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Full text of "Cultivo y beneficio del café"

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MASTER 

NEGATIVE 

NO.  94-82307 


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violation  of  the  copyright  law. 


Author: 


Gómez,  Gabriel 


Title: 


Cultivo  y  beneficio  del 
café 

Place: 

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México 

Date: 

1921 


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COLUMBIA  UNIVERSITY  LIBRARIES 
PRESERVATION  DIVISIÓN 

BIBLIOGRAPHIC  MICROFORM  TARGET 


MASTER   NEGATIVE   # 


ORIGINAL  MATERIAL  AS  FILMED  -    EXISTING  BIBLIOGRAPHIC  RECORD 


r^USINESS 

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Gómez,  GabrieL 

...   Cultivo  y  beneficio  del  café,  por  Gabriel  Gómez   ... 
3.  ed.    México,  1921. 

158   p.     14   pl.     22i«».      (Biblioteca   agrícola   de   la   Secretaría   de 
fomento) 


1.  Coffee.    2.  Coffee — México. 


U.  S.  Dept.  o£  agr.    Library     /***\ 
for  Library  o£  Congress       (        ) 


68.2G58 
[SB260.G 

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Agr  21-829 


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DATE  FILMED:        \3--1;jl-^M 


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AGRICULTURA 


p:l  cultivo  del  cafe 


Sinonimia 

EspañoL-  café.    Francés:  café.  Portugués:    café 
Italiano:  caffe.  Inglés:  coffee.  Alemán  kaffé.  Holan- 
dés: coffy.   Árabe:  ban.  Persa:  keweh,   Tamoul:  ca- 
pie,  cottay.    Telinga:  chaabe.  Turco:    kahve  aghadji. 
Volapuk:  kaf. 

.Etimología:  Árabe:  qahrva  en  Dozy:  kahua  en 
Devic:  pronunciación  turca  kahvé,  qahrvé,  la  cual 
explica  el  café  de  las  lenguas  romanas. 

Confirman  este  origen:  i.°  La  íorm^i  Ka óh  que 
se  halla  en  el  portugués  Teixeira  cuvo  autor  publicó  su 
libro  en  1610  {Viaje  de  ¡a  India  hasta  Italia,  páginas 
116  y  117.)  2:  La  forma  Coiía  que  se  halla  en  la  His- 
toria Plantanim  Universalis  de  luán  Bauhhi  (edi- 
ción del  botánico  Domingo  Crabré  a  mediados  del  si- 
glo XVII,  1650).  El  botánico  se  pregunta  si  el  licor 
preparado  por  los  turcos  con  el  hiina^bannu,  bimchos 
que  el  domma  Chuabe  es  idéntico  al  Caoua,  decocción 


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bien  conocida  que  los  árabes  preparan  con  el  bon  o  ban. 
3."  El  bajo  latín  Calma  que  se  halla  en  Du  Cange  sig- 
niñca  una  especie  de  vino  blanco  de  poca  fuerza,  se- 
gún Mateo  bilvático  (Aiatraaeus  Sylvaticus)  médico 
del  siglo  XIV  cuyo  dato  concierta  con  la  noticia  que 
nos  da  Dozy:  qaliarva  significó  durante  mucho  tiempo 
uno  de  los  nombres  árabes  del  vino  (i). 

Historia 

Varios  autores  eren  que  el  café  es  originario  de 
la  alta  Etiopia,  de  donde  ha  sido  transportado  a  la  Ara- 
bia Feliz.  El  abate  Raynal  en  su  "Historia  filosófica 
y  politica  del  comercio  y  de  los  establecimientos  de  los 
europeos  en  las  Indias"  afirma  que  este  árbol  es  cono- 
cido desde  un  tiempo  inmemorial  en  aquel  pais  donde 
aún  se  cutiva  con  buen  éxito. 

El  café  no  ftié  conocido  de  los  pueblos  de  la  anti- 
güedad. Ni  los  griegos  ni  los  romanos  conocieron  su 
uso,  aunque  algunos  autores  hayan  pretendido  que  es- 
ta bebida  era  conocida  en  los  tiempos  más  remotos  y 
que  Pietro  della  Valle  haya  asentado  (jue  era  el  ncpen- 
tcs  que  recibió  Melena  de  una  dama  egipcia,  y  que  Ho- 
mero alababa  como  propio  para  calmar  el  espíritu  en 
el  estado  más- violento  de  ira,  de  aflicción  o  desgracia. 
Paschius,  en  su  tratado  de  iiozñs  invertís,  impreso  en 
Leipsick  en  1700,  pretende  que  el  café  está  menciona- 
do entre  los  regalos  que  dio  Abigaíl  a  David  a  fin  de 
apaciguarle.  (I  libro  de  los  Reyes,  cap.  25,  vers.  18.) 

En  la  alta  Etiopía  se  coloca  generalmente  la  cuna 
del  café,  haciéndose  uso  de  ese  grano  en  ese  país  des- 
de un  tiempo  inmemorial.  Los  persas  fueron  el  segun- 
do pueblo  r|ue  hizo  uso  del  café  y  por  fin  los  árabes  que 
nos  lo  han  transmitido. 

Muchas  fábulas  se  han  difundido  a  propósito  del 
descubrimiento  del  café:  ctiéntase  entre  otras  la  de  un 

(1)  D.  Etim.  die  la  L.  C. 


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pobre  dervís  que  habitaba  un  valle  en  la  Arabia  y  no 
poseía  más  que  una  choza  y  unas  cabras.  Un  día  que 
estas  regresaban  del  campo,  notó  con  asombro  la  agi- 
tación de  estos  animales  cuando  estuvieron  en  el  re- 
dil :  el  siguiente  día  las  siguió  v  observó  que  reniotea- 
ban  las  hojas  y  los  frutos  de  un  arbusto  que  no  había 
notado  aún- 

Ensayó  el  efecto  de  esta  fruta  en  sí  mismo,  y  ex- 
perimento una  alegría  sobrenatural  acompañada  de 
una  locuacidad  tal,  que  pasó  cerca  de  sus  cofrades  por 
un  hombre  extraordinario  e  inspirado.  Dio  parte  de 
su  .descubrimiento  a  los  otros  dervises,  quienes  toma- 
ron Igualmente  la  fruta  del  mismo  árbol  y  comenza- 
ron a  propagar  su  uso.  Es  probable  que  esta  fábula 
adoptada  por  Dufour  bajo  la  creencia  de  Fausto  Nai- 
roni  I  Maronita,  profesor  de  lenguas  orientales  en 
Koma  que  había  publicado  en  esta  ciudad  un  primer 
tratado  sobre  esta  materia,  ha  sido  inventado  por  los 
árabes  para  acreditar  la  opinión  que  hace  el  café  ori- 
ginario de  su  país ' 

Los  persanas  cuentan  que  estando  enfermo  Maho- 
ma,  el  arcángel  Gabriel  inventó  esta  debida  para  de- 
volverle la  salud. 

Cuéntase  todavía  la  historia  de  un  superior  de  un ' 
convento  árabe,  quien  habiendo  oído  hablar  del  efec- 
to del  cafe  en  las  cabras  del  dervís  y  notando  que  sus 
monjes  se  dejaban  ir  al  sueño  durante  los  ejercicios 
nocturnos  de  su  religión  y  no  llevaban  en  ellos  toda  la 
atención  y  recogimiento  convenientes,  les  hizo  beber 
una  infusión  de  esta  simiente  que  produjo  los  efectos 
mas  felices.  Establecido  así  su  uso  que  no  tardó  en 
propagarse  en  toda  la  Arabia,  el  café  gozó  el  más 
grande  éxito  y  fué  solicitado  por  todo  el  mundo 

Algunos  autores    hablan  de  un  mollah    llamada 

1671.  i^icoiaum  b.  K.  E.  Card.  decomitibus  Romae, 


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Chadely,  quien  no  pudiendo  eiHregarse  a  sus  oraciones 
nocturnas  a  causa  del  adormecimiento  continuo  que 
experimentaba  ensayó  esta  bebida,  cuyos  buenos  efec- 
tos no  tardó  en  palpar  y  confió  a  sus  dervises  este  des- 
cubrimiento que  no  tardó  e  n  ser  público. 

Sea  lo  que  fuere,  lo  cierto  es  que  a  mediados  del 
siglo  IX  de  la  Egira  (XV  de  la  Era  Cristiana)  los 
árabes  empezaron  a  cultivar  el  café. 

Gemaleddin  Abou  Abdallah,  Mohammend  Ben 
Said,  (apellidado  Dhabbani  porque  era  oriundo  de 
Dhabban,  pequeña  ciudad  del  Yemen,  era  mufti  de 
Aden,  ciudad  y  puerto  famoso  de  la  Arabia,  al  Orien- 
te de  la  embocadura  del  Mar  Rojo)  habiendo  tenido 
que  ir  a  la  Persia  para  algunos  negocios,  quedó  allí 
algún  tiempo,  y  observó  que  los  habitantes  hacían  uso 
del  café  y  alababan  las  propiedades  de  esta  bebida.  De 
regreso  en  Aden  tuvo  una  indisposición  y  habiendo  re- 
cordado lo  que  le  habían  dicho  del  café,  bebió  una  taza 
de  este  licor  y  sanó.  Observó  que  tenía  la  propiedad 
de  disipar  el  sueño  y  el  entorpecimiento,  de  volver  el 
cuerpo  ligero  y  dispuesto.  Introdujo,  pues,  el  hábito  de 
esta  bebida  en  Ande.  ( i )  A  su  ejemplo,  los  habitante  de 
la  ciudad,  los  jurisconsultos  y  la  gente  del  pueblo  to- 
maron café,  unos  para  entregarse  mejor  a  los  estu- 
dios de  su  profesión  y  los  otros  a  sus  trabajos  mecáni- 
cos. Desde  aquella  época  el  uso  de  esta  bebida  se  hizo 
más  y  más  común.  Los  faquires  tomaban  café  en  el 
templo,  cantando  al  mismo  tiempo  alabanzas  al  Señor. 
El  café  estaba  en  un  gran  vaso  de  barro  colorado,  el 
superior  sacaba  el  licor  de  este  vaso  por  medio  de  una 
escudilla  y  lo  distribuía  a  cada  uno  de  los  faquires, 
mientras  cantaban  sus  oraciones  ordinarias.  Los  le- 
gos V  todos  los  asistentes  bebían  igualmente. 

Gemaleddin  murió  en  875  (1459  de  la  Era  Cris- 
tiana.') 

(1)  Maunscrito  árabe  d'e  la  Biblioteca  Imperial,  catálogo  nú- 
mero 944;  traducido  por  Silvestre  Sacy.  Crestomancia  árabe,  tomo 
II,  pág.  224. 


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El  uso  del  café  no  fué  interrumpido  nunca  en 
Aden,  y  dicese  que  los  árabes  no  beben  jamás  este  li- 
cor delicioso  sin  desear  el  paraíso  para  Gemaleddin  en 
recompensa  del  don  que  les  hizo.  De  Aden  el  café,  ha- 
cia fines  del  siglo  IX  de  la  Egira,  se  extendió  gradual- 
mente a  la  Meca  y  a  Medina ;  su  uso  se  esparció  en  to- 
da la  Arabia  y  al  cabo  de  poco  tiempo  habíanse  esta- 
blecido, tanto  en  esa  comarca  como  en  Persia,  lugares 
públicos  donde  los  hombres  ocupados  venían  a  dis- 
traerse; en  estos  establecimientos  se  jugaba  ajedrez, 
juego  en  el  cual  los  árabes  sobresalen  y  superan  a  los 
hombres  de  las  demás  naciones;  los  poetas  venían  a 
recitar  sus  versos,  y  se  distribuían  café  preparado-  El 
gobierno  de  entonces,  aimque  muy  despótico,  toleró  es- 
tos establecimientos. 

De  la  Arabia  el  café  pasó  a  Egipto;  llegó  hasta  el 
Cairo  donde  se  introdujo  al  principio  del  siglo  X  de  la 
Egira  (XVI  de  Jesucristo.)  Del  Egipto  pasó  después 
a  Siria,  principalmente  a  Damasco  y  Alepo,  donde  se 
estableció  sin  encontrar  obstáculos,  y  por  último,  en 
todas  las  demás  ciudades  de  aquella  gran  provincia. 

De  esta  época,  apreciando  las  cualidades  agrada- 
ble y  las  virtudes  saludables  de  esta  bebida,  tan  con- 
veniente para  esos  pueblos  enervados  por  un  clima  ar- 
diente y  el  abuso  de  los  placeres. 

La  primera  desgracia  que  experimentó  el  café,  tu- 
vo lugar  en  la  Meca,  el  año  de  917  de  la  Egira  (1511 
de  la  Era  Cristiana.)  Dos  hermanos  doctores,  oriun- 
dos de  Persia,  llegaron  a  nf^rsuadir  al  emir  Khair-Beg- 
Mimar,  que  el  café  era  una  bebida  embriagante,  que 
daba  lugar  a  diversiones  prohibidas  por  la  ley  de  Ma- 
homa. 

Kair-Beg  convocó  una  asamblea  de  doctores  y  de 
médicos  para  deliberar  acerca  de  este  objeto.  Los  pri- 
meros declararon  que  los  cafés  públicos  eran  contra- 
rios al  Mahometismo;  los  seeimdos,  que  el  licor  que 
se  despachaba  allí  era  perjudicial  a  la  salud.  \^arios  in- 


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dividuos  afirmaron  ((ue  el  café  les  había  sido  contra- 
rio. l;no  de  los  asjstentes  aun  aseguró  que  embriaga- 
ba tanto  como  el  vino.  Esta  declaración  hizo  reír  a  la 
asamblea:  "Puse  él  ha  bebido  vino"  fué  el  grito  gene- 
ral; tuvo  que  confesarlo  y  recibió  ochenta  palos  en 
pago  de  su  sencillez.  (  i ) 

Kahir-Iieg  solicita  un  rescripto  del  sultán  para 
prohibir  la  venta  del  café  en  la  Meca,  y  provisional- 
mente di(')  la  orden  de  no  servirlo  en  los  establecimien- 
tos públicos. 

Se  bebía  café  secretamente  en  el  interior  de  las  ca- 
sas, para  substraerse  a  la  crueldad  del  emir,  pues 
Khair-Beg  habiendo  sido  informado  de  que  una  per- 
sona de  la  ciudad  había  tomado  café,  a  pesar  de  su 
decreto,  la  castigó  con  rigor  y  la  hizo  pasear  montada 
en  un  burro  por  las  calles  y  plazas  públicas ;  más  pron- 
to llegó  el  rescripto  del  sultán  que  contrarió  las  miras 
de  los  adversarios  del  café,  declarando  que  los  doc- 
tores y  médicos  del  Cairo,  que  debían  ser  más  instruí- 
dos  que  los  de  la  Meca,  habían  reconocido  que  era  una 
bebida  inocente  y  mandando  al  emir  que  retirase  su 
prohibición. 

Cada  uno  volvió,  pues,  a  tomar  el  uso  del  café 
con  seguridad,  sabiendo  que  estaba  en  boga  en  el  Cai- 
ro,  residencia  del   sultán. 

El  año  de  932,  el  Schiek  Sidi— Mohammed-Ben- 
Arrak,  habiendo  sabido  que  en  los  lugares  donde  se 
tomaba  el  café,  se  verificaban  hechos  criminales,  deci- 
dió a  los  gobernadores  a  que  suprimieran  las  casas 
donde  se  vendía  esta  bebida,  sin  prohibir,  con  todo,  su 
uso  en  el  interior  de  las  habitaciones. 

Después  de  su  muerte  volvieron  a  abrir  los  cafés. 

El  año  de  941  de  la  Egira  (1534  de  la  Era  Cris- 
tiana), un  fanático  declamó  con  tknta  fuerza,  en  la 
mezquita,  que  el  pueblo  excitado  por  las  palabras  del 
predicador,  atropello  los  cafés,  rompió  los  muebles  que 

(1)  La  ley  de  Mahoma  ordena  la  abstinencia  de  bebidas  em- 
briagantes, a 


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los  adornaban  y  los  vasos  que  servían  para  distribuir 
el  licor,  hirió  a  los  bebedores,  y  dio  de  palos  a  los  ven- 
dedores. 

La  ciudad  fué  dividida  en  dos  bandos.  Los  parti- 
darios del  café  afirmaban  que  era  un  brevaje  puro,  de 
un  uso  saludable,  que  excita  la  alegría,  facilita  el  can- 
to de  las  alabanzas  a  Dios  y  los  ejercicios  de  devo- 
ción- 

Los  que  por  el  contrario,  lo  consideraban  como  be- 
bida vedada,  no  ponían  límites  a  sus  palabras  y  en  la 
censura  de  las  personas  que  lo  usaban.  Los  adversa- 
rios del  café  llegaron  al  extremo  de  decir  que  era  una 
especie  de  vino  y  que  debía  comprenderse  en  la  mis- 
ma proscripción:  y  aun  dijeron  que  el  día  de  ía  resu- 
rección  los  bebedores  de  café  aparecían  con  una  cara 
más  negra  que  los  fondos  de  los  vasos  en  los  cuales 
se  preparaba. 

.  Fué  necesario  recurrir  a  una  consulta  jurídica.  El 
Scheik,  habiendo  convocado  a  todos  los  doctores,  és- 
tos declararon  la  cuestión  decidida  de  tiempo  atrás 
en  favor  del  café.  El  Scheik  convencido  por  la  opi- 
nión de  los  hombres  más  distinguidos,  hizo  preparar 
café  en  su  casa;  se  sirvió  a  toda  la  asamblea  v  de  ahí 
se  hizo  la  bebida  más  de  moda  que  nunca. 

Todas  las  tentativas  que  tuvieron  lugar  desde  en- 
tonces para  hacer  prohibir  el  café  en  la^Meca  fueron 
infructuosas. 

^  En  el  Cairo  fué    también  prohibido  pero    pronto 
triunfo  de  todos  los  obstáculos. 

Bajo  el  reinado  de  Solimán  H,  apellidado  el  Gran- 
de, en  el  año  de  962  de  la  Egira  (1554  de  la  Era  Cris- 
tiana,) fue  cuando  se  comenzó  a  tomar  el  café  en 
precia  y  en  Constantinopla.  Un  damasquino  llamado 
^cheins,  y  un  habitante  de  Alepo  llamado  Hekem  lle- 
gados a  Constantinopla,  abrieron  cada  uno  un  café 
donde  se  recibía  a  los  consumidores  en  unos  sofás.  Es- 
tos establecimientos  fueron  frecuentados  por  la  mavor 


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parte  de  los  sabios,  jueces,  profesores  y  dervis.  Estos 
cafés  tuvieron  en  lo  de  adelante  una  fama  tal,  que  las 
personas  de  la  primera  distinción,  los  bajas  y  los  prin- 
cipales señores  y  dignatarios  los  honraban  con  su  pre- 
sencia. Se  dio  entonces  a  los  cafés  el  nombre  de  Escue- 
las de  Sabios. 

Los  turcos  se  dedicaron  con  furor  al  uso  de  esta 
bebida,  y  muy  pronto  la  capital  se  llenó  de  KawJia-Ka- 
nes,  donde  se  distribuía  el  café:  los  ociosos  se  reuían 
ahi,  y  semejante  a  esas  mujeres  ambulantes  c|ue  van  a 
cantar  o  a  tocar  algún  instrumento  frente  a  los  co- 
f es  de  las  grandes  ciudades,  unas  bailarinas  o  cortesa- 
nas (almcas,  ghawasiéss),  venían  a  divertir  a  los  con- 
sumidores con  sus  cantos  y  sus  bailes  lascivos.  Mas 
declaróse  una  furiosa  tempestad:  los  sacerdotes  pre- 
textando que  se  abandonaban  los  templos  por  los  ca- 
fés, hicieron  gran  ruido  en  Constantinopla.  Preten- 
dieron que  el  café  tostado  era  carbón,  y  que  todo  lo 
que  tenía  alguna  relación  con  el  carbón  era  porhibido 
por  ]\Iahoma. 

El  Muf ti  sostuvo  a  los  sacerdotes,  prohibió  el  uso 
de  este  licor  en  la  capital,  y  mandó  se  crerrasen  los 
cafés;  mas  pronto  se  estableció  su  culto. 

Habíase  principiado  en  los  establecimientos  don- 
de se  vendía  café,  con  jugar  al  ajedrez,  conversar  to- 
cante a  la  prosa,  a  los  versos,  las  artes,  las  ciencias, 
y  pronto  se  habló  de  religión  y  de  política. 

Bajo  Amurat  TTT,  el  Mutfi  se  enfadó,  suprimió  los 
cafés  con  motivo  de  los  noveleros  que  se  reunían  ahí : 
más  esta  prohibición  no  teniendo  que  ver  con  el  café 
mismo,  su  uso  fué  tolerado  en  el  interior  de  las  fa- 
milias. Los  turcos  burlaron  luego  al  Mufti  y  abrieron 
cafés  más  numerosos  que  antes- 

Durante  la  euerra  de  Candía,  dice  Ricault  en  su 
Historia  del  Imperio  Otomano,  baio  la  minoría  de  Ma- 
homa  W\  el  gran  visir  Kuprugli,  bajo  pretexto  de 
política  cerró  los  cafés.  Este  rigor  no  hizo  más  que  au 


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mentar  el  celo  de  los  turcos  para  ^ta  bebida,  y  contri- 
buyó a  disiminuir  las  rentas  del  Gobierno,  que  tuvo 
entonces  que  retirar  para  siempre  la  prohibición,  y  el 
café  se  ha  vuelto  hoy  día  tan  común  en  Turquía,  en 
Egipto,  y  en  todos  los  países  musulmanes,  que  reem- 
plaza al  vino.  En  Oriente  el  marido  tiene  que  proveer 
a  su  mujer  de  café;  en  caso  contrario  hay  motivo  pa- 
ra divorcio. 

En  1652,  un  comerciante  llamado  Edvvard  trajo  a 
Inglaterra  a  su  regreso  de  Levante,  a  un  griego  lla- 
mado Pasqua  Rosse  que  sabía  preparar  el  café;  intro- 
dujo su  uso  en  Londres  donde  fué  favorablemente 
acogido  por  los  ingleses. 

Separado  de  su  amo,  Pasqua  Rosse  estableció  un 
café  en  Santa  Michael's  Alley,  Cornhill,  el  cual 
anunció  así:  ''Las  virtudes  del  café  hecho  y  pública- 
mente vendido  por  Pasqua  Rosse/' 

"E\  grano  o  fruto  llamado  café  lo  produce  un  ar- 
busto que  crece  solo  en  los  desiertos  de  la  Arabia.  Her- 
vido con  agua  pura  después  de  secado  y  reducido  a 
polvo,  compone  una  bebida  sencilla  e  inocente,  propia 
para  tomarse  una  hora  después  de  la  comida. 

''Debe  tomarse  tan  caliente  como  sea  posible,  sin 
qiie  lo  sea  tanto  que  produzca  escoriación  en  la  boca. 
'Ta  calidad  de  esta  bebida  es  fría  y  seca.  Ingeri- 
do al  estómago  conserva  el  calor  interior,  ayuda  la  di- 
gestión y  es,  por  consiguiente,  propio  para  tomarse 
después  de  la  comida.  Anima  el  espíritu  y  fortalece  el 
corazón ;  quita  los  dolores  de  cabeza,  es  excelente  para 
prevenir  y  curar  la  gota  -  la  hidropesía.  Esta  bebida 
es  conocida  como  la  mejor  para  los  ancianos  y  los  ni- 
ños enfermos;  es  el  mejor  remedio  contra  el  spleen,  la 
hipocondría  y  el  amor.  .  .  En  Turín,  donde  esta  bebi- 
da es  muy  general,  se  ha  observado  que  nunca  se  pa- 
dece de  cálculos,  gotas  o  hidropesía :  tiene  nademás  el 
cutis  claro,  terso  v  blanco ... 


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"Se  hace  y  se  vende  en  St.  Micael's  Alley,  Corn- 
hill,  por  Pasqua  Rosse  bajo  su  sola  dirección." 

Bajo  el  reinado  de  Carlos  II,  el  café  experimenta 
las  mismas  persecuciones,  las  mismas  dificultades  que 
había  sufrido  en  Turquía. 

En  1675  fué  dada  la  orden  de  cerrar  las  salas,  en 
número  de  más  de  tres  mil,  donde  se  tomaba  café,  co- 
mo focos  de  trastornos  y  seminarios  de  sedición.  Esta 
medida  extinguió  probablemente  el  uso  del  café  que 
fué  casi  abandonado  en  toda  la  Inglaterra,  hasta  es- 
tos últimos  tiempos  en  que  el  consumo  se  ha  vuelta 
más  considerable. 

No  fué  sino  diez  años  después  que  los  ingleses  hu- 
bieron adoptado  el  uso  del  café,  cuando  empezó  a  es- 
tablecerse en  Francia,  donde  debía  ser  después  el  ob- 
jeto de  un  consumo  tan  grande. 

Sin  embargo,  Leonardo  Rauwolf  había  mentada 
ya  desde  1583  el  árbol  del  café.  Próspero  Alpino,  fa- 
moso médico  de  f^adua  y  gran  botánico,  había  dada 
a  luz  en  1591,  en  \'enecia,  una  obra  en  la  cual  daba 
la  descripción  de  un  árbol  que  había  visto  en  Egipta 
y  al  cual  daba  el  nombre  áeBon,  Baii  o  Bonn. 

Esta  obra  fué  reimpresa  en  1640,  en  Padua,  con 
las  observaciones  y  anotaciones  que  Veslingius,  otra 
célebre  médico  italiano,  había  hecho  de  este  tratado; 
Bacon  de  \^erulam,  en  624,  en  su  Sylz'a  Sylvaniui,  ha- 
bía hablado  del  café  como  una  bebida  cuyo  uso  era 
común  en  Oriente,  y  Aíeisner  desde  1621  íiabía  com- 
puesto un  tratado  acerca  de  este  precioso  grano. 

En  Italia  habíase  empezado  a  tomar  café  hacia  el 
año  (le  1(^)45,  y  se  dice,  que  desde  1644  un  veneciano, 
llamado  Pietro  della  Valle,  había  traído  café  a  Marse- 
lla: es  pues  sin  razón  que  algunos  autores  pretenden 
que  Thevenot  fué  el  primero  que  introdujo  café  en 
Francia,  puesto  que  el  regreso  de  su  primer  viaje  no 
se  verificó  en  1657.  Poco  tiemi>o  después  que  della 
Valle  hubo  traído  el  café  a  Marsella,  otro  viajero  no 


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•sólo  importó  café,  sino  los  muebles  y  las  servilletas  de 
muselina  bordadas  de  oro,  plata  y  seda,  que  sirven 
para  su  u^-o  en  Turquía.  Mas  el  café  en  esta  época  no 
era  sino  un  objeto  de  mera  curiosidad. 

Sin  embargo,  en  1660  varios  negociantes  de  Mar- 
sella que  habían  vivido  largo  tiempo  en  Levante,  y  se 
liabían  acostumbrado  al  café,  mandaron  traer  a  Egip- 
to algunas  fardos  de  este  grano. 

De  Marsella  el  uso  del  café  se  introdujo  en  Lyon, 
en  la  Provenza  y  en  las  provincias  vecinas.  Fué  en 
Marsella  donde  en  1671  se  abrió  por  últma  vez  en 
Francia  una  tienda  para  la  venta  del  café. 

El  uso  del  café  se  había  vuelto  general  en  Mar- 
sella, a  pesar  de  las  declamaciones  de  los  médicos  que 
en  vano  aseguraban  que  no  convenía  a  los  habitantes 
de  los  climas  templadas ;  pero  era  casi  desconocido  en 
París. 

Se  sabe  solamente  que  bajo  el  reinado  de  Luis 
XIII,  se  vendía  bajo  el  pequeño  Chatelet,  una  decoc- 
ción de  café  bajo  el  nombre  de  Cohovc  o  Cahovet.  Pe- 
ro en  1662  no  había  aún  cafés  públicos  en  París.  En 
general,  el  café  no  empezó  a  volverse  común  sino  a  me- 
diados del  siglo  XVIII. 

Solimán  Aga,  embajador  de  la  Puerta,  cerca  de 
Luis  XIV,  en  1669,  fué  el  primero  que  introdujo  en 
París  el  uso  del  café:  lo  hizo  probar  a  algunas  perso- 
nas que  siguieron  tomándolo  después. 

El  café  se  vendía  al  principio  hasta  a  cuarenta  es- 
cudos la  libra;  pero  este  precio  exorbitante  no  se  man- 
tuvo mucho  tiempo. 

Pascal,  armenio,  algunos  años  después  (1672)  es- 
tableció un  café  en  la  feria  de  Saint  Germain.  Pasada 
la  tena  transportó  su  establecimiento  al  muelle  de  la 
Escuela,  frente  a  Pont  Neuf.  Este  café  no  era,  sin  em- 
bargo, sino  una  sala  donde  se  reunían  algunos  extran- 
jeros y  caballeros  de  Malta.  Pascal  salió  poco  des- 
pués para  Londres.  '' 


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Procopio,  siliciano,  volvió  a  poner  el  café  en  mo- 
da. Siguiendo  el  ejemplo  de  Pascal,  se  estableció  en  la 
feria  de  Saint  Germain  y  atrajo  la  mejor  clientela  por 
al  buena  calidad  de  la  preparación.  De  la  feria  fué, 
en  1689,  a  establecerse  frente  al  teatro  de  la  Comedia 
Francesa. 

Poco  tiempo  después  Aíaliban,  armenio  también^ 
abrió  un  nuevo  café  e  nía  calle  de  Buci,  cerca  del  jue- 
go de  pelota  en  los  alrededores  de  la  abadía  de  Saint 
Germain;  de  allí  pasó  a  la  calle  de  Feron,  cerca  de 
Saint  Sulpice,  pero  pronto  se  volvió  a  su  antiguo  local 
de  la  calle  de  Buci.  Habiéndolo  obligado  algunos  ne- 
gocios a  salir  para  Holanda,  cedió  su  café  a  Gregorio 
su  mozo,  recientemente  llegado  de  Ispahan. 

Algunos  otros  establecimientos  pequeños  se  habían 
formado  sucesivamente,  cuando  en  fin,  un  cierto  Es- 
teban Alepo,  abrió  en  París  una  sala  adornada  de  es- 
pejos y  de  mesas  de  mármol.  Sin  embargo,  el  número 
de  los  cafés  no  se  aumentaba  sensiblemente,  y  nada  ha- 
cía presagiar  el  éxito  que  esta  bebida  había  de  obte- 
ner algún  día. 

Todo  el  mundo  conoce  estas  palabras  de  Mdme. 
Sevigné:  "Racine  pasará  como  él  café."  Pero  Racine 
a  pesar  de  las  declaraciones  de  los  románticos,  está 
todavía  considerado  como  el  primero  de  los  poetas 
franceses,  y  el  café  a  pesar  de  sus  detractores  se  ha 
vuelto  una  necesidad  general. 

Los  establecimientos  que  se  formaron  después  ri- 
valizaron entre  sí  por  el  lujo  de  sus  adornos.  Ahí  se 
reunía  la  gente,  menos  para  tomar  café  que  para  sa- 
ber noticias  del  día.  Recordaremos  aquí  que  es  a  la  in- 
troducción del  café  en  Francia  que  se  debe  la  inven- 
ción de  las  gacetas  y  periódicos.  Las  damas  de  la  aris- 
tocracia hacían  muchas  veces  parar  sus  coches  delan- 
te de  las  tiendas  de  café  y  lo  tomaban  desde  la  puerte- 
cilla  en  tazas  de  plata. 

El  éxito  alcanzado  por  Esteban  de  Alepo  y  Proco- 


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pió,  cuyo  café  era  frecuentado  por  V'oltaire,  Pirón, 
Fontenelle,  Saint-Foix,  etc.,  etc.,  quienes  juzgaban  allí 
las  obras  nuevas  de  literatura,  decidieron  a  algunos 
especuladores  a  abrir  varios  establecimientos  del  mis- 
mo género.  El  café  de  la  Regencia,  situado  en  la  pla- 
za del  palacio  Real,  obtuvo  una  gran  celebridad  con 
motivo  de  los  jugadores  de  ajedrez  que  lo  frecuenta- 
ban. Era  tal  la  afluencia  de  los  espectadores  para  ver 
a  Juan  Jacobo  Rousseau,  que  el  teniente  de  policía  te- 
nía que  mandar  un  centinela  a  la  puerta  del  café. 

Los  establecimientos  donde  se  preparaba  el  café 
-8^  multiplicaban  insensiblemente-  Bajo  el  reinado  de 
Luis  XV,  contábanse  más  de  seiscientos;  hoy  día  es 
inmenso  y  no  tiende  a  disminuir. 

x\l  principio  del  siglo  XVHI  la  Arabia  suminis- 
traba a  la  Europa  todo  el  café  que  se  consumía.  Can- 
sados de  pagar  un  tributo  asaz  fuerte  para  este  pre- 
cioso grano,  los  europeos  trataron  de  cultivar  el  ár- 
bol que  lo  produce. 

Alas  dos  grandes  obstáculos  se  oponían  al  buen 
éxito  de  sus  proyectos:  los  árabes  no  dejaban  llevar 
los  cafetos,  y  las  tentativas  que  se  hicieron  para  ha- 
cer germinar  el  grano  de  café,  dieron  a  pensar  ([ue 
los  árabes  lo  mojaban  con  agua  hirviente  o  lo  hacían 
secar  al  horno  antes  de  venderlo,  para  conservar  siem- 
pre el  monopolio  del  café.  El  desengaño  vino  cuando 
se  hubo  transportado  el  árbol  mismo  de  Batavia.  En- 
tonces se  convencieron  que  la  semilla  no  germina  si- 
no cuando  se  siembra  recientemente  tomada  del 
árbol. 

Un  francés  tuvo  el  honor  de  probar , el  cultivo  del 
café  en  un  clima  diferente  al  suyo;  sembró  en  1670 
en  los  alrededores  de  Dijon  unas  semillas  que  salie- 
ron pero  no  prosperaron. 

Nicolás  Witsen,  de  Amsterdam,  fué  el  primero  que 
en  1690  trí\nsportó  una  bayas  frescas  según  unos,  el 


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árbol  según  otros,  de  Moca  a  Balavia.  Este  ensayo  tu- 
vo el  más  feliz  éxito. 

El  Gobernador  de  Batavia  mandó  en  el  mismo  año 
un  pie  de  café  para  los  invernáculos  de  Amstardam. 
El  señor  de  Ressous,  teniente  de  artilleria  y  aficiona- 
do a  la  ]x)tánica,  llevó  de  Holanda  a  Francia  un  pie 
de  café  (|ue  fué  presentado  a  Luis  X\'  en  Marly 
(1712),  (le  donde  fué  enviado  al  Jardín  de  Plantas; 
produjo  ñores  y  frutos  y  no  tardó  en  perecer.  Fué  en- 
tonces cuando  Brancas,  burgomaestre  de  Amsterdam, 
envió  en  1714  otro  pie  como  regalo  a  Luis  XIV. 

Este  pie,  criado  en  el  Jardín  de  Plantas  de  París 
bajo  el  cuidado  de  Jousieu,  ha  sido  el  origen  de  los  ca- 
fetos que  se  cultivan  en  las  x\ntillas  y  casi  toda  la 
América. 

Desde  T8i6*unos  plantíos  criados  de  semillas  del 
Jardín  de  Plantas,  fueron  confiados  a  Isamberi,  mé- 
dico, para  transportarlos  a  las  colonias  francesas ;  mas 
este  médico  habiendo  nuierto,  esta  primera  tentativa 
no  tuvo  el  éxito  que  se  esperaba. 

En  1723  de  Chirac,  médico,  confió  a  de  Clieux, 
gentil  hombre  normando,  un  pie  de  café  para  ser 
transportado  a  la  Martinica.  La  travesía  fué  larga  y 
])eligrosia,  el  agua  hacía  falta  a  bordo  y  no  se  distri- 
buía sino  por  pequeñas  raciones ;  de  Clieux,  que  com- 
prendía toda  la  importancia  de  propagar  este  fruto  en 
las  colonias  de  América,  y  quería  conservar  para  su 
país  una  mera  fuente  de  riqueza,  dividió  con  el  pe- 
queño fruto  que  se  le  había  confiado,  la  ración  de  agua 
que  se  le  daba,  y  tuvo  la  dicha  de  desembarcarlo  en 
la  Martinica,  débil  pero  no  en  un  estado  desesperado. 

Entonces  sus  cuidados  redoblaron,  lo  plantó  en  su 
jardín,  en  el  lugar  más  favorable  a  su  desarrollo,  lo 
protegió  por  un  seto  de  espinas  y  lo  hizo  guardar  a  la 
vista.  Tuvo  el  primer  año  la  satisfacción  de  cosechar 
dos  libras  de  semillas. 


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Dio  algunas  a  de  la  Guarigue,  coronel  de  las  mi- 
licias de  la  Martinica,  y  a  varios  habitantes  de  la  is- 
la que  las  sembraron. 

Blondel  Jouvencourt,  comprobó  por  un  auto  en 
debida  forma,  con  fecha  22  de  Febrero  de  1726,  que 
existían  en  d  jardín  de  Survilllier,  en  le  cuartel  de 
Santa  María,  varios  pies  de  café,  y  entre  otros,  nue- 
ve árboles  de  más  de  veinte  meses ;  en  el  mismo  auto 
constaba  la  existencia  en  la  ^Martinica  de  doscientos 
árboles  cargados  de  flores  y  frutos ;  de  más  de  dos  mil 
menos  adelantados,  y  de  una  cantidad  de  otros  cuyas  se- 
millas estaban  solamente  naciendo.  El  padre  Labat,  a 
quien  de  Sourvilllier  envió  esta  certificación,  refiere 
en  su  obra  que  los  nueve  pies  mentados  arriba,  han 
producido  en  un  año,  cuarenta  y  una  libras  de  café, 
sin  contar  más  de  mil  semillas  que  dio  a  sus  amigDs 
para  que  las  sembrasen,  y  las  que  le  fueron  robadas. 

Los  cafetos  prosperaban,  pues,  en  la  Martinica  y 
las  cosechas  eran  ya  algo  abundantes,  cuando  el  7  de 
noviembre  de  1727,  un  horrendo  terremoto  que  duró 
muchos  días  y  que  conmovió  la  montaña  hasta  sus  ci- 
mientos, hizo  perecer  todos  los  palos  de  cacaos,  prin- 
cipal riqueza  de  la  isla,  y  redujo  a  la  mendicidad  a 
más  de  la  mitad  de  los  habitantes. 

Esta  horrible  catástrofe  se  volvió  en  provecho  del 
café  y  activó  su  cultivo  en  la  Martinica.  Tal  fué  el  em- 
peño y  la  perseverancia  de  los  colonos,  que  esta  isJ- 
produjo  por  sí  sola  más  del  café  necesario  para  el  coix- 
sumo  de  toda  la  Francia. 

Sin  el  don  precioso  del  honorable  de  Clieux,  la  co- 
lonia, desprovista  de  todo  recurso  por  la  ruina  de  las 
plantaciones  de  cacao,  estaba  completamente  perdi- 
da ;  y  sin  embargo,  de  Clieux,  después  de  haber  enri- 
quecido a  la  Martinica  con  este  ramo  de  comercio,  mu- 
rió pobre  e  ignorado  a  la  edad  de  noventa  y  siete  años 
en  1775. 

Café  —2 


INTENTIONAL  SECOND  EXPOSURE 


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árbol  según  otros,  de  Moca  a  Bata\  ia.  Este  ensayo  tu- 
vo eimás  feliz  éxito. 

El  Gobernador  de  Batavia  mandó  en  el  mismo  año 
un  pie  de  café  para  los  invernáculos  de  Amstardam.  ' 
El  señor  de  Ressous,  teniente  de  artillería  y  aficiona- 
do a  la  botánica,  llevó  de  Holanda  a  Francia  un  pie 
de  café  ((ue  fué  presentado  a  Luis  X\'  en  Marly 
(1712),  de  donde  fué  enviado  al  Jardín  de  Plantas; 
produjo  ñores  y  frutos  y  no  tardó  en  perecer.  Fué  en- 
tonces cuando  Brancas,  burgomaestre  de  Amsterdam, 
envió  en  1714  otro  pie  como  regalo  a  Luis  XIV. 

Este  pie,  criado  en  el  Jardín  de  Plantas  de  París 
bajo  el  cuidado  de  Jousieu,  ha  sido  el  origen  de  los  ca- 
fetos que  se  cultivan  en  las  Antillas  y  casi  toda  la 
América. 

Desde  T8i6*unos  plantíos  criados  de  semillas  del 
Jardín  de  Plantas,  fueron  confiados  a  Isamberi,  mé- 
dico, para  transportarlos  a  las  colonias  francesas ;  mas 
este  médico  habiendo  muerto,  esta  primera  tentativa 
no  tuvo  el  éxito  que  se  esperaba. 

En  1723  de  Chirac,  médico,  confió  a  de  Clieux, 
gentil  hombre  normando,  un  pie  de  café  para  ser 
transportado  a  la  Martinica.  La  travesía  fué  larga  y 
peligrosa,  el  agua  hacía  falta  a  bordo  y  no  se  distri- 
buía sino  por  pequeñas  raciones ;  de  Clieux,  que  com- 
prendía toda  la  importancia  de  propagar  este  fruto  en 
las  colonias  de  América,  y  quería  conservar  para  su 
país  una  mera  fuente  de  riqueza,  dividió  con  el  pe- 
queño fruto  que  se  le  había  confiado,  la  ración  de  agua 
que  se  le  daba,  y  tuvo  la  dicha  de  desembarcarlo  en 
la  Martinica,  débil  pero  no  en  un  estado  desesperado. 

Entonces  sus  cuidados  redoblaron,  lo  plantó  en  su 
jardín,  en  el  lugar  más  favorable  a  su  desarrollo,  lo 
protegió  por  un  seto  de  espinas  y  lo  hizo  guardar  a  la 
vista.  Tuvo  el  primer  año  la  satisfacción  de  cosechar 
dos  libras  de  semillas. 


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Dio  algunas  a  de  la  Guarigue,  coronel  de  las  mi- 
licias de  la  Martinica,  y  a  varios  habitantes  de  la  is- 
la que  las  sembraron. 

Blondel  Jouvencourt,  comprobó  por  un  auto  en 
debida  forma,  con  fecha  22  de  Febrero  de  1726,  que 
existían  en  el  jardín  de  Survilllier,  en  le  cuartel  de 
Santa  María,  varios  pies  de  café,  y  entre  otros,  nue- 
ve árboles  de  más  de  veinte  meses;  en  el  mismo  auto 
constaba  la  existebcia  en  la  Martinica  de  doscientos 
árboles  cargados  de  flores  y  frutos ;  de  más  de  dos  mil 
menos  adelantados,  y  de  una  cantidad  de  otros  cuyas  se- 
millas estaban  solamente  naciendo.  El  padre  Labat,  a 
quien  de  Sourvilllier  envió  esta  certificación,  refiere 
en  su  obra  que  los  nueve  pies  mentados  arriba,  han 
producido  en  un  año,  cuarenta  y  una  'libras  de  café, 
sin  contar  más  de  mil  semillas  que  dio  a  sus  amigos 
para  que  las  sembrasen,  y  las  que  le  fueron  robadas. 

Los  cafetos  prosperaban,  pues,  en  la  Martinica  y 
las  cosechas  eran  ya  algo  abundantes,  cuando  el  7  de 
noviembre  de  1727,  un  horrendo  terremoto  que  duró 
muchos  días  y  que  conmovió  la  montaña  hasta  sus  ci- 
mientos, hizo  perecer  todos  los  palos  de  cacaos,  prin- 
cipal riqueza  de  la  isla,  y  redujo  a  la  mendicidad  a 
más  de  la  mitad  de  los  habitantes. 

Esta  horrible  catástrofe  se  volvió  en  provecho  del 
café  y  activó  su  cultivo  en  la  Martinica.  Tal  fué  el  em- 
peño y  la  perseverancia  de  los  colonos,  que  esta  isJ'^ 
produjo  por  si  sola  más  del  café  necesario  para  el  coix- 
sumo  de  toda  la  Francia. 

Sin  el  don  precioso  del  honorable  de  Clieux,  la  co- 
lonia, desprovista  de  todo  recurso  por  la  ruina  de  las 
plantaciones  de  cacao,  estaba  completamente  perdi- 
da; y  sin  embargo,  de  Clieux,  después  de  haber  enri- 
quecido a  la  Martinica  con  este  ramo  de  comercio,  mu- 
rió pobre  e  ignorado  a  la  edad  de  noventa  y  siete  años, 
en  1775. 

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En  1804,  de  Laussat,  prefecto  de  la  colonia,  pro- 
yectó levantarle  un  monumento  en  el  lugar  mismo  en 
donde  había  plantado  el  primer  pie,  objeto  de  su  so- 
licitud y  fuente  de  riqueza  para  la  isla;  este  proyecto 
no  fué  ejecutado  por  haber  sido  tomada  la  Martinica 
por  los  ingleses  en  1809.  Si  no  se  ha  levantado  un  mo- 
numento en  honor  de  este  viajero  benéfico,  dice  Tus- 
sac  en  su  Flor  de  las  Antillas,  hablando  de  de  Clienx, 
debe  existir  en  el  corazón  de  todoé  los  colonos. 

De  la  Martinica  lleváronse  algunos  pies  a  Santo 
Domingo,  Guadalupe  y  otras  islas  adyacentes.  Algu- 
nos autores  pretenden  que  el  café  había  sido  transpor- 
tado a  Santo  Domingo  desde  171 5. 

