Skip to main content

Full text of "Defensa de Bolívar"

See other formats


F2235 
.B671 


SIMÓN  RODRÍGUEZ 


MAESTRO  DEL  LIBERTADOR 


DEFENSA 


DE 


BOL! 


O 


IMPRENTA    BOLÍVAR 
CARACAS 


UNIVERSITY     OjFjiORTHjAROLINA 


Please   keep    this   card   in 
book   pocket 


THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OE 

NORTH  CAROLINA 


ENDOWED  BY  THE 

DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 

SOCIETIES 


F2235 

.b6ti 


This  book  is  due  at  the  LOUIS  R.  WILSON  LIBRARY  on  the 
last  date  stamped  under  "Date  Due."  If  not  on  hold  it  may  be 
renewed  by  bringing  it  to  the  library. 

dÍeE              ret 

DATE 
DLE 

Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2012  with  funding  from 

University  of  North  Carolina  at  Chapel  Hill 


http://archive.org/details/defensadebolvarOOrodr 


DEFENSA  DE  BOLÍVAR 


SIMÓN  RODRÍGUEZ 

MAESTRO  DE1L  LIBERTADOR 


DEFENSA 


de 


5 


5¿P 


Ediciones  de  la  Imprenta  Bolívar  -  Caracas  -191& 


Datos  biográficos  de 

Don  Sigción  Rodríguez 


tan  Simón  Rodríguez : 


Nació  en  Caracas,  según  sus  biógrafos,  hacia  el  año  de 
1771 .  Fueron  sus  padres  don  Cayetano  Carreño  y  doña  Ro- 
salía Rodríguez,  perteneciente  el  primero  a  la  notable  familia 
de  la  cual  descienden  tantas  personalidades  ilustres,  que  desde 
los  comienzos  del  siglo  XIX  han  dado  a  Venezuela  renombre 
glorioso  y  días  de  orgullo;  entre  ellas,  el  propio  don  Simón, 
maestro  del  Libertador ;  don  Cayetano,  su  hermano,  discípulo 
del  padre  Sojo  y  autor  de  la  Oración  en  el  Huerto;  el  doctor 
Juan  Bautista  Carreño,  Teresita,  la  incomparable  pianista,  el 
doctor  Manuel  Antonio  Carreño,  autor  del  Manual  de  Urbani- 
dad y  traductor  de  Burnouf,  el  doctor  Luis  Pérez  Carreño,  mé- 
dico y  clínico  eminente,  el  doctor  Manuel  Antonio  Ponce,  honra  y 
lumbrera  del  Foro,  prematuramente  extinguida  por  la  muerte,  y 
Eduardo  Carreño,  el  joven  escritor,  crítico  y  poeta.  Cada  uno 
de  ellos  marcado  con  un  profundo  sello  de  inconfundible  per- 
sonalidad . 

Muerto  don  Cayetano  Carreño,  don  Simón  quedó  bajo  la 
tutela  de  su  tío,  el  padre  Rodríguez.  Este  sacerdote  tuvo  que 
reñir  dura  lucha  con  su  sobrino,  que  era  difícil  de  carácter,  ca- 


prichoso  e  irascible .  Asi  J  todo,  don  Simón  asimiló  pronto  los 
conocimientos  que  alcanzó  a  trasmitirle  su  tío  y  después  conti- 
nuó autoinstruyéndose,  logrando  adquirir  una  vasta  ilustración, 
sorprendente  para  su  medio  y  su  tiempo:  acaso  era  él,  en  aquellos 
días,  quien  más  hondamente  conocía  a  Spinoza,  Hobbes,  Rous- 
seau y  los  Enciclopedistas. 

Según  es  tradición  en  la  familia  Carreño,  cierto  día,  des- 
pués de  haber  almorzado  con  uno  de  sus  hermanos,  éste  lo  in- 
vitó a  rezar  en  acción  de  gracias:  don  Simón  se  negó,  porque  no 
se  creyó  obligado  a  darlas.  Surgió  de  aquí  una  disputa  entre 
ambos,  la  que  finalizó  don  Simón  diciendo:  «Ni  tú  tendrás  más 
por  qué  avergonzarte  de  mi  incredulidad,  ni  yo  de  tu  fanatismo, 
porque  me  quitaré  hasta  el  apellido» .  Y  desde  entonces  se 
llamó  Simón  Rodríguez. 

Cuando  "murió  el  coronel  Juan  Vicente  Bolívar,  padre  del 
Libertador,  dejando  a  su  hijo  de  sólo  tres  años  de  edad,  entre- 
gado éste  a  la  tutela  del  Licenciado  Sanz,  el  grave  jurisconsulto 
declaró,  al  cabo  de  20  meses,  que  le  era  imposible  dominar  a 
aquel  pupilo  travieso,  voluntarioso  e  insufrible.  Fué  entonces 
solicitado  don  Simón  Rodríguez  para  sustituir  al  Licenciado  Sanz: 
el  nuevo  maestro  era  apenas  12  años  mayor  que  el  discípulo. 
Pero  aquél  se  propuso  aprovechar  la  oportunidad  que  le  ofre- 
cían, para  poner  en  práctica  el  sistema  de  educación  concebido 
por  Rousseau  y  en  el  cual  se  inspiraron  los  grandes  pedagogos 
modernos:  conservar  a  su  discípulo  en  el  «estado  de  naturaleza» 
y  realizar  en  él  la  difícil  enseñanza  «de  no  enseñar  nada».  De  ahí 
las  continuas  excursiones  al  campo,  las  carreras  por  el  bosque, 
¡as  cabalgatas  en  la  sabana,  los  paseos  al  lago  de  Valencia,  que 
hicieron  del  futuro  Libertador  el  soldado  sin  fatiga,  el  ginete 
incansable,  el  admirable  nadador. 

En  1794,  don  Simón  presentó  al  Ayuntamiento  de  Caracas 
sus  Reflexiones  sobre  los  defectos  que  vician  la  escuela  de  pri- 
meras letras  de  Caracas  y  medio  de  lograr  su  reforma  por  un 
nuevo  establecimiento.  Estudiado  el  proyecto,  el  Ayuntamien- 
to acordó,  el  año  siguiente,  crear  una  escuela  en  cada  parroquia 
y  nombrar  a  don  Simón  director  de  una  de  ellas;  pero  sus  en- 
señanzas parecieron  subversivas  a  las  autoridades  españolas,  a 
tiempo  que  se  halló  comprometido  en  la  revolución  de  Cual  y 
España,  y  tuvo  que  abandonar  el  país .  Los  biógrafos  dicen  que 
esto  aconteció  en  1797,  pero  en  un  cuadernillo  de  apuntaciones. 


que  conserva  el  doctor  Pérez  Carreño,  de  puño  y  letra  de  su 
bisabuelo  don  Cayetano,  se  lee:  «Salió  mi  tío  Simón  de  Caracas 
para  la  Guayra,  á  viajar,  el  miércoles  1  1  de  noviembre  de  1  795 
y  se  embarcó  el  domingo  15  del  mismo».  Acaso  debido  a  la 
admiración  que  Rousseau  había  inspirado  a  don  Simón  por  «el 
maravilloso  Crusoe»  el  embarcarse  en  La  Guaira  para  Jamaica 
tomó  el  nombre  de  Samuel  Robinson. 

En  Kingston  aprendió  el  inglés  en  compañía  de  los  niños  de 
una  escuela,  «con  quienes  no  se  avergonzaba  de  corretear  y  diver- 
tirse» .  Pasó  luego  a  los  Estados  Unidos :  en  Baltimore  trabajó 
como  cajista  en  una  imprenta  durante  tres  años,  al  cabo  de  los 
cuales  se  embarcó  para  Europa.  Llegó  a  Cádiz  y  por  Bayona 
fué  a  París:  allí  contrajo  amistad  con  un  sabio  alemán  que  residía 
en  Viena  y  con  él  fué  a  establecerse  en  la  capital  austríaca.  Allí 
se  le  reunió,  ya  viudo,  a  los  20  años*de  edad,  en  1803,  su  an- 
tiguo discípulo  Simón  Bolívar.  Este  cae  gravemente  enfermo, 
«porque  no  le  encuentra  objeto  a  su  vida»,  sobre  todo,  cuando 
carecía  de  los  medios  pecuniarios  para  abrazar  cualquiera  de 
las  brillantes  carreras  que  le  presentaba  su  maestro .  Entonces 
Rodríguez  lo  salva,  revelándole  de  pronto  que  era  dueño  de 
cuatro  millones:  el  tutor  desordenado  en  sus  propios  negocios, 
había  cuidado  tan  bien  la  fortuna  heredada  por  Bolívar,  que  se 
la  entregaba  aumentada  en  un  tercio,  no  habiendo  gastado  sino 
8.000  francos  en  los  ocho  años  que  ejerció  la  tutela.  Bolívar 
se  marchó  de  Viena,  y  en  Londres,  en  Madrid,  en 
Lisboa  y  en  París  se  entregó  a  una  vida  disipada  y 
principesca,  de  amores,  de  juego  y  de  vino:  hastiado  de 
ella,  llamó  a  su  mentor  y  a  fines  de  noviembre  de  1804,  se 
instalaron  en  la  calle  de  Lancry  y  en  la  primavera  de  1805  em- 
prendieron amobos  a  pie  la  travesía  de  los  Alpes,  hacia  Italia.  De 
Lyon  fueron  a  Chambery  en  once  días;  de  aquí  a  Milán,  en 
donde  presenciaron  la  coronación  de  Bonaparte;  en  la  llanura  de 
Marengo  vieron  desfilar  60 .  000  hombres  por  delante  del  Empe- 
rador.  De  Milán  pasaron  a  Verona,  Vicenza  y  Venecia;  de 
aquí  a  Padua,  Ferrara,  Bolonia,  Florencia,  Perusa  y  Roma,  en 
donde  se  establecieron  en  un  hotel  de  la  plaza  de  España . 

Un  día,  después  de  comer,  a  la  hora  del  crepúsculo,  em- 
prendieron un  paseo  hacia  el  Monte  Sacro .  Llegados  a  la  cima, 
se  sentaron  sobre  un  trozo  de  mármol  blanco,  fragmento  de  una 
antigua  columna  rota:  allí,  ante  el  espectáculo  de  las  grandezas, 
las  magnificencias,  las  miserias  y  las  ruinas  de  la  antigua  Roma, 


Bolívar  «húmedos  los  ojos,  palpitante  el  pecho,  enrojecido  el  ros- 
tro, con  una  animación  febril»  dijo  a  su  maestro :« ¡  Juro  delante  de 
usted,  juro  por  el  Dios  de  mis  padres,  juro  por  ellcs ;  juro  por 
mi  honor  y  juro  por  la  Patria,  que  no  daré  descanso  a  mi  brazo 
ni  reposo  a  mi  alma,  hasta  que  haya  roto  las  cadenas  que  nos 
oprimen  por  voluntad  del  poder  español!» 

De  allí  se  trasladaron  a  Ñapóles,  a  donde  les  había  dado 
cita  Humboldt  y  con  éste  y  con  Cay-Lussac  subieron  el  Vesubio; 
estuvieron  en  Capua  y  regresaron  a  París,  en  donde  se  separaron . 
Bolívar  vino  a  la  América,  a  cumplir  su.  juramento  del  Aven- 
tino;  y  don  Simón  Rodríguez,  que,  según  decía  él  mismo,  «no 
quería  parecerse  a  los  árboles,  que  echan  raíces  en  un  lugar  y 
no  se  mueven,  sino  al  viento,  al  agua,  al  sol,  a  todo  lo  que  marcha 
sin  cesar,»  recorrió  Alemania,  Turquía,  Rusia,  toda  la  Europa, 
por  más  de  veinte  años.  Trabajó  en  un  laboratorio  de  química 
industrial,  concurrió  a  juntas  secretas  de  carácter  socialista,  oyó 
de  cerca  al  Padre  Enfantin,  a  Olindo  Rodríguez,  a  Pedro  Le- 
roux,  estudió  literatura,  aprendió  lenguas,  regentó  una  escuela 
de  primeras  letras  en  un  pueblecito  de  Rusia  y  en  Londres  ad- 
quirió reputación  por  su  sistema  práctico  de  enseñar  escritura, 
matemáticas,  teneduría  de  libros,  español  y  francés. 

Atraído  por  las  glorias  de  su  antiguo  discípulo,  volvió  a 
América  y  en  1 823  llegó  a  Bogotá.  Bolívar  se  hallaba  en 
Pativilca  y  al  saberlo,  le  escribió  una  carta  admirable,  llamándolo 
a  su  lado .  Propuso  al  gobierno  un  plan  educacionista  para  desa- 
rrollarlo en  Bogotá,  pero  según  él,  no  lo  entendieron  y  resolvió 
reunirse  al  Libertador:  se  marchó  a  Guayaquil,  en  donde  per- 
maneció hasta  enero  de  1 825. 

Por  fin,  en  abril  de  aquel  año,  se  reunió  con  el  Libertador 
en  Lima  y  con  él  salió  hacia  la  capital  del  Alto  Perú:  iba  como 
Director  e  Inspector  general  de  Instrucción  Pública  y  Beneficen- 
cia, encargado  de  establecer  Casas  de  educación  para  niños  de 
ambos  sexos,  en  todas  las  ciudades  del  tránsito:  éstas  se  estable- 
cieron en  Arequipa,  en  el  Cuzco,  en  donde  fundó  un  colegio  para 
varones,  otro  para  niñas,  un  hospicio  para  huérfanos  y  expósitos 
$  una  casa-refugio  para  desvalidos;  otro  tanto  hizo  en  Turubamba 
y  en  la  capital  y  otras  poblaciones  del  departamento  de  Puno . 
El  16  de  setiembre  se  encontraron  en  Zepita  con  el  Mariscal  Su- 
cre; el  18  llegaron  a  la  Paz,  el  24  a  Oruro,  el  5  de  octubre 
a  Potosí  y  el  3  de  noviembre  a  Chuquisaca.   Aquí  fue  donde  el 


Libertador  pensó  que  debía  desarrollarse  el  plan  educacionhia 
de  don  Simón  y  en  efecto,  se  fundó  la  Escuela  Modelo,  que  en 
menos  de  cuatro  meses  llegó  a  tener  más  de  200  alumnos;  pero 
marchaba  don  Simón  tan  adelante  de  su  tiempo  y  de  sus  contempo- 
ráneos, que  nadie,  comenzando  por  el  Mariscal  y  los  padres  de 
familia,  quedó  conforme  con  su  sistema  y  la  escuela,  como  dice 
uno  de  sus  biógrafos,  «concluyó  a  capazos» . 

Don  Simón  se  hallaba  en  Cochabamba,  estableciendo  nue- 
vas escuelas,  cuando  el  desastre  de  la  de  Chuquisaca;  de  allí  se 
marchó  a  Oruro,  en  donde  pasó  mil  penalidades .  Socorrido  por 
el  Libertador  en  su  situación  pecuniaria,  pudo  volver  a  Chuqui- 
saca y  en  1828  dio  a  luz  este  libro  sobre  el  Libertador  del  Me- 
diodía, que  ahora  se  reproduce  por  primera  vez  en  Venezuela  y 
en  América,  en  donde  es  poco  conocido  o  cuasi  desconocido. 

En  1 829  se  trasladó  a  Arequipa,  en  donde  fundó  una  pe- 
queña fábrica  de  velas  y  le  agregó  una  escuela  a  petición  de  los 
padres  de  familia  de  la  localidad  y  la  cual  funcionó  más  de  un 
año,  ocupándose  a  la  vez  don  Simón  de  las  mejoras  materiales 
de  la  ciudad,  indicadas  en  sus  Observaciones  sobre  el  terreno  de 
Vincocaya,  con  respecto  a  la  empresa  de  desviar  el  curso  natu- 
ral de  sus  aguas  y  conducirlas  por  el  río  Yumbay  al  de  Arequipa. 

En  1832  estaba  en  Huacho,  después  de  una  corla  perma- 
nencia en  la  ciudad  de  los  Reyes:  el  doctor  Pedro  José  Flores 
quiso  contratarlo  para  dirigir  los  trabajos  del  acueducto  de 
Ayacucho,  pero  no  aceptó  porque  lo  llamaba  de  Chile  don  José 
Antonio  Alemparte,  Intendente  del  departamento  de  Concepción, 
para  encargarlo  del  colegio  de  la  capital.  El  terremoto  de  1835 
acabó  con  el  establecimiento  y  apenas  permaneció  allí  el  tiempo 
necesario  para  presentar  a  la  Intendencia  un  informe  relativo  al 
cataclismo,  en  unión  de  los  señores  Ambrosio  Lozier  y  Juan  José 
Arleaga .  Se  trasladó  a  lugares  de  Chile,  como  Trilabeubu  y 
Monte  Blanco,  víctima  de  enfermedades  y  miseria,  desde  1836 
a  1838:  de  allí  fué  a  Santiago,  en  donde  se  vio  de  nuevo  con 
don  Andrés  Bello . 

En  1 839  estaba  en  Valparaíso,  «asociado  con  don  José  Dá- 
maso Aguayo  para  la  fabricación  de  velas,  y  dirigiendo  la  más 
desierta  escuela  del  barrio  de  La  Rinconada» .  Sobre  la  puerta 
había  colocado  la  siguiente  enseña:  Luces  y  virtudes  america- 
nas, esto  es,  velas  de  sebo,  paciencia,  jabón,  resignación,  cola 
fuerte,    amor   al   trabajo. 


Allí  le  conoció  el  eminente  profesor  del  Colegio  Luis  el 
Grande,  de  París,  Luis  Antonio  Van-der-Heyl . 

En  el  deseo  de  publicar  sus  obras,  se  dirigió  a  Lima,  en 
1842  donde  comenzó  a  editar  por  entregas  su  grande  obra,  Socie- 
dades americanas  en  1  828,  así  como  un  opúsculo  titulado  Crítica 
a  las  providencias  del  Gobierno,  en  1  843 .  Viajó  luego  por  el 
Ecuador  y  en  Latacunga  quiso  dedicarse  a  la  agricultura  y  arren- 
dar un  terreno  en  las  cercanías;  pero  el  presbítero  doctor  Rafael 
María  Vásquez,  sacerdote  colombiano,  que  era  Cura  de  San  Fe- 
Upe  y  Rector  del  Colegio  de  San  Vicente,  se  empeñó  en  recomen- 
darlo al  Gobierno  para  que  se  aprovechasen  sus  conocimientos 
pedagógicos  y  fué  nombrado  don  Simón  profesor  de  botánica  y 
agricultura.  Dejó  en  aquel  Instituto  las  bases  del  reglamento 
hoy  vigente  p  fundó,  además,  la  fábrica  de  pólvora  de  Latacunga; 
pero,  aunque  protejido  por  el  gobierno,  su  instinto  aventurero  lo 
hizo  abandonar  aquella  ciudad  y  en  1846  se  marchó  para  Quilo; 
allí  quiso  establecer  también  otra  fábrica  de  velas,  como  en  Val- 
paraíso, pero  obtuvo  el  mismo  desastroso  resultado;  propuso  al 
gobierno  colonizar  el  oriente  del  país  con  sólo  muchachos,  lo  cual 
no  logró  porque  exigía  una  cantidad  de  dinero,  que  no  le  fué 
acordada,  en  lugar  de  la  dirección  de  la  colonia.  Pasó  a  ¡barra, 
en  donde  estableció  una  sociedad  de  mutuo  auxilio;  qír avezó  el 
Carchi  y  de  nuevo  se  halló  en  Nueva  Granada,  en  1847. 

En  Túquerres,  el  Gobernador  de  la  provincia,  coronel  An- 
selmo Pineda,  lo  nombró  director  de  una  escuela;  pero  en  1850 
estaba  de  vuelta  en  Quito,  en  donde  lo  conoció  don  Manuel  Uribe 
Ángel,  quien  dejó  escrito,  en  página  brillante,  el  recuerdo  de 
aquel   conocimiento. 

Ya  octogenario,  enfermo,  pobre,  desencantado,  salió  de  Qui- 
to para  Piura  y  por  último,  se  refugió  en  Azángaro,  una  aldea 
inmediata  al  lago  de  Titicaca.  De  nuevo  levantó  pies  p  fué  a 
dar  al  puerto  de  Huaymas,  en  donde,  a  mediados  de  marzo  de 
1854,  murió  tristemente  el  maestro  admirable  del  Libertador . 

Tal  fué  el  autor  de  este  libro;  el  modelador  de  Bolívar, 
que  aquilató  en  el  crisol  maravilloso  de  su  espíritu  infusible  el 
metal  rarísimo  en  que  vació  a  un  Libertador. 

Eloy  G.   González. 

De  la  Academia  Nacional  de  la  Historia 

Caracas,  enero  de   1916. 


El  Libertador  del  Mediodía  de  América 


La  presente  edición  es  copia 
del  ejemplar  que  existe  en  la 
Biblioteca  Nacional  de  Caracas, 
y  en  ella  se  lian  conservado  la 
ortografía  y,  en  lo  posible,  la 
forma  tipográfica  del  original. 
Como  un  homenaje  a  la  me- 
moria del  Libertador  la  publi- 
can Pedro-Emilio  CollyEduar- 
do  Coll  Núñez,  en  la  Imprenta 
Bolívar  el  año   de 

MCMXVÍ 


del 


SUS  COMPANEROS  DE  ARMAS 


defendidos  por 


UN  AMIGO  DE  LA  CAUSA  SOCIAL 


La  causa  del  Jeneral  Bolívar 
es  la  cíe  los  Pueblos  Americanos: 
en  ella  se  interesan  los  Jefes 
de  las  nuevas  Repúblicas 

Instruyamos  al  Pueblo 
con    nuestros    debates. 


NOTA 


Esta  defensa  se  escribió  en  Bolivia,  durante  el  año  28, 
y  corrió  manuscrita,  entre  personas  de  confianza,  con  la  si- 
guiente advertencia,  antes  del  título . 

«El  que  desprecie  este  escrito,  porque  no  va  impreso, 
«acuérdese  que  el  Estilo  precedió  á  la  pluma,  p  que  primero 
«se  escribió  en  Papyrus  que  en  Fieltros  de  trapos..  .Impreso  no 
«quiere  decir  Bueno:  en  Bolivia  no  hav  imprenta  que  publique 
«mas  de  un  pliego». 

Desde  entonces  las  circunstancias  no  han  sido  favorables 
para  publicar  un  escrito  que  habría  comprometido  al  autor  con 
el  Gobierno  del   Perú. 

El  deseo  cíe  distinguirse  es  mas  poderoso  que  el  de  vengarse, 
en  los  hombres  que  piensan  bien;  aunque  estén  poseidos  de  la 
pasión  mas  violenta:  su  juicio  no  les  permite  nunca  cegarse  has- 
ta el  punto  ele  prescindir  de  la  estimación  ele  sus  semejantes,  por 
sostener  un  capricho.  Estos  hombres  saben,  que  en  la  causa 
mas  desesperada  se  admite  un  defensor,  y  que  este  no  terne 
(entre  pueblos  civilizados)  ser  perseguido  por  sus  buenos  ofi- 
cios .  Lo  contrario  sucede  entre  naciones  bárbaras — el  Perú 
no  está  en  est(  caso:  mucho  menos,  cuando  se  presenta  á  la 
faz  del  mundo,  pretendiendo  un  lugar  entre  las  naciones  cultas . 


Se  publica  la  defensa  del  J enera!  Bolívar  en  Arequipa, 
por  Simón  Rodríguez,  en  la  Imprenta  Pública,  administrada 
por  Vicente  Sánchez . 


Enero  de  lí 


Sucede  en  los  Pleitos  Ruidosos,  lo  que  en  las  Enferme- 
dades Graves ....  se  hacen  juntas  de  Abogados  como  de  Mé- 
dicos: se  escojen  los  mas  acreditados  entre  los  Protectores  de 
la  Justicia  ó  de  la  Salud ....  sin  desdeñar,  por  eso,  la  coope- 
ración de  los  Empíricos. 

El  deseo  de  triunfar,  como  el  de  vivir  (que  en  todos  es 
ardiente)   admite  las  mas  veces 

Tabeliones .  .  .   entre  los  Sacerdotes  ele  Témis 

y 

Curanderos  entre  los  discípulos  de  Esculapio. 


para  defender  al  REY 

en  la  persona  de  Luis  XVI 

no    faltó   quien    abrazase    su   causa 

en  presencia  de.  .  .    ¡un  Pueblo  entero  !  .  .  .  ¡  enfurecido  y 

»  armado  ! 

para   defender   al   HÉROE 
en  la  persona  de  Simón  Bolívar 
no  hay  quien   ose  encararse 

con  un  partido  de  ¡  pocos  hombres  !   .  .  .   ¡  resentidos  ó 

preocupados  ! 

entre  BAYONETAS! 

abogó  un  Francés  por  su  SEÑOR  ! 

entre    PLUMAS  ! 

temen  los     americanos  apersonarse  por  su  LIBERTADOR  ! 

¿  será  prudencia  ó  cobardía  ? 


INTRODUCCIÓN  A  LA  DEFENSA 


S¡ 


II  algunos  hombres  que,  ahora  pocos  años,  erraban  en 
tinieblas,  gozan  hoy  de  la  inesperada  fortuna  de  figurar  en  el 
mundo  político:.  .  .  Si  otros,  que  la  suerte  condenaba  á  un  olvi- 
do perpetuo,  ven  sus  nombres  contados  entre  los  materiales  de 
la  historia  de  América: Si  tantos,  de  los  que,  ni  en  se- 
creto se  atrevian  á  decir  lo  que  pensaban,  hablan  hoy,  sin  pensar 

e   IMPUNEMENTE,   mas  de  lo  que  la  decencia  permite: , 

Si  los  que  creian  morirse  pensando,  tienen  hoy  la  libertad  de 
publicar  impresas  sus  ideas ¿  á  quien  deben  estas  satis- 
facciones ?..  .  ¿por  quien,  las  insípidas  tertulias  de  Seminario 
y  de  Convento,  se  han  convertido  en  sociedades  pensantes  ? 
(a)  ¿por  quien,  los  claustros  se  han  transformado  en  Asambleas 
Políticas  ?  .  .  ¿  por  quien,  tantos  hombres,  perdidos  en  ocupa- 
ciones insignificantes,  se  ven  hoy  reunidos  en  Congreso,  tratando 


(a)  Recuérdese  á  los  críticos  de  la  lengua  que,  PEN- 
SANTE es  el  que  piensa,  p  PENSADOR,  el  que  se  ejer- 
cita en  pensar.  Hasta  el  otro  día,  los  americanos  hadan  pro- 
fesion  de  no  pensar:  el  rey  pensaba  por  ellos. 


8 


del  bien  público?  —  ¿Qu>en  l°s  sac°  ^e  su  mediocridad,  para 
elevarlos  á  la  dignidad  de  Legisladores?  .  .  .    en  fin .  .  .¿quien  ha 

obrado  el  prcdijio  de  hacer   hablar  de  Política? ¡¡¡EN 

LAS   COLONIAS   ESPAÑOLAS!!! 

Responded  MILITARES  ¡  hombres  estimables  !  ¡  dig- 
nos compañeros  del  ilustre  BOLÍVAR. 

O  ¡Jóvenes  Jenerosos!  El  entusiasmo,  que  inspira  una 
causa  noble,  os  hizo  abandonar  cuanto  agradable  hay  en  el 
mundo.  Disfrazados  con  las  canas  de  la  senectud,  os  retiráis 
de  los  campos  donde  vencisteis,  buscando  en  los  poblados.  .  . 
nó  los  honores  del  triunfo.  .  .  síno  los  brazos  de  vuestros  compa- 
triotas,  y .  .  .  tai  vez ...  el   corazón   de  vuestras   amantes. 

Ha!  volved  los  ojos  hacia  esos  retratos  que  dejaisteis  al 
despediros,  y  preguntad  por  qué  causa  habéis  salvado,  sin  sen- 
tirlo, los  floridos  años  de  vuestra  vida.  Y.  .  .  ¡cuantos,  entre 
vosotros,  no  se  verán  pravades  hasta  de  este  consuelo  !  La  aman- 
te, que  unida,  en  otro  tiempo,  á  vuestra  suerte,  os  habría  sido 
constante — ofendida  de  ver  sus  gracias  pospuestas  á  la  saña 
de  Marte,  oyó  los  consejos  de  la  ausencia  y  os  entregó  al  ol- 
vido . 

¡  Todo  lo  habéis  perdido  !  salud,  caudal  parientes, 
¡amantes!  ....  pero  nos  queda  (decis)  el  objeto  de  nuestra  am- 
b¡cion: — nos  queda  la  gratitud  de  los  pueblos  que  hemos  hecho 

independientes O    ¡inocente   confianza! — propia   de   quien 

conoce  su  mérito  !  Sin  los  pocos  hombres  sensibles  que  en 
todas  partes,  consuelan  á  los  muchos  que  padecen ; .  .  no  ten- 
dríais quien  agradeciese  vuestro  sacrificio — sin  el  corto  número 
de  hombres  sensatos,  con  que  cuenta  el  jénero  humano  para 
juzgar  de  sus  acciones, ...  no  tendríais  quien  admirase  vues- 
tro heroísmo .  En  jeneral,  los  mismos  hombres  que  vuestos 
esfuerzos    han    hecho    valer .  .  .  ¡  desprecian    vuestros    servicios  ! 

¡llaman    á    juicio    vuestros    sentimientos! y ¡  ¡  ¡os 

persiguen !  !  !    por  supuestas   pretensiones   de   dominarlos . 

Pero,  no  os  entristezcáis;  á  los  grandes  servicios  corres- 
ponde la  ingratitud:/ — todo  hombre  de  poco  juicio,  que  va  hacer 
mucho  en  su  obsequio,  recibe  el  obsequio  con  desden,  porque 
cree  merecer  mas  -los  hombres  limitados  hacen  número  en  to- 
das partes.  Despreciad  su  ingratitud,  y  consolaos  con  el  dul- 
ce recuerdo  de  haber  desempeñado,  con  constancia  y  con  honor, 
la  dura  obligación  que  os  impusisteis  por  amor  á  vuestra  patria. 


9 

Como  conquistadores  de  la  Independencia,  habéis  hecho 
vuestro  deber;: — los  monarcas  mismos  os  respetarían,  si  volvie- 
sen á  dominar,  y  os  colmarían  de  honores,  si  no  temiesen  vuestra 
influencia.  ¿Tendría  esta  satisfacción  alguno  de  los  que  tara 
groseramente  os  insultan? 

Vosotros  prometisteis  la  Independencia,  ó  morir  peleando 
por  ella:  ambas  promesas  han  visto  cumplidas  los  pueblos: 
¿qué  han  hecho  sus  Representantes  para  darles  la  Libertad? 
—En  un  descampado,  promete  una  compañía  de  Actores,  re- 
presentar un  drama  nuevo,  si  le  dan  teatro:  el  deseo  de  verla 
anima  al  trabajo,  y  la  juventud,  siempre  dispuesta  á  empresas 
laboriosas,  se  encarga  de  la  obra:  en  poco  tiempo  despeja, 
construye  y  entrega  el  edificio  á  los  actores .  El  dia  señalado 
poetas  y  aficionados  asisten:  los  actores  se  presentan  con  trajes, 
en  parte  conocidos,  en  parte  extrañbs .  .  .  todo  se  les  suple,  es- 
perando que  hablen.  .  .    al  fin  empiezan;  pero que? — una 

comedia  añeja,  retocada  de  priesa,  y  sostenida  con  ciertos  saí- 
netes :  ni  viejos  ni  mozos  aplauden,  porque  ninguno  ve  ni  las 
ideas,  ni  el  gusto  de  su  edad. — '¿  Se  quejarán  los  actores,  con 
razón,  si  el  auditorio  militar  murmura? 

La  sangre  vertida  en  los  campos  y  en  los  suplicios, 
clamará  siempre  cnotra  los  que  fueron  causa  de  la  destrucción 
prematura  de  tantos  hombres,  bajo  pretexto  de  mejorar  la  suerte 
de  la  sociedad  futura . 

El  cuerpo  militar  no  ha  hecho  Constituciones . 


MÉRITO  DE  LA  DEFENSA 


Si  fuese  posible  recojer  los  hechos  de  cada  soldado,  la 
historia  de  la  revolución  pasaría  por  apócrifa:  solo  para  los  que 
han  visitado  la  América  del  Sur  seria  verdadera — y  estos  cifra- 
rian,  en  dos  palabras,  el  mérito  de  los  caudillos .  .  . 

Ideas  y  Milicia.  .    ¡qué  creación! 

El  que  conozca  las  Colonias  Españolas,  no  cesará  de  ad- 
mirar á  Bolívar,  y  nunca  lo  admirará  bastante.  Bolívar  no 
se  ha  apropiado  la  parte,  que  han  tenido  en  su  gloria,  muchos 
de  sus  Compañeros:  él  ha  sido  el  primero  que  les  ha  hecho 
justicia  á  la  faz  del  mundo — que  ha  premiado,  y  que  ha  reco- 
mendado sus  servicios — En  Europa  pelean  soldados  contra  sol- 
dados,   y    ¡os    Jenerales,    fuera    del    campo    de   batalla,    van    en 


10 


coche:  en  América,  el  ejército  ha  combatido  contra  los  elemen- 
tos y  contra  los  imposibles — abrasándose  en  las  llanuras  y  he- 
lándose en  las  montañas.  .  .  ¡  sin  camino,  sin  puentes,  y,  las 
mas  veces,  sin  caballos  !  ...  ¡  sin  víveres,  sin  vestidos,  sin  hos- 
pital, y,  en  los  poblados,  sin  sueldo  !  .  .  .  ¡los  Jefes,  padeciendo 
como  el  último  soldado,  trazaban  los  planes  en  la  arena,  y  al 
ejecutarlos,  les  faltaban  pertrechos  y,  á  veces,  subordinación. 
Pero,  todo  lo  vencia  la  presencia  de  Bolívar  en  el  combate, 
y  de  lejos,  su  nombre  reunía  todos  los  ánimos,  y  conciliaba  todos 
]os  intereses . 

¿  Cómo  pudo  hacerse  partido,  á  los  principios,  ¡  un  jó- 
"ven  ! .  .  .  ¡  sin  reputación  política  ni  militar  !  .  .  .  ¡  privado  de 
todo  recurso  !  ¡  desconceptuado  en  la  opinión  pública,  por  la 
lengua  y  por  la  pluma  de  un  enjambre  de  enemigos  cobardes  que 
habitaban  las  ciudades ...  y  atacado,  en  los  campos,  por  un  nú- 
mero superior  de  tropas  andadas,  pagadas  y  llenas  de  esperan- 
zas! Los  Jenerales  realistas  contaban  con  una  recompensa — 
el  Jeneral  Bolívar  no  tenia  otra  perspectiva  que  el  cadalso. — - 
Héchose  ya  un  partido  ¿  por  qué  medios  atrajo  todos  los  par- 
tidos al  suyo .  .  concentró  una  acción .  .  y  regularizó  el  plan  de 
cperaciones  que  ha  desarmado  á  sus  adversarios  ?  Si  esto  se 
hace  sin  talento,  cualquiera  de  sus  detractores  podría  ser  un 
Bolívar. 

Bolívar  no  vio,  en  la  dependencia  de  la  España,  oprobio 
ni  vergüenza,  como  veia  el  vulgo;  sino  un  obstáculo  á  los  pro- 
gresos de  la  sociedad  de  su  pais .  Para  vencer  este  obstáculo, 
le  fué  menester  arrostrar  mil  especies  de  muerte,  y  en  tan  terri- 
bles peligros  tuvo  muchos  compañeros:  ahora  que  llama  á  algunos, 
para  que  le  ayuden  á  asegurar  lo  conquistado,  lo  dejan  solo  ó 
lo  contrarían .  En  la  guerra,  nadie  le  disputó  la  primacia — en 
la  pacífica  empresa  de  la  organización  pública,  pocos  entran,  y 
cuando  entran  quieren  ser  primicerios:  hasta  los  que  nada  hicie- 
ron por  la  Libertad,  se  arrogan  el  título  de  defensores  de  ella, 
suponiendo  que  el  Padre  DE  LAS  REPÚBLICAS  en  América,  pre- 
tende sufocarlas  á  su  nacimiento .  La  exclamación  favorita  de 
esta  especie  de  políticos  es  ¡  Bonaparte !  para  infundir  temores — 
y  su  cita  a  la  moda  ¡  Norte- América !  para  enredar  á  los  Indios 
en  variedad  de  Gobiernos  J?  de  sectas  relijiosas,  sin  que  la  re- 
clame la  variedad  de  opiniones  é  intereses  que  reina  en  los  Es- 
tados Unidos . 

Todos  los  militares  de  talento  envainan  la  espada  para 
abrir  los  libros,  desde  el  momento  en  que  el  enemigo  les  abando- 


lí 


na  el  campo;  pero  tienen  la  desgracia  cíe  verse  contrariar  por 
una  especie  de  hombres  que,  sin  mas  proyecto  que  el  de  instruirse, 
ó,  cuando  mas,  con  el  de  buscarse  pan  ú  honor  por  las  letras, 
pasó  su  vida  leyendo  lo  que  no  tenia  intención  de  practicar — Es- 
ta especie  de  hombres  hace  con  los  militares,  lo  que  algunos  na- 
turalistas con  sus  ayudantes ....  enviarlos  a  herborizar,  cazar  y 
pescar,  para  que  les  traigan  objetos  que  vieron  pintados  en  lá- 
minas de  historia  natural — al  recibirlos  les  dan  las  gracias  y  los 
envían  á  descansar,  como  incapaces  de  hacer  clasificaciones — 
Raro  es  el  militar  que  sepa  distinguir  de  literatos;  pero,  es  mas 
raro  aun,  el  literato  que  quiere  hacer  justicia  á  un  militar:  para  un 
militar  sin  talento,  iodos  los  literatos  son  filósofos;  y  es,  porque  en 
la  idea  de  FILÓSOFO  va  envuelta  la  de  COBARDE — los  literatos 
vulgares  tienen  á  todo  militar  por  ignorante  ó  desalmado.  Los  hue- 
nos  literatos  podrían  humillar  la  arrogancia  de  algunos  militares, 
abandonándolos  á  sus  conquistas — Los  militares  sensatos  debe- 
rían castigar  la  impertinencia  de  los  literatos  vanos,  abandonán- 
dolos á  sus  libros — la  escena  de  dos  especies  de  locos,  la  una 
úempre  peleando,  y  la  otra  siempre  leyendo,  desaparecería  por 
falta  de  medios  con  qué  pagar  armeros  é  impresores . 


12 


ORIJEN,  CARÁCTER  Y  CONDUCTA  DEL 
JENERAL  BOLÍVAR 

Orijen  natural  y  social. 

Simón  Bolívar  nació  en  Caracas  (Capital  de  la  Provincia 
de  Venezuela)  á  fines  del  siglo  1  8 — y  á  principios  del  1  9,  sacó 
una  gran  parte  de  la  América,  del  estado  de  colonia  miserable: 
le  dio  muchas  ideas  suyas ;  y,  de  las  ajenas  propagó  las  mas  pro- 
pias para  hacer  pueblos  Ubres  con  los  elementos  de  la  esclavitud. 

Carácter . 

Hombre  perspicaz  y  sensible .  .  .  por  consiguiente  delicado . 
Intrépido  y  prudente  á  propósito ....  contraste  que  arguye  jui- 
cio— Jeneroso  al  exceso,  magnánimo,  recto,  dócil  á  la  razón.  .  .  . 
propiedades  para  grandes  miras — Injenioso,  activo,  infatigable.... 
por  tanto,  capaz  de  grandes  empresas .  Esto  es  lo  que  importa 
decir  de  un  hombre,  á  todas  luces  distinguido,  y  .  .  lo  solo  que 
llegará  de  él  á  la  posteridad. 

Anécdotas,  presajios,  agudezas  de  la  infancia,  travesuras, 
amores,  apoftegmas  de  la  juventud ....  debilitan  la  impresión 
del  personaje  en  el  cuadro  de  una  vida  ilustre. 

El  dia  y  la  hora  de  su  nacimiento  son  de  pura  curiosidad — 
Los  bienhechores  de  la  humanidad,  no  nacen  cuando  empiezan  á 
ver  la  luz ;  sino  cuando  empiezan  á  alumbrar  ellos . 

Escriban  la  historia  de  las  campañas  de  Bolívar  los  mili- 
tares que  lo  han  acompañado  en  la  guerra — Sus  secretarios.  . 
los  detalles  de  su  política — Sus  sirvientes  juzgarán,  mejor  que 
nadie,  de  su  jenio — y  sus  ENEMIGOS  se  encargarán  de  publicar, 
por  separado,  un  tratado  completo,  revisto,  y  considerablemente 
aumentado  de  sus  DEFECTOS.  Para  una  historia  se  necesitan 
muchos  autores. 

Conducta  moral. 

No  sin  razón  se  alega  jeneralmente  por  mérito  el  haberse 
educado  en  los  coíejios:  la  presunción  de  haber  aprendido  es 
fundada,  porque  estudiando  se  aprende.  Pero  así  como  hay 
hombres,  á  quienes  esta  presunción  no  .favorece,  así  también  hay, 


13 


aunque  pocos,  que  nacieron  para  educar,  y  estos  empiezan  por 
si-mismos:  el  mundo  es  su  colejio — su  curiosidad  les  da  libros — - 
y  su  discernimiento  les  sirve  de  maestro .  El  Jeneral  Bolívar 
es  de  esta  especie  de  hombres — mas  quiere  pensar  que  leer, 
porque  en  sus  sentidos  tiene  autores — lee  para  criticar,  y  no  cita 
sino  lo  que  la  razón  aprueba — tiene  ideas  adquiridas  y  es  capaz 
de  combinarlas .  .  .  por  consiguiente  puede  formar  planes :  por 
gusto  se  aplica  á  este  trabajo — tiene  ideas  propias .  .  .  luego  sus 
planes  pueden  ser  orijinales:  en  su  conducta  se  observan  unas  di- 
ferencias que,  en  jeneral,  se  estudian  poco.  .  .  Imitar  y  ADOPTAR, 
adaptar  y  CREAR. 

El  espíritu,  del  hombre  de  talento,  sabe  asimilarse  las  ideas 
ajenas — el  del  limitado  se  las  agrega .  El  Jeneral  Bolívar  no 
imita:  por  el  mal  que  haga,  debe  culpársele  con  justicia:  sus 
obras  son  hijas  de  su  reflexión;  pero  para  juzgarlo  es  menester 
entenderlo,  ú .  .  .    oirlo,  sí  no  se  penetran  sus  intenciones . 

Conducta  social. 

Desde  muy  joven  pensó  en  la  política  que  gobernaba  la 
América:  viajando  en  España,  en  Francia,  en  Italia,  en  los 
Estados  Unidos  y  en  Inglaterra  (en  esta,  con  una  comisión  deí 
Gobierno  de  Caracas)  hizo  comparaciones:  vuelto  á  su  pais,  se 
retiró  al  campo,  y  á  los  primeros  movimientos  que  ocasionó  e' 
trastorno  de  la  España  en  Venezuela,  dejó  de  una  vez,  reposo, 
caudal,  parientes,  y  se  entregó  á  la  suerte  de  la  guerra. 

Su  vida  política  se  confunde  con  su  vida  militar:  en  un  es- 
tado de  cosas  enteramente  nuevo,  los  progresos  de  sus  armas 
eran  los  de  su  gobierno:  creador  de  uno  y  otro,  al  paso  que  con- 
cillaba la  opinión  de  un  corto  número  de  habitantes,  les  confiaba 
su  suerte  política — reservándose  el  mando  militar,  como  único 
medio  de  conservar  y  extender  sus  conquistas .  Por  este  acer- 
tado proceder,  y  por  una  conducta  tan  sabia  como  feliz,  consi- 
guió en  el  espacio  de  pocos  años  reunir  en  cogreso  las  princi- 
pales provincias,  conocidas  hoy  bajo  el  nombre  de  Colombia — 
Agrega  en  seguida  á  Quito  y  á  Guayaquil,  y  forma  una  sola 
República  desde  el   Istmo  hasta  mas  allá  del  Orinoco. 

Un  ejército  español,  reforzado  en  el  Perú,  se  preparaba 
á  atacarlo — era  menester  sorprenderlo:  con  este  fin  marcha  al 
frente  de  sus  tropas,  empeña  una  acción  en  Junin,  la  manda  en 
persona  y  vence — El  enemigo,   retirándose,   concentra  todas  sus 


14 


fuerzas  en  Ayacucho:  allí,  después  de  una  batalla  de  pocas  horav 
pierde  la  España,  de  un  golpe,  preponderancia  militar,  domina- 
ción política,  y  con  ellas,  toda  esperanza  de  restablecimiento — ■ 
El  Jeneral  Sucre,  uno  de  los  mas  distinguidos  discípulos  de  Bo- 
lívar, mandó  en  jefe:  los  hijos  de  Colombia  y  los  del  Perú, 
divididos  en  distintos  cuerpos,  pero  animados  del  mismo  espíri- 
lu,  rivalizaron  en  valor,  y  por  una  noble  ambición,  se  disputan 
aun  el  honor  de  la  victoria .  Decidan  sobre  méritos  los  espec- 
tadores de  la  acción:  la  etiqueta  del  campo  es  de  resorte  militar — 
los  pueblos  no  ven,   en  Ayacucho,   sino  un  ejército  vencedor,   y 

en  cada  soldado  un  libertador  de  la  patria el  Perú  queda 

independiente . 

Poco  después  se  divide  en  dos  Estados:  la  rejion  baja  conser- 
va su  antiguo  nombre,  y  la  alta  adopta  el  de  Bolivia,  en  honor 
de  su  Libertador — Bolívar-.,  sube  á  las  cimas  de  los  Andes  á  pro- 
tejer  la  creación  del  nuevo  Estado — establece  un  Gobierno  pro- 
visional— convoca  un  Congreso  constituyente — y  le  da  un  pro- 
yecto  de    Constitución . 

Por  poco  que  se  hayan  seguido  los  hechos  hasta  esta  cir- 
cunstancia, y  por  poco  que  se  reflexione  sobre  el  estado  actual 
de  las  cosas,  todo  amigo  de  la  justicia  aprobará  que  el  observa- 
dor diga    (y  los  enemigos  de  Bolívar  lo  permitirán) 

Por  él  son  independientes  Colombia  y  el  Perú 

A  él  debe  su  existencia  política  Bolivia 

Por  el  respeto  que  infunden  sus  virtudes  morales  y  mi- 
litares, gozan  las  tres  repúblicas  de  seguridad,  y 

De  la  confianza  que  inspira  su  confianza  pública  a 
los  monarcas,  puede  esperar  su  existencia  futura  el 
Gobierno  republicano  en  América . 

Digan  los  pueblos,  pues,  y  díganlo,  sin  temor  de  ser 
desmentidos,  porque  no  exajeran,  que 

Todo  lo  ha  hecho  Bolívar  ó  lo  ha  hecho  hacer  y  que 
¿olo  sus  obras  han  tenido  y  pueden  tener  consistencia. 

Cuando  los  muchos  datos  que  presenta  la  historia  de  la 
revolución  hasta  la  época  de  la  creación  de  Bolivia,  no  viniesen 
al  apoyo  de  esta  verdad, — los  últimos  acontecimientos  de  Colom- 
bia bastarían,  para  hacerla  incontestable. 

Durante  la  mansión  de  Bolívar  en  el  Perú,  la  ajitacion 
que  causan  las  elecciones  en  todo  pais  republicano,   amenaza  la. 


15 


tranquilidad  pública  en  Colombia — En  pocos  dias  salva  la  con- 
siderable distancia  que  separa  á  Lima  de  Bogotá,  y  en  pocos 
meses  recorre  el  territorio  de  la  República — reconcilia  los  par- 
tidos— restablece  la  paz — y  da  á  los  negocios  su  curso  ordi- 
nario . 

¡  Hagan  los  conformistas  otro  tanto  !  .  .  .  ¡  empuñen  el  có- 
digo para  calmar  tumultos  !  ¡  aleguen  leyes  entre  gritos  ! 
j  bagan  resonar  el  grave  acento  de  la  razón,  enmedio  de  una  al- 
gazara de  pretensiones  absurdas  ! — Pero,  según  ellos,  Bolívar 
no  tiene  facultades  para  semejante  procedimiento — su  zelo  es  un 
abuso  escandaloso  de  autoridad — las  órdenes  que  da,  en  los  pue- 
blos del  tránsito,  son  otros  tantos  actos  de  despotismo — y  toda  su 
conducta,  una  TIRANÍA  DECLARADA;  con  todo,  Colombia  pone, 
en  manos  del  TIRANO,  su  suerte . 

Piensan  aíguos  diaristas  darse  ^importancia,  imitando  á  la 
Inglaterra.  .  .  todavía  no  es  tiempo — creen  hacerse  lugar  entre 
los  políticos  desacreditando  su  Gobierno,  y  denigrando  á  sus 
Majistrados .  .  .  se  engañan:  por  la  moderación  ganarían,  lo  que 
pierden  por  su  incivilidad — De  las  calumnias,  que  publican  im- 
presas, algunos  hombres  oscuros  para  darse  á  luz,  deben  los 
militares  hacer  el  caso  que  hace  el  Libertador  y  que  hacen  los 
hombres  de  juicio  en  América  y  en  Europa.  Los  pueblos  del 
mediodía  de  América  deben  ver  en  Bolívar  un  padre,  y  hermanos 
en  sus  soldados:  no  será  un  ejército  de  gaceteros  el  que  los 
defienda,  si  Bolívar  y  sus  compañeros  los  abandonan . 

La  guerra  de  la  Independencia  no  ha  tocado  á  su  fin,  en 
una  tregua  insidiosa  se  preparan  los  asaltos,  y  con  libros  no  se 
detienen  bayonetas.  La  suerte  social  de  los  pueblos  está  en  ma- 
nos de  sus  Representantes ...  Su  defensa  está  en  los  brazos 
de  cada  ciudadano  que  se  arma — Si  la  disciplina  cultiva  el  valor 
y  forma  buenos  soldados.  .  .  un  buen  Jefe  lo  da  la  fortuna.  A 
veces  con  menos  aptitudes,  y  seguramente  por  menores  servicios 
que  los  de  Bolívar,  asciende  un  soldado  á  Jeneral  en  Europa: 
los  pueblos  lo  respetan,  y  la  prensa  no  publica  sino  sus  virtudes: 
solo  en  la  América  Española  se  duda  del  mérito  de  un  hombre, 
porque  es  americano.  .  .  .  este  ejemplo  lo  han  tomado  los  colo- 
nos, de  la  madre  patria;  en  ninguna  parte  vale  menos  el  talento 
de  un  Español,  que  en  España. 


16 
FUNDAMENTOS   PARA  ESTABLECER   EL  JUICIO 

DEBE   HABER  DOS 

Derecho  del  acusado  para  ser  defendido 
Derecho  del  lector  para  ser  juez 

Primer  fundamento 

El  hombre  de  la  América  del  Sur  es  Bolívar.  Se  empe- 
ñan sus  enemigos  en  hacerlo  odioso  ó  despreciable,  y  arrastran 
la  opinión  de  los  que  no  lo  conocen — Si  se  les  permite  desacredi- 
tar el  modelo,  no  habrá  quien  quiera  imitarlo ;  y  si  los  Directores 
de  las  nuevas  Repúblicas  no  imitan  á  Bolívar,  LA  CAUSA  DE  LA 
LIBERTAD    ES    PERDIDA.       ,,. 

Un  paralelo  entre  Washington,  Bonaparte  y  Bolívar,  con 
designio  de  elevar  á  uno  solo,  seria  impertinente — Difícil  empresa 
seria,  en  tres  revoluciones  tan  desemejantes,  traer  los  hechos  á 
una  exacta  correspondencia,  para  establecer  rangos  entre  los 
TRES  HOMBRES  DEL  SIGLO.  Todo  lo  que  debe  decirse,  en 
honor  del  talento  que  les  ha  dado  tan  justa  celebridad,  es,  que 
cualquiera  de  los  tres,  en  las  circunstancias  en  que  se  halló  uno, 
se  habría  distinguido  del  mismo  modo,  porque  habría  hecho  otro 
tanto — El  teatro  da  mas  brillo  á  la  acción,  pero  nó  mas  mérito: 
— jentes,  suelo  y  medios  diferentes,  han  debido  influir  en  los 
procedimientos:  la  Europa,  los  Estados  Unidos  y  el  resto  de  la 
América  difieren  tanto  entre  sí,  cuanto  se  parecen  los  Héroes  que 
han  producido — la  historia  no  los  distinguirá  sino  por  sus  nom- 
bres. 

El  Jeneral  Bolívar  ve  las  cosas  en  grande,  como  hombre 
público — la  nimiedad  es  propia  del  Gobierno  económico.  Es 
verdad  que  para  ocuparse  exclusivamente  en  negocios  de  pura 
política,  es  menester  contar  con  las  cosas  pequeñas  ya  estableci- 
das y  corrientes:  en  esto  difieren,  de  la  América  Española,  la  Eu- 
ropa y  los  Estados  Unidos .  En  la  revolución  de  los  anglo- 
americanos, y  en  la  de  los  Franceses,  los  Gobernantes  no  tu- 
vieron qué  pensar  en  crear  pueblos,  sino  en  dirijirlos .  La  Amé- 
rica Española  pedia  dos  revoluciones  á  un  tiempo,  la  Pública  y 
la  Económica:  las  dificultades  que  presentaba  la  primera  eran 
grandes — el  Jeneral  Bolívar  las  ha  vencido,  ha  enseñado  ó  exci- 
tado á  otros  á  vencerlas:  los  obstáculos  que  oponen  las  preocupa- 


17 


dones  á  la  segunda,  son  enormes — el  Jeneral  Bolívar  emprende 
removerlos,  y  algunos  sujetos,  A  NOMBRE  DE  LOS  PUEBLOS  le 
hacen  resistencia  en  lugar  de  ayudarle — Sedientos  de  venganza, 
por  injurias  supuestas,  ó  ciegos  de  ambición  por  empleos  que 
quizá  no  pueden  desempeñar,  se  jactan  de  ser  sus  enemigos,  con- 
denan sus  principios,  le  adivinan  malas  intenciones,  le  suscitan 
guerras  en  unas  partes,  se  las  declaran  y  las  llevan  á  efecto,  en 
otras,  lo  asaltan  en  su  propia  casa  para  asesinarlo,  trastornan,  al- 
borotan, llaman  su  atención  sobre  todos  los  puntos  y  su  presencia 

en  los  mas  importantes Sucumben,   y  se  dispersan :   unos 

toman  el  partido  de  callar,  otros  el  de  instigar  sordamente,  y 
los  mas  comprometidos  salen  á  hacer,  en  paises  extraños,  el 
papel  de  ilustres  desgraciados. 

Aprenden  los  pueblos  á  conocer  sus  verdaderos  defensores 
en  los  que  sostienen  los  choques  que  sufre  su  causa:  vean  en  los 
principios  de  Bolívar  los  de  la  seguridad  jeneral,  y  en  su  persona 
la  columna  maestra  del  sistema  republicano — Bolívar  merece  ser 
defendido:  les  americanos  deben  considerarlo  como  un  padre, 
cargado  con  el  tesoro  de  sus  derechos,  peleando  solo  contra  mi- 
llares de  enemigos,  y  pidiendo  socorro  á  los  mismos  que  de- 
fiende . 

Por  no  quererse  persuadir  de  esta  verdad — por  no  querer 
imitar  á  Bolívar,  yerran  gravemente  los  que  mandan  unos  pue- 
blos tan  desordenados  y  tan  pobres,  confiados  en  que  una  pequeña 
parte  muy  voluntariosa  (que  llaman  sana,  porque  no  la  conocen) 
los  ha  de  ayudar.  Reconozcan,  pues,  los  pueblos  del  mediodía 
de  América  que 

al  valor  y  á  la  sagacidad  de  Bolívar  deben  su 
Independencia,  y  crean  que 

á   su  prudencia   y   á   su   firmeza   deberán   su   Li- 
bertad . 

_  Bolívar  (repítese)  no  se  apropia  la  parte  que  tienen  en  su 
gloria,  muchos  de  sus  compañeros — él  es  el  primero  que  les  hace 
justicia  á  la  faz  del  mundo,  que  premia,  p  que  recomienda  sus 
servicios. 

Segundo  fundamento 
Derecho   del    lector   para   ser   juez 
(Permítase  tomar  las  cosas  desde  los  principios,  para  satis- 
facer de  antemano,  á  los  que   tienen   la  laudable   costumbre   de 
pedir  razones  de  razones)  . 


18 


Perspicacia,  es  la  facultad  que  cada  sentido  tiene,  con 
exclusión  de  los  demás,  para  percibir  las  diferencias  que  distin- 
guen un  objeto  material  de  otro — Todos  los  hombres  están  dota- 
dos de  esta  facultad:  su  privación  total  es  estupidez  absoluta.  .  . 

pero, 

Perspicacia  espiritual,  gusto  ó  Estética,  es,  sentir  bien  to- 
das las  diferencias  que  distinguen  un  objeto  de  otro,  cuando  el 
sujeto  de  la  observación  es  un  estado  de  cosas  ó  una  acción — 
Esta  facultad  no  puede  ejercerse  sino  asociando  y  combinando 
situaciones  ó  movimientos,  y  no  es  dada  a  todos  los  hombres. 
No  obstante  todos  sienten  una  necesidad  de  juzgar,  aunque  no 
hayan  nacido  para  jueces:  esta  es  la  causa  de  la  injusticia  de  los 
hombres,  contra  la  cual  claman  por  un  principio  de  injusticia — 
tienen  razón  de  quejarse;  pero  nó  de  resentirse,  ser  justo  es  cosa 
muy  difícil .  La  constitución,  los  afectos,  la  situación,  el  tiem- 
po, las  facultades,  los  medios  deciden,  para  un  juicio  en  que  do- 
mina el  gusto,  la  necesidad  o  la  conveniencia  de  una  acción . 

Los  médicos  llaman  el  estudio  de  este  conjunto  de  influen- 
cias, indicadas  por  signos  peculiares  á  cada  una,  SEMEIOTICA,  y 
su  clasificación  SíNTOMATOLOJIA,  tratado  de  concurrencias,  es. 
decir,  medicina  judiciaria .  El  médico  que  no  es  perspicaz,  sen- 
sible, delicado,  refiere  todos  los  signos  al  signo  dominante — las 
semejanzas  ó  diferencias  aparentes  lo  confunden — sus  concepcio- 
nes son  erróneas — y  su  juicio  aventurado .  No  es  culpable ;  pe- 
ro es  perjudicial:  no  tiene  sagacidad  para  descubrir  síntomas  que 
se  le  presentan  disfrazados — no  advierte  diferencias  que  resultan 
poco — atribuye  sus  yerros  á  faltas  que  no  están  en  lo  que 
juzga,  sino  en  su  atención  ó  en  su  capacidad . 

Sobre  estos  datos  debe  fundarse  la  definición  del  ENTENDI- 
MIENTO ó   (figuradamente)   del  TALENTO 

Descubrir  diferencias,  donde  el  común  de  los  hombres  no 
ve  sino  semejanzas,  ó  vice  versa 

No  ver  sino  semejanzas,  donde  el  común  de  los  hombres 
supone  diferencias 

en  breves  términos  PERSPICACIA  INTELECTUAL 
Si  en  la  presente  cuestión,  la  dificultad  se  atribuye  á  la  té- 
sis,  no  siendo  sino  una  falta  de  reflexión  (no  diremos  de  enten- 
dimiento) en  el  que  juzga — si  porque  es  juez  se  obstina  en  soste- 
ner su  dictamen,  sin  otro  fundamento  que  su  opinión,  sométasele 
á  la  pena  que  se  impone  á  todo  observador  común  ó  parcial.  .  . 
á  la  recusación. — Para  salvar  el  honor  del  que  falla — para  po- 


19 


ner  á  cubierto  su  discernimiento — para  comprometer  su  amor  pro- 
pió,  se  ha  introducido  el  uso  de  las  frases  siguientes . 

«á  mi  parecer» .  .  .  «en  mi  opinión» ...  «á  lo  que  veo» .  .  . 
«según  mi  modo  de  pensar» .  .  . 

Y  para  debilitar  ó  destruir  la  fuerza  de  un  argumento,  es- 
tas otras  en  diálogo . 

«Y,  cómo  me  prueba  U.  que  ve,  que  piensa,  que  opina 
mejor  que  ijoP 

respóndese 

Haciendo  ver  las  diferencias  y  las  consecuencias  que  deri- 
van de  ellas 

«•J7  csz"  no  veo  ó  pienso  como   U .  ?» 
respóndese 

Eso  seria  si  le  encargase  el  trabajt»  de  buscar  ó  de  pensar; 
sero  nó  cuando  se  le  determinan  los  objetos,  y  se  le  presentan 
las  reflexiones  hechas 

«p  ¿si  niego  la  existencia  de  las  cosas,  ó  me  parecen  inexac- 
tas las  observaciones?» 

respóndese 

Pruebe  U .    uno  ú  otro 

«No  tengo  para  qué  probarlo» 

respóndasele 

adiós! 

mas  de  una  vez  tendrá  el  abogado  que  despedirse  de  este  modo 
en  el  curso  de  su  defensa . 


«Ambición!  .  .  .  .¿quien  no  la  tiene? 

«Es   demasiado   ambicioso» .  .  .  ¿  cómo   se   miden   cantidades 


■¿.e  ambición? 


La  ambición  es  la  pasión  predominante  en  el  hombre.   Am- 
bicionar es  querer  ser  mas;  pero  como  para  ser  es  menester  valer, 
y  para  valer  tener,  todos  aspiran  á  poseer  algo  que  les  de  supe- 
,  noridad;   la  Ambición   misma  ASPIRA,   y   quiere   que   la   llamen 
•noble,  por  el  objeto  de  sus  deseos . 


20 


Visítense  las  casas  ele  locos .  La  fuerza,  la  hermosura,  el 
caudal,  la  nobleza,  la  ciencia,  la  autoridad,  y  ¡siempre  el  DISr 
CERNIMLENTo!  son  las  ideas  fijas  que  llevadas  al  exceso,  privan 
¿  muchos  hombres  de  la  sociedad  de  sus  semejantes. 

(aquí  piden  los  locos  una  corta  digresión) 

«Encierran  en  un  calabozo  á  un  infeliz  (exclaman  ellos) 
«porque  se  dice  Dios  ó  hijo  de  Dios — y  ¡ponen  en  un  magnifico 
«palacio  á  otro,  que  se  da  por  unjido  del  señor  ó  por  su  confi- 
«dente! — Se  burlan  de  un  demente,  que  disputa  hablando  y  sin 
«consecuencia,  la  propiedad  de  cuantas  cosas  ve,  p  ¡saludan  con 
«reverencia  en  las  calles,  á  un  personaje,  que,  pagando  defenso- 
«res  p  ajenies,  pleitea  por  apropiarse  un  caudal,  á  que  no  tiene  de- 
«recho!  Castigan  con  diez  años  de  presidio  á  una  mujer,  por 
«haber  ocultado  salteadores  que  atacaban,  pidiendo  la  bolsa  ó  la 
«vida,  en  los  caminos,  jj  ¡honran  al  mismo  tiempo,  con  visitas  p 
«con  dádivas,  ó.  otra  mujer  que  ataca  en  las  calles,  pidiendo  la 
«bolsa  Y  la  vida,  ó  la  salud  entre  tanto!» 

«Todas  son  manías  (dicen  los  locos)  mas  ó  menos  extra- 
«ñasf  mas  ó  menos  útiles  ó  perjudiciales! 

Gracias  á  la  Ambición!  sin  ambición  no  habría  sociedad. 
¿Quien  querría  encargarse  de  gobernar,  sino  por  el  gusto  de 
mandar?.  ...  y  sin  Gobierno  ¿cómo  vivirian  los  hombres  jun- 
tos? 

