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Full text of "Diccionario de refranes, adagios, proverbios modismos, locuciones y frases proverbiales de la lengua espanola"

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DICCIONARIO   DE    REFRANES 


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DE 


REFRANES,  ADAGIOS,  PROVERB 

MODISMOS,  LOCUCIONES  Y  FRASES  PROVERBIALES 

DE  LA  LENGUA  ESPAÑOLA 


RECOGIDOS  Y  GLOSADOS  POR  EL 

ILMO.  SR.  D.  JOSÉ  MARÍA  SBARBI 

PRESBÍTERO,  ACADÉMICO  DE  LA  REAL  DE  BELLAS  ARTES  DE  SAN'  FERNANDO 

OBRA  POSTUMA 

ORDENADA,  CORREGIDA  Y  PUBLICADA  BAJO  LA  DIRECCIÓN  DE 

D.  MANUEL  JOSÉ  GARCÍA 

PROFESOR    DE    LENGUA    Y    LITERATURA    CASTELLANA,    LICENCIADO    EN    FILOSOFÍA    Y    LETRAS 


Los  refranes  son  como  piedras  preciosas 
salteadas  por  ropas  de  gran  precio  que 
arrebatan  los  ojos  con  sus  lumbres. 

(Juan  de  Mal-lara.) 


TOMO    I 

A-LL 


^ 


l?fras'i. 


9.    |.    £4 


MADRID 

LIBRERÍA    DE    LOS    SUCESORES    DE    HERNANDO 

CALLE    DEL    ARENAL,    NUM.     I  I 

1922 


Es  propiedad  de  los  herederos  del  autor. 

Todo  ejemplar  que  no  lleve  el  sello  del  or- 
denador y  corrector  será  considerado  como 
clandestino. 


Madrid.  —Imprenta  de  los  Sucesores  de  Hernando,  calle  de  Quintana,  núm.  33. 


DON  JOSÉ  MARÍA  SBARBI 


El  retrato  que  va  al  frente  de  esta  obra  nos  presenta  a  su  autor 
en  la  plenitud  de  su  vida,  dándonos  idea  exacta  de  lo  que  era 
desde  el  punto  de  vista  físico,  cuando  había  llegado  al  máximum 
del  desenvolvimiento  de  su  actividad  intelectual,  y  su  incansable 
afán  por  el  estudio  había  producido  multitud  de  libros  que  prue- 
ban su  claro  talento,  su  gran  erudición,  exquisito  ingenio  y  exce- 
lente manejo  del  habla  castellana,  que  conocía  tan  a  fondo  que 
pocos  maestros  del  bien  decir  podrán  igualarle,  y  cuando,  merced 
a  sus  grandes  dotes  de  artista,  había  compuesto  más  de  cien  obras 
musicales,  pertenecientes  en  su  mayoría  al  género  religioso. 

De  la  importancia  de  la  labor  literaria  de  D.  José  María  Sbarbi 
se  puede  formar  idea  sólo  con  la  enumeración  de  sus  libros  y  sus 
trabajos  como  periodista  en  diarios  y  revistas  de  diferente  índole; 
pero  con  ser  muy  grande  el  valor  de  este  bagaje  literario  y  artís- 
tico, más  estimado  en  el  extranjero  que  en  España,  porque  jamás 
se  cuidó  de  hacerse  el  reclamo  ni  quiso  figurar  en  las  agrupaciones 
de  bombos  mutuos  encargadas  de  fabricar  reputaciones  científicas 
a  gusto  de  sus  asociados,  es  mayor  aún  el  mérito  y  el  trabajo  que 
suponen  la  recopilación  y  glosa  de  los  materiales  que  forman  la 
obra  que  ahora  se  publica,  titulada  Diccionario  de  refranes,  ada- 
gios, PROVERBIOS,  MODISMOS,  LOCUCIONES  Y  FRASES  PROVERBIALES  DE 

la  lengua  española,  a  la  que  dedicó  todos  sus  afanes,  y  que  la 
muerte  no  le  dejó  ver  impresa  por  su  constante  deseo  de  aumen- 
tarla y  completarla  cada  día  con  nuevos  datos,  a  cual  más  intere- 
santes y  amenos,  antes  de  decidirse  a  darla  a  la  imprenta. 

El  examen  de  este  trabajo  monumental  bastaría  para  crear  una 
reputación  de  escritor  de  primer  orden  a  quien  no  tuviera,  como 
Sbarbi,  por  derecho  propio  un  lugar  preeminente  entre  los  culti- 
vadores de  las  letras  patrias.  Para  los  que  le  conocieron  y  saben 


VI    — 

apreciar  en  lo  que  valen  las  obras  que  dejó  publicadas,  la  apari- 
ción de  la  presente  constituye  un  motivo  de  júbilo,  porque  en  ella 
concentró  con  entusiasmo  todo  cuanto  pudo  hallar  relacionado 
con  el  folklore  nacional. 

Antes  de  seguir  tratando  de  las  producciones  literarias  y  artís- 
ticas del  Sr.  Sbarbi,  indicaremos  algunos  de  sus  datos  biográficos, 
para  que  se  conserven  aquí  las  notas  más  salientes  relacionadas 
con  su  existencia. 

Don  José  María  Sbarbi  nació  en  Cádiz  el  10  de  julio  del 
año  1834,  y  desde  niño  demostró  tal  afición  a  los  libros,  que  el 
tiempo  que  otros  de  su  edad  dedicaban  a  los  juegos  y  diversiones 
propios  de  los  pocos  años,  lo  empleaba  en  estudiar  y  buscar  por 
los  puestos  de  libros  usados  obras  que,  apenas  llegaba  a  su  casa, 
leía  con  gran  afán;  siendo  tan  grande  su  aplicación,  que  los  profe- 
sores del  Colegio  de  San  Agustín,  donde  hizo  sus  primeros  estu- 
dios, no  tardaron  en  observar  sus  excepcionales  aptitudes,  y  muy 
pronto  pasó  de  discípulo  a  ser  maestro,  figurando  a  los  quince 
años  de  edad  como  encargado  de  explicar  Francés  y  Música  en  el 
mismo  centro  en  que  aprendió  las  primeras  letras,  y  de  enseñar 
aquel  idioma  en  el  Colegio  de  San  Felipe  de  su  ciudad  natal. 

Al  año  siguiente,  por  no  tener  la  edad  reglamentaria,  se  pre- 
sentó ad  honorem  a  las  oposiciones  para  proveer  la  cátedra  de  Len- 
gua francesa  vacante  en  el  Consulado  (Academia  Mercantil),  e  hizo 
ejercicios  tan  brillantes,  que  se  le  adjudicó  el  primer  lugar  después 
de  la  terna.  También  se  encargó  dos  años  después  de  las  cátedras 
de  Francés  y  de  Canto  llano  en  el  Seminario  Conciliar  gaditano, 
satisfaciéndose  así  una  de  sus  aspiraciones  favoritas,  la  del  cultivo 
de  la  Música,  a  la  que  tuvo  tan  gran  afición,  que  cuando  sólo  con- 
taba doce  años  de  edad  tocó  el  órgano  en  público,  revelándose 
como  consumado  artista. 

En  1853  hizo  oposición,  también  ad  honorem,  a  la  cátedra  de 
Francés  vacante  en  el  Colegio  Naval  Militar  (Isla  de  San  Fernan- 
do), y  el  Tribunal  calificador,  al  ver  que  la  brillantez  de  sus  ejer- 
cicios le  hacía  acreedor  al  primer  lugar  de  la  propuesta,  le  invitó 
a  retirar  la  cláusula  citada  de  ad  Jio7iorc7n,  para  que  pudiera  ser 
elegido;  pero  su  propósito  de  abrazar  el  estado  eclesiástico,  al  que 
tenía  gran  vocación,  le  hizo  renunciar  el  cargo  que  le  ofrecían. 

Ordenado  en  Badajoz  el  año  1857,  tomó  inmediatamente  pose- 


VII    

sión  de  su  prebenda  en  la  Catedral  de  aquella  ciudad,  como  orga- 
nista primero  maestro  de  capilla,  plaza  que  ganó  por  oposición, 
haciendo  brillantísimos  ejercicios.  En  1861  publicó  un  cuaderno 
de  26  páginas,  titulado  Prontuario  de  definiciones  musicales,  escrito  con 
sencillez  filosófica,  para  que  los  jóvenes  estudiantes  aprendieran  fácil- 
mente los  principios  fundamentales  del  Arte  de  conmover  por  medio 
de  los  sonidos. 

Motivos  de  salud  le  obligaron  el  año  1863  a  renunciar  el  bene- 
ficio que  disfrutaba  en  Badajoz,  y  para  buscar  alivio  a  su  dolen- 
cia se  trasladó  a  Sevilla,  donde  se  dedicó  a  la  enseñanza  particular 
y  a  la  oratoria  sagrada,  siendo  tanto  el  trabajo  que  una  y  otra  le 
proporcionaban,  que  por  falta  material  de  tiempo  abandonó  en 
parte  el  cultivo  de  la  Música;  sin  embargo,  hizo  tres  oposiciones 
diferentes  en  la  Metropolitana  Hispalense,  logrando  ser  siempre 
aprobados  todos  sus  ejercicios  con  las  mejores  calificaciones. 

En  uno  de  los  viajes  que  hizo  a  Madrid  durante  el  tiempo  que 
residió  en  Sevilla,  publicó,  el  año  1867,  un  libro  en  8.",  titulado 
Teóñlo  o  Pruebas  de  las  pruebas  del  estado  eclesiástico. 

En  su  constante  afán  de  hacer  oposiciones,  a  fines  de  1867 
actuó  como  opositor  a  uno  de  los  curatos  pertenecientes  a  las 
Ordenes  Militares,  y  sin  aguardar  a  saber  su  resultado,  al  ente- 
rarse que  estaba  vacante  una  prebenda  música  de  la  Catedral  de 
Toledo,  la  solicitó,  y  a  principios  de  1868  hizo  los  ejercicios  con- 
siguientes, logrando  que  se  le  adjudicase  la  plaza  por  unanimidad, 
sobre  los  otros  tres  que  se  la  disputaban;  pero  la  Revolución  de 
septiembre  trajo  consigo  que  se  atrasasen  los  pagos  de  cuanto 
dependía  del  Estado,  y  pasaron  dos  años  sin  que  se  percibieran 
las  dotaciones  de  la  Catedral  Primada,  y  viendo  el  Sr.  Sbarbi  que 
no  se  cobraban,  ni  se  sabía  cuándo  se  cobrarían  regularmente,  se 
trasladó  a  la  Corte  en  1871  para  proporcionarse  medios  de  subsis- 
tencia, y  poco  después  abandonó  aquel  destino  por  completo. 

Desengañado  de  ciertos  cargos  públicos  por  el  descalabro 
sufrido,  se  dedicó  de  nuevo  con  gran  ahinco  al  cultivo  de  las 
Letras,  escribiendo  por  aquel  entonces  su  Monografía  sobre  los 
refranes,  adagios  y  proverbios  castellanos  y  las  obras  o  fragmentos  que 
expresamente  tratan  de  ellos  en  nuestra  lengua,  obra  que  fué  premiada 
por  la  Biblioteca  Nacional  en  el  Concurso  público  de  1871,  y  que, 
no  obstante  su  gran  importancia,  por  tratarse  del  primer  libro  de 


VIII 


bibliografía  paremiológica  escrito  en  España,  no  se  publicó  hasta 
el  año  1891  (1). 

En  1872  imprimió  en  Madrid  (Simón  y  Urosa)  El  libro  de  los 
refranes,  colección  alfabética  de  refranes  castellanos,  explicados 
con  la  mayor  concisión  y  claridad,  que  contiene  unos  1.800  ada- 
gios y  refranes  glosados  que  no  figuran  en  las  obras  de  este  género 
publicadas  hasta  aquella  fecha,  y  al  año  siguiente  publicó,  en  casa 
de  A.  Gómez  Fuentenebro,  el  Florilegio  o  ramillete  alfabético  de  refra- 
nes y  7nodismos  comparativos  y  ponderativos  de  la  lengua  castellanay 
definidos  razo?iadamente  y  en  estilo  a??ie?w,  que  forma  un  volumen 
en  8.°  de  501  páginas  y  una  hoja  de  nota. 

La  nostalgia  de  las  oposiciones  le  indujo  a  hacer  las  de  la 
cátedra  de  Francés  que  estaba  vacante  en  el  Instituto  de  San 
Isidro,  v,  no  obstante  sus  grandes  conocimientos  en  esa  materia  y 
sus  brillantes  ejercicios,  sólo  obtuvo  un  voto  para  ser  incluido  en 
la  terna  propuesta:  el  voto  del  catedrático  de  Latín  del  Instituto 
del  Cardenal  Cisneros  en  aquella  época;  los  demás  vocales  del 
Tribunal  votaron  al  que  de  público  se  decía  entre  los  opositores 
que  se  le  adjudicaría  la  cátedra  para  satisfacer  compromisos  polí- 
ticos; y  Sbarbi,  asqueado  al  ver  aquello,  no  volvió  a  presentarse 
a  más  oposiciones. 

Desde  1874  a  1878  publicó,  en  la  imprenta  de  Gómez  Fuente- 
nebro,  los  diez  tomos,  en  8.°  mayor,  de  El  refranero  general  español^ 
parte  recopilado  y  parte  compuesto  por  Sbarbi,  del  que  dice  Mel- 
chor García  Moreno  en  el  interesantísimo  Catálogo  parcmiológico, 
impreso  en  Madrid  el  año  191 8,  que  es  «obra  de  verdadero  mérito, 
a  la  que  consagró  su  autor  gran  parte  de  su  vida  y  de  la  que  sólo 
pudo  terminar  esta  primera  serie.  Sbarbi  escogió  lo  mejor  de  lo 
mejor  con  exquisito  gusto  y  copiosa  erudición,  por  lo  que  su 
Refranero  constituye  hasta  el  presente  el  más  apreciado  y  útil  de 
los  repertorios  paremiológicos.  Supo  su  autor  reunir,  a  la  ciencia 
de  interpretar  el  refrán,  la  gracia  del  escritor  ameno». 

En  1879  empezó  a  publicar  una  revista  titulada  El  Averiguador 
Universal,  que  logró   sostener   durante   cuatro  años  a  fuerza  de 


(1)  En  Madrid,  un  volumen  en  4.0  mayor  de  412  páginas.  Precede  a  esta  obra  una  inte- 
resante Disertación,  en  la  que  el  Sr.  Sbarbi  da  a  conocer  los  proverbios  sacados  de  El 
Génesis,  El  libro  de  los  Proverbios,  los  Padres  de  la  Iglesia  y  los  de  nuestros  clásicos  anti- 
guos y  modernos. 


IX 


sacrificios,  teniendo  que  abandonarla  por  falta  de  apoyo;  tampoco 
correspondió  el  público  a  los  esfuerzos  que  hizo  en  1882  para  la 
impresión  del  Álbum  Teresiano,  no  obstante  su  esmerada  compo- 
sición y  aparecer  con  música  y  profusión  de  grabados  las  diversas 
ediciones  que  editó  de  diferentes  clases  y  tamaños.  El  mismo 
año  1882,  deseando  contribuir  a  que  se  depurara  el  habla  caste- 
llana, creó  una  Asociación  titulada  Academia  Nacional  de  Letras 
Populares,  cuyo  principal  objeto  era  recoger,  estudiar  y  publicar 
todos  los  elementos  constitutivos  del  saber  peculiar  del  pueblo; 
pero  ante  la  apatía  con  que  acogieron  la  idea  los  que  más  debie- 
ran favorecerla,  se  entibió  el  entusiasmo  de  los  que  le  secundaban 
en  este  propósito,  y  no  logró  que  la  naciente  Asociación  tuviera 
larga  vida. 