El  cultivo  del  café  se  propagó  rápidamente  en  Gua- 
dalupe, pero  hoy  se  ha  descuidado  por  el  de  la  caña 
de  azúcar. 

Después  de  1718  los  holandeses  lo  cultivaban  con 
buen  éxito  en  Surianam  (Giiayana  Holandesa.)  Un 
reo  llamado  Mousgues,  huyó  de  la  Guayana  Francesa, 
pero  deseando  regresar  a  ella,  escribió  desde  Surinam 
a  Lamotte  Aigron,  teniente  del  rey  en  Cayena,  que  si 
le  daba  indulto,  a  pesar  de  las  penas  rigurosas  a  que 
se  exponía  si  llegaba  a  ser  descubierto,  llevaría  de 
Suriman  semillas  de  café  en  estado  de  germinar.  Ba- 
jo la  palabra  que  se  le  dio,  llegó  a  Cayena  en  1772  tra- 
yendo consigo  460  gramos  de  café  recientemente  co- 
sechado, los  entregó  al  comisario  ordenador  de  la  ma- 
rina, d'Albion,  que  lo  hizo  sembrar.  Las  siembras  se 
dieron  perfectamente  y  pronto  la  colonia  se  cubrió  de 
plantaciones. 

En  1717  ó  1718  la  Compañía  Francesa  de  las  In- 
dias, establecida  en  París,  envió  a  la  isla  de  Borbón 
(hoy  isla  de  Reunión)  con  un  capitán  de  buque  de  San 
Malo,  llamado  Dufougeret-Grenier,  algunos  pies  de 
café,  de  Moka. 

Fueron  entregados  en  esta  isla  al  teniente  del  rey, 
Desforges-Boucher.  No  quedaba  más  que  un  solo  pie 


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de  este  envío  en  1720,  pero  produjo  tanto  este  año 
que  se  sembraron  15,000  semillas  [yor  lo  menos.  Todos 
los  cafetos  cultivados  actualmente  en  la  isla  descien- 
den de  estas  plantas  y  producen  el  café  que  en  el  co- 
mercio recibe  el  nombre  de  café  de  Borbón. 

Sólo  en  1726  la  isla  de  Borbón  empezó  a  entre- 
gor  café  al  comercio.  Preténdese  que  existe  una  es- 
pecie de  café  indígena  de  esta  isla. 

Los  habitantes  de  Borbón,  según  refieren  algunos 
autores,  habiendo  visto  en  un  buque  francés  que  re- 
gresaba de  Moka,  unas  ramas  de  cafeto  ordinario  car- 
gado de  hojas  y  de  frutos,  reconocieron  desde  luego 
que  tenía  en  sus  montañas  algunos  árboles  entera- 
mente semejantes;  fueron  a  buscar  ramas  cuva  com- 
paración con  lasque  habían  sido  traídas  resultó 
exacta,  tanto  por  la  hoja  como  por  el  fruto  y  demás 
partes  del  vegetal. 

El  café  resultó,  no  obstante,  algo  más  largo,  más 
menudo  y  algo  más  verde  que  el  de  Arabia. 

En  la  isla  de  Jamaica,  una  de  las  Antillas  más  im- 
portantes en  materia  de  café,  se  atribuye  a  Nicolás 
Laws  la  introducción  del  cafeto,  hacia  el  año  de  1728. 

La  prematura  muerte  de  Laws,  acaecida  tres  años 
después  de  la  introducción  de  la  planta,  había  malo- 
grado una  empresa  tan  importante,  pero  el  interés  de 
los  colonos  suplió  la  falta  del  distinguido  filántropo. 
En  efecto,  con  el  objeto  de  favorecer  el  desarrollo  del 
cultivo  del  cafeto,  los  principales  comerciantes  de  Ja- 
maica solicitaron  del  Parlamento  Inglés  un  decreto 
que  disminuyese  los  impuestos  sobre  el  café  de  esta 
isla  en  la  Gran  Bretaña. 

Disminuido  el  impuesto  y  aumentado  el  consumo, . 
el  cultivo  del  café  en  Jamaica  fué  tan  lucrativo,  que 
muy  pronto  tomó  grandes  proporciones. 

La  introducción  del  cafeto  en  las  colonias  españo- 
las tuvo  lugar  en  1748.  D.  Juan  Antonio  Gelabert  lo 
introdujo  en  Cuba  hacia  este  época,  aunque  autores 


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20 

hay  que  aseguran  que  en   1769  fué  llevado  de  San 
Juan  de  Puerto  Rico  con  la  emigración  de  los  coló- 

nos  franceses. 

Es  probable  que  en  México  se  introdujera  el  café 
de  las  Antillas  a  fines  del  siglo  pasado,  pues  según  da- 
tos publicados  sobre  el  Comercio  interior  y  exterior 
de  México,  por  D.  Miguel  Lerdo  de  Tejada.  Citado  por 
el  señor  Matías  Romero,  entre  los  productos  exix^r- 
tados  por  el  puerto  de  X'eracruz  los  años  de  1802,  1803 
y  1805,  el  café  figura  en  las  proporciones  de  272,  493 
y  336  quintales  respectivamente- 

El  café  producido  en  aquellos  años  lo  fué  proba- 
blemente en  Córdoba,  que  pasa  por  ser  el  primer  lu- 
gar de  la  República  donde  se  ha  cultivado,  aunque  se- 
gún opinión  de  personas  respetables,  el  cultivo  del  ca- 
feto fué  introducido  en  Córdoba  en  181 7  por  D.  Juan 
Antonio  Gómez,  quien  lo  propagó  con  sumo  esmero  y 
pasa  por  ser  el  introductor  en  México  de  tan  produc- 

úv^.  planta. 

Nosotros 'Creemos  que  la  introducción  del  cafeto  a 
nuestro  pais  es  anterior  al  presente  siglo. 

El  buen  precio  del  café  de  las  Antillas  en  los  prin- 
cipales mercados  y  la  fácil  producción  de  la  planta  en 
los  terrenos  de  las  cercanías  de  Córdoba,  pudieron  de- 
terminar a  nuestros  cultivadores  a  emprender  su  cul- 
tivo y  a  exportar  a  principios  de  este  siglo  las  canti- 
dades de  café  que  quedan  apuntadas. 

Los  transtornos  ocasionados  por  la  guerra  de  in- 
dependencia y  la  abolción  de  la  esclavitud,  debieron  es- 
torbar el  desarrollo  de  este  cultivo  que  cayó  en  aban- 
dono hasta  181 7,  época  en  la  cual  el  señor  Juan  An- 
tonio Gómez  tuvo  el  gran  mérito  de  impulsarlo  consi- 
derablemente- 

En  efecto,  en  la  obra  antes  citada  se  expresa  que  ' 
en  los  años  que  siguieron  al  de  1805  no  se  registra  nin- 
guna partida  de  café  exportada  hasta  1825  y  1826 

(1)  Citado  por  ©1  ^fiar  Matías  Romtero. 


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que  hubo  exportaciones  de  33  y  20  quintales  respec- 
tivamente. 

De  Córdoba  el  cafeto  se  extendió  a  los  cantones 
adyacentes,  ocupando  gran  parte  del  litoral  del  Gdfo. 

En  las  costas  del  Pacifico  el  café  ha  tenido  otro 
origen.  En  1828  el  ilustre  Michelena  trajo  a  su  regre- 
so de  Londres  una  pequeña  cantidad  de  semilla  dd 
de  México,  por  D.  Miguel  Lerdo  de  Tejada,  (i )  entre 
café  de  Moka;  semilla  que  sembrada  en  terrenos  (k 
su  hacienda  de  Farota,  ubicada  en  Ario,  produjo  los 
pies  que  más  tarde  se  propagaron  en  Uruapan,  el  res- 
to de  la  zona  cafetera  de  Michoacán,  y  probablemen 
te  en  Colima  donde  lo  introdujo  D.  Ignacio  Ochoa. 

El  café  que  se  cultiva  en  el  Estado  de  Chiapas  eí 
de  origen  guatemalteco,  pues  en  1847  ^^  señor  Man* 
chinelli,  de  origen  italiano,  importó  de  San  Pablo  d  * 
Guatemala  algunas  matas  que  sembró  en  Tuxth 
Chico. 

El  cultivo  del  café  en  Oaxaca  es  muy  reciente.  A 
consecuencia  del  descubrimiento  de  los  colores  de  ani- 
lina, la  riqueza  principal  del  Estado,  la  grana,  sufrió 
un  golpe  terrible  que  hizo  decaer  su  cultivo  y  aun 
abandonarlo. 

El  señor  D.  Manuel  Posada  y  posteriormente  al- 
gunas otras  personas  se  dedicaron  a  la  industria  ca- 
fetera con  tan  buen  éxito  que  muy  pronto  olvidaron 
el  desastre  de  la  cochinilla. 

Descripción  Botánica 

El  cafeto  es  un  arbusto  que  en  el  continente  afri- 
cano, su  patria,  y  en  algunas  partes  del  asiático,  al- 
canza alturas  de  12  y  14  metros,  pero  que  en  la  zona 
cafetera  de  la  América  no  pasa  de  4  á  6.  Los  botánicos 
le  han  colocado  en  la  familia  de  las  Rubiáceas  a  la  ca- 
beza de  un  grupo  al  que  ha  dado  su  nombre :  el  grupo 
de  las  Coff caces. 


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22 

Es  planta  de  flores  hermafroditas  (ñg.  i)  y  re- 
gulares, de  receptáculo  cóncavo,  alojando  al  ovario  y 
nevando  en  sus  bordes  un  cáli^  gamosépalo  corto,  de 
cinco  divisiones  poco  pronunciadas  (acompañado  co- 
munmente de  una  capa  de  materia  cerosa),  algunas 
veces  aun  nulas-  Corola  hipocriterimorfa  o  infundibu- 
lif orme,  glabra  o  velluda  en  la  garganta ;  de  limbo  cor- 
tado en  cuatro  o  cinco  lóbulos  torcidos  en  el  botón.  Los 
estambres  (dimorfos  en  la  coffea  arábica)  alternos, 
se  componen  de  un  filamento  ordinariamente  corto  que 
se  adhiere  a  la  garganta  de  la  corola  o  en  el  seno  de 
sus  divisiones  y  soporta  una  antera  dorsifija  (en  la 
coffea  arábica  el  conectivo  está  bombeado  y  el  vér- 
tice del  filamento  se  inserta  sobre  el  dorso,  permane- 
ciendo rígido,  de  modo  que  la  antera  no  es  oscilante) 
mtrorsa,  de  dos  lóculos  estrechos  dehiscentes  cerca  de 
ios  bordes,  inclusas  o  exertas. 

El  gineceo  se  comix)ne  de  un  ovario  infero  ordina- 
riamente bilocular  (alg^mas  veces  tri,  pero  nunca  mo- 
nocular), coronado  de  un  disco  epigíneo  grueso  y  de 
un  estilo  incluso  o  exerto,  cuya  extremidad  se  divide 
en  dos  ramas  rectas  o  curvas  (curvas  en  el  C.  arábica) 
cargadas  de  papillas  estigmáticas  hacia  adentro;  en  el 
águlo  interno  de  cada  lóculo,  se  inserta  a  una  altura 
variable  un  óvulo  peltado,  incompletamente  anátro- 
po  de  microphylo  dirigido  abajo  y  hacia  afuera  (ro- 
deado de  un  obturador  placentario). 

El  fruto  {ñgs:2  y  3 )  es  una  drupa  oblonga  o  esfé- 
rica más  o  menos  carnosa,  encerrando  dos  núcleos 
delgados  y  pergaminosos,  más  o  menos  fuertes,  grue- 
sos y  resistentes,  convexos  hacia  afuera  y  planos  ha- 
cia adentro  si  son  en  número  de  dos-  La  cara  plana 
presenta  un  surco  vertical  más  o  menos  profundo  que 
se  ve  reproducido  en  la  semilla.  La  semilla  se  copó- 
me de. un  albumen  córneo  de  color  plomo- verdoso  opa- 
co, enrollado  sobre  sus  bordes  y  conteniendo  el  inte- 
rior un  embrión  excéntrico,  dorsal,  próximo  a  la  ba- 


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23 

se  del  grano ;  sus  cotiledones  son  foliáceos,  elipticos  y 
su  radícula  inferior  y  bastante  larga. 

La  semilla  está  rodeada  de  una  doble  envoltura 
perfectamente  adherida  al  albumen,  del  cual  no  se  di- 
ferencia al  principio.  Cuando  el  fruto  ha  llegado  a  su 
mayor  grado  de  desarrollo  se  encuentra  entre  la  ca- 
pa pergaminosa  y  el  albumen  una  película  sumamen- 
te tenue,  esí)ejisa  y  casi  transparente,  que  resulta  de 
la  diferenciación  del  tegumento  externo.  Suele  des- 
arrollarse sólo  un  óvulo  y  entonces  el  grano  único  es 
convexo  por  toda  la  periferia  y  ocupa  casi  el  centro 
del  fruto,  el  lóculo  estéril  permanece  rudimentario. 
El  grano  toma  entonces  el  nombre  de  caracolillo  por 
la  semejanza  que  tiene  con  la  concha  de  algunos  mo- 
luscos. 

Los  cafetos  son  arbustos  glabros,  de  hojas  opues- 
tas (fig.  3),  raras  veces  temadas,  acompañadas  de 
estipulas  interpeciolares  (o  intrapecidlares),  conadas 
en  vaina  en  una  extensión  variable  y  generalmente 
acuminadas.  En  su  interior  se  encuentran  papillas 
blandas  o  bastones  glandulosos  que  secretan  una  subs- 
tancias cerosa  abundante. 

Las  flores,  bastante  grandes,  blandas  y  olorosas 
están  reunidas  en  la  axila  de  las  hojas,  en  cimas  com- 
puestas de  pedículas  o  pedicelas  acompañadas  de  brac- 
teas  o  brateclolas  frecuentemente  conadas  y  rodea- 
das como  las  espípulas,  de  una  substancia  glotinosa. 

Existen  descritas  muchas  especies  de  coffeáceas 
y  muchas  de  ellas  se  cultivan ;  pero  la  principal  y  más 
cultivada  (la  descrita  primero),  es  sin  duda  la  Coffea 
arábica,  cuyo  nombre  recuerda  su  origen.  Esta  espe- 
cie ha  producido  un  crecido  número  de  variedades 
que  se  explotan  en  muchos  lugares  del  mundo,  siendo 
la  más  apreciada  la  variedad  llamada  moca,  que  crece 
en  el  Yemen  y  se  reputa,  acaso  sin  razón,  como  la  de 
primera  calidad  en  d  mundo.  Entre  nosotros,  si  la  tra- 
dición es  verídica,  se  encuentran  subvariedades  de  la 


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24 

moca,  cuyo    exquisito  gusto  no  deja    desmentir    su 
^origen,   (i) 

La  variedad  mirto  se  considera  como  la  segun- 
da en  calidad.  Esta  variedad  se  distingue  de  la  ante- 
rior por  la  forma  de  su  hoja  que  es  más  alargada  y 
por  la  pequenez  del  tubo  de  su  corola.  Es  la  variedad 
cultivada  en  Java  y  Sumatra,  abundante  en  las  Anti- 
llas, y  es  probablemente  la  variedad  que  se  cultiva  en 
Venezuela,  Centro  América  y  la  mayor  parte  de  la 
República.  En  el  Brasil  se  cultivan  mucho  las  varie- 
dades Batard  y  Maragógica,  que  aunque  son  menos 
apreciadas  que  las  anteriores  tienen  la  ventaja  de  ser 
más  rústicas  y  productivas. 

Las  variedades  Edem  y  Bastardo  que  cultivan  en 
la  isla  de  la  Reunión,  son  inferiores  y  no  tienen  la 
importancia  que  se  ha  pretendido  darles. 

A  la  especie  arábica  corresponden  quizá  algunas 
variedades  silvestres  que  vegetan  en  las  costas  del  Gol- 
fo y  que  se  conocen  vulgarmente  con  el  nombre  gené- 
rico de  cafecillo,  aunque  algunas  opiniones  tienen  su 
lugar  en  la  C.  Mexicanoe  de  D.  C.  Por  hoy  no  tienen 
importancia  práctica  ninguna. 

Además  de  la  C.  arábica  debemos  mencionar  las 
especies  Rocemosa,  Laurínea  y  Liberiana. 

La  primera  ha  producido  algunas  variedades  que 
se  cultivan  en  el  Perú.  La  segunda,  importada  de  las 
costas  del  África  en  los  primeros  años  de  este  siglo, 
ha  dado  nacimiento  a  una  variedad  muy  rústica  que 
hoy  se  cultiva  en  la  isla  de  la  Reunión:  la  variedad 
Le  Roy,  del  nombre  del  capitán  del  buque  que  allí  la 
introdujo.  La  tercera,  originaria  de  la  Liberia,  es  más 
robusta,  menos  exigente  y  quizá  más  productiva,  aun- 
que las  tentativas  hechas  para  propagarla  en  México 
no  han  sido  fructuosas.  Creemos  que  es  preferible  me- 
jorar nuestro  cultivo  con  las  variedades  que  tenemos 
antes  que  introducir  otras  cuya  reputación  es  dudosa- 

(1)   Coíliima  y  Uruápan. 


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25 


COMPOSICIÓN  química 

Con  más  o  menos  éxito,  Léfebre,  Bourdelin,  Géo- 
ffroy,  Giiindet,  Robiquet,  Payen  y  otros,  han  hecho 
en  distinta  época  análisis  del  café  que,  incompletos  al 
principio,  se  han  perfeccionado  sucesivamente  hasta 
ponerse  en  nuestros  días  a  la  altura  de  los  actuales 
conocimientos  de  la  química  analítica. 

Sería  ocioso  hacer  una  reseña  de  los  varios  aná- 
lises  que  del  café  han  hecho  los  sabios  químicos  men- 
cionados; para  llenar  nuestro  objeto  sólo  daremos  a 
conocer  los  más  recientes,  asi  como  algunas  de  las  pro- 
piedades del  alcaloide  que  contiene. 

Según  Payen  lOO  partes  de  café  encierran: 

Le^mina,  cafeína,   etc 10.00 

Cafeína  libre .....  0 .800 

Materia  azoada 3.00 

Substanciáis  grasas 13.000 

Glucosa,  dteactriua  y  ácido  vegetad 

indeterminado 15.500 

Cloroigdnato  dte  potasa  y  cafeína ...  5 .  000 

Aceite  esencial  concreto  insolubre .  .  0.001 
Esencia  aromática  soluble  de  olor 

suave 0.002 

Gdulosa 34.000 

Substancias  miniefrates 6 .  697 

Agua 12.000 

100.000 

Las  substancias  minerales  contenidas  en  el  café 
son  principalmente,  potasa,  sosa,  cal,  magnesia,  óxido 
de  hierro,  ácidos  sulfúricos,  fosfórico,  etc.  * 

Ch.  Graham,  Stenhouse  y  Campbell  han  obtenido 
para  la  composición  de  las  cenizas  del  café: 


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26 

Potasa 55.10  54.00  1.00  0.72  0.59 

Cal 4.10  4.11  16.34  16.54  16.98 

Magnesia 8.42  8.20  3.82  3.10  5.26 

Acido  fosfórico.    .  10.36  11.05  10.80  11.30  10.15 

Acádb  sulfúrico  .  .  3.62  3.49  8.66  8.37  8.87 

Acido  carbónico.    .  17.47  18.13  53.20  53.72  51.52 

Caoro 1.11  0.26  4.16  6.16  5.87 

Oxido  de  hi^iTO...  0.45  0.73  0.63  0.44  0.44 


100.63     99.97     96.06  100.18     99.68 

Según  observaciones  hechas  por  el  autor,  auxiHa- 
do  por  el  señor  Hilario  Cuevas,  en  el  cafetal  "Unión 
Ibérica,"  Cuicatlán,  Oaxaca,  el  café  contiene: 

Café  comercial 20.00 

Pergamiino 5 .  00 

Mucílago  y  agua 35 .  00 

Pulpa '  ..  40.00 


100.00 


.as  diversas  partes  de  la  baya  contienen: 


Cerezas  frescas  (maduras).    .    .  37.76  62.24 

Pulpa  fresca 22.20  77.80 

Café  beeiificiado 81.10  18.90 

Pergamino  seco 86.00  14.00 


TOO  partes  de  materia  seca  contienen 


Cerezos 8 .  82  1 .  65 

Pulpa 6.79  1.47 

Café 3.69  2.08 

Pergamino 1 .  16  0 .  48 


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27 

lOO  partes  de  materia  natural  contienen : 

Ceres^as 1.44  0.62 

Puflpa .■ 1.50  0.32 

Café 2.99  1.68 

Pergamino 0.92  0.38 

Ceaizis    ea 

ComposkiÓB  388  kiloframos 

centesimal  de  las  Cenizas    en        it  bayas  «ne  «Ua 

cenizas    de    las        100  kilograiMs        100  IdlcgraaMs 

ba;as  enteras.  dejiajras.  ée  café. 


Acido  fosfórico 7.11  0'«1024  0»«3974 

Acido  sulfúrico 2.96  O  0426  O   1652 

Cloro 1.30  O  0187  O  0728 

Cal 867  O   1249  O   4846 

Magnesia 6.25  O  0900  O   3492 

Potasa : 51.40  O   7402  2   8720 

Sosa 1.86  O  0268  O   1040 

Oxido  de  hierro 0.70  O  0101  O  0389 

Sílice  y  arena  (?) 1.19  O  0171  O  0663 

Acido  earbónico 18.56  O  2672  1    0368 

Materia  mineral 14400  5   5872 

Ázoe O  6200  2   3756 

El  cuadro  siguiente  representa: 

I."  Los  elementos  contenidos  en  3,880  kilogramos 
de  bayas  enteras.. 

2.°  Los  elementos  exportados  en  i,0(X)  kilobramos 
de  café  comercial. 

1,000    kilopa-  QiedarM  ea  la 

3,880  kilos  de  mos  de  café  co-  nipa   y    perga- 

bayas     *  iMrcial  mino. 

Acido  fosfórico 8'«-974  2^-897  l'«077 

Acido  sulfúrico 1    652  O   490  1    162 

Cloro O   728  O   212  O   516 

Cal 4   846  1    486  3   360 

Magnesia 3  492  2  599  1  193 

Potasa 28  720  14  441  14  279 

Ázoe : 23  856  16  800  7  029 


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28 


Se  ve,  pues,  que  el  cafeto  es  una  planta  que  parti- 
cularmente consume  potasa,  ázoe  y  ácido  fosfórico, 
noción  importante  desde  el  punto  de  vista  del  empleo 
de  los  abonos. 


El  café  debe  sus  propiedades  en  gran  parte  a  la 
cafeína,  substancia  descubierta  por  Runge  en  1820,  e 
identificada  con  la  teína  en  1838  por  Jobst  y  Mulder. 
La  cafeina  puede  obtenerse  agotando  el  café  por  el 
agua  caliente  que  la  disuelve  con  pequeñas  cantidades 
de  ácido  málico  y  malatos  ácidos.  Se  precipita  el  ácido 
málico  y  los  malatos  por  el  acetato  de  plomo,  y  des- 
pués de  filtrado  el  liquido,  se  elimina  el  exceso  de 
acetato  por  el  hidrógeno  sulfurado.  Después  de  una 
concentración  se  obtiene  la  cafeina  al  estado  de  agujas. 
(M.  Robiquet  y  Boutron.) 

La  cafeina  puede  purificarse  por  cristalizaciones 
en  el  éter. 

El  café  contiene  de  2  a  5  por  ciento  de  cafeina 
combinada  con  la  potasa  y  el  ácido  cloroginico. 

Puede  asimismo  obtenerse  la  cafeina  saturando 
los  ácidos  libres  en  una  infusión  por  el  carbonato  de 
sosa,  y  precipitando  el  licor  por  una  infusión  de  nuez  de 
agalla.  Se  deposita  tanato  de  cafeina  que  se  deseca, 
se  mezcla  con  cal  triturada,  y  se  agota  por  el  alcohol 
El  líquido  alcohólico  se  destila  y  el  residuo  se  purifica 
por  cristalizaciones  en  el  éter. 

Por  sublimación  puede  también  obtenerse  la  cafe- 
ina, aunque  según  Heynsius,  este  método  es  defectuo- 
so porque  una  parte  de  la  cafeina  se  destruye  por  el 
calor. 

La  cafeina  (  C      H^°   AZ*   O*  )   cristaliza  de  su 
solución  actiosa  en  agujas  finas  y  sedosas  con  8.4  por 
T(30  o  una  molécula  de  agua  de  cristalización  que  pier- 
de a  T  ^o".  Su  sabor  es  ligeramente  amargo,  se  funde 
a  ^yS''  y  se  sublima  a  185°.  La  cefeina  ea  soluble  en 


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29 

frío  en  el  agua  y  en  el  alcohol;  es  menos  soluble  en 
el  éter.  Cristalizada  en  el  alcohol  o  en  el  éter  es  anhi- 
dra. Su  densidad  es  de  1.23  á  19°  C. 

Solubilidad  de  la  cafeina  según  Comaille. 

ENTRE  15*  Y  17*  *     A  U  EBOLUOON 

AgJádra.  HidraUda.  AiMra.  Hidratada 

Cloroformo ,,  12.97  „  19.02 

Alcohola859 2.51  2.30 

Agua 1.47  1.35  49  73  45.55 

Alcohol  absoluto «,  0.61  ,,  3.12 

Éter „  0,0437  „  0  36 

Sulfurode  carbono ,,  0.0385  ,,  0.454 

Esencia  de  petróleo ,,  0.025  ,,  ,, 

Según  Strecker  se  funde  entre  los  234"  y  235". 

Por  la  acción  de»l  calor  la  cafeina  desprende  metyla- 
mina  cuando  está  en  presencia  de  un  ácido  orgánico 
capaz  de  suministrar  hidrógeno  (Payen,  Personne),  o 
cuando  se  la  hace  hervir  con  potasa  (Wurtz),  o  con 
hidrato  de  barita  (Strecker).' En  este  último  caso  se 
forma  un  nuevo  álcali,  la  cafeidina  (  C  H^^  AZ*0  ). 

En  presencia  del  ácido  azótico  hirviendo  despren- 
de vapores  nitrosos  y  produce  un  liquido  amarillento, 
que  toma  un  tinte  púrpura  si  se  le  agrega  una  peque- 
ña cantidad  de  amoniaco. 

El  cloro  obrando  sobre  la  cafeina  produce  com- 
puestos homólogos  a  los  que  produce  el  ácido  úrico 
ña  cantidad  de  amoniaco. 

Cuando  la  proporción  del  cloro  nó  es  considerable, 

los  compuestos  principales  son  el  ácido  amálico  (te- 

trametylaloxantina)  CG^'   H^^  ^74  qt^^  metylamina, 

el  cloruro  de   cianógeno  y  la  clorocafeina  (<C^  H®  Cl 

AZ*  O'  ). 


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30 

Calentada  con  ácido  clorhidrico  y  una  solución  de 
clorato  de  potasio  produce  la  aioxana  o  un  compuesto 
análogo  que  colora  la  piel  en  rojo. 

La  cafeina  se  distingue  de  la  morfina,  la  piperina, 
la  quinina  y  la  cinconina,  en  que  calentada  con  cal 
sodada  desprende  amoniaco  y  deja  una  mezcla  de  car- 
bonato potásico,  carbonato  sódico  y  cianuro  de  so- 
dium. 

Además  de  la  cafeina  se  encuentran  en  el  café 
otros  cuerpos  especiales,  como  son  el  ácido  cafeico  y 
el  ácido  cafetánico  o  cloroginico,  ambos  descubiertos 
y  descritos  por  Pfaff  en  1868,  y  estudiados  posterior- 
mente por  Rochleder  y  Hlasiwetz. 

El  ácido  cafetánico  existe  en  el  café  combinado 
con  la  potasa  y  con  la  cafeina,  formando  parte  del  ca- 
fetanato  o  cloroginato  de  potasa  y  cafeina. 

Al  efectuar  la  torrefacción  del  café  para  la  pre- 
paración de  la  bebida  ordinaria,  se  produce  un  gran 
número  de  cuerpos  que  no  han  sido  aún  perfectamen- 
te examinados.  El  más  interesante  es  sin  duda  el  prin- 
cipio aromático  que  ha  recibido  el  nombre  de  cafeona. 

Boutron  y  Fremy  aconsejan  el  método  siguiente 
para  obtener  la  cafeona:  Se  destila  una  cantidad  su- 
ficientemente de  agua  en  presencia  de  3  ó  4  kilogra- 
mos de  café  torrificado;  se  obtiene  un  liquido  aromá- 
tico que  agitado  con  el  éter  cede  a  éste  un  aceite  mo- 
reno más  pesado  que  el  agua  en  la  cual  es  poco  solu- 
ble. Este  aceite  es  la  cafeona. 


Clima 


j. 


El  café  nec.esita  para  su  perfecto  desarrollo  un 
clima  caliente  y  húmedo.  Nativo  de  las  regiones  ar- 
dientes del  África,  este  arbusto  sólo  puede  desarro- 
llarse en  aquellos  lugares  cuya  temperatura  es  sufi- 
cientemente elevada  para  conservar  el  calor,  que  es 
indispensable  a  sus  funciones  vegetativas. 


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31 

La  acción  de  la  temperatura  sobre  la  vegetación 
es  conocida.  El  calor  determina  la  evolución  de  los 
gérmenes  poniendo  en  juego  su  energía  vital,  entre 
ciertos  limites,  y  en  relación  con  el  grado  de  humedad 
favorece  la  floración  y  la  fructificación ;  pero  para  que 
la  influencia  de  esos  elementos  sea  eficaz  es  necesario 
que  se  mantenga  en  limites  precisos. 

Así,  una  temperatura  elevada  favorece  la  absor- 
ción por  las  raíces ;  la  transpiración  por  la  hojas,  ase- 
gura y  acelera  la  floración,  la  fecundación  y  la  madu- 
ración de  los  frutos. 

Por  el  contrario,  una  temperatura  fría  produce 
resultados  opuestos,  disminuye  las  funciones  de  todos 
y  cada  uno  de  los  órganos,  entorpece  y  aun  suspen- 
de la  vegetación. 

Además,  una  temperatura  elevada  puede  tener  dis- 
tintas influencias  sobre  la  vegetación;  cuando  va 
acompañada  de  una  sequía  considerable  del  sudo  y  la 
atmósfera,  ocasiona  desde  luego  un  estado  de  mar- 
chitamiento en  las  partes  verdes  de  los  vegetales,  por- 
que provoca  en  la  superficie  de  todos  los  órganos  una 
rápida  evaporación  que  las  raíces  no  pueden  contra- 
balancear con  una  también  rápida  absorción :  después, 
si  las  mismas  condiciones  permanecen,  si  el  calor  es 
aún  considerable,  las  hojas  caen,  se  detienen  las  fun- 
ciones del  vegetal  y  muy  pronto  entra  en  estado  de 
languidez  y  se  deseca  poco  a  poco.  Las  partes  exte- 
riores del  tallo  (el  líber  particularmente),  sitio  de  re- 
sidencia de  la  vida  vegetal,  se  secan  después  y  el  ár- 
bol muere. 

Cuando  a  una  temperatura  elevada  se  reúne  ie- 
lizmente  una  humedad  relativa,  se  observan  efectos 
extraordinarios.  Las  funciones  todas  del  vegetal  son 
más  rápidas,  la  nutrición  más  segura,  pero  el  vegetal 
se  cubre  de  hojas  y  se  torna  exuberante,  al  grado  de 
entorpecer  y  aun  impedir  la  floración  y  por  inmediata 
consecuencia  la  fructificación. 


32 

No  son,  sin  embargo,  tan  funestos  como  debieran 
los  efectos  de  una  elevada  temperatura,  porque  acti- 
vándose la  circulación  de  los  líquidos  nutritivos,  éstos,- 
proviniendo  del  suelo  que  conserva  siempre  una  tem- 
peratura inferior  a  la  de  la  atmósfera,  disminuyen 
por  la  suya  la  acción  del  calor  sobre  las  partes  verdes- 

La  naturaleza  del  terreno  y  la  profundidad  de  las 
raíces  tienen  también  cierta  influencia  propia  para 
contrarrestar  la  acción  del  calor. 

Los  vegetales  cuyas  raices  penetran  a  mayores 
profundidades  en  el  seno  de  la  tierra  sufren  menos 
con  un  calor  excesivo,  por  razón  de  que  en  el  estío 
la  temperatura  es  tanto  más  baja  cuanto  mayor  sea 
la  profundidad  a  que  se  observe. 

Los  terrenos  de  naturaleza  caliza,  de  color  claro, 
siendo  poco  absorbentes  del  calor,  harán  disminuir  la 
acción  funesta  de  éste,  en  tanto  que  las  arenas  silizo- 
sas  y  las  tierras  negras  favorecerán  la  acción  de  una 
temperatura  elevada. 

Debe  fijarse  mucho  la  atención  en  el  efecto  del 
frío,  pues  opera  la  muerte  de  las  yemas  floríferas  des- 
arrolladas, cuando  sobreviene  una  helada  intensa  en 
los  primeros  días  de  la  primavera  o  los  últimos  del 
invierno. 

Sin  embargo,  la  influencia  de  los  grandes  fríos  no 
es  igual  en  todos  los  vegetales. 

Las  plantas  abundantes  en  líquidos  nutritivos  son 
más  enérgicamente  atacadas  por  el  frío,  pues  como 
hemos  dicho  antes,  no  es  en  las  partes  leñosas  sobre 
las  que  obra  la  temperatura  sino  sobre  los  líquidos 
contenidos  en  los  vasos. 

Por  otra  parte,  en  igualdad  de  circunstancias,  es 
más  notable  la  acción  del  frío  sobre  los  vegetales  cu- 
ya savia  es  más  fluida  que  en  aquellos  en  que  es  más 
densa. 

En  efecto,  experimentos  de  Blagden  demuestran 
que  los  líquidos  viscosos,  tales  como  la  savia,  se  con- 


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33 

gelan  a  temperaturas  menos  elevadas  que  el  agua  pu- 
ra, y  son,  además  conocidos  los  experimentos,  que  de- 
muestran (jue  los  líquidos  se  congelan  difícilmente 
•cuando  están  encerrados  en  tejidos  capilares. 

La  influencia  de  los  fríos  intensos  es  por  lo  co- 
mún nociva  a  los  vegetales;  otro  tanto  puede  decirse 
de  los  calores  excesivos. 

La  planta  que  nos  ocupa  es  una  de  las  que  requie- 
ren más  calor  para  su  desarrollo.  Comunmente  se 
asigna  como  indispensable  para  su  completa  vegeta- 
ción una  temperatura  media  de  22°  á  2ff  C. 

Hay  que  advertir  que  la  temperatura  media  de 
una  localidad  no  da  por  sí  indicaciones  precisas  respec- 
to a  su  clima,  pues  es  sabido  que  los  lugares  que  tie- 
nen una  temperatura  media  igual  a  la  indicada  pue- 
den tener,  no  obstante,  temperaturas  extremas  nota- 
blemente diferentes. 

Las  líneas  isotermas  señaladas  por  Humboldt  y 
otros  observadores,  y  marcadas  en  las  cartas  climato- 
lógicas, no  refiriéndose  sino  a  la  temperatura  media 
de  los  lugares,  no  han  bastado,  por  lo  que  llevamos 
dicho,  para  las  necesidades  agrícolas  y  climatológicas, 
y  es  para  dar  nociones  de  más  valor  por  lo  que  se 
han  indicado  después  las  líneas  isóteras  e  isoquímenas. ' 

Las  indicaciones  de  temperatura  de  verdadera  uti- 
lidad en  nuestro  caso  y  en  la  mayoría  de  los  que  se 
refieren  a  estudios  agronómicos,  son  la  temperatu- 
ra máxima  y  mínima,  pues  como  hemos  indicado  an- 
tes, es  preciso  averiguar  si  las  temperaturas  extre- 
mas son  soportadas  por  el  vegetal  que  se  trata  de  cul- 
tivar. 

El.  cafeto,  que  puede  resistir  a  los  grandes  calo- 
res sin  sufrir  perjuicios  notables,  es  extraordinaria- 
mente sensible  al  frío,  y  debe  por  esto  tenerse  en  cuen- 
ta que  la  temperatura  mínima  de  la  localidad  no  ex- 

Café-  3 


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m?!*m^^?ysi4emma»'mmii^y  -ír«w«wi»«F- 


34 

ceda  de  ciertos  límites:  12°  son  todavía  soportables  al 
cafeto,  y  es  la  temperatura  que  se  asigna  como  mí- 
nima. 

Ahora  bien,  cuando  se  trate  de  establecer  una  ex- 
plotación agrícola,  es  difícil  hacer  determinaciones 
termométricas  que  requieren  observaciones  minucio- 
sas y  continuadas  para  ser  aprovechables- 

Circimstancias  hay  que  influyen  de  una  manera 
cierta  sobre  la  temperatura  y  que,  fáciles  de  conocer, 
conducen  al  conocimiento  de  a([uella  con  bastante 
aproximación. 

Las  principales  circunstancias  que  determinan  la 
temperatura  de  un  lugar,  son  las  siguientes: 

La  latitud.  Por  la  posición  que  ocupa  nuestro  pla- 
neta con  relación  al  sol,  la  cantidad  de  calor  que  de 
él  recibe,  y  que  es  por  otra  parte  el  calor  utilizable 
por  las  plantas,  está  muy  desigualmente  repartido. 

Las  regiones  colocadas  en  el  ecuador  son  las  que 
reciben  el  máximo  de  calor,  y  las  especies  que  en  ella 
vegetan  son  las  que  tienen  necesidad  de  mayor  can- 
tidad de  él  para  verificar  sus  funciones,  en  tanto  que 
en  las  cercanas  a  los  polos,  que  reciben  poco  del  calor 
solar,  la  vegetación  es  raquítica,  pobre  de  más  en  más, 
y  por  último  imposible. 

Entre  estos  extremos  están  todos  los  lugares  ^1- 
ya  temperatura  es  propicia  a  todas  las  especies  vege- 
tales; a  medida  que  con  la  latitud  se  asciende  del  ecua- 
dor a  los  polos  la  temperatura  disminuye  y  la  vege- 
tación varía. 

El  cafeto  no  se  desarrolla  pasadas  ciertas  lati- 
tudes ;  en  el  ecuador,  el  calor  excesivo  lo  perjudica  en 
su  producción,  y  su  cultivo  no  produce  buenos  resul- 
tados; más  allá  de  los  trópicos  su  cultivo  es  general- 
mente imposible,  el  vegetal  no  encuentra  ya  el  calor 
que  le  es  necesario. 

Entre  los  4  y  20  grados  de  latitud  Norte  y  Sur  se 
encuentran  Jas  zonas  productoras  del  café. 


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35 

La  altitud. — Si  la  superficie  del  globo  fuera  per- 
fectamente unida,  el  conocimiento  de  la  latitud  sería 
suficiente  para  marcar  los  lugares  propios  al  cultivo 
del  café;  pero  aparte  de  la  latitud  la  altitud  tiene  gran 
influencia  sobre  la  temperatura.  Mientras  más  eleva- 
da es  una  localidad  es  más  fría. 

Ascendiendo  en  las  altas  montañas  se  observa  el 
mismo  decrecimiento  de  temperatura  que  viajando  del 
ecuador  a  los  polos,  y  a  considerables  alturas  se  en- 
cuentra una  región  donde  las  nieves  son  perpetuas 
aun  bajo  el  ecuador. 

En  los  países  tropicales  pueden  por  esta  circunstan- 
cia encontrarse  los  vegetales  de  todos  los  climas:  en 
la  cercanía  de  los  mares,  a  poca  altura  sobre  su  ni- 
vel, la  vegetación  es  por  lo  común  de  la  zona  tórrida, 
el  calor  así  como  la  humedad  son  considerables,  pero  a 
medida  que  aumenta  la  altitud,  la  vegetación  varía;  se 
encuentran  primero  las  especies  vegetables  de  la  zona 
templada,  después  las  de  las  tierras  frías,  y  por  últi- 
mo, y  a  muy  considerable  altura,  sólo  puede  verse  la 
vegetación  de  las  regiones  polares,  vegetales  de  la 
Groenlandia  y  la  Laponia. 

Nuestro  país  por  su  configuración  está  felizmen- 
te dotado  de  una  variedad  de  cHmas  que  le  permite  a 
la  tierra  producir  frutos  de  todas  las  regiones  del 
mundo. 

La  parte  Norte  de  laRepública,  colocada  liiás  allá 
del  trópico,  es  templada,  y  en  ella  se  obtienen  todos 
los  productos  de  la  tierra  templada. 

La  parte  Sur,  colocada  entre  los  14°  30'  y  los  2:^" 
30'  de  latitud  Norte,  es  caliente. 

La  Sierra  Madre,  limitando  la  Mesa  Central,  for- 
ma en  las  cercanías  de  las  costas  escalones  de  más  o 
menos  extensión,  que  colocados  a  muy  variadas  alti- 
tudes, gozan  extraña  variedad  en  sus  producci  )nes. 


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36 

Así,  pueden  observarse  los  productos  tropicales 
hasta  la  altura  de  1,550  metros,  a  la  cual  d  plátano 
ya  no  íruciihca. 

En  tanto  que  en  la  Mesa  Ceniral  se  recogen  en 
abundancia  los  ile  las  tierras  templadas,  y  en  la  parte 
Norte  de  la  República  "la  vid  es  capaz  de  producir 
excelentes  vinos-" 

Las  condiciones  de  latitud  y  altitud  ra-zonablemen- 
te  combinadas,  determinan  con  más  acierto  los  luga- 
res propios  al  cultivo  del  cafeto.  En  la  amplia  zona  de 
latitud,  marcada  como  indispensable  al  cultivo  de  es- 
ta planta,  hay  lugares  que  son  más  propias  que  otros 
a  su  cultivo,  y  para  darse  cuenta  de  ello  preciso  es 
tener  en  vista  la  altitud  de  ellos.  ' 

No  todos  los  lugares  comprendidos  en  la  zona  tó- 
rrida son  propios  para  el  desarrollo  del  café. 

Las  regiones  bajas,  en  las  cercanías  de  las  cos- 
tas, son  a  veces  propias  para  su  cultivo  cuando  el  ca- 
lor no  es  excesivo. 

En  las  alturas  superiores  a  1,000  metros,  si  se  lo- 
gra el  desarrollo  del  cafeto,  no  produce  bastante  para 
que  su  cultivo  deba  emprenderse.  ( i ) 

Entre  estos  límites  está  colocada  la  zona  produc- 
tora del  café,  marcándose  como  la  más  conveniente 
la  altitud  de  800  á  900  metros.  Parece  que  en  estas  al- 
titudes se  obtiene  la  mayor  producción,  disminuyen- 
do ésta  a  medida  que  se  aleja  uno  de  aquélla. 

El  cantón  de  Córdoba,  conocido  como  uno  de  los 
más  productores  de  café,  está  colocado  próximamen- 
te entre  800  á  900  metros  sobre  el  nivel  del  mar. 

La  exposición  es  también  causa  determinante  pa- 
ra la  temperatura  de  una  localidad.  En  el  hemisferio 
boreal  la  exposición  al  Sur  es  la  más  cálida.  Cuando 
se  quiera  aprovechar  gran  cantidad  de  calor,  como  en 

(1)  Hay,  sin  emibargo,  muchos  luigiares  productores  a  más  d-e 
i  000  metros. 


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37 

ntiestro  caso,  debe  procurarse  en  lo  posible  adquirir 
una  exposición  al  Sur:  puede  suceder  que  semejan- 
te exposición  en  los  climas  muy  cálidos  moleste  un 
tanto  al  cafeto,  y  en  ese  caso  es  mejor  aún  buscarla 
al  Este;  pero  téngase  cuidado  de  evitar  siempre  la 
Norte  que  es,  en  el  invierno  sobre  todo,  perjudicial  al 

cafeto. 

Hemos  dado  una  idea  general  de  las  condiciones 
de  temperatura  requerida  para  el  buen  desarrollo  del 
cafeto.  Tratándose  del  clima,  es  de  la  mayor  impor- 
tancia el  conocimiento  de  tales  condiciones  bin  descui- 
dar, para  la  planta  que  nos  ocupa,  el  estudio  del  es- 
tado higrométrico  del  aire. 

Se  encuentra  siempre  en  la  atmósfera  más  o  me- 
nos cantidad  de  agua  en  el  estado  de  vapor,  la  cual 
según  experiencias  de  Bousingault,  absorben  una  par- 
te las  hojas,  ayudando  así  a  la  función  de  las  raíces 
y  por  consiguiente  contribuyendo  a  reparar  las  pér- 
didas que  se  tienen  por  la  transpiración. 

Si  el  agua  de  la  atmósfera  es  benéfica  dentro  de 
ciertos  limites,  no  pasa  lo  mismo  cuando  hay  un  ex- 
ceso de  humedad,  pues  entonces  se  producen  inconve- 
nientes en  la  vegetación.  Así,  cuando  sobreviene  un 
abatimiento  de  temperatura,  los  vapores  se  condensan 
bajo  la  forma  de  neblina,  y  si  el  fenómeno  se  repite 
varios  días  consecutivos,  en  la  época  de  la  floración 
abortan  muchos  frutos,  ocasionando  esto  una  diminu- 
ción en  el  producto.  Cuando  el  abatimiento  de  tempe- 
ratura es  considerable,  puede  congelarse  el  agua  at- 
mosférica y  entonces  los  perjuicios  son  de  mayor  con- 
sideración. 