Muchos  confunden  (cayendo  de  una  idea  en  otra)  la  am- 
bición con  el  amor  propio,  y  este  con  la  vanidad .  Por  no  re- 
petirse (sobre  todo  escribiendo)  los  emplean  como  sinónimos; 
pero  los  puristas  quieren  que  así  como  la  existencia  supone  la 
vida,  así  la  ambición  sea  un  efecto  del  amor  propio.  La  vani- 
dad con  la  modestia  (según  ellos)  están  en  otra  categoría — El 
jénero  vanidad  (dicen)  no  tiene  sino  una  sola  especie,  y  debe 
definirse  así, 

creerse  con  facultades,  sin  tenerlas,  sabiendo  lo  que  es  fa- 
cultad— porque,  conocer  sus  facultades,  decirlo  cuando  es 
menester,  y  emprender  confiado  en  ellas,  es  ORGULLO,  no 

vanidad — conocerlas  p  negarlo  es  HIPOCRESÍA 
El  jénero  modestia  tiene  tres  especies 
1  ?   creerse  con  facultades  ó  sin  ellas,  por  ignorar  lo  que  debe 
entenderse  por  facultad — es  INOCENCIA 


21 

2*  no  poder  ejercer  una  función  Jj  creerse  capaz  Je  ejercerla 
ó  esfar/a  ejerciendo,  p  Jecír  que  no  la  puede  ejercer,  sa- 
biendo lo  que  es  faculatd,  es  SIMPLEZA 

3*  saber  lo  que  son  facultades,  conocerlas  p  no  hacer  alarde 
de  ellas,  ó  temer,  por  dudar  del  buen  éxito  en  una  opera- 
ción difícil,  es  MODESTIA  propiamente  dicha. 

Conocerse  facultades  suficientes  ó  superiores  para  una 
empresa,  p  decirse  incapaz  de  emprender,  para  que  se  lo 
contesten  p  lo  elojien,  es  la  modestia  de  los  necios,  que  ni  el 
nombre  de  hipocresía  merece. 

Otro  tanto  debe  decirse  del  mérito 
Creerse  con  mérito,  sin  tenerlo,  sabiendo  lo  que     es     me- 
recer, es  FATUIDAD 

Apropiarse  el  mérito  ajeno,  es  ARROGANCIA 
Tener  mérito  p  no  conocerlo,  Ss  SENCILLEZ 
Tenerlo  p  conocerlo,  es  PROPIA  SATISFACCIÓN. 
por  consiguiente 

Todo  hombre  vano  debe  ser  FATUO  en  la  ocasión  p  las  mas  ve- 
ces ARROGANTE — el  inocente  será  SENCILLO,  p  el  simple  RI- 
DICULO. Solo  el  MODESTO  es  respetable,  porque  tiene  en  qué 
fundar  sus  pretensiones .  Pretende  con  orgullo  porque  sabe 
que  ha  de  obrar  con  acierto. 

Esta  especie  de  hombres  es  la  que  reúne,  de  ordinario,  ma- 
yor número  de  virtudes  y  hace  mas  bienes — Yerra  á  veces,  es 
verdad;  pero  ¿quien  se  expondrá  á  errar  sino  el  que  emprende? 

Parecerá,  tal  vez,  pedantería,  el  haber  entrado  en  estas 
distinciones,  porque  son  doctrinales ....  No  hay  ley  que  no  sea 
una  doctrina,  si  se  enseña — se  cita  después  de  sabida — y  si  se  te- 
me olvido,  se  expone .  Las  distinciones  que  se  han  establecido 
son  principios  irrefragables .  .  .  por  ellos  se  ha  de  juzgar  la  con- 
ducta de  Bolívar:  en  el  cuerpo  de  su  defensa  no  parecerán  tan 
inútiles  las  DEFINICIONES — Obsérvese  que  todas  las  inculpacio- 
nes, que  se  hacen  á  Bolívar,  ruedan  sobre  terjiversaciones  de 
sentido  ó  de  intención . 


22 

ADVERTENCIA 

En  la  acusación  como  en  la  defensa  se  enseña  al  que  no 
sabe  y  se  instruye  al  juez — Enseñar  mal  no  es  enseñar,  y,  al  que 
quiere  saber,  nunca  se  le  enseña  demasiado,  si  los  maestros  no 
mienten  ó  salen  de  la  cuestión . 

Hay  tres  modos  de  leer  un  libro . 
1- 

Salteando,  con  el  índice  á  la  vista,  para  no  leer  sino  lo  ne- 
cesario— eso  es  rejistrar:  solo  los  sabios  leen  rejislrando,  porque 
saben  mucho.  Un  botánico  consumado  no  se  detiene  á  exami- 
nar todas  las  flores  de  un  campo,  sino  las  que  fijan  su  atención 
por  alguna  rareza, 

«  2? 

Empezando  por  los  últimos  capítulos,  cuando  la  obra  cons- 
ta de  una  serie  de  hechos:  este  modo  pertenece  a  los  que  cono- 
cen la  materia,  y  solo  buscan  lo  nuevo  que  puede  habérsele  aña- 
dido 

3° 

Empezando  por  el  principio ;  así  deben  leer  los  que  saben 
poco,  ó  los  que,  sabiendo  mucho,  quieren  criticar  las  proposicio- 
nes ó  el  método 

También  hay  tres  modos  de  dar  su  parecer 
aprobando,  reprobando  ó  despreciando 

1  ?  anües  de  leer 

2?  después  de  haber  leido,  sin  reflexionar,  y 

3?  después  de  haber  leido  reflexionando 

Objeto  de  la  defensa 

Si  el  lector  reflexiona,  debe  conocer  que  no  es  Bolívar  el  de- 
fendido porque  no  lo  necesita:  se  defiende  la  causa  de  los  Pue- 
blos, justificando  las  intenciones  \j  la  conducta  de  sus  Jefes. 


23 


MÉRITO  DE  LA  CAUSA 

cuerpo  de  delito 

En  tres  partes  dividen  los  enemigos  del  Libertador  (ó  séase 
los  amigos  de  la  Libertad)  la  acusación  que  presentan  al  Pú- 
blico . 

Atacan  su  CARÁCTER 
Delatan  su  CONDUCTA,  y 
Denuncian  sus  INTENCIONES 

CARÁCTER  del  Libertador — es  un  Tirano 

Su   CONDUCTA 

es  una  serie  de  inconsecuencias 

de  actos  de  arbitrariedad 

de  violencia 

de  venganza 

de  despotismo  y  # 

de  crueldad 

probados  por  millares  de  injusticias  y  de  atentados. 

Sus  INTENCIONES 

|    esclavizar  á  los  pueblos  y 
Son  ■{ 

|    Coronarse 

Pruebas  jenerales. 

1  ?  que  su   Popularidad    y  su  Liberalismo  son  aparentes 

2?  que  finje  renunciar  el  poder  para  asegurarse  mejor  de  él 

3?   que  protestando  no  querer  mandar,  hace  cuanto  puede  para 
perpetuarse  en  el  mando 

4?   que  se  han  descubierto  sus  maniobras 
y  la  mejor  de  todas 

5^  que  las  sospechas  son  razones  en  política 
Pruebas  particulares 

1  ?  que  se  le  han  interceptado  comunicaciones 

2?  que  entró  en  el  Perú  sin  ser  llamado 

3  que,   al  entrar,  no  se  presentó  á  pedir  órdenes  de  la  autoridad 
Suprema 

4?  que  vino  á  usurpar,  á  los  hijos  del  pais,  la  gloria  de  su  in- 
dependencia 


24 


5?  que  deshizo  un  ejército  de  17. 000  hombres  mandado  por 
Jeneraies  Chilenos,   Peruanos  y  Colombianos. 

6?  que  reformó  cuerpos,  postergó  á  muchos  oficiales,  y  despi- 
dió á  otros  sin  retiro. 

7?  que  agotó  el  tesoro  público  del  Perú  para  enriquecer  a  Co- 
lombia 

8?  que  puso  en  los  primeros  puestos  Realistas  en  lugar  de  Re- 
publicanos 

9?  que  se  rodeó  de  jente  Mala,  con  desprecio  de  la  Buena  que 
pudo  haberlo  aconsejado  bien. 

1 0>  que  viajando  en  el  Perú,  recibió  con  desden  los  obsequios 
que  le  hicieron  varias  ciudades,  á  su  -pasaje:  y  que 
despreció  las  visitas  con  que  lo  honraron  las  personas 
mas  distinguidas  de  cada  lugar. 

1  1  ?   que   anarquizó  al  Perú,,  y  después  á  Colombia,  para  hacerse 

necesario . 
1  2?   que  es  un  monstruo  . 
1  3?   que  de  todo  esto  es  testigo  el  mundo  ENTERO ! 

Se  ha  olvidado  el  llamarlo  BORRACHO,  como  llamaron  los 
Madrileños  á  José  Bonaparte,  y  lo  hicieron  creer  á  toda  la  Es- 
paña ;  aunque  la  sobriedad  del  R.ey  fuese  notoria . 

Ladrón,  no  es  injuria  en  América:  así  se  trata  á  todo  el 
que  tiene  algo  á  su  cargo,  aunque  sea  una  torre  ó  un  arenal . 

Pruebas  de  intenciones 

1  í   que  con  tantos  crímenes  y  defectos  pretende  CORONARSE . 
2?   que,   para  preparar  los  pueblos  al  yugo  de  la  tiranía,  ha  dic- 
tado una  Constitución  monárquica  á  las  Repúblicas. 


25 


NOTA 

El  populacho  también  (por  no  ser  menos  que  nadie  hace 
su  acusación,  i?  pide  un  lugar  á  lo  último  para  estamparla.  .  .  . 
en  una  causa  Popular  no  puede  negársele 

DICE 

Primeramente,  que  Bolívar  es  Zambo. 

Segundamente,  que  cuando  era  niño  se  divertía  en  matar  negritos 
con  un  cortaplumas:  que  su  madre  le  daba  gusto  en  ello:  y  que, 
cuando  el  hijo  lloraba,  salía  al  balcón  y  gritaba  á  sus  esclavos.  .  . 

«Este  niño  no  tiene  con  qué  jugar. 
«Ya  se  le  acabaron  los  negritos  ! 
«Vayan  á  la  hacienda  á  traerle  mas  ! 

Terceramente  que  cuando  los  soldados  de  Colombia  llegaron 
el  Perú,  se  amotinaron,  porque  se  les  quiso  pagar  el 
sueldo  en  DINERO:  que  el  Jeneral  en  Jefe  despachó  in- 
mediatamente Goletas  á  traer  fondos  de  Colombia:  que 
volvieron  cargadas  de  YUCAS:  y  que  el  motin  se  convir- 
tió en  vivas:  que  habiéndose  acostumbrado  muy  pronto 
á  ver  y  á  gastar  plata,  vuelto  á  su  pais  la  echaron  de  me- 
nos, y  armaron  otro  motin  paraque  los  trajesen  al  Perú: 
que  Bolívar  se  vio  obligado  á  darles  gusto,  y  que  este 
fué  el  motivo  de  haber  declarado  la  guerra. 

Preliminar  á  la  defensa. 

Espresiones  exajeradas  no  prueban  razón:  el  lenguaje  de 
la  justicia  es  moderado  y  serio . 

Llamar  á  un  hombre  que  tiene  títulos  (sobre  todo  bien  ad- 
quiridos) por  el  nombre  de  su  familia  solamente,  BOLÍVAR;  y 
por  abajarlo  mas,  reducirlo  al  de  su  bautismo .  .  .  Don  SlMON : 
añadir  al  desprecio  el  insulto,  dándole  apodos  burlescos;  y,  pa- 
ra sublimar  las  injurias  buscar  dicterios  deshonrosos  ó  indecen- 
tes. .  .  es  lo  que  hace  la  gente  baja  en  sus  contiendas,  especial- 
mente cuando  es  cobarde — El  hombre  que  la  educación  ha  hecho 
cortés,  hasta  en  su  ira  es  delicado . 

Infrinjir  los  preceptos  de  la  urbanidad,  en  altercaciones 
privadas,  es  perdonable — porque,  al  pasar  de  la  defensa  al  ata- 


26 


que  es  natural  irritarse:  en  presencia  de  extraños  el  mismo  exceso 
es  insoportable — El  hombre  que  habla  en  público,  debe  fijar  su 
atención  por  instantes,  entre  el  asunto  que  trata  y  el  auditorio 
á  quien  se  dirije:  en  su  mente  hade  arreglar  sus  conceptos,  y  en 
sus  labios  las  palabras  con  que  los  expresa.  Los  PUEBLOS  de- 
ben tratarse  con  respeto — porque  se  componen  de  un  gran  nú- 
mero de  individuos,  y  porque  entre  ellos  hay  muchísimos  muy 
respetables — Sirvan  estas  reflexiones  para  calmar  á  muchos  jóve- 
nes acalorados,  que  por  imitar  á  algunos  de  sus  mayores,  se  exce- 
den con  perjuicio  de  su  estimación. 

Por  resentimientos,  acusan  algunos,  en  gacetas  y  en  pro- 
clamas, la  conducta  de  un  HOMBRE  ILUSTRE:  y  dirijen  sus  dis- 
cursos a  les  PUEBLOS,  que  el  acusado  ha  servido  durante  toda 
su  vida  útil .  .  .  hacen  n?.as .  .  .  hablan  ¡  á  nombre  de  los  pue- 
blos mismos! — Convierten  malignamente  en  quejas  amargas  ¡las 
bendiciones  con  que  los  pueblos  colman  á  su  Libertador! — Com- 
prenden en  la  masa  del  pueblo  ¡  á  millares  de  hombres  adictos  á 
su  persona,  ó  porque  lo  conocen,  ó  porque  agradecen  sus  servi- 
cios!— Ven  la  tranquilidad  pública  en  Colombia,  como  un  efec- 
to de  la  opresión,  y  ¡hasta  interpretan  los  sentimientos  de  hom- 
bres que  jamas  han  oído  hablar! — Falso!  intrigante!  traidor! 
usurpador!  son  los  dictados  que  prodigan  hoy  á  Bolívar,  como 
hombres  libres,  los  mismos  que,  el  otro  dia,  lo  fastidiaban  con 
arengas  y  con  rendimientos  de  siervos!  .  .  .  ¡qué  inconsidera- 
ción!  ¡qué  inconsecuencia!  dígase  de  una  vez,  ¡qué  ceguedad! 

Si  para  hablar  á  muchos  se  necesita  circunspección  ¿cuanta 
no  será  necesaria  para  hablar  á  nombre  de  todos? — Escribir  á 
los  pueblos  en  un  estilo  indecoroso,  es  ofenderlos — emplear  el 
mismo  estilo,  escribiendo  á  su  nombre  es  agraviarlos  altamente. 
Llamar  esclavos  á  los  que  protestan  no  haberse  hecho  representar 
de  tal  modo,  es  un  atrevimiento  que  solo  la  distancia  ó  la  repre- 
sentación puede  salvar  de  la  justa  venganza  que  merece.  ¿Quien 
ha  autorizado  á  algunos  individuos  para  tomar  la  voz  del  Pue- 
blo?— den  su  parecer  con  modestia;  pero  no  se  arroguen  las  fun- 
ciones de  Tribunos . 

El  bien  público  es  cosa  muy  sagrada:  en  él  no  deben  inje- 
rirse intereses  privados:  deslinde  cada  cual  sus  asuntos  con  la 
pluma  ó  con  la  espada,  y  si  no  puede  manejar  ni  una  ni  otra,  sír- 
vase de  fuerza  ajena;  pero  que  no  sea  el  pueblo  el  Campeón — 
Interesar  las  Naciones  en  causas  de  Familia,  es  propio  de  Reyes: 
si  en  las  Repúblicas  se  hace  otro  'tanto,  habrá  mas  guerras  que 


27 


en  las  monarquías,  porque  hay  mas  Diputados  haciendo  de  Re- 
yes en  los  Congresos — Caudales  disminuidos  ó  arruinados — ca- 
rreras truncadas — parientes  y  amigos  jimiendo — extorsiones  de 
mil  especies — en  suma,  enfermedades,  heridas,  destrozo,  que  de- 
jan una  cauda  de  miserables  inválidos  arrastrando  una  existen- 
cia que  no  tienen  valor  para  cortar,  no  es  espectáculo  que  deba 
dar  un  pueblo  entero,  por  contentar  á  algunos  de  sus  individuos . 

Trátese  la  causa  del  Jeneral  Bolívar  con  todo  el  decoro 
que  merece  su  persona ;  tribútese  á  los  Pueblos  la  consideración 
que  les  es  debida  como  Soberanos .  La  acusación  y  la  defensa 
se  han  de  hacer  sin  desvergüenzas  y  sin  armas — Instruyamos  al 
Pueblo  con  nuestros  debates:  en  la  justificación  del  Jeneral  Bo- 
lívar se  interesan  los  Jefes  de  las  nuevas  Repúblicas . 

Bolívar  ha  dispuesto  los  Pueblos  á  la  representación,  y  he- 
cho que  aparezca  el  mérito  de  muchos  hombres  que  nunca  ha- 
brían representado :  él  ha  creado  Jueces  paraque  lo  juzguen,  nc 
paraque  lo  insulten .  ¿  Puede  decentemente  ser  una  gaceta,  re- 
dactada de  incógnito,  el  tribunal  donde  se  instruya  y  sentencie 
un  proceso  político,  en  que  aparece  acusado  un  personaje  como 
Bolívar?  Todo  Representante  del  Pueblo  es  invulnerable  por 
sus  opiniones:  el  Jeneral  Bolívar  es  un  REPRESENTANTE  NATO 
en  la  causa  de  la  América,  y  puede  con  mas  títulos  que  nadie, 
en  su  pais,  proponer  un  proyecto  de  constitución:  su  elección  no 
es  debida  al  acaso  ni  á  la  intriga,  sino  á  una  opinión  libre  y  JUS- 
TISIMAMENTE  decidida  en  su  favor. 

«Ha  variado!»  (dice  uno  de  sus  mas  acérrimos  enemigos) 
— La  fortuna  influye  en  la  suerte  de  los  hombres;  pero  nó  en  su 
carácter:  los  que  dicen  ESTADOS  MUDAN  COSTUMBRES,  por  de- 
cir que  los  hombres  varían,  no  advierten  lo  falso  de  su  sentencia 
— No  varia  el  hombre  con  el  estado:  el  que  afirma  lo  contrario 
prueba,  que  no  lo  observó  bien  en  el  estado  anterior;  y  al  apoyo 
de  esta  verdad  viene  otro  proverbio,  no  menos  admitido  que  el  pri- 
mero, y  con  mucha  razón  citado  á  cada  paso. 

JENÍO  Y  FIGURA  HASTA  LA  SEPULTURA. 


DEFENSA 

Carácter  del  Libertador  =  Es  un  Tirano  ! 

Tirano,  en  su  orijen,  fué  el  dictado  de  un  Soberano  que 
usurpaba  la  autoridad  Suprema:  hoy  significa  un  Príncipe  IN- 
JUSTO VIOLENTO  y  CRUEL — luego  la  Tiranía  no  es  un  ente 
por  sí,  sino  el  conjunto  de  injusticias,  violencias  y  crueldades; 
y  por  estas  hay  acusación  separada  contra  Bolívar:— es  decir 
que  se  ataca  la  universidad,  y  á  mas,  la  reunión  de  Doctores .... 
el  ejército,  y  después  los  soldados  que  lo  componen. 

Injusticias . 

Todo  el  que  manda  está  expuesto  á  cometerlas,  y  en  mu- 
chos casos  las  debe  cometer,  porque  no  puede  evitarlo:  lo  que 
se  hace  por  ignorancia  invencible  ó  por  necesidad  no  es  pecado — 
La  vara  de  la  justicia  se  ha  de  empuñar  para  mandar,  y  levan- 
tarse para  hacer  obedecer:  al  descargarla,  padece  muchas  veces 
un  inocente,  que  se  halla  al  lado  del  delincuente:  no  hay  golpe 
sin  conmoción,  y  iqué  culpa  tienen  las  partes  contiguas  ó  adya- 
centes al  cuerpo  que  padece?  .  .  .  Así  es  el  mundo. 


30 


Necesidad,  Ujereza  y  urania  las  confundirá  el  que  no  sepa 
pensar . 

Las  Injusticias,  como  todo  lo  demás  de  que  acusan  a  Bolí- 
var, están  en  la  imajinacion  de  los  que  escriben:  tomen  los  es- 
critores el  lugar  de  Bolívar — distingan  de  hombres,  de  cosas,  y 
del  conjunto  de  circunstancias  que  hacen  una  misma  acción  buena, 
mala  ó  indiferente . 

Un  Jeneral  Francés,  el  dia  de  una  batalla,  cansado  de  oir 
las  reflexiones  que  le  hacían  muchos  de  sus  oficiales  paraque  no 
diese  el  combate,  dijo  á  los  que  lo  rodeaban  «si  les  damos  oidos, 
ninguno  querrá  morir» — Hubo  gran  mortandad  aquel  dia.  .  . 
¡qué  injusticia!  pero  se  ganó  la  batalla.  .  .  ¡qué  gloria! — á  la 
guerra  no  se  va  á  vivir. 

,     Violencia . 

Ser  violento  no  es  ser  malo.  SEVERIDAD  habrán  querido 
decir,  nó  VIOLENCIA,  y  la  severidad  es  una  virtud:  sin  severi- 
dad, sin  rigor  no  hay  justicia,  y  sin  justicia  no  hay  mando. 

Crueldad . 

Significa  ñeieza  de  ánimo — inclinación  á  hacer  mal — dis- 
posición á  dar  la  muerte,  á  derramar  sangre — gusto  en  ver  pa- 
decer, atormentar,  morir.  .  .  .  De  semejante  sentimiento  nadie 
puede  acusar  á  Bolívar,  porque  ningún  hecho  los  prueba. 

Las  voces  tienen  su  valor;  fuera  de  él  nada  significan:  si 
los  términos  empleados  en  la  acusación  deben  tener  otro  sentido, 
expliqúense  los  acusadores 

la  Conducta  de  Bolívar 

es  (dicen)  una  serie  de  inconsecuencias,  de  actos  de  arbi- 
trariedad, de  violencia,  de  venganza,  de  crueldad,  de  despotismo . 

Para  probar  las  inconsecuencias  y  la  arbitrariedad  seria 
menester  hacer  constar 

1  ?  que  lo  que  Bolívar  ha  deshecho  ó  desatendido  estaba  bueno 
ó  era  justo 

2°  que  lo  que  ha  disgustado  ó  perjudicado  á  pocos  ó  á  muchos, 
no  debió  hacerse,  á  pesar  del  disgusto  ó  del  perjuicio  de 
todos . 


31 


Despotismo . 

En  acepción  moderna,  es  el  ejercicio  de  un  poder  ARBI- 
TRARIO é  ilimitado — autoridad  ilimitada  y  PERPETUA  era  an- 
tiguamente la  atribución  del  Déspota  que  ahora  se  llama  Re\> . 
Ni  la  autoridad  Despótica  de  los  tiempos  pasados  era  mala,  ni 
la  Real  de  los  presentes  lo  es  tampoco ;  porque  es  el  mismo 
poder  con  apelativo  griego  ó  íatino=poder  del  Señor,  ó  poder 
del  Gobernante. 

La  arbitrariedad  no  está  en  el  poder,  sino  en  el  abuso  de 
él;  porque  todo  poder  se  recibe  (ó  se  toma)  para  mandar  con 
arreglo  á  principios — Sofista,  empírico,  pedante,  cabalista,  espe- 
culador, metafísico,  han  dejenerado  de  su  sentido  primitivo  (co- 
mo déspota)  por  el  abuso  mas  bien  que  por  la  aplicación.  La 
dejeneracion  de  sentido  en  las  parabras  nos  demuestra  la  igno- 
rancia ó  la  perversidad  del  hombre:  al  recordarnos  cada  signo  lo 
que  valió,  nos  advierte  que  lo  mejor  puede  volverse  malo  ó  ha- 
cerse mal — Nadie  prueba  la  maldad  de  Bolívar,  ni  que  haya 
hecho  mal  lo  que  aparece  en  sus  obras . 

Los  Romanos  hacían  un  Déspota  por  seis  meses,  y  lo  lla- 
maban Dictador:  le  daban  un  poder  ilimitado,  pero  no  arbitra- 
rio, y,  sí  el  poder  tomaba  este  carácter,  en  algunos  casos;  la 
arbitrariedad  no  era  del  Dictador  sino  de  las  circunstancias. 
¡Piénsese  bien  en  esta  distinción! 

En  los  negocios  mas  comunes  y  mejor  arreglados  se  da  la 
Dictadura.  Un  viajero  mercantil  procede  muchas  veces  CON- 
TRA INSTRUCCIÓN,  porque  se  ve  obligado  á  ello 

«La  primera  de  todas  las  instrucciones  que  traigo  (dice) 
es,  la  de  hacer  por  el  bien  de  la  casa . » 

Un  Alcalde  de  Barrio  es  tan  Dictador  como  lo  fué  Larcio 
Flavio,  y  cada  Rey  es  un  Syla  ó  un  César — Dictan,  mandan, 
despotizan,  en  buen  sentido,  para  quien  juzga  de  sus  providen- 
cias con  conocimiento  de  causa,  ó,  tiranizan,  sacrifican  y  hasta 
¡martirizan!  en  el  concepto  de  aquellos  sobre  quienes  recae  un 
procedimiento  desagradable  ó  penoso.  .  .  .  No  hay  buen  juez  á 
gusto  de  ambas  partes . 

Redúzcanse,  pues,  dos  acusaciones  á  una;  puesto  que  des- 
potismo y  arbitrariedad  son  una  misma  cosa — Los  actos  de  des- 
potismo no  aparecen  probados — Las  injusticias,  las  violencias  y 
las  crueldades  se  perdieron  en  la  definición  de  la  Tiranía — Ven- 
ganza y  Jenerosidad  se  excluyen,  y,  que  Bolívar  es  jeneroso  al 


exceso,  ni  sus  mayores  enemigos  lo  niegan — Dicen  que  es  APA- 
RENTE su  jenerosidad .  .  .  .  pruébenlo.  ¿Sobre  qué  recae,  pues, 
la  acusación?  .  .  . 

Sobre  resentimientos  (tal  vez  justos)  en  personas  que  han 
padecido  por  providencias  que  no  se  han  podido  modificar  ó 
evitar — y  en  los  demás — sobre  una  gana  desenfrenada  de  ha- 
blar. .  .  ó  sobre  un  deseo  inmoderado  de  darse  importancia  con 
opiniones  ajenas . 

Con  motivo  de  la  Constitución  de  Bohvia,  algunos  sujetos 
creando  sin  necesidad  una  acción  popular,  han  convocado  las 
Naciones  á  Congreso — han  hecho  de  Oradores,  suscitando  las 
cuestiones  de  VlTALICISMO  y  de  IRRESPONSABILIDAD.  Con- 
tando con  el  sufrajio  de  una  mayoridad  de  amigos,  han  dado 
las  cuestiones  por  decididas  á  unanimidad — y,  para  justificarlo, 
aseguran  que  cada  Ciudadi.no,  al  encontrarse  con  otro  EN  LA 
CALLE,  ha  dicho  ser  del  parecer  del  honorable  preopinante .  Al 
fin,  el  Congreso  se  disuelve,  como  todos  los  tumultos — unos  ol- 
vidando lo  que  dijeron — otros  negándolo  y,  los  más,  ni  qué  ol- 
vidar tienen,  porque  no  han  dicho  una  palabra. 

Pero,  no  se  promueven  cosas  (sobre  todo  ruidosas)  sin 
motivo — El  hombre  público  tiene  más  enemigos  que  el  privado, 
y  el  que  manda  tiene  mas  aun.  .  .  ¿quien  lo  ignora?  los  que  io 
ayudan  á  mandar  son  sus  amigos,  porque  participan  de  su  con- 
dición y  corren  su  misma  suerte: — los  que  favorece  lo  son  porque 
los  manda  menos.  No  hay  simpatía  verdadera  sino  entre  igua- 
les— simpatizan,  en  la  apariencia,  los  subditos  con  los  superio- 
res, porque  el  que  obedece  proteje  las  ideas  del  que  manda;  pero 
la  ANTIPATÍA  es  el  sentimiento  natural  de  la  INFERIORIDAD.  •  . 
que  ¡nunca  es  agradable! 

REFLEXIONES 

Sobre  el  carácter  que  deduce  el  vulgo 
de  la  conducta  de  los  Jefes . 
Jefe  es  el  que  hace  cabeza,  y  se  dice  que  hace  cabeza 
porque  manda . 

Si  se  hubiesen  escrito  los  actos  de  despotismo,  de  tiranía, 
de  crueldad,  que  cometieron  Alejandro,  Carlomagno,  Pedro  el 
Grande:  Washington,  Napoleón  y  Wellington  ¡¿cuantos  volú- 
menes no  tendriamos !  ?  .  .  .   pero  los  antiguos,  pintando  el  carác- 


33 


ter  de  sus  Héroes,  hablaban  de  sus  defectos,   sin  dejar  de  ad- 
mirar sus  virtudes . 

Entre  los  modernos,  los  Franceses  no  saben  cómo  elogiar  á 
su  Emperador — los  Anglo-americanos,  hablando  de  Washing- 
ton, afectan  una  especie  de  adoración — los  Ingleses  han  colma- 
do de  honores  y  de  riquezas  á  Wellington — los  Rusos  conservan 
de  su  Pedro  el  Grande  la  primera  choza  que  habitó,  su  primer 
palacio — las  obras  de  manos  en  que  se  entretenía,  y  los  instru- 
mentos con  que  las  hizo — el  esqueleto  de  su  paje  y  el  de  su  ca- 
ballo— y  para  conservar  hasta  lo  menos  interesante,  han  vestido 
un  cuerpo  de  cera,  con  la  misma  ropa  que  usaba  Pedro,  y  han 
sentado  el  retrato  en  la  silla  que  ocupaba  el  orijinal .  En  su 
historia  (no  obstante  este  respeto)  cuentan  que  ponía  un  paje  de 
cabecera,  mientras  dormía,  con  orden  de  no  moverse,  y  que  si  lo 
despertaba  le  daba  de  golpes — que  paseándose  en  coche  con  un 
gran  personaje  (su  Ministro  de  Policía)  le  dio  de  palos  en  la 
calle,  porque  no  había  cuidado  de  ué  puente — que  hacia  cortar 
las  barbas  á  los  Rusos,  al  entrar  en  las  ciudades — que  con  gran 
escándalo  de  sus  Príncipes  y  del  Pueblo,  hizo  apear  al  Gran 
Patriarca  de  su  Iglesia  y  lo  obligó  á  llevarle  las  riendas  de  su 
caballo,  en  procesión  solemne — que  para  edificar  su  gran  ciudad 
de  Petersburgo,  causó  la  muerte  á  mas  de  300000  Rusos! —  en 
fin,  que  hizo  matar  á  su  hijo  por  traidor .  ¡  Cuantos  actos  de 
despotismo,  de  tiranía,  de,  crueldad !  .  .  .  Pero  la  Rusia  es  lo 
que  nunca  habría  sido  sin  Pedro  el  Moscovita. 

Las  Naciones  antiguas  no  lo  entendían,  á  lo  que  parece,  y 
las  modernas  lo  entienden  menos.  ¿¡Quien  creería  que  las  co- 
lonias Españolas  les  darían  lecciones  súbre  el  modo  de  agradecer 
y  de  recompensar  servicios?! 

Si  se  objeta,  como  es  regular,  que  Alejandro  era  Rey.  .  . 
que  Carlomagno,  Pedro  el  Grande  y  Napoleón  eran  Empera- 
dores .  .  .  que  Wellington  era  Jeneral  de  un  Rey ...  y  que  de 
Washington  no  se  cuentan  sino  BONDADES — considérese,  en 
cuanto  á  los  primeros,  que  las  circunstancias  traen  los  hechos,  y 
que  los  hombres  no  figuran  en  ellas  como  Realistas  ni  como  Re- 
publicanos^ sino  como  Jefes — que  en  las  crisis  violentas  no  se 
sostiene  el  mando  sino  con  enerjia — y  que  el  hombre  que  no  na- 
ció para  emprender  cosas  grandes,  nunca  aparece  en  el  teatro 
donde  se  ejecutan. 

Washington  no  pudo  entrar  en  lid  con  los  Ingleses,  sufo- 
car partidos,  ni  mandar  jente,  que  en  unos  casos  no  sabia  y  en 


M 


otros  no  quería  obedecer,  sin  hacer  uso  de  las  facultades  que  le 
habían  dado,  ó  sin  tomárselas,  según  ocurría  el  mal  y  urjía  el 
remedio .  En  borrasca  deshecha,  un  capitán  experto  no  ve  si- 
no el  peligro  en  que  está  la  nave,  y  por  salvas  á  todos  hace 
perecer  á  algunos — al  que  estorba  en  la  maniobra  lo  echa  al 
agua  sin  piedad .  ¿  Se  pregunta  acaso  si  es  Republicano  ó 
Realista  el  marinero,  que  viéndose  en  un  bote  con  sus  compañe- 
ros de  infortunio,  alza  la  voz  y  saca  á  suerte  el  que  ha  de  morir 
para  servir  de  alimento  á  los  demás? — En  la  calma,  en  la  se- 
guridad, se  juzga  de  muy  diferente  modo  que  en  la  ajitacion  ó 
en  el  peligro . 

El  Jeneral  Washington,  á  pesar  de  conocer  los  méritos  y 
los  sufrimientos  de  sus  compañeros  de  armas,  mandó,  mas  de  una 
vez,  fusilar  á  todo  el  que  se  ocultaba  ó  se  retiraba  sin  licencia. 
Viendo,  en  una  circunstancia  crítica,  la  deserción  de  sus  tropas, 
y  la  desobediencia  del  Jeneral  Lee,  pidió  al  Congreso  que  le  au- 
mentase el  poder  que  le  habita  dado ;  protestando  al  mismo  tiem- 
po que  no  ambicionaba  el  mando  y  que  deseaba  VIVAMENTE 
convertir  la  espada  en  un  arado — Washington  hacia  tomar,  de 
mano  armada,  los  víveres  que  necesitaba:  el  Congreso  censuró 
su  conducta,  porque  no  hacia  bastante  uso  de  las  facultades  ex- 
traordinarias que  tenia — y  los  que  daban  los  víveres  se  quejaban 
amargamente  del  RIGOR  DE  LA  TIRANÍA.  Washington  se  dis- 
culpaba diciendo  que  «mas  fácil  era,  á  los  quejosos,  extender 
representaciones  en  «un  gabinete  bien  abrigado,  después  de  ha- 
ber comido  bien,  que  á  sus  «soldados  el  acostarse,  sin  cenar  so- 
bre la  nieve  en  un  descampado . » — No  obstante  el  desinterés  pe- 
cuniario y  los  distinguidos  servicios  de  Washington,  una  Cabala 
compuesta  de  algunos  miembros  del  Congreso  3/  de  unos  pocos 
oficiales  del  ejército,  intentó  deponerlo  del  mando  por  FALTA  DE 
ENERJIA. 


¿Qué  común  no  es  oir  hablar  contra  los  hombres  que  diri- 
jieron  los  primeros  movimientos  de  la  revolución  de  Francia?  Ca- 
da historiador  los  califica  por  los  documentos  que  posee,  y  el 
resto  lo  suple  con  la  opinión:  trasmite  á  la  posteridad  unos  per- 
sonajes horribles.  .  .  ¿qmen  sabe  lo  que  fueron? — El  fondo 
contribuye  mucho  al  efecto  en  pintura,  y  á  veces  es  el  todo:  un 
soldado  matando  á  otro,  en  campo  desierto,  representa  un  asesi- 
no— en  el  campo  de  batalla  es  un  guerrero .      El  que  pinta  es- 


DO 


cribiendo  debe  observar  que  el  fondo  que  da  valor  á  las  acciones 
de  un  Jefe  es  el  CONCURSO  DE  CIRCUNSTANCIAS  en  que  ha 
obrado . 

La  Francia,  comprometida  con  toda  la  Europa,  por  la 
muerte  de  Luis  XVI,  y  empeñada  en  sostener  un  proyecto  de 
República  en  que  no  había  pensado,  se  veia  atacada  de  afuera 
por  ejércitos  numerosos,  y  en  su  seno,  por  millares  de  grupos 
enemigos  de  la  causa,  haciéndole,  al  favor  de  la  confianza,  un 
estrago  peor  que  el  que  hace  el  fuego . 

Para  juzgar  del  número  y  de  la  índole  de  estos  enemigos 
internos,  refresqúese  la  pintura  de  una  Monarquía  tan  antigua  y 
tan  potente  como  la  de  Francia,  ¡desplomada  en  un  momento! 
y  muertos  ó  prófugos  los  muchísimos  Magnates  de  varios  órde- 
nes, que  servían  de  nudos  al  sistema  monárquico — Millares  de 
hombres  de  condición  y  de  talento  quedan  sin  existencia  políti- 
ca, y  millones  de  hombres  ordinarios  sin  medios  de  subsistir: 
lloran  por  algún  tiempo  en  silencio  los  uüos  su  nulidad,  los  otros 
su  miseria;  pero  á  poco,  pasando  este  sentimiento  al  de  la  deses- 
peración: los  pudientes  finjen  adhesión  para  favorecer  las  miras 
de  los  ausentes,  y  los  pobres,  conformidad,  para  servir  de  ajen- 
tes  inmediatos  en  las  intrigas:  cada  uno,  según  sus  enlaces,  se 
emplea  en  seducir,  y  no  le  faltan  débiles  ni  incautos  qué  com- 
prometer. De  todas  partes  se  asestan  tiros  á  la  República,  que 
no  tiene  otro  apoyo  que  el  Gobierno — y  los  que  componían  este, 
no  podian  defenderla  sino  por  medios  iguales  á  los  que  empleaba 
el  enemigo .  .   la  astucia ...   la  sorpresa ...   y  ¡la  muerte ! 

¿  ¡  Cuantos  parientes,  cuantos  amigos  (conocidos  ó  supues- 
tos) de  los  Realistas,  no  fué  menester  decapitar  en  un  día?!  — 
¿  ¡  Cuantos  cocineros,  reposteros,  peluqueros  y  lacayos  de  emi- 
grados, no  tuvieron  que  morir  ahogados,  por  falta  de  verdugos?! 
— ¿  ¡  Cuantas  familias  inocentes  no  perecieron  por  la  simple  pre- 
sunción que  se  deducía  de  haberse  descubierto  criminales  sus  sir- 
vientes?!— ¿¡Cuantos  miserables,  por  haber  alojado  ó  soco- 
rrido?!— ¿¡Cuantos.  .  .  solo  por  ser  parientes  de  los  culpa- 
dos ?!  y  ¿  ¡  á  cuantos  abusos  y  venganzas  no  dio  lugar  la  nece- 
sidad de  emplear,  en  el  procedimiento,  personas  poco  califica- 
das?! pero.  ...  la  república  se  sostuvo — si  debió,  ó  nó,  soste- 
nerse la  república,  es  punto  discutible — el  fallo  en  contra  con- 
denará á  los  Jefes  por  haberla  defendido;  pero  nó  por  los  me- 
dios que  emplearon  para  defenderla. 

Lloran  aun,  con  mucha  razón,  los  unos  sus  padres,  los  otros 
sus    amigos,    sus    bienhechores.  .  .     toda    alma    sensible    los    llora 


36 


con  ellos;  pero  las  convulsiones,  sociales,  como  las  del  globo, 
son  efectos  naturales:  ambas  tienen  pot  causa  infinidad  de  acci- 
dentes inobservados — y  uno  de  ellos,  á  veces  el  menos  aprecia- 
ble,  decide  la  catástrofe:  á  este  último  ájente  atribuyen  todo  el 
desastre — y  aunque  perezca  envuelto  en  el  desorden,  que  otros 
continúan  causando  por  la  misma  necesidad,  es  una  especie  de 
consuelo  en  el  mal,  el  tener  á  quien  culpar . 


En  la  guerra  defensiva  que  hizo  la  España  contra  las  tro- 
pas de  Bonaparte,  un  oficial  Español  baja  de  las  montañas,  con 
un  número  de  campesinos  Catalanes  reclutados  por  el  ejército: 
los  deja  en  las  playas  del  mar,  mientras  sube  á  buscar  otros,  y 
á  su  vuelta  halla  algunos  de  menos:  el  Sarjento  que  los  custo- 
diaba le  dice  que  habían  ido  con  licencia  á  despedirse  de  sus  pa- 
rientes, bajo  palabra  de  volver  en  el  dia:  vuelven  en  efecto,  y  al 
presentarse  los  hace  fusilar  junto  con  el  Sarjento .  ¡  Pobres  jó- 
venes!— pobre  Sarjento!  ¡maldito  discípulo  de  Robespierre!  Pe- 
10.  .  .  la  España  se  sostuvo  por  esta,  y  por  otras  providencias  se- 
mejantes. A  pesar  de  tanto  rigor,  un  gran  número  de  Españo- 
les, de  todas  clases,  se  declaró  por  el  Rey  José . 


Pero  ya  que  hemos  acercado  los  hechos  hasta  tocar  con 
nosotros  mismos,  para  fijar  la  atención  de  los  que  desprecian  la 
antigüedad,  remontemos  hacia  ella  con  los  que  la  veneran.  A 
sus  puertas  veremos  á  un  Papa  cometiendo,  con  una  sola  pala- 
brar  millares  de  injusticias — todos  los  Jesuítas  no  merecieron  la 
suerte  á  que  los  redujo  Clemente  XíV .  ¡  Consternar  á  todo  el 
orbe  cristiano  en  un  momento ! !  .  .  ¡  Hacer  correr  torrentes  de  lá- 
grimas! ¡  Poner  en  peregrinación  á  millares  de  ancianos!.  .  .  y 
¡  ¡  privar  al  hombre  del  único  consuelo  que  tiene  en  sus  males !  ! 
.  .  .  ¡  j  ¡el  quejarse! ! ! — ¡ni  á  solas  se  le  permitió  al  pobre  Jesuí- 
ta, que  sufría  todo  jénero  de  privaciones,  el  suspirar  por  su  pros- 
peridad pasada ! .  .  .  .  ¡  sus  mas  tiernos  afectos  debían  serle  indi- 
ferentes  ! 

Dos  cosas  llaman  la  atención  del  filósofo  en  esta  lastimosa 
escena — las  razones  de  la  acción,  \?  el  vigor  del  procedimiento . 

En  las  unas  admira  los  caprichos  de  la  suerte,  p  en  el  otro 
el  poder  de  la  educación  mental. 

ASI  CONVIENE  (habían  dicho  los  Reyes) 


37 


ASI   LO    PIDE   LA   SEGURIDAD   DEL    TRONO    (habia   dicho   el 

Pontífice) 

Y  estas  cortas  expresiones,  en  boca  de  la  soberanía,  con- 
denan á  una  serie  indefinida  de  desgracias,  á  millares  de  inocen- 
tes; solo  porque  otros  no  lo  eran,  ó  porque  ellos  podían  no  serlo .. 

El  PAPA  MANDA  QUE  CALLES/,  y  callar  de  buena  volun- 
tad, contra  sus  sentimientos,  es  el  efecto  maravilloso  que  puede 
producir  la  obediencia.  El  Rayo,  en  manos  de  Júpiter,  produ- 
jo anonadaciones  p  metamorfosis  espantosas,  en  ciertos  cuerpos 
jentiles;  pero  todas  juntas  no  valen  la  APOPLEJÍA  ESPIRITUAL! 
en  que  cae  toda  la  Iglesia  de  Dios,  á  la  simple  voz  del  Pontífice 
Romano.  /¿Convertir  millones  de  almas  en  otras  tantas  ESTA- 
TUAS DE  SAL/P 


Si  avanzamos  de  1 9  siglos  en  ]§.  antigüedad,  encontramos  á 
Heródes,  haciendo  degollar  millares  de  recien-nacidos,  por  des- 
hacerse de  uno  solo  que  temia . 


Y  si  volvemos  al  día  en  que  vivimos,  y  á  ios  arrabales  de 
nuestras  pobres  ciudades,  veremos  á  un  Abacero  cerrar  su 
tienda,  para  ir  á  quejarse  de  la  tiranía  del  Gobierno  (porque  le 
cobra  patente)  sin  acordarse  de  las  muchas  extorsiones  que  hizo 
en  su  barrio,  el  año  en  que  fué  Alcalde.  .  .  .  soío  por  tener  las 
calles  barridas .  A  cual,  aunque  no  tenia  delito,  le  sacó  una  , 
multa  de  dos  pesos,  y  después  lo  puso  en  la  cárcel,  á  petición  del 
que  se  lo  prestó:  á  cual  le  confiscó  un  mueble,  (que  no  era  su- 
yo) en  pena  de  no  haber  puesto  vela  á  su  puerta .  .  .  ¡  una  noche 
en  que  se  habia  acostado,  sin  cenar,  por  falta  de  crédito  para  un 
pan!  teda,  con  el  soío  fin  de  dar  buen  ejemplo! 


Por  falta  de  reflexión,  desacreditan  su  juicio  muchos  hom- 
bres, que,  tal  vez,  habrían  hecho  bien  escribiendo.  El  recuer- 
do de  un  principio  los  habría  hecho  menos  mordaces.  «En  la 
«proporción  de  potencias  y  resistencias  (dirían)  consiste  el  arce 
«de  hacer  instrumentos;  y,  al  servirse  de  ellos,  el  mal  que  hacen 
«al  que  los  maneja,  por  poco  que  se  deslice,  es  siempre  en  razón 
«directa  de  su  peso  y  de  la  superficie  que  abrazan.  El  hombre 
«es  un  instrumento  escojido  por  sus  actitudes,  para  ejecutar 
«ciertas  acciones:  con  diferentes  actitudes,  un  hombre  no  rem- 
4 


38 


«plaza  á  otro  en  las  mismas  funciones — excesos  de  enerjía  serán 
«los  defectos  del  hombre  fuerte,  excesos  de  suavidad,  serán  los 
«del  hombre  débil.  Luis  XVI,  que,  en  el  seno  de  su  familia, 
«se  hacía  adorar  como  Padre,  en  medio  de  su  pueblo,  apenas 
«hacia  respetar  la  corona  que  cenia:  su  bondad  lo  llevó  al  patí- 
«bulo,  y  causó  mas  males  á  la  Francia,  que  los  que  Nerón  pudo 
«haber  hecho  á  Roma . 

O  ¡  escritores  !  que  no  consultáis  sino  el  deseo  de  haceros 
valer — consultad  el  interés  de  la  causa  que  finjis  defender,  y  no 
os  faltarán  razones  para  sacrificarle  vuestros  resentimientos — Bo- 
lívar no  es  Tirano:  apenas  habrá  un  hombre  (entre  los  muchos 
que  han  servido  la  causa  de  la  Independencia)  que  se  haya  dado 
á  conocer  mejor.  Si  alguien  tiene  qué  quejarse  de  su  severidad 
(nó  de  su  tiranía)  será  entre  los  que  lo  hayan  servido  de  cerca.  .  . 
entre  los  pueblos  NADIE:  y  ¿quien  no  conoce  la  jente  que  ha  te- 
nido que  contener?  c 


39 

PRUEBAS  JENERALES 

Primera. 

Que  la  popularidad  p  el  Liberalismo  del 
Libertador  son  APARENTES, 

Popularidad  y  Liberalismo  en  el  Jeneral  Bolívar,  son  dotes 
de  su  discernimiento:  es  popular  sin  bajeza,  y  liberal  sin  afecta- 
ción. A  los  ojos  del  que  compone  su  conducta,  y  sus  modales, 
para  aparentar  mérito,  parecerán  supuestas  estas  cualidades; 
porque,  al  juzgar  de  otros,  no  puede  prescindir  de  sí  mismo . 

Popularidad . 

En  sentido  común,  es  tratar  con#todos — no  hacer  distincio- 
nes sin  necesidad — ver  al  jénero  humano  en  cada  hombre. 

Nínias,  rey  de  los  Asirlos,  fué  el  primero  que  pensó  en  ins- 
pirar veneración  por  la  invisibilidad,  viviendo,  lo  mas  de!  tiempo, 
encerrado  en  su  palacio — sus  sucesores  lo  imitaron 

El  medio  entre  los  extremos  es  siempre  difícil  de  guardar 

Sentado  en  Palacio,  ó  rodando  por  las  calles 

Concentrado  en  su  familia,  ó  disipado  en  tertulias 

No  reirse  jamas  ó  reirse  siempre  antes  de  hablar. 

No  salir  sino  raras  veces,  acompañado  de  grandeza,  ó 
correr  los  paseos  en  compañía  de  ¡ente  baja . 

No  divertirse  en  ningún  caso,  ó  distribuir  su  dia  entre  la 
caza,  las  visitas  y  el  juego . 

Hablar  de  tarde  en  tarde,  para  decir  medias  palabras,  ó 
estarse  ofreciendo  á  las  órdenes  de  cuantos  ve, 

Negar  audiencia  al  que  la  necesita,  ó  pasar  el  tiempo  re- 
cibiendo jente,  que  viene  á  hablar  del  frió  ó  del  calor — de  las 
gracias  de  sus  hijos  ó  de  sus  achaques . 

Conceder,  por  mucha  gracia,  licencia  para  asistir  en  pie  á 
ver  comer  á  Su  Majestad,  ó  sentar  á  su  mesa  una  porción  de 
necios  ó  glotones 

Son  extremos  que  prueban  Grandeza  ó  Popularidad .  .  . 
pero  el  vulgo:  la  jente  sensata  los  toma  por  lo  que  son 

El  medio  que  dicta,  en  todos  los  casos,  la  prudencia,  y  el 
que  Bolívar  sabe  tomar,  se  llama  DIGNIDAD. 


40 


Liberalismo . 

Es  voz  nueva,  derivada  de  Liberal,  que  hasta  nuestros 
días,  ha  significado  dadivoso,  tal  vez  porque  el  que  da  libra  ó 
liberta  de  una  dependencia  incómoda:  en  este  sentido  decian  los 
antiguos  Españoles  liberación,  por  poner  en  libertad.  Algunas 
artes  se  llaman  liberales,  porque  teniendo  mas  parte  en  ellas  el 
espíritu  que  el  cuerpo,  parecen  descargar  á  este  de  un  trabajo. 

Es  un  alivio  para  el  que  habla,  y  una  adquisición  para  el 
diccionario  poder  llamar  hoy  liberal,  al  que  aboga  por  la  Liber- 
tad— y  liberalismo  el  conjunto  de  ideas  opuestas  a  la  servidum- 
bre, sea  la  que  fuere . 

Se  hace  esta  explicación,  porque,  aunque  todos,  cuando  ha- 
blan, sepan  lo  que  quieren  decir;  no  todos  saben  lo  que  dicen. 

Es,  pues,  una  consecuencia  del  liberalismo  todo  lo  que  se 
hace  en  favor  de  la  Libertad,  sea  lo  que  fuere,  y  sea  cual  fuere 
el  modo  de  hacerlo .  No  entender  lo  que  se  hace,  ó  por  qué  se 
hace,  será  una  razón  para  preguntar,  nó  para  despreciar  ó  ACRI- 
MINAR . 

¿Quien  ha  servido  mas,  ni  por  mas  largo  tiempo,  la  causa 
de  la  Independencia  que  Bolívar?  ¿quien  ha  llevado  un  plan 
de  operaciones  mas  seguido,  ni  una  conducta  mas  consecuente? 
¿Quien  ha  sacrificado  VOLUNTARIAMENTE  mas  conveniencias? 
¿quien  ha  arriesgado  mas  y  pedido  menos?  Pedir  ó  asumir  el 
poder  para  remediar  males,  es  propio  de  una  noble  ambición — 
la  baja  lo  solicita  para  su  conveniencia — y  la  necia,  para  darse 
importancia 

Hacer  abrazar,  por  fuerza  ó  con  arte,  el  partido  de  la  Li- 
bertad, á  los  que  resistían  ó  temían,  no  es  esclavizar  la  persona 
ni  la  razón,  sino  libertarlas  á  toda  costa — es  hacer  un  bien  á 
quien  no  lo  conoce,  ó  lo  conoce  mal — Afectar  es  finjir  un  senti- 
miento ó  exajerarlo.  Si  Bolívar  ha  podido,  por  tanto  tiempo  y 
en  tantas  circunstancias,  aparentar  Liberalismo,  debe  haberse 
habituado  ya  á  mentir  y  á  creerse — será  liberal  por  costumbre, 
á  lo  menos:  negárselo  todavía  en  este  caso,  seria  temeridad 


41 


SEGUNDA  PRUEBA 

Que  finje  el  Libertador  renunciar  el 
poder  para  asegurarse  mejor  de  él. 

Tercera . 

que  protestando  no  querer  mandar 

hace  cuanto  puede  para  perpetuarse  en  el  mando . 

Una  de  las  cualidades  que  revelan  mas  el  mérito  del  Li- 
bertador, es  su  docilidad  á  las  insinuaciones  de  la  razón — y  el 
que  conozca  la  impetuosidad  de  su  jenio,  admirará  mas  esta  vir- 
tud, si  es  filósofo — Virtud  se  toma  aquí  en  su  verdadero  senti- 
do, por  fuerza,  propiedad  inherente,  n/5  por  esfuerzo  extraordi- 
nario, ni  sobrenatural:  los  que  no  han  estudiado  al  hombre,  lo 
creen  todo  de  una  pieza;  no  distinguen  en  sus  obras  la  parte  que 
tienen  los  sentidos  de  la  que  tienen  los  humores:  y  confundiendo, 
en  un  acto,  la  influencia  de  las  causas  con  el  estado  del  indivi- 
duo, fallan  en  pro  ó  en  contra,  y  deducen  de  los  resultados  ra- 
zones para  caracterizar  á  un  sujeto — ¡Cómo  se  posee,  ó  cómo 
se  domina!  (dicen  en  unos  casos)  ¡qué  firme,  ó  qué  terco!  (di- 
cen en  otros)  ¡  qué  bueno  ó  qué  intratable !  (concluyen,  y  deci- 
den el  juicio) — Y  es  el  mismo  hombre  con  diferentes  estados — 
obrando  por  dfierentes  motivos — ó  en  presencia  ó  ausencia  de 
una  causa.  De  ordinario,  los  hombres  gustan  salir  de  la  natu- 
raleza para  estudiaría. 

Califiqúese  al  Libertador  de  hombre  perspicaz  y  sensible,  y 
se  contará  con  su  razón;  pero  para  esperar  el  suceso  de  una  so- 
licitud, consúltese  el  estado  de  su  individuo  y  el  de  las  causas 
que  lo  han  hecho  proceder .  Todos  los  hombres  que  el  vulgo 
llama  rectos,  no  ofrecen  estas  ventajas  al  que  tiene  qué  tratarlo — • 
nn  la  inculpación  que  sus  críticos  le  hacen  resulta  un  ejemplo 
en  favor  de  esta  observación. 

«No  quiero  mandar  mas»  (responde  al  Congreso  de  Co- 
lombia) «me  obligarían  á  desertar  si  me  instasen  con  la  Presi- 
dencia»— Le  hacen  ver  que  es  necesario  que  mande,  y  continua 
mandando:  habia  jurado  no  admitir  la  Presidencia,  y  á  pesar  de 
haberlo  dicho,  tan  formalmente,  en  público,  se  encarga  de  ella: 
por  cierto  que  una  insinuación  bien  hecha  lo  desarmó.  Pero 
para  el  vulgo  de  los  calificadores,  esto  es  debilidad,  es  manejo, 


12 


es  maniobra,  es  farsa,  y  estarán  rojeando  el  diccionario  para  lu- 
cirla con  nuevos  términos,  en  cada  número  del  diario — Lúzcanla 
en  hora  buena  EN  LAS  GACETAS,  y  pregúntese  al  oido  en  la 
calle.  . 

«¿Ha  leido  U.  lo  que  dice  hoy  el  Sol,  la  estrella,  el  re- 
lámpago, el  telégrafo,  el  duende,  el  iris,  el  fénix,  el  cóndor,  la 
abeja,  el  escarabajo?.  .  .  .  ¡qué  bueno!  ¡qué  bien!  ¡cómo  lo 
pone! 

Hablen,  si  es  menester,  todos  ios  animales,  revueltos  con 
los  astros  en  Congreso.  .  .  el  Libertador  será  siempre  tal  cual 
es,  en  el  concepto  de  los  hombres  de  juicio. 

Hizo  mal  en  dejarse  arrastrar  por  su  jenio,  es  cuanto  pue- 
de decírsele,  por  no  dejar  de  decirle  algo:  convendrá  en  ello,  y 
en  igual  caso  hará  otro  tanto — Hizo  mal  en  formalizarse  por 
las  imputaciones  que  le  facieron  al  llegar  á  Colombia — No  de- 
bió, por  un  enfado,  satisfacer  los  deseos  de  pocos  con  su  renun- 
cia, desatendiendo  el  deseo  del  mayor  número  y  el  interés  jene- 
ral— Debió  considerar  que,  casi  todos  ¡os  hombres  se  emplean 
con  gusto,  en  levantar  pajillas,  para  darse  importancia  de  obser- 
vadores, ó  porque  en  ello  ejercitan  su  malignidad;  y  que  retrac- 
tándose, confirmaba  sus  aserciones — Dígase  cuanto  se  quiera:  ni 
es  posible  que  un  jenio  fogoso  reciba  un  insulto  con  serenidad, 
ni  que  un  corazón  bien  formado  deje  de  hacer  un  bien  porque 
prometió  no  hacerlo— EA  padre  que  echa  al  hijo  de  casa,  en  su 
cólera,  y  lo  recibe  luego  á  su  amistad,  es  un  hombre  sensible, 
racional:  querer  que  se  mantenga  en  lo  dicho  es  hacerle  terco 
y  vano, 

Los  Anglo-americanos  publicaron  anónimos  contra  el  Jene- 
ral  Washington,  y  se  los  enviaron  á  él  mismo — su  respuesta  fué 

«No  hay  un  Oficial  en  los  Estados  Unidos,  que  vuelva  con 
«mas  júbilo  que  yo,  á  las  dulzuras  de  la  vida  doméstica;  pero 
«no  es  mi  ánimo  retirar  mis  servicios,  mientras  se  consideren  de 
«importancia;  los  que  desean  una  mudanza  cabalan  por  lograr- 
«la:  mientras  el  público  esté  contento  con  mis  esmeros  no  pien- 
«so  abandonar  su  causa ;  mas  al  instante  que  su  voz ...  nó  la 
«voz  de  los  facciosos .  .  .  me  pida  que  renuncie,  lo  haré  con  mas 
«gusto,  que  con  el  que  se  recoje  á  descansar  un  caminante  fati- 
«gado  y  rendido.»      (Léase   la  vida  de    Washington)  . 

Así  se  explicaba  el  Libertador  del  Norte-América,  y  nadie 
(excepto  algunos  envidiosos)  dudó  de  la  sinceridad  de  sus  sen- 
timientos:  Bolívar   (en  el  concepto  áe  muchos  de  sus  compatrio- 


43 

tas)   es  un  hipócrita,  porque  ha  dicho  io  mismo,  en  otros  térmi- 
nos. 

«No  aspiro  mas  que  á  poner  un  termino  á  las  dos  mayores 
«plagas  que  pueden  aflijir  la  tierra — la  Guerra!  p  la  Dictadura! 
«(dijo  en  una  ocasión), — Mi  oficio  de  soldado  es  incompatible 
«con  el  de  Majistrado,»   (dijo  en  otra) 

Bolívar  debe  morir  sirviendo  la  causa  pública  en  América,  ó 
consumirse  de  fastidio  en  un  retiro;  por  cálculos  no  dispone  el 
hombre  de  sus  pasiones:  la  filosofía  consiste  en  conocerse,  nó  en 
contrahacerse . 

Plugiese  al  cielo,  por  el  bien  de  los  Pueblos  Americanos, 
que  en  cada  rejion  de  América  se  levantase  un  hombre  con  las 
virtudes  de  Bolívar,  aunque  tuviese  mas  defectos — Hay  muchos 
que  podrían  hacerlo,  y  algunos  que  lo  deben  hacer;  pero  TEMEN'. 
y  la  razón  de  su  temor  es',  el  qué  diíán,  de  los  que  siempre  tienen 
que  decir .  .  .  Reflexionen  bien,  los  caudillos  de  los  Pueblos,  1  ? 
sobre  las  cosas,  2°  sobre  el  estado  en  que  las  cosas  lo  ponen . 
Vean  que.  están  cercados  de  realistas  europeos  y  de  Colonos  Rea- 
listas, que  son  peores:  que  todos  ellos  trabajan  de  acuerdo,  y  sin 
cesar,  acreditando  la  Monarquía  Española,  y  que  el  medio  mas 
seguro  de  conseguirla  es 

desacreditar  á  los  Jefes  Republicanos 

Prodigan  elojios  al  sistema  Liberal,  por  no  hacerse  sospe- 
chosos; pero  no  pierden  ocasión  de  atacarlo  indirectamente  co- 
mentando, epilogando  y  censurando  las  providencias  de  los  Go- 
bernantes: cada  noche  se  retiran  con  ganancias,  y  el  número  de 
los  Republicanos  disminuye  sensiblemente — en  pocas  palabras 

Los  enemigos  de  la  independencia  VELAN 
mientras  sus  defensores  DUERMEN,  confiados 
en  la  justicia  de  su  causa. 

Tal  es  su  confianza  y  su  inacción  que  llegan  hasta  hacerse 
sospechosos  de  connivencia .  Véanlo  bien  j  no  se  alucinen !  no 
se  descuiden! — Entre  los  abogados  de  Fernando  7o  hay  pocos 
políticos;  de  todo  hablan  menos  de  sociedad:  unos  lloran  sus  tí- 
tulos ó  sus  empleos — otros  la  decadencia  de  su  comercio — otros 
desean  ver  cómo  es  que  vuelven  las  cosas  á  io  que  eran — otros 
quisieran  que  sucediese  en  América  lo  que  en  Francia  para  pa- 
recerse á  los  Franceses  hablando  de  Carta  magna,  de  Diputados, 
de  Pares,   de  bandera  blanca,   de  gran  marina,   de   guerra  con 


44 


los  Ingleses,  y  sobre  todo,  quejarse  de  su  suerte  y  gustar  de  ella: 
algunos  se  figuran  ser  ya  ministeriales  para  despreciar  al  pueblo, 
y  los  que  se  han  desvergonzado  con  los  Presidentes  quisieran  des- 
vergonzarse con  el  Rey. 

En  todos  los  Gobiernos  hay  Policía,  menos  en  los  de  Amé- 
rica. Un  Republicano  indiscreto  alza  la  voz  contra  su  Jefe,  y 
le  pregunta  un  Realista,  por  qué? 

«Se  quiere  alzar  con  el  mando»  (responde)  «Qué  bella 
expresión»  (dice  el  otro  entre  sí)  «BlEN  va/  y  lo  reprende  író- 
nicamente.  De  esta  sola  respuesta  se  forma  un  diálogo... 
¿para  qué  extenderlo?  El  que  lo  quiera  oir,  en  todos  sus  deta- 
lles finja  quejarse,  ó  apruebe  quejas. 

Figúrese  el  Gobierno  Republicano  como  un  Baluarte  de- 
trás del  cual  se  defienden  los  Pueblos:  sus  caudillos,  sobre  la 
plataforma,  hacen  centinela  ¡sentados!  los  enemigos  no  atacan 
por  asalto;  pero  trabajan  di&  y  noche  en  obras  cubiertas — minan 
ó  abren  brechas ...   la  sorpresa  será  el  resultado . 

ó  paraque  todos  lo  entiendan 

Sea  el  Gobierno  popular  una  casa  que  habitan  los  propie- 
tarios: los  realistas  se  ocupan  en  destruirla — cada  noche  se  reti- 
ra un  clérigo  con  una  piedra  bajo  el  manteo,  sacada  de  los  ci- 
mientos— y  los  dueños,  en  lugar  de  cuidarla,  la  descalabran  in- 
teriormente con  sus  travesuras — cuando  menos  lo  piensen  se  ve- 
ían sepultados  en  sus  escombros. 

Tal  vez,  por  acabar  mas  pronto,  no  faltará  un  realista  fa- 
nático, que  quiera  hacer  de  Sansón,  viendo  á  los  partidarios  de 
la  Libertad,  en  su  templo,  tan  descuidados  como  los  Filisteos. 

