos  apresuremos  a  reflexionar  que 
nuestros  héroes  nacionales  no  son  ni  más  grandes  ni 
más  pequeños  en  su  obra  cuando  se  descubren  oca- 
sionalmente en  ellos  esas  máculas  más  o  menos  in- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  61 

tensas  que  una  meticulosa  posteridad  quiere  inútil- 
mente desvanecer. 

Io  Según  esto  me  permito  contestar  a  usted  que 
la  primera  pregunta  implica  dos  como  éstas:  ¿Son 
efectivamente  de  Bolívar  los  juicios  expresados  en  el 
Diario,  y  fueron  transcritos  fielmente  por  Lacroix? 
¿Es  auténtico  el  códice  conservado  en  la  Academia 
Nacional  de  la  Historia?  Ahora  bien,  dadas  las  cir- 
cunstancias extraordinarias  que  preocuparon  al  Li- 
bertador en  los  días  de  la  Convención  de  Ocaña,  ape- 
nas puede  dudarse  de  la  misantropía  y  el  pesimismo 
con  que  Lacroix  nos  le  pinta;  y  ni  uno  ni  otro  tenían 
interés  en  poner  sambenito  y  coraza  a  sus  mejores 
amigos,  si  por  tal  ha  de  estimarse  el  que  hiciesen  un 
juicio  íntimo  de  éstos,  como  el  que  a  menudo  hace  un 
gobernante  de  sus  mejores  servidores  con  ocasión  de 
tal  o  cual  coyuntura.  Obsérvese  además  que  varios 
de  los  personajes  allí  juzgados  quedaron  tanto  en 
Venezuela  como  en  Colombia  a  manera  de  esas  pro- 
betas -  testigos  de  los  laboratorios,  expuestos  al  exa- 
men minucioso  y  prolongado  de  los  contemporáneos, 
sin  que  ninguno  de  aquéllos  pareciese  protestar  in- 
dividualmente contra  los  perfiles  que  contiene  el 
Diario,  y  lo  que  es  más,  justificando  algunas  de  esas 
probetas  las  reacciones  que  el  alquimista  les  atribuía. 
Es  que  hombres  perfectos  en  lo  político  no  es  posible 
concebir.  Buscarlos  es  una  de  las  tantas  locuras  de 
los  moralistas;  y  lo  que  con  inexorable  equidad  no 
perdonan  a  un  hombre  de  mediano  valer,  excúsanlo 


62  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


con  mil  argucias  y  eufemismos  al  grande  o  al  pode- 
roso. Hé  aqui  por  que  suben  de  punto  las  hazañas 
de  nuestros  grandes  hombres  cuando  pesamos  sus 
extravíos  o  imperfecciones  naturales  con  la  romana 
de  la  franqueza  y  no  con  el  granatario  de  la  hipo- 
cresía. 

En  cuanto  a  la  confianza  que  puede  inspirar  el 
manuscrito  de  la  Academia  de  la  Historia,  creo  que 
es  la  suficiente  para  darle  todo  el  valor  de  un  docu- 
mento histórico.  Afirma  Azpurúa  que  el  códice  po- 
seído por  él  es  el  autógrafo  de  Lacroix  conocido  en 
Caracas  desde  1835.  No  he  visto  ese  códice;  pero  sí 
he  examinado,  merced  a  la  amabilidad  del  general 
Pedro  Arismendi  Brito,  el  de  la  Academia,  del  cual 
publiqué  en  la  revista  caraqueña  Sagitario  una  bre- 
ve descripción,  a  efecto  de  que  fuese  posible  confron- 
tarlo en  el  caso  de  un  extravío  eventual.  El  copista, 
que  hizo  el  traslado  por  los  años  de  1862  da  fe  de  la 
conformidad  de  éste  con  el  original,  cuyo  estilo  y  ga- 
licismos se  han  conservado  en  la  copia.  Los  biblió- 
grafos y  anticuarios  de  Caracas  creen  en  efecto  que 
esta  copia  de  la  Academia  es  igual  a  la  que  menciona 
Azpurúa. 

2o  En  la  segunda  pregunta,  inciso  postrero, 
opto  por  la  afirmativa.  Parece  que  el  venerable  ge- 
neral Blanco  experimentaba,  cuando  opinó  sobre  el 
Diario  lo  que  Azpurúa  le  atribuye,  la  misma  degene- 
ración mental  religiosa  que  se  apoderó  de  Soublette; 
y  en  cuanto  a  Azpurúa,  por  diversas  razones,  había 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA "  63 

de  pensar  al  igual  de  su  guía  y  maestro  en  la  crítica 
de  los  documentos  que  publicaban.  No  osó  dar  a  co- 
nocer el  Diario,  lo  destituyó  de  todo  título  de  veraci- 
dad, y  sin  embargo  respetó  su  origen  y  su  forma  ar- 
quetípica,  y  lleno  de  miedo  lo  guardó  bajo  llave  con- 
denándole a  prisión  perpetua.  Es  una  puerilidad  se- 
guir la  evolución  política  de  la  humanidad  a  la  in- 
decisa luz  de  una  moral  conservadora,  exclusiva- 
mente occidental. 

En  esta  suerte  de  juicio  plenario  a  que  ha  pa- 
sado el  estudio  de  nuestros  orígenes  ya  es  inútil  con- 
fiar en  el  sigilo  histórico  y  en  las  novenas  de  la  ha- 
giografía patria. 

Con  toda  consideración  me  suscribo  de  usted  su 
obsecuente  servidor  y  amigo, 

L.  Alv ARADO. 


DEL  DR.  R.  CORTÁZAR, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  COLOMBIA. 

Rogotá,  diciembre  20  de  1912. 

Señor  Pinzón  Uzcátegui. 

Caracas. 
Muy  estimado  señor: 

En  respuesta  a  su  muy  atenta  carta  de  usted  fe- 
cha 6  de  noviembre  último  referente  a  la  veracidad 


64  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 


del  Diario  de  Bucaramanga,  tengo  el  gusto  de  incluir 
a  usted  un  artículo  que  publiqué  en  la  Gaceta  Repu- 
blicana de  esta  ciudad,  de  30  de  julio  pasado,  a  raíz 
de  la  aparición  del  libro.  Ahí  están  consignadas  mis 
opiniones  sobre  tal  libro. 

En  cuanto  al  juicio  emitido  por  Blanco  y  Azpu- 
rúa  en  sus  "Biografías",  creo  no  sea  apasionado  y  sí 
emanado  de  autoridad  moral;  pero  eso  no  significa 
que  su  apreciación  deje  de  ser  errónea,  sin  que  yo 
pretenda  entrar  a  definir  categóricamente  este  punto. 

Le  agradeceré  lea  el  artículo  y  si  lo  encuentra 
aceptable,  vería  con  gusto  que  usted  lo  hiciera  repro- 
ducir en  esa  ciudad.  Mis  opiniones  las  comparten 
aquí  varios  miembros  de  la  Academia  de  la  Histo- 
ria. 

Afectísimo  servidor, 

R.  Cortázar. 


PERÚ  DE  LACROIX 

El  libro  que  acaba  de  ponerse  a  la  venta  en  nues- 
tras librerías,  con  el  título  de  Diario  de  Bucaramanga 
y  cuyo  autor  va  al  principio  de  estas  líneas,  ha  pro- 
ducido cierta  indignación  y  desagrado. 

Ante  todo,  el  libro  no  es  una  novedad  en  el  cam- 
po de  la  Historia.    El  Diario  de  Bucaramanga  ya  era 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  65 

conocido  de  nuestros  eruditos,  quienes  le  habían 
dado  el  justo  valor  que  debe  atribuírsele.  Y  si  es 
verdad  que  no  se  conocía  tal  como  lo  acaba  de  pu- 
blicar la  casa  de  Ollendorff,  la  mayor  abundancia  de 
sus  páginas  no  hace  sino  corroborar  la  idea  que  antes 
se  tenía  de  él.  Entre  los  mismos  historiógrafos  ve- 
nezolanos, si  bien  hay  algunos  que  tienen  el  Diario 
como  fuente  histórica  para  juzgar  el  carácter  de  Bo- 
lívar, otros  hay  que  se  han  encargado  de  demostrar 
que  aquel  conjunto  de  afirmaciones  exageradas  no 
pueden  ser  obra  del  Libertador. 

El  Diario  de  Bucaramanga  es  una  diatriba  con- 
tra nuestras  más  legítimas  glorias  de  la  Guerra  Mag- 
na, diatribas  pronunciadas  por  Bolívar  en  el  atarde- 
cer de  su  vida  pública.  Parece  en  efecto,  que  el  Li- 
bertador, durante  su  permanencia  en  Bucaramanga 
en  los  días  de  la  Convención  de  Ocaña,  no  se  hubiera 
propuesto  otra  cosa  que  desgranar  los  más  fuertes 
epítetos  sobre  el  mérito  de  aquellos  subalternos  su- 
yos que  contribuyeron  a  levantar  el  pedestal  de  su 
gloria. 

Para  apreciar  el  valor  de  un  libro  como  el  Dia- 
rio de  Bucaramanga  no  nos  parece  argumento  de 
autenticidad  el  hecho  de  que  los  manuscritos  signa- 
dos por  Lacroix  existan  en  la  Academia  de  la  Histo- 
ria de  Venezuela.  No  todo  el  mundo  dice  la  ver- 
dad cuando  escribe,  y  de  aquí  que  haya  necesidad 
de  penetrar  más  hondamente  en  las  circunstancias 
que  pudieron  dar  origen  al  Diario,  y  ver  allí  proba- 


66  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

blemente,  más  que  la  verdad  del  relato,  un  desahogo 
de  la  pasión  política,  entonces  exacerbada  hasta  el 
extremo.  Marcados  como  estaban  en  aquella  época 
nuestros  dos  partidos,  harto  conocida  es  la  intensi- 
dad de  la  lucha  librada  en  muchos  puntos  y  cuyo 
foco  central  estaba  en  la  Convención  de  1828. 

El  Diario  es  escrito  por  un  boliviano,  adicto  al 
Libertador  y  oficial  de  su  confianza.  Nada  tiene  de 
raro  que  Lacroix  hubiera  querido  fustigar  desde  esas 
páginas  saturadas  de  pesimismo  desesperante,  la  me- 
moria de  los  más  notables  jefes  granadinos,  hacién- 
dolos desfilar  con  sus  más  vergonzosos  arreos.  Allí 
nadie  se  escapa :  Sucre  mismo,  apesar  de  la  blan- 
cura de  su  alma,  aparece  apocado  en  sus  méritos  por 
las  palabras  de  Bolívar,  y  eso  que  el  Libertador  tuvo 
para  el  Gran  Mariscal  las  más  brillantes  frases  a 
raíz  de  Ayacucho. 

Cierto  es  que  hay  allí  elogios  para  los  bravos — 
y  todos  los  fueron — pero  nadie  deja  de  tener  gran- 
des defectos  que,  según  la  vehemencia  de  Lacroix, 
el  Libertador  se  complace  en  relatar  a  sus  amigos, 
¿con  qué  objeto?  ¿Denigrarlos  a  ellos  no  era  deni- 
grarse a  sí  mismo?  ¿Quería  acaso  Bolívar  aparecer 
como  el  único  digno  de  llevar  a  término  la  empresa 
de  libertar  un  continente?  No  queremos  creerlo.  Y 
si  los  conceptos  emitidos  en  el  Diario  y  que  se  refie- 
ren a  los  jefes  patriotas,  hubieran  salido  de  los  la- 
bios de  Bolívar,  la  gran  figura  de  la  libertad  ameri- 
cana se  amenguaría  ante  nuestros  ojos  para  dar  ca- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  67 

bida  al  hombre  ruin  y  bajo  que  se  goza  en  apuntar 
los  defectos  de  los  que  le  ayudaron  a  vencer! 

Háse  sostenido  que  ese  era  el  carácter  de  Bolí- 
var, especialmente  en  aquellos  días  en  que  las  de- 
cepciones abrían  surcos  en  su  rostro  tostado  al  calor 
de  los  soles  del  trópico.  Su  espíritu  era  realmente 
volteriano;  tuvo  en  ocasiones  frases  irónicas  para  sus 
oficiales,  pero  de  aquí  no  puede  imaginarse  que  el 
Libertador  se  diese  a  la  tarea  de  denigrar  a  los  pro- 
ceres granadinos. 

Por  una  curiosidad  hemos  anotado  los  nombres 
de  los  proceres  ennegrecidos  por  las  pinceladas  de 
Bolívar,  (*)  y  francamente  confesamos  que  por  allí 
desfilan  todos  o  casi  todos  los  más  ilustres  defensores 
de  la  República,  hombres  que  si  tuvieron  pasiones  y 
defectos,  tuvieron  también  el  mérito  de  hacerse  matar 
por  la  libertad,  y  eso  sólo  fuera  bastante  para  que  el 
Libertador  no  hubiera  querido  entregarlos  al  escar- 
nio de  la  posteridad. 

Si  el  Diario  de  Bucaramanga  fué  escrito  por  un 
partidario  de  Bolívar,  gran  perjuicio  se  infiere  allí  a 
la  memoria  del  grande  hombre,  quien  aparece  desti- 
lando la  más  profunda  soberbia,  mucho  más  cuando 
todo  inclina  a  pensar  que  el  Libertador,  en  esa  hora 
amarga  de  sus  decepciones,  ha  debido  tener  una 
voz  de  aliento  para  aquellos  que  compartieron  con 


(*).     Juzgamos  que  el  autor  de  este  escrito  haya  querido  decir 
La  Croix. — P.  U. 


CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


él  los  azares  y  los  peligros  de  la  guerra.  Bolívar 
debió  comprender  que  la  postrera  etapa  de  su  vida 
agitada  y  revuelta  habría  de  llevarlo  muy  pronto  al 
sepulcro,  y  él,  que  a  orillas  de  la  tumba  proclamaba 
la  concordia  como  el  único  medio  de  salvación,  no 
iría  a  romper  la  hermosa  unidad  de  su  esfuerzo  sem- 
brando las  rivalidades,  emitiendo  juicios  las  más  de 
las  veces  exagerados  y  que  lejos  de  engrandecerlo 
empequeñecían  su  figura  de  ciudadano  y  de  gue- 
rrero.   Nó,  Bolívar  amaba  su  gloria ! ! 


R.  Cortázar. 


DEL  DR.  B.  TAVERA  ACOSTA, 

DE   LAS   ACADEMIAS    DE   LA   HISTORIA   DE   VENEZUELA 
Y  DE  COLOMBIA. 

Ciudad  Bolívar,  2  de  febrero  de  1913. 

Señor  doctor  Pinzón  Uzcátegui. 

Caracas. 
Muy  estimado  amigo: 

Me  refiero  a  la  atenta  carta  de  usted,  fecha  12 
del  pasado  enero,  en  la  que  se  sirve  informarme  que 
tiene  el  proyecto  de  publicar  una  serie  de  artículos 
históricos  dedicados  a  la  juventud  de  Venezuela  y 
de  Colombia,  cuyo  tema  será  Perú  de  Lacroix  y  el 
Diario  de  Bucaramanga;  y  en  consecuencia  desea  us- 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  69 

ted  conocer  mi  humilde  opinión  acerca  de  la  vera- 
cidad de  ese  libro  y  asimismo  acerca  de  si  el  juicio 
emitido  sobre  dicho  Diario  por  los  compiladores 
Blanco  y  Azpurúa  "puede  conceptuarse  como  ema- 
nado de  una  gran  fuente  de  autoridad  moral,  dado 
el  prestigio  de  aquellos  dos  historiadores",  o  si  bien 
considero  "que  tal  juicio  sea  apasionado." 

Aplaudo  desde  luego  el  proyecto  de  usted,  y 
ojalá  que,  saliéndose  del  molde  de  la  vieja  Escuela 
de  historiadores  colombo-venezolanos,  haga  labor  de 
verdadera  historia. 

Aunque  mi  opinión  nada  vale,  me  es  grato  co- 
rresponder a  la  inmerecida  distinción  que  usted  me 
acuerda. 

Veinte  años  atrás,  cuando  aún  estaba  imbuido 
en  los  prejuicios  que  el  personalismo  boliviano  im- 
pone en  la  mayoría  de  los  hogares  patrios,  pensaba 
yo  que  habia  grandísimas  mentiras  en  el  libro  de 
Perú  de  Lacroix,  no  obstante  haber  sido  éste,  ele- 
mento netamente  bolivarista  desde  1823  hasta  des- 
pués de  la  muerte  del  gran  Caudillo  americano. 

Después,  las  cosas  han  cambiado,  y  mi  pobre  cri- 
terio entregado  al  estudio  sereno  de  nuestra  histo- 
ria y  al  de  la  personalidad  multiforme  y  grandiosa 
del  egregio  Bolívar,  se  ha  modificado  de  tal  modo, 
que  me  es  imposible  sostener  las  opiniones  de  mis 
primeros  años. 

Nuestra  historia,  relacionada  con  la  guerra  de 
la  emancipación  política  de  España,  así  como  la  de 


70  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

su  patria  de  usted,  han  sido  escritas  bajo  las  influen- 
cias de  los  personalismos.  De  allí  el  que  a  cada  paso 
venga  en  mis  insignificantes  estudios  históricos  recti- 
ficando tanto  error  acumulado  en  las  páginas  de 
nuestros  viejos  historiógrafos. 

Prueba  de  ello  son  las  Biografías  de  hombres  no- 
tables de  Hispano  América,  por  Ramón  Azpurúa;  los 
relatos  interesados  del  presbítero  José  Félix  Blanco, 
en  los  Documentos  para  la  historia  de  la  vida  pública 
del  Libertador,  recopilados  por  él  y  por  su  férvido 
cofrade  Azpurúa;  la  Vida  de  Bolívar,  por  Felipe  La- 
rrazábal  etc.,  etc.,  que  han  contribuido  por  manera 
principal  a  extraviar  el  criterio  histórico  de  las  mo- 
dernas generaciones  colombo-venezolanas. 

Así,  pues,  juzgo  que  el  Diario  del  para  1828  coro- 
nel Luis  Perú  de  Lacroix,  Jefe  de  E.  M.  que  fué  del 
Libertador,  es  de  gran  trascendencia  histórica  y  de 
notable  interés  para  completar  el  estudio  moral  de 
Bolívar.  Puede  que  en  sus  páginas  haya  puesto 
algo  de  su  fantasía  el  ilustrado  y  valiente  militar; 
el  fondo  aparece  de  incuestionable  fidelidad  ante  el 
criterio  de  quienes  se  dan  cuenta  de  la  lógica  de  los 
hechos  cumplidos  y  de  las  condiciones  morales  del 
más  grande  de  los  americanos. 

Por  tales  circunstancias  me  ha  complacido  la 
noticia  que  leí  en  la  prensa  de  esa  capital,  de  que 
además  de  la  parte  del  Diario  publicado  en  París,  en 
1869,  ha  aparecido  otra,  de  la  cual  he  visto  fragmen- 
tos en  El  Cojo  Ilustrado. 

Cuanto  a  la  opinión  que  me  merecen  los  compi- 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  71 

ladores  Blanco  y  Azpurúa,  no  una  sino  cinco  y  más 
veces,  ha  sido  necesariamente  adversa,  considerando 
como  de  pecaminosa  gran  parte  de  su  labor,  no  ajus- 
tada a  la  severidad  de  la  historia  y  con  ingrato  me- 
noscabo de  la  verdad  y  la  justicia. 

Y  qué  otro  concepto  puede  merecer,  quien  como 
Blanco,  adultera  documentos  o  inventa  cuentos  en 
obsequio  del  personalismo  triunfador,  cuando  no 
para  darse  ficticias  glorias? 

Y  es  bueno  que  usted  sepa  que  ese  mismo  Blan- 
co, infeliz  expósito  recogido  por  deudos  de  la  madre 
del  Libertador,  quienes  lo  prohijaron  hasta  el  punto 
de  darle  su  apellido,  fué  un  incondicional  de  Bolívar, 
más  aún:  un  fanático;  y  de  alguna  manera,  aun  por 
vías  incorrectas,  tenía  que  demostrar  su  adhesión  y 
gratitud.  Pero  tratándose  de  asuntos  de  historia  mal 
pueden  tomarse  en  juiciosa  consideración  las  decla- 
naciones  de  un  fanático  (*). 

Tal  es  mi  criterio  de  la  autoridad  moral  a  que 
usted  se  refiere,  y  de  consiguiente  tengo  que  con- 
cluir por  que  el  juicio  de  aquellos  compiladores  es 
eminentemente  parcial,  aunque  así  no  lo  considere 
la  mayoría  de  mis  compatriotas. 

Con  sentimientos  de  consideración  distinguida 
soy  de  usted  muy  atento  servidor  y  amigo, 

B.  Tavera  Acosta. 


(*).  El  autor  de  este  libro  no  se  hace  solidario  de  los  conceptos 
expuestos  en  estos  párrafos  con  relación  a  los  ilustres  historiadores 
Blanco  y  Azpurúa. 


72  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

DEL  DR.  FELIPE  TEJERA, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  20  de  febrero  de  1913. 

Señor  Pinzón  Uzcátegui. 

Ciudad. 
Muy  estimado  señor  y  amigo : 

En  contestación  a  su  atenta  carta  de  fecha  17  del 
presente  mes,  me  cumple  decir  a  usted  que  concep- 
túo de  muy  acertado  el  juicio  emitido  respecto  del 
Diario  de  Bucaramanga  por  los  respetables  historia- 
dores Blanco  y  Azpurúa. 

Soy  de  usted  atto.  s.  s.  y  amigo, 

Felipe  Tejera. 


DEL  DR.  MAXIMILIANO  GRILLO, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  COLOMBIA 

La  Paz,  abril  16  de  1913. 

Señor  don  Manuel  Pinzón  Uzcátegui. 

Caracas. 
Mi  estimado  amigo: 

Con  especial  complacencia  me  refiero  a  la  apre- 
ciable  de  usted  en  la  cual  me  hace  esta  pregunta: 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA "  73 

¿  Cree  usted  verídico  el  Diario  de  Bucaramanga  y  qué 
opinión  se  ha  formado  de  él? 

Con  toda  franqueza  debo  manifestar  a  usted  que 
la  lectura  de  la  obra  citada  me  causó  una  bien  des- 
agradable impresión.  Considero  que  la  opinión  de 
Blanco  y  Azpurúa  es  hasta  el  presente  la  más  fun- 
dada que  se  haya  emitido  acerca  del  libro  atribuido 
al  pobre  suicida  Perú  de  Lacroix.  Por  lo  visto  el 
manuscrito,  que  en  flamante  edición  ha  publicado 
el  señor  López,  pasó  por  muchas  manos  antes  de  te- 
ner los  honores  de  una  edición.  Yo  carezco  de  do- 
cumentación histórica  para  poder  juzgar  de  la  au- 
tenticidad del  Diario  de  Bucaramanga;  pero  aun 
considerándolo  auténtico,  es  decir,  escrito  por  de 
Lacroix,  quedaría  por  resolver  el  punto  relativo  a  la 
veracidad  de  los  juicios  que  afirma  haber  oído  de  los 
labios  de  Bolívar. 

Para  mí  tengo  que  aun  los  más  grandes  hombres 
tienen  momentos  en  que  dejan  trascender  la  peque- 
nez del  barro  humano.  Me  resisto  a  creer  que  Bolí- 
var, siquiera  se  le  juzgue  en  horas  de  declinación, 
presa  de  una  nerviosidad  exaltada,  hubiese  tenido 
para  los  mejores  de  sus  compañeros,  los  que  habían 
levantado  el  pedestal  de  su  gloria,  frases  tan  tre- 
mendas y  tan  amargas.  Es  cierto  que  los  héroes  y 
los  poetas — y  a  veces  como  en  el  caso  del  Libertador 
se  confunden — tienen  genio  muy  irritable  y  dicen  co- 
sas temibles  y  desoladoras. 


74  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

Los  grandes  héroes  se  asemejan  al  viento,  el 
cual  ruge  y  se  ilumina  entre  la  tempestad,  asciende 
a  las  más  altas  cimas,  agita  las  selvas  y  penetra  tam- 
bién a  las  cavernas  oscuras  donde  están  las  saban- 
dijas y  se  arrastran  las  pasiones. 