Fuera  de  estos  inconvenientes,  que  por  otra  narte 
no  son  tan  temibles  en  la  zona  de  acción  marcada  al 
cultivador  de  café,  la  humedad  es  benéfica  y  aun  ip 
dispensable  para  obtener  los  mejores  productos. 

En  efecto,  y^.  hemos  indicado  anteriormente  el  pa- 
pel de  la  humedad  en  los  climas  cálidos;  sin  ella  i'os 


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rayos  ardientes  del  sol  tropical  no  sólo  no  serían  be- 
néficos sino  que  impedirían  la  vegetación- 

Aparte  de  la  evaporación,  grande  en  ciertos  luga- 
res, las  lluvias  son  las  encargadas  de  conservar  la  hu- 
medad benéfica. 

Como  la  temperatura,  y  quizá  más  que  ella,  la  can- 
tidad y  la  frecuencia  de  las  lluvias  varían  con  un  gran 
número  de  causas;  lugares  hay  que  apenas  regados 
por  una  lluvia  escasa  tienen  por  sola  fuente  de  hu- 
medad la  evaporación  constante  de  las  superficies  lí- 
quidas o  la  acción  benéfica  de  los  derrames  fluviales; 
de  tiempo  inmemorial  se  viene  hablando  de  la  acción 
bonancible  de  las  aguas  del  Nilo  sobre  los  terrenos  del 
Egipto,  que  sin  ellas  sería  la  continuación  del  cerca- 
no desierto. 

En  la  zona  tropical  las  precipitaciones  pluviales 
dependen  primeramente  de  la  traslación  del  sol.  Pa- 
sando por  el  zenit  provoca  una  corriente  ascendente 
de  aire,  c|ue  causando  movimientos  atmosféricos,  po- 
nen en  relación  las  bajas  con  las  altas  latitudes  para 
equilibrar  sus  diversos  grados  de  temperatura. 

Las  regiones  que  más  directamente  reciben  la  ac- 
ci<')n  del  sol  y  son  las  más  cálidas,  reciben  la  acción  de 
los  alisios  del  Norte  y  del  Sur,  mientras  que  en  las 
capas  superiores  el  movimiento  de  los  contra  alisios 
pone  en  comunicación  las  partes  cálidas  con  las  más 
frías. 

La  corriente  ascensional  ocasionada  por  el  paso 
del  sol  por  el  zenit,  produce  sobre  la  superficie  de  los 
mares  una  zona  de  calma,  y  en  la  superficie  de  los  con- 
tinentes una  zona  en  la  cual  el  calentamiento  lleg.-?  a 
su  máximo  con  una  mínima  i)resión  atmosférica. 

Ahora  bien,  en  la  zona  limitada  por  los  trópicos, 
zona  aparentemente  recorrida  por  el  sol,  el  paso  de 
éste  por  el  zenit  y  los  movimientos  periódicos  de  las 
capas  aéreas,  determinan  la  periodicidad  de  las  lluvias. 


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39 

Las  épocas  de  las  lluvias  bajo  los  trópicos  varían 
con  el  centro  de  aspiración  que  al  separarse  del  ecua- 
dor sigue  el  movimiento  solsticial.  Los  alisios  al  en- 
contrar la  corriente  ascensional  de  la  zona  de  aspira- 
ción ascienden  a  las  altas  regiones  descargando  los 
vapores  acuosos  de  que  van  cargados  a  su  paso  por 
el  ecuador. 

La  época  de  la  lluvia  está  en  relación  con  la  lati- 
tud ;  es  más  larga  en  los  lugares  colocados  más  cerca 
del  ecuador,  y  corta  en  los  más  próximos  a  los  tró- 
picos. 

Las  montañas,  siendo  como  son  las  partes  más 
frías  de  los  continentes,  tienen  considerable  acción  en 
la  precipitación  pluvial,  porque  su  altitud  permite  a 
las  capas  atmosféricas  calientes  y  húmedas  ponerse 
en  contacto  con  otras  de  distinta  tensión  facilitando  la 
condensación  de  los  vapores. 

Según  Dove,  la  condensación  provoca  corrientes 
laterales  que  se  apoderan  de  los  vapores  acuosos,  re- 
sultando de  allí  una  formación  viva  de  humedad  en  el 
lugar  de  producción,  al  mismo  tiempo  que  una  sequía 
en  el  lugar  de  precipitación. 

La  presencia  de  los  bosques  favorece  también  las 
precipitaciones. 

Grisebach  cree  que  los  bosques  obran  sobre  las 
corrientes  cálidas  enfriándolas,  pues  la  transpiración 
de  las  hojas  produce  un  enfriamiento  considerable, 
que  unido  al  enfriamiento  del  suelo,  el  cual  no  iniede 
por  la  abundancia  del  follaje  recibir  los  rayos  del  sol, 
determinan  el  enfriamiento  de  las  corrientes  aéreas 
de  elevada  temperatura,  y  por  consiguiente  la  conden- 
sación de  sus  vapores. 

La  acción  de  los  bosques  está  perfectamente  de- 
mostrada con  las  perturl3aciones  observadas  en  las 
épocas  de  las  lluvias,  en  todos  los  lugares  que  como  la 
India  y  el  Brasil  han  sido  objeto  de  violentas  devas- 
taciones en  sus  bosques. 


40 

En  la  Repiil)licci  Mexicana  de  nuichos  años  há  se 
vienen  cometiendo  orandes  alísurdos  con  los  desprde- 
nados  desmontes,  (jue  tarde  o  temprano  harán  variar 
en  mucho  las  épocas  y  cantidad  de  las  lluvias. 

El  cafeto  para  su  huen  desarrollo  necesita  ahun- 
dancia  de  humedad,  pero  por  lo  íjue  llevamos  dicho 
se  comprende  que  un  exceso  de  ella  le  perjudicaría  so- 
bremanera. 

E.  C.  l\  ííull,  reñriéndose  a  las  condiciones  de 
humedad  necesaria  al  cafeto  en  la  india  del  Sur  y 
Ceylan,  considera  como  suficiente  una  cantidad  de  llu- 
via de  2m.54  (  loo  luches),  distribuida  en  los  doce 
meses  del  año. 

Gran  falta  hacen  observaciones  que  pudieran  fi- 
jar de  una  manera  exacta  la  cantidad  de  humedad  ne- 
cesaria al  cafeto,  por  lo  que  nos  limitamos  a  indicar 
que  en  la  mayoría  de  los  lu-ares  que  reúnen  las 
condiciones  de  latitud,  altitud  y  exposición  que  quedan 
arriba  dichas,  son  generalmente  abundantes  las  lluvias. 

En  resumen,  el  cafeto  se  desarrolla  en  los  climas 
calientes  y  húmedos,  aunque  no  de  excesiva  humedad. 

La  razón  de  su  producción  está  comprendida  en- 
tre los  4"  y  22"  de  latitud,  y  entre  los  500  y  1,500  me- 
tros de  altitud,  debiendo  preferirse  la  exposición  al 
bur  o  al  Oriente. 

Terreno 

Para  el  agricultor  nada  hay  más  importante  que 
el  conocimiento  del  terreno  que  va  a  ser  objeto  de  su 
exp  otacion ;  en  su  interés  de  producir  lo  más  posible 
vuelve  sus  esfuerzos  a  los  agentes  de  vegetación,  que 
piados  por  el  prodticen  las  cosechas.  Ahora  bien  de 
los  agentes  de  vegetación  sólo  está  a  nuestro  alcance 
el  suelo,  el  terreno,  la  máquina  productora:  en  cuan« 
to  a  los  agentes  climatológicos,  queda  dicho  que  el 
agricultor  solo  puede  eligirlos  en  algunos  casos,  pero 


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casi  no  le  es  permitido  influir  sobre  ellos  para  modi- 
ficarlos en  su  favor.  Nada  puede  hacer  para  acrecen- 
tar las  lluvias,  nada  para  impedir  las  heladas,  en  una 
palabra,  a  la  altura  de  nuestros  conocimientos  el  hom- 
bre es  absolutamente  impotente  para  modificar  las  con- 
diciones atmosféricas,  (i) 

El  papel  agronómico  del  suelo  no  se  reduce,  como 
se  creyó  por  mucho  tiempo,  a  servir  de  soporte  a  las 
plantas;  averiguada  la  función  absorbente  de  las  raí- 
ces, fácil  es  comprender  que  los  jugos  que  sirven  pa- 
ra la  elaboración  de  las  materias  vegetales  son  absor- 
bidos de  la  tierra.  Todos  los  vegetales  toman  en  su  ma- 
yor parte  los  alimentos  que  necesitan  de  la  capa  de 
tierra  que  envuelve  sus  raíces,  y  siendo  como  son  las 
mismas  substancias  las  que  deben  absorber  las  plan- 
tas todas  para  su  nutrición,  la  composición  química 
de  los  terrenos  cultivables  es,  por  lo  general,  cualita- 
tivamente-la  misma. 

Sin  embargo,  la  gran  variedad  que  puede  obser^ 
varse  en  la  composición  cuantitativa  de  la  tierra,  va- 
riedad verdaderamente  infinita,  hace  que  agrupados 
los  diferentes  componentes  en  distintas  proporciones 
den  al  terreno  caracteres  especiales,  que  lo  hacen  más 
o  menos  propio  para  tal  o  ctial  cultivo. 

Los  componentes  todos  de  las  tierras  se  encuen- 
tran por  lo  común  reunidos  bajo  cuatro  cuerpos  prin- 
cipales, que  han  recibido  el  nombre  de  elementos  agro- 
nómicos: la  arcilla,  la  arena,  la  caliza  y  el  humus.  Ca- 
da uno  de  estos  elementos  tiene  su  influencia  distinta 
sobre  las  propiedades  físicas  de  las  tierras  y  sobre  los 
vegetales  mismos,  de  manera  que  no  siendo  todos 
Igualmente  propicios  para  el  desarrollo  de  cada  una 
de  las  plantas,  cuando  se  trate  de  elegir  terreno  apro- 
piado para  el  cultivo  de  una  planta  determinada,  ade- 

c:*»  híiKll^'^''^^  'f^""*  \^  producción  artificial  de  las  lluvias 
se  han  hecho  ultimamiente  en  los  Estacfos  Unidos,  pero  hasta  ahora 
nada  positivo  na  práctico  se  lia  conseguido 


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42 

más  de  la  coniposición  (juiínica  de  (jue  hablaremos 
después,  debe  entrar  en  mucho  el  conocimiento  de  las 
proporciones  de  los  elementos  agronómicos. 
.  Las  propiedades  de  tales  elementos  son  en  cierto 
modo  comunicadas  al  terreno  de  que  forman  parte,  de 
tal  manera,  que  puestos  en  tas  convenientes  propor- 
ciones constituyen  un  terreno  en  el  cual  estas  distin- 
tas propiedades  están  como  equilibradas,  es  decir,  en 
un  estado  propio  para  el  buen  desarrollo  de  las  plan- 
tas. Un  terreno  de  semejante  naturaleza  no  está  en 
las  manos  de  todos,  muy  al  contrario,  contadas  y  muy 
contadas  son  las  partes  del  mundo  donde  pueden  en- 
contrarse terrenos  de  tal  manera  constituidos;  el  ca- 
so general,  el  más  común,  es  que  se  tropiece  con  terre- 
nos menos  apropiados,  y  entonces  lo  conveniente  y  ne- 
cesario al  agricultor  es  elegir  entre  aqttéllos  aquel  que 
más  ventajas  presente. 

Semejante  elección  debe  ser  el  resultado  de  un  es- 
tudio atento  de  las  exigencias  de  la  planta  y  de  las 
propiedades  del  terreno,  nos  obliga  a  entrar  en  algu- 
nas consideraciones  respecto  de  unas  y  de  otras. 

El  cafeto,  como  todos  los  vegetales  necesita  ia  pre- 
sencia en  el  suelo,  que  le  sirve  de  apoyo  y  de  receptáculo, 
de  los  compuestos  químicos  indispensables  para  el  sos- 
tenimiento de  la  vida  vegetal,  pero  exigiendo  particu- 
larmente ese  arbusto  ácido  forsfórico,  potasa  y  ázoe, 
se  comprende  que  tratándose  de  la  elección  de  terre- 
no deberá  acordarse  la  preferencia  a  aquel  que,  apar- 
te de  otras  circunstancias  que  vamos  a  enumerar, 
contenga  en  abundancia  el  ácido  fosfórico,  la  potasa 
V  el  ázoe. 

El  análisis  químico  es  un  guía  que  con  seí^uri- 
dad  nos  conduce  al  conocimiento  de  las  proporciones 
en  que  se  enctientran  estas  stibstancias,  y  será  para 
nuestras  investigaciones  un  auxiliar  de  importancia- 
En  efecto,  el  análisis  químico  dando  a  conocer  la  pro- 
porción de  ácido  fosfórico,  potasa  y  ázoe,  facilitará 


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y  aun  decidirá  la  elección  en  un  gran  número  de  casos. 
Sin  embargo,  como  que  un  análisis  de  esta  naturale- 
za requiere  tiempo  y  conocimientos  especiales  que  no 
están  al  alcance  de  todos  los  cultivadores,  conviene 
indicar  las  condiciones  que  desde  luego  debe  reunir 
un  terreno  para  el  cultivo  que  nos  ocupa. 

La  tierra,  debiendo  ofrecer  a  las  raíces  paso  fá- 
cil, debe  ser  muelle,  gozando  no  obstante  de  la  sufi- 
ciente tenacidad  para  sostener  al  vegetal  asegurándo- 
le la  estabilidad  necesaria  para  resistir  las  acciones 
jnecánicas  naturales.  El  aire  y  el  agua,  indispensables 
a  todos  los  vegetales,  deben  penetrar  hasta  ponerse  en 
contacto  con  las  raíces,  lo  que  exige  que  el  terreno  ten- 
ga una  porosidad  suficiente  al  mismo  tiempo  que  un 
buen  estado  de  humedad. 

El  terreno  útil,  la  capa  arable,  debe  de  ser  profun- 
do, pues  la  raíz  del  cafeto  penetra  considerablemente. 

Las  tierras  que  mejor  satisfacen  estas  condiciones 
son  las  arcillo-arenosas  y  las  arciUo-fcrruginosas.  Las 
arcillo-arenosas  son  comunmente  fértiles  y  no  tienen 
necesidad  de  mejoradores,  porqtie  los  elementos  terro- 
sos, arena,  arcilla  y  caliza,  se  encuentran  en  propor- 
ciones casi  iguales. 

En  Arabia  las  tierras  arcillo-arenosas  son  las  pre- 
feridas; citaremos  en  comprobación  de  esto  lo  que 
dice  Lepelletier  respecto  de  las  tierras  del  Yemen: 

*'Los  árabes  cultivan  el  café  en  diferentes  espe- 
cies de  tierras,  pero  la  qtie  con  preferencia  escogen  es 
arcillosa  mezclada  con  arena  o  bien  humus  o  restos 
volcánicos.  En  ciertas  partes  del  Yemen  se  prefiere  la 
que  contiene  pequeñas  rocas  o  cascajos.  Algunos  ára- 
bes aseguran  que  el  café  vegeta  con  más  esplendor  y 
es  de  donde  sale  la  mejor  calidad ;  mas  no  todos  son  de 
la  misma  opinión,  y  si  no  despojan  a  la  tierra  del  cas- 
cajo es  porque  están  persuadidos  de  que  no  hace  nin- 
gún mal.'' 


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44 

Las  arcillo-ferruginosas  'encierran  cantidades 
considerables  de  óxido  de  ñerro.  Tienen  un  color  ro- 
jizo nei;rnzc()  o  amarillento,  según  que  el  óxido  se  en- 
cuentre al  estado  anhidro  o  al  estado  hidratado. 

L(»s  terrenos  amarillentos  que  contienen  óxido  de 
hierro  al  estado  de  hidrato  son  absolutamente  impro- 
pios para  los  cultivos,  prestándose  más  bien  a  la  con- 
fección de  ladrillos.  No  sucede  lo  mismo  con  las  tie- 
rras negras  o  rojas  que  contienen  el  óxido  anhidro;  es- 
tas son  propias  para  cultivos  y  el  café  se  desarrolla 
perfectamente  en  ellas.  En  la  zona  cafetera  de  la 
República  del  Brasil  las  tierras  rojizas  y  negro-roji- 
zas se  consideran  como  las  más  aptas  para  el  cultivo 
del  cafeto.  Según  Van  Delden  Laerne,  los  cultivadores 
de  este  país  clasifican  las  tierras  para  cafe  de  natu- 
raleza arcillo-ferruginosa  como  sigue: 

Terra  vcrmdha  (de  origen  granítico).  Arcillo- 
ferruginosa  de  color  obscuro,  conteniendo  una  canti- 
dad de  fierro  considerable. 

Terra  massapé  (de  origen  granítico).  Arcillo- 
ferruginosa  de  color  rojo  o  cobrizo,  conteniendo  me- 
nos fierro  pero  más  arcilla,  potasa  y  cuarzo  arenáceo. 
^Terra  ro.va.  Arcillo-ferruginosa  de  color  vivo, 
rica  en  fierro  y  potasa,  ])roducida  por  la  descomposi- 
ción de  la  diorita,  abundante  en  feldespato  y  anfíbola. 
Distinguen  además  la  Terra  salniorao,  variedad 
de  la  massapé,  de  la  que  se  diferencia  en  que  está 
mezclada  con  abundantes  fragmentos  de  cuarzo. 

Los  cultivadores  consideran  la  l^erra  rosa  como 
eminentemente  propia  para  el  cafeto,  colocando  en 
seguida  la  salmorao,  que  por  su  ligereza  se  presta  pa- 
ra los  trabajos. 

Durante  las  prácticas  agrícolas  que  bajo  la  di- 
rección del  señor  ingeniero  agrónomo  fosé  C.  Segu- 
ra hemos  hecho  en  el  cantónale  Córdoba,  se  noslia 
presentado  la  oporttinidad  de  ver  las  tierras  que  se 
prefieren  en  esa  localidad  para  el  cafeto.  Estas  tierras 


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45 

tienen  una  cantidad  notable  dé  alúmina,  son  ricas  en 
óxido  de  fierro  anhidro,  y  según  el  análisis  que  de 
ellas  hemos  hecho  tienen  notable  semejanza  con  la-s 
del  Brasil. 

Por  lo  que  llevamos  dicho  se  comprende  que,  co- 
mo lo  ha  consignado  la  práctica,  las  tierras  arcillo- 
arenosas  y  las  arcillo-ferruginosas  son  las  que  deben 
preferirse  para  el  cultivo  del  cafeto. 

No  debe  perderse  de  vista,  sin  embargo,  que  las 
tierras  sumamente  arcillosas  son  difíciles  de  trabajar, 
poco  permeables  y  frecuentemente  muy  secas;  así  es 
que,  cuando  sea  posible,  deben  buscarse  aquellas  tie- 
rras que,  siendo  arcillosas  o  arcillo-ferruginosas  con- 
tengan no  obstante  humus  en  cantidad  suficiente  pa- 
ra contrarrestar  los  efectos  de  la  arcilla. 

Son  por  esta  circunstancia-  los  terrenos  nuevos, 
cubiertos  de  bosques,  muy  buenos  para  emprender  es- 
te cultivo,  pues  a  menudo  contienen  considerable  can- 
tidad de  humus  y  detritus  orgánicos. 

Respecto  a  este  último  punto,  los  terrenos  del  Bra- 
sil no  son  de  los  mejor  dotados,  pues  les  faltan  a  me- 
nudo materias  azoadas. 

No  será  inútil  repetir  que  la  profundidad  del  te- 
rreno es  condición  indispensable,  pues  la  raíz  princi- 
pal de  la  planta  profundiza  demasiado  y  es  necesario 
no  detenerla  en  su  desarrollo,  pues  de  hacerlo  debe 
contarse  con  una  pérdida  de  consideración. 

Damos  a  continuación  el  resultado  del  análisis  de 
una  tierra  del  Brasil  salmorao,  hecho  por  el  señor 
Adolfo  Barbalho  Uchoa  Cabalcanti  en  el  Instituto 
Agronómico  de  Sao  Paolo  y  el  de  una  muestra  de  tie- 
rra de  la  finca  denominada  de  "San  ^Marcial"  en  las 
cercanías  de  Córdoba. 


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40 

YVrra  Salmorao. — Análisis  mecánico 

Guijarros 4-76 

Tierra  ñna 95 .  24 

100.00 

Análisis  físico 

Peso  especifico  absoluto 2.350 

Peso  especifico  relativo 1.264. 

Agua  (en  SO4  H2) 0.521 

Agua  a  i2o' 1.070 

Materias  volátiles  por  combustión     4.833 

Análisis  físico-químico 

(En  100  partes  de  tierra) 

Arcilla 37.950 

^^f"^ 55.845 

<^aliza 0.303 

Partes  volátiles 5 -902 

100.000 

Análisis  químico 

(100  partes  tierra  secada  a  120°) 

Residuo  insoluble 94.714 

Sales  solubles 5.286 

100.000 


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47 

Oxido  de  hierro í.547 

Alúmina í  •  í  65 

Cal o .  1 70 

Magnesia o.  118 

Potasa 0.034 

Sosa o .  047 

Acido  fosfórico.  . ...  0.065 

Acido  sulfúrico 0.003 

Ázoe  (Kjeldahl) .  .  .  .  .  .  ..  ...  0.144 

3  •  293 


Tierra  de  ''San  Marcial,"  (Córdoba). 
Análisis  mecánico 

Gs. 

Guijarros  y  detritus  orgánicos       0.810 
Tierra  fina 499.190 

500 . 000 

Análisis  químico 

Gs. 

Arcilla 51. 220 

Arena 35 .  000 

Caliza o.  150 

Agua 9.000 

Humus 4  630 

100.000 

Análisis  físico-químico 

Acido  fosfórico,  por  ciento.   .     0.0665 

Potasa,  por  ciento 0.0738 

Oxido  de  fierro,  por  ciento.    .      3.0810 


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48 


Este  análisis  fué  hecho  bajo  ¡a  oireccion  del  señor 
ingeniero  José  C.  Segura,  en  el  laboratorio  del  Institu- 
to de  Córdoba,  que  bondadosamente  puso  a  nuestra 
disposición  el  señor  doctor  Cutberto  Peña. 


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TREPARACIOX    DEL    TERRENO— DISPOSI- 
CIÓN DEL  PLANTÍO 

Las  tierras  que  se  destinan  para  el  establecimiento 
de  im  plantio  de  café,  tienen  que  ser  preparadas  de  una 
manera  conveniente  para  que  llenen  el  objeto  que  se 
desea  alcanzar.  Es,  pues,  para  cada  terreno  que  se 
presenta,  diferente  la  manera  de  disponer  la  operación. 

Indudablemente  que  la  buena  disposición  y  regu- 
lar preparación  de  las  tierras  se  ligan  al  éxito  de'^la 
empresa  de  tal  manera,  que  con  facilidad  se  pueden 
comprobar  en  las  empresas  agricolas  fracasos  de  más 
ó  menos  consideración,  dependiendo  muchas  veces  de 
la  deficiencia  de  aquellas  operaciones. 

La  buena  disposición  de  los  plantíos  es  de  impor- 
tancia, no  sólo  por  la  mejor  apariencia  que  da  a  las  fin- 
cas, sino  también  por  las  ventajas  económicas  que  no 
es  del  caso  enumerar,  referentes  ya  a  la  facilidad  de 
los  trabajos,  ya  al  ahorro  de  terrenos  o  ya  a  la  econo- 
mía de  tiempo  y  de  dinero. 

^  Preparación  del  terreno.— La  tierra  que  debe  re- 
cibir las  plantas  de  asiento,  debe  estar  conveniente- 
mente preparada  y  distribuid^.  El  objeto  de  esta  prepa- 
ración y  distribución  se  comprende,  pues  la  primera 
es  necesaria  para  facilitar  el  desarrollo  de  la  planta 
rodeándola  de  todas  las  circunstancias  que  le  son  favo- 
rables, facilitando  su  nutrición  por  un  aumento  de  subs- 
tancias que  se  ponen  al  alcance  de  sus  raíces;  la  se- 
gunda es  conveniente  por  razones  de  economía :  pues 
se  tendrá  en  cuenta  que  una  buena  disposición  de  los 


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plantíos  facilitará  las  operaciones  de  cultivo,  volvién- 
dolas más  ordenadas,  más  precisas  y  menos  costosas. 

Una  buena  preparación  del  terreno  responde  a  los 
deseos  del  agricultor  aumentando  la  producción  de  las 
plantas,  pues  éstas  que  toman  los  principios  nutritivos 
de  la  tierra  para  transformarlos  en  frutos,  hallan  más 
amplio  campo  para  su  elaboración  en  las  tierras  bien 
preparadas  que  se  dejan  penetrar  por  las  raices,  órga- 
nos principales  de  la  absorción. 

Nunca  se  dejará  de  insistir  sobre  la  notable  impor- 
tancia que  tiene  la  preparación  de  ias  tierras  en  el 
éxito  ulterior  de  las  plantaciones;  desgraciadamente, 
entre  nosotros,  no  se  le  da  toda  la  importancia  que  me- 
rece, y  muy  poco  empeño  se  toma  para  su  perfeccio- 
namiento. 

No  podremos  decir  de  una  manera  absoluta  el  nú- 
mero y  género  de  labores  que  deban  darse  a  las  tierras 
para  que  se  hallen  en  disposición  de  recibir  a  las  plan- 
tas, pues  esto  variará,  a  no  dudarlo,  en  cada  caso  par- 
ticular. 

En  efecto,  un  gran  número  de  circunstancias  in- 
fluyen en  esta  materia,  y  muchas  de  entre  ellas  pueden 
ser  enteramente  locales. 

Sin  embargo,  fácil  será  obtener  el  resultado  que  se 
desea  estudiando  las  condiciones  del  terreno  que  se  tie- 
ne a  la  vista;  el  objeto  por  alcanzar  es:  modificar  la^ 
propiedades  físicas  y  hasta  cierto  punto  las  químicas  • 
es  decn-,  facilitar  el  desarrollo  de  las  raíces,  poner  a 
disposición  de  ellas  el  mayor  acopio  de  alimentos  o-m- 
duar  la  humedad  y  consistencia  de  las  tierras.     '  "" 

Se  obtendrán  tales  resultados  usando  de  todos  los 
medios  que  están  a  nuestro  alcance,  procurando  em- 
plearlos con  discernimiento  y  siempre  en  vista  de  la 
ecoíiomia. 

Loi  mejoradores,  los  abonos  y  las  labores,  son  esos 
memos  que  vienen  en  ayuda  del  agricultor.  Los  pri- 
^KT'os  no  deberán  ocuparnos  particularmente.  j)or  ser 


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so 

su  empleo  deterniinado  por  el  terreno,  y  los  segundos 
í;icrjv;o  objeto  de  otro  articulo,  sólo  nos  ociiparemc^s 
íinüí  (]•■:  la^  últimas. 

Lris  lai'orcs.  leniendo  ])or  ol)jet()  remover  el  -erre- 
no,  rel>lande/:erlc  y  pulverizarlo  lo  más  que  sea  posi- 
ble, se  dan  en  número  y  profundidad  variables. 

En  el  Rstado  de  Oaxaca  la  disposición  topográfica 
del  terreno,  la  impenetrabilidad  de  los  bosques  y  al- 
guna otra  circunstancia,  hacen  que  la  preparación  del 
terreno  sea  distinta  de  la  que  se  recomienda  en  otras 
partes. 

Para  el  establecimiento  de  una  finca  cafetera  en 
zona  virgen,  en  Oaxaca  por  ejemplo,  se  comienza  por 
reconocer  el  terreno  en  varias  direcciones  por  brechas 
que  se  mandan  abrir  a  machete.  Este  reconocimiento 
tiene  i)or  objeto  hacer  la  elección  del  sitio  que  deba 
servir  para  el  establecimiento  de  las  almácigas,  ofici- 
nas, etc- ;  para  las  oficinas  se  elige  un  sitio  plano  si  es 
posible  y  de  suficiente  extensión  para  contenerlas;  pa- 
ra las  almácigas  se  elige  terreno  plano,  profundo  y 
rico. 

Determinado  el  sitio  de  la  plantación  se  procede  a 
desmontar  o  rozar  la  selva,  haciendo  uso  del  machete 
y  comenzando  por  los  árboles  tiernos. 

El  desmonte  debe  quedar  en  el  terreno  bien  picado, 
es  decir,  cortado  en  fragmentos  pequeños  que  se  rie- 
gan sobre  el  terreno. 

Conviene  entonces  elegir  Jos  árboles  altos  que  de- 
ban dar  sombra  al  cafetal  en  el  caso  de  que  lo  necesite. 
Estos  árboles  se  dejarán  en  el  terreno  sólo  destruyén- 
doles las  ramas  bajas.  El  resto  del  monte  se  corta  con 
hacha  o  sierra  y  se  bofa  al  través,  es  decir,  se  pone  de 
modo  que  la  longitud  del  palo  quede  perpendicular  a 
la  mayor  pendiente  del  terreno.  En  estas  condiciones 
'está  el  terreno  para  recibir  el  trazo  del  plantío. 


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51 

En  los  lugares  donde  el  empleo  del  arado  es  im- 
posible, se  traza  el  plantío  de  la  manera  siguiente:  dos 
operarios  llevan  las  extremidades  de  una  cuerda  en  la 
cual  se  han  puesto  a  la  distancia  adoptada  nudos  de 
señal.  En  la  extremidad  del  plantío  se  tiende  el  hilo 
siguiendo  uno  de  los  lados  de  la  tabla,  loma  o  ladera 
que  se  ya  a  trazar;  los  dos  operarios  clavan  estacas  de 
84  centímetros  y  restiran  el  cable  para  darle  la  sufi- 
ciente tensión ;  en  seguida  otro  operario  va  colocando 
estacas  en  el  terreno  precisamente  en  el  lugar  que  se- 
ñalan los  nudos  del  hilo.  Estas  estacas  señalan  los  lu- 
gares donde  debe  hacerse  el  hoyo.  Esta  operación  se 
llama  el  estacado  o  trazo  del  plantel. 

Esta  operación  debe  hacerse  con  gran  anticipación 
a  la  época  del  trasplante,  pues  es  de  gran  importancia 
que  los  hoyos  y  la  tierra  que  de  ellos  se  extrae  reciban 
la  influencia  de  la  atmósfera;  uno  o  dos  meses  de  anti- 
cipación es  el  mínimum. 

El  trasplante  se  verifica  entre  nosotros  en  l.os  me- 
ses de  junio  y  julio,  así,  pues,  en  marzo  v  abril  se  pro- 
cede a  la  ai>ertura  de  los  hoyos  y  a  la  colocación  del  plá- 
tano. Antes  de  indicar  la  manera  de  abrir  los  hoyos 
conviene  tratar  de  la  disposición  que  se  da  a  los  plan- 
tíos y  la  manera  de  distribuir  estos  hoyos. 

Desde  luego  se  comprende  que  la  extensión,  confi- 
guración, etc.,  de  la  finca,  determinarán  la  manera  más 
conveniente  de  distribuir  las  plantas,  pues  las  conve- 
niencias de  cada  propietario  regirán  para  la  disposi- 
ción de  los  plantíos. 

La  disposición  que  se  ha  adoptado  por  la  mayoría 
de  los  cultivadores  es  la  de  dividir  las  tierras  en  cua- 
driláteros de  más  o  menos  extensión  separados  por 
calles  suficientemente  amplias. 

De  las  varias  distribuciones  que  de  esta  naturale- 
za hemos  visto,  la  mayor  parte  son  apropiadas.  Una 
de  las  que  nos  parece  mejor  consiste  en  dividir  el 
terreno  en  tablas  rectangulares  de  100  metros  de  lar- 


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go  y  (x)  de  ancho,  separadas  por  calles  de  5  metros  de 
latitud. 

En  estas  tablas  el  café  esta  distribuido  en  tres  bo- 
lillo, o  lo  que  es  lo  mismo,  formando  triángulos  isós- 
celes de  dos  metros  de  lado,  de  manera  que  en  cada  una 
caben  perfectamente  tres  mil  plantas. 

Insistimos  so1)re  las  ventajas  de  esta  distribtición 
en  tresbolillo  sobre  la  empleada  más  a  menudo  en  cua- 
driláteros, pues  en  ésta,  además  que  en  igual  superficie 
se  encuentra  un  número  menor  de  plantas,  hay  la  des- 
ventaja de  que  presenta  sólo  cuatro  calles  entre  los  ar- 
bustos. 

Aquí  es  el  lugar  de  tratar  de  un  asunto  importan- 
te: la  distancia  a  que  deben  colocarse  las  matas.  He- 
mos indicado  que  deberán  ponerse  a  dos  metros  de  dis- 
tancia porque  creemos  que  ésta  es  la  que  más  conviene, 
pero  se  comprende  que  no  queremos  decir  que  sea  la 
que  se  adopte  en  todos  casos,  pues  el  grado  de  fertili- 
dad de  la  tierra  decidirá  sobre  este  particular. 

En  tierras  muy  fértiles  se  podrán  cultivar,  en  una 
extensión  determinada,  un  número  mayor  de  plantas, 
en  razón  de  (¡ue  los  elementos  nutritivos  son  más  abun- 
dantes :  las  distancias  podrán  ser  más  cortas.  En  las 
tierras  pobres  la  escasez  de  estos  mismos  principios 
hace  que  una  misma  extensión  de  tierra  sólo  pueda 
subvenir  a  las  necesidades  de  un  número  menor  de  ar- 
bustos;  la  distancia  que  deba  reservarse  de  planta  a 
planta  será  entonces  mayor  que  la  común.  En  uno  y 
otro  caso  hay  limites,  de  las  cuales  no  debe  pasarse. 

En  el  primero,  la  distancia  que  se  adopte  nunca 
será  menor.de  la  necesaria  para  el  desarrollo  lateral  de 
'  la  planta.  En  el  segundo  caso,  la  economía  de  terreno 
debe  lomarse  en  consideración. 

El  mínimo  de  las  distancias  ix)r  adoptar  será, 
pues,  de  dos  metros  en  las  tierras  riquísimas,  y  el  má- 
ximum nunca  excederá  de  3.50  a  4  metros. 


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Estacad  o. — Esta  operación  tiene  por  objeto  seña- 
lar los  lugares  que  deben  ocupar  las  plantas  y  se  hace 
por  nn^dio  de  cordeles  anudados  a  las  distancias  con- 
vonientc^ ;  para  que  pueda  señalarse  dicho  lugar  un 
operario  recorre  la  línea  del  cordel  clavando  estacas  a 
cada  nudo. 

Hechas  e^tas  advertencias,  pasemos  a  indkar  la 
manera  de  abrir  los  cajetes,  suponiendo  que  se  haya 
adoptado  la  disposición  en  tresbolillo. 

Cuando  es  posible  se  trazan  con  arado  las  líneas 
paralelas  al  mayor  lado  de  la  tabla,  de  manera  que  dis- 
ten una  de  otras  cuatro  quintas  partes  de  la  distancia 
adoptada  ( im.60  cuando  esta  distancia  sea  de  2  me- 
tros), (ñg.  4.) 

Perpendicularmente  a  éstas  se  trazan  otras  lineas, 
separadas  tres  quintas  partes  de  la  distancia  adopta- 
da ;  en  los  puntos  de  encuentro  de  estas  líneas  se  cavan 
alternativamente  los  hoyos,  desechando  los  puntos  in- 
termedios- 

En  la  figura,  las  líneas  (a)  son  las  separadas  cua- 
tro quintas  partes  de  la  distancia,  las  (o)  distan  tres  ' 
quintas  partes,  y  en  los  puntos  de  encuentro  se  ven  los 
marcados  para  los  cajetes. 

Cajeteo. — Marcados  estos  puntos  se  cavan  los 
hoyos  cuadrangulares  de  Om.30  de  lado  y  rm.40  de 
profundidad. 

Se  recomienda  extraer  metódicamente  la  tierra 
para  distribuirla  de  una  manera  conveniente.  En  algu- 
nas fincas  se  tiene  el  cuidado  de  colocar  la  parte  de 
tierra  que  se  extrae  primeramente  a  la  derecha  del  ope- 
rario, la  tierra  que  forma  la  capa  media  al  frente,  y 
la  profunda  a  la  izquierda.  Deesta  manera  el  hoyo  que- 
da rodeado  de  tierra  por  tres  lados,  y  al  transplanlar  es 
muy  fácil  el  relleno  de  él. 

En  esta  época  se  pone  el  plátano  (Marzo  y  x\bril). 

En  otras  partes  se  hace  uso,  y  con  gran  ventaja,  de 
los  siguientes  instrumentos:  El  barretón  (ñg.  5)  que 


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54 

sirve  para  romper  las  grandes  raíces  que  suelen  encon- 
trarse en  los  terrenos  nuevos,  y  la  tarpala  (ñg.  6.)  que 
sirve  propiamente  para  extraer  la  tierra  del  cajete;  los 
operarios  acostumbrados  a  su  manejo  trabajan  con  una 
rapidez  admirable. 

Como  indicaremos  én  el  articulo  cjue  trata  de  la 
sombra,  el  ])látano  no  nos  i)arece  nuiy  i)ropio  para 
sombrear  el  café;  pero  no  podemos  menos  de  a'conse- 
jarlo  en  los  casos  en  ([ue  no  se  cuente  con  sombra  de 
íx>s(|ue.  ÍMi  efecto,  a  pesar  de  los  graves  inconvenien- 
tes que  le  encontramos,  es,  por  su  rápido  crecimiento, 
el  único  ([ue  puede  emplearse  en  los  plantíos  que  se  ba- 
cen  en  terreno  descubierto. 

El  plátano  se  nniltiplica  por  bijos.  Cada  plátano 
produce  alrededor  del  tallo  principal  cuatro  o  cinco  bi- 
jos que  sirven  para  la  plantación.  Estos,  cuando  tienen 
una  altura  de  im  metro  o  metro  v  medio,  se  sacan  del 
terreno  a  ccpclUhi,  lo  (jue  es  nuiy  fácil,  se  limpia  i)er- 
fectamente  el  camote  para  dejarlo  desprovisto  de  rai- 
ces ( sin  lo  cual  los  prácticos  creen  se  agria  y  no  pega ) ; 
se  despunta  dejándole  sólo  el  cogT)Ho  y  se  planta. 

Respecto  a  la  distancia  a  (jue  se  coloquen,  asi  co- 
mo de  los  demás  pormenores,  vamos  a  tratar  en  el  ar- 
tículo referente  a  la  sombra- 

El  terreno  así  dis])uesto  puede  recibir  en  Jtmio  y 
juilio  los  pies  de  café;  después  de  que  llueva  se  podrá, 
y  bay  \'entaja  en  ello,  llenar  los  cajetes  con  tierra  y 
hojas  secas,  abono,  etc. 


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SEMILLEROS  Y  ALMÁCIGAS 

Sil  iniportaiicia. — Lugar  a  propósito  para  su  estableci- 
miento 

El  cultivo  de  los  vegetales  leñosos  requiere  la  elec- 
ción de  un  lugar  convenientemente  apropiado,  para 
producirlos  y  darles  los  cuidados  que  necesitan  en  el 
en  el  primer  periodo  de  su  existencia. 

La  naturaleza  multiplica  sus  especies  con  una  li- 
bertad que  no  puede  ser  imitada  cuando  se  trata  de  una 
explotación,  pues  si  se  tiene  en  cuenta  que  el  campo 
del  agricultor  es  sobre  manera  restringido,  que  las  exi- 
gencias del  cultivo  son  grandes,  y  que  la  economía  de 
tiempo  y  dinero  es  preciosa,  se  comprenderá  cuan  le- 
jos se  está  de  poder  imitar  a  la  naturaleza  respecto  a 
este  punto. 

La  naturaleza,  que  tiene  a  su  disposición  una  can- 
tidad inmensa  de  granos,  terreno  ilimitado  y  ningunas 
exigencias  de  distribución,  llena  su  objeto  diseminan- 
do la  semilla  sobre  la  superficie  de  la  tierra  para  que 
nazcan  y  vivan  en  libertad.  La  naturaleza  hace  su 
siembra  de  asiento. 

Las  plantas  de  cultivo  están  sujetas  a  exigencias 
mayores  y  más  definidas ;  estas  plantas  deben  tener  re- 
gularidad, estar  perfectamente  distribuidas,  en  igual- 
dad de  condiciones  y  con  producción  en  lo  ]X)sible  se- 
mejantes, condiciones  todas  que  es  muy  difícil  obte- 
ner haciendo  siembras  de  asiento,  i)ues  es  nuiy  raro 
que  todas  las  semillas  germinen  en  las  mismas  circuns- 
tancias ;  por  otra  parte,  difícil,  si  no  im])osible,  sería 
dar  a  las  plantas  los  minuciosos  cuidados  qué  exigen 
durante  el  primer  período  de  su  vida,  el  más  delicado 
sin  duda.  El  café,  particularmente,  es  delicado  y  nece- 
sita cuidados  enteramente  especiales  durante  su  prime- 
ra edad. 


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5e 

De  lo  que  precede  resulta  la  necesidad  que  hav  de 
producir  y  educar  el  cafeto  en  almácig-as.  En  ellas  se 
encuentra  un  terreno  mejor  dispuesto  para  suminis- 
trarle h)  indispensable  para  su  desarrollo,  pues  las  cor- 
tas dimensiones  de  tierra  que  §e  destinan  con  ese  ob- 
jeto pueden  ser  labradas  y  preparadas  con  más  esmero; 
cada  grano  o  cada  planta  puede  colocarse  en  las  mejo- 
res condiciones  posibles,  proporcicándoles  todos  aque- 
llos cuidados  ciue  por  su  delicadeza  reclaman  v  que  no 
podrian  dárseles  repartidas  en  vastas  extensiones. 
Semilleros. — Algunos  culti\-adores  aconsejan  la 
^  formación  de  semilleros  separados  de  la  almáciga,  y 
creemos  que  no  es  inconveniente  bacerlo  asi ;  no  obs- 
tante, con  el  objeto  de  simplicar  el  cultivo  sin  descui- 
darlo, daremos  a  conocer  como  más  sencilla  la  práctica, 
muy  común  entre  los  cultivadores  de  Guatemala,  de 
formar  el  semillero  en  el  lugar  mismo  donde  se  forma- 
rá la  almáciga.  Con  esto  se  consiguen  dos  ventajas: 
I  a.,  labrar  sólo  una  porción  de  terreno,  lo  cual  puede 
ser  de  consideración  en  algunos  casos;  v  2a.,  y  más 
importante,  evitar  el  trasplante  del   semillero  'al  al- 
macigo, operación  que  además  del  gasto  que  ocasiona 
tiene  sus  dificultades  materiales,  como  haremos  ver 
tratando  del  trasplante  d^  asiento. 

Almacigos.  Lugar  conveniente. — El  lugar  más 
apropiado  para  la  colocación  de  la  almáciga,  asi  como 
la  extensión  que  deba  dársele  depende,  siendo  cuestio- 
nes enteramente  concretas,  de  las  circunstancias  de  la 
localidad.  El  agricultor  para  resolver  este  punto  de- 
berá fijarse  en  la  economía  que  puede  resultar  en  la 
mano  de  obra  y  en  el  acarreo  o  transporte- 
Así,  es  conveniente  colocar  las  almácigas  de  ma- 
nera que  al  efectuar  el  trasplante  no  sea  necesario  re- 
correr largas  distancias,  pues  esto,  además  de  que  trae 
la  pérdida  de  tiempo,  puede  ocasionar  la  pérdida  de 
muchas  plantas.  Cuando  el  plantío  sea  de  considera- 


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ción  es  cómodo  establecer  varias  almácigas  distribui- 
das de  tal  manera  que  se  eviten  estos  inconvenientes. 
La  superficie  del  suelo  será  horizontal  en  cuanto 
las  circunstancias  lo  permitan,  o  tendrá  muy  poca  in- 
clinación, pues  asi  no  estará  muy  expuesta  a  ser  desla- 
vada por  las  lluvias,  y  los  riegos  serán  más  fáciles  y 
,  provechosos. 

La  naturaleza  del  terreno  es  de  suma  importancia 
y  se  tendrá  en  gran  consideración.  No  debe  ser  más 
rico  que  aquel  que  más  tarde  recibirá  las  plantas,  \)Oy- 
que  de  serlo,  los  cafetos  al  ser  trasplantados  sufren  con 
la  diminución  de  materias  nutritivas;  tampoco  deberá 
elegirse  notoriamente  más  pobre,  pues  semejante  elec- 
ción sería  también  perjudicial,  porque  las  pecjueñas 
plantas  no  adquirirían  en  su  primera  edad  el  desarrollo 
que  es  deseable  y  conveniente  para  su  futuro  creci- 
miento. 

En  general,  el  agricultor  deberá  hacer  un  recom)- 
cimiento  detallado  de  cada  uno  de  sus  terrenos  y  elegir 
de  entre  ellos  aquel  que  mayor  semejanza  tenga  con  la 
mayoría ;  en  caso  de  que  se  establezcan  varias  almáci- 
gas, claro  es  que  se  dividirá  la  explotación  por  zonas 
homogéneas  y  se  establecerá  una  almáciga  para  cada 
una.  Cuando  el  clima  haga  necesario  el  riego,  y  sien- 
do esto  posible,  deberá  atenderse  además  a  la  posición 
de  las  almácigas  respecto  de  las  fuentes  disponibles 
para  facilitar  los  riegos. 