Por  3  grados,  como  todas  las  enfermedades,  ha  pasado  el 
Republicanismo  en  América .  El  1  ?  empezó  por  una  indiferen- 
cia jeneral,  está  dejeneró  en  dudas  y  perplejidades,  hasta  poner 
en  cuestión  la  utilidad  de  la  mudanza — En  el  2?  se  atacaron 
los  principios  liberales.  Estamos  en  el  estado  de  declinación 
que  es  el  3° — Ya  no  es  permitido  defenderse — el  realista  que 
callaba  en  otro  dia,  hoy  nos  impone  silencio — ya  no  es  él  el 
que  teme,  es  el  que  lo  intimidaba — declararse  por  la  República 
era,  no  ha  mucho,  una  recomendación,  hoy  es  una  imprudencia 
que  puede  comprometer.  Las  fuerzas  abandonan  al  sujeto — 
la  debilidad  de  la  cabeza  pasa  á  los  miembros,  y  un  trastorno 
jeneral  se  manifiesta  en  la  máquina:  solo  en  una  absoluta  inac- 
ción espera  el  pobre  Republicano  prolongar,  por  algún  tiempo, 
su  efímera  existencia.      El  mal  ha  llegado  á  tales  términos,  que 


45 


los  quejidos  lo  agravan:  el  único  remedio  que  es  permitido  es- 
perar es  acabar  de  padecer,  pero  sin  abandonarse. 

Por  máxima  fundamental .  El  Americano  que  tenga  qué 
sentir  de  la  autoridad  pública,  disimule  su  resentimiento:  solicite 
privadamente  una  satisfacción  decorosa,  ó  conténtese  con  de- 
searla si  no  la  puede  obtener;  pero  no  intente  vengarse  hablando 
ni  escribiendo:  el  descrédito  del  Jefe  refluirá  sobre  sus  funcio- 
nes— el  de  estas  sobre  el  sistema — y  el  del  sistema  sobre  los  pue- 
blos: el  quejoso  hace  parte  del  pueblo,  y  no  hay  pasajero,  por 
irritado  que  esté  contra  el  piloto,  que  descomponga  la  bitácora  ó 
abra  rumbos  al  vajel  en  que  va  embarcado ....   Pero, 

«La  historia  (arguye  un  patriota)  nos  trae  ejemplos  del 
«mal  que  nos  amenaza.  El  Americano  quiere  ser  libre  é  inde- 
«pendiente  y  concibe  que  no  lo  será,  si  se  aviene  con  reyes  ó  Em- 
«peradores,  ú  otros  jefes  que,  bajo  cualquier  título  les  igualen — 
«Yo  estudio  á  los  hombres  públicos,  inédito  sus  corazones  y  sus 
«últimos  sentimientos .  ¡  Americanos !  pensad  en  las  miras  par- 
«ticulares  del  que  tanto  habla  en  público  de  moderación  y  de 
«desprendimiento ! » 

A  esto,  y  á  lo  mucho  mas  que  se  dice  en  igual  tono,  debe 
responderse,  en  breves  términos ....  Si  un  Presidente  se  apodera 
del  mando,  los  Representantes  del  Pueblo  tendrán  la  culpa:  y 
si  estos  favorecen  las  miras  del  Presidente,  ó  quieren  hacer  un 
Congreso  de  Presidentes,  la  tendrán-  les  Pueblos — Instruyanse 
estos,  y  sabrán  defender  sus  derechos ;  si  no  lo  hacen,  serán  el 
juguete  de  sus  Representantes,  y  los  Representantes  lo  serán  de 
sus  Presidentes . 

CUARTA   PRUEBA 
Que  se  han  descubierto  sus  maniobras. 

El  descubrimiento  de  las  maniobras  del  Libertador  no  debe 
haber  costado  mucho  estudio :  lo  único  que  hay  de  nuevo  en  la 
idea,  es  la  impropiedad  del  término,  y  esta  la  comete  siempre 
todo  el  que  no  entiende  una  operación  que  consta  de  muchas 
combinaciones  ¡Qué  ENREDO !  exclama  un  pasajero  el  dia  en 
que  se  hace  á  la  vela  el  barco !  .  .  .  al  fin  de  la  travesía  ya  no 
le  parece  tanto. 

Tomar  las  medidas  que  piden  las  circunstancias 
para  asegurar  el  buen  éxito  de  una  empresa 
tratando  con  hombres 
se  llama  Política  nó  maniobra 


46 


La  Política  del  Libertador  es,  disponer  las  Repúblicas  á 
figurar  entre  las  sociedades,  y  para  ello  hacer  que  se  recomien- 
den por  sí — mismas:  recomendarse  es  hacerse  respetar,  y  sin  este 
'espeto  las  naciones  no  reconocerán  su  existencia  política.  El 
Libertador  desea  que  los  Monarcas  traten  con  las  Repúblicas  de 
América — porque  en  el  antiguo  mundo  no  hay  sino  Monarquías: 
con  este  fin  ha  procurado  siempre  centralizar  las  funciones  gu- 
bernativas, único  medio  de  regularizar  su  marcha  y  darles  con- 
sistencia . 

Proponer,  á  Naciones  decididas  por  la  unidad,  un  sistema 
político  opuesto  á  sus  ideas,  y  á  mas,  desacreditado — era  con- 
tar con  una  negativa:  presentarles,  por  centro  de  Gobierno,  las 
provincias  de  la  administración  colonial,  erijidas  en  Toparquías, 
y  dar,  por  garantía  de  los  tratados,  una  autoridad  vacilante — 
era  provocar  a!  desprecio:  y  es  sabido  que  hacer  una  pretensión 
despreciable  al  entablarla^  es  quererla  malograr. 

Con  arreglo  á  estos  principios  ha  procedido  el  Libertador, 
variando  cuando  las  circunstancias  han  variado .  Todo  su  an- 
helo ha  sido  dar,  al  Gobierno  Popular  en  América,  el  crédito  y 
3a  respetabilidad  que  ha  perdido  en  Europa:  estos  buenos  oficios 
no  merecen  los  insultos  que  le  prodigan  cada  día  las  gacetas . 

El  Libertador  sabe  que  hay  hombres,  en  América,  capaces 
de  hacer  lo  que  él :  pero  conoce  a!  mismo  itempo  que  no  tienen 
la  opinión  que  sus  servicios  y  las  circunstancias  le  han  dado — 
en  esto  no  se  engaña.  Quisiera  influir  directamente  en  el  bien 
que  desea  hacer,  y  quisiera  hacerlo  todo,  porque  cree  que  lo 
haría  mejor  y  en  menos  íiempo  que  ctre — estos  son  los  sneti- 
mientos  de  todo  hombre  de  bien . 

«En  los  6  primeros  años  que  siguieron  á  la  paz,  los  aman- 
«tes  de  la  Libertad  de  los  Estados  Unidos,  temieron  haber  fa- 
bricado un  Gobierno  visionario,  sobre  las  ideas  falsas  de  vir- 
«íuJ  pública.  Washington  no  pudo  ser  indiferente  á  la  silua- 
«cion  del  país.  Por  falta  de  vigor  en  el  Jefe  de  la  confedera- 
ción, los  Estados  se  convertían  en  soberanías  separadas  y  de- 
caían rápidamente.»   (léase  la  vida  de  Washington) 

«Si  hemos  de  ser  siempre  pupilos, 
«abandonemos  el  proyecto  de  ser  libres» 

(ha  dicho  un  cabio  Colombiano) 

No  se  trata  de  siempre  ni  de  abandono,  sino  de  obrar  con 
acierto   y   de  contemporizar.       En  un   territorio   tan  vasto   coma 


47 


el  de  Colombia,  en  medio  de  tantos  partidos,  y  á  pesar  de  tanto 
provincialismo,  los  Congresos  no  han  sostenido  su  autoridad,  si- 
no por  el  respeto  que  los  Pueblos  tributan  al  Libertador. 

«Solo  un  desnaturalizado  defiende  á  Bolívar 

(ha  dicho  un  sabio  Peruano) 

Parece  que  DESNATURALIZADO  no  viene  al  caso.  Todos 
los  animales  desean  romper  los  vínculos  que  los  sujetan:  el  uso 
que  hacen  de  la  libertad  es  una  nueva  conducta — de  ella  de- 
pende el  continuar  libres  ó  el  perder  su  libertad  para  siempre. 
Encontrar  partidarios  de  la  independencia  es  fácil,  díganlo 
cuantos  han  promovido  sublevaciones  contra  una  dominación 
cualquiera,  aun  la  mas  suave,  aun  la  mas  lejítima 

vamos  á  pelear  para  que  nadie  nos  mande 

es  proclama  muy  elocuente . 

Pero  digan  también  los  mismos  demagogos,  j  cuanto  no  les 
ha  costado  el  entenderse  con  sus  secuaces!  —  ¡en  cuantos  compro- 
misos no  los  han  puesto  cuando  se  ha  tratado  de  orden . 

«no  queremos  centros  de  despotismo» 

(responden  muchos) 

«Cada  Provincia  debe  formar  un  Estado» 

y  gobernarse  á  su  modo: 

«La  federación  es  el  Gobierno  mas  natural» 

Concédase  que  todos  sepan  lo  que  es  sistema  federal  que 
hayan  previsto  las  dificultades  de  su  formación,  y  pensado  en  los 
medios  de  hacerlo  útil  y  duradero — todavía  será  menester  dete- 
nerse en  otras  consideraciones . 

Ia  Entre  la  Independencia  y  la  Libertad  hay  un  espacio 
inmenso  que  solo  cGn  arte  se  puede  recorrer:  el  arte  está  por  des- 
cubrir: muchos  han  trabajado  en  él,  pero  sin  plan.  Principios 
mas  ó  menos  jenerales — rasgos  injeniosos- — indicación  de  movi- 
mientos molestos  ó  impracticables — medios  violentos — sacrificios 
crueles,  es  lo  que  tenemos  en  los  rÜKos.  2^  La  Independencia 
es  el  resultado  de  un  trabajo  material — la  libertad  no  se  consi- 
gue sino  pensando:  resistirse,  combatir  y  vencer  son  los  trámites 
de  la  primera — meditar,  proponer,  contemporizar,   son  los  de  la 


48 


segunda.  El  mérito  de  haber  conseguido  la  Independencia  es 
por  mil  razones  disputable — resolución,  todos  pueden  haberla  te- 
nido— valor  muchos  pueden  haberlo  probado — de  la  victoria 
¿ quién  no  creerá  deber  reclamar  una  gran  parte?  pero,  el  plan 
de  operaciones  para  la  consecución  de  la  Libertad,  no  puede  ser, 
en  su  orijen,  la  obra  de  muchos:  las  ideas  discutidas  al  nacer 
se  malogran,  las  que  llevan  por  objeto  la  Libertad  social  no  pue- 
den ser  simples,  y  mientras  se  componen  necesitan  ellas  mismas 
de  una  Libertad — el  rigor  de  la  discusión  las  haria  abortar  ó 
desvanecer . 

«Discurran,  como  quieran,  los  amigos  del  absolutismo, 

«(concluyen  los  mas) 

«nosotros  daremos  siempre  nuestro  parecer» 

Ahora  bien:  ¿se  necesita,  ó  nó,  política  para  arreglar  pa- 
receres tan  decisivos?  y  el  que  no  entienda  de  política,  ¿no  ten- 
drá razón  para  llamar  MANIOBRA,  la  variedad  de  movimientos 
que  es  menester  ejecutar,  para  determinar  un  rumbo  enmedio  de 
tantos  vientos  contrarios? 

Reúnanse  los  hombres  de  juicio  á  Bolívar,  para  obrar  de 
acuerdo  en  una  empresa  tan  digna  de  ocupar  á  todo  amante  de 
la  filosofía  social.  A  los  que  dan  SOLO  SU  PARECER  por  toda 
razón,  respóndaseles  (en  calidad  de  parecer  también)  que  no 
serán  ellos  los  que  den  importancia  al  Gobierno  Republicano  en 
América,  si  no  emplean  otros  medios  que  los  que  dicta  la  pre- 
sunción: que  mientras  no  hilen  otro  raciocinio  que  el  de  sus 
PARECERES,  errarán  torpemente  el  camino  de  la  representación; 
y  que  á  pesar  de  los  esfuerzos  que  han  hecho  los  hombres  bien- 
intencionados, las  nuevas  Repúblicas  harán  un  personaje  burles- 
co ante  los  Gobiernos  Europeos . 

QUINTA   PRUEBA 

Que  las  sospechas  son  Razones  en  Política 

COMPARAR  es  buscar  la  razón  en  que  están  dos  ó  mas  co- 
sas— y  la  razón  varía  de  especie,  según  las  miras  del  que  com- 
para. Son  razones  las  sospechas  (sin  duda)  porque  son  el  re- 
sultado de  una  ó  mas  comparaciones;  pero  no  lo  son  en  política 
solamente,  ó,  todo  es  política.      Si  los  que  promulgan  el  princ- 


49 


pió,  sintiesen  la  necesidad  de  explicarse  con  claridad  ante  jente 
ignorante,  no  suprimirían  la  parte,  esencial  del  pensamiento . 

No  dirían  sencillamente  que 

Las  sospechas  son  razones en  política . 

sino  que 

Las  sospechas  son  razones,  para  ATACAR, 

por  una  regía 

jeneramlente 

establecida.  ...    en   política 

y  esto  es  falso . 

las  sospechas  son  razones,  para  desconfiarse 

para  precaverse  * 

para  prepararse 

a  la  defensa 

no  solo  en  política  sino 

en  todos  casos 

Seria  una  verdad 

porque  seria  una  razón  de  conveniencia,  sacada  de  la  compara- 
ción de  un  mal  con  un  bien 

Atacar  randado  en  sospechas,  no  daría  por  resultado  el 
bien  de  la  seguridad,  sino  el  mal  de  la  venganza,  á  la  cual  auto- 
rizaría una  defensa  emprendida  bajo  todas  las  apariencias  de 
agresión . 

Dudar  es  empezar  á  NEGAR — sospechar  es  empezar  á 
CREER — y  conjeturar  es  dudar  ó  sospechar  CON  FUNDAMENTO. 
En  virtud  de  una  duda,  de  una  sospecha  ó  de  una  conjetura,  se 
toman  precauciones ...  en  esto  consiste  la  prudencia ;  pero  la 
decencia  pide  que  se  guarden  las  consideraciones  de  convenien- 
cia.     La  conveniencia  puede  ser  accidental,  moral,  ó  social. 

Conveniencia  accidental . 

Hay  ladrones  en  las  calles,  y  á  deshoras  veo  un  hombre 
embozado  y  medio  oculto  en  el  lugar  por  donde  debo  pasar:  si 
voy  acompañado  temo  menos  y  mi  precaución  es  disimulada — si 
voy  solo,  despliego  todos  mis  medios  de  defensa;  pero,   ¡dar  el 


50 


miedo  que  me  posee    (aunque   fundado)    por   RAZÓN   para   «ta- 
car !   es  el  modo  de  autorizar  todo  crimen . 

Conveniencia  moral. 

Cuantos  criados  he  tenido  me  Kan  robado ....  los  tomaré 
por  necesidad  y  les  escasearé  mi  confianza.  Cuando  los  he  con- 
servado por  largo  tiempo,  han  abusado  de  mi  bondad  y  me  han 
servido  mal ....  los  mudaré  cada  mes — Pero,  doy  con  uno  que 
es  fiel,  cuidadoso,  y  que  toma  interés  en  mi  comodidad,  no  obs- 
tante, por  no  derogar  mi  regla,  lo  despido.  .  .  ¿qué  vieja  hace 
esto  en  su  casa? 

Conveniencia  social. 

Una  nación  vecina  acerca  tropas  á  mis  fronteras ....  debo 
pedir  una  explicación  del  motivo,  y  entretanto  resguardarme;  pe- 
ro, ¡¿declararle  la  guerra!?..  ¡¿Exijir  que  la  nación  vecina 
me  pague  los  gastos  que  hago  por  mi  seguridad — y  apelar  á  RA- 
ZONES para  lejitimar  mi  pretensión!?  es  lo  mismo  que  pedir 
á  cada  persona  que  pasa  por  mi  calle,  lo  que  me  costó  la  ce- 
rradura de  mi  puerta,  ó  lo  que  me  cuesta  el  perro  que  mantengo 
para  mi  custodia,  y  si  me  lo  rehusan  (como  es  justo)  ocurrir  al 
juez 

«La  política  es  cosa  muy  diferente» 

(se  arguye) 

«ejemplos    comunes    nada    prueban    contra    la    conducta 

«de  los  Gobiernos» 

No  hay  la  diferencia  que  se  cree,  ni  los  ejemplos  comu- 
nes son  indignos  de  aplicarse  al  Gobierno:  el  que  no  aprende  po- 
lítica en  la  cocina  no  la  sabe  en  el  gabinete.  La  especie  de 
necesidad  no  saca  la  necesidad  de  su  jénero — la  especie  de  ac- 
ción que  una  necesidad  pide  para  remediarse,  no  saca  la  acción 
del  corto  número  de  movimientos  que  el  animal  ejecuta  para 
conservarse — Pero, 

Por  mas  casos  que  se  citen,  por  mas  razones  que  se  ale- 
guen, por  palpables  que  sean  las  demostraciones ....  el  justo 
temor  que  inspira  la  experiencia  que  hicieron  los  Franceses  con 
Napoleón  (y  que  la  imajinacion  ABULTA  porque  la  tiene  aun  á 
la  vista)  hace  que  las  jentes  no  puedan  sobreponerse  á  una  im- 
presión que  nace  del  testimonio  de  los  sentidos.      TlENEN   RA- 


51 


ZON .  La  suerte  de  la  República  en  Europa,  atormenta  á  los 
buenos  patriotas  en  América .  ¡  Napoleón  se  les  aparece  en 
sueños !  ¡  despiertan  despavoridos !  y  al  ver  en  el  trono  de  la  Li- 
bertad, sentado  ¡UN  JENERAL!  se  horrorizan!  tiemblan!  y  se 
retiran  á  consultarse  sobre  los  medios  de  prevenir  el  golpe  que 
los  amenaza. 

Calmaos!  Republicanos,  para  conseguirlo  reconoced  vues- 
tro estado  y  el  mérito  de  vuestros  Jefes .  Sed  justos  si  queréis 
ser  jueces .  En  toda  especie  de  sociedad  debe  el  hombre  saber 
juzgar  á  sus  semejantes ;  pero  en  la  republicana  es  la  primera 
de  sus  obligaciones  con  respecto  al  orden  público — porque  el  de- 
recho de  emitir  su  voto  es  común  á  todo?  los  ciudadanos .  En  la 
monarquía  el  soberano  no  está  sujeto  á  residencia — en  la  repú- 
blica la  opinión  forma  tribunales  contra  el  Gobierno:  ¿hay  co- 
sa mas  ridicula  que  un  hombre  dando  su  parecer  sobre  lo  que 
no  entiende? — ¿sentenciando  sin  ser  jaez? — y  ¿creyendo  serlo 
porque  nació  en  uno  de  los  lugares  que  componen  distrito? 

Republicanos!  no  permitáis  que  el  Realista  os  pruebe  que, 
bajo  el  despotismo  que  detestáis,  se  goza  de  mas  seguridad  que 
al  favor  de  vuestras  instituciones  Liberales — La  sospecha  infun- 
dada no  es  conjetura,  ni  la  conjetura  es  prueba:  la  América  no 
se  parece  á  la  Francia,  ni  la  política  de  Bolívar  es  la  de  Napo- 
león. 

Bonaparte  fue  un  Jeneral  afortunado.  .  .  Bolívar  lo  es: 
aquel  abolió  el  Gobierno  y  asumió  el  mando.  .  .  Bolívar  no  ha 
hecho  tal  cosa-,  al  contrario,  el  Gobierno  republicano,  en  todas 
ias  formas  que  ha  tomado'  desde  su  creación  en  las  costas  de  Ve- 
nezuela hasta  su  instalación  en  Bogotá,  tiene  repetidas  pruebas 
de  la  sumisión  de  Bolívar  á  las  leyes .  .  . 

Si  el  cuerpo  legislativo  ha  llegado  á  desmerecer 
este  homenaje,  sus  miembros,  no  la  autoridad 
han  tenido  la  culpa. 

La  representación  popular,  en  los  libros,  es  mas  un  signo 
que  una  copia;  y  si  es  ESTA,  se  parece  poco  ó  nada:  tiene  la 
desgracia  de  casi  todos  los  retratos — hacer,  al  orijinal,  dema- 
siado favor  en  unos  casos  y  poco  ó  ninguno  en  otros .  El  que 
entiende  de  fórmulas  republicanas,  no  se  alucina  con  elecciones 
— en  otro  lugar  convendría  criticarlas;  pero  en  este  debe  recor- 
darse, á  los  que  las  conocen,  lo  que  deben  decir  de  ellas  á  los 
Pueblos,  cuando  se  propongan  instruirlos  en  sus  intereses. 


52 


Qué  derecho  tendrán  unos  hombres  conocidos  en  una  ciu- 
dad (cuando  mas)  para  imponer  silencio  al  que  alzó  la  voz  por 
la  Libertad  del  Pueblo? — ¿qué  motivo  para  sospechar  de  ad- 
versas al  bien  común,  unas  intenciones  conocidas  por  favorables, 
en  cuantos  casos  han  podido  manifestarse?  Cuando  los  Pue- 
blos ponen  su  suerte  en  manos  de  Bolívar,  saben  en  quien  depo- 
sitan su  confianza — de  sus  representantes  tienen  noticias  vagas  ó 
no  tienen  ningunas:  los  Electores  van  á  elejir  porque  otros  los 
han  elejido  para  elejir:  elijen  por  varios  motivos  y  con  fines  di- 
ferentes; pueden  tener  una  idea  del  verdadero  fin  de  las  eleccio- 
nes, ó  no  tenerla,  porque  no  es  necesario  saber  á  qué  van  al 
Congreso — pueden  decir  estando  en  él  lo  que  crean  conveniente, 
ó  lo  que  les  parezca — declarar  que  las  sospechas  son  razones  en 
política,  y  anular  al  hombre  mas  importante,  si  se  les  antoja:  de- 
cir que  los  pueblos  han  aprobado  su  declaración,  cerrar  las  puer- 
tas y  retirarse  á  descansar. 

¿Será  razonable  exponer  de  tal  modo  el  honor  nacional? 
Sentencien  los  Pueblos  á  sus  Representantes  por  la  misma  re- 
gía en  que  ellos  se  fundan  para  sentenciar — Declaren  que  pro- 
ceden de  malicia  y  depónganlos,   porque   LAS  SOSPECHAS  SON 

RAZONES    EN    POLÍTICA. 

Bonaparte  se  hizo  declarar  Cónsul  vitalicio  por  consejos  de 
su  hermano — Bolívar  no  lo  ha  pretendido,  y  si  lo  pretendiera  se- 
ria SEGURAMENTE  con  otras  miras — La  abolición  del  Gobier- 
no y  la  creación  del  Triunvirato  Consular  fueron  ideas  de  Lu- 
ciano Bonaparte:  la  reforma,  (no  la  abolición)  del  Gobierno,  y 
la  convocación  de  una  nueva  Convención  Nacional,  sen  ideas 
de  Bolívar. 

Bonaparte  no  creó  la  Francia,  al  contrario,  fue  una  criatu- 
ra de  su  Gobierno — Bolívar  ha  dado  el  ser  á  Colombia,  y  el 
Gobierno  republicano  se  sostiene,  por  el  respeto  que  infunden  sus 
armas  y  su  nombre  á  los  muchos  enemigos  que  tiene. 

Bonaparte  se  hizo  proclamar  Emperador  de  los  Franceses, 
porque  la  Francia  no  podia  ser  República:  este  fue  el  sentimien- 
to de  un  gran  número  de  Franceses,  distinguidos  por  sus  luces 
y  por  su  patriotismo,  y  el  de  una  gran  parte  de  la  nación — nada 
anuncia  que  Bolívar  pretenda  otro  tanto  en  América:  su  buen 
juicio  le  hace  ver  que  el  estado  del  pais  es  mas  propio  para  re- 
públicas que  para  monarquías. 

«Puede  HACERLO»  (dicen) — También  puede  no  hacer- 
lo: y  su  conducta  pasada  y  presente  obligan  á  inclinarse  á  esto 
último . 


53 

«No  IMPORTA.!,»  «desconfiémonos!» — Bueno!  pero  no  se 
le  acuse,  y  mucho  menos  se  le  insulte.  No  IMPORTA  es  un  lu- 
gar de  prueba  para  quien  no  tiene  pruebas  que  dar. 

O!  cuan  cierto  es  que  los  espectros  desaparecen  al  paso 
que  el  que  los  teme,  los  examina  de  cerca! 

Zoilo  pretendió  retener  el  jenio  de  Homeio  en  las  reglas 
de  la  Retórica — y  Freron,  sujetar  el  de  Voltaire  á  los  precep- 
tos de  la  autoridad .  Dos  hombres  que  no  podian  pasar  del  se- 
pulcro, atraviesan  hoy  los  siglos,  y  sus  nombres  durarán  en  la 
historia,  mientras  se  conserven  los  escritos  que  censuraron .  ¿  Cual 
será,  entre  los  émulos  de  Bolívar,  el  que  la  suerte  destine  á  acom- 
pañarlo á  la  posteridad? 


PRUEBAS  PARTICULARES 

» 

Ia      que  se  le  han  interceptado  comunicaciones. 

Las  comuniciones  interceptadas  son  declaraciones  secretas, 
que  no  hacen  íé  sino  cuando  están  reconociólas  ó  legalmente  pro- 
badas .  Exponer  la  persona,  el  honor  ó  el  caudal  de  los  ciu- 
dadanos, á  la  aparición  de  un  papel,  es  desterrar  de  la  sociedad 
la  principal  garantía  que  el  hombre  busca  en  ella.  .  .  la  seguri- 
dad .  Por  una  ley  antisocial,  muy  valida  entre  nosotros,  se  des- 
poja á  un  vecino  honrado,  en  medio  de  un  camino,  de  la  bes- 
tia en  que  va  mentado . 

«.Lo  ajeno  clama  por  su  dueño»  es  la  fórmula  de  la  sen- 
tencia, y  la  prueba  que  la  apareja,  consiste  de  ordinario  en  el 
decir  de  una  gavilla  de  picaros . 

Contrahacer  la  letra  y  la  firma,  ó  una  de  las  dos,  es  cosa 
muy  fácil :  por  oficio  lo  tienen  muchos  en  las  islas  Antillas,  fa- 
voreciendo el  contrabando  con  dobles  papeles  que  llaman  pasa- 
vantes, y  ellos  se  titulan  ESCRIBANOS  en  lugar  de  FALSARIOS — 
En  tiempo  de  guerra,  es  una  especulación  el  componer  cartas  in- 
terceptadas y  darlas  á  la  prensa — sobre  cartas  fidedignas  se  ex- 
tiende mas  de  un  artículo  en  las  gacetas — y  pocas  son  las  noti- 
cias importantes  que  no  se  saquen  de  orijinales  autógrafos;  pero 
nadie  responde  de  la  autenticidad  sino  cuando  conviene .  Un 
hombre  honrado,  en  su  casa,  no  da  oidos  á  chismes ...  ¿  estará 
bien  que  un  Gobierno  los  acoja?.  .  .    Las  comunicaciones  Ínter- 


54 


ceptadas  están  en  la  clase  de  anónimos — es  permitido  por  ellos 
SOSPECHAR  pero  nó  acusar,  porque  NEGANDO  se  enferma  toda 
acusación  donde  no  hay  prueba. 

Pero  concédase  la  existencia  de  los  escritos  sorprendidos 
al  Libertador — dense  por  reconocidos  y  pásese  á  juzgarlos:  es- 
to no  podrá  hacerse  sino  con  el  documento  á  la  vista:  decir  que 
hay  papeles,  que  existen  en  tal  parte,  que  sujetos  muy  formales 
aseguran  haberlos  leído,  que  los  tales  sujetos  son  incapaces  de 
mentir,  y  otras  aserciones  semejantes,  son  buenas  en  una  conver- 
sación, nó  en  un  juicio .  Citemos  una  comunicación  que,  en  el 
concepto  de  muchos,  es  la  que  mas  descubre  los  siniestros  desig- 
nios del  Libertador. 

CARTA  del  Jeneral  Bolívar  al  Señor  Mosquera. 

«Es  preciso  trabajar  porque  no  se  establezca  nada  en  el 
«pais,  y  el  modo  mas  seguro  es  dividirlos  á  todos .  La  medida 
«adoptada  por  Sucre,  de  ncknbrar  á  Torre  Tagle,  embarcando  á 
«Riva  Agüero  con  los  Diputados — ofrecer  á  este  el  apoyo  de  la 
«división  de  Colombia  paraque  disuelva  el  Congreso,  es  EXCE- 
«LENTE .  Es  preciso  que  no  exista  ni  simulacro  de  Gobierno, 
«y  esto  se  consigue  multiplicando  el  número  de  mandatarios  y 
«poniéndolos  lodos  en  oposición .  A  mi  llegada,  debe  ser  el  Pe- 
«rú  un  campo  rozado,  para  que  yo  pueda  h?.cer  en  él  lo  rué 
«convenga .  » 

Que  perfidia!  .  .  .  !  que  horror!  .  .  . 
Que  no  se  establezca  nada  en  el  pais !  .  .  .  . 
í  Que  se  introduzca  la  división !  .  .  .  . 
i  Que  se  disuelva  el  Congreso !  .  .  .  . 
Que  no  quede  ni  simulacro  de  Gobierno!  .... 
;Que  se  aumente    el    número    de    mandatarios,    y    se 
pongan  en   oposición  paraque  se  entredestruyan !    y 
....  llamar  todo  esto  EXCELENTE ! 
¡Exijir  que  á  su  llegada  sea  el  Perú  un  campo  raso 
(ó  rozado)  para  hacer  en  él  LO  QUE  convenga! 

Semejante  hombre  es  un  monstruo .  Aquí  si  que  vendría 
bien  el  apostrofe  ya  citado ...  ¡  «Americanos !  pensad  en  las 
«miras  particulares  del  que  tanto  habla  en  público  de  moderación 
«y  de  desprendimiento!» — Pero  olvidó  el  declamador  añadir 

«Modérense  para  juzgar.  .  .  despréndase  de  pasiones  para 
«fallar» 


55 

Suprímase  en  esta  carta  la  firma  de  Bolívar—sustituyasele 
cualquiera  otra,  y  será  un  modelo  de  medidas  políticas,  para  to- 
do el  que  quiera  establecer  un  nuevo  orden  de  cosas,  donde  las 
cosas  se  han  desordenado. 

Si  la  carta  hubiera  sido  sorprendida  en  Holanda,  en  tiem- 
po de  la  reforma  de  Rusia,  tendría  la  firma  de  Pedro  1  ° — Si  en 
la  Nueva  Inglaterra,  la  del  Jeneral  Washington — Si  en  la  Isla 
de  Elba,  la  de  Napoleón — Si  en  Londres,  la  de  Luis  XVIII — 
Si  en  Francia,  la  de  Fernando  7o — Si  en  Amberes,  la  del  Ma- 
rsscal  Riva  Agüero — la  de  una  porción  de  sujetos  mas  ó  menos 
distinguidos,  si  la  interceptación  hubiese  sido  en  Buenos-Aires, 
en  Chile,  en  Charcas,  en  Lima,  en  Méjico  o  en  Guatemala — en 
Arequipa,  estaría  firmada  por  el  Mariscal  Santacruz — en  Paita, 
por  el  Mariscal  Gamarra — y  últimamente  en  Lima,  por  el  Je- 
neral La- Fuente. 

¡  CUANTO  MONSTRUO ! .  .  .  sin  contar  los  muchísimos  mons- 
truos de  segundo  orden,  que,  por  no  poder  entrar  en  la  historia 
grande,  sepultan  cada  año  sus  nombres  en  Actas  de  Cabildo,  bajo 
el  título  de  Alcaldes — Sin  contar  los  millones  de  perfidias  y 
traiciones  que  se  traman  verbaímente  en  Gabinetes,  en  estrados 
y  en  paseos,  contra  verduleras,  taberneros  ó  sirvientes  domésti- 
cos, y  hasta  contra  los  animales  condenados  á  morir  para  el 
abasto:  porque,  si  estos  pudieran  interceptar  la  correspondencia 
secreta  que  llevan  contra  toda  justicia,  los  que  los  venden,  com- 
pran y  degüellan,  harían  una  ESPANTOSA  REVOLUCIÓN. 

Nadie  pierde  con  gusto:  y  siempre  hay  razones  que  consi- 
derar, si  se  atienden  derechos  individuales ;  pero  está  en  las  le- 
yes del  universo  que  lo  que  conviene  á  algunos  en  un  estado  de 
desorden,  no  puede  convenir  á  todos,  ni  vice  versa;  ó  todo  es  or- 
den, y  en  tal  caso  no  hay  razón  para  quejarse  de  agravios,  por- 
que la  injusticia  es  jeneral . 

Los  que  publican  la  carta  de  que  se  trata,  ó  la  andan  pa- 
seando por  las  tertulias,  no  advierten  que  van  mostrando  un  mo- 
delo de  política ....  que  trabajan  en  favor  del  acusado .  Es- 
cóndanla si  no  quieren  hacerle  honor,  o  den  á  cada  artículo  un 
sentido  opuesto  al  que  tienen — de  este  modo  por  ejemplo 

Carta  del  Jeneral  Bolívar  al  Señor  Mosquera 

«Es  preciso  trabajar  por  que  se  establezca  LO  QUE  CADA 
«UNO  QUIERA  en  el  pais,  y  el  modo  mas  seguro  es  PONERLOS 


56 


«TODOS  DE  ACUERDO.  La  medida  adoptada  por  Sucre  de 
«nombrar  á  Torre  Tagle,  embarcando  á  Riva  Agüero  con  los 
«Diputados — ofrecer  á  este  el  apoyo  de  la  División  de  Colom- 
«bia  paraque  SOSTENGA  el  Congreso.  .  .  es  excelente.  Es  pre- 
«ciso  que  EXISTA  un  simulacro  de  Gobierno,  y  esto  se  consigue 
«REDUCIENDO  el  número  de  mandatarios,  y  haciendo  que  SE 
«ENTIENDAN.  A  mi  llegada  debe  ser  el  Perú  un  Bosque  DE 
«DIFICULTADES,  paraque  yo  pueda  hacer  en  él  LO  QUE  ME 
«MANDEN . » 

Entonces  el  Jeneral  Bolívar  seria,  nó  un  monstruo  sino 
un  necio . 

Es  de  admirar  que,  habiendo  pasado  el  escrito  por  tantas 
manos  enemigas,  no  haya  habido  una  bastante  advertida  para 
glosarlo  de  un  modo  semejante  ó  peor — Clamen  contra  injusti- 
cias ó  perjuicios  los  que  no  reflexionen  ó  quieran  desmentir  su 
conciencia .  c 

Cuando  se  quema  un  bosque,  con  fines  superiores  á  la  con- 
veniencia de  las  plantas  que  perecen,  es  justa  la  destrucción . 
El  que  se  lastima  de  ver  ¡  tantos  árboles  frondosos !  ¡  tantos  vas- 
tagos !  ¡  tantos  pimpollos  ABRASÁNDOSE !  está  haciendo  sus  re- 
flexiones sentado  sobre  la  yerba:  le  hacen  ver  que  está  destru- 
yendo él  msimo  ¡  un  BOSQUE  DE  MUSGOS !  .  .  y  se  disculpa  di- 
ciendo ¿¡cómo  me  sentaré  sin  hacer  mal?! 


SEGUNDA  PRUEBA 

Que  Bolívar  entró  en  el  Perú 
sin  ser  llamado 

TERCERA 

Que,  al  entrar,  no  se  presentó  á  pedir  órdenes 
de  la  Autoridad  Suprema. 

Se  prescinde  de  documentos — No  se  entra  en  pormenores 
fastidiosos,  tratando  de  una  materia  que,  por  su  naturaleza,  pi- 
de verse  en  grande .  Las  acciones  de  un  hombre  público  son 
trascendentales  á  toda  una  nación,  por  lo  menos — ya  se  ha  dicho 
que  en  un  estado  de  desorden,  lo  que  conviene  á  algunos  no  pue- 
de convenir  á  todos,  ni  vice  versa . 


57 


El  trabajó  de  un  Jeneral  en  Jefe  difiere  mucho  del  de  un 
Relojero:  el  uno  alza  los  ojos  para  ver,  de  lejos,  millones  en  ma- 
sa— el  otro  los  baja  para  medir  de  cerca,  millonésimos  en  deta- 
lle: el  telescopio  es  el  instrumento  del  primero,  y  el  microscopio 
el  del  segundo — Un  Jeneral  en  su  marcha,  vuelca  ó  destruye  in- 
finidad de  cosas  pequeñas,  porque  el  objeto  que  lo  ocupa,  no  le 
permite  ver  donde  pone  los  pies — el  relojero,  por  observar  los 
ángulos  que  describe,  á  cada  paso  que  da,  tropieza  con  los  ob- 
jetos mas  visibles . 

¡  Un  enemigo  poderoso  en  el  Perú !  dueño  de  la  opinión  3/ 
■del  tesoro! — ¡protejido  por  millares  de  ajenies! — y  ¡¡amena- 
zando á  Colombia! !  .  .  era  objeto,  en  cuya  presencia  debían  des- 
aparecer Congresos,  Presidentes,  empleos  subalternos,  negocios 
mercantiles,  y  toda  especie  de  conveniencia  privada. 

Las  personas,  poco  versadas  en  política,  tendrán  esta  má- 
xima por  tiránica,  y  les  parecerá  tal,  porque  no  podrán  persua- 
dirse que  haya  casos  en  que  muchos  derechos  deban  ceder  á  uno 
solo — piensan  que  los  derechos  adicionados  hacen  suma  como 
los  números:  no  advierten  que  los  derechos  se  vuelven  fracciones 
en  comparación  de  un  derecho  mayor.  Tómese  el  trabajo  de 
comparar  los  casos,  y  noten  que  el  derecho  que  tuvo  Bolívar 
para  entrar  en  el  Perú  (con  licencia  ó  sin  ella)  era  el  de  Co- 
lombia . 

Bolívar  conocía  el  peligro  en  que  e3taba,  pero  nó,  las  jen- 
tes  con  quienes  podía  tratar  en  el  Perú .  Entre  el  ejército  que 
•mandaba  y  los  recursos  con  que  debía  contar,  en  caso  de  un 
revés  de  fortuna,  se  interponían  muchas  leguas  y  muchísimos 
obstáculos — observó,  en  cuanto  su  situación  lo  permitía,  la  eti- 
queta de  las  negociaciones,  pero  no  debió  sujetar  á  ella  el  éxi- 
to de  su  empresa . 

Se  citarían  millares  de  casos  en  que  se  sacrifica,  nó  la  con- 
veniencia de  pocos  á  la  de  muchos,  sino  al  contrarío;  pero  baste 
el  de  una  ciudad  entera  (entre  nosotros)  renunciando  el  derecho 
de  su  comodidad,  por  protejer  el  ínteres  piadoso  de  una  cofradía 
de  devotos.  Tiendas  y  talleres  cerrados,  calles  condenadas, 
gastos  en  linternas  y  en  cortinas  —  sin  pensar  en  tanto  pobre  que 
vive  de  su  jornal:  campanadas,  truenos,  ¡cañonazos!  sin  la  me- 
nor consideración  por  tantos  enfermos  (algunos  de  ellos  mori- 
bundos) que  necesitan  de  reposo  y  silencio .  .  &c .  con  menos 
bastaría . 


«No  es  por  la  cofradía  solamente  (se  dirá)  :  toda  la  po- 
«blacion  debe  tolerar  la  ceremonia  con  gusto,  porque  tiene  ó 
«debe  tener,  la  misma  devoción» — Dígase  otro  tanto  de  las  ex- 
torsiones que  ocasionan  las  tropas  en  sus  empresas — «Todo  el 
«pueblo,  tiene,  ó  debe  conocer  que  tiene  un  interés,  próximo  ó 
«remoto,  en  las  operaciones  militares:» 

No  han  sido  tan  escrupulosos,  por  cierto,  los  acriminadores 
(llámense  críticos)  cuando  han  tratado  de  llevar  á  efecto  su 
proyecto  de  Independencia.  El  rey  de  Lspaña  lo  era  de  las 
Indias  por  derecho  de  conqusita,  de  posesión,  de  lejitimidad — 
sus  Gobernadores  tenían  títulos  en  forma — y  millares  de  Euro- 
peos eran  tan  dueños  del  suelo  como  los  Americanos .... 

«Pero  (interrumpen)  el  derecho  á  la  Libertad  debia  pre- 
ponderar»    El  mismo  derecho  alegaba  Bolívar  á  nom- 
bre de  Colombia. 

c  Pidieron  los  Insurjentes,  á  los  ministros  del  rey,  licencia 
para  hacer  su  revolución?  (entre  ellos  habia  muchos  tan  Libe- 
rales como  los  Americanos) 

¿Se  presentaron  los  Jenerales  Republicanos  á  recibir  órde- 
nes de  las  audiencias  ó  de  sus  Presidentes?  (talvez  algunos  las 
habrian  dado  para  cooperar)  ¡  cuantas  injusticias !  ¡  cuantos  atro- 
pellamientos !  ¡  cuantos  hombres  de  condición  privados  de  sus 
empleos  y  puestos  á  bordo  de  un  mal  barco!  —  ¡cuantos  obispos 
viajando  á  deshoras,  bajo  las  órdenes  de  una  escolta  muda,  has- 
ta las  orillas  del  mar! — ¡cuanto  pobre  español  muerto  en  pre- 
sencia de  su  familia !  y  ¡  cuantos  entre  ellos,  no  padecieron  por 
realistas,  siendo  en  su  corazón  partidarios  de  la  Independencia! 
Nada  de  esto  hubo  en  la  entrada  de  Bolívar  al  Perú.  Solo  fal- 
taron ciertas  formalidades  de  cajón,  buenas  en  tiempo  de  paz; 
pero  malísimas  en  las  circunstancias  en  que  se  omitieron— por  cu- 
ya observancia  pudo  probablemente  malograrse  el  plan,  y  cuya 
omisión  no  deja  el  menor  vacio  en  la  obra  de  la  Independencia 
Peruana . 

Sin  duda,  que  oyendo  con  paciencia  las  quejas  que  dan 
y  las  reclamaciones  que  hacen  las  muchas  personas  y  personajes 
desatendidos  en  aquella  ocasión,  el  JUZGADO  DE  PAZ  les  daria 
razón.  ...  el  de  GUERRA  se  le  da  á  Bolívar;  y  entre  los  resul- 
tados hay  una  una  notabilísima  diferencia . 

Decir  los  unos,  «hemos  perdido  nuestra  Independencia,  es 
verdad,  y  hasta  la  esperanza  de  volver  á  pensar  en  ella,  pero  he- 
mos perdido  en  regla» 


59 


Bolívar  les  dice  «procedí  contra  toda  regla,  lo  conhcso;' 
pero  SOIS   INDEPENDIENTES» 

«Y  quien  autorizaba  á  U .  para  hacernos  bien  á  pesar 
«nuestro?    (preguntan  algunos  á  Bolívar) 

«No  era  á  UU.  sino  á  los  Pueblos  (les  responde)  y  res- 
ponde muy  bien:  díganlo  los  Peruanos  que  no  perdieron  pues- 
tos ni  pretensiones  por  la  entrada  de  Bolívar. 


CUARTA  PRUEBA 

Que  vino  á  usurpar  á  los  hijos  del  Perú 

la  gloria  de  su  Independencia . 
> 
Entre  usurpar  p  participar,  en  el  sentido  que  se  da  á  ests 
prueba   (que  mas  merece  el  nombre  de  queja)   hay  la  misma  di- 
ferencia que  entre  el  todo  y  la  parte — Bolívar  no  ha  dicho  qut 
á  él  solo  se  deba  la  gloria  de  la  independencia  Peruana. 

El  mérito  no  se  mide  por  las  fuerzas  sino  por  los  esfuerzos: 
estos  fueron  EQUIPONDERANTES,  en  todas  las  acciones  de  la 
lid  y  EQUIVALENTES  en  su  resultado.  Para  apreciar  exacta- 
mente el  valor  de  dos  tendencias,  deben  ponerse  en  oposición — 
esto  se  hizo  entre  los  ejércitos  contendientes  (Realista  y  Republi- 
cano) pero  no  pudo  hacerse  entre  los  dos  cuerpos  que  compo- 
nían el  ejército  unido  (Colombia  y  el  Perú)  porque  eran  CONS- 
PIRANTES . 

No  hay,  pues,  cómo  juzgar  de  méritos  en  este  caso :  un 
efecto  producido  por  dos  causas  no  puede  apreciarse  sin  cálcu- 
lo, y  ¿cual  seria  este  en  una  acción  tan  compuesta  y  complicada 
por  accidentes  tan  fugaces? — ¿ni  qué  utilidad  traería  semejante 
operación  entre  amigos?  Los  Peruanos  y  los  Colombianos  de- 
ben serlo;  y  si  no  lo  quieren  ser,  en  esta  ocasión,  porque  están 
ajustando  cuentas,  conténtese  cada  partido  con  decir.  .  .  .  «mas 
vale,  á  veces  un  JESTO  que  mil  PALABRAS» 

«Bolívar  no  se  ha  apropiado  la  parte  que  han  tenido  en  su 
«gloria  muchos  de  sus  compañeros:  él  ha  sido  el  primero  que 
«les  ha  hecho  justicia  á  la  faz  del  mundo — que  ha  premiado  y 
«que  ha  recomendado  sus  servicios»  (se  dice  al  principio  de  esta 
defensa,  hablando  del  mérito  de  la  causa) — Bolívar  vino  al  Pe- 
rú á  participar  del  honor  que  se  hacían  los  hijos  del  pais,  defen- 


GO 


diendo  su  independencia :  triunfaron  juntos ...  la  gloria  es  de 
todos:  un  solo  esfuerzo  la  consiguió.  .  .  uno  debe  ser  el  pre- 
mio— la  gloria  es  indivisible.  ¿Cómo  puede  una  sola  parte 
usurpar  lo  que  pertenece  al  todo?  ¡Qué  mal  juzgan  de  las  co- 
sas, los  que  llaman  usurpación  UNA  COOPERACIÓN  NECE- 
SARIA . 

¿Habrá,  por  ventura,  en  estas  quejas,  algo  de  rubor  ó  de 
envidia?.  .  .  ¿Será  posible  que  la  milicia  Peruana  se  avergüen- 
ce  de  haber  necesitado  un  auxilio?.  .  .  ¿Será  creíble  que  su 
sentimiento  nazca  de  haber  sido  Bolívar  el  auxiliante?.  .  .  Nó: 
el  buen  juicio — la  ilustración  de  los  Peruanos  repulsa  la  duda. 
Algunos  podrán  haber  dado  motivo  á  ella,  en  un  momento  de 
entusiasmo ;  pero  el  cuerpo  militar  se  ofendería,  con  razón,  si  se 
le  imputase  semejante  debilidad. 

Las  ligas,  las  alianzasr  son  de  un  orijen  muy  remoto . 
Grandes  conquistadores  han  admitido,  y  muchas  veces  solicita- 
do el  auxilio  de  pueblos  débiles  y  hasta  oscuros — en  nuestros 
tiempos,  las  naciones  de  Europa  se  han  ligado  muchas  ve- 
ces, para  atacar  ó  defenderse — y  en  nuestros  dias,  la  España, 
(que  vale  tanto  como  la  América)  pidió  auxilio  á  la  Gran  Bre- 
taña contra  la  Francia  armada  por  Napoleón .  Wellington 
tenia  un  interés  nacional,  como  lo  tenían  los  Españoles,  -en  opo- 
nerse á  las  pretensiones  de  la  Francia.  Bolívar  tenia  el  mismo 
interés  que  los  Peruanos  en  deshacerse  del  ejército  Español — 
Considérese  la  oposición  que  reina  entre  el  carácter  de  los  Es- 
pañoles y  el  de  los  Ingleses.  ¿puede  racionalmente  haber  opo- 
sición entre  Peruanos  y  Colombianos?  unos  hombres  que  apenas 
empiezan  á  vivir  ¿serán  ya  enemigos? 

Bolívar  pidió  auxilio,  nó  á  militares  sino  á  paisanos  en  Eu- 
ropa— y  el  señor  Devereux,  al  presentarse  en  Colombia,  con  una 
lejion  de  pocos  hombres,  fué  hecho  Jeneral — antes  de  esto,  Bo- 
lívar había  recibido  un  auxilio  de  la  República  de  Flaiti .  Ni 
Devereux  ni  los  Haitianos  tomaron  el  mando  en  Jefe,  es  cierto: 
porque  el  enemigo  que  iban  á  combatir  era  conocido — porque  no 
ienian  nada  que  temer  de  los  auxiliados — y  porque  era  un  núme- 
ro muy  corto,  sobre  todo  el  de  los  Haitianos  que  no  llegaba 
á  300. 

Estando  Bolívar  en  Chuquisaca,  hubo  negociaciones  para 
auxiliar  á  Buenos-Aires  en  la  guerra  contra  el  Brasil,  Bolívar 
exijió  que  su  Jeneral  mandase  en  Jefe,  y  Buenos-Aires  negó  su 
consentimiento .    «Serla  un  deshonor  para  los  Jefes  de  las  armas 


61 


«Ar) 'entinas,  el  someterse  á  las  órdenes  de  un  Extranjero»   (dije- 
ron algunos  que  había  dicho  el  Gobierno .  )  — Reflexiónese . 

Uno  de  los  militares  distinguidos  en  Buenos-Aires  es  el  Je- 
neral  Albear,  y  en  aquel  tiempo,  puede  decirse  que  era  el  mas 
conocido  por  la  reunión  de  las  tres  cosas  que  hacen  á  un  hom- 
bre público  recomendable.  .  .  valor,  patriotismo  y  servicios.  La 
República  Arjentina  ha  padecido  siempre  de  las  convulsions  de 
la  Infancia,  por  consiguiente,  es  la  que  menos  estabilidad  ha 
podido  dar  á  su  Gobierno :  las  antiguas  Provincias .  .  .  desuni- 
das aun.  .  .  han  estado,  desde  el  nacimiento  de  la  República, 
indecisas  sobre  la  forma  política  que  les  conviene — por  cortos 
períodos  estrechan  y  rompen  los  vínculos  sociales  que  deben  li- 
garlas— la  apelación  de  Provincias  Unidas  es  nominal. 

No  es  por  defecto  de  sociabliidad  en  los  habitantes,  como 
parece  á  primera  vista — otra  debe  scV  la  causa.  Habrá  mas 
sujetos  capaces  de  mandar — mas  ideas — mas  espíritu  público — - 
mas  actividad — mas  emulación .  .  .  por  consiguiente,  ha  de  ha- 
ber mas  pretensiones  y  deben  chocarse  mas  los  hombres:  su  si- 
tuación y  sus  relaciones  pueden  influir  por  otra  parte. 

Sea  cual  fuere  la  causa,  el  hecho  es,  que  hay  poca  esta- 
bilidad, muchas  guerras,  y  que  en  estas  se  levantan  con  frecuen- 
cia hombres,  que  se  suplantan  por  la  fuerza,  en  lugar  de  reem- 
plazarse por  la  elección .  Buenos-Aires  es  una  Judea,  que  ha 
producido  sus  Eleázaros,  sus  Juanes,  sus  Simones,  ha  tenido  su 
Josefo,  y  si  se  le  hubiera  aparecido  un  Vespasiano  ó  un  Tito,  ya 
no  habria  Jerusalem. 

¿Era  prudencia  en  un  Jeneral,  entrar,  con  fuerzas  inferio- 
res, en  un  pais  donde  reinaba  la  discordia?  .  .  .  Compárese  el  pe- 
ligro que  corría  el  Jeneral  en  entrar,  con  el  que  corria  el  pais  en 
recibirlo:  el  Jeneral  se  resignaba  á  la  suerte  de  las  mudanzas,  e: 
pais  no  tenia  qué  temer  de  un  hombre  débil  por  sus  armas  y  dé- 
bil por  la  opinión .  El  Jeneral,  dirijiendo  tropas  mandadas  por 
Jenerales  Arjentinos,  no  podía  volverlas  contra  sus  Jefes  inme- 
diatos. ¿Habría  consentido  Albear  que  Sucre  lo  emplease  en 
traicionar  su  pais?  Les  Arjentinos,  en  su  suelo,  superiores  á  los 
Colombianos  en  número,  y  peleando  por  la  Libertad  ¿habrías 
ayudado  á  erijir  un  trono  para  sentar  en  él  á  un  extraño? 

Vista  por  otro  lado  la  cuestión,  ¿no  podia  Albear  morir 
en  la  guerra?.  .  ¿no  podia  sucederle  un  Jeneral  de  diferente  ca- 
rácter ó  intenciones?.  .  .    ¿no  podia  aparecerse  en  la  silla  de  la 


t>2 


Presidencia  otro  hombre  que  Rivadavia?...  Los  hechos  han 
probado  que  Rivadavia  pudo  desaparecer,  y  que  el  Jeneral  Co- 
lombiano pudo  haber  experimentado  la  suerte  de  Dorrego. 

Buenos-Aires  no  necesitaba  del  auxilio  de  Bolívar,  puesto 
que,  sin  él,  consiguió  una  paz  honrosa  con  el  Brasil.  .  .  es  ver- 
dad, pero  la  cuestión  no  es  esta.  El  auxilio  se  creyó  necesario, 
y  hubo  negociaciones  para  obtenerlo:  en  este  caso  rijen  las  re- 
flexiones que  se  han  hecho ;  y  si  se  hubiese  aceptado  el  auxilio, 
no  habría  habido  deshonor  en  dar  el  mando  en  Jefe  al  Jeneral 
Colombiano . 

Dígase  que  los  Reyes  han  infundido  un  terror  pánico  á  sus 
Colonias,  y  no  se  aleguen  mas  razones .  Es  justo  el  temor — son 
prudentes  las  precauciones,  pero  la  exajeracion  en  nada  es 
tuena . 

Concluyase,  pues,  que  Bolívar  no  ha  usurpado  gloria,  si- 
no ayudado  á  adquiriría . 


QUINTA  PRUEBA 

Que  deshizo  un  ejército  de  17  .000  hombres 

Díganlo  los  Jenerales,  y  pruébenlo .  Sea  como  acusado- 
res, sea  como  testigos,  su  grado  no  los  exenta  de  las  formalida- 
des establecidas  en  los  juicios:  entretanto  aparecen  sus  acusa- 
ciones ó  declaraciones,  combátase  la  aserción  con  RAZONES — 
estas,  en  el  tribunal  de  la  opinión  pública,  son  mucho  mas  pode- 
jos'as,  que  cuantos  dichos  y  papeles  puedan  presentarse. 

Debilitar  ó  destruir  una  gran  parte  de  sus  fuerzas,  para 
prepararse  á  atacar  un  enemigo  poderoso .  .  ¡  con  el  solo  fin  de 
añadir  un  poco  mas  de  gloria  á  su  empresa !  ¡  aumentando  las 
dificultades!.  .  .  Semejante  conducta  es  mas  propia  de  un  JU- 
GADOR DE  MANOS  que  de  un  Jeneral.  Por  lucir,  á  los  ojos 
de  la  multitud  ignorante,  con  secretos  de  naturaleza,  aparenta  un 
májico  ponerse  en  embarazos — la  táctica  de  un  comandante  en 
jefe  es  evitar  peligros  y  asegurar  la  victoria. 

O  el  Jeneral  Bolívar  estaba  loco,  ó  la  acusación  es  falsa. 
.¿Cual  de  las  dos  cosas  será  mas  probable?  Bolívar  sabia  que 
el  Perú  estaba  dominado,  mas  por  la  opinión,  que  por  las  ar- 
mas de  los  Españoles;  aunque,  en -secreto  hubiese,  no  solo  mili- 


63 


tares,  sino  muchísimos  sujetos  de  todas  clases,  y  que  deseaban  la 
Independencia  que  obraban  furtivamente  por  ella.  Bolívar  de- 
bió desconfiarse,  porque  podia  perderse,  y  en  su  pérdida  envol- 
ver á  Colombia. 

Cañarse  los  hombres  ó  deshacerse  de  ellos 

es  la  máxima  por  la  cual  debe  gobernarse  todo  el  que  necesite 
de  hombres  en  sus  empresas  (deshacerse  de  los  hombres  no  quie- 
re decir  matarlos) 


SEXTA  PRUEBA 

Que  reformó  Cuerpos;  postergó  á  muchos  oficiales 
p  despidió  á  otros  sin  retiro . 

Esto  no  es  malo  ni  nuevo  en  la  milicia .  Que  se  hizo  SIN 
RAZÓN  es  lo  que  (como  otras  muchas  cosas)  se  divulga  por  las 
calles,  sin  mas  motivo  que  el  antojo  del  que  habla,  y  si  se  le  in- 
terpela por  la  prueba,  responde  que  así  lo  ha  oido  decir — La 
fuerza  aparente  de  tantas  voces,  que  no  son  sino  el  eco  de  una, 
se  desvanece  en  presencia  de  una  sola  reflexión. 

¿Por  qué,  estando  ya  Bolívar  fuera  del  Perú,  un  Gobier- 
no que  lo  aborrecía  (por  sus  crímenes  supongamos)  no  llamó  á 
ios  ofendidos,  los  rehabilitó  para  el  servicio,  y  los  ascendió? — 
¿Fué  también  injusto  el  Gobierno  que  declamó  tanto  contra  la 
tiranía  de  Bolívar,  y  que  se  armó  para  castigarla? 

Ignoraría  los  hechos,  tal  vez.  Ya  se  vé:  las  injusticias 
que  cometió  Bolívar  ¡  fueron  tantas !  —  Por  otra  parte,  parece 
imposible.  Reformas  de  cuerpos,  postergaciones  y  licencias  in- 
justas ...  no  son  cosas  tan  pequeñas  ni  tan  oscuras : —  lo  mas 
probable  es  que  los  ofendidos  no  reclamaron.  .  .  .  ellos  sabrán 
por  qué. 

SÉPTIMA  PRUEBA 

Que   agotó  el   tesoro   público   del  Perú 
para  enriquecer  á  Colombia . 

¿Qué  puede  responderse  á  esto?  ó  mas  bien  ¿quien  res- 
ponderá?       La  Administración   del   tesoro,    á   quien   tocaría   la 


64 


respuesta,  tendria  que  emplear  algunos  días  en  extractar  parti- 
das, y  mucho  que  averiguar  para  dar  cuenta  de  la  dirección 
que  tuvieron  los  caudales:  lo  más  fácil  será  decir  lo  que  dicen 
algunas  personas  que  no  han  visto  ni  libros  ni  dinero, 

«Bolívar  agotó  el  tesoro .  » 

«.Como  Bolívar  es  Colombiano,  envió  el  dinero  a  Colombia» 

«i;  como  fué  mucho  el  dinero» 

«Colombia  se  enriqueció» 

El  Jeneral  Sucre,  durante  su  Presidencia  en  Bolivia,  vació 
también  las  arcas,  y  envió  los  caudales  á  Colombia — despojó 
una  Imájen,  llamada  Copacavana,  de  alhajas  que  valían  MI- 
LLONES de  pesos,  entre  ellas  un  ex-voto  enviado  por  el  GRAN 
TURCO,  por  una  enfermedad  de  que  había  sanado  milagrosa- 
mente, mediante  la  intercesión  de  la  Vírjen .  Sujetos  que  cono- 
cían las  joyas,  porque  iban  á  la  Capilla  á  rezar,  aseguran  haber 
visto  sortijas  de  la  imájen  en  los  dedos  de  varias  mujeres:  si  se 
les  pide  la  descripción  de  los  objetos,  se  enfadan  y  responden: 
«Basta  con  que  po  diga  que  los  conozco . »  En  el  concepto  de 
muchos  hombres  sencillos  (ó  simples)  Bolívar  y  Sucre  fueron  el 
azote  del  Perú. 

«¡Como  estará  ese  Colombia! 

«¡Nadando  en  oro!    (dicen) 

«y  prorrumpen  en   maldiciones» 

Es  regular  que  la  jente  seria  lleve  á  mal  el  que  se  mencio- 
nen semejantes  puerilidades  en  la  defensa  del  Libertador — pero, 
de  estas  y  de  otras  cosas  tales  se  forma  la  opinión  del  Vulgo. 
La  ignorancia  no  excluye  al  hombre  de  la  sociedad,  y,  despreciar 
á  una  gran  parte  del  Pueblo  porque  carece  de  luces,  no  es  cari- 
dad en  ninguna  especie  de  Gobierno,  y  en  el  Republicano  es  IM- 
POLÍTICA . 

Todas  las  pasiones  bajas  son  tolerables  en  un  hombre  pú- 
blico, menos  la  AVARICIA.  El  que  gobierna  tiene  grandes  obje- 
tos á  la  vista  y  debe  disponer  de  grandes  medios:  sus  funciones, 
en  esta  parte,  son  las  de  todo  Administrador.  .  .  emplear  unas 
cosas  en  conseguir  otras — invertir  ECONÓMICAMENTE  el  capital 
de  una  compañía  en  beneficio  de  los  socios .  Napoleón  tenia  por 
máxima,  que  para  conseguir  cosas  pequeñas,  era  menester,  ó  con- 
genia, emplear  grandes  medios. 


65 


El  Gobernante  AVARO,  hace  mas  bien  de  Mayordomo  que 
de  Majistrado:  se  apega  á  los  caudales  que  administra  porque 
son  grandes,  y  porque  se  imajina  que  son  suyos:  se  interesa  ca- 
da dia  mas  por  lo  ajeno,  y  llega  el  caso  de  no  poder  resistir  á  la 
tentación  de  apropiárselos .  Lo  menos  que  pierde  la  Nación, 
bajo  el  mando  de  un  avaro  fiel,  es  el  interés  de  su  capital,  por 
todo  el  tiempo  que  el  avaro  dura  en  el  mando.  El  interés  del 
capital  público  consiste  en  obras  públicas  de  cualquiera  especie: 
porque  la  Nación  se  enriquece  con  valores  de  cosas,  nó  con  va- 
lores de  signos . 

Poder  tener  lo  que  se  quiera,  cuando  se  quiera  tener,  es  ri- 
queza de  avarientos . 

La  Profusión,  y  aun  la  prodigalidad,  son  menos  perjudi- 
ciales: una  obra  superflua,  será  tal  vez  agradable,  y  puede  con- 
siderarse como  un  gasto  adelantado,  por  el  cual  se  empeña  el 
Erario — ahorrando,  por  algún  tiempo,  se  repone  la  balanza  en 
su  equilibrio,  y  siempre  gana  la  Nación,  aunque  no  sea  sino  el 
tiempo  de  gozar. 

Hay  Gobernantes  que  adoptan  una  conducta  media:  por 
acreditarse  de  jenerosos,  gastan  sus  rentas  con  ostentación,  y 
cuando  se  trata  del  erario,  afectan  un  celo  económico,  que  cede 
en  descrédito  de  la  administración .  Compran,  por  ejemplo, 
pertrechos  á  crédito,  sin  reparar  en  precios,  porque  la  necesidad 
es  urjente,  y  al  pagar  regatean,  ó  hacen  rebajas  por  autoridad. 

Bolívar  sabe  dar,  á  cada  cosa,  su  importancia:  reduce  sus 
gastos  á  lo  que  exije  su  rango  en  la  representación,  y  cuando  se 
trata  de  la  economía  del  fondo  público,  ve  mas  bien  por  el  ho- 
nor del  Gobierno  que  por  su  caja. 

Bolívar  es  liberal,  dadivoso  al  exceso:  su  caudal  y  su  suel- 
do, sin  pasar  por  sus  manes,  se  invierten  en  el  sosten  de  muchas 
familias  patriotas,  y  de  individuos  que  han  servido  ó  se  han  in- 
validado en  la  guerra — y  cuanto  le  dan,  por  obsequio,  lo  cede . 

El  Congreso  Constituyente  del  Perú,  después  de  la  vic- 
toria de  Ayacucho,  decretó  una  gratificación  de  un  millón  de 
pesos  al  ejército  auxiliar — Bolívar  no  pudo  renunciar  lo  que  se 
daba  á  otros .  Decretó,  al  mismo  tiempo,  otro  millón  en  cali- 
dad de  obsequio  á  Bolívar,  y  Bolívar  lo  renunció  (dígase  tam- 
bién que  FINJIO  RENUNCIAR  EL  DINERO  PARA  ASEGURARSE 
MEJOR  DE  el)  .  El  Congreso  le  hizo  instancias  paraque  lo 
aceptase,  nó  para  él,  sino  para  obras  de  beneficencia  en  su  pais — ■ 


00 


bajo  esta  condición  convino  en  aceptarlo,  porque  era  para  él ;  y 
estando  en  Lima  envió  veinte  mil  pesos  á  Lancaster  para  ayuda 
de  sus  Escuelas 

Con  dos  millones  de  pesos,  no  se  enriquece  un  pais  como 
Colombia . 


