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DICCIONARIO DE REFRANES
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DE
REFRANES, ADAGIOS, PROVERB
MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES
DE LA LENGUA ESPAÑOLA
RECOGIDOS Y GLOSADOS POR EL
ILMO. SR. D. JOSÉ MARÍA SBARBI
PRESBÍTERO, ACADÉMICO DE LA REAL DE BELLAS ARTES DE SAN' FERNANDO
OBRA POSTUMA
ORDENADA, CORREGIDA Y PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE
D. MANUEL JOSÉ GARCÍA
PROFESOR DE LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA, LICENCIADO EN FILOSOFÍA Y LETRAS
Los refranes son como piedras preciosas
salteadas por ropas de gran precio que
arrebatan los ojos con sus lumbres.
(Juan de Mal-lara.)
TOMO I
A-LL
^
l?fras'i.
9. |. £4
MADRID
LIBRERÍA DE LOS SUCESORES DE HERNANDO
CALLE DEL ARENAL, NUM. I I
1922
Es propiedad de los herederos del autor.
Todo ejemplar que no lleve el sello del or-
denador y corrector será considerado como
clandestino.
Madrid. —Imprenta de los Sucesores de Hernando, calle de Quintana, núm. 33.
DON JOSÉ MARÍA SBARBI
El retrato que va al frente de esta obra nos presenta a su autor
en la plenitud de su vida, dándonos idea exacta de lo que era
desde el punto de vista físico, cuando había llegado al máximum
del desenvolvimiento de su actividad intelectual, y su incansable
afán por el estudio había producido multitud de libros que prue-
ban su claro talento, su gran erudición, exquisito ingenio y exce-
lente manejo del habla castellana, que conocía tan a fondo que
pocos maestros del bien decir podrán igualarle, y cuando, merced
a sus grandes dotes de artista, había compuesto más de cien obras
musicales, pertenecientes en su mayoría al género religioso.
De la importancia de la labor literaria de D. José María Sbarbi
se puede formar idea sólo con la enumeración de sus libros y sus
trabajos como periodista en diarios y revistas de diferente índole;
pero con ser muy grande el valor de este bagaje literario y artís-
tico, más estimado en el extranjero que en España, porque jamás
se cuidó de hacerse el reclamo ni quiso figurar en las agrupaciones
de bombos mutuos encargadas de fabricar reputaciones científicas
a gusto de sus asociados, es mayor aún el mérito y el trabajo que
suponen la recopilación y glosa de los materiales que forman la
obra que ahora se publica, titulada Diccionario de refranes, ada-
gios, PROVERBIOS, MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES DE
la lengua española, a la que dedicó todos sus afanes, y que la
muerte no le dejó ver impresa por su constante deseo de aumen-
tarla y completarla cada día con nuevos datos, a cual más intere-
santes y amenos, antes de decidirse a darla a la imprenta.
El examen de este trabajo monumental bastaría para crear una
reputación de escritor de primer orden a quien no tuviera, como
Sbarbi, por derecho propio un lugar preeminente entre los culti-
vadores de las letras patrias. Para los que le conocieron y saben
VI —
apreciar en lo que valen las obras que dejó publicadas, la apari-
ción de la presente constituye un motivo de júbilo, porque en ella
concentró con entusiasmo todo cuanto pudo hallar relacionado
con el folklore nacional.
Antes de seguir tratando de las producciones literarias y artís-
ticas del Sr. Sbarbi, indicaremos algunos de sus datos biográficos,
para que se conserven aquí las notas más salientes relacionadas
con su existencia.
Don José María Sbarbi nació en Cádiz el 10 de julio del
año 1834, y desde niño demostró tal afición a los libros, que el
tiempo que otros de su edad dedicaban a los juegos y diversiones
propios de los pocos años, lo empleaba en estudiar y buscar por
los puestos de libros usados obras que, apenas llegaba a su casa,
leía con gran afán; siendo tan grande su aplicación, que los profe-
sores del Colegio de San Agustín, donde hizo sus primeros estu-
dios, no tardaron en observar sus excepcionales aptitudes, y muy
pronto pasó de discípulo a ser maestro, figurando a los quince
años de edad como encargado de explicar Francés y Música en el
mismo centro en que aprendió las primeras letras, y de enseñar
aquel idioma en el Colegio de San Felipe de su ciudad natal.
Al año siguiente, por no tener la edad reglamentaria, se pre-
sentó ad honorem a las oposiciones para proveer la cátedra de Len-
gua francesa vacante en el Consulado (Academia Mercantil), e hizo
ejercicios tan brillantes, que se le adjudicó el primer lugar después
de la terna. También se encargó dos años después de las cátedras
de Francés y de Canto llano en el Seminario Conciliar gaditano,
satisfaciéndose así una de sus aspiraciones favoritas, la del cultivo
de la Música, a la que tuvo tan gran afición, que cuando sólo con-
taba doce años de edad tocó el órgano en público, revelándose
como consumado artista.
En 1853 hizo oposición, también ad honorem, a la cátedra de
Francés vacante en el Colegio Naval Militar (Isla de San Fernan-
do), y el Tribunal calificador, al ver que la brillantez de sus ejer-
cicios le hacía acreedor al primer lugar de la propuesta, le invitó
a retirar la cláusula citada de ad Jio7iorc7n, para que pudiera ser
elegido; pero su propósito de abrazar el estado eclesiástico, al que
tenía gran vocación, le hizo renunciar el cargo que le ofrecían.
Ordenado en Badajoz el año 1857, tomó inmediatamente pose-
VII
sión de su prebenda en la Catedral de aquella ciudad, como orga-
nista primero maestro de capilla, plaza que ganó por oposición,
haciendo brillantísimos ejercicios. En 1861 publicó un cuaderno
de 26 páginas, titulado Prontuario de definiciones musicales, escrito con
sencillez filosófica, para que los jóvenes estudiantes aprendieran fácil-
mente los principios fundamentales del Arte de conmover por medio
de los sonidos.
Motivos de salud le obligaron el año 1863 a renunciar el bene-
ficio que disfrutaba en Badajoz, y para buscar alivio a su dolen-
cia se trasladó a Sevilla, donde se dedicó a la enseñanza particular
y a la oratoria sagrada, siendo tanto el trabajo que una y otra le
proporcionaban, que por falta material de tiempo abandonó en
parte el cultivo de la Música; sin embargo, hizo tres oposiciones
diferentes en la Metropolitana Hispalense, logrando ser siempre
aprobados todos sus ejercicios con las mejores calificaciones.
En uno de los viajes que hizo a Madrid durante el tiempo que
residió en Sevilla, publicó, el año 1867, un libro en 8.", titulado
Teóñlo o Pruebas de las pruebas del estado eclesiástico.
En su constante afán de hacer oposiciones, a fines de 1867
actuó como opositor a uno de los curatos pertenecientes a las
Ordenes Militares, y sin aguardar a saber su resultado, al ente-
rarse que estaba vacante una prebenda música de la Catedral de
Toledo, la solicitó, y a principios de 1868 hizo los ejercicios con-
siguientes, logrando que se le adjudicase la plaza por unanimidad,
sobre los otros tres que se la disputaban; pero la Revolución de
septiembre trajo consigo que se atrasasen los pagos de cuanto
dependía del Estado, y pasaron dos años sin que se percibieran
las dotaciones de la Catedral Primada, y viendo el Sr. Sbarbi que
no se cobraban, ni se sabía cuándo se cobrarían regularmente, se
trasladó a la Corte en 1871 para proporcionarse medios de subsis-
tencia, y poco después abandonó aquel destino por completo.
Desengañado de ciertos cargos públicos por el descalabro
sufrido, se dedicó de nuevo con gran ahinco al cultivo de las
Letras, escribiendo por aquel entonces su Monografía sobre los
refranes, adagios y proverbios castellanos y las obras o fragmentos que
expresamente tratan de ellos en nuestra lengua, obra que fué premiada
por la Biblioteca Nacional en el Concurso público de 1871, y que,
no obstante su gran importancia, por tratarse del primer libro de
VIII
bibliografía paremiológica escrito en España, no se publicó hasta
el año 1891 (1).
En 1872 imprimió en Madrid (Simón y Urosa) El libro de los
refranes, colección alfabética de refranes castellanos, explicados
con la mayor concisión y claridad, que contiene unos 1.800 ada-
gios y refranes glosados que no figuran en las obras de este género
publicadas hasta aquella fecha, y al año siguiente publicó, en casa
de A. Gómez Fuentenebro, el Florilegio o ramillete alfabético de refra-
nes y 7nodismos comparativos y ponderativos de la lengua castellanay
definidos razo?iadamente y en estilo a??ie?w, que forma un volumen
en 8.° de 501 páginas y una hoja de nota.
La nostalgia de las oposiciones le indujo a hacer las de la
cátedra de Francés que estaba vacante en el Instituto de San
Isidro, v, no obstante sus grandes conocimientos en esa materia y
sus brillantes ejercicios, sólo obtuvo un voto para ser incluido en
la terna propuesta: el voto del catedrático de Latín del Instituto
del Cardenal Cisneros en aquella época; los demás vocales del
Tribunal votaron al que de público se decía entre los opositores
que se le adjudicaría la cátedra para satisfacer compromisos polí-
ticos; y Sbarbi, asqueado al ver aquello, no volvió a presentarse
a más oposiciones.
Desde 1874 a 1878 publicó, en la imprenta de Gómez Fuente-
nebro, los diez tomos, en 8.° mayor, de El refranero general español^
parte recopilado y parte compuesto por Sbarbi, del que dice Mel-
chor García Moreno en el interesantísimo Catálogo parcmiológico,
impreso en Madrid el año 191 8, que es «obra de verdadero mérito,
a la que consagró su autor gran parte de su vida y de la que sólo
pudo terminar esta primera serie. Sbarbi escogió lo mejor de lo
mejor con exquisito gusto y copiosa erudición, por lo que su
Refranero constituye hasta el presente el más apreciado y útil de
los repertorios paremiológicos. Supo su autor reunir, a la ciencia
de interpretar el refrán, la gracia del escritor ameno».
En 1879 empezó a publicar una revista titulada El Averiguador
Universal, que logró sostener durante cuatro años a fuerza de
(1) En Madrid, un volumen en 4.0 mayor de 412 páginas. Precede a esta obra una inte-
resante Disertación, en la que el Sr. Sbarbi da a conocer los proverbios sacados de El
Génesis, El libro de los Proverbios, los Padres de la Iglesia y los de nuestros clásicos anti-
guos y modernos.
IX
sacrificios, teniendo que abandonarla por falta de apoyo; tampoco
correspondió el público a los esfuerzos que hizo en 1882 para la
impresión del Álbum Teresiano, no obstante su esmerada compo-
sición y aparecer con música y profusión de grabados las diversas
ediciones que editó de diferentes clases y tamaños. El mismo
año 1882, deseando contribuir a que se depurara el habla caste-
llana, creó una Asociación titulada Academia Nacional de Letras
Populares, cuyo principal objeto era recoger, estudiar y publicar
todos los elementos constitutivos del saber peculiar del pueblo;
pero ante la apatía con que acogieron la idea los que más debie-
ran favorecerla, se entibió el entusiasmo de los que le secundaban
en este propósito, y no logró que la naciente Asociación tuviera
larga vida.
La publicación de la duodécima edición del Diccionario de la
Real Academia Española, en 1884, sugirió a Sbarbi la idea de su
«novela histórica o historia novelesca» titulada Doña Lucía, en la
que, con su peculiar sal ática, censuró y desmenuzó todo el trabajo
de la docta Corporación, que jamás perdonó a Sbarbi la crítica ace-
rada y fina que empleó en esta obra, leída con singular regocijo
por cuantos saben cómo se confecciona el léxico nacional; y la
prueba de que no olvidó el mal rato que la hizo pasar el «Padre de
los refranes» con la publicación de Doña Lucía, es que, a pesar de
haber sido presentada, en 1875, su candidatura a la vacante de una
plaza de académico de número, por los Sres. Hartzenbusch, Olivan
y Fernández-Guerra, transcurrieron treinta y cinco años, desde
aquella fecha hasta el fallecimiento de Sbarbi, sin que la Acade-
mia Española le abriera sus puertas.
En 1897 publicó, en casa de la Viuda e Hija de Fuentenebro,
el Ambigú literario, interesante colección de cuarenta y nueve tra-
bajos, algunos inéditos y otros que ya habían visto la luz pública,
precedidos de un sabroso prólogo y de una semblanza de Sbarbi,
hábilmente trazada por D. Manuel García Osuna, de la que nos
hemos valido en gran parte para redactar estas líneas.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, recono-
ciendo las excelentes condiciones artísticas de D. José María
Sbarbi, le eligió académico de número el 4 de diciembre de 1899,
tomando posesión del cargo el 21 de enero de 1900. Substituyó
en la Academia al conde de Morphi, que había muerto en Badén-
Argovia (Suiza) el 28 de agosto de 1899, y su discurso de ingre-
so versó sobre ¿Qué es Música}, contestándole en nombre de la
Corporación el limo. Sr. D. Ildefonso Jimeno de Lerma. Desde
entonces asistió Sbarbi a todas las sesiones de la Academia de
San Fernando, y cuando el 2 de marzo de 1902 ingresó en ella
D. Manuel Fernández Caballero y leyó su discurso acerca de Los
cantos populares españoles co?isidcrados como elemento indispensable para
la formación de nuestra ?iacionalidad musical, fué Sbarbi el encargado
de contestarle, como lo hizo con su habitual galanura de dicción.
Incansable en su labor literaria, en 1903 publicó un volumen
en 8.° de 383 páginas, con el título de In illo tcmpore y otras frio-
leras. Bosquejo cervantino o pasatiempo quijotesco por todos cuatro costa-
dos, obra que le acarreó algunos disgustos y sinsabores, propor-
cionados por los que se creyeron aludidos en los capítulos más
intencionados y sabrosos de este trabajo, en el que, entre otras
cosas, hace un detenido estudio acerca del personaje real y verda-
dero que influyó en la mente de Cervantes para crear su inmortal
obra, y reproduce Cervantes teólogo (1), con varias cartas de con-
troversia acerca de este particular.
Además tradujo del francés las Meditacio?ies religiosas, por
D'Exauvillez, El año eucaristico y cuatro devocionarios religiosos
publicados en Alemania por la casa Riffarth. Entre las obras que
Sbarbi dejó manuscritas figuran en primer término los materiales
para el presente Diccionario de refranes, adagios, proverbios,
MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES DE LA LENGUA ESPA-
ÑOLA, la más grande de todas sus producciones literarias; el Ensayo
bibliográfico acerca de las obras de consulta pa?'a el estudio de la lengua
castella7ia; un Diccio?iario de andalucismos; un Texto del « Quijote»
reducido a su prísti?ia pureza, con notas filológicas; una Gramática de
la lc7igua española; un Diccionario de la Música; la Filosofía de la
Música; La fábula y los fabulistas españoles; un Tratado de castella-
no; Estudios tec?iicos críticos acerca de los cantos populares de algunas
provincias españolas; un Tratado de Retórica y Poética, y algunas más,
producto de una labor no interrumpida durante muchos años y
de una experiencia y observación a toda prueba.
(1) Se imprimió en Toledo el año 1870, haciendo una tirada de cien ejemplares. Los
cuales — según dice su autor — , a diferencia de muchas personas y cosas que existen bajo
el sol, no se venden.
XI
Aunque parece increíble, aun tuvo tiempo para redactar innu-
merables definiciones, en particular las referentes al arte músico,
que se hallan incluidas en el gran Diccionario enciclopédico hispano-
americano, editado por la Casa Montaner, de Barcelona, y para
colaborar, entre otras revistas y publicaciones literarias, científicas
y artísticas, en La Ilustración Española y Americana, la Revista Con-
temporánea, La Ilustración Artística, La España Moderna, La Corres-
pondencia Musical y los diarios El Imparcial, El Siglo Futuro y otros.
Tal es, ligeramente enumerado, el caudal literario y artístico
que Sbarbi legó a la posteridad, el cual, después de una larga vida
dedicada al estudio sin descanso, entregó su alma a Dios el día
24 de abril de 191 o, en Madrid, en la calle de Moratín (antes de
San Juan), en el piso tercero de la casa número 46, donde había
residido muchos años, siendo sepultado en el cementerio de la
Sacramental de San Lorenzo.
PRÓLOGO
La nación española es la más rica en manifestaciones del saber
popular, habiéndose recogido en diferentes épocas, por eruditos
y entusiastas coleccionadores, gran número de refranes, prover-
bios, modismos y frases proverbiales en número más o menos con-
able, como puede verse examinando el Catálogo pareviiologico
de .Melchor García Moreno, impreso en Madrid el año 191 8, tra-
bajo interesantísimo de inapreciable valor bibliográfico, en el que
su autor da cuenta minuciosamente de cuatrocientas ochenta obras
relacionadas con el folklore.
En este Catálogo se citan colecciones de refranes, adagios y
proverbios de todas clases: unas, en que sus compiladores glosaron
los decires que recogieron; otras, en que los agruparon por mate-
rias; algunas, en que sólo se insertan los refranes que tratan de
una especialidad determinada, y, por fin, muchas, en que sus auto-
res se limitaron a acumularlos sin un plan determinado, guiados
del deseo de que se conservasen según los habían ido reco-
giendo de los labios del vulgo.
Cuando D. José María Sbarbi publicó, de 1874 a 1878, los
diez volúmenes de El refranero general español, parte recopilado y
parte compuesto por tan amenísimo escritor, con exquisito gusto
j \ sta erudición reunió en tan curiosísima obra la flor y nata del
folklore nacional; pero el «Padre de los refranes», como llamaban
a Sbarbi sus admiradores, aun proyectaba hacer algo más grande
y de mayor valor que este Refranero, que sólo consideraba como
la primera parte de su obra monumental dedicada a la sabiduría
popular; y firme en su propósito de recopilar sin descanso mate-
riales para lo que él quería que fuese el Gra?i refranero general espa-
ñol, en el que apareciesen, agrupados por materias, glosados y
comentados, los casi innumerables refranes que iba anotando, muy
— XIV —
pronto observó que éstos se completaban con proverbios y ada-
gios que tenían relación con ellos, y que había muchas compara-
ciones, frases y modismos proverbiales de los que no se podía
prescindir, si la colección que se proponía hacer había de ser
exacta y cabal representación de la sabiduría popular en su más
amplia acepción; y de nuevo se dedicó con ahinco a coleccionar
estas manifestaciones del folklore, a las que añadió algunas máxi-
mas y pensamientos que el vulgo empleaba como refranes y pro-
verbios, convencido de que cuando todo esto se hallara conve-
nientemente ordenado y clasificado, se podía asegurar que se tenían
acumulados los materiales necesarios para el Gran refranero general
español; y si a esto se une su propósito de glosarlos e ilustrarlos con
citas de los autores que los usaron en sus obras, se podrá formar
idea de la magnitud e importancia del trabajo que Sbarbi reali-
zaba, cuyo valor hubiera acrecentado con su erudición y gran domi-
nio del idioma, que le permitían dar a cuanto escribía una gala-
nura y amenidad que hacía más interesante y atractiva su lectura.
De todas las colecciones paremiológicas conocidas, ninguna es
tan numerosa como la que Sbarbi había formado; tal vez contenga
mayor cantidad de refranes el Vocabulario que juntó el maestro
Gonzalo Correas, y publicó en 1906 la Real Academia Española;
pero la clasificación que empleó, ajustándose en su colocación a
un orden fonético, hace difícil su consulta, aparte de que muchos
aparecen repetidos en diferentes lugares de la obra, aventajando,
desde luego, el Gran refranero de Sbarbi al Vocabulario de Correas,
no sólo en el método seguido para formarle, sino también en
reunir adagios, proverbios, modismos y frases proverbiales que
completan la colección, avalorada por la glosa de todos estos mate-
riales, glosa que en muchos casos va acompañada de eruditas citas
que prueban el enorme caudal de conocimientos literarios de su
recopilador.
Habiendo fallecido el año 191 o el autor de El refra?icro general
español sin haber logrado ver impreso el Gran refranero, que había
de ser segunda parte y complemento de aquél, todos los mate-
riales que tenía acumulados para formarle pasaron a ser propie-
dad de sus sobrinos y herederos, los Sres. de García, que con
especial cuidado los guardaron, esperando ocasión de darlos a la
imprenta, para que no se perdiera el fruto de tanto trabajo, hasta
XV
que, en 1920, D. Gabino Páez, de la Casa Sucesores de Hernan-
do, gran aficionado a la poesía popular, sabedor de que D. José
María Sbarbi había dejado, al morir, reunidos los materiales para el
Gran refranero general español, propuso a D. Manuel José García la
publicación de tan interesante obra; y como ésta no podía apare-
cer en la forma que el Sr. Sbarbi había proyectado, por faltar el
aditamento de los sabrosos comentarios que su gran ingenio hubiera
prestado para enlazar los refranes y adagios de modo que consti-
tuyesen un todo armónico, según el orden de materias que tenía
trazado, acordaron la publicación en forma de diccionario, con lo
cual se agrupaban los elementos afines con más facilidad para los
que quisiesen utilizar el enorme caudal de literatura popular que
dejó acumulado el Sr. Sbarbi, y ésta es la razón de que lo que
hubiera sido el Gran refranero general español, según el plan de su
recopilador, se ofrezca al público con el título de Diccionario de
REFRANES, ADAGIOS, PROVERBIOS, MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES
proverbiales de la lengua ESPAÑOLA, recopilado y glosado por el
limo. Sr. D. José María Sbarbi, y ordenado en la forma indicada
por su sobrino D. Manuel José García, que con exquisito cuidado
ha procurado conservarlos y dirigido su impresión del modo más
adecuado para que aparezcan reunidos los casi innumerables refra-
nes y otras manifestaciones del folklore, con tanto afán recogidos
por el Sr. Sbarbi.
De desear es que los amantes de este género literario, los
aficionados a la poesía popular y el público en general, aprecien
en lo que valen los dispendios hechos por los editores y el esfuerzo
empleado por el Sr. García para que sea conocida la colección más
grande y más importante de Paremiología de cuantas se han hecho
hasta ahora en España y fuera de ella.
Gabriel María Vergara.
A. — No conocer la a.
No saber leer; y por extensión, ser
muy ignorante o estúpido.
ABAD. — Abad avariento, por un bodigo
pierde ciento.
En las aldeas se ve esto con frecuen-
cia, que riñe el cura con el que no le
ofrece, sin que por esto consiga que le
dé algo; con lo que resulta que la ava-
ricia redunda en daño del avariento.
Abad de Zarzuela, comisteis la olla, pedís
la cazuela.
Hay personas tan exigentes y ambi-
ciosas, que no satisfechas con haberlo-
grado lo razonable y necesario, piden
además las cosas superfluas.
Abad halaguero, tened el cuello quedo.
Indica que no debe uno dejarse enga-
ñar por las lisonjas interesadas, cual
solían ser las de aquéllos.
Abad v ballestero, mal para los moros.
Advierte lo peligroso que es tener
por enemigo a quien reúna en sí el po-
der de la autoridad espiritual y de la
fuerza material. Si el superior es pen-
denci'-ro, no les irá muy bien a los sub-
ditos.
Como ce ita el abad, responde el monaci-
llo, o el sacristán, dicen otros.
Los inferiores, por lo común, se aco-
modan al dictamen de los superiores e
imitan sus costumbres.
Como el abad de Compostela, que se comió'
el cocido y aun quiso la cazuela. — V. Abad
de Zarzuela, comisteis la olla, pedís la
cazuela.
Corrido va el abad/<?r el cañaveral.
Advierte que las personas respeta-
bles deben andar siempre por donde
todos las vean.
El abad de Bamba, lo que no pztede comer ,
dalo por su alma.
Moteja a los que sólo dan las cosas
que no pueden aprovechar o no les sir-
ven para nada.
El abad, de donde canta, de allí yanta, o,
como dicen otros: de lo que canta, yan-
ta. También se aplica esto en particu-
lar al abad de Bamba.
Enseña que cada uno debe vivir y
sustentarse de su trabajo.
El abad v el gorrión, dos malas aves son.
Refiérese al estrago que causan am-
bos donde se presentan: el uno por
el mucho regalo que exigía, por estar
a ello acostumbrado, y el otro porque
es sabido que destroza los sembrados.
Ambos tienen fama de ser muy comi-
lones.
En casa del abad, comer y llevar.
Manifiesta que en las casas opulentas
no sólo se halla el mantenimiento fácil-
mente, sino que, por falta de orden y
economía, se saca mucho para otras.
No hace para vos, cierto, el abad, andar
trovando; parecéis mejor rezando.
Cada cual debe dedicarse a aquellas
ocupaciones y faenas que por ningún
concepto desdigan de las exigencias
propias de su estado y condición.
No kay_ peor abad que el que monje ha
estad.
Da a entender que el que llega a una
alta categoría después de haber pasado
por las inferiores, suele vengarse infli-
giendo a sus subordinados las mismas
o mayores penas que él sufrió anterior-
mente.
Otro abad hay muerto, sin el del Puerto.
Indica que ninguno puede estar se-
guro de la muerte.
Si bien canta el abad, fio le va en zaga el
monacillo.
Denota, hablando de dos personas,
que si la una es mala, no es mejor la
otra.
i
ABALORIO
ABRAZO
Abades, rocío de panes.
Da a entender que donde iban estas
dignidades eclesiásticas había mucha
abundancia de comida, por la fama de
sibaritas que tenían en lo referente a
la mesa.
ABALORIO. — No valer un abalorio.
Dase a entender que una cosa es des-
preciable o de poco valor.
ABANICO. — Abanico de calaña, que se
rompe el papel y queda la cana.
Dícese de aquellas cosas en que la
bondad de lo superíluo supera a la de
lo indispensable o necesario.
Sacar el abanico.
Tirar del sable, espada o navaja.
ABARCAR. — Quien mucho abarca, poco
aprieta.
Da a entender que quien emprende
o toma a su cargo muchos negocios a
un tiempo, por lo común no puede des-
empeñarlos bien todos.
ABASTO. — Tomar el abasto.
Antiguamente, imponerse alguien la
obligación de proveer de mantenimien-
tos a un pueblo: carnes, granos, acei-
te, etc.
ABECÉ. — Eso es el abecé.
Los primeros principios, los rudi-
mentos de algo.
No saber el abecé.
Ser un ignorante.
ABEJA. — Abeja y oveja, y parte en la
Igreja, desea a su hijo la vieja.
Dase a entender que la carrera ecle-
siástica, el ganado lanar y los colmenares
proporcionan comodidades y riquezas.
Abeja v oveja y piedra que trebeja.
Indica ser fuente de riqueza tanto el
cuidado del ganado lanar como la api-
cultura y los molinos.
Abeja y oveja, y piedra que trebeja, y pén-
dola tras oreja, y parte en la Igreja, desea
a su hijo la vieja. — V, Abeja y oveja, y
parte en la Igreja, desea a su hijo la
vieja.
Andar, como la abeja, de flor en flor.
Ser inconstante en sus determina-
ciones.
Cuanto suga el abeja, miel toma; y cuanto
el araña, ponzoña.
Manifiesta que, según la condición de
las personas, son sus actos benéficos o
maléficos.
Las abejas hacen la miel, y las moscas se
la comen.
Da a entender que en el mundo no
faltan seres inútiles que se aprovechan
del trabajo de las personas laboriosas.
ABEJARUCO. — £/ abejaruco, a las
veinticuatro horas, cuco.
Indica que desde pequeño es muy
astuto y cazador.
ABEJ ARRÓN. —Parecer un abejarrón.—
V. Parecer un moscón.
ABEJÓN. — Jugar al abejón con uno.
Tenerlo en poco, tratarlo con des-
precio, burlarse de él.
ABEJORRO. — Parecer un abejorro.
Aplícase al sujeto que importuna a
otro, murmurando sin cesar entre dien-
tes aquello que es causa de su disgus-
to.— Hablar o canturrear en voz baja y
profunda de modo ininteligible.
ABINTESTATO. — Como hacienda, o como
bienes, abintestato.
Dícese de todo aquello que se halla
abandonado, descuidado y sin resguar-
do alguno, como sucede regularmente
con los bienes de aquel que muere sin
hacer testamento.
ABISMO. — Un abismo llama a otro.
Expresa que una falta conduce casi
siempre a otra.
ABOGADO. — Buen abogado, mal ve-
cino.
Denota que el que sabe defenderse
bien, no perdona las incomodidades
que suele ocasionar la vecindad. En ese
sentido, el vecino que se meta con él,
saldrá forzosamente perdiendo.
Ser uno abogado de las causas perdidas.
Interceder oficiosamente en favor de
aquellos asuntos o peticiones que se
supone han de ser denegados.
ABRASAR. — Abrasarse uno vivo.
Sentir un calor extremado, insopor-
table.
ABRAZO. — El buen abrazo ha de ser
muy apretado.
Porque sale del corazón, y no se da
por aparentar un cariño que no se
siente.
Lo mismo dan un abrazo que un po-
rrazo.
Dícese de aquellas personas que con
la misma facilidad ocasionan el bien que
el mal; o, de un modo más concreto>
ABRIGO
— 3 —
ABUELA
que tan propensas son a elogiar hoy lo
que censuran mañana, y viceversa.
Abrazos y besos no hacen chiquillos, pero
tocan a vísperas.
Indica que ciertas expansiones amo-
rosas suelen ser los preliminares de tra-
tos más íntimos.
ABRIGO. — Así andes en vano, como abri-
go en verano.
Especie de imprecación con que se
desea que alguien no medre o no con-
siga lo que pretende.
ABRIL. — Abril, abril, mucho cantar y
poco venir.
Dícese con respecto a la perdiz, por-
que en dicho mes suele no acudir al
reclamo.
Abril, aguas mil.
En este mes suelen ser las aguas
abundantes.
Algunos añaden: todas caben en un
barril. Y otros : si esta desfondado y
llega al tejado. Y también : pero si el ba-
rril se quiebra, no caben en la tierra.
También se suele decir de la manera
siguiente: En el mes de abril, toda el
agua cabe en un barril; pero si el ba-
rril está desfondado, todo el campo que 'a
anegado. Otra variante dice del modo
siguiente : Abril, aguas mi/; si no al
principio, al medio, o al fin. Y otra: En
abril las aguas mil, que todas cojan en
un candil.
Abril sácalas de cubil y panelas con astil.
Se refiere a las cebadas.
Abril v mayo, llave de todo el año.
De las lluvias y templanza de estos
dos meses depende la abundancia de
las cosechas.
El que siega en abril se expone a ganar
para una capa, o perder para una mo?i-
tera.
Tratándose de trigos.
En abril, cada gota vale mil, o vale por mil.
Pondera lo beneficiosas que son las
lluvias durante este mes.
En abril empieza la seda a revivir.
Así dicen en la provincia de Grana-
da, porque entonces es cuando empie-
zan a fecundar los huevecillos de los
gusanos de seda.
En abril no hay granizada a que no siga
la helada.
Fenómenos meteorológicos muy co-
rrientes en este mes, abundante, por lo
general, en lluvias.
En abril quemó la vieja el mandil, y en
mayo, el escaño.
Dícese refiriéndose a que en esos me-
ses suele hacer más frío de lo ordinario.
Efi llegando abril, cada uno con su fusil.
Alude a que en dicho mes los trigos
y las cebadas ostentan ya la espiga.
Entre abril y mayo haz harina para todo
el año.
En esta época es forzoso precaver las
necesidades de todo el año.
Haber un treinta de abril.
Ocurrir algún desastre de importan-
cia.— Es locución proverbial nacida en
Lorca con motivo de las desgracias per-
sonales que tuvieron lugar en aquella
ciudad, ocasionadas por los disturbios
políticos entre los bandos de los llama-
dos serviles y liberales, en el susodicho
día del año 1822.
Llueva para mí abril y mayo, y para ti
todo el año.
Denota cuan convenientes son para
las buenas cosechas las lluvias en di-
chos meses.
Parecer, o estar hecho, un abril.
Estar lucido, hermoso, galán.
Por abril, aguas mi!. — V. Abril, aguas rail.
Por abril, habitas en el mandil.
Da a entender que en este mes están
las habas en sazón, pudiendo, por tan-
to, recogerlas.
Abriles y condes, los más son traidores.
Ponderábase en lo antiguo la poca
confianza que debía ponerse en la cons-
tancia de la atmósfera y de los grandes
señores.
ABROJO. — Quien abrojos siembra, espi-
nas coge. — V. El que siembra vientos,
recoge tempestades.
Quien siembra abrojos, no ande descal-
zo. — V. El que al cielo escupe, en la cara
le cae.
ABUELA. — A tu abuela con esa pajuela.
Modo de manifestarle a uno que no
se hace caso de lo que nos está diciendo.
Bien se conoce que no tiene abuela, o Hace
tiempo que se le murió su abuela.
Censúrase al que se alaba a sí propio
de una manera exagerada.
De esa manera, mi abuela.
Dícese cuando una persona hace o
ABUELO
4 —
ACAUDALADO
resuelve alguna dificultad no por me-
dios rectos, sino valiéndose de artima-
ñas o trapacerías.
Que se lo cuente a su abuela.
Locución con que se niega la veraci-
dad de una relación o noticia, de un
hecho, etc., dando a entender que no
se cree.
Si, como mi abuela, o como mi abuelo.
Locución familiar con que se niega
la proposición o comparación por otro
sustentada, y equivale a decir: Eso es
tan cierto como mi abuelo vive ahora
(hallándose difunto); o Esto se parece
a eso otro lo mismo que a mi abuelo.
ABUELO. — ¡Ay, abuelo!; sembrasteis ala-
zor y naciónos anapelo.
Manifiesta que los beneficios suelen
pagarse con ingratitudes. — V. Cría
cuervos, y te sacarán los ojos.
Criado por abuelo, nunca bueno.
Las caricias de los abuelos suelen
consentir mucho y acostumbrar mal a
los nietos.
Quien no sabe de abuelo , no sabe de
bueno.
Expresa que los abuelos suelen mi-
mar y consentir demasiado a los nietos.
¡Toma a mi abuelo!, o ¡Toma que mi
abuelo!
Expresiones equivalentes a : ¡Vaya
una gracia!, o ¡Valiente salida!
ABUNDANCIA. —De la abundancia
del corazón habla la lengua, o la boca.
Por lo común, de lo que más se ha-
bla es de aquello de que el ánimo está
preocupado.
ABUNDAR. — Lo que abunda no daña.
Se entiende, siendo bueno. — V. Nun-
ca por mucho trigo es mal año.
ACABAR. - ¡Acabáramos!, o ¡Acabá-
ramos con ello!
Expresión familiar que se emplea
cuando, después de gran dilación, se
termina o logra alguna cosa o se sale
de una duda. — «¡Acabáramos — dijo
Lazarillo — con un jigote de palabras
vacías de sentido y llenas de puro aire!
¿Vuestra merced sabe — dijo Juanito —
el ¡acabáramos! de aquel loco? Se asió
de la aldaba de la puerta de una igle-
sia, y con toda su fuerza tiraba como
por arrancarla, gritando: ¡Sal!, ¿sal!
Le rodeó muchísima gente, diciéndose
unos a otros: ¡Qué loco!, ¡qué loco! Mas
el loco, cuando de soslayo vio tras de
sí auditorio muy numeroso, soltó una
ventosidad y la aldaba, y muy serio se
fué diciendo: ¡Acabáramos!> (Don La-
zarillo Vizcardi, tomo I, pág. 235.)
Acabar de parir.
Explicarse al fin la persona torpe,
tarda de palabra o que no se atreve a
manifestar con claridad lo que sabe,
quiere o piensa. Usase generalmente
en imperativo.
El que acaba primero, ayuda a su compa-
ñero.
Además de su sentido recto, se usa
jocosamente también para significar
que el que acaba de comer antes que
los demás, suele invadir parte de la ra-
ción que a éstos pertenece.
Se acabó lo que se daba.
Es decir, que no queda nada de que
se pueda disponer.
ACALLAR. — A quien has de acallar, no
le hagas llorar.
No se debe hacer penar a aquel a
quien se ha de acabar por darle gusto.
ACARICIAR. — El que te acaricia más
de lo que suele, es que te ha engañado o
engañarte quiere.
Equivalencia: Quien te hace fiestas
que no te suele hacer, o te quiere engañar
o te ha menester.
ACASO. — Más vale un por si acaso que
un ¡quién pensara! — V. Más vale pre-
caver que tener que remediar.
ACATAR. — Se acata, o se obedece, pero
no se cumple.
Fórmula que solían usar antiguamen-
te ciertas autoridades superiores, es-
pecialmente en nuestras posesiones
americanas, cuando se negaban a dar
cumplimiento a una orden emanada del
rey, por estimarla notoriamente injus-
ta o comprometida en su ejecución.
ACATO. — Delante hago acato, y por de-
trás al rey mato.
Dícese del que en presencia alaba o
aplaude y en ausencia vitupera.
Jugarla de acato.
Se dice de los cicateros, tacaños y
miserables, que todo lo guardan para sí.
ACAUDALADO.—^/ acaudalado, nun-
ca vive sosegado.
El temor de perder las riquezas ate-
ACCESORIO
— 5 —
ACEITE
soradas es causa de que el que las po-
see arrastre una existencia intranquila.
ACCESORIO.— Lo accesorio sigue siem-
pre a lo principal.
Todo lo que es inferior necesita so-
meterse a las leyes de lo superior de
que depende o con que se relaciona.
ACCIÓN. — Beber las acciones.
Estar pendiente de lo que dice o
hace otra persona. —V. Beber las pala-
bras.
ACEITE. — Aceite de oliva, todo mal
quita.
Refrán que pondera las virtudes me-
dicinales que se le atribuyen al líquido
extraído de la aceituna.
Aceite v vino y amigo, antiguo.
Aconseja que se dé la preferencia a
lo antiguo sobre lo moderno, tratándo-
se de dichos tres supuestos.
Caro co?no aceite de Aparicio.
Dícese de todo aquello cuyo costo es
muy subido de precio.
Del Formulario universal o Guía prác-
tica del médico, etc., por D. Francisco
Álvarez Alcalá, copio la siguiente
«Receta del aceite de Aparicio o bál-
samo de Aparicio :
R.e Aceite de olivas .. tlJvjB (2250 gr.)
Sumidades floridas de romero.
Sumidades floridas de hipericón.
Ruda, áa 5xvnj (560 gr.)
Se digiere por tres días en un pa-
raje caliente, y se añade:
Lombrices terrestres. . . ¿)v'j ('8° gr.)
Se cuece hasta que se consume la
humedad, se cuela, y se disuelve:
Trementina buena. . . §xv'ú] (560 gr.)
Resina de enebro en polvo.
Incienso en polvo, áá §i) (60 gr.)
Almáciga en polvo q\ (30 gr.)
Se cuela y guarda. Se usaba como
vulnerario
Los ingredientes que entran a com-
poner el anterior fármaco no nos pare-
cen, a la verdad, ser de tal rareza y de
tan excesivo coste que basten por sí
solos a haber dado origen a esta frase
proverbial; pero si se tiene en cuenta
la relación que pasamos a transcribir,
hallada por nosotros en un manuscrito
de principios del siglo xvm, quedará
justificada la razón del dicho que nos
ocupa.
Isabel Pérez de Peromato, viuda de
Aparicio de Zubia, conocido general-
mente en su tiempo por Aparicio el de
los aceites, hizo una petición al Reino
reunido en Cortes el 7 de febrero de
1567, por la que prometía decir y de-
clarar los componentes del aceite me-
dicinal que su difunto marido y ella
hacían, y el método de confeccionarlo,
si por ello se le aprontaba alguna mer-
ced o gratificación. Comisionóse con
este motivo a Juan de Henao y al licen-
ciado San Pedro para que la oyesen y
se informasen de lo que pudiera haber
en el particular, y propusiesen al Reino
lo que estimasen más acertado. En efec-
to, votada la cuestión en Cortes, y me-
diante arreglo del susodicho San Pedro
con la interesada, acordó el Reino se la
atendiera con la suma de sesenta duca-
dos cada año por el tiempo de su vida;
ordenándose asimismo, que del modo
de hacer y usar este aceite se impri-
miesen dos mil ejemplares, con el ob-
jeto de que los procuradores los repar-
tiesen en sus respectivas provincias;
mas habiéndose quejado los facultati-
vos de los hospitales de que el bálsa-
mo hecho según el procedimiento que
había presentado la Isabel no producía
los efectos saludables que cuando lo
confeccionaba su difunto marido, húbo-
sele de retirar a la viuda la retribución
concertada hasta nueva determinación.
Noticioso en este entretanto el licen-
ciado San Pedro de que un fraile domi-
nico residente en cierto monasterio de
las montañas sabía la fórmula de este
aceite, por habérsela revelado confi-
dencialmente Aparicio poco antes de
morir, se acordó que el mismo San Pe-
dro escribiese a aquel religioso en nom-
bre del Reino, pidiéndole que enviase
un traslado de dicha fórmula, a fin de
ver si estaba conteste con la declarada
por la viuda. En resumen, cotejadas las
fórmulas entre sí, debieron estar con-
formes, cuando en 8 de junio del pro-
pio año acordó el Reino que se alzase
el embargo a la viuda, notificando al
receptor que siguiese acudiendo a la
ACEITE
— 6
ACEITUNA
interesada en los sesenta ducados anua-
les que se le habían otorgado.
Véase ahora la verdadera receta del
aceite de Aparicio, declarada por la
viuda de éste ante el licenciado San
Pedro y el doctor La Gasea:
«Aceite, lo más anexo que se pudie-
se auer, tres libras.
Terbentina de bete, dos libras. En
falta desta, sea de la común, clara y
limpia.
Vino blanco, anexo y escogido, me-
dia azumbre.
Encienso molido y cernido, media
libra.
Trigo limpio, dos puños, de quatro a
seis onzas.
Ipericón, yerba conocida, media libra.
Valeriana y cardo benedito, de cada
uno quatro onzas, aunque en la decla-
ración que hizo antel señor doctor de
La Gasea no dice más de dos onzas de
cada una destas dos yerbas, y según
son raras de auer, bastará en especial
el cardo benedito, que en esta corte no
lo a}r, sino en jardines y campesino,
que para el efecto, a mi juicio, es me-
jor; no se sabe que lo aya en esta corte,
sino al derredor de Toledo. El tiempo
para cogerse estas yerbas más conve-
niente, es cuando están en flor y si-
miente, y an de secarse a la sombra
para que siruan todo el año. Forma de
hazerse: infúndanse las yerbas en el
vino por espacio de seis u ocho horas
en olla de cobre o barro, que esté tra-
tada y quepa la tercia parte más de lo
que se ha de echar en ella, y pasadas
las horas dichas, échese el trigo y acey-
te, y tapada la olla, póngase a cocer a
fuego manso de carbón, y de rato en
rato menéese, tornándolo a tapar, y
quando se ouiere gastado el vino, que
se conocerá moxando un palico, y lle-
gándolo al fuego, si ardiere sin respen-
der, apartarlo an del fuego, y reposado
un poco, cuélese por lienzo no muy te-
gido, y hágase una moderada espesión
de las yerbas, y el aceyte colado vuél-
uase al fuego, y yerba hasta que esté
muy bien mezclado y que aya el aceyte
subido un poco de punto, y hecho esto,
apártese del fuego, y amansado el her-
bor, échese el incienso y tápese la olla,
y vuelua al fuego, donde pase un leue
herbor, y tapado y reposado, guárdese
en un vaso de vidrio o vedriado.»
Echar aceite a la lámpara.
Reanimar una vida que se va extin-
guiendo o unas fuerzas que se van ago-
tando. - Más familiarmente se emplea
en el sentido de comer o beber, parti-
cularmente a deshora.
Echar aceite al, o en el, fuego.
Irritar, excitar o encender más los
ánimos. — Fomentar o dar pábulo a una
pasión cualquiera.
Faltar aceite a la lámpara.
Denótala extinción gradual de alguna
cosa, por irle faltando los elementos que
la sostienen. Aplícase más comúnmen-
te a los ancianos y a los enfermos, así
como a las personas sumamente debili-
tadas por los disgustos, el trabajo, etc.
Nadar como el aceite sobre el agua.
Tener la suerte de quedar siempre
encima o victorioso. — Prevalecer una
cosa sobre otra.
Oler a aceite.
Frase proverbial con que se denota
que todo trabajo, especialmente inte-
lectual, hecho a fuerza de retoques y
vigilias, suele adolecer de sobra de lima
y falta de espontaneidad.
Quien el aceite mesura, las manos se
unía. — V. Administrador que adminis-
tra y enfermo que se enjuaga, algo traga.
Úntate con aceite, que si no te pones bueno,
te pondrás reluciente.
Recomienda el acometimiento de
aquella empresa a que se exhorta, en
la segundad de que si no da el resul-
tado apetecido, tampoco irrogará daño
alguno.
ACEITERO. — La agonía del aceitero.
La ansiedad e insistencia con que se
estrecha o aflige a alguno.
ACEITUNA. — Aceituna comida, hueso
afuera.
Exhorta a que, una vez celebrado un
convenio, trato, etc., se ultime cuanto
antes, para no tener que volver a ocu-
parse más en ello.
También equivale al refrán : Comida
hecha, compañía deshecha. (Véase.)
Aceituna, una es oro; dos, plata, y la ter-
cera, mata.
Advierte la moderación con que se
ACÉMILA
— 7
ACONSEJAR
deben comer las aceitunas para que no
hagan daño.
Aceituna, una, y si es buena, una docena.
Aconseja no se abuse de este fruto,
por ser manjar indigesto.
La aceituna, una por San Jua?i y ciento
por Navidad.
Indica que el fruto del olivo no es
tan bueno en el mes de junio como en
el de diciembre.
Quien quita ¡a aceituna antes de enero,
deja el aceite en el madero.
Aconseja el tiempo oportuno para
hacer la recolección de la aceituna que
se destina a la extracción del aceite.
Llegar a las aceitunas.
Llegar a los postres. Usase también
en sentido metafórico.
Equivalencia : Llegar a los anises o a
los postres.
ACÉMILA. — Ser una acémila.
Dícese de la persona muy corta de
alcances.
ACENTO. — El acento suena y el tono en-
venena.
Manifiesta cómo muchas veces ofen-
den más ciertas palabras por el retintín
con que se dicen, que no por la signifi-
cación que aparentan tener.
Beber los acentos. — V. Beber las pala-
bras.
ACEÑA. — Andando gana la aceña, que no
estándose queda.
Recomienda este refrán la actividad
como medio el más adecuado para con-
seguir lo que se persigue.
El que está en la aceña micele, que no el
que va y viene.
Recomienda la presencia constante
sobre los asuntos de interés, evitando
así las dilaciones, cuando no los malos
resultados que suelen producir las idas
y venidas inútiles.
Más vale aceña parada que molinero
amigo.
Refrán que da a entender que en oca-
siones prevalece la oportunidad sobre
las recomendaciones, aludiendo a que
cuando está parada la aceña por no ha-
ber cibera, el primero que llega muele
inmediatamente su trigo, y despacha;
en tanto que si se halla ocupada, de
nada sirve que el molinero sea amigo
para no detenerse.
ACERO. — Cuando se apila el acero, se
guarda el tintero.
En tiempo de guerras no prosperan
las Letras.
Se gastó el acero, pero queda el hierro.
Da a entender que aunque se pierda
la lozanía, siempre subsiste la materia
primitiva.
Vuelva el acero a la vaina.
Dícese a propósito de volverse a po-
ner una cosa en el mismo sitio de don-
de se había sacado o quitado; y también
de reanudar uno la empresa, ocupa-
ción, etc., cuyo desempeño había sus-
pendido momentáneamente o abando-
nado para siempre.
Tener buenos aceros.
Tener buen diente.— Tener buenas he-
rramientas. —Tener el colmillo aguzado.
ACERTAR. — Acertar errando.
Salir bien por casualidad y contra
todo cálculo la empresa que se había
acometido, supuesto no ser los medios
empleados los más a propósito.
ACERTÓTILIS. — Acertótilis, Aristó-
iilis.
Frase burlesca con que se indica a
una persona que dio con el quid de lo
que se le proponía.
ACIAL. — Más vale acial que fuerza de
opicial.
Refrán que enseña que los medios o
instrumentos propios para un fin sir-
ven más que la violencia.
ACÍBAR. — Más amargo que el acíbar.
Extremadamente amargo, como lo es
el acíbar al paladar.
ACÓLITO.— No haber menester de acólito.
No tener necesidad de ayuda.
Un acólito es uno; dos, medio; tres, nin-
guno.
Equivalencia: Unos por otros, y la
casa sin barrer. (Véase.)
ACOMODAR. — Lo que no acomoda, se
deja.
En los negocios que no ofrecen ven-
taja, lo mejor que se puede hacer es
abandonarlos.
ACOMPAÑAR. — Allende y aquende, siem-
pre con quien te acompaña. — V. A los
tuyos, con razón o sin ella.
ACONSEJAR. — Aconseja y no mandes;
persuade y no decidas.
Recomienda los temperamentos de
ACONTECIMIENTO
ACHAQUE
blandura para conquistarse el aprecio
de los demás.
El que aconseja no paga.
Manifiesta lo fácil que es dar conse-
jos a otro cuando no recae la respon-
sabilidad sobre quien los da.
Quien a solas se aconseja, a solas se re-
mesa, o se desaconseja.
A quien no ha tomado o seguido el
consejo de otro en asunto grave, y éste
le ha salido mal, no le queda ni aun el
recurso de hallar consuelo en nadie.
ACONTECIMIENTO. — El aconteci-
miento es maestro de necios.
Manifiesta que sólo las personas poco
sesudas escarmientan cuando sufren
las consecuencias que no han sido ca-
paces de prever.
ACORDAR. - Acuérdate de ti y olvídate
de mi.
Manera de alejar uno de su trato para
siempre a alguna persona.
Lo más acordado, más olvidado.
Aquello que más se tiene presente,
cuando llega el caso necesario es lo pri-
mero que suele olvidarse.
Si mal no me acuerdo.
Expresión equivalente a: Si no me
engaño o equivoco; Si no estoy trascor-
dado.
Si te vi, no me acuerdo.
Fórmula con que se expresa general-
mente la intención de no querer pagar
un beneficio recibido.
ACORTAR. — Tras el acortar viene el
alargar.
Encarga la prudencia en ciertos actos
de la vida, no mostrándose totalmente
débil o benigno, ni tirano en absoluto,
sino combinando hábilmente ambos ex-
tremos. Puede servir como ejemplo la
educación que se da a los niños, con
quienes es preciso condescender unas
veces para reprimirlos otras.
ACOSTARSE. — Acostarse temprano y
levantarse temprano, hace al hombre acti-
vo, opulento y sano.
Indica a los trasnochadores los malos
resultados que acarrea una vida des-
ordenada.
No te acostarás sin saber una cosa más,
o Nadie se acuesta sin aprender cosa
nueva.
Refrán que acredita cómo, por mu-
cho que se sepa, cada día que pasa se
adquieren nuevos conocimientos. Úsa-
se también para manifestar la sorpresa
que nos ha causado alguna noticia, des-
engaño, etc.
ACREEDOR. — Al acreedor, mejor me-
moria que al deudor.
Refrán con que se nos amonesta aten-
damos a lo que debemos, con preferen-
cia a lo que se nos debe.
ACTIVA. — Por activa o por pasiva.
De un modo o de otro; como quiera
que sea.
Por activa y por pasiva.
De todos modos; bajo todos concep-
tos; por todos lados.
ACTO. — Dejar a uno en el acto.
Matar a uno instantáneamente.
Quedarse uno en el acto .
Morir instantáneamente, bien de ma-
nera violenta o naturalmente.
ACUCHILLAR. — Del bien acuchillado
se hace el buen cirujano. — V. La usanza
hace el maestro.
ACUERDO. — Dormiréis sobre ello, y toma-
réis acuerdo.
Se debe proceder en las cosas de im-
portancia con la mayor madurez antes
de tomar una resolución, a fin de que
ésta salga acertada.
Estar, o no estar, en su acuerdo.
Estar, o no, en su sano y cabal juicio.
Si otro acuerdo no tomades, malos van los
cañamares.
Exhorta a mudar de plan de conduc-
ta en alguna empresa, en vista de que
el que se había adoptado no produce
los resultados que se deseaban.
Volver en su acuerdo.
Recobrar los sentidos perdidos por
cualquier accidente.
ACHANTAR. — Achantarse con alguna
cosa.
Retenerla en su poder, casi siempre
contra la voluntad de su dueño.— Em-
pleado el verbo solo, denota la idea de
estarse callado y sin darse por aludido.
ACHAQUE. — Al que mal hace, nunca le
falta achaque.
Al malvado siempre le sobran pre-
textos para intentar disculpar sus malas
acciones.
Con achaque de primo, entro y te veo.
Dícese de los que se valen de algún
ACHICHARRAR
9 —
ADIÓS
pretexto especioso para conseguir el
fin que se proponen.
En achaque de pagamento, menos cumpli-
mientos y más cumplimiento.
Tratándose de cobrar una deuda, lo
que importa al acreedor es que se le
satisfaga, y no que se le vengan pidien-
do moratorias por medio de promesas,
excusas y palabras de buena crianza.
En achaque de ir ama, ¿visteis acá a nues-
tra ama?
Aplícase a los que fingen alguna cosa
y hacen o quieren hacer otra.
Achaques al odre que sabe a la pez.
Se aplica a los que alegan pretextos
frivolos para no hacer alguna cosa.
Achaques al viernes por no ayunarle. —
V. Achaques al odre que sabe a la pez.
ACHICHARRAR. — Achicharrar la
sangre a uno.
Molestar excesivamente a una per-
sona.
ADÁN. — Estar hecho un Adán.
Andar cubierto de andrajos, o lleno
de jirones, o medio en cueros, bien sea
por necesidad o por desidia, con alu-
sión a la desnudez de nuestro primer
padre.
Si Adém fué infanzón, todos lo son.
Modo de abatir la presunción de
aquel que se precia de descender de
alta alcurnia, recordándole que la Hu-
manidad toda procede de un tronco
común.
Todos somos hijos de Adán y de Eva.
Frase que se emplea para denotar
que todos somos iguales, puesto que
procedemos del mismo origen.
Todos somos hijos de Adán y de Eva, sino
que nos diferencia la lana y la seda.
Expresa que aunque la posición so-
cial sea diferente en las personas, el
origen es el mismo.
ADARME. — Más pesa un adarme de fa-
vor que un quintal de justicia.
Indica que una recomendación ver-
dadera es mucho más poderosa que el
reconocimiento de la justicia.
Alas vale adarme de razón que libra de
talento.
Indica que la razón se abre siem-
pre paso, aunque el que la sostenga
posea menos talento que el que la im-
pugna.
ADARVE. — Abdjanse los adarves y áT-
zanse los muladares.
Se usa cuando vemos que el hombre
noble se humilla y el ruin se ensalza.
ADEFESIOS. — Hablar adefesios (ad
Ep/iesios).
Hablar en vano, inútilmente, sin ser
atendido, sin que nadie haga caso, y
como si el que habla, por cuerdo y bien
intencionado que sea, propalara desati-
nos, despropósitos o disparates, por pa-
recer tales a aquel que no recibe con
gusto las reprensiones; como hicieron
los naturales de la isla de Éfeso (efesios)
con Hermodoro, letrado justo y animo-
so, a quien, por echar en cara a sus
compatricios los vicios y excesos de
que adolecían, persiguieron inicuamen-
te hasta desterrarlo, sin querer hacer
caso de sus amonestaciones. Tal es el
origen de la frase.
ADELANTADO. - De los adelantados
es el reino de los cielos. — V. Al que ma-
druga, D¡ os le ayuda.
ADELANTE. — Echado para adelante.—
V. Echado para atrás.
Quien adelante no cata, o no mira, atrás
se halla, o se queda, o se ve.
Conviene prever los resultados de
las cosas antes de emprenderlas, por
el temor de que no tengan remedio una
vez comprometido en ellas.
ADELFA. — Ser como la adelfa.
Aplícase poéticamente a las mujeres
hermosas que después de haber admi-
tido a un hombre a su cariño le hacen
sufrir el más terrible desengaño, a la
manera que la adelfa recrea la vista
por su belleza, mas desagrada al pala-
dar por su amargor.
ADENTRO. — Llamarse adentro.
Meterse en alguna parte; considerar-
se como uno de tantos en una reparti-
ción, etc.
Ser muy de adentro.
Tener íntima confianza en alguna casa.
ADIÓS. — ¡Adiós. Benavente, que se par-
te el conde!... (Y salía un cocinero.) —
V. ¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente!
¡Adiós, blanca flor!
- Modo de despedirse cariñosamente
de una persona.
¡Adiós, cantarillo de arroz!
Frase que se suele emplear al desp^-
ADIVINA
ADONDE
dir a una persona a quien se trata con
suma confianza, y también para expre-
sar algún fracaso o pérdida, por lo co-
mún de poca importancia.
¡Adiós con la colorada! — V. ¡Adiós, mi
vergüenza!
¡Adiós, devotas; adonde voy hallaré otras!
Da a entender el poco caso que se
hace de la ausencia o desaparición de
ciertas personas o cosas, por ser fácil la
substitución o reparación délas mismas.
¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente!
Algunos añaden: (Y se iba un zapatero
de viejo.)
Suele emplearse cuando se despide
alguna persona sin importancia, mayor-
mente si presume ésta de lo contrario.
¡Adiós, mi dinero!
Expresión figurada y familiar que se
emplea cuando se pierde o malogra una
cosa, y también cuando le vienen a uno
con alguna especie o proposición im-
portuna y molesta.
¡Adiós, mi vergüenza!
Denota que se hace una cosa sin re-
paro, miramiento ni rebozo alguno.
¡Adiós, paredes! — V. ¡Adiós, que me mudo!
¡Adiós, que esquilan!
Frase con que suele despedirse el
que va muy de prisa.
¡Adiós, que me mudo! ■
Frase con que se despide uno de otro,
o de algún paraje, especialmente si la
separación o ausencia es grata.
¡Adiós, Toledo, quj te vas despoblando!...
(Y seiba un sastre.) — V. ¡Adiós, Madrid,
que te quedas sin gente!
¡Adiós, Toledo; tú te vas y yo me -quedo!
Expresión burlesca de despedida.
¡Adiós y veámonos!
.Manifiesta el deseo del logro de al-
guna cosa. Algunos suelen añadir: como
dijo un ciego a otro.
ADIVINA. — Vete a la adivina, meterte
ha en fatiga.
Recomienda que no se acuda a las
echadoras de cartas o adivinadoras,
pues, sobre sacar el dinero neciamente,
preocupa a los crédulos con las tonte-
rías y falsedades que los predicen.
ADIVINADOR. — Adivina, adivinador:
las uvas de mi majuelo, ¿qué cosa son? —
V. Adivina, adivinanza : ¿cuál es el bicho
que te pica en la panza?
ADIVINANZA. — Adivina, adivinan-
za: ¿cuál es el bicho que te pica en la
panza?
Usase cuando alguna persona ha di-
cho alguna perogrullada o hecho una
pregunta cuya contestación es facilísi-
ma de dar.
ADIVINAR. — Adivina quién te dio.
Frase que se emplea para indicar que
no es fácil averiguar quién es el autor
de un hecho cualquiera.
ADIVINO. — Adivino de Marchena (o de
Carchena), que, el sol puesto, el asno a la
sombra queda. — V. Adivino de Valde-
ras, etc.
Adivino de Valderas, cuando corren las
canales, que se mojan las carreras, o las
aceras.
Búrlase de los que dicen una cosa
como secreta y misteriosa cuando ya
todo el mundo la sabe.
Por adivino le pueden dar cien azotes. —
V. Adivino de Valderas, etc.
Dos adivinos hay en Segura : el uno, Ex-
periencia, y el otro, Cordura.
Tómase aquí la palabra adivino en
sentido irónico, pues con dos cualida-
des como las expuestas no es difícil
profetizar, sobre todo en asuntos fami-
liares, lo que tiene que ocurrir.
ADMINISTRADOR.- Administrador
que administra y e7ifermo que se enjuaga,
algo traga.
Advierte cuan raro es manejar inte-
reses ajenos con toda integridad y pu-
reza.
ADMINISTRADORCILLO. - ¡Admi-
nistradorcillos!, comer en plata y mo-
rir en grillos.
Se dice de los que gastan y triunfan
con las rentas ajenas que administran.
y después vienen a morir en la cárcel.
ADMIRACIÓN.— La admiración es hija
de la ignorancia.
Expresa que aquellas personas que
de todo se asombran, demuestran po-
seer muy escasos conocimientos de
todo.
ADONDE. — Adonde fueres, haz como
vieres.
Se debe adaptar cada cual al modo
de ser del país donde se halle.
Adonde paces, y no adonde naces.
Enseña que las personas toman más
ADONDEQUIERA
AFICIÓN
cariño y llegan a considerar como pro-
pio aquel sitio en que desenvuelven su
vida, con preferencia al en que vieron
la luz primera.
ADONDEQUIERA. — Adondequiera
que fueres, de los tuyos vieres.
Indica que es muy conveniente en-
contrarse parientes o paisanos en tie-
rra extraña.
Adondequiera que fueres, haz lo que vie-
res. — V. Adonde fueres, haz como vieres.
ADONIS. — Ser un Adonis.
Aplícase al mancebo hermoso y bien
dispuesto, con alusión a un personaje
mitológico así llamado, gran cazador,
que, habiendo sido muerto por un jaba-
lí, fué convertido por Venus, de quien
era amado perdidamente, en anémona.
ADQUIRIDOR. — A buen adquiridor,
buen expendedor .
La hacienda que sin trabajo y afán
se adquirió, va, por lo común, a parar a
manos de quien en breve tiempo la di-
sipa y consume.
ADRADA DE PIRÓN. — Adrada de
Pirón, en cada casa un ladrón; menos
en casa del alcalde, que lo son el hijo y
el padre; en casa del regidor, que lo es
hasta el asador; en casa del alguacil, que
lo es hasta el candil; y en casa del señor
cura, que lo es hasta la muía.
Letanía inventada por algún enemigo
de este pueblo segoviano, que, como
se puede suponer, no tiene fundamento
alguno. La enemistad entre los de los
pueblos próximos ha sido siempre tan
grande, que no es extraño encontrar
refranes que entrañan insultos y aun
ofensas de gran calibre, la mayor parte
de las veces sin otra justificación que
buscar asonante a una palabra. El lec-
tor hallará muchos en este Diccionario,
pues es preciso acogerlos a fuer de di-
chos populares repetidos por miles de
labios.
ADUANA. — Pasar por todas las aduanas.
Tener alguna cosa su curso o exa-
men por todos los medios y trámites
correspondientes. — Ser fiscalizado por
la curiosidad ajena.
ADVENIMLENTO. — Esperar a alguno,
o alguna cosa, como el santo adveni-
miento.
Aguardar su llegada o realización con
deseo vehementísimo. Alude al estado
en que se encontraban las almas de los
justos en el seno de Abraham desde el
principio del mundo, esperando que
Jesucristo bajara a aquel lugar, después
de muerto, para llevarlas a gozar de ia
eterna bienaventuranza.
ADVERSIDAD. — La adversidad es la
piedra de toque de la amistad. — V. Para
las necesidades, o las ocasiones, son ¿os
amigos.
Contra las adversidades v del tiempo la
inclemencia, el escudo es la paciencia.
Recomienda el uso de esta virtud, en
vez de dejarnos llevar de la ira, ante
los contratiempos de la vida.
En las adversidades se conocen las per-
sonas fuertes.
El dominio sobre sí mismo y la resig-
nación en los trances amargos de la vida
son cualidades que no poseen más que
los que tienen temperamento enérgico
y recto.
ADVIENTO. - Estar, o quedarse, en Ad-
viento.
Frase proverbial usada en Andalu-
cía para expresar la idea de estar en
ayunas.
AFAMADO. — Déjate lo afamado, y vete
a lo descansado.
Exhorta a preferir la conveniencia y
utilidad material, a los aplausos del pú-
blico.
AFANAR. — Afanar, afanar, y nunca
medrar.
Refiérese a aquellas personas que
son tan desgraciadas que por más tra-
bajo y diligencia que pongan, nunca
mejoran de fortuna.
AFECTACIÓN. — Toda afectación es
mala.
Alaba la naturalidad en todo, reco-
mendando que se huya de lo amane-
rado.
AFICIÓN. — Afición ciega razón.
Enseña cómo el cariño exagerado
hace que se cometan no pocas impru-
dencias.
Afición es la que sana, que tío el palo de
la barca.
El cariño hace que una persona se
corrija de sus defectos mejor que con
la rectitud que, a modo de timón, se le
quiera imponer.
AFICIONADO
AGRAVIO
AFICIONADO. — Esto de ganar el comer
holgando, tiene muchos aficionados y
golosos.
Da a entender que el número de hol-
gazanes es infinito.
AFORRARSE. —Afórrese usted con ello,
o Bien se puede aforrar cotí ello.
Locución con que se manifiesta el
desprecio que se hace de una cosa que
no se dio cuando se necesitaba, y des-
pués se ofrece inoportunamente.
AFRECHO. — Para aprovechar el afre-
cho, desperdiciar la harina.
Perder lo más por obtener lo me-
nos.
AFUFA. — Estar sobre las afufas.
Huir, desaparecer, quitarse de en
medio. Es locución gitanesca.
AGALLA . — Quedarse de la agalla. —
V. Quedarse colgado.
Tener muchas agallas.
Ser muy valiente.
AGOSTO. — Agosto está en el secreto de
doce meses completos. — V. Las cabañue-
las de agosto.
Agosto, frío en rostro.
Denota que en este mes suele em-
pezar a sentirse el frío en algunas co-
marcas. Cuando sucede lo contrario, en
otras, dicen algunos : Agosto fríe el
rostro.
Agosto y vendimia no es cada día, y si
cada año, unos con ganancia y otros con
daño.
Aconseja la economía con que deben
vivir los labradores, porque la cosecha
es sólo una, y ésa, contingente.
Arada de agosto, a la estercada da en
rostro.
Porque se seca la hierba con el calor
de este mes.
Hacer su agosto y su vendimia.
Hacer buen negocio.
Hacer su agosto, aunque sea por el mes
de septiembre. — V. Hacer su agosto y
su vendimia.
Hacer uno su agosto. — V. Hacer su agos-
to v su vendimia.
AGRADABLE. — Xo todo lo que es agra-
dable agrada.
Fúndase en la variedad de gustos,
pues no habiendo dos iguales, es difícil
que a todos satisfaga lo que a nosotros
nos parece excelente.
AGRADECER. — Es deuda agradecer.
Enseña que debe corresponderse con
gratitud a un beneficio recibido.
AGRADECIDO. — Al agradecido, más
de lo pedido.
Manifiesta que a las personas que se
sabe se muestran agradecidas a los be-
neficios recibidos, no importa hacerles
favores más grandes de los solicitados.
De quien mucho se ha recibido, es bien mos-
trarse agradecido. —V. No es bien na-
cido quien no es agradecido.
El que es agradecido demuestra ser bien
nacido. — V. No es bien nacido quien no
es AGRADECIDO.
No es bien nacido quien no es agradecido.
Es de almas mezquinas olvidarse de
los beneficios recibidos.
AGRADECIMIENTO. - El agradeci-
miento que sólo consiste en el deseo, es
cosa muerta. — V. Obras son amores, y
no buenas razones.
El agradecimiento trae segundo mere-
cimiento.
A la persona que se muestra agrade-
cida por un favor recibido, se le hacen
con gusto todos los que solicite; no asi
a las que no saben agradecer, pues una
vez hecho el primero, no se le vuelven
a hacer más.
AGRAJES.— Ahora lo veredes, dijo Agra-
jes. — V. Todo andará bien si la varita
no se rompe.
AGRAVIO. — A secreto agravio, secreta
venganza.
Refrán tomado del título de una co-
media calderoniana, en que el autor
pretende que las ofensas que se reci-
ben sin publicidad deben ser castiga-
das en la misma forma.
Donde no hay agravio fio viene bien la
venganza. — V. Cada cosa a su tiempo y
los nabos en Adviento.
Un agravio consentido, otro venido.
Denota que debe ponerse remedio o
castigarse la primera falta, con el ob-
jeto de evitar que se cometa la se-
gunda.
Los agravios despiertan la cólera en los
más humildes pechos.
Denota que por muy bondadosa que
sea una persona, no puede resistir con
paciencia los ataques dirigidos contra
su honor.
AGRAZ
— 13 —
AGUA
AGRAZ. —Echar a uno el agraz en el ojo.
Decirle algo que le cause disgusto o
sentimiento.
AGRIA. — Andar mascando las agrias.
Estar pasando penas y malos ratos
por alguna persona o cosa.
AGRICULTOR. — Pobre agricultor, po-
bre agricultura.
Cuando el labrador emplea un capi-
tal mezquino en el cultivo de sus tie-
rras, no puede prometerse obtener pin-
gües rendimientos. Aplícase también a
toda clase de industrias, en el concepto
general de que las utilidades están na-
turalmente en razón directa del capital
que se destina a su desarrollo.
AGUA. — Agua abajo a la contina, atina-
rás a la marina.
Cuando uno se vale de los medios
naturales y adecuados al fin que se pro-
pone, tiene que acertar forzosamente
con su objeto.
Agua arriba.
Hacer una cosa con gran dificultad,
oposición o repugnancia.
Agua al higo, y a la pera, vino.
Recomienda la clase de bebida que
se debe tomar encima de cada una de
estas frutas para que no hagan daño.
¡Agua al padre, que se empalaga!
Se usa irónicamente para significar
el mal sabor que ha producido a una
persona algún manjar desagradable. —
También se usa cuando alguien hace
esfuerzos por tragar algo que no le ad-
mite el estómago.
Agua coge con harnero quien se cree de
ligero.
Reprende la indiscreción de las per-
sonas crédulas que toman por artículo
de fe todo lo que oyen.
Agua corriente no mata la gente.
Recomienda las ventajas del agua
que corre, sobre las estancadas, para
ser bebidas.
Agua de agosto, azafrán, miel y mosto.
Las lluvias en este mes son prove-
chosas al azafrán, a las abejas y a las
uvas.
Agua de cepas y sonido de tejas.
Expresión usada por los aficionados
al vino y al dinero.
Agua de febrero mata al onzonero.
Enseña lo mal librados que salen los
logreros cuando abundan por febrero
las lluvias, a causa de las copiosas co-
sechas que se suelen obtener.
Agua del cielo no quita riego.
Indica que no porque haya llovido
debe descuidarse de regar el campo.
Agua del Duero, caldo de pollo, o de ga-
llina.
Elogia la pureza de las aguas del río
Duero.
Agua de marzo, peor que la mancha en el
paño.
Denota en algunas localidades lo per-
judicial que les es la abundancia de llu-
vias en el dicho mes.
Agua de mediodía, agua para todo el día;
agua de la tarde, no es durable.
Pronostica la diversa duración de la
lluvia según comience al mediodía o
por la tarde, y que, como todo pro-
nóstico de igual índole, suele salir fa-
llido.
Agua de por mayo, pan para todo el año.
Manifiesta cuan convenientes son en
este mes las lluvias para fecundizar los
campos.
Agua de por San Juan, quila vino y no
da pan.
La lluvia a fines de junio es dañosa
a las vides y de ninguna utilidad a los
trigos.
Agua de sierra y sombra de piedra.
Aconseja se beba el agua corriente,
así como que se descanse a la sombra
que proyecta algún terreno elevado,
mejor que a la de ciertos árboles y
matorrales.
Agua detenida es mala para bebida.
Enseña que el agua estancada no
reúne condiciones de potabilidad, pues
es muy a propósito par-a producir fie-
bres palúdicas.
¡Agua, Dios, que ruin se moja.'... (Y mojá-
base su padre.) — V. Alegrías, albarde-
ros, que se quema el bálago.
¡Agua, Dios, que se quema la casal
Refrán en que se suele prorrumpir
cuando se experimenta alguna aflic-
ción o apuro, como pidiendo auxilio al
Cielo.
¡Agua, Dios, y bue?i tintero!
Expresión que se suele usar cuando
llueve de una manera desordenada, to-
rrencialmente.
AGUA
14 —
AGUA
¡Agua, Dios, y venga mayo!
Expresión que suelen usar los labra-
dores por el mes de abril, deseosos de
que las abundantes lluvias les aseguren
una buena cosecha, en unión de las del
mes inmediato siguiente.
Agua, en les trigos; vino, en los hombres;
palo, en las mujeres.
Da a entender que estas tres cosas
son necesarias para que crezca el uno,
esté fuerte y contento el otro y anden
derechas las últimas.
Agua en marzo, verdoso.
Enseña que las muchas lluvias por
este mes sólo son buenas para produ-
cir multitud de hierbas inútiles o per-
judiciales.
Agua fría y pan caliente, nunca hicieron
buen vientre.
Aconseja la abstención de dichas dos
cosas, aun siendo gratas al paladar,
pues suelen hacer daño.
Agua, fuego ni dinero no es al hombre tan
necesario como amigo fiel, leal y veraa-
dero.
Ensalza el valor de la verdadera amis-
tad, aunque algo hiperbólicamente.
Agua, hierro y basura, crian la buena ver-
dura.
Encarece la necesidad del riego, el
escardillo y los abonos para hacer pros-
perar el huerto.
Agua mala, hervida y colada.
Advierte que para poner en condi-
ciones de potabilidad el agua que no
es pura, es preciso hacerla pasar por
las dos circunstancias indicadas.
Agua no enferma, ni embeoda, ni adeuda.
Recomienda el uso del agua pura por
reunir condiciones contrarias a las de
los alcoholes; es decir, que ni es cara,
ni se sube a la cabeza, ni origina en-
fermedades.
Agua panada, hecha y tomada.
Aconseja se beba dicha agua en las
condiciones indicadas, para que surta
el efecto que se desea.
Agua parada no muele molino.
Recomienda el movimiento y la ac-
tividad como únicos elementos produc-
tores de riqueza.
Agua pasada no muele molino.
Dícese en general de todo aquello
que no presta utilidad o servicio para
el caso presente por haber pasado su
oportunidad.
Por lo curioso, transcribiremos aquí
el siguiente pasaje, tomado del Viaje
de España, Francia e Italia, por D. Ni-
colás de la Cruz y Bahamando (to-
mo XII, págs. 568-569):
«Siguiendo de la Isla para Cádiz, a
cosa de un cuarto de legua se encuen-
tra el dicho río Arillo cortando el arre-
cife, en el cual hay un puente. Don
Miguel Alvarez, vecino de Cádiz, ha le-
vantado sobre el mismo río, inmediato
al camino o arrecife, un sólido edificio,
que contiene doce piedras para moler
trigo, o doce molinos unidos, para lo
cual excavó el fango nueve y media
varas de hondo hasta penetrar en la
piedra, y sobre ella se hicieron los ci-
mientos, levantando las paredes con la
piedra compuesta de petrificaciones
que se gasta comúnmente en los edifi-
cios de Cádiz. A más del salón de las
doce muelas, contiene un granero o al-
macén, cuarto del molinero, etc. Es una
obra plausible, útil al interesado y al
público. Por lo común, muelen cuando
refluyen las aguas, las cuales se contie-
nen, acabando de llenar por medio de
compuertas, y vuelven con un ímpetu
extraordinario a la bahía; es el único
caso en que el kgmk pasada tnuele molino.
En la creciente o flujo no muelen, a pe-
sar de que el curso es bastante rápido.»
Agua por San Mateo, puercos, vendimias
y gordos borregos.
Las lluvias por el mes de septiembre
son beneficiosas para los campos, y por
consecuencia, para los pastos del ga-
nado.
Agua que corre, nunca mal coge.
Indica que se huya de las aguas es-
tancadas, utilizando, en cambio, sin re-
celo las corrientes.
¡Agua, que se arde lafragual
Expresión que se suele dirigir al que
manifiesta tener mucha sed, y figurada-
mente, al que demuestra inquieta soli-
citud y deseo vehemente en la conse-
cución de sus aspiraciones.
Agua trotada, tanto val como cebada.
Da a entender que el trote que se le
da a una caballería después de haber
bebido, equivale a un pienso.
AGUA
15
AGUA
¡Agua val
Expresión con que se avisaba anti-
guamente desde lo alto de alguna casa
a los transeúntes que se iba a arrojar
aguas sucias o basuras, a fin de que se
separasen a tiempo y no les cayese en-
cima. Hoy se le da una extensión más
lata, refiriéndose a cualquier cosa que
se tira, aunque no sea desde lo alto. —
También se emplea cuando se oye a
una persona regañar o hablar sin tino.
Agua v luna, tiempo de aceituna.
Indica ser estas condiciones las me-
jores para los olivares.
Agua v sol, para las huertas es lagarto y
para las viñas pulgón.
La combinación de ambos agentes
suele producir en los lugares indica-
dos esas plagas.
Agua y sol, tiempo de requesón.
Enseña cuáles son las circunstancias
más oportunas para obtener dicho man-
jar en su debida sazón.
Agua y sol, y guerra en Sebastopol.
Expresión de los labradores que, es-
tando a su negocio, les tiene sin cuida-
do lo que ocurra en otras partes, con
tal que no les dañen sus labores.
Ahogarse en poca agua.
Ser para poco y encogido.
¡Ahora hervía, y ya es agua fría!
Denota en general la inconstancia de
las cosas de este mundo, o ya la parti-
cular de alguna persona.
¡Al agua patos! Algunos añaden: ¡No se
coman el grano los gurrupalos! Otros:
/ Que se mean en ella los gurrupalos! Y
otros : \No se la beban los gusarapos!
Manera de excitar a uno a que no
tarde en satisfacer aquello a que le in-
clina su especial afición o apetito, por
presentársele ocasión oportuna para
ello. — Gurrupato llaman en Andalucía
al gorrión, especialmente cuando cuen-
ta pocos días de nacido.
A las veces, poca agua hace bajar gran fuego.
Una mala acción aminora en ocasio-
nes el mayor cariño.
Alcanzarle a alguno el agua de la gracia.
Llegar a tiempo el remedio para una
situación desesperada.
Algo tendrá, o tiene, el agua cuando la ben-
dicen, o Por algo se bendice el agua.
Cuando una persona obra en sentido
distinto del que debía esperarse en cir-
cunstancias especiales, será impulsada
a ello por causas que, ocultándose a
nuestra penetración, nos hacen sospe-
char la existencia de algún misterio.
La forma y definición que adjudica la
Academia a este refrán, tarde y mal,
por cuanto no le ha dado cabida en su
Diccionario hasta la duodécima edi-
ción, es como sigue:
«Algo tendrá el agua cuando la bendi-
cen. Frase proverbial con que se da a
entender que el encomiar a persona o
cosa a quien nadie culpa, o cuando no
viene al caso, es señal de haber en ella
alguna malicia.»
Semejante errónea definición podría
aplicarse, sin quitarle ni ponerle tilde,
al refrán que dice : Satisfacción sin
tiempo, malicia arguve.
¡Allá va ese agua hirviendo!
Dícese de la persona que va furiosa
o desesperada.
Amárgame el agua, marido; amalgame y
sábeme el vino.
Achaque de las aficionadas a beber
vino porque les sabe bien; en cambio,
el agua les amarga.
Bailar el agua delante a alguno.
Complacer, satisfacer y adular a una
persona para conseguir lo que se desea.
Bañarse en agua rosada.
Alegrarse una persona de algún con-
tratiempo que a otra le ha sobrevenido,
en señal de despique.
Bebí agua del hinojal, súpome bien e hízome
mal.
El hinojal es el sitio poblado de hino-
jos, y generalmente se llama hinojo una
planta herbácea que es aromática, de
gusto dulce, y se usa en medicina y
como condimento. — Indica que el que
toma bebidas azucaradas, aunque agra-
dan al paladar, suelen perjudicar al
estómago.
Buena es el agua, que cuesta poco y no em-
briaga.
Elogia las ventajas que lleva la bebi-
da del agua a la del vino.
Cada uno quiere llevar el agua a su moli-
no y dejar en seco el del vecino.
Satiriza el espíritu de egoísmo que
suele dominar en la Humanidad, aun-
que sea con perjuicio del prójimo.
AGUA
— 16 —
AGUA
Coger agua en cesto, o en harnero.
Trabajar inútilmente.
■Como agua, o Como el agua.
Insensiblemente y con abundancia;
y así, se dice: El dinero se va como agua.
Como el agua de mayo.
Dícese de todo aquello que llega a
deseo y oportunamente, fundado en la
opinión vulgar de que si llueve por
mayo queda asegurada la cosecha de
los granos.
Como quien bebe un vaso de agua.
Frase con que se da a entender la
suma facilidad y presteza con que se
ejecuta alguna cosa.
Con agua no hay terreno malo.
Pondéranse con esta frase los buenos
servicios que presta el riego a los sem-
brados.
Con agua y con aire no convides a nadie.
Búrlase de los que en son de agasa-
jo convidan a otros con cosas que por
estar al alcance de todo el mundo se
pueden tomar cuando se quieran, sin
necesidad de sacrificio ni dispendio de
ninguna clase.
Convertirse en, hacerse o volverse, agua de
cerrajas.
Desvanecerse o frustrarse lo que se
pretendía o esperaba.
Corra el agua por donde quisiere.
Dejar correr los acontecimientos, es-
perando los resultados sin intervenir
en nada.
Correr el agua por donde solía.
Volver las personas o las cosas a to-
mar sus antiguas costumbres, usos o
estado.
Dales agu&porelpie antes que padezcan sed.
A las alubias, por serles más prove-
chosa el agua de regadío que la llove-
diza.
Darle, o llegarle, a uno el agua a la boca.
Hallarse en algún peligro inminente.
De agua dulce.
Dase a entender por medio de esta
expresión que alguna persona no es
práctica en su profesión o que no so-
bresale en el conocimiento de ella. Es
alusión al marino que nunca se ha em-
barcado. Luque Fajardo (Fiel desengaño
contra la ociosidad y los juegos) habla de
Doctores pasados por agua y Letrados de
agua dulce.
De agua y lana.
De poco o ningún valor e importan-
cia. Según Rosal (Alfabeto III), «es res-
puesta del sombrerero que, preguntado
de qué se hacía el sombrero, que pare-
ce cosa maravillosa no llevar costura
ni ser tejido, responde que de harto
fácil material, que es agua v lana».
Del agua bendita, poca basta, o Del agua
bendita, poquita.
Da a entender que en muchas cosas
no estriba la virtud o el mérito en la
cantidad, sino en la calidad.
Del agua mansa me libre Dios, que de la
recia, o brava, me guardaré yo.
Las personas de genio al parecer
manso y apacible, cuando llegan a eno-
jarse, suelen ser más impetuosas y te-
rribles. Dícese a semejanza de los ríos
donde el agua va muy sosegada y man-
sa, que son más de temer por su pro-
fundidad. De este refrán suele usarse
más comúnmente la primera parte sola.
Del agua vertida, alguna cogida, o la co-
gida, o la mitad cogida.
Se advierte que cuando no se pudie-
ra recobrar enteramente lo perdido, se
procure recoger la parte que fuese po-
sible, por aquello de que del mal el menos.
Del agua vertida, coger la que se pueda. —
V. Del agua vertida, alguna cogida.
Echar agua en el mar.
Dar algo a quien tiene abundancia
de ello.— Perder el tiempo y el trabajo
en cosas inútiles.
Echarle a uno el agua de San Gregorio.
Echarle una rociada, una reprensión
fuerte.
Podrá venir el origen de esta frase
de que teniéndose a San Gregorio, obis-
po de Ostia, por especial abogado con-
tra la langosta y demás insectos perju-
diciales, al campo, acude el pueblo a
pasar agua por sus reliquias para des-
pués rociar con ella los sembrados en
tiempo de semejante calamidad.
Echarse al agua. — V. ¡Pecho al agua!
Echar toda el agua al molino.
Hacer toda clase de esfuerzos para
conseguir lo que se desea. — V. Poner
toda la carne e?i el asador.
El agua blanda, y la piedra dura, gota a
gota hace cavadura. — V. La gotera cava
la piedra.
AGUA
AGUA
El agua, como buey, y el vino, como rey.
Se sobrentiende bebería; es decir, de
la primera, mucha, y del segundo, con
parquedad, y bueno.
El agua cria ranas.
Disculpa de los bebedores para no
bebería.
El agua lejana no apaga fuego vecino.
Da a entender lo inútil de los recur-
sos con que uno cuenta, si no los tiene
a su disposición para echar mano de
ellos en ocasión apurada y que no ad-
mite dilación.
El agua, ni envejece ni empobrece. — Véase
Agua no enferma, ni embeoda, ni adeuda.
El agua, sin color, olor ni sabor, y que la
vea el sol.
Enseña las cualidades que ha de re-
unir este líquido para que sea potable.
El agua, vaya por el rio.
Dicho de los aficionados al vino.
Él inventó aguar el agua.
Hipérbole con que se encomia la sor-
didez de un avaro llevada a su más alto
grado.
Encharcarse de agua.
Bebería con exageración.
Escribir en el agua. — V. Escribir en la
ARENA.
Eso es agua hirviendo sobre la quema-
dura.
Aplícase a los que en lugar de ami-
norar un mal, lo aumentan, consciente
o inconscientemente.
Eso es agua y azucarillos. — V. Eso es tor-
tas y pan pintado.
Eso es como tomar agua en un harnero.
Perder el tiempo; trabajar inútilmente.
Es su va el agua, y ve?idémosela nos.
Entre los innumerables extranjeros
que vinieron a España con Carlos V a
principios del siglo xvi, se contaba una
respetable cantidad de franceses que
se dedicaron al oficio de aguadores,
particularmente en Toledo, de cuyo río
subían el agua a la ciudad, cosa que no
hacían sus habitantes, cobrando, natu-
ralmente, el acarreo; es decir, vendién-
doles lo que era suyo, o sea el agua del
Tajo. De esta candidez de los toleda-
nos se burlaban los franceses excla-
mando : L eau esi a eux, et nous la leur
vendons; frase que, traducida, ha queda-
do como proverbio en nuestra lengua.
Estar claro como el agua.
Dícese de las cosas que no necesitan
explicación, por ser fácilmente com-
prensibles.
Estar el agua, o con el agua, a la boca,
o hasta la garganta.
Estar en grande aprieto o peligro.
Estar hecho un agua, o un pollo de agua.
Estar sudoroso.
Faltarle ha, o le faltará, el agua.
Moteja de parapoco y que nada halla
alguno por su falta de diligencia.
Fuera del agua, que es mudado de aire.
Cuando mudan los azores y los balco-
nes les dan baños, sueltos en aposentos.
Los que mudan en el campo a su liber-
tad los llaman mudados de aire, y es me-
jor muda. Algunas veces los doméstico -
no vuelven a la mano y se quedan en eí
monte, y primero que los cogen suelen
mudar, si es por el tiempo de la muda.—
Aplícase al que es muy ladino.
Guárdate del agua mansa. — V. Del agua
?nansa me Ubre Dios, que de la recia, o
brava, me guardaré yo.
Hacer agua.
Usase en Andalucía para ponderar la
lesión que se ha recibido de resultas de
un golpe o cogida fuerte: Medió vn pi-
sotón que me hizo agua el pie.
Hacerse agua, o U7i agua, la boca.
Experimentar complacencia suma y
gran deleite al alimentar la esperanza
de conseguir alguna cosa que se desea,
evocar algún recuerdo lisonjero, o ver
algo que gusta. — Expresión con que
se da a entender la grata sensación que
causa en la boca la vista o el recuerdo
de algún manjar apetitoso
Ha de bajar mucha agua por el Ebro (an-
tes de que suceda tal cosa).
Ha de pasar mucho tiempo.
Ir el agua por alguna parte.
Denota que el favor y la fortuna co-
rren en ciertos tiempos por determi-
nadas personas o cosas.
Limpio como el agua.
Frase con que se pondera el aseo de
alguna persona, aludiendo a que el agua
limpia toda clase de suciedades e in-
mundicias.
Llevar el agua a su molino.
Tratar de sólo su interés y provecho,
desentendiéndose del ajeno.
AGUA
AGUA
Más claro, el agua.
Ser una cosa tan patente que sólo
el agua podría superarla en claridad.
Más deseado que el agua de mayo.
La lluvia en este mes suele ser bene-
ficiosa para los campos; por eso es de-
seada por los labradores.
Más vale agua de carne, que carne de agua.
Indica la preferencia que debe darse
en punto a alimento a la substancia de
la carne (caldo) sobre el pescado.
Más vale esto que agua sola... (Y 'ponía un
garbón de sarmientos en el rio.)
Acredita lo nada exigentes que son
algunas personas en punto a la satisfac-
ción de sus necesidades, contentándo-
se con lo que buenamente les depara la
suerte.
Meterse en agua el tiempo, el día, etc.
Hacerse lluvioso, generalmente con
lluvia persistente.
Nadie diga : De este agua no beberé. Y al-
gunos añaden: por muy turbia que esté.
Ninguno está libre de que le suceda
lo que a otro, y por tanto no debe jac-
tarse de substraerse a las leyes univer-
sales.
Ni agua.
Frase con que se denota una caren-
cia o falta absoluta.
No beber uno el agua, sin enturbiarla antes.
Aplícase a las personas displicentes
y que encuentran su ma)'or gozo en
acarrearse penas.
A'o eches agua en el vino, ni te untes los
ojos con tocino.
Aconseja en absoluto no hacer cier-
tas cosas materiales que produzcan re-
sultados desagradables o molestos.
No eches agua en la sal, que te saldrá a
mal.
Enseña a no cometer desaciertos,
pues serán funestos los resultados.
No eches agua, Inés, a! vino, no se escan-
dalice el vientre.
Dicho festivo de los partidarios del
vino puro, y no aguado, y menos del
agua envinada. Este dístico está tomado
del tan conocido como chistoso cuento
de Baltasar del Alcázar intitulado La
cena.
A'o eches el agua cu la sal, que le sabrá
mal. — V. No eches agua en la sal, que
te saldrá a mal.
No encontrará agua en el Ebro.
Dícese de aquel que es tan desgra-
ciado en todo cuanto emprende, que
aun las cosas más llanas y sencillas le
salen al revés. Tiene mucho uso en
Aragón.
No hallar agua en la mar.
No conseguir lo más fácil de lograr,
bien sea por impericia, bien por timi-
dez, bien por desgracia.
No hay más señal de agua que cuando
llueve.
Principio de un cantar, que suele de-
cirse también completo en esta forma:
Cuando la perdiz ca?ita,
nublado viene.
ATo hay más señal de agua
que cuando llueve.
A'o hay que ahogarse en poca agua, come
Juan de Porras.
Enseña a no acobardarse ante el pe-
ligro, cuando éste es menor de lo que
a primera vista parece.
A'o lo lavará con cuanta agua lleva el río»
o No os lavaréis de ésta con cuanta agua
el rio lleva.
Pondera hasta tal punto la gravedad
de alguna falta, que por más que haga
quien la cometió, no es fácil conseguir
borrarla.
No me echéis agua en el vino, que andan
gusarapos por el río.
Pretexto de los bebedores para be-
ber el vino puro.
No se debe enturbiar el agua que se ha de
beber, o como dice un cantar:
Mis cuñadas y mi suegra
dicen no me quieren bien.
¿Para qué enturbiar el agua
que se tiene de beber?
Recomienda que se procure no em-
peorar aquella situación que, por he-
cha, es ya irremediable.
No ser uno agua ni pescado. — V. No ser
carne ni pescado.
Nunca crece el rio de pronto, sin que vaya
el agua sucia.
Indica que los grandes capitales he-
chos de repente, no pueden proceder
del trabajo honrado, sino adquiridos
por medios reprobables.
Para pasar agua y dar dinero, nunca seas
el primero.
Recomienda la poca precipitación
AGUA
19
AGUACATE
para embarcarse, como para aflojar
la bolsa, dejando prudentemente que
otros lo hagan antes.
Parece agua de castañas.
Suele decirse del chocolate cuya de-
cocción ha salido demasiado clara.
Parece que no enturbia el agua. — V. Pa-
rece que en su vida ha roto ?in plato.
Por agua del cielo no dejes tu riego.
Aconseja no dormirse uno porque sus
negocios caminen con prosperidad. —
Noseha de dejarlo cierto por lodudoso.
Quien echa agua en la garrafa de golpe,
más derrama que ella coge.
Manifiesta lo perjudicial que suele
ser la precipitación en cualquier obra
que se hace, por las pérdidas a que
está expuesta.
Sacar agua.
En Andalucía se designa así cierto
juego que consiste en coger dos naran-
jas o pelotas en una sola mano, arroján-
dolas al alto, alternativamente, durante
el mayor tiempo que se pueda, sin de-
jarlas caer al suelo.
Sacar agua de las piedras.
Califica de hábil e industriosa a una
persona, hasta el punto de acreditarla
de que sabe sacar partido de aquello
que todo el mundo reputaría como in-
útil o inservible
Se/la de agua, una taberna.
Aludejocosamente a lo bautizado que
se expende el vino en esos estableci-
mientos.
Ser como el agua de Loja, que por donde
pasa, moja.
Refrán jocoso para el que huelga toda
explicación; pues, como se ve, no pasa
de ser una perogrullada, de las cuales
tiene el pueblo español buen acopio.
Ser como el agua, que llueve en la mar sin
provecho.
Perder el tiempo en hacer una cosa
que no reporta beneficio alguno o que
no es necesaria.
Ser alguna cosa el agua de socorro.
Aplícase a todo aquello que saca por
el pronto de algún apuro o necesidad
urgente.
Ser una cosa tan clara como, o más clara
que, el agua, o el sol, o la luz del medio-
día, etc.
Da a entender que aquello de que se
trata es tan patente e inteligible, que
sólo podría superarle en claridad cual-
quiera de las cosas con que en la frase
se compara.
Sin decir : ¡Agua val
Se emplea cuando uno ocasiona al-
gún daño o pesar intempestivamente
y sin previo aviso. —Alude a que cuan-
do antiguamente se acostumbraba a
arrojar por los balcones y ventanas a la
calle las aguas sucias y demás inmun-
dicias, se daba antes el grito de ¡Agua
va!, con el fin de que, advertidos los
transeúntes, se apartaran luego en bus-
ca de paraje seguro.
Sin tomar agua bendita.
Empléase para dar a entender que
aquello de que se trata puede hacerse
lícitamente y sin contravenir a ningún
precepto religioso o moral, o sin tener
necesidad de pedir permiso a nadie.
Tierno como el agua.
Aplícase a todo manjar que al comer-
lo se deshace fácilmente, resolviéndose
en agua por causa de lo muy jugoso que
es. Dícese, por lo general, de ciertas
frutas y hortalizas.
Tomar de atrás el agua, o Tomar el agua
muy de arriba.
Empezar la relación de algún suceso
o negocio por las primeras circunstan-
cias que en él concurrieron.
Unos echan agua en caldera, y no suena;
y otros en lana, y suena. — V. Cual es la
campana, tal la badajada.
Volverse una cosa agua de cerrajas.
No sacar de ella la utilidad o provecho
que se esperaba, con alusión a la poca
substancia que en sí contiene el agua sa-
cada de la hierba que lleva aquel nombre.
Andar entre dos aguas. — V. Estar entre
dos AGUAS.
Estar entre dos aguas.
Expresa el estado de indecisión o
perplejidad para resolver alguna cosa,
sin saber por qué partido optar, temien-
do errarlo.
Hacer aguas mayores, o menores.
Eufemismo empleado para expresar
la acción de defecar u orinar, respec-
tivamente.
AGUACATE. — Aguacate maduro, pedo
seguro.
Dase a entender con este refrán, en
AGUACERO
AGUJA
América, lo ventosa que es la pulpa de
esta fruta.
AGUACERO. — Haber pasado el agua-
cero.
Haber terminado la riña que ha caí-
do sobre uno. También se usan, en lu-
gar de aguacero, las palabras tormenta,
aluvión, chubasco, lluvia u otras equi-
valentes.
Los aguaceros, a?ites dañan que aprove-
chan.
Expresa que los campos no ganan
nada con esa lluvia tan repentina como
de poca duración.
AGUAMANOS. — Dar aguamanos.
Servir a uno con el aguamanil u otro
jarro cualquiera el agua para que se
lave las manos. — Adular.
AGUARDIENTE. — Echarle a uno el
aguardiente.
Hacerle alguna mala obra, causarle
algún perjuicio, darle alguna molestia o
desazón. — V. Echarle a uno la mosca.
AGUATE. — Aguate, muchacho, que voy
por agua.
Expresión jocosa que se emplea en
Andalucía, jugando del vocablo aguate
por aguárdate, cuando se ve algún lí-
quido en que, por falta de la conve-
niente disolución de la materia propia,
prevalece demasiado la parte acuosa.
Así se dice del chocolate demasiado
claro, el vino poco puro, el caldo de-
substanciado, etc.
AGUDO. — Agudo como punta de colchón.
Nótase irónicamente al que es rudo
v de poco entendimiento.
AGUÍ JÓN.— No se me da nada, que el agui-
jón me tengo en casa.
Censura al vengativo solapado que(
si una vez yerra el golpe, se reserva
para darlo en mejor ocasión.
ÁGUILA. — Aunque el águila vuela muy
alta, el halcón la mata. — V. Xo hay ene-
migo chico.
Es un águila.
Epíteto que se suele dar a la persona
de vista perspicaz o de ingenio agudo,
y a veces, antonomásticamente, a los
escritores de remontado revuelo; como
El Águila africana, San Agustín; El
Águila me/dense, Bossuet, etc.
Salir un águila.
Ser vivo, despierto, listo o atrevido.
AGUILERA. — Siéntese el buen Aguilera.
Locución proverbial con que se invi-
ta a que tome asiento una persona a la
cual se trata con toda lisura y confian-
za. Es expresión debida a Moreto, quien
la usó en su comedia Rey valiente y jus-
ticiero y ricohombre de Alcalá (jorn. Ií,
esc. VIH).
AGUXNALDO.-Ztewí aguinaldo. - Cór-
late un dedo, y darte he un trapo.
Modo jocoso de negarse uno a dar a
otro lo que éste le pide.
AGUJA. — Aguja calumbrienta, ?w entra-
rás en ?ni herramienta.
Indica que las herramientas enmohe-
cidas no deben emplearse, si se quiere
obtener un buen trabajo.
Aguja delgada, presto es quebrada.
Advierte el peligro que se corre al
utilizar agujas no muy gruesas, sobre
todo si lo que se cose ofrece resistencia.
Aguja e hilo son medio vestido.
Indica que es preciso poner el tra-
bajo cuando se quiere alcanzar alguna
cosa, aunque ya esté a medio conse-
guir.
Aquí perdí una aguja, aquí la hallaré.
Se dice de los que, habiendo salido
mal de una empresa, vuelven de nue-
vo a acometerla con la esperanza de
indemnizarse de los perjuicios que su-
frieron.
Buscar una aguja en un pajar.
Trabajar inútilmente por conseguir
una cosa imposible o por lo menos
muy difícil.
Conocer, entender, o saber, la aguja de ma-
rear.
Tener expedición y destreza para
manejar los negocios o para desenre-
darse de cualquiera situación compro-
metida.
Dar aguja y baratar una reja. — V. Dar,
o meter, aguja y sacar reja.
Dar, o meter, aguja v sacar reja.
Hacer un beneficio pequeño con la
intención de obtener otro mayor.
//■ de aguja a dedal, de dedal a gallo, de
gillo a caballo.
Ir o proceder de menos a más, ya
sea en buen o en mal sentido.
La afcuia. ensartada hace a la niña enjui-
ciada.
Recomienda a las jóvenes el trabajo,
AGUJERO
AIRE
para no caer en los malos pensamien-
tos que ocasiona la ociosidad.
Una aguja para la bolsa, y dos para la
boca.
Dícese para encarecer la práctica del
silencio.
Alabar sus agujas.
Ponderar su industria, sus trabajos o
calidades.
A tus agujas, sastre. — V. Zapatero, a tus
zapatos.
AGUJERO. — El agujero llama al la-
drón. — V. La ocasión hace al ladrón, o
En arca abierta, el pisto peca.
Parece que tiene un agujero en la mano,
o en las manos, o en cada mano.
Aplícase a la persona extremadamen-
te pródiga en dar o gastar, por cuya
razón se le suele llamar también mani-
rrota.
Quien acecha por agujero, ve su duelo.
Los que son demasiadamente curio-
sos suelen oír o ver cosas de que les
resulta pesadumbre o disgusto. — Véa-
se Quien escucha, su mal oye.
AGUJETAS. — Cada uno alaba sus agu-
jetas.— V. Cada buhonero alaba sus
agujas, o Cada ollero alaba su puchero.
AGUJETERO. — Agujetero, a tus agu-
jetas. — V. Zapatero, a tus zapatos.
AHÍ. — Ahí lo tenéis : si os condenáis, que
os condenéis.
Se aplica al que insiste en hacer algo
que le perjudica.
Ahí me dio el dolor.
Manera de expresar el acierto con
que una persona ha resuelto, averigua-
do o tratado una cuestión o materia,
por lo general ardua, complicada o res-
baladiza.
Ahí me las den todas.
Expresión con que denota uno no im-
portarle nada los contratiempos que
recaen en persona o cosa que no le
interesa.
Ahí verá usted.
Contestación que se suele dar a quien
pide explicación de una cosa que no la
tiene, esquivando así el preguntado lo
embarazoso de su situación.
Por ahí, por ahí.
Sobre poco más o menos.
Ser, o no ser, alguna cosa de las de por ahí.
No pertenecer a lo vulgar y corrien-
te. Suele tomarse en mala parte, sobre
todo aplicado a las personas.
AHIJADO. — Murióse el ahijado, acabó-
se el padrinazgo. — V. Muerto el perro,
se acabó la rabia.
AHOGADO. — Estar, o verse, uno aho-
gado.
Hallarse acongojado u oprimido con
empeños, negocios u otros cuidados
graves, de que no es empresa fácil po-
der desembarazarse.
AHORCADO. — Estar, o verse, ahorca-
do.— V. Estar, o verse, uno ahogado.
No llora, o suda, el ahorcado, y llora, o
suda, el teatino.
Critica a los que se apuran por el
negocio ajeno más que el interesado
mismo.
AHORRAR. — No ahorrarse, o no aho-
rrárselas, con nadie. Algunos agregan :
ni con su padre.
No guardar consideraciones ni mira-
mientos de ningún género con persona
alguna.
AHORRO. —El ahorro es santo.
Frase que se emplea cuando se eco-
nomiza alguna cosa.
AIRADO. — Del airado al loco no hay di-
ferencia.
Da a entender que el vicio de la ira
es tan poderoso y llega a dominar de
tal manera, que cierra la inteligencia,
enloqueciendo al que tiene la desgra-
cia de verse poseído de él.
Del airado, un poco te desvia; del callan-
driz, toda tu vida. — V. Del agua mansa
me libre Dios, etc.
AIRE. — Aire de Bargas, que hace llorar
a los niños con barbas.
Encarece la fuerza y crudeza del vien-
to reinante en este pueblo de la pro-
vincia de Toledo.
Aire de Guara, agua a la cara.
Guara es un monte del Alto Aragón,
y este refrán sólo tiene sentido en la
región inferior del Alto Aragón, donde
se aplica.
Aire de Monzón, agua en Aragón.
Indica que, según dicen los de Aínsa,
cuando sopla el aire de Monzón llueve
en el terreno del primitivo reino ara-
gonés.
Aire de Pina, llena la badina.
Indica que cuando sopla el aire que
AIRE
AIRE
llaman de Pina (por venir de esa par-
te), será abundante la cosecha.
Aire de poniente, suelta los bueyes y vente.
Exhorta en algunas localidades a sus-
pender por el pronto los trabajos de
labranza cuando reina el viento de la
parte del poniente, por ser generalmen-
te precursor de grandes lluvias.
Aire de Toledo, agua en el suelo.
Indica que cuando los aires vienen
a la capital, de los montes toledanos,
anuncian lluvia.
Aire morellano, ni paja ni grano.
Indica que es perjudicial para el la-
brador de la provincia de Castellón de
la Plana el aire que sopla de Morella.
Aire recio y nube baja, agua sobre la paja.
Pronóstico de lluvia.
Aire solano, agua en la mano.
En algunas localidades de España
significa que cuando reina dicho vien-
to anuncia lluvia no muy lejana.
Aire solano, fresco en invierno y calor en
verano.
Refrán que explica por sí mismo los
distintos efectos que suele producir di-
cho viento, según la estación en que
reina.
Azotar el aire.
Fatigarse en vano por hacer o alcan-
zar una cosa.
Cogerle, o tomarle, el aire a una cosa. —
V. Cogerle, o tomarle, el tranquillo.
Conforme es el aire que sopla, así se pone
la capa. — V. Al son que me tocan, bailo.
Cortarlas en el aire.
Ser valiente, ingenioso y listo. — Con-
testar oportunamente.
Creerse del aire.
Dar crédito con toda facilidad a lo
que se dice de ligero.
Dar con aire, o de buen aire.
Dar con ímpetu o violencia un golpe,
cuchillada, palo, bofetada, etc.
Darle a uno el aire de alguna cosa.
Tener indicios, barruntos o anuncios
de ella.
De aire colado y de fraile colorado, guár-
deme Dios.
Por lo perjudicial que es el uno para
la salud y el otro para el trato, por su
poca continencia.
De buen, o mal, aire.
La palabra aire equivale en el caso
presente a humor; es, por tanto, lo
mismo que decir : De buen, o mal, humor-
mm Dejar a uno en el aire.
Burlarle o chasquearle.
Echar al aire.
Descubrir, desnudar alguna parte del
cuerpo. N
El aire de Madrid, mata a un hombre y
no apaga un candil.
Son tan finos y sutiles los aires que
soplan del Guadarrama sobre la capital
de España, que ocasionan no pocas pul-
monías con sus tristes resultados, aun
cuando no parece que tienen fuerza al-
guna. Los madrileños dicen de ese aire
que corta, y, efectivamente, hace el trai-
dor efecto de un cuchillo.
El aire de Madrid, no apaga una luz y
?nata a un andaluz. — V. El aire de Ma-
drid, mata a un hombre y no apaga un
candil.
En el aire.
Con mucha ligereza y brevedad.
Estar en el aire.
Estar pendiente una cosa de decisión
ajena o de cualquier suceso eventual.
Fabricar, o fundar, en el aire.
Discurrir sin fundamento o concebir
esperanzas sin motivo razonable.
Guardarle el aire a uno.
Atemperarse a su genio; contempo-
rizar con el carácter de una persona.
Hacer aire a uno.
Incomodarle o hacerle mal tercio.
Lo que no se ?nenea, o mueve, no le da el
aire.
Recomienda la actividad como único
medio de conseguir el fin. Los asun-
tos que no se trabajan no producen el
resultado apetecido, pues suelen ser
olvidados por los que han de resol-
verlos.
Llevarle el aire a uno. — V. Guardarle el
aire a uno.
Llevarse el aire las palabras.
Indica que no debe creerse más que
en lo que se escribe, pues lo dicho ver-
balmente puede ser negado por no ha-
ber un documento que lo compruebe.
Mantenerse del aire, como el camaleo'n.
Frase que debe su origen a la pre-
ocupación en que está el vulgo de que
el camaleón se mantiene de aire, creen-
cia tan ridicula como absurda.
AJA
— 23 —
AJO
Matarlas en el aire.
Atreverse a toda clase de empresas.
- Mudar el aire.
Cambiar la fortuna; faltar el favor o
la protección de que se gozaba.
Mudarse a cualquier aire.
Variar de dictamen u opinión con
facilidad o ligero motivo; ser extrema-
damente voluble.
Ofenderse del aire.
Ser de genio delicado y vidrioso.
Quedarse en el aire.
Verse chasqueado o burlado.
Sustentarse del aire.
Confiarse demasiado de esperanzas
vanas.
Tomar el aire.
Pasearse, esparcirse en el campo, sa-
lir a algún sitio descubierto donde co-
rra el aire.
Totnarse uno del aire.
Resentirse o enojarse de alguna ex-
presión o palabra que se le ha dirigido.
Andar en los aires.
Estar una cosa poco segura.
Beber los aires. — V. Beber los vientos.
Ir por los aires como brujo.
Hacer una cosa con toda diligencia y
rapidez.
Mudar aires, o de aires.
Salir desterrado o fugarse.
¿Qué aires le traen por acá?
Frase con que se manifiesta a una
persona la extrañeza de verla en algún
lugar o reunión a que no acostumbra a
asistir o a que hace tiempo que no con-
curría.
Tomar aires.
Estar una persona en paraje más o
menos distante de-su habitual residen-
cia con ei objeto de recobrar la salud.
AJA. — Aja enlodada, ni viuda ni casada.
La mujer que ha incurrido en algún
desliz queda reducida, por lo regular,
a un estado comprometido, anómalo e
indefinible.
Aja no tiene qué comer y convida huéspedes.
Censura a los que no teniendo recur-
sos suficientes para poder atender a las
necesidades más indispensables, dis-
traen su corto haber en cosas super-
fluas y de mera apariencia.
jDe cuándo acá Aja con albanega?
Satiriza a las personas que de la nada
han subido repentina e inesperadamen-
te a una posición ventajosa.
Hócelo Aja,/ azotan a Mazóte. — V. Pagar
justos por pecadores.
Si vos Aja, yo Ali, o Si vos a Aja, yo a
Alt, — V. Donde las dax, las toman.
AJENO. — De lo ajeno, lo que quisiere su
dueño.
Explica la conformidad y gratitud
que debe tener el que recibe respecto
del que da, aunque el don sea corto.
Estar ajeno de si.
Estar desprendido de sí mismo o de
su amor propio.
Estar ajeno de una cosa.
No tener noticia o conocimiento de
una cosa, o no estar prevenido de lo
que ha de suceder.
No se puede salvar quien tiene lo ajeno
contra la voluntad de su dueño.
Expresa que el robo es uno de los
vicios que menos fácilmente se per-
donan.
Nos por lo ajeno v el diablo por lo nuestro.
V. Lo mal ganado se lo lleva el diablo.
Quien de ajeno se viste, en la calle le des-
nudan.
Advierte a los que se atribuyen pren-
das o cosas que no son su3Tas, el peligro
que corren de verse despojados de ellas
cuando menos lo esperan.
AJÍ. — Ponerse como un ají, o como un ajiaco.
Ponerse sumamente encendido, a
consecuencia de algún arrebato. Es
una frase figurada de uso frecuente en
el Perú.
AJO. — Ajo, caracol y col : el caracol pica
al ajo, y el ajo pica a la col.
Refrán que recuerda el sabor predo-
minante de cada una de esas viandas
condimentadas con ajo.
Ajo de Valdestillas.
Calificación irónica o jocoseria de las
cosas añadidas para adorno o aderezo
de otras, cuando cuestan más que las
principales, como las guarniciones de
ciertos vestidos, el guiso de ciertas
viandas, etc.
Ajo pió, o crudo, y vino puro pasan el puer-
to seguro.
Da a entender que ninguna de estas
dos cosas hacen daño. — Metafórica-
mente enseña que para vencer cual-
quiera dificultad o peligro, se deben
AJO
24 —
ALA
prevenir y tomar con tiempo las medi-
das necesarias.
Ajo, ¿por qué no fuiste bueno? — Porque
no me hallo' San Martin puesto.
Da a entender que las cosas, para
que sean útiles y se logren, se han de
hacer en tiempo y sazón, como sucede
con esta legumbre, que si no se planta
a principios de noviembre, suele salir
desmedrada.
] Bueno anda el ajo!
Expresión irónica que se emplea
cuando las cosas están muy turbadas
y revueltas.
El ajo y el vino, atriaca es de los villanos.
Indica que la gente del campo em-
plea como remedio para todos sus ma-
les, componentes tan simples como los
indicados.
Hacer a uno morder el ajo, o en el ajo.
Poner a prueba su paciencia, espe-
cialmente difiriéndole la obtención de
lo que desea.
Machacar el ajo.
Llaman así los aldeanos al ruido que
hacen las cigüeñas con el pico cuando
se hallan en su nido, «... y cuyo casta-
ñeteo (el de la cigüeña) cuando, según
la popular expresión, machaca el ajo,
es, después de la de las campanas y la
de los mirlos y ruiseñores del pinar, la
música más grata que halaga los oídos
de los sencillos aldeanos.» (P. Conrado
Muiños.)
Oler a ajo.
Dícese del negocio que es sumamen-
te arduo, con alusión a lo fuerte del
olor de aquella hortaliza.
Revolver ¿/ajo.
Dar motivo para que se vuelva a re-
ñir o cuestionar sobre alguna materia,
generalmente desagradable, cuando ya
estaba o parecía estar terminada.
Siembra buen ajo y tendrás buen tallo. —
V. Sembrar. — Como sembrái<edes, coge-
redes.
Tieso como mi ajo, o Más tieso que un ajo.
Dícese del que está o anda muy de-
recho, y más generalmente de quien
con ello da indicio de engreimiento o
vanidad. Algunos dicen un ajo porro.
Muchos ajos en un mortero, mal los maja
un majadero.
Dícese contra los que quieren aten-
der al desempeño de muchas cosas a
un mismo tiempo, que es el modo de
no hacer bien ninguna.
Quien se pica, ajos come.
Quien se resiente de lo que se cen-
sura en general o casualmente, da indi-
cios de estar comprendido en ello.
AJONJE. — Ajonje, dijo Lucía al odre.
Acredita cómo las personas que se
hallan bien acomodadas suelen ser su-
mamente delicadas y poner tacha o
reparo a todo.
AJUAR. — El ajuar de la frontera.
Frase con que se denota un conjunto
reducido de trastos. Alude al refrán que
dice al mismo propósito: Tres terrazas
y una estera, el ajuar de la frontera.
El ajuar de la tinosa, todo albauegasytocas.
Da a entender que algunas mujeres
gastan en adornos exteriores y super-
fluos lo que debieran emplear en cosas
necesarias.
Por ajuar colgado no viene hado.
Enseña que el bienestar de los ma-
trimonios no proviene de las alhajas y
muebles que se llevan a él, sino de los
bienes productivos.
-■Si tuvimos ajuar? Si no, vimoslo colgar.
Refrán que reprende a los vanidosos
que ponen todo su empeño en ostentar
gran boato y lujo aun cuando sea pres-
tado.
A JUSTAR. — Hasta ajustar, regatear.
Algunos añaden : Después de ajustar,
pagar.
Recomienda que no se cierre trato
alguno hasta después de haber sacado
las mayores ventajas posibles.
AJUSTE.— Más vale mal ajuste que bue-
na sentencia. — V. Más vale tnal ajuste
que buen pleito.
Mas vale mal ajuste que buen pleito.
Refrán que enseña se deben evitar y
huir los pleitos, aun con detrimento en
el ajuste, por la contingencia de per-
derlos y la certidumbre de los dispen-
dios y desazones que acarrean.
AL. — Al, madrina, que esto ya me lo sabia.
Refrán con que se nota a los que
cuentan como nueva alguna cosa tri-
vial o ya sabida.
ALA. — Ahuecar el ala.
Irse, ausentarse del paraje en que se
está.
ALABANZA
ALACRÁN
Arrancar a uno un ala del corazón, o Eso
es como si le hubieran arrancado un ala
del corazón.
Sacarle una suma crecida de dinero, o
alguna cosa de estima, contra su gusto.
Arrastrar el ala.
Enamorar, requerir de amores.
Caérsele a uno las alas del corazón.
Desmayar, faltarle el ánimo y cons-
tancia en algún contratiempo o adver-
sidad.
Cortar, o quebrantar, o quebrar, las alas
a uno.
Abatirlo, desanimarlo en lo que eje-
cuta o pretende. — Privarle de los me-
dios o recursos con que contaba para
su holgura y prosperidad. — No dejarle
hacer su gusto o capricho.
Dar alas a uno.
Proteger, encubrir o ayudar a una
persona para que haga lo que quiere.
Suele aplicarse más comúnmente cuan-
do lo que se hace es malo.
Eso es lo mismo que querer volar sin alas.
Da a entender que lo que pretende
una persona es un absurdo o un impo-
sible.
Las alas de la hormiga.
Denota el fin desastroso a que suelen
venir a parar los que de una posición
modesta pasan repentinamente a otra
demasiado encumbrada.
Poner alas en los pies.
Excitar a hacer una cosa con la ma-
yor diligencia y eficacia.
Por su mal, le nacieron alas a la hormiga.
V. Las alas de la hormiga.
En el Quijote, parte II, cap. Lili, se
dice, expresando admirablemente el
pensamiento: «Quédense en esta caba-
lleriza las alas de la hormiga, que me
levantaron en el aire para que me co-
miesen vencejos y otros pájaros», etc.
ALABANZA. — La alabanza del malo
es vergonzosa.
Indica lo vergonzoso que es para uno
alabar las malas acciones, puesto que
parece hacerse solidario de ellas.
La alabanza en boca propia desmerece mu-
chas veces. — V. La alabanza propia en-
vilece.
La alabanza propia envilece.
Denota que la modestia es la prenda
más preciada en las personas.
Siempre la alabanza fué premio de la
virtud.
Indica que las acciones nobles hallan
siempre su panegirista.
3.LABAR. — Dime de qué te alabas, y te
diré lo que te falta.
Dase a entender que si uno posee
alguna buena cualidad de que poder
alabarse, carece, en cambio, de otras
más necesarias y recomendables.
El que mucho se alaba, de sí mismo es de-
nostador. — V. La alabanza propia en-
vilece.
El que iio te conoce, ése te alabe. — V. El
que no te conozca, que te compre.
Nadie se alabe hasta qtie acabe.
Advierte que hasta la terminación de
una obra no debe uno congratularse,
pues corre el peligro de no verla con-
cluida. — V. Al fin se canta la gloria.
No alabes hasta que pruebes.
Satiriza a los que acostumbran a juz-
gar de ligero un asunto, sin tener co-
nocimiento de él.
No se irá alabando, o No te irás ala-
bando.
Denota que la persona de quien se
trata experimentará al cabo el debido
castigo o pagará lo que debe.
Por el alabado dejé el conocido, y vime
arrepentido.
Aconseja no aventurar la convenien-
cia que se goce por la esperanza de otra
que parezca mayor. — V. Más vale pá-
jaro en mano que ciento volando.
Quien no se alaba, de ruin se muere.
Da a entender que muchos no son
estimados como merecen por no ma-
nifestar lo que saben.
ALACRÁN. — Estar picado del alacrán.
Estar poseído de alguna pasión amo-
rosa o de alguna vergonzosa enfer-
medad.
Quien del alacrán está picado, la sombra
le espanta. — V. El gato escaldado, del
agua fría huye.
Si te pica el alacrán, llama al cura y sa-
cristán, o tres días comerás pan.
El vulgo de nuestro país da una im-
portancia exagerada a la picadura ve-
nenosa de este animal, reputándola
infundadamente por mortal, al menos
de un modo tan absoluto. De aquí esta
desconsoladora profecía.
ALADARES
26 —
ALBARDÁN
ALADARES. — Cuando dan por los ala-
dares, canas son, que no lunares. —
V. Canas son, que no lunares, cuando
comienzan por los aladares.
ALAEJOS. — Alaejos, que sustenta a ni-
ños y a viejos.
Dicho festivo a favor de la celebri-
dad de que en otro tiempo disfrutó el
vino de aquella localidad.
ALAMBIQUE. — Sacar por alambi-
que.
Conseguir, recibir o dar una cosa
muy poco a poco, con escasez.
ALAMBRE. — Estar como un alambre.
Equivale a ser sumamente delgado.
ÁLAMO. — De los álamos vengo, madre,
de ver cómo los menea el aire.
Da a entender el poco caso que hace
una persona de lo que le están dicien-
do o preguntando, y también la indi-
ferencia con que oye las reconvencio-
nes que se le dirigen.
ALAZÁN.— Alazán tostado, antes muerto
que catisado.
Pondera las cualidades de vigor y
resistencia que suele tener esta casta
de caballos.
ALBA. — Cantó al alba la perdiz; ¡más le
valiera dormir!
Refrán con que se vitupera el prurito
de hablar, causa de la perdición de mu-
chas personas.
No, sino el alba, o No es sino el alba, que
andaba entre las coles.
Frase irónica con que se suele res-
ponder a quien pregunta lo que sabe
o no debía ignorar por ser sabido, o
al que en la conversación suelta algún
despropósito o absurdo.
Entre dos albas, o luces.
Estar embriagado.
Facerse las albas negras.
Cambiarse la suerte, volviéndose en
contra; parecer mal lo que antes pare-
cía bien.
ALBACETE. — ¿Albacete? Míralo y
vete.
Recomienda la poca estancia en esta
ciudad, pues según el juicio de su in-
ventor, los albacetenses no son muy
de fiar.
ALBAÑAL. — Salir uno por el albañal.
Quedar mal e indecorosamente en
alguna acción o empresa.
ALBARDA. — Albarda sobre albarda.
Algunos añaden: y sobre la albarda,
un borrico.
Expresión que se emplea cuando en
la conversación o por escrito se come-
te alguna redundancia. También se usa
para criticar alguna cosa que está más
cargada de lo acostumbrado o conve-
niente.
Echar una albarda a alguno.
Abusar de manera excesiva de su pa-
ciencia o condescendencia, haciéndole
aguantar lo que no debe por ningún
concepto.
Fulano es una albarda.
Moteja a una persona de tosca, zafia
y poco ilustrada.
Hay hombres como albarda, que se aplican
a todo, dueño v carga.
Indica que el ignorante, mayormente
si es presumido, yerra doblemente en
todo cuanto emprende.
La albarda debe ser conforme el burro.
Aconseja se guarde en todo las de-
bidas proporciones.
Llevar la albarda.
Aguantar, sufrir pacientemente las
inconveniencias de otros.
Sólo le falta la albarda.
Manera de motejar de asno a alguna
persona.
Volverse la albarda a la barriga.
Salir una cosa al contrario de lo que
se deseaba.
Corno ahora llueven albardas.
Expresión en que prorrumpimos
para dar a entender lo imposible de
que se cumpla aquello que nos acaban
de asegurar.
Coser y hacer albardas, iodo es dar pun-
tadas.
Refrán que se aplica irónicamente a
los que, por no examinar bien las cosas,
confunden materias muy diversas entre
sí, teniéndolas por unas mismas sólo
porque se parecen en alguna circuns-
tancia accidental.
Labrar y hacer albardas, todo es dar
puntadas. — V. Coser y hacer albardas,
todo es dar puntadas.
ALBARDÁN. — El porfiado albardán
comerá tu pan.
Los entremetidos, por más que los
despidan, vuelven adonde conocen que
ALBARDAR
ALCALDE
han de sacar utilidad. Por ellos se dijo:
Quien no tiene vergüenza, todo el campo
es suyo. (Véase.)
Hacer alguno su persona albardán por
cotner pan.
Dícese de aquellos que con tal de
medrar no reparan en cometer todo
género de bajezas.
ALBARDAR. — No dejarse albardar.
No consentir los abusos e intempe-
rancias de otro.
ALB ARDERO. — De todo entietide un poco,
y de albardero, dos puntadas.
Zahiere al que se alaba vanamente
de entender de todo.
ALB ARILLO. — Ir por el albarillo.
Hacerse o suceder las cosas muy atro-
pelladamente y como a salir del paso.
Dase el nombre de albarillo a una es-
pecie de son o sonido, de aire muy ace-
lerado, que se ejecutaba antiguamente
en la guitarra para bailar y acompañar
jácaras y romances.
ALBENDERA. — La albendera, los di-
santos, hilandera.
Zahiere a las personas que por haber
estado holgando los días de labor, tie-
nen que estar trabajando sin descansar
en los festivos.
ALBOGUERO.— En casa del alboguero
todos son albogueros. — V. En casa del
tamborilero lodos sofi danzantes.
ALBÓRBOLAS.— Hacer albórbolas.
Armar o meter mucha bulla y riña
sin motivo bastante para ello. Albor-
bola es la ampolla o burbuja que forma
un líquido que hierve o que fermenta.
ALBOROTAR. — Ni te alborotes ni te
en/otes.
Reprende la demasía tanto en la con-
fianza cuanto en la desconfianza.
ALBRICIAS. — Albricias, madre, que
pregonan a mi padre. — V. Alegrías, al-
barderos, que se quema el bálago.
Albricias, padre, que el obispo es chantre.
Se dice refiriéndose a los que piden
recompensa por cosas que no lo me-
recen.
Albricias, padre, que ya podan.
Burla hecha a las personas que in-
consideradamente dan por seguro el
logro de alguna cosa antes de su tiem-
po regular, como del fruto cuando se
está podando.
Ganar las albricias.
Ser el primero en dar una buena no
ticia al interesado.
ALBUR. — Correr el albur.
Exponerse a los riesgos o contingen-
cias a que se fía el resultado de alguna
empresa.
ALCABALA. — Quien descubre la alca-
bala, ése la paga.
Se aplica a los que inadvertidamente
descubren o dicen alguna cosa de cuyo
recuerdo les puede venir daño.
ALCACER. — Está ya duro el alcacer
para zamponas.
Da a entender que alguna persona
no está ya en edad de aprender o de
hacer alguna cosa.
ALCACHOFA. — Estar más ancho que una
alcachofa.
Hallarse satisfecho, orgulloso de al-
guna cosa.
ALCAHUETE. — Alcahuetes y tunos,
todos son tinos.
Tan culpado es el que obra mal como
el que se lo consiente o le induce a que
lo haga.
ALCAIDE. — El alcaide no da el castillo
cuando por fuerza se lo quitan.
Expresa la diferencia que hay entre
hacer las cosas espontáneamente y lle-
varlas a efecto obligados por las cir-
cunstancias.
ALCALÁ. - En Alcalá, cania el cuco y
cantará.
Decíase por la abundancia de estu-
diantes que había en aquella Universi-
dad, muchos de los cuales sacaban de
cascos a las mujeres casadas que los
tenían a la jineta.
ALCALÁ DE HENARES. — Alcalá
de Henares, muchas maldades.
Refrán con que se moteja a los natu-
rales de esta ciudad. — Véase la explica-
ción dada al refrán de Adrada de Pirón.
En Alcalá de Henares, cuatro huevos
son dos pares.
Perogrullada del corte de la que
dice : Ser como el agua de Loja, que por
donde pasa, moja. (Véase.)
ALCALDE. — Alcalde cruel, nadie dice
bien de él.
Indica que no se debe ser muy tirano
cuando se ejerce un cargo, si se quiere
que los subordinados le tengan cariño.
ALCALDE
28
ALCARAVÁN
Alcalde de aldea, el que lo desee, ése lo sea.
No se deben apetecer oficios que tie-
nen más de gravamen que de autoridad
ni provecho.
Alcalde de Pancarcolla, nada de real y
todo bambolla.
Alude a los que se dan mucho tono
y no tienen sobre qué caerse muertos.
Dicho se está que el pueblo citado no
existe más que en la imaginación del
que lo inventara, porque aconsonanta-
ba con bambolla. Muchos ejemplos de
éstos hay en la Paremiología española.
Como el alcalde de Trébujena, que se mu-
rió de una pesadumbre ajena.
Dícese de las personas que se pre-
ocupan por lo que les tiene sin cuida-
do, puesto que nada les interesa.
De alcalde a verdugo, ¡ved cómo subo! —
V. ¡Cómo subo: de pregonero a ver-
dugo!
El primer alcalde es la corambre. — Véa-
se Sin pellejo 710 hay concejo.
El que tiene el padre alcalde, seguro va a
juicio.
Denota que cuando se tienen buenos
valedores o padrinos no hay que temer,
aun viéndose en malos pasos.
¿Habla el alcalde? Barbaridad tenemos.
Se dice de las personas que tienen la
costumbre de no hablar sin decir al-
guna tontería. — V. Habló el buey y
dijo mu.
Ni tanto ni tan poco, señor alcalde loco.
Reprueba los extremos en todas las
cosas, como igualmente viciosos. —
V. Ni tanto ni tan dello, señor don Tello.
No rebuznaron en balde el uno y el otro
alcalde.
Se emplea irónicamente para dar a
entender que todos los afanes y traba-
jos de una o más personas han venido
a resultar inútiles por descubrir una
cosa que no tiene valor alguno.
Nuestro alcalde nunca da paso de balde.
Contra los interesados o nada esplén-
didos ni dadivosos.
Ser el alcalde del Ronquillo.
En algunas ocasiones significa estar
ronco. El Ronquillo, villa a siete leguas
de Sevilla, su capital, se toma aquí jo-
cosamente como tipo de la persona que
está ronca, fundándose para ello en el
mero sonsonete.
Si el alcalde no es ejemplar, ¿quién le hcc
de respetar?
Enseña que la persona que está eri-
gida en autoridad debe dar el ejemplo
en todo, si quiere que sus órdenes sean
cumplidas y no criticadas como injus-
tas por sus subordinados.
Para en tino son los alcaldes de Alcor-
cón. — V. Ser tal para cual.
ALCANCE.— Dar alcance a uno.
Encontrarle después de varias dili-
gencias hechas a ese fin.
Andarle a uno a los alcances. — V. Irle
a uno a los alcances.
Irle a uno a los alcances.
Observar muy de cerca los pasos que
da, para descubrir sus manejos, averi-
guar su conducta, etc. — Refiriéndose a
cosas, significa estar a punto de conse-
guirlas.
ALCANZAR. — Alcanza quien no cansa.
Esto es, para salir airoso en su pre-
tensión, conviene no ser importuno. En
esta acepción es sinónimo de La ora-
ción breve penetra los ciclos, o sube al cielo.
Alcanza quien no se causa.
Esto es, quien no ceja en su propó-
sito, a fuer de perseverante, o quien se
reserva para en lo sucesivo, no abu-
sando de sus fuerzas. — Antiguamente
era también intransitivo el yerbo cansar
(equivalente, según queda demostrado,
a cansarse), de que tenemos otra prue-
ba en el siguiente refrán: Cuando duer-
mo, canso; ¿que me haré cuando ando?
Alcanzársele, o no, algo a alguno.
Comprender o no una cosa; tener al-
guna noción o ignorar aquello de que
se trata.
Andar, o estar, alcanzado.
Hallarse escaso de recursos pecu-
niarios. — Estar empeñado o lleno de
deudas.
Quedar, o salir, alcanzado.
Resultar deudor de alguna cantidad
en el rendimiento de cuentas.
Si alcanza, no llega.
Da a entender que una cosa es tan
tasada )r escasa, que con dificultad llena
el fin u objeto a que está destinada.
ALCARAVÁN. — Alcaraván comí. —A
otro, que no a mí.
Dase a entender que no nos dejamos
engañar por patrañas o mentiras.
ALCAYATA
29
ALEGRÍA
Alcaraván zancudo, abre el ojo, que asan
carne.
Advierte que el que esté próximo a
un peligro debe procurar huir de él.
Alcaraván zancudo : para otros, consejo;
para ti, ninguno.
Reprende a los que dan consejos a
otros y no los toman para sí. Uíjose
porque cuando ve el alcaraván al caza-
dor o al ave de rapiña, comienza a dar
muchos chillidos, con que huyen las
otras aves, mientras él permanece en
el peligro.
ALCAYATA. — Andar encogido como una
alcayata. — V. Afidar encogido como un
GARABATO.
Ir, o venir, peyendo alcayatas.
Ir o venir aceleradamente.
ALCIDES. — Ni Alcides contra dos.
Manifiesta que por mucha fuerza, físi-
ca o moral, que tenga una persona, al
cabo viene a quedar vencida cuando
los adversarios son muchos.
ALCOLEA. — De Alcolea, ni mujer ni
somera.
Somera se emplea en el significado de
albarda. Otros dicen ni suegra, para in-
dicar que de Alcolea (provincia de Cór-
doba) no es bueno nada : ni la mujer, ni
la albarda, ni la suegra.
ALCORNOQUE. — Al alcornoque no
hay palo que le toque, sino la encina que
le quiebra la costilla.
No hay cosa que no tenga su con-
traria.
Más duro que un alcornoque.
Comparación que se emplea para sig-
nificar la fortaleza o dureza de una per-
sona o cosa.
Ser un alcornoque.
Ser muy bruto.
ALCOTÁN. — Más ligero que un alco-
tán.
La rapidez con que esa especie de
halcón se arroja sobre su víctima, es la
base de este símil familiar.
ALDABA. — Agarrarse a, o de, buenas al-
dabas, o Tener buenas aldabas.
Valerse de buenos protectores o
contar con ellos.
ALDEA. — Con otro ¡eaf llegaremos a la
aldea.
Manera de animarse para continuar
cualquier trabajo emprendido.
ALDEHUELA — En el aldehuela, más
?nal hay del que se suena.
Da a entender que una cosa tiene
más importancia o trascendencia de lo
que parece a primera vista.
ALEAS. — En Aleas, pon la capa do la
veas, o Si fueres a Aleas, pon la capa
donde la veas.
Indica que los habitantes de esta villa
de Guadalajara no son muy de fiar con
respecto a la propiedad ajena.
ALEGAR. — Alega y probarás.
La alegación clara, terminante y ve-
rídica de los principios en que se fun-
dan los hechos, es de suyo una pruebí
mucho más satisfactoria y convincente
que la que puedan aducir los testigos,
atento a la posibilidad de que éstos
sean sobornados.
ALEGRÍA. — Alegría secreta, candela
muerta.
Enseña que los gustos son menores
cuando no se comunican a otra per-
sona.
Así mata una alegría inesperada, como el
dolor más intenso. — V. Tanto mata una
alegría súbita, como un disgusto.
La alegría dura poco en casa del pobre.
Manifiesta lo efímera que suele ser
la felicidad para aquellas personas en
quienes se ceba la desgracia.
Tanto mata tena alegría súbita, como un
disgusto.
Amonesta a los que gozan en ser los
primeros en comunicarlas noticias, bien
de un género, bien de otro.
Traga lo peor para que la alegría sea
mayor.
Aconseja que no se alimenten espe-
ranzas lisonjeras en los casos de éxito
dudoso, a fin de que, si la suerte lle-
gase a ser favorable, el contento reci -
bido sea mayor.
Una onza de alegría vale más que cien
quintales de melancolía. — V. A fas vale
poco y bueno que mucho y malo.
Alegrías, albarderos, que se quema el
Búrlase de aquellos que celebran las
cosas que debían sentir.
Alegrías, antruejo, que mañana será Ce-
niza.
Denota cuan poco durables son los
gustos de la vida humana.
ALEJANDRO
ALFILER
ALEJANDRO. — Ser un Alejandro.
Famoso este rey, hijo de Filipo II de
Macedonia, entre otras circunstancias
relevantes, por sus numerosas victo-
rias, suele aplicarse antonomásticamen-
te dicho epíteto a todo conquistador
tan valiente como afortunado.
Si Alejandro es cornudo, sépalo Dios y
iodo el mundo.
Las cosas que no tienen remedio es
inútil ocultarlas, puesto que de todas
maneras se han de saber.
ALEJIJAS. — Parece que ha comido aleji-
jas, o Tiene cara de alejijas.
Estar muy flaco y débil, como el que
sólo come esa clase de puches.
ALELUYA. — ¡Aleluya!, cada cual que
coja la suya.
Frase que excita a que cada uno tome
la parte que le corresponda cuando se
está haciendo alguna distribución o re-
parto.
¡Aleluya, aleluya!, el que la encuentre
es suya.
Dicho en que prorrumpen los mu-
chachos cuando se echan a buscar por
el suelo algo que se ha perdido.
Comer aleluyas.
Quedarse sin comer.
ALENTADO.— A los alentados favorece
la fortuna. — V '. Quien no se aventura no
pasa la mar.
ALESNA. — Dos alesnas no se pinchan. —
V. Un lobo a otro no se muerden, o En-
tre sastres no se pagan hechuras.
ALEVOSO.— Dos alevosos bastan a con-
denar tin justo.
Manifiesta los deplorables resultados
de la calumnia sobre la inocencia.
ALFA. — Ser el alfa y la omega.
Ser el principio y el fin de una cosa,
aludiendo a esas dos letras, que son la
primera y la última, respectivamente,
del alfabeto griego.
ALFAYA.— Alf aya/w- alfaya, más quie-
ro pandero que no saya.
Censura a los que anteponen las co-
sas de capricho o de mero pasatiempo
a las que verdaderamente son útiles y
duraderas.
ALFAYATE.-£/ alf ayate de la encruci-
jada pone el hilo de su casa. V. Ser el
sastre del Campillo, que trabajaba de
balde y encima ponía el hilo.
Remendar bien no sabe todo alf ayate nue-
vo. — V. La práctica hace maestro.
ALFEÑIQUE. — Parecer un alfeñique.
Por ser muy delicado, quejumbroso o
delgado, hablándose de personas, o su-
mamente fino y deleznable, si se trata
de cosas.
ALFERECÍA. — Parece que tiene alfere-
cía.
Dícese de la persona u objeto que
se mueve o agita con suma rapidez y
continuación. — Hablando Cervantes
del miedo que infundió a Sancho Pan-
za la nariz descomunal que ostentaba
el escudero del Caballero del Bosque
(Don Quijote, parte II, cap. XIV), dice
que «en viéndole Sancho, comenzó a
herir de pie y de mano como niño con
alferecía».
ALFILER. — Como la punta de un alfiler.
Frase con que se suele ponderar la
excesiva y casi imperceptible peque-
nez de algún objeto.
No caber un alfiler, o No haber dónde
echar un alfiler.
Frase figurada y familiar con que se
pondera la grande aglomeración de
personas en algún paraje.
No darle a uno ni un alfiler.
No dar nada, ni aun una cosa tan pe-
queña y de tan escaso valor como es
un alfiler.
No deber uno a alguien ni un alfiler.
No tener que agradecerle nada.
Quien no alza un alfiler, no tiene en nada
a su mujer.
Denota que la complacencia en los
mandos aun en cosas nimias, no des-
honrosas, es prueba de la estimación
en que tienen a sus mujeres.
Con todos sus alfileres. — V. De veinticin-
co alfileres.
De veinticinco alfileres.
Aplícase a la persona que viste con
todo el adorno o compostura posibles
o sin faltar requisito alguno. Se suele
emplear más comúnmente refiriéndose
a las mujeres.
Estar una cosa prendida con alfileres.
No tener consistencia, seguridad o
firmeza.
No estar con sus alfileres.
No estar uno para bromas; estar de
mal humor.
ALFONSO
ALGUACIL
ALFONSO. - Él Alfonso y vos Alfon-
so, ¡cuánto va de Alfonso a Alfonso!
V. / Cuánto va de Pedro a Pedro!
ALFORJA.— ¡Qué ... ni qué alforjas!
Expresión baja y malsonante con que
se denota el enfado o el desprecio con
que se oye alguna cosa.
Quien tiene alforjas y asno, cuando quiere
va al mercado.
Denota que el que no tiene que pe-
dir nada a nadie, hace con lo suyo lo
que le parece, sin tener que dar cuen-
tas de sus actos.
ALGO. — ■ Algo ajeno no hace heredero.
Advierte que la hacienda que tenía
el testador al morir, retenida o en de-
pósito, no aprovecha a los herederos.
Algo es algo.
Enseña a contentarse con poco, pues-
to que eso poco es más que nada. —
V. Más vale algo que nada, o Mientras
se gaita algo no se pierde todo, o Menos
da una piedra, o un canto.
Algo es queso, pues se da por peso.
Advierte ser apreciables las cosas
que se dan por peso y medida.
Algo ha llovido desde entonces a acá.
Modo de ponderar que aquello deque
se trata ha mucho tiempo que ocurrió.
Algo se chufa.
Frase con que se expresa el contento
por participar de alguna cosa, aunque
sea en pequeña cantidad. También se
emplea más a menudo la frase latino-
macarrónica áliquid chupdtur. (Véase.)
Algo se ha de hacer para blanca ser.
Quien tiene algún defecto necesita
poner de su parte alguna diligencia
para disimularlo. Aplícase a las muje-
res que por parecer hermosas padecen
mil martirios con los mejunjes que se
aplican a este fin.
El que algo quiere, algo le cuesta. — V. No
se cogen truchas a bragas enjutas, o
Quien quiera peces que se moje el culo,
o No hay atajo sin trabajo.
{Has topado algo? — Y aun algos.
Frase cervantina convertida en pro-
verbial, referente a la aventura del
barco encantado narrada en la parte II,
cap. XXIX, del inmortal Quijote. La gra-
cia de la expresión estriba en plurali-
zar la palabra 'algo, que, como adverbio,
es invariable.
{He dicho algo?, o No sé si he dicho algu-
na cosa.
Expresión enfática en que suele pro-
rrumpir aquel que acaba de decir algu-
na cosa trascendental, extrañando no
se la hayan aplaudido, y dudoso al pro-
pio tiempo de si no habrá sido bien
comprendida o no merecido la aproba-
ción de los circunstantes.
Más vale algo que rada.
Réplica a los descontentadizos que
se quejan de haber recibido menos de
lo que esperaban o deseaban.
Mientras se gana algo, no se pierde todo. —
V. Más vale algo que nada.
Por algo se empieza.
Enseña a no desanimarse al comen-
zar una obra, por larga que sea, pues es
preciso empezar por muy poco para
llegar a mucho.
Quien algo te prometiere, luego tomando-
hiere.
Precave contra los que, ofreciendo
alguna cosa, se cobran luego el favor
con creces.
ALGODÓN.— Algodón cogió; cual la ha-
llaste tal te la do.
Advierte lo expuestas que están a
perderse las mozas que andan por el
campo a su libertad, como las que van
a coger algodón.
Estar criado entre algodones.
Dícese de las personas delicadas y
poco hechas a trabajos rudos, por haber
crecido en medio de regalos y afemi-
namientos.
Tener, o meter, o llevar, a uno entre algo-
dones.
Tratar a una persona con demasiada
blandura y regalo.
ALGUACIL. — Alguacil de campo, cojo o-
manco.
Los que ejercen este oficio suelen,
a veces, recibir heridas graves por im-
pedir que entren a cazar en los térmi-
nos del lugar cuya defensa tienen a su
cargo.
Alguacil descuidado, ladrones cada mer-
cado.
Advierte los desórdenes que nacen
del descuido de los ministros de Jus-
ticia.
Cada tino tiene su alguacil.
Da a entender que nadie, por muy
ALHAJA
32 —
ALISTE
grande que sea su autoridad e inde-
pendencia, deja de tener quien se las
coarte fiscalizando y observando sus
acciones.
Descalabrar al alguacil y acogerse al co-
rregidor.
Se dice del que, procurando huir de
un peligro, se mete más en él.
El alguacil con andar y el molino con mo-
ler, ganan de comer.
Indica que cada uno ejercitando su
oficio saca de él su provecho.
El alguacil y el sol, por dondequiera
son.
Enseña que la Justicia, como el astro
citado, está en todas partes.
Más importa lo que se lleva el alguacil,
que el alcalde. — V. Más vale la salsa
que los caracoles.
Tener más hambre que un alguacil.
Hallarse sumamente escaso de recur-
sos pecuniarios. — V. Tener más hambre
que un maestro de escuela.
i-LHAJA. — Alhaja con dientes no tiene
cuenta. — V. Alhaja que tiene boca, nin-
guno la toca.
Alhaja que tiene boca, ninguno la toca.
Es prudente el huir de conservar
todo aquello que no sirve más que de
ostentación, sin prestar utilidad algu-
na, y cuyo mantenimiento exi^e ade-
más crecidos dispendios. Por no haber-
lo hecho asi se han visto arruinadas
más de cuatro familias.
La alhaja, dondequiera que se encuentre,
clama por su dueño.
Aforismo jurídico con el cual se sig-
nifica que quien tiene en su poder una
cosa que no le pertenece por haberle
sido vendida indebidamente, la pierde
tan pronto como se presenta su legíti-
mo dueño.
endo alhaja de mi casa.
Nadie debe desentenderse de lo que
sea de positivo valor.
Ser tina alhaja, o una buena alhaja.
Usase irónicamente para motejar a
alguno de pillo. También se emplea en
sentido directo la primera forma.
ALHAMBRA. — Que vayas al Alham-
bra, y vayas ruando vayas.
Expresa el deseo de que se haga una
cosa sea cuando sea, con tal que se lleve
a efecto.
ALHENA. — Hecho alheña. —V. Hecho
una ALHEÑA.
Hecho una alheña.
Quebrantado de alguna fatiga o tra-
bajo excesivo.
Moler como alheña.— V. Hecho una alheña.
Molido como una alheña.
• Quebrantado y rendido a consecuen-
cia de alguna fatiga o trabajo excesivo,
aludiendo al polvo a que se reducen
los pétalos que produce el arbusto así
llamado, cogidos en la primavera y se-
cados después al aire libre.
'> ALHORRE. - / Yo te curaré el alhorre!
Frase con que se amenaza a los mu-
chachos traviesos con la pena de azo-
tes. — El alhorre es la erupción de la
piel del cráneo, rostro, nalgas o muslos
de los niñus recién nacidos.
ALICÁNCANO. — Ser un alicáncano.
Aplícase a la persona o cosa suma-
mente molesta y enojosa.
ALIENTO. — HedcrL; u olerle, el aliento
a la puerta de la calle, ventana, etc.
Soplar muy fuerte y molesto el vien-
to, o ser excesivamente caluroso o frío
el aire.
ALIFAFES. — Estar lleno de alifafes.
Padecer achaques o enfermedades
habitualmente.
ALIMENTO. - / Vaya un alimento!... ( Y
comía cebollas.) Otros dicen : (Y comía
chufas, o barquillos.)
Frase despectiva con que se zahiere
la comida que nos dan, y que juzgamos
poca o de escasa nutrición.
ÁLIQUID. — Áliquid chupátur. Algu-
nos añaden : (Y chupaba un cuerno.)
Expresión festiva macarrónica, con
la cual se da a entender que algo se
drupa o toma, equivalente a que más
vale poco que nada.
ALISTE. — A fuer de Aliste, que más se
obliga el que se desobliga.
Según el Comendador Griego, se dice
así «porque en Aliste, como en tierra
de habla no polida, llaman desobligar al
mucho obligar». Don Fermín Caballe-
ro, citando este refrán en su Nomencla-
tura geográfica de España, sienta que
«se entienda por Aliste el pueblo anti-
guo de Alba, en la provincia de Zamo-
ra, del que aún existe un castillo cerca
de Alcañices».
ALJABA
— 33
ALMA
ALJABA. — Bien se conoce de qué aljaba
salen las flechas. — V. Conocer de donde
viene el tiro.
ALMA. — Al alma del negocio va todo el
mundo; al negocio del alma no va nin-
guno.
Expresa que los asuntos tempora-
les tienen más adeptos que los espiri-
tuales.
Alma borracha no siente.
Indica que el embriagado pierde el
conocimiento.
Alma en boca y huesos en costal.
Locución cubana con que se signifi-
caba, en el trato de los negros importa-
dos de África, que el vendedor no res-
pondía de enfermedades, tachas ni otra
contingencia alguna, sino que vendía a
uso de feria. (Véase.)
¡Alma mía!, chinas comas, peladas y gordas.
Suerte de imprecación burlesca.
Alma sana en cuerpo sano.
Máxima de Juvenal que expresa que
la salud del cuerpo es necesaria para
la salud del espíritu : es la expresión
del hombre ideal. Suele emplearse más
comúnmente en latín : Jl/ens sana in
corpore sano.
Arrancársele a uno el alma.
Sentir gran dolor o conmiseración
por algún suceso lastimoso. — Antigua-
mente significaba morir con ansias.
Caérsele a uno el alma a los pies.
Abatirse, desanimarse, por no co-
rresponder la realidad a lo que espe-
raba o creía, sobre todo siendo de jus-
ticia; experimentar un gran desengaño.
Como alma que lleva el diablo.
Precipitadamente.
Con el alma y la vida.
Hacer una cosa de muy buena vo-
luntad.
Dar uno el alma al diablo.
Atropellar por todo para conseguir
su gusto o llevar a cabo alguna reso-
lución.
Dolerle a uno el alma de alguna cosa.
Estar cansado, harto o satisfecho de
ella.
Echar el alma. — V. Echar los bofes.
Echarse uno el alma a la espalda, o atrás.
No preocuparse o inquietarse por
nada; no importarle o interesarle nin-
guna cosa. *
El alma es reina si la sigues, y esclava si
la haces seguir.
Da a entender que la voluntad es lo
más poderoso en el hombre; y así, si
nos dejamos dominar por el sentimien-
to, seremos víctimas de éste, en tanto
que si nos imponemos a él, lo esclavi-
zaremos a nuestra voluntad.
El alma se deleita con la música natural-
mente.
Expresa la marcada influencia que el
arte del sonido ejerce sobre todos los
seres, y en particular sobre los tempe-
ramentos sensibles.
El alma triste, en los gustos llora.
Expresa que el que tiene algún pesar,
hasta las alegrías le producen tristeza.
Estar como el alma de Garibay.
Permanecer neutral o indeciso en al-
gún asunto.
Habiendo muerto Esteban de Gari-
bay y Zamalloa, célebre cronista de
nuestro país, natural de Mondragón,
en Guipúzcoa, quedó cerrado por es-
pacio de muchos años el caserón en
que vivió, al cabo de los cuales, pre-
tendiendo ocuparlo una familia, desis-
tió de su intento por correr voces en-
tre el vulgo de que se sentía de noche
gran ruido dentro de aquella localidad,
atribuyéndolo a que el alma de su últi-
mo morador andaba vagando por aquel
recinto, en atención a no hallarse en el
cielo ni en el infierno. Por eso añaden
algunos a la frase susodicha : que ni pena
ni gloria.
Estar con el alma entre los dientes.
Padecer tan gran temor, que parece
que se está en peligro de muerte.
Estar con el alma en un hilo.
Estar temeroso, inquieto, pendiente
de algún suceso.
Hablar al alma.
Hablar con claridad y energía, sin
contemplaciones ni lisonjas, bien para
conmover o persuadir.
Hasta el alma.
Pondérase aquello de que se trata.
írsele el alma a uno tras una cosa.
Apetecerla con ansia.
Llegarle a uno al alma alguna cosa.
Sentirla vivamente.
Llevar tras sí el alma a uno alguna cosa.
Moverlo o atraerlo con viva fuerza.
3
ALMA
34 —
ALMA
Manchar el alma.
Afearla con la mancha del pecado.
Mi alma, con la suya. — V. Con él me en-
TIERREN.
Mi alma, ¿quiere usted que le toque las
palmas?
Frase irónica que se dirige a una per-
sona acreedora a reprensión por haber
dicho o hecho alguna cosa desagrada-
ble, afeando su proceder en son de ce-
lebrarle la gracia.
No sabe nadie el alma de nadie.
No ser fácil averiguar las intenciones
o los pensamientos de otra persona.
No tener alma.
No tener compasión de uno. — Care-
cer de conciencia.
Parecer uno un alma en pena.
Aplícase al que anda solo, triste y
melancólico, y también al sujeto por
extremo flaco y descolorido.
Partirle a uno el alma alguna cosa.
Causarle gran aflicción o lástima.
Paseársele a uno el alma por el cuerpo, o
por el estomago.
£ti muy calmoso e indolente.
Pesarle en el alma alguna cosa a uno.
Arrepentirse vivamente de haberla
hecho.
Rara vez habita alma hermosa en cuerpo
extraordinariamente feo.
Así lo acredita la experiencia; y cla-
ro está que al decir rara vez el refrán,
reconoce tal o cual excepción que en
el particular haya podido haber, como
no podía menos de suceder. Lo contra-
rio suele ocurrir con más frecuencia;
esto es, el albergarse un alma ruin en
cuerpo hermoso. De lo primero, baste
citar a D. Bernardino de Velasco, conde
de Salazar (a quien encargó Felipe III
que llevara a cabo la expulsión de los
moriscos), hombre de duras entrañas,
cuyo retrato personal hizo el conde
de Villamediana (según un manuscrito
de la Biblioteca Real, hoy Nacional, ci-
tado por Pellicer en sus anotaciones al
Quijote) en los términos siguientes :
«Al de Salazar ayer
mirarse al espejo vi,
perdiéndose el miedo a sí
para ver a su mujer»;
con lo que se acredita la fealdad de
ambos consortes y, lo que hace al caso,
la ruindad de aquél. De lo segundo, con
sólo tender la vista por la multitud de
sacerdotisas de Venus que han intro-
ducido la perturbación en el hogar do-
méstico, así en las altas como en las
medias e ínfimas clases de la sociedad,
quedará suficientemente probado nues-
tro aserto.
Revolverle a uno el alma alguna cosa.
Pondera lo sumamente desagradable
y nauseabunda que es para uno alguna
persona o cosa.
Romperle a uno ¿/alma. — V. Romperle a
uno la crisma.
Sacarle a uno el alma. — V. Sacarle a uno
los REDAÑOS.
Ser un alma de miércoles. — V. Ser uno
un alma de mierda.
Ser uno un alma de mierda.
Ser una persona de todo punto des-
preciable. Expresión tan malsonante se
suele modificar diciendo: Ser un alma
de miércoles.
Su alma en su palma. Algunos, impropia-
mente, dicen : Su alma y su palma.
Refrán con que se significa que pres-
cindimos de las acciones de otro, de-
jando por cuenta suya los buenos o
malos resultados que puedan obtener.
Llevando cada uno su alma en su mano,
según canta el profeta David, Anima
mea in manibus meis semper (Salmo 1 1 8,
v. 109), y siendo responsable él sólo del
porvenir de ella, librándola de toda con-
tingencia o tropiezo, o, por el contrario,
dejándola caer, cual si fuera un obje-
to material y frangible, hacemos uso de
esta frase con el objeto indicado, como
dando a entender que dejamos a su
libre albedrío las consecuencias del
asunto de que se trate, al modo que
está en su mano la ruina o salvación
de su alma.
Tener echada el alma atrás.
No importársele a uno nada, o no
preocuparse por algo.
Tener el alma atravesada.
Ser persona de malos sentimientos o
intenciones.
Tener el alma bien puesta.
Tener ánimo y resolución, no acobar-
dándose por nada. — Ser valiente.
Tener el alma del gitano. — V. Tener el
alma atravesada.
ALMA
— 35
ALMENDRERA
Tener el alma en los dientes.
«Para estar tan herido este mancebo
— dijo a este punto Sancho Panza — ,
mucho habla: háganle que se deje de
requiebros, y que atienda a su alma,
que, a mi parecer, más la tiene en la len-
gua que en los dientes.» Aquí alude San-
cho a la expresión poco antes proferida
por el cura al intimar a Ouiteria «que
se determinase presto en lo que había
de hacer, porque tenia Basilio ya el
alma en los dientes, y no daba lugar a
esperar inresolutas determinaciones».
Tener el alma en los dientes es hallar-
se próximo a morir. Ahora bien : en
el idioma en que no exista a la letra
semejante frase metafórica, mal podrá
hacerse resaltar el juego de palabras
verificado entre dientes y lengua.
Tener el alma en un hilo. — V. Estar con
el alma en un hilo.
Tener el alma parada.
No discurrir, ni usar de las potencias
como se debiera.
Tener en el alma, o sobre el alma, a uno.
Tenerlo presente en sus desgracias,
sintiéndolas y deseando remediarlas.
Tener su alma en las carnes. — V. Tener
su alma en su ahnario.
Tener su alma en su almario.
Dase a entender que no teme uno las
bravatas de otro, y también que cuando
llega la ocasión de verse insultado, por
humilde que se sea, sabe uno defender-
se y ofender como otro cualquiera.
Tener su alma en su cuerpo. — V. Tener
su alma en su almario.
Tener un alma como un cántaro, o Pare-
cer un alma de cántaro.
En dos ocasiones del Quijote (parte II,
caps. XIII y XLVII) se usa la expresión
alma de cántaro en sentido de ser bona-
chona una persona. No así en el capítu-
lo XXXI de la parte II, en que el ecle-
siástico de casa de los duques apostrofa
en tales términos a D. Quijote, ni tam-
poco en el XXXV, donde se le regala a
Sancho con igual injurioso calificativo a
causa de resistirse a mosquear entram-
bas sus posaderas con los tres mil y
trescientos azotes indispensables para
el desencanto de Dulcinea.
Tener uno mucha alma.
Dícese de los que no se inquietan por
nada, tomándolo todo con cachaza, sin
preocuparse de lo que puede ocurrir.
Traer el alma e?i la boca, o en las manos.
Estar padeciendo un mal o un tra-
bajo muy grande. Dícese más común-
mente de la inquietud y zozobra en
que pone al ánimo cualquier riesgo in-
minente.
Una alma sola, ni canta ni llora.
Enseña que la soledad calma los pen-
samientos, sin dejarlos fijarse en cosa
de fundamento, pues no tiene con quien
compartirlos.
Volverle el alma al cuerpo a uno.
Hacer desaparecer de su ánimo el
temor que tenía esperando algún mal.
ALMADRABA. — Haberse criado en las
almadrabas.
Dícese del hombre rústico y tosco.
En el Vocabulario de Rosal, Alfabeto 1.a,
se lee: « Almadraba. En árabe es casa
pajiza o cabana que se hace sólo para
un verano o poco tiempo, como casas
de pescadores de pescados que sólo se
cogen en cierto tiempo, como las alma-
drabas del duque de Medinaceli; y de
aquí dice el andaluz al hombre rústico
y tosco que se ha criado en las alma-
drabas.»
ALMAGRO. — Almagro, buenas jaulas
y malos pájaros.
Elogia las casas de dicha ciudad y
vitupera a los naturales de ella.
ALMALUEZ. — Almaluez, un año para
tres.
Porque dicha villa, perteneciente a la
provincia de Soria, suele rendir en cada
año una cosecha equivalente a la que
producen en tres años otros terrenos.
ALMANAQUE. — Eso no estaba apuntado
en mi, o tu, o su, almanaque.
Da a entender lo inesperado o im-
previsto de algún acontecimiento, de
carácter lisonjero por lo general.
Hacer almanaques. — V. Hacer calen-
darios.
ALMENDRADA. — Dar una almen-
drada a uno.
Decirle alguna cosa que le satisfaga
o lisonjee.
ALMENDRERA. —Florecer la almen-
drera.
Frase figurada y familiar. Encanecer
prematuramente.
ALMENDRO
- 36 -
ALQUIMIA
ALMENDRO. — Al almendro y al villa-
no, el palo en la mano.
Refrán con que se denota que, así
como el fruto del almendro y de otros
árboles se obtiene a fuerza de varear-
los, de igual modo no se puede sacar
partido de las p«rsonas ruines y de
mala ralea sino castigándolas.
Ser como el almendro.
Suelen compararse con este árbol las
esperanzas defraudadas de alguna per-
sona, por las razones que canta esta tan
sabida coplilla:
Fueron mis esperanzas
como el almendro :
florecieron temprano,
cayeron presto.
Por eso dice también un adagio: Antes
moral tardío que almendro florido. La
causa de durar tan poco el almendro
es porque, floreciendo precozmente, se
expone a las heladas de la primavera.
ALMÍBAR. — Estar hecho u?i almíbar, o
Hacerse un almíbar.
Mostrarse sumamente cariñoso, ama-
ble y derretido.
Más dulce que el almíbar.
Dícese del manjar que es sumamente
dulce. Suele aplicarse, por lo común,
esta comparación a cierta clase de fru-
tas, como peras, melones, naranjas, etc.,
y por extensión a las personas de trato
sumamente afable y persuasivo.
ALMOHADA. — Consultar con la almo-
hada.
Meditar con el tiempo necesario al-
gún negocio, a fin de proceder en él con
acierto.
La mejor almohada es una conciencia
tranquila.
Da a entender que el que obra recta-
mente duerme descansado y sin sobre-
saltos, pues la conciencia no tiene de
qué acusarle.
Consultar las almohadas. — V. Consul-
tar COn la ALMOHADA.
ALMOHAZA. — Anda el almohaza, y
toca en la matadura.
Refrán con que se significa que de
palabra en palabra, muchas veces en
las conversaciones se suele pasar in-
sensiblemente a tratar de asuntos que
por su gravedad en absoluto, o por des-
pertar antiguas rencillas, vienen a pro-
ducir disgusto entre los circunstantes.
También se suele aplicar a lo hábil-
mente que sabe introducirse el espíri-
tu de murmuración en las conversa-
ciones, empezando por rascar y aca-
bando por desollar.
ALMONEDA. — En la almoneda, ten la
barba queda.
Expresa que no se debe partir de
ligero, sino esperar a que otros obren
para hacerlo uno después sin exposi-
ción.
ALHÓNDIGA.— ¡Cómo estará la alhón-
diga, cuando no quiere trigo!
Dícese de las personas que se niegan
a aceptar más comida o bebida, por ha-
berlo hecho ya con exceso.
ALPISTE. — No tener ni para alpiste.
Estar sin un cuarto, pobre completa-
mente.
Quedarse alpiste.
Quedarse uno sin tener parte en lo
que esperaba de algún reparto.
ALPU JARRAS.— Haber nacido, o haber-
se criado en, o venir de las Alpujarras.
Denota la suma rusticidad o ignoran-
cia de alguno.
ALQUIMIA. — Alquimia probada, tener
renta y no gastar nada.
Refrán con que se da a entender que
el medio más seguro para hacer dinero
es guardarlo cuando se tiene y no per-
derlo en pruebas o tentativas vanas
como las de los alquimistas, que pre-
tendían convertir en oro todos los de-
más metales mediante ciertos procedi-
mientos ilusorios.
Y ya que de alquimia y alquimistas
hablamos, permítasenos recordar un
hecho, quizás el más chistoso que a
este propósito haya ocurrido.
Cuéntase que uno de aquellos ilusos,
cuando no tramoyistas, dedicó a cier-
to papa un libro que había compuesto
sobre la Alquimia, lisonjeándose de ob-
tener por esta acción una gran recom-
pensa; pero el Pontífice le envió un
carro cargado de sacos vacíos, dicién-
dole que se los mandaba para que pu-
diese guardar en ellos parte de los
millones que acuñara con su feliz des-
cubrimiento, supuesto que a persona
que tan fácilmente podía adquirir el
oro, ni le hacía éste al caso, ni había
ALQUITARA
— 37
ALLEGARSE
tampoco caudal en el mundo que pu-
diera competir con los tesoros que él
iba dentro de poco a allegar.
ALQUITARA.— Sacar por alquitara.—
V. Sacar por alambique.
ALQUITRÁN. — Estar hecho un alqui-
trán.
Aplícase a la persona por todo extre-
mo fogosa.
ALQUITRANADO. — Estar alquitra-
nado.—V. Estar hecho wi alquitrán.
ALTANERÍA.— No hay altanería que no
amenace caída.
Avisa a los que gozan alta posición
para que no se engrían, pues mientras
más elevada sea, más fuerte y fácil será
su derrumbamiento.
Meterse en altanerías.
Tratar de cosas superiores a la com-
prensión o inteligencia de quien las
trata.
ALTAR.— El que al altar sirve, del altar
tiene que comer, o Quien al altar sirve,
del altar vive. — V. El abad, de donde
cania, de allí yanta.
Eso es como quitarlo del altar.
Eso es una usurpación, o también,
eso es sacar las cosas de quicio o de su
lugar.
Levantar un altar enfrente de otro altar,
o simplemente, enfrente de otro.
Producir un cisma; declararse hostil
a una persona o institución, procuran-
do deshancarla por los mismos medios
que emplea aquélla para conservar su
prestigio.
PrÍ7iiero es el altar mayor, y luego los co-
laterales.
En toda reunión, las personas cons-
tituidas en dignidad, o con quienes no
se tiene franqueza, deben ser atendi-
das antes que las demás.
Sólo falta poner a uno en un altar.
Dícese de las personas cuyas virtu-
des o méritos se ponderan en alto gra-
do. Empléase en muchas ocasiones iró-
nicamente.
Los altares se han vuelto muladares, y
los muladares, altares. — V. Abájame
los adarves y álzame los muladares, o
Adájanse los estrados y álzanse los es-
tablos.
ALTO. — Hacer alto en alguna cosa.
Fijar la atención en ella.
Hacer una cosa por todo lo alto.
Llevarla a cabo con rumbo, sin omi-
tir gastos.
Pasar por alto.
Omitir, callar alguna cosa, no hacer
mención de ella, o no parar en ella la
consideración.
Ser alguna persona de alto bordo.
Ser persona de elevada posición so-
cial. También se dice : de alto copete y
de alto coturno.
ALUMBRAR. — Alumbrar, pero no
tanto.
Exhorta a que no se exageren las
cosas.
Estar alumbrado.
Estar bebido o embriagado.
ALZADO. — Buen alzado po?ie en su seno
quieti se castiga en mal ajeno.
Pondera lo mucho que vale el escar-
mentar en cabeza ajena.
ALZAPRIMA. — Dar alzaprima.
Valerse de artificio o engaño para
derribar o perder a alguno. Es voz an-
ticuada.
ALZARSE. — Alzarse a mayores.
Engreírse, envanecerse.
Alzarse con alguna cosa, o con el sa?ito y
la li?nosna.
Apoderarse de ella sin derecho o,
cuando menos, con cierta violencia.
ALLÁ. — Allá se las avenga, o se las haya,
Marta con sus pollos. — V. Allá se las
hayan.
Allá se las campaneen. — V. Allá se las
hayan.
Allá se las hayan.
Inhibirse en un asunto, dejando a
otros que lo resuelvan, cargando, por lo
tanto, con la responsabilidad que pueda
caber.
Irse, o salirse, allá una cosa.
Venir a ser casi lo mismo que otra.
No estar muy allá una cosa.
No estar muy buena.
No estar ?nuy allá una persona con otra.
No hallarse bien avenidas; tratarse
con frialdad o despego.
Si para allá me la guardas, estamos fres-
cos,o échame u?t medio.— Y. De aquí allá,
pampanitos habrá.
ALLEGARSE.— Allégate a los buenos, y
serás uno de ellos.
Recomienda la utilidad que se sigue
ALLENDE
- 38
AMAR
de las buenas compañías. También se
suele decir: Júntate a los buenos.
ALLENDE. — AUende y aquende, con
quien te acompañas siempre.
Enseña que se debe dar la razón y
mirar en todas partes por aquellas per-
sonas con quienes se vive o a las cuales
nos une el vínculo de la amistad.
ALLÍ. — Allí me las den todas.
Cuentan que un criado de un corre-
gidor se presentó diciéndole: «Señor,
cuando un alguacil lleva una orden de
vuesa merced, ¿no representa vuestra
misma persona y vuestra misma casa?
— Muy cierto, replicó el corregidor.
— Pues, señor, en la cara del alguacil
Perico Sarmiento, que es la misma cara
de vuesa merced, han estampado una
gran bofetada. — Pues allí me las den
todas*, respondió con calma el corre-
gidor.
En la carta escrita por Teresa Panza
a su marido cuando era gobernador de
la ínsula, se hace muy buena aplicación
de este refrán: «Un rayo — dice Tere-
sa — cayó en la picota, y allí me las den
todas. »
... que hasta aUí.
Modo de ponderar aquello de que se
trata, como para decir que no cabe
hacerse o suceder cosa superior en su
línea, sea en buen o en mal sentido;
v. gr. : Ensalzó las glorias del monarca,
que //asta allí. Me dio un pisotón, que
hasta allí. Es de uso familiar.
Ser una persona o cosa hasta allí.
Ser excelente en su clase.
ALLOZA. — Por donde va la alloza van
las demás cosas.
Refiérese a los comilones, que no re-
paran en la calidad de lo que ingieren.
La alloza es el almendruco.
AMA. — Ama gorda, leche poca.
Enseña que no es la obesidad en las
amas de cría prueba de que tengan me-
jores condiciones para la lactancia.
Ama, sois ama mientras el niño mama;
desque no mama, ni ama ni nada.
Por lo común sólo estimamos a las
personas mientras necesitamos de ellas.
Úsase las más veces solamente de la
primera parte de este refrán.
El ama brava es llave de su casa.
Advierte que la severidad de los
amos contiene a los que de ellos de-
penden para que no haya excesos ni
desperdicios.
Entretanto que cria, amamos al ama; en
pasando el provecho, luego olvidada. —
V. Ama, sois ama mientras el niño mama;
desque no mama, ni ama ni nada.
O ama de cura, o reina de España.
Demuestra la vida regalada que lle-
van las primeras, sólo comparable con
la de la segunda.
AMAGAR. - Amagar y no dar.
Manifiesta que la oferta, amenaza o
promesa hecha por una persona no
llega a tener cumplimiento. — V. Apun-
tar y no dar.
AMANECER. — Cuando amanece, para
todo el mundo amanece. — V. Para to-
dos sale el sol, o Cuando Dios amanece,
para todos a?nanece.
AMANTE. — Amantes, ámenles.
Frase bilingüe, por sonar lo mismo
en castellano que en latín, con la cual
se denota que es propio de la genera-
lidad de los enamorados no tener sano
el juicio.
Las iras de los amantes son redintegra-
ción del amor.
Los enfados entre personas enamo-
radas son pruebas de verdadero cariño.
Las rencillas de los amantes es para con-
firmación de más amor. — V. Las iras de
/ajamantes son redintegración del amor.
Los amantes de Teruel, que siempre se
quisieron bien.
Aplícase a las personas que están
muy enamoradas, aludiendo a la cono-
cidísima leyenda de Diego de Marcilla
e Isabel de Segura, conocidos antono-
másticamente con aquel nombre por
el fino y entrañable amor que mutua-
mente se profesaron, hasta el punto de
causarles instantáneamente la muerte.
Algunos, en lugar de la segunda parte
del refrán, dicen satíricamente: mema
ella y memo él.
AMAR.— Ama a quien no te ama; respon-
de a quien no te llama, y andarás carre-
ra vana.
Manifiesta que aquellos que se em-
peñan en hacer lo que no deben, no al-
canzarán jamás buenos resultados.
Amar al prójimo como a si mismo.
Máxima del Decálogo, que los egoís-
AMAR
39
AMBEL
tas arreglan a su modo, diciendo : al
prójimo, contra una esquina.
Aquel que ama, él mismo se ata y se mata.
Por el casamiento se encuentra liga-
do voluntariamente. La segunda parte
sólo es aplicable si se equivoca en la
elección hecha.
El que no te ama, burlando te difama.
Debe huirse de burlas que paran en
injurias.
Lo que se ama no tiene espaldas.
Da a entender que lo que se quie-
re de veras siempre se tiene presente,
por muy lejos que se halle el objeto
amado.
Jifas te ama quien te hace bueno que quien
te agrade. — V. Quien bien te quiera, te
hará llorar.
Muchos hay que amando matan.
Forma erudita que tiene por corres-
pondencia vulgar: Tanto quiso el diablo
a su hijo, que Je quebró un ojo.
Ni ames a quien amó, ni sirvas a quien
sirvió.
El sentido de este adagio viene a ser
el mismo de aquel que dice: Ni sirvas
a quien sirvió, ?ii pidas a quien pidió. Hay,
empero, una leve diferencia en lo to-
cante a la primera cláusula del presen-
te, y es que, soliendo dejar hondas raí-
ces los primeros amores en el corazón
y en la memoria del amante, suele ex-
perimentar el recién amado las conse-
cuencias de aquel cariño, ya por anto-
jársele éste menos intenso, ora por
tener que exponerse a servir de punto
de comparación, o bien por cualquier
otro motivo, en todos y cada uno de
los cuales suele salir resentido el amor
propio.
No serás amado si de ti sólo tienes cui-
dado.
Expresión contra los egoístas, pues
si éstos no se preocupan más que de
sí mismos, no tienen derecho a exigir
que se ocupen de ellos los demás.
Para amar, es la cosa más segura buen
trato, verde edad, limpia hermosura.
Píntase con este refrán lo necesario
que es para lograr el cariño de una per-
sona el tratarla con cariño, ser joven y
no mal parecido.
Quien ama, teme.
Da a entender que la vida del aman-
te es un sobresalto continuo, por miedo
de perder el cariño del ser amado.
Quien bien ama, tarde olvida, o Bien ama
quien nutica olvida.
El dejar de amar es prueba de que
nunca se amó de veras; porque el amor
verdadero es constante.
Quien de veras ama, se engaña con desen-
gaños.
Como dicen que el amor es ciego,
mientras más desengaños se sufren,
menos se ven, es decir, más se quiere
y más se engaña uno a sí mismo.
Quien feo ama, hermoso le parece.
Expresa lo que engañan el deseo y
la voluntad o el afecto.
Tanto uno se desbarata más, cuanto más
ama.
Indica que el que está muy enamo-
rado no sabe lo que se hace.
AMARGO. — Amargo como la hiél.
Aplícase a todolo que porsu sabor se
parece a lo que sirve de comparación.
Amargo como la retama.
Dícese de todo aquello que arroja de
sí un sabor amargo, como sucede con
esta planta. — V. Amargo como la hiél.
El amargo gasta doblado.
Así las ediciones todas del Pinciano.
Yo sospecho que amargo es errata evi-
dente por avaro, abundando en el sen-
tido de aquel otro refrán : Piensa el ava-
riento que gasta por uno, y gasta por
ciento.
AMARGOR. — Quitar el amargor de la
boca.
Satisfacer algún deseo o capricho.
AMARILLO.— Poner a uno amarillo.
Causarle alguna pena honda; propor-
cionarle gran susto.
Ponerse más amarillo, o más blanco, que
la cera.
Palidecer a causa de algún sobresalto.
AMASAR. — Al que amasa y cuece, todo
le acontece. — V. Quien cuece y amasa,
de todo pasa.
ÁMBAR. — Como el ámbar, o Es un
ámbar.
Frase con que se suele ponderar la
excelencia de algunos licores, expe-
cialmente del vino.
AMBEL. — De Ambel, ni muía, ni leña, ni
mujer.
En noche lluviosa y fría pidió un
AMBICIÓN
— 40
AMIGO
fraile, cansado y hambriento, hospita-
lidad a una mujer de Ambel (villa dis-
tante doce leguas de Zaragoza y una
de Borja), hembra tan nada caritativa
que no le dio cena, ni lumbre, ni cama.
El infeliz, al pasar por la cuadra para
ir al corral, recibió un par de coces de
una muía; subió leña para secar sus
hábitos, la cual, por estar húmeda y
verde, no pudo llegar a encender. Al
contemplar tantas y tan «halagüeñas»
ventajas, marchóse lo más pronto po-
sible del pueblo, exclamando entre
indignado y penoso: De Ambel, ni muía,
ni leña, ni ?nujer : la mida, guita (falsa);
la mujer, maldita; la leña, sin arder.
¡Maldito sea Ambel!
Téngolo por cuento forjado a placer,
pues se resiste mi corazón a dar cré-
dito a semejante inhumanidad, mayor-
mente en unos tiempos (pues el refrán
cuenta ya muchos años de existencia)
en que la persona de un fraile era te-
nida en gran veneración, sobre todo
por la gente del pueblo.
AMBICIÓN. — Pocas o ninguna vez se cum-
ple con la ambición, que no sea con
daño de tercero.
Da a entender que el que se deja do-
% minar por tal pasión, suele sacrificar a
otra persona, con tal de satisfacerla.
También hay ambiciones nobles.
Todo deseo inmoderado es censu-
rable de suyo; mas si se dirige pruden-
temente a un fin bueno, pasa a ser vir-
tud recomendable y digna de loa.
AMÉN. — Amén, amén, al cielo llega. —
V. Muclws amenes llegan al cielo.
Con amén, amén, se gana el Edén, o Con
amén se sube al Edén.
Denota la conveniencia de asentir a
las opiniones de otros, por descabella-
das que sean, cuando de éstos depende
nuestro encumbramiento o provecho.
En un decir amén.
En un instante, en muy poco tiempo.
Se emplea más comúnmente la frase
En un santiamén.
Por falta de un amén, que no se pierda
un alma.
Da a entender que a veces vale más
que sobre que no que falte.
Muchos amenes llegan al cielo.
Denota la eficacia que tienen las ora-
ciones o ruegos repetidos o aunados
para alcanzar lo que se pide.
No ha de ser amenes toda la misa.
Significa lo conveniente que es, en
general, la variedad y acertada distri-
bución de las partes componentes de
un todo.
AMENAZA.— Más vale amenaza de necio
que abrazo de traidor.
Fúndase en que aquélla suele que-
dar sin cumplir, en tanto que éste pre-
tende engañarnos para vendernos des-
pués mejor.
Con amenazas se come pan. — V. Los ame-
nazados comen pan.
AMENAZAR.— Quien amenaza, uno tie-
ne y otro espera.
Las amenazas se cumplen, o dejan
de cumplirse, en ocasiones, según la
actitud que respecto de ellas toma el
amenazado.
Los amenazados comen pan, o Más son
los amenazados que los acuchillados.
Refrán en que se da a entender que
es más fácil amenazar que castigar o
ejecutar.
AMIGANZA. — Amiganza, deudo y san-
gre, la mujer lo muda.
Es tal el predominio que llegan a ad-
quirir ciertas mujeres con sus arruma-
cos y mojigaterías sobre algunos hom-
bres, que, influ3'endo insensiblemente
en su cerebro y en su corazón, acaban
por entontecerlos y apartarlos del ca-
riño de sus amigos, del de sus parien-
tes y hasta del de su familia misma.
AMIGO. — Acomodarse con el, o ser amigo
del, padre Quieto.
Estar bien avenido con una vida se-
dentaria; no ser aficionado a moverse;
gustar de la quietud y tranquilidad.
Úsase tanto en sentido propio como en
el figurado.
Al amigo, con su vicio, o ámalo con su
vicio.
Advierte que no se debe dejar al
amigo porque tenga algún defecto.
Al amigo que no es cierto, con un ojo ce-
rrado y el otro abierto.
Aconseja se desconfíe del que nos
finge amistad.
Al amigo se le acompaña hasta la puerta
del ifijierno, y allí se le deja. — V. Amigo
hasta las aras.
AMIGO
— 41
AMIGO
Al amigo y al caballo no aprelallo, o no
hay que apurallo.
Advierte que no se debe importunar
a los amigos, ni tampoco abusar de su
amistad.
Al mayor amigo, el mejor tiro. — V. Cotí
los amigos se come.
Amigo de Platón, pero más amigo de la
verdad.
Frase que se suele emplear cuando se
rebate la opinión de otra persona, que
se ve positivamente que es errónea.
Usase más comúnmente en latín: Ami-
cus Plato, sed magis amica ver ¿tas.
Amigo de pleitos, poco dinero; amigo de
médicos, poca salud; amigo de frailes,
poca honra.
Exacto en los dos extremos prime-
ros; falso en las más de las ocasiones
del tercero; lo que quiere decir que,
por desgracia, resulta verdadero algu-
nas veces.
Amigo del asa, o Amigo de taza de vino.
Aplícase a los que se venden por
amigos, siéndolo realmente de su con-
veniencia y provecho.
Amigo del buen viento, se muda con el
tiempo.
Enseña la inconstancia con que se
comportan muchos que se venden por
amigos, volviendo la espalda cuando la
suerte del protector se hace adversa, o
cuando hallan otra conveniencia más
favorable.
Amigo de iodos y amigo de ninguno, todo
es uno.
Siendo asunto imposible dar gusto a
todos, al ponerse de parte de unos se-
ría preciso indisponerse con los demás;
por esto, el que en semejante circuns-
tancia se propone permanecer neutral,
acaba por enemistarse con todos.
Amigo de uno, enemigo de fiinguno. —
V. Muchos amigos en general, y uno en
especial.
Amigo en el buen tiempo, múdase con el
viento. — V. Amigo del buen viento, se
muda con el tiempo.
Amigo hasta las aras.
Aplícase al que profesa fina amistad
a otra persona hasta sacrificarse por
ella; pero sin exceder de lo justo, ra-
zonable y honesto. Úsase también en
latín : Amicus usque ad aras.
Amigo Pedro, amigo Juan; pero más-
amigo de la verdad. — V. Amigo de
Platón, pero más amigo de la verdad.
Amigo quebrado, soldado; mas nunca sano.
Enseña que una amistad reanudada,
jamás llega a tener la firmeza que antes
de haberse roto.
Amigo, ¿quién te hirió? — Yo mismo, que
me lo busqué; yo me lo tengo y yo me lo
hallé.
Alúdese a las personas que se labran
su desgracia por su mala cabeza, ter-
quedad, etc.
Amigo reconciliado, enemigo doblado.
Advierte que no debe uno fiarse del
amigo cuya amistad se había roto y
vuelto a reanudarse.
Amigo reconciliado y caldo recalentado
pierden el sabor. — V. Amigo reconcilia-
do, enemigo doblado.
Amigo, viejo; tocino y vino, añejo.
Advierte que cuanto más antiguas
son estas tres cosas, tanto más valen.
Aquél es tu amigo, que te quita de ruido*
Enseña que el verdadero amigo evita
cuantos motivos de disgustos y sinsa-
bores están a su alcance.
A su amigo, el gato siempre lo deja seña-
lado.
Advierte lo poco que debemos fiar-
nos de las efusiones de cierta clase de
amigos.
A trueque de un buen dicho, perder un ami-
go.— V. Más vale que se pierda un chiste,
que tío un amigo.
A tu amigo di le la mentira; si te guar-
dare puridad, dile la verdad.
No debe fiar uno su secreto ni aun
al mayor amigo, mientras no se esté
convencido de que sabrá callarlo.
A tu amigo gánale un juego y bébelo
luego.
Da a entender que se le convide para
resarcirle de la pérdida y que no quede
quejoso.
Buen amigo es el gato, sino que araña.
Invita a desconfiar de aquellos que,
aun brindando amistad, hacen daño
cuando pueden.
Buen amigo, si es tu igual.
Recomienda que las amistades se ha-
gan con personas que no sean más que
uno, para que no avasallen, ni menos,
por que no deshonren.
AMIGO
— 42 —
AMIGO
Buscad/o, amigo; mas, si fuera perro, ya
os hubiera mordido.
Dícese contra los torpes que no ha-
llan lo que tienen delante o muy a la
vista.
Con el amigo incierto, cerrado un ojo y
el otro abierto.
Cuenta la fábula que cierto día en
que acertaron a sestear en una posada
la zorra y el mochuelo, como le entra-
sen a éste ganas de dormir, le dijo aqué-
lla que podía hacerlo con toda tranqui-
lidad, pues ella se encargaba de guar-
darle el sueño. Durmióse, en efecto, el
mochuelo, si bien algo receloso, cerran-
do tan sólo el ojo del lado contrario al
en que se hallaba situada la zorra. Al
dar ésta unas cuantas vueltas en torno
de su compañero de cuarto y notar que
cada vez que pasaba de un lado a otro
abría el mochuelo el ojo que antes tenía
cerrado, no pudo menos de significarle
su extrañeza, a lo que le contestó el
avechucho con las palabras del refrán
susodicho.
Cuando amigo pide, no hay mañana.
Enseña que el verdadero amigo no
dilata la ejecución de una buena obra
en favor del amigo necesitado.
De amigo a amigo, de compadre a com-
padre, sangre en el ojo.
No conviene confiar demasiado en
todos los que se venden por amigos. —
V. De amigo a amigo, la chinche.
De amigo a amigo, la chinche, etc.
En el ojo es el complemento repre-
sentado por la etc. que puso Cervantes.
Éste es uno de los refranes castella-
nos que más variantes ofrece en su se-
gunda mitad, pues se lee también, en
lugar de chinche, chinie, chispe, chinela,
y sangre; otros dicen : agraz en el ojito;
y otros, finalmente, varían asimismo la
primera parte, diciendo: De compadre a
compadre.
De amigo reconciliado, guárdate como del
diablo. — V. Amigo reconciliado, enemigo
doblado.
Descubríme a él como amigo, v ármaseme
como testigo.
Enseña la cautela que debe obser-
varse para confiar un secreto, pues mu-
chos, so capa de amistad, abusan del
sigilo.
El amigo, hasta el altar. — V. Amigo
hasta las aras.
El amigo imprudente es más dañoso que
el enemigo declarado. — V. Más daño
hacen amigos necios que enemigos descu-
biertos.
El amigo que no da, o presta, y el cuchi-
llo que no corta, que se pierda, poco im-
porta.
Enseña que no debemos apurarnos
porque se pierdan las cosas inútiles.
El buen amigo es pedazo del alma de su
amigo.
Expresa lo entrañable que es el ca-
riño entre los que se profesan amistad
verdadera y no fingida.
El leal amigo, al bien y al mal se para.
Los amigos que son verdaderos acu-
den lo mismo a los acontecimientos
enojosos que a los agradables.
El más amigo la pega.
Enseña a desconfiar de la falsa amis-
tad.
El mejor amigo, un duro. — Y. No hay me-
jor amigo que un peso duro en el bolsillo.
El mejor amigo, un perro.
Pondera la lealtad de este animal,
llevada al heroísmo, pues a más de uno
se ha visto situarse junto al cadáver de
su amo, acompañarlo hasta la sepultu-
ra y permanecer allí sin permitir pro-
bar bocado, hasta el punto de fenecer
de inanición.
Ése es mi amigo, que muele en mi moli-
nillo. — V. El trato engendra cariño.
Guárdate del amigo que alterna con tus
enemigos.
Porque es amigo falso, y acabará por
irse al partido de ellos.
Mas vale amigo en apuro que dineros en
el puño.
Mejor nos saca, a veces, de un lance
comprometido la intervención de un
amigo, que todas las riquezas que po-
seamos.
Más vale que se pierda un chiste, que no un
amigo.
La chocarrería o bufonada que po-
dría disgustar al amigo debe callarse.
De los imprudentes que practican todo
lo contrario se dice : A trueque de un
buen dicho, perder un amigo; práctica ver-
daderamente censurable, porque decir
un chiste a costa del prójimo es poner
AMIGO
— 43 —
AMIGO
de relieve, al mismo tiempo, quien lo
dice, su talento y su mal corazón.
Más vale un amigo que pariente ni primo.
A veces sirve de más una cordial
amistad que el parentesco más cercano.
'Ni amigo jugador, ni tahúr mal bebedor.
Recomienda huir de ambos: del pri-
mero, por lo que nos pueda arrastrar,
y del segundo, por lo que pueda com-
prometernos en su embriaguez.
Ni amigo reconciliado, ni manjar dos ve-
ces guisado. — V. Amigo reconciliado, ene-
migo doblado.
Ni vendas a tu amigo, ni del rico compres
trigo.
Exhorta a no practicar ninguno de di-
chos dos supuestos, por temor de que
el comprador, siendo amigo, se preval-
ga pagando barato, y de que el vende-
dor, siendo rico, exija una exorbitancia.
No busques por amigo al rico ni noble, sino
al bueno, aunque sea pobre.
Enseña que los tesoros del corazón
son superiores a los del oro y de la es-
tirpe.
No es dicho amigo el que da mal consejo.
No debemos conceptuar como ver-
daderos amigos a aquellos que nos in-
citan a separarnos de la senda de la
moral y del bien.
No hay amigo ni hermano si no hay dinero
de mano.
Manifiesta que el interés no conoce
amistad ni parentesco de ninguna clase.
No hay amigo para amigo; las cañas se
vuelven lanzas.
Manifiesta que cuando prevalece el
interés personal sobre los fueros de la
amistad, surgen luego los disturbios y
odios más encarnizados.
No hay ?nejor amigo que un peso duro en
el bolsillo.
Indica que lo más práctico es fiarse
uno en sus propios recursos.
No quiero amigo con sobrehueso, que trae
enemigo por contrapeso.
La amistad abusiva y molesta acaba
por convertirse en enemistad.
No te acompañes con amigo lisonjero ni
con fraile callejero.
El verdadero cariño exige que los
amigos no se oculten mutuamente sus
faltas, con el fin de poder corregirlas;
y el fraile que no es recogido da que
hablar desfavorablemente de su per-
sona.
Nunca de tu amigo esperes lo que tú pu-
dieres. — V. Nunca esperes a que haga tu
amigo lo que til pudieres.
Nunca esperes a que haga tu amigo lo que
tú pudieres.
Recomienda que no se moleste a na-
die para que haga lo que nosotros po-
demos ejecutar, teniendo la ventaja de
que queda más a gusto nuestro v no
tener que agradecer nada.
Por un amigo no es pecado emborracharse
un hombre honrado.
Refrán jocoso usado en favor de los
bebedores para disculpar su vicio.
Por un amigo, ¿quién deja de hacer una
buena obra?
Expresa que los actos nobles deben
llevarse a efecto aunque sea sacrifi-
cando nuestras más caras afecciones.
Por un amigo se llega hasta la puerta del
infierno. — V. Amigo hasta las aras.
Prueba primero al amigo, antes de buscar
su abrigo.
Enseña a no esperar o confiar en una
persona hasta tanto que tengamos la
certeza de que, llegado el momento de
necesitarla, no ha de abandonarnos.
Quien con amigo malo pone su amistanza,
por muclio que se tarde, mal galardón
alcanza.
El que confía en un amigo falso, tar-
de o temprano sufrirá el desengaño.
Quien deja de ser amigo, no lo fué nunca.
Enseña que la amistad verdadera no
debe tener fin jamás.
Quien de todos es amigo, o es muy pobre o
muy rico.
En el primer caso se arrima, por lo
que le puedan dar; en el segundo se le
arriman, por lo que puede dar.
Quien presta al amigo, cobra un enemigo.
Enseña que siendo muy frecuente
no recuperar la cantidad prestada a un
amigo, llégase a perder, tarde o tem-
prano, el dinero y la amistad.
Quien presta a un amigo, pierde el dinero
y el amigo. — V. Quien presta al amigo,
cobra un enemigo.
Quien se fía de amigo no fiel, buen testigo
tiene contra él, o contra sí. — V. Descu-
brime a él como amigo, y ármaseme como
testigo.
AMIGO
44 —
AMIGO
Reniego del amigo que cubre con las alas
v muerde con el pico.
Reprende a los lisonjeros y engaño-
sos, que dando a entender favorecen a
otro, le hacen notable perjuicio descu-
briendo por otra parte sus faltas.
Ser poco amigo de hilar en rueca ajena.
Ser poco comunicativo o servicial;
ser egoísta.
•Si' quiere usied ser mi amigo, no moler, o
fastidiar, tanto.
Dícese de las personas que, abusando
de la amistad, molestan constantemen-
te con sus peticiones, encargos o reco-
mendaciones.
iSV un amigo entre mil hallado fuere, sobre
todo tesoro es de guardar.
Indica lo raro que es encontrar ver-
daderas amistades, encomiando el valor
de éstas.
Zapato de amigo, la suela quemada y el
hilo podrido. — V. Con los amigos se come.
Amigos de uña y carne. También se dice:
Ser uña y carne.
Tener una amistad muy íntima y es-
trecha.
Amigos, pocos y buenos. — V. Conocidos,
muchos; amigos, pocos.
Amigos y nudas, lejos de las duras.
Esto es, suelen faltar cuando mayor
es la necesidad o el apuro.
Aquél asi bien danza, como tiene los ami-
gos en la sala, o Cada uno danza según
los amigos que tiene en la sala.
Enseña a obrar de conformidad con
las probabilidades que se tengan para
vencer en un asunto.
Aquéllos son ricos, que tienen amigos.
La verdadera amistad es un verda-
dero tesoro: el que más amigos cuente,
más rico será.
Bueno es tener amigos, aunque sea en el
infierno .
En muchas ocasiones se necesita del
valor y ayuda de quienes menos se po-
día esperar.
Con los amigos no se ha de mirar en po-
cas cosas.
Manifiesta que la verdadera amistad
no debe reparar en pequeneces.
Con los amigos se come.
Contra el que abusa de otro en acha-
que de intereses, prevalido de los fue-
ros de la amistad.
Conocidos, muchos; amigos, pocos.
Denota lo común y frecuente que es
adjudicar el nombre de amigos a todos
aquellos sujetos con quienes se trata,
cuando realmente no pasan de meros
conocidos. — También recomienda que
se intime con pocos, aunque se trate
ligeramente con muchos. Dícese tam-
bién: Amigos, pocos y buenos.
Cuanto más amigos, más claro, o más
claros, o más claridad.
Enseña que entre amigos se debe
hablar con toda ingenuidad y fran-
queza.
De los amigos me guarde Dios, que de los
enemigos me guardaré yo.
Por la confianza que el amigo inspira
puede uno verse engañado, lo que no
ocurre con el enemigo, pues con él
siempre estamos sobre aviso.
Dos amigos de una bolsa, el uno canta y
el otro llora.
Los partícipes de un mismo caudal
no suelen estar siempre conformes en
el empleo que de él se hace o destino
que se le da, de donde surgen natural-
mente contiendas y desavenencias.
En lo que muclw va, se conocen los amigos.
Demuestra que la verdadera amis-
tad se prueba en los trances apura-
dos o difíciles y no en asuntos de poca
monta en que no se requiere sacrifi-
cios ni exposición.
Entre amigos, con verlo basta.
Enseña la suma precaución con que
debe obrarse en materia de interés,
por mucha amistad que medie, a fin de
evitar en lo sucesivo desengaños o dis-
gustos que pudieran ocasionar desave-
nencias.
Entre amigos honrados, o entre amigos
y soldados, cumplimientos son excusados.
Entre los que se tratan con amistad
y llaneza no se debe reparar mucho en
ceremonias.
Entre amigos no hay cosa secreta.
Enseña que las leyes de la buena
amistad obligan a no usar de reserva,
antes, por el contrario, a confiarse mu-
tuamente sus sucesos, tanto prósperos
como adversos.
Entre amigos, todas las cosas han de ser
comunes.
Los amigos verdaderos se hacen co-
AMIGO
— 45 —
AMIGO
partícipes tanto de sus prosperidades
como de sus adversidades.
Entre dos amigos, un notario y dos testigos.
La seguridad y formalidad en lo que
se trata no se debe juzgar desconfian-
za, antes bien, sirve para mantenerla
sin quiebra o discordia.
Entre los amigos, las palabras de comedi-
miento han de ser excusadas. — V. Entre
amigos honrados, cumplimientos son ex-
cusados.
Ganar amigos es dar dinero a logro y
sembrar en regadío.
Enseña la conveniencia de procu-
rarse amistades que, si hoy no sirven,
pueden hacernos falta en el porvenir.
Los amigos de ?nis amigos, mis amigos
son.
Enseña a considerar como propias
las personas que tienen relaciones de
amistad con nuestros amigos verda-
deros.
Los amigos han de ser reñidos.
Enseña que la verdadera amistad no
ha de ser tan por extremo sufrida que
ante algún acto poco justo o conve-
niente, no haga estallar su indignación,
abominando de él.
Los amigos, más se prueban en los pesares
que en los gustos. — V. En lo que mucho
va, se conocen los amigos.
Los buenos amigos han de probar a sus
amigos *usque ad aras-».
La buena amistad ha de llegar hasta
lo más sagrado.
Los buenos amigos no se han de roer los
zancajos.
Enseña que la maledicencia y la crí-
tica no deben emplearse con los ami-
gos verdaderos.
Los mejores amigos son los reñidos. —
V. Los amigos han de ser reñidos.
Más daño hacen amigos necios que enemi-
gos descubiertos, o Más daño hace un
amigo imprudente que un enemigo de-
clarado.
Denota que el cariño imprudente es
más perjudicial que la enemistad decla-
rada, porque en su desmedida e inopor-
tuna recomendación ridiculiza más que
favorece.
Más valen amigos en la plaza que dine-
ros en el arca.
Enseña cómo muchas veces pueden
más los ruegos, empeños y recomen-
daciones de la amistad que el tesoro
más considerable que se ofreciera para
lograr el intento.
Muchos amigos en general, y uno en espe-
cial, o Muchos son los amigos, pocos los
escogidos.
Conviene estar bien con todo el mun-
do; pero no fiarse de todo aquel que se
vende por amigo.
Muy amigos, si; pero la gallina por lo que
valiere. — V. Una cosa es la amistad, y
el negocio es otra cosa.
No es más infeliz el que no tiene amigos,
sino el que no tiene enemigos.
La explicación de esta sentencia la
da Fr. Antonio de la Calancha, escritor
de la primera mitad del siglo xvn, en
su Crónica agustiniana, en los términos
que siguen: «Porque eso prueba que
no tiene honra que le murmuren, valor
que le teman, riqueza que le codicien,
bienes que le esperen, ni nada bueno
que le envidien.»
No queráis ser amigos del cuervo.
El graznido del cuervo consiste en
vocear eras, eras; eras, adverbio latino,
significa mañana; lo que se deja para
otro día suele resolverse en no ser lle-
vado a cabo. Corolario : Lo que se pueda
hacer hoy, no se remita a mañana.
Otorgando con todos se ganan los amigos;
que si decís la verdad, quebraros han la
cabeza.
Exhorta a seguirle la corriente a todo
el mundo, como medio el más a propó-
sito de evitarse el tener que reñir con
nadie.
Para las necesidades, o las ocasiones, son
los amigos.
El verdadero amigo es aquel a quien
se encuentra cuando la necesidad nos
obliga a buscarlo. Úsase frecuentemen-
te en sentido irónico.
/ Qué amigos tienes, Benito!
Dícese a aquellos que creyendo con-
tar con una decantada protección, les
resulta fallida.
Quien entre amigos la petaca saca, sin
amigos se queda y sin petaca.
Porque se le fuman todos los cigarros
y si te vi, no me acuerdo.
Tan amigos como de antes.
Locución familiar con que se da a
AMISTAD
— 46 -
AMO
entender a un sujeto que el no estar
conformes ambos en el asunto que se
discute o en las bases del trato que se
estipula, no es motivo suficiente para
quedar enojados.
AMISTAD. — Amistad de yerno, sol de,
o en, invierno.
Denota la tibieza y poca duración de
la amistad entre suegros y yernos.
Con pretexto de amistad, muchos hacen
falsedad.
Enseña a no fiarse de los amigos,
pues muchos se aprovechan de la con-
fianza para traicionar al que, candida-
mente, confía en ellos.
En quien no tiene amistad, con Ceres ni
con Baco, siempre está Venus fría.
Indica que uno de los mayores exci-
tantes del amor carnal es la buena ali-
mentación, junto con la bebida.
Entre vender y comprar no hay amistad.
Denota que los comerciantes no co-
nocen amigos cuando de su negocio se
trata.
La amistad corra, y la cebada, o el vino,
a ocho cuartos. — V. Entre vender y com-
prar no hay amistad.
La amistad, o encuentra iguales, o los hace.
Es, en cierto modo, algo parecido a
lo explicado en Amor no mira linaje.
(Véase.)
Para conservar amistad, pared en medio.
V. Cada uno en su casa y Dios en la de
todos.
Amistades que son ciertas, nadie las pue-
de turbar.
Indica lo poco que pueden contra la
verdadera amistad los chismes y enre-
dos con que los envidiosos tratan de
deshacerla.
Con las liberalidades se granjean las amis-
tades.
A los pródigos no les faltan nunca
amigos, aunque sólo sea por agradeci-
miento.
Hacer las amistades.
Reconciliarse las personas que esta-
ban reñidas.
Las amistades son bienes muebles, y los
odios, bienes raices.
Porque aquéllas son fáciles de mudar
entre los que se la profesan, mientras
difíciles de desarraigar éstos entre los
que se lo conservan.
Romper las amistades.
Regañar entre sí personas que eran
amigas.
AMO. — Al amo que honra, el criado le sirve.
El buen trato que da el superior al
inferior hace que éste sirva a aquél
con cariño y solicitud.
Cuando el amo es juglar, la compaña, bai-
ladora. — V. En casa del gaitero todos
son danzantes.
Dígame, mi amo, ¿v cuánto voy ganando?
Contra los que, estimando como ser-
vicio por parte suya el favor que han
recibido, se creen con derecho a exigir
una remuneración.
Como quiera que este refrán dimana
del cuento de aquel gallego que, cami-
nando a pie, fué caritativamente invi-
tado por un transeúnte a que montara
a la zaga de su caballería, y al cabo de
un rato le dirigiera el favorecido al fa-
vorecedor las palabras susodichas, que
han quedado en proverbio, de ahí el ser
más común enunciar éste en la siguien-
te forma: Dijame, meu ama, ¿y cuántu
voy janandu?
El amo majestuoso hace al criado reveren-
cioso. — V. Tal amo, tal criado.
Haz lo que tu amo te manda, y siéntate con
él a la mesa.
Enseña la obediencia como principal
virtud en el que sirve, aunque el dueño
le otorgue, por bondad, confianzas cual
si fuesen iguales.
Mal amo has de guardar, por miedo de
empeorar.
Enseña a contentarse con lo que se
tiene, por poco apetecible que nos pa-
rezca, por temor a que si lo perdemos
sólo consigamos otra cosa peor. — Véase
Malo vendrá que bueno me hará, o Más
vale malo conocido que bueno por conocer.
¿Por qué no riñe tu amo? —Señor, porque
no es casado.
Refrán inventado por los detracto-
res del matrimonio, dando por supues-
to que en éste es la vida una continua
pelotera.
Ser el amo de la baila, o Ser el amo del
cotarro.
Ser el principal en algún negocio.
Úsase también para indicar al que se
impone a los demás, generalmente por
la fuerza.
AMOR
— 47
AMOR
Tal amo, tal criado. — V. Como canta el
abad, responde el monacillo, o el sacristán.
A dos amos no se puede servir a un tiem-
po. — V. Quien a muchos amos sirve, a
alguno, o a uno ti otro, ha de hacer falta.
A los amos y a los enemigos, comellos y
roellos.
Expresión que se supone puesta en
boca de sirvientes o criados, porque
eso es lo que suelen hacer general-
mente con sus señores.
Quien a muchos amos sirve, a alguno, o a
uno u otro, ha de hacer falta.
No se pueden desempeñar perfecta-
mente las cosas cuando se emprenden
o se tratan muchas a un tiempo.
AMOR. — Al amor no hay fuerza que le
resista. — V. Para el amor y la muerte
no hay cosa fuerte.
Amor con amor se paga.
Enseña la reciprocidad existente en-
tre el beneficio recibido y su corres-
pondencia. Empléase muchas veces en
sentido irónico.
Amor de asno, coz y bocado.
Se dice de aquellos que demuestran
su cariño haciendo un mal, a semejanza
del burro.
Amor de monja, fuego de estopa.
Expresa la poca duración y consis-
tencia de esta clase de amores.
Amor de monja y pedo de fraile, todo es
aire. — V. Amor de monja, fuego de estopa.
Amor de niña, agua en cestilla. — V. Amor
de niño, agua en cestillo.
Amor de niño, agua en cestillo.
Manifiesta la poca duración que sue-
le tener el cariño de los niños, compa-
rándolo con la insubsistencia del agua
que se vertiera en un cesto.
Amor de padre, o de madre, que todo lo
demás es aire.
Indica que sólo el amor de los padres
es seguro, verdadero y desinteresado.
Amor de ratnera, amistad de fraile y con-
vite de mesonero, no puede ser que no te
cueste dinero.
Enseña que la clase de personas cita-
das, aunque parezca que conceden un
favor, no lo hacen más que por el in-
terés.
Amor desordenaáo, raíz es de todo pecado.
Advierte las malas consecuencias que
arrastra consigo tal clase de amor.
Amor iguala lo pequeño a lo sublime, y l&
menos a lo más. — V. Amor no mira lina-
je, ni fe, ni pleito homenaje.
Amor loco, yo por vos, y vos por otro.
Muchas veces, la persona que es muy
amada de uno, suele amar a otro que
no le corresponde.
Amor no dice: basta.
Enseña que el amor es ambicioso,
puesto que mientras más se posee, más
se desea conseguir.
Amor no mira linaje, ni fe, ni pleito ho-
menaje.
Enseña cómo el amor es tan capri-
choso e impetuoso por naturaleza, que
con tal de satisfacer sus aspiraciones,
no repara en la diferencia de esferas
sociales ni en faltar a la debida fideli-
dad, atropellando por todo género de
consideraciones.
Amor nunca dice : basta. — V. Amor no
dice : basta.
Amor, opinión y fortuna corren la tuna.
Denota lo voluble e incierto de estas
tres cosas.
Amor tiene cataratas.
Da a entender que el amor ciega de
tal manera, que no permite ver los de-
fectos o faltas del ser amado.
Amor trompero, cuantas veo, tantas quiero.
Trompero significa veleidoso, voluble,
voltario, como sucede con el trompo al
dar vueltas; y no engañoso, cual creen
algunos, como si se tratara de derivarlo
del francés trompeur. — Censura la faci-
lidad con que algunos se enamoran de
cuantas mujeres ven.
Amor y señorío no quieren compañía.
Indica que ninguna de ambas cosas
agrada repartirlas al que las posee,
pues las quiere para sí solo.
.1 mucho amor, mucho perdón.
Exhorta a emplear la mayor indul-
gencia posible con aquel que se duele
entrañablemente de su yerro.
Ándate a amor por amor v apelo por pelo.
Enseña a buscar la reciprocidad en
las cosas.
Ausencia, ene?niga de amor, cuan lejos de
ojo, tan lejos de corazón. — V. Ausencias
causan olvido.
Cada uno decía del amor que tenia. —
V. De la abundancia del corazón habla
la lengua, o la boca.
AMOR
AMOR
Crecer en amor como fuego en estopas.
Aumentar esta pasión de una manera
violenta.
Dar como por amor de Dios.
Dar como de gracia lo que se debe
de justicia, o dar como de mala gana.
Donde asiste amor no hay pecho avariento.
Expresa lo desinteresado que es el
verdadero cariño.
Donde habla amor puro, no hay cosa más
extranjera que los colores retóricos.
Indica que para expresar el amor bas-
ta dejar hablar al corazón, huyendo de
la corrección empleada para las obras
que se hacen siguiendo las reglas del
arte de bien decir.
Donde hay amor hay dolor.
Da a entender que las penas de las
personas queridas se sienten cual si
fueran propias. También expresa que
como el verdadero amor suele ser ce-
loso, no es extraño que vayan unidos a
las satisfacciones del cariño los rabio-
sos tormentos de los celos.
Donde hay mucho amor no suele haber de-
masiada desenvoltura.
Manifiesta que el verdadero amor no
es deshonesto ni atrevido.
El amor a ninguno da honor, y a todos,
dolor.
Enseña que los efectos de toda pa-
sión ciega son siempre más o menos
humillantes y sensibles.
El amor de la mujer desarma al más va-
liente.
Denota que por muy grande que sea
el enfado de un hombre, desaparece
con una caricia recibida de la mujer
enamorada.
El amor de la ?nujer se echa de ver en la
ropa del marido.
Es decir, en la manera de cuidarlo;
pues la que no le tiene gran cariño, no
se preocupa de que vaya mal vestido
o con el traje sucio.
El amor de los asnos e?itra a coces y a bo-
cados. — V. Amor de asno, coz y bocado.
El amor de los gatos, a voces por los te-
jados.
Dícese de los que tienen a gala vana-
gloriarse o contar sus empresas amoro-
sas por todas partes.
El amor desasna a las gentes.
Denota la poderosa influencia que el
amor ejerce en los seres, pues aun los
más toscos y rudos se ilustran y afi-
nan para agradar más al objeto de sus
ansias.
El amor es juego de bazas, en que cada
carta e?icuentra su compañera.
Denota que el amor volandero llega
un momento en que encuentra otro que
le completa, deteniéndose en él para
siempre.
El amor espiritual se vuelve carnal, como
el buen vino se vuelve vinagre.
Es decir, con el trato y con el tiempo.
El amor es poderoso como la muerte. —
V. Para el amor y la muerte no hay cosa
fuerte.
El amor es un egoís?no entre dos.
Denota que los amantes quieren el
mismo bien para ambos, porque aunque
son dos seres, se consideran como uno
solo.
El amor hace sutil al hombre que es rudo.
Da a entender que el deseo de agra-
dar a la persona amada hace fino al
hombre más tosco.
El amor mira con unos anteojos que hacen
parecer oro al cobre; a la pobreza, rique-
za, y a las légañas, perlas.
Denota que el amor ciega de tal
modo, que hace a las cosas parecer lo
que nosotros queremos, y no lo que en
realidad son.
El amor ni mira respetos ni guarda tér-
minos de razón en sus discursos.
El amor vehemente lo atropella todo,
considerándolo como supeditado a la
fuerza de su pasión.
El amor ni nace ni puede crecer, si no es
al arrimo de la esperanza.
Confiar en el logro de lo apetecido
mantiene la fe del amante; si ésta se
pierde, el amor muere.
El amor no da baratos sus gustos.
Enseña que por cada satisfacción que
el amor produce, ocasiona infinitos pe-
sares.
El amor no mueve a amar, ni el odio a abo-
rrecer.
Esto es, que no fuerza al amado a
que corresponda al amador, así como
tampoco al aborrecido respecto del abo-
rrecedor.
El amor no puede estar sin celos.
Enseña que el verdadero enamorado
AMOR
— 49 —
AMOR
siempre teme que alguien le robe el
objeto de su cariño.
El amor no quiere consejo.
Expresa la condición de los amantes,
que rehuye toda clase de advertencias
y consideraciones, dejándose guiar úni-
ca y exclusivamente por la fuerza de
su pasión.
El amor no tiene oirá paga sino el mismo
amor.
Indica que el enamorado no quiere
más recompensa que la de verse co-
rrespondido.
El amor nunca hizo ningún cobarde.
Advierte que los enamorados no ha-
llan nunca obstáculos que no se crean
capaces de vencer.
El amor por los ojos entra .
Da a entender que el sentido de la
vista es el agente que más poderosa y
eficazmente influye en el corazón.
El amor se cría. — V. El trato engendra
cariño.
El amor siempre habla mentiroso.
Meteroso dice el Arcipreste de Hita,
y su comentador, el Sr. Sánchez, lo in-
terpreta medroso, lo que se me antoja
un solemne disparate; pues claro se ve
que lo que indica es que el enamorado
siempre miente para conseguir lo que
desea.
El amor sin conversación es bachiller sin
repetidor.
Enseña cuánto contribuye el trato
frecuente para aumentar el cariño, por
lo persuasivo que es de suyo, en tales
casos, el lenguaje oral.
El amor tiene la misma condicio'n que la
muerte, que así acomete los altos alcáza-
res de los reyes como las humildes chozas
de los pastores. — V. Para el amor y la
muerte no hay cosa fuerte.
El amor tiene por padre al conocimiento. —
V. El amor por los ojos entra.
El amor todas las cosas iguala.— -V '. Amor
no mira linaje, ni fe, ni pleito homenaje.
El amor todo lo iguala. — V. Amor no mira
linaje, ni fe, ni pleito Jwmenaje.
El amor unas veces vuela y otras anda.
Quiere decir que los enamorados son
de dos clases: unos, que se dejan lle-
var de su fantasía, y otros, que sólo
ven la realidad de las cosas, procedien-
do con calma en sus determinaciones.
El amor y el buñuelo lian de comerse en
caliente.
Exhorta a la pronta ejecución de
ciertas cosas, por el temor de que no
se realicen si se aplazan para época
indefinida.
El amor y el deseo entran por los ojos. —
V. El amor por los ojos entra.
El amor y el dinero no se pueden ocultar,
o no pueden estar encubiertos.
El enamorado suele ser poco cauto
para disimular cuál es el objeto de sus
ansias, y el que tiene dinero lo descu-
bre con el gasto, casi siempre exage-
rado, que hace.
El amor y el reinar, nunca admiten com-
pañía.
Indica que en ambas cosas se ha de
ser solo, sin compartirlas con nadie.
El amor y la fe, en las obras se ve. —
V. Obras son amores, que no buenas ra-
zones.
El amor y la guerra son una misma cosa.
Enseña las luchas y disgustos que
ambos suelen llevar consigo.
El amor)' la Iionra no quieren consejo.
Expresa que ambas cosas se rigen
por sí mismas, sin necesidad de ayuda
ajena.
El amor y la señoría no sufre?i compa-
ñía. — V. Amor v señorío no quieren com-
pañía.
El verdadero amor desea mucho, espera
poco y nada pide.
Es concepto del Tasso, lindamente
expresado en su original por medio
del siguiente verso : Brama assai, poco
spera e nulla chiede, que, realmente, no
necesita explicación.
El verdadero amor no se divide.
Expresa que el cariño verdadero no
puede profesarse más que a una sola
persona.
En casos de amor, mejor es huir que espe-
rar la batalla.
El que no quiera exponerse a ser
vencido por el amor, obrará cuerda-
mente retirándose a tiempo, por mu-
cha confianza que en sí propio tenga.
Es dulce el amor de la patria.
Como lo es el de la madre, toda vez
que la patria hace las veces de tal.
Es imposible amor_y consideración.
Denota que la vehemencia de la pa-
4
AMOR
— 50 —
AMOR
sión en cierta clase de personas, hace
que éstas se olviden del respeto debi-
do al bello sexo.
Las cosas de amor avivan el ingenio y tam-
bién quieren plática. — V. El amor des-
asna a las gentes, o El amor sin conver-
sación es bachiller sin repetidor.
Más se saca con amor que con dolor. —
V. Más moscas se cogen con miel que no
con hiél.
Mientras más amor, más temores.
Expresa que el verdadero cariño su-
fre infinitos sobresaltos por miedo a
perderlo.
No hay amor sin celos, ni cordura sin rece-
los.—V. Nunca amor se engendro' sin celos.
No hay amor sin esperanza. — V. El amor
ni nace ni puede crecer, si no es al arrimo
de la esperanza.
No junta bien amor dos que las leyes di-
viden.
Las personas separadas por auto ju-
dicial no es fácil que vuelvan a profe-
sarse el cariño que existiera antes de
la intervención del juez.
Nunca amor se engendró sin celos.
Indica que el amor y los celos van
siempre juntos, sobre todo cuando
aquél es vehemente.
Nunca fué desdichado amor que fué cono-
cido.
El amor sincero y reconocido como
tal por la persona amada, suele obtener
correspondencia.
Para el amor no hay lugar excusado.
El amor en todas partes causa estra-
gos, desde el más elevado palacio hasta
la más humilde choza.
Para el amor y la muerte no hay cosa
fuerte.
Pondera el tiránico poder que por
distintos medios ejercen estas dos en-
tidades, a cuyo omnímodo influjo no es
dado a nadie el substraerse.
Por más que el amor se encubra, mal se
disimula. — V. El amox y el dinero n>-> se
pueden ocultar.
Suele suceder con el amor lo que con la
sopa : las primeras cucharadas son muy
calientes, pero las que siguen se van en-
J fiando .
El amor suele entrar muy de prisa y
con gran vehemencia; pero después en-
tra la reflexión y el fuego decae.
Todo lo vence el amor. — V. Para el amor
y la muerte no hay cosa fuerte.
Un amor saca a otro.
Indica que la novedad de un amor
hace olvidar con facilidad el que se
tenía anteriormente.
Amores en mujer fea, ningún cristiano
los rea.
Demuestra que las mujeres poco
agraciadas, cuando se enamoran, son
mucho más exigentes que las hermo-
sas, quizá por el miedo que tienen de
no verse verdaderamente correspon-
didas.
Amores nuevos olvidan viejos. — V. Un
amor saca a otro.
Amores y diablos y dineros no se pueden
encubrir.
Enseña ser tan poderosa la índole de
estas entidades, que por mucho que se
esfuerce uno en ocultarlas, sus mismas
obras acaban por hacerlas patentes.
Amores y dolores mal se pueden encubrir.
V. Amores y diablos y dineros no se pue-
den encubrir.
Amores y dolores quitan el sueño.
Significa lo muy preocupado y dis-
traído que anda el que está dominado
por una pasión amorosa o abrumado
de penas.
De los amores y las cañas, las entra-
das.
El amor a los principios es más vehe-
mente, así como en el juego de cañas
es mayor el ardor y gallardía con que
se empieza.
En los principios de los amores, los des-
denes suelen ser parte para acabarlos.
El hallar franco el camino en amor
suele enfriarlo, por ver la facilidad de
conseguir lo que se desea; por el con-
trario, las dificultades enardecen y ex-
citan el amor propio, que por no ver-
se derrotado se interesa y lucha cada
vez más.
Los yerros por amores, dignos son de per-
donar.
Denota que las faltas que se come-
ten, cuando son hijas del cariño, deben
ser excusables.
Quien se casa por amores, ha de vivir con
dolores, o Quien casi con amores, ese
vive con dolores. — V. Quien se casa por
amores, malos días y buenas noches.
AMPO
— íi —
ANCHO
Quien se casa por amores, malos días y
buenas noches.
Censura a los que, dando oídos sola-
mente a su pasión, contraen matrimo-
nio sin contar con lo necesario para
subvenir a los gastos de su nuevo esta-
do: sólo la posesión del ser amado en-
dulza por un momento la desespera-
ción de la falta de recursos.
Vanse los amores y quedan los dolores.
Denota cómo a la satisfacción de los
gustos imprudentes no tarda en seguir
el arrepentimiento, tanto más doloroso
cuanto menos remediable.
AMPO. — Ser como el ampo de la nieve.
Ser blanco como ella.
AMPOLLETA. — No soltar la ampolle-
ta, o Tomar la ampolleta.
Hablar con exceso, sin dejar que
tome nadie parte en la conversación.
Ser capaz alguna persona de tragarse la
ampolleta del óleo, con estopas y todo.
Se dice de las personas ansiosas y
exageradas en comer.
ANA BOLENA. — Es una Ana Bolena.
Aplícase a la mujer sumamente des-
envuelta, con alusión a una querida del
rey de Inglaterra Enrique VIII así lla-
mada, y a la cual sentó en su trono
después de haber repudiado inicua-
mente a su legítima esposa, Catalina de
Aragón.
ÁNADE. — El ánade, la mujer y la cabra,
es mala cosa siendo magra.
Expresa lo poco recomendable que
es la falta de carnes en cualquiera de
los tres seres citados.
Cantar las tres ánades, madre.
Expresión con que se da a entender
que alguno camina alegremente y sin
sentir el trabajo.
ANCA. — No ser anca de rana. — V. No
tener pelo de tonto.
Llevar, o traer, a las ancas.
Mantener o tener alguno a sus expen-
sas a otra persona.
No aguantar, o sufrir, ancas.
Ser uno poco tolerante, no consin-
tiendo burlas, bromas o injurias.
ÁNCORA. — Ser el áncora de esperanza,
o de salvación.
Aplícase al sujeto u objeto en quien
funda uno el único remedio a un gra-
ve peligro, como sucede con las em-
barcaciones que, estando a pique de
naufragar, se apela en ellas al último
recurso que queda, cual es echar al
mar un ancla muy grande, así llamada,
y sólo destinada para los casos del ma-
yor apuro.
ANCHA. — ¡Ancha Castilla!
Expresión familiar con que se alienta
uno a sí mismo, o a otros, a usar de li-
beralidad y franqueza, o a obrar libre
y desembarazadamente, sin guardar mi-
ramientos o sin reparar en riesgos ni
dificultades.
ANCHO. — Beber por lo ancho y dar a
beber por lo angosto.
Dícese contra los egoístas. — V. La
ley del embudo.
Estar, o ponerse, muy ancho, o tan
ancho.
Enorgullecerse con los elogios que
se reciben.
Tantas en ancho como en largo.
Locución anticuada que se usaba para
dar a entender que alguna cosa se había
hecho cumplidamente y a satisfacción
y pleno deseo de alguno.
Venirle a uno muy ancho alguna cosa.
Darse por satisfecho o muy contento
con que le suceda aquello de que se
trata. — Tenerle cuenta.
La Academia, no comprendiendo el
quid pro quo popular que motivó se-
mejante frase, la explica asaz torpe-
mente en los siguientes términos: «Ser
sobrada alguna cosa para el mérito de
la persona a quien se da»; y, partiendo
de tal error, inventa el reverso de dicha
frase (puesto que ésta no existe en
castellano), autorizando el empleo de
Venir angosto en significación de «no
ser bastante alguna cosa a satisfacer el
ánimo, la ambición o el mérito».
Venirle a uno muy ancho es frase
que se debe seguramente a un quid pro
quo del pueblo, el cual, viendo que
aticho y holgado son sinónimos, no re-
paró en substituir aquella voz a ésta,
sin hacerse cargo de que lo holgado no
tiene que ver aquí con la dimensión,
sino con la cualidad de alegría en el
ánimo, esto es, con la holgura o huelga.
Así, por ejemplo, cuando pleitea un po-
bre con un rico y pierde aquél contra
toda razón y derecho, saliendo conde-
ANCHURA
— 52 —
ANDAR
nado encima a sufrir unos cuantos me-
ses de cárcel, si consigue alcanzar in-
dulto, ya puede decir que le ha venido
muy ancho; y, sin embargo, ¡vive Dios,
que no se verifica aquí sobra alguna
para el mérito de la persona, sino falta,
y muy grave, en contra de la justicia
que le asistía!
ANCHURA. — ¡Anchura!, que viene el
carro de la bastirá.
Aplícase a los necios y orgullosos
que creen merecérselo todo, aun cuan-
do sus méritos son negativos.
ANDADAS. — Volver a las andadas.
Reincidir en algún vicio, mala cos-
tumbre, tema o impertinencia, etc.
ANDADERAS. — Poder andar sin anda-
deras, o sin andadores.
Modo de hablar con que se da a en-
tender que alguno es bastante hábil
por sí mismo para necesitar del auxilio
o cooperación de otro, como sucede a
los niños cuando, habiéndose soltado a
andar, no necesitan ya de ninguno de
aquellos dos mecanismos.
ANDADORES. — No haber menester de
andadores, o Poder andar sin anda-
dores.— V. Poder andar sin anda-
deras.
ANDALUCÍA. — En Andalucía sacan
a los niños de las cunas a los caballos.
Expresa lo buenos jinetes que sue-
len ser los andaluces, como acostum-
brados que están a montar desde muy
pequeños.
ANDALUZ.— Al andaluz, hacerle la cruz;
y si es de Utrera, desde afuera.
Alude a lo temibles que se hicieron
en Flandes los soldados andaluces, y
singularmente los naturales de Utrera,
como puede verse extensamente en el
Epilogo de Utrera, por el licenciado don
Pedro Román Meléndez.
Al andaluz hazle la cruz. Algunos aña-
den : al se:'il!a?io, con una y otra mano, y
al cordobés, con manos y pies.
Nos enseña a separarnos de los cita-
dos, sin querer amistad con ellos, por
ser personas poco recomendables para
nuestro trato. Ya hemos indicado en
refranes similares a éste el sentido en
que deben tomarse.
Del andaluz, guarda tu capuz.
Moteja de ladrones a los andaluces.
ANDANA.— Llamarse andana, o antana.
Andar atrás; esto es, desdecirse o re-
tractarse.
ANDANADA.— Echarle, o soltarle, a uno
una andanada.
Reprenderle o reconvenirle agria y
severamente.
Salir con una andanada.
Decir una tontería; una salida de pie
de banco.
ANDANZA. — Las buenas andanzas, por
la mayor parte, no vienen sin el contra-
peso de desdichas.
Da a entender que en la vida, por lo
general, suele ir el placer amargado por
el dolor.
ANDAR.— A más andar.
A toda prisa, a marchas forzadas.
Andar a la que salta.
Darse a la buena vida y no traba-
jar. — Aprovecharse de las ocasiones
para sus fines particulares.
Andar a las bonicas.
No empeñarse ni esforzarse en algu-
na cosa, sino tomarla sin trabajo y có-
modamente.
Andar a mía sobre tuya.
Hacer o decir alguna cosa a porfía,
a competencia, con emulación, y vien-
do quién puede más. Empléase algunas
veces sin el verbo andar.
Andar anidando.
Estar cercana la hora del parto en la
mujer.
Andar tropezando y cayendo.
Cometer varios errores, o experi-
mentar algunos apuros en la materia
que se trae entre manos, o en los me-
dios de subsistencia, en la salud, etc.
Anda y no la quieras, que tiene andares
de mala gallega.
Dícese de las mujeres que tienen
el modo de andar largo, hombruno y
fuerte.
Andew caliente y ríase la gente.
Denota que debe preferirse la como-
didad propia a la opinión ajena, tanto
más cuanto es sumamente difícil agra-
dar a todos.
Anden y ténganse.
Zahiere al que manda a un mismo
tiempo cosas contrarias.
Dime con quién andas, decirte he quién eres.
Expresa que a las personas se las
ANDAS
53
ANGUILA
juzga según la clase de compañías con
que se las ve habitualmente.
El mucho andar trae el poco andar.
El abuso exagerado de una cosa trae
como consecuencia la abstención forzo-
sa de ella.
Entrarse, o venirse, a más andar. — V. A
más ANDAR.
No hay mejor andar que el no parar.
La labor continua, aunque no sea
exagerada, llega a conseguir el fin; no
asi la que se hace con intermitencias.
Quien mal anda, en mal acaba, o mal
acaba.
Denota que el que vive desordenada-
mente tiene por lo común un fin desas-
trado.
Quien no puede andar, que corra.
Úsase cuando se manda lo que es di-
fícil a quien no puede hacer lo fácil.
Tanto andamos como corremos.
Expresión que se suelen dirigir dos
o más personas que, transitando en el
mismo día por diversas y lejanas ca-
lles, se encuentran una o más veces al
paso.
Todo se andará.
Se da a entender al que echa de me-
nos alguna cosa, creyéndola olvidada,
que a su debido tiempo se ejecutará o
se tratará de ella.
Todo se andará si la varita no se rompe,
o se quiebra. — V. Todo se andará.
ANDAS. — En andas y e?i volandas. —
V. En VOLANDAS.
ANDRÉS. — Si es. — No es. — Si es mose'n
Andrés.
Expresa la variedad de pareceres
que reina en una junta o asamblea, de
quevsuele provenir gran vocerío y con-
fusión.
/iNEA. — Se menea como una anea.
Dícese de todo aquello que por su
poca consistencia se mueve fácilmente
a todos lados.
ANGARILLAS. — Ponerse en angarillas.
Ponerse en jarras o en asas.
ÁNGEL. — Cantar como u?i ángel.
Frase familiar con que se da a en-
tender la dulzura y destreza con que
canta alguna persona, suponiendo los
graves concentos con que cantarán los
ángeles en el cielo al Dios tres veces
santo.
Dame de lo que el Ángel trae y San Mi-
guel se ¡leva.
Dame la bota de vino. En la Mancha,
donde tanto abunda el vino, es, por con-
siguiente, barato, y se acostumbra darlo
a los trabajadores desde i.° de marzo
(fiesta del Ángel de la Guarda) hasta
el último día de septiembre, o hasta
el 29 (día del Arcángel San Miguel).
Ser como un ángel, o Ser un ángel.
Dícese de toda persona de genial apa-
cible y candoroso, y también, con espe-
cialidad, de los niños y niñas que os-
tentan facciones bellas y delicadas.
Ser el ángel custodio, o tutelar, de alguno.
Ser su amparo y protección.
Tener ángel, o Tener buen, o mal, ángel.
Tener una persona el don de agradar
a todo el mundo, o, por el contrario, la
desgracia de no gustar a nadie. — Ser
gracioso y ocurrente.
¡Ángeles tuviera yo a la cabecera de mi
cama en la hora de mi muerte, como...!
Modo de aseverar la abundancia o
profusión de aquello de que se trata,
mayormente si alguien lo niega o pone
en duda.
Los ángeles están jugando a los bolos. —
V. Los angelitos se están paseando en
coche.
ANGELITO. — ¡Angelitos al cielo!
Exclamación en que se prorrumpe
al saber la muerte de un párvulo.
Angelitos de Dios, testigos del diablo.
Suele decirse de los niños que, cu-
riosos por naturaleza, cuentan todo lo
que ven, deban o no deban contarlo.
Estar con los angelitos.
Estar dormido o muy distraído. —
V. Estar en Babia.
Los angelitos se están paseando en coche.
Expresión familiar con que se da a
entender que está tronando.
ANGELOTE. — Parecerse a los angelo-
tes de retablo.
Dícese de aquellas personas que sien-
do, al parecer, ayuda de otras, son ayu-
dadas por éstas; a la manera que los
angelotes parecen sostener a los reta-
blos, en tanto que los retablos son los
que sostienen a los angelotes.
ANGUILA. — Anguila empanada, y lam-
prea escabechada.
Es uno de tantos refranes como em-
ÁNGULO
54
ANIMA
plea la gastronomía para indicar, segu-
ramente según el gusto de su inventor,
que la mejor manera de comer ambos
pescados es la indicada respectiva-
mente.
Deslizarse como anguila.
Escurrirse sin esfuerzo alguno de
una cuestión o de un compromiso cual-
quiera.
Quien coge a la anguila por la cola y a la
mujer por la palabra, haga cuenta que
no coge nada.
Da a entender lo poco que debe fiar-
se en las promesas femeninas.
ÁNGULO, —i Qué es ángulo? — Hablar
de lo que no se entiende.
Pónese de relieve la osadía de mu-
chos ignorantes presumidos que se en-
tremeten a juzgar asuntos en que son
completamente legos. Alude al cuento
de aquel viajero que, parándose a mirar
la obra del Escorial, empezó a ponerle
tachas, diciendo que tenía un ángulo
muy defectuoso. Un arquitecto que es-
taba presente le preguntó : «¿Usted sabe
lo que es ángulo?» Y como el aludido,
tras mucho pensar, no contestase, repli-
có el arquitecto: «Pues ángulo es... me-
terse uno a hablar de lo que no en-
tiende.»
Tener alguna persona el ángulo facial
muy obtuso.
Ser extremadamente torpe.
ANILLO. — Anillo en dedo, honra sin pro-
vecho.
Refrán que enseña que así como el
mero adorno no proporciona utilidad
alguna, de igual manera suele suceder
con los honores y distinciones que ca-
recen de emolumentos.
Como anillo de oro en hocico de cerda.
Comparación oriental que se usa para
expresar la inoportunidad de alguna
cosa.
En el capítulo XI, versículo 22, de
los Proverbios de Salomón se lee que
«la belleza en una mujer fatua es como
sortija de oro en el hocico de un cerdo».
Circulus aureus in naribus suis, mulier
pulchra et fatua.
Nosotros decimos también con este
motivo: Como una guitarra en un entie-
rro, y Como un santo Cristo con un par
de pistolas. Los italianos se valen de la
siguiente frase comparativa: Comme Pi-
lato nel Credo.
Cuando te dieren el anillo, pon el dedillo.
Aconseja que se aproveche la ocasión
favorable sin hacer remilgos, no sea
que aquélla se pierda.
Ser de anillo.
Aplícase a las dignidades o empleo-
que son meramente honoríficos, sin ren-
ta ni emolumentos, con alusión a los
obispos de anillo.
Venir como anillo al dedo, o en el dedo.
Frase familiar con que se significa
que alguna cosa se ha dicho o hecho
con oportunidad y apropiadamente, o
con galanura, aludiendo a que el lugar
propio de los anillos son los dedos de
la mano, a los cuales sirven aquéllos de
adorno, y a veces de símbolo de auto-
ridad en la persona que los ostenta.
No importa que se pierdan los anillos, si
quedaron los dedillos. — V. Si se perdieron
los anillos, aquí quedaron los dedillos.
Si se perdieron los anillos, aquí quedaron
los dedillos.
Da a entender que no se debe sentir
mucho la pérdida de lo accesorio cuan-
do se ha salvado lo principal.
ÁNIMA. — Andar como ánima en pena.
Dícese de la persona que anda sola,
aburrida y como esquivando el trato de
las gentes.
Ser el ánima vilis.
Expresión tomada del latín, con que
se denota tratar a alguna persona sin
ningún género de consideración, abu-
sando de ella, cual si fuera un esclavo
o una bestia, y reservándole sólo toda
suerte de trabajos y penalidades.
Un ánima, o un ave, o una mujer, sola,
ni canta, o ni ríe, ni llora.
Deplora las funestas consecuencias
de la soledad o el aislamiento, por no
tener con quién compartir sus goces o
sus penas.
/ Qué cuadro de Ánimas benditas!
Dícese cuando se ve un grupo de
párvulos, mayormente si éstos tienen
destrozado el vestido, o si están pidien-
do de comer.
Ser más interesado que las Ánimas ben-
ditas.
Pondera el ansia codiciosa de alguna
persona, refiriéndose a lo deseosas que
ANIMAL
— 55
AN PEQUERA
están las ánimas de sufragios para salir
de penas.
ANIMAL. — Ningún animal, por fiero que
sea, gusta más de la venganza que la
mujer.
Expresa el carácter vengativo que
suelen tener las mujeres.
Ser alguna persona un animal de bellota.
Ser muy bruta, muy animal, con re-
ferencia al cerdo. — Ser baja y ruin en
su proceder.
Entre los animales feroces, el más ie?nible
es el tirano; entre los domésticos, el doctor.
Ya se deja entender que el segundo
miembro de esta sentencia se refiere al
médico ignorante.
Estar una cosa más llena de animales
que la sábana que vio' San Pedro en Da-
masco .
Hallarse plagada de insectos u otros
bichos inmundos.
Hasta los animales tienen fortuna.
Dice un cantar:
Un lucero en la frente
tiene mi burra;
hasta los animales
tienefi fortuna;
aludiendo a que, por lo general, las
personas menos dotadas de sabiduría
suelen ser las que tienen más suerte.
Los animales de pico a nadie hicieron rico.
Porque lo que se gasta en alimentar-
los no subsana la utilidad o provecho
que suelen proporcionar.
ÁNIMO. — Ánimo a las gachas.
Empléase para alentar a la ejecución
de alguna cosa difícil o trabajosa. Algu-
nos suelen añadir: que son de arrope.
Ánimo vence en guerra, que no arma
buena.
Para conseguir la victoria es la pri-
mera cualidad el valor, pues sin éste,
todas las armas que se empleen serán
malas, por buenas que sean.
El ánimo apasionado, pocas veces acierta
en lo que emprende.
Expresa que cuando se tiene una
preocupación, no se hacen bien las
cosas.
En los ánimos encogidos, minea tuvo lugar
la buena dicha.
Las personas de carácter pusilánime
suelen encontrar dificultades y contra-
riedades en todo lo que les rodea, no
siendo, por tanto, capaces de gozar con
nada.
ANÍS. — Llegar uno a los anises.
Llegar tarde a alguna parte. — V. Lle-
gar a los postres, o al ite misa est.
ANOCHE. — Él anoche se murió, y ella
hoy casarse quiere. ¡Ay del que muere!
Denota lo poco estable que es el
amor en muchas viudas. Aquí de la co-
media de Bretón de los Herreros, Mué-
rete y verás.
ANOCHECEDOR.— Tardío anochece-
dor, mal madrugador.
Da a entender que la persona que se
acuesta muy tarde no es fácil que se
levante temprano.
ANOCHECER. — Anochecer y no ama-
necer.
Desaparecer uno, o una cosa, súbita
e inesperadamente.
ANQUETA. —Estar de media anqueta.
Estar mal sentado, o sentado a me-
dias.
ÁNSAR. — Como el ánsar de Cantimpalos,
que salió' al lobo al camino.
Refrán que se dice por aquellos que
inconsideradamente se exponen a algún
daño o peligro.
ANTAÑO. — Antaño me mordió el sapo, y
hogaño se me hinchó el papo. — V. Anta-
ño murió el mulo, y hogaño le hiede el
culo.
Antaño murió el mulo, y hogaño le hiede
el culo.
Se dice contra los que atribuyen una
cosa presente a causa muy remota.
ANTEOJO. — Mirar, o ver, las cosas con
anteojo de aumento, o de larga vista.
Prever las cosas antes de que suce-
dan. — Ponderarlas, abultarlas y exa-
gerarlas.
Anteojos y sombreros, por tnano de su
dueño.
Porque éste sabe cómo se los ajusta,
en tanto que una persona extraña sue-
le ponerlos de mala manera, ya ladean-
do aquéllos, o ya colocando éste al re-
vés, o de medio lado, etc.
ANTEQUERA. —De Antequera, ni mu-
jer ni montera.
Uno de tantos refranes que no tienen
pies ni cabeza, inventado por alguien
que sufrió algún desengaño amoroso en
aquella ciudad andaluza.
ANTES
56 -
ANO
ANTES. — Antes ciegues que tal veas.
Frase con que se suele contestar a
la persona que nos desea o vaticina
alguna desgracia o mal suceso.
Antes que te cases, mira lo que haces.
Exhorta a que se piense con deteni-
miento, antes de tomar una resolución
extrema en asunto de tal trascendencia,
como que es para toda la vida, para no
tener que arrepentirse después cuando
ya no tiene remedio.
ANTESALA. — No acostumbrar hacer an-
tesalas.
Ser refractario a pedir nada ni adu-
lar a nadie.
ANTÓN. — Antón Perulero, cada cual que
atienda a su juego.
Frase tomada de un juego de mu-
chachos, con la cual se da a entender
que cada uno se meta en sus asuntos,
sin pretender entender en los de los
demás.
Con don Antón te topes.
Frase proverbial usada por vía de
maldición, en recuerdo de D. Antonio
de Luna, que asesinó al arzobispo de
Zaragoza en los disturbios promovidos
por el conde de Urgel.
( Que' quieres que te diga, Antón?
Expresión usada cuando no se sabe
qué contestar a una pregunta, y más
aún cuando se sabe que la respuesta
ha de molestar o ser contraria al deseo
del demandante.
ANTONA. — Mi hija Antona se fué a
misa y volvió' a nona.
Contra las muy aficionadas a andar
callejeando.
ANTONIO.— i Ha devenir Antonio Pérez
a decir lo que habéis de hacer}
Frase histórica que quedó en prover-
bio, y se aplica cuando alguno duda en
el cumplimiento de su deber.
ANTORCHA. — De cualquier lado que se
incline la antorcha, sube la Huma al
cielo.
El mérito halla su recompensa tarde
o temprano, y resplandece siempre, por
más arterías que se pongan en juego
para evitarlo.
Ser como la antorcha, que, alumbrando a
otro, consúmese y se deshace.
Alude a los que por beneficiar a otro
se perjudican a sí propios.
ANTRUEJO. — Ni antruejo sin luna, ni
feria sin puta, ni piara sin artuha.
Significa que en carnestolendas hay
siempre luna nueva, en las ferias ma-
las mujeres y en los rebaños alguna ove-
ja a quien se le haya muerto la cría.
ANTUVIÓN. — Jugar de antuvión.
Adelantarse o ganar por la mano al
que quiere hacer algún daño o agravio.
ANUNCIAR. — Quien más anuncia, mas
vende.
No hay como la propaganda para dar-
se a conocer las personas y las cosas.
ANVERSO. — No hay anverso sin rever-
so.— V. No hay cuesta arriba sin cuesta
abajo, o No hay atajo sin trabajo, o El
que algo quiere, algo le cuesta.
ANZUELO. — Caer, o picar, en el anzue-
lo, o Tragar el anzuelo.
Dejarse engañar.— V. Caer en el lazo.
Echar el anzuelo.
Emplear estratagemas. — Salir las mu
jeres en busca de novio.
Morder en el anzuelo. — V. Caer, o picar,
en el anzuelo.
Ni el anzuelo ni la caña, mas el cebo las
engaña.
Refiérese a las mujeres que por el
interés, más que por la figura ni las do-
tes personales, asienten a los ofreci-
mientos amorosos que se les hacen.
Pescar con anzuelo de oro.
Sobornar, comprar, cohechar, co-
rromper con dádivas.
Roer el anzuelo.
Libertarse de algún riesgo, burlándo-
se del que nos lo había preparado.
AÑICOS. — Hacerse añicos.
Romperse, quebrarse en pedazos pe-
queños.
AÑIL. — Aunque todo sea a.ñü,poco /
teñir.
Manifiesta lo poco que puede hacer-
se cuando los medios son escasos.
AÑO.— A buen año y malo, molinero u hor-
telano.
Denota la utilidad casi cierta que
rinden estos dos oficios, tanto en los
años abundantes como en los escasos.
Al año tuerto, el huerto; al tuerto tuerto,
la cabra y el huerto; al tuerto retuerto,
la cabra, el huerto y el puerco.
Expresa que en los años estériles
debe cultivarse la granjeria, el ganado
ANO
57 —
ANO
cabrío y el de cerda, por proporcionar
los recursos más útiles y seguros.
Al cabo del año, más come el muerto que el
sano.
Denota lo mucho que suele gastarse
en el primer año después de la muerte
de una persona, en sufragios, lutos, tes
tamentaría, etc.
Año de Bacares, nunca lo alabes.
Refrán usado en la provincia de Al-
mería, de cuya capital dista aquella
villa nueve leguas. La razón de ser de
dicho refrán se funda en que, hallándo-
se situado aquel pueblo en una sierra
de media legua próximamente de ex-
tensión, cuya cima está por lo regu-
lar cubierta de nieve desde octubre
a mayo, el año en que por razón de
la escasez de nieves y heladas disfru-
ta aquella localidad de buena cosecha,
suele resentirse de tenerla mala el
resto de la provincia, por carecer de
las aguas bajadas de la sierra que fe-
cundicen sus tierras.
Año de brevas, nunca le veas.
Los años en que hay abundancia de
brevas suelen ser estériles en lo demás.
Año de gamones, año de montones.
Da a entender que en el año abun-
dante en gamones (asfódelos) suele ser
buena la cosecha de cereales.
Año de heladas, año de parvas.
Denota que en los años que hiela
mucho puede esperarse una cosecha
abundante, porque arraigando y ence-
pando bien los panes por el hielo, pro-
ducen mayores las espigas y el grano
muy lleno y pesado.
Año de muchas endrinas, pocas hacinas.
El año que es abundante en esta
fruta es escaso de cosecha de granos.
Año de nieves, año de bienes.
Significa que la cosecha de frutos sue-
le ser muy abundante cuando va prece-
dida de grandes nevadas.
Año de ovejas, año de abejas.
Da a entender que el que es bueno
para una de estas dos granjerias, lo es
también para la otra.
Año derechero, el besugo al sol y el horna-
zo al fuego.
Advierte que para que sea bueno el
año ha de hacer sol en noviembre, que
es cuando se empieza a comer besu-
gos, y llover por abril, que es cuando-
se come los hornazos.
Año de Ronda, malo para la redonda. Otros
dicen : Año de Ronda, nunca lo veas.
Estos refranes significan que cuando
las condiciones climatológicas convie-
nen a los agricultores de Ronda, no fa-
vorecen a los restantes de la comarca
para sus labores.
Año de Ronda, nunca lo veas; a hombre de
Ronda, nunca lo creas.
Indica que en el pueblo citado no se
pasa la vida bien, así como que sus na-
turales no son muy dignos de crédito.
Año lluvioso, échate de codo.
Cuando el año es de muchas lluvias
está ocioso el labrador, porque no pue-
de hacer las labores del campo.
Año malo, panadera en todo cabo.
El oficio de panadera es más útil en
los años estériles.
Año nuevo, vida nueva.
Refrán que se suele emplear indican-
do el propósito de cambiar de género
de vida desde el año entrante.
Cual el año, tal el jarro.
Advierte que el jarro con que se dé
de beber sea chico o grande, según haya
sido abundante o escasa la cosecha de
vino. Úsase también para expresar la
necesidad que hay de que los gastos
no excedan a los medios de cubrirlos.
¿ Cuándo? — El año blando.
Contestación que se suele dar cuan-
do se hace una pregunta importuna o
intempestiva.
Cuando el año va a acabar, entierro el
habar.
Recomienda a los labradores que en
el mes de diciembre hagan la citada
operación agrícola si quieren recoger
buena cosecha de habas.
El año de la Xana, o de la Nanita.
Expresión familiar con que se da a
entender una época incierta, general-
mente muy remota.
El año de la sierra, no le traiga Dios a la
tierra.
Da a entender que el año que es bue-
no para la sierra no lo es para la tierra
llana.
El año de siete, deja la España y vete, o El
año de siete, toma tu capa y vete.
Refranes que se inventaron con mo-
ANO
- 5»
ANO
tivo de lo castigada de la landre que se
vio casi toda España en el año 1507.
El año seco tras el mojado, guarda la latía
y vende el hilado.
Se dice así porque pesa menos en-
tonces el vellón, habiéndose lavado,
antes de trasquilarle, con las lluvias, y
por eso aconseja que se guarde para
venderlo cuando haya tiempo húmedo.
El hilado, en tiempo seco, pierde lo co-
rreoso y se quiebra con facilidad; por
eso aconseja que se venda y no se guar-
de cuando hace ese tiempo.
El mal año entra nadando.
La excesiva lluvia al principio del
año daña mucho, porque se desubstan-
cia la tierra.
En año bueno, el grano es heno; en año
malo, la paja es grano.
Denota los distintos efectos que cau-
san la abundancia y la carestía ocasio-
nada por la escasez.
En año caro, harnero espeso y cedazo claro.
Advierte la economía con que se
debe vivir en los años estériles.
En buen año y mal año, ten tu vientre
reglado.
Advierte que ni por lo barato ni por
lo caro del año se falte a la templanza
en el comer.
Estar de buen año.
Estar gorda y bien tratada una per-
sona. Alúdese a los animales cebones,
por lo cual esta expresión no se debe
emplear más que entre personas de
mucha confianza.
Hora ha un año, cuatrocientas; y hogaño,
cuatro ciegas.
Dícese de las cabras, por lo expues-
tas que están a morir de la morriña.
Lo que fio fué en tu año, no fué en tu
daño.
Explica que no debemos hacer duelo
por los acaecimientos pasados que no
estuvieron a nuestro cuidado y de los
cuales no somos, por lo tanto, respon-
sables en manera alguna.
L > que no sucede en un año, sucede en una
hora.
Denota la contingencia y variedad de
los sucesos de la vida. Empléase tam-
bién con los verbos acaecer, hacer y ocu-
rrir; la palabra hora la substituyen mu-
chos por rato.
Mal año, o buen año, cuatro caben en un
banco.
Alude a los oficios o cargos de Justi-
cia, que en las iglesias de los lugares
tienen banco señalado y suelen ser cua-
tro: alcalde, dos regidores y el procu-
rador síndico.
Mal año para tal o cual cosa o persona.
Expresión que se emplea a modo de
imprecación.
Más produce el año que el campo bien la-
brado.
El temperamento y estaciones favo-
rables hacen producir por sí más frutos
que las labores solas.
Más vale año tardío que vacío.
Además de su sentido recto, denota
que por malo que sea esperar mucho
tiempo una cosa, siempre es mejor que
dejarla de conseguir. — V. Más vale
tarde que nunca.
No digas mal del año hasta que sea pasado.
No se debe juzgar de ligero, sino con
conocimiento total de causa.
No hay mal año por piedra, mas ¡guay de
a quien acierta!
No se pierde la cosecha en toda una
provincia porque se apedree algún tér-
mino; pero sí quedan perdidos los due-
ños de las heredades donde descarga
la nube o tempestad que trae la piedra.
No me lleves, año, que yo te iré alcanzando.
Da a entender el deseo natural en los
viejos de prolongar cada año su vida.
No me muero este año.
Suelen prorrumpir en esta frase ios
andaluces al conseguir sacar entera la
corteza de una naranja que se monda
en forma espiral con instrumento cor-
tante.
Pasar el año de noviciado.
Sufrir por cierto espacio de tiempo
las penalidades inherentes a todo aquel
que hace méritos para llegar a alcanzar
un destino, ocupación, empresa, etc.
Poda tardío y siembra temprano; si erra-
res un año, acertarás cuatro.
Aconseja podar las viñas y árboles
tarde, por que no se hielen, y sembrar
el grano temprano, por que nazca con
las primeras aguas del otoño.
Quien en un año quiere ser rico, al medio
le ahorcan.
Como quiera que las riquezas impro-
ANO
59
ANO
visadas suelen ser adquiridas por me-
dios ilícitos, de ahí el que, una vez des-
cubierta su ilegítima procedencia, aca-
rreen la desventura del que las posee.
Saber uno bastante para su año.
Saber manejar sus negocios con más
habilidad de lo que a primera vista
parece.
Te ¡te quitado un año.
Frase que pronuncian los muchachos
cuando, al ir andando, pasan una pierna
por encima de la cabeza de alguna per-
sona que se halla sentada en el suelo.
Dicho se está que tantas cuantas ve-
ces ejecutan semejante acción, aseguran
quitar igual número de años. ¡Lástima
que no sea verdad tanta belleza!
Todo el año queda para tirar de hebra.
Expresión proverbial con que se da
a entender que sobra tiempo para hacer
alguna cosa.
Una en el año, y ésa en tu daño.
Se dice de quien al cabo de mucho
tiempo se determina a hacer alguna
cosa y ésa le sale mal.
Un año cayeron Domingo de Ramos y la
Cruz en Jueves Santo.
Quisicosa que se dice cuando se oye
narrar algo estupendo en la apariencia,
pero que no tiene nada de extraño en
la realidad; a la manera que cierto sa-
cristán llamado Domingo de Ramos se
cayó al suelo con la cruz que llevaba,
yendo de procesión en cierto día de
Jueves Santo.
Cien años de guerra, y no un día de batalla.
Se aconseja que aunque se haga la
guerra se procuren evitar los riesgos
de una batalla, por lo que se aventura
en ella.
En años nones no hay que tenter ciclones;
en años pares los habrá a millares.
Dicho supersticioso de los marineros.
En diez años de plazo que tenemos, ¿el rey,
el asno o yo, no moriremos?
Ciertas promesas se hacen en vista
de que, contando con el largo plazo que
se les ha prefijado, será muy probable
ocurra alguna circunstancia notable por
la cual quede uno exento de llevarlas
a cabo.
En término de diez años, o morirá el ele-
fante, o yo, o el Turco. — V. En diez
anos de plazo que tenemos, etc.
Los años de Pedro.
El espacio de veinticinco años, que
fué el tiempo que rigió San Pedro la
Iglesia de Roma. Por eso, al elevar al
sumo pontificado a un nuevo papa, se
le dice: Sánete pater, non videbis annos
Petri (Padre santo, no veréis los años de
Pedro.) Semejante predicción se ha ve-
nido realizando constantemente hasta
Pío LX, pues éste, por ser en todo nota-
ble y excepcional, ciñó la tiara durante
treinta y dos años (16 de junio de 1846
a 7 de febrero de 1878), muriendo a los
ochenta y cinco de su laboriosa y per-
seguida existencia.
Los años no se van en balde.
El transcurso del tiempo tiene que
producir forzosamente un efecto sensi-
ble sobre el físico y el moral de las per-
sonas.— La edad hace a los hombres
diestros y precavidos.
Los años que vienen buenos, por abril lo
anuncian truenos.
Superstición que no tiene fundamen-
to alguno, como tantas otras que posee
el pueblo.
ATo en los años están todos los engaños.
Advierte que no sólo los ancianos
tienen tretas y astucias, sino también
algunos mozos.
No hay quince años feos.
Denota que la juventud suple en las
mujeres la falta de hermosura, haciendo
que parezcan bien.
Xo pasar años por una persona.
Representar ésta menos edad de la
que realmente tiene, a causa de hallar-
se muy bien conservada.
¿Quién le ha preguntado los años que
tiene?
Reprensión dirigida a los que hablan
cuando no deben hablar.
Tras los años viene el seso.
Refrán con que se disculpa alguna
acción inconsiderada o travesura en
personas de poca edad.
Viva usted mil años.
Expresión cortesana que se usa para
significar el agradecimiento por la dá-
diva o beneficio recibido; así como tam-
bién por las muestras de afecto y amis-
tad. Úsase asimismo irónicamente para
dar a entender a una persona que está
equivocada en su juicio; v. gr. : Dice
APAGAR
APRENDIZ
usted que son las tres de la tarde y ya
han dado las cinco; viva usted mil años.
Vivir más años que Matusalén.
Dícese de la persona que ha vivido
más años que la edad común, aludien-
do a este patriarca judío, célebre por
su longevidad, pues habiendo nacido
en el año 4227 y muerto en el 3308
(antes de Jesucristo), vivió la respeta-
ble cantidad de novecientos diez y nue-
ve años.
APAGAR. — Apaga y vamonos.
Empléase al ver que una cosa toca a
su término, y también cuando se oye o
ve algo disparatado o absurdo.
APARADOR. — Estar de aparador.
Dícese de las mujeres que están muy
compuestas y en disposición de recibir
visitas a todas horas.
APAREJO. — El buen aparejo hace buen
artífice, o buen obrero.
Da a entender que en todas las cosas,
cuando existen buenos elementos, los
resultados tienen que ser forzosamente
satisfactorios.
Ser de aparejo redondo.
Aplícase a la gente apaletada, con
alusión al traje propio y distintivo de
las mujeres de los pueblos.
APARIENCIA. — Las apariencias en-
gañan, o No hay que fiarse de aparien-
cias.— V. El hábito no hace al monje.
APELACIÓN. — No haber, o no tener,
apelación.
No tener remedio una cosa; no valer
la pena de hablar más de ella.
APERO. — ¡Buen apero!
Denota la inutilidad de alguna per-
sona o cosa. Úsase irónicamente y equi-
vale a : / Qué apaño! ¡ Buen avio! Es frase
usada en Aragón.
APERSONADO. — Ser bien, o mal, aper-
sonado.
Tener buena o mala presencia.
APESTAR. — Estar apestado de alguna
cosa un paraje.
Haber mucha abundancia de ella.
Hiede que apesta.
Frase familiar y jocosa, toda vez que
heder y apestar son sinónimos riguro-
sos, de los muy contados que hay en
nuestro idioma, la cual se usa para pon-
derar el olor malo, fuerte y penetrante
que arroja de sí alguna persona u obje-
to. Tal vez pueda defenderse el que la
palabra apestar significa aquí producir
epidemia.
APETITO. —Apetito agudo no deja crudo
ni menudo. — Y. A buen hambre no hay
pan duro.
Despertar, o abrir, el apetito.
Excitar la gana de comer, ya hablan-
do de manjares delicados, ya por medio
de aperitivos materiales.
ÁPICES. — Estar en los ápices.
Entender una cosa con toda perfec-
ción, conociendo hasta sus menores de-
talles.
APIO. — Mas verde que el apio.
Dícese de todo aquello que tiene un
color verde subido, a semejanza del
que ostentan las hojas de dicha hor-
taliza.
APLACER. — Lo nuevo aplace y lo viejo
satisface.
Denota que aunque las cosas nuevas
a primera vista nos exciten un placer
más vivo, siempre las que tenemos ya
experimentadas nos le causan más ínti-
mo y verdadero. Aplícase comúnmente
hablando del trato de gentes.
APLAUSO. — Ruin consuelo el aplauso
de los muchos. — V. Mal de muchos con-
suelo de TONTOS.
APOSTEMAR. — No apostemársele a
uno alguna cosa. — V. No hacérsele pos-
tema a uno alguna cosa.
APRENDER. — Para aprender, es nece-
sario perder.
La acepción directa está en el juego,
pues cuando se pierde mucho se pone
más atención a fin de evitarlo, y se
aprende el juego más pronto; y tropo-
lógicamente expresa que los golpes o
contrariedades de la vida nos enseñan
a ser cautos y precavidos. También se
suele decir: Perdiendo se aprende.
Para aprender, no hay cosa como enseñar.
Porque, como dice otro refrán, E.
ejercicio hace maestro.
Perdiendo se aprende. — V. Para apren-
der, es necesario perder.
APRENDIZ. — Aprendiz de mucho, maes-
tro de nada.
Satiriza a los que empiezan muchos
estudios sin concluir ninguno y, por
lo tanto, sin profundizar lo debido en
ellos.
APRESURARSE
61 —
AOUI
Aprendiz de Portugal, no sabe coser y
quiere cortar.
Contra los que, hallándose apenas
instruidos en una facultad, oficio, etc.,
quieren emprender obras o trabajos que
exigen mayor caudal de conocimientos.
APRESURARSE. — Apresúrate des-
pacio.
No demorar la ejecución de una cosa,
pero pensándola antes con detenimien-
to. — No proceder de ligero.
Cuanto más me apresuro, más me destru-
yo. — V. No por mucho madrugar ama-
nece más temprano.
APRETAR. — ¡Aprieta, que mañana es
día de fiesta!
Da a entender la sorpresa que nos
causa oír un desatino o ver la afluencia
inopinada de algunas cosas, por lo ge-
neral molestas o desagradables. Tam-
bién se suele decir: ¡Aprieta resfriado!
(Véase.)
¡Aprieta, resfriado!
Frase que se emplea cuando se oye
alguna cosa extraordinaria, como noti-
cia sorprendente, disparate descomu-
nal, trueno fuerte, etc.
Estar muy apretado.
Hallarse en grave peligro, particular-
mente los enfermos.
APUESTA. — Entre éstas y éstas, de caer-
me habrá apuestas.
Apuesta significa en este caso empeño
tenaz, porfía.
APUNTADOR. — Si no hubiera apunta-
dores, no habría comedias.
Se emplea contra los soplones y chis-
mosos, sin los cuales se evitarían mu-
chos disgustos y discusiones en el trato
social. — Contra los que sugieren a otros
las especies que no se les ocurren, a fin
de que puedan salir airosos del trance
comprometido en que se encuentran.
APUNTAR. — Apuntar y no dar.
Prometer y no cumplir. — Intentar
acertar alguna cosa y no conseguirlo.
APUNTE. — / Valiente apunte!
Dícese en Andalucía de las personas
de poca importancia o de conducta o
tipo no muy correctos. Es frase irónica.
APURARSE. — El que se apura, se muere.
Algunos añaden: y al que se muere, lo
entiert an.
Recomienda que se tomen las adver-
sidades con calma, no acongojándose
antes de tiempo.
Nadie se apura por nadie.
Denota lo común que es el mirar con
indiferencia o poco apego los cuidados
ajenos.
AQUEL. — Aquel que ríe ahora, mañana
llora. — V. No hay bien ni mal que cien
años dure.
Tener un aquel.
Voz que se emplea en lugar de algu-
na cualidad que no se quiere o no se
acierta a decir, tal como gracia, atrac-
tivo, acierto, donaire, chiste, etc.
AQUELLO. — Aquello es lo mejor, que a
lo muy bueno más se acerca.
Expresa que, dada la limitación hu-
mana, ya que no podamos llegar a la
perfección suprema, contentémonos
con procurar aproximarnos lo más po-
sible a ella.
/ Ya pareció aquello!
Frase que se emplea cuando ocurre
alguna cosa que se esperaba, presumía
o recelaba.
AQUESTO. — Y quien aquesto os da, os
diera cosa mejor si la tuviera.
Dicho frecuente en boca del pueblo,
para manifestar la buena voluntad con
que hace una dádiva o agasajo, sintien-
do no poder hacerlo de más valor e
importancia.
AQUÍ. — < A qué andar con aquí la puse?
Frase que indica que deben dejarse
los cumplimientos y frivolidades, mar-
chando derecho al grano.
¡Aquí de Dios!
Expresión que se emplea para pedir
auxilio o poner por testigo a Dios de
la verdad de una cosa. Jocosamente di-
cen algunos: ¡Aquí de Dios, que matan
a un gallego!
¡Aquí de Dios y del rey! — V. ¡Aquí de
Dios!
¡Aquí del rey! — V. ¡Aquí de Dios!
¡Aquí fué Troya!
Enzarzarse en una disputa o contien-
da. Úsase más cuando ésta degenera en
batalla campal, empleándose los golpes
en vez de los argumentos.
Aquí te cojo, aquí le mato.
Significa que alguno quiere aprove-
char sin tardanza la ocasión que se le
presenta favorable a sus intereses.
AQUITiBI
— 62 —
ARANA
De aquí allá, pampanitos habrá.
Dícese de las cosas que están muy
lejos de suceder.
Lo quito aquí y lo coloco allí.
Jocoso juego de palabras para mo-
tejar de loco a un sujeto, llamándole
loquito aquí y loco loco allí.
AQUITIBI. — Ser uno un aquitibi.
Calificación que se adjudicaba anti-
guamente a los clérigos de misa y olla.
Fúndase en la costumbre que había
de vestir de sotana, sobrepelliz y bo-
nete a los sacristanes encargados de
llevar los pasos en la Semana Santa, o
las andas o el féretro en los entierros;
y como es propio de dichos actos el ir
cantando por la calle el salmo Misere-
re, y el quinto verso de éste empieza
con las palabras Tibí soli peccavi, el
cual verso se solía cantar en las posas,
paradas o estaciones que se hacían,
de ahí el que, para hacer que se detu-
vieran los portadores en determinado
lugar, se les solía decir : Aquí, Tibí,
de donde el vulgo sacó jocosamente
la locución.
ARA. — Acogerse a las aras.
Refugiarse o tomar asilo.
ARÁBIGO. -Esiar en arábigo una cosa.
Ser muy difícil de entender.
ARADA. — Arada con terrones tío la ha-
cen todos los hombres.
Enseña que la heredad que está ate-
rronada necesita de hombres muy ro-
bustos para penetrarla bien a fin de
que produzca.
ARADO. — Al que anda derecho, ¿quién le
echa el arado atrás?
Expresa que a la persona que cum-
ple honrada y rectamente con su de-
ber, nadie puede echarle en cara falta
alguna.
El arado, rabudo; y el arador, barbudo.
Advierte la conveniencia de que el
arado sea largo de reja, y el arador,
hombre hecho y forzudo.
No prende de ahí el arado.
Denota que la dificultad de una cosa
no consiste en aquello que se cree.
ARADOR. — Arador de palma no lo saca
toda barba.
En la práctica de algunas cosas se
suele encontrar más dificultad que en
la teoría de ellas, razón por la cual no
todos pueden hacer las cosas difíciles
tan fácilmente como parecía antes de
emprenderlas.
No se saca arador con pala de azadón.
Con medios desproporcionados no
se puede conseguir lo que se desea.
ARAGÓN. — A fuer de Aragón, a buen
servicio mal galardón.
Expresa que los aragoneses son des-
agradecidos a los beneficios recibidos.
No hay regla sin excepción; si esto se
considera como regla, pudiera decirse
que las excepciones son en mayor nú-
mero que la regla.
De Aragón, ni hembra ni varán.
Funda el brigadier Nogués este dicho
(Cuentos, etc., aragoneses, por un solda-
do de Borja) en el hecho siguiente :
«Un aragonés de genio endemonia-
do se casó con una navarra que lo
tenía peor. Les cogió en campo raso
una horrorosa tormenta, y al exclamar,
desesperado, el marido: «De Navarra,
ni mujer ni tronada», replicó, furiosa,
su dulcísima mitad: «De Aragón, ni
hembra ni varón.» Aún se repite el
dicho.»
De Aragón, ni viento ni varón, o El vien-
to y el varón no es bueno áe Aragón.
Satiriza injustamente, a nuestro jui-
cio, ambos extremos del reino ara-
gonés.
Negar que negarás, que en Aragón estás.
Pinta el carácter tozudo y terco del
pueblo aragonés.
ARAGONÉS.— Aragonés, falso y cortes.
Refrán irónico a todas luces, pues
sabido es que los aragoneses gozan de
la fama de ser toscos y bruscos en su
trato, pero nobles y francos en su com-
portamiento.
ARANJUEZ. — Ser un Aranjuez.
Tener fuentes en las piernas, por
alusión a las muy notables de este
real sitio.
Ser un nuevo Aranjuez de flores.
Alude al olor que exhalan los jardi-
nes de Aranjuez, llenos, como es sabi-
do, de toda clase de flores.
ARAÑA. — A la araña hurtó la rueca el
diablo, por que saque la tela del rabo.
Sabido es que las arañas, a medida
que caminan, van dejando tras de sí la
babilla con que tejen sus telas.