Preparación  del  terreno  y  disposición  de  la  almáci- 
ga.— Elegido  el  terreno  en  estas  condiciones  o  en  el  ma- 
yor número  de  ellas,  se  dispone  la  almáciga  de  la  ma- 
nera más  apropiada  para  facilitar  los  trabajos  de  pre- 
paración, conservación  y  trasplante. 

Se  divide  el  terreno  en  amelgas  de  1.50  metros 
de  ancho  y  15  ó  20  metros  de  largo,  dejando  pasadizos 
de  un  metro,  y  un  poco  más  bajos  que  las  amelgas ; 
éstas  deben  estar  rodeadas  por  caños  de  desagüe.  El 


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58 

plano  adjunto  indica  Ja  manera  de  disponer  una  almá- 
ciga (fio-.  8). 

^  Respecto  a  la  extensión  que  deba  tener,  los  prcácticos 
sí  están  de  acuerdo  en  que  el  número  de  plantas  de  la 
almáciga  debe  ser  triple  de  aquel  que  tendrá  el  plan- 
tío, tanto  para  ixxler  hacer  la  elección  entre  las  mejo- 
res jílantas,  como  para  tener  pies  para  la  replantación 
(jue  siempre  es  necesaria. 

La  i)reparaci(')n  del  terreno  es  sencilla :  se  reduce 
a  dar  una  labor  con  la  pala  u  otro  instrumento  (pie  pro- 
duzca un  trabajo  semejante,  para  remover  perfecta- 
mente hasta  30  ó  35  centímetros  de  profundidad. 

Se  deja  el  terreno  en  estas  condiciones  durante  un 
mes  o  más  expuesto  a  las  influencias  atmosféricas;  es 
decir,  para  (jue  se  ventile,  absorba  la  humeda<l  y  se  pul- 
verice. Después  se  pasa  la  rastra  hasta  aplanarla  per- 
fectamente. En  este  estado  está  propio  para  recibir  la 
semilla. 

.  Elección  de  la  semilla — El  éxito  de  la  siembra  de- 
pende, sobre  todo,  de  la  elección  dé  la  semilla ;  de  la 
manera  como  se  recoí^e  y  de  la  preparación  que  se  le 
hace  sufrir  antes  de  depositarla  en  la  tierra. 

El  grano  proi)io  para  germinar,  requiere  haber  re- 
cibido una  buena  conformación  y  un  buen  grado  de 
madurez,  lo  cual  se  reconoce  en  que  ha  llegado  a  su 
mayor  desarrollo,  cuando  se  desprende  naturalmente 
de  la  planta  madre. 

Siendo  el  cafeto  una  planta  que  durante  varios 
meses  del  año  tiene  frutos,  siempre  será  fácil  durante 
la  fructificación  recoger  las  semillas  poco  tiempo  antes 
de  verificar  la  siembra,  teniendo  cuidado  de  hacerlo  con 
gran  esmero,  para  recoger  los  frutos  recientemente 
caídos  de  los  arbustos  que  tengan  la  mejor  conforma- 
ción. El  café  mejor  conformado  es  el  que  entre  nos- 
otros lleva  el  nombre  de  planchuela,  v  éste  es  el  que  se 
debe  elegir  para  las  siembras,  pues  el  llamado  caraco- 
hilo,  padeciendo  un  vicio  de  conformación,  es  del  to- 


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V  > 


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59 

do  impropio  para  este  objeto,  a  pesar  de  la  opinión  de 
muchos  cultivadores  que  tienen  la  creencia  errónea  de 
que  produce  pies  más  robustos  y  fuertes. 

Preparaeión  de  la  semilla. — Entre  nuestros  culti- 
vadores se  acostumbra  sembrar  el  grano  tal  como  se  re- 
coge; sin  embargo,  aconsejamos  sujetarlo  a  una  pre- 
paración sumamente  sencilla,  que  da  magníficos  resul- 
tados en  la  mayor  parte  de  las  fincas  de  Guatemala. 

El  grano  se  despoja  de  su  pulpa,  maltratándolo  lo 
menos  posible,  se  humedece  ligeramente  y  se  pone  al  sol 
durante  un  día. 

Es  también  una  buena  práctica  encerrar  el  café  en 
sacos  de  ixtle  y  ponerlo  en  una  corriente  de  agua  du- 
rante 3  ó  4  días,  al  cabo  de  los  cuales  se  encuentra  muy 
aumentado  de  volumen  v  comienza  a  emitir  las  radi- 
culas.  Hay  cultivadores  que  estiman  muy  conveniente 
poner  el  grano  descascarado. 

Siembra.  Época  de  la  siembra. — Para  efectuar  la 
siembra  se  trazan  sobre  las  amelgas,  dispuestas  como 
queda  dicho,  líneas  paralelas  distantes  entre  sí  om.075  ; 
sobre  estas  líneas  y  de  7  en  7  centímetros  se  colocan 
los  granos  de  café  con  la  parte  plana  hacia  abajo. 

La  profundidad  a  la  cual  deben  colocarse  las  se- 
niillas  es  de  una  importancia  capital.  El  aire  y  el  agua 
son  absolutamente  indispensables  para  que  el  fenóme- 
no de  la  germinación  pueda  efectuarsie :  los  granos  que 
se  colocan  en  el  terreno  deben,  pues,  estar,  a  una  pro- 
fundidad tal,  que  reciban  la  influencia  de  ambos  agen- 
tes. 

La  profundidad  a  la  cual  se  colocan  los  granos  de 
café  es  variable.  De  una  manera  general  y  entre  los 
prácticos  se  admite  c|ue  una  profundidad  de  4  a  8  mi- 
límetros es  la  conveniente. 

Sin  embargo,  semejante  indicación  no  es  ni  ])uede 
ser  absoluta,  pues  debe  variarse  en  relación  con  la  na- 
turaleza del  terreno,  y  la  profundidad  debe  ser  tanto 
mavor  cuanto  menor  sea  la  consistencia  de  la  tierra. 


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N. 


60 

Xueslrus  ciiltivadnres,  con  muy  escasas  excepcio- 
nes, colocan  los  granos  en  las  tierras  muy  arcillosas 
a  4  ó  5  milímetros  de  profundidad,  \'  en  las'  de  regular 
consistencia  a  O  y  8-  Puestos  los  granos  en  el  terreno  se 
les  cubre,  i)ara  ío  cual  basta  abatir  el  borde  de  tierra 
que  forma  los  costados  del  surco,  aplanándolo  bien,  va 
sea  con  la  mano  o  con  un  pequeño  rodillo. 

En  algunas  partes  se  prefiere  cubrir  el  grano  con 
una  ligera  capa  de  mantillo  que  se  va  regando  a  lo 
largo  de  los  surcos.  Cuando  se  han  cubierto  todos  los 
granos,  se  coloca  sobre  la  superficie  de  la  almáciga  una 
capa  de  paja  hiimeda  u  hoja  seca  con  el  objeto  ele  dis- 
minuir la  evaporación  y  conservar  una  temperatura  ca- 
si uniforme. 

Cuidados  dcs/^ués  de  ¡a  siembra. — Verificada  la 
siembra  se  procede  a  dar  un  riego  que  es  el  cuidado  que 
más  relaman  las  almácigas.  Esta  operación  debe  efec- 
tuarse diariamente  durante  cuarenta  días,  al  cabo  de 
los  cuales  comienzan  a  aparecer  las  plantita-s ;  en  esta 
época  se  despoja  la  almáciga  de  la  capa  de  paja  u  hoja 
que  la  cubre,  después  de  haber  construido  una  sombra 
para  abrigar  las  almácigas. 

Esta  sombra  se  hace  comunmente  colocando  un 
emparrillado  de  varas  sobre  troncos  de  horquetas  de 
im.40  de  altura,  que  se  distribuyen'en  la  superficie  de 
la  almáciga.  Sobre  el  emparrillado  se  coloca  una  cubier- 
ta de  hojas  de  plátano  o  de  otra  clase,  dejando  algu- 
nos intersticios. 

Debe  procurarse  que  la  sombra  no  sea  muy  espe- 
sa, }X)rque  las  plantas  se  desarrollan  exul>erantemente, 
se  cubren  de  hojas  de  un  verde  muy  obscuro,  y  al  tras- 
plantarlas arraigan  mal  y  quedan  por  mucho  tiempo 
delicadas. 

En  algunas  partes  no  se  sigue  esta  práctica,  que  es 
la  común  en  Guatemala,  sino  que  se  hace  un  primer 
trasplante  a  otra  almácig-a  en  la  cual  se  colocan  las 
plantitas  a  om.20  de  distancia. 


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1 


V 


61 

Cuando  tenga  tres  pares  de  hojas  se  escarda. 

Época. — En  la  zona  cafetera  de  la  Repiíblica  la 
siembra  se  hace  en  los  meses  de  septiembre,  octubre  y 
noviembre,  y  el  trasplante  en  diciembre,  enero  y  fe- 
brero. 

Las  plantas  permanecen  en  la  almáciga  catorce  o 
quince  meses  y  .durante  este  tiempo  deben  ser  atendi- 
das con  esmero. 

Abajo  de  4,000  pies  dura  sólo  8  meses  desde  que 
se  pone  el  grano;  pero  siempre  que  sea  bien  cuidado. 

El  señor  Hilario  Cuevas  trasplanta  el  café  antes 
de  que  aparezca  la  primera  cruz. 

La  limpieza  del  terreno  debe  recomendarse,  así 
como  una  cuidadosa  distribución  de  los  riegos-  En  los 
iiltimos  meses  de  su  permanencia  en  la  almáciga  se 
debe  ir  disminuyendo  la  sombra  hasta  dejarla  en  los 
liltimos  a  descubierto. 

Las  plantas  habrán  adquirido  entonces  una  altu- 
ra de  om.40  a  om.50,  (los  prácticos  llaman  de  cuatro 
cruces  a  las  plantas  que  han  llegado  a  esta  altura,  re- 
firiéndose al  mímero  y  distribución  de  las  ramas)  y 
pueden  ya  plantarse  definitivamente. 

Antes  de  concluir  este  artículo  haremos  mención 
de  una  práctica  aconsejada  por  el  señor  E.  MasferFer, 
inteligente  cultivador  del  Salvador,  y  que  nosotros 
consideramos  como  inconveniente  por  las  razones  que 
daremos  al  tratar  de  la  poda.  Consiste  tal  práctica  en 
podar  los  arlx)litos  en  la  almáciga,  en  donde  permane- 
cen a  este  efecto  de  24  a  30  meses. 


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62 


SOMBRA 

En  ciertas  circunstancicas,  cuando  la  temperatura 
ilel  lugar  es  algo  más  elevada  de  lo  conveniente,  o 
cuando  el  terreno  es  propenso  a  desecarse  y  no  puede 
hacerse  uso  de  los  riegos  cuando  la  sequía  se  prolonga 
demasiado,  y  en  nmchas  otras  que  no  pueden  señalar- 
se de  una  manera  precisa,  es  de  todo  punto  indispen- 
«iable  dar  sombra  al  café. 

Mucho  se  ha  discutido  sobre  las  ventajas  e  incon- 
venientes que  tiene  la  sombra,  y  los  cultivadores  no  es- 
tán de  acuerdo  en  este  punto :  para  unos  es  absoluta- 
mente indispensable ;  para  otros  es  hasta  nociva.  Lo 
cierto  es  que  unos  y  otros  pueden  tener  en  parte  razón. 
En  efecto,  la  sombra  es  a  veces  enteramente  indispen- 
sable y  a  veces  del  todo  inútil. 

Tratando  del  clima  hemos  dicho  ya  que  el  cafeto 
puede  resistir  temperaturas  elevadas  pero  sólo  hasta 
eierto  límite,  pasado  el  cual  sus  funciones  vegetativas 
se  alteran  y  el  vegetal  muere. 

Ahora  bien,  lugares  hay  que  propios  por  muchas 
circunstancias  para  el  cafeto,  adolecen  sin  embargo  de 
un  exceso  de  temperatura.  El  agricultor  procura  en- 
tonces disminuir  los  rayos  solares  sobre  la  planta  y 
sobre  el  terreno;  el  empleo  de  la  sombra  es  el  medio 
más  eficaz  para  conseguirlo. 

Se  podrían  citar  un  gran  m'tmero  de  casos  en  favor 
d^  la  utilidad  de  la  sombra,  pero  no  creemos  deber  in- 
sistir sobre  una  cuestión  que  a  menudo  se  resuelve  en 
vista  de  la  práctica  del  lugar. 

Cuando  deba  emplearse  la  sombra  deben  tenerse 
presentes  las  siguientes  condiciones:  la.,  la  sombra 
no  será  total  sino  moderada ;  2a-,  que  el  árbol  que  la 
produzca,  en  caso  de  que  no  sea  reserva  de  bosque, 
crezca  pronto;  3a.,  que  conserve  su  follaje  durante  el 


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63 

verano;  4^,  que  no  produzca  frutas  pesadas  o  substan- 
cia que  pueda  perjudicar  al  arl)Usto,  y  5."  que  sus  raices 
no  sean  laterales  sino  profundas. 

En  vista  de  estas  condiciones  deberá  hacerse  la 
elección.  En  la  zona  cafetera  de  la  República  abundan 
gran  número  de  especies  que  pueden  satisfacer  a  casi 
todas  las  condiciones,  y  nosotros  hemos  visto  emplear 
con  éxito  algunas  de  ellas. 

El  Huizache  (acacia  aíbicaiis)  de  follaje  menudo 
y  copa  alta  produce  una  sombra  moderada.  Se  le  tacha, 
sin  embargo  de  que  mancha  ks  hojas  de  café.  La  Hi- 
guerilla {riciniis  communis)  ^tannonnm  &í\  toda  la  zona 
cafetera,  podría  también  emplearse  para  los  almacigos, 
aunque  no  con  grandes  ventajas,  por  la  poca  altura  a 
que  alcanza.  Sin  embargo,  pudiendoser  motivo  de  una 
explotación  lucrativa  poco  conocida  en  nuestro  país  la 
extracción  del  aceite,  llamamos  la  atención  de  los  cul- 
tivadores deseosos  de  obtener  mayores  beneficios.  En 
otras  partes  (  Colima)  hemos  visto  emplear  con  éxito  el 
Llorasangre  (Buconia  arborcsccns)  ,  el  Huamúchil 
{Mimosa  unguiscatc).e\  Jonote  o  Cuero  de  vaca  (He- 
liocarpns  mexicanoe) . 

En  otras  partes  el  colorín  {Zouipantlc  Enthriua 
coraloidcs),  el  Majahua   (Thepcsia  popoulnca),  etc. 

Otras  muchas  especies  podrán  emplearse  cuando 
se  cuente  con  lx)sc|ue  alto;  pero  si  el  plantío  se  estable- 
ce en  terreno  descubierto  es  necesario  plantar  los  árbo- 
les que  deban  sembrear  al  cafeto. 

La  mayoi*  parte  de  los  arbustos  leñosos  cuyo  em- 
pleo es  ventajoso  tienen  el  incoíiveniente  de  crecer  len- 
tamente, lo  que  los  hace  inutilizables  por  lo  pronto.  Hay 
que  recurrir  entonces  al  plátano. 

El  plátano,  que  rápidamente  se  desarrolla,  tiene 
sin  embargo  grandes  inconvenientes,  y  sólo  la  necesi- 
dad puede  hacer  prevalecer  su  uso ;  es  verdad  que  su 
fruto  pudiendo  ser  un  artículo  de  gran  porvenir  para  la 
exportación  y  siendo  ya  objeto  de  explotación,  ayuda 
con  los  productos  a  sufragar  los  gastos  del  cultivo. 


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64 

I>er()  a  pesar  de  esto  su  empleo  no  debe  ser  sino  temijo- 
ral,  es  decir,  mientras  los  aricóles  leñosos  que  se 
planten  para  la  sombra  alcancen  el  desarrollo  necesa- 
rio. 

No  puede  negarse,  pues,  que  durante  este  tiempo 
el  plátano  presta  grandes  servicios  al  cultivador. 

El  plátano  es  una  planta  herbácea  de  las  más  gi- 
gantescas; no  tiene  verdadero  tallo,  y  lo  que  se  llama 
su  tronco  está  formado  por  las  hojas  cuyos  peciolos 
sumamente  envainantes  se  enrollan  unos  sobre  otros, 
^  formando  una  masa  cónica  que  alcanza  de  2m5o  a  5 
de  altura,  sobre  om5o  a  om8o  de  circunferencia  en  su 
base;  en  la  parte  superior  va  provisto  de  un  penacho  de 
grandes  hojas  que  pueden  tener  2  metros  de  largo  y 
30  ó  40  centímetros  en  la  parte  más  ancha. 

Estas  grandes  hojas  producen  una  sombra  que  no 
satisface  a  la  primera  condición,  pues  no  siempre  pue- 
de ser  moderada ;  por  otra  parte,  a  su  caída  maltratan 
a  menudo  los  cafetos  y  en  la  época  de  las  lluvias  dejan 
escurrir  el  agua  en  chorros  que  se  forman  en  la  canal 
del  medio  de  la  hoja. 

El  plátano  se  multiplica  por  hijos  que  brotan  en 
número  de  405  alrededor  de  cada  tallo,  invadiendo 
rápidamente  el  terreno  que  se  destina  al  café  y  aumen- 
tando la  sombra  si  no  se  les  destruve. 

Estos  hijos,  que  sq  consiguen  a  precio  muy  mode- 
rado, son  los  que  se  plantan  de  la  manera  que  hemos 
indicado  en  otra  parte  y  a  distancias  variables  según 
la  cantidad  de  sombra  que  se  quiera  obtener. 

Frecuentemente  se  intercala  entre  cada  dos  ó  tres 
líneas  de  cafetos,  una  línea  de  plátanos  distantes  dos  y 
media  a  tres  veces  más  que  ilos  pies  de  café.  La  pos- 
tura de  los  hijos  se  hace  en  tiempo  seco  y  con  todos  los 
cuidados  de  un  trasplante,  pues  aunque  el  plátano  ra- 
ras veces  se  pierde,  sí  sucede  que  se  resiente  de  un  mal 
trasplante  y  se  atrasa,  no  proporcionando  la  sombra  a 
su  tiempo. 


V 


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65 

Esta  planta  es  de  muy  rápido  crecimiento,  pues 
tarda  a  lo  más  un  año  en  emitir  su  espiga  terminal  qut 
lleva  de  40  a  60  plátanos  y  atm  más ;  esta  espiga,  que 
suele  pesar  10  y  12  kilos,  debe  cortarse  poco  antes  de 
su  madurez,  ])ues  de  no  hacerlo  así,  es  un  peligro  pa- 
ra los  arbustos. 

En  los  lugares  expuestos  a  vientos  algo  fuertes, 
el  plátano  puede  ser  peligroso.  La  constitución  de  sus 
tejidos,  que  son  muy  acuosos,  hacen  que  sea  de  muy 
débil  resistencia,  pues  los  peciolos  que  forman  el  tallo 
presentan  cavidades  grandes  y  numerosas  regularmen- 
te dispuestas. 

En  nuestro  país  se  encuentra  un  buen  número  de 
variedades  que  pueden  emplearse,  así  el  plátano  lar- 
go (Musa  paradisiaca)  el  guineo  camburí  (M.  sapien 
tum)^  el  de  Abisinia  (M.  Ensete,  Bruce),  el  costeño  o 
dominico  {M.  regia,  Kiimph),  el  chino  (M.  coccínea), 
y  el  Alanila,  se  desarrollan  con  igual  facilidad,  decidien- 
do en  la  elección,  las  más  veces,  la  riqueza  de  sus  fru- 
tos. 

Al  lado  de  los  inconvenientes  que  presenta  el  plá- 
tano para  sombra,  ofrece  una  ventaja  de  gran  conside- 
ración, ventaja  que  no  tiene  ninguna  de  las  especies  le- 
ñosas: la  restitución  de  materia  orgánica.  El  plátano 
proporciona  una  cantidad  considerable  de  desechos  or- 
gánicos que  descomponiéndose  rápidamente,  son  de 
gran  utilidad.  Cuando  se  cosecha  el  fruto,  el  tallo  prin- 
cipal se  corta  y  queda  en  el  suelo  dando  una  cantidad 
de  materia  de  20  ó  30  kilos,  sin  contar  el  gran  núme- 
ro de  hojas  que  le  preceden  en  su  caída. 

En  muchas  partes  del  Estado  de  Michoacán,  y  es- 
pecialmente en  Uruápam,  utilizan  los  restos  del  pláta- 
no enterrándolos  al  pie  del  cafeto,  y  parece  que  obtie- 
nen buen  resultado  aunque  no  es  esta  la  mejor  mane- 
ra de  emplearlos. 

Es  preferible  recojer  estos  desechos  y  ponerlos  en 
íosas  especiales,  humedeciéndolos  de  tiempo  en  tiem- 

Café— .5 


1 


I 


66 

po  y  removiéndolos  para  facilitar  su  (lescomix)sicióii. 
Experimentan  así  tocias  las  fermentaciones  y  las  trans- 
formaciones consecuencia  de  esos  fenómenos,  y  al  fin 
se  obtiene  un  a1)ono  rico  en  ázvje,  potasa,  cal  y  ácido 
fosfórico,  íjue  tan  útil  es  al  cafeto. 

La  cantidad  de  agtia  contenida  en  los  .tejidos  del 
tallo  es  siempre  considerable  y  Ueg^a  a  94  por  ciento. 

El  limbo  de  las  hojas  forma  tin  tejido  muy  denso 
que  contiene  de  20  a  25  |X)r  ciento  de  materia  seca. 

Una  mezcla  proporcional  de  tallos  y  hojas  ha  da- 
do los  resultados  si;^uientes: 

Agua (JO .  800 

Materia  seca ().200 


1 00 . 000 


Ja 


Coin ¡posición  mineral 

ComposiciÓD  Cenizas  par 

cnitesinal  de  1,000  kilos  de 

las  cenizas  Bt'ería  fresca 

Acido  fosfórico.  .  .      T.26  0.130 

Acido  sulftirico.  .  .      T.22  0.126 

Cloro 8.50  0.875 

Cal 1 7 .  28  1 .  780 

Magnesia 2.64  0.272 

Potasa 28.86  2.972 

Sosa ().54  o.  983 

Oxido  de  fierro.  .  .     0.74  0.076 

Sílice.   .......    15. 39  1.585 

Acido  carbónico,  etc  .14.57  t  •  50 1 

Stima :  materias  mi- 
nerales   1 00 . 00  10 . 300 

Ázoe 1 .  090 


Ceiizas  por 

1.000  idlos  de 

■atería  seca 

1.406 

I.  361 

9.486 

19-285 

2.946 

32 . 208 

10.647 

0.826 

17-175 

1 6 . 260 


III. 600 
TO.900 


fu 


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í 


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67 

Estas  cantidades  las  apuntamos  para  tomarlas  en 
consideración  tratando  de  los  abonos. 

El  empleo  del  plátano,  lo  repetimos,  es  necesario 
cuando  no  se  tengu  reserva  de  bosque,  pero  aun  en  es- 
te caso  sólo  temi>oralniente,  pues  al  mismo  tiempo  que 
el  plátano  o  antes  si  es  posible,  se  deben  poner  espe- 
pecies  leñosas  que  cuando  su  desarrollo  se  los  permi- 
ta sustituirán  al  plátano  ventajosamente- 

Llamamos  la  atención  de  los  cultivadores  respec- 
to a  la  cantidad  de  sombra  que  deben  dar  a  sus  plan- 
tíos, aconsejando  mucha  moderación,  porque  cuando 
la  sombra  es  excesiva  y  h  humedad  es  también  consi- 
derable, el  cafeto  se  desarrolla  mucho  en  longitud,  sus 
hojas  se  obscurecen  demasiado  >'  presentan  un  bello 
aspecto,  pero  los  productos  disminuven  un  tanto  A 
menudo  hemos  notado  tendencia  a  sombrear  mucho 
al  cafeto,  pues  los  cultivadores  creen  ahorrar  dinero 
evitando  asi  las  limpias ;  en  efecto,  una  sombra  abim- 
dante  impide  el  desarrollo  de  la  hierba,  pero  lo  que  se 
economiza  no  es  proporcionail  a  la  pérdida 


y- 


TRASPLANTE 

La  estación  de  las  lluvias  marca  de  una  manera 
pi^isa  la  época  en  la  que  conviene  efectuar  la  opera- 
ción del  trasplante. 

Cuando  ^las  primeras  lluvias  han  humedecido  con- 
venientemente d  terreno  sin  inundar  los  hovos  v  vol- 
ver lodosa  la  tierra,  se  esperan  los  días  nublados  o 
ligeramente  lluviosos  para  proceder  a  plantar  el  cafe- 
to. Es  esta  operación  una  de  las  más  sencillas  pero  de- 
licada, y  en  la  cual  debe  ponerse  el  mavor  esmero 
porque  de  otro  modo  se  corre  riesgo  de  perder  los  pies' 
sufriendo  asi  la  pérdida  de  los  gastos  que  durante  su 
permanencia  en  el  almacigo  les  corresponde,  v  un  au- 
mento correspondiente  a  los  de  trasplante.     " 


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68 

El  estado  del  tiempo  tiene  su  influencia  en  el  éxi- 
to, y  por  lo  mismo  se  prefieren  los  días  húmedos  en  el 
grado  indicado,  excluyendo  los  de  fuertes  aguaceros 
así  como  los  muy  secos.  Los  días  muy  lluviosos  tie- 
nen los  inconvenientes  siguientes:  primero,  dificultan 
la  operación  por  la  molestia  consiguiente  que  ocasio- 
nan al  operario,  impidiéndole  obrar  con  libertad  y 
rapidez ;  en  segundo  lugar  por  el  mal  estado  del  terre- 
no, que  hace  la  extracción  y  la  puesta  de  los  pies  de- 
fectuosa. 

En  las  tierras  fuertemente  arcillosas  y  en  las  con- 
diciones indicadas  el  trasplante  es  imposible. 

Según  H.  Cuevas  se  puede  trasplantar  con  sol. 

El  tiempo  seco  es  absolutamente  impropio  para 
el  trasplante. 

El  trasplante  comprende  varias  operaciones  que 
trataremos  por  separado,  y  son  éstas :  la  extracción  de 
los  pies  de  la  almáciga,  su  conducción  al  terreno  y  su 
colocación. 

Exfracción  de  los  pies. — El  cafeto  se  trasplanta  a 
cepellón,  como  vulgarmente  se  dice,  o  sea  provisto 
de  un  pilón  de  tierra  que  cubre  completamente  su  raíz. 
Para  efectuar  la  operación  con  rapidez  y  facilidad,  el 
peón  va  provisto  de  una  pala  angosta,  proporcionada 
al  tamaño  medio  del  terrón  que  llevará  la  planta-  Ca- 
va en  derredor  de  ésta  una  zanja  como  de  cinco  cen- 
tímetros de  anchura,  y  con  una  profundidad  propor- 
cional al  tamaño  de  la  planta,  procurando  en  todos 
casos  no  herir  las  raicecitas  de  la  planta. 

Antes  de  extraer  el  terrón,  el  operario,  que  debe- 
rá orientarse  con  anticipación,  corta  una  pequeña  ra- 
mita  de  las  expuestas  al  Oriente,  con  el  objeto  de  que 
la  planta  quede  después  en  la  misma  posición  respec- 
to a  este  punto.  Esto  parecerá  exceso  de  minuciosi- 
dad, pero  al  indicarlo  aquí  tenemos  en  consideración 
el  dicho  de  cultivadores  inteligentes  y  observadores. 


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69 

Por  otra  parte,  analizando  un  poco  el  hecho,  no 
se  le  encuentra  en  desacuerdo  con  los  principios  cien- 
tíficos de  los  cultivos. 

Entonces  se  extrae  la  planta  tomando  el  terrón 
entre  las  manos  y  se  le  coloca  en  la  cesta  o  caja  que 
servirá  para  conducirlo. 

Conducción  de  las  plantas. — Comunmente  se  les 
transporta  en  cestas  de  regulares  dimensiones,  colo- 
cándolas con  el  terrón  hacia  abajo  apoyadas  sobre  las 
paredes  del  canasto.  En  estas  circunstancias,  las  plan- 
tas se  maltratan  algo  y  hay  menos  probabilidades  de 
éxito.  Es  mejor  hacer  uso  de  cajas  especiales  que  se 
construyen  al  efecto.  La  parte  principal  está  com])ues- 
ta  de  un  rectángulo  de  madera  en  el  que  se  extiende 
a  regular  tensión  un  tejido  ralo  de  cerda  o  ixtle  que 
forma  el  fondo  de  la  caja;  sobre  este  marco  se  apli- 
can por  medio  de  espigas  las  tablas  que  forman  las 
paredes  laterales.  Va  además  provista  de  cuatro  bra- 
zas o  agarraderas  para  que  dos  hombres  la  conduz- 
can. Se  pone  en  el  fondo  un  lienzo  húmedo :  sobre  él 
se  acomodan  las  plantas  en  posición  horizontal,  con  el 
terrón  vuelto  hacia  la  pared  de  la  caja  y  de  manera 
cjue  queden  cruzadas  dos  series.  Nunca  se  ponen  más 
plantas  de  las  que  cómodamente  pueden  contener  las 
cajas. 

Se  les  cubre  con  un  lienzo  húmedo  y  se  les  con- 
duce al  terreno. 

Esta  manera  de  efectuar  la  conducción  parecerá 
costosa,  pero  no  lo  es  cuando  se  cuenta  con  operarios 
hábiles  y  un  número  suficiente  de' cajas.  Además,  pro- 
cediendo así  el  éxito  es  siempre  completo. 

wSe  pueden  colocar  dos  matas. 

Colocación  de  la  planta. — Los  operarios  encar- 
gados de  poner  las  plantas  en  el  terreno  serán  aque- 
llos que  muestren  más  habilidad  e  inteligencia  en  el 
trabajo-  Irán  provistos  de  una  pala  pecjueña  v  un  cu- 
chillo para  proceder  así :  tomarán  una  de  las  plantas 


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p()r  el  lernni  para  llevarla  al  hoyo  (jue  deberá  ocupar; 
una  vez  allí,  corta  al  sesgo  la  extreniklad  de  la  raíz 
principal  y  coloca  la  planta  en  el  hoyo,  de  manera  (|ue 
la  rama  cortada  que  indica  el  Oriente,  quede  vuelta 
hacia  ese  punto.  La  planta  del)erá  (juedar  culteramente 
vertical  \-  sin  que  la  raíz  principal  se  dol)le,  pues  de 
ser  asi  se  tiene  la  seguridad  ele  perder  la  i)lanta,  si 
no  inmediatamente,  un  año  después  del  trasplante 
Cuando  la  raíz  de  los  vegetales  se  dobla  forma  un  nu- 
do que  impide  que  ese  órgano  desempeñe  sus  funcio- 
nes normalmnte. 

La  operación  de  fijar  la  planta  se  ha  de  ejecutar 
C(^,n  algún  cunero,  procuranclo  cjue  el  pihSn  (juede  en 
el  centro  del  hoyo  para  que  por  todos  laílos  reciba  la 
tierra  que  debe  afirmarlo,  teniendo  cuidado  de  poner 
abajo  la  extraída  primeramente  del  ho\-o  v  (|ue  corres- 
ponde a  la  su])erf)cie  del  terreno,  después  la  del  me- 
dio y  por  último  la  extraída  del  fondo  del  hovo,  a-¡)re- 
tándola  un  pnco  con  la  mano  para  que  la  planta  que- 
de firme. 

Después  de  bien  afirmado  el  arbolito  se  trae  a  su 
pie  un  poco  de  tierra  de  la  superficie  y  se  le  ]>one  has- 
ta 6  u  8  centímetros  de  a'ltura,  medianamente  com])ri- 
mida  para  evitar  f|ue  se  estañe  píen  las  aguas. 

Hecho  est(\  la  plantación  queda  terminada. 
^  Se  puede  detener  a  voluntad  el  crecimiento  del  al- 
macigo quitando  toda  la  sombra  paulatinamente  en 
dos^  tiempos,  enralando  primero  \'  desjniés  c|uitando 
o  bieii  cortando  la  guía,  así  como  los  que  salgan  más 
tarde. 

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COXSERA'ACÍOX 

lAiVipias. — En  todos  los  terrenos  de  los  climas  cá- 
lidos se  desarrollan  una  infinidad  de  hierbas  que  in- 
vaden fácilmente  el  terreno  y  absorben  las  substan- 
cias nutritivas  en  perjuicio  del  cafeto.  Las  limpias  tie- 


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nen  por  objeto  destruir  estas  plantas  nocivas,  man- 
teniendo la  superficie  del  terreno  expuesta  a  la  acción 
de  la  atmósfera.  A  menudo  la  Hmpia  de  los  cafetales 
se  descuidci  en  nuestro  país,  siendo  verdaderamente 
lastimoso  el  estado  (jue  guardan  muchos  plantíos  que 
en  distintos  lugares  de  la  República  hemos  tenido  opor- 
tunidad de  ^'er. 

L(xs  a^^rí cultores  cuidadosamente  no  deben  descui- 
dar  tan  importante  práctica. 

Las  limpias  son  absodutamente  indispensables,  y 
estando  seguros  de  (jue  toda  persona  medianamente 
ilustrada  o|)ina  como  nosotros,  no  emprenderemos  la 
inútil  tarea  de  demostrarlo. 

Las  limpias  de  deshierbe  pueden  hacerse  emplean- 
do varios  instrumentos,  de  ios  cuales  los  principal- 
mente usados  son  el  machete,  la  coa,  el  azadón  y  los 
arados  cultivadores. 

De  todos  estos  instrumentos  el  machete  es  desde 
luego  el  r(ue  reúne  mayor  número  de  inconvenientes, 
y  creemos  que  deberá  desecharse  siempre  que  sea  po- 
sible. 

El  trabajo  del  machete  es  impecfecto,  y  dispendio- 
so. Es  im]>erfecto  porque  el  corte  se  hace  a  uno  o  dos 
centímetros  cuando  menos,  sobre  la  superficie  de  la 
tierra,  resultando  de  aquí  que  la  hierba,  conser\^ndo 
intacta  la  raíz,  se  desarrolla  inmediatamente:  por  otra 
parte,  operando  con  este  instrumento  no  dejan  de  mal- 
tratarse los  tallos  del  cafeto. 

Comparando  el  trabajo  del  machete  con  el  de  otro 
instrumento,  el  azadón  por  ejemplo,  durante  varias 
limpias  sucesivas,  con  relación  a  su  costo,  se  verá  que 
este  trabajo  es  incuestionablemente  más  caro  con  el 
primer  instrumento. 

Las  limpias  con  azadón  y  coa  tienen  el  inconve- 
niente de  la  lentitud,  pero  presentan  la  ventaja  de  ser 
más  provechosas,  pues  la  destrucción  de  la  hierba  es 
más  completa.  El  costo  de  este  trabajo  con  relación 


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al  que  se  obtiene  con  el  machete  ya  hemos  dicho  que  es 
un  poco  menor,  pero  no  es  aún  el  más  económico. 

Los  cultivadores  son  sin  duda  los  instrumentos 
llamados  a  desempeñar  este  trabajo  con  más  rapidez 
y  con  cierta  perfección,  i)ues  i)roducen  una  economía 
considerable  de  tiempo,  de  dinero  y  de  brazos,  y  ade- 
más benefician  el  terreno,  perfectamente. 

Se  encuentran  en  el  comercio  varios  modelos  a 
propósito  para  beneficiar  el  cafeto,  no  permitiéndonos 
recomendar  nin^í^uno  en  ]>articular;  sólo  sí  indicare- 
mos las  princij)ales  condiciones  (jue  debe  satisfacer  un 
instrumento  de  esta  naturaleza,  condiciones  enume- 
radas en  la  obra  escrita  por  el  señor  Ingeniero  D.  Ra- 
fael Barba:  **f.\  el  instrumento  debe  presentar  una 
«ran  solidez  sin  tener  un  i>eso  considerable;  2.\  los 
dientes  deben  cambiarse  fácilmente,  según  la  clase 
de  trabajo,  y  su  forma  debe  ser  tal  que  el  esfuerzo 
o  tracción  no  sea  muy  sensible;  3.'',  las  varillas  que 
llevan  los  dientes  deben  permitir  cambiar  ésta  sin  di- 
ficultad; 4/',  la  forma  de  estas  varillas  y  su  disposi- 
ción debe  ser  tal  (pie  el  instrumento  no  esté  expuesto  a 
emborrarse;  5.",  es  indispensable  hacer  variar  fácil- 
mente la  profundidad  y  ])CKler  hacer  salir  los  dientes 
de  la  tierra,  sea  para  limpiarlos  o  para  transportar  el 
aparato  cuando  no  trabaja-" 

El  instrumento  manejad(^  por  un  hombre  se  atala- 
ja a  un  solo  bue\'  cpie  es  conducido  por  un  muchacho. 

El  único  cuidado  (|ue  debe  tenerse,  una  vez  arre- 
glad(^  en  anchura  y  profundidad,  es  cjue  la  i)unta  más 
cercana  a  los  árboles  no  entierre  al  pie  de  éstos,  la 
cual  se  consigue  fácilmente  con  sólo  inclinar  un  po- 
co el  instrumento,  apoyándose  en  la  niancera  o])uesta. 

El  empleo  de  este  instrum-ento  no  puede  ser,  sin 
embargo,  enteramente  general,  pues  es  necesario  pa- 
ra que  dé  los  mejores  resultados,  que  el  terreno  sea 
plano,  que  no  tenga  abundancia  de  piedra  o  troncos^ 


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y  sobre  todo,  que  esté  perfectamente  delineado,  sin  lo 
cual  su  uso  es  imposible. 

Las  limpias,  cualquiera  que  sea  el  instrumento  que 
se  use,  se  darán  siguiendo  las  calles  perpendiculares 
a  la  pendiente  general  del  terreno,  con  objeto  de  que 
la  tierra  no  sea  arrastrada  por  las  lluvias  a  lo  lar- 
go de  dichas  calles. 

En  cuato  al  número  de  limpias  que  son  indispen- 
sables y  la  época  en  que  convenga  darlas,  no  puede 
señalarse  seguramente  número  fijo  para  todos  los  ca- 
sos, bastando  decir  que  nunca  se  dejará  crecer  la  hier- 
ba más  allá  de  15  ó  20  centímetros. 

El  número  de  limpias  depende  de  la  fertilidad  de 
la  tierra,  y  así  se  ve  que  varía  en  nuestra  zona  cafe- 
tera de  3  hasta  ío  y  12  por  año. 

CATETEO 

Kiccjos. — En  muchas  partes  de  la  República,  en 
casi  todo  el  Estado  de  A'eracruz,  por  ejemplo,  el  cafe- 
to se  cultiva  sin  riego,  pero  en  algunas  otras  partes 
donde  se  cuenta  con  ese  valioso  elemento  del  agua, 
se  le  em])lea  ventajosamente  en  tiempo  de  secas. 

Los  plantíos  que  reciben  la  acción  benéfica  del 
agua,  además  de  que  se  conservan  mejor,  regularizan 
su  producción,  corresix)ndiendo  siempre  a  los  cuida- 
dos del  agricultor  con  más  abundantes  y  oportunas 
cosechas. 

En  el  artículo  (|ue  trata  del  clima  hemos  indicado 
lo  necesaria  que  es  la  humedad  al  cafeto,  y  sobre  to- 
do si  la  tem])eratura  es  un  poco  más  elevada  de  lo  re- 
gular. 

So  com])renderá,  según  esto,  cuan  importante  y 
útil  puede  ser  el  empleo  del  agua,  en  caso  de  una  se- 
quía prolongada. 

Cuando  los  días  húmedos  han  cesado,  se  comien- 
za a  notar  los  efectos  de  la  sequía  tanto  en  el  terreno 


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como  en  la  planta.  El  terreno  por  su  apariencia  indi- 
ca la  o])ortuni(lad  de  los  riegos,  que  deben  darse  de 
una  manera  riKKlerada,  tanto  para  conservar  el  calor 
suñciente  en  el  terreno,  como  para  no  permitir  que 
el  cafeto  se  desarrolle  en  lonoittid. 

Hay  (|ue  advenir  (¡ue  inmediatamente  después  de 
las  c-:!scclias  no  con.\iene  re,<ar  la  planta,  i)ues  es  ne- 
cesario dejarla  rei)osar  durante  cierto  tiempo,  (pie 
varia  de  uno  a  dos  meses. 

El  riego  de])e  darse  cuantas  veces  ío  reclama  la 
tierra  y  no  fijando  de  antemano  un  cicl:)  periódico  que 
no  tiene  raz(')n  de  ser. 

A  menudo  se  señala  una  o  dos  semanas  de  ñiter- 
valo  entre  riei^o  y  riego,  pero  natural  es  (pie  variando 
el  grado  de  se(|uedad  constantemente,  de  igual  mane- 
ra tiene  que  \ariar  el  número  e  intensidad  de  los  rie- 
gos. 

Antes  de  la  floración  no  convienen  los  riegos  enér- 
gicos;  su  acción  debe  ser  únicamente  estimulante. 
Así,  jHies,  cuando  se  acerca  la  época  de  la  floración 
se  dará  un  riego  moderado. 

Algunos  (lias  antes  de  (|tie  comiencen  a  percibir- 
se llamas  florales  (|ue  ])aulatinamente  se  desarrollan 
y  durante  este  tienijx)  el  riego  debe  suspenderse  \xn- 
completo,  si  no  se  (piiere  ver  los  l)ot()nes  paralizarse 
en  sus  mo\'imientos  y  perderse  por  completo. 

Una  vez  desarrollado  el  fruto,  los  riegos  deben 
darse  con  más  abtmdancia,  |)ero  nunca  en  exceso. 

Sucede  (pie  el  cafeto  florea  tres,  cuatro  v  hasta 
seis  veces:  entonces  el  cuidado  del  agrictiltí^r  al  sti- 
ministrar  los  riegos  se  reduce  particularmente  a  no  in- 
terrum])ir  ninguna  floración. 

T.os  riegos  se  dan  de  varias  maneras.  ])ero  siem- 
pre inumlando  el  i^ie  del  cafeto.  En  alg-nnas  partes 
S€  establecen  los  rie^^os  como  1í^  índica  la  figura  7,  en 
el  supuesto  de  (pie  el  terreno  sea  plano.  ('.-/) "es  la  zan- 
ja o  caño  de  reoa<lío,  del  cual  ^e  saca  en  el  punto  (o) 
una  regadeiM.  siinn'endo  el  ])ie  de  los  arbustos  hasta 


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el  extremo  del  plantío  o  de  la  parte  que  debe  servir 
de  regadera;  en  este  punto  se  continúa  en  la  parte  (c) 
para  encontrar  la  siguiente  línea,  y  así  con  los  demás 
cuando  los  botones  están  bien  desarrollados,  es  decir, 
cuando  están  de  un  blanco  veixloso,  per(^  no  en  capu- 
llo, se  da  un  riego  que  sirve  para  asegurar  ([tie  n<^  se 
caig'a  la  flor. 

Esta  regadera  se  forma  alzando  bordos  a  lo  lar- 
go de  las  lineas  de  cafetos.  La  operación  del  riego 
se  efectúa  de  la  manera  siguiente :  el  regador  represa 
el  agtia  con  tierra  y  mejor  con  una  ccMipuerta  de  ma- 
no en  el  ])tinto  (  ^).  El  agtta  corre  a  lo  largo  de  la 
regadera,  hasta  {/:)  donde  se  impide  su  salida  |K>r 
otra  presa. 

Cuando  se  ha  humedecido  lo  suficiente,  la  tierra 
de  la  ])rimera  regadera,  para  no  absorber  demasia- 
da agua,  se  quita  la  presa  en  (/:)  para  (jtie  el  agua 
pase  a  la  segtmda  línea  y  así  sucesivamente. 

Cuando  la  longitud  de  las  regaderas  sea  tal  que 
la  cantidad  de  agua  que  llega  al  extremo  (£)  quede 
muy  reducida,  entonces  se  quita  también  la  presa  (/>) 
pasándola  a  ((;)  y  así  ]>ara  las  otras. 

Esta  manera  de  regar,  atUKpie  menos  costosa  que 
otra,  no  puede  emplearse  de  preferencia,  tanto  ]M^r- 
que  no  siempre  lo  permite  el  terreno,  como  por  el  enor- 
me gasto  de  agua  que  reqtiiere. 

Otras  veces  se  dispone  el  riego  como  lo  indica 
la  figura  8.  Del  caño  (a)  se  sacan  regaderas  ioc)  pa- 
ralelas a  las  líneas  de  cafetos,  y  de  estas  ramificacio- 
nes (//)  que  conducen  el  agua  a  cajetes  formados  al 
pie  de  cada  planta. 

Cuando  la  pendiente  del  terreno  es  considerable 
se  forma  el  cajete  abriendo  en  la  parte  más  alta  una 
zanja,  y  poniendo  la  tierra  qtie  de  ella  se  extrae  en 
la  parte  más  baja. 

No  puede  fijarse  dé  tina  manera  cierta  la  canti- 
dad de  agua  que  es  necesita  para  determinada  exten- 
sión, por  depender  del  grado  de  sequedad  del  suelo, 
de  su  permeabilidad,  etc. 