La  publicación  de  la  duodécima  edición  del  Diccionario  de  la 
Real  Academia  Española,  en  1884,  sugirió  a  Sbarbi  la  idea  de  su 
«novela  histórica  o  historia  novelesca»  titulada  Doña  Lucía,  en  la 
que,  con  su  peculiar  sal  ática,  censuró  y  desmenuzó  todo  el  trabajo 
de  la  docta  Corporación,  que  jamás  perdonó  a  Sbarbi  la  crítica  ace- 
rada y  fina  que  empleó  en  esta  obra,  leída  con  singular  regocijo 
por  cuantos  saben  cómo  se  confecciona  el  léxico  nacional;  y  la 
prueba  de  que  no  olvidó  el  mal  rato  que  la  hizo  pasar  el  «Padre  de 
los  refranes»  con  la  publicación  de  Doña  Lucía,  es  que,  a  pesar  de 
haber  sido  presentada,  en  1875,  su  candidatura  a  la  vacante  de  una 
plaza  de  académico  de  número,  por  los  Sres.  Hartzenbusch,  Olivan 
y  Fernández-Guerra,  transcurrieron  treinta  y  cinco  años,  desde 
aquella  fecha  hasta  el  fallecimiento  de  Sbarbi,  sin  que  la  Acade- 
mia Española  le  abriera  sus  puertas. 

En  1897  publicó,  en  casa  de  la  Viuda  e  Hija  de  Fuentenebro, 
el  Ambigú  literario,  interesante  colección  de  cuarenta  y  nueve  tra- 
bajos, algunos  inéditos  y  otros  que  ya  habían  visto  la  luz  pública, 
precedidos  de  un  sabroso  prólogo  y  de  una  semblanza  de  Sbarbi, 
hábilmente  trazada  por  D.  Manuel  García  Osuna,  de  la  que  nos 
hemos  valido  en  gran  parte  para  redactar  estas  líneas. 

La  Real  Academia  de  Bellas  Artes  de  San  Fernando,  recono- 
ciendo las  excelentes  condiciones  artísticas  de  D.  José  María 
Sbarbi,  le  eligió  académico  de  número  el  4  de  diciembre  de  1899, 
tomando  posesión  del  cargo  el  21  de  enero  de  1900.  Substituyó 
en  la  Academia  al  conde  de  Morphi,  que  había  muerto  en  Badén- 


Argovia  (Suiza)  el  28  de  agosto  de  1899,  y  su  discurso  de  ingre- 
so versó  sobre  ¿Qué  es  Música},  contestándole  en  nombre  de  la 
Corporación  el  limo.  Sr.  D.  Ildefonso  Jimeno  de  Lerma.  Desde 
entonces  asistió  Sbarbi  a  todas  las  sesiones  de  la  Academia  de 
San  Fernando,  y  cuando  el  2  de  marzo  de  1902  ingresó  en  ella 
D.  Manuel  Fernández  Caballero  y  leyó  su  discurso  acerca  de  Los 
cantos  populares  españoles  co?isidcrados  como  elemento  indispensable  para 
la  formación  de  nuestra  ?iacionalidad  musical,  fué  Sbarbi  el  encargado 
de  contestarle,  como  lo  hizo  con  su  habitual  galanura  de  dicción. 

Incansable  en  su  labor  literaria,  en  1903  publicó  un  volumen 
en  8.°  de  383  páginas,  con  el  título  de  In  illo  tcmpore  y  otras  frio- 
leras. Bosquejo  cervantino  o  pasatiempo  quijotesco  por  todos  cuatro  costa- 
dos, obra  que  le  acarreó  algunos  disgustos  y  sinsabores,  propor- 
cionados por  los  que  se  creyeron  aludidos  en  los  capítulos  más 
intencionados  y  sabrosos  de  este  trabajo,  en  el  que,  entre  otras 
cosas,  hace  un  detenido  estudio  acerca  del  personaje  real  y  verda- 
dero que  influyó  en  la  mente  de  Cervantes  para  crear  su  inmortal 
obra,  y  reproduce  Cervantes  teólogo  (1),  con  varias  cartas  de  con- 
troversia acerca  de  este  particular. 

Además  tradujo  del  francés  las  Meditacio?ies  religiosas,  por 
D'Exauvillez,  El  año  eucaristico  y  cuatro  devocionarios  religiosos 
publicados  en  Alemania  por  la  casa  Riffarth.  Entre  las  obras  que 
Sbarbi  dejó  manuscritas  figuran  en  primer  término  los  materiales 
para  el  presente  Diccionario  de  refranes,  adagios,  proverbios, 

MODISMOS,  LOCUCIONES  Y  FRASES  PROVERBIALES  DE  LA  LENGUA  ESPA- 
ÑOLA, la  más  grande  de  todas  sus  producciones  literarias;  el  Ensayo 
bibliográfico  acerca  de  las  obras  de  consulta  pa?'a  el  estudio  de  la  lengua 
castella7ia;  un  Diccio?iario  de  andalucismos;  un  Texto  del  « Quijote» 
reducido  a  su  prísti?ia  pureza,  con  notas  filológicas;  una  Gramática  de 
la  lc7igua  española;  un  Diccionario  de  la  Música;  la  Filosofía  de  la 
Música;  La  fábula  y  los  fabulistas  españoles;  un  Tratado  de  castella- 
no; Estudios  tec?iicos  críticos  acerca  de  los  cantos  populares  de  algunas 
provincias  españolas;  un  Tratado  de  Retórica  y  Poética,  y  algunas  más, 
producto  de  una  labor  no  interrumpida  durante  muchos  años  y 
de  una  experiencia  y  observación  a  toda  prueba. 


(1)  Se  imprimió  en  Toledo  el  año  1870,  haciendo  una  tirada  de  cien  ejemplares.  Los 
cuales  —  según  dice  su  autor — ,  a  diferencia  de  muchas  personas  y  cosas  que  existen  bajo 
el  sol,  no  se  venden. 


XI 


Aunque  parece  increíble,  aun  tuvo  tiempo  para  redactar  innu- 
merables definiciones,  en  particular  las  referentes  al  arte  músico, 
que  se  hallan  incluidas  en  el  gran  Diccionario  enciclopédico  hispano- 
americano, editado  por  la  Casa  Montaner,  de  Barcelona,  y  para 
colaborar,  entre  otras  revistas  y  publicaciones  literarias,  científicas 
y  artísticas,  en  La  Ilustración  Española  y  Americana,  la  Revista  Con- 
temporánea, La  Ilustración  Artística,  La  España  Moderna,  La  Corres- 
pondencia Musical  y  los  diarios  El  Imparcial,  El  Siglo  Futuro  y  otros. 

Tal  es,  ligeramente  enumerado,  el  caudal  literario  y  artístico 
que  Sbarbi  legó  a  la  posteridad,  el  cual,  después  de  una  larga  vida 
dedicada  al  estudio  sin  descanso,  entregó  su  alma  a  Dios  el  día 
24  de  abril  de  191  o,  en  Madrid,  en  la  calle  de  Moratín  (antes  de 
San  Juan),  en  el  piso  tercero  de  la  casa  número  46,  donde  había 
residido  muchos  años,  siendo  sepultado  en  el  cementerio  de  la 
Sacramental  de  San  Lorenzo. 


PRÓLOGO 


La  nación  española  es  la  más  rica  en  manifestaciones  del  saber 
popular,  habiéndose  recogido  en  diferentes  épocas,  por  eruditos 
y  entusiastas  coleccionadores,  gran  número  de  refranes,  prover- 
bios, modismos  y  frases  proverbiales  en  número  más  o  menos  con- 
able,  como  puede  verse  examinando  el  Catálogo  pareviiologico 
de  .Melchor  García  Moreno,  impreso  en  Madrid  el  año  191 8,  tra- 
bajo interesantísimo  de  inapreciable  valor  bibliográfico,  en  el  que 
su  autor  da  cuenta  minuciosamente  de  cuatrocientas  ochenta  obras 
relacionadas  con  el  folklore. 

En  este  Catálogo  se  citan  colecciones  de  refranes,  adagios  y 
proverbios  de  todas  clases:  unas,  en  que  sus  compiladores  glosaron 
los  decires  que  recogieron;  otras,  en  que  los  agruparon  por  mate- 
rias; algunas,  en  que  sólo  se  insertan  los  refranes  que  tratan  de 
una  especialidad  determinada,  y,  por  fin,  muchas,  en  que  sus  auto- 
res se  limitaron  a  acumularlos  sin  un  plan  determinado,  guiados 
del  deseo  de  que  se  conservasen  según  los  habían  ido  reco- 
giendo de  los  labios  del  vulgo. 

Cuando  D.  José  María  Sbarbi  publicó,  de  1874  a  1878,  los 
diez  volúmenes  de  El  refranero  general  español,  parte  recopilado  y 
parte  compuesto  por  tan  amenísimo  escritor,  con  exquisito  gusto 
j  \  sta  erudición  reunió  en  tan  curiosísima  obra  la  flor  y  nata  del 
folklore  nacional;  pero  el  «Padre  de  los  refranes»,  como  llamaban 
a  Sbarbi  sus  admiradores,  aun  proyectaba  hacer  algo  más  grande 
y  de  mayor  valor  que  este  Refranero,  que  sólo  consideraba  como 
la  primera  parte  de  su  obra  monumental  dedicada  a  la  sabiduría 
popular;  y  firme  en  su  propósito  de  recopilar  sin  descanso  mate- 
riales para  lo  que  él  quería  que  fuese  el  Gra?i  refranero  general  espa- 
ñol, en  el  que  apareciesen,  agrupados  por  materias,  glosados  y 
comentados,  los  casi  innumerables  refranes  que  iba  anotando,  muy 


—    XIV    — 

pronto  observó  que  éstos  se  completaban  con  proverbios  y  ada- 
gios que  tenían  relación  con  ellos,  y  que  había  muchas  compara- 
ciones, frases  y  modismos  proverbiales  de  los  que  no  se  podía 
prescindir,  si  la  colección  que  se  proponía  hacer  había  de  ser 
exacta  y  cabal  representación  de  la  sabiduría  popular  en  su  más 
amplia  acepción;  y  de  nuevo  se  dedicó  con  ahinco  a  coleccionar 
estas  manifestaciones  del  folklore,  a  las  que  añadió  algunas  máxi- 
mas y  pensamientos  que  el  vulgo  empleaba  como  refranes  y  pro- 
verbios, convencido  de  que  cuando  todo  esto  se  hallara  conve- 
nientemente ordenado  y  clasificado,  se  podía  asegurar  que  se  tenían 
acumulados  los  materiales  necesarios  para  el  Gran  refranero  general 
español;  y  si  a  esto  se  une  su  propósito  de  glosarlos  e  ilustrarlos  con 
citas  de  los  autores  que  los  usaron  en  sus  obras,  se  podrá  formar 
idea  de  la  magnitud  e  importancia  del  trabajo  que  Sbarbi  reali- 
zaba, cuyo  valor  hubiera  acrecentado  con  su  erudición  y  gran  domi- 
nio del  idioma,  que  le  permitían  dar  a  cuanto  escribía  una  gala- 
nura y  amenidad  que  hacía  más  interesante  y  atractiva  su  lectura. 

De  todas  las  colecciones  paremiológicas  conocidas,  ninguna  es 
tan  numerosa  como  la  que  Sbarbi  había  formado;  tal  vez  contenga 
mayor  cantidad  de  refranes  el  Vocabulario  que  juntó  el  maestro 
Gonzalo  Correas,  y  publicó  en  1906  la  Real  Academia  Española; 
pero  la  clasificación  que  empleó,  ajustándose  en  su  colocación  a 
un  orden  fonético,  hace  difícil  su  consulta,  aparte  de  que  muchos 
aparecen  repetidos  en  diferentes  lugares  de  la  obra,  aventajando, 
desde  luego,  el  Gran  refranero  de  Sbarbi  al  Vocabulario  de  Correas, 
no  sólo  en  el  método  seguido  para  formarle,  sino  también  en 
reunir  adagios,  proverbios,  modismos  y  frases  proverbiales  que 
completan  la  colección,  avalorada  por  la  glosa  de  todos  estos  mate- 
riales, glosa  que  en  muchos  casos  va  acompañada  de  eruditas  citas 
que  prueban  el  enorme  caudal  de  conocimientos  literarios  de  su 
recopilador. 

Habiendo  fallecido  el  año  191  o  el  autor  de  El  refra?icro  general 
español  sin  haber  logrado  ver  impreso  el  Gran  refranero,  que  había 
de  ser  segunda  parte  y  complemento  de  aquél,  todos  los  mate- 
riales que  tenía  acumulados  para  formarle  pasaron  a  ser  propie- 
dad de  sus  sobrinos  y  herederos,  los  Sres.  de  García,  que  con 
especial  cuidado  los  guardaron,  esperando  ocasión  de  darlos  a  la 
imprenta,  para  que  no  se  perdiera  el  fruto  de  tanto  trabajo,  hasta 


XV    

que,  en  1920,  D.  Gabino  Páez,  de  la  Casa  Sucesores  de  Hernan- 
do, gran  aficionado  a  la  poesía  popular,  sabedor  de  que  D.  José 
María  Sbarbi  había  dejado,  al  morir,  reunidos  los  materiales  para  el 
Gran  refranero  general  español,  propuso  a  D.  Manuel  José  García  la 
publicación  de  tan  interesante  obra;  y  como  ésta  no  podía  apare- 
cer en  la  forma  que  el  Sr.  Sbarbi  había  proyectado,  por  faltar  el 
aditamento  de  los  sabrosos  comentarios  que  su  gran  ingenio  hubiera 
prestado  para  enlazar  los  refranes  y  adagios  de  modo  que  consti- 
tuyesen un  todo  armónico,  según  el  orden  de  materias  que  tenía 
trazado,  acordaron  la  publicación  en  forma  de  diccionario,  con  lo 
cual  se  agrupaban  los  elementos  afines  con  más  facilidad  para  los 
que  quisiesen  utilizar  el  enorme  caudal  de  literatura  popular  que 
dejó  acumulado  el  Sr.  Sbarbi,  y  ésta  es  la  razón  de  que  lo  que 
hubiera  sido  el  Gran  refranero  general  español,  según  el  plan  de  su 
recopilador,  se  ofrezca  al  público  con  el  título  de  Diccionario  de 

REFRANES,     ADAGIOS,     PROVERBIOS,     MODISMOS,    LOCUCIONES    Y    FRASES 

proverbiales  de  la  lengua  ESPAÑOLA,  recopilado  y  glosado  por  el 
limo.  Sr.  D.  José  María  Sbarbi,  y  ordenado  en  la  forma  indicada 
por  su  sobrino  D.  Manuel  José  García,  que  con  exquisito  cuidado 
ha  procurado  conservarlos  y  dirigido  su  impresión  del  modo  más 
adecuado  para  que  aparezcan  reunidos  los  casi  innumerables  refra- 
nes y  otras  manifestaciones  del  folklore,  con  tanto  afán  recogidos 
por  el  Sr.  Sbarbi. 