Bolívar  fué  el  genio,  el  genio  de  una  raza  ner- 
viosa y  delirante.  Sus  cualidades  fueron  asombro- 
sas, sus  debilidades  compañeras  de  su  imaginación 
poderosa,  de  sus  nervios  electrizados.  La  naturaleza 
no  es  el  equilibrio;  el  genio,  macrocosmos  humano, 
no  es  el  equilibrio.  Los  más  ponderados  espíritus  tie- 
nen horas  en  que  se  empequeñecen,  pero  así  como  el 
artista  no  se  debe  complacer  en  deformar  la  hermo- 
sura, así  los  ayudas  de  cámara  como  de  Lacroix,  no 
debieran  complacerse  en  sorprender  los  secretos  y  las 
miserias  de  los  hombres  geniales.  Ese  Bolívar  que 
reniega  del  sacrificio  de  Ricaurte  y  de  Girardot,  que 
parece  sentir  celos  del  inmaculado  Sucre,  me  re- 
pugna. No  es  mi  Bolívar.  ¿Y  por  qué  hemos  de 
aceptar  las  diatribas  que  el  desventurado  francés 
puso  en  los  labios  del  grande  hombre?  A  qué  nos 
atenemos:  al  Diario  de  Bucaramanga  o  a  los  partes 
militares,  a  las  proclamas,  a  los  actos  y  a  la  palabra 
pública  del  Libertador? 

Si  el  Diario  de  Bucaramanga  contuviese  el  jui- 
cio de  Bolívar  sobre  sus  más  eximios  compañeros, 
tendríamos  que  declarar  que  Bolívar  carecía  en  ab- 
soluto de  sinceridad.  Y  si  hubiese  sido  un  farsante 
no  habría  sido  el  Libertador.    Nunca,  nunca,  porque 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  75 

sin  una  gran  sinceridad,  sin  una  verdadera  honradez 
de  espíritu  y  de  corazón  sería  imposible  que  hubiese 
un  grande  hombre,  capaz  de  dominar  las  demás  al- 
mas y  los  demás  corazones.  El  genio  puede  mentir, 
pero  no  podría  mentir  siempre. 

En  los  momentos  de  desesperanza,  de  amargura, 
hasta  los  simples  mortales  renegamos :  de  la  libertad 
si  a  ella  hemos  creído  servir;  del  arte,  al  cual  consa- 
gramos nuestro  espíritu;  de  la  virtud  que  con  Bruto 
calificamos  de  vano  nombre;  de  la  religión,  quizá 
cuando  somos  más  religiosos;  de  la  patria  misma. 

Cristo,  con  ser  la  perfección  del  sacrificio,  tuvo 
un  instante  de  supremo  desaliento  en  que  dudó  de 
su  Padre  y  pidióle  que  retirase  de  sus  labios  la  copa 
de  intensa  amargura.  Pero  todos  volvemos  a  amar 
la  libertad  esquiva,  al  arte  que  nos  prolonga  en  la 
vida,  a  la  virtud  que  ennoblece,  a  la  religión  que  nos 
proporciona  la  comunión  con  el  misterio;  a  la  patria, 
a  quien  hemos  ofendido  en  un  instante  de  vacilación. 
Así  Bolívar  ha  podido  verter  la  hiél  de  sus  palabras 
sobre  el  mérito  de  sus  compañeros;  pero  esa  hiél  no 
ha  debido  recogerse  para  tratar  de  eternizarla  en  la 
historia.  Si  a  los  grandes  hombres  se  les  juzga  con 
el  criterio  del  doctor  Max  Nordau,si  se  les  sigue  como 
espías  hasta  su  apartado  retrete,  pocos  resistirían  un 
análisis  íntimo.  Pero  su  grandeza,  acaso  consiste  en 
haber  sido  perfectos?  Quien  se  detenga  ante  el  pin- 
cel y  no  ante  la  obra  de  pintura  siempre  será  un  ne- 
cio.   El  Diario  de  Bucaramanga  empequeñece  a  Bo- 


76  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

lívar;  trata  de  destruir  las  glorias  de  los  más  puros 
nombres,  especialmente  de  los  granadinos.  Y  aun- 
que nosotros  los  colombianos  no  tengamos  precisa- 
mente puestas  nuestras  esperanzas  patrias  en  el  he- 
roísmo,— y  creemos  tenerlo  colectivo — como  en  nues- 
tra persistencia  de  un  alma  cívica,  nos  duele  pensar 
que  el  Libertador  hubiera  sido  capaz  de  remover  las 
cenizas  de  Ricaurte,  mientras  se  ponía  la  camisa  en 
Bucaramanga,  para  negar  la  gloria  de  su  sacrificio, 
sacrificio  que  yo  he  visto  repetir  a  humildes  soldados 
en  nuestra  postrera  y,  definitivamente,  última  gue- 
rra civil,  como  para  comprobarme,  cerca  de  Buca- 
ramanga, lo  mezquino  de  los  conceptos  que  Perú  de 
Lacroix  atribuye  a  Bolívar. 

El  sacrificio  de  Ricaurte  y  el  heroísmo  de  Girar- 
dot  no  fueron  hechos  aislados  que  no  hayan  de  tener 
imitadores.  Fueron  perdurables  muestras  de  un  es- 
píritu de  sacrificio  y  de  heroicidad  que  se  halla  la- 
tente en  el  alma  de  la  raza. 

Deseo  que  la  publicación  que  usted  se  propone 
obtenga  grande  éxito. 

Soy  de  usted  atto.  y  s.  s.  y  amigo, 

Max.  Grillo. 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA "  77 

DEL  DR.  RAFAEL  VILLA VICENCIO, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  6  de  febrero  de  1914. 
Señor  Pinzón  Uzcátegui. 

Presente. 
Muy  señor  mío  y  estimado  amigo : 

Aviso  a  usted  recibo  de  su  atenta  carta,  fecha  25 
de  enero  último. 

Relativamente  a  las  dos  preguntas  que  usted  se 
sirve  hacerme,  diré  a  usted  lo  siguiente: 

Io  En  mi  concepto  el  Diario  de  Bucaramanga 
no  merece  ningún  crédito;  lo  que  en  dicho  Diario  se 
pone  en  boca  del  Libertador  fueron  invenciones  mo- 
tivadas por  pasiones  del  momento. 

2o  El  juicio  emitido  sobre  el  expresado  Diario, 
por  Blanco  y  Azpurúa,  lo  tengo  por  fuente  de  auto- 
ridad moral,  y  no  creo  por  tanto,  que  sea  apasionado. 

Dejo  así  contestadas  sus  preguntas,  y  me  sus- 
cribo de  usted  afectísimo  amigo  y  muy  atento  servi- 
dor, 

R.    VlLLAVICENCIO. 


78  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 

DEL  DR.  TEÓFILO  RODRÍGUEZ, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  14  de  febrero  de  1914. 
Señor  doctor  M.  Pinzón  Uzcátegui. 

Ciudad. 
Estimado  amigo: 

En  carta  que,  con  fecha  de  27  de  enero  de  este 
año  ha  tenido  usted  a  bien  dirigirme,  me  manifiesta 
usted  el  deseo  de  conocer  mi  opinión  acerca  de  los 
puntos  que  en  ella  me  indica;  la  que  juzga  usted  de 
mucho  interés,  según  me  dice,  para  el  trabajo  histó- 
rico que  tiene  usted  el  proyecto  de  publicar  y  cuyo 
tema  será  Perú  de  La  Croix  y  el  Diario  de  Bucara- 
manga. 

Al  primer  punto,  debo  decirle  que  desde  que 
tuve  conocimiento  del  enunciado  Diario  de  Bucara- 
manga — de  esto  hace  ya  algunos  años, — formé  el  con- 
cepto de  que  con  dicho  manuscrito  se  había  tratado 
de  imitar  las  conocidas  Memorias  de  Santa  Elena, 
para  lo  cual  el  que  concibió  la  idea  y  la  llevó  a  eje- 
cución con  este  o  aquel  propósito  no  se  ciñó  en  su 
trabajo  a  narrar  con  exactitud  los  juicios  y  opiniones 
que  el  Libertador,  departiendo  con  los  fieles  amigos 
y  admiradores  que  lo  acompañaban  en  sus  últimos 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA " 


días,  les  exponía  en  el  seno  de  la  confianza,  decaído 
ya  en  su  físico,  pero  sereno  su  espíritu  en  medio  a  la 
tormenta  que  contra  el  Grande  Hombre  habían  des- 
encadenado los  enemigos  de  su  gloria.  En  esta  vir- 
tud estoy  de  acuerdo  en  el  fondo  con  el  juicio  que 
acerca  del  enunciado  Diario  formularon  los  distin- 
guidos y  honorables  historiadores  general  José  Félix 
Blanco  y  don  Ramón  Azpurúa. 

Dejo  así  contestada  su  carta  y  complacido  a  us- 
ted, de  quien  me  suscribo  atento  servidor  y  amigo, 


Teófilo  Rodríguez. 


DEL  DR.  ELOY  G.  GONZÁLEZ, 

DE  LAS  ACADEMIAS  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA 
Y  DE  COLOMBIA. 

Caracas,  13  de  marzo  de  1914. 

Señor  don  Manuel  Pinzón  Uzcátegui. 

Ciudad. 
Muy  apreciado  amigo: 

Con  mucho  gusto  contesto  las  dos  preguntas  que 
usted  se  sirve  hacerme  en  su  estimada  de  fecha  9  de 
este  mes. 

Ia  "¿Cree  usted  verídico  el  Diario  de  Bucara- 
manga  y  qué  opinión  se  ha  formado  de  él?" 


80  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


Circunstancias  especiales  me  fuerzan  a  la  afir- 
mativa del  primer  miembro  de  su  pregunta :  la  in- 
fluencia decisiva  que  ejercían  en  el  ánimo  del  señor 
Azpurúa  la  palabra  y  la  opinión  del  P.  Blanco;  el 
criterio  que  éste  se  había  formado  de  lo  que  debería 
ser  lo  que  él  denominaba  verdad  histórica,  estricta- 
mente reducida  a  la  "extrahumanización"  del  Liber- 
tador; el  celo  cuasi  cerval  con  que  el  señor  Azpurúa 
conservó  inviolablemente  el  autógrafo  de  Lacroix;  y 
la  debilidad  de  los  argumentos  con  que  intentó  de- 
mostrar la  falsedad  del  manuscrito.  El  señor  Azpurúa 
creyó  siempre  que  toda  duda  que  él  pudiera  oponer  a 
la  probidad  del  P.  Blanco,  constituía  una  ofensa  a  la 
memoria  de  su  ilustre  colaborador  y  venerable  ami- 
go y  adelante  leerá  usted  que  yo  poseo  razones  in- 
contestables para  afirmar  que  el  señor  Azpurúa  pa- 
decía error  a  tal  respecto,  y  que  su  respeto,  o  mejor, 
su  cariño  y  su  adhesión  iban  a  la  personalidad  del 
amigo  antes  que  a  la  integridad  del  historiador.  El 
señor  Azpurúa  niega  la  autenticidad  del  Diario,  sola- 
mente porque  cree  que  con  él  se  "profana  la  memo- 
ria del  más  notable  ciudadano  de  Hispano-América" 
y  porque  lo  presenta  "a  la  posteridad  poco  discreto 
al  hablar  de  sus  tenientes,  compatriotas  y  amigos",  a 
la  vez  que  supone  que  el  Libertador  no  esperaba  que 
se  diafanizaran  sus  confidencias,  lo  cual  no  se  com- 
padece con  lo  anterior.  Más,  halla  que  era  muy  fácil 
para  Lacroix  imitar  el  estilo  del  Libertador,  lo  cual 
exhibe  al  "francés"  infinitamente  más  inteligente,  sin 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA 


excepción,  que  cuantos  españoles  y  americanos,  cono- 
cedores de  su  idioma,  pudieron  tener  vario  interés  en 
imitar  "la  dicción  del  ilustre  muerto";  amén  de  que 
así  establece  el  señor  Azpurúa  que  el  estilo  es  puro 
artificio  y  que  sólo  por  gran  desidia  no  hayamos  po- 
seído, cuantos  desde  los  siglos  escribimos,  el  de  tanto 

dechado  que,  de  Homero  acá,  es  maravilla Tan 

indiscreto  resulta  el  Libertador  en  el  Diario,  como 
en  gran  porción  de  su  correspondencia,  publicada 
sin  reparos,  y  como  resultan  en  la  suya  todos  los  Pro- 
ceres, por  la  muy  elemental  razón  de  ser  antes  hu- 
manos que  divinos. 

El  manuscrito  original  se  halla  a  esta  hora  en 
poder  del  Gobierno  de  Venezuela;  el  que  posee  la 
Academia  de  la  Historia  es  una  copia  fiel  de  aquél  y 
tiene,  sin  duda,  ese  códice  un  altísimo  valor  como 
instrumento  de  análisis  de  la  personalidad  del  Li- 
bertador. Podrá  usted  leer  una  ampliación  de  estas 
opiniones  en  El  Cojo  Ilustrado,  en  donde  las  publi- 
qué después  que  fué  elaborado  el  programa  para 
nuestras  fiestas  centenarias. 

2a  Cuanto  a  la  segunda  pregunta  de  usted,  ahora 
sí  puedo  descontarle  mucho  a  la  autoridad  de  los 
Documentos,  porque  personalmente  he  comprobado 
que  algunas  veces  por  descuido  y  en  algunas  otras 
por  intención,  hay  allí  graves  faltas  contra  la  verdad 
histórica.  Dos  citas  al  pasar :  en  el  tomo  V,  pág.  127, 
aparece  Antoñanzas  trasmitiendo  el  parte  de  la  ba- 
talla de  Úrica,  siendo  así  que  aquel  jefe  había  muerto 


82  CRITICA  HISTÓRICA   SOBRE 


un  año  antes  de  la  acción;  y  en  el  tomo  VI,  pág.  99, 
toda  la  relación  del  capitán  Conde  está  adulterada 
con  respecto  a  su  original,  que  he  tenido  en  mi  poder 
para  compulsarla,  por  comisión  de  la  Academia  de 
la  Historia. 

Dejo  así  contestada  su  apreciable  y  me  repito 
su  afectísimo  amigo, 


Eloy  G.  González. 


DEL  DR.  EMILIO  CONSTANTINO  GUERRERO, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas:  junio  Io  de  1914. 

Señor  Pinzón  Uzcátegui,  etc.,  etc. 

Presente. 
Muy  apreciado  amigo: 

Está  en  mi  poder  su  atenta  carta,  a  la  cual  me 
place  referirme. 

Opino  que,  para  juzgar  con  acierto  el  Diario  de 
Bucaramanga,  necesario  es  estudiar,  conforme  a  las 
reglas  de  una  buena  lógica,  el  hecho  que  dio  motivo 
a  él,  las  circunstancias  en  que  fué  escrito  y  el  con- 
cepto en  que  lo  tuvieron  los  coetáneos  del  autor. 

En  primer  lugar,  consta  por  la  Historia,  que  el 
general  Perú  de  La  Croix  estuvo  en  Bucaramanga 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA  "  83 

acompañando  al  Libertador,  durante  el  tiempo  de  la 
Convención  de  Ocaña;  y  como  ésta  se  convirtió  en 
un  palenque  de  odios  y  de  animadversiones,  en  que 
los  enemigos  del  Padre  de  la  Patria  tuvieron  la  ma- 
yoría, naturalmente  hay  motivos  para  pensar  que 
aquel  gran  hombre,  herido  en  lo  íntimo  de  sus  senti- 
mientos, se  desahogase  a  veces  contra  muchos  de  sus 
subalternos  en  expresiones  tremendas  que  Perú  de 
La  Croix  pudo  recoger.  Por  ello,  en  el  Diario  de  Bu- 
caramanga  ha  de  haber  algún  fondo  de  verdad,  aun 
en  aquellos  conceptos  más  duros  contra  hombres  y 
sucesos  que  contiene,  pero  desgraciadamente  difícil 
de  discernir  para  la  crítica  sensata. 

En  segundo  lugar,  no  está  probado  que  Perú  de 
La  Croix,  antes  de  1835,  hablase  a  alguien  de  su  Dia- 
rio; y  sí,  que  después  del  movimiento  revolucionario 
de  8  de  julio  de  aquel  año,  empezó  a  mostrar  a  sus 
amigos  de  Caracas,  los  cuadernos  que  iba  escribien- 
do, y  en  que  decía  narrar  confidencias  importantes 
del  Libertador. 

Era  aquélla  una  época  de  lucha.  La  Croix,  de 
pasiones  violentas,  de  temperamento  inquieto,  es- 
taba lleno  de  rencores  contra  muchos  hombres  pú- 
blicos, sobre  todo,  colombianos.  Nada,  pues,  más  na- 
tural en  hombre  de  tales  condiciones,  que,  al  resol- 
verse a  escribir  aquel  Diario,  pusiese  en  boca  de  Bo- 
lívar, como  en  los  labios  más  autorizados  que  tenía 
la  América,  juicios  y  apreciaciones  terribles  contra 
los  hombres  públicos  de  quienes  ansiaba  vengarse. 


84  CRITICA   HISTÓRICA  SOBRE 


El  estilo  del  Libertador  era  fácil  de  imitar,  puesto 
que,  durante  muchos  años,  en  Colombia  no  se  escri- 
bía sino  en  los  moldes  en  que  aquél  vaciaba  sus 
ideas;  y  en  cuanto  al  modo  prof ético  que  tanto  ad- 
miran algunos  en  las  apreciaciones  del  Libertador 
contenidas  en  el  Diario,  él  está  revelando  más  bien 
lo  acomodaticio  de  la  labor,  realizada  con  posteriori- 
dad a  los  sucesos. 

En  tercer  lugar,  los  coetáneos  de  La  Croix  no  tu- 
vieron por  auténtico  el  Diario,  y  ya  se  sabe  que  en 
esta  materia,  son  los  hombres  de  aquella  época  los 
que  pudieron  apreciar  más  rectamente  el  valor  de 
dicha  obra. 

El  general  Mejía,  en  sus  Comentarios,  duda  que 
el  escrito  de  La  Croix  sea  verídico;  el  general  José 
Félix  Blanco  no  lo  colocó  siquiera  en  su  Compilación 
de  Documentos  para  la  Historia  de  la  Vida  Pública 
del  Libertador;  y  Azpurúa,  el  continuador  de  dicha 
obra,  no  sólo  no  lo  colocó  en  ella,  sino  que,  desde 
1864,  lo  consideró  "como  un  documento  destituido 
de  todo  título  de  veracidad."  Hombres  como  estos 
últimos,  de  proverbial  rectitud,  de  claro  criterio,  de- 
dicados, como  pocos,  a  estudiar  los  documentos  re- 
lativos a  la  Historia  de  nuestra  Independencia,  son 
dignos  de  todo  crédito,  para  lo  presente  y  para  la 
posteridad. 

Creo,  pues,  que  en  el  Diario  de  Bucaramanga 
debe  de  haber  algún  fondo  de  verdad,  obscurecido,  sí, 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA  "  85 

por  la  obra  de  las  pasiones  y  los  odios  banderizos  de 
la  época  en  que  se  escribió. 

Soy  su  afectísimo  amigo  y  seguro  servidor, 
Emilio  Constantino  Guerrero. 


DEL  DR.  LAUREANO  VALLENILLA  LANZ, 

DE  LA  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA  DE  VENEZUELA. 

Caracas,  4  de  junio  de  1914. 

Señor  doctor  Pinzón  Uzcátegui. 

Presente. 
Mi  distinguido  amigo: 

Contesto  su  apreciable  carta  en  que  me  pide  us- 
ted mi  opinión  respecto  del  Diario  de  Bucaramanga. 

La  obra  de  La  Croix,  como  documento  histórico, 
adolece  de  los  defectos  que  la  crítica  atribuye  hoy  a 
toda  especie  de  Memorias,  respecto  de  cuya  exactitud 
hay  que  prevenirse,  procediendo  a  un  minucioso  tra- 
bajo de  depuración,  para  dejarlas  en  su  verdadero 
valor.  En  el  caso  presente  hay  que  advertir,  además, 
que  el  hecho  de  trasladar  al  papel,  con  toda  exacti- 
tud una  conversación,  aun  inmediatamente  después 
de  haber  pasado,  es  mucho  más  difícil  de  lo  que  se 


86  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

cree.  Para  no  incurrir  en  errores  sería  necesario  que 
el  cerebro  humano  fuese  a  la  manera  de  un  cilindro 
fonográfico.  No  obstante,  en  el  libro  de  La  Croix, 
palpita  el  gran  espíritu  del  Libertador,  y  hay  frases 
y  conceptos  que  parecen  escritos  por  él  mismo.  En 
cuanto  a  las  apreciaciones  respecto  de  hechos  y  per- 
sonajes que  algunos  encuentran  exageradas,  sería 
fácil  comprobar  su  autenticidad  con  toda  la  corres- 
pondencia del  Grande  Hombre  y  más  aún  con  la  que 
dictó  en  los  días  difíciles  y  angustiosos  de  la  Con- 
vención de  Ocaña,  cuando  sus  pretensos  rivales  se 
quitaron  definitivamente  la  careta.  En  las  cartas  de 
aquellos  días  se  hallan  conceptos  y  opiniones  mucho 
más  amargos  y  violentos  que  los  apuntados  por  La 
Croix.  Cualquiera  puede  comprobarlo,  en  honor  de 
la  veracidad  de  ese  libro. 

En  cuanto  al  juicio  de  Blanco  y  Azpurúa  sobre 
el  Diario,  a  que  se  contrae  la  segunda  pregunta  de 
su  carta,  le  diré:  que  el  señor  don  Ramón  Azpurúa 
que  es  el  autor  del  juicio,  procedió  siempre  inspirado 
por  el  precepto  romántico  de  que  en  historia  hay  co- 
sas que  no  deben  decirse,  y  algunas  veces,  que  no 
conviene  decir — lo  cual  es  más  práctico; — y  como 
tantos  otros  escritores  de  su  época,  se  dio  a  la  tarea, 
muy  piadosa  pero  muy  anticientífica,  de  convertir  en 
dioses  y  semidioses  a  los  actores  de  nuestra  magna 
lucha.  Yo  he  podido  verlo  claramente  al  comparar 
con  los  originales  los  documentos  publicados  en  la 
Colección  que  todos  conocemos.    El  pudor  histórico 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA  "  87 

del  señor  Azpurúa  llegó  al  extremo  de  que  en  un  pa- 
quetico  cuidadosamente  atado,  que  encontramos  en 
su  Archivo  las  personas  encargadas  de  recibirlo  y 
clasificarlo,  decía  así:  "Apuntes  que  comprueban 
que  el  señor  Antonio  Leocadio  Guzmán  no  fué  nunca 
Coronel,  ni  Secretario  del  Libertador,  ni  merece  el 
título  de  Ilustre  Procer.  Estas  notas  no  deben  pu- 
blicarse nunca,  antes  deben  ser  quemadas."  Es  el 
colmo  de  la  pudicia  respecto  de  una  impudicia  tan 
notoria.  Como  las  cosas,  afortunadamente  para  la 
Historia  marchan  hoy  por  otros  rumbos,  es  fácil  de- 
ducir el  valor  que  en  el  presente  puede  tener  el  jui- 
cio del  señor  Azpurúa. 

Aprovecho  esta  oportunidad  para  repetirme  su 
amigo  y  sincero  apreciador, 

Laureano  Vallenilla  Lanz. 


Nota. — Hemos  incluido  solamente  en  este  libro,  los  juicios  de 
reputados  historiógrafos  y  sus  contestaciones  han  sido  insertadas  por 
orden  cronológico.  Dejamos  para  un  trabajo  histórico  en  preparación, 
muchas  otras  contestaciones  a  nuestra  carta  circular,  de  conocidos 
eruditos  y  literatos. — P.   U. 


DOS  HÉROES 


RICAURTE  Y  GIRARDOT 


En  vista  de  los  precedentes  y  variados 
juicios,  todo  lector  de  este  libro  concluirá  por 
definir,  que  la  discusión  sobre  el  Diario  de  Bu- 
caramanga  está  aún  en  pie,  y  de  una  manera 
más  interesante  y  firme  hoy  que  en  alguna 
otra  época. 

Indudablemente,  si  el  códice  de  Perú  de 
La  Croix  reviste  interés  excepcional  y  valor 
histórico  de  gran  trascendencia,  asimismo 
adolece  de  intensos  defectos,  debido  a  las  pa- 
siones políticas  de  aquella  época,  las  cuales 
jugaron  un  gran  papel  en  el  ánimo  de  su  cele- 


CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


bre  y  desdichado  autor,  general  Luis  Perú  de 
La  Croix. 