OCTAVA  PRUEBA 

Que  puso  en  los  primeros  Empleos 
Realistas  en  lugar  de  Republicanos . 

De  qué  especie  de  Realistas  se  habla?.  .  porque  hay  do3, 
Europeos  y  Americanos 

Realistas  Europeos 

Las  familias  Americanas  se  componen  de  Indíjenas  de  va- 
rios  colores,  por  la  mezcla  con  Europeos  y  Africanos .  Las 
ideas  liberales  no  son  patrimonio  del  Americano:  hay  Españoles 
tan  sabios,  tan  virtuosos,  tan  libres  como  sus  hijos .  .  .  por  lo 
menos:  muchos  han  trabajado,  tanto  ó  mas,  que  los  nativos,  en 
la  Guerra  y  en  la  Administración,  y,  el  que  sabe  mas  merece 
una  preferencia:  El  mérito  no  es  del  suelo  en  que  nace  el  hom- 
bre. 

Pero,  somos  Americanos!    (interrumpen) 

Aleguen  otra  recomendación,  porque  esta  es  común  á  todo 
io  que  da  el  pais:  la  quina,  el  cacao,  los  caimanes  y  los  papa- 
gayos, son  Americanos  también — fuera  de  esta  recomendación, 
es  menester  valer  algo  para  compararse. 

El  GODISMO  (como  dice  el  vulgo)  no  se  prueba  con  fees 
de  bautismo:  en  jeneral,  los  Españoles  que  se  quedaron  en  Am'- 
nca  durante  la  revolución,  y  sobre  todo  los  que  han  venido  des- 
pués, son  menos  sospechosos  de  realismo  que  muchos  America- 
nos, y  ¿Por  qué  no  empleará  el  Gobierno  Republicano  á  un 
hombre,  que,  á  mas  de  profesar  los  mismos  principios  políticos, 
tiene  ideas  y  experiencia  para  desempeñar  un  empleo? 

Bolívar  ha  seguido,  desde  el  principio  de  su  carrera,  la 
máxima  pacificadora   de  protejer   á   los   Europeos    adictos   á   la 


(Y, 


causa  de  América .  Si  algunos  han  sabido  disfrazarse  tanto 
que  lo  hayan  engañado,  el  principio  y  la  buena  intención  salvan 
su  conducta . 

Los  ojos  son  el  espejo  del  alma  (se  dice  jeneralmente)  .  A 
esta  sentencia  deben  añadirse  dos  mas,  no  menos  exactas — Ia. 
Que  en  la  estructura  de  los  edificios  muestra  una  nación  sus  ne- 
cesidades l>  su  gusto :  2a .  que  por  el  LUGARISMO  descubre  el 
grado  de  civilización  á  que  ha  llegado .  Casas  bajas,  mal  he- 
chas, sucias,  sin  muebles  y  sin  utensilios,  arguyen  pobreza  de 
medios  y  de  ideas — Averiguaciones  sobre  nacimiento,  y  con- 
tiendas sobre  domicilio,  anuncian  un  estado  semi-salvaje . 

«Ese  no  es  de  aquí  ó  de  allí» 
«¿qué  viene  ESE  á  buscar  aquí?» 

son  quisquillas  de  niños  en  todas  partes,  y  de  barrios  bajos  en 
las  ciudades  grandes .         .  j 

¡¿Y  la  NACIONALIDAD!?.  .  (preguntan) 
Esa  es  para  hacer  por  su  pais  todo  lo  que  se  pueda,  nó  para 
impedir  que  otro  venga  á  hacer  algo  en  él .  El  LUGARISMO  es 
la  causa  de  una  inconsecuencia  muy  común  en  las  jentes  que 
piensan  poco — Olvidan  en  unos  casos  el  orí  jen  por  los  servicios, 
y  en  otros,  los  servicios  por  el  oríjen.  Cuando  se  acuerdan  que 
necesitaron  al  extranjero,  ó  ven  que  lo  necesitan,  echan  plantas 
de  imparciales  y  de  ilustrados :  llega  el  caso  de  premiarlo  ó  de 
ocuparlo,  y  descubren  su  instinto,  como  la  gata  de  la  fábula— 
Ya  el  sujeto  no  es  Español  sino  Godo — ya  no  es  Francés  sino 
Gabacho — ya  no  es  Inglés  sino  Protestante — «el  Gobierno  es 
injusto» —  «el  Patriota  es  despreciado» — ¿«de  Qué  n°s  han  ser- 
vido  tantos  sacrificios?» — «ojalá  volviera.  .  .    el   Rey!» 

Los  Europeos  empleados  en  la  milicia  han  probado,  por 
servicios  muy  distinguidos,  su  adhesión  á  la  causa  que  se  defien- 
de en  América,  y  han  ascendido  por  escala.  ¿Qué  mas  dere- 
cho tiene  al  suelo  el  hijo  que  el  padre?  ¿unos  miembros  mas 
que  otros,  en  la  misma  familia? — ¿los  nacidos  en  un  suelo, 
mas  que  los  nacidos  en  otro,  componiendo  todos  la  misma  Na 
cion?  El  mayorazgo  de  vientre,  de  cuna  ó  de  adopción,  es  co- 
nocido— el  de  tierra  no  se  conoce  aun . 

Europeos  (nó  Realistas)  empleados  en  la  Administración 
hay  pocos  que  no  sean  militares .  Don  Facundo  Infante  fué  Mi- 
nistro de  Estado  en  Bolivia,   era  Coronel,   y  aunque  no   lo  hu- 


68 


biese  sido,  tenia  otras  recomendaciones  para  ocupar  el  bufete  de! 
ministerio:  es  literato  y  diplomático— fué  miembro  de  las  Cor- 
les en  España — por  su  liberalismo  fué  perseguido  y  emigró  á 
América — ofreció  sus  servicios .  .  .  ¿por  qué  no  se  habrían  ad- 
mitido en  un  pais  escaso  de  hombres  públicos?  Hay  sin  duda, 
sujetos  muy  ilustrados  en  el  Alto-Perú,  que  habrían  desempe- 
ñado el  ministerio  con  tanto  acierto,  ó  mas,  que  Infante;  pero  el 
Presidente  no  los  conocía,  y  como  su  Presidencia  debia  durar 
poco,  no  quiso  deshacerse  de  un  ministro  que  estaba  al  cabo  de 
los  negocios,  para  tomar  otro  (aunque  mejor)  que  debia  impo- 
nerse en  ellos.  Otra  cosa  es  que  Sucre  pretendiese  coronarse 
en  Bolivia,  hacer  á  Infante  doble  Príncipe  de  Popo,  de  So- 
RASORA,  de  SlCASlCA  ó  de  Sacasaca — y  á  su  asistente  doble 
Duque  de  AyoaYO  que  estaba  vacante. 

Juntar  á  los  hombres  que  se  repulsan,  para  hacerles  re- 
nunciar el  proyecto  de  separarse — mezclarlos  y  confundir  sus 
intereses,  para  templar  su¿'  rivalidades — atender  al  mérito  de  ca- 
da uno — respetar  sus  virtudes — prescindir  de  opiniones  y  hasta 
de  deseos  inactivos — cuando  se  trata  de  la  causa  común .  .  .  son 
principios  de  sana  política,  que  el  que  manda  no  puede  ignorar 
sin  culpa,  y  que  el  mandado  debe  saber,  si  quiere  obedecer  ra- 
cionalmente . 

Bolívar  emplea  aptitudes  nó  opiniones:  obsérvese  su  con- 
ducta y  se  descubrirá,  en  esto  corno  en  todo  lo  que  hace,  un  fin 
liberal,  conciliador,  POLÍTICO — sus  precauciones  no  son  ruido- 
sas ni  molestas,  ni  su  confianza  ciega. 

Realistas  Americanos. 

En  todas  las  Secciones  de  Amércia  están  los  Realistas  en 
entera  libertad — disfrutando  de  sus  caudales — injiriéndose  en 
los  negocios  públicos — optando  á  la  representación  nacional — y 
MUCHOS  ocupando  puestos  importantes  en  la  Administración,  ó 
sillas  en  los  Congresos  (aquí  no  se  habla  de  Godos.  .  .  ni  de 
Gabachos.  .  .  ni  de  Protestantes)  pero  en  Colombia  no  gozan 
del  TREMENDO  DERECHO  de  abogar  públicamente  por  la  Mo- 
narquía Española.  Esto  último  no  hace  honor  á  la  previsión 
de  los  que  gobiernan  las  otras  Secciones . 

Hay,  entre  los  Realistas  Indíjenas,  muchos  que  abandonar 
sus  quehaceres,  por  salir  á  divulgar  noticias 

«En  la  Havana  hay  un  ejército  de   1 00000  hombres».  .. 


69 


«Ya  Méjico,  ó  tal  otro  punto,  se  ha  rendido» .... 

«El  ejército  Real  fué  recibido  entre  palmas  p  laureles» .  .  . 

«U .  perdone,  Sr .  Republicano  (dicen  al  que  se  halle  pre- 
sente) nacimos  bajo  sus  banderas ....  es  nuestro 
Rey ...    no  podemos  dejar  de  amarlo .  .  . 

«p  Yo  también»    (responde  una  mujer) 

<<c¿)   Yo?  mamá?    (pregunta  un  niño) 

«Tú  también,  hijo,  ¿cómo  nó ? .  .  .    (y  lo  acaricia) 

¿ Permitirían  otro  tanto  los  Realistas  si  hubiesen  vencido? 
...  y  todavía  se  quejan  de  opresión,  de  despotismo,  de  arbitra- 
riedad, de  perjuicios — ellos  son  los  que  maldicen,  en  su  bando  á 
solas,  y  uniéndose  á  los  patriotas  cuando  los  oyen  murmurar — 
ellos  son  los  que  dan  importancia  á  las  acriminaciones  que  pu- 
blican las  gacetas 

«Bolívar  entró  en  el  Perú  sin  Ucencia» ....  y  no  mencio- 
nan los  antecedentes  de  su  entrada,  ó  los  tachan  de  intrigas . 

«Bolívar  era  un  simple  auxiliar  p  se  apoderó  del  mando» 
....   sin  distinguir  de  auxilios  ni  de  mandos . 

«Bolívar  disolvió  el  Congreso  Nacional» ...  y  en  otra  par- 
le dicen  que  el  Congreso  no  podia  disponer  de  la  voluntad  de  la 
Nación : 

«Bolívar  se  quedó  en  el  Perú,  contra  la  voluntad  del  Pue- 
blo, después  de  haber  cesado  el  motivo  de  su  venida» ...  Se 
les  pregunta  si  han  consultado  la  voluntad  del  pueblo,  y  se  esti- 
ran para  decir  que  EL  PUEBLO  ES  LA  CLASE  INFLUYENTE. 

Todo  es  oficio:  el  que  hace  profesión  de  influir  debe  saber 
en  qué  influye — por  qué,  cómo  y  para  qué  influye — Bajo  la  Mo- 
narquía la  influencia  no  es  libre  ni  casual:  para  llegar  á  influir 
es  menester  haberse  acreditado  mucho,  y  emplear  su  influencia  en 
favor  de  lo  establecido:  al  que  influye  EN  CONTRA  lo  castigan 
severamente  y .  .  .   al  instante . 

Si  el  sistema  Republicano  ofrece,  por  una  parte,  la  gran 
ventaja  de  protejer  la  libertad  de  hablar  y  escribir,  por  otra  se 
expone  á  un  choque  continuo  de  opiniones,  que  sesga  la  marcha 
de  los  negocios  ó  la  entorpece.  La  facultad  de  publicar  ideas 
no  se  da  paraque  cada  uno  influya  con  ellas  del  modo  que  le 
parezca,  sino  á  propósito — nó  con  un  fin  cualquiera,  sino  con  un 
fin  social:   los  votos  han  de  ser  fundados;  de  otro  modo  la  in- 


70 


fluencia  es  perniciosa.  Con  un  solo  individuo  que  tenga  la  fa- 
cultad de  influir  en  mal,  SIN  RESPONSABILIDAD,  basta  para  ha- 
cer temible  la  influencia.  Bolívar  está  persuadido  de  esta  ver- 
dad, y  es  regular  que  todos  los  que  mandan  como  él,  lo  estén. 
No  es  posible  que  vean,  en  la  conducta  de  la  Gran  Bretaña  ni 
en  la  de  los  Estados  Unidos,  un  ejemplo  de  las  medidas  de  se- 
guridad que  deben  tomar  los  nuevos  Gobiernos  de  América:  si 
el  político  mas  ordinario  llegase  á  perder  el  juicio,  seria  toda- 
vía incapaz  de  formar  el  proyecto  de  irse  á  establecer  en  Lon- 
dres ó  en  Washington  para  derribar  el  Gobierno — en  su  sana 
razón  puede  cualquiera  intentarlo  impunemente  entre  nosotros,  y 
hacer  mucho  mal . 

Así  como  el  pueblo  hace  al  Congreso  el  órgano  de  la  vo- 
luntad jeneral,  así  el  Gobierno  es  el  Depositario  de  su  conh£i:z<3 . 
El  sistema  Republicano  existe,  en  América,  por  la  voluntad  de 
POCOS,  y  con  estos  POCOS  debe  contar  el  Gobierno  para  conte- 
ner á  un  número  mayor  que  le  es  contrario:  la  voluntad  de  los 
Realistas  no  entra  en  la  voluntad  jeneral — se  puede  tolerar;  pe- 
ro nó  permitir  que  prevalezca.  Imiten  los  Republicanos  la  sa- 
bia conducta  del  Príncipe  de  la  Iglesia. 

Hay  en  Roma  un  barrio  destinado  á  los  Judíos,  con  co- 
municación á  la  Cuidad  por  una  sola  puerta:  sobre  esta  ha  he- 
cho Su  Santidad  colocar  un  gran  Crucifijo,  paraque  al  entrar  y 
al  salir,  vea  el  judío  á  su  Redentor .  Cada  Domingo  va  un  Sa- 
cerdote Cristiano  á  predicarles  ( ¡  qué  teólogo  j  qué  escriturario 
no  será!!  Los  Israelitas  lo  oyen  por  obligación,  piensan  lo  que 
quieren  3''  callar. — quisieran  estar  á  mil  leguas  de  distancia,  pero 
no  se  van  porque  nacieron  ó  están  CASADOS  en  Roma.  El  Pa- 
pa sabe  que  lo  aborrecen,  y  que  no  hacen  caso  de  sus  sermo- 
nes, .  .  que  á  solas  rabian  y  se  despican  despreciando  á  Jesu- 
cristo— al  pasar  por  la  puerta  fruncen  las  nances  y  bajan  la  ca- 
beza por  no  ver  el  Crucifijo .  Todo  lo  disimula  el  Santo  Pa- 
dre, con  la  esperanza  de  ver  á  alguno  convertido — se  le  pasan 
años  sin  recojer  una  sola  conversión,  y  espera  todavía — por  nada 
se  formaliza,  de  nada  se  ofende;  pero  ¡pobre  del  Rabino!  que, 
abusando  de  su  bondad,  se  atreviese  á  predicar  contra  el  Mesías, 
fuera  de  la  Sinagoga! — no  hay  memoria  de  semejante  osadía, 
por  grande  que  haya  sido  la  tolerancia,  y  jamas  se  ha  visto  un 
Papa  ir  al  barrio  acotado  á  sacar  Judíos  ni  para  sacristanes  si- 
quiera ¡ni  para  campaneros!  cuanto  menos  para  Curas,  Obispos 
ó  Cardenales. 


71 


Si  los  Realistas  hubiesen  podido  estar  encerrados  en  un 
Coto,  no  tendrían  los  Patriotas  que  reprochar  á  Bolívar  el  haber 
puesto  en  los  primeros  empleos  Realistas  en  lugar  de  Republica- 
nos .      Los  ha  puesto .  .  . ,  concédese ;  pero 

¿  Por  qué  los  ha  puesto ..?... 
¿quien  ha  influido  en  las  elecciones?.  .  . 
¿quien  ha  presentado  listas  de  candidatos?  .... 
¿quien  se  ha  empeñado  para  preferencias?.  .  .  . 


Antes  de  satisfacer  á  estas  preguntas  debe  notarse  que  los 
realistas  tuvieron,  hace  poco,  un  ACCESO  de  patriotismo,  que  por 
poco  les  cuesta  el  buen  concepto  en  que  los  tiene  el  Rey  Fer- 
nando .  Oyendo  á  los  patriotas  levantar  la  voz  contra  Bolívar, 
rompieron  ellos  también,  acompañando  en  Coro — 

«¡Que  BELLA  OCASIÓN!    (se  decían  al  oido,   después  de 

haber  perdido  aliento  gritando 
contra  la  usurpación) 

«¡Que  oportunidad  para  desunirlos  y  hacerlos  pe- 
lear! 

Se  hace  la  paz,  y  vuelven,  al  mustio  silencio  que  acostum- 
bran guardar  sobre  el  mérito  de  Bolívar . 

Los  Republicanos  están  persuadidos  de  su  afecto  y  fideli- 
dad al  Rey ;  pero  el  Rey  puede  sospecharlos .  Pónganse  en  re- 
gla con  tiempo — saquen  certificados  del  motivo,  no  sea  que,  por 
demasiado  celo,  se  queden  sin  un  partido  y  sin  otro . 

Pásese  á  las  respuestas. 

Bolívar  no  conocia  á  los  sujetos .  Debiendo  proveer  los 
empleos  vacantes  en  cada  lugar,  y  no  pudiendo  detenerse  bastan- 
te, para  tomar  informes  individuales,  pidió  que  se  le  presentasen 
personas  de  conocida  ciencia  y  probidad,  escojidas  en  las  prin- 
cipales clases,  para  formar  con  ellas  J UNTAS  DE  INDICACIÓN, 
y  dirijirse  por  sus  consejos .  Las  JUNTAS  debían  proponer  pa- 
ra los  empleos,  consultando  las  aptitudes  de  los  sujetos,  y  aten- 
diendo principalmente  al  patriotismo . 


En  una  ciudad  del  Perú  pidió  Bolívar  al  Cabildo  que  nom- 
brase cien  personas  de  las  mas  notables,  para  que  elijiesen  1 2 : 
estas  12  debian  formar  la  JuNTA  DE  INDICACIÓN.  Así  se 
hizo;  pero  á  la  primera  reunión  de  la  Junta  faltó  uno  de  los  vo- 
cales: se  le  convidó  á  asistir  y  no  lo  hizo:  con  este  motivo  pro- 
testó otro  de  los  vocales,  y  á  su  ejemplo  protestaron  dos  mas: 
no  tuvo  efecto  la  reunión,  y  el  Libertador  viendo  sus  miras  frus- 
tradas, disolvió  la  Junta  y  procedió  al  nombramiento  de  emplea- 
dos, sobre  informes  que  le  parecieron  menos  parciales .  En  otras 
partes  los  vocales  escojidos,  con  tanta  formalidad,  se  disputaron 
los  empleos . 

Bolívar  mandó,  por  un  decreto,  que  todos  los  empleados 
presentasen  sus  títulos  á  las  Juntas,  y  que  estas  excluyesen  los  su- 
jetos que  resultasen  notados  de  realismo — declarando  que  su  in- 
tención era  dar  todos  los  empleos  á  patriotas:  con  este  objeto 
ordenó  á  los  Diocesanos  que  no  proveyesen  curatos  en  concurso 
sino  en  Sacerdotes  de  conocido  patriotismo ;  siempre  que  reunie- 
sen las  aptitudes  y  la  reputación  moral  que  recomienda  su  estado. 

Al  partir  de  cada  ciudad  dejó  establecidas  Juntas  de  cali' 
ficacion,  ante  las  cuales  debía  acreditar  su  patriotismo  y  sus 
servicios,  todo  ciudadano  que  pretendiese  ser  empleado . 

¿Podía  Bolívar  hacer  mas?  Si  se  hubiesen  conformado 
con  las  propuestas  hechas  por  las  Juntas,  se  habrían  quedado  los 
que  no  las  componían — ahora  se  quejan  todos,  porque  buscó 
otros  medios  de  acertar  en  la  elección . 

¡  De  todos  modos  yerra  el  que  manda  gobernándose  por 
instituciones  viciosas — y  tiene  qué  errar,  aunque  no  quiera,  por- 
que no  hay  otras  instituciones .  Entretanto  que  los  empleos  sean 
RECOMPENSAS  ó  GRANJERIAS,  como  lo  son  en  el  sistema  mo- 
nárquico que  las  repúblicas  han  adoptado,  no  habrá  (en  la  opi- 
nión común)  majistrado  que  no  sea  parcial,  ni  empleado  que  me- 
rezca la  confianza  pública .  No  obstante,  sin  apelar  á  institu- 
ciones perfectas   (que  no  existen)   podría  tomarse  un  medio. 

Por  regla  jeneral:  no  emplear  á  ninguno  de  los  que  hayan 
servido  al  Rep  o  declarádose  por  él. 

Y,  todavía  contra  esta  regla  se  alegarían  muchas  razones — 
Ia.  la  escasez  de  sujetos — 2a.  la  ineptitud  de  muchos  patrio- 
tas beneméritos,  para  el  desempeño  de  los  empleos  que  solicitan — 
3a.  la  imposibilidad  de  descubrir  sentimientos  que  se  ocultan  ó 
se  disfrazan  con  arte — 4a.    la  dificultad  de  probar  los  motivos 


73 


que  tuvieron  muchos  para  obrar  de  tal  ó  cual  modo — 5a.  la  ne- 
cesidad de  atender  á  las  súplicas  que  interpondrían  los  mismos 
patriotas,  en  favor  de  parientes  ó  amigos  desengañados — 6a.  y 
última,  la  ventaja  de  disminuir  el  número  de  enemigos,  mostrán- 
dose el  gobierno ....  induljenie .  Bolívar  se  ha  adelantado  en 
estas  consideraciones. 

Todos  saben  que  el  que  no  hace  nada,  no  está  expuesto  a 
reconvenciones,  porque  nunca  yerra;  la  inacción  es  un  yerro  que 
vale  por  muchos — y  es  perdonable,  porque  hay  pocos  hombres 
que  no  tengan  un  interés  personal  en  disimularlo .  Pero  nó  lo- 
dos consideran  que  el  que  manda  debe  errar  porque  hace,  y 
errar  macho  porque  lo  HACE  TODO .  Los  monjes  hacen  voto  de 
obediencia,  por  no  errar:  descargan  todas  sus  faltas  en  el  Prela- 
do por  tener  menos  cuenta  qué  dar  á  Dios — y  el  Prelado  ejerce 
sobre  ellos  un  despotismo  espiritual  ilimitado,  por  indemnizarse 
en  parte  de  lo  mucho  que  teme  padecer  por  culpas  ajenas . 

Bolívar  debe  haber  errado,  porque  ha  hecho  mas  que  na- 
die, y  su  gran  mérito  consiste  en  haber  errado  menos  que  otro . 
Hágansele  ver  sus  yerros,  y,  no  solo  los  confesará,  sino  que  tra- 
tará de  enmendarlos — poco,  ó  nada,  deben  conocerlo  los  que  le 
nieguen  esta  excelente  cualidad.      Bolívar  no  es  monje. 

En  prueba  de  su  celo  por  el  bien  público,  léanse  las  dos 
notas  siguientes .  No  contento  con  encargarse  de  las  cosas  tem- 
porales del  Perú,  que  eran  muchas,  tomó  á  su  cargo  las  espi- 
rituales . 

Ministerio  Jeneral . 

Cuartel  Jeneral  de  Huánuco,  9  de  Julio,   1 824 

Al  señor  Gobernador  Eclesiástico  del  obispado  de   Trujillo . 

Señor  Gobernador 

Aunque  por  varias  comunicaciones  relativas  á  los  negocios 
particulares,  que  han  ocurrido  en  este  Gobierno,  debe  estar  U. 
S.  altamente  penetrado  del  zelo  que  anima  á  S.  E.  el  Liberta- 
dor, por  los  derechos  y  por  la  dignidad  de  la  Iglesia:  como  nun- 
ca deja  de  haber  novedad  en  un  estado  naciente,  interpre- 
tando cada  uno  la  Libertad  según  sus  pasiones — S.  E.  consi- 
guiente á  los  votos  de  su  corazón,  al  deber  que  le  compete  como 


74 


á  Jefe  Superior  de  la  República,  quiere  que  U .  S .  y  todo  ciu- 
dadano esté  entendido,  de  que  jamas  disimulará  nada  de  lo  que 
pueda  desviar  al  Pueblo  de  la  moral  evanjélica,  relajar  la  dis- 
ciplina eclesiástica  ó  deslustrar  la  majestad  del  santuario,  en  sí 
ó  en  sus  ministros;  y  que  antes  bien  recibirán  de  su  autoridad 
estos  sagrados  objetos,  toda  la  protección  que  debe  conforme  á  la 
ley  fundamental  del  Estado — Tengo  la  honra  de  hacer  esta  co- 
municación de  orden  de  S .  E .  y  ofrecer  á  U .  S .  mis  respetos . 
Dios  guarde  á  U .    S .    muchos  años — José  Sánchez  Carrion  . 


OTRA. 

Ministerio  Jeneral. 

Cuartel  Jeneral  de  Huánuco,  1 3  de  Julio,  1 324 

Al  Ilustrísimo  Señor  Don  Juan  Muzi,  Arzobispo  Filipense 
Vicario  Apostólico  de   la  República  de   Chile. 

Ilustrísimo  Señor. 

El  infrascrito  Ministro  Jeneral  tiene  la  honra  de  saludar  á 
U .  S .  I .  en  nombre  de  S .  E .  el  Libertador,  encargado  del 
alto  mando  de  la  República  del  Perú,  y  de  trasmitir  á  U.  S. 
I .  los  votos  de  su  mas  distinguida  consideración  y  respeto,  como 
representante  del  Vicario  de  Jesu-Cristo,  en  uno  de  los  Estados 
Independientes  del  Sud  América,  manifestando  al  mismo  tiem- 
po a  U .  S .  I .  los  ardientes  deseos  que  animan  á  S .  E .  de  en- 
trar en  relaciones  con  la  Cabeza  de  la  Iglesia,  por  demandarlo 
wjentemente  la  salud  espiritual  de  estos  pueblos,  el  estado  de 
orfandad  á  que  se  hallan  reducidas  sus  Iglesias  y  el  espíritu  de 
fidelidad  á  la  doctrina  ortodoxa  depositada  en  la  relijion  Santa 
que  profesa  la  República .  S .  E . ,  ademas,  considerando  los 
derechos  del  Santuario,  al  paso  que  está  comprometido  á  cimen- 
lar  la  Independencia  de  la  Nación  y  asegurar  su  Libertad  bajo 
las  formas  que  ella  misma  se  ha  decretado,  desea  vivamente  que 
tu  réjimen  espiritual  se  determine  conforme  á  los  cánones,  y  que 
te  arregle  un  Concordato  sobre  todos  aquellos  puntos  que  po- 
drían causar  alteraciones  entre  ambas  potestades,  por  no  reco- 
nocerse otra  basa  respecto  de  ellas  que  las  de  un  convenio  explí- 


75 


cito,  en  consecuencia  de  la  variedad  de  la  disciplina  eclesiástica, 
de  los  diversos  usos  y  prerrogativas  de  ios  Estados,  y  sobre  todo 
á  la  necesidad  que  compele  á  los  miembros  de  una  misma  comu- 
nión á  procurar  y  sostener  entre  sí  la  mas  cordial  armonía.  Ba- 
jo tales  consideraciones,  S .  E .  el  Libertador  se  atreve  á  espe- 
rar que  U .  S .  I .  se  servirá  hacer  cuanto  dependa  de  su  parte 
por  el  beneficio  espiritual  de  este  Estado,  poniéndolo  cerca  del 
corazón  paternal  de  Su  Santidad .  Que  el  Gobierno  del  Perú, 
por  obligación  y  por  sentimientos  personales,  no  omitirá  medio 
alguno  de  los  que  sean  conformes  con  las  máximas  evangélicas 
para  protejer  el  esplendor  de  la  Iglesia,  y  evitar  que  sean  escar- 
necidas sus  instituciones  y  vejada  la  digndiad  del  Augusto  De- 
positario de  sus  llaves — Dígnese  pues  U .  S .  I .  aceptar  esta 
comunicación,  tanto  en  señal  de  respeto  y  congratulación  de  S. 
E .  el  Libertador,  como  en  testimonio^  de  los  votos  que  consigna . 
— El  Ministro  Jeneral  del  Perú  tiene  el  alio  honor  de  repetir  al 
Ilustrísimo  Señor  Vicario  Apostólico  en  el  Estado  de  Chile  los 
sentimientos  que  ha  emitido  á  nombre  de  S .  E .  el  Libertador,  y 
de  ofrecer  muy  reverente  su  particular  obsecuencia — Dios  guar- 
de á  U .    S  .    I .  — Ilustrísimo  Señor — José  Sánchez  Carrion . 


NOVENA  PRUEBA 

Que  se  rodeó  de  jenie  mala  con  desprecio  de  la 
buena,  que  pudo  habeilo  aconsejado  bien. 

Es  menester  considerar  muchas  cosas,  l;  traerlas  desde  su 
oríjen,  antes  de  culpar  á  Bolívar  de  haberse  rodeado  de  jente 
mala. 

Cada  sentido  tiene  su  alcance,  que  se  mide  poi  una  línea, 
entre  el  sentido  y  el  último  punto  de  percepción .  La  exten- 
sión de  esta  línea  es  el  dominio  del  sentido,  y  se  llama  esfera 
de  actividad.  El  último  punto  de  percepción  es  difícil  de  de- 
terminar— porque  los  objetos  que  se  interponen,  debilitan  gia- 
dualmente  las  impresiones:  antes  de  la  absoluta  impotencia  de 
sentir,  hay  muchos  puntos  débiles,  que  por  inapreciables  se 
abandonan . 

Esta  ley  física  gobierna  del  mismo  modo  en  lo  moral.  Se 
arma  el  ojo  á  la  oreja  de  un  instrumento  para  recojei  más  ra- 
yos de  luz  ó  más  vibraciones  de  aire— as>¡'  se  arma  un  Gober- 


7G 


nante  de  Ministros,  para  abrazar  mas  extensión  de  terreno,  ó  pa- 
ra someter  á  sus  órdenes  un  mayor  número  de  hombres .  Los 
instrumentos,  como  los  ministros,  á  cierta  distancia,  llegan  á  ser 
inútiles,  y  aquel  es  el  término  de  la  percepción. — Cuando  los 
sentidos  conocen  la  imposibilidad  de  percibir,  cesan  de  hacer  es- 
fuerzos; pero  el  Gobernante  cree  poder  extender  inde- 
finidamente su  influencia  (en  esto  solo  difieren  los  sen- 
tidos del  entendimiento)  .  Los  sentidos  ponen  un  tér- 
mino á  su  ambición  —  la  del  Gobernante  no  tiene  lí- 
mites: está  viendo  que  sus  órdenes  llegan  casi  sin  fuerza  á  laó 
extremidades,  que  apenas  conoce  las  necesidades  que  se  pade- 
cen á  largas  distancias — y  todavía  quiere  gobernar:  está  vien- 
do que  sus  últimos  Ministros  le  son  inútiles — y  todavía  cree  po- 
derse servir  de  ellos — este  es  el  peor  estado  á  que  puede  llegar 
un  Gobierno . 

el  Gobernante  dice .... 

«Yo  respondo  de  mis  órdenes;  pero  nó  de  su  ejecución 

los  Ministros  dicen 

«Nosotros  responderíamos  de  la  ejecución,  si  las  órdenes  fue- 
«sen  ejecutables . » 

los  Gobernados  dicen .... 

«Nosotros  cumpliríamos  las  órdenes,   si  estuviesen   bien  dadas 
«;y  bien  comunicadas .  » 

En  este  caso,  y  en  cuantos  puedan  ocurrir,  el  Gobernante 
hace  esfuerzos  por  desempeñarse,  y  haciéndolos  advierte,  que  el 
trabajo  de  gobernar  (como  todos  los  trabajos)  pide  materia, 
forma  j;  dirección . 

La  materia  se  compone  de  indicaciones  de  hechos — la  for- 
ma, de  consejos  para  establecer  un  método — y  la  dirección  de 
providencias . 

El  que  manda  no  se  ha  de  dejar  dirijir,  porque  para  di- 
rijir  se  le  cometió  el  mando — el  plan  de  operaciones  le  ha  de 
pertenecer 


Puede  hacerse  aconsejar,  y  lo  debe  en  casos  difíciles ; 
pero .... 

Siempre  tiene  que  pedir  indicaciones. 

Este  último  procedimiento  es  eí  escolio  del  Gobierno — Por 
reducida  que  sea  su  esfera  de  actividad,  no  puede  el  Gobernante 
conocerla  toda,  de  ciencia  propia,  y  apenas  hay  caso  en  que  no 
dependa  de  informes  ¿Quien  da  estos?.  ...  y  ¿cómo  se  califi- 
can los  hombres  de  veraces?.  ...  El  Majistrado  amante  de  ía 
justicia  y  celoso  de  su  reputación,  pasa  el  tiempo  en  tomar 

informes  de  informes,  é  informes  de  informantes 

Cuando  ha  llenado  su  deber,  en  esta  perquisición — cuando 
nada  ha  omitido  para  asegurarse  de  la  verdad  ¿qué  le  queda 
qué  hacer?  ....  No  proceder,  seria  un  escrúpulo  perjudicial  al 
interés  público . 

El  rango  de  las  personas  que  consulta — la  opinión  de  que 
gozan — sus  conocimientos — sus  enlaces —  sus  compromisos  .... 
todo  lo  examinan .  Pero  estas  personas  tienen  amigos,  enemigos, 
émulos,  rivales,  no  viven  sin  relaciones  de  interés,  ni  están  exen- 
tas de  flaquezas . 

Para  probar  á  un  hombre  se  necesita  tiempo.  .  .  y  ocasio- 
nes, ¿qué  será  para  probar  á  muchos?.  .  .  .  Depender  de  uno 
solo,  es  hacerlo  necesario — y  el  que  es  ó  se  cree  necesario,  aspira 
á  dominar.  Este  es  el  caso  en  que  es  menester  dar  algo  á  la 
casualidad,  ó  dejar  de  obrar .  Los  encargos  no  se  toman  para 
abandonarlos . 

Si  los  que  critican  a  Bolívar  han  mandado  alguna  vez,  de- 
ben recordarse  lo  que  hicieron,  y  si  lo  han  olvidado,  preguntarlo 
á  los  que  tuvieron  bajo  sus  órdenes . 

El  Jeneral  Bolívar  no  se  deja  dirijir,  porque  sabe  mandar: 
toma  consejo — y  en  esto  se  excede  hasta  el  punto  de  parecer 
perplejo,  indeciso,  tímido ;  pero,  luego  se  observa  que  tiene  con- 
sejo propio — que  no  se  somete  al  parecer  ajeno,  sino  después 
de  haberlo  comparado  con  el  suyo — que  pide  indicaciones  como 
todos  los  que  mandan,  y  que,  como  ellos,  yerra  si  lo  han  enga- 
ñado . 

El  Sr .  Bidaurre,  escribiendo  al  Jeneral  Santander,  desde 
Lima,  en  Enero  de  27,  prorrumpe  en  una  imprecación  contra  los 
Consejeros — (INFORMANTES,  debió  haber  dicho) 


78 


«Malditos  Consejeros!  (dice)  ¡hombiec  venales!  interesa- 
«dos! — corrompidos! — ¡reos  sois  de  un  famicidio!  y.  .  .  la 
«América! ...  la  naturaleza  humana! !  oj  oije  íesponsabilidad. 
«Habéis  roto,  nó  una  obra,  sino  un  modelo  de  grandeza.  El 
«favorecido  de  la  fortuna,  el  hijo  pnmojtrrro  de  la  gloria.  .  . 
«Bolívar!  habia  llegado  á  un  punto  tan  elevado,  que  Washington 
«y  Tell  tuvieron  que  cederle  el  puesto.  El  era  más  grande  que 
«los  anteriores  Héroes  inmortales:  su  gloria  se  trasmite  á  todas 
«las  Américas;  y  desde  los  primeros  hombres  hasta  los  mas  mi- 
«serables  montuvios,  se  significaban  participando  de  su  mérito. 
«Se  le  hizo  creer  que  podia  ser  mas,  y  él  no  advirtió  que  no  ha- 
«bia  otro  punto  donde  ascender.  Desde  la  altura  donde  se  há- 
«llaba,  si  emprendía  un  nuevo  vuelo,  era  la  caida  necesaria  con- 
«secuencia . » 

Es  perdonable  el  Sr.  Bidaurre.  En  »u  entusiasmo  por  la 
causa  que  defiende,  había  como  el  Cónsul  Romano,  que  inmoló 
á  su  Padre  y  á  sus  Hijos  en  las  aras  de  la  patria — Bruto  no  dis- 
curriría mejor.  Pero,  consuélese  el  Sr.  Bidaurre,  BOLÍVAR  NO 
HA  CAÍDO:  nadie  le  ha  podido  hacer  creer  mas  de  lo  que  él  cree, 
sabe  que  no  puede  ser  mas  de  lo  que  es ;  pero  sí,  que  puede  ha- 
cer mas  de  lo  que  ha  hecho:  y  para  consumar  la  grande  obra 
de  la  Libertad  de  América,  después  de  nauerle  dado  la  Inde- 
pendencia, PRETENDE ....  otros  pretenden  como  él — y  si  to- 
dos tuvieran  en  qué  fundar  alguna  esperanza  de  obtener,  no  ha 
bría  quien  no  pretendiese  MANDAR.  ¿Para  mandar  que?  es  lo 
solo  que  preguntan  los  Pueblos — y  el  Libertador  'es  responde 

«Quiero  mandar  vuestras  fuerzas,  nó  dominar  vuestros  sen- 
«dimientos.  .  .  .  dirijir  vuestros  pasos,  no  nesgar  vuestras  mi 
«ras.  .  .  .   daros  un  ser  social,  nó  avasallares .» 

Todos  quieren  RODEAR  al  que  manda:  unos  por  tener  parle 
en  lo  que  se  hace — otros  por  pretender  para  sí — otros  por  prote- 
jer  con  empeños — otros,  porque  se  diga  que  tienen  valimiento — 
y  los  que  no  consiguen  acceso  lo  envidian.  Al  cargo  de  estos 
está  el  crédito  del  Gobernante,  el  de  su  familia  y  el  de  cuantos 
se  acercan  á  palacio:  ellos  componen  y  divulgan  las  noticias — 
ellos  son  los  que  se  duelen  del  mal  estado  de  las  cosas — y  ellos 
los  que  califican  de  venales,  de  interesados,  de  corrompidos,  de 
aduladores,  de  parásitas,  de  intrigantes ....  hasta  los  parientes 
mas  cercanos  y  amigos  mas  antiguos  del  personaje.  Ellos  sa- 
ben cuanto  se  hace  en  palacio  y  el  por  qué,  lo  afirman  con  apues- 


79 


tas  y  pronostican  las  resultas:  para  ellos  es  que  las  sospechas  son, 
nó  razones,  sino  PRUEBAS  en  política. 

Se  les  pregunta  cómo  lo  saben,  p  responden  que  lo  saben 
porque  es  CIERTO. 

Y  ¿por  qué  es  cierto?    (se  les  rebate) 

Porque  es  CIERTO    (responden) 

Está  bien:   ¿pero,  por  qué  es  cierta? 

Porque  todos  lo  dicen . 

¿Han  hablado  UU.    con  todos? 

Nó,  pero  es  lo  mismo . 

¿Donde  están  las  pruebas? 

c'Que  mas  pruebas  quiere  U .  ? 

Las  que  UU.    no  dan. 

Entonces  nada  es  cierto  . 

ADÍOS ! 

El  Libertador  llegaba  á  una  ciudad  del  Perú,  sin  antece- 
dentes .  Al  instante  se  le  llenaba  la  casa  de  jente  principal .  Ni 
los  títulos  podia  retener,  porque  cada  sujeto  traia  uno  ó  dos,  por 
lo  menos,  ¿cómo  retendría  los  nombres  que  eran  dos  ó  tres? — 
Después  de  la  visita  de  presentación  seguían  las  privadas  y  luego 
las  de  recomendación. 

«Señor  Excelentísimo»  (decia  cada  uno)  «No  vengo  á  ale- 
«gar  méritos,  ni  á  pretender .  Soy  un  patriota,  como  es  notorio . 
«He  sacrificado  una  parte  de  mi  caudal  á  la  patria,  y  el  restj 
«se  lo  llevaron  los  Godos:  mi  persona  ha  padecido  lo  que  no  es 
«creíble:  tengo  hijos  en  el  servicio — el  mayor  que  era  la  espe- 
«ranza  de  su  pobre  madre,  murió  fusilado» .  .  (aqui  se  enjuga- 
ba los  ojos)  «pero  en  presencia  de  U.  E.  olvido  todos  mis  ma- 
«les — Estoy  reducdio  á  la  miseria,  cargado  de  familia,  enfermo: 
«en  tiempo  de  los  Españoles  serví  un  empleo  (con  honradez, 
«gracias  á  Dios)  me  lo  quitaron  y  lo  di  por  bien  hecho.  To- 
«dos  los  Jenerales  que  han  pasado  por  esta  ciudad,  me  han  he- 
«cho  un  honor  que  no  merezco;  pero  yo!  .  .  .  siempre  retirado 
«en  mi  casa:  apenas  frecuento  dos  ó  tres  familias.  No  están  las 
«jentes,  Sr .  Excelentísimo,  para  tratarlas .  El  Perú  todo ;  pe- 
«ro  este  lugar.  .  .  .  (me  está  mal  el  decirlo,  porque  nací  en  él) 
«está  lleno  de  Godos,  no  me  pueden  ver  (ciertas  personas  espe- 
«cialmente)  no  diré  quienes ....  U .  E .  las  conocerá .  ¡  Enemi- 
«gas  de  la  causa !  .  .  .  .    ¡  realistas  de  corazón ! .  .  .    ¡  opuestas  á\ 


80 


«Gobierno!  ...  y....  ¡¡áV.  E.  ..!!..  ¿por  qué  lo  calla- 
«ré,  si  es  público?  En  fin  Excelentísimo  Señor,  yo  no  vengo  sino 
«á  ponerme  á  los  pies  de  V .  E .  y  á  ofrecerle  mis  cortas  f acui- 
dades en  serviaio  de  la  patria;  por  ella  y  por  V.  E.  daré  has- 
«ta  la  última  gota  de  mi  sangre — No  extrañe  V.  E.  que  no 
«vuelva  á  tener  el  honor  de  ponerme  á  sus  plantas ;  porque  es  ■ 
«toy  ya  cansado  de  oir  decir  á  mis  enemigos  que  cuantos  Seño- 
«res  llegan,  me  hacen  acojida.  .  .  .  No  obstante,  como  digo,  si 
«V .  E .  cree  que  mi  inutilidad  pueda  servir  de  algo,  despreciaré 
«las  malas  lenguas,  y  haré  cuanto  V .  E .  se  digne  mandarme .  .  . 
&c .    &c .    &c . 

Cada  visitante  decia,  en  otros  términos,  lo  mismo,  y  algu- 
nos anadian — «Ya  fui  uno  de  los  que  tuvieron  el  honor  de  aren- 
gar á  V .  E.  el  dia  de  su  llegada» 

En  la  arenga  habiat.  resucitado  los  Cesares,  los  Pompe- 
yos,  los  Marco- Aurelios,  acompañados  de  Esteres,  de  Maca- 
beos,  de  Auroras,  de  Febos  y  de  otros  peisor>ajes. 

Uno  recomendaba  á  otro  y  todos  se  desacreditaban.  ¿Qué 
haria  el  Libertador  para  acertar,  teniendo  poco  tiempo  á  su  dis- 
posición y  debiendo  hacer  lo  mas  mjente  en  beneficio  de  c^.da 
.lugar? .... 

Tomar  informes  de  informes, 
é  informes  de  informantes 

y  al  fin 

dar  á  la  casualidad  lo  que  no  podia  alcanzar. 

Erraba,  perjudicaba!  (ofendaü!  si  se  quiere)  Quéjanse 
los  ofendidos,   no  del   Libertador  sino   de  sus  paisanos.       Bús- 

quenlos 

por  su  sana  intención 
por  su  honradez 
por  sus  sevricios  á  la  patria 

y  mejor 

por  SUS  ARENGAS. 

No  seria  menester  observar  lo  que  pocos  ignoran — que  ¿as 
JENERALIDAÜES  no  comprenden  á  lodos,  sino  al  mayor  númc- 


81 


ro,  p  á  veces  A  POCOS .  En  el  Perú  hay  muchísimos  hombre-. 
verdaderamente  distinguidos  por  las  cualidades  que  falsamente  se 
atribuyen  los  oradores  que  se  citan .  Paraque  cesen  de  denigrar 
á  Bolívar  se  les  recuerda  el  papel  que  hicieron.  Los  hombres 
de  bien  deben  conocer  que  esta  pintura  no  se  ha  hecho  para  re- 
tratarlos .  El  autor  de  esta  defensa  sabe,  ó  debe  suponer,  que 
los  hombres  de  verdadero  mérito  no  insultan  á  Bolívar  (aun- 
que se  quejen  de  él)  y  que  entre  ellos,  muy  pocos  lo  RODEARON. 

DÉCIMA  PRUEBA 

1  ?      Que  viajando  en  el  Perú,  recibió  con  desden  los  ob- 
sequios que  le  hicieron  varias  ciudades  á  su  pasaje. 

2?     Que  despreció  las  visitas  con  que  lo  honraron  las  per- 
sonas mas  distinguidas  de  cada  lugar. 

Aquí  es  menester  ocurrir  al  principio  establecido  en  la  pa- 
jina   18. á    la    PERSPICACIA    INTELECTUAL 

Los  que  están  versados  en  la  discusión  conocen  <a  necesi- 
dad de  estudiar  la  cuestión  para  sentir  bien  todas  las  diferencias 
que  distinguen  un  objeto  de  otro;  cuando  el  sujeto  de  la  obser- 
vación es  un  ESTADO  de  cosas  ó  una  ACCIÓN .  Pero  como  esta 
facultad  no  es  dada  á  todos  los  hombres,  y  que,  no  obstante, 
todos  sienten  una  necesidad  de  juzgar,  aunque  no  hayan  nacido 
para  jueces,  es  menester  advertir,  á  los  que  se  gobiernan  por  jui- 
cio ajeno,  que  los  jueces  son  hombres,  y  que  ias  pasiones  ponen 
en  velo  á  la  razón. 

Tómense  el  trabajo  de  aprender  á  recibir  declaraciones  y 
observen,  que  el  principal  testigo  en  toda  acusación,  es  el  que 
acusa.  Nadie  pretende  lo  que  no  espera  obtener;  3'  el  primer 
cuidado  que  pone  el  denunciante,  en  la  instrucción  de  sus  prue- 
bas, es  omitir  todo  lo  que  pueda  destruirlas  o  debilitarlas:  el  se- 
gundo es  fortalecerlas  con  cuantos  accidenres  o  incidentes  pare- 
cen convenir  al  buen  suceso  de  su  pretensión .  Estos  dos  obs- 
táculos que  opone  la  malicia  al  descubrimiento  de  un  hecho,  se 
conocen  en  el  foro  bajo  los  nombres  de  subrepción  y  obrepción. 
por  el  primero  se  falta  á  la  buena  fe  omitiendo  y  por  el  seguido 
se  falta  á  la  verdad  suponiendo:  en  ambos  casos  se  miente. 


Si  no  hubiera  qué  temer  debilidades,  la  administración  de 
justicia  seria  la  cosa  mas  fácil  del  mundo . 

exponer  sencillamente  el   hecho     ]       presentarían   un  juicio 

preguntar  sin  artificio,   y  t       i     i        i    iva   ••  .    j 

K    °     ,  j  j  hecho    al    Majistrado. 

responder  con  sinceridad  J 

esto   dice   la   ley,    ó      ¡ 

seria  toda  la  sentencia, 
esto   me   parece  J 

y  no  se  conocerian  ratificaciones,  ni  tachas  ni  recusa- 
ciones ni  recursos.  Pero,  ¿con  qué  hombre,  por  hon- 
rado que  sea,  se  salvan  las  formas  judiciales?  Por 
el  hecho  de  exijirlas,  dice  el  juez  al  denunciante 
«NO  ME  FIO  DE  U . »  y  este,  sujetándose  á  ellas,  dice  «TIENE 
RAZÓN  de  desconfiarse  dé  mi  aunque  me  conozca» — Fuera  del 
tribunal,  el. juez  no  se  atrevería  á  desconfiarse  sin  ofender,  y  el 
denunciante  alegaría  sus  derechos  a  la  reputación  del  honrado . 
Todo  interesado  en  una  causa,  obra  como  mercader — enumera 
menudamente  las  buenas  calidades  de  su  jénero,  y  no  se  cree 
obligado  á  mencionar  las  malas .  Así  han  de  discurrii  los  que 
no  quieran  aventurar  su  juicio  sobre  juicos  ajenos . 

Bolívar  tiene  uso  del  mundo .  Su  educación — sus  viajes 
— el  trato  con  toda  clase  de  jentes,  durante  muchos  años  de 
mando  militar  y  político,  reglados  por  un  discernimiento  que  na- 
die puede  negarle,  lo  han  puesto  en  estado  de  dominarse  y  de 
dominar  las  circunstancias . 

Hay  una  gran  diferencia,  entre  la  impresión  que  recibe  un 
solo  hombre  de  muchos,  y  la  que  cada  uno  recibe  de  aquel  solo — 
Uno  solo,  no  puede  formar  de  muchos  sino  ideas  jenerales;  y 
cada  uno  de  los  muchos  forma  una  idea  particular.  La  fortu- 
na ó  la  desgracia  de  un  hombre,  depende  de  la  asociación  ca- 
sual de  las  ideas  de  varios .  A  esta  consideración  deben  agre- 
garse dos  mas — la  situación  del  sujeto— y  la  prevención  que  se 
tiene  del  lugar .  No  es  lo  mismo  ver  á  un  hombre  solo,  que  en- 
tre muchos — en  una  parte  que  en  otra . 

Las  ciudades  se  componen  de  variedad  de  jentes:  estas 
jentes,  en  común,  obsequiaron  al  Libertador,  y  él  debió  recibir 
los  obsequios  como  hechos  por  todos,  sin  distinguir  á  nadie.  Si 
entre  las  varias  demostraciones  que  se  le  hicieron,  hubo  algunas 


83 


que  debió  distinguir,  fué  inadvertencia  de  parte  de  los  sujetos .  e! 
no  haberse  singularizado  bastante ....     la1  vez  no  lo  pudieron . 

Bolívar  traía,  á  cada  ciudad,  dos  especies  de  prevención — 
una  que  le  habían  dado  los  habitantes  del  pais — y  otra  que  él 
-se  habia  formado . 

Tal  lugar  es  Codo   (le  decían) 

tal  otro  es  Patriota   (y  acompañaban  listas  y  notas  al 
informe . 

Bolívar,  por  su  parte,  veía  sobre  el  fondo  público  la  pe- 
sada carga  de  conducir  á  España  el  ejército  capitulado  en  Aya- 
cucho.  Seamos  justos.  ¿Quien  debía  costear  el  pasaje?.  .  . 
¿el  vencedor  ó  el  vencido? — El  vencedor  (se  dirá)  porque  á 
ello  se  obligó  .  En  hora  buena :  costéenlo  los  Republicanos ;  ce- 
ro estos  tenían  derecho  á  expulsar  del  pais  á  todo  realista  rico, 
protector  del  ejército  enemigo . 

,  Si  los  Realistas  hubiesen  vencido  ¿qué  habrian  hecho? — 
¡  Pobres  Republicanos,  patriotas,  insurjentes,  rebeldes,  montone- 
ros !  .  .  .  Pero  ellos,  sin  ser  la  parte  débil,  tuvieron  considera- 
ciones por  sus  compatriotas:  y  solo  exijiéron  de  ellos,  en  calidad 
de  indemnización,  ó  séase  rescate  de  sus  personas,  la  moderada 
contribución  de  lo  que  debía  costar  el  trasporte  de  sus  protec- 
tores, protejidos  ó  amigos . 

¡Un  Primer  Majistrado,  de  quien  dependía  el  procedi- 
miento, y  que,  al  entrar  en  cada  ciudad,  se  veía  recibir  con  aplau- 
sos, en  que  ce  mezclaban  voces  enemigas  ele  la  ceaisa  y  de  su 
persona!.  .  .  .  ¡Un  Majistrado,  que  debía  admitir  indistinta- 
mente á  cuantos  se  presentaban  á  cumplimentarlo!  ...  ¿no  debe- 
ría temer  los  asaltos  de  la  lisonja  ó  los  comprometimientos? 

A  todo  Juez  le  es  prohibido  admitir  convites  ó  regalos  de 
sus  litigantes .  En  virtud  de  esta  ley  un  Gobernador  Español 
hizo  comer,  en  la  cárcel,  veinte  gallinas,  á  una  campesina  que 
se  las  llevó  de  regalo,  al  presentarle  un  memorial . 

(No  es  regular  que  la  jente  DECENTE .  .  .  esto  es,  qui 
PIENSA,),  diga  que  Bolívar,  según  este  ejemplo,  debió  poner  en 
arresto  cada  ciudad  que  lo  obsequiaba . 

Por  otra  ley,  los  Jueces  no  deben  ser  nacidos  en  el  pais  en 
que  mandan,  ni  tener  en  ellos  relaciones  de  ínteres  ni  de  familia. 
¿Qué  cara  pone  un  oficial  para  entrar  ai  cuartel?  y  ¿cual  el  pa- 
dre que  llama  á  su  hijo  para  mandaile  á  hacer  a!.;jo  que  le  ha 


84 


de  desagradar?.  .  .    y  ¿qué  cara  pone  el  confesor,  al  sentarse  «*rt 
el  confesonario,  para  oir  la  penitencia  á  un  amigo? 

Todo  esto  lo  saben  los  que  reprueban  la  sequedad  con  que 
Bolívar  recibió  obsequios  y  visitas  en  ciudades  compuestas,  por 
la  mayor  parte,  de  Realistas  Europeos,  y  de  colonos  realistas. 
que  son  peores .  Puso  mala  cara  Bolívar  á  los  que  podían  h.». 
llagarlo  para  obtener  exenciones:  no  oyó  vazones,  poique  todas 
tendian  á  ablandarlo  para  persuadirle  que  no  debían  pagar.  Y 
¿quien  debía  con  mas  justicia  (se  pregunta  aun)  costear  el  em- 
barque y  pasaje  de  los  capitulados  en  Ayacucho,  sino  los  ami- 
gos del  Rey  y  de  sus  oficiales? 

Crueldad!.  .  qué  ciueldad!!  (decía  cada  uno  ai  abrir  la 
bolsa) 

Verdadera  crueldad  habría  sido  hacer  pagar  li  conduc- 
ción de  los  enemigos  de  (la  Independencia  á  ios  que  habian  pe- 
leado por  ella,  ó  perdido  sus  caudales  en  confiscaciones  y  exac- 
ciones mandadas  por  los  Jefes  del  ejército  Real. 

¿Cuantas  mujeres  no  se  quejan  de  desaires  recibidos  en 
las  funciones  que  se  dieron  en  obsequio  de  Bolívar?  Muchas  lo 
amaban  y  deseaban  cumplimentarlo  porque  eran  patriotas — y 
fueron  despreciadas  por  los  que  convidaron  a  ios  bailes ;  entre- 
tanto que  muchas  Godas  rabiosas  bailaban  con  Bolívaí . 

En  un  ENSAYO  sobre  la  conducta  del  Jeneral  Bolívar,  im- 
preso en  Chile  por  los  números  11,  13  y  14  del  DUENDE  de 
Buenos-Aires;  se  lee  el  rasgo  siguiente. 

«Vosotros  desgraciados  Pueblos  Peruanos!  que  habéis  au- 
gmentado vuestra  miseria,  para  presentar,  aun  en  los  desiertos, 
«espléndidos  banquetes,  á  los  que  nunca  pensaron  en  vuestra  di- 
«cha:  tened  presente  que,  si  no  oponéis  una  firme  resistencia, 
«continuareis  siendo  subditos  de  un  Gobierno  militar,  y  no  ten- 
«dreis  otra  garantía  que  la  espada.  Recordad  que  si  ios  tiranos 
«hacen  esclavos,  los  esclavos  también  forman  á  los  tiranos .  .  .  occ. 

La  respuesta  á  este  apostrofe  toca  á  los  Peruanos.  Ellos 
deben  responder  al  que  lo  hizo,  por  haber  alzado  la  voz  tan 
gravemente,  en  un  asunto  de  tan  poca  consideración — por  ha- 
berse atrevido  (en  favor  de  los  peruanos)  á  echar  en  cara  PLA- 
TOS DE  COMIDA,  bajo  el  nombre  de  espléndidos  banquetes.  Los 
Peruanos  son  rumbosos  en  sus  obsequios :  acostumbrados  á  mos 
trarse  en  todas  ocasiones,  no  reparan  en  incomodidades  ni  en  di- 


So 


ñero ;  y  por  personas  menos  importantes  que  Bolívar  nacen  gas- 
tos extraordinarios,  que  consideran  de  obligación,  su  jenerosidad 
les  hace  honor,  porque  todo  redunda  en  propia  satisfacción . 

¿Qué  Peruano  ignora  que  Bolívar  nació  en  la  abundan 
cia  y  que  la  renunció  por  la  vida  de  soldado?  Un  hombre  que 
sabe  comer  sobre  un  tambor  con  sus  oñciales,  no  viaja  por  que 
le  den  espléndidos  banquetes — Bolívar  no  vino  al  Perú  á  comer 
dulce.  ¡¿Qué  dirá  la  Europa  al  leer,  en  un  ensayo  político, 
exclamaciones  sobre  sopas !  ?  ¡  ¿  al  ver  á  un  hombre  '  ernecerse 
en  presencia  de  una  mesa !  ?  y  ¿  ¡  llamar  á  un  pueblo  entero  des- 
graciado y  miserable  por  haberla  puesto!? 

Suponer  á  los  SS .  Prefectos,  á  los  SS .  Curas  y  á  otros 
muchos  sujetos  respetables  y  pudientes  ajusíando  cuerdas  de  co- 
cina!, y  llorando  cuatro  reales  que  habían  gastado  por  manifes- 
tar sentimientos  nobles ....  es  hacerles  grave  injuria .  Si  el  au- 
tor del  ensayo  conoce  el  Perú,  debe  saber  que,  ni  los  Indios  re- 
paran en  lo  que  les  cuesta  la  CHICHA,  cuando  les  teca  el  ALFE- 
RAZGO en  honor  de  alguna  imájen . 

Solo  por  el  rasgo  de  los  ESPLENDIDOS  BANQUETES  de- 
berían los  Peruanos  mandar  recojer  el  Ensayo  del  Duende  ó  ha- 
cerlo expurgar. 

UNDÉCIMA  PRUEBA 

Que   anarquizó  al  Perú  y  después  á   Colombia 
para  hacerse  necesario . 

ANARQUIZAR!      La  revolución  ha  despertado  una  porción 
de   palabras   que   dormían   entre   sus   pergaminos.       ANARQUÍA ! 
...    ¡  qué  bonita  palabra !  .  .    y   j  qué   recién   llegada !    dos  reco 
menclaciones  para  andar  de  boca  en  boca,  y  un  motivo  para  pre- 
guntar quien  es  y  de  donde  viene — Satisfágase  la  curiosidad . 

Es  hija  de  A  y  de  ARCHE,  y  acaba  de  llegar  de  la  Grecia 

A,  quiere  decir  SIN,  y  arche,  MANDO  =  todo  junto,  sin 
Mando,  ó  sin  Gobierno  que  es  lo  rni?mo .  Su  oficio  es  anun 
ciar  un  Estado  sin  ninguna  especie  de  Gobierno,  es  decir,  que  no 
hay  tal  Estado,  porque  Nación  en  desorden  no  es  Estado.  ¿Se 
puede  aplicar  esto  al  Perú  y  á  Colombia? — ¿Cuando  se  han 
visto  estos  dos  países  sin  Gobierno?  Acéfalos  =-  sin  cabeza,  se 
habrán  visto  por  momentos;  pero  habrá  sido  sin  una  cabeza,  por- 
7 


8G 


que  muchas  han  tenido  á  un  Lempo — entonces  haoran  sido  Hi- 
dras nó  Acéfalos . 

Tal  vez  convendría  mejor  decir  que  las  dos  naciones  al 
pasar  de  un  estado  á  otro,  estuvieron  en  anamorfosis,  e^to  es, 
tomando  otra  forma,  ó  una  nueva  forma — Entre  los  límites  de  la 
Monarquía  y  los  de  la  República — entre  la  expiración  de  un 
sistema,  y  la  creación  de  otro,  no  ha  habido  ínteivaio  de  tiem- 
po: los  Caudillos  del  pueblo,  al  proclamar  la  Indepenaeiicia, 
dijeron  como  los  monarquistas  al  ver  morir  á  su  rey 

el  rey  es  muerto  =  viva  el  rey  í 

esto  es,  viva  la  República! 

ni  hubo  necesidad  de  declarar  postliminio  porque  no  hubo   quz 
juntar  límites :  ellos  mismos  se  tocaron  por  el  hecho . 

Anarquía!!  ¿meditan  bien  en  la  significación  de  esta  pa- 
labra, los  que  la  repiten  con  tanta  frecuencia?  No  permita  Dios 
que  la  conozcan  jamas  por  experiencia.  Agradezcan  á  sus  Re- 
presentantes, y  á  sus  Jefes  militares,  los  riesgos  que  han  corrido 
en  haberse  puesto  al  frente  del  Pueblo,  y  á  los  esfuerzos  que 
han  hecho  para  contenerlo — mas  fácil  es  gobernar  desde  su  ca- 
sa, que  en  Congreso — y  menos  expuesto  componer  órdenes  entre 
amigos,  que  darlas  en  presencia  de  centenares  de  hombres  ar- 
mados . 

Para  quien  no  ha  visto  desórdenes,  cualquier  tumulto  es 
Anarquía:  el  militar  menos  experimentado  lo  juzga  mejor 
¿Será  creíble  que  Bolívar,  después  de  tantos  años  de  mando  mi- 
litar y  político,  ignore  lo  que  es  Anarquía?  y  sabiéndolo  ¿la  ha- 
brá suscitado  solo  por  HACERSE  NECESARIO? 

El  sabe  que  es  necesario  (y  los  que  no  lo  aborrecen,  lo 
saben  como  él)  pero  nó  para  destruir  el  óiden,  sino  para  man- 
tenerlo . 

El  vulgo  dice  que,  cuando  el  Sol  sale,  todos  los  hombres 
son  necesarios  en  jeneral,  y  ninguno  en  particular — esto  es  cierto, 
en  cuanto  un  hombre  suple  por  otro,  en  servicios  que  muchos 
pueden  hacer  (los  productos  de  las  artes  mecánicas,  por  ejem- 
plo— la  renta  que  se  cobra  de  una  mano  ó  de  otra  por  réditos 
de  un  capital  ckc.)  pero  no  es  cieito,  cuando  se  pierde  un  ajenie 
único  ó  raro  en  sv.  línea . 

En  otra  parte  se  ha  dicho  que  un  hombre  con  diferentes 
aptitudes  no  reemplaza  á   otro  en   las  mismas  funciones — Mué- 


re  un  padre  y  lo  representa  un  tutor:  este  será  mejor  padre  que 
el  natural,  pero  nó  el  mismo;  mejorará  de  suerte  él  hijo,  pero 
llorará  lo  que  perdió  porque  nada  lo  reemplaza,  aunque  lo  com- 
pense .  Esta  verdad  riega  el  mundo  de  lágrimas,  y  hace  abo- 
rrecer la  vida  al  que  nació  para  amar.  Los  Pueblos  de  todos 
los  tiempos  han  honrado  á  sus  bienhechores — los  han  diviniza- 
do— y  el  llanto  ha  sido  el  regocijo  con  que  han  celebrado  su 
memoria .  El  instinto  de  la  gratitud  es  de  todos  los  animales — 
¡dulce  sentimiento!  que  no  existiría  si  todos  los  seres  fuesen  in- 
diferentes— si  la  presencia  de  uno  pudiese  hacer  olvidar  la  au- 
sencia de  otro.  No  es  pues  lo  mismo,  (cuando  sael  el  Sol)  tal 
ó  cual  ájente  en  la  misma  acción . 