ARAR
- 63
ÁRBOL
Araña, ¿quién te arañó} — Otra araña
como yo.— V. Ese es tu enemigo, el que es
de tu oficio.
Como el patrón Araña, que embarcaba a
la gente y él se quedaba en tierra. —
V. Parecerse al patrón Araña.
El capitán, o el patrón Araña, embarca,
embarca, y él se queda en tierra. — V. Pa-
recerse al patrón Araña.
Mira una araña. — Con el pie la mata.
Frase vulgar que por el sonsonete
del asonante se suele emplear cuando
se ve alguno de esos animales. Suele
emplearse también (aunque no exista
la araña, ni mucho menos) cuando una
persona, especialmente del sexo bello,
ha estrenado zapatos, para obligarla a
recogerse las faldas y sacar el pie, en
ademán de inmolar al animalito, lu-
ciendo de paso el calzado.
Nunca medre la araña que hila y no de-
vana.
Especie de imprecación contra los
flojos y perezosos que comienzan una
obra y no la siguen hasta su conclu-
sión.
Picóme una araña, y áteme una sábana. —
V. Poco mal, y bien quejado.
Declama contra los que apelan a re-
cursos extremos en materia que no lo
necesita, o desproporcionados para el
suceso adverso que procuran remediar.
/ Qué tres! Araña, Concha y Cortés.
Dícese al ver reunidos tres sujetos,
por lo regular de no muy buenos ante-
cedentes.
Quien no mata la araña, no extingue la
telaraña.
Enseña que para hacer que cesen los
efectos no hay camino mejor que el de
extirpar las causas.
Ser más puerco que la araña.
Dícese familiarmente del sujeto que
es por extremo desaseado. No se com-
prende, a la verdad, de dónde tomó
pie el vulgo para inventar esta compa
ración, toda vez que en el insecto alu-
dido no milita tal circunstancia.
Ser ima araña, o Parecer una araña.
Aplícase a la persona que es muy
aprovechada y vividora.
ARAR. — Ara bien y no te alabes; estercue-
la, y no señales.
Denota que no debe uno envanecer-
se con sus obras, sino ejecutarlas sin
dar cuenta de ellas.
Ara por enjuto o por mojado, y no besarás-
a tu vecino en el rabo.
Preconiza el trabajo constante, sin
fijarse en dificultades ni circunstancias,
como único medio de no quedarse de-
trás de otros que sean más trabajadores.
Parece que viene de arar.
Zahiérese de muy rústica, ignorante
o torpe a una persona.
Quien ara y cria, oro hila.
El cultivo del campo, como la cría de
animales, hace ricos a los labradores.
ÁRBOL. — Árbol de buen natío, toma un
palmo y paga cinco.
Enseña que el buen árbol ocupa poco
terreno y da mucha utilidad.
Árbol sin flor, día sin sol.
Denota que los árboles, para que sean
agradables a la vista, han de tener flo-
res, así como los días nublados entris-
tecen el ánimo.
Árbol sin fruto, digote leño.
El árbol que no produce, sólo es
bueno para quemarlo. Aplícase a las-
personas que no tienen oficio ni bene-
ficio ni sirven para nada.
De buen árbol, buen fruto. — V. De tal
palo, tal astilla.
Del árbol caído todos cortan, o hacen, leña.
Da a entender el desprecio que co-
múnmente se hace de aquel a quien ha
sido contraria la suerte, y la utilidad
que algunos sacan prevaliéndose de su
desgracia.
El árbol que no da fruto, solo es bueno
para leña.—V. Árbol j/« fruto, digote leño.
El árbol y la mujer, regándose fructifican^
Denota que la mujer necesita el ma-
trimonio, como el árbol el riego, para
dar fruto.
Entre el árbol y la corteza no metas la
mano.
Enseña a no desafiar el peligro cuan-
do se ve claramente que es en vano.
No saber de qué árbol ahorcarse.
Estar indeciso para tomar una reso-
lución.
Por los frutos se distingue el buen árbol,
del malo.
Da a entender que el valor y el mé-
rito de las personas se conoce sola-
mente por sus obras.
ARBOLEAS
64 —
ARCADUZ
Quien a buen árbol se arrima, buena som-
bra le cobija.
Da a entender las ventajas que logra
el que tiene protectores poderosos.
Reniego del árbol que ha de dar el fruto a
palos.
Invectiva contra los que, por indoci-
lidad o por pereza, no obran bien sino
a fuerza de castigos o de otra cualquier
clase de estímulos.
Todo árbol es madera, pero el pino no es
caoba.
Todos los hombres somos iguales, a
excepción de la fortuna, posición, ca-
rácter, etc.
Todo árbol que no llevare buen fruto, se
ha de cortar.
Indica que debe exterminarse todo
aquello que no ha de reportar benefi-
cio para nadie.
Un árbol malo no puede dar frutos buenos.
No debe esperarse buenas acciones
de aquella persona cuyos antecedentes
sean reprochables.
Los árboles, en sus frutos se conocen. —
V. De tal palo, tal astilla.
ARBOLEAS. — Si vas a Arboleas, pon
la capa donde la veas, y aunque la veas,
no lo creas.
Arboleas es una villa de la provincia
de Almería, distante de la capital quince
leguas. Como quiera que sus habitantes
son muy dados al juego de naipes y de
la pelota, y que al practicarlo así en la
calle suelen colgar la capa en las tapias
bajas de los corrales, cuya mitad cae na-
turalmente hacia adentro, y como quie-
ra, además, que no faltan allí personas
de intenciones aviesas que se complaz-
can en estar acechando desde su hogar
dicha ocasión para ir en seguida a cortar
un pedazo a la paite de la prenda que
queda escondida, de ahí el origen de
este refrán, con cuyo final se advierte
al jugador que aun cuando está viendo
su capa, no la crea por eso segura de los
tiros malintencionados.
ARBOLETE. — Armarle a uno un arbo-
lete.
Levantarle un falso testimonio; en-
volverle en un mal asunto.
ARBOLITO. — Al arbolito, desde chiqui-
to. — V. Los niños, de pequeños; que no
hay castigo después para ellos.
ARBOLLÓN. — Salir por el arbollón.—
V. Salir uno por el albañal.
ARCA. — Arca llena y arca vacia.
Alternativa de abundancia y escasez
de dinero o de otras cosas.
En arca abierta, el justo peca. — V. Puerta
abierta, al justo tienta, o La ocasión hace
al ladrón.
En arca de avariento, el diablo yace dentro,
o está de, o tiene su, asiento.
Censura la mala cualidad de la ava-
ricia, protegida siempre por el de-
monio.
Reventar como arca vieja.
Aplícase al cajón o cualquier otro
receptáculo que se llena más de lo que
puede contener en sí, y metafóricamen-
te a la persona que come con exceso o
a revefilar, como vulgarmente se suele
decir, aludiendo a la necesidad en qu<-
se encuentra de estallar un arca vieja
puesta en aquellas condiciones. Algu-
nos dicen también: Tronar como arpa
vieja, aludiendo al estallido que produ-
ciría un arpa vieja al estirarse dema-
siado su encordadura.
Sacar el fondo del arca.
Echar el resto para agasajar a uno.—
Vestirse con las mejores ropas que se
posea. Es corriente decir también en
este sentido: Ponerse los trapitos de
cristianar.
Ser el arca de Noé.
Dase este nombre a cualquiera habi-
tación o cofre donde se encierran mu-
chas y diversas cosas, aludiendo al par
de animales de cada especie que man-
dó el Señor a Noé encerrase dentro del
Arca de la alianza juntamente con su
familia, para preservarlos de las aguas
del diluvio. — Frase con que jocosamen-
te se llama a sí misma la persona des-
tituida de recursos, jugando del voca-
blo Noé por no he; esto es, no tengo.
Ser un arca cerrada.
Guardar religiosamente un secreto. —
Persona o cosa de que aún no se tiene
cabal idea.
Tener repleción de sangre en las venas del
arca.
Ser persona de dinero.
ARCADUZ. — Arcaduz de noria, el que
lleno viene, vacio torna.
Se aplica a los que saliendo de su
ARCO
_ 65 -
ARENA
casa a pleitos o pretensiones, después
de gastado su caudal, se vuelven a ella
sin conseguir lo que querían. También
se dice de los habladores y chismosos
que salen dispuestos a esparcir los
cuentos que llevan y regresan después
de haberlos soltado todos.
Ya lleno, ya vacio, como arcaduz de no-
ria.— V. Arcaduz de noria, el que lleno
viene, vacio torna.
ARCO. — Agobiado como arco turquesco.
Comparación usada por Cervantes
(Quijote, parte I, cap. XV) cuando, des-
pués de haber sido apaleado Sancho
por los yangüeses, dice que «se levan-
tó, quedándose agobiado en la mitad del
camino como arco turquesco, sin poder
acabar de enderezarse».
Arco de tejo, recio de armar y flojo de dejo.
Denota que la madera de este árbol
no es la más a propósito para construir
este arma.
Arco de tejo y cureña de serbal, cuando
disparan hecho han el mal.
Indica que, por lo quebradizo de estas
maderas, suele recibir el daño el que
dispara, antes que ofenda, al enemigo.
Arco iris al Poniente, suelta el arado y
vente.
Señal de continuar lluvioso el tiempo.
Arco que mucho brega, o él, o la cuerda.
Advierte que el mucho trabajo que-
branta las fuerzas.
Arco siempre armado, o jlojo o quebrado.
Se da a entender que así como el
arco que está siempre tirante, o se
rompe o pierde la fuerza, así también
las cosas humanas no pueden mante-
nerse mucho tiempo en un estado vio-
lento.
No es posible que esté co?itinuo el arco ar-
mado.— V Arco siempre armado, o flojo
o quebrado.
No ser una cosa ningún arco de iglesia.
No ofrecer gran dificultad para su
ejecución o desempeño.
ARCOS DE LA FRONTERA. — Ar-
cos de la Frontera, quien no tiene
camisa, no necesita lavandera.
Refrán perogrullesco en que sólo en-
tra el sonsonete como único factor.
ARCHIPÁMPANO. — Archipámpano
de Sevilla.
Esta voz archipámpano, de creación
meramente caprichosa y con que se da
a entender una alta dignidad eclesiás-
tica puramente imaginaria, entra en las
siguientes frases proverbiales : Creer
uno ser un archipámpano de Sevilla:
darse cierto aire de importancia, por
estimar que ocupa una elevada posi-
ción, cuando realmente sólo desempe-
ña un cargo más o menos modesto; y
Darse la vida de un archipámpano de
Sevilla, para significar una existencia
sumamente cómoda y regalada.
ARDER. — Arder verde por seco. — V. Pa-
gar justos por pecadores.
ARDILLA. — Ser más ligero que una ar-
dilla.
Aplícase a la persona sumamente
ligera, por ser la agilidad una de las
cualidades más distintivas en este cua-
drúpedo.
ARDITE. — Errar en un ardite.
Equivocarse en muy poco.
No dársele a uno un ardite.
Expresa el poco valor en que se es-
tima o se tiene una persona o cosa. —
No importarle a uno nada algo.
Xo estimarse en, o no importar, o no valer,
un ardite. — V. No dársele a uno un
ardite.
No faltar un ardite.
No faltar nada.
No estimar en dos ardites.
No valer nada una cosa.
ARDOR. — El ardor de la cólera acrecienta
el ánimo.
Indica que aun las personas más pu-
silánimes se manifiestan valientes cuan-
do la cólera les ciega.
ARENA. — Comer arena antes que hacer
vileza.
Exhorta a la virtud, aconsejando que
no se ha de obrar contra ella por más
que estreche la necesidad, sino que se
prefieran las privaciones a los goces
ilícitos.
Escribir en la arena.
Indica la poca firmeza o duración en
lo que se promete, resuelve o deter-
mina.
Eso es lo mismo que quien edifica sobre
arena.
Frase con que se da a entender la
poca duración que tendrá alguna em-
presa, por carecer de bases sólidas.
5
ARENAL
66 —
ARMAR
Sembrar en arena.
Denota lo infructuoso de un trabajo,
así como también lo perdido que es el
hacer beneficios a personas desagrade-
cidas.
ARENAL. — Quien en el arenal siembra,
no trilla pegujares.
El que beneficia a personas indignas,
no debe esperar ni aun agradecimiento.
ARENITAS . — Arenitas de la Serena,
no os olvida quien os huella.
La Serena era un territorio o comarca
perteneciente a la provincia de Bada-
joz, y consistente en diez y ocho villas,
repartidas entre cuatro comunidades.
No es asunto fácil el demostrar hoy si
el inventor de semejante dicho lo hizo
en son de elogio o de censura, aunque
parece más probable que fuera lo pri-
mero.
AREQUIPA. — Arequipa llena de dones,
pendones y muchachos sin calzones.
Arequipa es una ciudad del Perú, tan
pobre como vanidosa: de ahí la sátira.
ARGA. — Arga, Ega y Aragón hacen al
Ebro varón.
Alude a que estos tres afluentes del
Ebro son de bastante importancia, con-
tribuyendo con sus no escasas aguas
al aumento del cauce del río aragonés.
ARGADO. — Argado sobre argado.
Acumular enredos, disparates o tra-
vesuras.
ARGÉN. — Quien tiene argén, tiene todo
bien. — V. Todo lo alcanza el dinero.
ARGOLLA. — Echarle a uno una argo-
lla. — V. Echarle a uno una ese y un
clavo.
En torcida argolla no entra la bola.
Muchos negocios suelen malograrse
por los obstáculos que ponen los con-
trarios.
ARGOS.— Ser un Argos, o Estar hecho un
Argos.
Frase con que se da a entender la
suma vigilancia de alguno, aludiendo
al personaje mitológico de este nom-
bre, de quien cuenta la fábula que te-
nía cien ojos, la mitad de los cuales es-
taban abiertos en tanto que los otros
dormían.
ARGUMENTO.— Ser una prueba, razona-
miento, etc., el argumento Agutíes.
Tener una fuerza incontestable, irre-
batible, por probar hasta la saciedad lo
que se pretende.
ARILLO. — Entrar por el arillo. — V. En-
trar por el ARO.
Hacer entrar, o meter, a uno por el ari-
llo. — V. Hacer entrar, o meter, a uno
por el aro.
ARISTARCO. — Ser un Aristarco.
Aplícase este epíteto a todo crítico
o censor juicioso y severo, con alusión
a un célebre gramático de la antigüe-
dad así llamado, natural de Alejandría,
que publicó nueve libros de correc-
ciones sobre las obras de Homero. —
V. Ser un Zoilo.
ARMA. — Arma ligera, muerte cualquiera.
Se dijo ponderando la vileza y per-
juicio de las armas cortas, que, como
quieren, ejecutan el golpe; y por eso
son tan justamente prohibidas.
Largo y angosto como arma de vizcaíno.
Aplícase a todo objeto, y rara vez a
sujeto, que reúne las dos cualidades
susodichas, con alusión a las antiguas
armas de los naturales de Vizcaya.
Armas y dineros, buenas manos quieren.
Indica que ambas cosas requieren
persona que las sepa manejar, para que
no se estropeen las unas y se dilapiden
y malgasten los otros.
Con las armas en la mano.
Hallarse preparado para una cosa,
aunque no se trate de pelear.
Dar armas al enemigo.
Hacer o decir algo que, siendo en
contra de uno, favorezca a la causa del
adversario.
Esgrimir bien las armas de Caín, o de
Sansón.
Mover bien las mandíbulas o quija-
das; esto es, comer mucho.
Hacerse a las armas. — V. Hacerse a los
GOLPES.
Medir las armas.
Contender de palabra, por escrito o
de otra manera, especialmente en ac-
tos públicos, tales como certámenes,
oposiciones, etc.
Pasarse con armas y bagajes.
Abandonar un partido, escuela, etc.,
para afiliarse a otro de ideas diametral -
mente opuestas.
ARMAR.— -V/ armarla, ni rehusarla.
Enseña que no deben promoverse
ARNÉS
- 67
ARREBOL
disputas, riñas ni controversias; pero,
una vez iniciadas por otros, no debe
rehuirse cobardemente el tomar parte
en ellas.
Quien la armó, que la desarme.
Indica la obligación que tiene el que
causó un mal, de corregirlo o repararlo.
ARNÉS.— Blasonar uno del arnés.
Echar bravatas, jactándose de valen-
tías que no ha ejecutado.
ARO. — Entrar por el aro.
Hacer una cosa, vencido por el arte
o maña de quien a ella quiso obligarlo.
Hacer entrar, o meter, a uno por el aro.
Reducirlo con arte y maña a que
haga lo que se pretende.
Un golpe en el aro y otro en la bota. —
V. Matar dos pájaros de una pedrada,
o de un tiro.
AROMA. — De dame a toma, se pierde
aroma.
Indica que el valor de las cosas no
se mira lo mismo cuando se entregan
que cuando se reciben.
ARPA. — Tronar como arpa vieja. - V. Re-
ventar como arca vieja.
ARPÍA. — Ser una arpía, o Ponerse hecho
una arpía.
Aplícase a la persona huraña y de
genio agreste, y a veces también a la
que es hábil y mañosa para sacarle a
otro sus intereses. Las arpías eran unos
monstruos fabulosos, hijos de Neptuno
y de la Tierra, sumamente voraces, que
al rostro de mujer unían cuerpo de
buitre con alas, garras en los pies y en
las manos, y orejas de oso. Las princi-
pales eran Aello, Ocipete y Celeno.
ARQUITRABE. — ¿Qué es arquitrabe?
Meterse uno a hablar de lo que no sabe. —
V. í Qué es ángulo?, etc.
ARRANCAR. -Ser más tnalo que arran-
cado.
Aplícase a la persona o cosa cuyas
cualidades son sumamente malas, alu-
diendo a las hierbas que se arrancan
de los sembrados por ser inútiles o
perjudiciales.
ARRASTRAR. — Lo que arrastra, hon-
ra. Algunos añaden jocosamente: (Y le
arrastraban las tripas.)
Nota irónicamente el desaliño o ne-
gligencia en el vestir, hasta el extremo
de que vaya arrastrando el traje.
ARRE. — ¡Arre, por amor de Dios! ¡Arre,
en caridad!
Así decía un grandísimo embustero
que iba a caballo en una muía, al mis-
mo tiempo que metía una cuarta de
espuela al desdichado animal. A este
modo es la caridad de muchos falsos
devotos y devotas : en caridad meten
el rejón hasta el alma de sus prójimos,
en caridad los muerden, en caridad los
despedazan.
ARREAR.— ¡Arrea!, que vas por sea (seda).
Frase empleada, sobre todo en An-
dalucía, para ponderar alguna cosa, y
también para mostrar la extrañeza que
produce el oír alguna salida de pie de
banco.
ARREBOL. — Arreboles al amanecer,
agua o viento al anochecer.
Pronóstico que suele hacerse cuando
se ve el cielo de color encarnado en las
primeras horas de la mañana.
Arreboles al anochecer, agua o viento al
amanecer.
Semejante al que dice: Arreboles al
amanecer, agua o viento al anochecer;
con la diferencia de ser distinta la hora
en que se observa el fenómeno indi-
cado.
Arreboles al Oriente, agua amaneciente.
Cuando el cielo está encarnado por
el Este a la caída de la tarde, suele llo-
ver al amanecer.
Arreboles a todos cabos, tiempo de los
diablos.
Pronóstico propio de la Astronomía
popular, que no tiene fundamento cien-
tífico ninguno, aunque en no pocas oca-
siones acierte. — V. Arreboles por todos
los cabos, etc.
Arreboles de Aragón, a la noche con agua
son.
Los arreboles matutinos son precur-
sores de la lluvia por la noche.
Arreboles de la mañana, a la noche son
agua. — V. Arreboles al amanecer, agua
o viento al anochecer.
Arreboles de la noche, a la mañana son
soles.
Contrario al que dice: Arreboles al
anochecer, agua o viento al amanecer.
Aquí el augur pronostica un día claro
y lleno de sol cuando por la noche se
ve el cielo rojizo.
ARREBOLADA
— 68 —
ARROJAR
Arreboles de Portugal, a la mañana sol
serán.
Los arreboles vespertinos anuncian
sol para la mañana siguiente.
Arreboles en Castilla, viejas a la cocina.
Indican, por lo regular, tiempo frío
en esta región, teniéndose, por tanto,
que acoger las viejas al calor del hogar.
Arreboles en Portugal, viejas a solejar. —
V. Arreboles en Castilla, viejas a la co-
cina.
La única diferencia estriba en que en
este refrán se las manda a tomar el sol.
Arreboles/*?/' todos los cabos, año de todos
los diablos.
Cuando todo el cielo se ve encarnado
con frecuencia, pronostica un mal año.
ARREBOLADA. — Arrebolada por la
mañana, a la tarde agua. — V. Arreboles
al amanecer, agua o viento al anochecer.
ARREBOZAR.— Arrebócese con ello.—
Y. Arrópese con ello.
ARREMETER. — Estar una cosa que
arremete.
Hallarse muy sucia, descuidada, as-
querosa.
ARREND ADORCILLO . — Arrenda-
dorcillos, comer con plata y morir en
grillos. — V. ¡Administradorcillos!, co-
mer en plata y morir en grillos.
ARRENDAR. — No arriendo tus esca-
mochos.
Significa que uno se halla tan escaso
de bienes que no puede sobrarle nada,
aludiendo a que la palabra escamocho
significa los restos de la comida o de
la bebida.
No le arriendo la ganancia.
No ser envidiable la suerte de alguno.
ARREOS.— Mis arreos son las armas; mi
descanso, el pelear.
Versos del Romaticero que suelen ci-
tarse para dar a entender que una per-
sona no descansa en el ejercicio de su
profesión, facultad u oficio.
ARREPENTIMIENTO. - Caro cuesta el
arrepentimiento.
Es muy difícil remediar el mal o daño
causado.
Con un buen arrepentimiento se perdo-
na cualquier culpa.
Indica que cuando es verdadero el
pesar de haber hecho alguna cosa, no
es difícil alcanzar el perdón de la falta.
ARRESRITO. — Arrieritos somos y el
camino andarnos, o y en el camino nos
encontrare?nos. — V. Arrieros somos y
el camino andamos, etc.
ARRD2RO. — Arriero perdido, ataharre
de seda.
Se dice de los que están arruinados
y hacen ostentación de riquezas que no
poseen.
Cuando el arriero vende la bota, o sabe a
pez o está rota.
Expresa que cuando una persona
obra en términos que a nosotros nos
parecen descabellados, puede asegu-
rarse que tendrá para ello motivos que
se ocultan a nuestra penetración.
Hasta que no muere el arriero, no se sabe
de quién es la recua.
Se dice de los que hacen alarde de
riquezas que no poseen o aparentan lo
que no tienen.
Más vale ser arriero que borrico.
Más vale mandar que ser mandado,
aunque sea a costa de trabajos y pena-
lidades.
Arrieros somos y el camino andarnos, o y
en el camino nos encontraremos.
Amenaza de que uno se vale cuando
se le niega el favor o la justicia que
pide, manifestando al negador que, por
efecto de las vicisitudes humanas, po-
drá presentarse una ocasión en que
éste necesite del negado, y entonces
sufrirá las represalias.
ARRIESGAR.— Quien no se arriesga no
gana riada. — V. Quien no se aventura
no pasa la mar.
ARRIMÓN. — Estar de arrimón.
Estar uno largo tiempo en acecho,
arrimado a alguna parte.
Hacer el arrimón.
Ir los borrachos arrimándose a las
paredes por no poderse tener dere-
chos. — Antiguamente se decía de los
gigantones, cuando estaban arrimados
a una pared.
ARRISCAR.— Quien no arrisca no apris-
ca. — V. Quien no se aventura no pasa
la mar.
ARROBA. — Echar por arrobas.
Abultar y ponderar mucho las cosas.
ARROJAR. — Arrójemelas y arróje-
selas,^ volvio'melas a arrojar.— V. Pí-
came, Pedro, que picarte quiero.
ARROPAR
69
ARTE
ARROPAR. — ¡Arrópate, que sudas!
Aplícase irónicamente al que, habien-
do trabajado poco, aparenta estar muy
cansado.
Arrópese con ello.
Frase con que uno desprecia o no
admite aquello con que le brindan.
ARROPE.— Dulce como ¿/arrope.— V. Dul-
ce como el CARAMELO.
ARROYO.— A gran arroy -o, pasar postrero.
Aconseja no ser el primero en aco-
meter empresas arduas, hasta ver qué
resultado producen en otro, para, en
caso desgraciado, escarmentar en cabe-
za ajena.
A gran arroyo, pasar primero.
Contrario al que dice que se debe
pasar postrero. En éste se incita a no
acobardarse, sino arrojarse al peligro,
sin fijarse en el mal que pueda sobre-
venir. El uno lo inventó el valor, y el
otro la prudencia.
No hay arroyo sin fuente.
No hay efecto sin causa.
Plantar, o poner, en el arroyo. — V. Plan-
tar, o poner, en la calle, o en ?nedio de la
corriente.
ARROZ. — A quiquiriquí, arroz con ají.
Da a entender que para que el gallo
esté sabroso debe guisarse con arroz
y ajo.
Arroz, con tenedor.
Satirizase a las personas redichas y
demasiado pulcras. — Empléase tam-
bién cuando se ve o escucha algo insó-
lito, por lo general, ridículo.
Arroz y gallo muerto.
Pondérase festivamente la esplendi-
dez de una comida o banquete, aludien-
do a los de las aldeas. Suele emplearse
con los verbos haber y tener.
Comerse, o tragarse, o jamar se, el arroz. —
V. Comerse la partida.
El arroz, el pez y el pepino nacen en agua
y mueren en vino.
Advierte que sobre estos manjares
conviene beber vino mejor que agua,
para que no hagan daño.
Es mejor no menear el arroz, aunque se
pegue.
Recomienda que no se debe recordar
ni sacar la conversación de cosas eno-
josas o que puedan molestar. También
se suele decir: Peor es meneallo.
Estar de arroz y gallo muerto.
Estar convidado a un banquete. —
V. Arroz y gallo tnuerto.
Irse comiendo, o jamando, o tragando, uno el
arroz.— V. Irse comiendo, etc., la partida.
Pesado como el arroz.
Aplícase a las personas y a las cosas
de calidad pesada e indigesta.
Y arroz crudo, para el diablo rabudo, o
Y arroz de munición, para el diablo ra-
bón, o Y arroz de Calcuta, para el dia-
blo hijo de puta.
Fórmulas con que se suele terminar
el relato de los cuentos o consejas.
ARTE. — Con arte engañarás al que anda
con arte. — V. Herir por los mismos
filos, o Donde las dan las toman.
Con arte y engaño se vive medio año; y con
engaño y arte, la otra parte.
Aforismo truhanesco que indica que
usando de mañas, astucias y picardías
puede pasarse la vida cómodamente.
El arte consiste en encubrir el arte.
En las obras de ingenio conviene que
no se descubra la trama o hilaza, a fin
de que la ficción resulte más verosímil.
Semejante principio se hace extensivo
al trato social, en el cual es asimismo
conveniente en muchas ocasiones el ser
disimulado sin parecerlo.
El arte de hacer fortuna.
Medios, por lo regular no muy líci-
tos, de que se valen algunas personas
para medrar.
El arte de vivir felizmente consiste en sa-
ber vivir.
Allégase a esto: Quien de este mun-
do quiera gozar, ha de oír, ver y ca-
llar.— Callar y obrar por la tierra y por
la mar. — Decir a todo amén. — Bailar al
son que se toca.
El arte músico debe más al carnero que al
ruiseñor.
El primero, aunque no alardea, es
más útil, puesto que da la tripa para
hacer cuerdas.
El arte y el uso muestran todo el saber.
La disposición o industria para hacer
una cosa, junto con el ejercicio de ella,
acaba por hacer maestros.
Mal juzga del arte el que en él no tiene
parte.
Reprende a los seudocríticos que se
meten a juzgar lo que no entienden.
ARTERO
ASADOR
Más vale morir según arte, que no vivir
contra arte.
Cuéntase de un médico que, al ha-
cerse cargo de un enfermo en el hospi-
tal donde asistía, prescribió al practi-
cante el plan que había de observar
con respecto al paciente. Bien fuera por
mala inteligencia, bien por malicia, el
practicante siguió en el plan curativo
un rumbo diametralmente opuesto al
trazado por el doctor. Como observara
éste al día siguiente una mejoría tan
notable cuanto inesperada, y al jactarse
de su pretenso acierto en aquella oca-
sión, le cantara de plano el enfermero
la verdad de cuanto había ocurrido, ex-
clamó indignado: «¡Animal, más valía
que se hubiera muerto según las reglas
que dicta la Medicina, que no que viva
habiéndolas infringido!» Ahora, hágase
la aplicación.
No ser, o no tener, arte ni parte en alguna
cosa.
No intervenir ni tener nada que ver
con ella.
Por arte de birlibirloque.
Nota haberse hecho una cosa por
medios ocultos y extraordinarios.
Por arte del diablo.
Por vía o medio que parece fuera del
orden natural o común.
Quien con arte Jura, con arte se perjura.
Advierte que el que no jura de cora-
zón una cosa, fácilmente prepara el des-
mentirse de ella.
Quien tiene arte va por toda parte.
Es cosa sumamente útil saber algún
oficio para ganar de comer.
l'irar del arte.
Ejercitarse en el oficio de la pesca
con redes.
Grandes artes demuestra el mucho me-
nester.
La necesidad enseña a hacer muchas
cosas.
ARTERO. — Artero, artero, mas non
buen caballero, o Artero y mañero, mas
no buen caballero.
Reprende al que, blasonando de rec-
titud, se vale de doblez y malicia para
conseguir engañar a otro.
ARTICULO. — Formar, o hacer, artículo
de alguna cosa.
Contradecirla o dificultar su ejecución.
Creer una cosa como artículo de fe.
Creerla a cierra ojos y sin discusión
de ningún género.
ARTÍFICE. — Cada uno es artífice de su
ventura, o de su fortuna.
Denota que, por lo regular, la buena
o mala posición en que cada uno se
halla colocado, se la debe a sí propio
más bien que a influjo ajeno.
ARTILLERÍA. — Asestar, o poner, toda
la artillería.
Apurar todos los medios para conse-
guir alguna cosa.
ARTILLERO.— Morir, como buen artille-
ro, al pie del cañón.
Morir siendo víctima del cumplimien-
to de su deber.
ARVEJA.— No valer una arveja.
Ser una cosa de valor casi nulo, alu-
diendo a la semilla de dicha planta.
Sembrar arvejas delante de las palomas.
Dar a guardar al lobo el ganado. — En-
comendar a una persona el cuidado de
una cosa que se sabe no ha de respetar.
ARZOBISPO.— .4/ arzobispo de Santia-
go, ballesta y báculo.
cSi son leales (los gallegos), su histo-
ria lo cuenta en sus sacrificios por doña
Juana; si fueron enteros, los arzobispos
de Santiago lo declararon, dando lugar
al refrán que decía : Al arzobispo de
Santiago, ballesta y báculo; y las victo-
rias del Gran Capitán y D. Fernando
de Andrade, que apenas mandaron más
soldados para vencer a los heroicos es-
coceses de Aubigny que asturianos y ga-
llegos.» (El Mundo en la mano, tomo IV,
pág. 815.)
AS. — As de oros, no lo jueguen bobos, o
todos.
Advierte que para cualquier empleo
o ejercicio, por fácil que parezca, es ne-
cesario tener inteligencia. — Alude al
punto de oros en el juego de tresillo.
ASA. — Ser muy del asa.
Ser amigo íntimo de otro, o de su
parcialidad.
Tener buenas asas.
Disponer de grandes influencias; es-
tar muy bien recomendado. En lugar
de asas se emplea también aldabas.
ASADOR. — Parece que come asadores.
Frase familiar que se aplica al que
anda muy tieso, sin hacer caso de nadie.
ASADURA
— 71 —
ASENTADERAS
También se suele decir: Parece que se ha
tragado el asador, o el palo del molinillo.
ASADURA. — Estáse la asadura en la
espetera, porqtie el gato no va a ella.
Indica que una persona no se pierde
o se pervierte, no por falta de volun-
tad ni virtud, sino porque no hay quien
la induzca a ello.
ASAR. — Asarse vivo.
Tener mucho calor.
Aún no asamos y ya empringamos, o prin-
gamos.
Reprende a quien antes de tiempo
intenta lograr o hacer alguna cosa, no
teniendo todavía derecho para ello.
c- Xo asamos y ya pringamos} — V. Aún
no asamos y ya pringamos.
Otro asará lo que él cazó.
Dícese de aquel que, habiendo co-
menzado una obra, desmaya a lo me-
jor, dejando que otro se aproveche de
los resultados.
ASCENSIÓN.— En la Ascensión, ni sal-
món ni sermón.
Manifiesta que es poco conveniente
comer esta clase de pescado en tiempo
caluroso, como lo suele ser ya el mes
de mayo; pasada la Cuaresma y la Se-
mana Santa, pocas ganas suelen quedar
de oír sermones.
Por la Ascensión los olivos vuelven las
hojas.
Refrán usado entre los olivareros
para expresar el cambio de color que
empieza a experimentar la hoja del oli-
vo en este tiempo.
Por la Ascensión y el Corpus se moja el
hinojo.
Indica que en esas festividades o en
la época próxima a ellas, se riega la
planta herbácea que se llama hinojo,
que es aromática y se usa en Medicina
y como condimento.
ASCO. — Estar hecho un asco.
Estar una cosa o persona muy sucia
o rota.
Ser un asco una cosa. — V. Estar hecho
un asco.
Hacer ascos.
No querer aceptar una cosa, aun
cuando se está deseando.
ASCUA. — Arrimar uno el ascua a su sar-
dina.
Denota la inclinación que todos tene-
mos a defender lo que nos pertenece o
nos acomoda.
Estar hecho, o parecer, un ascua de oro.
Brillar, lucir o resplandecer mucho
una persona o cosa.
Sacar uno el ascua, o la brasa, con la
mano del gato, o con mano ajena.
Valerse de otra persona para la eje-
cución de alguna cosa que queremos
llevar a efecto sin dar la cara, aprove-
chándonos de las consecuencias.
Ser un ascua de oro. — V. Estar hecho, o
parecer, un ascua de oro.
Como quien camina sobre ascuas.
Eludir una cuestión, tratándola muy
a la ligera y con toda rapidez.
Estar en ascuas.
Estar impaciente, molesto.
Estar sobre ascuas. — V. Estar en ascuas.
Poner, o traer, en ascuas a alguno.
Inquietar a una persona con dichos
o hechos.
ASEADA. — Dámela aseada, aunque sea
jorobada.
Dícese de las mujeres, a quienes se
puede perdonar algún defecto corporal,
con tal que posean la virtud de la lim-
pieza.
La aseada de Burguillos.
Frase proverbial de uso común en
Andalucía, con la cual se moteja de
desaseada a una persona que se jacta,
por el contrario, de ser primorosa.
En efecto, cuéntase allí que existió
en Burguillos, pueblo distante tres le-
guas de Sevilla, cierta mujer que se
la daba de muy pulcra, la cual, para
cerciorarse de si el aceite que tenía
puesto a la lumbre estaba bien caliente
o no, apelaba al medio, bastante limpio
por cierto, de echar en la cazuela o
sartén un escupitajo.
ASEGURAR. — Quien asegura, dura.
Recomienda que se dé firmeza y se-
guridad a aquellas cosas que quieran
preservarse de la ruina.
Quien no asegura, no prende.
Indica que para llevar a cabo un ne-
gocio cualquiera, deben tomarse todo
género de precauciones previas, para
no verse engañado.
ASENTADERAS. — c- Qué tienen que ver
las asentaderas con las témporas?
Aplícase cuando, al estar hablando
ASÍ
— 72
ASNO
de un asunto cualquiera, interviene
otra persona con un despropósito que
no tiene nada que ver con lo que se
decía o era objeto de la conversación.
ASÍ. — Así me quieren más de cuatro.
Contestación que se suele dar a quien
echa en cara nuestras faltas o defec-
tos, especialmente cuando éstos son de
poca importancia y la admonición es
familiar y cariñosa. También se suele
decir cuando se moteja a una mujer de
poco agraciada, especialmente: Así me
quieren en mi casa.
Así o asá, o Así o asado, o Así que asá,
o Así que asado.
Empleados con los verbos tener, dar
o ser, significa que lo mismo importa
una cosa de una manera que de otra.
Así y todo.
A pesar de eso; aun siendo así; sien-
do ello lo que es.
No hacerse, o suceder, etc., alguna cosa así
cono así.
No hacerse o suceder tan fácilmente
como pudiera creerlo alguien.
ASIENTO. — Estar, o quedarse, de asiento.
Establecerse en algún pueblo, puesto
o paraje, sin intención de abandonarlo
pronto.
No calentar el asiento.
Estar poco tiempo sentado en el pa-
raje adonde se va de visita o con algún
encargo o comisión. — Durar poco el
empleo, destino o puesto que se tiene.
No servir más que para ocupar un asien-
to y desocupar un plato.
Dícese de las personas que son de
todo punto inútiles, y a veces, sobre
inútiles, gravosas.
Pegársele a uno el asiento. — V. Pegársele
a uno la silla.
ASILO. — Aro hay mejor asilo que el que
promete la casa del mismo enemigo.
Expresa que el refugio más seguro
es aquél, porque a nadie se le ha de
ocurrir ir a buscar a uno en el paraje
donde corre mayor peligro.
ASILLA. — Buscar asillas para cosqui-
llas. — V. Buscar cinco, o tres, pies al
gato.
ASNA. — Asna coja, más habías de madru-
gar.
Reprende a los torpes o desmañados,
que deben tomarse más tiempo para
hacer las cosas y no faltar al cumpli-
miento de su obligación.
Asna con pollino, no va derecha al molino»
Explica que no puede hacer recta-
mente las cosas quien está poseído de
alguna pasión o afecto.
¡Xo, que te estregó, asna coja! — V. ¡Xo,
que te estregó, burra de mi suegro!
ASNAL. — Más vale una asnal que ciento
de pardal.
Preferible es ser víctima de una
acción necia que no de cien pilladas.
ASNILLO. — El asnillo de Aracena, o de
Caracena, que mientras más andaba, más
ruin era.
Refrán con que se moteja de estú-
pida a alguna persona que, en vez de
aprender o adelantar con el ejercicio
de alguna profesión, es más torpe cada
día que va pasando.
ASNO. — A asno jíojo, o lerdo, o modorro,
o tonto, arriero loco.
Da a entender que para los que, a
título de tontos, no hacen lo que deben,
el mejor remedio es el castigo.
Acabársele a uno el asno.
Manera jocosa de decir que no pudo
uno dar feliz remate a su empresa, por
haberle faltado a lo mejor los elemen-
tos con que para ello contaba.
El siguiente cuento de Lope de Vega,
que obra en su comedia La moza de cán-
taro, amenizará el presente artículo :
«Allá en mi lugar, un día
un muchacho en un jumento
llevaba una labradora;
y perdonad que iba en pelo.
— Hazte allá, que le maltratas — ,
iba la madre diciendo;
y tanto hacia atrás se hizo,
que dio el muchacho en el suelo.
Díjole: — ¿Cómo caíste?
Y él disculpóse diciendo:
— Madre, acábaseme el asno.»
Dícese también: Concluírsele a uno el
burro. -(Véase.)
Al asno muerto, la cebaáa al rabo.
Reprende la necedad de querer apli-
car remedio a las cosas cuando la oca-
sión oportuna ya ha pasado.
Al asno por lodo el diablo le aguije, y por
el polvo haya del duelo.
Alude a la costumbre de estos ani-
malitos de no querer salir de su paso,
en la primera circunstancia, gustando
ASNO
— 73
ASNO
en la segunda de restrombizarse o re-
volcarse, arrojando carga, jinete o lo
que lleven sobre el lomo.
Al asno y al mulo, la carga al culo.
Enseña que al cargar a estas caballe-
rías se eche el mayor peso sobre el
cuarto trasero, que es donde tienen
más resistencia, y por lo tanto, reciben
menos daño.
Andar como asno de gitano con azogue en
los oídos.
Caminar muy de prisa, moviéndose
mucho y con inquietud.
Asno cojo, cuando duda, corre con el
aguijón.
Indica que a la persona reacia en ha-
cer una cosa, no hay como obligarla de
mala manera para que la lleve a cabo.
Asno cojo y hombre rojo y el demimo, todo
es uno.
Advierte lo poco favorables que son
estas condiciones, tanto en los hombres
como en los animales.
Asno con oro, alcánzalo todo.
Demuestra el absoluto poder del di-
nero para lograr lo que se quiere.
Asno de Arcadia, lleno de oro y come paja.
Reprende a los que siendo ricos se
tratan con miseria.
Asno de muchos, lobos lo comen.
Cosa al cuidado de muchos no la
cuida ninguno, por aquello de unos por
otros y la casa sin barrer.
Asno lerdo, tú dirás lo tuyo y después lo
ajeno.
Advierte que los necios no saben
callar nada, sea propio o ajeno, favora-
ble o adverso.
Asno malo, cabe casa aguija sin palo.
Zahiere a los malos trabajadores, que
sólo se dan prisa a trabajar cuando ya
se va acabando la tarea, para descan-
sar más pronto.
Asno que entra en dehesa ajena, volverá
cargado de leña.
Ninguno debe entrar en sitio vedado,
si no quiere exponerse a que le den de
palos o alguna cosa peor.
Asno sea quien a asno batea.
Reprende a las personas que ocupan
o dan empleos a quienes son incapaces
de desempeñarlos.
Asno sea quien a asno vocea.
Moteja a quien pierde su tiempo pre-
tendiendo hacer entrar en razón a per-
sonas rústicas e idiotas.
Asno se es de la cuna a la mortaja.
La mayor parte de las acciones del
hombre durante toda su vida son un
tejido de necedades.
A trueco de pacer, quiere el asno pade-
cer. — V. Para merecer es necesario pa-
decer.
A un asno bástale una albarda.
Enseña que no debe concederse a
nadie más de lo que justamente se me-
rezca.
Beber como el asno.
Beber a morro.
Bien sabe el asno en cuya casa, o cara,
rebuzna.
La demasiada familiaridad o la tole-
rancia excesiva suelen dar motivo a lla-
nezas o a excesos inconvenientes.
Burlaos con el asno; daros ha en la bar-
ba, o en la cara, con el rabo.
Enseña que no deben gastarse chan-
zas con gente de limitada capacidad o
de descuidada educación.
Cada asno con su tamaño.
Enseña que cada uno debe juntarse
con personas de su misma esfera. —
V. Cada oveja con su pareja.
Caer de su asno.
Conocer que ha errado en alguna
cosa el mismo que la sostenía y defen-
día como acertada.
Cinchar a alguno como a un asno.
Darle mal tratamiento.
Con que muera el asno, o en la mturte del
asno, no pierde nada el lobo.
Indica que la muerte de la persona
que no nos favorece en nada no debe
preocuparnos. También expresa que el
fallecimiento del necio no importa al
sabio, puesto que no le hacía sombra.
Ctiando todos te dijereti que eres asno, re-
buzna.
Enseña que para disfrutar de paz y
sosiego en sociedad, no hay cosa mejor
que seguir a cada uno su respectiva
genialidad, adhiriéndose a su opinión
y condescendiendo en lo posible con
sus exigencias.
Dadle al asno.
Recomienda el castigo para este gé-
nero de animales, como único medio
de que obedezcan.
ASNO
74
ASNO
De do vino el asno vendrá el albarda.
Denota que nunca faltan trazas para
acabar de conseguir lo que en su prin-
cipio está ya logrado.
Del asno no se ha sino coces y traques. —
V. Burlaos con el asno; daros ha en la
barba, o en la cara, con el rabo.
Dentro está el asno.
Frase con que se zahiere a las per-
sonas que, mostrando un exterior de
sabiduría, encubren una inepcia ab-
soluta.
Dijo el asno a las coles : Pax vobis.
Refrán con que se significa cuan na-
tural es que se alegre cualquiera al en-
contrarse con cosa que es de su gusto
y particular afición.
Dijo el asno al mulo : Tira allá, oreju-
do. — V. Dijo la sartén al cazo : Quita
allá, que me tiznas.
Dos sobre un asno, señal de buen año.
Cuando alguien da abasto a más tra-
bajo del regular sin resentirse, o cum-
ple desahogadamente con sus compro-
misos, es prueba de que tiene fuerza
y resistencia suficiente para ello.
El asno cargado de reliquias.
Dictado con que se moteja a los inep-
tos que ostentan condecoraciones, cru-
ces, bandas, etc., sin haber contraído
méritos para ello.
El asno de la comunidad es siempre la
peor bestia. — V. El asno del común es
el peor tratado.
El asno del común es el peor tratado.
Denota que nadie cuida de lo que
está a cargo de muchos. — V. Asno de
muchos, lobos lo comen.
El asno hijo de asno ha de rebuznar. —
V. De tal palo, tal astilla.
El asno para el polvo, el rocín para el lodo
y el macho para todo.
Dícese de aquellas personas que, aun-
que a disgusto, tienen que cargar con
lo que los demás no quieren hacer, por
ser demasiado pesado o molesto.
El asno que no está hecho a la albarda,
muerde la aiafarra.
Da a entender lo mal que llevan las
incomodidades los que no están acos-
tumbrados a ellas.
El asno sufre la carga y no la sobrecar-
ga.— V. La sobrecarga mata, que no la
carga.
El asno y el buey conocen su pesebre y a
su amo.
Dícese de las personas que no saben
ni se preocupan más que de lo que les
interesa.
El asno y la mzijer, a palos se han de
vencer.
Teniendo las mujeres fama de tercas,
a semejanza del asno, pretende el igno-
rado autor de este bárbaro refrán que
sean tratadas de la misma manera, es
decir, con la vara.
El que asno fué a Roma, asno se torna.
Denota que el que por naturaleza es
torpe y rudo, pierde el tiempo estu-
diando fuera o dentro de su patria, pues
rudo y torpe permanecerá.
Ése es asno de natura, que no entiende su
escritura.
Contra los que no pueden leer lo que
ellos mismos han escrito, a causa de lo
confuso e irregular de la letra.
Estar el asno enalbardado.
Hallarse agitados los ánimos.
« ...y se dé noticia de todo, por que
cada uno calle su boca, porque el asno
está enalbardado. Dígolo, señor, por las
chismerías de esa honrada villa.» (Car-
ta que escribió Antón Gómez, notario
de Ávila, a la villa de La Guardia, cuan-
do, concluidas las causas de los reos
en aquel Tribunal, remitió la sentencia
de Benito García de las Mesuras, copia-
da en la Historia del martirio del Santo
Niño de La Guardia, págs. 136-139.)
Los requiebros del asno, del hocico al
rabo.
Enseña cómo de personas ignoran-
tes y rústicas sólo puede esperarse un
comportamiento zafio y grosero, aun
cuando quieran hacer un agasajo.
Más quiero asno que me lleve, que caballo
que me derrueque.
Mejor es contentarse con un media-
no estado seguro, que aspirar al peli-
gro de los grandes puestos.
Alas vale asno ser, que cotí asno conten-
der. — V. El mayor mal de los males es
tratar con animales.
Más vale con mal asno el hombre conten-
der, que solo y cargado el haz a cuestas
traer.
Nos enseña a llevar con paciencia el
que nos hagan mal una cosa, pues
ASNO
75 —
ASNO
siempre es mejor que si tenemos que
hacerla nosotros mismos.
Más vale ruin asno que ser asno.
Da a entender que más vale tener
quien le sirva a uno, por malo y des-
preciable que sea el servidor, que no
verse obligado a servirse a sí propio.
Ni asno rebuznador, ?ii hombre rallador .
Denota la mala cualidad que es en
el hombre el ser hablador, como lo mo-
lesto que es el burro que siempre está
rebuznando.
No compres asno de recuero, ni te cases
con hija de mesonero.
Tan expuesto está a ser engañado el
que compra caballería que vende un
arriero, como el que se casa con la hija
de un mesonero.
No llevarán el asno al agua si no tiene
gana. — V. No se hará beber a un asno
si no tiene sed.
No mea el asno tan hotido que no sale a
somo.
Enseña que por muy secretamente
que se quieran cometer las malas ac-
ciones, nunca dejan de ser descubier-
tas y conocidas.
No por el asno, sino por la diosa.
Indica que cuando se respeta o acata
a una persona baja o indigna, no se hace
por ella, sino porque detrás hay alguien
que es quien verdaderamente nos me-
rece el respeto.
No pueden al asno, vue'lvense al albarda. —
V. Quien no puede dar en el asno, da en
la albarda.
No se hará beber a un asno si no tiene sed.
Denota que todas las cosas deben
hacerse en tiempo y sazón para que
den buen resultado, no violentando im-
prudentemente a la naturaleza.
No se hizo la miel para la boca del asno.
Las cosas delicadas o primorosas,
únicamente lo son para quien tiene
discernimiento y gusto para conocer-
las y apreciarlas.
No ver tres, o siete, sobre un asno.
Pondérase la cortedad de vista de
una persona.
O morirá el asno, o quien lo aguija. —
V. En diez años de plazo que tenemos, ¿el
rey, el asno o yo, no moriremos}
; Oxte, mi asno!
Manera algo insultante de hacer ca-
llar al que no hace más que decir ton-
terías y necedades.
Parecerse al asno de Buridán.
Permanecer dudoso entre dos parti-
dos, sin saber por cuál decidirse.
Por dar en el asno, dar en la albarda.
Se aplica a los que truecan y confun-
den las cosas, sin acertar en lo que
hacen.
Que quiera que no quiera, el asno ha de ir
a la feria.
Denota lo imposible que es resistir-
se cuando hay una fuerza mayor que
obliga.
Quien al asno alaba, tal hijo le nazca.
Conminación dirigida a los tontos
que admiran y elogian a otros tan ton-
tos o más que ellos.
Quien mucho habla y poco entiende, por
asno lo venden en San Vicente.
La persona muy locuaz, pero vacía
de ciencia, es conocida pronto de to-
dos y reputada como el animal citado.
Quien no, puede dar en el asno, da en la
albarda.
Dícese de los que no pudiendo ven-
garse de la misma persona que los
ofendió, descargan su saña contra aque-
llo que le toca de cerca.
Quien pierde el asno y halla la albarda,
eso gana.
Exhorta a consolarnos en las pérdi-
das de las cosas de esta vida, cuando
el hallazgo de otras subsana en cierto
modo la falta de aquéllas, o bien cuan-
do, pudiendo haber sido mayores, no
lo son.
Ser un asno de Misia.
Ser quebrado.
Si cantas al asno, te responderá a co-
ces. — V. No se debe echar margaritas a
puercos.
Tanto entiende de eso como el asno de la
vihuela.
Frase que se usa cuando delante de
un ignorante se habla de cosas que por
demasiado sutiles no están a su alcan-
ce, manifestando que semejante proce-
der es tan inútil como lo sería el pre-
tender dar lecciones de guitarra a una
bestia.
Un asno cargado de oro, no por eso deja
de rebuznar. — V. Aunque la mona se vis-
ta de seda, mona se queda.
ASOMBRO
— 76 —
ASUNCIÓN
Un asno cargado de oro sube ligero por
una montaña.
Significa el poderío absoluto que
ejercen las riquezas.
Un asno cubierto de oro parece mejor que
un caballo enalbardado.
Denota que un rico, por necio que
sea, es siempre mejor mirado que un
sabio pobre.
Un asno entre muchas monas, co'canle todas.
Indica que el necio es víctima de las
sátiras de las personas burlonas.
Uno piensa el asno, y otro el albarda.
Expresa la notable diferencia que
existe entre lo que se piensa y lo que
suele resultar.
Voces de asno no llegan al cielo. — V. Re-
buznos de burro y maldición de puta vie-
ja, no llegan al cielo.
Volviósele al asno el albarda a la barriga.
Dícese de los que les salen los asun-
tos al revés de como los esperaban.
Beber, y perder asnos.
Aplícase al que ha emprendido un
negocio con mal éxito, por alusión a
los feriantes que malbaratan el ganado
que llevan a vender al mercado.
Los asnos se conocen por la albarda. —
V. Por la facha, y por el traje se conoce
al personaje.
Los asnos se llevan los benejicios, y los ca-
ballos se revientan para alcanzarlos.
Significa que en todos los estados y
clases sociales, sin distinción de ningu-
na especie, es lo más común el ver pre-
miada la ignorancia atrevida y poster-
gado el verdadero mérito.
Los asnos viejos, rebuznan viendo el prado
desde lejos.
Denota que las edades seniles son
las que más pronto se enardecen en
sus deseos.
•Si" iodos los asnos trajeran albardas, ¡qué
buen oficio era el de los albarderos!
Como es costumbre llamar asno o
burro a la persona ignorante, necia, in-
fatuada o sin educación..., apliqúese el
refrán, ya que él se explica por sí solo,
sin necesidad de comentario.
ASOMBRO. — Ni por asombro. — V. Ni
por asomo, o Ni por pienso, o Ni por so-
ñación.
ASOMO.— Ni por asomo.
De ningún modo; por ninguna forma.
ASPERGES.— Quedarse asperges.
Quedarse uno sin lo que esperaba, o
sin comprender alguna cosa.
ÁSPERO.— Más áspero que un cardo. Al-
gunos dicen: que un cardo setero.
Dícese de la persona que es poco
amable, y habla, contesta o trata de
manera desabrida y brusca.
Más áspero que un erizo.
Dícese de la persona de carácter
agrio, seco y atrabiliario.
Más áspero y helado que los montes Pi-
rineos.
Dícese de la persona por todo extre- •
mo insensible.
ASTA.— Darse de las astas.
Batallar hasta estrecharse y mezclar-
se unos con otros. — Repuntarse dos o
más en la conversación, diciéndose pa-
labras picantes. — Argüir con demasia-
da tenacidad para sostener cada uno
su opinión.
Dejar a uno en las astas, o en los cuernos^
del toro.
Dejarlo abandonado en la ocasión
más perentoria o comprometida.
ASTILLA. — No hay peor astilla que la
del mismo palo, o de la misma madera. —
V. ; Quien es tu enemigo? — El de tu ojicio,
o No hay peor cuña que la de la misma
madera.
Sacar astilla.
Conseguir algo a fuerza de pedir.
También se dice: Sacar raja.
ASTILLERO. — Estar en astillero.
Ocupar un puesto, dignidad o em-
pleo de importancia. — Ser el favorito.
ASTUCIA. — Astucia de raposa y rudeza
de buey no son dignas de alabanza.
Las malas cualidades propias de un
individuo no merecen encomio.
La astucia domina a la fuerza. — V. Más
vale maña que fuerza.
ASTURIANO.— Asturiano ni mulo, nin-
guno.
Indica que todos los de esa región
cantábrica son falsos, al igual de la ca-
ballería citada. Téngase en cuenta lo
que decimos en la explicación de Adra-
da de Pirón. (Véase.)
ASUNCIÓN. — Por la Asunción siembra
el melo'n.
Práctica harto conocida de los labra-
dores y cuya explicación huelga.
ATADERO
— 77 —
ATRÁS
ATADERO. — No tener atadero.
Se dice de las personas que tienen
poca formalidad. — Refiriéndose a cosas
expresa falta de orden y concierto.
ATAFEA. — Uno muere de atafea y otro
la desea.
Denota que muchas veces procura-
mos satisfacer nuestros apetitos, sin
escarmentar en los daños que de ellos
han resultado a otros.
ATAJO.— Echar por el atajo.
Tomar una resolución súbita y gene-
ralmente inesperada.
No hay atajo sin trabajo. Algunos aña-
den : ni rodeo sin recreo.
No se puede conseguir en poco tiem-
po lo que se quiere sin hacer un esfuer-
zo o sacrificio.
Salir al atajo.
Interrumpir la conversación a alguno.
Si hallas un atajo, dale al camino un tajo.
Recomienda que se busque el cami-
no más corto para resolver un asunto,
siempre que esto sea factible. Es una
consecuencia de que la línea recta es
la menor distancia existente entre dos
puntos.
ATAR. — Al atar de los trapos.
Al finalizar un asunto, al tener que
rendir cuentas, etc.
Atar corto a uno.
Reprimirlo, sujetarlo.
¡Hermoso atar de rocín!... (Y atábalo por
la cola.)
Reconviénese al que hace o dice cual-
quier cosa fuera de propósito.
Mira qué ates, que desates.
Recomienda no se acometa empresa
alguna sin calcular antes las consecuen-
cias que puedan sobrevenir.
No atar ni desatar.
Hablar sin concierto. — No resolver
ni determinar nada en ningún sentido;
permanecer neutral.
Quien bien ata, bien desata.
El que toma sus precauciones antes
de acometer una empresa, dará al cabo
buena cuenta de ella.
ATENCIÓN. — ¡Atención, noble audito-
rio, que la bandurria he templado!
Empléase jocosamente cuando en una
reunión de confianza se pretende re-
cabar la atención de los circunstantes,
aludiendo al modo de empezar Triarte
su fábula XLIII, intitulada La música
de los animales.
ATESTAR. — Ir, o salir, o venir, ates-
tando.
Frase con que se denota el enfado de
alguna persona, manifestándolo por me-
dio de maldiciones, amenazas u otras
expresiones de enojo.
ATIZADOR.— Atizador, no atices el fue-
go con la espada.
Adagio tomado de uno de los precep-
tos de Pitágoras, con que se advierte
que al que está enojado no se le debe
dar nueva ocasión y motivo para que
se irrite y ensañe más.
ATIZAR. — ¡Atiza, que soy de Ariza!, o
¡Atiza, longaniza! — V. ¡Aprieta, res-
friado!
ATMÓSFERA. — Crear, o hacer, atmós-
fera.
Preparar el terreno o los ánimos con
anticipación para que sea una persona
o cosa bien o mal recibida. Casi siem-
pre suele emplearse en el primer sen-
tido.
ATOLLADERO.— Salir del atolladero.
Escapar, generalmente con bien, de
un mal paso. — V. Salir del barranco.
ÁTOMO.— En un átomo.
En la cosa más mínima o pequeña. —
En el más breve espacio de tiempo
imaginable; en un instante.
No errarse en un átomo. — V. Errar en
un ARDITE.
ATRÁS. — Atrás viene quien las endereza.
Frase famosa con que se suele pre-
venir o amenazar a alguno que no pa-
sará mucho tiempo sin que se corrijan
los abusos que se están deplorando.
Caminar para atrás, como el cangrejo.
Retroceder en una empresa.
Echado para atrás.
Aplícase a toda persona vana y orgu-
llosa. Aunque parezca antinómico, la
misma significación tiene la frase Echa-
do para adelante.
El que venga atrás, que arree.
Da a entender el poco cuidado que
se le da a uno por lo que pudiere sobre-
venir, dejando al cargo de otro la reso-
lución de aquello de que se trate.
Hacia atrás.
Al revés o al contrario de lo que se
dice.
ATRAVESAR
- 78 -
AUTO
ATRAVESAR. — No poder atravesar a
una persona o cosa.
Desagradar, ser antipática, molestar
su presencia, conversación, etc. Se em-
plea más con las personas que con las
cosas. — Es equivalente de no poder tra-
garla, tenerla atravesada, o sentada, en
la boca del estómago.
ATÚN. — El atún, para la gente común.
Se da a entender en Andalucía que
el atún, como pescado ordinario y ba-
rato, es manjar más propio de gente
pobre que de personas acomodadas.
Tr por atún y ver al duque.
Aplícase al que hace alguna cosa con
doble intención.
ATURAR. — El que a cuarenta no atura y a
cincuenta no adivina, a sesenta desatina.
Se reprende a los que llegan a la
edad madura )r aun a la vejez sin tener
asiento en sus juicios ni cordura en su
proceder.
ATUTÍA. — No hay atutía.
Ser en balde lo que se haga; no tener
remedio. — V. No hay tütía.
AUDAZ. — A los audaces la fortwia les
ayuda. — V. Quien no se aventura fio
pasa la mar.
AURORA. — Aurora rubia, o viento o llu-
via.— V. Arreboles al amanecer, agua
o viento al anochecer.
AUSENCIA. — Ausencia, enemiga de
amor, cuan lejos de ojos, tan lejos de co-
razón.
Denota que con la ausencia se olvi-
da frecuentemente lo que es amado. —
V. Ausenxias causan olvido.
Brillar por su ausencia.
Hacerse sumamente reparable la fal-
ta de una persona o cosa en alguna
concurrencia o lugar, atendido al mé-
rito que respectivamente entrañen una
u otra.
La ausencia es aire que apaga el fuego
chico y aviva el grande.
Indica que cuando el amor es ver-
dadero se aumenta con la separación,
al contrario de lo que ocurre con el
capricho pasajero, que se extingue por
igual circunstancia.
La ausencia es al amor lo que al fuego
el aire : que apaga el pequeño y aviva el
grande.
Bello como exacto símil, con cuya
idea se identifica San Francisco de Sa-
les cuando, en su Introducción a la vida
devota, exclama: «La ausencia disminu-
ye las pasiones suaves y aumenta las
grandes, como el viento, que apaga las
velas y enciende el fuego.»
La ausencia es madre de desengaños.
Refrán consecuencia del que dice:
Ausencias causan olvido. (Véase.) En
efecto, no se puede dar mayor desen-
gaño para una persona amante que el
de verse olvidada por el ser amado.
Le prometo mi ausencia.
Frase familiar con que se denota
repulsión y. desvío a ejecutar alguna
cosa.
No hay ausencia que mate, ni dolor que
consuma.
Alude a que por mucha que sea la
pena que produzca la separación de
una persona, no llega hasta el punto de
ocasionar la muerte.
Ausencias causan olvido.
Denota que la separación de los que
se aman suele traer por consecuencia
el no acordarse el uno del otro. —
V. Ausencia, enemiga de amor, cuan le-
jos de ojos, tan lejos de corazón.
AUSENTE. — El que está ausente, siem-
pre quiere qtie le cuenten.
Expresa el deseo que tiene, todo el
que no está presente, de saber de los
suyos.
Ni ausente sin culpa, ni presente sin dis-
culpa.
Indica que la persona que compare-
ce, siempre halla una atenuación para
su falta; en cambio, el que no lo hace,
queda siempre bajo el peso de la acu-
sación.
Quien está ausente, todos los males tiene
y teme.
Alude a los peligros que amenazan al
que no se encuentra en el país donde
nació.
Nunca los ausentes se hallaron justos.
Variante con igual significado de: Ni
ausente sin culpa, ni presente sin discul-
pa. (Véase.)
AUTO. — Auto en favor.
Con tanta más razón.
Estar, o ir, cosido a los autos.
Dícese de la persona que nunca se
separa de otra determinada.
AUTOR
— 79 —
AVE
Estar en autos, o en los autos.
Estar enterado de alguna cosa.
Potier en autos a alguna persona.
Exponerle los antecedentes alusivos
a la materia de que se trata, para que
por ellos pueda venir mejor en conoci-
miento del asunto y juzgar con el debi-
do acuerdo. Úsase más como reflexivo,
o séase en la forma ponerse en autos,
por adquirir uno por sí mismo, o va-
liéndose de auxilio extraño, dichos an-
tecedentes a los fines indicados.
AUTOR. — Autor tonto, admirador necio.
Da a entender que nunca falta al
que escribe, inventa o dice necedades,
quien le aplauda. Es, en cierto modo, lo
que Boileau expresó para terminar el
primer canto de su Art poétique : Unsot
trouve toujours un plus sot qui V admire,
AUTORIDAD. — Pasado en autoridad
de cosa juzgada.
Locución forense. Se dice de lo que
está ejecutoriado. En sentido figurado
se aplica a cualquiera cosa que ya se
supone, o que está comúnmente reci-
bida, por lo cual es inútil descender a
nuevos comentarios respecto de ella.
AVARICIA. — Contra avaricia, largueza.
Refrán que, además de su sentido
recto, tiene el jocoso con que se mani-
fiesta a una persona que se largue o se
quite de delante.
La avaricia es la única pasión que nunca
llega a vieja.
En efecto, mientras las pasiones to-
das cesan o se amortiguan con la edad,
el amor al dinero va constantemente
creciendo.
La avaricia rompe el saco.
Enseña que el que quiere conseguir
demasiado o más de lo justo, suele per-
derlo todo.
Xo hay avaricia sin pena.
Frase con que se significa que el que
está poseído de esta baja pasión, no
tiene un momento de tranquilidad y
sosiego.
Pedir más es avaricia.
Pondera la abundancia de algo inútil,
molesto o perjudicial que sobreviene.
Dícese irónicamente.
AVARIENTO. — El avariento, do tiene
el tesoro tiene el entendimiento.
Da a entender que los avarientos,
por el gran apego que tienen al dinero,
no piensan constantemente más que
en él.
El avariento rico, no tiene pariente ni
amigo.
Expresa que el avariento no tiene
compasión de las necesidades ajenas.
El avariento siempre padece necesidades.
Y lo peor es que es por su gusto;
pues por no gastar, prefiere prescindir
hasta de lo indispensable.
No le pidas nunca a un avariento, porque
es más pobre que tú.
Como el avaro no hace más que guar-
dar, sin atreverse a hacer gasto alguno
por no mermar su tesoro, es forzosa-
mente más pobre que el que no posee
nada, pues aquél tiene y no gasta, y éste
no gasta porque no tiene.
Piensa el avariento que gasta por uno, y
gasta por ciento.
Advierte que el excesivo ahorro,,
cuando se hace intempestivamente,
suele ocasionar mayores gastos.
AVARO. — No posee el avaro su hacienda,
sino que es poseído por ella.
Expresa que es tal la preocupación
que al avaro produce el oro atesorado,
que es verdaderamente esclavo de su
guarda.
Tatito carece el avaro de lo que tiene, como
de lo que no tiene.
Porque no disfrutando de su caudal,
es lo mismo que si no lo poseyera.
AVE. — Ave de albarda, señal de tierra que
nunca yerra.
Dase a entender que alguna cosa es
tan evidente que aun de los más sim-
ples es comprendida. También se em-
plea para zaherir al que, después de
estar discurriendo por espacio de mu-
cho tiempo, sale al fin y al cabo con
alguna tontería o trivialidad. — Ave de
albarda, o de albardar, se llama al burro.
Ave de albardar.
Apodo que se da jocosamente al asno.
Ave de cuchar, más come que val.
Denota la poca utilidad y escaso mé-
rito de esta familia de aves acuáticas,
como son los patos, ánades, etc.
Ave de cuchar, nunca etz ?/ii corral. —
V. Ave de cuchar, más come que val.
Ave de mucha phima tiene poco que comer.
Además de su sentido recto, el cual
AVE
— 8o —
AVECITA
se explica fácilmente por sí mismo,
denota metafóricamente que el mucho
atavío en las personas y aun en algunas
cosas suele ser indicio de menos valer.
Dice un cantar:
Dad al diablo la mujer
que gasta galas sin suma,
porque ave de mucha pluma
tiene poco que comer.
Ave de pico encorvado, guárdate de ella
como del diablo. — V. Ave de cuchar, más
come que val.
Ave de pico no hace al amo rico.
Da a entender que el pájaro que sólo
sirve para recrear el oído con su canto,
o por su plumaje, cuesta el dinero man-
tenerlo y no se le saca utilidad material
alguna. Se aplica, por extensión, a todo
aquello que se halla en iguales circuns-
tancias.
Ave de pluma, no dejes ninguna. — V. Car-
ne de pluma, siquiera de grúa.
Ave muda no hace agüero.
Muchas veces, por no hablar uno a
tiempo, sale perjudicado en sus inte-
reses. — V. A quien no habla no le oye '
Dios.
Ave por ave, el carnero, si volase.
Pondérase de una manera jocosa el
mérito de la carne de carnero, a seme-
janza de lo que dice otro refrán: De la
mar el mero y de la tierra el carnero.
(Véase.)
A ave que va de paso, cañazo. — V. Al go-
rrión que va de paso, cañazo.
Aquella ave es mala, que su nido caga.
Las personas que se comportan mal
con sus propias cosas no pueden ser
buenas con las de otro.
Ligero como el ave de San Lucas.
Por ironía, pesado como un buey.
iVa hay ave de rapiña que no tenga buena
pluma.
Las personas que se lucran más de
lo debido en la administración de los
intereses que se les han confiado, aca-
ban por crearse un capital.
ATo hay tal ave como la que dicen : Ave
del tuyo.
Motéjase tanto al miserable como al
pródigo, jugando del vocablo ave por
habe o ten de lo tuyo y no de lo ajeno,
sé rico de tus cosas y no confíes en las
de los demás.
Ser ave de paso.
Aplícase a la persona que se detiene
poco en una población, en el ejercicio
de un destino, etc.
Ser ave, o pájaro, de mal agüero.
Da a entender que la presencia o
aparición repentina e inesperada de
alguna persona o cosa en alguna parte,
es indicio vehemente, cuándo no pre-
cursor cierto, de que va a ocurrir al-
guna desventura o calamidad.
Ser un ave. — V. Ser un pájaro.
Ser una persona sumamente activa.
Ser un ave de presa, o de rapiña.
Zahiere a aquellas personas que son
aficionadas a apoderarse de lo que no
les pertenece, ya con violencia, ya con
astucia.
Ser un ave fría, o tonta, o zonza.
Calificativo que se aplica a toda per-
sona descuidada, simple, tarda y sin
viveza.
Una ave sola, ni bien canta ni bien llora. —
V. Un ánima sola, ni cania ni llora.
De las aves, la mejor es el ave de tuyo. —
V. Xo hay tal ave como la que dicen:
Ave del tuyo.
De las aves que alzan el rabo, la peor es el
jarro.
Denota las fatales consecuencias de
la embriaguez, comparando chistosa-
mente al jarro con el ave por tener pico
como ésta, y llamando, aún más bur-
lescamente, rabo, en lugar de cola, al
asa o lugar por donde se agarra para
empinarlo.
Dos aves de rapiña no mantienen com-
pañía.
Significa que no pueden andar juntas
ni avenirse entre sí dos personas cu-
yas miras se encaminan al mismo obje-
to, especialmente si éste es reprobable.
Seguir las aves y los peces por el rastro.
Trabajar en vano, emplear inútil-
mente el tiempo, por cuanto ni aqué-
llas ni éstos dejan huella alguna por
donde pasan.
Todas las aves, con sus pares, o Todas las
aves buscan sus iguales. — V. La compa-
ñía para honor, antes con tu igual que
con tu mayor.
AVECIT A. — Las avecitas del campo tie-
nen a Dios por su proveedor y despensero.
Expresión de la confianza en que
AVECHUCHO
— si —
AVISO
Dios no abandona jamás a sus criatu-
ras, por muy apuradas que éstas se
vean.
AVECHUCHO. - Ser un avechucho.
Dícese de la persona que es despre-
ciable por su figura, mal proceder u
otras circustancias semejantes.
AVELLANA. — Avellanas americanas;
las que no están buenas, esidn vanas.
Frase con que se trata de rehuir al-
guna responsabilidad, aludiendo a ese
pregón de algunos vendedores de ca-
cahuetes en Andalucía.
AVEMARÍ A.— ¡ Ave María!; aquí está el
pobre del otro día.
Frase jocosa que se suele usar al pre-
sentarse en una casa, máxime si ésta
se frecuenta bastante y se es de con-
fianza.
En un avemaria.
En un instante.
Saber una cosa como el avemaria.
Saberla para poder decirla de corri-
do y al pie de la letra.
AVENENCIA. — Más vale mala avenen-
cia que buena sentencia. — V. Más vale
mal ajuste que buen pleito.
AVENIRSE . — Allá se las avenga, o se
las avengan, o se lo avenga, o se lo
avengan, o te las avengas, o te lo
avengas. — V. Allá se las hayan.
Expresa la inhibición en un asunto,
por lo general enojoso, dejando al in-
teresado que lo arregle como pueda.
AVENTURA. — Los que buscan aventu-
ras no siempre las hallan buenas.
Denota lo peligroso que es el mez-
clarse en asuntos desconocidos o que
no se ven muy claros.
AVENTURAR. — Quien no aventura no
ha ventura.
Juego de palabras basado en la igual-
dad de pronunciación, que da a enten-
der que el que no se expone o determi-
na a hacer una cosa, no puede alcanzar
el logro feliz de ella.
Quien no se aventura no pasa la mar.
Muchas veces es necesario exponer-
se a algún riesgo para conseguir algu-
na cosa.
Quien se aventura pierde caballo y muía.
Contestación de los pesimistas a los
que afirman que Quien no se aventura
no pasa la mar. (Véase.)
AVERIGUAR. — Averiguarse con al-
guno.
Avenirse con alguien, sujetándolo o
reduciéndolo a la razón. Se suele em-
plear más en sentido negativo.
AVERROES.— Averroesy Galeno traen
a mi casa el bien ajeno. — V. Avicena e
Hipocrás me dieron esto y me darán más.
AVESTRUZ. — ¡Ea, sus, y traga el aves-
truz!
Reprende a los hipócritas que, es-
candalizándose con los más leves defec-
tos del prójimo, no reparan en cometer
los mayores delitos o desaciertos.
Ser un avestruz.
Frase con que se moteja de estúpido
o ignorante a alguien.— También se com
para con esta ave al que come mucho.
AVIAR.— Estar uno aviado.
Hallarse rodeado de dificultades o
contratiempos, viéndose, por tanto,
contrariado.
AVICENA.— Avicena e Hipocrás me die-
ron esto y me darán más.
Este refrán, como el que dice Ave-
r roes y Galeno traen a mi casa el bien
ajeno, se supone puesto en boca de un
médico o un boticario, deduciéndose fá-
cilmente que el ejercicio de la Medicina
en el uno, como el despacho de las dro-
gas en el otro, son los que hacen ricos
a ambos. El discreto lector sabe muv
bien que Galeno, Averroes, Hipócrates
y Avicena eran los dioses mayores de la
Medicina en tiempos pasados.
AVILA. — Avila, santos y cantos.
Alude al mal empedrado de la pobla-
ción, así como a haber sido patria de
varios seres privilegiados que merecie-
ron los honores de la canonización.
AVÍO. — Al avío, melero.
Excítase a terminar pronto una cosa,
sin perder el tiempo en futilidades.
Al avío, padre cura, que la misa no en-
gorda.
Excita a las personas para que vayan
derechas al asunto, sin andarse por las
ramas. Es de uso corriente en Galicia.
Cada uno va a su avío y yo voy al mío.
Denota lo común que es el vicio del
egoísmo.
AVISO. — Andar, o estar, o vivir, sobre
aviso.
Vivir alerta, con cuidado.
6
AVISPA
— 82 —
AZADONADA
AVISPA. — A'o debe inquietar las avispas
quien no quiere que le piquen.
No conviene despertar al que duer-
me cuando, de quitarle el sueño, puede
provenirnos algún mal.
AVISPADO. — Estar uno avispado.
Ser listo, activo, vivo o avisado.
AVISPERO. — Estar metido en un avis-
pero.
Traer entre manos algún negocio en-
redado y que ocasiona disgustos.
AVUTARDA. — Estar pensando en las
avutardas, o en las avutardas de
mayo.
Estar ensimismado o distraído, hasta
el punto de no contestar acorde a lo
que se le dice.
AX. — No digas jax!, que deshonrarás tu
linax.
La Academia, que sólo apunta este
refrán hasta la séptima edición de su
Diccionario, lo explica en el sentido
de que «reprende a los que se quejan
fácilmente de cualquier trabajo >. No
niego yo que por broma se pueda usar
en tal concepto; pero creo que su ver-
dadera y primordial significación con-
siste en hacer ver, a aquellas personas
que tienen por viciosa costumbre el
andar lamentándose de su precaria si-
tuación, la nota infamante que arrojan
sobre sus respectivas familias.
AY. — jAy del ¡ay! que al alma llega, y en
llegando, allí se queda!, o ¡Ay del ¡ay!
que llega al alma, y en llegando, allí se
para.
Satiriza generalmente a las personas
que tienen el hábito de quejarse o acon-
gojarse por asuntos de poca monta.
AYER. — De ayer acá, o De ayer a hoy.
En breve tiempo; de poco tiempo a
esta parte.
AYUDA. — Con ayuda de vecino mató mi
padre un cochino.
Zahiere al que se vale de auxilio aje-
no, sin querer declararlo.
No haber menester ayuda de vecinos.
No necesitar auxilio de nadie para
llevar a cabo una empresa.
AYUDAR. — Ayúdame, aquí estorba.
Locución familiar con que se signi-
fica a una persona que rehuye uno el
aceptar sus servicios, por ser éstos
más perjudiciales que beneficiosos.
Ayúdate y ayudarte he, o Dios dijo:
Ayúdate, que yo te ayudaré. — V. A
Dios rogando y con el mazo dando.
Ayúdeme usted a sentir.
Frase con que se encarece la mayor
o menor importancia o gravedad del
asunto de que se trata.
AYUNAR. — Ayunar después de harto.
Vitupera a los que ostentan mortifi-
cación y viven regaladamente.
Ayunarle a uno.
Tenerle miedo o respeto.
Harto ayuna quien mal come.
El mal comer o el comer con escasez
es una penalidad equivalente al ayuno.
AYUNO. — Estar, o quedarse, en ayunas,
o en ayuno.
No haber entendido una cosa. — No
tener noticia de algo.
No obligarle a uno ya el ayuno.
Haber cumplido sesenta años de edad.
AYUNQUE. — Cuando ayunque, sufre;
cuando mazo, tunde.
Enseña que debemos acomodarnos
en todo al tiempo y a la fortuna.
AZACÁN. — Andar, o estar, hecho un
azacán.
Andar alguno muy afanado en depen-
dencias o negocios, especialmente si
son de persona extraña.
AZADA. — Quien trae azada, trae za-
marra.
Con el trabajo se adquiere la comida
y el vestido, factores no pequeños de
la existencia.
AZADÓN. — Azadón d¿ noche y candil de
día, tontería.
Satiriza a los que se valen de medios
inconducentes al fin que se proponen,
así como a los que hacen extempo-
ráneamente las cosas.
Prestadme un azadón; yo a vos también^
no viene bien, mujer.
Significa la circunstancia de no ave-
nirse bien una cosa con otra, y más
comúnmente la de no existir la debida
e inmediata relación entre antecedente
y consecuente.
AZADONADA. — A la primera azado-
nada disteis en el agua. — V. Al primer
tapón, zurrapas.
(A la primera azadonada queréis sacar
agua?
Indica que los asuntos arduos no se
AZAFRÁN
83
AZUL
consiguen a las primeras diligencias,
sino a fuerza de trabajo y constancia.
AZAFRÁN. — Azafrán de noche y candil
de día, es bobería. — V. Azadón de noche
y candil de día, tontería.
Ser como el azafrán.
Tipo usual del color amarillo, espe-
cialmente hablándose del rostro.
AZAR. — Echar azar.
Salir mal una cosa, con referencia a
que en los juegos de envite significa
tener una mala suerte.
Volvióse azar el encuentro.
Frase en que se prorrumpe cuan-
do el hallar a una persona es causa de
saber alguna mala noticia o desgracia
impensada.
AZOGADO. — Temblar como un azogado.
Estar sumamente tembloroso a con-
secuencia del excesivo frío, miedo, etc.,
aludiendo a los que trabajan por algu-
nos años en el beneficio del mercurio
o con sus amalgamas, que suelen enfer-
mar de un temblor, especialmente en
las manos y brazos, casi incurable.
AZOGUE. — En el azogue, quien mal dice
mal oye.
El que saca a plaza los defectos aje-
nos, tiene que sufrir el que pública-
mente le den en cara con los suyos.
Llevar, o tener, azogue en los pies.
Ser muy vivo o diligente.
Ser, o parecer, un azogue.
Aplícase a los individuos, con espe-
cialidad a los niños, sumamente activos
e inquietos.
Soldar el azogue.
Intentar un imposible o pretender
un absurdo.
Temblar como el azogue. — V. Temblar
como un azocado.
AZOR. — El azor, en el palo, y el halcón,
en la mano.
Además de su sentido recto, denota
que para el buen gobierno y manejo de
las cosas se ha de atender a la respec-
tiva inclinación y aptitud que demues-
tra cada individuo.
AZOTAR. — Uno es azotarse y otro ser
azotado. — V. No es lo ?nis»io moros vie-
nen que verlos venir, o No es lo mismo ir
a Alcalá que hablar con el ordinario.
AZOTE. — Azote y mordedura, mientras
duele dura.
Da a entender que cuando se pasan
los efectos se suelen olvidar las causas
que los produjeron.
Besar el azote.
Recibir el castigo con humildad y
resignación.
Hacer azote para sus espaldas.
Procurarse uno mismo el daño. —
También se dice : Ser cuchillo para
su garganta.
Azotes y galeras.
Expresión con que se da a entender
la comida ordinaria, que es la misma
todos los días.
No salir de azotes y galeras.
No medrar o prosperar uno en su
carrera, oficio o profesión.
Si buenos azotes me daban, bien caballero
me iba.
Manifiesta que si hemos experimen-
tado grandes gastos o sinsabores en el
acometimiento de alguna empresa, en
cambio hemos logrado la satisfacción
de ver coronados nuestros deseos.
AZÚCAR. — Con azúcar está peor.
Dícese cuando, por querer disculpar
alguna falta, se incurre en contradiccio-
nes que la agravan más.
Con azúcar y miel, todo sabe, o sale, bien.
Con buenos elementos no es extraño
que se obtengan resultados satisfac-
torios.
Ser de la propiedad del azúcar, quejamos
gastó menestra.
No necesitar arreglos ni compostu-
ras para estar bien, a semejanza del
azúcar, que sin ayuda de otro condi-
mento es siempre agradable al paladar.
AZUCENA. — Más blanco que una azu-
cena.
De extremada blancura.
AZUL. — ¿Azul celeste? Vivamos con éste.
Cuando se vive alegremente no se
repara con quién se pasa la vida.
B
BABA.— Caérsele a uno la baba, o Estar
con la baba caída.
Frase con que se da a entender, o
que uno es bobo, porque de cualquier
cosa se queda como pasmado y con la
boca abierta, o el gran gusto que le
ocasiona el primor con que dice o hace
alguna cosa la persona que es de su
especial afecto y cariño.
BA3AZ A. — Estar hecho una babaza.
Dícese de todo objeto blando, húme-
do y pegajoso, con alusión al reptil lla-
mado babaza o babosa.
BABEL. — Ser una Babel, o Ser la torre
de Babel.
Empléase aludiendo al lugar en que
hay gran desorden y confusión, o en
que hablan muchas personas a un tiem-
po, sin poder entenderse. — También
se emplea la palabra Babilonia en vez
de Babel.
BABIA. — Estar, o vivir, en Babia.
Hallarse muy distraído y embobado
y con el pensamiento muy distante de
lo que se está tratando e importa.
No creemos que tenga que ver nada
esta frase con el territorio de las mon-
tañas de León que lleva el nombre de
Babia, juzgando sólo que se trata de
una alusión onomatopéyica con la voz
baba, pues Estar con la baba caída vie-
ne a significar, en principio, lo mismo
que la frase que nos ocupa.
BABIECA. — Ser un babieca.
Frase con que se moteja a uno de
tonto, flojo o desvaído.
BABILONIA. -Es una Babilonia.—
V. Ser una Babbl.
BACALAO.— ¡Aprieta, bacalao, que está
caro el pescao!
Indica que el que por falta de recur-
sos o por la carencia de pescado en la
plaza no puede comerlo en día de vi-
gilia, necesita recurrir a la comida del
bacalao.
Cortar uno el bacalao. — V. Ser uno el
gallito del lugar.
Te conozco, bacalao, aunque vienes disfra-
zao.
Dícese a las personas cuya intención
se comprende, aunque éstas traten de
encubrirla, queriendo demostrar otra
cosa de la que sienten o quieren. —
V. Te veo, besugo, que tienes el ojo claro.
BACÍN. — Reniego de bacín de oro que es-
cupe sangre.
Da a entender lo nada apetecibles
que son las riquezas cuando van acom-
pañadas de inquietud y desasosiego. —
Dícese también, por vía de impreca-
ción, de la persona que, constituida
en dignidad sin merecerlo, abusa de
su posición, tratando despóticamente a
sus subalternos.
Ser un bacín.
Frase que se aplica a las personas
que se meten en todo, haciéndose des-
preciables por su carácter adulador y
poco digno.
BÁCULO. — Ser el báculo de la vejez de
alguno.
Constituir su apoyo moral o mate-
rial en la edad provecta.
BACHILLER. — Bachiller en artes, bu-
rro en todas partes.
Refrán empleado antiguamente para
burlarse de los que sólo habían reci-
bido ese ínfimo grado académico.
El que ha de ser bachiller, menester fui
deprender.
Indica que para lograr un fin, es ne-
cesario poner los medios proporcio-
nados.
Eso es lo mismo que andar buscando al ba-
chiller por Salamanca.
Expresa la imposibilidad de encon-
BADAJO
85 -
BAILAR
trar una cosa, como lo sería el que, en
tiempos antiguos, fuese una persona
a Salamanca en busca de un bachi-
ller determinado a quien no conociese,
siendo así que tantos centenares de
ellos cursaban por aquel entonces en
las aulas de la Universidad salmantina.
BADAJO. — Badajo de campana, si florece,
no grana. — V. Andando gana la aceña,
que no estándose queda.
BADAL. — Echarle a uno un badal a la
boca.
Dejarlo sin tener qué responder. —
Badal es una palabra arcaica que signi-
ficaba bozal para las bestias.
BADANA.— Zurrarle a uno la badana.
Darle de golpes. — Maltratarlo de pa-
labra.
BADDL.A. — Darse uno con la badila en
los nudillos.
Corregirse a sí mismo de algo de
que tiene que arrepentirse, mayor-
mente cuando lo sufre interiormerte o
sin darlo a entender.
BADOLATOSA.— Badolatosa,/or un
cuarto se ve la cosa.
Indica que lo que es de escasa im-
portancia cuesta poco alcanzarlo.
BAEZA. — Baeza quiere paces, y no quiere
Linares.
Alude a lo frecuentes que son las
desavenencias e intentos de acomodo
entre los que viven en localidades pró-
ximas.
Baeza, vanidad y pobreza, todo en una pie-
za; ejido más que ciudad; letreros más
que paredes, y putas más que mujeres.
Alude a lo presuntuosos que son los
de esta población y al mal concep-
to, aunque equivocado, que tienen de
las baezanas en las localidades inme-
diatas.
En Baeza, tanto valen los pies como la
cabeza.
Se refiere a un hidalgo que de una
gorra de terciopelo se hizo unos za-
patos, y como se le preguntara por
qué hizo aquello, contestó con la frase
citada. — Tropológlcamente quiere de-
cir que allí pretenden mandar los chi-
cos tanto como los grandes.
Ni en Baeza naranjos, ni en Úbeda hi-
dalgos.
Es decir, que no había una cosa ni
otra en esas poblaciones en el siglo xvi,
que es de cuando data este refrán.
BAGAJE. — Tener alguna persona cosas de
bagaje mayor.
Entiéndese por bagaje mayor las ca-
ballerías pertenecientes al género ca-
- bailar y mular, en oposición al bagaje
menor, que pertenece sólo al asnal. Em-
plear esta frase es equivalente a mote-
jar de mulo o caballo al individuo a
quien se le dirige. — La palabra bagaje
suele substituirse por caballería mayor.
BAGRE. — Parecer, o ser, un bagre.
Frase usada en el Río de la Plata, con
que se denota la fealdad de una perso-
na, especialmente del sexo femenino.
El bagre es un pez fluvial de bastante
estima en dicha región, abundante en
casi toda América, y que se distingue
por carecer de escamas, ostentar color
pardo atigrado y una cabeza monstruo-
sa. En Buenos Aires, y más aún en Mon-
tevideo, desprecian su carne, tanto por
la abundancia que de otros pescados
hay, cuanto porque su voracidad le lle-
va a comer toda clase de inmundicias.
BAHÍA. — ¿Qué hay} — La bahía, junto a
Cais.
Contestación que se suele dar en
Andalucía a una pregunta indiscreta o
tonta que no se quiere contestar. — En
otras ocasiones se contesta así cuando
no hay novedad alguna que referir, por
ser todas tan conocidas como la de que
Cádiz sigue junto a su bahía.
BAILAR. — Baila que se las pela.
Manifestar alegría por alguna buena
noticia, ser bien recibido, etc.
Bailar al son que tocan.
Equivale a saber adaptarse a las cir-
cunstancias.
Bailar con la más fea.
Da a entender que a las personas
que son desgraciadas, siempre les toca
lo peor en todas partes.
Esa es otra que bien baila.
Indica que la cuestión o materia que
se acaba de suscitar entraña igual o
mayor gravedad que aquella de que se
iba tratando anteriormente.— Otros di-
cen : que mejor baila.
/ Que baile!
Expresión usada públicamente en
son de rechifla contra alguna persona,
BAILARÍN
— 86 —
BALA
y con especialidad por parte del pue-
blo en desacato de las disposiciones
que intenta hacer cumplir algún indi-
viduo constituido en autoridad. Es lo-
cución de uso relativamente moderno
en nuestra lengua.
/ Que le quiten lo bailado!
Frase con que se expresa que lo que
se ha disfrutado, gozado, ganado, etc.,
antes, se lo encuentra uno en su pro-
vecho.
i Qué tal? ¿Bailo bien o bailo mal?
Equivale a preguntar si estamos erra-
dos o no en lo que se ha dicho, hecho
o pensado.
Sacar a bailar a alguno.
Serle ocasión de alguna desazón o
disgusto más o menos grave.
BAILARÍN. — La del bailarín, que se re-
ventó bailando y no gustó.
Dícese de aquellas personas que se
esfuerzan por dar gusto, sin que les sea
agradecido.
Bailarines, en cojos paran.
Advierte que el que usa con exceso
de alguna cosa, viene a ser víctima de
aquello de que abusó.
BAILE. — En baile, todos son buenos mozos;
y en quintas, defectuosos.
Da a entender que' para lo bueno
todos estamos propicios y prontos ;
pero para lo malo, rehuímos el bulto
con pretextos y achaques indebidos.
No estimar en el baile del rey Perico.
Tener una cosa en poco aprecio por
su escaso valor.
BAJA. — Aprende baja y alta, y lo que el
tiempo tañere, eso danza.
El que posee distintas habilidades,
se halla en aptitud de poder utilizarlas
al tenor de como se presenten las cir-
cunstancias.— Alude a las antiguas dan-
zas alemanas introducidas en nuestro
suelo y conocidas con las denomina-
ciones de alta y baja.
Dar baja una persona o cosa. — V. Dar,
o pegar, un bajón.
Dar de baja.
Excluir o eliminar a una persona del
trato que con ella se tenía, o del escala-
fón o nómina de un cuerpo o sociedad.
Estar en baja una persona o cosa.
Estar en decadencia. — Perder mucho
de su estimación.
Ser baja.
Dejar de pertenecer un individuo a
un cuerpo, ramo, etc., por cualquier
causa.
BAJÁ. — Ser un bajá de tres colas.
Dícese de la persona que es suma-
mente orgullosa y de carácter domi-
nante. Usase mucho con el verbo pa-
recer.
BAJEL. — Cuando fluctúa el bajel, no debe
dormir el piloto.
Nos amonesta a andar muy preveni-
dos y sobre aviso en los trances apu-
rados o comprometidos, para poder
conjurarlos y no quedar envueltos en
su ruina.
BAJÍO. -Dar un bajío. -V. Dar, o pegar,
un BAJÓN.
Dar en un bajío.
Tropezar por inadvertencia, o forzo-
samente, en un grave inconveniente,
que suele destruir, o por lo menos en-
torpecer, el fin a que se aspiraba.
BAJO. — El que vive en bajo tiene dos tra-
bajos, o doble trabajo.
Denota, en general, que el inferior
tiene que experimentar, sobre las mo-
lestias o vejaciones que le causa el su-
perior, ya el disgusto de tener que des-
ahogarse, si puede, dándole en cara
con su mal proceder, ya, si no le es
posible, el de tener que devorar inte-
riormente su incomodidad.
Pon, o ponga usted, por bajo que no he
dicho nada.
Manera de desdecirse uno, por echar
de ver que se había equivocado en su
juicio, o por comprender que serán
desechados los motivos que alega a
favor del principio que defiende.
BAJÓN. — Dar, o pegar, un bajón alguna
persona o cosa.
Sufrir notable menoscabo o disminu-
ción en el caudal, la salud, las faculta-
des intelectuales, etc.
BALA.— Como una bala.
Pondera la presteza y velocidad con
que camina o va de una a otra parte
alguna persona o cosa.
El que es bueno para las balas, es bueno
para los confites. — V. El que estd a las
duras, que esté a las maduras.
Estar como balas.
Término de comparación de algunos
BÁLAGO
- 87
BALLESTA
manjares, especialmente de los gar-
banzos, para denotar que son o están
extremadamente duros.
Ser una bala. perdida.
Dícese, en sentido figurado, del que
es muy atolondrado.
BÁLAGO. — Menear, o sacudir, o zurrar,
a uno el bálago.
Darle de palos o golpes, o propor-
cionarle graves disgustos y desazones.
BALANCÍN. — Observar una conducía de
balancín.
Sin fijeza ni estabilidad; de una ma-
nera veleidosa e inconsecuente.
B AL ANDRÁN.-/ Desdichado b alandrán,
nunca sales de empeñado!
Aplícase a aquellos que nunca pue-
den salir de deudas o atrasos.
Empeñado, como el balandrán desdicha-
do. — V. ¡Desdichado balandrán, nunca
sales de empeñado!
Sacudirle a alguno el balandrán.
Darle una paliza; sacudirle el polvo.
BALANZA.— Caer la balanza.
Inclinarse a una parte más que a otra.
Estar e?i balanza, o en balanzas, algu-
na persona o cosa.
Estar en peligro; en duda, sin segu-
ridad ni firmeza.
Esiar una cosa como la balanza en el fiel.
Guardar las proporciones justas, de-
bidas y adecuadas al objeto para que
se la destina.
No hay balanza tan recta que algún tiem-
po no se tuerza.
Coptra los jueces que, en ocasiones,
declinan la justicia para servir sus inte-
reses o los de sus allegados.
Poner en balanza, o en balanzas. — Véa-
se Estar en balanza, o en balanzas.
Ser una cosa más Justa que la balanza
de San Miguel.
Se aplica esta frase a lo que es muy
proporcionado, o a lo que está en su
punto o es muy exacto.
BALAZO. — A balazos de plata y bombas
de oro, rindió la plaza el moro.
Expresa lo poderosas que son las
riquezas para conquistar los corazones,
especialmente los femeninos.
El que no quiera balazos, no vaya a la
guerra.
Aconseja no mezclarse en asuntos
peligrosos, a fin de no verse envuelto
en las funestas consecuencias que pue-
den traer.
BALCÓN. — Porque otro se tire de un bal-
cón, no voy a tirarme yo.
La mala conducta observada por una
persona no debe servir nunca de ejem-
plo, o de excusa o pretexto, a otra
para que la imite.
¡ BALDE.— Lo de balde es caro.
Da a entender que las cosas que se
reciben de regalo suelen salir más ca-
ras que si se comprasen por el dinero,
pues el favorecido queda obligado re-
gularmente a mostrar, en justa recipro-
cidad, su agradecimiento mediante el
agasajo de otro objeto que supere en
valor al que recibió.
Nada hace en balde la Naturaleza.
Denota que todo lo creado tiene su
razón de ser, no habiendo sido hecho
en vano o por capricho.
Ni de balde.
Dícese de todo aquello que por ser
muy malo o despreciable nadie lo quie-
re tomar ni aun regalado.
BALDÓN.— De baldón de señor, o de ma-
rido, nunca zaherido.
Denota que las palabras de repren-
sión que dirigen los superiores a los
inferiores, no deben ser motivo para
que se consideren éstos agraviados.
BALÍN. — Estar una cosa como balines. —
V. Estar como balas.
BALSA. — Estar hecJw tina balsa de aceite.
Aplícase al lugar o concurrencia de
gente en que reina gran tranquilidad y
sosiego.
BÁLSAMO.— Ser un bálsamo.
Ser una substancia muy generosa, de
mucha fragancia y perfección en su cla-
se. Dícese, por lo común, del buen vino.
BALLENA. — Ser como la ballena, que
todo le cabe y nada le llena.
Dícese de las personas por extremo
tragonas o ambiciosas, que nunca es-
tán satisfechas.
BALLESTA. — Ballesta de amigo, recia
de armar y floja de tiro.
Indica haberle costado a uno mucho
trabajo el que le asegure una persona
de su amistad y confianza que se deci-
de a prestarle su protección o ayuda,
y llegar a serle ésta inútil o poco me-
nos en último resultado.
BALLESTERO
— 88 —
BANDERA
Quien tiene ballesta, tiene mujer y man-
ceba.
Alude al hombre por extremo viri-
potente, a quien suele no bastarle el
uso de sólo su mujer.
BALLESTERO. — Ballestero loco, do
pierde un virote, allí echa otro.
Vitupera el desacierto de los que,
habiéndoles salido torcido un negocio,
vuelven a emprenderlo de nuevo.
Ballestero malo, a los suyos tira.
Pondera la ineptitud de los que, por
tenerla en tanto grado, llegan a perju-
dicar hasta a sus parientes y afectos.
Ballestero que mal tira, presta tiene la
mentira. — V. Encontrarle, o tener, sa-
lida a, o para, todo.
Ballestero tuerto, quebralde el ojo, ca-
taldo muerto. — V. El ratón que no sabe
más que un horado, presto es cazado.
El mal ballestero a los suyos tira. — Véa-
se Ballestero ?nalo, a los suyos tira.
BALLESTEROS. — Pasarle a uno lo que
le pasó a Ballesteros en Bornos.
Hacerle alguna mala obra con grave
detrimento en sus intereses, o salud,
vida, etc. — Alude a la derrota que sufrió,
por parte de las tropas francesas, en
aquella villa de la provincia de Cádiz,
el general D. Francisco Ballesteros, en
i.° de junio de 1812, de cuya encarniza-
da lucha resultaron muertos 1.500 sol-
dados españoles. Ballesteros murió des-
prestigiado en París el año 1833,8 causa
de sus inconsecuencias políticas.
BAMBOCHE. — Parecer, o ser, un bam-
boche.
Frase que se aplica a la persona muy
gruesa y de baja estatura, que tiene los
carrillos abultados y encendidos, por
parecerse a las figuras de los cuadros
que los pintores llaman bamboches o
bambochadas, los cuales representan or-
gías o banquetes ridículos.
BAMBOLLA.— Echarla de bambolla.
Presumir de riquezas; ostentar ex-
cesivo lujo; vivir con gran boato, par-
ticularmente cuando no se tiene me-
dios para ello. — También se suele de-
cir: Echarla de fachenda.
BANCO. — Estar en el banco de la pa-
ciencia.
Estar aguantando o sufriendo alguna
grave molestia.
O herrar o quitar el banco.
Excita a tomar una resolución entre
dos partidos opuestos que hacen va-
cilar.
Poder pasar por los bancos de Flandes.
Da a entender que uno ha ejecutado
alguna cosa ardua, aludiendo a lo peli-
grosos que son para las embarcaciones
los muchos bajíos que hay en aquellas
costas.
BANDA.— Cerrarse a la banda.
Obstinarse en su determinación; no
darse a partido.
Estar de la otra banda.
Darse cuenta, comprender o ente-
rarse pronto de lo que se ha dicho. —
Hacerse cargo de la situación.
Irse a la otra banda.
Inclinarse al partido opuesto.
No ir a ninguna banda.
Úsase generalmente al tratarse de
repartos proporcionales, para dar a en-
tender que no pudiendo ser material-
mente divisible la diferencia que re-
sulta, o siendo por su naturaleza de
poca importancia, es indiferente el que
recaiga a favor de una u otra de las
partes contratantes el exceso o el de-
fecto.
BANDEAR.— Vamos bandeándonos.
Ingeniarse, buscárselas, componér-
selas, darse maña y trazas para salir
de algún apuro o para subvenir a la
satisfacción de las necesidades de la
vida.
BANDEJA. — Como si hubiese dormido en
bandeja, o Parece que ha donnido en
bandeja.
Aplícase familiarmente a la persona
que desde muy temprano se presenta
vestida de etiqueta, o por lo menos de
sociedad.
Estar en bandeja.
Gozar de privanza; ser halagado por
todos; estar de moda.
BANDERA.— Bandera de paz.
Convenio y ajuste después de haber
tenido alguna discusión.
Dar la bandera.
Ceder a uno la primacía; reconocerle
ventaja en alguna materia.
Levantar bandera, o banderas.
Hacerse cabeza de bando o parciali-
dad. — Convocar gente de guerra.
BANDERILLA
- 89 -
BARATO
Militar bajo (mejor que debajo de) la ban-
dera de alguno, o Seguir la bandera
de alguno.
Ser de su opinión, bando o partido,
o hallarse sometido a sus órdenes y
dirección en alguna empresa.
A, o con, banderas desplegadas.
Abierta o descubiertamente; con toda
libertad.
Hacer banderas.
Jugar con el peligro. — Cometer im-
prudencias, particularmente las perso-
nas delicadas o enfermas; v. gr. : co-
miendo demasiado, desabrigándose, an-
dando con exceso, etc.
Salir con banderas desplegadas de algu-
na empresa, cargo, compromiso, etc.
Salir con todo aplauso y lucimiento.
BANDERILLA. — Plantarle, o ponerle,
una banderilla, o un par de banderi-
llas, a alguno.
Decirle algo picante o satírico; ju-
garle alguna mala pasada; hacerle un
flaco servicio, etc.
BANDERILLERO.— Para un buen ban-
derillero hay toro en todas partes.
Todos los sitios de la plaza son bue-
nos para poner banderillas a la res,
cuando el lidiador es hábil. — La perso-
na laboriosa no encuentra dificultades
para trabajar en ninguna parte.
BANDOLERO.— Huelen de lejos los ban-
doleros el dinero de los pasajeros.
Manifiesta que los que tienen algún
vicio o costumbre, parece como que
adivinan el sitio u oportunidad de sa-
tisfacerlo.
BAÑO. — Jurado ha el baño, de negro no
hacer blanco.— V. Sobre negro no hay tin-
tura, en sus dos acepciones, la recta y
la figurada.
La que ¿&/baño viene, bien sabe loque quiere.
Refiérese a cierta clase de mujeres
que, exagerando el aseo personal, inci-
tan a la comisión del pecado.
¿Para qué va al baño la negra, si negra se
queda, o si blanca no puede ser?
Expresa que en vano se aplican los
medios cuando el fin no es asequible.
Una vez que fuiste al baño, tienes que con-
tar todo el año.
Dirígese a las personas que cacarean
una cosa ocurrida casualmente como
si hubiese acaecido muchas veces.
BAQUETA.— Mandar a baqueta, o a la
baqueta, a uno.
Mandarle despóticamente.
Tratar a uno a la baqueta, o a ba-
queta.
Tratarlo con desprecio o con seve-
ridad.
B ARA JA.— Ec/uzrse, o entrarse, o meterse,
en baraja, o en la baraja, o Irse a la
baraja.
.Denota que alguno desiste de su pre-
tensión o intento por temor de no po-
der salir airoso.
Toda la baraja es ases.
Aplícase a todo negocio cuyos ele-
mentos constitutivos son favorables
para el que lo maneja.
Jugar con, o tener, dos barajas. Algunos
añaden: una para ganar, y otra para
fio perder.
Aplícase a los que en sus tratos o
empresas se valen de dos o más me-
dios distintos, a fin de que si uno sale
fallido, dé buen resultado el otro o los-
otros que se tenían de reserva.
Tener barajas.
Reñir, pelear, contender con alguien.
Es frase anticuada.
BARANDA.— Echar de baranda.
Exagerar o ponderar excesivamente
alguna cosa.
BARATA. — El que no piensa pagar, al con-
certar de la barata no repara en incon-
venientes.
Quien no tiene intención de cum-
plir lo pactado, admite impunemente
todas las condiciones que se le impon-
gan, por onerosas que sean. — Enseña a
desconfiar del que lo hace así.
No hay cosa más barata que la que se
compra. — V. Lo de balde es caro.
BARATILLO.— Puntada larga y apretón,
que para el Baratillo son.
Aplícase a la ropa de munición o co-
sida farfulladamente, por lo mal que se
paga. Úsase comúnmente en Sevilla,
aludiendo al barrio llamado el Barati-
llo, en que se vende ropa hecha para
las clases pobres.
BARATO.— ¡Ahorcado sea tal barato!
Frase ponderativa del bajo o ínfimo
precio a que se da indebidamente al-
guna cosa, especialmente entre los del
mismo comercio u oficio.
BARATO
90 —
BARBA
Cobra el barato y échate a dormir.
En ciertas ocasiones es conveniente
imponerse desde el primer momento.
Cobrar uno el barato.
Ejercer predominio, por el miedo que
impone a los demás.
Dar de barato.
Conceder graciosamente o sin preci-
sión alguna cosa, por no ser del caso. —
Dar por supuesto; suponer que, etc.
Echar, o ?neler, a barato.
Confundir y obscurecer lo que algu-
no trata de expresar, interrumpiéndole
con voces, griterío, bulla o cualquier
otro medio que turbe el silencio y el or-
den.— Agregando el país, la tierra, etc.,
significa talarla, arrasarla, destruirla,
llevarla a sangre y fuego.
El barato de Juan del Carpió.
Frase proverbial equivalente a Ir
por LANAjy volver trasquilado.
Cuéntase que un tal Juan del Carpió
estuvo dando naipes y despabilando
toda una noche, y cuando quiso, a la
conclusión, cobrar el barato se armó
tal riña entre los jugadores, que vinie-
ron a tirarse los candeleros a la cabe-
za, descalabrando con uno de ellos al
postulante.
Es más barato cuidar que construir.
Recomienda el esmero en conservar
las cosas, pues es mucho más costoso
el tener que adquirirlas nuevas.
Hacer mal barato.
Obrar o proceder mal.
Lo barato dado, caro llorado.
Censura el desprendimiento extre-
mado, pues en muchas ocasiones nos
hace falta lo que a otro dimos sin retri-
bución alguna. — Aconseja el no ser de-
masiado condescendiente, con especia-
lidad al sexo femenino, por las graves
consecuencias que de semejante falta
de cautela o reserva pueden originarse.
Lo barato es caro. — V. Lo de balde es
caro.
Ni juega ni da barato.
Dícese del que anda fluctuando en-
tre dos partidos, pareceres, etc., sin
acabar de decidirse a favor de uno u
otro.
No hay nada más barato que lo que se
compra.
Significa que no pocas veces los re-
galos )- agasajos salen más costosos que
lo que se adquiere con el dinero efec-
tivo.
BARBA.— A barba regada.
Con mucha abundancia o prodigali-
dad; con exceso.
A, o en, barba de necio aprenden todos a
rapar.
Denota que el débil sirve siempre al
poderoso para que haga sus experi-
mentos.
A barba muerta poca vergüenza.
Quiere decir que generalmente se
guarda poco respeto a la memoria del
que ha fallecido.
Andar con la barba por el suelo.
Pondérase la vejez o decrepitud de
una persona.
Andar con la barba sobre el hombro.
Estar alerta; vivir con vigilancia y
cuidado; andar receloso.
Antes barba blanca para tu hija, que mu-
chacho de crencha partida.
Recomienda para el matrimonio de
la mujer, la seriedad de un hombre en-
trado en años, mejor que la inexpe-
riencia de un mozalbete presumido.
A poca barba, poca vergüenza.
Advierte cómo los pocos años sue-
len hacer atrevidos e insolentes a al-
gunos hombres.
Barba a barba, honra se cata.
Da a entender cómo, en presencia
de una persona, se tiene naturalmente
cierto empacho en exponerle con inge-
nuidad y llaneza un resentimiento, pre-
tensión, derecho, etc., lo cual se evita
por medio de un escrito o valiéndose
de tercera persona. — En lugar de honra
se suele decir también vergüenza.
Barba a barba, vergüenza se cata.
Da a entender la mayor atención y
respeto que se tienen unos a otros en
presencia, que no en ausencia.
Barba bien bañada, medio cortada.
Cuando los medios conducentes a la
consecución de un fin están bien pre-
parados o dispuestos, se obtiene más
pronta y acertadamente el objeto ape-
tecido.
Barba pone mesa, que no brazo ni pierna,
o que no pierna tiesa.
Recomienda el trabajo y la aplica
ción, pues en medio de la ociosidad no
BARBA
— 91
BARBA
es dable adquirir los medios necesarios
para subvenir a las necesidades perso-
nales ni domésticas.
Barba remojada, medio rapada. — V. Bar-
ba bien bañada, medio cortada.
Barba rubia mucho viento anuncia.
El sol de color de fuego. — Es refrán
catalán, que dice: Barba roxa molt vent
porta.
Cuando la barba de tu vecino veas pelar,
echa la tuya a remojar.
Enseña cómo debemos servirnos y
aprovecharnos de lo que a otros suce-
de, escarmentando en cabeza ajena. —
Dicese también, en vez de pelar, peinar.
De tal barba, tal escama.
Advierte que no se debe esperar de
los hombres, por punto general, otra
cosa que la que corresponde a su naci-
miento y crianza.
Echar a la buena barba.
Señalar a alguno para que pague lo
que él y sus compañeros han comido,
gastado, etc.
En la barba del clérigo rapada, le nace el
pelo.
Aunque dé el clérigo con caridad y
liberalidad cuanto posee, como se sus-
tenta de la bolsa de Dios, luego se
vuelve a llenar la suya.
Hacerle la barba a alguno.
Frase figurada y familiar. Jugarle al-
guna treta; suplantarle; llevarle venta-
ja en alguna cosa, etc.
Hazme la barba, y hacerte he el copete.
Aconseja el auxilio mutuo entre dos
o más que se proponen la consecución
de alguna empresa.
Afentir por la mitad de la barba.
Mentir con todo descaro; a sabiendas.
Meter barba en cáliz.
Esta expresión, usada más común-
mente en la germanía, equivale a or-
denarse de sacerdote. — En sentido más
lato da a entender que se ha conse-
guido ya llegar a una alta dignidad,
empleo o cosa equivalente.
Poca barba dice poca vergüenza.
Indica que el amor propio y la dig-
nidad son hijos de los años.
Quien no guarda, nunca alza barba.
La persona que es despilfarradora,
nunca llegará a medrar ni a disfrutar
de conveniencias y reposo.
Sacar a alguno la barba del lodo.
Sacarle de apuros o del mal trance
en que se halla.
Ser de barba de pavo.
Ser alguna persona o cosa notable
en su línea. — En lugar de barba se dice
también de moco de pavo.
Te?nblarle a uno la barba.
Estar con gran miedo, temor o rece-
lo. — Estar dominado por la ira; enfu-
recerse.
Tener barba de alcaide.
Llamábase así antiguamente a la que
era larga y de aspecto venerable, que
es como solían usarla aquellos funcio-
narios para infundir mayor respeto y
autoridad al pueblo.
Traer la barba sobre el hombro. — V. An-
dar con la barba sobre el hombro.
A las barbas con dineros, honra hacen los
caballeros.
Advierte que a los viejos acaudala-
dos les muestran todos respeto por
el interés que esperan lograr cuando
mueran.
Barbas mayores quitan jnenores. — Véa-
se Baza mayor quita menor.
Barbas parejas no guardan ovejas.
Quien se ocupa demasiado en el ali-
ño y compostura de su persona, tiene
que descuidar forzosamente sus inte-
reses.
Callen barbas y hablen cartas.
Significa que es ocioso el andar gas-
tando palabras cuando sobran instru-
mentos que comprueben lo que se
quiere probar.
Con más barbas que un zamarro.
Expresión que, además de significar
el ser un hombre barbudo, se usa para
reprender o vituperar a aquel que,
siendo ya algo entrado en años, ejecuta
alguna acción propia de niños o de jó-
venes.
Cuales barbas, tales tobajas.
Indica que a cada cual se le debe tri-
butar el honor y obsequio que a su
clase, circunstancias y merecimientos
le corresponden. — Alude a la prácti-
ca que observaban los barberos, que,
según la calidad de las personas que
iban a afeitarse a su tienda, así les po-
nían toallas (tobajas) o paños limpios
o usados.
BARBARIDAD
— 92
BARBERO
Echar a las barbas.
Reconvenir a uno; darle en rostro;
afearle en su cara el mal proceder que
ha observado.
¡Para mis barbas!, o ¡Por mis barbas!
Fórmula de juramento con que se
asevera alguna cosa.
Pelarse uno las barbas.
Manifestar grande ira y enojo por
medio de ademanes violentos y des-
compuestos.
Quien presta, sus barbas mesa.
Aconseja el ser muy parco en pres-
tar, por temor de no poder recuperar,
cuando se necesite, lo prestado.
Si sale con barbas, será San Antón, y si
no, la Purísima Concepción.
Da a entender que uno encomienda
al acaso el resultado de la obra o pro-
yecto que trae entre manos, sin pre-
ocuparse mucho ni poco del desenlace
que pueda tener.
Subírsele a alguno a las barbas.
Atreverse o perder el respeto al su-
perior, o querer igualarse alguno con
quien le aventaja y excede.
Tener buenas barbas.
Ser de carácter firme y enérgico. —
Ser alguna persona o cosa notable en
su género, cualquiera que éste sea.
Tener pocas barbas.
Frase figurada y familiar con que se
da a entender que alguno tiene pocos
años; o ya, que carece de experiencia
o de los elementos suficientes para sa-
lir airoso en su empresa. En este últi-
mo supuesto es sinónimo riguroso de
Ser poco hombre.
BARBARIDAD. — No hay barbaridad
que no esté apadrinada por algún sabio.
Denota la miseria de la naturaleza
humana, supuesto que la mayor parte
de los errores que existen en el terre-
no de la Ciencia han sido concebidos en
el cerebro de algún hombre de talento,
y luego apoyados y difundidos por sus
adeptos.
No me gustan más barbaridades que las
mías.
Frase pretenciosa en que se suele
prorrumpir al oír algún disparate, dan-
do a entender que no gusta ninguno,
por suponerse uno incapaz de decirlos
o hacerlos.
BARBECHO. — £/ barbecho de enero
hace a su amo caballero; y el de antes, ca-
ballero y con guantes. Algunos dicen: si
es antes, con guantes; y si después, con
alpargates.
Indica que la operación de barbechar
las tierras debe hacerse lo antes posi-
ble para que dé mayor rendimiento,
pues mientras más se retrase produci-
rá peores frutos.
Firmar como en un barbecho.
Hacerlo sin examinar lo que se fir-
ma, y por extensión, asentir a alguna
cosa cuya índole y antecedentes se ig-
noran por parte del sujeto que presta
a ello su conformidad.
BARBERO. — Barbero, o loco o parlero.
Denota el poco fundamento y la mu-
cha locuacidad que suele ser inherente
a los que ejercen tal profesión. — Dícese
igualmente a este propósito: Ni barbe-
ro mudo, ni cantor sesudo. (Véase.)
De barbero a barbero no pasa dinero. —
V. Entre sastres no se pagan hechuras.
La gracia, o la habilidad, del barbero
consiste eti dejar, o sacar, patilla donde
no hay pelo.
Elogia a los que se dan maña para
sacar partido de las situaciones desfa-
vorables o contrarias al buen éxito de-
seado u obtenido, y que, por lo tanto,
no era de esperar.
Más desocupado que un barbero en lunes.
Se emplea para indicar que uno no
tiene nada que hacer, aludiendo a que
los barberos no suelen tener trabajo a
principios de semana.
Más frío que mano de barbero.
Se aplica para significar que una cosa
no tiene calor alguno.
Ni barbero mudo, ni cantor sesudo.
Casi todos los barberos tienen el
prurito de hablar demasiado cuando
afeitan. Casi todos los músicos adole-
cen de poco asiento o juicio, de ligere-
za de cascos. De aquí el refrán.
Todos, o los más de, los barberos son gui-
tarristas y copleros.
Este refrán es un fiel reflejo de la
realidad; pues, en efecto, parece hallar-
se vinculada en tal profesión la afición
al canto, a la locuacidad y a la música
de guitarra, en la cual suelen ser algu-
nos bastante más que medianías.
BARBIPONIENTE
93 —
BARGAS
BARBIPONIENTE. — Dámelo barbipo-
niente, si quieres que me aproveche.
Indica que para ciertos menesteres
son preferibles los mancebos en quie-
nes empieza a despuntar la barba.
BARBO. — ¿Y el barbo?
Pescando con caña en el Ebro un
vecino de Utebo (Aragón), creyó que
algún barbo colosal había picado en el
anzuelo, cuando, a pesar de ser hom-
bre de bríos, no podía sacarlo. Llamó
en su ayuda a los mozos del lugar, los
que no tardaron en acudir, provistos
de cuerdas y ganchos; y al cabo de mu-
cho tiempo de tirar y más tirar, vieron
coronados sus heroicos esfuerzos, dig-
nos de mejor causa, con arrancar del
fondo del río un madero más que me-
diano. Desde entonces, el que quiera
que le calienten las costillas, no tiene
más que preguntar a cualquier hijo de
Utebo: ¿Y el barbo?, pues lo reputan
por mote sumamente denigrante para
ellos.
BARCA. — Bien liaremos , bien diremos,
mal va la barca sin remos.
Refrán tomado del italiano, que in-
terpreta el Comendador Griego en los
siguientes términos: «Llama, según
pienso, a los aparejos necesarios para
la cosa o el consejo, los remos.»
Dar con la barca en tierra.
Tropezar con algún escollo; experi-
mentar algún fracaso.
La ventura de la barca, la mocedad tra-
bajada y la vejez quemada.
Aplícase a los que toda su vida son
desgraciados, con alusión al destino de
la barca, que después de haber sido el
azote de las aguas mientras era servi-
ble, al inutilizarse son sus fragmentos
arrojados al fuego.
Quien ha de pasar la barca, no cuente
jornada.
Explica la contingencia de retardar-
se la jornada cuando hay obstáculos
que vencer.
B ÁRCELO. — Ser más valiente que Bar-
celó por la mar.
Frase usada frecuentemente en An-
dalucía para expresar el valor heroico
de alguna persona. — Su origen es debi-
do a un marino español llamado don
Antonio Barceló, natural de Mallorca,
el cual se hizo famoso a mediados del
siglo xviii por las persecuciones tan de-
nodadas como victoriosas que hizo a
los moros que infestaban a la sazón las
costas de la Península.
BARCELONA. — Barcelona es bona si
la bolsa sona.
Refrán usado por los que defien-
den que teniendo dinero se está bien
en todas partes. — Los catalanes, más
atentos a la belleza de su ciudad, aña-
den: si sona o no sona, Barcelona siem-
pre es bona.
BARCO. — A barco viejo, bordingas nue-
vas.
Según el Comendador, «el asturiano
llama bordingas, palos nuevos que po-
nen al través de largo a largo a los bar-
cos viejos, para reforzarlos». — V. Re-
mienda tu sayo y pasarás tu ano.
Barco a la capa, marinero a la hamaca.
Refrán con que los marineros dan a
entender que, una vez puesto el buque
a la capa, nada más queda que hacer.
Barco grande, y ande o no ande. Otros
dicen : Caballo grande, ande o no ande .
Dícese de los que aprecian las cosas
por el tamaño y no por el mérito. —
También se significa con este refrán la
mayor seguridad que hay en el mar,
cuando reinan temporales, si se viaja
en barcos grandes y pesados.
Barco lleno y barco vacio.
Da a entender la inestabilidad y poca
permanencia de algunas cosas, que tan
pronto se tienen como se dejan de te-
ner, a la manera de los buques de car-
ga, que tan pronto están llenos como
vacíos.
Barco parado, mareo preparado.
Por el cuneo que forma cuando está
amarrado o anclado, a causa del mayor
o menor oleaje que lo agita.
Por viejo que sea el barco, pasa una vez
el vado, o el charco.
Da a entender que por inútil y que-
brantado que esté cualquiera, puede
servir para algo en un momento dado.
BARGAS. - Eres como los de Bargas, que
entran con la viga atravesada.
Equivale a llamarles brutos y testa-
rudos. — Lo mismo se dice de los de
Nava del Rey y de los de otras locali-
dades.
BARLOVENTO
— 94 —
BARRIGA
BARLOVENTO.- Ganar el barlovento.
Estar de buena fortuna respecto de
otro; superarle o aventajarle en suerte.
BARNIZ.— Darse barniz, o mucho barniz.
Darse importancia y lustre; ser jac-
tancioso.— V. Darse tono.
B ARQUETA. — Si no es en esta barque-
ta, será en la que se fleta.
Lo que no se hace o consigue hoy,
se hace o consigue mañana.
BARQUILLO.— Barquillos y aloja, alo-
ja y barquillos.
Dícese cuando alguna cosa, hecho o
dicho se repite mucho, variando a lo
sumo la forma, pero con igual fondo.
BARQUINAZO.— Dar un barquinazo.
Estar para caerse; a punto de des-
aparecer o decaer alguna cosa, tal como
la salud, una fortuna, etc.
BARRA.— De barra a barra.
De parte a parte o de uno a otro ex-
tremo.
Estirar uno la barra.
Hacer todos los esfuerzos posibles
para conseguir alguna cosa.
Tirar la barra.
Pasar, exceder de lo que otro haga,
o sobrepujar alguna cosa. — Vender las
cosas al mayor precio posible.
Tirar uno la barra. — V. Estirar uno la
barra.
Tirar uno la barra muy alto, o muy allá,
o Tirar más la barra.
Aventajarse sobre los demás en aque-
llo de que se trata.
Tirar la barra muy allá.
Ser muy notable o primoroso, dis-
tinguiéndose en aquello de que se tra-
ta, y presumir de ello al propio tiempo.
A barras áerechas.
Ejecutar una cosa sin engaño.
Eso piáo,y barras áerechas.
Solicitar que se conceda una cosa
sin engaño, fraude o dolo.
Estar en barras.
Tener alguno su pretensión o nego-
cio en buen estado.
Sin áaño áe barras.
Ejecutar una cosa sin perjuicio o
daño de ninguna de las partes conten-
dientes o contratantes.
Sin mirar, o pararse, o reparar, o trope-
zar, en barras.
Hacer algo sin reparar en los incon-
venientes o dificultades que pueden
salir al paso, atrepellando por cuales-
quiera obstáculos.
BARRABÁS. — Ser más malo que Ba-
rrabás.
Aplícase a las personas malvadas o
a los muchachos sumamente traviesos,
con alusión a aquel célebre sedicioso a
quien hizo entrar Pilatos en turno con
Jesús para ser sentenciado a muerte o
absuelto, según lo pidiera el pueblo
judaico.
BARRANCO. — No hay barranco sin
atranco. — V. No hay atajo sin trabajo.
Salir áel barranco.
Salir del atolladero o del mal paso
en que moral o materialmente se halla
uno metido.
BARRERA. — Desáe la barrera se sortea
perfectamente.
Satiriza la costumbre de dar conse-
jos, hallándolo todo muy fácil, cuando
no se está en el trance por que pasa el
aconsejado.
Sacar a barrera.
Sacar o exponer al público una cosa,
tal como los méritos o defectos de al-
guna persona o cosa.
Salir a barrera.
Exponerse a la pública censura.
Ver los toros áesáe la barrera.
Hacer algo sin exponerse a ningún
riesgo. — Presenciar una cosa de gran
peligro desde lugar seguro.
Sacar a alguno a barreras.
Dícese más comúnmente Sacar a ba-
rrera. (Véase.)
BARRIDO. — Ser, o servir, uno lo mismo
para un barrido que para un fregaáo.
Ser materia dispuesta para todo, o
para cosas contrarias, como lo sagrado
y lo profano, lo serio y lo jocoso, lo
noble y lo plebeyo, etc.
BARRIGA. — Barriga caliente, pie dur-
miente.
Después de haber comido bien se
debe descansar un rato.
Barriga gruesa no engendra entendimiento.
Las personas que son de mucho co-
mer no suelen distinguirse por exceso
de inteligencia.
Barriga llena, o el vientre lleno, alaba a
Dios.
Da a entender que no hay cosa como
BARRIGA
95 —
BARRO
el estar bien mantenido para hallarse
contento y dispuesto a emprender cual-
quiera ocupación o faena.
Barriga vacia, todo es sequía. — V. En
barriga vacía, huelgan ideas.
De cuarenta para arriba, no te mojes la ba-
rriga. Otros dicen: De cuarenta para
arriba, ni te cases, ni te embarques, ni te
mojes la barriga.
Aconseja el no bañarse después de
cumplidos cuarenta años, mayormen-
te al que nunca lo hizo o no tiene cos-
tumbre de hacerlo muy a menudo.
Echar barriga.
Engreírse , ensoberbecerse , andar
desvanecido.
El que no diga ¡viva! que se le seque la
barriga.
Expresión jocosa usada para inducir
a los demás a que asientan a nuestro
parecer o deseo.
El que tiene la barriga llena, no se acuer-
da del que la tiene vacia.
Satiriza a los ricos, que como tienen
sus necesidades cubiertas, no suelen
preocuparse por los desheredados de
la fortuna.
En barriga vacia, huelgan ideas.
La persona que se encuentra falta
de alimento no se halla en disposición
de dedicarse a trabajos intelectuales.
Escocerle, o picarle, a uno la barriga.
Tener mucha hambre o ganas de
comer.
Estar con, o hallarse con, o tener, la ba-
rriga a la boca.
Próxima a parir una hembra cual-
quiera. Dícese más comúnmente del
ser racional.
Estar rascándose la barriga.
Estar de todo punto ocioso, sin ha-
cer nada.
Sacar la barriga, o la tripa, o el vientre,
de mal año.
Saciar el hambre. — Comer más de lo
que se acostumbra, particularmente
cuando se hace en casa ajena.
Tener la barriga como cañón de escopeta,
o de órgano.
Tenerla vacía; no haber comido en
mucho tiempo.
Tener la barriga como un pandero.
Tenerla dura, por hallarse satisfe-
cha, harta, repleta.
BARRIGÓN. — El que ha nacido barri-
gón, es al mido que lo fajen.
Úsase en la América del Sur para
manifestar lo difícil, si no imposible,
que es contrarrestar la genialidad, suer-
te, etc., de las personas.
BARRIL. — No ha de romper el barril
brote que viene en abril.
índica que cuando brota la vid en
abril, el fruto no será abundante.
BARRILLO. — El barrillo de la aldea»
un burro lo trae y ciento lo llevan.
Por eufemismo se suele decir simple-
mente uno lo trae y ciento lo llevan, y
se aplica a las personas que, al arri-
marse a las paredes recién blanquea-
das, se llevan pegado a la ropa el
blanqueo.
BARRIO. — Andar de barrio, o vestido de
barrio.
Andar en traje de confianza, como se
acostumbra al hacer visitas por la ve-
cindad. Es un provincialismo de Anda-
lucía.
Luis Rufo emplea también esta locu-
ción en su Apotegma 273, el cual dice
así : «Venían dos caballeros, el uno muy
rico y el otro muy pobre, en dos caba-
llos buenos; y como fuesen iguales en
ser muy jinetes y buenos talles, y se
conformasen en el vestido, no por eso
se dejaba de echar de ver que el uno
iba en caballo suyo y el otro lo llevaba
prestado. El uno tenía sobrado lo que
había menester, y el otro andaba de ba-
rrio todo el año para salir un día. Así,,
visto, pues, que la apariencia era toda
una y la substancia tan desigual, dijo
que «el uno era árbol sustentado en
»su raíz, y el otro hincado en calle por
»donde pasa procesión.»
En el barrio de Santa Justa, Dios ¡os-
ería y ellos se juntan. — V. Dios los cria
y ellos se juntan.
Irse, o marcharse, al otro barrio.
Equivale a morirse.
BARRO. — Aunque iodo sea barro, no es
lo mismo la tinaja que el jarro. — V. En
cuanto a metales, iguales, pero diferen-
tes los metales.
Barro y cal encubren mucho mal.
El afeite y barniz dado a muchísimas-
cosas, oculta lo malo, esencial o intrín-
seco, que radica en ellas.
BARTOLA
— 96
BASTO
Dar barro a mano.
Entregar a uno dinero sin tasa.
Estar comiendo, o mascando, barro. —
V. Estar comiendo, o mascando, tierra.
No ser barro una cosa.
Tener algún valor o importancia. —
No ser despreciable o de poco más o
menos.
Ser barro.
Se usa esta frase en el propio senti-
do que la de No ser barro una cosa,
pero con el carácter de ironía. No es,
sin embargo, su empleo tan frecuente
como el de aquélla.
Tener barro a mano.
Tener alguna persona dinero sin
tasa; dilapidarlo sin cuidado ni preocu-
pación de nada.
BARTOLA. — Tenderse a la bartola.
Sin ningún cuidado; sin preocuparse
de hacer nada. — También se dice Tum-
barse, o echarse. — La bartola es la ba-
rriga, estómago, buche o pancho.
BARTOLO. — Acertólo Bartolo.
Locución proverbial con que iróni-
camente se da a entender a uno, que
ha errado en aquello en que juzgaba
haber andado acertado.
Casóse Bartolo con Mari-Pascual, tal
para cual.
Satiriza la unión de dos personas de
igual mala condición.
; Corre, Bartolo, que te coge, o pilla, el toro!
Frase con que se excita a una perso-
na a que huya o corra.
BÁRTULOS. — Liar los bártulos.
Arreglarlo todo para hacer una mu-
danza o viaje. — Marcharse de un sitio.
Úsase también con los verbos coger o
tomar.
Preparar los bártulos.
Disponer los medios para ejecutar
alguna cosa.
BASA. — Sentada la basa, o esta basa.
Sentado el principio; sentadas las pre-
misas; esto supuesto. — Algunos subs-
tituyen la palabra basa por baza; pero
semejante substitución es menos ade-
cuada, puesto que baza es término del
juego y tiene significación distinta de
la conveniente a la frase antedicha.
BASILISCO. — Estar hecho un basilis-
co, o Ponerse como un basilisco.
Estar o ponerse sumamente encole-
rizado, hasta el punto de desear matar
con sólo la vista, si posible fuera, al
objeto que causa tal ira y furor. — Alude
a la creencia errónea en que estaban
los antiguos tocante a poder causar la
muerte con la vista semejante reptil.
BASQUINA. — Ser más cumplido que una
basquina.
Dícese de la persona que es por ex-
tremo cortés, en cuya ocasión se juega
del vocablo cumplido, por ceremonioso y
por largo.
BASTANTE. — Bastante es mejor que
demasiado.
Indica que el exceso en muchas co-
sas es perjudicial.
¡Bastante hemos hablado!
Expresión con la cual se da a enten-
der que no hay que decir nada sobre
el asunto de que se trata, pues sin ne-
cesidad de explicaciones se sabe o se
ha comprendido todo. Suele emplearse
irónicamente.
BASTANTOLLO. — «¡Bastantollo!»,
dijo la vieja al pollo.
La palabra bastantollo, voz jocosa
empleada en la provincia de Cádiz,
sólo la hemos visto usada en este re-
frán, el cual equivale a decir: ¡Bas-
tante hemos hablado! El pueblo, poeta
por naturaleza, busca los consonante»
para sus frases, y cuando no los halla,
los inventa de la manera más capri-
chosa. A este género pertenece, sin
duda, la voz que nos ocupa.
BASTAR. — Lo poco basta y lo mucho se
gasta.
Significa que cuando se posee más
de lo necesario se consume antes, dila-
pidándolo, por creer que no se ha de
acabar nunca. En cambio, cuando no se
tiene más que lo suficiente, se ahorra
y guarda, temerosos de que no nos
alcance.
No decir nunca : Basta.
Ser insaciable; parecer todo poco.
BASTIDORES. — Entre bastidores. —
V. Estar al paño.
BASTILLO. — Vuelta de bastillo, cátala
codillo. — V. Si basto tienes, nunca des
vuelta.
BASTO.— Si basto tienes, nunca desvuelta.
Aconseja a los jugadores de tresillo
que no hagan la jugada de voltereta o
BASTÓN
97 —
BAYO
vuelta cuando entran con el basto sólo,
o sea con la tercera figura del estuche
mayor.
Bastos son triunfos. — V. No hay tal ra-
zón como la del bastón.
¡Por vida del ocho de bastos!
Interjección que, como la mayor par-
te de ellas, no tiene otro origen que el
capricho del que, en un momento de
mal humor, la pronuncia.
BASTÓN.— Empuñar el bastón.
Asumir o conseguir el mando.
Meter el bastón.
Poner paz, interviniendo en algo.
Terciar el bastón.
Sacudir golpes de lleno con él a al-
guien.
BASURERO. — / Temprano se abren los
basureros!
Frase que se emplea entre personas
de mucha confianza, cuando a alguna
se le abre la boca para bostezar.
BATACAZO. — Pegar un batacazo.
Sufrir un fracaso en algún asunto. —
Incurrir en algún desacierto o incon-
veniencia.
BATALLA. — Batalla ganada, general
perdido.
Da a entender el poco caso que se
hace de las personas cuando ya se ha
conseguido de ellas todo lo que se de-
seaba.
La batalla de Alcolea, colea.
Frase circunstancial que se emplea-
ba después de la revolución de sep-
tiembre de 1868, para indicar que no
se conocían aún bien las consecuencias
del hecho de armas que dio al traste
con el trono de Isabel II.
BATATA.— Meterle la batata a uno.
Engañar a una persona. — V. Hacer
un flaco servicio.
BATIDEROS.— Guardar los batideros.
Prevenir y evitar todos los inconve-
nientes.
BATIRSE. — Bátete con uno, combate con
dos, defiéndete de tres, huye de cuatro, y
no quedarás deshonrado.
Regla de prudencia que debe seguir
el que no quiera exponerse a un fra-
caso.
BATUECAS. — Parece que acaba de venir
de las Batuecas.
Moteja de zafio e ignorante a alguno.
Quien en las Batuecas haya de habitar,
en cabras y cohnenas ha de tratar.
Indica que en este desdichado valle
salmantino sólo se ocupan de la apicul-
tura y el pastoreo. Este refrán es anti-
quísimo, pues consta que a fines del
siglo xvi, en que las Batuecas era una
dehesa, llevaban los vecinos del inme-
diato pueblo de la Alberca sus gana-
dos a pastar, en invierno, a dicha re-
gión.
Venir de las Batuecas.
Estar muy atrasado e inculto, fun-
dándose en ser ése el estado de los
míseros habitantes del valle situado en
la parte meridional de la provincia de
Salamanca conocido con dicho nombre.
Está al Norte de Las Hurdes (Cáceres),
cuyos naturales gozan de igual fama.
BATURRILLO. — Hacer un baturrillo.
Mezclar especies inconexas y que no
hacen al caso, tanto en la conversación
como en los escritos. — También se dice
batiborrillo.
BATUTA. -Llevar uno la batuta.
Dirigir el plan de conducta que ha
de observar una corporación o la junta
de varias personas, o figurar en prime-
ra línea en alguna materia.
BAÚL. — Henchir, o llenar, el baúl.
Comer mucho o darse un hartazgo.
Familiarmente se da el nombre de baúl,
así como también los de barriga, buche,
pancho, pandero, bartola y andorga, al
vientre.
BAUTISMO. - Romperle a uno el bau-
tismo.
O sea la cabeza, llamada familiar-
mente así por ser la parte en que se
reciben las aguas bautismales.
BAYETAS. — Arrastrar bayetas.
Andar en pretensiones o solicitud de
alcanzar alguna cosa. — Cursar en una
Universidad.
BAYO. — Uno piensa al bayo, y otro es el
que lo ensilla.
Unos hacen el gasto y otros son los
que se divierten. — V. Uno levanta la
caza, y otro la mata.
Uno piensa el bayo, y otro el que le en-
silla.
Advierte el diferente modo con que
piensan muchas veces los superiores
respecto de lo? inferiores.
7
BAYONA
— 98 -
BEBER
BAYONA.— ¡Arda Bayona!
Expresión con que se da a entender
el poco cuidado que se le da, al que no
le cuesta nada, de que se gaste mucho
en alg'una función.
Poner a la ley de Bayona.
Desnudar a una persona.
BAYONETA. — La bayoneta todo lo
aprieta.
Refrán valenciano con que se signi-
fica que para conseguir la paz no hay
más remedio que emplear la fuerza.
BAZA. — Asentar uno bien su baza, o Te-
ner su baza bien sentada.
Establecer sólidamente su crédito,
opinión o intereses.
Baza mayor quita menor.
Expresa que los inferiores en cate-
goría o edad deben someter siempre
su opinión o deseos a los de aquellos
que les aventajan en cualquiera de di-
chas circunstancias.
Dar bazar triunfo.
Poner a uno las cosas a medida de
su deseo.
Hacer la baza.
Conseguir uno lo que se había pro-
puesto.— Sobresalir.
No dejar meter baza.
No permitir que otro u otros tomen
parte en la conversación o asunto de
que se trata. — Se emplea también en
forma afirmativa, pero menos común-
mente.
Sentada la baza, o esta baza. — V. Senta-
da la basa, etc.
BAZO. — Lo que es bueno para el bazo, es
malo para el espinazo. — V. Lo que es bue-
no para el hígado, es malo para el bazo.
No dar tormento al bazo.
Estar alegre o divertido.
BE. — 3c por be.— V. Ce por be, o Ce por ce.
No haber pasado del be, a, ba.
Conocer tan sólo superficialmente los
rudimentos de alguna ciencia, profe-
sión, arte, etc.
BEATA. — Beata con devoción, las faldas
largas, o las tocas bajas, y el rabo la-
drón. — V. Beatas, el diablo las desata.
Cuentas de beata v uñas de gata. — V. Bea-
tas, el diablo las desata.
Beatas, el diablo las desata, o las arre-
bata.
Contra las mujeres hipócritas. — A
igual propósito se suele decir : Beata
con devoción, las faldas largas, o las to-
cas bajas, y el rabo ladrón; y también :
Cuentas de beata y uñas de gata.
BEATO. — Beato quien posee. Algunos
añaden : maharón quien demanda.
Da a entender lo digno de lástima
que es el que tiene que pedir al rico.
Beato y tuno, todo es uno.
Aforismo empleado contra los hipó-
critas. — V. Cara de beato y uñas de
gato.
BEBEDOR. — Al buen bebedor le sirve
la uva de cañamón.
Los cañamones tostados son exci-
tantes para la sed, y así, muchos los
comen para beber vino; pero al que
está acostumbrado a beber con exceso
no es necesario, pues el mismo vino le
incita a beber más.
BEBER. — Beber fresco.
Estar sin cuidado ni recelo una per-
sona por lo que pudiera sobrevenirle.
Beberle a uno los pensamientos.
Adivinárselos, para ponerlos en eje-
cución casi antes de que los haya ter-
minado de formular.
Beber los vientos por alguna persona o
cosa.
No omitir diligencia para conseguir
lo que de aquélla o de ésta se propone
uno. — Estar muy enamorado.
Beber por lo ancho y dar a beber por lo
angosto.
Equivalente a La ley del embudo, que
se suele emplear contra los egoístas.
Beber sobre tarja.
Beber o vivir al fiado o de prestado.
Bebiendo, com/endo y durmiendo se qui-
tan la sed, la hambre y el sueño.
Perogrullada que se aplica a la per-
sona que se queja de cualquiera de
estas tres molestias.
Después de beber, cada uno dice su pa-
recer.
Denota que la intemperancia en la
bebida hace que se olviden las formas
corteses, no defiriendo a las opiniones
de los demás, sino tratando de impo-
ner las suyas.
Do entra beber, sale saber.
Denota lo perjudicial que es el abuso
de las bebidas alcohólicas para la inte-
ligencia.
BEBIDA
99 —
BEHETRÍA
La que se enseña a beber de tierna, envia-
rá el hilado a la taberna.
Las que se acostumbran a la bebida,
consumen en ella todo lo que ganan.
Mie?itras bebo no me dov.
Da a entender que en tanto que se
está haciendo una cosa agradable, se
descansa del trabajo o fatiga que pro-
porciona otra penosa. — El origen de
esta locución proverbial se halla en un
cuento incluido en una comedia del
ingenio madrileño D. Agustín Moreto,
que dice así :
«Un hombre se iba azotando;
por la calle iba corriendo,
y en cuanta taberna hallaba
hacía estación, y se estaba
un cuarto de hora bebiendo.
Díjole uno : «Mirad que hoy
beber tanto es desvarío.»
Y él respondió : «Señor mío,
mientras bebo no me doy.-»
Por beber medio cuartillo y comer media
tajada, nunca se perdió nada. — V. Por
oír misa y dar cebada, no se pierde la jor-
nada.
Sin beber y sin comer no hay placer. —
V. No hay holganza sin traga?iza, en
sus dos acepciones.
Si por beber no he de ver, ¡adiós, luz!
Empléase contra los que anteponen
la satisfacción de sus ciegos apetitos a
su salud o a sus verdaderos intereses.
BEBIDA. — La bebida moderada es salud
para alma y cuerpo.
Da a entender que el uso del vino
es tan beneficioso como perjudicial el
abuso. — Quien desee ver ampliamente
defendida esta teoría puede consul-
tar la obra del Dr. D. Juan Sorapán de
Rieros titulada Medicina española con-
tenida en proverbios vulgares de nues-
tra lengua (1616), publicada en mi Re-
franero General Español, tomo III, pá-
ginas 172-185.
La bebida no quebranta el ayuno.
Pretexto de los aficionados al zumo
de la vid, para no dejar su vicio en nin-
guna ocasión.
Quien se entrega a la bebida, enemigo es
de su vida, o en poco tietie, o estima, su
vida.
Advierte las fatales consecuencias de
todo género que acarrea el abuso de
las bebidas alcohólicas.
BECERRA. — Becerra mansa, todas las
vacas mama. — V. Becerrita mansa, que
de todas vacas mama.
BECERRILLA. — Becerrilla mansa, a
su madre y a la ajena mama. — V. Bece-
rrita mansa, que de todas vacas mama.
BECERRILLO. — En el becerrillo verá
hombre el buey que hará. — V. De bueye-
cillo verás qué buey harás.
BECERRITA. — Becerrita mansa, que
de todas vacas mama.
Denota que el hombre comedido,
dócil y de buen genio halla amparo y
buena acogida de todos. — También se
dice : Becerrilla mansa, a su madre v a
la ajena mama, o Becerro manso, mama
a su ?nadre y a otras cuatro.
BECERRO. — Adorar el becerro, o el
becerro de oro.
Rendir culto servil a las riquezas, va
por desearlas uno para sí, en fuerza de
codicia, ya por admirarlas en otro, im-
pulsado por rastrera lisonja. — Alude
al pasaje bíblico narrado en el Éxo-
do (XXXII, 4), referente al ídolo que
adoraron los israelitas al pie del monte
Sinaí, y el cual consistía en un becerro
de oro que, a imitación del buey Apis
egipcio, les forjó Aarón.
Becerro manso, mama a su madre y a
otras cuatro. — V. Becerrita mansa, que
de todas vacas mama.
Cantar como un becerro, o Tener voz de
becerro.
Tener la voz sumamente bronca y
desagradable alguna persona.
De becerros y vacas van pieles a la
plaza. — V. Tan presto va el cordero
como el carnero.
BEDUÍNO. — Ser un beduino.
Frase empleada para calificar de hu-
raña y brutal a una persona.
BEHETRÍA. -Las behetrías pueden mu-
dar de señor siete veces al día.
La behetría era una población cuyos
vecinos, como dueños absolutos de ella,
podían recibir por señor a quien qui-
siesen y más bien les hiciese; y así, la
elección de estos señores, como la difi-
cultad de poner en claro los derechos
de cada vecino, solían ocasionar per-
turbaciones y trastornos, lo que dio
lugar al sentido metafórico o traslati-
cio de esta palabra.
BELCHITE
— ioo —
BENDICIÓN
BELCHITE. - i De Belchite..., y Uorasí
Frase que se dirige a un chico que
está llorando, para que calle, como es-
timulando su negra honrilla al recor-
darle que la gente de Belchite, y aun
la de todo Aragón, devora sus sufri-
mientos antes que derramar una lá-
grima.
BELÉN. — Estar, o estar bailando, en Be-
lén. Algunos añaden : con las castañue-
las de masa.
Estar embobado, atontado. — V. Es-
tar en Babia.
Ser un Belén.
Ser una confusión, un embrollo.— Ha-
llarse una cosa o asunto revuelto.
BELTRÁN. — Quien bienquiere a Beltrán,
bien quiere a su can .
Da a entender que el que quiere
bien a alguno, quiere bien a todo cuan-
to con éste se relaciona.
BELLA. — El que no ama a las bellas es
porque ama las botellas.
Regularmente, quien no tiene un de-
fecto, adolece de otro.
BELLEZA. — Do hay primera belleza,
la segunda no hace baza. — V. Donde hay
patrón, no manda marinero.
Decir bellezas.
Decir una cosa con gracia y primor.
En habiendo por medio belleza, es raro el
que no tropieza.
Demuestra que la verdadera hermo-
sura de la mujer es tan avasalladora,
que suele dar al traste con la seriedad
y rectitud de los varones más sensatos,
haciéndoles juguetes de ella. Recuér-
dese el caso de la beocia Friné, pre-
sentándose desnuda ante sus jueces,
quienes no tuvieron valor para conde-
narla.
BELLOTA. — La bellota que no se ve
en mayo, no se ve en todo el año.
Refrán agrícola que determina el
tiempo de la aparición de la bellota,
para que pueda el labrador lisonjearse
de obtener una buena cosecha de este
fruto.
.9/ lo apalean, echa bellotas.
Aplícase a la persona extremada-
mente necia y torpe.
BELLOTERO. — Estar en el, o ir al, be-
llotero.
Frase anticuada equivalente a las
acepciones figuradas del verbo vege-
tar, que es como hoy se dice más cul-
tamente.
BEMOLES. — Tener bemoles, o tres be-
moles, o tres pares de bemoles.
Aplícase a la persona de mucho ca-
rácter, firmeza y tesón. — Refiriéndose a
cosas, indica ser muy difícil su conse-
cución o ejecución. — También se dice
Tener cinco bemoles cuando se quieren
encarecer dichas circunstancias.
Esta frase, que prohija el pueblo es-
pañol aun en medio de la sociedad más
culta, sin darse cuenta más de cuatro
personas de lo que en ella dicen, y sí
sólo de lo que con ella quieren decir,
es substitución de otra menos decoro-
sa, sólo empleada por el pueblo bajo,
no por más indecente menos signifi-
cativa.
BENAOCAZ.— En Benaocaz, la hembra,
lo más.
Hállase en el término Norte de Be-
naocaz, villa de la provincia de Cádiz,
de cuya capital dista -75 leguas, un puer-
to llamado de Don Fernando, en el que,
según asegura la tradición, hicieron pa-
rada los Reyes Católicos cuando fueron
a campaña contra los moros granadi-
nos, saliéndoles al encuentro las damas
de esta villa con objeto de ofrecerles
sus más preciadas joyas para ayuda de
los gastos de la guerra. Desde enton-
ces se viene elogiando en este país di-
cho desprendimiento femenil por me-
dio del refrán que promueve esta ex-
plicación.
BENA VENTE. - Benavente, buena villa,
pero mala gente. A lo cual suelen con-
testar los interpelados: El que lo dice,
miente; que si buena es la villa, ?nej'or es
la gente.
Es frase que sólo tiene justificación
en el afán de buscar consonantes, y q ue,
como muchos otros que se hallarán en
este Diccionario, denota la malevolen-
cia de unos pueblos contra otros, efec-
to de la rivalidad de que mutuamente
se hallan animados.
BENDICIÓN. — Bendición de parra y
olivo, de oveja harta y espiga de trigo.
Da a entender que alguno prospera
en cuantas empresas acomete o en todo
aquello en que pone mano.
BENDITO
BERENJENA
Como una bendición.
Comparación con que se denota el
primor o excelencia de alguna cosa.
Echar la bendición a una cosa.
Despedirse de ella; no volver a verla
o a utilizarla. — Levantar mano en algún
negocio por no querer seguir ocupán-
dose de él.
Echar la bendición a una persona.
Renunciar a todo trato o relación con
ella.
Echar la bendición con la mano izquierda.
Despedirse o levantar mano de una
cosa. — Es frase no muy decorosa, pues
equivale a Hacerle un corte de manga.
Hacerse con bendición alguna cosa.
Llevarla a cabo con acierto y feli-
cidad.
Ser bendición de Dios, o Ser una ben-
dición.
Pondérase la abundancia de alguna
cosa, lo mismo en bueno que en mal
sentido.
BENDITO.— ¡Bendito sea Dios, que mejo-
ra sus horas/
La divina Providencia viene siempre
en ayuda del necesitado o afligido. —
V. De hora a hora, Dios mejora.
De lo bendito, poquito.
Expresa la parquedad con que se
han de usar las cosas buenas.
Ser uno un bendito.
Ser bueno y sencillo. — Aplícase tam-
bién a la persona de cortos alcances.
/ Vayase bendito, o bendita, de Dios!
Denota el contento que recibimos
con la ausencia o desaparición de al-
guna persona que nos es desagradable,
o de una cosa que teníamos en poca
estimación, no importándonos, por tan-
to, nada su pérdida.
BENEDICTINO. — Ser un benedictino.
Aplícase a la persona instruida y que
trabaja constantemente, en particular
en labores literarias, aludiendo a ser
éstas las cualidades que, con raras ex-
cepciones, adornaban a los frailes de la
Orden de San Benito.
BENEFICIO. — Al que te hizo beneficio
está siempre propicio.
Enseña el agradecimiento que se
debe tener siempre a aquella persona
a quien debemos algo, mirándola como
una deidad, según la sentenciosa frase
de Séneca. — Es equivalente a Haz lo
que tu amo te manda, y siéntate con él a
la mesa.
El que hace algún beneficio por remune-
ración, ni lo hace, ni la ?nerece.
Las buenas obras han de ser espon-
táneas, perdiendo todo su mérito cuan-
do se hacen en espera de recompensa.
Ir como quien va a ganar beneficio.
Andar con toda diligencia y presura,
por temor de que otro se anticipe a al-
canzar lo que uno pretende.
Quien quiera sacar beneficio, acomódese
con su ojicio.
Advierte que nadie debe salirse de su
esfera, sino atenerse a la en que vive,
pues en ella podrá alcanzar más que
en otra que desconoce por completo.
Quien recibe un beneficio, no pague con
un maleficio.
Zahiere a los ingratos, que suelen de-
volver mal por bien.
Tomar una cosa a beneficio de inventario.
Descuidarla; no hacerla con interés;
hacerle poco o ningún caso.
Beneficios a corporaciones, sufragios por
condenados. — V. Quien sirve al común,
sirve a ningún.
De beneficios salen ingratos; y de caídos,
avisados.
Significa que la naturaleza humana
propende a pagar siempre el bien con
el mal; por eso, los que han perdido su
fortuna y su valimiento, ven alejarse a
los que antes los adulaban y servían,
de lo cual sacan los caídos no poca en-
señanza para lo sucesivo, si volvieran
a verse en auge otra vez.
BENJAMÍN. — Ser el Benjamín, o el
Benjamín de la casa.
Dícese de las personas que son más
mimadas y favorecidas en todo. Aplí-
case generalmente al más pequeño de
los hijos, por ser el que suele verse en
las condiciones antedichas. — Es alusión
al último hijo del patriarca Jacob.
BEODA. — ¡Bien haya la beoda, que siem-
pre tiene que beba!
Indica que el que tiene un vicio no
deja de hallar medio de satisfacerlo.
BERENJENA. — En tiempo de la beren-
jena, a la mujer se le cae la melena.
Da a entender que en el otoño suele
caerse el cabello.
BERENJENAL
BESAR
La berenjena para nada es buena.
Denota lo insubstancial y desabrido
de dicho fruto, y, por extensión, que no
puede prestar gran utilidad, por lo poco
que vale.
Nunca de mala berenjena se hizo buena
calabaza.
Da a entender que de ruines princi-
pios jamás se llegó a obtener resultado
satisfactorio.
BERENJENAL. — Meterse en algún be-
renjenal, o en buen berenjenal.
Frase familiar con que se da a en-
tender que alguno se ha metido en
algún negocio enredoso y de difícil
salida, con alusión a lo ásperas y es-
pinosas que son las matas de la planta
llamada berenjena.
BERL ANDINAS.— Decir, o vender, ber-
landinas, o bernandinas, o bernardinas.
Engañar a alguno valiéndose de exa-
geraciones inauditas.
BERLINA. —Dejar, o estar, oponer,oque-
dar, etc., en berlina.
Esto es, en situación que lo consti-
tuya a uno en objeto de burla o me-
nosprecio para con los demás. — Alú-
dese con esta frase a los que usaron
las primitivas berlinas, las cuales eran
entonces unas carrozas descubiertas,
así llamadas por haber sido inventadas
en Berlín, por Felipe Chiese, primer ar-
quitecto de Federico Guillermo. Otros,
sin embargo, atribuyen la invención de
tales carruajes a los italianos, diciendo
que éstos le adjudicaron el nombre de
berlina, que en su lengua significó pri-
mitivamente la picota o rollo en que
exponían a los reos a la vergüenza pú-
blica, por su semejanza con los ocupan-
tes de tales carruajes, expuestos a las
miradas de todos.
BERMEJO. — Bermejo, o cordobés, o
diente ahelgado, dalo al diablo.
Sospecho que la palabra cordobés no
significa aquí «natural de Córdoba»,
sino «moreno o atezado, como color
propio del cordobán», la cual acepción
no trae ningún diccionario. — Sabido
es que al cabello rojo o bermejo se le
llama jocosamente pelo de Judas, y que
los que tienen la dentadura rala y des-
igual no gozan fama de verídicos o for-
males.
BERRENCHÍN. — Morir de un berren-
chín, como los gorriones.
Morir por causa de haberse dejado lle-
var impetuosamente de la ira. — Resulta
este símil de que siendo de suyo aficio-
nada esta avecilla a la libertad e inde-
pendencia, se enfurece cuando la enjau-
lan, hasta el punto de darse de calabaza-
das contra los hierros que la aprisionan.
BERRO. -Es tan húmedo, que nacerán en él
berros.
Pondérase con esta locución prover-
bial la humedad de algunos aposentos
o cuartos bajos, que por esta cualidad
se hacen inhabitables.
Las que vais a coger berros, guardaos de
los anapelos.
Aconseja la cautela con que se debe
caminar, para no dejarse sorprender o
seducir de lo malo que tiene aparien-
cia de bueno.
BERZA. — Berza, (por qué no cociste? —
Porque no me meciste.
Denota el cuidado, esmero y vigilan-
cia que se debe aprontar a ciertas ta-
reas, a fin de que produzcan los resul-
tados beneficiosos que se propone uno
obtener.
Estar picando la berza.
Aplícase al que está empezando a
aprender alguna facultad y, por tanto,
se encuentra poco adelantado en ella.
(Por qué no te cociste, berza? — ¿Por qué
no me cuidaste, puerca? — V. Berza, {por
qué no cociste?
Berzas y nabos, para en uno son entram-
bos.— V. Dios los cria y ellos se juntan.
Cuando no es por berzas, es por hilo negro.
Da a entender la insistencia, perti-
nacia o asiduidad por parte de alguna
persona o cosa, bajo cualquier concep-
to que se la considere.
Mezclar berzas con capachos.
Traer a cuento cosas inconexas; ha-
cer un baturrillo.
Si preguntáis por berzas, mi padre tiene
un garbanzal.
Zahiere al que responde fuera de
propósito, o trueca los frenos en la di-
rección o manejo de algún asunto.
BESAR. —Besar el suelo.
Caer de bruces, aludiendo a que se
da con la boca en el suelo, como quien
besa.
BESO
— 103 —
BESUGO
Dámela besada, y te la daré catada.
Acredita cómo la mujer que se deja
besar indebidamente de un hombre,
no tardará en entregarse a él por com-
pleto.
No me hagas besar, ?io me harás pecar.
Enseña la conveniencia de evitar las
ocasiones para no caer en delincuencia.
BESO. — Dame un beso. — Un bocado en
el pescuezo.
Da a entender que una persona se
resiste o niega a hacer lo que otra le
pide, mayormente si en ello se interesa
su amor propio.
Darle un beso a la novia, y no salir virgen.
Aprovechar la ocasión cuando se pre-
senta.
El beso, o el o'sculo, de Judas.
El que se da con doblez y falsa in-
tención, aludiendo al que estampó el
pérfido discípulo en el rostro de su di-
vino Maestro cuando lo entregó a las
turbas en el huerto de Getsemaní. —
Por extensión se aplica esta frase a
toda clase de halagos que pone en jue-
go el traidor para llevar a cabo más di-
simulada y certeramente sus inicuos
planes.
No por el beso, sino por el vezo.
Muchas cosas llegan a hacerse enojo-
sas, y hasta pueden rayar en punibles,
no ya por lo que son en sí, sino por la
frecuencia con que se repiten.
Besos a menudo, mensajeros son del culo. —
V. Tras del pedo viene la mierda.
Besos y abrazos no hacen chiquillos, pero
tocan a vísperas. — V. Abrazos y be-
sos, etc.
Comerse a besos a uno.
Besarle con repetición y vehemencia.
BESTIA. — A bestia loca, recuero modo-
rro. — V. A asno flojo, o lerdo, arriero
loco.
A la bestia cargada, el sobornal la mata.
Expresa que si al que tiene mucha
carga se le aumenta otra, por muy lige-
ra que sea, tiene que rendirse a la
fuerza.
Bestia alegre, ecliadapace.
Denota que no hay bien que se pue-
da comparar con el que proporciona la
tranquilidad del espíritu.
Bestia de muchas cabezas.
Enseña la desigualdad de pareceres
y disturbios a que da lugar toda junta
compuesta de muchos individuos.
Bestia de un puto, o del puto, ¿vas vacía,
y caes?
Aplícase a las personas de mal per-
geño y peor ralea, que, más que inúti-
les, son perjudiciales.
Bestia que anda llano, para mí me la
quiero, no para mi hermano.
Aconseja el no deshacerse uno de la
caballería que tiene buen paso, por te-
mor de dar con otra que resulte falsa. —
Extiéndese también su significación a
que se conserve y se mire por aquello
que presta en lo general buenos servi-
cios, mayormente si no es asunto fácil
el poder reemplazar su pérdida.
Querer como a bestia de alquiler.
Estimarle a uno solamente por la
utilidad que pueda reportar.
Quien quiera bestia sin tacha, ándese a
pie. — V. Quien quisiere mula sin tacha,
ándese a pie.
Quien tiene bestia y anda a pie, más bes-
tia es él. — V. Al que tiene cama y duer-
me en el suelo, no hay que tenerle duelo.
Reniego de bestia que en invierno tiene
siesta.
Denota que los flojos, los perezosos
e indolentes deben ser rechazados en
todas partes por su inutilidad e incuria.
BESUGO. — Besugo mata mulo.
La razón la da el Comendador Griego
en los siguientes términos: «Por ser el
besugo pez que en poco tiempo se daña,
y por eso los arrieros caminan de noche
y de día sin parar.» Algunos dicen:
Besugo gana mulo y mata mulo.
Caro y Cejudo lo comenta de la si-
guiente manera : «Es refrán de los que
traen besugos, que se requiere traerlos
con mucha presteza antes que se da-
ñen, sin dormir ni descansar, en la cual
mercadería se gana o pierde según las
blanduras del tiempo o heladas. >
Estar helado como un besugo.
Tener mucho frío.— Alude a que por
ser muy delicada la carne de besugo, se
transporta a las poblaciones de tierra
adentro envuelto en hielo.
Quien come besugo y agua bebe, no pre-
gunte de qué muere.
Enseña lo nocivo que es para la sa-
lud beber agua tras aquel pescado.
BETÚN
— 104
BIEN
¡Te veo, besugo!, o ¡Ya te veo, besugo,
que tieties el ojo claro!
Frase con que se da a entender que
se penetra o comprende fácilmente la
intención de alguno. La primera forma
suele ser la más usual.
Una espina de besugo pudiera ser tu ver-
dugo.
Encomienda la precaución con que
debe comerse este pescado, para evi-
tar que, atravesándose alguna espina en
la garganta, pueda producir la muerte.
BETÚN. — Darse uno betún.
Darse tono. — Alabarse, generalmen-
te de una manera intempestiva e inme-
recida.
Estar a la altura del betún.
Ignorar lo más rudimentario. — No
saber nada del asunto de que se trata.
BICHARRACO. - Ser un bicharraco.
Dícese de la persona fea, ridicula o
repugnante.
BICHERO. — Ser como el bichero, que
tiene dos ganchos : uno para atracar, y
otro para desatracar. — V. Jugar con,
o tener, dos barajas.
BICHO. — Bicho malo nunca muere. Algu-
nos añaden : r si muere, muere tarde.
Expresa que lo malo, por regla gene-
ral, y por lo mismo que su pérdida im-
portaría poco, suele durar mucho.
Bicho que no come, muere.
Da a entender que la conservación
de la vida orgánica depende de la ali-
mentación.
Bicho que vuela, a la cazuela.
Algunos lo aplican a propósito de
que haciendo buen caldo las aves, de-
ben formar parte de las carnes que en-
tran en la composición de todo buen
cocido, sin atender a que sean de me-
jor o de peor calidad, o a que el arte
culinario las haya admitido o no en su
esfera. Otros (y a este parecer me in-
clino) lo entienden irónicamente, di-
ciendo que cuando está destapada la
comida, van a parar fácilmente a ella,
atraídos por el vapor, los insectos vo-
látiles, como moscas, palomillas o ma-
riposas, correderas o cucarachas ala-
das, etc.
BIEN. — A bien te salgan, hija, esos arre-
mangos.
Denota irónicamente el mal fin que
suelen tener la desenvoltura y licen-
cioso despego de las doncellas.
.1 bien te salgan, hijo, tus barraganadas :
el toro era muerto y hacia alcocarras con
el capirote por las ventanas.
Aplícase a los que hacen ostentación
de gran valor cuando se hallan en pa-
raje seguro. — Es una variante del re-
frán A moro muerto, gran lanzada.
Al bien, bien; y al mal, yesca y pedernal.
Es decir, que lo bueno se acoja fácil-
mente, y lo malo se aparte de uno
cuanto antes.
Al bien, buscallo; y al mal, esperallo. —
V. Al bien, buscarlo; y al mal, espe-
rarlo.
Al bien, buscarlo; v al mal, esperarlo.
Es de discretos aproximarse a lo
bueno todo lo posible, así como aper-
cibirse para los daños que puedan so-
brevenir y no podamos rehuir en modo
alguno.
A lo que se quiere bien, se castiga. — Véa-
se Quien bien te quiera, te hará llorar.
A quien no espera bien, no hay mal que
dahe.
Para aquel que está aclimatado, por
decirlo así, con el infortunio, en fuer-
za de la costumbre, no hay desdicha o
contrariedad, por grande que sea, que
le cause mella.
Bien con bien, que son dos bienes. — Véa-
se Miel sobre hojuelas.
¡Bien haya pan que presta y moza que lo
come!
Elogia el buen servicio que algunas
cosas hacen, y juntamente a la persona
en quien recae el provecho.
¡Bien haya quien a los suyos se parece!
Dícese de los que ejecutan algunas
acciones semejantes a las que harían
sus padres o parientes. Algunas veces
se toma o emplea en sentido irónico.
¡Bien fiava quien dijo : vuelta!
Aplícase a todo aquello que se hace
o repite de una manera satisfactoria,
tal como la vuelta al hogar tras una lar-
ga ausencia; la vuelta o devolución de
un objeto prestado; la vuelta o repeti-
ción de un festejo o diversión, etc.
Bien muy querido, pronto es perdido.
Demuestra que aquello que más nos
ilusiona es, por regla general, lo que
antes nos suele faltar.
BIEN
BIEN
Bien predica quien bien vive.
No es de extrañar que el que no pa-
dece necesidades hable bien de la vida,
aconsejando a los demás que no se des-
esperen por los contratiempos que pue
dan sufrir en ella.
Bien sería, pero no es necesario.
Manera de eludir o no aceptar algu-
na proposición u oferta. — Es frase to-
mada literalmente del Catecismo de la
Doctrina cristiana, por el P. Gaspar
Astete, respondiendo a la pregunta de
«si es menester, siempre que uno cae
en pecado mortal , confesarse luego
para que se le perdone».
Bien sobre bien, bocado enmantecado mo-
jado en la miel. — V. Miel sobre hojuelas.
Cuando el bien del señor tarda, el servicio
del criado se enfada.
Aconseja no dilatar la paga, por temor
de que la obra no se siga haciendo con
esmero y exactitud.
Cuando viene el bien, mételo en tu casa.
Nos enseña a no despreciar la buena
suerte, y a no ser perezosos en apro-
vecharnos de ella.
Da, y ten, y harás bien.
Recomienda dar con prudencia, no
sea que aquello de que uno se despoja
lo necesite algún día.
Dejar bien a uno.
Cumplir lo que la persona recomen-
dante o fiadora ha prometido por nos-
otros.— Tratándose de disposiciones
testamentarias , percibir el heredero
una cantidad más que suficiente para
que pueda subvenir a sus necesidades
holgadamente. — Con el verbo poner,
colocar a una persona (sin necesidad de
ser por herencia) en las condiciones an-
tedichas, bien dándole una ocupación
o empleo, bien pasándole renta, etc.
Del bien al mal no hay el canto de un real.
Manifiesta lo mudables que son las
cosas de la vida y en qué poco tiempo
se efectúan dichos cambios.
El bien anda y el mal vuela. — V. El bien
suena y el mal vuela.
El bien, hasta que se pierde, no se conoce.
No solemos apreciar las cosas hasta
que, al quedarnos sin ellas, echamos de
ver la falta que nos hacen. — También
se suele decir: El bien no es conocido
hasta que es perdido.
El bien le hace mal.
Frase con que se da a entender que
alguno hace mal uso del bien que tiene,
y lo convierte en daño propio. — Dícese
también de los envidiosos, que sufren
al ver la dicha de los demás.
El bien no dura y el mal llega.
Enseña la persistencia de los males
sobre la caducidad de los bienes.
El bien no es conocido hasta que es perdi-
do. — V. El bien, hasta que se pierde, no
se conoce.
El bien no es para quien lo busca.
Denota lo caprichoso que es el des-
tino, pues, por lo general, favorece al
que no lo merece, aunque no lo persi-
ga, y en cambio no acude al llamamien-
to del que trata de conseguirlo, por me-
recedor que sea de él.
El bien, o el mal, a la cara sal, o sale.
Expresa cómo la buena o la mala
disposición de la salud o del ánimo se
manifiesta en el semblante, como po-
dría reflejarse en un espejo. Por eso
dice otro refrán que La cara es el espejo
del alma.
El bien que hacer pudieres, hazlo luego.
Porque si se deja para mañana, pue-
de sorprendernos la muerte y quedar-
se sin hacer.
El bien que se hace hoy, constituye la feli-
cidad de ftiañana. — V. Quien siembra,
coge.
El bien se siente más cuando es perdido. —
V. El bien, hasta que se pierde, fio se co-
noce.
El bien suena y el mal vuela.
Indica que las malas noticias suelen
llegar a oídos de los interesados con
más rapidez que las buenas.
El hablar bien, poco cuesta.
Dícese a las personas que tienen la
fea costumbre de usar palabras repro-
bables por la buena educación.
El hacer bien a villanos es echar agua en
el mar.
Manifiesta que así como el agua va-
ciada en el mar queda perdida para el
que la echó, de igual manera son per-
didos los beneficios dispensados a los
ingratos para aquel que se los hizo.
El que trabaja, principia bien; el que aho-
rra, acaba mejor.
Ensalza las excelentes cualidades del
BIEN
1 06
BIEN
trabajo y del ahorro: el primero apor-
ta, pero el segundo conserva.
El que un bien gozar espera, ruando espe-
ra, desespera.
Al que desea alcanzar alguna cosa,
por muy próximo que esté su logro,
siempre le parece que tarda.
J..se es de ¡/orar, que tuvo bien y vino a
ma/.
Denota que la persona verdadera-
mente digna de lástima es aquella que,
criada en buena posición y acostum-
brada a disfrutar de las comodidades a
ella inherentes, ha venido a menos por
su desgracia.
Ése te quiere bien, que te hace llorar. —
V. Quien bien te quiera, te hará llorar.
Hacer bien nunca se pierde.
El beneficio redunda no sólo en pro-
vecho del que lo recibe, sino en el de
quien lo dispensa, aunque sea mal co-
rrespondido.
Hasta que uno muere no se conoce quién
bien le quiere.
Los halagos recibidos en vida, parti-
cularmente por los que poseen bienes
de fortuna, suelen tener una finalidad
que termina con la vida del interesado.
Haz bien, pero no cates a quién. — V. Haz
bien y no cates, o no mires, a quién.
Haz bien, y guárdate.
Da a entender la ingratitud de los
hombres, que ordinariamente pagan con
malas obras, daños, contrariedades y
perjuicios los favores que se les dis-
pensan, por lo que conviene precaverse
contra tan inicua conducta.
Haz bien y no cates, o no mires, a quién.
Enseña que los beneficios deben ha-
cerse sin interés mezquino de calcula-
da reciprocidad a fines particulares :
conviene socorrer a los necesitados, sin
pararse a considerar lo que hayan po-
dido ser, cuando la miseria los abruma.
Haz bien, y tendrás envidiosos; haz más
bien, y los confundirás.
Denota que el mejor medio de em-
botar los acerados filos de la envidia
es añadir favores y más favores a los
anteriormente dispensados.
Haz lo que bien te digo, y no lo que mal hago.
El buen consejo debe ser practicado,
aun cuando no lo siga la persona mis-
ma que lo recomienda.
Lo bien ganado se pierde, y lo 7/ialo, ello
y su dueño.
Todo lo que honradamente se gana
se gasta; pero lo que se adquiere por
medios ilícitos, además de perderlo al
ser descubierto, trae consigo el castigo
para quien indebidamente lo adquirió,
aplicado por las leyes.
Lo mismo dan a Bien-ara que a Mal-ara.
Serle a uno una cosa indiferente, pues
lo mismo ha de sacar con que se resuel-
va de una manera que de otra.
Lo que se puede hacer por bien, no se haga
por mal.
Aconseja se pongan en práctica me-
dios benignos y conciliadores con pre-
ferencia a otros duros y violentos, siem-
pre que posible sea, cuando se trata del
logro de alguna cosa más o menos difí-
cil de alcanzar.
Ni el bien es eterno, ni el mal durable. —
V. No hay bien ni mal que cien años
dure.
Ningún bien importa más como guardar-
nos del mal.
Encarece el cuidado que debemos
poner en precavernos del peligro antes
que éste llegue a sobrevenir, pues des-
pués todas las disculpas son necias.
No es bien el que llega tarde.
Porque no puede aprovecharse.
No hay bien ?ii mal que cien años dure.
Procura consolar al que padece, ha
ciéndole ver que todo tiene término
en este mundo, así lo favorable como
lo adverso. — V. No hay mal que cié?:
años dure, ni cuerpo que lo resista.
No se conoce el bien hasta que se ha per-
dido.
Denota el mucho aprecio que debe
hacerse de la buena suerte, y la gran
solicitud que debe afrontarse para su
conservación, por causa de los daños
y perjuicios que se experimentan cuan-
do se malogra.
Nunca es tarde para el bien.
El beneficio o la buena obra que se
practica, siempre son bien admitidos
por el que los recibe, bajo cualquier
concepto que se consideren.
Nunca se perdió el bien hedw.
Excita a practicar las buenas obras,
pues éstas, tarde o temprano, alcanzan
su recompensa.
BIEN
107
BIEN
Quien bien come y bien bebe, bien hace
lo que debe.
Refiérese a la... digestión de los que
no son muy parcos en ninguno de los
dos extremos indicados . — V. Como
come el mulo, caga el culo.
Quien bien come y bien digiere, sólo de
viejo se 7nuere.
Denota lo importantes que son estas
dos funciones para la conservación de
la salud.
Quien bien está, no se mueva.
Aconseja que no se deje lo cierto
por lo dudoso, pues a veces, pensando
mejorar, se abandona el bienestar de
que se gozaba para encontrarse peor,
sin poder recuperar lo perdido.
Quien bien hace, para sí hace. — V. Hacer
bien nunca se pierde.
Quien bien me hace, ése es mi compadre.
Contra los que cultivan la amistad
tan sólo por el interés. — Tomado en
sentido más noble significa no poderse
dar mayor prueba de cariño que acudir
a remediar la desgracia del amigo ne-
cesitado, aunque no exista parentesco
alguno entre el que dispensa el benefi-
cio y el que lo recibe.
Quien bien quiere a Beltrán, a su perro
le echa pan.
Demuestra que cuando se ama a una
persona, todos los objetos de su per-
tenencia son para nosotros objeto de
cariño y consideración.
Quien bien quiere a Beltrán, bien quiere
a su can. — V. Quien quiere la col, quie-
re las hojas de alrededor.
Quien bien te hará, o se te irá o se te mo-
rirá.
Indica que las personas que han na-
cido desgraciadas suelen disfrutar poco
tiempo del alivio que encontraron en el
bienhechor que les deparara la suerte.
Quien bien te quiera, te hará llorar.
Conceder todo lo que se desea es
muy agradable para el que lo pide;
pero cuando lo solicitado es nocivo, y
como tal negado, produce una contra-
riedad, por no querer reconocer, en el
momento, que es en evitación de un
daño ulterior.
Quien bien tiene y mal escoge, del mal, o por
mal, que le venga no se enoje. — V. Quien
bien tiene y mal escoge, no se enoje.
Quien bien tiene y mal escoge, ?io se enoje.
El que deja un bien cierto por otro
dudoso no debe quejarse de su desgra-
cia.— El que deja pasar una ocasión de
hacer su suerte, resígnese sin murmu-
rar a las consecuencia de su imprevisión.
Quien más el bien anhela, menos lo halla
y más se desvela. — Y. El eiex no es para
quien lo busca.
Quien quisiere bien, que no lo merezca.
Uno de tantos refranes como marcan
la extensión y universalidad de la in-
justicia. En efecto, por regla general,
se ve que el que alcanza los mejores
puestos es el que menos merecimien-
tos tiene para ello.
Quien vive bien, a nadie ha menester.
El que obra rectamente no necesita
padrinos que lo saquen de malos pasos.
Quien vive bien, muere bien; quien mal
vive, muere mal. — V. Quie?i mal anda,
mal acaba.
Si el bien llega, no tarda. — V. Nunca es
tarde si la dicha es buena.
Siempre es alabado más el hacer bien, que
mal.
Encomia las ventajas de obrar dulce
y rectamente.
Si quien sirve bien no ?nedra, el que sirve
mal, ¿que' espera?
Dícese por aquellas personas que no
saben agradecer los favores que reci-
ben, recompensándolos, por creer que
los servicios se les deben por derecho
propio.
Si quieres bien a tu galán, no le des coles
por San Juan.
Da a entender que la dicha hortaliza
es malsana en el mes de junio.
Todo lo hace bien el hombre de bien.
Porque una persona honrada es in-
capaz de ejecutar nada que repruebe
la conciencia.
Vase el bien al bien, y abejas a la miel.
Expresa, en principio general, ser ley
de la Naturaleza el que cada cosa bus-
que su semejante; y en sentido más es-
tricto, que con quien más tiene suele
ser la fortuna más pródiga que con el
necesitado o indigente.
Bienes de ca?npana, dalos Dios, y el dia-
blo los derrama. — V. Los dineros del sa-
cristán, cantando se vienen y cantando se
van.
BIENAVENTURADO
— 10S —
BILLAR
Bienes mal adquiridos, a nadie han enri-
quecido.
Denota cómo el poseedor de mala fe
no suele medrar con la hacienda de que
injustamente disfruta.
¡Bien hayan mis bienes, que remedian mis
males!
Se consuela alguien, o a alguien, de
tener recursos reservados con que po-
der hacer frente a cualquiera necesidad
imprevista.
Cantar /«//bienes de uno. — V. Decir mil
BIENES.
Decir mil bienes de uno.
Alabar exageradamente a una per-
sona.
De todos los bienes somos avaros, menos
del tiempo.
Efectivamente, no hay cosa que más
segaste que el tiempo, sin darnos cuen-
ta y sin preocuparnos lo más mínimo.
Los ingleses dicen: Time is money; pero
no todos opinamos, por lo visto, lo
mismo.
¡Dichosos bienes, que re?nedian mis ma-
les!— V. ¡Bien hayan mis bienes, que re-
median mis males!
Juntando los bienes con los males, resul-
ten todos los años, o los días, o los meses,
iguales.
Sintetiza la naturaleza de la vida hu-
mana, compuesta de ambos factores.
Quien de bienes ajenos se llena, su propio
bajel barrena. — V. Quien de ajeno se
viste, en la calle le desnudan.
BIENAVENTURADO. - Bienaventu-
rados los pobres de espíritu.
Desde muy antiguo se da una falsa
interpretación por el pueblo a esta
sentencia evangélica, pretendiendo dar
a entender con ella la suerte feliz que
cabe a los simples, porque en seme-
jante estado padecen menos.— Muy otro
fué el sentido en que la empleó el Sal-
vador del mundo, pues lo que se pro-
puso significar con ella es la bienan-
danza que logra el hombre que no pone
su corazón en los bienes terrenos y ca-
ducos, sinoen los espirituales yetemos.
BIENPARECER.— Hacer alguna cosa por
el bienparecer.
Ejecutar algo sólo por evitar las crí-
ticas de la sociedad, aunque sea contra-
rio a nuestro deseo o modo de pensar.
BIGOTE. — El bigote al ojo, aunque no-
haya un cuarto.
Se aplica a los que, teniendo muy po-
cos medios de fortuna, quieren osten-
tar gravedad y circunspección. — V. Va-
nidad y pobreza, todo en una pieza.
Humearle el bigote a alguna persona o
cosa. — V. Tener bigotes, o Tener tres
pares de bigotes.
Llueve más que citando enterraron a Bi-
gote.
Frase proverbial usada en algunos lu-
gares de Andalucía para manifestar que
está lloviendo con exceso. — En Castilla
la Nueva suelen decir: Llueve más que
cuando enterraron a Zafra. (Véase.)
No ser una cosa para los bigotes de
uno.
Ser empresa superior a sus fuerza?.
No tener malos bigotes.
Ser una persona hermosa. Usase con
referencia al bello sexo.
Tener bigotes, o Tener tres pares de bi-
gotes.
Tener tesón y constancia en sus re-
soluciones y no dejarse manejar fácil-
mente. — Ser una cosa sumamente ar-
dua, de difícil desempeño o resolución.
BIGOTERA. — Pegarle a uno una bigo-
tera.
Estafar a una persona; engañarla.
Tener buenas bigoteras. — V. No tener
malos BIGOTES.
BILBAO. — i Es usted de Bilbao?... Bas-
tante hemos hablao.
Tal vez se refiere a que como casi
todos hablan allí el vascuence, en cuan-
to se sabe que uno es de aquella loca-
lidad, los castellanos no pueden soste-
ner conversación con él.
BILIS.— Exaltársele a uno la bilis.
Alterarse fuertemente; descomponer-
se, irritarse.
Tragar mucha bilis.
Sufrir interiormente multitud de
sinsabores y contrariedades.
BILLAR. — En el juego del billar, media
bola y apretar.
Denotan los jugadores el modo de
manejar el taco para que haya alguna
probabilidad de salir airoso en las par-
tidas de este juego. — No hay para qué
decir que en la mayor parte de las oca-
siones este procedimiento es erróneo
BIRLABIRLONGA
109
BLANCO
y contraproducente, como bien lo sa-
ben los buenos jugadores.
BIRLABIRLONGA. — Vivir a la birla-
birlonga.
Vivir sin preocupación de nada, sin
trabajar, comiendo y viviendo a costa
de otros.
BIRLONGA.— Andar a la birlonga.
Andar a la suerte o a lo que sale, sin
dedicarse a nada de provecho.
Hablar a la birlonga.
Al descuido, a lo que salga, sin po-
ner gran esmero.
Tenderse a la birlonga.
No hacer nada.
BISIESTO. — Mudar bisiesto, o de bi-
siesto.
Variar de lenguaje, de modo de ser
o de conducta.
BITOLA.— Acertar por bitola.
Sacar una cosa por inferencia o por
ilación. — Es frase de uso corriente en
Andalucía.
BIZCO.— Dejar bizco a uno.
Dejar atónito, sorprendido, maravi-
llado a alguien. — También se emplea la
frase Quedarse bizco con igual significa-
do de deslumhrarse o quedar estupe-
facto.
BIZCOCHO.— Bizcocho de monja, fane-
ga de trigo o pemil de tocino.
Se refiere a los regalos hechos por
las monjas, que suelen devolverse cen-
tuplicados por las personas que los re-
ciben. — V. Dar, o meter, aguja y sacar
reja.
Con esto y un bizcocho, hasta f/iañana a
las ocho.
Da a entender el término de una
cosa, como tarea, conversación, etc. —
Suele emplearse en sentido familiar
por el que está próximo a despedirse
para marcharse.
Embarcarse cofi poco bizcocho.
Empeñarse en algún negocio o em-
presa sin contar previamente con los
recursos o elementos indispensables
para salir del compromiso con el debi-
do lucimiento.
BLANCA. — ¿A blanca vale la vaca} —
Daca la blanca.
Nada importa que algunas cosas cues-
ten poco, si hasta de ese poco carece-
mos para poder adquirirlas.
Algo hemos de hacer para blanca ser.
No hay cosa de algún provecho o re-
putación que no cueste algún trabajo.
Blanca con frío, digole higo, o Blanca
con frío no vale un higo. Algunos aña-
den : y negra, ni higo ni breva.
Aplícase en contra de las mujeres
que son friolentas, o ya pazguatas, como
poco a propósito para hacendosas, y tal
vez para lograr una buena colocación.
Cuando no hay blanca, lodo es barranca —
V. Donde no hay harina, todo es mohina.
Estar blanca, o nevada, la sierra.
Tener blanco el cabello, especialmen-
te por causa de vejez.
Estar sin blanca, o No tener blanca.
No tener dinero; hallarse sin un cén-
timo.
Más vale blanca de paja, que maravedí de
latía.
Denota que algunas cosas baratas
aprovechan más que otras de mayor
precio.
Ni blanca sin tacha, ni morena sin gracia.
Elogio a favor de las mujeres more-
nas, por la fama que tienen de gracio-
sas y saladas.
No importar una blanca.
No tener valor alguno; no importar
un bledo.
Saco mi blanca.
Es decir, que uno contribuye con su
dinero, en la parte que le corresponde,
por aquello de que A escote no hay nada
caro. (Véase.)
Ser una cosa blanca como el ampo de la
nieve.
Se aplica a lo que es de una blancu-
ra extremada, como pasa con la nieve.
BLANCO. — Acertar el blanco.
Conseguir lo que se desea.— V. Tirar
al BLANCO.
Beber con blanco, o en blanco.
Tener blanco el belfo un caballo.
Blanco de Guadalcanal y el aloque de Bae-
za me confortan la cabeza.
Elogio tributado antiguamente a di-
chos vinos por los inteligentes en la
materia.
Blanco y en botella..., leche, o Blanco y
migado..., sopa de leche.
Dícese de las cosas tan por extremo
claras y sencillas, que el más simple las
comprende o adivina a primera vista.
BLANCO
— no —
BLAS
Conocérsele a uno una cosa en lo blanco
de los ojos.
Frase con que se da a entender que
se ha penetrado la intención con que se
ha dicho una cosa, aunque no se ten-
gan datos seguros en que fundarse.
Dar en el blanco.
Acertar en lo que uno se propone.
En blanco.
Sin aquello que se poseía o se desea-
ba alcanzar, o sin comprender lo que
se 03'e o lee. — Suele usarse con los ver-
bos quedarse, dejar y otros, equivalien-
do a la frase latina, muy usada en nues-
tra lengua, in albis.
En el blanco de la una.
En lo más mínimo.
Es blanco : la gallina lo pone, en la sar-
tén se fríe y por la boca se come.
Dícese de aquellas cosas tan claras
de suyo que no necesitan de explica-
ción alguna para poder ser interpreta-
das inmediatamente.
Estar tan lejos una cosa de otra como lo
blanco de lo negro.
Manera de ponderar la antítesis exis-
tente entre dos cosas, basándose en lo
opuestos que son entre sí los colores
citados.
Juzgar lo blanco por negro, y lo negro
por blanco. — V. Tomar el rábano por
las hojas.
Lo blanco encubre muchas faltas. — Véa-
se Barro y cal encubren mucho mal.
Más blanco que un armiño, o que el ar-
miño.
Aplícase a todo objeto de suma blan-
cura.— Tratándose de personas, se pro-
pone como tipo de extremado aseo, por
serlo tanto el de este cuadrúpedo, que
si cuando se halla perseguido por el ca-
zador no encuentra otro recurso para
librarse de sus emboscadas que atra-
vesar algún charco, prefiere entregar-
se, antes de ver manchada su piel con
el lodo.
No ser nada blanco.
En el lenguaje de la germanía vale
blanco tanto como bobo o necio, según
Hidalgo en su Vocabulario. — Tal vez
dicha palabra esté usada por antífrasis
en este caso, pues sabido es que iróni-
camente se le da en nuestra lengua al
negro la denominación de Juan Blanco.
Pasar en blanco.
Omitir, no hacer mención de una
cosa, en general, deliberadamente. —
Agregándole la palabra noche, vale tan-
to como no haber dormido, no haber
pegado los ojos.
Ser blanco.
No tener valor; ser cobarde.
Tirar al blanco.
Aparte del sentido recto, cuya expli-
cación no compete a este Diccionario,
tiene el figurado de pretender herir a
una persona molestándola en lo que
sea su flaco, tal como la avaricia, la
falta de ciencia, la inmodestia, etc.
Volver en blanco lo negro.
Pretender demostrar lo contrario de
la verdad, pintándola a nuestros ojos
como realidad, sofísticamente.
BLANDA. — ¡Anda, que le caes de blanda!
.Moteja a las personas bonachonas,
incapaces de negarse a nada que se les
pida. — Dícese también délas personas
holgazanas o flojas para el trabajo.
BLANDO. — Blando como algodón.
Comparación basada en la conocida
cualidad del fruto del algodonero.
Más blando que una marta.
Comparación que se refiere a la mar-
ta cebellina, cuya piel, según es sabido,
es de incalculable valor y de una sua-
vidad admirable.
Ser blando de carona.
Se dice de los animales que tienen
delicado el pellejo del lomo, por lo que
se les hacen fácilmente mataduras con
la silla o albarda. — Metafóricamente se
dice de los que neciamente se ofenden
por nimiedades, dándose así a enten-
der que son muy delicados de cutis.
Ser tnás blando que una manteca.
Dejarse dominar o convencer, a cau-
sa de tener un corazón bondadoso.
BLANQUILLO.— Jurar masque un blan-
quillo.
Blanquillo es tanto como pillo, truhán.
Y. Jurar como un carretero.
BLAS. — Blas, lávate y comerás. Algunos
añaden : y desque te hayas lavado, no co-
merás bocado.
Se zahiere a los que prometen algo
mediante cierta condición, y, realizada
ésta, no cumplen después lo que ha-
bían ofrecido.
BLASCO
BOCA
¿Lo dijo Blas?..., punto redondo.
Denota que se asiente desde luego
y sin entrar en discusión ni comenta-
rios de ningún género al dicho de algu-
na persona, por ser de todo punto en-
tendida en el asunto de que se está
tratando . Empléase casi siempre en
sentido irónico.
Si lo escuchas, Blas, te arrepentirás.
Aconseja a una persona que no siga
lo que otro le dice por creerlo dañoso
para él.
Ya te entiendo, Blas.
Frase con que se significa a otro que
alcanza uno la intención, malicia o tras-
tienda con que se expresa, aunque sus
palabras sean embozadas. — V. Te co-
nozco, bacalao, aunque vienes disfrazao.
BLASCO. — Acá está Blasco, que a nada
le Iiace asco.
Se aplica al que pasa por todo; al
que todo le parece bien, por ser poco
escrupuloso en el sentido de lo que se
va tratando.
BLASFEMIA.— Echar uno blasfemias
de su cuerpo y ponzoñas de su alma.
Expeler abundantemente del cuerpo
cualquiera clase de inmundicias, ma-
yormente si la operación es doble; ver-
bigracia : vómitos y cámaras al mismo
tiempo.
BLASÓN. — Placer blasón.
Jactarse o vanagloriarse de alguna
cosa.
BLEDO. — No dársele a uno un bledo de
alguna cosa.
Hacer desprecio de ella; no impor-
tarle nada.
Yo importar, o no montar, o no valer, etc.,
un bledo alguna cosa.
Ser una cosa de suyo insignificante.
BOBA. — ¡Vítor la boba, que atrancó la
puerta con una escoba!
Zahiere alguna acción por excesiva-
mente necia y mentecata.
BÓBILIS.— ¿te bóbilis, bóbilis.
Conseguir o pretender alcanzar una
cosa sin trabajo y de balde.
BOBIS.— De bobis, bobis.— V. De bóbilis,
BÓBILIS.
BOBO. -Al bobo, naidale el juego.
Da a entender que a los que quie-
ren parecer instruidos en todas las co-
sas, porque hablan mucho de aquellas
que tienen estudiadas o saben de me-
moria, se les descubre su ignorancia en
cuanto se les cambia de asunto.
Bobo de Coria.
Aplícase comparativamente este per-
sonaje legendario, como símbolo de
tontería y mentecatez.
El bobo de Coria, que empreñó a su ma-
dre y a sus hermanas, y preguntaba si
era pecado.
Se dice que es como el bobo de Co-
ria el que, aparentando simplicidad, no
atiende más que a su provecho.
El bobo, si es callado, por sesudo es repu-
tado.
Recomienda la prudencia en ocultar
con el silencio la falta de capacidad.
f- Que' haces, bobo? — Bobeo : escribo lo que
me deben y borro lo que vo debo, o y re-
mato lo que dejo.
Denota que, por lo general, cada uno
suele hacer lo que le tiene cuenta, des-
entendiéndose de lo demás. — V. No
hay tonto para su provecho.
Si soy bobo, que me metan el dedo en la
boca.
Frase con que rechaza uno el califi-
cativo de bobo, tonto, necio o lelo con
que otro lo ha zaherido.
A los bobos, o tontos, se les aparece la
Madre de Dios, o la Virgen María.
Denota que a algunos, sin hacer di-
ligencia de ninguna clase, les viene la
fortuna sin saberse cómo ni por dón-
de.— V. Aro hay tonto para su provecho.
Bobos van al mercado, cada cual con su
asno.
Contra los que insisten necia y por-
fiadamente en su dictamen, aunque co-
nozcan que es contra razón.
Callad, que bobos lo pagan. — V. De cue-
ro ajeno, correas largas.
Entre bobos anda el juego. Y todos eran
fulleros, suelen agregar algunos.
Refrán irónico que se usa cuando los
que tratan alguna materia son igual-
mente diestros y prácticos en ella,
aunque aparenten o finjan disimulada-
mente todo lo contrario.
BOCA. — A boca de cañón. — V. A boca de
jarro.
A boca de jarro.
Decir alguna cosa sin preparar al-
que escucha; a quema ropa; de sopetón.
BOCA
BOCA
A boca llena.
Con claridad, abiertamente, sin re-
bozo, sin escrúpulo alguno.
A lo que no te importa, cierra la boca. —
V. Lo que no has de comer, déjalo cocer.
Andar a boca, qué quieres.
Regaladamente, con suntuosidad. —
Salir algo a medida del deseo de uno.
Andar colgado de la boca de alguien.
Escuchar con atención y curiosidad
lo que otra persona dice.
Andar con la boca abierta.
Admirarse neciamente de alguna
cosa que se ve u oye.
Andar de boca en boca.
Ser objeto de las conversaciones o
hablillas públicas.
Andar en boca de alguno o algunos.
Ser objeto de que éste o éstos ha-
blen y digan, generalmente, lo que no
deben.
Andar en boca de todos. — V. Andar de
bo -a en BOCA.
Andarse a qué quieres, boca.
Comúnmente se usa más con el ver-
bo tratar, o con el mismo en forma re-
flexiva. — V. ¿Indar a boca, qué quieres.
A pedir de boca.
Estar una cosa a punto; como se de-
seaba; de una manera excelente. — Xo
haber más que pedir.
A una boca, una sofá.
Enseña la distribución que se debe
hacer de los bienes para que alcancen
a muchos v no se los lleve uno solo.
A veces habla la boca por do pague la
coca. — V. No diga la lengua lo que, o
por do, pague la cabeza.
Beber a boca de jarro.
Sin tasa ni medida.
Blando de boca.
Se dice de la persona fácil en decir
lo que debiera callar. — Suele decirse
también Ser flojo de boca.
¡Boca abajo!
Empléase para expresar la inferiori-
dad en que quedan algunas personas o
cosas respecto de otra con que se las
compara: v. gr. : Cuando usted canta,
habla, etc., todo el mundo ¡boca abajo'.
Boca brozo sa cria mujer hermosa, o Boca
pajosa cria cara hermosa.
La Academia definió estos refranes,
en su primera edición, diciendo que
«la mujer que se cria en casa rica y
abundante, y que no necesita trabajar
en el campo ni andar al sol para buscar
que comer, se cría sana y hermosa».
Pronto varió de modo de pensar,
pues en la reimpresión que hizo del
primer tomo de su Diccionario, y en las
ediciones sucesivas, hasta la sexta in-
clusive, apuntó lo siguiente: «Advierte
lo bien que parecen las mujeres aplica-
das a sus labores. Díjose por las hilan-
deras, que regularmente arrojan con la
boca las pajillas que tiene el lino o cá-
ñamo.»
Desde la séptima edición en adelante
ha continuado con esta última defini-
ción, si bien omitiendo el comento.
Ahora, pues, ambas definiciones son
de todo punto falsas. Lo que significa
en realidad este refrán, es: lo muclio que
recomienda a tina mujer el no ser excesi-
vamente delicada o melindrosa en achaque
de comida; sino, por el contrario, el ave-
nirse gustosa con toda clase de manjares.
En corroboración de mi aserto, con-
fiérase este refrán con aquel que dice :
A la mujer y a la muía, por el pico les
entra la hermosura, y se comprenderá
muy luego (aunque sea mala compa-
ranza, como dice el vulgo) que para
criar una muía rozagante no se buscan
bocadillos apetitosos.
Boca con duelo no dice bueno.
Denota que el que está enojado con
alguna persona, no halla cosa buena
que decir de ella. — La persona que se
encuentra poseída de algún disgusto o
sentimiento grave, no se halla en dis-
posición de hablar de cosas alegres.
Boca con rodilla, y al rincón con la almo-
hadilla.
Recomienda el recogimiento y la la-
bor a las doncellas.
Boca de escorpión.
Nombre que se da a la persona mal-
diciente.
Boca de espuerta.
Aplícase a la que es muy grande y
rasgada.
Boca de gachas.
Dícese de la persona que habla con
tanta blandura que apenas se le entien-
de lo que dice.— También se aplica a los
que salpican de saliva cuando hablan.
BOCA
— 113 —
BOCA
Boca de infierno.
Apodo que se suele aplicar a los
murmuradores.
Boca de lobo.
Se usa refiriéndose al murmurador.—
V. Boca de infierno.
Boca de miel y manos de hiél.
Dícese de aquellas personas que em-
pleando buenas palabras, sobre todo
en ofrecimientos, desdicen éstas con
los hechos.
Boca de oro. — V. Pico de oro.
Boca de risa.
Dícese de las personas que muestran
afabilidad y agrado, tanto en el sem-
blante como en la conversación.
Boca de sopas.
Apodo que se aplica a la persona que
tiene la lengua estropajosa.
Boca de verdades.
Se emplea aludiendo a la persona
que expresa con claridad lo que siente
o sabe. — Irónicamente se dice del que
miente mucho.
Boca pajosa cria cara hermosa. — V. Boca
brozosa cria mujer hermosa.
Boca que dice de no, dice de si.
Censura la condición voluble de al-
gunas personas. — Expresa también que
el importuno acaba por conseguir lo
que antes se le había negado.
Buscarle a uno la boca.
Dar motivo, con lo que se dice o
hace, para que alguno diga lo que ca-
llaría si no hubiese sido incitado a ello.
Calentársele a alguno la boca.
Hablar con extensión, explayarse en
discurso o conversación acerca de al-
guna materia. — Irse acalorando poco a
poco en la discusión, hasta acabar por
prorrumpir en claridades o palabras
descompuestas.
Cerrarle la boca a uno.
Obligarle a que calle por la fuerza
de los argumentos con que rebatimos
sus palabras.
Comiendo, y la boca abriendo.
Dicho festivo en que se suele pro-
rrumpir al oír que una persona pre-
gunta cómo se hace aquello de que se
trata, o cómo es así que ha sucedido, etc.
Con la boca abierta, o Con tanta boca
abierta.
Estar suspenso, admirado o embo-
bado de resultas de lo que se oye o
se ve.
Coserse la boca.
Cerrarla, callar, no decir o responder
palabra alguna.
Cuando yo hablo, la boca abro.
Manera festiva de dar a entender
que cuando uno asegura una cosa, sus
motivos tiene para hacerlo así.
Dar, o echar, o tomar, etc., a boca de
costal.
Sin medida ni tasa; con profusión.
Dar en la boca con alguna cosa.
Hacer a uno frente o cara; oponér-
sele o salirle al encuentro.
Decir una cosa con la boca chica, o chi-
quita.
Ofrecer o rehusar una cosa por mero
cumplimiento o contra su intención, de-
seando que se insista para aceptarla a
fuer de rogado.
Dejarle a uno con la boca a media miel. —
V. Dejarle a uno con la miel en los labios.
Desaparecer entre la boca v las manos al-
guna co>a.
Denota lo frágil y perecedero de las
cosas de este mundo, que cuando más
seguro se cree estar uno en posesión de
ellas, desaparecen de su lado. — V. De
la mano a la boca se pierde la sopa.
Duro & boca.
Dícese de la persona que es muy ca-
llada y en extremo prudente.
Echar de, o por, aquella boca.
Decir alguno contra otro, con impru-
dencia y enojo, palabras injuriosas y
ofensivas.
El que está a la boca del pozo no se muere
de sed. — V. El que anda con la miel, algo
se le pega.
En boca cerrada no entra mosca, o no en-
tran moscas.
Enseña cuan útil es callar cuando no
hay por qué hablar.
En boca del vulgo andan los refranes; pero
no salieron de bocas vulgares.
Da a entender que si bien suelen ser
los adagios producto de la gente del
pueblo, no lo son de los necios, sino
de aquellos que por su experiencia o
luces naturales están capacitados para
envolver una verdad o una sentencia
en las frases pronunciadas y acogidas
después por los demás.
8
BOCA
114 —
BOCA
En la boca del discreto, lo público es se-
creto.
Recomienda la reserva y prudencia
en el hablar, especialmente tratándose
de cosas graves y trascendentales, aun
cuando sean conocidas de todos.
Entre la boca y la taza hay peligro. —
V. De la mano a la boca se pierde la
sopa.
Estar boca abiertos como lobos en febrero
hambrientos.
Dícese de aquellos que están pen-
dientes de que el poderoso caiga para
echarse encima, agobiándole con recri-
minaciones o despojos.
Estar como boca de lobo, u obscuro como
boca de lobo.
Expresión que se emplea para deno-
tar una gran obscuridad.
Estar cotí la boca a la pared, o pegada a
la pared.
Hallarse en extrema necesidad y no
tener a quien recurrir.
Ganar la boca.
Persuadir o procurar reducir a uno a
que siga algún dictamen u opinión, pre-
cisándole a que calle o disimule el que
tenía en contrario.
Gobierna tu boca según tu bolsa.
Aconseja que se nivelen las gastos
con las ganancias, o séase los egresos
con los ingresos. — Es locución de buen
cuño, diga lo que quiera en contra de
su estructura D. Rafael M. Baralt en su
Diccionario de galicismos, artículo Go-
bernar.
Guardar la boca.
No hacer exceso en la comida o be-
bida.— Callar prudentemente lo que
no conviene decir.
Habla la boca/or do lleva la coca.
Las personas discretas no dicen nada
más que aquello que su inteligencia o
su cabeza les dicta.
Hablar por boca de ganso.
Decir lo que otro ha sugerido. — Pu-
diendo dimanar de un papel escrito
semejante sugestión; escribiéndose en
éste con pluma, y siendo antiguamente
de ganso las que con preferencia se
destinaban al dicho efecto, no parece
violento conjeturar que la pluma, o lo
escrito, es la boca de ganso a que alude
la locución arriba inserta.
Hablar uno por boca de otro.
Conformarse en lo que se dice con
la opinión ajena.
Hacer boca.
Comer alguna cosa ligera y estimu-
lante, que predisponga el apetito a otras
más suculentas, o bien solamente para
que excite la sed y haga más grato el
vino u otro licor espirituoso. — Decir
o hacer alguna cosa a título de gusto
o saborete anticipado con que se deja
entrever la esperanza de proporcionar
algún goce mayor. — Úsase comúnmen-
te en la locución Para hacer boca, y se
emplea tal vez en sentido irónico.
Hacerse la boca agua. — V. Hacerse agca,
o un agua, la boca.
Halagar con la boca y morder con la
cola. — V. La gata de Mari-Ramos, hala-
ga con la cola y araña con las manos.
Hederle, u olerle mal, la boca a alguno.
Locución con que se moteja de pe-
digüeña a una persona.
Irse de boca.
Dejarse dominar del vicio que le do-
mina.— Hablar mucho y sin considera-
ción.— V. írsele la boca a uno.
Irse la boca adonde está el corazón.
Hablar alguno impelido por lo que
le dictan sus deseos o convicciones, sin
poder contenerse. — También se dice:
La boca habla lo que siente el corazón.
írsele la boca a uno.
Hablar mucho imprudentemente.
La boca habla lo que siente el corazón. —
V. Irse la boca adonde está el corazón.
La boca hace juego.
Refrán muy usado entre los jugado-
res, con que se denota que en el juego
se debe estar literalmente a lo que se
dice, aunque sea contra la mente o in-
tención del que lo ha dicho. — Denota
también, en sentido metafórico, que se
debe cumplir aquello que una vez se
ofreció.
La boca sin muelas es como molino sin
piedra.
Denota que las cosas más aprecia-
bles y provechosas dejan de serlo tan
luego como carecen de los adherentes
o requisitos que forman su comple-
mento necesario e indispensable para
poder producir la utilidad que de ellas
se espera.
BOCA
— "5
BOCA
La boca y la bolsa abierta, para hacer
casa cierta.
Enseña que para ser bienquisto en
cualquier lugar en que uno se establez-
ca, ha de hablar bien de todos y ser libe-
ral y franco, no escaseando el dinero.
Limpíate la boca, que la tienes de hue-
vo. — V. Date un limpión.
Lo que sana la boca ataca a la bolsa.
Da a entender lo caro que resulta el
satisfacer los placeres gastronómicos.
Llorar a boca cerrada, y no dar cuenta a
quien no se le da nada.
Aconseja no comunicar nuestros ma-
les o pesares a quien no se ha de com-
padecer de ellos, ni menos remediarlos.
Mala boca, peces coma.
Contra los murmuradores y maldi-
cientes, como deseando que se les atra-
viesen en la garganta las espinas del
pescado que comieren, impidiéndoles
el habla.
Medir a boca de costal.
A ojo, sin tasa.
Mentir con toda la boca.
Faltar a la verdad de lleno, de todo
en todo, absolutamente, por completo.
No abrir la boca.
Permanecer silencioso, bien por ig-
norancia, bien por premeditación.
No ates la boca al buey que trilla.
Refrán bíblico con que se denota que
al que trabaja se le debe aprontar su
condigna recompensa.
No caérsele a uno alguna cosa de la boca.
Decirla con frecuencia y repetición.—
V. Traer siempre en la boca alguna cosa.
No decir esta boca es mza. — V. No abrir
la BOCA.
No descoser la boca.— V. No abrir la boca.
No diga la boca lo que pague la coca. —
V. No diga la lengua lo que, o por do,
pague la cabeza.
No es para la boca del asno la miel.— Véa-
se No se hizo la miel para la boca del
asno.
No pararle a uno nada en la boca.
Frase jocosa con que se expresa tener
buen apetito.
No salir de la boca de uno alguna cosa.
Callarla o mantenerla reservada.
No tomar en la boca a alguna persona o
cosa.
No hacer mención de ella para nada.
Parece que le ha hecho la boca un fraile.
Frase con que se alude a las perso-
nas que son muy pedigüeñas.
Pegar la boca a la pared.
Resolverse a callar la necesidad que
se padece, por grave que sea.
Poner boca, o la boca, en uno.
Hablar mal de él.
Por la boca muere el pez. Y algunos aña-
den : cuenta con lo que se habla.
Recomienda que se tenga mucho
cuidado antes de hablar, en evitación
de que pueda hacerle a uno daño lo
que imprudentemente se dijo. Es alu-
sión al cantar que dice:
En la isla de León
pescan con redes y cañas;
por la boca muere el pez,
cuenta con lo que se habla.
Por la boca se calienta el horno.
Indica que uno de los mejores me-
dios que hay para entrar en calor es
comer y beber bien. — Da a entender
que los convites suelen ser causa de
que se estrechen los lazos de la amistad.
Punto en boca.
Frase con que se invita o conmina a
alguien para que no hable o diga nada
sobre un asunto determinado.
Quedarse con la boca abierta, o con tanta
boca abierta, o con la boca abría y los
ojos pomos.
Dícese de los que se quedan suspen-
sos, embobados o admirados de cual-
quier cosa que ven u oyen.
i Qué es hablar} — Abrirla boca y re-
buznar.
Contra el que dice alguna necedad
de presente, o tiene por costumbre de-
cirlas.
Quien tiene boca, no diga a otro : Sopla.
Enseña que no se debe dejar al cui-
dado ajeno lo que puede uno hacer
por sí propio.
Quien tiene boca, se equivoca.
Se patentiza que no hay cosa más fá-
cil, en el que habla, que padecer una
equivocación, atendido a la fragilidad
humana.
Quitar a uno alguna cosa de la boca.
Anticiparse uno a decir lo que iba a
decir otro.
Quitárselo uno de la boca.
' Da a entender que alguna persona se
BOCA
116
BOCADO
priva de lo necesario para dárselo a
otra.
Reírse con toda la boca.
Reírse con toda el alma, sin fingi-
miento, espontáneamente.
Respirar uno por la boca de otro.
Vivir sujeto a la voluntad de otro, o
no hacer o decir cosa sin su dictamen
y aquiescencia.
Ser flojo de boca. — V. Blando de boca.
Ser la boca de uno medida, o la medida.
Signifícase que una persona puede
pedir cuanto se le antoje, pues inme-
diatamente serán satisfechas sus aspi-
raciones y deseos, en el concepto de
que, sirviendo su boca de medida, ésta
se verá colmada.
Taparle la boca a uno.
Sobornarlo por cualquier medio para
que calle. — Citarle un hecho, o contes-
tarle de manera tan concluyente que
no tenga qué replicar.
Tener alguno una boca que ni la de un
horno.
Tenerla sumamente grande.
Tener buena, o mala, boca.
Hablar bien, o mal, de otros. — No ser
nimiamente delicado y descontentadi-
zo (o lo contrario) para la comida o para
cualquier otro concepto. — Tener buen,
o mal, gusto o paladar accidentalmen-
te.— Refiriéndose a las caballerías, ser,
o no, dóciles al freno.
Tener más boca que un pajar. — V. Tener
alguno una boca que ni la de un horno.
Tener sentada a una persona, o una cosa,
en la boca del estómago.
Tener gran aversión hacia una u
otra.
Tener uno boca de alcancía, o de hucha.
Tener la boca muy sumida.
Tener una boca prestada.
Hablar sin ambages ni rodeos, con
toda claridad y lisura, sin andarse con
contemplaciones ni pararse en peli-
llos.
Tener uno boca de espuerta.
Dícese de las bocas grandes y ras-
gadas.
Tener uno boca de fraile. — V. Parece que
le ha hecho la boca un fraile.
Tomar en boca a alguno, o alguna cosa.
Mentarla, hacer mención de ella, ci-
tarla, sacarla a colación.
Torcer la boca.
Hacer algún gesto de desaprobación
o disgusto.
Traer siempre en la boca alguna cosa.
Repetirla mucho; hablar constante-
mente de ella; traerla como muletilla
o bordón.
Venirse a la boca alguna cosa.
Ofrecerse repentinamente algunas es-
pecies y palabras para proferirlas a pro-
pósito de aquello de que se trata o cues-
tiona.
Volver la boca agua.
Experimentar satisfacción con el re-
cuerdo de algo agradable o la presen-
cia de manjares apetitosos. — Pensar
en alguna cosa buena que ha de reali-
zarse y que deseamos con ansia.
Bocas de la Isla, o Eso es bocas de la
Isla.
Se emplea en Cádiz, aludiendo a lo
que vale poco, a lo que es muy abun-
dante.— Empléase más comúnmente
para dar a entender que lo que dice
otra persona es gana de hablar, o fan-
farronería.
Tapar bocas.
Dar de comer a muchas personas. —
Impedir que se siga censurando a una
persona, acto o disposición, llevados a
cabo por alguna corporación, autori-
dad, etc.
Traer en bocas a alguno.
Murmurar continuamente de él. —
V. Tener en boca a alguno, o alguna
cosa.
BOCACALLES. — No sirve correr, sino
coger las bocacalles.
Denota la ventaja que tiene la des-
treza sobre la ligereza, sobre todo si
ésta es ciega o atolondrada.
BOCADO. — A bocado harón, espolada,
o aguijón, de vino.
Advierte que así como se ayuda a la
bestia lerda con el estímulo, así se ha
de ayudar con el vino al manjar seco
o de calidad indigesta.
A buen bocado, buen grito, o buen sus-
piro.
Da a entender estarle a uno bien
empleado el mal que padece, por ha-
berse entregado sin rienda a la satis-
facción de algún apetito o capricho. —
V. Lo que mucho vale, mucho cuesta.
BOCADO
— 117
BOCADO
Bien sabe buen bocado, si no cuesta caro.
Da a entender que muchos de los
beneficios que recibimos requieren una
correspondencia tan excesiva, que lle-
ga a pesarnos el haberlos alcanzado.
Bocado comido no gana amigo.
Advierte que quien no parte lo suyo
con otros, no gana las voluntades, ni
puede resentirse, por otra parte, de
experimentar la recíproca. — V. Quien
solo come su gallo, solo ensilla su ca-
ballo.
Bocado de mal pan, ni lo comas ni lo des
a tu can.
Puede muy bien interpretarse por la
frase evangélica que dice que «lo que
no quieras para ti, no lo quieras para
otro», que por su sencillez creemos
ahorra toda explicación.
Bocado por bocado, mochuelo asado.
Denota que cuando se tiene apetito,
no se repara en la clase de comida. —
V. A buen hambrb no hay pan duro.
Bocado sin hueso.
Bien sin mezcla de mal. — Provecho
sin desperdicio. — Empleo de mucha
utilidad y poco o ningún trabajo.
Buen bocado.
Frase con que se encarece la exce-
lencia de ciertas cosas que no son de
comer, tales como un buen empleo, una
herencia cuantiosa, un negocio lucrati-
vo, etc. — En sentido jocoso se aplica
también a las personas, generalmente
a las mujeres.
Cada bocado de dulzura te ha de costar
una picadura. — V. No hay miel sin hiél.
Caro bocado.
Dícese de todo aquello que acarrea
disgustos y sinsabores, o que cuesta
mucho alcanzar.
Comer de, o en, un bocado, o dos boca-
dos, una cosa.
Comerla muy de prisa.
Comer un bocado.
Dícese más comúnmente Tomar un
bocado. (Véase.)
Con el bocado en la boca.
Acabado de comer.
Darle a uno un bocado.
Darle de comer por caridad y conmi-
seración. — Darle envuelto en la comi-
da algún tósigo, veneno o cualquier
otra materia nociva.
Eti cuanto digo y hago pierdo bocado.
Contra los que en todo miran sólo a
su provecho, y con tanto afán y ansia,
que no desperdician la menor ocasión
ni descansan un punto, pareciéndoles
que por cualquier detención lo pier-
den todo.
Mejor es un bocado de pan seco cotí gozo,
que una casa llena de reses con penden-
cias. — V. Más vale pan con amor, que
gallina con dolor.
No haber para un bocado. — V. No tener
para un bocado, segunda acepción.
No hay ??iejor bocado que el hurtado.
Se nota la depravada inclinación de
la naturaleza humana, que halla más
goces en la usurpación de lo ajeno con-
tra la voluntad de su dueño, que no
en aquello que legítimamente pueda
poseer.
No tener para un bocado.
Estar en extrema necesidad. — Ser
muy escasa la comida.
Ser una cosa bocado caro, o comida cara,
para estudiantes.
Dícese de todo aquello que, por ser
relativamente costoso, no se presta a
ser fácilmente adquirido por quien ca-
rece de posibles. — Festivamente se
dice también: Ser boccato di Cardinali.
Si estoy dentro, tírame un bocado.
Frase por medio de la cual se discul-
pa uno con la persona que se lamenta
de no ser bueno, o estarlo, el manjar
que se le ha dado, en atención a haber
juzgado de su bondad sólo por su as-
pecto favorable.
Tomar un bocado.
Tomar un refrigerio o ligera refac-
ción; lo que generalmente se llama un
tenteempié.
Comerse a uno a bocados.
Pondera el furor o rabia que se tiene
contra alguno. — En ocasiones se le da
el sentido contrario, manifestando el
entusiasmo que nos produce una frase
ingeniosa o un acto gracioso, particu-
larmente en los niños.
Contarle los bocados a uno.
Tasarle la comida.— Observar o notar
lo que otro come, por parecerle al que
mira, que come más de lo conveniente.
Defender a bocados.
Valerse de todos los medios para
BOCAIRENTE
— 118
BODA
evitar la pérdida de una cosa que tra-
tan de quitarnos.
Más valen dos bocados de vaca que siete
de patatas. — V. Más vale poco y bueno
que mucho y malo.
Me lo comeré, o me lo comería, o quisiera
comérmelo, a bocados.
Frase con que se pondera el furor o
rabia que se tiene contra una perso-
na. — V. Comerse a uno a bocados, se-
gunda acepción.
BOCAIRENTE. - Bocairente, mal te-
rreno y peor gente.
Quiere dar a entender que ni los
habitantes ni el terreno de esta locali-
dad son recomendables.
BOCANADAS. — Echar bocanadas.
Jactarse de valor, nobleza o riquezas.
Echar bocanadas de sangre.
Hacer alarde de ser muy noble o de
estar emparentado con personas muy
ilustres.
Estar dando las bocanadas.
Frase mal empleada por muchos, en
lugar de las boqueadas. (Véase.)
Hablar a bocanadas.
Hablar sin ton ni son o con fanfarro-
nería.
BOCCATO. — Ser una cosa boccato di
Cardinali.
Frase redactada en italiano macarró-
nico, por la cual se da a entender el
primor y excelencia de alguna persona
o cosa, por causa de cuya rareza, méri-
to o valor, no es digna ni fácil de ser
poseída por todo el mundo.
BOCINA. — Hablar con bocina.
Hablar a gritos, de modo que la gen-
te se entere de lo que se está diciendo.
Tocar bocina, o la bocina. —V. Hablar
con BOCINA.
BOCHORNO. — El bochorno la prepa-
ra y el cierzo la derrama.
La lluvia. Es locución corriente en
Aragón y Navarra y demás países del
Norte de España.
BODA. — A boda ni bautizo, o ni bautiza-
do, no vayas sin ser llamado.
Reprende a aquellos que tienen la
costumbre de entremeterse en todas
partes.
A la boda de don García, lleva pan en la
capilla.
Recomienda que nadie tenga con-
fianza en la hacienda de otro, por rico
que sea.
A la boda del herrero, cada cual con su
dinero.
«Entiende en las aldeas do no hay
más de un herrero, y todos le han me-
nester, y van a su boda a ofrecerle.»
Tal es la explicación del Comendador
Griego.
Andarse de boda en boda.
Indica la vida que llevan algunas per-
sonas, que sólo piensan en festejos
y diversiones, sin hacer cosa de pro-
vecho.
Boda buena, boda ?nala, martes en tu
casa.
Reprende a los que pasan el tiempo
en diversiones, con lo que desatienden,
en mayor o menor parte, las obligacio-
nes propias de su estado.
Boda de hongos.
La que se celebra pobremente, sin
lo necesario y con escasa asistencia de
parientes y amigos.
Boda de negros. — V. Merienda de negros.
En la boda, quien menos come es la novia.
En las grandes solemnidades o fies-
tas, el que paga el gasto se divierte
menos que los demás, porque, so pena
de pasar por grosero, tiene que aten-
der a los convidados, con lo que se
descuida a sí mismo.
Ése es de boda, que duerme con la novia.
Cualquier cargo retribuido es prefe-
rible a aquel que es meramente hono-
rífico.
Irse con la boda.
Llevárselo todo.
La boda de Gil, ocho danzantes y sin tam-
boril.
Es decir, que en las fiestas y actos de
poco más o menos, no hay nada apa-
rente.
La flaca baila en la boda, que no la
gorda.
Da a entender que las personas ricas
y acomodadas, cuando acuden a las
reuniones, se suelen estar quietas y
buscar su comodidad; en tanto que las
que ocupan posición social menos des-
ahogada, tienen por necesidad o con-
veniencia que plegarse al capricho de
los demás y procurar darles gusto en
todo.
BODA
— 119 —
BODA
La que no baila, de la boda se salga.
En cada ocasión se debe hacer lo
que esté en armonía con ella, si no se
quiere hacer un mal papel.
Lo que no viene a la boda, no viene a toda
hora.
Denota que lo que prometen los sue-
gros, si no se cumple antes del casa-
miento, se suele realizar después (cuan-
do se realiza) con hartos trabajos y dis-
gustos.
Ni boda pobre ni mortuorio rico.
Se refiere a que, ordinariamente, se
ponderan los caudales más de lo que
son en realidad al tiempo de celebrar-
se los casamientos, así como se dismi-
nuyen en el acto del fallecimiento.
Ni boda sin canto ?ii muerte sin llanto.
Denota cuan natural es el que las
risas y las lágrimas compartan alterna-
tivamente las diferentes fases de la
vida. — En lugar de muerte dicen otros
mortuorio.
No hay boda, bautizo y duelo sin pastel
relleno.
Indica que en los grandes aconteci-
mientos familiares en que se reúnen
muchos a comer, es donde se procu-
ran servir las mejores viandas.
No hay boda sin doña Toda.
Se dice de algunas señoras que se
hallan en todas las fiestas, aunque sean
de particulares. — Toda, nombre anti-
guo de mujer en España desde el tiem-
po de los godos, y que también aparece
con las variantes de Tota, Tuda, Theu-
da y Theudia, es el femenino del rey
visigodo Theudis, que ciñó la corona en
nuestro territorio por los años de 531
al 548.
No hay boda sin tornaboda.
Manifiesta que ciertos festejos o di-
versiones traen aparejada de suyo una
como necesidad de repetirse al día si-
guiente. Suele usarse en sentido iró-
nico.
No se hace la boda de hongos, sino de bue-
nos bollos, o ducados, redondos.
Horros, por hongos, puso la Acade-
mia en las primeras ediciones de su
Diccionario hasta la décima inclusive,
no constando en las columnas del mis-
mo dicho refrán sino a partir de la
■quinta, año 181 7. La primera edición lo
trae. — Expresa que no se debe con-
traer matrimonio sin tener capital, o
por lo menos que comer.
Quien bien baila, de boda en boda se anda.
Da a entender que el que tiene algu-
na gracia o habilidad quiere manifes-
tarla a todos, o es bien recibido en to-
das partes.
Quien se ensaña, o se enfada, en la boda,
piérdela toda.
Satiriza la inconsideración de los que
promueven algún disgusto en medio
de los festejos y diversiones priva-
das. — También se aplica a aquellas
personas a quienes, tras de ir a hacér-
seles un favor, se disgustan o lo toman
a mal, perdiendo más, pues al retraerse
de hacerlo, se quedan con el enfado y
sin el beneficio.
Toda boda es tortas, y el pan se ahorra.
Censura a los que dicen que ahorran
no comprando cosas de menos valor,
cuando el importe de éstas se halla
embebido en cosas que han costado
mucho más.
Toda la boda es hongos.
Da a entender el mal pergeño que
tiene alguna persona o cosa.
Bodas largas, barajas nuevas.
Denota que cuando la noviez es muy
larga, no suele llegar a celebrarse el
matrimonio.
Bodas mayales, bodas mortales.
Aconseja que se huya de contraer
matrimonio en el mes de mayo, como
menos a propósito, tanto éste como los
tres siguientes de junio, julio y agosto,
para poner en práctica los derechos y
deberes conyugales con el entusiasmo
propio del nuevo estado.
Buenas bodas y magistrados, del cielo son
dados.
Refrán con que desde antiguo se de-
nota lo raros que son los matrimonios
bien avenidos, así como los gobernan-
tes honrados y celosos.
De tales bodas, tales costras, o tortas.
Enseña cómo los que andan en malos
pasos no pueden tener buen fin.
La más hermosa de todas, como las otras
hace bodas.
Advierte que no suele ser la que tie-
ne más belleza la que se casa mejor,
ni mucho menos.
BODEGA
120 —
BOLA
No ir a bodas.
No ir a divertirse, sino a pasar tra-
bajos, penas o fatigas.
Si de ésta escapo y no muero, nunca más
bodas al ciclo, o ni en el cielo.
Dícenlo los que se encuentran en
un trance muy peligroso, del que les
parece difícil salir, o los que, escar-
mentados de algún daño, hacen firme
propósito de ser más cautos en lo su-
cesivo.
BODEGA.— A la bodega poco vinagre.
Porque lo que conviene es que el
vino se conserve en ella, y no que se
pique y se convierta en vinagre, que
tiene menos valor que el vino.
Al que va a la bodega, por vez se le cuen-
ta, beba o no beba.
Aconseja se huya de lugares sospe-
chosos, aunque a ello no impulse algún
mal fin, para evitar la crítica de los
maldicientes.
Las bodegas frías calentarse esperan.
Dícenlo los labriegos o mozos, espe-
rando que el amo mande darles vino,
como recompensa o propina por el tra-
bajo hecho.
BODEGÓN. — £t liar el bodegón por la
ventana.
Gastar con esplendidez en un convi-
te o con cualquier otro motivo. — Tam-
bién se dice : Echar la casa por la ven-
tana. (Véase.) — Llegar a enfadarse o
encolerizarse en demasía.
¿En qué bodegón hemos comido juntos?
Frase proverbial con que se repren-
de al que se toma demasiadas liberta-
des con quien no debe usarlas, ni me-
nos le da pie para ello.
BODOQUE. — Ser uno un bodoque.
Aplícase a la persona de cortos al-
cances, y regularmente de aspecto rús-
tico.
Estar haciendo bodoques. — V. Estar co-
miendo, o mascando, tierra.
BOFE. — Echar uno el bofe, o los bofes*
Trabajar excesivamente,
Echar uno el bofe, o los bofes, por algu-
na cosa.
Solicitarla con toda actividad y dili-
gencia.
Bofes en casa, bofes en la arada; ¡cuerpo
de tal con tanta bofada! — V. Perdices
todos los días, cansan.
BOFETADA. — Darle a uno una bofeta-
da, o una bofetada sin mano, o un bo-
fetón, o u?i bofetón sin mano.
Hacerle un gran desaire, o darle a
entender la falta en que ha incurrido o
la sinrazón que le asiste, valiéndose al
efecto de una corrección más o menos
indirecta o más o menos dura.
BOFETÓN. — Bofetón amagado, nunca
bien dado.
Significa que el que amenaza no siem-
pre tiene ánimo de ejecutar lo que dice,
y sí tan solamente de atemorizar.
Bofetón en cara ajena.
Sufrir una reconvención o desprecio,
no directamente, sino por intermedio
de otro a quien parece que se le hace,
aun cuando comprendamos que es alu-
sión a nosotros.
Como el bofetón de la loca, o de la tonta,
que ni sobró mano ni faltó cara.
Sirve para ponderar lo grande de una
bofetada que ha cogido de medio a me-
dio la mejilla.— También indica que una
cosa ha venido a lo justo para el objeto
a que se destinaba.
BOGA. — Estar en boga.
Gozar de aceptación o fama alguna
persona o cosa.
Pensar uno que hurta, o pesca, bogas.
Creer que hace algún buen negocio,,
cuando en hecho de verdad resulta todo
lo contrario. — La carne de este pesca-
do fué más estimada en lo antiguo que
hoy. Quizás aluda el refrán al color vis-
toso de su piel, atravesada por rayas do-
radas, plateadas y anacaradas. — «Bien
se pensó con esto, el picaro, que hurtaba
bogas, y enderezó a casamiento.. .> (Gar-
duña de Sevilla, cap. XVI.)
BOLA. — Andar como bola sin manija.
Andar de acá para allá, sin rumbo fije*
y como desatentado.
Bola saltada, nula la jugada.
En los juegos en que, al arrojarse la
bola, no describe ésta la línea resultan-
te del movimiento de rotación sobre la
superficie plana, a causa de ir dando
botes, no es válida la jugada, por lo que
debe comenzarse de nuevo.
¡Dale, bola! Algunos añaden : (Y ella ro-
daba.)
Se aplica al que insiste en una cosa,,
al que es muy machacón al referir algo.
BOLAZO
BOLSA
Dejar que ruede, o dejar rodar, la bola.
Se emplea esta frase cuando no se
tiene interés en comprobar la veraci-
dad de una cosa que no es exacta. —
Dejar que un suceso o negocio siga su
paso o curso ordinario, sin intervenir
en él para nada.
Escurrir la bola. — V. Escurrir el bulto.
Robar a bola vista.
Hacerlo a ojos vista, tranquilamente
y sin recatarse.
¡Ruede la bola!
Frase con que indicamos la indife-
rencia que nos produce el que las cosas
vayan de una manera o de otra.
Ser una cosa la bola de nieve.
Expresa esta frase proverbial la exa-
geración o grandes proporciones que
toma una noticia cualquiera al ir pa-
sando de boca en boca, a la manera
que ocurre con el objeto de la compa-
ración, que mientras más rueda, más
va engrosando por la adherencia de la
materia que la forma.
Tener uno la bola en el emboque.
Hallarse en situación angustiosa o
apurada.
Hacer bolas. — V. Hacer novillos.
BOLAZO. — Hacer una cosa de bolazo.
Ejecutarla de prisa 3^ sin esmerarse,
para salir del paso.
BOLERO. — Ser un bolero.
Aplícase al aficionado a hacer novillos
o rabona, como dicen en Andalucía. —
También se dice de la persona que echa
muchas mentiras.
BOLETA. — Entregar la boleta.
Morirse.
BOLICHADA. — De una bolichada.
De un golpe; de una vez.
BOLICHE. — Estar hecho, o parecer , un
boliche.
Aplícase a las personas, especialmen-
te jóvenes, regordetas y de buen color.
BOLÍN. — De bolín, de bolán.
Inconsideradamente; de un modo
atropellado y sin reflexión.
BOLINA. — Andar de bolina.
Andar de bureo, de parranda o de di-
versión. Usase más comúnmente en los
puertos de mar de Andalucía.
Echar de bolina.
Proferir insultos o bravatas. — Exa-
gerar de una manera desmedida.
BOLO. — Echar a rodar los bolos.
Promover reyerta o disturbio, pres-
cindiendo de todo miramiento o consi-
deración.
En medio, como diez de bolos.
Aunque este juego, como es sabido,
se hace con nueve palos, en algunas
regiones se le aumenta uno, que se co-
loca aislado, más adelante de los nueve
dichos y cuya caída vale más tantos.
Dícese, con alusión a esto, de las per-
sonas que por afán de ñgurar se colo-
can siempre en el sitio más visible, cre-
yéndose así de más importancia. — Aplí-
case también a los niños, a quienes les
gusta colocarse entre las personas ma-
yores para verlo y oírlo todo.
Mudarse, o trocarse, los bolos.
Descomponerse, o mejorarse, los me-
dios o empeños de una empresa o pre-
hensión.
Tener bien puestos los bolos.
Tener bien hechas sus prevenciones
para el logro de lo que se desea.
BOLONIO. — Ser un bolonio.
Aplícase a la persona necia, ignorante
o estúpida. El pueblo español ha fal-
seado la verdadera significación de esta
palabra, dándole un sentido sarcástico
y despectivo, contrapuesto en un todo
a la acepción primitiva, que se refería al
estudiante del colegio fundado en el si-
glo xiv, para uso de los españoles, por el
cardenal de Toledo, D. Gil Carrillo de Al-
bornoz, en la ciudad de Bolonia (Italia).
BOLSA. — Alargar la bolsa.
Prevenir dinero para algún desem-
bolso de consideración. — Ahorrar, ha-
ciendo que llegue a cubrir las necesi-
dades el poco dinero que se posea. —
También se dice : Estirar la bolsa.
Bolsa sin dinero, llamóla ctiero.
Indica el poco aprecio que se hace
de las cosas cuando no sirven para el
fin a que fueron destinadas.
Castigar la bolsa, o en la bolsa.
Imponer alguna pena pecuniaria.
Echa mano a la bolsa, y déjate de zurru,
zurru.
Contra los que, al pedirles dinero,
dan sólo consejos o conversación.
El que compra y miente, en su bolsa lo
siente.
Sátira contra los que, por ostentar
BOLSA
— 122 —
BOLLO
industria y habilidad, dicen que el ob-
jeto comprado les costó menos del di-
nero que efectivamente han aprontado
en su adquisición.
Estar peor que en la bolsa.
Denota la incertidumbre o poca se-
guridad que se tiene del logro de al-
guna cosa.
Estirar la bolsa. — V. Alargar la bolsa.
Uuélame a ?)ií la bolsa, y hiéáate a ti la
boca.
Dícese de los que anteponen su co-
modidad y provecho a su buen nom-
bre y fama.
La bolsa del miserable, vie?ie el diablo y la
abre. — V. No hay estreñido que no mue-
ra de cámaras.
La bolsa es co?no el 'membrillo, que en te-
niendo ñudos, no es de provecho.
Anudar la bolsa es lo mismo que no
querer sacar dinero de ella, y por tan-
to, para nada sirve. El membrillo que
tiene nudos o excrecencias, no está
sano del todo.
La bolsa, o la vida.
Intimación que dirigen los bandole-
ros en despoblado al infeliz viajero a
quien cogen por su cuenta, y que, si
bien no la pronuncian en poblado cier-
tos elementos sociales que se imponen
o hacen respetar abusando de la fuer-
za superior, la dan a entender median-
te las exacciones y tropelías que co-
meten contra el pobre pueblo, que paga
y calla.
La bolsa y la puerta, abierta.
Aconseja que al desvalido se le so-
corra siempre, tanto pecuniariamente
como con la hospitalidad.
Llevar bien herrada la bolsa. — V. Tener,
o traer, bien herrada la bolsa.
No echarse, o meterse, nada en la bolsa. —
V. No echarse, o meterse, nada en el bol-
sillo.
No hay jnayor ni mejor bolsa que la de la
caridad.
Considerada la caridad como una de
las primeras virtudes, no es difícil
comprender que todo cuanto por ella
se haga será mejor recompensado en
tiempos futuros, puesto que se dice
que Dios da ciento por uno.
Tener, o traer, bien herrada la bolsa.
Hallarse con provisión de dinero. —
Alude a los candados o cerraduras que
se solían poner a los bolsones o sacos
de cuero en que se llevaba antigua-
mente el dinero, especialmente cuando
se iba de camino, para mayor seguri-
dad de los caudales.
Tener como en la bolsa una cosa.
Dícese de aquello que tiene uno
completa seguridad de conseguir.
Trae la bolsa abierta, y entrársete ha en
ella la sentencia.
Censura la venalidad de la mayor
parte de los ministros encargados de
administrar la justicia.
BOLSICO. — Quien tiene cuatro y gasta
cinco, no ha menester bolsico.
Al que gasta más de lo que tiene no
le queda qué guardar, y por tanto, le
está de sobra la bolsa. — V. Donde hay
saca y nunca pon, presto seacaba el bolsón.
BOLSILLO.— Al que más abre su bolsillo
se le muestra más cariño; y en acabándo-
se la plata, el amor se desbarata.
Indica la potencia del oro, particu-
larmente en cierta clase de mujeres.
Consultar con el bolsillo.
Examinar uno el estado de su cau-
dal, para ver si puede llevar, o no, a
cabo la empresa que intenta acometer.
No echarse, o meterse, nada eti el bolsillo.
Obrar alguna persona desinteresada-
mente en aquello de que se trata, y en
su consecuencia, sin que le reporte
utilidad o provecho alguno, porque se
haga de una manera u otra, o se deje
de hacer lo que propone, aconseja o
en que interviene.
Rascarse uno el bolsillo pelo arriba.
Sacar dinero de la bolsa para gastar-
lo, con especialidad si se da de mala
gana. — V. Rascarse pelo arriba.
BOLSÓN. — Donde hay saca y nunca pon,
presto se acaba el bolsón.
Advierte que por grande que sea el
caudal, si se gasta y no se repone, lle-
gará el caso en que tenga que verse
exhausto.
BOLLO.— El bollo y el bollín, todo sale del
celemín.
Refrán asturiano que enseña que
todo lo que es de igual naturaleza pro-
viene del mismo origen, sin que haya
motivo para infatuarse, creyendo ser
de calidad superior.
BOMBA
— 123 —
BOQUERA
Ese bollo no se ha cocido en su horno.
Da a entender que un dicho o escri-
to no es parto del que pasa por ser su
autor, o presume otro que lo es.
No cocérsele a uno el bollo. — V. No co-
cérsele a uno el pan.
Se puede perdonar el bollo por el cos-
corrón.
En ciertas ocasiones, la utilidad o
ganancia que se percibe no compensa
los disgustos o trabajos que hay que
pasar para su obtención.
Denme bollos de azúcar, y vaya por Dios.
V. Dame pan y dime tonto.
BOMBA. — Caer como una bomba.
Denota el sobresalto e impresión que
produce la aparición súbita y repen-
tina de alguna persona o cosa, sobre
todo cuando acarrea daño o perjuicios.
Dar a la bomba.
Devolver la comida, vomitar. Es fra-
se anticuada.
Dar mucfio a la bomba.
Entregarse excesivamente a los de-
leites carnales.
Parar la bomba.
Dejar de hablar, o pararse en lo que
se iba diciendo. — Está tomada la metá-
fora de la bomba que siempre la están
moviendo, comparada con la lengua de
los que hablan mucho, y de la cual se
dice que parece una taravilla.
Estar echando bombas.
Aplícase a las personas y a las cosas.
En el primer caso significa hallarse su-
mamente enfadado, y en el segundo, es-
tar muy caldeadas o calientes.
BOMBO. — Acompañar con bombo y pla-
tillos.
Ensalzar o alabar exageradamente a
una persona o cosa, bien sea de pala-
bra, bien por escrito. — Dícese también :
Bombear, o dar bombo.
Con bombo y platillos, o Haber bombo
y platillos.
Aplícase a los anuncios estruendosos
y de gran aparato y hojarasca.
Darse bombo.
Alabarse exageradamente.
De bombo y platillos. — V. De cascabel
gordo.
BONANZA. -Ir en bonanza.
Prosperar en algún negocio o asunto
que se trae entre manos.
BONETE.— A tente bonete, o Hasta tente,
bonete.
Con exceso, a porfía, con empeño,
con demasía, obstinadamente.
Bonete y almete hacen casas de copete.
Da a entender que las armas y las
letras dan lustre a las familias y enno-
blecen los linajes.
Bravo bonete, o Gran bonete.
Aplícase irónicamente, refiriéndose
a personas que se quiere motejar de
necias o tontas.
Donde entra bonete no falta zoquete.
Da a entender que la persona que
ha recibido estudios, y en particular si
pertenece al estado eclesiástico, nunca
se queda sin comer.
Donde hay bonete, nunca falta mollete. —
V. Donde entra bonete no falta zoquete.
Tirarse los bonetes.
Disputar o porfiar descompuesta y
alborotadamente.
BONITA. — Bonita en faja, fea en plaza.
Da a entender cómo frecuentemente
ocurre el que la niña que nace hermosa
pierda esa cualidad al llegar a mujer. —
También se suele decir al contrario :
Fea en faja, bonita en plaza. (Véase.)
BONITO. — Ser bonito corno un oro.
Una de tantas comparaciones como
la fantasía popular inventa.
Ser bonito como unas perlas. — V. Ser
bonito como un oro.
Todo se pega, menos lo bonito.
Manifiesta que los malos ejemplos se
aprenden y siguen con más facilidad
que los buenos.
BOÑIGA. — Boñiga de marzo, tira man-
chas cuatro; boñiga de abril, tira man-
chas mil.
Refiérese a las faenas del campo, por
ser mejor estercolar y arar en abril que
en marzo. Otros dicen en mayo.
BOQUEAD AS. —Estar dando las boquea-
das, o las últimas boqueadas.
Estar en la agonía o a punto de morir.
BOQUEAR. — Estar boqueando.
Dícese de las cosas cuando están a
punto de ser terminadas o en los últi-
mos términos para su conclusión.
BOQUERA. — Regar de boquera.
Gastar con profusión, derrochar. Úsa-
se comúnmente en la región arago-
nesa.
BOQUETE
124 —
BORRACHO
Estar de, o padecer de, o tener, boqueras.
Se dice en Andalucía cuando se halla
alguno falto de dinero.
BOQUETE.— Tapar uno su boquete.
Solventar una deuda.
Tomar boquete.
Entrar en un sitio por el punto más
estrecho.
BOQUIABIERTO. — Quedarse uno bo-
quiabierto.
Dícese del que está embobado mi-
rando, oyendo o esperando alguna cosa.
BOQUIFRESCO.-6V/ wwyboquiiresco.
Aplícase a las personas que con se-
renidadj sin reparos ni miramientos de
ningún género, dicen las verdades, por
desagradables que sean.
BORBONES. — Nacen Borbones, se crian
bribones y mueren bobo?ics.
Frase circunstancial, que estaba en
boga en los tiempos revolucionarios de
España, alusiva a los supuestos carac-
teres principales de los individuos de
la familia de Borbón.
BORBOTONES.— Hablar a borbotones.
Hacerlo atropelladamente, como que-
riendo decirlo todo de una vez.
BORDADA. — Dar bordadas.
Pasear, andar de una parte a otra con
frecuencia. — Andar cayendo y levan-
tando en salud, intereses, etc.
BORDO. — Ser una persona de alio bor-
do. — V. Ser de alto copete.
Dar bordos. — V. Dar borradas.
BORDÓN. — Bordón y calabaza, vida hol-
gada.
Dícese de los vagabundos que andan
peregrinando por no trabajar.
BORJ A. — Borja, París o Roma. — 0 la
media vaca de Tarazón a.
Cuentan que en el Ayuntamiento de
Tarazona propuso en cierta ocasión un
regidor matar una vaca para el convite
que se iba a dar a un personaje, opo-
niéndose otro concejal a semejante pro-
posición por estimar que era un gasto
excesivo, y asegurando que con media
res tenían lo suficiente. «Todo se pue-
de arreglar a pedir de boca — repuso el
preopinante en ademán de resentido — :
nos comemos la mitad de la vaca, y el
resto que siga paciendo* (pastando). —
Los de Tarazona se burlan de los de
Borja diciendo la primera parte del re-
frán que nos ocupa, a lo que replican
los bursaonenses con la segunda parte
apuntada, como riéndose de la feliz ocu-
rrencia de aquel desdichado concejal
que con media cornúpeta tenía lo sufi-
ciente para salir del compromiso, des-
pués de haber quitado la vida al cor-
núpeto entero.
BORLA. — Menos borla y mas limosna.
Expresa la preferencia que se da a
lo útil y positivo sobre lo honorífico
sin emolumentos. — También se suele
decir : Aíetios espumar más chocolate.
BORNOS. — Los caballeros de Bornos, bue-
nos y pocos.
Elogia las cualidades de los hidalgos
de esta localidad.
BOROX. — ¿De donde es usted? — De Bo-
rox. — Donde se paro la ínula sin de-
cirle ¡sol
Tacha de holgazanes a los de esa lo-
calidad; de poco trabajadores, por ló-
menos.
BORRA. — c -Acaso es borra?
Locución familiar con que se da a en-
tender que alguna cosa no es tan des-
preciable como se piensa, y que por lo
tanto se halla muy lejos de deber ser
comparada con la borra, hez o sedi-
dimento que forman algunos líquidos,
en el fondo.
Meter borra. — V. Meter ripio.
BORRACHA.— yí la borracha, pasas.
Frase con que se nota algún desati-
no, como si a una persona aficionada a
beber la fueran a estimular con manja-
res dulces en lugar de hacerlo con sa-
lados y picantes.
BORRACHERA. - Borrachera, o bo-
rrachez, de agua, nunca se acaba. — Véa-
se Embriaguez de agua, etc.
BORRACHO. — Al borracho fino, ni el
agua basta ni el vino.
Denota que el que bebe mucho vino
siente después tanta sed, que tiene que
tomar agua en abundancia.
Bartolo me llama borracho, y hecho un
zaque lo llevan entre cuatro.
Aconseja que no ofendamos al próji-
mo echándole en cara sus debilidades,
porque como todos las tenemos, se ven-
gará recordándonos las nuestras.
Dice el borracho lo que tiene en el papo.
Da a entender que la persona que
BORRADOR
BORRICO
se halla dominada por el alcohol dice
todo lo que siente, sin fijarse en las
conveniencias sociales.
El borracho valie?ite se pasa del vino al
aguardiente.
Dícese de los que no se paran en
barras, acometiendo empresas que han
de resultarles mal.
Más borracho que una espita.
Dícese del hombre muy dado al vicio
del vino.
■Quien disputa con borracho, disputa con
u?i ausente.
Da a entender este aforismo que
como el borracho tiene perdida la ra-
zón, es en balde cuanto se haga por
convencerlo.
BORRADOR.— Sacar de borrador a una
persona.
Vestirla limpia y decentemente.
BORRASCA. — No te embarques cuando
hay borrasca. — V. No entres en la mar
cuando está brava.
Tras la borrasca viene el bue?i tiempo. —
V. Tras de la tempestad viene la calma.
Las borrascas son señales de que presto
ha de serenar el tiempo. — V. Después de
una gran tormenta viene la serenidad, o
Tras de la tempestad viene la calma.
BORREGA. — Ser como una borrega
mansa.
Aplícase a la persona sencilla o igno-
rante en demasía, con alusión a lo man-
so y dócil que es el dicho animal.
BORREGO. — Cuanto más se desvia el bo-
rrego, mayor topetazo pega.
Denota lo mucho que conviene pen-
sar y madurar las cosas antes de resol-
verse a emprenderlas, a fin de no dar
golpe en vago cuando llega la ocasión
de su acometimiento.
El borrego temprano lleva el campano. —
V. Quien antes nace, antes pace.
No hay tales borregos, o carneros.
Equivale a no hay tal cosa; no es ver-
dad eso; no es cierto lo que se dice,
afirma o supone.
Noventa y nueve borregos y un pastor
hacen cien cabezas.
Modo de motejar a uno de borrego.
BORREGUEAR.— Lo mismo borreguea
que carnerea.
Denota que de igual modo trata y
por el mismo rasero mide la muerte al
borrego que al carnero, esto es, al niño
como al viejo y al pobre como al rico.
BORRICA.— A borrica arrodillada, no le
dobles la carga.
Da a entender que al que está rendi-
do por excesivo trabajo, no se le debe
encomendar otro mayor.
A la borrica arrodillada, doblarle la
carga.
Refrán irónico contra los que añaden
más trabajo a aquel que no puede con
el que ya tiene.
Por donde nosotros vamos, muda la borri-
ca el trote.
Se refiere a que andando por buen
camino, van más de prisa las caballe-
rías.
Ser una borrica, o un borrico.
Ser una mujer, o un hombre, de mu-
cho aguante y resistencia para el tra-
bajo.— Persona necia.
BORRICO. — A borrico lerdo, arriero
loco. — V. A asno flojo, o lerdo, o modo-
rro, o tonto, arriero loco.
A borrico muerto, la cebada al rabo. —
V. Al asno muerto, la cebada al rabo.
A borrico presentado, o regalado, no hay
que mirarle el diente. — V. A caballo re-
galado, etc.
¡Arre, borrico; quien nació para pobre,
jamás llegará a ser rico! — V. El que
nace para ochavo, nunca llega a cuarto.
Caer de su borrico. — V. Caer de su
asno.
Lerdo y comedor, como borrico de yesero.
Comparación popular que se aplica
al que es muy pesado, muy torpe y que
come mucho.
Para un borrico no hay cosa como la al-
ba r da.
Advierte que cada cual halla las co-
sas en proporción con su calidad.
Porque un borrico dé una coz, no se le va
a cortar la pata.
Exhorta a que se sea tolerante con
ciertos defectos leves, ya por evitar
los males que su extirpación acarrease,
ya considerando la compensación que
resulta de otras buenas cualidades que
posee el sujeto que cometió la falta.
Puesto e?i el borrico, aguantar los azotes,
o los palos, o lo mismo da ciento que cien-
to y cinco. — V. Puesto en el burro, o Una
vez en el burro, aguantar los azotes.
BORRIOUITO
— 126 —
BOTE
Un borrico le orinó en invierno, y otro se
lo bebió en verano.
Es una sátira más disparada contra
el pobre río Manzanares, pues así como
otros ríos son celebrados por lo cau-
daloso de sus aguas, éste es zaherido
por la pobreza de las suyas. Este refrán
es debido a la vena cáustica del poeta
cordobés D. Luis de Góngora.
A los borricos, alfalfa.
Se debe rehuir el entrar en explica-
ciones hondas acerca de ciertas mate-
rias con personas rústicas o torpes en
demasía.
BORRIQUITO.— ¡¡¡AhW— Ésa es la letra
úfe/borriquito.
Se contesta familiarmente con el se-
gundo miembro de esta locución al que
muestra sorpresa por una cosa que no
merece ser admirada; o también, al que
tarda en caer en la cuenta de aquello
que se le está diciendo.
¡Borriquito caliente, o de San Vicente,
que lleva la carga y no la siente!
Expresión usada generalmente por
los muchachos cuando ponen a hurta-
dillas algo encima de otro, sin que éste
se hajra dado cuenta de ello.
-S/borriquito^/cr delante. — V. El burro
delante, para que no se espatite.
BORRÓN.— Echarle a uno un borrón.
Atentar a su buen nombre; difamarlo.
BOSTEZADOR.— Un buen bostezador
hace bostezar a dos.
Indica lo contagioso que es el boste-
zo.— Metafóricamente expresa que una
persona que está aburrida hace que se
aburran también las que están con ella.
BOSTEZO. — Anda el bostezo de boca en
boca, como la cabra de roca en roca.
Denota lo común que es el que una
persona bostece cuando ve bostezar a
otra.
El bostezo denota hambre, o sueño, o ruin-
dad, de su dueño.
Se atribuye al acto de bostezar una
de estas tres causas; debiera agregár-
sele también la cuarta, que es el abu-
rrimiento.
BOTA. — Bota sin vino, olla sin tocino.
Expresa que no sirven para nada,
puesto que no ha de ser mucha la
substancia que de ninguna de ellas se
puede sacar.
Cada bota huele al vino que tiene. — V. La
cabra tira al monte.
No vayas sin bota camino; y cuando fue-
res, no la lleves sin vino.
Aconseja no acometer empresa sin
hallarse provisto de antemano de los
requisitos necesarios para su consecu-
ción.
Botas y gabán encubren mucho mal.
Da a entender que ambas prendas
subsanan fácilmente las deficiencias
que la pobreza imprime en la indu-
mentaria del individuo. — Parecido a
éste es el refrán que dice: Una buena
capa todo lo tapa. (Véase.)
Estar con las botas puestas.
Estar preparado para hacer un viaje,
andar un camino o dar un paseo. — Ha-
llarse dispuesto para emprender un
negocio.
Ponerse las botas.
Sacar gran utilidad o provecho de
alguna empresa.
BOTALÓN.— Darle a uno botalón.
Equivale a echarle a uno del sitio
donde se encuentra. — En la América
latina, probablemente tomado del por-
tugués, se emplea el verbo botar como
sinónimo de echar fuera.
BOTANA. — No valer para botana a un
pellejo.
No servir para nada absolutamente.
«Que no haya fregona que no se
ponga don, y ayer no valían, fuera del
alma, para botanas a un pellejo, y que
hoy les parezca mengua no salir a misa
en coche, es lo que me quita el juicio.»
(Francisco Santos, El No importa de
España, pág. 244.)
BOTE. — Dar, o pegar, un bote.
Manifestar sorpresa suma, acompa-
ñada de cierto movimiento exterior
más o menos violento. — Dícese tam-
bién Dar, o pegar, botes, y se usa más
comúnmente en sentido adverso o des-
agradable.
De bote .y voleo.
Sin dilación, a toda prisa, inconside-
radamente, sin reflexión.
Estar de bote en bote.
Dícese de cualquier lugar o estancia
donde las personas o las cosas se ha-
llan muy juntas y apretadas por no ha-
ber espacio.
BOTICA
— 127
BOTÓN
BOTICA.— Haber de todo, como en botica.
No faltar nada de lo necesario, o de
lo que se presume que debe existir en
alguna parte. — Antiguamente se llama-
ba en castellano boiica todo almacén o
tienda en general, como sucede entre
los franceses con su voz boutique; y en
este sentido y no en el de farmacia
opino que está aquí tomada dicha pa-
labra.— A mayor abundamiento, llamá-
base también botica antiguamente en
Sevilla, cada una de las casucas de mu-
jeres de vida airada, situadas en el ba-
rrio especial denominado de las Man-
cebías, que habitaron hasta principios
del siglo xvii, el cual se hallaba com-
prendido en el radio que después ocu-
paron la calle y el compás de la Lagu-
na; y existiendo en aquel desventurado
recinto mujeres más o menos sanas,
jóvenes, asequibles, etc., es muy posi-
ble que dicho nombre y circunstancias
dieran lugar al refrán que nos ocupa.
Don Carlos Alberto de Cepeda y
Guzmán, ingenio sevillano que floreció
en la segunda mitad del siglo xvn, de-
dicó la siguiente décima, que viene a
corroborar lo dicho, A una comedia que
no valió nada y la hizo un boticario :
«De bote en bote el corral
estuvo ayer a las dos.
¡Bote y en corral!, por Dios,
que es fuerza que güela mal.
Verso bueno, tal y cual;
traza, ni grande ni chica;
gala, ni pobre ni rica;
silbos, dos horas y media;
conque tuvo la comedia
de todo, como en botica.»
No quedar, o no servir, ni aun para mozo
de botica.
Quedar tan malparada alguna perso-
na, que para nada absolutamente pue-
de servir.
Es comparación que no se compren-
de, o por lo menos yo no la alcanzo;
pues tratándose de negocio de tanto
momento cual lo es la salud, parece
lo más natural que los elementos que
conducen a alcanzarla no se confíen a
personas inexpertas o de todo punto
inútiles, sino, por el contrario, a las que
estén dotadas de la mayor disposición
y del celo más exquisito; si ya no es
que, usada aquí también la palabra bo-
tica en la misma acepción que la indi-
cada en el refrán Haber de todo, como en
botica (véase), pretenda establecerse
en esta frase ponderativa la diferencia
que existe entre un mozo de cordel,,
cuya cualidad esencial es la robustez,
y un mancebo o dependiente de tienda,
para cuyo cargo no es indispensable
aquella circunstancia.
Recetar de buena botica.
Dícese de la persona que tiene fa-
milia o alguien que atiende a sus nece-
sidades, atreviéndose por eso a gastar
y tirar largamente, como aquel que no
le cuesta trabajo el ganarlo.
BOTICARIO.-Boticario sin botica, nada
significa.
Da a entender que el que posee una
facultad o conocimiento, si no tiene
donde aplicarlo, es como si no lo tu-
viera.
Tener de todo, como boticario. — V. Ha-
ber de todo, como en botica.
BOTIJA. — Estar hecho una botija. Algu-
gunos añaden la calificación de perulera.
Se dice del niño cuando se enoja y
llora, refiriéndose a lo mucho que abul-
ta los carrillos. — Aplícase también a la
persona obesa en extremo.
Peer en botija, para que retumbe.
Imitar lo que otros hacen.
BOTIQUÍN.— Haber, o tener de todo, como
botiquín en campaña.
Estar provisto de todo lo necesario,
como sucede en los botiquines que lle-
van las ambulancias de Sanidad Mili-
tar, pues siendo éstas las únicas farma-
cias de que pueden disponer en campa-
ña los sanitarios, es necesario prever
todos los casos de urgencia que puedan
presentarse.
BOTÓN. — De botón gordo.
Aplícase a todo aquello que es basto,
ordinario, zafio y grotesco en su línea.
Para muestra, un botón basta.
Por la prueba, demostración o ejem-
plo que se acaba de aducir respecto a
determinada persona o cosa, se puede
venir fácil y prontamente en conoci-
miento de lo que de una u otra se po-
drá esperar en lo sucesivo.
Contarle uno los botones a otro.
Ser tanta la destreza de alguno, que
da a su adversario las estocadas donde
BÓVEDA
BRASA
quiere. — Tomada de esta frase de es-
grima, se emplea, figuradamente, refi-
riéndose a la persona que en discusión
o polémica con otra le argumenta de
tal manera que no le deja defensa posi-
ble, como quien dice, jugando con ella.
De botones adentro.
Interiormente.
BÓVEDA.— Hablar de bóveda, o en bó-
veda.
Hablar hueco y con arrogancia. — Es
frase arcaica, y como tal, caída ya en
desuso.
BOVEDILLAS. — Subirse a las bovedi-
Uas. — V. Montar en cólera.
BRAGAS. — Al que tío está enseñado a
bragas, las costuras le hacen llagas.
Denota la repugnancia y dificultad
que cuesta hacer las cosas a quien no
está acostumbrado o enseñado.
Bragas duchas comen truchas.
Denota que la persona que es labo-
riosa y hábil no carece de ciertas co-
modidades.
Calzarse, o ponerse, las bragas. — V. Cal-
zarse, oponerse, los calzones.
Lo que se aprende cotí bragas, no se olvi-
da con canas.
Denota que es tanta la fijeza con que
se graban en la imaginación los cono-
cimientos que se adquieren en la infan-
cia, que el transcurso de los años no
es potente para borrarlos.
¿Qué tienen que hacer, o ver, las bragas
con el alcabala de las habas? •
Expresión con que se satiriza a los
que hablan fuera de propósito, o de
particulares ajenos al asunto de que se
está tratando.
Quien no está hecho a bragas, las costu-
ras le hacen llagas. — V. Al que no está
ensenado a bragas, etc.
BRAGUETA. — Meter a uno en brague-
ta, o en cintura.
Reducirle o tenerle sometido a su
voluntad.
Métete en tu bragueta.
Frase familiar con que se envía a uno
enhoramala, indicándole de paso que
no se ocupe de los asuntos de los de-
más, sino de los suyos propios.
Oír por la bragueta, como los gigantones.
Dícese de las personas que oyen y
entienden las cosas mal o equivocada-
mente, con alusión a los hombres que,
metidos dentro de los gigantones para
transportarlos, no les llega la cabeza, y
por tanto los oídos, más que a la entre-
pierna del muñeco. De ahí que los gi-
gantones oigan por la bragueta de una
manera confusa y no puedan entender
bien lo que se dice.
Ser juez, provisor, etc., de bragueta.
Ejercer algún superior, respecto de
su inferior, excesiva e imprudente vigi-
lancia acerca de materias concernien-
tes al sexto mandamiento del Decálo-
go, para aplicarle, en caso de infrac-
ción, castigo más o menos duro. Úsase
más comúnmente con relación a las
autoridades eclesiásticas.
Tener braguetas.
Ser hombre valeroso y de arrestos. —
Ser una cosa comprometida y difícil. —
Empléase en substitución de otra frase
análoga, cuyo uso es impropio entre
personas cultas.
BRAS. — Por ve?igarme de Bras, me huelgo
de que me quemen. — V. Sacarse un ojo
por quebrar a otro los dos.
BRASA. — Arrimar uno la brasa a su
sardina. — V. Arrimar el ascua a su
sardina.
Brasa trae en el seno la que cría hijo
ajeno.
Denota el gran cuidado y zozobra que
trae consigo el encargarse de cosas
que no son propias de uno.
Con chica brasa se enciende una casa. —
V. De pequeña centella, grande hoguera.
Sacar la brasa con la mano del gato, o con
mano ajena.— Y. Sacar uno el ascua, etc.
Soplando brasa se saca llama, y enojos de
mala palabra.
Un asunto sin importancia puede te-
ner gran trascendencia si en lugar de
despreciarlo se insiste repetidamente
sobre él.
Estar en brasas, o como en brasas. —
V. Estar en ascuas.
Estai hecho unas brasas.
Frase con que se denota que alguno
está muy encendido de rostro o de ojos.
Pasar como sobre brasas.
Tocar muy de pasada un asunto de
que no cabe prescindir, y en que el se-
guir insistiendo podría ofrecer reparo
o peligro.
BRAVO
— 129 —
BREVA
BRAVO. — No es tan bravo el león como
lo pintan.
Enseña a no hacer caso de las exage-
raciones.
BRAZO. — El brazo de la Justicia es muy
largo.
Da a entender que los fallos de la
Justicia llegan a todas partes, compren-
diendo a todo género de personas. Dí-
cese más comúnmente de la Justicia
divina.
Entregar al brazo secular, o seglar, a una
persona o cosa.
Ponerla en poder de quien la trate
mal o dé fin de ella prontamente.
Estar hecho un brazo de mar.
Dícese de la persona ataviada con
mucha gala y lucimiento. — Úsase ade-
más con los verbos ir, venir u otros
análogos.
Levantar el brazo.
No preocuparse; no asumir la res-
ponsabilidad; desentenderse, desde un
momento dado, de la continuación de
un asunto o de la suerte de una perso-
na. — Hacer como que no se ven cier-
tas faltas o irregularidades, cuando no
se quiere o puede castigar a la persona
que las comete.
Luchar a br 'azo partido.
A viva fuerza, de poder a poder, para
ver quién consigue aquello cuya pose-
sión es disputada y deseada por varias
personas.
No dar su brazo a torcer.
Mantenerse firme en su dictamen o
propósito; no cejar en su determina-
ción.
Quedar el brazo sano a uno.
Tener caudal sobrado, especialmente
después de haber hecho grandes dis-
pendios, y voluntad de emplearlo, en
caso de necesidad.
Ser el brazo derecho de uno .
Ser la persona de su mayor confianza,
de quien se sirve principalmente para
el manejo y desempeño de sus negocios.
Entregarse, o echarse, en brazos de una
persona.
Confiarse en ella, bien para que pro-
teja, resuelva o disponga sobre algo.
Ponerse a brazos.
Luchar cuerpo a cuerpo o a brazo
partido.
Volverse uno con los brazos cruzados.
Regresar sin haber hecho lo que se
proponía o se le encargó.
BREA. — Cuando vayas a Brea, pon la capa
donde la veas. Algunos añaden : y aun-
que la veas, no lo creas.
Para motejarlos de ladrones. — Arbo-
leas dicen otros, con igual caprichoso
significado.
BRECHA. — Abrir brecha.
Persuadir a uno de algo, haciendo
impresión en su ánimo.
Batir en brecha.
Perseguir a una persona hasta derri-
barla de su valimiento. — Confundir o
derrotar a alguno por medio de razones,
argumentos o pruebas que no admiten
réplica de ninguna especie.
Estar siempre en la brecha.
Hallarse preparado y dispuesto para
defender un asunto o negocio de inte-
rés en cualquier momento.
BREGA. — Andar a la brega.
Trabajar afanosamente y sin des-
canso.
BRENES.— Cuando fueres a Brenes, lleva
con que cenes y cama en que te eches; si
no, negra noche tienes, o Si vas a Bre-
nes, lleva pan para que cenes. Algunos
añaden: y si has de pernoctar, lleva qué
almorzar.
Da a entender que cuando se va a
pueblos de escaso vecindario, como
este de la provincia de Sevilla, es con-
veniente llevar provisiones de boca.
BRETE. — Estar, o poner, a uno en un
brete.
Hallarse alguien, o ser puesto, en
algún apuro o en situación comprome-
tida.
BRETÓN.— Topo' el bretón con su compa-
ñón.— V. Hallar la horma de su zapato.
BREVA. — Breva verde y moza de mesón,
palpándolas se maduran.
Esto es, se consigue que caigan: la
primera del árbol, y la segunda condes-
cendiendo con los deseos del cami-
nante o huésped. — Sabido es la fama
de que gozan las mozas de los posadas;
esto nos ahorra de más comentarios.
Estar uno esperando a que le caiga la
breva.
Hecho un tonto, con la boca abier-
ta.— No hacer diligencia alguna para
9
BREVULA
BRÚJULA
mejorar de suerte, pensando que ésta
le ha de venir a buscar.
Más blando que una breva madura.
Se dice del que es muy sensible, del
que a todo se aviene; también del que
sosteniendo algo con tenacidad, cede
por fin ante los razonamientos que le
han convencido. — Quedar convencido,
a pesar de hallarse tenaz en sostener
lo contrario.
Sobre brevas, agua no bebas.
Este refrán aconseja abstenerse de
dicho líquido después de haber comido
la citada fruta. — En cambio hay otro
que dice: Agua al higo, y a la pera vino
(véase), en que se recomienda todo lo
contrario. Átenme estas moscas por el
rabo.
BRÉVULA. — En cuanto a brévulas,
brévulas son, pero refunfuñan.
Recomendación que se suele hacer
para que no se coman muchas brevas,
pues su abuso suele producir dolores
de vientre.
BRIAL. — Rómpese el brial, más vale bien
que mal.
En los lances de la fortuna no se han
de lamentar excesivamente las pérdi-
das, con tal que la honra quede a salvo.
BRIBA. — Andar, o echarse, a la briba.
Vivir en holgazanería picaresca, o
darse a este género de vida vagabunda
y llena de vicios.
BRIBIA.— Echar la bribia.
Hacer lamentación al estilo de pobre
pordiosero, representando o fingiendo
necesidad y miseria. Es voz tomada de
la germanía.
BRIDA. — Jugar con la brida como muleta
nueva.
Burlarse de los peligros o de las re-
prensiones, no concediendo importan-
cia a unos ni a otras.
BRIJÁN. — Saber más que Briján.
Ser muy advertido; tener mucha tras-
tienda o perspicacia.
BRILLO. — ¡Brillo, brillo; el que lo en-
cuentre, que se lo meta en el bolsillo I
Dicho en que prorrumpen los mucha-
chos cuando se echan a buscar por el
suelo algo que se ha perdido.
BRINQUIÑO.— Estar, o ir, hecho un brin-
quiño. — V. Estar hecho un brazo de
mar.
BROM . — En tono de broma.