El  manuscrito  auténtico,  de  puño  y  letra 
de  La  Croix,  acaba  de  aparecer  recientemente, 
entre  los  libros  y  papeles  del  finado  don  Ra- 
món Azpurúa,  y  actualmente  el  códice  perte- 
nece al  Gobierno  de  Venezuela,  quien  nos  per- 
mitió bondadosamente  copiar  los  trece  pá- 
rrafos más  interesantes  del  Diario  de  Bucara- 
manga,  y  que  hoy  salen  por  primera  vez  a  luz 
pública  tal  como  los  escribió  Perú  de  La 
Croix,  es  decir,  con  la  peculiar  originalidad  de 
su  estilo,  de  los  galicismos,  errores  gramatica- 
les, ortográficos,  etc. 

Tenemos  que  consignar  aquí,  ante  todo, 
y  de  una  manera  solemne,  como  un  gran  de- 
ber y  por  el  cariño  intenso  a  la  memoria  del 
Libertador,  que  no  debe  tenerse  por  cierto, 
por  verdadero,  lo  que  Perú  de  La  Croix  pone 
en  boca  de  Bolívar  el  día  5  de  junio  de  1828,  a 
propósito  de  Ricaurte  y  Girardot,  conceptos 
inicuos  e  increíbles  que  se  hallan  en  contra- 
dicción con  la  verdad  histórica  y  que  vamos  a 
destruir  con  aseveraciones  de  personajes  ho- 
norables y  testimonios  valiosísimos,  como  lo 
veremos  más  adelante. 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA "  93 

Dice  Lacroix,  movido  por  la  odiosidad 
hacia  los  granadinos,  lo  siguiente:  "Hoy  dia 
'del  Corpus,  el  Libertador  no  quiso  ir  á  misa 
'pa.  evitar  de  ir  á  la  procesión;  pero  nos  llevo 
'á  todos  pa.  visitar  los  altares  construidos  en 
'las  calles,  y  aquella  santa  visita  nos  sirvió  de 
'paseo,  después  fuimos  donde  el  Dr.  Valen- 
'zuela  á  ver  pasar  la  procesión.  Pasada  la  pro- 
'cesion,  que  vimos  por  detras  de  una  cortina 
'que  tapaba  la  puerta  del  cura,  volvimos  don- 
'de  el  Libertador  que  se  puso  en  su  hamaca  y 
'hablo:  "Yá  desde  el  año  de  13„  que  meditaba 
'la  unión  de  la  Nueva  Granada  con  Venezuela, 
'mi  politica  tendia  en  hacerme  bien  valer  y 
querer  de  los  Granadinos,  y  después  del  año 
de  19„  segui  el  mismo  plan  pa.  la  conserva- 
ción de  la  unión  que  habia  logrado.  Véase  mi 
'Decreto  de  30  de  setiembre  del  año  de  13,  dado 
5en  Valencia,  pa.  honrar  la  memoria  del  Coro- 
'nel  granadino  Atanasio  Girardot:  fue  un  bra- 
!vo  seguramente;  murió  como  un  valiente  en 
'el  campo  del  honor,  en  Bárbula  y  como  habia 
'combatido  en  Palace,  pero  esto  es  el  deber 
'de  todo  militar,  y  sin  un  motivo  politico  tal 
'como  el  que  me  movia  no  hubiera  dado  el 


94  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

"decreto  mencionado.  Ricaurte,  otro  militar 
"granadino,  figura  en  la  historia  como  un 
"mártir  voluntario  de  la  libertad;  como  un 
"héroe  que  sacrifico  su  vida  pa.  salvar  la  de 
"sus  compañeros  y  sembrar  el  espanto  en  me- 
"dio  de  los  enemigos;  pero  su  muerte  no  fue 
"como  aparece:  no  se  hizo  saltar  con  un  barril 
"de  pólvora  en  la  casa  de  San  Mateo,  que  ha- 
"bia  defendido  con  valor:  yo  soy  el  autor  del 
"cuento;  lo  hize  pa.  entusiasmar  mis  solda- 
"dos,  pa.  atemorisar  á  los  enemigos  y  dar  la 
"mas  alta  idea  de  los  militares  granadinos. 
"Ricaurte  murió  el  25  de  Mzo.  del  año  14„  en 
"la  bajada  de  San  Mateo,  retirándose  con  los 
"suyos;  murió  de  un  balazo  y  un  lanzazo,  y  lo 
"encontré  en  dha.  bajada  tendido  boca  a  bajo; 
"ya  muerto,  y  las  espaldas  quemadas  pr.  el 
"sol." 

En  primer  término,  oigamos  la  palabra 
autorizada  del  benemérito  general  Tomás 
Cipriano  de  Mosquera,  cuando  relata  en  sus 
Memorias  sobre  Bolívar,  tal  acontecimiento 
de  la  manera  siguiente :  "Bolívar  conservaba 
tal  respeto  por  la  memoria  de  este  valiente 
oficial,  que,  con  entusiasmo  guerrero  nos  de- 


EL   "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  95 

cía  un  día:  ¿Qué  hay  de  semejante  en  la  his- 
toria a  la  muerte  de  Ricaurte?  Este  suicidio 
para  salvar  la  patria,  el  ejército  y  a  mí,  sin 
más  esperanza  que  el  amor  a  la  independen- 
cia y  a  la  libertad,  es  digno  de  cantarse  por  un 
ilustre  genio  como  Alfieri." 

Oigamos  ahora  la  honorable  palabra  del 
historiador  venezolano  José  Félix  Blanco,  el 
cual  se  halló  en  la  tenaz  lucha  de  San  Mateo  y 
cuenta  así  los  hechos: 

"En  ese  día  tremendo  bajó  Boves  con 
todo  su  ejército  sobre  San  Mateo;  atacó  de 
frente  todos  los  puntos  de  la  línea,  habiendo 
hecho  marchar  a  la  madrugada  una  fuerte  co- 
lumna, que  tramontando  los  cerros  de  nues- 
tra espalda,  saliese,  como  efectivamente  lo 
hizo,  sobre  la  gran  casa  de  la  hacienda  para 
aprovecharse  de  nuestro  parque;  mas  ¡oh, 
fuego  sagrado  de  la  libertad!  el  capitán  Anto- 
nio Ricaurte,  granadino,  que  mandaba  aquel 
punto,  viéndose  cargado  por  una  espesa  nube 
de  llaneros,  y  no  teniendo  fuerzas  suficientes 
para  oponérselas,  ocurrió  al  heroico  arbitrio 
de  prender  fuego  a  los  pertrechos,  para  volar 


96  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 

con  ellos,  con  los  sitiadores  y  con  la  casa,  dan- 
do así  un  trágico  fin  a  su  existencia  y  a  las 
operaciones  del  día;  pues  instruido  Boves  del 
estrago  de  sus  tropas  por  aquella  parte,  tocó 
retirada  y  volvió  a  sus  alturas. 

"Ricaurte  se  distinguía  por  sus  ideas  exal- 
tadas y  romanescas.  Empapado  en  la  histo- 
ria de  las  antiguas  repúblicas,  quería  que  to- 
dos fuésemos  griegos  o  romanos.  Según  él, 
no  se  podía  ser  verdadero  republicano  sin  ac- 
ciones heroicas,  sin  sacrificios  extraordina- 
rios. Todos  debíamos  ser  víctimas  inmoladas 
en  el  altar  de  la  Patria.  Estas  eran  sus  ideas 
y  sus  conversaciones  frecuentes.  Por  estos 
antecedentes,  creemos  que  el  incendio  del 
parque  de  San  Mateo  fué  una  acción  de  he- 
roísmo premeditada  por  Ricaurte  para  in- 
mortalizar su  nombre.  La  posteridad  hon- 
rará justamente  su  memoria".   (.*). 

Cedamos  ahora  la  palabra,  al  valiente  ge- 
neral Serviez,  el  cual  asistió  también  a  la  jor- 
nada de  San  Mateo,  y  cuyas  palabras  revisten 


(*).  Lo  anterior  fué  copiado  de  un  viejo  periódico  llamado  "La 
Bandera  Nacional"  que  redactaba  don  Juan  Bautista  Calcaño.  Ta- 
les datos  los  hallamos  entre  otros  muchos  interesantes  e  históricos  y 
de  la  autorizada  pluma  del  presbítero  y  general  José  Félix  Blan- 
co.—P.   U. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  97 

todo  el  sello  de  la  verdad  desnuda.  Dice  así 
aquel  compañero  de  nuestros  proceres:  "La 
historia  debe  consignar  en  sus  anales  el  nom- 
bre de  Ricaurte,  joven  oficial  de  veintidós 
años  apenas,  cuyo  heroico  sacrificio  llevó  el 
espanto  al  seno  de  las  tropas  realistas.  Se  le 
había  ordenado  fortificarse  en  una  casa  de 
San  Mateo  y  hostilizar  al  enemigo  con  fuego 
incesante.  Aquel  puesto  tenía  una  grande  im- 
portancia por  la  situación  de  los  ejércitos.  Ri- 
caurte lo  defendió  durante  cinco  días  con  tan- 
ta sangre  fría  como  fortuna.  Sólo  contaba  con 
cincuenta  hombres  y  Boves  lo  asaltó  con  mil 
doscientos.  Las  provisiones  se  agotaron  antes 
que  el  valor  del  intrépido  Ricaurte;  el  ham- 
bre hacía  murmurar  a  los  soldados,  quienes 
declararon  al  fin  que  no  podían  ya  sostener 
la  posición.  El  joven  oficial  les  ordena  en- 
tonces que  vayan  a  reunirse  al  ejército,  y  se 
queda  solo  guardando  el  puesto.  Habiendo 
cesado  el  fuego,  Boves  destacó  una  partida  de 
los  suyos  para  que  fuera  a  tomarlo.  Pero  de 
repente,  estalla  una  terrible  explosión,  vuela 
la  casa,  los  soldados  de  Boves  son  lanzados 
por  un  volcán,  y  Ricaurte,  que  se  había  ocul- 


98  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

tado  en  un  cuarto  del  piso  bajo,  con  un  barril 
de  pólvora,  muere  sepultado  bajo  las  ruinas 
de  su  fortaleza." 

No  es  menos  importante  el  testimonio 
que  enuncia  el  general  Tosta  García,  en  su 
carta  fecha  4  de  noviembre  de  1913,  y  que  co- 
piamos a  continuación: 

"Aquella  imponderable  acción  de  Ricaur- 
te  en  San  Mateo,  presenciada  y  confirmada 
por  testigos  del  lugar,  que  vivieron  hasta  hace 
pocos  años  y  cuyo  relato,  de  boca  de  un  octo- 
genario que  vivía  en  Turmero,  oyó  el  que  esta 
carta  firma,  aquella  acción  heroica  consagra- 
da por  tantos  testimonios  escritos,  por  tantas 
pruebas  incontrovertibles  y  hasta  por  la  per- 
durabilidad del  bronce,  no  puede  borrarse 
por  la  insustancialidad  de  una  referencia  ais- 
lada, de  origen  dudoso  y  de  tendencias  malé- 
volas y  anárquicas." 

El  entonces  coronel  Antonio  Muñoz  Té- 
bar,  Secretario  de  Guerra  en  aquella  época  y 
quien  firma  el  parte  de  San  Mateo  el  mismo 
día  25  de  marzo,  dijo  entre  otras  cosas  lo  si- 
guiente: "La  pérdida  del  enemigo  ha  sido  in- 
mensa; pues  sin  contar  los  dispersos  ha  tenido 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  99 

más  de  ochocientos  hombres  entre  muertos  y 
heridos.  La  nuestra  no  pasa  de  noventa  entre 
muertos  y  heridos.  De  los  primeros  lo  han 
sido  el  Capitán  de  la  Unión  Ricaurte,  que  hizo 
solo  frente  al  enemigo  en  nuestra  ala  izquier- 
da; y  que  rodeado  por  todas  partes  no  pu- 
diendo  salvar  los  pertrechos,  los  incendió  y 
voló  con  ellos  para  que  no  se  apoderaran  los 
contrarios."  Lo  anterior  fué  consignado  en  la 
Gaceta  de  Caracas  del  año  1814. 

Y  por  último,  juzguemos  definitivamente 
tal  acontecimiento  por  el  siguiente  e  intere- 
santísimo diálogo  que  veremos  más  adelante. 
En  el  año  de  1883,  a  propósito  del  centenario 
del  Libertador,  vinieron  a  Caracas  en  repre- 
sentación de  la  Prensa  de  Colombia,  los  cono- 
cidos escritores  Briceño  y  Urdaneta.  En  uno 
de  los  días  de  las  fiestas  centenarias,  los  invitó 
el  señor  Juan  Bautista  Pérez  y  Soto,  con  el  ex- 
clusivo objeto  de  que  conocieran  y  hablaran 
con  la  célebre  negra  Matea,  aya  del  Liberta- 
dor. Matea  tenía  más  de  cien  años,  pero  con- 
servaba espléndida  memoria  y  sostuvo  un 
largo  diálogo  con  Urdaneta,  quien  le  interro- 
gó entre  otras  cosas  lo  siguiente : 


100  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


Urdaneta. — "Usted  estuvo  en  algún  com- 
bate? 

Matea. — Estuve  en  la  pelea  de  San  Mateo 
con  el  niño  Ricaurte. 

U. — En  dónde  estaba  usted  en  San  Mateo? 

M. — En  el  Trapiche;  cuando  los  españo- 
les bajaban  el  cerro,  el  niño  Ricaurte  mandó 
salir  la  gente  y  fué  a  la  cocina,  le  pidió  un  ti- 
zón de  candela  a  la  niña  Petrona  y  nos  mandó 
salir  por  el  solar. 

U. — Usted  vio  qué  hizo  Ricaurte. 

M. — Subió  al  mirador  onde  estaba  la  pol- 
vorera. 

U. — A  dónde  se  fueron  ustedes? 

M. — Cuando  corríamos  para  el  pueblo 
onde  estaban  peleando  estalló  el  trapiche  y  a 
nosotras  nos  metieron  en  la  iglesia." 


En  cuanto  al  héroe  de  Bárbula,  quien 
cayó  como  un  bravo  en  esa  cumbre  inmuta- 
ble que  vivirá  tanto  como  la  memoria  del  que 
la  hizo  célebre,  nada  más  solemne  e  intere- 
sante que  recordar  la  autorizada  palabra  del 
Libertador  cuando  en  esa  ocasión  dijo:  "Te- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  101 

nemos  que  llorar  eternamente  la  pérdida  del 
intrépido  coronel  Atanasio  Girardot.  Este  jefe 
cuyas  virtudes  eran  bien  conocidas,  se  hizo  un 
lugar  distinguido  en  todo  el  ejército;  su  valor 
admirable  lo  cubrió  de  gloria  en  los  campos 
de  Palacé,  y  renovó  esta  misma  gloria  en  la 
maravillosa  campaña  de  Venezuela.  Al  lle- 
gar ayer  con  sus  tropas  a  la  altura  que  domi- 
naba el  enemigo,  tremolando  el  pabellón  de 
la  libertad,  una  bala  le  hizo  morir. . .,  murió, 
sí,  pero  para  vivir  perpetuamente  en  la  me- 
moria de  los  americanos  y  en  los  fastos  del 
heroísmo".  (*). 

Y  al  padre  de  Girardot  le  dice  el  propio 
Bolívar  en  su  célebre  y  memorable  carta  lo  si- 
guiente, que  es  ya  un  juicio  definitivo  de  la 
historia:  "Las  cenizas  inmortales  de  su  ilus- 
tre hijo  vivirán  en  el  corazón  de  todos  los 
americanos,  mientras  el  honor  nacional  sea  la 
ley  de  sus  sentimientos,  y  mientras  la  sólida 
gloria  tenga  atracción  para  las  almas  nobles. 
La  carrera  de  Girardot  y  su  muerte  excitarán, 
aun  en  la  posteridad  más  remota,  la  emula- 
ción de  cuantos  aspiren  al  premio  del  valor  y 

(*).     Boletín  del  Ejército  Libertador.— 1813. 


CRITICA   HISTÓRICA    SOBRE 


sientan  en  sus  pechos  el  fuego  divino  con  que 
él  buscó  la  gloria  propia  y  la  de  su  amada  pa- 
tria. 

"La  causa  de  la  libertad,  por  la  que  los 
hombres  más  grandes  de  la  tierra  han  comba- 
tido, debe  honrarse  porque  nunca  ha  sido  sos- 
tenida con  más  honor  que  en  los  campos  fa- 
mosos donde  Girardot  la  ha  hecho  triunfar 
de  los  tiranos . . . 

"Venezuela  se  ha  cubierto  de  luto  espon- 
táneo por  la  muerte  del  libertador." 


PÁRRAFOS 


DEL 


'DIARIO  DE  BUCARAMANGA" 


Trece  son  los  párrafos  interesantes  del 
Diario  de  Bucaramanga,  y  en  los  cuales  se 
ve  palpitar  el  alma  desnuda  y  prepotente  del 
Libertador,  sin  pasiones  ni  doblez  alguna.  En 
ellos  no  hay  calumnias  ni  sombras  para  sus 
compañeros.  Fuera  de  aquellos  trece  párrafos, 
todo  lo  demás  del  Diario  de  Bucaramanga,  en 
su  mayor  parte,  es  un  cúmulo  de  infamias, 
diatribas  y  contradicciones  que  el  ánimo  apa- 
sionado de  Perú  de  La  Croix  hace  que  apa- 
rezcan como  expresados  por  los  labios  del  pe- 
rínclito general. 

Nada  tiene  de  raro,  que  bajo  la  sombra 
de  tan  extensos  e  interesantes  párrafos,  Perú 


106  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

de  La  Croix  resolviera  audazmente  entretejer 
su  maquiavélico  Diario,  y  hacerlo  aparecer 
íntegro  como  la  obra  exclusiva  del  Genio  de 
la  América. 

Esos  trece  párrafos  sí  son  dignos  de  Bo- 
lívar, la  Historia  los  recogerá  y  la  juventud 
de  Venezuela  y  de  Colombia  los  sabrá  apre- 
ciar en  su  justo  valor;  por  tal  motivo  los  in- 
cluimos con  placer  en  este  libro. 

Es  oportuno  consignar  aquí  los  docu- 
mentos oficiales  que  acreditan  de  dónde  he- 
mos tomado  fielmente  los  notables  párrafos 
que  hallará  el  lector  más  adelante.  En  tales 
párrafos  hemos  dejado,  muy  de  propósito,  to- 
dos los  galicismos  que  usaba  Perú  de  La  Croix, 
quien  no  conocía  bien  nuestra  lengua:  las 
continuas  abreviaturas,  sus  muchas  faltas  or- 
tográficas, sus  errores  ortológicos  y  casi  la 
completa  y  total  carencia  de  acentuación. 
Pero  precisamente  es  esto  lo  que  constituye 
y  da  al  códice  verdadero  valor  histórico  y 
una  gran  originalidad,  y  estamos  plena- 
mente convencidos  de  que  sería  indiscreto, 
aun  sin  faltar  a  la  verdad  histórica,  susti- 
tuir vocablos  como  los  que  siguen:   huér- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  107 

fano,  por  or felino;  ridículo,  por  ridicul;  Ha- 
bana, por  Havana;  concebí,  por  concevi;  fan- 
farronada, por  fanfaronada;  diplomáticos, 
por  diplomatos;  caníbales,  por  cámbalos; 
idólatras,  por  idolatros;  excomuniones,  por 
descomulgaciones;  voz,  por  vox;  imagina- 
ción, por  imajinacion;  cerebro,  por  celebro; 
intervalo,  por  interual;  lecciones,  por  lecio- 
nes;  escultura,  por  escultados;  pareja,  por 
bailarina;  durmiendo,  por  dormiendo;  éra- 
mos, por  erábamos;  amarraron,  por  amara- 
ron; monarca,  por  monarco;  caí,  por  cái; 
obtendría,  por  caberla;  barbarie,  por  barba- 
ria; reflexionado,  por  flexionado;  valiente, 
por  valiente,  etc.,  etc.,  o  suprimir  y  alterar 
frases  con  el  pretexto  ridículo  de  mejorar  un 
estilo,  lo  cual  da,  indiscutiblemente,  valiosí- 
simo mérito  a  los  documentos  históricos. 

Leamos,  pues,  los  documentos  oficiales  a 
que  nos  hemos  referido  anteriormente : 


108  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 

Estados  Unidos  de  Venezuela. — Ministerio  de  Ins- 
trucción Pública. — Dirección  de  Instrucción  Su- 
perior y  de  Bellas  Artes. — Caracas :  23  de  marzo 
de  1914.-104°  y  56°.— N°  274. 

Ciudadano  Director  General  de  los  Museos  Nacio- 
nales. 

Presente. 

Sirvase  poner  los  originales  del  "Diario  de  Bu- 
caramanga"  a  disposición  del  señor  Doctor  Pinzón 
Uzcátegui,  quien  ha  solicitado  permiso  de  este  Mi- 
nisterio para  consultar  y  copiar  algunos  párrafos 
del  referido  "Diario". 

Dios  y  Federación. 

F.  Guevara  Rojas. 

(Hay  un  escudo  y  un  sello  oficial). 


Estados  Unidos  de  Venezuela. — Dirección  General  de 
los  Museos  Nacionales. 

Christian  Frederik  Witzke,  Director  General  de 
los  Museos  Nacionales  de  los  Esta  dos  Unidos  de  Vene- 
zuela, certifica:  que  los  trece  párrafos  tomados  del 
Diario  de  Bucaramanga  que  figuran  en  la  obra  titu- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  109 

lada:  Crítica  Histórica  sobre  el  Diario  de  Bucara- 
manga  por  el  señor  Pinzón  Uzcátegui;  han  sido  co- 
piados fiel  y  exactamente  del  Manuscrito  Original  de 
Louis  Perú  de  Lacroix,  cuyo  códice  se  conserva  en  el 
Museo  Boliviano  bajo  el  número  1.290. 

Caracas,  veintisiete  de  mayo  de  mil  novecientos 
catorce. 

C.  Witzke. 

(Hay  un  sello  oficial). 


Los  párrafos  a  que  se  refieren  los  docu- 
mentos que  hemos  visto,  los  trae  intercalados 
La  Croix  en  la  segunda  parte  del  Diario,  (*) 
día  2  de  mayo  de  1828.  Dice  así  el  primer  pá- 
rrafo :  "Quería  retirarme  pero  me  dijo  S.E.  que 
"no  tenia  sueño  todavía,  me  contó  que  había  si- 
"do  muy  aficionado  al  baile  pero  que  aquella 
"pasión  se  habia  totalmente  apagado  en  el :  que 
"el  valze  es  lo  que  siempre  habia  preferido  y 
"que  hasta  locuras  habia  hecho  en  bailar  se- 


(*).  Asegura  el  erudito  bibliógrafo  venezolano  Manuel  Se- 
gundo Sánchez,  en  su  trascendental  y  notable  obra  "Bibliografía  Ve- 
nezolanista",  que  en  1856  o  57,  el  códice  aún  completo  de  Perú  de  La 
Croix  se  encontraba  en  poder  del  señor  Felipe  Santiago  Casanova, 
persona  que  se  lo  facilitó  al  señor  Jacinto  Gutiérrez,  en  esa  época  Mi- 
nistro, diz  que  para  satisfacer  el  deseo  de  leerlo  manifestado  por  el 
Presidente  José  Tadeo  Monagas.  Que  de  las  manos  de  Monagas  o  de 
las  de  Gutiérrez  pasó  el  manuscrito  al  poder  del  presbítero  y  general 
José  Félix  Blanco  y  de  este  último  lo  recibió  don  Ramón  Azpu- 
rúa.— P.  U. 


110  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

"guidamente  horas  enteras,  cuando  tenia  una 
"buena  bailarina.  Que  en  tiempo  de  sus  cara- 
apañas  cuando  su  Cuartel  Jral.  se  hallaba  en 
"una  ciudad  villa  ó  pueblo,  siempre  se  bailava 
"casi  todas  las  noches,  y  que  su  gusto  era  ha- 
"cer  un  valze  é  ir  á  dictar  algunas  ordenes  ú 
"oficios;  volver  á  bailar  y  á  trabajar:  que  sus 
"ideas  entonces  eran  mas  claras,  mas  fuertes 
"y  su  estilo  mas  elocuente;  en  fin  que  el  baile 
"lo  inspiraba  y  excitaba  su  imajinacion. 