De  desear  es  que  los  amantes  de  este  género  literario,  los 
aficionados  a  la  poesía  popular  y  el  público  en  general,  aprecien 
en  lo  que  valen  los  dispendios  hechos  por  los  editores  y  el  esfuerzo 
empleado  por  el  Sr.  García  para  que  sea  conocida  la  colección  más 
grande  y  más  importante  de  Paremiología  de  cuantas  se  han  hecho 
hasta  ahora  en  España  y  fuera  de  ella. 

Gabriel  María  Vergara. 


A.  —  No  conocer  la  a. 

No  saber  leer;  y  por  extensión,  ser 
muy  ignorante  o  estúpido. 
ABAD.  —  Abad  avariento,  por  un  bodigo 
pierde  ciento. 

En  las  aldeas  se  ve  esto  con  frecuen- 
cia, que  riñe  el  cura  con  el  que  no  le 
ofrece,  sin  que  por  esto  consiga  que  le 
dé  algo;  con  lo  que  resulta  que  la  ava- 
ricia redunda  en  daño  del  avariento. 
Abad  de  Zarzuela,  comisteis  la  olla,  pedís 
la  cazuela. 

Hay  personas  tan  exigentes  y  ambi- 
ciosas, que  no  satisfechas  con  haberlo- 
grado  lo  razonable  y  necesario,  piden 
además  las  cosas  superfluas. 
Abad  halaguero,  tened  el  cuello  quedo. 
Indica  que  no  debe  uno  dejarse  enga- 
ñar por  las  lisonjas  interesadas,  cual 
solían  ser  las  de  aquéllos. 
Abad  v  ballestero,  mal  para  los  moros. 
Advierte  lo  peligroso  que  es  tener 
por  enemigo  a  quien  reúna  en  sí  el  po- 
der de  la  autoridad  espiritual  y  de  la 
fuerza  material.  Si  el  superior  es  pen- 
denci'-ro,  no  les  irá  muy  bien  a  los  sub- 
ditos. 
Como  ce  ita  el  abad,  responde  el  monaci- 
llo, o  el  sacristán,  dicen  otros. 

Los  inferiores,  por  lo  común,  se  aco- 
modan al  dictamen  de  los  superiores  e 
imitan  sus  costumbres. 
Como  el  abad  de  Compostela,  que  se  comió' 
el  cocido  y  aun  quiso  la  cazuela. — V.  Abad 
de  Zarzuela,  comisteis  la  olla,  pedís  la 
cazuela. 
Corrido  va  el  abad/<?r  el  cañaveral. 

Advierte  que  las  personas  respeta- 
bles deben  andar  siempre  por  donde 
todos  las  vean. 
El  abad  de  Bamba,  lo  que  no  pztede  comer , 
dalo  por  su  alma. 

Moteja  a  los  que  sólo  dan  las  cosas 


que  no  pueden  aprovechar  o  no  les  sir- 
ven para  nada. 
El  abad,  de  donde  canta,  de  allí  yanta,  o, 
como  dicen  otros:  de  lo  que  canta, yan- 
ta. También  se  aplica  esto  en  particu- 
lar al  abad  de  Bamba. 

Enseña  que  cada  uno  debe  vivir  y 
sustentarse  de  su  trabajo. 
El  abad  v  el  gorrión,  dos  malas  aves  son. 

Refiérese  al  estrago  que  causan  am- 
bos donde  se  presentan:  el  uno  por 
el  mucho  regalo  que  exigía,  por  estar 
a  ello  acostumbrado,  y  el  otro  porque 
es  sabido  que  destroza  los  sembrados. 
Ambos  tienen  fama  de  ser  muy  comi- 
lones. 
En  casa  del  abad,  comer  y  llevar. 

Manifiesta  que  en  las  casas  opulentas 
no  sólo  se  halla  el  mantenimiento  fácil- 
mente, sino  que,  por  falta  de  orden  y 
economía,  se  saca  mucho  para  otras. 
No  hace  para  vos,  cierto,  el  abad,  andar 
trovando;  parecéis  mejor  rezando. 

Cada  cual  debe  dedicarse  a  aquellas 
ocupaciones  y  faenas  que  por  ningún 
concepto  desdigan  de  las  exigencias 
propias  de  su  estado  y  condición. 
No  kay_  peor  abad  que  el  que  monje  ha 
estad. 

Da  a  entender  que  el  que  llega  a  una 
alta  categoría  después  de  haber  pasado 
por  las  inferiores,  suele  vengarse  infli- 
giendo a  sus  subordinados  las  mismas 
o  mayores  penas  que  él  sufrió  anterior- 
mente. 
Otro  abad  hay  muerto,  sin  el  del  Puerto. 

Indica  que  ninguno  puede  estar  se- 
guro de  la  muerte. 
Si  bien  canta  el  abad,  fio  le  va  en  zaga  el 
monacillo. 

Denota,  hablando  de  dos  personas, 
que  si  la  una  es  mala,  no  es  mejor  la 
otra. 

i 


ABALORIO 


ABRAZO 


Abades,  rocío  de  panes. 

Da  a  entender  que  donde  iban  estas 
dignidades  eclesiásticas  había  mucha 
abundancia  de  comida,  por  la  fama  de 
sibaritas  que  tenían  en  lo  referente  a 
la  mesa. 
ABALORIO.  —  No  valer  un  abalorio. 

Dase  a  entender  que  una  cosa  es  des- 
preciable o  de  poco  valor. 
ABANICO.  —  Abanico  de  calaña,  que  se 
rompe  el  papel  y  queda  la  cana. 

Dícese  de  aquellas  cosas  en  que  la 
bondad  de  lo  superíluo  supera  a  la  de 
lo  indispensable  o  necesario. 
Sacar  el  abanico. 

Tirar  del  sable,  espada  o  navaja. 
ABARCAR.  —  Quien  mucho  abarca,  poco 
aprieta. 

Da  a  entender  que  quien  emprende 
o  toma  a  su  cargo  muchos  negocios  a 
un  tiempo,  por  lo  común  no  puede  des- 
empeñarlos bien  todos. 
ABASTO.  —  Tomar  el  abasto. 

Antiguamente,  imponerse  alguien  la 
obligación  de  proveer  de  mantenimien- 
tos a  un  pueblo:  carnes,  granos,  acei- 
te, etc. 
ABECÉ.  —  Eso  es  el  abecé. 

Los  primeros    principios,   los  rudi- 
mentos de  algo. 
No  saber  el  abecé. 
Ser  un  ignorante. 
ABEJA.  —  Abeja  y  oveja,  y  parte  en  la 
Igreja,  desea  a  su  hijo  la  vieja. 

Dase  a  entender  que  la  carrera  ecle- 
siástica, el  ganado  lanar  y  los  colmenares 
proporcionan  comodidades  y  riquezas. 
Abeja  v  oveja  y  piedra  que  trebeja. 

Indica  ser  fuente  de  riqueza  tanto  el 
cuidado  del  ganado  lanar  como  la  api- 
cultura y  los  molinos. 
Abeja  y  oveja,  y  piedra  que  trebeja,  y  pén- 
dola tras  oreja,  y  parte  en  la  Igreja,  desea 
a  su  hijo  la  vieja.  — V,  Abeja  y  oveja,  y 
parte  en  la  Igreja,  desea  a  su  hijo  la 
vieja. 
Andar,  como  la  abeja,  de  flor  en  flor. 

Ser  inconstante  en   sus  determina- 
ciones. 
Cuanto  suga  el  abeja,  miel  toma;  y  cuanto 
el  araña,  ponzoña. 

Manifiesta  que,  según  la  condición  de 
las  personas,  son  sus  actos  benéficos  o 
maléficos. 


Las  abejas  hacen  la  miel,  y  las  moscas  se 
la  comen. 

Da  a  entender  que  en  el  mundo  no 

faltan  seres  inútiles  que  se  aprovechan 

del  trabajo  de  las  personas  laboriosas. 

ABEJARUCO.  —  £/  abejaruco,   a   las 

veinticuatro  horas,  cuco. 

Indica  que  desde  pequeño  es  muy 
astuto  y  cazador. 
ABEJ ARRÓN. —Parecer  un  abejarrón.— 

V.  Parecer  un  moscón. 
ABEJÓN.  —  Jugar  al  abejón  con  uno. 

Tenerlo  en  poco,   tratarlo  con  des- 
precio, burlarse  de  él. 
ABEJORRO.  —  Parecer  un  abejorro. 

Aplícase  al  sujeto  que  importuna  a 
otro,  murmurando  sin  cesar  entre  dien- 
tes aquello  que  es  causa  de  su  disgus- 
to.— Hablar  o  canturrear  en  voz  baja  y 
profunda  de  modo  ininteligible. 
ABINTESTATO. — Como  hacienda,  o  como 
bienes,  abintestato. 

Dícese  de  todo  aquello  que  se  halla 
abandonado,  descuidado  y  sin  resguar- 
do alguno,  como  sucede  regularmente 
con  los  bienes  de  aquel  que  muere  sin 
hacer  testamento. 
ABISMO.  —  Un  abismo  llama  a  otro. 

Expresa  que  una  falta  conduce  casi 
siempre  a  otra. 
ABOGADO.  —  Buen   abogado,  mal  ve- 
cino. 

Denota  que  el  que  sabe  defenderse 
bien,  no    perdona  las   incomodidades 
que  suele  ocasionar  la  vecindad.  En  ese 
sentido,  el  vecino  que  se  meta  con  él, 
saldrá  forzosamente  perdiendo. 
Ser  uno  abogado  de  las  causas  perdidas. 
Interceder  oficiosamente  en  favor  de 
aquellos  asuntos  o  peticiones  que  se 
supone  han  de  ser  denegados. 
ABRASAR.  —  Abrasarse  uno  vivo. 

Sentir  un  calor  extremado,  insopor- 
table. 
ABRAZO.  —  El  buen  abrazo  ha  de  ser 
muy  apretado. 

Porque  sale  del  corazón,  y  no  se  da 
por   aparentar   un   cariño   que   no  se 
siente. 
Lo  mismo  dan   un   abrazo    que   un  po- 
rrazo. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  con 
la  misma  facilidad  ocasionan  el  bien  que 
el  mal;  o,  de  un  modo  más  concreto> 


ABRIGO 


—  3  — 


ABUELA 


que  tan  propensas  son  a  elogiar  hoy  lo 
que  censuran  mañana,  y  viceversa. 
Abrazos  y  besos  no  hacen  chiquillos,  pero 
tocan  a  vísperas. 

Indica  que  ciertas  expansiones  amo- 
rosas suelen  ser  los  preliminares  de  tra- 
tos más  íntimos. 
ABRIGO.  —  Así  andes  en  vano,  como  abri- 
go en  verano. 

Especie  de  imprecación  con  que  se 
desea  que  alguien  no  medre  o  no  con- 
siga lo  que  pretende. 
ABRIL.  —  Abril,    abril,   mucho  cantar  y 
poco  venir. 

Dícese  con  respecto  a  la  perdiz,  por- 
que en  dicho  mes  suele  no  acudir  al 
reclamo. 
Abril,  aguas  mil. 

En  este  mes   suelen    ser  las    aguas 
abundantes. 

Algunos  añaden:  todas  caben  en  un 
barril.  Y  otros  :  si  esta  desfondado  y 
llega  al  tejado.  Y  también :  pero  si  el  ba- 
rril se  quiebra,  no  caben  en  la  tierra. 
También  se  suele  decir  de  la  manera 
siguiente:  En  el  mes  de  abril,  toda  el 
agua  cabe  en  un  barril;  pero  si  el  ba- 
rril está  desfondado,  todo  el  campo  que  'a 
anegado.  Otra  variante  dice  del  modo 
siguiente :  Abril,  aguas  mi/;  si  no  al 
principio,  al  medio,  o  al  fin.  Y  otra:  En 
abril  las  aguas  mil,  que  todas  cojan  en 
un  candil. 
Abril  sácalas  de  cubil  y  panelas  con  astil. 

Se  refiere  a  las  cebadas. 
Abril  v  mayo,  llave  de  todo  el  año. 

De  las  lluvias  y  templanza  de  estos 
dos  meses  depende  la  abundancia  de 
las  cosechas. 
El  que  siega  en  abril  se  expone  a  ganar 
para  una  capa,  o  perder  para  una  mo?i- 
tera. 

Tratándose  de  trigos. 
En  abril,  cada  gota  vale  mil,  o  vale  por  mil. 
Pondera  lo  beneficiosas  que  son  las 
lluvias  durante  este  mes. 
En  abril  empieza  la  seda  a  revivir. 

Así  dicen  en  la  provincia  de  Grana- 
da, porque  entonces  es  cuando  empie- 
zan a  fecundar  los  huevecillos  de  los 
gusanos  de  seda. 
En  abril  no  hay  granizada  a  que  no  siga 
la  helada. 

Fenómenos  meteorológicos  muy  co- 


rrientes en  este  mes,  abundante,  por  lo 
general,  en  lluvias. 
En  abril  quemó  la  vieja  el  mandil,  y  en 
mayo,  el  escaño. 

Dícese  refiriéndose  a  que  en  esos  me- 
ses suele  hacer  más  frío  de  lo  ordinario. 
Efi  llegando  abril,  cada  uno  con  su  fusil. 
Alude  a  que  en  dicho  mes  los  trigos 
y  las  cebadas  ostentan  ya  la  espiga. 
Entre  abril  y  mayo  haz  harina  para  todo 
el  año. 

En  esta  época  es  forzoso  precaver  las 
necesidades  de  todo  el  año. 
Haber  un  treinta  de  abril. 

Ocurrir  algún  desastre  de  importan- 
cia.—  Es  locución  proverbial  nacida  en 
Lorca  con  motivo  de  las  desgracias  per- 
sonales que  tuvieron  lugar  en  aquella 
ciudad,  ocasionadas  por  los  disturbios 
políticos  entre  los  bandos  de  los  llama- 
dos serviles  y  liberales,  en  el  susodicho 
día  del  año  1822. 
Llueva  para  mí  abril  y  mayo,  y  para  ti 
todo  el  año. 

Denota  cuan  convenientes  son  para 
las  buenas  cosechas  las  lluvias  en  di- 
chos meses. 
Parecer,  o  estar  hecho,  un  abril. 

Estar  lucido,  hermoso,  galán. 
Por  abril,  aguas  mi!. — V.  Abril,  aguas  rail. 
Por  abril,  habitas  en  el  mandil. 

Da  a  entender  que  en  este  mes  están 
las  habas  en  sazón,  pudiendo,  por  tan- 
to, recogerlas. 
Abriles  y  condes,  los  más  son  traidores. 
Ponderábase  en  lo  antiguo  la  poca 
confianza  que  debía  ponerse  en  la  cons- 
tancia de  la  atmósfera  y  de  los  grandes 
señores. 
ABROJO.  —  Quien  abrojos  siembra,  espi- 
nas coge.  —  V.  El  que  siembra  vientos, 
recoge  tempestades. 
Quien  siembra  abrojos,  no  ande  descal- 
zo. — V.  El  que  al  cielo  escupe,  en  la  cara 
le  cae. 
ABUELA.  —  A  tu  abuela  con  esa  pajuela. 
Modo  de  manifestarle  a  uno  que  no 
se  hace  caso  de  lo  que  nos  está  diciendo. 
Bien  se  conoce  que  no  tiene  abuela,  o  Hace 
tiempo  que  se  le  murió  su  abuela. 