Hablar de modo que parezca serio lo-
que se dice, aunque en realidad sólo
sea chanceándose.
Las bromas, o pesadas, o no darlas.
El que se propasa en algo, no mide
el alcance de su ligereza.
BRONCE. — Escribir en bronce.
Retener constantemente en la me-
moria una cosa, como los beneficios o
los agravios, o hacer que pase su re-
cuerdo a la posteridad, ya para loa, ya
para execración de la gente.
Estar uno hecho de bronce.
Ser insensible, o muy fuerte y resis-
tente.
No hay más bronce que años once. Algu-
nos añaden: ni más lana que no saber
que hay mañana.
Denota la robustez y resistencia de
los pocos años.
Na ser uno de bronce.
Ser sensible y apiadarse de las des-
gracias de los demás.
Ser de bronce, o un bronce.
Ser duro e inflexible y no apiadarse
fácilmente.
BROZA. — Meter broza.— V. Meter ripio.
Servir de toda broza.
Ser útil para todo, sin destino espe-
cial.
BROZAS. — De Brozas, ni vaca ni moza (ni
yegua, dicen otros); y si puede ser, ni
mujer, y si me apuran, ni sacristán ni
cura.
Alude a la mala fama que tiene en
los pueblos de la provincia de Cáceres
todo lo que procede de Brozas.
En Brozas hay más putas que mozas.
En la comarca donde está situada
Brozas estiman en tan poco a las mu-
jeres de esta localidad, que la llaman el
canchal de las putas.
BRUJA. — Alguna bruja se ha casado.
Suele decirse cuando reina viento
huracanado.
Chuparle a uno brujas.
Estar muy delgado, seco y macilento.
BRÚJULA.— Perder la brújula.
Perder el tino en el manejo de algún
negocio.
Ver por brújula.
Mirar desde un paraje por donde se
descubre poco.
BRUTO
— 131
BUENA
BRUTO. — Cuanto más bruto, más frutar.
V. Fortuna te dé Dios, hijo, que el saber,
poco te basta.
Cuanto tnás bruto, más trunfos.
Da a entender que, generalmente, no
suele acompañar la suerte a los inteli-
gentes tanto como a los que no lo son.
Triste verdad, pero verdad al fin.
El que bruto entra, bruto se ausenta.
El que carece del don de raciocinio,
por más que se afane, nunca llegará a
aprender.
El que sea bruto, que aprenda.
Frase que se emplea contra los que,
habiéndoseles advertido el mal que
puede sobrevenirles de hacer deter-
minada cosa, insisten en ella, teniendo
que sufrir la predicha consecuencia.
Más bruto que la pila de un pozo.
Una de tantas comparaciones popu-
lares que no tienen explicación, como
la de Ser más bruto que un arado, que
un poste, que una caballería mayor y
otras de este jaez.
Más vale ser bruto que alcalde.
Era tal la fama de los antiguos alcal-
des llamados de monterilla, que no es
extraño naciera de ella el presente re-
frán, que por sí solo se explica. No
falta quien lo traduzca diciendo que es
porque al bruto, por lo general, nadie
le hace caso, y se sale con su gusto sin
responsabilidad alguna, en tanto que el
que manda, no siempre consigue lo que
se propone.
Ser uno más bruto que el señor de Al-
focea.
Dícese de la persona que es por todo
extremo estúpida, aludiendo al suceso
siguiente:
Hace mucho tiempo que un señor de
Alfocea (villa distante 2 leguas de Za-
ragoza) se empeñó en volar, con el ob-
jeto de imitar a los cuervos. Al efec-
to, atóse dos alas de cañas a los brazos,
se arrojó desde un peñasco y, cual otro
Simón Mago, se estrelló contra el sue-
lo, quedando muy malparado. Como
alguien le aconsejara que no repitiera
la prueba, replicó, montado en cólera:
«¡Que no!; en cuanto pueda ponerme de
pie. No he volado porque me faltaba la
cola.» No cuenta la historia si volvió a
poner en práctica su original resolución.
BU. — Hacer el bu.
Dícese de la persona que impone
miedo o temor, así como, en ciertos
casos, de la que hace un papel ridículo.
BÚA.— El que tiene búa, ése la estruja.
Significa que nadie se interesa en
remediar los males tanto como el que
los padece. Búa está por buba.
BUCHE. — Echarla de buche.
Ostentar superioridad, grandeza, et-
cétera, de manera jactanciosa.
Sacarle a uno del buche alguna cosa.
Hacerle que declare o diga todo
cuanto sepa acerca del particular que
se desea averiguar.
Tirarse, o mandarse, al buche.
Darse un atracón de algo. Úsase así
en el sentido recto como en el figura-
do.— Dícese también : Tirarse al cinto.
BUENA. — A la bueua, júntate con ella; y
a la mala, ponle el almohada.
Da a entender que así como se debe
honrar a la buena esposa, debe casti-
garse a la que no lo es, evitando todo
trato con ella, hasta los más íntimos
del matrimonio, por la separación del
lecho conyugal.
De buena casa, buena brasa. — V. De tal
palo, tal astilla.
Ésa es buena, que está en el fuego y no se
quema.
Alusión a la prueba del fuego, una
de las que se empleaban en la Edad
Media, en los llamados juicios de Dios,
en la que se consideraba inocente la
persona que era respetada por las
llamas.
Hacer uno buena su palabra.
Demostrar cumplidamentequelo que
se dijo, ofreció, etc., es verdadero.
Lo que no se hace por la buena, se hace
por la mala.
Indica que el que tiene obligación
de ejecutar una cosa debe hacerlo gus-
tosamente, de grado, a fin de evitar
que quien tiene derecho le obligue a
hacerlo por imposición o castigo.
Más vale buena queja que mala paga.
Recomendación a los que por delica-
deza no se atreven a reclamar lo que
se les adeuda.
Ninguna cosa es buena si con pecar se
granjea.
Da a entender que no siempre el fin
BUENAVENTURA
— «32
BUENO
¡justifica los medios, debiendo abste-
nerse de alcanzar alguna cosa, por muy
honrosa que sea, si para ello es preci-
so hacer uso de actos reprobados por
la conciencia.
■¡Buenas y gordas!... (Y eran bellotas.)
Exclamación familiar con que se des-
deña cualquiera especie añeja, falsa o
absurda. — También se suele decir sólo
la primera parte.
De buenas a buenas.
Hacer una cosa sin violencia, y no
por imposición de otro.
De buenas a primeras.
A la primera vista, en el principio,
al primer encuentro. — Sin preparación.
Las buenas callan. — V. La mujer y la
pera, la que calla es buena.
Venirse a buenas.
Avenirse, conformarse.
BUENAVENTURA. -La buenaventu-
ra del pan blanco : tú me lo das, y yo me
lo zampo.
Frase empleada por las gitanas cuan-
do se disponen a embaucar a los can-
didos con sus falsas adivinaciones.
BUENO. — (Adonde, bueno? i De dónde,
bueno?
Léese en los Opiísculos gramático-sa-
tíricos del Dr. Puigblanch (tomo I, pá-
ginas 148-149) lo que transcribo pun-
tualmente:
«Todas estas faltas de hebreo halló
en sólo el primer alfabeto de los ocho
que contienen los Ocios, i dijo que los
demás son por el mismo estilo; pero
que donde el dómine Gafas echa el
resto en lo de errarlo todo en materia
de hebreo, es en el segundo alfabeto,
en la explicación que da de la frase
interrogativa castellana ¿adonde bueno?,
o sea la lemosina ¿aon bona?, deriván-
dola de las tres voces monosílabas he-
breas >x an qub?, o adonde K13 bo (que
él escribe 15 bo sin álef) vadis o vas, i
K; na obsecro o te ruego. Dijo que ade-
más de lo forzado i caprichoso de esta
explicación, por haberse tomado de una
lengua extraña sin ninguna necesidad,
ha cometido su autor cinco faltas con-
tra el hebreo, de modo que con una
más hubieran sido a razón de dos fal-
tas por sílaba; pues que en tal caso de-
bería decir no jn an, sino HJK ana adon-
de, por razón de que la primera de
estas dos partículas no se usa sino ra-
rísima vez; i que el verbo x"D bo no
significa ir, sino venir, que es todo lo
contrario, pero que a Gafas le engañó
el voi castellano; i que en él no debió
omitirse el k álef, pues sin esta letra
no es verbo, sino una preposición con
un pronombre afijo; i que en la tal for-
jada frase no está este verbo en segun-
da persona singular del futuro, como
debería estar para que pudiera corres-
ponder a una igual persona del presen-
te de indicativo de un verbo latino o
español; en fin, que en hebreo la par-
tícula 83 na te ruego no se usa en ora-
ciones explanativas e interrogativas,
como el obsecro en latín, sino sólo en
explanativas. Para completa demostra-
ción de esto me citó e hizo ver el ca-
pítulo XVI del Jénesis, verso 8, donde
preguntando el ánjel a Agar de dónde
viene i adonde va (unde venís? et qub
vadis?), usa del verbo K13 bo para lo
que es venir, i del verbo "tV1."! halác
para lo que es ir, el primero en tiempo
pretérito i el segundo en futuro; i con-
cluyó diciendo que la tal pregunta en
hebreo, suponiéndose hecha a un hom-
bre, debería haber sido no ¿An bo na?,
sino *]Sn H3N ana teléc?, que es como
pregunta un rabino a otro' cuando se
encuentran en la calle i hablan hebreo;
i suponiéndose hecha a una mujer, de-
bería ser "O^n télkí o téleki en feme-
nino, en vez te teléc, por razón de que
el verbo hebreo tiene jéneros lo mismo
que el nombre. Esta misma pregunta,
añadió, se halla aún mas expresa con
los dos verbos en el libro de los Jue-
ces, cap. XIX, v. 17; i dio, por no dejar
pendiente este cabo, la explicación de
la frase ¿adonde bueno?, diciendo ser lo
mismo que ¿Adonde va usted?, así lleve
buen camino — i de la lemosina ¿aon
bona?, dijo que es: ¿Adonde va usted?,
así haga buena vía — , sin la cual fórmu-
la cortés de preguntar u otra igual pu-
diera creerse impertinente la pregun-
ta, si era a sujeto no conocido del que
la hacía, o decirse del que preguntaba
superbo et arroganti sermone, como lo
dice Apuleyo de un soldado que nece-
sitando bagaje preguntó a secas al amo
BUENO
— 133
BUENO
del mismo Apuleyo, transformado en
asno, viéndole ir montado en él, adon-
de iba con aquel asno de vacío.»
Al acabar de leer lo que queda co-
piado, no puedo menos de exclamar:
¡Lástima de tanto derroche de erudi-
ción!... Porque, bien considerado, toda
la explicación de las dos frases que
ahora nos ocupan, se puede reducir,
sin necesidad de recurrir a abstrusas
lucubraciones filológicas (salvo mejor
opinión), a los términos siguientes:
Partiendo del principio de escribir
las locuciones cuestionadas en la for-
ma que yo lo hago, esto es, en el su-
puesto de ser considerado bueno como
modificación verbal, y además, como
su legítima locución, elíptica, y más
expeditiva explicación es ¿Adonde se
camina, o ¿De dónde se viene?, si buena-
mente quiere usted decirlo, o si en de-
cirlo no encuentra inconveniente, o sin
que se tome a mal mi pregunta, etc.
Por eso, en los mismos términos se
formula dicha expresión al hablar con
un hombre que con una mujer, pues
nadie (que yo sepa) le pregunta a ésta:
¿Adonde, buena, ni De dónde, buena?
Al bueno, por que te honre; y al malo, por
que no te deshonre.
Esto es, conviene tratar con consi-
deración a cada uno de ellos por las
citadas causas.
Bueno, bueno, bueno; mas guarde
Dios mi burra de su centeno.
Da a entender la desconfianza con
que se mira a alguna persona, a pesar
de las alabanzas que otros le prodigan.
Es, generalmente, una invectiva contra
la gente hipócrita y santurrona.
Bueno, en uno; en dos, mejor; malo en tres;
y en cuatro, peor.
«De los caballos señalados», como
siente el Comendador.
Bueno. — Es Dios.
Con la segunda parte replica el que
está hablando al que contesta Bueno
(por lo regular de mala gana) al encar-
go, prevención o amonestación que se
le está haciendo o dirigiendo. — Algu-
nos, en lugar de Es Dios, suelen decir:
Eso soy yo, como para dar a entender
que se está poniendo a prueba su de-
masiada condescendencia.
Bueno está lo bueno.
Significa que cuando una cosa está
bien, no conviene forzarla o sacarla
de quicio, con achaque de que esté
mejor.
Castiga al que no es bueno, y aborrecerte
ha luego.
Indica que los castigos, aun siendo
merecidos, siempre nos acarrean un
enemigo en aquel que los sufre.
Del bueno, buena prenda; y del malo, no
fies nada.
Advierte que hay que asegurar siem-
pre lo que se conviene o trata por
todos los medios.
Del bueno se abusa; al malo se le atusa.
Nada más común que abusar de los
caracteres condescendientes y servi-
ciales, en tanto que a los díscolos y
revoltosos se les suele tratar con hala-
go y consideración, por temor del daño
que pudieran hacer.
De lo bueno, poco.
Aconseja que no se prodigue lo que
tiene algún mérito real, a fin de que no
se menosprecie al ser vulgarizado.
Donde hay bueno, hay mejor.
Expresa lo relativo que es todo en
el mundo, pues todo depende, real-
mente, de la comparación que puede
establecerse.
El bueno sufre, que el malo no puede.
La persona bondadosa aguanta mu-
chas cosas que no resiste la que no
posee aquella condición.
El que es bueno para las duras, que lo sea
para las maduras.
El que tiene el trabajo o las penali-
dades inherentes a un cargo o empleo,
debe participar de las utilidades y pro-
vechos anejos al mismo.
El que se reduce a lo bueno pudiendo tener
lo mejor, no merece andar en dos pies.
El que se conforma con poco, pu-
diendo alcanzar más, no atiende a sus
intereses.
Lo bueno a todo el mundo le gusta.
Aforismo cuya explicación huelga,
pues por depravado que sea el gusto
de una persona, no se concibe el caso
de que le amargue un dulce.
Lo bueno dura poco.
Es tal la atracción que produce lo
bueno, que por mucho que se goce
BUENO
— i34
BUENO
siempre nos parece menos de lo que
quisiéramos.
Lo bueno ha de ser rogado.
El condescender inmediatamente a la
petición de mostrar lo exquisito, suele
ser causa de que esto se mire con me-
nosprecio: haciéndolo desear se acoge
con más entusiasmo.
Lo bueno no es caro; lo malo hace daño.
Es preferible pagar más por una cosa
buena, que menos por una mala: la pri-
mera se aprovecha; la segunda, o se tira,
y con ella el dinero, o si se utiliza, es
nociva para la salud, tratándose particu-
larmente de materias alimenticias.
No basta ser bueno, sino que es preciso
parece rio.
Como las apariencias engañan en
ocasiones, es conveniente ajustar nues-
tro modo de ser al modo de vivir, para
que no se nos juzgue indebidamente.
No hay bueno que no pueda ser mejor, ni
malo que no se pueda empeorar, o que no
ptieda ser peor.
Atribuyese esta sentencia a nuestro
Felipe II, que solía decirla cuando en
su presencia se elogiaba, o vituperaba,
excesivamente a alguien.
No puede ser bueno el que con brevedad
se hace rico.
Las grandes riquezas improvisadas
arguyen comúnmente poca limpieza de
manos por parte de quien las ha ad-
quirido.
Nunca lo bueno fué mucho. — V. Lo que
abunda no daña, o Nunca por mucho tri-
go es mal año.
Nunca que se piensa algo bueno sale cum-
plido el deseo.
Aforismo de los pesimistas, que en
todas partes creen ver lo malo.
Quien no es bueno para si, ¿como lo será
para otro?
Expresa lo poco que se puede espe-
rar de aquellas personas que por desi-
dia no son capaces de procurarse nin-
gún bienestar.
Si quieres ponerte bueno, muda de cielo.
El mudar de clima suele proporcio-
nar alivio o remedio en la mayor par-
te de las enfermedades.
/ Tanto bueno por acá? — En busca de eso
vengo, o Eso es lo que vengo buscando.
Frase de buena educación, cuyo pri-
mer miembro dirige el que está en su
casa a la persona que viene a verle, y
a cuya galantería responde el visitante
con el segundo miembro indicado.
Todo lo bueno parece bien, sino Iwmbrc
ajeno sobre mujer.
Este refrán, que sólo en la colección
del Pinciano lo he hallado, y al cual no
acompaña comento alguno, antójaseme
que está mal redactado, pues tal como
se halla escrito, parte de un supuesto
falso. En efecto, siendo acción repro-
bada por leyes divinas y humanas la
cohabitación de una mujer (cualquiera
que ésta sea) con un hombre casado, y
viceversa, mal puede entrar dicha ac-
ción en la esfera de lo bueno, hallándo-
se exceptuada, por tanto, de la cir-
cunstancia de parecer bien. Ahora, pues,
siendo connatural a la rastrera índole
humana el estimar lo que otro posee
en más que lo que nosotros tenemos
(y de ello certifican varios refranes,
entre otros: La gallina de mi vecina
más huevos pone que la mía; Ninguno se
embriaga del vino de casa; Pan del veci-
no quila el hastío; La fruta robada sabe
mejor), ¿debería formularse el refrán
cuestionado en los términos que paso
a indicar: Todo lo ajeno parece bien, sino
hombre ajeno sobre mujer}... Decida el
más juicioso lector.
Acompáñate, o júntate, con buenos, o
Allégate, o arrímate, a los buenos, y
serás uno de ellos.
Enseña el provecho que se saca con
las buenas compañías.
De buenos es honrar.
Las personas dignas son incapaces
de cometer acciones que redunden en
desprestigio o deshonra de otros.
De buenos viene quien da lo que tiene.
La nobleza de corazón suele ser pa-
trimonio adquirido de los antepasados
de quien la posee.
Decir y hacer es para buenos.
Denota que las personas de bien
prometen y cumplen, a diferencia de
los que ofrecen mucho y nada hacen.
Entre buenos, es fuero que valga la vir-
tud más que el dinero.
Las personas honradas estiman me-
nos las riquezas que las nobles ac-
ciones.
BUEY
— i35
BUEY
Honra a los buenos, castiga a los malos,
y ten quedas las manos.
Recomienda la justicia y la honradez
como prendas inapreciables.
Hónrenme, que de buenos vengo.
Moteja a aquel que presume ridicu-
lamente de la nobleza de sus antepasa-
dos con el fin de que se le rinda acata-
miento.
Ni para buenos cumple ganar, ni para
ínalos dejar.
Refiérese a los hijos, pues en cuanto
a los primeros, ellos saben hacerlo, y
respecto a los segundos, no se lo me-
recen, pues han de dilapidar el capital
heredado.
Nosotros somos los buenos; nosotros, ni
más ni ?nenos.
Denota cuánto suele cegar el espíri-
tu de partido o de secta.
j Que' buenos sernos..., mientras comemos!
Refrán satírico con que se nota la
ruin y villana conducta de aquellos que
sólo elogian a una persona en tanto
que de ésta están recibiendo favores
y beneficios, convirtiendo en dicterios
sus anteriores aplausos en el momento
en que nada esperan seguir alcanzando
de ella.
Servidlo, que de buenos viene.
Indica lo mucho que pueden el abo-
lengo y los antecedentes de una per-
sona para ser bien considerada por la
sociedad. Algunas veces se emplea en
sentido irónico.
Todos queremos ser buenos, v lo logramos
los menos.
Denota que no es lo mismo decir que
hacer; pues las intenciones pueden ser
óptimas, pero no siempre la práctica
responde a la intención.
BUEY. — A buey harón, poco le presta el
aguijón.
Se aplica a la persona lerda o pere-
zosa, que por mucho que la estimulen,
nunca sale de su paso.
A buey viejo, cencerro nuevo. — V. A rocín
viejo, cabezadas nuevas.
A buey viejo no le cates abrigo.
Dícese contra los que quieren dar
consejos y advertencias a los experi-
mentados.
Al buey dejarlo mear y hartarlo de arar.
V. Para el carro v mearán los hueves.
Al buey maldito el pelo le reluce.
Advierte que los malos deseos del
enemigo regularmente salen vanos, y
aun suelen resultar en provecho del
sujeto contra quien se tienen.
Al buey por el cuerno, o por el asta, y al
hombre por la palabra.
Declara quedar el hombre tan atado
por la palabra a cumplirla, como el
buey uncido por el cuerno para tirar o
arar.
Al buey viejo múdale el pesebre y dejará
el pellejo.
Significa que las personas ancianas,
cambiando de clima, alimentos y cos-
tumbres, exponen su salud y su vida. —
También se dice: Al viejo múdale el aire
y darte ha el pellejo. (Véase.)
Al buey viejo no le cates majada, que él
se la cata. — V. A buey viejo no le cates
abrigo.
Andar a paso de buey, o Andar más des-
pacio que un buey, o Ser más pesado
que un buey. — Y. Andar como una ca-
RKETA.
Ara con buey, guarda la ley, sirve a iu
rey, y está seguro de que no tendrás plei-
to alguno.
Enseña cómo el mejor medio de evi-
tar contrariedades, disgustos y perse-
cuciones es no oponerse a las prácti-
cas comúnmente recibidas, y, como
suele decirse, seguir la corriente.
Are mi buey por lo delgado, y el tuyo por
lo alobado.
Manifiesta que la tierra removida por
el arado es más productiva que la alo-
bada, que es la que queda sin remover
entre surco y surco.
Buey corvo y asno combo, o Buey, fron-
tudo; caballo, cascudo.
Indica las cualidades que son prefe-
ribles respectivamente en los animales
de una y otra especie.
Buey longo y rocín redondo. — V. Buey
corvo y asno combo.
Buey me mata y vaca me alaba, o Buey
muerto, vaca es.
Muchas cosas ganan en estimación
con sólo variar de nombre. Así sucede,
verbigracia, con la carne del buey que
se mata con destino al alimento común,
la cual adquiere más importancia en
el mero hecho de ser expendida en el
BUEY
136 —
BUEY
mercado como si lo fuera realmente
de vaca.
Buey teniente, dura la simiente.
El trabajo, para que dure, ha de ser
moderado.
Buey viejo, surco derecho.
Aplícase a los hombres que, guiados
de su inteligencia y práctica, manejan
bien los encargos que se les han confia-
do o los oficios que desempeñan.
Caminar por do va el buey. — V. Por la
puente, que está seca.
Ceja el buey, ceja la muía, pero el asno
no ceja nunca.
Contra los testarudos, a quienes se
moteja de burros por su condición de
terquedad.
Cuando el buey viejo no tiene tos, mal
anda la hoz.
Si el arado no prepara el campo para
la siembra, no es de extrañar que no
llegue a verificarse la siega.
¿Dónde irá el buey que no are?
Enseña que en todos los estados u
oficios es preciso sufrir. Algunos aña-
den: o la yegua que no trille?
El buey bravo, en tierra ajena se hace
manso.
Denota que en país extraño se pro-
cede con más templanza y moderación,
por faltar el apoyo que se halla en el
propio.
El buey conoció a su poseedor, y el asno el
pesebre de su señor. — V. El buey y el
asno conocen su pesebre y a su amo.
El buey harto no es comedor.
Significa que la continuación en los
deleites llega a causar hastío.
El buey pace donde yace.
Cada cual tiene que atemperarse a
la posición que ocupa, población en
que reside, casa que habita, etc.; en
una palabra, conformarse con la clase
social a que pertenece.
El buey que me acornó, en buen lugar me
echó, o El buey que me corneó, a buena
parte me echó.
Denota que lo que parece desgracia
suele ser, a veces, origen de alguna
fortuna.
El buey ruin, en cuerno crece.
Da a entender que las personas de
malas inclinaciones suelen ir creciendo
en vicios al par de los años.
El buey sin cencerro piérdese presto.
Advierte el cuidado y diligencia que
se deben poner en las cosas para que
no se pierdan.
El buey suelto bien se lame.
Significa lo apreciable que es la liber-
tad e independencia. Este refrán sir-
ve de lema a los refractarios al matri-
monio.
El buey traba el arado, mas no de su
grado.
Indica que el trabajo siempre cuesta
alguna repugnancia o violencia, máxi-
me a los holgazanes.
El buey viejo arranca la gatuña del bar-
becho.
Expresa que no se deben despreciar
ligeramente las cosas viejas, porque
suelen ser muchas veces de grande
provecho y aun de mayor utilidad que
las nuevas.
El buey viejo, con la luna mosquea.
Es propio de la vejez tener el carác-
ter áspero y desabrido, efecto de los
achaques naturales de la edad.
El buey_y el asno conocen su pesebre y a su
amo.
No hay nadie, por negado que sea,,
que no reconozca lo que es suyo o le
beneficia.
El que no tiene buey ni cabra, toda la no-
che ara, o El que no tiene buey ni vacar
toda la noche ara, y a la mañana no tie-
ne nada.
Enseña el desvelo y cuidado que oca-
siona el carecer de los medios necesa-
rios para algún fin.
El ruin buey, holgando se descuerna.
Dícese de los que se fatigan con poco-
trabajo.
Habló el buey v dijo : ¡Mu!
Se aplica a los necios acostumbrados
a callar, y que cuando llegan a romper
el silencio es sólo para decir algún dis-
parate. Bien lo pinta en las siguientes
conocidas redondillas uno de nuestros
clásicos epigramáticos:
«Junto a un buey gordo cantaban
un ruiseñor y un canario,
y en lo gracioso y lo vario
iguales los dos quedaban.
«Decide la cuestión tú»,
dijo al buey el ruiseñor;
y metiéndose a censor,
habló el buey y dijo : ¡Mu!»
BUEY
137
BULA
Hacer 'más daño que un buey por un te-
jado.
Porque con el peso de su mole y lo
aplanado de sus pezuñas, hace pedazos
cuanto coge debajo.
Este refrán deberá probablemente su
origen a aquellos sitios montuosos de
España en que no es raro ver casuchas
o establos cuya techumbre está al ni-
vel del camino, por lo que no se hace
difícil que yendo por él el ganado va-
cuno, se le antoje alguna vez ladearse
hacia las barracas, causando, al pisar
la cubierta de las mismas, el daño con-
siguiente.
Lo que ha de cantar el buey, canta la ca-
rreta.— V. Lo que ha de cantar el carro,
canta la carreta.
Más caga, o come, un buey, que cien go-
londrinos.
Indica que un enemigo poderoso
mete más ruido que muchos peque-
ños.— También significa que un gran
negocio suele ser más productivo que
varios de menor cuantía.
Ni buey cansado, ni cantor mal medrado.
Así como aquél no tiene fuerzas para
trabajar, tampoco las tiene para poder
cantar el hombre de constitución ra-
quítica o que se halla poco alimentado.
Ni buey de Monda, ni hombre de Ronda.
Alude a las malas condiciones de uno
y otro.
Ni por buey ni por vaca, no tomes mujer
maniaca.
Exhorta a no contraer matrimonio
con tales hembras, aun cuando lleven
buena dote. — V. Ni por casa ni por viña,
no tomes mujer jimia, o garrida, o parida.
No es buey de hurto.
Dícese contra los que exageran al-
guna falta o pecado. — Alude a la grave
pena con que se castigaba en la ley an-
tigua el hurto de un buey, pues orde-
naba que el ladrón restituyese cinco
bueyes por cada uno de los que había
robado.
No hay cuidado, que es buey manso, o que
no embiste.
Frase figurada, que se emplea refi-
riéndose al que se conocen claramente
sus intenciones.
Creer que los bueyes vuelan.
Ser un simplón.
Entre bueyes no hay cornadas. — V. En-
tre sastres no se pagan hechuras.
Por los bueyes que son de mi padre, si-
quiera aren, siquiera no aren.
Refrán irónico con que se da a en-
tender el poco cuidado que solemos
poner en las cosas que no nos intere-
san o atañen directamente.
Quien bueyes ha perdido, cencerros se le
antojan, o Quien bueyes ha perdido,
los cencerros trae al oído.
Manifiesta que la persona que está
obsesionada con una idea, en todas
partes y a cada momento cree hallar
algo que se la recuerda.
Quien todo lo contó', o miro, con bueyes,
no ara.
Exhorta a no poner toda la confianza
del buen éxito de un asunto en manos
extrañas, omitiendo uno por su parte
toda diligencia o vigilancia conducente
a dicho buen resultado.
BUEYECILLO. — Bueye cilio de campo,
que holgando se descorno'. — V. El ruin
buey, holgando se descuerna.
De bueyecillo verás qué buey harás.
Indica que el carácter de las perso-
nas se puede conocer por sus inclina-
ciones desde pequeñas.
BUFONES.— Ya no hay bufones.
Dícese a aquellas personas que por
halagar a otra que es superior, le ríen
sus gracias o procuran distraerla con las
suyas. — También se usan como equiva-
lentes : Se acabo' el tiempo de los bufones,
o Se acabó el tiempo en que los reyes
pagaban bufones.
BUHONERO. — Cada buhonero alaba
sus agujas.
Da a entender que todos celebramos
nuestras cosas, aunque no lo merezcan.
BUITRE.— Comer como un buitre.
Ser glotón, comiendo apresurada-
mente.
No saber más de una cosa que un buitre.
No entender absolutamente nada de
aquello de que se está tratando.
BUITRERA. — Estar ya para buitrera.
Dícese de la bestia flaca que está ya
próxima a morirse y servir de alimento
a los buitres.
BULA. — A la bula y al casero, el peor
dinero.
Manifiesta de cuan mala gana apron-
BULA
- 138 -
BULTO
tan algunas personas el dinero para la
adquisición de estos dos derechos.
Bula del Papa, ponía sobre la cabeza y
págala de plata.
Denota lo caro que a veces suelen
resultar ciertos favores recibidos.
Ir publicando la bula.
Hacer pública y notoria alguna cosa;
irla divulgando.
No poder uno con la bula.
Estar desfallecido; sin fuerzas para
nada.
No valerle a uno la bula de Meco.
Aplícase a yna persona para asegu-
rar que cuantos medios ponga en eje-
cución, por más favorables que parez-
can, no serán bastantes a librarle del
castigo o de las desgracias que le ame-
nazan.— Es alusión a una bula muy lata,
por medio de la que concedió Su San-
tidad un gran número de privilegios y
exenciones a los habitantes de Meco,
pueblo de la provincia de Madrid, obte-
nida por intercesión y a favor del con-
de de Tendilla, señor de dicha villa, que
había estado muchos años en Roma y
prestado servicios especiales al Papa y
a su corte.
En el tomo III de la revista El Ave-
riguador Universal se dio la siguiente
explicación:
«La villa de Meco perteneció, con
otras seis o siete del contorno enclava-
das en la actual provincia de Guada-
lajara, al señorío del célebre marqués
de Villena, cuyo poderío, saber y bru-
jerías son bien conocidos de todos.
Meco era la cabeza o metrópoli de toda
la jurisdicción. Un soberano pontífice,
cuyo nombre no hace al caso, querien-
do dar una perpetua prueba de su ca-
riño al nigromántico marqués, otorgóle
una bula en que se consignaban tantas
indulgencias, fueros, privilegios, exen-
ciones, preeminencias y prerrogativas,
así al señor feudal como a sus vasallos,
que apenas había un solo caso en que
no se pudiese aplicar la celebérrima
bula. Ninguna persona del estado no-
ble, llano o eclesiástico podía celebrar
contrato ni contraer deudas ni obliga-
ciones de ningún género con los sub-
ditos de la jurisdicción del marqués,
porque siempre éstos hallaban en la
bula de Meco algún distingo para no
cumplir sus compromisos, pagar sus
deudas o llevar a efecto sus contratos.
No había ley humana, por muy justa y
equitativa que fuese, que al ser invo-
cada en favor del derecho de algún no
subdito del marqués de Villena, no en-
contrase una contra en dicha bula. Así
es que los de Meco y su jurisdicción
eran invulnerables, escudados con el
documento en cuestión. Toda senten-
cia de juez no era válida hasta que se
veía si se oponía en algo a la bula. Ésta
era, pues, la panacea que curaba a to-
dos los que se hallaban bajo el señorío
del de Villena, y el bu de cuantos con
ellos tenían que pleitear. Así, pues,
cuando a uno no le valia la bula, de
Meco, era porque su asunto estaba tan
intrincado, o era crimen tan enorme,
que no había medios de salvarle.»
Para mentir, nunca hay bula.
Da a entender que la mentira no pue-
de ser justificada ni disculpada por nada.
Para todo hay bula de composición, o de
difuntos, en este mundo.
Tener remedio para todo.
Echar las bulas a uno.
Imponerle alguna carga o gravamen.
Reprenderle severamente.
Vender bulas.
Frase que se suele emplear contra
los hipócritas.
Vender bulas sin ser Cuaresma. — V. Ven-
der BULAS.
BULTO. — Andarle buscando el bulto a uno.
Andar buscando ocasión de suscitar-
le camorra o de darle que sentir.
Bulto romano y cuerpo senes, andar flo-
rentin y parlar bolones.
Elogio tributado a dichas cuatro cir-
cunstancias, ensalzando el rostro de las
mujeres de Roma, la estatura y buenas
formas corporales de las de Sena, el
apuesto continente o garbosidad de
las de Florencia y el lenguaje de las de
Bolonia.
Cogerle a uno el bulto.
Haberlo a las manos. — También se
emplean los verbos pillar, pescar y
otros análogos.
Considerar una cosa a bulto.
Superficialmente, sin descender a
pormenores; por mayor, en globo.
BULLA
— 139
BURLA
Escurrir el bulto.
Huir, escapar, procurando general-
mente que no se note la ausencia, má-
xime cuando se trata de evitar algún
compromiso, tal como gasto, comida o
bebida, conversación, etc. — Empléa-
se también con los verbos guardar y
huir.
Hacer una cosa a bulto.
Sin reflexión, atropelladamente, a lo
que salga.
Menearle el bulto a uno.
Buscarle, sacudirle, darle golpes o
una paliza. — Dícese también : Tentarle,
o tocarle, a uno el bulto.
Mientras menos bulto, más claridad.
Manera indirecta, aunque bastante
expresiva, de dar a entender que mo-
lesta o estorba la intervención o la
presencia de una persona o de algún
objeto.
Poner de bulto una cosa, o de bulto y
relieve.
Referirla o exponerla de modo que
llame la atención vivamente, a fin de
que resalte y pueda ser apreciada en
todo el valor que tenga o que quera-
mos darle.
Ser de bulto una cosa.
Ser muy clara, manifiesta, compren-
sible y notoria.
Tirarse uno al bulto.
Acometer directa y prontamente la
empresa que uno se propone, con ex-
clusión de toda clase de rodeos, digre-
siones y miramientos.
BULLA.— Meter a bulla.
Impedir que se prosiga en un asunto,
introduciendo especies extrañas o ape-
lando a gritos y voces descompuestas,
a falta de razones.
BULLEBULLE. -Ser un bullebulle.
Dícese de la persona inquieta, entre-
metida y de excesiva viveza.
BULLIR. — Bullirle a uno una cosa, o una
idea, afecto, etc.
Expresa el deseo vehemente que se
tiene de algo, como bullirle a uno los
pies, cuando ve bailar, etc. — Querer
precisar un recuerdo, idea, etc., que
no acaba de acudir de manera clara a
nuestra memoria. — Agitar en activa y
constante impresión el corazón o el
cerebro el afecto de que se trate.
BUNIATO. — El buniato, en lodo, y la
yuca, en polvo.
Es refrán americano, que indica cómo
deben sembrarse las plantas a que se
refiere.
BUÑOLERO.— Buñolero, a tus buñuelos,
o haz tus buñuelos. — V. Zapatero, a tus
zapatos.
Buñolero solía ser, volvíme a mi menes-
ter.— V. Zapatero, a tus zapatos.
BUÑUELO. — Como si fuese buñuelo. —
V. ¿Es BUÑUELO?
¿Es buñuelo?, o No es buñuelo, o No
son buñuelos, o No es buñuelo, que
se echa a freír.
Dícese a los que pretenden que se
haga rápidamente una cosa que requie-
re tiempo y madurez para pensarla o
llevarla a efecto.
Hacer un buñuelo.
Confeccionar una obra tosca, mal
hecha; hacer una plasta.
BURDEL.— Ser un burdel.
Aplícase al sitio donde hay mucho
jaleo, movimiento y bulla.
BUREO.— Entrar en bureo.
Meterse de lleno en algazaras o fies-
tas; divertirse. — Juntarse para tratar al-
guna cosa y dictaminar acerca de ella.—
Entrar en discusión o consulta.
BURGOS. — Burgos tiene mal cielo, y Ma-
drid lo tiene bueno.
Alude a que aquella tierra, por causa
de su mucha humedad, levanta vapo-
res, con que frecuentemente reinan las
nieblas, lo que no sucede en Madrid,
por ser país más seco.
De Burgos a la mar, todo es 7iecedad.
Denota cuánto más común es la ig-
norancia que no la sabiduría.
BURLA.— Burla burlando.
Sin advertirlo o sin darse cuenta de
ello. — Disimuladamente o como quien
no quiere la cosa.
Burla burlando vase el lobo al asno.
Advierte la facilidad con que cada uno
se encamina a lo que es de su inclina-
ción o conveniencia.
Burla con daño no cumple el año.
Da a entender que las burlas perju-
diciales no duran mucho tiempo.
Entre burla y juego. — V. Burla burlan-
do, o Entre chanza y broma, o En tono de
BROMA.
BURLA
— 140
BURRA
La burla, dejarla cuando más agrada.
Indica que la demasiada continuar
ción de la chanza suele parar en pesa-
dumbre y disgusto.
La burla es la retórica del diablo.
Alude a lo difícil que es el género
humorístico en Literatura, y aun en las
bellas artes todas, por ser muy oca-
sionado a incurrir en lo ridículo o ex-
travagante.
No hay peor burla que la verdadera.
Aconseja que en las chanzas no se
eche en cara a los otros los defectos de
que adolecen.
Quien hace la burla, guárdese de la esca-
rapulla.
Denota que quien gasta chanzas pe-
sadas debe recelarse de enemistades y
venganzas.
Todo es burla, sino estudiar y más estudiar
y tener favor y ventura.
Indica que el mérito, por lo general,
sin apoyo y suerte no suele abrirse
paso.
Todo es burla, sino ser pastor en Turra.
Este refrán, que apunta el Comenda-
dor Griego sin comentarlo, me parece
que está redactado en estilo burlesco,
pues no conozco, ni sé que exista en Es-
paña, más Turra que una aldea en Lo-
groño y otra en Salamanca, ambas a cual
más pobres y reducidas en su vecinda-
rio. Siendo de presumir, por otra parte,
que el abolengo de este refrán es rús-
tico de todo punto, se puede asegurar,
sin género de duda, que en un princi-
pio se diría bulra por burla (metáte-
sis muy usada entre la gente labriega
de antaño) a fin de hacer resaltar me-
jor la consonancia entre sus dos miem-
bros componentes.
A las burlas, así ve a ellas, que no te
salgan a veras, o que las dejes cuando
quieras.
Enseña el miramiento y discreción
que se deben guardar en las chanzas
para que no degeneren en pesadas u
ofensivas.
Burlas de manos, burlas de villanos.—
V. Juegos de manos, juegos de villanos.
Decir una cosa entre burlas y veras.
Expresar algo, generalmente des-
agradable, en tono festivo y chancero;
pero dejando comprender al oyente
que el fondo es serio, ya que no lo sea
la forma.
En burlas^ en veras, el reloj sea sin pesas.
Manera de terminar una cuestión,
dando a entender que nos salimos con
nuestra teoría.
Esas burlas a un cuñado. — V. A otro
perro con ese hueso.
Las burlas se vuelven en veras, o Las
burlas son vísperas de las veras.
Da a entender que lo que se empie-
za por un simple capricho suele termi-
nar en serio.
Ni en burlas ni en veras con tu amo par-
tas peras.
Enseña que no conviene usar de fa-
miliaridad con los superiores.
No son burlas las que duelen.
Aconseja que no se extremen las
chanzas hasta el punto de molestar tí
ofender a la persona a quien se dirigen^
No son burlas las que redundan en des-
precio ajeno. — V. No son burlas las que
duelen.
Suelen con las burlas encubrirse las veras--
Muchas veces, bromeando, se dice la
verdad, y como se toma por burla, no
se cree, que es lo que nos proponemos.
BURRA.— A burra vieja, cincha amarilla.
Satiriza a las personas que, siendo
ya de cierta edad, quieren presumir de
jóvenes en su atavío personal, general-
mente con poco gusto, o por lo menos
con el gusto impropio de sus años.
A la burra vieja, arracadas nuevas. —
V. A burra vieja, cincha amarilla.
Burra de villano, andadura de muía en
verano, o muía de silla en verano.
Expresa que los que están acostum-
brados al trabajo, aunque sean de me-
nos fuerza que otros, se igualan en re-
sistencia a éstos.
Caer de su burra. — V. Caer de su asno.
o Caer de su burro.
Cuando viene a pelo, aunque la burra se
caiga al suelo.
Exhorta a aprovechar la oportuni-
dad que se viene a las manos, aun
cuando para ello se necesite hacer al-
gún sacrificio o tener que chocar con
algún respeto humano.
Descargar ¡a burra.
Frase que se emplea para notar al
que sin causa bastante rehusa el traba-
,
BURRO
141
BURRO
jo que le corresponde, echando la car-
ga a otro.
.Estarle a uno una cosa como a la burra
las arracadas.
Sentarle mal una cosa a aquel que
se la pone.
írsele a uno la burra. — V. írsele la
LENGUA.
L,a burra preñada, cargarla hasta que
para.
Censura a los que exigen de otros
más trabajo del que pueden soportar.
Empléase en sentido irónico.
jMala burra hemos comprado!
Indica el mal resultado de un nego-
cio cuyo éxito parecía seguro. — Dícese
también, irónicamente : ¡Buena burra
hemos comprado!
Ni burra mohína, ni mujer supina.
Advierte que no convienen ni la bu-
rra que rehuya el trabajo ni la mujer
marisabidilla.
Salirle a uno la burra capada. — V. Salir-
le a uno la criada respondona.
Si la burra no se cansa, no se me irá
Sancha.
Encomienda la perseverancia para
conseguir un fin.
/ Vuelta la burra al trigo!
Expresión con que se .moteja a las
personas porfiadas, cuando insisten en
una pretensión.
Xo, que te estregó, burra de mi suegro.
Se aplica a los que se resienten cuan-
do les hacen bien.
BURRO. — A burro viejo múdale el pese-
bre, darte ha el pellejo.
El cambio de morada en las perso-
nas ancianas suele producirles tal im-
presión, que les cuesta la vida.
A burro viejo, poco verde.
Aconseja dar a los viejos alimentos
substanciosos.
Al burro viejo, la mayor carga y el peor
aparejo.
Indica que, cuando por la edad, se
puede trabajar menos, es cuando suelen
tenerse más preocupaciones y se reci-
ben menos miramientos.
Caer de su burro.
Frase figurada que se emplea para
significar que uno ha comprendido que
sostenía un error o que estaba equivo-
cado.
Cavilar lo que un burro en un trigo.
No pensar más que en comer.
Concluírsele a uno el burro.
Manera jocosa de decir equivalente
a Acabársele a uno el asno. (Véase.)
Correr burro.
Desaparecer una cosa; perderse, des-
truirse.
Donde alcanzo yo, alcanza un burro.
Moteja de necio, empleándose más
comúnmente en segunda o tercera per-
sona.— Es frase atribuida al alcalde de
cierto lugar, en cuya plaza pública iba
a construirse un abrevadero para las
caballerías, y como se dudase la altura
que había de dársele para que alcanza-
sen todas, pidiendo uno que llevasen
una caballería menor para medirla, ex-
clamó el monterilla que no hacía falta,
puesto que él daría la medida, agre-
gando la frase susodicha, que se ha con-
vertido en proverbial.
El burro delante, para que no se espante.
Satiriza a los que, hablando de varias
personas, se citan antes que los demás.
El burro que más trabaja, más pronto
rompe el aparejo.
1 Aconseja la prudencia en el trabajo,
a fin de no agotarse prematuramente.
El burro que no está hecho a albarda,
muerde la atafarra. — V. Quien no está
hecho a bragas, las costuras le hacen
llagas.
El que nace para burro, muere macho. —
V. El que nace para ochavo no llega a
cuarto.
El que tiene un burro y lo vende, él se en-
tiende.
Da a entender que cada cual sabe a
qué obedecen las determinaciones que
toma.
¡Maldecido sea el burro que no es capaz de
estrenar una albarda!
Contra los que se casan con viuda.
Más fácil es al burro preguntar, que al
sabio contestar.
Censura los vuelos de los sabios, es-
pecialmente de los presumidos e infa-
tuados.
Más vale burro vivo que doctor muerto.
Indica que son preferibles las venta-
jas de vivir, aun en posición modesta,
a las de morir, aunque sea rodeado de
fama y honores.
BURRO
— 142
BUSILIS
Ningún burro se queda calvo.
Aplícase a las personas de edad que
tienen mucho cabello. Inútil es adver-
tir que sólo se dice festivamente y a
personas de toda confianza, tratándose
de gentes de buena educación. — Véase
Muchos burros hay canos, pero ninguno
calvo.
No le llevaré en mi burro a Ar ganda,
aunque vaya de vacio.
Equivale a decir que uno es anti-
pático.
No quiere morir de cornada de burro ni
de patada de gorrión.
Aplícase a los pusilánimes que se
asustan por todo, viendo peligros en
todas partes.
Porque un burro dé una coz, ¿se le ha de
corlar la pata}
Los castigos no han de rayar en
crueldad.
Puesto en el burro, o una vez en el bu-
rro, aguantar los azotes.
Denota que ya está uno resuelto a
seguir el empeño en que se halla me-
tido, aunque sea a costa de mayores
males.
Quien ha de ser burro de carga, del cJ'lo
le llueve la albarda.
Es decir, que el que nace para el tra-
bajo, por más que lo rehuya, no se verá
jamás libre de él.
Quien tiene burro y no va en él, más bu-
rro es él.
Moteja a los que teniendo medios
para remediar un mal, no lo hacen por
desidia o por necedad.
Ser el burro negro de la familia.
Dícese de aquel en quien recae todo
el peso de la casa.
Uno, dos, tres, y mi burro no parece.
Moteja a quien anda buscando una
cosa y la tiene delante de los ojos, sin
verla.
Hacer burros.
Cometer torpezas el jugador novel.
Es frase usada en los garitos.
Hay muchos burros de un mismo pelo.
Dícese festivamente cuando, por su
mucho parecido, se confunde a una
persona con otra.
Juegan los burros y pagan los amos, o
los arrieros. — V. Pagar justos por pe-
cadores.
Muchos burros hay canos, pero ningunc
calvo.
Denota que la pérdida del pelo, cuan-
do no es por edad o enfermedad, acusa
en la persona el exceso de estudio, y
por tanto la sabiduría, lo que no ocurre
con los ignorantes o burros, que enca-
necen con los años, pero no por la
ciencia. — Como la frase Ningún burro
se queda calvo, la presente es festiva y
sólo se debe usar en la intimidad.
Trillar con burros, cagar la parva. —
V. Quien con niños se acuesta, cagado, o
sucio, amanece.
BUSCAR. — Cuando lo busco, nunca lo veo;
cuando no lo busco, cátalo aquí luego.
Enseña que muchas veces la turba-
ción y el cuidado del que busca impi-
de el logro de su diligencia, y sin ella
suele conseguirlo la casualidad.
Dos que se buscan, fácilmente se hallan.
Denota que cuando se tiene verda-
dero interés por ambas partes, no es di-
fícil llegar a un acuerdo.
El que busca las escogidas, se queda con
las raídas.
Dícese del que, después de andar
pensando mucho en la elección de una
cosa, se decide por la peor.
Hay quien por buscar un céntimo gasta
diez en luz.
Sátira contra los que, bajo pretexto
de economía, hacen mayor dispendio.
¿La busqué? La hallé.
Frase con que se da a entender que
nadie tiene la culpa del mal o bien que
nos sobrevenga, por haber sido nos-
otros mismos los causantes de él.
Ni las busco ni las excuso, o ni las re-
huyo.
Refiérese generalmente a las cuestio-
nes, poniéndolo en boca de las perso-
nas que, no siendo cobardes, son pru-
dentes.
Quien busca halla, o Quien bien busca,
algo encuentra.
Da a entender cuánto importa la ac-
tividad e inteligencia para conseguir lo
que se desea.
BUSILIS.—^/// está el busilis.
Equivale a indicar que en aquello de
que se trata consiste la dificultad del
asunto.
Dar en el busilis.— V. Dar en el hito.
BUTEN
— i43
BUZO
Saber el busilis.
Estar en el secreto o conocer la difi-
cultad de que se trata.
BUTEN.— Ser de buten.
Frase empleada para ponderar la
bondad de alguna persona o cosa. —
El origen de esta palabra ha sido obje-
to de controversia, pudiendo verse la
suscitada entre los Sres. Belmonte y
Medina en El Averiguador Universal
(tomo I, pág. 305, y tomo II, pág. 181,
años 1879 y 1880, respectivamente), en
que el primero se pronuncia por el abo-
lengo alemán, derivándola de gut, gu-
íen, bueno, hombre de bien, de buena
calidad (gol); y el segundo por el latino,
alegando que «antes de buscar el ori-
gen de una palabra española o usada
en España, en una lengua que ningún
contacto orgánico tiene con la nuestra,
sería más procedente rastrearlo en la
latina, que al fin y al cabo es su ma-
dre legítima. En este idioma — continúa
diciendo — encuentro la palabra buly-
rum, manteca, grosura, nata, flor de la
leche, que tiene algunos ribetes pare-
cidos al buten que nos ocupa. Sabido
es que los latinos, para ponderar la feli-
cidad y abundancia de un país, ponían
por tipo la leche o su esencia (butyrum)
y la miel. Toda la tierra que producía
leche y miel era un edén para ellos. La
Biblia también se vale varias veces de
esta locución como signo de abundan-
cia. Ahora bien : yo siempre que he
oído decir de buten, ha sido en el sen-
tido de calificar de abundante a lo que
se hace referencia», etc. Aunque res-
petuosos siempre con la opinión de
todos, creemos que el significado de la
frase, venga de donde provenga, es el
que hemos apuntado más arriba; es
decir, expresión de la bondad en su
más alto grado, sin tener en cuenta
para nada su mayor o menor abundan-
cia o escasez.
BUZ.— Hacer el buz.
Hacer alguna demostración de obse-
quio, rendimiento o lisonja.
ISUZO. — ;Buen resuello para buzo!
Aplícase a la persona que tarda mu-
cho en contestar a la pregunta que se
le ha hecho, o en presentarse en el lu-
gar donde se le estaba aguardando, con
alusión irónica a los buzos, que cuanto
más tiempo puedan contener la respi-
ración debajo del agua, tanto mejo-
res son.
CABAL.— Estar por sus cabales.
Tener mucha seguridad en lo que se
afirma.
CABALLERA.— Llévame caballera, si*
quiera a la hoguera.
Contra la afición desmedida que tie-
nen algunas mujeres de cabalgar a las
ancas de una caballería.
CABALLERO.— Artero, artero, mas non
buen caballero.
Reprende a aquellos que en su pro-
ceder usan de alguna astucia para en-
gañar a otro.
De caballero a caballero.
Entre caballeros; a estilo de caba-
lleros.
No es caballero el que nace, sino el que
sabe serlo.
Da a entender que vale más que la
nobleza de la cuna, la del alma y la edu-
cación.
Poderoso caballero es Don Dinero.
Modo con que se encarece lo mucho
que pueden las xúquezas, sirviendo en
ocasiones hasta el punto de hacer que
se tuerza la vara de la Justicia.
Quien endura, caballero va en buena
muía.
Recomienda la economía. — Para me-
drar es preciso sufrir.
Ser el caballero de la Tenaza.
Ser muy miserable o agarrado.
Adelante, caballeros, que nos roban los
ganados.
Principio de un romance antiquísimo,
con el que se da a entender la necesi-
dad en que uno se halla de que se le
preste auxilio, especialmente si se tra-
ta de verse atacado en su derecho o en
sus intereses.
jBuenas noches, caballeros!... (Y eran to-
dos zapateros.)
Moteja a una concurrencia que sólo
se compone de gente de baja estofa y
que presume de lo contrario.
CABALLITO. — ¡Caballito de San Vi-
cente, que lleva la carga y no la siente!
Sonsonete, generalmente usado entre
chicos, que dirigen a la persona que
lleva por detrás algún objeto extraño
adherido a la ropa. — También se dice
borriquito.
CABALLO. — A caballo ajeno, espuela
propia.
Porque no conociendo el jinete el
modo de andar del caballo, le castiga
más que si fuera suyo.
A caballo comedor, cabestro corto.
Enseña a corregir y moderar las ma-
las inclinaciones.
A caballo grande, grandes espuelas.
Los medios deben ser proporciona-
dos a los fines.
A caballo nuevo, jinete viejo.
Indica que la cabalgadura que no está
domada necesita que el que la monte
sea hábil jinete.
A caballo presentado, o regalado, no hay
que mirarle el diente.
Advierte que aquello que nada cues-
ta, puede admitirse sin reparo ni in-
conveniente alguno, aun cuando tenga
algún defecto o tacha.
A caballo que se empaca, darle estaca. —
V. A borrico lerdo, arriero loco.
Empacarse es un americanismo que se
aplica a toda caballería harona, reacia
o repropia, esto es, que se resiste a an-
dar.— Traslaticiamente se dice igual-
mente de las personas haraganas o re-
molonas, por lo que el refrán se aplica
también, y aún más frecuentemente, a
esta clase de individuos, cuya casta
abunda más de lo que fuera de desear.
A caballo va el obispo.
Significa que la persona que goza de
CABALLO
145 —
CABALLO
gran prestigio por su posición, disfruta
de toda clase de comodidades.
A caballo viejo, poco forraje, o joco verde.
Enseña cómo el alimento que se ha
de dar a las personas de edad debe ser
poco, pero substancioso.
¡A caballo, y gruñes!
Contra los que, en vez de manifes-
tarse agradecidos al favor que se les ha
dispensado, se muestran descontentos.
Ahí va, como el caballo de copas.
Expresión que se suele usar cuando
se da o echa alguna cosa, aludiendo a
la costumbre que había antiguamente,
y que aun practican algunos estampa-
dores, de poner las palabras Ahí va en
la carta o naipe del caballo de copas.
A mata caballo.
Atropelladamente, muy de prisa.
Caballo grande, ande o no ande.
Manera de censurar a los que prefie-
ren el tamaño a la buena calidad de las
cosas.
Caballo que alcanza, pasar querría.
Modo de denotar que por lo común
aspiramos a más de lo que hemos con-
seguido.
Caballo que alcanza, revienta o pasa.
Indica que el que en concurrencia
con otros quiere lograr algo, tiene que
emplear el máximum de esfuerzo para
conseguirlo.
Caballo que vuela no quiere espuela.
El que es diligente y activo en su ofi-
cio o menester, no necesita de estímu-
lo alguno para obrar.
Caballo rucio rodado, a?ites muerto que
catisado.
Encomia las buenas cualidades de re-
sistencia del caballo que posee las con-
diciones indicadas.
Caballo tordo y cama en el rincón, vengan
revistas de inspección.
Refrán muy corriente entre milita-
res, para indicar que teniendo el equipo
completo no les importan las revistas
de los superiores.
Caballo y blasón, armas de Morón.
Frase muy usual en Andalucía para
indicar que a uno le importan poco los
privilegios ajenos.
Caer bien, o mal, a caballo.
Denota que el jinete maneja con gar-
bo, o no, el caballo que monta.
Carrera que no da el caballo, en el cuer-
po se le queda. — V. Cuanto más me apre-
suro, más me destruyo.
De caballo de regalo, a rocín de molinero.
Aplícase a aquel que pasa de un es-
tado próspero a otro de baja condi-
ción.
Después que el caballo es hurtado, cerrar
la caballeriza. — V. Al asno muerto la ce-
bada al rabo.
El andar a caballo, a unos hace caballe-
ros; a otros, caballerizos.
Expresa que según es la clase de las
personas, así honran o no los empleos.
El caballo del judio, harto de agua y bien
corrido.
Da a entender que el que depende
de un avaro, de lo que siempre tuvie-
ron fama los judíos, está explotado en
todas las ocasiones y mal atendido.
El caballo harto no es comedor. — V. El
buey harto no es comedor.
El caballo y el galgo, pando.
Es decir, endeble o ligero.
El caballo y la mujer no se han de ceder.
Hay tres cosas que a nadie se le dan:
la escopeta, el caballo y la mujer. —
V. Mujer, reloj y escopeta no se prestan.
El que no tiene que dar, su caballo no
corre.
Indica que para ser servido pronta-
mente es indispensable aprontar dine-
ro, pues al que no tiene nadie le sirve.
En cuanto ves caballo, se te ofrece viaje. —
V. Culo veo, culo quiero.
Eso queremos los de a caballo, que salga
el toro.
Explica el deseo que tiene alguno de
lo que mira como útil, aunque sea a
costa de alguna dificultad o peligro.
Hacer mal a un caballo.
Cansarlo, fatigarlo y rendirlo un jine-
te, en fuerza de su destreza y pericia
en la equitación.
Irse, o salir, o enviar, a uno cotí dos mil, o
cien mil, de a caballo.
Con mil demonios. — Mandarlo enho-
ramala.
Parecer un caballo padre. — V. Parecer
Un GARAÑÓN.
Ponerse bien, o mal, en un caballo. —
V. Caer bien, o mal, a caballo.
Quien compra caballo, compra cuidado.
El que adquiere un derecho, forzó-
lo
CABALLO
— 146
CABELLO
sámente tiene que contraer una obli-
gación.
Quien no monta a caballo, del caballo
nunca se cae.
Denota que las contingencias inhe-
rentes a cada cosa, sólo recaen en las
personas que se ocupan de aquello que
traen entre manos.
Reniego del caballo que no relincha cuan-
do ve a la yegua.
Dícese de los hombres que son cor-
tos de genio o parecen algo afeminados.
Sacar bien, o limpio, el caballo.
Salir airosamente de alguna disputa,
empeño o acusación. — Hacer una cosa
difícil o peligrosa, evitando todo daño.
Ser alguien, o algo, para uno peor que el
caballo sey ano para stis dueños.
Ser por todo extremo perjudicial,
con alusión al caballo que había perte-
necido a un ciudadano romano de nom-
bre M. Seyo, y cuya posesión fué suce-
sivamente funesta a los cuatro o cinco
individuos que lo montaron después,
pues todos finaron violentamente.
Ser como el caballo de Troya.
Dícese de las personas que aparentan
una cosa inofensiva y luego resultan lo
contrario.
Ser como un caballo enfrenado.
Aplícase a aquellas personas que
están completamente sujetas a la vo-
luntad de otra, a semejanza del caba-
llo, que no tiene más remedio que obe-
decer a las riendas manejadas por el
jinete.
Ser el caballo de batalla.
Equivale a ser lo más importante, lo
de más interés para resolver un asunto.
tSV el caballo tuviese bazo y la paloma
hiél, toda la gente se avendría bien.
Enseña que no podrá tener buen
trato y correspondencia el que no con-
temporice con los afectos e inclinacio-
nes de los demás.
Tener más alma que un caballo.
Aplícase a las personas que son in-
dolentes.
Tener más intención que un caballo.
Dícese de la persona que es suma-
mente intencionada en todos sus ac-
tos, aludiendo a esa cualidad, que es
una de las más características de dicho
animal.
Yo y mi caballo, ambos leñemos un cui-
dado.
Contra los que se tratan como bru-
tos, que sólo piensan en comer.
CABAÑUELAS . — Las cabañuelas de
agosto.
Existe en algunas localidades de An-
dalucía la creencia supersticiosa de que
cada uno de los primeros días del mes
de agosto anuncia o presagia que hará
igual tiempo que en el día correspon-
diente al de igual fecha de los meses
sucesivos, en esta forma:
El 1 de agosto corresponde al 1 de
septiembre; el 2 de agosto, al 2 de oc-
tubre; el 3, a igual fecha de noviem-
bre; el 4, a ídem de diciembre; el 5, a
ídem de enero; el 6, a ídem de febrero;
el 7, a ídem de marzo; el 8, a ídem de
abril; el 9, a ídem de mayo; el 10, a ídem
de j unió, y el 1 1 , a ídem de julio.
CABE. — Cabe de pala.
Ocasión o lance que impensadamen-
te se ofrece para lograr aquello que se
desea. Proviene dicha frase del juego
de la argolla.
Dar un cabe.
Significa causar un perjuicio o me-
noscabo.
CABELLITO. — Estos mis cabeUitos,
madre, me los lleva el aire.
Manera de indicar que alguien, o
algo, va decayendo insensiblemente de
su valor, importancia, energía, etc.
CABELLO. - Agarrarse, o asirse, uno de
un cabello.
Aprovechar una ocasión, por peque-
ña que sea, para conseguir alguna cosa.
Cabello luengo, y corto el seso.
Alude a que los que tienen mucha
cabellera suelen discurrir poco.
Cabello y cantar no cumplen, o no es buen
ajuar.
Denota que la mujer muy aficionada
a componerse y divertirse no es la más
a propósito para que atienda a los que-
haceres domésticos.
Cada cabello hace su sombra en el suelo.
Enseña que no se desprecie a nadie,
o alguna cosa, por humilde o pequeña
que ésta sea.
Cortar, o partir, o hender, un cabello en
el aire.
Ser muy listo; demostrar gran vive-
CABER
147
CABEZA
za en las cosas, comprendiéndolas fácil-
mente.
Estar pendiente de un cabello.
Estar en riesgo inminente alguna
cosa.
Llevar a uno en, o de, o por, un cabello.
Da a entender la facilidad que hay
de inclinar a lo que uno quiere al que
es muy dócil y sumiso.
No faltar un cabello.
No faltar la parte más mínima de al-
guna cosa.
No montar un cabello alguna cosa.
Ser de muy escasa importancia.
Poder, o podérsele, ahogar a uno con un
cabello.
Estar muy acongojado y falto de es-
píritu.
Poner, o ponérsele, a uno el cabello de
punta.
Erizársele éste, o levantarse por al-
gún susto, espanto o terror. Suele usar-
se también en plural.
■Ser como un cabello.
Aplícase a todo aquello que es su-
mamente delgado.
locarle a uno en un cabello, o en la pun-
ta de un cabello.
Ofenderle en cosa sumamente leve.
Usase más frecuentemente en la forma
negativa.
■Coger alguna cosa/<?r los cabellos.
Llegar a algún acto público cuando
va a empezar inmediatamente o está
muy a los principios.
Colgar, o estar, uno colgado de los ca-
bellos.
Estar con sobresalto, duda o temor,
esperando el fin de algún suceso.
Llevar a uno de, o por, los cabellos.
Llevarlo violentamente y contra su
voluntad.
Tirar a uno de, o por, los cabellos. —
V. Llevar a uno de, o por, los cabellos .
Traer alguna cosa/ú>r los cabellos.
Aplicar con violencia alguna autori-
dad, sentencia o suceso a una materia
con la cual no tiene relación alguna, o
traer a cuento alguna cosa o circunstan-
cia sin la debida preparación, aun cuan-
do no desdiga del asunto de que se
trata.
CABER.— No cabe más.
Modo de expresar que alguna cosa
ha llegado al último grado de perfec-
ción.
No caber en uno alguna cosa.
No poder esperar de una persona
aquello que se le imputa, ni hacerla
capaz o susceptible de lo que se le
achaca o atribuye.
Todo cabe.
Todo es posible; todo puede su-
ceder.
Todo cabe en Fulano.
Se da a entender con esta frase que
es alguno capaz de aquello que se le
imputa. Por lo general se suele tomar
en mal sentido.
CABESTRO. — Llevar como por el ca-
bestro.
Dominar a una persona hasta el pun-
to de hacer de ella lo que a uno le dé
la gana.
Llevar, o traer, del cabestro a uno. —
V. Llevar, o traer, de los cabezones a
uno.
Merecer uno que le pongan un cabestro.
Frase con que se moteja a una per-
sona de tonta.
No mengua cabestro a quien tiene cibera.
Indica que el que tiene lo más impor-
tante, siempre tiene a su alcance lo
accesorio.
CABEZA. — Abrirle a uno la cabeza.
Descalabrarlo.
A la cabeza, el comer la endereza.
Advierte que cuando el dolor de ca-
beza proviene de la debilidad en el es-
tómago, se remedia fácilmente con el
alimento.
Alzar uno la cabeza.
Salir de la pobreza y miseria en que
se hallaba. — También se aplica a la per-
sona que se ha restablecido de una en-
fermedad.
Andársele a uno la cabeza.
Estar perturbado o débil, parecién-
dole que todo se mueve a su alrede-
dor.— También se usa para denotar que
corre uno peligro de perder una digni-
dad o empleo.
Aunque sea en la cabeza de un tinoso.
Hipérbole empleada por los que gus-
tándoles mucho una cosa, sobre todo si
es algo de comer, aseguran que la to-
marían aunque fuera con la condición
asignada.
CABEZA
— 14S
CABEZA
Bajar la cabeza.
Obedecer y ejecutar sin réplica lo
que se manda. — Conformarse, tener
resignación y paciencia cuando no que-
da otro remedio.
Cabeza calva, peinada desde el alba.
Denota que, por lo general, las per-
sonas que tienen pocas exigencias,
pronta y fácilmente las satisfacen.
Cabeza loca no quiere toca.
Moteja a la persona que fuera de
tiempo lleva descubierta la cabeza. —
También se emplea para denotar que
la persona de poco juicio no se sujeta
a regla o método alguno.
Cabeza para el Naciente y pies para el
Poniente, vivir eternamente.
Preocupación popular bastante ex-
tendida de que el dormir con la cabe-
za hacia el Oriente preserva de enfer-
medades.
Cabeza sin seso es como buzón de correo:
todo lo admito y nada veo.
Aplícase a las personas cuyo carác-
ter ligero hace que no piensen en nada
con fundamento.
Calentarse uno la cabeza.
Dedicarse con insistencia y afán a
algún trabajo mental.
Cargársele a uno la cabeza.
Sentir en ella pesadez o entorpeci-
miento.
Casarme quiero; comeré cabeza de olla, y
sentarme he primero.
Indica las ventajas que tiene el que
es cabeza de familia.
Cuando la cabeza duele, todos los miem-
bros duelen. — V. Si el prior juega a los
naipes, ¿qué harán los frailes?
Cubrir la cabeza.
Tener derecho a la consideración de
los demás.
Darás con la cabeza en un pesebre.
Vaticinio enderezado a los que no
son muy listos.
Dar de cabeza.
Caer alguno de su fortuna o autori-
dad.— Entrar de lleno en un negocio.
Dar de, o con, la cabeza a la pared, o a
las paredes.
Precipitarse uno en un negocio con
daño propio.
Darle en la cabeza a uno.
Frustrar sus designios, vencerlo, de-
jarlo desairado. — Porfiar indirectamen-
te, con objeto de molestar a alguien.
De cabeza.
De memoria. Úsase con los verbos
aprender, hablar, tomar, etc. — Por fuer-
za, a la fuerza, violentamente y contra
la propia voluntad.
De mi cabeza, o De su cabeza.
De propio ingenio o invención. — Es
frase generalmente usada por la gente
del pueblo, que en lugar de decir: He
inventado tal cosa, dice: Lo he sacado de
mi CABEZA.
De tal cabeza, tal sentencia.
Da a entender que no se esperaba
menos de una persona. Suele emplear-
se más comúnmente en sentido irónico
y burlesco.
Descomponérsele a uno la cabeza.
Perder por completo el juicio; tur-
bársele a uno la razón.
Do no hay cabeza raída, no hay cosa cum-
plida.
Expresa que por lo regular son los
eclesiásticos el amparo de su familia.
Doblar, o doblegar, la cabeza. -V. Bajar
la CABEZA.
Dolerle a uno la cabeza.
Estar próximo a caer de su privanza
o autoridad.
¡Duro, y a la cabeza!
Exhorta a uno a que no ceje en el
negocio o cuestión emprendida, sin
ningún linaje de miramientos ni con-
templaciones.
El que no tenga cabeza, que tenga pies.
Dícese de la persona que por la fal-
ta de memoria en el incumplimiento
de un encargo, tiene que suplir la falta
de ésta volviendo a desandar lo an-
dado.
En cabeza de mayorazgo.
Frase con que se pondera la dificul-
tad que uno encuentra en desprender-
se de alguna cosa, por la mucha estima
en que la tiene.
En metiéndosele una cosa en la cabeza, ni
las tenazas de A'icodemus se la arrancan.
Moteja de terca a una persona. — El
Nicodemus a que se refiere es el que,
en unión de José de Arimatea, desclavó
a Jesucristo del infamante madero.
Encajársele a uno en la cabeza una cosa.
Afirmarse en el dictamen o concep-
CABEZA
149 —
CABEZA
to que tiene hecho de ella, y perseve-
rar en él con obstinación y terquedad.
Escarmentar en cabeza ajena.
Tener presente el suceso trágico aje-
no, para evitar que a uno le ocurra lo
mismo.
Estar tocado de la cabeza.
Se dice de la persona que empieza a
perder el juicio.
Hacer cabeza.
Ser el principal en un negocio, de-
pendencia, etc.
Hacer, o ser, cabeza de bobo.
Tomar pie o pretexto de una cosa
para abonar de este modo actos vitu-
perables.
Henchirle, o llenarle, a alguno la cabeza
de viento.
Adularlo, lisonjearlo, llenarlo de va-
nidad.
Ir cabeza abajo.
Decaer, irse arruinando poco a poco.
írsele a uno la cabeza.
Perturbarse el sentido o la razón.
La cabeza, blanca; y el seso, por venir.
Reprende a los ancianos que proce-
den en sus acciones sin juicio ni ma-
durez.
La cabeza de la mujer es el varón.
El talento femenino guía al hombre,
haciendo de él lo que quiere. Si el cri-
terio es recto, el hombre obrará recta-
mente. ¡Desgraciado del que tiene que
sufrir el caso contrario!
La cabeza manda a los pies.
El que tiene más talento se impone,
generalmente, a los demás.
La que hila de cabeza, hila y ateza.
La persona que hace una cosa de
mala gana, no puede hacerla bien.
Levantar uno la cabeza. — V. Alzar uno
la CABEZA.
Llevar, o tener, uno en la cabeza alguna
cosa.
Tenerla presente con todo cuidado
y solicitud, haciendo que no se borre
de la memoria.
Llevar uno en la cabeza.
Recibir daño o perjuicio, en vez de lo
que pretendía.
Más vale ser cabeza de raión, que cola de
león.
Significa que es preferible ser el pri-
mero y mandar en una comunidad o
corporación, aunque pequeña, que ser
el último en otra mayor.
Meter la cabeza en alguna parte.
Conseguir introducirse o ser admiti-
do en ella.
Meter la cabeza en el, o en un, puchero.
Dícese del que, a pesar de haberse
equivocado en alguna materia, mantie-
ne su dictamen con gran tesón y ter-
quedad.
Meterle a uno en la cabeza alguna cosa.
Persuadírsela eficazmente. —Hacérse-
la comprender o enseñársela, vencien-
do con trabajo su torpeza o ineptitud.
Meterse de cabeza. — V. Dar de cabeza,
segunda acepción.
Metérsele a uno en la cabeza alguna cosa.
Figurársela con poco o ningún fun-
damento, y obstinarse en considerarla
cierta o probable. — Perseverar en un
propósito o capricho.
No haber, o tener, donde volver la cabeza.
No encontrar en ninguna parte auxi-
lio.— Carecer de todo favor y amparo.
No levantar cabeza.
Estar sumamente atareado. — No aca-
bar de convalecer de alguna enferme-
dad. — No poder salir de la pobreza o
miseria en que uno se encuentra.
Otorgar de cabeza.
Bajarla para asentir a lo que se pre-
gunta u oye decir.
Pasarle a alguno una cosa/or la cabeza.
Antojársele, imaginérsela.
Perder, o volvérsele, a uno la cabeza.
Faltar la razón o el juicio por algún
accidente o circunstancia de mayor o
menor gravedad.
Podrido de cabeza.
Estar loco. — Ser un necio.
Poner una cosa sobre la cabeza.
Tratándose de bulas, breves, despa-
chos de personas reales, etc., ponerlos
sobre su cabeza quien los recibe, en
señal de acatamiento y reverencia. —
Hacer grandísima estimación de aque-
llo de que se trata.
Ponerse en la cabeza alguna cosa.
Ofrecerse a la imaginación sin ante-
cedente ni motivo que a ello pudiera
dar lugar.
Por su cabeza.
Por su dictamen, sin consultar ni to-
mar consejo de nadie,
CABEZA
— i;o —
CABEZA
Quebrantar la cabeza.
Humillar la soberbia a alguno; suje-
tarlo.— Cansar y molestar a una perso-
na con conversaciones tontas, porfia-
das o pesadas.
Quebrarse uno la cabeza.
Hacer o solicitar alguna cosa con
gran cuidado, diligencia o empeño;
buscarla con mucha solicitud.
Quebrdstetne la cabeza, y ahora me untas
el casco.
Zahiere al que con la adulación y la
lisonja quiere reparar el daño que an-
tes ha hecho al mismo sujeto a quien
ahora halaga.
Quien cabeza no tiene, no ha menester bo-
nete.— V. Cabeza loca no quiere toca.
Quien lava la cabeza al asno, pierde el
jabón. — V. Echar margaritas a puercos.
Quien te dio la cabeza te dará la mon-
tera.
Aunque en sentido riguroso se refie-
re a Dios, a título de Criador y Provee-
dor, aplícase por extensión a la per-
sona bienhechora que, al conceder lo
principal, es de presumir no dejará de
atender a lo accesorio.
Quitarle a uno de la cabeza alguna cosa.
Disuadirle del concepto que había
formado o del ánimo que tenía.
Romperle a uno la cabeza.
Molestarlo y fatigarlo con discursos
impertinentes.
Romperse uno la cabeza.
Cansarse o fatigarse mucho con «el
estudio o investigación de una cosa.
Sacar la cabeza.
Manifestarse o dejarse ver alguno, o
alguna cosa, que no se había visto en
algún tiempo. — Gallear, empezar a atre-
verse a hablar o a hacer alguna cosa el
que antes era cobarde y tímido.
Salir uno con la cabeza rota.
Tener mal éxito en lo que había
emprendido.
Sentar la cabeza.
Hacerse una persona juiciosa y mo-
derar su conducta pasada.
Ser cabeza de turco.
Sufrir uno todos los daños, perjui-
cios o responsabilidades.
Ser placo de cabeza.
Se dice de la persona poco firme en
sus juicios e ¡deas.
Ser un mala cabeza.
Dícese de aquel que procede sin jui-
cio ni consideración.
Si os duele la cabeza, untaos las rodillas.
Da a entender que no hay conexión
alguna entre lo que se está tratando y
aquello con que se contesta o se inte-
rrumpe la conversación.
Subirse a la cabeza.
Ocasionar en ella aturdimiento los
vapores del vino, tabaco u otras cosas.
Tener cabeza de chorlito.
Calificación que se aplica a la perso-
na de poco juicio.
Tener cabeza de proceso.
Dícese del que tiene demasiado des-
arrollada la cabeza.
Tener cabeza de tarro. — V. Tener cabeza,
de proceso.
También se aplica a la persona necia.
Tener cabeza redonda. — V. Tener cabeza
de tarro, segunda acepción.
Tener la cabeza a las tres, o a las tres de-
la tarde. — V. Estar, o vivir, en Babia.
Tener la cabeza como olla de grillos.
Tenerla dolorida a consecuencia de
las muchas especies que en ella se re-
vuelven, sobre todo si son inconexas.
Tener la cabeza como un bombo.
Frase empleada por la persona que
ha estado trabajando espiritualmente
por espacio de mucho tiempo, u oyen-
do charlas insubstanciales, etc.
Tener la cabeza torcida.
Frase con que se moteja a una per-
sona de hipócrita.
Tener uno en la cabeza alguna cosa.
Tenerla presente con gran cuidado»
a fin de que no se le vaya de la imagi-
nación o se le olvide.
Tener la cabeza a las once, o apájatos. —
V. Estar, o vivir, en Babia.
Tener mala cabeza.
Proceder sin juicio ni consideración.
Torcer la cabeza.
Enfermar, decaer. — Morirse.
Tornar cabeza a una cosa.
Tener atención o consideración a ella.
Venirle a uno a la cabeza alguna cosa.
Ocurrírsele, o antojársele a alguien,
alguna especie, idea, etc.
Vestirse por la cabeza.
Ser una persona del sexo femeni-
no. — Por extensión, pertenecer una
CABEZADA
— 151 —
CABO
persona al estado eclesiástico, en aten-
ción a vestir traje talar.
Muchas cabezas, .y ninguna cabeza.
Dícese de la casa, corporación, etc.,
donde todos mandan menos el prin-
cipal.
Tantas cabezas, tantas calabazas.
Fórmula jocosa del refrán que dice:
Tantas cabezas, tantos pareceres, con
que se da a entender lo difícil que es,
si no imposible, el concordar las opi-
niones de muchos que se hallan reuni-
dos, por soler sus apreciaciones ser
diferentes, cuando no encontradas.
Tantas cabezas, tantos pareceres.— ^ Véa-
se Tantas cabezas, tantas calabazas.
CABEZADA.— Dar cabezada.
Inclinar la cabeza en señal de respe-
to, o en manifestación de algún afecto.
Dar cabezadas.
Inclinar repetidas veces la cabeza el
que está sentado, montado, etc., cuan-
do dormita o se deja vencer del sueño.
Darse de cabezadas.
Fatigarse en averiguar o inquirir al-
guna cosa, sin poder dar con ella.
Darse de cabezadas por las paredes. —
V. Darse de calabazadas por las paredes.
CABEZONES. — Llevar, o traer, de los
cabezones a uno.
Llevarlo o traerlo adonde uno quie-
re, y contra su voluntad.
CABEZOTA. -Ser un cabezota.
Se aplica a la persona sumamente
terca y testaruda.
CABEZUDO.— Ser un cabezudo.— Véa-
se Ser un cabezota.
CABEZUELA. — Ser un cabezuela.
Ser una persona de poco juicio.
CABIDA. — Tener cabida, o gran cabida,
en una parte o con una persona.
Tener valimiento o preponderancia
y buena acogida.
CABILDO. — (Adonde vas? — A cagar a Ca-
bildo, que hay falta de tinta.
Respuesta que se da a la persona
cuya curiosidad impertinente no quie-
re satisfacer el preguntado.
Decidlo en cabildo, y allí seréis respon-
dido.
Aconseja que no se ha de tratar, ni
resolver ni censurar o formar juicio
cabal de las cosas públicas en secreto,
a escondidas, sino donde se puedan y
deban conferir, para que las resolucio-
nes sean prudentes y acordadas.
El Cabildo, mi señor, siempre elige lo
peor.
En las corporaciones suele escoger-
se para presidirlas a los que pueden
ser manejados por los que les eligieron.
CABO. — A cada cabo, tres leguas de mal
quebranto.
Para conseguir algo hay siempre que
vencer dificultades.
Al cabo de cien años los reyes son villanos;
y al cabo de ciento y diez, los villanos son
reys.
Se refiere a las inconstancias de las
cosas y a los altibajos que con el tiem-
po experimentan las familias y las per-
sonas.
Al cabo de cien años, marido, sois zarco.
Pasado mucho tiempo desmerece
todo lo que se ha deseado.
Al cabo de cien años todos seremos salvos,
o calvos.
.Indica el poco aprecio que se hace
de una cosa cuyo cumplimiento ha de
tardar en llegar, pues cuando éste se
realice ya habremos dejado de existir.
Al cabo de la jornada.
En último resultado; a la conclusión
o terminación de lo que se está tra-
tando.
Al cabo del año mueren más pollos que
gallos.
Con el transcurso del tiempo sufren
más daño los que tienen poca expe-
riencia que los más avezados.
Al cabo del año todos estamos en cuenta. —
V. A cada puerco le llega su San Martín.
Al cabo del mundo, o Hasta el cabo del
mundo.
A cualquiera parte, por distante y
lejos que se halle. — Se aplica más co-
múnmente para dar a entender lo dis-
puesto que se está a ir aunque sea hasta
el fin del mundo, con tal de conseguir
el objeto que se desea.
Al cabo de los años mil, van las aguas por
do solían ir, o torna el agua a su cubil.
Demuestra que con el transcurso del
tiempo vuelven las cosas a su primiti-
vo ser y estado.
Al cabo de Ramos a Pascuas.
Don Mariano Pardo de Figueroa, más
conocido por el seudónimo del Doctor
CABO
— 152 —
CABO
Thebussem, escribió en La Crónica, de
Madrid, en 1858, lo que a continuación
transcribimos:
«Con esta locución se significa gene-
ralmente un largo período de tiempo, y
es muy común decir: Le escribí a Fula-
no haciéndole un encargo, yme contes-
tó, al cabo de Ra?nos a Pascuas, dicién-
dome que no había podido desempe-
ñarlo. Ahora bien: de Ramos a Pascuas
sólo median seis días, según el almana-
que; ¿cómo es que con tan corto plazo
se significa uno muy largo? En nuestro
concepto, puede resolverse de dos mo-
dos esta cuestión. Primero, que como
el tiempo que media de Ramos a Pas-
cuas ha de emplearse en penitencias,
ayunos y mortificaciones, de aquí el
que, aunque sea corto, lo consideremos
largo, por el deseo natural de volver a
nuestro común y ordinario método de
vida. La segunda solución hay que ex-
plicarla diciendo que existe un modo
de hablar llamado antifrástico, y con el
cual se da a entender una cosa contra-
ria al valor de las palabras que se em-
plean. Por ejemplo : al considerar la
obra de la catedral de Sevilla, se dice:
«Ya costaría este edificio un puñado de
reales.» Al recordar un viajero dos días
pasados entre ladrones, asegura «que
fué el peor rato que tuvo en su vida»; y
al ponderar la distancia que media en-
tre Lima y Jerusalén, dice « que hay
un buen paseo*. En los tres ejemplos
que acabamos de citar, con la palabra
puñado, que en reales equivaldrá a
ochenta o ciento, se significan millones;
con el vocablo rato, que con arreglo a
un reloj expresa media hora, se indi-
can días enteros) y con la expresión
paseo, que equivale a algunas varas, se
da a entender miles de leguas. ¿Qué hay,
pues, de violento o exagerado en que
seis días que median de Ramos a Pas-
cuas indiquen o expresen seis meses
o un año?»
Al cabo de un año tiene el tnozo las mañas
del amo.
Demuestra lo mucho que influye en
los inferiores el ejemplo de los supe-
riores.
Al cabo y a la postre.
Después de todo, al fin, por último.
Cena y vete a echar, por mal cabo le vide
andar.
Aconseja que no se acueste nadie a
continuación de haber cenado.
Dar cabo.
Dar luz, abrir camino. — También se
dice: Dar cabo a una cosa, perfeccio-
narla, darle la última mano.
Dar cabo de una persona o cosa.
Acabar con ella, destruirla, concluir
con su existencia.
De cabo a cabo, o De cabo a rabo.
Del principio al fin.
Echar a cabo un tiegocio.
Concluirlo, olvidarlo.
En el cabo de Trafalgar, o mucho a la
tierra o mucho a la mar.
Situado dicho cabo a la vista de Ve-
jer, junto al río Barbate, y habiendo
existido antiguamente en dicho sitio
alguna gran población, como lo acredi-
tan las inmensas ruinas que allí sub-
sisten en medio del mar, conviene a las
embarcaciones acercarse mucho a la
costa, o alejarse lo más posible de ella,
a fin de no encallar en los bajíos pro-
ducidos por aquellas ruinas.
En mi, o tu, o su, solo cabo.
Modo de expresar que la persona de
que se trata se halla a sus solas, sin
compañía de ningún género.
Estar uno al cabo, o muy al cabo.
Ir perdiendo la vida por momentos.
Estar uno al cabo. Algunos añaden : de
la calle.
Ser completamente noticioso de algo
o haber comprendido perfectamente lo
que a uno se le acaba de decir.
Habéis sudado, y nada al cabo.
Contra los que, después de haber
trabajado mucho en hacer alguna obra,
les ha salido tan mal, que no sirve para
nada.
Llevar a cabo, o al cabo, una cosa.
Ejecutarla, concluirla, darle cumpli-
miento, llevarla a efecto, ponerla por
'ibra. — Destruirla, terminar con ella.
Llevar hasta el cabo una cosa
Seguirla con tenacidad hasta el fin.
No dejar ningún cabo por atar, o, por el
contrario, Quedar algún cabo por atar.
No omitir, o, por el contrario, omitir
algún requisito indispensable para la
consecución de alguna cosa.
CABRA
153
CABRA
No se pueden llevar las cosas por el cabo.
Conviene no apurar, exagerar o ex-
tremar ciertas situaciones.
No tener cabo ni cue?ita una cosa.
Estar tan llena de dificultades y con-
tradicciones, que no sabe uno cómo
ponerla en claro o por dónde se ha de
empezar.
Pensé saber por un lado, y enfermé por otro
cabo.
Reprende a los que, guiándose por la
apariencia, con poco o ningún reparo,
se meten en algún negocio que les es
perjudicial, y se vienen a dar cuenta
de ello cuando ya no tiene remedio.
Por ningún cabo.
De ningún modo, por ningún medio
o concepto.
Quedar algiín cabo suelto.
Circunstancia imprevista o que ha
quedado pendiente en algún asunto o
negocio.
Quien pesa mal y no le pesa al cabo, buen
día dará al diablo.
Amenaza con el infierno a los tende-
ros que hurtan sin arrepentirse de ello,
considerándolo como una cosa lícita.
Atar, o juntar, o recoger, o unir, cabos.
Reunir especies, premisas o antece-
dentes para poder venir al resultado o
consecuencia que se desea obtener.
Áteme usted esos cabos.
Da a entenderla incoherencia o des-
proporción que resulta de lo que algu-
no sostiene, o bien la concurrencia de
uno o más sucesos que por su índole y
naturaleza se repelen.
Coser a dos cabos.
Estar atento a lo que se hace. — Ase-
gurar el resultado de una cosa.
Iguales, como cabos de agujetas.
No haber diferencia entre varias per-
sonas o cosas.
Llevar las cosas por los cabos, o por el
cabo.
Asegurar lo que se está haciendo.
Ni con cabos juegues, ni lampar as friegues .
Refrán muy usado en la milicia para
significar la conveniencia de no tomar-
se confianzas con los superiores jerár-
quicos.
CABRA. — Aún no ha parido la cabra, y
ya el hijo, o el cabrito, mama.
Reprende a los que desean con ansia
una cosa, sin esperar a que llegue su
oportunidad y sazón para conseguirla.
Cabra, cabal/o y mujer, gordos los has de
escoger.
Concuerda con este refrán latino :
Sunt tria mala: macra f cernina, muía,
capra, que expresa lo mismo que el
castellano; es decir, que tanto el uno
como las otras deben estas entrados
en carnes.
Cabra coja no quiere siesta, o sestear no
debe.
El que cuenta con pocos recursos o
escaso talento debe aprontar, respec-
tivamente, mayor actividad o aplica-
ción.
Cabra coja no tenga siesta, y si la tiene,
caro le cuesta. V. Cabra coja no quiere
siesta, o sestear no debe.
Cabra por viña, cual la ?nadre tal la hija.
Los hijos sacan, por lo común, el ge-
nio e inclinación de sus padres.
La cabra de mi vecina da más lec/ie que la
mía.
Contra los descontentadizos que
creen ver mayor prosperidad en los
negocios que otro maneja, antes que
en los propios.
La cabra tira al monte.
Por lo regular suele obrarse según
el origen natural de cada uno.
Libre es la cabra del arado.
Indica que el que no sirve para efec-
tuar un servicio, está exento de que se
lo encarguen.
Por donde salta la cabra, salta el chivo, o
salta la que la mama. — V. Cabra por
viña, cual la madre tal la hija.
Saltar más que una cabra.
Símil bastante acertado, pues esta
clase de cuadrúpedos, en especial los
monteses, tienen una facilidad asom-
brosa para brincar.
Ser uno la cabra coja.
Dícese de la persona inútil, o que es
inferior en mérito, entre las demás de
que se compone una familia, corpora-
ción, etc.
Tanto peca el que tiene la cabra como el
que la mama. — V. Alcahuetes y tunos,
todos son unos, o Hacientes y consen-
cientes, pena por igual.
Cargar, o echar, las cabras a uno.
Hacer que pague él solo lo que con
CABRAHIGO
— 154
CACHANO
otro u otros ha perdido. — Echar la cul-
pa al que no la tiene.
Esas son las cabras que N. tiene que
guardar.
Equivale a decir: Ese es su cargo u
oficio; a eso se reduce el cumplimiento
de su obligación, sin tener que meter-
se en más.
Ir uno tras otro, corno las cabras.
Seguir fiel y dócilmente las pisadas
de otro, ya en sentido material, ya en
el figurado.
Los que cabras no tienen y cabritos ven-
den, ¿de. dónde les vienen}
Aquellos que no tienen oficio ni be-
neficio y gastan y triunfan largamente,
es de suponer que lo hurtan o lo ad-
quieren por medios ilícitos.
Meter las cabras en el corral a uno.
Atemorizarlo, infundirle miedo.
CABRAHIGO. — No dársele a alguno un
cabrahigo. — V. No dársele a uno un
ARDITE.
CABRERO. — Guarda el cabrero las ca-
bras de muchos lobos, y a su mujer no
puede de un hombre solo.
Indica que el que se propone apar-
tarse del buen camino, no es fácil di-
suadirle de ello.
Riñen los cabreros, descúbrense los que-
sos.— V. Riñen los ladrones y se descu-
bren los hurtos.
CABRILLA. — Cuando te dieren la cabri-
lla, acorre con la soguilla. — V. Cuando
te dieren la vaquilla, acude con la so-
guilla.
CABRIOLA. — Hacerle a uno cabriolas
una cosa.
Excitarle el deseo o la curiosidad.
CABRITO. — El cabrito, de un mes, y el
cordero, de tres.
Indica las edades en que respectiva-
mente han de ser comidos dichos ani-
males, para que la carne sea gustosa.
CABRÓN. — Algún cabrón pasa por la
calle.
Dícese cuando a dos personas se les
ocurre a la vez manifestar un mismo
pensamiento.
El que nace para cabrón, siete años antes
de nacer tiene la gracia.
Exagera lo persistente que suele ser
la desgracia en los que nacen desdi-
chados.
Hacer el cabrón.
Aguantar pacientemente los regaños
o trabajos que se imponen. - Trabajar,
levantar las cargas o mantener a otros,
mientras éstos gastan, triunfan y se di-
vierten.
CABRÓN ADA.-Aguantar cabronadas.
Cualquiera incomodidad grave e im-
portuna que hay necesidad de sufrir
por cualquier motivo.
CABUYA. — Ponerse en la cabuya.
Coger el hilo, ponerse al cabo de un
asunto. — Cabuya es la fibra de la pita,
con que se fabrican cuerdas y tejidos.
CACA. — Descubrir la caca.
Poner de manifiesto lo defectuoso o
sucio de algún asunto. — Úsase también
con los verbos manifestar, callar, ocuU
tar, tapar, etc., teniendo respectiva-
mente el significado que cada uno de
éstos le comunica.
CACAO. — Pedir cacao.
Úsase familiarmente, en algunas re-
giones de América para dar a entender
que alguno corre pidiendo favor o mi-
sericordia, con alusión onomatopéyica
a la voz del gallo cuando sale huyendo
para no ser cogido.
CACAREADOR. — Ser un cacareador.
V. Cacarear alguno una cosa.
CACAREAR. — Cacarear alguno una
cosa.
Ponderar, exagerar con exceso las
acciones propias.
CACO. — Pagar tributo a Caco.
Hurtar, robar.
Ser un caco.
Hombre muy tímido, cobarde y de
poca o ninguna resolución. — V. Ser más
ladrón que Caco.
CACUMEN. — Tener cacumen.
Tener agudeza, perspicacia, penetra-
ción, ingenio.
CACHA. — No temas, que es cacha.
Modo de indicar a uno que no hay
motivo o fundamento para que abrigue
recelo de ningún género.
Hasta las cachas.
Excesivamente; y así, se dice: Empe-
ñado hasta las cachas, etc.
CACHANO.— Llamar a Cachano con dos
tejas.
Denota ser de todo punto ilusorio o
ineficaz el auxilio a que alguno recurre
CACHAZA
— i55 —
CAER
en su necesidad o despecho. — Suele
usarse en la forma imperativa, dicien-
do: Que llame a Cachano con dos tejas.
CACHAZA. — ¡Cachaza v mala intención1.
Exhorta a tener en los negocios ar-
duos gran serenidad y a estar en cons-
tante acecho.
CACHETE. —Dar el cachete. — V. Dar
la PUNTILLA.
CACHETERO. — Ser un cachetero.
Se dice de la persona que causa a
otra, o a alguna cosa, el último y mayor
daño que podía sobrevenirle.
CACHETnSÍA. — Darse una cachetina.
Reñir a cachetes.
CACHICÁN. — Ser un cachicán.
Ser hombre astuto, diestro.
CACHIFOLLAR. — Cachifollar a uno.
Dejarlo deslucido y humillado, o bur-
lado en alguna pretensión o empeño.
CACHIGORDA. — Ser una persona ca-
chigorda.
Dícese de la que es regordeta y pe-
queña.— También se la suele llamar
cachigordeta.
CACHIPOL ACHE.— De cachipolache.
Modo de ponderar lo considerable,
notable, excesivo, etc., de aquello que
se está tratando. — Con el verbo armar
tiene dos significados, según se aplique :
revolverlo, involucrarlo todo, o mover
contienda, pelearse tumultuosamente
varias personas.
CACHIVACHE. — Ser un cachivache.
Ser una persona ridicula, embustera,
inútil y acreedora al mayor desprecio.
V. Ser un trasto.
CACHO. — Echa un cacho de honradez al
puchero, y verás qué caldo sale.
Mal consejo, sostenido por los que
aseguran ser antes el medro personal
que la práctica del bien.
CACHONDEO. — Estar de cachondeo.
Aplícase a las personas que están de
chacota, burlándose con cierta calma,
soflama o sorna. — Es frase impropia de
la buena sociedad, por tener su origen
en el sentido recto del adjetivo, que,
como tal, no puede tener cabida en
este Diccionario.
CACHORREÑA. — Tener una persona
mucha cachorreña.
Ser muy cachazuda; gastar mucha
flema, mucha pachorra.
CACHORRO. - Estar hecho, o parecer, un
cachorro.
Dícese, por lo general, del que está
rollizo. Aplícase más comúnmente a
los niños recién nacidos.
CADÁVER.— Que haya un cadáver mas,
¿qué importa al mundo}
Frase proverbial de desesperación,
tomada del final del Canto a Teresa in-
cluido en El Diablo Mundo, de Espron-
ceda.
CADENA. — Estar en cadena.
Estar preso o sujeto.
CADETE.— Echarla de cadete, o Hacerse
el cadete.
Presumir de joven, o hacer acciones
propias de tal, una persona entrada ya
en años.
CÁDIZ. — Eso ocurrió, o pasó, o sucedió, en-
tre Cádiz y Jerez, camino de Carnesto-
lendas.
Modo jocoso de significar uno que no
da crédito a lo que acaba de escuchar.
CAER. — Al caer de la hoja, o de la pám-
pana.
Al fin del otoño, al llegar el invierno.
Caer bien, o mal, una cosa con otra, o a
otra.
Tener orden y proporción con ella;
ser adecuada, conveniente y oportuna,
o al contrario. Se aplica también a las
cosas con relación a las personas.
Caer de plano.
Caer tendido a la larga, sin poderse
valer.
Caer en alguna cosa.
Venir en conocimiento de ella, re-
cordarla.
Caer por defuera.
No perjudicar una cosa notablemente
a alguno, o no sentir éste demasiado el
perjuicio que recibe.
Caer que hacer.
Presentarse ocasión de trabajar o de
hacer alguna cosa.
Cayendo y levantando.
Con alternativas adversas o favora-
bles, sin fijeza en lo bueno o conve-
niente.
Estar una cosa al caer.
Hallarse a punto de suceder o de ve-
rificarse.
Estar si cae o no cae alguna persona o
cosa. — V. Estar en tenguerengue.
CAERSE
- 156 -
CAGUETA
Parece que se cae, .y se agarra,
Dícese del que hace su negocio con
disimulo, o haciéndose el tonto.
Quien no cae, no se levanta.
Enseña que a veces es un bien el in-
currir en algún yerro, porque es causa
de que en lo sucesivo no se venga a
caer en otros mayores.
CAERSE. — Caerse de maduro.
Se aplica al viejo decrépito cercano
ya a la muerte. — También se dice de
la persona que se halla rendida por el
trabajo o por el sueño, o por ambas co-
sas a la vez.
Caerse de suyo.
Denota la poca firmeza de las cosas
mal fundadas, que sin necesidad de ex-
traño impulso se desbaratan. — Tam-
bién se aplica a ser una cosa sumamen-
te fácil de comprender.
Caerse muerto de miedo, de susto, de gozo,
de risa, etc.
Frase empleada para ponderar la in-
tensidad que dichos afectos causan en
una persona.
Caerse redondo.
Venir al suelo una persona por efec-
to de algún desmayo o de cualquier
otro accidente. — Asombrarse por ha-
ber visto u oído algo anormal o estu-
pendo.
CAGADA. — Mandar a uno a buscar la
cagada del lagarto.
Frase que se emplea para despedir a
una persona con desprecio.
Ser uno, o una cosa, como la cagada déla
paloma, que ni huele ni hiede.
No servir para nada; ser completa-
mente inútil. — V. Ser la mierda del
pavo.
CAGADO. — Ningún cagado se huele.
El amor propio ciega de tal manera,
que no consiente el que cada uno vea
sus defectos.
CAGAJÓN. — Parecer un cagajón de
arroyo.
Frase baja y popular con que se ma-
nifiesta desprecio hacia alguna persona.
CAGAJONES. — Cagajones y membrillos,
todos somos, o son, amarillos.
Contra los que por la apariencia
igualan todas las cosas, sin hacer dis-
tinción de ellas por no detenerse en
penetrar su fondo.
¿Qué?, o (Quién- — Cagajones, y másca-
los bien.
Contestación burlesca que se suele
dar a los que preguntan una cosa in-
tempestivamente o que no les importa
nada.
CAGALERA. — Cagaleras, o calenturas,
o cursos, en, o por, mayo, salud para todo
el año.
Expresa que el sufrir de cámaras en
dicho mes es saludable, pues equivale
a un purgante natural muy oportuno
para la entrada de la primavera.
CAGALUGARES . — Ser un cagalu-
gares.
Mote que se da a la persona que es
aficionada a andar con suma frecuencia
mudando de sitios o destinos, sin tener
asiento fijo en ninguno. — Dícese tam-
bién cagaoficios.
CAGANDANDO. — Ser un cagandan-
do. — V. Ser un cagóx.
CAGAR. — A cagar en lo barrido.
Es decir, hacer algo que no se le
ocurre a persona bienintencionada.
Cagar una cosa.
Mancharla, deslucirla, echarla a per-
der.— Errar algún negocio; andar des-
acertado en alguna empresa; quedar
desairado en aquello que se traía entre
manos.
Cagarse de miedo.
Demuestra el mucho temor de que
se halla poseída una persona. — En tér-
minos más cultos suele decirse: Irse, o
zurrarse, de miedo.
Estarse cagando vivo.
Tener necesidad apremiante de exo-
nerar el vientre, o tener diarrea.
¡Me cago!
Expresión vulgar con que se demues-
tra ira o enojo por haber sucedido lo
contrario de aquello que uno desea-
ba.— Algunos suavizan esta palabra mal-
sonante substituyéndola por ; Mecachis!
No ven cagar, cuando ya quieren lamer. —
Y. Mklón, tajada en la boca.
CAGATINTAS. — Ser un cagatintas.
Ser oficinista.
CAGÓN.— Ser un cagón.
Aplícase a la persona que es muy
cobarde y miedosa.
CAGUETA. — Ser un cagueta. —V. Ser
un CAGÓN.
CAÍDA
— iS7
CALABAZA
CAÍDA. — Sufrir caída.
Tener abatimiento, decadencia, ac-
ción de ir a menos.
Las caídas, ni aun soñadas son buenas.
Pondéranse las malas consecuencias
que suelen traer las caídas, hasta el pun-
to que el que piensa que se cae, estan-
do dormido, se despierta con gran so-
bresalto y doliéndole todo el cuerpo.
Tener una persona caídas.
Tener dichos oportunos, especial-
mente los que se ocurren con natura-
lidad y sin estudio.
CAÍDO. — Al caído todos se le atreven. —
V. Del árbol caído todos cortan, o ha-
cen, leña.
Estar caído.
Encontrarse desfallecido, amilanado,
desanimado, abatido, desalentado. —
Haber perdido el valimiento con algu-
na persona poderosa.
CAIMÁN. — Ser un caimán.
Persona astuta y disimulada que afec-
ta prudencia para conseguir su intento.
CAÍN. — Ser alguno más malo que Caín.
Comparación referente al personaje
bíblico que por envidia mató a su her-
mano Abel.
CADíE. — Quien no ha caire, no ha donaire.
Refrán irónico con que se vitupera a
aquellas personas que prosperan por
medios ilícitos y reprobados.
CAJA. - Caja abierta y culo a besar, a na-
die se le puede negar.
Al que dispone de medios para lograr
algo, no le es fácil negarse a facilitarlos.
Entrar, o estar, en caja.
Encontrarse en buen estado de sa-
lud, o en vida ordenada, aplicado a las
personas, y en regla y concierto, ha-
blando de las cosas.
¡Oído a la caja!
Manera de invitar al silencio para
que se preste atención a lo que se va
a decir, por juzgarlo de verdadera im-
portancia.
Despedir, o echar, o recibir, etc., a uno a,
o con, cajas destempladas.
Con aspereza y enojo.
CAJÓN. — El que come de cajón, come de
mogollón.
El que tiene a su alcance dinero en
abundancia, no repara en lo que lo in-
vierte.
Parecer cajón de sastre.
Haber conjunto de cosas desordena-
das y distintas. — Persona que tiene en
su imaginación variedad de especies,
generalmente desordenadas y confusas.
Ser alguna cosa de cajón.
Ser corriente y de estilo y práctica
usual y común.
CAL. — El que quiere cal, tiene que cocerla.
V. El que algo quiere, algo le cuesta.
Ser de cal y canto.
Ser fuerte, macizo y muy durable,
como todo lo hecho con estas materias.
CALA. — Hacer cala, o Hacer cala y cala.
Reconocer con detenimiento una
cosa para saber la calidad, cantidad y
demás circunstancias que pueda tener.
CALABAZA. — Aún no está en la cala-
baza, y ya se toma vinagre.
Contra los que dan ya por hecho y
conseguido aquello que pretenden, sin
tener el principio y los medios adecua-
dos para ello.
El que come calabaza se queda sin pulso.
Por lo desubstanciado que es dicho
manjar.
La calabaza Jamas será hogaza.
Dícese a las personas que piden o
desean conseguir cosas que por razón
natural son imposibles.
Menos come una calabaza y, sin embargo,
está más gorda.
Contestación que dio Santo Tomás
de Aquino a uno que le preguntó cómo
siendo tan parco en la comida estaba
tan grueso. — Es lo mismo que se suele
responder al que hace igual pregunta a
la persona que se halla en idénticas
circunstancias.
Salir uno calabaza.
No corresponder al concepto venta-
joso que de él se tenía formado.
Ser una calabaza.
Ser una persona muy ignorante, muy
estúpida e inepta.
Dar, o llevar, calabazas.
Reprobar a alguno en los exáme-
nes.— Desairar o rechazar la mujer al
que la pretende o requiere de amores,
o éste a aquélla.
No necesitar de calabazas para nadar.
Dícese del que tiene bastante arte
para manejarse por sí solo sin la ayuda
de nadie.
CALABAZADAS
158
CALDO
CALABAZADAS. — Darse de calaba-
zadas por las paredes.
Fatigarse mucho por averiguar algu-
na cosa, sin poderlo conseguir.
CALADA. — Dar una calada.
Reprender ásperamente.
CALAGOZO. — Calagozo corta encina,
que no cola vulpina.
Para conseguir algo es necesario em-
plear los medios adecuados.
CAL AMAR. — Parecer un calamar.
Aplícase a la persona flaca.
CALAMIDAD. — Ser una calamidad.
Persona o cosa que acarrea molestias
o sinsabores constantemente.
CALAMOCANO.— Estar calamocano.
Encontrarse beodo.
CALANDRAJO. — Ser un calandrajo.
Aplícase a la persona ridicula, des-
preciable y mal trajeada.
CALAÑA. — Ser de buena, o mala, calaña.
Ser de buena, o mala, índole o cali-
dad, tanto las personas como las cosas.
CALAR. — Calar a una persona o cosa.
Conocer sus cualidades y sus inten-
ciones.—Penetrar, comprender el mo-
tivo, razón o secreto de una cosa.
CALAVERA. — ¡Lo que sernos!... (Y mira-
ba a la calavera de un borrico.)
Modo de motejar de bruto a una per-
sona, con alusión al conocido epigrama:
La calavera de un burro
miraba el doctor Pandolfo,
y ente?necido decía :
«/ Válgame Dios, lo que somos!*
Ser un calavera.
Persona de poco juicio y asiento, par-
ticularmente en asuntos femeninos.
CALAVERÓN. - Ser un calaverón. —
V. Ser un calavera.
CALCETA. — Andar, o ir, haciendo cal-
cetas.
Ir andando con las puntas de los pies
hacia adentro, y por lo tanto ir sepa-
rando los talones entre sí lo más po-
sible.
Hacer, o estar, haciendo calcetas.
Estar tiritando, estar temblando de
frío.
CALCETERO. En siendo yo calcetero,
andarán todos en piernas.
Jocosa manera, como de Quevedo,
de exagerar la desgracia de una per-
sona, equivalente al refrán: Si te metes
a sombrerero, los chiquillos te nacerán
sin cabeza. (Véase.)
CALDA.— Dar calda, o una calda, a uno.
Acalorarlo, estimularlo a que haga
alguna cosa.
CALDEO. — Sacar a uno de entre los
caldeos.
Sacarle de una situación molesta o
angustiosa.
CALDERA. — Ser una caldera.
Aplícase generalmente a los relojes
de bolsillo antiguos y abultados, a los
cuales se los suele llamar pintoresca-
mente calderómetros.
Ir a las calderas de Pedro Botero, o Bo-
tello.
Llámase así comúnmente al infierno.
Covarrubias sospecha que este indivi-
duo existió, y fué un tintorero que ten-
dría alguna descomunal caldera para
su oficio.
CALDERO. — Caldero viejo, o abolladu-
ra o agujero.
Manifiesta lo difícil que es hallar una
cosa o persona de mucha edad que no
tenga algún quebranto.
Con un caldero viejo se compra otro nuevo.
Aplícase al individuo joven que se
casa con persona de edad avanzada, en
la esperanza de que, no tardando ésta
en morirse, podrá casarse luego con
otra cuya edad sea más proporcionada
a la suya.
No lo bebo, no lo bebo, mas echádmelo en el
caldero. — V. No quiero, no quiero, pero
échalo en el sombrero.
CALDILLO. —Al caldillo, señor alcalde.
Juego de palabras con que se incita
a uno a que atienda a su provecho.
CALDO. —A quien no quiere caldo, la taza
llena, o tres tazas.
Se dice de aquella persona que se ve
obligada, o a quien se quiere obligar a
hacer una cosa que le repugna sobre-
manera.
¡Caldo, a los de Orgaz! Algunos añaden:
que los de Aranjuez no quieren más.
Da a entender que se rechaza alguna
proposición que no conviene, mayor-
mente si se hace con insistencia im-
portuna; y se funda este dicho en una
tradición que corre acerca de los natu-
rales de Orgaz, la cual dice que ha-
biéndose presentado en la mesa de una
CALENDARIO
— '59
CALEPINO
boda celebrada en aquella localidad un
perro rojo en el cocido, juzgaron los
circunstantes que los pelos de aquel
animalito eran hebras de azafrán.
jCaldo de tripas, bien te repicas!
Contra los ruines que quieren darse
importancia y meter ruido, por seme-
janza a lo que pasa con el caldo de tri-
pas (el líquido que se administra por
medio de la ayuda, clister, jeringa o la-
vativa), que siendo de suyo y en su
aplicación de calidad humilde, pone los
intestinos en movimiento y alboroto.
Caldo sin grasa, pan sin tasa.
Cuando la comida es de poca subs-
tancia, no es extraño suplir esta defi-
ciencia, los que tienen hambre, hacien-
do gasto de pan para subsanarla.
Como caldo de altramuces, o de raposa, o
de zorra, que está frío y quema.
Dícese de ciertas palabras y expre-
siones que, aun cuando parecen sua-
ves, encierran sentido picante y ma-
ligno.— Aplícase igualmente a las per-
sonas que las profieren.
El mal caldo, hirviendo y soplando. — Véa-
se El mal camino, andarlo pronto.
Hacerle, o hacérsele, a uno el caldo gordo.
Darle o proporcionarle aquellos me-
dios que para una cosa le faltaban o en
que más principalmente estaba el con-
seguirla.
Haz de ese caldo tajadas.
Moteja a quien pide imposibles.
Mirar al caldo y a las tajadas.
Atender a la vez a dos cosas dis-
tintas.
Revolver el caldo, o los caldos.
Sacar a relucir cuentos viejos para
mover disputas y rencillas.
Ser más transparente que caldo de sopista.
Ser alguna cosa sumamente delga-
da. — Ser tan clara y evidente que no
puede ocultarse su sentido a nadie. —
Alúdese a la pobreza de la mayoría de
los antiguos estudiantes, cuya sopa te-
nía de todo menos de substancia .
Vamos a cenar, que está el caldo deshecho.
Alude a que las cosas deben hacerse
antes que se pase la ocasión de practi-
carlas.
CALENDARIO. — Mentir más que el ca-
lendario de Torres.
Mentir descaradamente. — Alude a los
calendarios compuestos por D. Diego
de Torres Villarroel, escritor salaman-
quino, quien con la mayor desfachatez
publicaba en ellos sus delirios y en-
sueños astrológicos (1723-1753), hoy en
su casi totalidad dados al olvido.
Hacer calendarios.
Estar uno pensativo, discurriendo a
solas sin objeto determinado. — Hacer
sobre una cosa cálculos o pronósticos
más o menos aventurados.
CALENDAS. — Para las calendas grie-
gas.
Expresión irónica que denota un
tiempo o plazo que no ha de llegar
nunca. — Alude a que los griegos no
tenían calendas.
CALENTAR. — Caliente diciembre, ca-
liente enero, frío seguro tendrá febrero.
Indica que en cuanto empieza el in-
vierno, es inútil que el tiempo no sea
el propio de esa estación, porque no
tardará en ser el adecuado a tal época
del año.
CALENTÓN. — Darse un calentón.
Calentarse de prisa y levemente.
CALENTURA. — Calentura de pollo por
comer gallina.
Motéjase al que se finge achacoso por
huir del trabajo, o para que lo traten
con mimo y regalo.
Todavía dura la calentura.
Da a entender que aun existe aquel
disgusto, vicio, desgracia, etc., de que
se trata.
Calenturas otoñales, o muy largas, o mar-
tales.
Expresa el carácter que suele tener
esa enfermedad cuando ataca en la cita-
da estación del año.
Calenturas por mayo, salud para toda el
año. — V. Cursos, o pujos, por mayo, sa-
lud para todo el año.
CALEPINO.— Sabe más que el Calepino.
Dicho que se usaba antiguamente
entre los escolares, especialmente de
Gramática latina, para calificar de buen
humanista a aquel a quien se lo apli-
caban, con alusión al Diccionario de
varias lenguas llamado Calepino por
haberlo compuesto Fr. Ambrosio Cale-
pino o de Calepio, pueblo de la provin-
cia de Bérgamo, en Italia.
Esta voluminosa obra vio la luz
CALIBRE
— 1 6o
CALVARIO
pública por vez primera en Reggio
en 1502, haciéndose posteriormente in-
finitas ediciones corregidas y aumenta-
das, hasta el extremo de contener en
sus columnas la correspondencia de las
palabias en once lenguas. Fr. Ambro-
sio murió el año 151 1, a los setenta y
seis de edad.
CALIBRE. — Ser de buen, o mal, calibre.
Ser, o no ser, una cosa de mérito,
de valor o de importancia. — También
se aplica a una cosa de volumen o de
peso.
CALIENTE.— Ándeme yo caliente, y ría-
se la gente.
Refrán empleado por los que prefie-
ren su comodidad y provecho al qué
dirán de las gentes.
Estar caliente.
Aplícase a la persona fogosa, acalo-
rada, viva, animada, que se encuentra
en este estado a causa de haber dispu-
tado o reñido con alguien.
Las cosas, en caliente.
En el acto, luego, al punto, al ins-
tante, etc.
CALILLA. — Echarle a uno una calilla.
Hacerle alguna mala obra. — También
se dice : Echarle a uno el aguardiente.
(Véase.)
CALIMACO. — Estar como el calimaco
v la lila, que no se estila.
Frase proverbial usada en Andalucía
para significar que una persona carece
de aquello de que se está tratando, y
singularmente si es dinero.
CÁLIZ. — Apurar, o beber, el cáliz hasta
las heces.
Apurar todo género de sufrimientos
y sinsabores. — Dícese también el cáliz
de la amargura.
Vender hasta los cálices.
Demuestra ser una necesidad tan
grande, que para atender a su remedio,
es fuerza deshacerse hasta de los obje-
tos más sagrados o indispensables.
CALMA. — Tener calma.
Tener cachaza, flema, pachorra. — Te-
ner paz, tranquilidad.
CALMOSO. — Ser un calmoso.
Aplícase a la persona cachazuda, pe-
rezosa e indolente.
CALOR. — Ahogarse de calor.
Estar uno muy fatigado o sofocado
de resultas de un calor excesivo o bo-
chornoso.
Calor de marzo temprano, es para el campo
muy sano.
Porque facilita el desarrollo de las
plantas sembradas anteriormente.
Calor de mayo, valor del año.
Por ser en ese mes cuando se decide
el buen resultado de las cosechas.
Coger calor.
Recibir la impresión de éste.
Dar calor.
Fomentar, avivar, ayudar a otro para
acelerar la ejecución de alguna cosa, o
para servirle de amparo y defensa, o
comunicarle nuevo vigor.
Dejarse caer el calor.
Hacer mucho calor; dejarse sentir
mucho sus efectos.
Entrar en calor una persona.
Ir pasando ésta del estado de frío al
de calor. — Irse entusiasmando.
Meter en calor a uno.
Moverle el ánimo eficazmente hacia
algún intento.
No temas nunca el calor en junio, que tu
enemiga es la lluvia.
Indica que en dicho mes debe desear-
se el calor propio de ese tiempo, que
es el conveniente para que prosperen
las frutas.
Quien anda entre el calor, siempre saca
algún tizón. — V. El que anda con la miel,
algo se le pega.
Tomar con calor una cosa.
Equivale a hacerla con gran interés.
CALUMNIA. — Calumnia, que algo que-
da. - V. El golpe de la sartén, aunque
no duele, tizna.
CALUROSO. — Ser caluroso.
Ser muy vivo, muy animado, muy
fogoso.
CALVARIO. — Parecer un calvarlo el
pecho de alguna persona.
Ostentar sobre él muchas cruces y
condecoraciones.
Ser un calvario.
Se dice de la persona que tiene con-
traídas muchas deudas, especialmente
en los comercios donde saca al fiado,
y que los dueños de éstos va apuntan-
do en el libro con rayas y cruces. — Re-
firiéndose a la vida, pasarla con apuros,
disgustos y sufrimientos.
CALVATRUENO
— 161
CALLAR
CALVATRUENO. — .&/- un calvatrue-
no.
Aplícase al hombre alocado, amigo
de diversiones y nada aficionado al tra-
bajo ni a empresas serias.
CALVO. — Calvo vendrá que calvo ven-
gará.
Enseña a no burlarse de las fealdades
que acarrea la vejez, porque el que logre
llegar a esta edad verá por experien-
cia la venganza en su propio daño. —
V. Malo vendrá que bueno me hará.
¿Como te hiciste calvo? — Pelo a pelo pe-
lando.
Contra los importunos en pregunta r
cosas que de puro palmarias se las ex-
plicaría a sí mismo el menos discreto.
No hay calvo que no haya tenido buen pelo.
Dícese de las personas que porque
al llegar a cierta edad hayan perdido
sus facultades, no quiere decir que en
sus buenos tiempos no las poseyeran.
No tan calvo que se le vean los sesos.
Aconseja que se eviten los extremos
en cualquier asunto.
CALZA. — A calza corta, agujeta larga.
Porque es en las que se pone menos
cuidado, por ser de poco lucimiento.
Echarle una calza a uno.
Notarlo para conocerlo de allí en
adelante y guardarse de él.
Estar en calzas y jubón.
Se aplica a las cosas que están infor-
mes o incompletas.
Hallarse en calzas bermejas, o prietas.
Encontrarse en un apuro.
Parecerse alguna cosa a las calzas del
escudero de Alba, que, al ponérselas, sJlo
Dios y él las entendían.
Aplícase a todo aquello que por lo
enredoso de su disposición no se pres-
ta a ser comprendido fácilmente.
Tomar calzas, o las calzas, de Villadiego.
Ausentarse repentinamente.
CALZADOR. — Entrar una cosa con cal-
zador.
Manifiesta que una cosa es estrecha
o que viene muy ajustada.
CALZAR. — Al revés me las calcé.
Denota haberse entendido o hecho
una cosa al contrario de lo que es o de
lo que se debía.
No calzan sino a quien rompe.
Indica que el poco cuidadoso en el
vestir es el que más a menudo tiene
que componer lo que usa.
Calzarse a alguno.
Gobernarlo, manejarlo, disponer de
él a su capricho y antojo.
Calzarse alguna cosa, o con alguna cosa.
Conseguir aquello que uno deseaba
o pretendía.
Aunque las calzo no las ensucio.
Demuestra que aunque reconoce uno
el mal que hace, al propio tiempo se
sincera de no abusar de ello.
CALZONES. — Calzarse, o llevar, o po-
nerse, los calzones.
Mandar en su casa la mujer más que
el marido.
Darle, o echarle, a uno los calzones.
Proporcionarle alguna molestia.
Métase e?i sus calzones.
Modo de indicar que no se mezcle
una persona en asuntos que no son de
su incumbencia.
Se me quedó en los otros calzones.
Suele emplearse cuando se niega al-
guna cosa con el pretexto de habér-
sela dejado olvidada y no haberla teni-
do presente a su debido tiempo.
Tener bien puestos los calzones, o Tener
calzones, o Tener muchos calzones.
Ser muy hombre, valiente, enérgico.
CALZONAZOS. — Ser un calzonazos.
Aplícase al hombre flojo y condes-
cendiente.
CALZORRAS. — Ser un calzorras, o
calzurras. — V. Ser un calzonazos.
CALLACALLANDO.— Hacer un* cosa
callacallando. — V. Hacer una cosa
a la CHITACALLANDO.
CALLADA. — De callada, o A las ca-
lladas.
Hacer algo sin estruendo, sin bulla,
con sigilo, etc.
Recibir, o dar, la callada por respuesta.
Dejar sin contestar intencionadamen-
te una cosa.
CALLAR. — Al buen callar llaman San-
cho, o santo.
Recomienda la prudente moderación
en el hablar, evitando, sobre todo, pa-
labras necias o inútiles.
Buen callar se pierde.
Lamenta el peligro a que una perso-
na se ha expuesto por haber hablado
cuando debiera haber callado.
CALLE
— 162 —
CALLE
Cállate v callemos, que sendas nos tene-
mos. — V. Quien tiene tejado de vidrio,
no tire piedras al de su vecino.
Calle el que did y hable el que tomó.
Expresa que aquel que ha recibido
un favor es el que debe publicarlo, y no
el que lo hace.
Cuando tus cosas más las calles, menos
públicas las haces.
Preconiza la virtud del silencio.
El que callar 710 puede, hablar no sabe.
Contra los habladores y parlanchines.
F.sj, por sabido se calla.
Es inútil demostrar perplejidad o
duda en asuntos cuya realización se
sabe que naturalmente no puede fallar.
Más vale buen callar que mal hablar, o
Mejor es callar que mal hablar. — V. Al
buen callar llaman Sancho, o santo.
No se calla, así lo maten.
Expresión con que se zahiere al que
tiene la costumbre de responder o re-
plicar a todo.
Quien calla, concede, o consiente, u otorga.
En algunas ocasiones el silencio es
señal indirecta de aprobación o de to-
lerancia; pero no lo es siempre, pues
la verdad es, como enseña otro refrán,
que Quien calla no dice nada. — En
sentido más restricto, el que enmude-
ce ante las acusaciones que se le diri-
gen, da indicios claros de ser culpado
en aquello que se le imputa.
Quien calla no dice nada.
Refrán que, aunque parece perogru-
llesco, no lo es en ocasiones, pues hay
algunas en que, por no negarse abier-
tamente, no se despliegan los labios,
comprendiéndose que no queremos
asentir a lo que se dice o pide.
Quien calla, si alcanzara lo que quería,
hablara.
Muchas veces no se dice cuanto se
sabe o se quiere, por respeto, por pru-
dencia o por conveniencia.
CALLE. — Abrir, o abrirse, calle.— Véase
Hacer calle.
Alborotar la calle.
Inquietar a la vecindad.
Coger la calle. — V. Coger la puerta.
Dejar a uno, o quedar, o quedarse, uno en
la calle.
Perder la hacienda o medios con que
se mantenía.
Echar a uno a la calle.
Despedirlo malamente.
Echar por la calle en medio (mejor que
por la calle de en medio).
Tomar una resolución pronta y enér-
gica, sin hacer caso de ningún género
de obstáculos o inconvenientes. — Al
decirse que un sujeto echó por la calle
de en medio, parece como que se da a en-
tender que el tal individuo tenía a la
vista tres calles y, desentendiéndose de
las dos laterales o de cada extremo, se
entró por la del centro; pero lo que se
pretende significar aquí es que pudien-
do ocurrir algún tropiezo al ir aprisa
por la acera, se toma la corriente o el
arroyo de la vía pública, a fin de evitar
tales estorbos o encuentros desagrada-
bles y los retardos consiguientes. Des
pues de todo, si se quisiera hacer hin-
capié en el uso de la fórmula Echar por
la calle de en medio, se podría defender
o justificar ésta diciendo que en tal caso
se verifica una transposición, en lugar
de Echar por en medio de la calle.
Echar una cosa en la calle.
Divulgarla, hacerla pública.
Hacer calle.
Romper los estorbos o embarazos
que detienen la salida de alguna cosa.
Ir desempedrando la calle, o las calles.
Caminar muy de prisa.
Llevar, o llevarse, de calle a alguno.
Atropellado, arrollarlo. — Convencer-
lo, confundirlo con razones y argumen-
tos.— Atraer a las gentes por la hermo-
sura, verbosidad, nobleza, simpatía, etc.,
apoderándose del afecto general.
Llevarse una calle de hombres.
Hacer huir a mucha gente de un golpe.
Parecerse una cosa a la calle de la Amar-
gura.
Encontrarse en una situación angus-
tiosa y sobremodo aflictiva. — Úsase
también para ponderar una calle suma-
mente larga y a veces tortuosa.
Pasear la calle, o Rondar la calle, a una
mujer.
Cortejerla, galantearla.
Plantar, o poner, en la calle, o en medio
de la corriente.
Arrojar de mala manera a una perso-
na de la casa en que está. — Dícese tam-
bién Plantar, o poner, en el arroyo.
CALLEJA
163
CAMAFEO
Ponerse en la calle.
Salir de casa o presentarse en pú-
blico.
Ser buena una cosa solo para echada a la
calle.
Frase con que se demuestra el poco
o ningún aprecio que de ella se hace.
Coger las calles.
Ocuparlas, impidiendo el paso por
ellas.
A fucilas calles van a mi casa. — V. Por
todas partes se va a Roma, o Muchos ca-
minos, o todos los caminos, van a mi casa,
CALLEJA. — Más malo que Calleja.
Ser de intención muy aviesa, peor
aún que el personaje a que alude.
Sépase, o ya se verá, o ya verán, etc., quién
es Calleja.
Frase con que alguno presume de su
poder o autoridad, especialmente en
son de amenaza.
CALLEJÓN. — Que quieras que no, has de
entrar por el callejón.
Indica que muchas veces se hacen a
la fuerza cosas contrarias a la volun-
tad, por no haber otro remedio.
Ser un callejón sin salida.
Ser algún negocio o conflicto de muy
difícil o imposible resolución.
CALLEJUELA.— Todo se sabe, hasta lo de
la callejuela.
Da a entender que con el tiempo
todo se averigua, hasta lo más recón-
dito.— Es posible que este refrán tenga
su origen en la tradición sevillana de
los tiempos del rey D. Pedro, y que dio
nombre a la calle del Candilejo.
CALLO. — Criar, o hacer, o tener, callos.
Endurecerse u obstinarse con la cos-
tumbre, en los trabajos o en los vicios.
Dos buenos callos me han nacido : uno en
la boca y otro en el oído.
Modo de aconsejar que se refrene
la lengua cuando se oye alguna cosa
que ofende o desagrada, recomendan-
do que se sufra y se calle si quiere
uno vivir con tranquilidad y quietud.
Tener callos en los oídos.
No tener oído músico. — Hacerse el
tonto a lo que se dice, como si no se
hubiese escuchado.
CAMA. — Al que tiene cama y duerme en
el suelo, no hay que tenerle duelo.
Satiriza a los que, por avaricia o aho-
rro mal entendido, pasan privaciones
que no tienen necesidad de sufrir.
A mala cama, colchón de vino.
Aconseja que cuando se espere pasar
una mala noche, se procure pasarla lo
menos mala posible, bebiendo de cuan-
do en cuando algún trago de vino.
Cama de novio, dura y sin hoyo.
El que está para casarse no repara
en las comodidades que en otro caso
exigiría.
Hacer cama redonda.
Acostarse varias personas en una
misma cama.
Haztne bien la cama y tápame con una
rama.
Refrán empleado por los que opinan
que se debe pasar la vida lo mejor po-
sible, sin preocuparse para nada del
porvenir.
Hazme buena cama y entiérrame con una
tarama. — V. Hazme bien la cama y tápa-
me con una rama.
Mullirle, o hacerle, a uno, o a una cosa, la
cama.
Hacer con la debida anticipación los
preparativos convenientes al logro de
lo que uno se propone.
Navegase muy bien desde la cama. — Véa-
se Una cosa es predicar y otra dar trigo.
No hay tal cama como la de la enjalma.
Quiere decir que no hay lecho duro
ni incómodo cuando hay buena gana
de dormir.
Parecer cama de podencos, o de galgos.
Aplícase a la cama que, desbaratada
o hecha a la ligera, ofrece mal aspecto,
al propio tiempo que poca o ninguna
comodidad para dormir en ella, alu-
diendo a la costumbre que tienen los
perros de escarbar y revolver su cama
antes de echarse.
Quien dispuso mal su cama, tendrá noche
trabajosa.
El que en la juventud no obra como
debe, recogerá el fruto, bien poco agra~
dable por cierto, en la vejez.
Saltar de la cama.
Bajarse de ella prontamente.
Las camas, al amo levantan. — V. Trigo
acamado, amo levantado.
CAMAFEO. — Ser un camafeo.
Manera embozada de decir que una
persona o cosa no tiene nada de bonita.
CAMAGÜEYANO
— 164 —
CAMINANTE
CAMAGÜEYANO. — Camagüeyano,
come todo cotí la mano, o Camagüeya-
no, come mierda cotí la mano. — V. Do-
minico, come mierda con el pico.
CAMALEÓN. — Andar hecho un cama-
león, tragando viento. — V. Mantenerse
del aire, como el camaleón.
Ser como el camaleón.
Parecerse una persona a dicho ani-
mal, que a impulsos clel favor o del
interés, muda con suma facilidad de
parecer o de doctrinas. — La causa que
ha movido al vulgo para constituir a
este reptil en emblema del hombre vo-
luble, es la particularidad que tiene
dicho animal de ostentar alternativa-
mente distintos colores. Según unos
naturalistas, cada pasión imprime a la
piel de este animalejo un color dife-
rente, observándose que en la alegría
lo presenta verde esmeralda con listas
parduscas y negras; en el temor, amari-
llo pálido; en la cólera, obscuro y amo-
ratado; si lo tocan, se cubre al punto
de manchas negruzcas, y si se le en-
vuelve en un lienzo o pedazo de tela,
se amortiguan inmediatamente dichos
colores. Según otros, quizá más acer-
tados, proviene tal variedad de los re-
flejos de luz producidos por los objetos
que le rodean, a causa de la tersura de
su piel.
CAMAMA. — Dar camama.
Dar una pega, un chasco, una burla.
CAMÁNDULA. — Tener muchas camán-
dulas.— V. Tener más cuentas que una
camándula.
CAMANDULERO. — ¿Vr un camandu-
lero.
Ser una persona hipócrita, embuste-
ra y bellaca.
CAMARADA. — Camarada de peine.
Dióse este nombre en tiempo de
Fernando VI a los soldados que ayu-
daban a peinar a sus compañeros (cuan-
do se ordenó por aquel monarca que
el ejército llevara el pelo con cuatro
órdenes de bucles, coleta y polvos), en
atención a no poder manejar cada indi-
viduo de por sí los canutos de hoja de
lata de que se servían para formar dicho
peinado, y a ensuciarse frecuentemente
el vestuario con el sebo y la harina. —
Hoy se aplica traslaticiamente a las per-
sonas que andan muy unidas, y espe-
cialmente a las que se conciertan para
algún fin particular, no siempre bueno.
CÁMARAS. — Irse uno de cámaras.
Hacer sus necesidades sin querer.
CAMARÓN. — Camarón y cangrejo co-
rren parejo.
Da a entender la paridad que guar-
dan entre sí dos o más personas o cosas.
El camarón que se duerme, se lo lleva la
corriente.
Aconseja que se ande siempre con
el ojo abierto y vigilante, para no ser
uno víctima de la suerte adversa.
CAMAS.— Me voy a Camas, luego a Cons-
tantina, luego al Ronquillo y después a
Levante.
Con los nombres de estas tres po-
blaciones de la provincia de Sevilla y
la costa levantina se ha formado esta
especie de adivinanza-refrán, para dar
a entender jocosamente que va uno en
busca de la cama con objeto de acostar-
se, y roncar después hasta que llegue
la hora de levantarse.
CAMASQUINCE.— Ser un camasquin-
ce.
Persona que se entremete en lo que
no le va ni le viene.
CAMASTRÓN.— Ser un camastrón.
Persona disimulada y falsa, que espe-
ra hallar una oportunidad para hacer
las cosas según su conveniencia.
CAMBALACHE.— Hacer cambalache.
Cambiar una cosa por otra, por lo
general alhajas u objetos de poco valor.
CAMBALACHERO. — Ser un camba-
lachero.
Persona que es aficionada a hacer
cambalaches.
CAMBIO. — A las primeras de cambio. —
V. De buenas a primeras.
CAMELAR.— Camelar a alguno.
Seducirlo, engañarlo con adulación.
CAMINANTE. — Parecerse al caminan-
te y la muía de alquiler.
Censura a los que acometen una em-
presa con calor y luego desmayan, alu-
diendo a la fábula de Iriarte que lleva
igual título, y en la que se pinta a una
muía que, harta de paja y cebada, salió
corriendo de la posada; a poco retardó
el paso y en breve se paró del todo,
sin que hubiera fuerza humana que la
CAMINAR
165
CAMINO
hiciera andar. De ahí derivó el fabulis-
ta la siguiente moraleja:
«Después de este lance, en viendo
que un autor ha principiado
con altisonante estruendo,
;al punto digo: «¡Cuidado!
Tente, hombre, que te has de ver
-en el vergonzoso estado
de la muía de alquiler.*
-'Caminante cánsalo, subirá en asno si no
encuentra caballo.
En las necesidades, de cualquiera
cosa se echa mano, aunque no sea la
más acomodada o conveniente.
CAMINAR.— Caminar derecho.
Proceder u obrar con rectitud.
CAMINO. — Abrir camino, o Abrir uno
camino.
Encontrar, sugerir, dar a entender el
medio de salir de alguna dificultad o
de mejorar de fortuna. — Ser el primer
autor en alguna línea o el primero que
introduce alguna cosa. — Empleando el
verbo en forma reflexiva, abrirse, sig-
nifica progresar, adelantar en su carre-
ra, conquistar renombre, salir de la
medianía, etc.
A mal camino, darse prisa. — V. El mal
camino, andarlo pronto.
Camino de Roma, ni muía coja ni bolsa
floja.
Aconseja no emprender cosas arduas
sin medios proporcionados.
Camino de Santiago, tatito anda el cojo
como el sano.
Dícese de los que se reúnen para ir
en romería, que como se esperan los
unos a los otros, llegan a un mismo
tiempo, aunque no sean de igual ro-
bustez y aguante.
Camino robado, camino seguro, o Nun-
ca está más seguro un camino que cuan-
do acaba de ser robado.
Porque los ladrones huyen de él para
evitar el ser cogidos.
Coger el camino. — V. Coger la puerta.
Cuando corto, te llamo; cuando cargo, te
veo; en saliendo al camino nada le
debo.
Refrán que he oído usar en Extre-
madura con motivo del hombre que
corta leña en vedado, para manifestar
que al ponerse de acuerdo con el guar-
da de la dehesa, quien le sirve en esta
ocasión de encubridor mediante un pe»
queño soborno, está ya seguro por este
hecho de no ser denunciado a causa
del hurto cometido.
Cuando en el camino hay barro, untar
el carro.
Indica que para conseguir una cosa
cuando hay entorpecimientos por en
medio, el mejor recurso es el sobornar
a los encargados de concederla.
Cuatido fueres por camino no digas mal
de tu vecino, o de tu ene?nigo.
Aconseja la precaución con que se
debe hablar en los caminos y parajes
públicos donde hay personas a quienes
no se conoce.
Echar cada cual por su camino, o Ir cada
cual por su camino.
Estar discordes dos o más personas
en su modo de pensar y de obrar.
El gastar, deber y no pagar, es el camino
del hospital.
Predice el mal fin que espera al que
sigue esas prácticas en la vida.
El mal camino, andarlo pronto.
Las cosas enojosas que hay que ha-
cer imprescindiblemente, conviene se
despachen cuanto antes, para quitarse
;isí de disgustos.
El que siembra eti el camino, cansa los
bueyes y pierde el trigo.
El que se vale de medios inoportu-
nos para conseguir alguna cosa, trabaja
inútilmente.
El ruin camino a nadie llevo' a buen
lugar.
El empleo de medios reprobados
para conseguir un fin, no da nunca
buenos resultados.
En largo camino, por fuerza ha de haber-
barrancos.
Cuando se emprende algo de difícil
solución, se encuentran siempre obs-
táculos que vencer antes de conseguir
realizarlo.
Hacer de un camino dos mandados.
Se dice del que aprovecha la oportu-
nidad de hacer algún encargo para des-
empeñar juntamente otro. — V. Matar
dos pájaros de un tiro.
Ir camino derecho.
Valerse de medios directos, sin an-
dar con rodeos, para conseguir algún
fin determinado.
CAMINO
166 —
CAMISA
Ir fuera de camino, o Ir una cosa fuera
de camino.
Proceder con error. — Obrar sin mé-
todo, orden ni razón. — Apartarse délo
que es justo y conveniente.
Ir por camino real.
Ir por el medio más fácil, noble y se-
guro para la consecución de algún fin.
Ir uno por otro camino.
Proceder de distinta manera, o tener
otra intención, de lo que comúnmente
se cree o de la que otro sigue.
Ir uno su camino.
Seguir el que lleva. — Dirigirse a su
fin sin distraerse en ninguna cosa.
Llevando de cada camino un grano, bas-
tece la hormiga su granero para todo
el año.
Preconiza la paciencia como el me-
jor medio para llegar al logro de un
deseo.
Llevar, o no llevar, camino alguna cosa.
Tener, o no tener, fundamento o
razón.
Mal camino no va a buen lugar.
Los malos medios conducen a malos
fines.
Meter a uno por camino.
Reducirlo a la razón, sacándolo del
error torcido en que estaba.
No hay camino real en Matemáticas.
Cierto príncipe que estaba estudian-
do esta rama del saber, se impacienta-
ba al ver que se le resistía a su com-
prensión. Con el fin de animarlo, le
dijo su preceptor un día: «Comprendo
que es ardua la materia, y yo me ale-
graría mucho de poder evitar a V. A. el
tener que recorrer un trayecto tan lar-
go y tan lleno de baches; pero si V. A.
quiere saber, es preciso que estudie, y
que estudie con paciencia y constancia,
porque no hay camino real en Matemá-
ticas.* Manera ingeniosa de decir que
el saber no se improvisa, por lo que se
hace preciso proceder metódicamente
en el estudio de cualquiera facultad
que se emprenda, aunque no sea pre-
cisamente el de las Matemáticas.
jVo hay camino tan llano que no tenga
algún tropezón o barranco.
Aun en las cosas que nos parecen
fáciles de conseguir, se tropieza siem-
pre con algún inconveniente.
Po?ierse en camino ad pedem littera.
Puntualizar bien los medios para lo-
grar algo.
Por mal camino no se va a buen lugar.
Cuando los medios puestos en juego
para la consecución de un objeto son
reprobados, el fin tiene que ser desas-
troso por fuerza.
Que no se olvide el camino.
Dícese cuando deseamos que se re-
pita la ejecución de algo que nos agrada.
Quien deja camino y toma verea. (vereda)
piensa que adelanta, pero rodea. — V. No-
por mucho madrugar amanece más tem-
prano.
Tomar el camino en las manos.
Ponerse a andar o caminar a pie.
Traer a uno a buen camino.
Sacarle del error, o apartarlo de la
mala vida que llevaba.
Muchos caminos, o todos los caminos,
van a mi casa.
A veces se ponen distintos medios
para lograr el fin que se desea.
CAMISA. — Acordarse uno de alguna cosa
como de la primera camisa que se puso.
No acordarse de aquello de que se
trata, ni tener la más remota idea o re-
miniscencia.
Camisa que mucho se lava y cuerpo que
mucho se cura, o purga, poco dura.
Todo aquello que se está con fre-
cuencia manoseando, se estropea fácil-
mente.
Camisa y toca negra no sacan al ánima de
pena.
Da a entender bien a las claras que
el vestido de luto no es lo que saca del
Purgatorio a las ánimas que allí están
penando, sino las oraciones y demás
sufragios aplicados para aliviarlas en su
triste situación. — Camisa está aquí em-
pleado por saco o túnica, que con la
toca o tocado del dicho color completa
la vestidura de luto.
Dar uno hasta la camisa.
Quedarse pobre por remediar algu-
na grave y urgente necesidad.
Dejarle a uno en, o sin, camisa.
Dejarle sin nada, completamente
arruinado.
Estar con la camisa arremangada.
Hallarse expuesto a padecer algún
daño o peligro.
CAMISA
167 —
CAMPANA
¿Estás en tu camisa? — V. ¿Estás en tu
JUICIO?
Ir en camisa.
Tratándose de la mujer, con relación
al matrimonio, ir sin dote.
Jugar uno la camisa, o hasta la ca-
misa.
Tener desordenada afición al juego.
La camisa de nuestra novia, cuerpo de
lino, faldas de estopa.
Significa que las mujeres caseras, en
lo exterior andan al uso y en lo inte-
rior a la comodidad.
Más caro que la camisa de Margarita.
Dícese de todo lo que cuesta una
exorbitancia. Fúndase en el hecho si-
guiente, acaecido en Lima:
Cierto potentado caballero peruano
se enamoró perdidamente de una linda
joven, llamada Margarita, hija de un
banquero millonario residente en Lima.
Temeroso aquél de que se creyera que
era la cuantiosa dote lo que le llevaba
a solicitar la mano de la niña, exigió al
padre, al pedírsela en matrimonio, que
se la entregase completamente desnu-
da, pues sólo quería su persona. Tras
larga discusión, pudo conseguir el ban-
quero, del obstinado galán, y fundán-
dose en las más elementales leyes del
pudor, que la aceptase cubierta siquie-
ra con una camisa. Convenido así y lle-
gado el día de la boda, hízole el padre
entrega de la novia, vestida con la pren-
da susodicha solamente, pero adornada
ésta con pedrería de tal valor, que ex-
cedía en mucho a lo que la imaginación
del más ambicioso pudiese soñar. Di-
vulgado el hecho por Lima, pronto na-
ció el dicho que se hizo popular.
Más cerca está la camisa de la carne que
el jubón.
Aconseja que se debe dar la prefe-
rencia a los parientes y personas más
allegadas, antes que a los extraños.
Meterse en camisa de once varas.
Meterse en asuntos que a uno no le
van ni le vienen.
No dejarle a uno ni aun camisa. — V. De-
jarle a uno en, o sin, camisa.
No hacer alguna cosa sino cuando se viste
camisa limpia.
En domingo, o séase una vez a la se-
mana.
No llegarle, o no pegársele, a uno la ca-
misa al cuerpo.
Tener gran recelo, temor o zozobra.—
En sentido jocoso se dice, por persona
del género masculino: No me llega la
camisa a los talones.
Primero es la camisa que el sayo, o que el
jubón. — V. Más cerca está la camisa de
la carne que el jubón.
Quien no tiene más que una camisa, cada
sábado tiene mal día.
El que dispone de escasos medios,
tropieza con obstáculos para conseguir
lo que desea.
Quitarle a uno hasta la camisa.
Despojarle de todos sus bienes. —
Robarle.
Tener camisa de brutaña.
Dícese de aquel a quien se quiere
motejar de bruto. — Brutaña está joco-
samente cambiado por Bretaña.
Vender uno la camisa, o hasta la ca-
misa.
Enajenar todo aquello que se tiene,
sin reservarse nada.
Camisas de Bretaña y maridos de España.
Era lo que deseaban antes las muje-
res, por la bondad de las primeras y
excelentes cualidades de los segundos.
CAMISÓN. — El que trabaja tiene un ca-
misón, y el que no trabaja tiene dos.
El que está holgando siempre halla
más medios que el que es laborioso
para conseguir algo.
CAMITA. — A mear y a la camita.
Expresión familiar que se suele diri-
gir a los niños para darles a entender
que se acuesten.— De un modo más vul-
gar suelen decir en los pueblos : A echar
¿/ chorrito y a la pajita, aludiendo a la
paja de que se hace el jergón.
CAMORRA. — Armar camorra.
Buscar pendencia; suscitar rencillas.
CAMPANA. — A campana herida, o ta-
ñida.
Dícese de aquellas cosas que se rea-
lizan con publicidad y haciendo alarde
de ello, como sucede con la limosna,
los favores o beneficios realizados, ho-
nores concedidos, etc.
A toque de campana. — V. A campana he-
rida, o tañida.
Cada campana da su badajada.
Cada cosa llega un momento en que
CAMPANADA
— 1 68 —
CAMPECHANO
tiene su aplicación. — Las personas se
comportan según su educación y prin-
cipio?.
Campana cascada, nunca sana.
Explica la esterilidad de los esfuer-
zos enderezados a remediar lo impo-
sible.
Cual es la campana, tal la badajada.
Según son las personas que ejecutan
las acciones, así son éstas más o menos
sonadas.
Ir como a campana tañida.
Llegar todos a un tiempo a un punto
determinado.
Xo puede ser que no se mueva campana
que se tañe.
No hay móvil más poderoso que el
interés.
Quien hiere la campana se expone a oír
el sonido.
El que está cerca de algo molesto
tiene que sufrir las consecuencias de
ello. — V. El que al cielo escupe, en la
cara le cae.
Salir a campana herida.
Ir a un sitio oportunamente.
Donde hay campanas, hay quien las toque.
Cada cosa halla siempre quien sepa
aprovecharla.
Echar las campanas a vuele.
Dar publicidad de alguna cosa con
mucho regocijo.
En donde hay campanas, hay de todo.
Advierte que éstas se hallan en sitios
en que se congregan gentes de dife-
rente condición.
Las campanas grandes dan grandes cam-
panadas, pero no siempre tocan a fiesta.
Indica que no sólo en ocasiones de
alegría se emplean, sino también para
anunciar grandes daños o la pérdida
de personas de alta significación. — Las
personas de elevada jerarquía suelen
llevar a cabo grandes hechos, pero no
siempre son éstos buenos.
Xo haber oído uno campanas.
Frase con que se moteja a uno d<
falta de conocimiento en las cosas co-
munes.
Oír campanas;- no saber dónde. — V. Oír
el gallo cantar y no saber en qué mu-
ladar.
CAMPANADA. —Dar una campanada.
Acción escandalosa o novedad rui-
dosa, promovida por una persona, ge-
neralmente de alta posición.
CAMPANARIO. — .1 Campanario ven-
drás y eljau no te llevarás.
Critica la costumbre viciosa que tie-
nen los naturales de esa villa extreme-
ña de pronunciar demasiado gutural-
mente las vocales, a modo de ladridos.
Subirse al campanario.
Engreírse, envalentonarse. — Amos-
tazarse, resentirse grandemente.
CAMPANEAR. — Campanearse uno.
Contonearse, regodearse. — Campa-
neárselas equivale a ir tirando, ingeniar-
se, buscárselas, arreglarse para vivir.
CAMPANILLA. — Parece que lo llaman
con campanilla.
Dícese de aquellas personas que se
presentan cuando menos falta hacen o
cuando se va a comer, repartir una
cosa, etc.
Que grite hasta que se le caiga la cam-
panilla de la lengua.
Dejarle a uno que alborote hasta que
se quede ronco.
Campanillas de Toledo, óigovos y no
vos veo.
Quien bien quiere, en ausencia de
amor retiene el sonido de su afición.
Ser una persona de campanillas, o de
muchas campanillas.
Se aplica a la persona de grande au-
toridad o de circunstancias y prendas
muy relevantes.
CAMPANUDO. — Ser campanudo.
Dícese del vocablo de sonido muy
fuerte y lleno, del lenguaje o estilo hin-
chado, y en general de todo lo que es
sumamente afectado y retumbante.
CAMPAÑA. — En campaña.
Frase con que se denota la inopinada
aparición de alguna persona o cosa, y
también significa la diligencia y pres-
teza que demuestra ésta para lograr un
fin determinado.
En tiempo de campaña, el que apaña,
apaña.
Advierte que en las guerras no sue-
len guardarse consideraciones ni se
tiene gran respeto a la propiedad ajena.
CAMPECHANO. — Ser campechano.
Ser franco, estar dispuesto para cual-
quier broma o diversión. — Ser dadi-
voso.
CAMPESINO
— 169 —
CAMPO
CAMPESINO. — Tres cosas hacen al cam-
pesino salir de su casa : procesiones,
toros y personas reales.
Advierte que el labriego no suele
■salir de su lugar más que para pre-
senciar en la ciudad grandes aconteci-
mientos.
CAMPIÑA. — Cerrarse de campiña. —
V. Cerrarse a la banda.
CAMPO. — A arar, al campo.
Enviarle a uno enhoramala, moteján-
dole, de paso, de caballería mayor o de
gañán.
A campo roto, ni llave ni cerrojo.
Demuestra que mal puede ser guar-
dado un paraje en que por sus condi-
ciones especiales se niega a toda de-
fensa, como sucede con el campo, que
nadie puede cercarlo.
A campo traviesa.
Dejar el camino y atravesar el campo
para llegar más pronto o más disimula-
damente al punto que se desea.
(Al campo vas? Lo que lleves comerás.
Advierte que fuera de poblado hay
que ir llevando provisiones si no se
quiere estar privado de ellas.
Como soy del campo, aquí me zampo.
Dícese de aquellas personas que se
entran en algún lugar sin ser llamadas,
máxime si al hacerlo no guardan las
formas dictadas por la urbanidad.
Convertirse en, o ser un nuevo, campo de
Agramante.
Disputar muchas personas acalora-
damente, sin darse lugar a entenderse
unas a otras.
El rey Agramante era el jefe o supe- ¡
rior de todos los reyes y príncipes
mahometanos que, según la fábula de
Ariosto en su poema Orlando furioso,
-concurrieron a sitiar a París. Las disen-
siones o disturbios que se suscitaron
en el campo de los moros fueron en i
número crecido, llegando, por último, a i
ponerlos en paz la prudencia del rey |
Sobrino, otro de los que militaban a las
órdenes de Agramante, como se lee en
el canto XXVII de dicho poema.
Cervantes remedó y parodió esta dis-
cordia en el Quijote, cuando en la venta
se andaba disputando sobre si la albar
da de un asno era o no rico jaez de
caballo.
Poseemos también sobre la misma
materia un romance de Lucas Rodrí-
guez, que empieza:
«En el real de Agramante,
que sobre París tenía,
fuego ardiente de discordia
a más andar se encendía», etc.
Dejar el campo abierto, desembarazado,
expedito, libre, etc.
Retirarse de alguna pretensión o em-
peño en que se atraviesan otros com-
petidores. — Dejar en libertad a otro
para algún fin.
Del campo, un canto.
Cuando se vuelve del campo a casa
conviene no llevar las manos vacías,
sino cualquiera cosa, por insignificante
que pueda parecer, aunque no sea más
que por hacerse la ilusión de que no se
ha hecho el viaje en balde.
Descubrir campo, o el campo.
Sondear o tantear a alguno o alguna
cosa, para venir en conocimiento de
aquello que se desea averiguar.
El campo fértil, no descansando tórnase
estéril.
Aconseja la necesidad de descansar
en cualquier clase de trabajo, para to-
marlo después con más ahinco y apro-
vechamiento.
El que del campo viene, caldo quiere, o El
que viene del campo, quiere caldo.
Se dice más comúnmente de los la-
bradores, porque después del trabajo
corporal y fatigoso del campo, requie-
re el cuerpo algo caliente.
En el campo de Bara/wna, más vale mala
capa que buena azcona.
Denota cómo se debe usar de las co-
sas según la necesidad que de ellas se
tiene.
En poco campo, mucho sembrado.
El que dispone de escasos medios tie-
ne que aprovechar bien lo que tenga a
su alcance.
Entrar en campo con uno.
Pelearse con él en desafío. — Conten-
der, moralmente, en actos literarios, de
oposiciones, etc.
Hacer campo.
Desembarazar de gente un lugar.
Levantar uno el campo.
Ser el primero en retirarse de una
reunión, tertulia, junta, etc., con el ob-
CAMUESO
— 170
CANA
jeto de ser seguido de los demás con-
currentes al acto.
Para el campo, agua y sol, y guerra en
Sebastopol. — V. Agua y sol, y guerra en
Sebastopol.
Parecer desertado del campo santo.
Dícese de las personas delgadas y
desnutridas, cuyo aspecto es parecido
al de un difunto. — También se dice:
Parecer un desenterrado.
Quedar uno dueño, o señor, del campo.
Salir victorioso o triunfante en algu-
na disputa o contienda.
Reconocer el campo.
Prevenir los inconvenientes que pue-
den ocurrir en algún negocio, antes de
emprenderlo.
Campos en marzo atrasados, se ven en
julio colmados.
Por ser en los meses siguientes al de
marzo en los que los sembrados logran
gran desarrollo.
Campos no vea lo que la Montaña desea,
o Lo que la Almunia desea, Campos
no vea.
Esto es, lluvias abundantes.— La tie-
rra de Campos pertenece a la provin-
cia de Palencia, y la Almunia a la de
Zaragoza.
Cuando no lo dan los campos, no lo han
los santos.
Denota que en los años estériles no
se pueden dar muchas limosnas, y tam-
bién que el que apenas tiene lo nece-
sario para vivir, mal puede dar a otros
de aquello que no le sobra.
Irse por esos campos de Dios.
Ir a la ventura, sin saber la dirección
que se toma. — Desbarrar en la conver-
sación; hablar sin orden ni concierto.
CAMUESO. — Ser un camueso.
Ser un hombre zafio, torpe, necio.
CAN. — Calar el can.
Poner en el disparador la llave del
arma de fuego.
Can que moilre tiene en villa, nunca buena
ladrida.
Ninguno puede ser juez ni adminis-
trar justicia con libertad en aquel lu-
gar en que ha nacido y tiene parientes
que le clamen.
El can con gran angosto y con rabia de la
muerte, a su dueño traba el rostro. —
V. El perro con rabia, a su amo muerde.
El can de buena raza, siempre ha mientes
del pan e la taza.
Demuestra que el sujeto que es hon-
rado y agradecido, siempre se acuerda
de los beneficios recibidos de otro.
El can de buena raza, si hoy no, mañana
caza. — V. De casta le viene al galgo el
ser rabilargo.
El can que mucho lame, saca sangre.
Indica que a veces el mucho cariño
suele ser dañoso.
Más vale can vivo que león muerto.
Más vale vivir en la pobreza y con
estrechez, que morir, aunque sea lleno
de riquezas y comodidades.
Quien matar quiere a su can, achaque le
levanta por que no le den del pan. — Véa-
se Quien a su perro ha de matar, rabia
le ha de levantar.
Si quieres que te siga el can, dale pan.
Enseña lo mucho que puede el in-
terés.
CANA. — Echar una cana al aire.
Esparcirse, divertirse, echando cui-
dados y negocios fuera.
La cana, engaña; el diente, miente; la
arruga, no deja duda.
El estar cano o haberse caído la den-
tadura no es argumento infalible de
vejez; en tanto que sí lo son las arru-
gas que salen al rostro.
La cana, vana; la arruga, segura. — Véa-
se La cana, engaña, etc.
A canas honradas no hay puertas cerradas.
Demuestra el respeto y considera-
ción que se debe tener a las personas
de edad.
Canas son, que no lunares, cuando comien-
zan por los aladares.
Se dice de aquellos que pretenden
disimular lo que todos ven, tratando
de desmentir con apariencias y ficcio-
nes lo que no pueden ocultar.
Cuando éstas sean canas, la lima tiene-
manchas.
Cuando hay muchos años por delan-
te se pueden prever grandes varia-
ciones.
Las canas de don Diego Osorio.
Proverbio de la época de los Reyes
Católicos, que quedó para dar a enten-
der que algún sujeto ha encanecido
antes de tiempo por efecto de sinsa-
bores y disgustos, aludiendo a que al
CANAL
171 —
CANDELILLAS
leerle a D. Diego Osorio la sentencia
de muerte que había de cumplirse en
su persona al día siguiente, fué tal la
congoja que se apoderó de él, que aque-
lla misma noche se volvieron blancos
sus cabellos. De otros varios persona-
jes históricos se cuenta lo mismo.
Las canas no dicen nada; los dientes mien-
ten; de las arrugas no cabe duda. — Véa-
se La cana, engaña; el diente, miente; la
arruga, no deja duda.
Las canas no son de días, que nacen de
picardías, o Las canas no vienen por
edades, sino por genialidades. — V. Las
canas no dicejí nada, etc.
Peinar canas.
Ser vieja alguna persona o cosa. —
Se usa más frecuentemente en sentido
negativo, tratándose de personas, para
denotar que aun es uno joven.
Quitar mil canas a uno.
Causarle gran gusto y satisfacción,
hasta el extremo de que parece rejuve-
necerse con la agradable impresión que
recibe de alguna buena noticia.
Saber no va en canas, ni valor en barbas.
Da a entender que ni la ciencia es
patrimonio exclasivo de los viejos, ni
la valentía de los hombres hechos.
CANAL. — Abrir a alguno en canal.
Abrirlo de arriba a abajo.
CANALLA. — Ser uno un canalla.
Hombre despreciable, ruin.
CAN ANEA.— ¡Válgame la Can anca!
Alude a aquella mujer natural de Ca-
naán de que se hace mención en el
Evangelio de San Mateo, y de cuya
historia resulta ser el prototipo de la
perseverancia. Equivale, por tanto, esta
frase a pedir fuerzas para resistir con
paciencia alguna aflicción o contratiem-
po que nos sobrevenga.
CANCEL. — No querer escupir en el can-
cel, y orinarse en el altar mayor.
Satiriza a los hipócritas que hacen
asco de incurrir en leve falta, sin per-
juicio de cometer otras más graves si
llega la ocasión.
CANCERBERO. -Parecer, o ser, un can-
cerbero.
Persona sumamente tosca y de mal
genio. — Dícese también de aquellos
que guardan, celan o vigilan a una per-
sona o cosa exageradamente.
CANCIÓN. — Volver a la misma canción.
Repetir importunamente una cosa
que ya se sabe o se conoce.
CANDADO. — Echar, o poner, un canda-
do a la boca, o a los labios.
Callarse, guardar un secreto.
CANDELA. — Acabarse la candela.
Morirse.
Arrear, o arrimar, o atizar, candela.
Pegar, dar de palos o cualquiera otra
clase de golpes.
Donde candela se hizo, siempre ceniza que-
do, o Donde hubo candela, siempre res-
coldo quedo'. — V. Donde hubo fuego, siem-
pre queda rescoldo.
Estar con la candela en la mano.
Estar próximo a morir un enfermo,
estar en las últimas.
{Hay candela? — Allí humea.
Juego de muchachos equivalente al
que en Castilla se conoce con la deno-
minación de las cuatro esquinas. Es pe-
culiar de Andalucía.
Media vida es la candela; pan y vino, la
otra media.
Manifiesta que con lumbre, comida y
bebida se puede vivir bien sin necesi-
dad de más superfluidades.
CANDELARIA. — /^/ la Candelaria se
casan los pájaros.
Alude a que es la época en que sue-
len estar éstos en celo.
Si la Candelaria plora, el invierno ya
esta '/ora. Algunos añaden : y si no plora,
ni dentro ni /ora.
Refrán mestizo de catalán y castella-
no, con el que se da a entender que
cuando llueve por los alrededores del
2 de febrero, se puede asegurar que ya
está casi pasado el invierno. — También
se agrega : si plora o no plora, el invierno
siempre es f ora.
CANDELERA. -Por la Candelera esté
el invierno fuera; si nevó o quiere nevar,
el invierno por pasar. — V. Si la Cande-
laria plora, el invierno ya está f ora.
CANDELERO. — Estar, o poner, a uno en
candelero.
En un puesto, dignidad o ministerio
de grande autoridad. — Estar muy com-
puesta una persona; grave, estirada.
CANDELILLAS. — Hacerle a uno can-
delillas los ojos.
Brillarle éstos mucho a causa de los
CANDIL
CANILLA
vapores del vino o de cualquier otro
alcohol, pasión amorosa, avaricia, etc.—
Como sinónimo se emplea el verbo en-
candilarse.
Muchas candelillas hacen un cirio pas-
cua/.
Muchas veces la repetición de actos
insignificantes suele ser causa de ma-
teria grave, tanto en el buen sentido
como en el malo. — V. Muchos pocos
hacen un mucho.
CANDIL. — A candil muerto todo es prieto.
Enseña que sin un cabal conocimien-
to y luz de las cosas no es posible acer-
tar con ellas. — V. De noche todos los
gatos son pardos.
Candil sin torcida, mujer sin guarida.
Demuestra la triste situación a que
se halla sometida la mujer que no tiene
medios o recursos a que apelar para
librarse de cualquier peligro que le
pueda sobrevenir.
JZn balde quema el candil el obrero rain,
o En vano quemas tu candil, obrero.
Se dice de aquel que se pone a tra-
bajar sin saber ni entender de aquello
que trae entre manos, pues gasta el
tiempo y el aceite en cosa que no ha
de servir de provecho.
Ni buscado con un candil.
Expresa lo pintiparada y oportuna-
mente que sobreviene alguna cosa.
Pescar al candil.
Pescar de noche.
Poder arder en un candil.
Modo de ponderar la actividad o
fuerza de un vino. — También se em-
plea para, en son de censura, ponderar
la agudeza o sagacidad de las personas
y la eficacia o actividad de las cosas. —
Ser un escrito, discurso, etc., demasia-
do fuerte, violento y revolucionario.
{Qué aprovecha candil sin mecha?
Se usa cuando una cosa queda inútil
por falta de los adherentes necesarios.
Adóbame esos candiles.
Expresión con que se censura a al-
guno de que en lo que habla hay dos
términos que implican contradicción.
Al encender de los candiles.
Al anochecer; entre dos luces.
♦CANDIL AZO.— Candilazo al anochecer,
agua al amanecer.
Cuando se observan grandes resplan-
dores al ponerse el sol, suele ser anun-
cio de lluvia al día siguiente.
CANDILETA. — Candileta ha de ser.
Locución proverbial con que se de-
muestra la insistencia y testarudez de
una persona, basada en el aferramiento
de la pobre monja a quien nunca se le
pudo meter en la cabeza las palabras
aquellas con que empieza el salmo 83
en el rezo del Breviario: Quam dilecta
tabernacula lúa, Domine virtutum, etc.,
sino Cam dileta, etc.
CANDILETERO.— Ser un candiletero.
Persona ociosa y entremetida.
CANDILÓN. — Estar uno con el can-
dilón.
Frase usada en algunos hospitales
para dar a entender que se está mu-
riendo un enfermo, basada en que se le
pone un candilón cerca de la cama.
CANDONGO. -Ser un candongo.
Aplícase a la persona que se da maña
para rehuir el trabajo.
CANELA. — .Se/- una cosa canela fina.
Ser muy buena, excelente, exquisita.
CANGALLO. -Ser un cangallo.
Aplícase en Andalucía a la persona
que es sumamente alta y flaca.
CANGILÓN. — Cual el cangilón, tal el
olor.
Según la educación que se ha reci-
bido, así es el comportamiento que se
usa.
Parecer un cangilón de noria.
Dícese de los recipientes, tales como
tazas, jicaras, copas, etc., excesivamen-
te grandes.
CANGREJO. — Andar, o adelantar, o ir,
como el cangrejo.
Ir hacia atrás; retroceder en los estu-
dios, resolución de un asunto, etc.
CANÍBAL. — Ser uno un caníbal.
Ser una persona feroz, cruel, desal-
mada.
CANÍCULO. — Recibir de canículo.
Frase figurada americana, con la que
se da a entender la iniciación burlesca
de un tonto en los misterios de la ma-
sonería.
CANILLA. — Irse como una canilla, o de
canilla.
Padecer excesivo flujo de vientre. —
Hablar sin reflexión cuanto se le ocu-
rre a uno.
CANO
CANTAR
CAJXO.— Estar cano de hacer, o saber, etc.,
alguna cosa.
Hacer mucho tiempo que se está ha-
ciendo, o que se sabe, etc.
CANON. — Estar alguna cosa más mano-
seada que las hojas del canon.
Hallarse ajada y deslucida en fuerza
de ser traída y llevada, como sucede
con las hojas del canon en el misal, pues
mientras las otras no se usan con tanta
frecuencia, y algunas sólo una vez al
año, aquéllas se manejan diariamen-
te.— Aplicado a personas, en especial a
las mujeres, manifiesta que se forma un
concepto desfavorable de ellas.
CANÓNIGA. — Dormir, o echar, la canó-
niga.
Echarse la siesta a mediodía, antes
de comer. — También se dice: Dormir
la siesta borreguera.
La canóniga, buena; pero la cabilda, mala.
Cuéntase de un extranjero que vino
a España hace tiempo con el propósito
de entablar cierto negocio con un Ca-
bildo catedral. Al exponer su proyecto
a cada uno de los canónigos en parti-
cular, todos se le mostraron adictos;
pero llegado el momento de votar, re-
sultó negada su pretensión. Preguntán-
dole después un amigo cómo se expli-
caba semejante fracaso, tan en discor-
dancia con las ofertas que le habían
sido hechas, contestó: «Porque la ca-
nóniga, buena; pero la cabilda, mala ■;
dicho que no tardó en hacerse prover-
bial, y que encuentra su aplicación en
aquellos casos en que el individuo per-
teneciente a una colectividad opina,
aislado, de una manera, y en corpora-
ción, de otra.
CANÓNIGO. — Canónigo del Salvador y
abad de Olivares, todo es aire .
Refrán usado en la provincia de Se-
villa antes de la supresión de estas dos
colegiatas (185 1), aquélla sita en dicha
capital y ésta en la villa del Conde-
Duque, distante 3 leguas de Sevilla,
para expresar que ambos destinos te-
nían más de honorífico que de lucra-
tivo.— Pudo también deber su origen,
por lo menos en la parte relativa al Sal-
vador de Sevilla, a la emulación bastar-
da que suele reinar a veces aun entre
las corporaciones más autorizadas, pues
sabido es la multitud de pleitos que ei
Cabildo catedral le suscitó al colegial,
así como que los canónigos de aquél
llamaban a los de éste monos de imita-
ción.
¿Canónigo de repente y morir en Noche-
buena?... Se le indigesto' la cena.
El que logra prebendas de un modo
impensado, suele disfrutar poco de
ellas.
De canónigo a obispo no hay más que una
pulgada de camino.
Por la buena vida que se dan uno y
otro.
Llevar, o pasar, o tener, una vida de canó-
nigo.
Disfrutar de comodidades; vivir coa
holgura, ocio y regalo.
Proponerse alguno ver lo que dura un ca-
nónigo bien cuidado.
Imitar a los canónigos, dándose bue-
na y regalada vida.
CANONISTA.-Canonista sin Leyes, ara-
dor sin bueyes.
Se pretende dar a entender que así
como el arador no puede labrar bien la
tierra sin la ayuda de los bueyes, tam-
poco podrá salir consumado en el estu-
dio de los Cánones el que no curse y
domine bien el de las Leyes.
Canonista y no legista, no vale una aris-
ta. — V. Canonista sin Leyes, arador sin
bueyes.
CANONIZAR.— Canonizar a alguno.
Calificar de buena a una persona o
cosa, aun cuando no lo sea. — Aprobar
y aplaudir alguna cosa.
CANONJÍA. — Ser alguna cosa una ca-
nonjía.
Ser un empleo de poco o ningún tra-
bajo y bastante provecho.
CANSARSE. — Cuando duermo, canso;
¿qué me haré cuando ando}
Contra los extremadamente poltro-
nes. — Nótese la circunstancia de em-
plearse en este refrán el verbo como
activo, en lugar de ser usado, como
debe ser, en la forma reflexiva.
CANTALETA. —Dar cantaleta.
Dar un chasco, una zumba, etc.
CANTAR. — Cantar alguna cosa.
Descubrir o confesar algún secre-
to. — Anunciar o presagiar algún su-
ceso.
CANTARILLO
i74
CANTONADA
Cantar uno de plano.
Confesar todo lo que se le pregunta
o sabe de algún asunto, sin reserva ni
limitación alguna.
Cantar mal y por fiar .
Dícesede las personas impertinentes
y presumidas que causan molestia re-
pitiendo todo aquello que no saben
hacer.
Ese es otro cantar, o Esos son otros can-
tares.
Indica que no viene a cuento lo que
se dice. — También suele decirse: Esa
es harina de otro costal.
Hacer de alguno el mismo caso que de un
cantar gallego.
No hacer ningún caso de él.
Irse uno, o salirse, cantando bajito.
Retirarse confundido, y mohíno ade-
más, por no poder replicar cosa alguna.
No hav cosa como cantar mal para can-
tar mucho. — V. Cantar mal y porfiar.
Quien canta, sus males espanta.
Recomienda tomar las adversidades
con paciencia, poniendo a mal tiempo,
buena cara.
Quien mal canta, bien le suena.
Pondera el amor propio de los hom-
bres, pues por mal que hagan las cosas,
siempre les parece lo suyo lo mejor. —
V. A ninguno le huelen mal sus pedos, ni
sus hijos le parecen feos.
CANTARILLO. — Cantarillo que mu-
chas veces va al agua, alguna se quiebra. —
V. Tanto va el cántaro a la fuente, etc.
CÁNTARO. — Cántaro roto no sufre re-
miendo.
Porque la materia de que se hacen
los cántaros no es de fácil compostu-
ra. — Aplícase a todo aquello que, por
estar ya hecho, no tiene arreglo.
Entrar, o estar, uno en cántaro.
Entrar, o estar, en suerte para algún
oficio, empleo, etc. — Estar propuesto
o próximo a conseguirlo.
Si da el cántaro en la piedra, o la piedra
en el cántaro, mal para el cántaro.
Recomienda que no se tengan con-
tiendas ni disputas con aquel que más
puede, pues suele salir perdiendo la
parte más débil.
Tanto va el cántaro a la fuente, que deja
el asa o la frente, o que al fin se quiebra.
Enseña a los incautos que se arries-
gan en los negocios, o se exponen a al-
gún peligro, que tarde o temprano se
les malogrará su intento, y que su in-
consideración les causará algún daño. —
Dícese igualmente de los que molestan
de una manera continuada con una pre-
tensión, pues acaban por cansar al so-
licitado, cerrándoseles las puertas de
su casa.
Llover, o echar, o caer, o derramar, etc., a
cántaros.
Abundantemente, con mucha fuerza.
CANTE. — Irle a alguno con el cante.
Con algún chisme, aviso, soplo, etc.
CANTERA. — Armar, o levantar, o mo-
ver, una cantera.
Causar o agravar una lesión o enfer-
medad, ya por impericia, ya por des-
cuido. — V. Armar, etc., polvareda.
Tener una persona cantera.
Tener ingenio, talento, capacidad.
CANTO. — Al canto del gallo.
Al amanecer. — A la media noche,
que es cuando, por lo regular, cantan
los gallos la primera vez. Esta segunda
acepción se usa más en plural.
Ser el canto, o romance, del conde Cla-
ros. — V. Dársele a uno de alguna cosa
lo mismo que de las coplas de Calaínos.
CANTO. — Darse uno con un canto en los
pechos.
Darse por contento del resultado de
un suceso favorable que no se espe-
raba.
Entretanto, llévate ese canto. — V. Mien-
tras descansas, machácame esas granzas.
Menos da un canto. — V. Menos da una
PIEDRA.
Recibir, o tomar, con un canto a los pe-
chos.
Recibir una cosa con mucho gusto y
complacencia.
CANTO LLANO. — Decir una cosa en
canto llano.
Sin ambages ni rodeos; con toda sen
cillez y claridad. — De un modo vulgar
y corriente.
Ser canto llano una cosa.
Ser sencilla y corriente. — No tener
adorno alguno. — No ofrecer ninguna
dificultad.
CANTONADA. — Dar cantonada.
Burlar a una persona, desaparecien-
do al volver de una esquina. — Dejar
CANTOR
i7S —
CAPA
a uno burlado, no haciendo caso de
él. — También se dice en ambas acep-
ciones: Dar esquinazo.
CANTOR.— Cuando el cantor dada, tose y
se demuda.
Zahiere a aquellos a quienes no les
asiste la razón en lo que defienden, y
que, una vez cogidos en renuncio, ape-
lan a mil salidas y evasivas para no de-
clararse vencidos.
Ninguno es tan gran cantor que no se
descuide. — V. El mejor escribano echa
un borrón.
Ser cantor.
Ser loco.
Todo cantor es bebedor.
Porque se le seca la garganta y tiene
que remojarla con frecuencia.
CANTUSADO. — Cátalo cantusado.
Asunto terminado; negocio concluí-
do; pax Chrisii. — Cantusar, que para
la Academia no significa más que enga-
tusar, vale lo mismo que cantar o can-
turriar, como cuando se dice: Cosido jy
cantado, o Coser y cantar. (Véase.)
CAÑA. — Correr poco la caña.
Sacar poca utilidad o provecho de
alguna cosa.
El pescar con caña es oficio de cabrones.
Se refiere a la virtud de la paciencia,
que tanto en unos como en otros tie-
ne que estar bien desarrollada.
El que no bebe caña no vuelve a España.
Alude a que en América, por el cli-
ma, suele ser la gente aficionada al ron
y otras bebidas azucaradas.
Estar, o ser, una caña de pescar.
Ser una persona sumamente alta y
delgada.
Ser uno un caña.
Dícese de la persona astuta, taima-
da, desaprensiva.
La caña ha de ser quebrada antes que
sonada.
Exhorta a la prudencia, reserva y
cautela con que se ha de proceder en
las discusiones domésticas, a fin de que
no trasciendan al público.
Parecer tina caña cascada.
Gozar de poca salud; estar muy que-
brantado.— Tener la voz muy desagra-
dable.
Sacar de una caña de escoba.
Modo denigrante de dar a entender
la facilidad con que se eleva a ciertos
puestos distinguidos a personas indig-
nas de ocuparlos.
Ser uno brava, o buena, o linda, caña de
pescar.
Ser muy astuto o taimado. — Dícese
también simplemente: Ser uno un caña.
Las cañas se vuelven lanzas.
A veces, lo que empieza por ser jue-
go y broma acaba convirtiéndose en
seriedad y disgusto. — Refiérese a los
torneos antiguos, en que el antagonis-
mo de los caballeros que justaban en
los inofensivos juegos de cañas, conver-
tía éstas en armas serias de combate
en no pocas ocasiones.
CAÑAMAZO. — Sobre el mal cañamazo
no se puede bordar primores.
Nadie puede con malos materiales
hacer una cosa de provecho.
CÁÑAMO. — Crujirle a uno el cáñamo.
Darle una azotaina o, cuando menos,
una reprensión severa.
Olerle a uno a cáñamo la garganta.
Merecer la pena de horca. — Correr
gran peligro de que le apliquen dicha
pena.
CAÑAVERAL,.— Kecorrer uno los caña-
verales.
Andar de casa en casa buscando don-
de le den algo.
CAÑAZO. — Darle a uno cañazo.
Dejarle cortado y confundido, por
haberle soltado alguna expresión que
le entristezca o le dé en qué pensar.
CAÑIZAR. — Cañizar y Villarejo, gran
campana y ruin concejo.
Alude a que los pueblos de poca im-
portancia son los que aparentan más.
CAÑO. — Beber del caño. — V. Beber en
buenas fuentes.
CAÑUTO. — Ser un cañuto.
Ser un soplón. — Ir contando lo que
no debe.
CAPA. — Al que te mata so capa, no lo
salves en concejo.
El que solapadamente causa un per-
juicio no debe justificársele en público.
Al que veas con capa de lamparilla por
Navidad, no le preguntes cómo le va.
El andar desabrigado en invierno es
claro indicio de falta de recursos pecu-
niarios.— Dábase antiguamente el nom-
bre de lamparilla a un tejido de lana
CAPA
- 176 —
CAPA
delgado y ligero, de que solían hacerse
mantos las mujeres y capas los hom-
bres para la estación del calor.
Andar, o estar, o presentarse, etc., uno de
capa v gorro.
En traje de confianza, sin etiqueta.
Andar, o ir, uno de capa caída.
Padecer notable decadencia en sus
intereses, fama, salud, energía, etc.
Cada uno hace, o puede hacer, de su capa
un sayo.
Indica la libertad que cada uno tiene
para disponer de lo propio, sin estar
obligado a dar cuentas a nadie.
Capa ruana, tiene mas piojos que lana.
El vestido de la gente pobre suele
coger más inmundicia que proporcio-
nar abrigo.— Ruano significaba antigua-
mente lo callejero, lo que paseaba las
calles.
Co?no la capa del cielo, que todo lo cobija.
Tener gran amplitud para todo.
Debajo de capa vieja muchas veces habita
la sapiencia. — V. Debajo de una mala
capa suele a las veces encontrarse un buen
bebedor.
Debajo de una mala capa suele a las veces
encontrarse un buen bebedor.
Recomienda que no se fíe nadie de
las apariencias.
De esta capa nadie escapa.
Hay ocasiones en que es inútil que-
rer evadirse, porque no se consigue.
Defender a capa y espada a una persona
o cosa.
Defenderla con empeño y gran es-
fuerzo.
Defender uno su capa.
Defender su hacienda, derecho, etc.,
sin consentir que se le defraude en lo
más mínimo.
Dejar la capa en manos de uno.
Huir de él, con alusión al pasaje bí-
blico de José y la mujer de Putifar.
Derribar uno la capa.
Dejarla caer de los hombres a fin de
que le quede a uno el cuerpo libre,
bien para reñir o bien para ayudar a
alguien en alguna maniobra.
De siete capas, como fiesta doble.
Ser muy aparatosa una persona.
De so capa.
Hacer alguna cosa secretamente y
con soborno.
Donde perdiste la capa, ahí la cata, o la
halla, o Donde se pierde la capa se debe
ir a buscarla.
No se debe desfallecer cuando hay
alguna pérdida en los bienes de fortuna
o en cualquier otro negocio, pues pue
den reponerse trabajando de nuevo.
Echar la capa al toro.
Aventurar algo para evitar mayor
daño o conseguir algún fin. — Covarru-
bias concreta la definición diciendo :
«Vale, moralinente, aventurar a perder
la hacienda por salvar la vida. Es muy
ordinario, si el toro va en los alcances
de alguno, echarle la capa para que se
cebe en ella, y a veces, cuando la deja.,
queda hecha tiras», etc.
Echarle la capa a uno o a algo.
Ocultar sus defectos; favorecerlo,
protegerlo.
El que quiere la capa del amigo, no es
amigo.
Demuestra que el que verdadera-
mente tiene amistad con una perso-
na, no debe ser con ésta ni egoísta ni
abusivo.
El que tiene capa, escapa.
Aquel que cuenta con medios ade-
cuados o tiene quien le ampare, es el
que logra salir de cualquier conflicto
que se le presente.
Guardar uno su capa. — V. Defender uno-
su CAPA.
Esperar, o estar, o estarse, o mantenerse,.
o quedarse, etc., a la capa.
Estar en observación o acecho aguar-
dando a que llegue el tiempo opor-
tuno de conseguir lo que se preten-
de o desea. Es locución tomada de la
Náutica.
Ir de capa rota una persona.
Aquella a quien se envía disimulada-
mente para ejecutar algún negocio de
consideración.
Ir una cosa de capa caída.
Ir cayendo en desuso, como sucede
con las modas. — Ir cediendo de su in-
tensidad, como ocurre con una epide-
mia, etc.
La capa todo lo tapa.
Como prenda talar que es, se puede
encubrir con ella cualquiera imperfec-
ción que tenga la ropa que se lleva
debajo.
CAPA
— 177
CAPA
La mayor discreción es poner la capa como
viniere el viento.
Demuestra lo conveniente que es
amoldarse a las circunstancias y, como
también suele decirse, tomar el tiempo
como, o conforme, viene.
Más cumplido que capa de coro.
Se dice del que es muy ceremonio-
so. — V. Ser más cumplido que una bas-
quina.
-Ni por calor te dejes la capa, ni por harto
la merienda.
Aconseja al que va a emprender un
viaje, porque podrá tener necesidad de
abrigo o de alimento en medio de su
excursión.
JVo salir de capa, o de paño de raja.
Refiérese dicha frase a que como
quiera que antiguamente raja era una
clase de paño basto y de baja estofa, so-
lamente la usaba la gente pobre en sus
prendas de vestir, equivaliendo, por
tanto, a no salir de la miseria.
No tener más que la capa en el hombro.
Estar muy pobre, sin tener oficio ni
patrimonio de que poder mantenerse.
Parecerse una cosa a la capa del estu-
diante.
Dice un cantar:
La capa del estudiante
parece un jardín de flores,
toda llena de remiendos
de diferentes colores.
De aquí que se aplique a las pren-
das que están muy zurcidas y remen-
dadas.
Pasear uno la capa.
Salir de casa únicamente por distrac-
ción o esparcimiento.
Quitarle a uno la capa.
Despojarle de lo que posee, hacién-
dolo de un modo más o menos subrep-
ticio.— Equivale, en buenos términos, a
robar, como cuando se cobra una cuen-
ta exorbitante por un artículo de tien-
das, o a título de derechos se exige por
alguna dependencia u oficina una suma
concusionaria, etc.
Sacar uno la, o su, capa.
Justificarse de algún cargo, satisfacer
a alguna reconvención, responder a al-
gún argumento, cuando parecía que no
le quedaba recurso o defensa de nin-
guna especie.
Salir la capa de entre la colada.
Escapar a la fiscalización de alguno.
Ser de capa de coro.
Se dice de lo que es muy amplio o
acomodaticio.
Ser una cosa de capa y espada.
Sencilla, lisa, llana, corriente. — Así,
para manifestar Calderón en su come-
dia Peor está que estaba (jornada terce-
ra) que cierto criado que andaba bus-
cando, por orden de su amo, a una
mujer huida, no quería andarse en me-
táforas ni rodeos, sino hablar con toda
claridad y lisura, pone en su boca es-
tas palabras:
«Ando en las selvas de Amor
a lo de escudero andante,
siguiendo embozado un Sol;
y, hablando en capa y espada,
aquí busco a la mayor
invencionera de Europa. >
Esto se halla totalmente conforme
con lo que quiere decir comedia de capa
y espada, lo cual no envuelve el concep-
to de nobleza, grandeza o rango elevado
que muchos erróneamente le atribu-
yen, sino, por el contrario, la idea de lo
que se podría llamar el estado llano,
o clase media en la actualidad, y aun
algunos cuantos escalones más abajo,
dado que por aquel entonces la capa y
la espada formaban parte esencial del
traje de quien presumía valer algo,
aunque fuera mancebo de barbero o
pinche de cocina, a la manera que el
tratamiento de don se ha generalizado
en España desde el siglo pasado a acá,
hasta el punto de usarse en obsequio
de muchos que llevan capas y navajas,
oque traen éstas para llevarse aquéllas.
Sobre mi la capa cuando llueva.
Indica que cuando se avecina un pe-
ligro conviene tener medios de evi-
tarlo.
Soltar uno la capa.
Desasirse de aquello que le emba-
raza o estorba, a fin de poder obrar
más pronta y libremente.
Tirarle a uno de la capa.
Advertirle con cierto disimulo de
algún mal, defecto, inconveniente, pe-
ligro, etc., para que no caiga en él.
Una buena capa iodo lo tapa.
Una buena apariencia puede encu-
12
CAPARROTA
- 178 -
CAPILLA
brir muchas faltas. — Un buen protec-
tor puede servir de mucho en los lan-
ces apurados.
Andar las capas por el suelo.
Haber grandes disputas, contiendas
y reyertas.
CAPARROTA. — Se arregló lo de Capa-
rrota... (Y lo ahorcaron.)
Bien o mal, tuerto o derecho, todo
tiene solución en este mundo, como
sucedió con el tristemente célebre fa-
cineroso de ese nombre, cuyas fecho-
rías terminaron en el palo.
Ser más conocido que Caparrota.
Aplícase a las personas que tienen
muchas amistades, hasta el punto de
que cuando salen a la calle es raro que
no saluden o se paren a hablar con
cuantos encuentran en su camino.
CAPAZ. — Ser capaz de pegar un susto al
miedo.
Frase con que se exagera la fealdad
de una persona.
CAPAZOS. — Acabar, o salir, a capazos.
Salir riñendo o alborotando los indi-
viduos de una reunión, por falta de
conformidad en sus pareceres.
CAPEAR.— Capear a uno.
Entretenerle con engaños y evasivas.
CAPERUZA. — Dar en caperuza a uno.
V. Darle en la cabeza a uno.
Echar caperuzas, o guindas, a la tarasca.
Dícese casi siempre en forma impe-
rativa, aludiendo a las personas que no
se ven nunca hartas de comer. — Pre-
tender alcanzar algún imposible, es de-
cir, perder el tiempo. — Tiene su origen
esta frase en una fiesta antigua madri-
leña. El día del Corpus, precediendo a
los carros en que habían de represen-
tarse los autos sacramentales, saca-
ban procesionalmente un monstruo de
cartón pintado, en figura de dragón, de
cuello largo y movedizo, cuyos porta-
dores, escondidos en el interior, le ha-
cían abrir una boca desmesuradamente
grande, con la cual arrebataba a los
que estaban descuidados los sombre-
ros y caperuzas, que se tragaba, con
gran algazara de los que, estando en el
secreto, se ponían en cobro a tiempo,
pues inútil es decir que las víctimas
escogidas eran, generalmente, los pa-
letos que de los pueblos comarcanos
venían a presenciar las fiestas inocen-
temente, sin suponer el peligro que
sus monteras o caperuzas corrían. Los
muchachos le echaban por la boca ce-
rezas y guindas, cosa que, naturalmen-
te, agradecían los que iban dentro. La
tarasca llevaba sobre el lomo una figu-
rilla de mujer (que decían era Ana Bole-
na), lujosamente vestida por los mejo-
res sastres y modistas matritenses, que
implantaban así la moda de primavera,
pues los elegantes de la época acudían
al paso de la carrera sólo por ser los
primeros en copiar las novedades ex-
hibidas por el maniquí.
Ser como las caperuzas de Sancho.
Dícese de todo aquello de que se
quiere sacar mucho partido o exten-
derlo demasiado, aludiendo al pleito
sentenciado por Sancho Panza (Quijote,
parte segunda, cap. XLV) entre el sas-
tre y el labrador, de todos conocido.
CAPIGORRISTA.— £Vr un capigorris-
ta, o capigorrón.
Persona ociosa y vagabunda.
CAPILLA.— Estar uno en capilla.
Estar esperando algún negocio o pre-
tensión con suma ansia, y a la vez con
cierto temor de no salir airoso de él. —
Estar próximo a verificar algún acto
público, tal como exámenes, oposicio-
nes, casarse, etc.
Haber pasado uno por la capilla de Santa
Bárbara.
Haber recibido la borla de doctor
por la Universidad de Salamanca. —
Alude a que antiguamente hacían los
graduandos para el doctorado sus ejer-
cicios de prueba en la capilla que, de-
dicada a aquella ilustre heroína del
cristianismo, existe en la catedral an-
tigua de dicha ciudad.
Mejor olla la capilla de San Diego.
Dícese de todo aquello que huele
mal, aludiendo al buen olor natural que
exhalan los venerandos restos de San
Diego de Alcalá, existentes hoy en la
magistral de dicha ciudad. San Diego
era natural de San Juan del Puerto,
villa de Andalucía perteneciente al ar-
zobispado de Sevilla; y si se le denomi-
na de Alcalá, es poique allí murió, des-
pués de haber vivido trece años en el
convento de su Orden, y distinguídose
CAPILLO
179
CAPOTE
por las muchas obras de caridad y mi-
lagros que realizó en aquella localidad.
No quiero, no quiero, mas echádmelo en la
capilla, o en el capelo, o en el capiello,
o en el sombrero.
Alude a este refrán D. Quijote cuan-
do, entre otros consejos que dio a San-
cho antes de partirse para la ínsula Ba-
rataría, le dice : «Si acaso enviudases
— cosa que puede suceder — y con el
cargo mejorares de consorte, no la to-
mes tal que te sirva de anzuelo y de
caña de pescar, y del no quiero de tu ca-
pilla; porque en verdad te digo que de
todo aquello que la mujer del juez re-
cibiere ha de dar cuenta el marido en
la residencia universal, donde pagará
con el cuatrotanto en la muerte las par-
tidas de que no se hubiere hecho car-
go en la vida.»
CAPILLO. — Lo que en el capillo se toma,
con la mortaja se deja. — V. Lo que entra
con el capillo sale con la mortaja, o sólo
se va con el cerquillo.
Lo que entra con el capillo sale con la
mortaja, o sólo se va con el cerquillo.
Indica que las costumbres adquiridas
en la niñez, sean buenas o malas, sola-
mente se pierden con la vida.
No le quiero ni le pido, mas échamelo en el
capillo. — V. No quiero, no quiero, mas
echádmelo en el sombrero.
CAPIROTE. — ¡Capirote sobre el ojo!...
Más vale comer grama y abrojo. — Véase
Más vale comer grama y abrojo que traer
capirote en el ojo.
Ser de capirote. — V. Ser tonto de capi-
rote.
CAPITÁN. — Por donde va el capitán, van
los soldados.
Los subordinados suelen imitar la
conducta que les marcan sus jefes.
Suele el capitán con sus soldados hacer,
con dos odios, quince.— • V '. Quien manda,
manda, y cartuchera en el canon.
CAPÍTULO. - Capítulo de otra cosa.
Manera de terminar una conversa-
ción, enojosa generalmente, para ha-
blar de otro asunto.
Capítulo catorceno, u onceno: comiste mor-
cilla, cagaste moreno.
Confesamos ingenuamente que no co-
nocemos el origen de esta frase popu-
lar, empleada familiarmente al llegar,
en la lectura, al capítulo once o catorce
de una obra, y menos qué relación haya
entre la premisa, llamémosla así, y la
consecuencia sacada al final. Sabemos
que el color de las deyecciones es de-
bido a la clase de alimentación; pero
unir ambas cosas sólo por el afán del
sonsonete no es explicable.
Ganar, o perder, capítulo.
Conseguir, o perder, lo que se pre-
tendía o disputaba entre varios.
CAPÓN. — Al capón que se hace gallo, azo-
tallo.
Quiere decir que al que obra contra
lo que debe y es propio de su estado y
condición, merece que se le castigue.
A quien te da el capón, dale la pierna y el
alón, o A quien te diere un capón, dale
un alón.
Recomienda que seamos agradecidos
a los que nos hacen algún beneficio.
A quien te diere un capón, suéltale dos.
A aquel que te diere un palo, un pun-
tapié, etc., respóndele tú con cantidad
doble. No es muy evangélico, pero es
muy positivo.
Capón de ocho meses, para mesa de reyes.
Indica ser ésta la mejor edad del ave
citada para comerla.
Dar a uno un capón.
Darle a uno un golpe en la cabeza
con el nudillo del dedo cordial.
Engargantar como a capones en ceba-
dero.
Atracar a uno de comida, a semejan-
za de lo que se hace con dichos anima-
litos para que estén gordos.
No hay cosa partida con capones y lon-
ganizas.
Por lo regular, no se hace partici-
pante a otro de aquello que más nos
gusta o de que no tenemos abundancia.
Valen mas dos capones que dos buenas
razones. — V. Más jale pájaro en /natío
que ciento volando.
CAPOTE. — Dar capote a uno.
Dejarle sus compañeros sin comer
por haber llegado tarde. - Proceder a
ejecutar alguna tarea sin aguardar a la
persona que se esperaba para tornar
parte en eila. — Dejarle corrido y sin
tener qué coatestar en algún asunto.
Decir ¡ara su capote. — V. Decir para su
colíito, o Decir para su sayo.
CAPOTEAR
— 1 8o —
CARA
Echar un capote.
Intervenir en algún asunto para evi-
tar un daño. — Ayudar a conseguir lo
que otro pretende.
Estar con el capote al brazo.
Hallarse preparado para intervenir
en alguna cuestión para resolverla, so-
lucionarla o inclinarla del lado que se
desea.
Tener uno capote.
Demostrar ceño una persona a causa
del enfado o enojo que siente.
CAPOTEAR. — Capotear a uno.
Traerle entretenido en cualquier ma-
teria o negocio, engañándolo y burlán-
dose de él. — Evadir mañosamente cual-
quier compromiso o dificultad.
CAPUANA.— Darle a uno una capuana.
Zurrarle, vapulearle, darle una pa-
liza.
CAPUCHINO. -; Ya escampa!... (Y llovían
capuchinos de bronce.)
Dícese cuando se oyen decir muchos
disparates seguidos.
CARA. — Andar con la cara descubierta.
Aquel que obra bien, puede ir por
todas partes sin recelo ni temor de que
nadie le ofenda.
Buena cara y pocos anos es un riquísimo
juro.
Pondera el mérito y valor que tie-
nen la hermosura y los pocos años en
una mujer.
Cara a cara se mata.
Expresa que los actos deben ejecu-
tarse noblemente y no con doblez ni
solapadamente.
Cara a cara, vergüenza se cata.
Da a entender que en presencia de
una persona no se le dice cara a cara
lo que se habla sin reparo a sus espal-
das, o que se niega con alguna dificul-
tad lo que se pide frente a frente.
Cara de beato y uñas de gato.
Satiriza a los hipócritas, pues con su
aspecto placentero engañan, en tanto
que sus actos son contrarios a lo que
representan. — En lugar de cara dicen
otros cuentas.
Cara sin dientes hace muertos a los vi-
vientes.
Como la falta de dentadura reduce o
contrae notablemente la parte del ros-
tro que media desde los pómulos a la
barba, de ahí que semejante circuns-
tancia presente a la vista no poco pa-
recido con el semblante de un difunto.
Caérsele a uno la cara de vergüenza.
Sufrir rubor por haber incurrido en
alguna mala nota.
Cruzarle a uno la cara.
Darle una bofetada. — Darle con un
látigo, correa o cosa semejante.
Dar la cara.
Mostrarse al descubierto una perso-
na. - Declararse parte activa o respon-
sable en algún negocio.
Dar, o hacer, algo a una persona por sil
buena, o bella, o linda, cara.
Concederle algo gratuitamente por
simpatía. Usase más comúnmente en
forma negativa.
Darle a uno en cara.
Reconvenirle, afeándole alguna cosa.
Donde no te llamen no te metas, cara de
bacineta.
Aplícase a la persona entremetida.
Echar a cara v cruz una cosa.
Dejarla a la casualidad, o echarla a
suertes, con referencia al juego que
tienen los muchachos con una moneda
que tiran por alto, apostando uno a que,
al caer al suelo, quedará hacia arriba la
cara o busto, y otro a que quedará la
cruz o escudo.
Echar en cara, o en la cara, o ala cara,
a uno alguna cosa.
Decirle sus defectos. — Recordarle
algún beneficio que se le ha hecho.
Echarse uno a la cara alguna persona o
cosa.
Encontrarse de manos a boca; topar
con ella.
En ¿a cara está la edad.
Aun cuando no sea en absoluto cier-
to, como quiera que hay personas de
rostro aniñado, bien natural, bien por
el afeite, particularmente en el bello
sexo, empléase esta frase como una de
tantas galanterías propias del caballe-
ro bien educado.
En la cara se le conoce, o Lo cara se lo
dice.
Frase con que se demuestra la con-
formidad que suele haber entre las in-
clinaciones o costumbres de una per-
sona y su semblante. Aplícase, por lo
regular, en mal sentido.
CARA
CARA
Escupir a uno a, o en, la cara.
Burlarse de él en su presencia; me-
nospreciarlo altamente.
Eso, y la cara de Dios está en Jaén.
Locución familiar con que se pone
en duda la proposición que se acaba
de escuchar.
Estarle a uno mirando a la cara.
Poner gran cuidado y esmero en
complacer a una persona, y a veces
adelantarse en sus deseos.
Guardar uno la cara.
Ocultarse o esconderse de una per-
sona, procurando no ser visto ni cono-
cido. — No dar su nombre a conocer,
para guardar el incógnito.
Hacer cara.
Oponerse, resistir, hacer frente a una
cosa. — Condescender, dar oídos a lo
que se propone.
Huir la cara.
Evitar el trato, amistad o contacto
con alguna persona.
Irse a ver la cara a Dios sin ayuda de
médico ni boticario.
Morir de muerte violenta.
La cara es el espejo del alma. — V. El bien,
o el mal, a la cara sal, o sale.
Lavar la cara a un negro es perder el
tiempo.
Empléase para significar que es in-
útil luchar contra lo imposible.
Lavarle a uno la cara.
Adularle, lisonjearle.
Lavarle la cara a una cosa.
Limpiarla, pulirla, asearla.
Mírame esta cara, o AI ir ame la cara.
Expresión con que se demuestra a
uno que no tiene conocido el mérito y
circunstancias de la persona con quien
está hablando.
No conocerle la cara al miedo, o a la ne-
cesidad, o a la vergüenza.
Ser persona valiente, de posibles o
desaprensiva, según loscasos indicados.
No haberle visto la cara al enemigo.
Se dice del militar que no se ha ha-
llado en ninguna acción de guerra.
No hay cosa más cara que la que se co?npra
por ruegos.
Pues si se consigue, obliga a la recí-
proca, o por lo menos a estar agrade-
cido toda la vida, si no se quiere pasar
por ingrato.
No mirarle a uno la cara, o a la cara.
Tener enfado o enojo con él.
No saber uno dónde tiene la cara.
Denota la incapacidad e ignorancia
de algunas personas en sus respectivos
empleos o asuntos.
No tener a quien volver la cara.
Lo califica la Academia de refrán, y
remite su explicación a No tener donde
volver la cabeza, que califica de frase
metafórica. — Significa encontrarse des-
valido o falto de protección.
No volver la cara atrás.
Proseguir con tesón y constancia
aquello que se ha empezado.
Parecer, o ser, o tener, uno cara de hurón.
Aplícase al hombre que descubre y
averigua mañosamente todo lo escon-
dido y secreto, con alusión al hurón
cuando entra en las madrigueras de los
conejos para cazarlos. — También se
aplica, y quizá más comúnmente, a la
persona mohína o a la que huye del
trato de las gentes.
Por mi, o ttí, o su, bella, o linda, cara.
Solicitar, intentar una persona algu-
na cosa sin tener mérito ni proporción
para conseguirla.
¡Qué buena cara tiene mi padre el día que
no hurta!
Se dice de los que muestran en el
semblante los sentimientos de su áni-
mo, especialmente los que no son la
causa de ellos.
Quitarle a uno la cara.
Abofetearlo.
Sacar la carador uno.
Salir a su defensa.
Salirle a uno a la cara alguna cosa.
Mostrarse y conocerse en el sem-
blante las señales de aquello de que
se trata. - Tener que sentir por haber
hecho o dicho algo.
Saltar a la cara.
Contestar uno a los avisos o repren-
siones con acento de ira y descompos-
tura.— Ser una cosa cierta, evidente y
palpable.
Tener cara apedreada, o empedrada, o de
rallo.
Tener el rostro lleno de hoyos a cau-
sa de haber tenido viruelas.
Tener cara con dos haces.
Dícese de la persona que delante de
CARA
— 182 —
CARABINA
uno dice una cosa y a sus espaldas dice
otra.
Tener cara de acelga.
Aplícase a la persona cuyo color del
rostro es verdinegro.
Tener cara de Aranjuez.
Refrán circunstancial usado en el
siglo xviii con motivo de unas tercia-
nas que se desarrollaron en Aranjuez,
caracterizadas por la inapetencia, vien-
tre abultado, dureza en el bazo, somno-
lencia, color cetrino del rostro, etc.,
aplicándose a los que presentaban esta
última circunstancia. Como dato curio-
so añadiremos que el médico catalán
D. José Alsinet de Cortada dio al traste
con esta enfermedad en poco tiempo,
utilizando solamente la quina.
Tener cara de bragueta.
Seria; poco amiga de risa o de bro-
mas.
Tener cara de corcho.
Ser un desvergonzado.
Tener cara de dómine. — V. Tener cara de
focos amigos, o de vinagre.
Tener cara de gualda.
Estar sumamente pálido.
Tener cara de juez, o de justo juez. — Véa-
se Tener cara de pocos amigos, o de vi-
nagre.
Tener cara de Longinos, o de hereje.
Aplícase a la persona mal encarada
y de feo y horrible aspecto.
Tener cara de pandero.
Aplícase a los que tienen el rostro
redondo y el aspecto abobado.
Tener cara de pascua, o de aleluya, o de
risa.
Dícese de los que siempre se están
riendo, mostrando la satisfacción en el
semblante.
Tener cara de pocos amigos, o de vinagre.
Califica a la persona seria, adusta y
poco risueña, más propia para imponer
temor y respeto que confianza y sim-
patía.
Tener cara de quijote.
Manifestar adustez y severidad en el
semblante.
Tener cara de viernes, o de vigilia.
Macilenta, triste, desapacible, propia
del que, no habiendo hecho una comi-
da fuerte, siente desmayo en el estó-
mago por falta de alimentación.
Tener la cara como una fnanzana de Nd-
jera.
Alude a lo hermosas que son estas
frutas, criadas en las huertas riojanas,
a una de cuyas provincias, Logroño,
pertenece el punto citado.
Tener la cara parada como Juanillo el
tonto. — V. Tener cara de pandero.
Tener uno cara de vaqueta.
Tener semblante adusto. — También
se dice de la persona que no tiene ver-
güenza, que lo mismo le da que le in-
jurien o que la cojan en alguna menti-
ra o renuncio.
Terciarle a uno la cara.
Cortársela, cruzársela o herírsela de
filo, para que quede afrentado y seña-
lado de una manera ignominiosa.
/ Vaya una cara, que de balde es cara!
Motéjase a alguna persona de fea,
jugando del equívoco cara, rostro, y
caro, subido de precio.
Volver a la cara las palabras, o las inju-
rias.
Responder en los mismos términos
al que le dirige a uno burlas, insul-
tos, etc.
Volver a la cara una cosa.
No admitirla; rechazarla o devolverla
con ademán despreciativo.
Hacer a dos caras.
Proceder con falsía y doblez.
Ser persona de, o tener, dos caras. — Véa-
se Tener cara con dos haces.
Tiene tres caras el me'dico : de ho?nbre, de
ángel y de diablo.
El insigne Mateo Alemán explica este
dicho en la siguiente forma : «De hom-
bre, cuando le vemos y no le habernos
menester; de ángel, cuando del tene-
mos necesidad, y de diablo, cuando se
acaban a un tiempo la enfermedad y la
bolsa, y él, por su interés, persevera
en visitar.»
Verse las caras.
Avistarse una persona con otra para
manifestarle vivamente su resentimien-
to o enojo, o bien para reñir con ella. —
Contender con otra persona para ver
quién puede más, sobresale en algo, et-
cétera.
CARABINA. — Es lo mismo que, o vale
tanto como, la carabina de Ambrosio.
Algunos añaden : colgada de un clavo; y
CARACOL
- 183 -
CARBÓN.
otros: cargada de cañamones y sin pól-
vora.
Locución con que se manifiesta que
:una persona o cosa es de todo punto
inútil. — Quién fuera este Ambrosio no
-es asunto fácil de adivinar.
CARACOL. — El buen caracol quitóse de
enojos trocando por cuernos un dia sus
ojos.
Censura en particular a los maridos
pacientes, y en general a aquellas per-
sonas que hacen la vista gorda sobre
ciertos abusos que no debieran tolerar.
No hay caracol que no tenga comba.
Todo hombre tiene su lado flaco o
su punto vulnerable.
No importarle, o no darle, a uno, o no
valer, un caracol, o dos caracoles.
Denota el desprecio que se hace de
una cosa, o la poca estimación que en
sí tiene.
Hacer caracoles.
Dar vueltas de un sitio a otro sin
rumbo fijo.
-Los caracoles vacíos hacen mds ruido que
los llenos.
Acredita que cuanto más ruines son
las personas, por lo regular suelen ser
más fantasmonas, exigentes e impor-
tunas.
Quien come caracoles en abril, apareje
cera y pabil, o prepárese a morir.
Indica lo nocivo que es dicho alimen-
to en la época citada.
.Tras caracoles, setas, higos, hongos y pe-
ras, agua no bebas, sino vino; y que sea
tanto, que caracoles, setas, higos, hon-
gos y peras anden nadando.
Este refrán se explica por sí solo,
pues ya se ve que tras esta clase de
comida el beber agua produciría cóli-
co o acaso la muerte.
CARAMBOLA.— A carambola errada,
taco en guardia.
Refrán de uso corriente entre los
jugadores de billar, para significar que
la carambola que ha salido fallida suele
ser causa de que gane la jugada inme-
diata el contrario.
Acertar una cosa por carambola. — Véa-
se Acertar por chamba.
Hacer carambola.
Tropezar violentamente dos o más
personas o cosas.
CARAMELO. — Dulce como el carame-
lo.— V. Ser más dulce que un cara-
melo.
Estar en pmito de caramelo.
Hallarse una cosa en condiciones para
ser utilizada.
Ser más dulce que un caramelo.
Ser sumamente afable, si se trata de
personas, y extremadamente dulce, si
de manjares.
CARAMILLO. — Armar, o levantar, un
caramillo, o caramillos.
Inventar chismes, enredos o menti-
ras, con los cuales suele salir perjudi-
cada una persona.
CARANTAMAULA. — &/ un caranta-
maula.
Aplícase a la persona mal encarada.
CARANTOÑA. — Ser un carantoña. —
V. Ser un carantamaula.
Hacerle a uno carantoñas.
Halagarlo, acariciarlo, a fin de con-
seguir aquello que se pretende y se
desea.
CARAVA. — Quien no va a carava no sabe
nada.
Para saber y aprender es necesario
tratar con las personas. — Llamábase
antes carava la reunión que hacían los
labradores los días de fiesta para ha-
blar y recrearse.
CARAVANA. — Correr, o hacer, cara-
vanas, o las caravanas.
Practicar las diligencias convenien-
tes para el logro de algún negocio.
CARAY. — ¡Caray con la gente e Cáisl
Exclamación basada seguramente en
el sonsonete, pues no comprendemos
la relación que haya entre los gadita-
nos y el suceso que la promueva, toda
vez que la hemos oído infinidad de ve-
ces y aplicada siempre a distintos casos
en que no intervenía para nada, ni aun
remotamente, ningún natural de la bella
provincia andaluza.
CARBÓN. — £7 carbón que ha sido brasa,
con poca lumbre se enciende.
Acredita que donde no ha desapa-
recido un germen cualquiera, fácil y
prontamente retoña, una vez presenta-
da la ocasión favorable, aquella circuns-
tancia que no se extinguió por comple-
to. Lo mismo se toma en bueno que en
mal sentido.
CARBONERO
CARDO
Esiar hecho un carbón.
Aplícase tanto a las personas como
a las cosas que se han tostado o enne-
grecido, ya al sol, ya a la lumbre.
Ni carbón ni leña no compres cuando hiela.
Aconseja que las cosas se han de ha-
cer y tratar en tiempo oportuno, pues
fuera de ello o son inútiles o salen más
costosas.
/Se acabó el carbón!
Frase empleada para indicar que se
da por terminada una conversación,
disputa, materia, etc.
¿ Tornáronse carbones? Dichas son de
hombres.
Da a entender la insubsistencia y ca-
ducidad de las felicidades y bienes de
los hombres, que desaparecen muchas
veces antes de lograrlos.
CARBONERO. — De carbonero muda-
rás, pero de ladrón no saldrás.
Denota la mala fama de éstos, por-
que por lo general son amigos de ren-
dir culto a Caco.
CARCAMAL. — Ser un carcamal.
Aplícase a los viejos, generalmente
ligeros de cascos.
CARCAÑALES. —No lo ha de los carca-
ñales, o No lo ha sino de los cascos.
No tener juicio, talento ni capacidad.
CARCHE. — Cuando el Carche se enca-
pota, o llueve mucho, o no cae gota.
Refrán meteorológico, que se refiere
al monte así llamado, en términos de
Tobarra, provincia de Albacete.
CARDA. — Darle a uno u?ia carda.
Amonestarle, reprenderle desabrida-
mente.
Suave como una carda.
Dícese irónicamente de todo lo que
es áspero al tacto o desagradable al
oído.
CARDENAL. — El cardenal Borromeo
no deja descansar ni a los vivos ni a los
muertos.
Dicho fundado en que San Carlos
Borromeo no sólo era celoso en el cum-
plimiento de su deber por parte de los
fieles todos, sino que dudando en cier-
ta ocasión, con motivo de santa visita
que hizo a Liano en 1580, de la vera-
cidad de unas reliquias encerradas en
un sepulcro, a las que los fieles tri-
butaban fervoroso culto, una vez con-
vencido de su falsedad, las mandó en-
terrar en una gran fosa, evitando así la
superstición de aquellas buenas gen-
tes. (Véase la Disertación teológico-canó-
nica, en la que se trata de las reliquias de
los santos, etc., por D. Francisco Con-
que, Madrid, D. Jerónimo Ortega, 1798,
_ pág. 319.)
CÁRDENAS. — Cárdenas y el cardenal,
y Chacón y fray Mortero, traen la corte
al retortero.
Refrán histórico, cuyo origen es como
sigue:
El famoso D. Gutierre de Cárdenas,
factótum de los Reyes Católicos, com-
partía su valimiento en la corte de aque-
llos príncipes con el cardenal D. Pedro
González de Mendoza, quien favoreció
el establecimiento de la Inquisición en
España; con D. Juan Chacón, adelan-
tado de Murcia, contador mayor de
Castilla y mayordomo del rey, y con
Fr. Alonso de Burgos, obispo de Pa-
tencia, confesor del monarca y funda-
dor del Colegio de San Gregorio, en-
Valladolid; y como quiera que no pocas,
veces anduvieron discordes en sus pa-
receres (que a eso conducen las ambi-
ciones), de ahí que entre todos ellos
trajesen revuelta a la nación.
YA fray Mortero del dicho popular es-
apodo con que se conocía en aqueL
tiempo al obispo Fr. Alonso de Bur-
gos, ya por ser natural del Valle de
Mortera, ya por lo horroroso de su fiso-
nomía y mal pergeñado de su cuerpo,
según cuenta la Historia. Tal vez aluda
a esta última circunstancia el letrero
Opéribus cre'dite que figura en su sun-
tuoso sepulcro (obra atribuida a Alonso
Berruguete), como queriendo decir: No
os fiéis de apariencias; atended sólo a las
obras.
CARDILLO. - El cardillo me lo ha di-
cho. — V. Lo ha dicho el escardillo.
CARDITO. — / Quita, cardito, que pin-
chas!
Manera de negarse a condescender
con alguna pretensión, o a oír lo que
se dice y tenemos por apócrifo.
CARDO. — Ser más áspero que un cardo»
o que un cardo setero, o borriquero.
Expresión con que se califica a una
persona de adusta y desabrida.
CARDONA
- 185
CARGAR
Corta cardos en abril, y de cada uno te
saldrán mil.
Advierte que el escardado de las tie-
rras debe hacerse antes de esa fecha
para que sea provechoso.
CARDONA. —Más listo que Cardona.
Alude al vizconde de este título, que,
aterrorizado cuando su grande amigo
el infante D. Fernando fué mandado
matar en 1363 por el rey su hermano,
huyó precipitadamente desde Caste-
llón a Cardona, pasando el Ebro por
Amposta.
CARECER. — Si quieres que te diga de lo
que careces, dime de lo que blasonas.
Aconseja que se oigan con preven-
ción las alabanzas o virtudes que se
atribuyen a una persona, pues por lo
regular sale todo lo contrario de aque-
llo que se pondera.
CARENA. — Dar a uno carena.
Darle matraca; burlarse de él, chas-
quearle.
CARETA. — Quitarle a uno la careta.
Descubrir sus malos pensamientos o
actos, haciéndolos ver tal cual son, y
no como el interesado los quiere pre-
sentar.
Quitarse la careta.
Hablar con claridad, sin circunlo-
quios ni perífrasis, como quien está
cansado de aguantar y sufrir farsas, ve-
jaciones, etc.
CARGA. — A carga cerrada.
Sin reflexión, consideración ni exa-
men; a bulto. — A un tiempo, de una
vez.
Acodillar uno con la carga.
No poder cumplir con la obligación
aneja a su empleo.
Alzarse uno con la carga.
Tomar voluntariamente alguna obli-
gación, empeño o cargo
¿A, o por, o sobre, qué carga de agua? —
V. ¿Por qué regla de tres?
Cada cual ha de llevar su carga.
Expresa que cada uno debe tomar
sobre sí el cuidado de alguna cosa.
Darle a uno una carga cerrada.
Reprenderle ásperamente.
Ecliar uno la carga de si.
Quitarse de encima algún gravamen
o cuidado más o menos molesto y com-
prometido.
Echarle uno la carga a otro.
Procurar que otro desempeñe la par-
te más pesada de una obligación o
cargo.
Echarse uno co?i la carga.
Enfadarse y abandonarlo todo.
Gran carga es la de la carreta, y mayor-
la de quien tiene cargo de ella.
La responsabilidad y desvelos que
pesan sobre los superiores, exceden
con mucho al trabajo y fatigas que pue-
dan aquejar a los que están sometidos
a ellos.
No hay carga más pesada que la mujer
liviana.
Se entiende para el pobre marido a
quien ha cabido la desgracia de trope-
zar con una mujer ligera de cascos.
No hay carga ?nds pesada que tener la con-
ciencia cargada.
El que ha cometido alguna mala
acción, está siempre bajo el peso del
remordimiento.
No mata la carga, sino la sobrecarga.
Enseña que el abuso, y no el uso, es
la causa del fin desgraciado que sufren
algunas personas o cosas.
Quien monta con carga, mata al asno y a
la albarda. — V. No mata la carga, sino
la sobrecarga.
Sentársele a uno la carga.
Hacerse gravosa y molesta la obli-
gación o empeño que uno ha tomado
sobre sí.
Soltar uno la carga.
Apartarse voluntariamente de la obli-
gación o cargo en que estaba.
Terciar la carga.
Repartirla en dos porciones de igual
o parecido peso.
Una carga de cal y otra de arena.
Demuestra que en las situaciones
comprometidas o de difícil solución, el
mejor medio a que se puede apelar es
hacer que alternen prudentemente las
adversidades con las prosperidades y
la blandura con el rigor.
Volver a la carga.
Insistir porfiadamente en algún em-
peño o capricho.
Echarle a uno las cargas.
Atribuirle una cosa que no ha hecho.
CARGAR. — Cargarse uno.
Incomodarse, hastiarse, aburrirse.
CARGO
— 186 —
CARNE
CARGO. — Hacerse uno cargo de alguna
cosa.
Tomarla a su cuidado. — Formar con-
cepto de ella. — Tener en consideración
todas sus circunstancias y particulari-
dades.
Cargos son cargos.
El desempeño recto de algún des-
tino trae aparejadas responsabilidades.
Cargos y oficios, yedra en el ?nuro que en-
gala?ia y destruye.
Dícese de algunos empleos que, si
bien producen honores, no dan rendi-
miento, sino que, por el contrario, oca-
sionan gastos para mantenerlos digna-
mente.
Ciertos cargos piden canas.
La seriedad de determinados desti-
nos exige para su desempeño personas
de edad, sabias y sesudas, no jóvenes
inexpertos y ligeros.
CARIBDIS.— Dar entre Caribdis> Scila.
Hallarse amenazado por dos males
iguales.
Se libró de Caribdis y cayo en Scila.
Salir de un atolladero o mal paso y
verse envuelto en otro.
CARIDAD. — Caridad y amor no quieren
tambor.
Hay cosas que conviene mantener
en secreto.
La caridad bien ordenada nace, o empie-
za, por uno mismo.
Demuestra lo fundado que está en el
orden de la naturaleza el que atienda
cada cual a remediar las necesidades
propias antes que las ajenas.
La Caridad de Illescas: al que no lleva
trigo no le dan tortas.
Contra las personas que obran úni-
camente en vista del interés.
La Caridad está en Illescas.
Crítica contra los que no practican la
virtud de la caridad. — Alude a un hos-
pital construido en aquella villa de la
provincia de Toledo (la cual dista 6 le-
guas de la capital), contiguo a una sun-
tuosa ermita dedicada a Nuestra Seño-
ra de la Caridad.
No le levanta a uno ni la Caridad, o ui
la Hermandad de la Paz y Caridad.
Se dice para ponderar el estado de
abatimiento y postración, físico, moral,
pecuniario, etc., de alguna persona.
CARITA. — Carita de morir y culiio de
vivir. — V. Carita de salud y culito de
enfermedad.
Carita de salud y culito de enfermedad.
Uícese de las personas que, a pesar
de su buen aspecto, padecen de algún
achaque o dolencia. — También se dice:
Carita de morir y culito de vivir.
CARLANCAS. — Tener muchas carlan-
cas.
Ser un maula, un marrullero, un pi-
carón, etc.
CARLANCO. -Ser un carlanco.
Persona muy astuta o bellaca. — Dí-
cese también carlancón.
CARLISTA. — Carlistas y republicanos,
se dan la mano.
Da a entender que las finalidades de
unos es igual a las de otros, puesto que
vienen a ser los mismos perros con dis-
tintos collares.
CARMENAR. - Carmenar a uno.
Quitarle dinero o alguna cosa de
valor.
CARMÍN. — Más encendido que el carmín.
V. Ponerse más colorado que un pavo.
CARNE.— A carne de lobo, diente de perro.
V. A pícaro, pícaroj)' medio.
Carne, carne cria; y peces, agua fría.
Demuestra que la carne es de mucho
más alimento que el pescado.
Carne de pecho, carne sin provecho.
Expresa el poco valor que como ali-
mento tiene la carne de esta parte del
cuerpo de los animales comestibles.
Carne de pluma quita del rostro el arruga.
Los que comen regaladamente, por
lo general suelen engordar.
Carne de pluma, siquiera de grúa.
Recomienda como alimento sano el
de la carne de ave, aunque ésta sea de
tan poca importancia nutritiva como la
de la grulla.
Carne encerrada, carne capada.
Las personas privadas de libertad
no pueden satisfacer sus deseos y pa-
siones, puesto que se ven anuladas.
Carne que crece no puede estar si no se mece.
Alude a los muchachos, pues es pro-
pio de la edad no estarse quietos y es-
tar pensando siempre en el juego.
Carne sin hueso no se da sino a don Bueso.
Da a entender que se suele tratar
con preferencia a los ricos y poderosos.
CARNE
187
CARNERO
Criar carne para picaros.
Expresión que suelen usar las ma-
dres del pueblo bajo de Andalucía para
decir que están criando hijas.
Dar carne al lobo.
Alimentar o fomentar los malos ins-
tintos de alguien.
Deja la carne wi mes, y ella te dejará tres.
Enseña que las malas costumbres
excitan y estimulan más al pecado que
la naturaleza pecadora misma.
Es carne de buitrera, que el que la come
paga bien el escote.
Los que intiman con cierta clase de
mujeres suelen sufrir las consecuencias
en su salud.
Hacer a uno carne.
Herirlo o maltratarlo.
Hacer carne y sangre de alguna cosa.
Aprovecharse o servirse de alguna
cosa ajena como si fuera propia, sin
pensar restituirla o pagarla, o no im-
portar nada el devolverla maltrecha y
malparada.
Hacerse carne.
Cebarse en el dolor. — Alborotarse y
maltratarse uno a sí mismo.
La carne se va a la carne.
Indica que todo lo que es de igual
naturaleza suele atraerse por simpatía.
Más cerca está de la carne la camisa que
el jubón.
Indica que debemos cuidarnos más
de lo que nos toca de cerca.
No está la carne en el garabato por falta
de gato.
Se dice, por lo común, de las mujeres
que no se casan, no porque falte quien
las quiera, sino por alguna otra causa.
No hay carne sin hueso. — V. No hay miel
sin hiél.
No hay cosa más tierna que la carne de
pierna.
Da a entender que la parte más co-
mestible, en cierta clase de animales,
por su blandura, es la indicada.
No se ha de po?ier toda la carne en el
asador.
En todo debemos evitar los extre-
mos; en nada se debe ser exagerado. —
No es prudente arriesgarlo todo.
No ser uno carne ni pescado.
No tener carácter determinado, o no
ser útil para nada.
Poner toda la carne en el asador.
Acumular influencias, dinero, reco-
mendaciones, etc., con objeto de lograr
aquello que se desea conseguir.
Quien come la carne, que roa el hueso.
Aconseja que las conveniencias y
provechos se han de gozar con sus
cargas y penalidades.
Ser de, o tener, carne de perro.
Poseer mucho aguante y resistencia.
Ser uno de carne y hueso.
Sentir como los demás las necesida-
des, incomodidades y flaquezas de la
vida.
Ser alguien un pedazo de carne con ojos.
Ser muy estúpido. — Ser muy mate-
rialista.
Ser poca carne para tanto caldo.
Hallarse en desproporción dos cosas
cualesquiera.
Tener mucha carne encima de los ojos. —
V. Ser alguien un pedazo de carne con
ojos.
Yo soy la carne y usted el cuchillo.
Expresión con que manifiesta uno
que se halla sometido a la voluntad de
otro.
Abrírsele a uno las carnes.
Estremecerse.
Cobrar, o echar, carnes.
Engordar la persona que estaba flaca.
Comer uno de sus carnes.
Hallarse sumamente flaco a conse-
cuencia de alguna pena que interior-
mente le devora.
De las carnes, el carnero; de los peces, el
mero; de las aves, la perdiz y, sobre todo,
la cordoniz.
Apreciación fortuita del inventor del
refrán, que no puede considerarse de
carácter general por aquello de que
sobre gustos no hay nada escrito.
No dolerse uno de sus carnes.
Trabajar sin descanso y hasta con
menoscabo de su salud.
Poner carnes.
Engordar.
Temblar le a uno las carnes. — V. Abrír-
sele a uno las carnes.
CARNERO. — A carnero castrado no le
tientes el rabo.
El carnero que posee la condición
indicada tiene más suave y tierna la
carne y está gordo; no habiendo, por
CARNERO
CARNICERÍA
tanto, necesidad de buscarle otra con-
dición para poderlo comer con satis-
facción.
Cada carnero de su, o por un, pie se
cuelga.
Enseña que a cada uno le llegan sus
contratiempos y calamidades. — V. A
cada puerco le llega su San Martín.
Como el carnero encantado, que fué por
lana y volvió trasquilado.
Aplícase al que emprende algún ne-
gocio o acomete alguna empresa de que
se lisonjeaba salir ganancioso o lucido,
y vuelve, por el contrario, perdido y
abochornado. — V. Ir por lana .y volver
trasquilado.
Echarlo al carnero.
Echar una cosa al olvido y separarla
de sí para no acordarse más de ella,
o ponerla donde no se confunda con
otras.
Harto está el carnero, que anda a testa-
radas con el compañero.
Contra los ociosos y bien manteni-
dos, que por meter ruido y ocuparse
en algo son osados e insolentes.
No hay tales carneros, o borregos.
No ser cierta una cosa que se asegu-
ra como tal.
Ser como los carneros de Panurgo.
Dícese de los que, careciendo de fa-
cultades para juzgar por sí propios, si-
guen el parecer de los demás. — Alúdese
a un pasaje del Pantagruel de Rabelais.
Durante el viaje de Pantagruel al país
de las Linternas, Panurgo se trabó de
palabras con otro pasajero del bajel en
que viajaban, llamado Dindenaut, que
conducía un rebaño de carneros. Para
vengarse aquél de éste, le hizo la juga-
rreta de comprarle uno de los carneros,
al que obligó a tirarse al mar; el ejem-
plo, junto con los balidos, impulsaron
a sus compañeros, los cuales, saltan-
do la borda, fueron uno tras de otro a
reunirse con el primero, pereciendo
todo el rebaño, como asimismo el co-
merciante, quien, empeñado en suje-
tar al último carnero, fué arrastrado al
fondo del mar.
Volvamos a nuestros carneros.
Frase empleada cuando, habiendo in-
terrumpido el curso de una conversa-
ción por alguna digresión, vuelve a to-
marse el hilo de ésta. — El origen se re-
monta a una farsa francesa del siglo xvr
arreglada por Brueys y Palaprat dos
centurias después, titulada L'avocal
Patelin, y utilizada posteriormente por
D. Ramón de la Cruz en sus sainetes El
mercader vendido y El pleito del pastor.
Guillermo pleitea contra su pastor, a
quien ha sorprendido robándole los
carneros; en el momento del juicio re-
conoce en el abogado del acusado a su
vecino Maitre Patelin, el cual, pocas
horas antes, se le ha llevado unas varas
de paño para un vestido, sin pagárselas;
al ir a reclamarle el dinero dícenle la
esposa y la hija que está sumamente
enfermo hace ya tiempo y que aquel
día mal pudo salir de casa. Su espanto
al verle informando es tal, que a las
preguntas del baile contesta haciéndo-
se un embrollo y mezclando el asunto
de la tela con el de los carneros, por lo
cual, el baile, que está ignorante del
hurto del paño, no hace más que reco-
mendarle que vuelva a los carneros, es
decir, al asunto que allí los ha llevado.
CARNICERA.— ,vl carnicera por barba»
y caiga el que caiga!
Modo de tildar de excesivamente
glotón a un sujeto, o de que no tiene
la fuerza de voluntad suficiente para
refrenar sus apetitos desarreglados en
cualquier otro concepto. — Cuéntase
que la ración de carne que se pasaba
diariamente a los monjes de Veruela
(Aragón) era de 3 libras, y que al tra-
tar el abad de disminuirla, para evi-
tar tantas apoplejías como estaban ocu-
rriendo en la Comunidad, se opuso ésta
a tan acertada disposición, prorrum-
piendo unánime en la exclamación su-
sodicha, que no tardó en pasar a pro-
verbio.— Dícese también al mismo pro-
pósito : ¡A perdiz por barba, y caiga el
que caiga/
CARNICERÍA.— Convertirlo a uno en una
carnicería.
Dícese de la persona a quien se le
hacen muchas heridas o se le corta
mucha carne.
Parecer una carnicería.
Úsase cuando muchas personas ha-
blan a un tiempo, moviendo gran gri-
tería y desorden.
CARO
CARRERA
CARO. — Comprar caro no es franqueza.
El que adquiere algo en más de lo
que vale, no puede asegurarse que ha
hecho un gran negocio.
Cosiarle a uno caro, o cara, una cosa.
Resultarle de su ejecución mucho
perjuicio o daño.
No hay nada tan caro como un escote.
Contradice a los que afirman que a
escote no hay nada caro.
CAROCAS. — Hacerle a uno carocas. —
V. Hacerle a uno carantoñas.
CARPETAZO. — Dar carpetazo.
En las oficinas y otras dependencias
análogas, suspender la resolución de
algún asunto o solicitud. — No volver a
ocuparse de él.
CARPINTERO. — Cuando el carpintero
tiene madera que labrar, y la mujer ha-
rina que amasar, nunca les falta leña
y pan.
Todo el que trabaja en un oficio es
el primero en aprovecharse de los be-
neficios que cada uno de ellos rinde res-
pectivamente. — El Comendador Grie-
go no penetró bien el sentido de este
refrán cuando lo glosó diciendo : «Por-
que la madera tiene astillas que que-
mar, y el agua nunca falta»; tomando por
causa lo que en realidad es el efecto.
CARRACO. — Ya se van los carracos del
bebedero, sin salud, sin zapatos y sin di-
nero.
Dícese en El Molar de los que van a
tomar sus aguas. — Carraco significa
viejo o achacoso.
CARRACUCA. — Estar más perdido que
Carracuca.
Modo de denotar la situación angus-
tiosa y precaria en que se encuentra
una persona, desde cualquier aspecto
que se la considere.
CARRANQUE. — Ser de los de Carran-
que.
Ser por todo extremo bruto. — Cuén-
tase que habiendo necesidad en dicha
población (villa a 6 leguas de Toledo)
de tener un Cristo, comisionaron sus
habitantes a unos cuantos arrieros para
que pasasen a Madrid con objeto de
buscar un buen escultor y encargarle
la obra. Avistados con el artífice, cuál
no sería su apuro al preguntarles éste
cómo lo querían, si vivo, de pie o muer-
to, tendido en la urna. Después de mil
dimes y diretes que se atravesaron en-
tre los comisionados (dimes y diretes
que serían dignos de haber llegado a la
posteridad), uno de ellos, o más listo
o más atrevido que sus compañeros,
exclamó : «Mire usted, maestro, hágalo
vivo; que si no lo quieren así en el pue-
blo, nosotros nos encargamos de ma-
tarlo.» Desde entonces, preguntar a los
naturales de Carranque por el Cristo
de su pueblo, es inferirles una ofensa
gravísima. Recuerdo haber leído un
caso análogo ocurrido en Francia con
relación a Écouché, pueblecillo de Nor-
mandía.
CARRANZA. — Envaine usted, seor Ca-
rranza.
Locución proverbial que se emplea
comúnmente en tono sarcástico para
significar a uno que se sosiegue y de-
ponga la cólera o enfado de que está po-
seído, mayormente cuando no le asiste
la razón para dejarse llevar así de sus
ímpetus. — Alude al noble sevillano don
Jerónimo Carranza, literato y hábil es-
grimidor en su tiempo.
Imitemos a Carranza.
Moraleja con que termina la fábula
de Samaniego Los dos cazadores, y que
se ha hecho proverbial para aconsejar
la prudencia en aquellos casos en que
se ve que el éxito no ha de correspon-
der a nuestros arranques de temerario
valor.
CARRASCO. — Carrasco, donde me pica,
me rasco, o ahí me rasco.
Dicho vulgar, fundado, como tantos
otros, en el sonsonete.
CARRERA. — A carrera larga nadie es-
capa.
Persiguiendo una cosa con tesón y
perseverancia, acaba por conseguirse.
Carrera que ?io da el caballo, en el cuerpo
se le queda.
Recomienda que no se gasten las
fuerzas de una vez, y que es conve-
niente reservarse para el porvenir.
Darle a uno una carrera, o una carre-
ra en pelo.
Poner a prueba su paciencia, inteli-
gencia, fuerzas materiales, etc.; esto
es, abusar de él, ya física, ya moral-
mente.
CARRETA
— 190
CARRO
Entrar uno por carrera.
Salir del error o dictamen torcido en
que se hallaba.
No poder hacer carrera con, o de, alguno.
No poder reducirlo a que haga lo
que es razón.
Partir de carrera, o de ligero.
Poner en ejecución alguna cosa, sin
detenerse ni hacer la menor conside-
ración ni reflexión sobre ella.
CARRETA. — Andar como una carreta.
Caminar sumamente despacio, a se-
mejanza de los bueyes que arrastran el
tal vehículo.
El que quiera ser rico con su carreta, que
la guie él mismo. — V. El ojo del amo
engorda al caballo.
Gruñir más que carreta de bueyes.
Dícese de las personas que por todo
se enfadan, hablando entre dientes
como si rezaran, comparándolas con el
chirrido que producen las ruedas de
las carretas mal engrasadas.
No hay cosa como untar la carreta para
que no chirríe.
Manifiesta cómo el medio más eficaz
de tapar la boca al murmurador, al de-
lator o a cualquiera que pudiera per-
judicarnos con hablar, es comprarlo con
dádivas o con dinero.
CARRETADA. — A carretadas.
Ser o producirse una cosa en abun-
dancia.
CARRETE. — Darle a uno carrete.
Entretenerlo, dando largas a sus pre-
tensiones con vanas promesas y con
halagos.
CARRETEAR. — El que no carretea es
el que no vuelca.
Fórmula de disculpa a favor de la
persona en cuyas manos se ha des-
graciado algún asunto, objeto frangi-
ble, etc., para dar a entender que mal
podría sobrevenir semejante fracaso
entre personas ajenas a la dirección o
manejo habitúa] de los mismos.
CARRETERO. — ¿7 carretero, de noche
para en el sendero.
Aconseja la prudencia en la persona
que cuando no ve el resultado que
apetece en un asunto, sabe contenerse
a tiempo.
Jurar como un carretero.
Blasfemar, echar maldiciones y jura-
mentos, según la reprensible costum-
bre de los que ejercen semejante oficio.
CARRETILLA. — Saber una cosa de ca-
rretilla.
Haber aprendido bien de memoria lo
que se ha leído o estudiado, y recitarlo
al pie de la letra, sin sentido ni expre-
sión alguna.
Ser de carretilla.
Por costumbre, sin reflexión ni re-
paro.
CARRILLO. — Comer, o mascar, a dos
carrillos.
Comer, y mejor tragar, mucho y apri-
sa. — Tener dos empleos de utilidad a
un mismo tiempo. Es fenómeno muy
repetido en España, donde, entretanto
que muchos individuos cobran dos o
más sueldos, otros no tienen que co-
mer. — Sacar utilidad de dos personas
o parcialidades de opiniones o intere-
ses encontrados, complaciendo o sir-
viendo al mismo tiempo a las unas y a
las otras. Es dicho sinónimo, en este
caso, de Jugar con, o tener, dos barajas.
(Véase.)
Tener uno carrillos de monja boba, o de
trompetero.
Tenerlos muy abultados; ser mofle-
tudo o carrilludo. — La vida sedentaria
del claustro, junto con el ceñido de la
toca, y mayormente si el carácter de la
individua es de suyo candido y bona-
chón, son tres elementos que contribu-
yen lo bastante para presentar seme-
jante aspecto y dar lugar a este punto
de comparación. Respecto del segundo,,
fúndase en la acción de inflarse los ca-
rrillos del trompetero cuando se es-
fuerza por introducir el aire en el ins-
trumento que toca.
CARRIÓN. — Por Carrión, deja la san-
día y vete al melón.
Nuestra Señora de Carrión, santuario
próximo a Alburquerque (provincia de
Badajoz), cuya fiesta se celebra el día
8 de septiembre.— Alude a que por esta
fecha están los melones en sazón, y de-
ben, por tanto, comerse con preferen-
cia a las sandías.
CARRO. — Al carro quebrado, nunca le
faltan mazadas.
Da a entender que a los desgraciados
nunca les faltan consejos impertinentes,.
CARRO
191
CARTA
que en vez de ayudarlos los afligen y
angustian más.
Al carro volcado, todos le dan de mano. —
V. Del árbol caído todos cortan, o hacen,
leña.
Cogerle a uno el carro.
Sobrevenirle algún suceso desagra-
dable u oneroso.
El carro de la basura también gasta cam-
panilla.
Manera de satirizar a los que, siendo
de baja clase social, tratan de imitar,
para darse tono, a los de posición su-
perior.
Enderezarse el carro.
Tomar la suerte un giro propicio
para alguna persona o cosa.
Lo que ha de cantar el carro, canta la ca-
rreta.
Se dice de la persona que se antici-
pa a reñir, o a quejarse, teniendo me-
nos motivo para ello que otra.
No irás tú en mi carro a Illescas.
Frase proverbial con que se da a en-
tender a alguno que por no ser del
agrado de la persona que le está hablan-
do, no tomará parte con ella en aquello
de que se trata.
No lo mueve ni el carro de la basura.
Dícese de aquellos sujetos por ex-
tremo indolentes, para quienes no hay
estímulo alguno bastante a ponerlos en
acción.
Pdra el carro y mearán los bueyes.
En toda faena u ocupación larga, ya
material, ya intelectual, y aun espiri-
tual, conviene tomar algún descanso de
vez en cuando, a fin de poder prose-
guir con más ahinco o fervor el trabajo
interrumpido.
Pare usted el carro.
Manera de exhortar a uno a que apa-
cigüe la cólera o refrene los ímpetus de
que se halla dominado.
Quien su carro unta, sus bueyes ayuda.
Aquel que trata bien a sus criados,
logra le sirvan éstos con más cariño y
prontitud.
Tirar del carro.
Pesar sobre una o más personas ex-
clusivamente el trabajo en que otra u
otras debieran o pudieran tomar parte.
Torcerse el carro.
Adquirir mal sesgo, a veces hasta
parar en un fin desgraciado, el nego-
cio, empresa, etc., que había comenza-
do prósperamente.
Untar el carro.
Regalar o gratificar a alguno para
conseguir de él lo que se pretende.
CARTA. — Carta cania.
Frase que sirve para denotar que
tiene uno en su poder documentos con
que justificar lo que acaba de decir.
Carta echada no es levantada.
Refrán que obliga a una persona al
cumplimiento de la palabra que tiene
dada, y de cuyo compromiso intenta
retraerse.
Darle a uno carta blanca.
Facultad amplia que se otorga a al-
guno para obrar en algún asunto o ne-
gocio con plena libertad.
Darle carta de lasto a alguno.
Despedirlo, deshacerse de él, poner-
lo en la calle.
Entregar la carta.— V. Descubrir la hila-
za, o Enseñar la oreja, o Sacar la pata.
Escrita la carta, mensajero nunca falta.
Lo primero para todo es buscar el
remedio, que el modo de aplicarlo ya
vendrá después.
Ir a echar una carta al correo.
Ir a evacuar alguna necesidad cor-
poral.
La carta de Belerofonte. — V. La carta
de Urías.
La carta de Urías.
Medio falso y traidor que uno emplea
para dañar a otro, abusando de la con-
fianza y buena fe de éste. — Alude a la
carta de David, en que Urías fué por-
tador de su propia sentencia de muerte.
La carta no tiene empacho.
Indica que por escrito se puede decir
todo, aun aquello que le costaría a uno
vergüenza el decirlo veibalmente.
Más vale quedar por carta de más que por
carta de menos.
Más vale excederse en el cumpli-
miento del deber que no llegar.
Ni firmes carta que no leas, ni bebas agua
que no veas.
Aconseja que se procure la seguri-
dad propia, aunque sea a costa de cual-
quier diligencia.
No saber a qué carta quedarse.
Estar perplejo, indeciso, sin saber
CARTABÓN
192
CASA
qué resolución tomar, por dudar lo
que sea más conveniente.
Tanto se peca por carta de más como por
carta de menos.
Frase con que se denota el exceso o
defecto en lo que se hace o dice, y que
deben ser evitados, por lo común, los
extremos. — V. Todo extremo es vi-
cioso.
Una carta se contesta con afra.
Expresa que según el interés que
vemos se tiene por alguna cosa, así de-
bemos preocuparnos o no de ella.
.4 cartas, cartas:;, a palabras, palabras.
Aconseja que se debe tratar con los
hombres con igual cautela que la que
ellos usan, sin exceder ni faltar a io
preciso.
Decir, o hablar, mal de las cartas, y ju-
gar a dos barajas.
Contra los que afectan abominar de
una cosa, siendo así que en ella cifran
sus mayores goces.
Hablen cartas y callen barbas.
Cuando se ha apurado ya toda clase
de razonamientos, la mejor demostra-
ción que cabe es mostrar los documen-
tos que prueban lo que deseamos.
Tomar uno cartas en alguna cosa.
Tomar parte en algún asunto, con-
versación, etc. — Intervenir en ellos
autoritariamente.
Venir con malas cartas.
No traer los documentos necesarios
o requeridos para la consecución de
alguna cosa.
CARTABÓN. - Cartabón v escuadra, uno
sin otro no vale dada.
Aconseja que para lograr el acierto
en las operaciones que se emprenden,
es menester poner en práctica los me-
dios oportunos convenientemente com-
binados entre sí, por cuanto aislados no
surtirían el efecto deseado.
E:har uno el cartabón.
Tomar una persona sus medidas para
no fracasar en su empresa.
CARTILLA. — Cantarle, o leerle, a uno la
cartilla.
Hacerle saber en qué estriba el cum-
plimiento de su deber, mayormente si
se le reprende por haber faltado a él
en todo o en alguna de sus circunstan-
cias.
No estar en la cartilla una cosa.
Ser irregular o fuera de lo ordinario
y acostumbrado.
No saber uno la cartilla.
Ser muy ignorante, o desconocer por
completo los principios de algún arte,
facultad u oficio.
Saber una cosa como la cartilla.
Saberla al pie de la letra, sin tropiezo
alguno ni titubear. — También se dice:
como el Padrenuestro.
CARTÓN. — Parecer uno de cartón.
Dícese de las personas débiles y que-
jumbrosas, a quienes todo les molesta.
CARTUCHERA. — Quien manda, manda,
v cartuchera en el cañón.
Frase con que se da a entender la
precisión ineludible en que se está de
tener que cumplir un mandato arbi-
trario, cuando no brutal, por no poder
hacer frente, el inferior, al superior que
tan imprudentemente se conduce. — Al-
gunas veces sólo se emplea la segunda
parte de esta frase, diciendo simple-
mente como corolario del absurdo que
se acaba de enunciar: y cartuchera en
el cañón.
CARTUCHO. — Quemar el último car-
tucho.
Emplear el último recurso en lances
apurados. Aplícase más comúnmente
en el sentido de irse agotando los ele-
mentos pecuniarios, sin esperanza de
hallar medio para poder reponerlos.
CARTUJO. — Parecer uno un cartujo.
Persona taciturna y que vive alejada
y retraída de las gentes.
CASA. — A casa de tu hermano no irás cada
verano.
Es decir, cada tarde. — V. A casa de tu
tía, mas no cada día.
.1 casa de tu tía, mas no cada aia. Otros
dicen: En casa de tu tía, etc.
Conviene no abusar del favor o con-
fianza de otra persona, aunque sea pa-
riente o amigo.
.inte es la casa del abad.
Frase que suelen emplear en los pue-
blos donde no hay posada, para echar
al cura la carga de huéspedes y pedi-
güeños.
A *idos de mi casa* y a *¿qtt¿ qutréis con
mi mujer:*, no hay que responder
Al que manda o reconviene con au-
CASA
193 —
CASA
toridad y evidente derecho, no se le
puede replicar cosa alguna.
A la casa del pobre nadie va a vender
ferias.
El comercio de géneros de mero lujo
sólo se encuentra en los sitios en que
hay gente rica que los pueda pagar.
A la casa quítale el techo, y cátala corral
hecho.
Dícese de aquellas habitaciones en
que hay poco arreglo y limpieza, así
como en las que sus moradores no se
distinguen por lo bien avenidos.
A mal decir no hay casa fuerte.
Cuando la suerte se pone en contra
de uno, de nada sirven el poder ni las
riquezas para resistirla.
Amasar en casa y comprar el salvado.
Contra los derrochadores, o contra
los que se dejan defraudar en su ha-
cienda.
Antes de salir de casa, mea y átate las
calzas.
Refrán usado en tierra de Salamanca
para indicar que antes de emprender
algún asunto se tomen todas las pre-
cauciones debidas.
A quien hace casa, o se casa, la bolsa le
queda rasa.
Encomia lo caro que cuesta el pre-
tender constituir un domicilio creando
una familia en virtud del sacramento
del matrimonio.
Arderse la casa.
Haber en ella mucho alboroto a cau-
sa de las disensiones y riñas.
Así me quieren en mi casa. — V. Así me
quieren más de cuatro.
Cada casa es un mundo. Algunos añaden :
y cada persona un pueblo.
Expresa lo difícil que es penetrar
o comprender lo que pasa dentro de
cada casa y de cada individuo, en aten-
ción a que no se debe juzgar por las
apariencias o exterioridades.
Cada casa tiene sus usos.
No todas las familias siguen el mis-
mo procedimiento para regir sus domi-
cilios, pues las costumbres adquiridas,
las necesidades, etc., marcan un géne-
ro de vida no copiado, sino original
casi siempre.
Cada uno en su casa^ Dios en la de todos.
Advierte que conviene que las fa-
milias vivan separadas, para evitar di-
sensiones.
Cada uno manda en su casa.
Expresión usada cuando algún en-
tremetido se propasa a dar consejos
que nadie le ha pedido.
Caérsele a uno la casa encima, o a cues-
tas.
Ser poco aficionado a parar en casa;
ser callejero. — Sobrevenirle a uno un
grave conflicto o contratiempo.
Casa con dos puertas, mala es de guar-
dar, o cuando más cerradas, tenias por
abiertas.
Aconseja que se debe redoblar la
vigilancia en casas de esta naturaleza,
por lo expuesto que se está a que sean
asaltadas con más facilidad.
Casa de esquina, para mi vecina.
Indica lo poco sanas que son las vi-
viendas que tienen esta condición, pues
al abrir los balcones en invierno se
establecen corrientes productoras, las
más de las veces, de pulmonías.
Casa, de padre; viña, de abuelo, y olivar, de
rebisabuelo.
Denota gradualmente la antigüedad
que conviene tenga cada una de dichas
posesiones, a fin de que puedan dis-
frutarlas ventajosamente los respecti-
vos herederos o adquiridores.
Casa de pan tierno, casa sin gobierno.
La casa gobernada por gente moza,
o séase por matrimonios jóvenes, suele
adolecer de la falta indicada, por el des-
conocimiento de los pocos años en
asuntos serios.
Casa en plaza, los quicios tiene de plata.
Alúdese a lo muy solicitadas que son
las fincas levantadas en lugares am-
plios y saneados.
Casa en que vivas, viña de la que bebas y
tierras las que veas.
Enseña la mayor seguridad que dan
las tierras sobre los demás bienes.
Casa hecha, sepultura abierta.
Se dice porque, en muchos casos,
suelen morirse los que hacen casas
apenas empiezan a disfrutarlas.
Casa hecha y mujer por hacer.
Recomienda que no se viva en finca
recién construida, así como que no se
contraiga matrimonio con mujer muy
entrada en años.
13
CASA
— 194 —
CASA
Casa hospedada, comida y denostada.
Reprende a aquellos que pagan con
ingratitudes los favores que reciben.
Casa malavenida, presto es vendida.
Cuando en una casa no procuran
todos por su sostenimiento, no es de
extrañar que den al traste con ella.
Casa movediza no la cubre mo/10.
Alude a las personas que tienen la
costumbre de estar mudando de domi-
cilio constantemente.
Casa negra, candela accensa.
Indica que en las casas que son obs-
curas se necesita emplear la luz artifi-
cial, lo cual supone un censo sobre el
alquiler.
Casa reñida, casa regida.
Aconseja la necesidad que hay algu-
nas veces de ser severo con la familia,
para que en el hogar doméstico haya
orden y concierto en el desempeño de
las faenas y distribución de los inte-
reses.
Casa sabida, señas excusadas.
Da a entender lo bien aleccionada e
instruida que está una persona en aque-
llo qus le interesa, para que necesite ir
a tomar lecciones de nadie. — Dícese
también : Quien sabe ir derecho a su
casa, a nadie le pregunta las señas.
Casa sin varón, plaza sin guarnición.
Denota la necesidad de que en las
casas haya un hombre, pues en aquellas
en que falta el cabeza de familia, suele
ser el gobierno escaso, cuando no nulo.
Casa vieja, toda es goteras.
Manifiesta lo inherente que son a la
mucha edad las enfermedades y alifa-
fes propios de los años.
Casa, viña y potro, hágalo otro.
Aconseja que se compre la casa ya
construida, la viña cuando rinda pro-
ducto, y el caballo domesticado o do-
mado.
Con los de casa siempre se está cumplido.
Expresa que a las personas extrañas
se les deben atenciones que no es pre-
ciso guardar con los que son de la fa-
milia o muy íntimos.
Cuando fueres a casa ajena, llama desde
afuera.
Reprende a las personas de poca
crianza que se entran en una casa o
habitación sin antes solicitar permiso.
Dale, si le das, que me llaman en casa.
Manera de terminar una conversa-
ción que no se quiere seguir, poniendo
un pretexto falso.
De buena casa, buena brasa.
Denota que en las casas de las per-
sonas pudientes aun los desperdicios
son buenos.
De casa de ruin, nunca buen aguinaldo.
De los avaros no se debe esperar
jamás nada provechoso.
De fuera vendrá quien de casa nos echará.
Reprende al que se entremete a
mandar en casa ajena. — Dícese también
con motivo del sujeto que pierde algu-
na colocación o conveniencia que venía
disfrutando de tiempo atrás, a causa
de presentarse inopinadamente alguna
persona extraña que lo suplanta o que
le retira el bienestar en que se hallaba
constituido.
De ida y de venida por casa de mi tía.
Reprende a las mujeres poco hacen-
dosas, que gustan de estarde vecindeo
todo el día, desatendiendo los queha-
ceres domésticos.
Deshacerse una casa.
Venir a menos; parar en la pobreza
una familia rica y bien acomodada.
Echar la casa por la ventana.
Gastar con esplendidez en un convi-
te, boda, bautizo, etc. — Dícese también:
Echar el bodegón por la ventana.
El que a mi casa no viene, de la suya me
despide, o El que a mi casa no va, de la
suya me echa.
Aquel que recibe las visitas y no las
devuelve, es de presumir que no es
gustoso de que vayan a verle.
El que limpio juega, limpio se vuelve a su
casa.
Quien más trampas hace en el juego
es el que suele salir ganando.
En cada casa cuecen habas, y en la mía, o
en la nuestra, a calderadas.
Demuestra que en todas partes hay
trabajos, y que cada uno tiene los pro-
pios por mayores.
En casa abierta, el justo peca. — V. Puer-
ta abierta al justo tienta, o La ocasión
hace al ladrón.
En casa, como porqueros, y en la calle,
como caballeros.
Satiriza a ciertas personas que sa-
CASA
195
CASA
len a la calle con mucho lujo, y en su |
casa no tienen para vestir, ni aun para
comer.
En casa de este hombre, quien no trabaja
no come.
Demuestra la laboriosidad de una
persona o familia, o se excita a alguien
para que le ayude a uno en la faena que
trae entre manos.
En casa de Gonzalo, más puede la gallina
que el gallo.
Denota que a veces tiene la mujer
más mando en la casa que el varón. —
También se suele decir este refrán de
las siguientes maneras: En casa del mez-
quino, más manda la mujer que el mari-
do.— En casa del ruin, la mujer es algua-
cil. — Triste de la casa donde la gallina
cania y el gallo calla.
En casa del ahorcado no se ha de mentar
la soga.
Recomienda que no se refieran de-
lante de algunas personas aquellas co-
sas o especies que puedan causarles
algún disgusto.
En casa del bueno, el ruin cabe el fuego.
El que tiene educación da en su casa
el mejor lugar, aunque sea de condición
más humilde, al que viene de fuera.
En casa del cerero nadie se acuesta a obs-
curas.
Indica que cuando se tiene una cosa
en abundancia suele derrocharse.
En casa del gaitero todos son danzantes. —
V. En casa del tamborilero todos son
danzantes.
En casa del herrero, badil de madero, o cu-
chillo mangorrero, o cuchillo de palo, o
asador de palo.
Donde parece que había de haber la
proporción y facilidad de conseguir al-
guna cosa adherente al oficio, precisa-
mente es donde generalmente se suele
carecer de ella.
En casa del herrero, peor apero. — V. En
casa del herrero, badil de madero, etc.
En casa del jabonero, el que no cae, resba-
la. — V. En casa del tamborilero todos
=^ son danzantes.
En casa del mezquino, más manda la mujer
que el marido. — V. En casa del ruin, la
mujer es alguacil.
En casa del moro no hables algarabía.
Recomienda que nadie debe meterse
en aquello que no entiende, pues se
expone a quedar confundido delante
de personas que saben más de lo que
uno se cree.
En casa del oficial asoma el hambre, mas
no osa etitrar.
Al que sabe un arte u oficio, difícil-
mente le faltará lo necesario para man-
tenerse.
En casa del pobre, tnás vale reventar que
no que sobre. — V. El mandamiento del
pobre, primero reventar que sobre.
En casa del rico, la leña de pico.
Denota que no es en el domicilio de
los potentados donde suele haber más
abundancia.
En casa del ruin, la mujer es alguacil.
Cuando el marido es un poca cosa y
un gallina, la mujer es la que se carga
con el mando de la casa.
En casa del tahúr, poco dura el con-
tento.
Enseña la vida desastrosa que por lo
general llevan los jugadores.
En casa del tamborilero todos son dan-
zantes.
Da a entender que así como son los
amos o padres de familia, así suelen
ser los subditos o criados y los miem-
bros de aquélla.
En casa del tañedor todos danzan. — Véa-
se En casa del tamborilero todos son
danzantes.
En casa de mujer rica, ella manda y ella
grita.
Explica la soberbia que comunican
los haberes, especialmente a la mujer
pudiente.
En casa de naide no se meta naide, porque
naide sabe lo que pasa en casa de naide.
V. Cada uno en su casa y Dios en la de
todos.
En casa de tu enemigo, a la mujer ten por
amigo.
Siempre es bueno granjearse amista-
des en aquellos parajes en que no se
nos quiere bien, pues en un momento
dado su intervención puede evitarnos
algún mal.
En casa llena presto se guisa la cena.
Donde hay abundancia de medios,
pronto se sale con facilidad de cual-
quier empeño.
En casa pobre suele batirse el cobre, y en
CASA
— 196 —
CASA
la opulenta sobra la vanidad y falta la
renta.
A veces es más fácil cobrar de un
deudor pobre que de uno rico.
En chica casa gran hombre cabe.
La corpulencia no es inherente a la
sabiduría. La Historia está llena de
ejemplos de grandes hombres que han
sido pequeños de cuerpo.
En la casa del pobre todos gritan y todos
tienen razón. — V. Donde no hay harina
todo es mohína.
En la casa del que jura no faltará des-
ventura.
Exhorta a no proferir blasfemias.
En la casa donde no entra el sol, entra el
doctor, o el me'dico.
Las casas soleadas son comúnmente
más sanas que las sombrías, en razón a
que resulta más purificada la atmósfera.
En la casa donde no hay harina todo es
mohína. — V. Donde no hay harina todo
es mohína.
En la casa donde no hay panchón, todos
riñen y todos tienen razón. — V. Donde no
hay harina todo es mohína.
En la casa que no hay gobierno, de un re-
pizquito se va un pan tierno.
Recomienda el buen orden en las
casas para evitar los abusos que de no
existir aquél se pueden cometer.
En toda casa, o familia, o corporación, et-
cétera, ha de haber un Judas. — V. Siem-
pre ha de haber un Judas en el apostolado.
Entrar una cosa como por su casa.
Venir muy ancha y holgada. — Me-
terse con demasiada facilidad una cosa
en otra.
Esta casa se alquila.
Aplícase, figurada y jocosamente, a
la mujer que se presenta en público
dando a entender en su porte y galas
que pretende ser requerida.
Estar uno de casa.
Estar vestido con sencillez, llana-
mente.
Franquearle a uno la casa.
Darle entrada o permiso para que
venga a ella siempre que quiera.
Guardar la casa.
Estar por necesidad sin salir de ella.
Hasta que no se sale de casa, no sabe na-
die lo que se pasa.
Manifiesta que hasta que no se aban-
dona el hogar doméstico, por muy bien
que le vaya, no se echan de menos las
comodidades de éste.
Henchir la casa a tuerto y a derecho.
Alude a los que no reparan en los
medios, con tal de proporcionarse cuan-
to necesitan para vivir cómodamente.
Hoy me iré, eras me iré, mal la casa man-
tendré.
Reprende a los flojos y perezosos,
que por diferir el trabajo de un día
para otro, no medran ni tienen lo nece-
sario para cubrir sus necesidades. —
Cras, tomado del latín, se decía anti-
guamente por mañana.
Ir a la casa de abuela, o de tía, o del poca
pan, o del poco trigo.
Con todas estas denominaciones se
conoce familiarmente la cárcel.
La casa envinada, medio empeñada.
Da a entender las malas consecuen-
cias que para el hogar doméstico trae
el vicio de la bebida.
La casa es de la mujer, y la calle del
hombre.
Señala el lugar de acción en el ma-
trimonio: mientras el marido trabaja y
gana en su profesión u oficio, la mujer
debe cuidar y ejecutar los quehaceres
domésticos.
La casa hecha y el huerco a la puerta. —
V. Casa hecha, sepultura abierta.
La casa quemada, acudir con el agua.
Moteja a los que acuden con el so-
corro fuera de tiempo. — V. Al asno
muerto, la cebada al rabo.
La casa se arruina por la cocina.
Los que se dan buen trato en el co-
mer son los que ayudan a que la bolsa
se quede vacía.
Levantar uno la casa.
Mudarse de un lugar a otro con su
familia.— Sostenerla con su trabajo, ca-
pital, etc.
Los fundamentos de la casa son la mujer
y el buey.
La primera, porque la sostiene y le-
vanta, y el segundo, porque ayuda con
su trabajo a ganar.
Llovcrsele a uno la casa.
Empezar a venir a menos.
Mal anda la casa donde la rueca manda
a la espada.—^. Triste de la casa donde
la gallina canta y el gallo calla.
CASA
— 197 —
CASA
Mi casa será como faltriquera de vieja,
para poner lo mal alzado y lo que se
Dícese de las casas que se mantie-
nen con lo ganado ilícitamente.
Mi casa y mi hogar, cien doblas, o cien du-
cados, o cien escudos, val.
Demuestra el grande aprecio que
uno tiene a su hogar o casa propia.
Mientras en mi casa me estoy, rey me soy.
Dícese del que, estando contento con
su suerte, no solicita favores ajenos.
j Miren quién habló, que la casa honró!
Manera de burlarse de la persona
que nota defectos en otra, o en alguna
cosa, cuando ella se encuentra com-
prendida, y quizá con creces, en aque-
llo mismo que vitupera.
Misar y rezar y casa guardar.
Aconseja que no se debe desatender
la obligación por la devoción, pero que
es conveniente acudir a todo cuando
es sin menoscabo de ninguno de dichos
menesteres.
Mucho gasta el que va y viene, pero más el
que casa mantiene.
Pondera los gastos del mantenimien-
to de una casa sobre los de los viajes.
No en balde se dijo por algunos que
los gastos de una casa se parecen a las
penas del infierno, porque nunca se les
ve el fin.
Ni casa labrar, ni comida guisar, ni vi-
huela templar, ni dama tocar.
Recomienda no se haga ninguna de
estas cosas, por los peligros de dife-
rente índole que en cada una de ellas
se corren.
Ni en tu casa galgo, ni a tu puerta hi-
dalgo.
Ni los perros son convenientes en
las viviendas, ni los hombres rondán-
dolas cuando hay doncellas que guardar.
Ni por casa ni por viña no tomes mujer
jimia, o garrida, o parida.
Aconseja que por razón de intereses
no se debe uno casar con mujer cas-
quivana o lasciva.
No caber uno en toda la casa.
Estar muy enojado el amo o señor
de ella, armando camorra con todo
aquel que encuentra a su paso.
No cabíamos en casa y parió mi abuela. —
V. Eramos pocos y parió mi abuela.
No compres casa en esquina, ni cases con
mujer que no entre en la cocina.
La casa de dos fachadas da malos re-
sultados, y la mujer que no sabe gui-
sar, peores.
No es casa la casa donde no hay mujer.
El gobierno doméstico está mucho
mejor desempeñado por la mujer que
por el varón. 1
No hacer uno casa con azulejos.
Hallarse siempre en una medianía,
sin llegar a prosperar. - Don Francisco
Gregorio de Salas, habiendo visto, en
un año muy calamitoso, que faltaban
unos azulejos en los adornos de la casa
de un amigo suyo, prorrumpió en la
siguiente improvisación:
«En aquesta casa faltan
azulejos, y yo veo
que el amo no lo remedia;
y es, sin duda, porque el tiempo
no está ahora para hacer
la casa con azulejos.-»
El modo más frecuente de emplear
esta locución proverbial es con el ca-
rácter de futuro; v. gr.: No haré, o no
harás, o no hará, etc., casa con azulejos;
y alude a que antiguamente sólo se usa-
ba este procedimiento en los edificios
que habitaban los magnates y demás
sujetos acomodados, o que costeaban
ellos, y más especialmente en las po-
blaciones donde residieron los árabes.
No hay casa con tan buen cimietito que no
esté expuesta a hundimieniv.
Da a entender que por grande y só-
lida que sea una fortuna, no está exenta
de desaparecer, dejando en la miseria
al que la poseía. Enseña, por tanto, a
no envanecerse.
No hay casa donde no haya su chiticalla.
Aconseja que se eviten los chismes y
murmuraciones, para que no le echen
a uno en cara aquello mismo que está
criticando.
No honra la casa al señor, sino el señor a
la casa.
La conducta del dueño hace que to-
dos los que dependen de él sea buena
o mala, y por tanto lo sea la casa.
No salgas de la propia casa, ni entres en la
ajena, con la vejiga llena.
Refrán empleado en Chile, por el
cual se recomienda que se satisfaga esa
CASA
— 198 —
CASA
necesidad física en las indicadas cir-
cunstancias.
No se pierde más que una casa.
Aplícase más comúnmente al matri-
monio contraído entre personas ruines.
No tener casa ni hogar.
Da a entender la suma pobreza de
una persona.
Oler la casa a hombre.
Manifiesta que una persona quiere
hacerse obedecer en su casa. Aplícase,
por lo regular, al que presume de ser
hombre de bríos, resultando ser vana
su presunción por causa de su carácter
débil o en extremo condescendiente.
Para hacer casa, un hombre bruto y una
muía falsa.
Compréndese fácilmente el sentido
irónico de este refrán, pues ambas con-
diciones son las más a propósito para
deshacerla.
Parecer la casa de tócame Roque.
Aquella en que vive mucha gente y
hay mala dirección. — Débese su origen
a la casa de vecindad de este nombre
situada en la calle del Barquillo, en Ma-
drid, y que hizo famosa un saínete del
chispeante escritor D. Ramón de la
Cruz, titulado La Petra y la Juana o El
buen casero, conocido generalmente con
el nombre de La casa de tócame Roque.
Parecer una casa de locos.
Aquella en que hay mucho bullicio y
falta de gobierno, en la cual no es po-
sible entenderse unos a otros.
Parecer una casa robada, o un hospital
robado.
La que carece del mueblaje y ornato
preciso.
Pesarle a uno la casa. — Y. Caérsele a
uno la casa encima, o a cuestas.
Por más que te afanes, no has de saber de
tu casa los desmanes.
Cuando la familia no vive como debe,
todos son a una para ocultar al cabeza
de ella las irregularidades que en el do-
micilio se cometen.
Procurad que no haya en vuestra casa
tejado de vidrio.
Recomienda que la conducta domés-
tica sea irreprensible.
Pues la casa se quema, calentémonos iodos,
o calentémonos a ella.
Se dice de aquellos que procuran
aprovecharse de los desperdicios pro-
pios y de los ajenos.
Quémese la casar no salga humo.
Aconseja que cuando se reprenda a
alguno, especialmente a los domésti-
cos, se haga sin escándalo ni ruido. —
Es, en cierto modo, una variante de la
frase de Napoleón : La ropa sucia debe
lavarse en casa.
Quien entra eti casa hecha y se sienta a
mesa puesta, no sabe lo que cuesta.
Manifiesta lo felices que son los que
no tienen que ganarlo para disfrutar de
comodidades. Dícese comúnmente a
los hijos de familia que aún no se han
emancipado.
Quien fabrica casa muy alta, solicita su
ruina.
Recomienda que no se tenga ambi-
ción.
Quien hace casa o cuba, más gasta que
cuida.
Advierte que el que posee una u
otra tiene que estar siempre atendien-
do a su conservación con toda clase de
reparos, si quiere que se mantengan en
buen uso.
Quien sabe ir derecho a su casa, a nadie
le pregunta las señas. — V. Casa sabida,
señas excusadas.
Ser de casa, o muy de casa.
Este refrán familiar demuestra la con-
fianza, menor o mayor, respectivamen-
te, que tiene uno en alguna casa.
Ser casa de trueno.
Aquella en que habitualmente se fal-
ta a la buena crianza y aun a los prin-
cipios de sana moral.
■Sí todos los que vienen no se fueran, ya
estarla la casa llena, o no se cabría en
la casa.
Frase que se suele emplear cuando,
al acabar de entrar de visita una per-
sona, dice que se va a ir pronto.
Si tu casa no tiene corral, quítale el techo
y cátatelo hecho.
Enseña a contentarse cada uno con
lo que tiene, sin querer crearse dificul-
tades.
Si vieras tu casa arder y en tu cara un
avispero, ¿a qué atenderías primero?
Dícese a los que se apuran por todo,
cuando realmente no hay motivo para
ello.
CASA
199 —
CASADO
Tal queda la casa de la dueña, ido el escu-
dero, como el fuego sin trashoguero.
Demuestra lo necesario que es que
haya en las casas un hombre, con el fin
de que pueda salir al frente de cual-
quier lance que ocurra. Hoy tiene muy
poco uso semejante locución.
Tener la casa como una colmena.
Tenerla bien surtida y repleta de
todo lo necesario.
Tener uno casa y tinelo.