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76 


PODA 

Entre  las  operaciones  de  cultivo  es  niuv  intere- 
sante la  conocida  en  arboricultura  con  el  nombre  de 
poda,  jHies  aplicada  al  cafeto  con  inteHí^encia  y  dis- 
cernimiento   puede    amiicnfar  y    regularizar    lá  pro- 

Los  árboles  que  no  se  han  sometido  a  la  poda 

dice  Du  Breuil— suelen  dar  productos  muy  abundan- 
tes, i)ero  esta  abundancia  está  sometida  a  una  inter- 
mitencia regular,  es  decir,  si  la  cosecha  de  un  año  es 
abundante  la  del  siguiente  es  escasa.  Ahora  bien,  se 
sa'be  que  esta  irregularidad  depende  de  que  durante 
el  año  de  abundancia  casi  toda  la  savia  se  ha  emplea- 
do en  el  desarrollo  de  los  frutos,  y  por  lo  mismo  no  ha 
sido  suficiente  para  preparar  nuevos  botones  florales 
para  el  ano  siguiente.  Las  operaciones  de  la  poda  bien 
interpretadas  e  igualmente  conducidas,  tienen  por  re- 
sultado hacer  desaparecer  esta  intermitencia,  pues  la 
economía  de  sa\'ia  a  cjue  dan  lugar  los  despuntes  v 
los  desyemes,  permiten  cjue  el  árbol  desarrolle  sufi- 
cientemente sus  frutos  y  pre])are  nuevas  ramas  para 
la  producción  subsiguiente. 

Teóricamente  hablando,  la  poda  no  puede  ser  más 
racional,  \-  los  resultados  que  en  la  j^ráctica  se  ob- 
tienen cuando  se  le  emplea  con  discernimiento,  son 
amphamente  satisfactorios.  La  belleza  v  notable  pro- 
ducción de  los  árl>oles  y  arbustos  educados  con  todo 
el  esmero  de  un  cultivo  intenso  en  los  huertos  v  jar- 
sines,  acomodados  desde  su  i)rimera  edad  a  la  regula- 
ridad de  las  formas  por  medio  de  una  i)oda  perfec- 
tamente estudiada,  demuestran  lo  que  el  hombre  pue- 
de alcanzar  cuando  sabe  aplicar  los  principios  cien- 
tiñcos. 

Los  principios  científicos  de  la  poda  son  aplica- 
bles indudahlemente  para  torJas  .las  plantas,  pero  de 


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lina  manera  distinta  para  cada  una  de  ellas,  según  las 
condiciones  fisiológicas  de  su  desarrollo. 

El  empleo  de  la  poda  tiene  por  mira  »los  tres  pun- 
tos siguientes: 

i.°  Suprimir  todas  las  partes  inútiles  de  las  plan- 
tas. 

2."  Adaptar  la  forma  de  las  plantas  a  las  necesi- 
dades del  cultivo,  procurando  el  buen  desarrollo  en 
longitud,  extensión  y  simetría,  _ 

3.°  Procurar  la  mayor  y  más  constante  producción. 

I.*  La  supresión  de  las  partes  inútiles  de  las  plan- 
tas no  es  la  operación  más  importante  de  la  poda, 
pero  debe  hacerse  siempre  destruyendo  los  renuevos 
que  brotan  al  pie  del  tronco  y  todas  las  ramas  que  no 
florean,  pues  estas  partes  de  la  planta  consumen  la 
savia  inútilmente  con  perjuicio  de  los  órganos  fruc- 
tíferos. Los  renuevos  que  brotan  al  pie  dd  tronco  se 
destruyen  a  mano  cuando  aún  están  tiernos.  Las  ra- 
mas llamadas  chuponas,  que  aunque  muy  robustas  no 
florean,  se  deben  cortar  al  ras  del  tallo  principal.  Lo 
mismo  debe  hacerse  con  todas  las  ramas  secas  o  en- 
fermas; además,  las  matas  que  se  dejan  invadir  por 
chupones,  no  emiten  ramas  secundarias- 

Las  ramas  más  próximas  del  suelo,  pasada  la  se- 
gunda fructificación  y  muchas  veces  después  de  la 
primera,  ya  no  florean  y  a  menudo  abandonan  sus  ho- 
jas; es  bueno  cortarlas  cuando  esto  se  observa,  pero 
procurando  no  maltratar  el  tallo. 

Muchas  personas  opinan  que  se  les  debe  dejar  uno 
o  dos  nudos,  para  que  brotando  nuevamente  las  ye- 
mas se  reponga  la  rama;  esto  que  parece  muy  racio- 
nal, no  conviene,  porque  su  fruto  es  siempre  escaso 
y  parece  preferible  ocupar  la  savia  que  consumen  en 
la  nutrición  de  las  otras  ramas  indudablemente  más  fe- 
cundas 

Las  ramas  inferiores  están  siempre  en  malas  con- 
diciones respecto  de  la  luz  y  del  calor. 


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2/'  La  necesidad  de  acoincKlar  la  forma  del  cafe- 
to a  las  buenas  condiciones  de  lono-itud,  extensión  y 
sinietria  se  comprende  fácilmente. 

El  arbusto  abandonado  a  su  desarrollo  normal  se 
prolonga  indeñnidamente  tanto  en  longitud  como  la- 
teralmente, ambas  cosas  inconvenientes;  la  primera 
porque  dificulta  la  cosecba,  v  la  segunda  porque  sien- 
do exagerada  acorta  las  distancias,  ocasionando  que 
las  ramas  de  un  arbusto  se  mezclen  con  las  de  los  pró- 
ximos, resultamlo  de  allí  dificultad  en  la  penetración 
de  la  luz  y  del  calor,  así  como  de  la  circulación  del 
aire. 

La  simetría  es  indispensable  para  facilitar  'las 
funciones  vegetativas,  asegurando  el  equilibrio  y  fá- 
cil circulación  de  la  savia  en  el  arbusto. 

Esta  parte  de  la  poda,  que  propiamente  debe  lla- 
marse morfológica,  es  de  suma  importancia,  y  las 
reglas  para  practicarla  están  basadas  en  principios 
científicos,  cuyo  conocimiento  es  indispensable,  para 
lo  cual  daremos  aún  idea  del  desarrollo  natural  del 
cafeto. 

Vegetación  natural  del  cafeto.— A  los  treinta  o 
cuarenta  días  de  sembrada  la  semilla  aparece  la  plan- 
íita  desarrollándose  poco  a  poco  hasta  que  se  mani- 
fresta  completa,  provista  de  su  tallo  y  dos  hojas  ter- 
minales opuestas. 

El  desarrollo  ulterior  se  verifica  por  una  yema 
terminal  que  prolonga  el  tallo  verticalmente  y  poV  do. 
yemas  laterales  opuestas  cjue  se  desarrollan'  un  poco 
después  en  la  base  de  las  hojas  primitivas  que  caen 
En  esta  época  el  pequeño  cafeto  tiene  un  tallo  prin- 
cipal provisto  de  dos  hojas  terminales  y  dos  brazos 
o  ranias  laterales  igualmente  provistas  de  hojas. 

En  la  extremidad  superior  se  desarrolla  una  ye- 
ma terminal  prolongando -el  tallo,  v  más  tarde  en  'las 
axilas  de  las  hojas  que  la  cubrían  y  que  son  perpen- 


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diculares  a  las  primitivas,  se  desenvuelven  otras  dos 
yemas  formando  otros  tantos  brazos. 

El  plano  vertical  que  comprende  estos  brazos  for- 
ma un  ángulo  recto  con  el  plano  vertical  que  pasa  por 
el  medio  de  las  hojas  terminailes  del  tallo  principal. 
Estos  planos  son  los  planos  de  vegetación  natural  del 
cafeto. . 

(Algunas  personas,  entre  ella.-,  el  señor  ]\I.  Rome- 
ro, no  admiten  la  exacta  perpendictilaridad  de  estos 
planos,  asegurando  que  "no  se  encontrarán  dos  ra- 
mas en  un  mismo  plano  vertical";  pero  liastará  recor- 
dar aquí  que  en  las  plantas  de  hojas  opuestas  o  decu- 
sadas las  hojas  se  superponen  de  dos  en  dos  nudos, 
en  virtud  de  que  existen  dos  ciclo,  foliares  paralelos, 
comprendiendo  cada  uno  cuatro  hojas  en  una  vuel- 
ta de  hélice  y  teniendo  por  expresión  filotáxica  1I4. 
Tratando  de  este  punto  dice  Cauvet  lo  siguiente :  En 
lo  que  concierne  a  las  hojas  decusadas  de  las  Cario- 
fíleas  y  de  las  Rubiáceas,  esta  opinión  parece  justifi- 
cada por  la  evolución  no  concomitante  de  las  hojas 
opuestas,  así  como  por  las  diferencias  (jue  presentan, 
en  el  orden  de  su  aparición,  las  ramas  nacidas  en  las 
axilas  de  estas  hojas. — Anotomie  et  Physologie  vege- 
tales, página  99. 

El  ángulo  de  divergencia  de  las  ramas  es  normal- 
mente el  mismo  que  el  de  las  hojas,  aunque  algunas  ve- 
ces se  modifica  a  medida  que  se.  produce  la  elonga- 
ción del  eje,  de  tal  manera  cpie  el  ciclo  expresado  pri- 
mero 1 14,  se  vuelve  sucesivamente  t  Í3,  2I9,  3!  14,  5  27^, 
etcétera,  siguiendo  las  relaciones  filotáxicas.  Esto  es 
lo  que  se  observa  en  el  cafeto  pero  no  de  una  mane- 
ra normal.) 

En  las  ramas  laterales  de  la  primera  fomiación  su- 
cede una  cosa  análoga:  la  yema  terminal  se  desarro- 
lla prolongando  la  rama,  y  las  dos  laterales  foliáceas 
dan  nacimiento  a  hojas. 


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El  desen volvimiento  del  ve£>-etal  se  continúa  de  la 
misma  manera,  advirtiendo  (luc  el  desarrollo  princi- 
pal se  verifica  por  la  yema  terminal,  tanto  en  el  tallo  co- 
mo en  las  ramas  laterales.  En  estas  ultimas  las  yemas 
laterales  son  foliáceas  }-  dan  nacimiento  a  hojas,  de 
lo  cual  resulta  la  particularidad  notable  de  que  nunca 
se  bifurcan  naturalmente  las  ramas  laterales,  emer- 
giendo siempre  perpendicularmente  al  tronco  o  tallo 
principal. 

La  colocación  de  las  hojas  en  las  ramas  secun- 
darias es  la  misma  que  tienen  estas  ramas  respecto 
del  tronco,  es  decir,  en  planos  perpendiculares,  y  aun- 
que aparentemente  están  colocadas  en  un  plano  per- 
pendicular al  tallo,  si  se  observa  con  atención  se  ve 
que  esto  no  es  cierto  sino  para  cada  dos  nudos;  pues 
en  verdad  el  peciolo  conserva  la  posición  indicada  y 
sólo  el  limbo  se  inclina  para  desempeñar  mejor  sus 
funciones  fisiológicas. 

Cuando  el  desarrollo  que  han  tomado  las  ramas  la- 
terales es  considerable,  comienzan  a  cambiar  de  di- 
rección arqueándose  ligeramente  hacia  abajo. 

^  La  vegetación,  continuando  de  esta  misma  mane- 
ra^  durante  los  tres  primeros  años  que  proceden  a  la 
primera  florescencia  normal  del  cafeto,  hace  que  cuan- 
do ésta  llega,  el  arbusto,  que  tiene  ya  una  altura  de 
un  metro  o  más,  esté  naturalmente  simétrico  y  per- 
fectamente cubierto  de  hojas. 

En  esta  época  la  forma  del  cafeto  es  hermosa,  y 
si  se  observa  con  atención,  no  se  encuentra  en  un  ár- 
bol robusto  y  bien  constituido  ninguna  discrepancia 
respecto  de  la  simetría. 

Las  yemas  florales  aparecen  entonces  sobre  las 
ramas  primarias  que  parten  directamente  del  tron- 
co en  el  punto  de  inserción  de  las  hojas,  en  grupos 
compuestos  de  dos  o  cuatro  flores  de  cada  lado,  menos 
en  el  primer  año  que  generalmente  son  dos,  y  sólo 
en  la  parte  del  ramo  que  se  ha  desarrollado  en  los 


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años  anteriores,  pues  la  extremidad  desarrollada  ese 
misino  año  no  producirá  flores  sino  hasta  el  año  si- 
guiente. 

Pasada  la  primera  floración  del  cafeto,  aparecen 
las  ramas  secundarias  partiendo  de  los  primeros  nu- 
dos de  las  ramas  primarias.  Su  desarrollo  se  hace  de 
la  misma  manera  que  el  de  éstas. 

La  evolución  de  las  flores  es  digna  de  llamar  la 
atención,  pues  como  luego  veremos,  da  la  explicación 
de  algunas  prescripciones  que  se  hacen  para  efectuar 
la  cosecha. 

En  el  punto  de  inserción  de  las  hojas  se  desarro- 
lla una  yema  que  produce  un  solo  pedúnculo  que  muy 
pronto  se  bifurca  produciendo  dos  botones  florales. 

En  el  primer  año  la  florescencia  se  detiene  ahí, 
pero  en  los  años  siguientes  o  aun  en  el  primero  cuan- 
do el  arbolillo  es  muy  robusto,  el  pedúnculo  que  bro- 
ta de  la  axila,  después  de  bifurcarse  continiVa  prolon- 
gándose para  bifurcarse  nuevamente,  produciendo 
otros  dos  botones  de  flor. 

Ahora  bien,  como  el  desarrollo  de  estas  venias  es 
posterior  al  de  las  de  la  primera  bifurcación,  y  como 
por  otra  parte,  la  aparición  de  las  >^mas  de  flor  es 
centrífuga,  efectuándose  del  centro  hacia  la  perife- 
ria y  nudo  por  nudo  sucesivamente,  se  comprende  el 
por  qué  de  las  varias  floraciones  del  cafeto  y  conse- 
cuentemente de  las  varias  cosechas. 

Contando  el  orden  de  la  rama  tomando  por  ori- 
gen el  vértice  del  árbol  resulta  que  el  número  de  nu- 
dos que  tiene  esta  rama  es  igual  al  orden  de  la  rama, 
ahora,  sabiendo  que  el  cafeto  produce  un  nudo  cada 
mes  se  puede  calcular  la  edad  del  cafeto  de  una  ma- 
nera fácil ;  las  ramas  se  superponen  cada  8  nudos,  es 
de  notar  la  perfecta  regularidad  del  cafeto. 

En  la  zona  cafetera  de  la  República  el  cafeto  florea 
dos,  cuatro  y  hasta  seis  veces  al  año. 

De  lo  que  dejamos  apuntado  resultan  las  siguien- 
tes conclusiones: 

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El  desenvolvimiento  del  vegetal  se  continúa  de  la 
misma  manera,  advirtiendo  (luc  el  desarrollo  princi- 
pal se  verifica  por  la  yema  terminal,  tanto  en  el  tallo  co- 
mo en  las  ramas  laterales.  En  estas  últimas  las  yemas 
laterales  son  foliáceas  }-  dan  nacimiento  a  hojas,  de 
lo  cual  resulta  la  particularidad  notable  de  que  nunca 
se  bifurcan  naturalmente  las  ramas  laterales,  emer- 
giendo siempre  perpendictilarmente  al  tronco  o  tallo 
principal. 

La  colocación  de  las  hojas  en  las  ramas  secun- 
darias es  la  misma  que  tienen  estas  ramas  respecto 
del  tronco,  es  decir,  en  planos  perpendiculares,  y  aim- 
que  aparentemente  están  colocadas  en  un  plano  per- 
pendicular al  tallo,  si  se  observa  con  atención  se  ve 
que  esto  no  es  cierto  sino  para  cada  dos  nudos;  pues 
en  verdad  el  peciolo  conserva  la  posición  indicada  y 
sólo  el  limbo  se  inclina  para  desempeñar  mejor  sus 
funciones  fisiológicas. 

Cuando  el  desarrollo  que  han  tomado  las  ramas  la- 
terales es  considerable,  comienzan  a  cambiar  de  di- 
rección arqueándose  ligeramente  hacia  abajo. 

^  La  vegetación,  continuando  de  esta  misma  mane- 
ra^  durante  los  tres  primeros  años  que  proceden  a  la 
prirnera  florescencia  normal  del  cafeto,  hace  que  cuan- 
do ésta  llega,  el  arbusto,  que  tiene  ya  una  altura  de 
un  metro  o  más,  esté  naturalmente  simétrico  y  per- 
fectamente ctibierto  de  hojas. 

En  esta  época  la  forma  del  cafeto  es  hermosa,  y 
si  se  observa  con  atención,  no  se  encuentra  en  un  ár- 
bol robusto  y  bien  constituido  ninguna  discrepancia 
respecto  de  la  simetría. 

Las  yemas  florales  aparecen  entonces  sobre  ias 
ramas  primarias  que  parten  directamente  del  tron- 
co en  el  punto  de  inserción  de  las  hojas,  en  grupos 
compuestos  de  dos  o  cuatro  flores  de  cada  lado,  menos 
en  el  primer  año  que  generalmente  son  dos,  y  sólo 
en  la  parte  del  ramo  que  se  ha  desarrollado  en  los 


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años  anteriores,  pues  la  extremidad  desarrollada  ese 
misino  año  no  producirá  flores  sino  hasta  el  año  si- 
guiente. 

Pasada  la  primera  floración  del  cafeto,  aparecen 
las  ramas  secundarias  partiendo  de  los  primeros  nu- 
dos de  las  ramas  primarias.  Su  desarrollo  se  hace  de 
la  misma  manera  que  el  de  éstas. 

La  evolución  de  las  flores  es  digna  de  llamar  la 
atención,  pues  como  Itiego  veremos,  da  la  explicación 
de  algunas  prescripciones  que  se  hacen  para  efectuar 
la  cosecha. 

En  el  punto  de  inserción  de  las  hojas  se  desarro- 
lla una  yema  que  produce  un  solo  pedúnculo  que  muy 
pronto  se  bifnrea  produciendo  dos  botones  florales. 

En  el  primer  año  la  florescencia  se  detiene  ahí, 
pero  en  los  años  siguientes  o  aun  en  el  primero  cuan- 
do el  arbolillo  es  muy  robusto,  el  pedúnculo  que  bro- 
ta de  la  axila,  después  de  bifurcarse  continiVa  prolon- 
gándose para  bifurcarse  nuevamente,  produciendo 
otros  dos  botones  de  flor. 

Ahora  bien,  como  el  desarrollo  de  estas  yemas  es 
posterior  al  de  las  de  la  primera  bifurcación,  y  como 
por  otra  parte,  la  aparición  de  las  >^mas  de  flor  es 
centrífuga,  efectuándose  del  centro  hacia  la  perife- 
ria y  nudo  por  nudo  sucesivamente,  se  comprende  el 
por  qué  de  las  varias  floraciones  del  cafeto  y  conse- 
cuentemente de  las  varias  cosechas. 

Contando  el  orden  de  la  rama  tomando  por  ori- 
gen el  vértice  del  árbol  resulta  que  el  número  de  nu- 
dos que  tiene  esta  rama  es  igual  al  orden  de  la  rama, 
ahora,  sabiendo  que  el  cafeto  produce  un  nudo  cada 
mes  se  puede  calcular  la  edad  del  cafeto  de  una  ma- 
nera fácil ;  las  ramas  se  superponen  cada  8  nudos,  es 
de  notar  la  perfecta  regularidad  del  cafeto. 

En  la  zona  cafetera  de  la  República  el  cafeto  florea 
dos,  cuatro  y  hasta  seis  veces  al  aiio. 

De  lo  que  dejamos  apuntado  resultan  las  siguien- 
tes conclusiones: 

Café — 6 


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I.  Que  siendo  faliáceas  las  yemas  terminales,  el 
desarrollo  del  cafeto  es  indefinido' 

II.  Oue  €l  cafeto  toma  naturalmente  una  forma  si- 
métrica j  por  lo  menos  antes  del  desarrollo  de  las  ra- 
mas secundarias. 

III.  Que  la  floración  es  centrífuga  efectuándose 
del  tallo  hacia  las  extremidades. 

IV.  Que  todas  las  ramas  son  de  fruto;  abstracción 
hecha  de  las  anormales,  y 

V.  Que  los  nudos  de  las  ramas  primarias  no  dejan 
de  fructificar  hasta  que  aparecen  en  ellos  ramas  se- 
cundarias. . 

De  la  .primera  conclusión  se  deduce  la  necesidad 
que  hay  de  limitar  el  desarrollo  del  arbusto.  Con  este 
objeto  se  usa  de  los  despuntes  y  desyemes. 

Despunte. — Cuando  el  cafeto  ha  'llegado  a  la  al- 
tura de  dos  metros  se  procede  a  impedir  su  desarrollo 
en  longitud.  Como  hemos  dicho,  el  arbusto  queda  ter- 
minado en  su  parte  superior  por  una  yema  que  pro- 
longará el  tallo  y  que  una  vez  desarrollada,  dos  late- 
rales dan  nacimiento  a  otras  tantas  ramas :  según  esto, 
para  efectuar  el  despunte  hay  que  esperar  el  naci- 
miento de  las  ramas  laterales;  cuando  éstas  tienen 
seis  u  ocho  centímetros  se  corta  la  última  cruz  un  po- 
co más  abajo  del  último  nudo,  haciendo  uso  de  un  cu- 
chillo de  Inien  filo  y  efectuando  el  corte  al  sesgo  de 
abajo  hacia  arriba  para  maltratar  el  arbolito  lo  me- 
nos posible. 

Si  las  últimas  ramas  laterales  están  entonces  muy 
desarrolladas  conviene  también  cortarles  el  renuevo 
con  iguales  precauciones.  Esta  última  operación  tiene 
por  objeto  im])edir  que  bajo  el  peso  de  estas  ramas  el 
tallo  principal  se  hienda  longitudinalmente  ocasio- 
nando la  ])érdida  de  una  buena  parte  del  arbusto. 
Cuando  desgraciadamente  sucede,  es  necesario  cor- 
tar inmediatamente  el  tallo  hasta  unos  cinco  centíme- 
tros más  abajo  de  la  hendedura,  con  un  machete  bien 


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filoso,  y  dirigir  la  rama  lateral  más  próxima  hacia 
arriba  para  continuar  el  tallo. 

Para  limitar  el  desarrollo  lateral  del  arbusto,  se 
emplea  el  despunte  lateral  o  desyeme. 

Desyeme. — El  despunte  lateral  se  hace  estrangu- 
lando las  yemas  terminales  a  mano  cuando  comienza 
a  desarrollarse,  y  es  operación  que  pueden  hacer  los 
opera rar ios  al  mismo  tiempo  que  recogen  los  últimos 
frutos.  De  esta  operación  resulta  que  desenvolviéndo- 
se las  yemas  laterales  bifurcan  las  ramas  primarias 
hacia  la  extremidad,  y  la  savia  es  atraída  con  mayor 
energía  hacia  esta  parte  del  arbusto  en  detrimento 
del  resto  de  Is  ramas- 
La  fructificación  es  entonces  mayor  hacia  el  me- 
dio de  la  rama,  quedando  estériles  los  nudos  próximos 
al  tallo.  Para  evitar  esto  es  bueno  hacer  el  despun- 
te lateral  temprano,  de  manera  que  la  rama  quede  con 
los  nudos  enteramente  indispensables.  Al  año  siguien- 
te se  efectúa  el  despunte  lateral  de  la  misma  manera 
que  el  terminal. 

Las  buenas  condiciones  de  simetría  no  deben  pre- 
ocupar de  una  manera  especial  al  cultivador,  pues 
naturalmente  se  producen  en  el  cafeto,  sobre  todo  du- 
rante los  seis  primeros  años  del  cultivo,  y  todo  esfuer- 
zo hecho  con  este  objeto  es  enteramente  inútil. 

3."  Obtener  la  mayor  y  más  constante  producción, 
es  seguramente  el  punto  más  importante  de  la  poda, 
a  la  vez  que  el  más  difícil  de  alcanzar.  Esta  parte  de 
la  poda,  que  puede  llamarse  estimulante  o  poda  pro- 
piamente dicha,  se  practica  para  disponer  las  ramas 
de  fruto  de  una  manera  conveniente,  es  decir,  procu- 
rando que  su  número  sea  precisamente  el  que  pueda 
nutrir  el  arbusto.  Entre  nuestros  cultivadores  esta 
parte  de  la  poda  es  enteramente  desconocida  y  parece 
que  sólo  por  vía  de  ensayo  ha  sido  empleada  en  algu- 
na finca  de  Córdoba,  y  con  resultados  nada  satis- 
factorios.  (El  señor  H.  Finck  es  el  primero  que  ha 


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puesto  en  práctica  la  operación  de  la  poda  propiamen- 
te dicha,  y  los  resultados  obtenidos  no  pueden  consi- 
derarse como  buenos ;  sin  embargo,  no  podrá  deducir- 
se de  ahi  la  inconveniencia  de  la  poda  propiamente 
dicha,  cuyos  buenos  resultados  pueden  notarse  en 
otros  arbustos.) 

Para  obtener  buen  éxito  es  necesario  conocer  per- 
fectamente la  vegetación  natural  y  las  buenas  condi- 
ciones de  floración  del  cafeto;  sin  esto,  hay  que  temer 
un  resultado  negativo.  Muchas  personas  han  propa- 
gado reglas  empíricas  que  no  pueden  aplicarse  con  se- 
guridad en  todos  los  casos,  y  a  menos  indican  épo- 
cas para  efectuarlas,  pero  ninguno  entra  en  detalles  so- 
bre la  manera  racional  de  practicar  la  poda.  Para  la 
aplicación  de  la  poda  propiamente  dicha,  de  la:  poda 
técnica,  no  pueden  darse  reglas  absolutas,  pues  cada 
individuo  por  sus  condiciones  especiales  es  un  caso 
particular :  de  donde  resuha  la  principal  dificultad. 

Antes  del  completo  desenvolvimiento  de  las  ra- 
mas secundarias,  la  poda  estinuilante  no  tiene  aplica- 
ción ;  en  efecto  en  esta  época  el  número  de  ramas  es 
relativamente  corto,  y  si  se  tiene  en  cuenta  que  todas 
las  ramas  son  de  fruto,  fácilmente  se  comprenderá  que 
la  supresión  de  alguna  o  algunas,  redundará  en  per- 
juicio de  la  cantidad  de  frutos. 

Cuando  el  desarrollo  de  las  riimas  secundarias  es 
muy  considerable  y  el  número  de  las  terciarias  hace 
que  se  entremezclen  hasta  impedir  la  i>enetración  de 
los  rayos  solares,  se  hace  necesaria  la  aplicación  de  la 
poda  propiamente  dicha,  pues  llegados  a  esta  época  los 
arbustos  son  insuficientes  para  hacer  fructificar  todas 
sus  ramas.  Las  operaciones  de  la  poda  son  minucio- 
sas, y  si  se  pueden  aplicar  perfectamente  a  un  número 
reducido  de  plantas,  se  hacen  impracticables  tratándo- 
se de  plantíos  de  cien  a  doscientas  mil  matas.  Además, 
es  operación  difícil  de  hacer  bien,  aunque  parece  bas- 
tante sencilla,  y  creemos  que  los  cultivadores  deberán 


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admitir  con  reserva  todas  las  reglas.que  se  les  indiquen 
a  este  respecto. 

Después  de  efctuado  el  despunte  lateral,  las  ra- 
mas secundarias  vegetan  con  mas  vigor  emitiendo  sin 
interrupción  varios  nudos;  su  desarrollo  debe  conte- 
nerse para  que  no  se  entremezclen  con  la  rama  próxima 

El  número  de  nudos  que  debe  dejarse  a  las  secun- 
dairas  será  igual  a  la  mitar  del  número  de  nudos  que 

tenga  la  primaria. 

Las  ramas  secundarias  del  primer  nudo  primario. 
es  decir,  del  nudo  mas  próximo  al  tallo,  se  dejarán 
fructificar  sólo  una  vez,  destruyéndolas  en  seguida- 

El  número  de  ramas  secundarias  debe  ser  siempre 
par. 

No  se  dejarán  aparecer  ramas  terciarias  antes  de 
que  fructifiquen  las  secundarias  que  han  aparecido  en 
la  extremidad  de  las  primarias. 

Cuando  hayan  fructificado  dos  o  tres  veces  las  ra- 
mas secundarias,  se  les  sustituyen  por  terciarias. 

No  debe  dejarse  que  una  rama  fructifique  mas  de 
tres  veces. 

Todas  la  s  operaciones  de  poda  se  efectúan  con  los 
instrumentos  ordinarios  del  podador,  empleando  el  se- 
rrucho para  los  tallos  y  ramas  fuertes,  el  cuchillo  pa- 
ra la  corteza  y  ramas  medianas,  y  la  tijera  para  las 
partes  blandas.  Debe  procurarse  que  los  cortes  sean 
perfectamente  limpios,  pues  los  cafetos  resisten  muy 
mal  a  las  lesiones  de  los  instrumentos,  siendo  por  esta 
circunstancia  muy  peligrosa  la  poda  corta. 

Para  prevenir  accidentes  se  puede  emplear  el  si- 
guiente mástic,  que  se  aplica  con  una  espátula  de  ma- 
dera sobre  las  heridas  de  la  planta. 


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se 


Mástic  Lhoiiimc — Lefort. 


Cera  amarilla.   . 
Trementina .    .    . 
Brea  blanca.  .   . 
Sebo  de  carnero 


65  gramos 

65 
32 
16 


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178  gramos 


Se  funde  la  mezcla  y  se  conserva  en  frasco  ce- 
rrado. 

Este  mástic  endurece  en  muy  i>ocos  días ;  no  se  re- 
blandece al  sol  ni  se  hiende;  la  humedad  facilita  su  so- 
lidificación. 

En  resumen,  las  operaciones  de  poda  se  ejecuta- 
rán en  el  orden  siguiente : 

Almáciga. — Ninguna  de  las  operaciones  de  poda 
se  aplicará  en  la  almáciga.  Los  cafetos  que  se  noten  en- 
fermos, sea  cual  fuere  la  causa,  se  destruirán  total- 
mente. 

Después  del  trasplante— Por  regia  general,  apli- 
cable en  todas  las  épocas,  se  suprimirán  los  renuevos, 
las  ramas  marchitas,  enfermas  o  anormales.  Esta  ope- 
ración puede  }-  debe  hacerse  en  todo  tiempo. 

Pasada  la  primera  cosecha,  cuando  el  cafeto  alcan- 
ce dos  metros,  se  hace  el  despunte  terminal  como  que- 
da dicho.  Esta  operación  se  hará  después  de  que  des- 
aparezca la  flor  para  provocar  el  desarrollo  lateral. 
Puede  tenerse  una  buena  cosecha  despuntando  el  ca- 
feto cuando  comiencen  a  brotar  las  yemas  de  flor,  pero 
si  se  aprovecha  ésia,  la  del  siguiente  añ(^  es  mínima- 

Cuando  las  ramas  primarias  inferiores  alcanzan 
una  longitud  de  55  a  65  centímetros,  teniendo  de  8  a 
10  nudos,  se  hace  el  despunte  lateral.  Esta  operación 
puede  hacerse  inmediatamente  después  de  la  cosecha 
posterior  al  despunte,  pero  en  los  plantíos  muy  adelan- 
tados, que  tienen  plantas  muy  robustas,  debe  esperar- 


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87 

se  la  aparición  de  las  yemas  de  flor,  sin  lo  cual  puede 
provocarse  la  emisión  de  todas  las  ramas  secundarias. 

Cuando  el  despunte  lateral  se  hace  en  buena  época, 
las  primarias  fructifican  bien  y  emiten  secundarias  en 
el  nudo  terminal. 

Al  hacer  el  despunte  lateral  se  cortan  las  dos  ra- 
mas ])rimarias  desarrdladas  en  la  extremidad  supe- 
rior del  árbol.  '  j 

El  despunte  lateral  activa  el  desarrollo  de  las  ra- 
mas secundarias. 

Seis  meses  después  del  desyeme  se  cortan  las  ra- 
mas secundarias  nacidas  en  la  extremidad  de  las  pri- 
marias ;  sin  esta  precaución  se  corre  el  riesgo  de  hacer 
estériles  los  nudos  primarios  próximos  al  tallo. 

Cuando  las  ramas  secundarias  se  han  desarrolla- 
do suñcientemente,  se  despuntan  procurando  no  provo- 
car el  nacimiento  de  las  terciarias.  Las  operaciones 
subsecuentes  tienen  por  objeto  la  sustitución  de  las  ra- 
mas secundarias,  constituyendo  la  parte  más  delicada 
de  la  poda  técnica-  La  sustitución  de  las  secundarias  se 
liace  cortándolas  un  poco  abajo  del  segundo  nudo  que  ha 
producido  terciarias.  Se  conserva  ia  más  robusta  de 
las  dos  terciarias  que  quedan  en  la  última  cruz,  dán- 
dole la  dirección  que  tenía  la  secundaria. 

La  poda  de  los  arbustos  debe  limitarse  hasta  el 
despunte  de  las  ramas  secundarias,  pues  las  operacio- 
nes siguientes  se  hacen  impractipaVjles  por  su  costo; 
para  cada  planta  se  necesita  hacer  de  doscientos  ochen- 
ta a  cuatrocientos  cortes,  y  como  las  operaciones  de  po- 
da sólo  pueden  confiarse  a  operarios  inteligentes,  cuyo 
número  es  desgraciadamente  reducido,  resulta  imposi- 
ble su  aplicación,  sobre  todo  desde  el  punto  de  vista  de 
la  oportunidad. 


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88 


REPOSICIÓN 

Xo  puede  evitarse,  cualesquiera  que  sean  los  cui- 
dados que  se  prodiouen  al  plantío,  que  algunas  de  las 
plantas  puestas  en  el  terreno  languidezcan,  se  marchi- 
ten y  perezcan. 

De  año  en  año  se  observan  estas  faltas  que  es  ne- 
cesario enmendar,  reponiendo  los  pies  así  perdidos.  Al 
tratar  de  los  almacigos  hemos  dicho  va  que  el  número 
de  plantas  ()ue  deben  criarse  en  ellos  debe  ser  triple  de 
las  necesarias  para  el  plantío;  ahora  se  comprenderá 
el  por  f|ué  de  tal  prescripción. 

Al  año  de  establecido  el  i)lantío,  es  decir,  en  la 
próxima  temporada  de  las  aguas,  se  repondrán  en  el 
terreno  todos  los  arbolillos  que  por  cualquiera  causa 
hubieran  perecido.  Esta  operación  deberá  hacerse  con 
mas  esmero  que  la  plantación,  procurando  que  las  ce- 
pas u  hoyos  queden  abiertos  con  mayor  anticipación 
y  más  amplitud. 

Sieinjíre  conxendrá  registrar  el  terreno  perfecta- 
mente, y  si  es  posible  abonarlo  de  la  manera  c|ue  indi- 
caremos en  el  artículo  abono,  pues  a  menudo  estas  fa- 
llas reconocen  ])or  causa  algún  desperfecto  del  terreno. 
La  apertura  del  hoyo  deberá  hacerse  inmediatamente 
que  se  o])serve  la  ])érdida  de  algún  arbolillo- 

La  reposición  deberá  hacerse  con  todo  el  cuidado 
que  hemos  indicado  j^ara  la  plantación  v  aprovechando 
siempre  las  primeras  lluvias,  pues  de  no  hacerlo  es  pre- 
lerible  es])erar  el  año  siguiente  v  no  exponerse  a  una 
nueva  pérdida. 

El  arbolillo  (|ue  sirva  para  la  reposición  deberá 
ser  más  vigoroso  que  aqtiellos  que  sirven  ])ara  la  for- 
mación del  plantío:  pues  sufriendo  más  por  la  sequía, 
y  no  teniendo  tiempo  para  equilibrar  sus  funciones  an- 
tes de  la  desaparición  de  las  aguas,  indefectiblemente 
se  pierde. 


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89 

Lo  mismo  que  se  hace  al  segundo  año  debe  conti- 
nuarse haciendo  en  los  siguientes,  teniendo  siempre 
plantas  de  almacigo  para  estas  reposiciones.  Recomen- 
damos destruir  inmediatamente  los  arbolillos  que  se 
encuentren  enfermos  y  nunca  tratar  de  mejorarlos  por 
medio  de  la  poda  o  de  abonos  mal  proporcionados,  que 
además  de  que  ocasionan  gran  gasto  nunca  producen 
el  resultado  deseado. 

Siempre  deben  reponerse  los  árboles  enfermos, 
pues  de  otro  modo  no  puede  remediarse  el  mal. 

Esto  se  entiende  respecto  de  los  pies  aislados  y 
no  cuando  se  trata  de  una  enfermedad  que  ataque 
una  parte  notable  del  plantío. 

Los  árabes  tienen  extrañas  ideas  respecto  a  la  re- 
posición que  nunca  emplean,  según  nos  dice  Lepelletier. 
^'No  puedo  dar  una  idea  exacta  de  la  mortalidad  cuan- 
do han  alcanzado  un  completo  desarrollo,  porque  esto 
depende  de  la  sequedad  y  de  los  gusanos  que  se  comen 
las  raíces;  pero  se  me  ha  asegurado  que  en  los  años  de 
sequedad  mueren  muchos  pies  v  que  en  los  de  abun- 
dantes lluvias  mueren  bien  pocos." 

'Tos  cultivadores  de  los  contornos  de  Saana, 
Hoaden,  HabccJi,  Djcbelskas  y  Charab,  no  reemplazan 
jamás  los  cafetos  que  han  muerto  en  pleno  desarrollo, 
estando  persuadidos  de  que  los  nuevos  que  se  pusieran 
en  su  Itigar  perecerían  por  las  mismas  causas ;  de  don- 
de resultan  las  faltas  considerables  que  Bréon  ha  ob- 
servado, y  que  son  tanto  más  grandes  cuanto  más  an- 
tiguos son  los  cafetales." 

La  reposición  es  necesaria,  de  otro  modo  las  fallas 
acumulándose  de  año  en  año  ocasionan  pérdidas  de 
gran  consideración,  no  sólo  con  la  diminución  de  la 
cosecha  sino  también  aumentando  infructuosamente 
los  costos. 

Las  pérdidas  que  se  noten  en  los  árlx)les  de  som- 
bra, deberán  también  reponerse  con  tanta  eficacia  y  es- 


^ 


90 

mero  como  los  arbustos  mismos,  pues  las  fallas  en  la 
sombra  pueden  ocasionar  en  los  arbustos  próximos  pér- 
didas por  insolación. 

COSECHA 

Tres  o  cuatro  días  después  de  la  aparición  de  las 
flores  comienzan  a  caer  y  quedan  en  su  lugar  los  fru- 
tos que  ocho  o  nueve  meses  más  tarde  deben  ser  cose- 
chados. 

En  otra  parte  hemos  dicho  que  las  flores  no  apa- 
recen simultánea  sino  sucesivamente,  de  lo  cual  resul- 
ta que  los  frutos  no  maduran  al  mismo  tiempo.  Por  eso 
mismo  la  época  de  la  cosecha  dura  tanto  como  la  flo- 
ración. 

La  época  de  la  floración,  ya  lo  hemos  dicho,  es  va- 
riable de  un  lugar  a  otro,  pero  en  nuestra  zona  está 
comprendida  entre  los  meses  de  enero,  febrero,  mar- 
zo y  abril.  La  cosecha  tiene  lugar  en  los  meses  de  oc- 
tubre a  enero. 

El  fruto  es  una  drupa  roja  cuando  madura,  que 
encierra  en  su  pulpa  ligeramente  dulce,  dos  granos  pla- 
noconvexos que,  tapizados  aisladamente  de  una  pelí- 
cula pergaminosa  se  aplican  |)or  su  cara  plana  contra 
el  tabique  medio  que  separa  los  lóculos. 

Los  granos  al  estado  seco  y  desprovistos  de  las 
túnicas  que  lo  envuelven,  forman  el  café  comercial.  Es- 
tos granos  están  formados  por  un  tejido  de  apariencia 
córnea,  de  un  color  plomizo  ligeramente  verdoso  unas 
veces,  amarillento,  negruzco  blanquizco  otras- 

La  parte  convexa  es  enteramente  lisa  y  continua- 
da, pero  por  la  parte  plana,  que  tieen  una  forma  elíp- 
tica más  o  menos  regular,  lleva  un  pliego  en  forma  de 
surco  a  lo  largo  del  eje  mayor.  Este  repliegue  se  conti- 
núa al  interior  formando  una  muy  pequeña  cavidad. 
La  película  pergaminosa  que  envuelve  al  grano  pe- 
netra por  este  repliegue  hasta  el  interior  de  la  cavidad. 


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La  parte  carnosa  (mesocarpo)  está  formada  de  un  te- 
jido celular  sumamente  acuoso  que  se  deseca  con  fa- 
cilidad, y  rodeado  por  una  corteza  (epicarpo)  lustrosa 
y  rojiza  cuando  está  madura  y  fresca,  pero  que  por  la 
desecación  aparece  opaca,  quebradiza  y  de  un  color 
moreno  muy  pronunciado. 

Normalmente  el  fruto  del  cafeto  encierra  dos  gra- 
nos, como  hemos  dicho,  pero  algunas  veces  sólo  se  des- 
arrolla uno  de  ellos,  dando  el  producto  que  se  ha  lla- 
mado uicxican  pca-bcrry  caracolililo  por  la  semejanza 
que  tiene  con  la  concha  de  algunos  gasterópodos.  Este 
producto,  cu3^o  precio  es  más  elevado  en  el  mercado, 
ha  motivado  un  gran  número  de  preocupaciones,  con 
respecto  a  su  origen,  entre  los  cultivadores. 

La  formación  del  caracolillo  se  comprende :  tiene 
indudablemente  por  origen  una  mala  fecundación  o  \\n 
defecto  de  nutrición. 

En  el  primer  caso,  que  es  probablemente  el  más 
común,  según  la  opinión  del  señor  ingeniero  J.  C.  Se- 
gura, la  fecundación  se  efectúa  sólo  en  un  estigma, 
desarrollándose  el  grano  sólo  en  el  lóculo  que  a  este 
corresponde  y  permaneciendo  el  otro  estéril. 

El  defecto  en  la  fecundación  puede  recon(x:er  co- 
mo causa  determinante,  ya  los  desperfectos  que  puedan 
ocasionar  los  insectos  en  los  órganos  de  la  flor,  o  ya 
una  dehiscencia  irregular  en  la  antera. 

En  el  segundo  caso,  que  también  suele  observarse, 
la  fecundación  tiene  lugar  en  ambos  lóbulos,  pero  por 
una  escasez  relativa  de  savia  se  desarrolla  sólo  un  gra- 
no apareciendo  el  otro  rudimentario.  Esta  segunda 
explicación  puede  estar  de  acuerdo  con  la  observación 
de  muchos  cultivadores,  que  creen  estar  ciertos  de  que 
el  caracolillo  se  produce  de  preferencia  en  las  extremi- 
dades de  las  ramas  y  en  los  cafetos  de  edad  avanzada. 

El  grano  caracolillo  no  tiene  cara  plana,  es  todo 
arredondado,  presentando  al  corte  una  sección  que  ne- 
tamente lo  distingue  del  grano  normal  denominado 
planchuela. 


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02 

El  deiecio  (jue  constituye  el  caracolillo  se  hace  po- 
co aparente  al  exterior,  no  pudiendo  conocerse  inme- 
diatamente.   Sin  embargo,  con  alguna  atención,   se 
pueden  distinguir  los  frutos  que  encierran  caracolillo 
entre  nutchos  normalmente  desarrollados. 

En  efecto,  en  los  frutos  de  dos  granos  la  línea  que 
une  el  nacimiento  del  pedúnculo  con  el  ápice  del  fruto, 
maiTado  por  la  huella  que  deja  la  ñor,  es  siempre  una 
línea  enteramente  recta,  en  tanto  que  en  los  frutos 
anormales  que  encierran  el  caracolillo  esta  línea  es  no- 
tablemente curva. 

Al  cosechar  el  fruto  no  conviene,  sin  embargo,  se- 
pararlo, debe  provcxarse  la  pronta  madurez  de  los  fru- 
tos y  cortar  el  grano  lo  más  temprano  que  sea  posi- 
ble. El  cafeto  no  es  planta  que  reposa  mucho  tiempo  y 
conviene  que  no  repose,  pues  la  esparación  se  hace  más 
fácil  y  perfectamente  después  del  beneficio- 
La  recolección  de  los  frutos  es  sencilla,  pero  es  de 
todas  las  operaciones  la  más  delicada  y  que  reclama 
mayor  vigilancia  de  parte  del  propietario. 

Los  cuidados  que  deberán  tenerse  al  efectuarla 
son  pocos,  entrando  en  primer  lugar  la  madurez  per- 
fecta, en  seguida  la  conservación  en  el  arbusto  de  los 
frutos  at'm  no  bien  nutridos,  así  como  la  de  los  pedúncu- 
los del  fruto. 

Esto  último,  que  a  mentido  se  descuida,  es  de 
una  importancia  capital,  pues  cuando  se  cortan  dichos 
pedúncttlos  en  el  punto  de  inserción,  se  forma  una  lla- 
ga que  cicatriza,  pero  no  permite  el  desarrollo  ulterior 
de  venias. 

La  perfecta  madttrez  del  fruto  se  reconoce  en  que 
ha  tomado  un  color  rojo  vivo,  ligeramente  obscuro  al- 
gunas veces.  Sólo  estos  frutos  <leberían  cortarse,  reser- 
vando los  (|ue  no  se  encuentran  en  estas  condiciones 
para  una  segunda  o  tercera  cosecha. 

lis  mucho  mejor  reconocer  la  maxlurez  del  grano 
por  otro  indicio  que  no  sea  el  color ;  para  esto  se  toma- 
rá un  fruto,  y  comprimiéndolo  entre  los  dedos  ptilgar 


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93 

e  índice,  debe  dejar  escapar  el  grano  con  facilidad 
para  que  se  considere  maduro. 