"Hay  hombres,  me  decia,  que  necesitan 
"ser  solo  y  bien  retirado  de  todo  ruido  para 
"poder  pensar  y  meditar:  yó  pensaba, reflexio- 
"naba  y  meditaba,  en  medio  de  la  sociedad, 
"de  los  placeres,  del  ruido  y  de  las  balas:  si, 
"continuo,  me  hallaba  solo  en  medio  de  mu- 
"cha  jente,  pr.  que  me  hallaba  con  mis  ideas  y 
"sin  distracción.  Esto  es  lo  mismo  como  dic- 
"tar  varias  cartas  á  un  mismo  tiempo,  y  tam- 
"bien  hé  tenido  aquella  orijinalidad." 

El  día  6  de  mayo  aparece  el  segundo  pá- 
rrafo. Es  en  el  campo,  después  de  una  cace- 
ría y  a  la  sombra  de  unos  grandes  árboles.  Ha- 
blase de  los  acontecimientos  de  Jamaica  y  del 
Rincón  de  los  Toros,  y  el  Libertador  refiere  a 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  111 

La  Croix  y  demás  amigos  lo  siguiente:  "Algu- 
"nos  dias  antes  de  mi  salida  de  Kingston  en 
"Jamaica,  pa.  la  isla  de  Haity,  en  el  año  de 
"1816,  supe  que  la  dueña  de  la  posada  en  que 
"estaba  alojado  con  el  actual  jeneral  Pedro 
"Briceño  Méndez,  y  mis  edecanes  Rafael  An- 
"tonio  Paez  y  Ramón  Chipia,  habia  mal  tra- 
"tado  y  aun  insultado  á  este  ultimo,  faltando 
"asi  á  la  consideración  debida,  lo  que  me  hizo 
"no  solo  reconvenirla  fuertemente,  sino  que 
"me  determine  á  mudar  de  alojamiento.  Efec- 
tivamente sali  con  mi  negro  Andrés  con  el 
"objeto  de  buscar  otra  casa,  sin  haber  partici- 
pado á  nadie  mi  proyecto:  halle  la  que  bus- 
"caba  y  me  resolvi  á  dormir  en  ella  aquella 
"misma  noche,  encargando  á  mi  negro  de  lle- 
"varme  alli  una  hamaca  limpia,  mis  pistolas 
"y  mi  espada;  el  negro  cumplió  mis  ordenes 
"sin  hablar  con  ninguno  aunqe.  no  se  lo  hu- 
"biera  encargado,  sino  pr.  que  era  muy  reser- 
"vado  y  muy  callado.  Asegurado  mi  nuevo 
"alojamiento,  tome  un  coche  y  fui  á  comer  en 
"una  casa  de  Campo  de  un  negociante  que  me 
"habia  convidado.  Eran  las  doce  de  la  noche 
"cuando  me  retire  y  fui  directamente  pa.  mi 


112  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

"nueva  posada — El  Sor.  Amestoy  antiguo  pro- 
"veedor  de  mi  ejercito  debia  salir  de  Kings- 
ton pa.  los  Cayos,  al  dia  siguiente,  pa.  una 
"comicion  de  que  lo  habia  encargado,  y  vino 
"aquella  misma  noche  á  mi  antigua  posada 
"pa.  verme  y  recibir  mis  ultimas  instruccio- 
nes; no  hallándome,  aguardo  pensando  que 
"llegaría  de  un  momento  á  otro.  Mi  Edecán 
"Paez,  se  retiro  un  poco  tarde  pa.  acostarse, 
"pero  quiso  antes  beber  agua  y  hallo  la  tinaja 
"vacia,  entonces  reconvino  á  mi  negro  Puto, 
"y  este  tomo  dha.  tinaja  pa.  ir  á  llenarla;  mien- 
"tras  tanto  el  sueño  se  apoderaba  de  Amestoy, 
"qe.  como  hé  dicho  me  aguardaba,  y  vencido 
"pr.  el  se  acostó  en  mi  hamaca,  que  estaba 
"tendido,  pues  el  que  mi  negro  Andrés  habia 
"llevado  en  mi  nuevo  alojamiento  era  una  ha- 
"maca  que  habia  sacado  de  mis  baúles.  El 
"negrito  Pió,  ó  Puto,  ques  como  yo  lo  llama- 
"ba,  regreso  con  el  agua;  vio  mi  hamaca  ocu- 
"pado,  creyó  que  el  que  estaba  a  dentro  fuese 
"yo;  se  acerco  y  dio  dos  puñaladas  ál  infeliz 
"Amestoy  que  quedo  muerto:  al  recibir  la  pri- 
"mera  echo  un  grito  moribundo  que  disperto 
"al  negro  Andrés,  el  que  al  mismo  momento 


EL  "DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  113 

"salió  pa.  la  calle  y  corrió  pa.  mi  nuevo  aloja- 
"miento  que  solo  el  conocia:  me  estaba  refi- 
riendo lo  ocurrido  cuando  entro  Pió,  que  ha- 
"bia  seguido  á  Andrés.  La  turbación  de  Pió 
"me  hizo  entrar  en  sospecha;  le  hize  dos  o  tres 
"preguntas  y  quede  convencido  que  el  era  el 
"asesino,  sin  saber  todavía  quien  era  su  victi- 
"ma.  Tome  al  momento  una  de  mis  pistolas 
"y  dije  entonces  á  Andrés  de  amarar  á  Pió. 
"Al  dia  siguiente  confeso  su  crimen  y  declaro 
"haber  sido  seducido  pr.  un  Español  pa.  qui- 
narme la  vida.  Aquel  negrito  tenia  19„  años; 
"desde  la  edad  de  10„  á  11„  años  estaba  con- 
"migo,  y  yo  tenia  toda  confianza  en  el:  su  de- 
bito le  valió  la  muerte  que  recibió  sobre  un 
"Cadalzo.  El  Español  designado  por  haberlo 
"seducido  fue  expelido  de  Jamaica  y  nada 
"mas,  pr.  que  no  se  le  pudo  probar  que  el  fue- 
"ra  el  seductor.  Hay  datos  pa.  creer  que  dho. 
"individuo  habia  sido  enviado  pr.  el  Jral  Lato- 
"rre  que  mandaba  entonces  en  Venezuela.  Mi- 
"ran  VVds.",  continuo  el  Libertador,  "que  ca- 
sualidad fue  la  que  me  salvo  la  vida  y  la  hizo 
"perder  al  pobre  Amestoy;  ¿que  decir,  que 
"concluir  de  esto?  que  fue  un  acaso  feliz  por 


114  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

"el  uno  y  desgraciado  pa.  el  otro.  Ahora  oi- 
"gan  este  otro  acontecimiento  que  también 
"quiere  conocer  el  Coronel  Lacroix. — En  la 
"campaña  del  año  de  18„  que  asi  como  la  del 
"año  14„  fue  una  mésela  seguida  de  muchas 
"victorias  y  reveses,  pero  que  no  tuvo  los  re- 
bultados funestos  de  aquella,  sino  conse- 
cuencias favorables  é  importantes  pa.  mi 
"ejercito  y  el  pais,  marche  un  dia  de  San  José 
"del  Tisnao,  con  poco  más  ó  menos  de  600,, 
"infantes  y  800,,  hombres  de  caballería  con  el 
"objeto  de  ir  a  unirme  con  las  tropas  que  man- 
"daba  el  Jral  Paez:  habia  dado  om.  pa.  que  mi 
"división  se  acampare  en  una  sabana  del  Rin- 
"con  de  los  Toros,  donde  llego  como  á  las  cinco 
"de  la  tarde:  yó  llegue  al  anochecer  y  fui  de- 
"recho  á  situarme  con  mis  Edecanes,  y  mi  se- 
cretario el  actual  Jral  Briceño  Méndez,  en 
"una  mata  (*)  que  conocia  yá,  y  en  donde  co- 
locaron mi  hamaca.  Después  de  haber  co- 
"mido  algo  me  acosté  á  dormir.  El  actual 
"Jral.  Diego  Ybarra  mi  primer  Edecán,  habia 
"sido  encargado  pr.  mi  de  situar  la  infanteria 


(*).     En  los  llanos  de  Colombia  y  Venezuela  suelen  llamar  mata 
un  pequeño  bosque  en  medio  de  las  sabanas. — P.  U. 


EL  "DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  115 

"al  punto  que  le  habia  indicado,  y  después, 
"habia  ido  sin  que  lo  supiera  yó,  en  un  baile 
"que  habia  no  se  en  qe.  lugar,  pa.  regresar  des- 
"pues  de  media  noche  á  mi  cuartel  Jral.  Ape- 
"nas  habia  dos  horas  que  estaba  dormiendo 
"cuando  llego  un  llanero  pa.  avisarme  que  los 
"Españoles  habian  llegado  á  su  casa,  distante 
"dos  leguas  de  mi  campo,  que  eran  muy  nu- 
"merosos  y  los  habia  dejado  descanzandose. 
"Según  las  contestaciones  que  me  hizo  y  las 
"explicaciones  que  le  exiji,  juzgue  que  no  era 
"el  ejercito  del  Jral.  Morillo,  pero  si  una  fuer- 
"te  división  mucho  mas  numerosa  que  la  mia. 
"El  temor  de  que  me  sorprendiesen  de  noche, 
"me  hizo  dar  orns.  al  momento  pa.  que  se  car- 
dasen las  municiones  y  todo  el  parque,  y  se 
"levantare  el  campo  con  el  objeto  de  ir  ocu- 
"par  otra  sabana,  y  engañar  asi  á  los  enemi- 
"gos,  qe.  seguramente  vendrían  á  buscarnos 
"en  la  qe.  estábamos:  dos  de  mis  Edecanes 
"fueron  á  comunicar  aquellas  ordenes  y  á  ac- 
"tivar  el  movimiento,  deviendo  avisarme 
"cuando  empezare:  Volvi  á  acostarme  en  mi 
"hamaca,  y  en  aquel  mismo  momento  llego 
"mi  primer  edecán  el  que  pa.  no  dispertarme 


116  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 

"se  acerco  pasito  y  se  acostó  cerca  de  mi  en  el 
"suelo  sobre  una  cobija;  yo  le  oi,  lo  llame  y  le 
"di  orn.  de  ir  donde  el  jefe  de  E.  M.  pa.  que 
"apresurare  el  movimiento.  El  Jral  Ybarra 
"fue  á  pie  á  cumplir  aquella  disposición,  mas 
"apenas  hubo  andado  un  par  de  cuadras  en  la 
"dirección  del  lugar  donde  estaba  el  Estado 
"Mayor,  oyó  al  Jral  Santander,  jefe  entonces 
"de  dho.  E.  M.,  y  habiéndose  acercado  de  el  le 
"comunico  mi  orden,  y  entonces  Santander  le 
"pregunto  en  vox  alta,  donde  me  hallaba  yó; 
"Ybarra  se  lo  enseño  y  Santander  picando  su 
"muía  vino  á  darme  parte  que  todo  estaba 
"listo  y  que  las  tropas  iban  empezar  el  mo- 
"vimto.:  Ybarra  regreso  en  aquel  momento: 
"yo  estaba  sentado  en  mi  hamaca  poniendo 
"mis  botas;  Santander  seguia  hablando  con 
"migo;  Ybarra  se  acostaba  cuando  una  fuerte 
"dezcarga  nos  sorprende  y  las  balas  nos  ad- 
vierten que  habia  sido  dirijida  sobre  no- 
sotros: la  obscuridad  nos  impidió  de  distin- 
guir nada.  El  Jral  Santander  grito  almis- 
"mo  momento:  "El  Enemigo".  Los  pocos 
"que  erábamos  nos  pusimos  á  correr  hacia  el 
"campo,   abandonando  nuestros  caballos  y 


EL  "DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  117 

'cuanto  habia  en  la  mata.    Mi  hamaca  como 
'lo  supe  después  recibió  dos  o  tres  balas;  yo, 
'como  he  dicho,  estaba  sentado  en  el  pero 
'no  recibi  herida  ninguna,  ni  tampoco  San- 
'tander,  Ybarra  y  el  Jral  Briceño  que  esta- 
'ban  con  migo:  la  obscuridad  nos  salvo.    La 
'partida  que  nos  saludo  con  sus  fuegos  era 
'Española:  se  há  dicho  que  los  enemigos  al 
'entrar  en  la  sabana  encontraron  alli  un  asis- 
'tente  del  padre  Prado  Capellán  del  ejercito, 
'qe.  estaba  cuidando  unos  caballos;  que  lo  co- 
'yeron  lo  amararon  y  le  obligaron  á  conducir- 
los sobre  la  mata  donde  me  hallaba  y  que  es- 
'tando  yá  muy  cerca  de  ella  vieron  al  Jral 
'Santander  sin  saber  quien  era,  y  siguieron  sus 
'pisadas,  y  después  las  del  Jral.  Ybarra."  (*). 
Concluida   esta   relación,   volvió   el  Liberta- 
dor a  Bucaramanga  con  sus  compañeros,  y 
ya  en  su  casa,  les  contó  la  siguiente  aventura: 
"Me  acuerdo,  dijo,  una  especie  singular,  pro- 
"pia  de  un  loco  aunqe.  no  pienso  serlo,  y  es 
"esta:  un  dia  bañándome  en  el  Orinoco,  con 
"todos  los  de  mi  E.  M.,  con  varios  jenerales  de 
"mi  ejercito  y  el  actual  Coronel  Martel,  que 

(*).     Léase  la  nota  No  2. 


118  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 


'estaba  entonces  escriviente  en  mi  Secretaria 
'Jeneral,  este  ultimo  hacia  alarde  de  nadar 
'mas  que  los  otros:  yo  le  dije  algo  que  lo  pico 
'y  entonces  me  contesto  que  también  nadaba 
'mejor  que  yó. — A  cuadra  y  media  de  la  pla- 
'ya  donde  nos  hallábamos  habia  dos  cañone- 
'ros  fondeadas,  y  yo  picado  también  dije  á 
'Martel  que  con  las  manos  amaradas,  llegada 
'primero  que  el  á  bordo  de  dhos.  buques:  na- 
'die  quería  que  se  hiciese  tal  prueba,  pero 
'animado  yo  habia  yá  vuelto  á  quitar  mi  ca- 
'misa  y  con  los  tiros  de  mis  calzones  que  di  al 
'Jral.  Ybarra,  le  obligue  en  amarrarme  las 
'manos  pr.  detras;  me  tire  al  agua  y  llegue  á 
'las  cañoneros  con  bastante  trabajo.  Martel 
'me  siguió  y  pr.  supuesto  llego  el  primero.  El 
'jral.  Ybarra  temiendo  que  me  ahogase  habia 
'hecho  poner  en  el  rio  dos  buenos  nadadores 
'pa.  ausiliarme,  pero  no  hubo  caso  para  esto. 
'Este  rasgo  prueba  la  tenacidad  que  tenia  en- 
'tonces,  aquella  voluntad  fuerte  que  nada  po- 
'dia  detener:  siempre  adelante,  nunca  á  tras; 
'tal  era  mi  máxima  y  quizas  á  ella  es  que  debo 
'mis  sucesos  y  lo  que  he  hecho  de  extraordi- 
nario." 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  119 

El  día  8  de  Mayo  aparece  el  tercer  pá- 
rrafo.   Durante  la  comida  el  Libertador  con- 
tó algunas  anécdotas  de  su  vida  antes  del  año 
de  1810,  y  habló  de  un  viaje  a  Italia  durante 
el  cual  asistió  un  día  a  una  revista  militar  pa- 
sada por  Napoleón  al  ejército,  en  la  llanura 
de  Montechiaro  (*).  "Yo"  dijo  S.  E.,  "ponia 
'toda  mi  atención  sobre  Napoleón,  y  solo  á 
'el  veia  entre  toda  aquella  multitud  de  hom- 
'bres  que  habia  alli  reunido;  mi  curiosidad 
'no  podia  saciarse  y  aseguro  que  entonces 
'estaba  muy  lejos  de  preveer  que  un  dia  seria 
'yó  también  el  objeto  de  la  atención  ó  si  se 
'quiere  de  la  curiosidad  de  casi  todo  un  conti- 
'nente,  y  puede  decirse  también  del  Mundo 
'entero.   Que  Estado  mayor  tan  numeroso  y 
'tan  brillante  tenia  Napoleón,  y  que  sencillez 
'en  su  vestido :  todos  los  suyos  eran  cubiertos 
'de  oro  y  de  ricos  bordados,  y  el,  solo  llevava 
'sus  charreteras :  un  sombrero  sin  galón  y  una 
'casaca  sin  ornamento  ninguno;  esto  me  gus- 
'to  y  aseguro,  que  en  estos  países  hubiera 
'adoptado  pa.  mi  aquel  uso  si  no  hubiera 


(*).    Léase  la  nota  No  3. 


120  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 


"creído  que  dijesen  que  lo  hacia  pa.  imitar  á 
"Napoleón,  y  después  habrian  dicho  que  mi 
"intención  era  de  imitarlo  en  todo." 

Después  de  comparar  el  Libertador  a  al- 
gunos de  sus  tenientes  con  los  de  Napoleón, 
continuó:  "pero  que  diferencia",  exclamo 
el  Libertador,  "en  el  grado  de  la  escala  so- 
'cial  en  qe.  se  han  hallado  los  unos  y  los 
'otros  de  aquellos  hombres;  que  diferencia 
'entre  el  rango,  la  opulencia  y  la  elevación 
'entre  ellos:  los  unos  llenos  de  riquezas,  de 
'titulos  y  de  honores;  los  otros  pobres,  con  el 
'único  titulo  militar,  y  los  honores  modestos 
'de  una  República;  pero  también  los  prime- 
'ros  subditos  de  un  monarco  poderoso;  los 
'segundos  ciudadanos  de  un  Estado  Libre; 
'aquellos  favoritos  del  Ymperador,  estos  ami- 
'gos  del  Libertador.  Los  sibaritas  del  siglo 
'preferirían  seguramte.  el  lugar  de  los  prime- 
'ros,  pero  los  Licurgos  y  Catones  modernos 
'preferirían  haber  sido  los  segundos." 

Viene  luego  el  cuarto  párrafo,  en  el  cual 
figuran  los  acontecimientos  que  narra  La 
Croix  el  día  10  de  Mayo,  y  en  que  junto  con 
Wilson  acompañaba  al  Libertador  a  dar  un 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  121 

paseo  a  pie  después  de  la  comida.  El  Liberta- 
dor pregunta  a  La  Croix  cuántas  veces  se  ha 
casado  y  a  propósito  de  este  tema  Bolívar  dice: 
'Yo,  no  tenia  18„  años  cuando  lo  hize  en  Ma- 
'drid,  y  enviudé  en  1801  no  teniendo  todavia 
'19  años;  quise  mucho  á  mi  mujer,  y  su  muer- 
'te  me  hizo  jurar  de  no  volver  á  casarme;  he 
'cumplido  mi  palabra.  Miran  VVds.  lo  qe. 
'son  las  cosas;  si  no  hubiera  enviudado;  qui- 
'za  mi  vida  hubiera  sido  otra :  no  seria  el  Jral 
'Bolivar,  ni  el  Libertador,  aunque  convengo 
'que  mi  jenio  no  era  pa.  ser  alcalde  de  San 
'Mateo  (1).  No  digo  esto,  prosiguió  S.  E.  pr. 
'que  yo  no  hé  sido  el  único  autor  de  la  revo- 
lución, y  que  durante  la  crisis  revoluciona- 
'ria,  y  la  larga  contienda  entre  las  tropas  Es- 
'pañolas  y  las  patriotas,  se  hubiera  aparecido 
'algún  caudillo  si  yo  no  me  hubiera  presenta- 
'do  y  que  el  atmosfera  de  mi  fortuna  no  hu- 
'biese  como  impedido  el  acrecentamiento  de 
'otros,  manteniéndoles  siempre  en  una  esfe- 
'ra  inferior  á  la  mia.  Dejemos  á  los  superti- 
'ciosos  creer  que  la  providencia  es  la  que  me 


"(D-     Pueblo  en  el  que  tiene  una  hacienda  el  Libertador  en  los 
"valles  de  Aragua". 


132  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 


"ha  enviado  ó  destinado  pa.  redimir  á  Colom- 
"bia  y  que  me  tenia  reservado  para  esto:  las 
"circunstancias,  mi  jenio,  mi  carácter,  mis  pa- 
ciones son  los  que  me  pusieron  en  el  cami- 
"no;  mi  ambición,  mi  constancia  y  la  fogoci- 
"dad  de  mi  imajinacion  me  lo  han  hecho  se- 
"guir  y  me  han  mantenido  en  el.  Oigan  esto: 
"orfelino  á  la  edad  de  16„  años,  y  rico,  me  fue 
"á  Europa,  después  de  haber  visto  á  Méjico  y 
"la  ciudad  de  la  Havana:  fue  entonces  que 
"en  Madrid,  bien  enamorado,  me  case  con  la 
"sobrina  del  viejo  Marques  del  Toro,  Teresa 
"Toro  y  Alaiza:  volvi  de  Europa  pa.  Caracas, 
"en  el  año  de  1801,,  con  mi  esposa,  y  les  ase- 
"guro  que  entonces  mi  cabeza  solo  estaba  lle- 
"na  con  los  vapores  del  mas  violento  amor,  y 
"no  con  ideas  políticas,  pr.  que  estas  no  habian 
"todavia  tocado  mi  imajinacion:  muerta  mi 
"mujer  y  desolado  yó  con  aquella  perdida  pre- 
"cos  é  inesperada,  volvi  pa.  España,  y  de  Ma- 
"drid  pase  a  Francia  y  después  á  Ytalia:  yá 
"entonces  iba  tomando  algún  interés  en  los 
"negocios  públicos,  la  politica  me  interesaba, 
"me  ocupaba  y  seguia  sus  variados  movimien- 
"tos.  Vi  en  Paris,  en  el  ultimo  mes  del  año  de 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  123 

"1804,,  el  coronamto.  de  Napoleón:  aquel  acto 
"ó  función  magnifico  me  entusiasmo,  pero  me- 
"nos  su  pompa  que  los  sentimientos  de  amor 
"que  un  inmenso  pueblo  manifestaba  al  héroe 
"Francés;  aquella  efusión  jral.  de  todos  los 
"corasones,  aquel  libre  y  espontaneo  movi- 
"miento  popular  exitado  pr.  las  glorias,  las  he- 
roicas hazañas  de  Napoleón,  victoreado,  en 
"aquel  momento  pr.  mas  de  un  millón  de  in- 
dividuos me  pareció  ser  pa.  el  qe.  obtenia 
"aquellos  sentimientos,  el  ultimo  grado  de  as- 
piración, el  ultimo  deseo  como  la  ultima  am- 
bición del  hombre.  La  corona  que  se  puso 
"Napoleón  sobre  la  cabeza,  la  mire  como  una 
"cosa  miserable  y  de  moda  gótica:  lo  que  me 
"pareció  grande  era  la  aclamación  universal 
"y  el  interés  que  inspiraba  su  persona.  Esto, 
"lo  confieso,  me  hizo  pensar  á  la  esclavitud  de 
"mi  pais  y  á  la  gloria  que  caberia  al  que  lo  li- 
bertare; pero  ¡cuan  lejos  me  hallaba  en  ima- 
ginar que  tal  fortuna  me  aguardaba!  Mas 
"tarde,  si,  empeze  á  lisonjearme  que  un  dia 
"podría  yo  cooperar  á  su  libertad,  pero  nó  que 
"haría  el  primer  papel  en  aquel  grande  acon- 
"tecimto. 


124  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

"Sin  la  muerte  de  mi  mujer  nó  hubiera 
"hecho  mi  segundo  viaje  á  Europa,  y  es  de 
"creer  que  en  Caracas  ó  San  Mateo  nó  me  ha- 
"brian  nacido  las  ideas  que  me  vinieron  en 
"mis  viajes,  y  en  America  no  hubiera  tomado 
"aquella  experiencia  ni  hecho  aquel  estudio 
"del  Mundo,  de  los  hombres  y  de  las  cosas  que 
"tanto  me  há  servido  en  todo  el  curso  de  mi 
"carrera  política.  La  muerte  de  mi  mujer, 
"me  puso  muy  temprano  sobre  el  camino  de 
"la  política;  me  hizo  seguir  después  el  carro 
"de  Marte  en  lugar  de  seguir  el  arado  de  Cé- 
"rés:  Vean  pues  VVds.  si  ha  influido  ó  no  so- 
"bre  mi  suerte." 