Dar de comer a todo el que quiera
ir a ella; tener mesa franca.
Tiene más fachada que la casa de Astra-
rena.
Se dice de los que se dan mucho tono
valiendo poco, con referencia a dicha
casa, situada en la red de San Luis, de
Madrid, hoy derruida, con vuelta a las
calles de Fuencarral y Hortaleza, que
era de gran altura para aquellos tiem-
pos (fines del siglo xix), y constaba
de gran número de balcones, siendo
las habitaciones relativamente peque-
ñas en comparación con lo que el exte-
rior prometía.
Torna casa con hogar y mujer que sepa
hilar.
Advierte que en los matrimonios,
además de las conveniencias, se ha de
buscar mujer virtuosa y trabajadora.
Tres cosas echan de su casa al hombre :
el humo, la gotera y la mujer vocinglera.
Porque son tres cosas que le moles-
tan sobremanera.
Triste de la casa don fe la gallina canta y
el gallo calla.
Demuestra que no está muy bien go-
bernada una casa donde la mujer des-
empeña el puesto del marido.
Una casa grande la derriba un temporal.
Aconseja que no se envanezca nadie,
por elevada que sea su posición.
Unos por otros, y la casa sin, o por, barrer.
No hay peor cosa que encargarse va-
rios de un asunto, para que ninguno lle-
gue a realizarlo.
A casas viejas, puertas nuevas. — V. A la
burra vieja, arracadas nuevas.
Casas, cuanto quepas; viñas, cuanto bebas;
¿ierras, cuantas veas; olivares, cerros y
valles.
Invita a conformarse cada uno con
lo que tenga, sin exagerar los deseos.
Casas, en la que vivas; viñas, de la que
bebas, y tierras, cuantas veas. — V. Casas,
cuanto quepas, etc.
En otras casas cuecen habas, y en la mía,
a calderadas. — V. En todas partes cue-
cen habas, y en la mía, a calderadas.
Las casas de juego son capuz de pecadores.
Indica que en tales lugares se res-
guardan mejor los que cometen algún
delito.
CASACA. — Buscar, o querer, casaca.
Pretender contraer matrimonio.
Romper la casaca.
Cumplir el servicio de las armas.
Tocar a casaca.
Tratarse de casamiento.
Volver uno casaca, o la casaca.
Dejar el bando o partido que seguía
y adoptar el contrario, por tenerle más
cuenta.
CASADA. — La casada y la ensalada,
dos bocados y dejalla.
Aconseja que se evite el trato dema-
siado íntimo y continuado del hombre
con la mujer casada, por las consecuen-
cias que se puedan originar.
Para estar casada v comer poco, más vale
ser soliera y tender el hopo.
Además del sentido recto, denota di-
cho refrán lo preferible que es el estar
sin ocupación, a tenerla a la fuerza y con
escasa retribución.
Quien adama la casada, comerá torrezno
v nalgada.
Significa que el que hace el amor a
ciertas casadas, suele lograr más fácil-
mente sus propósitos.
Quien ama la casada, la vida trae empres-
tada. — V. La casada y la ensalada, dos
bocados y dejalla.
CASADO. — Casado.y arrepentido.
Refrán que, además de en su sentido
recto, se aplica al que, habiendo hecho
alguna cosa sin reflexión, se arrepiente
de haber ejecutado ésta cuando ya no
tiene remedio.
El casado casa quiere.
Encarece la conveniencia de que cada
matrimonio viva independiente en su
casa, y separado de los demás indivi-
duos de la familia.
El que no sirva para casado, que no en-
gañe a la mujer.
Quien sea inhábil para el desempeño
CASAMIENTO
CASARSE
de un cargo no debe aceptarlo o, una
vez aceptado, renunciar a seguir ejer-
ciéndolo.
Estar casado a ?nedia carta.
Frase burlesca aplicada a los solteros
que están amancebados.
Casados que se separan, fuego eterno se
preparan. — V. Casados separados, cuén-
talos condenados.
Casados separados, cuéntalos condenados.
Reprueba el divorcio como antina-
tural y contrario a la religión.
Ser como los casados, o desposados, de
Hornachuelos, ella fea y él más feo.
Aplícase a los que tienen poco que
agradecer a la naturaleza en lo tocante
a condiciones físicas.
CASAMIENTO. — Casamiento santo :
él, sin capa, y ella, sin manto.
Se dice a propósito de cuando se
unen dos personas en matrimonio y
carecen de lo necesario para atender a
los gastos de la vida.
Casamiento y mortaja, del cielo baja.
Se pretende atribuir al destino de
cada cual la realización de dichos dos
acontecimientos, más bien que a meros
cálculos humanos.
Casamiento y señorío, ni quieren fuerza
ni quieren brío.
En ambas circunstancias se logra más
con el cariño que imponiéndose por la
fuerza.
El casamiento del tío Porra, que duró
treinta años y no llegó la hora.
Alude a las novieces largas, que, por
lo general, no llegan a consumar el ma-
trimonio.
El casamiento y el caldo, pelando.
Es decir, que no sufren dilación cier-
tas cosas, sino que conviene realizarlas
cuanto antes y no dejar pasar la opor-
tunidad.
Esto no es casamiento.
Frase que se le suele dirigir a una
persona cuando muestra disgusto o
arrepentimiento por alguna cosa que
ha ofrecido dar o ejecutar.
Lo de mi casamiento/arí^ cosa de cuen-
to: mientras más se trata, más se des-
barata.
La prolijidad y excesiva precaución
en los negocios suelen a veces desba-
ratarlos.
No perderás por eso casamiento.
Frase con que se le da a entender a
uno que no se menoscaba el buen nom-
bre de que disfruta, o la consideración
que se le tiene, por hacer tal o cual
cosa que juzga impropia o menos de-
corosa.
Quien hizo el casamiento, hizo el apar-
tamiento.
Teoría de los que creen que la pose-
sión conyugal enfría el amor.
Casamientos de parientes tienen mil in-
convenientes.
En especial para la sucesión, pues
sabido es el criterio vulgar, no despro-
visto de cierta razón, que los hijos de
primos, tíos y sobrinos, etc., suelen ser
poco viables y degenerados.
Los casamientos y las riñas, de prisa.
Exhorta a tomar una resolución pron-
ta en los asuntos graves, para salir
cuanto antes de cuidado.
CASARSE. — Antes que te cases, mira lo
que haces. Algunos añaden : que no es
nudo que asi desates.
Recomienda que se mire bien uno
antes de meterse en un asunto grave,
para no tener que arrepentirse después
de ello.
Bien o mal, casado me han.
Dícese del que consigue algo, sin
importarle para nada los medios em-
pleados.
Casar, casar, suena bien y sabe mal, o
que bien, que mal.
Denota la imprudencia ciega de algu-
nas personas que, con tal de casarse
cuanto antes, lo mismo les da que sal-
ga bien como que salga mal.
Casar y compadrar, cada cual con su igual.
Recomienda que cada cual se man-
tenga en su esfera, sin aspirar a más
ni descender a menos.
Casarás y amansarás.
Demuestra los cuidados que ofrece
el matrimonio.
El que en casarse acierta, en nada yerra.
Siendo asunto tan delicado el del ma-
trimonio, puede asegurarse que la per-
sona que tiene talento para elegir com-
pañero, lo tendrá para resolver cual-
quier otro que se le presente.
El que se casa, por todo pasa. — V. Casa-
rás y amansarás.
CASCABEL
CASCO
El que se casa se entierro,.
Dicho de los detractores del matri-
monio, por suponer que el que lo con-
trae pierde en absoluto su libertad.
Más vale casar que en amores arder y pe-
nar. — V. Más vale casarse que abra-
sarse.
Más vale casarse que abrasarse.
Antes que sufrir es preferible tomar
una resolución. — Otros lo explican jo-
cosamente diciendo que, entre dos ma-
les, es mejor escoger el más pequeño.
<Quien lejos se va a casar, o va engañado,
o va a engañar.
Aconseja cuánto conviene que se co-
nozcan y traten las personas que van a
contraer matrimonio.
Quien tarde casa, mal casa.
Recomienda no se contraigan nupcias
en edad avanzada, pues suele tener in-
convenientes de distintos géneros que
no creemos necesario explicar.
<r Te casaste? Te enterraste. — V. El que
se casa se entierra.
CASCABEL. — De cascabel gordo.
Aplícase, por lo común, a las obras
literarias o artísticas vanas o aparen-
tes y sólo capaces de producir efecto
grosero o de mala ley.
Echar, o soltar, el cascabel.
Soltar alguna especie en la conver-
sación, con objeto de ver qué efecto
produce.
Echar uno el cascabel a otro. — V. Echar-
le a uno el muerto, o Echarle a uno el
MOCHUELO.
Poner el cascabel al gato. — V. Llevar
el gato al agua.
Ser uno un cascabel.
Tener poco juicio, poco asiento, poca
formalidad.
Tener uno cascabel, o cascabeles.
Tener algún cuidado que tortura la
imaginación, por lo mucho que preocu-
pa y desvela.
CASCABELERO. — Ser un cascabe-
lero.
Persona de poco juicio y fundamento.
CASCACIRUELAS. - Cascaciruelas
hizo lo que pudo, y no hizo nada. — V. Ser
Un CASCACIRUELAS.
Ser un cascaciruelas.
Persona inútil, que no sirve para
nada.
CASCAJO. — Estar uno hecho un cas-»
cajo.
Aplícase a la persona que está muy
vieja y quebrantada. — También se dice
de la voz, sea de un orador, sea de un
cantante, cuando es sumamente ingrata
y desapacible.
CASCARA. — Ser uno de, o de la, cas-
cara amarga.
Según la Academia, «ser travieso y
valentón». — Denota también a la per-
sona de costumbres o ideas demasiado
libres o avanzadas en materias religio-
sas o políticas.
CASCARÓN. —Aún no ha salido del cas-
carón, y ya tiene espolón, o presunción.
Zahiere a los jóvenes que teniendo
poca experiencia de las cosas, quieren
echárselas de hombre.
No es salido del cascarón, y pía. — V. Aún
no ha salido del cascarón, y ya tiene es-
polón, o presunción.
CASCARULETA. — Hacer la cascaru-
leta.
Ruido o castañeteo que se hace con
los dientes, dándose golpes con la mano
en la barbilla.
CASCO. — Después de haberme descalabra-
do, me tintáis el casco.
Dícese de aquellas personas que des-
pués de haber causado un mal, quieren
hipócritamente repararlo, para quedar
bien con el ofendido.
Lavar, o untar, el casco, o los cascos,
a uno. — V. Lavarle a uno la cara.
Mientras hay casco, hay caballo. — Véa-
se Mientras hay vida, hay esperanza.
Quitarle, o raerle, o sacarle, a uno del cas-
co alguna cosa.
Disuadirlo o desviarlo de algún pen-
samiento o idea que se le había fijado.
Calentarse uno los cascos.
Discurrir, inventar, estudiar con
fruición. — V. Quebrarse uno la cabeza.
Haberlo de los cascos.
Estar loco o chiflado.
Levantar a uno de cascos.
Seducirlo con promesas y esperan-
zas para que tome inconsideradamente
alguna resolución de mayor o menor
trascendencia.
Meterle a uno en los cascos alguna cosa.
V. Meterle a uno en la cabeza alguna
cosa.
CASERA
202
CASTAÑA
Metérsele a uno en los cascos alguna
cosa. — V. Metérsele a uno en la cabeza
alguna cosa.
Parecerse los cascos a la olla, o a la bo-
tija.
Dícese de los que heredan y practi-
can las mismas costumbres de sus pa-
dres. Por lo común se usa en sentido
desfavorable.
Romperle a uno los cascos.
Romperle la cabeza.
Romperse uno los cascos.
Fatigarse mucho en el estudio o pro-
curando investigar alguna cosa.
Ser alegre, o ligero, o barrenado, de cas-
cos. — V. Ser de cascos lucios.
Ser de cascos lucios.
Dícese de la persona de poco juicio,
acierto o reflexión.
Ser uno duro de cascos.
Ser testarudo, obstinado, terco.
Tener cascos de calabaza, o los cascos
a la jineta, o malos cascos.
Tener poco juicio, poca reflexión.
CASERA.— Dimelo hilando, casera.
Admonición que se suele dirigir, es-
pecialmente en tierra de Aragón, a la
persona que suspende frecuentemente
la labor que trae entre manos para po-
nerse a hablar, con el fin de descansar
en el entretanto. — Atribuyese seme-
jante dicho a cierto cura aragonés que
tenía una casera (ama) muy parlanchí-
na, la cual, siempre que tomaba la pa-
labra, que era a cada momento, cesaba
de dar vueltas al huso, asegurando que
no podía moverlo al mismo tiempo que
la lengua.
Estar una mujer muy casera.
Estar en su traje ordinario, sin nin-
gún adorno ni compostura. — Con el
verbo ser expresa la cualidad de orde-
nada, hacendosa y poco amiga de ca-
bildeos ni visitas.
CASILLA. — Mi casilla y mi hogar, cien
sueldos val. — V. Mi casa y mi hogar,
cien doblas, o cien ducados, o cien escu-
dos, val.
CASILLAS. — Sacar a uno de sus casi-
llas.
Alterar su método de vida corrien-
te. — Hacerle perder la paciencia.
Salir uno de sus casillas.
Excederse del modo acostumbrado o
conforme al genio o estado natural, obli-
gado por alguna circunstancia inopina-
da, y dominado especialmente por al-
guna pasión violenta.
CASO. — Caer en mal caso.
Incurrir en alguna nota de infamia.
Lo que no viene al caso, al caso no vienta
Manera festiva de decir que es incon-
veniente y ridículo el traer a colación
relatos, pruebas, ejemplos, etc., que
nada tienen que ver con el asunto de
que se está tratando.
CASQUETE. — Burlarse, o reírse, de uno
a casquete quitado.
Modo de dar a entender que seme-
jante acción se ha llevado a cabo hasta
la saciedad y sin esconderse de la per-
sona satirizada.
CASQUIVANO. — Ser un casquivano.
Dícese de la persona que es ligera de
cascos, o informal.
CASTA. — Con que le guste a Casta, basta.
Frase con que damos a entender el
poco aprecio que hacemos de la opi-
nión del vulgo, importándonos tan sólo
la aquiescencia de la persona a quien
nos dirigimos.
De casta le viene al galgo el ser rabilargo.
Por lo regular los hijos suelen imitar
las costumbres de sus padres.
Es de la casta de Perotierno, que se des-
costilla durmiendo.
Empléase para ponderar lo vaga o
enemiga del trabajo que es una perso-
na. — V. Es tan haragán, que se manca
en la caballeriza.
Más hay de su casta que de la mía.
Expresión en que se suele prorrum-
pir cuando se lamenta una persona al
ver que se va consumiendo algún géne-
ro, manjar, etc., o que se rompe o lle-
va un golpe algún objeto, dando a en-
tender lo fáciles que son de reponer
o remediar aquellas desapariciones o
faltas.
Quedarse para casta.
Detenerse mucho en algún paraje. —
Tardar en volver de un punto.
Ser de casta de gatos, que tienen muchas
almas. — V. Tener siete vidas, como los
gatos.
CASTAÑA. — Dar, o pegar, la castaña
a uno.
Darle un chasco; engañarle.
CASTAÑO
— 203 —
CASTILLO
De hurtar una castaña y otra castaña,
se hace la maña, — V. De la castaña, al
huevo, etc.
De la castaña, al huevo; del huevo, a la
gallina; de la gallina, al buey; del buey, a
la horca.
Enseña que el hombre suele ser de-
pravado a fuerza de la repetición de
actos de mala índole, por lo que para
que éstos no lleguen a constituir hábi-
to, se debe sofocar el vicio desde la
cuna y arrancar el mal de raíz.
/ Toma castaña!, o / Toma para castañas!
Expresión usada cuando vemos que
a otro lo corrigen o castigan de mane-
ra más o menos violenta; así como cuan-
do somos nosotros los agentes de la
corrección. Empléase mucho cuando
se pega a los niños.
Aunque me des castañas, no rne engañas.
Manifiesta que no nos dejamos con-
vencer, por más que se empleen la adu-
lación o los mimos y ofertas para con-
seguirlo.
Querer sacar las castañas del fuego con
la mano del gato. — V. Sacar uno el as-
cua, o la brasa, con la mano del gato, o
con mano ajena.
Tener a uno más cansado que castañas en
Cuaresma.
Refiérese a la mucha frecuencia con
que en Andalucía se come el potaje
de castañas pilongas durante el tiempo
cuaresmal. Dicho se está que siendo
tan repetido llega a causar hastío.
CASTAÑO. —Pasar una cosa de castaño
obscuro.
Dícese de todo aquello que por ex-
tremadamente abusivo se hace ya de
todo punto intolerable.
Pelar el castaño.
En Venezuela equivale a nuestro re-
frán Pojier pies en polvorosa.
CASTAÑUELAS.— Estar uno alegre como
unas castañuelas, o Estar como unas
castañuelas.
Ser una persona muy alegre, muy di-
vertida, aludiendo a ser éstas las con-
diciones en que se encuentra el que las
toca.
No hay castañuelas sin orejas, pero si
orejas sin castañuelas.
Manifiesta que lo que para unas cosas
es indispensable, no lo es para otras.
CASTIGAR. — Quien a uno castiga, a
ciento hostiga.
Recomienda lo provechoso que es el
castigo de los delitos para que escar-
mienten los demás en cabeza ajena.
CASTILLA. — ¡Ancha Castilla!
Expresión con que se alienta uno a
sí mismo o anima a otros a cosas de
liberalidad y franqueza, o a obrar libre
y desembarazadamente, sin guardar
miramientos o sin reparar en riesgos y
dificultades.
Cuando en Castilla llueve, Cataluña vende.
Cataluña, Bilbao y Asturias tienen,
efectivamente, interés en que el suelo
castellano sea fecundado conveniente-
mente, porque Castilla es el centro
donde encuentran más consumidores
los productos de aquellas regiones.
En Castilla, el caballo lleva la silla.
Denota que en el reino de Castilla el
hijo sigue la nobleza de su padre, aun-
que sea plebeya la madre.
Quien de Castilla señor quisiere ser, a
Olmedo y Are'valo de su parte ha de tener.
Refrán muy usado en tiempos de don
Juan II y Enrique IV, con el cual se
aludía a la gran importancia de estas
dos poblaciones, a causa de su situa-
ción estratégica, y a la que debieron
sus poseedores la influencia que ejer-
cieron en las contiendas civiles de
aquella época.
CASTILLO. — Castillo apercibido no es
combatido, o sorprendido, o decebido.
Recomienda la vigilancia y precau-
ción que se debe tener para no ser en-
gañado o sorprendido.
Es como el castillo de Chichurumbé, que
mientras más se mira, menos se ve.
Aplícase a todo aquello que cuanto
más se estudia, analiza o considera, se
comprende menos. — Alude a las pala-
bras susodichas, de que se valen los
charlatanes cuando enseñan el titiri-
mundi para excitar más la admiración
de los incautos.
Ser como un castillo.
Dícese de las personas que son altas,
fuertes y recias.
Castillos 7nuy altos vienen al suelo de un
solo soplo.
Expresión usada para abatir el orgu-
llo de los que se creen omnipotentes.
CASTO
204 —
CATEDRAL
Hacer, o levantar, castillos, o un cas-
tillo, de naipes, o en el aire, o en la
arena.
Forjarse ilusiones, cuyo desengaño se
toca tarde o temprano.
CASTO. — Ya que no seas casto, sé cauto.
Recomienda que, ya que se cometa
algún pecado, se procure evitar la pu-
blicidad, para que no sirva a otros de
piedra de escándalo.
CASTRO. — ¡A Castro, o al cielo!
Dicho de los marineros en elogio de
Castro-Urdiales, como puerto de segu-
ridad en tiempo borrascoso.
CASUALIDAD. — Hay casualidades
que parecen providencias.
Ocurre a veces fortuitamente algo
que nos beneficia, y que no parece sino
que se debe a intervención divina.
Ser, o volverse, uno, o una cosa, todo ca-
sualidades.
Abundar en cualidades poco o nada
recomendables, aun cuando no se quie-
ra reconocer así por quien tiene inte-
rés en ocultarlo. — Cuéntase de cierto
estudiante a quien un amigo suyo le
hizo observar que llevaba pegado a la
capa un piojo, que, después de alejar
de sí el maldito parásito, respondió con
la mayor sencillez: «Será una casuali-
dad.» A poco rato volvió a ver el ob-
servador dos nuevos individuos de la
misma especie situados en dicha pren-
da, por lo cual llamó otra vez la aten-
ción de su amigo; mas como quiera
que éste le contestara en los propios
términos que antes, no pudo por me-
nos de responderle el observador: «¿Sa-
bes, chico, que estoy viendo que tu
capa está llena de casualidades.»
CATACALDOS. — Ser un catacaldos.
Persona que emprende muchos ne-
gocios sin fijarse en ninguno.
CATALÁN. — Catalán, gallego y burro
negro, para molerlos.
Indica que ninguno de ellos es reco-
mendable.— El inventor del refrán ten-
dría sus razones para decirlo así; por
nuestra parte, no lo subscribiríamos de
modo t n absoluto.
El catalán, si no la ha hecho, la hará.
Manifiesta la poca confianza que se
debe tener en los habitantes del anti-
guo principado.
El catalán tiene las cualidades del cuer-
no : largo, duro y retorcido.
Es decir, perspicaz, inquebrantable
en sus designios y astuto.
Los catalanes, de los cantos hacen panes,
o de las piedras sacan panes.
Denota lo industriosos y vividores
que son los naturales de Cataluña.
No hacer alguna cosa ni por los cata-
lanes.
Expresión con que manifiesta uno la
imposibilidad de lograr alguna cosa.
CATALINA. — Catalina, no me olvides,
pues te traje borceguíes.
Alude a los que echan en cara los
beneficios que prestan, por insignifi-
cantes que sean, cuando quieren obte-
ner algo.
Para que chupes, Catalina de mis ojos.
Modo de dar a entender a uno que
se tiene bien merecida la suerte, ya
próspera, ya adversa, que experimenta.
CATANA. — / Ya parió Catana! Algunos
añaden : (Y parid hembra.)
Se da a entender la realización de
una cosa muy deseada o cacareada, ya
sea favorable o desfavorable, dado que
en todo caso sale el interesado de la
zozobra en que se encontraba.
CATAPLASMA. — Ser una persona una
cataplasma.
Ser sumamente pegajosa, pesada y
molesta; ser un pelmazo.
CATARATAS. — Tener uno cataratas.
No entender o no conocer bien las
cosas, por ignorancia o por pasión.
CATARRO. — Al catarro, con el jarro, o
darle con el jarro.
Recomienda, como medicina eficaz
para que desaparezca el constipado,
beber una buena cantidad de vino que
ayude a la transpiración.
CATAVINOS. — Ser un catavinos.
Ser un bribón, sin oficio ni beneficio,
que anda de taberna en taberna.
CÁTEDRA. — Pasear uno la cátedra.
Asistir a ella cuando no acuden los
discípulos.
Poder poner uno cátedra de alguna cosa.
Poseer con maestría y perfección una
ciencia, arte o habilidad.
CATEDRAL. — La catedral de Toledo es
una alhaja, y la de Sevilla es su caja.
Refiérese a ser ambas dos obras maes-
CATEDRÁTICO
205 —
CAUSA
tras de Arquitectura; pero la segunda
inmensamente mayor que la primera.
Ser alguna cosa la obra de la catedral.
Tardar mucho tiempo en llevarla a
cabo. — Suele usarse dicha expresión
con más frecuencia en Cádiz, con alu-
sión a la fábrica de su iglesia matriz, co-
menzada en el año 1722 y estrenada en
el 1838.
CATEDRÁTICO. — Hablar como un ca-
tedrático.
Hablar bien en tono doctoral. — Esta
frase se oye más en boca del pueblo,
donde la palabra catedrático es sinóni-
ma de sabio.
CATITE. — Dar catite.
Darle a uno algún disgusto, o darle
una azotaina. — Úsase más comúnmente
en la fórmula ; Toma catite!
CATÓLICO. — No estar uno muy católi-
co, o muy católica una cosa.
No estar sano, bueno, perfecto. — Ha-
llarse en malas condiciones o estar mal
hecha una cosa.
Querer ser más católico que el Papa.
Dícese de aquellas personas exage-
radas que pretenden hacer las cosas
aún mejor que lo que se exige. — La
palabra católico suele substituirse más
comúnmente por papista. — V. Ser más
papista que el Papa.
CATÓN. — Es un Catón.
Aplícase al hombre sabio, grave, pen-
sador, o que afecta serlo, con alusión
al romano Marco Porcio Catón, célebre
por sus máximas y la austeridad de sus
costumbres, así como por su valor y por
sus escritos.
CAUDAL.— A chico caudal, mala ganancia.
Enseña cómo con escasos elementos
no se puede obtener gran resultado de
aquello que se ha emprendido.
El caudal, o la hacienda, de tu enemigo,
en dinero lo, o la, veas, o en difiero o en
vino.
Semejante imprecación denota lo an-
tiguo de esta frase, dado que de algu-
nos años a esta parte han variado nota-
blemente las circunstancias, en el mero
hecho de reputarse el dinero como una
mercancía cualquiera, así como de ha-
ber servido de base la industria viní-
cola para la erección de capitales ver-
daderamente fabulosos. De todos mo-
dos, la significación antigua del refrán
puede tener aplicación hoy en día, pues
se refiere al individuo que viviendo
sólo de su capital, sin tener renta algu-
na, lo va gastando continuamente, ex-
poniéndose a que llegue el día en que
consuma la última moneda.
Hacer caudal de una cosa.
Hacer caso o aprecio de ella. — «Y si
en los signos que tienen tres voces in-
terviene esta mutanza o movimiento,
no se ha de hacer caudal de la voz de
bemol en este caso. > (Tapia, Vergel,
lxviij.)
Mal haya el caudal que da continuo afán.
Indica lo poco codiciables que son
aquellos capitales cuya conservación
acarrea más disgustos que ellos valen
en sí.
Perder el caudal y las hormas.
Quedarse absolutamente sin nada.
Redondear el caudal.
Desempeñarlo, librarlo de graváme-
nes, sanearlo. — Llegar a reunirlo hasta
donde se deseaba o hasta no necesi-
tar más.
Un aumento de caudal nunca viene mal.
Dícese de los que, teniendo un buen
capital, lo ven aumentado por algo im-
previsto, tal como una herencia, lote-
ría, negocio, etc. Suele emplearse en
sentido irónico.
CAUSA. — Mala es la causa cuando nece-
sita de misericordia.
Cuando al pedir algo se hace solici-
tando gracia y no justicia, es que no se
cree tener derecho en lo que se pide.
Ni fies, ni confies, ni prestes sin causa, ni
des, y te saldrá la cuenta al fin del mes.
Recomienda la parquedad en conce-
der graciosamente y sin garantía, a fin
de no quedarse sin lo dado.
No hay causa tan desvalida que no tenga
quien la defienda.
Todas las cosas, según el prisma al
través del cual se miran, son legales o
ilegales ; de aquí que no les falten de-
fensores.
Quitada la causa cesa el efecto.
Principio científico tan axiomático
que no necesita de explicación; pues
no existiendo efecto sin algo que lo
produzca, si se suprime el agente, des-
aparecerá el acto.
CAUTA
— 206
CAZA
Quita la cansa y quito el pecado.
Cuando no existe materia para delin-
quir, tampoco puede existir la delin-
cuencia. — V. Quitada la causa cesa el
efecto.
Ser causa perdida alguna cosa.
Xo haber remedio para ella; no ha-
llársele desenlace o resolución favora-
ble. — Algunas veces se aplica también
a las personas incorregibles.
Si sabes la causa, deja la falta.
Expresa lo fácil que es corregirse de
un vicio cuando no se ignora de qué
proviene.
De distintas causas, d istmios efectos,
o Distintas causas producen distintos
efectos.
Cuando los agentes que producen
una resultante no son los mismos, no
es extraño que los resultados tampoco
lo sean.
CAUTA. — La más cauta es tenida por más
casta.
No basta que sea buena una persona,
sino que sepa todo el mundo que lo es,
lo cual se logra aparentándolo. Y a ve-
ces ocurre que se aparenta lo que no
es, pero como el mundo cree lo que
ve, juzga en falso.
CAUTELA. — Obrar con cautela.
Hacerlo de una manera solapada,
con cuidado, previniendo los males que
puedan resultar.
Una cautela con otra se quiebra. — Véa-
se A un picaro, otro mayor.
A cautelas, cautelas mayores.— V. A un
pícaro, otro mayor.
CAVA. — Cava, labor y barbecho, en mayo
esté hecho.
Indica que estas operaciones de la-
branza deben verificarse antes del mes
indicado para que la tierra produzca lo
que de ella se desea.
CAVADOR. — .1 cavador, Perucho, si le
dieres algo, no sea mucho.
Para que no se vaya con ello, si es
adelantado lo que se le da.
Tener de cavador las manos.
Dícese de aquella persona que las
tiene toscas o callosas, como propias
de todo oficio rudo.
CAVILAR. — Más mató el cavilar, que
ayunar o trasnochar.
Los quebraderos de cabeza hacen
más daño, como morales que son, que
los trabajos corporales.
CAZA. — Alborotar la caza.
Dar motivo para que haya alguna
disputa o pendencia.
Andar, o ir, a caza de gangas.
Procurar proporcionarse utilidades
y ventajas a poca costa y sin ningún
trabajo. — Empeñarse en conseguir una
cosa de difícil logro, aun a riesgo de
salir burlado.
Andar a caza de una cosa.
Buscarla, solicitarla.
Caza, guerra y amores, por un placer mil
dolores.
Pone de manifiesto cómo en el mun-
do hay satisfacciones que no compen-
san en modo alguno las penalidades
que se pasan antes para alcanzarlas.
Dar caza a una persona o a una cosa.
Perseguir a una persona con objeto
de alcanzarla y prenderla o matarla. —
Procurar con afán llegar a comprender
o conseguir alguna cosa.
Espantar la caza.
Precipitar o perder un negocio por
anticiparse importunamente en poner
los medios para su consecución.
Habla en la caza v cómprala en la plaza.
Demuestra que tiene mucha más
cuenta adquirir ésta en poblado que ir
a buscarla al campo.
La caza es una imagen de la guerra.
Porque tanto la una como la otra es-
tán sujetas a planes, asechanzas y em-
boscadas, la primera contra los anima-
les, particularmente la que se llama
caza mayor o de montería, y la segun-
da contra nuestros semejantes.
Levantar la caza.
Descubrir algo que convenía que es-
tuviera oculto.
Mata ¿a caza el porfiado, no el cazador
cansado. — V. Porfía mata la caza, o
Porfía mata venado, no cazador cansado.
No hay caza mejor que de perros viejos.
Demuestra que ciertos asuntos no se
deben confiar a toda clase de personas,
sino a las que son muy duchas y prác-
ticas, como garantía del buen éxito.
Quien en caza, o en guerra, o en amores,
se mete, no siempre sale cuando quiere. —
V. Caza, guerra y amores, por un placer
mil dolores.
CAZADOR
— 207 —
CE
Seguir la caza. — V. Seguir la liebre.
Uno levanta la caza y oiro la mata, o la
prende.
Los afortunados, por casualidad y sin
trabajo por lo general, consiguen el
fruto de los desvelos y fatigas de otro.
CAZADOR.— Al cazador, leña; y al leña-
dor, caza.
Modo de poner en evidencia los ca-
prichos de la fortuna, pues a veces le
salen al paso a una persona ocasiones
inútiles para ella, que a otra le serían
favorables, y viceversa.
Al mejor cazador se le escapa la liebre. —
V. El mejor escribano echa un borrón.
Cazador con liga, pescador de caña y ha-
cedor de sal, a morir al hospital.
Da a entender que con dichos oficios
no es fácil salir de pobre.
Cazador, nuevo; perro, cojo, y hurón, viejo.
Manifiesta que el primero debe ser
joven, así como los otros dos, ya expe-
rimentados.
El buen cazador de señuelo, a la garza, y
los podencos, al halcón.
Indica que, según la edad, así debe
uno dirigirse a la que más le corres-
ponde.
El cazador, mozo, y el perro, cojo.— Véa-
se Cazador, nuevo; perro, cojo, y hurón,
viejo.
¡Hola!, cazador... ¿y con pistola?
Modo de mofarse y no dar crédito a
la proposición que se acaba de escu-
char, por lo absurda y majadera que es.
¡Mal haya el cazador loco que gasta su
vida tras un pájaro por tomar otro!
Contra los ociosos que, con pretex-
to de utilidad y provecho, tratan de
encubrir el mal empleo que hacen del
tiempo.
Ser un cazador.
Dícese de la persona que gana a otra,
trayéndola a su partido.
Tal deja el cazador la casa, como la caza
la cama.
Va contra los sumamente aficionados
a este ejercicio, que suelen tener aban-
donadas sus casas y faltas de lo nece-
sario para vivir decentemente.
Es propio de cazadores, después de la
caza muerta, poner la piel a la puerta.
Habiendo labrado una casa ostento-
sa cierto rico improvisado y a quien se
reputaba por de raza de judíos, y pues-
to en la portada una cruz de jaspe, es-
cribió por bajo de ésta un satírico el
pasquín preinserto, el cual se aplicó
proverbialmente, andando el tiempo, a
los que, después de haber cometido
multitudes de excesos, desafueros y
tropelías, se acogen a mejor vida.
CAZAR. — Cácete, pesquete, nunca buen
cásete.
El muy aficionado a andar cazando o
pescando tiene su casa completamen-
te abandonada, por lo poco que mora
en ella.
Cazar a uno.
Prenderlo, cautivarle la voluntad con
halagos o engaños.
Muchas veces, do cazar pensamos, cazados
quedamos. — V. Ir por lana y volver tras-
quilado.
Si cazares, no te alabes; si no cazares,
no te enfades.
Recomienda la serenidad de ánimo
con que se deben tomar los sucesos,
tanto prósperos como adversos.
Vos cazáis, y otro vos caza; más valiera
estaros en casa.
Reprende a los que por atender a
sus gustos abandonan sus obligaciones.
CAZOLERO.— Ser un cazolero.
Ser un cocinica, un cominero, un
hombre afeminado. Es frase de gran
uso en Andalucía.
CAZONAL. — Meterse en un cazonal.
Entrar en un negocio o empeño muy
arduo y sin salida.
CAZUELA. — Parece que ha comido en ca-
zuela.
Se dice del que habla mucho.
CAZURRO. — Hacerse el cazurro.
Hacerse el tonto. — Fingir que no se
entiende lo que no le conviene o no le
gusta a uno.
Ser un cazurro.
Persona de pocas palabras; muy me-
tido en sí.
CE. — Ce por be, o Ce por ce.
Poner una cosa por otra; falsear los
hechos. — Narrar o contar una cosa con
todos sus detalles, sin omitir nada.
Por ce, o por be.
¿Será la etimología por caro, o por
barato? — V. Por hache o por erre, o
Por fas o por nefas.
CEBADA
— 208
CEDAZO
Las cuatro ees de los viejos: cursos, calen-
tura, caída o casamiento.
Tales son las causas que especial-
mente precipitan su muerte, y que son,
atendiendo a la edad, de facilísima y,
por tanto, inútil explicación. — V. Las
tres ces de los viejos.
Las tres ces de los viejos.
Las personas de edad avanzada están
más expuestas que las demás a morir
víctimas de una de estas tres circuns-
tancias; a saber : de caída, de cólico o de
cursos.
CEBADA. — De atrás viene la cebada.
Manera de expresar que lo que suce-
de no es del momento, sino que tiene
su origen o es consecuencia de algo
antiguo.
Desear una cosa tanto como la cebada
una muía de alquiler.
Dícese así porque las caballerías de
alquiler son regularmente mal tratadas
por sus dueños, y se hallan casi siem-
pre hambrientas.
No es cebada, que se descabeza. — V. No
es puñalada de picaro.
La cebada en lodo y el trigo en polvo.
Indica el tiempo, ya húmedo, ya seco,
en que respectivamente debe hacerse
la siembra de estos dos cereales.
No hay cebada para tantos asnos.
Expresión burlesca y familiar que se
emplea cuando se presentan a comer
impensadamente en una casa muchas
personas. — Empléase también cuando
se han concedido honores, cargos, cá-
tedras, etc., entre muchos, y quedan
aún algunos descontentos por no haber-
les cabido igual suerte.
CEBO. — Dondequiera que hay cebo no de-
jan de venir los buitres.
Da a entender que al que tiene algo
que dar, nunca le falta compañía.
El cebo es el que engaña, que no el pesca-
dor ni la caña.
Indica que la mayor parte de las ve-
ces son disculpables los engañadores,
pues a los engañados les cabe aún más
culpa que a aquéllos, toda vez que el
afán de conseguir lo que se les ofrece
les hace caer incautamente en el lazo
que se les tiende. Díganlo, si no, el timo
del portugués, el del entierro, el de las
limosnas, etc.
Haya cebo en el palomar, que palomas n<r
faltarán.
Demuestra que el número de incau-
tos es infinito, siempre que haya algo
que les atraiga.
Morder el cebo.
Dejarse engañar.
Ser como el cebo en el anzuelo.
Dícese de todo aquello que reviste
un exterior halagüeño para más fácil-
mente engañar al incauto.
CEBOLLA. — Atascar, o morder, o tragar,
cebolla.
Sufrir disgustos de consideración, de-
vorándolos interiormente o no pudien-
do ponerles remedio.
CEBOLLDÍO. — Arráncate, cebollino* —
V. Arráncate, nabo.
Mandar a uno a escardar cebollinos.
Mandarlo enhoramala; despedirlo de
mala manera.
Trasponer el cebollino.
Trasladar a paraje seguro lo que se
ha hurtado.
CEBÓN. — Estar liecho un cebón.
Dícese de la persona muy gruesa y
abultada, con referencia al cerdo, que
se cría con todo regalo para que esté
más gordo.
Hurtar el cebón, o el puerco, y dar los
pies por Dios.
Dícese de los que creen ser absuel-
tos del pecado del robo porque entre-
guen como limosna parte de lo robado.
CEBRA. — Correr como una cebra. —
V. Correr como un gamo.
CECA. — Andar de Ceca en Meca, o de la
Ceca a la Meca.
De una parte a otra; de aquí para allá.
CECINA. — Estar como cecina.
Aplícase a la persona o cosa que se
halla sumamente enjuta.
CEDACICO. — Cedacico, o cedacito, nue-
vo, tres días en estaca.
Muchas veces se aprecian y cuidan
algunas cosas más por su novedad que
por su verdadero valor. — También se
aplica a lo poco que suele durar el en-
tusiasmo con que algunas personas em-
piezan a servir sus nuevos destinos.
CEDAZO. — Más quiero pedir a mi ceda-
zo u?i pan apretado, que a mi vecina
prestado.
Es preferible pasar algunas privacio-
CEDO
— 209 —
CELOS
nes, a tener que andar buscando pres-
tado. — Apretado significa pequeño o re-
ducido .
CEDO. — Si quieres cedo engordar, come
con hambre y bebe con vagar.
Comer sin apetito y beber sin sed
es un verdadero vicio que, lejos de
ser provechoso a la salud, produce en
no pocos casos enfermedades y moles-
tias.
CÉDULA. — Dar cédula de vida.
Se dice de aquellos que se precian
de valentones y guapos, que parece
que hacen gracia en no quitar la vida
a nadie.
lener cédula de vida.
Aplícase a los niños recién nacidos,
cuando se les ve bien conformados y
con fuerzas para vivir.
CEGAR. — Antes ciegues que tal veas.
Conminación empleada contra aque-
lla persona que augura o predice algo
que no nos agrada o no nos conviene.
Cegar y no ver.
Redundancia con que se demuestra
el enfado o coraje súbito de que se ve
poseída una persona por un acto cual-
quiera. Es propiamente un andalu-
cismo.
CEJA. — Darle a uno entre ceja y ceja.
Decirle en su cara alguna cosa que le
sea sensible.
Llevar uno entre ceja y ceja alguna cosa.
Recibir algún disgusto o molestia.
Metérsele, o ponérsele, o tener, a uno o a al-
guna cosa entre ceja y ceja.
Fijarse en un pensamiento o propó-
sito de una manera insistente.
Mirar entre ceja_y ceja.
Fijar la vista en una persona para ver
si, al sonrojarse, demuestra que no es
verdad lo que nos dice.
Arquear, o enarcar, las cejas.
Levantarlas, poniéndolas en figura
de arco, en señal de admiración o mues-
tra de disgusto.
Quemarse uno las cejas.
Estudiar mucho; trabajar exagerada-
mente estudiando, particularmente de
noche.
Tener a uno entre cejas, o entre ceja y
ceja.
Mirarle con prevención desfavora-
ble.
CELADA. — A celada de bellacos, me-
jor es el hombre por los pies que por las
manos.
Recomienda que se huya de pleitos
y de contiendas, mayormente si se trata
de gente bellaca y ruin.
A quien has descubierto tu celada, de ése
te guarda.
Como el guardar un secreto no es
virtud de todos, debe desconfiarse de
aquellos que saben nuestras faltas, pues
pueden descubrirlas, pensada o impen-
sadamente.
Caer en la celada. — V. Caer, o picar, en
el ANZUELO.
CELAJE. — Agarrarse de un celaje.
Expresión marítima que se usa para
expresar que alguno es diestro y avi-
sado, que echa mano a cualquier recur-
so y sabe aprovecharlo.
Mascar, o comer, celajes.
Se emplea entre la gente de mar
para dar a entender que no hay qué
comer.
CELEMÍN. — Caber bajo un celemín.
Dícese cuando se ve una reunión de
niños, generalmente hermanos, que son
pequeños y de muy corta edad.
Más vale celemín de neguilla que fanega
de trigo.
Aconseja que para esquivar los efec-
tos de la culpa, en ocasiones conviene
más negar que confesar. — Se juega del
vocablo neguilla por negar.
No es mucho errar a un celemín tres
cuartillos.
Expresión irónica por la que se sati-
riza a una persona que, pretendiendo
acertar una cosa, se ha separado no
poco de la verdad.
CELESTE. — Quedarse mirando al ce-
leste.
Al cielo. — Perderlo todo; quedarse
sin nada. — V. Quedarse a la luna de
Valencia.
CELESTIAL. — Ser celestial.
Ser un bobo, un candido, tonto o
inepto.
CELOS. — Aquel que celos no tiene, no tie-
ne amor verdadero.
Cuando se quiere a una persona nos
parece que nos van a robar su cariño;
la mayor parte de las veces los dedos se
nos antojan huéspedes.
CELOSÍA
CENICIENTA
Los celos son hijos del amor. — V. Aquel
que celos no tiene, etc.
Nunca hay celos sino donde hay amor. —
V. Nunca amor se engendró sin celos.
Pican más los celos que las pulgas.
Comparación popular, y por lo tan-
to bien pintoresca, empleada para de-
mostrar el efecto que produce esa pi-
cara enfermedad.
Quien celos tiene, al sol se parece.
Porque el sol levanta vapores que
suelen obscurecerlo, así como los celos
obscurecen el amor con las sospechas.
CELOSÍA. — Ver como por celosía.
Entrever las cosas; no verlas muy
claras o no comprenderlas bien.
CELOSILLO. — Celosillo es mi marido,
y yo me rio; pues cuando él va, yo ya he
venido.
Moteja de lista y suspicaz a una per-
sona, pues se adelanta a los pensamien-
tos de otra.
CELOSO. — Ser celoso.
Tener cosquillas.
CENA. — Acue'state sin cena^ amanecerás
sin deuda.
Aconseja que antes que contraer deu-
das se pasen algunas privaciones.
Más mató la cena que sanó Avicena.
Previene que el cenar con exceso
es, por lo regular, causa de gran perjui-
cio para la salud, y a veces hasta un
atentado contra la vida.
Más vale un no cena que cien Avicenas. —
V. Más mató la cena que sanó Avicena.
Por tiiucha cena, nunca noche buena.
Expresa que la abundancia en el ali-
mento es contraria a la salud, siendo
preferible que aquél no sea exagerado,
con tal que sea sano y de fácil diges-
tión.
Quien se echa sin cena, toda la noche de-
vanea.
La debilidad en el estómago por cau-
sa de la falta de alimento produce en
el sueño vahídos y pesadillas.
Cenas, soles y penas matan al hombre.
El abuso en la alimentación, particu-
larmente de noche, así como las inso-
laciones y los disgustos, acaban con la
vida humana.
De cenas y penas están las sepulturas lle-
nas. — V. Cenas, soles y penas matan al
hombre.
CENAAOSCURAS. — Ser un cenaaos-
curas.
Persona encogida que por su carác-
ter huye del trato de las gentes. — El
miserable que se priva de las comodi-
dades regulares.
CENAGAL. — Meterse en un cenagal.
En un negocio de difícil salida; en un
atolladero, en un atascadero.
CENAR. — Al que has de dar de cenar, no-
te quites el merendar.
Porque mientras menos ganas tenga,
menos gasto ocasiona.
A quien te quiere cenar, cómetelo.
Enseña que es conveniente adelan-
tarse a aquel que nos quiere hacer al-
gún daño, haciéndoselo primero. No
es un consejo muy evangélico, cierta-
mente, pero es muy humano.
Si lo cena, no lo almuerza.
Recomienda la virtud del ahorro y
de la conservación, no derrochando las
cosas, especialmente cuando no hay
abundancia o sobra de ellas.
CENCERRADA. - Dar la cencerrada.
Ruido desapacible que se hace con
cencerros, almireces, latas, etc., con el
intento de molestar y burlarse de los
viudos en la noche que celebran su se-
gundo casamiento.
CENCERRO. — Parecer, o ser, un cen-
cerro.
Dícese del instrumento de cuerda, y
más comúnmente del piano o la guita-
rra, que produce un sonido desagrada-
ble, ya por su naturaleza, ya por estar
desafinado, o bien a causa de la inha-
bilidad de quien lo pulsa.
Hacer una cosa a cencerros tapados.
Llevarla a cabo reservada, oculta y
sigilosamente, procurando que nadie
se entere.
CENDRA. — Ser uno una cendra, o vivo
como una cendra.
Tener mucha viveza; ser muy listo.
CENICIENTA. — Ser la pequeña Ceni-
cienta.
Aplícase a toda persona que lleva el
peso del trabajo en una casa, oficina
particular, ministerio, etc., mientras
que los demás no trabajan. — En lugar
de pequeña se suele decir también la
puerca Cenicienta, y alude al conocidísi-
mo cuento tan popular entre los niños.
CENIZA
CERCA
CENIZA. — Allegadora de la ceniza y de-
rramadora de la harina.
Censura a la mujer de poco gobier-
no y economía, que se afana en guardar
las cosas de poco valor y no cuida de
las de mayor importancia.
Escribir en la ceniza. — V. Escribir en la
ARENA.
Poner la ceniza en la frente a alguno.
Humillarlo o confundirlo.
Cenizas no levantan llama.
Expresa que cuando un afecto se ha
extinguido, no es fácil hacerlo revivir.
Convertir, o hacer, o reducir, a cenizas
una cosa.
Destruirla, arruinarla, convirtiéndo"
la en partes muy pequeñas.
CENSO. - Ser una cosa un censo, o un
censo perpetuo.
Ocasionar gastos repetidos y con-
tinuos.
CENSURA. — No basta estar exento de
censura; es preciso, además, par ecerlo.
Indica que es preciso guardar las
apariencias si queremos ser respetados.
CENTELLA. — A veces, de chica centella
nace gran llama de fuego. — V. De pe-
queña centella, grande hoguera.
De pequeña centella, grande hoguera.
Demuestra que muchas veces, de
causas al parecer insignificantes, sue-
len provenir grandes efectos.
CENTRO.— Estar, o vivir, uno fuera de su
centro, o en su centro.
No estar bien hallado y contento en
un lugar o empleo, o, por el contrario,
estar a gusto, desempeñar un destino
a propósito para sus facultades, incli-
naciones o gustos.
CEÑO. — Ceño y enseño, del mal hijo hacen
bueno.
Se recomienda, para educar a un hijo
travieso, la instrucción junto con la se-
veridad.
CEPA. — De tal cepa, tales sarmientos, o
De tal cepa, tal vino. — V. De tal palo,
tal astilla.
La buena cepa buenos renuevos cria. —
V. De tal palo, tal astilla.
CEPO. — Afeita un cepo, parecerá mancebo.
Denota lo que hace la compostura y
el adorno para parecer bien. — Cepo es
el palo.
Caer en el cepo. — V. Caer en el garlito.
Cepos quedos.
Manera de indicar a uno que se esté
quieto, o que se corte una conversa-
ción desagradable u ofensiva.
CEPORRO. — Dormir como un ceporro.
V. Dormir como un lirón.
Ser un ceporro.
Ser muy torpe, muy bruto.
CERA. — Eso no pega con cera ni con ce-
rote, sino con mierda para tu gañote, o
para tu bigote.
Dícese cuando se trata de buscar la
resolución a un asunto, y la que se pro-
pone no es adecuada. — Úsase también
en los casos en que los consonantes de
una composición poética no cumplen
con las leyes de la rima.
Hacer de uno o de una cosa cera y pa-
bilo.
Disponer de él, o de ella, a su antojo
y voluntad.
La cera que va delante es la que alumbra.
V. El que da primero, da dos veces.
Más blando que la cera. — V. Ser uno de
cera, o como una cera, etc.
No dejarle, o no quedarle, a uno cera en
el oído, o en los oídos.
Quitarle todo cuanto tenía; venir a
parar a la mayor indigencia.
No hay más cera que la que arde, o que la
que alumbra.
Modo de denotar que uno no tiene
más que lo que está a la vista, o pre-
sente, de aquello de que se trata.
Ser uno de cera, o como una cera, o he-
cho de cera, o una cera.
De genio blando y dócil. — Dícese
también de las materias que se pres-
tan a ser tratadas fácilmente por la
mano del artista.
CERBATANA.— Hablar uno por cerba-
tana.
Valerse de un intermediario para
manifestar aquello que no quiere de-
cir por sí mismo.
CERBELO. — Lambicar el cerbelo.
«Meterse uno en devaneos e indaga-
ciones que le gastan el juicio.» (Cova-
rrubias.) — Hoy se dice: Alambicar el ce-
rebro.
CERCA. — Afientras más cerca, más lejos,
y mientras más lejos, más cerca.
Refrán-adivinanza en que se juega
del vocablo, y con el cual se expresa
CERCÉN
CERRO
que cuanto mayor es la cerca o cerca-
do, mayor espacio de tierra compren-
de, y viceversa.
Tener buen, o mal, cerca.
Parecer bien, o mal, mirado a corta
distancia.
CERCÉN. — Tajar alguna cosa cercén a
cercén, como si fuera un nabo.
Comparación usada por Cervantes
para indicar la operación de cortar en
redondo, con rapidez, limpiamente.
CERCO. — Cerco de sol moja al pastor.
Manifiesta que cuando el sol está ro-
deado de nebulosas o celajes, presagia
lluvia.
Encumbrar sobre el cerco de la luna. —
V. Poner por las nubes.
Poner alguna cosa sobre el cerco de la
luna. — V. Poner por las nubes.
Teniendo cerco la luna y estrellas dentro,
agua o viento.
Presagio popular que, salvo raras ex-
cepciones, suele ser verídico.
CERDO. — A cerdo que es para boca de
lobo, 7io hay San Antón que lo guarde. —
V. El que ha nacido barrigón, es al ñudo
que lo fajen.
Al matar de los cerdos, placeres y juegos;
al comer de las morcillas, placeres y ri-
sas, y al pagar de los dineros, pesares y
duelos.— V. Al freír será el reír y al pa-
gar será el llorar.
CEREBRO. — Alambicar el cerebro. —
V. Lambicar el cerbelo.
CEREZA. — Cerezas y hadas malas, pen-
sáis tomar pocas y vie'nense hartas, o Ce-
rezas y hadas ?nalas, toman pocas y lle-
van hartas, o sartas.
Se demuestra con estos dos refranes
que las desdichas son como las cerezas,
que vienen unas tras de otras.
CEREZO. -Subirse al cerezo.
Amostazarse, enfadarse. — Tomar a
mal lo que se le dice a uno. — V. Su-
birse a la parra.
CERIBONES. — Hacer ceribones.
Hacer excesivos rendimientos y su-
misiones, como acostumbraban los que
hacían cesión de bienes.
CERILLA. — No dejarle, o no quedarle, a
uno cerilla en el oído, o en los oídos. —
Véase esta frase en la palabra Cera.
CERMEÑO.— Ser un cermeño.
Hombre tosco, necio, sucio.
CERNÍCALO.— Coger, o pillar, un cerní-
calo.
Embriagarse.
Ser un cernícalo.
Hombre ignorante y rudo.
CERO.— Cero ?nata cero, y cero mala al
soldado.
Frase con que se da a entender que
es preciso conformarse con lo que los
superiores mandan, aunque nos parez-
ca absurdo e injusto.
Cero, y van dos.
Aplícase, por lo general en sentido
irónico, cuando hay que repetir lo que
se ha dicho, porque la primera vez no
se ha enterado la persona a quien uno
se dirigía, o ha hecho que no se ente-
raba.
Ser uno un cero, o un cero a la iz-
quierda.
Ser inútil, no valer para nada.
CEROTE. — Estar hecho un cerote.
Frase empleada en América para in-
dicar que se tiene la ropa extremada-
mente sucia.
Tener cerote.
Tener miedo, temor, recelo.
CERRADERA. — Echar la cerradera a
una cosa.
Negarse uno del todo a lo que se le
pide, sin querer oír más razones en el
asunto de que se trata.
CERRADO. — Ser cerrado de mollera.
Torpe, rudo, estúpido, etc.
Ser uno muy cerrado.
Se aplica al que es callado, disimula-
do y silencioso. — Estreñido, miserable,
mezquino, cicatero. — Dícese también,
al que posee estas cualidades, que es
cerrado de puño.
CERRADURA.— No hay cerradura don-
de es oro, o si es de oro la ganzúa.
Contra los que se dejan sobornar por
el dinero, demostrando así lo mucho
que puede el interés.
CERRILLO. — A la vuelta del cerrillo
está el ventorrillo. — V. A la vuelta lo
venden tinto.
CERRO. - Beber en cerro.
Frase equivalente a beber en ayunas.
Como por el cerro, o los cerros, de Úbeda.
A los que responden o dicen una
cosa que no viene al asunto de que se
trata.
CERROJILLO
213 —
CESTO
De cerro a cerro una cañada, y de cero
a cero no va nada.
Úsase para indicarla poca diferencia
que hay entre dos supuestos.
Untar el cerro. — V. Pasar la mano por
el cerro.
Echar por esos cerros. — V. Echar por
esos TRIGOS.
CERROJILLO. — Cuando el cerrojillo
canta, agua lleva en la garganta.
Según los labradores, el canto del pá-
jaro llamado así, augura lluvia.
CERROJO. — Estar como el tío Cerrojo,
jamando partidas.
Aplícase a la persona cauta y solapa-
da que, aparentando indiferencia, está
al acecho de cuanto oye o ve, para
obrar después sobre seguro.
Hallarse alguna persona sujeta como un
cerrojo.
Estar dominada por otra o compro-
metida de tal manera que no pueda
desligarse por mucho que lo intente.
Ser más bruto, o torpe, que un cerrojo.
Aplícase a la persona que es muy
corta de alcances o de ninguna instruc-
ción.
CERVIGUDO. — Ser un cervigudo.
Dícese del que es porfiado, terco,
obstinado.
CERVIZ. — Bajar, o doblar, o doblegar, o
humillar, o inclinar, la cerviz.
Deponer uno el orgullo, altivez o pre-
sunción, ya sea voluntaria, ya forzosa-
mente.
Levantar la cerviz.
Engreírse, ensoberbecerse.
Ser de dura cerviz.
Ser testarudo, incorregible, díscolo,
incapaz de someterse a otro.
CESAR. — Lo que es de César, dése a Cé-
sar; lo que es de Dios, a Dios. — V. Dar
a Dios lo que es de Dios, y al César lo
que es del César.
O César, o cesar. — V. O César, o nada.
O César, o nada.
Se dice de la persona que tiene des-
mesurada ambición, y que sólo aspira
a una posición elevada o a una gran
fortuna, rechazando una prudente me-
dianía.
CESTA. — Coger la cesta de las chufas.
Enfadarse; no aguantar una broma o
tomarla a mal.
Cuelga tu cesta donde la alcances.
Recomienda que no se aspire a lo
imposible, sino a lo hacedero o factible.
Decir tinas veces cesta y otras ballesta.
No ser consecuente en lo que se dice.
De esto que no cuesta, llenemos la cesta.
Dícese de las personas que abusan
de aquello que se les ofrece, porque no
les cuesta el dinero.
Llevar uno la cesta.
Estar presente a las demostraciones
cariñosas de dos amantes, o contribuir
a los placeres de otro sin saberlo. Co-
múnmente se toma en sentido poco fa-
vorable a la persona a quien se alude.
No decir cesta ni ballesta.
Callar del todo, no contestar.
(Qué lleváis en esa cesta? — Por que vos
no lo sepáis es por lo que va cubierta.
Contra los preguntones indiscretos,
cuya curiosidad no quiere uno satis-
facer.
CESTO. — Alábate, cesto, que venderte quie-
ro, o que a venderte llevo.
Aquel que quiera conseguir algo, no
ha de contentarse con la protección o
favor de otro, sino que conviene ayu-
darse a sí mismo.
El que hace un cesto hará ciento.
El que comete alguna maldad, ya
tiene el camino abierto para cometer
fácilmente otras muchas.
Enviar a uno para cesto.
Mandar a uno enhoramala; despedir-
lo de mala manera.
Estar uno hecho un cesto.
Estar poseído del sueño o de la em-
briaguez.
Hartarse, o ponerse, como un cesto.
Comer o beber de una manera exa-
gerada.
Quítasele el suelo al cesto y perdimos el
parentesco.
Aplícase a las personas que, mal ave-
nidas, desean un pretexto, por nimio
que sea, para hacer estallar su odio. —
Dícese también de aquellos que por su
mal carácter se enfadan con una per-
sona por cualquier cosa.
Ser uno u?i cesto.
Ser muy ignorante, rudo e incapaz.
Al lavar de los cestos haremos la cuenta.
Denota que lo más humilde de una
cosa es su conclusión o remate, porque
CIABOGA
214 —
CIELO
entonces es cuando se ve el buen o
mal empleo.
Hasta el lavar de los cestos todo es ven-
dimia.
Es metáfora tomada de los labrado-
res. — V. La esperanza es lo último que
se pierde.
CIABOGA. — Hacer ciaboga.
Arremolinarse las personas para huir,
o para otro fin.
CIBERA. — Cibera en molino, el que ante-
viene, muele.
Indica que cuando están las cosas
preparadas, el que llega primero es el
que se aprovecha de ellas.
Estar molido como cibera.
Hallarse muy quebrantado, al igual
del trigo que va pulverizando la rueda
del molino.
CIBO. — El cibo usado es el provechoso.
Indica que en algunas ocasiones es
menos conveniente estrenar ciertas co-
sas que utilizarlas cuando ya lo han
sido anteriormente.
CID. — Cosas tenedes, el Cid, que f aran fa-
blar las piedras.
Muletilla tomada del Romancero, y
que se emplea, por lo general, irónica-
mente cuando se oye decir algún dis-
parate o tontería.
CIEGO. — El ciego no distingue de colo-
res. — V. Hablar de algo, como el ciego
de los colores.
Hablar de algo, como el ciego de los co-
lores.
Aplícase a las personas que refieren
alguna cosa como si la hubiesen visto,
cuando en realidad sólo la conocen de
oídas.
Harto soy ciego si por zaranda no veo. —
V. Muy cxego es aquel que no ve por tela
de cedazo.
Muy ciego es aquel que no ve por tela de
cedazo.
Expresión familiar con que se signi-
fica la poca perspicacia de quien no
percibe las cosas que son claras o fáci-
les de adivinar.
No hay peor ciego que el que no quiere
ver. — V. No hay peor sordo que el que
no quiere oír.
No tener ni para mandar rezar, o cantar,
a un ciego.
Ser extremadamente pobre.
Si el ciego al ciego adiestra, en la hoya
dan entrambos. — V. Si un ciego guia a
otro ciego, ambos dan en el hoyo, etc.
Si quieres que cante el ciego, dale la paga
primero.
Dícese de las personas que mandan
trabajar sin remunerar el trabajo, y des-
pués se quejan si no son servidas como
desearan.
Si un ciego guía a otro ciego, ambos dan
eti el hoyo, o ambos caen e?i el abismo.
Refrán bíblico con el que se advier-
te, aparte de su sentido recto, que cuan-
do una persona imprudente o indocta
es aconsejada o dirigida por otra tal en
el manejo de un negocio, el resultado
de éste tiene que ser lamentable.
Soñaba el ciego que veía, y soñaba lo que
quería, o y era lo que deseaba, o y era las
ganas que tenía.
Denota la facilidad con que algu-
nos se lisonjean de conseguir lo que
quieren.
Ya veremos, dijo el ciego, y nunca vio.
Expresión que se emplea cuando la
persona de quien esperamos algo ofre-
ce hacerlo con la frase veremos, supo-
niendo nosotros que es una evasiva,
pues no ha de hacer nada en nuestro
favor.
En el reino de los ciegos, el que tiene un
ojo es rey. — V. En tierra de ciegos, el
tuerto es rey.
En tierra de ciegos, el tuerto es rey.
Denota que con poco que se sepa,
basta para sobresalir entre los igno-
rantes.
CIELO. — Al Cielo rogando y con el mazo
dando. — V. A Dios rogando y con el mazo
dando.
Aunque se suba al cielo.
Frase con que uno asegura que se
vengará de otro, aunque éste tome los
medios más exquisitos de ocultarse o
ponerse a salvo.
Bajado del cielo.
Frase ponderativa de alguna cosa,
como prodigiosa, excelente, peregrina
y única en su clase.
Cielo aborregado, o empedrado, suelo mo-
jado, o Cielo barrido, suelo llovido, o El
cielo aborregado, antes de tres días ba-
ñado.
Cuando la atmósfera se cubre de ce-
I
CIELO
— 215 —
CIELO
lajes, a modo de copos o vedijas de al-
godón en rama, señal cierta de próxima
lluvia.
Como llovido del cielo.
Locución con que se denota la opor-
tunidad en llegar una persona, u ocu-
rrir alguna cosa, cuando más falta hacía.
El cielo no se hizo para los tontos.
Expresa que para alcanzar alguna
cosa es necesario sabérselo ganar con
el ingenio.
El que al cielo escupe, en la cara le cae,
o de baba se llena.
Los impíos experimentan, tarde o
temprano, el rigor de la justicia divina
en castigo de su rebelión. — La exce-
siva arrogancia está expuesta a duro
escarmiento. — El que ocasiona un daño,
tarde o temprano suele sufrir las con-
secuencias.
Entre el cielo y la tierra no hay nada
oculto.
Aconseja que para evitar que se sepa
una cosa que no queremos sea cono-
cida, el mejor medio es no ejecutarla,
pues por muchas precauciones que se
tomen, tarde o temprano llega a des-
cubrirse.
Eso clama al cielo.
Dícese de ciertas acciones reproba-
bles, por enormemente abusivas, como
dando a entender merecen sus autores
y fautores les caiga encima el castigo
de la divina justicia.
Eso es lo mismo que pretender alcanzar el
cielo con las manos.
Dícese de aquel que intenta impo-
sibles.
Estar hecho un cielo.
Ir muy engalanada una persona o ha-
llarse muy iluminado y adornado un
sitio, tal como un templo, un teatro, etc.
Estar tan lejos una cosa de otra como el
cielo de la tierra.
Expresa la antítesis existente entre
dos puntos de una comparación.
Ganar el cielo.
Hacerse acreedor de la bienaventu-
ranza por medio de la práctica de toda
clase de virtudes y buenas obras.
Hacer del cielo cebolla.
Enredar, barajar las especies a fin de
confundir y desorientar a alguno hasta
conseguir que quede engañado.
Helársele a uno el cielo de la boca.
Morirse.
Huir cielos tierra.
Alude al que se ausenta precipitada-
mente sin saberse adonde ha ido.
Irse al cielo vestido y calzado, o calzado y
vestido.
Dícese de aquellas personas que por
su inocencia o virtudes creemos dig-
nas de alcanzar la bienaventuranza, sin
pasar por el purgatorio. — Suele usarse
irónicamente cuando queremos mote-
jar a uno de candido o poco avisado.
Juntársele a alguno el cielo con la tierra.
Hallarse oprimido por algún grave
apuro o conflicto.
Mover cielo y tierra.
Hacer con suma diligencia toda clase
de gestiones para conseguir alguna
cosa. — Empléase también el verbo re-
mover con igual significado.
No hay cielo sin nubes.
No hay persona ni cosa tan perfecta
que no tenga alguna falta o mácula.
No hay cielo sin nubes ni Paraíso sin ser-
piente. — V. No hay cielo sin nubes.
Para el Cielo no hay nada oculto.
Da a entender que todo lo que se
hace se sabe, aunque nos parezca que
nadie ha sido testigo de la acción.
Querer subir al cielo sin alas.
Pretender alcanzar algún imposible,
o una cosa cualquiera, sin contar con
méritos para ello.
Quien se sube hasta el cielo, hasta la tie-
rra se baja.
Los que más alto ascienden están
más próximos a caer.
Siempre favorece el Cielo a la justa pe- .
ticio'n.
Aquello que se pide con justicia, no
suele dejar de alcanzarse.
Sin que le vengan del cielo.
Dícese del que posee bienes de for-
tuna cuya procedencia se hace sospe-
chosa.
Tomar el cielo cotí las manos.
Recibir gran enfado o enojo por al-
guna cosa, manifestándolo con demos-
traciones ruidosas.
Tomar el cielo con los dientes. — V. Tomar
el cielo con las manos.
¡ Vaya usted al cielo!
Expresión con que se rechaza o des-
CIENCIA
— 216 —
CIERZO
precia lo dicho o propuesto por otro. —
Modo irónico de despedir al que nos
está molestando con tonterías y san-
deces.
Venido del cielo. — V. Bajado del cielo.
Venirse el cielo abajo.
Producirse un alboroto o ruido ex-
traordinario.
Ver el cielo abierto.
Presentarse ocasión o coyuntura fa-
vorable para salir de un apuro o con-
seguir lo que se deseaba.
Ver uno el cielo por un embudo.
Tener poco conocimiento del mun-
do, a causa de haberse criado con mu-
cho recogimiento. — Dícese también :
No haber visto el mundo más que por un
agujero.
Volar al cielo.
Separarse del cuerpo el alma bien-
aventurada.
CIENCIA. — A ciencia y paciencia de al-
guno.
Ejecutar una cosa con conocimiento,
permiso o tolerancia de quien puede o
debe impedirlo.
Lo que falla de ciencia se suple con las
trompetas.
Modo de satirizar a los malos orga-
nistas, que con el ruido de la lengüe-
tería pretenden encubrir las chambo-
nadas que cometen. Suele usarse más
frecuentemente este refrán en latín ma-
carrónico, expresado en los términos
siguientes: Quod déficit in scientia, su-
pletur in trompetis. — Aplícase también
a los malos escritores, artistas, seudo-
sabios, etc., que a fuerza de bombos y
reclamos periodísticos quieren encu-
brir su ineptitud, tratando de conven-
cer al público de que son unas nota-
bilidades.
Más vale ciencia que renta.
En determinados casos es preferible
el saber a tener riquezas, porque éstas
pueden faltar, mientras aquél no.
Toda ciencia es locura si el buen seso no
la cura.
No es conveniente exagerar las co-
sas, por buenas que sean.
Hoy las ciencias adelantan que es una
barbaridad.
Frase de un personaje de la zarzuela
titulada La Verbena de la Paloma, que
el vulgo ha convertido en refrán, y que
emplea para denotar el grado de pro-
greso distintivo de los tiempos moder-
nos, aunque comúnmente lo usa en sen-
tido de ironía.
CIENTO. — Ser ciento y la madre.
Expresión con que se denota lo nu-
meroso y dilatado de alguna familia o
la muchedumbre de algunas cosas.
Ser de ciento en carga una cosa.
Ser ordinaria, de poca estimación.
Haz?ne ciento y fáltame en una, y se acaba
tu buena fortuna. — V. Hazme ciento y
yérrame una.
Hazme ciento y yérrame una.
Hay personas tan exigentes o tan
desagradecidas, que una simple falta
de presente suele ser causa de que
olviden muchas buenas acciones an-
teriormente ejecutadas por el mismo'
sujeto.
Hazme ciento y yérrame una, y como si no-
me hubieras hecho ninguna.
Contra los inconsiderados que no sa-
ben disimular una falta a la persona de
quien tantos favores han recibido ante-
riormente.
CIERNE. — Estar en cierne una cosa.
Estar en los principios; faltarle mu-
cho para su desarrollo y perfección.
CIERTO. — Eso es cierto, o es verdad, o
tío hay Dios.
Fórmula de juramento.
Ninguno debe dejar lo cierto por lo dudo-
so. — V. Más vale pajaro en mano que-
ciento volando.
Por cierto que..., o Por más cierto
que... — V. Por señas que..., o Por másr
señas que...
CIERVO . — Correr más ligero que un
ciervo.
Comparación empleada para denotar
la rapidez con que corre algo o alguien.
CIERZO. — Cuando llueve de cierzo, llue-
ve de cierto.
Las lluvias procedentes del Norte
suelen ser abundantes y pertinaces.
El cierzo v la contribución tienen perdido-
a Aragón.
Es decir, el viento Norte y los im-
puestos.
Para llover, el cierzo lo ha de traer.
El viento del Norte suele acarrear
las lluvias.
CIFRA
217
CIRINEO
CIFRA. — Cifras y cuernos, el que los pone.
Quiere decir que es el que lo sabe.
CIGARRA. — Cantar como una cigarra.
Entre los griegos, ser un buen can-
tor; entre las naciones modernas, todo
lo contrario.
CIGARRO. — El que no lo gasta en ciga-
rros o en vino, va por otro camino. —
V. Cada uno tiene su vehtmíita. por donde
asomarse.
CIGARRÓN. — Convertirse en cigarrón
sin alas.
Pasar del movimiento a la quietud;
de un estado activo a otro pasivo; de
una situación enérgica a otra apacible.
Estar como el cigarrón, que quiere saltar
y no sabe adonde.
Dícese de la persona que se halla in-
decisa, sin saber qué determinación to-
mar en algún asunto.
CIGÜEÑO.— Cuando los cigüeños vuelan
ya hay brevas.
Alude a que ya es verano cuando se
separan de las cigüeñas sus crías y em-
piezan a emanciparse de ellas.
CIMA. — Mirar por cima alguna cosa.
Pasarle la vista a la ligera, sin ente-
rarse de ella a fondo.
CIMIENTO. — El mejor cimiento y zan-
ja del mundo es el dinero. — V. Poderoso
caballero es Don Dinero.
CINCO. — Cinco de malilla, cátala co-
dilla.
Refrán empleado entre los jugadores
de tresillo para indicar que con esas
cartas puede el que va a la contra dar
codillo, o sea, ganar al que juega como
mano.
Dar cinco de corto.
Metafóricamente, no llegar a los jus-
tos límites.
Dar cinco de largo.
Metafóricamente, pasar de los justos
límites.
Decir a uno cuántas son cinco.
Amenazarle con alguna reprensión o
castigo. — Darle mal trato.
Las cinco dan ya con sol el día de San An-
tón. — V. San Antón, cunde el día una
patita de pichón, o de ratón.
Saber cuántas son cinco.
No ser tonto; saber lo que hay y lo
que no hay en el asunto de que se tra-
ta. — Con la negación antepuesta indi-
ca ser sumamente simple; ignorar aun
aquello que es más corriente y trivial.
CINCUENTA. - Cuando de los cincuen-
ta pases, no te cases.
Recomienda que pasada esa edad no
se contraiga el vínculo del matrimonio,
por razones cuya enumeración sería
impropia de este lugar.
CINCHA. — Ir, o venir, rompiendo cin-
chas.
Acudir velozmente a un lugar.
CINTO. — Tirarse al cinto. — V. Tirarse,
o mandarse, al buche, o Echarse, o ti-
rarse, al COLETO.
CINTURA. — De cintura para arriba
todos somos buenos.
Modo de elogiar a la generalidad de
la Humanidad o a determinada perso-
na, dejando a salvo lo que pueda o no
haber en punto a cuestiones opuestas
a la castidad.
Meter, o poner, a uno en cintura.
Sujetarle; hacerle entrar en razón;
reducirle al cumplimiento de su deber.
CINTURÓN. — Ser de las de cinturón
dorado.
Ser una prostituta. — Sabido es que
en Grecia las hetairas se conocían por
llevar este distintivo.
CIRCUNSTANCIA. -Las circunstan-
cias hacen al hombre. — V. El hombre
es lujo de las circunstancias.
CIRIAL. — Para que te peas llevando el
cirial. Algunos añaden: en acto tan
serio.
Locución familiar con que se denota
a alguno, por lo regular con cierta frui-
ción, que bien merecido tiene el casti-
go o la contrariedad que le acaba de so-
brevenir.— Obedece a aquel cuento en
que se narra que yendo un monaguillo
en cierta procesión con el cirial en alto,
se le escapó una ventosidad, y el cura
que marchaba detrás de él, habiéndose
dado cuenta, le aplicó un soberbio pun-
tapié, al tiempo que pronunciaba las
palabras que han dado origen a este
dicho popular.
CIRINEO. — Ser el cirineo de alguno.
Ayudarle a conllevar la carga en su*
trabajos. Tómase, generalmente, en mal
sentido. — Alude a Simón de Cirener
que ayudó a Jesús a llevar la cruz en el
camino del Calvario.
CIRIO
CIUDAD
CIRIO. — Creerse uno cirio pascual a/ando
no liega a cerilla.
Aplícase al que presume saber o va-
ler mucho, cuando en realidad no pasa
de ser un ignorantón o un pobrete.
CIRUELA. —Arrugado como una ciruela
pasa.
Dícese de aquellas personas que, por
efecto de la edad, tienen la piel, par-
ticularmente la del rostro, en la forma
que la comparación indica.
CIRUELO. — Quien te conoció ciruelo,
¿como te tendrá devoción?
Se aplica al sujeto a quien se cono-
ció en una posición humilde y después
se ve ascendido a altos puestos, ma-
yormente si, como suele suceder, se ha
engreído en su nueva posición. — Cuén-
tase de un labrador que en cierta oca-
sión regaló un trozo de ciruelo a un
escultor amigo suyo. Pasados algunos
meses le enseñó el artista un magnífico
Cristo que había sacado de aquel tron-
co, creyendo que tal vista excitaría la
admiración del patán; mas no sucedió
así, pues prorrumpió en las palabras
susodichas, que con el tiempo llegaron
a convertirse en proverbio.
CIRUJANO. — El cirujano más duro es
el mejor cirujano.
En las operaciones quirúrgicas de
carácter rebelde, así como en la correc-
ción de los díscolos, deben comportar-
se, respectivamente, cirujano y correc-
tor sin atender a contemplaciones.
No hay ?)iejor cirujano que el acuchilla-
do, o que el bien acucliillado.
Importa mucho la experiencia para
proceder con acierto en aquello de que
se trata. — Secuela de dicho proverbio
es este otro : No hay más piadoso ciru-
jano que el que fue bien acuchillado, con
el que se da a entender que nadie pue-
de apreciar tan bien lo que son pena-
lidades y fatigas como el que las pasó
antes; por lo que debe contribuir a su
remedio, si tiene posibilidad de ha-
cerlo.
CISCO. — Lleva más cisco que carbón.
Equivaliendo la palabra cisco a mie-
do, fácilmente se comprende que lo
que significa esta frase es que la per-
sona que huye no lo hace por exceso
de valentía.
CITACIÓN. — Si es citación, yo respon-
deré; mas si es llamamiento, no hay me-
dicinas.
Dicho proverbial de nuestros anti-
guos médicos, con que daban a enten-
der que si la enfermedad para que eran
buscados tenía carácter de aplazamien-
to o tregua, saldría de ella el paciente;
mas si lo tenía de término fatal, no ha-
bía remedio posible.
CÍTOLA.— La citóla es por demás cuando
el molinero es sordo.
Significa ser precisa la capacidad y
disposición en una cosa para que los
medios que se quieren aplicar no sal-
gan vanos.— Se dijo de la citóla porque
es una tablita de madera que está pen-
diente de una cuerda sobre la piedra
del molino harinero para que la tolva
vaya despidiendo la cibera, y a fin de
conocer que se para el molino cuando
deja de golpear.
CITÓTE. — Dar un citóte.
Reconvenir fuerte y acremente a una
persona.
CIUDAD. — Casado con la ciudad y en
destierro con el campo.
Dicho de los que prefieren la vida
tumultuosa de las grandes capitales a
la sosegada del campo.
Ciudad por ciudad, Lisboa en Portugal; y
tanto por tanto, Medina del Campo.
Alabanza dirigida por los vallisoleta-
nos a esta importante ciudad de su
provincia.
La Ciudad de Alfar o no espera a nadie.
Dícese de las personas orgullosas
cuyo amor propio llega hasta el punto
de no querer tomarse la menor moles-
tia por los demás. — Ciudad está toma-
do en el sentido de Concejo, demos-
trando así el orgullo de sus regidores.
La Ciudad de Sevilla no acompaña a
nadie.
Vanante del anterior, y que viene a
tener igual significado.
No es ciudad ni villa, y es más grande que
Sevilla.
Aplícase a Mollina, villa de la pro-
vincia y diócesis de Málaga (10 leguas),
partido judicial de Antequera (2 le-
guas), siendo de presumir que este re-
frán se inventaría mucho tiempo ha,
esto es, cuando Mollina no había alean-
CIZAÑA
— 219 —
CLARO
zado aún la categoría de villa. Su con-
texto se funda en que por estar las
casas muy separadas unas de otras,
ocupan, en consecuencia, mucho mayor
área de lo regular.
Valer una ciudad. —V. Valer un mundo.
Vive en ciudad, por mal que te haya;
come carnero, por caro que valga; bebe
del Duero, por turbio que vaya.
Recomienda la libertad con que se
vive en las ciudades, sin las molestias
ni fiscalizaciones de los pueblos, así
como el manjar y la bebida indicados,
por creer seguramente el inventor del
refrán que son superiores a cuales-
quiera otros.
CIZAÑA. — Quien siembra cizaña, más
tarde le araña.
Según son los actos de las personas,
así recogen después la recompensa,
pues suelen ser víctimas de aquello
que hicieron.
CLARA. — Clara de prima, lluvia encima.
Pronóstico campesino, sujeto, como
todos ellos, a infinitas contingencias.
No hay clara que no sea turbia.
Enseña a desconfiar de todo aquello
que se nos presenta como muy llano y
factible, pues casi siempre lleva oculto
algo difícil con que no contamos.
CLARIDAD. — La demasiada claridad
ofusca.
En el terreno material, por la gran
molestia que ocasiona a la vista lo fuer-
te de su impresión en la retina, hasta
«1 punto de no haber faltado quien ce-
gara de repente; en el intelectual, por-
que cuanto más difusa resulta una
explicación, tanto más suele embrollar
la mente del que estudia; y en el social,
a causa de que, hallándose algunos
hombres colocados en el pináculo del
poder, se forjan la ilusión de que los
demás son otras tantas sabandijas que
deben arrastrarse en su presencia.
Soltar unas cuantas claridades.
Expresar por escrito o de palabra
lo que se siente, siendo verdadero, y
como tal, molestando o haciendo daño
a los que hablan u obran en opuesto
sentido.
CLARO. — Claro y limpio mear, y una higa
para el doctor.
Una de las señales de estar bueno o
sano es no tener turbia la orina; procu-
rando esto, según el refrán, puede uno
burlarse del médico, pues no lo nece-
sitamos para nada.
De claro en claro.
Sin dormir. — La festiva imaginación
de Cervantes creó la frase de turbio en
turbio, como contraposición a la ante-
rior, para denotar que el héroe man-
chego se pasaba las noches en vela y
los días delirando con sus ensueños
caballerescos, de que dimanó lo que no
podía menos de suceder : secársele el
cerebro y perder el juicio.
En comiendo mucho y en meando claro,
echa a la mierda al cirujano. — V. Claro
y limpio turar, y una higa para el doctor.
En meando claro, dos higas para el médi-
co.— V. Claro y limpio mear, y una higa
para el doctor.
¡Es claro!
Frase con que se significa lo fácil-
mente que se deja comprender aquello
de que se trata, en fuerza de lo obvio
que es, por cuya causa sorprendería el
que cualquiera lo pusiese en duda.
Estar, o dejar, en claro.
Hallarse por hacer alguna cosa o no
hacer mención de ella.
Mear claro y dar una higa al medico.
Refrán usado ya en el siglo xvi, se-
gún se prueba por una carta de Martín
de Salinas, comisario del infante don
Fernando en la corte de su hermano el
emperador Carlos V, fechada en 1523,
existente en un manuscrito de la Real
Academia de la Historia. Su significado
es el mismo que el de claro y limpia
mear, etc. (Véase.)
Pasarse los días, o las noches, etc., en claro.
Dejar transcurrir ese espacio de tiem-
po sin comer, sin dormir o sin traba-
jar, etc., según el caso a que se aluda.
Poner una cosa en claro.
Averiguar o descubrir algo que esta-
ba embrollado u oculto.
Sacar en claro.
Obtener como consecuencia, resulta-
do o conclusión de alguna indagación,
estudio o análisis, aquello de que se
trata.
Vamos claro.
Expresión familiar con que se exige
de la persona o personas con quien se
CLAUSTRO
CLAVO
habla, el que se plantee sin ambages y
en toda su lucidez y extensión la cues-
tión de que se trata. — La Academia es-
cribía vamos claros, lo que sentaría muy
bien tratándose de la holgura que hu-
biera, verbigracia, entre los individuos
que concurrieran a una procesión o
entre los que ocuparan el asiento de
un vagón; pero no siendo así, me pare
ce que lo que se podía decir a la Aca-
demia es que vamos... espesos.
Vamos claro... (E iban tres en la proce-
sión.)
Díce^e así cuando se da la explica-
ción de una cosa que no entendemos
porque no se hace con la debida clari-
dad, o porque se comprende que nos
quieren demostrar una cosa por otra.
CLAUSTRO.— : Estamos aqui, o en claus-
tro?
Modo de llamar la atención de aque-
llos que disputan o alborotan mucho
en una reunión, con el fin de que se
reporten. — Alude a lo borrascosos que
solían ser antiguamente los Claustros
de las Universidades de nuestro país, y
de que sólo podrán dar una ligera idea
nuestras actuales sesiones de Cortes.
CLAVADA. — Venir, o estar, clavada
una cosa a otra.
Serle adecuada o proporcionada; sen-
tarle bien.
CLAVAR. — Clavar a alguno.
Engañarle, abusando de su buena fe.
Se emplea más frecuentemente refirién-
dose a precios, negociaciones o con-
tratos.
CLAVE. — Dar con la clave.
Encontrar la manera de resolver al-
guna dificultad.
Echar la clave.
Dar por terminado un negocio o
asunto, sin dar lugar a más discusiones.
En el clave, todo es coser y cantar.
Idea errónea si se aplica hoy al pia-
no, cuyos estudios superan con mucho
al del antiguo clave en dificultades de
todo género.
CLAVIJA.— Apretarle a uno las clavijas.
Estrecharle en un discurso o argu-
mento, o por medio de diligencias judi-
ciales o cosa análoga.
Tener flojas las clavijas.
Señalando la sien al decir esta frase,
indica ser pobre de inteligencia. — Di-
cese también del que deja escapar con
frecuencia ventosidades.
CLAVO. — Agarrarse a, o de, un clavo1
ardiendo.
Valerse de cualquier recurso o me-
dio, por mucho que nos repugne o sea
difícil y arriesgado, con tal de poder
salvarse de un peligro, evitar un mal
que amenace o conseguir aquello que
se desea o pretende vivamente.
Arrimarle el clavo a uno.
Endosarle algo molesto, quitándo-
noslo nosotros de encima. — En otra
acepción, véase Clavar a alguno.
Clavará un clavo con la cabeza.
Expresión de que nos valemos para
significar que una persona es muy tes-
taruda y tenaz en sus propósitos.
Dar en el clavo.
Acertar en lo que se hace, especial-
mente cuando la resolución es dudosa.
También se usa en sentido negativo.
Dar una en el clavo y ciento en la herra-
dura.
Satiriza a los que hablan mucho y le»
más de ello fuera de propósito.
Echar de clavo.
Engañar.
Echar un clavo a la rueda de la Fortuna.
Conseguir mejorar de posición por
haber alcanzado algún medio de vida
productivo y seguro, tal como un em-
pleo, negocio, etc.
No dejar clavo, o estaca, en pared.
Llevarse todo cuanto había en algu-
na parte, sin que quede cosa ni rastro
en ella.
No i?7iportar un clavo alguna cosa.
No valer nada; merecer poco aprecio.
Ponerle a alguno un clavo y una ese.
Dominarle en absoluto, esclavizarlo.
Proviene del monograma formado por
una S cruzada por un clavo, que em-
plean los esclavos del Santísimo Sa-
cramento.
Por un clavo se pierde una herradura.
Advierte que el descuido sobre al-
gunas cosas que parecen de poca im-
portancia, suele acarrear pérdidas y
daños de gran consideración. — Basán-
dose en un hecho histórico se suele for-
mular también de la siguiente manera:
Por un clavo se pierde una herradura;
CLEMENTE
COBRADOR
por una herradura, un caballo; por un
caballo, un caballero, y por un caballero,
un reino. A veces, las más pequeñas
causas suelen producir los más grandes
efectos.
Remachar el clavo.
Insistir tenazmente en algún empeño
o propósito.
Ser algo de clavo pasado.
Sumamente fácil de practicar, como
lo es el clavo que no se ha resistido a
ser introducido a martillazos.
Un clavo saca otro clavo, y un bolo otro
bolo, añaden algunos.
A veces, un mal o cuidado hace olvi-
dar o no sentir otro que antes moles-
taba.
¡Por los clavos de Cristo!
Manera de suplicar encarecidamente.
Jocosamente se suele decir también :
¡Por los clavos de una puerta viejal
CLEMENTE.— ¿Adonde vas, Clemente?-
Con el ruido de la gente. — V. ¿Adonde
va Vicente?, etc.
Escuche usted, don Clemente, con la tiri-
lla y el lente.
Frase irónica que se solía dirigir a
los currutacos exageradamente ridícu-
los.— Sospecho que nació en Cádiz esta
locución, allá por los años de 1840 y
tantos.
Si eres clemente, serás feliz siempre.
Recomienda la benevolencia para
con los demás, consiguiendo así verse
estimado y querido por todos.
CLÉRIGO.— Ser un clérigo de misay olla.
V. Ser un fraile de misa y olla.
Al clérigo hecho de fraile no le fies tu
comadre.
Expresa la mala fama que han tenido
siempre los reglares con respecto a al-
guno de los pecados capitales que juz-
gamos inútil señalar. Conste que no hay
regla sin excepción, y entiéndase de
éste para todos los refranes análogos
que siguen.
Clérigo viajero, ni mísero ni misero.
Enseña que la persona que anda de
acá para allá, desatendiendo su oficio,
gasta y no gana.
El clérigo y el fraile, al que han menester
llaman compadre.
Pinta lo interesados que en su trato
suelen ser unos y otros.
En lo que se persigna un clérigo, o un
cura loco.
Frase con que se da a entender la
rapidez con que se ejecuta una cosa
cualquiera.
Jugar una pasada de clérigo mulato.
Alude a lo falsos y traicioneros que
suelen ser los individuos de la raza ne-
gra, y aún peores los mestizos.
Quien a clérigo se mete, se mete a regalán.
Supone, a nuestro juicio erróneamen-
te en no pocos casos, que la existen-
cia del sacerdote está llena de dulzuras
y exenta de pesares.
Clérigos, frailes y monos, quien ha visto
uno los ha visto todos.
Refrán satírico con que se da a en-
tender que los tres seres comparados
están cortados por una misma tijera
con respecto a sus cualidades caracte-
rísticas.
CLIMATÉRICO. — Andar, o estar, uno
climatérico.
Estar de mal humor y no recibir bien
ni con agrado lo que se le dice. — No es-
tar bien de salud.
CLIN.— A las clines, corredor.
Frase con que se excita a una per-
sona para que se procure influencias
(en términos vulgares, que se agarre)
cuando vaya a emprender algún asun-
to, si quiere salir bien de él.
CLUECA. — Si no hubiera cluecas no ha-
bría pollos.
No hay efecto que no deba su ser a
una causa más o menos inmediata.
COBA. — Dar coba, o Dar la coba.
Engañar con lisonjas. — Entretener,
distraer a uno. — Molestar, importunar,
dar bromas pesadas.
COBARDE. — De ningún cobarde se ha
escrito nada.
Recomienda el atrevimiento para
emprender las cosas, sin pararse de-
masiado en pensar los resultados.
COBARDÍA. — La mayor cobardía del
mundo es el matarse.
Porque supone falta de valor para
resistir los males que nos incitan a pri-
varnos de la existencia.
COBRADOR. — El mal cobrador hace
mal pagador.
Reprende a los que se descuidan en
lo que les importa, siendo con ello oca-
COBRAR
— 222 —
COCODRILO
sión de que no se les atienda aun en
aquello que de justicia les es debido.
COBRAR. — Cobrar y no cantar.
Aplícase a aquellos que sólo se cui-
dan de su medro personal, sin atender
al trabajo de ganarlo.
Cobra y no pagues, que somos mortales.
Recomienda chistosamente que nos
preocupemos de lo que se nos adeuda
y olvidemos lo que debemos. — V. (Qué
haces, bobo? — Bobeo, etc.
COBRE. — Batir el cobre.
Tratar un negocio con mucha viveza
y empeño.
Batirse el cobre.
Andar abundante el dinero. — Traba-
jar mucho en negocios que reportan
utilidad. — Disputar con acaloramiento.
Cobre gana cobre, que no huesos del
hombre.
Enseña que para aumentar el caudal,
sirve más tener dinero con que comer-
ciar y tratar, que el trabajo personal.
COBRO. — Poner en cobro.
Colocar alguna cosa en sitio donde
esté segura.
Ponerse en cobro.
Acogerse o refugiarse en paraje don-
de se pueda estar con seguridad.
Poner cobro en una cosa.
Poner cuidado, tener precaución. —
Hacer diligencias para recobrarla.
COCER. —Duro de cocer y peor de comer.
Da a entender cómo las cosas que
por su naturaleza son aviesas y malig-
nas, con dificultad se ven reducidas a
la razón con el tiempo ni con la dis-
ciplina.
Estar duro de cocer, o de pelar.
Ser muy difícil de convencer a una
persona de lo que queremos.
Estar uno cocido en una cosa.
Ser muy experimentado o versado
en ella.
Quien cuece y amasa, de todo pasa.
Denota que en todos los cargos y ofi-
cios se tienen que padecer ciertas inco-
modidades que son inevitables.
Vieja fué y no se coció.
Reprende la excusa fútil o vana que
se alega en descargo de no haber hecho
alguna cosa.
COCINA.— Cocina llena, testamento vacío.
Indica que el que gasta mucho en el
plato en vida, no puede dejar mucho a
sus herederos.
Eso es lo que pasa en la cocina de casa.
Expresión con que se suele terminar
el relato de alguna noticia o sucedido.
Dicho se está que no se funda más que
en el sonsonete, como la mayor parte
de los refranes.
COCINERO. — .£/ que ha sido cocinero
antes que fraile, lo que pasa en la cocina
bien lo sabe, o Quien fué cocinero, sale
lo que pasa en la cocina.
La persona que se ha elegido para el
mando de alguna cosa, seguramente lo
hará con acierto, pues ha pasado por
hacer personalmente aquello que luego
ha de ordenar que se haga. — También
expresa lo difícil que es engañar a
quien ha ejercido o practicado por sí
mismo aquello de que se trata.
COCO. — El que no tiene coco, no gime.
Quien se queja es ■ porque se halla
acosado de alguna dolencia.
Quien no tiene coco, no tiene miedo.
Quien tiene la conciencia limpia, no-
tiene motivo para asustarse de nada.
Parecer, o ser, un coco.
Ser una persona extremadamentefea..
Ser uno el coco.
Hacerse temer, intimidar o causar
respeto a los demás.— También se dice:
Hacer el bu.
De estos cocos, pocos.
Expresión usada para indicar que lo
hecho, conseguido, etc., no es fácil ha-
cerlo otra vez, por su mucha dificultad.
Hacer COCOS.
Halagar a uno con fiestas o ademanes
para persuadirle de lo que se quiere. —
Hacer señas o expresiones los enamo-
rados para indicar su cariño.
COCODRILO.— Parecerse al cocodrilo,.
que siempre llora por lo que queda.
Aplícase a aquellas personas tan exi-
gentes de suyo que nunca quedan sa-
tisfechas con lo que se les da. — Provie-
ne este símil de la creencia errónea en
que está el vulgo al asegurar que cuan-
do desea el cocodrilo devorar su pre-
sa, forma una especie de quejido, que
excitando la compasión o curiosidad
del que pasa y no lo sabe, lo atrae al
lugar donde se halla escondido, para
mejor poder atraparlo.
COCHE
— 223 —
COCHINITO
COCHE. — Andar a coche acá, cinchado.
Esta frase proverbial, que no se en-
cuentra en el Diccionario de la Acade-
mia, pero que apunta ya en su tiempo
(1555) el Comendador Griego, aunque
sin glosarla, la explica de un modo sa-
tisfactorio el Sr. D.Juan Calderón {Cer-
vantes vindicado, págs. 137-138), cuyo
pasaje copio íntegramente a seguida:
«Capítulo VIII. — 61. Después de
expresar el modo de que D. Quijote se
quejaba que los historiadores desfigu-
ran a veces por envidia los hechos que
cuentan, dice el texto: «Eso es lo que
»yo digo también — respondió Sancho —
»y pienso que en esa leyenda o historia
»que nos dijo el bachiller Carrasco que
»de nosotros había visto, debe de andar
»mi honra a coche acá, cinchado, y como
>dicen, al estricote aquí y allí barrien-
»do las calles.» En cuanto a las palabras
a coche acá, cinchado, dice el Sr. Cle-
mencín: «Expresión que no he visto
»en otra parte, y sospecho que en cin-
>chado puede haber error de la impren-
ta. De todos modos, el sentido de la
»expresión se explica por las siguien-
tes. Quiso decir: debe de andar mi hon-
» ra al retortero, llevada de aquí para
» allí con violencia, como escoba con que se
^barrieran las calles.-»
»Si el Comendador hubiera nacido
en donde nació Sancho, sin duda que
hubiera entendido su expresión, pues
si no la hubiera visto escrita, es muy
probable que la hubiera oído más de
una vez. ¡Coclie! es la voz con que, a
manera de interjección, se llama, cuan-
do se quiere que venga, o se echa,
cuando se quiere que se vaya el cerdo.
Cinchado es el nombre que suelen dar
los porqueros a ciertos cerdos que tie-
nen una gran lista blanca que les abra-
za lomo y vientre, a modo de cincha.
Es cosa muy sabida que estos anima-
litos siguen muy mal en su camino la
línea recta cuando van de mala gana,
y que continuamente van desviando, ya
a un lado ya a otro, y a veces hacia
atrás; de modo que el porquero o cual-
quier otra persona que conduce a uno
de ellos, si por casualidad es uno de
aquellos que hemos dicho llamarse cin-
chados, tiene que andar continuamente
gritando : ¡Coche acá, cinchado!, para
volverle al camino que quiere que siga.
Así temía Sanchovque llevasen su honra
los historiadores, de un lado para otro,,
como pelota, con sus mentiras y tergi-
versaciones. Se ve que no hay para qué
suponer o sospechar error de impren-
ta.» Hasta aquí D. Juan Calderón.
El Diccionario del jesuíta Terreros
(que salió a luz en 1786) dice lo siguien-
te al propósito de que tratamos:
«Coche allá, o Coche aquí, o acá, frase
con que se suelen gobernar los cerdos;
y es lo mismo que anda, o guía hacia
allá, o hacia acá, etc.»
Caminar, o ir, en el coche de San Fran-
cisco.
Caminar, andar o ir a pie.
¡Coche, al tiesto, que se derrama el afrecho!
Locución muy corriente en Andalu-
cía para motejar de cochino, incivil o
mal criado a un sujeto; y también de
inhábil o inepto al que no se da maña
para hacer lo que trae entre manos.
Coche nuevo y caballo viejo.
Advierte que es preferible el prime-
ro por ser más resistente, y el segundo
por ser más seguro.
Ir en el coche de San Fernando : un ratito
a pie y otro andando. — V. Caminar, o ir,
en el coche de San Francisco.
Todo otro andar que no sea en coche, es
andar a gatas.
Expresión de que se valen los rica-
chos engreídos para zaherir a los que
van a pie.
Y esa, ¿es coche o calesa?
Dícese a la persona a quien se le
cuenta algo que no esperaba oír, o que
no suponía pudiese suceder.
No pararse los coches.
No tratarse con intimidad, o no co-
rrer amistosamente, dos o más per-
sonas.
COCHINILLO. — Vino el cochinillo y
tiró el cantar illo.
Modo de lamentarse uno de que se
le ha atravesado otro en su camino, ha-
ciéndole alguna mala obra o causándole
algún perjuicio, con que le ha desbara-
tado sus planes.
COCHINITO.— £/ cochinito, que se crie
gordito.
En los primeros años de la niñez,,
COCHINO
— 224
CODO
sólo se debe atender al desarrollo físi-
co de las criaturas, dejando el intelec-
tual para cuando sea llegado el uso de
la razón.
COCHINO.— A cochino gordo, untarle el
rabo.
Dícese cuando una persona llena de
riquezas, felicidades, honores, etc., re-
cibe nuevos honores, felicidades, rique
zas, etc.
Cada cochino a su camino.
Indica que cada uno se ocupe de lo
que le incumbe, sin entremeterse en lo
que los demás hacen.
Cochino^í/í», bueti invierno y mal verano.
Denota los inconvenientes que tiene
el comprar fiado, por la dificultad que
suele haber para solventar la deuda al
llegar el tiempo de la paga.
Cochino que es para el lobo, no hay San
Antón que le guarde.
En vano pretende uno oponer resis-
tencia al porvenir que le está reser-
vado.
Roncar como un cochino.
Dormir a pierna suelta, produciendo
un ruido exagerado con la respiración;
es decir, roncando exageradamente.
COCHITE HERVITE. - Ser cochite
hervite.
Locución familiar empleada para sig-
nificar que se hace o ha hecho una cosa
con celeridad y atropellamiento. — Aplí
case también este nombre a la persona
que lo hace todo con aturdimiento.
COCHO. — Mal cocho, peor asado.
Indica que hay cosas que no son bue-
nas para nada.
COCHURA. — Sufrir cochura por her-
mosura.
Advierte que no se pueden lograr
algunos gustos sin pasar por mortifica-
ciones.
CODICIA. — La codicia es raíz de todos
¡os males.
Expresa que el deseo de satisfacer
la ambición hace cometer, al que está
poseído de ella, acciones reprobables e
indignas, las más veces, de quien las
ejecuta.
La codicia rompe el saco.
Reprende la demasiada ansia con que
se solicitan algunas cosas, pues por que-
rer demasiado, a veces se pierde todo.
Por codicia de florín fio te cases con ruin
Aconseja que nadie se deje llevar de
sólo el interés para contraer nupcias.
Quien por codicia vino a ser rico, corre
más peligro.
Explica que lo mal ganado suele du-
rar poco.
CODICILO. — Hay cosas que valen por co-
dicilo, y no por testamento.
Las cosas dispuestas a última hora
suelen tener más eficacia que las que
se estuvieron pensando durante mucho
tiempo.
CODICIOSO. — El codicioso no goza
reposo.
El descanso está reñido con la per-
sona que no se ve nunca satisfecha con
lo que tiene.
Juntóse el codicioso con el tramposo.
Aplícase a las personas que en sus
ajustes y tratos procuran engañarse.
CODILLO. — Jugársela uno de codillo a
otro.
Usar de alguna estafa o engaño a fin
de lograr para sí lo que otro solicitaba.
Tirar al codillo a uno.
Procurar destruirle, haciéndole todo
el daño posible.
CODO. — Alzar el codo, o de codo. —
V. Empinar el codo.
Apretar el codo.
Dícese del que asiste a un moribun-
do cuya agonía es breve.
Beber a codo alzado hasta ver las armas
del malogrado. — V. Hasta verte, Cristo,
o Jesús mío.
Beber, de codo, y cabalgar, de poyo.
Aconseja que todas las cosas se ha-
gan con la posible comodidad.
Dar de codo, o del codo.
Despreciar o rechazar a personas o
cosas. — Avisar a la persona cercana de
algo que pasa y de que no queremos
que se enteren los presentes.
Del codo a la mano.
Manera de ponderar hiperbólicamen-
te la pequenez de estatura de alguna
persona.
Empinar el codo.
Beber mucho vino, licores o cerveza.
Es preciso darle en el codo.
Frase metafórica con que se denota
el trabajo que cuesta hacerle soltar di-
nero a alguno.
CODORNIZ
— 225 —
COGER
■Comerse los codos de hambre.
Padecer gran necesidad y miseria.
De los codos no salen lonjas de tocino.
Toda consecuencia es el producto
inmediatamente natural de su antece-
dente.
Hablar, o charlar, o rajar, por los codos.
Hablar exageradamente, casi siem-
pre sin ton ni concierto. — También se
emplea, con la significación propia :
Mentir por los codos.
Meterse, o estar metido, uno hasta los co-
dos en alguna cosa.
Estar muy empeñado o interesado
en ella.
Tacto de codos.
Efecto de unirse estrechamente va-
rias personas para determinado fin. —
Alude esta frase a otra igual usada en
la milicia, con el objeto de denotar la
unión que debe existir entre uno y otro
soldado para que resulten las filas en
correcta formación.
CODORNIZ. — Ser buena codorniz.
Dícese del que estornuda muchas
veces seguidas, aludiendo a que las
mejores codornices son las que más
golpes dan en su canto.
Temblar como la codorniz ante el milano.
Hallarse sobrecogido de gran pavor.
COFRADE. — El que no sea cofrade que
no tome vela.
Quien no se reputa culpado, no debe
darse por aludido; y también, en sen-
tido más abstracto, nadie te meta en lo
que no le importa.
COFRADÍA. — Dos cofradías y un ciga-
rral llevan a un hombre al hospital.
Denota lo caro que sale pertenecer
a las primeras y poseer el segundo. — En
Toledo llaman cigarrales a las fincas de
recreo situadas fuera de la ciudad, con
huerta cercada y árboles frutales.
Ni fia ni porfía, ni entres en cofradía.
Denota cuan expuesto es a disgustos
fiar, porfiar o ser individuo de herman-
dades o cofradías.
Pertenecer a, o ser de, la cofradía de
San Marcos.
El estado del matrimonio considera-
do bajo el triste aspecto cornumental.
«No desmayó Villanueva por lo que
había pasado con el arzobispo (Silíceo),
porque algunas otras veces le habló
con tanta libertad y agudeza, pidién-
dole revocase sus edictos y diese libre
licencia a los de la Compañía para ha-
cer sus ministerios, y si no, que él se
la tomaría, pues la tenía de Su Santi-
dad, que no tenía a veces el arzobispo
qué responder a sus razones, donde
una vez le apretó de manera, que algu-
nos que presentes se hallaron y sabían
de silogismos, salían diciendo que le
había hecho un silogismo en darii, a que
no había sabido dar salida el arzobis-
po. Y él mismo reconocía y confesaba
que a ninguno temía sino al cleriguillo
de Villanueva (que así le llamaba),
porque le apretaba y argumentaba de
dedo; pero aquella vez particularmente
mostró su gran prudencia y saber este
varón de Dios cuando, pidiendo au-
diencia al arzobispo, se la dio muy
grata, porque deseaba decirle cuanto
tenía en el pecho, y proponerle las di-
ficultades que en nuestra Compañía y
su modo de vivir no podía apear. Dí-
jole que cómo siendo clérigos querían
ser exentos de su jurisdicción, y que
no lo había de consentir, que era que-
rer ser toro de San Marcos, que pacía en
donde quería.-» (Historia del Colegio Com-
plutense de la Compañía de Jesiís, por el
P. Cristóbal de Castro, lib. 4.0, ms. de
la Acad. de la Hist.. est. 14, gr. 6.a)
Todos somos de la cofradía. — V. Entre
bobos anda el juego.
COFRE. — Hacer el cofre.
Prepararse para marcharse. — Dícese
también: Liar los bártulos y Hacer la
maleta. (Véanse.)
COGER. — Aquí te cojo, aquí te mato.
Significa que alguno quiere aprove-
char la ocasión que inesperadamente
se le presenta, como favorable para la
consecución de sus intentos.
Cógelas a tientas, o a tiento, y mátalas
callando.
Calificación que familiarmente se da
al que con maña, sagacidad y reserva se
propone hacer su negocio o realizar su
intento.
Cogerle a uno de nuevo alguna cosa.
No tener ninguna noticia o especie
antecedente de lo que se oye o se ve,
por lo cual parece que uno se sorpren-
de con la novedad.
15
COGOTE
— 226 —
COJUMBRAL
¡Cogite!
Expresión familiar con que se signi-
fica que a alguno se le ha obligado con
maña a que confiese lo que quería ne-
gar u ocultar, o que se le ha sorpren-
dido en alguna mentira, en la comisión
de una falta, etc.
No salir nunca de un coge y come. — V. Co-
mido por servido, o Lo comido por lo ser-
vido,
COGOTE. — Ser tieso de cogote.
Ser presuntuoso o altanero.
COHECHO. — El que recibe cohecho ns
goza libertad.
La persona sobornada no puede juz-
gar imparcialmente.
Ni hagas cohecho ni pierdas derecho.
Advierte que no debe uno tomar lo
que no le corresponde ni perder lo que
le pertenece.
Quien da parte de sus cohechos, de sus
. --tos hace derechos.
El hacer partícipe a otro de la falla
cometida aminora, al parecer, la res-
ponsabilidad de ésta, hasta el punto de
llegar a creerla disculpable.
COHETE. — Ser una cosa un cohete
Cangrene.
Dícese de toda aquella acción o ex-
presión que ofende y enardece por
extremo el ánimo de la persona a quien
va dirigida. — Es alusión a cierta arma
de guerra, así llamada del nombre de
su inventor, el oficial inglés de artille-
ría Sir William Congreve. consistente
en cohetes que, al ser lanzados dentro
de una plaza sitiada, esparcían, al esta-
llar pur percusión, la muerte a su alre-
dedor.
COHOMBRO.— Aborrecí el cohombro
v nacióme en el hombro.
Expresa que, por lo general, aquello
que más odiamos es lo que más nos ve-
mos obligados a sufrir.
Quien huso el cohombro que lo lleve, o
se lo eche, al hombro.
Denota que el que ha hecho alguna
cosa de que proviene gravamen, debe
sufrir sus consecuencias.
COJEAR. — El que no cojea, renquea.
Manifiesta, cuando se trata de varias
personas, que la que no tiene una fal-
ta, vicio o defecto, posee otro seme-
jante.
Malo es cojear delante de un cojo.
Enseña que al que tiene una falta o
defecto no se le debe echar en cara,
pues corremos el peligro de sufrir las
consecuencias si el interesado es poco
sufrido.
COJERA. — En cojera de perro y en lágri-
mas, o llanto, de mujer, tw hay que creer.
Aconseja que se desconfíe de ambas
cosas, tanto más exageradas cuanto
más falsas.
COJO. — Cojo, v no de espina; calvo, y no
de tina; ciego, y no de nube, no hay mal-
dad que no encubre.
Las lesiones adquiridas por enferme-
dades de cierto género, denotan en el
que las posee no ser persona recomen-
dable por su moralidad ni buenas cos-
tumbres.
A ningún cojo se le ofcidan las muletas.
Recuerda que no hay nadie, por ton-
to que sea, que descuide lo que le in-
teresa.
JAís corre un COJO que un sano.
Porque éste, confiando en sus bue-
nas piernas, no se da tanta prisa.
No ser cojo ni manco uno.
Ser muy inteligente, diestro y expe-
rimentado en aquello que le incumbe.
Quien con un cojo va, al cabo del año cojo
saldrá. — V. Quien con lobos anda, a
aullar se enseña.
Quien es cojo, con el más mínimo traspié
da de ojos.
Indica que el que tiene predisposi-
ción para el mal, no necesita verse muy
incitado para cometerlo.
Una, dos, tres, cojo es.
Expresión que se suele usar cuando
se ve alguna persona que padece el de-
fecto indicado.— Alude a la fábula de Sa-
maniego titulada Un cojo y un picarón.
Conocer a los cojos en el modo de andar. —
V. Saber de qué pie cojea alguno.
Todos los COJOS van a Santa Ana, y yo tam-
bién voy con mi pata galana.
Dícese de aquellos que no perdonan
diversióu ni fiesta alguna, sin reparar
en inconvenientes ni obstáculos de nin-
guna especie.
COJUMBRAL.— Un cojumbral da: dos
mil reales, una capa, un cochino gordo y
chiquillo más a su dueño.
Entiéndese en Andalucía por cojum-
COL
227
COLACIÓN
bral un plantío de melones, maíz y le-
gumbres, sembrado en terreno húme-
do, que el dueño de la heredad suele
ceder gratuitamente a los pobres del
campo para que éstos lo cultiven en
beneficio propio. — Expresa el refrán
lo que produce su explotación; la últi-
ma parte da a entender que ocasiona
también un cuidado más a su dueño.
COL. — Entre col y col, lechuga.
Advierte que para que no cansen o
fastidien algunas cosas, es conveniente
variarlas.
Quien quiere la col, quiere las hojas de
alrededor.
Expresa que cuando queremos a una
persona, bien por serle agradable, bien
por verdadera simpatía, distinguimos
con nuestro afecto a todo aquello que
le pertenece o le rodea.
Alabaos, coles, que hay nabos en la olla.
Nota a los que estiman tanto ser pre-
feridos, que pretenden serlo aun en
comparación de otros más ruines.
A quien no quiere coles, el plato lleno. —
V. Al que no quiere caldo, la taza llena.
Coles que no has de comer, déjalas cocer.
Contra los entremetidos que se pre-
ocupan por aquello que no les va ni les
viene.
Coles y nabos, para en uno son entrambos.
Y no en una, como dice la Acade-
mia. — V. Dios los cria y ellos se juntan.
Estar harto de coles.
Estar cansado de sufrir impertinen-
cias, molestias, abusos, etc.
COLA. — Apearse por la cola.
Responder o decir algún disparate o
despropósito.
Arrastrar cola.
Dícese de los prebendados de cate-
drales.
Estar, o faltar, la cola por desollar. —
V. Estar, o faltar, el rabo por deso-
llar.
Hacer bajar la cola a uno.
Humillar su soberbia o altivez por
medio de la reprensión o el castigo im-
puesto. — Dominar su orgullo.
Hacer, o formar, cola.
Esperar por turno o vez entre otras
personas para entrar en algún sitio o
acercarse a un lugar con algún fin de-
terminado.
Menea la cola el can, no por ti, sino por
el pan.
Enseña que generalmente los halagos
y obsequios suelen hacerse más bien
por interés que por cariño o afecto.
Ni a la cola a las cabras, ni a la mujer a
palabras.
Quiere decir que ni a unas ni a otras
se las trae a razones empleando esos
procedimientos.
No pegar una cosa ni con cola.
Jugando del equívoco de la palabra
pegar (cuadrar, sentar bien una cosa, y
adherir con algún aglutinante, como es
la cola), dícese de aquello que no con-
viene bien con lo debido; v. gr. : un ver-
so mal rimado, un traje impropio del
que lo lleva, etc.
Ser el primero, empezando por la cola.
Manera irónica de decir que la per-
sona de que se trata ocupa el último
lugar.
Ser uno muy arrimado a la cola, o Ser de
los de hacia la cola.
Ser corto de entendimiento, con so-
bra, por lo común, de grosería y rusti-
cidad.— Cuéntase de cierta buena moza
que, en ocasión de ir por una de las ca-
lles más concurridas de Sevilla barrien-
do el suelo con rico traje, como quiera
que un patán le pisara y descosiera la
falda, se volvió hacia él dirigiéndole
una mirada bastante sañuda. El hacedor
del entuerto no halló a mano excusa
más elegante que ésta: «¡Si no llevara
usted tan larga la cola!...» A lo que, ju-
gando lindamente del vocablo, con fin-
gida amabilidad, replicó ella : «/«Si" no
fuera usted tan arrimado a la cola!...»
Todos tiran de la cola del asno, pero más
su dueño cuando está atollado.
Ninguno se da tanta prisa a poner
remedio al apuro en que se encuentra,
para poder salir cuanto antes de él,
como el mismo interesado.
Traer, o tener, cola una cosa.
Dícese de aquello que, aunque parece
terminado, tendrá consecuencias más
o menos graves y duraderas. — Em-
pléase tambiéu con el verbo llevar.
COLACIÓN. — Colación romana, que el
que más come más gana.
Da a entender que en muchas oca-
siones no es conveniente andarse con
COLADA
— 228
COLETO
remilgos, sino procurarse uno su bien-
estar, sin fijarse en los demás.
Sacar a colación.
Hacer mención de alguna persona o
cosa; mover la conversación acerca de
ellas.
Traer a colación.
Aducir pruebas o razones en abono
y apoyo de una causa.
COLADA. — Salir a, o en, la colada una
cosa.
Averiguarse lo que ya había pasado
y estaba olvidado u oculto. — Ponerse
en claro o descubrirse las malas accio-
nes o actos censurables de una perso-
na, corporación, etc. — Pagar de una
vez las malas acciones cometidas en di-
ferentes tiempos por quien nunca qui-
so enmendarse. Estas dos últimas acep-
ciones suelen emplearse en tono pro-
fético o de amenaza; dicho se está que
la metáfora hubo de tomarse de la lejía
con que se sacan las manchas de la
ropa, blanqueándola y limpiándola en
la colada.
COL ADITA.— Cada colad it a, una rasga-
d/la.
El limpiar frecuentemente ciertos
objetos contribuye a que presenten
mejor aspecto, pero ayudan también a
que se gasten más pronto.
COLAR. — Colarse una persona.
Decir algún disparate. — Excederse
en lo hecho o dicho. — Resentirse o
picarse por alguna broma o chanza su-
frida. — Introducirse a escondidas, sin
permiso o mediante una gracia o favor
especial, en alguna parte.
No colar una cosa.
No creer lo que otro dice, por juz-
garlo embuste.
COLCHA. — A falla de colcha no es mala
manía. — V. A falta de pan buenas son
tortas.
COLCHÓN. —Dos que duermen en un col-
chón, al fin y al cabo bailan al mismo
son, o se vuelven de la misma opinión.
Denota lo común que es el que per-
sonas igualmente interesadas en un
asunto, especialmente tratándose de
marido y mujer, piensen de la misma
manera.
Parecer un colchón sin bastas.
Ser muy gruesa una persona.
CÓLERA. — Cortar la cólera.
Tomar un refrigerio entre dos co-
midas.
Cortarle, o bajarle, la cólera a uno.
Amansarlo por medio del castigo,
amenaza, burla o cualquier otro medio,
aunque generalmente es más por el
primero.
Cuando la cólera sale de madre, no tiene
la lengua padre.
Indica que cuando una persona se
halla enfurecida no mide ni pone coto
a sus palabras por no saber, realmente,
lo que se dice. — Salir de madre es des-
bordarse, hablando de las aguas de los
mares o ríos. En la lengua en que des-
bordarse no se expresa por medio de
la fórmula salir de madre, no puede
jugarse del vocablo con la voz padre
que le subsigue.
Descargar la cólera en uno. — V. Descar-
gar la ira en uno.
Emborracharse de, o tomarse de la, cólera.
Perder el uso de la razón por la ve-
hemencia de la ira.
Montar en cólera.
Enfadarse, airarse fuertemente.
Nunca la cólera prometió' buen fin de sus
ímpetus.
Los resultados a que suele arrastrar
la cólera son deplorables.
Subirse la cólera al campanario. — Véase
Montar en cólera.
COLÉRICO.— Colérico sanguino, borra-
cho fino.
Advierte que los de este tempera-
mento están expuestos a perder la ra-
zón, lo mismo que los alcoholizados.
COLETA. - Cortarse la coleta.
Dejar una costumbre, una afición o
un vicio. — El sentido directo, de don-
de está tomada tropológicamente esta
frase, es taurino, pues se refiere al acto
material del torero llevado a cabo el
día que se retira de su profesión.
Tener, o traer, coleta una cosa. — Véase
Traer, o tener, cola una cosa.
COLETO.-- Decir para su coleto.
Pensar una cosa; decírsela para su
interior.
Echarse, o tirarse, al coleto.
Comer o beber algo en gran cantidad,
o cuyo paladar es más o menos des-
agradable—Metafóricamente, practicar
COLGAR
229
COLOR
alguna operación larga, molesta o difí-
cil, como tratándose de la lectura o es-
tudio de un libro, escritura de varios
pliegos, revisión de documentos, pa-
seos o viajes, etc. — Equivalen a esta
locución las de Echarse a pechos y Me-
terse entre pecho y espalda.
COLGAR. — Colgar a una persona.
Regalar o presentar a uno una alhaja
en celebridad del día de su santo o
cumpleaños. — Tiene su origen este
modismo en la costumbre antigua de
felicitar a una persona colgándole del
cuello una cadena de oro o una joya
pendiente de una cinta.
Lo que cuelga, honra. — V. Lo que arras-
tra, honra.
Quedarse colgado.
Verse burlado o frustrado en sus es-
peranzas o deseos. — También se dice:
Dejar colgado a uno.
CÓLICO. — No morirá de cólico cerrado.
Suele decirse de las personas gasta-
doras o habladoras en demasía.
COLMENAR. — Meterse en el colmenar
sin careta.
Acometer una empresa arriesgada
sin la debida preparación.
COLMILLO. — Escupir por el colmillo.
Echar fanfarronadas. - Sobreponer-
se a todo respeto y consideración. —
V. Echarla de buche.
Tener el colmillo retorcido.
Ser ducho en una cosa y no dejarse
engañar fácilmente. Se aplica casi siem-
pre a las personas de edad. — Tener
energía y carácter suficientes para ha-
cerse respetar. — También se suele de-
cir: Tener colmillos, o Tener los colmi-
llos piuy largos.
Enseñar los colmillos.
Hacerse temer 3' respetar. — Úsase
también con el verbo mostrar, y equi-
vale a Enseñar los dientes. (Véase.)
Tener colmillos. — V. Tener el colmillo
retorcido.
Tener los colmillos muy. largos.— Véase
Tener el colmillo retorcido.
COLMO. - Llegar una cosa al colmo, o a
su colmo.
Alcanzar la mayor perfección.— Con-
vertir algo de uso en abuso. — Exage-
rar una cosa. — Suele emplearse con el
verbo ser: Es el colmo de la bondad, de
la frescura, de la rapidez, de la desver-
güenza, etc.
COLODRA. — Ser uno una colodra.
Beber mucho vino; ser gran bebe-
dor.— La colodra es una vasija de ma-
dera en forma de barreño o lebrillo de
que usan los pastores para ordeñar las
cabras, vacas u ovejas.
COLOMBA. — El que a la Colomba va y
allá duerme, en un año va y en otro
viene.
Tamariz, lugar distante no muchas
leguas de Zamora, celebra la fiesta de
su patrona, Santa Colomba, el último
día del año; de ahí que el forastero que
concurre a esa romería, pernoctando en
ella, salga de su casa en un año y vuel-
va en el siguiente.
COLOR. — Cuando meares de color de flo-
rín, echa al médico para ruin.
Denota que el orín clorado es señal
de perfecto estado de salud, no hacien-
do, por tanto, falta alguna la interven-
ción médica.
Haber, o tener , muchos del mismo color.
Existir muchas personas o cosas que
se parecen a otras de su misma es-
pecie.
Más vale color en rostro que frío en buche.
Más vale pasar por el sonrojo de te-
ner que pedir, que quedarse sin comer.
Mudársele a uno el color del rostro.
Experimentar gran sobresalto.
Quien siempre trae mal color, no es mé-
dico ni doctor.
En el primer caso, porque no enten-
diendo de enfermedades, no sabe cui-
darse; y en el segundo, por no tener
suficiente para la alimentación.
Un color se le iba y otro se le venía.
Frase familiar que se emplea para
denotar la turbación de ánimo que uno
padece cuando se halla agitado de va-
rios afectos o de alguna molestia cor-
poral aguda, repentina o intermitente,
por lo común interna.
Verlo uno todo color de rosa.
Verlo por el lado favorable.- Ilusio-
narse fácilmente.
De los colores, la grana; de las fintas,
la manzana.
Apreciación caprichosa del inventor
del refrán, como otros muchos de este
o parecido orden.
COLORADO
230
COMEDIA
Ponerse uno de mil colores.
Mudársele el color del rostro, por
vergüenza o por ira reprimida.
Sacarle a uno los colores, o Sacarle los
colores a la cara, o al rostro.
Sonrojarle o avergonzarle.
Salirle a uno los colores a la cara.
Ponerse colorado de vergüenza, por
alguna falta que se descubre en él o se
le reprende.
Volverse de más colores que un camaleón.
V. Salirle a uno los colores a la cara.
COLORADO. — Más vale ponerse una vez
colorado que ciento amarillo, o desco-
lorido.
Comparada la situación del que ex-
perimenta privaciones o disgustos por
no atreverse a reclamar lo que le co-
rresponde de justicia, con la del que
entra en el goce de sus derechos por
hablar en tiempo oportuno, aunque sea
costándole rubor, resulta ser preferible
ésta a aquélla.
Poner a uno colorado.
Avergonzarlo. — V. Sacarle a uñólos
COLORES.
COLORÍN COLORADO. — Y colorín
colorado, ya está mi cuento acabado. —
V. Y arroz crudo, para el diablo rabu-
do, etc.
COLLAR. — Comprar el collar antes que
el galgo.
Preocuparse de lo secundario antes
que de lo principa].
Levantar el collar más que el galgo. —
V. Valer la salsa más que los caracoles.
COMADRE. — Ello va en la comadre.
Locución proverbial con que se cen-
sura la gracia o favor que ha obtenido
alguno, atribuyéndolo al influjo de las
recomendaciones.
Huir, huir, comadre Beatriz.
Empléase para indicar que amenaza
algún peligro, siendo conveniente po-
nerse en salvo. — La genial Fernán Ca-
ballero explica esta frase poniéndola,
no en la boca, sino en el pico de las go-
londrinas cuando tienden el vuelo.
Más va en la comadre que en la que lo
pare. — Y. Ello va en la comadre.
Mi comadre, el oficio de la rana : bebe y
parla.
Dícese de las mujeres que no saben
hacer nada de provecho.
Mi comadre la andadora, si no es en su
casa, en todas las otras mora.
Refiérese a las mujeres callejeras que
desatienden sus obligaciones por andar
de visiteo y no parar en su casa.
Mi comadre la gargantona, convidóme a
su olla y comiósela sola, o toda .
Reprende a los que ofrecen mucho y
dan poco o nada, o a los que se pre-
cian de liberales para con los demás y
sólo atienden a su provecho.
A mi fio puedo y a mis comadres hilo. —
V. Para mi 710 puedo y devanaré para
mi suegra.
Andar visitando comadres.
Pasar el tiempo de una en otra visita
sólo por entretener el ocio o con mo-
tivos fútiles e insignificantes.
Mal me quieren mis comadres porque
les digo las verdades.
Denota que el decir la verdad suele
crear enemistades.
Riñen las comadres y se dicen las ver-
dades.
Da a entender que en el calor de la
riña o disputa se suelen descubrir las
faltas que estaban ocultas.
COMADRITA. — Comadrita, ¿suelto el
gato?
Locución que se dirige a la persona
que anda sin saber qué partido tomar,
con el objeto de que acabe de decidir-
se. Trae su origen del saínete de Gon-
zález del Castillo titulado El Gato.
COMBA. — Hacer combas.
Columpiar o balancear el cuerpo
cuando se anda. — Tener las piernas
torcidas o combadas en forma de arco.
COMEDERO.-¿/»/wr/í a uno el come-
dero.
Quitarle el empleo o cargo de que
vive. ■ — Disponer el empleado saliente
de todos los emolumentos, fondos de
reserva o cualquiera otra clase de uti-
lidades que estaban a su cargo, con lo
que no le queda al entrante provecho
alguno de este género.
COMEDIA. — Acabar algo como la come-
dia de Ubrique. Algunos añaden : que
acabó a capazos.
Es tradición que estándose repre-
sentando en Ubrique (villa de la pro-
vincia de Cádiz) la comedia de Luis Vé-
lez de Guevara, ecijano, intitulada Rei-
COMEJÉN
— 231 —
COMER
nar después de morir, indignado el audi-
torio porque el rey, sin compasión,
mandaba que matasen a D.a Inés de
Castro, a consecuencia de los amores
de ésta con el príncipe su hijo, y cre-
yendo en su ofuscación ser todo ver-
dad lo que estaba pasando en las tablas,
se arrojó a ellas precipitadamente para
defender a la protagonista, golpeando
a los demás actores que aparecían como
enemigos suyos. Nada tiene de particu-
lar el relato, cuando se sabe ser cierto
el hecho que en más de una ocasión ha
■dado lugar a justificar el dicho de aca-
bar una cosa, como el Rosario de la Au-
rora, a farolazos.
Hacer la comedia.
Aparentar para algún fin lo que en
realidad no se siente.
Ir a la comedia.
Disponerse a comer. — Ir a la comida.
•COMEJÉN. — Se lo habrá comido el co-
mején.
Frase empleada en el Perú para indi-
car irónicamente que alguien se ha lle-
vado una cosa que no parece. — El come-
jén es el insecto llamado también car-
coma de la madera.
COMENZAR. — Comienza y no acaba.
Frase con que se indica que uno se
detiene o alarga demasiado en un dis-
curso, o que, por mucho que se dilate,
siempre le queda algo por decir.
Cuando comencé, me acabaron.
Denota la corta duración de algunas
cosas.
COMER. — A buen comer, tres veces beber.
Recomienda se beba parcamente al
principio, medio y fin de la comida,
para que ésta no haga daño.
Al comer, sudar, y al hacer, temblar.
Dícese de los que rehuyen el traba-
jo, pero en cambio no tienen hartura
para los placeres gastronómicos.
Buen comer trae mal comer, o El mu-
cho comer trae a poco comer.
De los gastos excesivos se originan
en su día las privaciones.
Comamos y amemos, y no nos engañemos.
Fórmula de despreocupación para
vivir bien.
Comamos y triunfemos, que esto nos ga-
naremos. — V. Comamos y amemos, y no
nos engañemos.
Come poco, cena más, duerme en alto y
vivirás.
Recomienda que no se abuse de la
alimentación, así como que no se ha-
bite en pisos bajos, para gozar de salud.
La frase cena ?nás ha sido traducida por
muchos en la forma de que se cene
más que se coma; pero es un error,
pues todos los higienistas declaran que
se debe cenar parcamente. Es preciso,
pues, entender el refrán en esta forma :
Come poco y cena más poco, como se lee
en el Quijote, parte II, cap. XLIII. La
segunda parte no necesita explicación,
sabiendo, como todos saben, que los
pisos bajos son húmedos y, por tanto,
propensos al reuma y sus similares.
Come, que de lo tuyo comes.
Modo de significar que una persona
que hace un gasto en obsequio de otra
ya se resarcirá tarde o temprano, di-
recta o indirectamente, por tener en su
mano los medios de poder indemnizar-
se en su día de semejantes dispendios.
Comer hasta enfermar, y ayunar hasta
sanar.
Aconseja que siendo la alimentación
la base de la existencia, se coma bien
mientras se está sano; pero al caer en-
fermo, se guarde la más rigurosa dieta
hasta que, reconquistada la salud, pue-
dan reanudarse las funciones de nu-
trición.
Comeremos más y comeremos menos.
Expresión familiar con que se invita
a comer a un huésped inopinado, ma-
nifestándole que como no se le espe-
raba, serán más en número los comen-
sales y menos en cantidad las raciones
a que cada uno pueda tocar.
Comerse unos a otros.
Pondera la discordia o emulación
que reina entre varias personas.
Comer vivo.
Frase con que, agregando un pro-
nombre personal, se explica el gran
enojo que se tiene contra alguno, o el
deseo de la venganza. — También se
emplea para dar a entender la molestia
que causan algunas personas pidiendo
y sonsacando, así como ciertos anima-
les con sus picaduras.
Comer y callar.
Denota que al que se encuentra sub-
COMER
232 —
COMER
sistiendo a expensas de otro, le convie-
ne obedecer y no replicar.
Comido por servido, o Lo comido por
lo servido.
Quiete decir que en algún negocio o
servicio no se ha obtenido ninguna
utilidad, sino, antes al contrario, per-
juicio relativo, por ser igual la remu-
neración o paga al gasto o trabajo ante
nórmente hecho.
El comer todo lo tapa.
Indica lo disculpable que es todo
acto que se cometa cuando tiene por
fin satisfacer esa necesidad.
El comer y el rascar, todo es empezar, o
todo es hasta empezar, o todo quiere em-
pezar.
Úsase para animar a alguno a que
empiece a hacer alguna cosa a que pa-
rece que tiene repugnancia o aversión.
El mejor comer y la mejor hora es cuan-
do el hombre lo ha gana.
Contra los que sostienen que las ce-
midas han de verificarse a horas fijas
y reglamentadamente.
El que come no disputa.
Indica que el que sale beneficiado
en alguna cosa no se mete en discutir
los actos de los demás, puesto que a él
no le toca en lo que le importa.
El que no come no puede cagar.
Manifiesta que mal puede otorgar
beneficios aquel que no los posee.
El que no es para comer, no es para tra-
bajar.
Indica que el trabajo no se puede so-
brellevar sin la alimentación necesaria.
Estar alguna cosa diciendo comedme.
Ser apetitosa e incitante.
Gran sabor es comer y no escolar.
La satisfacción gratis del apetito es
mejor que cuando cuesta el dinero.
Guarda que comerv no guardes que tra-
bajar.
Recomienda que no se deje para
otro día lo que se puede hacer hoy,
pues el trabajo retrasado es más des-
agradable, cosa que no pasa con la co-
mida cuando hay hambre.
Lo comido es lo seguro. — Y. Más val:
pájaro en mano que ciento volando.
Lo que no has de comer déjalo cocer.
Advierte que no se meta uno en
aquello eme no le va ni le viene.
Necesitar una cosa como, o más que, ti
comer.
Serle a uno muy indispensable.
No aprovecha lo comido, sino lo digerido.
Contra los glotones: recomienda no
se abuse del plato, pues el exceso im-
pide la digestión.
Perder el comer.
Frase no anticuada, como dicen algu-
nos autores, puesto que es de uso ge-
neral y corriente en la mayor parte de
España, que significa carecer de apeti-
to o perder las ganas de comer.
Quien bien come y bien bebe, hace lo que
debe.
No hay que temer incorrecciones de
la persona que tiene satisfechas sus
necesidades.
Quien mucho come, mucho bebe; y quien
mucho bebe, mucho duerme, poco lee, poco-
sabe y poco vale.
Reprueba la exageración en todo,
particularmente en la comida, como
consecuencia de los defectos que a
continuación se citan.
Quien mucho come, poco come.
Denota que el abuso en la comida
ocasiona aveces una muerteprematura.
Quitárselo uno de su comer. — V. Quitár-
selo uno de la boca.
Ser de buen comer.
Dícese del que come mucho o con
buen apetito.
Sin comerlo ni beberlo.
Sufrir algún daño o percibir un be-
neficio sin haber tenido parte ni inter-
vención alguna en la causa o motivo
originaria de aquéllos.
Sobre el buen comer, el ajo.
Se asegura por algunos que el ajo es-
tan digestivo que no debiera faltar en
ninguna comida, siendo conveniente
que se tomase con toda clase de man-
jares, no faltando quien dice que ¡hasta
con el dulce!
Te?ier uno que comer.
Poseer lo necesario, y a veces algo
más, para el alimento y decencia per
sonal.
Yo como para vivir y no vivo para
comer.
Contra los glotones, que hacen de la
comida la satisfacción de un goce y no
la de una necesidad fisiológica.
CÓMICO
— 233
COMPADRE
CÓMICO.— Ser más pobre que un cómico
en Cuaresma.
Alude a que antiguamente se cerra-
ban los teatros el martes de Carnaval
y no se volvían a abrir hasta la Pascua
de Resurrección. Hoy no tiene razón
de ser esta comparación proverbial, por
haber cesado aquella costumbre.
COMIDA. — Comida abondo en el establo
y buen sol en el campo.
Es lo conveniente para que se man-
tengan fuertes y sanas las bestias de
labor.
Comida acabada, amistad terminada. —
V. Comida hecha, compañía deshecha.
Comida, cama y capote, que sustente y
abrigue al niño y no le sobre.
Enseña la sobriedad y moderación
con que se debe criar a los niños.
Comida fría y bebida caliente, nunca hi-
cieron buen vientre.
Recomienda abstenerse de ambas co-
sas, con el fin de evitarse dolores intes-
tinales.
Comida hecha, compañía deshecha.
Reprende a los que se apartan del
amigo cuyos dones disfrutaron, cuando
cesa la utilidad o provecho que de él
tenían o cuando ya no lo necesitan. —
V. Pasada la procesión, se descolgaron
las calles.
La comida reposada y la cena paseada.
Señala la conveniencia del descanso
después de aquélla, así como del ejer-
cicio tras ésta, no yéndose inmediata-
mente a la cama, como hacen algunos.
Para el que se convida no hay mala co-
mida.
No habiendo sido invitado, forzosa-
mente tendrá que aceptar lo que le den
aunque no le guste, y dar encima las
gracias.
Si quieres comida mala, come la liebre
asada.
Refrán convencional, inventado por
alguno a quien no le gustase la liebre
condimentada del modo que se cita.
Cotí malas comidas y peores cenas, men-
guan las carnes y crecen las penas.
La mala alimentación es causa de en-
flaquecimiento y disgustos.
COMILÓN. — Hártate, comilón, con pasa
y media.
Censúrase al que, dando con mez-
quindad, todavía se jacta de hacerlo es-
pléndidamente.
COMINO. — ATo motilar, o valer, una cesa
un comino.
Frase empleada para despreciarla o
ponderar su poco valor.
Parecer un comino, o un comino nístico.
Dicese de las personas de pequeña
estatura y desmedradas.
COMISIÓN. — Toda comisión da para
un pantalón.
Da a entender que de todo aque.
que uno se encarga se debe sacar algún
provecho, por pequeño que éste sea.
/ Valiente comisión! — V. Salir con una
EMBAJADA.
CÓMO. - Sin saber cómo, ni cómo no.
Ignorar la causa de una cosa cual-
quiera.
COMODIDAD. — La comodidad hace
al hombre ladrón. — V. La ocasión hace
al ladrón.
COMODÍN. — Servir de comodín.
Ser empleada una persona para todo,
según la conveniencia del que usa o,
mejor, abusa de ella.
CÓMODO. — No hay nada más cómodo
que la comodidad.
Dícese satíricamente a las personas
que son amigas de no molestarse por
nada ni por nadie.
COMPADRE. — Aclarádselo vos, compa-
dre, que tenéis la boca a mano.
Se emplea contra los que son mo-
lestos en la conversación, y ungiendo o
afectando no haber entendido aquello
de que se va hablando, hacen repeti-
das preguntas acerca del asunto sin ne-
cesidad.
Achicad, compadre, y llevaréis la galga.
Empléase cuando se oye decir algo
desmesuradamente exagerado.
¿De qué sirve el compadre que en la oca-
sión no vale? — V. El amigo que no da, o
presta, y el cuchillo que no corta, que se
pierda, poco importa.
De compadre a compadre, sangre en
el ojo. — V. De amigo a amigo, etc.
Mi compadre tiene un molejón', a quien
quiere, amuela, y a quien quiere, non.
Denota el carácter independiente de
una persona, por cuya causa obra en
toda ocasión según su voluntad o ca-
pricho.
COMPADRITO
234 —
COMPONEDOR
Ni usté es mi compadre, ni éste es el ca-
mino de Jerez.
Modo de darle a entender a una per-
sona que va desacertada en aquello que
dice o proyecta. — Es la contestación
que, según se cuenta, dio un descono-
cido a cierto andaluz, el cual, habién-
dose extraviado en su ruta, le preguntó
diciendo: Compadre, {es éste el camino
de Jerez}
COMPADRITO. — Compadrito, ¿suelto
el micho?— \r. Comadrita, {suelto el gato}
Echarla de compadrito.
Frase americana equivalente a echar-
la de valiente, de bravucón, etc.
COMPAÑERO. — Si quieres ver a tu com-
pañero andar, ponte en el camino a
mear.
Por temor a que el que hace esta
operación deje escapar algún ruido mal-
oliente.
COMPAÑÍA. — Compañía de dos, com-
pañía de Dios.
Explica lo bien que se avienen dos
personas sólo para intervenir en un
negocio, siendo perjudicial mayor nú-
mero.
Compañía de tres, compañía de todo el
mundo. — V. Compañía de dos, compañía
de Dios.
Compañía de tres no vale res. — V. Com-
pañía de dos, compañía de Dios.
Hacerle a uno la compañía de la alpar-
gata.
Dícese en Aragón de la persona que
abandona a otra cuando más necesitaba
ésta de su ayuda. — En Valencia se sue-
le decir a igual propósito: Hacerle a
uno la compañía de la esparteña. — Bien
notoria es la alusión, dicho de una u
otra manera, pues sabido es que esa
clase de calzado, comúnmente llama-
do en la generalidad de España al-
pargata o alpargate (voz oriunda del
árabe), atento a ser de poca duración,
suele rompérsele al que con ella viaja,
dejándolo descalzo en la mitad de su
camino, por cuyo motivo va en mala
compañía.
La Compañía de Jesús es una espada,
cuya empuñadura está en Roma y la pun-
ta en todas partes.
Alusión a que el general de dicho
Instituto reside en la capital del orbe
católico, desde donde manda con impe-
rio absoluto a sus subditos, quienes se
hallan esparcidos por toda la Tierra,
hechos dueños de la mayor parte de
ella, según lo aseguran personas que
deben saberlo por buen conducto.
La compañía para honor, antes con tu
igual que con tu mayor.
Enseña que debemos reunimos con
nuestros iguales, a fin de no exponer-
nos a recibir desaires de los superio-
res ni hacerlos a los inferiores. — Los
casamientos, para que sean acertados,
deben verificarse entre personas de la
misma clase. — También se dice este
refrán de los modos siguientes: La mu-
jer con igual o menor, si quieres ser se-
ñor, o Casar y compadrar, cada cual con
su igual.
Llevar la compañía del ahorcado. — Véa-
se Hacerle a uno la compañía de la al-
pargata.
COMPAÑÓN. — A buen compañón, bue-
na compañía. — V. A tal podador, tal
sarmentador.
COMPARACIÓN.— Toda comparación
es odiosa.
Recomienda se huya de ellas, por
evitar la molestia que necesariamente
ha de producir en la persona que os-
tente el grado de inferioridad.
COMPÁS. — Correr una cosa al mismo
compás que otra.
Guardar entre sí la debida relación.
Ir uno con el compás en la mano.
Proceder con regla y medida, no a
tontas y a locas, sino con reflexión.
Llevar el compás. — V. Llevar uno la
batuta.
Perder el compás. — V. Perder los es-
tribos.
Salir uno de compás.
No ir medido ni reglado uno en su
modo de proceder ni en sus acciones.
Echar compases.
Andar despacio y contoneándose. —
También se dice, aunque impropiamen-
te: Dar compases.
COMPONEDOR.— Muchos compone-
dores descomponen la novia.
Denota que en las cosas de ingenio
y gusto no conviene que intervengan
muchas personas, por causa de la di-
versidad u oposición de pareceres.
COMPONER
— 235
CONCIENCIA
COMPONER.— Alíate las compongas.—
V. Allá se las hayan.
No te compongas. — V. Date un limpión.
COMPOSICIÓN. -Hacer composición
de lugar.
Meditar todas las circunstancias de
un negocio y formar con este conoci-
miento el plan conducente a su más
acertada dirección y feliz desenlace.
COMPRAR. — Compra lo que no has me-
nester y venderás lo que no podrás ex-
cusar.
Reprende los gastos superfluos, es-
pecialmente en quien no anda muy so-
brado de dinero.
Déjame comprar, dejaréte veiider.
El que permite a los demás que atien-
dan a sus intereses, tiene derecho a que
le dejen a él cuidar de los suyos.
El que no te conozca, que te compre.
Se da a entender a una persona que
penetramos sus intenciones, y por lo
tanto, pierde el tiempo en querer en-
gañarnos.
COMPUESTA. — Quedarse compuesta
y sin novio.
Dícese de la persona que teniendo
3'a segura una cosa, se le va de las ma-
nos, perdiéndola cuando menos lo es-
peraba.
COMÚN. — Quien sirve al común sirve a
ningún.
Manifiesta que los servicios hechos
a corporaciones, pueblos, etc., son
regularmente poco agradecidos; pues
como son muchos los partícipes en el
beneficio, cada cual descarga en el otro
la expresión del agradecimiento, el cual
llega tarde, o no llega a verificarse.
COMUNICANDA. - Ni comunicanda
bien cantada, ni manceba de clérigo mal
tocada. Otros substituyen la segunda
parte por ni hijo de clérigo bien criado;
esto es, bien educado.
Expresa lo difícil que es hallar cual-
quiera de las cosas indicadas. La comu-
nicanda es una antífona que se reza en
la misa acto continuo de haber sumido
el sacerdote y purificádose los dedos.
COMUNIDAD. —En comunidad, nunca
luzcas tu habilidad.
Porque sobre echarle a uno toda la
carga encima, por aquello de que sabe
hacerlo, ni se le agradece ni se le re-
munera comúnmente, siendo así que
se trata de obras de supererogación.
CONCEJO. — A concejo ruin, campana
de madera.
Enseña la poca importancia que se
debe dar a las cosas que no lo me-
recen.
En el Concejo de Polán, hasta el guarre-
ro tiene voto.
Dícese cuando los inferiores se me-
ten en las conversaciones de las perso-
nas mayores, especialmente si se ade-
lantan a manifestar su parecer sin ser
llamados; y alude a la costumbre que
había antiguamente en algunos pueblos,
como en Polán (villa distante 3 leguas
de Toledo), de convocar por el Muni-
cipio, mediante campana tañida, a se-
sión extraordinaria o concejo abierto en
los casos graves, a todos los vecinos sin
distinción.
Pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que
es blanco y otros que es negro.
Indica la diversidad de pareceres y
opiniones que reina entre los hombres,
por lo que es punto menos que impo-
sible el poder agradar a todos. — Otros
dicen: Pon tu culo en concejo, etc.
Trasquílenme en concejo,^» no lo sepan en
mi casa.
Dícese de los que estando infamados
en todas partes, tratan de encubrirlo en
su domicilio y parentela.
CONCEPTO. — Formar concepto.
Determinar una cosa en la mente des-
pués de bien examinadas las circuns-
tancias.
CONCIENCIA. — Acusar la conciencia
a uno.
Traerle inquieto y desazonado a con-
secuencia de alguna mala acción.
Ajustarse uno con su conciencia.
Seguir en el modo de obrar lo que
le dicta su propio sentimiento. Aplí-
case más a aquellas cosas en que cabe
dudar si se pueden o no llevar a cabo
de una manera lícita.
Escarbar la conciencia. — V. Acusar la
conciencia a uno.
La conciencia temerosa, de los castigos se
acuerda.
Nadie se ocupa de las penas impues-
tas por la ley más que los que saben
que la han infringido.
CONCLAVE
236 —
CONDE
La propia conciencia acusa.
El que ha cometido una falta tiene
suficiente castigo con el recuerdo de
ella.
Más negro que la conciencia de Judas.
Comparación empleada para encare-
cer la maldad de una persona.
No tener conciencia.
Obrar inicuamente; ser un desalma-
do.— El caso afirmativo se aplica al
que obra con rectitud y honradez.
Ser ancho de conciencia.
Aplícase a los que, con poco funda-
mento, obran o aconsejan algo contra
la ley. — Por el contrario, al que es muy
ajustado a los rigores de la ley se le
dice que es estrecho de conciencia.
Tener conciencia de jaretas.
Ser elástica o de tira y afloja, según
conviene al individuo que así la tiene,
a la manera que la jareta sirve para en-
coger o ensanchar la tela con el fin de
adaptarla al sujeto u objeto para que
está destinada.
CÓNCLAVE. — Ser un cónclave el cuer-
po de una persona.
Estar lleno de cardenales. — Juégase,
como se ve, en esta frase del equívoco
existente en la palabra cardenal, digni-
dad eclesiástica, y cardenal, equimosis
producida por un golpe. El conclave
es la reunión de los primeros, que se
celebra en Roma a la muerte de un
papa para elegir sucesor.
CONCLUSIÓN.— Sentarse uno en la con-
clusión.
Mantenerse porfiadamente en su opi-
nión, volviendo a instar sobre ella, aun
contra las razones que persuaden la
contraria, sin aducir otras nuevas.
CONCHA. — Dentro de la concha está la
perla, aunque no puedas verla.
Es preciso trabajar para sacar la uti-
lidad que en sí encierra alguna cosa.
Meterse uno en su concha.
Retraerse, negarse a tratar con la
gente o a tomar parte en negocios o
esparcimientos.
Tener uno más conchas que un galápago,
o muchas conchas.
Ser reservado, disimulado y astuto.
CONDADO. — Cuando te dieren un con-
dado, agárrale. — V. Cuando te dieren
la vaquilla, acude con la soguilla.
CONDE. — Agraciar a uno con el título de
conde de Puñoenrostro.
Darle una o más puñadas.
Andar en una cosa el conde de Uñate. —
V. Ser uno el conde de Uñate.
Conde y condadura y cebada para la
muía.
Zahiere al que no contando con lo
razonable, quiere cosas superfluas.
Cuando estes con el conde no mates al
hombre, que el conde se te irá y el
hombre se quedará. - V. Porque estés
sirviendo al conde no mates al hom-
bre, etc.
Cuando fueres conde no mates al hom-
bre.- V. Porque estes sirviendo al conde
no mates al hombre, etc.
El conde que paga es el verdadero conde.
Indica que los títulos nobiliarios tie-
nen menos importancia cuando no
acompañan a la nobleza del corazón.
Llamaos siquiera conde de Cervera.
No creo asunto fácil penetrar el sen-
tido, intencionado al parecer, que en-
cierra este refrán. Baste decir que lo
apunta el Comendador (1555), y que el
condado de Cervera aparece en la His-
toria como fundado en 1357 por D. Pe-
dro IV a favor de su hijo D. luán, con
la condición de que jamás pudiese ser
enajenada la ciudad. Otros suponen que
equivale a decirle a uno que se llame
de algún modo, sea como quiera.
Porque estés sirviendo al conde no mates
al hombre, que jnuere el conde v queda
el hombre.
Aconseja que nadie obre mal, con-
fiado en que tiene valedores, porque
éstos pueden faltar y entonces no ten-
drá quien le defienda de las justas re-
presalias.
Quien es conde y desea ser duque, métase
fraile en Guadalupe.
Alude a las grandes riquezas v fas-
tuoso trato de que disfrutaban en lo
antiguo los religiosos Jerónimos del
monasterio de Nuestra Señora de Gua-
dalupe, en Extremadura, provincia de.
Cáceres.
Ser uno el conde de Uñate.
Ser aficionado a quedarse con lo aje-
no contra la voluntad de su dueño. —
Es locución jocosa derivada de la de
Ser largo de uñas.
CONDENACIÓN
237
CONFESIÓN
Un conde con muchos doblones se casará
con quien le acomode.
Indica la extremada importancia que
tienen las riquezas para conseguir lo
que se desee.
CONDENACIÓN. — Ser una condena-
ción.
Ser una persona o cosa sumamente
insufrible o intolerable.
CONDICIÓN. — Quebrarle a uno la con-
dición.
Abatirle el orgullo, o corregirle de
sus defectos, contrariándole en sus gus-
tos, caprichos, etc.
Condición áspera como cuartana de león.
Comparación alusiva a las personas
de carácter sumamente agrio o de mal
genio.
Condición, o genio, o natural, y figura,
o contextura, hasta la sepultura. — Véa-
se Genio y figura hasta la sepultura.
Tener condición de tía, o Tener una
condición como una tía.
Tener malas inclinaciones. Tómase
la palabra tía en mal sentido.
Condiciones rompen leyes.
La situación especial en que a veces
se encuentra una persona, obliga a sal-
tar por cima de todos los preceptos y
órdenes que debieran acatarse.
CONDINGA. — Tener mucha condinga.
Dícese del que posee un genio fuer-
te y violento, carácter desabrido o con-
dición áspera.
CONDUCHO. — Donde entra conducho
no entra pan mucho. — V. Donde entra
tajada no entra rebanada.
CONDUMIO. — Haber, o hacer, mucho con-
dumio.
Dícese cuando hay preparada mucha
comida, y en general se aplica a la
abundancia excesiva de toda clase de
comestibles.
CONEJA. — Ser una coneja.
Aplícase a las mujeres que dan a luz
muy a menudo, y especialmente si
acostumbran a tener más de una cria-
tura en cada parto.
CONEJERA.— Ser una conejera.
Aplícase a las casas en que habita
mucha gente, generalmente de mal vi-
vir. — Dícese igualmente de las casas
pobres en que hay gran cantidad de
muchachos.
CONEJO. -De mala viene el conejo, y que
se lleve el diablo el pellejo.
Indica que cuando una cosa está mal
adquirida no es de sentir que otros,
para taparnos, se lleven una parte de
lo que es objeto de la cuestión.
El conejo de las ánimas.
Frase atribuida a un cazador muy
devoto de las ánimas del purgatorio,
pero de muy desgraciada puntería, el
cual, yendo de caza, acertó a encontrar
a tiro dos conejos juntos parados. A
tan agradable vista, dijo echándose a la
cara la escopeta: «Ánimas benditas, si
mato a los dos, uno será para vosotras.»
Esto dicho, disparó; mató uno, y vien-
do al otro escapar incólume, exclamó:
«¡Vaya un paso que lleva el conejo de
las ánimas!*
El conejo ido, el consejo venido, o palos
en la cama, o palos en la ?nadrigue-
ra.—X. Al asno muerto la cebada al
rabo.
El conejo, por maña doñea a la vaca.
Aconseja que se desconfíe de los
aduladores.
Estar como el conejo, que todos le tiran.
Ser la víctima de todos.
Ni comas conejo en fo?ida, ni te fíes de
mujer cachonda.
Invita a desconfiar de ambas cosas:
la primera, por la facilidad con que en
algunas casas de comidas se substituye
el conejo o la liebre por otro animalito
parecido, y la segunda, porque con sus
halagos, falsos las más veces, suelen
engañar cierta clase de mujeres.
Multiplicarse como los conejos.
Tener mucha sucesión, pues es sa-
bido que la coneja es uno de los ani-
males más prolíficos que hay.
CONFESAR. — El que la confiese, o
quien la confesare, que la pague.
Expresión con que defendemos nues-
tro silencio en las cosas que pueden
acarrear algún perjuicio al ser declara-
das o descubiertas.
CONFESIÓN. - A confesión de casta-
ñeta, absolución de cañavérela.
Refrán burlesco que expresa que
según el tono con que nos tratan, así
contestamos nosotros. - Algunos va-
rían la segunda parte, diciendo: abso-
lución de zapateta.
CONFESOR
— 238
CONOCER
A confesión de parte, relevación de
prueba.
Cuando el interesado reconoce y de-
clara franca y terminantemente aquello
que se le atribuye o de que se le acu-
sa, no es necesario para demostrarlo
apelar al testimonio ajeno.
A mala confesión, mala penitencia.
Indica que así como obran con nos-
otros, debemos obrar en justa recipro-
cidad.
CONFESOR.— Querer ser confesor y no
mártir.
Frase egoísta con la que se significa
que antes que sufrir la más pequeña
molestia, es preferible hablar, aunque
redunde en perjuicio ajeno.
CONFIADO. - El confiado sale burlado,
y el desprevenido queda lucido.
Recomienda que se esté siempre
sobre aviso para evitar malas contin-
gencias.
Mueren muchos más de los confiados que
de los recatados. — V. El confiado sale
burlado, y el desprevenido queda lucido.
CONFIANZA. — ütt la confianza está el
peligro.
El exceso de buena fe nos conduce
a menudo al daño.
La confianza en Dios y los pies en la
calle. — V. Fíate de la Virgen, pero
corre.
La mucha confianza, o satisfacción, o
conversación, o familiaridad, es causa de
menosprecio.
Enseña que aun cuando a los infe-
riores se les debe tratar con benevo-
lencia, no debe exagerarse ésta hasta
el punto de llegar a la familiaridad,
pues acaban por tratarnos como si to-
dos fuéramos iguales.
CONFITE. — Estar a partir de un confi-
te.— V. Estar a partir un piñón.
Morder en un confite. — V. Comer en un
mismo plato.
Sentar como confites a un ajo molinero.
No cuadrar o irle bien una cosa a
otra.
CONFUSIÓN. — Ser la confusión del cam-
po de Agramante.
Dícese de aquellos sitios donde hay
tal bullicio que nadie se entiende. —
V. Convertirse en, o ser un nuevo, cam-
po de Agramante.
CONOCER. — Antes que conozcas, ni ala-
bes ni cohondas.
Advierte que antes de tratar y cono-
cer a una persona o cosa debe suspen-
derse todo juicio a fin de no elogiarla
o vituperarla imprudentemente.
El que no te conoce, ése te alabe.
Dícese de las personas cuyas artima-
ñas y malas cualidades no nos son des-
conocidas.
El que no te conozca, que te compre. —
V. El que no te conece, ése te alabe.
Donde te conocen, favor, o lugar, te
hacen.
Indica que a cada uno le tratan según
se merece.
Jüntanse sin conocerse, viven sin amarse
y mueren sin llorarse, o sin sentirse.
Dicho nada edificante ni consolador
que se aplica a varias corporaciones,
singularmente religiosas, con relación
a los individuos que las componen,
bien del uno, bien del otro sexo.
Lo que no es conocido, mal puede ser
querido.
Los actos de la voluntad tienen que
recaer forzosamente sobre un objeto
que se conozca de antemano, según
aquel aforismo escolástico latino: Nihil
volitum quin pracogniium.
En semejantesupuestose funda aque-
lla poesía del maestro Fr. Diego Gon-
zález, agustiniano, inspirada en las si-
guientes magníficas décimas a una se-
ñora que se quejaba de que hubiese
tratado a otra antes que a ella :
«Si un caminante penara
de sed, y junto al camino,
por acaso peregrino,
una fuentecilla hallara,
y no siendo la más clara
el agua, bebiera aquí,
aunque no lejos de allí
otra mejor agua hubiera,
¿extrañaras que bebiera?
Pues esto me pasa a mí.
»Si un infeliz naufragara,
y a una tabla que encontrase
gustoso la mano echase,
y así la vida salvara,
¿hubiera quien lo extrañara,
ni juzgara frenesí
porque tal vez por allí
pasar un barco pudiera
que al puerto le condujera?
Pues esto me pasa a mí.
>Yo soy aquel caminante
a quien la sed desalienta,
CONQUE
— 239 —
CONSEJO
y en amorosa tormenta
soy infeliz naufragante.
Ya os he dicho lo bastante
en comparaciones dos;
hablad, señora, por Dios,
que ese silencio me abrasa;
esto es lo que a mí me pasa;
decid lo que os pasa a vos.»
CONQUE. — Conque... —Después de muer-
to, que ronque.
Manera familiar de poner fin a una
conversación que no se quiere seguir.
Hacer algo con su conque.
No verificarlo a humo de pajas, sino
con su cuenta y razón. — Empléase tam-
bién conque como sinónimo de efugio,
pretexto, excusa o salida inesperada.
CONSECUENCIA. — Traer consecuen-
cias alguna cosa.
Tener o traer resultas un hecho o su-
ceso, o producir necesariamente otros.
CONSEJO. — Al buen consejo no se halla
precio.
Pondera cuánto vale un buen consejo
dado a tiempo, por las muchas desgra-
cias que puede evitar.
Consejo de mañana y agua de tarde, no es
durable.
Exhorta a pensar con madurez antes
de tomar una resolución, por no expo-
nerse a tener que mudar de consejo.
Consejo de Oldrado, pleito ganado.
Significa que el que acude a un buen
abogado lleva mucha ventaja para lo- j
grar lo que desea, aludiendo a Oldrado,
antiguo legista toledano de gran fama.
Dar el consejo y el ve?icejo.
Previene que no se ha de contribuir
sólo con el consejo al remedio del pró-
jimo, sino también con el socorro de
los medios posibles.
De fuera todos sabemos y a otros damos
consejo, y para nosotros mismos no lo
tene?nos. — V. Consejos vendo, y para mi
no tengo.
Del Consejo de Estado y fraire, ¡oh qué
donaire!
Quiere decir que es el máximum a
que se podía aspiraren otro tiempo, si
reunía las dos condiciones la misma
persona.
El consejo de la mujer es poco, y el que
no lo toma es loco.
Da a entender que las mujeres, por
la viveza de su ingenio, suelen encon-
trar pronta y fácil salida en los casos
difíciles, no siendo, por lo tanto, cuer-
do desentenderse en toda ocasión de
su parecer.
Haz consejo de amigo, huye loor de ene-
migo.
Indica que se siga el parecer de aque-
llos cuya amistad es probada, desen-
tendiéndose, en cambio, de las alaban-
zas que nos prodigan los falsos amigos,
por muy gratas que puedan sernos al
oído.
Lo que se hace con consejo tiene buen
suceso.
El éxito de las cosas depende de que
se hagan con reflexión y madurez.
Ni será de consejo ni de vencejo.
Alude a las personas de quienes no
se debe esperar ni razonamiento sen-
sato ni auxilio pecuniario.
No des consejo a viejo, ni espulgues zama-
rro prieto.
Aconseja no ocuparse en empresas
de cuyo acometimiento sólo se han de
sacar tiempo y trabajo perdidos.
No desdeñes consejo, aunque seas muy sa-
bio y viejo.
Por más experimentado que uno sea,
siempre le puede convenir tomar con-
sejo.
Nunca el consejo del pobre, por bueno
que sea, fué admitido.
Parece, en efecto, que la triste con-
dición de no poseer riquezas despro-
vee a la persona de capacidad para
aconsejar.
{Qué consejo dará el viejo que es cada
vez más pellejo}
Recomienda desconfiar de las indica-
ciones hechas por las personas que por
su excesiva edad no tienen sus faculta-
des muy completas.
Quien da consejo no pedido, se expone a
perder el consejo y el amigo.
Encarece la conveniencia de no en-
tremeterse en asuntos ajenos, aconse-
jando lo que a uno le parece, sin que
se le haya pedido su opinión.
Quien da el consejo da el tostón.
Aplícase jocosamente a los que dan
consejos impertinentes.
Quien no oye consejo no llega a viejo.
Recomienda oír el parecer de las
personas prudentes y sensatas.
CONSERVAR
240
CONTERA
Consejos vendo, y para mí no tengo.
Zahiere al que, necesitado de que le
aconsejen, se entremete a aconsejar a
otros.
Los consejos son como los muertos: no se
conoce lo que valen hasta que pasa su
tiempo.
Es decir, hasta que se ha visto el
buen resultado que dio el seguirlos.
Todos los consejos son buenos, así como
probados todos los refranes.
Es refrán italiano que trae Orlando
Pescetti (pág. 248) en los siguientes
términos: / cousigli son tutti buoni, e i
proverbi son tutti provati.— Respecto de
los refranes puede pasar como verda-
dera semejante proposición; pero en
cuanto a los consejos, ya es harina de
otro costal.
CONSERVAR.— Mayor hecho es conser-
var que adquirir.
Contra los pródigos, a quienes ex-
horta a no derrochar el dinero, mayor-
mente si lo han adquirido a poca costa,
por temor de que puedan llegar a ser
en su día víctimas de la indigencia.
CONSTANCIA. — Más vale la constan-
cia en esperar que la fortaleza en aco-
meter.
Muchos negocios se malogran por
sobra de alientos y falta de oportuni-
dad al emprenderlos.
CONSUELO. — De donde ha de venir el
consuelo, viene el duelo.
Dicese de aquellas cosas o personas
que defraudan nuestras esperanzas, tor-
nándose adversas cuando las creíamos
prósperas.
Es consuelo en las desgracias hallar
quien se duela de ellas.
Parece que nuestros males se ami-
noran cuando, declarados éstos a otra
persona, son consolados por ella.
CONSTIPADO.-Constipado mal qui-
tado, tisis refinado.
Refrán navarro que indica que si la
primera enfermedad no se cura bien,
degenera en la segunda citada.
CONSTITUCIÓN. — ¡ Constitución o
muerte, muerte o Constitución!
Dilema burlesco tomado de la frase
histórica de todos conocida, empleada
para demostrar nuestro deseo de que
ocurra alguna cosa en contra de otra.
¡Constitución, y a estas horas? Que lo
amarren al señor.
Dicho peruano en que se prorrumpe
cuando alguna persona dice algo ex-
temporáneamente.
CONTADERO.— Entrar, o salir, por con-
tadero.
Hacerlo por paraje tan estrecho que
solamente se puede pasar por él uno
a uno.
CONTAR. — Como me lo contaron te lo
cuento.
Fórmula empleada, para evitarse res-
ponsabilidades, después de hecha rela-
ción de una cosa de cuya veracidad no
podemos o no queremos responder.
Cuenta con la cuenta.
Expresión con que se advierte que
se tenga especial cuidado en un asun-
to, amenazando con algún castigo o mal
suceso.
Dar a alguno, y no que contar.
Darle una soba o paliza.
f- Qué me cuenta usted?
Úsase para manifestar a uno que nada
nuevo nos dice o enseña.
¿Ya ?ní qué ??ie cuenta usted?
Expresa que ningún cuidado se nos
da de aquello de que se trata.
CONTENER. - Como en ello se contiene.
Frase con que se indica que lo que se
ha contado lo ha sido hecho al pie de
la letra, tal como se dijo, sucedió, etc.
CONTENTAR. — Al que debas contentar
no procures enfadar.
Recomienda que se tenga satisfecha
a la persona de quien esperamos algún
beneficio o queramos ver siempre con-
tenta con nosotros.
CONTENTO. — Nadie está contento con
su estado, o con su suerte.
Explica que la naturaleza humana
desea siempre más de lo que tiene.
No caber uno en si de contento.
Sentir un gran placer por alguna cosa.
Si quieres vivir contento, hazte jumento.
Porque es la mejor manera de no
preocuparse de nada, y por lo tanto
no tener que sufrir en el mundo.
CONTERA. — Echar la contera.
Concluir o finalizar un negocio. —
Dícese también: Echar la clave. (Véase.)
Temblar le a uno la contera.
Sentir mucho miedo o temor.
CONTIENDA
— 241
CONVIDAR
CONTIENDA. — En contienda, ponte
rienda.
Exhorta a usar de prudencia en todo
género de disputas, para no exponerse
a incurrir en algún exceso al dejarse
llevar de los impulsos de la ira.
CONTIGO. — Contigo me entierren.
Manera de expresar la conformidad
de criterio que se tiene con una per-
sona.
Contigo pan y cebolla.
Frase de los enamorados que pres-
cinden al principio de todo lo necesa-
rio para la vida, con tal de poseer al
objeto amado. Dicho se está que esto
es romanticismo puro.
CONTRA. — Hacer la contra a uno.
Dificultar el logro de lo que quiere
o desea.
Llevar la contra a uno.
Desmentirle; decir lo contrario con
objeto de molestarle.
CONTRABANDISTA.-^ contraban-
dista a ladrón no hay más que un esca-
lón, o sólo falta un escalón.
Indica que el que comienza come-
tiendo una falta, está muy próximo a
llegar a la comisión de un delito.
CONTRARIO. — Contrario, con con-
trario se cura.
Recomienda que para corregirse de
una cosa se siga el método opuesto. —
Es el procedimiento preconizado por
la escuela médica llamada alopática, v
que formulaban sus adeptos diciendo:
Contraria, contrariis curantur.
CONTRIBUIR. — Pe;/ cuanto vos contri-
buísteis.
Frase con que se da a entender que
si se ha conseguido o alcanzado alguna
cosa no ha sido por benevolencia del
donante, sino por haber mediado algu-
na dádiva, pago, favor recíproco, etc.
CONVENTO. — Para lo que hemos de estar
en este convento, caguémonos dentro.
Se emplea para demostrar el poco
interés que nos tómame 3 por aquello
que vamos a abandonar.
CONVERSACIÓN. — Ahí está oyendo la
conversación.
Cuando el que está hablando mienta
un objeto que se halla a corta distancia
de los interlocutores, suele prorrumpir
en dicha frase, con el objeto de signi-
ficar que tiene a mano el comprobante
de lo que alega, para satisfacción suya
y de los circunstantes.
Dejar caer una cosa en la conversación.
Decirla afectando descuido, como si
no se tuviese ningún interés en hablar
de ella.
La mucha conversación es causa de me-
nosprecio.
Frase proverbial con que se indica
que no conviene familiarizarse dema-
siado con las gentes, si ha de conservar
cada uno el respeto que se le debe.
Sacar la conversación.
Tocar intencionadamente algún pun-
to con objeto de que se hable de él.
Todo eso es conversación de la Caleta. —
V. Todo eso es conversación de Puerta
de Tierra.
Todo eso es conversación de Puerta de
Tierra.
Úsase comúnmente en Cádiz y sus
contornos para significar que tal dicho
carece de fundamento, que tal aserción
es mentirosa o que no se cumplirá la
promesa hecha, etc. — En Málaga se
suele decir a igual propósito: Todo eso
es conversación de la Caleta.
Todo eso es conversación v agua al pilón.
Aplícase al dicho que carece de fun-
damento, o se echa de ver desde luego
que es mentiroso, o a la promesa que
se ha dejado de cumplir.
CONVIDADO. — Como el convidado de
piedra.
Estar como una estatua, mudo, quie-
to y grave, aludiendo a la del comen-
dador de Calatrava, D. Gonzalo de
Ulloa, en la comedia de Tirso de Moli-
na El Burlador de Sevilla.
Un convidado convida a ciento.
Frase con que se suelen disculpar
los que estando invitados a algún acto
llevan en su compañía a otras perso-
nas que no han merecido igual honor.
Un convidado convida a otro. — V. Un
convidado convida a ciento.
CONVIDAR. - Bueno de convidar, malo
de hartar.
Las personas que no se hacen rogar
cuando se les invita a alguna cosa, par-
ticularmente a comer, suelen desqui-
tarse de la privación sufrida anterior-
mente.
16
CONVITE
— 242 —
CORAZÓN
CONVITE. — Convite con porra.
Significa que el que acepta un obse-
quio, siempre queda obligado a algo.
Convite de catalanes, una vez en vida y
otra en muerte.
Alude a que los catalanes, por ser
gente muy práctica y económica, rara
vez hacen obsequios.
COPA. — Apurar la copa del dolor, o de la
amargura.
Llegar al extremo de la pena, de la
calamidad o del infortunio.
Apurar la copa del placer.
Tiene el significado completamente
opuesto a la frase anterior, o sea, lle-
var el placer hasta el último grado.
Copas son triunfos.
Dicho de los aficionados a la bebida.
Irse de copas.
Expeler ventosidades.
COPETE. — Ser de alto copete.
Frase con que se denota pertenecer
una familia o persona a alguna de las
clases más distinguidas de la sociedad.
Tener uno copete, o mucho copete.
Ser de carácter altanero o presun-
tuoso.
COPLA. — El que te canta la copla, ése la
nota. Y más comúnmente se dice: ése
te la sopla.
Denota que se suele atribuir la inju-
ria al que la dice, aunque sea en nom-
bre de otro.
Andar en coplas.
Frase con que se da a entender que
es ya muy notoria y pública una cosa,
y generalmente se entiende de las que
son contra la estimación y fama de al-
guno.
Dársele a uno de una cosa lo mismo que
de las coplas de Calaínos, o de don Gai-
feros, o de la zarabanda.
Hacer de ella poco caso y aprecio;
no importarle a uno nada.
Echar coplas a uno.
Zaherirle, hablar mal de él.
Echar coplas de repente.
Hablar con ligereza y sin reflexión
alguna.
Más vale entenderse a coplas que echar
mano a las ma?ioplas.
Es preferible entenderse valiéndose
de razones, a tener que apelar a vías
de hecho.
No valer una persona o cosa ni las co-
plas, o ni la tonada, de la zarabanda.
No estimarla en nada.
COPO. — Huélgome un poco, mas hilo mi
copo.
Significa que se debe aliviar el tra-
bajo buscando el descanso a su debi-
do tiempo.
COQUETA. — Quien ama a las coquetas
pierde el tiempo y las pesetas.
Recomienda que no se deje uno se-
ducir, ni tomar en serio el amor que
finjan tenernos las mujeres que, por
vanidad las más de las veces, procu-
ran agradar a todos los hombres.
CORAJE.— /(?#¿ coraje! — Pues toma un
borrico y echa un viaje.
Manera de burlarse de la persona que
está dominada por la ira.
CORAZÓN. — Abrir el corazón a uno.
Ensancharle el ánimo; quitarle el
temor.
Abrir uno su corazón. — V. Abrir su
PECHO.
Adonde el corazón se inclina, el pie ca-
mina.
Indica el anhelo e insistencia con
que instintivamente frecuentamos los
lugares en que está nuestro afecto, o
la esperanza de lograr una cosa más
o menos interesante para nosotros.
Anunciadle a uno una cosa el corazón.
Presentirla; saber lo que va a ocurrir
antes que suceda.
Arrancarle, o comerle, a uno el corazón.
Hacerle gastar todo cuanto tiene,
despojándolo inicuamente, o causarle
grave extorsión en sus intereses.
Arrancársele -a uno el corazón. — Véase
Arrancársele a uno el alma.
Atravesar el corazón.
Mover a lástima y compasión; pene-
trar de dolor a uno.
Buen corazón quebranta mala ventura.
Exhorta a no desmayar en los infor-
tunios, porque con el ánimo se hacen
más tolerables, y aun suele enmendar-
se o evitar la desgracia.
Cada uno juzga por su corazón el, o del,
ajeno.
Dícese de las personas nobles que
se dejan engañar porque, no siendo
ellas capaces de hacerlo, creen que los
demás tampoco han de serlo.
CORAZÓN
— 243 —
CORAZÓN
Clavársele a uno en el corazón alguna
cosa.
Causarle o sufrir una grande aflicción
o sentimiento. — No poder olvidar al-
guna mala o buena acción sufrida o re-
cibida.
Corazón contento es gran talento.
Manifestarse siempre satisfecho, aun
cuando interiormente no sea así, es
prueba de saber vivir en sociedad.
Corazón esforzado, bolsillo exhausto, es-
pada en mano.
Señal distintiva y característica de
los güeldreses, en el reino de Ho-
landa.
Cubrírsele a uno el corazón.
Entristecerse mucho.
Darle, o decirle, a uno el corazón algu-
na cosa. — V. Anunciarle a uno una
cosa el corazón.
Declarar uno su corazón.
Manifestar reservadamente la inten-
ción que tiene, o el dolor o afán que
padece.
De gran corazón, el sufrir, y de gran
seso, el oir.
Quien soporta las penalidades con
entereza, da pruebas de valentía; así
como el que sabe escuchar, demuestra
gran prudencia.
Dilatar, o ensanchar, el corazón.
Abrirlo a la esperanza; cobrar ánimo.
El corazón del codicioso nunca tiene re-
poso.
La avaricia no deja tranquilidad al
que tiene la desgracia de ser domina-
do por tan repugnante vicio.
El corazón en Dios, y la mano en lo que
se pueda. Otros dicen : y las manos como
rastros.
Invectiva contra los beatos o falsos
devotos que, so capa de santidad, co-
mercian inicua y villanamente con los
bienes de la Iglesia, o se entregan a
excesos libidinosos.
El corazón manda en la mujer.
La sensibilidad es la herencia y dote
del sexo femenino.
El corazón no es traidor, o El corazón
nunca miente, o nunca se equivoca, o No
hay corazón engañado.
Hay presentimientos de tal índole,
que tarde o temprano acaban por rea-
lizarse.
El corazón siempre es joven. — V. Los
ojos siempre son niños.
Hablar con, o llevar, el corazón en la
mano.
Hacerlo con toda franqueza y since-
ridad, sin ocultar nuestro pensamien-
to.— Obrar noblemente.
Hacer, o decir, una cosa de corazón.
Con verdad, sinceramente, con todo
afecto.
Hecho ?nalo, al corazón y al cuerpo hace
daño.
Las malas acciones tanto afectan a la
parte material como a la moral del in-
dividuo.
Helársele a uno el corazón.
Quedarse uno atónito, o pasmado,
sin acción ni movimiento, a causa de
un susto, impresión o mala noticia.
Lo que en el corazón se fragua, por la
boca se desagua. — V. De la abundancia
del corazón habla la lengua, o la boca.
¡Me lo decía el corazón!
Frase en que se suele prorrumpir
cuando se verifica un suceso que ha-
bíamos sospechado anteriormente que
iba a ocurrir.
Meterle, o ponerle, a alguno ¿/corazón
en un puño.
Apurarle, afligirle demasiado.
Meterse uno en el corazón a otro.
Manifestarle con alguna ponderación
el amor o cariño que le tiene.
No cabzrl: a alguno el corazón en el
pecho.
Estar tan sobresaltado por algún
afecto o pasión, que no puede sose-
garse. — Ser muy noble, bueno y mag-
nánimo.
No tener corazón.
Manifestarse insensible a las desgra-
cias ajenas. — Agregándole las frases
para decir, hacer, presumir, etc., alguna
cosa, expresa no tener valor o ánimo
bastante para ello.
Partírsele a uno el corazón. — V. Par-
tirle a uno el alma alguna cosa.
Poner una cosa en el corazón de uno.
Inspirarle, moverle para que haga lo
que deseamos.
Quien la vido y la ve ahora, ¿cuál es el co-
razón que no llora?
Indica el estrago que ocasionan les
años, especialmente en las personas.
CORCOVA
— ^44 —
CORDOBÁN
Reventar el corazón en el pecho.
Hallarse muy emocionado a causa de
alguna impresión sufrida, particular-
mente de gozo o alegría.
Sacarle a uno el corazón. — V. Sacarle a
Uno loS REDAÑOS.
Ser blando de corazón.
Ser una persona tan sensible, que de
todo se compadece. — No tener la su-
ficiente energía para negarse a nada.
Si el corazón fuera de acero, no le ven-
ciera el dinero.
Denota lo sumamente difícil que es
a la fragilidad humana el no sucumbir
a las tentaciones de la avaricia.
Tal Iiora el corazón brama, aunque la
lengua calla.
Enseña la conveniencia de no expli-
car uno muchas veces su sentimiento.
Tener uno el corazón bien puesto. — Véa-
se Tener el ai.ma bien puesta.
Tener el corazón de bronce.
No conmoverse uno por muchas des-
dichas que vea.— No asustarse por nada;
ser valiente.
Tener mucho corazón.
Tener nobleza y ardor en los senti-
mientos.— Ser valiente y arrojado.
Corazones arrepentidos quiere Dios.
Dícese cuando se oye censurar la
conducta pasada de alguien que se ha
convertido a mejor vida.
Los corazones de las mujeres dominan. —
V. El corazón manda en la mujer.
CORCOVA. — Con más corcova que un
cinco.
Dícese de las personas o cosas gi-
bosas.
Moreto, en El lindo D. Diego, se ex-
presa del siguiente modo:
«... Suelen ser
como espadas los maridos,
que en la tienda están derechas;
y comprándolas sin vicio,
en el primer lance salen
con más corcova que un cinco*.
CORCOVADO. — Los tres corcovados
de Damasco.
Se compara con ellos a los que son
muy contrahechos.
COLCHO. — Andar uno como el corcho
sobre el agua.
Estar siempre dispuesto a dejarse
llevar de la voluntad ajena.
No ser uno de corcho.
No ser insensible.
No necesitar uno corchos para nadar.
Poder valerse por sí mismo y sin ne-
cesidad del auxilio ajeno.
CORDEL. — Hacer una cosa a hurta
cordel.
Ejecutarla repentinamente y sin ser
visto ni esperado. — Efectuarla a trai-
ción.
Ser cordel para la garganta de uno.
Efectuar algo que forzosamente ha
de refluir en perjuicio del que lo hace.
Apretar los cordeles a uno.
Estrecharle con violencia para que
haga o diga lo que no quiere decir o
hacer.
CORDELEJO. -Dar cordelejo.
Chasquear a uno; ciarle zumba o can-
taleta.—Incitar a una persona para que
hable o diga lo que queremos saber.
CORDERILLA. -Corderilla mega,
inania a su madre y a la ajena.
Enseña que con apacibilidad y agra-
do se vencen las dificultades y se logra
lo que se desea. — V. Becerrilla mansa,
a su madre y a la ajena manta.
CORDERO. — .1 cordero extraño no aga-
sajes en tu rebaño.
Recomienda la inutilidad de guardar
cierto género de consideraciones con
las personas que no nos interesan.
El cordero manso mama a su madre y a
cualquiera; el bravo, ni a la su va ni a la
ajena.
Da a entender que los que son d<-
condición apacible se hacen lugar en
todas partes, y, al contrario, los que
son de genio áspero y fuerte, aun de
los suyos son aborrecidos.
Tan presto va el cordero como el carnero.
Enseña que no nos fiemos de los po-
cos años, puesto que lo mismo mueren
los jóvenes que los viejos.
CORDILLA. - Tragar cordilla.
Pasar mal rato; sufrir con lo que se
ve u oye, sin poder evitarlo, contestar
o protestar. — También se dice: Tragar
QUIXA.
CORDOBÁN. - Nunca puede el cordo-
bán ser tafetán.
La persona mal educada jamás se
conducirá como persona fina, por más
que haga.
CORDURA
245 —
CORNUDO
Ser más duro, o más negro, que el cor-
dobán.
Comparación vulgar basada en esas
cualidades propias de la piel curtida
del macho cabrío o de la cabra.
CORDURA. — El esperar no es cordura
cuando el peligro sobrepuja a la espe-
renza.
Recomienda que se huya del peligro,
sin temor de que nos tachen de cobar-
des, cuando comprendemos que no he-
mos de poder vencer a aquél.
No es cordura llevar las cosas por rigor.
Aconseja la benevolencia para con-
seguir alguna cosa, mejor que ¡a dureza.
Nunca es cordura el probar vidrio, espa-
da ni mujer.
Esto es, el poner a prueba lo que-
bradizo de ninguna de estas cosas, por
temor a que no la resistan.
CORELLA.—Co relia la bella, rica de pan
y pobre de lena.
Se refiere a que esta hermosa y anti-
gua población navarra es tan fértil en
cereales como escasa en arbolado para
el carboneo.
CORIFEO. —Ser el corifeo.
Dícese del que se impone a los de-
más, siendo seguida su opinión, secta o
partido.
CORINTO.— No a todos es dado el ir a Co-
rinto.
En tres pareceres están divididos los
paremiógrafos antiguos acerca del ori-
gen de este proverbio. Opinan unos
que, a causa de estar su puerto muy
sembrado de peñascos, era muy oca-
sionado a naufragios, por lo que se re-
sistían muchos marineros a arribar a
sus costas. Sostienen otros que había
en aquella ciudad un templo dedicado
a la diosa Venus, en el que existían
más de mil mozas que traficaban ilíci-
tamente con sus cuerpos; y como eran
tantos los pretendientes, sólo se entre-
gaban ellas a los que mayores donati-
vos les ofrecían. Últimamente, convie-
nen los más en que dicho refrán es una
alusión a la conducta observada por la
célebre cortesana corintia llamada Lais,
quien tenía tasado el goce deshonesto
de sus atractivos en un precio exorbi-
tante. Semejante circunstancia hizo de-
cir a Demóstenes: «No compro yo tan
caro un arrepentimiento*; dicho que
favorece a aquel célebre orador más
como parco que como continente.
CORNADA.— Cornada de ansarón, tifia-
rada de león.
Se aplica a los escribanos para deno-
tar cuan perjudicial es cualquier yerro
o falta de legalidad en el ejercicio de
su profesión. — Dícese con alusión a la
pluma de ánsar, ansarón o ganso con
que antiguamente se escribía.
De cornada de ansarón libre Dios mi co-
razón.
Es decir, de verse envuelto en plei-
tos, aludiendo a la gente de curia,
como se ve en el refrán anterior.
No morir uno de cornada de burro.
Rehuir exponerse a cualquier peli-
gro, por leve o imaginativo que sea.
Empléase más con el verbo en futuro.
CORNADO. — No valer un cornado.
Ser una cosa inútil o de poco precio
y valor, tal como la moneda así llama-
da, cuya equivalencia en tiempo de
Sancho IV de Castilla era de un cuarto
y un maravedí, y en el de los Reyes
Católicos, de la mitad.
CORNEJA. — Dijo la corneja al cuervo :
Quítate allá, negro; y el cuervo a la cor-
neja: Quitaos zvs allá, negra.
Da a entender que no se debe echar
en cara a otros las faltas que nosotros
mismos poseemos.
CORNUDO. — El cornudo es el postrero,
o el último, que lo sabe.
Se usa cuando una persona ignora lo
que le importaba saber antes que nadie.
Más vale ser cornudo sin que lo sepa nin-
guno, que no serlo y que lo diga todo el
mundo.
La deshonra que no trasciende al
dominio público es preferible a la ca-
lumnia que anda de boca en boca: ¡tan
recomendable es la buena fama!
Mucho sabia el cornudo, pero más el que
se los puso.
Nadie debe alabarse de su perspica-
cia, pues nunca falta quien sea más
listo que él.
Por eso es uno cornudo, porque pueden
más dos que uno.
Significa que tienen más fuerza dos
personas puestas de acuerdo que una
sola, por grande que sea su poder.
CORO
— 246 —
CORREA
Tras de cornudo apaleado, y mandante
bailar.
Reprende la injusticia de los que
pretenden que quien recibe un mal tra-
tamiento quede sin el disgusto natural.
CORO. — Coro por fuerza, nunca buen cris-
tiano.
Además del sentido literal, tiene el
siguiente, más extenso: no se puede
formar buen concepto de la persona
que desempeña su obligación con vio-
lencia o repugnancia.
En el coro m uclia fiesta, y en el refectorio
feria sexta. — V. Menos borla y más
limosna.
Hablemos a coros y oiránnos los sordos.
Hablar alternativamente sin inte-
rrumpirse unos a otros.
CORONA. — Perdona, que no te vi la co-
rona.
Manera burlesca de disculparse con
alguna persona a quien, por ser de cla-
se inferior y tratarse de levísima falta,
no es necesario dar satisfacción, y si se
hace es porque ésta se muestra inde-
bidamente ofendida.
Por encima de la corona de la bellota.
Frase proverbial que se usa para
indicar que una cosa se hará pese a
quien pese, o sin que haya poder hu-
mano alguno que baste a contrarres-
tarla.
Si sois de corona, no quiero yo quedar des-
comulgado. — V. i Acabara usted de decir
que era de misa!, o ¡Hablara yo para
mañana!
Tener una corona como un plato.
Dícese familiarmente de los eclesiás-
ticos que la llevan muy grande y bien
redondeada.
CORONEL. — Llegar uno a coronel sin
haber sido teniente.
Ser cornudo.
CORONILLA. — Andar, o bailar, de co-
ronilla.
Hacer una cosa con mucho afán y
diligencia, generalmente por imposi-
ción de otro.
Dar de coronilla.
Descender de posición social. — Dar
con la cabeza en el suelo.
Estar hasta la coronilla.
No tener paciencia para sufrir más,
por estar ya harto de una persona o
cosa. — Estar agobiado de trabajo, re-
comendaciones, etc.
CORRAL. — Cada cual en su corral desea
tener caudal.
No hay nadie que, por modesto y hu-
milde que sea, no tenga su ambición.
Parece que procede del corral de Ceni-
ceros.
Léese en el Origen histórico y eti-
molo'gico de las calles de Madrid, por
D. Antonio Capmany y Montpaláu, al
tratar de la de Ceniceros, lo siguiente:
«Aquí hubo unos corrales donde vi-
vían ciertas gentes que se ocupaban en
ir a los antiguos hornos de Villanueva,
que estaban donde hoy el Pósito, y los
limpiaban, ayudando también a otras
operaciones mecánicas, y éstos en ca-
rretillas recogían la ceniza llevándola a
depositar a aquellos corrales, donde,
luego que reunían gran porción, la ba-
jaban a los lavaderos, vendiéndola para
las lejías o coladas. Se cuenta que
cuando la Inquisición celebraba autillo,
que estas gentes mencionadas iban
también con sus espuertas a recoger
la ceniza de las hogueras, a las que no
se les permitía acercarse hasta que se
habían aventado las de los ejecutados.
Los que se ocupaban en esto eran mi-
rados con desprecio por la sociedad, y
así, para denigrar a cualquier persona,
se decía: Parece que procede del corral
de Ceniceros. Y de aquí el nombre dado
a la calle, aunque en la rotulación mo-
derna se lee de Cenicero, que parece
tenga hoy este nombre por la acción
dada durante la guerra civil en la mi-
noría de la reina D.a Isabel II.»
Parecer un corral de vacas.
Dícese de todo lugar amplio, des-
mantelado y sucio, así como de los
aposentos mal amueblados y revuel-
tos.— En lugar de vacas se suele decir
también ovejas.
Hacer corrales. — V. Hacer novillos.
CORREA. - Besar uno la correa.
Humillarse por fuerza a aquel a quien
por voluntad no quería antes sujetarse.
Tener correa.
Aguantar zumbas, bromas o charcas
sin mostrar enojo, siguiéndolas como
si fuesen de nuestro agrado. — Resistir
el trabajo corporal.
CORREDOR
247 —
CORRO
CORREDOR. — Ser uno corredor de
oreja.
Dícese de la persona chismosa que
trae y lleva cuentos de una parte a
otra. — También suele significar tanto
como alcahuete.
•CORREGIDOR. — Se parece al corregi-
dor de Almagro.
Dícese de aquellas personas que se
afanan más de lo regular por el resul-
tado de negocios que en manera algu-
na les importan; pues, según cuenta la
tradición con referencia al héroe que
ha dado margen a la creación de esta
frase proverbial, se murió de pesadum-
bre por haberle sacado demasiado cor-
to un chaleco a un vecino suyo. Otros
dicen que unos calzones cortos de tiro.
CORREHUELA.— El juego de la corre-
huela, cátate dentro y cátate fuera.
Se dice por los que son inconstantes
y mudables.
CORRENCIA. — Estar de correncia.
Tener el vientre suelto, con diarrea,
bien por haberse purgado o por causa
natural.
CORREO. — Ser correo de malas nuevas.
Aplícase a la persona que se compla-
ce en anticipar las noticias desagra-
dables.
CORRER. — El mucho correr suele venir
a parar en parar.
Dícese de los que toman con mucho
entusiasmo una obra, siendo los que
primero se cansan de ella. — Aplica-
ción de este refrán es la fábula de Iriar-
te que lleva por título El caminante y
la muía de alquiler.
El que no corre, vuela.
Da a entender el disimulo con que
obra alguno, afectando descuido o in-
diferencia, al mismo tiempo que soli-
cita las cosas con más insistencia.
El que no la corre de joven la corre de
viejo.
Siendo la naturaleza del hombre in-
clinada a francachelas, amoríos, etc.
(salvo honrosas excepciones), no deja
•de estar justificado que el que por cir-
cunstancias especiales no se haya diver-
tido a una edad, lo haga a otra. Las pala-
bva.% joven y viejo se substituyen a veces
por las de soltero y casado, respectiva-
mente.
Lo mismo me da correr que sallar.
Aplícase a los que les es indiferente
aplicar un medio u otro, con tal de con-
seguir lo que desean.
CORRIDA. — Corrida de caballo y parada
de borrico.
Se dice del que empieza una cosa
con garbo y luego la echa a perder.
Tener que ver más qtte una corrida de
toros.
Aplícase augurando algún aconteci-
miento, por lo general cómico.
CORRIENTE. -Andar, o estar, corriente.
Tener el vientre suelto.
Corriente y moliente.
Expresión que se aplica a las cosas
llanas, usuales y cumplidas.
Dejarse llevar de la corriente. — V. Irse
con, o tras, la corriente.
Estar al corriente de una cosa.
Hallarse perfectamente enterado de
ella.
Ir contra la corriente. — Y. Navegar
contra corriente, o contra la corriente.
Irse con, o tras, la corriente.
Seguir la opinión de los más, sin exa-
minarla
Navegar contra corrieute, o contra la
corriente.
Pugnar contra el común sentir o la
costumbre, o esforzarse por lograr una
cosa, luchando con graves dificultades
o inconvenientes.
Poner a uno al corriente de una cosa.
Enterarle de ella. — Usado el verbo
en forma reflexiva, vale tanto como en-
terarse, comprender o hacerse cargo
del asunto de que se trata.
Seguir la corriente. — V. Irse con, o tras,
la corriente.
CORRÍN. — Señor Corrín que corriendo
va, que siempre corriendo y nunca hace
na (nada).
Aplícase a las personas que se mue-
ven y agitan mucho y llegan siempre
tarde a todas partes. — Es lo que vul-
garmente se llama un bullebulle.
CORRO. — Bailo bien y echáisme del corro.
Advierte que, por lo regular, los que
deben ser más atendidos son despre-
ciados del vulgo.
Dos en el corro nos entendemos.
Significa que cuando decimos alguna
cosa velada, aunque los demás no la
CORSARIO
248
CORTESÍA
comprendan, la persona a quien va diri-
gida la alusión se ha dado ya cuenta de
ella, que era lo que pretendíamos.
Echar en corro.
Decir una cosa en público para ver
el efecto que hace.
Escupir en corro.
Introducirse en la conversación.
Hacer corro aparte.
Formar o seguir otro dictamen o par-
tido, separándose del de los demás. —
La palabra corro se substituye a veces
por rancho, y el verbo hacer por el ver-
bo formar.
CORSARIO. — De corsario a corsario
no hay ganancia sino de muchas puña-
das. — V. De cosario a cosario no se
pierden sino los barriles.
CORTADILLO. - Echar cortadillos.
Hablar con afectación. — Beber vasos
de vino.
CORTADOR.— No hay cortador sin dogo
ni libro que no tenga prólogo.
Advierte que todas las cosas suelen
tener su complemento.
CORTAPICOS. — Cortapicos y callares.
Expresión jocosa que se suele diri-
gir a uno, con especialidad si es niño,
cuando habla o pregunta cosas incon-
venientes o que no le importa saber.
CORTAR. — Corta mucho y largo y no te
verás amargo.
Úsase entre sastres y modistas para
dar a entender que la prenda que ha
salido holgada tiene compostura, no
sucediendo así con la que resulta cor-
ta o estrecha.
Cortar un vestido, o u>i sayo, a uno.
Murmurar, satirizar, criticar o hablar
mal de él.
CORTE. — ¿Es la corte o pesan vaca?
Dícese cuando se junta en un paraje
mucha gente sin gran motivo o funda-
mento.— Tuvo origen de las aldeas, en
donde cuando se mata un buey, cosa
que raras veces acontece en aquellas
localidades, todos acuden a comprar
carne, reuniéndose el vecindario en el
sitio en que está de venta.
Hacer la corte.
Concurrir a palacio o a la casa de un
superior o magnate en muestra de obse-
quioso respeto y en espera de algún
beneficio. — Procurar por todos los me-
dios y obsequios posibles captarse el
amor de una mujer.
Hacer un corte de mangas a uno.
Acción no admitida entre personas
cultas, que consiste en darse un golpe
con la mano izquierda en la sangría del
brazo derecho, al mismo tiempo que se
levanta el antebrazo y se encogen cua-
tro dedos, dejando sólo extendido el de
corazón. — Equivale a mandar enhora-
mala a uno..., o algo peor.
Ir a la corte y no ver al rey.
Desaprovechar la ocasión propicia
para conseguir alguna cosa.
La corte no es para Carlos tu encogido.
Indica que las personas modestas,
prudentes y poco atrevidas no pueden
medrar en los regios palacios.
O corte o cortijo. — V. O herrar o quitar
el BANCO.
CORTÉS. — No quita lo cortés a lo va-
liente.
El ser enemigo de una persona no
justifica que se la trate con falta de
educación.
CORTESÍA. — Cortesía de boca, mucho
vale y poco costa.
Las frases halagadoras son siempre
muy agradecidas por el que las reci-
be, granjeándonos su simpatía, y cues-
ta, en cambio, muy poco trabajo el de-
cirlas.
El creer es cortesía.
En sociedad es una prueba de edu-
cación el fingir que creemos todo lo
que se nos dice, aun cuando nos conste
que es precisamente lo contrario. Lo
gracioso del caso es que la mayor par-
te de las veces el engañador sabe que
no nos engaña; pero se muestra agra-
decido sólo con que finjamos que lo
creemos. ¡Oh sociedad!
Estragar la cortesía.
Dícese del que no contento con los
beneficios que ha recibido de una per-
sona, le hace repetidas instancias para
nuevos aumentos y gracias, molestán-
dola a todas horas.
La cortesía es de quien la da, y no de
quien la recibe.
La persona de buena educación siem-
pre será considerada como tal, aunque
aquel con quien trata ni sea digno de
cortesía ni sepa agradecerla.
CORTIJO
— 249
COSA
La cortesía es señora del inundo.
Quien quiera captarse la voluntad de
todos, tiene que ser atento y comedi-
do, así en sus acciones como en sus
palabras.
La cortesía no está reñida con nadie.
La corrección debe emplearse con
todos, sea cualquiera la clase social a
que pertenezcan.
Cortesías engendran cortesías.
Enseña que debemos corresponder
con la misma urbanidad con que se nos
trata.
En las cortesías, antes se ha de pecar por
carta de más que de menos.
Indica que es más conveniente exce-
derse en dar muestras de educación,
que no dar lugar a que se nos tache
de groseros.
En las cortesías jumentiles y asninas se
ha de ir con el compás en la mano.
Advierte que se desconfíe de los
que por carencia de educación dicen o
hacen una barbaridad, creyendo hacer-
nos un agasajo.
CORTIJO. -Alborotar el cortijo.
Alterar, turbar con palabras o accio-
nes una compañía o concurrencia de
personas. — Excitar los ánimos por al-
gún motivo de gusto a una función o
festejo. — Dícese también: Alborotar el
COTARRO.
Esto lo dijo... — Uno que estaba ara?ido en
un cortijo.
Interrupción empleada para evitar
que se diga o descubra imprudente-
mente el nombre de una persona que
no conviene, o no queremos, que se
sepa.
Quien dijo cortijo, todo lo dijo.
Refiérese a que tanto en éstos como
en posadas, ventas y mesones solían
verse toda clase de escenas, y no muy
edificantes, por cierto.
CORTINA.— Correr la cortina.
Descubrir lo oculto o difícil de en-
tenderse.— Pasar en silencio, no hablar
de alguna cosa intencionadamente.— A
este propósito se suele decir: Corramos
un VELO.
Apurar las cortinas.
Beberse lo que queda en los vasos,
generalmente de vino, que han dejado
los demás.
Dormir a cortinas verdes.
Dormir en el campo, aludiendo al
verdor de los árboles y las hierbas.
CORTO. — Ni corto, o ni manco, ni pe-
rezoso.
Aplícase al que hace atrevidamente
alguna cosa sin consultar con nadie ni
pararse en barras.
CORVEJÓN. — Meterla hasta el cor-
vejón.
Decir alguna barbaridad. — Hacer
algo equivocadamente, por lo cual se le
moteja a uno de animal o caballerí.:,
pues fácilmente se comprende que en
la frase va sobrentendida la voz pata.
CORVILLA. — En la corvilla de enero,
San Antón es el primero.
Indica que de la segunda mitad de
este mes, San Antonio Abad (día 17) es
el santo que primero se venera.
CORZO.— Ligero como un corzo.
Aplícase a las personas que corren
mucho, por ser ésta una de las cualida-
des características del rumiante objeto
de la comparación.
COSA. — A veces, cosa chica hace muy gran
despecho. — V. De pequeña centella gran
de hoguera.
Cada cosa ama su semejante.
Demuestra la simpatía que cada uno
siente siempre por sus iguales.
Cada cosa en su tie?npo y los nabos en Ad-
viento.
Indica que la cualidad más recomen-
dable para todos los actos de la vida
es la oportunidad.
Cada cosa para su cosa.
Da a entender que las cosas se de-
ben aplicar a sus destinos naturales.
Cada cosa tiene su premio.
Recuerda que no hay acción en el
mundo que, tarde o temprano, no halle
su recompensa.
Como quien hace otra cosa, o tal cosa no
hace.
Denota que uno ejecuta algo con di-
simulo, de forma que no lo compren-
dan los demás.
Como quien no quiere la cosa.
Afectando indiferencia u obrando
con el mayor disimulo.
Como si tal cosa.
Como si nada hubiera pasado o su-
cedido.
COSA
¡5°
COSA
Cosa cumplida, sólo en la otra vida.
Enseña lo caducas, perecederas e
instables que son todas las cosas de
este mundo, por grande que sea la
felicidad que aparentan. — La Acade-
mia dio cabida a este refrán por prime-
ra vez en la undécima edición de su
Diccionario (que ya era tiempo), pero
con tal desgracia que lo redactó escri-
biendo : Casa cumplida, en la otra vida,
y colocándolo, naturalmente, en el ar-
tículo Casa. Semejante yerro lo subsa-
nó en la edición posterior.
Cosa mala nunca muere.
Da a entender el sentimiento que se
tiene de ver perecer las cosas buenas,
y en cambio permanecer las malas.
Aplícase a personas y animales indis-
tintamente, diciéndose también: Bicho
malo nunca muere.
Cosa que no se venda, nadie la siembra.
Aconseja que no nos preocupemos
más que de las cosas provechosas.
Cualquier cosa es chorizos, o longanizas,
con huevos.
Réplica a una contestación en que
evasivamente se nos ofrece o dice:
Cualquier cosa.
El que no duda no sabe cosa alguna.
Advierte cuánto perjudica a la averi-
guación de la verdad la facilidad en creer
y la precipitación y falta de examen.
En cosa alguna, pensar muchas y hacer
una.
Es conveniente, cuando se trata de
dar algún paso, discurrir todos los me-
dios para llevarlo a efecto; pero des-
pués de meditarlo detenidamente, de-
cidirse por uno y efectuarlo.
La cosa marcha.
Frase que se emplea para indicar
que un asunto va bien.
La cosa no tiene, o no trae, o no lleva, ma-
licia.
Manera de llamar la atención sobre
aquello que hemos dicho, al parecer,
de un modo ¡nocente.
Afa?iday descuida; no se hará cosa ninguna.
Indica cuan necesaria es la vigilancia
en los que mandan para que se cumpla
lo ordenado.
Xo hacer cosa a derechas.
No llevar a cabo nada con concierto;
errarlo todo.
No hay cosa escondida que a cabo de tiem-
po no sea bien sabida. — V. Todo se sabe,
hasta lo de la callejuela.
No hay cosa más buena que estarse uno en
su celda.
Aconseja que debe uno evitar el
mezclarse en los asuntos o negocios
de los demás.
ATo hay cosa partida con capones y longa-
nizas.
Expresa ser propio de la humana na-
turaleza el no gustar de compartir con
los demás de aquello que les satisface,
reservándolo para su goce particular,
No hay cosa segura en esta vida.
Manifiesta lo inestable que es todo
lo terreno.
No hay peor cosa que confesa necia. —
V. El mayor mal de los males es tratar
con animales.
No ponerse cosa por delante.
Atropellar por todos los inconve-
nientes que se presenten, sin reparar
en ninguno.
No quedarle a uno otra cosa.
Frase con que se asegura la certeza
de lo que se dice.
No ser cosa del otro mundo, o drl otro
jueves.
Manera de afirmar que aquello de
que se trata no es nada extraño, ni se
sale de la esfera de lo usual y corriente.
Otra cosa es con guitarra, o con sotana.
Locución figurada y familiar con que
se denota que en circunstancias dis-
tintas a las en que nos encontramos, se
obraría de diversa manera.
Quien desalaba la cosa, ése la compra. —
V. Quien dice mal de la pera, ¿se se la
lleva.
Tal vez hay que se busca tina cosa y se
halla otra. — V. Donde menos se piensa,
salta la liebre.
Una cosa es el cetro, y otra el plectro.
Enseña la modestia, respeto y vene-
ración con que deben tratar maestros
y consejeros a sus soberanos.
Una cosa es la amistad, y el negocio es otra
cosa.
Es un axioma verdaderamente co-
mercial, pues por grande que sea la
amistad existente entre el comprador
y el vendedor, no suele éste sacrificar
sus intereses al cariño.
COSA
— 251 —
COSER
Corran las cosas como corrieren.
Frase con que se da a entender que
no causa inquietud ni preocupa lo que
sucede.
Cosas que van y vienen.
Úsase familiarmente para consolar a
uno en lo que padece o le sucede, alu-
diendo a la inestabilidad de todo lo
humano.
El que anda con las cosas es el que las
rompe.
Excusa que alega aquel que ha roto
o descompuesto un objeto que trae en-
tre manos todos los días; porque es cla-
ro que quien no lo maneja con fre-
cuencia no se expone a destrozarlo o
inutilizarlo.
Las cosas agradan en buen medio y fasti-
dian con exceso.
Indica que por muy bueno que sea
algo no debe abusarse de ello, pues
llega a molestar o hastiar.
Las cosas claras las bendice Dios. — Véa-
se Las cosas, claras, y el chocolate, espeso.
Las cosas, claras, y el chocolate, espeso.
Manera de indicar que se hable sin
subterfugios, ambages ni rodeos, a fin
de que todo el mundo lo entienda.
Las cosas, en caliente. — V. El llanto,
sobre el difunto.
Ni por u?ia de estas nueve cosas.
Manera de negarse a hacer lo que se
pide, aludiendo al Catecismo del P. Ri-
palda, donde se lee : «El pecado ve-
nial se perdona por una de estas nueve
COSAS...»
Oír, ver y callar, recias cosas son de obrar.
Enseña el cuidado que se debe poner
en estas tres cosas, por ser difíciles de
ejecutar.
Quien las cosas mucho apura, no tiene
vida segura.
Enseña que se debe evitar la dema-
siada curiosidad en averiguar las cosas
ajenas, por las malas consecuencias que
puede traer.
Tres cosas demando, si Dios me las diese :
la tela, el telar y la que la teje.
Reprende a los ambiciosos que con
nada se contentan.
Tres cosas echan de su casa al hombre:
humo, gotera y tnuj'er vocinglera.
Explica lo incómodas que son estas
tres circunstancias en una casa.
Tres cosas hacen al hombre medrar: cien-
cia, mar y casa real.
Aconseja que para adelantar los hom-
bres es menester tomar carrera, siendo
las más seguras y a propósito las indi-
cadas en el refrán.
COSARIO. — De cosario a cosario no
se pierden sino los barriles.
Indica que los que son de una misma
clase no se suelen hacer daño. — Tam-
bién se suele decir: Un lobo a otro no
se muerden.
COSCÓN. — Ser un coscón.
Dícese de la persona socarrona y hábil
para lograr aquello que le acomoda o
evitar lo que le disgusta. — Aplícase
también al que se arrima a las perso-
nas para tomar parte en convites, rega-
los, etc.
COSCORRÓN. — Coscorrón de la hor-
nera no tiene pena.
Cada oficio, y aun cada estado social,
tiene las molestias consiguientes a su
índole especial.
Más vale el coscorrón que el tropezón.
Dícese cuando ¡as consecuencias re-
sultan ser más graves o importantes
que las causas de donde dimanan.
Perdone usté el coscorrón, que otra vez
será mayor.
Modo festivo de disculparse con al-
guno, pidiéndole dispense la molestia
que se le ha causado, por ser en mate-
ria leve. — ■ También se le suele dirigir
esta frase, por vía de amonestación,
al que ha experimentado alguna con
trariedad, dándole a entender que no
será ésa la única que tenga que sufrir
en su vida, sino que probablemente le
aguardan otras de más consideración o
gravedad.
COSECHA. — No espere cosecha quien
en mayo barbecha.
El hacer las cosas a destiempo no
produce jamás buenos resultados.
Poner uno algo de su cosecha.
Inventar o añadir algo sobre lo ya
dicho o hecho.
Ser una cosa de la cosecha de uno.
Ser de su propio ingenio o inven-
ción.
COSER. — Coserse uno con, o contra, al-
guna cosa.
Unirse estrechamente con ella.
COSQUILLAS
COSTILLA
No tener que hacer más que coser y cantar.
No ofrecer dificultad la ejecución de
una cosa, especialmente si está prepa-
rada de antemano, como cuando se le
da a otra persona la costura de una
prenda después de habérsela cortado
e hilvanado. — Cuando el asunto de que
se trata es ya concluido, se dice: Cosi-
do y cantado; y también, como se lee en
el Quijote, parte II, cap. LXXI: Cátalo
cantusado. (Véase.)
COSQUILLAS. — Buscarle a uno las cos-
quillas.
Emplear aquellos medios que se crean
más a propósito para impacientarle. —
Buscarle la parte flaca o débil para,
atacándole por ella, conseguir lo que
se desea.
Hacerle a uno cosquillas una cosa.
Hacerle temer o recelar un mal o
daño. — Excitarle el deseo o la curio-
sidad.
No consentir cosquillas de nadie.
No tolerar que a uno le molesten.
No sufrir, o tener, malas cosquillas.
Ser mal sufrido o delicado de genio.
COSQUILLOSO. — Ser un cosquilloso.
Ser uno tan delicado de genio, que
se ofende por cualquier motivo insig-
nificante.
COSQUÍN. — Darle a uno un cosquiíi.
Darle con la mano un guipe ligero. —
Darle un soplamocos.
COSTA. — Hacer la costa. - V. Hacer el
GASTO.
Salir, o ser, uno condenado en costas.
Salir perjudicado en un negocio.
COSTAL. — Como costal de carbonero,
malo de fuera, peor de dentro.
Aplícase a aquellas personas que
siendo de mala apariencia, son peores
en el interior, como sucede con los sa-
cos o costales donde se guarda el car-
bón, pues s¡ por fuera están negros por
lo manoseados que son y por el polvo
que del carbón se les pega, por dentro
lo están mucho más a causa del contac-
to inmediato que tienen con aquel com-
bustible.
De costal sacudido, o vacio, minea buen
bodigo.
Da a entender que de la persona que
es pobre no se pueden esperar gran-
des dádivas.
Estar uno hecho un costal de huesos.
Estar sumamente flaco.
Ir atravesado como costal de basura.
Comparación usada en el Quijote
(parte I, cap. XV) por boca de Sancho,
cuando dice: «Hay gran diferencia del
ir caballero al ir atravesado como cos-
tal de basura.»
No ser, o no parecer, ningiín costal de
paja.
No ser, o no parecer, despreciable.—
Parecer bien a uno otra persona del
sexo opuesto.
No ser uno costal.
No poder decirlo todo de una vez.
Ser uno un costal de verdades.
Aplícase a la persona mentirosa, por-
que es claro que no diciendo verdad
alguna jamás, las tiene todas guarda-
das en su cuerpo, como pudieran en-
cerrarse en un costal si fuesen cosas
materiales.
Trasnochar y madrugar no caben en un
costal.
Reprende a los que, teniendo que es-
tar levantados temprano por obligación,
quieren acostarse tarde.
Uno, por madrugar, se encontró' un cos-
tal. — Más madrugó el que lo perdió.
Contestación que dan los amigos de
no levantarse temprano a los que los-
satirizan por su pereza.
Vaciar uno el costal.
Manifestar abiertamente lo que se
tenía secreto. — Explicar algún senti-
miento diciendo todo lo que se tenía
callado.
COSTALADA. — Dar uno una costa-
lada.
Resbalar y caer al suelo.
COSTILLA. — Hacer costilla.
Aguantar pacientemente los golpes,,
regaños, contratiempos, etc., cuando no
se pueden evitar.
Tener costilla.
Tener caudal, hacienda, bienes de
cualquiera especie.
Medirle a uno las costillas.
Vapulearle.
Pegársele a uno una cosa a las costillas.
Costarle el dinero el gasto o consu-
mo que otro ha hecho.
Tener buenas costillas.
Consentir que le echen a uno la cul-
COSTUMBRE
— 253 —
COYUNTURA
pa de lo hecho por otro, o asumir un
trabajo que no le compete, por tener
fuerzas para hacerlo sin resentirse ni
importársele nada.
COSTUMBRE. — A la mala costum-
bre quebrarle la pierna, o cortarle las
piernas.
Enseña que no se debe seguir un
abuso con pretexto de que siempre se
ha hecho así.
Costumbre adquirida en la mocedad, se
deja muy mal en la vejez.
Indica lo poderoso que es el hábito,
pues ni aun con los años se desarraiga
fácilmente.
Costumbre buena o costumbre mala,
el villano quiere que vala.
Da a entender lo poderosas que son
en el pueblo las costumbres muy arrai-
gadas.
La costumbre del vicio se vuelve en na-
turaleza.
En fuerza de repetir los actos más
reprobables, llegan a cometerse como
si fuese lo más lícito del mundo.
La costumbre es otra, o una segunda,
naturaleza.
Pondera la fuerza de la costumbre y
advierte que si no se vence al princi-
pio se hace tan difícil de vencer como
las inclinaciones naturales.
La costumbre hace ley, o tiene fuerza
de ley.
Se manifiesta la fuerza que tienen los
usos y estilos.
Mudar costumbre es apar de muerte.
Indica las consecuencias que puede
aparejar el cambio de hábito.
Costumbres de mal maestro sacan al hijo
siniestro.
Advierte el daño que reporta el que
un padre tenga mal maestro para sus
hijos, o que él mismo sea el que los
enseñe mal por exceso de cariño o por
debilidad de carácter.
Costumbres y dineros hacen los hijos ca-
balleros.
Enseña que el buen proceder y los
modales, junto con las riquezas, hace
que se adquieran la atención y aprecio
de las gentes.
Las costumbres dicen quién es cada
uno. — V. Dime con quién andas, decirte
he quién eres.
Jifas vencen las buenas costumbres que
las fuerzas.
Indica que el buen ejemplo es más
poderoso que las reprensiones y los
castigos.
Mudar costumbres de hembra, hacer un
otro mundo de nuevo más posible sería.
Contra la terquedad femenina.
COSTURA. — Saber, o entrever, de toda
costura.
Tener conocimiento del mundo y
obrar con toda sagacidad y aun bella-
quería.
Lo que no va en costuras va en bebede-
ros. —Y. Lo que no va en lágrimas va en
suspiros.
Sentarle a alguno las costuras. — Véase
Sentarle a uno la mano.
COSUEÑA. — Más vale cosueña que hi-
le na.
El oficio de costurera produce más
que el de hilandera.
COTARRERA. — Ser una cotarrera.
Mujer que anda de cotarro en cotarro.
COTARRO. — Alborotar el cotarro. —
V. Alborotar el cortijo.
Andar de cotarro en cotarro.
Gastar el tiempo en visitas inútiles.
COTORRA. — Hablar más que una co-
torra. — V. Hablar más que tma urraca.
Ser, o parecer, una cotorra, o una coto-
rrera.
Dícese de la mujer muy habladora,
muy charlatana.
COTUFAS. - Pedir cotufas en el golfo.
Pedir cosas imposibles, como suce-
dería a quien, habiéndose embarcado
sin cotufas, se le antojara encontrarlas
en alta mar, siendo así que la especie
de juncia que produce esta frutilla
nace, como todas las que pertenecen
a su familia, a orillas de los pantanos.
COTURNO. — Calzar uno el coturno.
Usar de estilo alto y sublime, espe-
cialmente en la poesía.
Ser de alto coturno.
Pertenecer a elevada categoría so-
cial.
COYUNTURA. - Aprovechar la coyun-
tura.
Esperar la oportunidad para hacer o
decir una cosa.
Hablar por las coyunturas.
Chai-lar por los codos; hablar mucho.
coz
— 254 —
CREER
COZ. — Andar a coz y bocado.
Retozar, dándose golpes y puñadas.
La coz de la yegua no hace mal al potro.
Las reprensiones y castigos de quien
los da por amor no hacen daño, sino, al
contrario, hacen bien.
Dar coces al viento.
Perder el tiempo inútilmente en una
pretensión, por ser imposible que se
consiga lo que se desea.
Dar, o soltar, coces.
Decir palabras groseras e injurio-
sas. — Contestar de manera improce-
dente.
Dar, o disparar, o tirar, coces contra el
aguijón.
Obstinarse en hacer frente a una
fuerza superior, como sucedería con la
bestia que pretendiera dar patadas a
la aijada, que lo que conseguiría sería
pincharse más pronta y profundamen-
te. — Nuestro Samaniego, al versificar
la fábula La serpiente y la lima, de Eso-
po, imitada después por Fedro y La
Fontaine, compendia así la moraleja de
este apólogo :
«Quien pretenda sin razón
al más fuerte derribar,
no consigue sino dar
coces contra el aguijón.-»
A/andar uno a coces.
Mandar con aspereza y con malos
modos.
CRÁNEO. — Secársele a uno, o tener uno,
seco el cráneo.
Volverse, o estar, loco.
CRAS. — De eras en eras vase el triste a
Satanás.
El pecador que va dilatando su con-
versión de día en día, acaba común-
mente por morir impenitente.
CRECER. — Crecerse uno.
Envalentonarse; cobrar valentía, arro-
gancia o fortaleza de ánimo.
Querer crecer.
Frase jocosa que se aplica al que no
quiere tomar asiento. Suele emplearse
en forma interrogativa.
CRÉDITO. — Sentar, o tener sentado, uno
el crédito.
Afirmarse y establecerse en la buena
fama y reputación del público por me-
dio de sus virtudes, de sus letras o de
sus loables acciones.
CREDO. — A cada credo.
A cada instante, con gran frecuencia.
El Credo es muy bueno, y, sin embargo,,
no sirve para consagrar.
Dícese de todo lo que, aun siendo
de mucho mérito o valor, no tiene apli-
cación para aquello que nosotros lo
necesitamos, aludiendo a que la ora-
ción que constituye la profesión de fe
inventada por los apóstoles es subli-
me; pero no es la que el sacerdote
emplea en la misa para el acto de la
consagración, pues teniendo su fórmu-
la especial, de no usarla no quedarían
consagrados la forma, el vino ni el agua.
Estar con el credo en la boca.
Modo de dar a entender el peligro
que se teme o el riesgo en que se est.í.
Hacer, o decir, alguna cosa en un credo,
o en menos de dos credos.
Brevemente, en poco tiempo, en el
que se tarda en rezar dicha oración.
Que canta el credo.
Se dice para ponderar lo extraordi-
nario o notable de alguien o de algo.
CREEDERAS. — Tener buenas creede-
ras.
Demasiada facilidad en creer. — Más
pintorc-camente se suele decir buenas
TRAGADERAS.
CREER. — El creer pende de la voluntad.
La credulidad es potestativa en e!
hombre.
El que no cree, ya está juzgado.
Denota que la incredulidad en mate-
ria religiosa es indigna de los buenos
católicos.
Quien a todos cree, yerra; quien a ningu-
no, no acierta.
Indica que el verdadero mérito estri-
ba en no exagerar las cosas, no usando
un criterio demasiado amplio ni dema-
siado cerrado.
Más vale creerlo que ir a verlo, o, aun-
que no correctamente, que irlo a ave-
riguar.
Dícese cuando, aun sospechando no
ser verdad lo que se dice, fingimos
aceptarlo por no im portarnos nada, o
por evitarnos la molestia de rebatirlo
con la prueba de lo contrario.
; Ya lo creo!
Equivale a decir que una cosa es evi-
dente, o que no cabe duda, etc.
CREIQUE
— 255 —
CRIAR
CREÍQUE. — A Creíque y Penseque los
ahorcaron en Madrid. Algunos intro-
ducen un tercer personaje ficticio, di-
ciendo : A Creíque, Penseque y Juzgué-
que, etc.
Dícese a la persona que disculpa un
yerro cometido, diciendo que creyó que
se le había dicho otra cosa.
CRENCHA. — La crencha al ojo, marido
Uñoso.
Cuando el marido es descuidado y
miserable, anda la mujer desaliñada y
descompuesta.
CRESO. — Ser, o parecer, un Creso.
Poseer grandes riquezas, con alusión
a Creso, rey de Lidia, célebre por sus
tesoros.
CRESPA. — Tal te quiero, Crespa, aunque
eres tinosa. — V. Quien feo ama, hermoso
le parece.
CRESPO. — Ponerse uno crespo.
Irritarse, alterarse, enfadarse mucho
con alguna persona.
CRESTA. — Alzar, o levantar, uno la
cresta.
Mostrar soberbia, engreírse.
CRETENSE. — Hay que cretizar con los
cretenses.
Conviene emplear la astucia y picar-
día con los bribones, para no dejarse
engañar de ellos.
CRIA. — Que me guarden la cría.
Manera de burlarse de alguna pren-
da ridicula o estrafalaria, especialmen-
te por sus dimensiones desproporcio-
nadas.
CRIADA. — No sé que' haga : si ponerme a
servir, o buscar criada.
Usase en los casos en que, hallándose
perplejo, no se atreve uno a tomar una
determinación.
Querer hacer más que la criada de Pi-
lotos.
Dícese en Aragón a propósito de la
persona que se mete en lo que no le
va ni le viene, y también de aquella que
se adelanta a hacer más de lo que de
ella se exige o es propio y exclusivo
del cumplimiento de su obligación.
No concibo en qué pueda fundarse
la forma de esta locución proverbial,
pues de la Sagrada Escritura no consta
hecho alguno que para ello dé pie. Sos-
pecho, por tanto, que aquí ha interve-
nido algún quid pro quo por parte deí
pueblo iliterato, confundiendo a la cria-
da del sumo pontífice Caifas con la ser-
vidumbre del gobernador Poncio Pila-
to, pues aquélla fué la que se entre-
metió a decir a Pedro que ella le había
visto en el huerto en compañía de su
divino Maestro. De éstas, y como éstas,
abundan las tradiciones más respeta-
bles falseadas por la ignorancia del pue-
blo, quien, tomando de aquí y de allí"
los varios relatos que oye a los predi-
cadores, los zurce luego de una mane-
ra arbitraria e inconexa. Esta es la oca-
sión de decir, o nunca, que ha oído cam-
panas, y no sabe dónde.
Salirle a uno la criada respondona.
No sólo significa, como dice la Aca-
demia, «verse increpado y confundido
por la misma persona a quien creía
tener vencida y supeditada», sino tam-
bién suceder, en general, alguna cosa al
revés de lo que se esperaba.
CRIADO. —No es criado quien se sirve a
si mismo.
Recuerda que no debe mirarse como
deshonroso el carecer de servidumbre
por no tener medios para ello o por-
que no se quiera aguantar.
iSY envías al criado a misa y éste se marcha
a otra parte, (quien será el responsable?
Expresa que al que pone buenos me-
dios para lograr un fin, no se le debe
imputar el mal éxito del asunto en
cuestión.
De buenos criados es conllevar las penas
de sus señores.
Refrán, ya anticuado, perteneciente
a aquellos tiempos en que la servidum-
bre pasaba de padres a hijos y llegaba
a considerársela como de la familia.
Los criados son enemigos excusados.
Porque el que pueda pasarse sin ellos
no debe sostener a los que son de mala
ralea, como ocurre desgraciadamente
con la generalidad de los sirvientes.
Los criados son enemigos pagados.
Porque en su mayor parte, y con
contadas excepciones, no sirven más
que para difamar y saquear las casas de
sus amos.
CRIAR. — El criar arruga, y el parir
alucia.
Denota que la mujer que cría suele
CRIATURA
— 2^6 -
CRISTO
desmejorarse, y la que da a luz se pone
de mejor semblante.
Estar- uno criado.
Poder bandearse o cuidarse sin que
otro le dirija y ayude.
CRIATURA. — Criatura de un año saca
la leche del calcaño.
Se aplica a los niños que son robus-
tos y que maman mucho y con fuerza.
Cuando la criatura dienla, la muerte la
lienta.
Da a entender lo expuesto que están
los niños a morirse, pues sabido es que
para ellos es pasar una gran crisis la
época de la dentición.
Ser uno una criatura.
Ser de poca edad. — Tener propieda-
des de niño, pero no años como tal.
CRIBA. — Estar una cosa como tina criba,
o hecha una criba.
Estar destrozada y llena de agujeros.
CRIMEN. - Crimen perdonado, tuerto tri-
plicado.
Primeramente, porque no sufre el
culpado la pena que merece; en segun-
do lugar, porque no se le da a la socie-
dad la satisfacción que de derecho le
corresponde, y últimamente, por ser
ocasionada la impunidad a que los de-
más malvados ejerzan con toda libertad
sus fechorías.
Si cometes un crimen, vete a Toledo.
Alude, probablemente, a que por las
encrucijadas, vueltas y revueltas de la
histórica ciudad no sería fácil atrapar
al delincuente.
CílIN. — Hace crines, madrina. — ¿Y do' el
cabello?
Contra los que piden algún imposi-
ble, como la ahijada aquella que que-
ría le abriesen la raya sin tener pelo
suficiente para poder partírselo en dos
mitades.
Tenerse uno a las crines.
Ayudarse lo posible para no decaer
de su estado.
CRIO. — Ser un crío. Algunos agregan: in-
decente.
Dícese de los jovenzuelos que, ade-
lantándose a su edad, hablan o quieren
obrar como las personas mayores.
CRISMA. — No valer uno fuera de la
crisma.
No tener partida buena.
Romperle a uno la crisma.
Producirle una herida en la cabeza.
CRISTAL. — Ser más clara una cosa que
un cristal.
Ser de tan fácil comprensión, que no
hacen falta explicaciones para su inte-
ligencia.
Verlo uno todo con cristales, o lentes,
ahumados.
Verlo por el lado desfavorable. —
Augurar tristemente, según el sistema
de los pesimistas.
CRISTIANO.— El cristiano a la fuerza,
no es buen cristiano.
Denota cjue todo lo que se hace por
imposición, como se ejecuta de mala
gana, no se hace bien.
Ni de mal cristiano buen moro, ni de mal
moro buen cristiano.
Manifiesta que los términos medios
no suelen dar buenos resultados en
muchas ocasiones.
¿ Qué quiere decir cristiano?
Dícese a la persona que no entiende
lo que le decimos, por muy sencillo que
sea y por mucho que se le haya re-
petido.
Todo fiel cristiano es muy obligado a...
Señala el deber que asiste a todo el
mundo, o a una colectividad, de hacer
aquello de que se trata. — Como cono-
cerá fácilmente el lector, es el princi-
pio de la Introducción a la Doctrina
cristiana, que sirve de texto en la ge-
neralidad de las escuelas de España
desde fines del siglo xvi; Introducción
que, escrita en prosa rimada, da a en-
tender que su autor era muy buen teó-
logo, pero infeliz poeta.
Ser como los cristianos del Líbano, que
lo mismo adoran a Jesús que a Mahoma.
Dícese de las personas que, poco
escrupulosas de conciencia, cambian
fácilmente de ideas o pareceres, según
les convenga arrimarse ora a uno, ora
a otro bando.
CRISTO.— A Cristo prendieron en el huer-
to, porque se estuvo allí quieto.
Manifiesta que deben precaverse los
males, poniéndoles el remedio opor-
tuno.
A mal cristo, mucha sangre.
Aplícase a la obra artística o litera-
ria falta de mérito y en que, para lia-
CRISTO
— 257 —
CRISTO
mar la atención, se emplean abusiva-
mente algunos de aquellos medios que
están más al alcance del vulgo.
Donde Cristo dio las tres voces y nadie
las oyó.
Frase que expresa lugar muy distan-
te y por lo regular solitario. — Parece
ser alusión a las tres exclamaciones en
que prorrumpió el Señor en el huerto
de Getsemaní cuando le envió su eter-
no Padre el cáliz de la amargura.
] Hasta verte, Cristo, o Jesús, mió!
Proviene dicha frase de que en los
refectorios de los conventos se daban
-a cada fraile sus raciones de agua y de
vino en sendos cuencos o tazones de
barro de Talavera, dentro de los cua-
les solían estar pintados el escudo de
la Orden respectiva o algún versículo
sagrado, o más generalmente el mono-
grama del santo nombre de Jesús. Por
lo tanto, es de suponer que dicha frase
proviene de aquellos frailes que apu-
raban todo el líquido hasta que no que-
daba gota que les impidiera el ver dicho
nombre de Cristo pintado en el fondo
del cuenco.
Lo que no es de Cristo, es del Fisco.
Alude a que lo que no correspondía
que pagase diezmos y primicias a la
Iglesia, estaba sujeto a tributos y alca-
balas que cobraban los señores, con lo
que resultaba que el que no tenía que
pagar por un concepto, contribuía por
otro sin remisión alguna.
JMás pasó Cristo por nosotros.
Frase con que se exhorta a tener pa-
ciencia a aquel que se queja de estar
experimentando muchos trabajos o su-
frimientos.
Ni Cristo pasó de la cruz, ni yo paso de
aquí.
Expresa la firme resolución que ha
tomado uno de no continuar haciendo
aquello que practicaba.
2 Ni por un cristo!
Modo de dar a entender la repugnan-
cia que se tiene a cumplir alguna cosa,
o la gran dificultad en conseguirla.
No fué por compasión que de Cristo tuvie-
ron, sino por miedo de que se les quedara
en el camino.
Úsase esta frase cuando mueve a ha-
cer alguna buena obra, no la caridad,
sino el propio interés, como sucedió
con Cristo cuando le ayudaron a llevar
la cruz.
Parecer un cristo. — V. Estar hecho un
ECCEHOMO.
Parecerse al Cristo de la Humildad y Pa-
ciencia.
Dícese del que está sentado apoyan-
do el codo en el muslo y la mejilla en
la mano, como en ademán pensativo,
porque así es como suele representarse
a la imagen de Nuestro Señor Jesucris-
to que lleva semejante advocación.
Poner a uno como tin cristo.
Maltratarle, herirle o azotarle con
mucho rigor y crueldad.
Ponerse uno a lo de Cristo me lleve. —
V. Ponerse uno a lo de Dios es Cristo.
Sacar uno el cristo.
Apelar al argumento más convincen-
te, después de haber empleado varios
otros. — Hacer el último esfuerzo posi-
ble, con el objeto de reducirá uno a que
haga lo que de él se pretende o exi-
ge.— Alude a los cuaresmales o a los
misioneros, que al fin de su tarea apos-
tólica suelen exhortar al pueblo con el
crucifijo en la mano. — El cristo a que las
más de las veces se alude en esta frase
suele ser un buen garrote, o una esta-
ca, que para el efecto es lo mismo.
Sentarle a uno una cosa como a un Santo
Cristo un par de pistolas.
Modo de ponderar lo inadecuado o
impropio de una cosa respecto de otra.
Tan pronto llevan a Cristo en brazos como
lo llevan a porrazos. — V. Ser como los
cristianos del Líbano, etc.
Tener uno tan buen trabajo como el Cris-
to del Pardo, o de Pecas.
Estar descansado, no hacer nada o
estar tendido, con alusión a la imagen
del Señor que con esos títulos se ve-
nera respectivamente en cada uno de
dichos dos pueblos de Madrid y Tole-
do, y que se halla acostado en el Santo
Sepulcro.
Y Cristo con todos.
Expresión de que se usa para mani-
festar, con motivo de alguna desave-
nencia, o cuando se pretende poner
término a algún asunto enojoso, que se
desea intervenga la paz y no se dé oca-
sión a disturbios ni rencillas.
17
CRISTUS
— 258 —
CRUZ
/ Ya empieza Cristo a padecer!
Exclamación en que se prorrumpe
al empezar a verificarse cualquier su-
ceso funesto o desagradable.
Cargar con los cristos. — V. Cargar con
el MOCHUELO.
Co?no los Cristos deBorox: si uno es malo,
oiro peor.
Recuerda este refrán dos imágenes
del Crucificado que se veneraban en
esta localidad toledana, que no tenían
ningún valor como obras de arte, y se
comparan con ellos lo que no tiene
mérito alguno.
CRISTUS. — Estar uno en el cristus.
Estar muy a los principios de un arte
o ciencia.
No saber uno el cristus.
Ser muy ignorante.
CRUCIFICAR.— Crucificar a uno.
Molestarle, incomodarle con exceso.
CRUDO. — Sobre crudo, puro.
Esto es, sobre ensaladas o cosas si-
milares, beber vino.
CRUEL. — El que sea cruel no acabará
bien.
Recomienda la bondad y benevolen-
cia en todos los actos de la vida, como
medio el más seguro de granjearse el
cariño de todos, en vez de morir odiado.
CRUJÍA. — Pasar, o sufrir, una crujía.
Padecer trabajos, miserias o males
de alguna duración.
CRUJIDO.— Dar crujido una cosa.
Dar un estallido.
CRUZ. — Adelante con la cruz.
Modo de expresar la resolución que
uno ha tomado y conformidad de per-
sistir en una cosa ardua o penosa.
Andar, o estar, entre la cruz y el agua
bendita.
Hallarse en peligro inminente.
Cruz y raya.
Manera de expresar una persona el
firme propósito de no volver a enten-
der en un asunto o de no tratar más a
una persona.
Cruz y raya, para que no se me vaya. —
V. Cruz y raya.
De, o desde, la cruz a la fecha.
Desde el principio hasta el fin; com-
pletamente.— Toma su origen esta fra-
se de la costumbre antigua de encabe-
zar las cartas con una cruz (que aún hoy I
conservan los prelados, sacerdotes y
personas religiosas) y terminarlas con
la indicación del lugar, día, mes y año
en que están escritas. Hoy es más co-
rriente comenzar por estos datos, con
alguna impropiedad, pues si la misiva
es extensa y se tarda más de un día en
escribirla, no llevará la fecha del en que
se terminó, que es lo lógico, sino de-
aquel en que se comenzara.
Detrás de la cruz está el diablo.
Dícese de los hipócritas, que con la
apariencia de virtud encubren sus vi-
cios.— También se aplica al peligro que
hay de que las obras se vicien por la
vanidad del que las hace. — Esta frase
tuvo mucho uso durante nuestra gue-
rra carlista, pues existiendo en los ca-
minos del Norte muchas cruces, ser-
vían éstas de parapeto a los defenso-
res de una u otra idea, para, aislada
mente, hacer fuego sobre el enemigo^
que no sospechaba la presencia del
contrario, emboscado tras el signo de
la Redención.
Estar uno por esta cruz de Dios.
No haber comido. Dícese así porque
se suele denotar esto haciéndose una
cruz en la boca. — No haber consegui-
do lo que se quiere. — No haber podi-
do entender alguna cosa.
Hacer la cruz.
Persignarse con la primera moneda
que recibe en el día un vendedor, en
señal de agradecimiento al Ser Supre-
mo, por haberle hecho semejante mer-
ced.— Persignarse al ver a alguna per-
sona a quien se odia o teme, como en
señal de que Dios nos libre de su
encuentro. — Echarse a dormir, gene-
ralmente en el suelo, con los brazos
abiertos.
Hacerle a uno la cruz.
Modo de dar a entender que nos que-
remos librar o guardar de alguna per-
sona. Algunos agregan : como al de~
monto.
La cruz de Maribáñez: que pierdas y na
ganes.
Que cuando juraba por la cruz, era
para engañar.
La cruz en el pecho, o en los pechos, y el
diablo en los hechos.
Zahiere a los hipócritas, que con la
CRUZ
— 259 —
CUADRO
capa o apariencia de virtud, intentan
encubrir sus vicios.
Llevar la cruz a cuestas, o Cargar con la
cruz.
Tener sobre sí muchas obligaciones
de difícil desempeño.
Necesitarse la cruz y los ciriales para al-
guna cosa.
Ser necesarias muchas diligencias
para lograr algún asunto.
No hay quien no tenga su cruz.
Indica lo difícil que es hallar en lo
humano persona que esté libre de al-
gún sufrimiento moral o material.
Por Santa Cruz, toda viña reluz.
Expresa que por el mes de septiem-
bre, en cuyo día 14 se celebra la Exal-
tación de la Santa Cruz, están los viñe-
dos en todo su apogeo para ser ven-
dimiados.
Quedarse uno en cruz y en cuadro.
Encontrarse pobre y miserable por
haber perdido todo cuanto tenía.
Andar con las cruces a cuestas.
Hacer rogativas para que Dios nos
conceda alguna cosa o nos saque de
algún apuro o peligro.
Arrima esas cruces, que este son no es de
perder.
Se aplica a aquel que abandona una
ocupación o entidad para distraerse en
objetos frivolos o de puro entreteni-
miento.— Trae su origen de un sacris-
tán que arrimó la cruz a la pared, yen-
do en la procesión, para entrarse en el
corro de unos que estaban bailando.
Hacerse uno cruces. — V. Estar uno por
esta cruz de Dios, primera acepción.
Demostrar la admiración o extrañe-
za que causa alguna cosa.
Hacerse uno más cruces que si llevara el
diablo a las espaldas. — V. Hacerse uno
cruces, segunda acepción.
... por éstas, que son cruces.
Como es práctica devota de algunos
el formarse en la boca con el pulgar de
la derecha una o más cruces cuando
la abren impelidos por el bostezo, y
como quiera que éste no siempre di-
mana del sueño, sino también de la
debilidad o hambre, de ahí el que la
frase cuestionada venga a resultar si-
nónima de quedarse en ayunas, así en
el sentido recto como en el figurado.
Quitar uno cruces de un pajar.
Manera de significar la dificultad de
un negocio cuando son muchos los in-
convenientes.
Trasquilar a uno a cruces.
Cortarle el pelo desigual y tosca-
mente.
CU, CU. — Cu, cu, cu, guarda no lo seas tú.
Dícese al cuclillo, que con su canto
parece motejar de cornudo.
CUADRA. — Como quien entra en una
cuadra.
Dícese del que entra en un paraje
sin saludar a nadie.
El que nace en cuadras, siempre huele.
Los principios o antecedentes de una
persona se conocen por el modo de
portarse ésta en sociedad. — V. La ca-
bra tira al monte.
CUADRADO. — Dejar, o poner, a uno de
cuadrado.
Descubrirle la intención; herirle cla-
ramente y por donde más lo siente.
CUADRANTE. — Hasta el último cua-
drante.
Con la exactitud }r rigor que uno se
obliga a pagar lo que debe, sin perdo-
nar nada.
CUADRARSE. — Cuadrarse uno.
Mostrar de pronto una persona inu-
sitada gravedad o firme resistencia, al
tratar con otra.
CUADRIL.— Meterla hasta el cuadril.
Decir alguna tontería o inconvenien-
cia, calificando de animal o caballería
al que la dice, pues claro se ve que está
sobrentendida la palabra/a/a.
CUADRILLA.— Xa cuadrilla de los tum-
bados : siete reales y mal ganados.
Aplícase a los haraganes y perezosos.
CUADRO . — Estar, o quedarse, uno en
cuadro.
Haber perdido su familia o sus bie-
nes de fortuna, quedándose aislado,
pobre y con nada más que lo puesto. —
Dícese también : Quedarse uno en cruz
y en cuadro. (Véase.)
Ser uno de los del cuadro de San Isidoro.
Locución proverbial antiguamente
usada en Salamanca, con que se deno-
taba que la persona o familia a quien
se le aplicaba había sido penitenciada
por la Inquisición en concepto de ju-
daizante. Dio origen a tal locución la
CUADRÚPEDO
260
CUARENTA
circunstancia de existir desde tiempo
inmemorial, en el presbiterio de la pa-
rroquia de San Isidoro, un cuadro en
que se hallaban representadas muchas
personas infectas de dicha herejía, lo
que causaba ignominiosa mortificación
a la generalidad de sus descendientes.
Mandado retirar de aquel sitio por las
Cortes en 22 de febrero de 181 3, vol-
vio a ocupar su antiguo puesto al año
siguiente, siendo al fin quemado en la ¡
plaza de la Lonja el 8 de mayo de 182 1. '
Tentar, o tocar, a uno el cuadro. — V. Me-
nearle el bulto a uno.
CUADRÚPEDO. — Ser uno un cuadrú-
pedo.
Apodo con que se moteja a una per-
sona de ser mu)' ignorante y estúpida.
CUAJADA. — Cuajada y baile, que pasa
Dios por mi calle.
Denota la alegría que se siente por
haber experimentado los beneficios de
algún acontecimiento feliz.
CUAJAR. — Cuajar alguna cosa.
Recargarla tanto de adornos que im-
pida verse lo principal. — Lograr, tener
efecto un asunto, cualquiera que sea. —
Gustar, agradar, cuadrar.
Quedarse uno cuajado.
Quedarse inmóvil y como paralizado
por el asombro que produce la vista
de una cosa. — También se dice del
que se ha quedado dormido.
CUAJO. — Ensanchar uno el cuajo.
Modo de animar a una persona para
que no se aflija ni angustie ante ningún
contratiempo o desgracia. Suele usarse
en forma imperativa.
No movérsele a uno el cuajo.
No preocuparse por nada; verlo todo,
por grave o serio que sea, de un modo
indiferente.
Sasar, o arrancar, una cosa de cuajo.
Sacarla hasta lo último, de raíz, sin
que quede nada dentro.
Tener uno cuajo, o buen, o mucho, cuajo.
Ser muy cachazudo, pacienzudo, etc.
Volverse el cuajo.
Arrojar por la boca el niño la leche
que ha mamado.
CUALIDAD. - Ser uno de la cualidad
del tordo : la cara flaca y el culo gordo.
Aplícase a las personas que tienen
esas dos circunstancias.
CUALQUIERA. — Ser uno un cual-
quiera.
Dícese de la persona de poco más o
menos. — Ser vulgar, sin posición social
ni méritos de ninguna clase.
CUÁNDO. — i De cuándo acá?
Modo de expresar la extrañeza que
le produce a uno una cosa cuando ocu-
rre fuera de lo regular y acostumbrado.
CUANTO. — Adquirir, u obtener, una cosa
por cuanto vos contribuísteis.
Mediante cierta retribución, costan-
do el dinero, no graciosamente o de
balde.
Ponerse en cuanto más tanto. — V. Poner-
se en dimes y diretes.
¡Cuántos, cuánto; y cuántos, nada!
Alúdese a aquellas personas que,
viéndose mimadas por la fortuna, aca-
paran destinos, sueldos y honores, ge-
neralmente indebidos, mientras otros
con más méritos carecen hasta de lo
más necesario.
CUARENTA.— A cuarenta de mayo que-
mó la vieja el sayo; y a quince de abril,
el mandil.
Indica las fechas en que se debe cam-
biar de ropa, por mudar la tempe-
ratura.
Acusarle a uno las cuarenta.
Decirle con resolución y desenfado
lo que se piensa. — Reprender o casti-
gar severamente a alguno.
De cuarenta para arriba no te majes la
barriga.
Indica lo poco conveniente que es,
pasada esta edad, tomar baños de mar
o de río.
El que a cuarenta no atina y a cincuenta
no adivina, a sesenta desatina.
Expresa que el que en la primera de
dichas edades no se halla en la pleni-
tud de sus facultades ni tiene conoci-
miento exacto del mundo, no hay que
esperar que sea modelo de sensatez
cuando llegue a más avanzada edad.
Hasta el cuarenta de mayo no te quites el
sayo. Algunos añaden : y si volviese a
llover, vuélvetelo a poner.
Aconseja que no se desabrigue uno
hasta la fecha citada, o sea hasta el 9 de
junio, por no estar todavía el tiempo
muy estable, aunque empiece a sentir-
se ya el calor.
CUARENTENA
— 261 —
CUARTA
CUARENTENA. — Poner una cosa en
cuarentena.
No dar crédito a una noticia o hecho
por algún espacio de tiempo, para ase-
gurarse de su veracidad.
CUARESMA. — Andar vestido de Cua-
resma.
En traje de penitencia, por devoción,
o en traje de penitenciado, por castigo.
Más largo que la Cuaresma.
Dícese de todo aquello que es de
mucha extensión, aludiendo a los días
que median entre el Miércoles de Ce-
niza y el Domingo de Ramos, no preci-
samente porque sean en gran canti-
dad (cuarenta días), sino por hacerse
más pesados a causa de los ayunos, vi-
gilias y abstinencias.
CUARTA. — Estar a la cuarta pregunta.
«Es muy usual el ponderar la pobreza
de un individuo diciendo que está a la
cu arta pregunta. Derívase esta aserción
de que en los interrogatorios para jus-
tificaciones de testigos sobre varios
objetos, y entre ellos el de acreditar
pobreza, se acostumbra comprender
este extremo en la coarta pregunta, en
los términos siguientes :
»Cuarta: ¿si sabe el testigo y le cons-
ta que la parte que lo representa es
pobre, sin poseer bienes raíces ni ren-
tas, por manera que cifra su subsisten-
cia absolutamente en el producto de
su personal trabajo?» (Fernán Caballe-
ro, Cuentos y poesías populares andalu-
ces, Sevilla, 1859, pág. 74.)
Mi especial amigo el Sr. D. Francisco
Cutanda (q. e. p. d.), abundando en la
misma opinión antes citada, me dijo lo
siguiente, en papel que de su puño y
letra conservo :
< Estar a la cuarta pregunta.
>Como sistema explicativo de este
dicho vulgar, propongo el siguiente :
» En los interrogatorios para informa-
ciones de insolvencia se acostumbraba
dedicar algunas preguntas al estado y
condiciones personales del promoven-
te, y no era extraño, sino muy frecuen-
te, que la cuarta se concibiese en estos
o semejantes términos : «Como N. ca-
>rece de bienes y rentas, y es pobre de
» solemnidad. . . >
>Repito que es sistema explicativo.»
No satisfaciéndome las anteriores
explicaciones, que en realidad forman
una sola, apunté en mi Florilegio fra-
seológico-comparalivo-castellatio lo que
copio literalmente a continuación :
*Como el que se halla a la cuarta pre-
gunta.
» Frase con que se pondera que algu-
no se encuentra tan apurado, que care-
ce de los recursos necesarios para aten-
der a su subsistencia.
»¿Qué cuarta pregunta será ésta?
»Confieso mi verdad, que después
de reflexionar detenidamente sobre el
asunto, no he hallado solución más sa-
tisfactoria que la que, con cierto temor,
procedo a emitir.
»Todos saben que en el Catecismo
de la Doctrina cristiana, al explicarse
la oración dominical, se divide ésta en
siete partes, correspondientes a cada
una de las siete peticiones en ella con-
tenidas. Pues bien; al preguntarse :
> ¿Qué pedís en la cuarta petición}, y
contestarse :
» Que nos dé Dios el mantenimiento con-
veniente para el cuerpo, el espiritual de
la gracia, y Sacramentos para el alma, ha
pretendido ver el vulgo tal vez un em-
blema del hombre actualmente necesi-
tado; del hombre que carece absoluta-
mente de pan; y como quiera que ese
vulgo es inclinado por naturaleza a em-
plear las metáforas más adecuadas y
pintorescas, de ahí que seguramente
no habrá encontrado tropo más expre-
sivo para representar la extremada mi-
seria de alguna persona, que figurárse-
la como el doctrino a quien preguntán-
dole el Catecismo, y tratándose de la
oración dominical, se halla a la cuarta
pregunta. »
Además de estas opiniones, podemos
emitir la siguiente, dejando al lector
que acepte la que sea más de su agra-
do, pues, como se ve, todas vienen a
converger al mismo punto. Dícese que
en la famosa Universidad Complu-
tense tenían los estudiantes la costum-
bre de hacer a sus nuevos camaradas
las cuatro preguntas siguientes, por
vía de novatada: ¿Saluiem habemus} —
¿Ingeniwn habemus} — ¿Amores habemus}
¿Pecuniam habemus} Y como a todas so-
CUARTANAS
— 262 —
CUARTO
lían contestar afirmativamente los no-
vatos, excepto a la última, de ahí vino
el tomar como equivalente de no tener
dinero, el estar a la cuarta pregunta.
Por extensión se dio más adelante a
este proverbio la significación de que-
darse chafado o sin saber qué contes-
tar un sujeto.
No hay cuarta, o cuarterón, de carne sin
añadidura.
Siempre se exagera algo en lo que
se habla.
CUARTANAS. — Por cuartanas no do-
blan campanas.
Se dice de todo aquello de cuyas re-
sultas se augura en sentido desfavora-
ble y pésimo, sin haber para qué, con
alusión a la cuartana, que no es de
suyo enfermedad mortal.
CUARTEL. — Ir en busca de, o retirarse
a, cuarteles de invierno.
Dedicarse al descanso y buena vida,
ya por exceso de edad o por no ne-
cesitar ganar más para vivir cómoda-
mente.
CUARTILLO. — Andar a tres menos cuar-
tillo.
Estar alcanzado de medios. — Reñir
o contender.
Ir uno de cuartillo.
Ir en un negocio a pérdida y a ga-
nancia con otros.
Si para allá me las fias, echa otro cuar-
tillo.
Expresión de desconfianza cuando
alguien ofrece alguna cosa a largo pla-
zo. — Dícese también : <5V para allá me
Lis guardas, échame un medio.
Un cuartillo, presto es ido; una azum-
bre, también se sume; el arroba es lo que
ahonda.
Dícese de las personas interesadas y
ambiciosas, que no se conforman con
poco.
CUARTO. — A cuarto vale la vaca. — El
que no tiene ¿/cuarto no la cata. — Véa-
se i A blanca vale la vaca} — Daca la
BLANCA.
A cuarto vale la vaca, y si no hay cuar-
to, no hay vaca. — V. ¿A blanca vale la
vaca} — Daca la blanca.
Cuarto de balde, cuarto de sangre.
Todo lo regalado suele salir más
caro, pues lo que en dinero se ahorra
se paga en disgustos, molestias y abu-
sos, de que no se puede protestar en
fuer de agradecidos.
Dar un cuarto sobre otro. — V. Hasta el
último cuadrante.
Dar uno un cuarto al pregonero.
Divulgar, hacer pública una cosa que
debía callarse.
Dar uno una cosa cuarto a cuarto.
Denota la miseria o repugnancia de
una persona en dar o pagar.
Echar uno su cuarto a espadas.
Tomar parte en alguna cosa. — En-
tremeterse a dar su opinión.
El cuarto falso, de noche pasa.
Las cosas malas se procuran hacer
ocultamente, para que nadie se dé
cuenta de ellas ni las descubra.
Estar, o no tener, uno un cuarto, ni de
dónde le venga, o ni de dónde sacarlo.
Carecer en absoluto de recursos pe-
cuniarios.
Este cuarto no da agua.
Es decir, no tiene goteras, o no llue-
ve en él. — Retiénese con esta frase a
las personas que, estando de visita en
una casa y a satisfacción de los visita-
dos, dicen que van a retirarse o mar-
charse pronto. — También se dice cuan-
do, hallándose uno debajo de techado,
oye llover con fuerza, para manifestar
la seguridad en que se está de que allí
no ha de llegar el agua. — En esta locu-
ción se juega del vocablo cuarto por
el aposento o habitación y por la cua-
dratura de la Luna, en cuya fase ac-
tual no anuncia el calendario que ha-
brá lluvias.
Hacer un cuarto de conversión sobre los
talones. — V. Volver grupa.
írsele, o caérsele, a uno cada cuarto por
su lado.
Ser muy desairado, muy desaliñado;
sin garbo ni compostura.
No tener uno un cuarto de hora de lugar.
Frase chistosa para expresar que no
se tiene dinero.
Por más perdido, acabado, etc., no doy un
cuarto.
Modo de expresar el acto de que se
trata, llevado a su último grado.
Ser una cosa de tres al cuarto.
Modo de ponderar la poca estima-
ción, valor y aprecio de una cosa.
CUBA
— 263 —
CUCO
Si es en cuarto menguante, semejante) y si
en cuarto creciente, diferetite.
Preocupación popular infundada, de
que si las criaturas nacen cuando la
Luna se halla en el primer cuarto indi-
cado, pertenecerán al sexo femenino,
verificándose lo contrario en el segun-
do supuesto.
Tener uno su cuarto de hora.
Momento o período crítico en la vida
del individuo, que suele decidir de su
porvenir, ya en sentido favorable, ya
en el adverso. — Tiene mucho uso con
relación a las personas solteras que pa-
san al estado de casadas.
Pasar, o suceder, tres cuartos de lo propio.
Ocurrir lo mismo, con corta dife-
rencia.
Tener más cuartos que un real.
Aplícase a las caballerías que, por su
mucha flaqueza, tienen muy exagerados
los cuartos traseros.
Tener más cuartos que una yegua.
Dícese de la mujer de buen rejo. —
Es frase comúnmente usada en la pro-
vincia de León.
Tener uno buenos cuartos.
Ser membrudo y fornido.
Tener uno cuartos, o cuatro cuartos.
Ser rico, o por lo menos poseer lo
suficiente para poder vivir bien.
Tener uno ?nás cuartos, haciendas, etc.,
que pesa.
Ser sumamente rico.
CUBA. — La cuba llena, la suegra beoda.
Cuando las cosas están abundantes
y no se cuida uno de ellas, no es extra-
ño que otros se aprovechen.
La cuba sólo huele al vino que allí tiene,
o Cada cuba huele al vino que tiene.
Por las acciones exteriores se suele
conocer el interior de las personas.
Parecer uno una cuba.
Se dice de la persona que tiene mu-
cho vientre. — Aplícase a la persona que
bebe mucho, especialmente de toda cla-
se de alcoholes.
Quien casa en Cubas, tiene mujer y burra.
Este aserto equivale a tachar de
egoístas y poco trabajadores a los de
esa localidad de la provincia de Madrid.
CUBETO. — Todo saldrá del cubeto.
Dicho con que se suele consolar al
que ha tenido pérdida en un negocio,
esperando, con la continuación de él,
lograr el resarcimiento.
CÚBICA. — Entender uno la cúbica.
Ser entendido en un negocio; cono-
cer el punto y la dificultad.
CUBIERTO. — Dar a uno el simple cu-
bierto.
Darle a uno solamente la comida o
alimento diario.
CUBRIR. — Quien te cubre, te descubre.
Aconseja que se mire uno mucho en
quién confía un secreto, porque aquel
que más se precia de guardarlo, suele
ser el primero en darle publicidad. —
También significa que los mismos ata-
víos y riquezas que tiene el que no los
merece, son causa de que se averigüe
su indignidad.
CUCA. — Estar la cuca antiada.
Comenzar a caldearse los ánimos, tra-
bándose de palabras, para degenerar las
más de las veces en riña violenta.
Ser mala cuca.
Se dice de la persona maliciosa y de
mal natural.
CUCAMONAS.— Hacerle a uno cucamo-
nas. — V. Hacerle a uno carantonas.
CUCAÑA. — Hacer cucaña.
Dícese de lo que se consigue con
poco trabajo y a costa ajena.
CUCAÑERO. — Ser un cucañero.
Persona que tiene arte y maña para
hacer las cosas en beneficio propio con
poco trabajo.
CUCARACHA. — Parecer una cucara-
cha.
Dícese de la mujer morena vestida
de luto, y especialmente si es de poca
estatura.
CUCLILLO. — Por vos cantó el cuclillo.
Se aplica al tercero que saca prove-
cho de la riña de otros dos.
CUCO. — Más tonto que un cuco.
Comparación basada en el canto del
cuco o cuclillo, que, como se sabe, no
puede ser más monótona y tonta.
Ser muy cuco.
Pulido, mono, elegante.
Ser un cuco.
Persona taimada y astuta que ante
todo mira por su medro y comodidad,
valiéndose de los esfuerzos de los de-
más para recoger el fruto sin necesidad
de molestarse. — Sabido es que el cucli-
cucu
264 —
CUCHILLADA
lio no anida, sino que deja las crías en
nidos ajenos, y cuando los hijuelos es-
tán criados, se los lleva tranquilamen-
te; así, a lo menos, lo aseguran.
Vióse el cuco en lo que no pensó; quiso es-
tornudar, y peyó'.
Dícese de aquellos que habiendo sido
encumbrados indebidamente, cuando
tratan de hacer algo desde su nueva
posición, sólo cometen los desaciertos
propios de su ineptitud y estulticia.
CU CU. — Cucú, cucú v más cucú, y siem-
pre una misma cosa.
Contra los que llegan a hacerse de
todo punto insufribles por no variar de
asunto en lo que dicen o hacen, sobre
todo si es enojoso de suyo el objeto de
su tema. — Es dicho basado en la precio-
sa fábula de D. Tomás de Iriarte que
lleva por título La abeja y el cuclillo, y
al canto monótono de esta ave se le dio
el nombre de cucú por onomatopeya.
CUCURUCÚ. — ¡Cucurucú, canela, que se
quema el arroz, Alanuela!
Expresa, en general, el disgusto que
se experimenta a vista de un suceso
desagradable o infausto, y más particu-
larmente cuando castigan a azotazos a
alguna criatura.
CUCHARA. — Con la cuchara que elijas,
con aquélla comerás.
Indica que siendo el hombre libre en
la elección de sus actos, según obre,
así será su vida.
Dar a beber con cuchara de plata.
Explicar una cosa con toda claridad
y cortesía.
Dure lo que durare, como cuchara de pan.
Expresión con que se contesta al
reparo que opone alguien acerca de lo
poco que podrá durar alguna circuns-
tancia u objeto de interés, haciéndole
ver que mientras exista semejante con-
veniencia, esa utilidad se saca de su uso.
Haber comido con cuchara de palo.
Se aplica a la persona que es ordina-
ria en sus principios.
Afeter a uno con cuchara, o con cucha-
ra de palo, o de bayeta, alguna cosa.
Explicársela prolija y minuciosamen-
te cuando no la comprende.
Por el cabo de la cuchara sube el gato a
la olla.
Cuando no se puede ir directamente
a un objeto, es preciso valerse de ro-
deos que a él conduzcan.
Querer como a cuchara de pan.
Dícese de todo aquello que después
de utilizado se destruye.
Ser uno media cuchara.
Aplícase a la persona de mediano
entendimiento o habilidad en cualquier
arte, oñcio, etc., aludiendo al mal ser-
vicio que puede prestar una cuchara, o
cualquier otro utensilio parecido, que
no esté entero.
Haber muchas cucharas y pocas gachas^
o Minos cucharas y más gachas, o So-
bran cucharas y faltan gachas. —
Y. Menos borla y más limosna, o Menos
espuma y más chocolate.
CUCHARADA. — Más se hace con una
cucharada de miel que con una arroba
de vinagre.
Más se consigue con los buenos mo-
dos y la dulzura que con palabras y
ademanes ásperos.
Meter uno su cucharada en todo.
Ser muy entremetido. — Dícese espe-
cialmente de las personas que se intro-
ducen en una conversación sin ser lla-
madas, o de las que se adelantan a dar
consejos sin que se les pida.
CUCHARETA. — Cuchareta, donde no-
te llamen, no te metas.
Satiriza a los que pretenden introdu-
cirse en la conversación o asuntos de
personas que no han solicitado su in-
tervención.
CUCHARÓN. — Despacharse uno con el
cucharón.
Adjudicarse la mejor parte en cual-
quiera distribución o asunto.
Tener uno el cucharón por el mango. —
V. Tener la sartén por el mango.
CUCHILLADA. — Dar cuchillada de
cien reales.
Cuchillada grande. — Se cree haber
dado origen a esta locución el uso-
bárbaro de concertar en dicho precio,
con los asesinos, las muertes y heridas
que habían de dar.
Sanan cuchilladas, mas no malas pa-
labras.
A veces es menos mal el de herir
que el de desacreditar o afrentar, por-
que éste es irreparable y aquél puede
tener cura.
CUCHILLITO
265 —
CUENTA
CUCHILLITO.— Cuchillito que no Cor-
ia, ¿que te importa} — V. El amigo que
no da, o presta, y el cuchillo que no cor-
ta, que se pierda poco importa.
Aconseja a no meterse en lo que a
uno no le interesa.
CUCHILLO. — Cuchillo de mujeres, cor-
ta si quieres, o si quisieres.
Es propio de las mujeres el usar cu-
chillos embotados, por temor de cor-
tarse.— Por extensión se aplica al aban-
dono con que se tratan algunas muje-
res que viven solas, especialmente en
punto a la comida.
Cuchillo malo, corta en el dedo y no en
el palo.
Es propiedad de las malas armas
hacer el daño donde no deben, y en
cambio no sirven para aquello a que
se las destina.
Matar a uno con cuchillo de palo.
Mortificarle lenta y porfiadamente.
Ser uno cuchillo de otro.
Serle muy perjudicial o molesto.
Ser cuchillo para su garganta.
Ser uno mismo la causa de aquello
que más adelante le ha de causar el
daño o perjuicio.
CUCHIPANDA.— Ir de cuchipanda.
Juntarse varias personas para ir a
comer alegre y regocijadamente.
CUCHUFLETA.— Venir con cuchufle-
tas.
Decir palabras de zumba o chanza.
CUÉLL AR. — Adelantarse, como los de Cué-
llar.
Aplícase a los que se anticipan a eje-
cutar una cosa, dando lugar con su im-
premeditación a consecuencias de gra-
vedad.— Creo que su origen proven-
drá, pues no hallo otra explicación más
satisfactoria, de la precipitación con
que procedieron algunos magnates para
que se celebraran el año 1354, en aque-
lla villa de la provincia de Segovia, las
bodas entre Pedro I de Castilla y doña
Juana de Castro, una vez anulado in-
justamente el matrimonio de aquél con
D.a Blanca de Borbón; lo cual, unido a
otras mil concausas, todas agravantes,
acarreó serios disturbios al reino.
CUELLO. — Andar uno muy sacado de
cuello.
Muy engreído y entonado. — Total-
mente entregado a distracciones y pa-
satiempos.
Levantar uno el cuello. — V. Alzar uno
la CABEZA.
No le oye a uno el cuello de la camisa que
lleva puesta, o el cuello de su camisa.
Dícese del que habla tan bajo que
apenas se le entiende lo que dice.
Tener uno el cuello de grulla.
Tenerlo largo y delgado.
CUENCA. — Cuenca, madre de forasteros,,
se reserva el cáliz y cede a éstos el lucero*
El escudo de armas de dicha ciudad
ostenta, en campo de gules, un cáliz de
oro con un lucero de plata de ocho
rayos y corona por timbre. Así, pues,
al adjudicarse la ciudad conquense el
cáliz de su escudo, denota la mucha
sangre que tuvieron que derramar sus
naturales hasta llegar a sacudir el yugo
sarraceno; y al destinar el lucero para
los forasteros, da a entender que cede
la honra de su rescate a Alfonso VIII
de Castilla y a cuantos guerreros le
acompañaron en tan gloriosa conquis-
ta, la cual se llevó a cabo en 21 de sep-
tiembre de 1 1 77, después de cerca de
nueve meses de asedio.
Di que eres de Cuenca, y entrarás de
balde.
Entre el sinnúmero de privilegios-
que concedió a Cuenca el rey conquis-
tador, fué uno el declarar a los cristia-
nos rancios caballeros hijosdalgo, exi-
miéndolos en todo el territorio de Cas-
tilla del pago de portazgos, pontazgos
y barcajes, proviniendo de tales fran-
quicias el refrán que aquí nos ocupa.
En Cuenca hay un puente para pasar-
moscas.
Dicho festivo, con alusión al riachue-
lo Moscas.
Hecha es Cuenca para ciegos.
Dicho irónico, por lo empinado y
escabroso de sus calles.
CUENTA. — Al dar la cuenta me lo diréis.
Reprende a los que disipan las cosas
de que deben responder. — V. Al freír
será el reír.
Alcanzar a uno de cuenta. — V. Alcanzar
a uno de razones.
Caer uno en la cuenta, o darse uno
cuenta, de una cosa.
Venir en conocimiento de aquello
CUENTA
— 266 —
CUENTA
que no lograba comprender, o en que
no había parado la atención.
Cobra y sienta, sienta y paga, y te saldrá
bien la cuenta.
Preconiza el orden y el método para
conseguir el buen resultado en todos
los órdenes de la vida.
Correr una cosa por la misma cuenta.
Estar dedicada a lo mismo que otra,
o hallarse en iguales circunstancias.
Cuenta errada, que no valga.
Dícese para salvar la equivocación
que puede ocurrir en cualquier hecho.
Cuenta y razón conserva, o sustenta,
amistad.
Recomienda que aun entre los más
amigos debe haber formalidad en todos
los asuntos y negocios.
Dar cuenta de una cosa.
Acabar con ella, destruirla o consu-
mirla.
Dar uno buena, o mala, cuenta de su
persona.
Corresponder bien, o mal, a la con-
fianza que de él han hecho, o al encargo
que se le ha dado.
Dar uno cuenta de una cosa.
Contar, referir, narrar, poner en co-
nocimiento de uno algún suceso.
Echar uno la cuenta con, o sin, la hués-
peda.
Lisonjearse del buen o mal éxito de
un negocio, encareciendo sus ventajas
antes de meditar los inconvenientes o
gravámenes que trae consigo.
Echarse la cuenta del perdido.
Arrostrar las consecuencias de algo,
salga bien o salga mal, considerando
que por pésimas que sean las condicio-
nes en que uno quede, no podrán ser
peores de las que tenía antes de eje-
cutarlo.
Ensartado como cuenta.
Comparación alusiva a las cuentas de
los rosarios, engarzadas o ensartadas,
como es sabido, en un alambre.
Hacer alguna cosa con su cuenta v razón.
Con determinado objeto, no indife-
rentemente; y también por el dinero,
no graciosamente.
Hacer cuenta con la bolsa.
No determinarse a hacer un gasto sin
ver de antemano el capital de que se
dispone.
Hacer, o echar, uno la cuenta de la vieja.
La que hacen por los dedos o por las
cuentas del rosario los que no saben
Aritmética.
Hacer, o hacerse, uno cuenta, o la cuen-
ta, de una cosa. •
Figurársela; darla por supuesto.
Hacerse uno cuenta de que ha muerto y
vuelto a resucitar.
Haber salido con bien de algún peli-
gro o enfermedad grave, contra todo
cálculo humano.
Haya buena cuenta, y blanca no parezca.
Aconseja que se deben llevar con
mucha formalidad las cuentas, aunque
no se trate de pagar por el pronto.
Haz la cuenta con la hacienda. — V. Ha-
cer cuenta con la bolsa.
La cuenta del pobre, que no se le logre.
Los que son desgraciados, con dificul-
tad intentan nada que les salga bien.
Por eso con este refrán, en que, como
se ve, hay una transposición, se desea
a una persona que no le suceda en sus
negocios lo que ocurre a los infortu-
nados.
La cuenta del trillo, en cada agujero su
piedra.