El  opei*ario  recolector  deberá  ir  provisto  de  un 
cesto  en  el  que  colocará  los  frutos  recolectados  duran- 
te el  día,  para  conducirlos,  concluida  la  tarea,  a  la  casa 
de  beneficio. 

Entre  nosotros  no  se  hace  uso  de  la  escalera  para 
la  recolección,  pero  no  dejaremos  de  aconsejarla,  so- 
bre todo  cuando  los  arboHHos  han  alcanzado  una  altura 
relativamente  considerable ;  su  uso  tiene  la  ventaja  de 
que  se  maltratan  menos  los  arbustos. 

En  la  recolección  de  los  frutos,  el  propietario,  par 
medio  de  sus  empleados  de  categoría,  debe  organizar 
una  perfecta  vigilancia  sobre  los  peones,  tanto  para 
evitar  que  éstos  maltraten  los  arbustos  y  perjudiquen 
las  cosechas  desprendiendo  las  boyas  aún  no  maduras, 
como  para  prevenir  que  hagan  el  corte  en  desorden 
recogiendo  furtivamente  frutos  de  los  arbustos  que  no 
les  están  seiialados ;  por  lo  demás,  la  cosecha  es  suma- 
mente sencilla. 

En  el  Brasil,  según  nos  dice  Van  Delden  Laerne, 
la  cosecha  se  hace  en  algunas  haciendas  despojando 
las  ramas  de  sus  frutos  de  una  manera  rápida.  Los  peo- 
nes para  esto  se  apoderan  de  una  rama,  asiéndola  por 
su  extremidad,  mientras  que  con  la  otra  mano  la  re- 
corre a  puño  cerrado  de  abajo  a  arriba;  los  frutos, 
acompañados  de  muchas  hojas,  caen  a  tierra. 

Se  comprende  que  tal  manera  de  proceder  es  alta- 
mente viciosa  e  imperdonable. 

ABONOS 

La  mayor  parte  de  nuestros  cultivadores  tienen  la 
preocupación  de  que  el  cafeto  no  necesita  de  los  abo- 
nos, sobre  todo  cuando  los  plantíos  están  hechos  en 
tierras  recientemente  desmontadas;  otros,  que  no  en- 
tran en  el  grupo  anterior,  consideran  el  abono  como 


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94 

Útil  y  procuran  aplicarlo  cuando  les  es  posible,  habien- 
do muy  pocos  que  tengan  comprendida  la  imprescindi- 
ble necesidad  de  proporcionar  a  la  planta  los  alimentos 
que  diariamente  consume  y  de  los  que  a  la  larga  y  sin 
el  empleo  de  los  abonos  se  verá  privada. 

La  primera  parte  de  este  articulo  será  útil  a  las 
personas  que  no  usan  abonos,  pues  en  ella  nos  propo- 
nemos poner  a  la  vista  el  ix>r  qué  de  tal  empleo. 

Tomando  como  producción  nonnal  el  minimo  de 
ocho  onzas,  y  suponiendo  que  la  distancia  s^  de  dos 
y  medio  metros,  resultará  que  en  una  hectárea  de  te- 
rreno caben  1,560  plantas,  reservando  para  pasadizos, 
andenes,  etc.,  250  metros  cuadrados. 

Una  hectárea  de  terreno  en  estas  condiciones  pro- 
ducirá 780  libras  o  sean  358.8  kilogramos  de  café  be- 
neficiado por  año,  o  bien  1,392.14  kilogramos  de  bayas 
maduras- 

Con  estos  elementos  vamos  a  calcular  el  consumo 
anual  de  las  materias  más  importantes,  como  son  el 
ácido  fosfórico,  la  potasa  y  el  á::oe. 

Los  elementos  consumidos  se  encuentran  distri- 
buidos en  el  grano  comercial,  en  la  pulpa  y  en  el  perga- 
mino; pero  pudiendo  restituir  al  terreno  estos  dos  úl- 
timos, resulta  que  lo  único  que  positivamente  se  extrae 
de  la  tierra  es  la  substancia  útil  del  café  comercial. 

Teniendo  en  cuenta  las  cantidades  anotadas  en  el 
último  cuadro  de  análisis  consignado  al  hablar  de  la 
composición  química,  se  podrá  calcular  lo  contenido 
en  1,392.14  kilogramos  de  bayas  y  en  358.8  kilogramos 
de  café  comercial,  así  como  lo  que  deba  quedar  en  la 
pulpa  y  pergamino. 


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95 

Cuadro  que  indica,  para  mía  hectárea  de  terreno, 
los  elementos  consumidos 


Acido  fosfórico. 
Pota'sa.   .... 

Ázoe 

Cal 


Consumiilos 

por  1392  k.  14 

de  bayas 

lk.426 
10        309 

8    558 
I     736 


Exportados 

en  358  k.  8 

de  café 


(^ledaii  a  la 

pulpa  y 

pergaaño 


lk.039 

5  191 

6  027 

o    529 


ok.378 

5     118 

2    531 
I     207 


Las  cantidades  que  ocupan  la  segunda  columna 
del  cuadro  anterior,  indican  claramente  que  el  grano 
cosechado  anualmente  extrae  del  terreno  i  k.  039  de 
ácido  fosfórico,  5  k.  191  de  potasa,  6  k.  027  de  ázoe  y 
o  k.  529  de  cal.  Ahora  bien,  la  fertilidad  de  la  tierra 
está  directamente  relacionada  con  la  cantidad  de  ali- 
mentos contenidos  en  ella,  y  se  comprende  que  si  de 
una  tierra  medianamente  fértil  se  extraen  anualmente 
cantidades  tan  considerables  como  ácido  fosfórico,  po- 
tasa y  á^oe,  su  capacidad  de  producción  y  por  tanto 
su  fertilidad,  irán  constantemente  decreciendo. 

En  lo  que  se  refiere  al  ázoe,  el  empobrecimiento 
será  más  lento  en  vista  de  la  restitución  que  anualmen- 
te se  obtiene  fuera  de  todo  abono,  según  lo  han  demos- 
trado los  continuados  experimentos  de  Schloesing  y 
Bertelot ;  pero  tratándose  del  ácido  fosfórico  y  la  pota- 
sa, no  hay  restitución  natural,  y  por  consiguiente  el 
empobrecimiento  es  más  rápido  y  acentuado.  El  aná- 
lisis químico  puede  aún  darnos  a  conocer  con  alguna 
aproximación  el  grado  de  empobrecimiento  de  las  tie- 
rras. 

Si  tomamos  en  consideración  los  análisis  de  los  te- 
rrenos que  comunmente  se  cultivan  de  café,  podreinos 
establecer  nuestro  cálculo  con  los  siguietnes  datos : 


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96 

Una  hectárea  de  terreno. 

Superficie,  10,000  metros  cuadrados. 
Profundidad  media  para  café,  0.75  metros. 
Densidad  (peso  de  un  decímetro  cúbico),  1.33  ki- 
logramos. 

Peso  de  la  capa  arable  de  una  hectárea  de  terreno 
en  estas  condiciones,  siendo  el  volumen  7,500  metros 
cúbicos,  17,475  kilogramos. 

Siendo  la  riqueza  de  la  tierra  en  ácido  fosfórico, 
de  0.06657  por  ciento. 

La  capa  arable  en  una  hectárea  de  terreno  sólo 
contendrá  4.9260  kilogramos. 

de  ácido  fosfórico,  de  manera  que  si  el  suelo  no  tuvie- 
ra reserva  ningima  en  el  subsuelo  y  sin  aplicación  de 
ningún  abono,  a  los  cuatro  años  de  una  exportación 
periódica  de  i  kilogramo  39  gramos  quedaría  entera- 
mente agotado.  Cálculos  semejantes  podrán  hacerse 
con  respecto  al  ázoe,  la  potasa,  etc. 

Esto  en  la  práctica  no  se  verifica,  porque  siempre 
se  encuentra  en  el  subsuelo  de  las  tierras  cierta  cantidad 
de  principios  de  reserva,  que  van  poniéndose  a  dispo- 
sición de  la  planta  conforme  ésta  los  necesita;  pero  sí 
es  indudable  el  empobrecimiento  del  terreno  v  la  di- 
minución de  las  cosechas. 

La  fertilidad  de  las  tierras  es  proporcional  a  su  ri- 
queza en  elementos  nutritivos,  considerando  mu- 
chos agrónomos  al  ácido  fosfórico  como  punto  de  par- 
tida para  la  determinación  del  grado  de  fertilidad, 
que  además  está  ligado  con  otras  condiciones:  espe- 
sor de  la  capa,  faciHdad  de  desecación,  etc.,  etc.  Aho- 
ra bien,  ya  hemos  indicado  cuan  exigua  es  la  propor- 
ción de  este  elemento  en  las  tierras  comunes  y  cuan 
considerable  es  la  cantidad  consumida  por  la  planta, 
advirtiendo  que  la  que  tenemos  en  cuenta  es  sólo  la 
exportación,  sin  mencionar  la  necesaria  para  el  cre- 


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cimiento,  etc.  Resulta,  pues,  que  si  Ja  fertilidad  de  la 
tierra  es  proporcional  a  la  riqueza  en  ácido  fosfórico 
acusada  por  el  análisis,  podremos  muy  bien  represen- 
tarla por  la  fórmula  algebraica  f — C  E  R  en  la 
cual  F  representa  la  fertilidad,  C  un  coeficiente  que 
depende  de  Is  cualidades  físicas  de  la  tierra  E  el  es- 
pesor de  la  capa  y  R  la  riqueza  en  ácido  fosfórico  Po- 
tasa y  ázoe.  '  '^ 

Es  claro  que  si  R  disminuye  anualmente,  F  dismi- 
nuye también,  pudiendo  suceder  que  se  anule  cuan- 
do R  sea  Igual  a  cero.  Para  que  F  permaneszca  constan- 
te es  preciso  que  C.  E.  R.  se  conserve  con  el  mismo 
1.^1.:-  '^  P^™^"«ce  constante  en  cada  caso  lo  mismo 
que  E;  R  disminuye  a  medida  que  se  producen  las 
cosechas ;  por  consiguiente,  para  que  la  fertilidad  per- 
manezca la  misma,  es  indispensable  que  la  riqueza  de 
LfTl^  k'"  elementos  nutritivos  permanesca  cons- 
tante. Sabia  ley  de  restitución  enunciada  por  Liebig 
Esto  es  lo  que  se  consigue  con  el  empleo  de  los  abonot 

a^rSlí°"°  ?  ""^  .""^^^"^  P"™^  ^e  la  producción 
agrícola;  puesto  en  el  terreno,  que  es  la  máquina  por 

decirlo  asi,  pronto  será  atraído  al  interior  de  la  plkn- 

ta,  en  donde  por  transformaciones  íntmas  ligadas  a 

Los     ""^        ""  '""^'"■'^  '"  ^•■"^«■'^  ^'"^  ■^^'•á"  ^-en 

Ningima  industria  puede  obtener  productos  sin 
as  materias  primas,  y  la  agricultura,  como  las  de- 
mas,  hace  constante  consumo  de  tales  materias 

El  empleo  racional  de  los  abonos  está  subordina- 
do a  los  conocimientos  científicos,  y  en  manos  del 
empirismo  nunca  podrá  dar  los  restados  deseados 

Tal  conocimiento  ha  isdo  motivo  de  largos  y  mi- 

Cifé.— 7. 


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98 

niK-iosos  análisis  que  han  puesto  en  claro  cuáles  sor 
las  substancias  que  asimilan  los  vegetales. 

En  el  artículo  que  trata  de  la  composición  quími- 
ca, hemos  puesto  un  cuadro  en  el  que  se  expresan  las 
substancias  minera4es  de  que  tiene  necesidad  el  cafe- 
to. El  ácido  carbónico  y  el  ázoe  están  también  men- 
<!Íonados. 

Lvíxs  elementos  minera/les  y  el  ázoe  serán  los  úni- 
cos cjue  nos  ocupen,  i)ues  los  elementos  gaseosos,  co- 
mo el  hidrógenoy  el  oxígeno,  así  como  el  ácido  carbó- 
nico, se  encuentran  en  abundancia  en  la  atmósfera  y 
en  el  agua,  y  nunca  serán  introducidos  i)rovecliosa 
mente  en  los  abonos. 

Los  elementos  que  deberán  ocupranos  son,  pues: 
el  ácido  fosfórico,  el  ácido  sulfúrico,  el  cloro,  la  cal,  ía 
mag-nesia,  la  potasa  y  sosa,  el  óxido  de  fierro,  la  sílice 
y  el  nitr()gen(). 

De  todos  estos  elementos,  algunos  se  encuentran 
en  abundancia  en  las  tierras,  tales  como  el  ácido  silí- 
cico, el  óxido  de  fierro  y  algunas  veces  la  cal.  Otros  co- 
mo el  cloro  y  la  sosa  aún  cuando  no  se  encuentren  en 
la  tierra  no  deben  preocupar  al  cultivador,  y  otros  son 
de  tal  importancia  que  sin  ellos  es  imposible  la  vege- 
tación: ácido  fosfórico,  potasa  y  ázoe;  en  cuanto  a^la 
magnesia,  su  importancia  está  en  relación  con  la  del 
acido  fosfórico. 

Cada  hectárea  de  terreno  consume  anuhnente. 
1,0390  kgm,  de  ácido  fosfórico,  5,1910  kgm^  de  pota- 
sa, FjBGj  kgm.  de  ázoe  y  0.529  kgni.  de  cal.  Según  eso, 
SI  nos  limitamos  a  restituir  únicamente  \o  consumido 
por  cada  cosecha,  sin  tratar  de  enriquecer  el  terrem^ 
emplearemos  un  abono  que  contenga  el  ácido  fosfó- 
rico, la  potasa  y  la  cal,  en  las  proporciones  relativas- 
que  se  mencionaron. 

La  restitución  del  ázoe  no  conviene  hacerla  en  la 
proporción  de  6,0270  kgm.  por  hectárea,   i.°  porciue 


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1 


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99 

sería  demasiado  costoso,  y  2"  poríjue  la  restitución 
natural  (nitrificación,  absorción  del  amoníaco  atmos- 
férico, etc,)  hace  que  el  empobrecimiento  sea  menos 
sensible. 

A  menudo  se  considera  que  el  enqDJeo  de  los  abo- 
nos disminuye  en  mucho  las  ganancias,  pero  bastará 
calcular  el  valor  de  la  cosecha  en  una  hectárea  y  d 
costó  de  lia  restitución,  para  comprender  que  el  capi- 
tal invertido  en  abono  es  ampliamente  restituido. 

358  kgm.  de  café,  osean  y/y  libras  que  produce 
cada  hectárea,  se  venden  en  $156,  suponiendo  a  $20  el 
quintal. 

Pa  ra  calcular  el  costo  de  restitución,  tomamos  <le 
uno  de  los  artículos  que  publica  la  ''Revista  Agríco- 
la" (tomo  VJII,  pág.  124),  con  el  título  de  '7.os  Abo- 
nos," lo  siguiente: 

"El  precio  máximo  que  se  les  asigna  en  Europa 
a  las  substancias  útiles  de  los  alx>nos  es  como  si^rne: 

Ázoe  asimilable.  .. $0.50  kgm. 

Ázoe  orgánico o.  ^54 

Acido  fosfórico  asimilable. o/r2 

Acido  fosfórico  al  estado  de  fosfato  tribásico...  0.C8  kjíin. 

P«tasa OJO   \. 

Agregamos:  Cal  (muy  variable): 0.03 

El  costo  de  restitución  será  pues: 

Acido  fosfórico 1  0390  k .s  o  12 

Potasa : 5.1910  ., o.."')^ 

Ázoe 6.0270  ,, 3.OI 

<^al 0.52Ü0  ,, 0.02 

3  pesos  67  centavos  por  hectérea  sería  el  costo  del 
abono  de  restitución,  suponiendo  que  se  hiciera  total 
la  del  ázoe. 


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■rrrs  _sil%j-* 


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100 

Si  se  reduce  a  i,  42  kilograinos  la  cantidad  de 
ázoe,  el  costo  de  esta  materia  será  yy  centavos,  y  pa- 
ra el  costo  del  abono  de  una  hectárea  se  tendrá  sólo 
$1.36. 

Aconsejamos  el  empelo  de  abonos  minerales  mez- 
clados con  los  residuos  de  beneficio  {pulpa  y  perga- 
mino) V  los  desechos  del  plátano,  que  llevan  materia 
útil. 

Muy  recomendable  para  darse  al  café  es  el  abo 
no  siguiente: 

Kilogramos. 

Superfosfato 30 

Nitrato  de  potasa     40 

Carbonato  de  potasa ló 

Sulfato  de  cal 20 


roo 


Cada  kilogramo  de  esta  mezcla  contiene 


PhO^    KO    Az  CaO. 


Superfosfatos 300  gs 63  gs. 

Nitrato  de  potasa...  400    ,,     

Nitrato  de  sosa 100 

Sulfato  de  cal 200 


88  gs. 


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186    55 
16 


82 


1 » 


63  gs.     186    71  165  gs. 

Tratos  de  la  cal  y  de  la  ceniza  como  estimulan- 
tes del  café. 

Si  pues  distriumos  cada  kilogramo  de  abono  en- 
tre 50  matas,  a  cada  una  le  corresponderá: 

Acido  fosfórico i  .26  gms. 

Potasa 3-92 

Ázoe 1 .  42 

Cal 3.30 


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V 


101 

Y  cada  hectárea  de  terreno  necesitará  31.2  kgm.  de 
la  mezcla.  Calculando  las  cantidades  de  ácido  fosfó- 
rico, potasa,  etc.,  exportados  en  (8  ons.)  230  gra- 
mos de  café  que  produce  cada  mata,  se  obtiene: 

Acido  fosfórico 0.666  gms. 

P^^^^sa 3.320       „ 

^^.^^ '•••    -.   3.863       „ 

^^^ 0.339       „ 

Cantidades  que,  exceptuando  el  ázoe,  son  menores 
que  las  suministradas  por  el  abono. 

Abonos  para  la  almáciga. — La  restitución  de  los 
desechos  del  beneficio  no  deberá  tenerse  en  considera- 
ción en  razón  de  que  nada  agregan,  devolviendo  úni- 
mente  lo  que  del  terreno  habían  tomado. 

En  cuanto  al  plátano,  la  cantidad  de  substancias 
útiles  que  suministra  son  de  alguna  importancia. 
Anualmente  se  pueden  recoger  en  cada  hectárea  8,000 
kms.  de  vastagos  y  hojas  que  contienen  82.40  kgms.  de 
materia  mineral  y  8.72  kgm.  de  ázoe  orgánico  o  6.54 
kgm.  de  ázoe  asimilable  (Lawes  y  Gilbert).  Las  subs- 
tancias útiles  se  encuentran  en  estas  proporciones: 

Acido  fosfórico 1.04  kgrs 

Potasa 23.78   ^"" 

Ca^ f4--U     ,. 

Ázoe  asimilable 6  r  1 

.Cantidades  dignas  de  tomar  en  consideración. 

Lo  que  hasta  aquí  llevamos  dicho  se  refiere  sólo 
a  la  restitución,  es  decir,  a  la  devolución  de  la  substan- 
cia extraída  del  terreno.  Cuando  se  tenida  empeño  en 
aumentar  la  producción,  valiéndose  de  los  abonos,  la 
cantidad  que  debe  emplearse  no  será  las  misma.  Mal 
podrían  darse  a  ese  respecto  reglas  absolutas,  cuya 


102 

aplicación,  si  íructuosa  algunas  veces,  seda  acaso  per- 
judicial en  otras..  El  empleo  de  los  abonos  en  la  ao-ri- 
cultiira  está  enteramente  subordinado  a  operaciones 
científicas  esiieciales  para  cada  caso.  Preciso  es  cono- 
cer ia  composición  cpiimica  y  las  cualidades  físicas  de 
la  tierra  que  sirve  dé  campo  de  operacinoes  para  anitir 
una  (.pmi(,n  lundada:  mas  aún,  es  preciso  hacer  ex- 
perimentos agronómicos  en  pequeños  camix)s  de  expe- 
riencias, con  diversos  abonos  y  en  determinadas  con- 
diciones. 

Los  abonos  se  deben  poner  después  de  la  cosecha, 
y  al  principio  de  las  aguas  ya  se  nota  su  beneficio 

Lmi)resa  es  esta  que  corresponde  a  cada  cultiva- 
dor en  particular,  pues  el  conocimiento  de  los  abonos  y 
las  cantidades  que  debe  emplear  es  asunto  del  todo  es- 
pecial. 

La  distribución  de  los  abonos  se  hace  cerca  del  pie 

mS  s„  if  í°r  "-'"'  '''•^  '°"  ''^''^  P^'^  regularizar 

^enienUL'""  °"--  ^^  fP,°'^  '^'''  "°^  parece  más  con- 
venren  e  es  al  principio  de  la  primavera,  es  decir,  cuan- 

hlí:  "'k''^''",'''  '■■°''^''^'  P""-  ^^íe  tiempo,  los  ar- 
bustos, recobrando  nuevo  impulso,  activan  sus  fun- 
ciones vegetativas,  y  por  lo  mismo  la  absorción  es  más 
enérgica.  ^ 

Lloren^r  "'r'""  u*'  ^^t^'-^-'l^ulo.  Copiamos  (Aniceto 

ctón  ce  H.r'  "v-       P^^^'"^  ^^°9)     la     instruc- 

aon  que  da  Georges  Ville  para  la  preparación  de  las 
mezclas  fertilizantes.  -'Cuando  el  agricultor  mismo  es 
quien  prepara  la  mezcla  de  los  productos  (en  lo  cua 
encontrara  ventaja),  debe  cuidar  que  ésta  sea  lo  mT 
intima  posible,  para  que  las  raicecillas  de  la  planta 
encuentren  al  mismo  tiaiipo  a  su  alcance  los  diver 
sos  agentes  cuyos  buenos  efectos  dependen  en  parte 
de  su  prsencia  simultánea.  ^ 

"Hay  que  procurarse  el  fosfato  ácido  de  cal  mu- 
chos meses  antes  de  preparar  la  mezcla.  Este  prodü?- 


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-^'.■.  V^'d. 


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103 

to  ofrece  en  el  momento  en  que  acaba  de  ser  prepa- 
rado una  consistencia  pastosa  que  hace  dificiles  las 
mezclas;  pero  al  cabo  de  dos  tres  meses  se  deseca  y 
se  hace  pulverulento. 

"Para  preparar  la  mezcla  se  procede  de  la  mane- 
ra siguiente:  se  extiende  primeramente  el  fosfato  de 
cal  sobre  el  suelo  y  se  le  reubre  con  yeso.  Al  cabo  de 
veinticuatro  horas  se  mezclan  por  medio  de  una  pala 
las  dos  productos  y  se  les  deja  amontonados  [)or  es- 
pacio de  imo  o  dos  dias.  Pasado  este  tiempo,  se  vuelve 
a  extender  la  mezcla  sobre  el  suelo  y  se  le  añaden 
las  demás  substancias  que  deben  entrar  en  el  abono. 

"La  incorporación  de  estos  productos  nuevos  a  la 
mezcla  primitiva  se  verifica  revolviendo  enérgicamen- 
te la  materia  con  la  pala,  cuyo  efecto  se  completa  gol- 
peando las  porciones  aglomeradas  con  un  mazo  de 
madera,  que  consiste  en  un  cilindro  de  20  a  30  centí- 
metros de  diámetro  por  10  de  altura,  provisto  de  un 
mango  vertical  que  arranca  del  centro  del  cilindro. 

** Verificada  la  incorporación,  se  criba  la  mezcla, 
y  después  se  vuelve  a  revolver  enérgicamente  con  la 
pala  hasta  que  la  mezcla  esté  lo  más  homogénea  (|ue 
sea  posible." 

Son  buenos  para  el  café  el  estiércol  y  excremen- 
tos particularmente  el  humano  y  el  de  aves. 

BENEFICIO 

El  fruto  cosechado,  para  ser  producto  comercial, 
debe  sufrir  varios  tratamientos  sucesivos  que  cons- 
tituyen el  beneficio. 

En  otro  lugar  hemos  dicho  que  el  café  comercial 
es  el  grano  (albumen)  del  fruto  del  cafeto.  Este  fru- 
to es  una  drupa,  roja  cuando  está  madura,  contenien- 
do uno  (caracolillo),  o  dos  granos  envueltos  por  una 
doble  membrana  pergaminosa  y  por  una  parte  car- 
nosa. 


r 


104 

La  parte  carnosa  del  café  recientemente  cose- 
<:hado  es  una  pulpa  que  contiene  cierta  cantidad  de 
humeilad  y  se  separa  fcácilmente  del  resto  del  fruto. 

Por  su  exposición  prolongada  al  sol,  o  simple- 
mente al  aire,  se  deseca,  tomando  un  color  obscuro  y 
una  apariencia  rugosa,  al  mismo  tiempo  que  adquiere 
una  dureza  considerable.  En  este  estado  es  difícil 
separar  el  grano. 

El  café  debe  beneficiarse  inmediatamente  después 
de  cosechado,  por  las  razones  que  después  señalare- 
mos, pero  algunas  veces  esto  no  puede  hacerse  y  es 
preciso  operar  sobre  el  café  seco  ya,  o  café  capulín, 
como  en  algunas  partes  le  llaman. 

Según  que  se  proceda  sobre  café  fresco  o  seco,  se 
eniplean  distintos  procedimientos  de  beneficio.  En  el 
primer  caso,  se  comienza  por  despoar  al  fruto  de  la 
parte  pulposa  que  envuelve  al  grano  rodeado  de  sus 
tegumentos. 

Esta  operación  sencillísima  se  ejecuta  por  medio 
de  máquinas  que  se  denominan  despulpadoras,  y  de 
las  cuales  nos  ocuparemos  adelante. 

Los  granos  desprovistos  de  la  pulpa  quedan  aún 
envueltos  por  las  membranas  pergaminosas,  de  las 
cuales  es  indispensable  despojarlos.  Esta  operación 
no  puede  efectuarse  inmediatamente.  Las  membranas 
tegumentarias  forman  al  café  una  túnica  que  lo  en- 
vuelve perfectamente  por  la  parte  convexa,  y  pene- 
tra en  los  pliegues  del  grano  por  la  sutura  de  ía  parte 
plana:  para  separarla  es  indispensable  desirarrarla, 
cosa  que  es  sumamente  difícil  inmediatamente  des- 
pués del  despulpado. 

En  efecto,  saliendo  de  las  despulpadoras,  el  café 
esta  húmedo  y  el  pergamino  rodeado  de  una  substan- 
cia mucilaginosa  que  lo  hace  resbaladizo.  En  este  es- 
tado pasaría  por  las  máquinas  que  se  emplean  para 
trillarlo,  sin  obtener  absolutamente  resultado  {al- 
guno. 


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105 

Para  operar  con  éxito,  se  comienza  por  lavar  el 
pergamino  hasta  que  pierda  todo  el  mucílago,  secán- 
dolo después  para  que  se  torne  en  quebradizo.  En  es- 
te estado  se  somete  a  las  máquinas  de  trillar,  que  lo  en-' 
tregan  desprovisto  del  pergamino. 

Entonces  debe  sujetarse  a  operaciones  de  pulido,^ 
limpia,  escogido,  etc.,  etc. 

Cuando  se  opera  sobre  el  café  seco  el  beneficio  es 
más  fácil,  pues  el  café  se  despoja  al  mismo  tiempo  de 
la  pulpa  seca,  que  toma  la  apariencia  y  nombre  de  cas- 
cara, y  del  pergamino  que  envuelve  al  grano.  La  lim- 
pia y  el  escogido  se  hacen  inmediatamente  después. 

A  primera  vista,  el  segundo  procedimiento  pare-- 
cería  el  más  ^'entajoso,  y  es  el  que  primitivamente  se 
ha  empleado,  y  de  preferencia  se  emplea  en  casi  toda 
la  zona  cafetera  de  México.  Sin  embargo,  tiene  gra- 
ves, y  muy  graves  inconvenientes:  el  producto  se  des- 
mejora, jMcrde  su  calidad  y  el  precio  comercial  dismi- 
nuye. 

La  pulpa  del  café  secado  en  cereza  sufre,  al  prin- 
cipio de  su  exposición  al  sol,  una  fermentación  que 
perjudica  al  grano,  pues  le  hace  perder  su  aroma.  El 
grano  se  amarillea  y  frecuentemente  se  mancha. 

Seco  ya,  se  lleva  a  la  descascaradora  que,  por 
perfecta  que  sea,  a  menudo  lo  rompe  y  siempre  lo  ra- 
ya. El  grano  que  así  se  obtiene  es  más  pequeño  y  me- 
nos pesado,  circunstancias  inconvenientes  para  eí  ven- 
dedor.       '•  • 

Por  el  contrario,  el  procedimiento  del  despulpa- 
do tieen  todas  las  ventajas  y,  por  lo  tanto,  no  dejaremos 
de  aconsejar  su  empleo  a  todos  los  cultivadores  inteli- 
gentes. Es  cierto  que  la  instalación  para  su  empleo 
es  mucho  más  costosa,  pero  incuestionablemente  el 
éxito  es  proporcionalmente  mayor. 

"El  procedimiento  primitivo  que  aún  emplean  los 
cultivadores  pobres,  o  poco  afectos  al  progreso,  reco 


arari ¡¡¡.-ife 


li 


i 


106 

noce  su  fundamento  en  el  descascarado  en  seco,  y  no 
podrán  abandonarlo  hasta  que  las  circunstancias  les 
permitan  emplear  maquinaria. 

Este  procedimiento,  sin  el  empleo  de  las  máqui- 
nas, es  el  único  posible;  pero  cuando  se  pueda  insta- 
lar una  linca  de  beneñcio,  debe  elegirse,  de  preferen- 
cia, el  procedimiento  de  despulpado. 

Actualmente  se  puede  obtener  una  instalación 
perfecta,  enteramente  moderna  y  teniendo  todas  las 
ventajas  aceptables,  pues  el  adelanto  de  la  maquinaria 
de  beneficio  se  ha  acrecentado  de  pocos  años  a  esta 
parte. 

Despulpado. — £1  despulpado  se  hace  hoy  con  las 
máquinas  llamadas  despulpadoras.  Las  hay  de  varios 
modelos,  tamaños  y  precios ;  pero  todas  tienen  por  prin- 
cipio mecánico  el  frotamiento  del  fruto  contra  super- 
ficies erizadas  de  protuberancias  que  desgarran  la' pe- 
lícula y  la  pulpa  del  café. 

Los  modelos  más  importantes  son  los  de  la  casa 
inglesa  de  John  Gordon  y  Cia.,  cuyo  trabajo  hemos 
tenido  ocasión  de  apreciar  como  absolutamente  i)er- 
fecto.  Las  máquinas  inglesas  se  componen  de  una  tol- 
va, en  la  que  se  pone  el  café  en  cereza,  y  de  la  cual 
es  arrastrado  por  una  corriente  de  agua,"^  para  pasar 
entre  un  cilindro  cubierto  por  una  lámina  de  cobre, 
erizada  de  pezones,  y  una  lámina  metálica  que  se 
mantiene  apoyada  contra  el  cilindro  por  una  placa  de 
caoutchouc.  El  mecanismo  es  sumamente  sencillo  y 
d  efecto  enteramente  satisfactorio. 

De  este  género  de  máquinas,  la  Casa  Gordon 
fabrica  varios  modelos,  adecuados  a  las  necesidades 
de  los  agricultores  de  todas  las  escalas. 

El  modelo  más  pequeño  La  Jamaica,  es  el  despul- 
pador  de  mano  propio  para  los  cafetales  chicos.  Pue- 
de despulpar,  por  hora,  20  fanegas  de  cereza  (ñg.g.) 

Los  modelos  A  y  B  (fig.  10)  pueden  despulpar 


r 


y 


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n      / 


50  y  óo  fanegas  respectivamente;  son  mucho  más 
perfectas  que  la  anterior,  meor  acabadas  y  pueden 
adaptarse  a  fuerza  manual  o  motor  de  vapor. 

El  despulpador  Brazlí,  que  da  excelentes  resul- 
tados, consiste  en  un  cilindro  para  despulpar,  una 
tolva  y  una  caja  de  alimentación  de  hierro  galvaniza- 
da, una  criba  giratoria  y  un  juego  de  cubos  elevadores. 
El  café  rojo  entra  en  la  tolva,  y  pasa  al  cilindro  que 
separa  las  cascaras  de  los  granos.  Los  granos  pasan 
por  las  aberturas  de  la  criba,  en  tanto  que  las  cere- 
zas no  despulpadas  y  d  residuo  pulposo  se  depositan 
en  la  caja  de  alimentación  del  elevador. 

Este  modelo  está  construido  para  motor  de  agua 
o  vapor,  puede  despulpar  de  óo  a  70  fanegas  por 
hora. 

La  máquina  combinada  de  Gordon  (figura  11), 
para  majar  y  despulpar  café,  mediante  la  adición  de 
cilindros  de  majar,  efectúa  un  trabajo  perfecto.  Está 
provista  de  una  tolva  de  agua,  de  cribadoras,  etc.,  etc. 
Es  sólo  para  motor  de  agua  o  vapor ;  puede  trabajar 
de  80  a  90  fanegas  por  hora. 

El  doble  despulpador  de  café  se  compone  de  dos 
cilindros  de  despulpar,  una  tolva,  cajas  de  alimenta- 
ción, una  criba  y  un  juego  de  cubos  elevadores.  Es  la 
más  completa  de  las  despulpadoras  de  Gordon  y  la 
propia  para  grandes  instalaciones.  Puede  despulpar 
de  ICO  a  150  fanegas. 

A  todos  los  despulpadores  de  Gordon  puede  adap- 
tarse el  Graduador  Privilegiado  de  Dieseldorff,  que 
tiene  por  objeto  economizar  el  agua  y  separar  los  cuer- 
pos extraños  que  pudieran  deteriorar  la  camisa  del  ci- 
lindro despulpador. 

Puede  usarse  con  poca  o  mucha  agua  con  igual 
éxito.  Todas  las  piedras,  arenas,  guijarros,  etc.,  se 
acumulan  en  la  tapa,  que  se  vacía  al  terminar  la 
operación. 


<      . 


\      ^ 


r 


í! 


IOS 

La   fieura    12   representa  una  despulpadora  de 
U)rdon  provista  del  graduador  Dieseldorff. 

Las  despulpadoras  americanas  de  la  casa  de  Geo 
L  bquier,  son  también  de  nuiy  buen  trabajo  v  adap- 
ÍultiVo?         "«^'^«•^'^'•'-^s  fit-  los  pequeños  y  medianos 

Construje  máquinas  de  disco  y  de  cilindro 

Las  maqumas  Mejoradas  de  disco  están  construi- 
das de  una  manera  sencilla  y  duradera. 

Se  fabrican  cuatro  tamaños  con  uno,  dos,  tres 
y  cuatro  discos,  se  pueden  mover  a  mano. 

Despulpan  por  bora:  la  de  un  disco,  i,oso  litros' 
rn    .  00'      '°''  ^'"'°-  '-''  '^^  ''^''  3'i50;  y  la  de  cua- 

Las  máquinas  mejoradas  de  cilindro  son  seme- 
ajntes  en  todos  a  las  de  Gordon;  se  fabrican  de  dos 
tamaños.  El  tamaño  número  i,  que  despulpa  i,o:ío 
litros  por  hora,  es  para  fuerza  manual,  y  puede  ma- 
nejarse por  dos  hombres. 

El  tamaño  número  2,  exclusivamente  para  motor 
horr""'"'^'  '''""'''  °  ^^^°'''  ^'^^P"'P^  2'^°°  ''^i'os  por 

El  despulpado  debe  efectuarse  inmediatamente 
después  de  cosechado  el  café,  o  durante  las  diez  horas 
'lue  siguen  a  la  cosecha,  para  que  no  fermente  el  fru- 
to y  se  perjudique  el  grano.  Algunos  cultivadores 
acostumbran  colocar  las  cerezas  en  estanques  do  agua 
de  los  cuales  pasan  a  la  máquina  arrastradas  por  la 
comente  liquida.  Esta  práctica  es  buena ;  pero  tiene 
el  inconveniente  de  que  la  cantidad  de  agua  que  se  re- 
quiere es  considerable.  Es  preferible  llevar  el  fruto  a 
ia  tolva  de  las  máquinas,  por  un  conducto  especial  v 
el  agua  por  un  caño  de  alimentación. 

La  cantidad  de  agua  necesaria  puede,  entonces, 
darse  a  voluntad. 

rMvado.— El  café  despulpado  en  máquinas  des- 


í' 


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109 

provistas  de  criba,  sale  mezclado  con  la  pulpa  despren- 
dida del  grano  y  entonces  es  preciso  separarlo.  Esto 
puede  hacerse  valiéndose  de  una  criba  espíxial  o  bien, 
como  a  menudo  lo  prefieren  nuestros  cultivadores,  por 
medio  de  estanques  de  decantación. 

Las  cribas  más  propias  para  este  uso  son  las  de 
mesa. 

Las  cribas  que  tienen  la  ventaja  de  operar  de  mía 
manera  continua,  adolecen  de  algunos  defectos,  sien- 
do el  principal  la  poca  perfección  de  su  trabajo. 

Los  tanques  de  decantación  tienen  la  desventaja 
de  que  la  separación  de  la  pulpa  no  puede  hacerse  sino 
después  de  haber  concluido  el  despulpado  de  todo  el 
fruto;  tienen  la  ventaja  de  que  el  café,  durante  su 
permanencia  en  el  estanque,  sufre  un  prnner  lavado, 
digamos  asi,  preparatorio,  que  hace  más  eficaz  los 
subsecuentes. 

El  empleo  de  los  estanques  de  decantación  requie- 
re en  todos  casos,  una  cantidad  considerable  de  agua. 
La  disposición  que  se  les  da  es  la  misma  que  tienen 
los  de  lavado,  de  los  cuales  nos  ocuparemos  después. 

Separado  el  grano  de  la  pulpa,  de  una  manera  u 
otra,  se  le  sujeta  a  uno  o  varios  lavados,  que,  como  he- 
mos indicado  en  otro  lugar,  tienen  por  objeto  despren- 
der h  substancia  mucilaginosa  de  que  está  impreg- 
nada la  película  del  grano.  Estos  lavados  se  hacen 
en  estanques  o  mejor  por  medio  de  máquinas. 

El  empleo  de  los  estanques  de  lavado  tiene  las 
mismas  desventajas  que  el  de  los  estanques  de  decan- 
tación; sin  embargo,  como  el  uso  de  las  máquinas  lava- 
doras no  es  aún  general,  indicaremos  aqui  la  mane- 
ra más  conveniente  de  disponer  dichos  estanques. 

La  capacidad  de  los  recipientes  que  se  construvan 
con  este  objeto,  debe  estar  en  proporción  con  la  canti- 
dad máximum  de  café  que  pueda  despulparse  por  día. 
Se  construyen  tres  estanques  de  igual  capacidad,  es- 


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'  110 

caloñándolos  cuando  lo  permita  el  terreno,  de  manera 
que  tenyan  una  disposición  semejante  a  la  de  la  figu- 
ra J3.  Como  se  ve,  se  construyen  de  paredes  muv 
levantadas  sobre  la  superficie  del  suelo,  pues  de  otro 
modo  habría  dificultades  para  el  vaciado  del  liquido 
y  la  extracción  del  grano. 

Los  materiales  de  que  se  haga  uso  serán  en  lo  po- 
sible de  buena  calidad,  recomendando  muy  especial- 
mente que  las  superficies  interiores  de  las  paredes  y 
del  fondo,  sean  perfectamente  lisas.  El  empleo  de  las 
piedras  artificiales,  cementos,  etc.,  es  altamente  con- 
veniente. 

Estos  estanques  se  comunican  entre  sí  por  medio 
de  compuertas  bien  dispuestas.  La  llegada  del  agua 
debe  tener  lugar  por  llaves  de  dimensiones  proporcio- 
nadas a  la  capacidad  del  estanque  y  podrá  vaciarse 
a  voluntad. 

Para  obtener  fácilmente  este  resultado  se  colocan 
en  el  fondo  aberturas  manejables  desde  afuera,  cu- 

Í^Tv^  "!.'■  i""""  *^°"^  '■'J^  ^^  ^'^"^'  P^'-a  inipedir 
Ja  salida  del  grano. 

El  layado  se  efectúa  en  estos  estanques  de  la  ma- 
nera siguiente:  Una  vez  acabado  el  despulpado  se 
deja  el  grano  en  el  primer  estanque  amontonado  y  li- 
geramente húmedo,  durante  unas  cuatro,  cinco  o  seis 
horas,  con  el  objeto  de  provocar  una  ligera  fermen- 
tación, que  facilita  el  desprendimiento  de  la  substan- 
cia glutinosa. 

Transcurrido  este  tiempo,  se  llenará  el  estanque 
de  agua  y  dos  o  mas  operarios  agitarán  perfectamen- 

^I;""?'}"  P"!"  '"^í^'°  *^^  P^^^"'  deP''^"^'o  correr  libre- 
mente el  liquido.  El  grano  pasa  al  segundo  y  después 

raimientos    advirtiendo  que  llegado  al  último,  no 
se  le  sacara  de  el  hasta  que  esté  perfectamente  limpio 
Los  estanques  de  lavado  dan  buenos  resultados' 


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111 

teniendo  sólo  el  inconveniente  de  ser  costosos  y  ne- 
cesitar una  cantidad  de  agua  considerable.  El  tamaño- 
ya  hemos  dicho  que  será  proporcionado,  sabiendo  que 
para  cada  quintal  de  cereza  se  necesita  una  capacidad 
de  244  decímetros  cúbicos  en  cada  estanque. 

^  Con  el  objeto  de  hacer  más  fácil  y  violento  el  la- 
vado del  café,  la  Casa  Squier  ha  puesto  en  el  mercado 
una  lavadora  cuyo  resultado  es  bueno. 

La  lavadora  Americana  se  compone  de  una  caja 
cilindrica,  de  hierro,  en  la  cual  gira  un  eje  horizontal, 
armado  de  dientes  convenientemente  dispuestos  para 
agitar  el  café  en  corriente  de  agua  que  circula  en  el 
interior ;  puede  lavar  1 50  quintales  en  24  horas. 

Cuando  se  haga  uso  de  esta  máquina  sólo  se  ne- 
cesita un  estanque,  y  empleando  dos  lavadoras  escalo- 
nadas se  obtienen  muy  buenos  resultados.  El  café  des- 
pués de  lavado,  del)erá  secarse. 

Secado. — Entre  nosotros  y  en  la  mayor  parte  de 
las  fincas  de  Centro- América,  el  secado  se  hace  al  sol, 
en  eras  construidas  a  propósito  para  el  objeto.  Estas 
eras,  conocidas  con  el  nombre  de  asoleaderos,  son  de 
mucho  uso  entre  los  cultivadores,  a  pesar  de  los  incon- 
venientes que  tienen. . 

En  efecto,  siendo  la  época  de  las  cosechas  en  los 
meses  de  noviembre  a  enero,  como  ya  hemos  dicho, 
el  asoleado  tiene  lugar  en  malísimas  condiciones,  pues 
a  menudo  los  días  son  húmedos  o  cubiertos,  haciendo 
dilatada  la  operación. 

Sin  embargo,  de  preferencia  se  hace  uso  de  los 
asoleaderos  para  secar  el  café. 

La  construcción  de  las  eras  es  sencilla,  no  tenien- 
do más  condición  que  satisfacer  que  la  del  aire  y  que 
el  pavimento  sea  perfectamente  continuado.  Su  exten 
sión  tendrá  que  variar  en  proporción  a  la  cantidad 
de  grano  que  deba  recibir  la  insolación ;  por  término  - 
medio,  se  calculan  tres  metros  cuadrados  de  superf. 


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tal 


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112 

Ijcit'  i)ra  cada  cien  libras  de  grano  en  pergamino.  La 
di.s]).,sicion  que  se  les  da  es  semejante  a  la  de  las  eras 
de  trillar,  prefiriéndose,  sin  embargo,  las  formas  cua- 
dradas o  rectangulares. 

Para  la  construcción  de  los  asoleaderos,  se  elegirá 
de  preferencia  un  terreno  plano,  o  con  una  ligera  pen- 
diente; cuando  en  la  localidad  las  lluvias  sean  frecuen- 
tes en  esta  época,  es,  más  que  conveniente,  necesario 
dar  una  pendiente  al  pavimento  de  los  asoleaderos,  con 
el  objeto  de  que  las  aguas  escurran  inmediatamente 
en  los  canos,  que  se  acomodarán  en  el  lugar  más  a 
proposito.  • 

Eri)avimento  se  hace  de  ladrillo  las  más  veces 
pudiendo  obtenerse  mejores  resultados  con  la  piedra 
artificial  o  el  asfalto.  Cuando  se  le  construya  de  ladri- 
llo, es  condición  especial  que  el  ladrillo  de  que  se  haga 
uso  sea  perfectamente  recocido  y  lo  menos  poroso. 
Los  ladrillos  que  no  reúnan  tales  condiciones,  dilatan 
la  operación  del  secado,  por  la  humedad  que  conser- 
van y  ademas  comunican  al  grano  un  olor  extraño 
y  alg(j  desagradable  que  no  se  quita  nunca. 