Censúrase  al  que  se  alaba  a  sí  propio 
de  una  manera  exagerada. 
De  esa  manera,  mi  abuela. 

Dícese  cuando  una  persona  hace  o 


ABUELO 


4  — 


ACAUDALADO 


resuelve  alguna  dificultad  no  por  me- 
dios rectos,  sino  valiéndose  de  artima- 
ñas o  trapacerías. 
Que  se  lo  cuente  a  su  abuela. 

Locución  con  que  se  niega  la  veraci- 
dad de  una  relación  o  noticia,  de  un 
hecho,  etc.,  dando  a  entender  que  no 
se  cree. 
Si,  como  mi  abuela,  o  como  mi  abuelo. 
Locución  familiar  con  que  se  niega 
la  proposición  o  comparación  por  otro 
sustentada,  y  equivale  a  decir:  Eso  es 
tan  cierto  como  mi  abuelo  vive  ahora 
(hallándose  difunto);  o  Esto  se  parece 
a  eso  otro  lo  mismo  que  a  mi  abuelo. 
ABUELO. — ¡Ay,  abuelo!;  sembrasteis  ala- 
zor y  naciónos  anapelo. 

Manifiesta  que  los  beneficios  suelen 
pagarse    con   ingratitudes.  — V.    Cría 
cuervos,  y  te  sacarán  los  ojos. 
Criado  por  abuelo,  nunca  bueno. 

Las  caricias  de  los  abuelos  suelen 
consentir  mucho  y  acostumbrar  mal  a 
los  nietos. 
Quien   no   sabe  de   abuelo ,   no   sabe   de 
bueno. 

Expresa  que  los  abuelos  suelen  mi- 
mar y  consentir  demasiado  a  los  nietos. 
¡Toma  a  mi  abuelo!,   o  ¡Toma  que  mi 
abuelo! 

Expresiones  equivalentes  a  :   ¡Vaya 
una  gracia!,  o  ¡Valiente  salida! 
ABUNDANCIA.  —De  la  abundancia 
del  corazón  habla  la  lengua,  o  la  boca. 

Por  lo  común,  de  lo  que  más  se  ha- 
bla es  de  aquello  de  que  el  ánimo  está 
preocupado. 
ABUNDAR.  —  Lo  que  abunda  no  daña. 
Se  entiende,  siendo  bueno. — V.  Nun- 
ca por  mucho  trigo  es  mal  año. 
ACABAR.  -  ¡Acabáramos!,  o  ¡Acabá- 
ramos con  ello! 

Expresión  familiar  que  se  emplea 
cuando,  después  de  gran  dilación,  se 
termina  o  logra  alguna  cosa  o  se  sale 
de  una  duda.  —  «¡Acabáramos  — dijo 
Lazarillo  —  con  un  jigote  de  palabras 
vacías  de  sentido  y  llenas  de  puro  aire! 
¿Vuestra  merced  sabe  —  dijo  Juanito  — 
el  ¡acabáramos!  de  aquel  loco?  Se  asió 
de  la  aldaba  de  la  puerta  de  una  igle- 
sia, y  con  toda  su  fuerza  tiraba  como 
por  arrancarla,  gritando:  ¡Sal!,  ¿sal! 
Le  rodeó  muchísima  gente,  diciéndose 


unos  a  otros:  ¡Qué  loco!,  ¡qué  loco!  Mas 
el  loco,  cuando  de  soslayo  vio  tras  de 
sí  auditorio  muy  numeroso,  soltó  una 
ventosidad  y  la  aldaba,  y  muy  serio  se 
fué  diciendo:  ¡Acabáramos!>  (Don  La- 
zarillo Vizcardi,  tomo  I,  pág.  235.) 
Acabar  de  parir. 

Explicarse  al  fin  la  persona  torpe, 
tarda  de  palabra  o  que  no  se  atreve  a 
manifestar  con  claridad  lo  que  sabe, 
quiere  o  piensa.  Usase  generalmente 
en  imperativo. 
El  que  acaba  primero,  ayuda  a  su  compa- 
ñero. 

Además  de  su  sentido  recto,  se  usa 
jocosamente  también  para  significar 
que  el  que  acaba  de  comer  antes  que 
los  demás,  suele  invadir  parte  de  la  ra- 
ción que  a  éstos  pertenece. 
Se  acabó  lo  que  se  daba. 

Es  decir,  que  no  queda  nada  de  que 
se  pueda  disponer. 
ACALLAR.  —  A  quien  has  de  acallar,  no 
le  hagas  llorar. 

No  se  debe  hacer  penar  a  aquel  a 

quien  se  ha  de  acabar  por  darle  gusto. 

ACARICIAR.  —  El  que  te  acaricia  más 

de  lo  que  suele,  es  que  te  ha  engañado  o 

engañarte  quiere. 

Equivalencia:  Quien  te  hace  fiestas 
que  no  te  suele  hacer,  o  te  quiere  engañar 
o  te  ha  menester. 
ACASO.  —  Más  vale  un  por  si  acaso  que 
un  ¡quién  pensara!  —  V.  Más  vale  pre- 
caver que  tener  que  remediar. 
ACATAR.  —  Se  acata,  o  se  obedece,  pero 
no  se  cumple. 

Fórmula  que  solían  usar  antiguamen- 
te ciertas  autoridades  superiores,  es- 
pecialmente en  nuestras  posesiones 
americanas,  cuando  se  negaban  a  dar 
cumplimiento  a  una  orden  emanada  del 
rey,  por  estimarla  notoriamente  injus- 
ta o  comprometida  en  su  ejecución. 
ACATO.  —  Delante  hago  acato,  y  por  de- 
trás al  rey  mato. 

Dícese  del  que  en  presencia  alaba  o 
aplaude  y  en  ausencia  vitupera. 
Jugarla  de  acato. 

Se  dice  de  los  cicateros,  tacaños  y 
miserables,  que  todo  lo  guardan  para  sí. 
ACAUDALADO.—^/  acaudalado,  nun- 
ca vive  sosegado. 

El  temor  de  perder  las  riquezas  ate- 


ACCESORIO 


—  5  — 


ACEITE 


soradas  es  causa  de  que  el  que  las  po- 
see arrastre  una  existencia  intranquila. 
ACCESORIO.— Lo  accesorio  sigue  siem- 
pre a  lo  principal. 

Todo  lo  que  es  inferior  necesita  so- 
meterse a  las  leyes  de  lo  superior  de 
que  depende  o  con  que  se  relaciona. 
ACCIÓN.  —  Beber  las  acciones. 

Estar   pendiente    de  lo  que  dice  o 
hace  otra  persona.  —V.  Beber  las  pala- 
bras. 
ACEITE.  —  Aceite   de   oliva,    todo   mal 
quita. 

Refrán  que  pondera  las  virtudes  me- 
dicinales que  se  le  atribuyen  al  líquido 
extraído  de  la  aceituna. 
Aceite  v  vino  y  amigo,  antiguo. 

Aconseja  que  se  dé  la  preferencia  a 
lo  antiguo  sobre  lo  moderno,  tratándo- 
se de  dichos  tres  supuestos. 
Caro  co?no  aceite  de  Aparicio. 

Dícese  de  todo  aquello  cuyo  costo  es 
muy  subido  de  precio. 

Del  Formulario  universal  o  Guía  prác- 
tica del  médico,  etc.,  por  D.  Francisco 
Álvarez  Alcalá,  copio  la  siguiente 

«Receta  del  aceite  de  Aparicio  o  bál- 
samo de  Aparicio : 

R.e  Aceite  de  olivas ..     tlJvjB  (2250  gr.) 
Sumidades  floridas  de  romero. 
Sumidades  floridas  de  hipericón. 
Ruda,  áa 5xvnj  (560  gr.) 

Se  digiere  por  tres  días  en  un  pa- 
raje caliente,  y  se  añade: 

Lombrices  terrestres. . .      ¿)v'j  ('8°  gr.) 

Se  cuece  hasta  que  se  consume  la 
humedad,  se  cuela,  y  se  disuelve: 

Trementina  buena. . .      §xv'ú]  (560  gr.) 
Resina  de  enebro  en  polvo. 

Incienso  en  polvo,  áá §i)  (60  gr.) 

Almáciga  en  polvo q\    (30  gr.) 

Se  cuela  y  guarda.  Se  usaba  como 
vulnerario 

Los  ingredientes  que  entran  a  com- 
poner el  anterior  fármaco  no  nos  pare- 
cen, a  la  verdad,  ser  de  tal  rareza  y  de 
tan  excesivo  coste  que  basten  por  sí 
solos  a  haber  dado  origen  a  esta  frase 
proverbial;  pero  si  se  tiene  en  cuenta 
la  relación  que  pasamos  a  transcribir, 
hallada  por  nosotros  en  un  manuscrito 


de  principios  del  siglo  xvm,  quedará 
justificada  la  razón  del  dicho  que  nos 
ocupa. 

Isabel  Pérez  de  Peromato,  viuda  de 
Aparicio  de  Zubia,  conocido  general- 
mente en  su  tiempo  por  Aparicio  el  de 
los  aceites,  hizo  una  petición  al  Reino 
reunido  en  Cortes  el  7  de  febrero  de 
1567,  por  la  que  prometía  decir  y  de- 
clarar los  componentes  del  aceite  me- 
dicinal que  su  difunto  marido  y  ella 
hacían,  y  el  método  de  confeccionarlo, 
si  por  ello  se  le  aprontaba  alguna  mer- 
ced o  gratificación.  Comisionóse  con 
este  motivo  a  Juan  de  Henao  y  al  licen- 
ciado San  Pedro  para  que  la  oyesen  y 
se  informasen  de  lo  que  pudiera  haber 
en  el  particular,  y  propusiesen  al  Reino 
lo  que  estimasen  más  acertado.  En  efec- 
to, votada  la  cuestión  en  Cortes,  y  me- 
diante arreglo  del  susodicho  San  Pedro 
con  la  interesada,  acordó  el  Reino  se  la 
atendiera  con  la  suma  de  sesenta  duca- 
dos cada  año  por  el  tiempo  de  su  vida; 
ordenándose  asimismo,  que  del  modo 
de  hacer  y  usar  este  aceite  se  impri- 
miesen dos  mil  ejemplares,  con  el  ob- 
jeto de  que  los  procuradores  los  repar- 
tiesen en  sus  respectivas  provincias; 
mas  habiéndose  quejado  los  facultati- 
vos de  los  hospitales  de  que  el  bálsa- 
mo hecho  según  el  procedimiento  que 
había  presentado  la  Isabel  no  producía 
los  efectos  saludables  que  cuando  lo 
confeccionaba  su  difunto  marido,  húbo- 
sele  de  retirar  a  la  viuda  la  retribución 
concertada  hasta  nueva  determinación. 
Noticioso  en  este  entretanto  el  licen- 
ciado San  Pedro  de  que  un  fraile  domi- 
nico residente  en  cierto  monasterio  de 
las  montañas  sabía  la  fórmula  de  este 
aceite,  por  habérsela  revelado  confi- 
dencialmente Aparicio  poco  antes  de 
morir,  se  acordó  que  el  mismo  San  Pe- 
dro escribiese  a  aquel  religioso  en  nom- 
bre del  Reino,  pidiéndole  que  enviase 
un  traslado  de  dicha  fórmula,  a  fin  de 
ver  si  estaba  conteste  con  la  declarada 
por  la  viuda.  En  resumen,  cotejadas  las 
fórmulas  entre  sí,  debieron  estar  con- 
formes, cuando  en  8  de  junio  del  pro- 
pio año  acordó  el  Reino  que  se  alzase 
el  embargo  a  la  viuda,  notificando  al 
receptor  que  siguiese  acudiendo  a  la 


ACEITE 


—  6 


ACEITUNA 


interesada  en  los  sesenta  ducados  anua- 
les que  se  le  habían  otorgado. 

Véase  ahora  la  verdadera  receta  del 
aceite  de  Aparicio,  declarada  por  la 
viuda  de  éste  ante  el  licenciado  San 
Pedro  y  el  doctor  La  Gasea: 

«Aceite,  lo  más  anexo  que  se  pudie- 
se auer,  tres  libras. 

Terbentina  de  bete,  dos  libras.  En 
falta  desta,  sea  de  la  común,  clara  y 
limpia. 

Vino  blanco,  anexo  y  escogido,  me- 
dia azumbre. 

Encienso  molido  y  cernido,  media 
libra. 

Trigo  limpio,  dos  puños,  de  quatro  a 
seis  onzas. 

Ipericón,  yerba  conocida,  media  libra. 
Valeriana  y  cardo  benedito,  de  cada 
uno  quatro  onzas,  aunque  en  la  decla- 
ración que  hizo  antel  señor  doctor  de 
La  Gasea  no  dice  más  de  dos  onzas  de 
cada  una  destas  dos   yerbas,  y  según 
son  raras  de  auer,  bastará  en  especial 
el  cardo  benedito,  que  en  esta  corte  no 
lo  a}r,   sino  en  jardines  y  campesino, 
que  para  el  efecto,  a  mi  juicio,  es  me- 
jor; no  se  sabe  que  lo  aya  en  esta  corte, 
sino  al  derredor  de  Toledo.  El  tiempo 
para  cogerse  estas  yerbas  más  conve- 
niente, es  cuando  están  en  flor  y  si- 
miente, y  an  de  secarse  a  la  sombra 
para  que  siruan  todo  el  año.  Forma  de 
hazerse:   infúndanse   las   yerbas  en  el 
vino  por  espacio  de  seis  u  ocho  horas 
en  olla  de  cobre  o  barro,  que  esté  tra- 
tada y  quepa  la  tercia  parte  más  de  lo 
que  se  ha  de  echar  en  ella,  y  pasadas 
las  horas  dichas,  échese  el  trigo  y  acey- 
te,  y  tapada  la  olla,  póngase  a  cocer  a 
fuego  manso  de  carbón,  y  de  rato  en 
rato   menéese,   tornándolo  a  tapar,  y 
quando  se  ouiere  gastado  el  vino,  que 
se  conocerá  moxando  un  palico,  y  lle- 
gándolo al  fuego,  si  ardiere  sin  respen- 
der,  apartarlo  an  del  fuego,  y  reposado 
un  poco,  cuélese  por  lienzo  no  muy  te- 
gido,  y  hágase  una  moderada  espesión 
de  las  yerbas,  y  el  aceyte  colado  vuél- 
uase  al  fuego,  y  yerba  hasta  que  esté 
muy  bien  mezclado  y  que  aya  el  aceyte 
subido  un  poco  de  punto,  y  hecho  esto, 
apártese  del  fuego,  y  amansado  el  her- 
bor,  échese  el  incienso  y  tápese  la  olla, 


y  vuelua  al  fuego,  donde  pase  un  leue 
herbor,  y  tapado  y  reposado,  guárdese 
en  un  vaso  de  vidrio  o  vedriado.» 
Echar  aceite  a  la  lámpara. 

Reanimar  una  vida  que  se  va  extin- 
guiendo o  unas  fuerzas  que  se  van  ago- 
tando. -  Más  familiarmente  se  emplea 
en  el  sentido  de  comer  o  beber,  parti- 
cularmente a  deshora. 
Echar  aceite  al,  o  en  el,  fuego. 