Aplícase a las cuentas que siendo de
suyo claras y triviales, se hallan al al-
cance de cualquiera. — Alude al instru-
mento de labranza llamado trillo, el
cual consiste comúnmente en un tablón
hecho de tres trozos ensamblados uno
con otro y lleno de agujeros, en cada
uno de los cuales se encajan unos pe-
dazos de pedernal que cortan la paja y
separan el grano de la espiga cuando
se hace rodar en la era sobre las mieses.
La cuenta es cuenta.
Aconseja que en los negocios de
intereses se emplee siempre la más es-
tricta formalidad.
Lo que no tiene cuenta, se deja.
Recomienda que no se insista en
aquellos negocios cuyos resultados son
adversos.
A fas vale cuenta que renta.
Encarece las ventajas de la econo-
mía sobre las de las riquezas.
No dar uno cuenta de su persona.
No saberse nada acerca de su exis-
tencia o paradero, por no dar él noti-
cias de lo que le pasa, o por no asistir
CUENTA
— 267
CUENTA
al sitio en que se le esperaba o a que
debía concurrir. — No despertarse, a pe-
sar de haber dormido mucho tiempo
seguido.
No echar cuenta en alguna persona o
cosa.
No hacer caso de ellas; no prestarles
atención. — Dícese también : No hacer
cuenta de...
No es cuenta cierta pescar co?i ballesta.
Búrlase de los que utilizan medios
inadecuados para la consecución de
un fin.
No hacer cuenta de una cosa.
No estimarla, no apreciarla, no hacer
caso de ella.
No salirle a uno la cuenta de una cosa.
Fallar sus cálculos y esperanzas, vol-
viéndose en su daño cuanto hizo por
alcanzar el fin provechoso.
No tener cuenta con dimes ni diretes.
No hacer caso de lo que digan los
demás.
No tener cuenta con una cosa.
No querer mezclarse en ella.
Pedir uno cuenta de una cosa.
Inquirir la razón o el motivo de lo
que se ejecuta o dice.
Perder uno la cuenta de una. cosa.
Ser difícil acordarse de ella o redu-
cirla a número, a causa de su antigüe-
dad o muchedumbre.
Poner en cuenta una cosa.
Añadir o juntar algunas razones a las
ya sabidas o conocidas.
Quien debe y paga, cuenta saldada.
Modo de expresar que no se debe
nada a una persona.
Salirle a uno la cuenta.
Serle de utilidad, provecho o conve-
niencia alguna cosa.
Salirle a uno la cuenta al revés. — V. No
salirle a uno la cuenta.
Salirle a uno la cuenta del cardador.
Ver frustradas sus esperanzas . —
Cuéntase de un cardador de lana muy
haragán, que se echó las siguientes
cuentas galanas entre sí: «Me caso, se
muere la criatura a poco de nacida, de-
dico la mujer a ama de leche, ella me
mantiene, y yo paso la vida tumbado o
frecuentando las tabernas. ¡Qué vida
más descansada me espera!» Mas como
quiera que el hombre propone y Dios
dispone, salióle la suerte al revés; por-
que la mujer murió del parto, dejándo-
le en herencia dos hijos gemelos, con
muchos trabajos y ninguna plata, con lo
que necesitó afanarse doblemente. De
ahí el origen del refrán en cuestión.
Ser una cosa de cuenta y riesgo de uno.
Tomarla bajo su responsabilidad.
Ser uno persona de cuenta.
Ser de importancia.
Tener cuenta con alguien o con algo.
Tener cuidado, atender con especial
interés.
Tener cuenta una cosa.
Ser útil, conveniente o provechosa.
Tener en cuenta una cosa.
Tenerla presente.
Tomar la cuenta y la puerta.
Manera de despedir cuanto antes al
servidor que no acomoda.
Tomar x\x\o por su cuenta una cosa.
Hacerse cargo de lo que de algún
modo pertenece a otro.
Vivir uno a cuenta de otro.
Estar dependiendo de él enteramen-
te, en especial para su manutención.
A cuentas viejas, barajas nuevas.
Aconseja que cuando las cuentas y
negocios están muy embrollados, con-
viene tomar un nuevo partido.
Ajustar, o echar, o echarse, uno sus cuen-
tas.
Calcular, estudiar detenidamente al-
gún asunto con el fin de averiguar lo
que se había propuesto.
Ajusfarle a uno las cuentas.
Expresión usada en son de amenaza.
Cuentas claras honran caras.
Indica que para no tener que aver-
gonzarse, debe procederse siempre con
rectitud y nobleza.
Cuentas de beata y uñas de gata.
Dícese de las mujeres hipócritas,
como suelen serlo todas las que toman
la religión como un pretexto para en-
cubrir sus malas inclinaciones.
Contigo me entierren, que sabes de cuentas.
Frase con que se halaga a una per-
sona, dándole a entender que es muy
lista.
Echar las cuentas del Gran Capitán.
Expresión con que se indica la exor-
bitancia de las partidas de una cuenta
formada arbitrariamente y sin la debi-
CUENTA
— 268
CUENTO
da justificación, aludiendo a las que,
habiéndoselas pedido inconveniente-
mente Fernando el Católico a Gonzalo
Fernández de Córdoba, intitulado el
Gran Capitán, después de haber con-
quistado éste el reino de Ñapóles, le
presentó en la forma siguiente:
«Doscientos mil setecientos treinta
y seis ducados y nueve reales en frai-
les, monjas y pobres para que rogasen
a Dios por la prosperidad de las armas
españolas.
»En palas, picos y azadones, cien
millones.
>Cien mil ducados en pólvora y balas.
• Diez mil ducados en guantes perfu-
mados para preservar a las tropas del
mal olor de los cadáveres de sus ene-
migos tendidos en el campo de batalla.
> Ciento sesenta mil ducados en po-
ner y renovar campanas destruidas en
el uso continuo de repicar todos los
días por nuevas victorias conseguidas
sobre el enemigo.
>Cincuenta mil ducados en aguar-
diente para la tropa en un día de com-
bate.
• Millón y medio de ducados para
mantener prisioneros y heridos.
• Un millón en misas de gracias y Te
Deum al Todopoderoso.
•Tres millones en misas para muertos.
•Setecientos mil cuatrocientos no-
venta y cuatro ducados en espías; y...
• Cien millones por mi paciencia en
escuchar ayer que el rey pedía cuen-
tas al que le ha regalado un reino.»
El curioso lector que quiera saber
más particulares sobre esta materia,
puede consultar mi revista El Averi-
guador Universal, tomo IV, 1882, pági-
nas 227 y 258.
EJuxrse uno cuentas galanas, o alegres.
Forjarse ilusiones.
En cuentas de casados, riñas de enamo-
rados, carta de monja y amistad de baile,
no fie nadie.
Da a entender que todas estas cosas
son tan superficiales que no se puede
formar fundamento de ellas.
Entrar uno en cuentas consigo.
Recapacitar lo que ha pasado por él,
y reflexionar para en adelante lo que
importa hacer
Las cuentas claras hacen los buenos
amigos.
Cuando median intereses, el mejor
medio para conservar la amistad es
hacer que no quepa sospecha sobre la
inversión de aquéllos.
No querer uno cuentas con otro.
No querer tratar con él, bien sea erv
negocios, intereses o cualquier otra
cosa.
No querer uno cuentas con serranos.
Evitar tratos con gentes que no son
de fiar. — Se emplea particularmente
esta frase en la provincia de Teruel,,
refiriéndose a los que viven en la sie-
rra de Albarracín.
Ponerse en cuentas de tanto más cuanto.
Disputar, discutir sobre asuntos de
intereses.
Tener más cuentas que una camándula^
Dícese de las personas astutas, de
mala intención y que saben mucho, en
especial de lo malo.
/ Vamos a cuentas!
Modo de llamar la atención sobre un
asunto para hacerlo entender mejor.
CUENTO. — Ahí está, o ese es, el cuento^
Es tanto como decir que en eso con-
siste la dificultad o la substancia de lo
que se trata.
Al que traiga un cuento, desprecíalo al
momento.
Recomienda que no se haga caso de
chismes y hablillas, considerando como
un ser despreciable al que los trae y
los lleva.
Como digo, o iba diciendo, de mi cuento.
Manera que suele emplearse al ir a
contar un suceso festivo o a proseguir
su narración.
Degollar uno el cuento.
Cortar el hilo de la conversación,
interrumpiendo ésta con otra narración
o pregunta impertinente.
Despachurrar uno el cuento.
Interrumpirlo, sin dejarlo continuar.
V. Degollar uno el cuento.
El cuento, para que sea cuento, es pre-
ciso que venga a cuento.
Expresa la necesidad de que las co-
sas sean oportunas.
Eso es el cuento de la soledad.
Dícese de la persona o cosa que se
halla solitaria.
CUENTO
— 269
CUERDA
Estar uno en el cuento.
Estar bien informado de una cosa.
Hablar uno en el cuento.
Hablar de aquello que se trata.
Más revela un cuento que un tormento.
Para conseguir saber la verdad, es
mejor valerse de las confidencias ofi-
ciosas que de la imposición material.
JVo hay cuento desgraciado, como el que lo
cuente sea porfiado.
La insistencia en repetir las cosas
hace que se consiga muchas veces lo
que se desea. — V. Pobre porfiado saca
jnendrugo.
No tener cuento una cosa.
Manera de elogiar lo grande y con-
siderable de algo, hasta el punto de no
podérsele ver el fin o ser reducido a
guarismo.
Saber uno su cuento.
Obrar con reflexión o por motivos
que no quiere o no puede manifestar.
Ser mucho cuento una cosa o persona.
Modo de ponderar ésta. — Indica en
otras ocasiones ser inaguantable aque-
llo de que se trata.
Ser una cosa cuento de cuentos.
Relación o noticia difícil de expli-
car por hallarse enredada y mezclada
con otras.
Ser una cosa cuento de horno.
Hablilla vulgar de que se hace con-
versación entre la gente común.
Ser una cosa cuento de viejas.
Noticia o relación que se cree falsa
o fabulosa. — Alude alas consejas que
las mujeres ancianas cuentan a los mu-
chachos.
Ser una cosa cuento largo.
Asunto de que hay mucho que ha-
blar.
Ser una cosa el cuento de la buena pipa.
V. Ser una cosa el cuento de nunca
acabar.
Ser una cosa el cuento de la cancarama-
ña. — V. Ser una cosa el cuento de nun-
ca acabar.
Ser una cosa el cuento de nunca acabar,
o el cuento de la buena pipa, o el cuen-
to de la cancaramaña (en Toledo), o el
cuento del gallo pelado (en Cuba).
Aplícase a aquellos hechos enojosos
que se repiten incesantemente, como
sucede con el cuento tan vulgar como
sandio conocido con el nombre de la
buena pipa, cuyo relato es interminable.
Ser una cosa el cuento del gallo pela-
do.— V. Ser una cosa el cuento de nunca
acabar.
Ser una cosa sin cuento.
Sin número, que no se puede contar.
Traer, o venir, a cuento una cosa.
Ingerir en un discurso o conversa-
ción especies, acaso remotas, con opor-
tunidad o sin ella, o con particular in-
terés.
Y todo cuento.
Sin faltar requisito alguno.
Y va de cuento.
Manera de empezar la narración de
una conseja, historia o anécdota.
Acabados son cuentos.
Expresión que se suele usar para
terminar una disputa y dar fin a la con-
versación.
De cuentos suele irse a c/iismes.
Por el afán de hablar, más de cuatro
veces se originan disgustos graves en
las familias.
Dejarse uno de cuentos.
Omitir los rodeos e ir a lo substan-
cial de un asunto.
Los cuentos son como el vine: mientras
más viejos, más valen.
El verdadero mérito délas narracio-
nes estriba en su antigüedad.
Ponerse uno en cuentos.
Exponerse aun riesgo o peligro. —
En forma negativa, querer evitar dimes
y diretes.
Quitarse uno de cuentos.
Atender sólo a lo esencial y más im-
portante de una cosa. — Evitar ser traí-
do en lenguas.
Venirle a uno con cuentos.
Referirle cosas que no le importan o
que no quiere saber.
CUERDA. — Apretar a uno hasta que salle
la cuerda.
Estrecharlo tanto, que llegue a per-
der la paciencia.
Apretarle a uno la cuerda.
Aumentar el rigor de la ley, de la
disciplina, etc.
Aflojar la cuerda, o Afbjar la cuerda
al arco.
Descansar de un trabajo o tarea, to-
mando algún alivio o recreación.
CUERDO
270
CUERNO
Dar a la cuerda, o Dar cuerda.
Ir dando largas a un asunto, a un ne-
gocio.
Dar cuerda a uno.
Halagar su pasión favorita; hacer que
recaiga la conversación sobre el asunto
de que es más propenso a hablar.
Hacer una cosa por debajo de cuerda.
De manera reservada, por medios
ocultos.
No ser una cosa de la cuerda de uno.
No convenir a sus facultades o espe-
cial aptitud.
No ser uno de la cuerda de otro.
No ser de su misma opinión o ca-
rácter.
Ir la cuerda tras el caldero. — V. Ir la
soga tras el caldero.
No se ha de tirar tanto la cuerda que se
quiebre.
Por mucho valimiento y confianza
que se tenga con una persona, no debe
abusarse por temor de que llegue un
momento en que se pierda todo. — En
todos los asuntos es preferible usar la
prudencia mejor que los recursos ex-
tremos.
Tener, o traer, o estar, la cuerda tirante.
Llevar las cosas con demasiado rigor.
Tirar de la cuerda, o la cuerda, a uno.
Irle a la mano, contenerlo, en evita-
ción de que ejecute lo que no debe
hacer.
Tocar otra cuerda. — V. Salir por otro
REGISTRO.
Estirar uno las cuerdas.
Ponerse en pie para pasearse y esti-
rar las piernas.
CUERDO. — Cuerdo es quien redime su
daño con lo que ha de llevar el escribano.
Es de personas sensatas el arreglar
las discusiones particularmente, sin ne-
cesidad de acudir a los trámites judi-
ciales.
El cuerdo, en cabeza ajena escarmien-
ta.— V. Escarmentar en cabeza ajena.
El cuerdo no ata el saber a estaca.
El hombre sabio y prudente no se
deja llevar tan fácilmente de la opi-
nión ajena.
Lo que se piensa cuerdo, se realiza bo-
rracho.
Los malos pensamientos que sería
uno incapaz de poner por obra estan-
do en su sano juicio, se llevan a la
práctica cuando el alcohol nos domina-
Más sabe el cuerdo en su casa que el ne-
cio en la ajena.
Vanante jocosa del refrán que dice :
Más sabe el loco en su casa que el cuer-
do en la ajena. (Véase.) - Por lo general,
el necio, ni en su casa ni en la del ve-
cino hace nada de provecho.
Mátenme cuerdos, y no me den vida
necios.
Denota el disgusto y pena que causav
al que es juicioso y docto, el ser juzga-
do por aquellas personas que no re-
unen aquellas cualidades.
CUERNO. — ¡Cuerno en el fraile, y qué
respingan que sale!
Dícese por aquellos que en un prin-
cipio demuestran tener genio corto o
apocado, y poco a poco van tomándo-
se más libertades de lo conveniente.
¡Cuerno j» cuerna, que son macho y lumbral
Exclamación usada cuando se oye o
ve alguna cosa que nos llama la aten-
ción en cualquier sentido que sea.
Es más fácil enderezar un cuerno que:
enderezar a un viejo.
Caracteriza admirablemente la ter-
quedad y entereza de que suelen estar
poseídas, por lo general, las personas
de edad avanzada.
Estar, o ponerse, de cuerno con uno.
Estar disgustado con él. — Estar de
monos. (Véase.) — Esta última expresión
se emplea más refiriéndose a los ena-
morados.
Levantar, o poner, a uno hasta, o sobre, el
cuerno, o los cuernos, de la Luna.
Alabarlo, encarecerlo sobremanera,
hasta más no poder.
Lo que me sabe, me sabe... (Y chupaba un
cuerno.)
Contra las personas de gusto extra-
vagante, o bien que son fáciles de con-
tentar.
Lo que me suena, me suena... (Y sonaba un
cuerno.) — V. Lo que me sabe, me sabe....
(Y chupaba un cuerno.)
Oler a cuerno frito, o quemado.
Parecerle a uno que una cosa no es
legal o como debía ser. — V. Oler a
CHAMUSQUINA.
Saber a cuerno quemado una cosa.
Hacer desagradable impresión en el
CUERO
— 271 —
CUERPO
ánimo una noticia, una reprensión, una
injuria, etc.
¿ Cuántas clases de cuernos hay} — Cuatro:
tinos que se veti y no se palpan (los de la
Luna), otros que se ven y se palpan (los
de los toros), otros que se palpan y no
se ven (los de los becerros cuando quie-
ren empezar a apuntar), y otros que ni
se ven ni se palpan (los de ciertos ma-
trimonios).
Sobre, o tras de, cuernos, penitencia.
Se usa de esta frase cuando después
de haberle hecho a uno algún agravio
o perjuicio, se le trata mal o se le
culpa.
Sobre cuernos, siete sueldos.
Aplícase a aquellos maridos des-
aprensivos que hacen rápida carrera
en sus destinos, acumulando sueldos,
empleos y honores, merced a la bondad
de... sus jefes o padrinos.
Andar, o dejar, o verse, uno en los cuer-
nos del toro.
Hallarse en un grave o inminente pe-
ligro.
Ponerle a uno los cuernos.
Faltar la mujer a la fidelidad con-
yugal.
CUERO. — A cuero tiesto, piezgo enhiesto.
Para inteligencia de este refrán hay
que saber que tiesto es un adjetivo an-
ticuado, que significa tieso o estirado;
piezgo es el pico o punta de los pellejos
de vino que cubría el nacimiento de
las patas del animal, y enhiesto significa
levantado o derecho. Da a entender, por
tanto, tropológlcamente, que las per-
sonas que gozan de buena posición so-
cial suelen adolecer de orgullo.
Al cuero tiesto álzasele el piezgo. — Véa-
se A cuero tiesto, piezgo enhiesto.
Acudid al cuero con el albayalde, que los
años no se van en balde.
Modo de satirizar a las mujeres que
procuran disimular la edad encubrien-
do con afeites las arrugas y demás de-
fectos del rostro.
De cuero ajeno, correas largas. — V. De
lo que nada nos cuesta, llagamos la fies-
ta, o Del pan de mi compadre, gran zati-
co a mi ahijado.
Del cuero salen las correas.
Es decir, que de lo principal sale lo
accesorio.
El cuero, después de lleno, alza el piez-
go. — V. A cuero tiesto, piezgo enhiesto ^
Estar uno hecho un cuero.
Estar completamente borracho.
Poner cuero y correas.
No omitir diligencia alguna, hacer
toda clase de esfuerzos para alcanzar
aquello de que se trata. — Así se colige
de Alejo Venegas (Agonía, punto 2.°,
capítulo XX), con lo cual queda des-
truida la definición que todos nuestros
diccionaristas dan de esta locución pro-
verbial, llamada refrán por aquel céle-
bre humanista toledano.
Dejar a uno « cueros.
Dejarlo en la mayor miseria.
Estar una persona en cueros, o en cue-
ros vivos.
Estar desnuda completamente.
CUERPO. — Andarle buscando el cuerpo
a uno. — V. Andarle buscando el bulto
a uno.
Cerner uno el cuerpo.
Contonearse; andar moviendo las ca-
deras, especialmente las mujeres.
Con un cuerpo tío se puede estar en todas
partes.
Pretexto para disculpar la no asisten-
cia a un sitio donde no quiere uno ir.
Cuerpo, cuerpo, que Dios dará paño.
Se aplica a los que quieren conse-
guir el fin sin poner los medios.
¡Cuerpo de Cristo, o de Dios, o de mi, o
de tal!
Interjecciones que denotan ira o en-
fado.
Cuerpo derecho, mucho malpasa.
El que goza de buena salud tiene
suficiente resistencia para sobrellevar
toda clase de males.
Cuerpo descansado, dinero vale.
Es preciso pagar caro todo lo que
tiene algún mérito.
Dar cuerpo a una cosa.
Espesar lo que está claro o demasia-
do líquido.
Dar uno con el cuerpo en tierra.
Caerse al suelo.
Descubrir uno el cuerpo.
Favorecer un negocio peligroso, que-
dando expuesto a sus malas resultas.
Echar uno el cuerpo fuera.
Evitar el entrar en alguna dificul-
tad.— Esquivar todo compromiso.
CUERPO
272 —
CUERVO
En el cuerpo, o en el pecado, lleva la pe-
nitencia.
Dícese de aquellos que después de
cometida una falta, sufren las conse-
cuencias.
Estar en cuerpo y alma, o en cuerpo en
alma.
Fatalmente, sin dejar nada.
Estar uno a ¿qué quieres, cuerpo? — Véa-
se Vivir, o estar, o regalarse, etc., como
a cuerpo de rey.
Estar unidos como cuerpo y alma, — Véa-
se Ser uña_v carne.
Hacer uno del cuerpo.
Exonerar el vientre.
Huir, o hurtar, uno el cuerpo.
Moverse con prontitud y ligereza
para evitar el golpe que va dirigido
contra él. — Evitar el trato de una per-
sona.
//• a, o en, cuerpo gentil.
Con sólo el vestido ajustado, sin abri-
go alguno.
Mientras el cuerpo le haga sombra.
Frase equivalente a decir que tal
cosa ocurrirá a la persona de que se
trata mientras viva.
No quedarse vino con nada en el cuerpo,
o dentro del cuerpo.
No omitir nada de lo quería decir,
sin atender a ninguna consideración.
Obrar a cuerpo descubierto.
Ejecutar una cosa sin encubrirse u
ocultarse, sino a la vista y patente-
mente.
Parecer un cuerpo glorioso.
Aplícase a la persona que pasa largo
tiempo sin experimentar necesidades
materiales, especialmente las del ali-
mento.
¿ Qué sabe el cuerpo lo que le echan?
Dicho en favor de los que no son
escrupulosos en la comida y bebidaí
atendiendo más a la cantidad que a la
calidad.
Quedarse uno con una cosa en el cuerpo.
Omitir lo que quería decir, conte-
niéndose por algún motivo.
Ser cuerpo jy alma. — V. Ser uÑAjy carne.
Ser un cuerpo sin alma.
Persona que no tiene viveza ni acti-
vidad para nada.
Tomar cuerpo una cosa.
Aumentarse de poco a mucho.
Traer uno bien gobernado el cuerpo.
Tener bien regido el vientre.
Triunfar como cuerpo de rey.
Gastar y llevarse buena vida.
Vivir, o estar, o regalarse, o tratarse, como
cuerpo, o como a cuerpo, de rey.
Darse buena vida; tratarse con todo
regalo y holgura.
Volvérsela a uno al cuerpo.
Responder a una desvergüenza o in-
juria con otra mayor.
Dos cuerpos que se conocen, desde lejos se
hacen fiestas.
Expresa la satisfacción con que se
ven, aunque sea desde lejos, las perso-
nas que se aman.
Lo que los cuerpos desechan, los ingenios
aprovechan.
Adivinanza-refrán que alude al papel
de hilo de escribir, porque se hace de
los pedazos de trapo de desecho y de
materias fecales.
CUERVO. — De mal cuervo, mal huevo, o
Co??io es el cuervo, tal su huevo, o Tal
cuervo, tal huevo.
Denota que por lo general los hijos
suelen ser de la misma condición que
sus padres.
La ida del cuervo.
Indica que alguna persona que se ha
ausentado no piensa volver más, alu-
diendo al cuervo que Noé despachó
desde el arca después del diluvio, a
guisa de explorador, para saber la
situación en que se encontraban las
aguas, y el cual no volvió a parecer. —
También se dice : La del humo.
No puede ser el cuervo más negro que sus
alas.
No haber que temer mayor mal, por
haber sucedido ya lo peor que podía
ocurrir.
Parecer cuervo en el manto, y ser cisne
en el canto.
Aplícase a los eclesiásticos que se
distinguen por ser grandes músicos o
poetas. — V. Debajo de una mala capa
suele a las veces encontrarse un buen
bebedor.
Venirle a uno el cuervo.
Recibir algún socorro, por lo gene-
ral si es repetido, con alusión al que
alimentaba a San Pablo, primer ermi-
taño, en el desierto.
CUESCO
273
CUIDADO
Cria cuervos y te sacarán los ojos, o
Cría el cuervo, sacarte ka el ojo.
Por lo regular, beneficio que se hace
a los ingratos les sirve de armas para
devolver mal por bien.
CUESCO. — Buscar, o hallar, el cuesco
a la uva.
Encontrar la razón o el porqué de
una cosa.
CUESTA. - Arribaos, torgado, que tras la
cuesta está lo llano.
Exhorta a que se sufran las fatigas
y trabajos con la esperanza de des-
cansar.
Cuando la cuesta Zulema se moja, Alcalá
se hace una sopa.
Dicha cuesta se halla a corta distan-
cia de la ciudad de Alcalá de Henares,
y dicho se está que el agua desbordada
de aquélla va a parar a la ciudad.
Hacérsele a uno cuesta arriba alguna
cosa.
Sentirla mucho; ejecutarla con gran
trabajo o repugnancia. — Costar mucho
trabajo el creerla.
Ir una cosa, o una persona, cuesta abajo.
Decaer, declinar hacia su fin o a la
miseria.
No hay cuesta arriba sin cuesta abajo.
Todas las dificultades en la vida sue-
len tener su compensación.
■Sttbir la cuesta de enero.
Ir transcurriendo el dicho mes.
Tener uno la cuesta y las piedras.
Llevar en una cosa toda la ventaja
de su parte.
-Lo -mismo es a cuestas que al hombro.
Modo de dar a entender que es indi-
ferente el proceder de una manera o
de otra, por conducir ambos medios a
igual fin.
Llevar uno a cuestas una cosa.
Cargarse con las necesidades y obli-
gaciones de otro.
Llover a uno a cuestas.
Modo de indicar que resultará una
cosa en daño propio.
Tener uno a cuestas.
Encontrarse a su cuidado y costa la
manutención o adelantamiento de otro,
por obligación o por encargo.
Tomar uno a cuestas una cosa.
Encargarse de ella para su gobierno
y dirección.
Tú que no puedes, lle'vame a cuestas.
Censura a quien aumenta el trabajo
a la persona que a duras penas puede
desempeñar el que tenía anteriormen-
te, o el impuesto que con harta difi-
cultad satisfacía, o los sinsabores que
de tiempo atrás viene experimentan-
do, etc. En suma, laméntase quien pro-
fiere este dicho, de no poder prestar
auxilio a quien se lo pide, porque para
sí lo querría. — V. A la borrica arro-
dillada, doblarle la carga.
CUESTIÓN. — Agitarse una cuestión.
Tratarse con calor o con viveza.
Cuestión de por San Juan, paz para todo
el año. — V. Riña de por San Juan, etc.
Hacer una cosa cuestión de gabinete.
Ser de mucha importancia para cual-
quiera y tomarla con gran interés.
Ser una cosa cuestión bata/lona.
La muy reñida y a que se da mucha
importancia.
CUEVA. - Cuando runfla la cueva de Ore-
ña, unce los güeys y vete a por leña.
Refrán gallego que indica que el so-
plar el viento por el lugar indicado, es
precursor de la venida de los fríos o
del invierno.
CUEZO.— Meter uno el cuezo.
Introducirse en alguna cosa, negocio
o conversación con ligero motivo.
CUIDADO. — Al que le duele, cuidado
tiene.
Indica que sólo los interesados son
los que se preocupan de que las cosas
se hagan como es debido.
Correr una cosa al cuidado de uno.
Estar obligado a responder de ella.
Cuidado ajeno, de pelo cuelga.
Da a entender el poco que se tiene
con los negocios ajenos.
¡Cuidado conmigo!, o ¡Cuidado me llamo!
Manera de amenazar a uno, particu-
larmente a los muchachos, con el cas-
tigo si no hacen bien alguna cosa.
¡Cuidado! — El que tenia se me ha acabado.
Contestación familiar a la admoni-
ción primera para burlarse de ella, por
no hacernos falta la recomendación.
Cuidado para otra vez.
Modo de indicar a uno que, de repe-
tirse el hecho de que se trata, no será
perdonado como en la ocasión presen-
te lo ha sido.
18
CUITA
— 274 —
CULERO
Descuidarse con cuidado.
Dícese comúnmente: Al descuido con
cuidado; y Cervantes, que tan dueño
era del habla castellana, puso en boca
del mozo de muías, en su Quijote (par-
te I, cap. XLIII), la siguiente estrofa,
en que alude a su mala estrella:
«Yo no sé adonde me guía,
y así navego confuso,
el alma a mirarla atenta,
cuidadosa y con descuido. y
Estar uno de cuidado.
Estar gravemente enfermo o en pe-
ligro de muerte.
Quien tiene el cuidado, que ande el camino.
Aquel a quien le interesa un asunto,
es el que debe preocuparse de él.
Salir una mujer de su cuidado.
Dar a luz; parir.
Ser una persona de cuidado.
No tener confianza en ella.
Cuidados ajenos matan al asno.
Enseña que es de necios el preocu-
parse de los asuntos de otro.
Dejar los cuidados en el jubón.
No hacer caso de alguna cosa.
Los cuidados del vecino, sentirlos con taza
de vino. — V. Cuidados ajenos matan al
asno.
Los cuidados destierran el sueño.
Cuando el ánimo está embargado por
preocupaciones, éstas no dejan lugar
ni aun al descanso.
Los cuidados que no son propios, no de-
ben ser llorados. — V. Cuidados ajenos
matan al asno.
CUITA. — Al que te deja en cuita no lo
quieras en trebejo.
Recomienda que no busquemos como
compañeros de diversiones a aquellos
que cuando tenemos alguna necesidad
no se preocupan de aliviarnos de ella.
CUITADO. — El cuitado, del maravedí
hace cornado; y el liberal, del maravedí,
real.
Según el carácter de cada uno, así
luce más o menos el dinero en sus
manos.
Ser uno muy cuitado.
Apocado, de poca resolución yánimo.
CULANTRO. — Bueno es el culantro;
pero no tanto.
La planta llamada cilantro o culan-
tro era empleada en la Farmacopea
antigua para la curación de muchas en-
fermedades. Como tras el uso suele ve-
nir el abuso, hubo de exagerarse su
empleo, no faltando quien tratase de
reprimirlo, inventando el refrán que
encabeza estas líneas. Si es o no per-
judicial, nonos incumbe; sólo haremos
presente que se dice que es peligro-
so permanecer en el campo donde se
cría, por el fuerte aroma que exhala, v
que el sabio Andrés de Laguna escribe:
«No me espanto si en nuestra España
tenemos tantas casas de orates, pues
comemos en todos los potajes y salsas
ordinariamente el culantro verde. >
CULEBRA. - Armar culebra.
.Desorden, alboroto promovido de-
repente por unas cuantas personas en
medio de una reunión pacífica.
Dar culebra.
Chasco que se da a una persona,
como los golpes que los presos de Ja
cárcel dan por la noche al que entra de
nuevo y no paga la patente.
Dejar, como la culebra, el hábito viejo.
Desechar los vestidos usados por
otros nuevos.
Liársele a uno la culebra.
Verse en un grave conflicto por cau-
sas imprevistas e inesperadas.
Morderse la culebra su cola.
Frase que usa el vulgo cuando ob-
serva que se unen los dos extremos de
la faja herpeginosa llamada culebrilla
o zona, y de cuya circunstancia forma
siniestros pronósticos para el que pa-
dece semejante enfermedad, no habien-
do por fortuna causa para ello, pues la
Medicina cuenta con elementos sobra-
dos para atacar dicho mal.
Saber más que las culebras.
Ser muy sagaz en provecho propio.
CULEBRAZO.— Dar culebrazo.— Véa-
se Dar CULEBRA.
CULEBRÓN. — Ser un culebrón.
Persona astuta y solapada. — Úsase
con la terminación femenina, como mu-
jer intrigante y de mala reputación.
CULERO. — Ser uno un culero.
Persona perezosa, que hace las cosas
quedándose a la zaga.
Lavar culeros, mas no enjuagamerdar.
Aconseja hacer las cosas bien, y no
frangolladamente.
CULITO
— 275 —
CULO
CULITO. — Quien no castiga eolito, no
castiga culazo.
Los padres que no tratan de corre-
gir las faltas en los hijos cuando son
pequeñas, tampoco enmiendan éstas
cuando son mayores.
CULO. — Ahueca el calo.
Expresión vulgar con que se le indi-
ca a una persona que se levante o au-
sente del sitio que ocupa. — Tal vez alu-
da a la costumbre que tienen las muje-
res de arreglarse por detrás las faldas
al levantarse de un asiento, por causa
de haberlas chafado con el peso del
cuerpo.
Arrastra el culo/cr un zarzal.
Familiarmente se suele contestar con
este dicho al que en ciertos juegos de
cartas dice ¡Arrastro!, mayormente si
con semejante acto causa perjuicio al
que tiene que jugar después.
Azotar y dar en el culo, todo es uno.
Expresa que aunque se empleen pe-
rífrasis para decir algunas cosas, com-
prendemos perfectamente el sentido
crudo de ellas.
Culo veo, culo quiero. Algunos añaden
jocosamente: culo vi, culo quisí.
Modo de motejar a una persena de
antojadiza y amiga de imitar todo lo
que ve.
Dar uno con el culo, o de culo, en las
goteras.
Quedarse pobre por haber disipado
en poco tiempo todo el caudal que tenía.
El que tiene culo, tiene susto. — V. El que
tiene trasero, tiene miedo.
Es cotno el culo, que no sirve más que
para una cosa.
Dícese de aquellas personas que no
tienen aptitudes para nada importante.
Hacer un culo de pollo.
Costura mal hecha en una tela o en
la media, de modo que sobresale y
abulta.
Más vale culo, o espalda, de herrero que
cara de carpintero.
Menos daño pueden causar las chis-
pas al espectador que está detrás de
un herrero, que las astillas al que se
encuentra situado delante de un car-
pintero.
No te ensanches, culo, que no es para ti
la ayuda. — V. ¡Para ti se peyó' el cura!
Pon tu culo en concejo, y unos dirán que
es blanco y otros que es negro.
Expresa cuan difícil es hallar dos
personas que sean del mismo parecer
o modo de pensar. — También se dice,
más cultamente: Pon lo tuyo en conce-
jo, etc.
¿Que' le va el culo al pulso?
Da a entender que no existe seme-
janza alguna entre dos objetos que se
trata de comparar entre sí. — También
a igual propósito se suele decir: (Qué
tie?ie que ver el culo con las témporas?
¿Qué queréis? — Que en el culo me beséis.
Refrán de chunga, muy usado, sobre
todo, en el tiempo de Carnaval.
En la colección de Cuentos, etc., ara-
goneses del general Nogués (Un solda-
do viejo, natural de Borja) se inserta
(segunda serie, págs. ioo 101) la narra-
ción que transcribo aquí a la letra :
«Un arzobispo de Burgos mandó a
preguntar a la abadesa del famoso mo-
nasterio de las Huelgas, de dicha ciu-
dad, si podría ir a visitarla, aunque sa-
bía no tenía jurisdicción sobre ella. Le
contestaron se reunirían las monjas en
capítulo, lo determinarían y señalarían
día y hora. Llegó el arzobispo al con-
vento, llamó, y le previnieron que para
dejarle entrar lo acordarían antes las
religiosas. Abriéronse las puertas, lo
detuvieron en la escalera, esperó per-
miso para subir, y lo mismo le sucedió
antes de introducirlo en la sala capitu-
lar. En ella se hallaban todas las mon-
jas sentadas en magníficos sillones, pre-
sididas por la abadesa, que usaba mitra
y báculo y gastaba antiparras de oro, la
cual, después de hacer señal al prela-
do para que lo verificase en un pobre
banquillo de madera puesto en medio
del salón, como si fuera un criminal
que iban a juzgar, le interrogó con voz
gangosa :
> — Arzobispo, ¿qué queréis?
>Este se levantó, volvió la espalda,
se arremangó los hábitos, y contestó :
> — Que en el ... me beséis.
» Aseguran, porque la respuesta está
en carácter, que el arzobispo era ara-
gonés. Pero no es probable : le habría
faltado la paciencia antes de sentarse
en el banquillo.
CULÓN
— 276 —
CULTO
» El cuento anterior se inventaría
para dar a conocer el orgullo excesivo
de las Huelgas de Burgos.»
Hasta aquí el autor citado.
Eran tantas y de tal calidad las pre-
rrogativas de que disfrutaba la supe-
riora de aquella Comunidad, que sin
temor de incurrir en error, se puede
asegurar que ejercía una jurisdicción
casi episcopal. El sabio doctor D. Vi-
cente de la Fuente decía que si el Papa
pensara en casarse algún día, no halla-
ría en todo el orbe persona más digna
ni autorizada que la abadesa del Real
Monasterio de las Huelgas, de Burgos.
c- Qué tiene que ver el culo con las témpo-
ras?, o con las témporas del año?
Expresión usada cuando se corta una
conversación con otra que no tiene re-
lación alguna con la primera, y también
en los casos en que se quiere sacar una
conclusión totalmente ajena a las pre-
misas. — V. ¿Qué le va el culo al pulso?
Quien mucho se baja, enseña el culo, o el
culo se le ve.
Recomienda que la sumisión y hu-
mildad no debe degenerar en bajeza.
Quítasele el culo al cesto y acabóse el pa-
rentesco.
En cuanto falta el motivo del inte-
rés, suele cesar la amistad, correspon-
dencia o cariño.
Sacar, oponerse, el culo del cofre. Algu-
nos añaden : y la tapa encima. — V. Sa-
car, oponerse, los trapitos de cristianar.
Ser un culo de vaso.
Piedra falsa que imita a alguna de las
preciosas.
Tener culo de ?nal asiento.
Frase proverbial con que se moteja
a las personas inconstantes en sus de-
terminaciones, a semejanza délas vasi-
jas que, teniendo el fondo o base en
desnivel, se están moviendo un buen
rato antes de que el centro de grave-
dad las haga fijar últimamente.
Todo lo paga el culo del fraile.
Modo de dar a entender que a uno
le echan cargas y trabajos que debían
repartirse entre varios, o que de ordi-
nario le achacan a uno culpas ajenas.
CULÓN. — Ser un culón.
Aplícase semejante calificativo a los
soldados inválidos.
CULPA. — Agrave culpa, suave reprensión.
Recomienda la moderación en el cas-
tigo, aunque la falta sea grande; si el
que la ha cometido lo reconoce, com-
prende la benignidad con que se le tra-
ta y, avergonzado, no volverá a come-
terla; si el castigo es duro, basta para
enojar más al que la sufre, y por des-
pecho, cometerla doble.
Culpa no tiene quien hace lo que debe.
El que cumple con su obligación no
es responsable de las resultas que pue-
dan sobrevenir.
Echar la culpa a una persona o cosa.
Atribuirle la circunstancia de ser cau-
sante de esto o de aquello.
Echar la culpa a uno.
Atribuirle una falta o delito que se
presume ha cometido.
Ecliar uno la culpa a otro.
Disculparse de la falta o delito de
que se le acusa, imputándolo a otro.
El que ama la culpa aborrece su vida.
Afea la enormidad del pecado.
La culpa del asno no se ha de echar a la
albarda.
Se aplica a las personas que por no
confesar su ignorancia, y para discul-
par sus yerros y defectos, los atribu-
yen a otros que no han tenido parte en
ellos.
Lo que fué por tu culpa no tiene disculpa.
Recomienda al que ha 'causado un
daño que no trate de aminorarlo, pues
nadie ha de reconocerle atenuantes.
Por culpa de la bestia mataron al obispo.
A veces, como suele decirse, pagan
justos por pecadores.
Tener uno la culpa de una cosa.
Haber sido causa de que suceda.
Mira tus culpas y penas, y no mires las
ajenas.
Recomienda que se preocupe uno de
sus asuntos antes que de los extraños.
CULPABLE. — Culpable absuelto, juez
culpable.
La venalidad de algunos de los en-
cargados de administrar justicia es cau-
sa de que no pocos de los que debían
ser condenados gocen de libertad.
CULTO . — Para el culto de este santo
templo.
Aplícase a los que piden con el pre-
texto de remediar infortunios u otras
CUMPLIDOS
— 277 —
CUNA
obras de caridad, cuando realmente lo
hacen para su lucro personal. — Tiene
su origen en el dicho de aquel pobre
que pedía a la puerta de una iglesia
para el mantenimiento de ella, según
rezaba en un cartel que le pendía so-
bre el pecho, y acompañaba su peti-
ción dándose golpes, no sobre la tabli-
lla, sino sobre su abultado vientre.
CUMPLIDOS.— £/ mejor de los cumpli-
dos es no hacer ninguno, o no tenerlos.
Dícese a aquellas personas tan suma-
mente amigas de la etiqueta, que llegan
a molestar con su exageración.
CUMPLIMIENTO.- Cumplimiento sin
gota de cera.
Trabajo sin provecho. — Es frase usa-
da en la provincia de Murcia.
Estar, o ir, de cumplimiento.
Recibir o hacer una visita de pura
ceremonia.
Ofrecer una cosa de, o por, cumpli-
miento.
Por pura ceremonia, en la confianza
de que no se aceptará la oferta.
¡Cumplimientos!... Cumplo y miento.
Indica que la mayor parte de ellos
son falsos, pues el que los hace no
suele sentir lo que dice.
CUMPLIR. — Con la familia, o con los de
casa, o con los suyos, etc., siempre se está
cumplido.
No hay peor recomendación que aque-
lla en que interviene el parentesco o la
familiaridad, porque la confianza sacude
de sí fácilmente todo linaje de conside-
raciones, atendiendo tan sólo a los com-
promisos que le imponen los respetos
sociales.
Cumpla yo y tiren ellos.
Aconseja que cada uno debe cumplir
con su obligación sin reparar en res-
petos ajenos. — También significa que
uno hace alguna cosa por cumplir.
Cumplir con uno, o con una cosa.
Satisfacer la obligación o cortesía que
se tiene para con él, con su capri-
cho, etc.
Cumplir con todos.
Hacer a cada uno el obsequio que le
corresponde.
Cumplir uno por otro.
Hacer una expresión o cumplido en
nombre de otro.
Hacer alguna cosa/or cumplir.
Por cortesía, o por no caer en falta.
CUMQUIBUS. — Tener mucho cumqui-
bus.
Ser rico; poseer mucho dinero. — En
el estilo familiar se emplean como mo-
dismos castellanos varias locuciones
latinas, muchas de ellas procedentes
del latín eclesiástico, en su recto signi-
ficado unas veces y alterándose otras;
pero siempre en consonancia con la
idea que representan, restos venera-
bles de la culta latiniparla. En el pre-
facio de la misa se dice: Cum ouibus et
nostras voces ut admitli juicas depreca-
mur supplici con/esione dicentes, refirién-
dose la primera parte de la frase nada
menos que a los Ángeles, las Domina-
ciones, las Potestades, los Cielos, las
Virtudes de los Cielos y los bienaven-
turados Serafines, para que el Señor se
digne admitir nuestra humilde confe-
sión al llamarle tres veces santo; como
si se dijera: «Señor, lo que inclinará
acaso en favor nuestro la balanza es
el cumquibus, pues nuestras voces son
harto débiles para que las oigas.» Y
como de tejas abajo lo más importante
para los que tienen salud es el dinero,
de ahí que se tomara como sinónimo
de éste la palabra cumquibus.
CUNA. — Ennoblece la cuna al hombre, pero
más conquistarse un nombre.
Manifiesta que la verdadera nobleza
es la que cada uno adquiere con la ri-
queza del propio trabajo.
Lo que se aprende en la cuna, siempre
dura.
Las costumbres que se adquieren en
la niñez, no se olvidan tan fácilmente,
ni se dejan.
No olvide su cuna quien haga fortuna.
Contra aquellos que siendo de hu-
milde origen llegan a ser acaudalados,
y entonces tratan con desprecio a los
que son menos que ellos, sin recordar
sus principios.— No olvidaré jamás, aun-
que calle su nombre, a un acaudalado
banquero que conocí siendo muy joven,
que vino desde el Noroeste de España
a Cádiz, desempeñando el oficio de
mozo de cuerda. Cuando a fuerza de
honradez y trabajo llegó a manejar mi-
llones, mandó hacer una palanca de
CUNEARSE
— 278
CUREÑA
plata maciza, que colocó en el lugar más
visible de su suntuoso despacho y que
mostraba con orgullo a todos los que
iban a visitarle.
CUNEARSE. — Cunearse una persona.
Moverse de un lado para otro; ba-
lancearse.
CUNERO. — Ser un cunero.
Se dice del diputado a Cortes im-
puesto por el Gobierno en un distrito
donde no le conocen.
CUÑA. — No hay peor cuña que la de la
misma madera, o del mismo palo.
Por lo regular, ninguno es peor para
enemigo que el que ha sido amigo,
compañero, etc., o es del mismo oficio
o familia.
Ser buena, o mala, cuña.
Aplícase a toda persona gruesa que
se introduce entre varias otras que se
hallan bastante apretadas, con lo cual
proporciona la molestia consiguiente a
las demás. — Dícese en el primer con-
cepto de la persona a quien se interpo-
ne como recomendación para el logro
de un negocio o empresa.
Donde no valen cuñas, aprovechan uñas.
Lo que no se consigue por la fuerza,
se logra con maña e industria.
CUÑADO. — Al cuñado, acúñalo; y al pa-
riente, ayúdalo.
Indica el trato que debe dárseles,
respectivamente.
¿Cuñados e?i paz y junios? No hay duda
que son difuntos.
Explica la enemistad con que suelen
vivir entre sí los cuñados.
CUPIDO. — Quien se burle de Cupido,
presto llorará rendido.
Manifiesta que los que más se ríen
del amor, suelen ser los que más pron-
to se ven presos en sus redes.
Ser un Cupido, o más enamorado que
Cupido.
Dícese del hombre que se enamora
con suma facilidad de cuantas mujeres
ve o trata.
CURA. — ¡Bueno está el cura para ser-
mones!
Expresión que se usa cuando a una
persona que está disgustada o pre-
ocupada por sus asuntos, reprende
otra por cuestiones que no le intere-
san tanto.
Cuando el cura lo dice, estudiado lo tiene'
Significa que lo que una persona
dice, lo sabe de buena tinta y no hay
que ponerlo en duda.
Cura nuevo, santos bailando, o en danza.
Por lo regular, el que toma posesión
de un destino, empieza por introducir
alguna variación o novedad en el régi-
men de su dependencia respecto a lo
establecido por su antecesor.
No se acuerda el cura de cuando fué sa-
cristán.
Reprende a aquel que habiendo sido
elevado a un empleo o alta categoría,
o no hace caso de los de su antigua es-
fera^ castiga con rigor los defectos que
él cometió y debe disimular.
¡Para ti se peyó el cura! Algunos añaden:
Y dijo : Para la criatura.
Frase empleada para quitar la ilusión
que uno se ha forjado de que es para
él aquello de que se trata.— V. Limpíate
la boca, que la tienes de huevo, o No te
compongas, o No te ensanches, culo, que
no es para ti la ayuda.
Sucederle a alguno lo que al cura de Tre-
bujena, que se murió de sentir penas
ajenas.
Contra los que se preocupan por lo
que no les va ni les viene.
Cuando los curas se van a peces, ¿qué ha-
rán los feligreses? — V. Si el prior juega
a los naipes, ¿qué harán los frailes?
Los curas, de las muertos viven.
Porque cobran los entierros, funera-
les y misas de difunto.
CURA. — Alargar uno la cura.
Prolongar sin necesidad un negocio,
cuando al que lo alarga se le sigue de
esto alguna utilidad.
Encarecer uno la cura.
Exagerar lo que hace por otro, para
que éste se lo agradezca o recompen-
se más.
Entrar, o meterse, o ponerse, uno en cura.
Emprender o empezar la curación
de un achaque o enfermedad crónica.
CURAR. — Como te curas, duras.
Recomienda cuánto conviene el cui-
darse bien para prolongar la vida.
CUREÑA. — A cureña rasa.
Al natural, sin nada sobrepuesto,
aplicándose también a todo aquello que
carece de cubierta, defensa o abrigo.
CURIANA
279 —
CUTIS
«Quitó las barbas de los farsantes,
•que hasta entonces ninguno represen-
taba sin barba postiza, e hizo que todos
representasen a cureña rasa, si no era
los que habían de representar los vie-
jos u otras figuras que pidiesen mu-
danza de rostro.» (Cervantes, prólogo a
sus Comedias.)
•CURIANA. —Parece que le han chupado las
curianas.
Dícese de toda persona escuálida,
aludiendo al estado de consunción en
que vienen a quedar los pollos, cuando
les chuparfla sangre por el ano, las cu-
rianas, cucarachas o correderas.
CURRITO. - No me diga usted Currito,
porque me derrito.
Manera de indicar a una persona,
sobre todo si es del sexo bello, que no
nos alabe o ensalce más.
-CURRUTACO. - Don Currutaco, cada
uno fume de su tabaco.
Expresa que cada uno debe valerse
de sus medios, sin contar con los de los
demás, abusando así de lo ajeno.
Ser un currutaco.
Persona muy afectada en el uso ri-
guroso de las modas.
CURSI. — Ser un cursi.
Dícese de la persona que presume
de fina y elegante sin serlo. — Aplíca-
se también a lo que, con apariencia de
elegancia o riqueza, es ridículo y de
mal gusto. El origen de la palabra es
el siguiente:
A mediados del siglo pasado vivía
en una de las más bellas ciudades de
Andalucía una familia que llevaba el
apellido de Sicur, parte de la cual la
componían varias hermanas que, vis-
tiendo con lujo, lo hacían con ridicula
afectación, atendidas las leyes de la
despótica e inexorable moda. Unos jó-
venes de buen humor, pertenecientes
a las clases más distinguidas de aquella
localidad, aficionados a burlarse hasta
de su sombra, y que para entenderse
mejor, en sus reuniones privadas habían
adoptado un lenguaje especial tan sólo
de ellos conocido, consistente, por lo re-
gular, en el uso de la metátesis, dieron
en llamar cur-si a toda persona que en
su modo de vestir lujoso, pero desgar-
bado, era una viva imitación de aque-
llas señoras, así como a todo objeto
chocarrero o poco elegante, aun cuando
de valor.
CURSOS.— Cursos, o pujos, por mayo, sa-
lud para todo el año.
A la llegada de la primavera es con-
veniente depurar la sangre por medio
de un purgante ligero. Si la naturaleza
obra por sí misma, haciendo los efectos
que había de producir la medicina,
tanto mejor.
CURTIR.— Estar curtido en una cosa.
Estar acostumbrado a ella, o diestro
en hacerla.
CUTIS. — Delicado de cutis, pero no de con-
ciencia.
Aplícase a aquel que no tolera se le
falte o moleste en lo más mínimo, mien-
tras él se comporta atropellada o injus-
mente con los demás.
Ser delicado de cutis. — V. Ser blando de
carona, segunda acepción.
CH
CHACOTA. — Echar uno a chacota una
cosa.
Meterla a bulla, desentendiéndose de
ella. — Con el verbo hacer y la prepo-
sición de pospuesta, significa burlarse,
reírse o mofarse de ella.
CH AF ALDIT AS.— Dejarse de, o no andar
con, chafalditas.
Hablar seriamente. — Dejarse de bro-
mas o tonterías.
CHAFALMEJAS. — Ser un chafalme-
jas.
Persona tonta, insubstancial, de poco
respeto y a veces hasta despreciable.
CHAMBA. — Acertar por chamba.
Hacer o salir una cosa por casuali-
dad. — Está tomada esta frase del jue-
go de billar, en que se llama así la ca-
rambola que sale, no porque el juga-
dor la hubiese pensado, sino porque las
bolas se reunieron fortuitamente. De
aquí el llamar chambón al mal jugador
que hace las carambolas de esa ma-
nera.
CHAMORRO. — Tío Chamorro, eso me
ahorro.
Expresión usada cuando, teniendo
que hacer algún gasto, se encuentra
uno con que no es así, porque otro lo
ha hecho ya por nosotros, porque es
más barato de lo que creíamos, o por
cualquiera otra circunstancia que nos
exime del pago.
CHAxMUSCADO.— Estar chamuscado.
Dícese de la persona que está indi-
ciada o tocada de algún vicio o pasión.
CHAMUSQUINA. — Oler a chamus-
quina.
Frase empleada cuando se teme que
un asunto acabe mal, como una dis-
puta acalorada, etc. — Aplícase también
a los discursos, palabras u obras con
tendencias heterodoxas.
CHANA. — Para lo que es Chana, buena
es Juana.— V. Para quien es padre, bás-
tale madre.
CHANADA. — Jugarle a uno una cha-
nada.
Hacerle una jugarreta; chasquearle,,
irrogarle a sabiendas algún perjuicio.
CHANCLETA. — Ser un chancleta.
Dícese de la persona poco hábil en
la ejecución de una cosa.
CHANCLO. —Desde que te vi con los chan-
clos de palo, dije para mi: ¡Malo, malo,,
malo!
Da a entender que augura uno mal
de alguna persona o cosa, fundado en
los antecedentes desfavorables que tie-
ne a la vista.
CHANCHO. — Chancho limpio nunca en-
gorda.
El que procede recta y honradamen-
te en la administración de caudales, no
se enriquece.
Quedar uno como un chancho.
Comportarse de una manera baja y
ruin.
Hacer callar a un chancho a azotes.
Poner medios inoportunos para con-
seguir un fin, como ocurre con el cer-
do, que mientras más le pegan, más-
grita.
CHANZA. — En chanza o en veras, con tu
amo no partas peras.
Encarece el respeto que debe tener-
se a los superiores, aunque éstos, por
bondad, parezca que dan ciertas con-
fianzas.
Entre chanza y broma. — V. Burla bur-
lando, o Entre burla y juego, o En tono-
de BROMA.
Chanzas, cuantas quieras; pero no llegar
a las alforjas, que se desmigaja el pan. —
V. No hay amigo ni hermano si no hay
dinero de mano.
CHAO
— 281 —
CHICO
No estar para chanzas.
No tener ganas de sufrir bromas. —
Estar de mal humor.
CHAO. — Eso es chao, chao.
Úsase para indicar que una persona
emplea mucha palabrería; siendo equi-
valente a tarabilla, verbosidad, facun-
dia, garrulería, charla, etc. Es frase
anticuada, pero clásica, pues puede ver-
se usada en Quevedo, Mendoza y Co-
rreas.
CHAPA. — Ser alguna persona de chapa,
o chapada.
Ser persona formal, juiciosa.
CHAPADO. — Estar chapado a la an-
tigua.
Dícese de la persona apegada a ideas
o costumbres añejas.
CHAPARRÓN. — Aguantar el chapa-
rrón.
Sufrir resignadamente lo que digan
y hagan otros en contra nuestra cuan-
do es con fundamento, o cuando nos
conviene usar de prudencia.
CHAPÍN. — Con deseos de chapín, metí los
pies en un celemín. — V. Por falta de
chapín metí mis pies en un celemín.
Por falta de chapín metí mis pies en un
celemín.
Dícese de aquellos que, deseosos de
algo, no reparan en los medios de sub-
sanar su falta.
Poner chapines, o en chapines.
Antiguamente equivalía a casar a una
doncella o ponerla en estado. — Elevar
a uno a dignidad o puesto superior a
sus merecimientos.
CHAPITEL. — A los más altos chapite-
les amenaza el rayo.
Indica que las personas de posición
más elevada son las expuestas a des-
cender de su fortuna; golpe tanto más
sensible cuanto mayor sea ésta.
CHAPUZA. — Caer una chapuza.
Trabajar en una cosa de poca mon-
ta.— Hacer una cosa mal, de mala gana.
CHAPUZÓN. — Darse un chapuzón.
Remojarse en el agua, especialmente
cuando es de un modo inesperado.
CHAQUETILLA. — Ser argumento, o ló-
gica, o raciocinio, etc., de chaquetilla
ajustada.
Ser tan clara y evidente una cosa,
que no admite réplica.
CHARADA. — Ser una charada. —Véa-
se Ser un jeroglífico.
CHARCO. — Charco de granizo, hiél y
romadizo.
Indica lo perjudicial que son para la
salud las aguas que proceden de las
granizadas.
Pasar el charco.
Se da familiarmente el nombre de
charco al mar; de ahí la frase prece-
dente, que significa embarcarse, nave-
gar o haber navegado, etc.
CHARLATÁN.— Charlatán j' valentón,
dos cosas en una son.
Manifiesta que los que echan muchas
bravatas y profieren más amenazas son
los que, llegado el momento de mostrar
su valor, hacen menos.
CHAROL. — Calzarse uno las de charol-
Obtener suerte favorable en un ne-
gocio, especialmente si es inesperadav
Darse uno charol.
Darse una importancia que no se me-
rece. — V. Darse tono.
CHARRA. — Estar, o ir, bien charra una
persona.
Presentarse adornada con perifollos
extravagantes, colores chillones, inusi-
tados atavíos, etc. — Se usa casi exclu-
sivamente hablando del bello sexo.
CHATO. — A los chatos los tienta el dia-
blo siete veces al día.
Expresa, infundadamente, que son
gente de malas inclinaciones.
CHAVETA. - Perder la chaveta.
No saber alguno lo que se hace;
obrar a tontas y a locas; disparatar,
desatinar; portarse como si realmente
hubiera perdido el juicio o careciera
de sentido común.
CHICA. — Con chica brasa se enciende una-
casa.
Pequeñas causas suelen producir
grandes efectos.
Haber chica con grande. — V. Arroz y
gallo mt/erto.
CHICO. — Chico con grande.
Expresión de que se usa cuando se
trata de ajustar, vender o despachar
algunas cosas desiguales en tamaño o
calidad.
Chico de plaza, chico de mala raza.
Significa que los muchachos que se
crían en la calle sin el cuidado directo
CHICHA
CHINCHE
de los padres, suelen salir mal educados
por los resabios que cogen, así como
por los ejemplos nada edificantes que
tienen a la vista.
Chico llorón, boca abajo y bofetón.
Procedimiento recomendado para co-
rregir a las criaturas que tienen el vicio
de llorar mucho y por cualquier cosa. —
Excusado es decir que la palabra bofe-
tón debe entenderse por azote.
Be chico dirás, o verás, qué grande harás.
La índole o condición de una persona
se suele revelar desde la infancia.
Estar como chico con zapatos nuevos.
Dícese de la persona que manifiesta
mucha alegría por algo que le han dado,
le ha sucedido, etc.
Hacer chico a uno.
Menospreciarle, rebajarle; no tenerle
para nada en cuenta.
Más contento que chico con palma en día
de Ramos. — V. Estar como chico con
zapatos nuevos.
Ni ofrezcas a chico, ni pidas a rico.
En el primer caso no nos dejará en
paz hasta que cumplamos la oferta; en
el segundo (salvo raras, pero honrosas
excepciones) no conseguiremos nada.
Si de chico eres tan bruto, ¿qué será cuan-
do mayor?
Pronóstico, no muy desprovisto de
razón, que se suele dirigir a los que en
sus cortos años no muestran condicio-
nes muy recomendables.
*SV eres chico y vas cotí un grande, no ha-
brá quien te hable .
Satiriza a aquellos que, por frecuen-
tar el trato de personajes, llegan a in-
fatuarse hasta el punto de creerse su-
periores a los demás mortales.
CHICHA. — No ser uno, o una cosa, chi-
cha ni limoná (limonada).
No tener carácter determinado. — No
servir para nada.
Ser alguna cosa de chicha y nabo.
Dícese de las cosas que son de poca
importancia o despreciables.
Tener pocas chichas.
Ser de pocos alientos; tener pocas
carnes o fuerzas.
CHICHARRA. — Cantar como una chi-
charra.
Dícese del que canta mucho y mal,
importunando a los oyentes.
Cantar la chicharra.
Hacer gran calor. — Alúdese a que en
el verano es cuando más canta este in-
secto.
Hablar uno como una chicharra.
Refiérese a las personas que hablan
exageradamente, muy de prisa y sin
dejar meter baza a los demás.
CHICHARRÓN. — Estar como un chi-
charrón.
Aplícase a la carne u otra vianda
cuando está muy requemada, y tam-
bién a las personas cuyo cutis se halla
muy tostado por el sol.
CHICHOS. — Chichos y calabazón, cuan-
do no los tengo al fuego, apúsllame el co-
razón.
Refrán asturiano que indica que cuan-
do al campesino le faltan los chicharro-
nes y los calabacines, carece de lo prin-
cipal en las comidas.
CHILENO. — ¿Chileno y bueno?... El que
no se lleva el bozal, se lleva el freno.
Indica lo ladrones que son los gau-
chos chilenos que hacen sus correrías
por las regiones de los Andes.
El chileno que no se va con la muía, se va
co?i el freno.— V. ¿Chileno y bueno?..., etc.
CHILINDRINAS.— Dejarse de chilin-
drinas.
No estar para bromas.
CHILLADO. — Estar para chillado.
Ser digno de que se le alabe. - Acla-
marlo con palabras entusiastas y cari-
ñosas.
CHIMENEA. — Caerle a uno una cosa por
la chimenea.
Lograrla cuando menos la esperaba,
y sin haber hecho trabajo alguno para
conseguirla.
CHINA. — Tocarle a uno la china.
Corresponderle lo más malo en algún
asunto.
CHINCHE.— Ser más pesado que un chin-
che.
Aplícase al sujeto por extremo por-
fiado y enojoso, con alusión al insecto
de este nombre, que en tanto que es
perseguido y no cogido por el pacien-
te, vuelve a picar siempre en el mismo
sitio donde lo hizo por vez primera.
Ser uno un chinche.
Dícese de toda persona que es mo-
lesta o fastidiosa.
CHINO
— 283
CHISME
Tener uno chinche en el ojo.
Estar apercibido para no dejarse en-
gañar.
.¡A volar, que hay chinches!
Modo festivo de decirle a uno que
se dé prisa en lo que está ejecutando,
■o que se ausente luego del sitio en que
se halla.
Caer, o morir, como chinches.
Frase ponderativa que se emplea
para demostrar una gran mortandad,
bien en una batalla, bien en una epide-
mia, accidente, etc.
.No haber más chinches que la manta
llena.
Pondera la excesiva abundancia de
alguna cosa molesta y perjudicial.
Tener uno de chinches la sangre.
Ser sumamente pesado, incómodo,
fastidioso y calmoso.
CHINO. — Engañar a uno como a un chino.
Aludiendo a la opinión, poco funda-
da, de que los chinos son simples, equi-
vale a burlarse de uno aprovechándose
de su inocencia.
Tener la cabeza más pelada que un chino.
Aplícase a la persona que está com-
pletamente calva o rapada, aludiendo
a la costumbre que tienen los natura-
les de la China de afeitarse la cabeza,
dejándose tan sólo un copete o tupé; o
bien a la lisura de las piedras redondas
y peladas que sirven para cubrir el suelo
de las calles, tal vez llamadas chinos por
la conformidad que presentan con la
cabeza de los naturales del citado país.
¿Somos chinos?, o ¿Somos como los chi-
nos?
Pregunta que se dirige a aquel que
pretende engañarnos, para manifestar-
le con ella que no es fácil lo consiga.
CHÍO. — ¿Chio, chio sobre mi trigo}
Da a entender que algunos riñen, se
apesadumbran y discuten sobre lo que
no les atañe, aludiendo al ruido de los
gorriones sobre el trigo ajeno.
CHIQUILLO. — Ponerse como el chiqui-
llo del esquilador. — V. Ponerse como
choto con dos madres.
CHIQUITA. — Es chiquita, pero hon-
dita.
Dícese de todo aquello que, aparen-
tando ser malo, si se estudia interior-
mente, resulta todavía mucho peor.
La que está de condenarse, desde chiquita
no reza.
Manifiesta que cuando ha de suceder
una cosa, todos los antecedentes son
convergentes al mismo fin.
Andarse cotí chiquitas.
Usar de contemplaciones, pretextos,
o rodeos para esquivar o diferir una
medida o una obligación. Casi siempre
se usa en sentido negativo.
CHIQUITO. — Hacerse uno el chiquito.
Disimular lo que sabe o puede hacer,
como sucedería con un chico o niño, de
quien no se podría esperar que dijese
otra cosa.
CHIRIBITAS.-^/for chirlbitas.-Véa-
se Echar chispas.
CHIRINOLA. — Estar de chirinola.
Estar de fiesta o de buen humor.
CHIRIPA. — Tener, o alcanzar, por chi-
ripa.
Hacer suerte; proporcionársele a uno
ocasión de medrar, reponerse, etc. —
Conseguir una cosa por casualidad, o
por chamba.
CHIRLOS. — Adivino, adivinan, chirlos
mirlos, ¿cuántos son}
Dícese para burlarse de aquellas per-
sonas que pretenden darse importan-
cia diciendo que no ignoran nada de
todo lo que pasa.
CHISGARABÍS. — Ser un chisgarabís.
Aplícase al hombre entremetido, bu-
llicioso y de poca importancia, singu-
larmente si es de cuerpo pequeño y de
no muy buena figura.
CHISGUETE.— Echar un chisguete.
Beber un sorbo, una pequeña canti-
dad, generalmente de vino.
Escupir de chisguete.
Lanzar la saliva de medio lado, a lo
majo, provocativamente.
CHISME. — El chisme agrada, pero el
chismoso enfada. — V. La traición apla-
ce, pero no el que la hace.
Ser un chisme.
Dícese de toda persona inútil y des-
preciable.
Ser chismes de vecindad.
Murmuraciones, hablillas y a veces
altercados que versan sobre asuntos
de poca entidad, y que por lo mismo
deben ser despreciados por toda per-
sona sensata. — Dícese también de cata-
CHISPA
284 —
CHORREADERO
panario, con aplicación a los cuentos
de lugar o chismes de pueblo.
CHISPA.— Coger una chispa.
Embriagarse.— Es uno de tantos nom-
bres como se dan a la borrachera, que
quizá es la palabra más bautizada en
nuestro idioma, como lo demuestran
los epítetos de cogorza, curda, filoxera,
melopea, merluza, mona, mordaga, papa-
lina, tajada, toquilla, tranca, túnica, tur-
ca, violtna, etc.
Ser uno una chispa.
Aplícase a las personas ágiles, vivas
e ingeniosas, particularmente si son de
pequeña estatura.
Si quieres que la chispa no te haga daño,
échale un remiendo del mismo paño. —
V. Un clavo saca otro clavo.
Una chispa enciende una llama grande. —
V. Con chica brasa se enciende una casa.
Echar chispas.
Dar muestras de enojo, cólera o furor;
prorrumpir en amenazas, etc.
CHISPAZO. — Recibir un chispazo.
Sufrir una mala noticia de sopetón;
sin estar preparado para recibirla.
CHISTAR. — No atreverse a chistar.
No atreverse a decir nada; a replicar.
Sin chistar ni mistar.
Hacer una cosa sin oponer protesta;
sin decir oxte ni moxte; sin replicar.
CHISTE. — Caer uno en el chiste.
Advertir el fin disimulado con que
se dice o hace alguna cosa.
CHISTERA. — Parecer una chistera.
Dícese vulgarmente de todo sombre-
ro descomunal y en mal estado.
CHITA. — Dar en la chita. - V. Dar en
el HITO.
No dársele a uno dos chitas de una cosa. —
V. No dársele a uno un bledo de alguna
cosa.
Tirar uno a dos chitas. — V. Jugar con,
o tener, dos barajas.
CHITACALLANDO. — Hacer una cosa a
la ch i tac al lando, o a la chiticallando.
Con mucho silencio, sin meter rui-
do, o de modo que no se sientan las
pisadas. — Con toda reserva o con gran
disimulo.
CHIVO. — Parecer un chivo.
Aplícase a los que llevan la barba
larga y puntiaguda, como sucede a los
chivos.
CHOCLO. — Dejar, o encajar, o meter, a
uno el choclo.
Echar a uno la culpa de algo. — Enco-
mendarle un trabajo penoso, que nos-
otros no queremos hacer. — Choclo, en
la Argentina, donde se usa esta frase,
es la mazorca.
CHOCOLATE. — Chocolate que no tiñe,
claro está.
En sentido recto tiene poco uso, si-
quiera aplicado a esa bebida o a todo
líquido, aunque no sea potable, que de-
biendo hallarse más o menos espeso, no
lo está. Tiene, pues, más aplicación en
el terreno figurado, y es, tratándose de
expresar que una cosa es tan evidente
de suyo, que no necesita ser explicada
para comprenderla.
Eso no cuela, o no pasa, ni con chocolate.
Dícese familiarmente de todo aque-
llo que no se presta a ser creído fácil-
mente, o que es de difícil solución. —
Alude probablemente a que ciertas me-
dicinas de sabor desagradable, verbi-
gracia, la jalapa, se hacen más llevade
ras diluyéndolas en dicha bebida.
No se hizo el chocolate para muías de
colleras. — V. No se hizo la mibl para la
boca del asno.
Suprimir el chocolate del loro.
Tratándose de economías, el ahorro
que carece de verdadera importancia,
en atención a no producir resultados
tangibles, y que más bien que de aho-
rro podría ser calificado de tacañería.
CHOCHO. — Estar chocho.
No saber lo que se dice o se hace
una persona, por efecto de la edad, en-
fermedad, etc.— Estar muy enamorado
o atontado de puro cariño.
CHOPO. — Cargar con el chopo.
Ir a servir al rey; ser soldado. — El
chopo equivale al fusil.
CHORLITO. — Ser un chorlito. — Véa-
se Tener cabkza de chorlito.
CHORREADERO .— Es un chorrea-
dero.
Dícese de aquel destino u ocupación
que en cortas, pero repetidas cantida-
des, produce una suma considerable al
cabo de la temporada, a la manera que
el líquido que se sale gota a gota de
cualquier receptáculo, llega por último
a constituir una laguna.
CHORRETADAS
— 285
CHUPAR
CHORRETADAS. — Hablar a chorre-
tadas.
Hablar mucho; muy de prisa; atro-
pelladamente.
CHORRILLO. — Irse uno con, o por, o
tras, el chorrillo.
Seguir la costumbre; dejarse llevar
de la corriente.
Tomar el chorrillo.
Acostumbrarse o habituarse a hacer
una cosa. — Tomar afición, cobrar cari-
ño o apego a la repetición de algo.
CHORRITO. — A echar el chorrito, y a
la pajita. — V. A mear, y a la camita.
CHORRO. — Echarle a uno el chorro. —
V. Ponerle a uno el gorro.
Soltar el chorro.
Hablar impetuosamente o, como sue-
le decirse, por los codos. — Reír a car-
cajadas, con gran estrépito. — Regañar
a una persona por espacio de mucho
tiempo seguido.
Ser como los chorros del oro.
Dícese de las personas que son muy
limpias. — Aplícase también a las cosas,
para expresar que ostentan gran niti-
dez, limpieza y hermosura.
CHOTO.— Choto bien mamado, bien duerme.
Manifiesta que el que tiene todas sus
necesidades cubiertas, no se preocupa
poco ni mucho del porvenir.
Ponerse como choto con dos madres.
Comer o beber exageradamente, a
toda satisfacción del interesado.
CHOTUNO. — Oler a chotuno.
Dícese de aquellas personas o luga-
res que despiden un olor parecido al
del ganado cabrío.
CHOZ. — Dar choz una cosa.
Llamar la atención; causar extrañeza
por su novedad.
^CHUBASCO. — Aguantar el chabasco.
Sufrir con resignación el regaño que
se nos echa.
■Cogerle a uno el chubasco.
Llegar a tiempo de presenciar el re-
gaño que se dirige a otro, tocándole de
paso algunas salpicaduras.
Dejar pasar el chubasco.
Esperar a que pase el mal humor de
una persona, para esquivar el regaño
que nos amenazaba.
Verse venir el chubasco.
Precaver el regaño que está próxi-
mo a estallar por alguna falta que se
ha cometido.
CHUCHA. — No poder con la chucha.
Estar dominado por la pereza. — Sen-
tir el desmadejamiento que producen
el calor, el cansancio, el aburrimien-
to, etc.
CHUECA. — Salirle a uno chueca una
cosa.
No marchar bien el negocio o pre-
tensión que se trae entre manos.
CHUFA. - Echar chufas.
Echárselas de valiente; echar plantas
o bravatas.
CHULA.— Estar más perdido que las chu-
las.
Aplícase a aquel individuo cuya vida
es vagabunda y desastrada, con alusión
a la que llevan las mujeres prostitui-
das. — También se suele significar el
apuro en que alguno se halla por care-
cer de recursos pecuniarios o por no
hallar expedientes hábiles que le sa-
quen del mal paso en que está metido.
CHULETA. — Más vale tirar de una chu-
leta que de una carreta.
Modo jocoso de decir que es prefe-
rible disfrutar de comodidades a sufrir
trabajos.
Soltarle a uno una chuleta.
Pegarle en la cara, no con toda la
mano, sino solamente con los dedos, o
con el dorso de la mano.
CHULO. — O chulo, o marques.
Indica que los términos medios no
son convenientes en ciertas cosas.
CHUPA. — Ponerle a uno como chupa de
dómine.
Insultarle, regañarle de manera vio-
lenta. — Darle una fuerte corrección,
ya de palabra, ya de obra.
CHUPADERITO.— No andarse con, o en,
chupaderitos.
Aconseja no emplear procedimientos
leves para resolver una cosa, sino apli-
car medios eficaces. — No andar con
tonterías.
CHUPADORCITO. — No andarse con, o
en, chupadorcitos. — V. No andarse
con, o en, chupaderitos.
CHUPAR.— Chupar del bote.
Desempeñar un destino cómodo y
bien retribuido, particularmente si es
en alguna oficina del Estado.
CHUPARRESCOLDO
— 286
CHUZOS
Chúpate ¿say vuelve por otra.
Frase empleada cuando se dirige al-
guna pulla, generalmente embozada, a
una persona que está presente.
Yo chupo y tú escupes.
Dícese de aquellos asuntos en que
uno pone todo el trabajo y otro se
lleva toda la utilidad.
CHUPARRESCOLDO. — Ser una cosa
de chuparrescoldo y irágatelascua.
Ser excesivamente notable en su
línea.
CHUPETE.— Ser una cosa de chupete.—
V. Ser de rechupete.
CHURRETE.— Tomar a uno para el chu-
rrete.
Úsase en la Argentina para indicar
que se toma a uno para burlarse de él.
CHURRIA. — Tomar a uno para la chu-
rria. — V. lomar a uno para el chu-
rrete.
CHURRIANA. — Ser como el beneficiado
de Churriana.
Frase de idéntico sentido a la que
enseña que la privación es causa del
apetito. (Véase.) En cuanto al sujeto-
a quien alude la comparación, se dice,
que nadie le conoció ama, moza ni an-
ciana, hasta el día en que se ordenó de
mayores.
CHURRIBURRI. — Ser uno un churri-
burri.
Aplícase a todo sujeto vil y despre-
ciable.
CHUSCAS. — Más hilar y menos chus-
cas.—V. Menos espuma y más choco-
late.
CHUZOS. — Caer chuzos de punta.
Llover o granizar con mucha vio-
lencia.
Echar chuzos.
Echar bravatas; incomodarse dema-
siado.
Tene*~ como chuzos la cabeza.
Aplícase al que, teniendo el pelo
bronco y un tanto corto, se halla com-
pletamente despeinado y con los cabe-
llos hacia arriba, o en punta.
D
DACA. — Andar al daca v toma.
Estar constantemente sosteniendo
altercados y disputas.
DÁDIVA. — Acometer con dádiva.
Pretender sobornar con dinero; ejer-
cer cohecho.
A dádivas no hay acero que resista. —
V. Dádivas quebrantan peñas.
Dádivas quebrantan peñas. Algunos aña-
den: y justicias, por más señas.
Da a entender que con los dones,
regalos o presentes se suelen vencer
las mayores dificultades.
No admitas dádivas, si no quieres enca-
denar tus acciones.
El que acepta un obsequio, queda mo-
ralmente obligado a servir al donan-
te, y asimismo, a veces, a hacer por él
lo que no quisiera, o lo que no sea de
estricta justicia. Contra ello previene el
adagio.
DADO. — Conforme diese el dado.
Explica que en algunas ocasiones de-
ben esperarse los acontecimientos para
arreglar por ellos nuestra conducta.
Correr el dado.
Presentarse la suerte unas veces
próspera y otras adversa.
Cuando te dieren el buen dado, échale la
mano.
Enseña que se deben aprovechar las
ocasiones. -
Dar dado plomado. — V. Echar dado
falso.
Echado está el dado.
Tomar una resolución; determinar-
se a hacer alguna cosa, y esperar los
acontecimientos. — Es, en cierto modo,
el alea jacta est de Aníbal al pasar el
Rubicón.
Echar dado falso.
Procurar un engaño, ya de palabra,
ya de obra.
En saber arrojar el dado consiste la bue-~
na suerte.
El resultado de los asuntos depende
de la manera de tratarlos.
Volverse el dado.
Ponerse las cosas al revés de como
se creía o se quería que sucediesen. —
V. Torcerse el carro.
Lo mejor de los dados es no jugarlos.
Enseña que lo más prudente en todos
los actos de la vida es evitar las oca-
siones, para precaver los riesgos y pe-
ligros.
Saber jugar los dados. — V. Conocer, o
entender, o saber, la aguja de marear.
DAGA. — Llegar a las dagas.
Encontrarse un negocio en el mo-
mento más comprometido.
D AIMD3L. — De Daimiel, ni hombre ni
mujer.
A lo que algunos suelen añadir: ni
agua, si puede ser, con el objeto de ex-
tremar en sentido desfavorable las cua-
lidades, tanto morales como físicas, de
aquella localidad de la provincia de
Ciudad Real.
DAMA. — Dama besada, dama tocada.
La mujer que se deja sobar de los
hombres, está en vísperas de pagar tri-
buto a la flaqueza humana. — V. Dámela
besada y te la daré catada.
Dama, de monte; y caballero, de corte.
La mujer ha de ser criada en el reti-
ro, y el varón, por el contrario, en el ,
seno de la sociedad.
Dama tocada, dama jugada.
Da a entender que así como en el
juego de damas o de ajedrez la pieza
que se ha tocado es preciso jugarla, de
igual manera la mujer que se deja ma-
nosear o palpar del hombre, está en
vísperas de jugar su honor. — V. Dama.
besada, dama tocada.
DAMASCO
2SS
DAÑO
En queriendo la dama, o la novia, y el
pretendiente, aunque no quiera la demás
gente.
Manifiesta lo inútil que resulta el
oponerse a alguna cosa cuando los in-
teresados quieren que se lleve a efecto.
La dama que de noche vela, razón es que
de día duerma.
Refiérese a las cortesanas que, en-
tregándose por las noches a su trato,
dedican el día al descanso.
JLa dama, o la señora, de la media al-
mendra.
Aplícase a las mujeres melindrosas
que hacen asco a todo, y no comen o
beben sino en pequeñas cantidades.
Ser muy dama.
Ser una mujer muy fina, tanto en la
conformación externa como en educa-
ción, modales, instrucción, etc.
Soplarle a uno ¡a dama.
Quitarle la novia. — Casarse con la
mujer pretendida por otro u ofrecida
a él.
Las damas al desdén paree e?i bien.
Enseña que en las mujeres a quienes
dotó la Naturaleza de hermosura, es
ocioso el demasiado esmero en los
adornos. — Advierte también que las
verdaderas gracias de la hermosura son
las naturales, y que para realzarlas se
ha de encubrir el Arte e imitar la Na-
turaleza.
Las damas por delante.
Fórmula de cortesía que expresa el
lugar que debe ocupar el sexo femeni-
no en todos los actos sociales.
DAMASCO. — Damascos, no los comas
con asco; que una vieja los comió y enteri-
tos los cagó, o los echó.
Dicho inventado a placero por mera
recreación, y fundado en el sonsone-
te. — Damascos llaman en Andalucía a
los albaricoques, y matagallegos cuan-
do están verdes y duros.
DANZA. — ; Buena va la danza, doña Ca-
talina!
Manera de expresar el regocijo que
nos causa el ver algún embrollo, pe-
lea o cosa semejante, particularmente
cuando no nos interesa o toca de cerca.
Buena va la danza, y da el granizo en la
albarda.
Dícese cuando uno se está di virtien-
do, sin advertir ni reparar el daño que
se le sigue.
Guie la danza quien la entiende.
Recomienda que se abstengan de in-
tervenir en la dirección de ciertos asun-
tos aquellos que no tienen capacidad,
representación o conocimientos sufi-
cientes para hacerlo.
La danza de Orgaz, siete tamboriles y un
danzante.
Se dice de lo que tiene más aparato
que el provecho que se ha de sacar de
ello.
La danza sale de la panza.
Enseña que antes que divertirse es
comer, puesto que el que tiene hambre
no suele tener ganas de diversiones.
Meterse en danza.
Intervenir en algún asunto. — Empe-
zar una diversión o juerga.
¡Siga la danza!
Expresión por la cual manifestamos
que por nuestra parte puede conti-
nuar lo que se está haciendo, pues no
pensamos intervenir para evitarlo.
¿Tengo alguna danza de monos en la cara?
Dícese a la persona, generalmente
desconocida, que nos mira insistente-
mente, sin quitarnos ojo y con curio-
sidad.
DANZANTE. — ¿El mejor danzante, sin
castañuelas?
Aplícase cuando en un asunto se
prescinde de la persona más apta, o
que había sido la iniciadora de él. —
También se dice: El mejor jugador, sin
cartas. (Véase.)
Ser un danzante.
Dícese de la persona desaprensiva,
sin pundonor, que se mete en todas
partes, haciendo gala de su petulancia
y su poco juicio.
DANZAR. — Danzar en un asunto.
Mezclarse o introducirse en un ne-
gocio. Úsase comúnmente para zahe-
rir al que interviene en lo que no le
toca. — Intervenir en algo, obligado por
fuerza mayor.
DAÑO. — Daño merecido no agravia. .
El que sufre un mal por habérselo
buscado, no debe manifestarse quejoso.
Donde duermas no hagas daño.
Recomienda que se mire con respeto
el lugar en que se nos acoge o admite.
DAR
DAR
Donde es más el daño que el provecho, dad
el trato por deshecho.
Encarece la necesidad de separar-
nos de aquel negocio en que, por ha-
bernos equivocado, salimos perdiendo
en lugar de ir ganando.
El daño hecho, hecho se queda, o El daño
hecho no tiene remedio.
Manifiesta la imposibilidad de volver
sobre lo ya ejecutado.
Hacer más daño que las moscas de San
Narciso.
Frase proverbial que se suele apli-
car a aquel o aquello que causa gran-
des estragos. Su origen es como sigue:
Refiérese en la vida de este santo
•obispo y mártir, natural y patrono de
Gerona, que cuando Felipe III, rey de
Francia, declaró la guerra al monarca
de Aragón Pedro III y tomó aquella
ciudad, en ocasión de estar robando
los soldados enemigos el sepulcro del
santo, salió de este lugar un número
tan considerable de moscas y tábanos
de color azul y verde con listas rojas,
que embistiendo a los jinetes y caba-
llos del rey francés , los envenenó de
tal suerte, que murieron a los pocos
instantes cuantos habían sido picados.
Semejante estrago puso en precipita-
da fuga a los enemigos que quedaron
ilesos, los cuales apenas compondrían
un tercio del ejército derrotado, según
consta en el libro intitulado Crónica de
los reyes de Aragón, que se conserva
en el archivo de Barcelona. Este suce-
so se consigna allí que tuvo lugar en
el mes de septiembre de 1286.
Poco daño, espanta, y mucho, amansa.
Enseña que los contratiempos, cuan-
do son ligeros, no hacen más que cau-
sar alguna perturbación; pero cuando
son grandes, enseñan y corrigen.
Sin daño de barras.
Ejecutarse una cosa sin peligro pro-
pio ni ajeno.
DAR. — A dar, que van dando. — Véase
Dar, que van dando.
Ahí me las den todas. — V. Ahí me las den
todas.
Al que le dan en qué escoger, le dan en
qué entender.
Nota la dificultud que se halla en
atinar con lo más conveniente, cuando
se ha de elegir por el propio conoci-
miento.
A mal dar, tomar tabaco.
Expresa la conformidad con que
deben tomarse las adversidades.
A quien dan, no escoge.
Advierte que el que recibe un be-
neficio debe mostrarse satisfecho, sin
poner faltas a lo que recibe.
Calle el que dio y hable el que tomó.
El beneficio o favor ha de ser pu-
blicado por el que lo recibió, no por
quien lo hizo, pues se rebaja éste mu-
cho al hacer semejante alarde.
Cuando puedo dar, todos se emplean en me
obsequiar.
Indica lo interesada que es la condi-
ción humana, pues se aproxima al que
tiene, y huye del desvalido.
Dale que dale, o que le das, o que le
darás.
Expresiones empleadas para repro-
bar la obstinación o terquedad.
Dame donde me siente, que yo haré donde
me acueste.
Dícese de los entremetidos, que con
poco motivo que se les dé, se toman
más licencias de las convenientes.
Dame,)1 darte he.
Teoría de los que no hacen un favor
más que cuando saben que han de ha-
llar la correspondencia. Es el do ut des
latino.
Dar abajo.
Precipitarse, caer desde alguna altu-
ra. — V. Dar, o pegar, un bajón.
Dar a conocer una cosa.
Manifestarla con hechos o dichos para
que se enteren los demás.
Dar a entender una cosa.
Decirla de un modo velado, pero en
tal forma que se comprenda lo que se
quiere decir y no lo que se dice.
Dar algo bueno. — V. Dar uno una mano
por alguna cosa.
Dar una cosa de comer a uno.
Proporcionarle el necesario sustento
un empleo, oficio, industria u ocupa-
ción cualquiera.
Dar de si.
Extenderse, ensancharse. — Producir
inconvenientes o utilidades las perso-
nas o cosas. — Con negación expresa la
idea de poco talento.
19
DAR
— 290 —
DAR
Dar en blando.
No hallar resistencia para conseguir
lo que se pretende. — Substituyendo el
adjetivo blando por duro, marca, natu-
ralmente, la idea opuesta.
Dar en qué entender a uno.
Ocasionarle algún disgusto o ponerle
en algún apuro. — Dícese también: Dar
en que merecer.
Dar en qué pensar a uno.
Hacerle sospechar que hay en una
cosa algo más de lo que se manifiesta.
Dar en vacio, o en vago.
No lograr el fin que se proponía uno
con una acción o un dicho.
Dar a uno mascada una cosa.
Presentársela casi concluida, o expli-
cada de tal manera que no le cueste
trabajo hacerla o entenderla.
Dar por concluida una cosa.
Considerarla como terminada, aun-
que no lo esté. — Dícese también : Dar
por hecha.
Dar a uno por donde peca.
Redargüirle o zaherirle sobre el de-
fecto en que incurre con frecuencia.
Dar a uno por quilo.
Considerarle desligado de una obli-
gación.
Dar que decir, o que hablar.
Ofrecer ocasión a murmuración y
censura. — Ocupar la atención pública
por algún tiempo.
Dar que hacer.
Ocasionar trabajo, molestias o per-
juicios.
Dar, que van dando.
Manifiesta que se vuelve golpe por
golpe, ofensa por ofensa, palabra mala
por palabra mala, etc.
Darse uno a buenas.
Cesar en la oposición o resistencia
que hacía a una cosa.
Darse uno a conocer.
Manifestarse una persona descono-
cida. — Descubrir su carácter y cali-
dades.
Darse a entender.
Explicarse por señas o en lengua ex-
traña, en términos de ser comprendi-
do.— Insinuarse de modo que se en-
tienda, sin hablar claramente.
Dársela a uno con queso.
Engañarle, pegársela.
Dársele a uno algo, poco, mucho, etc., ae
una cosa.
Importarle de ella en la proporción
que cada uno de los adverbios marca.
Dársele a uno tanto por lo que va como
por lo que viene.
Quedarse tranquilo ante los aconte-
cimientos, por no importarle nada lo
que suceda o pueda suceder.
Darse por buenos.
Hacer las paces los que habían dis-
putado o reñido sobre alguna cosa.
Darse uno por entendido.
Manifestar por señas o verbalmente
que ha comprendido o está enterado
de algo. Úsase casi siempre con ne-
gación.— Corresponder a una atención
o fineza con las gracias o recompensas
habituales. — Responder al caso, satis-
faciendo a lo que se pregunta o habla.
Darse uno por sentido.
Resentirse o formar queja contra otro
por un desaire o agravio recibido.
Darse uno por vencido.
Dícese cuando uno no atina ni res-
ponde a la pregunta obscura que se le
ha hecho, particularmente cuando no
acierta alguna adivinanza o quisicosa.
Dar sobre uno.
Acometerle furiosamente.
Dar tras uno.
Perseguirle, acosarle con furia o gri-
tería.
Dar v tomar.
Discurrir, altercar.
Da y ten, y harás bien.
Enseña que se debe ser liberal, pero
con prudencia.
Dé donde diere.
Úsase para denotar que se habla u
obra a bulto, sin reflexión ni reparo, y
a salga lo que saliere.
Donde las dan, las toman. Algunos agre-
gan : y callar es bueno.
Enseña que al que hace un daño, una
burla o habla mal, se le suele pagar en
la misma moneda. La segunda parte es
también lógica, pues nadie tiene dere-
cho a quejarse de que hagan con uno
lo que él ha hecho primeramente.
El dame de tus parientes, a tu bolsa para
mientes.
Aconseja no condescender con todo
lo que pidan los parientes, porque si
,1
DAR
— 291
DEBER
éstos hallan benévola acogida, acaban
por dejarnos sin nada.
El dar y tener, seso ha menester. — V. Da
y ten, y harás bien.
El que da lo que tiene no está obligado
a más.
Manera de disculpar la cantidad o ca-
lidad de aquello con que se brinda.
El que ha de dar, por los suyos ha de em-
pezar. — V. A los tuyos, con razón o sin
ella.
El que da primero, da dos veces.
Alaba la prontitud del que da lo que
se le pide, o sin necesidad de que se
le pida se anticipa a darlo, siendo así,
por tanto, más agradecido. — También
se suele decir: El que primero llega, ése
la calza.
Harto da quien da lo que tiene. — Véa-
se El que da lo que tiene no está obligado
a más.
Ir, o venir, mal dadas.
Suceder lo contrario de lo que uno
suponía o deseaba. — Salir mal una cosa
o fracasar un negocio. — Se suele usar
en sentido condicional: Por si vienen
7HXl DADAS...
Nadie puede dar lo que no tiene.
No se debe exigir de nadie más de
aquello que esté en su facultad el ha-
cerlo.
No quiero que me lo den, sino que me di-
gan dónde lo hay, que yo lo cogeré.
Aplícase a los aficionados a lo ajeno.
Dícese de cierto amigo de Caco que
diariamente se ponía a los pies de un
crucifijo y dirigía al Señor esta oración:
«¡Señor, yo no es pido que me conce-
dáis riquezas, ni alhajas, ni tesoros: eso
sería demasiado; sólo os suplico que
me pongáis donde las haya, que lo de-
más corre de mi cuenta!»
Quien da, bien vende, si el que recibe lo en-
tiende.
Aplícase a aquellos regalos que se
suelen hacer a personas de quienes es-
peramos recibir un favor, para obligar-
las más, aunque, naturalmente, sin de-
cirles el porqué del obsequio.
Quien da, bien vende, si no es ruin el que
prende.
El que sabe usar de liberalidad gran-
jea con lo que da, si la dádiva no va a
parar a manos mezquinas.
Quien da todo lo que tiene, es digno de ser-
disculpado.
Al que es generoso, no puede cen-
surársele.
Quien esto da, os diera cosa mejor si la
tuviera.
Modo de disculpar la pobreza de lo
que se ofrece.
Quien las da, las tiene.
Galantería que suelen devolver en
Andalucía las personas de buena edu-
cación a la que les acaba de darlas gra-
cias por causa de algún favor recibido.
Si quieres que no te den, antes de darte,
quéjate. — V. Ponerse la venda antes que
salga el grano, o Curarse en salud.
Sólo un dar hay que me agrada, que es el
dar en no dar nada.
Pinta admirablemente el carácter del
avaro o cicatero, de los cuales suele
decirse que, por no dar, no dan ni aun
los buenos días.
Andar en dares v tomares.
Haber contestaciones, debates, alter-
cados y réplicas entre dos o más per-
sonas. Usase también con los verbos
tener o haber.
DARDO. — Ese tira dardo, que se precia
del arado.
Denota que el buen labrador, como
acostumbrado al trabajo, suele salir
buen soldado.
DÁTIL. — Echar los dátiles.
Frase muy familiar, equivalente a
coger una cosa con los dedos.
DEBER. — Debo no rompe panza.
Zahiere a los que no les preocupa lo
más mínimo el tener deudas.
No deber riada una cosa a otra.
No serle inferior.
No todo lo que se debe se paga.
Fuera de su sentido recto, se usa
para denotar que no todo lo que se debe
hacer se hace, desgraciadamente.
Quien debe y paga, no debe nada.
Modo de expresar que si el que ha
recibido un beneficio ha correspondi-
do con otro, no tiene ya por qué estar
agradecido.
Unos hacen lo que deben, y otros deben
lo que hacen.
Tal es el mundo: mientras unos (los
menos) cumplen exactamente con lo
que su deber les dicta, otros (los más)
DECIDOR
— 292 —
DECIR
se lucen a costa ajena por no satisfa-
cer los compromisos que contraen, o
cobran religiosamente (eso si) el suel-
do anejo a un destino cuyas cargas no
levantan en conciencia (eso también).
¡Cuántos trajes, coches, etc., clamarían
por volver a sus respectivos talleres,
si tuvieran movimiento, y cuántas nó-
minas se negarían a ser firmadas a fin
de mes por muchos zánganos, si pudie-
ran hablar!
Cuanto menos debemos, con menos pa-
gamos.
Donde no hay motivo de agradeci-
miento, no hay para qué mostrarse ex-
cesivamente rendido u obsequioso.
Haz lo que debes, y no lo que puedes.
Encomienda la rectitud de concien-
cia en todos los actos de la vida.
Por dondequiera que fueres, sé tú el que
debieres.
Refrán que, aunque jocoso, no deja
de tener sus partidarios. Viene a ser,
en cierto modo, lo que hemos dicho
en Cobra y no pagues, que somos morta-
les. (Véase.)
DECIDOR. — Aunque el decidor sea necio,
el escuchado)- sea cuerdo. — V. A palabras
necias, oídos sordos.
DECIR. — Antes que te digan, digas.
Indica que la mejor manera de evitar
un regaño o tener que dar explicacio-
nes, etc., es regañar o pedirlas primero.
Bien dicho, y a tiempo.
Se dice, irónicamente, cuando se
oye algún despropósito o alguna in-
conveniencia.
Como dijo el otro.
Expresión que se emplea cuando se
quiere poner un ejemplo o hacer una
cita de propia invención, o cuyo autor
no se recuerda o se da por sabido.
(Cómo lo he de decir: cantado o rezado?
Úsase cuando se ha dado una orden
repetidamente, y por olvido, negligen-
cia o mala voluntad, no se cumple.
Como quien no dice nada.
Denota que es cosa de importancia lo
que se ha dicho o va a decirse. — Indi-
ca también no ser nada baladí aquello
de que se trata.
Como si dijéramos.
Empléase para suavizar o explicar lo
que se ha dicho.
Con lo que dices lo atices.
Contra los maldicientes y murmura-
dores, manifestando deseo de que se les
abrase la lengua al atizar la lumbre.
Decir de una hasta ciento.
Decir muchas claridades o desTer-
güenzas.
Decírselo a uno deletreado.
Expresa la necesidad de decir con
la mayor claridad una cosa al que se
desentiende de ella.
De mi ha de ser dicho, pero de otros mu-
chos dijeron.
Indica que no le preocupan a uno los
juicios de los demás.
Dicen que dicen que dicen que ka»
dicho.
Modo de dar a entender que duda
uno de la exactitud o veracidad de
aquello que le aseguran, por cuanto su
relato está basado en sólo referencias
de referencias.
Dicho y hecho.
Expresión mediante la cual se expli-
ca la prontitud con que se hace o hizo
una'cosa.
Diciendo y haciendo.
Modo de advertir que se pasa a la
práctica inmediata tras su enunciación.
¿Digo algo?, o (He dicho algo?
Frase usada para indicar la impor-
tancia o intención de lo que se acaba
de decir.
Digo que digo que donde digo digo no
digo digo, que digo Diego.
Úsase para significar que aquello que
se ha dicho no se debe entender al pie
de la letra, sino con segunda inten-
ción, que la suspicacia del oyente debe
traducir.
Dime con quien andas, te diré quién eres.
Expresa que las compañías indican
claramente las inclinaciones de cada
uno, pues mientras las personas hon-
radas y decentes no se juntan más que
con quienes lo son también, a los que
siguen una vida depravada sólo se les
ve acompañados de gente maleante.
Dime a quién prefieres y te diré quién
eres. — V. Dimb con quién andas, te dirí
quién eres.
El buen decir no cuesta más que la ne-
cedad.
Manifiesta el cuidado que debe po-
DECIR
— 293 —
DEDO
nerse en hablar bien, puesto que no es
más costoso que el hablar mal.
Ello dirá.
Expresión por la cual se deja en sus-
penso un juicio, encomendando al tiem-
po su resolución, como preferible a
hacer hipótesis sobre ella.
Lo dicho, dicho. Algunos añaden : y la
jaca a la puerta.
Expresión con que uno da a enten-
der que se ratifica en lo que una vez
dijo, manteniéndose en ello.
No digamos que digamos. Algunos aña-
den jocosamente : pero tampoco diga-
mos que digamos.
Fórmula familiar que emplea el que
asevera alguna cosa con el objeto de
dar a entender que no intenta exage-
rar en lo más mínimo su aseveración.
No digas lo que quieras, y no oirás lo que
no quieras.
Recomienda que no se deje llevar de
los primeros ímpetus, por justos y no-
bles que sean, el que quiera vivir en
la sociedad tranquilamente.
No lo digo por tanto, o No lo dije por
tanto.
Se refiere a los que andan en tiquis-
miquis para hacer algo.
No mires a quien lo dice, sino a lo que se
te dice.
Conviene ver el alcance de lo que se
diga, no de quien proceda.
¡Qué bien dijo aquel que dijo, cuando dijo
lo que dijo!
Chanza que emplea el sujeto que se
propone tener a otro en expectación,
haciéndole creer que va a decir alguna
sentencia en corroboración de lo que
iba sustentando, y al fin sale con esa
humorada.
Quien dice lo que quiere, oye lo que no
quiere.
Reprende la libertad en hablar sin
reflexión, y enseña que las palabras han
de ser medidas para que no originen
respuestas sensibles o injuriosas.— Véa-
se No digas lo que quieras, y no oirás lo
que no quieras.
Quien dice lo que siente, se expone a sen-
tir lo que dice.— V. Quien dice lo que
quiere, oye lo que no quiere.
Sin otros dijes, arrequives ni zarandajas.
Lisa y llanamente.
Tanto nos lo dirán, que lo creamos, o Tan-
to nos querrán decir, que nos lo hagan
creer.
A fuerza de insistir, en ocasiones se
rinde uno a la evidencia de algo que no
aceptó al principio.
Te lo digo por que no me lo digas.
Se emplea cuando uno cree le van a
decir algo que puede perjudicarle.
¡Tú, que tal dijiste!
Expresa la conmoción que ocasiona
una cosa dicha por otro.
DECLINACIÓN. — Pasar de las decli-
naciones de los nombres a las inclina-
ciones de los hombres.
Pasar de la niñez o inocencia a la
adolescencia o malicia.
DEDADA. — Darle a uno una dedada de
miel.
Dirigirle frases lisonjeras. — Hacerle
concebir esperanzas ilusorias, o conso-
larle de algún fracaso que ha experi-
mentado.— Proporcionarle algún gus-
to anticipado, como prueba del mayor
goce que se le reserva.
DEDAL. — Cuando segares, no vayas sin
dedales.
Antes de acometer una obra, se debe
contar con los elementos o aprestos ne-
cesarios para no salir desairado en su
empresa. — Dedal significa aquí dedil.
DEDILLO. — Saber al dedillo.
Conocer una cosa perfectamente o
sabérsela de memoria.
DEDO. — Alzar uno el dedo.
Levantarlo en señal de dar palabra
o asegurar el cumplimiento de alguna
cosa. — «En los juramentos de los cria-
dos de la Casa Real — dice Covarru-
bias — es una de las ceremonias levan-
tar el dedo índice y el de en medio, lo
que viene de antiguo.»
Asi... como poner un dedo en las nubes.
Término de comparación para exa-
gerar la dificultad de una cosa.
Átatela al dedo.
Expresión usada para burlarse de la
persona que espera alguna cosa sin
fundamento.
Comer, o beber, hasta locárselo con el dedo.
Hartarse de comida o bebida de una
manera exagerada.
Chuparse uno el dedo.
Hacerse el simple o el tonto, fingién-
DEDO
— 294 —
DEDO
dose falto de capacidad para compren-
der una" cosa. — También se dice : Ma-
marse el dedo. Úsase generalmente en
forma negativa.
Dar un dedo de la mano.
Expresa el sacrificio que uno haría
gustoso por conseguir alguna cosa.
Derribar con un dedo a uno.
Pondérase la fuerza de una persona
o la debilidad de otra.
Métanme el dedo en la boca, y verán si
aprieto o no.
Úsase para indicar que no es uno
tonto, como se figuraban.
Ni un dedo hace mano, ni una golondrina
verano. — V. Una golondrina no hace
verano.
Poner el dedo en la llaga.
Conocer y señalar el verdadero ori-
gen de una cosa; el punto difícil de una
cuestión; aquello que afecta a la perso-
na de quien se habla.
Señalar a uno con el dedo.
Notarle por alguna circunstancia o
motivo particular, por lo general no
muy honroso.
Ser uno el dedo malo.
Achacarle todo lo malo que aconte-
ce. — Ser el que presenta la dificultad,
por oponerse a la realización de algu-
na cosa.
Todo va a parar al dedo malo.
Da a entender que no hay desdicha
que no aflija al hombre perseguido por
la mala suerte.
Un dedo a otro, y todos al rostro. — Véa-
se Una mano lava la otra, y ambas la
cara.
Antojársele a uno los dedos huéspedes.
Ser excesivamente suspicaz. — Rece-
larse hasta de su sombra; ver visio-
nes. — Prometérselas felices y verlo
todo color de rosa.
Cogerse uno los dedos.
Salir castigado el que pretendía ha-
cer daño a otro, con el mismo mal que
preparaba.
Comerse los dedos por alguna cosa.
Ser muy aficionado a ella, o desearla
con vehemencia.
Con los dedos se hacen los fidedos, o Con
los déos se hacen los pídeos.
Satiriza a los que, desdeñando el uso
del tenedor o del cuchillo, cogen las
viandas con la mano, como suelen ha-
cer los niños pequeños.
Conocer a uno como los dedos de su mano.
Tener mucha confianza con él; saber
su vida, carácter, costumbres, etc., a
fondo. — También se suele usar la com-
paración diciendo: Lo conozco como las
uvas de mi majuelo, o tan bien corno la
madre que lo parió.
Contar por los dedos, como las viejas.
Se burla de los que, no sabiendo su-
mar o restar bien, utilizan los dedos
para hacer una cuenta sencilla.
Chuparse, o mamarse, uno los dedos. Al-
gunos añaden: degusto.
Sentir gran placer en alguna cosa.
Ganar uno a dedos una cosa.
Indica la dificultad que cuesta conse-
guirla y lo mucho que se tarda en ad-
quirirla, aun sin dejar de trabajar.
Los dedos de la mano no son iguales.
Expresa la diferencia que hay entre
las personas y las clases sociales.
Aíeler a uno los dedos.
Inquirir con sagacidad y destreza lo
que otro sabe, y hacer que lo declare
sin que advierta la astucia con que se
le pregunta, sonsacándole.
Meter a uno los dedos por los ojos.
Pretender que crea lo contrario de
lo que sabe con certeza.
Morderse uno los dedos.
Encolerizarse por no poder tomar
venganza de algún agravio.
No estar en dos dedos el hacer algo.
No faltar mucho para haberlo hecho;
estar muy cerca o a punto de hacerlo.
ATo hay dos dedos de la risa al cuchillo.
Indica que en la vida humana están
muy próximos la alegría y el dolor.
No mamarse los dedos.
Ser listo; no dejarse engañar.
Ponerle a uno los cinco dedos en la cara.
Darle una bofetada.
Tener dos dedos de frente.
Tener sentido común; reflexionar,
pensar. Úsase más comúnmente en for-
ma negativa.
Tener uno dedos de organista, o de pia-
nista.
Tenerlos largos y delgados.
Tener uno malos dedos para organista.
No ser apto para la ocupación que
pretende o que desempeña.
DEFENSA
— 295
DEJAR
Tener uno sus cinco dedos en cada mano.
No ceder a otro en valor o fuerzas;
trabajar como el que más.
Unidos como ios dedos de la mano.
Dícese de aquellas personas que an-
dan siempre juntas, ya por amistad, ya
por conformarse en sus ideas y modo
de obrar.
DEFENSA. — La defensa es natural, o es
permitida.
Manifiesta cuan lógico es que el indi-
viduo impida por todos los medios que
estén a su alcance que se le dañe a él,
a los suyos o a sus intereses.
La sola verdadera defensa está en la pri-
mera muralla.
Dado el primer paso, no es asunto
fácil contener los demás. Empléase co-
múnmente con alusión a la honra de
la mujer.
Soy defensa de mi dueño.
Lema que antes se grababa en algu-
nas armas, particularmente blancas.
DEFENSIVA. -Estar, o ponerse, a la de-
fensiva.
Dejar correr los acontecimientos sin
mezclarse en ellos, pero apercibiéndose
para lo que pueda ocurrir.
DEGOLLADERO. -Llevar a uno al de-
golladero.
Ponerle en gravísimo riesgo, del cual,
aunque comprenda el peligro, no puede
eximirse.
DEGOLLAR. — Sácame de aquí y degüé-
llame allí.
Da a entender que muchas veces, por
librarse del mal que se padece, se desea
otro mayor.
DEGÜELLO. — Tirar a uno al degüello.
Procurar con el mayor ahinco perju-
dicarle o perderle.
DEHESA. — Como la dehesa de Tocena-
que, que promete y no da.
Dícese de todo aquello que tiene más
apariencia que realidad. — Tocenaque es
un despoblado de la provincia de To-
ledo, perteneciente al partido judicial
de Illescas y término de Cedillo.
Quien a los treinta no asesa, no comprará
dehesa.
Advierte que el que no tiene juicio
cumplidos los treinta años, con dificul-
tad lo tendrá después para adelantar
sus intereses o conveniencias.
Ser uno, o una cosa, como dehesa de
propios.
Estara disposición de todo el mundo,
y en su consecuencia, expuesto a que
cada cual haga y deshaga lo que tenga
por conveniente.
DEJAR.— Dejadle, o déjale, correr, que
él parará.
Da a entender que conviene abando-
nar a uno, sin quitarle de su empeño,
hasta que el desengaño o la experiencia
le muestren su error.
Dejar a obscuras a uno.
Quitarle lo que pretendía o espera-
ba. — Ganarle el dinero, en el juego ge-
neralmente, o quitárselo de mala ma-
nera.
Dejar correr una cosa.
Permitirla, tolerarla.no darse por en-
tendido de ella.
Dejar en blanco a uno. — V. Dejar a obscu-
ras a uno.
Dejar /¿c> a uno.
Desairarle, no darle gusto, abochor-
narle.
Dejar fresco a uno.
Dejarle burlado, corrido.
Dejarlo caer.
Frase con que se explica la facilidad
con que dan a luz algunas mujeres.
Dejar para quien es.
Expresa que debe mirarse con des-
precio el mal proceder de quien no
tiene crianza ni obligaciones.
Dejarse caer.
Hablando del sol o el calor, obrar con
mucha eficacia.
Dejarse uno caer.
Soltar una especie con intención,
pero disimuladamente. — Insinuar algo
como al descuido. — Presentarse inespe-
radamente. — Ceder a la fuerza de la
calamidad o el contratiempo, aflojando
en un empeño por las dificultades que
se presentan.
Dejar temblando uno una cosa.
Comerse o beberse la mayor parte de
lo que contenía la vasija. — Dícese tam-
"bién tiritando.
Lo que deja, lleva.
Dícese de la persona que al entrar en
algún sitio, o al pasar, no saluda, de-
biendo hacerlo, y no siendo, como es
natural, contestado un saludo que no
DELANTE
— 296 —
DEMONIO
ha hecho: nada ha dejado, nada puede
llevar.
No dejarse uno ensillar.
No permitir que le domine otra per-
sona; no querer estar sometido a otro.
No dejar verde ni seco.
Destruirlo todo; acabar con aquello
de que se trata de una manera absoluta.
No me dejará mentir.
Expresión con que se atestigua algu-
na cosa buscando el apoyo de persona
que sabe ciertamente loque afirmamos,
o con otra cosa que lo prueba.
O dejarlas, o darlas, o matarlas.
Dícese de aquellas personas con las
que no se puede hacer carrera a pesar
de los regaños, reflexiones o malos tra-
tos que se les dan.
DELANTE. - No ponérsele por delante
a uno nada.
No tener miedo a las dificultades que
se nos presenten, por estar dispuesto
o tener valor para arrollarlas.
Poner por delante a uno alguna cosa.
Suscitarle obstáculos o hacerle re-
flexiones para que desista de continuar
en su propósito.
DELANTERA. — Coger, o tomar, a uno la
delantera.
Adelantársele, aventajarle, anticipár-
sele en alguna solicitud, empeño, etc.
DELGADO. — Hilar muy delgado.
Obrar cuidadosamente, sin proceder
de ligero ni dejarse llevar por las apa-
riencias.
No peca, o pierde, por delgado, sino por
gordo y mal hilado.
Advierte que en las telas no suele ser
el cuerpo o grueso lo que constituye
su bondad y duración, sino la igualdad
y resistencia de la trama o tejido.
DELICADO. — Al delicado, poco mal y
bien atado.
Da a entender que el que está acos-
tumbrado a felicidades se abate con
cualquier contratiempo, como al que se
ha criado siempre sano le hace impre-
sión la más ligera enfermedad.
DELICIAS.- Las delicias de Capua.
Dícese que disfruta de ellas el que
lleva una vida llena de comodidades y
entregada al ocio y al regalo. — Alude
a la antigua Capua, ciudad del Lacio y
capital de la Campania, célebre por sus
riquezas y la molicie de sus habitantes.
A ella se retiró Aníbal con sus huestes
después de la victoria que alcanzó en
Cannas, enorgullecido con los triunfos
anteriormente ganados sobre los roma-
nos; pero enervados sus soldados con
la vida de aquella ciudad, no tardó en
ser víctima de sus enemigos, echando
de ver, cuando ya no era ocasión, lo
mal que había hecho en dormirse tan
pronto sobre sus laureles.
DELINCUENTE. -El delincuente, mil
tormentos siente.
La persona que no tiene la concien-
cia tranquila, no goza de descanso.
El delincuente siempre trae la barba
sobre el hombro. — V. El delincuente,
mil tormentos siente.
DELITO. — Al que hizo el delito sólo le
sosiega el castigo.
El que comete una falta, hasta que
la purga no está tranquilo.
Odia el delito y compadece al delincuente.
El delito, por mero hecho de serlo,
es reprobable; pero el que lo comete
tiene, en ocasiones, atenuantes que
aminoran su falta.
Delitos de necio no se pueden hacer por
nadie.
Las tonterías no son disculpables en
personas sensatas.
El que vive con delitos pasa tormentos
infinitos, hasta que al fin sufre muerte
ruin. — V. .£/ delincuente, mil tormentos
siente.
Los delitos llevan a las espaldas el casti-
go. — V. La pena sigue a la culpa.
DELLO. — Bueno es dello con dello. Al-
gunos añaden: y pan para camello.
Indica que es conveniente mezclar
las cosas, aunque sean opuestas entre
sí, por la ley de los contrastes.
Bueno es dello con dello; toma el macho
y ve por ello.
No se debe despreciar lo que alguno
ofrece, aunque sea poco y con alguna
incomodidad.
j DEMANDADO. — No es demandado,
cuando ya es otorgado. — V. Melón, taja-
da en boca.
DEMONIO. — Al que trabaja, sólo un de-
monio le tienta; pero al que está ocioso,
le tientan mil demonios.— V. La ocio-
sidad es madre de lodos los vicios.
DENTELLADA
— 297 —
DERECHO
El demonio no duerme.
Indica que las ocasiones de pecar se
nos presentan con harta frecuencia.
Estudiar uno con el demonio.
Dar muestras de gran agudeza, inge-
nio o travesura para lo malo.
Llevarse el demonio al burro y al que lo
arrea.
Estropearse una cosa; perderse todo;
llevárselo todo la trampa.
Ponerse uno como un demonio, o hecho
un demonio.
Encolerizarse o irritarse exagerada-
mente.
Revestírsele a uno el demonio, o los de-
monios, o todos los demonios.— Véa-
se Ponerse uno como un demonio, o he-
cho un DEMONIO.
Ser uno el demonio, o el mismo, o el mis-
mísimo, o un, demonio.
Ser demasiado perverso, travieso o
hábil. En este último sentido se em-
plea como forma laudatoria.
Si como mientes corres, el demonio que
te alcance.
Dícese a los embusteros para pon-
derar la cantidad de sus mentiras.
Un demonio no hace infierno. — V. Una
golondrina tw hace verano.
Enviar a uno con mil demonios.
Echarlo enhoramala; despedirlo vio-
lentamente o de mala manera.
DENTELLADA. — Dar, o sacudir, uno
dentelladas a otro.
Contestar agriamente; darle malas
razones.
DENTERA. — Dar dentera una cosa.
Tener vehemente deseo de ella. —
Aplicado a personas es equivalente a
causar envidia.
DENTRO.— O dentro o fuera.
Excítase con esta disyuntiva a tomar
una resolución extrema, sin andar con
términos medios.
Salir muy de dentro una cosa.
Decir, ofrecer algo con toda sinceri-
dad, como emanada del corazón.
DEO GRACIAS.-^/ un Deo gracias.
Dícese de aquellas personas que se
presentan con el semblante y el ade-
mán devoto y sumiso, con el objeto de
ganar hipócritamente la estimación y
confianza de aquel de quien esperan o
solicitan algún favor.
DE PRISA. — Componer de prisa y corre-
gir despacio.
Es regla infalible en el arte de escri-
bir, que se debe empezar por pensar
detenidamente el asunto de que se va
a tratar, a fin de poder trasladar pron-
tamente al papel las ideas que nuestro
entendimiento nos haya sugerido. A
dicha operación sigue luego la de la
corrección o lima, la cual supone na-
turalmente mayor detenimiento, como
hija que es de una madura reflexión.
Así como en el orden de la Naturaleza
aquella mujer pare con más felicidad,
que más brevemente sale de su emba-
razo, así en el intelectual, aquel escri-
tor produce mejor sus obras que más
pronto las desempeña. — Parto derecho-
se llama al que se efectúa con pronti-
tud y sin molestia alguna, y parto labo-
rioso, al que, por el contrario, ofrece
dificultades y largo espacio de tiempo
en su realización; calificativos ambos
igualmente aplicables a esos dos dis-
tintos órdenes de cosas. — Axioma co-
rriente entre cajistas, que recomienda
hacerlo así, como medio el más acer-
tado para desempeñar debidamente su
cometido.
DERECHA. — Esa es la derecha... ( Y dá-
bale con la zurda.)
Moteja a los que hacen un disparate,
tomando una cosa por lo contrario de
lo que es.
Esa es la derecha, y la torcida la del can-
dil. — V. Esa es la derecha... (Y dábale
con la zurda.)
DERECHO. — Cada uno alega en derecho
de su dedo.—V. Arrimar uno el ascua a
su sardina.
Derecho apurado, tuerto ha tornado.
Condena el rigor de la severidad, y
enseña que la justicia se debe templar
con la prudencia para que no decline
en crueldad.
Derecho, como la viga del techo.
Comparación basada en que los ma-
deros que se colocan para sostener la
techumbre deben tener la susodicha
cualidad. Paréceme, sin embargo, que
el presente refrán ha nacido, como tan-
tos otros millares de ellos, del sonso-
nete o consonancia, más que de la ver
dad del símil.
DERECHURA
— 298 —
DESCALABRADO
Las cosas al derecho las hace cualquiera;
la gracia está en hacerlas al revés.
Frase con que se disculpan los erro-
res cometidos por alguno.
Quedarle a uno el derecho de pataleo.
Después de cometida una injusticia
o depredación, se le concede al atrope-
llado permiso para que se queje o pro-
teste. Dicho se está que es lo mismo
que ladrar a la luna.
;(?#¿ derecho tuerce!
Dícese de la persona que al escribir
hace torcidos los renglones, o al coser
da a las puntadas mala dirección, etc.
Todo derecho emana de tm deber.
El que alega tener derecho a disfru-
tar de determinados beneficios, debe
empezar por probar que se ha hecho
acreedor a ellos en virtud de haber
cumplido con las obligaciones que a
los mismos son anejas.
DERECHURA. — Hacer una cosa en de-
rechura de sus narices.
O sea examinándola o juzgándola
sólo por su utilidad y conveniencia, u
obrando según su antojo y capricho.
DESABORIDO. — ¿W un desaborido.
Aplícase a la persona de carácter in-
diferente ososa. — Dícese también que
es como la mierda del pavo. (Véase.)
DESAGRADECIDO. — Ser más des-
agradecido que tierra de guijo.
Se dice del que no agradece los favo-
res que recibe, comparándole con el
terreno donde abundan los guijarros,
que por mucho que se le abone, es
casi improductivo.
De desagradecidos está el infierno lleno.
Denota que la ingratitud es el más
aborrecible y, por desgracia, el más
común de todos los vicios.
DESAHOGADO.— Ser un desahogado.
Aplícase a aquel que obra o habla
libremente, sin cuidarse de las conve-
niencias sociales, sino siguiendo su an-
tojo o capricho. — También se dice: Ser
un FRESCO.
DESAHOGO. - Vivir uno con desahogo.
Dícese familiarmente de aquel que
tiene bastantes recursos para pasar la
existencia cómodamente, sin apuros,
empeños o privaciones.
DESANDAR.— Desandar uno lo andado.
Hallarse precisado a deshacer lo he-
cho, por haber cometido algún yerro o
inadvertencia.
DESATINO. — Un desatino, o dispara-
te, o error, o yerro, no se remedia con
otro.
Como quiera que no hay cosa más
fácil que la ofuscación en quien ha in-
currido en alguna equivocación o falta,
se hace indispensable el proceder con
la mayor serenidad y reflexión, a fin de
no cometer un nuevo yerro al tratar de
enmendar el primero.
DESAZÓN. — Si no quieres desazones,
no entres en congregaciones.
Los que entran a formar parte de
una corporación, lo hacen generalmen-
te por satisfacer miras interesadas; de
ahí que al atender cada uno a su pro-
vecho no miren el interés general, sino
a su egoísmo, originándose de esto una
serie de rencillas, disputas, contiendas
y envidias, de las que suele ser víctima
el desgraciado que entra de buena fe.
Si quieres evitar desazones, déjate de
obligaciones.
Recomienda que no se eche cargos
encima el que quiera evitarse digustos
y molestias.
DESBANCAR. — Estar deshancado.
Haber perdido la amistad, cariño o
valimiento de una persona, por las ma-
las artes o influencia de otra que la ha
ganado para sí.
DESBANDADA. — Huir a la desban-
dada.
Dispersarse confusamente y sin or-
den; en tropel.
DESBRAGADO. — ¿W un desbragado.
Aplícase despreciativamente a la per-
sona desharrapada o mal vestida. — Dí-
cese también: Ser un descamisado.
DESCALABRADO. — Al descalabra-
do nunca le falta un trapo, que roto
que sano.
No hay necesidad o trabajo que no
tenga remedio, o por lo menos alivio.
Uno es el descalabrado, y otro el que se
pone la venda.
Empléase para zaherir a quien se
queja o lamenta de un infortunio, no
siendo él, sino otro, el ofendido o las-
timado. — V. Pagar justos por pecado-
res, o Juegan los burros y pagan los
amos, o los arrieros.
DESCALABRAR
— 299 —
DESDICHA
DESCALABRAR.— Descalábrame con
eso.
Da a entender irónicamente a una
persona que no hará lo que promete,
o no dará lo que ofrece.
DESCALZAR. — Descálzate, y pasa.
Dos orígenes pueden atribuirse, a
cual más autorizados, a este refrán cas-
tellano. Fúndase el primero en aquella
expresión del profeta Isaías: Revela cru-
ra, transí flu?nina (XLVII, 2), y el se-
gundo, en la práctica que reinaba entre
los hebreos tocante a poder eludir el
•cumplimiento del levirato, la cual con-
sistía en descalzarse un pie y ser escu-
pido, en presencia de los ancianos del
pueblo, por la cuñada del hombre que
se resistía a casarse con ella al haber
muerto su hermano sin dejar suce-
sión.
No servir, o valer, uno para descalzar
a otro.
Ser muy inferior a él en alguna cua-
lidad, mérito o circunstancia.
DESCALZO. — No estar uno descalzo.
No ser uno tan pobre como dice,
aparenta o se cree. — Tener protecto-
res que le ayuden.
DESCAMISADO. — Ser un descamisa-
do. — V. Ser un desbragado.
DESCANSAR. — Descansar y tomar a
beber.
Con este refrán se nota al que con
porfía y tenacidad sostiene una opi-
nión, y aunque alguna vez cese o calle,
vuelve a la porfía. — También se dice:
¿ Qué hemos de hacer? Descansar y tomar
a beber; significando la firme resolución
de proseguir lo que se emprende y no
desistir del empeño, suceda lo que su-
cediere.
DESCARNAR. — Descarnarse uno por
otro.
Gastar o consumir el dinero o la ha-
cienda en beneficio ajeno.
DESCOLGAR. — Descolgarse con algo.
Salir alguno con una proposición ex-
traña, o hacer algo inesperado.
Descolgarse una persona.
Presentarse inopinadamente en algún
sitio.
DESCONFIANZA. — La desconfianza
aparta el engaño.
La mejor manera que tenemos de
evitar que se burlen de nosotros es la
de no confiar en nadie.
La desconfianza cria canas.
Las preocupaciones que engendran
el temor de ser engañado, avejentan
antes de tiempo.
DESCOSIDO.— Hablar, o comer, o llorar,
o reír, etc., como un descosido.
Significa el exceso o la intensidad
con que se hace cualquiera de las cosas
citadas.
DESCUBIERTA.—/; a la descubierta.
Sondear el terreno en la conversa-
ción, para explorar el ánimo de la per-
sona de quien se pretende algo.
Usar de alguna cosa a la descubierta,
y no por brújula, como quínola dudosa.
Da a entender que sólo debemos ha-
cer uso de aquello que sabemos ser
verdad probada y no hipotética.
DESCUBIERTO. — Hallarse en descu-
bierto.
Estar por cumplir con alguna perso-
na; por hacerse alguna cosa; por sol-
ventar o solventarse alguna cantidad.
DESCUIDO. — Al descuido y con cui-
dado.
Hacer una cosa con afectación, pero
aparentando que se hace sin darse uno
cuenta, negligentemente.
Los descuidos de las Señoras quitan la
vergüenza a las criadas.
Si los que deben dar ejemplo come-
ten faltas, no es extraño que los infe-
riores se tomen confianzas punibles.
DESDICHA. — Poner, oponerse, uno hecho
una desdicha.
Dícese de aquella persona que se ha
mojado o ensuciado exageradamente la
ropa, el calzado, etc.
Desdichas v caminos hacen amigos.
Denota que el correr la misma suerte
en las adversidades produce la amis-
tad, cosa que también sucede cuando
se hace un largo viaje con alguna per-
sona.
Las desdichas vienen siempre muchas, y
enzarzadas unas de otras como cerezas. —
V. Bien vengas, mal, si vienes solo.
Las desdichas y aflicciones turban la me-
moria de quien las padece.
Las desgracias atacan en gran mane-
ra tanto la parte física como la intelec-
tual del individuo.
DESDICHADO
300 —
DESGRACIA
Las más de las desdichas que vienen, no
se piensan.
Por eso no es fácil apercibirse para
recibirlas.
Para remediar desdichas del Cielo, poco
suelen valer los bienes de fortuna.
Es preciso sufrir con resignación las
penas y trabajos que Dios nos envía.
Siempre las desdichas persiguen al buen
ingenio.
Generalmente no son los tontos los
más afligidos por la desgracia.
DESDICHADO. — Al desdichado, las
desdichas le buscan. — Y. Ferro flaco todo
es pulgas.
Al desdichado, poco le vale ser esfor-
zado.
Cuando la fortuna se muestra adver-
sa, todas las tentativas enderezadas a
contrarrestarla resultan inútiles.
A los desdichados se les suelen helar las
migas enire la boca y la mano.
Pintoresca manera de expresar el en-
cono con que persigue la desgracia a
los desheredados de la suerte.
Para los desdichados se hizo la horca.
Pues los que tienen suerte y vali-
miento, aunque la merezcan, suelen es-
capar de ella.
DESEAR. — Lo que mucho se desea, no se
cree aunque se vea.
El demasiado anhelo de una cosa nos
torna incrédulos las más de las veces,
pues nos parece imposible el que llegue
a ser nuestra.
Más vale no desear, que tener.
Todo lo que ambicionamos y no po-
demos poseer, acibara nuestra exis-
tencia.
DESECHAR. — Lo que uno desecha, otro
¡o ruega.
Enseña que lo que para unos es in-
útil y despreciable, para otros deja de
serlo.
DESEMBUCHAR. — Desembuche de
una vez.
Dícese a la persona que se compren-
de que quiere decir algo y sin embargo
no se atreve a hablar.
DESENFADADERAS. — Tener buenas
desenfadaderas.
Aplícase al que es hábil para hallar
recursos con que salir de alguna difi-
cultad o libertarse de alguna opresión.
DESENGAÑAR. -Mejores desengañar
que engañar.
Recomendación noble que no siem-
pre se pone en práctica.
DESENGRASAR. — Ser una cosa para
desengrasar.
Recibir un aumento de trabajo sobre
el demasiado que ya se tenía. Empléase
en sentido irónico.
DESENTENDIDO. — Hacerse el des-
entendido.
Afectar que no se entiende o no se
ha oído una cosa a que no se quiere
contestar o no se quiere hacer.
DESENTERRADO. — Parecer un des-
enterrado.— V. Parecer desertado del
campo santo.
DESEO. — Coger una cosa a deseo.
Lograr lo que se apetecía con vehe-
mencia.
Date a deseo y olerás a poleo.
Aconseja que no debe familiarizar-
se uno mucho, para hacerse más esti-
mable.
Vienes a deseo, huélesme a poleo.
Explica el gusto con que se recibe a
la persona que ha tardado y cuya vista
ya se deseaba. — V. Date a deseo y ole-
rás a poleo.
Los malos deseos de los envidiosos, en-
gordan.
Contra la malquerencia de las perso-
nas mezquinas, lo único que cabe es el
desprecio.
DESESPERADO. — Resistirse como un
desesperado.
Negarse a alguna cosa con todas sus
fuerzas. — Dícese también : Resistirse
como gato panza arriba.
DESGALICHADO. — Ser un desgali-
chado.
Aplícase a la persona que es desali-
ñada en su modo de vestir o que tiene
poco garbo para andar.
DESGRACIA. — Caer en desgracia.
Perder uno el cariño y la confianza
con que otro le trataba.
Correr uno con desgracia.
No tener suerte o fortuna en aquello
que intenta.
El que con su desgracia se conforma, su
dicha se forma.
Recomienda la virtud de la paciencia
para no hacerse infeliz.
I
DESGRACIADO
— 301 —
DESPABILARSE
Me pesa de su desgracia, pero no puedo
llorar.
Da a entender que a uno le tiene sin
cuidado lo que a otro le pasa.
Perseguir a uno la desgracia. — V. Co-
rrer uno con desgracia.
Va la desgracia detrás de la hermosura.
Por regla general, mientras más bella
es una mujer, más desgraciada suele ser.
El postrero que sabe las desgracias es el
marido. — V. El cornudo es el último que
lo sabe.
DESGRACIADO. —Estar uno desgra-
ciado.
No hacer una cosa bien; estar des-
acertado en su desempeño.
Para los desgraciados se hizo la horca.
Denota la triste situación a que se ve
reducido el pobre que carece de reco-
mendaciones en los trances comprome-
tidos, mayormente si caen bajo la juris-
dicción de los Tribunales de Justicia.
Para los desgraciados todos los días son
martes.
Partiendo del absurdopopularde que
dicho día de la semana es aciago, ex-
presa que para las personas que no tie-
nen suerte no hay día que sea feliz.
DESGUINCE — c -Qué es un desguince?—
Catorce borriquitos, y tú, quince.
Contestación burlesca que se da a
una pregunta necia o inoportuna.
DESHECHA. — Hacer la deshecha.
« Deshecha, al retruécano, es no hecha,
señaladamente para alguno, porque, se-
gún la costumbre antigua, las demás
coplas se aplicaban a alguno, y se de-
claraban más; pero la deshecha era como
general, y dudosa o disimulada, de don-
de quedó el decir: Hizo la deshecha, por
decir disimuló.* (Rosal, Alfabeto I.°)
DESHILADA. — A la deshilada.
Hacer alguna cosa con todo el disi-
mulo posible.
DESHONRA. — Tener uno a deshonra
una cosa.
Juzgarla por indecorosa y ajena de su
calidad y esfera.
DESIERTO. —Predicar en desierto, ser-
món perdido.
Dícese de aquellas amonestaciones,
regaños o advertencias que se dirigen
a una persona que de antemano sabe-
mos que no está dispuesta a seguir. —
V. Predícame, padre, que por un oído me
entra y por el otro me sale.
Quien predica en desierto pierde el ser-
món. — V. Predicar en desierto, sermón
perdido.
DESLENGUADO. — Al deslenguado,
nunca le falta pleito mal parado.
Manifiesta que el hablar mal, desver-
gonzadamente, suele acarrear disgus-
tos, en que el maldiciente sale siempre
perdiendo.
DESNUDA. — Lo que falta a la desnuda,
alcohol y malaventura.
Aplícase a aquellas personas que, so-
bre tener alguna falta, se le acumulan
más defectos.
DESNUDO. — Desnudo nací, desnudo me
hallo; ni pierdo ni gano.
Fórmula de consolación usada por
aquellos que, abandonados de la for-
tuna, no prosperan a pesar de todos sus
esfuerzos, conformándose fácilmente,
aunque pierdan o dejen de adquirir al-
gunos bienes.
No estar uno desnudo.
Hallarse en posesión de algunos bie-
nes de fortuna.
DESOLLAR. — DesoUar a uno vivo.
Hacerle pagar mucho más de lo justo
o razonable por una cosa. — Murmurar
de él acerbamente.
DesoUar la zorra.
Dícese del que duerme mientras le
duran los efectos de una borrachera.
DESORDEN. — El mucho desorden trae
mucho orden.
Porque para corregir aquél se suelen
emplear medios enérgicos que esparcen
el temor. — Denota también que los
gastos superfluos y la prodigalidad, obli-
gan después a vivir con estrechez.
DESOREJADO. — Ser un desorejado.
Aplícase a las personas infames o ab-
yectas, y más comúnmente, en femeni-
no, a ciertas mujeres de mala vida.
DESPABILARSE. — Despabílate, que
estás en... (Aquí el sitio o la población
en que se halla la persona con quien se
habla; v. gr.: el paseo, o Cádiz, o Ma-
drid, etc.)
Frase con que se excita a una perso-
na a que no se duerma, o a que ande
lista y con actividad en el asunto de
que se trata.
DESPACIO
302
DESPOSADO
DESPACIO.— Encolerízate despacio, que
si hubiese causa, no te faltará tiempo en
que estés enojado.
Manifiesta que hay que tomar las co-
sas según vienen.
Pensar, despacio, y obrar, aprisa.
Recomienda que se medite bien antes
de tomar una resolución; pero que des-
pués de tomada, no se dilate el llevarla
a efecto.
Quien va despacio, anda bien; quien anda
bien, anda mucho.
Encarece la mesura para llegar a con-
seguir el fin propuesto.
Quien va despacio y con tiento, hace dos
cosas a un tiempo.
No cansarse en balde y lograr su ob-
jeto sin peligro.
Vísteme despacio, que estoy de prisa. —
V. A más prisa, gran, o más, vagar.
DESPACHADERAS.- Tener buenas des-
pachaderas.
Dícese de las personas que terminan
un asunto, o se quitan compromisos de
encima, de un modo áspero y desabrido.
DESPACHO.- Tener uno buen despacho.
Ser hábil y expedito para desempe-
ñar los asuntos de que se encarga.
DESPACHURRAR. — Despachurrar a
una persona.
Argumentar de tal modo a uno, que
quede cortado sin tener qué replicar. —
No refiriéndose a personas, equivale a
desconcertar o embrollar uno lo que va
hablando, por su mala explicación.
DESPALILLAR.-Despalillar una cosa.
Acabarrápidamentecon ella, tal como
la comida, una cuenta, un vestido, etc.
DESPAMPANANTE. —Ser, o estar, algo
despampanante.
Ser alguna cosa muy buena, muy no-
table, bien por su mérito, tamaño, etc.
Úsase más en sentido irónico.
DESPARTIR. — Quien desparte lleva la
peor parte.
Indica que el que se separa de la opi-
nión de los demás, como queda solo,
es más fácil de ser vencido. — Advierte
a los mediadores la prudencia con que
deben proceder.
DESPATARRADA.— Hacer uno la des-
patarrada.
Afectar una enfermedad, dolor o ac-
cidente, tendiéndose en el suelo.
DESPATARRADO. — Dejarle a uno, o
quedar, o quedarse, despatarrado.
Dícese así del que al ver u oír una
cosa se queda extremada y profunda-
mente confundido o admirado.
DESPEDD3A. — Donde no hay despedi-
da no hay bienvenida.
Expresa de una manera consolatoria
que para gozar de la felicidad de vol-
ver a ver a una persona querida, se ne-
cesita haber sufrido el mal rato de la
separación.
DESPEDIRSE. — Despedirse a la fran-
cesa.
Salir de una casa, abandonar una re-
unión o separarse de una persona sin
avisar su marcha ni saludar.
Más vale despedirse que ser despedido.
Fórmula de prudencia que debe po-
ner en práctica toda persona pundo-
norosa, adelantándose a un acto que
pudiera producirle molestia.
DESPEPITARSE. — Despepitarse por
una cosa.
Mostrar vehemente deseo de poseer-
la, verla, etc.
DESPERTAR. — No conviene despertar
al que duerme.
Da a entender lo mucho que importa
callar ciertos secretos, o no hacer cier-
tas declaraciones a algunas personas,
cuando de semejante descubrimiento
se puede temer fundadamente que re-
sulte algún perjuicio en contra de los
intereses de quien lo hace.
DESPINTAR.— No despintársele a uno
una persona o cosa.
Locución empleada por los buenos
fisonomistas para expresar que conser-
van vivo el recuerdo de ella, aunque
la hayan visto pocas veces o haga ya
mucho tiempo que la vieron.
DESPOBLADO.— Cuando fueres por des-
poblado, non fagas desaguisado; por-
que cuaftdo fueres por poblado, irás a lo
vezado.
Enseña que ni aun en lo oculto se
deben cometer acciones malas, porque
la costumbre suele arrastrar a ellas en
público o con descaro.
DESPOSADO. — Desposado de hogaño,
caro vale el palio.
Dícese de los recién casados, por los
muchos gastos que ocasiona la boda.
DESPRECIABLE
303 —
DEUDA
El desposado de Homachuelos, que no
hay quien lo quiera, y él porfiar y con
todas se casa, y ninguna sirve de buena
tinta.
Se dice de los que no se contentan
con su suerte.
Parecer desposado de aldea.
Aplícase al que está muy grave y
mesurado.
DESPRECIABLE.— Más despreciable
que refrán que no corre.
Refrán árabe con el que se compara
todo aquello que no es digno de res-
peto, como ocurre con el refrán que
por no resultar verdadero no anda en
boca del pueblo, pues nadie lo repite
por no hacerle ningún caso. — Para los
pueblos orientales, los refranes son ver-
daderas sentencias, acatadas y reveren-
ciadas por todos.
DESPUÉS. — El que echa por la calle de
Después, llega a la plaza de Nunca.
El diferir demasiado la ejecución de
ciertas cosas suele ser causa de que
jamás lleguen a realizarse.
Quien ha nacido después, no p7iedc tener
razón.
Refrán con que se imponía antigua-
mente silencio en España a los niños
cuando se entremetían a terciar en la
conversación de las personas mayores,
máxime si se adelantaban a dar su pa-
recer.
DESTAJAR. — Quien destaja, no baraja.
Advierte que para evitar quimeras
y pleitos conviene prevenir todos los
lances al principio de un negocio.
DESTAJO. — Hablar a destajo.
Hablar con exceso, y por lo general
sosteniendo conversaciones insulsas o
diciendo tonterías.
DESTETAR. — Haberse destetado uno
con una cosa.
Da a entender que aquello de que se
nos habla nos es sumamente conocido
y desde muy antiguo.
DESTINO . — Este es mi destino, o mi
sino: andar a cuatro pies como tm pollino.
Manera jocosa de quejarse uno de su
suerte.
DESTORNILLADO. -Estar destorni-
llado.
Dícese de la persona vana, voluble
y de poco seso, cuando no loca.
DESTREPAR. — Destripar el cuento.
Aplícase cuando al estar relatando
un suceso, chascarrillo, enigma, etc.,
uno de los oyentes interrumpe la na-
rración y declara lo substancial de la
noticia, el desenlace de la historia o la.
solución del acertijo.
DESTRIPATERRONES.—/^ este des-
tripaterrones venimos los infanzones.
Mote que puso a su escudo de armas,
especial y reservado, el Excmo. Señor
D. Gabriel de Aviles y Fierro, virrey del
Perú, marqués de Aviles. (Véase el nú-
mero 29 de El Averiguador Universal.)
Ser un destripaterrones.
Hombre zafio y tosco, como suelen
ser los cavadores.
DESTRÓN. — Destrón, el consejo; la len-
gua, el ciego.
Enseña que el juicio y la prudencia
deben consultar y pensar las palabras
antes que las pronuncie la lengua. -
Destrón es el lazarillo de ciego.
DESUELLACARAS. - Ser un desue-
llacaras.
Dícese de toda persona desvergon-
zada, descarada, de mala vida y cos-
tumbres.— Aplícase también al barbe-
ro que afeita mal.
DESUELLO. - Ser un desuello.
Nota el excesivo precio que se pide
o se lleva por una cosa.
DEUDA. — Quien fía o promete, en deuda
se mete.
Explica la fuerza que tiene la pro-
mesa de una cosa, pues por ella queda
obligado el que la hace a cumplir lo
que prometió.
Quien paga deuda hace caudal.
Expresa que el que no deja nada a
deber goza de crédito, pudiendo con
éste ampliar sus negociaciones.
Deudas tengas, y pequeñas.
Especie de conminación dirigida a
una persona enemiga, deseándole que
contraiga muchos débitos de cortas
cantidades, por ser más difíciles de pa-
gar que uno solo grande.
Deudas tienes, ¿y haces más? Si no men~
tiste, mentirás.
El que se acostumbra a deber tiene
que acudir a la mentira para no pagar
las deudas que tenía pendientes, y en-
cima contraer otras nuevas.
DEUDOR
304 —
DÍA
Las deudas son como los niños : mientras
más pequeños, más chillan.
El que prestó una cantidad grande,
como no le es perentoria su devolu-
ción, no molesta al deudor; pero si los
acreedores son modestos, están pidien-
do constantemente su dinero, por la
falta que les hace.
Quien paga sus deudas, su capital au-
menta.
Porque cobra crédito al ver que es
buen pagador, y todos le fían, con lo
cual ensancha más su comercio o ne-
gocio.
DEUDOR. — El deudor no muera, que la
deuda en pie se queda.
Manifiesta la esperanza que hay de
cobrar mientras que vive la persona
que debe.
DEUM. — Deum de Deo, dé donde diere.
Por la explicación que de este dicho
proverbial apunta Cervantes, se echa
de ver luego cómo no es fácil tradu-
cirlo a ningún otro idioma, en atención
a deber su origen meramente al sonso-
nete. — Es una traducción caprichosa
que le da el que hace a bulto una cosa,
a salga lo que saliere.
DEUS. — Más quiero yo a mi Deus que al
conde de Puteus.
Dicho de la venerable D.a Sancha
Alfonso, hija del rey de León D. Alfon-
so IX y de su esposa D.a Teresa Gil, y
hermana por parte de padre del rey
San Fernando, en que prorrumpió cuan-
do le anunciaron estar concertadas sus
bodas con un príncipe de Francia, el
conde de Puteaux, para significar ella
su resolución de abrazar la vida reli-
giosa. Entró, efectivamente, monja en
el convento santiaguista de Santa Eu-
femia de Cozollos, en Palencia, el cual
se trasladó años después al de Santa
Fe de Toledo, donde existe su cadáver
incorrupto, según ha habido ocasión
de autentificarlo varias veces, siendo la
última la que se verificó en mayo de
1899 con motivo de volver a tratar-
se del proceso de beatificación de tan
ilustre venerable.
DEVANADERA. — Parecer una deva-
nadera.
Aplícase a la persona que se agita o
mueve mucho.
DEVANAR. — El que bien devana, bien
teje.
El que prepara hábilmente un asun-
to, lo resolverá con toda facilidad.
DEVOCIÓN. — Estar a la devoción de
uno.
Hallarse una persona o reunión de
ellas voluntariamente sujetas a la obe-
diencia, mandato o capricho de otra.
Ligerito, y con devoción.
Satiriza las ceremonias religiosas
practicadas atropelladamente.
No tener más devoción que la de San
Porro, patrón de los borrachos.
Alúdese a los que se dejan dominar
por el vicio de la embriaguez. — Re-
fiérese a lo mucho que suelen dormir
los niños pequeños o rorros.
Siga la devoción, y siga la diversión.
Satiriza las fiestas en que, bajo el
pretexto de alguna obra de caridad, se
juega, baila y se cometen todo género
de excesos, aunque muy aristocrática-
mente.
DÍA. — A cada día le basta su malicia, o su
pena, o su afán.
No pasa día sin que haya que tener
alguna preocupación.
A día tres de abril el cuclillo ha de venir,
y si no viene a ocho, o es preso o es morto.
Alude a la época en que suele pre-
sentarse el cuco, si el tiempo es el na-
tural del acostumbrado en la localidad
a que se refiere a mediados del expre-
sado mes.
Al buen día ábrele la puerta, y para el
malo, te apareja.
Aconseja se aprovechen las ocasio-
nes favorables, y se prepare el ánimo
para las adversidades que puedan so-
brevenir.
Al buen día mételo en casa. — V. Al buen
día ábrele la puerta, y para el malo, te
apareja.
Buen día tendrás hoy.
Frase dirigida al que ve a un tuerto
por la mañana.
Cada día gallina, amarga la cocina. —
V. Todos los días olla, amarga el caldo.
Cada día que amanece, el número de los
tontos crece.
Empléase cuando se nos refiere al-
guna tontería u oímos decir cualquier
disparate.
DÍA
305
DÍA
(Cada día que fosa de enero, un ajo pierde
el ajero.
Porque debe sembrarse esa planta
a principios del mes de enero.
Cada día se ven cosas nuevas en el mun-
do.— V. Todos ¡os días se aprende una
cosa nueva.
Casado y mal día, todo en un día.
Dícese de aquel a quien le sobrevie-
nen varias desdichas juntas.
Con un día_y con otro. — Y. Con hoy y con
mañana.
De día no veo y de noche me espulgo.
Aplícase a las personas que no tra-
bajan a las horas debidas, pretendiendo
hacerlo a destiempo.
■De di a y con sol.
A las claras, públicamente.
Desde que nací lloré, y cada día nace por
qué.
La vida es una serie no interrumpi-
da de duelos y lamentos.
Día de bodorrio, ponte en completorio.
Aconseja se anticipen en días ocu-
pados las obligaciones indispensables,
para no faltar a ellas.
Día de devoción, víspera de trabajo.
La huelga de un día supone mayor
labor al siguiente, para no sufrir retra-
so en el trabajo.
Día de misiones, día de ladrones.
En las grandes concurrencias, como
ocurre en tiempo de misiones, afluyen
los aficionados a tomar lo ajeno contra
la voluntad de su dueño.
Día de nublo, la mañana larga; el día, nin-
guno.
En los días en que no luce el sol pare-
ce que todas las horas son iguales, pues
se presenta la noche sin que se note
diferencia.
Día de repicar gordo.
Aplícase a los días de gran fiesta por
efecto de algún acontecimiento fami-
liar, santo, boda, bautizo, etc.
Día del manto.
Entre labradores, el día en que abren
mayor número de flores los azafranales.
Día_y victo.
Expresión con que se denota que
uno gasta lo que gana en cada día, sin
que le quede nada para otro.
El día de calor, ése te arropa mejor. —
V. En día de calor arrópate mejor.
El día de hoy, antes se toma el pulso al
haber que al saber.
Aplícase a la metalización de los tiem-
pos modernos.
El día de mañana no debe echarnos a per-
der el de hoy.
Aconseja que no se preocupe uno
por anticipado de lo que pueda ocurrir
mis adelante.
El día nublado engaña al amo y al criad*.
Porque no se hace en él todo lo que
se debiera trabajar, toda vez que pare-
ce anochecer más temprano.
El día que no me afeite, vino a mi casa
quien no pensé.
Advierte que es muy conveniente
vivir prevenido para lo que pudiere
sobrevenir. — En lugar de afeité dicen
otros escobé, es decir, barrí.
El día que te casas, te curas, o te matas, o
te sanas.
Aconseja la prudencia, especulación
o consejo de que se debe usar para
tomar estado.
El día siguiente es discípulo del pasado.
Usase para indicar la igualdad exis-
tente entre dos cosas. — Significa tam-
bién que el día anterior nos ha ense-
ñado lo que ya hoy no hacemos, por
haberlo aprendido.
El que cada día va bien, el domingo no tie-
ne qué poner.
Aconseja la conveniencia de no gas-
tarlo todo de una vez, sino reservar
para determinadas circunstancias.
El que en día de trabajo anda empascuado,
nunca se ve mejorado.
Úsase en tierra de Soria como equi-
valente al refrán que dice: Quien no
tiene viejo no tiene nuevo. (Véase.)
El que en sí confía, yerra cada día.
Expresa la conveniencia de no fiarlo
todo a nuestras propias fuerzas.
En buen día, buenas obras.
Dícese irónicamente de los que en
días señalados y notables se emplean
en hacer cosas malas.
En día de calor arrópate mejor.
Pues es la mejor manera, aunque pa-
rezca un absurdo, de no sentir tanto su
influencia.
En el día que cae el Asado, o el Quemado,
cae casi todo el Apostolado.
Mala redacción por parte de quien
DÍA
— 306
DÍA
inventó este refrán. En nuestro con-
cepto se debería formular en los si-
guientes o parecidos términos: El día
en que cae el Asado, o el Quemado, es el
en que más caen del Apostolado.
Prueba al canto. Pongamos que cae
San Lorenzo, que es el asado o quema-
do a que alude el refrán (lode agosto),
en viernes; pues bien: en ese día cae-
rán igualmente los apóstoles San Pedro
(29 de junio), San Bartolomé (24 de
agosto), San Mateo (21 de septiembre)
y San Andrés (30 de noviembre). En
tal circunstancia, San Matías (24 de fe-
brero, o 25 si es bisiesto) caerá en sá-
bado; los santos Simón y Judas (28 de
octubre), en domingo; San Bernabé
(11 de junio), en lunes; San Felipe y
Santiago (i.° de mayo), en martes; y
San Lucas (18 de octubre) y San Juan
Evangelista (27 de diciembre), en
jueves.
Resulta, pues, que de los doce após-
toles, cuatro caen en el mismo día de
la semana que corresponde a San Lo-
renzo, mientras que de los ocho res-
tantes uno corresponde a distinto día;
dos juntos, a otro; uno, a otro; dos jun-
tamente, a otro; y dos separados, a
otro diferente de los anteriores; y por
tanto, que el mayor número, o séase
cuatro, conviene con el día en que
cae la festividad de San Lorenzo, y en
su consecuencia, que es inexacta la
forma en que se suele enunciar el re-
frán cuestionado, que es lo que se pre-
tendía demostrar.
En lloviendo el día de Santa Bibiana, llue-
ve cuarenta días y tina semana.
Cayendo el día de dicha santa el 2 de
diciembre, o sea en lo más crudo del
invierno, no es de extrañar que en tal
época haya temporal de aguas; pero no
hemos comprobado que lleguen a ser
éstas tan seguidas como se afirma en el
refrán.
Entre día y noche ?io hay vallado.
Enseña a no desconfiar de la realiza-
ción de las cosas.
En un día no se ganó Troya. — V. No se
ganó Zamora en una hora.
Hacerle creer a uno que el día es noche.
Embaucarlo, hacerle creer cualquier
despropósito.
Hoy es día de echad aquí, tía.
Denota que hay ocasiones en que se
debe gastar con esplendidez.
Mañana será otro día.
Expresión con que se consuela o
amenaza, recordando la inestabilidad
de las cosas humanas. — Usase más co-
múnmente para indicar que diferimos
la ejecución de alguna cosa para el día
siguiente.
Ninguno sabe, cuando se levanta, en qué ha
de acabar el día.
Indica lo inútil que es querer prede-
cir el porvenir.
No hay cosa más socorrida que un día tras
otro, porque lo que no se hace hoy, ma-
ñana tampoco.
Fórmula jocosa empleada contra los
haraganes que no se preocupan por el
trabajo.
Otro día amanecerá y hará buen tiempo.
Empléase para consolar a los que se
quejan de su mala suerte.
Primer día de agosto, primer día de in-
vierno.
Existe la preocupación de que son
semejantes el clima de uno y otro día.
¿ Qué hay? — Un día más que ayer. — V. ¿ Qué
hay? — La bahía junio a Cais.
Salir uno del día.
Libertarse por de pronto de un apu-
ro, ahogo o dificultad en algún negocio
o asunto, quedando éste pendiente.
Siempre es peor el día siguiente.
Refrán cuyo concepto es el mismo
que el de Siempre el tiempo pasado fué
mejor, sólo que se presenta enunciado
mediante la inversión de los términos.
Siete hinche y vacia al día, en tu casa, que
no en la mía.
A cada uno debe preocuparle lo pro-
pio antes que lo ajeno.
Si quieres un día bueno, hazte la barba; un
mes bueno, mata un puerco; un año bueno,
cásate; un siempre bueno, hazte clérigo.
Indica lo que dura la felicidad, se-
gún las circunstancias expresadas, y
según... la opinión caprichosa del in-
ventor del refrán.
2 al día hará, o hizo, un año.
Explica el poco o ningún cuidado
que causa un suceso.
Todo el día beber, y a la noche, ¡ay, tripas!
Aconseja que no se abuse de la be-
DÍA
— 307 —
DIABLO
bida, para evitar los malos resultados
que tal exceso acarrea. — Dícese del
que abusa de una cosa sin mirar las
consecuencias, contentándose después
con quejarse.
Un día de obra, un mes de escoba.
Refiérese a los albañiles, quienes, al
entrar en una casa para trabajar, la
dejan en tales condiciones de suciedad,
que no es fácil verla limpia sino des-
pués de muchos barridos.
Un día si y otro también.
Constantemente, sin interrupción,
siempre, todos los días.
Un día viene iras otro día. — V. Entre
día y noche no hay vallado.
A días claros, obscuros nublados.
Generalmente en el invierno, en que
los días serenos suelen ser escasos en
algunas regiones.
Alcanzar a uno en días.
Vivir una persona más años que otra.
A tres días buenos, cabo de mal extremo.
Demuestra lo poco estables y dura-
deras que son las felicidades de este
mundo.
Días y ollas lo componen todo.
Da a entender que con tiempo y pa-
ciencia no hay nada que no se alcance.
Días y ollas lo harán. — V. Días y ollas lo
componen todo.
Más días hay que longanizas.
Reprende a los que se apresuran de-
masiado en los negocios que dan tiem-
po.— Se usa también para denotar que
no urge el hacer o decir alguna cosa.
No en mis días.
Modo de manifestar uno su deseo de
no ver realizado aquello de que se tra-
ta. — Sirve también de excusa para no
conceder o hacer lo que otro pide.
No pasar áía.s por uno.
Aplícase a las personas que no re-
presentan la edad, más o menos avan-
zada, que realmente tienen, a causa de
lo frescas y ágiles que se conservan.
No se van los días en balde.
Expresión con que se explica el efec-
to que causa en los hombres la edad,
descaeciendo la salud, el brío y la ro-
bustez.
Pasarse los días enflores.
En ayunas; sin tomar alimento de
ninguna clase.
Por no dar, no da ni los buenos días.
Manera de exagerar la avaricia de
alguna persona.
Ser entrado en días.
Dícese de las personas que se acer-
can a la vejez.
Tantos días como pasan de enero, tantos
ajos pierde el ajero. — V. Cada día que
pasa de enero, un ajo pierde el ajero.
Todos los días olla, amarga el caldo.
Da a entender que por buena que
sea una cosa, se hace fastidiosa cuando
es muy repetida.
Todos los días se aprende tina cosa nueva.
Expresión usada cuando se oye decir
o se ve alguna cosa que desconocíamos
en absoluto.
Tras diez días de ayunque de herrero,
duerme al son el perro.
Demuestra lo que puede la fuerza de
la costumbre.
Tras los días viene el seso.
Indica que la reflexión y la sabiduría
no suelen ser patrimonio de los pocos
años, sino de la edad madura.
Tres cosas hay que nunca duermen : los
días, los censos y los agravios.
Porque jamás se olvida ninguna de
ellas, por mucho tiempo que trans-
curra.
Vivir uno los días de Néstor.
Ser de edad provecta.
Yendo días y viniendo días.
Locución familiar con que se da a
entender que ha pasado algún tiempo
indeterminado de un suceso a otro.
Usase mucho en los cuentos y en las
novelas.
DIABLO. — Ahí es el diablo.
Explica el mayor riesgo o peligro
que se teme o se sospecha en lo que
puede suceder.
Alguna vez ha de romper el diablo sus
zapatos.
Aunque le es fácil lograr su propó-
sito al que obra mal, en ocasiones le
cuesta trabajo conseguir lo que desea.
Algún diablo anda suelto, o se ha casado.
Suele decirse cuando reina viento
huracanado.
Algunas veces dice el diablo verdad.
Aplícase a aquellas personas de mala
fama que, por una casualidad, no dicen
alguna mentira.
DIABLO
— 308 —
DIABLO
Al que toma y no da, el diablo se lo llevará.
Contra los avaros que no piensan
más que en acaparar, sin acordarse de
que la caridad existe en el mundo.
Andar el diablo metiendo la pata.
Dícese cuando sale algún negocio
torcido o no marcha bien.
Andar el diablo suelto.
Haber grandes disturbios y disensio-
nes en un pueblo, comunidad, fami-
lia, etc.
Aquí hay mucho diablo.
Frase con que se manifiesta que un
negocio tiene mucha dificultad, malicia
o enredo oculto.
¡Asi paga el diablo a quien bien le sirve!
Queja contra los desagradecidos a
los favores que uno les ha dispensado.
Aun eso seria el diablo. — V. Ahí es el
DIABLO.
Cuando el diablo habla, licencia tiene de
Dios. — V. Cuando los mudos hablan,
licencia tienen de Dios.
Cuando el diablo no tiene qué hacer, con
el rabo caza moscas, o abre el culo y papa
■moscas, o coge la escoba y se pone a ba-
rrer, o en algo se ha de entretener.
Aplícase a aquellos que se ocupan en
hacer cosas impropias de su edad y
condición, en los momentos de ocio.
Cuando el diablo reza, engañar quiere.
Reprende a los hipócritas, y general-
mente a todos los que con buenas apa-
riencias encubren dañada intención.
Dar al diablo una persona o cosa.
Manifiesta el desprecio o indignación
que se siente contra ella.
Dar al diablo el hato y el garabato.
Empléase para demostrar gran enojo
y desesperación.
Dar al diablo el muerto y a quien lo llora.
. V. Dar al diablo una persona o cosa.
Dar de comer al diablo.
Murmurar, hablar mal de alguien o
de algo. — Armar rencillas o provocar
con malas palabras.
Dar que hacer al diablo.
Ejecutar una acción reprobable.
Darse uno al diablo.
Irritarse, enfurecerse; estar desespe-
rado por algún contratiempo.
De alabar el diablo el fruto, vino Eva a
probarlo.
Recomienda que se desconfíe de las
alabanzas exageradas que de una cosa
hace una persona que no es de fiar.
Díselo tú una vez, y el diablo se lo repeti-
rá diez.
Contra los que dan malos consejos.
El diablo, antes os la dará roma qut
aguileña.
Por la mala fama que tienen las cha-
tas, que se supone más susceptibles de
pecar que las que no lo son.
El diablo está, o anda, en Cantillana.
Algunos añaden: y el obispo en Brenes.
Expresión de que se usa cuando sale
mal alguna cosa o se nota desbarajuste
y desorden en algo.
Esta frase tiene su origen en una jus-
ticia hecha por el rey D. Pedro el Cruel
en Cantillana (Sevilla). Habíanse reuni-
do en dicha villa algunos nobles con
el objeto de armar un motín (que los
motines son muy antiguos en España),
y sabedor de ello D. Pedro, se dirigió
con mucho sigilo a Cantillana, mandó
prender a los revoltosos, y sin más sen-
tencia que su mandato, fueron ahorca-
dos de un árbol; todo esto sucedió de
noche y sin ruido. Cuando a la mañana
siguiente despertaron los vecinos y
vieron aquel espectáculo, cuéntase que
exclamaron: *;El diablo (que así llama-
ban a D. Pedro, según unos, por sus
justicias; según otros, por sus cruelda-
des) está en Cantillana!*
Gonzalo Fernández de Oviedo, en el
tomo II de sus Quinquagenas de la No-
bleza, da otra versión distinta. Según
él, había por los alrededores de Canti-
llana un bandido que desvalijaba a los
pasajeros al pasar la barca, al cual lla-
maban el diablo; por este motivo solían
los arrieros y caminantes avisarse el
peligro, diciéndose unos a otros cuan-
do sabían que el facineroso estaba es-
perando con su cuadrilla: «Tened cui-
dado, que el diablo está en Cantillana*
La respetable autoridad del célebre
cronista de Indias hace muy aceptable
esta explicación, y quita a D. Pedro el
mote de diablo, al menos por ese lado,
ya que los partidarios de D. Enrique
le llamaban Pedro Gil, para suponerlo
también bastardo.
El diablo, harto de carne, se metió fraile.
Dícese de aquellos que habiendo dis-
DIABLO
309 —
DIABLO
frutado de la vida con exceso, llevan
una existencia ejemplar cuando sus
facultades no les permiten ya seguir
como anteriormente; es decir, que ha-
cen de necesidad virtud.
El diablo las carga.
Da a entender la posibilidad de que
se origine daño o disturbio de aquello
que, al parecer, no podía producir tales
efectos.
El diablo no acabará lo que no acaban
mujeres.
Alaba las dotes de sutileza, perseve-
rancia y diplomacia del sexo femenino.
El diablo no duerme y todo lo añasca.
Atribuyéndose al enemigo malo la
cualidad de estar siempre pensando en
encizañar al género humano, se le im-
puta todo lo que produce molestias,
disgustos y daños, enredando y entor-
peciendo hasta las cosas más sencillas.
El diablo sea sordo.
Frase con que explicamos la extra-
ñeza de una palabra indigna de decir-
se, o el deseo de que no suceda algo
que se teme.
El diablo se está riendo.
Dícese así en Andalucía cuando llue-
ve y hace sol al mismo tiempo.
El diablo se lo clave por el culo.
Imprecación en que prorrumpen los
muchachos en Andalucía cuando se les
ha perdido algo, especialmente si es
algún alfiler o aguja, con el objeto de
que parezca pronto.
El diablo tiene cara de cochino, o de co-
nejo.
Expresión usada cuando se oye o se
ve algo raro o inesperado.
El que no agradece, al diablo se parece.
Contra los que no corresponden a
los beneficios que se les dispensan.
En queriendo el diablo, no rueguen san-
tos. — V. Cuando Dios no quiere, santos
no rueguen.
Guárdate del diablo.
Expresión con que se amenaza a uno,
o se le previene de un riesgo o castigo.
Hablar uno con el diablo.
Ser muy astuto y averiguar cosas
muy difíciles de saber.
Hay un diablo que se parece a otro.
Locución muy usada, por vía de com-
paración, cuando se quiere excusar a
un sujeto de que no ha hecho lo que se
le atribuye.
Huir como el diablo de la cruz.
Alejarse, separarse o tener miedo de
alguna persona o cosa.
Lo bien ganado se lo lleva el diablo, y lo
malo, a ello y a su amo.
Advierte la facilidad con que se sue-
len disipar los caudales, especialmente
los mal adquiridos.
Lo mal ganado se lo lleva el diablo.
Lo que se agencia por malas artes
no dura mucho ni produce buenos re-
sultados.
Llevarse una cosa el diablo.
Ocurrir una cosa mal o al contrario
de como se esperaba.
Más sabe el diablo por viejo que por
diablo.
Encarece la astucia y sabiduría de las
personas de edad, y lo mucho que vale
la larga experiencia.
No sabe el diablo por diablo, sino por
viejo. — V. Más sabe el diablo por viejo
que por diablo.
No ser uno gran, o muy, diablo.
No ser muy advertido o sobresa-
liente en una materia.
No siempre ha de estar el diablo detrás
de la puerta.
Excítase a que haga una persona una
cosa sin pensar o temer que pueda re-
sultar o salir mal.
Nos por lo ajeno y el diablo por lo nuestro.
Enseña que lo que se adquiere por
malos medios no sólo se malogra, sino
que regularmente es causa de que se
pierda aun aquello que se posee por
derecho.
No tener el diablo por donde coger, o des-
echar, a uno.
Ser la persona de quien se trata su-
mamente viciosa y abominable.
No valer un diablo una persona o cosa.
Ser muy despreciable y de ningún
valor.
Ofrecido sea al diablo el maravedí.
Quiere decir que al malvado aun lo
más insignificante le aprovecha.
Quien al diablo ha de engañar, de maña-
na se ha de levantar.
Demuestra lo difícil que es el burlar
a las personas astutas, aun cuando se
sea muy avisado.
DIABLO
— 310
DICHA
4
Riese el diablo cuando el hambriento da
al harto.
Reprende al que invierte el orden
de las cosas, aunque sea con pretextos
honestos.
Saber más que el diablo.
Ser excesivamente listo y astuto.
Saber un punto más que el diablo. — V. Sa-
ber más que el diablo.
Siempre el diablo le halle ocupado, por que
su tentación en ti ?io halle lugar.
Se refiere a que el que no tiene ocu-
pación alguna, siempre está pensando
en lo malo.
Tanto quiso ¿/diablo a su hijo, que le que-
bró, o sacó, un ojo.
Reprende a los que indiscretamente
dan gusto a sus hijos, en perjuicio de
su buena educación. — Denota, en ge-
neral, el daño, bien sea moral, bien ma-
terial, que causa un amor imprudente
y excesivo.
Teíier uno el diablo dentro del cuerpo.
Ser muy listo y emprendedor, o muy
revoltoso e inquieto. Esto último se
suele aplicar a los niños traviesos.
Tiró el diablo de la manta y se descubrió
el pastel.
Poner de manifiesto alguna cosa que,
por lo desagradable o perjudicial, con-
venía que se mantuviese oculta.
Vaya el diablo por ruin.
Empléase para sosegar una penden-
cia o discordia y volver a conciliar la
amistad.
Vayase el diablo para diablo, y el temor
para mezquino. — V. Vayase el diablo
para malo, o para puto.
Vayase el diablo para malo, o para puto.
Exhorta a ejecutar una cosa pronta-
mente, para evitar inconvenientes o
malas consecuencias.
Ya que el diablo nos lleve, que sea en coche.
Dícese de aquellas personas que al
renunciar a una vida de honradez, lo
hacen atraídas por la mucha ganancia
material que tal acto les reporta.
Yo como tú, y tú como yo, el diablo nos
juntó.
Explica que la conformidad en las
costumbres, cuando son malas, es prin-
cipio de muchos daños, y por eso pare-
ce que es obra del diablo, o disposición
suya, el que se junten dos personas,
especialmente en casamiento, que es a
lo que alude el refrán.
Diablos son bolos.
Denota la poca seguridad que se debe
tener en las cosas contingentes.
DIAMANTE. — Más duro que un dia-
mante.
Dícese del sujeto por todo extremo
insensible.
DIBUJO. — Meterse en dibujos.
Especificar demasiado una cosa.
No meterse en dibujos.
Abstenerse de hacer o decir imper-
tinentemente más de aquello que co-
rresponde.
DICD3MBRE.— Diciembre mojado y ene-
ro bien helado.
Manifiesta que la característica de
aquel mes es la lluvia, así como la de
éste las heladas.
En diciembre frío, y calor en estío.
Marca la temperatura propia de estas
dos encontradas estaciones del año.
En diciembre has de mirar lo que se bajó
al pajar.
Recomienda la previsión en invierno,
por ignorarse el resultado de la próxi-
ma cosecha.
En diciembre, leña y duerme.
Indica que en este tiempo lo que más
agrada es la lumbre y el lecho.
En diciembre, siete galgos a una liebre.
Manifiesta la escasez de caza de esta
especie que hay en tal época.
No hay en diciembre valiente que no
tiemble.
Expresa lo frío que es este mes, a cu-
yos efectos no hay valentía que resista.
Tras diciembre nebuloso viene enero pol-
voroso.
Cuando aquel mes se muestra con
brumas, suele ser precursor del viento
que reina en el siguiente.
DICTADO.— Ser alguna cosa como los dic-
tados de don Crispin, que no tenían fin.
Se dice de todo aquello que es de
larga duración.
DICHA. — Donde falta la dicha, por de-
más es la diligencia.
De nada sirve el trabajo cuando no
se tiene felicidad.
La dicha que tarda, con más gusto se
aguarda. — V. Hambrk que espera har-
tura, no es HAMBKH.
DICHO
— 3ii
DIENTE
Más vale dicha que suerte.
Indica que la felicidad es superior a
la fortuna.
Nunca es tarde, si la dicha es buena.
Por mucho que se retarde la felicidad,
siempre se acoge con alegría.
Anda tras las dichas; no corras.
Indica que no se debe forzarla suerte
para obligarla a que venga a nosotros,
pero sí procurarla pacientemente.
Aunque hoy goces las dichas, teme mañana
las desdichas.
Expresa que no debe confiarse nadie
en el presente, sino pensar siempre en
el porvenir.
Las dichas no llegan a viejas.
Manifiesta que la felicidad, desgra-
ciadamente, no suele ser eterna.
Las dichas y las desdichas suelen andar
juntas.
En este mundo van íntimamente en-
lazadas las alegrías con las penas.
DICHO. — Del dicho al hecho hay gran
trecho.
Enseña la distancia que hay entre lo
que se dice y lo que se ejecuta, y que
no se debe confiar enteramente en las
promesas, pues suele ser mucho menos
lo que se cumple que lo que se ofrece.
Del dicho nos guarde Dios. — V. Calumnia,
que algo queda.
J El dicho apruebo, y el propósito no en-
tiendo.
Se precia uno más de una afirmación
cualquiera que del alcance que la mis-
ma pueda tener.
No es para nada el dicho sin el hecho.
Es más perjudicial el segundo que el
primero.
Otra al dicho, Juan de Coca.
Denota la importante repetición de
alguna cosa.
DICHOSO. — Dichoso es, no el que lo
parece a otros, mas a si.
Cada cual debe estar satisfecho con
su propia opinión, sin preocuparse de
la que merezca a los demás.
Para ser dichoso se ha de saber hacer
dos cosas : cerrar los ojos y abrir la mano.
Es decir, ser benévolo con los demás
y no ser mezquino.
Si quieres ser dichoso, no estés nunca
ocioso. — V. La ociosidad es madre de
todos los vicios.
DIEGO. — Coló', tío Diego, o tío Paco.
Dícese a propósito de haberse tra-
gado algo repugnante, o que costaba
trabajo el hacerlo pasar por el esófago,
o bien de haber conseguido engañar a
uno por este u otro medio. Suele usar-
se las más veces en sentido interro-
gante, y se atribuye su origen al suceso
siguiente:
Cuéntase que en ocasión de estar ad-
ministrando el Santo Viático a un pobre
patán llamado Diego, o Paco (que en
esto no andan muy conformes las cróni-
cas populares), como quiera que observó
el cura que le costaba alguna dificultad
al enfermo el sumir o tragarla Sagrada
Forma, le preguntó si había conseguido
pasarla. No respondiendo a dicha pre-
gunta el paciente, a pesar de habérsela
dirigido hasta tres veces el sacerdote,
tomó a su cargo el sacristán el salir de
duda, a cuyo efecto le dijo: <T/o Diego
(o tío Paco), ¿coló'?* A lo que respondió
el viaticado inmediatamente: <Cold.»
DIENTE. — Cuando pienses meter el diente
en seguro, toparás con lo duro.
Explica el engaño del que, cuando
juzga fácil conseguir un negocio, en-
cuentra grandes dificultades.
Dar uno diente con diente.
Denota el demasiado frío que padece
alguno, o el excesivo miedo con que
se halla.
Dar diente con diente, como quien tiene
frío de cuartana. — V. Dar uno dienti
con DIENTE.
Diente y mella, cagóme en ella.
Dícese, particularmente a los niños,
cuando se les ha caído algún hueso de
la boca.
Estar a diente, como haca gallega. — Véa-
se Estar a diente, como jaca de atabalero,
o de buldero.
Estar a diente, como jaca de atabalero, o
de buldero.
Tener hambre.— Díj ose así tal vez por
el mal trato que daban a las caballerías
los que iban predicando las bulas.
Estarse a diente.
No haber comido, teniendo gana.
Hincar uno el diente.
Murmurar de otro; desacreditarlo. —
Apropiarse algo de la hacienda ajena
que maneja.
DIENTE
312 —
DIETA
No haber para untar un diente.
Haber muy poca comida, o ser gran
comedor el que la ha de comer.
Tener uno buen diente.
Ser muy buen comedor.
Aguzar uno los dientes.
Disponerse para comer cuando está
pronta o inmediata la comida.
Antes están los dientes que el tragadero.
Indica que se debe atender con pre-
ferencia a lo principal, dejando para
después lo secundario.
Crujirle a uno los dientes.
Padecer con mucha rabia, impacien-
cia y desesperación una pena o un tor-
mento.
El que no puede morder, que no enseñe los
dientes.
Nadie alardee de hacer lo que no
puede llevar a cabo.
Enseñar, o mostrar, uno dientes, o los
dientes, a otro.
Hacerle rostro, esto es, resistirle,
amenazarle.
Estirar con los dientes para que alcance.
Dícese de aquellas cosas que no pue-
den dar más de sí por muchos esfuerzos
que se hagan.
Haberle nacido, o salido, a uno los dien-
tes en una parte o haciendo una cosa.
Haber nacido o residido en una pobla-
ción, o frecuentado un sitio, o dedicá-
dose a una cosa desde edad temprana.
Hablar uno entre dientes.
Hablar de modo que no se le entien-
da lo que dice. — Refunfuñar, gruñir o
murmurar.
Mascar, mientras ayuden los dientes.
Conviene aprovecharla ocasión cuan-
do se nos muestra propicia.
Más cerca están mis dientes que mis pa-
rientes.
Explica que cada uno debe mirar
primero por sí que por los otros, por
muy allegados que sean.
Más quiero para mis dientes que no para
mis parientes. — V. Más cerca están mis
dientes que mis parientes.
No entrarle a uno de los dientes adentro
una persona o cosa.
Tenerle repugnancia o antipatía.
Primero me han de sudar los dientes.
Especie de protesta de que no se ha
de hacer una cosa.
Primero son mis dientes que mis parien-
tes. — V. La caridad bien ordenada nace,
o empieza, por uno mismo.
Quitar a uno los dientes. — V. Quitarle-
a uno la cara.
, Se pierden los dientes y no las mientes.
La edad no aminora, en general, los
recuerdos, pero sí hace que desaparez-
ca la dentadura.
Ser capaz de sacarle los dientes a un
ahorcado.
Dícese de las personas que son muy
atrevidas y poco escrupulosas para
agenciarse lo que desean.
Tener dientes de ajo.
Aplícase a la persona cuya dentadura
es muy grande e irregular.
Tener dientes de embustero.
Tenerlos muy claros o separados.
Tomar algo a dientes. — V. Tomar a.
PECHOS.
Tomar, o traer, a uno entre dientes.
Hablar mal de él; tenerle ojeriza.
Trabajar con los dientes.
Comer.
DIESTRO. — Aun diestro, un presto.
Enseña que hay ocasiones en que-
aprovecha y sirve más la prontitud y
celeridad en ejecutar una cosa, que la>
habilidad y destreza.
De diestro a diestro, el más presto.
Da a entender que entre dos igual-
mente hábiles, astutos y sagaces, el más-
pronto en resolver o emprender el in
tentó lleva la ventaja.
El más diestro la yerra. — V. El mejor
escribano echa un borrón.
Llevar de, o del, diestro.
Dominar a una persona hasta el ex-
tremo de obligarle a que haga lo que
uno quiere, como hace el que guía una
caballería.
Poco va de diestro a diestro.
Explica la igualdad de dos en habi-
lidad, destreza o astucia, dando a en-
tender así que cada uno le percibe o
penetra bien al otro la intención, o le
previene en lo que va a ejecutar.
DIETA. — Dieta v mangueta, y siete ñudos
a la bragueta.
El huir de la gula y de los goces sen-
suales, y el uso frecuente de las lava-
tivas, son tres medios conducentes a
disfrutar de salud y longevidad.
DIEZ
— 3i3 —
DIMES Y DIRETES
DIEZ. — A las diez deja la calle para
quien es.
Es decir, para la gente maleante, que
era la que únicamente andaba a esas
horas por las calles, pues las personas
de bien se retiraban a su domicilio al
oír el toque de la queda.
A las diez en casa estés, y si ser puede, a
las nueve. — V. A las diez deja la calle
para quien es.
A las diez en la cama estés. Algunos agre-
gan : y si puede ser antes, que no sea
después.
Reconoce la conveniencia de acos-
tarse temprano.
En dando las diez dejar la calle para quien
es : los rincones para los gatos, y las es-
quinas para los guapos. — V. A las diez
deja la calle para quien es.
Más diez veces matan las cenas que las
guerras. — V. Más mató la ciña que sanó
Avicena.
DIEZMO. — Pagar el diezmo.
Cobrarse el corretaje por algún favor
hecho. - V. No se dan palos de balde.
Los diezmos de Dios, de tres blancas si-
sar dos.
Reprende a los que desfalcan algo
de lo que deben pagar.
DIFERENCIA.— Hay diferencia de tiem-
pos a tiempos.
Manifiesta lo que cambian las cosas
con el transcurso de los años.
Hay diferencia en lo vano, darle de codo
o de mano, o darle de la mano.
Explica la diferencia que hay entre
el cariño y el desprecio.
Hay grande diferencia del ir caballero
al ir atravesado como costal de basura.
Aunque las personas sean las mis-
mas, varían según la posición que ocu-
pan en el mundo.
No hay más diferencia entre un noble y
un plebeyo, que la forma que quiere im-
primirle el alfarero.
La posición de las personas depende
de la casualidad más que del mérito.
DIFÍCIL. — Es difícil cosa el escribir sá-
tiras.
Porque se expone el que lo hace a
incurrir en la ira del satirizado.
Todas las cosas son difíciles antes de ser
fáciles. — V. Ser una cosa el huevo de
Colón.
DIFICULTAD. —Herir en la, o la, difi-
cultad.
Dar con ella; descubrirla.
DD7UNTO. — El difunto era más alto, o
delgado, etc.
Dícese a aquella persona a quien le
viene corta, ancha, etc., una prenda de
vestir.
DIGNO. — Muy digno de loor es el que en-
seña por palabra, si por obra lo procura.
No basta predicar, sino que es pre-
ciso unir el ejemplo.
DILACIÓN. — En cualquiera dilación
hay gran peligro.
Porque no pueden preverse las con-
tingencias que trae consigo la tardanza
en realizar alguna cosa.
Toda dilación es dañosa. — V. En cual-
quiera dilación hay gran peligro.
DILATAR. — Lo que se dilata no se qui-
ta.— V. Nunca es tarde si la dicha es
buena.
DILIGENCIA. — La diligencia es madre
de la buena ventura.
Enseña cuánto influyen el cuidado y
actividad en el logro de una solicitud.
La diligencia nos parece tardanza cuan-
do deseamos alguna cosa. — V. El que es-
pera, desespera.
Hacer uno las diligencias de cristiano.
Cumplir con la Iglesia, confesando y
comulgando en Pascua o cuando se dis-
pone para morir.
Hacer las diligencias del jubileo.
Ejecutar lo que se previene para ga-
narlo.
DILIGENTE.— En pagar conviene no andar
muy diligente, que suele traer muchos
inconvenientes.
Excusa de que se valen los trampo-
sos para justificar su morosidad en la
satisfacción de las deudas.
DILUVIO. — Ser una persona, o cosa, más
antigua que el Diluvio.
Manera de exagerar la antigüedad
de una cosa. — Aplícase más a las per-
sonas para motejarlas de viejas.
DIMES Y DIRETES. -Ponerse, o andar,,
en dimes y diretes.
Enredarse en contestaciones, deba-
tes, altercados o réplicas dos o más
personas. — Aunque el verbo andar es
el más corriente en esta frase, úsase
también, con los respectivos significa—
DIN
— 3'4 —
DINERO
dos que la ilustración del lector supli-
rá seguramente, no meterse en, no que-
rer entrar en, excusar, verse en, etc.
DIN. — Más vale el din que el don.
Manera de decir, por donaire, que el
dinero es lo que da de comer, y no los
títulos nobiliarios.
Sin din no hay don.
Indica que el señorío lo sostiene el
dinero, pues sin éste no hay quien re-
conozca aquél.
DINERO. — A pagar de mi dinero.
Modo de afirmar, asegurar y ponde-
rar que una cosa es cierta, como afian-
zándola uno con su caudal.
A poco dinero, poca salud.
Por poco dinero no es posible, en lo
general, obtener cosa de gran valor.
Al dinero, al loco y al aire, darle calle.
Es decir, dejarlos correr y no guar-
darlos.
Apalear el dinero, o las talegas, o los
millones.
Ser extremadamente rico.
Bien te quiero, bien te quiero, mas no te doy
mi dinero.
Censura a los que se deshacen en
ceremonias y ofertas, y llegada la oca-
sión, no corresponden a ellas, desen-
tendiéndose de acudir al remedio de
la necesidad.
¡Buen dinero es la gaceta!
Manifestación de menosprecio hacia
una persona o, más comúnmente, hacia
una cosa.
Cuando el dinero habla, todos callan.
Manifiesta la enorme influencia que
tiene el oro en la sociedad.
Dar dinero a un prodigo es lo mismo que
poner la espada en manos de un loco.
Porque ni uno ni otro saben el des-
tino que les dan.
Dinero a mano, dinero a daño.
Por lo regular, el favor que se hace
a una persona, es en expectativa de
que sea devuelto en su día con cre-
ces. — El que posee un capital que na-
die le tasa, suele emplearlo, general-
mente, en cosas que resultan nocivas
para su salud.
Dinero de contado halla soldado.
Con dinero a mano se consigue todo
lo que se quiere, por muy difícil que
parezca.
Dinero llama dinero.
El medio más seguro de aumentar
el caudal es no tener parado el dinero,
sino comerciar con él. — V. A cochino
gordo, untarle el rabo.
Dinero olvidado, ni hace merced ni grado.
Las cosas útiles dejan de serlo cuan-
do no se hace uso de ellas.
Dinero parado no gana nada. — V. Dine-
ro llama dinero, primera acepción.
Dinero prestado, dinero rescatado.
Conviene no tardar en desempeñar-
se de las deudas contraídas, ya porque
cuanto más tiempo vaya pasando ma-
yores son los réditos, bien, si el prés-
tamo es gracioso o sin interés, por no
encontrar cerrada la puerta el día en
que se necesitara apelar nuevamente
al favor del amigo.
Dinero, y no consejos.
Reprende a quien da consejos cuan-
do no se le piden, y mucho más si los
da a quien tiene necesidad de dinero.
Don Dinero es gran caballero. — V. Po-
deroso caballero es Don Dinero.
Echar dinero en una cosa.
Emplear dinero en ella.
El creer no cuesta dinero.
Úsase cuando finjimus dar crédito a
aquello que se nos dice, aunque sepa-
mos positivamente que se halla muy
lejos de la verdad.
El dinero, con sus salvas, convierte en
noble al que nació en las malvas.
El dinero, por no encontrar obstácu-
lo alguno al paso, llega hasta propor-
cionar pergaminos o ejecutorias, o títu-
los de nobleza al más plebeyo. De ahí
proviene la clase social conocida de
algunos años a esta parte con el dicta-
do de aristocracia pesetera.
El dinero de voltarios es dinero de al-
quimia, que se resuelve en humo.
Voltarios, en el dialecto del garito,
son aquellos jugadores a quienes la
suerte les es inconstante o mudable. —
V. Los dineros del sacristán, cantando
se vienen y cantando se van.
El dinero del rey es corto, pero seguro.
Los créditos que se adquieren con-
tra el Estado tienen a su favor el ser
cobraderos tarde o temprano, siquiera
se perciban en ocasiones con alguna
merma.
DINERO
— 315 —
DINERO
El dinero, en ninguna parte está mejor
que en poder de su dueño.
Aconseja no arriesgarlo en operacio-
nes de éxito dudoso.
El dinero es bueno para siervo, pero malo
para amo.
Enseña que no se deje dominar de
él quien lo posee, pues si gastado con
prudencia saca de apuros, guardado
con avaricia, para nada aprovecha.
El dinero es como los ratones, que en
oyendo ruido, se esconde.
En las épocas turbulentas nadie se
atreve a emplear su dinero en el aco-
metimiento de ninguna empresa.
El dinero es de quien lo agarra. Algunos
añaden: y la gloria, de quien la gana.
El corazón humano es demasiado
apegado a los intereses materiales.
El dinero es reputado por feliz y por sabio.
Tal es el concepto que forma, por
lo común, del rico la generalidad del
vulgo. Equivócase, empero, con harta
frecuencia, pues no faltan personas
opulentas que son bastante desgracia-
das, así como muchos potentados que
debían ir uncidos a una carreta.
El dinero hace al hombre entero.
El no depender de otro, por contar
con lo suficiente para poder vivir con
holgura, suele ser motivo poderoso
para obrar con rectitud y entereza.
El dinero hace milagros. — V. Dios es om-
nipotente, y el dinero su teniente.
El dinero no huele mal, o no tiene olor.
Aunque proceda su adquisición o ga-
nancia de las faenas más humildes o
bajas. — Cuéntase de Vespasiano que ha-
biendo creado un impuesto sobre las le-
trinas contra el parecer de su hijo Tito,
tomó una moneda del primer dinero
que produjo dicho impuesto, y acer-
cándola a la nariz de Tito, le preguntó:
«¿Huele esto mal?>, de donde nació el
proverbio.
El dinero se ha de buscar para la honra,
y la honra no ha de servir al dinero.
Porque el dinero es un medio, pero
no un fin, como lo debe ser vivir hon-
radamente.
El dinero se ha hecho para contarlo.
Haciéndolo así cuando se recibe, es
fácil remediar en el acto cualquiera
equivocación que pudiera ocurrir, evi-
tándose por ese medio disgustos que
podrían sobrevenir cuando se intenta-
ra subsanar el yerro después de pasada
la ocasión.
El dinero se ha fiecho plano para que no
se mueva.
Teoría con que se excusa el avaro
o el mezquino para no gastar.
El dinero se ha hecho redondo para que
ruede.
Teoría que evoca el hombre esplén-
dido para justificar su rumbo y des-
prendimiento.
El dinero iodo lo vence, pero con el buen
juez nada puede.
Manifiesta que el poder del oro es
nulo ante una conciencia recta.
El que dinero tiene, logra lo que quiere.
Indica la facilidad con que logra el
rico lo que se le antoja.
En dinero esté el caudal de aquel que nos
quiera mal.
Es tanto como desearle que se lo
gaste y se quede pobre.
En tres cosas es bien gastado el dinero :
en dar limosna, en pagar al buen médico
y en el porte de las cartas.
En efecto, las tres pueden reportar-
nos algún beneficio.
Eso es dinero contado, o de contado, o
contante.
Aplícase al objeto que, en fuerza de
su valor, puede ser reducido a metáli-
co tan luego como se desee.
Estar uno mal con su dinero.
Malgastarlo o aventurarlo en empre-
sas descabelladas.
Estrujar uno el dinero.
Ser miserable o poco dadivoso y
franco en lo que da.
Hasta el hablar cuesta dinero.
Refiérese a aquellos sitios en que
se abusa tanto del cliente, que hasta
por lo más insignificante se cobra al-
guna cantidad.
Levantarse con el dinero.
Llevárselo, la mayor parte de las ve-
ces, contra la voluntad de los demás.
Más ablanda el dinero que palabras de
caballero.
Contra la mujer que no se deja ven-
cer por las protestas de fidelidad para
lo futuro, y sí por la fuerza de las dá-
divas en lo presente.
DINERO
316 -
DINERO
Mi dinero me cuesta.
Expresión con que se consuela, o
trata de consolarse, aquel a quien le ha
salido fallida una empresa, o que ha
sido vi'ctima de un engaño, perdiendo
el dinero que en uno y otro caso des-
embolsó.
Ni entrar sin dinero en un café, ni el
poeta usar mucho del qué.
Lo primero es comprometido y mo-
lesto, pues se ve uno privado de tomar
nada; lo segundo convierte al poeta en
un coplero más amigo de los ripios que
de las creaciones estéticas.
No hay cosa como el dinero contante.
Es preferible pagar en el acto lo que
se compra, a tomarlo fiado.
No hay mal tan lastimero como no tener
dinero.
La carencia de intereses materiales
es causa de muchas desventuras.
Pasar uno el dinero.
Volverlo a contar para satisfacerse
enteramente de que está cabal la can-
tidad que entrega o recibe.
Por dinero baila el perro, y no por el son
que le hace el ciego. — V. Por dinero bai-
la el perro, y por pan, si se lo dan.
Por dinero baila el perro, y por pan, si
se lo dan.
Explica la fuerza del dinero, que in-
fluye aun en aquellos a quienes no sir-
ve ni aprovecha.
Por dinero canta el ciego y baila el pe-
rro. — V. Por dinero baila el perro, y
por pan, si se lo dan.
Por mi dinero, papa lo quiero.
El que compra, si paga bien, tiene
derecho a exigir lo mejor en su línea.
Por no hacer, u oír, etc., tal o cual cosa se
podía dar dinero.
Manifiesta la aversión que causa
aquello de que se trata.
Por poco dinero, poca manteca. — V. A
poco dinero, poca salud.
Queredme por lo que os quiero, y no me ha-
bléis en dinero.— V. Bien te quiero, bien
te quiero, mas no te doy mi dinero.
Quien dinero tiene, sabio parece.
Las riquezas hacen que no se vean
las faltas en quien las posee.
Quien fía el dinero, pierde el dinero y
el vecero.
Vecero quiere decir parroquiano o
marchante, el cual, por no devolver lo
que le fiaron, no vuelve a parecer ni
por el barrio.
Según buen dinero yace en vil correo, asi
en feo libro está saber no feo.
Correo significa aquí cuero o bolsa. —
Equivale a que bajo una mala capa se
encubre buen bebedor; es decir, que
no hay que fiar de las apariencias.
Si amas a la que sólo quiere el dinero,
serás un majadero; y al fin y al cabo, sal-
drás de ella escarmentado.
Porque el dinero se gasta y queda el
descontento de la que sólo se casó por
lograrlo.
Si el que contigo juega conoces que te la
pega, guardas tu dinero, y que juegue
con un perro.
Hay que desconfiar del que procede
de mala fe, y separarse de él.
Si no fuera por el sí y el pero, {quién deja-
ría de tener dinero?
Las circunstancias condicional j ad-
versativa son causa de que muchas ve-
ces no podamos prosperar en nuestras
aspiraciones. Por ejemplo: Si N. tuvie-
ra más edad, bien pudiera desempeñar tai
destino; pero es el caso que carece toda-
vía de la práctica necesaria. He ahí el st
y cipero que se atraviesan para que N.
no pueda conseguir el cargo o destino
que solicita.
Si quieres que cante, el dinero por delan-
te. — V. Por dinero baila el perro, y por
pan, si se lo dan.
Si quieres saber lo que vale el dinero, tó-
malo a premio.
Por los réditos más o menos creci-
dos que hay que pagar.
Si quieres tener dinero, tenlo.
Remedio probado para no carecer
nunca de dinero: no gastarlo. — Tenlo
quiere decir guárdalo.
Sin dinero o lisonja nadie logra.
La adulación, como el oro, sonlos dos
medios más poderosos para conseguir
lo que se desea.
Sobre dinero no hay compañero. — V. Bien
te quiero, bien te quiero, mas no te doy mi
dinero.
Sobre mi dinero y mi zaranda, nadie
manda.
Dícese de las personas amantes de su
independencia y de hacer su capricho,.
DINERO
— 317
DIOS
hasta tal punto que no atienden los con-
sejos desinteresados que se les dan.
Ten dinero, tuyo o ajeno.
El que maneja caudales, ya sean pro-
pios, ya de otro, cuenta con un recurso
a que poder apelar en caso de apuro,
sin tener que pasar por el sonrojo de
dar cuenta de su necesidad a nadie.
Todas las cosas obedecen al dinero.
Porque por medio de él se logra abrir
todas las puertas.
Todo lo alcanza el dinero. —V. Dios es
omnipotente, y el dinero su teniente.
Vivamos, comamos y tengamos dinero, que
lo demás importa dos bledos.
Teoría de las personas desaprensivas
que conceptúan secundario todo lo que
no sea vivir bien.
A dineros pagados, o dados, brazos que-
brados. — V. Paga adelantada, paga vi-
ciosa.
Dadme dineros y no consejo. — V. Dine-
ros, y no consejos.
De dineros y bondad, o calidad, la mitad
de la mitad, o siempre quita la mitad.
Porque suele haber exageración cuan-
do se pondera la hacienda, justificación
o estirpe de una persona.
De quien no nos debe nada, buenos son cinco
dineros.
De agradecer es cualquier favor u
obsequio que se nos hace, por peque-
ño que sea, cuando no hemos contraído
mérito alguno para ello.
Dineros anticipados, o tomados, brazos
quebrados. — V. Paga adelantada, paga
viciosa.
Dineros del avaro dos veces van al mer-
cado.— V. No hay estreñido que no mue-
ra de cámaras.
Dineros enmanga, tanto vinocomo agua. —
V. Quien tiene dineros pinta panderos.
Dineros son calidad.
Las riquezas dan consideración y ho-
nores, hasta el punto de que suelen
suplir y aun sobreponerse a los linajes
más esclarecidos.
Dineros tenga mi amo, que no le faltarán
criados.
Cuando hay buena recompensa, sobra
quien trabaje.
Dineros y amor, mal se encubren. — V. El
amor y el dinero no se pueden ocultar, o
no pueden estar encubiertos.
Dineros, y no consejos.
Reconvención que se dirige a quien
se mete a dar consejos sin que se los
pidan, mayormente si la persona a quien
le son dados tiene necesidad de auxi-
lios pecuniarios.
Do hay dineros hay sosiego.
El que tiene satisfechas todas sus ne-
cesidades y asegurado el porvenir, bien
puede gozar de toda tranquilidad.
Do son muchos dineros es mucha bendi-
ción. — V. Do hay dineros hay sosiego.
Eso es como quien tiene dineros en mitaa
del golfo y se está muriendo de hambre.
Equivale a tener un tío en Alcalá; a
confiar en aquello de que no se puede
disponer.
Los dineros del sacristán, cantando se
vienen y cantando se van.
Lo que se gana a poca costa se suele
gastar sin reparo.
Los dineros hacen dueñas y escuderos.
Por poderse comprar todo con el di-
nero, hasta los títulos nobiliarios y los
puestos más condecorados.
Pleito por mis dineros.
El que tiene bienes de fortuna lleva
mucho adelantado para obtener la ra-
zón en los litigios.
Por dineros hace el hombre cuanto le place.
El que tiene riquezas logra cuanto
desea.
Quien tiene dineros pinta panderos.
El rico satisface prontamente todos
sus gustos o caprichos.
DIOS. — A cada cual da Dios frío como
anda vestido.
Da a entender que Dios acude a cada
uno según sus necesidades.
Acomodarse a lo de Dios es Cristo. — Véa-
se Vivir a lo de Dios es Cristo.
A Dios, en oyendo, y al rey, en viendo.
Debe descubrirse el hombre al oír el
Viático, así como cuando se halla en
presencia del soberano.
A Dios me encomiendo y al doctor Hidalgo
de Agüero.
Frase muy usada entre los bravuco-
nes de Sevilla de los siglos xvi y xvn
al empezar un desafío, aludiendo al cé-
lebre doctor Hidalgo de Agüero, habi-
lísimo en curar las cuchilladas, al que
se encomendaban al mismo tiempo que
a la Providencia.
DIOS
- 318
DIOS
A Dios orando y al macho dando. — V. A
Dios rogando y con el mazo dando.
A Dios rogando y con el mazo dando.
Amonesta hagamos de nuestra parte
cuanto es posible para el logro de nues-
tros deseos, sin exigir que Dios haga
milagros.
A Dios rogando, y negociando. — V. Fíate
de la Virgen, pero corre.
A Dios se le hace la corte de rodillas, al
rey en pie, y al demonio en el canapé.
Al primero le gusta que se le adore;
al segundo que se le respete, y al ter-
cero que se practique el vicio.
A Dios te doy, libreta bebida y por hilar.
Los desaprensivos siempre ofrecen
lo que no ha de reportarles provecho
alguno.
A Dios v a ventura.
Inciertamente, sin esperanza ni segu-
ridad de feliz éxito en lo que se em-
prende.
Al cabo de Dios te salve.
Verificar una cosa después de mucho
tiempo.
A los dos que Dios junta no poard separar
el hombre.
Refiérese a la indisolubilidad del ma-
trimonio.
Al que Dios quiere para rico, hasta la mu-
jer le pare hijos de otro.
Refrán irónico por medio del cual se
expresa que el que tiene mala suerte
la tiene para todo.
Al que madruga, o se antuvia, Dios le
ayuda.
Advierte que la buena diligencia suele
tener feliz éxito en las pretensiones.
Aquel a quien Dios quiere bien, muere joven.
Porque quitándole del pecado, le
libra de la condenación eterna.
Aquel es rico que está bien con Dios.
Indica que la verdadera riqueza es la
virtud.
Aquí de Dios, que matan a un gallego.
Dícese cómicamente cuando alguna
persona tropieza con una dificultad o
cree verse en algún peligro, general-
mente ilusorio.
A quien Dios no le da hijos, el diablo le
da sobrinos.
Expresa que sobrevienen cuidados
por causa ajena al que no los tiene por
su propia situación.
A quien Dios quiere bien, en casa le trac
de comer.
Da a entender que Dios no abandona
a aquellos a quienes ama por ser cum-
plidores de sus preceptos.
A quien Dios quiere bien, la casa le sabe,
Al que tiene suerte todas las cosas se
le vienen a la mano. — En este refrán hay
una transposición que creemos no es-
tará de más explicar, pues en no pocas
ocasiones se nos han manifestado dudas
acerca de su interpretación; no hay, sin
embargo, nada más sencillo. Dios sabe
la casa de aquel a quien quiere bien; es
decir, sabe donde vive, para acudir a fa-
vorecerlo; es, por tanto, equivalente
del anterior: A quien Dios quiere bien,
en casa le trae de comer.
A quien Dios quiere, la ¿asa le sale.
Este refrán, que encontramos en nues-
tros clásicos bajo diferentes formas,
pero con el mismo significado, equivale
al ya expuesto, que dice: A quien Dios
quiere bien, la casa le sabe.
A quien Dios quiso bien, en Granada le did
de coftier. — V. A quien Dios quiere bien,
la casa le sabe.
Apuntamos este refrán, así como el
siguiente, por haberlos oído en boca de
los naturales de las indicadas provin-
cias. Claro está que a este tenor los
favorecidos porlos divinos dones, yque
habitan en Galicia, Cataluña, Castilla o
Murcia, están en su derecho de aplicár-
selo; pero conste que no forman parfe
de este Diccionario.
A quien Dios quiso bien, en Sevilla le did
de comer. — Véase la explicación del
anterior.
A quien Dios se la diere, San Pedro se la
bendiga.
Explica la disposición que tiene uno
a conformarse con la Providencia en el
buen o mal éxito de sus pretensiones o
deseos. — Algunos dicen, en lugar de
San Pedro, San Antón se la bendiga.
A quien no habla no le oye Dios.
Reprende la cortedad de aquellos
que por no atreverse a explicar sus
solicitudes, las malogran. «,
A quien se ayuda, Dios le ayuda. — V. A
Dios rogando y con el mazo dando.
A quien se humilla, Dios le ensalza.
Recomienda la humildad como un
DIOS
3i9
DIOS
don inestimable que jamás queda sin
recompensa.
A quien se muda, Dios le ayuda.
Indica que es prudente mudar de me-
dios cuando los primeros no salen bien.
A sólo Dios está reservado conocer los
tiempos y los momentos.
Sólo la Providencia sabe el alcance
de nuestras acciones.
¡Ay, Dios,quie'n fuera blanco, aunque fuera
catalán!
Se usa en América, especialmente
por los negros, quienes tienen mucha
prevención contra los catalanes.
Basta que me entienda Dios, que Él es el
entendedor de todas las cosas.
Cada cual, aportando sus acciones a
lo que es debido, cumple, aunque no
las estimen los demás.
¡Bendito sea Dios, que todo lo cria! ¡Hasta
las calabazas sin costuras!
Expresión usada cuando se ve o se
oye algo extraordinariamente absurdo.
Cada uno es como Dios le hizo, y aun peor
muchas veces . — V. Cada uno es como
Dios lo ha hecho.
Cada uno es como Dios lo ha hecho.
Denota lo diferente que es el carác-
ter o genio de cada persona y lo su-
mamente difícil que es mudarlo.
Cada uno estornuda como Dios le ayuda.
Significa que cada uno hace las cosas
del mejor modo que sabe o puede.
Como Dios manda.
Como es justo y razonable; como lo
exigen el decoro, la conveniencia, la
rectitud, el bien parecer, etc.
Con Dios voy: mis obras dirán quién soy.
Letrero que se solía poner a los fa-
luchos que hacían la travesía de Cádiz
a los puertos.
¡Confunda Dios cigüeña en el ejido, que de
tal guisa coge cigoñinos en nido!
Hay muchos que no reparan en los
medios para lograr su propósito.
Con lo mió me ahogue Dios.
Expresión usada por aquellos que
tienen la virtud de conformarse con lo
que tienen.
Con lo que Dios la envía se contenta mi
tía. — V. Con lo mío me ahogue Dios.
Con lo que es nuestro nos haga Dios merced.
Cada cual debe darse por satisfecho
con lo que le pertenece.
Cuando Dios amanece, para todos ama-
nece.
Enseña que debemos comunicar nues-
tros bienes y felicidades a los demás, o
cuando menos no suscitar obstáculos a
su bienestar.
Cuando Dios da, da para todos, o Cuando
Dios da para Vicente, da para el vecino
de enfrente.
Indica que la divina Providencia no
abandona a nadie.
Cuando Dios da la llaga, da la medicina.
Manifiesta que por el mismo con-
ducto que vino el mal suele venir el
remedio.
Cuando Dios no nos da, no nos convendrá.
Enseña a conformarse con lo que
suceda, aunque sea contrario a lo que
deseábamos.
Cuando Dios no quiere, santos no pueden,.
o no rueguen.
Avisa que cuando no se tiene gana-
da la voluntad del que ha de conceder
una gracia, no hay que fiar en media-
ciones de amigos o intercesores.
Cuando Dios quería.
En otros tiempos ya lejanos.
Cuando Dios quiere, con todos los aires
llueve.
Enseña que todo obedece a la vo-
luntad de Dios, disponiendo que los
medios que se creía más contrarios al
logro de una cosa sirvan para su con-
secución.
Cuando Dios va delante, el mar está llano.
Expresa que todo lo que se hace
rectamente no suele encontrar obs-
táculos para su realización.
Da Dios alas a la hormiga para que mue-
ra más aína.
Enseña, con el ejemplo de este in-
secto, que la mucha elevación de algu-
nos es causa las más veces de su ruina.
Da Dios almendras a quien no tiene mue-
las.
Suele decirse cuando las riquezas o
conveniencias recaen en sujeto que no
puede o no sabe disfrutarlas.
Da Dios habas a quien no tiene quija-
das.— -V. Da Dios almendras a quien na
tiene muelas.
Da Dios mocos a quien no tiene pañuelo. —
V. Da Dios almendras a quien no tiene-
muelas.
DIOS
— 320 —
DIOS
Da Dios pañuelo a quien no tiene nari-
ces. — V. Da Dios almendras a quien no
tiene muelas.
Dais por Dios al que tiene más que vos.
Reprende la necedad de aquellos
que sin elección ni discernimiento re-
parten, aun lo que a ellos mismos hará
falta, entre los que no lo han menester.
Dar a Dios lo que es de Dios, v al Cesarlo
que es del César.
Frase empleada para indicar que a
cada uno se le debe dar lo suyo.
De aquella me deje Dios comer que deja
los pollos y comienza a poner.
El doctísimo Sorapán de Rieros dice
que este refrán se puede entender de
dos maneras : por la primera, que la
gallina que ha estado sobre los huevos
y criado los pollos hasta que los deja
y comienza a poner, es la más sabro-
sa, porque como ha sido regalada con
ellos, sale lo mismo que si la hubiesen
puesto a cebar; y por la segunda, que
se puede entender de la polla ponedo-
ra que deja a sus hermanos los pollos
y quiere comenzar a poner, pues en-
tonces es más suave su carne, más sa-
brosa y más saludable. Añade Sorapán
que cada uno tome la explicación que
más le agrade, y, naturalmente, lo mis-
mo decimos nosotros.
De Dios abajo, cada cual vive de su trabajo.
Expresa que la única manera honro-
sa de vivir es aplicar su actividad cada
uno al sostenimiento de la vida.
De Dios dijo'n.y lo matdn. — V. Digan, que
de Dios dijeron.
De Dios logra la gracia el que se tiene por
feliz en su desgracia.
Cada cual debe conformarse con su
suerte.
De Dios viene el bien, y de las abejas la miel.
Enseña que Dios es el único autor
del bien, por cualquier medio que nos
venga.
Déme Dios marido rico, aunque sea un
poco borrico, o y mas que sea un borrico.
Manifiesta el predominio de la rique-
za sobre todo lo demás.
De menos hizo Dios a Cañete, o De menos
hizo Dios a Cañete, que de verdugo lo
hizo corchete. Otros dicen : a quien hizo
de un puñete; y otros : y lo deshizo de un
puñete. — V. De menos nos hizo Dios.
De menos nos hizo Dios.
Explica la esperanza que se tiene de
conseguir lo que se intenta, aunque
parezca desproporcionado.
Desde aquí para delante de Dios.
Fórmula de juramento o compromiso
hasta la muerte.
Después de Dios, la casa de Quiro's.
Emblema de aquel linaje, tan infatua-
do con su antigüedad y poderío, que
sólo cede ambas cosas al Ser Supremo.
Después de Dios, la olla.
Explica que en lo temporal no hay
cosa mejor que tener que comer.
Después de Dios, la olla, que la casa de
Quiro's iodo es bambolla.
Justa sátira contra el emblema de la
dicha casa señorial.
De todo quiere Dios un poquito.
Manera de justificar entre personas
serias las conversaciones ligeras, bailes
o cualquiera otra distracción honesta.
Digan, que de Dios dijeron.
Enseña a despreciar la murmuración
o los dichos ajenos.
Dios abrirá, rey entrará.
Manifiesta la confianza en el Ser Su
premo.
Dios acude siempre a la mayor necesidad.
Indica que Dios no se olvida de na-
die, y que por comprometido que sea
un caso, no se debe perder la espe-
ranza.
Dios amó la compañía.
Expresa lo desagradable que es la
soledad.
Dios aprieta, pero no ahoga.
Aconseja la conformidad en las tri-
bulaciones, esperando en Dios.
Dios ayuda a los que se ayudan. — V. A
Dios rogando y con el mazo dando.
Dios bendijo la paz y maldijo las riñas.
Amonesta a los amigos de cuestio-
nes y disputas.
Dios castiga a los que bien quiere.
Entiéndase castigar en el sentido de
afligir o enviarles penalidades con ob-
jeto de probar su resignación y su fe.
La mejor explicación de este refrán está
en la lectura del Libro de Job.
Dios consiente, pero no para siempre.
Recuerda la justicia y castigo de Dios
al que obra mal, confiado en su espera
y misericordia.
DIOS
— 321 —
DIOS
Dios da asi el premio como el castigo, a
cada uno según lo que merece.
El que en la tierra no logra la recom-
pensa de sus buenas acciones, la consi-
gue en la otra vida.
Dios da ciento por uno.
Exhorta a la caridad como la virtud
más agradable a los ojos de Dios.
Dios delante. Algunos añaden : y San
Cristóbal gigante.
Expresa la fe en Dios.— Los que agre-
gan la segunda parte le dan un signi-
ficado parecido al de A. Dios rogando
y con el mazo dando.
Dios desavenga a quien nos mantenga.
De las desavenencias de unos suelen
otros sacar utilidad o beneficio; verbi-
gracia: los curiales con los litigantes;
los médicos con los heridos en riña, etc.
Dios dijo, o sabe, lo que será.
Explica la duda del cumplimiento o
certeza de lo que se promete o asevera.
Dios dirá sus verdades.
Dicho con que se significaba en lo an-
tiguo que se remitía la averiguación de
la verdad a una de las pruebas de jus-
ticia a la sazón en uso, tales como pisar
barras de hierro candente, el duelo o
desafío, etc.
Dios el bravo mar enfrena con muro de
leve arena.
Tanto en el terreno material como
en el intelectual y en el moral, se vale
a veces la divina Omnipotencia de ele-
mentos débiles para contrarrestar los
fuertes-
Dios es bueno para mercader. — V. Dios
da ciento por uno.
Dios es buen pagador. — V. Dios da ciento
por uno.
Dios esconde muchas cosas a los sabios y
prudentes, y se las revela a los pobre-
cilios.
Prueba la omnipotencia divina, que
reparte por igual todos sus dones.
Dios es grande.
Se usa para consolarse en una des-
dicha, recurriendo al poder de Dios,
de quien se espera que la remedie.
Dios es omnipotente, y el dinero su teniente.
Denota a cuánto alcanza el poder del
dinero, pues llega a conseguir en oca-
siones lo que a los ojos del mundo se
estima por imposible.
Dios es siempre el que nos sana, y lleva el
médico la plata.
Indica que la curación de las enfer-
medades se debe a la voluntad de Dios
y no a la ciencia de los hombres.
Dios está en el cielo, que juzga los cora-
zones.
No hay que olvidar la existencia de
la Divinidad, que conoce el alcance de
nuestras acciones.
Dios está en el cielo, que ve las trampas.
El que está obligado a algo no debe
esquivar el cumplimiento de su deber.
Dios guarde a usted muchos años.
Con esta expresión, que figura al final
de ciertos documentos oficiales, se da
a entender en el lenguaje familiar que
no hay o existe nada de aquello de
que se está tratando o por que se pre -
gunta; v. gr. : En cuanto a pagárseme lo
que se me debe, Dios guarde a usted mu-
chos años. — / Venir él a darme una satis-
facción!... Dios guarde a usted muchos
años.
Dios hace la costa, dando el frío conforme
la ropa.
Manifiesta que Dios acude en soco-
rro de cada uno según la magnitud de
sus necesidades.
Dios hace que alumbre el sol a los buenos
y a los malos.
Ante Dios todos son iguales, lo mis-
mo los justos que los pecadores.
Dios hace salir su sol sobre los buenos y
malos, y llueve sobre los justos e injustos.
Dios reparte por igual sus bondades,
aunque los pecadores no las aprove-
chen.
Dios hay en el cielo, que no se descuida de
castigar al malo ni de premiar al bueno.
Las buenas acciones siempre hallan
recompensa, y las malas su castigo ade-
cuado.
Dios hay en el mundo, que todo lo ve y juzga.
Para Dios nada hay oculto, y debe-
mos tener esto en cuenta al realizar
nuestros actos.
Dios hizo todas las cosas con peso, sabidu-
ría y mesura.
En la Naturaleza todo tiene su razón
de ser.
Dios la da y el diablo la guisa.
Lo que buenamente se logra, se des-
compone malamente.
DIOS
— 322 —
DIOS
Dios le ayude, y a nosotros no nos olvide.
Salutación que se dirige al que estor-
nuda delante de nosotros.
Dios le dé todo lo que le hace falta, como
al doctor Zafrilla.
Es decir, más de lo que uno necesita.
Dios lo dio, Dios lo quitó; sea su nombre
bendito.
Fórmula de resignación cristiana muy
propia de Job.
Dios lo oiga, y el pecado sea sordo.
Expresión usada cuando alguno for-
mula un deseo que a nosotros nos es
conveniente.
Dios lo quiera, y Juan venga.
Locución con que se denota el de-
seo vehemente de que se realice algu-
na cosa.
Dios los cria, y ellos se juntan. En Sevilla
se suele añadir: en el prado de Santa
Justa.
Se da a entender que los que son
semejantes en las inclinaciones y en el
genio, se buscan unos a otros. Tómase,
por lo común, en mala parte.
Dios me de' contienda con quien me entienda.
Denota que siempre es conveniente
tratar con personas bien educadas y
que no sean desconocedoras del asun-
to de que se trata.
Dios me depare mesón en que la huéspeda
me haga algo, y el huésped non.
Indica lo mucho que la mujer puede
con su maña y arte en el manejo de las
cosas de la casa.
Dios me dé triunfos y me quite conoci-
miento.
El ambicioso no repara en los me-
dios con tal de lograr su propósito.
Dios me entiende y yo me entiendo.
Aplícase cuando no se quiere decla-
rar una cosa en su totalidad, o cuando
se hace una alusión no muy clara para
los demás.
Dios me guarde de pueblo airado, y de mar
atormentado, de la landre y mala helada,
y de mujer enojada.
Considerando todo esto como verda-
deras calamidades (y no lo son peque-
ñas), no es extraño que desee uno ver-
las lejos de sí.
Dios me libre de hombre marcado por Na-
turaleza.
Por lo general no suelen ser muy
buenos aquellos que padecen alguna
lesión.
Dios me libre de mujer determinada.
Pues casi siempre, dado lo excitable
de la naturaleza femenina, suele llevar
a cabo actos de que no sería capaz un
hombre.
¡Dios me lleve a España!... (Y estaba entre
Yepes y Ocaña.)
Aplícase al que dice alguna sandez.
Dios me ponga donde lo haya, que yo lo sa-
bré alcanzar.
Súplica de aquellas personas poco
escrupulosas en la manera de adquirir
las cosas.
¡Dios mió, qué cosas tan buenas habéis
criado para rejalu (regalo) del hombre!'
(• Y cudndu seré yo hombre?
Exclamación en que prorrumpe aquel
que se lamenta de no poder disfrutar,
de presente, de alguna cosa exquisita
que le provoca a desearla con vehe-
mencia.— Cuéntase de un pobre mu-
chacho gallego, o montañés (que en eso
no andan contestes los historiadores),,
que recién llegado a una de las ciuda-
des más ricas y pobladas de Andalucía,
se quedó un día extasiado al contem-
plar en el escaparate de una tienda de
ultramarinos la multitud de manjares
diversos aderezados para tentar la gula.
El infeliz, notando entonces su caren-
cia de recursos, juntando las manos y
alzando los ojos al cielo, pronunció en
tono lastimero las palabras susodichas,
que con el tiempo pasaron a ser pro-
verbiales, y que constituyen por sí so-
las un poema entero de Sociología. —
Algunas veces, después de manifes-
tado el deseo que uno tiene y el sen-
timiento de no poder satisfacerlo, se
emplea solamente la última proposi-
ción del refrán; a saber: ¿Y cuándo seré
yo hombre?
¡Dios mió, santos, mas no tantos!, o Rogar
a Dios por santos, mas no por tantos.
Expresa que la demasiada abundan-
cia, aunque sea de cosas buenas y que
se deseaban, muchas veces es molesta
y perjudicial.
¡Dios mío! — Y de los otros tío.
Suele prorrumpirse en la segunda
proposición de esta frase por el que oye
exclamar a otro en la primera.
DIOS
— 323
DIOS
Dios no ayuda a los holgazanes.
Contra las personas que son poco
amigas del trabajo.
Dios no cotne ni bebe, pero Juzga lo que ve.
Recuerda la presencia de Dios en
todo lugar, para que nosotros proce-
damos rectamente, pues hemos de ser
juzgados por quien ve nuestras obras.
Dios no le falta a nadie. — V. Dios acude
siempre a la mayor necesidad.
Dios no pide imposibles.
Excita al hombre a que haga todo lo
que esté al alcance de sus fuerzas; pero
sin exagerar éstas hasta el punto de
ocasionarse perjuicios.
Dios nos dé mucho pan y mala cosecha.
Expresión egoísta del que, teniendo
cuanto necesita, no se preocupa del
bienestar de los demás.
Dios no se queda con nada de nadie.
Las acciones inicuas se pagan tarde
o temprano, de un modo o de otro.
Dios nó se queja, mas lo suyo no deja. —
V. Dios no se queda con nada de nadie.
¡Dios nos ampare, si Herodes y Pilatos se
hacen compadres!
Expresión usada cuando se ve que
se unen para llevar a cabo una empre-
sa dos personas poco escrupulosas de
conciencia.
Dios nos de lo que nos falta, y dinero para
la plaza.
Exclamación con la cual pedimos
que no nos falte qué comer.
Dios nos guarde de hombre que cuando se
ríe no se le menea el ombligo.
Contra los que manifiestan una risa
fingida, porque dan a entender que son
unos hipócritas, o envidiosos.
Dios nos libre de amigo reconciliado y de
aire encallejonado. — V. Amigo reconci-
liado, enemigo doblado.
Dios nos libre de estudiantes de un libro.
Decíase en Salamanca de los aficio-
nados al libro de las cuarenta hojas (la
baraja).
Dios nos libre de hombre que no habla, y de
can, o perro, que no ladra.
Porque uno y otro suelen ser falsos
y traidores.
Dios nos libre de palo de ciego y de bofeta-
da de zurdo.
Porque tanto el uno como la otra
suelen ser bien dados y con fuerza.
Dios nos libre de un cajista sabihondo.
Porque pretendiendo enmendar la
plana al autor en aquello que cree es-
tar equivocado, por no entenderlo, des-
naturaliza horrorosamente el original,
haciendo decir al autor lo que ni por
soñación imaginara.
Dios nos libre de un tonto, y más si es celoso.
Porque ambas cualidades aisladas
son malas, pero unidas hacen insopor-
table al que las posee.
Dios nos libre del mal cuarto de hora.
Refiérese a la creencia de que todos
tenemos diariamente ese tiempo de
tentación para cometer algún acto re-
probable, o de debilidad, por lo menos.
Dios nos libre del que nos acecha.
Da a entender que es tanta la perse-
verancia de los malvados en el mal, que
por mucho que nos guardemos es muy
difícil librarnos de sus ataques.
Dios os haga un santo.
Frase dirigida particularmente a los
niños.
Dios os libre de hidalgo de día y de fraile
de noche.
Aconseja a los casados eviten esas
compañías para su mujer.
Dios paga a quien en malos pasos anda. —
V. Dios no se queda con nada de nadie.
Dios perdona al que su culpa llora.
El que se arrepiente de las faltas co-
metidas, obtiene fácilmente la absolu-
ción de ellas.
Dios pone siempre el remedio junto a la
enfermedad. — V. Dios, que da la llaga, da
la medicina.
Dios ponga tiento en mis, o tus, o sus, etc.,
manos.
Denota el deseo del acierto en aque-
llo que se va a emprender, por existir
algún temor, más o menos fundado, de
que pueda fracasar.
Dios proveerá.
Expresa la esperanza de salir de un
mal estado.
Dios, que da la llaga, da la medicina.
Enseña que debemos esperar el re-
medio de nuestros males de la misma
mano de Dios, que nos los envía.
Dios, que nos tiene acá, que coma/nos y vis-
tamos nos dará.
Una de tantas maneras de expresar
la confianza en la divina Providencia.
DIOS
324
DIOS
Dios sea conmigo.
Expresión piadosa que indica el de-
seo de que no le abandone a uno la
Providencia.
Dios se lo aumente, y de mí no se olvide.
Manifiesta uno con esta expresión el
deseo que le anima de ver aumentada
la prosperidad del prójimo, si bien no
de un modo tan desinteresado que nos-
otros quedemos preteridos.
Dios se lo pague, que es buen pagador.
Expresión de agradecimiento por
alguna merced recibida.
Dios se lo pague. — Y el santo del día.
En el primer miembro se nota la cir-
cunstancia de mostrarse reconocida
una persona a otra por la merced o dis-
tinción que de ella recibiera; y en el se-
gundo se significa indirectamente, por
parte de ésta, que no hay motivo para
tal agradecimiento, al reforzar la expre-
sión de gratitud de aquélla por medio
de la intervención del santo cuya fiesta
conmemora la Iglesia en semejante día.
Dios se lo pague y yo me lo trague.
Empléase como señal de agradeci-
miento cuando se recibe algo de co-
mer o beber.
Dios sobre todo.
Se dice cuando se duda del suceso
de una cosa. — Fórmula empleada al
final de los pronósticos astronómicos
en los almanaques antiguos.
Dios suele dar tras de la llaga la medici-
na.— V. Dios, que da la llaga, da la me-
dicina.
Dios sufre a los malos, pero no para siem-
pre.
Dícese a los que no obran rectamen-
te, para procurar separarlos del cami-
no que llevan.
Dios te asista, y te dé una plaza de orga-
nista.
Frase burlesca en su segunda parte,
basada en el sonsonete, con que se de-
sea que el éxito acompañe a las ges-
tiones de otro.
Dios te bendiga, y te dé un platito de mi-
gas.— V. Dios te asista, y te dé una pla-
za de organista.
Dios te dé ovejas e hijos para ellas.
Enseña cuánto importa que el mis-
mo dueño sea quien cuide de sus ha-
ciendas.
Dios te d¿ salud, Mendo, no a mi que estoy
comiendo.
El que tiene satisfechas sus necesi-
dades no se preocupa de los demás,
sino por cumplir.
Dios te dé viña en Cuenca, y mujer fuerte
y pleito en Hueie.
Es, desde luego, un mal deseo; por-
que en Cuenca, por la calidad del te-
rreno, no prospera el viñedo; una mu-
jer fuerte no es la mejor recomenda-
ción, y en Huete clavaban a los que
pleiteaban, por la escasez de pleitos
en esa localidad.
Dios te guarde de hombre con líbrete y de
mujer con gañivete.
O sea de hombre que se las echa de
sabio y de mujer de armas tomar.
Dios te guarde de que ninguno te tenga
lástima.
Porque aquellos de quienes todos se
compadecen son los más infortunados,
aunque realmente no hayan llegado a
tan triste situación.
Dios te guarde, y no de mi.
Fórmula de saludo.
Dios te guie y la Peña de Francia junto
con la Trinidad de Gaeta, o Dios me
ayude y la Santísima Trinidad de Gaeta.
Imprecación que se usaba al pasar
por sitios peligrosos.
Dios te la depare buena.
Se da a entender la duda o recelo
que se tiene de que no salga bien lo
que se intenta.
Dios te libre de conciencia de teólogo.
Por ser la más amplia y en la que
todo tiene justificación.
Dios te libre de los maitines de los fari-
seos y de las vísperas de los sicilianos.
Expresión del deseo de que uno se
vea libre de malos trances, como fue-
ron los indicados.
Dios te libre de párrafo de legista, de infra
de canonista, de recipe de médico y de
etcétera de escribano.
Por ser muy perjudiciales, particu-
larmente para el bolsillo, cualquiera de
ellos.
Dios te lo pague, y la muerte te agarre. —
Y si viene por mí, que te agarre, o te
lleve, a ti.
Expresión de agradecimiento entre
personas de mucha confianza.
DIOS
— 325 —
DIOS
Dios y ayuda.
Manera de ponderar la dificultad de
una cosa. — Empléase generalmente con
los verbos costar o necesitar.
Dios y el cucho pueden mucho. — V. A Dios
rogando y con el mazo dando.
El cucho es el abono hecho con ma-
terias vegetales y animales en descom-
posición.
Dios y el uso grande hacen los hados volver.
Los grandes medios son siempre los
que producen más provecho.
Dios y su Aladre no quitan carnes, sino el
hijo al nacer y la madre al fallecer.
En este refrán se hallan mezclados
el sentido recto y el figurado. No hay
para qué atribuir a intervención divi-
na el estar más o menos grueso; al dar
la mujer a luz, pierde la carne que el
recién nacido se lleva, y al morir la
madre, hace enflaquecer con la pena al
hijo amante.
Dios y vida componen la villa.
Advierte que es necesaria la diligen-
cia personal para conseguir las cosas
con el auxilio de Dios, y que es una te-
meridad dejarlo todo a su providencia.
Dios y yo nos entendemos.
Denota que lo que se dice no va fue-
ra de razón, aunque no se pueda ex-
plicar por algún motivo o respeto, y
por eso parezca despropósito. — Dícese
también : Dios me entiende y yo me en-
tiendo. (Véase.)
El que está de Dios que ha de morir a
obscuras, aunque su padre sea cerero. —
V. El que ha nacido barrigón, es al ñudo
que lo fajen.
El que está de Dios que ha de ser rico, en
la cuna se le tronchan las piernas.
Para que no tenga necesidad de tra-
bajar para vivir. — V. El que ha nacido
barrigón, es al ñudo que lo fajen.
El que está de Dios que ha de ser rico, su
mujer le pare hijos de otro. — V. Al que
Dios quiere para rico, hasta la mujer le
pare hijos de otro.
El que peca y se enmienda, a Dios se enco-
mienda.
Dios perdona las faltas del que se
arrepiente sinceramente.
En estando yo bien con Dios, me cago en
los santos.
Con esta forma malsonante y blas-
fema se suele dar a entender que en
contando uno con el favor y apoyo del
cabeza o agente principal de una ins-
' titución, cualquiera que ésta sea, en
poco o nada debe estimar la indiferen-
cia con que le traten los inferiores o
dependientes.
En menos de un Dios te guarde. — V. En
menos que canta un gallo.
Eso se hace, lo que a Dios aplace.
Advierte que interviene Dios en
todos los sucesos, disponiéndolos o
permitiéndolos.
Estar uno, como Dios, en todas partes.
Dícese de aquel que anda muy so-
lícito y diligente por atender a mu-
chas ocupaciones repartidas en distin-
tos sitios.
Fiar de Dios y aplicar remedios es el ofi-
cio del médico.
Indica que el trabajo y la ciencia del
hombre no pueden nada sin la volun-
tad divina.
Fiar, en Dios; sacar la cara, por la venta-
na) dar, los buenos días.
Nada se pierde por hacer esas tres
cosas, que a nada comprometen.
¡Gracias a Dios que Catana parió'! — Véa-
se / Ya parió Catana!
Guárdate de aquel a quien Dios señaló.
Ello será pura casualidad; pero la ex-
periencia acredita que la mayor parte
de las personas que han nacido lisiadas
suelen albergar sentimientos ruines y
obrar de conformidad con los mismos.
Guárdete Dios del diablo, y a tus hijos
guarde de padrastro.— V . Guárdete Dios
del diablo, de lodos al caminar y de albo-
roto de pueblo.
Guárdete Dios del diablo, de lodos al ca-
minar y de alboroto de pueblo.
Refrán que por sí solo se explica,
pues claramente se ve el buen deseo
de evitar al que se le dice que sufra
cualquiera de los términos indicados, a
cual más enojosos.
Hablarle a Dios de tú.
Ser alguna persona o cosa notable
en su línea. — Ser muy insolente. — No
guardar a los superiores las considera-
ciones debidas.
Hágalo por Dios, que es buen pagador.
Exhorta a hacer una buena obra, que
nunca es perdida a los ojos de Dios.
DIOS
— 326 —
DIOS
Haz, que Dios es piadoso que perdona.
Cuando se procede de buena fe no
se adquiere responsabilidad de ningu-
na clase.
Hizonos Dios v maravillámonos nos.
Lo que sale de las reglas naturales,
siempre merece nuestra admiración.
Las cosas claras Dios las bendijo.
El que procede de buena fe lleva
mucho adelantado para lograr lo que
desea.
Las cosas que son de Dios, o hacerlas bien,
o tío hacerlas.
Debe tenerse especial cuidado en
todo aquello que es de verdadera im-
portancia.
Líbreme Dios de las aguas 1 nansas. — Véa-
se Del agua mansa me libre Dios, que de
la recia, o brava, me guardaré yo.
Líbrenos Dios de moza adivina y de mujer
latina.
Aconseja precaverse de las mujeres
que saben demasiado para su edad, así
como de las marisabidillas.
Líbrenos Dios de moza navarra, de viuda
aragonesa, de monja catala?ta y de casa-
da valenciana.
Parece indicar que todas son falsas.
El inventor tendría quizás sus razones
para decirlo así; en cuanto a nosotros,
nos lavamos las manos.
Líbrete Dios de delito contra las tres San-
tas: Inquisición, Hermandad y Cruzada.
Tal era el terror, justificado o no,
que en su tiempo infundían esas tres
santas instituciones.
Líbrete Dios de la enfermedad que baja de
Castilla y de hambre que sube del Anda-
lucía.
Porque una y otra son muy difíciles
de remediar.
Lo bueno Dios lo lleva, y lo malo acá se
queda. — V. Bicho malo fiunca tnuere.
Lo hecho, ni Dios lo quita con todo su
poder.
Expresa que las acciones pasadas no
pueden dejar de haber sido a ninguna
costa.
Lo que de Dios está, el diablo lo acarrea. —
V. Lo que está de Dios, a la mano se
viene.
Lo que Dios da, llevarse ha.
Exhorta a la conformidad con los tra-
bajos, considerándolos como enviados
por Dios, que siempre busca nuestro
mayor provecho.
Lo que está de Dios, a Ja mano se viene.
Manifiesta su confianza el que pre-
tende o litiga con justicia.
Lléveme Dios a ese mesan, do manda el ma-
rido y la ?nujer ?ion.
Expresa el mal gobierno de aquellas
casas en las cuales el hombre está so-
metido a los caprichos, veleidades y
órdenes de la mujer.
Malo es Tilos, pero peor es el santolio.
Da a entender, en estilo candido
(pues el decir jocoso sonaría a blas-
femia), que un moribundo ha recibi-
do el sacramento de la Extremaun-
ción, con lo que se trata de evidenciar
que su estado es sumamente grave,
por no parecerlo tanto si sólo se le
hubiera administrado el Viático.
Mañana amanecerá Dios,^> verá la tuerta
los espárragos.
Indica que los acontecimientos de-
ben dejarse correr, sin pretender atro-
pellados, sacándolos de quicio.
Más puede Dios que el diablo.
Locución con que nos animamos a
proseguir en algún buen propósito,
aunque se nos presenten estorbos ma-
liciosos.
Más vale a quien Dios ayuda, que el que
mucho madruga.
La diligencia, para que produzca el
buen éxito que se apetece, no siempre
basta por sí sola; preciso es que vaya
acompañada de la buena fortuna o, me-
jor dicho, del favor de Dios.
Más vale ignorar bien a Dios, que cono-
cerlo mal.
Sentencia digna del talento de San
Juan Crisóstomo, con lo cual censura
a los creyentes tibios o a medias, así
como a los presuntuosos que se arro-
jan a querer penetrar en los arcanos
divinos, por ser más fácil convertir a
la verdadera fe a un infiel que no a un
indiferente o a un soberbio.
Miente más que da por Dios.
Se usa para ponderar el exceso con
que uno falta a la verdad.
Morir debe el que nació; hasta un Dios-
hombre murió.
Es una consecuencia axiomática de
que todo tiene fin en el mundo.
DIOS
— 327 —
DIOS
Muérete sin Dios, que mañana vendrá a
carros.
Dícese de las cosas que llegan tarde,
y por lo tanto, que cuando ocurren no
son ya de provecho.
Nadie se muere hasta que Dios quiere, o
hasta que le llega su hora.
Los días del hombre están contados.
Ni sobre Dios hay señor, ni sobre negro
color.
Expresa la excelsitud de Dios, así
como la imposibilidad de teñir lo ne-
gro, como expresa el refrán Sobre ne-
gro no hay tintura. (Véase.)
No agradecerlo Dios ni el diablo.
Aplícase a todo servicio perdido para
el que lo hace, especialmente si lo ha
hecho de mala gana y sólo llevado del
compromiso.
No dé Dios a España lo que quiere la mesa
de O caña.
Esto es, falta de agua.
No dé Dios a nuestros amigos tanto bien
que nos desconozcan.
Denota cuánto mudan a los hombres
las prosperidades y la fortuna, hasta el
punto de que no conozcan a sus anti-
guos amigos.
No haber más Dios ni más Santa María
para alguno que tal persona o cosa.
Tenerle excesivo amor, pasión y
cariño.
No hay más amigo que Dios y tin duro, o
un peso, en la faltriquera.
El medio más seguro de ocurrir a
una necesidad urgente es echar mano
del dinero que uno tiene guardado, sin
tener que salir a buscarlo prestado.
No se ha muerto Dios de viejo.
Exhorta a tener resignación en los
lances adversos, pues lo que no se lo-
gra en una ocasión se consigue en otra.
No te dé Dios oficial nuevo ni barbero vie-
jo, amigo reconciliado, ni viento que en-
tra por horado. — V. Guárdete Dios del
diablo, etc.
No temer ni a Dios ni al diablo.
Dícese de las personas que alardean
de valor.
No tener uno cosa sobre que Dios le
llueva.
Hallarse sumamente pobre.
Nunca hiere Dios con dos manos.
Enseña que los castigos de Dios nos
vienen siempre templados por su mi-
sericordia, pues nunca son iguales a
nuestras faltas.
Nunca llueve hasta que Dios quiere.
Expresa que las cosas no ocurren
hasta que deben ocurrir, aunque nos-
otros nos empeñemos en que sea lo
contrario.
Obra tú, y ayudarte ha Dios. — V. A Dios
rogando y con al mazo dando.
Obrar bien, que Dios es Dios.
Explica que el que cumple con su
obligación no debe hacer caso de mur-
muraciones, pues Dios le sacará siem-
pre bien.
Ojalá, o quiera, Dios, que orégano sea.
Algunos añaden: y no se nos vuelva al-
caravea.
Manifiesta el temor de que un nego-
cio o empresa dé mal resultado, o que
suceda lo contrario de lo que se desea
o pretende.
Para lo de Dios, cuanto más, mejor.
Expresa lo ventajosa que es en ge-
neral la abundancia de las cosas bue-
nas, especialmente si se trata del ser-
vicio de Dios.
Perdone usted por Dios. Algunos añaden :
que no hay pan partido.
Enseña que una cosa no se ha verifi-
cado. — Manera de denegar una peti-
ción.
¡Plega a Dios que vaya a buen viento esta
parva!
Cada cosa debe de atenerse a las
contingencias que la rodeen.
¡Plegué a Dios, A/atea, que este hijo nues-
tro sea!
Expresa la desconfianza de que una
cosa se lleve a feliz término, o de que
dé buen resultado.
¡Plegué a Dios que sea agua limpia! —
V. Del mal el menos.
Ponerse uno a lo de Dios es Cristo.
Muy lujoso y engalanado. — Mateo
Alemán usó en su Guzmán de Alf orache
la locución Ponerse a lo de Cristo me
lleve, en igual sentido.
Por mi Dios y por mi dama.
Divisa del carácter de los antiguos
españoles (la cual ostentaban también
las hojas de algunas espadas), con que
hacían alarde de religiosidad y de ga-
lantería al mismo tiempo.
DIOS
- 328 -
DIOS
Que convenga que no convenga, Dios quie-
re que todos tengan.
Dios reparte por igual sus beneficios,
sin tener en cuenta las circunstancias.
... que le habla a Dios de tú.
Expresa la magnitud de una cosa; así,
se dice: Lleva una borrachera, tiene un
sueño, etc., que le habla a Dios de tú.
Quien a Dios llama, a Dios halla.
Manifiesta que no se acude nunca a
la bondad de Dios, sin encontrar sus
beneficios.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Los creyentes siempre encuentran
alivio en sus necesidades.
Quien cae y se levanta, Dios le da buenas
pascuas.
Dios ve con buenos ojos al pecador
arrepentido.
Quien da y toma, Dios le da una corcova.
Siempre los que hacen algo por in-
terés sufren algún desengaño.
Quien de los suyos se aleja, Dios le deja.
A aquel que abandona culpablemen-
te a sus parientes, Dios le abandonará
también.
Quien en Dios confia, será feliz algún día.
Recomienda la esperanza en Dios,
que, tarde o temprano, da la recom-
pensa.
Quien no habla, no le oye Dios.
Aconseja al que tenga que solicitar
algo que no se calle por cortedad, pues
sólo exponiendo su pretensión podrá
ser ésta atendida.
Quien yerra y se enmienda, a Dios se en-
comienda.
Indica que no debe culparse a uno
de las faltas que él mismo ha corregido.
Rogar a Dios por santos, mas no por
tantos.
Expresa que la demasiada abundan-
cia, aunque sea de cosas delicadas,
buenas y que se deseaban, muchas ve-
ces es molesta y perjudicial.
/Sabe Dios quien trillará!... (Y estaban
segando.)
Dícese de aquellos que desconfían
de las cosas aunque las vean bien pal-
pables.
Sea lo que Dios quiera, que asi fué el año
pasado.
Expresa la conformidad con la vo-
luntad divina.
Ser una cosa como Dios.
No tener principio ni fin. — Dícese
más comúnmente del libro que adole-
ce de dichas faltas.
Ser uno también de Dios, o Ser también
hijo de Dios.
Locución familiar con que alega uno
el derecho siquiera legítimo, siquiera
pretenso, que le asiste para participar
de alguna cosa, con el fin de que no se
le prive de su goce.
Será todo lo de Dios.
Fórmula para dar a entender que
aquello que uno se teme que suceda,
es lo más favorable o lo menos adver-
so que se puede esperar en la realiza-
ción de lo que se desea o pretende;
v. gr.: La alhaja vale mil; pero si dan
por ella la mitad, será todo lo de Dios. —
Le he encargado que haga un esfuerzo por
volverse el lunes; pero si viene el jueves,
será todo lo de Dios.
Si Dios no se ríe de esto, no es hombre de
gusto.
Expresión usada cuando se ve o se
oye alguna cosa disparatada.
Siempre acude Dios a los buenos deseos.
Recuerda que la Providencia siempre
atiende a los que solicitan su gracia.
Sigue, sigue, que antes es Dios que el señor
obispo.
Se debe procurar siempre atenerse
a lo principal y no dejarlo por lo secun-
dario.
Sin encomendarse a Dios ni a Santa María.
Hacer algo irreflexiva e inconside-
radamente, atropellando por todo.
Sólo Dios es bueno para barquero. — Véa-
se Dios es bueno para mercader.
Sólo una muerte a Dios debo, y las demás
al platero.
Dícese del que está muy cargado de
trampas, aludiendo a cierto chusco que
salió en una mascarada ostentando
amplio ropaje negro todo salpicado de
esqueletos humanos hechos de platav
que no había pagado al artífice, y el
mote susodicho.
Su dios es su vientre.
Censura contra los glotones.
Tan pronto toma a Dios en la mano com»
lo está dando.
Alude a los que cambian de opinión
con gran facilidad.
DIOS
329 —
DISCÍPULO
; Válate Dios, Pedro, no cal, que el asno es
recio! — V. El que está en pie, mire no
caiga!
No cal, por no caigas, en dialecto
asturiano.
/ Vaya bendito de Dios!
Se manifiesta haber perdonado a al-
guno algún agravio, o que no se quiere
más trato con él.
/ Vaya con Dios la alegre!... (Y siempre llo-
rando anduvo.)
En muchas ocasiones no son las apa-
riencias risueñas o lisonjeras indicio
cierto de felicidad o de bienestar.
I Vaya por T)íos, y por la Virgen de Con-
solación!
Exclamación en que se suele pro-
rrumpir al contemplar algún desastre
que no tiene ya remedio posible. Se
usa algunas veces en sentido irónico.
/ Vaya por que Dios nos mate en gloria!
Frase con que se suele brindar fami-
liarmente en Andalucía.
/ Vaya usted con Dios, mangajo!
Locución de uso corriente en Lima
para tachar a uno de mandria. — Man-
gajo es el nombre con que a princi-
pios del siglo actual bautizó el pueblo
limeño a la epidemia que por aquel
entonces lo afligió, y la cual consistía
en un catarral bilioso con síntomas
parecidos a los de la fiebre amarilla, de
cuya invasión quedaban los convale-
cientes flojos y macilentos.
/ Vaya usted con Dios, y sin culo, que Dios
no quiere cosa puerca!
Manera burlesca de despedir a una
persona, siendo ésta de confianza.
Venga Dios y lo diga, o Venga Dios y
véalo.
Fórmula de uso familiar con que se
asevera alguna cosa.
Venir Dios a ver a uno.
Sucederle impensadamente un caso
favorable, especialmente hallándose en
grande apuro y necesidad.
Vino Dios a ver el mundo.
Se emplea para indicar de un modo
embozado que sirvan o saquen vino.
Vino Dios a vernos sin campanilla. — Véa-
se Vino Dios a ver el mundo.
Vivir a lo de Dios es Cristo.
Atenerse a la opinión de la mayo-
ría. — Recuerda las célebres dispu-
tas de los bizantinos sobre si Dios es
Cristo.
¿ Cuántos dioses hay? — Tres : el Cura, el
Conde y Vinués.
Dicho que corría antiguamente en
Agón, lugar de la provincia de Zarago-
za (io leguas), partido judicial de Borja
(legua y media). — Vinués era el admi-
nistrador del conde Parsent, señor del
pueblo.
Antójaseme que daría margen a la
creación de este dicho lo reducido de
la población de este pobre lugar, por
no figurar entre sus habitantes otras
personas distinguidas que las tres men-
cionadas; si ya no es que se quiera dar
a entender que las mismas ejercían un
predominio absoluto en aquella loca-
lidad sobre sus moradores, cosa nada
rara en tiempos de despotismo y tira-
nía señorial. La verdad en su lugar.
Y, sin embargo, no son tres dioses.
Expresión usada cuando, después de
ver u oír alguna cosa que está hecha,
se desconfía de ella.
DIRECTOR. — Sin buen director no hay
buena orquesta.
Expresa que para que los inferiores
o subordinados cumplan con su deber,
es preciso que el jefe sepa encauzarlos,
enseñándolos debidamente y dando el
ejemplo.
DISCIPLINA.— Con disciplina se curan
los locos. — V. El loco por la pena es
cuerdo.
Una cosa es alabar la disciplina, y otra
el darse con ella. — V. No es lo mismo ir
a Alcalá que hablar con el ordinario.
DISCIPLINANTE. — Parecer una perso-
na o cosa peor que disciplinante en
procesión de Corpus Christi.
Aplícase a todo lo que resulta in-
conveniente o inoportuno.
DISCÍPULO.— El discípulo que no duda
ni pregunta, no sabrá jamás cosa nin-
guna.
Aviso a los escolares que, poco cu-
riosos de la materia que estudian, no
se preocupan de saber el porqué de
las cosas.
No es mayor el discípulo que el maestro.
Refrán que no debe olvidar el pro-
fesor que aspire a recoger el fruto de
su enseñanza, pues debe siempre ha-
DISCRECIÓN
— 330 —
DOBLÓN
cerse la cuenta de que por mucho que
sepa el educando, debe saber más el
educador.
DISCRECIÓN. — Es discreción saber
disimular lo que no se puede remediar.
El evitar que los demás se enteren
de lo que nos ocurra, sabiendo que no
han de remediarlo, ha sido siempre pa-
trimonio de personas discretas.
Es menester discreción para recibir un
don.
Solamente las personas discretas son
las merecedoras de los beneficios.
DISCRETO. — En tanto que pesa el dis-
creto el seso, se lleva la ventura el necio.
Manifiesta que, por desgracia, no son
siempre las personas sensatas las que
en el mundo salen más beneficiadas.
Más fácilmente se engaña a un discreto
que a un necio.
El discreto, precisamente porque lo
es, se deja engañar; el necio, como sue-
le llevar mala intención no.
DISCULPA. — Disculpa quieren las cosas.
No hay error que no pueda ser sub-
sanado por una buena voluntad.
Nunca has de decir cosa de que debas dar
disculpa.
Recomienda que se tenga modera-
ción en el hablar.
DISCURSO. — El discurso natural es el
verdadero maestro de todas las ciencias.
Expresa que el talento ingénito es
superior a todos los estudios. — Bien
lo patentizó Cervantes, a quien se le
tildó de ingenio lego en su tiempo, sa-
biendo más que muchos bachilleres,
licenciados y doctores, así de antaño
como de hogaño.
A discursos necios, oídos sordos. — Véase
A palabras necias, oídos sordos.
DISCUSIÓN. — De la discusión brota
la luz.
Cuando se examina atentamente una
materia entre personas doctas, es difí-
cil que no se llegue al esclarecimiento
de la verdad.
DISGUSTO. — Al que se casa a disgus-
to de sus padres, no le tendrá envidia
nadie.
Recomienda la obediencia a los pa-
dres en todos los asuntos de la vida, y
especialmente en el de la elección de
estado.
DISIMULACIÓN. — Tal vez la disimu-
lación es provechosa.
Para lograr algo, en ocasiones hay
que encubrir lo que realmente se pro-
pone uno alcanzar.
DISIMULAR. — Quien no sabe disimu-
lar, no sabe mandar.
Aconseja la tolerancia a los superio-
res respecto de sus inferiores.
DISIMULO.— El disimulo de Antequera:
la cabeza tapada y el culo fuera.
Alude a los que se preocupan más
de lo corriente que de lo que real-
mente importa ocultar.
Til, que me la pegaste con tanto disimulo,
álzame el pañal y bésame el culo.
Suelen decirlo los muchachos, espe-
cialmente en tiempo de Carnaval, al que
les ha dado un chasco o pega, a lo cual
contesta éste: Tú, que me la pegaste con
tanto saber, álzame el pañal y bésamelo
otra vez.
DISPARAR. — Dispara más que apunta.
Dícese de todo aquel que disparata
más que habla.
DISPARATE. —No hay disparate sin
patrón.
Es difícil encontrar un error que no
haya sido patrocinado por algún sabio.
DISTRACCIÓN. — Una distracción,
cualquiera la tiene. — V. El mejor escri-
bano echa un borrón.
DIVERTIRSE. — Cada uno se divierte
como puede, o con lo que tiene.
Manera de justificar generalmente las
inconveniencias que algunos cometen.
Que te diviertas. — Y gaste poco.
Expresión festiva empleada cuando
una persona se despide.
DIVIDIR. — Divide, y vencerás. — V. La
unión hace, o constituye, la fuerza.
DOBLE. — Echar uno la doble.
Asegurar un negocio o tratado para
que se observe y no se pueda quebran-
tar fácilmente.
DOBLÓN. — Doblón, norabuena estedes,
pues con vos no topó Xebres. Y también:
Dichoso doblón de a dos, que no topó
Xebres con vos.
Inventóse en el reinado de Carlos V,
con motivo de haberse extraído de Es-
paña todo el oro acuñado para trans-
portarlo a Flandes, merced a la dispo-
sición tomada por el favorito Chiévres.
DOCE
— 33i
DOCENA
Así es que cuando en las transacciones
comerciales hechas en nuestro suelo se
atravesaba alguna moneda de oro, el
público prorrumpía en el dicho citado,
como dándose el parabién de que tal
moneda se hubiera librado de las ga-
rras de aquel vil cuanto cruel exactor.
La verdad es que nuestra desgraciada
España, ya por propios, ya por extra-
ños, y bien por fas o por nefas, siempre
ha sido víctima de los buitres que la
han acariciado.
Escupir uno doblones.
Hacer ostentación de rico, poderoso
o hacendado.
DOCE. — A las doce, el que no tenga pan,
o qué comer, que retoce.
Manera de indicar que a esa hora,
como a todas, el que carece de comida
tiene que pasarse sin ella.
Doce horas tiene el día. — V. Ds hora a
hora, Dios mejora.
Echarlo todo a doce, aunque nunca se
venda.
Siempre he creído que ciertas frases
proverbiales en las cuales juega de un
modo particular la Aritmética bajo su
manifestación más sencilla, esto es, la
numeración, tienen su explicación en
haber visto el pueblo una palabra com-
puesta de tantas letras cuantas indica
el guarismo especial que forma la fra-
se. En su consecuencia, creo que echar-
lo todo a doce vale tanto como resol-
verlo en el terreno del
desbarajus t e
(1 2 3 4. 5 6 7 8 9 10 11 12)
o de la voc i feraci ó n.
Igual traducción cabe dar en las frases
Estar una cosa a las once, Presentarse
con sus once de oveja, Tomar las once,
Estar a las tres de la tarde y Permane-
cer en sus trece, cuya explicación puede
verse en los respectivos artículos de
este Diccionario.
Entre las doce y la una corre la mala for-
tuna.
Refiérese a ser esa hora, generalmen-
te por la noche, en la que la gente ma-
leante suele andar por la calle, no sien-
do beneficioso el tropezarse con ella.
DOCENA.— Entrar pocos, o pocas, en doce-
na.— V. Entrar pocos, o pocas, en libra..
Media docena, barriga llena.
Dícese así para indicar que no se
debe pasar de esa cantidad en la comi-
da de ciertas cosas, tales como paste-
les, etc.
Meterse, o entrar, en docena.
Alistarse en una Sociedad o Congre-
gación.— Tomar parte en una conver-
sación, especialmente si se hace sin ser
llamado a ello. — El vocablo docena se
refiere al número de letras de que cons-
tan las palabras conversación y congre-
gación. (Véase lo dicho en el artículo
Echarlo todo a doce.)
«No puse los ojos en mí, sino en los
otros; parecióme lícito lo que ellos ha-
cían, sin considerar que, por estar acre-
ditados y envejecidos en hurtar, les
estaba bien hacerlo, pues así habían de
medrar, y para eso sirven a buenos.
Quise meterme e?i docena, haciéndome
como ellos, no siendo su igual, sino un
picaro desandrajado», etc. (Mateo Ale-
mán, Guzmán de Alfarache, parte I, li-
bro II, cap. VI.)
«¿Pues con sus once de oveja,
dijo, nieto de un zamarro
quiere meterse en docena?
También llevará su ajo.>
(Que vedo, Musa VI, Rom. 88.)
«No mudaron la conversación (los
frailes) por nuestra llegada (la de los
pobres del Hospicio), suponiendo jus-
tamente que no podíamos embarazar-
los ni interrumpirlos; y yo, como más
ansioso que los míos, me acerqué tanto,
que pude entrar en docena y dar de
cuando en cuando mi badajada.» (Don
Luis de Salazar y Castro, La crisis fe-
rr erica, pág. 4.)
Ser la docena del fraile.
Aplícase al conjunto de trece cosas.—
El origen de esta frase es el siguien-
te : cierto fraile mendicante se presentó
en una huevería con objeto de adqui-
rir una docena de huevos. «Como son
para distintas personas — dijo a la due-
ña— , me va a hacer el favor de despa-
chármelos separados, en la forma que
yo le diga: para el padre prior, media
docena: ¡es rico, y puede! (y separó
seis); el padre guardián me encargó
un tercio de docena; total, cuatro, que
agrego a los anteriores; y para mí, que
DOCTO
— 332 —
DÓMINE
soy más pobre, y por lo tanto más mo-
desto, me contentaré con un cuarto de
docena. > Tomó tres, abonó la docena y
se marchó. Dícese que repitió la suerte
varias veces, hasta que la candida de la
dueña cayó en la cuenta, al hacer el re-
cuento de la mercancía, de que no hace
falta ser un sabio en Matemáticas para
saber que la mitad, más el tercio, más
la cuarta parte de una docena no com-
ponen doce, sino trece. Desde enton-
ces quedó el dicho.
DOCTO. — El docto escarmienta en cabeza
ajena.
Expresa que sólo los tontos son los
que caen en el peligro en que han visto
caer a otros.
DOCTOR.— Como el doctor Vara: ni obra
buena, ni palabra mala.
Se dice de los que no aprovechan
para nada útil.
Doctores tiene la Iglesia que lo sabrán
definir, o Doctores tiene la Santa Ala-
dre Iglesia que os sabrán responder.
Respuesta evasiva, tomada del Cate-
cismo, con que se suele eludir la con-
testación a una pregunta que no sabe-
mos, no podemos o no queremos dar.
No son los doctores los matasanos, sino
los procesos y el escribano.
Indica que la curia tiene a su cargo
más víctimas que los malos médicos.
DOCTRINA.— Beber la doctrina a otro.
Aprender sus teorías con tal perfec-
ción y seguir sus costumbres y estilo
con tal propiedad, que los dos parezcan
ser uno mismo.
Derramar uno doctrina.
Enseñarla, extenderla, predicarla a
muchas gentes y en diversas partes.
DOLENCIA. — Dolencia 'larga, y muerte
encima.
Explica que a enfermedad larga si-
gue, por lo común, la muerte. — V. En-
fermedad larga, muerte al cabo.
Quien padece dolencia, de la vida goza.
El que tiene una enfermedad, se apre-
sura a sacar de la vida todo el fruto po-
sible.
DOLER. — A quien le duele, le duele.
Denota que por mucha parte que
uno tome en los males o cuidados de
otro, nunca es tanta como la de aquel
que los tiene o padece.
Ya no le duele nada.
Frase con la cual se da a entender
que la persona de que se trata ha pasa-
do a la otra vida.
DOLIENTE. — Dice el doliente al sano:
Dios te dé salud, hermano. — V. Lo que
ha de cantar el carro, canta la carreta.
DOLOR. — Ahí me dio el dolor. — V. Ahí
está ¿/busilis.
Al pagar será el dolor. - V. Al freír será
el reír, y al pagar será el llorar.
Dolor de muelas, dolor de rabia.
Expresa el efecto que producen las
dolencias de la dentadura.
Dolor de, o por, mujer muerta, llega, o
dura, hasta la puerta.
Explica el poco sentimiento que a
algunos les causa el enviudar.
No hay mayor dolor que venir a ser pobre
después de señor.
Manifiesta que el que experimenta
la indigencia habiendo gozado de una
vida opulenta, siente mucho más esta
transición que el que no ha conocido
jamás las riquezas.
No hay peor dolor que el que no quierx
ser consolado.
Indica que para que se aminoren Ios-
efectos de una pena, es preciso que el
interesado ponga voluntad de su parte.
Dolores sin calentura, me huelen a tra-
vesura.
Contra los que ponen achaques de
hallarse enfermos para evitar el traba-
jo, o no hacer aquello que no quieren.
Tanto más fatigan los dolores cuanto
más se temen.
El acariciar con la imaginación los
males hace que, una vez llegados, nos
hallen más débiles para resistirlos.
DÓMINE. — Como el dómine de Jalón, que.
por decir tDominus vobiscum* , dijo: *De
oros es el juego*.
Aplícase a aquellas personas que,
obsesionadas por alguna idea, no ha-
blan más que de ella, sin contestar
acordes a lo que se les pregunta ni in-
tervenir correctamente en la cuestión
de que se trata.
c' Has visto al dómine? — ; Ojalá no lo
viera!
Se dice cuando se le da a alguien un
objeto, especialmente de comer, que se
transparenta de puro delgado.
DOMINGO
333
DONCELLA
DOMINGO. — En Domingo de Ramos,
quien no estrena, no tiene manos. Otros
dicen : En Domingo de Ramos, quien
no estrena, le tiembla el culo en la Iglesia.
Preocupación popular, cuya explica-
ción huelga de todo punto.
DOMINGUILLO.— Parecer domingui-
llo de higueral, o de feria.
Dícese de aquellas personas que se
agitan y mueven mucho, generalmente
con poco fundamento. — Trae su origen
esta frase de la semejanza de la per-
sona calificada, con el juguete infantil
consistente en un muñeco de materia
muy ligera, o hueco, que teniendo por
base una semiesfera de plomo, siempre
queda derecho, aunque se le haga girar
en todas direcciones.
Traer a uno como un dominguillo, o
hecho un dominguillo.
Aplícase a aquel a quien mandan ha-
cer muchas cosas en diferentes partes
y con urgencia.
DOMINICO. — Dominico, come mierda
con el pico.
Léese en el Diccionario (cubano) de
Pichardo: «Dominico, come mierda con
el pico, decían los de Puerto Príncipe
a los dominicanos (naturales de la isla
de Santo Domingo) cuando su primera
emigración; éstos tomaban la revancha
diciendo : Camagüeyano, come mierda con
la mano, por la costumbre que enton-
ces tenía el vulgo principeño de comer
sin cubiertos. Pero los emigrados su-
frían también del bajo pueblo de la
Habana y Matanzas el ridículo de va-
rias anécdotas : le echaron de noche el
(Quien vive? a un bote; España, res-
pondió el patrón; (Qué gente? — No son
gentes, que son dominicanos.
DOMINIO. — En los dominios del rey de
España no se po?ie nunca el sol.
Frase tan verdadera en los tiempos
de Felipe II, como falsa, por desgracia,
en la actualidad. Es sabido que este
monarca llegó a poseer los Estados de
España, Portugal, los Países Bajos y
gran parte de Italia, en Europa; Tú-
nez, Oran, las islas Canarias, las del
golfo de Guinea y las colonias portu-
guesas, en África; todo el vasto Impe-
rio colonial formado por la nación lusi-
tana, en Asia; casi todo el continente
americano y la mayor parte de las islas
adyacentes, así como varios archipiéla-
gos oceánicos, el filipino entre ellos;
formando así el Imperio más grande
que ha conocido el mundo, sin excluir
el romano, toda vez que éste, en tiem-
po de Trajano, era veinte veces menor
que el Imperio español.
DON. — Don sin renta mal me sienta.
Expresa que cuando se otorgan cier-
tas mercedes sin ir acompañadas de la
subvención necesaria para sostener el
rango a ellas inherente, no son de agra-
decer.
Don zaherido no es agradecido.
Lo que se otorga de mala gana, o es
causa de que sea satirizado, no es de
estimar.
El don no guarda paraje, ni linaje, ni
peaje.
Los señores, por lo general, no sue-
len pararse en minucias para conseguir
lo que desean.
DONA. — Las donas y las palomas, aun-
que salgan con gemidos, tornan a sus
nidos.
Aunque las mujeres regañen y se
despidan de sus enamorados, no tar-
dan mucho en volver a buscarlos.
DONAIRE. — Andad a decir donaires.
Expresión que se usa cuando a al-
guno le ha salido mal un chiste y ha
tenido que sufrir algo por causa de él.
DONCELLA.— Doncella, como la ?nadre
que la parió.
Frase burlesca con la cual se satiriza
a aquellas mujeres dudosas que pre-
sumen de lo que no son.
La doncella honesta, el hacer algo es su
fiesta.
Manifiesta la necesidad que hay de
tener ocupadas a las jóvenes para pre-
servarlas de los vicios que ocasiona la
ociosidad.
La doncella honrada, la pierna quebra-
da, y en casa.
Indica lo mucho que pierden las jó-
venes que se aficionan a exhibirse en
público, frecuentando paseos, visitas y
fiestas.
La doncella, la madre sobre ella.
Recomienda a las madres que no
abandonen el cuidado y educación de
sus hijas.
DONDE
334 —
DOS
La doncella, no la llaman y viénese ella.
Las buenas cualidades hay que po-
seerlas, aunque no las reconozcan los
demás.
La doncella^ el azor, las espaldas hacia
el sol.
Advierte que así como ofende al azor
la vista del sol, ofende también a la
honestidad de las jóvenes dejarse ver
demasiado.
La que no quiera pagpr doncella, que se
sirva ella.
Expresa que nadie tiene derecho a
mandar trabajara otro cuando no pien-
sa remunerarlo.
La que no tiene doncella, se las arregla
ella.
Manifiesta que no es deshonroso para
quien carece de servidumbre el que se
haga sus quehaceres.
Quien adama la doncella, la vida trae en
pena.
Da a entender cuan graves son a los
jóvenes los cuidados del amor.
DONDE. — Dé donde diere.
Expresión con que se manifiesta que
una cosa se hace o dice a bulto, o a sal-
ga lo que saliere. Así se cuenta que tra-
dujo un seminarista al ser preguntado
en un examen qué significaba la frase
del Credo de la misa Dcum de Dco.
¿Dónde? — En casa, o en el culo, del con-
de. Algunos añaden : Que te pelen, que
te monden, que te corten las orejas y te
pongan otras nuevas.
Contestación que se suele dar al que
pretende saber el sitio en que se halla,
se ha verificado, etc., una cosa que que-
remos ocultar.
Por donde fueres, haz lo que vieres. —
V. Dondequiera que fueres, etc.
Se sabe dónde y cuándo se nace, y no dón-
de^» cuándo se muere.
Denota lo incierta que es la hora de
la muerte.
DONDEQUIERA. — Dondequiera que
fueres, haz como vieres.
Enseña cuánto conviene no singula-
rizarse, sino seguir los usos y costum-
bres del país en que cada uno se halla.—
Otros dicen : Cuando a Roma fueres, etc.
DOÑINOS. — Los de Doñinos, pocos y mal
avenidos.
Aplícase a aquellas personas de fami-
lia no muy numerosa que jamás son del
mismo parecer. — Seguramente la alu-
sión a este pueblo salmantino obedece
no sólo al sonsonete, sino a su exigua
población.
DORIO. — Del dorio al frigio.
Con esta locución proverbial, alusi-
va a sus dos primeros modos músicos,
denotaban los griegos que un orador
pasaba repentinamente de uno a otro
objeto sin establecer la más leve tran-
sición.
DORMIR. — De un dormido a un muerto
hay muy poca diferencia.
Aparte de su sentido recto, manifiesta
que de una persona que no se halla en
.estado de vigilia no se puede conse-
guir nada.
Duerme a quien duele, y no duerme
quien algo debe.
Denota que los hombres honrados
más sienten deber y no poder pagar
que padecer un dolor.
Duerme Juan y yace, que tu asno pace.
Da a entender el descuido y sosiego
con que puede vivir el que ha despa-
chado lo que tiene a su caigo.
Mientras se duerme, todos son iguales.
El sueño, como la muerte, es privi-
legio de todos, sin establecer distinción
de categorías ni clases.
Quien duerme, come. — V. El sueño sirve
de alimento.
Quien más duerme, menos vive.
Consideradoelsueñocomouna muer-
te artificial, resulta exacto el aforismo
popular.
Quien mucho duerme, poco aprende.
Advierte que para saber, es necesa-
rio mucho desvelo y aplicación.
DOROTEA. — La inocente Dorotea.
Frase proverbial que se aplica a la
persona, especialmente del sexo feme-
nino, que, bajo capa de candidez, aspi-
ra a hacer su gusto o lograr su prove-
cho.— Semejante tipo ha sido perfecta-
mente pintado por el escritor gaditano
González del Castillo en el saínete que
lleva el mismo título de esta frase pro-
verbial.
DOS. — A dos por tres.
Expresa que uno dice su parecer con
demasiada prontitud, o hace una cosa
sin miedo ni reparo.
DOTE
— 335
DUELO
Cuando dos no quieren, tres no barajan.
No es fácil ponerse de acuerdo en
un asunto cuando la mayoría de los in-
teresados se niega a ello.
De dos la una, no se yerra en el mundo
cosa alguna.
Expresa que para evitar se nos mo-
teje de ambiciosos, debe tomarse siem-
pre menos de lo que se nos ofrece.
En un dos por tres.
Dícese de lo que se habla, se hace o
sucede instantáneamente.
Entre dos que bien se quieren, con uno que
coma, o que goce, basta.
Contra los cariños egoístas.
Iban dos por un camino...
Modo jocoso de decir y van dos, dan-
do a entender que se han cumplido o
verificado dos de aquellas cosas de que
se está tratando.
Ponerse una cosa en dos e as.
Ponerse un negocio de mal semblan-
te, de mala manera. — Alude al juego
de los dados, cuyos puntos dos y as
son los inferiores.
Por dos cuartos, ¿qué quiere usted com-
prar} — Un coquito de Portugal.
Manifiesta a la persona que se queja
de que le dan poco de aquello que com-
pra, que para el poco dinero que le
cuesta, no es posible que lleve mayor
cantidad. — Llaman en Cádiz y pueblos
comarcanos coquitos de Portugal a cier-
ta frutilla de cascara leñosa, que encie-
rra una almendra oleosa y suave cono-
cida en otras localidades por el nombre
de coco de la India o castaña de Mara-
ñan. Sospecho que el nacimiento de
este refrán en nuestro suelo ha de da-
tar desde poco después del descubri-
miento del Nuevo Mundo, cuando tan
caros resultaban entonces los géneros
importados de allá, pues hoy en día no
cuesta tanto, ni con mucho, la adquisi-
ción de una de esas frutillas.
¡Si las cosas pudieran hacerse dos veces/
Lamentación tardía del que ha co-
metido algún error.
DOTE. — Constituir uno la dote.
Señalar y obligarse a entregar al ma-
rido, a plazos o al contado, la dote que
lleva la novia.
Dote, fiado, y suegra, de contado.
Aplícase al que, movido con prome-
sas halagüeñas de beneficios dudosos,,
acepta cargos que llevan fatiga y tra-
bajos ciertos.
El dote de Mari- Gil : dos trébedes y u>t
badil.
Búrlase de los que quieren contraer
matrimonio sin tener medios para ello.
Gran dote, cama de rencillas.
Manifiesta que cuando la mujer ha
aportado capital al matrimonio, suele
ensoberbecerse de tal modo, que todo
se traduce en disgustos domésticos.
Todo lo compone un buen dote. — V. Pode-
roso caballero es Don Dinero.
Llevar dote una mujer.
Traer, al tiempo de tomar estado,
caudal o hacienda propia.
DRAKE.-^« te coja el Drake.— V. Que
te mate el Tato.