La  IMITACIÓN  es  otro  instinto,  del  cual  nace  la  emulación 
— instinto  protector,  que  repara  las  pérdidas,  y  mejora  á  veces, 
las  obras  que  el  ájente  anterior  dejó  imperfectas — que  ayuda  á 
olvidar  las  faltas,  aunque  no  llene  lo|  vacíos . 

Consideren  bien  esto  los  INDIFERENTES,  para  no  acredi- 
tarse de  inconsiderados — y  los  enemigos  de  Bolívar  traten  de 
conocerlo  mejor  para  juzgarlo. 


88 


4 


31 


Ladion 
Lobo 

Tigre 

Serpiente 

ignorante 

grosero 

bajo 

viliano 

cobarde 

violento 

insolente 

atrevido 


DUODÉCIMA  PRUEBA 

Que  es  un  menstruo 
y  sigue 

f  inmoral 

¡  seductor 

I  indecente 

I  obsceno 

9   ■>  libertino 

|  impío 

I  francmasón 

I  hereje 

(  ateo 

f  rencoroso 

j  vengativo 

¡  cruel , 

¡  sanguinario 

■  asesino 


7  i 


desvergonzado 

déspota 

tirano 

altivo 

imperioso 

vano 

presuntuoso 

pedante 

orgulloso 

ambicioso 

cabalista 
aspirante 
astucioso 
intrigante 

entrometido 
intruso 
aventurero 
usurpador 


17  { 


extermmador 

destruidor 

azote 

plaga 

verdugo 

inconsecuente 

falso 

hipócrita 

embustero 

pérfido 

traidor 

perverso 

depravado 

calumniador 

impostor 

descarado 

inicuo 

abominable 

execrable 

criminal 

reo 

delincuente 


0> 


-4 


3 
O 


o- 


36.    .        =       67 

Todo    esto   y    mas    se    lee    en    papeles    impresos 
¡  que  colección ! . 


89 


Al  ver  un  catálogo  de  palabras  tan  denigrativas,  iqué  di- 
rá el  que  las  entienda  y  conozca  el  sujeto  á  quien  se  aplican? — ¡ 
¿Son,  ó  nó,  necesarias  las  definiciones? — y  ¿habrá  quien  diga 
con  razón,  que  la  defensa  de  Bolívar  desmerece,  por  el  estilo  doc- 
trinal— por  el  tono  majistral  que  toma  el  autor,  hablando  á  ¡en- 
tes que  no  necesitan  de  escuela? 

Todos  los  lectores  no  la  necesitan,  es  verdad ;  pero  el  título 
de  lector  no  se  da  en  las  Universidades — cada  uno  lo  compra 
por  el  dinero  que  le  cuesta  el  libro.  Si  todos  los  que  tienen 
motivos  para  aborrecer  á  Bolívar  hubiesen  estudiado  el  dicciona- 
rio, no  habría  para  qué  entrar  en  definiciones  de  voces,  y  la  de- 
fensa recaería  sobre  la  acusación;  pero  decir  que  Bolívar  es 

vano  y  orgulloso al  mismo  tiempo 

cobarde  y  atrevido.     .     .     .  ».    al  mismo  tiempo 
hereje  y  ateo al  mimso  tiempo 

llamar 

intriga la  política 

despotismo el    mando 

crueldad la  rectitud 

confundir 

la  modestia con  la  arrogancia 

la   ignorancia.     .     .     .    con  la  vanidad 

y  tachar  de  presunción 

la  confianza  con  que  obra  el  que  conoce  sus  fuerzas 

es  un  trastorno  de  ideas,  que  solo  puede  disimularse  por  toleran- 
cia, ó  perdonarse  por  una  extrema  induljencia — y  esta  no  la  me- 
rece el  que  hace  de  orador  en  una  asamblea  ó  en  un  libro . 

Mas  de  Setenta  Intérpretes  han  trabajado  de  acuerdo,  sin 
conocerse,  en  descubrir  el  carácter  y  las  intenciones  de  Bolívar — 
y  como  por  inspiración,  le  han  compuesto  una  Letanía  de  Dicte- 
rios mas  abundante  que  la  del  Rezo ....  ¡  Qué  honor  para  la 
América !  .  .  .  ¡  haber  producido  el  malvado  mas  ilustre,  y  los 
mas  eminentes  moralistas ! 


00 


De  cada  rincón  del  Continente  se  levanta  una  voz,  que 
resuena  por  los  aires  y  atraviesa  los  mares,  para  anunciar  á  la 
Europa  la  aparición  de  un  monstruo  nunca  visto — El  solo  vale 
por  todos  los  malhechores  que  nos  pintan  los  Romances  y  la  his- 
toria. .  .  ¡Qué  prodijio  de  maldad!  y  al  lado  ¡qué  modelo  de 
civilidad  y  de  virtud  en  sus  censores!  En  todo  lleva  el  Nuevo 
Mundo  ventajas  al  Viejo.  Un  Plutarco  bastó  allá  para  escri- 
bir muchas  vidas — acá  se  han  necesitado  muchos  Plutarcos  para 
escribir  una:  lo  que  solo  hay  qué  sentir  es,  que  los  hechos  estén 
aun  dispersos  en  remitidos,  en  proclamas,  en  ensayos,  en  mani- 
fiestos, en  memorias ;  pero  la  letanía,  que  se  ha  recitado,  puede 
suplir  entretanto . 

Bolívar  es  el  modelo  de  los  monstruos,  y  el  Sr .  D .  José 
de  la  Riva  Agüero,  ex-Presidente  de  la  República  del  Perú  y 
Gran  Mariscal  de  sus  ejércitos,  es  el  modelo  de  los  enemigos. 
En  dos  manifiestos  que  ha  publicado  este  Sr . ,  uno  en  Londres  y 
otro  en  Chile,  pueden  los  jóvenes  ver  lo  que  es  MONSTRUOSIDAD 
y  ENEMISTAD — El  Sr .  de  la  Riva  Agüero  debe  llevar  á  bien  el 
que  se  copie  aquí  lo  mas  interesante  de  sus  producciones:  los  au- 
tores no  publican  sus  obras  paraque  se  pierdan,  ni  paraque  al- 
cancen solo  á  un  corto  número  de  lectores — por  mil  accidentes 
puede  un  libro  extinguirse  ó  llegar  á  ser  raro. 

SEGUNDO  MANIFIESTO 
del  Señor  D.   José  de  la  Riva  Agüero. 

ECO  «memoria» 

«Hay  tiempos     en     que,     pa¡a 

]      oprobio  «oprobio     de     la     raza     humana, 

«aparecen,  en  la  escena  de  las 
«revoluciones,       ciertos       hombres 

1      perverso  «perversos      que,      prevalidos      de 

«la  confusión  y  del  trastorno 
«de  la  sociedad,  alucinan  á  la 
«incauta  multitud  con  palabras 
«halagüeñas,   hasta      consumar   suá 

1      criminales    aspiraciones  «criminales    aspiraciones    de    domi- 
«nacion.      Careciendo  estos     hom- 

1       abominable  «bres  abominables,  del  honor  y  vir- 

«tudes  que  son  necesarias  para  des- 
«empeñar  el  papel  de  Conductores 
«ó  Jefes  de  una  nación,  se  entregan 


91 


iniquidades 
delitos 


baja  intriga 

calumnia  espionaje 

persecución  muerte 

desmoralización 

libertinaje 

horroroso,       asesinatos 

cadalsos  saqueo  robo 

falacia 

depravado 

perturbador 

cadáveres 

cenizas 


tigre  hambriento 

cruel  dominación 
víctimas  loca  y 
detestable  ambición 


«ciegamente  á  toda  clase  de  iniqui~ 
«dades  y  de  delitos  para  sostener- 
«se  en  un  mando  que  á  cada  ins- 
tante parece  escapárseles  de  entre 
«las  manos .  La  mas  baja  intriga, 
«la  calumnia,  el  espionaje  mas  ac- 
«tivo:  la  persecución  á  muerte  de 
«todo  ciudadano  honrado,  la  des- 
«moralizacion,  el  liberiinaje  mas 
,<dwrroroso,  los  asesinatos  y  codal- 
«sos  el  saqueo  y  el  robo,  son  los 
«elementos  de  la  falaz  política,  con 
«que  intentan  estos  depravados 
«perturbadores  levantar  un  trono 
«formado  de  cadáveres,  para  rei- 
«nar  solye  las  cenizas  de  los  pue- 
«blos  que  aspiran  á  conservar  su 
«Libertad  é  Independencia — Des- 
«de  este  momento  desaparecen  to- 
«das  las  garantias,  en  que  está  fun- 
«dada  la  sociedad,  cesa  el  contrato 
«sobre  que  esta  existe,  y  los  hom- 
«bres  no  son  otra  cosa  que  un  reba- 
«ño  de  ovejas  rejido  por  un  tigre 
«hambriento,  que  marca  los  dias  de 
«su  cruel  dominación,  por  el  núme- 
«ro  de  víctimas  que  inmola  su  loca 
«p  detestable  ambición.  He  aqui 
«el  Perú  bajo  la  Dictadura. 


PARALELO 

entre  Napoleón  p  Bolívar 
por  el  Sr .   de  la  Riva  Agüero. 


«Napoleón  destruyó  la  Libertad 

«y  usurpó  la  Soberanía  en  Francia 

2      medios  bajos  y  grose-  «con  DECENCIA,    Bolívar  se  sirvió 

ros  «de  medios   bajos  p  groseros  para 

1      usurpador  «usurpar  el   Perú.    Napoleón  des- 

«truyó  y  usurpó  suave  y  pacífica- 


92 


2  calumnias  y  decapita-  «mente — Bolívar  calumnió  y  deca- 
ciones  «pitó  á  los  patriotas  mas     notables 

«del  Perú,  y  no  continuó  calum- 
«niando  y  decapitando,  porque  vio 
«que  para  reinar  le  era  preciso  ha- 
«cer  la  operación  á  seis  millones  de 
«habitantes,  todos  patriotas .  Su 
«deseo  era  degollar  y  exterminar ; 
«pero  felizmente  se  contuvo,  no  se 
«sabe  por  qué  razón — sin  duda  por 

1      atrocidad  «realizar  otro  designio  mas  atroz. 


2      degüello  exterminio 


OTRO  PARALELO 

entre  Washington  y  Bolívar 
por  el  mismo  Sr .  de  la  Riva  Agüero. 


asesino  «En  vano  niega  el     asesino     su 

1       delito  «delito    cuando    es    sorprendido    in 

1  embustero  «fraganti:  en  vano  el  embustero  se 

«esfuerza  paraque  lo  crean:   y  en 
tirano  «vano   el    tirano   intenta   cohonestar 

2  depravado      despotis-  «su  depravado  despotismo  con  pa- 
mo  «labras   de   Libertad    y    filantropía, 

«todo   el   mundo   los   conoce.       La 
1      hipocresía  «hipocresía  no  progresa  sino  mien- 

«tras  que  no  se  deja  traslucir.  Las 
«acciones,  esto  es,  las  obras  ó  pro- 
«céder  de  los  hombres  son  á  la  lar- 
«ga  las  que  dan  muestra  de  ellos, 
«presentándo/os  como  son  en  reali- 
«dad .  Las  obras  de  los  hombres 
«atestiguan  de  una  manera  irrecu- 
«sable  las  virtudes  y  los  vicios: 
«ellas  conservan  inmortales  los 
«nombres  de  aquellos  ilustres  ciu- 
«dadanos,  que  en  todas  las  edades 
«se  han  consagrado  al  bien  de  la 
«especie  humana,  así  como  igual- 
«menie  son  los  que  trasmiten  á  los 
1      afrenta  «siglos  mas   remotos  la  afrenta   de 


93 


3      tirano   monstruo   abo- 
minable 
1       disfraz 

1  máscara 

2  execrables    crímenes 
1      falsos  profetas 

1       lobos  hambrientos 
encarnizados 


1      usurpador 


cabalas,   calumnias 
asesinatos    destruccio- 


nes 
saqueos 


salteador 

entrometido   apropiar- 
se   riquezas 
aherroiar  moradores 


villanía   mentira 
criminal  ambición 


fuerza 

astucia  usurpador 

cadáveres 
bajezas  inauditas 
groseras   calumnias 


sumas  sustraídas  y  es- 
condidas 


«los  tiranos,  de  esos  monstruos  abo- 
«minables  que  disfrazándose  con 
«la  máscara  de  virtud  cometen  los 
«mas  execrables  crímenes — ¡Guar- 
«daos  de  los  falsos  profetas  que  se 
«os  presentan  con  piel  de  oveja; 
«pero  que  cuando  están  dentro  de 
«vuestros  hogares  son  lobos  ham- 
brientos y  encarnizados!  (San 
«Matheo,   cap .    8 .    §   6) 

« ¡  Qué  contraste  entre  el  Ilustre 
«Washington  y  el  usurpador  del 
«Perú!  El  uno  rebosando  verda- 
«dera  gloria  desprendimiento  y  vir- 
«tud,  y  el  otro  cabalando,  calum- 
niando,* asesinando,  destruyendo  y 
«saqueando  á  una  nación  vecina, 
«en  la  que  se  introdujo  en  calidad 
«de  auxiliar  para  hacerse  el  sobe- 
«rano.  Aquel  haciendo  á  su  na- 
ción feliz,  este  cual  un  salteador 
«entrometiéndose  para  apropiarse 
«sus  riquezas  y  aherrojar  á  sus 
«moradores .  En  Washington  un 
«noble  carácter,  probidad  y  deci- 
«sion  por  la  causa  de  la  Libertad: 
«en  Bolívar  la  villanía,  la  mentira 
«y  criminal  ambición  de  dominar 
«sobre  el  Perú  y  toda  la  América 
«meridional . 

«El  empleo  de  la  fuerza  y  de  la 
«astucia  del  usurpador  del  Perú, 
«pugnando  por  sentarse  sobre  un 
«trono  formado  de  cadáveres,  por 
«medio  de  bajezas  inauditas  y 
«groseras  calumnias  contra  los  bue- 
«nos  ciudadanos,  y  contando  soste- 
«nerse  al  mismo  tiempo  con  las  muy 
«considerables  sumas  que  tiene  en 
«Europa,  según  aseguran  los  pape- 
«les  públicos  DE  TODA  ELLA,  no 
«podia   tener   mas   duración   que   la 


2      tramas  intrigas 


mercenarios 
suma  total 


94 

«que  tuvo  la  dominación  de  Iturbi- 
«de  y  Robespierre.  Todas  las 
«tramas,  y  todas  las  intrigas  con 
«que  un  tirano  se  sobrepone  á  una 
«nación  ilustrada,  desaparecen  con 
«los  mercenarios  que  lo  protejen.... 
Aquí  cita  el  autor  al  Abate  Genti, 
y  sigue  diciendo,  en  otros  términos, 
lo  mismo,  hasta  llenar  un  libro  de 
1  1  1   páginas  en  8o 

Balance 


Palabras    de    que    se    componen 
el    manifiesto    y   los    dos 
paralelos 707 


ajanao  por  tara 

[  preposiciones 
|    conjunciones 

\  : 

¡    pronombres   y         ¡ 
[   artículos  J 


345 


quedan    netas 362 

f  calificantes.    81 

Entre   estas   hay  \  \  =   362 

[  indiferentes  281 

Sale  el  discurso  á  razón  de  22  y  medio  por  ciento  (poco 
menos)  en  favor  de  Bolívar  y  contra  el  Sr.  D.  José  de  la  Riva 
Agüero — salvo  yerro . 

Adviértase  que  el  Sr .  D .  José,  en  el  prólogo  de  su  segun- 
do Manifiesto,  pajina  2  protesta 

1  ?      nó  querer  volver  agravios  por  agravios 

2?      haber  perdonado  y  olvidado  las  injurias  que  ha  reci- 
bido .      Declara  sentir  cierta  repugnancia  al  quererse  defender,  y 
que  su  delicadeza  se  ofenderla  de  entrar  en  pormenores  que  to- 
casen en  personalidades . 
(Este  es  el  caso  en  que  jeneralmente  se  pregunta.  .  .  ¿QUE  TAL?) 


95 


Después  del  paralelo  con  Napoleón  y  con  Washington,  el 
Sr.  de  la  Riva  Agüero  compara  á  Bolívar  con  Nerón,  con  Ro- 
bespierre.  y  con  toda  la  familia  de  Dictadores,  Déspotas  y  Ti- 
ranos que  menciona  la  historia:  el  defensor,  en  lugar  de  emplear 
su  tiempo  en  fojear  libros,  pone  al  Sr.  de  la  Riva  Agüero  en 
paralelo  con  el  Sr .  Bidaurre — dos  enemigos  de  Bolívar — am- 
bos lo  acusan  de  lo  mismo — ambos  tienen  los  mismos  temores: 
el  Lector  juzgará  de  sentimientos  y  de  modales,  por  lo  que  se  ha 
copiado  de  uno  y  de  otro .  Nada  se  atreve  el  defensor  á  decir 
de  los  sujetos ;  pero  dará  su  parecer  sobre  las  palabras . 

Al  ver  tantas  y  tan  asquerosas,  le  parece  ver,  en  el  voca- 
bulario español,  un  barco  de  las  costas  del  Perú:  estos  barcos 
abundan  en  un  prodijioso  número  de  CUCARACHAS,  que  de  tiem- 
po en  tiempo  se  alborotan,  salen  de  sus  nidos  y  se  esparcen  por 
todas  partes — en  términos  de  no  dejaran  solo  punto  visible:  no 
se  sabe  el  motivo  de  su  aparición,  como  se  sabe  el  de  la  apari- 
ción de  las  palabras ;  pero  el  caso  es  el  mismo .  Tal  vez,  por 
esta  semejanza,  habría  convenido  dar  al  presente  artículo,  nó  el 
título  de  MONSTRUO,  sino  el  de  CUCARACHAS. 

El  defensor  de  Bolívar,  por  un  espíritu  de  caridad  cristia- 
na, y  avergonzado  de  haber  nacido  en  la  ciudad  que  produjo 
tal  EsFINJE,  se  ha  dedicado  á  paliar  algunas  de  sus  monstruo- 
sidades, y  se  atreve,  por  último,  á  pedir  misericordia  por  él 
(aunque  no  la  espere)  porque  cree  que  el  MONSTRUO  no  puede 
menos  que  reflexionar  á  veces.  ...   al  fin  tiene  algo  de  hombre. 

«¡Quien  se  imajinaria!  (parece  oírsele  decir)  ¡quien  se 
«imajinaría!  que  mientras  yo  estaba  destruyendo  mi  salud  y 
«abreviando  mis  dias,  con  tantas  vijilias,  zozobras  y  fatigas,  y 
«sufriendo  las  mas  duras  privaciones  en  los  desiertos..! — que 
«mientras  yo  estaba  exponiendo  mi  vida  en  los  continuos  y 
«arriesgados  movimientos  de  la  guerra.  .  .  ! — que  mientras  yo 
«consagraba  el  corto  tiempo  de  descanso  que  me  dejaban  las 
«armas,  á  la  meditación,  á  la  consulta,  á  las  tareas  del  gabine- 
«te,  para  conciliar  los  intereses,  calmar  los  ánimos,  arreglar  la 
«administración,  y  obtener  de  los  Soberanos  el  reconocimiento  de 
«la  independencia  de  Colombia  y  de  las  dos  rejiones  del  Perú 
«.  .  .¡quien  se  imajinaria  (repito)  que  ¡en  este  mismo  tiempo! 
«estarian  mis  compatriotas  labrándome  otra  ruina,  mas  dolorosa 
«mil  veces  que  la  de  millares  de  existencias ...  ¡  ¡  la  de  mi  re- 
«putacion!! — terjrversando  mis  intenciones,  acriminando  mis 
«procedimientos,   y .  .  .  .     ¡  arruinando  su  causa !    por   arruinarme 


96 

«en  la  opinión  de  los  pueblos  de  los  dos  mundos! ¿¡Con 

«qué  dihjencia— con  qué  eficacia,  no  han  trabajado  hablando 
«escribiendo,  viajando,  para  conseguir  su  fin?!  Ya  se  habrán' 
«tal  vez,   saciado— ya  estarán  quizá  satisfechos  de  todo  el  ma¡ 

«que  me  han  deseado de  todo  el   que  han  procurado  ha- 

«cerme — es  natural  que  estén  ya  cansados  de  insultarme yo 

«no  lo  estoy  de  servirles . » 

Así  discurrirá  Bolívar;  porque  (aunque  mas  digan  sus  ene- 
magos)  es  bueno:  su  defensor  no  quiere  serlo  tanto,  y  apela  á  la 
opinión  pública  por  la  severa  reprensión  que  merecen  los  escrito- 
res malignos.  Para  EJEMPLO  DE  LA  JUVENTUD  apoyará  su 
queja  en  razones,  no  en  invectivas — empleará  las  voces  en  su 
verdadero  sentido,  nó  en  el  que  les  dan  las  pasiones. 

¿Con  qué  títulos  se  presenta  el  Sr.  de  la  Riva  Agüero 
entre  los   literatos? — ¿ctíh   cual   entre   los  políticos? — ¿con   cual 

entre   los    filósofos? ¿citando    autores? ¿copiando 

sentencias?....  ¿haciendo  falsas  aplicaciones? — haber  leido 
mucho,  anuncia  contracción.  .  .  .  retener,  prueba  memoria:  en 
las  aplicaciones  se  descubre  el  discernimiento,  y  en  las  conse- 
cuencias el  juicio.  Prescíndase  del  vicio  que  se  nota  en  sus  es- 
critos, por  la  pesada  repetición  de  palabras  injuriosas — por  el 
poco  gusto  con  que  las  elije — por  la  fastidiosa  acumulación  de 
citas — y  éntrese  en  la  intención  del  discurso. 

El  Sr.  de  la  Riva  Agüero  deja  de  defenderse  por  acusar, 
dígase  mejor,  por  insultar  á  Bolívar;  y  arrebatado  de  ira,  no  re- 
para en  expresiones  ni  en  medios.  Si  el  Sr.  de  la  Riva  Agüe 
ro  ha  asistido  alguna  vez  al  tribunal  de  un  Alcalde,  debe  haber 
oído  cómo  se  defiende  una  mujer  de  la  ínfima  clase,  cuando  otra 
le  cobra  una  peseta:  ARRASTRADA,  TRAMPOSA,  ALCAHUETA, 
LADRONA  es  todo  su  descargo.  (permítanse  estas  expresiones: 
en  un  artículo  tan  sucio  como  el  de  las  CUCARACHAS  puede 
pasar) 

El  Juzgado  de  Paz  de  un  barrio,  las  tolera — el  de  un 
Cuartel  las  reprende — en  una  corte  de  Justicia  no  se  consienten 
— á  la  faz  del  público  merecen  castigo,  ó .  .  .    desprecio . 

¿Qué  interés  tiene  la  república  de  las  letras,  en  un  libro 
que  nada  enseña?.  .  .  ¿cual  tendrá  la  política  en  saber  que  un 
Jeneral  de  Ejército  ha  pretendido  gobernar  pueblos,  sobre  todo 
cuando  los  ha  formado?.  .  .  ¿y  cual  la  filosofía  en  que  se  re- 
imprima, sin  motivo,  lo  que  tantas  veces  y,  por  tantos!   se  ha  he- 


V'i 


cho  imprimir? — Citar  á  propósito  un  principio,  para  establecer 
otro,  es  casi  siempre  conveniente;  y  cíe  necesidad,  cuando  funda- 
damente se  teme  que  el  lector  se  alarme  ó  se  confunda .  Pero, 
amontonar  principios  y  sentencias,  para  denunciar  un  delito  mil 
veces  juzgado,  es  ofender  á  los  jueces  y  desacreditar  la  instancia. 

Por  otra  parte,  el  Sr.  de  la  Riva  Agüero  no  ha  pensado 
en  las  consecuencias  de  sus  manifiestos .  Es  verdad  que  un  hom- 
bre apasionado  no  merece  atención  sino  lástima;  pero.  .  .  ¡el 
Pueblo!...  ¡¡EL  PUEBLO  IGNORANTE!!...  ¿qué  induccio- 
nes no  sacará  de  un  libro  escrito  por  un  hombre  visible,  con  el 
fin  de  instruirlo? —  al  ver  el  libro  recargado  de  acriminaciones  y 
de  pronósticos  funestos  ¿creerá  que  es  para  instruirlo  ó  para 
engañarlo?  y  si  cree  que  lo  enseñan  ¿no  formará  su  opinión  por 
la  del  autor?  ...  ¿no  aprenderá  á  conducirse  por  sus  consejos? 
...  y  cuando  el  escritor  se  haya  calmado  (porque  la  rabia  no 
es  eterna)  y  vea  al  pueblo  alucinado,  enfurecido,  desreglado.  .  . 
¿cómo  lo  'llamará  á  la  moderación  y  al  orden,  sin  confesarse 
culpable  de  falsedad  ó  de  imprudencia? 

El  Sr .  de  la  Riva  Agüero  se  ha  poseido  tan  poco  escri- 
biendo, que  no  ha  reparado  en  quebrantar  hasta  las  reglas  mas 
comunes  de  la  lójica.  Relea  su  memoria,  dirijida  desde  Am- 
bares al  Congreso  del  Perú,  y  deténgase  en  la  nota  40  de  la 
pajina  30  que  dice  así — 

«Les  diarios  de  Nueva  York  (aquí  habla  un  diarista) 
«dan  noticias  del  Perú,  transmitidas  por  la  via  de  Caracas:  ellas 
«alcanzan  hasta  el  1  7  de  Marzo .  El  1  0  de  este  mes  ha  sido 
«disuelto  por  Bolívar  el  Congreso  Peruano:  los  actos  mas  im- 
«portantes  de  la  sesión,  han  sido  una  ley  autorizando  al  Liberta- 
«dor  á  asistir  á  Colombia,  en  caso  de  necesidad,  con  tropas, 
«buques  de  guerra,  y  otros  recursos  militares  del  Perú:  y  otra 
«ley  que  autoriza  al  Libertador  á  hacer  marchar  el  ejército  Co- 
«lombo-Peruano  sobre  cualquiera  punto  en  que  el  Perú  fuese 
«amenazado  de  invasión.» 

De  esta  alianza  DEFENSIVA  deduce  el  Sr.  D.  José  de  la 
Riva  Agüero  lo  siguiente: 

«Esto  quiere  decir,  AUTORIZADO  PARA  HACER  OCUPAR 
«EL  TERRITORIO  DE  LAS  DEMÁS  NACIONES  DE  AMERICA:  por 
«que  todas  las  limítrofes,  como  lo  son  el  Brasil,  y  las  Repúblu 
«cas  Arjentina  p  Chilena,  DEBÍAN  CONSIDERARSE  ENEMIGAS, 
«Y  EN  ACTITUD  AMENAZADORA,  siempre  que  no  se  presenta- 
ren   á    RECIBIR    EL    YUGO    DEL    DICTADOR    DE    COLOMBIA.» 


98 


¡Qué  consecuencia!.  ...  Sr.  D.  José  de  la  Riva  Agüe- 
ro. .   ¡  ¡  ¡es  posible!  ! ! 

¿Y  llevará  U.  á  mal  que  los  hombres  que  conocen  la  so- 
ciedad se  quejen  de  la  ilimitada  libertad  de  imprenta? — La  re- 
lijion  (dicen)  persigue  el  crimen  donde  la  vara  de  la  justicia  no 
alcanza:  pero,  bajo  el  dominio  de  las  leyes  humanas  se  cometen 
atentados,  que  quedan  impunes  por  falta  de  celo  y  de  enerjía. 
¿Qué  importa  al  que  la  mordacidad  del  prójimo  ha  hecho  infe- 
liz, el  que  el  prójimo  mordaz  se  condene?  La  justicia  pública 
debe  conocer  de  les  delitos  manifiestos — el  desacreditar,  el  des- 
honrar en  público  es  uno  de  ellos — castíguenlo  las  leyes,  ó  per- 
mitan el  duelo . 

Hace  mucho  tiempo  que  la  mala  lengua  se  comparó  á  una 
espada — la  comparación  es  todavía  poco  expresiva:  para  llamar 
toda  la  atención  que  pide  un  mal  de  tanta  consecuencia,  mejor 
seria  decir,  por  descripción,  que  si  iodos  los  tigres  de  África  se 
agolpasen  en  un  lugar  de  pocos  vecinos,  harian  menos  mal  que 
un  solo  hombre  mordaz  en  Pefyin .  Las  le3'es  deberían  perse- 
guir DE  OFICIO,  al  que  hace  imprimir  injurias,  y  obligarlo  á 
responder  en  juicio  de  la  mas  leve  acusación .  Si  tal  práctica 
estuviese  establecida,  no  habría  tenido  el  Sr.  de  la  Riva  Agüe- 
ro qué  escribir  tanto:  un  juicio  de  pocas  horas  ó  dias,  le  habría 
reparado  plenamente  los  perjuicios  de  que  acusa  á  Bolívar — ó 
este,  con  la  misma  justicia,  habría  reclamado  contra  el  Sr .  de 
la  Riva  Agüero,  lo  que  le  ha  hecho.  .  .  .  mejor  dicho,  los  que 
le  ha  pretendido  hacer. 

O!  Americanos.  .  ¿Es  posible  que  entre  los  muchos  hom- 
bres que  se  han  consagrado  á  la  causa  pública  en  vuestro  país, 
no  haya  habido  uno  digno  de  vuestra  confianza?  Iturbide  en 
Méjico,  Santander  en  Colombia,  Rivadavia  en  Buenos-Aires, 
Ohigins  en  Chile,  San  Martin  en  el  Perú,  Sucre  en  Bolivia,  no 
han  recabado  por  todo  premio  de  su  celo  sino  injurias .  Iturbide 
murió  á  manos  de  los  Representantes  del  Pueblo  Mejicano — 
San  Martin  y  Ohigins  viven  desterrados — Rivadavia  se  ha  con- 
denado á  un  retiro — El  Jeneral  Sucre,  vencedor  de  Ayacucho, 
y  fundador  del  orden  en  Bolivia,  salió  gravemente  herido  de  un 
motin  que  suscitaron,  en  sus  tropas,  los  sujetos  que  mas  distinguió 
durante  su  Gobierno  en  Chuquisaca.  ...  lo  pusieron  preso  en  su 
cama ....  los  soldados  que  lo  guardaban  y  los  promotores  del 
atentado  lo  insultaron,  y  sin  la  menor  consideración  lo  expulsa- 
ron del  pais 


99 


Americanos !  qué  dirán  los  hombres,  que  leen  para  juzgar, 
al  leer  en  las  gacetas  los  nombres  de  vuestros  primeros  Majistra- 
dos,  manchados  con  las  sucias  imputaciones  de  PICAROS !  .  .  . 
de  ESTAFADORES  ! .  .  .  de  LADRONES !  .  .  .  ¿  ¡  Es  posible  que 
olvidéis  hasta  tal  punto  el  respeto  que  debéis  á  vuestra  causa  y  á 
vosotros  mismos  ?  ! 

O !  pobres  Pueblos !  A  nombre  de  Dios  os  subyugaban 
los  Reyes  de  España — hoy,  un  corto  número  de  hombres,  que 
está  muy  lejos  de  seros  afecto,  persigue  á  vuestros  defensores,  y 
(LOS  PERSIGUE  A  VUESTRO   NOMBRE! 

Que  un  soldado  se  invalide  en  el  servicio,  no  es  extraño — 
el  enemigo  tuvo  derecho  para  herirlo,  pero,  ¡  que  un  hombre  pier- 
da su  comodidad,  sus  esperanzas,  y  lo  que  es  mas,  su  estimación! 
entre  los  mismos  que  ha  servido!  —  ¡que  lo  abandonen!  .  .  .  que 
lo  supriman !  .  .  .  que  lo  persigan !  .  .  que  lo  DESTRUYAN !  !  .  .  . 
es  el  colmo  de  la  injusticia .  Nieguen  su  complicidad,  los  que 
puedan — y  los  que  nó,  discúlpense  con  el  error:  mas  vale  arras- 
trar el  desprecio  á  que  condena  la  IGNORANCIA,  que  la  execra- 
ción que  merece  la  MALICIA. 

DECIMA  TERCIA  PRUEBA 

Que  de  todo  lo  dicho  es  testigo  el  mundo  entero . 

No  hay  acusación,  por  leve  que  sea  el  delito,  que  no  exija 
prueba.  Las  pruebas  que  se  dan  en  causas  graves  deben  ser  in- 
contestables. Todo  el  mundo  lo  dice  es  prueba  que  ni  an- 
te Alcaldes  de  monterilia  tiene  valor .  ¡  Cuidado  con  las  pa- 
siones!— nó  por  el  gusto  de  ofender  ó  de  vengarse,  se  acostum- 
bren á  presentar  por  testigo  á  todo  el  mundo! — Si  sobre  seme- 
jante prueba  fuesen  los  tribunales  á  sentenciar,  no  habria  cabeza 
segura . 

DECIMA  CUARTA  PRUEBA 

Antes  de  pasar  á  las  cuestiones  mas  serias  de  esta  defensa, 
satisfágase  á  la  mas  ridicula .  No  por  haberla  promovido  el 
POPULACHO,  se  ha  de  despreciar.  El  Gobierno  de  las  nuevas 
Repúblicas  de  América  es  popular  representativo:  en  prueba  de 
ello,  el  Congreso  se  compone  de  Diputados  Representantes  DEL 
PUEBLO,   y   el   Presidente   es   el   ejecutor   de   la   voluntad   DEL 


100 


PUEBLO — por  EL  PUEBLO  y  para  EL  PUEBLO  se  hace  todo — 
todos  componen  EL  PUEBLO,  y  cada  uno  debe  obedecer  AL 
PUEBLO,  porque  EL  PUEBLO  es  el  Soberano. 

Si  es  así,  los  que  sirven  AL  PUEBLO  no  han  de  imitar  á  los 
criados  de  casas  grandes  =  no  se  han  de  prosternar  ante  su  Se- 
ñor, y  burlarse  de  él  en  ausencia,  porque  no  son  camareros,  ni 
pajes,  ni  mayordomos,  ni  lacayos  sino  empleados .  Por  otra 
parte,  los  que  se  distinguen  del  pueblo  común,  por  algunos  co- 
nocimientos, no  se  han  de  prevaler  de  ellos  para  humillar,  sino 
para  enseñar.  Ya  se  ha  dicho  que  despreciar  una  gran  parte 
del  pueblo,  porque  carece  de  luces  no  es  CARIDAD  en  ninguna  es- 
pecie de  Gobierno,  p  que  en  el  Republicano  es  IMPOLÍTICA. 

Respóndase    al   Populacho . 

Objeta  que  Bolívar  es  Zambo. 

¿Qué  dirán  las  naciones  europeas,  cuando  lleguen  á  saber 
que  Bolívar  es  Zambo! — ¿Qué  dirán  los  rubios  de  Inglaterra, 
los  de  Escocia,  los  de  Francia,  y  sobre  todo  los  de.  .  .  .  Anda- 
lucía?!— un  Zambo,  mandando  Indios  en  el  Perú!...  ¡qué 
impropiedad! — Y  ¿qué  dirian  las  jentes  de  juicio,  si  el  autor  de 
esta  defensa  emprendiese  probar,  con  papeles  ó  con  opiniones, 
que  Bolívar  es.  blanco  de  primera,  de  segunda  ó  de  trijésima  ex- 
tracción?— noble  de  primera  ó  de  centésima  jerarquía? — Bolívar 
y  su  defensor  son  Zambos;  pero  ninguno  de  los  dos  es  NECIO. 

Instruyase  al  Populacho,  y  para  ello  dígasele 

1  ?  La  palabra  Populacho  es  tomada  del  Italiano  popolczzo 
ó  popolaccio,  y  quiere  decir  pueblo  menudo  ó  jente  menuda 
.  .  .    por  extensión  JENTE  DESPRECIABLE. 

2°  El  hombre  no  es  verdaderamente  despreciable  sino  por  su 
Ignorancia 

3°  Por  la  ignorancia,  á  que  se  condenan  los  artesanos,  se  ha- 
cen despreciables,  y  hacen  despreciar  las  artes  que  profesan . 

4?      El  vestido  no  hace  al  hombre  decente . 

5?  Si  un  filósofo  se  dedicara  á  cuidar  puercos,  el  ejercicio  de 
Porquero  seria  honroso,  y  se  diria  Pocilga,  como  se  dice 
Academia,  Ateneo,  Pórtico,  Liceo,  por  el  lugar  donde  se 
enseña . 


101 


6°  La  codicia  de  los  Europeos  destinó,  hace  tiempos,  la  Amé- 
rica á  ser  el  lugar  en  que  se  han  de  reunir  las  tres  razas  de 
hombres  conocidas  —  cruzarse — y  producir  una  sola. 
Mientras  se  estén  fundiendo  unas  en  otras,  habrá  una  pre- 
ferencia de  número,  y  ninguna  será  mejor:  cualquiera  será 
la  primera,  según  se  empiece  á  contar — hasta  que  una  me- 
rezca la  primacía  por  su  saber. 

7°  Si  la  ignorancia  reduce  al  hombre  á  la  esclavitud,  instru- 
yéndose el  esclavo  será  libre . 

8?  La  simpleza  es  una  de  las  cosas  que  hacen  al  hombre  des- 
preciable: es  una  simpleza  el  estarse  echando  en  cara  el 
color:  el  populacho  lo  hace — luego  el  populacho  se  hace 
despreciable  por  su  simpleza . 

9°  Corno  todo  progresa  por  grados,  empiece  cada  uno  á  abs- 
tenerse de  mencionar  colores  ¿j  ascendencias  en  el  mérito  ó 
demérito  de  las  personas,  y  habrá  dado  un  paso  fuera  del 
populacho — no  aprecie  ni  cbsprecie  á  nadie  por  el  lugar  de 
su  nacimiento,  ni  por  su  profesión  política,  ni  por  su  creen- 
cia relijiosa ...  y  habrá  dado  un  paso  mas — Empiece  á 
tener  una  decente  ocupación  para  subsistir,  y  se  pondrá  á 
tres  pasos  de  distancia — interésese  por  el  bien  jeneral  y  se 
pondrá  á  cuatro — sepa  bien  sus  deberes  1  ?  hacia  sí  mismo, 
2°  hacia  aquellas  personas  ó  animales  con  quienes  tenga 
relaciones,  3?  hacia  todos  aquellos  con  quienes  pueda  te- 
nerlas, sea  en  el  pais  donde  vive,  sea  en  los  paises  vecinos, 
sea  en  los  distantes — en  una  palabra,  sepa  que  todo  hom- 
bre tiene  derecho  á  sus  atenciones  siempre  y  á  sus  servicios 
cuando  los  necesite,  y  será  igual  (de  hombre  á  hombre) 
con  el  mejor:  y  si  cada  uno  hace  lo  mismo.  .  .  lo  que  aho- 
ra se  llama  populacho,  será  igual  (de  pueblo  á  pueblo)  con 
el  que  mas  se  haya  distinguido,  desde  que  se  conocen  na- 
ciones en  sociedad. 

0?  En  ninguna  parte  se  ven  las  disensiones,  ni  las  discordias, 
ni  los  pleitos  que  se  ven  en  la  América  Española  sobre  co- 
lores y  sobre  ejecutorias.  El  descendiente  de  un  moro, 
venia  de  España  diciendo  que  en  su  familia  no  se  habian 
conocido  negros:  el  hombre  mas  soez,  se  presentaba,  con  un 
cariucho  de  papeles  llenos  de  Arabescos  y  garabatos,  para 
probar  que  descendía  de  la  casa  mas  noble  de  Vizcaya,  de 
Asturias  ó  de  Aragón;  los  hijos  han  heredado  las  manías 
de  sus  abuelos,  y  ele  sus  virtudes  han  hecho  doco  caso.   Oí- 


102 


viden  las  unas,  recuerden  las  otras,  y  serán  dignos  descen- 
dientes de  los  Españoles .  No  se  echen  en  cara  el  oficio 
que  tuvo  el  padre,  ni  se  engrian  con  sus  cabellos  ni  con 
sus  papeles:  si  continúan  como  hasta  aquí,  sus  parientes 
mismos,  en  Europa,  los  tendrán  por  payos,  por  colon&s, 
por  esclavos .  La  América  está  llamada  (si  LOS  QUE  LA 
GOBIERNAN  LO  ENTIENDEN)  á  ser  el  modelo  de  la  bue- 
na sociedad,  sin  mas  trabajo  que  adaptar .  Todo  está  he- 
cho (en  Europa  especialmente)  .  Tomen  lo  bueno — dejen 
lo  malo — imiten  con  juicio — y  por  lo  que  les  falte  INVEN- 
TEN. 


PRUEBAS  DE    INTENCIONES 

Primera 

Que  con  tantos  crímenes  y  defectos 
quiere  Coronarse! 

Su  peor  defecto  es  ser  Americano 
y  el  mayor  de  sus  crímenes,  el  no  querer  que 
la  América  recaiga  bajo  el  Dominio  Español, 
ni  bajo  la  de  otra  Nación  Europea. 

No  es  de  creer  que  Bolívar  pretenda  desacreditarse  por 
una  inconsecuencia  que  le  traería  pocas  ventajas.  No  es  presu- 
mible que  haya  olvidado  lo  que  tantas  veces  ha  dicho  á  sus  ami- 
gos, y  en  público . 

«Mas  vale  ser  el  Primer  hombre  de  mi  pais,  con 
«el  honroso  título  de  Libertador,  que  el  último 
«de  los  Reyes,  sin  mas  honor  que  el  de  ser  el  pri- 
«mero  de  mi  nombre» 

y  podria  añadir 

«La  causa  de  los  Monarcas  es  abstracta — la  persona  que 
«favorezca  la  abstracción  debe  serles  indiferente.  ...  ES 
«Rey  y  basta  —  A  mí,  ó  á  cualquiera  de  mis  Compa- 
ñeros  de   Armas,    les   importaría   poco    el    llamarnos   pri- 

«mos  por  algún  tiempo;  con  tal  que,  por  enlaces  de  fami- 


103 

«lia,  se  extinguiese  el  nombre,  y  quedase  la  sucesión  en  las 

«Familias  Reales  de  Europa.» 

¿Es  necio  B olivar?.  .  .  Si  no  lo  es,  no  ha  podido  cometer 
necedades  de  hecho  pensado. 

¿Qué  necesidad  tendria  de  mendigar  votos  para  coronarse, 
entre  jente  que  no  quiere  ó  no  puede  dárselos? ...  ¿ó  que  no  sa- 
be lo  que  le  piden?  —  ¿Seria  prudente  apoyar  su  pretensión, 
con  armas  que  manejan  tantos  enemigos  del  poder  monárquico? 

¿Con  qué   dinero   sobornaría? — En   fin,    ¿qué  mas  haría   con 

corona  de  metal,  dada  por  extraños  para  mandar  á  su  nombre; 

cuando  con  una  de  Laureles!,  puesta  por  los  mismos  que 
manda,  apenas  puede  hacerse  obedecer?  ¿No  tendria,  de  los 
Reyes,  armas  y  dinero  para  coronarse  y  protección  después,  solo 
por  un  simple  consentimiento? 


El  Señor  Bidaurre,  escribiendo  al  Jeneral  Santander,  des- 
de Lima,  en  Enero  de  27,  le  dice  lo  siguiente 

«Se  formó  el  plan  -de  Cuatro  Estados,  en  que  debía  divi- 
«dirse  el  Continente  y  las  Islas,  Méjico  privando  de  su  Indepen- 
«dencia  á  Guatemala — Colombia,  Alto  y  Bajo  Perú  atrayén- 
«dose  á  Buenos  Aires  y  Chile — el  Brasil,  con  cuyo  Emperador 
«se  abrieron  negociaciones — y  el  Norte  de  la  América .  .  .  dos 
«Imperios  y  dos  grandes  Repúblicas.  Estas  noticias  exactas 
«llegan  á  Panamá:  escribo  á  Bolívar  y  le  hablo  con  la  franque- 
«za  é  inmutabilidad  que  constituyen  un  carácter,  bien  conocido 
«desde  los  primeros  días  en  que  la  América  se  propuso  sacudir 
«el  yugo  de  los  Españoles:  oigo  con  asombro  hablar  de  su  coro- 
«nacion  al  Sr .  Briceño  Méndez,  su  sobrino  y  Plenipotenciario 
«en  la  Grande  Asamblea  Americana,  su  antiguo  Edecán  Mos- 
«quera,  hoy  Intendente  de  Guayaquil,  es  un  Apóstol  del  Trono. 
« ¡  Cual  y  cual  seria  mi  furor  y  mi  sorpresa !  .  .  . 

«Presto    (me  dice  el  Señor  Gual)    Colombia   tendrá  tanta 
«población  como  Méjico» .... 

«¿Cómo  podría  ser  sino  contando  con  las  reuniones  en  un  solo 
«Estado  que  obedeciese  al  Libertador? 

«Me  propuse  desde  entonces  echar  á  tierra  un  edificio  que, 
«si  fuerte  en  el  concepto  de  los  cómplices  de  la  tiranía,  era  muy 
«débil,  examinando  sus  bases .  Escribí  una  oración  para  la  aper- 
tura del  Congreso,  que  ha  sido  respetada  por  todos  los  pueblos 


104 


«libres  y  sirvió  de  sumario  contra  mí  en  el  palacio.      Los  Minis- 
«tros  de  Inglaterra  y  Holanda  me  decían 

«Su  vida  de  U.  corre  un  gran  riesgo:  Bolívar  ha  des- 
«cubierto  el  velo:  él  quiere  ser  Emperador;  y  abrir  una 
«nueva  Dinastía» 

«No  podia  dudarlo,  leída  la  constitución  de  Bolívia: 
«Esta  pieza  se  remitió  por  ellos  inmediatamente  á  Europa. 
«Yo  me  propuse  un  gran  disimulo  por  la  primera  vez:  esto  fué 
«para  mí  el  mas  terrible  sacrificio. 

«En  el  momento  que  se  instruye  al  Libertador  de  mis  opi- 
niones se  me  priva  de  la  Presidencia  de  la  Corte  Suprema,  de- 
«clarada  Vitalicia  por  un  consejo  lejítímo.  Pando  qué  tiene 
«mas  talento  que  todos  los  que  rodeaban  al  Jeneral  Bolívar,  le 
«hace  revocar  un  decreto  que  había  de  concluir  con  su  opinión: 
«Sofocar  á  Bidaurre  era '  sofocar  al  abogado  de  su  patria ;  era 
«un  golpe  que  no  había  de  hacer  sino  exasperar  á  sus  innumera- 
«bíes  amigos .  Se  inventa  otro  medio  mas  honesto  de  separar- 
«me  del  Perú:  este  era  el  expatriarme  con  el  nombre  de  Pleni- 
«potenciario  de  Colombia.  El  Señor  Pando  debía  restituirse  á 
«Panamá,  y  quedar  asociado  del  Señor  Tudela,  enviado  por 
«S  .   E .  el  Libertador . 

«Estos  proyectos  se  desvanecen  por  la  precipitación  con  que 
«se  concluyeron  nuestros  tratados .  Los  SS .  Plenipotenciarios 
«de  Méjico  y  Guatemala  conocían  las  intenciones  de  los  Repre- 
«sentantes  de  Colombia:  las  conocían  de  tal  modo,  que  ni  con- 
«sintieron  hubiera  Presidente  en  la  Asamblea,  de  temor  que  si 
«caía  en  los  SS .  Gual  y  Briceño,  pudieran  adquirir  influjo  en 
«las  deliberaciones .  El  escrúpulo  era  pequeño ;  pero  manifiesta 
«hasta  qué  punto  era  la  circunspección  con  que  procedían,  en 
«ías  crisis  mas  espantosas  de  la  América. 

«Me  esperaban  á  mí  los  mas  grandes  comprometimientos: 
«toqué  en  Guayaquil,  y  debia  verme  por  precisión  con  S.  E. 
«Un  amigo  de  su  comparsa  me  descubre  que  se  me  quería  im- 
«pedir  mi  restitución  al  Perú.  Todos  los  patriotas  de  Guaya- 
«quil  lo  temían.  A!  y  cuanto  me  valió  ese  aviso!  Manifesté 
«algunos  de  los  defectos  de  la  Constitución  que  quería  fuese  uni- 
«versal;  pero  al  mismo  tiempo  me  expresaba  adicto  á  sus  deseos. 
« j  Maquiavelo,  Maquiavelo!  cuando  no  hubieses  enseñado  otra 
«doctrina  que  la  de  saber  usar  de  las  calidades  del  León  y  de 
«la  Zorra,  con  oportunidad,  tú  deberías  ser  tenido  por  el  primer 


105 


«político  de  los  tiempos!      El  Secretario  Pérez  se  me  descubre: 

«él  me  dice 

«Los  intereses  de  U .  deben  ser  inseparables  de  ^  lo* 
«del  Libertador.  Crea  U.  que  D .  Simón  volverá  al 
«Perú,  ó  á  mandar  por  el  voto  de  los  pueblos,  ó  á 
«conquistarlos» 

«Cuasi  cuasi  pierdo  en  aquel  acto  mi  estudiada  serenidad. 
«Disimulo,  y  disimulo  tanto,  que  el  Libertador  es  el  mas  empe- 
«nado  en  que  me  restituya  á  Lima.  Desde  Paita  voy  exami- 
«nando  que  la  fuerza,  la  seducción,  las  promesas,  eran  las  que 
«lo  habían  hecho.  La  disolución  del  cuerpo  lejislativo,  la  ex- 
«patriacion  del  incomparable  Luna,  la  de  todos  los  Jenerales  y 
«oficialidad  de  Buenos  Aires  y  Chile,  la  introducción  de  espías 
«en  las  mesas  y  lugares  mas  secretos  de  las  casas,  golpes  de  es- 
«panto  para  aterrorizar  un  pueblo  en  ^extremo  dócil,  la  coloca- 
«cion  de  las  facciones  en  muchos  importantes  destinos,  sobre 
«todo,  la  guarnición  que  se  dejaba  como  en  un  pueblo  conquis- 
«tado,  teniendo  que  mantener  á  los  mismos  que  capturaban .  Na- 
«da  de  esto  me  amedrenta:  en  el  instante  que  llego  á  Lima  es- 
«parzo  mis  ideas  liberales,  las  esparzo  de  modo  que  el  tercero 
«día  ya  escribe  á  S .  E .  D .  Tomás  Héres  diciéndose  que  es 
«necesario  separarme  del  Perú,  de  cualquier  modo:  de  su  mis- 
«mo  bufete  tengo  la  noticia,  y  á  las  dos  horas  se  me  habia  co- 
«municado  por  tres  diversos  individuos . 

«Empero,  los  lances  se  aumentaban  por  momentos .  Se 
«me  habla  paraque  la  Corte  Suprema  dé  su  dictamen  sobre  la 
«despreciable  papelada  que  se  llama  voluntad  del  Pueblo.  No 
«formo  el  panejírico  de  estas  actas,  porque  V.  E.  las  ha  de 
«tener  á  la  vista;  sí  diré  que  en  esta  Capital  los  Electores  estu- 
«viéron  rodeados  de  guardias:  á  la  puerta  de  la  sala,  un  saté- 
«lite  llamado  Freiría,  que  insultaba  á  los  pocos  que  manifestá- 
«ron  algunas  objecciones.  Si  esto  fué  en  Lima,  en  los  demás 
«Departamentos  las  instigaciones  eran  descaradas.  Tengo  en 
«este  Ministerio  datos  muy  graves  y  circunstanciados:  lo  sé  lo  sé, 
«una  violencia  atroz  y  horrenda. 

«Pueblos!      ¿Hasta  cuando  seréis  tímidos?      ¿qué  pensáis 


«que  es  la  muerte?      Me  opongo  á  una  publicación  inmatur 


«il 


a  e 


egal,  ruego  que  se  convoque  un  Congreso  que  examine  ambas 
«Constituciones.  Todos  mis  compañeros,  en  la  Corte  Suprema, 
«son  del  mismo  dictamen,  pero  yo  solo  lo  pongo  bajo  de  mi  fir- 


100 


«ma,  arriesgándome  á  las  resultas.  Entonces  se  ocurre  al 
«Ayuntamiento  por  su  parecer:  se  jura  esa  Constitución  nueva, 
«con  el  mismo  gusto  y  libertad  que  Fernando  1°  juró  la  de  los 
«Españoles:  yo  salvé  mi  conciencia.  El  juramento  decia  «cju- 
«rais  la  carta  que  ha  dado  la  nación?»  Como  la  nación  no  la 
«había  dado,  no  tenia  sobre  qué  recaer  el  juramento . 

«La  materia  era  sumamente  avanzada,  en  cuanto  á  la  re- 
«union  de  las  tres  Repúblicas  de  Bolivia,  Perú  y  Colombia, 
«con  el  título  de  Federación,  con  Capital  destinada  al  Jefe  Per- 
«petuo  é  Inviolable  de  todas  ellas.  Si  Colombia  no  se  enuncia 
«de  un  modo  tan  liberal,  tan  justo,  tan  jeneroso,  su  consenti- 
« miento  nos  conducia  infaliblemente  al  punto  de  una  muerte  po- 
«lítica .  Ya  á  los  que  se  oponían  se  llamaban  facciosos,  anar- 
«quistas,  turbulentos,  y  á  mí  se  me  tenia  como  el  prototipo  de 
«ellos,  y  sin  duda  hubiera  sido,  cuando  menos  expatriado,  si  el 
«Gran  Mariscal  Santacruz  no  hubiera  sido  el  Presidente  del 
«Consejo  de  Gobierno. 

«Usando  de  principios  de  política,  formó  armas  de  lo  mis- 
«mo  que  era  contrario.  Arengó  al  Pueblo,  y  le  manifestó  que 
«ya  cesaron  las  facultades  extraordinarias.  ¡Cuanto  se  ganaba 
«con  esto!  Trabajo  porque  se  observe  el  nuevo  Código  político, 
«y  que  no  exista  alguna  ley  que  sujete  á  los  funcionarios  pú- 
«blicos . 

«Esperaba  que  la  Providencia  abriría  el  camino  y  que 
«nuestra  justicia  triunfase  muy  pronto.  Nada  deseaba,  nada  que- 
«ria,  nada  tenia  que  ser — Estudio  á  todos  los  hombres  públicos, 
«medito  sus  corazones  y  sus  últimos  sentimientos,  y  me  hallo 
«con  que  el  Gran  Mariscal  Santacruz  era  joven  guerrero,  mo- 
«derado,  dulce  y  jeneroso,  afable,  y  sobre  todo  muy  Peruano. 

«Tales  eran  mis  pensamientos,  cuando  las  tropas  de  Co- 
«lombia  se  declararon  por  su  Constitución,  y  ofrecieron  no  auxi- 
«liar  contra  la  antigua  nuestra.  En  ocho  horas  todo  se  hace 
«con  la  mayor  tranquilidad,  el  Congreso  es  convocado,  la  admi- 
«nistracion  continua  con  el  mismo  orden  y  método  que  antes, 
«los  Pueblos  están  gozando  de  una  libertad  perfecta,  y  solo  11o- 
«ran  que  el  mal  hado  les  privase  del  Héroe  en  quien  tenían  su 
«confianza,  á  quien  le  deben  la  existencia,  cuyo  nombre  repetirán 
«con  lágrimas .  Continua  el  Consejo  de  Gobierno,  habiendo 
«hecho  su  dimisión  los  SS.  Heres  y  Pando,  y  remplazándolos 
«el  Sr.   Salazar  y  yo.      Son  afectos  de  los  Peruanos  los  conté- 


107 


«nidos  en  esta  carta,  como  el  mió  de  mostrar  á  U.    que  soy  su 
«amigo  yS.  S.   Q.   B.  S.   M.  — Manuel  Bidaurre . » 

Dos  observaciones  importantes  debe  hacer  el  lector  en  este 
artículo,  como  en  los  demás  de  la  defensa .  1  ?  que  el  defensor  r» 
comete  subrepción,  puesto  que  nada  omite  de  lo  que  pueda  perju- 
dicar á  Bolívar,  ni  obrepción,  porque  nada  supone  en  su  favor.  No 
cita  un  solo  documento  que  lo  descargue  (tal  vez  no  lo  hay....  tam- 
poco lo  ha  buscado) — La  causa  del  Libertador  es  la  de  los 
pueblos  Americanos,  y  debe  defenderse  con  razones.  2?  que 
no  se  alegan  sino  probabilidades  bien  calculadas,  donde  la  cer- 
tidumbre falta.  En  ninguna  parte  de  la  defensa  se  ocurre  á  lo 
POSIBLE — la  posibilidad  es  el  pais  de  las  vanas  observaciones, 
con  ella  fraguan  los  hombres  limitados  sus  enredos,  y  los  imaji- 
nativos  sus  ficciones .  , 


Escritos,  firmas,  fechas,  cotejos,  careos,  son  buenos  en  plei- 
tos ordinarios. 

«¡lea  U.   eso! 

«¡conoce  U .   el  estilo? 

«Ya   U.    ve  que  la  firma  que  está  al  pie,  es  de  su 
^  «propio   puño    tj   letra,    u   la   misma   que   usa   y 

1  «acostumbra . 

«Observe   U.    que  del  25   de  tal  mes,  al   15   de  tal 
«otro  se  pasaron  tantos  dias. 
i  «Note  U .    que  el  reo  se  ha  ratificado  en  su  primera 

'  «confesión,  y  que  á  renglón  seguido  se  retracta» 

«Los  testigos  están  contestes 

«A  ninguno  de  los  cargos  satisface  el  defensor. 
'■■  «El  dolo  es  manifiesto.  .  .   &c.   &c.   &C. 

Son  cosas  buenas  (se  repite)  y  aun  necesarias  en  pleitos 
comunes  sobre  campos,  casas,  acequias,  deudas,  injurias  y  otros 
semejantes — el  documento  que  debe  presentarse  en  favor  de  Bo- 
lívar en  su  VIDA  PUBLICA;  pero,  por  desgracia,  todos  no  la  han 
observado.  .  .  ó  no  han  sabido  observarla — por  eso  las  gacetas 
han  hecho  tanta  impresión . 

Se  provee  un  lector  de  10  ó  12  frases  retumbantes  y  de 
algunas  desvergüenzas,  y  sale  á  lucirlas  por  las  tertulias. 


108 


Frases . 

«Yugo  de  la  tiranía.  .  .  . 

«Abuso  de  autoridad.  .  .  . 

«Usurpación  de  derechos.  .  .  . 

«Órgano  de  la  voluntad  jeneral .... 

«Sin   luces   y  virtudes  no   puede   haber      Repú- 
blica. .  . 

«La   Imprenta   Libre   es   el    antemuro   de   la   Li- 
bertad, y  las  Gacetas  su  salvaguardia.  .  .  . 

«La  sangre  del   Estado  es  el  dinero,   y  la  Ad- 
ministración   su    sistema      sanguíneo .  .  .     &C . 
&C.    &C. 
• 

DESVERGÜENZAS. 

«¿Quien  <St>  ese? 

«¿Piensa  que  no  lo  conozco?.  .  . 

«Es  un  aspirante 

«Un  bruto 

«Un  intrigante .  ... 

«Un  inmoral 

«Un    LADRÓN. . . . 

Digan  los  promulgadores  lo  que  quieran  cuando  estén  so~ 
los;  pero  no  indispongan  los  ánimos  en  público — La  jen  te  sen- 
cilla (y  mucho  mas,  la  simple)  toma  las  cosas  en  peso,  y  por 
no  saberse  servir  de  ellas,  las  estropea  y  hace  muchos  males. 
Hay  pobres  jentes  encargadas  de  publicar  por  las  tiendas  que 
Bolívar  se  va  á  coronar,  y  si  se  les  contesta,  (por  oirías  hablar) 
ni  lo  que  es  Coronación  saben .  ¡  quien  lo  creerá !  Nadie  da  re- 
lojes á  muchachos — y  en  confiarlos  á  jóvenes  se  arriesga  mucho: 
á  cada  rato  los  abren  para  hacerlos  ver,  citan  los  autores,  exaje- 
ran  los  precios,  atrasan,  adelantan;  andan  con  los  punteros  á 
vueltas,  dan  cuerda  al  revés,  y  rompen  la  máquina. 

La  juventud  no  es  la  edad  de  la  reflexión ;  y  aunque  algu- 
nos jóvenes  deroguen  la  regla,  los  mas  necesitan  de  ayuda  para 
elevarse  á  consideraciones  serias .  El  aliciente  de  su  edad  es 
el  lugar  común  de  casi  todas  sus  comparaciones :  por  él  aprende- 
rán á  juzgar  bien  de  Bolívar,  si  lo  ven  en  el  ejemplo  siguiente. 

Se  presenta  en  el  teatro  de  amor  una  joven,  dotada  de  her- 
mosura y  talento,  graciosa,  amable,  honesta  y  llena  de  habilida- 


109 


Jes — al  instante  resuena  su  nombre  por  toda  una  ciudad — «n 
las  reuniones  brillantes  se  habla  de  su  gran  mérito,  y  en  los  rin- 
cones se  le  tildan  mil  defectos — los  jóvenes  la  ponen  por  las  nu- 
bes y  las  feas  por  los  suelos . 

«Su  orijen  es  oscuro .... 

«está  muy  pagada  de  su  persona.  .  .  . 

«cree  que  todo  se  lo  merece.  .  .  . 

«es  muy  doctora.  .  .  . 

«tiene  mal  jenio 

«no  se  sabe  quien  paga  tanto  lujo .... 

«su  conversación  es  fastidiosa 

«los  colores  no  son  suyos 

«tiene  un  no  sé  qué  que  no  me  agrada 

«pierde  mucho  en  dejarse  conocer. 

Digan  que  es  BONITA  y  no  hablen  mas.  Si  fuera  TONTA 
y  FEA  seria  la  mejor  mujer  del  mundo. 

Volvamos  á  lo  serio . 

Acusa  el  Sr.  Bidaurre  á  Bolívar,  y  denuncia  á  los  SS, 
Briceño.  Mosquera,  Pérez  y  Gual,  como  AjENTES  de  las  in- 
trigas de  coronación.  .  .  .    cPor  <3ué  no  los  llama  AUTORES? 

Se  hace  al  Sr.  Bidaurre  todo  el  honor  que  merece  en  esta 
ocasión ....  se  le  cree .  Los  testigos  que  cita  son  dignos  de  to- 
da fé — se  da  por  cierto  que  los  SS .  Diputados  de  Méjico  y 
Guatemala  tuvieron  noticia  exacta  de  los  hechos — y  porque  el 
Sr.  Bidaurre  es  testigo  de  testigos  (cosa  que  no  se  admite  en  los 
juicios,  considéresele  como  Escribano  de  la  causa,  aunque  se  le 
haya  olvidado  poner  su  signo  en  testimonio  de  verdad,  (el  Pre- 
sidente de  una  Alta  Corte  de  justicia,  no  puede  ofenderse  de  es- 
ta observación) — Supóngase  al  Sr.  Bidaurre  con  poder  para 
declarar;  y  como,  en  una  causa  tan  grave,  no  bastarían  dos  tes- 
tigos, dense  por  recibidas  las  deposiciones  de  los  SS .  Cónsules 
de  Inglaterra  y  de  Holanda.  Todavía  seria  insuficiente  la 
prueba,  en  cuanto  al  delito  de  Bolívar — cuando  mas,  serviría 
contra  sus  Ajentes.  Supónganse  estos  convictos  y  confesos — el 
Sr.  Bidaurre,  como  Letrado,  no  puede  ignorar  que  la  declara- 
ción de  los  CÓMPLICES  no  apareja  prueba  contra  el  ACUSADO, 
porque  los  criminales  no  pueden  ser  testigos: — y  si  hay  alguna 


110 


ley  que  los  habilite  para  ello,  en  este  caso,  debe  borrarse  deí 
código  de  la  filosofía.  ...  y  no  se  diga  que  el  Defensor  se  mete 
en  lo  que  no  sabe: — antes  de  empezar  su  defensa,  confesó  que 
no  era  Abogado:  los  Tabeliones  y  los  Curanderos  son  muy  atre- 
vidos . 