Viene  luego  el  quinto  párrafo  que  apare- 
ce el  día  16  de  Mayo.  Según  La  Croix,  el  Liber- 
tador solía  tener  algunas  sesiones  de  ropilla 
con  sus  amigos  en  Bucaramanga,  y  cuando 
perdía  en  ese  divertido  juego  de  naipes,  se  con- 
trariaba de  tal  manera,  hasta  el  punto,  en  oca- 
siones, de  tirar  de  la  mesa  del  juego  el  dinero  y 
las  barajas.  La  noche  del  16  de  Mayo  dijo  el  Li- 
bertador a  sus  amigos:  "Ven  VVds.  lo  qe.  es  el 
"juego:  hé  perdido  batallas,hé  perdido  mucho 
"dinero,  me  han  traicionado,  me  han  enga- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  125 

"nado  abusando  de  mi  confianza,  y  nada  de 
"todo  esto  me  ha  conmovido  como  lo  hace  la 
"perdida  de  una  mesa  de  ropilla:  es  cosa  sin- 
gular que  una  acción  tan  frivola  pa.  mi  co- 
"mo  lo  es  el  juego,  pr.  la  cual  no  tengo  pasión 
"ninguna,  me  irrite,  me  ponga  indiscreto  y  en 
"desorden  cuando  la  suerte  me  es  contrario. 
"¡Que  desgraciados  deben  ser  los  que  tienen 
"el  vicio  ó  el  furor  del  juego!  Sin  embargo, 
"mañana  empesaremos  de  nuevo,  y  si  pierdo 
"les  prometo  que  estare  mas  paciente  que  es- 
"ta  noche,  y  que  tomare  toda  la  calma  del 
"jral  Soublett  pa.  desafiar  la  mala  suerte." 

Leamos  el  sexto  párrafo.  Es  el  día  17  de 
Ma^o  y  el  Libertador  después  de  la  comida  se 
recostó  en  su  hamaca,  desde  donde  sostuvo 
con  La  Croix  una  conversación  sobre  temas  fi- 
losóficos, tan  interesante  como  lo  que  contie- 
ne el  párrafo  número  12  que  veremos  más 
adelante,  y  en  el  cual  expresa  el  Libertador 
sus  ideas  admirables  en  materias  religiosas. 

Dijo  el  Libertador:  "Yo  no  me  gusta  en- 
"trar  en  aquella  metafísica  que  descanza  so- 
"bre  unas  bases  f  alzas :  me  basta  saber  y  estar 
"convencido  que  el  alma  tiene  la  facultad  de 


126  CRITICA   HISTÓRICA    SOBRE 

"sentir  es  decir  de  recibir  las  impresiones  de 
"nuestros  sentidos,  pero  que  no  tiene  la  fa- 
cultad de  pensar,  pr.  que  no  admito  ideas  ina- 
"tas.  El  hombre,  digo,  tiene  un  Cuerpo  ma- 
terial y  una  intelijencia  representada  pr. 
"el  celebro  igualmte.  material,  y  según  el  es- 
"tado  actual  de  la  siencia,  no  se  considera  la 
"Ynteligencia  sino  como  una  secreción  del  ce- 
"lebro:  llámese  pues  este  producto,  alma,  in- 
"telijencia,  espiritu,  poco  importa,  ni  hay  que 
"disputar  sobre  esto;  para  mi  la  vida  no  es 
"otra  cosa  sino  el  resultado  de  la  unión  de 
"dos  principios,  á  saber  de  la  contractilidad, 
"que  es  una  facultad  del  Cuerpo  material;  y 
"de  la  sensibilidad,  que  es  una  facultad  del  ce- 
"lebro  ó  de  la  Yntelijencia:  cesa  la  vida  cuan- 
"do  cesa  aquella  unión:  el  celebro  muere  con 
"el  cuerpo,  y  muerto  el  celebro  no  hay  mas 
"secreción  de  intelijencia:  saca  pues  de  alli 
"cuales  deben  ser  mis  opiniones  en  materia 
"de  Eliseo  y  de  Fanaro  ó  Tártaro;  y  mis  ideas 
"sobre  todas  las  ficciones  sagradas,  qe.  ocu- 
"pan  todavia  tanto  á  los  mortales. — El  tiem- 
"po,  mi  amigo,  la  ilustración,  las  despreocu- 
paciones que  vienen  con  ella,  y  una  cierta 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  127 

"disposición  en  la  intelijencia  iran  poco  á 
"poco  iniciando  á  mis  paisanos  en  las  cosas 
"naturales  quitándoles  aquellas  ideas  y  gusto 
"pa.  las  sobre  naturales." 

Veamos  el  séptimo  párrafo.  Es  el  día  19 
de  Mayo  de  1828,  y  el  Libertador  de  un  humor 
alegre  en  la  comida,  cuenta  a  sus  amigos  có- 
mo ganó  una  acción  reñida  en  Ibarra:  "Mi 
"primer  proyecto  no  fue  el  atacar  de  frente 
"al  enemigo  en  la  fuerte  posición  que  ocupa- 
"ba;  pero,  habiéndome  puesto  á  almorzar  con 
"las  pocas  y  malas  provisiones  que  tenia  en- 
tonces, y  con  la  ultima  botella  de  vino  de  ma- 
"dera  que  quedaba  en  mis  cantinas,  y  que  mi 
"Mayordomo  puso  en  la  mesa  sin  mi  orden, 
"mude  de  resolución.  El  vino  era  bueno  y  es- 
pirituoso; su  fuerza  asi  como  las  varias  co- 
"pitas  que  bevi,  me  alegraron  y  me  entusias- 
maron á  tal  punto,  que  al  momento  concevi 
"el  proyecto  de  batir  y  desalojar  al  enemigo: 
"lo  que  antes  me  habia  parecido  casi  imposi- 
ble y  muy  peligroso,  se  me  presentaba  de 
"nuevo  fácil  y  sin  peligro.  Empezó  el  com- 
"bate;  diriji  yo  mismo  los  varios  movimien- 
"tos  y  se  gano  la  acción.  Antes  de  almorzar,  es- 


128  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 


"taba  de  muy  mal  humor;  pero  la  divina  bo- 
"tella  de  madera  me  alegro  y  me  hizo  ganar 
"una  victoria;  pero  confieso  que  es  la  primera 
"vez  que  tal  cosa  me  ha  sucedido." 

Entremos  en  el  octavo  párrafo.  Es  el  día 
25  de  Mayo,  en  el  cual  termina  Perú  de  La 
Croix  la  segunda  parte  del  Diario  de  Bucara- 
manga.  El  Libertador  después  de  la  comida 
habló  de  la  República  de  Bolivia,  y  luego  se 
refirió  entre  otras  cosas  al  célebre  Congreso 
de  Panamá,  expresando  asi  sus  ideas:  "Algu- 
"nos  han  dicho  y  otros  eren  todavia,  que  aque- 
"11a  reunión  de  plenipotenciarios  Americanos 
"es  una  imitación  ridicul  del  Congreso  de  Vie- 
"na,  que  produjo  la  Santa  Alianza  Europea: 
"se  engañan  los  que  lo  eren  asi,  y  también  se 
"ha  engañado  mas  que  nadie  el  abate  Deprad 
"con  las  bellas  cosas  que  há  dho.  sobre  aquel 
"Congreso,  y  há  probado  que  es  muy  ignoran- 
te sobre  la  America,  y  su  verdadero  Estado 
"social  y  situación  politica.  (*).  Cuando  inicie 
"aquel  Congreso  y  que  tanto  hé  instado  pa. 


(*).  El  abate  Pradt,  Arzobispo  de  Malinas,  fué  un  decidido 
amigo  de  nuestra  independencia.  Se  escribía  frecuentemente  con  el 
Libertador,  y  éste  último,  en  1825,  le  hizo  dar  una  pensión  vitalicia  de 
tres  mil  pesos,  pensión  que  salía  del  dinero  particular  de  Bolí- 
var.— P.   U. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  129 

"su  reunión  no  fue  sino  una  fanfaronada 
"mia  que  sabia  no  seria  conocida,  y  qe.  juzga- 
ba ser  política  y  necesaria  y  propia  pa.  que  se 
"hablase  de  Colombia,  para  presentar  al  Mun- 
"do  toda  la  América  reunida  bajo  una  sola  po- 
"litica,  un  mismo  interés  y  una  confederación 
"poderosa.  Lo  repito  fue  una  fanfaronada 
"igual  á  mi  famosa  Declaración  del  año  de  18„ 
"dada  en  Angostura  el  20„  de  Nove.,  en  la  qe. 
"no  solo  declaraba  la  independa,  de  Venezue- 
la, sino  qe.  desafiaba  la  España,  la  Europa  y 
"el  Mundo.  No  tenia  entonces  territorio  casi 
"ninguno,  ni  ejercito,  y  llame  Junta  Nacional, 
"algunos  militares  y  empleados  que  tomaban 
"el  nombre  de  Consejo  de  Estado  cuando  se 
"reunian  pa.  tratar  algunos  negocios,  que  ya 
"habia  resuelto,  pero  que  tomaban  mas  fuer- 
"za  al  parecer  haber  sido  discutidos  en  Con- 
((sejo  de  Estado. — Con  el  Congreso  de  Pana- 
"ma  he  querido  hacer  ruido,  hacer  resonar  el 
"nombre  de  Colombia  y  el  de  las  demás  Repú- 
blicas Americanas:  desanimar  la  España, 
"apresurar  el  reconocimto.  que  le  conviene 
"hacer,  y  también  el  de  las  demás  potencias  de 
"Europa:  pero  nunca  hé  pensado  que  podia 


130  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 

"resultar  de  el  Una  alianza  Americana  como 
"la  que  se  formo  en  el  Congreso  de  Viena :  Me- 
"jico,  Chile  y  la  plata,  no  pueden  auxiliar  á 
"Colombia,  ni  esta  á  ellos:  todos  los  intereses 
"son  diversos  exepto  el  de  independa.:  solo 
"puede  existir  relaciones  diplomáticas  entre 
"ellos,  y  nada  de  muy  estrecho,  sino  en  pura 
"aparencia." 

Ahora  entra  ]a  tercera  y  última  parte 
del  Diario  de  Bucaramanga,  en  la  cual  van 
a  figurar  los  cinco  restantes  párrafos  de  nues- 
tra cuenta;  pues  hemos  visto  ya,  que  el  octavo 
párrafo  aparece  el  día  25  de  mayo  de  1828,  o 
sea  el  día  en  que  Perú  de  La  Croix  concluyó  la 
segunda  parte  del  "Diario." 

Dice  así  el  párrafo  noveno,  a  propósito 
de  haberse  traído  a  cuento  en  la  conversación, 
aquella  célebre  entrevista  de  Santa  Ana  entre 
Bolívar  y  Morillo  el  27  de  noviembre  del  año 
1820:   "Que  mal  han  comprendido  y  juzgado, 
algunas  personas,  de  aquella  celebre  entre- 
vista", dijo  el  Libertador,  "unos  no  han  visto 
pr-  mi  parte  ninguna  mira  política,  ningún 
medio  diplomático  y  solo  el  abandono  y  la 
vanidad  de  un  necio;  otros  solo  la  han  atri- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  131 

buido  á  mi  amor  propio,  al  orgullo  y  á  la  in- 
tención de  hacer  la  paz  á  cualquiera  precio  y 
condiciones  que  impusiera  la  España.  ¡Que 
tontos  ó  que  malvados  son  todos  ellos!  Ja- 
mas, al  contrario,  durante  todo  el  curso  de 
mi  vida  publica,  hé  desplegado  mas  politica, 
mas  ardid  diplomático  que  en  aquella  im- 
portante ocasión;  y  en  esto,  puedo  decirlo 
sin  vanidad,  creo  que  ganaba  también  al 
jral.  Morillo,  asi  como  lo  habia  yá  ganado  en 
casi  todas  mis  operaciones  militares.  Fui  en 
aquella  entrevista  con  una  superioridad,  en 
todo,  sobre  el  Jral.  Español;  fui  ademas  ar- 
mado de  cabeza  á  pies  con  mi  politica  y  mi 
diplomacia  bien  encubiertos  con  una  grande 
aparencia  de  franqueza,  de  buena  fe,  de 
confianza  y  de  amistad,  pues  es  bien  savido 
que  nada  de  todo  esto  podia  tener  3ro  pa.  con 
el  Conde  de  Cartajena,  y  que  tan  poco  ningu- 
nos de  aquellos  sentimientos  pudo  inspirar- 
me en  una  entrevista  de  algunas  horas:  apa- 
rencias  de  todo  esto,  es  lo  que  hubo  pr.  que  es 
de  estilo  y  de  convención  tacita  entre  los  di- 
plomatos,  pero  ni  Morillo,  ni  yo  fuimos  enga- 
ñados sobre  aquellas  demostraciones;  solo 


132  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

"los  imbéciles  lo  fueron,  y  lo  están  todavia.  El 
"armisticio  de  6„  meses  que  se  celebro  enton- 
ces y  que  tanto  se  há  criticado,  no  fue  pa.  mi 
"sino  un  pretesto,  pa.  hacer  ver  al  Mundo  que 
"yá  Colombia  tratava  como  de  Potencia  á  Po- 
nencia con  España:  un  pretexto  también  pa. 
"el  importante  tratado  de  regularisacion  de 
"la  guerra,  que  se  firmo  tal,  casi,  como  lo  ha- 
"bia  redactado  yó  mismo:  tratado  santo,  hu- 
"mano  y  politico  que  ponia  fin  a  aquella  ho- 
"rrible  carnicería  de  matar  á  los  vencidos;  de 
"no  hacer  pricioneros  de  guerra;  barbaria  Es- 
pañola que  los  patriotas  se  habian  visto  en 
"el  caso  de  adoptar  en  represalias:  barbaria 
"feroz  que  hacia  retroceder  la  civilisacion; 
"que  hacia  del  suelo  Colombiano  un  campo 
"de  canibalos  y  lo  empapaba  con  una  sangre 
"inocente  que  hacia  estremecer  toda  la  huma- 
unidad.  Por  otra  parte,  aquel  armisticio  era 
"provechoso  a  la  República  y  fatal  á  los  Espa- 
ñoles: su  ejercito,  no  podia  aumentar  sino 
"disminuir  durante  dha.  suspensión:  el  mió 
"pr.  el  contrario  aumentaba  y  tomaba  mejor 
"organisacion:  la  politica  del  Jral  Morillo, 
"nada  podia  adelantar  entonces  en  Colombia, 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  133 

"y  la  mia  obraba  activamente  y  eficazmente 
"en  todos  los  puntos  ocupados  todavía  pr.  las 
"tropas  de  dho.  jeneral.  Hay  mas  aun,  el  armis- 
ticio engaño  también  á  Morillo,  y  lo  hizo  ir 
"pa.  España  y  dejar  el  mando  de  su  ejercito 
"al  Jral.  Latorre,  menos  activo,  menos  capaz 
"y  menos  militar  que  el  Conde  de  Cartajena: 
"esto  yá  era  una  inmensa  victoria  que  me  ase- 
guraba la  entera  y  pronta  libertad  de  toda 
"Venezuela,  y  me  facilitaba  la  ejecución  de 
"mi  grande  e  importante  proyecto,  el  de  no 
"dejar  un  solo  Español  armado  en  toda  la 
"America  del  Sur. — Digan  lo  que  quieren  los 
"imbéciles  y  mis  enemigos,  sobre  dho.  nego- 
"cio :  los  resultados  están  en  mi  favor.  Jamas 
"comedia  diplomática  ha  sido  mejor  repre- 
sentada que  la  del  dia  y  noche  del  27„  de 
"Nove,  del  año  20„  en  el  pueblo  de  Santa  Ana: 
"produjo  el  resultado  favorable  que  habia  cal- 
culado pa.  mi  y  pa.  Colombia, y  fue  fatal  para 
"la  España.  Contesten,  pues  a  esto  los  que  han 
"criticado  mi  negociación  y  entrevista  con  el 
"Jral-  Morillo;  y  que  no  olviden  que  en  las 
"averturas  de  paz  que  se  hicieron  hubo,  sin 
"embargo,  de  parte  de  los  negociadores  Co- 


134  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 

"lombianos  un  sine  qua  non  terminante  pr. 
"principal  base;  es  decir  el  reconocimto.  pre- 
"vio  de  la  República:  sine  qua  non  que  nos 
"dio:  dignidad  y  superioridad  en  la  negocia- 
ción". (*). 

El  párrafo  anterior  y  el  décimo  que  se  ve- 
rá a  continuación,    figuran    en  el  día  26  de 
Mayo.    Después  de  la  comida  de  ese  día  se  ha- 
llaba el  Libertador  en  su  cuarto  con  La  Croix 
y  se  expresó  de  este  modo  sobre  Napoleón  el 
Grande:    "Vd.  habrá  notado,  no  hay  duda," 
dijo  Bolívar  á  La  Croix,  "que  en  mis  conver- 
saciones delante  los  de  mi  casa  y  otras  perso- 
nas nunca  hago  el  elojio  de  Napoleón;  que 
por   lo   contrario   cuando   llego   en   hablar 
de  el  ó  de  sus  hechos  es  mas  bien  pa.  criti- 
carlo que  aprobarlo,  y  que  mas  de  una  vez 
me  há  sucedido  llamarlo  tirano,  despota;  co- 
mo también  el  haber  censurado  varias  de  sus 
grandes  medidas  políticas,  y  algunas  de  sus 
operaciones  militares.    Todo  esto  há  sido  y 
es  aun  necesario  pa.  mi,  aunqe.  mi  opinión 
sea  diferente;  pero  tengo    que    ocultarla  y 


(*).     Léase  la  nota  No  4. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  135 

"disfrazarla,  pa.  evitar  que  se  establesca  la 
"opinión  que  mi  política  es  imitada  de  la  de 
"Napoleón;  que  mis  miras  y  proyectos  son 
"iguales  á  los  suyos;  que  como  el  quiero  ha- 
"cerme  imperador  ó  rey;  dominar  la  Ame- 
"rica  del  Sur  como  há  dominado  la  Europa: 
"todo  esto  no  habrían  faltado  de  decirlo  si  hu- 
"biera  hecho  conocer  mi  admiración  y  mi  en- 
tusiasmo para  con  aquel  grande  hombre. 
"Mas  aun  hubieran  dicho  mis  enemigos:  me 
"habrían  acusado  de  querer  crear  una  noble- 
"sa  y  un  estado  militar  igual  al  de  Napoleón, 
"en  poder,  prerrogativas  y  honores.  (*).  No 
"dude  V.  de  que  esto  hubiera  sucedido  si  yo  me 
"hubiera  mostrado,  como  lo  soy,  grande  apre- 
ciador del  héroe  Francese;  si  me  habian  oido 
"elojiar  su  política;  hablar  con  entusiasmo  de 
"sus  victorias;  preconisarlo  como  el  primer 
"capitán  del  Mundo,  como  hombre  de  estado, 
"como  filosofo  y  como  sabio.  Todas  estas  son 
"mis  opiniones  sobre  Napoleón,  pero  gran 
"cuidado  hé  tenido  y  tengo  todavía  en  ocul- 
tarlas.— El  diario  de  Santa  Helena;  las  cam- 
"pañas  de  Napoleón  y  todo  lo  que  es  suyo  es 


(*).     Léase  la  nota  No  5. 


136  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

"pa.  mi  la  lectura  la  mas  agradable  y  la  mas 
"provechosa :  es  donde  debe  estudiarse  el  arte 
"de  la  guerra,  el  de  la  politica  y  el  de  gober- 
nar." 

Viene  ahora  el  undécimo  párrafo  que  fi- 
gura en  el  códice  el  día  3  de  Junio.  El  Liber- 
tador les  cuenta  a  sus  amigos  Soublette  y  La 
Croix,  después  del  acostumbrado  juego  de 
cascarela,  la  siguiente  anécdota:  "Me  acuer- 
"do,  que  todavía  en  el  año  17„  cuando  esta- 
camos al  sitio  de  Agostura  di  uno  de  mis 
"caballos  á  mi  primer  Edecán  el  actual  Jral. 
"Ybarra,  pa.  que  fuera  á  llevar  algunas  orde- 
"nes  á  la  linea  y  recorrerla  toda:  el  caballo 
"era  grande  y  muy  corredor,  y  antes  de  ensi- 
llarlo Ybarra  estaba  apostando  con  varios 
"jefes  del  ejercito  que  brincaría  el  caballo 
"partiendo  del  lado  de  la  cola  é  iria  caer  del 
"otro  lado  de  la  cabeza :  lo  hizo  efectivamente 
"y  precisamente  llegué  yo  en  aquel  mismo 
"momento:  dije  que  no  habia  hecho  una  gran 
"gracia  y  para  provarlo  á  los  que  estaban  pre- 
sentes tome  el  espacio  necesario,  di  el  brinco 
"pero  cái  sobre  el  pezcuezo  del  caballo,  reci- 
biendo un  porrazo  del  cual  no  hable.  Picado 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  137 

'mi  amor  propio,  di  un  segundo  brinco  y  cai 
'sobre  las  orrejas,  recibiendo  un  golpe  peor 
'qe.  el  primero:  esto  no  me  desanimó,  pr.  lo 
'contrario,  tome  mas  ardor  y  la  tercera  vez 
'pase  el  caballo.  Confiezo  que  hize  una  locura, 
'pero  entonces  no  queria  que  nadie  dijese  que 
'me  pasaba  en  ajilidad  y  que  hubiera  uno  qe. 
'pudiese  decir  que  hacia  lo  que  yo  no  podia 
'hacer.  No  crean  Vds.  que  esto  sea  inútil  pa. 
'el  hombre  que  manda  á  los  demás:  en  todo, 
'si  es  posible  debe  mostrarse  superior  á  los 
'que  deben  obedecerle :  es  el  modo  de  estable- 
cerse un  prestijio  duradero  é  indispensable 
'pa.  el  qe.  ocupa  el  primer  rango  en  una  socie- 
'dad,  y  particularmente  que  se  halla  á  la  ca- 
'beza  de  un  ejercito.  (1) ". 

Leamos  a  continuación  el  duodécimo  pá- 
rrafo que  es  tan  interesante  y  sugestivo  como 
el  último,  en  los  cuales  si  se  destaca  con 
coloridos  vivísimos  la  egregia  figura  moral 
del  ilustre  Libertador.    Bolívar  sale  con  sus 


"(1).  Este  principio  era  el  de  Pompeo  que  corría,  brincaba  y 
"llevaba  un  gran  peso  también  y  mejor  que  cualquiera  hombre  o  sol- 
dado de  su  tiempo.  El  historiador  Saluste,  lo  ha  elojiado  todos  estos 
"saberes." 