DROGA. — Ser una cosa una droga. —
V. Ser uno, o una cosa, una gaita.
DUCADO. — Estar uno engañado en más de
doce ducados.
Se aplica cuando la equivocación,
respecto de alguna cosa, es de relativa
importancia.
DUDA. — En caso de duda, abstenerse es lo
mejor.
Principio de prudencia que aconseja
no dejarse llevar del pronto sin tener
la certeza del hecho.
En caso de duda, que mi mujer sea la cor-
nuda.
Manera bastante cómoda de justificar
la comisión de alguna falta o, si se quie-
re, pecadillo conyugal.
En la duda, abstente. — V. En caso de
duda, abstenerse es lo mejor.
Quien fio duda, no sabe cosa alguna.
Como la duda origina la investiga-
ción, ésta trae el conocimiento, y éste,
forzosamente, la ciencia.
DUELO.— ¿ A do vas, duelo? — A do suelo.
Explica que los males y trabajos no
suelen venir solos, sino que se suce-
den unos a otros.
Digole un duelo y diceme ciento.
Equivale a Bien vengas, mal, si vienes
solo; porque las desgracias se suelen
enredar como las cerezas.
Tu duelo, de muelo; el ajeno, de pelo.
Indica que nuestros pesares nos pa-
recen tan grandes como pequeños los
de los demás, porque aquéllos nos in-
DUENDE
336 —
DUEÑA
teresan particularmente, y éstos nos
tienen sin cuidado.
Cada uno mire sus duelos y no se cure
de los ajenos.
Aconseja que se preocupe uno de lo
suyo, sin meterse en los asuntos de los
demás.
Cuenta ius duelos y deja los ajenos. —
V. Cada uno mire sus duelos y no se
cure de los ajenos.
Duelos me hicieron negra, que yo blanca
me era.
Advierte lo mucho que acaban los
sentimientos.
Los duelos, con pan son menos, o buenos.
Da a entender que son más soporta-
bles los trabajos habiendo bienes y con-
veniencias como resultantes de ellos.
No lloraré yo sus duelos.
Expresión con que se anuncia que
uno ha de pasar muchos trabajos.
Que se los papen duelos.
Moteja la indolencia de uno respecto
de los males ajenos, que debía excusar.
DUENDE. — Andar uno como un duende,
o Parecer uno un duende.
Aparecerse en los parajes donde no
se le esperaba.
Tener uno duende.
Traer en la imaginación cosa que le
inquieta.
DUEÑA. — Cuando os pedimos, dueña os
decimos; cuando os leñemos, como que-
remos.
Da a entender lo vario de los hom-
bres en la estimación que hacen de la
persona a quien piden una cosa al tiem-
po de solicitarla y después que la han
conseguido.
Dueña culpada, mal castiga m aliada.
El que se halla culpado no puede re-
prender a otro. — Uno de los muchos
delirios en que incurrió Salva, fué el
dar a la voz mallada una significación
que nunca tuvo, al escribir en su Dic-
cionario: <Mallada, f. ant. Falta o ye-
rro, según se colige del refrán Dueña
culpada, mal castiga mallada.-»
No hay ni ha habido tal nombre fe-
menino. Mallado, mallada, calificación
arcaica, significa armado de cota de
malla, de donde se puede inferir que,
figuradamente, vale en el caso presen-
te tanto como decir mal llamada casti-
ga, esto es, mal revestida de energía o
autoridad, se mete a querer corregir. Sen -
tados tales precedentes, juzgo que el
refrán cuestionado podría definirse en
los siguientes términos : «Cuando el
que tiene que reprender adolece noto-
riamente del mismo u otro vicio, debe
comportarse con benignidad y tem-
planza, pues, desconceptuado para con
el corrigendo, su falta misma lo desau-
toriza en cierto modo a usar de seve-
ridad y rigidez.»
Dueña que de alto hila, de alto se remisa.
Expresa la presunción y vanidad que
tienen algunas mujeres de ser muy
hacendosas.
Dueña que en alto hila, abajo se humilla.
Da a entender cuan expuesto y su-
jeto a inconvenientes es el levantarse
uno a más alto lugar que el que le co-
rresponde; como la mujer que quiere
hilar sentada en alto, y por lo mismo
tiene que bajarse cada vez que se le
cae el huso.
Dueña que mucho mira, poco hila.
Denota que la mujer ventanera nun-
ca será muy hacendosa.
La buena dueña, zamarrico corta, cala-
baza luenga.
Indica que la buena ama de su casa
gasta poco en el atavío personal, y mu-
cho en las necesidades domésticas.
La dueña compuesta, si no quiere el man-
dado, no da buena respuesta.
Equivale a que cada uno está a su
negocio, y por tanto, sólo atiende a lo
que le conviene, y nada más.
Parecerse a la dueña Quintañona.
Dícese de la mujer gruñona y entra-
da en años.
Yo dueña y vos doncella, ¿quién barrerá
la casa?
Significa que cada uno debe cumplir
con las obligaciones de su estado o mi-
nisterio, sin pretender cargarlas a otro.
Acríbenme dueñas y amásenme puercas,
que yo me haré bueno.
Palabras son que dice el trigo.
Cual digan dueñas.
Explica que uno quedó mal o fué
maltratado, principalmente de palabra.
De Dueñas al Rebollar, tres cosas has de
topar.
Dicen ser estas tres cosas: o muía
DUEÑO
— 337 —
DULCE
rucia, o mujer mundana, o fraile. Tal
es la interpretación dada a este refrán
por Hernán Núñez, quien escribe due-
ñas y rebollar con letra minúscula.
Donde intervienen dueñas no puede suce-
der cosa buena.
Refiérese aquí a aquellas mujeres de
edad, especie de amas de gobierno, que
para acompañar a las jóvenes y cuidar
de la servidumbre había en todas las
casas principales. La mala fama de que
gozaban, no sabemos si merecida o no,
pero bien patentizada en el tesoro de
nuestra clásica novela picaresca, justi-
fica perfectamente la frase.
Dueñas de Segovia y caballeros de Avila.
Proviene este refrán de que durante
una de las expediciones de los de Se-
govia a tierra de moros, en la época de
la Reconquista, hubieron de defender
la plaza las mujeres contra los ataques
de los musulmanes, hasta que sabedo-
res los avileses del peligro en que se
encontraban las segovianas, acudieron
a socorrerlas. — Otros le atribuyen a la
proverbial hermosura de las segovianas
e hidalguía de los avileses.
Poner a alguno cual no digan dueñas.
Insultarle despiadadamente.
DUEÑO. — Adonde no está su dueño, allí
está su duelo.
Enseña cuánto importa la presencia
del señor para que se hagan bien y con
cuidado sus cosas.
De lo ajeno, lo que quisiere su dueño.
Explica la conformidad y gratitud
que debe tener el que recibe con el
que da, aunque el don sea corto.
Dueño, o señor, del argamandijo.
Dícese del que tiene el mando o ma-
nejo principal de una cosa.
Hacerse uno dueño de una cosa.
Enterarse de su asunto y poder dar
razón de todo lo que a él toca. — Apro-
piarse facultades y derechos que no le
competen.
Las cosas perecen para su dueño.
Axioma jurídico con que se significa
que es cuenta del propietario reparar
los daños que recaen en un predio ur-
bano, y no del inquilino.
Lo mal ganado, ello y su dueño. — V. Lo
bien ganado se lo lleva el diablo, y lo
malo, a ello y a su amo.
No ser uno dueño de hacer una cosa.
Carecer de libertad para obrar.
No ser uno dueño de si mismo.
No poder dominarse.
Quien bien yne hiciere será mi dueño.
Dicho en que fundaban su derecho
de nombrar por señores suyos a quie-
nes tenían por conveniente, los pue-
blos que gozaban de semejante privi-
legio. De esa benefactría o bienfechoria
por parte del señor del pueblo, se de-
rivó la palabra behetría.
Ser uno el dueño del cuchillón, o del hato,
o de los cubos.
Tener mucho manejo en una casa o
con algunas personas.
Si mi dueño me poda de diciembre o de
enero, y tne cava o ara de febrero, ver-
güenza ?ne fuera sino le hinchera de vino
la bodega.
Indica que la viña que se trabaja en
las condiciones marcadas por el refrán,
dará los frutos apetecidos.
DUERO. — Duero lleva la fama y Pisuer-
ga le da el agua, o Duero tiene la fama
y Pisnerga lleva el agua.
Encarece la importancia del Pisuer-
ga, afluente del Duero, aun cuando no
figura en la categoría de los ríos prin-
cipales. En este sentido se aplica a
aquellas personas que se envanecen
con las obras que parece que han he-
cho, aun cuando queda en la sombra
el verdadero autor. Los haya millares.
Todo es Duero y Peña Tajada.
Es decir, que la principal defensa de
Zamora en otros tiempos eran el Duero
y Peña Tajada.
Yo soy Duero, que todas las aguas bebo.
Algunos añaden: menos del Adaja, que
me ataja; y otros: menos del Tajo, que se
fue' por abajo, y del Guadalquivir, que
nunca lo vi.
Denota lo caudaloso de este río,
como que pasa por ser el segundo en
importancia de los muchos que bañan
a España.
DULCE. — A nadie le amarga un dulce.
Expresa la satisfacción con que se
recibe todo lo bueno, aunque se posea
mucho de aquello que se nos da.
Si hubiera sido un dulce, me lo quitas de
la boca.
Dícese cuando a dos personas se les
22
DULERO
- 338 -
DURO
ocurre a la vez manifestar un mismo
pensamiento.
c- Te gusta? Pues cómprale dulces. Algunos
añaden : que no faltará quien se los coma;
o que su dueño se los comerá.
Expresión usada familiarmente cuan-
do se oye alabar alguna cosa.
DULERO. — Ser como el dulero de Ca-
landra, que por hacerse famoso despeñó
la dula.
Se dice del que hace barbaridades
que llegan a darle funesta celebridad.
DUQUE. — Quien sirve a duque, marqués
o conde, acaba por morir en el hospital.
Indica que no suelen ser los más es-
pléndidos los más ricos o poderosos.
DURA. — El que está a las duras, que esté
a las maduras.
Expresa la conveniencia de que co-
rrespondan por igual a una persona
tanto los actos buenos como los malos.
Entre dos duras, una madura. — V. Una
carga de cal y otra de arena.
Tomar las duras con, o por, las maduras.
Se usa para significar que debe lle-
var las incomodidades de un empleo,
cargo o negocio el que tiene las utili-
dades y provechos.
DURANDA.— Más vale Duranda que no
Miranda.
Refrán jocoso que tiene por equiva-
lencia : El pan duro, duro, más vale áuro
que ninguno.
DURAR. — Lo que dura, dura, las mien-
tes apura.
Encarece lo mucho que hay que dis-
currir para evitar que las cosas se pon-
gan fuera de uso.
Mucho dure y bien parezca.
Dícese de aquellas personas que,
mostrando arrepentimiento por alguna
falta cometida, prometen no reincidir,,
comenzando a hacer una vida ejemplar.
DURO. — Duro con duro no hizo Jamás-
buen muro. — V. Yo duro y vos duro,
¿quién llevará lo maduro?
Duro de pelar.
Difícil de conseguir o ejecutar.
¡Duro, que a mi no me duele!, o Duro, v
a la cabeza.
Modo de excitar a uno a que emplee
el rigor posible en la evitación de un
abuso o en el castigo de una falta. Úsa-
se frecuentemente en sentido irónico.
Ya está duro el alcacel para zamponas. —
V. Ya es viejo Pedro para cabrero.
Yo duro .y vos duro, ¿quién llevará lo ma-
duro?
Enseña lo difícil que es conocer el
final de una porfía entre dos personas
igualmente tercas y obstinadas.
Más da el duro que el desnudo.
Denota que aun del avaro debe es-
perarse más que del que nada tiene.
DURO. — Nunca falta quien dé un duro
para un apuro.
Siempre hay almas caritativas que
saquen de un mal paso.
Si quieres saber lo que vale un duro, gá-
nalo o pídelo prestado.
En el primer caso, por los sudores
que cuesta trabajar para conseguirlo, y
en el segundo, por los apuros que se
pasan para devolverlo.
Tu duro el primero^ y tu bofetada la pri-
mera.
Encarece las ventajas que tiene el
tomar la iniciativa en ciertas ocasiones,
como sucede, verbigracia, tratándose
de invitaciones, o cuando hay que de-
fender derechos personales en mate-
ria de honra o de intereses pecuniarios.
EA. — Con otro ea llegaremos a la aldea.
Modo de animar a cualquier empre-
sa o trabajo.
EBRO. — Ebro traidor, naces en Castilla
y riegas a Aragón.
Contra los que favorecen a personas
o tierras extrañas, desentendiéndose
descastadamente de las propias.
Co?ner uno más que el Ebro. — V. Ser un
TRAGALDABAS.
ECCEHOMO . — Estar hecho un ecce-
homo.
Hallarse acardenalado o ensangren-
tado.— Estar hecho una lástima.
ECLIPSARSE. — Eclipsarse una per-
sona.
Evadirse, ausentarse, desaparecer
inesperadamente.
ECO. — Hacer eco una cosa.
Tener proporción o correspondencia
con otra.— Hacerse notable y digna de
atención y reflexión.
Ser uno el eco de otro.
Imitar o repetir servilmente lo que
dice otro.
Tener eco una cosa.
Propagarse con gusto y aceptación.
ECONOMÍA. — La economía de la tía
Mancanona, que cocía dos pucheros en un
día por economizar carbón, y se los comía
juntos.
Aplícase a aquellas personas que,
pretendiendo gastar menos, hacen las
cosas a destiempo, con lo cual resulta
que gastan doble.
Sin economía, se trabaja mucho y se
muere pobre.
La administración prudente y recta
de los bienes que se poseen, vale más
que la mucha ganancia sin orden.
ECHACANTOS. — Ser un echacantos.
Hombre despreciable y que nada
supone en el mundo.
ECHACUERVOS. — Ser un echacuer-
vos.
Hombre embustero y despreciable. —
Predicador o cuestor que iba por los
lugares predicando la Cruzada. — En al-
gunas partes, el que predica la Bula.
ECHAR. — Echar a volar a una persona o
cosa.
Sacarla al público; darla a conocer.
Echar uno por alto una cosa.
Menospreciarla.
Echar tan alto a uno.
Despedirlo en términos ásperos y
desabridos.
Echar tras uno.
Ir a su alcance.
Echarlo todo a rodar.
Desbaratar un negocio. — Dejarse lle-
var de la cólera, faltando a todo mira-
miento y consideración.
Echarse uno a dormir.
Descuidar de una cosa; no pensar
en ella.
Echarse a perder una cosa.
Perder su buen sabor y hacerse no-
civa una vianda, una bebida, etc.
Echarse uno de recio.
Apretar, instar o precisar con em-
peño a otro para que haga o deje de
hacer una cosa.
¡Eche usted y no se derrame!
Modo de reprender la falta de eco-
nomía en una persona, o el gasto su-
perfluo de una cosa.
EDAD. — Edad mahomética.
La baraja, por constar de cuarenta y
ocho cartas, incluso los ochos y nueves,
con alusión a los cuarenta y ocho años
que dicen vivió Mahoma.
Edad tiene y cinco sentidos.
Dícese de la persona que habiendo
pasado con creces de la infancia, co-
mete alguna falta impropia de sus años.
EDIFICIO
— 340 —
EJEMPLO
Nadie le pregunta a usted la edad que
tiene.
Expresión con que se reconviene al
indiscreto que se lanza a tomar par-
te en una conversación a que no ha
sido llamado, mayormente si se extien-
de a emitir una opinión que no se le
pide. — V. Nadie le ha dado a usted vela
en este entierro.
Nadie tiene más edad que la que repre-
senta.
Frase de galantería usada general-
mente con las damas que, habiendo ya
pasado de la juventud, quieren aparen-
tar lo contrario a fuerza de acicalarse
y componerse.
No tener ya edad para guardar cabras. —
V. Ya es viejo Pedro para cabrero.
Tener alguno más edad que tres clérigos.
Ser ochentón poco más o menos, por
cuanto no pudiendo ascenderse al sa-
cerdocio hasta la edad de veinticinco
años, la suma de tres veces 25 da por
resultado 75.
EDIFICIO. — El edificio del aborrecer se
funda en la piedra del agraviar.
Pone de manifiesto lo sensibles que
son los amantes a los agravios, pues
pueden éstos ser tales que truequen el
amor en odio.
EDITOR. — Ser uno el editor responsable.
Sufrir las consecuencias de los des-
aciertos que otro ha cometido.
EDUCACIÓN. — Educación y pesetas,
educación completa.
El que ha aprendido y practica las
reglas de cortesía y urbanidad, y posee
además capital, será siempre bien mi-
rado en la sociedad.
Eso no se opone a la buena educación de
lajumentud.
Frase burlesca con la que se indica
que no hay inconveniente en realizar
una cosa. — La palabra_/«>«¿#¿#</está jo-
cosamente substituyendo a juventud.
La educación no está reñida con nadie.
Manifiesta que se debe ser cortés
con todos, pertenezcan a la clase que
quiera, por muy ínfima que sea.
EFE. — Las cinco efes de la esperanza.
Son : fea, falsa, falaz, frágil y flaca.
Seguramente, este dicho se debe a al-
gún amante desesperado: sólo él po-
dría explicarlo.
Las tres efes de la amistad.
Para que ésta sea verdaderamente
apetecible y digna de recompensa ,
debe ser fina, fiel y firme.
Tener las cuatro efes de la sardina.
Dícese que para que las sardinas sean
buenas, requieren la condición de ser
frescas y fiadas, estar fritas y comerlas
frías. Esta, por lo menos, era la opinión
de aquel estudiante que no sabiendo
cómo arreglárselas para comer de gorra
unas cuantas sardinas de las que esta-
ban aderezando cierta noche en una
venta en que pidió sólo cama, dijo a la
dueña que si le daba a cenar de aquel
pescado, él le enseñaría, en cambio, las
cuatro efes que debían tener las sardi-
nas para ser por todo extremo reco-
mendables. Aceptada la proposición, y
previamente trasladado, por supuesto,
el manjar de lo lleno de la sartén al va-
cío de su estómago, dijo: cPues han de
ser frescas, fritas, frías y fiadas. »
EFECTO. — Hacer, o surtir, efecto una
cosa.
Dar una medida, un remedio, un con-
sejo, etc., el resultado que se apetecía.
Llevar a efecto, o Poner en efecto, una
cosa.
Ejecutar, poner por obra un proyec-
to, un pensamiento, etc.
EFIGD3. — Ser la efigie del hambre.
Dícese de la persona pálida, dema-
crada y de escasas carnes, caracteres
todos que concuerdan con los de aquel
que no tiene que comer.
EGINETA. — Para un egineta, un creten-
se. — V. A un pícaro, otro mayor.
EJE. — Partir a alguno por el eje.
Fastidiarle, hacerle un mal servicio.
EJEMPLAR. — No tener una cosa ejem-
plar.
Aplícase a aquello que no se ha visto
suceder otra vez, o que no tiene ejem-
plo de donde haya podido copiarse.
EJEMPLO. — Buen ejemplo^ buenas ra.
zones avasallan los corazones.
La educación, junto con la corrección
en los actos, atraen la voluntad, el ca-
riño y el respeto de todos.
Es más eficaz el ejemplo que la doctrina.
Todo lo que se ve y se toca, se que-
da más impreso y es más fácil de seguir
que lo que sólo por teoría se aprende.
EJERCICIO
— 34i —
EMBAJADA
EJERCICIO.— £/ ejercicio hace maestro.
Para llegar a ejecutar una cosa a la
perfección, no hay nada como practi-
carla muchas veces.
ÉL. — Ser otro él.
Dícese de aquellas personas en quie-
nes se tiene tanta confianza, que se les
consiente o encarga que hagan las ve-
ces y representen a uno.
Ve con él y guarte del.
El inferior ha de estar siempre al
lado de su superior en todo, pero sin
tomarse confianza con él, por temor a
su enojo.
ELECTRIZAR. — Electrizar a uno.
Exaltar, avivar, inflamar el ánimo de
alguna persona.
ELEGANTE.— Elegante hablaste, mente.
Frase con que se satiriza a los que
tienen el prurito de hablar de manera
muy elevada, parodiando a los cultera-
nos del siglo xvn.
ELEMENTO. — Estar uno en su ele-
mento.
Estar en la situación más cómoda y
agradable, o en la que más se adapta a
sus gustos e inclinaciones.
ELEVAR. — Elevarse uno.
Engreírse, envanecerse. — Entusias-
marse en la conversación. — Ensimis-
marse de tal modo en su pensamiento
o en la contemplación de algo, que se
queda parado y suspenso, como si es-
tuviese dormido, aunque con los ojos
abiertos.
ELOCUENCIA. — La mayor elocuencia
es la clemencia.
Más valor tiene ante la muchedum-
bre el que es generoso, aunque calle,
que el mayor orador del mundo.
ELVIRITA.— Elvirita de Meneses, cásca-
me acá esas nueces.
Se dice para dar a entender que es
cosa corriente lo que a uno le cuentan
o relatan.
ELLA. — ¡A ella, Virgen de la Estrella!
Locución con que se anima a uno a
acometer una empresa.
Ahora será ella.
Expresa con sentido ponderativo
que va a ocurrir alguna cosa notable o
grave. — Puede emplearse el verbo ser
en todos los tiempos y acompañarse de
los adverbios de tiempo necesarios
para expresar cuándo ha ocurrido, ocu-
rre u ocurrirá el suceso en cuestión.
Ir siempre con ella.
Proceder en todo con escama, con
malicia, con segunda intención.
c- Quién es ella?
Parodiando la frase histórica, se em-
plea para inquirir quién es la causante
de alguna cosa, dando por supuesto que
siempre en cierta clase de asuntos me-
dia una mujer.
Ni con ellas ni sin ellas.
Significa que, a pesar de la lucha y
contradicción que suele existir entre
el hombre y la mujer, no puede pasar
aquél sin ésta, ya por la inclinación del
afecto, ora por los servicios que a su
persona y casa le presta.
ELLO. — Asi anda ello, señor don Tello.
Manera de criticar el estado de una
sociedad mal regida, el poco orden en
alguna cosa, por falta de jefes idóneos
y enérgicos, etc.
Dormir sobre ello y tomar acuerdo.
Pensar detenidamente sobre algún
asunto de entidad antes de proceder a
adoptar una determinación.
cMokón. El entendello
dejemos, si no te enoja,
a la providencia floja
que llaman dormir sobre ello. »
(D. Antonio de Mendoza, El trato muda
costumbre.)
Ello por ello.
En algunas localidades de Galicia
equivale a Lo comido por lo servido.
¡Pues a ello, y sin toiyar resuello! — Véa-
se ¡A ella, Virgen de la Estrella!
Ellos han de venir.
Da a entender que lo que ha de ocu-
rrir acontecerá, tarde o temprano, aun-
que pretenda evitarse.
Según te fuere con ellos, usarás de los re-
medios.
Recomienda que no se abuse de las
medicinas, ni se empleen sólo por ser
prescripción facultativa, sino porque
nos sientan bien o curan la enfermedad.
EMBAJADA. — ¡Brava, o linda, emba-
jada!
Modo de echarle a uno en cara cuan-
do viene a proponer una cosa inútil o
de poca importancia, o que no gusta a
aquel a quien la propone o dice.
EMBAJADOR
342
EMBOZO
Salir con una embajada.
Decir alguna tontería, o por lo menos,
una cosa inoportuna.
EMBAJADOR. — El embajador de In-
glaterra, ni truena ni suena.
Aplícase a la persona cuya conducta
es neutral, o que no llama la atención
por lo indiferente o común de su posi-
ción social, aludiendo a lo que ocurrió
con el embajador de Inglaterra a la
corte de Marruecos en 1578, quien hizo
un papel bastante desairado al lado
de aquel emperador, mientras que el
nuestro, Pedro Venegas de Córdoba,
se llevó todas las atenciones por parte
de dicho monarca.
El embajador no lleva pena.
La persona encargada de una comi-
sión no merece culpa, ni menos aún
castigo, si el mensaje no es del agrado
del que lo recibe.
Elogio de embajador tiene mal sabor.
El lenguaje de los embajadores suele
pecar de lisonjero.
EMBALUMAR. — Embalumarse uno.
Cargarse o llenarse de asuntos y ne-
gocios de gravedad, y hallarse embara-
zado para su desempeño.
EMBANASTAR. -Embanastar a uno.
Meterlo en un sitio donde hay mu-
cha gente y en el cual no puede revol-
verse a causa del ningún espacio que
<;ueda para ello.
EMBARBASCARSE.— Embarbascar-
se uno.
Confundirse, embarazarse, etc.
EMBARCAR. —Embarcar a uno.
Hacer meter a una persona en un
asunto, en un negocio, etc.
EMBARRANCARSE.-Embarrancar-
se uno.
Meterse en negocios o asuntos de
tal manera, que no puede salirse de
ellos tan fácilmente. — Hallarse sin di-
nero y con deudas, por haber dilapi-
dado el capital más de lo conveniente.
EMBARULLAR. — Embarullar una
cosa.
Confundirla, mezclarla desordenada-
mente con otra. — Hacer las cosas atro-
pelladamente, sin orden ni concierto.
EMBAULAR. — Embaular uno.
Comer con demasiada ansia; ser un
tragaldabas. — Dícese así a consecuen-
cia de llamar jocosamente baúl al estó-
mago.
EMBAZARSE. — Embazarse uno.
Fastidiarse, cansarse de una cosa,
empacharse.
EMBELECO. — Ser uno un embeleco.
Persona fútil, molesta, enfadosa, etc.
Dícese también del que se coloca, es-
torbando, en un sitio.
EMBERMEJECER . - Embermejecer
a uno.
Ponerle colorado, avergonzarlo.
EMBESTIDA. — Darle a uno una em-
bestida.
Detenerle inoportunamente para ha-
blarle de cualquier asunto o negocio. —
Intentar sacarle dinero.
EMBESTIDOR. — Ser uno un embes-
tidor.
Aquel que pide prestado o limosna,
fingiendo grandes ahogos y empeños.
EMBESTIR. - Embestir a uno. — Véase
Darle a uno una embestida.
EMBOCADERO. — Estar uno al embo-
cadero.
Estar próximo a conseguir algún em-
pleo, dignidad, negocio, etc.
EMBOCADURA.— Tener uno buena em-
bocadura.
Tocar con suavidad, y sin que se per-
ciba el soplido, cualquier instrumento
de viento.
Tomar la embocadura a una cosa.
Vencer las primeras dificultades que
se presentan en el aprendizaje o en la
ejecución de ella.
EMBOLISMO. — Ser una cosa un embo-
lismo.
Ser chismosa, embustera, etc. — Estar
embrollada de tal modo, que sea muy
difícil entenderla.
EMBOQUE. — Ser una cosa un emboque.
Ser un engaño.
EMBORRARSE. — Emborrarse uno.
Tragar y comer mucho y de prisa.
EMBOTIJARSE. — Embotijarse uno.
Hincharse, inflarse. — Enojarse, enco-
lerizarse, incomodarse, etc.
EMBOZO. — Decir una cosa con embozo.
Manera de hacer o decir alguna cosa
con recato y disimulo.
Quitarse uno el embozo.
Descubrir y manifestar la intención
que antes tenía oculta.
EMBRIAGAR
— 343
EMPLEAR
EMBRIAGAR. — Embriagarlo a uno.
Enajenarlo, transportarlo, etc.
EMBRIÓN.— Estar una cosa en embrión.
Estar aún en su principio, informe;
sin orden, método ni disposición.
EMBROLLAR. — Embrollar una cosa.
Enredar un asunto de tal modo que
no se sepa cómo se ha de salir de él.
EMBROLLO. — Encontrarse en un em-
brollo.
En situación embarazosa; en un con-
flicto del cual no se sabe cómo salir.
EMBROLLÓN. - Ser un embrollón.
Un enredador, un embustero.
EMBUCHADO. — Meterle a uno un em-
buchado.
Moneda o monedas que se ocultan
entre otras de menos valor cuando se
hacen posturas al juego.
EMBUDO. — Hacer embudo.
Hacer trampa, engañar, etc.
EMPALAGOSO. — Ser empalagoso.
Dícese de la persona que causa fas-
tidio por su zalamería y afectación.
EMPANADA. — Ocultar la empanada.
Enredar u ocultar fraudulentamente
un negocio.
EMPANTANAR. — Empantanar una
cosa.
Detener o impedir el curso de un ne-
gocio, de una dependencia, etc.
EMPAQUE. — Tener uno empaque.
Tener traza y aspecto, según el cual
nos gusta o nos desagrada a primera
vista una persona. — Ser muy echado
para atrás.
EMPARENTAR.— Estar uno bien, o muy,
emparentado.
Tener parentesco y enlaces con ca-
sas ilustres y de calidad notoria.
EMPASTELAR.-Empastelar una cosa.
Transigir un negocio sin arreglo a
justicia, para salir del paso de cual-
quier manera.
EMPATAR. — Empatársela a uno.
Igualarle en una acción sobresaliente
o extraordinaria. — Tómase también en
mal sentido.
EMPEDERNIR. — Empedernirse uno
en una cosa.
Obstinarse, hacerse insensible.
EMPELOTARSE. -Empelotarse uno.
Se dice de aquel que se enreda o
confunde en una riña o quimera.
EMPELLONES. — Llevarlo, echarlo, etc.,
a uno a empellones, o a empujones.
Violentamente, injuriosamente, etc.
EMPEÑAR. — Lo que se ha de empeñar,
venderlo.
Indica que en ciertas circunstancias
de la vida es preferible y aun conve-
niente cortar por lo sano, tomando una
determinación cuando se ve que un mal
no tiene remedio.
EMPEÑO. — Mato con empeño, y con el
mismo defiendo a mi dueño.
Lema que llevaban antiguamente al-
gunas armas blancas.
EMPERADOR. — Tanto tiene que ver, eso
con esto, como con el emperador de la
China. — V. {Qué tiene que ver ¿/culo
con las témporas del año?
EMPEZAR. — Lo que no se empieza, no
se acaba.
Aconseja que se sacuda la pereza,
pues, una vez vencida la primera difi-
cultad de un negocio, fácilmente se ter-
mina éste.
Por ahí empecé yo.
Dícese del que adolece de algunas
manías y extravagancias, con alusión a
un loco de quien se cuenta que pro-
rrumpió en semejante dicho al ser vi-
sitado por un sujeto que manifestaba
estar poseído de ciertas rarezas o ex-
centricidades.
¡Si yo te empiezo!...
Modo de amenazar a uno con casti-
garle, que es lo mismo que decir: 4Si
te castigo por la primera vez!...
EMPLASTO. — Estar uno hecho un em-
plasto.
Estar cubierto de cataplasmas y un-
güentos. — Estar muy delicado y falto
de fuerzas.
EMPLEAR. — ¡Bien empleado!, o ¡Bien
empleado le está!
Manera de expresar que tiene uno
bien merecido aquella desgracia o in-
fortunio que le sucede.
Cuando estés empleado tendrán por ti
cuidado.
Nadie se preocupa más que de aquel
que pueda favorecer.
Dar uno algo/¿>r bien empleado.
Conformarse gustosamente con una
cosa desagradable, por la ventaja que
de ella se le sigue.
EMPLEO
344 —
ENCAMISADA
Empleársele bien, o Estarle bien em-
pleada, a uno una cosa.
Merecerla. — Tómase por lo general
en mal sentido.
EMPLEO. — Apear a uno de un empleo.
Deponerlo de él, quitarlo.
EMPLUMAR. —¡Que ??ie emplumen!
Expresión a modo de juramento con
la cual se afirma que no se sabe una
cosa, o que antes de hacer o decir algo,
se prefiere sufrir el castigo afrentoso
que antiguamente se imponía a los alca-
huetes y acusados de hechicería.
EMPOZAR. — Empozarse una cosa.
Sepultarse un expediente para no
seguir su curso. — Evitar la tramitación
de un asunto.
EMPRESARIO. —¿ -A empresario te has
metido} Pronto te verás perdido.
Alude a los empresarios de teatros. —
Este refrán resulta algo arcaico, pues
si bien antes solía ser un* mal negocio
la formación de compañías, hoy, aun
con tener algunas, no suele tener tan-
tas quiebras.
EMPRIMAR. — Emprimar a uno.
Abusar de su candor e inexperien-
cia para que pague indebidamente una
cosa, o para divertirse a sus expensas.
EMPULGUERA. — Apretarle a uno las
empulgueras.
Ponerle en un aprieto, estrecharlo. —
Derívase del aparato de tormento lla-
mado empulgueras, que servía para apre-
tar los dedos pulgares del reo hasta que
éste declaraba.
EMPUÑADURA.— Ser la empuñadura
de una cosa.
El principio de un discurso, un cuen-
to, una narración, etc.
ENAMORADO.—/!/ enamorado ausen-
te, no hay cosa que no le fatigue ni tetnor
que no le dé alcance.
Los que están lejos del objeto amado
suelen sufrir los tormentos de la duda.
Estar enamorado como un borrico.
Dícese de aquel que lo está ciega-
mente.
Más discurre un enamorado que cien
abogados.
El deseo que anima al que ama le
hace encontrar solución a cosas que
seguramente no pensaría en buscar si
no estuviese atacado de la pasión.
Juzgan los enamorados que todos tienen
los ojos vendados.
Aquel que está apasionado contrae
toda su atención en el objeto de su
amor, hasta el punto de que no repara
en que los demás le observan.
Los buenos enamorados kan de tener
cuatro eses.
Éstas son : sabio, solicito, secreto y solo.
Cuando el gracejo del pensamiento es-
triba en la palabra, mejor dicho, en la
letra (que es más que más), puede ase-
gurarse por punto casi general que no
cabe traducción posible. Así sucede
con la locución acabada de enunciar
y con otras que posee la lengua cas-
tellana.
Los enamorados discurren más que le-
trados.—-V '. Más discurre un enamorado
que cien abogados.
ENANO. — Parecerse uno al enano de la
venta.
Dícese, por mofa, de la persona chi-
quitína y regordeta.
Ser uno el enano de la venta, que asusta
con un *jSi voy allá!»
Dícese de los que emplean frecuen-
temente bravatas y amenazas, sin pa-
sar adelante.
ENCAJAR. — Encajarle a uno alguna
cosa.
Decir, ya sea con oportunidad, ya
extemporánea o inoportunamente, una
cosa. — Disparar, dar o arrojar, en frases
como las siguientes: Le encajé un tinte-
ro en la cabeza; Le encajé un palo, etc. —
Hacer oír a uno alguna cosa, causán-
dole enfado y molestia.
Encajarse uno.
Introducirse en algún sitio inopina-
damente sin ser llamado.
ENCALABRINARSE.-Encalabrinar-
se uno.
Empeñarse en una cosa sin dar oídos
a nada. — Tomar tema.
ENCALLARSE. — Encallarse en algu-
na cosa.
Meterse sin conocimiento en un ne-
gocio del cual no se puede salir.
ENCAMISADA. — Descubrirse la enca-
misada.
Deshacer la trama que se había urdi-
do.—Proviene la frase de la costumbre
antigua de cubrirse nuestros soldados
ENCANTADOR
— 345
ENCUBRIR
con camisas blancas al intentar algu-
na sorpresa nocturna, a fin de no con-
fundirse con los enemigos a quienes
querían atacar, cogiéndolos desaper-
cibidos.
ENCANTADOR.— El encantador malo
saca la culebra del horado, o El mal en-
cantador, con la mano ajena saca la
culebra.
Moteja al que, desconfiando de su
habilidad, se vale del auxilio ajeno para
ostentarla.
ENCANTAR. — No parece sino que está
encantado.
Dícese de aquella persona que, obse-
sionada por alguna idea, parece ajena
a todo lo que pasa a su alrededor. El
siguiente ejemplo de Cervantes da to-
davía mejor idea de lo que expresa la
citada frase :
«Venga acá, señor; ¿podría negar lo
que comúnmente suele decirse por ahí
cuando una persona está de mala vo-
luntad: No sé qué tiene Fulano, que ni
come, ni bebe, ni duerme, ni responde
a propósito a lo que le preguntan, que
no parece sino que está encantado?» (Qui-
jote, parte I, cap. XLIX.)
ENCANTO. — Hacer alguna cosa como por
encanto.
Verificarla o ejecutarla bien y con
toda rapidez, sin que los demás se den
cuenta de cómo se ha hecho.
ENCAPILLAR. — EncapiUarse uno.
Ponerse alguna ropa, especialmente
cuando se echa por la cabeza, como la
camisa, etc.
Estar con lo encapillado.
Modo de dar a entender que no se
tiene o se lleva más ropa que la puesta.
ENCARAMAR.— Encaramar a uno.
Elevarlo, colocarlo en altos puestos,
generalmente sin méritos suficientes
para ello.
ENCARGO. — Como mandado hacer de en-
cargo.
Ser una persona o cosa a propósito
para el objeto a que se la destina.
ENCARNACIÓN. — /V- la Encarna-
ción, los últimos hielos son.
Manifiesta que por esta fecha (25 de
marzo), al ir desapareciendo el invier-
no, terminan los fenómenos propios de
esta estación.
ENCERRONA. — Hacer la encerrona.
Retirarse del trato ordinario de las
personas por poco tiempo con algún
designio.
ENCLAVAR. — Enclavar a uno.
Clavarlo, engañarlo.
ENCOGERSE. — Encogerse uno.
Ser corto de genio; no tener resolu-
ción para nada.
ENCOJARSE. — Encojarse uno.
Fingirse enfermo; hacerse el maula.
ENCOMENDAR. — Lo más encomen-
dado lleva el gato.
Aquello que más trata de cuidarse,
por lo regular es lo que se suele extra-
viar más pronto.
ENCONTRADIZO. — Hacerse uno el en-
contradizo.
Buscar a otro para encontrarle, sin
que parezca que se hace de intento.
ENCONTRAR. — Al primer encuentro»
azar.
Encontrarse con un obstáculo ines-
perado a los primeros pasos en cual-
quier negocio.
¿A que no me encuentras? — ¿A que no le
busco? Algunos substituyen menos pro-
piamente el segundo miembro de este
refrán por ¿A que no me buscas?
Réplica dada a aquellas personas
que tratan de excitarnos a que haga-
mos aquello que no queremos o no
nos conviene hacer.
Salirle a uno al encuentro.
Hacerle frente o cara; oponérsele. —
Prevenir a uno en lo que quiere decir
o ejecutar. — Anticipársele.
Tras de un encuentro, un azar.
La vida se compone toda de sucesos
prósperos y adversos, que alternan en-
tre sí.
ENCORVADA. — Hacer uno la encor-
vada.
Fingir estar enfermo para quitarse el
compromiso de asistir a una parte don-
de no se quiere ir.
ENCRESPAR.— Encresparse uno.
Irritarse, alterarse.
ENCUBRIDOR. — Si no hubiera encu-
bridores, no habría ladrones. — V. Si
no hubiera alcahuetas, no habría putas.
ENCUBRIR. — No hay cosa encubierta
que no se descubra. — V. Todo se sabe,
hasta lo de la callejuela.
ENCHIQUERAR
346 —
ENEMIGO
No hay encubierta que a mal no revierta.
Toda ocultación dolosa trae apare-
jado algún perjuicio.
ENCHIQUERAR. - Enchiquerar a uno.
Meterlo en la cárcel.
ENDEMONIADO. — Ser un endemo-
niado.
Aplícase al que es sumamente per-
verso; malo, nocivo.
ENDENTECER. — Quien presto enden-
tece, presto kermanece.
Indica que el niño que arroja tem-
prano los dientes, pronto tendrá un
hermano.
ENDURADOR. — Mucho endura el en-
durador, para que lo gaste el gasta-
dor.— V. A padre guardador, hijo despen-
dedor, etc.
ENDURAR. —Bueno es el endurar a quien
se espera hartar. — Y. Hambke que espe-
ra hartura, tío es hambre.
ENE. — Ahí falta una ene. — No se apure,
que ya saldrá.
Cuéntase de un subdiácono que, can-
tando una de las epístolas que comien-
zan por las palabras Lectio Epístola bea-
ti Pauli Apostoli ad Corinthios, como
pronunciara desatinadamente coritios,
fué reprendido en el acto por el maes-
tro de ceremonias, que le dijo: «Ahí
falta una ene.* «No se apure — le repli-
có el vestuario — , que ya saldrá.» Y, en
efecto, salió, pero con tan mala suerte,
que al seguir cantando, por decir Era-
tres dijo Erantres, con lo cual resultó
el remedio peor que la enfermedad.
Desde entonees, a todo aquel que,
pretendiendo enmendar un yerro por
defecto, especialmente si se trata de
pronunciación o de pluma, incurre en
otro por exceso, o cosa parecida, se le
suele aplicar el proverbio en cuestión.
Llevarle a uno a la ene de palo.
Llevarlo a la horca.
Ser una cosa de ene.
Ser consiguiente, forzosa o infalible.
ENEMIGO.— A mi enemigo libre Dios de
pleitos, y a mi, de él y de ellos.
Expresa el horror, no injustificado,
que causan a todo el mundo los asun-
tos en que interviene la curia.
Al enemigo que huye, la puente de plata.
Aconseja que en ciertas ocasiones
conviene facilitarle la huida.
Del enemigo, el consejo.
Indica que debe no ser seguido.
El enemigo mayor que el hombre tiene es
la mujer propia.
Como este refrán no se puede apli-
car en tesis general, y sí sólo a casos
particulares, es decir, a aquellos en que
la mujer no es como debe ser, puede
afirmarse que es el puro Evangelio.
El que es enemigo de la novia, no dice bien
de la boda, o ¿como dirá bien de la boda?
Aconseja que no se debe tomar el
dictamen de personas apasionadas y
quejosas, ni dar fe a sus dichos.
Ese es tu enemigo, el que es de tu oficio.
La emulación suele a veces reinar
en los hombres de una misma clase,
ejercicio, etc. No hay que perder de
vista que la emulación exagerada pue-
de y suele degenerar en envidia.
Lo mejor es enemigo de lo bueno.
Enseña a conformarse cada uno con
su bienestar, pues la ambición suele
hacer perder lo que se poseía.
Más vale un enemigo discreto que un
amigo necio. — V. Más daño hacen amigos
necios que enemigos descubiertos.
Ningún enemigo es bueno, por flaco que
sea. — V. No hay enemigo chico, o pe-
queño.
No hay enemigo chico, o pequeño.
Enseña a no despreciar a nadie, por
humilde que sea, fiando en que no pue-
de hacernos daño, pues los pequeños,
si no cara a cara, solapadamente y en
la obscuridad preparan su venganza,
cuyos efectos no dejamos de sentir
tarde o temprano, y a veces sin poder
sospechar de dónde viene.
No hay peor enemigo que el doméstico, o
el de casa, o No hay peor mal que el
enemigo de casa para dañar.
Porque como sabe todos los secre-
tos o interioridades de la casa, cuando
pretende cometer un abuso de con-
fianza, da el golpe sobre seguro.
No te fies del enemigo que duerme.
Para inspirar confianza, el que trata
de destruirnos finge estar inactivo,
cuando lo que hace realmente suele
ser preparar nuevos ataques que nos
cojan de improviso.
Nunca se debe hacer lo que el enemigo
quiere. — V. Del enemigo, el consejo.
ENEMIGO
347 —
ENERO
Quien a su enemigo popa, a sus manos
muere.
Por lo general, aquel que desprecia a
su enemigo, es el que suele ser víctima
de su vana confianza.
¿Quien es tu enemigo? El de tu oficio. —
V. Ese es tu enemigo, el que es de tu
oficio.
Quien presta, no cobra; si cobra, no tal, y si
tal, enemigo mortal.
Recomienda que no se preste, a me-
nos que se esté dispuesto a perdonar
la deuda.
Ser uno enemigo de una cosa.
No gustar de ella.
«SV le quieres enemigo, presta dinero al
amigo.
Cierta clase de gentes cree que el
que tiene dinero se halla en la obliga-
ción de dárselo al que no lo tiene, y si
después se les pide su devolución, to-
davía se toma como una ofensa.
Todo lo mucho es enemigo de la natu-
raleza.
Enseña a no abusar de nada, y parti-
cularmente de comidas y bebidas, por
el daño que hacen al organismo.
¿Cuáles son los enemigos que hacen más
daño a los hombres? — Tres, a saber:
Cierracorazones, Cierrabocas y Cierra-
bolsillos.
Porque les empobrecen y les aca-
rrean disgustos y sinsabores.
¿ Cuántos enemigos tienes? — Tantos como
favores he hecho.
La ingratitud suele ser la recompen-
sa que obtiene el bienhechor. Desgra-
ciadamente, la práctica de la vida en-
seña ser verdad.
De enemigos sin dinero no se te dé un
cuerno.
Enseña a despreciar las amenazas de
aquellos que no tienen medios para
hacernos daño.
De los enemigos, los menos.
Dícese cuando uno pretende alejar
de sí, por cualquier medio, a alguien,
o algo, que le estorba o perjudica.
Ganar uno enemigos.
Adquirirlos, granjeárselos, acarreár-
selos.
Hagamos bien a nuestros enemigos, y
amemos a los que nos aborrecen.
Máxima verdaderamente evangélica,
pero muy difícil de llevar a la práctica
en la vida social.
Los enemigos del alma son tres : suegra,
cuñada y mujer.
Dicho jocoso en el que, como se ve,
salen malparadas esas tres hembras.
Los enemigos se cuentan por los benefi-
cios. — V. No hagas favores y no ten-
drás desengaños, o enemigos.
Mejor es dejar a los enemigos que pedir
a los amigos, o A/ejor es dejar en muerte
al enemigo que pedir en vida al amigo.
Porque el que da o deja su hacienda
al enemigo es probable que se lo agra-
dezca; pero el que pide al amigo, siem-
pre le importuna para que le devuelva
lo que le dio.
No siempre tiene enemigos el que'los quie-
re tener.
Porque si es de leal condición, aun-
que se empeñe en no prestar favores,
no dejará de hacerlos, y por tanto, aun-
que quiera, no tendrá quien le odie.
Quien busca enemigos, cerca tiene los
peligros.
Recomienda que obre uno con todos
de tal manera que no se granjee ani-
madversiones, con el fin de evitarse
los disgustos que éstas traen consigo
aparejadas.
Quien tiene enemigos no duerma.
Advierte que aquel que los tiene
ande prevenido y con cuidado para que
no le sorprendan sus ataques y ase-
• chanzas.
ENERGÚMENO. — Ponerse como un ener-
gúmeno.
Enfadarse, enfurecerse de un modo
descompasado.
Tragar co?no un energúmeno.
Comer de una manera exagerada, an-
siosamente.
ENERO. — Buen enero, mal febrero.
Expresa que cuando el año comien-
za con buen tiempo, el mes siguiente
es frío y lluvioso.
De enero a enero, carnero.
Da a entender que debe comerse
siempre esta carne, como sana y no
indigesta o pesada.
De enero a enero, el dinero es del ban-
quero.
En los juegos de azar, siempre lleva
la ventaja el banquero.
ENERO
— 348 —
ENFERMAR
En el mes de enero se abriga el madero.
Quiere decir que es éste un mes tan
exageradamente frío, que no hay quien
se muestre insensible a sus rigores.
En enero abriga la tierra al trigo, como
la madre a su hijo.
Indica que en este mes debe cuidarse
al trigo, tapándolo para que no se hiele.
En enero, cada oveja con su cordero.
Expresa que es la época más propia
de aparearse ciertos animales.
En enero, cásate, compañero.
Para dormir abrigado y no sentir,
por lo tanto, el frío.
En enero, Jlores; en mayo, dolores.
Refrán americano fácil de explicar,
teniendo en cuenta que en aquellas la-
titudes comienza el verano en el mes
de diciembre y en el de mayo se apro-
xima el invierno.
En enero, la berza es carnero.
Cuestan caro las hortalizas, por per-
derse muchas a causa de los hielos.
En enero, ni galgo lebrero ni azor, o
halcón, perdiguero.
Aconseja que en dicho mes no se
debe cazar.
En enero, planta ajero; a jines, que no a
primeros.
Refrán agrícola usado en las monta-
ñas de Santander, referente a la época
más oportuna de sembrar los ajos.
En enero se hiela el agua en el puchero.
Encarece el frío que es peculiar a
este mes. •
En enero y febrero saca la vieja sus ma-
dejas al humero; en marzo, al prado; en
abril, a urdir.
Expresa que en estos meses prime-
ros se trabaja al amor de la lumbre,
efecto del frío reinante.
Enero es caballero si no es ventotero.
Manifiesta que este mes suele ser
bueno cuando no reinan los aires en él.
Enero, frío o templado, pásalo arropado.
Haga buen o mal tiempo, lo mejor es
precaverse del frío, pues siempre es
intenso en esta época del año.
Enero, frío y heladero.
Son las dos cualidades generales de
este mes.
Enero mojado, bueno para el tiempo, malo
para el ganado.
Si en enero llueve, templa la tempe-
ratura; pero el ganado pierde en los
pastos.
Enero y febrero comen más que Madrid y
Toledo.
La escasez de pastos que se padece
generalmente en Castilla la Nueva du-
rante esos dos meses, es causa de que
las reses pierdan en carnes.
Escaraa por enero y agranda el granero.
Quien hace la operación agrícola in-
dicada a primeros de año, recogerá tri-
go en abundancia.
Poda en enero y cava en febrero, y serás
uvero.
Para conseguir buenos viñedos es
necesario podar y cavar en los meses
indicados.
Seco enero, abundante el granero.
La escasez de lluvias en enero es
beneficiosa para los cereales.
Sembrar por enero^ rastrillar en febrero.
Para que las tierras produzcan los
frutos apetecidos, es conveniente la-
brarlas en la forma citada.
Si en enero bebes helado, no preguntes de
qué has enfermado.
Recomienda que no se tomen bebi-
das heladas en tiempo tan frío como
es el mes indicado.
Si hiela bien por enero, mucho llueve por
febrero.
Manifiesta que tras las heladas suele
venir el tiempo lluvioso.
Todo enero es buen alcalde. — V. Ser la
justicia de enero.
ENFADOSO. — Más enfadoso que ena-
morado pobre.
Comparación usada para encarecer
lo molesta que es una persona, a se-
mejanza del que pretende a una mujer
y no tiene caudal.
ENFANGARSE. — Enfangarse ¿« algu-
na cosa.
Mezclarse en negocios sucios y ver-
gonzosos.
ENFERMAR. — Échate a enfermar, v
sabrás quién te quiere bien y quien te
quiere mal.
El verdadero cariño se demuestra
cuando una persona se halla en el tran-
ce de una enfermedad grave.
Muy buenos somos cuando enfermamos.
Por mucho que nos enfade una per-
sona, sobre todo si es de la familia, al
ENFERMEDAD
— 349 —
ENGAÑO
verla postrada en la cama olvidamos lo
pasado, pareciéndonos que el enfermo
fué siempre un modelo de bondad.
ENFERMEDAD. — Dejar de comer por
haber comido, no es enfermedad de pe-
ligro.
Dícese de aquellos que al llegar la
hora de la comida no prueban bocado,
alegando no tener gana, y es porque
antes se han atracado en otra parte.
Enfermedad larga, ?mierte al cabo.
El que ha sido acometido de un mal
grave y prolongado, rara vez puede des-
embarazarse de él, por cuyo motivo,
tarde que temprano, llega a sucumbir.
Para enfermedad de años no hay medi-
cina.
Esto es, la vejez es el único mal que
no tiene cura.
ENFERMERÍA. — Estar una cosa en la
enfermería.
Dícese de todo mueble o alhaja de
uso común que está en casa del artífi-
ce para componer.
Tomar uno enfermería.
Ser considerado en la clase de en-
fermo.
ENFERMO. — Al enfermo que es de vida,
el agua le es medicina.
Cuando las cosas han de suceder con
felicidad, poco o nada importan dificul-
tades que se oponen a su logro.
Apelar el enfermo.
Escaparse de la muerte que le tenían
pronosticada.
A un enfermo melindroso ningún médico
le viene a gusto .
No es asunto fácil el llegar a com-
placer a las personas de genio descon-
tentadizo.
Cuando el enfermo dice ¡ayl, diga el mé-
dico day.
Contra los médicos que anteponen
el vil lucro al sagrado cumplimiento
de su deber.
Es muy enfermo quien es muy viejo. —
V. Para enfermedad de años no hay me-
dicina.
Mal va el enfermo que nombra a su mé-
dico heredero.
Porque parece natural, aunque no
sea muy caritativo, que no se tome
tanto interés como debiera, sabiendo
que ha de ser el sucesor del paciente.
Todo el que habla como enfermo y come
como sano, tenle por hombre malo.
Da a entender que el que está enfer-
mo debe tener mucho cuidado con la
alimentación.
Cuando los enfermos claman, los médicos
ganan.
A mayor abundancia de enfermeda-
des, mayor lucro para los encargados
de tratarlas.
Los enfermos se curan en los libros y se
mueren en las camas.
Todo resulta muy bien en la teoría,
pero la práctica difiere bastante de
aquélla.
ENFITEUSIS. -¡Toma enfíteusis!
Cuéntase que un estudiante de Le-
yes, burlón y travieso, como suelen
serlo la mayor parte de los estudian-
tes, queriendo divertirse a costa de un
pobre zapatero remendón, se presentó
en su zaquizamí, preguntándole si tenía
etifiteusis. Hízose repetir la pregunta, y
convencido de que lo que se preten-
día era burlarse de él, cogió el tirapié,
y sacudiéndole con todos sus bríos,
exclamaba encolerizado: «¿No querías
enfiteusis? ¡Pues toma enfíteusis !> —
V. ¡Toma castaña!, o ¡Toma para cas-
tañas!
ENGAÑADOR.— Quien piensa ser el en-
gañador, es el engañado. — V. Donde
las dan, las toman.
ENGAÑAR. — Aquel es engañado, quien
coita que engaña. —V. Quien piensa ser
el engañado», es el engañado.
Engaña a quien te engaña; a quien te
fay, fayte.
Indica que debemos obrar con los
demás según hagan con nosotros.
Es muy fácil engañar a quien no en-
gaña.
La persona que obra de buena fe
suele ser la víctima de la maldad de los
otros.
¿Quién engaña a quién? — V. Ir de pillo
a PILLO.
ENGAÑO. — Deshacer un engaño.
Satisfacer, desengañar, sacar del error
y engaño aprehendido.
Donde acaba el engaño, empieza el daño.
Todo el que vive persuadido de una
cosa buena, vive feliz hasta que se des-
cubre no ser cierto.
ENGENDRO
35°
ENREDADOR
Engaño en mas va que en besarla dur-
miendo.
Ninguno debe gloriarse de la victoria
que se consigue cautelosamente.
En el lomar no hay engaño.
Recomienda que se acepte todo lo
que se nos da, no costando dinero, o
pudiendo reportar algún mal, aunque
la dádiva sea equivocada.
En obedecer no hay engaño.
Debemos ejecutar todo lo que los
superiores mandan, pues aunque a
nuestro juicio no sea equitativo, la res-
ponsabilidad será siempre del que lo
ordenó y no del que, por espíritu de
obediencia, lo hizo.
Llamarse uno a engaño.
Retraerse de lo pactado por haber
reconocido engaño en el contrato, o
pretender que se deshaga una cosa ale-
gando haber sido engañado.
No hay mayor engaño que venir el desen-
gaño tarde.
Porque cuanto más se espera la solu-
ción de un asunto, más se confía en que
ésta ha de ser favorable.
ENGENDRO. — Ser un mal engendro.
Muchacho avieso, mal inclinado y de
índole perversa.
ENGOLILLADO.— Ser un engolillado.
Dícese de aquel que se precia de
observar con rigor los estilos antiguos.
ENGORDAR. — Engordar uno.
Hacerse rico. — Tómase generalmen-
te en mal sentido, dando a entender
que las riquezas son adquiridas por
medios reprobables.
ENGULLIR. — No vivas para engullir;
come, sí, para vivir. — V. Yo como para
vivir y no vivo para comer.
ENHORNAR. - Al enhornar se hacen los \
panes tuertos.
Advierte el cuidado que se debe te-
ner cuando se comienzan las cosas, para
que salgan bien hechas.
Al enhornar se tuerce el pan. — V. Al en-
hornar se hacen los panes tuertos.
ENJAMBRE. — Enjambre de abril, para
mi; la de mayo, para mi hermano.
Comenta Hernán Núñez : «Porque se
comienzan a secar las hierbas con el
calor.» — Este refrán prueba que anti-
guamente se usaba la voz enjambre
como del género femenino, lo que to-
davía se verifica hoy entre la gente del
pueblo, y singularmente en la región
andaluza.
Parecer un enjambre de abejas, o de abe-
jones.
Aglomeración de personas molestas
e importunas.
ENJARETAR.— Enjaretar una cosa.
Hacer o decir algo sin intermisión y
atropelladamente, o de mala manera.
ENJAULAR. — Enjaular a uno.— V. En-
chiquerar a uno.
ENJUAGUE. — Hacer un enjuague.
Llevar a cabo alguna negociación
oculta y artificiosa con objeto de con-
seguir lo que no se espera lograr por
medios lícitos.
ENJUNDIA. — Tener una cosa mucha en-
jundia.
Ser de gran substancia. — Tener más
profundidad y trascendencia de lo que
a primera vista parece, tal como un
libro, un escrito cualquiera, etc. — Díce-
se también : Tener mucha miga.
ENMENDAR. — Lo que enmendar no se
puede, no presta arrepentir.
Contra lo hecho no hay poder que
valga.
O enmienda, o mierda.
Dicho popular con que se indica que
hay que optar entre mejorar de com-
portamiento o sufrir las consecuencias
de una conducta desarreglada.
ENOJARSE. — Aunque alguno se enoje,
alabarse y mentir a todos coge.
Son dos cosas de que raramente se
escapan ni aun las personas que osten-
tan mayores perfecciones.
ENOJO. — Cuando el enojo estd descubier-
to, la honra nunca padece.
Porque el que procede de buena fe
reconoce la sinrazón de haberse eno-
jado, y se da por satisfecho de las ex-
plicaciones recibidas.
Si tienes de mi enojo, descálzate un za-
pato y échalo en remojo.
Denota el poco o ningún caso que
se hace de la persona que se nos mues-
tra enojada.
ENREDADOR. — Ser un enredador.
Aplícase a los muchachos traviesos
que no pueden estarse quietos ni un
momento. — Chismoso y embustero de
costumbre.
ENRIQUECER
- 35'
ENTENDER
ENRIQUECER. - i Quién te enriqueció?
Quien te gobernó.
Los buenos administradores suelen
aumentar los bienes que se les confían.
ENSALADA. — Ensalada y visita, po-
quita.
La primera porque hace daño toma-
da en abundancia, y la segunda porque
molesta cuando se prolonga mucho.
La ensalada de diversas y buenas hierbas,
más aplace que la si?nplemente hecha.
Da a entender que en la variedad
consiste el gusto.
La ensalada requiere : un pródigo para
el aceite, un avaro para el vinagre, un
prudente para la sal y un tonto para me-
nearla. Algunos añaden : y un burro
para comerla. — V. La ensalada, salada;
poco vinagre y bien oleada.
La ensalada, salada; poco vinagre y bien
oleada.
Aconseja que reúna dichos requisitos
para que sea agradable al paladar.
La vez de la ensalada, ni la pierdas ni
sea aguada.
Recomienda que después de comer-
la se debe beber vino puro.
Más vale ensalada que nada, o que hambre.
Exhorta a los que no poseen nada a
que se conformen, aunque sea con lo
poco que se les brinda.
Quien con ensalada no bebe vino, ni con
tocino.
Recomienda que no se beba agua
después de la ensalada, sino lo indica-
do en el refrán.
Quien tras ensalada no bebe, no sabe lo
que pierde. — V. Quien con ensalada no
bebe vino, ni con tocino.
Si tras la ensalada bebes vino, ¿qué ha-
rás después del tocino? — V. Quien con la
ensalada no bebe vino, ni con tocino.
ENSALMO. — Hacer alguna cosa como por
ensalme.
Hacerla con prontitud extraordina-
ria y sin conocerse el modo con que
se hizo.
ENSALZAR. — El que se ensalza será
humillado, y el que se humilla, ensal-
zado.
Recomienda la modestia para hablar
de sí propio, pues el que tiene mérito
y quiere disimularlo, se encargan los
demás de proclamarlo.
ENSANCHA. — Dar ensanchas a una
cosa.
Dar treguas a un negocio, o tener
medios para ajustarse o componerse. —
Dar demasiada licencia o libertad para
algunas acciones.
ENSANGRENTARSE. - Ensangren-
tarse con, o contra, uno.
Encruelecerse con él; querer ocasio-
narle un grave daño.
ENSILLAR. — Aún no ensillamos y ya
cabalgarnos.
Reprende a aquellos que quieren lle-
gar al fin o término sin haber puesto
los medios necesarios.
ENSOLVER. — / En él se ensuelva!
Expresa el deseo de que el mal a
que se alude termine en la persona que
lo ha experimentado. — El pueblo an-
daluz, cuyo es este dicho, pronuncia en-
suerba. Pero el verbo ensorber no exis-
te en castellano; y dado caso de existir,
que tal vez no holgara, ensorba y no
ensuerba sería la fórmula propia de esta
desinencia, como sorba y absorba, de
sorber y absorber.
ENSUCIAR.-Ensuciarse en alguna cosa.
Dejarse sobornar con dádivas e in-
terés.
No ensuciar, que no hay quien limpie.
Dícese a las personas que hacen mu-
chos proyectos sin tener medios para
llevarlos a cabo.
ENSUEÑO. — Donde hay muchos ensue-
ños, allí hay muchas vanidades.
Aconseja que no se haga caso de lo
que se sueña, pues todo ello es falso.
ENTE. — Ser uno un ente.
Persona ridicula, o que en su mane-
ra y porte se hace reparable.
ENTENDEDOR.— ^ ¿«¿«entendedor,
breve hablador, o Al buen entendedor,
con media palabra basta, o Al buen en-
tendedor, pocas palabras.
La persona capaz y de buen entendi-
miento comprende fácilmente lo que
se le quiere decir.
ENTENDER. — Cada uno se entiende...
(Y trastejaba de noche.)
Modo de reconvenir a aquel que le
hace a uno una objeción, dándole a en-
tender que no debe meterse en lo que
no le importa, pues el que hace una
cosa sabe por qué la hace.
ENTENDIMIENTO
— 352 —
ENTRADA
Dar en qué entender.
Obligar a que se ocupe uno de algu-
na cosa. — Discurrir sobre ella.
Entiéndame quien me entienda.
Locución con que se significa que
uno acaba de manifestar delante de va-
rias personas por medio de ciertas in-
directas cuál es su modo de pensar en
el particular de que se trata, para co-
nocimiento de aquella a quien pueda
interesar. Su sentido es igual al de A ti te
lo digo, hijuela; entiéndelo tú, mi nuera.
Solemos usarlo los españoles con bas-
tante frecuencia en su forma latina, di-
ciendo con San Mateo (XIX, 1 2) : Qui
potest capere, capia t.
No se entiende eso conmigo.
Modo de manifestar que no nos com-
prende una cosa en que nos quieren
mezclar.
Yo me entiendo y bailo solo. — V. Cada
uno se entiende... (Y trastejaba de noche.)
Yo te entiendo y tú me entiendes.
Expresa la conformidad entre dos
que proyectan algo, cuyo alcance y
consecuencias conocen de antemano.
ENTENDIMIENTO. — ,4 entendimien-
to me ganarás; pero a fuerza, no.
Contra los obstinados en salirse con
su tema aun cuando no lleven razón,
empleando para ello la violencia si es
menester. — Atribuyese la frase a un
baturro que queriendo vadear un río
montado en un borriquillo, al ver que
éste se negaba a entrar en el agua,
desmontó, y echándose el animalito a
cuestas, se salió con su intento, mien-
tras prorrumpía en las palabras de re-
ferencia.
Entendimiento que sabe sin estudiar, ni
lo creo ni lo quiero.
Porque carece del verdadero funda-
mento que da el estudio y conocimien-
to de las ciencias y artes.
Para todo se necesita entendimiento;
hasia para barrer.
Indica que para hacer bien las cosas,
aun las más insignificantes, es preciso
poner cuidado.
ENTERRAMIENTO. -El enterra-
miento de Efestión.
Gran amigo de Alejandro Magno, me-
reció que a su muerte dispusiera éste
en honor suyo exequias tan suntuosas,
que su memoria ha pasado a la poste-
ridad como prototipo de solemnidad y
magnificencia. Efestión murió en Ecba-
tana, en la Media, el año 325 antes de
Jesucristo.
ENTERRAR.— Con ¿l me entierren.
Modo de dar a entender uno que es
del mismo gusto, genio o dictamen de
la persona a quien se dirige o alude.
¿Dónde entierra usted?
Expresión con que se contiene y
zumba al baladrón que echa muchos
fieros.
ENTOLDARSE. — Entoldarse uno.
Engreírse, desvanecerse.
ENTON AMIENTO.— Tener mucho ento-
namiento, o entono.
Ser vanidoso, presuntuoso, etc.
ENTORNAR. -Tanto entornó, que tras-
tornó.
Se dice de aquellos demasiadamente
impertinentes, que suelen echar a per-
der las cosas por perfeccionarlas y apu-
rarlas demasiado.
ENTRADA. — Dulce es la entrada, mas
amarga es la estada.
En ocasiones, aquello que llegamos
a alcanzar sin inconvenientes, los pre-
senta graves cuando se posee.
Eatrada por salida, o La entrada por
la salida. — V. Comido por servido.
Dícese también de la visita que se
hace con suma brevedad.
Más tale mala entrada que buena vuelta.
Dícese en el juego de tresillo para
animar a los jugadores poco arriesga-
dos en hacer juego por tener cartas me-
dianas para entrar.
No dejar la entrada por la salida.
Frecuentar el trato de alguna perso-
na, o hacerse repetidas veces visible
en alguna parte, con objeto de sacar
algún provecho o utilidad de su asidua
presentación, cuando su ausencia po-
dría serle perjudicial.
No la entrada, sino la salida, hace a los
hombres venturosos.
Induce a portarse caballerosamente
en todas partes.
Ser una cosa una entrada de pavana.
Cosa fútil o impertinente, dicha o
propuesta con misterio o ridicula gra-
vedad.— Dícese más comúnmente sali-
da, en vez de entrada.
ENTRAMPAR
— 353 —
ENTRUCHAR
Una, dos y tres, entrada es.
Aconseja a los tresillistas que jue-
guen con tres cartas del palo a que se
juegue, especialmente si aquéllas son
la espada, la mala y el basto, o sea el
estuche mayor.
ENTRAMPAR. - Entrampar una cosa.
Enredar, confundir un negocio de
modo que no se pueda aclarar ni re-
solver.
Entramparse uno.
Contraer muchas deudas; empeñarse.
ENTRANTE. — Ser unos entrantes y sa-
lientes.
Se dice de aquellos que sin objeto
determinado, y tal vez con miras sos-
pechosas, frecuentan mucho una casa.
ENTRAÑA. — Arrancársele a uno las en-
trañas.
Sentir gran dolor o conmiseración
por algún suceso o acto lastimoso.
Dar uno hasta las entrañas, o las en-
trañas.
Ser sumamente liberal y caritativo.
Echar uno las entrañas.
Vomitar con violencia y muchas an-
sias. — Trabajar excesivamente.
Entrañas^ arquetas, a los amigos abiertas.
Denota la franqueza y liberalidad
con que se ha de tratar a los verdade-
ros amigos.
Gruñirle a uno algo en las entrañas.
Tener algo escondido en el interior.
Hacer las entrañas a una criatura.
Darle la primera leche.
Hacer las entrañas a uno.
Disponerle, sugerirle o preocuparle
en favor o en contra de otro.
Sacarle a uno las entrañas. — V. Sacarle
a uno los redaños.
Te quiero tanto, que te metería en mis en-
trañas.
Manera de exagerar el cariño que se
siente por una persona.
ENTRAR. — Ahora entro yo.
Expresión que usa el que ha estado
oyendo lo que otro ha querido decir,
sin interrumpirle, y luego habla para
contradecirle.
Déjame entrar, y me haré lugar.
Expresa que en todas las cosas de la
vida lo difícil es dar el primer paso,
pues dado éste, lo demás ya viene por
sí solo.
Entrar uno bien, o mal, en una cosa.
Condescender o no convenir en lo
que otro dice o propone.
Entrar uno dentro de sí, o en sí mismo.
Reflexionar sobre su conducta, para
corregirla y ordenarla en lo sucesivo.
Entróme acá, que llueve.
Denota la osadía y desenfado de
aquellos que se introducen en casa
ajena valiéndose de su mismo descaro
y sinvergüenza.
No entrar ni salir uno en una cosa.
No intervenir, no tomar parte en ella.
No entrarle a uno una cosa.
No ser de su aprobación o dictamen.
No poder aprenderla o comprenderla.
No entrarle a uno una persona.
Desagradarle, serle repulsiva, serle
antipática.
ENTREMÉS. — Los entremeses suelen
acabar en palos.
Ordinariamente, en todo aquello que
es motivo de gran algazara, suele haber
siempre ocasión para algún disgusto.
ENTREMETER.- No te entremetas en
lo que no te importa.
Aconseja que cada uno se cuide de
sus asuntos, sin preocuparse de los de
los demás.
No te entremeter en lo que no te atañe
hacer. — V. No te entremetas en lo que
no te importa.
ENTRESIJO.— Tener muchos entresijos.
Tener una cosa muchas dificultades
o enredos, sin ser fácil entenderlas o
desatarlas. — Ser una persona muy re-
servada, que procede con cautela y di-
simulo en lo que hace o discurre.
ENTRETALLAR.— Entretallar a uno.
Coger y estrechar a una persona, de-
teniéndole el curso o estorbándole el
paso.
ENTRETENIDA. — Darle a uno con la
entretenida, o Hacer uno la entre-
tenida. — V. Dar largas a un asunto.
ENTRIPADO.— Tener uno un entripado.
Enojo, encono, sentimiento que uno
tiene y se ve precisado a disimular.
ENTRUCHADA. — Hacer una entru-
chada.
Cosa hecha por confabulación entre
algunas personas con engaño o malicia.
ENTRUCHAR. — Entruchar a uno.
Atraerlo con disimulo y engaño,
23
ENTUNES
— 354 —
EPIDEMIA
usando de artificios, para meterlo en
algún negocio.
ENTUNES.— Eso es lo mismo que preguntar
por Entunes en Portugal.
Equivale a preguntar por una perso-
na de nombre muy común en un país
o localidad donde hay muchos que le
usan. — Es igual que preguntar por Ma-
rica en Rávena, por un estudiante en
Salamanca, etc.
ENVEDIJARSE. -Envedijarse uno.
Enzarzarse, enredarse unos con otros
cuando riñen, pasando de las palabras
a las obras.
ENVIDAR.- Envidar de, o en, falso.
Convidar a uno con una cosa, de-
seando que no la acepte.
ENVIDIA. — Cernerse uno de envidia, o
Comérselo a uno la envidia.
Estar enteramente poseído de ella.
Donde reina la envidia no puede vivir la
virtud.
Porque aquélla, con sus dardos pon-
zoñosos, ahoga los méritos de ésta.
Más vale que nos tengan envidia que no
lastima.
Porque el estado del que es envidia-
do supone ser próspero; en tanto que
el de aquel a quien se compadece, ar-
guye infelicidad y miseria.— V. No es el
mas infeliz el que no tiene amigos, sino el
que no tiene enemigos.
Si la envidiafucra tina, ¡cómo se pegaría!,
o Si la envidia fuera tina, j cuántos
tinosos habría!, o ?nuchos tinosos habría,
o Si la envidia tina fuer a, ¡qué de tino-
sos hubiera!
Modo de zaherir al envidioso disimu-
lado.
ENVIDIOSO. — El envidioso enflaquece
de lo que a otro engorda.
La prosperidad ajena es causa de su-
frimiento del que la ve, cuando éste se
halla dominado por el execrable vicio
de la envidia.
De los envidiosos, ninguna próspera for-
tuna está segura.
Porque aquéllos procuran echarla
por tierra valiéndose de malas artes.
ENVISCARSE. - Enviscarse uno.
Irritarse, enconarse el ánimo.
ENVOLTURA. — Abulta más la envol-
tura que la criatura. — V. Ser más el
ruido que las nueces.
ENZARZAR.— Enzarzar a uno.
Enredar a algunos entre sí, sembran-
do discordias y disensiones.
Enzarzarse en un asunto.
Meterse en negocios arduos y de di-
ficultosa salida.
ENZURRON AR.-Enzurronar una cosa.
Incluir o encerrar un objeto en otro.
EPICURO.— Ser un Epicuro.
Sujeto egoísta y material, que sólo ha-
lla deleite en los placeres sensuales. —
He aquí uno de los muchos puntos en
que, desgraciadamente, resulta falseada
la Historia. Fundador Epicuro de una
escuela o secta cuya base era que la fe-
licidad del hombre reside en el deleite, no
el deleite de los sentidos y del vicio,
sino el del espíritu y la virtud, no tar-
daron los estoicos (a quienes se podría
denominar los jansenistas del paganis-
mo), junto con otros muchos adversa-
rios, en levantarle infinidad de calum-
nias tergiversando sus doctrinas y sa-
cando de ellas consecuencias las más
perniciosas, hasta el extremo de pro-
palar que echaba por tierra el culto de
los dioses, y que sumía a los hombres
en las más vergonzosas liviandades;
pero las explicaciones que por escri-
to dio de su enseñanza y lo correcto
y morigerado de su conducta pública,
dieron un solemne mentís a sus detrac-
tores, quienes, entonces como siempre,
corroídos por la negra envidia, ni se
dieron por convencidos ni se contu-
vieron en su persecución, sino que,
levantando un altar frente a otro altar,
esto es, invocando su nombre y su
lema distintivo, acabaron por enseñar
y practicar aquello mismo que antes
censuraban, aplicando a los goces ma-
teriales lo que Epicuro refería a los
espirituales: de ahí dos clases de epi-
cúreos, los rígidos y los relajados; ha-
biéndose alzado estos últimos con la
calificación que de ellos ha hecho la
posteridad, en daño del buen nombre
que a los primitivos les correspondía
de justicia. Epicuro murió el año 270
antes de Jesucristo.
EPIDEMIA. — Más amarillo que la epi-
demia.
Punto de comparación para exagerar
lo subido de dicho color.
EPÍSTOLA
— 355 —
ERROR
EPÍSTOLA. — Ir por la epístola.
Ir a casarse.
Leerle a uno la epístola de San Pablo.
Casarse. — Alude a que en la ratifica-
ción del sacramento del Matrimonio
por medio de la misa de velaciones, se
lee en ésta la epístola de San Pablo a
los de Éfeso (cap. V), en que constan
las obligaciones que mutuamente ad-
quieren marido y mujer por razón de
su nuevo estado.
ÉPOCA. — Formar, o hacer, época una
cosa.
Modo de denotar que un hecho o su-
ceso dejará larga memoria, o que por
su importancia será el principio de un
período en la historia de un pueblo o
en la vida de una persona.
EQUIS. — Estar uno hecho una equis.
Se dice del que está borracho y que,
dando traspiés y cruzando las piernas,
imita la figura de esta letra.
EQUIVOCACIÓN. - Una equivoca-
ción, cualquiera la tiene. — V. El mejor
EbCRiBANo echa un borrón.
ERA — ¡A buena parte ha ido a plantar la
era! — V. Ir por lana y volver trasqui-
lado.
El que no va por la era, va por la trigue-
ra.—• V '. Cada uno tiene su ventanit a por
donde asomarse.
Tanto dirán eras, eras, hasta que lleguen
a ellas.
Aplícase a todo aquello que sucede
después de haber sido anunciado o ca-
careado repetidas veces hasta la sa-
ciedad.
ERISIPELA. — La erisipela, no sangra
lia; de hambre matalla, de sed ahogalla y
no airealla.
Se recomienda dicho tratamiento
para su pronta curación.
La erisipela, si no mata, pela.
Sabido es que en esta enfermedad
es preciso cortar el pelo casi siempre
al paciente, menos en los casos en que
ella misma se encarga de hacerlo caer.
ERIZO.— Amable, o fino, como un erizo.
Se dice de la persona áspera e intra-
table.
Parecer un erizo manzanero. — V. Amable,
o fino, como un erizo.
ERRADA. — Creer en la errada.
Equivale a fiarse en una cosa poco
segura, como lo es la herrada llena de
agua cuando se lleva sobre la cabeza.
La tendencia en nuestra lengua a los
juegos de palabras se muestra una vez
más con la presente frase. Prevalién-
dose de que errada lo mismo suena con
h que sin ella, se ha formado el dicho,
a semejanza de lo que se verifica con
la expresión una herrada no es caldera,
que puede verse en el lugar correspon-
diente de este Diccionario.
ERRAR. — Después que te erré, nunca bien
te quise.
Demuestra que ordinariamente se
aborrece a aquel a quien se ha ofendi-
do, por temor de que se vengue.
El que una vez llegó a errar, juzgan que
no volverá a acertar.
Manifiesta que es malo sentar un pre-
cedente, pues ya lo juzgan los demás
como costumbre.
Uno fué que nunca erró.
Se refiere a Dios, que como Ser per-
fecto que es, no puede equivocarse.
ERRE. — Seguir erre que erre.
Continuar porfiadamente en un em-
peño, sin desistir de él.
Tropezar uno en las erres.
Estar bebido; aludiendo a la dificul-
tad con que los borrachos pronuncian
esta letra.
ERROR. — De un error, muchos.
■ El que en la investigación de una
cosa parte de un principio falso o equi-
vocado, sacará todas las consecuencias
en las mismas condiciones.
El error del entendido, de todos es repren-
diao y rara vez corregido.
Satirízase de este modo, por lo gene-
ral, la falta cometida por una persona;
dando a entender que son muy pocos
los que procuran evitar el incurrir nue-
vamente en ella.
El error en la miseria es acusado; el vicio
en la opulencia es excusado.
Dice un cantar popular :
Cuando se emborracha un pobre,
le llaman el borrachón;
cuando se emborracha un rico...
¡qué gracioso va el señor!
Más claro : que según la clase social a
que se pertenezca, las acciones repro-
bables se llaman faltas leves, errores o
crímenes nefandos.
ERUDITO
356 —
ESCAÑO
No hay error sin autor, ni necedad sin
padrino.
No hay disparate que no haya sido de-
fendido o patrocinado por algún sabio.
Nota el error, pero no ofendas a su autor.
Encarece la prudencia al echar en
cara a los demás la falta cometida.
Salvo error, o yerro, u omisión, o Salvo
error de suma o pluma.
Fórmula que se suele poner al fin de
una cuenta para dar a entender que,
caso de estar equivocada, se halla
pronto el que la ha extendido a repa-
rar el desacierto en que involuntaria-
mente incurriera, si se equivocó a su
favor, o, en caso contrario, a reclamar
la debida indemnización. — La primera
forma se emplea también cuando se
narra o cuenta alguna cosa, como que-
riendo disculpar el que se haya olvida-
do algún detalle.
En los errores ajenos, aprende y no culpes.
Enseña a fijarnos en las faltas come-
tidas por otros, para no cometerlas a
nuestra vez.
ERUDITO. — Ser un erudito a la violeta.
El que sólo tiene una tintura super-
ficial de las ciencias y artes, o sabiendo
poco, aparenta mucha ciencia.
«... pero me inflaman los primorosos
aplausos de tanto erudito barbilampi-
ño, peinado, empolvado, adonisado y
lleno de aguas olorosas de lavanda,
sansparcilla, ámbar, jazmín, bergamota
y violeta, de cuya última voz toma su
nombre mi escuela.» (Cadahalso, Los
eruditos a la violeta.)
ESA. — Tente ésa, que voy por paja. — Véase
Chúpate ésa y vuelve por otra.
Ni por esas.
No darse a partido, por más reflexio-
nes o esfuerzos que se hagan.
ESCABECHAR. — Escabechar a uno.
Matarlo a mano airada, ordinaria-
mente con arma blanca.
ESCALA. — La escala del interés, hasta
las nubes alcanza. — V. Poderoso caba-
llero es Don Dinero.
ESCALERA. — Ser una persona de esca-
lera abajo.
Aplícase a los sirvientes domésticos,
y con especialidad a los que se ocupan
en las faenas más humildes, cuando
hay otros.
Servir de escalera.
Aplícase a la persona que ha ayuda-
do a alcanzar a otro un puesto elevado,
grandes riquezas, etc. La recompensa
suele ser un puntapié.
Sube la escalera como viejo y llegarás
como joven.
Es decir, despacio, sin fatigarse.
ESCALONA. — Es como el socorro de Es-
calona.
Aplícase a todo remedio que llega
tarde. — Tuvo origen de que habiendo
ocurrido un incendio en Escalona, villa
distante 8 leguas de Toledo, situada
en un alto de la ribera del Alberche, y
bajado sus habitantes al río en busca
de agua para apagar el fuego, cuando
subieron se encontraron con que éste
había abrasado ya cuanto tenía que de-
vorar. Semejante circunstancia la ex-
presan algunos añadiendo a la frase
susodicha : que cuando le llega el agua,
es quemada la villa toda.
ESCAMA. — Tener escama.
Resentimiento que uno tiene por el
daño o molestia que otro le ha causa-
do, o el recelo de que se lo cause.
Tener más escamas que un pez.
Ser una persona astuta, práctica, co-
nocedora de la vida, y por lo tanto,
difícil de engañar.
ESCAMOCHO. — No arriendo tus esca-
mochos.
Modo de decir a uno que está tan
escaso de bienes que no le sobra nada.
ESCAMPAR.-/ Ya escampa!, o / Ya es-
campa!... (Y llovían muelas de molino,
o chuzos, o guijarros, o Y caían capuchi-
nos de bronce, o Y caían capuchinos de
bronce con la punta hacia abajo.)
Exclamación en que se suele pro-
rrumpir al oír un despropósito o incon-
veniencia, que se añade a otro u otros
anteriormente manifestados.
ESCÁNDALO. — Donde hay escándalo,
hay pecado.
Todo aquello que da mal ejemplo, es
punible.
ESCÁNDALOS A.— Soltar uno la escan-
dalosa. — V. Soltar uno la maldita, o
la sin hueso.
ESCAÑO.— A Iguno está en el escaño, que
a si no aprovecha y a otro hace daño.
Se aplica a aquel que ocupa algún
ESCAPARSE
— 357 —
ESCLAVO
puesto o goza de algún favor sin fruto
propio y con daño de otros.
Merecer el mismo escaño del Cid.
Ser una persona muy digna de res-
peto por su valor y prudencia.
ESCAPARSE.— Escapársele a uno una
cosa.
No advertirla; no caer en ella. — Sol-
tar, por inadvertencia, una palabra o
especie inoportuna.
ESCARABAJEAR. — Escarabajearle
a uno alguna cosa.
Punzar y molestar un cuidado, temor
o disgusto.
ESCARABAJO.— Al escarabajo, sus /li-
jos le parecen granos de oro, o Dijo el
escarabajo a sus hijos: Venid acá, ?nis
jlores.
Demuestra cómo engaña la pasión en
el juicio de las dotes y gracias de las
personas que amamos.
Más sucio que un escarabajo.
Aplícase a las personas que no se
distinguen por su limpieza, con alusión
al coleóptero que sirve de compara-
ción, pues éste, como es sabido, busca
el estiércol para alimentarse y hacer
con él unas bolas, dentro de las cuales
deposita sus huevos. — Algunos aña-
den : peloiero.
Parecer un escarabajo.
Se dice de la persona pequeña de
cuerpo y de mala figura.
Hasta los escarabajos tienen tos.
Zahiere a aquellos que hacen osten-
tación de cualidades que no les son
propias, o aspiran a cosas que no les
corresponden. — V. Hasta los gatos
quieren zapatos.
Parecer escarabajos.
Dícese de las letras y rasgos mal for-
mados, torcidos y confusos, parecidos
en algún modo a las patas del escara-
bajo.
ESCARBAR. — Muchas veces, el que es-
carba, lo que no quiere halla.
Recomienda no ahondar en asuntos
escabrosos de los que nos puede venir
algún daño.
ESCARCHA. — Escarcha rebolluda, al
segundo o tercer día, suda.
Por lo regular, llueve después de ha-
ber caído dos o tres escarchas grandes
y seguidas.
Escarchas sobre lodo, agua sobre todo.
Ordinariamente sucede la lluvia per-
sistente a la escarcha sobre terreno en-
charcado.
ESCARDAR. — Enviar a uno a escar-
dar, o a escardar cebollinos.
Despedirlo ásperamente, negándole
lo que pide o solicita.
ESCARDILLO. — Lo ha dicho el escar-
dillo.
Modo de apremiar a los niños a que
confiesen lo que han hecho, suponien-
do que ya lo sabe uno.
Tengo un escardillo que me dice lo que
has hecho. — V. Lo ha dicho el escardillo.
ESCARMENAR. — Escarmenar a uno.
Castigarle por travieso, quitándole
el dinero u otros objetos de que puede
hacer mal uso. — Estafarle poco a poco.
ESCARMENTADO. — El escarmenta-
do busca el vado, o bien conoce el vado. —
V. De los escarmentados nacen, o salen,
o se levantan, los avisados, o los arteros.
De los escarmentados nacen, o salen, o
se levantan, los avisados, o los arteros.
Demuestra cuánto vale la experien-
cia de los daños y trabajos sufridos,
para evitar en adelante las ocasiones
peligrosas.
ESCARMIENTO.-^ los escarmientos
siguen los arrepentimientos. — V. De los
escarmentados nacen, o salen, o se le-
vantan, los avisados, o los arteros.
ESCARNIO. — No respondas en escarnio
do te preguntan cordura.
Indica que se debe contestar siem-
pre en el mismo tono con que se diri-
jan a uno.
ESCAROLA. — De escarola^ agua ben-
dita, cada uno toma lo que necesita.
De las cosas que abundan no se pone
a nadie limitación en su consumo.
ESCASEZ. — Donde hay escasez no puede
reinar la liberalidad.
El que no tiene para dar, no puede
ser pródigo, aunque quiera.
ESCILA . — Encontrarse entre Escila y
Caribdis.
Modo de explicar la situación del que
no puede evitar un peligro sin caer en
otro. — V. Se libro' de Caribdis y cayo"
en Scila.
ESCLAVO. — Ser uno un esclavo.
Trabajar mucho y estar siempre apli-
ESCOBA
- 358
ESCRIBANO
cado en cuidar de su casa y hacienda,
o en cumplir con las obligaciones de su
empleo.
ESCOBA. — Cuando nace la escoba, nace
el asno que la roa, o roiga, o roya.
Da a entender que por muy pobre y
muy feo que se sea, siempre se halla
una persona de su igual con quien aco-
modarse. — V. Nunca falta un roto
para un descosido.
Escoba desatada, persona desalmada.
Denota el trabajo que cuesta coordi-
nar lo desordenado.
La primera, escoba; la segunda, señora.
Enseña que suelen, los que se casan
dos veces, tratar mejor a la segunda
esposa que a la primera.
ESCOBADA. — Dar una escobada.
Barrer sin esmero ni detenimiento.
ESCOBILLA. — Con escobilla el paño, y
la seda con la mano.
A cada uno se le debe tratar con-
forme corresponde a su genio y edu-
cación.
ESCOBITA. — Escobita nueva, bien ba-
rre.— V. Cedacico, o cedacito, nuevo, tres
días en estaca, segunda acepción.
(Qué se ha de hacer, si la escobita no
quiere barrer?
Cuando no queda otro recurso, hay
que conformarse a la fuerza con lo que
exigen las circunstancias.
ESCOGER. — A quien dan en qué escoger,
le dan en que' entender.
Nota la dificultad en que se halla uno
en atinar con aquello que le es más
conveniente, cuando se ha de elegir
por el propio conocimiento.
ESCOLAPIO. — Los escolapios reciben
los niños al nacer, y los paúles se encar-
gan de los hombres al morir.
Alude a la preferente ocupación de
los individuos de esas Órdenes reli-
giosas.
ESCOLARSE. — Escolarse uno.
Colarse, introducirse a escondidas
en alguna parte sin permiso de nadie. —
Resentirse o picarse de alguna chanza.
ESCOPETA. — Aquí te quiero ver, esco-
peta, o Aquí te quiero, escopeta.
Modo de dar a entender ser llegado
el caso apurado de vencer una dificul-
tad, o salir de un lance arduo que ya
se temía.
No juegues con escopeta, ni tomes choco-
late de a peseta.
Por lo comprometido que es lo pri-
mero y lo malsano de lo segundo.
No soy escopeta.
Exclamación familiar en que pro-
rrumpe aquel de quien se exige en de-
terminado acto más prontitud de la
conveniente o posible, con alusión a la
rapidez con que obedece el arma de
fuego al dedo de quien la maneja. —
Cervantes ha empleado en la parte I,
cap. XVIII, de su Quijote la frase «y
al tiempo que Sancho llegó a mirarle
la boca, arrojó de si más recio que una
escopeta cuanto dentro tenía»; en cuyo
pasaje usó el adverbio recio, no en sen-
tido de estruendoso, sino de pronta o
repentinamente.
Ya voy, que no soy escopeta. —V. No soy
ESCOPETA.
ESCOPETEARSE. — Escopetearse
uno.
Dirigirse dos o más personas, alter-
nativamente y a porfía, cumplimientos
y lisonjas, o, por el contrario, insultos
y desvergüenzas.
ESCORPIÓN. — Si el escorpión viera y
la víbora oyera, no habría hombre que
al campo saliera.
Por lo venenosos que son ambos ani-
males.
Si te pica el escorpión, coge la pala y aza-
dón. — V. Si te pica el alacrán, llama al
cura y sacristán.
ESCORROZO. - /£W escorrozo, no te-
ner qué comer y tomar mozo!
Manera de reprender irónicamente a
los que se cargan de familia sin tener
medios para sustentarla.
ESCOTE. — A escote no hay nada caro.
Cuando el gasto se hace entre mu-
chos, a poco se puede tocar.
ESCOTILLÓN. — Desaparecer como por
escotillón.
Dícese de la persona que deja de
verse de repente, sin saber por dónde
se ha ido ni haber dejado huellas de su
marcha.
ESCRIBANO. — Apunte usted, señor es-
cribano, con la pítima en la mano.
No debe bastar como comprobante
el que se afirme algo ante notario, sino
el que éste lo consigne por escrito.
ESCRIBIR
— 359 —
ESCUDERO
El mejor escribano echa un borrón.
Da a entender que la flaqueza huma-
na nos hace a lo mejor cometer alguna
falta, por más cuidado que se tenga.
Por bueno o por malo, el escribano de tu
mano.
Enseña cuánto contribuye para el
buen éxito de un asunto tener de su
parte al principal agente de él.
ESCRIBIR. — Así estaba escrito.
Esto es, así lo tenía dispuesto la Pro-
videncia.
En escrito yaz esto; sepadesnon vos miento.
La mejor prueba de un aserto es el
documento en que se funda su exis-
tencia.
Escribe antes que des, y recibe antes que
escribas.
Recomienda las precauciones con
que se ha de comerciar y tratar los ne-
gocios, para no exponerse a las pérdi-
das que ocasionan el descuido y la de-
masiada confianza.
Escribe en llegando. — V. La del humo.
Escribir tirado, o muy tirado.
Escribir de prisa.
Lo que escribí, escribí.
Expresa que no se piensa revocar la
resolución tomada.
Lo escrito, escrito está. - V. Lo que
ESCRIBÍ, ESCRIBÍ.
Lo que está escrito, se cumple.
Manifiesta que las órdenes se dan
para que sean obedecidas.
No hay nada escrito sobre eso.
Modo con que se niega lo que otro
da por cierto o asentado.
Todo escrito debe ser limado hasta diez
veces antes de salir a luz.
Es precepto de Horacio en su Arte
poética, con el que denota la necesidad
de castigar una y otra vez el borrador
de una obra antes que pase a ser del
dominio público.
ESCRITOR.— «Si' no sirves para escritor,
métete a redactor.
Da a entender que, salvo contadas
honrosas excepciones, la inmensa ma-
yoría de los redactores de papeles dia-
rios, mayormente políticos, son el des-
echo de los escritores públicos.
ESCRITURA.— Donde no hay escritura
no hay obligación.
Expresa que para que una cosa deba
cumplirse, es preciso que medie una
orden o un compromiso hecho legal-
mente.
Escritura es buena memoria.
Los documentos son la mejor prueba
del derecho que se alegue tener a al-
guna cosa.
ESCRÚPULO. — Parecer un escrúpulo.
Aplícase a la persona o cosa suma-
mente pequeña, con alusión a la medi-
da de peso antigua, usada especial-
mente en la farmacia, y que equivalía
a 24 granos o 798 miligramos.
Escrúpulos de Marigargajo.
Los que son infundados, ridículos y
extravagantes.
Escrúpulos de monja.
Los que son extremadamente nimios
y pueriles.
Los escrúpulos de Halicarnaso.
Aquellos que trata de acallar una
conciencia ancha, por prevalecer en
ella la conveniencia propia sobre el
cumplimiento del más estricto deber. —
Es refrán limeño, y alude a un zapa-
tero así llamado, el cual, si bien se ne-
gaba a hacer directamente el oficio de
tercero, no tenía reparo en desempe-
ñarlo cuando se presentaba la ocasión,
verbigracia, de coser el zapato de una
hembra que iba acompañada de su
cuyo, haciendo pasar a la pareja al in-
terior de la trastienda mientras se ocu-
paba él en la compostura de la prenda
deteriorada.
Los escrúpulos son la tisis del alma.
Porque la van aniquilando insensi-
blemente después de haber perturbado
el juicio, de donde resulta que acaba
muriendo por consunción.
ESCUDERO. — A escudero pobre, rapaz
adivino.
El que tiene pocos recursos, de cual-
quier cosa saca provecho.
Escudero pobre, taza de plata y olla de
cobre.
Se aplica a aquellos que, a costa de
privaciones, ostentan riquezas que no
tienen.
Parecerse al escudero de Guadalajara:
de lo que promete a la noche, no hay nada
a la mañana.
Reprende a los volubles e incons-
tantes en sus palabras y acciones.
ESCUDILLAR
— 360
ESO
Tal escudero está en ¡a frontera, y talle
da en la mollera.
El que se encuentra lejos de su ha-
cienda, no puede impedir fácilmente
que ésta sufra algún perjuicio.
Escuderos de Hernán Daza, nueve debajo
de una manta.
Critica a los hidalgos pobres que pre-
sumían de buena posición social.
ESCUDILLAR. — En el escudillar ve-
rás quién te quiere bien y quie'n te quie-
re mal.
Aquel que hace los beneficios y re-
parte los empleos, pronto descubre la
mayor o menor afición y particular in-
clinación que demuestra a cada uno.
ESCUDO. — Ser el escudo de uno.
Ser su amparo, su defensa, su patro-
cinio, etc.
ESCUELA. — El que va a mear y no pee, es
co?no el que va a la escuela y no lee.
Dícese, a modo de justificación, cuan-
do al estar haciendo aquella natural
función fisiológica, hallándose próxima
otra persona, se escapa impensadamen-
te alguna ventosidad.
Saber uno toda la escuela.
Saber todas las diferencias de un
ejercicio gimnástico.
ESCUERZO. — Parecer una persona un
escuerzo.
Ser muy flaca o de figura ruin. — Sueic-
agregarse el calificativo de maligno.
ESCUPIR. — -Yo escupir uno una cosa.
Ser aficionado a ella.
Escupirle a uno.
Hacer escarnio de él.
ESCURRIBANDA. — Tener escurri-
banda.
Desconcierto, flujo de vientre, cá-
maras. — Corrimiento o fluxión de un
humor. — V. Dar una zurribanda.
ESCURRIDA. -Ser una persona muy es-
currida.
Dícese de la que es muy estrecha de
caderas.
ESCURRIDIZO. — Hacerse uno el escu-
rridizo.
Escaparse, retirarse, escabullirse sua
vemente.
ESCURRIDURAS. - Llegar a las escu-
rriduras.
Llegar uno a lo último, a los desper-
dicios o residuos de una cosa.
ESE. — Echarle a uno una ese^ unflavo, o
Poner ese y clavo.
Cautivar con beneficios la voluntad
de una persona. — Dícese por alusión al
jeroglífico de la ese atravesada por un
clavo, y que significa esclavo.
Ir uno haciendo eses.
Estar sumamente borracho; ir dando
traspiés con pasos vacilantes y tor-
tuosos.
Tener las cuatro eses de los enamorados.
Poseer las cualidades de sabio, solo,
solicito y secreto.
ESENCIA. — Ser de esencia de una cosa.
Ser preciso, indispensable; ser con-
dición inseparable de ella.
Ser una cosa la quinta esencia.
Ser lo más fino y depurado que cabe.
ESFERA. — Quien espera en la esfera
muere en la rueda.
Aconseja que no debe el hombre po-
ner su confianza en este mundo incons-
tante.
ESFUERZO. — Buen esfuerzo vence a la:
mala ventura.
El que emplea todo su empeño en
realizar algo, salva los obstáculos que
a ello se opongan.
El esfuerzo es gloria; la confianza, vileza*
Siempre tiene mayor valor lo que de-
pende de la propia voluntad que de la
ajena.
ESGUINCE. — i Qué es esguince? — Ca-
torce borriquitos, y tú, quince.
Contestación que se da a una pre-
gunta indiscreta o tonta.
ESGUÍZARO. — Ser un esguízaro.
Hombre muy pobre y desvalido.
ESO. — Ahí queda eso, o Allá va eso, con
cascara y hueso.
Dícese cuando se abandona o se da
una cosa o asunto que es comprometi-
do o por lo menos molesto.
Para eso...
Denota el sentimiento o enojo que
experimenta uno al ver que han sido
de todo punto infructuosos los medios
empleados para la consecución del fin
propuesto, o que lo serían si se llega-
ra a ponerlos en juego; v. gr.: Me dices
que respetarás todas las correcciones que
haga en tu escrito, y luego lo publicas
sin hacer caso de ellas; para eso no hu-
biera tomado yo la pluma y perdido el
ESPADA
— 361 -
ESPALDA
tiempo. — Te doy esa limosna con el obje-
to de que cubras tus necesidades, y no
para que lo gastes en la taberna; porque
para eso, haz cuenta que no existo.
¿ Qué es eso? — Patatas con queso.
Réplica a la curiosidad indiscreta.
i I7- eso que... I
Indicación con que se llama la aten-
ción de alguien, haciendo resaltar cier-
ta oposición sobre lo anteriormente
dicho; v. gr. : La criada vino a las once,
¡y eso que le dije que estuviera en casa a
las ocho! — / Qué sucia está esta calle, y
eso que no hace todavía un cuarto de
liora que la han barrido!
Y para eso . . .
Locución por medio de la cual se
encarece lo difícil o desagradable que
resulta la ejecución de una cosa des-
pués de otros inconvenientes anterior-
mente realizados; v. gr. : Tendrás que
volver muchas veces y hacer no pocas an-
tesalas, y para eso, Dios quiera que no
te reciban al fin y al cabo con malos mo-
dos.— Tardé bastantes años en recuperar
el libro que le había prestado, y para eso,
me lo devolvió todo lleno de garabatos.
ESPADA. — Al espada, o matador, que no
hace la cruz, se lo lleva el diablo.
Porque de no cruzar bien la espada
con la muleta, se expone a marrar la
estocada y ser cogido por el toro.
Entrar uno con espada en mano.
Esto es, empezar con violencia y ri-
gor una cosa.
Espada, mujer y membrillo a toda ley, de
Toledo.
Recomienda como superiores las tres
cosas citadas originarias de la imperial
ciudad.
Meterle a uno la espada hasta la guarni-
ción, o hasta la empuñadura.
Apretarle, estrecharle con razones o
causarle un vivo sentimiento.
Ni espada que fué rota, ni mujer que
trota.
Indica que ninguna de estas dos co-
sas es recomendable.
Poner a alguno, o estar, o hallarse, entre
la espada .y la pared.
Ponerle en trance de tener que de-
cidirse por una cosa o por otra, sin es-
capatoria ni medio alguno de eludir el
conflicto.
Relucir como una espada, o como espada.
Ser una cosa muy pulida, tersa y bri-
llante.
Pota una vez la espada, no queda bien
soldada.
Indica que ciertas cosas, tales como
la amistad, la confianza, etc., una vez.
perdidas, aun cuando se reanuden o
recuperen, ya no son tan firmes y ver-
daderas como lo fueron anteriormente.
Sacar la espada por una persona o cosa.
Salir a su defensa o interesarse en el
buen éxito de un asunto.
Salir uno con su media espada.
Entremeterse en una conversación,
interrumpiéndola con cosas imperti-
nentes o disparatadas.
Ser como la espada de Bernardo, que ni
pincha ni corta.
Aplícase a la persona que por cálculo
o por temperamento carece de energía
y resolución en las ocasiones que lo
exigen, y también a las cosas que son
de todo punto inútiles.
Ser un media espada.
Se dice de la persona que no es muy
diestra en la profesión u oficio que
ejerce.
Temblarle a alguna persona o cosa mas-
que, o tanto como, a una espada des-
nuda.
Causar miedo o respeto, como ocu-
rre cuando se ve dicha arma amena-
zando a uno.
Espadas son triunfos.
Dicho que evocan a su favor los que
quieren resolver todas las graves cues-
tiones sociales o personales por me-
dio de las armas o de la fuerza bruta.
Quedarse uno a espadas.
Llegar a no tener nada, o perder al
juego todo lo que tenía. — Quedarse
en blanco.
ESPALDA.— Relucirle a uno la espalda.
Ser un hombre rico o tener mucha
dote una mujer.
Echar una cosa sobre las espaldas de
uno.
Poner a su cargo algún negocio.
Echarse uno a las espaldas una cosa.
Olvidar voluntariamente, o abando-
nar, un cargo o negocio.
Echarse uno sobre las espaldas una cosa.
Hacerse responsable de ella.
ESPALDA
— 362 —
ESPAÑA
Espaldas de molinero y tetas de panadera
710 se halla dondequiera.
Aplícase a las cosas raras o no co-
munes.
Estar de espaldas los ángeles de dos per-
sonas.
Estar éstas regañadas.
Guardar uno las espaldas.
Resguardarse o resguardar a otro,
mirando por sí, o por él, para no ser
ofendido.
Hablar por las espaldas.
Decir contra uno, en ausencia, lo que
no se le diría cara a cara.
Hacer espaldas a uno.
Resguardarle, encubrirle o proteger-
le para que salga bien de un empeño o
peligro.
Hacer espaldas a uno alguna cosa.
Dícese de todo aquello que subsana,
resarce o compensa alguna contrarie-
dad o quebranto.
Hacer uno espaldas.
Sufrir, aguantar pacientemente todo
aquello que venga sobre uno. — Guar-
darlas para evitar una sorpresa.
Medirle a uno las espaldas.
Apalearle en ellas.
Mosquear a uno las espaldas.
Darle azotes en ellas por castigo.
No azotan a quien tiene espaldas.
La persona que tiene padrinos o va-
ledores poderosos, no hay quien se
atreva con ella.
Picar las, o en las, espaldas. — V. Picar
la RETAGUARDIA.
Tener espaldas de molinero.
Dícese del que las ostenta anchas,
abultadas y fuertes, como suele veri-
ficarse en los molineros, acostumbra-
dos a cargar sobre ellas los sacos de
grano y harina.
Tener uno las espaldas bien cubiertas, o
guardadas, o seguras.
Tener valedores que le defiendan en
caso de apuro, con lo cual puede obrar
a mansalva.
Tener uno seguras las espaldas.
Vivir asegurado de que otro no le
molestará.
Tirar, o tumbar, de espaldas a uno una
cosa.
Causarle suma extrañeza, admira-
ción, espanto, aversión, repugnancia,
asco, etc., según las circunstancias, lo
cual parece como que impulsa a retro-
ceder precipitada y aturdidamente, sin
volver la cara al objeto que causa seme-
jante impresión, con grave riesgo de
caer al suelo boca arriba.
Tornar, o volver, las espaldas.
Negarse a alguno. — Retirarse de su
vista con desprecio.
ESPANTAJO. — Ser un espantajo.
Ser un ser despreciable.
ESPANTAR. —Al espantado, la sombra
le espanta.
Se dice de aquel que ha padecido un
trabajo o contratiempo y con cualquier
motivo se asusta y teme no le vuelva a
ocurrir cualquier percance.
Lo poco espanta y lo mucho amansa.
Por lo regular nos aterramos con la
imagen de un mal pequeño, y después
la Providencia nos da aliento para su-
frir con resignación las grandes calami-
dades.
ESPAÑA. — En España, cosa aplazada,
cosa perdida.
Como los españoles tienen fama (no
diré si merecida o no) de apáticos, de
ahí la creación de este adagio, que ex-
presa bien a las claras que lo que un
español deja para el día siguiente, pue-
de asegurarse que no se verá hecho
nunca.
En España, el que apaña, apaña. — V. Lo
que está en España es de los españoles.
En España es herejía tener sentido común.
Dicho de D. Juan Eugenio Hartzen-
busch, elevado ya al rango de refrán,
por desgracia harto verdadero, y cuyo
significado se explica suficientemente
por sí mismo para necesitarse descen-
der a enojosos comentarios.
iT« España hay dos Españas: una que
paga y otra que cobra.
O séase, la de los tontos que se ma-
tan a trabajar, sin casi poder vivir, y la
de los listos que viven sin trabajar.
En España, lo primero es no obedecer, y
luego, determinar lo más conveniente.
Expresa bastante típicamente el ca-
rácter del pueblo hispano.
En España se mueren los niños en la cuna
de puro envidia.
Manifiesta el carácter envidioso de
los españoles. — Cada cosa en su punto:
ESPAÑOL
— 363 —
ESPAÑOL
en España como en todas partes, hay
envidiosos y no los hay; de modo que
no vale especificar.
En España todo es mentira.
Juicio quizás exagerado de algún ex-
tranjero al tratar de las cosas españolas.
En España, todo lo que no habla es bueno.
Refrán inventado por algún hispanó-
fobo para expresar que el país, en sí,
es hermoso; pero sus habitantes no,
motejándolos, de paso, de parlanchines
y habladores.
En España todos servimos para todo.
Como dicen que los destinos se hacen
para los hombres, y no los hombres
para los destinos, queda explicada la
frase.
España es el país de los empeños.
En todo tiempo han andado los espa-
ñoles comprometidos en empresas que
les han facilitado más fama que pro-
vecho.
España es el país di los viceversas.
Dicho empleado por Fray Gerundio
(D. Modesto de Lafuente) para denotar
que nuestra nación es el tipo de las
contradicciones y anomalías.
Lo que está en España es de los españoles.
Dícese cuando alguna persona se
apodera de una cosa, no subrepticia-
mente, sino a la vista de todos, aun
cuando no le pertenezca.
No hay cosa mala en España, sino la que
habla. — V. En España, todo lo que no
habla es bueno.
— (Quién vive? — España. — ¿Qué gente?
— No sernos gente, que vengo yo solo.
Dicho atribuido a un aragonés, para
motejarlos de brutos.
— ¿Quién vive? — España. — ¿Qué gente?
— No son gentes, que son dominicanos. —
V. Dominico, come mierda con el pico.
¡Quieta España!
Manera de indicar que no se mueva
uno, o que deje correr con paciencia los
acontecimientos.
ESPAÑOL. — Aquí yace un español que,
estando bueno, quiso estar 7nejor.
Aplícase a los ambiciosos, que por el
deseo de mejorar, se quedan peor de
lo que estaban, perdiéndolo todo.
Cuando el español canta, o rabia o no
tiene blanca.
Manifiesta el carácter alegre y des-
preocupado de los hijos de España,
que desfogan su mal humor en la forma
indicada por el refrán.
El españoleo, después de comer le entra
frío.
Dícese cuando una persona se queja
de frío en la circunstancia indicada. —
Ignoro por qué ha de ser precisamente
español, y no ruso o tártaro, el agra-
ciado con semejante fenómeno.
El español valiente, después de comer,
frío siente. — V. El es pañol fino, después
de comer le entra frío.
Español, fuego; indio, agua : agua mata
fuego.
Alude al carácter impetuoso de la
generalidad de los españoles y al espe-
cial de los indios. — Es frase de origen
americano.
Español que no se casa, a casa vuelve.
Indica lo apegados que son al terru-
ño, particularmente los del interior de
la Península.
La pregunta del español.
Hizo una corta ausencia de Madrid
el conde de Bornos, y el día en que
volvió, hallándolo casualmente el mar-
qués de Povar, le dijo : «¿Qué es esto,
Bornos, ya has venido?-* «No, amigo;
pero me estoy esperando de un mo-
mento a otro.> — A interrogación tan
sandia como corriente en nuestro sue-
lo con motivo de encontrarse uno con
una persona a quien se la suponía estar
todavía ausente, se le da el nombre de
la pregunta del español.
Todo español castizo lleva dentro de si un
fraile y un curial.
El fraile, en cuanto a su costumbre
de pedir y guardar para sí o para los
suyos; y el curial, respecto de poner en
juego todo linaje de marañas y subter-
fugios con el objeto de eludir el cum-
plimiento de la ley.
Un español a carta cabal no piensa más
que en su misa y su doña Luisa.
Dicho con que se calificaba en lo an-
tiguo a los españoles de exagerada-
mente devotos y rendidamente ena-
morados.
A los españoles les vienen siempre cortos
el tiempo y el dinero.
Los moteja de derrochadores de una
y otra cosa.
ESPARRAGAR
364
ESPERANZA
Tres españoles, cuatro opiniones.
Alude a lo individualistas que son
los habitantes de España, que cada
cual sostiene un criterio diferente, y
aun varios, acerca de cualquier cosa.
ESPARRAGAR.— ¡Anda, o vete, a espa-
rragar!
Expresión que se usa para despedir
a uno con desprecio o enfado.
ESPÁRRAGO. —Estar, o quedar solo,
como el espárrago.
Se dice de aquel que no tiene pa-
rientes ni amigos, o del que vive y anda
solo.
¡Anda, o vele, a freír espárragos! —
V. ¡Anda, o vete, a esparragar!
Hacerse alguna cosa más presto que se cue-
zan los espárragos.
«Son los espárragos, cozidos con sal,
azeyte, y vinagre comidos, muy gratos
al gusto, mas dan poco, y mal susten-
to. Dispiertan el apetito, tienen virtud
de calentar, y de barrer, y limpiar los
ríñones, y de mouer la orina, sufren
muy breue cocimiento : por lo qual
Druso siempre que quería significar
auerse de hazer alguna cosa en breuis-
simo tiempo, dezía : Haráse mas presto
que se cuezan los espárragos : de adon-
de vino a quedar con autoridad de ada-
gio.» (Sorapán de Rieros, Medicina es-
pañola contenida en proverbios vulgares
de nuestra lengua. 16 16.)
Los espárragos en abril, para mi; en
mayo, para mi amo, y en junio, para nin-
guno.
Enseña el tiempo en que están en
mejores condiciones para ser comidos.
ESPARTLLLO. — Coger a uno al espar-
tillo.
Encontrarlo casualmente, y aprove
charse de aquella ocasión para conver-
sar con él.
ESPARTO. — Más seco que un esparto.
Aplícase a la persona por extremo
delgada. — Igualmente se usa para de-
mostrar que una cosa no está mojada.
ESPECIA. — Especia cocida, especia
perdida.
Enseña que para que las especias no
pierdan sus condiciones características,
no deben someterse a la acción de la
lumbre con los guisados de que for-
men parte.
ESPECIE. — Escapársele a uno una es-
pecie.
Decir inadvertidamente lo que no
era del caso o se debía callar.
Soltar uno una especie.
Decir alguna proposición para reco-
nocer y explorar el ánimo de los que
le oyen.
ESPEJARSE. — Espejarse en uno.
Mirarse en uno. — Es frase anticuada.
ESPEJO. — Lo que te diga el espejo no te
lo dirán en el concejo.
Indica que el espejo no miente ni
adula, lo cual no sucede en la socie-
dad, pues, por educación, muchas ver-
dades hay que callarlas.
Mirarse en uno como en un espejo.
Tenerle mucho amor y complacerse
en sus gracias o en sus acciones.
Mirarse uno en el espejo de los burros*
Mirarse en el agua de un pilón, fuen-
te, barreño, etc.
Mírate en ese espejo.
Es tanto como decir : sírvate de es-
carmiento ese ejemplo; aprende en ca-
beza ajena.
No hay mejor espejo que el amigo viejo.
Porque éste, valido de la confianza
que da el tiempo, no adula ni engaña,
sino que habla claro, aunque lo que
diga no agrade al que lo escucha.
¡No te verás en ese espejo!
Modo de decir a uno que no logrará
lo que desea o pretende.
{Qué espejo hará la fuente do la vecera
se mete?
La persona que es de malas costum-
bres, ya se comprende que no puede
dar buen ejemplo.
ESPERA. — Soy Espera, tan antigua como
cualquiera.
Leyenda de las armas de la villa de
Espera, provincia de Cádiz, distante
15 leguas de su capital.
ESPERANZA. — Con la esperanza se
vive.
Consuelo que se da a aquel que tar-
da en ver realizadas sus aspiraciones,
exhortándole a que no desmaye en su
confianza.
Dar esperanza, o esperanzas, a uno.
Darle a entender que puede estar
confiado en alcanzar lo que solicita o
desea.
ESPERAR
365
ESPINA
Esperanza^ esfuerzo vencen en toda lid. —
V. Buen esfuerzo vence a la mala ven-
tura.
La esperanza era verde, y se la comió un
borrico.
Expresión usada por aquel que ha
perdido la que tenía en la realización
de una cosa.
La esperanza es fruta de necios.
Refrán muy verdadero si lo que se
aguarda es un absurdo; no así si la con-
sideramos como verdadera virtud teo-
logal.
La esperanza es lo último que se pier-
de. — V. Mientras hay vida hay espe-
ranza.
Llenar una cosa la esperanza, o las es-
peranzas, de uno.
Corresponder el éxito a lo que con
fundamento se prometía uno que ha-
bía de suceder.
Más vale buena esperanza que ruin po-
sesión.
Indica que es más noble aguardar a
poseer una cosa legítimamente, que
conseguirla por medios ilícitos.
Alimentarse uno de esperanzas.
Lisonjearse con poco fundamento de
conseguir lo que desea o pretende.
El que vive de esperanzas se expone a
morir en ayunas.
Cuando pasa largo tiempo sin que se
cumplan los deseos o propósitos que
uno creía ver realizados, lo más pru-
dente es abandonarlos y poner su mira
en otro objetivo que ofrezca garantías
de mejor éxito.
Quien vive de esperanzas tnuere de ham-
bre.— V. El que vive de esperanzas se
expone a morir en ayunas.
ESPERAR. — El que espera, desespera.
Manifiesta que la persona que vive
en una esperanza incierta de lograr el
fin de sus deseos, está siempre en una
continua mortificación.
Quien no espera, no alcanza.
Modo de recomendar la virtud de la
paciencia para lograr el fin deseado.
ESPERLINGA. — Sola Esperlinga no
quiso lo que a toda Sicilia plugo.
Esperlinga, antigua villa de Sicilia, en
el Valle de Mazzara, a 36 millas al Sud-
oeste de Cefalú, es la única población
que dio asilo a los pobres franceses que
pudieron librarse del degüello de las
Vísperas Sicilianas. Semejante acción
se consignó en la siguiente inscripción,
que se grabó en el castillo : Quod Sicu-
lis placuit, solum Sperlinga negavil. — Al
citar Zurita, en sus Anales de Aragón, el
proverbio que promueve este artículo,
explica el nombre de Esperlinga, como
debe ser y acabamos de demostrar, por
el de una población; pero muchos es-
critores italianos refieren indebidamen-
te dicho nombre al de un personaje.
En esta ocasión, como en otras muchas,
la gente de fuera sabe mucho más que
la de casa.
ESPETAR. — Espetarle a uno alguna
cosa.
Decirle de palabra o por escrito algu-
na inconveniencia, causándole sorpre-
sa o molestia.
Espetarse uno.
Encajarse, asegurarse, afianzarse.
ESPIGA. — Quedar la espiga después de
hecho el agosto.
Obtener una segunda utilidad en un
negocio, después de haber sacado la
primera y principal.
Quedarse uno a la espiga.
Quedarse a lo último para aprove-
charse de los desperdicios de otros.
Muchas espigas nacen de un grano de
cibera.
Enseña que aun de las cosas más pe-
queñas se obtiene gran rendimiento.
ESPIGÓN. — Ir uno con espigón, o Lle-
var uno espigón.
Retirarse picado o con resentimiento.
ESPINA. — Bien sabe la espina dónde hin-
ca. — V. Saber uno dónde le aprieta el
ZAPATO.
Darle a uno mala espina una cosa.
Hacerle entrar en recelo o cuidado.
Dejar la espina en el dedo.
No remediar enteramente el daño
que se padece.
Estar en, o parecerse a, o poner a uno en,
la espina de Santa Lucía.
Hallarse sumamente flaco y extenua-
do, hasta el punto de que parece está
transparentándose o trasluciéndose la
espina dorsal. — Así es como me explico
yo esta locución, de uso frecuente en
Andalucía, de donde hubo de tomarla
Cervantes para su Quijote (parte I, ca-
ESPINAZO
366 -
ESPOSA
pítulo III), como fundada en el juego
de palabras.
La espina, cuando nace, lleva la punta
delante.
Lo que causa algún daño se puede
conocer a la simple vista casi siempre.
Poner mala espina. — V. Darle a uno
mala espina una cosa.
Sacar la espina.
Desarraigar una cosa mala o perju-
dicial.
Sacarse uno la espina.
Desquitarse de una pérdida, espe-
cialmente en el juego.
Tetier uno atravesado a alguien, o algo,
como espina en boca de gato.
Tenerle aversión o repugnancia.
Estar uno en espinas.
Estar con cuidado o zozobra sobre
algún asunto.
Hueles las espinas y desprecias las rosas.
Dícese de los que rechazan alguna
cosa o negocio, al parecer demasiado
bueno, por recelar que detrás se hallen
ocultos los inconvenientes.
No saques espinas donde no hay espigas.
Aconseja no se trabaje donde no hay
esperanza de sacar fruto.
Tener a uno en espinas.
Tenerlo con cuidado o zozobra.
ESPINAZO. — Doblar, o partir, a uno por
el espinazo.
Causarle algún grave daño o perjui-
cio, ya sea física, ya moralmente.
Estar uno pegado al espinazo.
Hallarse sumamente flaca una per-
sona o un irracional.
ESPINO. — El espino que ha de espinar,
con espina nace.
Cada cosa, desde su origen, tiene ya
las condiciones naturales para su des-
arrollo.
Estar uno en los espinos de Santa Lucia.
Hallarse en algún trance apurado.
ESPIRITAR. — Espiritarse uno.
Agitarse, conmoverse, irritarse.
ESPÍRITU. — Aunque se empeñe el Espí-
ritu luo.
Modo de dar a entender la entereza
y energía con que está uno resuelto a
obrar, sin llegar a doblegarse por nadie
ni por nada. — Es locución debida al
eufemismo (o sea templanza o atenua-
ción en las palabras), pues detrás de la
cortina de ese Spiritu iuo latino, lo que
existe en realidad es el nombre sagra-
do del Espíritu Santo, cuya injuria evi-
tan los labios con semejante rodeo.
Beber uno el espíritu a otro. — V. Beber
la DOCTRINA.
Cobrar uno espíritu.
Cobrar ánimo.
El espíritu, donde quiere, expira.
El alma se separa del cuerpo en el
momento que menos se piensa.
Levantar uno el espíritu.
Cobrar ánimo y vigor para ejecutar
alguna cosa.
Parecer uno el espíritu de la golosina.
Persona falta de nutrición o muy fla-
ca y extenuada.
Ser pobre de espíritu.
Dícese del que mira con menospre-
cio los bienes y honores mundanos. —
Apocado, corto de ánimo.
ESPITA. — Ser, o parecer, una espita.
Dícese de la persona borracha o que
bebe mucho vino.
ESPOLADA. — Tomar una espolada de
vino.
Tomar un trago de él.
ESPOLÓN. — Tener espolones.
Dícese familiarmente de las perso-
nas algo entradas en años, y en espe-
cial de las que, mediante tal circuns-
tancia, tienen motivo sobrado para
obrar con pleno conocimiento de causa
y no dejarse engañar fácilmente.
ESPONJA. — Chupar como, o más que, una
esponja.
Aplícase a aquellas personas que sa-
quean constantemente a otra a fuerza
de peticiones, por lo general de dine-
ro. — Beber de una manera exagerada
vino, licores, etc.
ESPONJARSE. — Esponjarse uno.
Hincharse, engreírse, envanecerse.
ESPOSA.— Debe ser la buena esposa, lim-
pia, sana y hacendosa.
Recomienda que cuando se vaya a
contraer matrimonio, se elija una mu-
jer que reúna dichas cualidades.
La buena esposa la da Dios, y la mala
mujer, la culpa.
Expresa que la compañera fiel es
como una recompensa que Dios da al
que obra rectamente, así como la mala
parece un castigo de nuestras faltas.
ESPOSO
367 -
ESTAMPA
ESPOSO. — A esposo necio, tratarle con
más aprecio.
Porque harta desgracia tiene con ser
tonto.
ESPUELA. — Echar la espuela.
Echar el último trago los que han be-
bido juntos en una taberna, venta, etc.
No todos los que llevan espuela tienen
caballo.
Conviene no fiarse de apariencias.
Sentir uno la espuela.
Sentir el aviso o reprensión que se
le hace.
Estar con las espuelas calzadas.
Estar dispuesto para emprender un
viaje o un negocio.
Poner espuelas a uno.
Estimularle, incitarle para que em-
prenda o prosiga con más calor un in-
tento.— En el segundo caso, esto es, en
el de la prosecución, se suele decir :
Añadir espuelas.
ESPUMA.— Crecer como espuma, o como
la espuma.
Medrar rápidamente una persona. —
Crecer a palmos.
Menos espuma v más chocolate. — V. Me-
nos borla v más limosna.
ESPUMARAJO. — Echar uno espuma-
rajos por la boca.
Estar muy irritado, descompuesto y
colérico.
ESQUELETO. — Parecer un esqueleto.
Aplícase a la persona que está muy
flaca y delgada.
ESQUILMAR. — Esquilmar a uno.
Sacarle poco a poco lo que tiene;
empobrecerlo.
ESQUILÓN. — Tañe el esquilón, .y duer-
men les tordos al son.
Se dice de los que han perdido el
miedo a las reprensiones.
ESQUINA.— Estar de esquina dos o más
personas.
Estar opuestas o desavenidas entre sí.
Darse contra, o por, las esquinas. — Véa-
se Darse contra, o por, las paredes.
ESQUINAZO. — Dar esquinazo.— Véa-
se Dar CANTONADA.
ESTACA. — Estar uno a la estaca.
Estar reducido a escasas facultades,
a cortos medios o a poca libertad.
No quedar, o no dejar, estaca en pared.
Arrasarlo o destruirlo todo.
ESTACADA.— Z)¿/'ar/¿ a uno en la esta-
cada. — V. Dejar a uno en las astas, o
en los cuernos, del toro.
Quedar uno en la estacada.
Ser vencido en una disputa o per-
derse en una empresa.
Quedar, o quedarse, uno en la estacada.
Morir, perecer en un campo de bata-
lla, desafío, etc. — Salir mal de un ne-
gocio, sin esperanza de remedio.
ESTACIÓN. — Estación perezosa, nunca
fué viciosa.
Indica que aunque el invierno sea
largo, no por eso es perjudicial para
las cosechas.
Andar, o correr, las estaciones.
Dar los pasos convenientes y hacer
las diligencias que conducen a los ne-
gocios que uno tiene. — Ir de taberna en
taberna bebiendo en todas ellas.
ESTADO. — Cada uno se mida con su esta-
do. — V. No se debe estirar la pierna
más allá de donde alcance la sábana.
Caer uno de su estado.
Perder parte del valimiento y conve-
niencia que tenía. — Caer en tierra sin
impulso ajeno.
Estar una cosa en el estado de la ino-
cencia.
No haberse adelantado nada en ella;
hallarse en las mismas condiciones que
al principio.
No hay más infeliz estado que el que de
otro no es envidiado. — V. Más vale que
nos tengan envidia que no lástima.
Con los estados se mudan las costumbres.
El cambio de posición, así como el
paso de la soltería al matrimonio, obli-
ga a hacer un género de vida distinto.
Estar una cosa siete estados debajo de
tierra.
Modo de manifestar que una cosa está
muy oculta o escondida.
Meter, o sepultar, etc., a uno siete esta-
dos debajo de tierra.
Expresión hiperbólica con que se
intenta meterle miedo a uno.
ESTALLIDO.— Estar para dar un esta-
llido una cosa.
Modo de decir que se teme y espera
suceda alguna cosa grave.
ESTAMPA. — Parecer la estampa de la
golosina.
Ser sumamente delgado.
ESTAMPÍA
— 368 —
ESTOCADA
Parecer la estampa de la herejía.
Ser feo o ir vestido con mal gusto.
Ser la estampa de la miseria.
Dícese de las personas cuyo aspecto
revela suciedad y carencia de medios
de vida.
ESTAMPÍA.— Embestir, o partir, o salir,
de estampía.
Repentinamente, sin preparación ni
anuncio alguno.
ESTANCIA.— Venir de la estancia.
Modismo chileno equivalente a nues-
tro Parece que acaba de venir del pue-
blo. (Véase.)
ESTANTIGUA. — Parecer, o ser, una es-
tantigua.
Dícese de la persona muy alta y seca,
y por lo regular mal vestida.
ESTATUA. — Más parado que una es-
tatua.
Aplícase a la persona que es de na-
turaleza apática, o que se queda des-
concertada, sin movimiento, a conse-
cuencia de la sorpresa que le causa al-
guna noticia, la presencia de un ser
extraño, etc.
ESTEPA. — La estepa tan bien arde verde
c o^no seca.
Las pasiones, aunque permanezcan
mucho tiempo ocultas, cuando llega la
ocasión, se desencadenan, aunque sea
tarde.
Los de Estepa y los de Hardales, todos
iguales.
Indica que en poblaciones de análo-
ga importancia, suele ser parecido el
modo de ser de sus naturales.
ESTERA. — Estar cargado de esteras.
Estar harto, cansado de sufrir.
ESTERAR.— Esterar uno.
Vestirse de invierno. — Se dice en
son de burla, aplicándolo al que lo
hace antes de tiempo.
ESTEVAN. - Con Esteran, tres.
Modo jocoso de decir con éste van
tres, dando a entender que se han
cumplido o verificado tres de aquellas
cosas de que se está tratando.
ESTIÉRCOL.— El estiércol no es santo,
pero hace milagros.
Refiérese, como es fácil comprender,
a los beneficios que proporciona cuan-
do se le emplea como abono, aun en
los campos más estériles.
No hay mejor estiércol para la heredad
que la huella de su dueño. — V. El ojo
del amo engorda al caballo.
ESTILO. — El estilo es el hombre.
Lo mismo en Francia que en Espa-
ña, se le hace decir en esta ocasión
a Buffon un desatino que nunca soñó
cometer aquel ilustre naturalista. Lo
que dijo en su notable discurso de re-
cepción en la Academia Francesa, es
que «las obras bien escritas serán las
únicas que pasarán a la posteridad: la
abundancia de conocimientos, la sin-
gularidad de los hechos, hasta la no-
vedad de los descubrimientos, no son
seguras garantías de la inmortalidad.
Si las obras que los contienen no ver-
san más que sobre asuntos pequeños,
si están escritas sin gusto, sin noble-
za y sin genio, perecerán, porque los
conocimientos, los hechos y los des-
cubrimientos se levantan fácilmente,
se transportan y hasta ganan cuando
son tratados por las manos más hábiles.
Estas cosas están fuera del hombre: el
estilo es del hombre. El estilo, pues,
no puede ni elevarse, ni transportar-
se, ni alterarse.» Como casi todos los
textos suelen suprimir la preposición
de, hácese decir a Buffon un absurdo,
que ni aun metafóricamente puede ad-
mitirse. El estilo es, pues, del hombre,
es decir, pertenece al hombre, el cual lo
crea, lo moldea a su gusto y le impri-
me su personalidad propia, como un
sello que caracteriza al escritor.
No por un solo estilo somos cabrones los
hombres en este ?nundo.
Dícese de los que sufren y aguan-
tan todo género de incomodidades y
molestias, sin que sea necesario que la
ofensa sea inferida por la fragilidad de
la mujer propia.
Quien muda estilo, hace libro.
Esto es, el que cambia de modo de
ser, puede llegar a adquirir alguna ori-
ginalidad.
ESTIRÓN.— Dar uno un estirón.
Crecer mucho en poco tiempo.
ESTOCADA. — Dar estocada por cor-
nada.
Modo de expresar el daño que uno
recibe en el mismo acto de inferírselo
a otro.
ESTOLA
— 369 —
ESTOPA
Andar a estocadas con el lucero del alba.
Ser un bravucón o perdonavidas, ca-
paz de meterse en cuestiones con cual-
quiera.
ESTOLA. — Aplicarle a alguien la estola
del cura de Begijar.
Equivale a enterrarle. — Alude a lo
siguiente. Dícese que varios matrimo-
nios mal avenidos pretendían divor-
ciarse, para lo cual acudieron al cura
de este pueblo jiennense en demanda
de su remedio. Contestóles el prudente
varón que era cosa fácil, y mandándo-
les arrodillar al pie del altar, comenzó a
sacudir en la cabeza a los cónyuges con
la estola, en la que previamente había
colocado una más que mediana piedra.
Protestaron los aporreados, y al pre-
guntar que hasta cuándo iba a durar
aquello, les respondió el pater que
hasta que uno de los dos cayera muer-
to, pues ya debían saber que el sacra-
mento del Matrimonio sólo se disolvía
con la muerte. Desde entonces no se
volvió a oír mentar en el pueblo, ni
por casualidad, la palabra divorcio.
ESTÓMAGO. — Abrazar el estómago
una cosa.
Recibirla y conservarla bien.
El estómago del fraile tiene honores de
avestruz.
Dícese así porque todo lo digiere.
Hacer buen, o mal, estómago una cosa.
Causar gusto o desagrado.
Hacer uno estómago a una cosa.
Resolverse a sufrir lo que pueda so-
brevenir.
Ladrarle a uno el estómago.
Tener hambre.
No hay estómago que sea un palmo mayor
que otro.
Indica que todos los seres son iguales.
No reiener uno nada en el estómago.
Ser fácil en revelar y decir lo que
se le ha comunicado y confiado.
Pudrirse alguna cosa en el estómago.
Quedarse con ganas de decir algo,
particularmente molesto para el que lo
escuche.
Quedarle a uno algo en el estómago.
No decir todo lo que sabe o siente
sobre un asunto o materia.
Ser de estómago.
Dícese de la persona constante y de
espera.— Aplícase también a la persona
poco delicada.
Tener uno buen estómago.
Aguantar los desaires e injurias que
se le hacen sin darse por resentido.
Tener uno el estómago, o las tripas,
como cañón de órgano.
Tenerlas llenas de aire; esto es, es-
tar sin comer.
Tener estómago aventurero.
Aplícase a la persona que come ordi-
nariamente en mesa ajena.
ESTOPA. — Estopa, cerilla y pez, tres.
Las cosas que tienen iguales condi-
ciones se pueden emplear siempre para
lograr el mismo resultado.
La estopa cabe el mancebo, llamóla fuego.
Advierte el riesgo que se corre con
la demasiada familiaridad entre hom-
bres y mujeres, particularmente si son
jóvenes.
La estopa, como es hilada, y la moza, como
es criada.
Indica que el buen resultado de las
cosas depende de sus principios.
La estopa no está segura en burla con los
tizones. — V. Quien quita la ocasión,
quita el peligro.
Mala es de matar la estopa, de que arde.
Cuando se sabe que una cosa es di-
fícil de remediar, es conveniente poner
los medios para que no suceda.
Más vale estopa de marzo que cáñamo de
abril.
Porque en marzo la estopa está más
seca y arde mejor, y el cáñamo en abril
no está en condiciones para utilizarlo.
Ni estopa con tizones, ni la mujer con va-
rones.
Tanto la primera como la segunda
son fáciles de incendiarse; evítese, por
lo tanto, acercarlas a lo que pueda pe-
garles fuego.
No bastan estopas para tapar tantas
bocas.
Es imposible poner coto a las mur-
muraciones y hablillas de las gentes.
Querer matar con estopas el fuego. —
V. Echar leña al fuego.
Ser uno capaz de engullir, o tragarse, las
estopas del óleo.
Ser muy comilón; y también, ser muy
despreocupado en punto a calzarse con
los intereses ajenos que se manejan o
24
ESTOPADA
370
ESTUDIANTE
con los objetos cuya custodia le está a
uno encomendada.
ESTOPADA. — Si no fui avisada, tomé la
estopada.
Da a entender que aquellos que no
tienen habilidad para los ejercicios de-
licados, se aplican, por necesidad, a los
ordinarios o groseros.
ESTOPEÑO. — Estopeño, o cañameño,
cual me lo dieron, tal te lo vendo.
En dando uno lo que tiene o puede,
ni se le debe exigir más ni está obliga-
do a otra cosa.
ESTORBAR. — ¿Estorbo, o me pongo en
medio?
Modo de indicar la duda respecto al
lugar más adecuado que le corresponde
a uno cuando llega a una reunión.
ESTRADO. — Abdjanse los estrados y
dlzanse los establos. — V. Abdjanse los
adarves y dlzanse los muladares.
ESTRAFALARIO. — Ser uno un estra-
falario.
Ser un extravagante en el modo de
pensar o en sus acciones.
ESTRECHURA.- / Qué estrechura,/a-
dre cura!
Expresión usada cuando se hace di-
fícil pasar por un sitio angosto o per-
manecer en un paraje donde hay mu-
cha gente apiñada.
ESTRELLA. — Campar uno con su es-
trella.
Ser feliz y afortunado.
Tener uno estrella. — V. Campar uno
COn SU ESTRELLA.
Una estrella no hace sereno. — V. Una
golondrina no hace verano.
Unos nacen con estrella y otros nacen es-
trellados.
El mundo se compone de dichosos y
de desdichados.
A quien cuenta las estrellas le salen ve-
rrugas en la cara. — V. Querer uno con-
tar las ESTRELLAS.
Levantarse, o subir, sobre las estrellas.
Ensoberbecerse, irritarse.
Levantarse uno con estrellas, o con las
estrellas.
Levantarse muy temprano; madrugar
mucho.
Poner a una persona o cosa sobre las es-
trellas.
Exagerarla, ponderarla en demasía.
Querer uno contar las estrellas.
Querer hacer una cosa muy difícil o,
mejor dicho, imposible.
Ver estrellas, o Ver las estrellas, o
Ver estrellas a mediodía, o en medio
del día.
Sentir un dolor vivo y agudo. — Dí-
cese por la especie de lucecillas que
parece que uno ve o por el deslumbra-
miento luminoso que experimenta en
el acto de recibir un golpe fuerte e
inesperado.
ESTRENA. — Hacer uno la estrena.
Ser el primero en hacer o comprar
una cosa.
ESTREÑIDO. — No hay estreñido que
no muera de cámaras.
La mezquindad suele ser causa de
que al fin y al cabo se venga a gastar
más de lo que se quisiera, por no haber-
se gastado antes y en tiempo oportuno
lo indispensablemente necesario.
ESTRIBO. — Estar en el estribo.
Hallarse a punto de realizar una cosa.
Andar, o estar, uno sobre los estribos.
Obrar con advertencia y precaución.
Perder los estribos, o Perder los estri-
bos de la paciencia.
Hablar u obrar fuera de razón. —
Desbarrar.
ESTRICOTE. — Andar, o traer, al estri-
cote.
Es decir, al retortero, a mal traer a
una persona.
ESTROPAJOSO. — Ser un, o una cosa,
estropajoso, o estropajosa.
Aplícase a la persona desaseada y
andrajosa. — También se dice de las
carnes y otros comestibles que no se
pueden mascar con facilidad.
ESTRUJAR. — Estrujar una cosa.
Sacar de ella todo el partido posible;
agotarla.
ESTUCHE. — Ser uno un estuche.
Poseer muchas habilidades. — Servir
para todo.
ESTUDIANTE. — Preguntar por un es-
tudiante prieto en Salamanca.
Pretender averiguar un imposible,
como lo sería el hallar antiguamente en
Salamanca un estudiante vestido de
aquel color por solas estas señas, dado
que el número de los que cursaban en
las aulas de aquella célebre Universi-
ESTUDIANZA
— 37i —
EXPERIENCIA
dad, una de las primeras de Europa,
ascendió algún año a catorce mil.
ESTUDIANZA. - Por la estudianza,
todo se alcanza.
Para saber, es preciso dedicar mu-
chas horas al estudio.
ESTUDIAR. — El que no es para estu-
diar, apliqúese a arar.
Advierte que no se deben forzar las
inclinaciones ni la disposición de las
personas.
ESTUDIO. — El estudio, a los rudos hace
sabios maestros. — V. Por la estudianza,
todo se alcanza.
ETCÉTERA. — Andar como, o hecho, una
etcétera.
Andar encorvado hacia adelante, a la
manera de la giba que forma el signo
llamado &.
Etcétera, Afartín Porra. Algunos aña-
den : quien no pueda andar, que corra.
Suele usarse para atajar la palabra al
que es sumamente difuso y machacón
en su relato.
Quedar como etcétera en Cuaresma.
Quedarse para lo último en una con-
versación, reparto, reunión, etc.
ETNA. — Estar hecho un Etna. — V. Estar
hecho un horno.
EVA. Si Eva sola pecó, y a ella sola se
engañó, las otras, ¿qué culpa tienen?
Dícese a favor de las mujeres hones-
tas y virtuosas.
EVANGELIO. — Decir, o hablar, uno el
Evangelio.
Ser muy verdadero y cierto aquello
que se dice.
EVIDENCIA.— Contra evidencia no hay
ciencia.
Aunque los sabios afirmen alguna
cosa, siempre daremos más crédito a
lo que vemos con nuestros propios
ojos que a lo que ellos digan.
Poner a uno en evidencia, o Ponerse
uno en evidencia.
Colocarse en situación desairada.
EVITAR. — Más vale evitar que no retar.
La prudencia enseña que no es co-
bardía quitar los medios de reñir.
EX CÁTEDRA. — Hablar ex cátedra.
En tono magistral y decisivo.
EXCÉNTRICO.— Ser un excéntrico.
Dícese de la persona que es rara o
extravagante.
EXCEPCIÓN. — Las excepciones prue-
ban las reglas.
Por ser la contraria del axioma de
que no hay regla sin excepción.
EXCOMULGAR.— Excomulgar a uno.
Tratarlo mal de palabra, o con rigor
y enfado.
EXCUS ADO.-£í hablar en lo excusado.
Indica que es tiempo perdido el que
se emplea en tratar de un asunto que
no tiene arreglo.
Eso es lo mismo que pensar en lo excu-
sado.
Modo de expresar lo imposible o
muy dificultoso de cualquier preten-
sión o intento.
Meterse uno en la renta del Excusado.
Meterse en lo que no le incumbe o
importa.
EXCUSAR. — El que se excusa, se acu-
sa.— V. Prevención sin tiempo, malicia
arguye.
Hacer lo que no se excusa.
Hacer sus necesidades.
No hay excusa mas excusada que decir:
¡Quién tal pensara!
Porque supone poco talento el no
precaver las cosas, concretándose a
deplorarlas cuando han sucedido, sien-
do así que se hubieran podido evitar.
EXORDIO.— A exordio largo, narración
corta.
Por regla general, cuando se emplean
muchos preámbulos para decir o hacer
una cosa, no suele tener ésta gran im-
portancia.
EXPECTATIVA. — Estar en, o a la, ex-
pectativa.
Estar al cuidado de un asunto, de un
negocio que se desea conseguir, espe-
rando la oportunidad de lograrlo.
EXPEDD3NTE. — Cubrir uno el expe-
diente.
Dar apariencias de legal a lo que es
ilícito. — Guardar las formas al realizar
algo indebido.
EXPERIENCIA. — La experiencia es
madre de la ciencia, o de las cosas, o La
experiencia es madre de la ciencia, y
rara vez se halla en los mozos.
Sin el uso, difícilmente se alcanza
el verdadero y perfecto conocimiento
práctico de lo que se aprende y es-
tudia.
EXPLICADERAS
— 372 —
EXTREMO
La experiencia y el tiempo son maestros
de todas las cosas.
No hay nada que enseñe tanto como
los años y la vida.
EXPLICADERAS. — Tener uno buenas
explicaderas.
Manera de darse a entender bien cla-
ramente, sin ambages ni rodeos.
EXPONER. — Estar expuesta como mu-
ñeca en escaparate.
Dícese de la joven que no falta a nin-
guna concurrencia pública, constante-
mente engalanada, como quien anda en
solicitud de novio.
EXTENDERSE. —Extenderse uno.
Ponerse muy hinchado y entonado,
afectando señorío y poder.
EXTRANJÍA.— Ser una cosa de extran-
jía, o de extranjís.
Ser extraña, inesperada.
EXTREMADURA.-^ Extremadura,
los carrascos dan jamones, y las encinas,
salchichones.
Alude a que la principal alimenta-
ción del ganado de cerda en la región
extremeña es la bellota.
EXTREMEÑO.— Sea extremeño, y mas
que sea leño.
Alaba todo lo referente al reino de
Extremadura: suelo, clima, produccio-
nes, hasta la leña que se emplea para
quemar, pues es de encina.
EXTREMO. — No hay extremo sin su
medio.
Todas las cosas tienen que ir por sus
pasos contados para llegar al límite.
Pasar de un extremo inmediatamente a
otro, es desorden.
Recomienda que los cambios se ve-
rifiquen serena y paulatinamente.
Todo extremo es vicioso, o Todos los
extremos son viciosos.
Satiriza las exageraciones en todos
los órdenes de la vida.
Entre los extremos de cobarde y de teme-
rario está el medio de la valentía. — V. En
un término medio consiste la virtud.
Los extremos del placer suelen ser los
principios del pesar.
Cuando se ha llegado al límite de
ciertos goces, por lo general se empie-
za a sufrir.
Los extremos se tocan.
Dos supuestos de índole diversa o
contraria se hallan a veces entre sí
más próximos de lo que parece, o lle-
gan hasta a confundirse en sus efec-
tos; v. gr. : el abandono y el celo exa-
gerados; la infancia y la decrepitud; la
dieta rigurosa prolongada y el hartazgo
excesivo, etc.
Los extremos siempre son viciosos.
No se deben exagerar las cosas, sino
dejarlas en un justo medio.
FABIO. — Déjate, Fabio, servir.
Cuando le dispensan a uno honores,
favores u obsequios, lo mejor que se
puede hacer es no rehusarlos, sino re-
cibirlos placenteramente.
¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
— ¡Y cómo si lo entiendo! — Mientes,
Fabio, que yo soy quien lo digo, y no lo
entiendo.
Frase debida al ingenio de Lope de
Vega, con la que se da a entender lo
intrincado de algún pensamiento, por
lo cual se substrae a la comprensión
de todo el mundo, así del que lo expo-
ne como de quien lo escucha.
FÁBULA. — Ser alguno, o estar hecho, la
fábula de las gentes.
Ser el ludibrio de todo el mundo.
FÁCIL. — Más fácil cosa es ganar, que con-
servar lo ganado.
Aplícase, además de a los intereses
materiales, al estudio, como lo hizo el
licenciado Juan de Robles en su Culto
sevillano, diálogo 3.0, pág. 56.
Más fácil es agotar el mar, que a la razón
al necio sujetar.
Da a entender que todo cuanto ha-
gamos por convencer a los tontos es
tiempo perdido.
Más fácil es el deshacer que el hacer.
Como que lo primero no requiere
ciencia ni talento, y lo segundo, sí.
No hay cosa más fácil que engañar a un
hombre de bien.
Porque como éste procede siempre
de buena fe, cree que los demás obran
lo mismo.
No hay cosa tan fácil que no resulte, o
que no se haga difícil, si se hace de mala
gana.
Las labores más pesadas, hechas con
gusto y entusiasmo, son hasta agrada-
bles; la recíproca es evidente.
FACILIDAD. — Con facilidad se piensa
y se acomete una empresa, pero con diji-
cultad las más veces se sale de ella. —
V. Una cosa es predicar, y otra dar trigo.
Hacer algo con más facilidad que beber
una taza de vino.
No costar trabajo la realización de
alguna cosa.
FACHA. — Por la facha y por el traje se
conoce al personaje.
El gusto en el vestir y la manera de
llevar la ropa dicen desde luego la ca-
lidad de la persona que la usa.
FACHADA. — Tener fachada de casa
grande.
Dícese de aquellas personas que po-
seen arrogante presencia. — Suele em-
plearse irónicamente por aquellos que,
poseyendo la cualidad anteriormente
indicada, son en su interior unos infe-
lices, ya material, ya moralmente.
FACHENDA. — Echarla de fachenda.
Darse tono; echarla de buche.
FAENA. — La faena de la trilla ocupa al
de la aldea y al de la villa.
Operación que se verifica en el mes
de julio, y que preocupa a todos los
labradores, ya sean de pequeña, ya de
grande escala.
FAJA. — Si hay faja en el Guadiana, agua
habrá por la mañana.
La aparición de una zona nebulosa
sobre este río al anochecer, indica que
al día siguiente lloverá.
FAJINA. — Meter fajina.
Hablar mucho inútilmente, metien-
do bulla y mezclando cosas imperti-
nentes.
FALDA. — A falda blanca, ribete encar-
nado.
Indica que todo aquello que se come
fiambre o sin guisar, debe ser rociado
con vino.
FALSA
— 374 —
FALTAR
Aunque me cortaron las faldas, largas me
quedaron las mangas.
«Cuentan haberlo dicho un señor que
le habían quitado un pedazo de su ha-
cienda, siendo ella toda mucha.» (Co-
varrubias.)
De faldas o de mangas. — V. De haldas o
de mangas.
¡Faldas!... Mal con ellas, y peor sin ellas.
Da a entender que por muy mal que
nos vaya con las mujeres, tenemos que
confesar que nos son indispensables.
Faldas quitan barbas.
Expresa que la influencia de las mu-
jeres es superior a la de los hombres.
Afds consiguen faldas que plumas ni es-
padas.
Manifiesta la influencia que tienen
las mujeres.
Mucho pueden faldas cruzando antesa-
las. — V. Más consiguen faldas que plu-
mas ni espadas.
Poner faldas, o haldas, en cinta.
Dícese de aquel que se prepara a
acometer una empresa con desahogo,
resolución y energía, como hacen las
mujeres cuando van a desempeñar al-
guna faena ruda, que se suben un poco
las faldas, asegurándolas a la cintura,
para no enredarse los pies en ellas y
caer al suelo.
Todo el que, o persona que, gasta faldas,
no tiene espaldas.
Dícese particularmente de las seño-
ras, para disculpar el que no se colo-
quen o sienten de cara a nosotros.
FALSA. — Guárdate de falsa vieja y de
risa de mal vecino.
Porque las dos son traidoras, aun-
que parece que halagan.
FALSO. — De falso en falso.
Falsamente o con intención contra-
ria a la que se quiere dar a entender.—
Es frase muy usada en los juegos de
envite, cuando el que tiene poco juego
envida para que se engañe el contrario.
Falso por natura, cabello negro y la barba
rubia.
Recomienda que se desconfíe de los
que tienen esa cualidad, aunque igno-
ro con qué fundamento.
FALTA. — A falta de hombres buenos, a mi
padre hicieron alcalde.
Se suele decir cuando se da un em-
pleo a persona poco inteligente o me-
nos digna, por no haber para tal empleo
otra más a propósito.
A falta de pan, buenas son tortas.
Significa que el que no tiene nada,
cuando logra alguna cosa debe conso-
larse y estar contento.
Caer uno en falta.
No cumplir con lo que debe.
Dar uno quince y falta a otro.
Excederle mucho en cualquier habi-
lidad o mérito. — Se dice con alusión
al juego de la pelota.
Hacer falta una cosa.
Ser precisa para algún fin.
Hacer uno falta.
No estar pronto al tiempo que debía.
Hacerle a uno falta una persona o cosa.
Carecer de una u otra.
Saca tu falta a la calle y la encontrarás
mayor.
Dícese a modo de consuelo a la per-
sona que se queja de ser desgraciada,
haciéndole comprender que nunca falta
quien lo sea aún más.
Las faltas de los curas son como los estra-
gos de los ratones.
Esto es, que así como cuando un
ratón sólo causa un perjuicio se dice,
en plural, los ratones han hecho este
daño, de igual manera, cuando un ecle-
siástico ha cometido algún desmán, todo
el clero es criminal; una de tantas espe-
cies como existen de argumentación
viciosa, aquella que convierte en pro-
posición general la que por su carácter
es exclusivamente particular.
Más faltas tiene una pelota.
Modo de justificar a aquel de quien
se dice que tiene muchos defectos.
Sacar faltas.
Satirizar a una persona enumerando
los defectos que tiene, o que uno cree
encontrarle.
Tener más faltas que el caballo de Gonela,
o que un juego de pelota.
Pondera las imperfecciones de una
persona o cosa. — De aquél se dice que
todo se volvía huesos y pellejo.
FALTAR. — De esto nunca me falte.
Exclamación empleada cuando se ve
una cosa que le agrada a uno mucho o
posee algo que es indispensable; por
ejemplo: el pan, el dinero, etc.
FALTRIQUERA
— 375 —
FAMA
FALTRIQUERA. — Asi se abre, asi se
cierra y asi se guarda en la faltri-
quera.
Dícese del que no es dadivoso, y es-
pecialmente del que, al enseñar un ob-
jeto a otro y ser elogiado por éste, no
usa la galantería de ponerlo a su dispo-
sición, aunque sea por cumplido.
Se atribuye este dicho a un caballero
español que, habiendo sacado una mag-
nífica tabaquera delante de un perso-
naje extranjero, y haciendo éste gran-
des elogios de tal alhaja, aquél se la
ofreció por pura cortesía. Como quie-
ra que el extranjero tomara la oferta
al pie de la letra, y nuestro compatri-
cio no estuviera por el gusto de des-
prenderse tan tontamente de su joya,
al ver que pasaba tiempo y el otro no
daba indicios de devolvérsela, apeló a
la estratagema de decir que tenía la
caja cierto resorte secreto para abrirla
y cerrarla, y en su consecuencia, que
se sirviese sacarla para enseñarle en
qué consistía aquel secreto. Sacóla, en
efecto, el guardador; tomóla el posee-
dor, y abriéndola sencillamente, como
cualquier otra caja, cerrándola luego y
metiéndola, por último, en su bolsillo,
acompañó dichas tres acciones con las
palabras consabidas, que quedaron des-
pués en proverbio para los efectos in-
dicados. De aquí se deduce que con
cierta clase de personas es expuesto el
poner en práctica cumplimientos y ga-
lanterías de semejante índole.
De faltriquera, ni tinto, ni blanco, ni de
ninguna manera; de mogollón, tinto y
blanco lo bebo yo.
Aplícase a aquellos que dicen que no
les gustan ciertas cosas cuando tienen
que pagárselas; pero cuando se las re-
galan o pagan otros, entonces les gus-
tan sobremanera. Hay muchas perso-
nas que dicen que han dejado de fumar,
pero cuando se les ofrece un cigarro, no
lo desprecian. Cuestión de economía.
No echarse, o meterse, nada en la faltri-
quera.
Suele decirse a aquel a quien se le
da un consejo que no es de su agrado,
para significarle que lo hace uno movi-
do por interés suyo exclusivamente y
no por miras particulares.
Rascar, o rascarse, uno la faltriquera.
Sacar el dinero de su bolsillo. — Suele
añadirse : pelo arriba.
Tener uno a otro en la faltriquera.
Contar con él con entera seguridad.—
Dominarle hasta el punto de no poder-
nos negar nada.
FALLO. — Echar el fallo.
Juzgar decisivamente acerca de una
persona o cosa. — Desahuciar el médico
al enfermo.
FAMA. —A quien mala fama tien, no acom-
pañes ni quieras bien.
Tratar a personas que están en en-
tredicho por la opinión pública, es tanto
como hacernos solidarios de sus actos
y exponernos, por tanto, a ser juzgados
con la misma severidad que a ellas.
Buena fama, hurto encubre.
Aconseja que se procure adquirir
buena opinión, porque con ella se pue-
de disimular mejor un defecto, si lo hay.
Cobra buena fama y échate a dormir.
Da a entender que el que una vez
adquiere buena fama, con poco trabajo
la conserva. — Algunos añaden: cóbrala
mala y échate a morir.
Correr fama.
Divulgarse y esparcirse una noticia.
Dar fama.
Acreditar a uno; darle a conocer.
Echar fama.
Publicar, echar voz de una cosa.
La buena fama es un segundo patrimonio.
Porque todo el mundo respeta y
quiere a quien goza de ella.
La fama pocas veces miente.
Los juicios que el vulgo emite, cuando
son unánimes, suelen ser verdaderos.
Más vale buena fama que cama dorada.
Vale más un buen nombre que todas
las riquezas, cuando se goza del apre-
cio público.
No es mejor la fama del juez riguroso que
la del compasivo.
La del primero causa respeto y te-
mor, pero la del segundo junta el cari-
ño al respeto.
Quien ofrece y no da, mala fama tendrá.
Porque se le juzga como persona in-
formal y poco seria.
Si quieres buena fama, no te dé el sol en la
cama.
Contra los perezosos y dormilones.
FAMILIA
376 —
FE
Tal vez la buena fama se engendra de la
mala mentira.
En ocasiones, el buen nombre de
una persona nace de un hecho falso.
Unos tienen la fama_y otros cardan la lana.
Advierte que muchas veces se atri-
buye a uno lo que otro hizo. Úsase fre-
cuentemente en sentido irónico.
FAMILIA. — Cargar, o cargarse, de fa-
milia.
Llenarse de hijos o criados.
En cada familia hay un Judas.
Por regla general, en las familias nu-
merosas no suele faltar algún individuo
de ella que no sea tan bueno como los
demás.
Ser como la familia de San Basilio, que
hasta el aguador era santo.
Aplícase a aquellas casas en que to-
dos sus miembros son modelo de hon-
radez y virtud.
Ser de la familia de Ladrón, y no de Gue-
vara.
Ser una persona aficionada a lo aje-
no.— Sabido es que el apellido Ladrón
de Guevara es uno de los más antiguos
y nobles de España.
Ser de la familia de los Camachos, que no
alinda con nadie.
Dícese de aquellas personas huronns
que no quieren trato con la sociedad.
Ser uno de la familia de Puñonrostro.
Manera jocosa de motejar a alguno
de mezquino o miserable.
FANEGA. — Siete a la fanega, y ella en
tierra. — V. Tres al saco, y el saco en
tierra.
FARDA. — Pagar farda, o la farda.
No conseguir una cosa sino a coí-ta
de algún sacrificio.
FARDO. — Ser el fardo número uno.
Algunas veces se suele usar en sen-
tido desfavorable para notar a alguno
de sumamente egoísta. — V. La cari-
dad bien ordenada nace, o empieza, por
uno mismo.
FAROL. — Ser un farol.
Dícese de toda persona aficionada a
darse importancia, echarla de buche o
de fachenda.
¡Adelante con los faroles, que atrás vienen
los cargadores!
Manifiesta que se está resuelto a ani-
mar a otro, a continuar o perseverar a
todo trance en lo ya comenzado, parti-
cularmente cuando es una empresa
muy arriesgada o que no parece posi-
ble llevarla a cabo.
FAROLAZOS. — Acabar, o salir, a faro-
lazos. — V. Acabar, o salir, a capazos.
FAS. — Por fas o por nefas.
Hacer una cosa justa o injustamente;
a todo trance.
FAVOR. — Con el favor no te conocerás;
sin él no te conocerán.
Cuando no se tiene valedores, no es
fácil llegar a ser conocido.
El favor todo lo allana.
El que no tiene recomendaciones no
puede conseguir lo que desea. — V. El
que no tiene padrino no se bautiza.
Estar uno en favor.
Poder mucho con una persona.
Tener uno a su favor a otro.
Estar éste de parte o en defensa del
que habla o de quien se habla.
Yo, favor, y quien quisiere, justicia. —
V. La ley del embudo.
No hagas favores, y no tendrás desenga-
ños, o enemigos.
Enseña cuan común es, por desgra-
cia, el vicio de la ingratitud. — Dícese
también: Tantos favores dispensados?
tantos enemigos granjeados, y Los ene-
migos se cuentan por los beneficios.
Tantos favores dispensados, tantos ene-
migos granjeados. — V. No hagas favo-
res, y no tendrás desengaños, o enemigos.
FAVORECER. — El que te favorece te
ayuda a vivir.
Porque el que presta protección,
saca adelante al protegido.
Favorecerse de una persona.
Acogerse a ella; valerse de su ayuda
o amparo.
Si quieres tener muchos que te favorez-
can, haz por no necesitar de nadie.
Porque no molestando con peticio-
nes, si alguna vez se necesita a alguno,
es fácil hallarle propicio.
FE. — A buena fe y sin mal en bestia. Otros
dicen : y sin mal engaño.
Hacer o decir una cosa sin mala in-
tención y sin ánimo de molestar.
A fe que si la conociesen, que la ayunarían.
Disculpa de los que dejan de hacer
algo a pretexto de ignorar que debían
cumplirlo.
FE
377 —
FEBRERILLO
Aquel que la fe quiebra, la fe no le debe
ser guardada.
Con los demás se debe obrar lo mis-
mo que ellos obren.
Dar fe.
Hablando de los escribanos, certifi-
car por escrito una cosa que ha pasado
ante ellos.
Es muerta la fe sin obras.
Cuando se cree, es preciso obrar en
consonancia con lo que es objeto de
nuestra creencia.
Hacer fe.
Ser suficiente un dicho o escrito, o
tener los requisitos necesarios, para
que en virtud de él se crea lo que se
dice o ejecuta.
La fe no tiene ojos.
Porque el mérito de la fe consiste,
precisamente, en creer lo que no vemos.
La fe, para ser viva, ha de ser acompaña-
da de buenas obras.
No basta creer sin demostrarlo.
La fe salva.
Como que es la más poderosa de las
virtudes teologales: sin creer no hay
salvación posible.
No tener ni fe ni ley.
Aplícase a las personas descastadas
y desaprensivas.
Prestar fe.
Dar asenso a lo que otro dice.
Sin fe es imposible agradar a Dios.
Dios quería ser creído por su pala-
bra, y el que no lo hace así no es dig-
no de entrar en su reino.
Tener la fe del carbonero.
Dícese de aquella persona cuya fe es
tan sencilla en materias de religión, que
sin ningún género de examen ni dis-
cusión científica abraza ciegamente la
doctrina de Jesucristo propuesta y ex-
plicada por la Iglesia católica. El ori-
gen de esta frase es el siguiente :
Cuéntase que habiendo ido a llevar
carbón a cierto convento un hombre
dedicado a este oficio, cuya sencillez
llamaba la atención de todo el mundo,
uno de los frailes se propuso reírse
aquel día a costa del bienaventurado,
con cuyo motivo le preguntó qué era
lo que creía acerca del misterio de la
Trinidad. «Creo — contestó aquel infe-
liz— lo que tiene y enséñala Santa Ma-
dre Iglesia: un Dios en la esencia y
trino en las personas.» «Pero ven acá,
inocente — le replicó el fraile para ten-
tarlo— ; ¡no comprendes que es un ab-
surdo el que uno sea tres y tres sean
uno?» «No hay tal absurdo, padre, o yo
no sé dónde tengo mi mano derecha.»
Y diciendo y haciendo, cogió una de
las extremidades de la capa que lleva-
ba puesta, y doblándola en tres partes,
exclamó: «Un paño en tres dobleces y
tres dobleces en un paño.» Con lo cual
dejó corrido y confuso al bueno del re-
ligioso.
Todo lo que no se ve es de fe.
Es conveniente en sociedad creer, o
hacer que creemos, todo aquello que
no vemos.
FEA. — ¡La, que no soy tan fea; y si lo soy,
mas que lo sea!
Réplica de las mujeres a aquellos que
les dicen, generalmente en broma, que
son feas.
¿Fea?... El caudal de mi padre me reher-
mosea.
Contestación que suele dar en Anda-
lucía la joven a quien tildan de fea.
Fea en faja, bonita en plaza.
Cuando las niñas pequeñas no son
hermosas, al llegar a mujeres suelen
cambiar.
Ni fea que enfade, ni hermosa que se co-
dicie.
Condición que debe tener la mujer
propia.
Ni fea que espante, ni hermosa que mate.
Débese huir por igual de todo ex-
tremo.
Siempre me toca a mí bailar con la más
fea.
Expresión usada por las personas
desgraciadas, a quienes siempre les co-
rresponde lo peor en todas las cosas.
Tan fea es Juana como su hermana. —
V. Tal para cual, Pedro para Juan.
FEBRERILLO. — Febrerillo el loco, con
sus días veintiocho.
La temperatura de este mes suele
ser muy desigual.
Febrerillo el loco no pasó de veintiocho;
sacó su padre al sol, y después lo ape-
dreó.
Alude a los días que este mes tiene,
cuando el año no es bisiesto.
FEBRERITO
- 378 -
FEBRERO
FEBRERITO. — Febrerito el corto, un
día peor que otro.
Indica lo desigual que es, meteoro-
lógicamente considerado, este mes, el
más breve del año.
FEBRERO. — Aproveche bien a febrero
quien holgó por enero.
Manifiesta que el que no ha hecho
las cosas a su debido tiempo, tiene lue-
go que molestarse doble para cumplir
su compromiso.
Cuando no llueve en febrero, ni trigo ni
centeno. — V. Febrero verano, ni paja ni
grano.
En febrero busca la sombra el perro.
Algunos añaden: y en marzo, él y su
amo. Y otros: afines, que no a primeros.
Se da a entender que en el mes de
febrero calienta ya el sol.
En febrero mete obreros; afines, que no a
primeros.
Dícese en las montañas de Santan-
der, indicando que en esta época deben
comenzarse las labores.
En febrero no hay galgo lebrero, sino el
cañamero.
Manifiesta que en este mes no hace
nada el cazador de liebres, y en cambio
es buena época para emplear el cáña-
mo de la red, es decir, para pescar.
En febrero sale el oso del osero.
Es el tiempo en que suelen los osos
abandonar su guarida para buscar el
alimento.
E?i febrero se hiela el agua en el puchero.
Eso se dice en las regiones del cen-
tro y del norte de España, por los fríos
que en ellas suele hacer en esa época;
no así en las meridionales, donde por
ese tiempo es bastante común el em-
pezar a dejarse sentir el calor, y por eso
rige en éstas el refrán contrario: En fe-
brero busca la sombra el perro.
En febrero siembra el yero; en marzo, el
garbanzo; en abril, el maíz; en mayo, es-
perallo, y cuando llega San Juan, los di-
neros te darán.
Fórmula empleada para saber lo que
se debe sembrar en los cuatro meses
indicados, para poder recoger el fruto
en junio.
En febrero siete galgos a un lebrero, y
en mayo, siete lebreros a un galgo.
En el mes de febrero hay pocas lie-
bres, bastando con un perro para cazar-
las, y en el de mayo son éstas más abun-
dantes, necesitando emplear más pe-
rros lebreros que galgos para la caza
de otros animales.
En febrero, un rato al sol y otro al hu-
mero.
Indica la desigualdad de temperatu-
ra en este mes.
Febrero, cebadero.
Da a entender que la lluvia en este
mes afianza la cosecha de la cebada y
de otros granos.
Febrero debe llenarlos, y luego marzo
secarlos.
Se refiere a los campos sembrados,
si ha de ser buena la cosecha.
Febrero el corto, el peor de todos.
La climatología en este mes suele
ser muy desigual, como ya se ha indi-
cado repetidas veces.
Febrero el loco, que sacó a su padre al
sol y después lo apedreó. — V. Febrerillo
el loco no pasó de veintiocho; sacó su
padre al sol, y después lo apedreó.
Febrero, el mes más largo cuando no hay
dinero.
Más que refrán es un axioma inven-
tado por Pero Grullo, pues en esas con-
diciones no hay mes que no sea kilo-
métrico. Si alguien no está conforme,
que levante el dedo.
Febrero es el solo mes más corto y menos
cortés.
Alude a su brevedad y a la desigual-
dad de su temperatura, como ya he-
mos hecho observar en refranes ante-
riores.
Febrero, mes corto, un día peor que otro. —
V. Febrero es el solo mes más corto y
menos cortés.
Febrero saca la cebada de culero.
Recuerda que en este mes ya alcan-
zan los sembrados de cebada un nota-
ble crecimiento.
Febrero, siete capillas y un sombrero.
Manifiesta que en este mes suele ha-
cer frío, no estorbando, por tanto, el
el abrigo.
Febrero verano, ni paja ni grano.
Esto es, cuando febrero es seco y
caluroso, como se anticipa realmente
la estación, es perjudicial para el cre-
cimiento de los sembrados.
FELICIDAD
379 —
FEO
Por febrero busca el obrero; comerá, pero
también trabajará.
Indica que es la época en que empie-
zan a ser necesarias las labores en el
campo, de las que no puede prescin-
dirse aunque aún sean cortos los días.
Si acaso truena en febrero, las cubas al
gallinero.
Advierte que las tronadas en este
mes auguran que los viñedos no darán
apenas frutos.
Si en febrero caliente estás, por Pascua
tiritarás.
Cuando en el citado mes se adelanta
el calor, suele arreciar el frío por la
Pascua de Resurrección.
FELICIDAD. Contribuir a la felicidad
de aquellos con quienes vivimos, es ser
virtuoso.
Las personas de buenos sentimien-
tos se afanan por procurar la dicha de
los suyos.
La felicidad del cuerpo consiste en la
salud, y la del espíritu en el saber.
La satisfacción producida por el buen
estado, tanto moral como material, pro-
duce la verdadera dicha.
La felicidad mansa y lenta es la que dura.
Como todo aquello que no es exage-
rado ni bullicioso.
La felicidad y el entendimiento siempre
andan encontrados.
Porque el segundo nos suele guiar y
hacer apetecer más de lo que tenemos.
De las felicidades que ofrece el mundo
en la apariencia, lo es únicamente la in-
dependencia.
El no tener que estar sometido a na-
die es, indudablemente, la mayor dicha
apetecible.
Nadie disfruta felicidades sin pasar
muchos males.
El que llega a conseguir lo que desea,
no lo hace sin haber tenido que sufrir
infinitas privaciones.
FELIZ. — Aquel está más próximo a ser
feliz, que se halla en la desgracia. — ♦
V. No hay bien ni mal que cien años dure.
Si quieres ser feliz, vive ignorado.
Proverbio persa que cifra la dicha en
la virtud de la modestia.
Prometérselas felices alguna persona a
sí misma.
Tener firme esperanza de salir airosa
en su intento. — Probablemente ese las
aludirá a Pascuas.
FEO. — De lo feo a lo hermoso, déme Dios lo
provechoso.
Recomienda lo útil sobre lo agra-
dable.
Es tan feo, que el verlo quita el hipo.
Sabido es que el hipo se cura reci-
biendo un susto o una conmoción
grande; en esto se basa la frase.
Eso es más feo que llamar de tú a sn
padre.
Antiguamente era una falta de res-
peto imperdonable tutear a los autores
de sus días; de ahí la comparación es-
tablecida en el dicho que nos ocupa.
Eso es tan feo como pegarle a Dios en Vier-
nes Santo. — V. Eso es más feo que lla-
mar de tú a su padre.
Más feo que el figurón que está en el paseo.
Pondera la fealdad de una persona
o cosa, aludiendo a la horrorosa esta-
tua de Hércules que está en el paseo
de la Alameda de Cádiz.
Más feo que Picio.
Dícese de la persona extremada-
mente fea. — A principios del siglo pa-
sado existía en Granada un zapatero de
aquel nombre, natural de Alhendín,
pueblo de la provincia, el cual, por no
sé qué delito, había sido sentenciado a
la última pena. Hallándose en capilla re-
cibió la noticia del indulto, y fué tanta
la sorpresa que le causó la inesperada
nueva, que, cayéndosele a poco el ca-
bello, las cejas y las pestañas, y llenán-
dosele de tumores la cara, quedó tan
monstruoso y deforme, que en breve
pasó a ser citado como modelo de la
fealdad más horrorosa. Retiróse des-
pués a Lanjarón, villa a 7 leguas de
Granada, donde por no querer quitarse
de la cabeza el pañuelo con que cons-
tantemente la tapaba, a fin de no des-
cubrir la calva, jamás entraba en la
iglesia, lo cual, observado por los habi-
tantes, fué causa de que le hicieran
salir más que de prisa de aquella po-
blación; entonces se refugió en Grana-
da, donde murió al poco tiempo, según
declaran personas que me aseguran
haberlo conocido.
Más feo que una excomunión. — V. Más
feo que Picio.
FERIA
380 —
FERIA
No es tan feo el diablo como lo pintan. —
V. No es tan fiero el león como lo pin-
tan.
Por muy feo que sea el santo, le llega su j
fiesta. — V. A cada puerco le llega su
San Martín.
Ser más feo que el sargento de Utrera, que
reventó de feo.
Una de tantas ponderaciones como
se emplean para expresar la carencia
de belleza.
Ser mas feo que el tío Molino, que le die-
ron el óleo en la nuca porque de feo no
se lo pudieron dar en la cara.
Modo de ponderar la fealdad de una
persona.
Ser más feo que la Muerte.
Ser horrorosamente feo.
Ser uno más feo que la vieja que engañó a
San Antón y apedreó a San Esteban. —
V. Más feo que Picio.
Ser más feo que un miedo de San Antón. —
V. Más feo que Picio.
Ser más feo que un ¡voto a Dios! — V. Más
feo que Picio.
Venir a ser alguna cosa feos pies de la
rueda de la locura de alguno.
Tener un fundamento poco confesa-
ble el encumbramiento o los desvarios
de alguien.
FERIA. — A feria se vapor todo; pero por
narices, no. — V. A Roma se vapor todo;
pero por narices, no.
A otra feria vais (por vayáis) que más
fama cobréis.
Manera de dar a entender a uno lo
desacertado que anda en su modo de
pensar o de obrar.
Cada uno habla de la feria según le va
en ella.
Denota que cada cual habla de las
cosas según el provecho o daño que ha
sacado de ellas.
Como la feria de Nambroca, que lo que
no se hace en esta semana, se hace en la
otra.
Señala la indiferencia con que mira
uno la no realización de sus deseos,
por la esperanza que abriga de que en
otra ocasión se cumplirán.
Comprar en feria y vender en casa.
Aplícase a los amigos de adquirir las
cosas por exiguo valor, para sacarles
después buen producto.
En la feria de amor, el que más gasta
sale peor.
Aconseja que no se interese uno mu-
cho en cuestiones amorosas, pues de
tener un desengaño, cuesta más sufri-
miento al que lo tomó en serio que al
que lo conceptuó como un pasatiempo.
En la feria de Villaverde, el que más pone
más pierde.
Refrán debido, como otros, al sonso-
nete, y cuya significación entraña un
espíritu de triste desengaño, pues ex-
cita a no tomarse interés en el des-
empeño del cargo que a uno le está
cometido, por cumplirse la no menos
triste realización de que, frecuente-
mente, quien más hace, menos merece.
La mitad, a uso de feria.
Recomienda que al ir a comprar al-
gún objeto se ofrezca siempre menos
de lo que el vendedor pide, es decir,
que. se regatee, pues casi siempre sue-
len decir un precio más alto con objeto
de rebajar después. Ese es el sistema
de los chalanes en las ferias, de donde
viene la frase.
Muchos van a la feria a ver, y no compran
nada.
Dícese de aquellos que gustan de
divertirse en todos los terrenos, pero
teniendo cuidado de no comprometer-
se en lo más mínimo.
No creas al que de la feria viene, sino al
que a ella vuelve. — V. Cada uno habla
de la feria según le va en ella.
Nunca se vaya a feria en que más se pierda.
Aconseja se retire uno de aquellos
lugares o compañías en que peligre el
buen nombre de alguno.
Revolver la feria.
Causar disturbios, alborotar. — Des-
componer un negocio en que otros en-
tienden.
Saca a la feria tus muías, que se venden
mal si están ocultas.
Lo que no se conoce mal se puede
adquirir. — Equivale a recomendar el
anuncio.
Tener que contar de la feria.
Da a entender que hay mucho que
hablar de un asunto.
Vender a uso de feria.
Dícese del ajuste que queda ultima-
do en el acto de celebrarse el contrato
FERNANDINA
381 -
FIEBRE
de compra y venta, después de exami-
nada y aprobada la alhaja por el com-
prador, sin tener derecho éste a pe-
dir en lo sucesivo indemnización algu-
na por daños y perjuicios, como no se
pide en igualdad de circunstancias en
las ferias y mercados. — En otras oca-
siones significa vender a mucho menos
precio del que se pide, por ser ésa la
costumbre en las ferias y mercados. A
este propósito se dice igualmente : La
mitad, a uso de feria. (Véase.)
FERNANDINA.— Usar de fernandinas.
No cumplir nada de lo prometido. —
Alude a una carta del duque de Fer-
nandina, en que ofrece al rey D. Fer-
nando, para la expedición contra los
turcos, «diez mil personas a guerra fini-
da, sin paga ninguna> (15 12), lo cual
no llevó a efecto. Así se registra en un
volumen en folio, manuscrito, rotulado
Varios de Historia, y signado E 137, pá-
gina 185, que pertenece a la Academia
de la Historia. El tratado donde se halla
esta especie lleva por título: Primeras
listas de la rúbrica de los papeles del se-
cretario Gerónimo Curita, y son de los
XII liga/nenes, que los demás que aula en
el Alacena todo estaña suelto y sin orden.
FERNANDO» — Viva Fernando, .y vamos
robando.
Frase circunstancial que quedó en
proverbio, muy corriente desde el año
18 1 5 al 1823, alusiva a los abusos y
latrocinios que cometían los partida-
rios del absolutismo de Fernando VIL
FIADOR. — No hay tal fiador como don
Félix Utroque.
No hay mejor garantía que el dinero
contante y sonante que se apronta en
el acto. — En tiempo de Fernando VII
enajenaron los monjes de Veruela va-
rias de sus posesiones. El cillerero o
administrador de los bienes del mo-
nasterio, al ver que el labriego del Bus-
te que subastó las fincas iba vestido
de paño pardo, abarcas y sombrero de
alas anchas, le preguntó quién salía
por fiador suyo, a lo que contestó :
Don-Félix Utroque, vaciando al propio
tiempo sobre la mesa un bolsón reple-
to de onzas de oro, de las que llevan
en el reverso la leyenda In utroque
felix auspice Dei.
No seas fiador ni testigo, ni entres por
ningún postigo.
Recomienda que se evite uno las mo-
lestias que puede ocasionar el hacer
ninguno de los papeles indicados, así
como el de llegar a algún sitio por la
puerta falsa, debiendo hacerlo correcta
y legalmente por la principal.
FIADURA. — Meter a uno en la fiadura.
Darlo por fiador.
FIAR. — Fíate, y no corras.
Úsase irónicamente para indicar que
no se debe dar crédito a lo que se dice.
No te fies de fianza, francés y fraile.
Insértase en los Cuentos, dichos, anéc-
dotas y modismos aragoneses que da a la
estampa un soldado viejo natural de Bor-
ja (segunda serie, pág. 120), como re-
frán de aquel país, a lo que añade el
autor por cuenta propia : «Ahora, el
fraile debe substituirse con el farsante
político.*
Quien no fía, no vende.
Máxima comercial que suele tener
no pocas quiebras, y que no necesita
seguramente de explicación.
Si fío, no cobro; si cobro, no todo; pues
para no cobrar, más vale no fiar.
Valiéndose de esta reflexión, no des-
provista de lógica, se niegan muchos
comerciantes a adelantar sus mercan-
cías antes de percibir su importe.
¡Tan largo me lo fiáis!
Empléase para indicar que no nos
fiemos de aquello que se nos prome-
te, por ser demasiado extenso el plazo
propuesto.
Y a usted, ¿quién le fía? — V. Y a usted,
¿quién le presenta?
Yo le fío. -■ Y quién le ha de fiar a él? —
V. Y a usted, ¿quién le presenta?
FIDELIDAD. — La fidelidad del perro
dura toda la vida; la de la mujer, hasta
la primera ocasión.
Manifiesta el carácter propio de cada
uno de los citados seres.
FIEBRE. — Declinar la fiebre.
Bajar, minorarse. Úsase más común-
mente hablando de las tercianas.
Fiebre que de octubre pasa, grave censo es
en la casa.
Porque esa clase de enfermedad es
muy difícil de atajar en cuanto ya está
avanzando el otoño.
FIEL
382
FIESTA
Limpiarse uno de fiebre.
Faltarle la fiebre, quedando, por tan-
to, libre de ella.
Recargar la fiebre.
Aumentarse o entrar nueva accesión.
Sentir la fiebre del oro.
Dejarse dominar por el excesivo de-
seo del dinero.
FIEL. — No seáis fiel a quien piensa que
sois ladrón.
El que juzga mal de uno no es me-
recedor de que se le guarden conside-
raciones.
Quien una vez hurta, fiel nunca.
Al que ba cometido una falta, aun-
que haya sido impensadamente, no se
le juzga ya honrado, desconfiando, por
tanto, de él.
Buenos son los fieles para callar, pero
mejor no dárselo a nadie a guardar.
Da a entender que el mejor medio
de que no se divulgue un secreto es
no confiárselo a persona alguna, por
muy reservada que ésta pueda ser.
FIELDAD. — Meter en fieldad.
Poner en poder de uno una cosa para
su seguridad.
FIERA. — No hay fiera más fiera que el
que ingrato sea.
La ingratitud es el peor de los vicios
humanos.
FIESTA. — Aguar la fiesta.
Turbar, descomponer cualquiera es-
pecie de regocijo.
Coronar la fiesta.
Completarla con un hecho notable.
Suele usarse irónicamente.
De lo que nada nos cuesta, hagamos la fies-
ta. — V. De esto que no cuesta, llenemos
la CESTA.
Esta fiesta la hace un devoto a costa de
otros.
Aplícase a las personas que gustan
de lucirse sin hacer gasto alguno, apro-
vechándose del dinero de los demás.
Estar uno de fiesta.
Estar alegre, satisfecho.
Fiesta zamorana, reloj y campana. — Véa-
se Fiestas toledanas, gigantones, gigan-
tillas y campanas.
Hacer fiesta.
Dejar la labor o el trabajo un día,
como si fuera de fiesta. — Ensuciar los
niños pequeños.
Pasa la fiesta j> el loco resta.
Todo lo agradable se termina y lo
único que permanece es lo malo.
Por la fiesta de San Clemente, cuanto tri-
go siembres, pierdes.
Aconseja que no se siembre trigo
por el mes de enero, en cuyo día 23 se
celebra el santo. — Creemos se referi-
rá a esta fecha, o a la del 15 de marzo,
ya demasiado retrasadas para la dicha
operación agrícola, pues es de notar
que la Iglesia festeja seis Clementes:
los dos citados, y otros cuatro más en
los días 10 de septiembre, 21 y 23 de
noviembre y 4 de diciembre.
Tengamos la fiesta en paz.
Expresión con que se pide o amo-
nesta a otra u otras personas no pasar
adelante en sus pretensiones o imper-
tinencias, con el fin de evitar desave-
nencias o disgustos.
Ya tenemos la fiesta armada.
Frase en que se suele prorrumpir al
ver que, exaltados los ánimos de unas
cuantas personas por causa de mediar
intereses encontrados, se teme un des-
enlace desagradable.
En las fiestas, trabajar es perder y no
ganar.
Porque generalmente no lo agrade-
ce nadie y encima se ve uno motejado
de mal cristiano.
Fiestas toledanas, gigantones, gigantillas
y campanas, o Fiestas toledanas, gigan-
tones, música y campanas.
Alude a los que se dan mucho bom-
bo y luego resulta que todo se vuelve
palabrería.
Guardar las fiestas.
Seguir el precepto del Decálogo que
ordena santificar los días destinados al
descanso.
Haced fiestas a la gata y saltaros ha a
la cara.
Recomienda que no se emplee el ca-
riño con quien no lo merece ni sabe
agradecerlo.
Las fiestas, donde quisieres; las navida-
des, con las mujeres.
Aconseja a la juventud que se pase
el rato sin contraer compromisos en
donde se quiera; pero ya en la edad
provecta no debe pensarse más que en
ei hogar constituido y en la familia.
FIGURA
- 383 -
FIN
Las fiestas que hago al perro son por su
dueño. — V. Por la peana se adora al
santo.
No estar uno para fiestas.
Estar desazonado y enfadado, o no
gustar de lo que se le propone.
Quien te hace fiestas que no te suele hacer,
o te quiere engañar o te ha menester.
Los elogios que se nos dirigen sin
venir a cuento, o el trato íntimo que
se pretende entablar repentinamente
con nosotros, suelen llevar aparejado
algún dolo o alguna petición.
FIGURA. — Alzar figura.
Formar plantilla, tema o diseño en
que se delinean las casas celestes y los
lugares de los planetas, y lo demás con-
ducente a formar vanamente el horós-
copo o pronóstico de los sucesos de
una persona.
Hacer figura.
Tener autoridad y representación en
el mundo o quererlo aparentar.
Parecer una figura de tapiz.
Aplícase a la persona de traza o figu-
ra ridicula.
Tomar figura.
Remedar a una persona.
Cuando es todo figuras, con ruines puntos
se envida.
El que en cualquier negocio trata con
los que están seguros del éxito, no
puede andar discutiendo las condicio-
nes para emprenderlo.
Hacer figuras.
Hacer movimientos y ademanes ri-
dículos.
FIGURÓN. — Parecer un figurón de proa.
Aplícase a las personas sumamente
feas y estrafalarias, con alusión a las
figuras grotescas que se solía poner an-
tiguamente en la proa de las naves.
FIJO. — Más fijo que la tabla de Valencia.
Se dice del que es un embustero,
aludiendo a la tabla o despacho regula-
dor de carne que había en Valencia,
que no era precisamente un modelo de
precisión en el peso.
FILA. — Quien no se mete en filas no cata
el rancho. — V. El que no se aventura no
pasa la mar,
FILANTROPÍA. — La filantropía es la
moneda falsa de la caridad.
Porque la caridad ama al hombre por
Dios, en tanto que la filantropía ama al
hombre por el hombre.
FILETE. — Gastar uno muchos filetes.
Adornar la conversación con gracias.
FILO. — Darse un filo a la lengua.
Murmurar, conversar en perjuicio de
un ausente, censurando sus acciones.
Dar un filo.
Amolar o afilar.
Hacer uno alguna cosa en el filo de una
espada.
Llevarla a cabo en ocasión difícil o
arriesgada.
Embotar los filos.
Entorpecer y detener la agudeza,
eficacia y ardor con que uno hace, dice
o pretende alguna cosa.
Herir por los mismos filos.
Valerse uno de las mismas razones o
acciones de otro para impugnarle o
mortificarle.
FILÓSOFO.— Donde acaba, o deja, el filó-
sofo, empieza el físico, o el médico.
Indica que el que estudia demasiado
perjudica su salud, necesitando para
reponerla el auxilio de la Medicina.
FIN. — Al fin de la jornada.
Al cabo de tiempo. — Al concluirse,
al descubrirse una cosa.
Al fin del año más corre un mastín que un
galgo.
Significa que con el transcurso del
tiempo el que se propone hacer algo lo
logra mejor que el que tiene condicio-
nes habituales para ello.
Al fin se canta la gloria.
Da a entender que nadie puede jac-
tarse de salir airoso de una empresa
hasta no verla terminada.
Dar fin.
Acabar una cosa. — Terminarse la
vida, morir.
Dar fin de una cosa.
Destruirla, consumirla enteramente.
Donde se saca y no se mete, presto el fin se
le ve. — V. Donde hay saca y nunca pon,
presto se acaba el bolsón.
El fin corona la obra.
No basta acometer una empresa,
cualquiera que sea; lo esencial es verla
concluida felizmente.
El fin final, servir a Dios y no hacer mal.
Indica que a eso es a lo que debe
aspirar toda conciencia honrada.
FIN
- 384
FIRMA
El Un justifica los medios.
Cuando se trata de hacer una bue-
na obra.
El fin no justifica los medios.
Teoría contraria a la anterior, por-
que, en efecto, puede tratarse de hacer
una obra plausible y emplear actos re-
probables para llevarla a cabo.
El fin prueba los actos. — V. El Fia justi-
fica los medios.
¿Ha estado usted alguna vez en alguna par-
te con algún fin particular?
Modo de significarle a uno que no se
nos oculta la intención que envuelve
su manera de proceder o conducirse.
Hasta el fin nadie es dichoso. — V. Al fin
se canta la gloria, o Hasta la muerte
nadie es dichoso.
Mejor es el fin que los medios.
Por aquello de que todos los medios
son buenos, con tal de lograr uno lo
que se propone.
Ningún buen fin puede prometer la violencia.
Nada que tenga por objeto la ejecu-
ción de un acto bueno se realiza por
medios reprobables.
No hay buen fin por mal camino. — Véase
Quien mal anda, mal acaba.
No hay fin que no le tenga.
Todo lo que se premedita llega a su
ejecución.
Sacar a fin de mes treinta días, plato boca
abajo y ropa sucia.
Manifiesta que se ha perdido el tiem-
po en llevar a cabo alguna empresa.
Si llueve al fin de agosto, con fortuna ten-
dréis, con vino, aceituna.
Indica lo conveniente que son las llu-
vias al final de dicho mes para asegurar
la recolección de uno y otro fruto.
Tanto me acechas, que al fin te pesa.
El que desconfía demasiado de otro,
suele arrepentirse en ocasiones del mal
juicio que había formado.
Todo tiene fin en este mundo.
Las alegrías, como las tristezas, no
son constantes, sino que llega un mo-
mento en que se terminan. — Dícese
jocosamente cuando se acaba algún
manjar, vino, postre o algo semejante,
tanto si es agradable como si no lo es.
A fines de agosto ten ya recogido el grano.
En atención a que al final de este
mes suelen sobrevenir las lluvias oto-
ñales, que perjudican los productos
que aun están en las eras.
FINEZA. — Alabo la fineza, o la fran-
queza, o la frescura, o la gracia, o la
pachorra, etc.
Modo irónico de darle a entender a
una persona que se ha comportado
con uno, según las circunstancias res-
pectivas, sumamente grosera, o atrevi-
da, o desvergonzada, o inoportuna, o
descuidadamente, etc. — En el primer
caso, esto es, en Alabo la fineza, no siem-
pre se verifica la figura ironía, indicán-
dose con semejante expresión lo que
lisa y llanamente suena; a saber: una
manifestación de gratitud por parte
de la persona que ha recibido de otra
algún obsequio o elogio.
Venderle la fineza a uno.
Manifestarle que se hace en su obse-
quio lo que no se haría por otro, sea
cierto o no.
FINGIR. — El fingir no es mentir.
En ocasiones se aparenta algo por
propia conveniencia, sin que por eso
crea uno que engaña a los demás.
FINIQUITO. — Dar finiquito.
Acabar con el caudal o con otra cosa.
FINO. — Fino como tafetán de albarda.
Esto es, basto como el esparto. Dí-
cese de las personas mal educadas.
FIRMA. — Dar uno firma en blanco a
otro.
Darle facultades para que obre con
toda libertad en un negocio.
Dar uno la firma a otro.
Confiarle la representación y la di-
rección de su casa o de una depen-
dencia.
Echar una firma.
Mover con la badila la lumbre pues-
ta en el brasero, después de quitada la
ceniza que la cubre, para que dé más
calor.
Llevar uno la firma de otro.
Tener la representación y la direc-
ción de la casa de otro o de una de-
pendencia.
No hay firma de general que iguale al
sello real.
Por alta que sea la jerarquía del que
manda algo, siempre está sobre ella la
mayor dignidad y categoría del jefe del
Estado o del soberano.
FIRMAR
555
FLOJO
FIRMAR. — Firmar en blanco.
Poner uno su firma en papel que no
está escrito, para que otro escriba en
él lo convenido.
Ni firmar sin leer, ni mear sin peer.
Indica que lo primero no se debe ha-
cer, y lo segundo no se suele hacer.
No estar uno para firmar.
Estar borracho.
FIRME. — De firme a firme.
El que con tesón sostiene algo, siem-
pre encuentra quien se lo dispute con
tanto o más empeño.
Estar uno en lo firme.
Estar en lo cierto; profesar opinión
o doctrina segura.
Quedarse uno en firme, o en lo firme.
Estar en los huesos.
FIRMEZA. — Esperar firmeza en amor de
mujeres, querer agotar río caudal con
cesta.
No se deben pedir imposibles, por-
que no se consiguen, como no es da-
ble lograr ninguna de las dos cosas que
el refrán indica.
FÍSICO. — De físico experimentador, y de
asno bramador.
Se suple Dios nos guarde, porque tan-
to el uno como el otro parece que van
a hacer mucho y luego no hacen nada.
FLACA. — La flaca baila en la boda, que
no la gorda.
Porque cansándola pronto el tal ejer-
cicio, esquivan los hombres tomarla
por pareja. — Aplícase en general a que
todo el mundo huye de emplear los
medios que no son apropiados al fin
que se propone conseguir.
FLACO. — Hacerle a uno un flaco servicio.
Hacerle alguna mala obra; causarle
algún perjuicio.
Más flaco que las siete vacas que en sueño
vio Faraón en Egipto.
Exagera la delgadez de una persona.
Más vale flaco en el mato, que gordo en el
papo del gato.
Más vale estar delgado y con vida,
que grueso y muerto.
FLAGELACIÓN.— La flagelación, del
deleite es aguijón.
Las contrariedades que se oponen
a la realización de un deseo, son aci-
cate para que se quiera conseguir con
más empeño lo que uno se propone.
FLAGRANTE. -En flagrante, o En fra-
gante, o Infraganti, o En flagrante de-
lito, o En fragante delito, o In fraganti
delicio.
Dícese de la acción de coger o sor-
prender a uno en el momento mismo
de estar ejecutando un acto, por lo re-
gular, punible.
FLANDES. — Asi esperaré yo aquí como eti
Flandes.
Indica la poca seguridad que puede
tenerse para alcanzar alguna cosa.
¿Estamos aquí o en Flandes? — V. ¿Esta-
mos aquí o en Jauja?
Estar uno en Flandes, y otro en Aragón.
Hallarse dos personas en sitios muy
opuestos o distantes el uno al otro.
FLATO.— Al flato, darle con el plato.
Denota que esta incomodidad se sue-
le combatir comiendo.
FLAUTA. — Sonó la flauta por casuali-
dad.— V. Acertar por chamba.
FLEMA. — Des?tudarse con tanta flema
como si fuera el día de boda.
Equivale a hacer algo muy despacio,
con mucha calma y miramiento, como
generalmente suele desnudarse la re-
cién casada el primer día de matri-
monio.
Gastar flema.
Alterarse poco, obrar con indiferen-
cia o con socarronería. — Proceder des-
pacio.
La flema de Pedro Hernández.
Aplícase a la persona que procede
con gran cachaza en sus operaciones
todas, y tal vez a la que se conduce
con mucho tiento y reflexión antes de
determinarse a hacer una cosa. — Alude
a una obrita satírico-jocoso-moral que
con dicho título compuso el doctor
Marcos García, médico del siglo xvir,
natural de Valladolid, en la cual se pro-
puso bosquejar una crítica sazonada de
la sociedad de su tiempo, especialmen-
te de la de Madrid, calcada sobre ese
ente imaginario, del cual se dice que
se le caían los brazos de puro descuido
e indolencia.
FLOJO. — Ser flojo como el tabaco de Ho-
landa.
Se dice del que es muy endeble,
comparándole con el tabaco holandés,
que es excesivamente suave.
25
FLOR
386
FORASTERO
Ser uno más flojo que una madeja.
Dícese de los que son poco amigos
del trabajo.
FLOR. — Andarse a la flor del berro.
Darse a diversiones y placeres.
Andar vagando la flor del berro. — V. An-
darse a la flor del berro.
Buscar la flor del berro. — V. Andarse a
la flor del berro.
Caer uno en flor.
Morir o malograrse de corla edad.
Dar en la flor, o Tener por flor.
Incurrir repetidamente en algún vi-
cio, acto enojoso o censurable, etc. — Es
frase tomada de los tahúres, para deno-
tar que hacen trampas.
Descornar la flor.
Descubrir al jugador la trampa o
fullería.
Entenderle a uno la flor.
Conocerle la intención.
La flor de la hermosura, cual la de mayo
dura.
Indica que la belleza, particularmen-
te en las mujeres, suele durar poco.
Llevar, o llevarse, uno la flor.
Las primicias o lo mejor de una cosa.
Ser la flor y la nata.
Ser lo mejor y lo más escogido. —
Aplícase al que sobresale entre todos.
Andarse en flores.
Rehusar la contestación , o diferir
entrar en lo esencial de un asunto.
Como mil flores.
Explica la galanura y buen parecer
de una cosa. — También se usa para
significar que uno está satisfecho o
como quiere.
Como unas flores.
Aplícase a todo aquello que es muy
bonito.
Decir flores. — V. Echar flores.
Echar flores.
Requebrar o decir galanterías y piro-
pos a las mujeres.
Ni de las flores de marzo, ni de la mujer
sin empacho.
Denota lo poco que se puede espe-
rar de la mujer que ha empezado a
perder la vergüenza, del mismo modo
que del campo cuando se adelanta de-
masiado antes que llegue la primavera.
Pasársela, o pasárselo, uno en flores.
Pasarlo bien; tener vida regalada.
Si son flores o no son flores.
Se dice del que no ve con claridad
una cosa y no atina a decir lo que pien-
sa, o del que disimuladamente y apa-
rentando duda, ingiere la especie que
le convenía soltar.
Todo eso es flores de cantueso. — V. Ser
tortas y pan pintado.
FLORIDO. — Cuando vieres que el florido
y verde árbol se seca, señal es que para e¡
fuego se apareja.
Indica que todo aquello que va per-
diendo sus principales cualidades, se
aproxima a su fin.
FLORIPONDIO. — Ser uno capaz de ha-
llarle, o sacarle, consonante a flori-
pondio.
Ser extremadamente listo y travie-
so. — Tener gran viveza de ingenio. —
La voz jloripondio carece de consonante
en nuestra lengua.
FONDA. — La fonda del Sopapo, que por
un real dan dos platos.
Aplícase al establecimiento donde
dan de comer relativamente mucho por
poco dinero, a causa de lo ínfimo de
los géneros.
FONDO. — Dar fondo en alguna parte.
Ir a parar, detenerse allá donde se
designa. Es fiase tomada de la Náutic¿s
y se usa en estilo familiar. — Cesar en
alguna ocupación o ejercicio.
Echar a fondo. — V. Echar a pique.
Eso es dar fondo en un mar sin cielo.
Equivale a pretender hacer algo sin
condiciones para conseguirlo.
Grabar en fondo.
Grabar en hueco.
Irse a fondo.
Perder el capital y quedarse pobre.
No hay cosa como saber nadar para no irse
al fondo. — V. Conocer, o entender, o
saber, la aguja de marear.
FONSECA. — Fonseca tiene la bolsa seca.
Puede ser un sonsonete formado por
el afán de buscar consonantes, o una
alusión al célebre Fonseca que tanto
se distinguió entre los imperiales en
la época de la guerra de las Comunida-
des de Castilla.
FORASTERO. — No hay forastero que
venga de mala gente, ni viejo que no haya
sido valiente.
Indica que el que recibe en su casa
FORMA
- 387 -
FORTUNA
gente extraña, siempre la considera y
atiende; lo mismo que en el de edad
avanzada siempre fueron mejor los he-
chos de sus primeros años que los de
los últimos.
Si heredas forastero, cogerás más disgus-
tos que dinero.
Porque todo son obstáculos y con-
tratiempos para entrar en posesión de
bienes que no radican donde uno reside.
FORMA. — Dar forma.
Llevar a la práctica lo que se ha pro-
yectado.
FORTUNA. — A mi fortuna doy adora-
ción, porque mi fortuna es Dios.
Todos alaban los procedimientos de
que se valieron para encumbrarse.
Contra fortuna no hay arte ninguna.
Es inútil pretender uno luchar con-
tra su suerte.
Correr fortuna.
Padecer tormenta la embarcación y
estar a riesgo de perderse.
El que mas adula hace más fortuna.
Las personas serviles tienen mucho
adelantado para llegar adonde quieran.
El que tiene mata fortuna, nada le sale
derecho. — V. El que nace para ochavo,
no llegará a cuarto.
Fortuna, la mejor o ninguna.
El que aspira a salir de la medianía
desea llegar a la cumbre o quedarse
como estaba; es decir, que no deben
preferirse los términos medios en nada.
Fortuna te dé Dios, hijo, que el saber
poco te basta.
Indica que regularmente no se suele
atender al mérito de las personas.
Fortuna y aceituna, a veces mucha, y a
veces ninguna.
Denota que así como la cosecha de
la aceituna rara vez es mediana, así
también es la fortuna, que rara vez se
contenta con la medianía.
Hay buena y mala fortuna en las preten-
siones.
La oportunidad en solicitar alguna
cosa es factor muy importante para
conseguirla.
La baja fortuna jamás se enmendó con
la ociosidad ni con la pereza.
La persona que es poco trabajadora,
no debe quejarse de que no tiene suer-
te en sus empeños.
La fortuna ayuda a los osados.
El que es audaz suele salir bien en
todo lo que acomete.
La fortuna buena es una, y la mala, sin
cuento.
Si se pierde una oportunidad para
mejorar de posición, difícilmente se
presenta otra, por haber en el mundo
muchos obstáculos para todo.
La fortuna de las feas, las bonitas la
desean.
A veces suelen lograr matrimonio
más conveniente las mujeres feas que
las que no lo son.
La fortuna es como la sombra, que sigue
al que huye de ella y huye del que la sigue.
Indica que no debe desperdiciarse
la ocasión de encumbrarse, porque la
fortuna no se halla siempre a merced
del que la busca.
La fortuna es loca.
Porque va a favorecer a quien me-
nos se lo merece, las más de las veces.
La fortuna humilde es más segura que la
elevada.
Porque su fundamento es más segu-
ro, aunque sea menos aparatoso que la
que se improvisa.
La fortuna no es para quien la busca. —
V. El bien no es para quien lo busca.
La fortuna no se cansa de perseguir a los
buenos.
Indica que la suerte suele acompa-
ñar a los que proceden rectamente. —
Usase también en el sentido contrario,
es decir, tomando la palabra fortuna
como sinónimo de desgracia.
Más se habla con la fortuna que con las
personas.
El que a solas traza sus planes para
medrar, los resuelve más a su gusto
que cuando anda consultando con unos
y con otros.
Nadie se da por satisfecho de su fortuna.
Es difícil encontrar una persona que
esté contenta con su suerte, pues ge-
neralmente se ambiciona más de lo que
se tiene.
No es la fortuna.para quien la busca, sino
para aquel a quien se le viene a las manos.
Enseña que no se debe buscar el en-
grandecimiento; es preferible poner los
medios para lograrlo, única forma de
conseguirlo.
FORTUNA
- 38S
FRAILE
A'o hay que temer a la fortuna habiendo
hospitales.
El que anda en miramientos, jamás
logra salir del estado en que se en-
cuentra.
No puede quitar más la fortuna que lo
que ha dado.
El que de la nada se eleva, si por
reveses de la suerte pierde todo lo ad-
quirido, se queda como estaba, y por
tanto no pierde nada realmente que
fuera suyo.
No s'empre la fortuna con los trabajos
da los remedios.
El que se afana para prosperar, no
suele precaver el modo de evitar la
pérdida de lo que adquiere para en-
cumbrarse.
Probar fortuna.
Emprender una cosa de éxito dudo-
so con el deseo de mejorar de suerte.
Quien no asiere a la Fortuna del copete,
a espaldas vueltas es calva. — V. La oca-
sión la pintan calva.
Soplar la fortuna.
Suceder las cosas felizmente.
Tener uno su fortuna en el Banco de
Londres.
Tenerla asegurada y a cubierto de
toda eventualidad, por ser aquel esta-
blecimiento financiero el que más con-
fianza inspira a los capitalistas de los
países todos. — Así lo declaró el triste-
mente célebre D. Juan Álvarez y Men-
dizábal en plenas Cortes, año de 1841,
a 3 de julio, con mengua de todas las
naciones en general, y muy especial-
mente de la nuestra, mediante el si-
guiente relato : «Existe un colegio en
Jerez, de una persona que vino de Amé-
rica y trajo 1 20.000 duros (hay una cues-
tión sobre esto en el Ministerio de la
Gobernación) con el precepto expreso
de que el día que el Gobierno, cualquier
corporación o persona tratase de inter-
venir en el manejo de estos fondos que
él destinó para el sostén de aquel co-
legio, se repartieran a Pedro, Juan o
Diego, que él mismo designaba. ¿Y por
qué hizo esto? ¿Por qué los dejó en el
Banco de Londres? Porque consideró
que en ninguna parte estaban más se-
guros los fondos destinados para cA fo-
mento de la educación en aquel cole-
gio que en el Banco de Londres. Esto
es ya proverbial entre nosotros, seño-
res; hay el estribillo de decir que uno
tiene su fortuna en el Banco de Londres
para demostrar que está al abrigo de
todo accidente, y eso prueba que allí
es donde está más seguro.» Sin co-
mentarios.
FORZOSA. — Hacer uno la forzosa.
Ponerle en la precisión de que eje-
cute lo que no quisiera, disponiendo
las cosas de suerte que no se pueda
excusar.
FORZOSO.— Para ganar, forzoso es tra-
bajar.
Recomienda la laboriosidad como
único medio de poder mantener la
existencia.
FRAILE. — A fraile gordo, latigazo.
Es decir, que se discipline, para que
su aspecto exterior corresponda a la
idea que la gente tiene de los que viven
entre abstinencias y penitencias.
A fraile y gente ordinaria, amén y vaya.
A cada uno se le debe hablar en su
lenguaje para ser entendido.
Al fraile, como le faz, faile.
Indica que no se debe tener mira-
miento con él, sino tratarle ajustándose
a su modo de proceder.
Al fraile hueco, soga verde y almendro
seco.
Advierte que al que es vanidoso
debe castigársele.
Al fraile mesurado, mírale de lejos y há-
blate de lado.
Indica que aunque se presente con
comedimiento, hay que tratarle siem-
pre con desconfianza.
Al fraile, ni darle ni quitarle.
Es oficio de la Justicia el darle a cada
cual lo que de derecho le corresponde,
sin estar obligado a más; pero tampoco
autorizado para hacer menos.
Al fraile no le hagas cama, ni le des tu
mujer por ama.
Recomienda que no se le dé hospe-
daje en casa, ni mucho menos que se le
permitan confianzas en ella.
Al fraile y al cochino, no le ensenes el ca-
mino.
Porque lo aprenden en seguida, y
luego no hay medio fácil de impedir
que sigan frecuentando la casa.
FRAILE
389 -
FRAILE
Como el fraile del mazo.
Se dice que es como él el que es muy
pesado y machacón en lo que cuenta o
en el trato social.
Cuando vieres a un fraile de la Merced,
arrima tu etilo a la pared.
Tal vez se debe esta frase a suponer
que muchos de esta Orden se entrega-
ban a vicios reprobados por la Natura-
leza, porque conculcan sus leyes.— Tam-
bién emplean este dicho los muchachos
en cierto juego en que uno va con un
látigo y pega en la parte posterior al
que se descuida en arrimarla a la pared.
Cuando yo fuere fraile, madre; madre,
cuando yo fuere fraile...
Expresa el deseo de conseguir uno
hacer su gusto en algo, cosa que cree
no poderla lograr sino después de ser
religioso, por aquello de que alcanzan
todo lo que quieren.
El fraile cucarro deja la misa y vase al
jarro.
Indica que el que es religioso sin
verdadera vocación, se inclina más a
las cosas mundanas que a las propias
de su ministerio.
El fraile ganoso cabalga como deseoso,
paga como generoso y calla como reli-
gioso.
Expresa las condiciones que debe
reunir para ser un perfecto fraile, se-
gún el modo de entenderlo la gente del
pueblo.
El fraile que no la pega a la entrada, la
pega a la salida. Dícese también : El
fraile y la muía, cuando no pega?i la coz
a la entrada, la pegan a la salida.
Indica que no debe uno fiarse mucho
de unos ni de otras.
El fraile qrie pide pan, carne toma si le
dan.
Aparte de significar que los frailes
recogen de todo, pero con preferencia
de lo mejor, indica que el que solici-
ta una cosa determinada, acepta otra
cualquiera siendo de más calidad, aun-
que no la haya pedido.
En las cosas malas, lo que no hace un frai-
le, hace otro.
Quiere decir que todos los frailes
están en condiciones para hacer aque-
llo que no debe realizarse, por estar
prohibido.
Estar uno, o una cosa, como el fraile del
Carmen, que ni entra ni sale.
Refrán, de uso corriente en Tarazo-
na, con que se significa la situación in-
decisa o insegura en que alguien o algo
se halla. — Alude a que en el presbite-
rio de la iglesia de carmelitas de aque-
lla ciudad aragonesa existe una puerta
fingida, en la cual se representa a un
lego que asoma parte de su persona
por detrás de una cortina, con un ace-
tre o calderilla de agua bendita en la
mano, en actitud de ir andando, y como
quiera que, en concepto de tal pintura,
jamás se mueve, de ahí el origen de la
locución susodicha.
Fraile que fué soldado sale más acertado.
Advierte que el que toma el hábito
religioso desengañado de las cosas del
mundo, suele ser mejor que los que
son frailes sin haber pasado por otra
profesión anterior.
Fraile que pide por Dios, pide para, o
por, dos.
Explica cómo en las obras de cari-
dad que se hacen con el prójimo no
sólo se interesa el que las recibe, sino
también el que las hace, por el mérito
que adquiere con Dios. — En sentido
desfavorable, se aplica a aquellas per-
sonas que, so pretexto de allegar limos-
nas para fines piadosos o caritativos,
se reservan fraudulentamente para su
provecho particular una gran parte de
lo recaudado.
Fraile que su regla guarda, toma de todos
y no da nada.
Caracteriza este refrán, según el pue-
blo, el verdadero modo de entender
los religiosos el cumplimiento de sus
estatutos.
¿Fraile y coronel? Líbrenos Dios de él.
El religioso que dirige una Comuni-
dad suele ser tan exigente o más que
el jefe que manda un regimiento.
Haz lo que dice el fraile, y ?zo lo que él
hace. — V. Haz lo qtce bien te digo, y no
lo que mal hago.
Ni a fraile descalzo, ni a hombre callado,
ni a mujer barbada, le des posada.
Advierte que son peligrosas cual-
quiera de esas clases de personas, y
por tanto no debe hospedárselas en
casa del que sea previsor.
FRAILE
— 390 —
FRAILE
Ni fraile en bodas, ni perro entre las
ollas.
Denota lo mal que parecen los ecle-
siásticos en ciertas diversiones profa-
nas, así como la exposición que corre
la comida si andan cerca perros.
Piensa el fraile que iodos son de su aire. —
V. Piensa el ladrón que iodos son de su
condición .
Quien dijo fraile, dijo alforja y fraude.
Indica que el engaño y el recoger
cuanto se pueda, son notas caracterís-
ticas de los frailes.
Ser un fraile de misa y olla.
El que carece de estudios mayores,
por lo que no puede aspirar a altos
cargos eclesiásticos. No faltan, empe-
ro, ocasiones en que se dan casos en
contrario.
¿Adonde vas? — A contar los frailes, a ver
si falta alguno. Otras veces se suele
responder : A cagar a Cabildo, que hay
falta de tinta. (Véase.)
A pares, como los frailes.
Dícese de las personas o cosas que
acostumbran a ir pareadas, como solía
acontecer con los frailes cuando iban
por la calle.
Dos cosas no se pueden saciar : los frailes
y el mar.
Recuerda que los frailes no se satis-
facen nunca, por mucho que se les
conceda.
Frailes sobrados, ojo alerta.
Denota la prevención con que desde
muy antiguo mira el pueblo a la clase
religiosa o monacal, mayormente si tie-
ne que habérselas con muchos a la vez
en lugar de sólo uno.
Frailes, vivir con ellos, y comer con ellos,
y andar con ellos, y luego vendellos, que
asi hacen ellos.
Proposición inicua a todas luces, y
que arguye depravación de corazón por
parte del enemigo del catolicismo que
la redactara.
Ir, como frailes, de dos en dos. — V. Apa-
res, COmO los FRAILES.
Los frailes no quieren lo que conviene.
Pedía fervorosamente a Dios Teresa
de Jesús que en las elecciones para el
provincialato saliera electo cierto in-
dividuo de grandes dotes, por creer
que en ello ganaba mucho la religión.
Celebróse el capítulo, y resultó el nom-
bramiento a favor de otro. Entonces la
santa, con su acostumbrada humildad,
pidióle a Dios la perdonase por ha-
ber andado indiscreta en su preten-
sión. Mas el Señor le dijo: < Teresa
mía, cierto es que era conveniente lu
que me pedías; pero los frailes no quie-
ren lo que conviene.*
Los frailes no tienen en la memoria más
que sus comodidades.
Tacha de egoístas a los religiosos.
Los frailes sólo parecen bien en el altar,
en el pulpito, en el confesonario y pin-
tados.
Recomienda en los religiosos la vida
retirada o claustral, y no la propia de
sociedad.
Los mismos frailes con las mismas alfor-
jas. — V. Los mismos perros con distin-
tos collares.
No lo creerá, si se lo predican frailes des-
calzos.
Frase usada para significar que nadie
en el mundo, por autorizado o reco-
mendable que sea, podrá convencer a
alguno de la existencia o veracidad de
tal o cual cosa, aludiendo al respeto y
veneración que habían llegado a gran-
jearse por su virtud los frailes descalzos
o de la más estrecha observancia. A
la manera que hoy se emplea poco esta
frase, por la sencilla razón de no exis-
tir actualmente Comunidades de frailes,
también se puede asegurar que pasa lo
propio tocante al modo o forma de
enunciarla, esto es, respecto del uso de
la palabra si empleada, no como con-
junción condicional, sino como adver-
sativa, pues muy contada es la ocasión
en que se usa en tal sentido, si no es en
ésta u otra análoga : No callará, si lo
matan, para dar a entender que aunque,
o asi lo maten, no dejará de hablar, can-
tar, gritar, llorar, o lo que sea.
No somos todos unos, frailes y tambori-
leros.
Lamento amargo que no se puede
menos de exhalar al ver que en mu-
chas ocasiones son mejor remunerados
los trabajos materiales que los partos
del ingenio, como sucedió con el tam-
borilero del cuento, que... Pero más
vale que yo calle para que hable Cal-
FRANCÉS
— 39i
FRASQUITO
derón por boca de su comedia De una
:ausa, dos efectos. Dice así :
<De una fiesta a su lugar
volvía un tamborilero,
y un fraile también volvía
de la fiesta a su convento.
»E1 tamborilero iba
en un burro caballero,
y el fraile a pie. Preguntóle
el Padre : «¿De dónde bueno?
» — De tañer — dijo — esta flauta
y este tamboril.» — Por eso
— le preguntó — , ¿qué le han dado?»
Él respondió : cPoco, cierto :
»cincuenta reales, comido
y bebido, que no es menos,
llevado y traído, sin otros
regalillos que aquí tengo.
> — ¿Eso es poco?— dijo el Padre — .
Pues yo de predicar vengo,
y ni aun de comer me han dado,
y, como ve, a pie me vuelvo.»
»E1 tamborilero entonces
dijo enojado y soberbio:
« — Pues tamborilero y padre
predicador, ¿es lo mesmo?
»Aprendiera buen oficio,
y no se quejara de eso;
que no somos todos unos,
frailes^ ta?nborileros.>
No te metas con frailes, porque son más
agudos y chuscos que tú.
Consejo que dio el capitán de los la-
drones en cuyo poder cayó Gil Blas de
Santillana, con motivo de que la bolsa
que robó en el camino a un religioso
sólo contenía unas cuantas medallas
de cobre mezcladas con agnusdei y al-
gunos escapularios, sin siquiera una
moneda.
FRANCÉS. — Cuando el francés duerme,
el diablo le ?nece.
«Los autores antiguos los han teni-
do (a los francos o franceses) por be-
licosos e ingeniosos en todas las artes,
así mecánicas como liberales; en nues-
tros tiempos son sumamente orgullo-
sos e inquietos, de manera que anda
un refrán que lo dice», y es el acaba-
do de apuntar. (Tesoro de Covarrubias,
aumentado por Noydens, art. Franco.)
Mala la hubisteis, franceses, la caza de
Roncesvalles.
Aplícase a todo aquello que tiene un
fin desastroso, como ocurrió en aquel
lugar de Navarra el año 778 a los fran-
ceses que, dirigidos por Cario Magno,
volvían a su país de la expedición a
Zaragoza, adonde habían ido llamados
por algunos musulmanes descontentos
del emir de Córdoba, y fueron ataca-
dos en el paso de Roncesvalles, pere-
ciendo la flor de la nobleza de Francia,
y muchos de los que formaban su ejér-
cito, a manos de los moradores de aquel
valle. — Muchos varían el principio del
segundo verso, poniendo en esa en lu-
gar de la caza; y tal vez se deba seme-
jante substitución a las primeras edicio-
nes del Quijote, que por tan leídas, hu-
bieron de dejar ese rastro en el pueblo.
Pero es error notorio, tanto porque la
caza es lo que se lee en los antiguos
romanceros, cuanto por lo expresivo
de dicha palabra, con la cual se denota
harto a las claras una vez más la ver-
dad del proverbio que dice : Muchas ve-
ces, do cazar pensamos, cazados queda-
mos; y la caza en esta ocasión lo que
significa es la derrota.
FRANCIA. — ¿Estamos aquí o e?i Fran-
cia? — V. ¿Estamos aquí o en Jauja?
FRANCO. — Franco como el camello del
Tamorldn, que sin pena podía pasar por
do quisiese.
Se dice de todo aquel que campa por
sus respetos, seguro de no encontrar
obstáculos en ninguna parte, compa-
rándole con el camello de aquel pode-
roso príncipe, a quien nadie osaba im-
pedir que comiera en todas partes.
Franco .y liberal, de ajeno caudal. — V. De
cuero ajeno, correas largas.
FRANQUEZA. -¡Alabo la franqueza! -
V. ¡Alabo la llaneza!
El dejar perder, o la prodigalidad, no es
franqueza.
Censura los gastos excesivamente
superfluos.
FRANQUÍA.— Estar uno en franquía.
En libertad para poder disponer a su
albedrío. Es frase tomada de la Náutica.
FRASQUITO.— Señor Frasquito,^ éstas,
¿son de niño chiquito?
Hubo cierta epidemia en Mairena
(Sevilla); un sujeto conocido por el
nombre de señor Frasquito fué el úni -
co anciano que quedó en el pueblo, y
como oyera decir que la terrible en-
fermedad no atacaba a los muchachos,
se vistió de bebé, con su chichonera y
falditas cortas, y salió a la calle dando
FREÍR
392 —
FRESCO
saltitos y diciendo con voz atiplada, a
tiempo que echaba a rodar una naranja :
« ¡ Chacha ! Zeñó Frasquito ze gorvió
niño chiquito.» Todo ello para espantar
a la Muerte. Pero ésta no tardó en pre-
sentarse bajo la figura de un guasón en-
vuelto en una sábana, y echando mano,
por detrás, a las piernas secas y peludas
del setentón, le dijo con voz cavernosa:
< Zeñó Frazquito, y éstas, ¿zon de niño
chiquito?*, de cuyo susto murió el in-
feliz, y nació el proverbio, el cual se
usa para contraponer, en son de répli-
ca, una cosa grave a otra cosa baladí
o que se reputa tal.
FREÍR. — Al freír de los huevos.
Expresa el tiempo en que se ha de
ver si una cosa tendrá, o no, el efecto
que se pronostica. Suele usarse en son
de amenaza.
Al freír será el reír. Algunos añaden : y
al pagar será el llorar.
Censura al que da por seguro lo que
es contingente, u obra sin previsión y
sin tino, no mirando al día de mañana.
Freírsela a uno.
Engañarle con premeditación.
Si están fritas o 710 están fritas.
Da a entender que alguno se resuel-
ve a hacer una cosa, después de haber
vacilado acerca de su determinación, a
salga lo que saliere.
FRENILLO. — No tener uno frenillo, o
No tener uno frenillo en la lengua.
Decir sin reparo ni empacho lo que
piensa o siente, o hablar con demasia-
da libertad y desembarazo.
FRENO. — Beber el freno.
Sacar el caballo el bocado de los
asientos con la lengua y subirlo a lo
superior de la boca.
Correr uno sin freno.
Entregarse desordenadamente a los
vicios.
Meter a uno en freno.
Contenerlo, ponerlo en sus justos lí-
mites; reducirlo a la razón.
Morder el freno.— V. Tascar el freno.
Poner un freno en la boca.
No hablar por temor de descubrir
algo. — Hacer callar la maledicencia.
Tascar el freno.
Resistir uno la sujeción que se le im-
pone, pero sufriéndola a su pesar.
Tirar del freno.
Contener a uno en sus acciones; re-
primirlo.
Cambiar uno los frenos. — V. Trocar uno
loS FRENOS.
Trocar uno los frenos.
Hacer o decir las cosas cambiándo-
las, alterando su orden, poniendo una
en lugar de otra.
Trocarse los frenos. — V. Volverse las
tornas, o la tortilla.
FRENTE. — Arrugar uno la frente.
Mostrarse ceñudo, por causa de ira,
enojo o miedo.
Primero es la frente que el cogote. — Véa-
se Hacienda, tu dueño te vea.
Que me lo claven en la frente.
Pondera la persuasión en que uno
está de la imposibilidad de una cosa.
Traerlo escrito eti la frente.
No acertar una persona a disimular la
que le está sucediendo, manifestándo-
lo en el semblante y en algunas accio-
nes que hacen traición a su reserva.
FRESCO. — Estar, o quedar, uno fresco.
Estar, o quedar, deslucido o malpa-
rado en un negocio, pretensión, etc.
Hablando D. Bartolomé José Gallardo
(Biblioteca Española, tomo I, col. 1.209)
del Tratado del Alborayque, dice: «Salva
le pone en su segundo catálogo (1829)
en 3-£. 3-sh., y dice que es excessively
rare, if not unique. Está fresco. Yo, sin
el suyo, sé de cuatro.»
«Mas no han pagado el refresco.
¿Qué veo? Roto el servicio...
¡Caballero! ¡Qué estropicio!
Si no le alcanzo, estoy fresco.»
(Bretón de los Herreros.)
«Hombre en mi casa... Estamos fres-
cos.» (Larra.)
Fresco como una mañana de abril.
Lozano y bien conservado. — Aplíca-
se indistintamente a las personas y a
las cosas.
Fresco, de piedra; y abrigo, de mata.
En terreno donde abundan las pie-
dras es más fresco el aire, y es mejor
el abrigo o fuego que proporcionan las
matas.
Para fresco, lo seco; y para abrigo, la
mata.
Indica que es mejor el aire, más fres-
co, en paraje donde no hay terreno en-
FRIGILIS
— 393
FRUTA
charcado, y que la mata es el mejor
abrigo o resguardo. También indica que
la leña de mata abriga, o sea, que ca-
lienta más.
Ser fresco como una lechuga.
Dícese de las personas desaprensi-
vas y que no se avergüenzan por nada.
Ser un fresco. — V. Ser fresco como una
lechuga.
Tomar uno el fresco.
Ponerse en paraje a propósito para
poder disfrutar de él.
/ Ya está usted fresco!
Dícese al que espera una cosa eme
no ha de conseguir.
FRÍGILIS. — / Como somos tan f rígilis! —
¡Como soinos tan piítilis!
Confesábase una mujer, y repren-
diéndola el cura porque no se aparta-
ba de la vida licenciosa que traía, se
excusó ella con las palabras con que
empieza el refrán, a cuya excusa repli-
có el confesor con la segunda parte
del mismo, remedando a la confesada
en su estilo incivil. — Se aplica, en ge-
neral, a los que alegan disculpas fútiles
e infundadas.
FRÍO. — Beber frío y comer caliente.
Enseña las circunstancias que han de
acompañar respectivamente a la comi-
da y a la bebida, a fin de que no dañen
a la salud.
Cada cual siente el frío como anda vestido.
Las cosas se sienten más o menos,
según el temperamento de cada uno.
El frío sabe a quien se arrima.
El necesitado que es discreto, busca
el medio más a propósito para salir
cuanto antes del estado aflictivo en
que se encuentra.
El que tiene frío se acuerda de Grazalema.
Esta villa de la provincia de Cádiz,
distante 18 leguas de su capital, se dis-
tinguió desde muy antiguo por la ma-
nufactura de sus muchos y buenos pa-
ños y bayetas, cobertores, mantas y
demás similares, con lo cual se com-
prende fácilmente la alusión a favor
de la persona friolera en particular, y
en general se extiende a manifestar
que en las necesidades es donde se
echa de ver lo indispensable que se
hace el buscar los medios de remediar-
las lo mejor y antes posible.
Estar más frío que la nieve.
Punto de comparación para indicar
el grado de frialdad de una cosa.
Frío y amor tío guarda dónde entra.
Ambas cosas atacan indistintamente
a toda clase de personas, sin fijarse en
la calidad a que pertenezcan.
Hace un frío que se hielan las palabras.
Manera de exagerar lo bajo de la
temperatura.
No darle a uno una cosa frío ni calentu-
ra. — No entrarle a uno frío ni calor
por una cosa.
Explica la indiferencia con que ¡=e
toma un asunto.
No tiene más frío nadie que la ropa que
trae. — V. Cada cual siente el frío como
anda vestido.
FRIOLERA.— ¡Ahí es una friolera!
Pondera la importancia o gravedad
de alguna cosa.
FRUTA.— Es más sabrosa la fruta del cer-
cado ajeno, que del propio.
Todo lo de los demás suele tener
más alicientes para nosotros que lo que
poseemos.
Fruta de huerta no entra en cuenta.
Alude al escaso valor que en otro
tiempo se daba a los productos horte-
lanos; hoy ya es otra cosa, pues se co-
bra hasta el perejil.
La fruta, para que no haga daño, cuando
la come el soldado.
Cuando empieza a venderse la fruta
en el mercado está verde y cara; pero
en llegando el término de su época, se
encuentra madura y próxima a entrar
en el período de corrupción, que es
cuando resulta más sana y barata, por
cuyo último motivo se hace más ase-
quible su adquisición a la gente que
cuenta con pocos recursos, como le
pasa al infeliz soldado.
La fruta robada sabe mejor. — V. Es más
sabrosa la fruta del cercado ajeno, que
del propio.
Uno come la fruta aceda, y otro tiene la
dentera. — V. Pagar justos por pecadores.
Léese en la Profecía de Ezequiel (ca-
pítulo XVIII, v. 1-3): «Y vino a mí pa-
labra del Señor, diciendo: «¿Por qué
> causa habéis convertido en prover-
bio esta parábola en tierra de Israel,
> diciendo : Los padres comieron el agraz,
FRUTAL
— 394 —
FUEGO
>y los /ti/os sufren la dentera? Vivo
»yo — dice el Señor Dios — que esta pa-
rábola no será más para vosotros un
>proverbio en Israel. >
FRUTAL. — Frutal de hueso y florido, le
guarda el yeso molido.
Quiere decir este refrán que con-
viene abonarlo para que dé abundan-
te fruto.
FRUTO. — Dar fruto.
Producirlo la tierra, las plantas, los
árboles, etc. — Lograr utilidad o pro-
vecho en algo.
Nadie recoge fruto distinto del que siem-
bra. — V. Quien siembra vientos recoge
tempestades.
Sacar fruto.
Conseguir efecto favorable de las di-
ligencias que se hacen o medios que se
ponen.
Irse todo en frutos por pensión. — Y. Co-
mido por servido.
Nunca llega a madurar la nimia fertilidad
de frutos.
Porque el peso que tienen anticipa
su caída.
FU. — Niííinifa.
Contestación que en el terreno fa-
miliar suele dar aquel a quien se le
pregunta su opinión en determinado
asunto, para dar a entender que ni le"
agrada ni le desagrada, que le es abso-
lutamente indiferente.
No decir, o no hacer, ni fu ni fa.
No decir o no hacer absolutamente
nada; permanecer completamente in-
activo.
Salir haciendo fu, como el gato.
Marcharse de una parte enfadado,
de prisa, sin despedirse.
FÚCAR. -Ser un Fúcar.
Alúdese al banquero millonario Fu-
gar, que habitó en Madrid en la calle
que hoy lleva su nombre, aunque mo-
dificado, como en la frase. — V. Ser, o
parecer, un Creso.
FUCIA. — A buena de fucia, mala de cierta.
El que pone su confianza en algo sin
meditar su alcance, suele salirle mal su
propósito.
En fucia del conde no mates al hombre. —
V. Porque estés sirviendo al conde no
mates al hombre, que muere el conde v
queda el hombre.
FUEGO. — A fuego lento, o manso.
Indica el daño o perjuicio que se va
haciendo poco a poco y sin ruido.
Aquí, luego; por fuego, a Toledo.
Respuesta evasiva, cuando no se
quiere satisfacer la curiosidad del que
nos pregunta adonde vamos.
Donde fuego se hace, humo sale.
Enseña que por muy ocultas que
se hagan las cosas, no dejan de ras-
trearse.
Donde hubo fuego, siempre queda rescoldo,
o cenizas.
El recuerdo de lo pasado, sobre todo
si es agradable, nunca deja de hacernos
impresión.
Echar más fuego que la montaña de Etna.
Estar abrasado de amor.
El fuego hecho, ha de salir humo.
Indica que en lo que se hace sin vio-
lentar los términos de su ejecución, se
conocen los procedimientos empleados
para lograrlo.
El fuego, la mar y la mujer lobata, nunca
Jamás te dirán: ¡Basta'.
Porque son insaciables en su vo-
racidad. — Mujer lobata es la prosti-
tuida.
El fuego muestra los quilates del oro.
Indica que el análisis de las acciones
deja al descubierto la intención del que
las realizó.
El fuego no puede estar escondido y ence-
rrado.— V. jE/amorv el dinero no se pue-
den ocultar.
El fuego siempre quiere estar a la ceniza,
como quier que más arde cuanto más se
atiza.
Cada cosa debe estar siempre en
relación con las que han de contribuir
al fin que se persigue.
* Estar uno hecho un fuego.
Estar demasiadamente acalorado por
exceso de una pasión.
¡ Fuego en quien sube del fango al más
elevado rangol
«Los que de nada o de poco llegan a
mucho, suelen portarse mal con los an-
tiguos conocidos y compañeros de su
primitiva miseria, por aquello de que
no hay peor cuña que la de la misma ma-
dera, y lo otro de ni pidas a quien pidió,
ni sirvas a quien sirvió, etc> (Domín-
guez, Diccionario.)
FUEGO
— 395
FUENTEABEJUNA
Guardarse de uno, o una cosa, como del
fuego.
Retirarse o huir de una persona o
cosa con insistencia.
Huir del fuego y dar en las brasas.
Dícese del que, procurando evitar
un inconveniente o daño, cae en otro.
Jugar con fuego.
Empeñarse imprudentemente, por
pasatiempo y diversión, en una cosa
que puede ocasionar sinsabores o per-
juicios.
Lanzar fuego por los ojos.
Enfurecerse; estar muy enojado.
Levantar fuego.
Excitar una discusión, riña o con-
tienda.
Llover sobre alguno denuestos, golpes, etc.,
como fuego graneado.
Insultar, pegar o maltratar a uno va-
rias personas simultáneamente, sin dar-
se punto de reposo.
Meter fuego.
Dar animación a una empresa; acti-
varla, promoverla eficazmente.
No cabíamos al fuego y parid mi abue-
la.— V. Éramos pocos y parió mi abuela.
No está bien el fuego cabe las estopas. —
V. La estopa cabe el mancebo, llamóla
fuego.
Para llamar al fuego, poca leña y mucho
viento.
Las pasiones se avivan fácilmente,
desencadenándose a poca costa.
Pegar fuego.
Incendiar.
Peligroso está el fuego cabe la estopa. —
V. La estopa cabe el mancebo, llamóla
fuego.
Poner a fuego y sangre.
Destruir los enemigos un país; aso-
larlo.
Sacar un fuego con otro fuego.
Desquitarse o vengarse de una per-
sona, empleando en el desagravio los
mismos medios que sirvieron para la
ofensa.
Si el fuego está cerca de la estopa, llega el
diablo y sopla.
Advierte el riesgo que hay en la de-
masiada familiaridad entre hombres y
mujeres.
Tocar a fuego.
Anunciar las campanas un incendio.
Apagar los fuegos.
Desconcertar al adversario en alter-
cado o controversia.
Estar entre dos fuegos. — V. Poner a al-
guno, o estar, o hallarse, entre la espada
y la pared.
FUENTE. — Al lado de la fuente nadie se
ahoga de sed. — V. El que anda con la
miel algo se le pega.
De buena fuente, buena corriente.
Lo dicho por una persona seria es
siempre digno de crédito. — V. De tal
palo, tal astilla.
Deja la fuente por el arroyo: buscarás
agua y hallarás lodo.
Indica que para lograr un fin, lo más
conveniente es dirigirse al tronco.
La fuente de Saliarrúa hace la gente
aguda.
Saltarrúa es una fuente muy cele-
brada en Candas (Oviedo). — Jovellanos
calificó sus aguas de ingeniosas, porque
se cree que a su virtud es debida la
formación de los ingenios de aquella
villa, al tenor de lo que canta el enun-
ciado refrán.
Afds vale irse a la fuente que no a los
surtidores. — V. Deja la fuente por el
arroyo : buscarás agua y hallarás lodo.
Una fuente cerca de una taberna, le causa
perjuicio.
Toda competencia, por pequeña e in-
significante que parezca, es dañosa. —
Hay quien explica irónicamente este
refrán, juzgando que, al contrario de
lo que parece expresar, la primera
junto a la segunda beneficia al taber-
nero. No vale hacer malos juicios.
Beber en buenas fuentes.
Adquirir noticias de quien pueda
darlas fidedignas.
FUENTEABEJUNA. — Fuenteabeju-
na, todos a una, o ¿ Quién mató al conde
de Fuenteabejuna? — Todos a una.
La Orden de Calatrava puso por go-
bernador de esta villa (de la provincia
de Córdoba, distante 13 leguas de su
capital) a D. Fernando Gómez de Guz-
mán, comendador de dicha Orden, a
quien llamaron el conde de Fuenteove-
juna, y quien trataba tan crudamente a
sus moradores, que, llevados de la des-
esperación, se amotinaron el día 23 de
abril de 1476, con grandes vivas a los
FUENTELVIEJO
— 396 —
FUERZA
Reyes Católicos y mueras a los traido-
res, acometiendo con esfuerzo su casa,
y no sólo mataron al comendador, sino
también a catorce criados que lo de-
fendían, arrojando el cadáver por una
ventana, el que fué arrebatado por las
mujeres y muchachos y arrastrado con
bastante algazara hasta la plaza, donde
lo descuartizaron. Sabido que fué el
suceso por D. Fernando y D.a Isabel,
despacharon un juez de residencia para
que castigara a los culpados; mas no se
pudo descubrir quiénes fueran éstos,
ni aun habiéndose recurrido a aplicar
la cuestión de tormento. No sé por qué
dice el refrán Fuenteabejuna, siendo así
que el pueblo se llama oficialmente
Fuenteovejuna, aunque muchos autores
creen que fué la antigua Mellaría, cé-
lebre por la abundancia y riqueza de
su miel. Las armas de la villa tampoco
nos sacan de dudas, pues si bien es
cierto que en la parte superior figura
una fuente coronada por un enjambre
de abejas, en el lado izquierdo se ve a
dos leones en ademán de devorar a una
oveja. Siga el discreto lector la opinión
que guste. — V. Enlre todos la mataron,
y ella sola se murió.
FUENTELVIEJO.— Fuentelviejo, mal
te encuentro, peor te dejo.
Alude a lo poco que progresan los
lugares de escaso vecindario, que por
lo general pierden más que ganan con
el transcurso del tiempo.
FUERA.— Andar, o estar, uno fuera de sí.
Estar enajenado y turbado de suer-
te que no pueda reglar sus acciones
con acierto. — Dícese igualmente Po-
ner, o tener, a uno fuera de si, con rela-
ción a aquello que es causa de operar
en él semejante enajenamiento o tur-
bación.
Estar uno fuera.
No hallarse en su casa. —Dícese más
frecuentemente del que se ha ausenta-
do de ella para ir a otro punto más o
menos distante, y durante mayor o me-
nor espacio de tiempo.
FUERO. — No lo manda el fuero que la mu-
jer comience a liablar de amor primero.
Las conveniencias sociales no per-
miten a la mujer ciertas libertades, que
se juzgan sólo propias de los hombres.
Reconvenir en su fuero.
Citar a uno a que comparezca en jui-
cio ante el juez o Tribunal competente.
Surtir el fuero.
Estar o quedar uno sujeto al de un
juez determinado.
FUERTE. — Acometa quien quiera, ¿/fuer-
te espera.
Advierte que es más valor esperar
con serenidad el peligro, que no aco-
meter o provocarlo.
Fuerte y feo.
En ciertas obras o composturas es
preferible la solidez y tosquedad a la
endeblez y buen aspecto.
Más fuerte era Sansón y le venció el amor.
Nadie alardee de invulnerable, pues
el que más grita, por lo general es el
primer dominado.
Pee fuerte y ríete de la muerte.
Enseña que no se debe uno preocu-
par de nada, sino tomar las cosas cun
toda tranquilidad.
FUERZA. — A fuerza de villano, hierro en
mano. — V. Al villano, con la vara del
avellano.
A fuerza de villano, hierro en medio. —
V. A fuerza de villano, hierro en mano.
A quien más le resiste, con más fuerza
Cupido embiste.
Los enemigos del matrimonio suelen
ser los que más pronto se ven cogidos
en su lazo.
Comer con fuerza y mascar con gana, que
lo que no se hiciere hoy, ahí está ma-
ñana.
Recomienda que se tome la vida con
tranquilidad, sin preocupaciones.
De do, o do, fuerza viene, derecho se pier-
de, o Donde la fuerza oprime, la ley se
quiebra.
Por mucha razón que se tenga, es
preciso doblegarse a la imposición del
más fuerte.
Donde fuerza hay, derecho se pierde. —
V. De do, o do, fuerza viene, derecho se
pierde.
Donde hay fuerza. de hecho, se pierde cual-
quier derecho. — V. De do, o do, fuerza
viene, derecho se pierde.
Fuerza fingida, muy poco presta ni vale.
El que hace alarde de condiciones
que no posee, tarda poco en descu-
brirse que carece de ellas.
FUERZA
— 397 —
FUNDAMENTO
Hacerle a uno fuerza.
Influir poderosamente en su ánimo
para decidirlo a obrar de esta o aque-
lla manera.
írsele a uno la fuerza por la boca.
Ser baladrón.
La fuerza de los valientes, cuando caen, se
pasa a la flaqueza de los que se levantan.
Después de lograda la victoria o el
éxito en una empresa, todos suelen
reconocer más aptitudes en el que lo-
gró el triunfo.
La fuerza de toda doctrina consiste en
hacer lo que enseñamos. — V. Es más efi-
caz el ejemplo que ¡a doctrina.
La fuerza es vencida del arte.
La inteligencia siempre se impone a
la destreza, tarde o temprano.
Lo que por fuerza poseas, que te dure mu-
cho no creas. — V '. Lo mal ganado se lo
lleva el diablo.
Más vale fuerza que ciencia.
El trabajador mecánico gana más que
el científico; la energía bruta produce
más que la intelectual. Así sucede por
lo general, con rarísimas excepciones,
como lo acredita la experiencia todos
los días.
Ninguna fuerza humana al tiempo se re-
siste.
No hay nada más fatal y poderoso
que el tiempo.
Protestar la fuerza.
Reclamar contra la violencia con que
se precisa a uno a hacer lo que es con-
tra su voluntad.
■Quien tenga fuerza en el brazo, que cave
y pode en marzo.
Es la época en que empiezan a ha-
cerse en el campo siembras de deter-
minadas labores, que requieren gran
vigor en el que las ejecuta, por el esta-
do del terreno,
-i fuerzas de ganapán, hierro en medio.
El que flojea en el trabajo, sólo por
la violencia se consigue que haga lo
que le está encomendado.
Cobrar fuerzas.
Dar alguna tregua al cansancio o al
trabajo, especialmente si se toma en el
entretanto alguna refacción para poder
continuar con más vigor la faena que
se dejó en suspenso. — Convalecer el
enfermo.
Sacar uno fuerzas de flaqueza.
Hacer algún esfuerzo extraordinario
a fin de lograr aquello para que se con-
sidera débil o impotente, apremiado
por lo crítico de las circunstancias.
FULANA. — : Quién lo dice? —Fulana.
— No le hagas caso, es cayetana.
Entre los limeños, modo de calificar
de necia o tonta a una mujer. — Trae su
origen de unas beatas así llamadas en
la ciudad de los Reyes a principios del
siglo xvín, cuyo instituto duró poco,
por haber sido la befa del pueblo a
causa de lo ridiculas y extravagantes
que iban vestidas.
FULANO. — Dejaste a Fulano porque lo
conocías, y escogiste a Mengano porque
no ¡o conocías.
Indica que muchas veces, por querer
mejorar, se empeora.
FULLERO. — Más fullero que Andradilla.
Aplícase a aquellos que tienen fama
de tramposos.
FULLONA. — Armar la fullona.
Provocar alboroto o desorden sin
venir a cuento.
FUMEAR. — El que f umea, no polvea.
Empléase familiarmente para indi-
car que por lo general el que fuma no
suele tomar rapé.
FUNCIÓN.— No hay función sin fraile.—
V. No hay función sin tarasca.
Xo hay función sin tarasca.
Critica a la persona que asiste a todas
las fiestas y diversiones.
FUNDAMENTO. - Sin buen fundamen-
to, el edificio fio puede ser durable.
Manifiesta que la resistencia de todo,
tanto moral como material, consiste en
la buena base.
Q
GACETA. — Mentir más que la Gaceta.
Mentir mucho. — La Gaceta a que el
refrán se refiere no es al diario oficial
español, sino a los antiguos periódicos,
que tomaron dicho nombre porque en
el siglo xv, hallándose Venecia en todo
su apogeo, al regresar sus buques mer-
cantes que habían surcado todos los ma-
res entonces conocidos, cargados con
frutos y noticias de los países visitados,
era tal la multitud que acudía al puerto
ávida de nov&dades, que para calmar
y satisfacer su curiosidad fué preciso
mandar escribir unas hojas, por cuya
lectura se pagaba una moneda llamada
gazeta, equivalente a unos diez cénti-
mos de peseta, y de aquí resultó que
a los mismos papeles noticieros se
los llamase gacetas. El procedimiento,
agrandado por la invención de la Im-
prenta, se extendió por toda Europa,
y pronto no quedó nación de alguna
importancia que no poseyese su corres-
pondiente Gaceta. Ahora bien: como
éstas tenían que publicarse periódica-
mente y no siempre había novedades
suficientes para llenar el número, inser-
taban a lo mejor noticias tan estupen-
das, que los lectores tenían forzosamen-
te que tomarlas a risa, naciendo de ahí
el dicho que nos ocupa.
GACETILLA. — Ser tina gacetilla.
Es decir, persona que por hábito e
inclinación lleva y trae noticias de una
parte a otra.
GACHAS.— ¡Animo, a las gachas! Algu-
nos añaden : que son de arrope.
Incita a una persona a atreverse a
alguna cosa, especialmente cuando es
agradable.
Hacerse uno unas gachas.
Expresar el cariño con demasiada
dulzura y enternecimiento.
GAITA. — Ándese la gaita por el lugar.
Modo de expresar la indiferencia
con que uno mira aquello que por nin-
gún concepto le importa o interesa.
¡Buena está la gaita!
Expresa la molestia que nos ocasio-
na algún encargo, comisión, etc.
Estar uno de gaita.
Estar alegre y contento y hablar con
gusto y placer.
La gaita del pueblo nunca hace buen son. —
V. Nadie es profeta en su patria.
La gaita, o el gaitero, de Hontoria.
El P. Noydens, en sus adiciones al
Tesoro de Covarrubias, se limita a de-
cir : íLa gayta de Ontoria, y el gayte-
ro de Ontoria, lugar de el obispado de
Segouia, quedó en prouerbio, y cuen-
tan del cierta patraña.» Ignoro cuál sea
ésta; pero presumo que será idéntica o
parecida a la que se refiere de un su
compañero de profesión como ocurri-
da en Bujalance, y de la cual se hace
mención en su debido lugar. — V. El
gaitero de Bujalance, un maravedí por
que empiece y diez por que acabe.
Ser uno, o una cosa, una gaita.
Cosa que desagrada o molesta.
Tener uno buena gaita.
Tener mucho pescuezo.
Andar templando gaitas.
Usar de demasiadas contemplacio-
nes para satisfacer o desenojar a uno.
No me vengas con gaitas zamoranas.
Equivale a decir que no nos moles-
ten con tonterías, cuentos o retóricas.
GAITERO.— £7 gaitero de Bujalance, un
maravedí por que empiece y diez por que
acabe.
Se zahiere a los que son pesados y
molestos en su trato y conversación, y
por otra parte difíciles de entrar en
ella, haciéndose rogar mucho, como-
GAJE
— 399 —
GALARDÓN
ocurría con el personaje citado, que
jamás quería tocar; pero cuando empe-
zaba no dejaba la gaita hasta que veía
que se había quedado solo.
Siempre el mejor gaitero menos medrado
lo vemos. — V. Quien más hace, menos
?nerece.
Parecer uno a los gaiteros de Lumpia-
que, que les amaneció' templando.
Aplícase en Aragón a los muy pesa-
dos en acabar la faena que traen entre
manos. — Cuéntase que para solemni-
zar las fiestas de cierto lugar, llamaron
a los famosos gaiteros de Lumpiaque
(otro lugar distante 7 leguas de Zara-
goza). Consentidos todos en que lo me-
jor de la fiesta había de ser el baile,
aguardaron con impaciencia a que lle-
gara la noche; se encendieron candiles
y velones, se llenó la sala de gente, se
prepararon las parejas, y como no em-
pezaba la música, porque los gaiteros
no acababan de templar, aburridos los
circunstantes, se dispersó la reunión
en medio de votos y rechiflas. Lo que
no cuenta la historia es si, dado el poco
sufrimiento de la gente aragonesa,
arrojaron o no por la ventana a aque-
llos torpes tañedores.
G AJE. — Ser una cosa gajes del oficio.
Dícese de todas aquellas molestias o
gravámenes que son inherentes al des-
empeño de un cargo u ocupación.
GALA. — Gala mata luto.
Refrán palaciego con que se denota
que en la concurrencia de fiestas de
gala con las tristes ceremonias origina-
das por la defunción de algún persona-
je regio, aquéllas se anteponen a éstas.
Hacer gala de una cosa.
Preciarse y gloriarse de hacerla, o de
haberla hecho, o de poseer aquella o
esta cualidad.
Hacer gala del sambenito.
Gloriarse de aquello de que antes
debía avergonzarse y confundirse uno.
La gala, o gracia, del nadador es saber
guardar la ropa.
En los negocios comprometidos, el
toque está en salir airoso de ellos.
Llevar uno la gala, o Llevar uno la pal-
ma y la gala.
Merecer el aplauso, atención y esti-
ma de las gentes.
Tener a gala el hacer tal o cual cosa. —
V. Hacer gala de una cosa.
Las galas excusadas, los hijos a manadas.
Donde hay mucha familia, como todo
caudal es poco, no puede distraerse
en lujo.
GALÁN. — Más galán que Mingo.
Aplícase comparativamente a la per-
sona que viste con cierto lujo.
Nosotros apedreando al galán, y el cuco,,
en Santa Catalina.
Dícese de la persona que se quita
de en medio cuando se la necesita, o de
aquella que se muestra indiferente, o
no se da por aludida, en asuntos que
a ella se refieren.
He aquí el origen de este refrán, poco
común, y que en cierto modo puede
equivaler al francés C est le chien de Jean
de Nivelle, il s'enfuit quand on Vapelle.
Cuéntase que en Albares, villa de la
provincia de Guadalajara, a principios
del siglo pasado requerían de amores
dos galanes a una joven, por lo que uno
de ellos, deseoso de quedar dueño del
campo, invitó a algunos amigos suyos
con el objeto de que le ayudasen a tirar
piedras a la casa de su rival. Comen-
zado el apedreo a la hora concertada,
como viesen que el interesado no pa-
recía, se dieron a buscarlo por todas
partes, hasta que lo hallaron refugiado
en la ermita de Santa Catalina, exis-
tente a la sazón en las afueras del pue-
blo y hoy destruida, donde anidaban
multitud de cuclillos, por cuyo motivo
prorrumpieron los mozos apedreado-
res en las palabras que luego pasaron
a ser refrán, jugando al propio tiempo
del vocablo cuco por el ave y por el tai-
mado que los había comprometido, hu-
yendo él el cuerpo de la escena en que
debía haber representado el papel de
protagonista.
GALANA. — Galana es mi comadre, si no
tuviera aquel Dios os salve.
Hay muchas cosas que serían bue-
nas... si no tuvieran algún defecto.
GALÁPAGO.- Ser uno un galápago.
Se dice de la persona astuta, bellaca
y taimada.
GALARDÓN. — Galardón sin trabajo no
se puede alcanzar. — V. No hay atajo sin
trabajo.
GALFARRO
— 400 —
GALGO
Los que reciben galardón, no se acuerdan
de lo que fueron por lo que son.
Achaque ordinario de los que llegan
a desempeñar altos cargos, pues sue-
len olvidarse de lo que fueron antes y
sólo se fijan en lo que en la actuali-
dan son.
No ha de pasar bien sin galardón, ni mal
sin punición, o pena.
Toda buena acción es merecedora de
premio, así como la mala, de castigo.
GALFARRO. — Ser un galfarro.
Hombre ocioso, perdido, mal entre-
tenido.
GALGA. — Parecerse a la galga de Lucas.
Faltar en la ocasión más precisa.
Salir la galga ??ial capada, o Salirle a
uno la galga capada.
Resultarle una empresa al contrario
de lo que pretendía o esperaba.
GALGO. — A galgo viejo, échale liebre y no
conejo.
Porque la alcanza mejor. — Recomien-
da que a las personas de cierta edad
se les dé la ocupación más adecuada
a aquélla.
A la larga, el galgo a la liebre mata.
Con la constancia se acaba por ven-
cer toda suerte de obstáculos.
Como el que iiene un galgo cojo para ir
de caza.
Aplícase a la persona o cosa que es
de poca o ninguna utilidad.
Correr con tanta prisa, que no le alcanza-
ra un galgo.
Modo de exagerar la premura con
que una persona se quita de en medio.
De casta le viene al galgo el ser rabilar-
go. — Véase en Casta.
¡Échale un galgo!
Denota la dificultad de alcanzar a una
persona, o la de comprender u obtener
una cosa.
El galgo barcino, o malo o muy fino.
En galgos de ese color (blanco y par-
1, o rojizo) no cabe medianía.
El galgo y el gavilán no se quejan por la
presa, sino porque es su ralea.
Aplícase a la gente baja y de malas in-
clinaciones, que hacen daños aun cuan-
do no tengan intención de hacerlos.
El que nos vendió el galgo.
Indica lo muy conocida que es una
persona por algún petardo que ha dado.
En fin, más corre un galgo que un mas-
tín; pero si el galgo está a?narrado, más
corre un mastín que un galgo.
Refrán con que se suele terminar
una conversación, sacando esta conse-
cuencia jocosa. — La segunda parte sue-
le decirse también : mas si el mastín es
largo, más corre el mastín que el galgo,
que es algo más propia y menos pero-
grullesca, a mi juicio.
Estar atraillado como galgo.
Hallarse sujeto moralmente a otra
persona, e imposibilitado, por tanto, de
obrar libremente.
Mal están los galgos para ir de caza.
Contra los que demuestran estar pe-
rezosos.
No le alcanzarán galgos.
Pondera lo distante del parentesco
de que se está tratando.
Parecerse a los galgos de D. Tadeo, que
se arrimaban a la pared para ladrar.
Dícese de las personas que están tan
delgadas y débiles, que apenas pueden
echar el aliento.
Por aquí han pasado los galgos.
Cuéntase de cierto doctor que tenía
dos lebreles que le habían sido legados
por un amigo, previa la solemne prome-
sa de no deshacerse de ellos bajo nin-
gún pretexto. Fiel a su palabra, cuando
tenía que salir de casa los dejaba ence-
rrados en su despacho; y como los pe-
rros se aburrían de su cautiverio, to-
maban venganza sobre los malhadados
manuscritos de su amo, saltando sobre
las mesas donde éstos se hallaban es-
parcidos, arrojándolos al suelo, arras-
trándolos y desgarrando páginas ente-
ras. Llegado el momento de la impre-
sión, los pobres manuscritos no había
per donde cogerlos: aquí una laguna de
muchos párrafos, que hacía imposible
la ilación de las ideas; ora lo que a toda
prisa substituía el autor no concertaba
con lo que antes había escrito; a veces
la expresión suprimida por el diente
censor de los canes no volvía a ofre-
cerse a sus mientes, siendo preciso re-
emplazarla del mejor modo posible. Así
es que cuando los amigos del doctor
encontraban en sus obras alguna pro-
posición mal demostrada u obscura,
cuando notaban alguna omisión o se
GALOPÍN
401 — ■
GALLINA
escandalizaban de alguna incoherencia,
no podían menos de exclamar : Por
aquí han pasado los galgos.
■Ser uno como los galgos de Lucas, que
cuando sale la liebre les da gana de ca-
gar.— V. Parecerse a la galga de Lucas.
•Si son galgos o no son galgos, o Si son
galgos o si son podencos.
Aplícase a los que andan disputando
por nonadas o fruslerías, mayormente
si en el entretanto aparece un tercero
en discordia que resuelve la cuestión
en beneficio propio. — Así sucedió con
los conejos de la fábula; pues mien-
tras andaban discutiendo acalorada-
mente sobre si unos perros que habían
divisado a lo lejos eran galgos o po-
dencos, aprovechándose de la disputa
los canes, se echaron sobre los con-
tendientes, que no tardaron en pasar
del matorral a la barriga de los cuadrú-
pedos de la raza canina, siquiera per-
tenecieran éstos a tal o a cual especie.
Vayase a espulgar galgos, o un galgo.
Manera despreciativa de despedir a
una persona.
GALOPÍN. — Ser un galopín.
Hombre astuto, taimado, etc.
GALVÁN. — No lo entenderá Galván.
Denota lo intrincado o inexplicable
de una cosa.
GAL VEZ. - Mañana ayunará Gálvez. —
A bien que no es hoy.
Modo de dar a entender que se difie-
re el cumplimiento de una cosa debida
o prometida, mayormente si se está en
ánimo de no llevarla a efecto.
GALLARDETE.— De gallardete a ga-
llardete no se hace saludo. — V. Enlre
sastres no se pagan hechuras.
GALLARÍN. — Salirle a uno al gallarín
una cosa.
Acarrearle disgustos; sucederle al re-
vés de lo que deseaba.
GALLEGO. — A gallego pedidor, caste-
llano tenedor.
A los que abusan con peticiones rei-
teradas, conviene hacerles ver lo im-
portuno y molesto de su conducta, ne-
gándoles de una vez para siempre lo
que tantas otras se les había concedido.
¡Gallego!... — Al culo te llego.
Se emplea en uno de los juegos de
los muchachos, sin que tenga relación
con los naturales de Galicia, pues sólo
se busca el sonsonete de la expresión.
Un gallego no da nada.
Modo de tildar de miserables o cica-
teros a los hijos de Galicia, fundado en
el siguiente cuento o sucedido: tomó
cierto caballero un mozo para su ser
vicio, y preguntándole si era gallego,
le contestó que no, que asturiano. «Lo
mismo da», repuso el señor. «Perdone
su mercé, mi amu; nun da lu mismu,
porque ««jalleju nun da nada.*
Claro está que en Galicia, como en
todas partes, hay sujetos apretados y
sujetos desprendidos, y que sólo la pre-
vención de unas regiones contra otras
puede ser la causa ocasional de éstos
o parecidos dicterios; pero lo cierto
es que la fama de tacaños les viene a
los gallegos desde muy antiguo, como
lo acreditan otros refranes. Sea como
quiera, y volviendo al refrán objeto de
este artículo, diremos que alguna vez
se emplea como réplica "al que dice que
lo mismo da una cosa que otra, aun
cuando para nada intervengan gallegos
ni asturianos en el asunto de que se
trate, con ser unos y otros de suyo tan
aficionados a figurar y mangonear en
todo y en todas partes.
Gallegos y asturianos, primos hermanos,
o se dan la mano.
Alúdese a que por la proximidad
regional suelen confundirse unos con
otros, aun cuando ellos tengan buen
cuidado de evitarlo.
Todos somos gallegos y no nos enten-
demos.
Indica lo poco avenidos que suelen
ser los de esta región en ciertas oca-
siones.
GALLETA. — Colgar la galleta.
Despedir, despachar, poner en la ca-
lle a la persona que sirve en alguna
casa, oficina o dependencia. — Tiene
mucho uso en la América del Sur.
GALLINA. — Aldeana es la gallina y có-
mela el de Sevilla.
Advierte que no se deben despre-
ciar las cosas por ser humildes o cria-
das en tierra pobre.
Con gallina en pepitoria se puede ganar
la gloria.
No es difícil conseguir o esperar una
26
GALLINA
402
GALLINA
cosa cuando se hace sin mortificación
alguna.
De aquella gallina vie deje Dios comer,
que deja los huevos y empieza a poner. —
V. De aquella me deje Dios comer que
deja los pollos y comienza a poner.
De la gallina, la negra; del ansarón, el
pardo; de la mujer, la pecosa.
Parece indicar que no son los prefe-
ribles.
Echar una gallina.
Poner huevos a una gallina clueca
para que los empolle.
El que no co?ne gallina, cerne sardina.
Cuando no se puede disponer de
manjares exquisitos o regalados, hay
que contentarse con comer los vulga-
res o comunes.
Escarba la gallina/0/' su mal. - Y. Escar-
ia la gallina y se echa la tierra encima.
Escaria la gallina y halla su pepita.
El curioso que trata de inquirir lo
que está oculto, suele hallarse con algo
que le hace daño.
Escarba la gallina y se echa la tierra eji-
citna.
Muchas veces, pretendiendo hacer o
causar un daño a otro, sale uno dam-
nificado.
Está más empachada que una gallina con
dos pollos.
Dícese de la persona que se ve per-
pleja, sin saber qué determinación to-
mar, cuando tiene que elegir entre dos
asuntos.
Estar como gallina en corral ajeno.
Persona que se halla o ha de hallar-
se avergonzada o confusa entre gente
desconocida.
Gallina muerta no cacarea.
Cuando se quita la causa, desaparece
el efecto.
Gallina que canta como el gallo, pone al
dueño a caballo.
Creencia del vulgo supersticioso, de
que anuncia la muerte del poseedor
de aquella ave, por lo que se apresura
a matarla.
Gallina vieja, buen caldo.
Indica que así como la gallina hecha
produce caldo más substancioso, así la
persona de cierta edad vale más por
su talento y reflexión para los actos de
la vida.
Hoy una gallina y antier un gallo, yo veo-
bien mi duelo, aunque me lo callo.
Los que ven desaparecer su fortuna
poco a poco, ya pueden suponer cuál
sea su fin.
La gallina de mi vecina, más huevos pone
que la mía. — V. La gallina de mi veci-
na pone más gordos huevos, etc.
La gallina de ??ii vecina pone más gor-
dos huevos, y cria mejores pollos que la
mía.
Reprende a los envidiosos, que siem-
pre tienen por mejor aquello que otros
poseen.
La gallina gorda, en su lugar hay quien
la coma.
Indica que lo que es apetecible, en
todas partes tiene buena acogida.
La vieja gallina hace gorda la cocina. —
V. Gallina vieja, buen caldo.
No es gallina buena la que come en casa y
pone fuera.
Satiriza a las personas que ocasio-
nan las molestias en un sitio y dejan
las ganancias en otro.
No es mucho que a quien te da la gallina
entera, tú des una pierna de ella.
Enseña que debemos ser agradeci-
dos a los bienhechores.
No ?iace gallina que no es grata.
Todo lo que es bueno nos satisface
desde su origen.
Siempre gallina, amarga la cocina.
Todo lo que se repite, por muy bue-
no que sea, llega a cansar.
Siempre gallina en el puchero, amarga el
caldo. — V. Siempre gallina, amarga la
cocina.
Tan contenta va una gallina con un pollo
como otra con ocho.
Enseña el amor y cuidado de las ma-
dres con los hijos, al modo de la galli-
na, que recoge debajo de sus alas a un
pollo solo y cuida de él como la que
tiene muchos.
Una gallina ciega halla a veces un grano
de trigo.
Indica que la casualidad es un factor
muy poderoso.
Viva ¡a gallina, aunque sea con su pepita.
Aconseja que no se debe intentar
el curar radicalmente ciertos achaques
habituales, por el riesgo que puede ha-
ber de perder la vida.
GALLIPAVO
— 403 —
GALLO
Acostarse uno con las gallinas.
Meterse en la cama muy temprano.
Cuando meen las gallinas.
Denota la imposibilidad de hacer o
conseguir una cosa, o que no debe ha-
cerse por ser impertinente.
Doce gallinas y un gallo comen tanto como
un caballo. — V. Más caga, o come, un
buey, que cien golondrinos.
¡ Gracias al que nos trajo las gallinas!
Frase tomada de la fábula de Iriarte,
Los huevos, y que se aplica al que quie-
re pasar por original, cuando no hace
más que repetir lo que otros han hecho
o dicho.
Holgad, gallinas, que muerto es el gallo.
Da a entender la falta que hace la
cabeza principal en una casa o comuni-
dad, por la libertad que se toman los
dependientes en su ausencia.
Holgar, gallinas, que el gallo está en ven-
dimias. — V. Holgad, gallinas, que muer-
to es el gallo.
Ser como las gallinas del tio Alambre,
que las despertaba el hambre.
Ser una persona extremadamente del-
gada a causa de la poca alimentación.
Ser como las gallinas del tío Rincón, que
saltaban siete corrales por buscar con-
versación.
Dícese de las mujeres parlanchínas,
aficionadas a ir de casa en casa con
cuentos y chismes.
GALLIPAVO. — Soltar un gallipavo. -
V. Soltar un gallo.
GALLITO. — Ser uno el gallito del lugar.
Sobresalir y hacer gran papel en algu-
na parte por causa de sus méritos per-
sonales, o por su elevada posición so-
cial, o ya en virtud de la autoridad que
se arroga.
GALLO. — Al gallo que canta le aprietan
la garganta.
Advierte el daño que se puede se-
guir de no ser callado en ciertas y de-
terminadas circunstancias.
Al primer gallo.
A media noche. — V. Entre gallos y
media noche.
Al que no sirva para gallo, capallo , o
Pollo que no sirva para gallo, capallo.
Aconseja que a la persona que no
cumple debidamente con la comisión
que se le ha encargado, se le retire
ésta para confiársela a otro sujeto que
la desempeñe con el cuidado y acierto
apetecidos.
Alzar, o levantar, o sacar, uno el gallo.
Manifestar soberbia o arrogancia en
la conversación o en su modo de com-
portarse. — Alude a que cuando canta
este animal, ostenta actitud briosa, y
aun como provocativa, irguiendo nota-
blemente el pescuezo.
Andar de gallo, o Correr un gallo.
Andar de francachela, diversiones
ruidosas y otros excesos por la noche.
Cada gallo canta en su gallinero, o en su
muladar. Algunos añaden : y el bueno,
en el suyo y en el ajeno.
Cada cual manda en su casa o depen-
dencia con toda libertad y desenfado,
a título de cabeza o jefe, a quien nece-
sariamente tienen que someterse sus
inferiores o subordinados. — Enuncia-
do dicho refrán con el aditamento arri-
ba expresado, significa que al hombre
de reconocido mérito se le atiende y
considera en todas partes.
Cada gallo tnanda en su año. — V. Cada
gallo canta en su gallinero, o en su mu-
ladar.
Como el gallo de Morón: cacareando y sin
plumas.
Se aplica a los que conservan algún
orgullo, aunque en la pendencia o ne-
gocio en que se metieron queden ven-
cidos.
Cuando este gallo no canta, algo tiene en
la garganta.
Advierte que cuando uno deja de
terciar en conversaciones que le ata-
ñen, suele consistir en que algo tiene
que temer.
Daca el gallo, toma el gallo, quedan las
plumas en la mano.
Enseña que por manejar o revolver
demasiado algunas cosas, suelen des-
mejorarse o perderse.
El buen gallo, en todo gallinero canta.
El valiente en todas partes se hace
respetar.
El gallo y el criado, un año; y en sirvien-
do los dos, ox.
Expresa que pasado ese tiempo, el
primero se cansa y el segundo se toma
confianzas, por lo que es conveniente
deshacerse de ellos.
GALLO
404
GALLO
Engreído como gallo de cortijo.
Se aplica al que presume que vale
más que otros, y por eso desdeña su
compañía.
En menos que canta un gallo.
En muy poco tiempo, en un instante.
Entre toma el gallo y daca el gallo, se
quedan las plumas en la mano. — V. Daca j
el gallo, tonta el gallo, quedan las plu- \
mas en la mano.
Escarbó el gallo y descubrió el cuchillo.
Manifiesta que los que andan averi- ¡
guando lo que no les importa, suelen I
descubrir lo que no quisieran.
Fulano es mi gallo.
Alude al que siempre está dispuesto
a salir a la defensa de uno o a respon-
der de cuanto haga.
Hacer una cosa en lo que, o en menos que,
ca?ita un gallo.
En mu)r poco tiempo, en un instante,
por lo breve que es el canto de este
animal.
Hacerse uno el gallo.
Ser el primero en autoridad, aprecio
o saber en una Comunidad o Junta.
Hacerse, o ser, uno el gallo. — V. Ser uno
el gallito del lugar.
Ir a escucha gallo.
Ir con cuidado o atención, observan-
do si se oye alguna cosa.
Mejor gallo me cantara que no me canta.
Da a entender que si se hubiesen
hecho las cosas de otra manera, mejo-
res serían los resultados.
Aleti gallo en mi cillero, hizose mi hijo y
mi heredero.
Dícese del que voluntariamente reci-
be a uno en su casa, el cual luego, por
fuerza o maña, se hace dueño de ella.
Oír al gallo cantar y no saber en qué mu-
ladar.