El  Sr.  Bidaurre  dice  haber  oido.  .  .  con  asombro!  hablar 
de  la  Coronación  de  Bolívar  al  Sr.  Briceño  Méndez  -llama  al 
Sr.  Mosquera  el  Apóstol  del  trono — Gual  dijo  que  «pieslo  Co- 
lombia tendría  tanta  población  como  Méjico»  y  el  Sr.  Bidaurre 
infirió  que  tamaño  aumento  no  podia  realizarse,  sino  reuniendo  el 
Perú  á  Colombia. 

El  Sr.  Bidaurre  ha  visto  tanto  mundo,  que  no  lo  puede  re- 
ducir á  un  cuadro  Sinóptico,  por  mas  que  quiera  estrechar  sus 
ideas.  Tal  vez,  eliminando  las  menos  importantes,  á  su  pare- 
£er,  se  le  han  escapado  Sas  siguientes . 

Primera  idea . 

En  los  negocios  públicos  no  entran  sino  Estadistas,  Litera- 
tos y  Militares:  los  primeros  no  pueden  pretender  la  calidad  de 
tales  sin  letras,  y  estas.  .  .  por  gordas  que  sean  en  política.  .  . 
impiden  separarse  de  los  principios  de  la  ciencia .  El  Congreso 
de  Panamá  no  tenia  otro  objeto  que  el  de  ligar  las  nuevas  Repú- 
blicas por  un  pacto  de  ALIANZA  DEFENSIVA,  contra  los  Monar- 
cas. Para  este  solo  objeto  tenían  los  Diputados  Instrucciones 
y  Poderes — á  estas  instrucciones  y  poderes  debían  sujetarse — y 
toda  resolución  tomada  fuera  del  ^objeto,  era  NULA .  El  Con- 
greso de  Panamá  no  era  un  Senado  vendido  á  Bolívar,  como  lo 
fué  el  de  Paris  á  Napoleón — el  mayor  número  de  votos  era  In- 
dependiente. Es  cosa  muy  sabida  que  los  PRINCIPADOS  no  se 
adquieren  sino  por  la  persuacion  ó  por  la  fuerza.  Los  Diputa- 
dos de  Colombia  podían  persuadir  á  sus  Colegas ;  pero  nó  obli- 
garlos á  votar — y  cuando  por  la  persuacion  hubiesen  conseguido 
hacer  declarar,  á  UNANIMIDAD,  necesaria  o  conveniente  la  Mo- 
narquía, faltaba  lo  principal  que  era.  .  .  .  el  CONSENTIMIENTO 
DE  los  Pueblos.  Forzar  á  estos  con  las  armas,  no  era 
posible  sino  en  Colombia,  donde  Bolívar  mandaba — resulta, 
entonces,  que  Bolívar  habría  sido  Rey  de  Colombia  solamente,* 
y  para  serlo  no  necesitaba  enviar  ajentes  hasta  Panamá.  Poca 
política  bastaba  para  ver  esto,  y  la  evidencia  pone  fuera  de  toda 
sospecha  las  intenciones  de  Bolívar: — la  conducta  de  sus  Ajen- 
tes   (siendo  la  que  el  Sr.    Bidaurre  denuncia)    no  pasa  de  una 


111 

simple  indiscreción,  en  haber  manifestado,  sin  necesidad,  opinio- 
nes en  favor  de  la  Monarquía,  y  deseos  en  favor  de  Bolívar. 
Tal  vez,  los  SS.    Gual  y  Briceño,  viendo  las  inquietudes  y  los 
temores   del  Sr .    Bidaurre,    quisieron   atormentar  su   imajinacion, 
fínjiendo  sentimientos  é  intenciones  que  no  tenían — Lo  cierto  es 
que  el  Sr .    Bidaurre  no  advirtió  que  Panamá  no  era 
lugar  propio  para  tratar  de  la  Monarquía 
ni  el  Congreso,  autoridad  lejítima  para  proclamarla 
ni  la  milicia  de  Colombia,  fuerza  suficiente  para  someter  a 
todo  el  Perú. 

Segunda  idea. 

La  disposición  de  ALGUNOS  Jefes  militares,  y  la  de  AL- 
GUNOS Ministros  (no  se  dice  la  de  todos  por  no  exajerar)  su 
disposición  á  la  Monarquía,  debe  suponerse  si  no  se  sabe — por- 
que, á  su  sombra,  esperan ....  los  unos  hacer  sus  honores  here- 
ditarios ...  y  los  otros,  conservarse  en  unos  puestos  que  la  Cons- 
titución Republicana  deja  á  la  elección  de  los  Presidentes — Que 
los  interesados  en  un  negocio  lo  den  por  hecho,  es  lo  que  llama- 
mos realizar  esperanzas:  que  cuenten  con  la  protección,  ó  con 
el  consentimiento,  del  que  miran  como  el  apoyo  de  sus  pretensio- 
nes, es  muy  natural .  Todo  está  muy  bien ;  pero  para  llegar  á 
ser  fundadas  las  esperanzas  y  segura  la  confianza,  es  menester 
que  la  conveniencia,  el  consentimiento  y  la  protección  existan — 
y  para  afirmar  que  existen,  es  menester  probarlo  con  el  hecho,  ó 
con  la  confesión  del  consentidor  ó  protector.  Las  sospechas  no 
son  razones  en  política. 

Creer  que  existen,  porque  no  es  posible  que  subalternos 
comprometan  á  sus  superiores,  es  no  conocer  un  manejo  muy  co- 
mún en  todo  el  que  quiere  obtener  un  consentimiento  forzado. 

«Quítese   U .    de  ahí      (dice  un  soldado,  con  imperio,  á 

un  paisano . ) 
«Quítese  U .    de  ahí    (repito)    que  viene  mi  Capitán — y 

de  ordinario   acompaña  la  orden  con 

un  culatazo. 

Conoce  el  soldado  que  es  injusto;  pero  cuenta  con  la  apro- 
bación de  su  Capitán,  porque  cree  lisonjearlo — y  lo  lisonjea, 
porque  tiene  qué  pedirle  algo. 

Así  pueden  haber  hecho  los  sujetos  que     acusa     el     Señor 
Bidaurre. 


112 

Repítase  lo  que  se  ha  dicho  al  principio  de  este  artículo. 
Si  Bolívar  hubiese  querido  ser  Re}),  no  necesitaba  mendigar  su- 
frajios,  ni  ocurrir  á  intrigas  para  obtenerlos,  ni  confiar  la  suerte 
de  su  pretensión  á  cuatro  sujetos  sin  caudal  y  sin  preponderan- 
cia. El  Señor  Briceño,  conocido  en  la  Guerra  y  en  la  Adminis- 
tración militar — el  Señor  Pérez,  en  la  Secretaría  Jeneral — el  se- 
ñor Gual,  en  el  Ministerio  de  Estado — y  el  Señor  Mosquera,  en 
la  milicia  y  en  la  Intendencia  de  Guayaquil ...  se  han  hecho  un 
nombre  como  Republicanos:  para  ser  Realistas  tendrían  qué 
perderlo,  y.  .  .  ¿cual  presentarían  entonces  á  los  Pueblos?  La 
ciencia  y  las  virtudes  dan  derechos  á  la  estimación — esta  los  ha- 
ría respetar,  pero  nó  temer:  solo  con  las  armas  se  impone — y  so- 
lo imponiendo  se  domina .  Cuatro  hombres  respetables,  pero  nó 
temibles,  no  podian  tener  el  ascendiente  que  se  les  supone,  para 
elevarse  sobre  sus  iguales  en  el  Congreso  de  Panamá: — por  co- 
nocimientos, por  servicios,  j>or  caudal,  por  influencia,  tenían  mu- 
cho qué  disputar  con  sus  Colegas.  .  .  .  con  el  Señor  Bidaurre, 
sobre  todo . 

La  fuerza  moral  es  el  signo  de  la  fuerza  física:  los  Nego- 
ciantes tienen  su  crédito  en  Cajas,  y  los  Gobernantes  en  Cuar- 
teles . 

Muy  poco  conocimiento  del  mundo  debe  tener,  ó  muy  po- 
co debe  pensar,  el  que  crea  tan  fáciles  las  coronaciones  en  las  po- 
bres y  despobladas  rejiones  de  América .  No  basta  adquirir  un 
Principado,  es  menester  conservarlo,  y  «paraque  el  poder  sea  du- 
rable debe  tener  dos  fundamentos — BUENAS  LEYES  Y  BUENAS 
TROPAS»  (verdad  que  enseñó  Maquiavelo)  .  Las  leyes  están 
por  hacer,  y  las  tropas  Americanas  no  se  han  decidido  aun  por 
la  Monarquía — En  otra  parte  se  ha  dicho  que  Bolívar  es  dema- 
siado sensato  para  no  conocer  que  el  estado  actual  de  los  Pue- 
blos Americanos,  es  mas  propio  para  Repúblicas  que  para  Mo- 
narquías— Para  los  políticos  esta  verdad  no  es  cuestión,  y  no 
es  este  el  lugar  de  dar  explicaciones  á  los  que  las  necesiten;  pero 
debe  ser  claro  para  todos,  que  aunque  falte  mucho  para  llegar  á 
la  perfección  del  Gobierno  Republicano,  lo  que  se  ha  conseguido 
es  de  un  gran  valor ;  y  que  un  retroceso  en  la  empresa  desacre- 
ditaría para  siempre  el  talento  de  los  defensores  de  la  causa — 
Los  hombres  sensatos  les  dirian .... 

«Alborotar  á  un  pueblo  por  sorpresa,  ó  seducirlo  con  pro- 
«mesas,  es  fácil — constituirlo,  es  muy  difícil:  por  un  motivo  cual- 
quiera se  puede  emprender  lo  primero — en  las  medidas  que  se 


113 


«toman  para  lo  segundo  se  descubre,  si  en  el  alboroto  ó  en  la 
«.seducción  hubo  proyecto;  y  el  proyecto  es  el  que  honra  ó  des- 
honra los  procedimientos — donde  no  hay  proyecto  no  hay  mé- 
«rito.  Hombres  arrastrados  á  una  acción  por  la  fuerza  de  un 
«jenio  superior,  ó  por  las  circunstancias,  no  pueden  probar  que 
«en  su  cooperación  hubo  cálculo .  Se  ha  hecho  la  revolución .  .  . 
«en  hora  buena — ha  aparecido  el  valor,  la  constancia,  el  herois- 
«mo.  .  .  todavía  falta  mucho  para  adquirir  LA  VERDADERA 
«GLORIA   CON    QUE    SE    CORONAN    LAS    EMPRESAS    POLÍTICAS.' 

«Si  los  que  han  hecho  todos  sus  esfuerzos  por  comprometer  á 
«los  pueblos  en  una  revolución,  desmayan  en  presencia  de  las  di- 
«ficultades  que  ofrece  la  nueva  organización  del  Estado,  prue- 
«ban  una  de  dos  cosas 

«ó  que  no  tuvieron  proyecto, 

«ó  que  son  incapaces  de  formar  el  que  piden  las  cir- 
cunstancias en  que  se  han'  puesto . 

«Volver  al  estado  anterior,  ó  crear  uno  semejante,  es  con- 
«fesar  que  lo  que  abolieron  era  bueno,  ó  que  lo  que  proponen  es 
«mejor  porque  ES  LO  MISMO,  con  diferencias,  cuya  utilidad  es- 
«tá  por  demostrar — Todo  esto  quiere  decir,  en  fórmula  mate- 
«mática 

Monarquía  multiplicada  por  República 

p  dividida  por  República,  igual  Monarquía 

«Para  reponer  las  cosas  en  su  primer  estado,  mejor  habría 
«sido  dejarlas  como  estaban,  y  se  habrian  ganado  el  tiempo  y 
«el  trabajo  que  se  han  perdido  en  alterarlas. 

Los  Pueblos,  al  ver  á  sus  Directores  abandonar  la  empre- 
sa, y  proponerles,  como  cosa  nueva,  un  Rey,  les  dirán  en  su 
lenguaje.  .  .   y  con  muchísima  razón.  .  . 

«el  que  no  sabe  donde  va,  pregunte  antes  de  po- 
nerse en  camino. 

«Si  no  conoce  el  pais  por  donde  anda,  vayase  por 
el  camino  de  las  vacas.  .  .   y 

«Si  no  ha  de  ganar  nada  en  el  viaje,  no  lo  empren- 
da. 

«UU     nos  han  hecho  dar  un  paseo  Republicano 
«Nos  han  hecho  ver  la  Grecia,  la  Italia,  la  Suiza 
la  Inglaterra,  los   Estados      Unidos,  la   Isla  de 


114 


Santo  Domingo  en  sueños,  y  al  despertat  nos  ha- 
llamos en  lo  de  antes,  con 

padres 

hijos 

hermanos  ,       de   menos. 

amigos   y 

caudales 

Bolívar  no  merece  este  reproche,  porque  sus  miras  se  ven 
proyectadas  en  el  plan  de  la  revolución .  Solo  él  se  ha  elevado 
á  la  altura  del  objeto,  y  fijado  el  punto  de  distancia,  en  el  cua- 
dro de  la  Sociedad  Americana .  La  perspectiva  de  la  Libertad 
es  obra  suya:  solo  él  ha  presentado  el  Gobierno  Republicano 
bajo  su  verdadero  punto  de  vista:  no  se  ha  desviado  de  su  fin  ni 
ha  desmayado:  ha  pretendido  hacer  valer  su  obra,  como  todo 
autor  lo  pretende,  y  ha  aspirado  á  ser  el  Presidente  (no  el  Rey) 
de  la  Federación  Americana,  como  todos  pueden  aspirar  á  serlo 
— Si  en  la  relación  de  méritos  de  algún  candidato  aparecen  ap- 
titudes ó  servicios  iguales  ó  superiores  á  los  suyos .  .  .  prefiéranse 
— No  hay  mas  ambición  en  pretender  la  Presidencia  Suprema  de 
las  Repúblicas  de  América,  que  en  pretender  el  Pontificado — 
los  Clérigos  no  han  fundado  la  Santa  Sede,  y  aspiran  á  ocupar- 
la : — Bolívar  es  el  Patriarca  Político  de  la  América . 

Dos  errores  se  notan,  aun  en  las  jentes  mas  versadas  en  po- 
lítica .  El  1  ?  es  ver  en  los  tiempos  presentes  los  pasados — en 
los  pueblos  Americanos,  los  Griegos  y  los  Romanos — y  en  sus 
Jefes,  los  tiranos  de  aquellos  tiempos  y  de  aquellos  pueblos.  Et 
2-  es  ver,  en  los  Congresos  de  América,  las  Cámaras  de  Ingla- 
terra y  las  de  los  Estados  Unidos. 

No  advierten  que  ya  no  puede  haber  ni  las  conquistas  ni 
los  Tiranos  que  se  leen  en  la  historia.  Los  pueblos  modernos 
saben  mas  que  los  antiguos:  ya  la  seducción  no  suple  las  armas 
— estas  deben  hacerlo  todo.  Si  los  pueblos  se  instruyen  un  po- 
co mas,  no  tendrán  qué  temer  las  irrupciones  ni  las  tiranías  con 
que  sueñan  los  buenos  patriotas  del  dia. 

Por  ACLAMACIONES  se  elijen  Alcaldes,  y  cuando  mas,  Go- 
bernadores— los  Reyes  se  hacen  PROCLAMAR  por  la  fuerza,  y 
encargan  la  ceremonia  de  su  jura,  á  Jenerales,  no  á  Diplomáti- 
cos— de  estos  se  sirven  para  anunciar  su  advenimiento  al  trono. 


115 

Napoleón  mandaba  un  pueblo  dispuesto  á  la  monarquía— 
habia  hecho  prodijios  de  valor  en  presencia  de  sus  ejércitos— y 
3e  habia  acreditado  de  político  y  de  economista,  en  algunos 
años  de  administración;  con  todo,  para  insinuar  sus  intenciones 
se  valió  de  la  autoridad  civil  (mandándola  nó  consultándola)  — 
paralizó  las  fuerzas  nacionales  solo  con  un  amago  de  su  espada 

y  se  elevó  al  trono  por  su  propia  virtud,  ¡EN  UNA  NUBE  DE 

BAYONETAS!  Jenerales,  tanto  ó  mas  acreditados  que  él,  tuvie- 
ron qué  aplaudir.  .  .  y  salieron,  por  su  orden,  nó  á  persuadir,  si- 
no á  mandar  la  obediencia. 

«El  primer  rep  fué  un  soldado  feliz»  (observa  Voltaire) — ■ 
no  dice  que  fué  un  sabio  ni  un  político,  porque  habia  leido  con 
atención  la  historia — porque  habia  contado  los  Emperadores 
proclamados  por  los  ejércitos  y  los  aclamados  por  los  pueblos-— 
Si  Bolívar  hubiese  pensado  en  ser  rey,  el  Sr .  Bidaurre  no  habria 
podido  oponerse  á  la  coronación  aun  con  la  ayuda  de  sus  INNU- 
MERABLES AMIGOS,  no  habria  tenido  lugar  para  COMPONER 
ORACIONES,  ni  fuerzas  para  DERRIBAR  EL  EDIFICIO  DE  LA 
TIRANÍA,  ni  ánimo  para  escribir  al  Rey  CON  FRANQUEZA  (es- 
tando en  sus  dominios)  á  pesar  de  la  INMUTABILIDAD  DE  SU  CA- 
RÁCTER, de  lejos  le  habria  dicho  muchas  verdades ;  pero  S .  M . 
le  habria  respondido  lo  que  Napoleón  respondió  á  Carnot .  .  . 
nada  en  substancia ...  no  le  habria  hecho  caso :  y  ahora  esta- 
ría el  Señor  Bidaurre  de  Barón,  de  Conde  ó  de  Duque  en  Lima, 
ó  peregrinando  y  consumiéndose  de  rabia . 

La  ímajinacion  es  buena  en  poesía — en  asuntos  de  trans- 
cendencia es,  por  lo  menos,  embarazosa. 

Méjico,  privando  de  su  Independencia  á  Guatemala.  .  . 

Colombia,    Alto    y    Bajo    Perú,    atrayéndose    á    Buenos 
Aires  y  á  Chile.  .  .  . 

Negociaciones  abiertas  con  el  Brasil.  .  .  . 

Dos  Imperios  y  dos  Grandes  Repúblicas.  .  .  . 
parece  plan  para  un  poema . 

El  Ministro  de  Inglaterra,  por  una  parte,   y  el  de  Ho- 
landa,   por    otra,    LEVANTANDO    UN    VELOÍ...4 

UN   TRONO   APARECE  .... 

Briceño,    Pérez,    Mosquera    y    Gual,       SUSPENDIENDO 
una  Corona! 

Bolívar,    con   su  cetro,    ABRIENDO    UNA      NUEVA      DI- 
NASTÍA ! 


116 


La  Fama  sobre  el  dosel,  EMBOCANDO  SU  TROMPETA 
Bidaurre,  arrastrando  una  Gruesa  Cadena, 

AGUARDA  EL  GOLPE  FATAL  DE  LOS  VERDUGOS. 

Y  un  hormiguero  de  hombres   de  todos   colores,   medio- 
desnudos,  ó  encapotados,  CON  LAS  FRENTES  POR 

TIERRA 

¡  Qué  golpe  de  Teatro ! 

Vista  la  cuestión  de  la  Corona,  por  el  aspecto  que  la  consi- 
deran los  Liberales  tímidos,  excita  mas  la  risa  que  el  miedo:  pe- 
ro considerada  por  su  verdadero  aspecto,  mueve  á  compasión . 
Los  Americanos  son  muy  confiados,  ó  mas  bien,  muy  descuida- 
dos .  No  es  Bolívar,  no  son  sus  Jenerales,  los  que  deben  temer 
las  Repúblicas  de  América — probabilísimamente  los  Jefes  Repu- 
blicanos están  muy  distantes  de  las  intenciones  que  les  suponen 
sus  compatriotas.  Concediendo  que  Bolívar,  ú  otro  Americano, 
consiguiese,  para  ser  Monarca,  una  elección  espontánea  y  jene- 
ral,  con  nombramiento  expreso  despachado  por  el  Pueblo,  ten- 
dría aun  que  esperar,  para  ejercer  sus  funciones,  las  Bulas  de  la 
Santa  Alianza — Acá  seria  un  Rey  lego;  de  allá  vendrían  á 
destronarlo,  Reyes  Consagrados.  .  .  .  Tal  vez  podría  decirse, 
vendrán . 

Y  ¿quien  sabe  si  las  intrigas  que  se  imputan  á  Bolívar,  no 
son  verdaderas  intrigas  de  los  Ajentes  Secretos  que  los  Reyes 
mantienen  en  América?  —  ¿Quien  sabe  si,  afectando  liberalis- 
mo, no  son  ellos  los  que  sujieren  y  propagan  ideas  desfavorables 
á  los  Hombres  de  la  Revolución  para  hacerlos  despreciar?.  .  . 
¿los  que  irritan  los  ánimos,  con  acriminaciones,  para  hacer  odio- 
sos á  ¡os  defensores  de  la  Independencia? — ¿Quien  sabe,  si  del 
desconcepto  de  los  sujetos,  no  pasan  al  de  la  causa,  para  des- 
animar, aburrir,  desesperar,  á  los  que  conocen  decididos  á  soste- 
nerla? .... 

Piensa  mal  y  acertarás.  .  . 

nos   han   enseñado   á   decir   los   Españoles. 

«Mas  valdría  que  nos  dominase  un  extranjero»  (responden 
algunos) — es  decir,  «Ya  que  no  puedo  ser  Rey,  que  lo  sea 
otro,  pero  no  tú,  porque  te  conozco» 

I  No  puede  expresarse  con  mas  injenuídad  la  envidia! 


117 


Déjese  ya  á  cada  uno  juzgar  como  le  parezca,  después  de 
tantas  razones:  y  pásese  á  reflexionar  sobre  un  ejemplo  que  pue- 
de servir  de  mucho  á  los  que  no  estén  muy  prevenidos  en  favor 
de  sus  ideas . 

Durante  los  años  de  21  y  22,  hubo  en  Londres  una  Com- 
pañía de  Americanos,  uno  por  Méjico,  otro  por  Buenos  Aires, 
otro  por  Chile,  dos  por  Colombia,  y  dos  por  el  Perú.  Su  ocu- 
pación exclusiva  era  negociar  Monarcas  para  la  América. 

«El  Gobiei.no  Republicano  es  un  BOCHINCHE  (decian)  y 
Bolívar,  un  Botarate» 

«Quiere  imitar  á  Napoleón  y  no  sabe  cómo» 

«En  los  Valles  de  Aragua  hizo  matar  un  caballo,  pertene- 
ciente á  un  oficial,  por  haberlo  puesto  á  comer  entre  los  suyos» 
— Es  de  advertir  (decian)   que  el  oficial  era  su  pariente. 

«Que  antes  de  esto,  yendo  á  Inglaterra,  en  compañía  de 
D .  Luis  López  Méndez,  ambos  enviados  con  una  comisión  del 
Gobierno  de  Caracas,  amenazó  á  su  Secretario  un  dia,  dicién- 
dole,  que  lo  echaría  por  la  ventana  de  la  Cámara  al  mar,  si  no 
le  obedecía — Es  de  advertir  (y  no  lo  decian)  que  el  Secretario 
se  resistía  á  escribir  lo  que  Bolívar  le  dictaba. 

«Que  Bolívar  estaba  tiranizando  á  Colombia,  y  quería  ha- 
cerse Rey. 

«Que  era  demasiado  cobarde  para  mandar  tropas,  y  de- 
masiado ignorante  para  mandar  pueblos . 

«Que  su  arrogancia  era  tal,  que  no  habia  querido  enviar 
á  Europa  por  un  militar  que  le  enseñase  el  ejercicio — y  que  mas 
de  una  vez  habia  rehusado  ceder  el  mando  de  sus  tropas,  á  su- 
jetos muy  distinguidos,  que  se  le  habían  presentado  pidiéndoselo, 
movidos  de  compasión,  por  los  pueblos . 

«Qué  bonito  Rey  para  nosotros»  (decian,  riéndose  á  car- 
cajadas)  y  á  este  propósito  citaba  uno  de  ellos  un  cuento.  ... 

«Habia,  en  el  jardín  de  un  monasterio,  un  Naranjo 
«mu})  viejo — el  Síndico  lo  hizo  cortar — mandó  hacer  un 
«Crucifijo  l)  lo  colocó  en  la  Iglesia — Hubo  entre  las  Mon- 
«]as  una,  que  se  acusó  al  confesor,  de  la  repugnancia  que 
«sentía  al  querer  adorar  la  Imájen;  y  preguntándole  el 
«confesor  POR  que,  le  respondió  llorando .  .  ¿  Qué  devo- 
«cion  quiere  U .  que  me  inspire,  si  lo  conocí  Naranjo? 
9 


118 


Por  mas  de  un  cuarto  de  hora  estaban  todos  celebrando  la 
agudeza,  y  al  fin,  recobrando  su  seriedad,  continuaban . 

«A  nosotros  no  nos  mandará,  si  acaso:  mas  bien  preferire- 
«mos  morirnos  de  hambre  en  Europa . » 

Es  de  advertir  (y  no  lo  decían)  que  todos  ellos  vivían 
á  expensas  de  la  América,  y  que  modestamente  cada  uno  pensa- 
ba venir  de  MINISTRO  con  el  Rey  que  hubiese  negociado.  Ya 
se  ve, ....   le  había  costado  su  trabajo . 

El  miserable  amor  propio  que  los  cegaba,  no  les  permitía 
ver  que  si  Bolívar  era  indigno  de  ser  Rey,  ellos  lo  eran  mas  de 

ser  Ministros . 

La  Compañía  tenia  el  dinero  necesario,  nó  solo  para  subsis- 
tir con  comodidad,  sino  para  hacer  viajes  al  Continente,  para 
mantener  correspondencia,  y  hasta  para  enviar  Comisionados  á 
América — sus  juntas  eras»  frecuentes,  secretas,  misteriosas:  para 
iniciarse  se  requerían  pruebas  de  monarquismo  constitucional  y  de 
odio  á  Bolívar:  las  noticias  de  los  sucesos  de  éste,  eran  aciagas — 
habia  duelo,  maldiciones,  rabia,  y  se  trataba  de  desmentirlas 
con  sarcasmos .  El  pobre  Arniericano  que  las  aseguraba  era  un 
necio,  ignorante,  insurjente  BOCHINCHERO.  ...  se  le  recibía  con 
frialdad  y  se  daba  orden  para  negarle  la  entrada  en  lo  sucesivo. 

Muchos  mercaderes  Ingleses,  creyendo  hacer  negocio,  se 
encargaban  de  la  correspondencia  de  América,  y  algunos  obtu- 
vieron recomendaciones  para  sus  viajes  mercantiles — Llega  la 
noticia  de  la  victoria  de  Carabobo,  y  se  confirma ...  ¡  qué  tras- 
torno! ¡qué  silencio! — ¿Se  creerá  que  uno  de  los  socios  (el 
mas  encarnizado  contra  la  República  y  contra  sus  Jefes)  dio 
un  convite  á  los  insurjentes? — ¿Se  creerá  que  para  hacer  mas  so- 
lemne la  función,  salió  á  buscar,  por  las  Librerías  de  Londres, 
retratos  de  los  Jenerales  revolucionarios,  y  por  no  haberlos  con- 
seguido todos,  puso  contra  la  pared  á  Bolívar  y  á  San  Martin, 
de  vanos  tamaños,  observó  semejanzas,  refirió  hazañas,  ensalzó 
virtudes,  y  brindó  mas  de  una  vez  por  los  Héroes  de!  Nuevo 
Mundo? — (¡Qué  buenos  Ministros  traían  los  Reyes!) — Así  se 
acabó  la  Compañía  Monárquico  Constitucional  en  Londres. 

Reflexiónese  ahora 

¡  Unos  hombres  pobres,   gastando  sin  reparo ! ¡  Unos 

hombres  oscuros,  dándose  ínfulas     de     Emisarios!....    imante- 


119 


niendo  una  vía  reservada !  .  .  .  ¡  amenazando  con  Reyes  y  ofre- 
ciendo protección!...  ¿no  darían  qué  pensar  contra  los  Jefes 
Supremos  de  las  Repúblicas?  y  el  que  conocía  á  estos  ¿no  cree- 
ría que  para  semejante  procedimiento,  contaban,  á  lo  menos,  con 
una  mayoridad  de  votos  en  los  Congresos?  y  quien  sabia  que  los 
Congresos  se  componían,  en  gran  parte,  de  patriotas  conocidos 
¿no  supondría,  con  fundamento,  que  los  pueblos  estaban  dispues- 
tos á  recibir  Reyes? 

Por  esta  gradación  pasaban  muchos  hombres  de  juicio  á 
condenar  la  inconstancia  de  los  Americanos,  y  la  inconsecuencia 
de  sus  Jefes .  Pero,  nó  todos  los  hombres  de  juicio  discurren 
bien. 

La  justicia  no  debe  aventurarse  sobre  apariencias:  mas  ra- 
zonable es  creer  que  la  Compañía  Monárquica  se  componía  de 
hombres  fantásticos,  inquietos,  presuntuosos .  .  .  que  sin  misión 
alguna  ajenciaban  Monarcas  que  los  niciesen  valer .  .  .  poseídos 
de  la  idea  que  dejan  las  Revoluciones. 

El  mas  atrevido  reina,  no  el  mas  sabio . 

Tal  vez,  los  enemigos  de  Bolívar  no  juzgarán  con  tanta 
equidad,  por  no  condenar  á  una  Compañía  que  pensaba  como 
ellos  piensan:  «¡muchos  hombres  (dirán)  poco  comunes!  ocupa- 
dos en  la  misma  acción,  no  podían  obrar  sin  autorización» — Mas 
probable  es  que  ellos  se  autorizaban:  porque,  quienesquiera  que 
fuesen,  el  mérito  personal,  los  servicios,  el  puesto,  y  demás  cir- 
cunstancias están  en  favor  de  los  Jefes  Supremos . 

Así  se  debe  juzgar  á  los  hombres — y  en  esta  confianza  re- 
posan, porque  la  sociedad  la  ha  prometido  á  todos  sus  miembros, 
y  les  asegura  el  goce  de  ella,  entretanto  que  por  una  conducta 
ostensiblemente  culpable,  no  dejen  de  merecerla. 

Ni  en  aquel  tiempo  ni  en  este,  ha  habido  Jefe  Republicano 
en  América  que  haya  aspirado  al  trono,  excepto  íturbide,  y  aun 
....  ¿quien  se  atreverá  á  asegurar  que  subió  á  él  sin  repug- 
nancia? 

D.  Francisco  Antonio  Zea,  natural  de  Colombia  y  profe- 
sor de  Botánica  en  el  Museo  de  Madrid,  ofreció  á  los  pies  del 
trono  de  España  (que  ocupaba  José  Bonaparte)  el  Alto  y  Ba- 
jo Perú,  como  una  de  las  Rejiones  de  sus  dominios.  El  Señor 
Zea  nunca  había  estdo  en  el  Perú,  ni  recibido  poderes  para  ofre- 


120 


cerlo  al  nuevo  Rey  de  España  y  de  las  Indias.  Dígase  tam- 
bién que  algún  fundamento  tuvo,  porque  semejante  atrevimiento 
era  imposible — No  hubo  ni  fundamento  ni  atrevimiento — Estaba 
el  Rey  de  priesa  para  formalizar  las  sumisiones  de  América  por 
Vireinatos,  y  el  Señor  Zea  fué  puesto  en  la  lista  de  los  Reyes 
Magos  para  ofrecer  el  oro.  ¿Qué  excusa  podia  dar  un  vasallo 
á  su  Rey?  y   ¡en  aquellas  circunstancias! 

Bolívar  ha  querido  siempre  Coronarse,  nó  de  oro  y  pie- 
dras preciosas,  nó  de  laureles  hnjidos,  sino  de.  .  .  Gloria! — Si 
los  que  suprimían  esto  último  por  culparlo  AYER,  lo  añaden 
HOY,  habrán  quedado  bien  en  todos  los  tiempos,  y  Bolívar  ha- 
brá sido  siempre  el  mismo . 

CONCLUSIÓN 

Hasta  aquí  se  ha  defendido  á  Bolívar, 

y  en  él 
á  los  Jefes  de  las  nuevas  Repúblicas 

En  lo  futuro  dominan  los  Profetas,  inspirados  ó  políticos: 
los  primeros  existieron  mientras  hubo  qué  vaticinar  arcanos,  mis- 
terios ó  prodijios — los  segundos  existen,  y  existirán  entre  los  fi- 
lósofos que  calculan  para  predecir  acontecimientos  que  están  en 
el  orden  de  las  cosas .  En  este  orden  parece  estar,  que  Bolívar 
no  puede  pensar  en  ser  Rey . 

Atreverse  á  profetizar  lo  que  un  hombre  hará  en  casos  in- 
esperados, es  hacer  del  cálculo  una  inspiración — es  quererse  dar 
por  favorecido  del  cielo,  un  hombre  que  no  se  distingue  de  algu- 
nos de  sus  semejantes,  sino  por  un  poco  mas  de  juicio — Tales 
pueden  ser  las  Circunstancias,  tales  las  Razones  de  Estado,  que 
lo  imposible  en  un  caso,  pase  á  ser  probable  ó  cierto  en  otro .  El 
Defensor  de  Bolívar  no  responde  de  Circunstancias  ni  de  razo- 
nes de  Estado  que  estén  fuera  del  orden;  pero  se  atreve  á  res- 
ponder de  la  razón  de  Bolívar — este  homenaje  es  debido  á  su 
buen  juicio . 

No  obstante,  como  la  disposición  casual  en  que  se  halla  el 
hombre,  es  una  de  las  cosas  que  entran  en  las  circunstancias  á 
que  se  somete — como  la  ilusión,  la  compasión,  la  condescenden- 
cia, suelen  arrastrar  al  hombre  que  mas  se  posee,  á  una  necesi- 
dad que  no  lo  comprende.  .  .  .  para  este  caso  inesperado,  se  deja 


121 


de  defender  á  Bolívar  por  defender  el  honor  del  puesto  que  ocu- 
pa...  .    por  defenderlo  contra  sí  mismo . 

Primero . 

Buen  Rey  es  idea  imajinaria:  el  Rey  no  es  un  hombre,  si- 
no una  sucesión  de  hombres,  muy  diferentes  unos  de  otros:  esta 
sucesión  no  puede  ser  buena,  luego  el  Rey  es  malo .  Los  hom- 
bres buenos  que  la  suerte  hace  Reyes,  no  mejoran  la  Monarquía, 
y  los  malos  la  empeoran.  La  prole  que  dejan  los  Reyes  multi- 
plica— llega  con  el  tiempo  á  formar  una  multitud  de  ociosos  car- 
gados de  vicios  que  corrompen  con  su  ejemplo  la  masa  del  pue- 
blo— la  abruman  con  sus  gastos — la  humillan  con  su  arrogancia 
— la  exasperan  con  sus  injusticias — y  la  precipitan  en  revolucio- 
nes ;  por  estas  consecuencais  es  mala  ]a  Monarquía,  nó  porque  un 
hombre  solo  mande. 

La  ventaja  del  Gobierno  de  uno  solo  es,  que  lo  que  el  Go- 
bernante manda  se  hace;  pero  tiene  la  desventaja  de  no  saber 
siempre  el  Gobernante  lo  que  manda,  porque  no  puede  verlo  to- 
do— Las  providencias  del  Soberano  recaen  en  último  resultado, 
sobre  la  Economía:  esta  pide  ojos  por  todas  partes,  y  el  Sobera- 
no no  ve  smo  las  pinturas  que  el  interés  de  cada  Ministro  le  pre- 
senta .  Si  las  observaciones  no  pertenecen  al  que  juzga,  dirá 
que  falla  ó  halla;  pero  nó  que  ES — dará  su  parecer,  salvando  su 
conciencia;  pero  no  podrá  decir  que  es  JUSTO.  Se  cree  que 
el  sistema  Republicano  está  sujeto  á  los  mismos  inconvenientes,  en 
esta  parte;  pero  es  porque  no  se  advierte  que  su  Administración 
es  Monárquica — todavía  no  se  ha  pensado  en  darle  la  organi- 
zación que  le  es  propia . 

Segundo . 

El  hombre  no  es  admirable  porque  hace  cosas  grandes,  si- 
no porque  nació  para  hacerlas — se  admira  en  él  una  fuerza  que 
no  aplica,  y  se  le  tributan  elojios  después  de  haberla  aplicado: 
el  vulgo  ensalza  las  obras  y  el  sabio  los  talentos .  ¿  ¡  Cuantos  he- 
chos extraordinarios,  no  se  deben  á  la  casualidad  ó  á  la  imita- 
ción?!. .  .  ¿¡Cuantas  acciones  comunes,  no  pasan  á  la  posteri- 
dad como  prodijios  de  valor  ó  de  injenio?!  ¿¡Cuantas  no  se  re- 
comiendan solo  por  aparecer  agregadas  al  número  de  las  que 
han  hecho  la  celebridad  de  un  hombre?! 


122 


Bonaparte  no  fué  Grande  porque  se  hizo  Emperador,  sino 
porque  obró  como  tal  sin  serlo.  Olvidó  que  palabras  no  son 
cosas — pensó  imponer  mas  respeto  con  insignias  ajenas  que  con 
propias — cubriendo  su  uniforme  militar  con  un  manto — ocultan- 
do sus  laureles  bajo  una  corona — y  envuelto  en  la  densa  niebla 
que  exhala  el  palacio,  se  apareció  entre  sus  compañeros  de  ar- 
mas creyendo  aterrarlos ...  ¡  qué  mal  pensó !  .  .  ¡  Sorpresa !  nó 
admiración  fué  el  efecto  que  produjo  en  ellos  el  disfraz.  Desde 
aquel  momento  dejaron  de  citar  sus  victorias,  de  ensalzar  sus  vir- 
tudes, de  admirar  su  talento,  de  recordar  sus  servicios,  todo  fué 
sumisión,  rendimientos,  vasallaje.  .  en  su  presencia!  y,  despre- 
cio en  secreto. 

Ni  el  pueblo,  por  quien  APARENTABA  SACRIFICARSE,  ni 
el  compañero,  á  quien  colmó  de  honores,  ni  el  amigo,  que  llamó 
á  gozar  de  su  fortuna.  .  .  ninguno  satisfizo  sus  deseos:  todos  ol- 
vidaron al  Primer  Cónsul  por  el  Emperador,  y  al  Emperador.  .  . 
cada  uno  por  sus  opiniones  ó  por  su  conveniencia. 

No  contento  con  la  alta  reputación  que  le  habían  dado  sus 
servicios,  creyó  adquirir  otra  mas  brillante  en  el  trono:  sus  ami- 
gos le  acompañaron  hasta  las  gradas,  y  allí  lo  entregaron  á  la 
turba  de  cortesanos  que  lo  esperaba:  los  busca  en  el  tumulto  y  no 
los  ve, —  los  llama  y  se  le  excusan,  ó  se  le  presentan  como  vasa- 
llos, ....  hace  cuanto  puede  por  recobrar  sus  derechos  al  amor 
de  los  Franceses,  y  los  encuentra  indiferentes.  En  tal  estado  de 
abandono,  advierte  que  ya  no  reina  en  los  corazones,  se  desespe- 
ja, y  para  ocultar  su  sentimiento  dice,  lo  que  el  Emperador  Ca- 
lígula . 

Poco  importa  que  me  aborrezcan 
con  tal  que  me  teman. 

Así  se  precipitan  los  hombres,  así  se  pierden .  Piense  Bo- 
lívar (y  piense  con  tiempo)  como  Napoleón  debió  haber  pen- 
sado . 

Tercero . 

El  hombre,  obrando  para  los  demás,  debe  obrar  para  sí; 
ni  los  ha  de  sacrificar  ni  sacrificarse  por  ellos — del  propio  honor 
solo  los  insensatos  prescinden .  Prívese  de  su  reposo  por  servir- 
los, abandónese  su  caudal ...  su  persona  si  es  menester ;  pero  no 
su  gloria — por  esta  se  sacrifica  todo^. 


123 


Hacer  cada  individuo,  en  favor  del  cuerpo,  lo  que  esté 
en  sus  facultades,  es  un  deber  social:  de  todo  puede  desprenderse, 
menos  de  su  reputación — á  todo  puede  ofrecerse  menos  á  des- 
mentir su  carácter. 


Un  hombre  que  ha  trabajado  tanto  por  abolir  la  monar- 
quía. .  ¡¿tendrá  valor  para  restablecerla!?  El  que  ha  decla- 
mado tanto  contra  los  vicios  de  la  Corte.  .  ¡¿se  atreverá  á  for- 
mar una — y  á  formarla  para  sí!? — ¿Podrá  razonablemente  ase- 
gurar que  la  suya  será  de  otra  especie? — ¿qué  no  ha  de  dejene- 
rar?  ¿qué  sus  sucesores  serán  todos  buenos — ó  se  sujetarán  á  la 
constitución  que  se  les  dé? 

«Conviene   hacer  un  sacrificio» 

(responde  enternecido) 

t?  formalizándose   continua 
«En   la   opinión   del   VULGO,    pasaré   por   inconsecuente 
— por  ambicioso — por  traidor.  .  .  . 

«Los  POLÍTICOS  me  aprobarán 

á  mas  de  que.  .  . 

«La  parte  sana! 

interrúmpasele 
Dígalo  de  una  vez, 
quiero  hacerme  Rey  por  darme  IMPORTANCIA 

Para  todo  se  divide  el  Pueblo  en  dos  partes — Sana  es  la 
que  aprueba,  y  la  que  desaprueba.  .  .  .  VULGO. 

El  que  se  toma  un  trabajo  que  le  gusta,  se  queja  porque  lo 
compadezcan,  y  siempre  tiene  por  HEROÍSMO!  el  haber  despre- 
ciado lo  que  le  importaba  poco,  ó  le  era  indiferente. 

Nó.  .  .  .  !  Bolívar  debe  despreciar  al  verdadero  vulgo,  y 
aparecer  Grande  ante  los  hombres  verdaderamente  sensatos 
Observe,  que  así  como  en  todas  las  producciones  se  descubre  la 
influencia  del  clima,  así  las  acciones  reciben  un  carácter  de  las 
circunstancias  en  que  se  han  hecho. 

«Casarse  con  una  mujer,  aburrida  de  ser  soltera 
«Comprar  por  poco  dinero  una  alhaja,  que  se  vende  por 
necesidad — »hacerse  heredero  de  un  rico,  que  busca  á 


1L'¿ 


quien  dejar  su  caudal»  no  prueban  ni  amor,  ni  sagaci- 
dad, ni  derecho. 

Las  revoluciones  políticas  como  las  materiales  tienen  3  épo- 
cas— Perturbación,  reacción  y  continuación 

En  la  1  ?  un  ájente  superior  vence  las  fuerzas  de  asociación 
y  turba  el  orden 

En  la  2a  las  partes  vencidas  retroceden  hacia  un  centro  de 
reunión,  forman  un  conflicto,  y 

En  la  3a  restablecen  su  curso,  ó  toman  el  que  la  fuerza 
mayor  íes  determina . 

Siempre  con   alteraciones 
notables   si   los   ajentes   son   conocidos,    ó   imperceptibles   si 

no  lo  son 

« 

En  este  estado,  las  razones  del  nuevo  orden  se  explican  por 

conjeturas,  y  porque  no  es  posible  asignar  causa  á  cada  efecto, 

todo  junto  se  llama  CASUALIDAD. 

¿Quien  dirá  fundadamente  POR  QUE,  las  partes  de  la  mis- 
ma masa  obran  en  otros  lugares  y  de  otros  modos?  Pero  lo  que 
todos  creen  es,  que  las  nuevas  funciones,  por  importantes  que 
sean,  no  arguyen  mérito  sino  FORTUNA. 

La  historia  de  las  revoluciones  nos  cita  el  ejemplo  de  un 
Pescadero  Regatón,  llamado  Mazanielo,  que  se  hizo  Rey  en 
una  ciudad  ele  Italia:  de  la  plaza  del  mercado  subió  al  trono,  y 
reinó  por  espacio  de  \  9  dias . 

No  hace  muchos  años  que  Napoleón  Bonapaiie  fué  Em- 
perador de  los  Franceses:  de  Paris  pasó  á  Milán  á  hacerse  Rey 
de  Italia,  y  los  Italianos  lo  obligaron  á  velar  durante  la  noche, 
en  la  Iglesia,  una  corona  que  dicen  ser  la  de  Constantino,  con  el 
mismo  clavo  de  la  pasión  que  le  hizo  poner  santa  Helena  y  que 
por  la  rareza  guardan  en  la  ciudad  de  Mons  para  coronar  á  sus 
reyes . 

¡Napoleón!.  .    velando  las  armas  como  D.    Qujiote!! 

¡Un  Jeneral  Republicano,  que  pasó  el  puente  de  Areola 
atravesando  una  lluvia  de  balas,  por  ganar  un  puesto  á  los  sol- 
dados  del    Rey...     ¡arrodillado   ante   las   insignias    Reales!!!! 

¡Qué  ejemplo  TAN  GRANDE  de  la  pequenez  del  hombre! 
(y  Bolívar  lo.  presenció) 


125 


Allí  debió  ver  que  el  trono,  sin  mudar  de  lugar,  es  para  los 
hombree  medianos  un  ASCENSO,  y  que  los  Héroes  al  sentarse  en 
él .  .  .   descienden . 

José  Bonaparte,  hermano  de  Napoleón,  fué  Rey  de  Es- 
paña y  de  las  Indias 

Su  otro  hermano   Luis,   fué  Rey  de  Holanda 

Su  otro  hermano  Jerónimo — Rey  de  Westfalia 

Su  cuñado  Murat — Rey  de  Ñapóles 

Su   Entenado  Beauharnais — Virey  de  Italia 

Su   Tio    Feche — Cardenal.  .  .    y   poco   le   faltó    para 

ser  Papa . 
San  Napoleón,   desconocido  en  Francia,   echó  del  al- 
manaque á  San  Roque  y  se  puso  en  su  lugar 

Duraron  todos  mas  de  1 9  dias¡»  en  el  trono ;  pero  Murat 
murió  fusilado — Napoleón  murió  preso  en  un  islote  enmedio  de 
los  mares — y  los  demás  escaparon  por  milagro . 

El  jeneral  Moreau  fué  un  militar  distinguido,  tanto  ó  mas 
que  Napoleón — considerado  por  su  patriotismo — amado  de  sus 
compatriotas — y  respetado  hasta  de  los  enemigos  que  habia 
vencido .  Napoleón  lo  desterró,  y  desde  los  Estados  Unidos 
volvió  á  Europa,  á  ayudar  á  los  Reyes  del  Norte  á  conquistar 
la  Francia:  murió  en  la  guerra,  y  todo  el  honor  que  le  hizo  Ale- 
jandro Emperador  de  Rusia  fué,  una  tumba  muy  sencilla,  em- 
butida en  una  pared  del  templo  Católico  Romano  en  Peters- 
burgo . 

¿Qué  hombre  imparcial  no  creerá  que  la  intención  de 
Moreau  fué  solamente  destronar  á  Napoleón?  pero,  ¿quien  ha- 
rá creer  á  los  pueblos  que  no  fué  un  traidor?.  .  .  .  ¿quien 
interesará  la  pluma  de  la  historia  en  defenderlo? — ni  ¿quien  se 
atreverá  á  esperar  que,  en  lo  venidero,  haya  quien  io  defienda .  .  . 
cuando  sus  contemporáneos,  cuando  sus  amigos  mismos  han  ca- 
llado?—  Napoleón  pudo  privarlo  de  sus  derechos  militares  y  ci- 
viles; pero  nó  del  honor  de  ser  uno  de  los  hombres  NOTABLES 
de  la  Revolución.  El  habia  escrito  su  nombre  en  aquella  lista. 
con  su  ESPADA,  y  con  ELLA  MISMA  vino  á  borrarlo — desmintió 
su  carácter,  y  perdió,  para  siempre,  la  consideración  mas  bien 
merecida . 

¿Quien  ignora  que,  á  la  última  época  de  las  revoluciones, 
llegan  los  hombres  cansados,  como  después  de  una  larga  jorna- 


12Í5 


da? — cQue  su  deseo  es  reposarse  solamente  sea  del  modo  que 
fuere? — ¿y  °lue  el  Pueblo  se  abandona  en  manos  de  sus  caudi- 
llos?— ¿que  entre  estos  se  levanta  uno,  ofreciéndose  á  conser- 
varlos todos  en  sus  puestos,  si  lo  reconocen  por  Rey? 

Supóngase  Bolívar  en  la  difícil  circunstancia,  en  la  dura 
alternativa,  de  abandonar  la  parte  de  América  que  ha  emanci- 
pado, ó  de  hacerse  Rey  de  ella  por  conservarla — supóngase  que 
los  Monarcas  Europeos,  por  una  parte,  lo  obligan  á  decidirse,  y 
que  por  otra,  los  Jenerales  Americanos  le  instan  para  que  acepte 
la  dignidad  Real — supóngase  mas .  .  .  que  los  Pueblos  le  rue- 
gan con  ella .... 

En  lugar  de  ceñivse  corona,  póngase  un  sombrero  de  viaje: 
en  lugar  de  empuñar  cetro  tome  un  bastón,  y.  .  .  A  PIE.  .  .  retí- 
rese Bolívar  en  silencio;  dejando  sobre  su  mesa  espada,  espole- 
tas, banda,  y  un  papel  efi  que  se  lea  lo  siguiente 

«Toda  mi  vida  útil  la  he  empleado  sirviendo  á  mi  país — 
«su  Independencia  Política  fué  mi  primer  objeto,  y  lo  conseguí — 
«emprendí  la  obra  de  su  Libertad  Civil,  y  por  todo  fruto  de  mis 
«primeros  y  de  mis  segundos  servicios,  no  he  recavado  sino  IN- 
«SULTOS  Y  amenazas — he  expuesto  mi  vida  mas  veces  entre 
«mis  compatriotas,  que  al  frente  de  sus  enemigos — Se  me  pide 
«por  último,  el  sacrificio  de  mi  gloria.  .  Ese,  no  lo  haré  por 
«NADA  ni  por  NADIE — Corónese  un  Europeo — corónese  un 
«Americano — á  falta  de  uno  ú  otro,  corónese  la  parte  influyente 
«—ó  corónese  el  Pueblo  en  masa .  Yo  me  retiro  mas  honrado 
«y  mas  glorioso,  que  si  hubiera  hecho  al  Globo  independiente 
«del  Sol. 

¡Haber  creado  la  Repúblira  y  deberla  abandonar!  ser  ne- 
cesarios sus  servicios,  y  no  poderlos  ofrecer!  es  cruel  situación, 
sin  duda,  para  un  corazón  sensible  y  jeneroso:  pero  el  amor  y 
el  deber  se  asocian  raras  veces — La  moderada  ambición  de 
Washington  convenia  con  el  estado  de  las  Provincias  Unidas  del 
Norte- América :  ni  los  Soberanos  pensaban  en  proponer  Monar- 
quía, ni  los  Pueblos  podían  sufrirla  —  Washington  pu- 
do dar  pruebas  de  desprendimiento;  pero  nó  de  jenerosidad — 
Bolívar,  por  una  feliz  casualidad,  puede  probar  uno  y  otro:  sea 
Grande,  ó  permita  que  su  Defensor  lo  sea  por  él. 

A  los  ojos  del  filósofo,  Alejandro  de  Macedonia  no  fué 
Magno  por  sus  conquistas,  sino  por  haber  elevado  la  virtud  de 
la  Confianza  al  grado  mas  sublime.  Debia  temer,  y  desear 
vengarse   de   Filipo ;   pero  prefirió  -  morir,    antes   que   ofender      la 


127 


amistad  con  una  sospecha,   ó  ver  al   amigo  humillado  por  una 
traición . 

El  Defensor  de  Bolívar,  entregándole  con  una  mano  el 
Proyecto  de  coronación  de  que  lo  acusan,  con  la  otra  recibe  el 
cáliz  amargo  de  Sarcasmos  que  le  presentan  los  que  creen  inútil 
su  defensa.  Ellos  juzgan  por  las  debilidades  de  las  almas  co- 
munes— él  confia  en  las  virtudes  de  su  CLIENTE . 

Bolívar  no  puede  haber  olvidado  las  máximas  que  han  pre- 
sidido en  sus  consejos,  y  reglado  su  conducta  pública 

«Solo   los  filósofos  son   inmortales,   porque  viven   en   los 
corazones ....    La   gratitud  de   los  Pueblos   es   la 

GLORIA   ETERNA   DE    LOS    HÉROES    PROFANOS. 

«Los   guerreros,   los   conquistadores  y   los   Reyes  se   se- 
pultan en  los  libros  .  a 

SEGUNDA  PRUEBA 

Propuso  el  Libertador 
una   Constitución  Monárquica   á   las  Repúblicas 

VlTALICISMO ¡  qué   escándalo ! 

Los  que  no  han  pensado  bien  en  la  naturaleza  de  una  cosa, 
jeneralizan  por  la  propiedad  que  tienen  presente — ó  por  la  que 
conocen  mejor — ó  por  aquella  especie  de  acción  que  les  convie- 
ne elojiar  ó  vituperar. 

Los  juicios  se  resienten,  casi  siempre,  de  las  circunstancias 
en  que  se  hacen,  y  de  los  sentimientos  del  juez — porque  un  ob- 
jeto hace  olvidar  otro — y  porque  las  fuertes  impresiones  dominan 
las  débiles. 

Se  halla  un  observador  (por  ejemplo)  entre  niños,  y  se 
enternece  de  gozo  al  ver  la  inocencia ...  en  aquel  momento  es- 
tá muy  cerca  de  creer  á  todo  el  jénero  humano  inocente. 

Se  halla  entre  jóvenes,  y  no  considera  sino  mobilidad  y 
destreza.  .  .  .  cuantos  encuentra  al  salir  le  parecen  ajiles  é 
mjeniosos . 

Se  halla  entre  hombres,  y  admira  el  juicio.  ...  le  parece 
que  en  el  mundo  no  se  cometen  disparates. 


i  38 


Entre  viejos,  lo  edifica  la  prudencia.  ...  le  parece  ver 
á  todos  los  hombres  sentados  pensando. 

Visita  un  hospital,  y  le  pesa  el  haber  nacido ...  se  encuen- 
tra en  un  festin,  y  se  felicita  de  ser  hombre . 

Se  vé  en  trabajos  y  quisiera  morir.  .  .  .  goza  de  convenien- 
cias, y  quisiera  ser  eterno . 

Pueblo!.  .  .  ¡que  palabra  tan  jenérica! — en  lo  material 
es  una  colección  de  hombres;  pero  abstractamente  es  el  conjun- 
to de  todas  las  facultades,  propiedades  y  funciones  individua- 
les. El  moralista,  como  el  pintor,  puede  hacer  un  personaje 
compuesto  de  todo  lo  malo,  ó  de  todo  lo  bueno  que  hay  en  el 
hombre — puede  hacer  un  Apolo  ó  un  Sátiro,  una  Venus  ó  una 
Furia . 

El  que  no  considera  al  hombre  sino  por  un  aspecto,  cono- 
cerá una  de  sus  figuras ;  pero  nó  todas  las  que  constituyen  su 
forma.  Si  un  Gobernante  pone  la  mira  en  una  sola  propiedad 
del  pueblo,  tropieza  con  los  demás — el  tino  para  mandar  no  se 
adquiere  con  estudios;  aun  siguiendo  punto  por  punto  las  indica- 
ciones de  un  maestro:  los  estudios  no  sirven  sino  para  afinar  lo 
que  la  naturaleza  dio  en  bruto — y  no  se  apele  á  libros  de  polí- 
tica; las  aplicaciones  son  del  criterio  del  juez:  en  tal  ocasión 
convendrá  ajitar  y  hasta  irritar  una  pasión,  que  en  otra  será  ne- 
cesario calmar  ó  SUFOCAR. 

En  tanto  que  los  conocimientos  del  estudiante  no  estén  ai 
nivel  del  tratado  que  lee ...  .  en  tanto  que  sus  ideas  no  se  enmol- 
den  sobre  las  del  autor.  ...  en  vano  se  cansa:  para  amoldar  es 
necesario  fundir;  y  aunque  el  entendimiento  sea  un  crisol,  desti- 
nado á  fundir  ideas,  hay  ciertas  cabezas  en  que  las  ideas  mas 
fusibles  parecen  refractarias . 

La  política  es  como  la  medicina .  Antes  se  graduaba  un 
estudiante  con  los  aforismos  de  Hipócrates,  sin  entenderlos — 
hoy  debe  saber  por  qué  se  establecieron  los  aforismos,  y  ser  ca- 
paz de  someterlos  á  su  crítica  para  ser  médico,  aunque  no  se 
gradué — Del  mismo  modo,  antes  era  político  el  que  habia  leido 
á  Aristóteles,  ó  visitado  algunas  Cortes — ahora  debe  pensar  mu- 
cho en  lo  que  Aristóteles  dijo,  para  ser  político;  aunque  no  sal- 
ga de  su  casa.  El  médico  ha  de  ser  hoy  filosófico-fisico,  y  el 
político.  .  .  .  TODO,  porque  la  ciencia  de  la  sociedad  se  compo- 
ne  de   todos   los   conocimientos   de   todos   los   movimientos,   y   ds 


129 


tudas  las  relaciones  del  hombre.  Sin  ser  profesor  de  cada  cien- 
cia, debe  tener  noticias  de  todas,  el  médico  y  el  político  han  de 
poder  ser  autores. 

¿  ¡  Cuantos  enfermos  curables  no  han  echado  al  otro  mun- 
do los  libreros,  por  haber  vendido  libros  á  quien  no  los  entendía — 
y.  .  .  ¡cuantos  males  no  han  hecho  á  la  sociedad  por  lo  mismo?! 
■ — ¿  i  cuantos  jóvenes  no  andan  por  las  tertulias  y  aun  por  las 
calles,  insultando  al  buen  sentido  y  á  sus  mayores,  confiados  en 
un  Iibrito  que  leyeron  de  priesa — ó  en  las  leccione:  abreviadas 
de  un  curso?!  (tal  vez  copiadas,  en  gran  parte  del  cuaderno 
de  un  colega)  Es  menester  decirles  que  los  autores,  en  ciencias 
de  aplicación,  dirijen  sus  libros  á  los  inteligentes,  y  que  los  pro- 
fesores de  las  mismas  ciencias,  cuando  abren  curso,  cuentan  con 
un  fondo  de  ideas  en  sus  discípulos — á  la  aula  de  Astronomía, 
no  deben  entrar  los  que  estén  aprendiendo  la  tabla  Pitagórica, 
ni  á  la  de  ciruiía  los  que  no  hayan  disecado . 

VlTALICISMO ! 

Al  o¡r  esta  terrible  voz.  se  estremecen  las  jentes .  Unos 
¡con  un  ceño  airado,  prorrumpen  en  imprecaciones — insultan  al 
¡que  la  pronuncia — y  se  despiden  por  no  contestarle.  Otros  em- 
prenden una  disertación  dividida  en  3  partes,  ITURBIDE,  NA- 
POLEÓN y  Cesar — arrastran  en  el  camino,  con  cuantos  USUR- 
JPADORES  menciona  la  historia,  y  concluyen  afirmando  que  Bo- 
lívar los  toma  por  modelo — se  les  quiere  responder  y  se  ahogan 
de  cólera,  amenazando  con  el  Gobierno.  Otros,  hacen  un  jesto 
de  desprecio — mudan  de  conversación — ó  guardan  silencio. 
;  Otros,  afectando  tranquilidad,  se  rien  y  se  preparan  para  reir 
mas,  satisfechos  de  las  razones  con  que  van  á  aterrar. 

«¿Qué  se  puede  alegar  en  favor  de  semejante  simpleza?» 
« — Diga   U.    lo   que  quiera»    (dicen   apoyándose   en   los   codos 

para  esperar  el  ataque)    «A  ver.  .  .  .    diga  U. — empiece  U. ■ 

«veremos  lo  que  U.  dice  contra  lo  que  dice  el  Sr.  D.  Fulano» 
«U.  no  ha  de  saber  mas  que  él — lo  que  sé  decir  es,  que  Bo- 
«lívar  es  un  ambicioso;  y  de  aquí  no  me  saca  nadie.» — «Há- 
lleme U .  de  otra  cosa,  porque  en  eso  no  convendré  jamas» 
( — «tengo  mis  razones,  y  solo  un  hombre  apasionado  ó  insensato 
«puede  resistir  á  ellas» 

«A  veces,   el  contendiente  se  incomoda,   y  le  responde, 
«pues  si  no  es  U.    sino  el  Sr.    D.    Fulano  quien  lo  dice,  vaya 


¿30 


«U .    á  preguntarle  lo  que  ha  de  responder  cuando  le  arguyan,  y 
«vuelva  U .    cuando  quiera» 

Se  traba  una  disputa  sembrada  de  incivilidades  que  dege- 
neran, por  lo  regular,  en  desvergüenzas,  y  se  acaba  con  la  ene- 
mistad . 

Pero  hay  muchos  hombres  de  juicio  que  DISCUTEN,  con 
estos,  la  conversación  toma  el  tono  que  corresponde  á  la  materia; 
aunque  estén  prevenidos  contra  ella:  con  estos  se  puede  discurrir 
porque  la  verdad  no  los  ofende .  A  estos  se  ha  hecho,  mas  de 
u»a  vez,  la  pregunta  siguiente. 

«¿Por  qué  en  Francia  no  se  habló  tanto  contra  Napoleón, 
como  se  habla  contra  Bolívar  en  A.mérica?» — y  su  respuesta  ha 
sido .  .  . 

«Porque  los  Franceses  tienen  mas  experiencia  política  que 
nosotros,  y  porque  está'n  menos  desocupados» 

Hablemos  con  estos  hombres — los  demás  escucharán .... 
si  quieren. 


Los  conocimientos  se  dividen  en  teóricos  y  en  prácticos ; 
y  la  teórica  no  es  sino  el  conjunto  de  preceptos  dados  por  una 
experiencia  consumada — teórica  sin  práctica  es  pura  fantasía. 

En  la  aplicación  hay  dos  modos  de  proceder — uno  jenéri- 
co  y  otro  específico — este,  con  sus  variedades . 
La  física  es  jeneral  ó  particular 

y  la  química,  lo  mismo 
La  metafísica  es  natural  ó  artificial 
y  la  lójica,  lo  mismo . 

Y  en  cada  ramo  de  la  aplicación  hay  subdivisiones  que 
corresponden  á  las  divisiones  principales .  .  .    ejemplo 

La  Agricultura,  que  es  un  ramo  fisico-químico,  tiene  en 
sus  aplicaciones,  otras  tantas  divisiones,  cuantas  especies  de  plan- 
tas análogas  se  cultivan,  y  cuantos  son  los  terrenos  donde  se  em- 
prende la  cultura . 

La  tintura,  que  es  una  parte  de  la  química  manufacturaría, 
ó  un  ramo  químico-físico,  se  divide  en  otros  tantos  principios, 
cuantas  materias  análogas  se  tiñen,  y  cuantas  substancias  colo- 
rantes se  aplican  para  obtener  el  tinte 

en  política  es   lo   mismo 


31 


Los  principios  por  ios  cuales  (como  se  ha  dicho)  se  toman 
medidas  jenerales,  para  asegurar  el  buen  éxito  de  una  empresa, 
TRATANDO  CON  HOMBRES,  forman  un  cuerpo  de  doctrina  inde- 
terminado . 

El  carácter  del  jénero  humano  en  sociedad,  es  su  objeto ; 
pero  al  aplicar  los  principios  jenerales  á  una  especie  de  hombres, 
con  respecto  al  estado  de  sus  costumbres,  y  al  lugar  que  ocupan, 
se  siente  la  necesidad  de  variar  el  proceder . 

¿por  qué  no  diremos.  .  . 
Política  jeneral  ó  particular?  y 
Política  natural  ó  artificial?.  .  . 