Irritar,  excitar  o  encender  más   los 
ánimos.  —  Fomentar  o  dar  pábulo  a  una 
pasión  cualquiera. 
Faltar  aceite  a  la  lámpara. 

Denótala  extinción  gradual  de  alguna 
cosa,  por  irle  faltando  los  elementos  que 
la  sostienen.  Aplícase  más  comúnmen- 
te a  los  ancianos  y  a  los  enfermos,  así 
como  a  las  personas  sumamente  debili- 
tadas por  los  disgustos,  el  trabajo,  etc. 
Nadar  como  el  aceite  sobre  el  agua. 

Tener  la  suerte  de  quedar  siempre 
encima  o  victorioso.  —  Prevalecer  una 
cosa  sobre  otra. 
Oler  a  aceite. 

Frase  proverbial  con  que  se  denota 
que  todo  trabajo,  especialmente  inte- 
lectual, hecho  a  fuerza  de  retoques  y 
vigilias,  suele  adolecer  de  sobra  de  lima 
y  falta  de  espontaneidad. 
Quien  el  aceite  mesura,  las  manos  se 
unía.  — V.  Administrador  que  adminis- 
tra y  enfermo  que  se  enjuaga,  algo  traga. 
Úntate  con  aceite,  que  si  no  te  pones  bueno, 
te  pondrás  reluciente. 

Recomienda  el  acometimiento  de 
aquella  empresa  a  que  se  exhorta,  en 
la  segundad  de  que  si  no  da  el  resul- 
tado apetecido,  tampoco  irrogará  daño 
alguno. 
ACEITERO.  —  La  agonía  del  aceitero. 

La  ansiedad  e  insistencia  con  que  se 
estrecha  o  aflige  a  alguno. 
ACEITUNA.  —  Aceituna  comida,  hueso 
afuera. 

Exhorta  a  que,  una  vez  celebrado  un 
convenio,  trato,  etc.,  se  ultime  cuanto 
antes,  para  no  tener  que  volver  a  ocu- 
parse más  en  ello. 

También  equivale  al  refrán :  Comida 
hecha,  compañía  deshecha.  (Véase.) 
Aceituna,  una  es  oro;  dos,  plata,  y  la  ter- 
cera, mata. 

Advierte  la  moderación  con  que  se 


ACÉMILA 


—  7 


ACONSEJAR 


deben  comer  las  aceitunas  para  que  no 
hagan  daño. 
Aceituna,  una,  y  si  es  buena,  una  docena. 

Aconseja  no  se  abuse  de  este  fruto, 
por  ser  manjar  indigesto. 
La  aceituna,  una  por  San  Jua?i  y  ciento 
por  Navidad. 

Indica  que  el  fruto  del  olivo  no  es 
tan  bueno  en  el  mes  de  junio  como  en 
el  de  diciembre. 
Quien  quita  ¡a  aceituna  antes  de  enero, 
deja  el  aceite  en  el  madero. 

Aconseja   el  tiempo  oportuno   para 
hacer  la  recolección  de  la  aceituna  que 
se  destina  a  la  extracción  del  aceite. 
Llegar  a  las  aceitunas. 

Llegar  a  los  postres.  Usase  también 
en  sentido  metafórico. 

Equivalencia  :  Llegar  a  los  anises  o  a 
los  postres. 
ACÉMILA.  —  Ser  una  acémila. 

Dícese  de  la  persona  muy  corta  de 
alcances. 
ACENTO.  —  El  acento  suena  y  el  tono  en- 
venena. 

Manifiesta  cómo  muchas  veces  ofen- 
den más  ciertas  palabras  por  el  retintín 
con  que  se  dicen,  que  no  por  la  signifi- 
cación que  aparentan  tener. 
Beber  los  acentos.  —  V.  Beber  las  pala- 
bras. 
ACEÑA.  —  Andando  gana  la  aceña,  que  no 
estándose  queda. 

Recomienda  este  refrán  la  actividad 
como  medio  el  más  adecuado  para  con- 
seguir lo  que  se  persigue. 
El  que  está  en  la  aceña  micele,  que  no  el 
que  va  y  viene. 

Recomienda  la  presencia  constante 
sobre  los  asuntos  de  interés,  evitando 
así  las  dilaciones,  cuando  no  los  malos 
resultados  que  suelen  producir  las  idas 
y  venidas  inútiles. 
Más  vale  aceña  parada  que  molinero 
amigo. 

Refrán  que  da  a  entender  que  en  oca- 
siones prevalece  la  oportunidad  sobre 
las  recomendaciones,  aludiendo  a  que 
cuando  está  parada  la  aceña  por  no  ha- 
ber cibera,  el  primero  que  llega  muele 
inmediatamente  su  trigo,  y  despacha; 
en  tanto  que  si  se  halla  ocupada,  de 
nada  sirve  que  el  molinero  sea  amigo 
para  no  detenerse. 


ACERO.  —  Cuando  se  apila  el  acero,  se 
guarda  el  tintero. 

En  tiempo  de  guerras  no  prosperan 
las  Letras. 
Se  gastó  el  acero,  pero  queda  el  hierro. 
Da  a  entender  que  aunque  se  pierda 
la  lozanía,  siempre  subsiste  la  materia 
primitiva. 
Vuelva  el  acero  a  la  vaina. 

Dícese  a  propósito  de  volverse  a  po- 
ner una  cosa  en  el  mismo  sitio  de  don- 
de se  había  sacado  o  quitado;  y  también 
de  reanudar  uno  la  empresa,  ocupa- 
ción, etc.,  cuyo  desempeño  había  sus- 
pendido momentáneamente  o  abando- 
nado para  siempre. 
Tener  buenos  aceros. 

Tener  buen  diente.— Tener  buenas  he- 
rramientas. —Tener  el  colmillo  aguzado. 
ACERTAR.  —  Acertar  errando. 

Salir  bien  por  casualidad  y  contra 
todo  cálculo  la  empresa  que  se  había 
acometido,  supuesto  no  ser  los  medios 
empleados  los  más  a  propósito. 
ACERTÓTILIS.  —  Acertótilis,  Aristó- 
iilis. 

Frase  burlesca  con  que  se  indica  a 
una  persona  que  dio  con  el  quid  de  lo 
que  se  le  proponía. 
ACIAL.  —  Más  vale  acial  que  fuerza  de 
opicial. 

Refrán  que  enseña  que  los  medios  o 
instrumentos  propios  para  un  fin  sir- 
ven más  que  la  violencia. 
ACÍBAR.  —  Más  amargo  que  el  acíbar. 

Extremadamente  amargo,  como  lo  es 
el  acíbar  al  paladar. 
ACÓLITO.— No  haber  menester  de  acólito. 
No  tener  necesidad  de  ayuda. 
Un  acólito  es  uno;  dos,  medio;  tres,  nin- 
guno. 

Equivalencia:    Unos  por  otros,  y  la 
casa  sin  barrer.  (Véase.) 
ACOMODAR.  —  Lo  que  no  acomoda,  se 
deja. 

En  los  negocios  que  no  ofrecen  ven- 
taja, lo  mejor  que  se  puede  hacer  es 
abandonarlos. 
ACOMPAÑAR.  —  Allende  y  aquende,  siem- 
pre con  quien  te  acompaña.  —  V.  A  los 
tuyos,  con  razón  o  sin  ella. 
ACONSEJAR.  —  Aconseja  y  no  mandes; 
persuade  y  no  decidas. 

Recomienda  los  temperamentos  de 


ACONTECIMIENTO 


ACHAQUE 


blandura  para  conquistarse  el  aprecio 
de  los  demás. 
El  que  aconseja  no  paga. 

Manifiesta  lo  fácil  que  es  dar  conse- 
jos a  otro  cuando  no  recae  la  respon- 
sabilidad sobre  quien  los  da. 
Quien  a  solas  se  aconseja,  a  solas  se  re- 
mesa, o  se  desaconseja. 

A  quien  no  ha  tomado  o  seguido  el 
consejo  de  otro  en  asunto  grave,  y  éste 
le  ha  salido  mal,  no  le  queda  ni  aun  el 
recurso  de  hallar  consuelo  en  nadie. 
ACONTECIMIENTO.  —  El  aconteci- 
miento es  maestro  de  necios. 

Manifiesta  que  sólo  las  personas  poco 
sesudas  escarmientan  cuando  sufren 
las  consecuencias  que  no  han  sido  ca- 
paces de  prever. 
ACORDAR.  -  Acuérdate  de  ti  y  olvídate 
de  mi. 

Manera  de  alejar  uno  de  su  trato  para 
siempre  a  alguna  persona. 
Lo  más  acordado,  más  olvidado. 

Aquello  que  más  se  tiene  presente, 
cuando  llega  el  caso  necesario  es  lo  pri- 
mero que  suele  olvidarse. 
Si  mal  no  me  acuerdo. 

Expresión  equivalente  a:  Si  no  me 
engaño  o  equivoco;  Si  no  estoy  trascor- 
dado. 
Si  te  vi,  no  me  acuerdo. 

Fórmula  con  que  se  expresa  general- 
mente la  intención  de  no  querer  pagar 
un  beneficio  recibido. 
ACORTAR.  —  Tras  el  acortar  viene  el 
alargar. 

Encarga  la  prudencia  en  ciertos  actos 
de  la  vida,  no  mostrándose  totalmente 
débil  o  benigno,  ni  tirano  en  absoluto, 
sino  combinando  hábilmente  ambos  ex- 
tremos. Puede  servir  como  ejemplo  la 
educación  que  se  da  a  los  niños,  con 
quienes  es  preciso  condescender  unas 
veces  para  reprimirlos  otras. 
ACOSTARSE.  —  Acostarse  temprano  y 
levantarse  temprano,  hace  al  hombre  acti- 
vo, opulento  y  sano. 

Indica  a  los  trasnochadores  los  malos 
resultados  que  acarrea  una  vida  des- 
ordenada. 
No  te  acostarás  sin  saber  una  cosa  más, 
o  Nadie  se  acuesta  sin  aprender  cosa 
nueva. 

Refrán  que  acredita  cómo,  por  mu- 


cho que  se  sepa,  cada  día  que  pasa  se 
adquieren  nuevos  conocimientos.  Úsa- 
se también  para  manifestar  la  sorpresa 
que  nos  ha  causado  alguna  noticia,  des- 
engaño, etc. 
ACREEDOR.  —  Al  acreedor,  mejor  me- 
moria que  al  deudor. 

Refrán  con  que  se  nos  amonesta  aten- 
damos a  lo  que  debemos,  con  preferen- 
cia a  lo  que  se  nos  debe. 
ACTIVA.  —  Por  activa  o  por  pasiva. 

De  un  modo  o  de  otro;  como  quiera 
que  sea. 
Por  activa  y  por  pasiva. 

De  todos  modos;  bajo  todos  concep- 
tos; por  todos  lados. 
ACTO.  —  Dejar  a  uno  en  el  acto. 

Matar  a  uno  instantáneamente. 
Quedarse  uno  en  el  acto . 

Morir  instantáneamente,  bien  de  ma- 
nera violenta  o  naturalmente. 
ACUCHILLAR.  —  Del  bien  acuchillado 
se  hace  el  buen  cirujano.  — V.  La  usanza 
hace  el  maestro. 
ACUERDO.  —  Dormiréis  sobre  ello,  y  toma- 
réis acuerdo. 

Se  debe  proceder  en  las  cosas  de  im- 
portancia con  la  mayor  madurez  antes 
de  tomar  una  resolución,  a  fin  de  que 
ésta  salga  acertada. 
Estar,  o  no  estar,  en  su  acuerdo. 

Estar,  o  no,  en  su  sano  y  cabal  juicio. 
Si  otro  acuerdo  no  tomades,  malos  van  los 
cañamares. 

Exhorta  a  mudar  de  plan  de  conduc- 
ta en  alguna  empresa,  en  vista  de  que 
el  que  se  había  adoptado  no  produce 
los  resultados  que  se  deseaban. 
Volver  en  su  acuerdo. 

Recobrar  los  sentidos  perdidos  por 
cualquier  accidente. 
ACHANTAR.  —  Achantarse  con  alguna 
cosa. 

Retenerla  en  su  poder,  casi  siempre 
contra  la  voluntad  de  su  dueño.— Em- 
pleado el  verbo  solo,  denota  la  idea  de 
estarse  callado  y  sin  darse  por  aludido. 
ACHAQUE.  —  Al  que  mal  hace,  nunca  le 
falta  achaque. 

Al  malvado  siempre  le  sobran  pre- 
textos para  intentar  disculpar  sus  malas 
acciones. 
Con  achaque  de  primo,  entro  y  te  veo. 
Dícese  de  los  que  se  valen  de  algún 


ACHICHARRAR 


9  — 


ADIÓS 


pretexto  especioso  para  conseguir  el 
fin  que  se  proponen. 
En  achaque  de  pagamento,  menos  cumpli- 
mientos y  más  cumplimiento. 

Tratándose  de  cobrar  una  deuda,  lo 
que  importa  al  acreedor  es  que  se  le 
satisfaga,  y  no  que  se  le  vengan  pidien- 
do moratorias  por  medio  de  promesas, 
excusas  y  palabras  de  buena  crianza. 
En  achaque  de  ir  ama,  ¿visteis  acá  a  nues- 
tra ama? 

Aplícase  a  los  que  fingen  alguna  cosa 
y  hacen  o  quieren  hacer  otra. 
Achaques  al  odre  que  sabe  a  la  pez. 

Se  aplica  a  los  que  alegan  pretextos 
frivolos  para  no  hacer  alguna  cosa. 
Achaques  al  viernes  por  no  ayunarle.  — 
V.  Achaques  al  odre  que  sabe  a  la  pez. 
ACHICHARRAR.  —  Achicharrar    la 
sangre  a  uno. 

Molestar  excesivamente  a  una  per- 
sona. 
ADÁN.  —  Estar  hecho  un  Adán. 

Andar  cubierto  de  andrajos,  o  lleno 
de  jirones,  o  medio  en  cueros,  bien  sea 
por  necesidad  o  por  desidia,  con  alu- 
sión a  la  desnudez  de  nuestro  primer 
padre. 
Si  Adém  fué  infanzón,  todos  lo  son. 

Modo  de  abatir  la  presunción  de 
aquel  que  se  precia  de  descender  de 
alta  alcurnia,  recordándole  que  la  Hu- 
manidad toda  procede  de  un  tronco 
común. 
Todos  somos  hijos  de  Adán  y  de  Eva. 

Frase  que  se  emplea  para  denotar 
que  todos  somos  iguales,  puesto  que 
procedemos  del  mismo  origen. 
Todos  somos  hijos  de  Adán  y  de  Eva,  sino 
que  nos  diferencia  la  lana  y  la  seda. 

Expresa  que  aunque  la  posición  so- 
cial sea  diferente  en  las  personas,  el 
origen  es  el  mismo. 
ADARME.  —  Más  pesa  un  adarme  de  fa- 
vor que  un  quintal  de  justicia. 

Indica  que  una  recomendación  ver- 
dadera es  mucho  más  poderosa  que  el 
reconocimiento  de  la  justicia. 
Alas  vale  adarme  de  razón  que  libra  de 
talento. 