Zahiere al que oye mal, o entiende
mal lo que oye.
Otro gallo cantará en su gallinero, u Otro
gallo me, o te, o le, o nos, u os, o les, can-
tara.
Mejor sería mi, tu, su, nuestra, vues-
tra suerte.
En La Nimpha más celestial en las
márgenes del Gallo, la milagrosa apare-
cida imagen de Nuestra Señora de la Hoz,
por D. Antonio Moreno (Calatayud, Joa-
quín Estevan, 1762, 4.0, págs. 3 y 4), se
lee lo siguiente, que copio aquí a título
de curiosidad: «Fertiliza los campos de
Molina el río Gallo... Es este río cele-
brado en España, no por los caudales
de las aguas que atesora; tan cerca está
su oriente de su ocaso, que en toda la
distancia de siete leguas tiene su cuna
y su tumba. Muere en el Tajo cristalina
mariposa, donde esconde su nombre,
pero nunca perderá su memoria; por-
que los salmones que produce en las
crecidas truchas que aborta, para re-
galo aun de las reales mesas, inmorta-
lizan su fama. Hacen mención los his-
toriadores y poetas de otro río Gallo
en Frigia, cuyas aguas enfurecen a los
que las beben; pero las del Gallo de
Molina, y aun sus truchas, pueden re-
cetarse por medicina a los enfermos.
En alusión a esto cantó un poeta moli-
nense :
Las aguas del Gallo en Frigia
a muchos dan mal de rabia;
si en Molina las bebieran,
otro gallo les cantara.*
Para gallo sin traba, todo terreno es can-
cha.
El que no tiene freno o sujeción obra
con toda libertad y desahogo. — Puede
tomarse este refrán lo mismo en senti-
do favorable que desfavorable; pero lo
más común es usarlo en este último,
como sinónimo de Quien no tiene ver-
güenza, todo el campo es suyo. — Can-
cha es voz americana, que, entre otras
acepciones, tiene la significación, como
en el caso presente, de patio o corral.
Parecer un gallo inglés, o Ponerse hecho
un gallo inglés.
Ensoberbecerse en demasía, como
sucede a los gallos en general cuando
los incitan a pelearse entre sí, y en par-
ticular a los ingleses, que por estar
educados de modo especial para esta
clase de lucha, suelen ser los más fieros.
Es curioso el siguiente artículo, que
a este propósito se registra en las pá-
ginas 60 y 61, tomo V, de los Ocios de
españoles emigrados, con el título de
«Peleas de gallos». Dice así a la letra :
«La afición del pueblo inglés a la
lucha de gallos nos ha recordado algu-
nas memorias que pueden influir en las
investigaciones de su origen. A juicio
GALLO
— 405 —
GANA
del sabio obispo de Tesalónica, Eusta-
tio, debe irse para encontrarle más allá
de la expedición de Temfetocles con-
tra los persas. Porque aquel caudillo,
puesto al frente de su ejército, le ex-
hortó a pelear por la patria con el es-
fuerzo que ostentan les gallos en la
lucha. Obtenida la victoria por los ate-
nienses, para perpetuar su memoria
establecieron por ley una lucha anual
de gallos; costumbre, añade, que pasó
a Roma y se extendió a la lid de las
codornices, para la cual se convocaba
al pueblo a voz de pregón con la fór-
mula pulli pugnant : hay pelea de gallos.
Diodoro Sículo refiere que los agrigen-
tinos tenían destinados suntuosos tú-
mulos para sepultar en ellos los gallos
que en el combate hubiesen mostrado
más valor y destreza. Estos monumen-
tos se conservaban en tiempo de Fi-
meo, como lo prueban varias indicacio-
nes de Plutarco. De esta afición, here-
dada de los griegos por los romanos,
hace memoria Catulo en el epigrama
que empieza Passer deliticB. Sin duda
debieron de llevarla los romanos a Es-
paña, pues nuestro Columela asegura
que no era de poco momento la ganan- !
cia de su cría, procurando amaestrarlos
para la pelea, y buscando a gran precio
los de la celebrada casta de rodios y
tanágricos. Otro tanto asegura de las
codornices y perdices Herodiano, y
Lampridio dice de Alejandro Severo :
Summa Mi delectatio fuii, ut... perdices
ínter se pugnar ent.*
Quien solo come su gallo, solo ensilla su
caballo.
Quien no hace partícipes de su pros-
peridad a los demás, cuando necesite
de ellos le volverán la espalda.
Ser uno el gallo. — V. Hacerse uno el
GALLO.
Si no canta el gallo, cantará la gallina.
Cuando el varón no tiene la suficien-
te energía para mandar en su casa, lo
hace la mujer.
Soltar un gallo.
Dar un cantante una nota falsa o des-
entonada.
Tener uno mucho gallo.
Tener soberbia, altanería o vanidad,
3' afectar superioridad o dominio.
Correr gallos.
Designa un entretenimiento de Car-
naval, que consiste en enterrar un ga-
llo, dejándole fuera el pescuezo y cabe-
za; y vendando los ojos a uno de los
que juegan, parte a buscarlo con una
espada en la mano, consistiendo el lan-
ce en herirle o cortarle la cabeza con
ella. Otros lo corren continuamente,
hasta que le echan mano o lo cansan,
hiriéndole del mismo modo.
Correr gallos a caballo.
Frase con que se designa un juego,
que consiste en colgar un gallo de una
cuerda por las patas, y cortarle la cabe-
za o arrancársela, corriendo a caballo.
Cuando los gallos cantan, cerca está el
lugar.
Dícese cuando de lo que se ve se
deduce una consecuencia lógica.
Entre gallos y media noc/ie.
A deshora.
Levantarse con los gallos.
Muy de madrugada. — No lo trae la
Academia, pero sí Acostarse con las
GALLINAS.
Oír cacarear los gallos y no acertar con
el lugar. — V. Oír al gallo cantar y no
saber en qué muladar.
GAMO.— Corre como, o más que, un gamo.
Aplícase al que tiene mucha ligere-
za en las piernas para quitarse de en
medio.
Saltar como un gamo.
Alude a la facilidad con que brincan
estos cuadrúpedos.
GANA. — Darle a uno la gana.
En lenguaje poco culto, querer hacer
una cosa.
De ser buena, no he gana; de ser mala, dá-
melo el alma. Y otros dicen : no se me
tienen los pies en casa.
Enseña la inclinación natural, espe-
cialmente en la gente moza, de darse
a los pasatiempos y diversiones, y el
cuidado que se debe tener en la edad
temprana.
Donde hay gana, hay maña.
Reprende a los que rehusan hacer lo
que se les manda, con el pretexto de
que no saben hacerlo.
Estar de mala gana.
Estar indispuesto. — Hallarse a dis-
gusto en un sitio determinado.
GANADERÍA
— 406 —
GANAR
liaría tal o cual cosa de más buena gana
que lo digo.
Manifiesta el deseo vehemente de
poner en práctica aquello que se espe-
cifica, y lo cual no se realiza por no
poder hacerlo material o moralmen-
te; v. gr. : Saldría a veranear este año
de más buena gana que lo digo. — Te da-
ría un par de coscorrones de más buena
gana que lo digo.
Tener uno gana de fiesta.
Incitar a otro a riña o pendencia.
Tener uno gana de rasco.
Hallarse o sentirse con ganas de ju-
gar o retozar.
Abrir, o abrirse, las ganas de comer.
Excitar, o excitarse, el apetito.
GANADERÍA. — Ganadería que abre
plaza, la cierra.
Habiendo toros de dos ganaderías en
una corrida, se forma la combinación
de las lidias de manera que resulte
pertenecer el último bicho a la misma
procedencia que el primero.
GANADO. — Alindar el ganado.
Llevarlo a las lindes de las hereda-
des para que paste.
Correr ganado, o el ganado.
Perseguirlo o recogerlo para pren-
derlo.
De ganado que no come tomillo, poquillo.
Porque el que se alimenta con pre-
ferencia en dehesas y montes, es de
carne más sabrosa que el que se sos-
tiene con piensos.
£1 ganado ruin, en cuerno medra.
En todo el que no presta provecho
alguno, se suelen desarrollar más fácil-
mente las malas mañas.
Entre ruin ganado, poco hay que escoger.
Da a entender que entre varias per-
sonas o cosas, ninguna es a propósito
para el fin o asunto de que se trata.
Guardar ganado.
Cuidar de apacentarlo y conservarlo
sin daño.
Aíal ganado es de guardar doncellas por
casar.
Alude al cuidado que hay que tener
para que las jóvenes casaderas no se
descarríen.
Quien tiene ganado, no desea mal año.
Indica que sólo los logreros tienen
interés en que el año no sea abundante.
GANANCIA. — Andar uno de ganancia.
Seguir con felicidad y buen suceso
un empeño, pretensión u otra cosa.
Donde no hay ganancia, cerca está la
pérdida.
En aquellos asuntos en que no se
consigue provecho alguno, está uno
expuesto a tener que poner dinero
encima.
No arrendarle a alguno la ganancia.
Suele usarse para dar a entender que
uno ha estado en peligro o expuesto a
un trabajo o castigo a que ha dado
ocasión.
GANAR. — Al que gana buscarás; que el
que pierde, él volverá.
El que no necesita de uno no suele
hacerse presente; pero el que no tiene,
constantemente acude sin que se le
llame.
A todo hay quien gane.
Indica que por mucha cantidad que
se posea de una cosa, bien material o
inmaterial, nunca falta quien posea más.
De nada sirve lo ganado si no está bien
empleado.
Es lástima poseer riquezas cuando
se hace mal uso de ellas.
Donde no se gana nada, algo se va per-
diendo.
Aunque no sea más que el tiempo
que se emplea en hacer lo que no ha
de producir.
Donde se va ganando algo, no se pierde
todo.
Teoría de aquellas personas amigas
de sacar producto a todo, por poco
que sea.
El buen ganar hace el bien gastar.
La persona que cobra buenos suel-
dos, no es extraño que haga gastos
crecidos.
Ganar uno de comer.
Sustentarse del producto de su tra-
bajo en un oficio o ministerio.
¿Ganástelo, o heredástelo?
Pregunta que se suele hacer a aque-
llas personas a quienes se ve prospe-
rar rápidamente, sobre todo cuando se
sospecha de la limpieza del origen.
Lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello
y su dueño. — V. Lo bien ganado se lo
lleva el diablo, y lo malo, a ello y a su
amo.
GANAR
— 407 —
GARBANZO
Lo mal ganado hace perder lo bien adqui-
rido.
Generalmente, por pretender la de-
fensa de lo primero, interviniendo la
curia, se queda ésta con aquello y con
lo segundo.
Más vale ganar que más ganar.
Es preferible contentarse con lo ne-
cesario logrado sin esfuerzo, a desear
mayor lucro adquirido con peligro.
Ninguno está mejor que el que no sabe lo
que gana.
Quien tiene un sueldo fijo sin adeha-
las de ninguna especie, ya sabe lo que
tiene que percibir al cabo del año; pero
quien une a ese sueldo ciertas even-
tualidades, puede salir bien librado en
algunas ocasiones.
No dejes lo ganado por lo que has de ga-
nar. - V. Más vale pájaro en mano que
ciento volando.
Poco se gana a hilar, pero menos a holgar.
Indica que aunque un trabajo no pro-
duzca mucho, vale más eso que nada,
que es lo que se adquiere cuando no
se trabaja.
Si bien lo ganas, bien te lo papas.
Advierte que la mucha ganancia trae
aparejado mucho trabajo.
Ten cuidado de ganar, que tiempo queda
para gastar.
Recomienda que cada cual se debe
aplicar a crearse una posición; que des-
pués de creada ya se puede vivir sin
cuidados.
Uno lo gana y otro lo gasta.
Indica que en este mundo unos tie-
nen el trabajo y otros se divierten.
Vayase lo ganado por lo perdido.
En algunas ocasiones se puede dar
por bien empleado el perder alguna
cosa, a trueque de la mejoría que de su
pérdida nos resulta. — Dice un cantar:
Dices que no me quieres,
ya me has querido.
Vayase lo ganado
por lo perdido.
Creemos que obran mejor los que
expresan el concepto arriba enunciado
bajo la forma de Vayase lo perdido por
lo ganado, atento a que lo que se pier-
de es lo que se va, mientras que lo que
se gana es aquello con lo que uno se
queda.
(Y cuánto voy ganando?
Pregúntase familiarmente a la per-
sona que nos abruma con encargos o
molestias.
GANCHO. — Echara uno el gancho.
Prenderlo, atraparlo, atraerlo con
maña.
Tener gancho.
Gracia especial que poseen algunas
personas, particularmente las mujeres,
para atraer a otras, en general del sexo
opuesto.
GANDAYA. — Andar a la gandaya.
Hacer vida holgazana y vagabunda.
Buscar, o correr, la gandaya. — V. An-
dar a la gandaya.
GANGA. — Ser una ganga.
Dícese de lo que se adquiere a mu-
cho menos precio del que debiera cos-
tar. — Irónicamente se aplica a la per-
sona o cosa de malas condiciones.
GANSO. — Hacer el ganso.
Aplícase a la persona que no sabe
más que hacer o decir tonterías. — Véa-
se Hacer el primo.
GANTE. - El castigo de Gante.
Empléase para designar todo castigo
excesivamente severo y cruel, por alu-
sión al que ejerció el emperador Car-
los V en la persona de los vasallos re-
beldes ganteses cuando se negaron a
pagar los nuevos impuestos que les
exigió para atender a los gastos de sus
numerosas guerras.
GAÑÁN. — Pierde el gañán porque los
años se le van.
Da a entender que para el trabajo
penoso del campo es necesaria la fuer-
za y robustez de la mocedad.
GARABATO, — Andar encogido como un
garabato.
Alusión a la persona que no camina
derecha, sino encorvada o medio tor-
cida, como el instrumento objeto de la
comparación.
Tener garabato.
Aplícase al aire, garbo y gentileza
que tienen algunas mujeres, y que les
sirve de atractivo aunque no sean her-
mosas.—También se dice: Tener gancho.
GARBANZO. — De atrás le viene al gar-
banzo el pico.
Denota lo antiguo de alguna cos-
tumbre, vicio, resabio, etc.
GARDUÑA
— 408
GASTAR
(De dónde le vino al garbanzo el pico}
Nota y reprende al que, siendo de
baja esfera o linaje y de pocas pren-
das, se ensoberbece y envanece, jac-
tándose sin motivo.
El buen garbanzo y el buen ladrón, de
Fuentesaúco son.
Este refrán, que elogia la excelencia
de los garbanzos de Fuentesaúco, es
invención de los naturales de las loca-
lidades próximas a la citada, entre los
cuales no tienen buena fama los veci-
nos de este pueblo zamorano.
El garbanzo en abril, ni sembrado ni por
cubrir.
Porque debe estar ya hecha su siem-
bra en el mes anterior.
El garbanzo, para ser bueno, ha de tener
cara de vieja y culo de panadera.
Es decir, picudo y gordo.
Ese garbanzo no se ha cocido en su olla,
o Esos garbanzos no se kan cocido en
su puchero. — V. Ese bollo no se ha co-
cido en su horno.
Por un garbanzo no se descompone el
puchero, o una olla.
Porque falte un individuo a una re-
unión no deja de celebrarse esta.
^Quieres garbanzo? — ¡Arre, ganso!
Modo de despreciar el cocido que se
nos ofrece.
Tropezar uno en un garbanzo.
Dícese del que en todo halla dificul-
tades y se enreda en cualquier cosa, o
del que toma motivo de cosas fútiles
para enfadarse o hacer oposición.
Echar garbanzos a uno.
Echarle especies para que se enfade,
o diga lo que de otra suerte callaría.
Garbanzos v calabazas, sembrar debes con
cachaza.
Advierte que si se hace sin ton ni
son, se pierde mucha simiente.
Poner garbanzos a uno. — V. Echar gar-
banzos a uno.
Ver uno pasar los garbanzos por el me-
ridiano.
Ponerse a comer a las doce del día,
por alusión a ser ésa la hora en que
suelen hacerlo los jornaleros.
GARDUÑA. — Ser un, o tina, garduña.
Aplícase a la persona que es amiga
de guardarlo todo. — Se dice también
del aficionado a apoderarse de lo ajeno.
Hacerse uno de gar-
GARGANTA.
gania.
Preciarse de cantar bien, con facili-
dad de gorjeos y quiebros.
La seca garganta, ni gruñe ni canta.
Los bebedores disculpan así su afi-
ción a beber con frecuencia.
Mentir por la garganta.— V. Mentir por
la mitad de la barba.
Tener uno buena garganta.
Ejecutar mucho con la voz en el
canto.
GARLITO. — Caer en el garlito.
Verse atrapado o cogido por aquello-
mismo que intentaba uno rehuir.
Coger a uno en el garlito.
Sorprenderle en una acción que que-
ría hacer ocultamente.
GARRA. — Cinco y la garra.
Expresión familiar con que se da a
entender que ciertas cosas que se tie-
nen, es sólo a costa de tomarlas o ha-
berlas hurtado, aludiendo a los cinco
dedos de la mano con que se toman.
Echarle a uno la garra.
Cogerlo o prenderlo.
Caer en las garras.
Caer en las manos de uno de quien
se teme o recela grave daño.
GARRÓN. — Tener garrones.
Aplícase a aquellas personas que por
la experiencia que tienen del mundo
no son fáciles de engañar. — Y. Tener
ESPOLONES.
GARROTAZO. — Garrotazo^ te?ite tie-
so, o y tente, perro.
Expresa el modo con que se debe
tratar a algunas personas en determi-
nadas ocasiones.
GARROTE. — Cuando veas el garrote,
toma el trote.
Aviso de prudencia, que es conve-
niente no echar en olvido.
Dar garrote.
Ejecutar el suplicio o el tormento de
este nombre.
Sentenciar a uno a garrote.
Imponerle la pena de muerte en él.
GARZONÍA. — Quien bien come, bien hace
garzonía.
El que está bien alimentado se halla
en buenas condiciones para enamorar.
GASTAR. — Gástese y no se derrame.
Lema que emplean los manirrotos.
GASTO
— 409 —
GATO
Si no tiene qué gastar, purgalle y sangra-
lle, y si muriese, enterralle.
Triste fin del desvalido de la fortu-
na, en quien el mal médico no quiere
ejercer su ciencia por el producto nulo
que ha de sacar de su trabajo.
GASTO. — Hacer el gasto.
Sostener la conversación o mante-
ner la animación en una tertulia, visi-
ta, etc., cantando, hablando, etc.
Los gastos de las casas son como las penas
del infierno.
Porque nunca se les ve el fin.
GATA. — A las veces, tan buena suele ser
una gata como una rata.
Juégase aquí del vocablo, diciendo
gata en lugar de rata por cantidad.
Azotan a la gata si no hila nuestra ama. —
V. Pagar justos por pecadores.
Hacer de la gata de Juan Hurtado, o de
la gata muerta. — V. Hacer la gata en-
sogada.
Hacer la gata, o la gata ensogada, o la
gata muerta.
Simular o afectar humildad o mode-
ración.
¿Ha parido la gata?
Expresión familiar en que suele pro-
rrumpirse al ver muchas luces juntas
sobre una mesa o dentro de una misma
habitación. — La razón de ser de esta
frase estriba en que como de noche
relucen mucho los ojos de los gatos, al
hallarse la hembra con sus hijuelos pa-
rece que están ardiendo los ojos de
todos ellos cual si fueran candelillas.
La gata de Mari-Ramos, que halaga con
la cola y araña con las ma?ios.
Detesta la malicia de los que se mues-
tran afables y pacíficos para hacer daño
más a su salvo.
La gata, desque ha comido, se lava.
Recomienda lo conveniente que es
la limpieza.
No eches la gata en tu cama, o no la aco-
cees después de echada.
Aconseja no dar demasiadas alas a
uno, o no extrañarse y quejarse des-
pués si abusa de la excesiva tolerancia
que con él se tiene.
Parecer una gata parida.
Dícese de la persona que está muy
flaca, por ser tal el estado de la gata
cuando cría, a consecuencia de no ca-
zar ratones en tal situación, por no
abandonar a sus hijuelos, dejándolos
expuestos a la voracidad del macho.
Salirle a uno la gata capada. — V. Salir
la criada respondona.
Salir uno a gatas.
Librarse con gran trabajo y dificul-
tad en un peligro o apuro.
... Sin lo que mamo' y anduvo a gatas.
Cuando se dice que una persona tie-
ne tanta o cuanta edad, y el que lo oye
cree que tiene más de la que le asegu-
ran, es muy común prorrumpa éste en
la locución susodicha. — Algunos sue-
len prolongarla, formulando la siguien-
te retahila : Sin lo que mamo', lloro', meo
y anduvo a gatas; y otros, por parecer-
Íes todavía poco, se aventuran a decir:
Sin lo que mamó, lloró, meó, anduvo a
gatas y fué a la escuela.
GATADA. — JLacer una gatada.
Cometer una acción vituperable, en
que median la astucia, el engaño, etc.
GATITA. - La gatita de Mari- Ramos,
que hacia asco a los ratones y se engullía
los gusanos.
Aplícase a las personas gazmoñas que
aparentan escandalizarse de cosas sen-
cillas, y luego las ejecutan tranquila-
mente, por punibles que sean.
GATITO. — Me alegro de que el gatito sea
negro.
Manera de expresar satisfacción por
algún hecho, aludiendo, quizás, de paso,
por el sonsonete, a que dicen que los
gatos negros llevan la buena suerte a
las casas.
GATO. — Acechar a alguno como el gato al
ratón.
Espiar a una persona con el tesón y
el cuidado con que los felinos esperan
la aparición de su víctima.
A gato viejo, rata tierna.
Aplícase a los hombres de edad cuan-
do enamoran a jóvenes que pueden ser
sus nietas.
A gato viejo, ratón nuevo. — V. A gato
viejo, rata tierna.
Al gato goloso se le quema el hocico.
El que se propasa a lo que no debe,
es justo reciba el castigo.
Al gato, por ser ladrón, no le eches de tu
mansión.
Porque el perjuicio que ocasione con
GATO
— 410 —
GATO
lo que coja, se compensa con lo que
valga lo que destrozarían los ratones
que ahuyenta.
Aquí hay gato encerrado.
Haber causa o razón oculta o secre-
ta, o manejos ocultos.
Arisco como tm gato.
Aplícase a las personas que son des-
abridas en sus contestaciones.
Bien se lava el gato después de harto. —
V. Barriga llena, o el vientre lleno, alaba
a Dios.
Buscar el gato en el garbanzal.
Empeñarse en una empresa muy di-
fícil de llevar a efecto.
Como gato que pasa por ascuas, o brasas.
Denota la celeridad con que se huye
de un daño, peligro o inconveniente.
Cuando el gato está fuera, los ratones se
divierten.
La falta del cabeza de familia, jefe o
amo, trae la anarquía entre los subor-
dinados.
Dar el gato al rato, el rato a la cuerda y
la cuerda al palo.
Enzarzarse en una pelotera varias
personas.
Dar, o vender, gato por liebre.
Engañar en la calidad de una cosa
por medio de otra inferior que se le
asemeja.
Dijo el gato al unto: <Bien te lo barrun-
to.» — V. Te conozco bacalao, aunque
vienes disfrazao.
Echarle a uno el gato a las barbas.
Atreverse con él; insultarle o denos-
tarle.
El gato algunas veces fué comido por lie-
bre. — V. Dar, o vender, gato por lie-
bre.
El gato de la tripera, siempre harto y no
deja de miar.
Dícese de los ambiciosos, que por
mucho que tengan nunca se cansan de
pedir o desear más.
El gato de Mari- Ramos cómese la asadu-
ra y va a miar por los tejados. — V. El
gato de la tripera, siempre harto y no
deja de miar.
El gato escaldado, del agua fría huye.
Denota que el que ha experimenta-
do algunos daños en lances peligrosos,
con dificultad entra aun en los de me-
nos riesgo.
El gato saca sus uñas cuando las ha me-
nester.
No hay nadie, por bueno que sea,
que no tenga su genio en las ocasiones
necesarias.
Ella a hilar y el gato al tortero.
Aplícase a las personas que no se
preocupan de todo lo que deben, por
creer que es suficiente cumplir con
una cosa sola.
Esa fué una, y se la llevo' el gato.
Dícese de los sucesos que ocurren
rara vez en la vida. — V. No hay zorra
con dos rabos.
Esperar como gato de tripera.
Aguardar con paciencia una oportu-
nidad para conseguir o atrapar alguna
cosa.
Estar mas despierto y alerta que un gato
cuando trae avistado un ratón.
Comparación empleada para indicar
el cuidado que tiene una persona por
alguna cosa.
Gato maullador, nunca buen cazador.
Se aplica a aquel que habla mucho y
obra poco.
¿Gato negro?... Mala sombra.
Superstición harto arraigada en el
pueblo español, de la que no es fácil
desengañar aun a personas que pasan
por ilustradas, y, lo que es más toda-
vía, por despreocupadas en otros con-
ceptos.— En la actualidad se dice que
un gato negro lleva la buena sombra a
quien lo posee. ¡Cualquiera entiende al
pueblo!
Hartóse el gato de carne, y luego h izóse
carne. — V. El diablo, harto de carne, se
metió fraile.
Lo más encomendado lleva el gato.
Advierte que lo que más se cuida es
lo que más bien suele extraviarse o
perderse.
Lo mejor se lleva el gato. — V. Lo tnás en-
comendado lleva el gato.
Llevar el gato al agua.
Llevar a cabo una empresa de mu-
cho riesgo y dificultad. — Usase más
frecuentemente en forma interrogati-
va: ¿Quién lleva, o quién ha de llevar,
el gato al agua?
Me alegro de que el gato sea negro.
Expresión usada para manifestar el
placer que causa lo que se nos dice.
GATO
— 411
GAVILÁN
Mete el gato eti el garbanzal, que él dirá
la verdad.
El que se ve apurado por hambre,
no tiene más remedio que confesar
todo lo que se le pide.
Mío, dice el gato, por si le dieren algo.
Dícese a aquellas personas que acos-
tumbran insinuarse para ver de conse-
guir alguna cosa.
Mío, dijo el gato, y se quedó frío.
Empléase cuando, al preguntar a uno
de quién es una cosa, responde seca-
mente que es suya.
Ni gato ?ii perro de color bermejo.
Por alusión al apóstol traidor, Judas,
a quien pinta la tradición con las bar-
bas rojas.
No hacer mal a un gato.
No ser capaz de hacer daño a nadie.
Para eso lo tapa el gato, para que no lo
vea el amo.
Modo de disculpar el no hacer partí-
cipes a los demás de la vista de lo que
se lleva envuelto o tapado.
Parecer la ?nea de un gato.
Suele usarse esta frase cuando se ve
regar el suelo o las plantas con escasez,
o para dar a entender que llueve poco.
Qué más quisiera el gato, que lamer el
plato. — V. Limpíate, que estás de huevo.
f- Quién ha de llevar el gato al agua?
Explica y pondera la dificultad o im-
posibilidad que se encuentra en la eje-
cución de alguna cosa. — Covarrubias
opina que antiguamente debió de usar-
se cierto juego a orillas del río con un
gato, y ganaba el que conseguía zam-
bullir al animal.
Resistirse como gato pajiza arriba.
Defenderse desesperadamente para
no hacer aquello que no se quiere.
Totnar gato por liebre.
Equivocarse al aceptar una cosa in-
ferior, creyendo que es superior. —
V. Dar gato por liebre.
Vender gato por conejo, y oveja por car-
nero. — V. DcCr gato por liebre.
Vender gatopor liebre.— V. Dar ga.to por
liebre.
Verse, o estar, con el gato a las barbas.
Hallarse en gran apuro o peligro.
Andar como gatos por febrero.
Armar ruido, como hacen los gatos a
principios de año cuando están en celo.
Cuando retozan los gatos, agua o viento
al canto.
Una de las señales de que va a llo-
ver o a levantarse aire, es el ver que j u -
guetean o están revoltosos los felinos.
Siempre me he explicado este refrán,
que suele salir verdadero, porque sien-
do los gatos tan sensibles, perciben an-
tes que nadie el cambio que se prepa-
ra en la atmósfera.
De noche todos los gatos son pardos.
La obscuridad de la noche favorece
al que vende para encubrir las tachas
del género averiado. — La carencia de
luz disimula lo traído y viejo de un ro-
paje que la claridad diurna no consen-
tiría se pusiese en público.
Haber gran prisa a echar gatos.
Reprende al que da excusas frivolas
de la tardanza en los recados a que le
envían.
Hasta los gatos quieren zapatos.
Moteja a los que tienen pretensiones
superiores a su mérito y condición.
Hasta los gatos tienen romadizo. — Véa-
se Hasta los gatos quieren zapatos.
Hasta los gatos tienen tos.
Nota a los que hacen ostentación de
cualidades que no les son propias.
No estar uno para echar gatos al Ebro.
No hallarse sobrado de intereses.
No haber más que cuatro gatos.
Haber escasa concurrencia en algún
paraje o reunión, mayormente si las
personas que la componen son de poca
representación.
Sepan gatos que es antruejo, o entruejo.
Dícese de cualquier día de gran co-
mida, y especialmente por aquellos que
en los convites suelen comer más de
lo regular.
GAUDEAMUS.— Gaudeamus tenemos.
Se dice cuando sabemos o presumi-
mos que nos van a dar algo de comer
o beber.
GAVILÁN. — Gavilán de Alcaraz, muje-
res, no tiene cascabeles.
Advierte que se esté prevenido con-
tra lo que pueda ocasionar algún daño,
porque éste se experimenta sin anun-
ciárnoslo.
Gavilán temprano, por Santa Marina en
la mano.
Indica que a mediados de julio (San-
GAVILLA
— 412 —
GENTE
ta Marina se celebra el día 18) se de-
bían tener dispuestas las aves que se
dedicaban a la cetrería.
Nunca buen gavilán de cernícalo que vie-
ne a la mano.
Porque no tiene las condiciones ne-
cesarias para emplearle en el ejercicio
de la caza.
Temas hay de gavilán que está cocido y
quiere volar.
Equivale a empeñarse en lograr lo
que no puede conseguirse.
GAVILLA. — Entre gavilla v gavilla,
fiambre amarilla.
Mientras se está haciendo la siega es
precisamente cuando pasa más priva-
ciones la gente del campo, porque, por
lo general, el labrador, cuando llega
esa época, apenas tiene existencias de
la cosecha anterior.
GAVIOTA. — Verse más apurado que la
gaviota de Goro López.
Denota el gran apuro en que se en-
cuentra alguna persona. — Trae su ori-
gen de que un tal Gregorio (Goro) Ló-
pez, natural de Alcalá del Río, villa de
la provincia de Sevilla, distante 2 le-
guas de su capital, habiendo acabado
de cazar una gaviota y no dejándole
tiempo las faenas del campo, que re-
clamaban urgentemente su presencia,
para que la pelara y asara en debida
forma, la puso a tostar viva con plumas
y todo, con lo cual, al sentir el pobre
animal el calor de las ascuas, saltaba
huyendo de la lumbre tantas veces
cuantas volvía el cazador a meterlo en
ella, hasta que por fin fué presa del
elemento devorador. Este hecho, cuyo
conocimiento debo a parientes muy
cercanos del interesado, hubo de ocu-
rrir a principios del siglo xix o muy a
fines del xvm, desde cuya época que-
dó como proverbio en aquella localidad
y sus contornos.
Ser uno como las gaviotas, que cuan ío
más viejas, más locas.
Aplícase a aquellas mujeres que
mientras más edad tienen, más ligeras
de cascos son.
GAZAPO. — Cada paso, o cada golpe, es un
gazapo, o un tropiezo.
Dícese cuando después de un yerro,
falta o tontería, se comete otro.
GENERACIÓN. — No hay generación
en que no haya pobre ni ladrón.
En todas las familias hay individuos
de distintas inclinaciones y con dife-
rente posición social.
No vi generación sin mujer loba o sin
ladrón.
En efecto, en todas hay siempre al-
guna persona cuya conducta no es re-
comendable.
GENERAL. — El general No importa, o
El ATo importa de España.
Durante la guerra de la Independen-
cia, los españoles que luchaban contra
los franceses solían decir que su cau-
dillo era ¿/general No importa, y cuen-
tan que Napoleón temía más a éste que
a todos los generales que había en
España.
Mi general, aquí hay un recluta.
Manera festiva de manifestar una
persona a otra que se ofrece a sus ór-
denes, servicio o disposición, incondi-
cionalmente.
GÉNERO. — Cada género corre a su cen-
tro. — V. Cada uno apetece su seme-
jante.
Donde hay escasez de un género, de iodo
se hace lio.
Cuando hay poco de aquello que
queremos, suplimos su falta juntando
todo lo que puede substituirlo.
Tres géneros hay de frailes: unos, buenos
buenos; otros, malos malos; otros, ni bue-
nos ni malos.
Los buenos buenos son los canoni-
zados; los malos malos, los que andan
solos azotando calles; los ni buenos ni
malos, los que están pintados.
GENIO. — El genio no tiene sexo.
Como lo prueba las muchas mujeres
que han logrado tanta o más celebridad
que no pocos hombres en el cultivo de
las ciencias, las letras y las artes.
Genio y figura hasta la sepultura.
Manifiesta no ser fácil mudar de ca-
rácter o condición un sujeto.
GENOVA. — Genova es ?norte sin leña.
Alude a la situación topográfica de
esta ciudad italiana.
GENTE. — Ahogarse de gente.
Pondera el calor y apretura que oca-
siona la mucha aglomeración de per-
sonas.
GENTE
— 4i3
GENTE
Aquí toda es gente honrada, descendiente
de Pilatos.
Modo irónico de calificar de ruines a
aquellas personas de quienes se hace
mención.
Bullir de gente.
Ser mucho y frecuente un concurso
de personas.
Con gente de poca crianza, ni dicho ni
chanza.
Recomienda el menor trato posible
con las personas que carecen de edu-
cación.
Con gente de toda broza, ni andes, ni jue-
gues, ni comas. — V. Con cents de poca
crianza, ni dicho ni chanza.
De gente bien nacida es agradecer los be-
neficios que reciben.
El agradecimiento es patrimonio de
las almas nobles.
De gente en gente.
De generación en generación.
Derramar la gente de guerra, o de armas.
Despedirla, licenciarla o reformarla.
De tal gente, tal simiente. — V. De tal
palo, tal astilla.
Esa gente hará, Quejana, lo que le dé la
real gana.
Aplícase al que obra tan sólo por su
voluntad y capricho.
Gente de barrio.
Motejase así a la que es ociosa y hol-
gazana.
Gente de capa negra.
La ciudadana y decente.
Gente de capa parda.
La rústica, como son los labradores y
aldeanos.
Gente de carda.
Valentones y rufianes, que suelen
andar en cuadrilla y vivir ociosamente.
Gente de Castilla, por preguntar v tentar.
Da a entender que los castellanos tie-
nen fama de curiosos y amigos de me-
terse en todo.
Gente de escalera abajo.
La de clase inferior en cualquier
línea.
Gente de gallaruza. — V. Gente de capa
parda. — Galleruza o gallaruza es una
especie de capote con capucha que
usan los habitantes de las montañas.
Gente de la cuchilla .
Los carniceros.
Gente de la garra.
La acostumbrada a hurtar.
Gente de la vida airada.
Los que se precian de guapos y va-
lientes, o los que viven libre y licen-
ciosamente.
Gente del bronce.
La alegre y resuelta.
Gente del polvillo.
Personas que se emplean en obra de
albañilería y en acopio de los materia-
les para ellas.
Gente de pelo, o pelusa.
La rica y acomodada.
Gente de plaza.
En las poblaciones cortas, la que es
rica y acomodada, y que suele gastar
el tiempo en conversaciones en las pla-
zas y sitios públicos.
Gente de pluma.
La que tiene por ejercicio escribir.
Comúnmente se dice de los escribanos.
Gente de toda broza.
La que vive con libertad, sin tener
oficio ni empleo conocido.
Gente de Toledo, gente de Dios, es suya
el agua, y vendemosela nos. — V. Es su) a
el agua, y vendemosela nos.
Gente de tropa, paso largo.
Alude a que debe dejarse pasar a los
soldados de largo por un lugar, a causa
de las molestias que ocasionan los alo-
jamientos.
Gente honrada no es paniega.
Los caballeros no acostumbran a ser
grandes consumidores de pan.
Gente loca, coméis de mi rabo y no de mi
boca.
Condena a los que en ausencia juz-
gan mal de acciones ajenas.
Gente parada no gana nada.
Satiriza a las personas ociosas.
Hacer gente.
Reclutar hombres para la milicia o
reunirlos para cualquier otro fin.
La gente baldía y perezosa es en la repú-
blica lo mismo que los zánganos en las
colmenas.
Porque no sólo no sirven para nada,
sino que estorban a los demás.
La gente compone y Dios dispone. — Véa-
se El hombre propone y Dios dispone.
La gente de buen vivir, al anochecer, a dor-
mir.— V. A las diez en la cama estés.
GENTE
— 414 —
GESTO
La gente, hablando se entiende.
Antes de aceptar el cumplimiento de
un compromiso cualquiera, conviene
que las partes contratantes se pongan
de acuerdo entre sí, con el fin de evi-
tar en su día disgustos inesperados.
La gente hace las casas.
Cada cual adapta su vivienda a sus
comodidades o a lo que necesita. — Por
el aspecto exterior e interior de la casa
se deduce la condición del que la habita.
La mucha gente es buena para la guerra.
Generalmente el exceso de personal
embaraza y estorba cuando se está
haciendo algo.
Mucha gente junta, algo barrunta.
La gran concurrencia de personas en
un sitio determinado, es señal de que
se aproxima algún acontecimiento o
suceso de cualquier índole.
Quien no miente, no viene de buena gente.
Critica el afán inmoderado que tie-
nen muchos de contar hechos notables,
no siempre verdaderos, ejecutados por
sus antepasados.
Toda es gente honrada, o todos son bue-
nos, mas mi capa no parece.
Suele emplearse este refrán al pre-
tender uno averiguar sobre quién re-
cae la responsabilidad de cierto hecho
y no poder conseguirlo, porque cada
cual alega excusas a su favor.
Trabajar es de gente de mal vivir, porque
el día se ha hecho para descansar y la
noche para dormir.
Bordón de los holgazanes. Con este
criterio no andaría mal el mundo.
Con tres clases de gentes no se ha de liti-
gar: con las que sacan la cabeza por ven-
tana de paño (frailes y monjas), con las
que se ponen los calzones por sombrero
(mujeres) y con las que contienden con la
voz del rey (ministros).
Con todos ellos se suele salir perdien-
do, porque son a cual más intrigantes.
Dicen las gentes en Roma que la dama
que hile, coma.
Se suele aplicar al que le gusta vivir
a expensas de los demás.
Hay gentes tan discretas, que huelen a lo
largo las pesetas.
Frase que alude a la habilidad que
algunos tienen para proporcionarse di-
nero, sin saber cómo.
Ni fíes ni porfíes, ni vendas ni arriendes,
y vivirás bien con las gentes.
En efecto, no haciendo ninguna de
esas cuatro cosas, se lleva mucho ade-
lantado para evitarse disgustos y roza-
mientos con los demás.
GENUS. — El genus irritdbile vatum.
De turba irascible calificó a los poetas
Horacio en el libro II de sus epístolas
y segunda de dicha colección; pero en
ese pasaje se puede creer piadosamen-
te que no aludía el poeta de Venusia
sólo a los vates, sino a toda clase de
artistas y literatos, gente, por la mayor
parte, díscola y suspicaz a nativitate,
presumida e infatuada como ninguna,
y como ninguna preciada de ser infa-
lible, y por lo tanto de ser invulnera-
ble, siquiera los reparos dirigidos por
un censor juicioso vayan envueltos en
la forma más correcta y respetuosa. De
mí sé decir que por haberme lanzado
a manifestar clara 3' lealmente mi opi-
nión adversa a la por otros sustentada,
ora moiu proprio, ora por habérseme
llamado a darla, he incurrido en el des-
agrado de más de cuatro personas que
antes me distinguían y con cuya amis-
tad me honraba. Tan cierto es que No
hay mayor enemigo doméstico que el amor
propio, por oculto; que Las verdades
amargan, y que : Quién es tu enemigo?
El de tu oficio. Triste ejemplo que
nos autoriza en cierto modo a encerrar
con siete llaves dentro del pecho la
opinión que se nos pida, cuando poda-
mos siquiera vislumbrar que no ha de
ser despachado el género a gusto del
consumidor.
GERIFALTE. — Gobernar como un geri-
falte (o girifalte).
Es decir, muy bien, superiormente.
Zapatear como un gerifalte (o girifalte).
Imitando el modo de sacudir las pa-
tas este ave de cetrería.
GESTO. — Estar de buen, o mal, gesto.
Estar de buen, o mal, humor.
Gesto de oro, cabellos de plata y ojos de-
escarlata.
Condiciones recomendables para ser
uno bien recibido en todas partes, pues
alude a que, además de poseer un ros-
tro agradable, se vaya derramando di-
nero.
GIGANTÓN
— 41S —
GOBERNADOR
Gesto pone mesa.
El buen aspecto del semblante reve-
la la condición y cualidades de la per-
sona, abriéndole las puertas en todas
partes.
Poner, o torcer, el gesto.
Mostrar enfado o enojo en el sem-
blante, dando a entender que nos des-
agrada una cosa.
Ponerse a gesto.
Aderezarse y componerse para pare-
cer bien.
Hacer gestos a una cosa.
Despreciarla o mostrarse poco con-
tento de ella.
GIGANTÓN. — Echarle a uno los gigan-
tones.
Decirle palabras duras y fuertes so-
bre cualquier asunto.
GIL. — Gil García, negocia de noche y encú-
brese de día.
Contra los que se hacen sospechosos
en su conducta, por aquello de que La
noche es capa de pecadores y que El que
obra mal huye la luz.
Nunca falta un Gil que me persiga.
Siempre hay modo de encontrar a
quien echar la culpa de aquello que se
ha hecho mal.
GILENA. — Estar en Gilena.
Equivale a estar borracho. — Ignoro
qué relación pueda haber entre el pue-
blo sevillano de este nombre y el abuso
de la bebida.
GITANO. — La entrada del gitano.
Empezar empleando buenas palabras
y finas maneras, para concluir haciendo
alguna fechoría.
GLORIA. — Al fin se canta la gloria. —
Véase en Fin.
Es más gloria huir de los agravios callan-
do, que vencerlos respondiendo.
Porque revela más grandeza de alma.
Estar uno en la gloria.
Estar muy contento y gozoso.
Hacer gloria de una cosa.
Vanagloriarse de ella.
La gloria del mundo, viento y humo.
Recuerda que todas las grandezas
terrestres son pasajeras y se desvane-
cen fácilmente.
La gloria es de quien la gana, y el dinero,
de quien lo agarra.
El honor y la consideración se tribu-
tan al que se hace acreedor a ellos; las
riquezas son patrimonio del que se las
proporciona.
La gloria falsamente alcanzada, poco per-
manece y presto pasa.
El que sin fundamento adquiere ce-
lebridad, tarda poco en perderla.
La gloria vana, florece y no grana.
Advierte cuan poco suelen durar las
satisfacciones del mundo.
La gloria y el dinero son para quien los
gana.
No siempre, porque a veces los dis-
fruta aquel a quien no le ha costado
trabajo adquirirlos.
Más gloria se granjea en perdonar las
injurias que en vengarlas.
Porque revela tener un corazón gran-
de el que tal hace.
Ninguno diga su gloria.
Debe dejarse siempre a los demás el
que ponderen lo que uno haga digno
de elogio.
Con las glorias se olvidan las memorias.
Da a entender que el que llega a
ocupar altos empleos o tiene grandes
gustos y satisfacciones, suele olvidarse
de los amigos y de los beneficios reci-
bidos.
Las glorias, con sudores se riegan.
Para conseguir la celebridad hay or-
dinariamente que sufrir muchos sinsa-
bores y pasar grandes desvelos.
Las glorias mundanas son todas vanas.
Indica que en esta vida no hay nada
durable.
GLOTÓN. — Ahítate, glotón, con esas
guindas.— -V. Hártate, comilón, con pasa.
y media.
GOBERNADOR.— £/ buen gobernador,
la pierna quebrada, y en casa.
El que tiene a su cuidado el dirigir a
los demás, debe estar siempre atento
al desempeño de su cometido.
El gobernador codicioso hace la justicia
desgobernada.
El que busca en su cargo el modo
de lucrarse, lo desprestigia.
¿Será buen gobernador quien tiene a su
hijo cavador?
Es seguro que no, por lo menos en
estos tiempos, en que, aunque no sea
otra cosa, le puede nombrar su secre-
tario particular.
GOBERNANTE
416 —
GOLPE
GOBERNANTE. - Cuando los gobernan-
tes hacen lo que deben, los gobernados no
hacen lo que quieren.
Porque les obliga a cumplir con su
deber y no pueden extralimitarse.
GOBERNAR. — £/ que no sabe gober-
narse a si, ¿cómo sabrá gobernar a
oíros?
Desde luego se puede contestar que
muy mal; que es lo que hacen muchos
políticos que no saben poner orden en
su casa y se empeñan en dirigir la na-
ción. Y así anda ello.
GOBIERNO. — El gobierno se ha de dar
a quien huye de él, ?io a quien lo pide.
Porque el que no lo quiere demues-
tra que no piensa enriquecerse con él,
y por lo tanto, gobernará con justicia.
En esto de los gobiernos iodo es comenzar.
Todo cuesta trabajo en sus principios.
GOLILLA. — Ajusfar, o apretar, a uno la
golilla.
Ponerle en razón; obligarle a que
•bre bien por la fuerza. — Ahorcarle o
darle garrote.
GOLONDRINA. — Chirriar más que go-
londrina en abril.
Comparación basada en que con la
llegada de la primavera las golondri-
nas se alegran.
Una golondrina no hace verano. Algu-
nos añaden : pero lo anuncia.
Enseña que un ejemplar no estable-
ce regla.
Voló la golondrina. —V. Voló el golon-
drino.
GOLONDRINO.— Voló el golondrino.
Manifiesta que una cosa en que se
tenía esperanza se escapa de las manos.
GOLONDRO. — Campar de golondro.
Vivir de gorra; a costa ajena.
Andar en golondros.
Andar desvanecido con esperanzas
peligrosas e inútiles.
GOLOSINA. — Amargar a uno la golo-
sina.
Salirle caro el disfrute de un placer.
GOLOSO. — Pide el goloso para el deseoso.
Explica que algunos, so pretexto de
pedir para otros, solicitan al mismo
tiempo, indirectamente, para sí aquello
que desean.
Por ser goloso el ratón, cayó en la prisión.
V. Al gato goloso se le quema el hocico.
G OLPE. — A golpe seguro.
A tiro hecho; sin temor de errar.
Al golpe.
En seguida, al punto, inmediatamen-
te, luego.
Andar todo de golpe y zumbido.
Hacer una cosa precipitadamente; sin
reflexión ni meditación.
Caer de golpe.
Caer de una vez e inesperadamente
toda la casa u otra cosa.
Dar golpe una cosa.
Causar sorpresa y admiración.
Dar uno golpe en bola.
Salir airoso de una empresa difícil o
arriesgada. Úsase más frecuentemente
en la forma negativa.
Dar un golpe en el aro y otro en la bota. —
V. Hacer a dos manos.
De golpe.
Prontamente; con brevedad; de re-
pente.
De golpe y porrazo. — V. Andar todo de
golpe y zumbido.
De un golpe.
De una sola vez o en una sola acción.
El golpe de la sartén, aunque no duele,
tizna.
Da a entender que las calumnias con-
tra uno, aunque siendo claras y re-
conocidas por tales no parezca que ie
perjudican, suelen dejar alguna man-
cha en su reputación.
Errar el golpe.
Frustrarse el efecto de una acción
premeditada.
Estar en el golpe.
Caer en la cuenta; entender bien lo
que se ha dicho, aunque haya sido so-
lapadamente.
Golpe de cobre nunca mató hombre.
Alude a la campana que en la Edad
Media convocaba a los hombres para
la guerra, sin que por eso quisiera sig-
nificar que morían en ella.
Parar uno el golpe.
Evitar el contratiempo o fracaso que
amenazaba.
Un solo golpe no derriba un roble.
Enseña que para el buen éxito de
cualquiera solicitud, no basta una sola
instancia o tentativa.
Descargar golpes a uno.
Herirle o darle golpes con violencia.
GOLLERÍA
— 417 —
GORRIÓN
Hacerse a los golpes.
Acostumbrarse a alguna cosa a que
impele la necesidad.
Todos los golpes van a parar al dedo
malo. — V. Perro flaco todo es pulgas.
GOLLERÍA. — Pedir más, sería gollería.
La gollería, gullería o güilo ría es un
manjar exquisito y delicado. Expresa,
por tanto, la frase querer alcanzar algo
muy bueno y excepcional.
GOLLETE.— Estar uno hasta el gollete.
Haber comido mucho. — Estar cansa-
do y harto de sufrir. — Estar emba-
rrancado o lleno de deudas.
GORDA. — Armarse la gorda.
Moverse disturbios.
Cosas hay que ian gordas se ven, que no
se pueden roer.
Las mentiras exageradamente inve-
rosímiles no son creídas por nadie.
¡Gordas y frescas!
Expresión con que se rechaza algu-
na proposición, reputando por exage-
raciones las cosas que a uno le dicen.
GORDO. — Estar gordo como un sollo.
El sollo, por otro nombre esturión,
que viene a ser como un tiburón de
río, es un pez de bastante longitud
y proporcionalmente grueso. Los hay
hasta de 7 metros de largo; y si hemos
de dar crédito a Plinio, en su tiempo
se llegó a pescar en el Po (río de Italia)
individuos que llegaron a pesar 1.000
libras, lo cual, dicho sea con perdón
de aquel célebre naturalista, se me hace
un poco duro de creer. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que este ani-
mal se presta fácilmente a la castración,
ganando prodigiosamente en gordura.
Gordo como una nutria.
Tener buenas carnes.
Más gordo que un trullo.
El trullo es un ave parecida al pato.
Sabido es que estos palmípedos sue-
len ser obesos, de donde nace la com-
paración.
.Más vale gordo al telar que delgado al
muladar.
Enseña que no se deben apurar tan-
to las cosas y quererlas tan exquisitas
que se pierda todo
Repicar gordo.
Ser día de gran fiesta. — V. Echar la
casa por la ventana.
Ser más gordo que un sapo campanero.
Ser muy obeso.
GORDURA. — Dame gordura, y daréte
hermosura.
Acredita cuánto contribuyen las bue-
nas carnes al bien parecer de una per-
sona, sobre todo de las mujeres.
GORIGORI. — Gorigori, enterremos a
este pobre.
Critica la ligereza con que suele can-
tarse el responso al ir a sepultar a los
que no tienen bienes de fortuna.
GORJA. — Estar uno de gorja.
Estar alegre y festivo.
Mentir por la gorja.
Aseverar una cosa sin el más míni-
mo fundamento.
GORRA. — Buena gorra y buena boca ha-
cen más que buena bolsa.
Da a entender cómo los modales
atentos y las razones comedidas alcan-
zan en ocasiones mucho más que lo
que pudiera conseguir el dinero.
Comer, o beber, o vivir, etc., de gorra.
Verificar lo que los respectivos ver-
bos significan sin costarle a uno nada,
por hacerlo a expensas de otro.
Duro de gorra.
Dícese del que aguarda a que otro le
haga primero la cortesía.
Hablarse de gorra.
Hacerse cortesía, quitándose la go-
rra sin hablarse ni comunicarse.
GORRIÓN. — Al gorrión que va de paso,
cañazo.
Adagio que exhorta a no malograr la
ocasión favorable cuando se presenta,
por temor de que no vuelva. Tiene mu-
cha latitud en su uso y aplicación;
v. gr. : Hace noche un viajero desco-
nocido en una posada, y lo desuellan.
Pasa una persona junto a otra, y ésta le
da un papirotazo, etc.
Quedarse como un gorrión. — V. Quedar-
se como un pajarito.
Ser más ardiente, o caliente, que un go-
rrión.
Ser por extremo enamorado. — Ha-
blando Aristóteles de los muchos ma-
les que acarrea el abuso de los place-
res libidinosos, cita, entre otros, la cir-
cunstancia de que abrevian la vida, y
pone por ejemplo a los gorriones, «los
cuales — dice — no viven más de un año,
27
GORRO
41S —
GOZAR
por efecto de lo lujuriosos que son.
Por eso — añade — son muy pocos los
gorriones qne tienen negro el vientre,
pues la tal negrura es señal de vejez
en ellos. >
Una cosa es apuntar y otra caer el go-
rrión.
Da a entender que no siempre co-
rresponden los resultados a los medios
puestos en práctica para conseguirlos.
Hacerse a los gritos, o al ruido, como los
gorriones.
Dícese de la persona que, en fuerza
de ser frecuentemente reprendida, no
hace ya caso de gritos, amenazas ni re-
convenciones.
Por miedo de gorriones no se deja de
sembrar caña/nones.
El temor de que pueda sobrevenir
algún daño eventual no debe servir
nunca de óbice o pretexto para dejar
de acometer una empresa beneficiosa.
GORRO. — Apretar el gorro.
Disponerse a correr. — Equivale a la
expresión Poner haldas en cinta que
usaban nuestros antepasados.
Ponerle a uno el gorro.
Hacerle estar presente a las demos-
traciones cariñosas de dos amantes, o
contribuir a los placeres de otro sin sa-
berlo.— Comúnmente se forma en sen-
tido poco favorable a la persona a que
se alude. — También se dice : Echarle a
uno el chorro.
GORRÓN. — Entre gorrón v gorrón se
cría un buen por retén.
La planta criada inmediata a las pie-
dras, vegeta con mayor fuerza y lo-
zanía.
GOTA. — Ahogarse en una gota de agua. —
V. Ahogarse en poca agua.
Gota a gota, como cencerro de amolador.
Poco a poco se hace todo, aun las
cosas más pesadas
Gota a gota la mar se apoca.
Demuestra que todas las cosas lle-
gan a su fin, por grande que sean, y
que los caudales más gruesos se des-
truyen si falta una prudente economía.
Gota traída y llevada, es gota medio cu-
rada.
Aconseja que para esa enfermedad
no es conveniente el reposo, sino el
pasear o andar de un lado para otro.
Hacer sudar la gota gorda.
Obligar a una persona a que trabaje
mucho para conseguir lo que desea.
La gota nace de la gota.
Juego de palabras con que se da a
entender que la gota, enfermedad, es
causada, las más de las veces, por el
abuso de la gota, bebida alcohólica.
La gota se cura tapando la boca.
Indica que para no exacerbar esta
enfermedad se debe comenzar por su-
primir el uso de las bebidas alcohó-
licas.
No dejarle a uno gota de sangre en el
cuerpo.
Pondera el terror o espanto de una
persona.
No ver gota.
No ver nada; ser completamente
ciego.
Ser una cosa para mear y no echar gota.
Dícese familiarmente de cualquiera
situación comprometida o de difícil so-
lución.
Sudar la gota gorda, o tan gorda.
Pondera el afán que se toma uno para
conseguir lo que intenta.
Una y otra gota apagan la sed.
Explica que la repetición de los actos
facilita el fin a que se dirigen.
Son como dos gotas de agua.
Aplícase a las personas entre quie-
nes existe gran parecido.
GOTERA. — Es una gotera.
Significa la continuación frecuente y
sucesiva de cosas molestas.
La gotera cava la piedra.
Enseña que la constancia o continua-
ción vence las mayores dificultades.
Quien tío adoba, o apaña, o quita, gotera,
hace casa entera.
El mal que no se remedia en su prin-
cipio, cuesta más trabajo desarraigarlo
cuando ha llegado a tomar incremento.
Una gotera continua ablanda un duro pe-
ñón. — V. La gotera cava la piedra.
Una gotera de agua menuda deshace la
piedra más dura. — V. La gotera cava-
la piedra.
GOTITAS. — Muchas gotitas, o candeli-
tas, hacen un cirio pascual. — V. Muchos
pocos hacen un mucho.
GOZAR. — Para bien gozar, mucho espe-
rar.— V. Hasta el fin nadie es dichoso.
GOZO
— 419 —
GRACIA
GOZO. — El gozo en el pozo, o Mi gozo
en un pozo.
Da a entender que se ha frustrado
la realización de aquello que se prome-
tía uno conseguir.
Más vale un gozo que un buen mozo.
Es preferible una satisfacción que la
perspectiva del que pueda proporcio-
narlas.
No caber en si de gozo, o de orgullo.
Estar sumamente poseído de aquel
afecto o sentimiento de que se trata.
Saliar uno de gozo.
Estar sumamente alegre.
GOZQUE. — Parecerse uno al gozque del
caminante, que, adelantándose de su due-
ño y volviendo después atrás, anda dos o
tres veces el camino.
Dícese por los que, corriendo con-
fusamente de acá para allá y fingiendo
traer muchas ocupaciones entre ma-
nos, desempeñan su cometido en mu-
cho más tiempo del que necesita quien
va directa y reposadamente a su objeto.
Dos gozques a un can, bien le morderán,
o mal rato le dan. — V. Tres contra uno,
vuélvome grullo.
GRACIA. — Andarle buscando la gracia a
alguno.
Decirle o hacerle algún halago con
el fin de desenojarlo.
Caer de la gracia de uno.
Perder su valimiento y favor.
Caer en gracia.
Agradar, complacer.
Celebrarle, o reírle, a uno la gracia.
Aplaudirle un dicho o hecho más me-
recedor de vituperio que de alabanza.
Con esta gracia me quieren a mí en mi
casa. — V. Así me quieren en mi casa.
Dar uno en la gracia de decir, o hacer,
una cosa.
Es decir, repetirla de continuo y como
por tema.
Entre la gracia de Dios.
Frase familiar que se suele dirigir
por galantería a la persona que entra
en alguna reunión, especialmente si es
mujer, y que se emplea también en
ocasión de abrir alguna puerta o ven-
tana con el objeto de que entre clari-
dad en algún paraje que se hallaba obs-
curo. — Algunos añaden : Y entraba un
fraile y salían dos.
Entre la gracia de Dios... (Y entraba un
fraile y salían dos.)—V. Entre la gracia
de Dios.
Estar en gracia.
Dícese de los que, por la santidad
de sus costumbres, se cree que son
aceptos a Dios.
Hablar de gracia.
Decir y hablar sin fundamento.
Hacer gracia de alguna cosa a uno.
Dispensarle o librarle de ella.
Hacerle a uno alguna cosa la misma gra-
cia que si le sacaran las muelas.
Molestarle, disgustarle o hacerle daño.
Más vale caer en gracia que ser gracioso.
Enseña que a veces puede más la
fortuna y dicha de un sujeto que su
propio mérito.
No está Gracia en casa. — V. No está la
Magdalena para tafetanes.
No puede haber gracia donde no hay dis-
creción.
Contra los tontos que se las echan
de ocurrentes y graciosos.
Para gracia de niños y canto de pájaros
no se puede convidar a nadie.
Porque cuando se quiere que lo hagan,
suelen no verificarlo ni unos ni otros.
r- Quieres medio por la gracia y dos reales
por la caballada?
Frase cubana que se emplea iróni-
camente cuando alguno ha dicho o he-
cho alguna simpleza.
Unos se ríen de la gracia y otros de la
singracia.
En este mundo hay gusto para todos,
y aquello que algunos no le encuentran
chiste es para otros ocurrencia de gran
ingenio.
Dando gracias por agravios, fiegocian los
hombres sabios.
Las personas de talento suelen de-
volver galanterías por inconveniencias.
Dar gracias.
Manifestar de palabra, o por medio
de ademanes, el agradecimiento por el
beneficio recibido.
Decir uno dos gracias a otro.
Decirle algunas claridades en fuerza
del resentimiento que tiene con él.
Decir gracias y escribir donaires es de
grandes ingenios.
Como que ninguna de estas dos cosas
es patrimonio de los tontos.
GRACIOSO
— 420 —
GRANADA
El decir gracias no es para todos. — Véa-
se Decir gracias y escribir donaires es
de grandes ingenios.
¡Gracias a gancho, que la intención de
Dios va visto hablas! — V. ¡Gracias a
rama, que la voluntad de Dios bien cono-
cida estaba!
¡Gracias a rama, que la voluntad de Dios
bien conocida estaba!
Caminando por el borde de un pre-
cipicio varios viajeros, hubo de resba-
lar uno de ellos, que se hubiera des-
trozado en el fondo, a no haberse en-
ganchado la ropa en una fuerte rama,
que lo detuvo en la caída. Extraído
después de no pocos esfuerzos, ex-
clamó uno devotamente: «¡Gracias a
Dios!»; a lo que contestó la víctima
con la frase arriba apuntada.
Gracias, señor elefante.
Modo de burlarse de quien se jacta
de haber hecho mucho a favor de otro,
y en realidad de verdad no ha hecho
nada. — Alude a la fábula de Samanie-
go intitulada El camello y la pulga, de
todos conocida.
Las gracias de Gedeán.
Tomado Gedeón como el prototipo
de la tontería, puede suponerse que
las gracias a que alude serán las hijas
de otros tontos como el que sirve de
punto de comparación.
Las gracias son para una vez, y repetidas
pierden su chiste.
Lo que causa impresión es general-
mente lo nuevo, lo impensado o des-
conocido; lo que ya se sabe, por muy
chistoso que sea, no hace reír.
No estar de gracias, o para gracias.
Estar uno muy disgustado o de mal
humor.
Vuelve gracias por agravios, que asi ne-
gocian los sabios.
Enseña y aconseja que pagar las in-
jurias con beneficios y agasajos, es la
mejor y la más acertada máxima de los
hombres prudentes y discretos. — Véa-
se Dando GKACixspor agravios, negocian
los hombres sabios.
GRACIOSO. — Como el gracioso de Ol-
medo, que entró a dar lanzada y salió sin
calzas y cojeando.
Modo de censurar a los que hacen
alarde de ingenio, sin poseerlo.
GRADO. — Mal de mi, o tu, o su, o nues-
tro, o vuestro, o su, grado, o A mal de
mi, etc., o Mal mi, etc., grado.
A pesar mío, tuyo, suyo, nuestro,
vuestro; aunque no quiera, o no quie-
ras, o no quieran, o no queramos, o no
queráis.
Más vale por grado tomar lo que por fuer-
za se ha de llevar.
Porque así evitamos el disgusto, sin
excusar lo que no queremos.
Ni grado ni gracias.
Explica que una cosa se hace sin
elección, y que no merece agradeci-
miento.
Ser una cosa en grado de uno.
Ser de su gusto o aprobación.
GRAGEA. — Gragea a Guinea.
Llevar una cosa sumamente fina
adonde no han de saber apreciarla.
GRAJA. — No entiendo de grajas peladas.
Indica que uno no gusta de hacer o
creer algo en que recela engaño.
GRAMA.-Mí vale comer grama y abro-
jo qzie traer capirote en el ojo.
Da a entender que es mejor poco
con libertad o adquirido legítimamen-
te, que mucho sin ella o no adquirido
por medios lícitos.
GRAMÁTICA. — A la Gramática, con
babas; y a las Matemáticas, con barbas.
Aconseja que se estudie la primera
siendo niño, y las segundas estando ya
en posesión del raciocinio necesario
para comprenderlas bien, es decir,
siendo hombre.
Tener mucha gramática parda.
Ser persona astuta y practicar las
tres reglas de la gramática parda, que
son : Ver venir, dejarse ir y tenerse allá.
GRAlN A.— De los colores, la grana; de las
frutas, la manzana.
Una de tantas apreciaciones, hija del
capricho o gusto del inventor.
En la más fina grana cae la polilla. —
V. Siempre cae la mancha en el paño
más fino.
GRANADA. — Abrirse como H fuera una
granada.
Partirse algo con facilidad.
En el tiempo de la granada, la gallina no
pone nada.
En el tiempo frío las aves de corral
se sienten poco ponedoras.
GRANADINO
— 421 —
GRANO
Quien no ka visio a Granada, no ha visto
nada.
Manera de encarecer las bellezas que
atesora el último baluarte morisco en
España.
GRANADINO.- Granadino, ladrón fino.
Refrán que no tiene explicación, por
ser un absurdo el suponer que todos
los naturales de aquella ciudad históri-
ca posean la cualidad que al detractor
se le ocurrió inventar. En Granada,
como en todas partes, hay gente de
todas clases. Véase lo que desde el
refrán sobre Adrada de Pirón venimos
repitiendo en todos los artículos refe-
rentes a las distintas localidades.
GRANDE. — Cubrirse de grande de Es-
paña.
Tomar posesión, en presencia del
rey, de las prerrogativas anexas a
dicha dignidad.
El grande que fuere vicioso será vicioso
grande.
Los magnates no suelen tener vicios
pequeños, porque pueden costeárselos
todos.
Mientras la grande se abaja, la chica ba-
rre la casa.
No hay que despreciar las cosas pe-
queñas, que a veces valen más que las
grandes.
De los grandes, o de señores y del sol,
cuanto más lejos mejor.
Porque, abusando comúnmente de
su poderío o de su autoridad, se for-
jan la ilusión de que el mundo es una
manada de esclavos que deben estar
sujetos a hacer su capricho y a aguan-
tar su trato despótico e insolente.
El que grandes cosas busca, por fuerza
ha de hallar alguna.
El que se empeña en una cosa, suele
salirse con ella.
Si no acabó grandes cosas, murió por
acometellas.
Frase consolatoria para aquel a quien
han salido frustrados sus proyectos.
GRANDEZA.— Más grandeza es despre-
ciar las riquezas que poseerlas.
Porque la ambición es un vicio y la
templanza una virtud.
GRANDULLÓN. — Contra más grandu-
llón, más bribón.
El pueblo suele emplear contra en
lugar de cuanto. — V. Largo, largo,
maldito lo que valgo.
GRANITO. — Echar un granito de sal.
Añadir alguna especie a lo que se
dice o trata, para darle chiste, razón y
viveza.
GRANIZO. — Armarse el granizo.
Levantarse una nube que amenaza
tempestad. — Originarse desazones y
pendencias.
Más menudo que granizo.
Comparación basada en la pequenez,
salvo raras excepciones, de ese fenó-
meno meteorológico.
Saltar como granizo en albarda.
Sentirse y alterarse con facilidad y
neciamente de cualquiera cosa que
otro dice.
GRANO. — ¡Ahí es un grano de anisl
Se usa irónicamente para denotar la
importancia o gravedad de una cosa.
Ahogarse el grano.
No prevalecer, por las malas hierbas
que nacen junto a él.
Apartar el grano de la paja.
Distinguir en las cosas lo substancial
de lo que no lo es.
Como grano de mijo en la boca de un asno.
Dícese para ponderar la pequenez o
cortedad de alguna cosa.
Con su grano de sal.
Advierte la prudencia, madurez y re-
flexión con que deben tratarse y go-
bernarse los puntos arduos y delicados.
De un grano de agraz se hace mucha den-
tera.
A veces, pequeñas causas producen
grandes efectos.
Grano a grano allega para tu año.
Denota lo mucho que importa la eco-
nomía continuada, aunque sea en cosas
pequeñas.
Grano a grano hinche la gallina el papo.
Enseña que el que poco a poco va
guardando lo que gana o adquiere, al
cabo de algún tiempo se halla rico o
abastecido.
Ir, o venir, al grano.
Atender a la substancia cuando se
trata de alguna cosa, omitiendo super-
fluidades.
Levantar un grano de mostaza a ser monte.
Dícese de los que de la nada llegan
a desempeñar altos cargos.
GRANZA
— 422 —
GRITO
Afás vale grano de pimienta que libra de
arroz.
Enseña que es preferible una perso-
na o cosa pequeña, pero viva y con gra-
cia, a una grande, sosa o sin mérito.
No dar un grano de arroz al gallo de la
Pasión.
Modo de motejar a una persona de
avariciosa y sin corazón.
No haber donde echar un grano de tri-
go. — V. No caber un alfiler.
No ser una cosa un grano de anís.
Tener más importancia de lo que apa-
renta o de lo que alguno creía.
Sacar grano de una cosa.
Conseguir de ella alguna utilidad o
provecho.
Salirle a uno un grano.
Dícese cuando una persona pesada
y machacona no deja a nadie en paz,
acompañándole, pidiéndole, molestán-
dole, etc., de una manera continuada.
Si de chico come grano, ¿qué será cuatido
marrarlo} — V. Si de chico eres tan bru-
to, ¿qué será cuando mayor?
Un grano no hace granero, pero ayuda a
su compañero.
Recomienda la economía hasta en
las cosas de menos valor.
Con los granos de un buen año se reme-
dian tres de daño.
Cuando la cosecha es abundante no
hay que temer que las siguientes no lo
sean tanto.
GRANZA. — Mientras descansas, macháca-
me esas granzas.
Se nota al que impone a otro dema-
siado trabajo, sin dejarle tiempo para
descansar. — V. Dímelo hilando, ca-
sera.
GRASA. — Donde no entra grasa, entra
pan sin tasa.
Aquel cuya comida se reduce a sólo
pan, tiene que comerlo en abundancia
para quedar satisfecho. — V. Donde no
entra tajada, entra rebanada.
GRATIS. — Hacer una cosa gratis el
amore.
Graciosamente, sin interés, de balde.
GRATITUD. — La gratitud es la sombra
del beneficio.
A ciertas personas les duele recibir
favores, por no verse obligadas a agra-
decerlos.
GRAVEDAD. — Con más gravedad que
Perico en la horca.
Dícese de la persona que está seria.
GREÑA. — Andar a la greña.
Altercar descompuesta y acalorada-
mente; empelazgarse.
GRD3GO. — Asi lo entiende, como si le ha-
blaran en griego.
Aplícase a las personas que le hablan
a uno de materias superiores a su in-
teligencia.
Hablar en griego.
Hablar de materia superior a la in-
teligencia del que oye, o de modo que
no comprenda.
GRD3GUESCA.— Hacer la grieguesca.
«Los griegos fueron muy dados a la
glotonería y gula, y por ende se tenía
por proverbio contra los glotones y vo-
races que hacían la grieguesca.» (Núñez
de Oria, Regimiento y aviso de sanidad,
libro I, cap. III.)
GRIJÁN. — Sabe más que Griján.
Así lo pone Gallardo en su Criticón,
número 2, pág. 19. — V. Saber tnás que
Briján.
GRILLA. — Esa es grilla.
Expresión con que se da a entender
que no se cree lo que se oye.
GRILLO. — Cantarle a uno el grillo.
Aplícase a la persona que tiene dine-
ro, especialmente si hace sonar el que
lleva en la faltriquera.
¿Te chuleas, griUo, o te tiro la jaula?
Explicación que se pide a quien vier-
te alguna proposición que nos resulta
desagradable, para saber de él si lo que
acaba de decir es en broma o de veras.
Un grillo cuesta dos cuartos, y con todo,
se le oye, o Un grillo es, y se le escucha.
Modo de llamar la atención de una
persona que se niega a escuchar lo que
se le quiere decir.
Andar a caza de grillos. — V. Andar a
GRILLOS.
Andar a grillos.
Ocuparse en cosas inútiles.
GRITA. — Sufrir la grita y beber los ba-
rriles.
Aguantar el regaño, pero hacer o sa-
lirse uno con su gusto.
GRITO. — Alzar el grito.
Levantar la voz con descompostura
y orgullo.
GRULLA
423
GUAPO
Estar en un grito.
Quejarse por efecto de un dolor agu-
do e incesante.
Levantar el grito. — V. Alzar el grito.
Poner el grito en el cielo.
Clamar en voz alta, quejándose de
un dolor o pena vehemente que aflige
y atormenta el cuerpo o el ánimo. —
Mostrarse airado al ver u oír alguna
cosa que es contra toda razón y justi-
cia, o que parece serlo.
Asparse a gritos.
Exagerar la fuerza o vehemencia con
que suelen llorar los niños o gritar las
personas mayores para llamar a otra.
GRULLA. — Grulla trasera pasa a la de-
la?itera.
Enseña que no por la precipitación
y celeridad se llega más pronto al fin.
Cuando veas las grullas que van por aba-
jo, estáte con el amo aunque sea con tra-
bajo; y cuando vuelvan hacia arriba, ni
aunque te lo diga.
Porque es más difícil hallar trabajo
o colocación en el invierno que en el
tiempo del calor.
GRULLO. — Tres contra uno, vuélvome
grullo.
Es prudencia ceder y retirarse cuan-
do las fuerzas contrarias son supe-
riores.
GRUMO. — Grumos de oro llama el esca-
rabajo a sus Iiijos. — V. Dijo el escara-
bajo a sus hijos : « Venid acá, mis flores.»
GRUPA. — Volver grupa.
Retroceder uno, sea materialmente
en su camino, sea en su empresa o en
su designio. — Desistir y cejar son los
verbos que expresan simplemente es-
tas dos ultimas ideas.
GUACO. — Hacer uno su guaco.
Hacer su agosto, su negocio.
GUÁCHARO, — Bajar al Guácharo.
Morir. — Frase usada en la República
de Venezuela y sus contornos, con mo-
tivo de existir en aquella localidad
cierta cueva profunda así llamada, que,
según la creencia de aquellos indios, es
el lugar adonde bajan las almas de los
muertos. Debe su nombre al del paja-
rraco nocturno conocido con la deno-
minación de guácharo, del cual se ani-
dan millares en dicha caverna; ésta
consta de más de 1.200 metros de lon-
gitud, y por su centro corre un ria-
chuelo de poca anchura y menos pro-
fundidad.
GVAD AL AJAR A. — Parecerse a la de
Guadalajara : mucho mantel y poca
tajada. — V. Ser más el ruido que las
nueces.
GUADALUPE. - Escupe, Guadalupe,
escupe.
Expresión jocosa que se dirige a
aquel que por mofa hace como que
tose, o a aquel que no puede disimu-
lar la ira que le ahoga.
GUANTE — Arrojar el guante a uno.
Desafiar.
Asentar a uno el guante. — V. Asentar
la MANO.
Echar el guante.
Alargarla mano para agarrar una cosa.
Echar un guante.
Recoger dinero entre varias perso-
nas para un fin, regularmente de bene-
ficencia.
Alas blando que un guante.
Da a entender que se ha reprendido
a una persona de suerte que le haya
hecho impresión. — Úsase con distintos
verbos.
Poner más blando que un guante. — Véa-
se Más blando que un guante.
Venir alguna cosa como guante en mano.
V. Venir como anillo al dedo, o en el dedo.
¡ Viene bien el guante con el alpargate!
Expresión usada cuando no concuer-
da la educación de una persona con la
posición que ocupa, o algo semejante
que marque la antítesis.
Adobar los guantes.
Regalar y gratificar a una persona.
Asi se dan los guantes al rey.
Expresión usada cuando se tira una
cosa a una persona, en lugar de dárse-
la en la mano.
Calzar, o calzarse, uno los guantes.
Ponérselos.
Descalzarse uno los guantes.
Quitárselos de las manos.
GUAPO. — Más guapo que Francisco Es-
teban.
Ser un bravucón, a semejanza del
personaje aludido.
Los guapos y el buen virio se acaban
pronto. —V. Los valientes y el buen vino
se acaban pronto.
GUARDA
424
GUERRA
GUARDA. — Ser una persona o cosa en
guarda de uno.
Estar bajo su protección y defensa.
Encontrarse los guardas con los mete-
dores.
Esto es, salir al encuentro o descu-
brir a aquel que trataba de ejecutar
una mala acción.
Falsear las guardas.
Contrahacer las guardas de una llave
para abrir lo que está cerrado con ella.
GUARDACANTÓN. — El que nace para
guardacantón, nunca llega a requeso'n.
Cuando la suerte es adversa, inútil
es todo cuanto se practique con el fin
de hacer que se mude.
GUARDAR. — De la buena te guarda, y
de la mala no fíes nada.
Refiérese a las mujeres, e indica que
no se tenga mucha confianza en ellas.
Guardársela a uno.
Diferir para tiempo oportuno la ven-
ganza, castigo, despique o desahogo de
una ofensa o culpa.
Más vale guardar que demandar.
Recomienda la virtud del ahorro.
Quien guarda, halla. Algunos añaden
jocosamente: Y guardaba una cazcarria.
Indica que todo el que sabe conser-
var las cosas, cuando tiene necesidad
de ellas las encuentra, con lo cual aho-
rra el comprarlas o tener que pasar por
la vergüenza de pedirlas.
Quien no sabe guardar lo que quiere, si
se lo hurtan no se queje.
Aconseja el mayor cuidado en con-
servar aquello que se posee, para no
verse expuesto a perderlo por su de-
sidia.
Si para allá me la guardas, échame un
medio.
Manera de indicar la poca fe que se
tiene en un ofrecimiento hecho a larga
fecha.
GUARDIA. — ¡Alza, que vas de guardia!
Dícese para despabilar a una perso-
na que se está durmiendo, o animar a
aquel que está decaído.
Montar la guardia.
Entrar de guardia la tropa en un
puesto para que salga y descanse la
que está en él.
Ponerse en guardia.
Apercibirse por lo que pueda sobre-
venir.— Diga lo que quiera Baralt, esta
frase proverbial es de buena ley, muy
expresiva, bastante usada por perso-
nas cultas y, en su consecuencia, «nada
chocarrera».
GUARDIÁN. — Conforme anda el guar-
dián, andan los frailes. — V. Ctiando el
guardián juega a los naipes, ¿qué harán
los frailes?
Cuando el guardián juega a los naipes,
¿qué harán los frailes?
Reprende a los superiores que no
dan buen ejemplo, porque de él toman
pie los inferiores para obrar con toda
libertad y desenfreno.
GUARISMO. — No tener guarismo.
Ser innumerable.
GUATEMALA. — Salir de Guatemala
y entrar en Guatepeor. — V. Se libro de
Caribdis y cayo' en Scila.
GUAY. — Tener uno muchos guayes.
Padecer grandes achaques o muchos
contratiempos de la fortuna.
GUAYA. — Hacer uno la guaya.
Ponderar los trabajos o miserias que
padece, o fingirlos para mover a com-
pasión. — V. Llorar uno miserias.
Guayas tiene quien no puede.
El que no se halla en condiciones de
poder socorrer miserias, es el que se
ve más asediado de ellas.
GUEDEJA. — Tener asida por la guedeja
a la fortuna. — V. La ocasión la pintan
calva.
Tener una cosa por la guedeja.
No dejar escapar la ocasión de lo-
grarla.
GUERRA. — A la guerra, con la guerra.
La fuerza tiene que ser repelida por
medio de otra fuerza superior.
Declarar la guerra.
Entablar abiertamente lucha o com-
petencia con alguien.
El que tonto va a la guerra, tonto viene-
de ella.
Da a entender que los viajes podrán
enseñar mucho al hombre naturalmen-
te discreto, pero nada al de cortas-
luces.
En buena guerra.
Luchando con lealtad.
En la guerra, como en la guerra.
Aconseja que se comporte uno amol-
dándose a las circunstancias.
GUERRA
— 425 —
GUERRERO
Es una guerra nuestra vida sobre la
tierra.
Porque tenemos que luchar constan-
temente para defender la existencia.
¡Y desgraciado del que no lo hace!
Gran guerra tienen siempre entre sí her-
mosura y castidad.
Porque mientras más bella es la mu-
jer, tiene que sufrir más asedios que
ponen en peligro su honra.
Habido en buena guerra, o lid.
Dícese, en general, de todo aquello
que se obtiene por medios ilícitos, y
más especialmente del hijo habido fue-
ra de matrimonio, o del caudal adqui-
rido por extorsión o por vías fraudu-
lentas : «... sacólos (cien escudos en
oro) de un talego donde tenía más de
quinientos doblones, habidos en buena
guerra.» (Castillo Solórzano, La Gar-
duña de Sevilla, pág. 288.)
Habla en la guerra y no vayas a ella.
Recomienda que se discuta sobre
ella todo lo que se quiera, pero desde
lejos. El giro arcaico en está por de.
Hacer guerra a una persona o cosa. —
V. Echar, o tirar, líneas.
Ir a la guerra ni casar, no se debe acon-
sejar.
Enseña lo expuesto que es dar dic-
tamen en asuntos de éxito contingente.
La guerra es madre de la diligencia y ma-
drastra de la ociosidad.
Refiérese a la vida del soldado en el
campamento: en los momentos de la
lucha es preciso desplegar toda su acti-
vidad y energía; en los ratos de des-
canso suelen entregarse al juego, be-
bida, etc.
La guerra es madre de los valientes.
Porque los que son de ánimo esfor-
zado la acogen con fruición.
La guerra no se ha hecho para mujeres.
La naturaleza del sexo bello no es
a propósito para soportar los malos
ratos que ocasiona una campaña.
La guerra por sí se atiza.
Es tal su espíritu devastador, que en
su propia naturaleza encuentra elemen-
tos más que suficientes de destrucción,
sin necesidad de que le vengan de
afuera.
*Aticar, voz antigua castellana, lo
mismo que fomentar, alimentar. Hálla-
se esta voz en una colección muy anti-
gua de proverbios, donde se pone éste :
La guerra por si se ática, y le da el
lat. de Plutarco, bellum se ipsum alit.>
Tal es, copiado a la letra, ese artículo
que se lee en el Diccionario del P. Te-
rreros, pág. 183, columna primera. Sos-
pecho que el contenido del tal artícu-
lo no pasa de ser una necedad, por lo
que se puede asegurar no existe tal
verbo aticar, pues lo que cae de su
peso es que la verdadera lección del
texto (cualquiera que éste sea, pues no
se especifica) es atiza, que escrito áti-
ca por haber omitido el impresor o el
amanuense la c, indujo a error al dic-
cionarista que nos ha obligado a dar
aquí semejante satisfacción a nuestros
lectores.
Más vale buena guerra que mala paz.
Es preferible una enemistad declara-
da que una falsa amistad.
Publicar guerra. — V. Declararla guerra.
Quien no sabe qué es guerra, vaya a eila.
Reprende a los que juzgan de las co-
sas sin haberlas experimentado.
Tener la guerra declarada.
Dícese de las personas que mutua y
continuamente disputan, se contradi-
cen o persiguen.
Toda guerra concluye por donde debió em-
pezar..., por la paz.
Pero el carácter humano es tal, que
no acepta la concordia sino después
de haber sufrido unos cuantos cosco-
rrones.
En las guerras de opinión, el vencido es
el traidor.
Porque los apasionados por ella tie-
nen predilección, bien por uno, bien
por otro bando, y los que apuestan
por el que al fin es vencido, no quie-
ren dar su brazo a torcer, achacando a
cobardía o felonía lo que no es más que
carencia de fuerzas.
GUERRERO. — Hay tan valientes gue-
rreros por los pies como por las manos.
Hace escarnio de los que son débiles
o cobardes con los fuertes y fuertes
con los débiles o mansos. — Así sucedió
con los yernos del Cid, volviendo las
espaldas al enemigo en el campo de
batalla, pero maltratando cruelmente a
sus respectivas consortes.
GUÍA
— 426 —
GURRIÓN
GUÍA. — Echarse con las guias, o con guias
y todo.
Atropellar a uno, no dando lugar a
que responda.
GUIJARRO. —¡Ya escampa!... (Y llovían
guijarros.)
Denota la pesadez y tesón con que
alguno intenta persuadir de lo que no
tiene fundamento. — Dícese también
cuando sobre un daño recibido sobre-
vienen otros mayores.
GUIND A.— Echar guiada, o echarle guin-
das, a la tarasca.
Expresa la facilidad con que uno ven-
ce cualquiera dificultad. — V. Echar ca-
peruzas, o guindas, a la tarasca.
No importar una guinda. — V. No impor-
tar, o no montar, o no valer, un bledo
una cosa.
Como quien dice : Bebed cotí guindas.
Encarece el refinamiento de lo que
se pide o se hace.
Cuando las guindas valen a medio real
(que es cuando empiezan), debían valer
a blanca, y cuando valen a blanca (que
es cuando están maduras), habían de
valer a medio real.
Las primeras son nocivas y no debía
comerlas nadie, por estar verdes; las
segundas, cuando ya son sanas, podían
pagarse mejor que las llegadas por pri-
mera vez a la plaza.
Las guindas de Toledo, dos torreznos de
tocino y uno de carnero.
«Han de comer entiende.» (El Co-
mendador.) Es decir, que son tan gran-
des, que tienen que comer tanto como
las especies apuntadas.
GUISADO. — ¡ Asqueroso os habéis tornado!,
pues ya comisteis de este guisado.
Dícese de aquel que habiendo hecho
ascos antes a una cosa, acaba por tran-
sigir con ella.
Estar uno mal guisado.
Estar disgustado, displicente, desazo-
nado.
Olerse uno el guisado.
Prever lo que va a suceder.
Para ese guisado son buenos los fiam-
bres.
En ciertos asuntos sirve más el estu-
dio o preparación que se ha hecho de
antemano, que no el que se hace de
presente.
GUISO. — Ni guiso recalentado ni amores
reconciliados .
El primero pierde su sabor, y los
segundos la confianza.
Ser un mal guiso.
Úsase con referencia a algún asunto
comprometido o difícil de resolver.
GUITARRA. — El tocar la guitarra no
quiere cencía, sino juerza en los puños y
agilicencia.
Dícese por modo festivo de aquellas
cosas cuyo desempeño estriba más bien
en el elemento material o rutinario que
no en el científico o intelectual.
Estar bien, o mal, templada la guitarra.
Estar alguna persona de buen, o mal,
humor.
Estar una cosa puesta a la guitarra.
Estar puesta con primor, conforme
a arte, según el uso o práctica co-
rriente.
Pegar, o sentar, o venir, una cosa como
guitarra en un entierro.
No cuadrar con la sazón en que se
emplea; no venir a propósito.
Ser buena guitarra. — V. Ser buena maula.
Si se destempla la guitarra, que no salte
la puente por templarla.
Aconseja que en las amistades per-
didas no se esfuerce uno en quererlas
arreglar y sea peor.
GUITARRERO.— Ser como el guitarre-
ro del tajamar, que iodo se le iba en
puntear y más puntear.
Dícese de los que se andan en mu-
chos preámbulos, sin acabar de entrar
de lleno en la materia.
GULA. — No peca de gula quien nunca
tuvo hartura.
El que está habituado a una cosa,
aunque la exagere, no llama la aten-
ción.
GURRIATO. — El que te puso gurriato
bien entendía de pluma, o El que te puso
gurriato ya supo lo que se hacia. —
V. El que te puso gurrión bien entendía
de pájaros.
GURRIÓN. — £/ que te puso gurrión bien
entendía de pájaros.
Modo de calificar a uno de listo y
sagaz, comparándolo con los gorrio-
nes. — Son refranes corrientes, tanto
t'^te como los dos anteriores, en la co-
marca manchega.
GUSANILLO
427
GUSTO
GUSANILLO. — Matar el gusanillo.
Desayunarse con un trago de aguar-
diente. — En una de las sesiones cele-
bradas por la Academia de Medicina
de París allá por los .años de 1880, el
ilustre M. Pasteur hizo una terrible re-
velación: la de que el hombre en ayu-
nas debía figurar entre los animales
venenosos. En efecto; el célebre bac-
teriólogo, después de haber hecho mo-
rir a algunos conejos inoculándoles la
saliva de un niño rabioso, tuvo la idea
de continuar los experimentos en los
mismos animales inoculando la saliva
de niños completamente sanos; el ex-
perimento se vio coronado por el éxito,
es decir, que los conejos sucumbieron
también. Según Pasteur, este resultado
es debido a la presencia de un parásito
en la saliva de los niños, que, introdu-
cido en la circulación de algunos ani-
males, produce accidentes mortíferos.
Este parásito existe también en la sa-
liva del hombre que está en ayunas;
pero, afortunadamente, desaparece tan
pronto como se toma algún alimento,
pues pasa al estómago arrastrado por
aquél. Nuestros antepasados hubieron
de conocer antes que Pasteur la exis-
tencia del mortal animalito, pues la fra-
se y la costumbre de matar el gusanillo
tiene bastantes más años de fecha.
GUSANO. — Morir, como gusano de seda,
encerrado en el capullo de su casa.
Aplícase a las personas que hacen
vida retraída.
GUSTAZO.— Por un gustazo, un tranca-
zo. — V. Más vale un gusto que cien
panderos.
GUSTO. —A tu gusto, muía... (Y le daban
de palos.)
Contra aquellos de quienes no se
puede sacar partido alguno, como no
sea a fuerza de castigo. — V. Más vale
un gusto que cien panderos.
Al gusto dañado, o estragado, lo dulce le
es amargo.
En lo físico, así como en lo intelec-
tual y moral, cuando se llega a perder
el paladar, no se sabe distinguir entre
lo que es bueno y lo reprobable.
Al que se muere por su gusto hasta la muer-
te le sabe.—V. Más vale un gusto qzie cien
panderos, o Por un gustazo, un trancazo.
Caer en gusto. — V. Caer en gracia.
Comer a gusto y hablar y vestir al uso.
Indica que se dé gusto a los demás
en lo exterior; pero en lo que atañe a
uno, que siga su inclinación.
Contra gusto no hay disputa.
En materias opinables, así como en
las que caen bajo la jurisdicción de los
sentidos, cada cual es dueño de defen-
der su modo de pensar o de obrar. —
Dícese a igual propósito: De, o sobre,
gustos no hay nada escrito. (Véase.)
Darle a uno por el gusto.
Obrar en el sentido que desea.
Despacharse uno a su gusto.
Hacer o decir sin reparo y con toda
holgura lo que le acomoda.
Donde no hay gusto no hay nada.
No se puede ser feliz en ningún esta-
do de la vida que sea violento.
El que no se ríe es porque no tiene gusto.
Dícese cuando se oye alguna cosa
original o peregrina. Usase irónica-
mente.
Gusto con desasosiego, antes mengua que
se esfuerza.
No se goza aquello que no se hace
tranquilamente.
Hablarle al gusto a uno.
Hablar según el deseo o contempla-
ción del que oyó o preguntó.
Ir a gusto en el machito.
Aplícase a la persona que rehusa aban-
donar una situación cómoda y prove-
chosa.
Más vale tm gusto que cieti panderos.
El que se obstina en satisfacer su
capricho a todo trance, atropella por
todo género de inconvenientes, contra-
dicciones y obstáculos, aunque de ello
le pueda pesar algún día.
Ningún gusto puede haber en lo que se
hace por fuerza.
Todo lo obligado no causa placer.
No hay gusto cumplido en este mundo.
Recuerda la instabilidad de las co-
sas humanas, sucediéndose alternativa-
mente los goces y las penas.
No hay gusto perfecto si no es comuni-
cado.
Dícese contra los caracteres huraños
o egoístas.
No hay gusto sin disgusto. — V. No hay
miel sin hiél.
GUSTO
— 428
GUZMAN
Nunca llueve a gusto de todos.
Como no es fácil hallar dos personas
que sean de la misma opinión, si se
sigue un partido, forzosamente se des-
agradará a quien no esté de acuerdo
con él.
Quien deja lo que tiene por su gusto, qué-
jese de sí mismo.
El que abandona lo que posee vo-
luntariamente, no debe quejarse de
nadie.
Tomarle el gusto a una cosa.
Aficionarse a ella.
Tras el gasto se sigue la tristeza.
Generalmente, la satisfacción de un
placer acarrea el remordimiento, si
aquél no es lícito.
De, o sobre, gustos ?io hay fiada escrito, o
no se ha escrito nada.
Enseña que cada cual puede tener
lícitamente sus gustos, por no ser po-
sible discernir los buenos de los malos.
Gustos y pesares son no mis que imagi~
nación.
La felicidad o la desgracia existen las
más de las veces en la ilusión que cada
uno se forja de dichas entidades.
Hay gustos que ?nerecen palos.
Contra el que demuestra tener ca-
prichos extravagantes y ridículos.
Los gustos de este mundo no pueden ser
completos.
La felicidad nunca es absoluta en la
tierra, pues siempre falta algo para go-
zarla.
GUZMÁN. — Ser un Guzmán el Bueno.
Aplícase a la persona que ha dado
pruebas del mayor heroísmo, aludien-
do a la abnegación de aquel renom-
brado gobernador de Tarifa que prefi-
rió entregar su hijo a la crueldad de
los moros sitiadores, antes que abrirles
las puertas de la plaza cuya custodia le
había sido confiada.
H
HABA. — No valer una haba.
Dícese de aquellas cosas que no tie-
nen valor, importancia o mérito algu-
no.— En castellano tiene infinitos equi-
valentes, pues todo lo que es peque-
ño y de escaso valor suele servir como
punto de comparación.
Soltar la haba. (Pronuncíese la h aspi-
rada).
Expresión familiar muy corriente en
Cuba, con que se denota abandonar
una persona los modales rústicos o
agrestes que tenía; afinarse, civilizar-
se. — Alude a la voz haba ojabc, en la
acepción del tumor que se cría en la
boca de las caballerías.
Danme habas cuando no puedo masca-
llas. — V. Da dios ahnendras a quien no
tiene muelas.
De habas a caracoles. — V. De higos a
brevas.
Echar las habas.
Hacer hechizos o sortilegios.
En todas partes cuecen habas. Algunos
añaden : y en mi casa a calderadas.
Advierte que las flaquezas humanas
no son exclusivas de ningún país o
lugar.
Esas son habas contadas.
Denota ser una cosa cierta y clara. —
No disponer más que de lo necesario.
Habas en flor, locos en vigor.
Indica que en el mes de junio, así
como en la época del calor, suelen exa-
cerbarse las pasiones.
Las habas verdes.
Con este nombre, propio de un canto
y baile popular de Castilla la Vieja, por
cierto bastante zonzo, se moteja a toda
música que carece de mérito en su es-
tructura o invención.
No montar, o no valer, una cosa dos habas.
Denota el poco o ningún valor que
tiene alguna cosa, o en que es estima-
da. — V. No valer una haba.
Quien tiene habas v tocino, ¿para qué quie-
re pleitos con el vecino?
Exhorta a huir de los pleitos, espe-
cialmente a quien tiene de qué co-
mer. Úsase mucho entre gallegos y as-
turianos.
Si quieres coger habas muchas, las sem-
brarás por San Lucas; y si bien, por San
Miguel.
Indica que esta siembra debe hacer-
se por el mes de octubre.
HABAL. — Por donde va el habal, va lo
demás. — V. De tal palo, tal astilla.
HABAR. — El habar de Cabra se secó llo-
viendo.
Reprende a los que cuanto más be-
neficios reciben, tanto más ingratos se
manifiestan.
HABER. — Allá se lo haya.
Usase para denotar que uno no quie-
re tener participación en alguna cosa,
o que se separa del dictamen de otro
por temer mal efecto.
Haber a uno por confeso.
Reputar y declarar por confeso al
que, después de notificada la demanda,
no comparece dentro del término pres-
crito por la ley.
Habérselas con alguno.
Disputar o contender con él.
No haber más.
Significa lo sumo o excelente de lo
que dice el verbo.
No haber más que pedir.
Ser perfecta una cosa; no faltarle
nada para llenar el deseo.
No haber tal.
No ser cierto lo que se dice, o lo que
se imputa a uno.
{Qué hay? — Mucho y mal repartido.
Esta contestación se suele dar cuan-
HABILIDAD
— 430 —
HABLAR
do la persona preguntada está de mal
humor. — V. ¿Qué hay? — La bahía jun-
to a Cais.
HABILIDAD. — El nadar es habilidad
que nunca se olvida.
En los lances apurados, todo el mun-
do procura poner en práctica los me-
dios de salvación.
Habilidades y gradas que no son vendi-
bles, mas que las tenga el conde Dirlos.
Manifiesta que el poseer aquello que
no produce resultados pecuniarios, no
es de envidiar.
Hacer uno sus habilidades.
Valerse de toda su destreza y maña
para negociar y conseguir una cosa.
Las buenas habilidades son las más per-
didas.
Los grandes méritos no suelen ser
reconocidos ni recompensados.
H ABDLLA. — Por donde va la habilla
van las demás semillas. — V. De tal palo,
tal astilla.
HABITO. — Andar vestido con ¿/hábito de
San Agustín.
Estar a gusto con una cosa. — Irle
a uno bien en un negocio, empleo,
ocupación, etc.
El hábito hace al monje.
La manera de vestir de cada uno
hace que en sociedad se le mire con
más o menos respeto y consideración.
El hábito no hace al monje. Algunos aña-
den : ni la venera al noble.
No siempre el exterior es señal cier-
ta del interior. — V. Debajo de una mala
capa suele, a las veces, encontrarse un
buen bebedor.
El hábito se engendra de la repetición de
actos.
Todo lo que se ejecuta muchas ve-
ces suele convertirse en costumbre.
Dícese tanto de lo bueno como de lo
malo.
Mudar hábito.
Trocar estado.
Tomar el hábito.
Ingresar en una Orden con las for-
malidades correspondientes en cual-
quiera de las religiones regulares, o en
una de las Órdenes militares.
Ahorcar los hábitos.
Dejar el traje eclesiástico o religioso
para tomar otro destino o profesión.
Colgar los hábitos.
Renunciar a la carrera sacerdotal el
que la seguía.
Renunciar los hábitos. — V. Colgar los
HÁBITOS.
HABLA. — A veces, larga habla tiene chi-
co provecho.
Lo que se exagera mucho, por lo ge-
neral suele ser de menos valor del que
se pinta.
HABLAR. — A veces pierde el hablar lo
que el callar ha ganado.
La indiscreción de los habladores
suele acarrear no pequeños perjuicios.
Bastante hemos hablado.
Dase a entender que estamos ya al
corriente de lo que se ha insinuado,
más que dicho.
Cada uno habla como quien es.
Por lo regular, según el nacimiento y
crianza que cada cual tiene, así se ex-
plica en su habla.
Cada uno habla, si no como debe, a lo me-
nos como sabe. — V. Cada uno habla como-
quien es.
El hablar cuesta poco, o El hablar es
cosa fácil; lo difícil es probar.
Si a cada individuo que sienta una
proposición al aire se le exigiera un
testimonio que acreditara su veracidad,
más de cuatro y aun más de ocho en-
mudecerían al instante.
El mucho hablar envilece, y el mucho ras-
car escuece.
Los que charlan mucho inútilmente
no suelen ser de educación muy reco-
mendable.
En hablar bien, nada se pierde.
Contra los que tienen el feo vicio de
salpicar la conversación con palabrotas
obscenas o malsonantes.
Es hablar por demás.
Denota que es inútil lo que uno dice,
por no hacer fuerza ni impresión en la
persona a quien se habla.
Está hablando, o No le falta más que
hablar, o Parece que está hablando.
Dícese de la pintura o escultura que
copia con tanta exactitud y semejanza
el original de una persona, que parece
no le falta más que el soplo vital para
tomarla por la persona misma a quien
representa. — Cuéntase de cierto predi-
cador que acostumbraba perderse una
HABLAR
— 43i
HABLAR
o más veces en sus sermones, cómo,
habiéndose retratado, tuvo la suerte
de que el pintor lo trasladase al lienzo
con la mayor perfección posible. <No le
falta más que hablar>, dijo uno de los
circunstantes; a lo que repuso otro con
la mayor oportunidad: «Repare usted
en que el retrato lo representa en acti-
tud de estar predicando. >
Estar, o tener, etc., en habla una cosa.
Estar en estado de concertarse, tra-
tarse o disponerse para su conclu-
sión.— Con los verbos dejar y quedar
significa no llevar a cabo lo que se ha-
bía dicho.
Hablar alto.
Explicarse con libertad o enojo en
una cosa, fundándose en su autoridad
o en la razón.
Hablar a tontas y a locas.
Hablar sin reflexión y" lo primero
que se ocurre, aunque sean disparates.
Hablara yo para mañana.
Reconviene a uno después que ha
explicado una circunstancia que antes
omitió, siendo necesaria.
Hablar bien.
Ser cortés y comedido con todos en
lo que se dice o habla. — Explicarse con
propiedad y buen estilo.
Hablar bien criado.
Hablar como hombre de muy buena
crianza.
Hablar claro.
Decir uno su sentir desnudamente y
sin adulación.
Hablar uno consigo, o entre si.
Meditar y discurrir, sin llegar a pro-
nunciar lo que discurre o medita.
Hablar una cosa con uno.
Comprenderle, tocarle, pertenecerle.
Hablar cristiano.
Hablar claro, de manera que se en-
tienda.
Hablar en común.
Hablar en general y con todos.
Hablar en cristiano — V. Hablar cristiano.
Hablar fuerte. — V. Hablar recio.
Hablar gordo.
Echar bravatas, amenazando a uno y
tratándolo con imperio.
Hablarlo todo.
No tener discreción para callar lo
que se debe.
Hablar muy alto.
Ser elocuente, eficaz o significati-
va alguna cosa. — También se usa con
igual propiedad en la acepción de acu-
sar, deponer en contra de alguno, no
hacerle favor alguna cosa, o al con-
trario.
Hablar poco, pero mal, es mucho ha-
blar.
Recomienda el silencio para los que
no poseen dotes oratorias, o carecen
de conocimiento para hablar discreta-
mente.
Hablar por hablar.
Decir una cosa sin fundamento, sin
substancia y sin venir al caso.
Hablar recio.
Hablar con entereza y con superio-
ridad.
Hablárselo uno todo.
Hablar tanto que no deje lugar de
hacerlo a los demás.
Hable el que recibe y calle el que da.
Las buenas acciones no deben ser
pregonadas por el que las hace, pues
pierden su mérito, debiendo ser sólo
conocidas por el agradecimiento de la
persona beneficiada.
Hacer hablar.
Tratándose de instrumentos músi-
cos, tocarlos con suma destreza y ex-
presión.
Los que más empeño muestran en hablar,
son cotnúnmente los que menos tienen que
decir.
Contra los oradores gárrulos. — Es
especie que, por desgracia, abunda en
España en todos los terrenos, y singu-
larmente en el parlamentario o políti-
co, sin que quiera decir esto que esca-
see en el sagrado.
Mucho hablar trae consigo el mucha
errar. — V. Quien mucho habla, mucho
yerra.
Negar, o quitar, uno el habla a otro.
No hablarle por haber reñido con él.-
Ni hablar ni parlar.
Modo de motejar el silencio de al-
guno.
Xo es buena el habla que todos no en-
tienden.
Recomienda la dignidad en el len-
guaje, para que no tengan que escan-
dalizarse algunos oídos.
HACEDOR
— 432 —
HACER
No hables sin ser preguntado, y serás es-
timado.
La prudencia en el hablar es don
que no tiene precio.
No se hable más en ella.
Expresión con que se corta una con-
versación, o se compone y da por con-
cluido un negocio o disgusto.
No te alargues a hablar sin que preceda
el pensar.
Recomienda que no se hable a ton-
tas y a locas, sino sabiendo lo que se
dice.
Por hablar como es debido, nunca hubo
nada perdido. — V. En hablar bien, nada
se pierde.
Que lo dejen hablar, jy no lo ahorcan.
Algunos tienen tal labia para hacer
ver que lo negro es blanco, que con ella
llegan a sincerarse a veces de faltas
más o menos graves, consiguiendo ale-
jar de sí toda sospecha de culpabilidad.
Quien habla, siembra; quien oye, recoge.
El que habla esparce sus doctrinas,
así como el que escucha, aprende.
Quien mal habla, mal ha de oír.
Si no se quiere que le falten a uno,
debe comenzar por no faltar a los
demás.
Quien más habla, menos hace. — V. Perro
ladrador, nunca buen mordedor.
Quien más habla, tiene regularmente más
por qué callar.
Con el sistema de acusar primero se
evita el que le acusen a uno; hay, sin
embargo, ocasiones en que el procedi-
miento tiene quiebras.
Quien mucho habla, en algo acierta.
Haciéndolo a bulto, no todo lo que
se diga han de ser tonterías.
Quien mucho habla, mucho yerra.
Demuestra el inconveniente de ha-
blar en demasía.
Se pega la habla como la sarna.
Alude a la rapidez con que se suele
coger el acento o tonillo peculiar de
cada región, por poco que sea el tiem-
po que se lleve habitando en ella.
HACEDOR, — i Qué Mees, hacedor?
— Trabajar para el que duerme y está
al sol.
Alusión al labriego que trabaja la
tierra para el amo, en tanto que éste
descansa tranquilamente.
HACER. — A do vas, como vieres asi haz. —
V. Adonde fueres, haz como vieres.
Al bien hacer jamás le falta premio.
Todo obra meritoria recibe, tarde o
temprano, su justa recompensa.
Algo hemos, o se ha, de hacer para blan-
ca ser.
Advierte que quien tiene un defec-
to necesita poner de su parte alguna
diligencia para disimularlo.
Al hacer, temblar, y al comer, sudar.
Manera de criticar a los criados que
son flojos y glotones.
Cada uno, o cada cual, hace como quien
es. — V. Cada uno habla como quien es.
Cuando no hago lo que veo, todo me meo.
Contra los antojadizos y amigos de
imitar a los demás.
Déjeme hacer.
Equivale a decir: Eso queda a mi
cargo, corre de mi cuenta.
El que la hace, la imagina, o El que las
hace, las tañe. — V. Quien tiene las he-
chas, tiene las sospechas.
El que la haga, que la pague.
Justa sentencia por la cual se obliga
a cada uno a ser responsable de sus
actos.
El qtie no hace lo que debe, hace lo que
no debe.
Pues teniendo obligación de ejecu-
tar una cosa, al hacer la contraria co-
mete un error, cuando no una falta.
En hacer como hacen, no se peca. — Véa-
se Al fraile, como te faz, faile.
Hacer alguna.
Ejecutar una mala acción o travesura.
Hacer una cosa a mal hacer.
Llevar a cabo adrede una acción
mala. — Úsase generalmente en preté-
rito o con negación y el pronombre lo.
Hacer una cosa arrastrando.
Denota que no se hace bien, o que
se hace de mala gana.
Hacer a todo.
Servir o tener disposición para
todo. — Se usa también para significar
la disposición de uno para recibir cual-
quiera cosa que le den.
Hacer buena una cosa.
Demostrar, probar o justificar lo que
se ha dicho.
Hacer caediza una cosa. — V. Hacer per-
didiza una cosa.
HACER
— 433 —
HACER
Hacer uno de las suyas.
Obrar, proceder según su genio y
costumbre. — Tómase, por lo común,
en mala parte.
Hacerla cerrada.
Cometer un error culpable por todas
sus circunstancias.
Hacerlo mal y ex ais arlo peor.
Explica que algunas veces los moti-
vos de hacer las cosas malas son peo-
res que ellas mismas.
Hacer lo que olro no puede hacer por
uno.
Eufemismo familiar empleado para
dar a entender que va uno a ejecutar
sus necesidades corporales.
Hacer mía, o tuya, o suya, etc., una cosa.
Apoderarse o aprovecharse de ella.—
Salir fiador o responsable de ella. —
Abundar en el sentido de otro, en los
mismos términos que si hubiera sido
uno el inventor de aquella idea.
Hacer perdidiza una cosa.
Dejarla caer como por descuido ma-
liciosamente, o suponer que se ha per-
dido, siendo falso.
Hacer por hacer.
Da a entender que se hace una cosa
sin necesidad o utilidad.
Hacer presente.
Representar, informar, declarar, re-
ferir, manifestar.
Hacer que hacemos, y no hacemos
nada.
Aparentar que se trabaja, cuando en
realidad no se hace nada de provecho.
Hacer saber.
Poner en noticia de uno alguna cosa;
darle parte de aquello que ignoraba.
Hacerse allá.
Apartarse., retirarse, separarse.
Hacerse atrás.
Cejar en algún empeño; retroce-
der. — Volverse atrás de lo dicho. —
Darse tono o hacerse respetar.
Hacerse uno chiquito. — V. Hacerse uno
el CHIQUITO.
Hacerse uno de rogar.
No acceder a lo que otro pide hasta
que se lo suplica con instancia.
Hacerse dura una cosa.
Ser difícil de creer o de soportar.
Hacerse fuerte.
Fortificarse en algún lugar para de-
fenderse de una violencia o riesgo. —
Dominarse, no dejándose vencer por
el dolor, la alegría, la curiosidad, la
ira, etc.
Hacerse memorable.
Adquirir celebridad.
Hacerse obedecer.
Tener entereza para obligar a que se
cumpla lo que se manda.
Hacerse uno el olvidadizo.
Fingir que no se acuerda de lo que
debiera tener presente.
Hacerse uno presente.
Ponerse de intento delante de otro
para algún fin.
Hacerse rico.
Adquirir riquezas,
Hacerse uno servir.
No permitir descuido alguno en su
asistencia.
Hacerse tarde.
Pasarse el tiempo oportuno para eje-
cutar una cosa.
Hacerse valiente.
Fiar, salir garante.
Hacerse uno viejo.
Consumirse por todo. — Empléase
como contestación al que pregunta qué
hace, cuando se está ocioso.
Hacer sudar a uno.
Denota la dificultad que le cuesta
ejecutar o comprender una cosa. —
Obligarle a entregar dinero.
Hacer sudar a uno el quilo. — V. Hacer
sudar a uno, primera acepción.
Hacer tina que sea sonada.
Frase con que, en son de amenaza,
se anuncia un gran escarmiento o es-
cándalo.
Hacer ver.
Mostrar una cosa, o demostrarla y
persuadir de modo que no quede duda.
Hacer viejo a uno.
Da a entender que aquellos a quie-
nes se conoció en menor edad, se ha-
llan ya hombres o en edad crecida.
Hacer y acontecer.
Frase familiar con que se significan
las ofertas de un bien o beneficio gran-
de. — Empléase también en son de
amenaza.
Hacer y deshacer es la hacienda del diablo.
Entiéndase, para lo primero, lo malo,
y lo bueno para lo segundo.
28
HACER
— 434
HACER
Haz aquello que quisieras haber hecho
cuando mueras.
Recomienda la rectitud en obrar, a
fin de no tener que arrepentirse a la
hora de la muerte, es decir, cuando ya
no tiene remedio.
Haz bien y vive alegre.
La alegría de la vida es hija de una
conciencia tranquila.
Haz lo que bien ie digo, y no lo que mal
hago.
El consejo prudente se debe seguir,
venga de donde viniere, aun cuando no
lo practique el que lo da.
Más hace el que quiere que no el que puede.
Enseña que la voluntad tiene la prin-
cipal parte en las acciones, y que con
ella las ejecuta aun el que parece que
tiene menos posibilidad.
No es de hacer, o de hacerse, una cosa.
Significa que no es lícita o conve-
niente la que se va a ejecutar, ni co-
rrespondiente al que la va a hacer.
No es lo que se hace, sino por lo que se
hace.
Indica que todo en el mundo, aun
las acciones más sencillas, obedecen a
alguna razón, que es preciso buscar.
No falta jamás que hacer al que bien
quiere ocuparse.
Contra los holgazanes que disculpan
su molicie diciendo que no hay nada
que hacer.
No hagas todo lo que puedas, ni gastes
todo lo que tengas, ni creas todo lo que
oigas, ni digas todo lo que sepas.
Cuatro máximas de prudencia que
no debe olvidar el que quisiere vivir
tranquilo en sociedad.
No hay que hacer, o Eso no tiene que
hacer.
Da a entender que no tiene dificul-
tad lo que se propone, y se conviene
enteramente en ello.
No la hagas y no la temas. Algunos agre-
gan : y nunca hizo la cama.
Indica que el que tiene la conciencia
tranquila no tiene por qué temer que
se le eche en cara nada, y menos que
se le castigue.
No la hagáis y no os lo dirán.
La mejor manera de evitar el que le
sonrojen a uno, es no cometer acciones
punibles.
No me hagas hablar.
Usase para contener a uno, amena-
zándole con que se dirá alguna cosa
que le pese.
No me hagas tanto que...
Amenaza al que persiste en hacer
una cosa que molesta.
Para hacer una cosa es preciso saber ha-
cerla.
Es decir, tener el talento suficiente
para ejecutarla de la manera debida,
traillaremos, o qué hacemos, con eso?
Significa la poca importancia y utili-
dad, para el fin que se pretende, de lo
que actualmente se discurre o propone.
¿ Qué hemos de hacer?, o ¿ Qué le hemos de
hacer?, o <¡Qué se le ha de hacer?
Se usa para conformarse uno con lo
que sucede, dando a entender que na
está en su mano el evitarlo.
(Qué se hace? — Resollar, para no aho-
garse.
Refrán dialogado. Al preguntar uno-
a otro qué está haciendo o en qué se
ocupa, le contesta éste jocosamente
con la segunda parte del refrán. — Tam-
bién se suele replicar: Escarbar para
echarse.
Quien hace lo que quiere, no hace lo que
debe.
Se reprende la demasiada libertad y
voluntariedad en el obrar, que común-
mente hace exceder de lo justo.
Quien hizo, hará.
El que tiene malos antecedentes, se-
guramente no llevará a cabo ningún
acto meritorio.
Quien más hace, menos merece.
Por lo común, las consideraciones,
conveniencias y utilidades recaen en
pro de quien ningún título posee para
disfrutarlas debidamente, con detri-
mento del que, por sus sacrificios, tra-
bajos y desvelos, se hiciera acreedor a
ellas con toda justicia y razón.
Quien tal hizo, que tal pague. Algunos
añaden : Alza la penca, y dale.
Fórmula con que terminaban los
pregones en que se hacía saber al pú-
blico la clase de sentencia que había
recaído sobra el delincuente. — Gene-
ralmente expresa que las consecuen-
cias de una obra deben recaer sobre
el que la ejecutó.
HACIENDA
— 435 —
HACHE
Quien tiene las hechas tiene las sospe-
chas.
El que piensa que otro va a ejecutar
un mal, es porque había ya pensado en
ello primero.
Siempre conviene dejar hacer a quien sabe.
Porque tiene mayores probabilida-
des de ejecutarlo bien.
Todo es hasta hacerse.
Con el tiempo acaba uno por acos-
tumbrarse a muchas cosas que en un
principio le eran desagradables.
HACIENDA.— ¿De quién es tu hacienda,
sino del hijo que te hereda?
Manifiesta el deber que tienen los
padres de legar a sus hijos un nombre
honrado y sin mancha.
Derramar la hacienda.
Destruirla, disiparla, malgastarla.
Hacer buena hacienda.
Úsase cuando uno ha incurrido en
algún yerro o desacierto.
Hacienda de sobrino, quémala el fuego y
llévala el rio.
Dícese de los tutores, curadores y
parientes que se suelen comer la ha-
cienda de los menores, y, llegado el
momento de rendir cuentas, quedan
perdidos unos y otros.
Hacienda hecha, cuidado quita.
Lo que hay que hacer debe ejecu-
tarse pronto, para evitarse el tener que
preocuparse más por ello.
Hacienda hecha, dinero espera. — V. Obra
hecha, dinero espera.
Hacienda hecha no está por hacer.
Recomienda la laboriosidad en las
personas, fundándose en que cuanto
más trabajo se haya llevado a cabo,
menos queda por hacer.
Hacienda hecha no estorba. — V. Hacien-
da hecha, cuidado quita.
Hacienda, tu dueño te vea.
Indica los perjuicios a que, por lo
común, está sujeto el que abandona
sus cosas al cuidado de otro. — V. El ojo
del amo engorda al caballo.
La hacienda de la mujer, hedía y por
hacer.
Los quehaceres domésticos que co-
rren a cargo del ama de la casa, como
quiera que se repiten constantemente,
aunque estén hechos, siempre hay que
volverlos a hacer.
La hacienda de tu enemigo, en dinero la
veas. — V. En dinero esté el caudal de
aquel que nos quiera mal.
La hacienda del perdido, barato y corrido.
El que vende a bajo precio y da más
del peso, no logrará hacer gran capital.
No hay hacienda mejor hecha que la que
uno hace por su mano. — V. Si quieres ser
bien servido, sírvete tú mismo.
Por hacienda ajena nadie pierde cena. —
V. Cuidado ajeno, de pelo cuelga.
Quien da su hacienda, o lo suyo, antes de
la muerte, merece que le den con un mazo
en la frente.
Recomienda la circunspección que
se debe tener para traspasar a otro en
vida sus dominios, estados, bienes o
empleos, por la facilidad con que so-
brevienen después motivos de arre-
pentimiento.
Redondear la hacienda.
Pagar las cargas, créditos o gravá-
menes que tenía contra sí y dejarla
libre. — Conseguir reunir el capital que
se quería.
Ten hacienda v mira de donde venga.
Aconseja la prudencia en conservar
el capital, así como en precaver el
modo de adquirirlo de nuevo, si se
llegase a perder el que se tenía.
HACIENTE.— Hacientes y consencientes,
pena por igual.
Tanta culpa tiene el que ejecuta una
mala acción como el que la encubre.
HACINO. — Hacino sodes, Gómez; para eso
son los hombres.
Modo irónico de zaherir a los mez-
quinos y avaros. — Hacino es voz anti-
cuada que significaba lo mismo que
hoy avaro, mezquino o miserable.
HACHE. — Llámele usted hache.
Frase que se emplea para indicar
que lo mismo es una cosa que otra.
Por hache o por erre.
Por uno u otro concepto; de un
modo o de otro; por falta o por sobra.—
Estas últimas palabras me hacen sos-
pechar si deberá su origen esta frase
proverbial a la. falta de las haches que
se nota en algunos manuscritos y aun
en impresos antiguos, así como a la so-
bra de las erres en casos tales como
sinrrazón y rrosa. También podría de-
fenderse la etimología que nos ocupa
HADA
— 436
HAMBRE
fijándose en las palabras Halago y 'Rigor,
como de significación opuesta entre sí.
Y no menos podría carecer de funda-
mento al sostener, atendido a la signi-
ficación antitética que encierra dicha
locución, que tal vez debe su origen a
las voces que usan los carreteros para
hacer volver a la derecha o a la izquier-
da a las caballerías, gritando, respecti-
mente, han, hau y rrrrraaa; interpre-
tación que en nada desdice de la frase
tuerto o dereclio, de significación idén-
tica a la que venimos explicando. Sea
de ello lo que fuere, como quiera que
en ninguna parte he visto ni oído cosa
alguna respecto a la razón de ser de
esta frase, aventuro las sospechas que
acerca del particular abrigo años ha,
sometiéndolas a la más autorizada re-
solución del entendido lector.
HADA. — Acá y allá más hadas ha.
Por dondequiera que se vaya, hay
que pasar trabajos y miserias.
A malas hadas, malas bragas.
Por lo regular, el llevar mala ropa
suele ser indicio de escasez de fortu-
na. — Sospecho que pueda significar
también que el que no tiene buen pa-
drino no es fácil que medre.
HADO. — Hados y lados hacen dichosos o
desdichados.
La suerte del hombre es buena o
mala, según lo dispone la Providencia
y según los lados a que uno se arrima.
Lo que los hados tienen ordenado no pue-
de por discursos humanos estorbarse.
No se puede ir contra lo que el des-
tino tiene dispuesto.
H AJA. — Haja tío tiene qué comer y convida
huéspedes.
« Alhaja. El árabe llama haja a la
joya o al menester, que así le llama el
castellano viejo, y otros alfaya; y los
más antiguos, al menesteroso llamaron
Haja, de donde quedó el refrán : Haja
no tiene que comer y convida huéspedes.y
(Rosal, Alfabeto 1°). — Véase este mis-
mo refrán en la palabra Aja.
HALAGAR Ni sé si halaga, ni sé si
amaga.
Se dice de aquellas personas que
usan de palabras tan ambiguas, que lo
mismo pueden tomarse en buena como
en mala parte.
HALCÓN.— Halcón dormidor, hambrien-
to o volador.
El ave de esta clase que mucho
duerme, indica una de las dos condi-
ciones citadas.
Más ligero que un halcón.
Dícese de la persona que es muy rá-
pida en ejecutar las cosas.
Abajar, o bajar, los halcones.
Darles a comer la carne lavada, cuando
están muy gordos, para que enflaquez-
can y puedan volar con más velocidad.
Si tatitos halcones, o monteros, la garza
combaten, por Dios, o a fe, que la maten.
Denota que si la multitud se conjura
contra uno, no hay resistencia posible
que pueda contrarrestarla.
HALDA. — Esto y nada, lleváoslo en la
halda.
Dícese para excusar la pequenez o el
poco valor de lo que se regala o entrega.
De haldas o de mangas.
De un modo o de otro; por bien o
por mal; quiera o no quiera.
Poner uno haldas en cinta.
En disposición, y con preparación
para hacer una cosa.
Por las haldas del vicario sube el diablo
al campanario.
Valiéndose de buenos mediadores
llegan muchas personas indignas a es-
calar los más altos puestos.
HALLAR. — ¡Ay, ay!, qué me he hallado
por andar abajado.
Aplícase a aquel que para hacer su
fortuna o lograr alguna cosa se le re-
comienda que ande solícito y vigilante,
procurando granjear con sumisiones y
ruegos la voluntad del que reparte las
gracias y mercedes.
Hallarse bien, o mal, con una cosa.
Estar, respectivamente, contento o
disgustado con ella.
Hallarse con una cosa.
Tenerla, poseerla.
Hallarse uno en todo.
Ser entremetido; ir a todas partes
sin ser llamado.
No hallarse uno.
Estar violento o disgustado.
HAMBRE. — A buen hambre no hay pan
duro, o bazo, o malo.
Cuando aprieta la necesidad, no se
repara en delicadezas ni en melindres.
HAMBRE
437 —
HAMBRE
Acallar, o distraer, o divertir, o entrete-
ner, el hambre.
Ocuparse en algo mientras llega la
hora de comer, con el fin de hacer me-
nos sensible la necesidad de alimento
que a uno le aqueja.— Tomar un boca-
do a igual propósito.
A la hambre no hay mal pan. — V. A buen
hambre no hay pan duro, etc.
A la hambre todo pan es bueno. — V. A
buen hambre no hay pan duro, etc.
Andar uno muerto de hambre.
Pasar la vida con suma estrechez y
miseria.
Apagar el hambre. —V. Matar el ham-
bre.
A quien no tiene hambre Dios le llena los
graneros. — V. A cochino gordo, untarle
el rabo.
Clarearse uno de hambre.
Pondera la mucha necesidad de ali-
mentación que se tiene.
Crece la hambre que imagina carestía.
Cuando se carece de una cosa se
siente más necesidad de ella.
De hambre a nadie vi morir; de mucho
comer, cien mil.
Indica que el exceso en la comida
puede llevar al sepulcro, lo cual no
ocurre con la dieta.
El hambre aguza el ingenio.
No hay cosa que no sea capaz de in-
ventar un hambriento con tal de sa-
tisfacer su apetito. El que está harto
no hace trabajar a la inteligencia: bas-
tante tiene con que labore el estó-
mago.
El hambre echa al lobo del monte.
Manifiesta que la necesidad obliga a
hacer muchas cosas, comprometidas
no pocas veces, que no se harían si no
fuese por la circunstancia indicada.
El hambre es mala consejera.
El que se ve dominado por ella, es
capaz de llegar hasta el crimen.
El hambre no admite fiador.
No se puede responder de una per-
sona hambrienta, por muy honrada que
ésta sea.
El hambre no tiene espera.
La satisfacción de esta necesidad
corporal no admite dilación; por tanto,
los ofrecimientos para el porvenir son
excusados.
El hambre produce poemas inmortales; la
abundancia, indigestiones y torpezas. —
V. El hambre aguza el ingenio.
El que sueña que come, amanece con más
hambre.
Porque trabajando la imaginación so-
bre ello, llega a ejercer no poca influen-
cia sobre el estómago.
Hambre calagurritana.
Muerto Sertorio y vencido Perpena,
se entregaron a Pompeyo las ciuda-
des de la España interior, a excepción
de Osma y Calahorra, cuyos vecinos
quisieron dar las últimas pruebas de
su amor a Sertorio siguiendo la máxi-
ma del calagurritano Bebricio, de que
«la fe es más firme que la vida, y agra-
da aun a las almas que salieron de los
cuerpos». Calahorra fué tan obstinada
en esta pasión, que no se acabó su fide-
lidad de otra manera que muriendo to-
dos sus habitantes. En efecto, resis-
tiéndose a los romanos, la cercaron
éstos por los años de 70 antes del na-
cimiento del Redentor del mundo, con
un grande y poderoso ejército manda-
do por Afranio, capitán de Pompeyo el
Magno. Defendiéronse los sitiados tan
valerosamente y el cerco duró tan lar-
go tiempo, que los vecinos llegaron a
consumir la provisión que tenían hecha
de todo género de víveres. Sin embar-
go, consumidas todas las viandas, bus-
caron el alimento en los cuerpos de los
naturales que morían en los asaltos,
y por último determinaron matar sus
propios hijos y mujeres, de cuyos cuer-
pos hicieron cecina para que les dura-
se más tiempo la horrible vianda a que
les obligaba el hambre. Este horror,
tan severamente reprendido por Vale-
rio Máximo, le glosó con más benig-
nidad Juvenal, disculpando la acción
con la acerbidad de la necesidad ex-
trema, llamando a Calahorra «pueblo
noble e igual a Sagunto en fidelidad y
valor». Desde entonces quedó en pro-
verbio, para ponderar el mayor extre-
mo del hambre, la de Calahorra, di-
ciéndose: Fames calagurritana.
Hambre canina.
Gana de comer extraordinaria.
Hambre de tres semanas.
Úsase cuando alguno, por puro me-
HAMBRE
438 —
HAMBRIENTO
lindre, muestra repugnancia a ciertos
manjares, o no quiere comer a sus ho-
ras, por estar ya satisfecho.
Hambre estudiantina.
Buen apetito y gana de comer de
todo a cualquier hora.
Hambre o sueño o ruindad de dueño.
Las tres causas principales a que vul-
garmente se atribuye el bostezo. Expli-
cadas las dos primeras por sí solas, bas-
ta decir de la última que manifiesta el
hastío con que se mira a la persona con
quien se está, sobre todo si esa perso-
na es enamorada.
Hambre que espera hartura, no es ham-
bre.
Se recomienda llevar con paciencia
los trabajos, en los que se sabe que ha
de llegar la condigna recompensa.
Hambre y esperar hacen rabiar.
Demuestra lo insoportable que es
aguantar estas dos cosas.
Hambre y frío entregan al hombre a su
enemigo.
A veces es tal la fuerza de la necesi-
dad, que se ve uno precisado a practi-
car los oficios que más se le resisten.
Hambre y frío meten al hombre en casa
de su enemigo. — V. Hambre y frío entre-
gan al hombre a su enemigo.
Hambre y valentía. — V. Vanidad y po-
breza, todo en una pieza.
Denota al arrogante y vano que quie-
re disimular su pobreza.
Juntarse el hambre con las ganas de
comer.
Concurrir a un mismo fin dos perso-
nas o cosas poco o nada recomenda-
bles en su respectiva esfera.
La mucha hambre hace dulce el vina-
gre.— V. A buen hambre no hay pan duro.
Matar de hambre.
Dar poco de comer; extenuar a uno
a fuerza de ayunos y abstinencias.
Matar el hambre.
Saciarla comiendo.
Matarse uno de hambre.
Tratarse mal por penitencia, o por
sobrada cicatería.
Morir, o morirse, de hambre.
Tener o padecer mucha hambre.
Ni con toda hambre al arca, ni con toda
sed al cántaro.
En ocasiones pide la prudencia que
se contenga uno y aguante sus necesi
dades o deseos.
Pasar hambre por esperar hartura.
Aconseja la perseverancia en aguar-
dar, cuando al fin se ha de hallar el
condigno consuelo. — V. Hambre que
espera hartura, no es hambre.
Perecer, o rabiar, de hambre. — V. Mo-
rir, o morirse, de hambre.
Quien hambre tiene, con pan sueña.
El que está obsesionado con una
idea, en todas partes cree vérsela re-
presentada. — V. Quien bueyes ha per-
dido, cencerros se le antojan.
Quien tiene hambre, de pan habla, o tra-
ta. — V. Quien hambre tiene, con pan
sueña.
Si quieres cedo engordar, come con hambre
y bebe a vagar.
Enseña que para nutrirse bien es
necesario comer sólo cuando hay ape-
tito, y beber despacio.
Sitiar a uno por hambre.
Valerse de la ocasión de que esté en
necesidad o apuro, para obligarle a con-
venir en lo que se desea.
Tener tnás hambre que un abogado, o que
un ladrófi. — V. Tener más hambre que
un maestro de escuela.
Tener más hambre que un maestro de es-
cuela.
Hallándose antiguamente tan mal re-
tribuida la enseñanza primaria, no es
extraño que fuese el desdichado que
a ella se dedicaba el prototipo de la
necesidad. Hoy ya han cambiado las
cosas, para honra de la cultura de Es-
paña.
Tengo hambre. — Pues muérdete un codo,
y beberás sangre.
Contestación que se suele dar, gene-
ralmente a los niños, cuando sabemos
que piden pan por gula, y no por ver-
dadera necesidad.
Tengo un hambre que no veo.
Modo de exagerar el apetito que se
tiene.
Tiene tanta hambre, que se comería el
catastro vestido de limpio.
Hipérbole de igual significado que la
anterior.
HAMBRIENTO. — El hambriento no
repara en salsas. — V. A buen hambre
no hay pan duro.
HANEGA
439 —
HARTO
Más discurre un hambriento que cien
letrados.
Cuando el hombre se ve apurado en
el duro trance de sostener la vida, es
cuando demuestra su ingenio.
HANEGA. — Tres a la hanega y ella en
iierra. — V. Tres al saco y el saco en
tierra.
Una hanega de sal ha de comer un hombre
con su amigo, antes de fiarse del.
Indica que tiene que haber pasado
mucho tiempo desde que lo conoció, o
tratarlo muy íntimamente.
HARAGÁN. — Es tan haragán, que se
manca en la caballeriza.
Modo de ponderar la flojera e inuti-
lidad de una persona.
HARAPO. — Andar, o estar, uno hecho un
harapo.
Llevar muy roto el vestido.
HARINA. — A quien amasa harina, nunca
le falta pan.
Al que es trabajador nunca le falta
que comer. — Véase, en otra acepción,
El que anda con la miel, algo se le pega.
Cerner, cerner, y sacar poca harina.
Los que se afanan en cosas que de
suyo traen poca utilidad, pierden el
tiempo miserablemente.
Donde no hay harina, todo es mohína.
Por lo general, en la casa donde rei-
nan la pobreza y la miseria, suele, en-
tre las familias, haber disgustos y de-
sazones.
El que la harina menea, pan no desea.
El mucho trato con ciertas cosas hace
que se lleguen a aborrecer.
Esa es harina de otro costal.
Modo de dar a entender la diferencia
que hay de una cosa a otra, o que una
especie es absolutamente ajena al asun-
to de que se trata.
Esparcidor de harina y recogedor de ceni-
za.— V. Allegadora de la ceniza y derra-
madora de la harina.
Esta es harina de otra tina. — V. Esa es
harina de otro costal.
Estar metido en harina.
Estar uno gordo y tener las carnes
macizas. — Hallarse distraído y ocupa-
do en un objeto de placer. — Encon-
trarse de lleno en el apogeo de un tra-
bajo o negocio, de cualquier clase que
sean.
Hacer buena, o mala, harina.
Obrar bien, o mal.
Harina abalada, no te la vea suegra ni
cuñada.
Recomienda que no descubra uno
sus faltas a sus émulos, porque no es
fácil que las disimulen. — El verbo aba-
lar, de uso anticuado, equivale a echar
fuera o arrojar.
Haz buena harina y no toques bocina.
Aconseja obrar bien sin hacer osten-
tación de ello. — V. El buen paño en el
arca se vende.
Meterse en harina.
Enfrascarse en un asunto.
Sin harina no se camina. — V. Tripas
llevan pies, que no pies tripas.
HARNERO. — Estar uno hecho un har-
nero.
Tener muchas heridas. - Di cese tam-
bién de las cosas que están muy agu-
jereadas.
HARTAZGA. — Darse una hartazga.
Comer con mucho exceso; llenarse
de comida hasta más no poder.
Toda hartazga es mala; pero la de las per-
dices, malísima.
Aforismo de Hipócrates falseado por
el Dr. Pedro Recio al dirigírselo a San-
cho Panza, con motivo de substituir
per dices por pan, que es lo que dijo el
célebre médico de Cos.
HARTAZGO. — Darse un hartazgo de
una cosa.
Hacerla con exceso. — V. Darse una
hartazga.
HARTO. — Al que muere estando bien har-
to, la ytiuerte no da espanto.
Porque no tiene queja de no haber
gozado de la vida.
El harto, del ayuno no tiene cuidado nin-
guno.
Las personas que se hallan en la pros-
peridad y la abundancia, como no cono-
cen las necesidades ni la miseria, suelen
no compadecerse de los necesitados.
Estar harto de una persona o cosa.
Hallarse cansado de ella, por lo mu-
cho que nos molesta o cansa.
Harto a propósito viene lo que entretiene.
Todo lo que llega a tiempo de salvar
una situación comprometida, aunque
sólo sea por el momento, es muy bien
recibido.
HARTURA
— 440 —
HECHO
Harto ayuna quien mal come.
Bastante padece aquel que no tiene
que comer.
Harto de ajos. — V. Villano harto de ajos.
Tener harto que roer.
Dícese de aquello que tiene mucho
trabajo. — Dejar a una persona cavilan-
do o pensativa por haberle insinuado
algo a medias palabras, cuyo sentido
exacto no llega a comprender, intere-
sándole la solución.
HARTURA. — Más vale hartura en vien-
tre que vergüenza en cara. — V. Dame
pan y dime tonto.
Toda hartura es mala; pero la del pan, peor.
Las indigestiones adquiridas por el
abuso del pan suelen traer funestos re-
sultados.
HATILLO. — Coger, o tomar, uno el ha-
tUlo, o su hatiUo.
Marcharse, partir, irse.
Echar uno el hatillo al mar.
Irritarse, enojarse.
HATO. — Andar uno con el hato a cuestas.
Mudar frecuentemente de habitación,
o andar vagando de un lugar a otro sin
fijar en ninguno su domicilio.
Liar el hato para el viaje de que no se
vuelve.
Prepararse para morir.
Perder uno el hato.
Huir, o hacer otra cosa con tal acele-
ración y falta de tiento, que parece que
pierde o se le cae lo que trae a cuestas.
Revolver el hato.
Excitar discordias entre algunos; in-
quietar los ánimos de unos con otros.
Traer uno el hato a cuestas. — V. Andar
uno con el hato a cuestas.
HAZ. — Ser uno de dos haces.
Decir una cosa y sentir otra.
HAZA. — Haza, do escarda el gallo.
Enseña que si uno ha de cuidar bien
de sus heredades, le conviene tenerlas
cerca del pueblo de su residencia.
Mondar la haza.
Desembarazar un sitio o paraje, a
semejanza del labrador cuando levanta
la mies.
HAZAÑA. — Las grandes hazañas, para
los grandes hombres están guardadas.
Sólo las personas de corazón esfor-
zado son capaces de acometer magnas
empresas.
Las hazañas del temerario, más se atri-
buyen a la buena fortuna que a su ánimo.
El valor de las personas no se de-
muestra acometiendo empresas atrevi-
das, pues nadie ve en su éxito más que
un capricho de la casualidad.
HEBILLA. — No faltar hebilla a uno o
a una cosa.
Denota la perfección de una cosa, o
que una persona tiene todo lo necesa-
rio para ejecutar algo.
Sin faltar hebilla.
Dícese de aquello que está perfecta-
mente concluido.
HEBRA. — Cortar a uno la hebra de la
vida, o de la existencia.
Privarle de ella violentamente.
Estar uno de buena hebra.
Tener una complexión fuerte y ro-
busta.
Hacer hebra. — V. Hacer madeja.
La hebra de Mari-Moco, que hizo un ca-
misón y le sobró un poco.
Compárase con ésta las que ponen
algunas mujeres cuando van a coser y
es excesivamente larga.
Ser uno de buena hebra. — V. Estar uno
de buena hebra.
HERRERO. — Cuando llueve en hebrero,
todo el año ha tempero.
Manifiesta la buena disposición que
adquiere la tierra con las lluvias de
febrero.
HECHA. — Perdonar las hechas y por
hacer.
Sentirse magnánimo con las faltas de
una persona.
Quien tiene las hechas tiene las sospechas.
Se dice de aquellos que juzgan mal
de otros por lo que ellos experimentan
en sí; y también significa que el que
comete algún delito se hace sospecho-
so en cualquier otro de igual clase.
HECHIZO. — De los hechizos de amor,
la música es el mayor.
Manifiesta que uno de los medios que
más predisponen al amor es el divino
arte de Euterpe.
HECHO. — A lo hecho no hay remedio, y
a lo por hacer, consejo.
Enseña la conformidad que se nece-
sita en lo que ya se hizo, cuando salió
mal, y la prudencia y prevención con
que se debe obrar en adelante.
HECHURA
— 44i —
HEÑIR
A lo hecho no hay reparo. — V. Lo hecho,
ni dios lo quita con todo su poder.
A lo hecho, pecho. — V. A mal hecho,
ruego y pecho.
A mal hecho, ruego y pecho.
Después de cometido un delito, no
queda otro recurso que la conformidad
y el ruego por el perdón.
Haberla hecho buena.
Haber ejecutado una cosa perjudi-
cial, o contraria a determinado fin.
Hecho y derecho.
En su integridad y perfección.
Lo bien hecho, bien parece.
Aconseja que se ejecuten las cosas
con cuidado para que queden bien ter-
minadas.
Lo hecho, hecho está.
Manera de indicar que no piensa uno
volverse atrás, o que no está pesaroso
de lo ejecutado.
Pronto es hecho lo que está bien hecho.
Con tal que una cosa esté bien termi-
nada, puede disimularse la tardanza en
llevarla a cabo. — No es la premura la
mejor recomendación para hacer bien
ciertas faenas.
Todo se lo encuentra hecho.
Dícese de la persona por extremo
hábil y expedita, que con la mayor fa-
cilidad y prontitud lleva a cabo cuanto
emprende.
A nuevos hechos, nuevos consejos.
Según las circunstancias, tiempos y
costumbres, así varían las leyes.
Los hechos dan testimonio, que las pala-
bras corren por el viento. — V. Las pa-
labras vuelan y lo escrito permanece.
Los hechos dan testimonio, y las malas
lenguas son miembros del detnonio.
No se debe hacer caso de lo que la
gente diga, sino de lo que hemos visto
nosotros mismos.
Quien a mí escarnece, sus hechos no ve;
que si sus hechos viera, a mí no escar-
neciera.
Recomienda que antes de satirizar
las acciones ajenas, procure uno corre-
gir las propias.
HECHURA. — No se pierde más que la he-
chura.
Frase que se usa cuando se quiebra
una cosa que es de poquísimo o ningún
valor y no puede componerse, para sig-
nificar que se perdió cuanto había que
perder.
HELAD A.— A helada de abril, hambre ha
de seguir.
Por lo maléficas que son en este
tiempo, pues estropean las cosechas.
Ara con helada, matarás la grama.
Arrancadas con el arado las raíces de
las malas hierbas, fácilmente se secan
en tiempo de hielos.
A las tres heladas, llueve.
Así dicen los labriegos de Castilla la
Nueva, asegurando que no falta la llu-
via después de haber helado tres ve-
ces seguidas.
Es necesario acudir a las heladas de abril.
Indica la precisión que hay de pre-
caverlas, guardando los sembrados para
evitar que se estropeen.
HELAR. — Cuanto más hiela, más aprieta.
Refiérese al frío, así como al suelo,
que se endurece más a medida que re-
cibe más hielo.
HELIOGÁBALO. — Comer como un He-
liogábalo.
Comer opípara y vorazmeute. — Alu-
de al emperador romano de este nom-
bre, cuya memoria se ha hecho execra-
ble a la posteridad por sus crímenes y
torpezas.
HEMBRA. — A la hembra desamorada, al
adelfa le sepa el agua.
Maldice a las personas de áspera
condición y genio desagradecido, con
alusión al amargor de la adelfa.
Lloro de hembra no te mueva, que lloro y
risa presto lo engendra.
Aconseja no se haga caso del llanto
de ciertas mujeres, pues con tanta fa-
cilidad fingen la alegría como la triste-
za para conseguir sus fines particulares.
Ni nunca hembra harta de bienes se vido,
ni beodo harto de vino.
Satiriza la desmedida afición que tie-
nen a las riquezas y al lujo algunas mu-
jeres.
De hembras está empedrado el mundo.
Sátira contra las mujeres, por lo mu-
cho que abundan.
HEÑIR. — Hay mucho que heñir.
Denota que para concluir una cosa
todavía se necesita seguir trabajando
mucho en ella. — Heñir es tanto como
sobar la masa con los puños.
HERCULES
— 442 —
HERMANO
HÉRCULES. — Hércules no pudo con-
tra dos.
Manifiesta lo difícil que es vencer
cuando el enemigo es doble que uno.
HEREDAR.— El que lo hereda no lo hurta.
Se aplica a los hijos que salen con
las mismas inclinaciones y propiedades
que tienen sus padres.
¿Heredástelo o ganástelo?
Demuestra la facilidad con que se
malgastan los caudales que no ha cos-
tado trabajo adquirir.
Quien no hereda, no medra.
Es muy difícil que se junten grandes
caudales y riquezas con sólo la indus
tria y el trabajo.
HEREDERO. — Hacer uno una cosa a
costa de sus herederos.
Manera festiva de decir que aquello
que uno hace le cuesta su dinero; por-
que es claro que todo cuanto gasta-
mos en vida, eso menos tienen que per-
cibir los que nos hereden a la hora de
nuestra muerte. — Cervantes puso en
boca de Sancho Panza (Qtiijote, II, 25):
<Es mi Teresa de aquellas que no se
dejan mal pasar, aunque sea a costa de
sus herederos»; y yo puse por colo-
fón a mi folleto Cervantes, teólogo : «Fué
impresa la presente carta en Toledo, a
costa de los herederos del autor, en
casa de Cea, a XV días del mes de julio
del año de gracia de MDCCCLXX.»,
con lo cual quise dar a entender que
costeé la tirada de cien ejemplares, no
venales, de mi bolsillo particular.
Instituir heredero, o por heredero, a
uno.
Es decir, nombrarle heredero en el
testamento.
HERID A.— La herida más grave se recibe
de mano oculta.
La ofensa hace más daño cuando se
ignora quién es el ofensor, toda vez
que no podemos vengarnos de él.
Manifestar la herida.— V. Resollar, o res-
pirar, por la herida, segunda acep-
ción.
Mejor curada está la herida que no se dio
que la que se cura bien.
Es preferible evitar una ofensa que
tener que disculparse después de ella,
pues aunque perdone el ofendido, siem-
pre queda su recuerdo.
Renovar la herida.
Recordar una cosa que causa senti-
miento.
Resollar, o respirar, por la herida.
Echar, despedir el aire interior por
ella. — Explicar o desahogar el senti-
miento que se tenía reservado.
Tocar a uno en la herida.
Aludirle a algo sobre que está re-
sentido.
HERMANA. — (Quién es tu hermana?
— La vecina más cercana.
Por ser la persona que, por la proxi-
midad, puede socorrernos mejor en un
caso de apuro.
HERMANO. — El hermano quiere a la
liermana, y el marido a la mujer sana.
El cariño fraternal siempre existe,
pero no en el matrimonio, cuando la
conducta de la mujer deja que desear.
Hermano ayuda, y cuñado acuña.
Demuestra los encontrados afectos
que de ordinario se experimentan en-
tre hermanos y cuñados.
Hermano, medios con vuestro palmo.
Aconseja que nadie intente salir de
su esfera.
Hermano, para decir : El toro viene, no
es menester tantos arrempujones.
Expresión con que se queja una per-
sona de que se le diga algo de mala
manera. — Alude a que yendo un ciego
por la calle, cierta vez sintió carreras
y voces que decían que venía un toro
escapado. Suplicó que le metiesen en
un portal o le arrimasen a la pared,
cosa que nadie hizo; pero llegando el
animalito aludido le mandó de un gol-
pe a la acera opuesta, y él, entonces,
al levantarse maltrecho, creyendo que
era algún transeúnte el que le había
salvado de aquella manera tan brusca,
prorrumpió en la exclamación arriba
apuntada.
Hermano quiere a hermano; guardián,
a fraile sano.
El cariño de los hermanos es más
desinteresado que el que suele reinar
entre los individuos pertenecientes a
una misma corporación o colectividad.
Llorar por hermano y sentir por cu-
ñado.
Manifiesta la diferencia del cariño
que hay entre ambos parentescos.
HERMOSA
— 443 —
HÉROE
Entre hermanos, dos testigos y un nota-
rio. — V. Entre dos amigos, un notario
y dos testigos.
Partir como hermanos : lo mío, mío, y lo
tuyo, de entrambos.
Expresa el carácter interesado de
algunas personas, aun tratándose de
parentescos próximos.
Siete hermanos en un consejo, a las veces
juzgan tuerto, a las veces juzgan derecho.
Indica la diferencia de pareceres
cuando se juntan varias personas.
HERMOSA. — Aquella es hermosa que
con agua del río puesta una lencereja,
sin otra compostura, relumbra como una
estrella.
Manifiesta que la verdadera belleza
de la mujer es la natural, y no la que
se adquiere con pinturas ni mejunjes.
Aquella es hermosa que es buena de su
cuerpo.
La castidad es la verdadera hermo-
sura de la mujer.
Dile que es hermosa, y tornarse ha loca.
Algunas mujeres pierden los estri-
bos cuando se oyen alabar.
Hermosa, como gata legañosa.
Manera de llamar fea y asquerosa a
una mujer.
Hermosa que encanta, si es tonta que es-
panta, buen músico y mala garganta.
Compara a la mujer bella, pero falta
de discreción, con el que, poseyendo
los secretos del divino arte, tiene una
voz detestable.
Ni hermosa que todos alaben, ni fea que
a todos espante.
Indica las cualidades que debe tener
la mujer propia.
No hay hermosa si no toca en Roma. —
V. A los solos, sola Roma; amor a los
solos, sola.
Todas las hermosas son desdichadas.
Generalmente la hermosura suele
llevar aparejada la desgracia.
HERMOSO. — Hermoso como mil perlas.
Dícese hiperbólicamente de todo
aquello que sobresale por su belleza.
Más hermoso parece el soldado muerto
• en la batalla, que sano en la huida.
Porque el morir por la patria con
honra es una gloria, mientras que el
que huye no puede ser tachado más
que de cobarde.
Sólo es hermoso lo que agrada. — V. A
ninguno le huelen mal sus pedos, ni sus
hijos le parecen feos.
Todo lo hermoso es amable.
O por lo menos nos lo parece a nos-
otros, puesto que lo miramos con los
ojos del cariño.
HERMOSURA. — A mayor hermosura,
mayor cordura.
Las mujeres hermosas son las que
deben tener más juicio, para evitar
que se atente a su castidad.
Hermosura y discreción se encuentran
en toda nación.
No es privativo de ningún país el
contar en su suelo con mujeres her-
mosas y hombres sabios, pues aqué-
llas y éstos existen, en mayor o menor
número, en todas las regiones del orbe.
La hermosura de algunas mujeres tiene
días y sazones.
Porque no siempre están de buen
humor, y el mal genio las hace apare-
cer feas.
La hermosura en la mujer es una pri-
mavera alegre de quince a veinticinco;
un verano agradable, de veinticinco a
treinta y cinco; un estío seco, de treinta
y cinco hasta cuarenta y cinco, y un in -
vierno mustio, desde ahí en adelante.
Tal es la regla general; pero no fal-
tan excepciones que acrediten cuánto
más valen en gracia y hermosura algu-
nas individuas comprendidas en este
último período, que muchas de las per-
tenecientes a alguno de los anteriores.
¡Qué hermosura de rebusca, o de rebusco!
Dícese del que con poco trabajo
quiere conseguir mucho fruto.
Tuve hermosura y no tuve ventura. —
V. Todas las hermosas son desdichadas .
KBROBBS.-Andar de Herodes a Pilatos.
Ir de mal en peor, y también ser mo-
lestamente traído de una a otra parte.
¡Lástima que no vuelva Herodes al mundo l
Imprecación en que se prorrumpe
cuando molestan hasta la saciedad las
criaturitas ajenas.
HÉROE. — El héroe por fuerza.
Aplícase este dictado a la persona a
quien las circunstancias obligan a dis-
tinguirse en cualquier concepto favo-
rable, sin solicitarlo por su parte ni
siquiera esperarlo.
HEROÍSMO
— 444
HIDALGO
No hay héroe para su ayuda de cámara.
El prestigio de que se halla revesti-
do un personaje ante el público, se re-
baja considerablemente a los ojos de
los individuos que tienen con él trato
íntimo o familiar. — Este dicho, de ori-
gen francés y que se atribuye común-
mente al mariscal de Catinat, se halla
substancialmente comprendido en el
siguiente pasaje de Montaigne (Essais,
libro III, cap. II):
«Hay quien se ostenta maravilloso a
la faz del mundo, y ni su mujer ni su
criado han advertido en él nada que
les llame la atención. Pocos hombres
fueron admirados de sus familiares, y,
como lo acredita la experiencia, ningu-
no fué profeta, no ya en su hogar, pero
ni en su patria. >
Y es que el héroe, por serlo, no deja
en el terreno doméstico de ser hom-
bre, sujeto, por ende, a las flaquezas,
miserias y achaques inherentes a la
condición humana; por eso dijo muy
atinadamente La Rochefoucauld que
«la mayoría de los héroes son como
ciertos cuadros, que para que causen
efecto se necesita verlos de lejos>.
Puigblanch (Opuse, I, 166) escribió:
«Hace muchos años que se dijo que no
hay ningún héroe que lo sea a los ojos
de su ayuda de cámara; así como tam-
bién que si las miserias que cada uno
sabe de sí mismo las supieran los de-
más, no habría quien saliese a la callo
HEROÍSMO. — Conocerse es heroísmo,
pero es virtud muy escasa que el amor
propio embaraza.
Aunque conozcamos nuestros defec-
tos, no queremos nunca declararlos,
por exceso de amor propio.
HERRADA. — Una herrada no es cal-
dera.
Se usa esta expresión familiar para
excusarse uno cuando ha incurrido en
alguna equivocación o error de poca
importancia.— Para mayor claridad, véa-
se lo dicho al final del artículo Creer en
la ERRADA.
HERRADURA. —Asentarse la herra-
dura.
Lastimarse el pie o mano de las ca-
ballerías por estar muy apretada la he-
rradura.
Herradura que chapeletea, clavo le falta.
Denota al que blasona mucho de su
nobleza, ciencia, virtud, etc., teniendo
en ello faltas considerables.
Mostrar las herraduras.
Frase que se usa para explicar que
una caballería es falsa o que tira co-
ces. — Tomar la huida. — V. Descubrir
uno la HILAZA.
HERRAMIENTA. — Menear la herra-
mienta.
Comer con apetito.
HERRERO. — Al herrero, con barbas, y
a las letras, con babas.
Para ejercer ciertas artes mecánicas
se necesita fuerza, y ésta sólo se tiene
en la edad vigorosa, mientras que las
ciencias se han de empezar desde niño.
Como el herrero de Fuentes, o de Maza-
riegos, que a fuerza de machacar se le
olvidó el oficio.
Moteja de torpe en sumo grado a la
persona que cuanto más se ejercita en
una faena, acaba por desempeñarla de
peor manera.
De herrero a herrero no pasan chis-
pas.— V. Entre sastres no se pagan he-
churas.
El herrero de Arganda, él se lo fuella y
él se lo macha, y él se lo lleva a vender a
la plaza.
Aplícase al sujeto que desempeña
todas sus diligencias por sí mismo, sin
apelar al servicio, auxilio o favor ajeno.
Sopla, herrero, y ganarás dinero.
Encomienda la virtud del trabajo.
Quien deja al herrero y va al herrón,
gasta su hierro y quémase el carbón.
Aconseja preferir lo mejor, aunque
cueste más caro.
HIDALGO. — Aquel es hidalgo que hace
las obras.
Las buenas acciones acreditan la no-
bleza de las personas.
El hidalgo de Guadalajara, lo que ofrece
a la noche no cumple a la mañana.
Critica a aquellos que faltan a su pa-
labra.
El hidalgo y el galgo, y el t a legón de la
sal, cabe el huego lo buscad. %
Aconseja se busque cada cosa en el
sitio en que es más probable se halle.
Así, la vida sedentaria y ociosa que
por lo común llevaban los hidalgos de
HIDALGO
— 445 —
HIELO
nuestra nación (especialmente los de
aldea, cual D. Quijote de la Mancha),
era causa de que apenas abandonaran
su hogar como no fuera para asistir a
misa, hacer alguna visita o ir de caza
en compañía de su inseparable galgo o
lebrel. — El talego, talegón o taleguilla de
la sal significa el gasto que exige dia-
riamente el sostén de una casa; y sabi-
do es que donde más ostensiblemente
se manifiesta ésta es en el huego, o sea
«1 fuego, fogón u hogar; en una palabra,
en la cocina, en la mesa, en la comida.
Si bien lo más común era decir anti-
guamente taleguilla de la sal en la acep-
ción antes expresada, no debe chocar
el usarse en este refrán la voz talegón
(como escribe el Comendador), pues es
notorio que existen en nuestra lengua
varios diminutivos con forma aumenta-
tiva, tales, entre otros, como alón, ca-
jón, montón, pontón, portón, lanzón, plu-
mión, artesón, etc. Cañamón y piñón,
semillas respectivamente de cáñamo y
de pina, son objetos más pequeños que
sus producciones relativas; y pelón y ra-
bón, más que de diminutivos, deberían
ser calificados de privativos, en atención
a expresar seres que carecen de pelo o
de rabo (i).
Por lo que toca a usarse lo por los en
el refrán que nos ocupa, es decir, el
singular por el plural, cúmplenos de-
cir cómo semejante forma, siquiera no
se ajuste rigurosamente a los cánones
gramaticales, la vemos frecuentemen-
te usada por nuestros clásicos, y aun
en muchos refranes; v. gr. : Al médico,
confesor y letrado, no lo traigas enga-
ñado. — Aladre vieja y camisa rota, no
es deshonra. — A?nigo, viejo; tocino y vino
añejo. — Afujer, viento y ventura, presto
se muda, etc. — Últimamente, de la pala-
bra cabe nada hay que decir, pues sa-
bido es que antiguamente significaba
junto a o cerca de; circunstancia que
acredita una vez más la significación
(i) Es lástima que no tengamos un dicciona-
rio de los privativos castellanos. Los franceses,
que cultivan su lengua mucho más que nosotros
la nuestra, poseen el suyo, intitulado Vocabulaire
de nouveaux privatifs franjáis, por Charles Pou-
gens. París, 1793, 4.0
arriba dada a la taleguilla, talegón o ta-
lego de la sal; pues si esta idea se toma-
ra en su sentido recto, triste porvenir
le esperaba a la sal arrimada a la lum-
bre, y peor a las personas que estuvie-
ran alrededor del fuego.
El hidalgo, el gavilán y el galgo, con un
papo harto.
Denota que la buena alimentación
debe procurarse en ellos para que estén
satisfechos y cumplan con sus obliga-
ciones.
Hidalgo como el gavilán.
Dícese de la persona desagradecida
a sus bienhechores.
Hidalgo honrado, antes roto que remen-
dado.
La persona honrada prefiere la po-
breza a la riqueza con indignidad.
Ser hidalgo como el rey.
Dícese de aquellas personas que per-
tenecen a la nobleza por su nacimiento.
HIDRÓPICO.— Ser como el hidrópico,
que cuanto más bebe más sed tiene.
Se refiere a aquellas personas ambi-
ciosas que nunca están conformes con
lo que poseen.
HIÉL. — Echar uno la hiél.
Trabajar con exceso.
Estar uno hecho de hiél.
Pondera la irritación, cólera o des-
abrimiento de una persona.
No tener uno hiél.
Ser sencillo y de genio suave.
Poca hiél corrompe, o hace amarga, mucha
miel.
Un pesar, por pequeño que sea, quita
el gusto que causa un placer, aunque
sea grande. — También significa que es
muy perjudicial una mala compañía,
pues que uno malo puede pervertir a
muchos que eran buenos.
Quien te dio la hiél, te dará la miel.
Enseña que la corrección de los su-
periores, aunque parezca amarga, pro-
duce efectos dulces.
Dar a beber hieles.
Ocasionar disgustos y pesadumbres.
Tragar hieles. — V. Tragar quina.
HIELO. — Estar uno hecho un hielo.
Estar muy frío.
Muy mal un hielo con otro saca lumbre.
Los temperamentos apáticos no son
capaces de grandes entusiasmos.
HIERBA
446 —
HIGA
Romper el hielo.
Ser uno el primero en decidirse a la
ejecución de una cosa, especialmente
cuando otro u otros manifiestan corte-
dad o timidez en tomar la iniciativa.
HIERBA. — Haber pisado uno buena, o
víala, hierba.
Estar contento o descontento; estar
de buen o mal humor.
La mala hierba mucho crece.
Dícese de los muchachos que crecen,
cuando al mismo tiempo no se aplican.
Pisar mala hierba. — V. Haber pisado
uno buena, o mala, hierba.
Sentir nacer, o crecer, la hierba.
Ser muy sagaz; poseer talento des-
pejado.— Tener fino el órgano del oído.
Más vale hierbas con amor que salsas con
rencor. — V. Más vale pan con amor que
gallina con dolor.
HIERBABUENA. — La hierbabuena
en la guerra, ni la comas ni la siembres.
Dice Sorapán de Rieros, apoyándose
en la autoridad de Aristóteles, que la
razón de este refrán es porque la hier-
babuena resfría los miembros y co-
rrompe la simiente. Juzgando que sería
imprudente el extenderme sobre ma-
teria tan resbaladiza, remito al lector al
tomo III de mi Refranero general es-
pañol, en que reproduje la Medicina es-
pañola contenida en proverbios vulgares
de nuestra lengua, compuesta por el
Dr. Juan Sorapán de Rieros, en cuya
página 223 hallará este asunto tratado
con toda extensión.
HIERRO. — Agarrarse a, o de, un hierro
ardiendo. — V. Agarrarse a, o de, un
clavo ardiendo.
A hierro y fuego. — V.A sangre y fuego.
Al hierro caliente, batir de repente, o
Cuando el hierro está encendido, enton-
ces ha de ser batido.
Conviene aprovechar la oportunidad
o el momento crítico para hacer con
acierto aquello que nos proponemos.
Cargado de hierro, cargado, o cagado, de
miedo, u Hombre de mucho hierro, hom-
bre de muc/u) miedo.
Dícese de la persona que está presa
o encadenada.
Dar a mascar hierro a alguno.
Darle en cara con alguna cosa que le
molesta. — V. Tragar quina.
¡Eche usted hierro!
Más comúnmente: ¡Eche usté fierro*.
Dícese cuando se oye algo que es exa-
gerado.
Eso es lo mismo que machacar en hierro
frío.
Ser inútil la corrección y doctrina
cuando el natural es duro y mal dis-
puesto a recibirla.
Labrar en hierro frío. — V. Eso es lo
mismo que machacar en hierro frío.
Librar el hierro.
Separarse las hojas de las espadas.
Los que matan a hierro, de esa misma
muerte acabarán. — V. Quien a hierro
mata, a hierro muere.
Llevar hierro a Vizcaya . — V. Llevar
leña al monte.
Para el hierro ablandar, machacar y ma-
chacar.
La constancia es la más segura ga-
rantía del buen éxito.
Quien a hierro mata, a hierro muere.
El mal que hacemos al prójimo, re-
fluye, por lo general, en nuestro propio
daño.
(Tengo acaso un hierro en la cara} —
V. (Tengo monos en la cara?
Tocar hierro.
Juntarse las hojas de las espadas.
HIGA. — Dar higa la escopeta.
No dar lumbre el pedernal al dispa-
rarla.
Dar una higa.
Burlarse o despreciar a una persona,
haciendo un signo que consiste en mos-
trarle el puño después de haber pasado
el dedo pulgar por entre el índice y el
del corazón.
Mear claro y dar una higa al médico.
Indica que el que goza de buena sa-
lud no necesita de los auxilios de la Me-
dicina.
No importarle a uno alguna cosa una
higa. — V. No dársele a uno un higo.
Una higa hay en Roma para quien le dan
y no toma.
Dícese a aquel a quien se ofrece algo
y por cortedad no quiere aceptarlo. —
V. Tú te lo PIERDES.
Dar dos higas. — V. Dar una higa.
Dar dos higas al qué dirán.
Burlarse de, o no importarle nada, las
hablillas de los demás.
HÍGADO
447 —
HIJA
No dar por una cosa dos higas.
Despreciarla.
HÍGADO. — Con lo que sana el hígado,
enferma el bolsillo.
Las cosas importantes no se consi-
guen sin trabajo y costa.
Lo que es bueno para el hígado es malo
para el bazo.
Enseña que lo que aprovecha para
unas cosas suele dañar para otras.
Echar uno los hígados. — V. Echar uno
la HIÉL.
Echar uno los hígados por una cosa.
Solicitarla con ansia y diligencia.
Estar enamorado hasta los hígados.
Hallarse dominado por la pasión amo-
rosa exageradamente.
Hasta los hígados.
Denota la intensión y vehemencia de
un afecto.
Querer uno comer a otro los hígados.
Úsase para denotar la crueldad y rabia
con que uno desea vengarse de otro.
Tener malos hígados.
Ser de índole dañina, de malas inten-
ciones.
HIGO. — Agua al higo, .y a la pera, vino. —
Véase en el artículo Agua.
Con un higo se bebe tres veces.
Máxima de los aficionados al vino.
El higo, para ser bueno, ha de tener cuello
de ahorcado, ropa de pobre y ojo de viuda.
Esto es, pezón seco, pellejo arrugado
y que fluya almíbar por su base.
El higo que roda, para mi señora; el que
se está quedo, para mime lo quiero.
El higo que rueda es a causa de estar
duro, por seco; mientras que el que no
se mueve, es por efecto de encontrarse
tierno y jugoso.
No dársele a uno un higo.
No importarle nada una cosa.
No estimar en sólo un higo.
Despreciar una cosa por ser de poco
valor .
No se me da un higo en perder tal amigo;
y de pena muriera si, como debe ser, mi
amigo fuera.
Dícese cuando se riñe con alguna
persona falsa o traidora, retirándole
nuestra amistad.
De higos a brevas.
Ocurrir una cosa de cuando en cuan-
do o de tarde en tarde.
En tiempo de higos no hay amigos.
Cuando se está en la abundancia y
en la prosperidad, hay muchos que se
olvidan de los amigos que tuvieron an-
tes de disfrutar de ella.
Quien quiera higos de Lepe, que trepe.
Manifiesta que el que aspire a alcan-
zar una cosa buena, tiene que pasar
molestias y trabajos hasta su logro.
HIGUERA. — Cuando brota la higuera^
requiere a tu compañera; y si no te quiere
escuchar, espera a que brote el moral.
Expresa que en el verano, que es
cuando echan las hojas el moral y la
higuera, se desarrollan más los deseos
genésicos en las mujeres. Puede verse
sobre esta materia, tratada con toda ex-
tensión, la ya citada obra de Sorapán
de Rieros, publicada en mi Refranero
general español, tomo III, págs. 211-227.
La higuera, el pie en el agua y el sol en
la cabeza.
Da a entender que requiere el cultivo
de este árbol mucho riego y mucho sol.
HIJA. — A la hija casada sálennos yernos.
Reprende a las personas que no ha-
biendo querido aliviar antes los traba-
jos de alguno, acuden, después que por
otro lado se remediaron, con ofertas y
muestras de deseo de repararlos.
A la hija mala, dineros y cas alia, o dale-
dinero y cásala.
Denota cuánto deben cuidar los pa-
dres de casar a las hijas que descubren
malas inclinaciones, sin reparar en los
gastos que esto les ocasione.
A la hija, pan y comedia; y a la nuera, pan
y afuera.
Expresa cuan diferente es el trato
que se da a los hijos de la sangre y a
los hijos políticos.
A mi hija Antona, uno la deja y otro la
toma.
Dícese cuando una cosa es muy soli-
citada.— Comúnmente se aplica en mal
sentido.
¡Ay, hija!, no tanto, que no pica la zarza
tan alto.
Expresión con que se pretende re-
bajar el orgullo de una persona.
Casa a tu hija como pudieres, y a tu hijo
como quisieres.
Denota lo difícil que es colocar a las
jóvenes casaderas.
HIJA
— 448 —
HIJA
Cuando a tu hija/¿ viniere el hado, no aguar-
des a que venga su padre del mercado.
Cuando se presenta en un asunto la
ocasión propicia, conviene no dejarla
pasar ni desperdiciarla.
De buenos y de mejores a mi hija vengan
demandadores.
Nada más natural en los padres que
el deseo de que aspiren muchos a la
mano de su hija, para de ese modo po-
der elegir entre los pretendientes aquel
que parezca ser preferible.
Hija de vaca brava, cuando menos, topo-
na. — V. De tal palo, tal astilla.
Hija, de vuestros pabellones hago mangas
y cabezones.
Manera de burlarse de los pujos de
hidalguía que padecen algunos.
Hija desposada, hija enajenada.
Expresa que la hija que está para
casarse puede contarse por los padres
como perdida, pues ya casi pertenece
más al futuro esposo que a los que le
dieron el ser.
Hija enlodada, ni viuda ni casada.
Da a entender que quien ha perdido
su opinión y fama, con dificultad halla-
rá acomodo o establecimiento.
Hija eres, y madre serás.
Enseña que lo mismo que se trata a
los padres, será uno tratado más ade-
lante por sus hijos.
Hija Gómez, si bien te lo guisas, bien te lo
comes. — V. Juan Palomo, yo me lo guiso
y yo me lo como.
Hija, ni mala seas, ni hagas las semejas.
Aconseja no sólo el obrar bien y
guardar la pureza, sino también el evi-
tar cualquiera acción o señas que pue-
dan parecer mal y dar escándalo.
Hija, sé buena. — Madre, atruena. — Véa-
se Predícame padre, que por un oído me
entra y por otro me sale.
La buena hija crece cosida a la falda de
su madre. — V. La doncella, la madre
sobre ella.
La buena hija dos veces viene a casa.
Debe considerarse a la casada que
sigue honrando a sus padres igual que
de soltera, como si se hubiese alcan-
zado una nueva hija.
La hija del bueno, o la habrás por orfan-
dad o por gran duelo.
Las mujeres bien criadas suelen lle-
gar a perderse, o por encontrarse so-
las, libres del freno de la familia, o por
carecer de recursos con que poder
subsistir.
La hija, paridera, y la madre, cobertera.
Contra las madres que son causa de
la perdición de sus hijas, por ayudarlas
a encubrir sus defectos o liviandades.
Mejor parece la hija mal casada que bien
abarraganada.
La legitimidad del matrimonio, por
malo que éste haya sido, es preferible
a la deshonra de una mujer.
Mentir, hija, mas no tanto, que no pica la
zarza tan alto.
Aconseja a los que tienen la mala
costumbre de mentir, que, ya que les
sea difícil alejar de sí ese vicio, lo
practiquen siquiera con cierta aparien-
cia de verdad.
Dice el Comendador en este lugar:
«Lo entero es: Decid, hija garrida,
¿quién os mancho' la camisa? — Madre,
las moras del zarzal. — Mentís, hija, eto
Mi hija Antona, se fué a misa y viene a
nona.
Reprende a las mujeres que salen
fuera de su casa con pretextos aparen-
tes, con lo cual dan en qué pensar y
criticar.
Mi hija hermosa, el lunes, a Toro, y el
martes, a Zamora.
Dícese de las mujeres andariegas y
amigas de diversión.
Mi hija Jerotna, uno la deja y otro la
toma. — V. A ?ni hija Antona, etc.
Mi hija Marihuerta, el un ojo en el huso
y el otro en la puerta. — V. Mirar al
caldo y a las tajadas.
Mi hija que hipa, de hambre está ahita; mi
nuera que bosteza, de harta está tesa.
Contra los que sacan conclusiones
falsas y violentas de sus respectivos
antecedentes, como quien dijera: Ten-
go sueño porque he dormido mucho.
Sufriré hija golosa y albendera, ?nas no
ventanera.
Aunque los padres tengan alguna
condescendencia con sus hijas en cier-
tos defectos, como el ser golosas o
poco aplicadas al trabajo, de ningún
modo deben permitir que sean frecuen-
tes en partes donde puedan ser vistas
con detrimento de su fama y porvenir.
HIJA
— 449 —
HIJO
Como las tres hijas de Elena.
Dícese también: Tres eran, tres, las
hijas de Elena; tres eran, tres, y ninguna
era buena; dando a entender que de las
tres personas o cosas de que se trata,
ninguna es recomendable.
Dos hijas y una madre son tres diablos
para un padre.
Sobre todo si tanto las unas como la
otra son de mala inclinación. — V. Tres
hijas y la madre, cuatro demonios para el
padre.
Las hijas son nacidas ,y los hijos son nacidos.
Nacidas significa landres; y nacidos,
tumores de poca consecuencia. Apli-
qúese ésta.
Más vale cinco hijas modistillas que un
hijo canónigo.
En los tiempos actuales es preferible
esto, porque el jornal que ganan cin-
co mujeres en oficio tan lucrativo, es
superior a los haberes que percibe un
canónigo, aunque se lleve la vida más
descansada.
Muchas hijas en casa, iodo se abrasa.
Da a entender el excesivo gasto que
ocasiona el colocar a muchas hijas.
Muchas hijas y malas vecinas y viejas vi-
ñas, destruyen la casa.
Indica que son tres factores más que
suficientes para concluir con un capi-
tal, por grande que sea.
Quien tiene hijas para casar, tome vedijas
para hilar.
Aconseja a los padres que críen bien
a sus hijas, enseñándolas a trabajar para
cuando tomen estado.
Ser uno muy aficionado a las hijas de Eva.
Ser muy enamorado.
Tres hijas y la madre, cuatro demonios
para el padre.
Cuando la mujer riñe con el marido
o cuando quiere alcanzar alguna cosa,
se ponen las hijas a favor de la madre
antes que del padre.
Vezaste tus hijas galanas, cubriéronse de
hierba tus sembradas.
Pronostica la infelicidad y malos su-
cesos a los padres que permiten que su
mujer e hijas gasten con exceso a su
estado en galas y en visitas, pues les
faltarán medios para cultivar su ha-
cienda, por lo que vendrán a parar en
la pobreza y ruina de la casa.
HIJITO.— {Cómo crias a tus hijitos?— Que-
riendo al más pequeñito.
Por lo general, los padres suelen sen-
tir predilección por el último hijo que
nace.
HIJO. — Al hijo del rico no le toques el
vestido.
Da a entender que por lo regular son
poco sufridos los hijos de los pode-
rosos.
Al hijo del vecino, quitarle el moco, o lim-
piarle las narices, y meterlo en casa.
Recomienda a los padres que para
casar a sus hijos deben escoger perso-
nas cuyas prendas y cualidades sean
de ellos conocidas desde muy antiguo.
Allí haz a tu hijo heredero, donde anda la
niebla en el mes de enero.
Como el terreno que en el mes de
enero lo cubre la niebla suele ser muy
productivo, se explica el deseo indica-
do en este adagio.
A mi hijo Lozano no me lo cerquen cuatro.
Expresa que cuando el número se
impone, de nada sirve el valor.
Antes falta el hijo al padre que el agua
al aire.
Pronostica que tras el viento es se-
gura la lluvia.
A tu hijo, buen nombre y buen oficio.
Recomienda a los padres que dejen
a sus hijos como la mejor herencia un
apellido honrado y los medios de ga-
narse la subsistencia.
Cada hijo de vecino tiene sus hechos por
padrino. — V. Cada uno es hijo de sus
obras.
Cada hijo trae al nacer un pan debajo del
sobaco, o del brazo.
Modo de dar a entender que el va-
rón es la Providencia sensibilizada de
cada familia. — Hoy, que la idiosincra-
sia de la mujer española ha variado
notablemente por causa de su educa-
ción y tendencias varoniles, hombru-
nas o amachadas, por lo independien-
tes, copia del natural extranjero, no
resulta tan exacto el refrán como en
los tiempos de antaño. Tan cierto es
que antiguamente se reputaba por de
mejor agüero el nacimiento de un va-
rón que el de una hembra, que para
comprobarlo basta recordar el refrán
que dice: Mala noche, y parir hija.
29
HIJO
— 45° —
HIJO
Cada uno es hijo de sus obras.
La conducta o manera de obrar de
una persona sirve mejor para darla a
conocer que las noticias de su naci-
miento o linaje.
Come bien, hijo, que tú escotarás. — Véase
Come, que de lo tuyo comes.
Como mi hijo entre fraile, mas que no me
quiera nadie.
Con tal de conseguir nuestro gusto,
lo demás nos tiene sin cuidado.
i Cuál hijo quieres} — Al niño cuando crece
y al enfer?no mientras adolece.
El cariño de los padres se mueve y
se aumenta a la vista de las necesidades
o desgracias de los hijos.
Dichoso el hijo que tiene a su padre en el
infierno.
Acaso indica esta frase que puede el
tal hijo impunemente hacer aquí todo
el mal que quiera, porque aunque vaya
al infierno, su padre procurará acomo-
darle bien en él.
El hijo borde y la muía, cada día se mudan.
Demuestra la poca estabilidad de
obras y palabras en la gente rústica y
mal nacida.
El hijo bueno sufre lo malo y lo bueno. —
V. El hijo del bueno, pasa malo y bueno.
El hijo de la cabra ha de ser cabrito. —
V. De tal palo, tal astilla.
El hijo de la cabra una hora ha de balar,
o de una hora a otra bala.
El que es de ruin nacimiento, cuan-
do menos se piensa, descubre, como
suele decirse, la oreja.
El hijo de la gata ratones caza, o mata.
Demuestra el poderoso influjo que \
tienen en los hijos el ejemplo y las eos- I
tumbres de los padres.
El hijo del asno dos veces rebuzna, o roz-
na, al dia.
Como son los padres o los maestros,
así tienen que conducirse los hijos o
los discípulos en sus costumbres y en
sus obras.
jE/hijo del asno, una hora al día brama. —
V. El hijo del asno, dos veces rebuzna, o
. rozna, al dia.
El hijo del bueno, pasa malo y bueno.
La buena educación que se recibe es
la que contribuye mucho a llevar con
igualdad tanto la próspera como la ad-
versa fortuna.
El hijo del hidalgo, un pie calzado y otro
descalzo.
Los antiguos hidalgos solían pasar
mil penalidades por no querer des-
honrar sus pergaminos dedicándose a
cierta clase de trabajos distintos de los
de servir a Dios o al rey.
El hijo del mezquino, poco pan y mucho
vicio.
El padre que es avariento y misera-
ble, deja entera libertad de ser vicioso
a su hijo, con tal que éste no le pida o
le cueste dinero.
El hijo en el corazón y el marido en el
talón.
Aplícase a aquellas mujeres que quie-
ren más a los hijos que al que se los dio.
El hijo mal enseñado no será muy honrado.
Augura el mal porvenir que le es-
pera al que no ha recibido buena edu-
cación.
El hijo ?nuerto y el apio e?i el huerto. —
V. ¿ Y tienes a tu hijo muerto, teniendo
apio en el huerto}
El hilo por nacer y la papilla a herver. —
V. Hijo no tenemos y nombre le ponemos.
El hilo que aprovece, a su padre parece.
Dícese del que propaga su linaje.
El que tiene hijo hembra, calle la len-
gua.—X. Quien tiene hijo varón, no lla-
me a otro ladrón.
Este tu, o nuestro, hijo don Lope, ni es
miel, ni es hiél, ni vinagre, ni arrope.
Aplícase a la persona que es una nu-
lidad completa.
Hijo ajeno mételo por la manga, salirse
ha por el seno.
Reprende a los desagradecidos, con
alusión a la antigua costumbre de me-
ter por una manga y sacar por otra al
que se adoptaba por hijo.
Hijo descalostrado, medio criado.
Indica el riesgo que corren las cria-
turas en los primeros días de su infan-
cia, en que maman la primera leche o
calostro.
Hijo de viuda, bien consentido y mal doc-
trinado, o criado, o educado.
Modo de dar a entender la falta que
hace el padre para la buena educación
de los hijos.
Hijo envidador no nazca en casa.
Manifiesta los desórdenes y perjui-
cios que trae consigo el vicio del juego.
HIJO
— 45* —
HIJO
Hijo eres, o fuiste, padre serás; cual hicie-
res ial habrás.
Conforme trataren los hijos a sus
padres, así serán tratados por aquéllos
cuando los tengan.
Hijo malo, más vale doliente que sano.
El que es de malas inclinaciones no
sirve más que para dar tormento a sus
padres.
Hijo mío, (tocino comes? Guay de mi casa,
no te me ahogues.
Satiriza a los que se asustan por co-
sas de poca monta.
Hijo no tenemos y nombre le ponemos.
Reprende a los que disponen de an-
temano de las cosas de que no tienen
seguridad.
Hijo sin dolor, madre sin amor.
Lo que cuesta poco trabajo y fatiga,
no se suele estimar en mucho.
Levántate, hijo Juan, y serás bueno. —Más
quiero ser malo y estar quedo.
Máxima seguida por los holgazanes.
Más vale el hijo en la horca que la hija en
la boda.
Refiérese al aprecio y estima en que
se tenía antiguamente a los hijos varo-
nes sobre las hembras.
Mi hijo Benito pierde una vaca y gana un
cabrito.
Búrlase de los que creen tontamente
haber hecho un gran negocio, cuando
lo que les ha tocado ha sido, realmente,
ir perdiendo.
Mi\ú\o cagaduelo pídeme pepinos por enero.
Satiriza a los que pretenden impo-
sibles.
Mi hijo vendrá barbado, mas no parido ni
preñado.
Expresa las ventajas del sexo fuerte
sobre el débil.
Mirado y adorado ?nás que hijo de merca-
der de Toledo.
Los tales eran codiciados por las ma-
dres casamenteras, a causa de ser sus
padres muy pudientes y ellos los natu-
rales herederos de sus riquezas.
No ?ne pesa que mi hijo enfermo, sino la
mala maña que le quedó.
Por lo general casi nunca se corrigen
los resabios que una vez se contraen.
No siento que mi hijo pierda, sino que des-
quitarse quiera. — V. No me pesa que mi
hijo enfermó, etc.
(Qué hace tu hijo? — Muda hitos.
Equivale a decir que trabaja para su
provecho.
Quien a mi hijo moca, a mi me besa en la
boca.
Cualquier favor u obsequio que se
hace a los hijos es agradecido por los
padres en iguales términos que si se
les hiciere a éstos mismos.
Quien a mi hijo quita el moco, a mi me besa
en el rostro. — V. Quien a mi hijo moca,
a mi me besa en la boca.
Quien tiene hijo en tierra ajena, muerto
le llora y vivo le espera.
La esperanza es el consuelo de los
padres.
Quien tiene hijo varón, no llame a otro
ladrón.
No debe censurar los defectos aje-
nos aquel que está expuesto a incurrir
en ellos.
Ser el hijo de la dicha. — V. Haber nacido
de pies.
Si quieres tener un hijo pillo, mételo a mo-
nacillo, o monaguillo.
Porque suelen ser casi todos de la
piel del diablo.
Si quieres que tu hijo crezca, lávale los
pies y rápale la cabeza.
Recomienda las ventajas de la higie-
ne para la salud.
Tal hijo te mostrarás con tus padres, cual
desearías que contigo se mostrasen tus
hijos.
Enseña el cariño y respeto que debe-
mos a quienes nos dieron el ser.
^Tenemos hijo o hija}
Pregunta si el éxito de un negocio
ha sido bueno o malo.
¿ Y tienes a tu hijo muerto, teniendo apio
en el huerto?
Dícese de los remedios que llegan
tarde. — A este propósito se cuenta de
una mujer que se le murió un hijo, y
estándole haciendo remedios para su
enfermedad, faltaba apio, y buscándolo,
no lo hallaron hasta después de muer-
to; habiendo llegado una de las veci-
nas a hacerle saber de cómo en un rin-
cón del huerto había una mata de apio,
lo cual causó más dolor que remedio
a la muerte. — Y para dar a entender
que es de necios acudir con el remedio
cuando no es menester, se dice tam-
HIJO
452 —
HIJO
bien a este propósito: El hijo muerto
v el apio en el huerto.
A nadie le parecieron sus hijos feos.
Porque el amor paterno ciega hasta
el punto de no ver los defectos que los
hijos puedan tener.
Cien hijos de un vientre, y cada uno de su
temple.
Denota que no por ser hermanos
suelen tener todos el mismo carácter.
De los hijos, el que muere es más amado.
Porque el pesar de haberlo perdido
no tiene consuelo ninguno.
Donde hay hijos, ni parientes tú amigos.
Los hijos son para los padres antes
que nada ni que nadie. Es una ley que
impone la sangre.
El que no tiene hijos, los tnata a palos.
Quien no conoce los goces de la pa-
ternidad dice que si hijos tuviese los
criaría muy rectamente, castigándolos
de una manera severa cualquier falta
que cometiesen. Si llega a tenerlos, ya
no opina lo mismo...
En esto de a hijos dar, en quien es bueno o
malo no se ha de reparar.
Como los hijos son todos iguales para
los padres, éstos los tratan del mismo
modo, aunque su conducta sea distinta.
Hacerle a uno los hijos caballeros.
Dispensarle gran favor y protección.
Hijos criados, duelos doblados.
Indica que a medida que van crecien-
do los hijos dan más disgustos a los pa-
dres, pues lo que de pequeños son ni-
ñerías disculpables, se convierten des-
pués en asuntos de más trascendencia.
Hijos de tus bragas, bueyes de tus vacas.
Demuestra el cuidado que se tiene
con las cosas propias, antes que con las
ajenas.
Hijos y difieros, menos andados cuando
son menos.
Mientras menos se tenga de unos y
otros, menos preocupaciones nos oca-
sionarán.
Hijos y pollos, todos son pocos.
Se dice por los que se desgracian de
unos y otros antes que se vean creci-
dos y desarrollados.
Los hijos de buenos, capa son de duelos.
Los que son bien nacidos, natural-
mente se inclinan a proteger a los ne-
cesitados.
Los hijos de febrero son los haberos.
Indica, aunque ignoramos el funda-
mento de este aserto, que los que na-
cen en este mes suelen vivir más que
los nacidos en los otros meses del año.
Los hijos de Marinilla nunca salen de sa-
banilla. — V. El que nace para ochavo,
nunca llega a cuarto.
Los hijos de Marisabidilla, o Marirraba-
dilla, cada utio come en su escudilla.
Reprende la poca unión que suele
haber entre los individuos de una mis-
ma familia.
Los hijos de Merlin ignoran romance y
saben latín.
Dícese de aquellas personas que pre-
sumen de poseer mucha ciencia, y en
cambio ignoran lo más elemental y ru-
dimentario.
Los hijos de ruin padre toman el apellido
de la madre.
Todo el mundo huye de aquel pa-
riente que nos avergüenza.
Los hijos del padre Aguado. — V. Los
hijos del padre Vobis.
Los hijos del padre Vobis.
Mote con que se suele distinguir a
los naturales de Burguillos (Sevilla),
por existir la tradición (falsa o verda-
dera) de haber existido en esa villa,
luengos años ha, un clérigo que tuvo
que ver con muchas mujeres más de lo
justo. — Dícese también Los hijos del
padre Aguado con referencia a los na-
turales de Bornos (Cádiz), por concurrir
en ellos la misma circunstancia.
Los muchos hijos y el poco pan enseñan a
remendar.
Cuando la necesidad obliga hay que
aplicarse por fuerza a toda clase de tra-
bajo, así como a ahorrar todo lo po-
sible.
Alas que dos hijos cuesta alimentar un
vicio.
El que se habitúa a malas costumbres
no puede pasarse sin ellas, y por satis-
facerlas hace toda clase de dispendios.
Muchos hijos y poco pan, contento con
afán.
No puede haber gusto cumplido en
una familia cuando falta lo indispensa-
ble para mantenerla.
Ni fíes ni desconfíes, ni hijos ajenos cries.
Porque suelen dar mal pago.
HIJUELA
— 453
HILO
No más hijos que leche, ni más negocios que
fuerzas.
Dicho atribuido al beato Juan de
Ávila, con el cual daba a entender que
no tomara nadie sobre sí más cargos
que aquellos a que pudiera dar debido
cumplimiento.
Quien tiene hijos al lado, no morirá ahi-
tado.
Porque ocasiona muchos gastos el
darles educación y estado, hasta el
punto de quitárselo muchas veces de la
boca materialmente los padres para
subvenir a las necesidades de sus hijos.
Si a tus hijos no das, ¿para mi qué guar-
darás?
El que no es capaz de atender a los
suyos, menos lo será de acudir a las
necesidades ajenas.
Sin hijos y sin celos no hay desconsuelos.
Tanto unos como otros son causa de
no pequeños disgustos.
Todos somos hijos de Adán.
Esto es, pecadores, como nuestro
primer padre.
Todos somos hijos de Adán y de Eva, sino
que nos diferencia la seda.
Denota la igualdad de las condicio-
nes y linajes de todos los hombres por
naturaleza.
lodos somos hijos de Dios.
Expresión caritativa en que se sue-
le prorrumpir al ver que se excluye a
alguien de la participación de algún be-
neficio, reparto, provecho, etc.
HIJUELA. — A ti le lo digo, hijuela, en-
tiéndelo ttí, mi nuera.
Manera indirecta, cuando se habla
con una persona, de reprender a otra
que se quiere lo entienda y se corrija.
Adelántate, hijuela, y llámale cornudo.
Aplícase a la persona que echa en
cara a otra una falta que ella también
tiene y debe callar.
HILADO. — La que se enseña a beber de
tierna, enviará el hilado a la taberna.
Advierte que los que se acostum-
bran a beber consumen en vino todo
cuanto ganan.
HILANDERA. — Hilandera la lleváis,
Vicente; ¡quiera Dios que os aproveche!
No siempre suelen salir hacendosas
las mujeres, aunque lo sean antes de
casarse.
La buena hilandera, del huso hace tor-
tera.
Las personas mañosas ejecutan sus
faenas prescindiendo, en ocasiones, de
ciertos requisitos o elementos que se
hacen indispensables para aquellas que
no lo son.
La buena hilandera, desde San Bartolo-
mé toma la vela, y la muy buena, desde la
Magdalena.
La mujer dada a las labores domés-
ticas no aguarda a hacerlo de noche
cuando éstas son ya largas, sino que
anticipa su tarea desde que el verano
se halla todavía en la mitad de su curso.
HILAR. — A quien hila y tuerce, bien se le
parece.
A aquel que se dedica a cualquier
trabajo con constancia y aplicación, le
luce soberanamente.
Hilar delgado.
Discurrir o proceder con sumo cui-
dado y exactitud o sutileza.
Hilar largo.
Da a entender que está muy distan-
te o tardará mucho tiempo en suceder
lo que se ofrece o aquello de que se
habla.
Poco se gana a hilar, pero menos a mirar.
Contra los que quieren excusar el
trabajo alegando que se le saca poco
provecho.
HILAZA. — Descubrir uno la hilaza.
Hacer patente el vicio o defecto que
uno tenía y se ignoraba.
HILO. — Andar al hilo de la gente.
Hacer las cosas sólo porque otros
las hacen.
Anudar el roto hilo de su cuento.
Proseguir una conversación inte-
rrumpida.
Cortar el hilo.
Interrumpir o atajar el curso de la
conversación o de otras cosas.
Cortar el hilo del discurso.
Interrumpirlo, pasando a tratar de
especie inconexa con su objeto o asun-
to principal.
Cortar el hilo de la vida.
Acabar con la existencia de una per-
sona.
Estar colgado, o pendiente, de un hilo.
Hallarse en grave riesgo o peligro,
tanto las personas como las cosas.
HILVÁN
— 454 —
HISTORIA
Estar cosida una cosa con hilo blanco.
Desdecir y no conformar con otra. —
En lugar de hilo blanco se suele decir
hilo gordo, para indicar que una cosa
está hecha con poca escrupulosidad y
esmero.
Llevar hilo uno o una cosa.
No tener trazas de acabarse una con-
versación u otra cosa cualquiera.
Llorar hilo a hilo.
Correr el llanto con lentitud y sin
intermisión.
Perder el hilo.
Olvidarse, en la conversación o en el
discurso, del asunto de que se estaba
tratando.
Por el hilo se saca el ovillo.
Por la muestra y por el principio de
una cosa se conoce lo demás de ella.
Quebrar el hilo.
Interrumpir o suspender la prosecu-
ción de una cosa.
Quien comercia en hilo y barro blanco,
siempre dobla el dinero y nunca tiene un
cuarto.
El que se dedica a traficar con mate-
rias de exiguo valor, siempre quedará
pobre, por mucho que gane.
Seguir, o tomar, el hilo.
Continuar el discurso, conversación
o asunto de que se trataba.
Ser el hilo que saque a alguno de cualquier
laberinto.
Servir de guía para conseguir la so-
lución de un suceso intrincado.
Ser más tonto qite un hilo de uvas.
Dícese en Andalucía de toda perso-
na que es muy necia.
HILVÁN. -Hablar de hilván.
Pronunciar las palabras muy de pri-
sa y atropelladamente.
HILVANAR. — Dámelo hilvanado y me
lo das mascado.
Denota que cuando un plan, trabajo
o empresa de cualquier género se ha-
llan bien encauzados desde su princi-
pio, fácilmente se les da cima.
Dámelo hilvanado y te lo daré cosido. —
V. Dámelo hilvanado^ me lo das mascado.
HINCAPIÉ. — Hacer hincapié.
Insistir en una cosa para que no se
olvide, o para llamar la atención prefe-
rentemente. — Mantenerse firme en su
opinión.
HINCHAR. — Hinchar^ no engordar.
Tener una cosa más apariencia os-
tentosa que utilidad real.
HIPOCONDRIO. — Echar los hipocon-
drios.
Hacer grandes esfuerzos o emplear
suma diligencia para conseguir alguna
cosa.
HIPOTECA.— ¡Buena hipoteca!
Denota lo poco que hay que fiar de
alguna persona o cosa, o también lo
molestas y enojosas que son.
HISTORIA. — Acabar la historia en pa-
los, como villano entremés.
Dícese de lo que termina de mala
manera.
/ Asi se escribe la Historia!
Contra las muchas falsedades que
desgraciadamente se propalan, ya por
escrito, ya de palabra, en detrimento
de la verdad. — Es traducción del ver-
so siguiente de Voltaire, que figura en
el acto I, escena VII, de su desdichada
comedia intitulada Charlot: *Et voilá
justement cotnme on e'crit F Histoire .>
Antes de haberlo ingerido en dicha
pieza dramática ya lo usaba su autor,
aunque en prosa, pues escribiendo (el
año anterior al en que hizo dicha com-
posición) en 24 de septiembre de 1766
a Mme. Du Deffand, le dice, entre otras
cosas: <Et voilá comme on écritl'Histoi-
re; puis fiez-vous á messieurs les sa-
vants.» Esto es: «Así se escribe la His-
toria, y vaya usted luego a hacer caso
de lo que dicen los señores sabios.>
La mitad de la Historia es una mentira,
y de la otra mitad hay que rebajar una
gran parte.
La falta de imparcialidad en el histo-
riador, de un lado, y la carencia de da-
tos fidedignos, de otro, explican sufi-
cientemente el dicho.
Ninguna historia es mala como sea ver-
dadera.
La veracidad es la dote principal de
las obras históricas.
Picar en historia una cosa.
Tener mayor gravedad y trascenden-
cia de lo que podía imaginarse o al
pronto parecía.
Dejarse uno de historias.
Omitir rodeos e ir a lo esencial de
una cosa.
HITO
— 455 —
HOJA
HITO. — Ahí está el hito, o En eso está el
hito.
Da a entender que la dificultad de
una cosa estriba precisamente en aque-
llo de que se trata.
Dar en el hito.
Comprender o acertar el punto de
la dificultad.
Hito sin señal, muchos lo buscan y pocos
lo han.
Aplícase al caballo negro sin mancha
ni pelo de otro color.
Mirar de hito en hito.
Fijar la vista en un objeto, sin dis-
traerla a otra parte.
Mirar en hito. — V. Mirar de hito en
HITO.
Mudar de hito.
Variar los medios para la consecu-
ción de una cosa.
lener la suya siempre sobre el hito.
No darse por vencido. — Esta frase
debe su origen al juego llamado hito.
«No será muy dilícil hacerle creer
que una labradora, la primera que me
topare por aquí, es la señora Dulcinea,
y cuando él no lo crea, juraré yo; y si
él jurare, tornaré yo a jurar; y si por-
fiare, porfiaré yo más, y de manera que
tengo de tener la mía siempre sobre el
hito, venga lo que viniere.» (Quijote,
parte II, cap. X.)
Jugar a dos hitos.
Proceder con doblez a fin de lograr
cosas distintas o contrarias.
HOCICO. — Estar de hocico, o Poner ho-
cico. — V. Estar de jeta.
Quie?i mete el hocico en todo, alguna vez
se llena de lodo.
Reprende a los entremetidos, quie-
nes suelen encontrarse castigados cuan-
do menos lo esperan.
Caer, o dar, de hocicos.
Dar con la cara, o caer, dando con
ella, en alguna parte. — Hallarse o en-
contrarse con alguien, o con algo, de
manos a boca.
Entrarse, o ?neterse, de hocicos. — Véa-
se Entrarse, o meterse, de hoz y de coz.
Quitar los hocicos. — V. Quitarle a uno
la CARA.
Salirle a uno algo a los hocicos.
Esto es, proporcionarle sinsabores o
disgustos.
HOGAÑO. — Hogaño, buen año: dos rui-
nes en un asno.
Dícese irónicamente cuando se pre-
sentan mal las ganancias.
HOGAR. — Nada se puede esperar de quien
no tiene hogar.
El que no posee bienes de fortuna
ni aun para crearse una familia, mal
podrá dar nada a nadie.
HOGAZA. — A quien cuece, o cierne, y
amasa no le hurtes hogaza.
Al experimentado y práctico en al-
guna cosa no se le puede engañar en
ella con facilidad.
La hogaza no embaraza.
Aquello que es necesario no debe
mirarse como estorbo.
Si te dieren hogaza, no pidas torta.
Enseña a contentarse con lo necesa-
rio, sin ambicionar lo superfluo.
Pues tenemos hogazas, no busquemos tor-
tas--V '. Si te dieren hogaza, no pidas torta.
HOGUERA. — Ala hoguera y al fraile,
mucho aire.
A la primera para que se encienda
bien, y al segundo para que se marche
pronto y lejos.
HOJA. — Desdoblar la hoja.
Volver al discurso que de intento se
había interrumpido.
Doblar la hoja.
Dejar el negocio de que se trata para
proseguirlo después. Ordinariamente
se dice cuando se hace una digresión
en el discurso. — Manera de indicar que
no se quiere seguir hablando de algún
asunto cuyo recuerdo es molesto por
tratarse de algo triste, deshonroso, etc.
Casi siempre se emplea en imperativo :
Dobla la hoja, o Doblemos la hoja.
No se mueve la hoja en el árbol sin la vo-
luntad de Dios, o del Señor.
Comúnmente no se hacen las cosas
sin un fin particular o determinado.
Poner a uno como hoja de perejil. — Véa-
se Ponerle a uno como chupa de dómine.
Quien se pone debajo de la hoja, dos veces
se moja.
Denota la imprudencia de los que,
por conseguir alguna cosa, desatienden
otras y las pierden.
Ser uno tentado de la hoja.
Ser aficionado a aquello de que se
trata.
HOJALDRE
456 —
HOMBRE
Ser todo hoja y no tener fruto.
Hablar mucho y sin substancia.
Tener hoja.
Se dice cuando en las monedas de
oro, plata o cobre hay alguna escama,
lo cual basta para que pierdan el sonido
que les es característico.
Volver la hoja.
Mudar de parecer. — Faltar a lo pro-
metido. — Mudar conversación.
HOJALDRE.— Quitar la hojaldre al
pastel.
Descubrir un enredo o trampa.
HOLA. — ¡Hola! — Agárralo por la cola.
Dicho fundado en el sonsonete, con-
testándose al que saluda con la excla-
mación ¡Hola!
HOLGANZA. — No hay holganza sin
traganza.
Nohay diversión, fiesta o huelga (juer-
ga) en que no figure en primera línea
la comida y la bebida. — El que está
ocioso, como no piensa en el trabajo,
no se ocupa más que de la glotonería.
HOLGAR. — Quien huelga no medra.
El que quiera la prosperidad de su
casa debe aplicarse al trabajo.
HOLGURA. — Si quieres holgura, sufre
amargura.
Para conseguir una vida desahogada,
es preciso pasar muchos sinsabores
primero.
HOMBRE. — Acaban de azotar al hom-
bre, y ha de pagar al verdugo.
Aplícase a aquellos que teniendo re-
sentimientos con una persona, se les
quiere obligar a que contribuyan a su
satisfacción o a pedirles humildemente
algún favor.
A las veces lleva el hombre a su casa con
que llore.
No se debe permitir a cualquiera, sin
mucho discernimiento, el trato familiar
dentro de casa, por temor de que lle-
gue a abusar.
Al hombre, braga de hierro; a la mujer,
de carne.
Indica que al primero se le debe tra-
tar enérgicamente, y a la segunda, con
dulzura y amor.
Al hombre bue?io no puede faltar ven-
tura.
El que obra bien, en todo suele tener
suerte.
Al hombre en el brazo del escudo, y a la
mujer en el del huso.
«Conviene a saber, les acude el dolor
de costado, según algunos lo entien-
den.» (El Comendador.)
Al hombre enfadado, buenas razones.
Es decir, que se procure no enfadarlo
más, imponiéndose o llevándole la con-
tra, sino que se le desarme con pala-
bras comedidas y humildes.
Al hombre guapo, calabaza, o arena, y
papo.
Los que presumen de buenos mozos
son los que generalmente salen más
pronto burlados.
Al hombre harto, las cerezas le amar-
gan. — V. El buey harto no es comedor.
Al hombre hueco, soga verde y almendro
seco. — V. Al hombre guapo, calabaza, o
aretia, y papo.
Al hombre la espada, y a la mujer la
rueca.
Cada sexo tiene su oficio propio y
característico, del cual no debe salir.
Al hombre mayor dale honor.
Enseña que debemos respetar y tra-
tar con mayor comedimiento a los que
son más que nosotros por categoría o
por edad.
Al hombre mezquino bástale un rocino.
Aconseja que sólo a los generosos
conviene aumentar los gastos de su
casa; pero no a los miserables, que se
lamentan de los gastos más precisos.
Al hombre mientras alarga, y al buey
mientras trabaja.
Indica que no se suele tener mira-
mientos más que con aquellos que nos
reportan utilidad o beneficio.
Al hombre osado la fortuna le da la mano.
Manifiesta que suelen lograrse mejor
las cosas cuando se emprenden sin re-
paro y timidez.
Al hombre perdió búscalo en la charca*
o búscalo en el rio.
El que está perdido, o sea, falto de
recursos. — Charca está en el sentido
del rebajamiento del vicio, donde va a
encenagarse el que no tiene ya qué per-
der, si no es que va a buscar su fin tirán-
dose al agua. — Declama, en ocasiones,
contra los pescadores de caña.
Al hombre pobre la cama se lo come.
Satiriza a los que, hallándose nece-
HOMBRE
— 457 —
HOMBRE
sitados, prefieren holgar a buscar tra-
bajo.
Al hombre por la palabra, y al buey por
el cuerno, o por el asta.— Y. Al buey por
el cuerno, o por el asta, y al hombre por
la palabra.
Al hombre venturero la hija le nace pri-
mero.
Indica ser ventura para un matrimo-
nio tener pronto una hija.
Al hombre vergonzoso el diablo lo llevó a
palacio.
Se recomienda ser muy abierto de
genio y tener mucho despejo para tra-
tar y conversar en los palacios, por la
gente de autoridad y calidad que a ellos
asiste. — También significa el no saber
aprovecharse uno de su asistencia a los
mismos, para lo que pudiera conseguir.
Anda el hombre a trote por ganar su
capote.
Denota la solicitud grande de los
hombres con objeto de adquirir lo ne-
cesario para su conveniencia y decencia.
Aunque el hombre haga ciento, a la mu-
jer no la toque el viento.
Teoría algo egoísta de los que, siendo
poco respetuosos con lo que atañe a la
fidelidad conyugal, no consienten, sin
embargo, que la mujer propia cometa
el más ligero desliz.
Aunque el hombre no guste la pera del
feral, el estar a la sombra es placer co-
munal.
Por más que uno no se entregue a
los placeres, siempre es agradable el
imaginarlos u oír que otros nos cuen-
ten cómo los gozan.
Bien merca, a quien no le dicen hombre
bestia, o Bien merca, quien no responde
al hombre bestia.
Se recomienda el cuidado que deben
tener los que tratan y comercian con
las gentes.
Buen hombre, pero mal sastre.
Se dice de aquel que es de buen na-
tural y genio, pero de corta o de nin-
guna habilidad.
Conviene que muera un hombre por el
pueblo, y no que vaya a perecer toda una
nación.
Este dicho de Caifas referente a la
muerte de Jesús, y en cuya ocasión
obró como profeta, pero sin llegar a
alcanzar la trascendencia de lo que se
decía, por no poder columbrar los ulte-
riores beneficios que había de reportar
la redención del linaje humano, se sue-
le emplear cuando en alguna gran con-
moción social se sacrifica alguna vícti-
ma (por lo regular inocente, o que ha
servido de causa instrumental forzada)
con objeto de acallar los gritos de un
pueblo exasperado, en tanto que se
suelen quedar riendo los principales
autores y fautores de la tal conmoción.
Cuanto más está el hombre al gran fuego
llegado, tanto muy más se quema que cuan-
do está alongado.
Para evitar el pecado, lo más pru-
dente es alejarse de quien nos lo quiere
hacer cometer.
Cuanto más sube el hombre, es de mayor
peligro la caída.
El golpe más fuerte es el que se da
cayendo de mayor altura.
Debajo de ser hombre, puedo venir a ser
papa.
Nadie sabe a lo que puede llegar.
(De dónde eres, hombre? — Del aldea de
mi mujer.
Expresa que las opiniones de algu-
nos maridos suelen ser las que sus
mujeres les inculcan.
De hombre a hombre no va nada.
Indica que lo que puede hacer uno,
bien lo puede hacer otro.
De hombre arraigado no te verás vengado.
Es muy difícil tomar venganza de
personas hacendadas y poderosas.
De hombre cominero y ruin, de mujer que
habla latín y de caballo sin rienda, Dios
nos libre y nos defienda.
Enseña a huir de los que se hallan
en las condiciones propuestas.
De hombre malo y de caballo argel, si eres
cuerdo, guárdate de él.
El caballo argel es el que sólo tiene
blanco el pie derecho. Hay la preocu-
pación de que son falsos, conviniendo,
por tanto, no arrimarse mucho a ellos,
así como tampoco a los hombres que
no obran rectamente.
De hombre obstinado y de borracho
airado.
Falta la consecuencia, que fácilmente
se deduce que es la de guardarse de
ellos.
HOMBRE
— 458
HOMBRE
De hombre que no has tratado no jures
que es honrado, que al ?nejor tiempo te
dejará burlado.
Nadie debe responder de aquello que
no conoce muy a fondo.
Del mal que el hombre tiene, de ése muere.
Generalmente, el que tiene un vicio
acaba por ser víctima de él.
Donde no mora hombre, la casa poco vale.
Indica lo necesario que es para una
familia el que ha3*a una cabeza que se
baga respetar.
El hombre adeudado, o necesitado, cada
año apedreado.
No es cosa rara que al desgracia-
do le sobrevengan nuevos infortunios,
como le sucedería a aquel labrador infe-
liz que, pensando desahogarse con una
buena cosecha, viera repentinamente
defraudadas sus esperanzas por causa
de que al tiempo de recoger sus fru-
tos se los embargaran, que es lo mismo
que si se los hubiesen apedreado.
El hombre a la colada, y el mió, de cer-
nadero para que cuele primero.
Palabras de la mujer que odia a su
marido.
El hombre ande con tiento, y la mujer no
la toque el viento.
Expresa la preeminencia que tiene
el bello sexo en la opinión pública,
pues todos se ponen de su parte, en
contra del varón.
El hombre apercibido nunca tanto se due-
le. — V. Homrrk prevenido vale por dos.
El hombre con paperas, y la mujer sin
ellas.
Nada importan las paperas en el hom-
bre, que le dan aspecto de más bona-
chón y cachazudo; en cambio afean a
la mujer y la hacen desmerecer ante los
amantes de lo bello. — Expresa tam-
bién que para el matrimonio debe es-
cogerse el hombre de cierta edad, se-
rio y formal, y la mujer, mientras más
joven, mejor.
El hombre contra el hombre es lobo.
El mayor enemigo del hombre es el
hombre mismo.
El hombre cuando es chico es como el
gallo: cantando; cuando es mayor, como
el borrico : trabajando, y cuando es viejo,
como el cochino : gruñendo.
Donosa manera de expresar en bre-
ves palabras a lo que se reduce la vida
del hombre.
El hombre debe tener un corazón de carne
en un cuerpo de oro; por desgracia, tiene
comúnmente corazón de oro en un cuerpo
de carne.
Bello pensamiento con que se ex-
presa que la avaricia y la sensualidad
son, por lo común, los dos vicios que
más se enseñorean de la frágil especie
humana.
No pudiendo dispensarme de trasla-
dar aquí lo que a este propósito copié
de la autorizada pluma del reverendo
P. Ráulica en mi Teójilo o Pruebas de
las pruebas del estado eclesiástico (pági-
nas 81 y 82), lo hago a continuación:
«El oro es en el mundo el instru-
mento del placer y el alimento del sen-
sualismo. Y he aquí la razón por que el
amor del corazón, abajado hasta los sen-
tidos, baja todavía más: él se agarra a
la tierra y se pega a ese polvo brillan-
te que promete los placeres. De este
modo el amor de los sentidos llama al
amor de las riquezas, y la concupiscen-
cia de la carne empuja a la concupis-
cencia de los ojos. Entonces el hombre
entra en una nueva corriente que le
degrada aún más que la primera, quie-
ro decir, la corriente de la avaricia;
porque si el sensualismo envilece a la
Humanidad, arrastrándola a lo que hay
más bajo en el hombre, la codicia la
envilece arrastrándola a lo que hay más
bajo que el hombre; el sensualismo
tiende a hacerlo animal, la codicia tien-
de a hacerlo materia: ella es la degra-
dación por esencia.»
El hombre de bien es envidiado por todos.
No hay nada más envidiable que la
rectitud de conciencia.
El hombre de bien lleva el corazón en la
lengua; el hombre prudente lleva la len-
gua en el corazón.
Proverbio árabe que da a entender
que el hombre bueno dice siempre lo
que siente honradamente, y el sensato
se mira mucho antes de hablar.
El hombre de las cien sardinas. — V. En
mentando al ruin de Roma, etc.
El hombre de mérito es el blanco al cual
asesta la fortuna sus dardos.
Enseña que el que vale acaba por
HOMBRE
— 459 —
HOMBRE
verse favorecido por la fortuna. — Cons-
te que es un proverbio árabe.
El hombre, o el marido, de todas las mu-
jeres, y la mujer, de todos los hombres,
o maridos.
Dicho aplicado primeramente a Cayo
Julio César y después a Heliogábalo,
con motivo de la conducta licenciosa
y escandalosamente desenfrenada que
ambos emperadores romanos tuvieron.
El hombre de vista larga, por temor de la
cruz, perdona la palma. — V. Se puede per-
donar el bollo por el coscorrón.
El hombre, donde nace, y la ?nujer, don-
de va.
En efecto, el hombre puede hallar
su felicidad y modo de vivir donde vio
la luz primera; la mujer, por lo regular,
sólo logra estas circunstancias adonde
reside con su marido.
El hombre en la plaza y la mujer en casa.
Advierte que así como el hombre
tiene, por lo regular, que ganar para la
vida fuera de su casa, la mujer debe
cuidar en ella de su hacienda.
El hombre es fuego; la mujer, estopa; lle-
ga el diablo y sopla.
Indica el riesgo que hay en el trato
frecuente entre hombres y mujeres, por
la fragilidad humana.
El hombre es hijo de las circunstancias.
No siempre se puede obrar como se
quiere, sino como nos obliga a hacerlo
el ambiente que nos rodea.
El hombre es paja, la mujer estopa y el
diablo sopla. — V. El hombre es fuego; la
mujer, estopa; llega el diablo y sopla.
El hombre es para ganarlo y la mujer
para gastarlo.
Expresa la condición de ambos seres
en el mundo.
El hombre es un lobo para el que no le
conoce.
La naturaleza humana tiende a hacer
desconfiar al hombre del hombre hasta
que lo trata.
El hombre ha de ser hombre, y la mu-
jer, mujer.
Cada sexo debe poseer su carácter
especial, sin pretender deshacer lo que
la Naturaleza hizo.
El hombre ha nacido para trabajar, como
el ave para volar.
Es una triste consecuencia de la mal-
dición lanzada por Dios a nuestro pri-
mer padre.
El hombre lleno de oro y falto de enten-
dimiento, es de Apuleyo el jumento.
Da a entender lo poco codiciable que
es el hombre adinerado, cuando no le
acompañan las facultades psíquicas. —
Alude al protagonista de El asno de
oro, novela del africano Lucio Apule-
yo, el cual protagonista fué convertido
en burro, por curioso.
El hombre mezquino, después de comer ha
frío.
Al trabajador robusto y laborioso, el
comer le da ánimo para volver a su
faena, mientras que al flojo y débil se
lo quita.
El hombre no debe hablar de sí mismo ni
en bien ni en mal.
Aconseja la modestia, particular-
mente a los escritores.
El hombre no debe llorar nunca, aunque
se vea con las tripas fuera.
Todo acto de debilidad es impropio
del llamado sexo fuerte.
El hombre ocioso mala el tiempo, y el
tiempo mata al hombre ocioso.
Lo que demuestra que el tiempo es
más poderoso que el hombre.
El hombre para la mujer y la mujer
para el hombre.
Ley natural que alegan los que están
deseosos de casarse, o por lo menos
se sienten irresistiblemente atraídos
por el sexo contrario.
El hombre perece por donde se reproduce.
El exceso en ciertas funciones aca-
rrea la muerte.
Elh.ovúiTQ perezoso, en la fiesta es acucioso.
Moteja al descuidado que, no apli-
cándose al trabajo en los días feriados,
quisiera en los festivos desquitar lo
que ha dejado de hacer en los otros
por su holgazanería.
El hombre piadoso siempre será dichoso.
El que cumple sus deberes de cris-
tiano goza de la felicidad.
El hombre piensa y Dios dispensa.- -V. El
hombre pone, o propone, y Dios dispone.
El hombre pone, o propone, y Dios dis-
pone.
Indica que el logro de nuestras de-
terminaciones pende precisa y única-
mente de la voluntad de Dios.
HOMBRE
— 460 —
HOMBRE
El hombre, por camino de malicia, da
muerte a su alma.
Las malas pasiones conducen a la
degeneración moral.
El hombre que en hombre fia, queda
cual ciego sin guia.
Enseña a desconfiar de las promesas
humanas.
El hombre que hace la guerra debe tener
tres cualidades: el asalto del galgo, la
fuerza del lobo y la audacia del jabalí.
Son, en efecto, tres condiciones in-
mejorables para el buen soldado.
El hombre rico, con la fama casa al hijo.
La esperanza de una buena herencia
es un acicate poderoso para contraer
matrimonio.
El hombre sentado, ni capuz tendido ni
camisón curado.
Al ocioso y holgazán se le malogran
todos los trabajos y diligencias.
El hombre sin honra, peor es que un
muerto.
Porque al muerto se le compadece
y al hombre deshonrado se le des-
precia.
El hombre sin letras es se?nejante a una
piedra sobre otra piedra.
Calificación ingeniosa cuanto exacta
que del ignorante hizo Aristipo, filóso-
fo de la antigüedad; porque, en efecto,
si una estatua de piedra se enhiesta
sobre un pedestal de piedra, el igno-
rante, que para el caso vale lo que una
piedra, tiene por base la piedra del pa-
vimento que pisa, o por descanso la
peña en que se sienta, cansado de no
hacer nada.
El hombre sufrido, libre está de verse
perdido.
La persona prudente evita todo gé-
nero de cuestiones enojosas, y de esa
manera no llegan éstas a convertirse en
disputas ni pendencias.
El hombre y el oso, cuanto ?nás feo más
hermoso.
No es la hermosura en el hombre lo
más recomendable, puesto que parece
signo de afeminamiento.
El vivir prevenido, del hombre cuerdo ha
sido.
La persona prudente está apercibida
siempre a los peligros que puedan so-
brevenir.
En el hombre de ciudad está la astucia y
la falsedad.
Porque, desgraciadamente, la vida
social no es tan sencilla e inocente que
no requiera ambas cualidades.
Erase un hombre a una nariz pegado.
Crítica burlesca de todo aquello en
que lo accidental o accesorio predomi-
na sobre lo esencial o principal. — Es
el primer verso de aquel tan conocido
soneto de Quevedo:
tÉrase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Xasón más narizado.
Erase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito :
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anas fuera delito.»
Como se ve por la anterior composi-
ción, a ella misma le coge de medio a
medio la censura que envuelve el re-
frán promovedor de esta breve disqui-
sición", pues debiendo terminar todo
soneto por un pensamiento rotundo y
decisivo, sin un más allá que venga a
ser, digamos así, la quinta esencia que
condense los elementos todos desleí-
dos en los versos anteriores, y no pu-
diéndose decir más respecto de una
nariz fenomenal sino que el hombre es-
taba pegado a ella, y no ella a él, todos
los demás epítetos, símiles e hipérbo-
les, siquiera ingeniosos, resultan siem-
pre pálidos.
Es dulce cosa coger el hombre el fruto
que no ha plantado.
Manifiesta lo cómodo que es el apro-
vecharse de los trabajos de los demás.
Es hombre de sangre en el ojo.
Se dice del que es muy colérico.
Es muclio hombre esta mujer.
Dícese de la que se halla dotada de
un carácter varonil, así en lo físico
como en lo intelectual.
Fermosa cosa es dar hombre a quien no
demanda.
Elogio o censura, según el sentido
en que se toma. Lo primero se refiere
al que se anticipa a dar cuando cono-
HOMBRE
461 —
HOMBRE
ce haber una verdadera necesidad, sin
aguardar a que le pidan; lo segundo
reprende al que se extralimita a dar a
quien no lo necesita. En este último
caso resulta la frase irónica.
Guárdate de hombre mal barbado y de
viento acanalado.
Se recomienda huir de los hombres
de poca barba, porque, por lo general,
son de condición áspera; como guar-
darse de los aires que pasen por luga-
res estrechos, por lo fuertes y nocivos
que son.
Guárdale de hombre que no habla y de
can que no ladra.
Advierte que no debemos confiar en
ellos, porque de ordinario son traido-
res y hacen el daño antes de ser sen-
tidos.
Hacer a uno hombre, o Hacerse uno
hombre.
Constituir a uno, o constituirse uno,
en posición más o menos honorífica y
lucrativa.
Harto es hombre de poco saber el que se
mata por lo que no pueda haber.
Es de necios el esforzarse por alcan-
zar aquello que sabemos que no es para
nosotros.
Hombre a la mar, o al agua.
Dícese del que se encuentra absolu-
tamente perdido, sin saber cómo salir
del peligro inminente en que se halla.
Hombre apasionado no quiere ser conso-
lado.
El que está poseído de una vehe-
mente aflicción, no admite ningún con-
suelo.
Hombre apercibido, medio combatido.
Dice la glosilla: «Mucho se adelan-
tan los negocios con prevenir los me-
dios necesarios.» — También se dice a
igual propósito : Hombre apercibido, o
prevenido, vale por dos, o minea fué ven-
cido.
Hombre apercibido vale por dos. — Véa-
se Hombre prevenido vale por dos.
Hombre a quien le pica el gallo en el culo,
no puede ser bueno.
Dicho absurdo en contra de los hom-
bres de baja estatura.
Hombre atrevido, dura como vaso de vi-
drio. — V. Los valientes y el buen vino
duran poco.
Hombre bellaco, tres barbas o cuatro.
El que es picaro y astuto, muda de
semblante según las circunstancias.
Hombre celoso, el cuerno al ojo. — V. An-
tojársele a uno los dedos hue'spedes, se-
gunda acepción.
Hombre cornudo, ?nás vale de ciettto que
de uno.
Aquel a quien su mujer le es infiel,
saca más provecho de sus complacen-
cias si las tiene con varios que si es
sólo con uno de los favorecidos por su
cónyuge.
Hombre chiquitín, embustero o bailarín.
Cualidades que se aplican graciosa-
mente a las personas de poca estatura,
quizá porque como les pesan poco las
carnes, son amigos de andar de un lado
para otro, a lo bullebulle.
Hombre de ambas, o de todas, sillas.
Llámase así figuradamente al que es
diestro en varias artes o facultades. —
Es frase tomada de la Equitación, con
alusión a las escuelas de montar a la
brida o a la jineta.
Hombre de armas tomar.
El que acostumbra remitir la solu-
ción de cualquier clase de cuestiones
a la fuerza o violencia. — El que tiene
aptitud, resolución o suficiencia para
cualquier cosa.
Hombre de bigote al ojo.
El mozo soltero, ocioso, paseante )r
preciado de guapo, y que anda retor-
ciéndose el bigote a cada momento. —
Antiguamente, el sujeto juicioso y de
edad madura, porque los que tenían
estas circunstancias llevaban el bigote
retorcido hasta cerca de los ojos, como
se estilaba en tiempo de Felipe IV. Por
aquel entonces se distinguió esa moda
con la calificación de a la fernandina.
Hombre de bigotes.
El que tiene entereza y severidad.—
Dícese también: Hombre de bigotes re-
torcidos.
Hombre de chapa.
El de juicio, el sesudo, el formal.
Hombre de Dios es Cristo. — V. Hombre
de armas tomar.
Hombre de peclto.
El constante y de gran serenidad.
Hombre de pelo en pecho.
El fuerte o pujante y osado.
HOMBRE
462 —
HOMBRE
Hombre de rumbo y hampa.
Aplícase al perdonavidas, matón y
amigo de juergas.
Hombre enamorado, nunca casa con so-
brado.
Así lo escribe el Diccionario de Auto-
ridades de nuestra Academia, definién-
dolo en los siguientes términos: «Re-
frán que advierte que los que se casan
por amores, sin atender ni hacer refle-
xión a las obligaciones en que entran,
y sin cuidar de los intereses tempora-
les, que son precisos para el manteni-
miento del estado, de ordinario casan
pobremente y sin dote. Puede también
decirse que este adagio, jugando de los
equívocos de las voces casa y sobrado
(que se pueden tomar por nombres), da
a entender que el que se casa por amo-
res nunca será rico, porque no tendrá
o no hará casa con sobrado, que signi-
fica lo alto de las casas que en los luga-
res sirve de paneras y de guardar otros
muebles y bienes, y sin estos aposen-
tos o desvanes son de poca o ninguna
conveniencia y estimación. >
La primera edición, reducida a un
solo tomo, así como la segunda, lo escri-
bieron de igual manera, dando cabida
únicamente a la primera parte de la
definición y omitiendo la segunda, o
séase lo respectivo a la interpretación
de casa (morada) y sobrado (desván).
Las ediciones tercera y cuarta lo es-
cribieron de igual manera, y mudaron
su definición en la siguiente: «Refrán
que da a entender que los enamorados
son ordinariamente disipadores de sus
haciendas y no atienden a adelantarlas. >
Esta misma definición se viene apun-
tando en las ediciones subsiguientes,
hasta la duodécima inclusive; pero des-
de la quinta, variando el texto del re-
frán de este modo estúpido, si los hay:
Hombre enamorado, nunca casa por so-
brado.
De lo dicho resultan dos fórmulas o
enunciados diferentes y tres definicio-
nes diversas, pudiendo aplicarse a todo
ello lo que canta la coplilla-refrán :
Tres eran, tres,
las hijas de Elena;
tres eran, tres, y
ninguna era buena.
En efecto, tanto la redacción cuanto
la explicación del refrán cuestionado
no pueden ser más deplorables. Juz-
gúese la verdad de mi aserto por la
redacción que paso a exponer, en la
cual va embebido el comentario en el
texto, resaltando éste por medio de la
letra egipcia : El hombre que es (no
que está) extremadamente enamora-
do, manteniendo a la vez a varias pró-
jimas, no verá nunca su casa con
sobrado u holgura.
Hombre enojado no repara en dieces.
Como la ira ciega, el que se ve poseí-
do de ella no sabe lo que se dice ni lo
que se hace.
Hombre honrado, antes muerto que inju-
riado.
Aconseja preferir la honra a la vida.
Hombre mue?-to no habla. — V. Muerto
el perro, se acabd la rabia.
Hombre mujeriego, acaba consigo y con su
dinero.
Porque atenta contra su salud y sus
intereses.
Hombre nacido de las malvas.
Aplícase al que es bonachón, afable
y de buen carácter.
Hombre narigudo, pocas veces cornudo.
Da a entender que es sujeto previsor,
y por lo tanto que es difícil pueda serle
infiel su mujer sin que él se entere.
¡Hombre, no salgas de ahí, y verás cómo
no yerras!
Aplícase a la persona que no hace
más que repetir una misma cosa.
Hombre palabrimujer, guárdeme Dios
de él.
Recomienda se desconfíe de quien
no tiene formalidad en sus promesas.
Hombre peludo, o venturoso o cornudo.
Indica que el que reúne esa circuns-
tancia es desaprensivo y lleva mucho
adelantado para ser feliz.
Hombre pobre, aunque bien aconsejado,
siempre vive mal tratado.
A los desgraciados todo el mundo les
da consejos, pero procura huir de ellos,
o los trata con despego.
Hombre pobre, todo es, o se vuelve, trazas.
La pobreza, por lo común, es inge-
niosa, aplicándose a buscar y poner en
práctica todos aquellos medios que dis-
curre posibles para su alivio.
HOMBRE
— 463
HOMBRE
Hombre pobre y leña verde arden cuando
hay ocasión.
Indica que por poco que valga una
persona o cosa, llega un momento en
que pueden ser útiles para algo.
Hombre prevenido, medio combatido.
<También suele el participio tomarse
activa y pasivamente, y por tanto, hom-
bre leído, hombre entendido, no sólo sig-
nifica o se toma por el que otros pu-
dieron leer o entender (que es lo más
propio de estos participios, y lo que
en su primera significación significa-
ron), sino también por el que entiende
bien, y por el que, habiendo leído mu-
cho, es erudito. Por lo cual, Juan de
Mena, en sus Trescientas, dijo del adul-
terio :
«Por ende, vosotros algunos maridos
que fuerdes tocados de aquesta sospecha,
nunca lo entienda la vuestra derecha,
ni menos entiendan que sois entendidos.
A grandes cautelas, cautelas mayores;
más val prevenir, que ser prevenidos.*
»Donde vemos que el participio en-
tendidos no se toma pasivamente por
los maridos en cuanto pudieron ser en-
tendidos de los adúlteros, sino activa-
mente, como sabidores del adulterio; y,
por el contrario, el participio preveni-
dos no se toma por lo mesmo que pre-
parados y peltrechados de lo necesario
para su defensa, sino pasivamente por
lo mesmo que asaltados de repente, y
cogidos sin el debido apercebimiento.
»Es la razón, porque el verbo preve-
nir tiene dos significados: el primero
es preparar alguna cosa para algún fin,
y el segundo, llegar a la ejecución de
los intentos antes que el contrario; y
en este sentido decimos que la causa
fué prevenida de tal juez, esto es, del
que se antuvió, porque prevenir la cosa
en este sentido, y anticipar su ejecu-
ción, y antuviarse, son una mesma cosa;
por lo cual dicen que a quien se antu-
via Dios le ayuda, porque lleva ya aque-
lla ventaja a su contrario.
>De aquí inferimos el legítimo sen-
tido del proverbio castellano: Hombre
prevenido, medio combatido, y es decir:
si el que desde allí a un mes se daba
por seguro de su enemigo fué asaltado
de él medio mes antes, ya está medio
vencido por la turbación en que lo
pone y el desapercebimiento en que
lo halla, cuando de él no se acordaba;
y así, los que corrigen este proverbio,
diciendo: Hombre prevenido, nunca ven-
cido, se quedan sin lo sentencioso que
en sí contiene, y se apartan de lo que
en ello se pretendió significar.» (P.Juan
Villar, Arte de la Lengua española, Va-
lencia, 1 65 1.)
Diga lo que quiera el P. Villar, y
valiéndonos de un argumento ad nomi-
ne?)^ supuesto tener la voz prevenido
una doble significación (la activa y la
pasiva), según el sentido en que ésta
se tome, así significará el refrán lo uno
o lo otro, con lo que resultarán dos re-
franes, cada cual con su sentido espe-
cial y diferente, al tenor de lo que he-
mos probado arriba en el artículo Hom-
bre apercibido, medio combatido.
Hombre prevenido, nunca fué vencido. —
V. Hombre apercibido, medio combatido.
Hombre prevenido vale por dos. — V. Hom-
bre apercibido, medio combatido.
Hombre que es solo, siempre piensa cui-
dados.
La soledad es mala consejera.
Hombre que madruga, de algo tiene aira.
Los cuidados quitan, por lo general,
el sueño.
Hombre que ?nucho habla, hace menos a
veces. — V. Gato maullador, tiunca buen
cazador.
Hombre que mucho jura será lleno de
maldad, y nunca faltará mala ventura
en su casa.
Dios no puede proteger al que tiene
siempre la blasfemia en los labios.
Hombre que presta, sus barbas mesa.
Se recomienda el cuidado que se
debe poner en prestar, para no tener
más adelante que arrepentirse de ello.
Hombre sin abrigo, pájaro sin nido.
Aquel que no se ha creado afeccio-
nes, no puede llegar a constituirse un
hogar.
Hombre sin mujer al lado, nunca bien-
aventurado.
Advierte que el que no tiene el apo-
yo de la mujer, no conoce la verdadera
felicidad.
¡Hombre! — / Tu mujer te asombre!
Contestación que se suele dar a aquel
HOMBRE
464 —
HOMBRE
que prorrumpe en la primera exclama-
ción al mostrarse sorprendido por algu-
na cosa.
Hombre viejo, cada día un duelo nuevo.
La edad lleva aparejada la acumula-
ción de achaques.
La que al hombre cree el j tirar, di no
gana que llorar. — V. Juras del que ama
mujer, no se han de creer.
Maldito el hombre que confia en el hom-
bre, o en otro hombre.
Enseña a desconfiar de las promesas
y ofrecimientos que se nos hacen.
Más vale hombre feo con buen arreo, que
mozo bonito sin mi pito.
Manifiesta que la fealdad se perdona
cuando el que la posee es rico, así como
al que no tiene bienes de fortuna no
hay quien le mire a la cara, por muy
hermosa que la tenga.
Mientras el hombre vive, de Dios bienes
recibe.
La bondad de Dios es tan grande, que
no se cansa de otorgar sus dones a quien
los merece.
Ni hombre cordobés, ni cuchillo pamplo-
nés, ni mozo húrgales, ni zapato de baldés.
Da a entender dicho refrán la mala
calidad que de ordinario tienen estas
cosas. Por más que esta clase de refra-
nes, como característicos de pueblos,
en su mayor parte dictados por el espí-
ritu de prevención o animosidad, sue-
len sentar principios falsos.
Ni hambre tiple, ni mujer bajón.
Arguye, por la irregularidad de las
cosas, los malos o pervertidos efectos
de ellas.
Ningún hombre cuerdo compitió con geno-
vés, músico y fraile.
Indica que, por lo desacreditadas y
molestas que suelen ser estas tres cla-
ses de sujetos, no las envidia el que se
estime en algo.
No es para bue?i hombre creer de ligero
todo lo que le dijeren; piénselo bien pri-
mero.
Aconseja que no nos dejemos llevar
de ligero, creyendo como artículo de
fe todo lo que se nos dice.
No es un hombre más que otro, si no hace
más que otro.
El valor no se demuestra con pala-
bras, sino con hechos.
No ha de vivir el hombre en hoto de otro.
Aconseja la desconfianza.
No hay hombre cobarde al lado de una
buena moza.
La admiración que causa la belleza
femenina hace atrevidos hasta a los más
pusilánimes.
No hay hombre con hombre.
Pondera la discordia o falta de unión
entre varias personas.
No hay hombre cuerdo a caballo.
Suele obrar con gran dificultad y pro-
ceder templada y prudentemente el que
se halla puesto en la ocasión de propa-
sarse.
No hay hombre más generoso que aquel
que no tietie nada que dar.
Porque aunque ofrezca mucho no ex-
pone nada.
No hay hombre ni mujer que no tengan
su pero.
Como fuera de Dios no hay nada per-
fecto, no es extraño que aun las perso-
nas más buenas no se hallen exentas
de alguna debilidad o defecto.
No hay hombre sin hombre.
Por grande que sea el mérito de uno,
no conseguirá representar nada en la
sociedad si no encuentra una persona
poderosa que le proteja.
No se atreve un hombre a más de aquello
que le consiente una mujer.
El hombre que se propasa con una
mujer es, comúnmente, con muy con-
tadas excepciones, porque antes le ha
dado ella pie para que así ose compor-
tarse. Cierto; hay hombres que, como
suele decirse, todo lo convierten en
substancia, esto es, que se creen que
cualquier dicho o hecho un tanto ex-
pansivo por parte de la mujer, viene a
significar un como salvoconducto que
les autoriza a tomarse ciertas liberta-
des; mas no siempre sucede así; pues
si se tiene en cuenta el carácter sensi-
ble ingénito en la mujer, tales demos-
traciones obedecen, por lo común, a
su modo de ser instintivamente bené-
volo, impulsado antes por el corazón
que por la cabeza, más bien por la ima-
ginación que por el talento. Por eso
importa a la mujer no echar en olvido
que ciertos actos que intrínsecamente
son indiferentes, pueden pasar a serle
HOMBRE
— 465 —
HOMBRE
perjudiciales en determinada ocasión,
razón más para que ande constante-
mente prevenida, ella que, entre otras
dotes con que la enriqueciera la divi-
na Providencia, posee en grado sumo
las de la sagacidad y reserva, a fin de
no dejarse sorprender de tantos ene-
migos como por doquiera la asedian.
No se muestra la cor diera del hombre
como en casarse.
La persona sensata elige con todo
cuidado la mujer que ha de ser su
compañera, sin dejarse llevar por las
apariencias, sino estudiándola a fondo
hasta llegar a apreciar sus cualidades
morales.
No ser hombre de pelea.
Carecer de ánimo, resolución y ha-
bilidad para empresas varoniles o ma-
nejo de negocios de importancia.
No suele el hombre acertar en lo que le
puede aprovechar.
Por buenas que sean las intenciones,
no pocas veces se equivoca uno.
No tener hombre. — V. No hay hombre
Sin HOMBRE.
Nunca se acuesta el hombre sin saber una
cosa más.
Raro es el día que el hombre obser-
vador no aprende algo nuevo, por muy
sabio que sea.
Nunca se halla el hombre menos solo que
cuando está solo.
Porque en la soledad se entrega a la
meditación, o sea a la conversación
consigo mismo.
Para conocer a un hombre es necesario
haber comido cotí él un celemín de sal.
El único medio de llegar a conocer a
fondo a una persona es tratarla en su
vida íntima durante algún tiempo, pues,
al tenor de lo que reza otro refrán, en
visita todos somos buenos.
Para hombre pobre, paño fino y caldera
de cobre, cepa moural y castaña de frial.
Para el que nada tiene, son gollerías
las cosas que los bien acomodados
consideran como corrientes y natu-
rales.
¡Por qué poco hicieron a un hombre ca-
brón!
Cuando se le ocasiona a uno un per-
juicio o un descrédito, basta para ello
la causa más insignificante.
Probar hombre las cosas no es por ende
peor, y saber bien y mal y usar lo mejor.
Recomienda que se vea y aprenda
de todo para seguir lo bueno y repro-
bar lo malo, pues no hay nada como
saber las cosas de vista y no de oídas
para aprender a discernir por uno
mismo.
Quien errare como hombre, remedie como
discreto.
El talento de las personas estriba en
corregir las faltas que impensadamen-
te se hayan podido cometer.
Ser hombre de historia.
Aplícase, generalmente en mal sen-
tido, a la persona que tiene anteceden-
tes, tanto en su vida pública como en
la privada, que no le favorecen mucho.
Ser hombre del otro jueves.
Ser una persona extraordinaria o
que se sale de lo común. — Más general-
mente se emplea en la forma negativa.
Ser uno hombre para una cosa.
Ser capaz de ejecutar lo que dice u
ofrece. — Tener las cualidades y requi-
sitos convenientes para el desempeño
de lo que se trata.
Ser mucho hombre.
Ser persona de gran talento e ins-
trucción o de gran habilidad.
Ser muy hombre.
Ser valiente y esforzado.
Ser uno otro hombre.
Haber cambiado mucho en sus cua-
lidades, ya físicas, 3ra morales.
Ser poco hombre.
Carecer de las cualidades necesarias
para el desempeño de un oficio, cargo
o comisión.
Ser un hombre muy llegado a las horas
de comer.
Estar pronto a ejecutar las cosas que
le son de utilidad.
Tal debe ¿/hombre ser como quiereparecer.
El modo de ser bien juzgado es obrar
siempre rectamente; así nadie se pue-
de equivocar en su crítica.
Tal quedará el hombre cual es el canto
que oyó.
Demuestra el influjo que ejerce el
canto en nuestro ánimo.
Tanto vale el hombre cuanto vale su nom-
bre. — V. Cobra buena fama y échate a
dormir.
30
HOMBRE
— 466 —
HOMBRE
Tanto vale un hombre como otro.
Físicamente considerados, pues ni
en lo moral ni en lo intelectual se
puede sostener tal aserto.
Todo hombre es mentiroso.
Pues por bueno que sea, no hay
quien no pueda acusarse de haber fal-
tado alguna vez a la verdad, aunque
sea por un motivo justificado.
Tres cosas dan a conocer al hombre: el
vino, el dinero y la ira.
Este dicho sentencioso, que hemos
tomado de los judíos, es expresado en
su lengua por medio de un juego de
palabras bastante original; a saber: be-
kis, bekous y bekás, las cuales significan,
respectivamente, botella, bolsa y cólera.
Algunas veces emplean la siguiente va-
riante popular: bekigo, bekago y bekoco. —
Expresa claramente que juzgamos a
una persona buena o mala, según abu-
se o no de la bebida, conserve o mal-
gaste su capital y sea pacífica o se deje
arrebatar por los impulsos de la ira.
Tres cosas hacen al hombre medrar :
ciencia, mar y casa real.
O sea, el saber mucho, comerciar
allende los mares o depender de pa-
lacio.
Tres cosas tnatan al hombre: soles, cenas
y penas.
Las insolaciones suelen ser mortales,
así comb el abuso en la comida de la
noche, y los disgustos continuados, es-
pecialmente los domésticos.
Un hombre es igual a otro hombre,
aunque este hombre sea un rey.
Las categorías son las que ocasionan
las distinciones, pues por lo demás no
hay diferencia alguna.
Un hombre, o niño, o mujer, etc., se mu-
rió haciendo tal o cual cosa.
Aplícase a la persona por extremo
flemática y cachazuda en todos sus ac-
tos o en el especial de que se trate.
Sean ejemplos: Mando a mi criado a
que ponga una carta en el correo (el
cual está a la vuelta de casa), con en-
cargo de que vuelva en seguida, y tar-
da media hora en parecer: de él, o a él,
diré que un hombre se murió yendo a
echar una carta al correo. Pon ese una
niña a hacer palotes, e invierte casi
toda la mañana en llenar tan solamen-
te dos renglones de la plana: de ella, o
a ella, diré que una niña se murió ha-
ciendo palotes. Y así de los demás casos
a esos análogos.
Un hombre, un voto.
En las cuestiones que han de deci-
dirse por la mayoría de los que toman
parte en ellas, aisladamente cada uno,
no vale más que los otros.
Yo te traje de hombre bueno y me has
salido hombre malo.
Modo de significar el juicio erróneo
que uno se había formado de alguien
o de algo, al ver que sus esperanzas
en el particular de que se trata le han
salido fallidas. — Es el final de una re-
dondilla de Narciso Serra dirigida a
Camprodón.
Decir y hacer no es para todos los hom-
bres.
Hablar es fácil, pero ejecutar lo dicho
no todos lo hacen.
De hombres es errar; de bestias, en el
error perseverar, o perseverar en el error.
Recomienda que éstos sean dóciles,
y no tercos, en sus dictámenes.
De los hombres es el errar, y de los bu-
rros rebuznar.
Refrán que moteja de pollino a la
persona a quien se quiere satirizar.
De los hombres es el pecar, mas diabólico
el perseverar.
Recomienda el arrepentimiento cuan-
do se ha cometido una falta, procuran-
do por todos los medios no reincidir.
De los hombres se hacen los obispos, que
no de las piedras.
Censura a los prelados ensoberbeci-
dos que desdeñan el trato con los infe-
riores, como si éstos no pudieran al-
canzar algún día la categoría ostentada
por ellos.
Hay hombres, hombrecillos, hominicacos
y hominicaquillos.
Hominicaquillos, hasta los cinco años;
hominicacos, desde esta edad hasta la
de quince; hombrecillos, de quince a
veinticinco, y hombres, de veinticinco
en adelante.
Hay hombres honrados, asi como los hay
malvados; pero de éstos son más los ha-
llados.
Desgraciadamente, en el mundo sue-
le abundar más lo malo que lo bueno.
HOMBRE
— 467 —
HOMBRE
Hay hombres que parecen niños, asi como
hay niños que parecen hombres.
Aplícase a aquellos que por sus actos
parecen desdecir la edad que en reali-
dad tienen.
Hay hombres tales, que son traidores y
parecen leales.
El fingimiento y la falsía son cuali-
dades muy extendidas en la humana
naturaleza.
Hombres buenos y picheles de vino apa-
ciguan el ruido.
La intervención de gente honrada,
así como el reparto, oportunamente
hecho, del zumo de las uvas, suele cor-
tar todas las disputas.
Hombres dejé y hombres encontré.
Dicho atribuido a un canónigo de
Sevilla, quien no queriendo contami-
narse con las injusticias y tropelías
que se cometían en aquella corpora-
ción por parte de algunos de sus indi-
viduos, decidió recogerse en los cartu-
jos de aquella ciudad, de donde al fin
se salió también, pues echó de ver que
dondequiera haya hombres, allí tiene
que haber por fuerza miserias y fragi-
lidades.
Hombres desleales, mujeres sin vergüen-
za, mar sin peces y bosques sin leña : eso
es Genova.
Pintura tan denigrativa como falsa
de esa opulenta ciudad de Italia.
Los hombres, enseñando aprenden.
No hay nada que instruya tanto como
el enseñar a los demás.
Los hombres hacen las leyes; las mujeres
forman las costumbres.
Sin imposiciones ni penalidades con-
sigue la mujer habituar al hombre me-
jor que éste a sus semejantes con los
códigos que hace.
Los hombres no se plantan en macetas.
Da a entender que no se improvisan;
se necesita que la edad y la experien-
cia los formen.
Los hombres no son más que niños grandes.
Puesto que lo que crece es el cuer-
po, pero los hábitos son los de la in-
fancia.
Los hombres,/0r el lucir sufren el arder.
Con tal de figurar, se suelen perdo-
nar todo género de incomodidades y
molestias.
Los hombres que procuran serlo mucho
por la lanza, cada vez que la juegan dan
una azadonada para la sepultura.
Contra los muy dados al coito fre-
cuente.
Los hombres, querellos, pero que no lo
sepan ellos.
Táctica especial que siguen las mu-
jeres para saber conducirse en sus pla-
nes de amor.
Los hombres tienen la hermosura en su
calidad, y las mujeres, la calidad en su
Iiermosura.
El hombre cifra su mérito en el lus-
tre de su cuna, y la mujer, en los hechi-
zos de su cuerpo.
No es bien los hombres decir sus cosas.
Recomienda la prudencia y la dis-
creción en el hablar de sí propios.
No procuren los hombres apartar lo que
Dios junta.
Contra los que pretenden infernar
los matrimonios con fines pecamino-
sos. — El divorcio es opuesto a las le-
yes de Dios.
No sentir, tío es de hombres; y no sufrir,
no es de varones.
El ser varón no excluye la condición
de ser piadoso.
No son todos hombres los que van a Se-
villa.
Indica que no solamente los que es-
tán dispuestos a todo son los que van
a las ciudades populosas y sitios de
gran tráfico y bullicio, sino también los
apocados y que para nada sirven en
ellos.
No todos los hombres comen la caza que
matan.
Porque unos ponen el trabajo y otros
recogen las ganancias.
No todos son hombres los que mean en la
pared, o No son hombres todos los que
mean en pared.
Muchos alardean de un saber, po-
der, etc., que no tienen en realidad,
aun cuando a ello les obligue su em-
pleo, posición social, cuna, etc., en lo
cual se cumple una vez más aquello de
que no hay que fiarse de apariencias.
lodos los hombres pecaron en Adán.
Porque de su falta sufrimos todos
las consecuencias, como solidarios que
nos hemos hecho de ella.
HOMBRO
— 468 —
HONOR
HOMBRO. — Arrimar el hombro.
Trabajar con actividad; ayudar o con-
tribuir al logro de un fin. — Hablando
el Eclesiástico de lo difícil y penoso que
es alcanzar la sabiduría, exhorta de esta
manera a los que deseen conseguirla :
Subjice humerum tuum, et porta Mam, et
ne acediaris vinculis ej'us. (VI, 26.)
Echar uno al hombro una cosa.
Hacerse responsable de ella.
Mirar a uno por encima del hombro, o
sobre el hombro, o sobre hombro.
Tenerlo en menos; desdeñarle.
Encogerse uno de hombros.
Manifestar extrañeza, ignorancia o in-
diferencia respecto a lo que se oye. —
Negar la contestación a una cosa por
no querer darla o por no saberla.
Encoger uno los hombros.
Llevar con paciencia y con la ma-
yor resignación o indiferencia una cosa
desagradable, sin moverse a nada ni
chistar.
Sacar uno a hombros a otro.
Librarle con su favor o poder, o a
sus expensas, de un riesgo o apuro;
ponerle en salvo.
HOMERO. — A las veces dormita el buen
Homero.
Dicho tomado del Arte poética de
Horacio (verso 359), con el que se de-
nota que los sabios también se suelen
descuidar en ocasiones. — Es bastante
frecuente usar esta locución proverbial
en latín : Quandoque bonus dormitat Ho-
merus.
Nunca falta un Homero para un Aquiles.
Los seres que se han hecho notables
por algún concepto, tienen siempre
personas que se encarguen de alabar-
los. — Úsase más comúnmente en sen-
tido irónico.
HONDÓN. — Donde sacan y no pon, presto
se llega al hondón. — V. Donde hay saca
y nunca pon, presto se acaba el bolsón.
HONESTA. — Dámela honesta, dártela
he compuesta.
La honestidad es la joya más precia-
da que puede ostentar una mujer.
liase de usar con la honesta mujer el es-
tilo que con las reliquias : adorarlas y no
tocarlas.
Enseña a respetar a las mujeres hon-
radas.
HONESTIDAD. - Honestidad es htr
mana de vergüenza; castidad, madre de
continencia.
Manifiesta que estas virtudes nunca
van solas, formando así la más bella
corona de la mujer.
HONGO. — Abundar como hongos en año
de lluvias.
Dícese de aquello de que hay gran
cantidad, aludiendo a que el agua de
las nubes es muy beneficiosa para las
setas.
Brotar, o nacer, como los hongos.
Aplícase a todo aquello que se pro-
duce pronta o inesperadamente en al-
gún lugar, con alusión a la espontanei-
dad con que nacen los hongos.
HONOR. — El honor y la mujer son malos
en opiniones.
Alude a que cada uno juzga ambas
cosas a su manera.
Mi honor valía más de cien ducados. — Ya
te contentarás con dos pesetas.
Frase que se ha hecho proverbial,
tomada del sainete de D. Ramón de la
Cruz titulado Manolo, y que se suele
aplicar cuando una persona quiere re-
bajar el mérito de aquello por que se
pide un gran precio.
Perdí mi honor diciendo mal y oyendo
peor.
Las personas murmuradoras se ex-
ponen a andar en lenguas que, general-
mente, no dejan muy bien parado a
quien cogen.
lodo el honor de las mujeres consiste en
la opinión buena que de ellas se tiene.
La mujer de buena conducta es ala-
bada por todo el mundo, sin que nadie
se atreva a dudar de ella.
lodo se ha perdido, menos el honor.
Dicho de Francisco I en una cart
que envió a su madre dándole cuen
de su derrota y prisión en la batalla d
Pavía. — Suele aplicarse satíricamente
Honores cambian costumbres.
El pasar de una posición humilde o
mediocre a otra superior, suele ser
causa de que se engrían los hombres
hasta el punto de olvidarse de su esta-
do primitivo.
Este refrán, de uso correntísimo en
tre los romanos (Honores mutant mo
res), fué compuesto expresamente para
HONRA
— 469
HONRA
Sila, de quien dice Plutarco (cap. LXIV)
que habiendo mostrado en su mocedad
un carácter jovial, manso y compasivo,
al tiempo de su dictadura se tornó en
severo, cruel e implacable. — Juan de
Meung sostiene en su Román de la Rose
que los honores no cambian las cos-
tumbres, sino que las disfrazan. — El
rey de España Felipe II decía, a vuel-
tas de otras muchas agudezas que le
eran connaturales, que no todos los es-
tómagos son capaces de digerir gran-
des fortunas, y que una mala comida
no engendra tanta corrupción en el
cuerpo como las honras en un ánimo
mezquino. — Terminaremos diciendo
o cómo es tan general el vicio a que aquí
se alude, que no es éste el único refrán
que pone de manifiesto acción tan ruin
como reprobable. En prueba de nues-
tro aserto, recuérdense, a vueltas de al-
guno que otro más, los siguientes: No
de' Dios a nuestros amigos tanto bien que
nos desconozcan. — Cuando el villano está
en el mulo no conoce a Dios ni al mun-
do. — Vióse el perro en bragas de cerro
y no conoció a su compañero.
HONRA. — Donde está claro no poder ganar
honra, locura es aventurar la persona.
Aconseja que no se exponga en balde
a un peligro quien no está seguro de
salir victorioso.
El deseo de la honra y riqueza crece cuan-
to ella misma se aumenta.
Es noble ambición desear ambas co-
sas cuando se adquieren por medios
lícitos.
El que quiera honra, que la gane. Y algu-
nos añaden jocosamente : que ésta es
para su amo. — V. El que quiera peces,
que se moje el etilo.
Honra es de los amos la que se hace a los
criados.
Porque recae en beneficio propio,
toda vez que ellos, al mostrarse agra-
decidos, proclaman la bondad del amo
a quien sirven.
Honra y provecho caben eti un saco.
Dícese cuando se interviene en un
asunto del cual se puede legalmente
conseguir algún beneficio.
Honra y provecho no caben en un saco.
Por lo regular, los empleos de honor
y distinción no suelen ser de mucho
lucro. — Aplícase en aquellos casos en
que se sospecha que la riqueza de una
persona no ha sido adquirida por me-
dios lícitos.
Honra y vicio no andan en u?i quicio.
No es posible hermanar ambas cosas,
pues ni la persona honrada es viciosa,
ni la viciosa, honrada.
La honra de las mujeres no está en más de
la común opinión. — V. Todo el honor de
las mujeres consiste en la opinión buena
que de ellas se tiene.
La honra del amo descubre la del cria-
do. — V. Honra es de los amos la que se
hace a los criados.
La honra del marido está en mano de su
mujer.
Porque de su conducta depende la
estimación con que ha de ser mirado
el esposo.
La honra es del que honra.
El que concede alguna merced, ma-
nifiesta poseer espíritu de justicia y
grandeza de corazón.
La honra puédela tener el pobre, pero no
el vicioso.
La dignidad no tiene que ver con la
riqueza, sino con la honradez.
La honra que a tu mujer das, en tu casa
se queda.
Honrar a la mujer propia es honrar-
se a sí mismo.
La verdadera honra es la que da el que
la tiene.
Aconseja que nos reunamos con per-
sonas dignas, pues con ello salimos
honrados: nadie puede dar lo que no
tiene.
Más vale morir con honra que deshonra-
do vivir.
El que muere por el cumplimiento
del deber es alabado por todos; al paso
que al que lo abandona, desertando de
su puesto, todos le escupen.
Meter honra y provecho en un saco. — Véa-
se Honra y provecho caben en un saco.
Ninguno tiene más honra que la que le
quieren dar.
El hombre tiene que vivir sometido
al juicio de la sociedad.
No se ha de aventurar la honra por el
gusto.
Porque es preciso atender a lo prin-
cipal antes que a lo secundario.
HONRADEZ
470 —
HORA
Quien a los suyos se parece, honra mere-
ce. — V. Bien haya quien a los suyos se
parece.
Grandes honras deben comprarse a peli-
gros grandes. — V. No se cogen truchas
a bragas enjutas.
Hay honras que son verdaderas deshonras.
Cuando ciertas instituciones llegan
a decaer de su primitivo esplendor, o
a prostituirse ciertas condecoraciones,
la verdadera honra consiste en no per-
tenecer uno a aquéllas o en no osten-
tentar éstas.
Las honras, cuanto más crecen, más ham-
bre ponen.
La adquisición de honores trae apa-
rejados mayores gastos.
HONRADEZ. — Echa un cacfw de honra-
dez en el cocido, y verás qué caldo sale.
Excusa de mal género a favor de los
que desempeñan sus cargos con poca
escrupulosidad y menos conciencia.
HONRADO.— Más honrado es el que me-
rece la honra y no la tiene, que el que la
tiene y no la merece.
En el primer caso la responsabilidad
es de quien debiéndola conceder no la
concede, y en el segundo lo es tanto
del que la da como del que la recibe.
lan honrado es el conde como el gita-
no. — V. Ser tal para cual.
HONRAR. — A todos conviene honrar el
que de todos quiere ser honrado.
Para merecer la consideración de los
demás es preciso comenzar por guar-
dársela a ellos.
Yo a vos, por honrar; vos a mí, por en-
cornudar.
Reprende a los que corresponden
con ingratitud a los beneficios que se
les hace.
HOPO. — Aún le ha de sudar el hopo. —
V. Aún le ha de sudar el rabo.
¡Hopo, a otra parte otro poco!
Expresión usada para quitarnos de
encima al que nos estorba o nos está
molestando.
Seguir el hopo a uno.
Ir siguiéndole y dándole alcance.
Sudar el hopo.
Costar mucho afán y trabajo la con-
secución de una cosa.
HORA.— ¡A buena hora, mangas verdes!
Aplícase a todo lo que llega tarde, y
tiene por equivalentes: A la vejez, vi-
ruelas. — Al asno muerto, la cebada al
rabo. — Cuando el perdón vino, ya estaba
el Papa en Roma. — Cuando vino el ori-
nal, muerto era Juan Pascual. — Des-
pués de liebre ida, palos en, o azotan, la
cama.— Después de vendimias, cue'vanos.—
El conejo ido, el consejo venido. — El hijo
muerto y el apio en el huerto. — El soco-
rro de Escalona, que cuando le llega el
agua es quemada la villa toda. — La casa
quemada, acudir con el agua.
A la mala hora no ladra el perro.
Dícese de los que cuando hace falta
no dan señales de su persona.
¡A tal hora te amanezca!
Se suele decir familiarmente al que
llega tarde a alguna cosa o especie de
que se está tratando, y también al que
trueca las horas del día al hablar de
ellas.
A toda hora el perro mea y la mujer llora.
Indica que tanto las mujeres como
los perros están siempre en disposi-
ción de hacer, respectivamente, lo que
el refrán indica.
Ahora no es hora de bésame, esposa, o se-
ñora.
Contra los que no atienden a la opor-
tunidad ni guardan los debidos mira-
mientos en sus pretensiones o deseos.
Antes de la hora gran denuedo; venidos al
punto, mucho miedo.
Manera de criticar a los baladrones,
que ofrecen hacer mucho cuando no
hay ningún riesgo ni están en ocasión
de hacerlo, y en llegando ésta no cum-
plen lo que prometen y se acobardan
y amilanan.
A poco de hora.
En poco tiempo; poco después.
Aquí sea mi hora.
Sobrentiéndese última, indicando la
acción de fallecer, como especie de fór-
mula de juramento.
A última hora.
En los últimos momentos. — Es locu-
ción que suelen usar los periódicos
cuando comunican una noticia recibi-
da al entrar el número en prensa. —
También se dice con referencia a las
asambleas políticas y otras juntas, para
significar lo que se determina o vota
en ellas al concluir la sesión.
HORA
— 47i —
HORA
j Buena hora! — ¡Para cobrar veinte mil
duros!
Expresión con que se da a entender
que es tiempo oportuno para ejecutar
una cosa.
Cada hora que pasa, o que da, nos hiere,
y la úllima ?ios mata.
Expresa que a medida que transcu-
rre el tiempo nos acercamos más a la
muerte.
Casarás en mala hora y co?nerás cabeza
de olla.
Denota las ventajas que consigue el
que es cabeza de familia, aunque se
case desventajosamente.
Dar hora.
Señalar plazo o citar tiempo preciso
para una cosa.
Dar la hora.
Ser una cosa muy buena, sobre toda
ponderación.
De hora a hora Dios mejora.
Debe esperarse en la misericordia
divina el remedio de nuestros males,
pues no se olvida de enviarlo pronto
cuando conviene.
De hora en hora.
Sin cesar; continuamente.
En buena hora lo cuente, o lo diga.
Manifiesta uno el deseo de que no se
torne en mal el bien que se disfruta.
En buen hora vengas, mayo, el mejor mes
de todo el año.
Elogia al mes de mayo, que es el
que por lo general determina la cose-
cha que ha de obtener el agricultor.
En chica hora Dios obra.
Las obras de Dios no están circuns-
critas a términos y espacios precisos,
por ser ilimitada su omnipotencia.
En poco de hora. — V. A poco de hora.
En una hora no se tomó Zamora. — V. No
se gand Zamora en utia hora.
En una hora se cae la casa.
Manifiesta la inestabilidad de las co-
sas humanas, pues en muy poco tiem-
po pueden ocurrir infinitos aconteci-
mientos.
Hacer hora.
Ocuparse en una cosa mientras llega
el tiempo señalado para otro negocio.
Hacerse hora de una cosa.
Llegar el tiempo oportuno y señala-
do para ejecutarla.
Hora ha un año, cuatrocientas, y hogaño,
cuatro ciegas.
Advierte que el ganado cabrío, por
mucho que se posea, en poco tiempo
se desgracia y queda muy reducido el
número de cabezas que lo componen.
Hora está tomado por ahora.
Llegar, o llegarse, la hora.
Cumplirse el plazo señalado o el
tiempo determinado y oportuno para
una cosa. — Usase frecuentemente con
referencia a la hora de la muerte.
Llegar, o venir, a la hora de los molle-
tes. — V. Llegar a los anises.
Llegar a la hora de los panecillos. — Véa-
se Llegar a los anises.
Más vale hora de trato que ciento de tra-
bajo.
Un buen negocio que se estipule en
poco tiempo, rinde más utilidad que el
trabajo en que se está ocupado coti-
dianamente.
Más vale una hora de conversación con un
sabio que diez años de estudio con los
libros.
Proverbio chino que manifiesta lo
mucho que vale el trato con las per-
sonas eruditas, por lo mucho que se
aprende.
No ver uno la hora de una cosa.
Desear con vehemencia que llegue
el momento en que se realice aquello
que uno pretende.
... que da la hora.
Para ponderar lo extraordinario o
notable de alguien o de algo; v. gr. : Ha
dicho un disparate que da la hora. —
Me han hecho un aparador que da la
HORA.
{Qué hora es? — Las que no han dado
están al caer.
Perogrullada que se emplea cuando
no se sabe o no se quiere responder a
la pregunta.
Renegar uno de la hora en que nació.
Hallarse muy desesperado por ha-
berle ocurrido algún mal.
Tener uno en hora chiquita sol y som-
briia.
Disfrutar en poco tiempo de todo
aquello que más puede agradarle.
Tomar hora.
Enterarse del plazo o tiempo que se
señala para un fin.
HORCA
— 472 —
HORNO
Una hora, o un día de vida, es vida.
El poder disponer una persona de un
plazo a favor suyo, por corto que sea,
no deja de ser una ventaja.
Ganar horas.
Hablando de los correos, ganar el
premio señalado por cada hora que
tardan menos en el viaje de las que re-
gularmente debían emplear.
Ganar las horas.
Aprovechar el tiempo acelerando las
providencias para el logro de una cosa.
Horas antes, antes que minutos después.
Encomia la puntualidad en todos, es-
pecialmente en el militar, que debe
asistir a su puesto u obligación sin ha-
cerse esperar, pues el rigor de la dis-
ciplina no lo consiente.
Tener uno sus horas contadas.
Estar próximo a la muerte.
HORCA. — Dejar horca y pendón.
Dejar en el tronco de los árboles,
cuando se podan, dos ramas princi-
pales.
La horca lo suyo lleva, o Siempre la hor-
ca lleva lo suyo.
El criminal suele acabar por sufrir la
pena consiguiente, ya sea de un modo
o de otro, bien tarde que temprano.
Mostrar la horca antes que el lugar.
Anticipar una mala nueva o poner
inconvenientes y estorbos para negar
una cosa.
Tener horca y cuchillo.
En lo antiguo, tener derecho y juris-
dicción para castigar hasta con pena
capital. — Mandar como dueño y con
gran autoridad.
Pasar por las horcas caudinas.
Sufrir uno el sonrojo de hacer a la
fuerza lo que no quería. — Alude a la
vergüenza impuesta a los romanos por
los samnitas, sus vencedores, después
de la derrota del desfiladero de Cau-
dium, en el año 321 antes de Jesu-
cristo.
HORCHATA. — Tener horchata de chu-
fas.
Aplícase a la persona de tempera-
mento frío, sosa, incapaz de apasionar-
se ni conmoverse por nada.
HORMA. — Hallar uno la horma de su
zapato.
Manera irónica de dar a entender
que alguno ha encontrado otro que le
entiende sus mañas o artificios, o quien
le resista y se oponga a sus intentos. —
También se usa en sentido recto para
significar que uno ha encontrado lo
que le acomoda o desea. — Dícese
asimismo: Dar, o encontrarse, con la
horma de su zapato.
HORMENTO. — c- Quién te hizo acuciosa}
— Hormento y agua roja.
Frase tomada de los rústicos, que ad-
vierte ser las ocasiones. las que hacen
a los hombres solícitos y cuidadosos,
así como la levadura, significada por la
voz hormento, o fermento, y el agua ca-
liente por el agua roja, precisan a la
mujer a que acuda a amasar el pan a su
tiempo conveniente.
HORMIGA.— En algo debe de ir, como dijo
la hormiga.
Quiere significar que cada cual hace
las cosas con su cuenta y su razón.
Parece hormiga y es avispa.
Aplícase a las personas cuyo aspecto
es bondadoso o timorato, aparecien-
do lo contrario cuando llega la ocasión
de demostrarlo.
Cuando las hormigas se quieren perder,
alas les han de nacer. — V. Da Dios alas
a la hormiga para que muera más aína, o
Por su mal supo la hormiga volar.
Irse a matar hormigas.
Entretenerse u ocuparse en cosas
sin importancia, o pasar el tiempo en
la inacción.
HORNERA. — No seáis hornera si tenéis
la cabeza de manteca.
Nadie se encargue de aquello que no
puede desempeñar, sin consultar antes
con sus fuerzas.
HORNO. - Calentar el horno.
Enardecerse una persona; irritarse.
Encender el horno.
Preparar el terreno para hacer que
una persona se moleste o irrite.
Estar hecho un horno.
Hallarse muy caldeado un local. —
Encontrarse muy apasionada una per-
sona, generalmente por el amor. En
este sentido se dice también: Estar
hecho un Etna.
Ni tan adentro del horno que te quemes,
ni tan afuera que te hieles. — V. Ni fea
que espante, ni hermosa que mate.
HOROZCO
— 473 —
HOY
No está el horno para bollos, o pasteles,
o rosquillas, o tortas.
No estar una persona o cosa en dis-
posición o aptitud de hacer aquello
que de ella se exige o para lo que se la
quiere destinar.
Sobra horno y falta poya.
La posibilidad no corresponde a los
deseos.
HOROZCO. — Horozco, no te conozco, o
si le vi, no te conozco.
Expresión que tiene por objeto el
renegar de una persona con quien se
ha regañado.
HORRO.— Horro Mahoma y diez años por
servir.
Se dice de los que erradamente ha-
cen cuenta de estar fuera de alguna
obligación, faltándoles mucho para ha-
ber de cumplir y quedar libres.
Ir, o sacar, o salir, horro.
Denota que se ha sacado libre a uno
y sin pagar aquello que adeudan otros
en un mismo negocio, o que él ha sali-
do sin pagar su parte.
HORTELANA. — La hortelana trae la
bolsa herrada.
Alude a lo difícil que es sacarle di-
nero a la gente del campo.
HOSPITAL.— En el hospital hay di.
En los establecimientos benéficos
siempre se encuentra algún pretexto
para justificar la inversión de los fon-
dos dedicados a su sostenimiento.
Estar hecho un hospital.
Se aplica a la persona que padece
muchos achaques, o a la casa en que se
juntan a un tiempo muchos enfermos.
Ir al hospital por hilas, o por mantas.
Se reprende la imprudencia de pe-
dir a otro lo que consta que necesita y
para él hace falta.
Muchos van al hospital por no cuidar un
caudal.
El que dilapida la fortuna sin mirar
al día de mañana, suele acabar sus días
en dicho establecimiento.
Ser, o parecer, un hospital robado.
Se dice de las casas que están sin al-
hajas ni muebles.
HOTO. — En hoto del conde no mates al
hombre.
Advierte el riesgo de obrar mal, aun
confiando en el favor de los poderosos.
HOY. — Antes hoy que mañana.
Denota el deseo que se tiene de ha-
cer o acabar una cosa lo más pronto
posible.
Aunque hoy goces las dichas, teme mañana
las desdichas.
Advierte que por muy feliz que se
sea, es conveniente estar apercibido
para las desgracias que puedan sobre-
venir, pues no hay bien ni mal que cien
años dure.
Cofi hoy y con mañana.
En dando en aplazarse repetidas ve-
ces la ejecución de una cosa, se corre
el riesgo de no llegar a realizarla nun-
ca. — Dícese también : Con un día y con
otro.
De hoy a mañana.
Da a entender que una cosa suce-
derá pronto o está próxima a ejecu-
tarse.
De hoy en adelante, o De hoy más.
Desde este día.
El que hoy cae, ptiede levantarse mañana.
No conviene despreciar al que se
halla actualmente en modesta situa-
ción, pues nadie sabe lo que podrá lle-
gar a ser en lo porvenir.