Raciocina  un  hombre,  sin  saber  que  raciocina,  y  llama  su 
lójica  NATURAL — advierte  que  raciocina,  y  la  llama  ARTIFI- 
CIAL .  Toda  la  diferencia  consiste  en  saber  ó  no  saber  lo  que 
se  hace — no  puede  saberlo  sino  pensando — y  lo  que  lo  obliga  á 
pensar  es,  la  variedad  de  aplicaciones  que  se  ofrecen  en  la  prác- 
tica: variar  un  modo  de  proceder  no  es  derogar  los  principios 
fundamentales  sino  modificarlos — y  el  camino  de  la  perfección 
se  compone  de  modificaciones  favorables .  Si  son  ó  no  favora- 
bles estas,  es  la  cuestión .  No  se  trata  del  Rey  Electivo  de 
Polonia  ni  del  Cónsul  Vitalicio  de  Francia,  aunque  sea  Electivo 
y  Vitalicio  el  Presidente  que  aconseja  Bolívar.  La  Constitu- 
ción hace  una  gran  diferencia,  porque  no  es  ni  la  de  los  Polacos 
ni  la  de  los  Franceses — el  suelo  hace  otra  gran  dfierencia,  por- 
que la  América  del  Sur  no  es  ni  Polonia  ni  Francia — y  las  cos- 
tumbres hacen  otra  aun  mayor,  porque  los  hijos  de  los  Españo- 
les, en  América,  no  piensan  (ni  se  les  hará  pensar  nunca)  como 
los  descendientes  de  los  Sarmatas,  ni  como  los  de  los  Gaulos. 
A  mas,  el  Gobierno  de  Bolívar  es  provisional:  lo  que  no  era  el 
de  Polonia  ni  el  de  Francia — La  América  del  Sur  no  puede  go- 
bernarse como  la  del  Norte,  ni  esta  como  la  Isla  de  Haiti,  ni  es- 
ta como  la  Francia,  ni  la  Francia  como  la  Inglaterra:  hagan  los 
hijos  de  los  Españoles  como  lo  que  han  hecho  los  Ingleses,  los 
Franceses,  los  Angloamericanos  y  los  Negros  de  Santo  Domin- 
go; adaptar  sus  Instituciones  á  su  suelo,  á  su  situación  y  á  su 
jente — no  les  cedan  en  discernimiento . 

Presidencia    Vitalicia! 

¡Qué  impropiedad  en  una  República! 


132 


Si  las  frecuentes  elecciones  de  Presidente,  en  los  Estados 
Unidos,  no  ocasionan  disturbios,  es  porque 

el   Gobierno  reposa  sobre  el   PUEBLO: 

en  el  resto  de  la  América 
El  Pueblo  reposa  sobre  el  GOBIERNO 

¡Quien  podrá,  sin  tacharse  de  inconsiderado,  pedir  un  mis- 
mo modo  de  proceder  en  las  dos  partes,  solo  porque  el  Gobierno 
lleva  en  ambas  el  mismo  nombre? — En  los  Estados  Unidos  no 
habia  un  hombre  (excepto  los  esclavos  de  Virjinia)  que  no  tu- 
viese ideas  de  la  Independencia  Social;  todos  habían  gozado  de 
ella  en  Europa;  y  los  que  nó,  habian  venido  buscándola.  Unos 
por  ser  Independientes,  y  otros  por  SERLO  MAS,  habian  venido  á 
habitar  los  desiertos  de  América  ¿Sucedía  otro  tanto  en  las  Co- 
lonias Españolas? 

El  suelo  de  los  Estados  Unidos  está  sembrado  de  ideas  li- 
berales— cultivado  en  todos  sus  puntos,  por  manos  hábiles — y 
protejido  por  un  ambiente  de  Libertad  que  respiran  todos  sus 
habitantes;  abandonado  el  suelo  á  su  propia  acción,  es  incapaz 
de  adulterar  sus  producciones — el  Presidente  es  un  fruto  del  te- 
rruño: cada  Ciudadano,  cuando  habla,  sin  afectación  dice  Yo — 
en  la  América  del  Sur,  al  mas  estudiado  se  le  va  la  lengua,  y  di- 
ce MI  AMO:  en  los  Estados  Unidos  los  Empleos  son  casi  Conce- 
jiles— se  toman  como  una  carga — y  los  que  los  solicitan,  buscan 
en  ellos  un  medio  de  hacer  brillar  su  patriotismo,  y .  .  .  los  CO- 
NOCIMIENTOS con  que  lo  sostienen ....  entre  los  hijos  de  los 
Españoles,  se  busca  el  empleo  por  el  título  ó  por  la  renta,  como 
lo  veían  hacer  á  sus  padres:  allá  quieren  servir,  acá  quieren  re- 
presentar . 

Obsérvense  las  pequeneces .  En  los  Estados  Unidos  (y  es- 
to les  viene  de  los  Ingleses)  el  Presidente,  el  Ministro  y  todos 
los  Majistrados  se  llaman  por  sus  nombres — es  menester  saber 
que  están  empleados  para  distinguirlos  de  los  que  no  lo  están. 
Entre  nosotros,  se  renuncia  el  nombre  por  el  título;  y  asicomo 
los  Capuchinos  toman  la  ciudad  en  que  nacieron  por  apellido, 
así  los  empleados  olvidan  sus  familias  por  voces  de  recomen- 
dación . 

El  Señor  Ministro!  el  Señor  Tesorero!  el  Señor  Vista!  ai 
Señor  Portero!  y  para  empavesar  estos  últimos,  les  agregan  MA- 
YOR, porque  Vista  mayor!,  Portero  mayor!  dicen  algo  mas. 


133 

Con  franqueza:  en  un  prurito  tan  jeneral  ¿será  fácil  en- 
contrar muchos  que  no  se  rasquen?.  .  Una  de  las  máximas  políti- 
cas del  Libertador,  es  evitar  los  choques  que  esta  manía  debe 
producir,  porque  en  ellos  puede  peligrar  la  República . 

Todo  pasaje  súbito  de  un  estado  á  otro,  causa  un  sacudi- 
miento en  la  máquina  que,  por  algún  tiempo,  le  hace  ejecutar 
movimientos  desconcertados.  La  Francia,  al  pasar  de  la  su- 
misión del  vasallaje  al  ?oce  de  la  Libertad,  llegó  á  condenar  has- 
ta los  preceptos  mas  ce  muñes  de  la  cortesía ¡una  nación 

que  se  distinguió  siempre  por  su  amabilidad! — Por  costumbre. 
la  nobleza  Francesa  no  exijia  el  homenaje  que  tributaban  los 
Siervos  á  sus  antepasados,  en  tiempo  del  feudalismo;  aunque, 
en  realidad,  tuviesen  el  mismo  derecho  para  exijirlo  en  sus  Esta- 
dos: no  había,  por  consiguiente,  un  espacio  tan  grande  qué  sal- 
var, para  elevar  á  unos  y  abajar  á  otros,  al  nivel  la  igualdad 
civil — habia,  á  mas,  en  Francia,  milla»es  de  hombres  de  todas 
clases  que  la  educación  habia  traido  á  este  nivel,  sin  trabajo . 

Compárense  ahora  los  efectos  del  Republicanismo  en  Fran- 
cia y  en  América.  Esta  fué  siempre  un  pais  de  servidumbre, 
en  todas  las  esferas — solo  la  Polonia  y  la  Rusia  se  le  parecen ; 
y  todavía  tiene  la  América  la  desventaja  de  vivir  aun  bajo  el  ré- 
jimen  colonial,  y  de  fundar,  en  gran  parte,  sus  distinciones  en  la 
diferencia  de  colores  y  en  la  sucesión  de  las  razas .  Así  es,  que 
los  Americanos  han  pasado,  como  en  sueños, 

del  ESTUPOR  de  la  esclavitud,  al  DELIRIO  Republicano.  .  . 

la  ciega  SUMISIÓN  de  Siervo,  sin  preguntar  quien  manda- 
ba— ha  dejenerado  en  ARROGANCIA  de  Señor,  sin 
saber  quien  ha  de  obedecer . 

Se  quejaban  antes  de  no  ser  bastante  subditos,  y  para  estar 
mas  sujetos,  mendigaban  el  HONOR  DE  SERVIR — aho- 
ra, confundiendo  la  justicia  con  la  arbitrariedad,  á 
nadie  quieren  someterse,  á  nadie  quieren  respetar. 

El  último  ministril  de  una  oficina  los  mandaba  con  un  tono 
imperioso;  y  la  puntualidad  en  ejecutar  sus  órdenes,  se 
alegaba  por  mérito  para  pedir  otras  óredenes,  en  re- 
compensa— ahora,  el  suplicarles  que  cumplan  con  sus 
deberes,  es  un  despotismo^,  insoportable . 

Llamarlos  á  gritos,  en  las  calles,   por  boca  de   un   lacayo, 
era  señal  de  protección — citarlos  ahora  cortesmen- 
10 


134 


te  ante  un  juez,  darles  asiento,  y  oírlos  con  atención, 
es  un  acto  de  TIRANÍA. 

Antes  era  costumbre  el  presentar  memoriales  de  buena  le- 
tra, para  pedir  una  plaza  de  dependiente — ahora,  por 
haber  probado  adhesión  á  la  Independencia,  muchos 
esperan  en  sus  casas,  que  la  Patria  los  busque  para 
JEFES  de  un  Despacho;  aunque  no  sepan  escribir. 

Cuales  presos,  por  largo  tiempo  en  mazmorras,  el  solo 
nombre  de  SEGURIDAD  los  asusta — y  hasta  en  su  sombra 
misma,  ven  las  tinieblas  de  su  antigua  PRISIÓN . 


Como  la  Política  se  ha  comparado  con  la  medicina,  en 
este  tratado,  sígase  la  idea,  y  véase  en  lo  que  se  ha  dicho  sobre 
el  Vitalicismo,  lo  que  losf  médicos  dan  para  preparar  á  una  cura 
formal — calmantes  en  unos  casos,  y  tónicos  en  otros:  después  se 
establece  el  método  curativo ....  para  los  enfermos,  se  entiende 
(y  no  seria  menester  advertirlo)  Los  lectores  instruidos  están 
en  sana  salud . 

El  mal  de  la  América  es  inveterado .  Tres  siglos  de  ig- 
norancia y  de  abandono  en  el  Pueblo,  y  de  indiferencia  en  el 
Gobierno,  dan  mucho  qué  hacer  hoy,  á  los  que  emprenden 
instruir,  animar  y  poner  en  actividad.  De  todos  los  obstáculos 
que  tienen  qué  remover,  la  APATÍA  es  el  mayor . 

Los  Pueblos  no  han  sido  Monárquicos,  sino  Colonos,  es 
decir,  que  jamas  pensaron  en  Gobiernos,  sino  en  mantenerse  y 
obedecer .  Si  el  Señor  les  permitía  hacer  algo,  estaba  bueno — 
si  lo  prohibía,  estaba  bueno  también — y  si  no  les  decía  nada, 
estaba  mejor,  porque  tenían  menos  en  qué  pensar .  Viene  la 
Revolución,  3/  los  saca  de  la  inercia — Con  la  esperanza  de  ha- 
cer menos  que  antes,  y  de  llegar  á  ser  mejores  que  nadie,  por- 
que harían  menos  que  los  mas  desocupados  del  mundo,  se  to- 
maron el  trabajo  de  servir,  ó  de  ajenciar  servicios ...  sin  saber 
lo  que  era  la  República,  ni  con  qué  fin  se  intentaba  establecer. 
(Nadie  creerá  que  hay  jentes  pensando  todavía,  que  el  Rey  es 
un  hombre  y  la  Patria  una  mujer) 

Mientras  duró  la  guerra,  se  abstuvieron  de  pedir,  y  espe- 
raron con  paciencia,  porque  no  habia  qué  darles — cesa  la  gue- 
rra, y  piden  con  insistencia,  porque  han  esperado  mucho. 


135 


«¿Qué   pediremos?»    (se   preguntan   unos   á   otros) 

«Lo  que  nos  prometieron ...   es  claro 
«Y  ¿qué  nos  prometieron?» 

«DESCANSO    Y    CONVENIENCIAS» 

«Y   ¿en  qu¿  consiste  el  descanso — en  qué  las  conve- 
niencias?» 

«El  Descanso  consiste  en  vivir  sin  cuidados — 
«y  las  CONVENIENCIAS,  en  ser  todos  iguales  • — •  en 
«tener  todo  barato  ó  de  balde,  en  nó  pagar  de- 
«rechos,  tributos,  alcabalas,  ni  diezmos,  y  en 
«hacer,  como  nos  parezca,  lo  que  nos  dé  la  gana. 
«Y  ¿i  quien  pediremos  todo  eso? 

«Al  Gobierno ...   es  claro» 

Pidamos,  pues  ,> 

Empiezan  á  pedir 

los   Mineros,   fondos 

los   Emigrados,  empleos 

los   Patriotas,    recompensas 

los   Realistas,  perdón  ó  tolerancia 

los  Agricultores,   semillas  y  bueyes 

los  Artesanos,  materiales  é  instrumentos 

los   Comerciantes,   venta,   prohibiciones   ó   privilegios 

los  Abogados,  majistraturas 

las  Ciudades,   Colejios 

los   Colejios,   Universidades 

los   Estudiantes,   borlas 

los  Curas,   Canonjías 

los   Canónigos,  Obispados 

las   Catedrales,   Seminarios 

los  Viandantes,   caminos 

los   Frailes,  novicios  ó  secularización 

las   Monjas,  relajación  de  votor, 

y  cada  comunidad  sus  conventos  y  sus  rentas 

todo,   bajo  el  nombre  de   Protección   ó  de  FO- 
MENTO 

Los  soldados  quieren  ser  cabos 

los  Cabos,  Sarjentos 

los  Sarjentos,    &c.    hasta   Jenerales,    y 

los   Jenerales,   Presidentes 


136 


todo  por  escala 

€¡Si  sirvió  ó  no  sirvió!  (se  quedan  diciendo) 

«/Sí  es  guapo  ó  cobarde! 

4t¡Si  sabe  ó  no  sabe  mas  que  yo! 

«¡Como  militar  (dice  uno)  no  hay  que  objetar 

pero  ¡de  Político!  tanto  lo  entiende  él  como  yo, 

y .  .  .   c  quien  sabe  ? 

€¡De  político  (dice  otro)  pase;  pero  ¡de  militar! 
c  cuando  lo  ha  sido  ? 

«Vaya,  que  este  mundo  nadie  lo  entiende» 

Dejémonos  mandar — dejémonos  gobernar — así  sal- 
dremos . » 

Si  se  les  dice  que  esperen,  se  impacientan  y  murmuran — 
Si  se  les  rehusa,  se  irritan  y  maldicen — Explicaciones,  no  quie- 
ren; porque  unos  las  creen  inútiles,  y  otros  insidiosas.  .  . 

¡  Qué  situación  la  del  Gobierno ! 

Solo  animado  del  espíritu  que  suscitó  la  Revolución,  puede 
un  Militar  mantenerse  en  la  Silla  de  la  Presidencia.  La  aceptó 
como  un  honor  debido  á  sus  servicios;  no  creyendo  que  para 
mandar  paisanos,  fuese  menester  mas  valor  que  para  mandar 
soldados — pocos  días  después  advierte  lo  contrario,  y  cambiaría 
la  tranquilidad  aparente  de  una  pobre  ciudad,  por  la  incertidum- 
bre,  las  contrariedades  y  los  peligros  del  campo. 

«Pero,  alguien  ha  de  servir  (dice  entre  sí) — haré  lo  que 
pueda ...   no  faltará  quien  me  haga  justicia», 

y  empieza 

Ministros,  Secretarios,   Amanuenses,   Correos,  por  una  par- 
te— Amigos,   Confidentes,  Consejeros,  por  otra . 

Todo  el  dia  ocupado,  y  parte  de  la  noche.  .  .  . 

Visitas  de  inspección .... 

Audiencias  públicas  y  reservadas .... 

Viajes,  si  es  menester .... 

Nada  omite,  y  parece  que  todo  se  le  olvida .  .  . 

Todo  lo  emprende,  y  nada  consigue .  .  . 

1  odo  lo  pregunta,  y  nada  sabe .  .  . 

Hace  mas  de  lo  que  debe,  y  no  se  lo  agradecen .  .  . 

Urje  un  procedimiento,  y  no  halla  ley  que  lo  autorice 

Quiere  omitir  una  impropiedad,   y  se  le   atraviesa   una   ley 
que  se  la  manda  cometer 


137 


El  Congreso  lejisló  y  desapareció,  y  él  como  Presidente 
debe  sostener  lo  que  no  ha  dicho,  y  responder  de  lo 
que  haga  en  su  virtud. 

Mil  veces  preferiría  estar  al  frente  del  enemigo  (se  dice 
cada  noche,  al  acostarse)  .  El  sueño  le  hace  olvidar  los  pesa- 
res del  dia,  y  al  siguiente  emprende  sus  tareas,  con  el  mismo  vi- 
gor y  con  mas  esperanzas. 

Cuando  mas  satisfecho  está  de  sus  planes — cuando  ma3 
contento  con  los  que  le  rodean  y  lo  ayudan ...  un  anónimo 
aparecido  sobre  su  bufete,  le  denuncia  á  los  primeros  por  espías, 
á  los  segundos  por  traidores  y  á  él  lo  trata  de  ignorante,  de  in- 
moral, de  protector  de  Godos  &c. — Aquel  dia  no  come,  aquella 
noche  no  duerme. 

«Mudemos.  .  .   inquiramos.  .  .   disimulemos.  .  .  .   dejemos  el 

puesto,  ó  resignémonos  á  perecer  ó  á  quedar  mal . » 

En  este  momento  entra  su  paje  á  pedirle  órdenes  «A   las 

«tuyas  me  pondría  po   (quisiera  decirle)   sí  supieras  aconsejarme 

« — o  te  serviría  toda  mi  vida,  si  me  sacaras  de  aquí  con  honor. 

«Pero,  no  desmayemos:  en  los  grandes  trabajos  se  prueba 

«la  constancia — llámame  al  Secretario . 

Al  momento  se  le  presenta  cargado  de  papeles 
V .   E .  por  aquí — V .   E .  por  allí — y  á  cada  palabra  V . 
E .  — empieza  á  leer 

1°  7  pliegos  de  letra  menuda,  de  un  Cura  que  se  queja  del 
Gobernador  Eclesiástico 

2?  Licencia  absoluta  que  pide  un  Capitán,  porque  su  Coro- 
nel lo  arrestó 

3?  Un  Mapamundi  de  cuentas,  que  presenta  el  Administra- 
dor de  la  Aduana 

4?     Súplica  de  una  Viuda,  que  reclama  su  montepío 

5?  Un  escrito  de  bien  probado,  quejándose  de  la  parcialidad, 
de  la  venalidad,  &c.   de  todo  un  Tribunal 

6?  Una  Representación  firmada  por  40  negociantes,  pidien- 
do exención  ó  rebaja  de  derechos 

7?  El  Jefe  de  la  Escuadra,  que  protesta  abandonarla  si  no 
le  dan  víveres  y  pertrechos 

8?  Una  Vieja  que  acusa  á  un  Oficial  de  haber  seducido  á 
su  nieta 

9?  Otra  que  presenta  un  memorial,  pidiendo  una  limosna  que 
su  Sobrina  espera  á  la  puerta. 


138 

10?  En  esto  entra  un  ordenanza  con  un  gran  paquete  á  cues- 
tas. .  .  .   el  CORREO! 

11°  Un  Ayudante  anunciando  al  Cura  de  tal  Parroquia,  que 
viene  á  tener  el  honor  de  ponerse  á  los  pies  de  S .    E. 

1  2?      El  Jefe  del  Estado  Mayor 

13?      Dos  ó  tres  Jenerales 

14?      Diez  ó  doce  Amigos  ÍNTIMOS 

15°      ¡El  Sastre! 

¡Maldita  sea  la  Presidencia! 
(dice  p  hace  cerrar  la  puerta) 

Al  cabo  de  des  horas,  ya  no  es  un  Gabinete,  sino  un  basu- 
rero de  sobrescritos:  ni  20  lectores  bastarían  para  hacerse  cargo 
de  la  correspondencia,  ei  20  dias — Por  2  ó  3  se  recoje,  como 
ana  clueca,  á  empollar  cartas,  alimentándose  con  Gacetas:  las 
Extranjeras  le  dicen  mil  picardías,  y  las  de  su  pais  le  ponen  re- 
mitidos— unos,  contra  los  Prefectos,  porque  cobran  contribucio- 
nes—otros, contra  los  Administradores  del  Tesoro,  porque  no 
pagan  á  tiempo — otros,  contra  los  Obispos,  porque  no  dan  li- 
mosna— otros,  contra  los  Curas,  porque  no  entierran  de  balde — 
y  otros,  contra  él  mismo,  porque  manda  ó  consiente  las  injusticias. 

¡Válgame  Dios!  (dice,  por  no  maldecir  siempre)  .  No 
tienen  ellos  ía  culpa — Paciencia.  iQué  haré  para  dar  gusto  á 
todos  ?  .  .  .   Decretar . 

Llama  al  Secretario,  y  le  dice.  .  .  .   «Ponga  U.» — 

Pone,  y  de  las  providencias  no  hacen  caso.  .  .  . 

Reconviene,  y  se  le  quejan 

Los  manda  obligar,  y  se  resienten 

Todo  lo  hacen  ilusorio 

Lo  llaman  arbitrario,  déspota,  tirano .  .  . 

3?  se  ofrecen  á  desempeñar  mejor  el  puesto 

Dicen,  que  el  pobre  paga  el  lujo  del  Gobierno 

Preguntan  por  qué  el  Presidente  no  vive  como  los  demás, 
si  es  Republicano 

No  saben  en  qué  se  consume  tanto  dinero y  uno  in- 
terrumpe ...   en  el  banco  de  Londres . 

¿Y  habrá  quien  quiera  Gobernar? 
¿Por  qué  nó? 


139 

Hay  un  país  donde  se  entierran  las  viudas  vivas,  y  nunca 
falta  quien  se  case. 

Con  todo  se  familiariza  el  hombre — y  el  Majistrado  que 
se  oye  desaprobar  siempre,  se  acostumbra  á  no  hacer  caso.  Ci- 
ta la  resignación  del  Rey  de  Inglaterra,  y  á  todo  cargo  respon- 
de que  está  libre  en  conciencia;  sin  advertir  que  el  Rey  de  In- 
glaterra tiene  quien  lo  sostenga,  y  que  el  tener  la  conciencia  pura, 
es  buena  para  dar  cuenta  á  Dios,  nó  á  los  hombres. 

CONGRESO 

Aburrido  y  perplejo  el  Presidente  convoca  el  Congreso: 
fija  el  dia,  exhorta  al  principio  y  manda  al  fin  que  no  haya  fal- 
ta— Por  lo  mismo,  se  esmeran  en  faltar:  viajan  despacio,  se  de- 
tienen en  las  ciudades,  llegan  cuando  pueden,  y  empiezan  el  dia 
que  quieren .  En  las  Sesiones  muy  pocos  hablan,  aprueban  le- 
vantándose, y  á  veces,  por  no  dejar  el  asiento,  desaprueban, 
En  una  mañana  despachan  10  leyes,  y  las  que  no  entran  en  los 
3  meses  de  la  temporada,  se  quedan  fuera  para  después — hay 
tiempo.  Si  ocurre  algo  entretanto,  el  Presidente  proveerá,  y 
si  provee  mal,  se  le  hará  cargo,  ó  se  revocarán  sus  providencias . 


¿Quien  no  ve,  en  este  cuadro,  el  mal  de  que  adolecen  los 
pueblos  Republicanos — la  inutilidad  de  los  esfuerzos  que  hacen 
sus  Jefes,  por  remediarlo — y  la  necesidad  de  ocurrir  á  otros  me- 
dios para  no  perder  el  fruto  de  la  Revolución? 

A  dos  objetos  deben  dirijirse  los  remedios  que  se  dicten .  .  . 
á  los  NEGOCIOS  y  á  las  PRETENSIONES.  En  los  unos,  como 
en  las  otras,  se  ha  de  considerar,  que  ni  el  Pueblo  tiene  la  culpa 
de  ser  ignorante  y  pobre,  ni  el  Congreso  la  tiene  de  no  poder  ha- 
cer el  bien  que  desea — y  el  Presidente  la  tiene  menos,  de  no  po- 
der ejcutar  órdenes  que  no  tienen  sobre  qué  recaer  ó  recaen  mal 
— todas  las  faltas  pueden  reducirse  á  una .  .    diciendo, 

«En  lugar  de  las  Instituciones  es  la  opinión  pública,  esta 
«está  por  formar — y  nada  se  hace  por  instruir. 

Persuádanse  los  Jefes  del  Pueblo  que  nada  conseguirán  si 
no  instruyen .  Cuando  se  les  hace  esta  observación,  unos  res- 
ponden que  el  Gobierno  no  es  Maestro — y  otros,  que  para  for- 


140 


mar  un  pueblo  se  necesitan  siglos .      Ni  unos  ni  otros  reflexionan 
bastante,  y  no  reflexionan  porque  desprecian  la  advertencia. 

El  Gobierno  debe  ser  maestro 

y  para  formar  el  Pueblo  á  la  República 

necesita  cuando  mas  5  años 

No  este  el  lugar  de  exponer  las  razones  que  lo  obligan  á 
enseñar,  ni  de  presentarle  el  plan  de  enseñanza  que  debe  adop- 
tar. Solo  se  les  dirá  que — por  haber  visto  la  Instrucción  Repu- 
blicana como  objeto  secundario,  han  perdido  los  Jefes  mucho 
tiempo,  y  arriesgan  perder  el  que  les  queda. 

Con  universidades  no  se  hacen  fuertes  las  naciones,  ni  en 
el  rincón  de  un  Colejio  caben  todos  los  que  deben  aprender — 
Suponiendo  que  allí  se  enseñen  los  deberes  del  Ciudadano. 

Grandes  proyectos  de  ¡ILUSTRACIÓN!  al  lado  de  una 
absoluta  IGNORANCIA,  contrastarán  siempre  y  nunca  se 
asociarán — juntos,  hacen  un  MONSTRUO  SOCIAL.  Ordenes 
para  ejecutar  lo  imposible,  pueden  lisonjear  á  los  principios  por 
algunos  resultados  felices;  pero,  al  fin,  producen  desprecio  ó  DES- 
ESPERACIÓN .  No  lo  creen  así,  por  desgracia,  los  que  man- 
dan— piensan  que  con  DECRETOS  han  de  ilustrar  á  los  Pueblos, 
ó  (tal  vez)  conseguir  de  la  ignorancia,  lo  que  no  esperan  de  la 
razón:  el  Gobierno  muda  de  aspecto  á  cada  lejislatura,  y  á  ca- 
da nueva  Presidencia:  un  Jefe  puede  ser  consecuente  con  sus 
principios;  pero  la  Confianza  Pública  no  se  forma  por  la  vo- 
luntad del  Gobernante,  sino  por  lo  que  el  buen  suceso  de  sus 
providencias  hace  nacer — no  reposa  sobre  los  Ajentes  del  Go- 
bierno sino  sobre  el  sistema. 

Las  razones  especiosas  que  se  alegan  contra  estas  verdades, 
aparecen  con  el  siguiente  contraste .  .  . 

Desear  saber  una  lengua  extranjera,  sin  estudiar,  es  cosa 
muy  común,  y  pretenderlo  no  es  raro — «Señor  Profesor  (dice  un 
caballero  al  maestro)  Desearía  SABER.  .  .  el  Italiano  (por 
ejemplo)  :  pero  advierto  á  U .  que  no  quiero  ser  SABIO .  Mis 
«negocios  y  mi  edad,  no  me  permiten  aspirar  á  confundirme  con 
«un  Romano,  hablando ;  pero  me  contentaré . 

«con  leer  de  corrido.  .  .  . 
«con  traducir  sin  diccionario .... 
«con  seguir  una  conversación ....   y 
«con  llevar  mi  correspondencia.  .  .  . 
lo  demás  es  superfluo. 


141 


«He  estudiado  la  lengua  latina,  que  es  la  madre  de  todas 
«las  lenguas.  .  .  .  digan  lo  que  quieran  los  que  no  la  saben.  . 
«en  poco  tiempo  hablaría  la  lengua  que  se  me  antojase.  .  .  .  apli- 
cándome, se  entiende  &ct.  &ct.  Tengo  algunos  ratos  qué  dar 
al  Italiano,  porque  lo  necesito:  á  mas  de  que.  .  .  es  una  lengua 
«sabia,  y  muy  dulce  sobre  todo  en  boca  de  mujeres.  Vamos  ai 
«caso;  U.  tráteme  como  á  un  principiante;  pero  sin  gramáticas, 
«sin  reglillas;  porque,  como  he  dicho,  estoy  al  cabo  de  todo  eso, 
«y  seria  perder  mi  tiempo .  Entremos  en  el  fondo  de  la  lengua, 
«que  es  lo  útil — yo  tengo  mi  plan :  ya  verá  U .  que  no  soy  de 
«los  mas  torpes . 

¡No  es  nada  lo  que  pide  el  caballero! 

(dice  el  maestro  á  su  mujer,  que  ha  estado 
en  un  rincón,  escuchando  la  *propuesta . ) 

Lo  mismo  dicen  los  Gobernantes  á  sus  ministros. 
«No  queremos  hacer  un  pueblo  de  FILÓSOFOS.  .  . 
«Cultivemos  la  jente  DECENTE .  . 
«Como  tengamos  al  pueblo  quieto  y  ocupado, 

respetando  personas  y  propiedades 
obedeciendo  á  las  leyes  y  á  los  majistrados 
pagando  sus  contribuciones,  y 
defendiendo  el  pais 

«lo  demás  es  romance 

«bellas  teorías,  y  nada  en  la  practica 

«la  experiencia  ha  desengañado 

¡No  es  nada  lo  que  piden  los  señores! 

que    los   pueblos    obren    sin    saber   por    qué,    ni   para 

que  y  que  sepan  ¡sin  haber  aprendido! 

El  resultado,  en  cuanto  al  caballero  de  la  lengua,  es,  que 
después  de  haber  gastado  su  dinero  en  autores  clásicos  y  en  pro- 
pinas de  maestro,  sale,  al  cabo  de  algunas  visitas,  mascando  los 
verbos  auxiliares,  y  estropeando  un  par  de  diálogos. 

En  cuanto  á  los  señores  del  Gobierno  es,  que  después  de 
grandes  combinaciones  y  largas  vijilias,  cada  uno,  AL  FIN  DE 
SU  TEMPORADA,  deja  una  colección  de  decretos,  unos  revoca- 
dos, otros  recortados,  otros  enmendados,  y  muchos  de  los  vi- 
jentes  sin  efecto. 


Í42 


Considerando  esto — considerando  aquello —  y  consideran- 
do cuanto  hay:  menos  lo  que  se  debe  considerar — los  CONSIDE- 
RANTES pierden  el  tiempo  y  la  paciencia  y  los  CONSIDERADOS, 
la  esperanza. 

Con  una  sola  consideración  evitarian  el  estar  CONSIDERAN- 
DO á  cada  instante  sin  fruto. 

«CONSIDEREN» 

que  no  tienen  pueblo,  y  que  pueden  formar  uno  muy  bue- 
no, con  los  Niños  y  con  los  Jóvenes  que  se  pierden  en  las 
calles,  y 

ACABARAN  DE  CONSIDERAR 
r 
Si  no  lo  hacen   así,   el   considerando  que  tendrá   que  hacer 
el  último  Gobernante,  será.  .  .   el  de  la  MULA 

«CONSIDERANDO» 


Que  se  me  han  acabado  las  fuerzas 

2? 

Que  por  mas  que  quiero  andar,  no  doy  sino  tropezones 
He  venido  en  decretar  y  decreto 
1? 

Que  debo  echarme  con  la  carga 

2° 

Que  no  me  levantaré  si  no  me  la  quitan 

Los  Reyes  quedan  encargados,  bajo  responsabilidad  del 
cumplimiento  de  este  decreto — Circúlese  para  inteligencia  de  los 
interesados,  y  en  descargo  de  mi  conciencia. 


143 


«Nó!  (dirán  los  bien-intencionados)  «Nosotros  no  dare- 
«mos  jamas  tal  decreto:  hemos  trabajado  por  la  causa,  y  la  lle- 
garemos hasta  el  fin:  contamos  con  compañeros  que  no  nos 
«abandonarán:   respondemos  con  nuestras  cabezas!! 

Está  bien.  No  se  habla  de  servicios  que  no  pueden  ne- 
garse— no  se  trata  de  intenciones  que  deben  suponerse;  pero  se- 
rá permitido  dudar  del  buen  éxito  de  la  resistencia.  Los  Pue- 
blos no  piden  cabezas,  sino.  .  .    LIBERTAD. 

Hay  en  el  Istmo  de  Panamá  una  compañía  de  cargadores 
empleada  en  el  embarque  y  desembarque  de  mercancías .  Re- 
llenan los  barqueros  un  bote  de  cuantos  fardos  pueden,  por  hacer 
el  viaje  mas  lucrativo,  y  el  supercargo  lo  consiente  por  salir  de 
cuidados  cuanto  antes .  Al  llegar  á  la  rebentazon  de  la  ola  te- 
men zozobrar,  y  alijan  el  bote  echándose  acuestas  los  bultos  y 
nadando  hasta  la  orilla.  «¡Cuidado!»  (grita  el  interesado) 
«ese  fardo  contiene  cosas  preciosas!»  «No  hay  cuio,  mi  amo 
(responde  el  cargador,  dándose  una  palmada  en  el  pecho)  yo 
«/e  repono  á  súmese»  (a)  ...  y  los  bienes  del  responsable  con- 
sisten en  una  camisa,  que  tiene  en  la  orilla  del  rio,  escondida  ba- 
jo  una   piedra . 

Seriamente  hablando 


El  estado  de  las  cosas  no  es  lisonjero,  ni  la  situación  de  los 
ajentes  envidiable.  Una  gran  responsabilidad  gravita  sobre  sus 
conciencias — tienen  razón  de  figurársela  como  un  peso  enorme 
que  los  abruma — es  muy  natural  que  encarezcan  sus  cuidados  y 
ponderen  su  trabajo — cualquiera  exajeracion  debe  perdonárseles, 
porque  no  aciertan,  ó  finjen  no  poder  acertar  á  expresarse.  .  . 
por  prudencia;  pero  hacen  mal  en  no  quejarse  formalmente  pa- 
raque  se  ponga  un  remedio;  las  quejas  infructuosas  son  quejidos. 

Nadie  debe  conocer  mejor  el  estado  de  las  cosas  públicas, 
que  el  que  se  ha  impuesto  la  obligación  de  entender  en  ellas .  Al 
Gobierno,  y  á  los  que  piensan  como  él  en  la  felicidad  de  los 
pueblos  Americanos,   se  dedica  el  cuadro  siguiente. 


(a)  .  No  hay  cuidado  mi  amo — yo  le  respondo  á  su  merced. 


144 


UN    PUEBLO   INERTE 

por  ignorancia 

Sintiendo necesidades 

deseando satisfacerlas 

conociendo  ....  que  debe  ocuparse 

pidiendo que  lo  instruyan  y  lo  dirijan 

desesperándose.  .  de  ver  que  no  lo  atienden 

dejándose engañar  por  sus  enemigos 

sirviendo de  estorbo  ó  de  intrumento  de  desorden 

f   á  protejer  cualquiera     empresa     contra 
dispuesto  {    su  causa 

[   y  á  contribuir  á  su  perdición 

POS  PARTIDOS 

formados  de  muchos  motivos  p  pocos  extranjeros. 

UNO  FAVORABLE Y OTRO  ADVERSO 


compuesto 

compuesto 

1. 

de     bien  -  intencionados, 

1. 

de  indiferentes,      descon- 

activos ó  inactivos 

tentos  ó   agraviados 

2. 

de  amigos    de   la   causa, 

2. 

de  enemigos  de  la  causa. 

declarados  ú  ocultos 

declarados  ú  ocultos 

3. 

de  comprometidos,      por 

o 

de    comprometidos,       por 

servicios  pasados  ó  pre- 

servicios pasados  ó  pre- 

sentes 

sentes 

4. 

de  Panejiristas  de  la  Re- 

4. 

de    Panejiristas     de     la 

pública 

Monarquía 

5. 

de  amigos     ó    protejidos 

5. 

de  amigos  ó  protejidos  de 

de  los  Jefes  Republica- 

los   Jefes    Realistas 

6. 

nos 
de     enemigos     personales 

6. 

de  enemigos  personales  de 

de  los  Jefes  Realistas 

los    Jefes    Republicanos 

7. 

de    Ajentes    ó    Protecto- 

7. 

de  Ajentes  ó  Protectores 

res  del  buen  orden 

de  un   trastorno 

8. 

de   los   que   han   ganado 

8. 

de  los  que  han     perdido 

en  la  revolución 

en  la  revolución 

9. 

de  aspirantes  á  los     em- 

9. 

de  aspirantes  á  los     em- 

pleos de  la  República 

pleos  del  Rey 

145 


Esfuerzos 

que   hacen  los  partidos . 

El  favorable   ....   y   El  adverso 


I  .  por  descargar  al  Pue- 
blo de  preocupaciones 
adherentes 

2 .  por  insinuarle  ideas  libe- 

rales, y  neutralizar  las 
serviles  que  le  son  in- 
herentes 

3.  por  remover  los  obstácu- 

los que  oponen  las  cos- 
tumbres á  los  progre- 
sos de  la  civilización . 


1  .  por  recargar  al  Pueblo 
de  ideas  falsas  ó  absur- 
das 

.  2  por  rechazar  toda  idea  li- 
beral, y  terjiversar  el 
sentido  de  las  que  no 
pueden  ocultar 

3 .  por  amontonar  dificulta- 
des y  exajerar  las  que 
existen,  para  retraer  el 
movimiento  hacia  la  ci- 
vilización . 


Medios 
que  emplean  los  partidos 


El  favorable  .  .  . 

1  .    Constituciones  de  diversas 
estructuras 

2 .  tentativas  para      hacerlas 

valer 

3 .  manifiestos  anuales  de  los 

buenos  efectos   que  han 
producido 

4 .  Perspectiva  de  un  ventu- 

roso porvenir 


5 .  Libertades  personales 

6.  franquicias   de  propiedad 

7 .  prosperidad  del  comercio 


y El  adverso 

1  .    frecuentes  recuerdos     del 

sistema  colonial 

2  .    oposición  secreta     apoya- 

da en  el  mal  suceso  de 
algunas    providencias 

3  .    enumeración  de  perjuicios 

causados  por  la  innova- 
ción, y  por  la  admisión 
de  extranjeros 

4.  suspiros  por  la  tranquili- 
dad y  aislamiento  en 
que  se  vivia  bajo  el  do- 
minio Español 

5  .    Levas 

6 .  contribuciones 

7.  decadencia   del    comcicio 


146 


Las    constituciones 

pueden  considerarse  como 
Palancas,  y  las  tentativas  co- 
mo Resortes  que  protejen   la 


de  1 


as  palancas 


2? 

En  la  construcción  de  las  Pa- 
lancas, se  han  ocupado  suje- 
tos escojidos  por  el  Pueblo 
Africano  de  la  Isla  de  Haiti, 
y  por  los  Pueblos  Mixtos  de 
Africano,  Indio  y  Europeo  de 
8  rejiones  continentales — 
Méjico,  Colombia,  Brasil, 
Buenos-Aires,  Chile,  Alto 
Perú,  Bajo  Perú,  y  Guate- 
mala 


Los  recuerdos  \)  la  oposición 

pueden  considerarse  como 
cuerdas,  y  la  enumeración  de 
males  como  pesas  añadidas, 
á  la  pesadez  del  cuerpo,  pa- 
ra hacerlo  mas  grave 

2? 

El  juego  de  cuerdas  y  pesas 
estaba  hecho,  y  su  buen  efec- 
to reconocido  .  En  cada  re- 
jion  de  América  han  quedado 
Maestros  hábiles  en  el  arte 
de  hacer  los  instrumentos  y 
manejarlos—Frailes,  Clérigos, 
comerciantes,  nobles,  manda- 
rines reformados,  hacen  un 
cuerpo   de   Restablecedores 


USO    QUE    HACEN    DE    LOS    MEDIOS 

El  favorable   ....   y El  adverso 


1' 


Las  Palancas  se  han  emplea- 
do en  levantar  la  masa  inerte 
del  Pueblo  de  cada  Rejion 


1 


Todos  se  emplean ;  unos  en 
atar  cabos,  otros  en  ligar  jen- 
te,  otros  en  halar  hacia  aba- 
jo, y  el  resto  en  echar  carga 
de  noticias,  de  América  muy 
malas,  y  •  de  España  muy 
buenas. 


147 


2? 


Al  aplicarlas,  unas  han  es- 
tallado, otras  se  han  cimbra- 
do y  no  cargan 

Se  han  arrojado  por  inúti- 
les las  primeras — y  las  segun- 
das, reforzadas,  están  sirvien- 
do por  que  no  hay  otras . 

A  costa  de  mil  esfuerzos, 
han  conseguido  los  operarios 
SOLIVIAR  las  masas  de  Pue- 
blo— levantarlas  no  han  po- 
dido— se  cansan — y  por  una 
laudable  tenacidad,  se  que- 
dan asidos  al  instrumento 
mientras  recobran   fuerzas 


Ni  de  plan  ni  de  acción  va- 
rían— confiados  en  las  pérdi- 
das, averías  y  descalabros 
del  partido  contrario,  y  espe- 
rando que  se  canse . 


Nuevo  medio 


propuesto  por  Bolívar. 


Bolívar,  uno  de  los  principales  Ajentes  (y  el 
mas  antiguo)  construye  una  Nueva  PALANCA, 
con  sus  resortes  auxiliares  y  la  presenta  á  prueba. 


Los   del   partido   favorable 

Al  ver  el  APARATO  se  asus- 
tan, temiendo  que,  al  tocar- 
lo,   les   caiga   encima 


Aprendan  á  manejarlo 
(les  dice  Bolívar) 

háganse  á  un  lado  y  tiren 
con  arte 


Los  del  partido   adverso 

Saben  que  Bolívar  trabaja  en 
hacer  un  nuevo  instrumento, 
y  se  inquietan.  Lo  ven  apare- 
cer y  se  alarman:  aprueban 
secretamente  los  temores  del 
partido  opuesto:  y  en  públi- 
co predican  Liberalismo . 

«Muy  bien»  (les  dice  Bo- 
lívar) llegó  el  dia  de  ver  á 
«UU .  interesarse  por  la  cau- 
«sa — ayúdenme  á  desimpre- 
«sionar  las  jentes  .  » 


148 


No!    (gritan  todos  á  una) 
La   Palanca  está     hueca     y 
dentro  viene     escondido     un 
Rey — por  eso  pesa  tanto. 

Examínenla  (les  replica  Bo- 
lívar) y  observen. 
II  .    que  la   Palanca  Real  no 
obra  levantando  sino  com- 
primiendo . 

2 .  que  su  punto  de  apoyo  es 
la    IGNORANCIA 

3 .  que  su  Potencia  (que  es 
la  nobleza)  alza  por  una 
extremidad  para  apretar 
con  la  otra,  y 

4 .  que  la  sumisión  del  pue- 
blo aumenta  la      Resisten- 


No!  (gritan  á  una  con  sus 
adversarios)  U.  quiere  ser 
Emperador  y  abrir  una  nue- 
va dinastía.  La  de  los 
Borbones    es    mejor . 

Por  no  repetirme  (les  repli- 
ca Bolívar)  respondo  á  UU. 
lo  que  á  sus  nuevos  amigos 
— léanlo   enfrente . 


Por  el  contrario 
1  .  Que  la  Palanca  Repu- 
blicana no  se  parece  á  la 
Palanca  Real,  sino  por  su 
duración — su  acción  es  le- 
vantar, nó  comprimir 

2 .  que  su  punto  de  apoyo  es 

la  ilustración 

3 .  que  el  mérito  personal  de 

los  Ajentes  es  su  Po- 
tencia: esta  abaja  una 
estremidad  para  suspen- 
der la  otra,  y 

4 .  que  la  libertad  de  pensar 
y  decir,  alijerando  el  peso, 
disminuye  la  Resistencia. 


no,  no,  no, 


no,  no,  no, 


No  queremos  figuras  (dicen) 
el  instrumento  es  peligroso — 
hemos  hecho  varios,  por  mo- 
delos— enviaremos  al  Norte- 
América  por  uno,  como     en- 


(decimos  como  ellos)  mejor 
es  lo  que  han  hecho  hasta 
aquí.  Que  muden,  que  prue- 
ben, que  ensayen — ERRAN- 
DO ACERTARAN:  y  si  llegan 


149 


víamos  por      imprentas,      por 
tornos  y  por  Barcos. 


Pero,  si  allá  es  otra  la  ma- 
sa, son  otros  los  operarios,  y 
otros  los  recursos  (replica 
Bolívar)  ¿qué  haremos  con 
máquinas  ajenas,  construidas 
para  otros  usos,  aunque  con 
los  mismos   fines? 


á  decidirse  por  la  estabilidad. 
volveremos  juntos  á  nuestro 
antiguo  estado.  Fernando  7° 
está  abriendo  canales  y  pro- 
tejiendo  .  el  comercio . 

Acá  también  los  podemos 
abrir,  y  serán  nuestros  (re- 
plica Bolívar)  .  Comerciare- 
mos, y  los  derechos  serán  á 
beneficio  del  pais  donde  se 
cobran .  En  toda  revolución 
hay  trastorno,  y  en  toda  in- 
novación tropiezos .  La  Inde- 
pendencia de  América  intere- 
sa á  todos   los   Esoañoles . 


No  importa,  (replican) 
desconfiémonos,  y  sigamos 
imitando  y  errando .  .  . 

» 

En  hora  buena  (concluye 
Bolívar) 

A    DIOS 


Nó,  repetimos .  La  Repú- 
blica nos  cobra  patentes,  y 
nos  impone  tributos  como  si 
fuéramos  Indios .  Sigamos 
tentando,  ó  volvamos  á  lo  que 
éramos . 

En  hora  buena  (concluye 
Bolívar) 

A    DIOS 


Dos  partidos,  al  parecer  opuestos,  conspiran  al  mismo  resul- 
tado— piensan  diverjir  y  converjen .  Los  Realistas,  firmes  en 
su  proyecto  y  constantes  en  su  trabajo,  obran  de  acuerdo:  los 
Republicanos  variando  de  puntos  de  vista  sobre  el  mismo  objeto, 
se  desunen,  se  debilitan  y  vacilan .  Con  la  mejor  intención,  pro- 
tejen  las  miras  de  sus  contrarios — no  advierten  que  los  ayudan  á 
desacreditar  la  República  p  á  restablecer  la  opinión  en  favor  de 
la  Monarquía .  No  será  extraño  (si  así  continúan)  ver  en 
América  lo  que  se  ha  visto  en  Francia — entonces  podrán  los 
Americanos  hacer  como  los  Franceses  =  REÍRSE  DE  SU  DESGRA- 
CIA. Paraque  lo  hagan  mejor,  sujiéraseles  la  idea  de  un  autor 
ascético  muy  acreditado . 

«Inconsolables  estaban  los  diablos  después  de  la  muerte  de 
«Cristo,  y  les  preguntó  Satanás  la  causa:   «Ya  no  se  condenará 
anadie      (les  respondieron  entre  sollozos)   «Qué  simples»   (les  di- 
11 


150 


jo  el  nuev,o  Pluton,  riéndose  á  carcajadas)  «Bien  se  ve  que  no 
«conocéis  a!  hombre:  idos  al  mundo  vestidos  de  comediantes,  de 
«volatines,  de  músicos;  en  breve  olvidarán  los  cristianos  la  pa- 
«sion   del    Redentor — perderán   su    fruto — y   aquí   los   tendremos 

«todos .  » 

Satanás  es  Fernando  7"  y  los  diablos  de  Españoles  han 
cantado  y  bailado,  ¡  tan  bien !  que  al  fin  han  echado  la  Repúbli- 
ca á  los  infiernos . 


Pero  no  será  permitido  á  todos  el  reírse  con  tanta  facilidad: 
Los  buenos  patriotas — los  comprometidos  por  servicios — los  que 
andan  con  muletas  ó  con  piernas  de  palo — los  que  jimen  en  sus 
camas  ó  andan  arrastrando  la  vida — los  que  se  han  quedado  por 
puertas — los  huérfanos — las  viudas — los  empleados,  y  sobre  todo 
ios  jefes  militares  y  Políticos  no  tendrán  boca  con  qué  maldecir 
su  suerte. 

Véanlo  con  tiempo:  recójanse  á  pensar.  Todavía  PUE- 
DEN SI  QUIEREN. 

Fijen  su  atención  en   las  siguientes  verdades,      advirtiendo, 

que  el  entusiasmo  precede  al  fanatismo — que  este  se  parece  mu- 
cho á  la  ignorancia — y  que  solo  la  ignorancia  es  suspicaz. 

Primera  verdad. 

Cuando  las  cosas  toman  una  dirección,  algo  las  impulsa  ó 
las  atrae,  y  no  es  una  razón  para  oponerse  a  su  marcha,  el  no 
saber  á  qué  punto  se  dirijen . 

En  nuestros  tiempos  se  han  dado  á  luz  cuatro  especies  de 
obras,  que  á  pnmera  vista  parecen  ser,  tres  de  ellas  de  pura  cu- 
riosidad ó  lujo  de  ciencia,  y  la  otra  un  efecto  de  la  inquietud 
de  algunos  hombres .  El  Abate  Gerard  publicó  un  tratado  sobre 
los  sinónimos  de  la  lengua  Francesa — La  Rive,  retirado  del  Tea- 
tro, se  aplicó  á  enseñar  el  arte  de  declamar,  á  jóvenes  que  no 
pretendían  ser  actores.  Smith,  en  Escocia,  trató  de  dar  reglas  i 
la  industria,  demostrando  en  qué  consiste  la  riqueza  de  las  na- 
ciones .  Y  un  gran  número  de  publicistas,  en  varias  partes  de 
Europa  y  en  los  Estados  Unidos,  han  escrito  sobre  la  sociedad — - 
Cada  obra  en  su  jénero  debe  considerarse,  no  tanto  como  un 
cuerpo  de  doctrina  completo,  cuanto  como  una  indicación  de  las 


151 


materias  que  están  por  tratar.  El  Abate  Gerard  advierte  que 
se  debe  estudiar  la  propiedad  de  los  términos  para  no  servirse  de 
ellos  como  de  clavos  ó  cuñas — La  Rive,  que  en  las  Escuelas  se 
debe  enseñar  á  leer  con  sentido  paraque  los  lectores  no  estropeen 
los  pensamientos — Smith,  que  cada  uno  debe  aprender  á  gober- 
nar con  arte  sus  negocios  para  nó  quejarse  de  la  fortuna  cuando 
le  salen  mal  y  el  Gobierno  á  ocuparse  en  el  mecanismo  de  la  in- 
dustria y  en  dirijirla  para  no  atribuir  á  los  pueblos  su  ignorancia 
y  sus  yerros — Y  los  Publicistas  nos  hacen  ver,  que  nada  de  lo 
que  hasta  ahora  se  ha  puesto  en  práctica,  para  arreglar  la  so- 
ciedad, ha  producido  el  efecto  que  se  esperaba — que  todavía  no 
conocen  los  pueblos  sus  verdaderos  intereses — y  que  es  menester 
APLICAR  lo  que  se  sabe  del  hombre,  p  considerar  sus  diferentes 
situaciones,  para  diciarle  el  plan  de  vida  que  debe  seguir. 

Segunda  verdad . 

Por  un  orgullo  dejenerado  en  vanidad,  los  hombres  se  ocu- 
pan mas  en  lo  que  está  fuera  de  su  alcance,  que  en  lo  que  pue- 
den alcanzar — mas  en  pasatiempos  que  en  su  felicidad . 

Indagaciones  sobre  los  atributos  y  sobre  la  conducta  de  la 
Divinidad — Indagaciones  sobre  el  alma,  sobre  el  entendimiento, 
y  sobre  el  libre  alvedrío — Indagaciones  sobre  el  orijen  y  sobre 
la  naturaleza  de  los  astros,  y  sobre  si  están  ó  nó  habitados — Inda- 
gaciones, en  jeneral,  sobre  lo  que  eran  las  cosas  antes  de  ser,  y 
sobre  lo  que  serán  cuando  ya  no  existan — y  entretanto,  no  se 
acuerdan  los  hombres  de  lo  que  fueron  no  ven  lo  que  son,  y  no  se 
sirven  de  la  experiencia  para  operar  racionalmente  lo  que  serán. 
Mas  les  importa  hablar  de  los  reyes  que  de  los  Pueblos  de  la 
antigüedad,  mas  de  Atenas  y  de  Roma  que  de  la  ciudad  en  que 
viven,  y  en  jeneral  mas  de  la  casa  ajena  que  de  la  suya.  El  es- 
piritualismo  agrada  por  dos  razones  1  ?  porquie  mientras  los  espí- 
ritus están  recorriendo  espacios  imajinarios,  otros  trabajan  para 
mantener  los  cuerpos — 2?  porque  lo  que  aseguran  de  lo  que  no 
han  visto,  está  fuera  de  toda  experiencia. 

Tercera  verdad. 

Ha  llegado  el  tiempo  de  obrar  como  aconsejó  Bacon=:tra- 
tando  con  las  cosas,  ocupándose  en  lo  material,  porque  de  la 
materia  salen  las  abstracciones . 


i  ;>'. 


La  sociedad  se  forma  por  una  tendencia  á  la  unión,  y  se 
deforma  por  una  tendencia  contraria.  Todos  los  Gobiernos  se 
componen  en  virtud  de  la  primera  ley,  y  encierran,  en  virtud  de 
la  segunda,  un  jérmen  particular  de  destrucción — El  del  monár- 
quico es  la  nobleza — el  del  Aristocrático  la  rivalidad,  y  el  del 
popular  la  inconstancia.  Es  menester  renovarlos  para  que  du- 
ren y  renovarlos  con  frecuencia  para  no  dejar  acumular  inconve- 
nientes .  Se  puede  decir,  que  ninguna  especie  de  Gobierno  exis- 
te sino  porque  á  cada  instante  se  está  creando .  El  Rey  debe 
correjir  continuamente  los  excesos  de  su  estado  noble — el  Dux  ó 
Arconte,  hacer  abortar  las  intrigas  de  su  Senado — y  el  Congreso 
contener  á  su  pueblo .  Abandonados  los  Gobiernos  á  su  natu- 
ral tendencia,  se  convierten,  el  democrático  en  aristocrático,  este 
en  monárquico  y  el  monárquico  en  nada,  porque  no  tiene  en  qué 
convertrise=la  anarquía  es  su  término. 

Cuarta  verdad . 

Todo  es  sistema  en  el  universo:  p  como  el  alma  del  sistema 
c«  la  unidad  de  acción,  todos  se  emplean  en  buscarla . 

Los  hombres  sensatos  son  el  alma  de  la  sociedad:  á  ellos  se 
debe  la  idea  madre  del  buen  orden ;  y  la  multitud  incapaz  de  fi- 
jarse en  un  punto,  deja  al  primero  que  se  apersona  por  todos,  la 
facultad  de  disponer  de  todas  las  voluntades,  creyendo  que  se  in- 
teresará por  el  común  bienestar,  y  que  no  pedirá  otra  recompen- 
sa que  respeto  y  gratitud.  Así  sería,  si  todos  los  hombres  fue- 
sen delicados— no  habría  engaño  ni  desaciertos,  si  todos  los  que 
se  encargan  de  hacer  algo  lo  supiesen  hacer:  y  cuando  la  fortu- 
íaa  presenta  un  hombre  honrado  y  sabio  al  frente  de  los  negocios, 
podrían  los  pueblos  ver  cumplidos  sus  deseos,  si  en  la  multitud  no 
hubiese  una  porción  dotada  de  la  facultad  de  desacreditar  lo  que 
ella  no  hace,  y  de  oponerse  á  todo,  por  un  espíritu  de  contra- 
dicción . 

Quinta  verdad . 

No  hay  cosa  peor  que  depender  de  las  aptitudes  tj  del  hu- 
mor del  que  manda . 

Para  evitar  yerros  y  abusos,  han  pensado  los  Publicistas 
en  el  modo  de  componer  una  sola  voluntad  de  la  voluntad  de 
muchos — han  indicado  medios — y  los  republicanos  modernos,   al 


153 

poner  el  proyecto  en  práctica,  han  tropezado  con  inconvenientes 
que  no  esperaban:  quisieran  modificar  el  proceder;  pero  un  respe- 
to por  los  autores  los  detiene:  atribuyen  á  la  ejecución  las  faltas 
del  plan,  y  se  contentan  con  una  apariencia  de  suceso.  .  .  señal 
de  que  hay  una  realidad — es  menester  buscarla — y  si  se  ha  de 
hallar,  no  será  seguramente  en  la  frecuente  sostitucion  de  ajentes, 
sino  en  una  mudanza  de  sistema,  bien  calculada. 

Sexta  verdad . 

El  fundamento  del  Sistema  Republicano  está  en  la  opinión 
del  pueblo,  p  esta  no  se  forma  sino  instruyéndolo . 

Hay  una  indicación  de  la  necesidad  de  instruir,  en  el  sentir 
de  cuantos  piensan,  sin  prevención,  en  la  felicidad  social:  todos 
dicen  que  sin  luces  y  virtudes  no  hay  República;  pero  por  otra 
parte  nadie  dice  cuales  sean  estas  luces  y  virtudes.  Los  parti- 
darios del  sistema  titubean  cuando  se  les  cuestiona,  y  al  fin  con- 
cluyen con  el  mayor  número  que  es  imposible  instruir  á  todo  nn 
pueblo  á  la  vez,  ni  de  una  vez — que  solo  el  pueblo  puede  ense- 
ñar— por  consiguiente  que  es  menester  esperar.  .  .  ¡esperar  que 
e!  tiempo  enseñe!  ....  ¿puede  el  tiempo  enseñar?.  .  Lo  puede, 
sin  duda,  y  cada  dia  da  pruebas  de  ser  maestro ...  en  desenga- 
ños, no  en  principios:  estos  no  los  descubre  sino  el  que  piensa  en 
la  naturaleza  de  las  cosas .  El  desengaño  enseña  á  desistir ;  pe- 
ro no  dicta  lo  que  se  ha  de  hacer:  los  desengaños  retraen,  inti- 
midan, apocan  y  al  cabo  inutilizan:  solo  el  pensador  saca  parti- 
do de  sus  yerros — y  se  sabe  que  la  incapacidad  de  inventar  ó  la 
pereza  de  pensar,  hace  al  hombre  imitador. 

Séptima  verdad. 

Pocos  hombres  hay  tan  privados  de  discernimiento  que  no 
puedan  comprender  las  razones  de  lo  que  hacen  cada  dia — Sé- 
panlas. .  .   la  ciencia  no  es  otra  cosa. 

Todos  son  dóciles,  cuando  creen  que  lo  que  se  les  manda 
hacer  les  conviene .  ¡  ¿  Cuantas  obligaciones  penosas  no  se  im- 
ponen— á  cuantas  prácticas  ridiculas  no  se  sujetan,  por  conse- 
guir un  fin  que  nunca  alcanzan — solo  porque  se  les  ha  persuadi- 
do, que  el  no  verlo  es  una  señal  de  que  existe — que  el  no  poseerla 
es  prueba  de  haberlo  obtenido?!  — las  vanas  observancias,  que 
condena  la  pura  relijion,  no  son  otra  cosa . 


154 


Octava  verdad. 

Si  el  hombre  es  capaz  de  instruirse — si  es  necesario  que  se 
instruya — si  cuesta  poco  el  instruirlo — y  no  se  emprende  su  ins- 
trucción .  .  .  es  culpa  del  que  lo  debe  enseñar . 

Nadie  hace  bien  lo  que  no  sabe,  por  consiguiente  nunca  se 
Kara  República  con  jente  ignorante — sea  cual  fuere  el  plan  que 
se  adopte .  Y  no  se  ha  de  enseñar  á  medias — las  obras  no  han 
de  estar  á  medio  hacer,  sino  mientras  se  estén  haciendo. 

Cualquier  forma  de  Gobierno  es  buena  con  tal  que  se  sos- 
íenga,  (han  dicho  algunos  Publicistas)  su  error  se  manifiesta  en 
el  ejemplo  dado  en  la  pajina  ¡40  por  el  Caballero  de  la  lengua. 
La  forma  de  Gobierno  es  lo  que  interesa — porque  esta  consta  de 
todas  las  partes  que  se  f  socian  para  hacer  un  cuerpo,  y  cada  par- 
le debe  tener  una  figura  y  una  forma  subordinadas  á  la  figura  y  á 
la  forma  del  cuerpo . 

La  construcción  de  un  sólido  pide  cuatro  condiciones . 
1  ?      densidad  de  materias 
2-      proporción  de  piezas 
3a      dimensiones  de  superficies,  y 
4a      ligazón 

de  la  1  ?  depende  la  consistencia 

de  la  2a la  conformación  j   y  estas  juntas  se  Ha- 
de la  3a  — la  configuración   |        man  estructura 

de  la  4a la  existencia  y  la  duración 

Las  miras  en  la  construcción  deben  ser 

1  ?      el  uso  á  que  se  destina  el  sólido 

2a      los  choques  que  pueda  experimentar,  y 

3a      el  tiempo  que  debe  durar  sirviendo 

En  el  cuerpo  social,  los  hombres,  que  son  la  materia»         i:' 
deben  tener  las  mismas  ideas  de  su  estado  =  esta  será  su  den- 
sidad 

deben  estar  dispuestos,  por  una  educación  uniforme,  á  asociarse 
sin  violencia,  y  á  conspirar  á  un  solo  fin  =  esta  será  su 
proporción 

deben  convenir  en  sus  empresas  para  obrar  de  acuerdo  =  estas 
serán  sus  dimensiones 


155 


deben  estar  unidos  por  interés  común,  y  de  tal  modo  dependientes 
unos  de  otros,  que  del  bien  ó  del  mal  que  experimente  uno 
solo,  se  resientan  los  demás  por  repercusión  =  esto  probará 
que  hay  ligazón 

Las  miras  de  la  sociedad  deben  ser 

1  ?  que  los  hombres  vivan  juntos  para  evitar  males  y  procurarse 
goces 

2?  que  puedan  impedir  los  choques  interiores  y  oponerse  á  los 
exteriores 

3?  que  dure  siempre  en  el  mismo  estado,  aunque  aumente  ó  dis- 
minuya el  número  de  individuos 

Esta  es  la  República.  ¿Son  citas  las  miras  de  los  Re- 
publicanos ? 

Unos  pueblos  echados  al  mundo,  á  granel,  por  la  Providen- 
cia— abandonados  en  gran  parte  á  su  instinto  en  los  campos,  ó 
apiñados  al  rededor  de  un  templo  en  los  lugares — viviendo  cada 
uno  para  sí,  á  costa  del  que  se  descuida  ó  no  puede  resistirse — ■ 
implorando  caridad  para  que  les  den — alegando  el  derecho  de 
propia  conservación  para  no  dar — encargando  á  Dios  el  desem- 
peño de  sus  deberes — haciéndolo  responsable,  á  grueso  interés, 
de  lo  que  gastan  en  su  culto — cometiéndole  la  venganza  de  los 
agravios  que  reciben, — ocurriendo  á  su  conciencia  para  respaldar 
los  que  hacen — y  contando  con  una  misericordia  infinita,  para  el 
perdón  de  los  delitos  que  no  pueden  justificar ....  Semejantes 
Pueblos,  transformados  de  repente  ¡¡en  República!!  Reflexióne- 
se. — ¿Será  permitido  esperar  que  semejantes  hombres  protejan 
las  miras  de  un  Gobierno,  cuya  esencia  es  la  armonía,  la  frater- 
nidad, la  justicia?  ¿Será  juicioso  emprender  todo  con  ellos,  y 
nada  con  sus  hijos  ? .  .  .  ¿  Será  razonable  despreciar  unos  renue- 
vos que  están  prometiendo  fruto,  por  cuidar  troncos  viejos  que 
corren  á  su  fin,  y  que  entretanto  estorban,  contrarían  é  inficionan 
sus  descendencias  con  su  ejemplo? 

Novena  verdad. 

Si  los  pueblos  no  pueden  ser  Republicanos  sin  las  luces  que 
pide  su  estado — tampoco  puede  ser  Órgano  de  la  voluntad  del 
pueblo,  ei  que  no  la  haya  consultado,  ni  Ajenie  de  sus  negocios 


156 


el  que  no  esté  impuesto  en  ellos — tampoco  podrá  dirijir  la  Admi- 
nistración el  que  no  la  entienda. 