138  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

amigos  a  dar  un  paseo  a  pie  el  día  6  de  Junio, 
y  penetran  casualmente  en  la  iglesia  de  Buca- 
ramanga,  donde  el  Libertador  mirando  va- 
rios cuadros  de  santos  pintados  por  mediocri- 
dades del  arte,  dijo:  "Lo  que  es  el  pueblo;  su 
credulidad  é  ignorancia  que  hace  de  los  cris- 
tianos una  secta  de  idolatros:  hedíamos  con- 
tra los  paganos  pr.  que  adoraban  unas  esta- 
tuas, y  nosotros  ¿que  hacemos;  no  adoramos 
igualmente  algunos  pedazos  de  piedras,  de 
madera  groseramente  escultados  y  algunos 
retazos  de  lienzos  muy  mal  embadurnados, 
como  aquellos  que  acabamos  de  ver  y  como 
la  tan  reputada  virjen  de  Chiquinquira  que 
es  la  pintura  la  mas  fea  que  haya  visto,  y  qui- 
sas la  mas  reverenciada  del  Mundo  y  la  que 
mas  dinero  produce?  (*)  ¡Ah  sacerdotes  hi- 
pócritas ó  ignorantes!  En  estas  dos  clases  los 
pongo  todos:  si  están  en  la  primera,  ¿pr.  que 
el  pueblo  se  deja  dirigir  pr.  unos  embusteros? 
y  si  están  en  la  segunda,  ¿pr.  que  se  deja  con- 
ducir por  unas  bestias?  Conosco  á  muchos 
que  me  han  dicho:  "Soy  filosofo  p«.  mi  solo  ó 
pa.  unos  pocos  amigos,  y  sacerdote  pa.  el  vul- 


(*).     Léase  la  nota  No  7. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  139 

"go.  Profesando  tales  máximas,  digo  yo  que 
"dejan  de  ser  filósofos,  y  son  unos  charlata- 
nes. Pero  que  impudencia  todavia  pr.  parte 
"de  nuestros  charlatanes  sagrados!  No  pue- 
"do  acordarme  sin  risa  y  sin  desprecio  el  edic- 
"to  con  que  me  escomulgaron,  yó  y  todo  mi 
"ejercito,  los  gobernadores  del  Arzobispado 
"de  Bogotá,  Dres.  Pey  y  Duquesne,  el  dia  3„ 
"de  Dice,  del  año  14„  tomando  pr.  pretexto 
"que  yo  venia  pa.  saquear  las  Yglesias,  perse- 
guir los  sacerdotes,  detruir  la  Relijion,  vio- 
"lar  las  virgens:  y  degollar  los  hombres  y  los 
"niños;  y  todo  esto  pa.  retractarlo  publica- 
"mente  con  otro  edicto,  en  el  qe.  en  lugar  de 
"pintarme  como  impio  y  ereje,  como  en  el 
"primero,  confesaban  que  era  yo  un  buen  y 
"fiel  católico.  ¡Que  farza  tan  ridicula  y  que 
"leciones  pa.  los  pueblos!  Nueve  ó  diez  dias 
"de  interval  hubo  entre  aquellos  dos  edic- 
"tos:  el  primer  se  dio  pr.  que  marchaba  so- 
"bre  Bogotá  pr.  orden  del  Congreso  Jral.  y  el 
"segundo  pr.  que  habia  entrado  victorioso  en 
"aquella  capital. — Nuestros  sacerdotes  tienen 
"todavia  el  mismo  espiritu,  pero  el  efecto  de 
"las  descomulgaciones,  es  nulo  ahora,  las  ful- 


140  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


"minan  sin  otro  resultado  que  el  de  aumentar 
"su  ridiculo,  mostrar  su  impotencia  y  aumen- 
tar cada  dia  mas  el  desprecio  que  merecen." 
Viene  ahora  el  último,  o  sea  el  décimo  ter- 
cer párrafo,  el  cual  reviste  un  interés  marca- 
dísimo por  expresar  en  él  Bolívar,  con  pro- 
funda y  altísima  filosofía  su  modo  de  pensar 
sobre  los  presentimientos.  Perú  de  La  Croix 
coloca  estas  valiosas  ideas  del  Libertador  el 
día  9  de  Junio  de  1828,  o  sea,  mejor  dicho,  la 
noche  de  ese  día  en  que  ya  el  Libertador  se 
hallaba  en  la  población  llamada  Piedecuesta, 
en  viaje  apresurado  para  Bogotá.  Bolívar  in- 
vitó a  de  La  Croix  para  el  aposento  a  donde 
iba  a  dormir  esa  noche,  y  allí  solos,  conversa- 
ron largamente  sobre  varios  temas  y  entre 
otras  cosas  le  dijo  el  Libertador  las  que  a  con- 
tinuación verá  el  lector:  "Si  yó  creyera  á  los 
"presentimientos  no  iría  á  Bogotá  (*)  pr.  qe. 
"algo  me  esta  diciendo  que  alli  sucederá  al- 
"gun  acontecimiento  malo  ó  fatal  pa.  mí; pero, 
"me  estoy  preguntando  también:  ¿que  es 
"lo  que  llamamos  presentimiento?  y  mi  ra- 


(*).  Cosas  eternas  del  Destino:  ciento  nueve  días  más  tarde, 
el  25  de  setiembre,  cumplíanse  los  presentimientos  del  Libertador  en 
Piedecuesta,  aquella  noche  memorable  del  9  de  junio  de  1828. — P.  U. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  141 

"son  contesta:  un  capricho  ó  un  estravio  de 
"nuestra  imajinacion;  unas  ideas,  las  mas  ve- 
"ces,  sin  fundamento,  y  no  una  advertencia 
"segura  de  lo  que  debe  sucedemos,  pr.  que  no 
"doy  á  nuestra  intelijencia,  ó  si  se  quiere  al 
"alma,  la  facultad  de  antever  los  aconteci- 
mientos y  de  leer  en  lo  venidero  para  poder 
"avisarnos  de  lo  que  debe  ocurrir.  Confieso, 
"sin  embargo,  que  en  ciertos  casos  nuestra  in- 
"telijencia  puede  juzgar  que  si  hacemos  tal  ó 
"tal  cosa,  que  si  damos  tal  ó  tal  paso,  nos  re- 
sultara un  bien  ó  un  mal;  pero  esto  es  un 
"caso  diferente,  no  igual  con  el  otro  y  pr.  lo 
"mismo  repito  que  no  creo  que  ningún  movi- 
"miento,  ningún  sentimiento  interior  puedan 
"pronosticarnos  con  certeza  los  acontecimien- 
"tos  futuros;  por  ejemplo:  que  si  voy  á  Bo- 
"gota,  alli  hallare  la  muerte,  ó  una  enfer- 
"medad  ó  cualesquiera  otro  accidente  funes- 
"to.  No  hago  caso  pues  de  tales  presentimtos.; 
"mi  rason  los  rechasa,  cuando  sobre  ellos  no 
"puede  mi  reflexión  calcular  las  probabilida- 
des, ó  que  estas  están  mas  bien  en  su  contra. 
"Se  que  Sócrates,  otros  sabios  y  varios  gran- 
"des  hombres,  no  han  despreciado  sus  presen- 


142  CRITICA    HISTÓRICA    SOBRE 

"timientos,  que  los  han  observados  y  han 
"flexionado  sobre  ellos  y  que,  mas  de  una  vez, 
"han  dejado  de  hacer  lo  que  hubieran  hecho 
"sin  ellos;  pero  tal  sabiduría  yo  la  llamo  mas 
"bien  debilidad,  cobardia,  ó  si  se  quiere,  ex- 
"ceso  de  prudencia,  y  digo  que  tal  resolu- 
ción no  puede  salir  de  un  espiritu  entera- 
"mente  despreocupado.  Dicen  que  Napoleón 
"á  creido  á  la  fatalidad,  pr.  que  tenia  fe  á 
"su  fortuna,  que  llamaba  su  buena  estrella; 
"el  se  ha  disculpado  de  aquella  ridicul  acusa- 
don  provando  que  no  era  fatalista,  y  qe.  el 
"haber  mentado  su  estrella  no  era  creer  cie- 
gamente a  una  cadena  de  destinos  prósperos 
"que  le  eran  reservados.  No  hacia  caso  de  las 
"predicciones.  En  el  año  de  12,  al  momento 
"de  pasar  el  Rio  Niemen, pa.  abrir  su  campaña 
"de  Rusia,  su  caballo  cayo  en  la  orilla  de  dho. 
"Rio,  y  el  sobre  el  arena;  una  vox  dijo:  esto 
"es  un  mal  presajio;  un  Romano  retrocedería. 
"Napoleón  no  volvió  á  tras,  siguió  su  empresa 
"y  esta  fue  fatal  pa.  su  ejercito,  pa.  la  Francia 
"y  lo  ha  hecho  caer  del  primer  trono  del  Mun- 
"do.  Mas,  ¿que  prueba  esto?  nada:  la  caida 
"fue  una  casualidad,  y  solo  un  loco,  un  fana- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  143 

"tico  ó  un  imbécil  podían  mirarla  como  un 
"aviso  de  la  Divinidad,  sobre  el  malogro  de 
"aquella  campaña  y  sus  fatales  resultados. — 
"Cesar  al  desembarcar  cayo  igualmente,  pr. 
"accidente  sobre  el  arena,  en  la  orilla  del  mar, 
"en  presencia  de  todo  su  ejercito,  pero  pudo 
"dar  el  cambio,  y  hacer  creer  que  voluntaria- 
"mente  se  habia  hechado  en  el  suelo  para  sa- 
"ludar  la  tierra,  pues  dijo:  ¡Oh  Tierra  te  salu- 
"do!  Su  empresa  fue  feliz  á  pesar  de  su  cai- 
"da,  que  muchos  habrian  tomado  pr.  un  fu- 
"nesto  presagio. — Los  verdaderos  filósofos  no 
"hacen  caso  de  los  presentimientos  y  no  eren 
"en  los  presajios;  pero  el  que  manda  debe 
"tratar  de  destruir  sus  efectos  sobre  los  hom- 
"bres  crédulos,  como  lo  hizo  Julio  Cesar. — En 
"el  año  de  17„  después  de  mi  segunda  expedi- 
ción sobre  Venezuela,  y  antes  de  emprender 
"la  de  Guayana,  los  Españoles  me  derrotaron 
"en  Clarin,  dos  ó  trescientos  reclutas  á  cuya 
"cabeza  me  hallaba,  y  la  vox  corrió  que  yo  era 
"desgraciado  y  que  todo  me  salia  mal.  Poco 
"después  estando  yá  en  Guayana,  los  Españo- 
les se  presentaron  y  vi  que  me  convenia  dar 
"la  batalla  que  me  presentaban:    llame  en- 


144  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

'tonces  al  Jral.  Piar  encargándolo  de  man- 
'darla  en  persona,  pr.  qe.  no  se  había  borra- 
'do  todavía  la  impresión  de  mi  ultima  derro- 
'ta:  no  cedí,  en  esto,  en  presentimtos.  ningu- 
'nos;  vi  solo  el  de  mis  oficiales  que  hubiera 
'podido  influir  desfavorablemente  sobre  el 
'combate  y  sus  resultados.  Piar  gano  la  ba- 
'talla:  se  borraron  las  ideas  que  habían  na- 
'cido  sobre  mi  Mala  Suerte;  volvi  á  mandar 
'batallas,  á  ganarlas  y  á  peder  algunas,  pero 
'no  renacieron,  en  el  ejercito,  otras  ideas  so- 
'bre  mi  mala  suerte,  sino  qe.  al  contrario  to- 
dos confiaban  en  mi  buena  fortuna. 

"Sócrates  llamaba  sus  presentimientos 
su  Demonio:  yo  no  tengo  tal  demonio  pr.  que 
poco  me  ocupan:  estoy  convencido  que  los 
sucesos  venideros  son  cubiertos  con  un  velo 
impenetrable,  y  tengo  pr.  un  imbécil  ó  pr. 
un  loco  el  que  lleva  sus  inquietudes  mas  le- 
jos que  debe  y  teme  pa.  su  existencia  pr.  qe. 
ha  tenido  tal  ó  tal  sueño;  pr.  que  cierta  im- 
pulsión aventurera  de  voluntad,  manifesta- 
da con  la  ausencia  de  su  rason,  le  há  presen- 
tado un  peligro  futuro;  pr.  que,  en  su  inte- 
rior, algo  le  há  dicho  de  no  hacer  tal  ó  tal 


"  EL  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  145 

"cosa;  de  no  ir  mas  adelante  y  volver  á  tras; 
"de  no  dar  la  batalla  un  viernes  ó  el  Domin- 
"go  sino  un  otro  dia;  de  no  dormir  sobre  el 
"lado  izquierdo  del  cuerpo,  sino  sobre  el  dere- 
"cho,  y  finalmente  otras  bobadas  de  igual  es- 
"pecie.  Los  pocos  ejemplos  que  se  podrian  ci- 
"tar  pa.  combatir  mi  opinión  son  frutos  del 
"acaso  y  pr.  lo  mismo  no  pueden  convencer  - 
"me:  entre  millones  de  presentimientos  y  sue- 
"ños,  la  casualidad  solo  ha  hecho  que  unos 
"muy  pocos  se  hayan  realisado  y  se  citan  estos 
"últimos  y  no  los  primeros:  centenares  de  mi- 
"llones  han  salido  fallidos,  y  no  se  habla  de 
"ellos:  un  ciento  ó  dos  han  salido  verdaderos 
"y  solo  se  citan  á  estos.  Tal  es  el  espiritu  hu- 
"mano;  amigo  y  entusiasto  de  lo  sobre  natu- 
"ral  y  de  la  mentira;  indiferente  sobre  las  co- 
"sas  naturales  v  la  verdad." 


10 


CONCLUSIÓN 


Allí  pues,  concluye  lo  verdaderamente 
interesante  y  que  merece  crédito  del  famoso 
Diario  de  Bucaramanga;  lo  demás,  en  su  ma- 
yoría, es  un  cúmulo  de  bajezas  que  manchan 
nuestra  historia  y  el  buen  nombre  del  ilustre 
Libertador. 

Mañana,  cuando  en  las  contingencias  del 
porvenir,  Venezuela  y  Colombia,  unidas  en 
estrecho  abrazo,  como  buenas  hermanas,  se 
hallen  defendiendo  en  alguna  guerra  la  inte- 
gridad de  su  territorio,  o  el  bien  común  de  su 
libertad,  y  llegue  el  caso  de  una  acción  heroi- 
ca, llevada  a  cabo  por  el  sacrificio  de  uno  de 
sus  hijos;  es  para  esa  época  que  debemos  te- 


150  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

ner  más  fuerte  y  sinceramente  grabados  en 
el  alma  de  la  raza,  estos  hechos — Páez  en  Las 
Queseras,  Ricaurte  en  San  Mateo,  Sucre  y  Cór- 
doba en  Ayacucho;  y  en  Bárbula,  envuelto  en 
la  bandera,  Girardot, — para  que  una  referen- 
cia injusta  y  malévola,  inspirada  por  pasiones 
momentáneas,  no  venga  nunca  a  ensombre- 
cer uno  de  esos  hechos  tan  estupendos  y  que 
son  el  orgullo  de  la  raza. 

He  releído  muchas  veces  el  Diario  de  Bu- 
caramanga,  y  por  espíritu  de  curiosidad  he 
anotado  la  siguiente  lista  de  los  más  nota- 
bles defensores  de  la  República,  a  quienes 
Perú  de  La  Croix  no  da  cuartel  y  hace  apa- 
recer ennegrecidos  con  sombras  formidables 
a  la  casi  mayoría  de  todos  ellos.  Leámosla: 
Sucre,  Piar,  Santander,  Páez,  Ricaurte,  Girar- 
dot, Córdoba,  Flórez,  Obando,  Zea,  Montilla, 
Salom,  O'Leary,  Arismendi,  Bermúdez,  Ma- 
rino, Padilla,  Urdaneta,  Soublette,  Azuero, 
Soto,  Heres,  Maza,  López,  Hurtado,  Restrepo, 
el  brigadier  Castillo  y  Wilson. 

La  juventud  de  Venezuela  y  de  Colombia 
a  quien  he  dedicado  este  libro,  será  un  juez 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  151 

imparcial,  que  juzgará  con  criterio  sano  y  am- 
plio el  Diario  de  Bucaramanga,  escrito  apasio- 
nadamante  en  aquellas  épocas  tormentosas 
de  nuestra  agitada  vida  nacional. 


NOTAS 


Nota  N°  1. — El  Diario  de  Bucaramanga 
publicado  por  la  Casa  P.  Ollendorff,  si  bien  es 
cierto  que  fué  copiado  ligera  y  clandestina- 
mente de  un  códice  no  muy  fiel  que  posee  la 
Academia  de  la  Historia — y  el  cual  también 
hemos  consultado, — adolece  de  tantos  defec- 
tos, que  nuestro  erudito  amigo  y  notable  bi- 
bliógrafo venezolano,  Manuel  Segundo  Sán- 
chez, indiscutible  autoridad  en  la  materia,  nos 
repitió  un  día  lo  siguiente:  "El  Diario  de  Bu- 
caramanga publicado  en  la  casa  P.  Ollen- 
dorff, me  causó  una  gran  sorpresa.  Cuando 
me  llegó  un  ejemplar  procedí  al  cotejo  de  la 
copia  y  puedo  asegurarle  a  usted  que  adolece 
de  numerosas  inexactitudes  y  algunas  omi- 
siones que  amenguan  su  valor  como  docu- 


156  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

mentó  histórico.  Esa  edición  carece  del  cer- 
tificado de  autenticidad  que  es  de  rigor,  tra- 
tándose de  compulsa  de  manuscritos." 

En  efecto,  hemos  compulsado  la  parte 
del  Diario  de  Bucaramanga  que  figura  en  este 
libro, — copia  fiel  del  que  posee  el  Gobierno  de 
Venezuela — con  el  Diario  publicado  en  la  casa 
Ollendorff ,  y  hemos  encontrado,  sin  exagerar, 
más  de  100  errores  por  página. 


Nota  N°  2. — En  cuanto  a  los  aconteci- 
mientos del  Rincón  de  los  Toros,  O'Leary, 
Restrepo,  Páez  y  Baraya  están  de  acuerdo  en 
algunos  detalles.  Como  es  bien  sabido,  el  asal- 
to a  los  patriotas  lo  dio  el  jefe  realista  Rafael 
López,  valiéndose  del  audaz  capitán  de  drago- 
nes Tomás  Renovales,  quien  en  la  noche  del 
16  de  abril  habiendo  conseguido  a  traición  el 
santo  y  seña,  logró  engañar  al  general  Santan- 
der y  llegar  hasta  donde  acampaba  el  Liber- 
tador. Renovales  llevaba  de  compañeros  a 
ocho  audaces  realistas,  quienes  dispararon  so- 
bre las  hamacas  donde  se  hallaban  Bolívar  y 
sus  compañeros.    López,  en  el  amanecer  del 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  157 

día  siguiente,  pagó  con  su  vida  la  audacia  que 
ejecutó  en  el  Rincón  de  los  Toros.  Fué  hallado 
muerto  de  un  balazo,  y  en  el  caballo  que  mon- 
taba huyó  ese  día  el  Libertador.  A  este  res- 
pecto dice  O'Leary:  "El  Comandante  Serra- 
no que  encontró  a  Bolívar  a  pie  le  negó  su  ca- 
ballo y  ni  quiso  montarlo  en  el  anca;  pero  un 
soldado  de  caballería  que  lo  alcanzó  luego,  le 
proporcionó  una  muía  sin  silla,  en  que  iba 
montado,  mas  al  acercársele  el  Libertador  re- 
cibió una  coz  que  le  estropeó  levemente  una 
pierna.  En  este  estado,  desamparado,  se  le 
presentó  el  Comandante  Julián  Infante,  mon- 
tado en  el  caballo  del  Jefe  enemigo  que  ha- 
bía muerto  en  la  acción,  del  cual  se  desmontó 
insistiendo  en  que  lo  aceptara  y  se  salvase." 


Nota  N°  3. — En  ese  día  acompañaba  al 
Libertador  en  Montechiario,  su  maestro  e  ín- 
timo amigo  el  ilustre  don  Simón  Rodríguez, 
una  de  las  figuras  más  interesantes  y  que  lla- 
ma especialmente  la  atención  de  todo  tempe- 
ramento culto,  amigo  de  la  ciencia  y  del  es- 
tudio, y  a  quien  le  dirigió  Bolívar  desde  Pa- 


158  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

tivilca,  23  años  después  más  o  menos — 17  de 
enero  de  1824 — aquella  célebre  carta  en  la  que 
Bolívar  le  recordaba  entre  otras  cosas,  la  vi- 
sita que  ambos  hicieran  una  vez  al  Monte  Sa- 
cro en  Roma,  tierra  santa  donde  juraron  li- 
bertar la  Patria. 

Bien  conocido  es  de  la  cultura  surameri- 
cana,  el  influjo  decisivo  que  ejerció  don  Si- 
món Rodríguez  sobre  su  discípulo,  y  por  eso 
Bolívar  jamás  olvidó  en  el  camino  de  su  vida 
las  intensas  lecciones  que  le  diera  su  maestro 
y  las  cuales  grabáronse  hondamente  en  aquel 
portentoso  espíritu  sensitivo  y  múltiple,  que 
se  engrandece  día  por  día  ante  los  ojos  de  la 
humanidad. 

Recordemos  en  esta  ocasión,  y  grabemos 
en  la  memoria  de  la  juventud  algunos  pá- 
rrafos de  aquella  memorable  carta  del  Liber- 
tador, en  la  cual  se  le  ve  pasar  como  un  filó- 
sofo y  como  un  poeta.  (*).  Oid:  "Oh  mi  maes- 
"tro!  Oh  mi  amigo!:  Se  acuerda  usted  cuando 
"fuimos  al  Monte  Sacro  en  Roma,  a  jurar  so- 
"bre  aquella  tierra  santa  la  libertad  de  la  Pa- 


co.   Para  esa  época  hallábase  don  Simón  Rodríguez  en  Bogotá 
recientemente  llegado  del  Viejo  Mundo. — P.  U. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  159 

"tria?  Ciertamente  no  habrá  usted  olvidado 
"aquel  día  de  eterna  gloria  para  nosotros :  día 
"que  anticipó,  por  decirlo  así,  mi  juramento 
"profético  a  la  misma  esperanza  que  no  de- 
bíamos tener. . . 

"Usted  formó  mi  corazón  para  la  liber- 
tad, para  la  justicia,  para  lo  grande,  para  lo 
"hermoso.  Yo  he  seguido  el  sendero  que  us- 
"ted  me  señaló.  Usted  fué  mi  piloto,  aunque 
"sentado  sobre  una  de  las  playas  de  Europa. 

"Cuan  hondamente  se  han  grabado  en  mi 
"corazón  las  lecciones  que  usted  me  ha  dado : 
"no  he  podido  jamás  borrar  siquiera  una  co- 
"ma  de  las  grandes  sentencias  que  usted  me 
"ha  regalado:  siempre  presentes  a  mis  ojos 
"intelectuales,  las  he  seguido  como  guías  in- 
falibles. 

"Venga  usted  al  Chimborazo.  Profane 
"usted  con  su  planta  atrevida  la  escala  de  los 
"titanes,  la  corona  de  la  tierra,  la  almena  inex- 
"pugnable  del  Universo  Nuevo:  Desde  tan 
"alto  tenderá  usted  la  vista,  y  al  observar  el 
"cielo  y  la  tierra,  admirando  el  pasmo  de  la 
"creación  terrena,  podrá  decir:  "Dos  eterni- 
"dades  me  contemplan,  la  pasada  y  la  que  vie- 


160  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

"ne;  y  en  este  trono  de  la  naturaleza,  idéntico 
"a  su  autor,  será  tan  duradero,  indestructible 
"y  eterno  como  el  padre  del  Universo."  Desde 
"dónde,  pues,  podrá  decir  usted  otro  tanto 
"erguidamente?  Amigo  de  la  naturaleza, 
"venga  usted  a  preguntarle  su  edad,  su  vida  y 
"su  esencia  primitiva.  Usted  no  ha  visto  en 
"ese  mundo  caduco  más  que  las  reliquias  y  los 
"derechos  de  la  próvida  madre.  Allá  está  en- 
corvada bajo  el  peso  de  los  años,  de  las  en- 
fermedades y  del  hálito  pestífero  de  los 
"hombres:  aquí  está  doncella,  inmaculada, 
"hermosa,  adornada  por  la  mano  misma  del 
"Creador.  El  tacto  profano  del  hombre  to- 
"davía  no  ha  marchitado  sus  vivos  atractivos, 
"sus  gracias  maravillosas,  sus  virtudes  intac- 
tas...." 

Tales  son  los  párrafos  más  interesantes 
de  la  bellísima  e  ilustre  carta  dictada  por  el 
Libertador  en  Pativilca,  cuando  ya  se  aproxi- 
maba la  realidad  del  ensueño  tantas  veces 
acariciado,  de  completar  la  libertad  de  medio 
Continente. 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  161 

Nota  N°  4. — En  la  tarde  de  ese  memorable 
día,  el  general  Morillo  dio  una  magnífica  co- 
mida militar,  a  la  cual  asistieron  entre  otros 
personajes  de  importancia,  el  Libertador,  el 
general  La  Torre,  el  brigadier  Correa,  don 
Juan  Rodríguez  Toro,  O'Leary,  etc.  A  la  hora 
de  los  brindis  y  reinando  la  más  exquisita  y 
franca  cordialidad,  el  general  Morillo,  después 
de  otros  brindis  dignos  de  aquel  momento  his- 
tórico, dijo:  "Castigue  el  Cielo  a  los  que  no  es- 
tén animados  de  los  mismos  sentimientos  de 
paz  y  de  amistad  que  nosotros." 

Un  colombiano  oportunamente  brindó 
así:  Que  la  última  página  de  la  historia  mili- 
tar de  Colombia  termine  el  27  de  noviembre." 

El  brigadier  Correa  dijo:  "Prefiero  este 
día  a  todas  las  victorias  de  la  tierra." 