Indica  que  la  razón  se  abre  siem- 
pre paso,  aunque  el  que  la  sostenga 
posea  menos  talento  que  el  que  la  im- 
pugna. 


ADARVE.  —  Abdjanse  los  adarves  y  áT- 

zanse  los  muladares. 

Se  usa  cuando  vemos  que  el  hombre 
noble  se  humilla  y  el  ruin  se  ensalza. 
ADEFESIOS.  —  Hablar  adefesios   (ad 
Ep/iesios). 

Hablar  en  vano,  inútilmente,  sin  ser 
atendido,  sin  que  nadie  haga  caso,  y 
como  si  el  que  habla,  por  cuerdo  y  bien 
intencionado  que  sea,  propalara  desati- 
nos, despropósitos  o  disparates,  por  pa- 
recer tales  a  aquel  que  no  recibe  con 
gusto  las  reprensiones;  como  hicieron 
los  naturales  de  la  isla  de  Éfeso  (efesios) 
con  Hermodoro,  letrado  justo  y  animo- 
so, a  quien,  por  echar  en  cara  a  sus 
compatricios  los  vicios  y  excesos  de 
que  adolecían,  persiguieron  inicuamen- 
te hasta  desterrarlo,  sin  querer  hacer 
caso  de  sus  amonestaciones.  Tal  es  el 
origen  de  la  frase. 
ADELANTADO.  -  De  los  adelantados 
es  el  reino  de  los  cielos.  —  V.  Al  que  ma- 
druga, D¡  os  le  ayuda. 
ADELANTE.  —  Echado  para  adelante.— 
V.  Echado  para  atrás. 
Quien  adelante  no  cata,  o  no  mira,  atrás 
se  halla,  o  se  queda,  o  se  ve. 

Conviene  prever  los  resultados  de 
las  cosas  antes  de  emprenderlas,  por 
el  temor  de  que  no  tengan  remedio  una 
vez  comprometido  en  ellas. 
ADELFA.  —  Ser  como  la  adelfa. 

Aplícase  poéticamente  a  las  mujeres 
hermosas  que  después  de  haber  admi- 
tido a  un  hombre  a  su  cariño  le  hacen 
sufrir  el  más  terrible  desengaño,  a  la 
manera  que  la  adelfa  recrea  la  vista 
por  su  belleza,  mas  desagrada  al  pala- 
dar por  su  amargor. 
ADENTRO.  —  Llamarse  adentro. 

Meterse  en  alguna  parte;  considerar- 
se como  uno  de  tantos  en  una  reparti- 
ción, etc. 
Ser  muy  de  adentro. 

Tener  íntima  confianza  en  alguna  casa. 
ADIÓS.  —  ¡Adiós.  Benavente,  que  se  par- 
te el  conde!...  (Y  salía  un  cocinero.)  — 
V.  ¡Adiós,  Madrid,  que  te  quedas  sin  gente! 
¡Adiós,  blanca  flor! 
-    Modo  de  despedirse  cariñosamente 
de  una  persona. 
¡Adiós,  cantarillo  de  arroz! 

Frase  que  se  suele  emplear  al  desp^- 


ADIVINA 


ADONDE 


dir  a  una  persona  a  quien  se  trata  con 
suma  confianza,  y  también  para  expre- 
sar algún  fracaso  o  pérdida,  por  lo  co- 
mún de  poca  importancia. 
¡Adiós  con  la  colorada! — V.  ¡Adiós,  mi 

vergüenza! 

¡Adiós,  devotas;  adonde  voy  hallaré  otras! 

Da  a  entender  el  poco  caso  que  se 

hace  de  la  ausencia  o  desaparición  de 

ciertas  personas  o  cosas,  por  ser  fácil  la 

substitución  o  reparación  délas  mismas. 

¡Adiós,  Madrid,  que  te  quedas  sin  gente! 

Algunos  añaden:  (Y se  iba  un  zapatero 

de  viejo.) 

Suele  emplearse  cuando  se  despide 
alguna  persona  sin  importancia,  mayor- 
mente si  presume  ésta  de  lo  contrario. 
¡Adiós,  mi  dinero! 

Expresión  figurada  y  familiar  que  se 
emplea  cuando  se  pierde  o  malogra  una 
cosa,  y  también  cuando  le  vienen  a  uno 
con  alguna  especie  o  proposición  im- 
portuna y  molesta. 
¡Adiós,  mi  vergüenza! 

Denota  que  se  hace  una  cosa  sin  re- 
paro, miramiento  ni  rebozo  alguno. 
¡Adiós, paredes! — V.  ¡Adiós,  que  me  mudo! 
¡Adiós,  que  esquilan! 

Frase  con  que  suele  despedirse  el 
que  va  muy  de  prisa. 
¡Adiós,  que  me  mudo!  ■ 

Frase  con  que  se  despide  uno  de  otro, 
o  de  algún  paraje,  especialmente  si  la 
separación  o  ausencia  es  grata. 
¡Adiós,  Toledo,  quj  te  vas  despoblando!... 
(Y seiba  un  sastre.) — V.  ¡Adiós,  Madrid, 
que  te  quedas  sin  gente! 
¡Adiós,  Toledo;  tú  te  vas  y  yo  me  -quedo! 
Expresión  burlesca  de  despedida. 
¡Adiós  y  veámonos! 

.Manifiesta  el  deseo  del  logro  de  al- 
guna cosa.  Algunos  suelen  añadir:  como 
dijo  un  ciego  a  otro. 
ADIVINA.  —  Vete  a  la  adivina,  meterte 
ha  en  fatiga. 

Recomienda  que  no  se  acuda  a  las 
echadoras  de  cartas  o  adivinadoras, 
pues,  sobre  sacar  el  dinero  neciamente, 
preocupa  a  los  crédulos  con  las  tonte- 
rías y  falsedades  que  los  predicen. 
ADIVINADOR.  —  Adivina,  adivinador: 
las  uvas  de  mi  majuelo,  ¿qué  cosa  son? — 
V.  Adivina,  adivinanza  :  ¿cuál  es  el  bicho 
que  te  pica  en  la  panza? 


ADIVINANZA.  —  Adivina,  adivinan- 
za: ¿cuál  es  el  bicho  que  te  pica  en  la 
panza? 

Usase  cuando  alguna  persona  ha  di- 
cho alguna  perogrullada  o  hecho  una 
pregunta  cuya  contestación  es  facilísi- 
ma de  dar. 
ADIVINAR.  —  Adivina  quién  te  dio. 

Frase  que  se  emplea  para  indicar  que 
no  es  fácil  averiguar  quién  es  el  autor 
de  un  hecho  cualquiera. 
ADIVINO.  —  Adivino  de  Marchena  (o  de 
Carchena),  que,  el  sol  puesto,  el  asno  a  la 
sombra  queda.  —  V.  Adivino  de  Valde- 
ras, etc. 
Adivino  de  Valderas,  cuando  corren  las 
canales,  que  se  mojan  las  carreras,  o  las 
aceras. 

Búrlase  de  los  que  dicen  una  cosa 
como  secreta  y  misteriosa  cuando  ya 
todo  el  mundo  la  sabe. 
Por  adivino  le  pueden  dar  cien  azotes.  — 

V.  Adivino  de  Valderas,  etc. 
Dos  adivinos  hay  en  Segura :  el  uno,  Ex- 
periencia, y  el  otro,  Cordura. 

Tómase  aquí  la  palabra  adivino  en 
sentido  irónico,  pues  con  dos  cualida- 
des como  las  expuestas  no  es  difícil 
profetizar,  sobre  todo  en  asuntos  fami- 
liares, lo  que  tiene  que  ocurrir. 
ADMINISTRADOR.- Administrador 
que  administra  y  e7ifermo  que  se  enjuaga, 
algo  traga. 

Advierte  cuan  raro  es  manejar  inte- 
reses ajenos  con  toda  integridad  y  pu- 
reza. 
ADMINISTRADORCILLO.  -  ¡Admi- 
nistradorcillos!,  comer  en  plata  y  mo- 
rir en  grillos. 

Se  dice  de  los  que  gastan  y  triunfan 

con  las  rentas  ajenas  que  administran. 

y  después  vienen  a  morir  en  la  cárcel. 

ADMIRACIÓN.— La  admiración  es  hija 

de  la  ignorancia. 

Expresa  que  aquellas  personas  que 
de  todo  se  asombran,  demuestran  po- 
seer muy  escasos  conocimientos  de 
todo. 
ADONDE.  —  Adonde  fueres,  haz  como 
vieres. 

Se  debe  adaptar  cada  cual  al  modo 
de  ser  del  país  donde  se  halle. 
Adonde  paces,  y  no  adonde  naces. 

Enseña  que  las  personas  toman  más 


ADONDEQUIERA 


AFICIÓN 


cariño  y  llegan  a  considerar  como  pro- 
pio aquel  sitio  en  que  desenvuelven  su 
vida,  con  preferencia  al  en  que  vieron 
la  luz  primera. 

ADONDEQUIERA.  —  Adondequiera 
que  fueres,  de  los  tuyos  vieres. 

Indica  que  es  muy  conveniente  en- 
contrarse parientes  o  paisanos  en  tie- 
rra extraña. 
Adondequiera  que  fueres,  haz  lo  que  vie- 
res. —  V.  Adonde  fueres,  haz  como  vieres. 

ADONIS.  —  Ser  un  Adonis. 

Aplícase  al  mancebo  hermoso  y  bien 
dispuesto,  con  alusión  a  un  personaje 
mitológico  así  llamado,  gran  cazador, 
que,  habiendo  sido  muerto  por  un  jaba- 
lí, fué  convertido  por  Venus,  de  quien 
era  amado  perdidamente,  en  anémona. 

ADQUIRIDOR.  —  A  buen  adquiridor, 
buen  expendedor . 

La  hacienda  que  sin  trabajo  y  afán 
se  adquirió,  va,  por  lo  común,  a  parar  a 
manos  de  quien  en  breve  tiempo  la  di- 
sipa y  consume. 

ADRADA  DE  PIRÓN.  —  Adrada  de 
Pirón,  en  cada  casa  un  ladrón;  menos 
en  casa  del  alcalde,  que  lo  son  el  hijo  y 
el  padre;  en  casa  del  regidor,  que  lo  es 
hasta  el  asador;  en  casa  del  alguacil,  que 
lo  es  hasta  el  candil;  y  en  casa  del  señor 
cura,  que  lo  es  hasta  la  muía. 

Letanía  inventada  por  algún  enemigo 
de  este  pueblo  segoviano,  que,  como 
se  puede  suponer,  no  tiene  fundamento 
alguno.  La  enemistad  entre  los  de  los 
pueblos  próximos  ha  sido  siempre  tan 
grande,  que  no  es  extraño  encontrar 
refranes  que  entrañan  insultos  y  aun 
ofensas  de  gran  calibre,  la  mayor  parte 
de  las  veces  sin  otra  justificación  que 
buscar  asonante  a  una  palabra.  El  lec- 
tor hallará  muchos  en  este  Diccionario, 
pues  es  preciso  acogerlos  a  fuer  de  di- 
chos populares  repetidos  por  miles  de 
labios. 

ADUANA. — Pasar  por  todas  las  aduanas. 
Tener  alguna  cosa  su  curso  o  exa- 
men por  todos  los  medios  y  trámites 
correspondientes.  —  Ser  fiscalizado  por 
la  curiosidad  ajena. 

ADVENIMLENTO.  —  Esperar  a  alguno, 
o  alguna  cosa,  como  el  santo  adveni- 
miento. 

Aguardar  su  llegada  o  realización  con 


deseo  vehementísimo.  Alude  al  estado 
en  que  se  encontraban  las  almas  de  los 
justos  en  el  seno  de  Abraham  desde  el 
principio  del  mundo,  esperando  que 
Jesucristo  bajara  a  aquel  lugar,  después 
de  muerto,  para  llevarlas  a  gozar  de  ia 
eterna  bienaventuranza. 
ADVERSIDAD.  —  La  adversidad  es  la 
piedra  de  toque  de  la  amistad. — V.  Para 
las  necesidades,  o  las  ocasiones,  son  ¿os 
amigos. 
Contra  las  adversidades  v  del  tiempo  la 
inclemencia,  el  escudo  es  la  paciencia. 

Recomienda  el  uso  de  esta  virtud,  en 
vez  de  dejarnos  llevar  de  la  ira,  ante 
los  contratiempos  de  la  vida. 
En  las  adversidades  se  conocen  las  per- 
sonas fuertes. 

El  dominio  sobre  sí  mismo  y  la  resig- 
nación en  los  trances  amargos  de  la  vida 
son  cualidades  que  no  poseen  más  que 
los  que  tienen  temperamento  enérgico 
y  recto. 
ADVIENTO.  -  Estar,  o  quedarse,  en  Ad- 
viento. 

Frase  proverbial   usada  en  Andalu- 
cía para  expresar  la  idea  de  estar  en 
ayunas. 
AFAMADO.  —  Déjate  lo  afamado,  y  vete 
a  lo  descansado. 

Exhorta  a  preferir  la  conveniencia  y 
utilidad  material,  a  los  aplausos  del  pú- 
blico. 
AFANAR.  —  Afanar,   afanar,  y   nunca 
medrar. 

Refiérese  a  aquellas  personas  que 
son  tan  desgraciadas  que  por  más  tra- 
bajo y  diligencia  que  pongan,  nunca 
mejoran  de  fortuna. 
AFECTACIÓN.  —  Toda  afectación  es 
mala. 

Alaba  la  naturalidad  en  todo,  reco- 
mendando que  se  huya  de  lo  amane- 
rado. 
AFICIÓN.  —  Afición  ciega  razón. 

Enseña   cómo  el   cariño   exagerado 
hace  que  se  cometan  no  pocas  impru- 
dencias. 
Afición  es  la  que  sana,  que  tío  el  palo  de 
la  barca. 

El  cariño  hace  que  una  persona  se 
corrija  de  sus  defectos  mejor  que  con 
la  rectitud  que,  a  modo  de  timón,  se  le 
quiera  imponer. 


AFICIONADO 


AGRAVIO 


AFICIONADO.  —  Esto  de  ganar  el  comer 
holgando,  tiene  muchos  aficionados  y 
golosos. 

Da  a  entender  que  el  número  de  hol- 
gazanes es  infinito. 
AFORRARSE.  —Afórrese  usted  con  ello, 
o  Bien  se  puede  aforrar  cotí  ello. 

Locución  con  que  se  manifiesta  el 
desprecio  que  se  hace  de  una  cosa  que 
no  se  dio  cuando  se  necesitaba,  y  des- 
pués se  ofrece  inoportunamente. 
AFRECHO.  —  Para  aprovechar  el  afre- 
cho, desperdiciar  la  harina. 

Perder  lo  más  por  obtener  lo  me- 
nos. 
AFUFA.  —  Estar  sobre  las  afufas. 

Huir,   desaparecer,    quitarse   de   en 
medio.  Es  locución  gitanesca. 
AGALLA .  —  Quedarse  de   la   agalla.  — 
V.  Quedarse  colgado. 
Tener  muchas  agallas. 
Ser  muy  valiente. 
AGOSTO.  —  Agosto  está  en  el  secreto  de 
doce  meses  completos.  —  V.  Las  cabañue- 
las de  agosto. 
Agosto,  frío  en  rostro. 