Los  conocimientos  no  se  adquieren  sin  trabajo,  y  el  trabajo 
se  extiende  en  el  tiempo .  Se  deduce,  pues,  (y  debe  ser  un  he- 
cho demostrado  para  todo  el  que  no  sea  demente)  que  el  Pueblo, 
sus  Representantes,  y  sus  Presidentes  DEBEN  SABER  LO  QUE 
HACEN;  pero  para  saberlo  lo  han  de  haber  aprendido;  que  para 
aprender  necesitan  tiempo ;  y  que  cuanto  mas  tiempo  tengan  á  su 
disposición,  mas  aprenderán  y  mejor  desempeñarán  sus  respectivos 
encargos . 

Siendo  así,  es  menester  convenir  que  todo  debe  ser  VITALI- 
CIO, Jueces,  Tribunos,  Senadores,  Censores,  Ministros,  Vice- 
presidente y  Presidente.  ¿Se  harán  también  Reyes  los  Repre- 
sentantes? ¿Proclamarán  Rey  al  Presidente  paraque  los  haga 
Duques?  El  Presidente  no  puede  ascender  á  mas,  ni  los  Repre- 
sentantes pueden  ser  mas  que  Consejeros:  querrán  que  sus  pri- 
mojénitos  nazcan  Presidiendo  y  Representando — que  la  nación 
mantenga  ociosos  á  los  demás — ,  y  que  todos  los  primojénitos 
que  estos  vayan  dando  á  luz  hereden  el  título  de  VAGOS.  .  .  . 
el  pueblo  tendrá  la  culpa  si  lo  consiente. 

El  buen  sentido  predispone  á  la  ciencia,  pero  no  es  la  cien- 
cia: esta  no  la  da  sino  el  estudio,  y  el  estudio  sin  práctica  es  vana 
eiudicion.  La  declaración  de  las  leyes  solo  pide  saberlas  =  y 
su  ejecución,  solo  poder  forzar  á  cumplirlas:  para  hacerlas  e« 
menester  ser  filósofo  .  j  Un  Congreso  de  fiolósof os !  .  .  .  ¡  ¡  qué 
cosa  tan  rara!!.  .  ¡Un  pueblo,  en  figura  de  árbol,  dando  cose- 
cha de  filósofos  para  cada  nueva  lejislatura!  .  ¡¡¡qué  pro- 
dijio ! ! ! 

¿Qué  razón  habrá  para  encargar  una  obra  tan  delicada, 
como  la  lejislacion,  á  aprendices — y  cometer  la  declaración  y 
la  ejecución  de  las  leyes  á  maestros  consumados?.  .  ¡¿legos  dic- 
tando, y  letrados  notificando?!  ¿Se  necesitan,  por  ventura,  me- 
nos conocimientos  para  hacer  un  reloj  que  para  darle  cuerda? 
Dejar  al  criterio  del  juez,  una  infinidad  de  casos  que  el  lejisla- 
dor  no  previo,  es  entregar  la  lejislatura  á  la  casualidad  que  hace 
á  un  ignorante  Alcalde.  La  navegación  tiene  al  astrónomo  por 
lejislador  y  al  piloto  por  juez:  con  un  libro  de  tablas,  una  regla, 
un  compás  y  un  lápiz,  lleva  el  hombre  mas  común,  su  barco  á 
todas  partes ;  pero  no  debió  ser  común  el  que  hizo  las  tablas  y 
enseñó  á  servirse  de  ellas .      Sean  vitalicios  los     Representantes 


157 

para  que  aprendan  á  hacer  leyes — sea  vitalicio  el  Gobierno  para- 
que  tenga  tiempo  de  instruirse  en  los  negocios. 

Décima  verdad. 

El  Gobierno  vitalicio  no  es  la  obra  final  de  la  República — ■ 
su  necesidad  es  provisional:  considéresele  como  el  sistema  de 
puntales,  con  que  se  sostiene  un  edificio  que  se  va  á  cimentar  ba~ 
jo  de  obra. 

Los  temores  de  los  pocos  hombres  que  conocen  el  precio 
de  la  Libertad  y  que  han  trabajado  por  ella,  son  infundados 
(aunque  debe  perlonárseles  en  favor  de  su  celo)  En  su  concep- 
to, el  riesgo  de  confiar  el  mando  por  la  vida,  aumenta  en  RAZÓN 
DIRECTA  del  tiempo.  .  .    Se  engañan. 

«Con  autoridad,  armas  y  dinero,  cualquiera  se  hace  Rey — 
«y  en  poco  tiempo,  sí  es  atrevido .  Aunque  dejen  al  Po- 
«der  Ejecutivo  sin  nombre,  él  sabrá  ponerse  el  que  le  pa- 
«rezca,  si  le  dan  con  qué  pagar  aclamadores — y  de  estos 
«no  faltan  donde  quiera  que  hay  honores  y  rentas . » 

dice,  en  la  pajina  6,  un  papel  que  se  publicó  no  ha  mucho,  y 
que  por  desgracia  pocos  leen:  varios  lo  desprecian  porque  es  de 
un  Americano .  Si  ninguno  en  su  tierra  es  Profeta ;  menos  será 
juez:  porque  cualquier  justo  puede  recibir  una  inspiración,  y  por 
muy  justo  que  sea,  necesitará  talento  para  juzgar .  Es  así  que 
ninguno  en  su  tierra  puede  tener  talento — luego  &ct.  ...  (sí  este 
argumento  es  bueno,  debe  ser  robado  de  algún  libro  extranjero . ) 

No  consiste  en  el  tiempo  sino  en  los  medios;  y  si  estos  se 
ponen  á  la  DISPOSICIÓN  del  que  manda  (aun  con  la  mayor  re- 
serva) pronto  estarán  á  su  DISCRECIÓN .  Por  mas  que  velen  los 
Liberales  sobre  la  conducta  del  Jefe  Supremo,  los  Serviles  que 
puede  hacer  con  distinciones  y  con  gracias  de  toda  especie,  les 
excederán  en  número  y  en  influencia,  y  con  las  armas  en  la  ma- 
no, les  impondrán  silencio .  No  hay  sino  un  solo  recurso,  y  por 
fortuna  muy  fácil.  .  .  hacer  que  el  Pueblo  sea  REPUBLICANO  y 
esto  se  consigue 

con  una  Educación  POPULAR 
destinando  las  jentes  á  ejercicios  ÚTILES,  y 
haciendo  que  aspiren  FUNDADAMENTE  á  la  propiedad. 
(También  dice  esto  el  papel  que  se  cita,  en  la  pajina  8.) 


158 


Por  una  comparación  muy  sencilla  puede  hacerse  presentir 
el  efecto  de  este  proceder,  al  hombre  menos  entendido — Un  Ár- 
bol que  no  tiene  qué  crecer  mas,  enmedio  de  un  verdugal  de 
plantas  que  han  de  ser  de  su  estatura,  cada  dia  se  elevarán  hasta 
que  le  igualen    (si  se  cultivan) 

Será  entonces  el  peligro  que  se  teme  en  RAZÓN  inversa  del 
¡tiempo,  nó  en  directa.  Sosténgase  el  Gobierno  por  una  Repre- 
sentación NACIONAL  bien  entendida  y  VITALICIA,  instruyendo  al 
Pueblo  entretanto,  paraque  su  Representación,  ascienda  al  ver- 
dadero tono  POPULAR — distíngase  con  atenciones  á  todo  el  que 
se  muestre  adicto  al  sistema — hónrese  y  protéjase  á  los  que  sir- 
vieron, y  con  especialidad  á  los  que  padecieron,  y  á  los  que  arros- 
traron peligros  cuando  no  habia  esperanzas — rodéese  el  Gobier- 
no de  estos  sujetos,  y.  .  .  Fernando  7?  podría  ser  el  Presidente 
de  la  República  aunque  fuese  inmortal . 

Si  se  adopta  otro  plan,  aunque  traigan  del  otro  mundo  á 
Bruto,  á  Tell,  á  Washington,  y  á  cuantos  Republicanos  han 
existido.  .  .  entre  las  manos  se  les  vuelve  Monarquía  la  Repú- 
blica .  La  Constitución  Vitalicia  es  un  Baluarte  contra  la  Mo- 
narquía, en  lugar  de  ser  un  Escalón  para  subir  á  ella,  como  lo  es 
la  Carta  Magna  que  firman  los  Reyes  Constitucionales. 

Undécima  verdad. 

El  espíritu  de  la  Constitución  Vitalicia  no  se  oculta  á  los 
políticos,  ij  seria  inútil  comentar  cada  artículo  para  inteligencia 
de  los  que  no  pueden  ó  no  quieren  entender. 

Muchos  intelijentes  reprueban  los  medios  empleados  en  Li- 
ma para  hacer  adoptar  ía  constitución,  por  la  ILEGALIDAD  del 
procedimiento .  ¿  Qué  cosas  se  hacen  por  trámites  legales,  en 
3os  cambiamientos  de  Gobierno?  Toda  revolución  está  sembra- 
da de  ilegalidades  que  las  circunstancias  han  exijido —  el  bien 
de  la  cosa  las  ha  disculpado — y  si  el  proyecto  de  República' se 
sostiene,  no  habrán  sido  ilegalidades  sino  SABIAS  Y  OPORTUNAS 
ALTERACIONES:  Cualquier  cambiamiento  favorable  al  sistema 
es  legal — es  el  punto  de  que  se  parte,  en  la  circulación  de  los 
asuntos  públicos .  Las  Dinastías  empiezan  por  una  ilegalidad,  y 
al  cabo  de  algunos  siglos,  el  interrumpirlas  es  una  usurpación,  un 
atentado,  un  crimen  político,  porque  la  sucesión  del  que  pierde 
era  lejítima. 


159 

Duodécima  verdad. 

La  política  es,  en  substancia,  la  teórica  de  la  Economía: 
porque  los  hombres  no  se  dejan  gobernar  sino  por  sus  intereses — 
t?  entre  estos,  el  principal  es  el  de  su  subsistencia,  según  las  nece 
sidades  verdaderas  que  sienten,  según  las  facticias  que  se  impo- 
nen por  conveniencia,  p  según  las  ficticias  que  suponen  deber  sa' 
tisfacer . 

La  ejecución  depende  de  los  medios;  porque  no  hay  incon- 
veniente que  no  se  venza  con  medios  proporcionados — Que  los 
Ajentes  del  Gobierno  duren  en  sus  funciones  por  1  00  años  ó  po>; 
un  dia,  si  no  tienen  medios  para  subsistir  en  el  mando  y  para  ha- 
cer ejecutar  las  providencias  que  han  de  mantener  el  orden,  el 
Gobierno  perece  tarde  ó  temprano .  Lo  que  no  se  alimenta  no 
vive,  y  si  parece  vivir,  es  porque  no  puede  morir  derepente — se 
está  muriendo .  Hágase  lo  que  se  quiera,  el  Gobierno  vitalicio 
como  el  periódico,  morirán  antes  de  tiempo,  si  no  tienen  de  que 
alimentarse . 

El  plan  Económico  del  Gobierno  Republicano  es,  propor- 
cada uno  buscar  como  pueda — mandarle  pagar — gastar — y  nó 
darle  cuentas. 

El  plan  Económico  del  Gobierno  Republicano  es,  propor- 
cionar medios  para  adqurir — dirjiir  en  la  adquisición — reglar  los 
gastos  públicos  por  las  necesidades — pedir  directamente  á  cada 
uno  lo  que  deba  dar  para  cubrirlos, — y  presentar  cuenta  con 
pago  á  todos . 

Los  Monarcas  crean  Ministros  de  Hacienda,  esto  es,  gan- 
zúas ó  tirabuzones  por  efectuar  su  plan,  gastan  lo  que  sacan  y 
cuando  se  ha  acabado  sacan  mas .  Agota  el  ministro  sus  recur- 
sos y  hace  observaciones,  lo  despiden  sin  oirlo,  y  buscan  otro  que 
sujiera  nuevos  arbitrios .  Uno  estanca  la  sal,  otro  el  jabón .  .  . 
otro  el  aguardiente,  otro  el  sebo.  .  .  otro  el  tabaco,  otro  los 
naypes.  .  .  y  los  últimos  cuanto  hay:  el  Monarca  gasta  según 
se  recoje  y  los  Ministros  apuran  hasta  que  el  pueblo  se  enfada  y 
se  subleva.  Los  políticos  llaman  esta  final,  vicisitudes  de  las 
cosas  humanas,  y  los  economistas  la  llaman  por  su  nombre  vicisi- 
tudes Reales,  ó  Reales  Bancarrotas. 

En  la  República  nadie  paga  sin  saber  por  qué,  ni  paga  mas 
de  lo  que  debe :  no  se  resiste  á  pagar,  porque  sabe  que  lo  que  le 
exigen  no  es  dádiva,  sino  pagamento,  y  que  su  deuda  proviene 


160 


de  gastos  que  se  hacen  por  su  cuenta .  De  esto  cada  uno  está 
persuadido,  y  solo  el  Gobierno  Republicano  puede  persuadir  por- 
que enseña .  Los  que  confunden  el  valor  de  las  voces  piensan 
que  persuadir  es  lo  mismo  que  seducir  ó  engañar.  El  discurso 
persuasivo  tiene  una  parte  de  su  fuerza  en  los  sentimientos  del 
que  oye,  y  el  convincente  la  tiene  toda — porque,  en  realidad,  el 
que  discurre  no  tiene  mas  trabajo  que  recordar  al  que  oye  lo  que 
sabe  ó  lo  que  siente.  Es  muy  difícil  persuadir  á  un  Pueblo  que 
no  entiende  el  lenguaje  social,  y  sin  una  iniciativa  en  idea  de  su 
bienestar  ¿como  se  le  convencerá?  Todos  saben  mandar  y  exi- 
jir — persuadir  es  un  talento — y  solo  podrá  convencer  el  que  en- 
cuentre al  sujeto  dispuesto  á  convenir  en  lo  que  sabe  ó  siente . 

Los  proyectos  de  hacienda  pertenecen  exclusivamente  á  los 
Gobiernos  que  disponen  de  los  caudales  por  autoridad — el  Re- 
publicano no  tiene  para  qué  proyectar;  de  los  tres  actos  en  que 
se  divide  la  creación  del  fondo  público,  solo  uno  le  compete.  .  . 
el  de  la  recaudación .  ÍLas  necesidades  del  Estado  establecen 
la  contribución,  y  la  representación  nacional  la  impone . 

Un  Gobierno  absoluto  no  se  detiene  en  formalidades:  per- 
sonas .  .  .  bienes  raices,  muebles  é  industriales .  .  .  puertas,  ven- 
tanas, coches,  caballos,  perros .  .  .  todo  paga ;  y  millares  de 
guardas  (especie  de  ratas  ó  hurones)  diseminados  en  el  pais, 
obstruyen  todos  los  pasajes:  en  estos  hacen  de  cirujanos — abren, 
rompen,  aprietan,  meten  la  tienta  y  la  cuchilla — rejistran  botas, 
corbatas,  faltriqueras,  y  como  cualquier  bulto  es  sospechoso,  to- 
da mujer  es  contrabandista  á  sus  ojos,  y  les  es  permitido  averi- 
guarlo con  las  manos. 

El  proceder  no  es  nada  decente;  pero  es  el  que  la  Repú- 
blica debe  continuar  protejiendo,  entretanto  que  una  educación 
popular  prepara  á  abolirlo:  allá,  cuando  los  muchachos  de  hoy 
piensen  mejor  que  sus  padres,  no  dirán  como  ellos  dicen.  .  .  mas 
bien  quiero  que  me  ARRANQUEN,  Jj  no  me  cobren  lo  que  debo: 
¿que  tengo  yo  que  ver  con  el  Estado?  ¿acaso  he  pedido  \)o  Go- 
bierno? c'soij  yo  Indio,  por  ventura,  paraque  me  cobren  tributo? 
En  tiempo  del  Rey  no  se  veia  nada  de  esto  tj  todavía  nos  quie- 
ren hacer  creer  que  somos  libres. 

¡  Republicanos !  pensadlo  bien .  Educad  muchachos  si 
queréis  hacer  República. 

En  el  papel  que  se  ha  citado,  conocido  bajo  el  título  de 
Sociedades  Americanas  en  ]  828,  se  lee  un  artículo  que,  entre 
otras  cosas,  dice  lo  siguiente . 


161 


«Si  los  Padres  de  la  actual  jeneracion  Americana  quie- 
«ren  que  sus  hijos  les  hagan  honor  en  la  carrera  social,  en- 
ríenlos á  la  Escuela  Republicana,  desde  temprano  y  por 
«fuerza — así  lo  hacen  para  estudios  menos  importantes,  y 
«no  se  creen  déspotas . 

«¡Entre  tantos  hombres  de  juicio,  de  talento,  de  algún 
«caudal,  como  cuenta  la  América!  .  .  ¡entre  tantos  bien  in- 
«tencionados !  .  .  ¡entre  tantos  patriotas!.,  (tómese  esta 
«palabra  en  su  sentido  recto)  no  hay  uno  que  ponga  los 
«ojos  en  los  niños  pobres .  No  obstante,  en  estos  está  la 
«industria  que  piden,  la  riqueza  que  desean,  la  milicia  que 
«necesitan,  en  una  palabra.  .  la  Patria!  y  á  mas,  una  co- 
«sa  en  que  no  piensan  los  hombres  ilustrados .  .  ¡  EL  HONOR 
«QUE    PODRÍAN    HACER  A  SUS   CONOCIMIENTOS!» 

Gobierno  vitalicio  y  contribuciones  indirectas  es 
lo  que  conviene  á  los  pueblos  presentes  (porque  se  componen  de 
muchísmios  Colonos,  de  muchos  Realistas  y  de  pocos  Liberales) 
entretanto  se  forman  Pueblos  Republicanos  para  lo  venidero. 
Gobernarlos  Monárquicamente,  bajo  el  nombre  de  República,  es 
usurpar  al  Gobierno  Liberal  sus  formas  y  desacreditarlo .  Con- 
tentarse los  jefes  con  mandar  mientras  vivan,  es  no  conocer  lo 
que  pueden.  Hagan  lo  que  tantos  sabios  han  aconsejado,  lo  que 
ha  cc:iado  tantas  persecuciones  á  centenares  de  misioneros  polí- 
ticos y  la  vida  á  millares  de  soldados.  .  .  hagan  LA  REPÚBLICA 
y  eternizarán  sus  nombres .  Ocurrir,  por  desesperación,  al  re- 
medio heroico  de  la  Monarquía,  para  dar  á  un  pueblo  la  Liber- 
tad, es  matarlo  con  la  buena  intención  de  salvarle  la  vida — mejor 
habría  sido  abandonarlo  á  su  enfermedad ;  ó  en  caso  de  deber 
darle  gusto  con  recetas  de  vieja,  dejar  que  lo  maten  los  empíri- 
cos y  no   desacreditar   el   arte. 

Los  Representantes  del  Pueblo  están,  por  lo  jeneral,  per- 
suadidos de  estas  verdades  (á  lo  menos,  así  debe  suponerse)  y 
cuando  abusan  de  sus  poderes,  es  creyendo  hacer  bien  (es  impo- 
sible que  sea  de  otro  modo)  Son  muchos,  y  deben  discordar; 
pero  entre  las  opiniones  que  descubren,  se  ve  reinar  una  muy 
perjudicial,  jue  es.  .  .  .  favorecer  la  INCONSIDERADA  tendencia 
á  la  mudanza,  p  las  INFUNDADAS  pretensiones  al  mando .  La 
incumbencia  gubernativa  de  los  Jefes  se  reduce,  entretanto,  á  for- 
mar Planes  Militares,  Planes  de  Hacienda,  y  formularios  para 
libros .  Da  el  Pueblo  mientras  tiene,  ó  mientras  cree  deber  dar, 
lo  apuran  y  se  resiste,  falta  dinero  y  se  ocurre  á  medios  violen- 


162 


tos  para  exijirlo,  entra  el  disgusto,  y  se  desacredita  el  Gobierno 
este  es  el  preludio  de  una  mudanza,  y  á  fuerza  de  mu- 
danzas se  destruye. 

Solo  un  Gobierno  vitalicio  puede  obviar  estos  males  por  al- 
gún tiempo,  y  preparar  al  verdadero  Gobierno  Republicano  que 
los  ha  de  obviar  siempre . 

Decimotercia  verdad . 

Los  Pueblos  están  en  la  minoridad — es  menester  hacerles 
bien  sin  consultarlos;  pero  no  se  les  puede  declarar,  sin  injusticia, 
eternamente  inhábiles  para  la  Representación.  Son  menores,  nó 
dementes  como  los  Reyes  los  consideran . 

Los  monarcas  ilustrados  son  SEÑORES  DE  SUS  ESTADOS — - 
y  los  Bárbaros,  DUEÑOS  de  vidas  y  haciendas.  Los  Gobiernos 
Republicanos  dividen  el  Pueblo  en  dos  partes.  .  .  la  menor  edad, 
y  la  edad  adulta:  el  Presidente  es  Tutor  de  la  primera  y  Direc- 
tor de  la  secunda. 


Después  de  tantas  verdades  y  tantas  consecuencias,  es  na- 
tural que  LOS  QUE  NO  SABEN  PREGUNTEN,  cuales  son  las  con- 
diciones que  ha  de  llenar  el  Gobierno,  y  cuales  las  aptitudes  que 
ha  de  tener  el  Gobernante. 

Las  condiciones  del  Gobierno  Las  aptitudes  del  Gobernante 

Son  Son 

1  ?   arreglo  de  las  aspiraciones  1  ?   moralidad 

2  a   plan  de  operaciones  esta-  2a   sentimientos  sociales 

blecido 

3a   orden  en  el  trabajo  3a   conocimiento   práctico   del 

Estado  económico 

4a.  consecuencias   en  las  pro-  4a del  Estado  Civil 

videncias 

5  a   respetabilidad  interior  y  ex-  5  a del  Estado  Político 

terior,  y 
6a   Constancia  6a del   Estado   Militar 


163 

Condiciones  y  aptitudes  del  Pueblo. 

Condiciones  Aptitudes 

1?   Continuamente    instruyen-  1?   Dueño  de  un  capital  pro- 

dose  en  sus  deberes  ductivo   aplicado   á    co- 

sas útiles 
2a  Continuamente       ocupado  2-    Dispuesto    á    auxiliar,    so- 

en  cosas  útiles  correr  ó  amparar    á    sus 

semejantes 
3a   Siempre  sometido     á     las  3a   Capaz  de  defenderse,      y 

leyes  dispuesto     á     tomar  las 

armas . 

Porque  está  instruido,  obra  sin  violencia  y  con  acuerdo 

Porque  está  ocupado,  adquiere 

Porque  tiene,  subsiste 
Todo  lo  que  se  hace  en  la  sociedad,  es  por  obligación 
Toda  transmisión,  es  un  pagamento 
Nadie  suplica — todos  exijen 
Nadie  pide — todos  cobran 
A  ninguno  le  es  permitido  exentar  á  otro,  del  trabajo  necesario  á 

su  subsistencia 
Ninguno  tiene  derecho  á  la  propiedad  ni  á  los  servicios  de  otro, 

sino  en  común 
No  hay  legados  ni  herencias  por  sucesión. 

Sin  este  Pueblo  no  habrá  aquel  Gobierno,  ni  el  Gobierno 
subsistirá  sin  el  jefe  que  le  es  propio .  Solo  bajo  un  Réjimen 
Vitalicio  podrán  los  hombres  públicos  ocuparse,  con  suceso,  en  la 
creación  de  una  sociedad  perfecta — en  continuas  mudanzas  se 
desvanece  la  autoridad,  y  todo  se  hace  ilusorio . 

Los  A j entes  han  de  permanecer  en  sus  puestos,  seria  y  con- 
tinuamente ocupados  en  formar  hombres  desde  la  infancia — 
porque  los  errores  de  la  primera  edad  se  disipan  fácilmente:  las 
preocupaciones  de  la  segunda  se  destruyen  con  mucha  dificultad 
— y  las  prevenciones,  en  cualquier  carácter,  en  cualquier  sexo,  y 
en  cualquier  tiempo,  son  casi  invencibles . 

Mucho  hay  qué  trabajar  y  muchas  contrariedades  qué  su- 
frir, sin  fruto,  en  la  empresa  Republicana,  tal  cual  se  ha  conce- 


IC4 


íbido  en  América — en  la  que  puede  realizar  un  Gobierno  Vitali- 
cio, el  trabajo  será  agradable,  porque,  al  fin  de  cada  acto,  verá 
mn  resultado  feliz .  Las  contrariedades  no  serán  de  parte  de  los 
niños  que  se  eduquen,  sino  creadas  (como  siempre)  por  un  corto 
número  de  hombres  preocupados  de  lo  viejo,  ó  prevenidos  contra 
toda  novedad — un  Gobierno  Respetable  y  Constante,  tiene  de- 
masiados medios  para  vencer  dificultades  tan  pequeñas . 

CONCLUSIÓN 

Bastante  se  ha  dicho  en  favor  del  prójimo,  que  es  lo  mismo 
que  decirlo  en  favor  propio.  Si  los  hombres,  que  la  suerte  ha 
llamado  á  ocuparse  en  el  bien  de  sus  semejantes,  los  desprecian 
por  distinguirse,  perdóneseles  la  debilidad — vuélvase  el  despre- 
ciado á  sí  mismo .  .  .  vuélvase  á  los  que  padecen  con  él  (porque, 
ihasta  para  ser  miseraole,  es  menester  serlo  en  sociedad)  y  dí- 
ganse . 

«Esperábamos  mejorar  de  suerte,  \>  nos  hemos  engañado — 
«conformémonos  con  lo  que  somos,  que  es  el  colmo  de  la  felici- 
<zdad  humana — p  si  pasamos  á  un  estado  peor,  usaremos  de  los 
«derechos  del  hombre,  quejándonos  en  proporción .  Algunos 
«de  nuestros  hermanos,  creyendo  salir  de  sí  mismos,  hicieron  un 
«esfuerzo  por  libertarse  y  libertarnos  con  ellos .  .  ahora  se  con- 
sientan con  mandarnos:  pequeña  es  la  ventaja  que  nos  llevan;  pe- 
*.ro  si  á  ella  limitan  su  ambición,  démosle  gusto  obedeciendo — 
«mas  han  hecho  ellos  que  nosoiross  aunque  hayan  perdido  menos 
«en  la  empresa,  p  al  fin,  algo  hemos  ganado  con  tener  al  amo  en 
«casa.  Si  el  mando  es  un  premio,  el  que  ha  trabajado  por  ga- 
znarlo, lo  pide  con  mas  derecho,  que  el  que  lo  ha  obtenido  por 
«herencia:  nosotros  no  tenemos  qué  disputar,  ni  esfuerzos  qué  ha- 
«cer.  .  .  .  siempre  hemos  obedecido  CIEGAMENTE,  al  primero 
«que  nos  ha  querido  mandar  POR  SU  CONVENIENCIA.» 

Así  puede  expresarse  una  muchedumbre  impotente:  pero 
la  parte  ilustrada  y  pudiente,  no  debe  desesperar:  el  hombre  sen- 
sato ha  de  considerar  en  el  Pueblo,  después  de  una  Revolución 
.  .  .  á  algunos,  como  enfermos  incurables ;  y  á  los  mas .  .  .  como 
convalecientes  nerviosos  que  de  todo  se  irritan .  Ejemplo  y 
BUENAS  INSTITUCIONES  son  los  calmantes  que  han  de  dar  á  es- 
tos el  tono  social  que  necesitan — entretanto.  .  .  .  INDULJEN- 
CIA:  sobre  todo  de  vuestra  parte,  militares:  vosotros  expusisteis 


Lü?) 


vuestra  vida  por  esta  causa — el  único  sacrificio  que  os  resta  qué 
hacer,  es  el  de  vuestra  PACIENCIA. 

«No  queremos  Gobierno  militar  (oiréis  decir  casi  á  todos) 
respondedles . 

Los  militares  sensatos  no  pretenden  usar  de  la  fuerza  par'-, 
subyugar  á  sus  compatriotas,  sino  para  mantener  el  orden,  entre- 
tanto se  instituye  el  Gobierno — y  para  llevar  su  empresa  hasta  el 
cabo,  quieren  conservarse  en  estado  de  protejerla . 

La  Independencia  de  América  se  debe  á  las  armas .... 
con  ellas  se  ha  de  sostener:  Los  que  no  han  podido  tomarlas 
han  trabajado  bajo  su  protección  ó  vivido  á  su  sombra — debe, 
pues,  reconocerse  el  Patriotismo  activo  POR  EL  UNIFORME,  y 
buscar  al  rededor  del  Cuerpo  Militar,  los  verdaderos  amigos  de 
la  causa  social.  ¿Quien  tendrá  mas  derechos  á  la  confianza  del 
Pueblo,  que  los  que  abrazaron  su  caus^  sin  misión?  .  .  .  ¿que  los 
que  le  dieron  la  idea  de  un  bien  que  no  conocían?  Los  militares 
han  transformado  una  Colonia  en  NACIÓN  y  llaman  á  consejo  pa- 
ra constituir  la  nación  en  República.  .  .  y  no  pretenden,  por 
ello,  vincular  honores  en  sus  familias,  sino  dejar  una  honrosa  me- 
moria de  sus  nombres,  á  la  posteridad  Americana . 

Prescindiendo  del  deber  de  la  gratitud  que  es  sagrado — 
prescindiendo  de  todo  sentimiento  de  consideración  y  de  respeto 
.  .  .  por  cálculo,  deben  los  Pueblos  declarar  inamovibles  los 
cargos  que  desempeñan  hoy  los  Padres  de  la  Patria.  La  cos- 
tumbre es  una  segunda  naturaleza:  el  hombre  envejecido  en  un 
ejercicio,  difícilmente  se  vence  para  acomodarse  á  otro,  y  siem- 
pre llena  sus  nuevas  funciones  mal  ó  á  disgusto .  Si,  por  una 
parte,  la  justicia  manda  que  el  trabajo  se  recompense,  la  equidad 
pide,  por  otra,  que  la  recompensa  se  proporcione — el  mejor  pre- 
mio que  se  puede  dar  por  largos  servicios  voluntarios  es  la  obli- 
gación de  continuarles,  y  si  los  servicios  han  sido  buenos,  el  pre- 
mio es  lucrativo  para  el  que  lo  da . 

En  la  pajina  43  se  ha  dicho  que  «Bolívar  debe  morir  sir- 
viendo la  causa  pública  en  América,  ó  consumirse  de  fastidio  en 
un  retiro — que  por  cálculos  no  dispone  el  hombre  de  sus  pasio- 
nes— y  que  la  fdosofia  consiste  en  conocerse,  no  en  contraha- 
cerse . » 

Hace  25  años  que  Bolívar  está  sirviendo  y  pocos  menos 
cuentan  otros  que,  como  él,  han  llevado  una  vida  activa  bajo  las 

12 


100 


ajinas  ó  en  el  mando:  quieren  continuar  sus  servicios.  .  .  ¿por 
qué  motivos,  ni  con  qué  justicia  se  les  privará  de  una  satisfac- 
ción, convertida  en  necesidad  por  la  costumbre?  —  ¿Servirán 
otros  mejor? — ¿tendrán  mas  ó  mejores  aptitudes? — ¿Será  pru- 
dente deshacerse  de  hombres  conocidos,  por  buscar  otros  en  la 
suerte  de  una  elección?.  .  ¡y  de  una  elección,  en  que  domina, 
tan  poco,  el  amor  del  bien  público ! 

¿Que  razones  alegará  un  Cura,  un  Abogado,  un  Campesi- 
no, un  Comerciante,  que  la  fortuna  de  un  voto  mas  en  su  favor, 
sobre  muchos  contrarios,  sacó  del  olvido  para  presentarlo  como 

el   sujeto  mas  importante  de  su  provincia? ¿qué   razones 

alegará  (repítese)  para  empezar  las  augustas  funciones  de  Le- 
JISLADOR,  declarando  sospechosos  de  ambición  desmedida,  de 
aspiraciones  infundadas,  de  TRAICIÓN !  y  de  otras  cosas  peores,  á- 
los  soldados  por  quienes  es,  lo  que  en  su  vida,  habría  pensado 
ser? — ¿á  los  que  con  la  palabra  y  con  la  espada  han  elevado  á 
millares  de  hombres  (y  á  él  con  ellos)  de  la  oscura  condición  de 
colonos,  á  la  dignidad  de  ciudadanos?  Los  sujetos  que  por  sus 
notorios  conocimientos,  patriotismo  y  servicios  merecieron  ser 
elejidos  ¿qué  mas  ni  qué  mejores  razones  alegarán  que  los  pri- 
meros? y  todos  juntos  ¿con  qué  derecho  recusarán  á  los  antiguos 
abogados  de  la  causa  pública,  en  el  acto  en  que  la  están  defen- 
diendo? ¿ni  qué  facultades  tendrán  para  licenciar  á  los  prime- 
ros Capitanes  del  Ejército,  en  el  momento  en  que  están  dete- 
niendo al  enemigo?  ¿Han  consultado  los  Representantes  al  Pue- 
blo para  semejante  procedimiento? 

La  Representación  no  es  arbitraria  ni  prudencial,  el  Pueblo 
la  comete  al  que  cree  capaz  de  hacer  por  él,  lo  que  no  puede  ó 
no  sabe  hacer — nó  paraque  desacredite  sus  sentimientos  con  ir- 
gratitudes,  ni  sus  intenciones  con  injusticias:  no  da  sus  poderes 
paraque,  bajo  el  nombre  de  VOLUNTAD  JENERAL,  cada  Dipu- 
tado haga  valer  sus  opiniones  ó  favorezca  sus  caprichos .  El 
manual  de  los  Representantes  debe  componerse  de  RAZONES,  nó. 
de  PARECERES,  ni  de  arterías  políticas;  porque  el  Pueblo 
los  ha  elejido,  para  representarlo  en  un  personaje  social,  ador- 
nado de  todas  las  cualidades  que  recomiendan  al  hombre  de 
bien . 

¡Militares! 

Acordaos  que  un  filósofo  os  llamé  los  PERROS  DE  LA  NA- 
CIÓN, por  vuestra  fidelidad,  vijilancia,   «docilidad,  valor,  y  sobre 


i67 


todo  por  vuestra  devoción  al  que  os  cuida — de  todas  estas  cua- 
lidades habéis  dado  pruebas 

NO  MORDER  AL  AMO  (a),  AUNQUE  RABIÉIS 

es  lo  solo  que  os  recomienda  un  compatriota,  que  siente  no  poder 
ser  Militar. 


NOTA 

Sobre  el  proyecto  de  Educación  Popular 

Los  que  suponen  á  Bolívar  intenciones  hostiles  contra  la  Li- 
bertad, no  saben  TAL  VEZ  lo  que  ha  hecho  por  asegurarla 

f    no    trata    de    elevar    al    Pueblo    á    su 
|  dignidad 

.no    trata    de    enseñar   paraque    lo    co- 
El   que  pretende   reinar  j  nozcan 

|    no    trata   de   dar    fuerzas   paraque    le 
L  resistan 

f  de  educación  Popular  ]  lo  mandó  ejecu- 

El   plan  -{  de  destinación  á  ejercicios  útiles  y  ¡>  tar  Bolívar  en 

[  de  aspiración  fundada  á  la  propiedad  J     Chuquisaca 

Expidió  un  decreto  paraque  se  recojiesen  los  niños  pobres 
de  ambos  sexos ...  nó  en  Casas  de  misericordia  á  hilar  por  cuen- 
ta del  Estado — nó  en  Conventos  á  rogar  á  Dios  por  sus  bienhe- 
chores— nó  en  Cárceles  á  purgar  la  miseria  ó  los  vicios  de  sus 
padres — nó  en  Hospicios,  á  pasar  sus  primeros  años  aprendiendo 
á  servir,  para  merecer  la  preferencia  de  ser  vendidos,  á  los  que 
buscan  criados  fieles  ó  esposas  inocentes . 

Los  niños  se  habian  de  recoger  en  casas  cómodas  p  aseadas, 
con  piezas  destinadas  á  talleres,  y  estos  surtidos  de  instrumentos, 
y  dirijidos  por  buenos  maestros .  Los  varones  debian  aprender 
los  tres  oficios  principales,  Albañilería,  Carpintería  y  Herrería 
porque  con  tierras,  maderas  y  metales  se  hacen  las  cosas  mas  ne- 
cesarias, y  porque  las  operaciones  de  las  artes  mecánicas  secun 

(a)      La  Patria. 


168 


darías,  dependen  del  conocimiento  de  las  primeras.  Las  hem- 
bras aprendían  los  oficios  propios  de  su  sexo,  considerando  sus 
fuerzas — se  quitaban,  por  consiguiente,  á  los  hombres,  muchos 
ejercicios  que  usurpan  á  las  mujeres. 

Todos  debían  estar  decentemente  alojados,  vestidos,  ali- 
mentados, curados  y  recibir  instrucción  moral,  social  y  relijiosa . 
Tenían,  fuera  de  los  maestros  de  cada  oficio,  Ajentes  que  cuida- 
ban de  sus  personas  y  velaban  sobre  su  conducta,  y  un  Director 
que  trazaba  el  plan  de  operaciones  y  lo  hacia  ejecutar . 

Se  daba  ocupación  á  los  padres  de  los  niños  recojidos,  si 
tenían  fuerzas  para  trabajar;  y  si  eran  inválidos  se  les  socorría 
por  cuenta  de  sus  hijos:  con  esto  se  ahorraba  la  creación  de  una 
casa  para  pobres  ociosos,  y  se  daba  á  los  niños  una  lección  prác- 
tica sobre  uno  de  sus  principales  deberes. 

El  capital  empleado  en  estos  gastos  era  productivo,  porque 
se  llevaban  cuentas  particulares  con  los  niños — al  fin  del  quin- 
quenio se  cargaban  á  los  existentes,  á  prorata,  los  gastos  ocasio- 
nados por  los  muertos  é  inválidos — y  al  salir  de  aprendizaje  ca- 
da joven  reconocía  una  deuda  al  fondo  y  pagaba  5  por  ciento 
hasta  haberla  amortizado — De  este  fondo  se  sacaba  con  qué  au- 
xiliar socorrer  y  amparar  á  los  miembros  de  aquella  sociedad, 
por  corporciones,  después  de  establecidos .  Solo  el  amparo  era 
una  carga — por  el  auxilio  y  por  el  socorro  pagaban  intereses  al 
fondo . 

El  fondo  para  gastos  de  establecimiento  se  creó,  por  la  1  ? 
vez,  reuniendo  bajo  una  sola  administración,  en  cada  Departa- 
mento, varias  fundaciones,  unas  destinadas  á  cosas  inútiles  y 
otras  mal  aplicadas.  No  se  obedeció  á  la  VOLUNTAD  DEL 
TESTADOR,  1  °  porque  si  su  alma  hubiese  estado  en  este  mundo, 
habría  aprobado  (sin  duda)  el  nuevo  destino  que  se  daba  al 
caudal  que  dejó  á  rédito,  para  vivir  con  descanso  en  la  otra  vi- 
da: 2o  porque  los  vivos  de  estos  tiempos,  mejor  instruidos  que 
los  de  los  pasados,  ya  no  creen  deber  consultar  sus  negocios  con 
los  difuntos . 

Tanto  los  alumnos,  como  sus  padres,  gozaban  de  libertad 
— ni  los  niños  eran  frailes  ni  los  viejos  presidiarios — el  dia  lo  pa- 
saban ocupados  y  por  la  noche  se  retiraban  á  sus  casas,  excepto 
los  que  querían  quedarse. 

En  cada  Departamento  de  la  República  debía  haber  un 
establecimiento   igual — no  había  número      determinado,   y  todos 


169 


entraban  voluntarios .  En  menos  de  4  meses  reunió  la  casa  de 
Chuquisaca  mas  de  200  niños,  cerca  de  50  pobres,  y  20  jóve- 
nes de  diferentes  partes  que  aprendían  para  propagar  la  instruc- 
ción en  otras  ciudades .  A  la  salida  del  Director  para  Cocha- 
bamba,  dejó  una  lista  de  cerca  de  700  niños  pretendientes  á  los 
primeros  lugares  que  se  diesen. 

La  intención  no  era  (como  se  pensó)  llenar  el  pais  de  ar- 
tesanos rivales  ó  miserables,  sino  instruir,  y  acostumbrar  al  traba- 
jo, para  hacer  hombres  útiles — asignarles  tierras  y  auxiliarlos  en 
su  establecimiento era  colonizar  el  pais  con  sus  propios  ha- 
bitantes .  Se  daba  instrucción  y  oficio  á  las  mujeres  paraque 
no  se  prostituyesen  por  necesidad,  ni  hiciesen  del  matrimonio  una 
especulación  para  asegurar  su  subsistencia. 

Bolívar  puso  un  Director,  y  le  asignó  6000  pesos  (para 
gastos,  nó  para  su  bolsillo)  y  le  encargó  ál  mismo  tiempo  la  Di- 
rección de  minas,  de  caminos,  y  de  otros  ramos  económicos .  El 
Director  mantenía  7  jóvenes  supernumerarios,  llevaba  correspon- 
dencia con  todos  los  Departamentos,  conservaba  las  cavalgadu- 
ras  necesarias  para  sus  viajes,  y  sostenía  otros  gastos  en  favor  de 
la  empresa,  con  la  asignación  que  se  le  habia  hecho . 

Seria  largo  entrar  en  mas  detalles — ahora  se  estaría  viendo 
el  resultado;  pero  todos  los  proyectos  experimentan  desgracias 
en  su  ejecución,  especialmente  los  buenos ....  ¡EL  DIRECTOR 
SALIÓ   MALO! 

Prescindiendo  de  la  herejía,  del  ateismo,  de  la  impiedad, 
del  francmasonismo,  de  la  inmoralidad,  del  libertinaje  y  de  otra; 
gracias  de  que  están  adornados  los  sabios  á  la  moderna.  .  .  en  ei 
curso  de  sus  trabajos  descubrió  varias  habilidades — Una  sema- 
na la  tomaba  por  jugar  á  los  dados  de  dia,  y  á  los  naipes  de 
noche,  y  cuando  le  faltaban  tercios  jugaba  solo — Otra,  por  de- 
moler escaleras,  abrir  puertas  y  ventanas,  para  poner  en  comuni- 
cación los  niños  con  las  niñas.  .  .  ¿cual  seria  su  intención?  un 
canónigo  la  descubrió.  .  .  .  ¡protejer  maldades! — Otra  semana, 
daba  en  sacarse  monjas  de  los  conventos.  .  .  cPara  Qué  seria?  el 
capellán  lo  descubrió;  pero  no  lo  quiso  decir  sino  al  Gobierne 
en  secreto — Otra,  daba  en  la  manía  de  vestir  de  nuevo  á  los  que 
llegaban  desnudos — Otra,  se  entretenía  en  destruir  templos  y 
emplear  las  maderas  en  muebles  para  sus  salones — Otra,  en  en- 
tresacar, como  un  Sultán,  cholas  doncellas  para  su  servicio,  y  en 
cada  semana  destinaba  dos  días  para  sustraer  dinero  de  las  ca- 


170 


jas  públicas  y  enviarlo  á  su  tierra  (mas  de  dos  millones  puso  en 
salvamento  para  su  retirada) — Era  pródigo,  tramposo,  no  iba  á 
misa,  no  hacia  caso  de  los  truenos,  vivia  en  mal  estado,  no  sabia 
la  historia  ni  hablaba  latin. 

Continuamente  ocupado  en  proyectos,  á  cual  mas  ridículos : 
por  tres  de  ellos  se  pueden  inferir  los  demás .  1  ?  Queria  que  no 
hubiese  sino  un  solo  Seminario  en  la  Capital,  dirijido  por  tres 
Rectores  ( ¡  quien  ha  visto  tres  Rectores ! )  y  bajo  la  inspección 
del  Arzobispo,  y  que  allí  ocurriesen  jóvenes  de  todos  los  Depar- 
tamentos, en  número  determinado;  para  impedir  (decia)  que 
por  la  puerta  de  cada  catedral,  entrasen  clérigos  á  docenas,  y  se 
llenase  la  Iglesia  de  jente  desconocida — 2o  pretendía  que  todos 
los  ministros  del  altar  debían  ser  sabios,  y  tener  una  decente  sub- 
sitencia:  que  siendo  las  rentas,  de  que  gozan  hoy,  desproporcio- 
nadas con  lo  que  necesitan  gastar  para  subsistir,  debían  rescin- 
dirse les  contratos  enntéuticos  y  arrendar  las  fincas  á  precios  co- 
rrientes— 3°  pretendía  que  el  Gobierno  no  debia  distinguir  á  los 
hijos  por  los  padres,  en  la  educación  nacional .   &c .   &c .   &c . 

Denunciado  por  sus  vicios  y  ridiculeces,  se  le  despreció  co- 
mo merecía  y  el  Gobierno  lo  declaró  por  loco — mandó  echar  á 
la  calle  los  niños,  porque  Jos  mas  eran  cholos,  ladrones  los  ma- 
chos y  putas  las  hembras  (según  informe  de  un  sujeto  muy  res- 
petable que  á  la  sazón  era  Prefecto  del  Departamento) — se 
aplicó  el  dinero  á  la  fundación  de  una  casa  para  viejos — á  reedi- 
ficar un  colejio  para  enseñar  ciencias  y  artes  á  los  hijos  de  la 
jente  decente — á  establecer  la  escuela  de  Lancaster  para  la  jente 
menuda — á  la  construcción  de  un  mercado — y  de  otras  cosas 
que  hacen  el  lustre  de  las  naciones  cultas  (según  parecer  del  Se- 
cretario de  la  Prefectura)  . 

Bolívar  (decían  varios  sujetos  principales)  por  acomodar  á 
su  hombre  le  dio  una  importancia  que  no  tenía.  .  .»  ¿Valiente 
Director  de  minas! .  .  que  no  cree  en  los  CRIADEROS  DE  PLATA, 
por  la  virtud  de  los  ANTIMONIOS  (antimonios  en  plural)» 

Cuando  se  empezó  á  hablar  del  tal  Director,  y  á  tratarlo 
unos  de  U .  S .  y  otros  de  V .  E .  varias  personas  ilustradas  cre- 
yeron encontrarse  con  un  hombre  de  baja  estatura — sin  pescuezo 
— calvo  hasta  el  cogote,  con  cuatro  pelos  torcidos  en  coleta — 
ios  muslos  escondidos  bajo  la  barriga — piernas  cortas  y  delga- 
das, terminadas  por  grandes  pies,  -envueltos  en  zapatos  de  paño, 
con  hebillas  de  oro — caja  de  polvo,  rosario  en  faltriquera,  reza- 


171 


dor,  limosnero,  gran  citador  de  historia,  engastando  sus  frases 
en  versos  clásicos,  y  escupiendo  latinajos  á  cada  momento — salu- 
dando á  gritos  desde  lejos,  y  apretando  ambas  manos  al  llegar — 
riéndose  de  cuanto  decia  en  presencia,  y  en  ausencia.  .  de  cuan- 
to le  habian  dicho.  &c  Por  otra  parte  las  personas  timoratas  se 
figuraban  que  el  Director  debía  ser  alto,  seco,  cejudo,  taciturno, 
muy  sabio,  muy  grave,  muy  santo  y  muy  sucio .... 

Ni  tan  malo  como  el  de  Bolívar,  ni  tan  bueno  como 
estos . 

El  proyecto  de  Educación  Popular  tiene  la  desgracia  de 
parecerse  á  lo  que,  en  vanas  partes,  se  ha  emprendido  con  este 
nombre — y  se  practica,  bajo  diferentes  formas,  con  un  corto  nú- 
mero de  individuos,  sobre  todo  en  las  grandes  capitales .  Las 
fundaciones  son  todas  piadosas .  .  .  Unas  para  expósitos — Otras 
para  huérfanos — Otras  para  niños  nenies — Otras  para  hijos  de 
militares — Otras  para  inválidos ....  en  todas  se  habla  de  ca- 
ridad: no  se  hicieron  por  el  bien  jeneral,  sino  por  la  salvación 
del  fundador  ó  por  la  ostentación  del  Soberano.  El  Estableci- 
miento que  se  emprendió  en  Bohvia  es  social,  su  combinación  es 
nueva,  en  una  palabra  es  LA  REPÚBLICA:  hay  en  él  lo  que  se 
vé  en  los  demás,  por  que  es  una  Obra  =  hay  hombres  que  son 
las  materias — ajentes,  que  son  los  obreros — lugares  donde  se  tra- 
baja, que  son  los  talleres — Director  que  es  el  maestro — é  Ins- 
pector (el  Gobierno)  que  es  el  dueño.  Todos  los  relojes  se 
componen  de  ruedas  y  resortes,  y  no  son  los  mismos. 

El  Director  de  semejante  obra,  debe  tener  mas  aptitudes 
que  el  Presidente  de  la  República.  .  .    cuéntense. 

1 !      moralidad   (nó  escrúpulos  monásticos  ni  gazmoñería) 

2?  espíritu  social  (por  razón,  nó  por  imitación  ni  por  conve- 
niencia) 

3?  conocimiento  práctico  y  CONSUMADO  de  artes,  de  oficios  y 
de  ciencias  exactas    (Economista,  nó  mero  especulador) 

4?  conocimiento  práctico  del  Pueblo,  y  para  esto  haber  viaja- 
do por  largo  tiempo,  en  países  donde  hay  que  aprender, 
y  con  la  intención  de  aprender.  El  Pueblo  no  se  co- 
noce andando  por  las  calles,  ni  frecuentando  algunas 
casas  pobres,  para  darles  una  parte  de  lo  que  necesitan, 
ó  para  pedirles  todo  lo  que  pueden  dar 


LT¿ 


5-      modales  decentes   (sin  afectación) 

6?  Jenio  Popular,  para  saberse  abajar  á  tratar,  de  igual  á 
igual,  con  el  ignorante — sobre  todo  con  los  niños . 

7?      Juicio,  para  hacer  sentir  su  superioridad  sin  humillar . 

8?  Comunicativo  para  enseñar  todo  lo  que  sabe,  y  en  esta  cua- 
lidad poner  su  amor  propio;  nó  en  alucinar  con  senten- 
cias propias  ó  ajenas,  y  hacerse  respetar  por  una  ventaja 
que  todos  pueden  tener,  si  emplean  su  tiempo  en  estudiar. 
El  que  piense  en  esto  reconocerá  que  lo  que  sabe  lo  de- 
be al  pobre  que  lo  mantuvo,  por  una  porción  de  años,  de 
estudiante — y  que  no  hizo  aquel  sacrificio,  sino  con  la 
esperanza  de  tener  quien  lo  enseñase.  Los  que  han 
aprendido  á  expensas  de  otro,  son  libros  que  han  costa- 
do mucho  dinero ;  mas  le  habría  valido  al  pobre  campe- 
sino comprarse  una  biblioteca.  Los  Doctores  Ameri- 
canos no  advierten  que  deben  su  ciencia  á  los  indios  y 
á  los  negros:  porque  si  los  Señores  Doctores  hubieran 
tenido  qué  arar,  sembrar,  recojer,  cargar  y  confeccionar 
lo  que  han  comido,  vestido  3'  jugado  durante  su  vida 
inútil ....  no  sabrían  tanto : .  .  .  estarían  en  los  campos 
y  serían  tan  brutos  como  sus  esclavos — ejemplo  los  que 
se  han  quedado  trabajando  con  ellos  en  las  minas,  en 
los  sembrados  detras  de  los  bueyes,  en  los  caminos  de- 
tras de  las  muías,  en  las  canteras,  y  en  muchas  pobres 
tiendecíllas  haciendo  manteos,  casacas,  borlas,  zapatos 
y  casullas . 

9?  De  un  humor  igual,  para  ser  siempre  el  mismo  con  las  jentes 
que  tenga  bajo  sus  órdenes . 

I  0?  Sano,  robusto  y  activo,  para  transportarse  á  todos  los  pun- 
tos donde  se  trabaje .  El  Director  es  el  desempeño  del 
Gobierno — de  su  intervención  depende  el  buen  éxito  de 
la  mayor  parte  de  las  providencias;  porque  casi  todas 
son  económicas,  y  sin  economía  no  hay  Estado .  Como 
Ájente  inmediato,  debe  aplicar  la  mano  á  las  obras,  pa- 
ra enseñar — y  estar  presente  para  hacerlas  ejecutar. 
Desde  su  casa  manda  el  Gobierno:  el  que  ha  de  ejecu- 
tar sus  órdenes  no  ha  de  estar  SENTADO  despachando 
correos,  y  cometiendo  á  otros  lo  que  está  obligado  á 
hacer — no  puede,  por  consiguiente,  tener  otro  empleo, 
ni  tomar  el  título  de  Director   Económico  por  honor,  ó 


W 


por  el  sueldo.  .  .  .  porque  no  es  colocación  ni  destino,  ni 
suerte,  como  se  dice  cuando  se  favorece  á  cualquiera 
por  empeños.  La  Dirección  Económica  no  se  toma 
para  figurar  llenando  encabezamientos,  y  haciendo  lle- 
nar sobrescritos  con  palabras  HUECAS.  Cuando  el  Di- 
rector escriba  ha  de  decir 

La  Dirección  Económica  manda  que  se  haga  tal  cosa. 
Y  cuando  le  escriban,  le  han  de  superscribir  sus  cartas, 
diciéndole 

a  la  Dirección  Económica   (y  nada  mas) 
en  lugar  de 

Al  Excelentísimo  Señor  Doctor  Don  Juan  José  Antonio 
Diaz  Martínez  de  Sandoval,  Ulloa  de  Mendoza,  Gran 
Director  Principal  \)  Jeneral  de  Dominios  Nacionales, 
Administrador  y  Encargado  especial  p  particular  de  los 
Ramos  Jenerales  de  Educación  Nacional,  Minas  del 
Estado,  Caminos  Públicos,  Sendas  Xf  Veredas.  Fábri- 
cas, Manufacturas,  Comercio  Ultramarino  ]j  Terrestre, 
Inspector  Jeneral  de  la  Industria  Agrícola,  Bosques, 
Puertos  \)  Ensenadas,  en  toda  la  extensión  de  la  Repú- 
blica &c.    &c.    &c.    &c. 

De  todas  estas  cosas,  el  Sr.  Director  no  sabe  sino 
los  nombres,  ni  cuida  de  otra  cosa .  Sus  dependientes 
lo  engañan,  él  engaña  al  Gobierno  y  el  Gobierno  a[ 
Pueblo .      Hablan  todos  mucho,  y  ninguno  hace  nada 

Debe  tener  INJENIO,  porque  en  muchísimas  ocurrencias 
se  verá  con  las  dificultades  á  solas,  y  tendrá  qué  apela™ 
á  sí  mismo  para  vencerlas .  Hay  cosas  en  que,  el  que 
manda  (sea  lo  que  fuere)  no  puede  ó  no  debe  pedi; 
consejo,  ó  no  tiene  á  quien  pedirlo — es  un  viaje  de  alta 
mar:  los  marineros  sirven  de  mucho  con  arbitrios  de 
maniobra  ó  de  industria  en  casos  apurados;  pero  de  na- 
da en  punto  á  rumbos — ellos  manejan  las  velas;  pero 
solo  el  Piloto  manda  virar.  El  Director  no  ha  de  es- 
tar colgado  de  libritos,  ni  de  mapas,  ni  de  recetas,  ni  los 
que  lo  necesitan  han  de  estar  esperando  á  que  salga  del 
Coro,  del  Tribunal,  de  la  Aduana,  ó  de  la  Secretaria 
de  Estado,  ni  á  que  vuelva  de  su  hacienda,  ni  á  que  ha- 
ya cerrado  el  Almacén.      Ha  de  tener  cabeza  y  manos 


174 


— con  cabeza  sola  sabrá  lo  que  es  menester  mandar,  y 
con  manos  solas,  lo  hará  cuando  se  lo  manden.  .  .  . 

Desinteresado,  prudente,  aficionado  á  las  invenciones  y  á 
los  trabajos  mecánicos,  estudioso,  despreocupado,  enfin 
.  .  .  hombre  de  mundo — no  ha  de  ser  un  simple  que  se 
deje  mandar  por  los  que  manda,  ni  un  necio  que  se  haga 
valer  por  el  empleo . 

No  habria  con  qué  pagar  un  Director  semejante, 
si  por  cada  cualidad  exijiese  un  premio ;  pero  quiere  la 
fortuna  que  los  hombres,  tan  felizmente  dotados,  tengan 
una  inclinación  decidida  á  ocuparse  en  hacer  bien,  y  no 
piensen  en  atesorar .  Es  muy  fácil  obtener  de  ellos  los 
servicios  que  pide  la  Dirección,  porque  los  desean  hacer; 
no  obstante,  es  muy  difícil  reducirlos  á  una  ciega  sumi- 
sión: el  Gobie#no  los  debe  tratar  con  decoro,  porque  co- 
mo saben  comprar  su  independencia  con  el  trabajo,  no 
mendigan   COLOCACIONES. 


Si  el  Gobierno  de  Bolivia,  en  el  año  26,  se  hubiese 
tomado  el  trabajo  de  examinar  el  plan,  habria  conocido 
su  importancia — si  hubiese  exijido  de  los  que  desaproba- 
ban las  razones  en  que  debian  fundarse,  é  impuesto  si- 
lencio á  los  que  se  oponían  bajo  pretextos  frivolos,  el 
Alto  Perú  seria  hoy  un  ejemplo  para  el  resto  de  la 
América  meridional:  allí  se  verían  cosas  verdadera- 
mente nuevas . 

1  í  Un  fondo  aplicado  á  lo  que  todos  llaman,  Obras  DE 
BENEFICENCIA.  .  .    aumentando  en  lugar  de  disminuir. 

2?  Un  bajo  Pueblo,  condenado  (como  en  todas  partes)  á  la 
miseria,  y  propenso  al  desorden.  .  .  .  corvertido  en  JEN- 
TE   DECENTE. 

3?  Una  milicia  compuesta  de  12,000  jóvenes  (por  lo  menos) 
sin  costar  un  centavo  al  Erario — armada  y  pertrechada 
con  el  trabajo  de  sus  manos  y  pagando  una  contribución 
personal  al  Estado,  en  lugar  de  cobrarle  sueldo. 

4?  En  los  4  años  que  han  corrido  desde  Enero  de  26,  en  que 
se  dio  principio  al  establecimiento  en  Chuquisaca,  ha- 
bria  (á  lo  menos)   25,000  personas  ocupadas   (con  pro- 


175  

piedad,  por  consiguiente) — instruidas  en  sus  deberes  mo- 
rales y  sociales  (por  consiguiente  republicanas  y  adictas 
al  Gobierno) — los  campos  estarian  cultivados,  y  los  la- 
bradores tendrían  casas  bien  construidas,  mobladas  y 
limpias — estarian  decentemente  vestidos — se  divertirían 
•on  moderación  y  entenderían  de  sociedad.  .  .  en  una 
palabra,  serian  CIUDADANOS. 

No  se  niega  que  algunos  habrían  perdido  en  la 
mudanza.  Los  burros,  los  bueyes,  las  ovejas  y  las  ga- 
llinas pertenecerían  á  sus  dueños — De  la  JENTE  NUEVA 
no  se  sacarían  pongos  para  las  cocinas,  ni  cholas  para 
llevar  la  alfombra  detras  de  las  Señoras — al  entrar  en 
las  ciudades  no  se  dejarían  agarrar  por  el  pescuezo  (á 
falta  de  camisa)  para  ir,  por  orden  de  los  asistentes,  á 
limpiar  las  caballerizas  de  los  oficiales,  ni  á  barrer  pla- 
zas, ni  á  matar  perros  aunque 'fuesen  artesanos — los  ca- 
balleros de  las  ciudades  no  encargarían  indiecitos  á  los 
curas,  y  como  no  vendrian,  los  arrieros  no  los  venderían 
en  el  camino.  ...    lo  demás  lo  saben  los  hacendados. 

¿No  habia  de  ser  ridículo  el  proyecto  de  EDUCA- 
CIÓN Popular?.  .  .  El  de  la  República  lo  es  mas  pa- 
ra centenares  de  Príncipes  y  Ministros — para  millares  de 
nobles,  clérigos,  frailes  y  comerciantes — y  para  millones 
de  siervos  acostumbrados  al  réjimen  feudal .  Con  todo, 
los  españoles  del  nuevo  mundo  quieren  ser  Republicanos . 

¿Lo  serán  por  los  medios  que  han  empleado  hasta 
aquí? 

¿Se  reirán  de  las  sentencias,  de  los  consejos,  y  de 
los  cuentecitos  del  Defensor  de  Bolívar?.  .  . 

RlRA   BIEN   QUI   RIRA   LE   DERNIER 


ÍNDICE 


Págs, 


Datos  biográficos  de  Don  Simón  Rodríguez,  por  Don 
Eloy  G.  González  (de  la  Academia  Nacio- 
nal de  la  Historia,  de  Venezuela)  .    ,    .    .    .    .  V 

EL  LIBERTADOR  DEL  MEDIODÍA 
DE  AMERICA 

Introducción  á  la  defensa 7 

Mérito  de  la  defensa 9 

Orijen  natural  y  social  del  Jeneral   Bolívar ....  12 

Su  carácter 12 

Su  conducta  moral 12 

Su  conducta  social .  13 

Fundamentos  para  establecer  el  juicio 

Primer  fundamento 16 

Segundo  fundamento :.  17 

Tres  modos  de  leer  un  libro :••  •    •  :•:  22 

Tres  modos  de  dar  su  parecer 22 

Objeto  de  la  defensa 22 

Mérito  de  la  Causa:  cuerpo  de  delito.    .....    .  23 

Acusación  del  Populacho 3  25 

Preliminar  á  la  defensa •:  e  3  3a  B  a  25 


Págs. 


Bolívar  es  un  tirano:  sus  injusticias  y  su  violencia.    .  29 

Su  crueldad,  su  despotismo 30 

Carácter  que  deduce  el  vulgo  de  la  conducta  de  los 

Jefes • 32 

Popularidad  de  Bolívar  es  aparente 39 

Liberalismo  de  Bolívar  es  aparente 40 

Finje  Bolívar  renunciar  el  poder  para  asegurarse  me-  41 

jor  de  él 

Protesta  no  querer  mandar  y  hace  cuanto  puede  pa-  41 

ra  perpetuarse  en  el  mando 

Se  han  descubierto  sus  maniobras 45 

Las  sospechas  son  razones  en  política 48 

Comunicaciones  interceptadas 53 

Entró  en  el  Perú  sin  ser  llamado 56 

Y  al  entrar  no  se  presentó  á  pedir  órdenes  de  la  Au- 
toridad Suprema 56 

Usurpó   á   los  hijos   del   Perú   la   gloria  de  su   Inde- 
pendencia   59 

Deshizo  un  ejército  de   1  7000  hombres 62 

Reformó  cuerpos,  postergó  á  muchos  oficiales  y  des-  63 

pidió   á   otros   sin   retiro 

Agotó   el   Tesoro    del    Perú    para   enriquecer    a   Co-  63 

lombia.    .    . 

Puso  en  los  primeros  empleos  realistas  en  lugar  de  re-  66 

publícanos 

Realistas  europeos .  66 

Realistas  americanos 68 

Nota   al   Gobernador   Eclesiástico   de  Trujillo.     .     .  73 

Nota  al  Vicario  apostólico  de  Chile 74 

Se  rodeó  Bolívar  de  jente  mala  con  desprecio  de  la  75 

buena 

Incivilidades  que  cometió  en  el  Perú 81 

Anarquizó  al   Perú  y  á   Colombia  para  hacerse  ne- 
cesario   85 

Es  un  monstruo:  letanía  de  dicterios 88 

Manifiesto  de  D.    José  de  la  Riva  Agüero.     ...  90 

Testigo  el  mundo  entero 99 

Respuesta  al"  populacho 1 00 


V 


179 


Págs. 


Coronación 1 02 

Conclusión  de  este  artículo 1  20 

Vitalicismo \21 

Conducta  del  Pueblo  con  el  Gobierno  y  del  Gobier- 
no con  el  Pueblo 1  32 

E.1  Pueblo  y  sus  partidos 1  44 

Verdades  en  favor  del  Vitalicismo 150 

y  siguientes. 
Condiciones  y   aptitudes   del   Gobierno,   del      Gober- 
nante y  del  Pueblo 1  62 

Conclusión 1  64 

Nota  sobre  el  proyecto  de  Educación  Popular.    .    .  167 


■ 


fr9e¿8C¿éooo 

iilPlL