El  general  La  Torre,  en  un  momento  de 
franco  y  liberal  entusiasmo  le  dijo  a  Bolívar: 
"Descenderemos  juntos  a  los  infiernos  en 
persecución  de  los  tiranos." 

Poco  tiempo  después  el  general  Pablo 
Morillo  abandonó  la  América,  pero  dejó  en 
manos  de  un  amigo  una  carta  admirable  y 
de  la  cual  es  este  párrafo  intenso,  en  que  be- 


11 


162  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 

llámente  describe  su  entrevista  con  Bolívar: 
"Pasé  ayer  uno  de  los  días  más  felices  de  mi 
vida  en  compañía  del  general  Bolívar  y  de 
varios  Oficiales  de  su  Plana  Mayor.  Nos  abra- 
zamos con  la  mayor  ternura.  Bolívar  vino 
solo  con  sus  oficiales,  confiado  en  la  buena  fe. 
Nadie,  ni  nosotros  mismos  somos  capaces  de 
concebir  lo  interesante  de  esta  entrevista  y  la 
cordialidad  y  amor  que  animaba  a  los  que  es- 
tábamos en  ella:  nuestra  alegría  estaba  mez- 
clada con  la  locura,  y  parecía  un  sueño  vernos 
reunidos  allí,  como  españoles,  como  herma- 
nos y  como  amigos.  Bolívar  estaba  lleno  de 
satisfacción.  Mil  veces  nos  abrazamos  con 
nuestras  armas." 

Cuando  en  la  mañana  de  ese  interesante 
día  O'Leary  le  participó  a  Morillo  que  el  Li- 
bertador estaba  en  camino  y  no  tardaría  en 
llegar,  Morillo  preguntóle  que  cuál  era  el  nú- 
mero de  hombres  que  traía  la  escolta  del  Jefe 
de  la  República,  y  O'Leary  contestóle  que  Bo- 
lívar sólo  traía  los  comisionados  realistas  y 
diez  o  doce  oficiales,  y  que  no  venía  escolta 
alguna.  "Bien",  contestó  Morillo:  "muy  pe- 
queña creía  yo  mi  guardia  para  aventurarme 


EL   "DIARIO   DE   BUCARAMANGA "  163 

hasta  aquí;  pero  mi  antiguo  enemigo  me  ha 
vencido  en  generosidad;  voy  a  dar  orden  a  los 
húsares  para  que  se  retiren." 

Según  O'Leary,  Morillo  asistió  a  la  Con- 
ferencia de  Santa  Ana  de  riguroso  uniforme, 
y  tenía  puestas  las  órdenes  militares  y  otras 
insignias  recibidas  del  Rey  por  sus  servicios. 
Cuando  la  comitiva  en  que  venía  el  Liberta- 
dor se  acercó  a  la  de  Morillo,  este  ilustre  mi- 
litar quiso  saber  quién  era  Bolívar-  Alguien 
se  lo  mostró,  y  entonces  Morillo  exclamó: 
"¿Cómo,  aquel  hombre  pequeño,  de  levita 
azul,  con  gorra  de  campaña  y  montado  en  una 
muía?" 

"La  noche  puso  fin  a  los  regocijos  del  día", 
dice  O'Leary,  "pero  no  separó  a  los  generales 
rivales.  Bajo  un  mismo  techo  y  en  un  mismo 
cuarto  durmieron  profundamente  Bolívar  y 
Morillo;  desquitándose  tal  vez  de  las  muchas 
noches  de  vela  que  mutuamente  se  habían 
dado." 

Nota  N°  5. — A  propósito  de  tan  interesan- 
te asunto,  hay  una  aseveración  injusta  del  se- 
ñor doctor  Carlos  A.  Villanueva,  investigador 


164  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 

de  archivos  diplomáticos.  En  efecto,  hace 
poco  tiempo  apareció  el  cuarto  volumen  de  su 
obra  La  Monarquía  en  América,  y  que  titula 
"El  Imperio  de  los  Andes";  allí  pretende  em- 
pañar el  nombre  de  nuestro  ilustre  Liberta- 
dor, haciendo  aparecer  al  Genio  de  la  Amé- 
rica ante  la  Historia,  como  decidido  partida- 
rio de  la  monarquía,  a  quien  sólo  detuvo  para 
coronarse:  "£7  temor  de  que  los  colombianos 
le  fusilasen  como  los  mexicanos  a  Iturbide." 
(Pág.  69).  Para  rebatir  completamente  y 
echar  por  tierra  semejante  impostura  del  se- 
ñor Villanueva,  vamos  a  oír  a  dos  autoridades 
indiscutibles  en  la  materia;  pero  antes  oiga- 
mos lo  que  el  propio  Libertador  dice  en  su 
trascendental  carta  fechada  el  13  de  setiembre 
en  Guayaquil  y  dirigida  al  general  O'Leary: 

"Yo  no  concibo  que  sea  posible  siquiera  estable- 
cer un  Reino  en  un  país  que  es  constitutivamente  de- 
mocrático, porque  las  clases  inferiores  y  las  más  nu- 
merosas reclaman  esta  prerrogativa  con  derechos  in- 
contestables; pues  la  igualdad  legal  es  indispensable 
donde  hay  desigualdad  física,  para  corregir  en  cierto 
modo  la  injusticia  de  la  naturaleza.  Además:  ¿quién 
puede  ser  Rey  en  Colombia?  Nadie  a  mi  parecer, 
porque  ningún  príncipe  extranjero  admitiría  un  tro- 


EL    "DIARIO    DE    BUCARAMANGA "  165 


no  rodeado  de  peligros  y  miserias;  y  los  generales 
tendrían  a  menos  someterse  a  un  compañero  y  re- 
nunciar para  siempre  la  autoridad  suprema.  El  pue- 
blo se  espantaría  con  esta  novedad,  y  se  juzgaría  per- 
dido por  la  serie  de  consecuencias  que  deduciría  de 
la  estructura  y  base  de  este  gobierno.  Los  agitadores 
conmoverían  al  pueblo  con  armas  bien  alevosas  y  su 
seducción  sería  invencible,  porque  todo  conspira  a 
odiar  ese  fantasma  de  tiranía  que  aterra  con  el  nom- 
bre solo.  La  pobreza  del  país  no  permite  la  erección 
de  un  Gobierno  fastuoso,  y  que  consagra  todos  los 
abusos  del  lujo  y  la  disipación.  La  nueva  nobleza 
indispensable  en  una  monarquía,  saldría  de  la  masa 
del  pueblo,  con  todos  los  celos  de  una  parte  y  toda 
la  altanería  de  la  otra.  Nadie  sufriría  sin  impacien- 
cia esta  miserable  aristocracia  cubierta  de  pobreza 
y  de  ignorancia,  y  animada  de  pretensiones  ridicu- 
las . . .  No  hablemos  más,  por  consiguiente,  de  esta 
quimera." 

Ahora  oigamos  la  palabra  autorizada  del 
conocido  historiógrafo  contemporáneo,  señor 
doctor  Laureano  Vallenilla  Lanz,  cuando  re- 
cientemente, de  manera  tan  oportuna  y  acer- 
tada, se  expresó  públicamente  así : 

"Nada  más  natural  que  el  señor  Villanueva  ca- 
yera en  el  mismo  garlito  en  que  han  caído  todos  aque- 
llos que  comienzan  por  establecer  un  método,  una 
doctrina,  un  plan,  una  tesis,  para  solicitar  después 


166  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


los  hechos  que  deban  servirles  de  comprobación.  Con 
una  preocupación  semejante  se  llega  al  extremo  de 
no  ver  en  los  documentos  sino  lo  que  convenga  al 
plan  preconcebido,  y  tomar  como  artículo  de  fe 
cuanto  se  halle  escrito  en  su  favor,  sin  tomar  en 
cuenta  al  autor,  ni  al  momento,  ni  al  interés  que  sir- 
vió de  móvil.  "Quienes  así  proceden,  dice  Fustel  de 
Coulanges  (1),  corren  el  riesgo  de  no  comprender 
los  textos  o  de  comprenderlos  falsamente.  Entre  el 
texto  y  el  espíritu  prevenido  que  le  lee,  se  establece 
una  especie  de  conflicto  indefinible:  el  espíritu  se 
resiste  a  comprender  lo  que  es  contrario  a  su  idea,  y 
el  resultado  más  frecuente  de  este  conflicto  no  es 
que  el  espíritu  se  dé  cuenta  de  la  claridad  del  texto, 
sino  que  más  bien  el  texto  ceda,  se  pliegue,  se  aco- 
mode a  la  opinión  preconcebida  por  el  espíritu 

Poner  sus  ideas  personales  en  el  estudio  de  los  do- 
cumentos, es  un  método  puramente  subjetivo.  Se 
cree  mirar  un  objeto  y  es  su  propia  idea  lo  que  se 
mira ;  se  cree  observar  un  hecho  y  este  hecho  toma  in- 
mediatamente el  color  y  el  sentido  que  el  espíritu 
quiere  que  tenga :  se  lee  un  texto  y  las  frases  de  este 
texto  toman  una  significación  particular  según  la  opi- 
nión anterior  que  se  haya  formado  de  él."  Desde 
Taine  hasta  Villanueva — y  la  escala  es  un  poco  más 
larga  que  la  de  Jacob, — es  éste  el  error  en  que  han 


(1).     "Monarchle   franque,   pág\    31. 


EL    "  DIARIO    DE    BUCARAMANGA  "  167 

incurrido  todos  los  historiadores  que  alguien,  no  sé 
si  con  propiedad,  ha  llamado  esquemáticos. 

Cuando  Bolivar,  sorprendido  por  la  carta  de 
Páez  en  que  le  proponía  la  Dictadura  o  la  Monar- 
quía, se  la  envió  a  Santander,  con  un  propósito  que 
nadie  está  autorizado  a  presumir,  porque  las  suposi- 
ciones no  tienen  valor  en  Historia,  le  dice  entre  otras 
cosas:  "Yo  diré  al  general  Páez,  que  haga  dirigir  la 
opinión  hacia  mi  Constitución  boliviana  que  reúne 
todos  los  extremos  y  todos  los  bienes,  pues  hasta  los 
federalistas  hallan  en  ella  sus  deseos  en  gran  parte; 
y  que  en  el  año  31  puede  hacerse  una  reforma  favo- 
rable a  la  estabilidad  y  conservación  de  la  República. 
Que  debe  (Páez)  temer  lo  que  Iturbide  padeció  por 
su  demasiada  confianza  en  sus  partidarios;  o  bien 
debe  temer  una  reacción  horrible  de  parte  del  pue- 
blo por  la  justa  sospecha  de  nueva  aristocracia  des- 
tructora de  la  igualdad."  Es  de  allí,  de  esa  frase  que 
hemos  puesto  en  bastardilla,  de  donde  el  señor  Vi- 
llanueva  deduce  la  tremenda  imputación.  Obcecado 
con  su  idea  de  la  monarquía,  no  vio,  no  pudo  ver 
que  no  era  Bolívar,  que  preveía  las  funestas  conse- 
cuencias de  aquel  plan,  quien  abrigara  el  temor  de 
correr  la  suerte  de  Iturbide,  sino  que  presentaba  el 
ejemplo  a  Páez  como  un  medio  de  contenerlo  en  las 
pretensiones  monárquicas  o  dictatoriales  que  le  ha- 
bían sugerido  sus  amigos  (de  Páez)  los  demagogos, 
y  que  se  hallaban  disfrazadas  en  la  carta  que  le  ha- 


CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 


bía  llevado  Guzmán.  La  hermenéutica  no  puede  ser 
más  peregrina.  "Luego  encontraréis — dice  Villa- 
nueva  analizando  la  carta  a  Santander — luego  en- 
contraréis expuesto  el  temor  de  que  si  acepta  la  co- 
rona, lo  fusilen  los  colombianos,  como  los  mexicanos 
a  Iturbide.  Es  el  banquillo  de  éste  (!!!!)  uno  de 
los  obstáculos  que  lo  detienen. ..."  Y  cada  vez  más 
obcecado  lanza  esta  otra  calumnia  contra  los  más 
fieles  amigos  de  Bolívar,  contra  los  que  al  través  de 
todas  las  visicitudes  lo  acompañaron  no  sólo  hasta  la 
hora  de  la  muerte,  sino  que  conservaron  su  respeto 
por  las  glorias  del  Grande  Hombre,  "fieles  guardado- 
res del  sacro  fuego  boliviano",  hasta  arrostrar  las 
más  crueles  persecuciones,  por  parte  de  los  enemigos 
de  la  Independencia,  apoderados  del  Gobierno  de 
Venezuela  y  Nueva  Granada, por  una  de  esas  reaccio- 
nes fatales  de  la  política,  en  las  épocas  de  turbulen- 
cias revolucionarias.  ". .  .poca  fe — continúa  diciendo 
Villanueva — tenía  (Bolívar)  en  la  amistad,  el  agrade- 
cimiento y  la  consecuencia  de  los  hispano  -  america- 
nos, lo  cual  explica  su  constante  reserva  con  colom- 
bianos y  peruanos.  Los  hombres  de  confianza  que  tie- 
ne al  lado  suyo,  sus  edecanes,  en  cuya  lealtad  creía, 
eran  extranjeros:  'OLeary,  Wilson,  Ferguson,  Perú 
de  La  Croix.  Cuando  abre  su  corazón  en  los  asuntos 
trascendentales,  políticos  o  diplomáticos,  lo  hace  so- 
lamente con  ingleses  como  el  capitán  Mailing  o  con  el 
cónsul  general  Bikettes  o  el  ministro  Cockburn;  o 
con  franceses  como  el  capitán  de  Moges,  o  el  con- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA 


tralmirante  Rosamel,  o  el  cónsul  general  Buchet  - 
Martigny,  o  el  agente  de  Carlos  X,  Mr.  Bresson. ..." 
¡Qué  deshonor  tan  grande,  qué  mancha  tan  ne- 
gra arroja  el  señor  Villanueva  sobre  las  glorias  más 
puras  de  la  Independencia !  Casi  todos  aquellos  pa- 
triotas :  Sucre,  Urdaneta,  Salom,  Mosquera,  Restrepo, 
Briceño  Méndez,  Peñalver,  Tanco,  Castillo,  Fernán- 
dez Madrid,  Diego  Ibarra  y  mil  más  a  quienes  la  his- 
toria no  puede  enrostrarles  una  sola  falta  de  lealtad, 
resultan  ahora,  según  la  hermenéutica  del  señor  Vi- 
llanueva, que  no  eran  en  el  concepto  de  Bolívar  sino 
unos  grandes  falaces  indignos  de  merecer  su  con- 
fianza. 

Basta  leer  con  criterio  sereno  toda  la  documen- 
tación política  y  mucha  de  la  correspondencia  priva- 
da de  Bolívar,  para  convencerse  de  que  una  alta  y  li- 
bérrima mentalidad  como  la  suya  no  podía  amoldar- 
se sistemáticamente  a  ninguna  forma  clásica  de  go- 
bierno, a  ninguno  de  los  prejuicios  políticos  que  en- 
tonces dominaban  los  espíritus  y  que  todavía  abri- 
gan los  que  ignoran  los  adelantos  de  las  ciencias  po- 
líticas y  sociales.  No  fué  nunca  monarquista,  porque 
además  de  estar  hasta  cierto  punto  influido  por  las 
ideas  liberales  de  Europa,  comprendió  desde  el  pri- 
mer momento,  que  nuestros  pueblos  carecían  en  ab- 
soluto de  los  elementos  de  conservación  social,  que 
pudieran  servir  de  base  firme  al  establecimiento  de 
un  trono.    El  fué  el  primero  en  descubrir  y  en  expo- 


170  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

ner,  acaso  con  excesiva  claridad,  el  carácter  social 
de  la  magna  lucha,  sobre  todo  en  Venezuela.  No  fué 
tampoco  partidario  de  la  democracia  absoluta,  por- 
que habiendo  vivido  en  medio  de  nuestros  pueblos 
heterogéneos,  no  necesitó,  como  Napoleón,  ver  de 
cerca  a  los  hombres  de  raza  inferior  (*)  para  darse 
cuenta  de  las  ideas  sofisticas  de  Juan  Jacobo. 

Las  convicciones  del  Libertador  eran  absoluta- 
mente opuestas;  y  por  esa  causa  fué  original  en  sus 
planes  de  gobierno.  Casi  en  la  misma  época  en  que, 
dictaba  la  Constitución  boliviana,  decia  al  Comodoro 
Huí  (cita  de  Cevallos. — "Resumen  de  Historia  del 
Ecuador",  tomo  IV,  página  8a)  :  "Estos  países  no  pue- 
den progresar  en  los  primeros  cien  años,  pues  es  pre- 
ciso que  pasen  dos  o  tres  generaciones.  Se  debe  fo- 
mentar la  inmigración  europea  y  de  la  América  del 
Norte  para  que  establezcan  aquí  las  ciencias  y  las  ar- 
tes. Con  esto,  un  gobierno  independiente,  escuelas 
gratuitas  y  matrimonios  con  europeos  y  anglo-ame- 
ricanos,  cambiará  el  carácter  del  pueblo,  y  será  libre 
y  feliz." 

¿Por  qué  no  consultar  los  documentos  en  que  el 
Libertador  expuso  francamente  sus  ideas,  antes  de 
ir,  como  lo  ha  hecho  el  señor  Villanueva,  a  tomar 
como  artículo  de  fe  las  declaraciones  inetresadas  que 
se  veía  obligado  a  hacer  a  los  agentes  extranjeros?  Y 
muy  poca  cosa  encontró  en  ellas  nuestro  compatrio- 


(*).  Tomamos  aquí  como  en  todos  nuestros  estudios,  el  con- 
cepto de  "raza"  por  tipo  de  cultura;  en  un  sentido  puramente  so- 
ciológico. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  171 

ta,  a  pesar  de  su  preocupación,  cuando  el  argumento 
Aquiles  de  su  tesis  ha  venido  a  fundarlo  en  un  docu- 
mento archiconocido,  que  desgraciadamente  leyó  al 
revés." 

Y  por  último,  cedamos  la  palabra  al  repu- 
tado historiógrafo  y  sociólogo  colombiano  se- 
ñor doctor  Jorge  Ricardo  Vejarano,  quien  en 
el  Epílogo  crítico  de  su  interesantísimo  tra- 
bajo titulado  Bolívar,  su  ideal  político  a  tra- 
vés de  su  vida  y  de  sus  campañas, — trabajo 
premiado  con  medalla  de  oro  por  la  Acade- 
mia de  la  Historia  de  Colombia, — dice  entre 
otras  cosas  de  la  mayor  importancia,  lo  si- 
guiente: 

"CUAL   FUE   EL   IDEAL   POLÍTICO   DE   BOLÍVAR? 

Hacia  el  año  de  1826,  época  en  que  por  el  feliz 
término  de  la  campaña  del  Perú  y  el  consiguiente 
prestigio  de  las  naciones  recientemente  libertadas 
ante  el  mundo  civilizado,  se  podía  razonablemente 
pensar  en  constituirlas  en  Estados,  dándoles  las  ins- 
tituciones políticas  que  más  se  adaptaran  a  sus  nece- 
sidades y  desarrollo,  sólo  se  podía  escoger  entre  al- 
gunas de  estas  formas  de  gobierno :  o  la  monárquica, 
ya  fuese  constitucional  o  absoluta,  o  la  republicana, 
sobre  la  base  de  una  amplia  concepción  democrática, 
o  la  mezcla  de  estos  dos  principios,  en  proporciones 


172  CRITICA  HISTÓRICA   SOBRE 

tales,  que  borraran  casi  por  completo  los  caracteres 
determinantes  y  específicos  de  cada  uno  de  ellos. 

Para  Bolívar  colocado  en  puesto  tal  ante  Colom- 
bia, Perú  y  Bolivia,  y  ligado  a  estos  pueblos  por 
vínculos  tan  estrechos  y  sagrados,  su  papel  de  primer 
legislador,  por  enorme  y  peligroso  que  fuese,  era 
también  ineludible.  Un  temperamento  más  frío  que 
el  suyo,  una  visión  política  menos  penetrante  y  que 
redujera  en  mucho  el  horizonte  vastísimo  que  medía 
de  una  mirada  aquel  genio  poderoso,  hubiera  lle- 
nado quizá  mejor  su  misión.  Entrando  decidida- 
mente por  una  forma  determinada  de  gobierno,  la 
sociedad  se  hubiera  establecido  sobre  bases  más  só- 
lidas y  estables.  Se  le  daba  un  pueblo  acabado  de 
nacer  y  cuyas  tendencias  y  prejuicios  monárquicos, 
si  muy  vivos  aún,  habían  sufrido  sinembargo  las  na- 
turales restricciones  de  catorce  años  de  revolución, 
de  la  vida  libre  e  indómita  de  la  pampa.  Se  le  daba 
un  niño  con  sus  órganos  débiles  y  en  formación :  con 
un  ejercicio  único  y  perseverante  se  les  habría  puesto 
en  capacidad  de  desempeñar  las  funciones  que  de 
ellos  se  deseaba. 

Pero  a  Bolívar  le  pasó  con  su  sistema  político 
lo  que  a  Cousin  con  su  sistema  filosófico.  Todos  te- 
nían afinidades  con  su  temperamento,  todos  ence- 
rraban bellezas  y  verdades  que  no  podían  escapar  a 
sus  agudas  miradas,  y  de  todo  este  substractum  de 
cosas  buenas  y  bellas,  y  de  todo  esto,  unido  y  combi- 
nado, sólo  resulta  la  masa  informe,  sin  vida  ni  calor 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  173 

propios,  buena  para  que  la  imaginación  se  distraiga, 
pero  insuficiente  para  que  los  hombres  comprendan 
la  existencia,  y  menos  para  soportarla  en  orden  y  en 
silencio. 

Por  lo  pronto,  la  forma  de  gobierno  que  parecía 
más  indicada,  la  que  de  seguro  podía  establecerse 
más  fácilmente,  puesto  que  era  la  aceptada  por  la 
generalidad  de  los  pueblos,  era  sin  duda  alguna  la 
monárquica  con  una  dinastía  criolla  o  extranjera.  Y 
quiso  Bolívar  implantar  en  América  una  monarquía  ? 
De  la  manera  más  honrada  contestamos  rotunda- 
mente que  nó,  si  por  monarquía  entendemos  el  des- 
conocimiento del  principio  constitucional  que  afirma 
que  la  soberanía  nacional  reside  en  el  pueblo  y  ema- 
na únicamente  de  él.  Atrevida  parecerá  semejante 
afirmación,  y  al  que  con  mucha  premura  nos  pidiese 
pruebas  inmediatas  de  nuestro  aserto,  le  responde- 
ríamos también  rápidamente:  Bolívar  no  fué  parti- 
dario de  la  monarquía  porque  no  la  estableció  en  la 
América.  Es  decir,  contestamos  una  conjetura  con 
un  hecho. 

El  señor  Carlos  A.  Villanueva  acaba  de  prestar 
inolvidable  servicio  a  nuestras  ciencias  históricas  con 
su  pacienzudo  e  inteligente  trabajo  sobre  la  monar- 
quía en  América.  El  señor  Villanueva  no  peca  por 
un  amor  ciego  al  Libertador,  ni  está  dispuesto  a  sa- 
crificar la  verdad  histórica  para  sacar  puros  y  firmes 
los  principios  democráticos  de  Bolívar.  Muy  al  con- 
trario, el  autor,  eternamente  desconfiado  de  su  ideal 


174  CRITICA  HISTÓRICA  SOBRE 

republicano,  va  a  buscar  su  información  en  fuentes 
que  nadie  exploró  con  tanto  talento  y  paciencia  co- 
mo él,  y  en  donde  de  seguro  se  encontrarían  las  prue- 
bas irrecusables  del  monarquismo  de  nuestro  héroe 
y  de  los  pasos  reales,  no  conjeturas,  que  hubiera 
dado  para  llenar  su  propósito. 