Denota  que  en  este  mes  suele  em- 
pezar a  sentirse  el  frío  en  algunas  co- 
marcas. Cuando  sucede  lo  contrario,  en 
otras,  dicen  algunos  :  Agosto  fríe  el 
rostro. 
Agosto  y  vendimia  no  es  cada  día,  y  si 
cada  año,  unos  con  ganancia  y  otros  con 
daño. 

Aconseja  la  economía  con  que  deben 
vivir  los  labradores,  porque  la  cosecha 
es  sólo  una,  y  ésa,  contingente. 
Arada  de  agosto,  a  la  estercada  da  en 
rostro. 

Porque  se  seca  la  hierba  con  el  calor 
de  este  mes. 
Hacer  su  agosto  y  su  vendimia. 

Hacer  buen  negocio. 
Hacer  su  agosto,  aunque  sea  por  el  mes 
de  septiembre.  —  V.  Hacer  su  agosto  y 
su  vendimia. 
Hacer  uno  su  agosto. — V.  Hacer  su  agos- 
to v  su  vendimia. 
AGRADABLE.  —  Xo  todo  lo  que  es  agra- 
dable agrada. 

Fúndase  en  la  variedad  de  gustos, 
pues  no  habiendo  dos  iguales,  es  difícil 
que  a  todos  satisfaga  lo  que  a  nosotros 
nos  parece  excelente. 


AGRADECER.  —  Es  deuda  agradecer. 
Enseña  que  debe  corresponderse  con 
gratitud  a  un  beneficio  recibido. 
AGRADECIDO.  —  Al  agradecido,  más 

de  lo  pedido. 

Manifiesta  que  a  las  personas  que  se 
sabe  se  muestran  agradecidas  a  los  be- 
neficios recibidos,  no  importa  hacerles 
favores  más  grandes  de  los  solicitados. 

De  quien  mucho  se  ha  recibido,  es  bien  mos- 
trarse agradecido.  —V.  No  es  bien  na- 
cido quien  no  es  agradecido. 

El  que  es  agradecido  demuestra  ser  bien 
nacido.  —  V.  No  es  bien  nacido  quien  no 

es  AGRADECIDO. 

No  es  bien  nacido  quien  no  es  agradecido. 
Es  de  almas  mezquinas  olvidarse  de 
los  beneficios  recibidos. 
AGRADECIMIENTO.  -  El  agradeci- 
miento que  sólo  consiste  en  el  deseo,  es 
cosa  muerta.  —  V.  Obras  son  amores,  y 
no  buenas  razones. 
El  agradecimiento  trae  segundo  mere- 
cimiento. 

A  la  persona  que  se  muestra  agrade- 
cida por  un  favor  recibido,  se  le  hacen 
con  gusto  todos  los  que  solicite;  no  asi 
a  las  que  no  saben  agradecer,  pues  una 
vez  hecho  el  primero,  no  se  le  vuelven 
a  hacer  más. 
AGRAJES.—  Ahora  lo  veredes,  dijo  Agra- 
jes.  —  V.  Todo  andará  bien  si  la  varita 
no  se  rompe. 
AGRAVIO.  —  A  secreto  agravio,  secreta 
venganza. 

Refrán  tomado  del  título  de  una  co- 
media calderoniana,  en  que  el  autor 
pretende  que  las  ofensas  que  se  reci- 
ben sin  publicidad  deben  ser  castiga- 
das en  la  misma  forma. 
Donde  no  hay  agravio  fio  viene  bien  la 
venganza.  —  V.  Cada  cosa  a  su  tiempo  y 
los  nabos  en  Adviento. 
Un  agravio  consentido,  otro  venido. 

Denota  que  debe  ponerse  remedio  o 
castigarse  la  primera  falta,  con  el  ob- 
jeto de  evitar  que  se  cometa  la  se- 
gunda. 
Los  agravios  despiertan  la  cólera  en  los 
más  humildes  pechos. 

Denota  que  por  muy  bondadosa  que 
sea  una  persona,  no  puede  resistir  con 
paciencia  los  ataques  dirigidos  contra 
su  honor. 


AGRAZ 


—  13  — 


AGUA 


AGRAZ.  —Echar  a  uno  el  agraz  en  el  ojo. 
Decirle  algo  que  le  cause  disgusto  o 
sentimiento. 
AGRIA.  —  Andar  mascando  las  agrias. 

Estar  pasando  penas  y  malos  ratos 
por  alguna  persona  o  cosa. 
AGRICULTOR.  —  Pobre  agricultor, po- 
bre agricultura. 

Cuando  el  labrador  emplea  un  capi- 
tal mezquino  en  el  cultivo  de  sus  tie- 
rras, no  puede  prometerse  obtener  pin- 
gües rendimientos.  Aplícase  también  a 
toda  clase  de  industrias,  en  el  concepto 
general  de  que  las  utilidades  están  na- 
turalmente en  razón  directa  del  capital 
que  se  destina  a  su  desarrollo. 
AGUA.  —  Agua  abajo  a  la  contina,  atina- 
rás a  la  marina. 

Cuando  uno  se  vale  de  los  medios 
naturales  y  adecuados  al  fin  que  se  pro- 
pone, tiene  que  acertar  forzosamente 
con  su  objeto. 
Agua  arriba. 

Hacer  una  cosa  con  gran  dificultad, 
oposición  o  repugnancia. 
Agua  al  higo,  y  a  la  pera,  vino. 

Recomienda  la  clase  de  bebida  que 
se  debe  tomar  encima  de  cada  una  de 
estas  frutas  para  que  no  hagan  daño. 
¡Agua  al  padre,  que  se  empalaga! 

Se  usa  irónicamente  para  significar 
el  mal  sabor  que  ha  producido  a  una 
persona  algún  manjar  desagradable.  — 
También  se  usa  cuando  alguien  hace 
esfuerzos  por  tragar  algo  que  no  le  ad- 
mite el  estómago. 
Agua  coge  con  harnero  quien  se  cree  de 
ligero. 

Reprende  la  indiscreción  de  las  per- 
sonas crédulas  que  toman  por  artículo 
de  fe  todo  lo  que  oyen. 
Agua  corriente  no  mata  la  gente. 

Recomienda   las  ventajas    del   agua 
que  corre,  sobre  las  estancadas,  para 
ser  bebidas. 
Agua  de  agosto,  azafrán,  miel  y  mosto. 
Las  lluvias  en  este  mes  son  prove- 
chosas al  azafrán,  a  las  abejas  y  a  las 
uvas. 
Agua  de  cepas  y  sonido  de  tejas. 

Expresión  usada  por  los  aficionados 
al  vino  y  al  dinero. 
Agua  de  febrero  mata  al  onzonero. 

Enseña  lo  mal  librados  que  salen  los 


logreros  cuando  abundan  por  febrero 
las  lluvias,  a  causa  de  las  copiosas  co- 
sechas que  se  suelen  obtener. 

Agua  del  cielo  no  quita  riego. 

Indica  que  no  porque  haya  llovido 
debe  descuidarse  de  regar  el  campo. 

Agua  del  Duero,  caldo  de  pollo,  o  de  ga- 
llina. 

Elogia  la  pureza  de  las  aguas  del  río 
Duero. 

Agua  de  marzo,  peor  que  la  mancha  en  el 
paño. 

Denota  en  algunas  localidades  lo  per- 
judicial  que  les  es  la  abundancia  de  llu- 
vias en  el  dicho  mes. 

Agua  de  mediodía,  agua  para  todo  el  día; 
agua  de  la  tarde,  no  es  durable. 

Pronostica  la  diversa  duración  de  la 
lluvia  según  comience  al  mediodía  o 
por  la  tarde,  y  que,  como  todo  pro- 
nóstico de  igual  índole,  suele  salir  fa- 
llido. 

Agua  de  por  mayo,  pan  para  todo  el  año. 
Manifiesta  cuan  convenientes  son  en 
este  mes  las  lluvias  para  fecundizar  los 
campos. 

Agua  de  por  San  Juan,  quila  vino  y  no 
da  pan. 

La  lluvia  a  fines  de  junio  es  dañosa 
a  las  vides  y  de  ninguna  utilidad  a  los 
trigos. 

Agua  de  sierra  y  sombra  de  piedra. 

Aconseja  se  beba  el  agua  corriente, 
así  como  que  se  descanse  a  la  sombra 
que  proyecta  algún  terreno  elevado, 
mejor  que  a  la  de  ciertos  árboles  y 
matorrales. 

Agua  detenida  es  mala  para  bebida. 

Enseña  que  el  agua  estancada  no 
reúne  condiciones  de  potabilidad,  pues 
es  muy  a  propósito  par-a  producir  fie- 
bres palúdicas. 

¡Agua,  Dios,  que  ruin  se  moja.'...  (Y mojá- 
base su  padre.)  —  V.  Alegrías,  albarde- 
ros,  que  se  quema  el  bálago. 

¡Agua,  Dios,  que  se  quema  la  casal 

Refrán  en  que  se  suele  prorrumpir 
cuando  se  experimenta  alguna  aflic- 
ción o  apuro,  como  pidiendo  auxilio  al 
Cielo. 

¡Agua,  Dios,  y  bue?i  tintero! 

Expresión  que  se  suele  usar  cuando 
llueve  de  una  manera  desordenada,  to- 
rrencialmente. 


AGUA 


14  — 


AGUA 


¡Agua,  Dios,  y  venga  mayo! 

Expresión  que  suelen  usar  los  labra- 
dores por  el  mes  de  abril,  deseosos  de 
que  las  abundantes  lluvias  les  aseguren 
una  buena  cosecha,  en  unión  de  las  del 
mes  inmediato  siguiente. 
Agua,  en  les  trigos;  vino,  en  los  hombres; 
palo,  en  las  mujeres. 

Da  a  entender  que  estas  tres  cosas 
son  necesarias  para  que  crezca  el  uno, 
esté  fuerte  y  contento  el  otro  y  anden 
derechas  las  últimas. 
Agua  en  marzo,  verdoso. 

Enseña  que  las  muchas  lluvias  por 
este  mes  sólo  son  buenas  para  produ- 
cir multitud  de  hierbas  inútiles  o  per- 
judiciales. 
Agua  fría  y  pan  caliente,  nunca  hicieron 
buen  vientre. 

Aconseja  la  abstención  de  dichas  dos 
cosas,  aun  siendo  gratas  al  paladar, 
pues  suelen  hacer  daño. 
Agua,  fuego  ni  dinero  no  es  al  hombre  tan 
necesario  como  amigo  fiel,  leal  y  veraa- 
dero. 

Ensalza  el  valor  de  la  verdadera  amis- 
tad, aunque  algo  hiperbólicamente. 
Agua,  hierro  y  basura,  crian  la  buena  ver- 
dura. 

Encarece  la  necesidad  del  riego,  el 
escardillo  y  los  abonos  para  hacer  pros- 
perar el  huerto. 
Agua  mala,  hervida  y  colada. 

Advierte  que  para  poner  en  condi- 
ciones de  potabilidad  el  agua  que  no 
es  pura,  es  preciso  hacerla  pasar  por 
las  dos  circunstancias  indicadas. 
Agua  no  enferma,  ni  embeoda,  ni  adeuda. 
Recomienda  el  uso  del  agua  pura  por 
reunir  condiciones  contrarias  a  las  de 
los  alcoholes;  es  decir,  que  ni  es  cara, 
ni  se  sube  a  la  cabeza,  ni  origina  en- 
fermedades. 
Agua  panada,  hecha  y  tomada. 

Aconseja  se  beba  dicha  agua  en  las 
condiciones  indicadas,  para  que  surta 
el  efecto  que  se  desea. 
Agua  parada  no  muele  molino. 

Recomienda  el  movimiento  y  la  ac- 
tividad como  únicos  elementos  produc- 
tores de  riqueza. 
Agua  pasada  no  muele  molino. 

Dícese  en  general   de  todo  aquello 
que  no  presta  utilidad  o  servicio  para 


el  caso  presente  por  haber  pasado  su 
oportunidad. 

Por  lo  curioso,  transcribiremos  aquí 
el  siguiente  pasaje,  tomado  del  Viaje 
de  España,  Francia  e  Italia,  por  D.  Ni- 
colás de  la  Cruz  y  Bahamando  (to- 
mo XII,  págs.  568-569): 

«Siguiendo  de  la  Isla  para  Cádiz,  a 
cosa  de  un  cuarto  de  legua  se  encuen- 
tra el  dicho  río  Arillo  cortando  el  arre- 
cife, en  el  cual  hay  un  puente.  Don 
Miguel  Alvarez,  vecino  de  Cádiz,  ha  le- 
vantado sobre  el  mismo  río,  inmediato 
al  camino  o  arrecife,  un  sólido  edificio, 
que  contiene  doce  piedras  para  moler 
trigo,  o  doce  molinos  unidos,  para  lo 
cual  excavó  el  fango  nueve  y  media 
varas  de  hondo  hasta  penetrar  en  la 
piedra,  y  sobre  ella  se  hicieron  los  ci- 
mientos, levantando  las  paredes  con  la 
piedra  compuesta  de  petrificaciones 
que  se  gasta  comúnmente  en  los  edifi- 
cios de  Cádiz.  A  más  del  salón  de  las 
doce  muelas,  contiene  un  granero  o  al- 
macén, cuarto  del  molinero,  etc.  Es  una 
obra  plausible,  útil  al  interesado  y  al 
público.  Por  lo  común,  muelen  cuando 
refluyen  las  aguas,  las  cuales  se  contie- 
nen, acabando  de  llenar  por  medio  de 
compuertas,  y  vuelven  con  un  ímpetu 
extraordinario  a  la  bahía;  es  el  único 
caso  en  que  el kgmk pasada  tnuele  molino. 
En  la  creciente  o  flujo  no  muelen,  a  pe- 
sar de  que  el  curso  es  bastante  rápido.» 

Agua  por  San  Mateo,  puercos,  vendimias 
y  gordos  borregos. 

Las  lluvias  por  el  mes  de  septiembre 
son  beneficiosas  para  los  campos,  y  por 
consecuencia,  para  los  pastos  del  ga- 
nado. 

Agua  que  corre,  nunca  mal  coge. 

Indica  que  se  huya  de  las  aguas  es- 
tancadas, utilizando,  en  cambio,  sin  re- 
celo las  corrientes. 

¡Agua,  que  se  arde  lafragual 

Expresión  que  se  suele  dirigir  al  que 
manifiesta  tener  mucha  sed,  y  figurada- 
mente, al  que  demuestra  inquieta  soli- 
citud y  deseo  vehemente  en  la  conse- 
cución de  sus  aspiraciones. 

Agua  trotada,  tanto  val  como  cebada. 
Da  a  entender  que  el  trote  que  se  le 
da  a  una  caballería  después  de  haber 
bebido,  equivale  a  un  pienso. 


AGUA 


15 


AGUA 


¡Agua  val 

Expresión  con  que  se  avisaba  anti- 
guamente desde  lo  alto  de  alguna  casa 
a  los  transeúntes  que  se  iba  a  arrojar 
aguas  sucias  o  basuras,  a  fin  de  que  se 
separasen  a  tiempo  y  no  les  cayese  en- 
cima. Hoy  se  le  da  una  extensión  más 
lata,  refiriéndose  a  cualquier  cosa  que 
se  tira,  aunque  no  sea  desde  lo  alto. — 
También  se  emplea  cuando  se  oye  a 
una  persona  regañar  o  hablar  sin  tino. 
Agua  v  luna,  tiempo  de  aceituna. 