Hoy como ayer, mañana como hoy, y siem-
pre igual.
Hay ciertas cosas en la vida que ja-
más sufren alteraciones.
Roy por hoy.
En este tiempo; en la estación pre-
sente.
Hoy por mi y mañana por ti.
Manifiesta que los favores que se nos
hacen tendrán su recompensa en otra
ocasión.
Hoy por ti y mañana por mi. — V. Hoy/£>r
mí y mañana por ti.
Hoy somos y mañana no.
Expresa que si en la actualidad se
encuentra una persona en toda la fuer-
za de su poder, no siendo éste eterno,
caerá de él y no tendrá de qué enva-
necerse.
Hoy venida, eras garrida.
Se dice contra los que al primer paso
de su fortuna se engríen y ensober-
becen.
Lo que hoy no quiero, mañana lo apetezco.
Denota lo voluble que suele ser la
condición humana.
HOYO
474 —
HUERTO
Lo que no se hace hoy se hará mañana.
Expresión usada por los que son
poco amigos de matarse con el trabajo.
Ninguno que hoy bien goza se acuerda de
su antigua pobre choza, presumiendo que
usó siempre carroza.
Los que llegan a alcanzar grandes
puestos sociales suelen olvidarse de
sus principios, generalmente modestos
y humildes.
Quien hoy no socorre, mañana no será so-
corrido.
Recomienda la caridad, aunque no
sea más que como un principio de
egoísmo.
.57 hoy logro el laurel, moriré gustoso ma-
ñana por él.
Expresión usada por todo el que de-
sea conseguir alguna cosa.
Si lo que hoy se hace, mañana se deshace,
ningún beneficio nace. — V. Ser como la
tela de Penélope.
HOYO. — Donde hay hoyo se echa tierra.
Recomienda que se allanen las difi-
cultades que se presenten para llevar
a cabo un negocio.
Hacer un hoyo para tapar otro.
Critica a aquellos que por evitar un
daño o cubrir una trampa, hacen o des-
cubren otra.
HOZ. — Entrarse, o meterse, de hoz y de coz.
Introducirse en alguna parte o asun-
to con empeño y sin consideración.
Entre hoz y vencejo muere la mujer y huye
el mancebo.
Alude a que la época de la siega es
la más perjudicial para las relaciones
conyugales.
La hoz en el haza y el ho?nbre en la casa.
Manera de criticar a los ociosos, que
en vez de estar trabajando se hallan
mano sobre mano.
Meter la hoz en mies ajena.
Introducirse uno en profesión o ne-
gocios que no le tocan.
HOZADA. — Más vale hozada que espiga
alabada.
Satiriza a los que alaban mucho una
cosa, pero no son capaces de ayudar a
que ésta se haga.
HUECO. — Más hueco y pomposo que al-
deano vestido de fiesta.
Aplícase a la persona que está muy
ataviada, con alusión a la gente de los
pueblos, que se pone todo lo mejor
que posee cuando llegan las fiestas
del lugar.
HUELLA. — Seguir las huellas de uno.
Seguir su ejemplo, imitarlo.
HUERA. — Salir huera una cosa
Malograrse, fracasar.
HUERTA. — Compra huerta o vende
puerta.
Contra los que presumen en su porte,
cuando no tienen sobre qué caerse
muertos.
Hermosa huerta es la de mi vecino.
Todo lo que no es nuestro nos pa-
rece mejor que lo que poseemos.
Huerta con palomar, Paraíso terrenal.
Refrán que parece calcado, en fuer-
za del sonsonete, sobre el siguiente:
De los Huertos al Parral, Paraíso te-
rrenal. (Véase.) — A la verdad, no con-
cibo que la posesión de una huerta que
tenga palomar juntamente, merezca ca-
lificación tan espléndida.
Meter a uno en la huerta.
Engañarlo valiéndose de medios que
juzgue que redundan en su utilidad o
su gusto.
Metióte en la huerta y no te dio de la
fruta de ella.
Se dice del poderoso que, poniendo
a la vista el premio, cuando llega la
ocasión no es para darlo.
Nace en la huerta lo que no siembra el
hortelano.
Denota que a pesar de una buena
educación se suelen adquirir resabios.
No siempre sale en la huerta lo que quie-
re el hortelano.
Enseña que no todos los asuntos que
planteamos resultan a medida de nues-
tro deseo.
Parecerse una cosa a las huertas de Vi-
llavendida en _ ue todas las verduras están
podridas.
Refrán debido al sonsonete y cuya
significación la manifiesta clara y ter-
minantemente el texto mismo. — Villa-
vendida es nombre jocosamente inven-
tado.
HUERTO. — Este ir y venir al huerto
me trae muerto.
El abuso de una cosa, por agrada-
ble que sea, trae consigo algún grave
daño.
HUESA
— 475 —
HUESO
Huerto sin agua, casa sin tejado, mujer
sin amor y el marido descuidado.
Crítica contra los que tienen tal ca-
rácter que no se preocupan por nada.
Huerto y tuerto, mozo y potro y mujer
que mira mal, quiérense saber tratar.
A veces aprovecha más la maña que
la fuerza para sacar partido de lo que
se desea.
De los Huertos al Parral, Paraíso te-
rrenal.
«Al Norte, extramuros de Segovia,
hay una preciosa alameda bañada por
el Eresma, cuyos extremos son: a Este,
el ex monasterio de Premostratenses,
y a Oeste, el de Jerónimos; titúlase el
primero los Huertos, y el segundo el
Parral; y por ser el sitio tan delicioso
y pintoresco, se formó, sin duda, dicho
refrán.> (D. Tomás Baeza González, en
carta particular al autor.)
Ponz enunció y explicó este refrán
de un modo no tan satisfactorio, di-
ciendo en el tomo X, carta 8.a, nume-
ra 23 : Los Huertos del Parral, Paraíso
terrettal.
HUESA. — Hasta la huesa no hay ninguna
buena.
Uno de tantos dichos depresivos con-
tra la mujer.
¿ Viene de la huesa y pregunta por la
muerta}
Modo de echar en cara la actitud de
los que afectan ignorancia en una cosa
que ya saben.
HUESCA.— Quien va a Huesca^» no ve la
casa de Lastanosa, no ve cosa.
Dicho muy popular en el siglo xvu,
particularmente en Aragón, aludiendo
a la casa que D. Vicencio Juan de Las-
tanosa tenía en Huesca, en la que había
reunido una magnífica biblioteca y un
museo de antigüedades y pinturas, y
también una armería, que era la más
notable de aquellos tiempos.
HUESO. — Dar un hueso que roer.
Dejar un empleo trabajoso después
de haberlo disfrutado, o cuando ya no
tiene utilidad.
El hueso que te cupo en parte, róelo con
sutil arte.
Aconseja que se sobrelleve con pa-
ciencia y discreción lo malo que las cir-
cunstancias nos han proporcionado.
El hueso y la carne duélense de su san-
gre.
Manera de dar a entender el senti-
miento natural que tienen los parien-
tes recíprocamente en sus adversida-
des y desgracias, aun cuando estén mal
entre sí.
Hasta el hueso.
Totalmente, por completo, sin exclu-
sión de ningún género; y así, se dice:
Eres malo hasta el hueso.
Menear la sin hueso.
La lengua; esto es, hablar mucho, y
por lo general sin venir a qué.
No dejarle a alguno hueso sano.
Vapulearle o darle una paliza. — Cri-
ticar, zaherir o hablar mal de él.
Quien se traga un hueso, conjianza, o sa-
tisfacción, tiene en su pescuezo.
Dícese de la seguridad que tiene uno
de salir airoso en la empresa más o me-
nos ardua que ha acometido.
Quien te da un hueso no te quiere ver
muerto.
El que reparte con otro lo que tiene,
aunque sea poco o malo, demuestra que
no le quiere mal.
Róete ese hueso.
Explica que a uno se le encomienda
una cosa de mucho trabajo sin utilidad
ni provecho.
Soltar la sin hueso.
Prorrumpir en dicterios contra algu-
na persona. — Ser muy charlatán.
Tener hueso de ahorcado.
Ser muy afortunado en todo cuanto
se emprende. — Alude a la ficha que en
el juego del dominó no puede colocar-
se por haber salido ya todas las refe-
rentes a su número, con cuyo motivo,
pasando antes que pase también el con-
trario, gana uno la partida.
Tener un hueso que roer.
Tropezar con alguna dificultad de di-
fícil solución.
(De qué me pides los huesos, si aún no me
han dado la carne}
Excusa que se da a la persona que
se adelanta a reclamar la parte de uti-
lidad que le corresponde en un trabajo
o negocio cualquiera, cuando el agente
principal no ha cobrado aún la totali-
dad que tiene que percibir para sí y
sus copartícipes. — Esta frase se origina
HUESO
476
HUÉSPED
del cuento siguiente, de Calderón de
la Barca:
«A cuatro o cinco chiquillos
daba de comer su padre
cada día; y como eran
tantas porciones iguales,
un día se olvidó de uno.
El, por no pedir, que es grave
desacato en los chicuelos,
estábase muerto de hambre.
Un gato maullaba entonces,
y dijo el chiquillo: «¡Zape!
¿De qué me pides los huesos,
si aún no me han dado la carnet*
Desenterrar los huesos de alguno.
Hablar, generalmente mal, de alguna
persona que ya ha fallecido.
Estar uno en los huesos, o en los huesos
y el pellejo.
Estar sumamente flaco.
Mondar los huesos.
Denota al que, con poca urbanidad,
se come cuanto le ponen.
No estar uno bien con sus huesos.
Cuidar poco de su salud.
No llegará a Jiacer huesos viejos.
Aplícase a la persona de quien se
presume que ha de morir joven.
Podérsele contar a uno los huesos. — Véa-
se Estar uno en los huesos.
Ponerse en los huesos.
Llegar uno a estar muy flaco y exte-
nuado.
Por los huesos de mi padre. — V. Por el
siglo de mi madre.
Roer los huesos.
Aguantar las consecuencias malas de
un asunto en que los demás han salido
gananciosos.
Roerle a uno los huesos.
Murmurar o hablar mal de él.
Sonar los huesos de uno como nueces en
costal.
Se dice de aquellos a quienes le sue-
nan las rótulas o choquezuelas al andar.
Entre otros personajes de quienes se
asegura poseían esta circunstancia, figu-
ra el rey D. Pedro I de Castilla.
Tener uno los huesos duros.
Expresión que suele emplear el que
no admite una ocupación impropia de
su edad o circunstancias.
Tener uno los huesos molidos.
Estar muy rendido a consecuencia de
excesivo trabajo.
HUÉSPED. — Al huésped, por ruin que
sea, siempre se le da el primer lugar.
Es honor del dueño de la casa el re-
servar los mayores obsequios y distin-
ciones para la persona que viene de
fuera.
El huésped con sol halla que cene y cama
en que se eche.
Algunos traducen la palabra sol por
dinero, dando a entender que al que
lleva la bolsa bien repleta no se le es-
catima nada de lo que pide. En verdad
nos satisface más esta explicación que
la dada en el refrán a que se remite, y
que es la que da la Real Academia en
su Diccionario. — V. Huésped con sol ha
honor.
El huésped es hertnoso por las espal-
das.
«Claro está que el buen huésped re-
gocija toda la casa, y si no lo admiten
por muy claro los que tienen por refrán
que el huésped es hermoso por las espal-
das, sepan que nace de que de ordina-
rio los huéspedes de la tierra son ma-
los, si no es para los mesoneros; a los
demás ocupan la casa, embarazan y po-
nen en cuidado de cumplimientos; ha-
cen gastos; más de ordinario vienen a
llevar que a traer.» (Fr. Pedro de Vega,
Declaracio'?i de los Siete psalmos peniten-
ciales, salmo 4.0, v. 15, discurso 2.0, pá-
gina 299.)
El huésped y el pece, a los tres días hiede.
Indica que por mu}T agradable que
sea la estancia de un individuo en una
casa, aunque sea de la familia, en cuan-
to lleva unos días, por pocos que éstos
sean, ya están todos hartos de él, de-
seando que se marche y no vuelva más.
Para mejor explicación véase la mag-
nífica del P. Vega en el refrán prece-
dente.
El huésped y el pez, a dos días huelen. —
V. El huésped es hermoso por las espal-
das, o El huésped y el pece, a los tres días
hiede.
El huésped y la pesca a los tres días apes-
ta.— V. El huésped y el pece, a los tres
días hiede.
Huésped con sol ha honor.
El caminante que llega temprano y
antes que otros a la posada, logra las
conveniencias que hay en ella.
HUÉSPEDA
477
HUEVO
Huésped de aposento.
Persona a quien se destinaba el uso
de una parte de casa, en virtud del ser-
vicio del aposentamiento de corte.
Huésped tardío tío viene manivacío.
El caminante que llega tarde a la po-
sada, por lo regular va prevenido de
comida.
Ser uno huésped en su casa.
Parar poco en ella.
Un huésped en casa honrada, convidar
puede otro huésped.
Desde luego puede admitirse este
aserto con más razón que aquel otro
que asegura que un convidado convida
a ciento.
Iránse los huéspedes y comeremos el gallo.
Expresión por la cual se denota que
se difiere a alguno el castigo que me-
rece, por respeto a los que están pre-
sentes, hasta que se vayan.
HUÉSPEDA. — Huéspeda hermosa, mal
para la bolsa.
Cuando en las posadas la huéspeda u
hostelera es bien parecida, no se repara
en gastos.
No contar con la huéspeda.
Salirle a uno fallido un plan, por en-
contrarse con alguna dificultad impre-
vista e inesperada.
HUESTE. — ¡Si supiese la hueste lo que
hace la hueste!
En muchas ocasiones los que forman
un conjunto o colectividad ejecutan ac-
tos reprobables, que seguramente no
los llevarían a cabo aisladamente los que
le componen, conociendo su alcance.
HUETE. — A Huete, míralo y vete.
Dicho muy común entre los de Cuen-
ca para indicar lo poco en que estiman
cuanto se relaciona con la citada po-
blación.
A Huete, que no hay justicia.
Indica la- mala idea que tienen de
esta localidad en los pueblos próximos
a ella.
HUEVO.— ¿huevo.
Pondera lo baratas que valían o se
vendían las cosas antes. Hoy han va-
riado los precios, tanto de los huevos
como de los demás comestibles.
¡Ay huevo, ay huevo! Blanco eres, mas
quizá serás negro.
Enseña a desconfiar de las aparien-
cias, que a primera vista parecen bue-
nas y luego engañan, a semejanza del
objeto citado, que aunque de cascarón
blanco, puede estar podrido.
Cacarear y no poner huevo.
Se dice de aquellos que prometen
mucho y no dan nada.
Contar el huevo y quién lo puso.
Extenderse demasiado en la expli-
cación de una cosa, dando detalles sin
necesidad.
Crece, o hispe, el huevo bien batido, como
la mujer con el buen marido.
Da a entender las dichas que alcan-
za una mujer que tiene un buen marido.
Di huevo con la boca cerrada.
Modo de darle a entender a uno que
afecta inocencia que no nos hemos de-
jado sorprender por su aparente can-
didez o ignorancia.
El huevo de Colón.
Aplícase a aquello que, aun siendo
sencillo y lógico, no lo reconocemos
como tal hasta que se nos demuestra. —
Todos los sabios calificaron de visiona-
rio y loco al genovés Cristóbal Colón
cuando éste soñaba con descubrir un
nuevo mundo. Descubierto éste, no
faltó quien dijese que, después de
todo, aquello no tenía nada de parti-
cular, pues era lógico. Colón se burló
de ellos diciéndoles que pusiesen un
huevo cocido derecho por una de las
puntas, cosa que nadie hizo, por no ser
posible. Sólo cuando vieron al genovés
darle un pequeño golpe sobre la mesa
y sostenerlo de pie por efecto de la
abolladura del cascarón, dijeron que
aquello era muy fácil. ¡Y tan fácil; pero
a nadie se le había ocurrido hacerlo!
El huevo del silogismo.
Aplícase en son de burla a aquellos
que, basándose en las teorías de los
antiguos sofistas griegos, pretenden
demostrar que lo blanco es negro, con
alusión al siguiente cuento o sucedido,
pues lo mismo puede ser lo uno que
lo otro. Volvió a su pueblo un estu-
diante después de haber cursado, sin
aprovechamiento alguno, Lógica y Filo-
sofía en la Universidad de Salamanca.
Estando cenando, como sus padres le
preguntasen qué había aprendido, con-
testóles que Lógica, y que era un gran
HUEVO
478 —
HUEVO
sofista. «No sé lo que es eso — dijo el
padre — , pero debe ser una gran cosa,
y quisiera ver una prueba de ello.» «Es
muy fácil— replicó el estudiante — . ¿Ve
usted ese par de huevos que acaban de
sacar?» «Sí.» «Pues en estos dos hue-
vos hay tres.» «No lo entiendo.» «Uno
y dos: sin dos no hay uno, ergo dos más
uno, tres.» «Pero ¿cuál es el tercero, que
no le veo?» «El tercero — exclamó enfá-
ticamente el embrollón— es el del silo-
gismo.» «¿Sí? Pues, mira, tu madre se
comerá éste y yo éste.» «¿Y yo?» «Tú
cómete el huevo del silogismo, que un
chico tan listo no es justo que no coma
de su trabajo.»
El huevo, mientras más cocido, más duro.
Mientras más años pasan por una
persona, más resistente se hace ésta
al trabajo.
El huevo por la yema, y la mujer por
defuera.
La bondad del uno y el aseo y pul-
critud de la otra, se conocen por las
dos circunstancias indicadas.
El que manda, manda, y ahí queda el
huevo.
Las leyes se hacen a capricho del
dictador, aunque sean antirracionales,
sin perjuicio de que cuando se ve el
pleito mal parado se abandone el pues-
to, dejando que otros recojan las con-
secuencias de las barbaridades manda-
das de Real orden.
Eso es como el huevo de Juanelo.
Expresión que se aplica a todo aque-
llo que tiene al parecer mucha dificul-
tad, pero que es asunto facilísimo des-
pués de sabido en qué consiste su me-
canismo o secreto. Trae su origen esta
frase del famoso arquitecto Juanelo
Turriano, constructor de cierto curio-
so aparato o artificio con que consiguió
subir en Toledo las aguas desde el Tajo
al Alcázar, con el motivo que indican
los siguientes versos de Calderón en
La Dama duetide, jornada II:
«... Ahora, ¿sabes
lo del huevo de Juanelo,
que los ingenios más grandes
trabajaron en hacer
que en un bufete de jaspe
se tuviese en pie, y Juanelo
con sólo llegar y darle
un golpecito le tuvo?
Las grandes dificultades,
hasta saberse, lo son;
que sabido, todo es fácil.»
V. El huevo de Colón.
Freídle un huevo, que dos merece.
Contra los que escatiman las recom-
sensas debidas.
Huevo, de una hora; pan, de un día; vino
de un año; pez, de diez; mujer, de quince;
amigo, de treinta.
Condiciones de bondad que se deben
buscar en cada uno de los enunciados.
La que hila de contino un huevo de galli-
na, no pedirá camisa prestada a su vecina.
El trabajo continuado, aunque de
cada vez sea en corta cantidad, acaba
por adquirir grandes proporciones y
prestar el servicio deseado.
Limpíate, que estás de huevo, o que tienes
la boca de huevo.
Expresión usada para indicar a una
persona que pierda las esperanzas de
conseguir aquello que creía o quería
alcanzar.
No es por el huevo, sino por el fuero.
Dase a entender que alguno sigue su
propósito con insistencia y tesón, no ya
por el beneficio que de ello pudiera re-
sultarle, sino porque no quede vulne-
rado el derecho que le asiste. — Atribu-
yese comúnmente su origen al suce-
so siguiente. Siendo alcaide de Toledo
D. Esteban de Illán (principios del
siglo xni), se le ocurrió al rey D. Al-
fonso VIII imponer cierto tributo so-
bre aquella capital, cobradero en hue-
vos de gallina, a lo que se opuso aquel
esforzado caballero. Habiéndole mani-
festado el monarca su extrañeza por
tratarse de contribución tan exigua,
contestóle el alcaide que, lejos de ne-
garse el pueblo toledano a subvenir
al alivio del Erario real, se hallaba dis-
puesto a contribuir con donativos mu-
cho más crecidos, pero siempre con el
carácter de espontaneidad y nunca con
el de imposición de orden superior,
pues en esto último se atacaba a sus
privilegios, franquicias y exenciones; en
una palabra: que al comportarse así, lo
hacía, no por el huevo, sino por el fuero.
Parecerse como un huevo a otro.
Expresa la gran semejanza que exis-
te entre dos personas o cosas.
HUEVO
— 479 —
HUIR
Parecerse una cosa a otra como un huevo
a una castaña.
Pondera la desemejanza de cosas que
se comparan entre sí.
Poner huevo y no comer trigo, ésa no va
conmigo.
Manera de dar a entender que no es
uno tan bobo que se deje engañar fá-
cilmente por sólo las apariencias, má-
xime cuando los efectos no se confor-
man con ellas.
i Qué quieres, huevo o torrezno} — To-
rrezno y huevo.
Dícese de los ambiciosos, porque
todo les parece poco. — Calderón de la
Barca escribió a este propósito el cuen-
to siguiente:
«Preguntábale a su hijuelo
una madre: «Fulanico,
{qué quieres, huevo o torrezno}
Y él dijo: «Torrezno, madre,
pero échele encima el huevo;
no es malo que haya de todo.»
Quien se come un huevo sin sal, es capaz
de comerse a su padre y a su madre vivos.
Ponderación algo exagerada, a mi
juicio, basada, sin duda, en lo poco agra-
dable que está aquella comida.
Sobre un huevo pone la gallina.
Recomienda que es muy del caso te-
ner algún principio, aunque sea corto,
en cualquier materia, para adelantar
en ella.
¡Sorbete ese huevo!
«Expresión figurada y familiar con
que se denota la complacencia de que
a otro le venga un leve daño.» (Acade-
mia.) — Expresión figurada y familiar
que se suele usar al lanzarle a alguien
una indirecta.
Tras el huevo, blando o duro, vine puro.
Aconseja tomar el zumo de la uva an-
tes que agua, para que el huevo no se
indigeste.
Un huevo, y ése huero.
Dícese del que no tiene más que un
hijo, y ése enfermo.
Valer alguna cosa como un huevo un ma-
ravedí.
Pondera el valor de alguna cosa.
Aborrecer los huevos.
Darle a uno ocasión a que desista de
la buena obra comenzada, cuando se la
andan escudriñando mucho, como hace
la gallina si, estando sobre los huevos,
se los llegan a manosear.
Al freír de los huevos lo veréis.
Manera metafórica y familiar con que
se expresa el tiempo en que se ha de
ver si alguna cosa ha de llegar a tener
efecto, y así, se dice: Fulano está con
esperanza de que ha de lograr su intento;
pero al freír de los huevos lo verá.
Dar con los huevos en la ceniza.
Desbaratarse un plan; fracasar un
propósito o empresa.
Ir pisando huevos.
Con tiento, muy despacio.
Los huevos no se deben mezclar con los
guijarros.
La virtud no debe mezclarse con el
vicio.
Parecer que uno está empollando huevos.
Estar apoltronado a la lumbre o muy
metido en casa.
Primero que los huevos es la gallina.
Aconseja que se atienda antes a lo
principal, dejando para después lo se-
cundario.
HUIR. — A huir, que azotan. — Y. Sálvese
el que pueda.
A huir quien más pudiere. — V. Sálvese el
que pueda.
A huir tocan. — V. Sálvese el que pueda.
El huir no es correr, sino volar.
El que está poseído de miedo procu-
ra apresurar la marcha hasta el punto
de querer tener alas.
El que huye le vence, y el que le busca en
él perece.
Se refiere al peligro, aconsejando
que, para evitarlo, el hombre sensato
debe retirarse, aunque se tome por
miedo lo que no es sino prudencia.
El retirarse no es huir.
Establece la diferencia que hay entre
la prudencia y el miedo.
Huir de la pestilencia con tres eles, es bue-
na ciencia.
De aquello que nos es dañino se debe
huir luego, lejos y largo tiempo, como
del país en que se padece epidemia.
No huye el que se retira. — V. El retirar-
se no es huir.
Ve delante cuando huyeres.
Aconseja que se sea el primero en
retirarse cuando hay que huir de algún
peligro.
HUMAZO
480 —
HURÓN
HUMAZO. — Dar humazo a uno.
Hacer de modo que se retire del pa-
raje adonde acostumbraba concurrir e
incomodaba. — Esta frase está tomada
de la costumbre de los cazadores para
hacer salir los conejos y las zorras de
sus madrigueras, y que consiste en in-
troducir por una de las bocas un ma-
nojo de ramas encendidas: la intensi-
dad del humo hace escapar por la boca
opuesta al animal, que, naturalmente,
cae en la red o lazo que en ella hay pre-
parado.
HÚMEDO. — Es tan húmedo, que nacerán
en él berros.
Dícese particularmente de las habi-
taciones o cuartos que, por estar recién
hechos o tener malas condiciones, des-
piden agua sus suelos y paredes.
HUMILDAD. — Emplear humildad de
garabato.
Llámase así la falsa y solapada que
emplean algunas personas para enga-
ñar y conseguir mejor lo que se pro-
ponen.
HUMO. — Al humo, al agua y al fuego se
le hace lugar luego, luego.
Por ser tres cosas de quien todo el
mundo huye.
Humo y gotera y mujer parlera, o vocin-
glera, echan al hombre de su casa fuera.
Tres elementos para que el hombre
desaparezca cuanto antes del domicilio
conyugal.
Humo y mala cara, saca la gente de casa.
Los que tienen mal carácter o malos
modos, ahuyentan a las personas.
Irse en humo.
Convertirse en nada algún asunto.
La del humo.
Desaparecer y no volver más. Algu-
nos agregan: que se fué y no volvió.
Levantar humo. — V. Armar, o levantar,
o mover, polvareda.
No es nada; que del humo llora.
Empléase con el objeto de quitarle
importancia a alguna cosa que pudiera
tenerla.
No hacer alguna cosa a humo de pajas.
Llevar a cabo algo con su cuenta y
razón o con intención preconcebida.
No hacer uno humo en alguna parte.
No permanecer mucho tiempo en
ella, a fin de molestar lo menos posible.
Subirse el humo a las narices.
Amostazarse, incomodarse.
Subírsele a uno el humo a la chimenea.
Sentir los efectos de las bebidas al-
cohólicas.
Subírsele a uno el humo a la parra.
Enfadarse, encolerizarse seriamen-
te. — Enorgullecerse los que de la no-
che a la mañana se ven ricos.
Bajarle a uno los humos.
Contrarrestar, humillar, abatir su pre-
sunción, altivez, etc.
Estar uno con humos de suegra.
Encontrarse displicente.
Tener humos, o más humos, que una
chimenea.
Mandar despóticamente y con displi-
cencia aquellas personas que por aza-
res de la fortuna o por lo que sea, lle-
gan a verse en un puesto elevado.
Vender humos.
Suponer valimiento y privanza con
un poderoso para sacar con artificio
utilidad de los pretendientes.
HUMOR. — Llevarle a uno el humor. —
V. Seguirle a uno el humor.
Seguirle a uno el humor.
Convenir aparentemente con sus
ideas o inclinaciones, para divertirse
con él o para no exasperarlo.
Desgastar los humores.
Atenuarlos, adelgazarlos.
Rebalsarse los humores.
Recogerse o detenerse en una parte
del cuerpo.
Remover humores.
Inquietar los ánimos; perturbar la paz.
Remover los humores.
Alterarlos.
HUNDIR. — Parecer que se ha hundido
en un abismo una cosa.
Dícese de lo que se esconde o des-
aparece rápidamente y de manera im-
pensada, de forma que no se sabe dón-
de está ni es cosa fácil el dar con ello.
HURACÁN. — Ser un huracán.
Aplícase a las personas que lo hacen
todo atropelladamente.
HURGAR. — Peor es hurgarlo. — Véase
Peor es mkneallo.
HURÓN. — Andar hecho un hurón.
Dícese de la persona que no se da
punto de reposo hasta conseguir averi-
guar lo que estaba oculto o secreto.
HURTADILLAS
— 481 —
HUSO
Cazar con hurón.
Buscar un provecho ocultamente.
¡Chitan, que caza el hurón!
Hay que estar prevenido contra el
que se vale de malos medios para lo-
grar algo.
Ese hurón no sabe cazar en esia floresta.
Se aplica al que de antemano se co-
nocen sus malas mañas.
Ser uno un hurón.
Se dice de la persona muy metida en
sí, de carácter huraño y que no quiere
tratar con nadie.
HURTADILLAS. — Todo lo que se hace a
hurtadillas sabe mejor.
Porque supone engaño o burla de la
ley, cosas a que la naturaleza humana
propende generalmente.
HURTAR. — A hurta cordel.
Equivale a hacer algo de repente y
sin ser visto ni esperado.
Aquel a quien hurtan, peca.
Se sobrentiende que peca por de-
masiado confiado o por tonto, que no
supo impedir el hurto.
En el hurtar no hay limite.
Por eso se pasa con tanta facilidad
del hurto al robo.
Pocas veces quien hurta lo vuelve.
Porque la vergüenza de declararse
culpable hace que no se restituya lo
hurtado.
HURTO. — Coger con el hurto en las ma-
nos.
Sorprender a uno en el acto mismo
de ejecutar una cosa que quisiera no
se supiese.
Coger en el hurto. — V. Coger con el hurto
en las manos.
HUSADA. — Husada menuda a su dueño
ayuda.
Enseña que la labor continuada, aun-
que sea de corta consideración, contri-
buye a mantener las casas.
HUSILLO. — Apretarle a uno los husillos.
Apremiarle o estrecharle de suerte
que no pueda seguir resistiéndose por
más tiempo a acceder a aquello que de
él se pretende alcanzar.
HUSMA. — Andar uno a la husma.
Andar inquiriendo para saber las
cosas ocultas, sacándolas por conjetu-
ras y señales.
HUSMO. — Estar al husmo.
Estar esperando uno la ocasión de
lograr su intento.
HUSO. — Al mal huso quebrarle la hueca. —
V. A la mala costumbre quebrarle la
pierna.
Con mal está el huso cuando la barba no
anda de suso.
Si el marido no se esfuerza en dar
ejemplo de rectitud, no es extraño que
la mujer tampoco ande muy derecha.
Más tieso que un huso.
Frase con que se pondera que una
persona o cosa es muy derecha o rec-
ta.— También se dice : Más derecho que
un huso de Guadarrama, o Ser más dere-
cho que un huso.
3i
I. — Poner los puntos a, o sobre, las íes.
Ser excesivamente prolijo, hasta en
las cosas de menos entidad.
ICTERICIA. — El que tiene ictericia,
todo lo ve amarillo.
El que está obsesionado por una
idea, en todas partes cree ver aquello
que le preocupa.
IDA. — Ida y venida por en casa de mi tía.
Manera de reprender las falsas razo-
nes con que algunos cohonestan sus
extravíos particulares.
La ida del cuervo, o del humo.
Da a entender el deseo de que no
vuelva, o el juicio que se hace de que
no volverá, una persona o cosa.
No dejar la ida por la venida. — V. No
dejar la entrada por la salida.
En dos idas y venidas.
Brevemente; con prontitud.
IDOLILLO. — Todos tienen su idolillo, y
los frailes en el cerquillo.
Da a entender que los que pertene-
cen al orden regular se suelen hallar
envanecidos con su estado.
IGLESIA. — Acogerse a la Iglesia.
Entrar en religión; hacerse eclesiás-
tico o adquirir fuero de tal.
A la iglesia de Dios, ni darle ni qui-
tarle.
Manifiesta el respeto con que se
deben tratar las cosas sagradas.
Al entrar en la iglesia, deja al mundo
detrás de la puerta.
Enseña a despreciar las cosas mun-
danas, olvidándose de ellas cuando se
está en la casa del Señor, pues allí sólo
se debe pensar en Él.
A uso de iglesia catedral, cuales fueron
los padres los hijos serán.
Da a entender el influjo que tienen
los ejemplos, especialmente los de los
padres para con los hijos.
Cerca de la iglesia, lejos de Dios.
Contra los falsos devotos, por otro
nombre beatos y beatas, que, arrastrán-
dose diariamente por los altares, aca-
ban por trataT las cosas de Dios con la
mayor familiaridad e indiferencia.
Cumplir con la Iglesia.
Confesar y comulgar los fieles por
Pascua florida en su propia parroquia.
En la iglesia manda Dios, y en el campo
los pastores.
Contra los que quieren meterse a
gobernar vidas ajenas. Es una manera
muy política de decirles que cada uno
manda en lo suyo.
Entrar uno en la iglesia.
Abrazar el estado eclesiástico.
Extraer de la iglesia.
Sacar de ella, en virtud de orden ju-
dicial, a un reo que estaba retraído o-
refugiado.
Iglesia me llamo.
Expresión usada por los delincuen-
tes cuando no quieren decir su nom-
bre, dando a entender que tienen igle-
sia o que gozan de su inmunidad. —
Dícelo así el que está asegurado de las
persecuciones y tiros que otros le pue-
dan ocasionar o dirigir.
Iglesia, o mar, o casa real.
Se refiere a los tres medios que ha-
bía antiguamente de hacer fortuna, que
eran : el de las dignidades eclesiásti-
cas, el comercio marítimo y el servicio
del rey en su casa.
La iglesia de Dios, cuando no chorrea,
gotea.
Indica que los encargados del culto
siempre están pidiendo a los feligreses
para misas, cera, limosnas, novenas, etc.
La iglesia de Dios, cuando no llueve, llo-
vizna. — V. La iglesia de Dios, cuanda
no chorrea, gotea.
IGNORANCIA
— 483 —
ILUSIÓN
La Iglesia no juzga lo secreto.
Expresa que los actos de conciencia
no deben ser criticados por nadie.
La Iglesia por delante.
Frase empleada con el sacerdote que
se empeña en cedernos el paso cuan-
do nosotros, respetuosamente, insisti-
mos en que pase primero.
Llevar uno a la iglesia a una mujer.
Casarse con ella. — Es frase familiar.
No querer escupir a la puerta de la igle-
sia y orinarse en el altar mayor.
Contra los que aparentan escandali-
zarse de cosas leves o indiferentes, al
par que inciden en hechos más o me-
nos reprobables.
Reconciliarse con la Iglesia.
Volver al gremio de ella el apóstata
o el hereje que abjuró de su error o
herejía.
Tomar iglesia.
Acogerse a ella para tomar asilo.
IGNORANCIA. — Ignorancia grande, la
del que gasta y no da.
Porque el que regala, a lo menos
tiene agradecidos, y el que no lo hace,
tira el dinero sin beneficio para nadie.
Ignorancia no quita pecado.
Locución con que se explica que la
ignorancia de las cosas que se deben
saber no exime de culpa.
La ignorancia es enfermedad del animo.
Muchas cosas se ignoran porque no
se quieren saber o porque nos convie-
ne no saberlas.
Nada hay tan atrevido como la igno-
rancia.
Porque desconociendo el peligro, se
lanza uno sin temor a él. — Aplícase
también a los necios, que, por lo regu-
lar, se meten a hablar tranquilamente
de todo aquello que no entienden.
No pecar uno de ignorancia.
Hacer una cosa con conocimiento de
que no es razón el hacerla, o después
de advertido de que no la debía hacer.
Ya tiene algo adelantado el que reconoce su
ignorancia.
Como el conocerse es una verdadera
virtud, no muy abundante por cierto,
el que sabe que no sabe demuestra ya
un principio de conocimiento, así como
que no se deja llevar o dominar por el
amor propio.
IGNORANTE. — Todo ignorante es es-
clavo.
De los que no lo son, pues éstos
suelen abusar, por lo mismo que aquél
no se da cuenta.
IGNORAR. — El que ignora, ni peca ni
merece.
El que no ejecuta una cosa por des-
conocimiento de ella, no puede ser cul-
pado.
Lo ignorado, ni agradecido ni pagado.
Cuando la persona que ha recibido
un beneficio no sabe quién se lo ha
hecho, no es extraño que no muestre
su agradecimiento, ni menos que trate
de corresponder a él de igual manera.
IGUAL. — Cada cosa se huelga con su
igual. — V. Cada oveja con su pareja.
IGUALAR. — No se puede igualar sitio
ruin con su par.
Manifiesta que no conviene el que se
junten o unan personas que no son de
igual clase o condición.
IJADA. — Tener una cosa su ijada.
Dícese de aquello en que, entre lo
que tiene de bueno, se halla algo que
no lo es tanto.
IJURRA. — ¡Ijurra, no hay que apurar la
burra!
Conviene no derrochar la hacienda, y
mirar por el día de mañana. — Alude a
un tal D. Manuel Fuentes Ijurra, quien
a fines del siglo xvm era el minero más
acaudalado del Perú, y que por haber
dilapidado locamente su hacienda, tuvo
que acabar su vida en un hospital.
ILUSIÓN. — La ilusión es la realidad de
los que no tienen un real.
Porque el hambre les hace forjarse
quimeras que en su imaginación toman
por hechos reales.
Ilusiones de hombre pobre, pedos de bo-
rrica vieja.
Da a entender que tanto lo uno como
lo otro no son otra cosa que aire. — La
métrica, que tanto arrastra al oído, aun
de los más iliteratos, es, sin duda, la
que ha hecho al pueblo agregar la cua-
lidad de los muchos años a la burra
objeto de la comparación, formando así
dos octosílabos de lo que no sería más
que un octosílabo y un hexasílabo, com-
binación dura e inaceptable para todo
oído medianamente educado.
IMAGEN
484 —
INDICIO
131 AGEN. — Ser, o parecer, una imagen.
Aplícase comúnmente a las jóvenes
cuya hermosura arrebatadora compite
con su modestia y majestad.
Quedarse para vestir imágenes.
Dícese de la mujer que se queda sol-
tera, con referencia a que antiguamente
eran las solteras entradas en años las
encargadas de vestir las imágenes y
cuidar del ornato de los altares en las
iglesias.
IMAGINACIÓN. — Ponerse una cosa en
la imaginación. — V. Ponerse en la
cabeza alguna cosa.
IMÁN. — Ser como el imán.
Se aplica a la persona u objeto que
atrae suavemente hacia sí el ánimo de
quien los contempla, aludiendo a la
fuerza de atracción que posee la pie-
dra imán.
IMITAR. — Quien imita al que le engaña,
se venga y ?io agravia.
Mal puede ofenderse el que ha en-
gañado primero, si con él hacen igual. —
La venganza es de pechos ruines.
IMPERFECTO. — De muchos imperfec-
tos, muchas veces se hacen cosas perfectas.
No es indispensable que el produc-
tor reúna las condiciones de la obra
producida. — La Historia está llena de
ejemplos : Bossuet, el gran orador sa-
grado, no era un modelo de perfección
física; Camoens era tuerto, y sus Lu-
siadas constituyen la gran epopeya por-
tuguesa; etc.
IMPERIO. — Valer una persona o cosa un
imperio.
Ser excelente o de gran mérito.
IMPORTANCIA. — Darse uno impor-
tancia. — V. Darse tono.
Es de mucha importancia llevar la per-
sona las candelas delante de si antes que
se muera.
Indica la conveniencia de ser alabado
antes de fallecer : que los elogios póstu- !
mos ya se sabe que son indispensables. \
Para darse importancia, dice que viene
de Francia.
Aplícase burlescamente a los que se
dan mucho tono.
IMPORTAR. — Lo que te importa que no
se entienda, ¿por qué a otro se lo enco-
miendas?
Aconseja que no se comunique a na-
die aquello que queremos que no se
sepa.
IMPOSIBLE. — Al que busca lo imposi-
ble, es Justo que lo posible se le niegue.
Enseña a contentarse con poco, des-
oyendo la ambición, no sea que aun
aquello poco que se posee se pierda.
Nadie está obligado a lo imposible.
No se debe exigir a nadie un trabajo
superior a sus fuerzas, puesto que no
lo podrá ejecutar en manera alguna.
Pensar en otra cosa es pensar en lo im-
posible.
Dícese de aquellos que sueñan con
la ejecución de cosas irrealizables.
IMPRESIÓN. — De la primera impre-
sión.
Principiante o nuevo en una cosa.
Hacer impresión una cosa.
Fijarse en la imaginación o en el áni-
mo, conmoviendo eficazmente.
IMPUREZA. — Tener impureza de san-
gre.
Mancha de una familia por la mezcla
de mala raza.
INCENDIO. — El que el incendio busca,
o se quema o se chamusca.
Quien juega con el peligro, acaba por
ser víctima de él.
Por librarse del incendio da en la inun-
dación. — V. Encontrarse entre Escila y
Caribdis.
INCENSARIO. — Es necesario manejar con
gran tiento el incensario.
La adulación es tanto más inconve-
niente cuanto más exagerada.
INCIERTO. — Ni fies ni porfíes, ni prome-
tas lo incierto por lo cierto.
No es conveniente alimentar en otro
esperanzas que no se han de ver rea-
lizadas.
INDIA. — Ser una cosa una India.
Dícese de todo negocio lucrativo, por
ser aquel país muy rico en metales y
piedras preciosas.
INDIANO.— Parecer indiano de hilo negro.
Aplícase a todo hombre avaro, mise-
rable o mezquino.
INDICIO. — Es indicio de poco sentimiento
no tener canas a su debido tiempo.
El que en la edad madura no tiene
el pelo blanco, demuestra no haber teni-
do penas en la vida o, por lo menos, ha-
ber sido insensible a ellas.
INCLINACIÓN
— 485 —
INGENIO
INCLINACIÓN.— El que bien quiera vivir,
su inclinación ha de seguir.
Aconseja que no se tuerza la voca-
ción de las personas cuando es verda-
dera, pues de no seguirla puede oca-
sionar su desgracia para siempre.
INCÓGNITA. — Despejar la incógnita.
Resolver o aclarar una cuestión o
situación de suyo delicada, desagrada-
ble o de difícil desenlace.
INDIO. — Hacer el indio. — V. Hacer el
PRIMO.
Los indios de la nación.
Así calificó a sus paisanos los extre-
meños el poeta D. Francisco Gregorio
de Salas, fundándose en el carácter apá-
tico que les es connatural, al dedicarles
la siguiente décima:
«Espíritu desunido
anima a los extremeños;
jamás entran en empeños
ni quieren tomar partido;
cada cual en sí metido
y contento en su rincón,
aunque es hombre de razón,
vivo ingenio y agudeza,
vienen a ser, por pereza,
los indios de la nación. »
¿Somos indios?
Expresión con que se reconviene a
uno cuando quiere engañar o cree que
no le entienden lo que dice.
INDIRECTA.— Las indirectas del padre
Cobos.
Se aplica al medio o proposición con
que claramente se pide alguna cosa, o
se dice a otro lo que le es desagra-
dable.
INDUSTRIA.— Industria contra pobreza.
El que no tiene medios de fortuna
se ve obligado a ingeniarse para poder
vivir.
INFAMIA. — Purgar la infamia.
Decíase del reo cómplice en un deli-
to que, habiendo declarado contra su
compañero, no se tenía por testigo idó-
neo por estar infamado del delito, y
poniéndole en el tormento y ratifican-
do allí su declaración, se decía que pur-
gaba la infamia y quedaba válida la
declaración.
INFANTERÍ A.-Ir, o quedar, uno de in-
fantería.
Andar a pie el que iba a caballo, o
cuando otros van a caballo.
La infantería no llega, y la caballería se
pasa.
Dícese cuando en una empresa se
cuenta con dos elementos igualmente
inútiles, por pecar de defecto el uno, y
el otro de exceso.
INFELIZ. — No es el más infeliz el que no
tiene amigos, sino el que no tiene e?te-
migos.
Al que no se le envidia es porque no
tiene nada de qué envidiarle, conside-
rándosele, por tanto, como un ser in-
útil, cuando no despreciable.
INFD3RNO. — Anda, o vete, al infierno.
Expresión de ira con que se suele
rechazar a la persona que importuna o
molesta inconsideradamente.
El infierno está empedrado de buenas in-
tenciones.
Dícese a la persona que por querer
hacernos un beneficio de buena fe, nos
causa algún mal.
En el infierno no hay orden alguno.
Esto es, no hay categorías o jerar-
quías.— Cervantes atribuye este dicho
a Job; pero no consta semejante senten-
cia ni en el libro del santo varón de Hus
ni en toda la Sagrada Escritura. Bien se
echa de ver que el manco de Lepanto
citaba muchas veces de memoria, fiado
en la prodigiosísima que la divina Pro-
videncia le concediera; pero la memo-
ria, a fuer de buena hembra, suele ser
infiel, y así le sucedió en el caso pre-
sente, como en otros muchos de sus
inmortales obras.
Quien está en el infierno, nunca sale de él.
El que tiene un sufrimiento, de cual-
quier clase que sea, cree que no podrá
jamás desecharlo.
Ser un infierno.
Aplícase al lugar donde hay mucho
alboroto y discordia, y también a la
misma discordia.
Mandar a uno a los infiernos de Loja.
Enviarlo enhoramala; despedirlo con
desabrimiento. — Algunos añaden: que
son los diablos de aziícar.
INFINITO. — Proceder en infinito.
El decir, obrar o ejecutar una cosa
para siempre.
INGENIO. — Ingenio sin prudencia, loco
con espada.
Indica que ni lo bueno ni lo malo
INGLÉS
486 —
INJURIA
debe exagerarse, pues tanto daño causa
lo uno como lo otro.
Los grandes ingenios se encuentran en los
grandes pensa?nientos.
Los tontos son incapaces de crear
nada que sea genial.
INGLÉS. — Cuando el inglés te ofrezca su
amistad, debes temer su engaño mucho más.
Expresa que los naturales de Ingla-
terra no son muy de fiar, pues suelen
ser falsos.
Trabajar para el inglés. — V. Trabajar
para el nuncio.
Estar uno rodeado de ingleses.
Verse perseguido de acreedores. —
Es locución tomada de la lengua fran-
cesa, y debe su origen, según las ma-
yores probabilidades, a los impuestos
exorbitantes que se establecieron en
Francia con motivo del rescate del rey
D. Juan II, prisionero en Londres a me-
diados del siglo xiv, por cuya libertad
exigían los ingleses, amén de la entre-
ga de varias ciudades, la suma de tres
millones de escudos de oro, y como
quiera que, después de excarcelado y
vuelto a su país el monarca, se tardase
en acabar de entregar a Inglaterra la
cantidad estipulada por el Tratado de
Bretigny, y reclamasen con instancia
los acreedores, de ahí el origen de esta
locución.
INGRATITUD. — La ingratitud es hija
de la soberbia.
Porque los que se hallan dominados
por el primero de los pecados capita-
les, al creer que todo se lo merecen,
no juzgan necesario mostrarse agrade-
cidos a los beneficios que se les hacen.
La ingratitud seca la fuente de la piedad.
El que tiene la desgracia de tropezar
con una persona desagradecida no vuel-
ve a dispensarle ningún beneficio, por
mucha lástima que le cause el estado
en que se halle el ingrato.
INGRATO.— Al ingrato, quemarle el hato.
Expresa el deseo de que le sobre-
venga algún mal al que no sabe agrade-
cer los beneficios recibidos.
El ingrato odia menos al que le daña que
al que le favorece.
Porque al primero no tiene nada que
agradecerle, y con el segundo le mo-
lesta el peso de la gratitud.
De los ingratos está lleno el infierno. —
V. De desagradecidos está el infierno
lleno.
Favorecer a los ingratos más, es la ven-
ganza más discreta, pero la más cruel.
Porque el ingrato está deseoso de
zaherir, y no pudiendo hacerlo al ver
aumentados sus motivos de agradeci-
miento, sufre doblemente.
INJERTO.— Todo injerto hace daño a las
ramas.
La intromisión de un tercero en un
asunto suele dañar más que beneficiar.
INJURIA. — Injuria despreciada, injuria
olvidada.
El mejor medio para que nadie se
acuerde de una ofensa es no hacer caso
de ella.
Injuria refutada, injuria confirmada.
Aconseja el desprecio para todas
aquellas frases que se nos dirijan con
ánimo de injuriarnos. Nadie las creerá,
viendo que el interesado no se preocu-
pa de ellas.
La injuria recietite despierta la venganza.
El tiempo hace olvidar las ofensas;
pero cuando se reciben no tenemos
más deseo que el de vengarnos de ellas.
La injuria que no ha de ser bien vengada,
ha de ser disimulada.
Aquel que no tenga valor o fuerza
para exigir satisfacción de una ofensa,
debe procurar ocultarla lo más posible.
No se hace injuria al que la entiende y la
quiere.
Al que pasa por todo buenamente
no hay peligro ninguno en ofenderle,
toda vez que el interesado no se ha de
mostrar quejoso.
Aquel que dice injurias, cerca está de per-
donar.
El que se desata en denuestos cuan-
do se le hace algo malo, se apacigua
pasado el primer momento; no así el
que se calla, pues es señal que guarda
la venganza para la ocasión oportuna.
Las injurias, bien vengadas o bien aguan-
tadas. — V. La injuria que no ha de ser
bien vengada, ha de ser disimulada.
Prudencia grande es olvidar cualesquiera
ajenas injurias.
No sólo es prudente, sino que con
ello se practica una obra de miseri-
cordia.
INJUSTICIA
— 487 —
INTENCIÓN
INJUSTICIA.— Publicar las injusticias
es el modo de precaverlas.
El hacer públicos los excesos o atro-
pellos cometidos por algunas personas
constituidas en autoridad, suele servir
de freno a otras para que no incurran
en ellos, o a los incautos para que no
sean víctimas de aquéllas. — Tal es el
lema que figura al frente de un folleto
de 52 páginas en 4.0, publicado en Cá-
diz, Imprenta Tormentaria, 1812, con
el título de Ruina escandalosa intentada
por la Regencia de las Españas contra
D. Ricardo Meade, en el que se prue-
ba que, a pesar de mandar el Congreso
soberano de la nación española a la Re-
gencia que satisficiera a dicho sujeto la
cantidad de diez millones de reales que
le adeudaba en concepto de contratista
de los víveres suministrados por espa-
cio de bastantes meses a las tropas de
Cádiz, San Fernando, Cartagena y Ali-
cante, la Regencia eludió el cumpli-
miento de dicha orden superior, obli-
gando al tal Meade a dar conocimiento
al público de semejante tropelía, en la
que no sale nada bien parado, por cier-
to, el Gobierno español. Es papel cu-
rioso y digno de ser leído, por cuanto en
él se aprende no poco de las informali-
dades que desde muy antiguo rigen en
la Tesorería española y, por ende, de
la confianza que en más de cuatro oca-
siones pueda inspirar a aquellos que
tienen créditos contra ella.
INMORTAL. — Si quieres ser inmortal,
hazte pleito eclesiástico.
Expresa que si se viviera tanto como
dura un pleito entablado ante la curia
eclesiástica, no llegaría nunca el fin de
la vida, por no llegar tampoco el del
asunto en tramitación.
INOCENCIA. — Hallarse en el estado de la
inocencia.
Dícese del que obra con la sencillez
propia de un párvulo.
La inocencia es una santa ignorancia.
Porque aquélla es propia de los ni-
ños y no encierra malicia, en tanto que
ésta suele ser patrimonio de los mayo-
res, que suelen esconder tras ella no
poca malignidad.
INOCENTE. — Ser inocente de repique.
Alude a que en los entierros de pár-
vulos no doblan las campanas, sino que
repican a gloria.
INQUISICIÓN. — ¿Qué cosa es Inquisi-
ción? — Un Santo Cristo, dos candele-
ros y tres majaderos.
Sátira contra el Tribunal del Santo
Oficio.
INRI. — Estar más alto que el Inri.
Hallarse alguna persona o cosa en
paraje sumamente elevado, con alu-
sión al cartel o rótulo que le pusieron
a Nuestro Señor Jesucristo en lo alto
de la cruz.
INSTANCIA. — Absolver de la instancia.
Absolver al reo de la acusación o de-
manda que se le ha puesto, cuando no
hay méritos para darle por libre ni para
condenarle, quedando el juicio abier-
to para poderlo instaurar con nuevos
méritos.
Causar instancia.
Seguir juicio formal sobre una cosa,
por el término y con las solemnidades
establecidas por las leyes.
De primera instancia. — V. Considerar
una cosa a bulto.
INSTRUMENTO. — Hacer hablar a un
instrumento.
Tocarlo con mucha expresión y des-
treza,
INTELECTO. — Intelecto apretado dis-
curre que rabia.
Cuando la necesidad se impone se
aguza el entendimiento. — Este refrán
se suele decir más en latín macarrónico,
en esta forma: Intelectus apretatus dis-
currit qui rabiat.
INTENCIÓN. — Curar de primera inten-
ción.
Curar de pronto a un herido.
Dar intención. — V. Dar esperanza, o
esperanzas, a uno. *
Fundar, o tener fundada, intención con-
tra uno.
Asistir o favorecer a uno el derecho
común para ejercer una facultad sin
necesidad de probarlo.
La primera intención es la que vale.
Arguyese al que después de haber
dicho una cosa, máxime si nos era favo-
rable, se retracta de ella.
Procura no errar en la primera inten-
ción.
Aconseja que la determinación que
INTERÉS
— 488 —
IR
se tome sea tal, que no tengamos que
arrepentimos de ella.
Sea tu intención limpia, aunque la lengua
no lo parezca.
Recomienda la corrección en todos
los actos de la vida, aunque a primera
vista no parezca que lo son.
Si falta la buena intención en los prin-
cipios, siempre irán errados los medios y
los fines.
Cuando las premisas son verdade-
ras, la conclusión no puede menos de
serlo también.
INTERÉS. — El interés mueve los pies. —
V. Por dinero baila el perro.
Por interés, lo más feo hermoso es.
Denota cuánto tuerce el interés la
claridad del entendimiento y la recti-
tud de la voluntad.
Quien casa por interés, de su mujer cria-
do es.
Cuando en los matrimonios es la mu-
jer la que lleva el capital, siempre trata
de imponerse al marido, cuando no le
está echando constantemente en cara
su riqueza, que la hace dueña y señora
de todo el domicilio.
Quiere lo que quisieres, y no repares en
intereses.
Aconseja que en amor no se mire la
fortuna, despreciando el dinero.
INÚTIL. — Compra lo que te es inútil, y
pronto venderás lo que te es necesario. —
V. Compra lo que no has menester, y ven-
derás lo que no podrás excusar.
INVENCIÓN.— No hay mejor invención
que engañar al engañador. — V. Donde
las dan las toman.
INVENTAR. — Añadir a lo inventado
no es dificultad notable.
Porque lo difícil es crear, obra pro-
pia del genio, y a lo demás puede apli-
carse lo de gracias al que nos trajo las
GALLINAS.
INVIERNO. — De invierno, hornera; de
verano, tabernera.
Aplícase a las personas que siguen
uno u otro partido, según las conve-
niencias del momento.
De invierno, la levadura; de verano, la
mujer aguda.
En invierno se necesita mucha leva-
dura para fermentar el pan; en verano,
al contrario, con poca levadura que
emplee la mujer que sea un poco dili-
gente, saca mayor cantidad de panes.
En invierno no hay amigo como una capa.
Cuéntase que hallándose Sócrates un
invierno bastante riguroso rodeado de
gran número de amigos, ninguno de
éstos echó de ver que el ilustre filósofo
carecía de capa con que abrigarse. Pa-
sada la estación del frío, como quiera
que otro sabio amigo suyo celebrase la
dulzura de su carácter y su profundo
talento, pretendiendo atribuir a estas
cualidades la causa de que se viera
constantemente rodeado de sus adep-
tos, Sócrates le contestó con cierta iro-
nía, mezclada de amargura : Bien podrá
ser asi; pero desengañaos que en invierno
no hay amigo como una capa.
En invierno y en verano, el buen dormir,
en sobrado.
Manera de recomendar que se debe
dormir en alto en todo tiempo.
Invierno lluvioso, verano abundoso.
Expresa lo beneficiosas que son las
lluvias para que en el estío den las tie-
rras sus frutos.
Ningún invierno es pasado mientras que
abril no ha acabado.
Aconseja que no nos dejemos enga-
ñar porque haga buenos días antes del
mes citado, creyendo que ya se ha mar-
chado el frío, pues hasta los comienzos
de mayo no suele cambiar la estación,
aunque oficialmente no sea así.
IR. — ¿Adonde irás que más le quieran, o-
que mejor estés?, o ¿Adonde te vas que
menos gasto hagas?
Frase de cariño que se le dirige a
una persona para manifestarle que no
se ausente o retire tan pronto de nues-
tro lado.
A gran ir, o Al más ir.
A todo correr, apresuradamente.
Allá va, o Allá va eso, o Allá va lo que es.
Suele emplearse al arrojar algo que
pueda caer sobre quien esté debajo o
cerca.
¿ Cuánto va?
Significa la sospecha o recelo de que
suceda o se ejecute una cosa, y es la
fórmula de apostar a que se verifica.
Estar ido.
Estar alelado o profundamente dis-
traído.
IR
— 4»9 —
IRA
Ir adelante.
No detenerse; proseguir en lo que
se va diciendo o tratando.
Ir alio.
Dícese de los ríos o arroyos cuando
van muy crecidos.
Ir a una.
Procurar dos o más personas, de co-
mún acuerdo, la consecución de un
mismo fin.
Ir bien una cosa.
Hallarse en buen estado.
Ir con uno.
Ser de su opinión o dictamen; con-
venir con él. — Estar de su parte o a
su favor.
Ir uno descaminado.
Apartarse del camino de la razón o
de la verdad.
Ir largo, o para largo.
Denota que una cosa tardará en ve-
rificarse.
Ir lejos.
Estar muy distante de lo que se dice,
se hace o se quiere dar a entender.
Ir mal una cosa.
Indica no hallarse en estado satisfac-
torio.
Ir pasando.
Significa que uno se mantiene en
el mismo estado en orden a su salud
o conveniencia, sin especial adelanta-
miento o mejoría.
Ir uno perdido.
Confiesa o previene la desventaja en
las competencias con otro, especial-
mente en los juegos de habilidad.
Ir uno sobre una cosa.
Seguir un negocio sin perderlo de
vista.
Ir sobre uno.
Seguirle de cerca; ir en su alcance
para apresarle o hacerle daño.
Ir tras uno.
Buscar a una persona con objeto de
entrevistarse con ella.
Ir tras una cosa.
Perseguir algún fin con una idea de-
terminada.
Ir y venir en una cosa.
Insistir en ella, revolviéndola conti-
nuamente en la imaginación.
Ir zumbando.
Ir con violencia o suma ligereza.
Iráse lo amado y quedará lo descolorado-*
Da a entender que, pasado el delei-
te que causa una pasión desordenada,
queda sólo el descrédito, el deshonor
o la vergüenza.
Irse abajo. — V. Venir, o venirse, a tierra.
Irse allá.
Ser, valer, importar o significar lo
mismo o casi lo mismo una cosa que
otra. — También suele emplearse el ver-
bo salirse.
Irse muriendo.
Ir o caminar muy despacio, con des-
mayo o lentitud.
Irse por alto.
En el juego de trucos y billar, hacer
uno saltar fuera su bola por encima de
la tablilla, con lo cual se pierden rayas.
írsele a uno una cosa.
No entenderla o no advertirla.
Ni irle ni venirle a uno nada en una cosa.
No importarle o no tener en ella in-
terés alguno.
Ni va ni viene.
Explica la irresolución de una per-
sona.
i Quién va?, o ¿ Quién va allá}
Se usa regularmente por la noche,
cuando se descubre un bulto o se sien-
te un ruido y no se ve quién lo causa.
Sin irle ni venirle a uno.
Sin importarle aquello de que se
trata.
Sobre si fué o si vino.
Se emplea para denotar la contrarie-
dad de pareceres en una disputa o re-
yerta, y con que, por lo común, se da a
entender haber sido fútil y vano el mo-
tivo de la discordia.
Vayase lo uno por lo otro.
Da a entender que una de las dos
cosas de que se trata puede ser com-
pensación de la otra.
Vete, o idos, a pasear.
Úsase como despedida de mala ma-
nera a la persona que nos importuna. —
Vete a paseo se suele usar también.
Vete, o idos, noramala, o enhoramala.
Se emplea para despedir a una o va-
rias personas con enfado y con dis-
gusto.
IRA. — A ira de Dios no hay casa fuerte.
Da a entender que al poder de Dios
no hay cosa que resista.
IRA
— 490 —
IZQUIERDA
De ira del señor y de alboroto del pueblo
te libre Dios.
Denota cuan temibles son el enojo y
la violencia de los poderosos o una
conmoción popular.
Descargar la ira en uno.
Desfogar el mal humor haciéndolo
recaer sobre una persona.
El que de la ira se deja vencer, se expone a
perder.
El que está enojado no suele refle-
xionar lo que hace; de aquí que no
pocas veces sea víctima del pronto que
no tuvo fuerza de voluntad suficiente
para refrenar.
Ira de hermanos, ira de diablos.
Las riñas entre parientes cercanos
suelen ser más sañudas que entre per-
sonas extrañas.
La ira es enfermedad de entendimiento.
Porque lo ciega, anulando sus fun-
ciones.
Llenarse uno de ira.
Enfadarse o irritarse mucho.
No hay ira sobre la ira de la mujer.
Indica que los enfados femeninos
suelen ser más terribles que los de los
hombres.
Las iras de los amantes suelen parar en
maldiciones.
Los enfados de los enamorados casi
siempre tienen ese fin, yéndoseles la
fuerza por la boca... hasta que hacen
las paces.
IRIS. — Ser un Iris.
Se dice de aquel que establece la
paz entre los que están discordes o
desavenidos. — Alúdese a una deidad
de la mitología griega, así llamada, men-
sajera de Juno, cuyo destino era ser
portadora desde el cielo a la tierra de
noticias favorables y lisonjeras, descri-
biendo en su marcha un arco lumino-
so, que tomó en lo sucesivo, del nom-
bre suyo, el de arco iris.
IZAR. — i Y si no izan?...
Expresión usada para manifestar que
no creemos en las promesas que se nos
hacen, por no ver su cumplimiento muy
fácil.
IZQUIERDA. — No sepa tu izquierda lo
que hace tu derecha.
Aconseja que las buenas obras se
ejecuten sin que se les dé publicidad. —
Jocosamente se dice de los malos pia-
nistas que cumplen bien el precepto
evangélico, pues la melodía o canto
ejecutado con la mano derecha va por
un lado, mientras que el acompaña-
miento, de la izquierda, va por otro;
así es que la mano izquierda no sabe
lo que la derecha hace.
JABALCUZ. — Cuando Jabalcuz tiene
capuz y la Pandera montera, lloverá
aunque Dios no quiera.
Dícese en Jaén, aludiendo a que,
cuando se cubren de nubes aquellos
montes, la lluvia es segura.
JABÓN. — Dar a uno un jabón.
Castigarle o reprenderle ásperamente.
Jabón e hilo morado, todo es para la ropa.
Contra los que confunden cosas que
son de diferente naturaleza, aun cuan-
do se destinen a un mismo objeto.
JABONADURA. — Dar a uno una jabo-
nadura.— V. Dar a uno un jabón.
JACA. — Ser como la jaca de Velasquillo,
Compárase con ella a aquel que todo
lo encuentra a medida de su deseo.
JACINTA. — El mal de doña Jacinta '.poco
mal y mucha cinta. — V. Poco mal y bien
quejado, o Picóme una arañar aiéme una
sábana.
JAÉN. — La provincia de Jaén es la Galicia
de las Andalucías.
Decíase antiguamente a causa de su
laboriosidad y su sencillez de costum-
bres, y tal vez por su atraso industrial.
JALEA. — Convertirse, o hacerse, una ja-
lea. — V. Hacerse uno unas gachas.
JÁMILA.— Abrid, Jámila, que con mal os
vengo.
Equivale a llegar tarde y con daño a
un sitio determinado.
JAQUE. — Quien fuere jaque afamado, ha
de ser determinado.
El valor no reside en las palabras,
sino en las acciones que lo acreditan
de tal.
Tener a uno en jaque.
Tenerle bajo el peso de una ame-
naza o de una incertidumbre.
JAQUECA. — Dar a uno una jaqueca.
Fastidiarle y marearle con lo pesado,
difuso o necio de la conversación.
JAQUETÓN. — Como ¿/jaquetón de Ja-
draque, que al acostarse mataba el can-
dil de un trabucazo.
Aplícase a los que presumen de gua-
pos o perdonavidas, sin perjuicio de
que, cuando llega el caso, se les haga
el camino corto para correr.
JARABE.— Ser, o volverse, uno, o una cosa,
jarabe de pico.
No pasar de conversación más o me-
nos halagüeña, sin tocar en realidad.
JARRA. — Ser una jarra sin asa.
Dícese de aquel escrito que no tiene
título.
Ponerse en jarras.
Se dice de la persona que arquean-
do los brazos y descansando las manos
en la cintura, se pone a la manera de
las asas de una jarra, puchero o cual-
quiera otra vasija. — Como quiera que
esta es la postura que suelen adoptar
las mujeres de la plaza cuando regañan,
de ahí que la frase signifique también,
tácitamente, el acto de regañar.
JARRO. — A propósito, fray Jarro.
Se aplica esta frase a los que repiten
citas que no vienen a cuento.
Como quien bebe un jarro de agua. — Véa-
se Como quie?i se bebe un vaso de agua.
Echarle a uno un jarro de agua, o de agua
fría.
«Frase metafórica y familiar. Qui-
tarle de pronto una esperanza hala-
güeña o el entusiasmo o fervor de que
estaba animado. > (Academia.) — Signifi-
ca además: Dejarle suspenso, confun-
dido, cortado, parado, absorto, atónito,
estupefacto, sin acción, sin tener que
contestar; cogerlo descuidado, con mo-
tivo de algún suceso que no esperaba.
JAUJA. — ¿Estamos aquí, o en Jauja?
Expresión con que se trata de sacar
a alguno de la estupefacción en que se
JAULA
— 492 —
JEROGLÍFICO
encuentra, mayormente si se intenta
llamarle al orden a causa de haber in-
currido en alguna inconveniencia por
efecto de ese mismo abobamiento en
que se halla sumido.
Estar en Jauja.
Estar embobado, alelado.
Ser alguna cosa una Jauja.
Ser por extremo productiva.
JAULA. — Aporrearse uno en la jaula.
Afanarse y fatigarse en vano por sa-
lir con su intento.
Gran jaula para tan chico pájaro.
Úsase esta frase, que se pone en boca
de Felipe II al contemplar el monaste-
rio del Escorial, en circunstancias aná-
logas, o sea cuando una persona va a
habitar en una casa grande, sobre todo
si se la dan como emolumento o aneja
a la ocupación o trabajo que desempe-
ña.— Alúdese también al individuo que
sin merecimientos de ningún género
recibe un destino de importancia.
Jaula nueva, pájaro muerto.
La mudanza de casa, sobre todo si
está recién construida, suele costar la
vida al nuevo inquilino, máxime si éste
es ya de edad o está achacoso.
Parecer una jaula.
Se aplica a la habitación que es alta
y estrecha.
Quien le hace la jaula fuerte, no se le va
ni se pierde.
Recomienda a los enamorados que
extremen el mutuo cariño, a fin de que,
encontrándose satisfechos, no busquen
en otra parte el que crean que les falta.
JAVALQUINTO. — Andar, andar, y Ja-
valqninto a la par.
Esta villa de la provincia de Jaén, a
4 leguas de su capital, se halla situada
sobre una colina bastante empinada,
por cuyo motivo, al ir rodeando el
monte, siempre se tiene la población
a la vista y parece que nunca se acaba
de llegar a ella. Lo mismo pasa con to-
dos los pueblos que ocupan igual po-
sición, y de los cuales hay abundancia
en España, especialmente en los paí-
ses montañosos.
JEFE. — De los jefes y del sol, mientras más
lejos, ?nejor.
Porque así como el astro rey quema
más cuanto más próximo se está de él,
así los superiores vigilan y molestan
a los subordinados que se hallan más
inmediatos a ellos.
Afondar uno en jefe.
Ordenar y disponer como cabeza
principal.
JEJÉN. — Saber dónde el jején puso el huevo.
Dícese de la persona que sabe mu-
cho, especialmente de cosas difíciles de
averiguar.
JEREMÍAS. — Ser, o parecer, un Jere-
mías.
Se dice de la persona que es lloro-
na, con alusión al profeta Jeremías
cuando en sus Trenos o Lamentaciones
lloró la ruina de Jerusalén.
JEREZ.— (Eh> —En Jerez.
Réplica, generalmente malhumora-
da, al que quiere que se le repita una
cosa que nos consta que ya ha oído,
sólo por el gusto de molestar.
Las tres cosas de Jerez : el vino, el caba-
llo y la mujer.
Alude a la justificada fama de que
gozan en todas partes por su exquisito
sabor, su buena estampa y su notable
belleza, respectivamente.
JERGA.— Estar, oponer, una cosa ¿«jerga.
Haberse empezado y no estar per-
feccionada.
Hablar en jerga.
Hacerlo mezclando varios idiomas,
de modo que lo que se dice se hace
ininteligible.
JERIGONZA. — Hablar en jerigonza.—
V. Hablar en jerga.
Andar en jerigonzas.
Andar en rodeos o en tergiversacio-
nes maliciosas.
JERINGA. — Jeringa y no cenes, y verás
la barriga que tienes.
La administración frecuente de lava-
tivas junto con el poco alimento, debi-
lita considerablemente a las personas.
La jeringa y los dos reales, o y los odio
cuartos.
Manifiesta el enfado y molestia que
nos causa la persona que está repitién-
donos la misma cosa constantemente.
JEROGLÍFICO. - Ser un jeroglífico.
Dícese de aquellos asuntos o cues-
tiones cuya resolución no se ve clara,
necesitándose un profundo estudio para
poder conseguirla.
JESUCRISTO
— 493 —
JÍNJOL
JESUCRISTO. — Enviar a cenar con Je-
sucristo.
Quitar la vida a alguno, por lo gene-
ral de manera violenta.
Jesucristo se metió a redentor y lo cruci-
ficaron.
Subterfugio a que apelan los egoís-
tas cuando se trata de la reforma de
abusos. — También se aplica a los que
se entremeten imprudentemente a po-
ner paz donde no les llaman.
JESUÍTA.— Cuando el jesuíta se ahoga, o se
ahorca, su cuenta le tendrá. — V . Más sabe
el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
Parecer un jesuíta.
Calificación que el vulgo suele hacer
de una persona hipócrita. — Muchos han
sido los detractores de este instituto
religioso, y no pocos sus defensores;
yo creo, en mi humilde sentir, que más
de una vez ha presidido la pasión a los
sujetos que se han afiliado bajo las ban-
deras de uno y otro partido.
Un jesuíta y una suegra saben más qtie
una culebra.
Moteja a ambos personajes, tan traí-
dos y llevados en la literatura general-
mente festiva, de solapados y ladinos.
Parecerse a los jesuítas.
Se suele aplicar a las personas que
acostumbran dejar las cosas en el mis-
mo lugar que las encontraron.
JESÚS. — ¡Ay, Jesús, que el rosario de mi
comadre no tiene cruz!
Dícese como burla cuando se oye
quejarse de alguna cosa que no vale la
pena de ser sentida.
¡Ay, Jesús, que me vuelvo azul!
Proviene de este cantar :
Porque le dije a una niña
¡Jesús, que me vuelvo azul!,
me metieron en la cárcel,
en donde no vi más luz.
En un decir Jesús.
En un instante; en brevísimo tiempo.
¡Hasta verte, Jesús mío! — V. ¡Hasta ver-
te, Cristo mío!
¡Jesús mil veces!
Exclamación con que se manifiesta
grave aflicción o espanto.
¡Jesús y cruces, que es el Cristo de los
andaluces! Otros dicen: ¡Jesús y cruces
y palos en los andaluces!
Indica sorpresa por lo que se oye o ve.
Jesús y hachas para que Su Majestad no
vaya a obscuras.
Salutación que se dirige al que es-
tornuda.
Sin decir Jesús.
Pondera lo instantáneo de la muerte
de una persona.
Decir los Jesuses.
Ayudar a bien morir.
JETA. — Estar de jeta.
Mostrar en el semblante enojo, dis-
gusto o mal humor. — Alude a que, al
enfadarse una persona, suele hinchar
los carrillos y sacar los labios, seme-
jando algo el hocico del cerdo, que es
lo que significa la jeta.
JIGO. — El que no diga jigo y jiguera no es
de mi tierra.
Aplícase a los andaluces por la aspi-
ración que hacen de la hache, aunque
no es tan exagerada como la jota, se-
gún pintan en las demás regiones : es
un sonido que sólo de viva voz se pue-
de uno dar idea de él.
JIGOTE. — Dejar, o poner, una cosa como
jigote.
Reducirla a pedazos menudos, a se-
mejanza de la carne de que se compo-
ne esta clase de guiso.
JILACA. — Jilaca Jilando puso aquí este
bando, y Menga Mengal lo volvió a qui-
tar.
Satiriza el teje maneje que usan los
representantes de los Poderes públicos
dictando y derogando leyes capricho-
samente.
JIMENA.— Llora Jimena/<?r la tal ajena.
Censura a la persona que toma a pe-
chos la desgracia de quien no merece
que se participe de su sentimiento.
JIMENO. — Parecerse a don Jimeno, que
por su mal no veta el ajeno.
Dícese de aquellos que sólo se con-
duelen de los demás cuando ellos su-
fren lo mismo.
Y así lo dijo Jimeno : < Me alegro de verte
bueno. >
Equivale a decir que nos tiene sin
cuidado lo que se nos manifiesta.
JÍNJOL. — Estar como un jínjol verde.
Muy gallardo y alegre, como el azu-
faifo cuando empieza a florecer. — Jín-
jol, voz anticuada, significa el azufaifo,
y también su fruto.
JOB
— 494 —
JOTA
¡Más jin joles verdes!
Contestación que se da a aquel que
pretende algo intempestivamente o fue-
ra de razón, como si se le ocurriera
pedir alguna fruta en época en que no
la lleva la tierra. — V. Pedir cotufas en
el golfo.
JOB. — Ya todo esto, el pacientisimo Job no
despegaba los labios, o callaba como un
manso cordero.
Dícese del que no profiere la menor
queja en medio de las graves afliccio-
nes que padece, aludiendo a aquel san-
to varón de Hus, y más singularmente
a Jesucristo, verdadero varón de dolo-
res, a quien Job no hizo más que pre-
figurar o representar en lontananza to-
cante a los lamentables sucesos de su
sagrada Pasión.
JOLITO. — Estar en jolito.
Quedarse en suspenso o chasqueado.
JORDÁN. — Ir uno al Jordán.
Remozarse o convalecer.
Parecer un Jordán.
Se dice de todo lo que remoza, her-
mosea y purifica, aludiendo al río Jor-
dán, santificado por el bautismo del
Salvador.
JORNADA. — A grandes, o a largas, jor-
nadas.
Con celeridad y presteza.
Caminar uno por sus jornadas.
Proceder con tiempo y reflexión en
un negocio.
JOROBADO.— Ningún jorobado se ve la
joroba. — V. Ningún cagado se huele.
JOTA. — No saber uno una jota.
Ser muy ignorante en una cosa.
No valer una jota.
Se dice de todo aquello que es insig-
nificante, con referencia a dicha letra,
llamada iota por los griegos, que es la
más pequeña de su alfabeto.
En el Evangelio según San Mateo (ca-
pítulo V, versículo 18) se dice: «No pa-
sará de la ley ni una jota, ni un tilde,
hasta que todo sea cumplido»; y natural
parecería a primera vista que de este
pasaje de la Escritura hubiera tomado
pie la introducción de semejante frase
en las lenguas modernas, pero no es
así; atribuyesele otro origen, tanto más
curioso cuanto que se relaciona con
uno de los hechos más importantes de
la Historia eclesiástica, a saber, el del
triunfo momentáneo del arrianismo.
Acordes desde un principio los fauto-
res de esta herejía y los eusebianos en
atacar el dogma de la consubstanciabi-
lidad, y divididos después a consecuen-
cia de la falsa profesión de fe hecha en
Ancira, creyó el emperador Constan-
cio, quien tenía especial interés en re-
conciliar a entrambos partidos entre sí,
no poder conseguir mejor su intento
que convocando un Concilio en Oriente
y otro en Occidente. Celebróse aquél
en Seleucia, ciudad de Isauria, al cual
asistió San Hilario, quien, como testigo
presencial, ha legado al porvenir un re-
lato fiel de lo allí ocurrido, por el cual
nos consta que sólo se presentaron en
él quince obispos defensores de la bue-
na doctrina, los cuales fueron atacados
por otros quinientos, manifestándose
en aquella ocasión tal divergencia de
opiniones entre los sectarios mismos,
que tuvieron que separarse todos sin
haberse decidido cuestión alguna. El
segundo Concilio, en el cual se halla-
ban en mayoría los ortodoxos, se veri-
ficó en Rímini, en la Romanía, siendo
igualmente borrascoso a causa de una
disputa de las más tenaces con motivo
de pretender introducir los novadores
una iota en la voz griega omoousion
(consubstancial), que se hubiera conver-
tido entonces en omoiousion (de igual
substancia), lo que hubiera expresado
de una manera muy imperfecta la esen-
cia divina del Hijo, una con la del Pa-
dre. Semejante transformación así he-
cha, era favorable a los progresos del
arrianismo, y por tanto fué rechazada
por la mayoría, ortodoxa, como ya he-
mos dicho. Pero conviniendo a las mi-
ras del emperador el que se adoptara,
logró ganar, ya astuta, ya violentamen-
te, a los diez obispos a quienes había
diputado el Concilio para que pasasen
a darle cuenta de sus actas, obligán-
dolos a subscribir una fórmula contra-
ria a la decisión que se acababa de pro-
nunciar, y estimulándolos a que vol-
viesen inmediatamente a la Asamblea,,
cuya clausura había tenido buen cui-
dado de retardar. Negóse el Concilio
en un principio a comunicar con los
JOVEN
— 495 —
JUAN
emisarios; pero cediendo poco a poco
de su energía los más de los asisten-
tes, empezaron a firmar unos tras otros,
con cuya conducta creían realizar un
acto de conciliación, dado que al fin y
al cabo la fórmula era católica en el
fondo; mas luego que echaron de ver
que los enemigos de la fe comenzaban
a triunfar so capa de la forma, se re-
tractaron unánimes a pesar de las per-
secuciones de Constancio. Entonces
quedó prescrita y despreciada la jota,
teniéndose a gala el decir en lo sucesi-
vo, cuando se trata de manifestar el
poco aprecio que se hace de cualquier
cosa : Eso no vale una jota.
El hecho histórico de que queda he-
cha mención tuvo lugar en el siglo iv.
Sin faltar una jota. — V. Sin faltar punto
ni coma.
JOVEN. — Al joven para vivir, y al viejo
para morir.
Da a entender que a los jóvenes, a
medida que van creciendo, se les en-
gruesan las piernas, y, en cambio, a los
ancianos se les suelen hinchar cuan-
do se acercan a la última hora de la
vida.
De joven se puede llegar a viejo; pero de
viejo, soltar el pellejo.
La ley natural es que desde los pocos
años se llegue a la edad madura; pero
una vez en ésta, no cabe más que pa-
gar el tributo a la muerte.
El joven enamorado, sólo en esto está su
cuidado.
Alude a que el que se halla en las
condiciones apuntadas, no piensa más
que en el objeto de sus ansias, olvi-
dando todo lo demás.
El joven puede morir, pero el viejo no pue-
de vivir.
La muerte no escoge edades; sin em-
bargo, nadie escapa de sus manos en
la vejez.
El que no conserva cuando joven, a la
vejez es pobre.
Aconseja la virtud del ahorro en los
primeros años, como único medio de
prepararse una senectud descansada y
tranquila. — Igual recomendación hace
respecto de las energías físicas, pues si
abusa de ellas, se verá agotado antes
de llegar a viejo.
El que no la corre de joven, la corre de
viejo.
Por lo regular, los hombres que en
su juventud han llevado una vida de
sujeción, la pasan, al llegar a la edad
provecta, cuando no en medio de la
licencia y el desenfreno, de una mane-
ra alegre y divertida.
Quien de joven come la sardina, a la
vejez, o de viejo, cagará la espina.
El que comete una falta, no se mori-
rá sin experimentar sus consecuencias,
aunque sea en plazo lejano.
/ Quién se volviera\o\enyy lo pasado, pasadot
Expresión usada por las personas
de alguna edad cuando recuerdan los
años de su juventud.
«Si" quieres llegar como joven, anda como
viejo.
Recomienda la prudencia en el uso
de las facultades que se poseen en los
primeros años, para llegar a los últimos
sin el desgaste natural del que abusó
de ellas anteriormente.
JUAN. — Alábate, Juan, que si no te alabas
tú, nadie te alabará.
No conviene obscurecerse ni ser de-
masiado modesto si se quiere conse-
guir algo en la vida.
Andar con él, que de Juan Gómez es.
Dícese para incitar a perseguir o aco-
meter a alguno, por considerarle per-
sona de malos antecedentes.
¿Cómo te va, Juan, con tu ochentona? — Con
su oro todo me sobra.
Satiriza a los que se casan con mujer
rica aunque sea vieja, mirando sólo el
interés.
Con lo que Juan adolece, Sancho y Domin-
go sanan.
Los desperdicios de algunos ricos
son más que suficientes para mantener
a los que están a su servicio.
De esta hecha, Juan Cigarrón cayó en la
percha.
Dícese del que habiendo hecho algu-
nas jugarretas impunemente, llega un
momento en que, descubierto, sufre la
pena por todas.
De Juan a Pedro no va un dedo. — Véase
Tanto va de Pedro a Pedro.
Dejar a alguno, cual Juan Paulin, sin
blanca. — V. Quedar alguno, cual San
Paulín, sin blanca.
JUAN
496 —
TUAN
Descansa, o duerme, Juan, y yace, que tu
asno pace.
Encomienda el descuido y sosiego
con que puede vivir el que ha despa-
chado un negocio que tiene a su cargo.
Don Juan mucho sabe, pero se muere de
hambre.
Alude a aquellas personas que, aun
siendo poseedoras de mucha ciencia,
no conocen el modo de hacerla produ-
cir, a diferencia de aquellas que lucen
más aunque valgan mucho menos.
El buen Juan se contenta con lo que le dan.
Aplícase a aquellos individuos de ca-
rácter bonachón que todo lo encuen-
tran bueno.
Este no es mi Juan, que ?ne lo han cam-
biado.
Dícese de aquella persona que por
haberse cortado el pelo, mudado de
ropa o modo de ser y hablar, presenta
diferencias con lo que antes era.
Es un Juan Rana.
Aplícase a la persona cobarde y para
poco.
Jinglalas, Juan, que como vienen se van.
Aconseja que se deben tomar las co-
sas según vengan.
Juan de Voto a Dios.
Equivale a ser uno amigo de andar
siempre haciendo juramentos.
Juan P al orno : yo me lo guiso y yo me lo
como.
Se aplica a los que por suma destre-
za, sobra de egoísmo o por cualquier
otro motivo, no consienten la ayuda
ajena en sus quehaceres o negocios,
especialmente si son éstos domésticos.
Juan Perdido deja la persona y estima el
vestido. — V. El hábito hace al monje.
Juan Vulgar.
Apodo adjudicado al pueblo, en el ¡
concepto de su afición a valerse de re-
franes en sus argumentos.
Lo que me debe Juan no lo puede pagar;
pero si se muriera, menos pudiera.
Manera no poco filosófica de conso-
larse de un daño sufrido.
Llamarse Juan Portal.
Aplícase a las personas aficionadas
a pasarse la mayor parte del día averi-
guando, bien de puerta en puerta, o
bien desde la de su casa, lo que ocurre
por el barrio.
Malo es que se diga que Juan se ha muerto;
porque si no se ha muerto, es que está
muy malo. — V. Cuando el río suena, agua,
o piedra, lleva.
Otra al dicho, Juan de Coca.
Denota la importuna repetición de
una cosa.
¿Quién le mete a Juan de Huete, o a Juan
Zoquete, en si arremete o no arremete}
Satiriza la costumbre de muchas per-
sonas, de meterse donde no les llaman.
¿Quién se ha muerto} — Juan del Puerto.
Una de tantas evasivas como damos
a preguntas que no sabemos o no que-
remos contestar por no importarle nada
al demandante.
Saber más qtie Juan de Esperaendios.
Sabio religioso y escritor mozárabe,
abad de Córdoba, que floreció en el
siglo ix y cuyos conocimientos fueron
vastísimos, hasta el punto de que San
Eulogio y Alvaro Cordobés oían con
respeto sus enseñanzas. Es más cono-
cido con el nombre latinizado del abad
Speraindeo.
Se parece a Juan Cagao, todo vestido de
colorao.
Dícese, por burla, de los que llevan
la ropa de ese color. — Ignoramos quién
es el personaje citado, ni qué tiene que
ver la maloliente circunstancia indica-
da con el color del traje.
Señor don Juan, ¿en verano terciopelo, y
en invierno tafetán?
Pregunta que en tono de asombro se
dirige a la persona que obra al revés
de lo que en igualdad de circunstan-
cias suele practicar todo el mundo.
Ser como Juan de Aracena, que no tenía ni
palabra mala ni obra buena.
Dícese de los sujetos cuya conducta
es poco recomendable.
Ser un buen Juan. — V. Ser un Juan Lanas.
Ser un Juan de buen alma.
Calificativo con que se señala al hom-
bre sencillo y fácil de engañar.
Ser un Juan Lanas.
Dícese del hombre apocado que se
presta benévolamente a todo cuanto se
quiera hacer de él. — Designa también
al marido complaciente.
Si bien me quieres, Juan, tus obras me lo
dirán. — V. Obras son amores, que no
buenas razones.
TUANA
— 497
JUDÍA
Si bien o mal baila mi Juan, oíros lo dirán.
Manera de excusarse uno de emitir
juicio en aquello que, por tocarle de
cerca, pudiera parecer apasionado.
Si te casas con Juan Pérez, ¿qué mas
quieres?
Contra los descontentadizos. — Balta-
sar del Alcázar escribió una linda letri-
lla sobre este pie.
Dos Juanes y un Pedro hacen un asno
entero.
Si se tiene en cuenta lo dicho en Ser
un Juan de buen alma (véase) y en Tal
para cual, Pedro para Juan (véase), po-
drá deducirse con facilidad el significa-
do de este refrán.
JUANA. — Juana cree que a Pedro engaña,
pero le desengaña.
Aquellos que procuran engañarnos,
mientras más hacen, más nos abren los
ojos, consiguiendo todo lo contrario de
lo que pretenden.
Tan fea es Juana como su hermana. —
V. Tan bueno es Pedro como su compa-
ñero.
JUBILEO. — Ganar el jubileo.
Hacer las diligencias necesarias para
conseguirlo.
Parecer uti jubileo.
Se aplica a la entrada y salida fre-
cuente de muchas personas en alguna
casa, tienda u otro lugar, con alusión a
la multitud de personas que afluyen a
las iglesias con objeto de ganar las in-
dulgencias concedidas a algún jubileo.
Por jubileo.
Rara vez, con alusión a que el jubi-
leo se concedía de cien en cien años.
JÚBILO. — Todo júbilo es hoy la gran To-
ledo.
Se usa cuando se ve a alguna perso-
na que está muy alegre por haberle
ocurrido algo satisfactorio. — Es alu-
sión al comienzo de la tragedia Raquel,
del extremeño D. Vicente García de la
Huerta.
JUBÓN. — Eso es lo mismo que el que tiene
un jubón en Francia.
Dícese burlescamente de aquel que
se jacta de poseer alguna cosa que no
le puede servir por no tenerla a mano;
o de tener algún pariente acomodado
que, por residir lejos o por cualquier
otra causa, no se acuerda de él.
Jubón de azotes.
Aplicábase este dictado a los que se
daban por justicia en las espaldas.
Como los jubones de los gabachos de Bel-
monte: rotos y gr asientos y llenos de do-
blones.— V. Debajo de una mala capa, etc.
JÚCAR. — Júcar y Huécar, y en medio,
Cuenca.
Dicho con que se pondera el aspecto
pintoresco que presenta la ciudad de
Cuenca, situada entre las amenas ve-
gas que riegan aquellos dos ríos y en
el punto de su confluencia.
JUDAS. — Créalo Judas.
Frase estropeada por el vulgo, y ba-
sada sobre aquella expresión de Hora-
cio: Credat judizus Apella, a la manera
que de Necessitas caret lege dijo : La
necesidad tiene cara de hereje.
Estar hecho un Judas.
Hallarse desharrapado, con alusión
a las figuras grotescas que se suelen
poner en las calles el Sábado Santo, re-
presentando al discípulo traidor, para
servir de blanco a los escopetazos de
los transeúntes y acabar por ser que-
madas.
¿Quién le mete a Judas en ser procura-
dor de pobres}
Sátira contra los que, sin tener cré-
dito ni valimiento, tratan de recomen-
dar un asunto, con lo cual, en lugar de
ir ganando, se suele perder.
Ser más falso que el alma de Judas. —
V. El beso, o el ósculo, de Judas.
Siempre ha de haber un Judas en el apos-
tolado.
Da a entender que en toda congre-
gación o colectividad suele existir al-
gún individuo que perjudique los inte-
reses de los asociados.
Traslado a Judas.
No hay causa tan mala que no deje
algún resquicio para su defensa. — Alu-
de a que si el discípulo traidor se hu-
biera arrepentido después de haber en-
tregado a Jesús en manos de sus ene-
migos, se habría salvado.
JUDÍA. — La labor de la judia, afanar de
noche y holgar de día. — V. De día no veo
y de noche me espulgo.
Parecerse a la judía de Zaragoza.
La causa de semejante parecido se
suele expresar al añadir la circunstan-
32
JUDÍO
498 —
JUEGO
cia de que cegó llorando duelos ajenos. —
Su objeto es vituperar a aquellas per-
sonas a quienes preocupan más los cui-
dados ajenos que los suyos propios. —
La judía a quien alude el refrán, que
sería alguna llorona o plañidera de al-
quiler, es probable que fuese parienta
propincua de el alcalde de Trebujena y
de el corregidor de Almagro.
JUDÍO. — Achacoso como judío en sábado.
Se dice de aquel que se finge enfer-
mo o delicado con el intento de bur-
lar el cumplimiento de su deber, alu-
diendo a que si bien prohibía a los
judíos su ley encender lumbre para
hacer ni calentar la comida en el día
del sábado, que equivale entre ellos a
nuestro domingo, semejante precepto
no regía con los achacosos o de salud
quebrantada.
Al judío dadle un huevo, y pediros ha el
tozuelo. — V. Al judío dadle un palmo,
tomará cuatro.
Al judío dadle un palmo, tomará cuatro.
Expresa la facilidad con que se to-
man confianzas para su provecho los
israelitas.
Al ludio y al puerco no lo metas en tu huerto.
Por el daño que ambos causan.
Dámelo judío y dártelo he quemado.
Alude al peligro que corrían en tiem-
pos de la Inquisición, de caer en sus
manos, los que no eran considerados
como buenos cristianos.
El buen judío, de la paja hace oro.
Expresa el carácter especulativo de
la raza hebraica.
Judío de larga nariz, paga la farda a
Villasís.
Refrán muy corriente en Sevilla a
fines del siglo xv, con motivo de la
persecución suscitada contra los he-
breos por parte del vecindario, y muy
especialmente por el recaudador de las
rentas de los reyes y de la Inquisi-
ción, un tal Villasís, quien no les daba
treguas para el pago de las contribu-
ciones o impuestos a aquellos infelices.
Judío y dona y hombre con corona, jamás
perdona.
Manifiesta el carácter vengativo de
mujeres, judíos y reyes. — Otros entien-
den por hombre con corona los tonsu-
rados, o sea curas y frailes.
La maña del judío, que, acabado de córner^
tiene frío. — V. El español pino, después
de comer le entra frío.
No es mancha de judío.
Manera con que se desprecia o dis-
minuye como de poca consideración la
tacha que se pone a alguien o a alguna
cosa, con alusión a la nota de infamia
que pesa sobre la nación deicida.
O es judío o sacristán.
Modo de indicar que una persona es
taimada, o, como se dice vulgarmente,
que es pájaro de cuenta.
Ser un judío, o Tener conciencia de judío.
Se suele aplicar al comerciante o
prestamista usurero, aludiendo a la con-
ciencia nada estrecha que en materia de
intereses tiene aquel pueblo errante.
Ea, judíos, a enfardelar, que mandan los
reyes que paséis la mar.
Expresión que dirigía el pueblo es-
pañol a los judíos cuando se decretó
su proscripción por los Reyes Católi-
cos en el año de 1492, y que pasó des-
pués a usarse proverbialmente con el
objeto de significar a alguien que se
ausente o se quite de la presencia de
uno cuanto antes.
Judíos en Pascuas, moros en bodas y cris-
tianos en pleitos, gastan sus dineros.
Cada pueblo tiene sus manías, sien-
do las características de los enumera-
dos las indicadas.
JUEGO. — Acudir el juego a uno. — Véa-
se Dar bien, o mal, el juego.
Afortunado en el juego, desgraciado en
amores.
Creencia popular de que la buena
suerte en el uno, acarrea la contraria,
en los otros.
A juego perdido, cabe le digo.
Dícese de aquellos que en los lan-
ces más comprometidos se arriesgan a
echar el resto, o, como también se dice,
a jugar el todo por el todo.
A mal juego, buena cara. — V. A mal
tiempo, buena cara.
Conocerle a uno el juego.
Penetrar su intención.
Dar bien, o mal, el juego.
Ser favorable, o contraria, la suerte.
Dar juego alguna cosa.
Producir algún embarazo, trastorno
o disgusto.
JUEGO
— 499 —
JUEGO
Darle a uno el juego hecho.
Proporcionarle la ocasión de que
haga su gusto a poca o ninguna costa.
Despintársele a uno el juego.
Engañarse por estar la pinta equivo-
cada, tomando un palo por otro.
El juego de la correhuela, cátale dentro y
cátale fuera.
Refrán que se dijo por los incons-
tantes y mudables.
El juego ha de ser juego, no pesadumbre.
Recomienda que se tome el juego
como mero pasatiempo o distracción,
y no como vicio, de suyo ocasionado a
desventura y ruina.
El juego, la mujer y el vino sacan al hom-
bre de tino.
Da a entender los funestos resul-
tados que acarrea el entregarse con
frenesí al goce de cada una de dichas
pasiones.
El luego nos roba tres cosas excelentes:
el dinero, el tiempo y la conciencia.
El que se entrega a este funesto vi-
cio pierde no sólo el caudal y el tiem-
po, sino la honradez, pues por procu-
rarse la satisfacción de aquél, no repa-
ra en que los medios no sean muy
honorables.
Envidar el juego. — V. Echar el resto.
Este es el juego de virlimbao, tres galeras
y una nao, del cual, cuanto más veréis,
menos aprenderéis.
Así se cuenta que dijo San Juan de
Dios un día a las turbas que se mo-
faban de él en las calles de Granada,
por pluma del autor de su Vida, padre
Manuel Trinchería (un vol. en 4.0, Ma-
drid, Ibarra, 1773, págs. 145- 146).
Hacer el juego de anda liviano : guíñame
del ojo y dame pujes con la mano. — Véa-
se Dame pan y dime tonto.
Hacer juego.
Mantenerlo o perseveraren él. — En-
tre jugadores, decir aquel a quien le
toca las calidades que tiene, como la
de entrada, paso, etc. — Convenir o co-
rresponderse una cosa con otra en or-
den, proporción y simetría.
Hacer de alguna cosa el juego de pasa-
pasa.
Hacer desaparecer una cosa.
Hacerle a uno el juego.
Facilitarle de una manera más o me-
nos indirecta los medios de salirse con
su intento o de encontrarse con su
conveniencia.
La cuarteta del Arcipreste de Hita en
que se usa la frase proverbial citada y
que no consigna la Academia en ningu-
na de las ediciones de su Diccionario,
hasta la última, en que remite a hacerle
el caldo gordo, es la siguiente :
[saña,
Como por chica cosa aborrecía en grand
arredróse de mí, físome el juego mañana,
aquel es engañado, quien coita que engaña,
de esto fise trova de tristesa tan maña.
Entre la multitud de desatinos que
puso D. Tomás Sánchez en su Glosa-
rio, figura el siguiente: <Mañaña. Nom-
bre de cierto juego. 93.» No hay tales
carneros; hubiera recordado el colector
las estrofas 1.361, 1.384, 1.470 y 1.473
(de que hace caso omiso en dicho su
índice alfabético de las voces y frases más
obscuras que ocurren en las poesías del
Arcipreste de Hita), y habría visto que
la voz mañana se emplea constante-
mente por dicho escritor en la acep-
ción de temprano o de madrugada.
Juego fuera.
Expresión usada en algunos juegos
de envite cuando se envida todo lo que
falta para acabar el juego.
La mala suerte en el juego le presagia
buena en amor. — V. Afortunado en el
juego, desgraciado en amores.
Lo que se gana al juego, hincha y no cn~
gorda.
Porque comúnmente se suele volver
a jugar la cantidad ganada, con lo cual,
si es nuevamente perdida, aquel bene-
ficio aparente resulta perjuicio real y
efectivo.
Meter en juego a uno.
Excitarle con viveza para que eje-
cute alguna cosa, especialmente de di-
versión.
Negocio de juego.
Dícese de todo aquello que no es
muy lícito en sus procedimientos.
N071 es juego donde hotne non ríe.
Expresa que la verdadera condición
para que el juego sea lícito, es la de
que cause satisfacción a quienes toman
parte en él, sirviendo de diversión y
no de enojo.
JUEVES
500 —
JUEZ
Parecerse al juego del tira y afloja.
Locución con que se da a entender
que se ordenan a un mismo tiempo co-
sas opuestas entre sí, por lo que no
se pueden ejecutar u obedecer; y tam-
bién que en el mando y otros negocios
se debe proceder empleando alternati-
vamente el rigor y la suavidad, con alu-
sión al juego llamado del tira y afloja,
que consiste en asir cada uno de los
que lo juegan la punta de una cinta,
pañuelo o sábana, y cuando el que diri-
ge el juego manda que se tire, deben
aflojar los demás, y viceversa, perdien-
do prenda el que no lo practique así.
Por juego.
Por burla, de chanza.
Quien en mal juego porfía, más pierde
que cobra.
Aconseja que no se insista en aque-
llos asuntos en que no tenemos razón
o no son muy claros de resolver.
Salirle a uno el juego al revés. — V. No
salirle a uno la cuenta.
Ver el juego. — V. Conocerle a uno el
JUEGO.
Juegos de manos, juegos de villanos.
Reprende el retozar y jugar con las
manos, como impropio de gentes bien
nacidas y de buena crianza. — Dícese
también: Juegos de ?nanos, juegos de
hermanos.
JUEVES. — El jueves de la Ascensión, ce-
rezas en Oviedo y trigo en León.
Indica que tal día son esos los pro-
ductos que más se venden en las loca-
lidades citadas.
No es cosa del otro jueves.
Aplícase a lo que no tiene nada de
particular.
Ser algo cosa del otro jueves.
Dícese, en contraposición del ante-
rior, de aquello que es extraordinario
o capaz de llamar la atención.
JUEZ. — Bueno es el juez, y el fallo, mejor.
Dícese por galantería a la persona
que sentencia en alguna cuestión, par-
ticularmente si es en contra nuestra. —
Aplícase irónicamente, y con el signifi-
cado contrario, cuando no tenemos mu-
cha fe en el que juzga, esperando, por
lo tanto, un fallo absurdo.
Como el juez de Ciudad Real, que por
quintar los dientes, los quitó todos. — Véa-
se Es pobreza de juicio no añadir a lo
inventado.
El buen juez ha de dar el un oído a la una
parte, y el otro a la otra.
Es decir, que debe ser completa-
mente imparcial..
El buen juez no se vence ninguna vez, ni
te valdrá el escribano si todo pasa por
su mano.
Manifiesta lo inútiles que son las ma-
las artes de la gente de curia, cuando el
juez es recto.
El juez apasionado no puede ser justifi-
cado.
El juez parcial no tiene disculpa, ni
humana ni divina.
El juez de trato suave, digno es de que se
le alabe.
Con el reo, en no pocas ocasiones,
se consigue más empleando buenas for-
mas que maneras bruscas.
El juez prudente, en cuidarse ha de ser
diligente.
Indica que sentencie siempre en for-
ma que no se atraiga enemigos por su
injusticia.
El juez que es regalado, llámasele apasio-
nado; y si es sabido, ítunca sale lucido.
Un juez no debe admitir en ningún
caso demostraciones de agradecimien-
to, pues todo el mundo cree que el
obsequio recibido es el pago de alguna
ilegalidad cometida.
El juez que mal se informa, nunca bien
pronuncia.
Nadie puede juzgar lo que no en-
tiende.
El juez, tanto necesita ser marcial como
dar justicia a cada cual.
Recomienda la afabilidad en el trato,
pero aplicando en toda ocasión la ley a
cada uno.
Juez cadañero, derecho, o estrecho, como
sendera.
Denota que el j uez que se m uda cada
año es estrecho en el cumplimiento de
su oficio, porque ha de ser residencia-
do presto.
Juez pesquisidor, langosta del labrador.
Decíase así porque con las infor-
maciones y pesquisas que hacían los
jueces especiales para hallar las hue-
llas, etc., en los campos, traían en jaque
a los labradores.
JUGADA
— Soi —
JUICIO
Más limpio que la cara de un juez.
Dícese de todo aquello que se mues-
tra limpio y reluciente, aludiendo a la
costumbre que ha solido reinar entre
los jueces de nuestra nación de afei-
tarse por completo la cara.
Ninguno puede ser juez en causa propia.
Porque la primera cualidad del juez
es el desapasionamiento, y en lo que le
toca a uno muy de cerca, no es fácil que
brille esa virtud.
A jueces galicianos, con los pies en las
manos.
Contra las personas constituidas en
autoridad que se dejan sobornar. — Por
eso dice el Comendador Griego en la
siguiente breve explicación: «Los pies,
entiende de aves presentadas.» — Lo
de galicianos creo que figurará en el re-
frán por lo que obliga la fuerza del
consonante; pues sabido es que, tra-
tándose de jueces, lo mismo en Gali-
cia que en todas partes, al lado de
hombres probos y justicieros, figuran
otros venales y acanallados.
Sdlo de aquello podemos ser jueces que
bien sabemos. — V. El juez que mal se in-
forma, nunca bien pronuncia.
JUGADA. — Hacer uno su jugada.
Hacer un buen negocio.
JUGADO. — Jugado por ganado, o Lo ju-
gado por lo ganado. — V. Comido por
servido.
JUGADOR. — Aunque el jugador sea ne-
cio, si le entraren triunfos, ganará.
Cuando las cosas son fáciles o se pre-
sentan bien, no es necesario tener mu-
cho talento para conseguirlas.
¡El mejor jugador sin cartas!
Denota que se ha dejado de incluir
en el negocio o diversión de que se
trate al que tiene mayor inteligencia o
destreza en él.
JUGAR.— A jugar y perder, pagar y ca-
llar.
El que interviene en algún asunto,
ha de tener paciencia si el resultado es
adverso.
Jugar a las bonicas.
Úsase cuando dos personas echan la
pelota de una mano a otra, jugando sin
dejarla caer al suelo. — Aplícase tam-
bién a otros juegos cuando no se juega
con interés.
Jugar fuerte, o grueso.
Aventurar al juego grandes canti-
dades.
Jugar limpio.
Jugar sin trampas ni engaños. — Pro-
ceder en un negocio con lealtad y bue-
na fe.
Ni juega ni da de barato.
Significa que uno procede con total
indiferencia y sin tomar partido.
No siento que juegue, sino que desquitarse
quiere.
Contra los enviciados en el juego.
Quien juega y pierde, fuerza es que re-
niegue.
Al que le sale un negocio torcido,
generalmente no pone buena cara.
Unos juegan y otros pagan. — V. Pagar
justos por pecadores.
JUGLAR. — Nunca el juglar de la tierra
tañe bien en la f esta. — V. Nadie es pro-
feta en sti patria.
JUICIO. — Abrir el juicio.
Instaurar el príncipe o el Tribunal Su-
premo un juicio ya ejecutoriado, para
que las partes deduzcan de nuevo sus
derechos.
Amontonarse el juicio.
Ofuscársele a uno la razón a causa de
hallarse enojado o de sufrir un error
cualquiera.
Asentar el juicio.
Empezar a tener juicio y cordura.
Cargar el juicio.
Reflexionar en una cosa con aten-
ción y madurez.
Convenir a juicio.
Acudir o concurrir al Tribunal com-
petente a litigar las causas y pleitos.
Convenir a uno en juicio.
Ponerle demanda judicial.
¿■/juicio siempre se inclina a lo peor.
La condición humana es de suyo tan
suspicaz, que se complace en ver de-
trás de toda cuestión, por sencilla que
aparezca, un principio de maldad, o,
cuando menos, una segunda intención.
Entrar en juicio con uno.
Pedirle y tomarle cuenta de lo que
se le ha entregado y ha practicado en
cumplimiento de su obligación.
Es pobreza de juicio no añadir a lo inven-
tado.
«Por donde (cuasi en semejante) dice
JUICIO
— 5°2 —
JULIO
Paulo de Castro, ser de muy miserable
ingenio juzgar siempre el juez por au-
toridad de la ley, sino que abunde tam-
bién de juicio para en casos de su albe-
drío; no como cierto juez de Ciudad
Real que, queriendo castigar un per-
juro, mirando la ley a do decía «que
>le quiten los dictes», no vio la tilde
y leyó: «que le quiten los dientes».
¡Maldito el diente ni muela que en su
boca le dejó!» (Tapia, Vergel de Músi-
ca, lxij., v.t0)
Estar uno en su juicio.
Estar bien dispuesto y tener cabal
y entero su entendimiento para poder
obrar con perfecto conocimiento y ad-
vertencia.
Estar uno fuera de juicio.
Padecer la enfermedad de manía o
locura.
Estar uno muy en juicio. — V. Estar uno
en su juicio.
¿Estás en tu juicio?
Expresión usada cuando se oye al-
guna proposición o frase que no tiene
sentido común.
Falto de juicio.
Dícese del que padece demencia.
Juicio y modas no caben en una casa.
Declama contra las mujeres sobre-
manera presumidas y aficionadas a pa-
gar tributo a las exigencias de la últi-
ma moda, en lo que demuestran ser
harto casquivanas.
Parecer uno en juicio.
Deducir ante el juez la acción o de-
recho que tiene o las excepciones que
incluyen la acción contraria.
Pedir uno en juicio.
Comparecer ante el juez o proponer
sus acciones y derechos.
Perder el juicio.
Úsase para ponderar la extrañeza
que causa una cosa.
Poner en juicio.
Comprometer en hombres prudentes
la resolución de un negocio.
Privarse uno de juicio.
Volverse loco.
Ser un juicio.
Frase con que, aludiendo al juicio
final, se pondera la angustia y congoja,
o el ruido y confusión de una cosa,
reunión de gente, ciudad, etc.
Suspender uno el juicio.
No determinarse a resolver en una
duda, a causa de las razones que hacen
fuerza por una y otra parte.
Tener el juicio en los calcañares.
Portarse con poca reflexión y cordu-
ra en sus operaciones.
Volver, o volvérsele, a uno ¿/juicio.
Perder la razón. — En la comedia inti-
tulada La Sortija de Florencia, de don
Sebastián Villa viciosa, se lee el siguien-
te chistoso retruécano a propósito de
este idiotismo castellano :
iCarlos. ¡Qué!..., ¿se le volvió el juicio?
Turrón. Antes se le fué, y no ha vuelto.*
De juicios no me curo, que mis obras m¿
hacen seguro.
El que obra bien, y por lo tanto tie-
ne su conciencia tranquila, no hace
caso del qué dirán.
JULIA. — i Qué haces, Julia Gil? — Mato
pulgas mil a mil.
Dícese de la persona que parece estar
muy ocupada trabajando, cuando en
realidad no hace nada que sea de pro-
vecho.
JULIO. — El que en julio tiene frío, es que
le falta un tornillo.
Pues es precisamente uno de los me-
ses más calurosos en España.
En julio, la Iwz en el puño.
Manifiesta que este mes es el dedi-
cado para llevar a efecto la operación
agrícola de la siega.
En julio se muere un hombre de sed entre
un pozo y un aljibe.
Indica la sequía que suele reinar en
este mes, y en el cual, a causa del ca-
lor, suelen sentirse más los efectos de
la sed.
Ha de ser un julio claro quien escribe para
todos.
Juego de vocablos entre la claridad
propia del mes de julio y el nombre de
Julio Claro, célebre jurisconsulto de
Felipe II, natural de Alejandría de la
Palla (Piamonte).
Julio, el mes más corto cuando hay peculio.
Por ser el mes en que más motivos
de diversión hay para los que tienen
dinero, pues entre las licencias ofici-
nescas, veraneos, etc., se marcha el
tiempo sin darse cuenta.
JUMELA
503 —
JURA
Por mucho que quiera julio ser, poco ha
de llover.
No siendo este mes a propósito para
lluvias, aunque caiga algún agua, es lo
que se llama vulgarmente una nube de
verano.
■Quien no trilla en julio, no trilla a su
gusto.
Manifiesta la conveniencia de efec-
tuar la trilla en este mes.
Venga julio fresco, el Carinen claro y San-
tiago abrasado.
Aunque comience este mes con una
temperatura agradable, afines suele ex-
tremar el calor.
-JUMELA. — Se despobló Jumela.
Dícese cuando se disuelve repenti-
namente una junta, reunión, etc. — Alu-
de al despoblado de ese nombre, cerca
de Gálvez, en la provincia de Toledo.
JUNCIA. — La juncia de Alcalá, que llegó
tres días después de la función.
Moteja todo aquello que, por retra-
so, viene, o se dice, tarde y fuera de
tiempo.
Vender juncia.
Jactarse, echar bravatas.
Haber juncias y cañas verdes.
Equivale a estar en época de fiestas,
funciones o regocijos.
JUNIO. — Cuando junio llega, busca la hoz
y limpia la era.
Recomienda que en este mes se va-
yan haciendo los preparativos para lle-
var a cabo en el siguiente la siega y la
trilla.
Junio brillante, año abundante.
Cuando este mes es bueno, presagia
abundancia en las cosechas.
Junio es todo día : los viejos y achacosos
tienen más vida.
Como el tiempo en general es bueno,
sin ser exagerado el calor, las natura-
lezas débiles, bien por achaques o por
edad, es cuando viven más a gusto.
Junio, la lioz en el puño. Y algunos aña-
den :para probar, que no para segar.
En muchos refranes se notan antíte-
sis de verdadera monta : mientras unos
afirman que en julio, la hoz en el puño
(véase), otros anticipan la operación
en un mes. Parécenos, atendiendo a la
lección citada como más conforme con
la práctica, que los que añaden para
probar, que no para segar, están más en
lo justo.
Junio, julio, agosto y Puerto Makón, los
mejores puertos del Mediterráneo son.
Frase que se atribuye al célebre ma-
rino Andrea Doria y que ha quedado
en proverbio, para indicar las excelen-
cias del puerto de Mahón.
Junio, julio y agosto, señora, no os conoz-
co, o no soy vostro.
Aconseja que en estos meses, o sea
en los que no tienen r (hay que incluir
también el de mayo), se abstenga el
hombre precavido del uso del derecho
conyugal.
JUNTA. — Junta de rabadanes, muerte de
oveja, o mortandad de ovejas, u oveja
muerta.
Las reuniones, consultas y cabildeos
de los superiores suelen acarrear al-
gún daño para alguno o algunos de los
subordinados.
JUNTAR. — Juntémonos, y veis (por
vais, o idos). — V. Parecerse al patrón
Araña.
JUNTO.— Per junto y por mayor.
Úsase comúnmente en sentido iróni-
co para significar una poquedad.
Quien todo lo come junto, todo lo caga
junto.
Enseña que no porque se posea gran
cantidad de una cosa, particularmente
de comer, se ha de abusar de ella, pues
mientras más pronto se coma o se uti-
lice, más rápidamente se le verá el fin,
no pudiendo ya gozar más de ella.
Comer juntos en un tiesto, como pollos.
Dícese de los que tienen idéntica co-
munión de ideas, costumbres, etc.
JURA. — Jura mala en piedra caiga.
Enseña que no se debe ejecutar lo
malo, aunque se haya jurado.
(Qué tengo yo que ver con la jura del
rey? — V. ¿Ya mí qué me cuenta usted?
Juras del que ama ynujer, no se han de
creer.
Como la mayoría de las protestas de
amor dimanan de la ceguedad, y tal vez
de la perversión, conviene que la mu-
jer ande siempre prevenida para no de-
jarse seducir por las promesas y jura-
mentos de ciertos hombres, evitando
así el tener luego que arrepentirse de
su excesiva credulidad.
JURAMENTO
S«4 —
JUSTICIA
JURAMENTO.— Si el juramento es por
nos, la burra es nuestra por Dios.
Da a entender la facilidad con que
algunos juran en falso por su propio
interés.
JURAR.— Jurársela, o jurárselas, uno
a otro.
Asegurar que se ha de vengar de él.
JUSTA. — Venirle a uno una cosa más
justa que pecadora.
Venirle a lo justo; sin sobrar ni fal-
tar; pintiparadamente. — Es frase fun-
dada sobre el jugar del vocablo.
JUSTICIA.— Buena es la justicia si no la
doblara la malicia.
Las leyes siempre son rectas, pero,
desgraciadamente, los encargados de
aplicarlas suelen torcerlas.
Como la justicia de Peralvillo, que des-
pués de asaetado el hombre, le fulminan
el proceso.
Modo con que se moteja a un Tribu-
nal o autoridad de haber procedido
con suma ligereza en su determinación.
También se dice metafóricamente a los
que empiezan cualquier negocio por
donde debían acabarlo. — Trae su ori-
gen de la asombrosa actividad con que
procedía el Tribunal de la Santa Her-
mandad contra los delincuentes de su
jurisdicción, asaeteándolos en Peralvi-
llo, pueblo inmediato a Ciudad Real,
camino de Toledo, luego de justificado
sumariamente el delito cometido en
despoblado.- Quevedo llamó Peralvillo
de las bolsas en la Fortuna cotí seso al
estudio de un abogado ignorante y em-
brollón, porque en el bufete de aquel
letrado daban fin las bolsas de los liti-
gantes, como en Peralvillo lo encontra-
ban a su existencia los ladrones y mal-
hechores.
El que hace justicia ha de perder toda
malicia.
La interpretación de las leyes exige
el camino recto y no el de los sofismas.
Es contra justicia desairar a cualquiera.
Pudiendo complacer a una persona,
es justo y conveniente hacerlo.
Hacer justicia a uno.
Obrar en razón con él o tratarle se-
gún el mérito, sin atender a otro moti-
vo, especialmente cuando hay compe-
tencia y disputa.
Hacer justicia y derecho, en todo tiempo es
bien hecho.
Dar a cada uno lo suyo es una virtud
antiquísima.
Tr por justicia.
Poner pleito; acudir a un juez o Tri-
bunal.
Justicia de Almudévar : pagúelo el que fio
lo deba.
«Hasta que Felipe V suprimió los
fueros, en Aragón no se cometieron al-
caldadas, porque los alcaldes se llama-
ban j 'usticias. Uno de éstos, en tiempo
de Felipe II, III o IV (la época no hace
al caso), condenó a muerte al herrero
de Almudévar, que cometió un crimen
atroz que las crónicas no mencionan.
Los jurados (ahora se titulan regido-
res) hicieron presente a la autoridad
que si se ahorcaba a tan útil artesano,
como no tenían otro del oficio, ni de
donde sacarlo, quedarían yermos los
campos porque no habría quien hiciese
las rejas de los arados; pero al secreta-
rio, que era agudo como punta de col-
chón, se le ocurrió una idea magnífica,
acogida por todos con gran entusiasmo
y mandada ejecutar en el acto por eí
señor justicia: ahorcar, para escar-
miento, a uno de los dos tejedores
que había en el pueblo. Desde enton-
ces, cuando pagan justos por pecado-
res, dicen en Aragón ese proverbio. >
(Cuentos, etc., aragoneses, por un soldado
viejo, natural de Borja, segunda serie,
págs. 148-149.)
Justicia, mas, o y no, por mi casa.
Critica a los que, blasonando de que
se aplique a los demás la ley en todo
su vigor, quieren al propio tiempo elu-
dir para sí su cumplimiento en su pro-
pia persona.
La justicia debe ser como el relámpago.
Esto es, que se haga pronto a quien
la tenga de su parte.
La justicia no tiene parientes: toda es de
hueso sólido, sin carne ni sangre.
Aconseja al juez que no se deje lle-
var de simpatías ni parentescos para
conceder a cada uno su derecho.
La justicia retardada es injusticia mani-
fiesta.
En los casos de clara resolución no
debe diferirse el fallo.
JUSTICIA
— 505 —
JUZGAR
Mejor es que venga la Justicia, que no la
Parroquia.
Aplícase en aquellos casos en que
viéndose obligado un hombre a matar
o a morir, por ser humanamente impo-
sible otra solución, opta por lo pri-
mero.
No administrará justicia quien por inte-
rés se envicia.
El juez prevaricador no será jamás
recto.
Oir en justicia.
Admitir el juez y seguir la demanda
según los términos del Derectio.
Pedir en justicia.
Poner demanda ante el juez compe-
tente.
Pedir justicia.
Acudir al juez para que la haga. —
Demandar con razón y equidad en
cualquier materia.
Piadosa justicia, a la fin nunca se pierde.
Aconseja al que ha de imponer un
castigo que no sea muy riguroso en él.
Poner por justicia a uno.
Demandarle ante el juez competente.
Ser la justicia de enero.
Da a entender que ciertos jueces, u
otros funcionarios, no suelen perse-
verar en el mismo rigor que ostenta-
ban cuando principiaron a ejercer sus
cargos.
También a la ¿VLSticia. prenden, o ahorcan.
Dícese cuando se coge en un mal
paso, gazafatón, etc., a alguien de quien
menos se podía esperar, atendido a su
posición social, entereza de carácter,
talento, etc.
Tenerse uno a la justicia.
Detenerse y rendirse a ella.
JUSTO. — ¿Justo? Dios en el cielo, y en la
tierra, mi casero.
Cuando se jacta uno de haber obra-
do conforme a los fueros de la justicia,
rectitud y formalidad, o bien elogia
esas prendas en otro, si el que lo está
escuchando disiente de su aseveración,
suele prorrumpir en dicho refrán.
Mejor vive con poco el justo, que el peca-
dor con todas sus riquezas.
Porque el primero tiene la concien-
cia tranquila y el segundo no goza de
descanso.
En justos y en creyentes.
Usase para asegurar que una cosa es
cierta.
Pagar justos por pecadores.
Sufrir las consecuencias de alguna
falta, o algún castigo, las personas ino-
centes, en lugar de las culpadas.
Por justos o verenjustos. — V. Por fas o
por nefas.
JUVENTUD.— Juventud que vela y vejez
que duerme, señal de muerte.
Por lo general, el insomnio en los en-
fermos jóvenes, así como el amodorra-
miento en los seniles, suele ser un fu-
nesto presagio en plazo más o menos
breve.
JUZGAR. — Estar a juzgado y sentenciado.
Aplícase al que queda obligado a oír
y consentir la sentencia que se diere.
K
KILO. — Sudar el kilo.
Aplícase festivamente a los que, yen-
do muy cargados por un peso excesi-
vo, les cae el sudor del rostro, tal como
pasa con los mozos de cuerda, etc.; alu-
diendo a que sudan los kilogramos que
llevan a cuestas. — Claro se ve el juego
de palabras, basado en la igualdad de
la pronunciación de las palabras kilo,
peso o medida de mil unidades kiló-
metro, kilogramo, kilolitro), y quilo, lí-
quido que los intestinos delgados se-
cretan del quimo, formado con los ali-
mentos en el estómago y que pasan a
mezclarse con la sangre. — Véase, en
este sentido, Sudar el quilo.
KIRIELEISÓN.— Cantar el kirieleisón.
Suplicar misericordia o pedir com-
pasión en un trance apurado.
KIRIES. — Beber, o jugar, los kiries.
Esta locución, basada en el siguien-
te hecho, se lee en la obra de Luque
Fajardo titulada Fiel dese7igaño contra
la ociosidad y los juegos, pág. 302, la
cual dice así:
«Juega los kiries tiene también su va-
riedad de opiniones; diré tan solamen-
te dos : la una sustenta haberse dicho
por la mucha cantidad que ordinaria-
mente se juega; como los kiries son
muchos, y lo parecen más cuando se
cantan en una misa solemne, y, a mi
ver, no iba muy fuera de camino quien
dijo que por ser mucho el juego; y que.
hablando así, acaso se le ofreciese ha-
cer comparación a esto, en especial si
era tahúr, que, como os tengo dicho,
no hay tiempo más largo que el de los
divinos oficios para ellos, ni más ligero
que el de su ocupación.
»Otros dicen que cierto sacristán ha-
bía dado en jugar, en cuyo ejercicio
gastaba lo más del tiempo, de donde
perdió mucha reputación en compañía
del dinero. Dícese de él que, por más
abreviar, ordinariamente encargaba al
organista que tañese los kiries. Enfa-
dado el tañedor de que se lo hubiese
dicho tantas veces, le respondió : «No
>puedo creer, hermano, sino que ha
yjugado los kiribs, pues así rehusa can-
darlos.» Respondió el sacristán: «Y
>aun plega a Dios no pierda tras ello
»la gloria, según me trac la perdición
»del juego.»
Con lo que se viene a demostrar que
dicha frase, formada de un verbo opor-
tuno que rija a las palabras los kiries,
denota la abundancia o repetición de
actos verificada en el sentido expresa-
do por dicho verbo.
Llorar los kiries.
Derramar llanto en gran cantidad. —
Véase lo dicho al final de la explica-
ción de la frase anterior, Beber, o jugar,
los kiries.
LABERINTO.— Ser un laberinto, o Es
más enredoso que un laberinto.
Se aplica a todo lugar artificiosa-
mente formado de calles, encrucijadas,
galerías, etc., para que, confundiéndo-
se el que está dentro, no pueda acertar
con la salida, con alusión a algunos de
los famosos laberintos de la antigüe-
dad, entre los que sobresalieron el de
Egipto y el de Creta. Por eso se pone
dicha comparación a todo asunto que,
por lo intrincado, confuso y embrolla-
do, no se presta a ser resuelto tan fá-
cilmente.
Meterse en un laberinto.
Es decir, en un negocio sumamente
intrincado y de salida harto difícil.
LABIA. — Tener mucha labia.
Aplícase a las personas locuaces y
dicharacheras, que embaucan con su
conversación a la persona de quien
quieren conseguir alguna cosa, como
suele ocurrir con los comerciantes, que
a veces logran que el cliente compre
lo que no pensaba, persuadido por la
charla del vendedor. — Dícese también
de los que ofrecen o prometen mucho
y no cumplen nada.
LABIO. — El labio de la mujer tiene dos
forros: uno de miel y otro de hiél.
El primero es el de la mujer enamo-
rada, y el segundo, el de la hembra fu-
riosa.
Sellar el labio, o los labios.
Callar, enmudecer, o suspender las
palabras.
Estar colgado, o pendiente, de los labios
de uno. — V. Estar colgado, o pendiente,
de las palabras de uno.
Llegar alguna cosa apenas a los labios.
Mojarse éstos ligeramente con un lí-
quido.— Perder una satisfacción cuan-
do apenas se había comenzado a gozar
de ella, sin tiempo para poder tomarle
el gusto.
Morderse uno los labios.
Violentarse para reprimir la risa o el
habla. — V. Morderse uno la lengua.
No descoser, o despegar, uno los labios, o
sus labios.
Callar o no contestar.
Quien los labios se muerde, más gana que
pierde.
En ocasiones es más conveniente, y
desde luego indica mayor prudencia, el
callar que no el hablar, pues lo último
nos puede acarrear algún compromiso,
al paso que el silencio no compromete
a nadie.
LABOR. — Labor comenzada, no te la vea
suegra ni cuñada.
Para evitar las críticas, a que son tan
aficionadas, cuando se llevan mal con la
nuera y hermana política, respectiva-
mente, las parientas indicadas. — Reco-
mienda que todo lo que se empieza se
debe terminar pronto y no diferir su
conclusión.
La labor de Mencia: murmurar de noche
y holgar de día.
Contra las personas maldicientes y
desocupadas por hábito.
La labor no quiere miseria.
La persona poseedora de la virtud
del trabajo es muy difícil que se vea
pobre. — El labrador debe sembrar en
abundancia, sin cicatería, si quiere re-
coger buena y abundante cosecha.
Tener labor cortada para rato.
Haber mucho que hablar, o necesitar
que transcurra mucho tiempo para ver
la terminación de un asunto.
LABRADOR. — El labrador, antes que
sin ovejas, sin orejas.
Siendo el orgullo de la gente del
campo la cantidad y la calidad de sus
LADEARSE
— 508 —
LADRÓN
ganados, no es de extrañar que prefie-
ran quedarse sin algún miembro de su
persona antes que perder una sola de
las cabezas de su rebaño.
Labrador chuchero, nunca buen apero.
El labrador que se distrae en la caza,
abandona las faenas del campo.
Labrador de capa negra, poco medra.
El lujo en los labradores (y toda cla-
se de oficiales mecánicos) es causa de
su ruina o, cuando menos, de que no
prosperen lo que debieran.
Labrador que no embasura, poco dura, o
Labrador sin basura, poco dura.
Pondera lo ventajoso que es el abo-
no para las tierras.
Más vale ser buen labrador que mal es-
tudiantón.
Contra los que, queriéndose salir de
su esfera, se empeñan en hacer señori-
tos a sus hijos mediante un título fa-
cultativo, que la mayor parte de las
veces no les ha de servir para nada.
Labradores nuevos, malpara los senderos.
Refrán muy usado en Galicia, que
da a entender que los que no saben
bien una cosa por falta de práctica, es-
tropean todo lo que cogen entre sus
manos, hasta que se ponen al corriente.
LADEARSE. — Ladearse con uno.
Empezar a enemistarse con él.
LADILLA. — Pegarse como ladilla.
Arrimarse a alguno con pesadez y
molestia. — Dícese también pegarse como
una lapa, aludiendo en ambos casos a
lo fuertemente que se asen, este ma-
risco, a las peñas, y aquel parásito, a las
partes más vellosas del cuerpo humano.
LADO. — Comerle un lado a uno.
Hacerle un gasto continuo, viviendo
en su casa y comiendo a sus expensas.
Dejar a un lado una cosa.
Omitirla en la conversación.
Echar a un lado.
Hablando de un negocio o diligencia,
concluir, fenecer.
Éntrale de lado, que es jorobado.
Aplícase a aquellos asuntos cuya re-
solución es difícil o comprometida.
Hacerse uno a un lado.
Apartarse, quitarse de en medio.
Ir lado a lado.
Explica la igualdad de dos o más
personas cuando se pasean juntas.
Más vale entrar de lado que pagar ducado.
Lo que se puede conseguir gratis es
más agradable que lo que cuesta abo-
nar derechos, aunque no sea tan hon-
roso.
Mirar de lado, o de medio lado.
Mirar con ceño y desprecio. — Mirar
con disimulo.
Vuélveme del otro lado, que de éste ya
estoy asado.
Frase atribuida al diácono San Lo-
renzo cuando estaba sufriendo el mar-
tirio, y que se ha hecho popular, apli-
cándose al que es tan sufrido que no le
preocupan los padecimientos, por gran-
des que sean.
LADRAR. — No le falta a uno más que
ladrar, o Lo que no sabe es ladrar, o
No sabe ladrar en un cerro por falta
de perro.
Dícese del que es sumamente listo y
astuto, mayormente (en los dos últimos
casos) si a todo cuanto se le pregunta
responde absolutamente con un reser-
vado No sé.
LADRILLO. — Quien no es ladrillo es
ladrón.
Se da a entender con esto que, en el
fondo, en todos hay cierta propensión
a gustarles lo ajeno.
LADRÓN. — Cada uno a lo que está, y el
ladrón para hurtar.
Manera de indicar que cada persona
debe atender a su trabajo, sin distraer-
se en lo que hacen los demás.
Cosa que no anda ni furta el ladrón, su
amo la encuentra en donde la pon. (Astu-
riano.) — V. Lo que no se llevan los la-
drones aparece por los rincones.
El ladrón en la horca y el santo en el altar,
para bien estar.
Denota que cada uno debe ocupar el
puesto que le corresponde.
El que roba al ladrón tiene cien años de
perdón.
El que quita algo que sabe que ha
sido robado, disculpa su falta con el
presente refrán.
Hacer del ladrón fiel.
Confiarse de uno poco seguro, por
necesidad o precisión. — Fingir honra-
dez y sencillez para inspirar confianza.
La ocasión hace al ladrón. — V. La oca-
sión hace al ladrón.
LADRÓN
509
LAGRIMA
Lo que no se lleva el ladrón, parece en el
rincón. — V. Lo que no se llevan los la-
drones aparece por los rincones.
No hay mayor ni más sutil ladrón que el
doméstico. — V. No hay peor ladrón que
el de casa, o el doméstico.
No hay peor ladrón que el de casa, o el
doméstico.
Porque como no se suele desconfiar
de él, no se le vigila, y puede robar con
toda tranquilidad.
Para el ladrón de casa no hay puerta ce-
rrada.— V. No hay peor ladrón que el de
casa, o el doméstico.
Piensa el ladrón que todos son de su con-
dición.
Enseña cuan propensos somos a pen-
sar de otros lo que nosotros hacemos.—
V. El malo, siempre piensa engaño.
Por un ladrón pierden los otros el mesón,
o pierden ciento en el mesón.
Indica la sospecha que se tiene de
otros, por el daño que uno ha causado.
Quien hurta al ladrón, cien días gana de
perdón. — V. El que roba al ladrón tiene
cien años de perdón.
Ser más ladrón que Caco, o tan ladrón
como Caco.
Comparación basada en el famoso
ladrón y protector de ladrones, hijo de
Vulcano, que fué vencido por Hércu-
les, según nos cuenta la Mitología.
Tan bien parece un ladrón en la horca
como un sacerdote en el altar. — V. El
ladrón en la horca y el santo en el altar,
para bien estar.
Lo que no se llevan los ladrones aparece
por los rincones.
Dícese de aquellas cosas que, ha-
biéndose extraviado, vienen a encon-
trarse más adelante, como demostra-
ción de que nadie se las ha llevado.
Piñén los ladrones y se descubren los
hurtos.
Cuando dos o más personas están de
acuerdo, se encubren sus faltas; pero
cuando se pierden las amistades sale
a relucir todo lo que estaba escondido,
narrado por despecho de los que ante-
riormente fueron amigos.
Si los ladrones supieran qué cosa es es-
tiércol, de fijo que no robaran otra cosa.
Indica lo inapreciable que es esa ma-
teria para el abono de los campos.
LADRONCILLO.— Ladroncillo de agu-
jeta, después sube a barjuleta.
El ladrón, como todo criminal, no se
forma en un momento, sino que empie-
za por poco y acaba por mucho.
LAGAÑA. — Hartas lagañas tiene cada
uno para ir a responder de las que no
crió.
Modo de rechazar imputaciones de
que no es uno responsable.
LAGAR. — El lagar viejo no necesita oli-
vo. — V. El buen paño en el arca se ven-
de, o El buen vino la venta trae consigo,
o Taberna vieja fio necesita rama.
LAGAREJO. — Hacerse lagarejo.
Dicho de la uva, maltratarse, estru-
jarse la que se trae para comer. — Apre-
tarse los mozos unos a otros el pescue-
zo por burla y pasatiempo.
LAGARTIJA. — Esconderse más que una
lagartija.
Alude a la rapidez con que esta clase
de animales se oculta cuanto siente
ruido o ve personas.
LAGARTO. — Ser uno muy lagarto.
Dícese del hombre listo, taimado,
corrido y conocedor del mundo, que
no se deja burlar fácilmente por na-
die.— Úsase también en sentido feme-
nino.
Los lagartos sueltan con pan caliente;
pero no los modorros.
Úsase en las minas de Almadén.
LÁGRIMA. — Lágrima de mujer, condi-
mento de malicia.
Enseña a desconfiar del llanto de cier-
ta clase de mujeres, por ser casi siem-
pre fingido y con ánimo de engañar.
Llorar a lágrima viva.
Llorar abundantemente y con ínti-
ma pena.
Más pesa una lágrima de mujer que un
quintal de plomo, o de cobre.
En un corazón sensible hace más
efecto, para conseguir una cosa, el ver
llorar a una mujer que todos los razo-
namientos e influencias empleados.
Nada se seca tan pronto como una lá-
grima.
Frase proverbial atribuida al retóri-
co Apolonio, con la que se demuestra
la inconstancia del corazón humano,
que apenas ha acabado de llorar, cuan-
do ya se está riendo.
LAGUNA
— Sio —
LANA
Correr las lágrimas.
Caer por las mejillas de la persona
que llora.
Correr las lágrimas hilo a hilo.
Llorar abundantemente, pero sin rui-
do ni explosiones ruidosas.
Deshacerse en lágrimas.
Llorar copiosa y amargamente.
Lágrimas de Moisés, o de San Pedro.
Llámanse así a las piedras o guija-
rros con que se apedrea a uno.
Lágrimas quebrantan peñas.
El llanto, en ciertas ocasiones, acaba
por conmover los corazones más endu-
recidos.
Lo que no va en lágrimas, va en suspiros.
Lo que se ahorra por un concepto
se gasta por otro, o lo que falta para
cubrir la totalidad de una cosa se subs-
tituye o subsana muchas veces con algo
equivalente o parecido que la complete.
Llorar uno con lágrimas de sangre una
cosa.
Arrepentirse de ella angustiosamen-
te o padecer profundo dolor, como con-
secuencia de haberla ejecutado.
Llorar lágrimas de cocodrilo.
Las que vierte una persona aparen-
tando un dolor que no siente.
Llorar lágrimas de sangre.
Sentir pena muy viva y cruel.
Saltarle, o saltársele, a uno las lágrimas.
Enternecerse; echar a llorar de im-
proviso.
LAGUNA. — No bebas en laguna ni comas
más de una aceituna.
Enseña lo expuesto que es, y contra
la salud, ejecutar estas cosas.
Salir de Laguna y entrar en Mojados.
Se dice cuando apenas se ha salido
de un negocio o enredo y se cae en otro
tan malo o peor, que no se había pre-
visto. — Se emplea en Castilla la Vieja
refiriéndose a Laguna de Duero y Mo-
jados, localidades de la provincia de
Valladolid, y ambas de escasa impor-
tancia.
LAMEDOR. — Dar lamedor.
Entre jugadores, hacerse uno al prin-
cipio perdidizo, para volver después
sobre el contrario y ganarle el dinero
con más seguridad.
LAMEPLATOS. — Ser un lameplatos.
Persona que se alimenta de sobras. —
Dícese también del que tiene por cos-
tumbre adular rastreramente para con-
seguir sus fines.— En términos más gro-
seros se llaman también lameculos.
LAMER. — Llevar, o tener, uno qué lamer.
Haber recibido, o estar próximo a
recibir, un mal que no se puede reme-
diar pronta ni fácilmente.
Mejor es lamiendo que mordiendo.
Recomendación para prosperar, no
exenta de verdad en este picaro mundo.
Nadie lamiendo engorda.
Los asuntos pequeños, de poca mon-
ta, no sacan de pobre a nadie.
No poderse uno lamer.
Úsase familiarmente para ponderar
lo grave de alguna enfermedad, des-
gracia, etc.; y así, se dice : F. tiene un ca-
tarro tan pertinaz, que no se puede la-
mer; N. ha experimentado tales pérdidas
en sus intereses, que no se puede la-
mer.— Parece ser una alusión grosera a
la inquietud que muestran los perros
y otros animales que acostumbran ras-
carse con la lengua, cuando ésta no les
alcanza a poderlo hacer en el lugar do-
lorido.
LÁMPARA. — Atizar la lámpara.
Volver a echar vino en el vaso o va-
sos para beber.
No querer dar para la lámpara de los
necios y la vela de los cornudos.
Negarse a fomentar inmoralidades.
LANA. — Aunque visto de lana, no soy bo-
rrego.
Modo de expresar uno que no tiene
la condición o el carácter que aparen-
ta, ya por lo humilde de su vestido, ya
por lo demasiado bondadoso de su ge-
nio, etc.
Cardarle a uno la lana.
Reprenderle con severidad y aspere-
za.— Ganarle cantidad considerable en
el juego. — Darle una tunda, vapulearlo.
Cuál más, cuál menos, toda la lana es pelos.
Donde todo es malo por uno u otro
concepto, no cabe elección posible.
El que guarda lana no guarda nada.
Por lo expuesto que es esta materia
a picarse o apolillarse.
Ir por lana y volver trasquilado.
Salir malparado de una empresa de
la cual se lisonjeaba uno obtener el
éxito más favorable.
LANCE
— 5ii
LANZA
La lana negra, cuanto más se corta, o
tunde, más medra. — V. En la barba del
clérigo rafada, le nace el pelo.
Lavar la lana a uno.
Averiguar diligente y escrupulosa-
mente la conducta de Una persona sos-
pechosa, hasta conseguir descubrir la
verdad que se pretende.
Poca lana es un coleto.
Aplícase a aquellas cosas que por su
escaso valer o importancia reportan
poca utilidad.
Poca lana, y ésa en zarzas.
Aplícase al que tiene poco, y eso con
trabajo, penalidades o riesgo.
{ Qué más lana que no pensar con mañana,
ni qué más bronce que no tener años once}
Expresa la felicidad del que tiene
sus necesidades a cubierto para el por-
venir y posee además la fuerza de la
juventud.
Quien toma la lana por un tanto, esquila
la oveja al rape.
No es extraño que se procure sacar
el mayor producto posible de aquello
que adquirimos.
Tener lana.
Poseer dinero.
Teñirse en lana, o Estar uno tinto en lana.
Ser innata en él esta o aquella cua-
lidad.
Unos cardan, o lavan, la lana, y otros
tienen la fama. — V. Unos tienen la fama
y otros cardan la lana.
Unos mean en lana, y suena; y otros en
lata, y no se oye.
Hay personas cuyos actos, por indi-
ferentes que sean, consiguen el ser
aplaudidos con estrépito, mientras los
notoriamente meritorios realizados por
otras, apenas logran el ser ligeramente
mencionados. ¡Tal es la suerte varia de
las criaturas! — V. Cual es la campana.
tal la badajada.
Vende lana y criarás pelo.
Pondera el comercio de la lana como
un negocio harto lucrativo.
LANCE. — Echar mal lance.
Salir fallidas las cuentas que sobre
algún negocio se había echado uno. —
Buscarse un compromiso por ocurrir
algo con que no se contaba.
Echar uno su lance. — V. Probar for-
tuna.
Jugar uno el lance.
Manejar un negocio que pide destre-
za o sagacidad.
Podérsele echar a uno un lance.
Hallarse sumamente irritado. — Alu-
de a la furia y bravura de los toros
cuando son lidiados.
Tener pocos lances una cosa.
Ser poco agradable, divertida o va-
riada.
LANDRE.— ¡Mala landre te mate!
Expresión con que se desea caiga el
mal sobre alguien.- La landre, o peste
de Levante, ha causado muchos y gra-
ves estragos en nuestro suelo, y singu-
larmente en el año 1507.
LANGOSTA.— Caer uno como langosta.
Dícese de aquel que se lanza preci-
pitada e inopinadamente sobre algún
objeto, causando más o menos estrago
en él, a la manera que la langosta cae
sobre los sembrados.
LANUZAR. — Quien no sabe lanuzar, no
sabe predicar.
El que no sabe desmenuzar las co-
sas, no sabe exponerlas bien.
LANZA. — Deshacer la lanza.
En las justas y torneos, sacar o lle-
var la lanza fuera de la rectitud que
conviene para lograr el bote.
Estar con la lanza en ristre.
Estar dispuesto o preparado para
acometer una empresa, o para recon-
venir o contestar resueltamente a uno.
Lanza por lanza, la de Luis de Almansa.
Tratándose de escoger entre dos ob-
jetos de la misma especie igualmente
recomendables, al gusto atañe decidir
en la elección.
Meter una lanza en Oran. — V. Poner una
pica en Flandes.
No embota al saber la lanza.
El ejercicio de las Armas no está re-
ñido con el de las Ciencias o las Letras.
La Historia está llena de casos en que
se demuestra que no fueron los sabios
los que peor se portaron en el campo
de batalla.
No embotar la lanza una cosa a otra.
No servirle de obstáculo; no perju-
dicarle.
No haber, o no quedar, \&víZ2í enhiesta.
Derrotar enteramente al enemigo; no
dejarle fuerzas para volver al combate.
LANZADA
512 —
LÁSTIMA
Nunca la lanza embotó la pluma, ni la plu-
ma la lanza. — V. No embota al saber la
LANZA.
Ser como la lanza de Agutíes, que hiere y
sana.
Se da a entender que alguna cosa
lleva en sí el remedio para el mal que
ha producido, o que alguna persona
repara por sí misma el daño que ha
ocasionado. — El origen histórico de
esta frase es como sigue. Marchando
Telefo, hijo de Hércules y de la ninfa
Ange, contra los griegos que iban a si-
tiar a Troya, y habiendo sido herido por
Aquiles, aconsejóle el oráculo que hi-
ciera alianza con este príncipe y no se
apartara del método curativo que le
trazase el sabio Ouirón. Este médico-
farmacéutico logró curarlo poniéndole
en la herida un ungüento en cuya con-
fección entraba especialmente el óxido
de hierro de la misma lanza que había
vulnerado a Telefo. Por esta razón y
para recordar mejor semejante suce-
so, substituyen algunos a la frase suso-
dicha esta otra: Es como la lanza de
Telefo.
Ser más derecho que una lanza.
Aplícase a todo aquello que guarda
la rectitud propia de esta arma.
Servir a alguno con lanza doblada.
Prestarle duplicado o mayor servicio.
¡Aunque caigan lanzas de fuego!
Imprecación por la cual se promete
llevar a efecto una cosa, por enormes
que sean los obstáculos que a ello se
opongan.
Echar lanzas en la mar.
Trabajar en vano.
No romper lanzas con nadie.
Ser enemigo de riñas y contiendas.
Quebrar lanzas.
Reñir, disputar o enemistarse dos o
más personas.
Romper lanzas.
Vencer los obstáculos y dificultades
que se oponen a la ejecución de una
cosa. — Tratándose de dos o más suje-
tos entre sí, cesar en su amistad o bue-
na inteligencia de una manera más o
menos ruidosa.
LANZADA. — ¡A malas lanzadas muera!
Imprecación dirigida contra la perso-
na objeto de nuestro odio.
LANZADERA.— Parecer uno una lanza-
dera.
Andar de acá para allá en continuo
movimiento.
L APA.— Pegarse como una lapa. — V. Pe-
garse como ladilla.
LARGA. — A la larga o a la corta.
Pasado más o menos tiempo.
Dar largas a un asunto.
Retardar su ejecución, especialmen-
te cuando se apela a subterfugios.
LARGO. — Dar cinco de largo.
En el juego de bolos, pasar de la
raya, hasta donde puede llegar la bola.
Echar uno por largo.
Calcular una cosa, suponiendo lo más
a que puede llegar.
En largo camino y pequeño mesón conoce
el hombre su buen compañón.
En la conversación y en la comida se
conoce la educación de las personas.
Largo como un día sin pan.
Dícese de aquel camino, plazo o cosa
parecida cuyo término se desea con
ansia que acabe de llegar, comparán-
dolo con lo interminable que se hace
el día al infeliz que no tiene qué comer.
Largo, largo, maldito lo que valgo.
Dícese de las personas altas y gene-
ralmente delgadas, que suelen valer
menos que las de baja estatura.
Largo y estrecho, como alma de condenado.
Aplícase a las personas o cosas que
tienen ambas condiciones, para demos-
trar lo malas que son.
Largo y estrecho, como alma de vizcaíno. —
V. Largo y estrecho, como alma de con-
denado.
Largo y tendido.
Con profusión.
Ser largo de contar.
Entrañar un asunto más importancia
y trascendencia de lo que otra persona
se figura, por lo cual no podría redu-
cirse su relato a breves términos.
Tendido de largo a largo.
Estar extendido de extremo a ex-
tremo.
Si son, si no son largos de pierna y cortos
de razón. — V. Largo, largo, maldito lo
que valgo.
LÁSTIMA.— Dar, o hacer, lástima.
Causar sentimiento, pena o compa-
sión; mover a ella.
LÁTIGO
— 5i3
LEAL
¡Lástima que no sea vendad tanta belleza!
Expresa cuan sensible es que no ten-
gan debido cumplimiento ciertos prin-
cipios buenos de que se hace alarde.
Trae su origen del final de un magnífi-
co soneto de Lupercio Leonardo de
Argensola, el cual dice así:
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y carmín de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero también que me confieses quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas <qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo, ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
Llorar lástimas.
Exagerarlas contándolas, con objeto
de conmover al que las escucha, mo-
viéndole así a que nos conceda io que
se le pide.
Quien no quiera ver lástimas, no vaya a
la guerra.
Modo de reprender a aquellos que se
quejan después de haber buscado el
daño voluntariamente.
LÁTIGO. — El látigo se ha hedw para el
caballo, el estímulo para el asno y el palo
para el loco.
Indica que no a todos los seres se
puede ni debe tratar igual.
LATÍN. — Coger a alguno en mal latín.
Sorprenderle en una falta o delito.
Coger a alguno en un mal latín continua-
do.— V. Coger a alguno en mal latín.
No sabe nadie más en latín que lo que sabe
en romance.
Manera de expresar que, excepto lo
que se ha dicho sobre un asunto, no se
conoce nada más.
Quien tío sabe latín ?io puede tener buen fin.
Saqúese la consecuencia, partiendo
de la base de que la lengua latina es la
lengua de la Iglesia.
Ser cogido en mal latín. — V. Coger a algu-
no en mal latín.
LAUREL. — Dormirse uno sobre sus lau-
reles.
Confiar demasiado en la fama adqui-
rida por sus altos hechos, pensando
que ha de ser eterna, y exponiéndose
a perder en un momento lo que tanto
tiempo y trabajo ha costado alcanzar,
por causa de entregarse a la ociosidad.
LAVATIVA.— La lavativa y los dos rea-
les. — V. La jeringa y los dos reales.
Sentarle a uno alguna cosa como lavativa
de agua hirviendo.
Causarle gran molestia o disgusto,
ya física, ya moralmente.
LÁZARO. Estar hecho un Lázaro, o un
San Lázaro.
Dícese algunas veces de la persona
pobre que anda muy andrajosa, y más
comúnmente de la que tiene su cuerpo
lleno de llagas, heridas, úlceras, pústu-
las, etc., con alusión al mendigo Lázaro,
de quien habla San Lucas en su Evan-
gelio, cap. XVI, y cuyo relato creen
unos comentadores que es histórico,
en tanto que otros sienten ser una
mera parábola.
LAZO. — Allá con ese lazo a tomar otro
tordo. — V. A otro perro con ese hueso.
Armar, o tender, lazo, o el lazo, o un
lazo.
Poner asechanzas; usar de alguna
treta o artificio para engañar a uno.
Caer en el lazo.
Ser engañado con algún ardid o arti-
ficio que se nos tenía dispuesto con
objeto de que cayésemos en él.
Estar con, o tener, ¿/lazo a la garganta, o
al cuello. — V. Estar con la soga al cuello.
Meter el lazo al pie. — V. Armar, o tender,
lazo.
Roer uno el lazo.
Huir del aprieto o peligro en que se
encuentra.
Tingóte en el lazo, palomo torcazo.
Da a entender que se tiene domina-
da o vencida a una persona.
Para librarse de lazos, antes cabeza que
brazos.
En los lances comprometidos, mejor
se suele escapar apelando al ingenio
que no a la fuerza.
LEAL. — No vive más e/leal que lo que quie-
re el traidor.
Advierte el peligro a que se expo-
nen aquellos que descubren su pecho
y secretos a personas de cuya fidelidad
no están seguros.
33
LECCIÓN
5M —
LECHE
De los leales se hinchen los hospitales.
Da a entender que, por lo general,
a las personas más acreedoras a los
premios y mercedes, se las suele dejar
abandonadas a su escasa fortuna.
LECCIÓN. — Darle una lección a uno.
Hacerle ver su ignorancia, o bien la
falta en que ha incurrido, ya sea en
términos suaves, ya duros.
De la continua lección nace la ciencia. —
V. El oficio hace maestro.
Lección dormida, lección aprendida, o
sabida.
Es harto frecuente entre escolares el
pasar gran parte de la noche estudian-
do la lección que han de dar a otro día,
por estimar que así se les queda más
impresa en la mente. Ni lo niego ni lo
afirmo, ni lo censuro ni lo aplaudo. De
mí sé decir que por raro evento he
trasnochado, y jamás estudiado en la
cama a la luz, prefiriendo toda mi vida
levantarme muy temprano, por expe-
rimentar que en esas horas de silencio
y recogimiento, al hallarse despejadas
las potencias, es cuando saqué mayor
fruto del estudio.
Dar lecciones.
Hacer observaciones o reparos una
persona a otra, comúnmente en son de
reprimenda, o bien amonestar o acon-
sejar sin ser llamado a hacerlo así.
Son dueñas las lecciones para después de
tener doblones.
Axioma práctico de los que prefieren
la riqueza del bolsillo a la de la inteli-
gencia, mirando ésta como secundaria.
LECHE. — A la leche, nada le eches.
Indica que después de la leche no
debe beberse ningún otro líquido.
Co/no una leche.
Manera de expresar que algún man-
jar cocido o asado está muy tierno.
Crecer mas que la leche al fuego.
Dícese de aquel trabajo que aumen-
ta considerablemente, aludiendo a lo
que sube la leche cuando, puesta al
fuego, empieza a cocer.
Dar a tragar mala leche a uno.
Enseñarle doctrinas falsas o perni-
ciosas.
Dijo la leche al vino: Bien seáis venido,
amigo, si tío eres mi enemigo.
Aconseja que se tenga especial cui-
dado, si se bebe vino después de la
leche, en previsión de que pueda ser
nocivo, aunque no lo parezca real-
mente.
Eso es lo mismo que buscar leche de ga-
llina.
Dícese de todo aquello que es impo-
sible de conseguir, por mucho empeño
que se ponga en ello.
Estar uno con la leche en los labios.
Hacer poco tiempo que dejó de ser
discípulo en una facultad o profesión;
ser principiante, no estar versado o
ejercitado en ella. — Ser muy niño; fal-
tarle, por ser joven, aquellos conoci-
mientos del mundo que aporta consigo
la experiencia o la edad madura.
Estar en leche.
Hablando de plantas o frutos, estar
todavía formándose o cuajándose; fal-
tarles aún bastante para su madurez o
sazón.— Estar formándose una persona.
La leche, al pie de la vaca.
Recomienda que las cosas se tomen
en su origen, y no cuando, por haber
pasado ya por distintas manos, han te-
nido ocasión de ser adulteradas o mix-
tificadas.
La leche con el vino to'rnase venino.
Enseña que la mezcla de ambos lí-
quidos es nociva para la salud, produ-
ciéndose en ocasiones un tóxico de
funestas consecuencias.
La leche de abril, para mí; la de mayo,,
para su amo (otros dicen para ?ni her-
mano), y la de junio, para ninguno.
La leche no siempre se halla en con-
diciones para ser tomada, unas veces
por los pastos, otras por el calor y
otras por diferentes causas. Advierte,
por tanto, este refrán, que la tomemos
sin escrúpulo en el primer mes, con
algún recelo en el segundo, y no la pro-
bemos en el tercero.
La leche de los viejos es el vino.
Porque devuelve algunas fuerzas a
las gastadas naturalezas, al par que los
alegra, bien entendido que usando de
él con toda moderación.
La leche sale del mueso, no del hueso.
Dícese a las mujeres que están crian-
do para incitarlas a comer. — Da a en-
tender metafóricamente que las perso-
nas que pueden dar son las que tienen,.
LECHE
— SiS —
LECHUGA
pues las que no poseen nada mal pue-
den atender a las que no tienen, cuan-
do carecen de todo para sí propias.
La leche vie?ie del pienso, que no del hue-
so. — V. La leche sale del mueso, no del
hueso, primera acepción.
La leche y el vino hacen al viejo niño.
La semejanza de alimentación láctea,
así como la alegría que el alcohol pro-
duce, asemejan al anciano con el recién
nacido. El eterno humorismo de la vida :
el ataúd y la cuna fabricados, quizás,
con la misma madera.
Leche y lechuga saben a pechuga.
Una de tantas mezclas que de los
manjares se hacen, y muy buena para
aquel a quien le guste, cuando así la
elogia mediante ese aforismo culinario.
Lo que en la leche se mama, en la mortaja
se derrama.
Todo cuanto se aprende e imprime
en los primeros años, bueno o malo,
suele arraigarse de manera que se re-
tiene toda la vida.
Lo que se aprende con la leche en los la-
bios, no se olvida con les años. — V. Lo
que en la leche se mama, en la mortaja
se derrama.
Mamar uno alguna cosa en la leche.
Aprenderla en los comienzos de la
vida; adquirirla o contraerla entonces.
Que tome leche de burra, para que no se
aburra.
Uno de tantos juegos de palabras
como tiene nuestra lengua, injustifica-
dos las más de las veces. Éste consiste
en las últimas palabras, que no se abu-
rra, por que no sea burra, que pronun-
ciadas sin la debida separación, produ-
cen al oído la misma sensación, aunque
el significado, como se ve, no puede ser
más diferente de lo que es.
Renegar uno de la. leche que mamó.
Hallarse muy desesperado y fuera de
quicio.
Ser más blanco que la leche.
Modo de expresar la blancura sobre
toda ponderación de alguna persona o
cosa. — Aplícase también a las personas
que no gozan fama de arrojadas o va-
lientes.
Si a alguien se le antojase leche de pája-
ro, la encontraría en Sevilla.
Hipérbole hija de algún hispalense
enamorado de su patria, para indicar
que en la ciudad del Betis hay de todo
cuanto pueda soñar la fantasía humana.
Tener uno la leche en los labios.— Y. Es-
tar uno con la leche en los labios.
Tras la leche, dijo el teatino, no bebas
vinagre, agua ni vino. — V. La leche con
el vino tórnase venino.
LECHERA. — Eso es como el cuento de la
lechera.
Dícese de aquel que, prometiéndose
felices resultados de la empresa que
ha acometido, sufre al fin cualquier
amargo desengaño por efecto de las
contingencias que caben a todas las co-
sas de este mundo. — Hace alusión a la
tan conocida fábula de aquella lechera
que, lisonjeándose comprar con el im-
porte de la leche que iba a vender al
mercado una infinidad de cosas, ha-
biéndose caído y hecho pedazos el cán-
taro en que se contenía el germen de
su presunta felicidad, de resultas de los
brincos y saltos que su loca alegría le
estimulaba a dar, vio repentinamente
convertidas en humo sus esperanzas
halagüeñas.
LECHO. — Ser una cosa el lecho de Pro-
crusto.
Dícese de todo aquello que quere-
mos amoldar a nuestra voluntad.— Alu-
de al célebre personaje mitológico, la-
drón del Ática, que no contento con
despojar a los viajeros de todo cuan-
to llevaban, los hacía acostar en una
cama de hierro, cortándoles todo lo que
les sobraba de piernas cuando eran
más largos que la cama, o haciéndoles
estirar por medio de cuerdas hasta
que daban la longitud del lecho. Fué
muerto por Teseo, el cual lo sometió
a la misma tortura.
LECHÓN.— El lechón que siendo lechón
no lo matan, muere marrano. — V. El
que nace para ochavo no llega a cuarto.
El que nace lechón, muere cochino.
No se puede contrarrestar el natural
con que nace cada uno.
LECHUGA. — Esa lechuga no es de su
huerto.
Moteja al que se apropia las agude-
zas o invenciones de otro. — Dícese
también : Ese bollo no se ha cocido eti
su horno.
LECHUZA
5i6
LENGUA
Ser más fresco que una lechuga.
Aplícase a la persona desaprensiva,
que no se altera ni avergüenza por
nada. — Aplícase lo mismo en bueno
que en mal sentido.
LECHUZA. — La lechuza vuela.
Equivale a que una cosa es corrien-
te, de todos conocida.
Llevar lechuzas a Atenas.
Llevar alguna cosa adonde es muy
abundante, y por tanto, adonde no
hace falta.
LEER.— El que lee mucho y anda mucho, ve
mucho y sabe mucho.
Enseña que la instrucción más sólida
es la que se adquiere con los viajes y
la lectura.
Eso se te pega, y como lo leíste se te queda.
Lo que se lee con cuidado no se bo-
rra jamás.
Leído y escribido.
Dícese del que tiene conocimientos,
por pequeños que sean, en oposición
al rudo e ignorante; así por lo meno s
lo aplica el pueblo. — En esferas más
elevadas se aplica a los que, siendo de
humilde instrucción, se las echan de
que saben mucho. — «Vos, que sois leído
y escribido, podéis entender esas alga-
rabías de allende.» (Cervantes, El re-
tablo de las maravillas, escena III.)
LEGANÉS. — Hacer una cosa con la fresca
de Leganés, entre las dos y las tres.
Aplícase irónicamente a aquello que
se ejecuta a la hora de más calor.
LÉGAÑA. — Aunque estén sin légañas,
los ojos se engañan.
Las personas suelen ser considera-
das y juzgadas según el afecto con que
se las mira.
LEGO. — El que parece lego dice dos misas.
No se debe juzgar por las aparien-
cias, pues, generalmente, el que parece
más tonto resulta más listo cuando me-
nos se piensa, sobre todo si es para su
provecho.
LEGUA. — Por doquiera hay su legua de
mal camino.
En todo aquello que se intenta hacer
se encuentran sus dificultades.
Se parece a la legua de Parla, que es larga
y estrecha.
Dícese de lo que es más pesado de
lo que a primera vista parece.
Tener alguna cosa su legua, o su pedazo,
de fnal camino. - V. Por doquiera hay su
legua de mal camino.
LEJÍA. — Perdida es la lejía en la cabe-
za del asno. — V. Echar margaritas a
puercos.
Tener color de lejía.
Dícese del cielo cuando está comple-
tamente cerrado; del agua potable cuan •
do se halla turbia, etc.
LEJOS. — Quien lejos se va a casar, o va
engañado o va a engañar.
Un acto tan trascendental como el
del matrimonio no debe llevarse a cabo
sin un absoluto conocimiento, tanto físi-
co como moral, de ambos contrayentes.
Si ese conocimiento no media y se llega
a la consumación del sacramento, pue-
de asegurarse que alguna de las partes
quiere dar gato por liebre.
LENGUA.— Andar de lengua en lengua.
De unos en otros; de boca en boca.
Atar la lengua.
Impedir que se diga una cosa.
Buscarle a uno la lengua.
Incitar a disputas, provocar a riñas,
haciéndole hablar lo que no quiere.
Cada uno lleva la lengua al lado donde
le duele la muela.
Es lógico que uno se queje de aque-
llo que le atañe, procurando buscarle
el condigno remedio.
Calentársele a uno la lengua. — V. Ca-
le?itársele a alguno la boca.
Con la lengua de un palmo.
Con grande anhelo o cansancio.
Cuando anda la lengua, paran las ma-
?ios. — V. Dímelo hilando, casera.
Destrabar la lengua.
Quitar el impedimento que uno te-
nía para hablar.
De tal lengua, tales palabras.
Según la persona que habla, así se
pueden esperar frases agradables y
juiciosas, o tonterías e insultos.
Echar uno la lengua al aire. — V. Írsele
a uno la lengua.
Echar la lengua, o echar la lengua de
un palmo, por una cosa.
Desearla con ansia; trabajar y fati-
garse por alcanzarla.
En la lengua consisten los mayores daños
de la humana vida.
Antes de hablar es conveniente mi-
LENGUA
— 5*7
LENGUA
rar lo que se dice, pues a veces una
frase inconveniente puede traer des-
agradables consecuencias.
En lo que no nos importa, la lengua cor-
ta. — V. Cuchareta, donde no te llatnen
no te metas.
Hablar con lengua de plata.
Pretender o solicitar una cosa por
medio de dinero, dádivas o regalos.
írsele a uno la lengua.
Decir inconsideradamente lo que no
quería o debía manifestar.
La lengua castellana es la más propia
para hablar con Dios.
Dicho de Carlos V de Alemania y I de
España.
La lengua del amor es bárbara para quie?i
no le tiene.
Manifiesta que para los que no están
enamorados, oír hablar a los que lo es-
tán les produce el mismo efecto que
escuchar una lengua extranjera, puesto
que no la comprenden.
La lengua del mal amigo, más corta que
cuchillo.
Valiéndose de la amistad que nos
fingen, los malos amigos sacan a la
plaza los defectos que nos sorprendan,
sin que nos quepa la defensa, por igno-
rar el mal uso que de nuestra confianza
y candidez se hace.
La lengua es el arma de las mujeres. —
V. La lengua es la espada de las muje-
res; por eso nunca la dejan que crie moho.
La lengua es la espada de las mujeres;
por eso nunca la dejan que críe moho.
Porque el sexo débil se defiende sólo
con las palabras (hay excepciones). La
segunda parte expresa la cualidad, casi
general, de ser muy habladoras las mu-
jeres.
La lengua maldiciente es como espada de
dos jilos.
Los que tienen el vicio de la male-
dicencia, además de causar el daño
ajeno, suelen personalmente sufrir sus
consecuencias.
La lengua queda, y los ojos listos.
Recomienda que en ciertos casos se
hable poco y se observe mucho para
conseguir lo que se desea.
Lo que dice la lengua lo viene a pagar la
cabeza.
Da a entender que las consecuencias
de nuestras palabras suelen recaer en
nosotros mismos.
Lo que. dice la lengua paga la gorja. —
V. Lo que dice la lengua lo viene apagar
la cabeza.
Mas que sea sólo la lengua que hable, que
no lo haga mal de los padres.
Recomienda el más profundo respe-
to a los que nos dieron el ser, aconse-
jando que jamás se los deshonre por
nuestros labios, aun cuando fuese en
un accidente de cólera y sin sentir en
el corazón lo que la boca impensada-
mente dice.
Morderse uno la lengua.
No poder decir aquello que quisiera.
No dice más la lengua que lo qtie siente el
corazón.
Manifiesta que cada uno habla según
sus inclinaciones y afectos, o que lo
que dice alguno con la mayor vehe-
mencia, es señal de que está fuerte-
mente persuadido de su realidad.
No diga la lengua lo que, o por do, pague
la cabeza.
Advierte que no se digan palabras
que acarreen daño al que las pronuncia.
Parece que ha comido lengua.
Dícese de la persona que habla mu-
cho, sin dejar meter baza a los demás.
Pegársele a uno la lengua al paladar.
No poder hablar, por turbación o pa-
sión de ánimo.
Poner lengua en uno.
Hablar mal de él.
Quien tiene lengua aguda, necesita tener
costilla dura.
El murmurador se halla expuesto a
muchos sinsabores.
Quien tiene lengua, a Roma va.
Aquel que duda o ignora alguna cosa
debe preguntar para lograr el acierto,
pues preguntando no se puede equi-
vocar.
Quitar de la lengua.
Ser causa una persona o cosa de que
uno no diga todo lo que se propo-
nía.— V. Quitar a uno alguna cosa de
la BOCA.
Sacar la lengua a uno.
Burlarse de él verificando la acción
indicada, tan significativa en el lenguaje
mímico como poco correcta entre per-
sonas de buena educación.
LENGUA
- Si!
LENTITUD
Ser largo de lengua.
Dícese del que habla coa desver-
güenza o con imprudencia.
Ser ligero de lengua.
Aplícase al que sin ninguna conside-
ración ni miramiento dice cuanto le
ocurre o se le viene a la boca.
Sobre la lengua tienejí poder el vulgo y
el uso.
La verdadera manera de hablar de
una nación es como la costumbre y el
pueblo quieren, a pesar de todas las
leyes gramaticales y de todas las reglas
establecidas por los doctos y los erudi-
tos más o menos a la violeta. Esto no
es de hoy, pues ya lo dijo muy elegan-
temente el preceptista Horacio: Sivolei
usus, quem penes arbitrium est et jus et
norma loquendi.
Tener lengua de sierpe, de escorpión, de
víbora, etc.
Se dice del que es murmurador o
maldiciente.
Tener suelta la lengua. — V. Ser ligero de
LENGUA.
Tener una lengua como una hacha. — Véa-
se Tener lengua de sierpe, de escorpión,
de víbora, etc.
Tener uno en la punta de la lengua una
cosa.
Estar a punto de acordarse de una
cosa, sin dar en ella. — Estar a punto de
decirla, pero sin llegar a hacerlo.
Tener uno la lengua gorda.
Estar borracho, aludiendo a lo estro-
pajosa que se pone en ese estado del
individuo, hasta el punto de no poder
hablar claramente.
Tener uno mucha lengua.
Ser muy hablador.
Tirar de la lengua a uno.
Hacerle hablar, sonsacarle, procurar
con maña que diga o descubra lo que
sabe y reserva.
Tomar lengua, o lenguas.
Informarse de una cosa.
Trabarse la lengua.
Impedir el libre uso de ella un acci-
dente o enfermedad.
Trastrabarse la lengua. — V. Trabarse
la LENGUA.
Andar en lenguas.
Decirse, hablarse mucho de una per-
sona o cosa.
Hacerse lenguas.
Alabar encarecidamente a personas
o cosas.
Hay lenguas para lenguas, y manos
para manos.
Expresa la disposición en que nos
hallamos de poder contestar en la mis-
ma forma en que seamos interrogados.
Para las malas lenguas, buenas son las
ti/eras.
El mal hablar, ya sea por proferir
palabras inconvenientes y malsonan-
tes, ya por quitar la estimación al pró-
jimo, merece llevar su condigno co-
rrectivo.
/ Temeroso de malas lenguas!, el Cielo no
está seguro de ellas.
Invita a no hacer caso de que hablen
mal de uno, ya que ni las cosas más
santas se libran de ello, porque el mal-
diciente no respeta nada con tal de sa-
tisfacer su malvado vicio.
Traer en lenguas. — V. Traer en bocas
a alguno.
LENGUAJE. — No hay lenguaje más ex-
presivo que el del palo. — V. No hay tal
razón como la del bastón.
LENTEJA. — El pecado de la lenteja.
Se suele comparar con este cereal
aquella falta que, a pesar de ser leve e
insignificante, es abultada o ponderada
por alguno.
Por tirar una lenteja tina monja, dicen
que se condenó.
Exhortación a la economía.
El que come lentejas, no las masca todas.
Aplícase al que acepta cosas insig-
nificantes sin detenerse a compro-
barlas.
Si comes lentejas, ¿de qué te quejas? —
V. Si tienes lentejas, ¿de que te quejas?
Si tienes lentejas, ¿de qué te quejas?
Admonición burlesca al que se la-
menta de no poseer nada.
LENTEJUELA. — Porjiar hasta lente-
juela.
Discutir aun las cosas más claras y
evidentes.
LENTITUD. — Lentitud en prometer, se-
guridad en cumplir.
Aconseja que no se haga un ofreci-
miento hasta tanto que no tengamos la
convicción de que hemos de llevarlo a
efecto.
LENA
— 5i9 —
LEPE
LEÑA. — A mala leña, echar mucha.
Lo que vale poco, mientras más
pronto se acabe, mejor.
Añadir leña al fuego. — V. Echar leña al
fuego.
Cargar de leña a uno.
Darle de palos.
De leña media se hace buen carbón.
El poseedor de mediana inteligen-
cia, a fuerza de perseverancia y traba-
jo, puede llegar a ser erudito.
Echar leña al fuego.
Fomentar una discordia con nuevas
querellas, o dar pábulo a una pasión
cualquiera para que llegue a hacerse
más vehemente de lo que antes era.
La leña, cuanto más seca, ?nás arde.
Indica que la lascivia suele ser más
vehemente en los ancianos que en los
jóvenes.
Leña apretada, cocina ahumada.
Todo lo que se fuerza demasiado re-
sulta contraproducente, como sucede
con el combustible citado, que para
que produzca una gran hoguera hay
quien aprieta el hogar, sin compren-
der que la falta de aire hace que se
requeme, produciendo humo, pero sin
levantar llama.
Leña de romero y pan de panadera, la bor-
donería entera.
Denota la holgazanería de los labra-
dores que compran el pan por no ama-
sarlo y cocerlo en su casa, y tienen
leña ligera y de poco calor y duración
por no ir a buscar la recia más lejos.
Leña verde no ahuma, pero emiegrece.
De cada cosa se obtiene, según su
condición, lo que lógicamente puede
esperarse de ella.
Llevar leña al monte.
Manera de motejar la indiscreción de
aquellas personas que dan alguna cosa
a quien tiene abundancia de ella o no
la necesita.
Poner leña al fuego. — V. Echar leña al
fuego.
LEÑO. — El leño tuerto, con fuego se hace
derecho.
Recomienda el castigo como único
remedio para el que no anda con la co-
rrección debida.
Estar más dormido que un leño.
Dícese de aquel a quien, por más que
se le llama y zarandea, no se consigue
despertar.
LEÓN. — Al león, con ser león, le ri?ide el
sueño, o la calentura.
Hay circunstancias en las que los ca-
racteres más enérgicos se ven obligados
a aflojar en su rigidez.
Hacer las particiones del león.
Se dice de aquel que se guarda o re-
serva para sí los productos de una em-
presa en que han intervenido muchos,
con alusión a la tan conocida fábula de
Esopo, en la cual, habiendo pactado el
león con la becerra, la cabra y la oveja
repartir con ellas la caza que todos en
común, o cada uno en particular, hubie-
se hecho, llegado el momento de haber
cogido la presa, se adjudicó las cuatro
cuartas partes para sí; que de algo ha
de servir la ley del más fuerte.
No despertar al león que duerme. — V. No
conviene despertar al que duerme.
No es tan bravo, o fiero, el león como lo
pintan, o co?no la gente lo pinta.
Denota que alguna persona no es tan
áspera, fiera y temible como se creía, o
que algún negocio es menos arduo y
difícil de lo que se pensaba.
Desquijar leones.
Echar fieros y baladronadas.
LEONCITO . — ¿Leoncitos a mi? ¿A mi
leoncitos?
Ffase despreciativa empleada cuan-
do se oye echar bravatas o proferir
amenazas contra uno.
LEONERA. — Parecer una leonera.
Se aplica a la pieza o cuarto que sue-
le haber en las casas, especialmente si
son de familia numerosa, para meter
trastos y arrinconar prendas de poco
uso o de desecho, etc., con alusión al
desorden y confusión que reina en las
jaulas o parajes donde están recogidos
los leones.
LEPE. — Saber más que Lepe, o Saber más
que Lepe y Lepillo, o Saber más que
Lepe, Lepijo y su hijo.
Aplícase cualquiera de estos tres re-
franes a aquella persona que sabe mu-
cho, particularmente en gramática par-
da, con alusión a este personaje legen-
dario, de cuya genealogía, así como de
la de otros análogos, no hablan nada
los reyes de armas.
LEPRA
— 520 —
LETRA
LEPRA. — La lepra dice que os esiá apega-
da, pero es para roeros las carnes.
El que adula es por lo que le produ-
ce su bajeza.
LÉRIDA.— Lérida la ha agujereado.
Dícese del que toma la iniciativa en el
acometimiento de una empresa, como
sucedió con las tropas ilerdenses o leri-
danas, que, habiendo acudido en unión
de otras poblaciones, el año 1238, a la
conquista de Valencia, fueron las prime-
ras en romper el muro de esta ciudad.
LETANÍA. — Parecer una letanía.
Aplícase a todo razonamiento largo
y repetido, y algunas veces enojoso.
LETRA. — A buena letra, mal cajista. Y
por consecuencia recíproca : A mala le-
tra, buen cajista.
Cuando el original del autor está es-
crito con claridad, se le suele entregar
en la imprenta a los principiantes para
que lo compongan, los cuales, como no
prácticos todavía, suelen cometer mu-
chas faltas en su labor. No así en el
caso contrario, pues confiada esa tarea
a personas peritas en leer escritura en-
revesada, resulta su faena mucho más
exenta de erratas.
A espacio y buena letra. — V. Despacito y
buena letra.
Atenerse a la letra.
Sujetarse al sentido literal de cual-
quier texto.
Despacito y btiena letra.
Recomendación que se suele hacer
con objeto de que se ejecute la labor
de que se trate sin apresuramientos de
ningún género, a fin de que salga lo más
perfecta posible.
Gastar más letra colorada que misal gre-
goriano.
Dar más importancia a las cosas que
la que realmente les corresponde.
La letra con sangre entra.
Da a entender que el que quiera sa-
ber o adelantar en cualquiera cosa, ha
de ser a costa de trabajos y fatigas. Y
para más claridad de nuestros lectores,
copiamos a continuación la siguiente
teoría que el médico cordobés doctor
Francisco del Rosal hace en su Diccio-
nario de la lengua castellana, Alfabe- I
to l.°, art. Disciplina:
«Disciplina llamamos al azote, y en la- |
tín significa doctrina y enseñanza, de
discere, que es aprender, y allí discípulo
al que aprende, porque la disciplina y
castigo es instrumento de la enseñanza;
pero debe ser moderada, y no con el
rigor que el tosco vulgo quiere, do-
mando los niños a golpes y palos como
si fueran bestias, arrimándose a un re-
frán mal entendido: La letra con san-
gre entra; de donde por sangre debe-
mos entender, no el castigo, sino el de-
seo, amor y celo, y lo que vulgarmente
decimos honrilla, que ésta mueve más
que el castigo, pues fué llamado estudio,
porque en latín esta palabra quiere de-
cir deseo, cuidado y codicia, con la cual
se alcanza el saber. Y que la sangre sea
celo y cuidado parece claro, por ser
humor que provee y sustenta al animal
y celosamente le socorre, cubriendo e
rostro en la vergüenza, rodeando el co-
razón en el miedo, por lo cual la llama-
ron los antiguos alma, porque faltando
ella falta la vida; y así, faltando el celo
y codicia falta lo que por ella se bus-
ca, que es honra o hacienda, de donde
dijo bien el castellano : Es hombre de
sangre en el ojo; que es decir, de celo
y cuidado, y ésta es la sangre con que
entran las letras. De lo dicho consta
que por sangre entendió el castellano
el amor y los celos; y eso mismo quie-
re decir aquella antigua copla:
Los ojos de la niña lloraban sangre;
agora ha de ve?iir quien los halague.y
Letra por letra.
Enteramente, sin quitar ni añadir cosa
alguna.
Meter letra.
Estar en conversación.— Armar bulla;
procurar embrollar las cosas.
Todo eso es letra muerta.
Dícese de aquellas cláusulas que, a
pesar de estar consignadas en algún
contrato, edicto, código, etc., no se
cumplen.
Las letras de molde suelen estar reñidas
con las letras de cambio.
Los buenos escritores, poetas y pu-
blicistas, en general, no suelen, salvo
raras excepciones, agenciarse grandes
sueldos con su trabajo, ni menos gozar
de bienes de fortuna.
LETRADO
— 521
LEVITA
Letras sin virtud son perlas en el muladar.
Bello símil con que se censura al
hombre que, engreído por la ciencia
del siglo, olvida la de su salvación. Por
éstos se dijo aquella elocuente quintilla:
cLa ciencia calificada
es que el hombre en gracia acabe;
porque al fin de la jornada,
aquel que se salva, sabe,
que el otro no sabe nada.»
No tener uno más letras que las del padre
Paco.
Dícese de los clérigos que no han
estudiado más Teología que la com-
pendiada por el P. Fr. Francisco de
Lárraga, dominico, y a los cuales sue-
le bautizarlos el vulgo con el dictado
chusco de morralistas, en vez del de
moralistas.
Seguir uno las letras.
Estudiar, dedicarse al conocimiento
de la literatura.
Tantas letras tiene un no como un sí.
Argumento contra quien nos niega
alguna cosa, cuando nuestro deseo es
que se nos conceda.
Tener las letras gordas como las de San
A?naro, que tres fio cabían en un carro.
Aplícase a la persona poco instruida,
aludiendo a que los que no están muy
al corriente en lectura no lucen ni aun
aquello poco que conocen, como no
esté escrito en letras del tamaño de
una pulgada cuando menos.
Tener las letras más gordas que un libro
de coró.
Ser por extremo estúpido.
LETRADO. —A lo letrado.
Al uso de los letrados: doctoralmen-
te y con fachenda.
Es mejor letrado el que trae mejor capa —
V. El hábito hace al monje.
Cuando la fama del abogado es gran-
de no se ve nunca sin clientes, y por
tanto, sus ganancias son mayores, lo
cual le permite vestir mejor que los
que, por no tener pleitos, se ven a la
cuarta pregunta. De aquí se puede ex-
traer la consecuencia de que la indu-
mentaria del letrado corre parejas con
su fama.
Ni ruin letrado, ni ruin hidalgo, ni ruin
galgo.
Manifiesta lo poco agradable que es
el tener trato con los dos primeros ni
poseer el último, pues, lejos de dar
fama, contribuyen a hacer perder la
nuestra.
LETURA. — Ir con letura. — V. Proceder
COn LETURA.
Proceder cotí letura.
Obrar con aviso y pleno conoci-
miento en un asunto.
LEVA. — Irse a leva y a monte.
Escaparse, huirse, retirarse.
Ser uno de los de leva y monte.
Indica ser muy astuto y diligente
para huir el bulto cuando amenaza el
peligro.
LEVADURA. — Un poco de levadura
aceda toda la masa. — V. La manzana po-
drida pierde a su co/npañía.
LEVANTAR. — ,£7 que primero se levan-
ta, ése se la calza. — V. El que da prime-
ro, da dos veces.
Levántame, y te levantaré.
Da a entender que, en justa reci-
procidad, todo el que nos ayuda en
un trance comprometido, puede con-
tar con nuestro auxilio siempre que lo
necesite.
Levantar a uno hacia arriba, o tan alto.
Irritarle, hacerle sentir gravemente
una cosa.
Levantarse con una cosa.
Apoderarse de ella con usurpación o
injusticia.
LEVANTE. — Cuando con levante llueve,
las piedras mueve.
Refrán usado en Ceuta, según el tes-
timonio de López de Ayala en su His-
toria de Gibraltar, pág. 102, cuyo pasa-
je, que copio a la letra, dice así : «El
sud-este reina también en el invierno :
es tempestuoso, i siempre es cálido;
dura en toda su fuerza por lo regular
tres días, i levanta tan recios aguace-
ros, que dio motivo en Ceuta a este
proverbio portugués : Quando com le-
vante chove, as pedras move.»
LEVITA. — Pues hágase usted una le-
vita.
A los que se jactan de hacer cuanto
quieren de alguien o de algo, dispo-
niendo con toda libertad y sin hallar
ningún género de oposición, se les sue-
le dirigir semejante desahogo. — El ori-
gen de esta frase proviene del siguien-
LEY
— 522
LEY
te epigrama de Juan Martínez Viller-
gas:
«Díjole a cierto empresario,
con tono grave y sesudo,
un cantante estrafalario
que andaba casi desnudo :
— Es mi voz tan exquisita,
que hago de ella cuanto quiero.
—¡Pues, hombre— exclamó el primero—,
hágase usted una levita!»
LEY. — A cada ley, pata de buey.
Antes de dictar una ley se necesita
proceder con gran pulso y reflexión, a
fin de no exponerse el legislador a te-
ner que revocarla, por causa de hacer-
se imposible su cumplimiento.
A toda ley, hijos y mujer.
Para pasar la vida gozando las satis-
facciones que de ella puedan esperar-
se, se ha de desear la constitución de
un hogar en el que no falten ni el cari-
ño de la esposa ni el amor de los hijos.
Bajar de ley.
Disminuir la parte más valiosa de un
metal o un mineral, respecto al volu-
men o al peso.
Cualquiera ley postrera quita la fuerza a
la primera.
Todo precepto deja de estar vigente
tan luego como es derogado por otro
que emana de la propia autoridad.
Dar la ley.
Servir de modelo en ciertas cosas.
Donde tío distingue la ley, tampoco debemos
distinguir nosotros.
Axioma jurídico que aconseja se in-
terpreten las leyes en su sentido es-
tricto y razonable, sin pretender sacar
deducciones arbitrarias y, por lo co-
mún, violentas y exageradas.
Echar la ley a uno.
Condenarle, usando con él de todo el
rigor de la ley.
La ley del embudo. Algunos añaden como
complemento o explicación : lo ancho
para mi y lo angosto para ti.
Da a entender que en todos los ac-
tos de la vida nos agrada sobremanera
el salir beneficiados, aunque sea contra
derecho y aun a costa de que el próji-
mo resulte descalabrado.
La ley es hecha para los transgr esores.
Raro es el malhechor que no conoce
el Código al dedillo, para estudiar el
modo de escaparse de sus mallas. El
hombre honrado, como no tiene por
qué temer la ley, no se preocupa lo
más mínimo de ella.
Quien hizo la ley hizo la trampa.
La malicia humana halla fácilmente
medios y excusas para quebrantar o
eludir un precepto apenas se ha im-
puesto.
Ser una cosa más de lo que manda la ley.
Dícese jocosamente de aquel o aque-
llo que en su línea supera los límites
de lo justo; v. gr. : Habla más de lo que
manda la ley; Hace más frió de lo que
manda la ley; etc.
Subir de ley.
Aumentar la parte más valiosa de un
metal o un mineral, respecto al volu-
men o al peso.
Tomar la ley. — V. Tomar las once.
Toma y daca es la ley de la Carraca, o
Toma y daca, los mandamientos de la Ca-
rraca.
Modo de expresar el valor de aque-
llo que se vende, y más aún el objeto
por que se cambia otro, en el acto
mismo de hacerse la venta o el true-
que.— Dícese para indicar que los cam-
bios deben hacerse mano a mano, sin
diferir la entrega del objeto que se
permuta.
Venir contra una ley.
Quebrantarla.
Allá van leyes do quieren reyes.
Da a entender que los poderosos
quebrantan las leyes, acomodándolas o
interpretándolas a su gusto.
Callan las leyes mientras hablan las
armas.
Cuando la fuerza se impone los Có-
digos huelgan, pues nadie los respeta.
Por reinar, todas las leyes se han de que-
brar.
El que quiere conservar una cosa no
suele reparar en los medios para con-
seguirlo, aunque sea avasallando y con-
culcando todo lo establecido, por serio
que sea.
Quien puede hacer leyes, puede contra
ellas ir.
Expresa que el que manda puede
hacer impunemente lo que le da la
gana, sin que se crea en la obligación
de dar explicaciones.
LIA
— 523 —
LIBRERO
Tiene más leyes que don Macario.
Dícese de la persona sabihonda y
de mucha letra menuda, con alusión a
un tal D. Macario Fariñas, célebre le-
trado y arqueólogo que floreció en
Ronda en el siglo xvn. — Es frase muy
usada en dicha ciudad y sus contornos.
Van las leyes donde quieren los reyes. —
V. Allá van leyes do quieren reyes.
LÍA. — Estar hecho una lía.
Estar poseído del vino.
LIBELO. — Dar libelo de repudio a una
cosa.
Renunciar a ella. — Darle de mano.
LIBERALIDAD.— Quien da con libera-
lidad, da dos veces.
Es decir, como si diera dos veces,
pues el agradecimiento del beneficiado
es mucho mayor que si el don hubiese
sido parco.
LIBERTAD. — Apellidar libertad.
Pedir el esclavo injustamente dete-
nido en esclavitud que se le declare
por libre.
La libertad es la más preciosa joya del
alma.
Porque es el reconocimiento y el
ejercicio del libre albedrío.
La libertad no debe ser vendida por nin-
gún dinero.
Recomienda a los avariciosos que no
se encadenen, llevados por la codicia.
Libertad y soltura no es por oro compra-
do.— V. La libertad no debe ser vendida
por ningún dinero.
Poner a uno en libertad de una obliga-
ción.
Eximirle de ella.
Por la libertad, así como por la honra, se
puede y debe aventurar la vida.
Encarece el cuidado con que deben
mirarse ambas cosas.
Sacar a libertad la novicia.
Examinar el juez eclesiástico su vo-
luntad a solas y en paraje donde, sin
dar nota, pueda libremente salirse del
convento.
/ Viva la libertad! Algunos añaden : y la
niña que tiene un novio nacional.- -V '. ¡An-
cha Castilla!
LIBRA. — Entrar pocos, o pocas, en libra.
Aplícase lo mismo a las cosas mate-
riales que a las inmateriales, refiriéndo-
se a la bondad, rareza, tamaño, etc., de
aquello de que se trate. — Me permiti-
ré poner algún ejemplo. Dícese al que
después de una vida de trabajo logra
un día de descanso; al que le dan un
banquete suculento e inesperado; al
que remuneran un trabajo con mucho
más de lo que había pensado; al que
pasa un día feliz por cualquier causa;
al que recibe un elogio de persona poco
acostumbrada a prodigarlos; al que ha-
cen un regalo espléndido; et sic de c&-
teris.
LIBRAR. — A biefi, o a buen, librar.
Lo menos mal que puede, podrá o
pudo suceder a uno.
Librar bien, o mal.
Salir feliz, o infelizmente, de un lance
o negocio.
Librar en uno, o en una cosa.
Fundar, confiar, cifrar.
LIBRE. — Nadie está libre de cuernos y
malas lenguas.
Porque nadie puede responder de la
fidelidad de la mujer ni de las envidias
y mala voluntad de nuestros enemigos.
Quien pueda ser libre 710 se cautive. —
V. El buey suelto bien se lame.
Salir libre y sin costas.
Escapar bien de un negocio intrin-
cado, sin ningún quebranto moral ni
material.
Ser más libre que el aire.
Frase proverbial con que se jacta
alguna persona de gozar de completa
libertad e independencia.
LIBRERO. — ¿Acaso soy yo librero?
«El cura de N., en el estado de Jor-
quera, obispado de Cartagena, hombre
sencillo y de probidad, tenía por única
distracción la caza, cuyo agradable ejer-
cicio viene a hacerse casi una necesi-
dad en los pueblos pequeños. Reduci-
dos todos los sermones de dicho pá-
rroco a pláticas doctrinales en los días
festivos, no necesitaba hacer otro es-
tudio que el de las costumbres de sus
feligreses; y así, su única lectura era en
los libros del rezo, los cuales se halla-
ban en la casa por cualquiera parte,
sobre una silla, junto a la cama o en
algún poyo de la cocina. Los estantes
de la librería de su antecesor se veían
adornados con famosos perdigones en
sus jaulas, buenas escopetas, frascos de
LIBRO
524 —
LIBRO
pólvora, morrales y demás pertrechos
de un cazador. El cuidado de los pe-
rros y del caballo eran la única delicia
del cura. Sabidas por los demás ecle-
siásticos de la comarca todas estas cir-
cunstancias, no faltó quien instruyese
de ellas al obispo, en ocasión que iba
haciendo la visita de su diócesis y se
hallaba hospedado en la misma casa
del cura; porque siempre hay personas
que procuran ganar el aprecio de sus
superiores a costa de otras reputacio-
nes, haciendo patentes faltas ajenas
para ocultar mejor las propias. El pre-
lado era varón virtuoso e ilustrado,
pero de trato franco y festivo humor; y
aguardando oportunidad para advertir
sin rigor al párroco su falta de litera-
tura, le proporcionó tan buena ocasión
él mismo con sus instancias de cos-
tumbre para que viese el huerto, gra-
neros y todas las habitaciones y las
dependencias de la parroquia. El obis-
po, prestándose con facilidad a todas
sus insinuaciones, y concluido tan pro-
lijo reconocimiento, le dijo a presencia
de toda su comitiva: «Ahora falta nos
enseñe usted su librería.» Pero el pá-
rroco contestó con gracia y serenidad:
\Pues acaso, ilustrisimo señor, soy yo
librero?» La originalidad de esta res-
puesta es todavía proverbial por aque-
lla tierra.» (De la Floresta Española,
revista de Madrid, correspondiente al
jueves 28 de ma3'o de 1835, núm. 22.)
LIBRO. — Al libro y a la mujer, hasta el
culo se le ha de ver.
Enseña lo fácil que es equivocarse
cuando se trata de la elección de una
mujer o de la adquisición de un libro,
si antes de tomar una u otro no se les
examina con la mayor atención.
Apuntar en el libro verde.
Libro o cuaderno en que se escriben
noticias particulares y curiosas de al-
gunos países y personas, y en especial
de los linajes, y de lo que tienen de
bueno o de malo. — Retener en la me-
moria algo que se nos hace o dice, para
obrar en consecuencia más adelante.
Cada libro que un autor regala es un
hurto que se hace a sí mismo.
Porque deja de venderlo, y, lo que
es peor, se expone a dejar de vender
tantos ejemplares cuantos sean los in-
dividuos a quienes lo preste el agra-
ciado para que lo lean.
Cantar, o leer, a libro abierto.
Cantar o ejecutar de repente, o a pri-
mera vista, cualquiera composición mu-
sical.
Cual libro leemos, tal vida hacemos.
Como quiera que el ejemplo es po-
derosísimo inductor de las costumbres,
no es de extrañar que sigamos el que
nos pinta nuestro autor favorito. ¡Lo
triste es que los hay tan malos!...
El libro de la aldea.
Las cuarenta y ocho hojas, o cartas,
de que consta la baraja.
Estar como un libro descuadernado.
Se aplica a aquel objeto cuyas partes
componentes se hallan en completo
desbarajuste, como sucede al libro des-
cuadernado, que a poco que uno se
descuide sale cada hoja por su lado.
Hablar como un libro.
Hablar con corrección, elegancia y
autoridad.
Hablar como tm libro en blanco.
Manera de decirle a una persona que
ha soltado un ex abrupto, y por lo tan-
to, que no satisface la contestación dada
a su contrario en la conversación que
con él ha sostenido.
Hacer uno libro nuevo.
Empezar a corregirse sus vicios con
una vida arreglada y cristiana. — Intro-
ducir novedades.
Hasta que el libro entiendas, no digas de
él bien ni mal.
Recomienda que no se juzgue nunca
aquello que se desconoce.
Libro cerrado no hace, o no saca, letrado.
Poco aprovechan los libros si no se
estudia en ellos.
Libro de las cuarenta /wjas.
Baraja de naipes.
Libro prestado, libro perdido.
Es raro el ejemplar que se devuelve
a su legítimo dueño, pues la mayoría
del público quiere no sólo leer, sino
poseer toda obra que se produce, pero
sin que le cueste un céntimo.
No hay libro tan malo que no tenga algo
bueno, o alguna cosa buena.
Un libro, por malo que sea, puede
servir, al menos, para testimonio de su
LIBRO
S25 —
LIEBRE
tiempo, cuando no para huir los erro-
res en que él mismo incurre. — Esta
frase, hoy proverbial, se atribuye a Pu-
nió el Mayor, según la autoridad de su
sobrino Plinio el Menor en sus Cartas,
libro III. — Entre nuestros clásicos la
usaron : Hurtado de Mendoza, en el
prólogo al Lazarillo de Tormes; Rojas,
en su Viaje entretenido; Alemán, en el
Guzmán de Alfarache; Cervantes, en el
Quijote; etc.
No hay mejor amigo, o compañero, que un
buen libro.
Porque éste no nos engaña, está
siempre dispuesto a servirnos y nos
enseña desinteresadamente.
Un libro es glosa de otro.
Como la originalidad es cualidad tan
difícil de hallar, no es extraño pensar
que en un libro se halla lo que existe
en otro.
Un libro grande es un gran mal.
Porque si no es bueno, mientras ma-
yor sea, mayor número de tonterías
contendrá.
£1 que fio sabe leer, ¿para qué quiere los
libros?
Dícese de aquel que posee cosas que
no le sirven de nada.
Escrito está en los libros del Destino que
es libre la nación que quiere serlo.
Sublime pensamiento con que termi-
na el prólogo que compuso D. Cristó-
bal Baña para representarse en Cádiz,
por la primera actriz D.a Agustina To-
rres, antes de la tragedia de Alfieri,
Bruto primo, que con el título de Roma
libre tradujo a nuestra lengua en sono-
ros versos D. Antonio Sabiñón, y que
se estrenó el 25 de junio de 1812 en
una función teatral dada a beneficio del
Ejército.
Los libros ¡cuánto enseñan!; pero el oro
¡cuánto alegra!
Frase que suelen emplear los parti-
darios de las riquezas sobre la instruc-
ción.
Afeterse en libros de caballería. — V. Me-
terse en dibujos.
No estar una cosa en los libros de uno.
Serle extraña una materia, o pensar
de distinta manera.
No meterse en libros de caballería. —
V. No meterse e?i dibujos.
No ser menester, o no haber necesidad de,
abrir ni cerrar ningún libro para una
cosa.
No requerir ésta, por ser muy clara,
sencilla o fácil, meditación y estudio.
Quemar uno sus libros.
Usase para esforzar la propia opinión
o contrariar la ajena.
LICENCIA. — De la licencia del mal
hablar se sigue la licencia del mal obrar.
Enseña que de las conversaciones
libres a los actos pecaminosos no hay
más que un paso.
Tomarse uno la licencia.
Hacer por sí e independientemente
una cosa, sin pedir el permiso o facul-
tad que por obligación o cortesía se
necesita para ejecutarla.
LICENCIADO. —Parecerse al licencia-
do Vidriera.
Tipo creado por Cervantes en la per-
sona del protagonista de la novela a
que dio igual título, y con el cual se
significa una persona nimiamente alfe-
ñicada, tímida y quejumbrosa.
LICITO. — No es licito hacer un mal por-
que de él se siga un bien.
Regla de conducta moral basada en la
ley natural y sancionada por la divina.
LID. — Habido en buena lid. — V. Habido en
buena guerra.
LIEBRE. — A la liebre corredora, la esco-
peta prevenida .
Indica que no debe uno dormirse
cuando tiene que tratar con personas
astutas, a fin de no ser engañado.
Coger una liebre.
Dar una costalada .
Comer uno liebre.
Ser cobarde.
Correr como una liebre. — V. Correr como,
o más que, un gamo.
Después de liebre ida, palos en, o azotan,
la cama.
Satiriza a los que acuden a remediar
un daño cuando éste ya está hecho.
Donde menos se piensa, salta la liebre.
Da a entender el suceso repentino
de las cosas que menos se esperaban.
El que sigue la liebre, ése la mata.
La perseverancia es la mejor garan-
tía de buen éxito en cualquiera em-
presa.— Dícese también simplemente:
El que la sigue la mata.
LIENDRE
— 526 —
LIGERO
Es liebre corrida y sabe las sendas.
Dícese de la persona que por su edad
y práctica de la vida tiene experiencia
suficiente para salir de un mal paso.
La liebre del cubil sácala la comadreja.
El que está predestinado que ha de
concluir a mano de sus enemigos, por
mucho que se oculte, éstos le irán a
buscar hasta lo más recóndito.
La liebre y la ramera, cabe la vereda.
Quiere decir que ambas se hallan
siempre escondidas junto al camino.
Levantar la liebre. — V. Levantar la caza.
Levanta la liebre para que otro ?nedre.
Aplícase a aquel que sugiere una
idea, poniéndola otro en práctica y re-
cogiendo, por tanto, el fruto.
Más cobarde que u?ia liebre.
Punto de comparación basado en que
este animalito, lejos de hacer frente al
peligro, sólo con que vea una sombra,
corre que se las pela.
Más ligero que una liebre, o que u?i gamo.
Dícese del que corre con suma velo-
cidad.
Más medroso que una liebre.
Sumamente asustadizo, como sucede
a este animal, que sólo el ruido de una
hoja que cae o se mueve agitada por el
viento, es motivo sobrado para atemo-
rizarlo y ponerlo en precipitada fuga.
Seguir la liebre.
Continuar averiguando o buscando
alguna cosa por la señal o indicio que
de ella se tiene.
f Tú liebre, y vas de caza} — V. Tú que no
puedes, llévame acuestas.
Las liebres son para los cazadores.
Indica que no se entremeta nadie en
terreno que no le compete.
Si así corres como bebes, vamonos a liebres.
Aplícase a los amigos exagerados del
zumo de la uva.
LIENDRE. — Cascarle, o machacarle, a uno
las liendres.
Aporrearle, darle de palos. - Argüir-
le o reprenderle con vehemencia.
LIENZO. — ídem de lienzo.
Frase jocosa empleada para significar
la repetición de alguna cualidad, mate-
ria, suceso, escrito, etc.
Lienzo que pasa del ombligo, lienzo per-
dido.
Zahiere jocosamente a los que se
conducen con escasez y miseria en la
ejecución de ciertas cosas, en vez de
echar por largo, so pretexto de ser
un despilfarro aquello que se gasta en
lo que no cae bajo la jurisdicción de
la vista.
LIGA. — Hacer uno buena, o mala, liga con
otro.
Convenir, o no, con él por sus con-
diciones.
LIGERO. — El que cree de ligero, es un
majadero.
Aconseja que no se dé crédito a las
cosas hasta después de haberse cercio-
rado de si son ciertas o no.
Es ligero el tiempo, y no hay barranco que
le detenga.
Manifiesta la rapidez con que trans-
curre la vida.
Ligero, como el ave de San Lucas.
Se dice irónicamente de toda perso-
na o cosa sumamente pesada, aludien-
do al buey o toro alado que se suele
colocar en las estampas al lado de este
evangelista, como tipo o emblema suyo,
tomado de una visión de Ecequiel en
el capítulo I de su Profecía.
Más ligero que el mismo viento.
Comparación basada en la rapidez
del aire.
Más ligero que una veleta.
Aplícase a toda persona inquieta o
voluble, por la facilidad con que gira
la veleta a cualquier aire que sopla. —
Algunos suelen decir: Más ligero que
veleta en marzo, aludiendo a lo comba-
tido que suele ser este mes por todos
los vientos.
Más ligero que veleta en marzo. — V. Más
ligero que una veleta.
No creer de ligero, ni volver los ojos al
son de pandero.
Aconseja no aceptar por verdadero
todo lo que se dice, ni dejarse llevar de
aquello que impresiona a los sentidos.
Quien de ligero promete, despacio se arre-
piente.
Antes de hacer un ofrecimiento, es
conveniente ver si se podrá cumplir,
para no quedar en ridículo al no po-
derse volver atrás.— Así, galanamente,
dice Ercilla:
«Que quien en prometer es muy ligero,
proverbio es que despacio se arrepiente.*
LIJA
527
LIMOSNA
LIJA. — Parecer u?ia lija.
Aplícase a todo objeto que es áspe-
ro al tacto, como el cutis de las manos
cuando está sumamente tosco, la len-
gua de los gatos, etc.
LILAO. — No tanto lilao con la Santa Li-
laula.
No deben ensalzarse demasiado las
virtudes de una cosa, porque a fuerza
de elogiarlas se la hace desmerecer.
LILIPUTIENSE. — Parecer un lilipu-
tiense.
Se designa con esta frase jocosamen-
te al hombre que es por extremo pe-
queño y endeble, con alusión a los per-
sonajes fantásticos de Liliput, que, do-
tados de estas cualidades, imaginó el
novelista inglés Swift en sus Viajes de
Gulliver.
LIMA. — Aunque la lima muerde, alguna
vez se le quiebra el diente.
Dícese de los maldicientes, a quie-
nes no deja de ocurrir en ocasiones el
encontrar quien ponga un correctivo a
sus procacidades.
La lima lima a la lima.
Los hombres de igual acción y poder
ejercen gran influencia entre sí. — Véa-
se No hay peor cuña que la de la misma
madera.
Parecer tma lima sorda.
Dícese de todo gasto continuado e
imperceptible, como también de toda
persona que no cesa de estar repitien-
do por lo bajo una misma especie o so-
licitud, con alusión a la lima que lleva
este nombre, por causar su efecto en
términos tales que apenas produce
ruido cuando funciona.
Ser áspero como una lima. — V. Parecer
una lija.
LIMA. — Esto si, esto sí que no paso' en Li-
ma, sino en Potosí.
Dícese para indicar que no creemos
que una cosa ocurrió tal como nos la
cuentan.
Lima es cielo de mujeres, purgatorio de
hombres e infierno de borricos.
Alude, en el último extremo, a que
los arrieros llevan corriendo las caba-
llerías por dentro de la población, a
fuerza de palos, con lo cual van atro-
pellando a los transeúntes. Los dos pri-
meros son fáciles de comprender, sa-
biendo que las mujeres peruanas, y en
especial las de la capital, tienen fama
de ser muy bonitas.
No te estima bien, ¡oh Lima!, quien no te
ve y te contempla.
Contra los que, por sólo oídas, for-
man un concepto erróneo de alguien o
de algo, especialmente si el tal juicio
es desfavorable.
LIMBO. — Estar en el Limbo.
Estar distraído, alelado, embobado,
y por lo tanto indiferente a todo lo que
sobreviene u ocurre en derredor de
aquel a quien se aplica dicha frase, con
alusión a las almas de los finados que
van a parar al Limbo, cuyo estado con-
siste en no sufrir pena ni disfrutar de
gloria.
LIMOSNA. — Dar en limosna al pobre los
pies del puerco hurtado.
Alúdese a los que aplican a fines be-
néficos parte de los bienes mal adqui-
ridos, por juzgar que Dios tendrá más
benevolencia al imponer el castigo con-
cerniente. Más claro : un medio muy
delicado de convertirlo en cómplice de
la mala acción.
No hay cosa tan sabrosa cotno comer de
limosna.
Porque no ha costado trabajo alguno
el ganarlo; pero es bastante más hon-
roso no tener que deber a la caridad
lo que uno se puede agenciar con su
labor.
Pide limosna: el francés, llorando; el ita-
liano, cantando, y el español, regañando.
Expresa el carácter de cada uno de
estos pueblos. — Cadalso, en sus Cartas
marruecas, termina la trigésima octava
con una variante que nos gusta menos
que la apuntada, diciendo : El alemán
pide limosna cantando; el francés, llo-
rando, y el español, regañando.
¡ Una limosna para este pobre calderero ?
que le sobró la vida y le faltó el dinero!
Cuéntase de cierto calderero que,
habiendo hecho algunos ahorros, de-
terminó comérselos tranquilamente,
después de haberse echado estas cuen-
tas : «Tengo ochenta años y dos mil
duros; ¿qué me puede quedar de vida;1
A lo sumo, diez años. Pues a razón de
cuatro mil reales que anualmente in-
vierta en mis necesidades, me los como
LIMPIA
- 528 -
LINCE
alegremente y cumplo mis deseos de
no dejar nada, o dejar lo menos posi-
ble, a la hora de mi muerte.» Pero sa-
liéronle fallidos sus cálculos, pues en
lugar de diez vivió veinte años más de
lo que se prometía. Entonces se vio
obligado a implorar la caridad pública,
pronunciando las palabras susodichas.
LIMPIA. — Estar alguna cosa tan limpia
que parece que tío ha pecado.
Manera de ponderar la limpieza de
una cosa jugando del vocablo limpio
(de conciencia) y limpio (exento de su-
ciedad, polvo, etc.).
La limpia, al harnero, y la sucia, al ce-
dazo.
A cada cual, según sus circunstan-
cias, debe empleársele en ocupaciones
diferentes, pero adecuadas a su modo
de ser.
Todas las cosas son limpias y honestas a
los que limpia y santamente las tratan.
Indica que según la manera de expre-
sar las cosas, así parecen éstas pecami-
nosas o inocentes. — La malicia humana
suele ver pecado en donde no existe,
bien en las palabras, bien en las obras.
LIMPIEZA. — La limpieza es la nodriza
del amor.
Si se toma en sentido psicológico, el
verdadero amor comienza por la casti-
dad; si se considera fisiológicamente,
todo el mundo sabe que no hay nada
que entibie tanto el cariño como el ver
sucia a la persona amada.
La limpieza es siempre buena, menos en
el bolsillo.
Refrán inventado seguramente por
algún desheredado de la fortuna, tan
filosófico y verdadero como hijo de un
criterio hambriento.
LIMPIO. — Jugar, o no jugar, limpio.
Hacer una cosa sin emplear trampas
ni engaños.
Jugar limpio y sin daño de barras. —
V. Jugar, o no jugar, limpio.
Limpio de polvo y de paja.
Carecer de una cosa en absoluto.
Sacar en limpio.
Deducir naturalmente de los princi-
pios anteriormente expuestos.
Ser uno limpio como el agua.
Grado ponderativo de la limpieza de
una persona; realmente, no cabe mayor
exageración, pues siendo el agua la
que limpia, y comparándose con ella,
tiene que ser tan limpia como el agua,
pero no se puede ser ya más.
LIMPIÓN. — Date un limpión.
Frase proverbial con que se significa
a alguno que no logrará lo que desea.
De aquí vino : Limpíate la boca, que la
tienes de huevo. — Limpión es voz aumen-
tativa en apariencia y diminutiva en
realidad.
LINAJE. — A nadie le averiguan su linaje
hasta que quiere averiguar el ajeno.
Recomienda la prudencia en el trato
con las personas, no tomándose más
confianzas que las que se le den, para
evitarse que, a la recíproca, se las to-
men luego con nosotros, tocando a ve-
ces en cosas que quisiéramos tener
ocultas por razones particulares.
El mejor linaje, el que tiene menos mu-
jeres.
Porque de los hombres se puede es-
perar que hagan más con el fin de au-
mentar las glorias de sus antepasados,
por tener más ocasiones que las muje-
res para ello.
No hay linaje en el mundo, por bueno que
sea, que no tenga algún dime y direte.
Siendo la genealogía de un individuo
de tal extensión, como que llega hasta
nuestros comunes padres Adán y Eva,
puede asegurarse que no habrá uno
que se halle limpio de la más pequeña
mancha.
Ser el linaje de alguno de los Cachopines
de Laredo.
Se aplica al que alardea de descen-
der de personas esclarecidas, cuando
en realidad su origen es humilde o
poco conocido.
Dos linajes solos hay en el mundo, que
son : el tener y el no tener.
La riqueza es el escudo de armas
que más se considera en sociedad. No
es de hoy : Cervantes lo apunta como
cosa corriente, y ya han pasado más de
tres siglos.
LINCE. — Ser un lince.
Dícese de la persona de vista o en-
tendimiento muy perspicaz, con alusión
a la creencia en que se hallaban los an-
tiguos de que este animal tenía los ojos
muy penetrantes.
LINDA
— 529 —
LOBA
LINDA. — El hurtar es cosa linda, si col-
gasen por la pretina.
Indica que se harían muchas cosas si
no tuviesen sus quiebras.
Qué linda cosa es el hurtar, si fuera por
los cintos el colgar. — V. El hurlar es cosa
unda, si colgasen por la pretina.
LINDERO. — Con linderos y arrabales.
Se usa cuando alguien refiere alguna
cosa por extenso o con demasiada pro-
lijidad, contando todas sus circunstan-
cias y menudencias.
LÍNEA. — Apartar la linea del punto.
Desviar la espada de la postura del
ángulo recto, que es donde está el me-
dio de la postura del brazo.
Correr la linea.
Recorrer los puestos que forman la
de un ejército.
La linea recta es la más corta de todas.
Este enunciado, que no debe ser en-
tendido así en absoluto, sino con rela-
ción a determinada distancia (pues de
lo contrario, podría suceder que una
línea curva resultase menor que una
recta), denota en el lenguaje usual que
para llegar pronto y bien al resultado
que uno se propone, lo más acertado
es irse en derechura al objeto capital
del asunto y no andarse en rodeos ni
digresiones.
7 ir ar por linea recta.
Tirar a un objeto que está dentro de
la puntería o alcance de un cañón, an-
tes que insensiblemente descienda la
bala y pierda la línea recta.
Echar, o tirar, lineas.
Discurrir trazas, poner en juego los
medios conducentes al logro de lo que
se desea.
LINO. — El lino cabe el fuego malo es de
guardar. — V. El hombre es fuego; la
mujer, estopa, etc.
Siembra en creciente, arranca en menguan-
te y tendrás un lino como un bramante.
Usase en las montañas de Santander.
Creo que huelga la explicación, por es-
tar demasiado clara.
LIORNA. — Ser una Liorna.
Dícese de todo paraje donde reina
gran confusión y algazara, con alusión
al movimiento que por su excesivo co-
mercio con el Levante tiene aquella
ciudad de Toscana, cuyo puerto sobre
el Mediterráneo es uno de los más con-
curridos del mundo.
LIRÓN. — Dormir como un lirón, o más
que un lirón.
Dormir profundamente, en términos
tales de no despertar con facilidad, alu-
diendo al lirón, que pasa el invierno
escondido debajo de tierra, en un esta-
do como de letargo o adormecimiento.
LISBOA. — Quien no vido a Lisboa, no
vido cosa boa.
Es, sin duda, una manifestación de
entusiasmo de algún portugués por la
capital de su nación.
LISONJA. — Lisonjas en boca de embaja-
dor tienen mal sabor.
Enseña a desconfiar de la persona
que comienza halagando, pues no cabe
duda de que trae malas intenciones
ocultas.
LISTA. — Andar listas las armas de San
Esteban.
Andar a pedradas.
LISTO. — Al más listo se la pegan.
Aconseja que no se confíe demasia-
do, creyendo que no hay nadie capaz
de burlarse de uno, por estar siempre
sobre aviso.
Pasarse de listo.
Exponerse a fracasar, o fracasar de
hecho en su intento. — Cometer algún
desacierto o imprudencia por exceso
sumo de precaución, diligencia, celo o
sagacidad. — V. Todo extremo es vicioso,
o En un término medio consiste la virtud,
o Tanto se peca por carta de más cojuo
por carta de menos.
LITERATURA.-^ Literatura, el ase-
sinato disculpa el robo.
El que copia de un modo disimulado
o imita al vivo la producción ajena para
mejorarla notablemente, es digno de
perdón. — Es pensamiento que se atri-
buye a Dumas.
LITIGANTE.— Todo litigante debe tener
paciencia y mala intención.
Con la gente de curia no se debe
proceder con inocencia, para no verse
envuelto, y no desesperarse porque el
asunto no se resuelva pronto.
LOAR. — El que se loa se enloda. — V. La
alabanza propia envilece.
LOBA. — Ducha es la loba de la soga.
El que ha experimentado algún daño
34
LOBO
530 —
LOBO
no puede olvidar la ocasión o sitio en
que se lo produjo.
Lo que la loba hace, al lobo le aplace. —
V. El lobo y la vulpeja, ambos son de
una conseja.
LOBO. — Cada lobo en su senda, y cada
gallo en su muladar.
Manifiesta que cada uno debe ocupar
el sitio que le corresponde. — Aplícase
a los aficionados a entremeterse donde
no los llaman.
Cada lobo por su senda.
Recomienda que cada uno marche
por su camino, sin ocuparse de lo que
los demás hacen. — Es una variante del
anterior.
Coger uno un lobo. — V. Pillar tm lobo.
Comer como un lobo.
Se dice de la persona que es de gran
voracidad, por la que distingue a este
animal carnicero.
Con un lobo no se mata otro; — V. Un
lobo a otro no se muerden.
Cuando el lobo da en la dula, ¡guay de
quien no tiene más que una!
Aquel que tiene pocos bienes que
perder, al primer contratiempo se que-
da por puertas.
Cuando el lobo quiere hurtar, lejos de
casa va a cazar. — V. El lobo, do se halle,
daño no hace.
De lo contado come el lobo. Algunos aña-
den : y anda gordo.
Por más que se cuide de guardar al-
guna cosa, no siempre se logra su segu-
ridad.
Del lobo , un pelo. Algunos añaden: aun-
que sea de la frente, o y ése, de la cola.
Recomienda que se tome del mez-
quino aquello que quiera dar, conside-
rando que todo es ganancia.
Desollar uno el lobo. — V. Desollar la
ZORRA.
Dormir uno el lobo.
Dormir mientras dura la borrachera.
El lobo de amaño, donde mora tw hace
daño. — V. El lobo, do se halle, daño no
hace.
El lobo, do se halle, daño no hace.
Los malvados procuran hacer sus fe-
chorías en parajes lejanos de aquel en
que habitan, con el fin de no ser fácil-
mente conocidos o descubiertos. — La
forma antigua de este refrán es : El lobo,
do mane, daño no hace, haciendo tribu-
tario al verbo manir con la significa-
ción de morar, residir o vivir, caída en
desuso siglos ha y derivada del latino
manere.
El lobo es en la conseja.
«Dicen los naturalistas que cuando
el lobo ve primero al hombre, le quita
la habla. De aquí tomó origen el vulgar
proverbio o refrán El lobo es en la
conseja, cuando estamos hablando de
uno y él llega; porque con su llegada
nos hace callar, que no se hable más
del.» (Juan Fernández de Idiáquez, Églo-
gas de Virgilio, citado por Gallardo en
el Ensayo de una biblioteca española de
libros raros y curiosos.)
El lobo hace entre semana por que el do-
mingo no vaya a misa.
El que es malo de suyo, apela siem-
pre a algún subterfugio para evadirse
de hacer el bien.
El lobo no come carne de lobo. — V. Un
lobo a otro no se muerden.
El lobo no hace carne cerca de donde
yace. — V. El lobo, do se halle, daño no
hace.
El lobo y la vulpeja, ambos son de una
conseja.
Los malos se aunan y convienen fácil
y prontamente para todo aquello que
pueda perjudicar a los demás.
El lobo viejo a la tarde aulla.
El que tiene una costumbre, aunque
pase mucho tiempo, no deja de dar se-
ñales de ella.
Eso es como el que logra cabeza de lobo.
Se dice del que se aprovecha de la
ocasión en beneficio propio, aludiendo
al que ha cogido un lobo, que va por
los pueblos enseñando la cabeza del
lobo muerto, y sacando dinero a los ve-
cinos por haber librado aquellos con-
tornos de los estragos de semejante
fiera.
Esperar del lobo carne.
Esperar algo de quien todo lo quiere
para sí.
Estar obscuro como boca de lobo.
Se aplica, por lo común, a la noche
cerrada y a la habitación lóbrega, con
alusión al color sumamente obscuro
que tiene por dentro la boca de aquel
animal.
LOBO
— S3i —
LOCO
Hacer al lobo despensero.
Equivale a confiar a una persona el
cuidado de una cosa de la cual se sabe
no ha de responder.
Juntóse al lobo la oveja, y la comió hasta
la pelleja.
Cuando un poderoso se alia con una
persona humilde, siempre resulta ésta
la víctima de aquél.
Lobo hambriento no tiene asiento.
El que carece de alimento busca por
todas partes donde hallarlo.
Lobo tardío no vuelve vacio.
El retraso en una cosa supone insis-
tencia hasta conseguirla.
Muclio daño hace el lobo, mas también a
él se lo hacen. — V. Donde las dan las
to?nan.
Muda el lobo los dientes, y no las mientes.
Los que son malos por naturaleza,
aunque crezcan en edad, no suelen mu-
dar de carácter.
No hace tanto el lobo en un año como paga
en una hora.
El que después de hacer muchas fe-
chorías cae en poder de la Justicia, pur-
ga con el castigo inmediato los delitos
anteriores.
Pierde el lobo los dientes, mas no las
mientes.
Dícese de aquellos que aun en la ve-
jez se complacen en seguir la vida liber-
tina que llevaron en su juventud.
Pillar uno uti lobo.
Una de tantas maneras como en cas-
tellano significamos la acción de em-
briagarse.
Quien al lobo envía, carne espera.
Manifiesta que por la clase del emi-
sario que se nos envía, podemos dedu-
cir las intenciones que trae.
Salir al lobo al catnino, como la gansa de
Cantimpalos.
Aplícase a aquellos que neciamente
se meten en el peligro en lugar de re-
huirlo.
Soltar al lobo entre las ovejas. — V. Ha-
cer al lobo despensero.
Tener el lobo por los orejas.
«Refrán antiguo es: Tener el lobo por
las orejas. Lo qual dicho por aquellos
que estando puestos entre dos estre-
naos no saben qué hazerse. Esto puedo
yo dezir eneste lugar, donde veo que
me tiene puesto mi buen desseo entre
la puerta (como dizen) y la pared. »
(Juan Justiniano, Instruction de la ?nu-
ger christiana, traducción del original
de Luis Vives, un volumen en 4.0, letra
gótica, Alcalá de Henares, 1529.)
Un lobo a otro no se muerden.
Las personas que tienen iguales in-
clinaciones o defienden los mismos in-
tereses, se tapan mutuamente sus de-
fectos.— La Academia no dio cabida en
su Diccionario a este refrán hasta la
cuarta edición, pero incurriendo en la
falta de escribir muerde, en singular, lo
cual continuó hasta la novena inclusi-
ve. En las cinco sucesivas lo ha enmen-
dado escribiendo muerden, como lo exi-
ge la propiedad.
Dos lobos a un cam, bem o comerán.
Refrán gallego que indica la seguri-
dad que pueden tener de salir victorio-
sos los que atacan a un inferior con
fuerzas duplicadas.
El que mal ha de haber, a su puerta le co-
men lobos.
Cuando está de Dios que ocurra una
cosa, no vale oponerse a ello.
Quien con lobos anda, a aullar se enseña.
Explica el poderoso influjo que tie-
nen las malas compañías para perver-
tir a los buenos.
Ser lobos de una carnada, o de una misma
carnada.
Se aplica a las personas que por te-
ner unos mismos intereses o inclinacio-
nes no se hacen daño unas a otras. —
Tómase, por lo común, en mala parte.
Siete lobos y la madre, y rabia que la mate.
Maldición o imprecación que se diri-
ge a alguno.
LOCA.— La loca lo iañey lo saca a la calle-
Expresa que la mujer sensata oculta
las faltas o los disgustos domésticos, al
paso que la que no lo es los abulta y
publica.
LOCO. - ^4/loco_y al aire, darle calle.
Deben evitarse contiendas con per-
sonas de genio violento e inconside-
rado.
^4/ loco y al fraile, darle aire. — V. Al loco
y al aire, darle calle.
Burlaos con el loco en casa, burlará co?i
vos en la plaza.
Si se le da ocasión al indiscreto para
LOCO
— 532
LOCO
que se burle, tome confianzas o chancee
con alguno en privado, lo hará tam-
bién, cuando uno no quiera, ni deba
consentirlo, en parajes públicos.
Cada loco con su tema. Algunos añaden :
y cada lobo por su senda.
Explica la tenacidad y apego que
cada uno tiene a su propio dictamen y
opinión, a igual que los locos, que por
lo regular disparatan siempre sobre
aquello que les ocasionó la locura.
Come poco y cena más poco, y dormirás como
loco. — V. Come poco, cena más, duerme
en alto y vivirás.
El loco, por la pena es cuerdo.
El modo de corregir los vicios, aun
de aquellos que carecen de razón, es el
castigo.
Estar, o ser, loco de atar.
Se dice de la persona que en sus ac-
ciones procede como loca.
Es un loco quien su mal echa a otro. —
V. No hace poco quien su mal echa a otro.
Goza de tu poco, mientras busca más el
loco.
Reprende la desordenada fatiga de
buscar los hombres lo que les sobra,
pudiendo pasar con mayor descanso
con lo que les basta y ya poseen.
La fortuna de un loco es encontrar con
otro. — V. Nunca falta un roto para un
descosido.
Loco de los pies, que de la cabeza cual-
quiera lo es.
Dícese jocosamente del que es muy
andarín o corredor, y más especialmen-
te de aquel a quien se aplica el apodo
de bullebulle.
Lo que hace el loco, o el necio, a la derre-
ría, o a la postrer ¿a, lo hace el sabio a la
primeria.
El necio, después de muchos desen-
gaños, y a más no poder, tiene que
practicar aquello mismo que el pru-
dente y considerado ejecuta con pre-
visión desde un principio.
Más sabe el loco en su casa que el cuerdo
en la ajena.
Se aplica a los importunos que quie-
ren apurar los motivos secretos de la
conducta ajena, enseñándoles que en
los negocios propios más sabe aquel a
quien le pertenecen, por poco que en-
tienda, que el que mirándolos desde
lejos se introduce a juzgarlos sin cono-
cimiento.
Otro loco hay en Chinchilla.
Alude a que en esta localidad había
en otro tiempo un loco que llevaba un
palo con disimulo y apaleaba a los fo-
rasteros; lo supo un manchego, y se fué
a la plaza con un palo debajo de la capa,
y adelantándose a los propósitos del
loco, le hizo huir a fuerza de estacazos,
y al mismo tiempo que corría, iba di-
ciendo : / Cuidado, que otro loco hay en
Chinchilla!
Quien mucho ríe es loco.
Las personas acostumbradas a reír
desaforadamente, no suelen ser repu-
tadas por muy sensatas.
Ser ?nás loco que un habar.
Creencia antiquísima es que el olor
de las habas, cuando están en flor, tras-
torna los cerebros débiles; de ahí el
origen de este proverbio.
Ser más loco que una tahona.
Aplícase a la persona poco reflexiva,
inquieta y voluble.
Ser un loco de atar.
Es decir, necesitado de que lo aten,
por comparación con los locos furio-
sos, a quienes hay que aplicarles la ca-
misa de fuerza. — Tiene el mismo signi-
ficado que el refrán anterior, aplicándo-
se no pocas veces en sentido cariñoso.
Ser un loco perenne.
Dícese de la persona que siempre
está de chanza, así como en sentido
recto se aplica al que en ningún tiem-
po está en su juicio.
Un loco furioso y un celoso, todo es lo
propio.
Tanto el uno como el otro son vícti-
mas de la pérdida de la razón; de ahí
el símil.
Un loco hace ciento.
Expresa el poderoso influjo que tie-
ne el mal ejemplo para viciar las cos-
tumbres.
Un loco tira una piedra en el mar, y veinte
sabios no la pueden sacar. — V. Más fá-
cil es al burro preguntar, que al sabio
contestar.
De locos atrevimientos resultan escar-
mientos.
Porque el que se propasa de manera
indebida, no deja de llevar su merecido.
LOCURA
— 533 —
LOMA
El número de los locos no tiene cuento.
El desequilibrio de las facultades es
tan general, que justifica el proverbio.
Téngase, sin embargo, presente que la
palabra loco, en la mayoría de estos re-
franes y frases, no alude precisamente
a la persona privada del juicio, sino a
aquellos que por no pensar rectamen-
te hacen las cosas sin fijarse ni ver sus
consecuencias, obran sin justificación,
hablan sin causa, etc.
Los locos dan banquetes para los cuer-
dos.
Las personas sensatas se aprovechan
no pocas veces de las necedades que
cometen los demás.
lodos somos locos, los unos de los otros.
Indica que los que se creen en su
sano juicio suelen cometer dislates con
la misma facilidad que los tenidos por
faltos de razón.
LOCURA. — Conocerás la locura en cantar
y jugar y correr la muía.
El hacer exageradamente cualquiera
de estas tres circunstancias indicadas,
no revela mucha discreción en quien
lo ejecuta.
La locura no tiene cura. Algunos aña-
den : y si la tiene, muy poco dura.
Por lo general, los temperamentos
de las personas suelen estar tan arrai-
gados, que es muy difícil conseguir que
muden de ellos para siempre.
No difiere la locura de la ira sino en el
nombre.
Cuando la ira nos arrebata, nos hace
perder el juicio.
Quien de locura etifermó, tarde o nunca
sano". — V. La locura no tiene cura.
Si la locura fuese dolores, en cada casa
habría voces.
Da a entender que el obrar con im-
prudencia es muy común.
LODAZAL.— Al salir del lodazal te quie-
ro, hermano Pascual.
El entrar en una empresa compro-
metida es asunto fácil; lo difícil es el
salir airoso de ella.
Salir de lodazales y entrar en cenaga-
les. — V. Salir de Laguna y entrar en
Mojados.
LODO. — Sacar a alguno del lodo.
Libertarle y separarle de la mala
vida que llevaba, encenagado en el vi-
cio.— Colocar en buena posición social
al que no poseía absolutamente nada.
Salir del lodo y caer en el arroyo. — Véa-
se Salir de Laguna y entrar en Mo-
jados.
Poner a uno de lodo, o del lodo.
Mancharle con barro, materialmente,
y en sentido figurado, ensuciar su re-
putación. — Ofenderle, denostarle con
palabras injuriosas.
LOGRERO. — Hoy se ahorca un logrero.
Dícese cuando le sale fallida la cuen-
ta a un prestamista o usurero por ha-
ber tropezado con otro más listo que él.
LOGRO. — Dar a logro una cosa.
Prestarla o darla con usura.
LO JA. — De Loja, la que no es puta es coja.
Algunos añaden: y la que no cojea, ren-
quea.
Uno de tantos refranes como crea
la animadversión que se suelen tener
los pueblos comarcanos, y que, ge-
neralmente, no tienen justificación al-
guna.
Loja, flor entre espinas.
Alude a la situación de esta ciudad,
rodeada de una hermosa vega y encla-
vada en las inmediaciones de los abrup-
tos terrenos denominados los Infiernos
de Loja.
LOMA. — Ser más pillo, o más tuno, que una
loma.
Pondérase con esta comparación,
usada por lo regular en sentido desfa-
vorable, lo grande o excesivo de algu-
na cualidad. — De un artículo satírico
de Abenamar (D. Santos López Pele-
grín), intitulado Más paciencia, copia-
mos el siguiente párrafo : «Mucha es,
hijos míos, la (paciencia) que necesita-
mos en estos tiempos. No basta ya la
de San Pablo. La paciencia que este
santo aconsejaba era paciencia a secas;
ahora se necesita más paciencia : plus-
quam patientia enim vobis necessaria esi;
y esto se demuestra muy fácilmente.
En tiempo del santo las cosas estaban
in statu quo, es decir, que todos eran
unos retrógrados como lomas; pero
como todo ha progresado, ha progre-
sado a la par la necesidad de tener pa-
ciencia; y ved aquí, pichoncitos míos,
cómo lo de más paciencia es un verda-
dero progreso.-"
LOMBRIZ
534 —
LÓPEZ
LOMBRIZ.— Parecer una lombriz. Algu-
nos agregan : de cano sucio.
Se dice de la persona que se halla
sumamente chupada y seca.
LOMO. — Cuando no tengo lomo, de todo
como. — V. A buen hambre no hay pan
duro, o bazo, o malo.
Jugar de lomo.
Estar lozano y holgado.
Lomo descargado.
Lo mismo que Bocado sin hueso; esto
es, provecho sin desperdicio.
Arar por lomos.
Dar los surcos claros cuando la pri-
mera reja se ha dado yunta para sem-
brar sobre los lomos y rajarlos al cu-
brir la simiente.
Rajar los lomos.
Llevar el arado por medio de ellos,
echando cada mitad en lo hondo délos
surcos que están al pie.
Tener buenos lomos.
No importarle a uno el peso del tra-
bajo, las responsabilidades o los rega-
ños, por encontrarse con suficientes
fuerzas para resistirlo.
LONDRES. — Londres parece en verano
tienda, y en invierno co?itienda.
Lo primero, porque todas las perso-
nas acomodadas abandonan la capital
para irse al campo, por lo cual sólo se
ven abiertas las puertas de los estable-
cimientos comerciales; y lo segundo,
porque al reanudar sus sesiones los
Tribunales que habían permanecido en
suspenso durante la temporada del ca-
lor, se renuevan las reyertas y discor-
dias propias de los litigios.
LONGANIZA. — ¡Atiza, longaniza! —
V. ¡Aprieta, resfriado!
Longaniza corta sabrá más que longa.
Lo que está al alcance de la mano,
aunque de poco valor, presta mejor
servicio, en ocasiones, que lo más im-
portante, cuando no podemos disponer
de ello.
¿Longaniza, viste el fuego} — Si lo vide,
no me acuerdo.
Manera de indicar que una cosa, es-
pecialmente si se trata de un manjar,
está fría.
LOOR. — Nunca os creéis loores de ene-
migos.
Si el contrario nos alaba es porque
le parece buena nuestra conducta; lue-
go si ésta es agradable para él, es por-
que es mala para nosotros.
LOPE. — Eso es de Lope.
Frase proverbial usada en tiempo de
Fr. Lope Félix de Vega Carpió y aun
algunos años después, para ponderar
lo primoroso y acabado de alguna cosa,
con alusión a las producciones del Fé-
nix de los Ingenios, a la manera que se
hizo proverbial en Francia el decir :
Cela est beau comme le Cid, con referen-
cia al drama que de dicho título com-
puso Corneille. En efecto, fué tal la
fama de que gozó el ilustre madrile-
ño, que puede asegurarse que no llegó
nadie a igualársele en popularidad : el
papa Urbano VIII le escribía de su
puño y letra confiriéndole el hábito de
San Juan y la dignidad de intendente
honorario de la Cámara Apostólica; el
rey hacía detener su carroza en la calle
para ver pasar a Lope; los transeúntes
se paraban y, o le saludaban respetuo-
samente, o le señalaban con el dedo,
diciendo :¡Ese es Lope!, o ¡Ahí va Lope!
Los grandes se disputaban su trato y
amistad. Las modas y los objetos más
corrientes llevaban su nombre : guan-
tes de Lope, peinado a lo Lope, esencia
de Lope. A su muerte, ocurrida el 25 de
agosto de 1635, se suspendieron todos
los negocios, se colocaron paños negros
en todas las fachadas de las casas de
Madrid, excediendo a toda pondera-
ción la muchedumbre que acompañó al
féretro o formada en ala vio pasar el
cortejo fúnebre. Los funerales duraron
nueve días, y a medida que la noticia
del fallecimiento iba llegando a las cor-
tes extranjeras, acentuábase el dolor,
resonando en todas partes los más ex-
traordinarios elogios, porque la fama
de Lope fué universal, habiéndose re-
presentado sus comedias hasta en el
serrallo de Constantinopla. Lope de
Vega puede asegurarse que apuró el
cáliz de la popularidad hasta la más
completa saturación; bien es verdad
que, con todos sus defectos, no ha habi-
do en el mundo más que un Lope de
Vega.
LÓPEZ. — Esos son otros López. — V. Esa
es harina de otro costal.
LORENZO
— 535
LUCHANA
LrORENZO. — i En qué piensas, Lorenzo?
— En lo que pienso, pienso.
Dirígese la pregunta al que se halla
pensativo, originando la correspon-
diente respuesta, que, como se ve, es
sólo una excusa para no declarar aque-
llo que ocupaba nuestra imaginación.
LOSA. — Echar uno una losa encima.
Asegurar con la mayor firmeza que
guardará en secreto la noticia que se
le ha confiado.
Echar a uno una losa sobre el corazón.
Causarle una grave pesadumbre que
le abruma y acongoja.
Poner uno una losa encima. — V. Echar
uno una losa encima.
LOTERÍA. — Caerle a uno la lotería.
Verse obligado a sufrir alguna moles-
tia o trabajo. — Aplícase irónicamente.
Eso es como el que saca, sin haber echado,
a la lotería.
Dícese del que obtiene algún seña-
lado beneficio casualmente y sin haber
puesto los medios conducentes a ad-
quirirlo.
No Juay mejor lotería que el trabajo y la
economía.
Siendo muy problemáticas las ganan-
cias que con la lotería se suelen obte-
ner, y seguros los ahorros que se con-
siguen con el trabajo, recomienda que
no se confíe en el juego si se quiere
salir de pobre.
LOZA. — Ande la loza.
Da a entender el bullicio y algazara
que suele haber en algún concurso
cuando la gente está contenta y alegre.
LOZANO.— Andar más lozano que pavón
en floresta.
Aplícase a los que marchan tiesos y
orgullosos, comparándolos con los pa-
vos en el campo.
LUARCA. — En Luarca y Cudillero, las
mujeres beben primero.
(«El asturiano. Luarca y Codillero,
dos lugares de Galicia»), según Hernán
Núñez. No tengo noticia de más Luar-
ca que la villa de este nombre que hay
en Asturias. Tocante a Codillero, es
vocablo que no encuentro en ningún
diccionario geográfico, y sí Cudillero,
igualmente villa asturiana. Y respecto
a que las mujeres beban allí antes que
los hombres, antójaseme que es prác-
tica que se observa y observará siem-
pre en cualquiera parte donde exista
siquiera una pizca de educación, la cual
nunca resultó desmentida en la perso-
na de los descendientes de Pelayo.
LUCAS. — Ser corrió Lucas Gómez, que él
se lo guisa y él se lo come. — V. Juan Pa-
lomo : yo me lo guiso y yo me lo corno.
Vino Lucas Gómez.
Modo jocoso de dar a entender que
se ha echado a perder aquello que se
estaba haciendo o se traía entre manos.
Es un juego de palabras empleado para
evitar la frase menos limpia de la ca-
gamos.
| LUCIMIENTO. — Quedar uno con luci-
miento.
Salir airoso en cualquier encargo o
empeño.
LUCIR. — A uno solo nada le luce.
Indica que la soledad no es buena
para nada.
Ni a ti te luzca ni a mí me haga falta.
Dícese, por vía de imprecación, a los
que dan de mala gana, ya les cumpla
de justicia, ya lo hagan solamente por
el bien parecer.
LUCRECIA. — Ser una Lucrecia.
Se aplica a la mujer de castidad re-
levante, con alusión a Lucrecia, dama
romana, esposa de Colatino, que habien-
do sido violentada por Sexto, hijo ma-
yor de Tarquino, rey de Roma, se atra-
vesó el pecho con un puñal, el año 509
antes de la venida de Nuestro Señor
Jesucristo.
LUCHA. — Tras de las luchas de Marte
vienen las de Venus.
Generalmente, después de las gue-
rras, suelen entregarse los beligerantes,
ya en plena paz, a las delicias del amor.
LUCHADOR. — El luchador de Don Be-
nito, que estaba desafiando a todo el mun-
do y siempre quedaba debajo. — V. Ser
uno el enano de la venta, que asusta con
un «¡Si voy allá/»
LUCHANA. — Andar a paso de Luchana.
Dícese traslaticiamente del que va
andando a paso largo y presuroso. — De
semejante modo de marchar las tropas
da cuenta D. José Almirante en su Dic-
cionario militar en los términos que
copio a continuación : «Concluida la
guerra civil, se introdujo la moda de
LUEGO
536
LUGAR
exagerar la velocidad del paso, llama-
do de Luchana o triplicado. La Inspec-
ción de Infantería condenó aquella ma-
nía en circular de 30 de noviembre
de 1843 con estas palabras: «De la pro-
»pia manera prohibirá V. S. el paso
^conocido por triplicado, si en ese re-
gimiento acostumbra a usarse en las
»marchas, por imitación de lo que el
»arbitrio o gusto particular introdujo
>en otros; porque, sobre ser contrario
>a lo que está mandado, la experien-
cia acredita que fatiga a la tropa, sin
«reportar utilidad alguna conocidas
Luchana es el nombre que lleva una
antigua fortaleza, cerca de Bilbao, fun-
dación de Fernán Pérez de Ayala, duo-
décimo señor de la casa de Ayala. Se
ha hecho célebre en la Historia con-
temporánea por haber dado nombre a
la batalla que comenzó en este punto
el día 25 de diciembre de 1836, cuan-
do la primera guerra civil, y cuyo re-
sultado fué el levantamiento del sitio
de Bilbao.
LUEGO. — De luego a luego, o Luego
a luego.
Con mucha prontitud; sin la menor
dilación.
La calle de Luego y la calle de Después, no
tiene otra salida que la casa de Nunca.
Atribuyese este dicho a la venerable
madre Mariana de San José, sucesora
de Santa Teresa en la prelacia del con-
vento de Sevilla, con motivo de que a
cada petición que hacía ella al provin-
cial para que adelantase los trabajos
de la fábrica, solía éste contestar con la
mayor nema: Esto se hará luego; tal
cosa se hará después. Santamente indig-
nada la priora al contemplar un día y
otro semejante pachorra, y ver que
nada se hacía, prorrumpió vivamente
en aquellas palabras, que no tardaron
en pasar a ser refrán. — V. El que echa
por la calle de Después, llega a la plaza
de Nunca.
Para luego es tarde lo que mucho es me-
nester.
Recomienda no diferir la ejecución
de las cosas que son de verdadera ne-
cesidad.
Quien da luego, da dos veces. — V. El que
da primero, da dos veces.
Con tres luegos.
Ejecutar una cosa a toda prisa; con
suma celeridad.
LUENGA. — A luengas vías, luengas
mentiras.
Denota la facilidad con que se mien-
te cuando se habla de tiempos y países
muy remotos.
De luengas tierras, luengas mentiras. —
V. A luengas vías, luengas ?nentiras.
LUENGO. — Dámelo luengo y dótelo mo-
lesto.
Todo aquello que se da tarde se sue-
le hacer de mala gana.
LUGAR. — Dar lugar. — V. Hacer lugar.
Déjame entrar, que yo ?ne haré lugar.
Todas las cosas requieren su princi-
pio, que es el que cuesta trabajo con-
seguir; logrado éste, lo demás es cues-
tión de mérito, suerte o maña.
Despoblarse el lugar.
Salir la mayor parte de la gente de
un pueblo por una diversión u otro-
motivo.
De tal lugar, ni espero coger ni quiero
sembrar.
Dícese despectivamente de aquella
persona con quien no queremos nin-
gún trato.
El que se casa fuera de su lugar, o va en-
gañado, o va a que le engañen, o va a en-
gañar. — V. Quien lejos se va a casar»
o va engañado, o va a engañar.
Estornuda cuanto quieras; no me voy de
este lugar.
Expresión empleada cuando fingi-
mos no comprender las señas o alusio-
nes que se nos dirigen para que haga-
mos o dejemos de hacer aquello que
nosotros queremos o no queremos lle-
var a cabo.
Hacer lugar.
Desembarazar un sitio o dejar libre
y franca una parte de él.
Hacerse uno lugar.
Conseguir ser estimado y atendida
entre personas de mayor categoría.
No haber lugar.
Declarar que no se accede a lo que
se pide.
No tener lugar para rascarse la cabeza.
En castellano pertenece esta locu-
ción proverbial al estilo familiar; pero
traducida literalmente a otro idioma
LUGO
537 —
LUNA
donde no tenga la significación que
entre nosotros, a saber: hallarse suma-
mente ocupado, tiene por fuerza que de-
generar en popular y baja. En el Qui-
jote, parte II, cap. LI, se juega del
vocablo con ella a renglón seguido,
como lo demostrará mejor el pasaje ín-
tegro, que, copiado a la letra, dice así:
«La ocupación de mis negocios es tan
grande, que no tengo lugar para ras-
carme la cabeza, ni aun para cortarme
las uñas, y así, las traigo tan crecidas
cual Dios lo remedio
Ponerse uno en lugar de otro.
Substituir por él en cualquier lugar.
Quien en ruin lugar hace leña, a cuestas
la saca, — V. Quien en ruin lugar hace
viña, a cuestas saca la vendimia.
Quien en ruin lugar hace viña, a cuestas
saca la vendimia.
Enseña el poco fruto que debe espe-
rarse cuando se trabaja en materias de
suyo estériles o cuando se favorece a
ingratos.
Quien en ruin lugar hace, o planta, viña,
a cuestas trae la vendimia.
Aquello que se hace sin conocimien-
to o sin las disposiciones y preparati
vos que requiere, poca o ninguna uti-
lidad da de sí.
Salvo sea el lugar. —V. Salva sea la parte.
Tener lugar.
Suceder, acontecer una cosa. — Tener
cabida.
Andar cagando lugares. — V. Tener culo
de mal asiento.
LUGO. — Muérete en Lugo, o Para entie-
rros, Lugo.
Por la suntuosidad con que se suele
celebrar las exequias en aquella ciudad.
LUJO. — / Viva el lujo y quien lo trujo!
Expresión usada irónicamente cuan-
do se ve a una persona que, sin medios
para ello, gasta más de lo debido o.
habla como capitalista . — Esta frase
está tomada del siguiente cantar:
Porque dije «/ Viva el lujo!>,
me metieron en la cárcel.
¡ Viva el lujo y quien lo trujo!;
no faltará quien me saque.
LUMBRE. — Ala lumbre y al fraile, no
hurgarle; porque la lumbre se apaga y
el fraile se arde.
Expresa el cuidado con que se deben
tratar las cosas para que no den resul-
tados contrarios a los que se desean.
A lumbre de pajas.
Da a entender la brevedad y poca
duración de una cosa.
A lumbre mansa. — V. A fuego lento, o
manso.
Dar lumbre.
Conseguir el lance o fin que se inten-
taba con algún disimulo. — Llegar a sa-
car dinero a una persona.
Donde hubo lumbre, rescoldo queda. —
V. Donde hubo fuego, siempre queda res-
coldo, o cenizas. .
Donde lumbre fué encendida, siempre que-
do ceniza. — V. Donde hubo fuego, siem-
pre queda rescoldo, o cenizas,
i Hay lumbre? — En aquella casa rebulle.
Frase tomada del juego llamado de
las cuatro esquinas, tan sumamente co-
nocido que nos ahorra su explicación.
Parodiándolo, pues, se dice así cuando
queremos dar a entender que no tene-
mos o no estamos dispuestos a dar o
conceder lo que se nos pide.
La lumbre de llama calienta el cuerpo y
alegra el alma.
En efecto, el chisporroteo que pro-
duce la hoguera es agradable a la vista,
y el cuerpo recibe más calor con la lla-
ma que con las brasas.
La lumbre y la levadura hacen a la mu-
jer aguda.
La buena alimentación y la carencia
de frío hacen que la mujer soporte con
agrado los quehaceres domésticos.
Ni por lumbre.
De ningún modo. — Expresa una ne-
gativa formal.
Querer más que a la lumbre de sus ojos. —
V. Querer más que a las pestañas de sus
ojos,
locar a uno en la lumbre de los ojos. —
V. Tocar a uno en las niñas de los ojos.
LUMBRERA. — Ser una lumbrera.
Aplícase a la persona insigne y escla-
recida que con su virtud y doctrina en-
seña a otros. — Dícese también, iróni-
camente, con referencia a los tontos.
LUNA. — Cualquiera luna, al mes que ter-
mina se atribuye.
La luna principiada en cualquier día
del mes, pertenece al siguiente en que
concluve.
LUNA
- 538 -
LUNES
Eso es lo mismo que ladrar a la luna.
Dícese del que amenaza a aquel a
quien no puede ofender, como sucede
con los perros que, ofendidos por la
claridad de ese astro, se desatan en la-
dridos contra él al ver la impotencia
en que se encuentran de morderle. —
Dice un proverbio latino a este propó-
sito : Quo plus lucet luna, magis latrat
molossus.
Estar uno de buena, o mala, luna.
Estar de buen, o mal, humor.
Estar en la luna de miel.
Gozar los primeros meses del casa-
miento.
La luna de octubre anco lunas cubre.
Indica que tal como se presenta la
primera, suelen ser las condiciones me-
teorológicas de las cinco semanas si-
guientes.
Luna acostada, marinero en pie.
Enseña que cuando la luna se oculta
es cuando el marinero debe tener más
cuidado en el gobierno del buque.
Luna con cerco, labajo lleno; estrella e?i
medio, labajo seco.
Manera de indicar que la obscuridad
de la luna es señal de lluvia.
Luna con cerco, señal de lluvias.
Aparte de su sentido recto, bien cla-
ramente explicado en el mismo refrán,
indica que cuando se ve seria la cara
de una persona de quien tememos al-
guna cosa, ya podemos presumir que
vendrá el regaño detrás.
Luna nueva tronada, toda mojada.
Cuando coincide el primer cuarto
lunar con alguna tempestad, puede afir-
marse que todo él será de lluvia.
Mudable como la luna.
Aplícase a toda persona o cosa in-
constante o voltaria, porque, como to-
dos saben, ese astro cambia de fase
cuatro veces al mes.
Parecer una luna llena.
Se suele dar este nombre a la cabeza
de una persona que se halla completa-
mente calva, por el parecido que tiene
con aquel astro cuando se halla en ple-
na oposición con el sol.
Quedarse a la luna de Valencia.
Dícese de aquel que se queda bur-
lado o chasqueado en sus pretensiones
o esperanzas. — Se atribuye el origen
de esta frase proverbial a que no pet-
mitiendo a veces las aguas del mar de
Valencia atracar con facilidad las em-
barcaciones a la playa para desembar-
car, tenían los viajeros que pasar la
noche en alta mar, esto es, que quedar-
se a la luna de Valencia, que es como
llaman allí a la playa por su figura se-
micircular o en forma de media luna.
Otros lo atribuyen al chasco que reci-
bió cierto individuo que hubo de pasar
largas horas de la noche esperando in-
útilmente a su adorado tormento en
un patio o zaguán descubierto, que en
aquel país se llaman lunas. Sea como
quiera, por nuestra parte creemos pre-
ferible la primera de estas dos opinio-
nes; puede el curioso lector, sin em-
bargo, aceptar la que más le gustare.
Ser herniosa como la luna.
Aplícase a toda criatura hermosa, y
por antonomasia, a la Virgen María.
Tener uno lunas.
Sentir perturbación en el tiempo de
las variaciones de la luna.
LUNAR. — Lunar en el bozo, ?nejor que en
otra parte del rostro.
Los lunares que se ostentan sobre el
labio superior suelen hermosear a la
que los posee.
Lunar sobre los dientes, señor de sus pa-
rientes.
Refrán equivalente al anterior, toda
vez que al decir que es señor de sus pa-
rientes, vale tanto como afirmar que es
superior a todos los demás que se po-
sean en diferentes partes del cuerpo.
LUNES. — Del lunes al martes pocas son
las artes.
En breve distancia de tiempo o de
lugar poca o ninguna variación puede
encontrarse, mayormente si se trata de
mejoría de fortuna.
¿Lunes? — Con mierda te desayunes.— Véa-
se ¿Martes? — De mierda te hartes.
Lunes y martes, fiestas holgantes; miérco-
les y jueves, fiestas solemnes; viernes y
sábado, fiestas del año, o San Felipe y
Santiago, y el domingo lo lleva de suyo.
Letanía o jaculatoria que saben me-
jor que el Padrenuestro los holgazanes.
Lunes y sábado no quitan jueves.
Refrán antiguamente usado en las
escuelas cuando era día de asueto el
LUSTRE
— 539 —
LUZ
jueves, para manifestar que no dejaba
de serlo porque ocurriese otro día de
fiesta dentro de la semana, siempre que
éste fuese lunes o sábado.
Ocurrir una cosa cada lunes v cada martes.
Acontecer aquello a que la frase se
refiera con mucha frecuencia, sin que
haya precisión de que sea diariamente.
Riñen el lunes los amantes, y se buscan el
martes.
Expresa que los regaños entre los
enamorados no suelen ser duraderos.
LUSTRE.— Darse uno lustre.— V. Darse
TONO.
LUTERANO. — Es tan docto, que está en
peligro de ser luterano.
Este refrán fué muy usado en Espa-
ña en el siglo xvi para dar a entender
el gran talento de algún sujeto del cual
podía temerse que se extraviara en
opiniones religiosas. — Es indudable
que el autor de una herejía necesita
unir a la energía de carácter el ejerci-
cio de las facultades intelectuales, por-
que sin estas dos pujantes palancas no
es asunto fácil poner en movimiento a
la Humanidad. — Los franceses tienen
un refrán análogo al nuestro, concebido
en estos términos : Un sot ne fait point
d'hérésie, que es como si dijéramos : Las
herejías no se han hecho para los tontos.
LUTO. — Aliviar el luto.
Usarlo menos riguroso.
LUZ. — A la luz de la vela no hay mujer
fea.
Da a entender que por las noches
todas las mujeres parecen bien.
A primera luz.
Al amanecer, al rayar el día.
Coger dos de \\yzy cuatro de traspon.
Ausentarse, desaparecer, huir.
Dar luz.
Recobrar vigor y robustez.
Dar luz a uno.
Alumbrar, iluminar el entendimiento.
El que obra mal, odia la luz. — V. La noche
es capa de pecadores.
Irse apagando como la luz de una mari-
posa.
Aplícase a aquella persona que se
muere lentamente y como por consun-
ción, a la manera que se extingue la
luz de la lamparilla por irle faltando
poco a poco el aceite.
Morirse alguna persona sin luz, sin sol y
sin moscas.
Abandonada de todo el mundo y sin
tener dinero.
Rayar la luz de la razón.
Empezar a ilustrarse el entendimien-
to en el conocimiento de las cosas. —
Dícese de los niños cuando entran en
el uso de la razón.
Sacar a luz.
Publicar una obra. — Descubrir, ma-
nifestar, hacer notorio lo que estaba
oculto.
Salir a luz.
Descubrirse lo oculto. — Ser produ-
cido por algo. — Imprimirse una obra.
Ser una cosa más clara que la luz, o que
la luz del ?nediodta.
Hacerse comprender sencilla y natu-
ralmente.
A todas luces.
Por todas partes, de todos modos.
Estar entre dos luces.
Equivale a indicar que no se está
muy sereno, a causa de haberse exce-
dido algo en la bebida.
Hacer dos luces.
Alumbrar a dos partes a un tiempo.—
Servir a dos personas simultáneamente.
Más vale estar entre dos luces que entre
cuatro.
Efectivamente, y por poco digno que
sea, cualquiera, si le dan a escoger, pre-
fiere estar algo calamocano a encon-
trarse tendido en el ataúd y alumbra-
do por cuatro velas.
IX
LLAGA. — Contar la llaga y la plaga.
Decirlo todo muy al pormenor, sin
excluir nada.
Indignarse la llaga.
Irritarse o enconarse una herida.
La mala llaga sana y la mala fama mata.
Enseña cuan difícil es de borrarse
la mala opinión, una vez adquirida.
Muchas veces, curada la llaga, queda la
cicatriz.
Si un vicio no se extirpa de raíz, no
es extraño que queden resabios.
Renovar la llaga, o las llagas. — V. Re-
novar la HERIDA.
Sanan llagas y no malas palabras.
Reprende a los murmuradores y pon-
dera los daños de las malas lenguas.
LLAMA. — Huir de la llama y dar en las
brasas.
En ocasiones, por pretender huir de
un peligro se cae en otro mayor.
Salir de las llamas y caer en las brasas. —
V. Salir de Laguna y entrar en Mojados.
LLAMADO. — Al llamado del que le pien-
sa, viene el buey a la melena.
Enseña la facilidad con que se obe-
dece a aquel de quien se reciben bene-
ficios.
LLAMAR. — Ahí te están llamando, o
¿No oyes que te llaman?
Dícese por broma a una persona, en
ocasión de oír a un borrico rebuznar.
Donde no me llaman, para nada me
querrán.
Exhorta a no meterse uno donde no
se solicita su concurso.
¿Dónde vas sin ser llamado? Suspirando
volverás.
Contra los entremetidos; porque sue-
len salir desengañados de su interven-
ción, ora provenga ésta de mera curio-
sidad, ora sea impulsada por el mejor
deseo.
Muclws son los llamados y pocos los es-
cogidos.
Máxima evangélica que indica el nú-
mero tan exiguo de los que llegan a
alcanzar el fin de una cosa, siendo tan-
tos los que dan comienzo a ella.
LLANA. — Ala llana. — V. A la pata la
llana.
LLANEZA. — ¡Alabo la llaneza!
Moteja al que usa de familiaridad y
confianza con las personas a quienes
debía tratar con respeto y atención.
La demasiada llaneza engendra menos-
precio.
Aconseja que no se use de familia-
ridad con las personas de categoría su-
perior, pues se termina por perderles
el respeto debido.
LLANO. — Aquel va más sano que anda por
el llano.
Enseña a obrar del modo más seguro
y a huir de lo que sea peligroso.
De llano en llano.
Clara y llanamente.
LLANTO. — Anegarse uno en llanto. —
V. Llorar a lágrima viva.
El llanto, sobre el difunto.
Denota que las cosas se han de hacer
a tiempo y oportunamente, sin dejar
pasar la ocasión, o sea, inmediatamen-
te después de las causas que las mo-
tivan.
No hay Danto sin paño.
No existe mal tan grande que no en-
cuentre algún alivio.
Ser el llanto del cocodrilo.
Aplícase al que se queja hipócrita-
mente para conseguir lo que desea. —
V. Parecerse al cocodrilo, que siempre
llora por lo que queda.
LL AVE.— Debajo de llave.
Da a entender que una cosa está bien
guardada o encerrada.
LLAVE
— S4i —
LLEVAR
Echar la llave. — V. Echar el sello.
Falsear la llave.
Hacer otra semejante, con las mis-
mas guardas y medidas, para abrir fur-
tivamente una puerta, cofre, etc.
La llave del pleito, en el escribano, y la del
médico, en el boticario.
Recomienda que para ganar aquél
se cuente primero con el escribano,
pues es el que ha de encauzar el asun-
to a su gusto; así como el boticario
cuidará, si está interesado, de que el
médico no haga alguna barrabasada y
de que los medicamentos que salgan
de su farmacia reúnan las debidas con-
diciones para que surtan el efecto a
que están destinados.
Llave en cinta hace buena a mí y a mi
vecina.
Indica que el buen orden de una
casa estriba en que el ama de ella cui-
de y ahorre, dándolo todo bajo su vi-
gilancia y no dejando las llaves en ma-
nos de la servidumbre.
Más vale vuelta de llave que consejo, o
conciencia, de fraile.
Aconseja que debemos tomar y bus-
car las seguridades que nos parezcan
mejores para la conservación de nues-
tra hacienda, y no fiarnos de nada ni
de nadie.
Quien tiene la llave de la despensa, cuan-
do comer o beber quiere, a nadie le pide
licencia.
El que no depende de nadie, no ne-
cesita aguantar molestias de ningún
género, ni pedir permiso para obrar
como le dé la gana.
Ahí te quedan las llaves.
Da a entender que uno deja el ma-
nejo de un negocio sin dar razón de su
estado.
Debajo de siete llaves.
Denota que una cosa está muy guar-
dada y segura.
Las llaves cuestan poco y valen mucho.
Lo que verdaderamente se conserva
secreto es lo que se guarda bajo llave;
ésta es un objeto de poco precio; pero
los servicios que reporta son de una
importancia indiscutible.
Las llaves en la cinta y el perro en la
cocina.
Se dice de aquellas personas que
siendo muy descuidadas afectan ser
muy cuidadosas.
Llevarse uno las llaves.
Ser el último en salir o en despedir-
se de alguna parte.
Llevarse uno las llaves de la despensa.
Dejar sumida en la necesidad a una
persona o familia el que se ausentó, o
murió, por ser el único amparo y sos-
tén con que aquéllas contaban.
LLAVEAR. — Saber llavear a una perso-
na o una cosa.
Manejarse con habilidad y destreza
para lograr el fin que uno se propone
respecto de alguien. — Úsase también,
a igual propósito, de los verbos teclear
y trastear.
LLEGAR. — El que primero llega, ése la
calza, o ése se la calza.
Aquel que es más diligente logra, por
lo común, lo que solicita.
Hasta aquí pudo llegar.
Tráelo D. Ramón de la Cruz en su
saínete Los hombres con juicio, y equi-
vale al Non plus ultra de los latinos.
Llegaos, que la dejan ver.
Frase con que se da a entender que
no se halla uno dispuesto a aguantar
las molestias, faltas, abusos, etc., que
se quiera cometer con nosotros.
Llegar y besar, o Llegar y besar el san-
to. - V. Llegar y pegar.
Llegar y pegar.
Da a entender la facilidad y rapidez
con que se consigue una cosa. — Dícese
también : Llegar y besar, o Llegar y be-
sar el santo.
Llegué, vi y vencí.
Traducción del histórico veni, vidi,
vici con que César anunció al Senado
la rapidez de su victoria sobre Farna-
ces, rey del Ponto. — Úsase mucho tam-
bién en latín. — V. Llegar y pegar.
No llegar una persona o cosa a otra.
No igualarla o no tener las cualida-
des, habilidad o circunstancias que ella.
¿Piensan que no hay más que llegar y be-
sarla durmiendo? — V. Llegar y pegar.
Todo llega, todo cansa, todo se acaba. —
V. Todo tiene fin en este mundo.
LLEVAR. — Llevar uno adelante una
cosa.
Seguir con tesón y constancia lo que
se ha emprendido.
LLORAR
542
LLOVER
Llevar uno consigo.
Hacerse acompañar de una o varias
personas. — Suponer de antemano lo
que va a ocurrir.
Llevarla hecha.
Tener dispuesta o tramada de ante-
mano, con disimulo y arte, la ejecución
de una cosa.
Llevarlas bien, o mal.
Estar bien, o mal, avenidos.
Llevar lo mejor, o lo peor.
Ir consiguiendo ventaja, o al contra-
rio, en lucha o competencia.
Llevar uno por delante una cosa.
Tenerla presente para dirigir sus
operaciones.
Llevarse bien, o mal.
Congeniar, o no. — Darse recíproca-
mente motivos de amor o agrado, o al
contrario, dos o más personas que vi-
ven en compañía o tienen que tratarse
con frecuencia.
No llevarlas uno todas consigo. — V. No
tenerlas todas consigo*
LLORAR. — Dejarlo llorar; mientras más
llore, menos meará.
Manifiesta el poco caso que se hace
de las lágrimas que derrama una per-
sona, ya por no estimar digna de com-
pasión su suerte, ya por juzgar que su
lloro es fingido. — Aplícase más común-
mente a los niños, sobre todo si tienen
costumbre de ser muy llorones.
El que llora será consolado.
Todos los males tienen fin, siendo,
por lo tanto, cosa segura que no ha de
faltar consuelo al que sufre.
El que no llora no mama.
Da a entender que para lograr una
cosa conviene pedirla con insistencia.
Llórame solo y no me llores pobre.
Explica que el que tiene quien le fa-
vorezca, espera ver mejorada su mala
fortuna.
Llorar uno, o una cosa, por ...
Haber sobrado de aquello de que se
trata, especialmente si ese exceso re-
sulta inconveniente, molesto, ridícu-
lo, etc.; v. gr. : Ya puedes llorar por
cartas (dicho a uno que acaba de reci-
bir una correspondencia dilatada). —
Esta levita está lloraudo por faldones (a
causa de haber salido demasiado lar-
gos).— Empléase en sentido irónico.
Quien llora se desahoga.
No es conveniente evitar esa natural
expansión al que sufre, pues el retener
el llanto ocasiona no pocos perjuicios
y trastornos en la salud del que logra
hacerse fuerte.
LLORO. — El lloro de los que heredan es
risa debajo de máscara.
Porque, salvo raras excepciones, sue-
le ser fingido.
LLOVER. — A secas y sin llover.
Sin preparación; sin aviso.
Como llovido.
De modo inesperado e imprevisto. —
También se suele decir: Como llovido
del cielo.
Como llovido del cielo.
Dícese de aquello que se presenta
cuando más falta hace, sobre todo si no
era esperado.
Cuando llueve, todos nos mojamos.
Indica que cuando ocurre alguna des-
gracia general a todos nos toca parte,
debiendo llevarlo con paciencia, aun-
que no sea más que por aquello de mal
de muchos...
De entonces a acá ya ha llovido algo.
Denota haber transcurrido mucho
tiempo desde que se verificó aquello
de que se trata.
El que no se alegra cuando llueve, nada
tiene.
Refiérese a los que poseen tierras y
sembrados a quienes beneficia el agua,
es decir, a los labradores; porque hay
quien tiene, aunque no sea más que
gota o reuma, ¡y le hace una gracia la
lluvia!...
Eso es lo mismo que llover sobre mojado.
Se aplica a la persona que no puede
reponerse prontamente de alguna des-
gracia, por sobrevenirle inmediatamen-
te otra u otras, a la manera que cuando
está mojado el suelo por haber llovido,
no puede secarse fácilmente si se suce-
den las lluvias sin interrupción.
Nunca llueve a gusto de todos.
Por lo difícil que es el encontrar dos
pareceres acordes, cuando se toma una
resolución, por buena que sea, no es
extraño que sea bien acogida de un
modo total.
Nunca llueve como truena.
Da a entender que, generalmente,
LLOVER
543 —
LLUVIOSO
cuando una persona se enfada con otra
prorrumpe en amenazas terribles, y
llegado el momento de ponerlas en eje-
cución, se ve que no son tan grandes
sus efectos; es decir, que no es tan bravo
el león como lo pintan.
Oír a uno como quien oye llover.
Dícese de aquellos que no hacen caso
de las amonestaciones que se les diri-
gen o del suceso que se verifica, a la
manera de aquel que, hallándose res-
guardado debajo de techado, se cura
poco o nada del aguacero que está ca-
yendo.
Que llueva, o que truene, o que ventee.
Suceda una cosa u otra; en cualquie-
ra contingencia. — Úsalo D. Ramón de
la Cruz en La fantasma del lugar, bajo
la forma antes que truene o que llueva. —
V. Por fas o por nefas, o Por activa o
por pasiva, o Por hache o por erre, o
Tuerto o derecho.
Si no viene al llueve, viene al mucho.
Empléase cuando alguna persona in-
terrumpe una conversación con un ex
abrupto que no tiene nada que ver con
lo que se estaba hablando. — Obedece
al siguiente cuento o sucedido. Ponde-
rábase en una tertulia la inmensa can-
tidad de agua que estaba descargando
desde días atrás sobre la ciudad, cuan-
do acertó a entrar un contertulio a
quien los demás no consideraban cier-
tamente como un Salomón. «Es mucho
lo que llueve», exclamó como reflexión
final el dueño de la casa. Y pasado un
rato y hecho el silencio, dijo con la
mayor naturalidad nuestro hombre, que
acababa de leer un libro que le había
gustado mucho: «¿Y qué tiene que ver
eso con lo que llueve?», prorrumpieron
todos, replicando él un la forma apun-
tada.
Seco y sin llover. — V. A secas y sin
llover.
LLUVIA. — La lluvia no quebranta, o
rompe, huesos.
Dícese así a los que manifiestan cier-
to miedo a mojarse.
La primera lluvia de agosto apresura el
mosto.
Porque beneficia a los viñedos.
Lluvia con aire de Toro, ablanda piedra?
y todo.
Úsase en la región zamorana por lo
fuerte que es aquélla cuando va acom-
pañada del viento que sopla de la ciu-
dad citada.
Lluvia, o nieve, de febrero, el mejor ester-
colero.
Cualquiera de las dos prepara admi-
rablemente las tierras para comenzar
en ellas el subsiguiente laboreo.
Lluvia por San Lorenzo, lluvia a buen
tiempo.
Cuando llueve por los alrededores
del santo mártir, abogado contra los in-
cendios (10 de agosto), beneficia a los
campos, por lo cual es bien recibida el
agua entonces por los labradores.
Una lluvia no hace invierno. — V. Una
golondrina no hace verano.
Lluvias de enero llenan cuba, tinaja y
granero.
El agua en enero es beneficiosa para
las vides, los olivos y los trigos.
LLUVIOSO. — Lluvioso febrero, año ce-
badero.
Las lluvias abundantes en el mes in-
dicado anuncian buen año de cebada.
FIN DEL TOMO PRIMERO
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