La  piedra  artificial  no  presenta  estos  inconve- 
nientes cuando  está  bien  preparada  y  aplicada ;  pero 
cuando  no  es  asi.  se  descascara  fácilmente  a  los  golpes 
de  pala.  El  asfalto  es  indudablemente  mejor,  aunque 
de  mas  costoso  empleo. 

La  operación  del  asoleado  es  de  las  más  delicadas 
pues  de  la  duración  de  la  insolación  y  de  la  manera  dé 
conducirla  depende  en  gran  parte  la  calidad  v  la  co- 
loración del  grano. 

Siempre  se  procurará  que  el  espesor  de  la  capa  sea 
de  6  a  8  centmietn.s  y  nunca  más.  Como  quiera  que  dis- 
puesto asi  recibirá  más  provechosamente  la  acción  del 
sol,  el  grano  colocado  hacia  arriba ;  para  que  éste 
sea  mas  regular,  se  remueve  la  capa  lo  más  frecuente- 


'^ríi  »¿'l!!^*^Sl^^^R08!^BBi'Pqb' 


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118 

mente  posible,  consiguiendo  asi,  además,  facilitar  la 
evaporación  del  agua. 

Para  remover  el  grano,  se  hace  uso  de  palas  o  de 
instrumentos  hechos  a  propósito;  se  componen  éstos 
de  una  barra  o  mango  largo  de  madera,  de  130  ó  150 
centimetros  que  lleva  ensamblada  en  su  extremidad 
y  perpendicularmente  a  su  eje  una  tabla  de  forma  tra- 
pezoidal.. Esta  tabla,  que  se  hace  resbalar  sobre  el 
pavimento  de  la  era,  arrastra  en  su  movimiento  los 
granos  de  café. 

I.a  operación  del  asoleado  se  detiene  cuando  la 
cascarilla  pergaminosa  de  resbaladiza  que  era  se  tor- 
na en  quebradiza,  lo  cual  tiene  lugar  a  los  siete  u  ocho 
días,  cuando  el  tiempo  es  bueno,  prolongándose  algu- 
nas veces  quince  y  aun  más,  cuando  la  humedad  es 
abundante  y  el  sol  escaso. 

En  los  climas  cálidos  el  rocío  es  siempre  abundan- 
te y,  por  consiguiente  preciso  es  precaver  al  grano  de 
su  influencia;  para  esto  se  le  cubre  por  la  noche  con 
esteras. 

El  resultado  que  se  obtiene  con  la  asoleadera  es 
bueno ;  pero  siempre  tardío  y  a  veces  peligroso,  por  lo 
que  sería  muy  conveniente  que  nuestros  cultivadores  se 
decidieran  a  emplear  estufas  y  aparatos  de  calefacción 
que  facilitan  sobremanera  el  trabajo.  No  sabemos  que 
en  ninguna  parte  de  la  República  se  haga  uso  de  las 
máquinas  secadoras,  y  por  lo  tanto  nos  vamos  a  per- 
mitir recomendarlas. 

La  máquina  secadora  se  compone  de  un  Ulindro  A 
de  un  calorífero  B  y  un  ventilador  C  (Fig.  14). 

El  cilindro  esta  dividido  en  cuatro  compartimien- 
tos que  alternadamente  se  cargan  con  iguales  canti- 
dades de  grano,  para  mejor  equilibrio  y  facilidad  de 
rotación.  El  aparato  se  carga  por  las  puertecillas  L 
y  para  facilitar  esta  operación  se  hace  uso  de  la  tolva 
corrediza  N.  Cardado  el  cilindro  se  pone  en  movimien- 

Café — 8. 


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114 

lo  al  niismu  tiempo  que  el  ventilador  y  en  seguida  se 
enciende  el  calorífero. 

El  que  cuida  la  máquina  no  tiene  más  trabajo 
que  arreglar  los  fuegos  para  que  nunca  excedan  de 
66  C.  al  pasar  por  los  termómetros  fijos.  El  aire  ca- 
liente se  subdivide  en  más  de  34,000  pequeñas  co- 
mentes al  penetrar  al  cilindro,  las  cuales  pasan  ani- 
madas de  una  gran  velocidad,  arrastrando  paulatin- 
mente  la  humedad  y  haciendo  la  operación  más  rápi- 
da, a  voluntad  y  bajo  un  principio  racional.  El  cilin- 
dro no  da  más  que  dos  vueltas  por  minuto. 

El  ventilador  arroja  una  gran  corriente  de  aire 
que  pasando  por  los  tubos  caloríferos  adquiere  la  tem- 
peratura conveniente.  Cuando  se  considere  que  el  café 
está  seco,  se  pueden  sacar  muestras  por  las  ventanillas 
L,  sm  tener  que  parar  el  aparato.  Para  descargarlo, 
-una  vez  seco,  basta  abrir  las  puertecillas  y  sólo  el 
grano  cae  en  la  artesa  D. 

La  construcción  del  horno  de  calefacción  es  sen- 
cilla. 

La  fuerza  que  se  necesita  es  corta  y  su  precio 
relativamente  bajo. 

Por  otra  parte,  las  ventajas  de  los  secadores' sobre 
los  asoleaderos  son  patentes.  Un  asoleadero  es  costo- 
so, seca  menos  café  y  no  de  una  manera  perfecta  y 
origina  mayores  gastos  por  el  personal  que  reclama. 

Con  la  secadora  se  pueden  secar  100  quintales  en 
24  horas. 

Estas  máquinas  se  construyen  para  40,  70  v  100 
quintales.  ^  '  /     j 

Además  de  los  aparatos  de  calefacción,  comienza 
a  hacerse  uso  de  las  secadoras  centrífugas.  La  cen- 
trifuga (fig.  15),  especialmente  construida  para  este 
objeto,  no  da  el  café  enteramente  seco,  pero  debe  uti- 
lizarse en  combinación  con  los  asoleaderos  o  la  seca- 
dora; hay  ventaja  en  ello,  sobre  todo  si  se  tienen 
eras. 


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A 


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115 

La  máquina  "American,''  quita  el  grano  de  60  a 
70  por  ciento  de  humedad  en  sólo  20  minutos  de  tra- 
bajo, minorando  notablemente  el  tiempo  necesario  pa- 
ra la  completa  sequedad.  El  cesto  A  de  la  máquina  es- 
tá construido  de  latón  y  perfectamente  asegurado  so- 
bre el  eje,  que,  como  se  ve  en  el  dibujo,  lleva  en  la  par- 
te superior  las  poleas  que  reciben  el  movimiento. 

Estas  poleas  deben  girar  con  una  velocidad  míni- 
ma de  700  revoluciones  por  minuto.  La  descarga  se 
hace  por  unas  puertecillas  colocadas  en  el  fondo  del 
cesto,  que  puede  detenerse  en  su  movimiento  mane- 
jando el  freno  U. 

El  cesto  puede  contener  250  libras  de  café  y  re- 
quiere 20  minutos  para  quitar  la  humedad. 

Puede  desecar  60  quintales  en  12  horas,  con  una 
fuerza  de  4  caballos. 

Descascarado. — Cuando  el  café  se  ha  secado  al 
grado  conveniente,  ya  sea  en  los  asoleaderos  o  con  las 
máquinas,  se  lleva  a  las  trilladoras  o  descascaradoras 
para  que  lo  despojen  del  pergamino.  No  es  preciso 
que  el  descascarado  se  haga  inmediatamente  después 
de  recoger  el  grano  de  los  patios;  si  por  alguna  cir- 
cunstancia conviene  guardarlo,  se  puede  hacer  antes 
de  despojarlo  del  pergamino,  que  lo  resguardará  sin 
que  sufra  demérito  de  ninguna  clase: 

La  operación  del  descascarado  es  rápida  y  sen- 
cilla. Se  la  ejecuta  con  máquinas. 

Las  máquinas  de  descascarar  se  componen  de  un 
cilindro  descascarador,  que  es  el  órgano  principal,  de 
una  tolva  de  carga,  de  un  conducto  para  la  salida  del 
grano  y  de  los  accesorios  de  ajuste  y  movimiento. 

El  cilindro  descascarador  es  metálico,  de  super- 
ficie estriada,  que  gira  en  el  interior  de  una  envoltu- 
ra cilindrica  ajustable,  igualmente  metálica  y  estria- 
da en  el  interior. 

El  grano  de  café  al  pasar  con  fuerte  rozamien- 


■*r'?"''?"#as*!«R5^B?s|pu^í 


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116 

to  entre  la  pared  de  la  envoltura  y  la  superficie  del  ci- 
lindro, se  desprende  poco  a  poco  de  sus  tegumentos. 
La  entrada  del  grano  está  colocada  a  un  lado  del  ci- 
lindro y  la  salida  generalmente  del  lado  opuesto,  de 
manera  que  el  café  recorre  toda  la  longitud  del  cilin- 
dro descascarador. 

Las  diferencias  que  se  observan  en  las  distintas 
descascaradoras  de  cilindro,  depende  sólo  de  la  dis- 
posición de  las  estrías  y  de  la  manera  de  ajustar  la 
envoltura. 

Hay  también  descascaradoras  de  discos,  como  la 
Smout  para  cereza  seca.  (Fig.  22.).  Estas  máquinas 
tienen  dos  discos  estriados,  uno  fijo  y  el  otro  móvil  y 
ajustable  por  un  tornillo  de  presión. 

Lo  mismo  qeu  las  despulpadoras,  las  máquinas  de 
trillar  abundan  en  el  comercio,  siendo  las  primeras 
las  de  Smout,  Squier  y  Engelberg. 

Las  primeras,  de  excelente  construcción  y  mag- 
níficos resultados,  son  de  las  mejores.  Todas  las  que 
hemos  tenido  oportunidad  de  ver  ejecutan  un  trabajo 
perfecto. 

^  Gordon  y  Cía.,  de  Londres,  construyen  de  estas 
maquinas  dos  modelos.  El  uno  sencillo  y  el  otro  combi- 
nando la  máquina  sencilla  de  descascarar  con  el  aven- 
tador aspirador: 

El  modelo  sencillo  (fig.  16),  puede  descascarar 
en  12  horas  cómodamente  50  quintales  de  café. 

El  modelo  combinado  (ñg.  17),  tiene  sobre  el 
anterior  la  gran  ventaja  de  dar  el  café  limpio  de  polvo 
y  hollejos,  pudiendo  pasar  inmediatamente  al  sepa- 
rador,  evitando  así  el  empleo  de  una  aventadora 
aparte. 

;  Estas  máquinas,  por  la  sencillez  misma  de  su  me- 
canismo, son  fáciles  de  manejar,  pues  lo  único  que  hay 
que  arreglar  es  la  entrada  del  grano,  por  medio  de  un 
tornillo  puesto  al  lado  de  la  tolva  v  la  presión  interior 


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por  medio  del  peso  que  se  ve  en  la  figura.  Una  vez 
arreglada  la  máquina,  no  necesita  mas  que  la  coloca- 
ción del  grano  en  la  tolva. 

Las  máquinas  Smout  han  obtenido  la  medalla  de 
oro  en  la  exposición  de  Amberes,  1885. 

Las  descascaradoras  Squir  dan  tan  buenos  resul- 
tados como  las  inglesas. 

Muchos  son  los  modelos  que  esta  casa  construye 
de  sus  máquinas,  pero  las  principales  son  las  descasca- 
radora  Buf falo  C,  la  "American"  Núm.  2,  la  descasca- 
radora  automática  número  3  y  la  descascaradora  y 

pulidora 

La  descascaradora  Buf  falo,  fig.  16.  bis,  es  una 
máquina  sencilla  y  barata,  de  buen  trabajo.  Funciona 
perfectamente  con  café  pergamino  o  cereza  seca  y  pue- 
de fácilmente  acomodarse  para  pulidora. 

Tiene  capacidad  de  8  qq.  y  requiere  un  caballo  de 

fuerza. 

La  descascaradora  "American,''  de  una  capacidad 
de  20  quintales  en  12  horas,  se  recomienda  como  bas- 
tante buena,  entregando  el  café  pulido,  pudiendo  tra- 
bajar con  café  capulín  {secado  en  cerera)  y  pergamino. 

No  ehmos  tenido  oportunidad  de  verla  funcionar, 
pero  algunos  cultivadores  nos  la  han  recomendado  co- 
mo buena. 

La  descascaradora  automática  número  3  (fig.  18) 

es  una  máquina  sólo  propia  para  fincas  de  considera- 
ción, pues  cómodamente  puede  trabajar  de  70  a  80  quin- 
tales de  café  en  12  horas,  entregándolo  pulido  al  grado 
que  se  desee. 

Esta  máquina  se  compone  de  un  cilindro  de  descas- 
carar L  semeante  al  de  la  "American''  número  4  y  de 
un  pulidor  M  del  mismo  sistema.  Para  hacerla  funcio- 
nar se  coloca  el  café  pergamino  en  la  tolva  A,  se  pone 
en  movimiento  la  polea  J  y  se  ai-regla  la  salida  del  gra- 
no en  N  por  medio  del  peso  y  la  palanca  V.  El  grano  en- 
tra al  pulidor  pasando  por  la  criba  C,  que  recibe  su 


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118 

movimiento  del  eje  H  por  intermedio  del  manubrio  G 
y  de  la  palacan  D.  Pasando  por  la  criba  parte  de  la  caí 

olTL^f?  '  'f  "''  ^-  ^^  ^^"^^  clefgrano  se  a  ;:. 
gla  en  L  por  la  palanca  y  peso  V.  El  pulimento  se  ora- 

dibuja"  n,ed,o  de  los  tornillos  de  asa  que  se  ven  c;^' d 

Sr  pfrdí  í''"'""''-^  ''"  "^r  ^^'d'^'^ita',  Córdoba,  del 

Se  es  tvro'''"'T°f  •''  ''■^''^J"  ^^  ^^^^^  '"aquilas, 
>iue  es  bueno,  cuando  bien  regularizada  la  alimenta- 
no  elT.hV"'''  ''í^  P^'-p'^ino,  no  pasando  d  med  a- 
no  el  trabajo  cuando  se  le  hizo  funcionar  con  canulm 
llene  el  inconveniente  de  ser  complicada  oara  nn' 
nerse  en  manos  de  los  obreros,  generaLenfc'p'oco  £ 
truido.,  su  precio,  por  otra  parte  no  es  muy  módico 

•iora  V  ouHdTrn^r'  \^^^^'^  ^^"•^'-  '^  d^scascara- 
rlu   •   P"'"?^'^'^  (%•  19),  de  uso  común  en  Uruuan 

an  "uen^:.  cT'í""  -  ^''^  "^^"^"^'  ^°"  ""  *-'  -o 

able  ñor  ,,?T  '  """"f^  ^'  "^  ^^"""^  ^  '"ás  adap- 

lícas?aí-n    if  T  ^  '°'  '"''^'^"^^  ^"•''^««-  Puede 

cíe  Jas  mejores  maquinas  que  pueden  emplearse 

(ñ^  ^^(l^^'^^searadora/The  Engelberg  Huller  Cía." 

Dirfdor  ^^.     ""m,  "'''''"'™  P^'^^'^ta  de  aventador  as- 
pirador, de  sencilla  construcción  y  muy  buen  traba  io 
Como  las  anteriores,  puede  trabajar  con  café  perS 
mino  o  con  capulín.  I-l  m.xlelo  niimeru  i  píede  fSí 

SSÍnf^f  "'■  ""  ^'"'"'^'^^  P-  d-'  Sajo  que 
mnguna  otra  maquina  puede  alcanzar 

^    .    IM  cate  beneficiado  con  esta  máquina  obtuvo  la 

única  medalla  de  oro  en  la  tiltima  exposición  de  Pa 

Bell  ^üfÍ!w^  descascaradora  '-Campeón,"  Masón 
W  Con  t  •  f  '^''^"*'  '^"'^'"^  y  de  mediano  tra- 
deía  o  ¿eíír'     °  ""''  '""""'^'  '^""  "''"^"^'"'■''^  ^'^  ■"^- 

radoms 'S^nM  r"  ''"''"■^"  '"  ^'  '^'"'^^'>  ^^'  descasca  ■ 
ías  cml-  "''    P^""  eonocidas  en  México  y  de 

las  cuales  no  nos  ocuparemos. 


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119 

El  pulido  del  café  se  obtiene  haciéndolo  pasar  otra 
vez  por  las  máquinas  de  descascarar. 

También  pueden  emplearse  máquinas  especialmen- 
tete  construidas  con  este  objeto.  La  retrilla  "Vencedor" 
sistema  Masón,  fig.  22  bis,  da  muy  buenos  resultados, 
ocupa  una  área  de  una  vara  cuadrada  por  un  y  media 
de  alto,  limpia  de  toda  película  y  puede  trabajar  de 
600  a  1,200  libras  por  hora. 

Cuando  no  se  haga  uso  de  descascar  adoras  com- 
binadas con  aventadores,  es  necesario  al  acabar  el  des- 
cascarado, servirse  de  máquinas  a  propósito  para  sepa- 
rar el  grano  de  los  restos  de  películas  con  los  que  está 
mezclado. 

Todas  las  aventadoras  de  grano  pueden  servir 
para  el  objeto,  pero  hay  máquinas  apropiadas  que 
además  de  quitar  al  grano  todo  género  de  basuras, 
lo  separa  en  clases  en  sólo  una  operación. 

La  separadora  y  aventadora  de  Squier  avienta  la 
cascarilla  dejando  al  café  perfectamente  limpio;  se- 
para los  granos  rotos  y  los  no  descascarados,  clasifi- 
cando el  resto  en  dos  tamaños. 

Gordon  y  Cía.,  construyen  varios  aventadores, 
los  unos  para  adaptarse  a  las  descascaradoras,  que 
son  los  mejores,  y  otros  que  deben  funcionar  por  se- 
parado; de  estos  últimos  es  el  "Aventador  de  Gordon 
con  aparato  para  cribar." 

Las  máquinas  americanas  tienen  la  ventaja  de 
hacer  al  mismo  tiempo  la  clasificación  en  clases,  sien- 
do necesario,  cuando  se  emplean  las  de  Gordon,  pro- 
veerse de  una  clasificadora. 

Los  cultivadores  que  no  cuentan  con  muchos  ele- 
mentos, deben  dar  la  preferencia  a  la  separadora. 
''American"  de  Squier,  pues  con  sólo  una  máquina, 
relativamente  barata,  hacen  el  aventado  y  clasifica- 
ción, no  pudiendo  sin  embargo  evadirse  de  comprar 
una  separadora  de  caracolillo. 


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120 

cascatS»'"'"^'^''  '^'".^'^"  <^conónnco  usar  una  des- 
cascaradora  con  aventador-aspirador  y  una  clasifica- 
dora Gordon.  que  aunque  más  costosas  que  las  ame- 

anXelÍJ^P'"'",""  ^^"Í^J"^  "^"^  perfecto   sepa- 
rando el  cafe  en  7  clases:  Granos  pequeños  y  rotos 

planchuela,  caracolillo  chico,  planchuela  grandl   ca- 

El  clasificador  mejorado  Masón  Bell,  fig-.  215   es 

bs  cí!Zr  '''''""'"  '^""'^^'  ^"^  pueden  ^emptar 
veerse  delT'l  '^".'  "^  '''%"  ^"  condiciones  de  pro- 
mano elanficadora  Gordon.  Puede  trabajar  a 

r„iH-  ^5'"^'"°^  "i"y  especialmente  la  atención  de  los 
cultivadores  respecto  a  la  grandísima  ventaja  que  hav 
en  hacer  una  perfecta  clasificación  del  gSo    sobre 

]^os"SÍ"JS'  ^'"^""'"^.  ^"  í°^  nereidos  éxtS" 
íri  3^  ^'  y  '^«^  J"st'eia  respecto  a  este  punto. 
E  cafe  que  se  exporta  alcanza  a  menudo  orecio. 

muy  devados  cuando  tiene  buena  apariencia  y  más 

_      Cuando  se  emplean  aventadoras  americanas  con 

rl7"  ""uT  P/''^  ''P^'^'  ^1  ^^'•^eolillo  de  ía  sepa- 
radora  M«¿o,  de  muy  buen  resultado.  Esta  máqul 
na_pue^de^separar  perfectamente  i.ooo  libras  7Z. 

Separado  el  grano  en  clases,  se  envasa  en  saco<? 

i  mScado''r:m^"f*'"'°'°  ^^^"  ^'-«  para'oS 
ai  mercado   Como  las  remisiones  se  hacen  en  canti 

SnS  bTen  tní^^H  "  ''  ^'''^  ^  ^^^  "  "ma- 
sTe^nre  f«.r.  í f^f  ^    pavimentados,    poniéndolo 

S'InciaroTorol''"""  ''  ''  '"^^^^  ^  '^  ^- 


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121 

Beneficio  en  seco. — El  beneficio  del  café  en  seco 
se  distingue  del  que  acabamos  de  describir  por  la  su- 
presión del  lavado  y  despulpado.  El  fruto  tal  como  se 
recoge  en  el  plantio,  se  pone  a  secar  en  los  patios  de 
asoleadero,  con  los  mismos  cuidados  que  el  pergamino, 
procurando  además  que  se  extienda  en  capas  de  2  a  3 
centímetros  cuando  más;  claro  es  que  la  extensión  de 
la  era  será  un  poco  mayor  que  cuando  se  trata  de  per- 
gamino. 

El  secado  del  fruto  se  puede  hacer  también  en 
estufas.  Cuando  la  corteza  de  h  baya  ha  tomado  la 
coloración  obscura  de  que  hemos  hablado  en  otro  lu- 
^iT,  (Cosecha),  haciéndose  leñosa  y  quebradiza,  se 
procede  a  descascáralo.  El  tiempo  que  se  necesita  pa- 
ra secar  la  cereza  es  mucho  mayor  que  el  necesario 
para  el  pergamino. 

La  operación  del  descascarado,  que  en  este  caso 
se  denomina  majado,  se  efectúa  con  las  descascara- 
doras  ya  descritas,  o  con  otras  especiales  .para  este 
trabajo,  que  pueden  encontrarse  fácilmente  en  el  mer- 
cado. Gordon  y  Cía.,  construyen  una  que  hemos  vis- 
to funcionar  con  un  éxito  completo.  (Fig.  22.). 

El  aventado  es  en  este  caso  un  poco  más  dilatado 
que  en  el  caso  anterior  y  frecuentemente  es  preciso 
emplear  aparatos  provistos  de  criba  para  obtener  todo 
el  resultado.  Las  operaciones  siguientes  son  entera- 
mente las  mismas  que  hemos  indicado  para  el  proce- 
dimiento de  lavado. 

Notas  especiales  respecto  de  la  producción  exage- 
rada de  Oaxaca  y  el  factor  principal  y  detemiinantc 
de  las  cosechas. 

Rendimiento. — Hay  mucha  discrepancia  en  los 
datos  que  se  refieren  al  rendimiento  de  una  mata  de 
café  en  su  mejor  estado  de  desarrollo,  pues  mientras 
por  una  parte  hay  personas  que  aseguran  obtener  me-, 
dia  arroba  o  más  de  grano,  otras  afirman  no  alcanzar 
rendimientos  superiores  a  media  libra. 


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122 

Durante  nuestras  excursiones  a  los  principales 
puntos  cafeteros,  no  hemos  descuidado  investigacio- 
nes a  este  respecto,  excluyendo,  en  cuanto  nos  ha  sido 
posible,  las  exageraciones  por  una  y  otra  parte.  Nues- 
tras observaciones  nos  permiten  rebelarnos  contra  la 
opinión  de  rendimientos  muy  elevados. 

En  las  condiciones  normales,  el  rendimiento  fluc- 
túa de  cuatro  onzas  a  una  libra,  debiendo  conside- 
rarse como  excepcional  un  rendimiento  superior    Al 
sentar  esta  opinión,  no  creemos  alejarnos  de  la  verdad 
pues  personas  de  reconocida  pericia  en  la  materia  con 
experiencia  de  muy  largos  años  y  resultados  prácti- 
cos minuciosamente  analizados,  participan  de  nues- 
tra opinión.  Para  no  citar  a  muchas  personas,  sólo 
mencionaremos  los  nombres  de  los  señores  Ramón  R 
de  la  \  ega  y  Hugo  Finck,  ambos  inteligentes  en  la 
materia,  el  primero  de  Colima  y  el  segundo  de  Cór- 
doba. Difícilmente  se  adquirirán  opiniones  más  cier- 
tas que  las  de  dichos  señores,  que,  a  una  ilustración 
avanzada  reúnen  una  práctica  de  muchos  años.  El 
señor  de  la  \  ega,  en  sus  plantaciones  de  Tonila   ob- 
tiene producciones  hasta  de  una  libra,  en  razón 'a  lo 
pequeño  de  la  explotación,  que  se  presta  a  un  cuidado 
mas  atento,  y  cree  que  en  el  Estado  muy  pocos  culti- 
vadores habrá  que  obtengan  ir.ayor  rendimiento    En 
cuanto  al  señor  Finck,  veamos  lo  que  dice  en  un  in- 
lorme  rendido  al  Ministerio  de  Fomento: 

"El  producto  de  cada  planta  de  café  varía  mu- 
cho. Todo  depende  de  la  edad  de  la  planta,  del  terre- 
no y  del  cultivo  que  se  le  dé  con  o  sin  abono;  pero  en 
lo  general  y  como  rendimiento  de  primera  clase,  en 
plantíos  que  tengan  de  cuatro  a  nueve  años  de  edad  a 
razón  de  media  libra  por  planta;  de  segunda  clase 
en  plantas  de  nueve  a  quince  años,  cuatro  onzas  de 
cafe,  y  de  tercera  clase,  en  plantíos  de  quince  a  treinta 
anos,  dos  onzas  de  café  por  mata. 


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"La  producción  anual  de  este  y  otros  cantones 
del  Estado,  varía  de  cuatro  en  cuatro  años  por  una 
ley  de  rotación  que  obedece  a  las  leyes  inmutables 
de  la  naturaleza.  En  estos  cuatro  años  hay  una  cose- 
cha buena,  otra  inferior  y  dos  medianas,  en  las  si- 
guientes proporciones:  la  buena,  representa  4;  la  in- 
ferior, 2,  y  las  medianas  el  número  3.'' 

Esta  ley  es  general  y  se  observa  en  casi  todos 
los  lugares,  aunque  no  en  iguales  proporciones;  pero 
haciendo  uso  de  los  números  observados,  se  verá  que 
en  el  Estado  de  Veracruz  habrá  producciones  sucesi- 
vas de  8  onzas  para  una  cosecha  mediana;  10.64  on- 
zas para  una  buena  y  5.32  para  una  inferior. 

En  Oaxaca,  donde  los  rendimientos  son  un  poco 
superiores,  y  suponiendo  aplicable  la  misma  ley  de 
rotación,  se  obtendrá : 

Para  cosecha  mediana .   .   .   .      16.00  onzas 

Para  una  buena 21.04       ,, 

Para  un  inferior.    .....      10.64       ,» 

Hay  también  que  mencionar  que  en  un  período 
más  o  rnenos  largo,  pero  siempre  comprendido  en  dos 
o  más  ciclos  de  rotación,  sobrevienen  las  cosechas  ex- 
cepcionales máxima  y  mínima  del  ciclo  que  compren- 
den y  cuyas  cosechas  pueden  alcanzar  el  cuadruplo 
de  la  ordinaria  para  el  máximum  y  el  cuarto  para  el 
mínimum,  en  un  ciclo  de  uno  a  cuatro,  de  manera  que 
con  las  cifras  del  señor  Finck  podremos  suponer  pa- 
ra el  Estado  de  Veracruz  una  cosecha  máxima  de  dos 
libras  y  una  mínima  de  dos  onzas.  Claro  está  que  no 
siempre  es  el  cuadruplo  el  máximum  del  ciclo.  Para 
el  Estado  de  Oaxaca  se  obtendría  una  máxima  de  cua- 
.tro  libras,  que  ya  se  ha  observado. 

En  esta  variabilidad  caben  las  observaciones  más  o 
menos  fabulosas ;  pero  es  indudable  que  si  se  anotara 


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124 

el  rendimiento  de  todos  los  plantíos  en  el  mismo  año 
de  un  ciclo,  pocos  aparecerían  con  rendimiento  ordi- 
nario de  mas  de  una  libra.  Se  comprende  que  no  hace- 
mos entrar  en  estas  reglas  aquellos  plantíos  que  se  en- 
cuentren en  circunstancias  excepcionales,  ya  por  su 
c hma  y  terreno,  ya  por  lo  esmerado  de  su  cultivo  (con 
el  empleo  acertado  de  los  abonos),  o  ya  con  ambas 

COSclS. 

Por  lo  demás,  lo  que  aquí  digamos  sobre  el  ren- 
dimiento  poco  aprovecha  a  las  personas  que  tienen 
establecidas  plantaciones ;  pero  sí  importa,  y  mucho 
a  las  que  pretenden  dedicarse  al  Cultivo  del  café  pues 
podrían  ser  arrastradas  por  una  propaganda  impru- 
dente o  por  una  charlatanería  preconcebida.  Propo- 
nerse obtener  en  las  condiciones  ordinarias  rendi- 
mientos superiores  a  ocho  onzas  (aunque  es  posible) 
es  aventurado.  Además,  con  modesto  rendimiento   sé 
puede  obtener  una  utilidad  muy  superior,  como  pue- 
re  verse  registrando  la?  cuentas  de  Costas  y  prove- 
chos que  ponemos  al  fin  v  esto  sin  forzar  en  nada  la 

veracidad  y  sm  exponerse  a  un  descalabro  de  conside- 
ración. 

ENEMIGOS  DEL  CAFETO 

El  cafeto  tiene  sus  enemigos  en  los  reinos  vege- 
tal y  animal.  ^ 

_  Los  vegetales,  que  son  indudablemente  los  más 
dañosos,  representados  por  los  hongos,  los  liqúenes  y 
las  orquídeas,  atacan  al  cafeto,  haciéndose  parasita- 
rios en  su  tronco  y  ramas. 

Cuando  los  cafetos  tienen  alguna  edad  v  han  sido 
un  tanto  descuidados,  los  liqúenes  invaden"  el  tronco 
cubriéndolo  completamente. 
_  Las  orquídeas,  tan  abundantes  en  las  regiones  tro- 
picales suelen  también  desarrollarse  en  las  horquetas 
del  cafeto  a  expensas  de  sus  iueos. 


II. 


\ 


\ 


(7)- 


126 

Se  evita  el  desarrollo  de  los  vegetales  parásitos 
teniendo  los  arbustos  siempre  limpios  en  sus  troncos  y 
ramas.  Cuando  la  invasión  de  los  liqúenes  ha  dado 
principio  y  las  orquídeas  han  fijado  sus  raices  en  los 
los  árboles  de  café,  conviene  destruirlos. 

Es  sumamente  sencilla  esta  operación,  y  dos  peo- 
nes bastan  para  limpiar  algunas  hectáreas.  La  des- 
trucción de  las  orquídeas  se  hace  a  mano,  o  bien  em- 
pleando un  cuchillo  pequeño  cuando  han  arraigado 
demasiado. 

Los  liqúenes  que  cubren  la  corteza,  se  destruyen 
restregando  el  tronco  con  un  ayatl  o  aun  con  una  lá- 
mina de  madera  dura,  siendo  preferible  el  ayatl  por- 
que maltrata  menos  los  arbustos. 

Entre  los  animales  se  encuentra  en  primera  lí- 
nea la  hormiga,  que  de  preferencia  ataca  las  raíces  del 
café.  Su  presencia  se  reconoce  por  los  montículos  que 
forman  en  las  calles  de  los  cafetales,  y  que  hemos  visto 
alcanzar  cincuenta  y  sesenta  centímetros  de  altura.  La 
hormiga  se  destruye  fácilmene  sirviéndose  del  sulfuro 
de  carbono  comercial,  por  medio  de  un  pequeño  embu- 
do ;  se  vierte  el  líquido  por  la  entrada  del  hormiguero, 
en  cantidad  suficiente,  se  tapa  con  un  lienzo  húmedo  y 
se  recorren  las  cercanías  del  lugar  para  hacer  la  mis- 
ma operación  en  las  aberturas  próximas.  Estos  hor- 
migueros tiene  varios  respiraderos  que  es  necesario 
atacar.  Cuando  se  han  llenado  de  sulfuro  de  carbono 
todas  las  galerías,  se  le  inflama  por  una  de  las  abertu- 
ras. El  estallido  que  produce  al  inflamarse  el  svilfuro, 
frecuentemente  levanta  las  cubiertas  del  hormiguero 
que  queda  destruido. 

También  atacan  las  raíces  del  café  las  larvas  de  va- 
rías especies  del  género  philofaga,  conocido  con  el  nom- 
bre de  gallina  ciega.  Son  grandes  los  perjuicios  que 
producen  en  los  plantíos,  y  a  menudo  la  muerte  de  los 
pies  recientemente  plantados  reconoce  por  causa  la 


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126 

presencia  de  la  gallina  ciega;  por  eso,  al  hacer  la  re- 
p lantaaon  de  las  fallas,  debe  registrarse  perfectamente 
el  hoyo  y  la  tierra  extraída. 

En  algunos  distritos  de  Michoacán  han  aparecido' 

SS'líoTlo?  íf  p-",des  plagas  que  amenazan  a  a- 
.  bar  con  los  cafetales,  de  Uruápan,  sobre  todo  •  son  és- 
tas :  el  pulgón  del  café  y  el  carbón.  ' 
.  Hemos  tenido  oportunidad  de  ver  con  el  señor 
mgemero  J.  C.  Segura,  comisionado  por  el  Ministe- 
rio de  Fomento  para  el  estudio  de  tiles  plagas  a. 
grandes  magnitudes  del  ataque.  En  mi  oSñ  la 
amenaza  es  mayor  de  lo  que  comunmente  T  cree  v 
pienso  que  si  no  se  pone  eficaz  remedio  durante  estos 
anos,  prmcipio  de  la  invasión  del  pulgón  acaso  sea 
después  imposible.                                 "     ' 

Cuando  mi  apreciable  compañero  el  señor  Leopol- 
(1889),  la  enfermedad  del  cafeto  comenzaba  a  des- 

'uná   En  1^  T^'/r  P^*-  ^"^^"^^^  importancia  a - 
guna.  itn  la  actualidad  es  cosa  distinta. 

Los  cafetos  atacados  comienzan  por  languidecer 
sus  hojas  se  cubren  de  un  polvo  negro,  que  se  adhiere 
fuertemente  en  la  parte  pulida  de  la  hoja.  Esta  subs 
tancia  que  da  a  los  cafetos  una  apariencia  sombría  V 
un  tanto  repugnante,  se  conoce  con  el  nombre  vul^aV 

m/Il  '  -■  ""  f  ''^'^,  ""-"^  ^""  '^  fumagina.  criptó|a- 
ma  del  genero  demathmm.  que  suele  desarrollarse  en 
e  naranjo.  La  aparición  de  la  fumagina  es  consecuen- 
na  inmediata  del  ataque  del  puleón.  que  exuda  una 
materia  que  sirve  de  medio  nutritivo  al  dcmathium 
El  desarrollo  de  la  fumagina  no  siempre  se  detiene 
en  las  hojas  y  a  menudo  invade  la  cereza. 


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127 

Por  el  calor,  la  película  negruzca  se  levanta  de  la 
hoja  sin  romperse  y  cae.  Han  querido  servirse  de  es- 
te conocimiento  para  destruirla,  pero  no  se  podrá  ob- 
tener el  mejor  resultado.  Por  otra  parte,  siendo  que  la 
fumagina  desaparece  con  el  pulgón,  la  tendencia  del 
cultivador  deberá  ser  la  extirpación  del  insecto. 

El  pulgón  del  cafeto  (dactylopius  destructor) 
ha  sido  estudiado  por  nuestro  profesor  el  señor  Segu- 
ra, quien,  después  de  un  estudio  atento  de  sus  carac- 
teres, lo  hizo  entrar  en  el  género  dactylopius  de  la  fa- 
milia de  los  coccianos: 

Por  la  falta  de  elementos  no  pudo  determinar  su 
especie  en  el  lugar  mismo  (Uruápan);  pero  poste- 
riormente ha  confirmado  su  opinión  con  la  del  señor 
C.  V.  Riley,  Entomologista  del  Departamento  de  Agri- 
cultura de  Norte  América,  quien  lo  especifica  con  el 
nombre  de  destructor. 

Este  insecto  ha  sido  motivo  de  muchas  conjetu- 
ras y  falsas  apreciaciones  de  parte  de  algunas  perso- 
nas de  la  localidad,  ocasionando  que  el  señor  Federi- 
co Atristain  no  obtuviera  resultado  fructuoso  de  sus 
investigaciones. 

La  destrucción  del  pulgón  no  es  fácil,  ni  es  el 
remedio  la  poda  incorrectamente  efectuada,  cuyos  tris- 
tes rastros  hemos  visto  en  los  cafetales  de  Uruápan  y 
que  con  tanta  razón  denominan  desmoche. 

El  señor  J.  C.  Segura  ha  recomendado,  en  las  lo- 
calidades atacadas,  algunas  recetas  útiles,  en  su  opi- 
nión, dejando  amplias  indicaciones  para  su  uso. 
Estas  recetas  son : 

la.— Petróleo 20  cuartillos 

Agua .10 

Jabón  negro 8        onzas 

Se  disuelve  el  jabón  en  agua  hirviendo  v  después 
se  separa  del  fuego  y  se  añade  el  petróleo. 


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II. 


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2a.— Petróleo 20  cuartillos 

Suero  de  leche.    ...       10 

Se  pone  a  hervir,  y  el  jabón  que  resulta  se  disuel- 
ve en  20  partes  de  agua.  Se  recomienda  para  los  te- 
rrenos calizos. 

3a. -Potasa .14  libras. 

Sosa,  a  98°  por  roo.   .   .     8 

Cal  viva e 

Aceite  de  pescado  o  de 

^°*^^ .100  cuartillos 

Se  disuelven  la  potasa  y  la  sosa  en  100  cuartillos 
\Lf-T^'  ,  .se  apaga  en  20  cuartillos  del  mismo 
liquido,  y  se  le  añade  el  aceite  de  pescado,  batiendo  la 
mezcla  hasta  que  forme  una  masa  homotrénea  Des- 
pués se  pone  la  dilución  de  potasa  y  sosa  en  agua  hir- 
viendo, y  se  sigue  batiendo  durante  cinco  minutos 

cuartiilos  de  ag-ua.  ^ 


4a. — Jabón  negro 

Azufre .    .    . 

Sosa,  a  98° . 

Potasa .    .    . 

Agua.    .    .    . 
5a. — Sosa.    .    .    . 

Potasa .    .    . 

Sebo.    .   .   . 

Trementina . 


20  libras 

3 
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i,cxx)  cuartillos 
10  libras 
10 
40 
40  cuartillos 


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c^ufSlh  ''•'^'"^•on  'le  la  sosa  y  la  potasa  en  la 

cantidad  de  agua  que  sea  necesaria,  y  cuando  el  sebo 
y  ja  trementina  están  fundidos,  se  mezcla  con  precau- 
ción la  potasa  v  la  sosa.  ^ 


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129 

6a.— Cal  viva.   .......     ^q  Hbras 

Azufre.    ...  -,q 

Sal : : :  ]^    ;; 

Í^S"a too  cuartillos 

7a.  — frementina.    .    ...    .     jo  libras 

Sosa  cristalizada.    .    .       6 

Aceite  de  pescado.    .    .       3  314  cuartillos 
Agua.    . i^oüo 

riú^  J'í?'"^^^'^  del  Informe  que  el  señor  Segura  rin- 
dió al  Gobierno  del  Estado  de  Michoacán  ) 

Los  líquidos  así  preparados  se  aplican  por  asper- 
sión a  los  arboles  atacados,  por  la  mañana  al  principio 

y  dos  veces  al  día  si  no  se  obtiene  resuhado  satist'ac- 
tono.  ii-'ici^ 

tr.f.SrTT''^°  '1"^  ''^'^^  '-•1  1'"'^°"'  '^  ^^outinúa  el 
tratamiento  durante. varios  días.  Conviene  también 
disminuir  e  numero  de  las  ramas,  para  que  la  circu 
lacón  del  aire  sea  fácil.  Deben  moderarse  los  riegos 

bastafífí''""^^^^'''^''^'^*'"=^  •"•-'■^¡'^^"a  está  aún 
bástame  atrasada  en  la  parte  de  agricultura,  pudien- 

do  decirse  que  en  ese  ramo  nada  e.xiste,  pues  si  es  cier- 
to que  se  ha  tenido  empeño  en  reunir  los  datos  para 

írf  '/.^"^  i'^'r"''^'  honorables  han  hecho  en- 
sayos en  distintas  épocas  con  una  laboriosidad  di»na 
de  encomio;  esto,  no  obstante,  lo  que  ha  podido  haber- 
se no  reúne  las  condiciones  de  una  verdadera  estadís- 

llZ'/r^""  ^'^  ^^'^^'  ^^  P""'«  '^^  ^'"•llda  para  nin- 
guna operación  económica.  Grandes  son  las  dificulta- 
des por  vencer  cuando  se  emprenden  recopilaciones  de 
cualquier  genero;  pero  cuando  se  refieren  a  valores 
de  productos  agrícolas,  las  dificultades  son  máximas 
pue.s  cada  productor  (salvas  contadas  excepciones)' 
constituye  por  sí  un  obstáculo  insuperable     ''"°"^'  *' 

so  ^,rn;,^TK  """"*'*?  ''P'''"''^'  desconfiado  y  recelo- 
so, al  que  debemos  culpar  de  la  deficeincia  vergonzo- 
sa de  nuestra  estadística.  ^r^onzo 

Calé.-H 


ÉHi* 


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I  A* 


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130 

No  podremos,  pues,  asentar  nada  cierto  en  ese 
sentido,  en  vista  de  que  los  mejores  datos  son  apenas 
de  mediana  confianza;  por  otra  parte,  la  poca  homo- 
j^eneidad  y  vaguedad  de  muchos  de  ellos  no  ha  permi- 
tido (]ue  los  más  ardientes  colaboradores  hayan  ob- 
tenido los  mejores  resultados. 

Es,  hasta  el  año  de  1889,  Que  se  ha  podido  reunir 
productos  agrícolas  de  la  República,  de  un  trabajo  he- 
cho por  el  señor  J.  C.  Segura  y  publicado  por  la  Di- 
rección General  de  Estadística,  de  donde  tomamos 
los  cuadros  referentes  al  café,  admitiéndoles  sólo  el 
valor  aproximado  que  su  autor  les  concede.  En  efec- 
to, en  el  informe  de  dicho  señor,  se  ve  lo  siguiente: 

*'Para  hacer  estos  cuadros  se  formó  la  boleta  res- 
pectiva, cuya  distribución  se  hizo  en  el  mes  de  febrero 
de  1890,  y  tal  vez  a  ese  retardo  se  deben  las  dificul- 
tades que  se  han  experimentado  para  llenarlas,  porcjue 
los  presidentes  municipales  y  jefes  políticos  que  estu- 
vieron encargados  de  levantar  los  datos,  no  sabiendo 
que  tenían  (jue  hacer  esta  operación,  no  tomaron  con 
anticipación  las  medidas  convenientes  en  el  curso  del 
año  agrícola  para  aproximarse  a  la  verdad,  v  los  da- 
tos han  tenido  que  ser  estimativos  y  según  el  pa- 
recer y  conocimiento  de  la  localidad. 

"Por  lo  anteriormente  dicho  se  comprende  que 
sólo  pueden  considerarse  los  expresados  cuadros  co- 
mo un  ensayo,  dando  el  mínimum  de  producción,  más 
aún  si  se  tiene  en  cuenta  la  resistencia  que  por  preocu- 
pación tiene  el  agricultor  para  manifestar  con  veixlad 
la  cantidad  de  sus  productos,  pues  tiende  a  dismi- 
nuirlos en  la  mitad  o  el  tercio  del  verdadero." 


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131 

PRODlíCClON  DEL  CAFE  DL'RANTE 
EL  AÑO  DE  1889 

Chiapas 

Distritos,  Cantones,  etc.                  Kilogramos  Valor 

Chiapa  de  Corzo 184,098.000  $  48,000 

Comitán 4,602.500  i.;oo 

Chilón 966.525  210 

La  Libertad 2,301.230  750 

Pichucalco 18,409.800  4,800 

Simojovel.   .- 36,819.700  8,000 

Soconusco. 439ó3<S-75o  238,750 

i  uxtla  Gutierrrez 11,045.980  2,400 

Suma 697,782.485  $304,410 

Colima 

Alvarez 85,422.078  $  46,400 

Colima 1 38,074 .  000  60,000 

^^edellín ...   .            4,602.500  T,8oo 

Suma.   .   .   .   .        228,098.578  $108,200 


Gí  terrero 

Alarcón ■ ', 

Aldama 

Allende 

Bravos 

C alcana . 

Afórelos 

Suma.   .  '.    .   . 


828.447 
690:373 

2,715.452 

552.300 

3,221.720 

46.025 


$ 


324 
360 

1,062 

360 

2,  roo 

30 


8,054.317    $    4,236 


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130 

No  podremos,  pues,  asentar  nada  cierto  en  ese 
sentido,  en  vista  de  que  los  mejores  datos  son  apenas 
de  mediana  confianza;  por  otra  parte,  la  poca  homo- 
geneidad y  vaguedad  de  muchos  de  ellos  no  ha  permi- 
tido (jue  los  más  ardientes  colaboradores  hayan  ob- 
tenido los  mejores  resultados. 