De  los  archivos  de  Londres,  París  y  Madrid,  del 
estudio  y  análisis  de  los  documentos  allí  encontra- 
dos, y  de  cuyo  valor  informativo  ni  el  más  escéptico 
puede  dudar,  sacó  el  señor  Villanueva  los  varios  vo- 
lúmenes que  ha  dado  a  la  publicidad,  y  cuya  impor- 
tancia no  dejaremos  nunca  de  reconocer.  A  qué  re- 
sultado llega?  Hosco  para  con  el  Libertador,  ale- 
jado y  bastante  de  aquel  temperamento  aristocrá- 
tico, del  militar  autoritario,  cuyo  decantado  demo- 
cratismo no  resistía  la  más  insignificante  reacción  ni 
toleraba  pacientemente  el  análisis  de  sus  actos,  el 
moderno  historiador,  viviendo  en  pleno  siglo  xx  y  en 
medio  de  la  Europa  socialista;  el  espíritu  cultivado 
y  de  selección,  termina  así  su  libro,  Bolívar  y  el  Ge- 
neral San  Martín,  el  volumen  que  en  su  obra  más  he- 
mos estudiado  y  más  nos  ha  servido : 

"Su  mayor  gloria  (habla  de  Bolívar),  en  nuestro 
concepto,  está  en  no  haberse  puesto  la  corona  de  Em- 
perador de  los  Andes  o  de  Emperador  de  Colombia, 
que  le  ofrecieron  sus  tenientes  en  Caracas,  Bogotá, 
Quito,  Lima,  Chuquisaca,  y  en  Londres  y  París  las 
cancillerías  de  Jorge  IV  y  Carlos  X.  No  cabe  dudar 
que  las  circunstancias  lo  llevaron  a  soñar  con  ella, 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  175 

que  la  buscó,  que  se  la  dieron:  pero  no  es  menos 
cierto  que  al  ir  a  tomarla  en  sus  manos,  retrocedía 
espantado,  ya  fuera  por  pudor,  por  temor  de  que  sus 
tenientes  le  hicieran  correr  la  suerte  de  Iturbide,  por 
conservarse  consecuente  con  sus  declaraciones  pú- 
blicas, o  por  miedo  de  que  los  liberales  lo  llamaran 
usurpador,  tirano  y  ambicioso  vulgar."     (1). 

Difícilmente  se  hace  con  menos  gusto  una  con- 
fesión, pero  es  necesario  hacerla.  Se  buscan  moti- 
vos, poco  nobles  en  verdad,  que  hasta  cierto  punto 
aminoran  "su  mayor  gloria",  que  está  en  no  haberse 
puesto  la  corona  de  Emperador",  sin  atinar  en  que 
estos  mismos  motivos  se  contradicen  entre  sí  o  dela- 
tan en  el  alma  de  Bolívar  opiniones  políticas  entera- 
mente opuestas  al  sistema  monárquico  y  una  gran 
consecuencia  entre  sus  declaraciones  públicas  y  sus 
actos.  Tiene  miedo  de  que  los  mismos  tenientes  que 
le  ofrecen  la  corona,  que  casi  se  la  ponen,  lo  traicio- 
nen; cuando  en  buena  lógica  lo  que  habría  que  te- 
mer era  la  traición  y  el  abandono  al  no  ser  compla- 
cidos. Soñó  con  la  corona,  pensó  en  ella,  pero  su  pu- 
dor, esto  es,  el  móvil  más  noble  que  obra  en  el  alma 
humana,  le  impidió  tomarla :  se  habría  coronado 
— estas  son  suposiciones, — pero  sus  declaraciones  pú- 
blicas de  principios  democráticos — estos  son  hechos — 
le  impidieron  coronarse — hechos  también. — Cómo 
hará  un  hombre  para  comprobar  su  sinceridad,  sino 


(1).     Carlos   A.    Villanueva — "La   Monarquía   en   América" — "Bo- 
lívar y  el  General   San  Martín" — Ollendorff — París — Pag.    238. 


176  CRITICA   HISTÓRICA   SOBRE 

ajustando  sus  palabras  a  sus  actos?  Y  qué  hizo  Bo- 
lívar? Combatir  siempre  el  sistema  monárquico  en 
todas  sus  declaraciones  públicas,  y  dejarse  matar 
luego  antes  que  permitir  que  por  la  fuerza  ciñeran  a 
su  frente  la  corona.  Nó :  necesario  se  hace  ser  noble, 
como  el  grande  hombre  lo  fué;  perdonarle  sus  des- 
vanecimientos de  minutos,  convenir  en  que  hay  un 
nivel  moral  muy  alto  cuando  se  renuncia  al  imperio 
de  un  continente  a  cambio  de  que  sus  contemporá- 
neos no  vayan  a  llamarlo  "tirano,  usurpador  y  ambi- 
cioso vulgar."  Por  qué  ser  reticente  en  el  momento 
preciso  de  ir  a  formular  conclusiones  y  no  dar  a 
nuestro  espíritu  el  pleno  goce  de  una  convicción  per- 
fecta, ya  que  trabajó  tanto  en  buscarla  y  en  for- 
marla ? 

Y  ninguno  de  los  historiadores  modernos  que  co- 
nocemos tiene  como  el  señor  Villanueva  tanto  de- 
recho y  hasta  cierto  punto  deber  de  decir  que  Bolí- 
var no  fué  partidario  de  la  monarquía.  Su  estudio, 
serio  y  científico,  principia  por  hacernos  conocer  la 
opinión  unánime  de  los  pueblos  de  la  América  del 
Sur  en  favor  de  las  instituciones  monárquicas.  Ver- 
güenza y  no  otra  cosa  da  ese  clamoreo  incesante,  esa 
petición  humillante  y  permanente  de  los  prohombres 
de  la  América  española  a  las  potencias  europeas,  a 
fin  de  conseguir  un  príncipe,  una  rama  seca  y  sin 
vida  de  sus  caducas  dinastías,  que  conviniera  en  tras- 
ladarse a  América  a  gobernar  pueblos  que,  por  otra 
parte,  peleaban  hasta  la  desesperación  por  darse  un 
gobierno  propio,  del  que  se  decían  muy  capaces. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  177 

De  Buenos  Aires  al  extremo  norte  de  la  frontera 
de  México,  y  desde  1810  hasta  1830,  como  una  obse- 
sión se  presentaba  a  los  hombres  dirigentes  de  nues- 
tra politica  el  establecimiento  de  una  monarquía,  ya 
fuese  criolla  o  extranjera,  pero  prefiriendo  quizás 
esta  última.  Nada  parecía  contrarrestar  esta  ten- 
dencia monárquica:  se  guerreaba  con  España,  y  la 
anarquía  consiguiente  a  esta  guerra  y  que  retardaba 
tanto  el  triunfo  de  la  independencia,  aguijoneaba  el 
deseo  y  hacía  improrrogable  su  establecimiento.  No 
consideremos  los  movimientos  precursores  y  gene- 
ralmente abortados  que  abrieron  paso  a  la  revolu- 
ción. Desde  el  primer  movimiento  en  favor  del  inca 
Felipe  (1750),  la  insurrección  de  Tupac  -  Amaru,  la 
intentona  de  Juan  Francisco  de  León  etc.,  etc.,  mo- 
vimientos que  ni  un  momento  dejaron  de  tener  su  ca- 
rácter imperialista  marcadísimo.  Ya  principiada  la 
revolución  emancipadora,  ya  triunfante,  y  ni  los 
hombres  que  la  dirigían  ni  los  pueblos  que  la  apo- 
yaban podían  apartar  sus  ojos  de  otro  régimen  polí- 
tico distinto  al  dinástico. 

Los  precursores  del  movimiento  insurreccional, 
Miranda  a  la  cabeza,  no  obstante  considerársele  has- 
ta ahora  como  verdadero  republicano,  aparece  pen- 
sionado por  el  Gobierno  inglés  para  facilitar  el  tras- 
paso de  la  América  latina  a  la  corona  de  Inglate- 
rra (*).  Y  la  lista  es  larga  y  los  nombres  son  notables : 
Pueyrredón,  Belgrano,  Rivadavia,  San  Martín,  O'Hig- 


(*).     Villanueva,  obra  citada,  página  10. 


12 


178  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 


gins,  García,  García  del  Río,  todo  lo  que  tenía  fuerza 
y  prestigio  entraba  de  lleno  por  semejante  corriente. 
Todos  ellos  dejaron  sus  huellas  en  los  archivos  de 
las  cancillerías  europeas,  y  ante  documentos  tan  irre- 
cusables la  cuestión  de  la  monarquía  en  América 
deja  de  ser  una  hipótesis  para  convertirse  en  un  he- 
cho histórico  indubitable. 


Esta  acentuada  tendencia  monárquica  en  nada 
decae  con  el  triunfo  definitivo  de  los  independientes. 
Al  contrario,  parece  vigorizarse  con  los  fuertes  des- 
engaños de  los  gobiernos  republicanos,  y  encuentra 
grandes  y  vigorosos  apoyos  en  la  ambición  desme- 
dida de  tantos  militares  obscuros  levantados  muy  alto 
por  el  torbellino  de  las  revoluciones,  y  a  quienes  la 
paz  ahoga,  y  la  República  austera  no  premia  sus  mé- 
ritos y  servicios  en  la  medida  que  ellos  lo  reclaman. 
Que  no  se  nos  exija  la  presentación  de  documentos 
como  la  carta  de  Garabuya,  unánimemente  atribuida 
al  general  Santander,  ni  la  trascripción  de  la  no  me- 
nos famosa  de  Páez  (1826),  fiel  expresión  del  senti- 
miento monarquista  de  Colombia.  No  somos  nosotros 
de  los  que  creemos  que  aquellas  tendencias  políticas 
constituyan  mancha  imborrable  para  los  hombres 
superiores  que  las  proponían  e  intentaban  ponerlas 
en  práctica;  pero  ya  que  el  dictado  de  monárquico 
fué  el  cargo  con  que  más  se  atormentó  a  Bolívar  du- 
rante su  vida,  y  el  que  ha  continuado  después  de  su 
muerte  extendiéndose  como  una  sombra  sobre  su 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  179 

gloria  radiante,  preciso  se  hace  decirlo  muy  alto: 
ante  el  examen  crítico  de  la  posteridad  de  Bolívar, 
de  su  pecado  imperialista,  no  queda  huella  alguna, 
ni  ha  sido  posible  encontrar  documento,  por  insigni- 
ficante que  sea,  que  ni  remotamente  testifique  que 
él  por  sí  o  por  medio  de  intermediarios  tratara  de 
poner  en  práctica  semejantes  tendencias. 

¿Y  se  puede  decir  lo  mismo  de  sus  contemporá- 
neos, de  sus  tenientes  y  consejeros  que  sincera  o  in- 
sidiosamente trataron  de  precipitarlo  fuera  de  su  ór- 
bita? Ah,  no!  aquí  la  documentación  no  es  muda  y 
si  un  crimen  fué  ser  monarquista  y  respetamos  y  ve- 
neramos nombres  que  forman  la  historia  de  la  Patria, 
no  nos  afanemos  porque  este  juicio  se  abra  a  prueba 
y  así  habremos  prestado  noble  servicio  a  los  unos  y 
a  la  otra.  Pero  dejemos  estas  consideraciones  que 
tan  lejos  están  del  espíritu  sereno  y  frío  con  que  ana- 
lizamos la  cuestión.  Se  examinan  las  ideas  políticas 
de  Bolívar,  y  no  las  de  sus  tenientes  y  compañeros. 

El  problema,  pues,  se  presenta  así:  la  sociedad 
de  la  gran  Colombia  con  todos  sus  componentes  prin- 
cipales: militarismo,  clero,  comercio  e  industria,  y 
la  mayor  parte  del  elemento  intelectual,  era  decidi- 
damente partidaria  de  la  monarquía;  Bolívar  tam- 
bién lo  era,  por  qué  no  la  estableció?  Hé  aquí  una 
respuesta  que  se  esperará  en  vano,  pues  el  hecho  po- 
sitivo de  su  no  establecimiento,  considerando  siem- 
pre a  Bolívar  como  monárquico,  sería  un  fenómeno 
verdaderamente  inexplicable. 


180  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 


¿Fué  su  orgullo  soberano  o  su  ambición  desme- 
dida lo  que  le  impidió  aceptar  un  príncipe  extranjero 
para  que  viniera  a  dominar  sobre  una  bella  porción 
de  la  tierra  que  su  genio  y  su  brazo  habían  hecho 
libre  en  lucha  sin  igual?  Muy  al  contrario,  pues  lo 
que  más  se  le  propuso  e  insinuó  fué  su  propia  coro- 
nación, y  que  tomara  posesión  de  una  obra  suya 
y  para  la  cual  no  existía  competidor.  No  se  coronó 
por  falta  de  sucesión,  han  insinuado  varios  historia- 
dores, entre  otros  el  citado  señor  Villanueva,  como 
dando  a  entender  que  del  golpe  de  Estado  y  del  cri- 
men de  lesa  Patria  muy  poco  sería  lo  que  alcanzaba 
a  aprovechar  puesto  que  su  vida  estaba  bien  corrida. 
Cuando  el  galante  Libertador  llegó  a  la  cúspide  de  su 
gloria  y  poderío,  después  de  sus  triunfos  en  el  Perú, 
estaba  también  en  toda  la  fuerza  de  su  vigor  físico 
y  nada  le  habría  sido  más  fácil  que  un  magnífico  en- 
lace con  una  bella  o  linajuda  criolla  o  con  la  hija  de 
alguna  dinastía  europea.  Una  de  las  casas  más  orgu- 
llosas  acababa  de  entregar  una  de  sus  princesas  al 
soldado  victorioso  que  consideraba  su  vida  corta  y 
necesitaba  de  otras  vidas  que  disfrutaran  el  premio 
de  sus  hazañas.  Por  qué,  pues,  resistirse?  Y  aun  en 
en  el  caso  de  no  hallar  probabilidades  algunas  de  su- 
cesión, no  coronarse,  pudiendo  disfrutar  de  un  im- 
perio treinta  o  cuarenta  años,  revela  en  el  alma  del 
ambicioso  un  cálculo  tan  grande,  un  orgullo  tan  so- 
brehumano, que  de  bajo  sentimiento  podría  trocarse 
en  bello  gesto  de  personaje  mitológico. 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  181 

La  dinastía  extranjera?  Asegurado  el  triunfo 
de  las  armas,  libre  de  enemigos  el  terreno  que  se 
quería  vender,  fácil  habría  sido  hallar  comprador  y 
fabuloso  el  precio  a  que  podía  cederse  la  tierra  con- 
quistada. Qué  hizo  Bolívar,  qué  paso  dio,  qué  pro- 
mesas en  firme  formuló?  No  se  ha  quedado  docu- 
mento que  no  se  haya  leído  mil  y  una  veces  para  ha- 
llar interpretación  en  este  sentido;  no  se  ha  quedado 
archivo  que  no  se  haya  revuelto  para  encontrar  pie- 
zas que  así  lo  acrediten,  y  el  silencio  es  insondable 
como  la  conciencia  del  grande  hombre. 

Lo  único  que  queda  escrito  de  él  sobre  monar- 
quía, fué  lo  que  escribió  para  combatirla.  Dónde  es- 
tán, pues,  no  digo  las  pruebas,  dónde  están  los  indi- 
cios del  monarquismo  de  Bolívar?  Aquellos  cargos 
vienen  del  ocaso  del  héroe:  la  política  reemplazó  a  la 
guerra,  y  el  heroísmo  que  se  formó  en  la  batallas, 
y  el  ideal  de  patria  que  tanto  se  levantó  mientras  se 
le  libertaba,  principió  a  amortiguarse  ya  en  plena 
vida  civil  y  a  echarse  de  menos  el  botín  de  los  cam- 
pamentos. Las  brutales  necesidades  de  la  vida  se 
impusieron,  sin  que  las  facilidades  y  la  holganza 
fuesen  posibles  mientras  un  hombre  conservara  el 
orden  y  tratara  de  salvar  el  patrimonio  comunal.  No 
se  hace  necesario  ser  muy  perverso,  ni  muy  ingrato, 
para  estrellarse  contra  semejante  hombre.  Estorba, 
impide  que  nuestras  ambiciones,  nobles  o  bajas  ten- 
gan un  campo  de  acción  cuando  su  superioridad  lo 
abarca  todo,  y  por  sobre  el  respeto  al  superior  y  ca- 


182  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

riño  al  jefe  que  nos  tiñó  de  gloria,  están  nuestros 
cortos  días  de  existencia  urgiéndonos  porque  nos 
abramos  un  paso  y  sigamos  avanzando.  En  la  vida 
de  la  paz  esto  no  era  posible  y  Bolívar  era  la  paz  y 
había  que  acabar  con  Bolívar.  Qué  se  hizo?  Ta- 
charlo de  monarquista,  puesto  que  sólo  la  monarquía 
podía  poner  en  vigor  la  política  represiva  que  el  de- 
mócrata veía  indispensable  para  la  salvación  de  los 
Estados. 

Y  ante  semejante  injusticia,  que  nosotros  a  un 
siglo  de  distancia  parece  que  nos  empeñamos  en  re- 
petir, volvemos  a  preguntar  con  afán :  por  qué  no  se 
coronó  Bolivar  si  tuvo  semejantes  ideas?  Todas  las 
circunstancias  exteriores  parecían  no  sólo  facilitar 
esta  empresa  sino  hasta  trataban  de  imponerla.  La 
actitud  de  Europa  para  con  las  nacientes  Repúblicas 
que  iban  a  escandalizar  al  mundo  con  sus  retozos  de- 
mocráticos, no  era  nada  equívoca.  Se  negó  una  y 
muchas  veces  al  reconocimiento  de  los  nuevos  go- 
biernos, mientras  ellos  no  se  establecieran  sobre  la 
base  de  una  monarquía. 


Todo  se  une,  pues,  todo  confirma  con  una  evi- 
dencia absoluta,  que  en  el  interior  y  en  el  exterior  el 
establecimiento  de  una  monarquía  era  no  sólo  pe- 
dida y  deseada,  sino  impuesta.  Sólo  Bolívar  no  avan- 
za un  paso  en  este  camino.  Por  qué?  Inútilmente 
nos  lo  preguntamos,  si  no  respondemos  con  nuestra 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  183 

honrada  y  profunda  convicción:  porque  no  fué  par- 
tidario de  ella."  (*). 

Después  de  leer  las  dos  rectificaciones 
históricas  anteriores,  en  las  cuales  queda 
comprobado  definitivamente  y  de  manera  in- 
discutible, que  Bolívar  no  fué  partidario  de  la 
monarquía — y  nunca  hubiera  cambiado  su 
excelso  título  de  Libertador  por  el  de  rey  o 
emperador — juzgamos  con  precisión,  que  lá 
juventud  de  Venezuela  y  de  Colombia  aco- 
gerá con  el  mayor  entusiasmo  tales  rectifica- 
ciones históricas  de  dos  prepotentes  y  autori- 
zados voceros  de  la  raza,  que  con  tan  sólidos 
argumentos  han  echado  por  tierra  para  siem- 
pre las  aseveraciones  injustas  del  señor  Car- 
los A.  Villanueva. 

Cuando  el  Libertador  en  cierta  ocasión 
habló  del  coronamiento  de  Napoleón,  efec- 
tuado en  París  el  año  de  1804,  dijo  estas  fra- 
ses solemnes  y  sinceras:  La  corona  que  se 
puso  Napoleón  sobre  su  cabeza  la  miré  como 

UNA  COSA  MISERABLE  Y  DE  MODA  GÓTICA;  LO  QUE 
ME  PARECIÓ  GRANDE  ERA  LA  ACLAMACIÓN  UNIVER- 
SAL Y  EL  INTERÉS  QUE  INSPIRABA  SU  PERSONA. 

(*).  Para  hacer  resaltar  aún  más  los  valiosos  argumentos  del 
doctor  Vejarano,  hemos  creído  oportuno  que  aparezcan  en  bastardillas 
esos   párrafos. — P.    U. 


184  CRITICA    HISTÓRICA   SOBRE 

Nota  N°  6. — Hubo  un  acontecimiento  par- 
ticular y  curioso  a  propósito  de  la  tan  afa- 
mada Virgen  de  Chiquinquirá,  ocurrido  en  el 
año  de  1816,  cuando  pasó  por  aquella  pobla- 
ción en  retirada  para  los  Llanos  de  Casanare 
el  general  Serviez  y  sus  fuerzas.  Es  el  siguien- 
te :  Convencido  Serviez  del  gran  celo  religioso 
que  los  pueblos  de  Colombia — en  especial  el 
de  Boyacá  y  Cundinamarca — conservaban  por 
la  reputada  Virgen  de  Chiquinquirá,  y  en  la 
esperanza  de  que  tras  la  imagen  le  seguiría 
gran  parte  de  los  pueblos  a  los  que  utilizaría 
para  las  armas,  ocurriósele  la  idea  de  llevarse 
la  efigie,  cosa  que  nadie  había  hecho,  para  lo 
cual  dio  orden  de  que  fuera  sacada  de  la  igle- 
sia. El  cuadro  de  la  imagen  venerada  fué  co- 
locado en  un  gran  cajón,  con  el  que  salieron 
las  tropas  el  día  20  de  abril  de  1816,  en  direc- 
ción al  pequeño  poblado  de  Chocontá,  donde 
se  detuvieron  algunos  días.  Allí  dio  orden 
Serviez  de  fusilar  a  un  desertor,  pero  éste  pi- 
dió perdón  invocando  el  nombre  de  la  Vir- 
gen, y  el  militar  francés  se  lo  concedió.  La 
conducción,  pues,  de  la  efigie,  lejos  de  ser 
útil  a  Serviez,  tornóse  en  una  verdadera  im- 


EL  "  DIARIO  DE  BUCARAMANGA  "  185 

pedimenta  y  casi  siempre  era  motivo  de 
grandes  embarazos  para  las  marchas.  El 
general  Santander  que  era  el  segundo  jefe  de 
las  fuerzas,  alguna  vez  se  expresó  así:  "Ser- 
viez,  que  era  el  jefe,  y  no  yo,  cometió  la  im- 
prudencia de  llevar  en  el  ejército,  en  un  cajón 
grande,  el  cuadro  de  la  Virgen  de  Chiquinqui- 
rá,  pensando  que  tras  de  ella  seguiría  mucha 
gente  útil  para  la  guerra,  y  en  vez  de  esto,  el 
cuadro  no  sirvió  sino  para  embarazarnos  la 
marcha  en  los  desfiladeros  y  dar  lugar  a  que 
el  enemigo  nos  picase  muy  de  cerca  la  reta- 
guardia." 

En  efecto,  el  capitán  español  Antonio  Gó- 
mez dio  alcance  a  las  desbandadas  fuerzas  de 
Serviez  y  Santander  el  día  8  de  marzo  de  1816, 
en  la  cabuya  o  taravita  de  Cáqueza — dos  jor- 
nadas de  Bogotá, — derrotándoles  completa- 
mente y  rescatando  en  un  rancho  del  alto  de 
Sáname  a  la  Virgen,  que  venían  siguiendo 
desde  Chiquinquirá  el  Prior  y  la  Comunidad 
de  Religiosos  Dominicos  de  aquella  fanática 
población. 


ÍNDICE 


Págs. 

Dedicatoria    7 

Preliminar 9 

Un  hombre  interesante 13 

Juicio  notable 29 

Opiniones  notables 49 

Dos  héroes   89 

Párrafos  del  Diario  de  Bucaramanga 103 

Conclusión  147 

Notas    153 


GENERAL  JUAN   C.   GÓMEZ, 

GOBERNADOR  DEL  DISTRITO   FEDERAL, 

Hago   saber: 

Que  el  ciudadano  M.  Pinzón  Uzcátegui  se  ha  presentado 
ante  mí  reclamando  el  derecho  exclusivo  para  publicar  y  vender 
una  obra  de  su  propiedad,  cuyo  título  ha  depositado  en  este 
Despacho  y  es  como  sigue:  "Crítica  Histórica  sobre  el  Diario 
de  Bucaramanga " ;  y  que  habiendo  prestado  el  juramento 
requerido  por  la  Ley,  sobre  propiedad  intelectual,  le  pongo  en 
posesión  del  derecho  que  concede  la  mencionada  Ley. 

Dado  en  el  Palacio  de  Gobierno  del  Distrito  Federal  y 
refrendado  por  el  Secretario  del  Despacho,  en  Caracas,  a  los 
diez  días  del  mes  de  junio  de  mil  novecientos  catorce.  —  Años 
105°  de  la  Independencia  y  56°  de  la  Federación. 

JUAN  C.  GÓMEZ. 

Refrendado. 

El  Secretario  de  Gobierno, 

A.  M.  Delgado  Bricen  o. 


(Copiado  de  la  Gaceta  Oficial  de  los  Estados  Unidos  de  Venezuela, 
de  fecha  10  de  junio  de  1914,  y  marcada  con  el  número  12.249. ) 


ESTA  OBRA 

se  hizo  en'la  Litografía  del  Comercio. 

Caracas,  Venezuela. 

1914.