Es,  hasta  el  año  de  1889,  que  se  ha  podido  reunir 
productos  agrícolas  de  la  República,  de  un  trabajo  he 
cho  por  el  señor  J.  C' Segura  y  publicado  por  la  Di- 
rección General  de  Estadística,  de  donde  tomamos 
los  cua(lr(\s  referentes  al  café,  admitiéndoles  sólo  el 
valor  aproximado  que  su  autor  les  concede.  En  efec- 
to, en  el  informe  de  dicho  señor,  se  ve  lo  siguiente: 

**Para  hacer  estos  cuadros  se  formó  la  boleta  res- 
pectiva, cuya  distribución  se  hizo  en  el  mes  de  febrero 
de  1890,  y  tal  vez  a  ese  retardo  se  deben  las  dificul- 
tades que  se  han  experimentado  para  llenarlas,  porque 
los  presidentes  municipales  y  jefes  políticos  que  estu- 
vieron encargados  de  levantar  los  datos,  no  sabiendo 
que  tenían  ([ue  hacer  esta  operación,  no  tomaron  con 
anticipación  las  medidas  convenientes  en  el  curso  del 
año  agrícola  para  aproximarse  a  la  verdad,  y  los  da- 
tos han  tenido  que  ser  estimativos  y  según  el  pa- 
recer y  conocimiento  de  la  localidad. 

"Por  lo  anteriormente  dicho  se  comprende  que 
sólo  pueden  considerarse  los  expresados  cuadros  co- 
mo un  ensayo,  dando  el  mínimum  de  producción,  más 
aún  si  se  tiene  en  cuenta  la  resistencia  que  por  preocu- 
pación tiene  el  agricultor  para  manifestar  con  veixiad 
la  cantidad  de  sus  productos,  pues  tiende  a  dismi- 
nuirlos en  la  mitad  o  el  tercio  del  verdadero." 


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131 

PRODUCCIÓN  DEL  CAFE  DL'RANTE 
EL  AÑO  DE  1889 

Chiapas 

Distritos,  Cantones,  etc.  Kilogramos  Valor 

Chiapa  de  Corzo .  .....  184,098.000  $  48,000 

Comitán ,  .   .   .   .  4,602.500  1,500» 

Chilón 966.525  210 

La  Libertad 2,301.230  750 

Pichucalco. 18,409.800  4,800 

Simojovel.  .* 36,819.700  8,000 

Socontisco. 439o3^'^v50  ^3^.750 

Tuxtla  Gutiérrrez.   ....  11,045.980  2,400 

Suma 697,782.485  $304,410 

Colima 

Alvarez 85,422.078  $  46,400 

Colima 1 88,074 .  000  60,000 

Medellín 4,602.500  T,8oo 

Suma.   .   .   .   .  228,098.578  $108,200 

Guerrero 

Alarcón .'.  828.447  $        3^4 

Aldama ^90-373  360 

Allende 2,715.452  1,062 

Bravos. 552.300  360 

GaJeana . ^  3,221.720  2,100 

Morelos .  46.025  30 

Suma.   .  '.    .   .  8,054.817  $     4,236 


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132 


Hidalgo 

Distritos.  Cantones,  etc.  Kilojsrramos  Valor. 

Huejutla 22,368.000  $     7,290 

Jacala 23,012.300  5,000 

Molongu i,840.9cSo  *  640 

Tulancingo 15,510.312  4,044 

Zacualtipán.  .  . 552.300  120 

Suma 62ty2'^2>''^i)2  $  17,094 

Jalisco 

Autlán. 4,786.598  S     2,646 

La  Barca 920.500  480 

Ciudad  Guzíiián ^>.903.730  3,600 

Guadalajara 996.648  '  416 

Mascota 6,213.363  2,430 

Sayula 7,410.005  2,518 

Tequila 14,727.900  7,040 

^""^''^ 41.95^.744  $  rQJ30 

México 

Sultepec 2^C^,  ny-  %        ^,y2 

Temascaltepec 2,531.853  1,320 

Tenancingo 57,331230  23,750 

Valle  de  Bravo 6,443.380  3,360 

Suma 66,674.660  $  28.622 


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183 

Michoacán 

Distritos,  Cantones,  etc.  Kilogramos. 

-  T" 

Apatzingán 506.272 

Ario  de  Rosales 2,301,230 

Coalcomán 4,602.500 

Jiquilpan 9,205.000 

Tacámbaro .  23,012.300 

Uriiápan  del  Progreso  ....  240,386.547 

Zamora 2,301.230 

Zitácuaro.  ., 3,497.868 

Suma 285,812.974 

Morelos 

Cuautla  Morelos 9>573-i97 

Cnernavaca 124,267.200 

Jonacatepec 19,882,590 

Tetecala 2,485.328 

Yautepec 2,347.255 

Suma .    158,555.570 

Oaxaca 

Choapan 53,573-078 

Cuicatlan 4,602.^00 

Ejutla... 138.674 

Ixtlán  de  Juárez 115,062.500 

Jamiltepec 552.300 

Juchitán  de  Zaragoza 9,205.000 

A  la  viieilta.'.   ......    183,133.452 


Valor. 


$ 


198 

750 

2,000 

3,000 

11,000 

129,575 
1,000 

1,520 


$149,043 


$     4,160 
59,400 

6,952 
1,180 
1,020 

$  27,712 


$  17,460 

200 

48 

30,000 

144 

2,600 

50452 


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'^IRHP'' ' 


. 


184 

Distrití.s.  ('aniones,  etc.  Kiloírranios.  Valor 

De  la  vuelta.   .   .  183,133.452  $    50,452 

Juquila 36,819.700  9,600 

Juxtlahuaca 1,242.720  270 

Miahiiatlán 36,819.700  14,400 

PocJiutla 603,294.697  235,946 

Tehuanteepc 3,681.970  480 

Teotitlán  del  Camino 5,243.846  1,144 

Tlaxiaco 23,012.846  10,000 

Tuxtepec 2,301.240  9,600 

Villa  Alta 101,705.000  39,600 

Yaiitepec  San  Carlos 4,602.500  800 

Suma 1.001,857.671  $372,292 

Puebla 

Chiautla 1,610.863  $        105 

Huauchinaní2:o 138,074.000  36,000 

Matanion^s 7Z^^'?í9^  172 

Tepeji 4,602.500  1,600 

Tehuacán ... 92,050.000  40,000 

Tétela  de  ( )canip<) 69,037.000  30,000 

Teziutlán 187,779.970  57,120 

Tlatlauqui. 32,3 [7.200  14,000 

Zacapoaxtla 75,941.030  24,750 

Zacatlán 26,418.218  9,184 

Suma 628,567.179  $2i2,(j3i 

Ouerétaro 

Jalpa" ■   .  2,945.578  $       975 


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135 

Distritos,  (Jantones,  etc.  Kilogramos.  Valor 

San  Lilis  Potosí 

C-imlad  de  Valles 4,602.500  -.500 

Hidalgo 13,807.400  5,400 

Tamazunchale 46,025.000  16,000 

TaucanJiuit!:;  !  . 266,942.700  80,000 

Suma.   .    .   .   ...  331,377.600  $103,900 

Tabasfo 

Balancán ' 3,681.970  $     2,000 

Cárdenas 1,150.623  500 

Camalcalco 44,206.900  11,400 

Cunduacán. 4,602.500  1,200 

Frontera 288,655  ^O^ 

Huimanguillo 9,205.000  3,200 

Jalapa 5,602.500  1,200 

Jalpa  de  Méndez 13,807.400  3,600 

Macuspana 1,380.840  600 

Nacajuca 2,761.860  960 

San  Juan  Bautista 920.500  360 

Tacotalpa 6,903.730  1,800 

Teapa .  18,409.800  7,200 

Suma 112,922.287  $  34,120 

Territorio  de  Te  pie 

Ahuacatláii 414.222  $        216 

Compostela 552,300  192 

San  Blas 1,104.598  480 

Tepie 40,033.040  $  22,648 

Suma 


< 


í     I 


i      I       r, 


136 


Distritos.  Cantones.  ¿U-. 


Kiloírramos. 


Valor. 


Veracruz 

^'^'^y"'^^" 8,974.845  $  1,050 

Coatepec...   ...........    i.^o7%6.¿l  611  640 

^r"''^''^'" 957,089.543  415,900 

Co.>;anial<>apan 34,116.898  8,384 

"íllTT .9,849.324  4,708 

T            .         " 1.380,740.000  660,000 

{^^'^^'"^'^ ••••    •     275,825.494  35.958 

ni  319,779.377  138,960 

p^"'"t"^^ 138.074  48 

V"^'-""'''^              •  •   2,577.378  672 

:L"^ff" 1,472.790  768 

í"-^t'^? 18,409.800  8,000 

^""Sohca 72,926.148  38,432 

^  .  4.662,432.744  $1.985,726 


Resumen 

Estados.  Kilogramos. 

^^'.^P^'^ 697,78^485 

^«'""la 228,098.578 

gVfl'^''" 8,054.317 

í-í'^al.ífo ,.  63,283.892 

A'  frente 997,279.272 


Valor 

$304,410 

108,200 

4,236 

17,094 

433. Q40 


/ 


^ ' 


<  r  r 


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x,^> 


\ 


V 


137 

Estados.                                        Kilogramos.  Valor. 

Mfa^te 997,219.272      433,940 

Jalisco 41,958.744  19,130 

México : 66,674.660  28,622 

Michoacán 285,812.974  149,043 

^o^^los 158,555.570  72,712 

üaxaca .    j. 001,857.671  372,292 

Puebla .  .   628,567.179  212,931 

Querétaro 2,945.578  975 

San  Luis  Potosí 331,377.600  103,900 

Tabasco 1 12,922.278  34,120 

Veracruz 4.662,432.744  i.c)85,726 

'^^P^^ 43.033-040  22,648 

'^^^^í 8-33041 1.732  3.436,039 


^exportaciones  de  café  mexicano  para  Francia 

y  Estados  Unidos 

^Ños.  Francia.        Estados  Unidos.        Total. 

^885 $      142,649        $    070.538      $1.122,006 

f886.  ....   123,094    1. 380,756   1. 503,850 

^887 329.626     1.836,450    2.167,076 

1888.  .  .  .    171.083     2.112,130    2.283,213 
Í889 172,855     2.805,862    3.068,717 

^^"^^^    •, 3.542,851    3.542,851 

(Tomado  del  Informe  de  la  Cámara  de  Comercio,  N.   Y.) 


Para  que  sifva  de  punto  de  comparación  ponemos 
el  siguiente  cuadro  que,  representa  la  producción  total 
del  mundo  durante  el  año  de  1886  a  1887: 


A 


,-r-.  Jt^-a-^ 


f 


188 

Libras 

Brasil,  Río  Janeiro :^J1.6Ü4,000 

Brasil,  Santos '289.072,000 

*^^7^ 128.016,000 

México  y  CeiitPí»  América 102.704,000 

Venczueda ,    86.240,000 

^^^*^' 44.800,000 

^tillas :34.160,000 

t:  Jia  y  Manila jj^  682,208 

Isla  de  Coilán 17.409,952 

Mt-á  Cólobes 14  347  9qq 

África  y  Moca 12.880,000 

Pndíüg,   Sumatra 5.876.000 

^'''*>'í'i''''óíi  totah  .  .  .   1,160.:^51,;}60 
(Tomado  d(A  ''Informo  de  la  Cá niara  de  (Wiere-io,"  N.  Y.) 


#1 


COSTOS  Y  PRODUCTOS  DE  UN  CAFETAL  DE  CIEN  MIL 
MATAS  EN  SIETE  AÑOS  DE  EXPLOTACIÓN 

Primer  año  j^^^^ 

VaJor  de  65  hectáreas  xk^  i(M-reiio  para  estaihlece-r 

el  pilantío,  a  $30  cada  una $     ]  950  qq 

Vailor  de  10  hectáreas  para  construeeioTies,  aso- 

leaderos,  oíq .^^^  ^^^ 

Dos  labores  ordinarias,  a  $1.50  por  eadahoctárea  .  195  00 

Apiertnra  de  100,000  hoyos,  a  razón  de  50  por  ta- 
rea, de  37y2  os 750  00 

Plantación  de  25,000  ,pies  de  ^Vlátano,  a  $2  ciento, 

intuyendo  m  vailor '  500  00 

VaJrvr  de  200.000  pip,s  de  almár^f^a  a  razón  dé  $7 

'^'  ^'í'^^"^^-    • 3  695.00 


y 


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•( 


* 

139 

Del  fren  te 3.695.00 

millar *  1,400.00 

Plantación  de  100,000  matas,  a  200  por  tarea  de 

371/2  oentavos 187.50 

Replantación  de  20,000  matas  que  se  pierdeai  (má- 
ximum)   37 .50 

Dos  escardas,  a  razón  de  10  caüeis  de  25  metros 

por  tarea  de  371/2  centavos 769.60 

Tres  riegos  a  razón  de  $65  cada  uno 195 .00 

Gastos  de  administra<3ión,  contribución,  etc.    .   .  580.00 

Interés  del  capital,  ad  4  por  ciento 274.58 

Suma $     7,139.18 

Haber 

Saldo  deudor  al  terminar  el  primer  año  (total  de 

los  costois)  $     7,13í;.18 

Igual $     7,139.18 

Segundo  año  '  Debe 

Transponte  del  saldo  (jiic  resultó  al  terminar  el 

primer  año $     7,139.18 

Seis  escardas     distribuidas     dura  ule     ed  año.     a 

$l:)2 .  40  cada  unn 1 ,154  .  40 

Siett' .ricígos  (lisji'il)uid(!s  cu  Ihs  secas,  a  $5(J  ra- 
da uno 455 . 00 

Reposición  de  5,200  hoyos  para  la  re4>lanta!cióu,  a 

50  por  tarea  de  37%  ceaitavo¡s •  3!). 00 

Plantación  de  5,200  matas  para  reponer  la-s  fallas, 

a  200  por  tarea  de  37%  «eutavos 9.75 

Corte  de  4,200  raoimos  de  pilátanois,  a  160  por  ta- 
rea de  371/2  centavos 9.86 

Ala  vuelta 8,807.19 


1.    V 


> 


t 

140 

De  la  vuelta 8,807.19 

Gastos  de  administraeión, -con tribucián,  etc .    .    .  600.00 
Gastos  ^para  instalaieión  de  maquinaria,  amorti- 

zables  eu  seis  años  (priaüer  año) 500.00 

Interés  ded  capital,  ai  4  por  c-iicfrito 396.28 

^^^a $.10,303.47 

Haber 

Valor  de  270,000  pJáta/rios,  a  razón  de  20  eentavoíi 

^<^iento $        54Q  QQ 

Saldo  deudor  que  resulta  ail  teraiiiiar  é.  año,  o  sea 

«a  exceso  áe  los  gastos  sobre  los  productos.   .       9,763.47 

í^al $  io,yo3  47 

Tercer  año  jy^^^ 

Transporte  del  saldo  que  resultó  al  terminar  d 

segundo  año $     %7voA7 

Sn%  escardas  distribuidas  en  efl  año,  a  $192.40  una       1,154 .  40 

Siete  ricigos  distribuidos  dui-ínite  hm  secas  del  año, 

a  $65  cada  uno 455  qq 

Keposición  de  4,160  hoyos  para  otras  tantas  ma- 
tas, a  50  por  tarea  d-e  371.^  centavos 31 .20 

Plantación  de  4,160  matas  paira  reponer  fafllas,  a 

200  por  tarea  de  371/2  centavos '  .  7. 80 

Corte  de  8,500  racimos  de  plátanos  a  160  por  ta- 
rea de  371^  centavos 19  87 

'("oríc  de  70,000  libras  de  cereza,  que  produ<?eín 
25,000  libras  de  c^é  beneficiado  (primera  pe- 
queña cosecha  de  4  onzas  por  anata),  a  razón 
de  30  libras  por  tarea  de  25  centavos 583.25 

A¡[  frente 12.014.99 


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1^ 


141 

Ddl  frente 12,014.99 

Ben-eñ^íio  de  250  quintales,  a  10  centavos  quintal 

(niáximuiíi ' 25 .00 

Gastos  de  administración,  coütribiicióii,  et;-.    .    .  600.00 

Gastos  para  iustalaciión  da  ma(j[uiuaria,  aiiiorti- 

zables  en  seis  años  (segundo  año) 500.00 

interés  ded  capital,  al  4  por  ciento 527 .  03 

Suma $  13,667.02 

Haber 

Valor  de  510,000  plátanos,  a  20  centavos  ed  ciento .  $     1,020 .  00 
Valor  de  la  primera  pequeña  cosecha  de  250  quin- 
tadles, a  $20  quintal  (en  la  finca) 5.000.00 

Saldo  deudor  que  resulta  al  termina/r  el  tercer  año, 

o  sea  exceso  de  los  gastos  sobre  los  productos      7,647 .  02 

Igual :  ...$  13^667  02 

Cfuarto  año  Debe 

Transporte  dell  safldo  que  re.siiltó  al  terminar  el 

tercer  año ^    7,647  02 

Seds  escardas  distribuidas  durante  el  año,  a  razón 

<ie  $192.40 1,154.40 

Siete  riegos  distrbuidos  durante  las  secas  del  año, 

a  $65  eada  uno 455  qq 

Reposi-ción    de    1,040  hoyos,  a  50  por  .  tawa  de 

37%  icentarvos 7 .  80 

Plantación  de  1,040  matas  para  reponer  las  fallas, 

a  200  por  tarea  de  37%  centavos 1 .  95 

Corte  de  11,300  racimos  de  pilátanos,  a  160  por 

t^rea  de  37%  centauros 26 .  25 

Ala  vuelta 9,292.42- 


>...,.is,. 


V 


y. 


142 

De  la  vuelta 9.292.42 

>('(>rte  de  140,000  libras  de  oereza  que  .producirán 
500  quintalles  de  -café  (.caseeha  inedia  de  8 
mizas),  a  razón  de  30 'liibras  ¡por  tarea  de  18 

<?enta'vas 839 .  98 

lienefieio  de  500  quintales, .  a  10  ('(^ntavos     uno 

(máximo) 50.00 

Uavstos  de  adininistra-cidn,  contriibu'ción,  etc.  .   .  .  (iOO.OO 

Gastos  de  instalaioión  de  anaquinaria,  amortiza- 

ibleis  en  seis  años  (tercer  año) 500  00 

Inlerós  del  eaipital  all  4  por  ciento 452  33 

Suma $  11,734.73 

Haber 

V'alor  de  678,000  pilátanos,  a  20  centavos  el  ciento .  $  1,356 .  00 
Vador  de  500  quintalles  de  café  a  $20  quintal  (en 

la  finca) 10,000 .  00 

Saldo  deiujdor  ai  terminar  el  año,  o  se<i  el  exceso 

de  'los  gastos  sobre  los  productos  (cuarto  año)  378 .  73 

Ijrual $  11,734.73 

Quinto  año  Deb€ 

Transporte  del  saldo  (jue  resulltó  ail  terminar  el 

año  anterior $  378 .  73 

Seis  escardas,  a  $lí)2  40  cada  una 1,154.40 

Siete  riegos  distribuidos  durante     ilas  seea's,     a 

••t65  uno 455.00 

Repo.;ición  de  346  hoyos,  a  50  por  tarea  de  371/2  <*.s.  2 .  35 
Plantación  de  346  matas,     a  200  por  tarea,     de 

Siy^  centavos 0.75 

Al  frente 1,991.23 


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I 


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^ 


V 


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I 


143 

Del  frente 1,991 .  23 

Cort:^  de  170,000  libras  de  cereza,  -que  produicirán 
75,000  libras  de  café  (cosecha  buena  de  12 
onza's  por  mata),  a  ra^ón  de  30  libras  por  ta- 
rea de  18 -centavos 1,019.88 

Beneficio  de  750  /quintaües,  a  razón  de  10  eentavc^s 

uno  (máximum) 75.00 

Gastois  de  administración,  contribuiciÓQi,  etc.  ...  600.00 
Gastos  'para  instalación  de  raaquiinaria,  amortiza- 
bles  en  seis  años  (cuarto  año) 500.00 

Interés  deil  eaipital  al  4  por 'Ciento 170.19 

Saldo  acreedoT"  ail  terminar  el  quinto  año,  o  sea  el 

exceso  de  ios  productos 12  290.88 

Suma $  16,680.00 

Haber. 
\'alor  de  840,000  plátanocs,  a  ra-zón  de  20  centavos 

-el  ciento 1,680.00 

\^aílor  de  750  (juintales  de  café,  a  $20  quintail  (en 

'la  finca) 15,000.00 

lg"a^l $  16,680.00 

Sexto  año  Debe 

Seds  e,seaiidas,  a  $192.40  una 1,154.40 

Siete  iriego's  distribuidos  durante  las  secas,  a  $65 

""^' 455.00 

Reposición  de  200  hoyos,  a  50  por  tarea,  de  37  es  .  .    1 .  50 

Plantación  de  200  (mata>s  para  reponer  las  fatos, 

una  tarea O  37 

Corte  de  15  racimos  de  plátanos,  a  160  por  tarea 

de  3714  centavos 35  15 

Corte  de  280.000  libra-s  de  cereza,  que  producirán 

A  la  vuelta 1,646.42 


í 


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■IF^sv-'mtCT^.  -  .r^r:. 


SíJl-Tl- 


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^'%;iíy^í^4 


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144 

De  la  vuelta 1.646.72 

lOO.ÜÜO  libi-iis  d    café  (gran  cosecha j,  a  :iO 

libras  por  tarea  de  18  centavos l,(i79  <)4 

Beiu'ñeio  de  1,000  quintales  de  eaf é  a  10  centavos .  100 .  00 

Abono  para  65  hectáreas,  a  $2.75  por  cada  una. .  178.75 

G-astos  de  administración,  cooitribuciones  etc.  .  .  600.00 
Gaistos  <le  instalación  de  maquinaria,  amortizables 

en  s^íis  añas  (quioato  año) 500.00 

Interés  dfül  capital  aü  4  por  ciento 188.20 

Saldo  acreedor  al  terminar  el  año,  o  sea  exceso 

t!e  los  í)roductoíí  sobre  los  gastos  (sexto  año) .  29,1H7  .  57 

Siií«a $  :U,0W.88 

Saddo  aKn-ee<io.r  que  resulltó  al   tei-mimaír  eJ  (luinto  " 

,,  ,  ^^ 12,2^0  88 

\  ulw  d^  í)00,000  paátanos  a  20  centavos  el  ciento .  1,800  00 

VaJor  de  1,000  quintales  de  café,  a  $20  quintad .    .  20,000  00 

^^"3*1 $84,090  88 

Séptimo  año  j^^^^ 

Seis  es  cardas,  a  $192.40  cada  una $  1 .154 .  40 

Siete  riegos  distribuidos  durante  las  secas,  a  $65 

íino 455.00 

K^posi(ñón  de  100  hoyos,  a  50  por  tarea  de  37Vo  es.  0. 75 

Plantación  de  100  matas "  q  .jy 

Corte  de  15.000  racimos  de  plátanos    a  160    por 

tarea o-i- 

_        .í;).l;> 

Coi-te  de  170,000  libras  de  cereza,  que  producirán 
75,000  libras  de  café  (icosecha  buena  de  12  on- 
zas por  mata),  a  razón  de  30  libraiS  por  t^roa 

'^^  ^^'/2  os 1,01.9.88 

Al  frente •  2,665.5r> 


•  '^ii^ii^ís^^^j^&^í^álytatJSSS^^*!^ 


HMMMMnM 


A  k  ^ 


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y 


146 

^^1  ^'^e^^e 2,üoo.,).> 

Beueticio  de  750  quintailes,  a  10  centavos 7r,.00 

lí^astos  die  adiministración,  contribudón,  et-c    .    .  600.00 
Gastos  de  in^ta/lación  de  maquinaria,  amortiz.i'bJcs 

en  seis  años  (sexto  año) 500.00 

Interés  del  capitaJ  aü  4  .por  ciento 153  (j2 

Saldo  acr.eedor  al  terminar  el  período  de  lafs  cuen- 
ta<s,  o  exceso  de  los  productos  sobre  los  gas- 
tos (séptimo  año) 4J  ^^.^  ^^ 

^"^^'« $  45,877  57 

m  ,  Haber 

iransporte  del  sakio  que  resuJtó  al  terminar  el 

sextoaño $29.197.57 

Val.or  de  840,000  pllátanos,  a  20  ceaitavo-s  eí  cieaito .       1,680 .  00 
Valorde750quiintalesde'Oafé,  a20qubiital.  .  .  .     15,000.00 

J^^i^i $  45.877  57 


APÉNDICE 


EXTENSIÓN  DE  LA  ALMACIGA 

En  otraparte  hemos  dicho  que  el  número  de  plan- 
ta.s  de  la  almáciga  debe  de  ser  triple  del  número  de  ma- 
tas que  tenga  el  plantío :  pero  no  siendo  esta  re-la  cr-e- 
neral,  conviene  disminuir  el  número  de  las  planeas 
cuanto  sea  posible,  en  vista  de  las  condiciones  de  la  lo- 
cahdad;  sm  embargo,  la  necesidad  que  hay  de  reponer 

Café— 10 


^  i 


I 


!f.! 


146 

las  plantas  que  se  pierdan  hace  que  el  número  de  pies 
de  almáciga  no  sea  menor  al  doble  de  los  que  tenga 
el  plantío. 

Para  calcular  la  extensión  que  deb  edarse  a  las  al- 
mácij[>-as,  adoptando  la  disposición  y  distancias  que  he- 
mos indicado  en  otra  parte,  se  puede  proceder  de  la 
manera  siguiente: 

Siendo  N  el  número  de  plantas  que  tendrá  el  plan- 
tío, el  número  n  de  plantas  que  tendrá  el  almacigo  será 
conforme  a  lo  que  llevamos  dicho: 

n  =  3  N.  y  el  número  de  semillas  n'  deberá  ser: 

n'  r^  2  n  =  6  JM. 

La  superficie  sembrado  S  será 
S=  0.00562  n*  mcd. 

y  el  número  de  amelgas  m  de  15  metros  de  longitud 
por  1.50  de  ancho,  será: 


m- 


2,25 


y  la  superficie  S'  de  los  andenes 

S'  =  17.5  m  mcd. 
la  extensión  resulta,  pues, 

E^  S-\-  S'  =  0.005G2  n    -f-  17.5  m. 
La  cantidad  de  semilla  c  es  aproximadamente 

''  ~~  5^  "Oras  de  cereza. 

r  libra  de  cereza  contiene  280  cerezas,  y  por  consi- 
guiente, 560  gramos. 

TOO  libras  de  cereza  tienen  un  volumen  de  29  li- 
tros y  4  décimos. 

6  libras — T.764  litros. 

I  libra — 0.294  litros. 


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147 


Extensión  de  la  almáciga  para  un  plantío  de  em- 
enta mil  ¡natas : 

iV"  =-50,000        71  =  150,000        n '  =  300,000 
S  =  0.00562  n'  =  1686.00  mcd. 


_  1686.00       ^,^ 
^^ ¿"95"  ""  amelgas. 


S'  ==  17.5  m  =1312.5  mcd. 
^=  1686.00  -f  131i>.5  =  2998.5  mcd. 
cantidad  de  semilla. 


n 


550 


=  545.4  libras  de  cereza. 


EXTENSIÓN  DEL  PLANTÍO 

Adoptando  la  disposición  que  hemos  indicado  en 
otra  parte  se  puede  calcular  la  extensión  que  tendrá  el 
plantío  conociendo  el  número  de  matas,  la  distancia 
adoptada  y  las  dimensiones  de  las  tablas,  valiéndose 
de  las  siguientes  fórmulas: 

Suponemos  que 

N,  representa  el  número  total  de  matas. 

A,  la  longitud  de  las  tablas. 

B,  el  ancho  de  las  mismas. 

D,  la^  distancia  mínima  de  mata  a  mata. 

El  número  n  de  matas  nue  caben  en  una  tabla  es 


n 


24i>2 


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I 


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K 


1 


148 


el  número  n'  de  tablas  que  tendrá  el  plantio,  será 


n 


ir 

n 


Si  se  adoptan  calles  de  5  metros  de  ancho,  la  su- 
perficie de  terreno  que  éstas  ocuparán  será 

^'  =  5  n'  (.1  +  B)    \   25  n'  mcds. 


sera 


^  La  extensión  total  ocupada  por  las  calles  v  tablas 


A'  =  w'  .4  ^  -j-  5  n'  U  -h  ^)  +  25  n'  mcds. 


Extensión  de  un  plantío  de  cien  mil  matas,  adoptan- 
do para  distancia  mínima  de  mata  a  mata  2  metros. 

Las  tablas  tendrán  loo  metros  de  largo  \'  (X)  de 
ancho. 


^V^=  100,000    .4  =  100,     B 
25  X  6000        150000 


n 


24   X  4 


96 


=  60,     2>  =  2 
=  1562  matas 


que  caben  en  una  tabla. 

El  número  de  tablas  n  será 


n  = 


100000  =  6 
1562 


4  tablas  próximamente. 


la  superficie  de  las  calles 

^'  =  5  por  64  por  100  -^  25  por  64  =  52,800  mcd. 

Y  la  superficie  total  ocupada  por  el  plantío 

ir=  64  por  160  por  5  f  04  por  100  por  60  +  25  por  64 
51.200  -}-  384,000  +  1,600  =  436,800  mcds. 


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V 


149 

CAPACIDAD  DE  LOS  ESTANQUES 
Siendo  Q  el  número  de  quintales  de  cereza  fresca 
que  deban  beneficiarse  al  día,  cl  número  O'  de  quinta- 
les de  pergamino  es  '^ 

Q'  =  0.319  Q 
cuyo  volumen  en  litros 

F=  223.72  e' 

i 

de  la  capacidad  de  cada  estanque  en  el  caso  de  que  se 
adopten  tres. 

Cuando  se  haga  uso  de  las  máquinas  lavadoras  y 
de  un  estanque,  la  capacidad  de  éste  se  hará  ig-ual  al 
doble  de  V. 


EXTENSIÓN  DE  LOS  ASOLEADEROS 

La  extensión  que  deba  darse  a  los  patios  de  aso- 
leadero,  depende  principalmente  del  tiempo  que  se  ne- 
cesita para  secar  el  café  en  la  localidad.  En  los  aso- 
maderos el  café  tarda  de  cuatro  a  veinte  días  para  se- 
carse. 

Supongamos  que  sean 

T  el  número  de  días  que  se  necesitan  para  secar 
el  café  en  malas  condiciones.  <* 

Q  el  número  de  quintales  de  cereza  que  se  des- 
pulpan al  día. 

O'  número  de  quintales  de  café  pergamino. 
a  altura  de  la  capa  de  grano  en  el  asoleadero,  en 
decímetros. 

V  volumen  de  Q. 

S  superficie  del  asoleadero. 


■  i  JWE  'Si  -  ,   ■=.- 


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:>gi*»<i»H>»wartU- 


t   I 


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150 

<?'  =  0.319  <?        ^  F-  223.72  Q^  litros 
*S'=  Tpor  -^  decims.  cuads. 

«__  ^        223.72  Q'  , 

A3       ^  por decims.  cuads» 

Asoleadero  para  una  finca  que  beneficie  cincuenta 
quintales  de  cereza  por  día. 
En  las  peores  condiciones  el  café  tarda  it  días 
para  secarse. 

^  =  50  quintales. 
7^=11  días. 

a  =  1.2  decímetros. 

Q'  =11-95  <3n.  F=  3568.33  litros. 

T      .  '^^•^'^•o  decims.  cuads. 
iS  =  327.09  metros  cuadrados. 


DIRECCIÓN  DE  LOS  PRINCIPALES  FARBICANTES 
DE   MAQUINARIA   PARA  BENEFICIAR  CAFE 

T  .    /^^^"  Gordon  y  C.^ N.  9  New  Broad  Street. 

i^oncres  h.   C— Dirección  cahlegráfica :    ^Tubera- 
Londres.  '  ^    ' 

The  Geo  I.  Squier  M'.  F.  G.  C0.-189.  191  v  195 
Water  Street.— New  York.  ^     -^   .     y^ 

The  Engelberq;  Hnller  Co.— Syracuse,  N.  Y— N 
107  Liberty  Street.— Nueva  York,  E.  U  de  '^ 

The  Engelbers-  Huller  Co.— 331  Produce  Ex- 
chan,Ére.  New  York  City,  U.  S.  A. 

Valentine  Brothers,  ajjentes  de  Manson  &  Beil 
—Produce  Ex-chaníje.— New  Yor  City,  U.  S  A 

Wm.  Austin  Brown.  Linn.,  Mass.,'  U   s'  \ 


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151 


PRESUPUESTO  para  instalación  de  beneficio  pro- 
pia para  plantío  de  50,000  matas,  pudiendo  traba- 
jar cincuenta  quintales  al  día. 


Fuerza  motriz 
1  Una  eaidera  vertical  tUibuiaír  de  12 
cabales  de  fuerza  co-ii  motor  de 
10  caballos,  comprendienido  re- 
guiiador,  caiemtadür,  bomba,  ma- 
nómetro, válvulas  de  seiguri- 
dad,  retén  y  descarga,  llaves  de 
prueba,  etc 692.00 


MAQUINARIA 

2  Una  de&puilpadora  '"Grordoín,"  mo- 

delo A,  trabajando  50  fanegas 

die  cereza  >por  lioa-a  ....*...       224 .  00 

3  Una  desea s<?ar.ad ora  Smooit,  mode- 

lo pequeño,  trabajando  50  quin- 
tales al  día. 870.00 

4  Una   máquina   de    aventar    café, 

''Gordon/'  tamaño  F,  80  quin- 
tales al  día 125.80 

5  Un  useT)arado3'  "Gordon,"  modelo 

número  2,  separando  6  clases 
4e  grano,  incluso  caraeoliUo : 
(«apaeidad  de  10  qniaitales  por 
hora 235.  00 


A  la  vuelta . 


629 . 00 


054 . 80 


.    .$1,646.80         1,646.80 


*i- 


».f  -  -.-^iUEi g.-.*^- ir*í"  í 


156.65 


152 
De  la  vuelta $l,64(i.8()         1,Ü46.80 

Transmisión 
O  25  pies  de  eje    torneado  1    15|16 

pullas.,  eon  címpalmeis 32.25 

7  4  soj)<.rtes  cotligaiites,  de  21     pllgs. 

"drope,*'  para  eje  de  1  15|16  plgs.         39.50 

8  Una  polea  de  hierro,  de  18x18  puigs  9 .  90 
!♦  Cuatro  pares  poleas  de  9x5,  10x5 

y  12x5 27.00 

10  Correas,  desviadores,  etc.,  etc 48.00 

Estanques 

11  Treos  esíajiques  21  met«.  cúb.s.  ()44 

de    eaipacidad,    con  paredes   de 

1.12  mis.  de  ailtura  y  0.550  ms. 
de  espesor,  piedra  dura,  con  ei- 
miiento  : 

55.83  mts.  de  cimiento  de  0.62  es- 
pesor, poi-  0.62  profundidad,  a 
$3.58  ed  metro  lineíal.    .    .    ;  .         19íi.8lj 

62.52  mets.  de  muro  de  55  centí- 
metros de  espesor,  con  repellado  y 
aplamado,   a   $*3  56  cis.  eil  metro 
cuadrado 222  57 

57.47  mets.  cuads.  de  enloisado 
eon  losa  relabrada  canteada,  a 
razón  de  $2.13  oil  metro  c»ua- 
f^i^í'^í^ .         127.41 

Asoleaderos 

12  560  metros  cuadrados  de  ejLladri- 
ilado  con  ladrillo  recocido  12 — 
6—2,  a  raz(>n  de  1.25  ell  metro 

cuadrado 700.00 

94.64  metros  de  pretil  de  0.75 
mets.  de  altura  y  0.41  de  esipe- 
sor,  a  razón  de  $2.14  el  meti-o        202.52  902.52 

Sumas $  3,255.81         3,255.81 


■)4P .  84 


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Lista  de  ios  principales  comisionistas  de  Nueva  York. 


Adams  E.  W  &  Co. 
Arkell  &  Douglas. 
Baerlein  &  Co. 
Boulton,  Blist  &  Ballets. 
Brandon,  Isaac  &  Bros. 
Cadenas  &  Coe. 
Ceballos  T.  M.  &  Co. 


Lima  T.  A.  de 
Alaicas  &  Co. 
Marcial  <S:  C<>. 
Me.  Arty,  C.  H. 
Medina,  J.  A.  &  Co. 
Muños  y  Espriella. 
Navarro  J.  N. 


Casanova,  Traconis,  &  Co.  N.  ^\  Com'  Co. 


Dunn,  John  Son  &  Co. 
Eggers  &  Heinlein. 
Elmenhors  &  Co. 
Ferro  J. 

Gonírorza  E.  &  Co. 
Graham,  Hinkley  &  Co. 


Oelrichs  &  Co. 
Pardo,  Velasco  y  C* 
r^eck,  W.  E. 
^  *nig  &  Emerson. 
Rivas,  García  y  C.'^ 
Rotholz,  Sánchez  &  Co. 


Harmony,  P.,    Nephews  &Sala,  J.  Co. 


Sons. 
Herbst  Bros. 
Jayne  W. 
Kainer,  H.  &  Co. 
Lanman  &  Kemp. 
Loaiza  W.  &  Co. 
Lyon  &  Co. 


Scholtz,  Sánchez  &  Co. 
TJíe  Gnernsey,  Seeger  Co. 
Snyder  &  Wheeler. 
Thackray  &  Co. 
yalcntine  Bros. 
Ward  &  Huntington. 
Yates  &  Porterfield. 
Zaranz,  E.  &  Co. 


Aerea  geográfica 

En  la  República  Mexicana,  la  zona  del  cultivo 
del  café  comprende  una  gran  extensión;  desde  la  ex- 
treinidad  meridional,  en  el  límite  con  Guatemala, 
avanza  hacia  el  Norte  ocupando  gran  parte  de  Qiia- 
pas  y  Tabasco,  se  extiende  por  el  istmo  de  Tehuante- 


\y 


i 


164 

pee,  en  la  dirección  de  la  gran  cordillera  con  la  que 
se  bifurca  siguiendo  los  flancos  de  la  gran  mesa  cen- 
tral hasta  cerca  de  los  23.°  de  latitud." 

Como  puede  verse  en  la  carta,  los  Estados  de  Ta- 
hasco,  Chiapas,  Oaxaca,  Morelos,  Guerrero,  Michoa- 
cán  y  Colima  están  comprendidos  casi  totalmente  en 
t'l  área  del  café,  asi  como  gran  parte  de  Veracruz,  Hi- 
dalgo y  Jalisco:  México,  Puebla  y  San  Luis  Potosí 
penetran  menos  en  la  región  del  cultivo,  y  los  de  Ta- 
maulipas  y  Sinaloa,  aunque  no  comprendidos  en  la  zo- 
na definida,  son  medianamente  productores.  En  Cam- 
peche y  Yucatán  la  producción  es  relativamente  pe- 
queña y  la  región,  no  bien  determinada  todavía,  no  fi- 
gura^ en  la  carta,  pero  en  ambos  la  industria  cafetera 
prxlría  tomar  incremento  si  el  cultivo  del  henequén  no 
ocupase  la  atención  de  los  propietarios. 

El  cultivo  del  café  no  está  igualmente  adelanta- 
do en  todos  los  puntos  de  la  zona ;  en  \^eracruz  y  Oa- 
xaca la  producción  aumenta  de  año  en  año,  entinto 
que  en  Guerrero,  por  ejemplo,  el  cultivo  permanece 
en  el  más  lamentable  atraso. 

Actualmente  la  zona  de  mayor  producción  cí>m~ 
prende  en  Veracruz,  como  puede  verse  en  la  carta,  a 
Córdoba,  Coatepec,  Cosahuatlán,  Jico,  Huatusco,  To' 
tutla.  Jalapa,  Chico,  Jilotepec,  Tepetlán  y  Orizaba. 

Haciendas  y  rancJios— Animas,  La  Luz.  Zapoa- 
pita,  Trinidad,  Tapia,  La  Capilla,  San  Francisco,  Tox- 
pan,  San  Marcial,  San  Miguelito  ,Zopilote,  Cerro  Ga- 
llego, Cerro  la  Palma,  Cacahuatal,  Corral,  Chiicoatla, 
Tilapa,  Alerón,  Tirol,  Mirador,  Zacoapan,  Palmas, 
Oleapan,  Tepetlapa,  Calcahualco,  Tlapala,  Orduña, 
Mahui^tlán,  Simpizahua,  Pacho  \'iejo  y  Tuzamapan. 

En  la  parte  Norte  del  mismo  Estado  existe  otra 
zona  de  importante  producción  que  se  extiende  a  los 
Estados  de  Hidalgo  y  San  Luis  Potosí,  comprendien- 
do Huejutla,  Huazalingo,  Orizatlán,  Tlanchinol,  Ta- 


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155 

mazunchale,  Axtla,  Tancanhuitz,  Coscatlán,  Huehue- 
tlán,  Tanquián  y  Xilitla. 

Haciendas  y  ranchos. — Tenexcalco,  Mirador, 
Chalco,  Cristiano  y  La  Esperanza. 

En  el  Estado  de  Oaxaca  se  encuentra  al  Norte 
la  zona  de  Villa  Alta  que  comprende  Ixtlán  de  Juá- 
rez, Choapan,  Altotepec,  Comaltepec,  Chisme,  Joco 
tepec,  Metaltepec,  Villa  Alta,  Analco,  Yatzona,  Yetze- 
lalag,  Tontontepec,  Jacayatepec,  y  Tepitongo. 

Haciendas  principales. — Nuevo  Moka,  Monte  Be- 
llo y  La  Pila. 

Las  zonas  de  Miahuatlán  y  Yautepec  compren- 
den: Ejutla,  San  Carlos,  San  Sebastián,  Santa  María, 
Ozolotepec,  Lapaguía  y  Santiago  Xanica. 

Haciendas  y  ranchos. — En  el  Oriente,  La  Lana, 
Sirena,  Aiu'ora  y  Xanica. 

En  el  Sur,  cerca  de  ia  Costa  del  Pacífico,  la  rica 
zona  de  Pochutla  y  Pluma  LTidalgo  comprende  muchas 
fincas,  siendo  las  principales:  La  Concordia,  Nueva 
Esperanza,  El  Salvador,  x\dela.  Alianza,  Santa  Fé, 
Guadalupe,  San  Rafael,  Monte-Cristo,  Independencia, 
Miramar,  Covadonga,  Las  Marías,  Libertad  y  otras. 

En  Chiapas,  la  región  productora  comprende  Ta- 
pachula,  Tuxtla  Chico,  Cacachuatlán  y  Unión  Juárez 
por  el  Sur ;  al  Norte  Pichucalco,  que  forma  parte  de  la 
zonaque  en  Tabasco  ocupa,  Teapa  Jalapa  y  Tacotalpa. 
Es  muy  importante  en  este  Estado  la  región  cafetera 
de  Comalcalco  que  se  extiende  a  Contalpa  y  Nacajuca. 

La  zona  cafetera  de  üruapan  comprende  Mi- 
choacán:  Tacámbaro,  Ario,  Urecho,  Taretan,  llrua' 
pan,  Peribán,  Tancítaro  y  Reyes. 

Haciendas  principales. — ^Joyas,  Buenavista,  Te- 
cario,  San  Rafael,  Santa  Catarina,  Aguacate,  Apún- 
daro.  Pareo,  Huaricho  y  Pilón. 

El  área  principal  de  Colima  ocupa  Tonila  (Jalis- 
co), Cómala,  Colima,  Coquimatlán  y  Tecomán. ' 


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166 


Haciendas  principales.— SdiH  Antonio,  Palmar, 
Platanarillo,  Cuastecomatán.  Esperanza,  Mamey,  Mar- 
tín Alonso  y  Texcaltitán. 

Compostela,  Jalisco  y  Tepic  son  los  puntos  más 
importantes  en  el  territorio  de  este  nombre. 


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índice 


Páginasi. 

Sinonimia 3^ 

Historia 4 

Deseripción  botánica 21 

Composit'ión  química 25 

Clima 30 

Tirreno 40 

Preparación   del   terreno.— Dispo.mñón    del   ijaanííí....  48 

Seanüleros  y  almácigas 55 

Sombra 52 

Trasplante "  57 

CoDiServación yq 

Cajetes 73 

J^^-. ' 76 

Reposición gg 

Cosecha '  9Q 

Abonos 90 

Beneficio *  103 

Despulpado -^Qg 

^^ado •'••"•■.■.■.■.■.■.■.■.■.■.■:;.■.":.■:  ios 

oecado ^^-j 

Descascarado -1  ^  - 

Beneñcio  en  seco joj 

Rendimiento -i^i 

Enemigos  del  cafeto 124 

Estadística 1^9 

Costos  y  productos *     jjg 


i!  i 


í 


Y' 

] 


15g  . 

Páginas 

>Vpéiijdice 245 

iCxtensión  de  la  ulmáci^ii *  145 

ídem  del  plantío .. . !.......!  147 

( -apaeidad  de  los  eslanqucs *.   ...  ]  149 

Kxtensión  de  los  asoleaderos ./  149 

Dirección  de  los  principales  fü hricaiite^  de  .máquiíiaV pa- 
ra beneficiar  café 250 

l'resupuesto  para  una  instalación  de  beneficio.  . .   ...  151 

Área  Geográfica 253 


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Figura  10. 


Figura  11. 


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Figura  14. 


Futura  14. 


Figura  14. 


Figura  14. 


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Figura  lí). 


Figura  15. 


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Figura  16  bis. 


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