Indica  ser  estas  condiciones  las  me- 
jores para  los  olivares. 
Agua  v  sol,  para  las  huertas  es  lagarto  y 
para  las  viñas  pulgón. 

La   combinación   de   ambos  agentes 
suele  producir  en  los  lugares  indica- 
dos esas  plagas. 
Agua  y  sol,  tiempo  de  requesón. 

Enseña  cuáles  son  las  circunstancias 
más  oportunas  para  obtener  dicho  man- 
jar en  su  debida  sazón. 
Agua  y  sol,  y  guerra  en  Sebastopol. 

Expresión  de  los  labradores  que,  es- 
tando a  su  negocio,  les  tiene  sin  cuida- 
do lo  que  ocurra  en  otras  partes,  con 
tal  que  no  les  dañen  sus  labores. 
Ahogarse  en  poca  agua. 

Ser  para  poco  y  encogido. 
¡Ahora  hervía,  y  ya  es  agua  fría! 

Denota  en  general  la  inconstancia  de 
las  cosas  de  este  mundo,  o  ya  la  parti- 
cular de  alguna  persona. 
¡Al  agua  patos!  Algunos  añaden:  ¡No  se 
coman  el  grano  los  gurrupalos!  Otros: 
/  Que  se  mean  en  ella  los  gurrupalos!  Y 
otros :  \No  se  la  beban  los  gusarapos! 

Manera  de  excitar  a  uno  a  que  no 
tarde  en  satisfacer  aquello  a  que  le  in- 
clina su  especial  afición  o  apetito,  por 
presentársele  ocasión  oportuna  para 
ello. — Gurrupato  llaman  en  Andalucía 
al  gorrión,  especialmente  cuando  cuen- 
ta pocos  días  de  nacido. 
A  las  veces, poca  agua  hace  bajar  gran  fuego. 

Una  mala  acción  aminora  en  ocasio- 
nes el  mayor  cariño. 
Alcanzarle  a  alguno  el  agua  de  la  gracia. 

Llegar  a  tiempo  el  remedio  para  una 
situación  desesperada. 
Algo  tendrá,  o  tiene,  el  agua  cuando  la  ben- 
dicen, o  Por  algo  se  bendice  el  agua. 

Cuando  una  persona  obra  en  sentido 


distinto  del  que  debía  esperarse  en  cir- 
cunstancias especiales,  será  impulsada 
a  ello  por  causas  que,  ocultándose  a 
nuestra  penetración,  nos  hacen  sospe- 
char la  existencia  de  algún  misterio. 

La  forma  y  definición  que  adjudica  la 
Academia  a  este  refrán,  tarde  y  mal, 
por  cuanto  no  le  ha  dado  cabida  en  su 
Diccionario  hasta  la  duodécima  edi- 
ción, es  como  sigue: 

«Algo  tendrá  el  agua  cuando  la  bendi- 
cen. Frase  proverbial  con  que  se  da  a 
entender  que  el  encomiar  a  persona  o 
cosa  a  quien  nadie  culpa,  o  cuando  no 
viene  al  caso,  es  señal  de  haber  en  ella 
alguna  malicia.» 

Semejante  errónea  definición  podría 
aplicarse,  sin  quitarle  ni  ponerle  tilde, 
al   refrán   que  dice :    Satisfacción  sin 
tiempo,  malicia  arguve. 
¡Allá  va  ese  agua  hirviendo! 

Dícese  de  la  persona  que  va  furiosa 
o  desesperada. 
Amárgame  el  agua,  marido;  amalgame  y 
sábeme  el  vino. 

Achaque  de  las  aficionadas  a  beber 
vino  porque  les  sabe  bien;  en  cambio, 
el  agua  les  amarga. 
Bailar  el  agua  delante  a  alguno. 

Complacer,  satisfacer  y  adular  a  una 
persona  para  conseguir  lo  que  se  desea. 
Bañarse  en  agua  rosada. 

Alegrarse  una  persona  de  algún  con- 
tratiempo que  a  otra  le  ha  sobrevenido, 
en  señal  de  despique. 
Bebí  agua  del  hinojal,  súpome  bien  e  hízome 
mal. 

El  hinojal  es  el  sitio  poblado  de  hino- 
jos, y  generalmente  se  llama  hinojo  una 
planta  herbácea  que  es  aromática,  de 
gusto  dulce,  y  se  usa  en  medicina  y 
como  condimento.  —  Indica  que  el  que 
toma  bebidas  azucaradas,  aunque  agra- 
dan al  paladar,  suelen  perjudicar  al 
estómago. 
Buena  es  el  agua,  que  cuesta  poco  y  no  em- 
briaga. 

Elogia  las  ventajas  que  lleva  la  bebi- 
da del  agua  a  la  del  vino. 
Cada  uno  quiere  llevar  el  agua  a  su  moli- 
no y  dejar  en  seco  el  del  vecino. 

Satiriza  el  espíritu  de  egoísmo  que 
suele  dominar  en  la  Humanidad,  aun- 
que sea  con  perjuicio  del  prójimo. 


AGUA 


—  16  — 


AGUA 


Coger  agua  en  cesto,  o  en  harnero. 

Trabajar  inútilmente. 
■Como  agua,  o  Como  el  agua. 

Insensiblemente  y  con  abundancia; 
y  así,  se  dice:  El  dinero  se  va  como  agua. 
Como  el  agua  de  mayo. 

Dícese  de  todo  aquello  que  llega  a 
deseo  y  oportunamente,  fundado  en  la 
opinión  vulgar  de  que  si  llueve  por 
mayo  queda  asegurada  la  cosecha  de 
los  granos. 
Como  quien  bebe  un  vaso  de  agua. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  la 
suma  facilidad  y  presteza  con  que  se 
ejecuta  alguna  cosa. 
Con  agua  no  hay  terreno  malo. 

Pondéranse  con  esta  frase  los  buenos 
servicios  que  presta  el  riego  a  los  sem- 
brados. 
Con  agua  y  con  aire  no  convides  a  nadie. 
Búrlase  de  los  que  en  son  de  agasa- 
jo convidan  a  otros  con  cosas  que  por 
estar  al  alcance  de  todo  el  mundo  se 
pueden  tomar  cuando  se  quieran,  sin 
necesidad  de  sacrificio  ni  dispendio  de 
ninguna  clase. 
Convertirse  en,  hacerse  o  volverse,  agua  de 
cerrajas. 

Desvanecerse  o  frustrarse  lo  que  se 
pretendía  o  esperaba. 
Corra  el  agua  por  donde  quisiere. 

Dejar  correr  los  acontecimientos,  es- 
perando los  resultados  sin  intervenir 
en  nada. 
Correr  el  agua  por  donde  solía. 

Volver  las  personas  o  las  cosas  a  to- 
mar sus  antiguas  costumbres,  usos  o 
estado. 
Dales  agu&porelpie  antes  que  padezcan  sed. 
A  las  alubias,  por  serles  más  prove- 
chosa el  agua  de  regadío  que  la  llove- 
diza. 
Darle,  o  llegarle,  a  uno  el  agua  a  la  boca. 
Hallarse  en  algún  peligro  inminente. 
De  agua  dulce. 

Dase  a  entender  por  medio  de  esta 
expresión  que  alguna  persona  no  es 
práctica  en  su  profesión  o  que  no  so- 
bresale en  el  conocimiento  de  ella.  Es 
alusión  al  marino  que  nunca  se  ha  em- 
barcado. Luque  Fajardo  (Fiel  desengaño 
contra  la  ociosidad  y  los  juegos)  habla  de 
Doctores  pasados  por  agua  y  Letrados  de 
agua  dulce. 


De  agua  y  lana. 

De  poco  o  ningún  valor  e  importan- 
cia. Según  Rosal  (Alfabeto  III),  «es  res- 
puesta del  sombrerero  que,  preguntado 
de  qué  se  hacía  el  sombrero,  que  pare- 
ce cosa  maravillosa  no  llevar  costura 
ni  ser  tejido,  responde  que  de  harto 
fácil  material,  que  es  agua  v  lana». 

Del  agua  bendita,  poca  basta,  o  Del  agua 
bendita,  poquita. 

Da  a  entender  que  en  muchas  cosas 
no  estriba  la  virtud  o  el  mérito  en  la 
cantidad,  sino  en  la  calidad. 

Del  agua  mansa  me  libre  Dios,  que  de  la 
recia,  o  brava,  me  guardaré  yo. 

Las  personas  de  genio  al  parecer 
manso  y  apacible,  cuando  llegan  a  eno- 
jarse, suelen  ser  más  impetuosas  y  te- 
rribles. Dícese  a  semejanza  de  los  ríos 
donde  el  agua  va  muy  sosegada  y  man- 
sa, que  son  más  de  temer  por  su  pro- 
fundidad. De  este  refrán  suele  usarse 
más  comúnmente  la  primera  parte  sola. 

Del  agua  vertida,  alguna  cogida,  o  la  co- 
gida, o  la  mitad  cogida. 

Se  advierte  que  cuando  no  se  pudie- 
ra recobrar  enteramente  lo  perdido,  se 
procure  recoger  la  parte  que  fuese  po- 
sible, por  aquello  de  que  del  mal  el  menos. 

Del  agua  vertida,  coger  la  que  se  pueda.  — 
V.  Del  agua  vertida,  alguna  cogida. 

Echar  agua  en  el  mar. 

Dar  algo  a  quien  tiene  abundancia 
de  ello.— Perder  el  tiempo  y  el  trabajo 
en  cosas  inútiles. 

Echarle  a  uno  el  agua  de  San  Gregorio. 
Echarle  una  rociada,  una  reprensión 
fuerte. 

Podrá  venir  el  origen  de  esta  frase 
de  que  teniéndose  a  San  Gregorio,  obis- 
po de  Ostia,  por  especial  abogado  con- 
tra la  langosta  y  demás  insectos  perju- 
diciales, al  campo,  acude  el  pueblo  a 
pasar  agua  por  sus  reliquias  para  des- 
pués rociar  con  ella  los  sembrados  en 
tiempo  de  semejante  calamidad. 

Echarse  al  agua.  —  V.  ¡Pecho  al  agua! 

Echar  toda  el  agua  al  molino. 

Hacer  toda  clase  de  esfuerzos  para 
conseguir  lo  que  se  desea.  —  V.  Poner 
toda  la  carne  e?i  el  asador. 

El  agua  blanda,  y  la  piedra  dura,  gota  a 
gota  hace  cavadura. — V.  La  gotera  cava 
la  piedra. 


AGUA 


AGUA 


El  agua,  como  buey,  y  el  vino,  como  rey. 
Se  sobrentiende  bebería;  es  decir,  de 
la  primera,  mucha,  y  del  segundo,  con 
parquedad,  y  bueno. 
El  agua  cria  ranas. 

Disculpa  de  los  bebedores  para  no 
bebería. 
El  agua  lejana  no  apaga  fuego  vecino. 
Da  a  entender  lo  inútil  de  los  recur- 
sos con  que  uno  cuenta,  si  no  los  tiene 
a  su  disposición  para  echar  mano  de 
ellos  en  ocasión  apurada  y  que  no  ad- 
mite dilación. 
El  agua,  ni  envejece  ni  empobrece.  — Véase 
Agua  no  enferma,  ni  embeoda,  ni  adeuda. 
El  agua,  sin  color,  olor  ni  sabor,  y  que  la 
vea  el  sol. 

Enseña  las  cualidades  que  ha  de  re- 
unir este  líquido  para  que  sea  potable. 
El  agua,  vaya  por  el  rio. 

Dicho  de  los  aficionados  al  vino. 
Él  inventó  aguar  el  agua. 

Hipérbole  con  que  se  encomia  la  sor- 
didez de  un  avaro  llevada  a  su  más  alto 
grado. 
Encharcarse  de  agua. 

Bebería  con  exageración. 
Escribir  en  el  agua.  —  V.  Escribir  en  la 

ARENA. 

Eso  es  agua    hirviendo  sobre  la  quema- 
dura. 

Aplícase  a  los  que  en  lugar  de  ami- 
norar un  mal,  lo  aumentan,  consciente 
o  inconscientemente. 

Eso  es  agua  y  azucarillos. — V.  Eso  es  tor- 
tas y  pan  pintado. 

Eso  es  como  tomar  agua  en  un  harnero. 
Perder  el  tiempo;  trabajar  inútilmente. 

Es  su  va  el  agua,  y  ve?idémosela  nos. 

Entre  los  innumerables  extranjeros 
que  vinieron  a  España  con  Carlos  V  a 
principios  del  siglo  xvi,  se  contaba  una 
respetable  cantidad  de  franceses  que 
se  dedicaron  al  oficio  de  aguadores, 
particularmente  en  Toledo,  de  cuyo  río 
subían  el  agua  a  la  ciudad,  cosa  que  no 
hacían  sus  habitantes,  cobrando,  natu- 
ralmente, el  acarreo;  es  decir,  vendién- 
doles lo  que  era  suyo,  o  sea  el  agua  del 
Tajo.  De  esta  candidez  de  los  toleda- 
nos se  burlaban  los  franceses  excla- 
mando :  L  eau  esi  a  eux,  et  nous  la  leur 
vendons;  frase  que,  traducida,  ha  queda- 
do como  proverbio  en  nuestra  lengua. 


Estar  claro  como  el  agua. 

Dícese  de  las  cosas  que  no  necesitan 
explicación,  por  ser  fácilmente  com- 
prensibles. 
Estar  el  agua,  o  con  el  agua,  a  la  boca, 
o  hasta  la  garganta. 

Estar  en  grande  aprieto  o  peligro. 
Estar  hecho  un  agua,  o  un  pollo  de  agua. 

Estar  sudoroso. 
Faltarle  ha,  o  le  faltará,  el  agua. 

Moteja  de  parapoco  y  que  nada  halla 
alguno  por  su  falta  de  diligencia. 
Fuera  del  agua,  que  es  mudado  de  aire. 
Cuando  mudan  los  azores  y  los  balco- 
nes les  dan  baños,  sueltos  en  aposentos. 
Los  que  mudan  en  el  campo  a  su  liber- 
tad los  llaman  mudados  de  aire,  y  es  me- 
jor muda.  Algunas  veces  los  doméstico  - 
no  vuelven  a  la  mano  y  se  quedan  en  eí 
monte,  y  primero  que  los  cogen  suelen 
mudar,  si  es  por  el  tiempo  de  la  muda.— 
Aplícase  al  que  es  muy  ladino. 
Guárdate  del  agua  mansa.  —  V.  Del  agua 
?nansa  me  Ubre  Dios,  que  de  la  recia,  o 
brava,  me  guardaré  yo. 
Hacer  agua. 

Usase  en  Andalucía  para  ponderar  la 
lesión  que  se  ha  recibido  de  resultas  de 
un  golpe  o  cogida  fuerte:  Medió vn pi- 
sotón que  me  hizo  agua  el  pie. 
Hacerse  agua,  o  U7i  agua,  la  boca. 

Experimentar  complacencia  suma  y 
gran  deleite  al  alimentar  la  esperanza 
de  conseguir  alguna  cosa  que  se  desea, 
evocar  algún  recuerdo  lisonjero,  o  ver 
algo  que  gusta.  —  Expresión  con  que 
se  da  a  entender  la  grata  sensación  que 
causa  en  la  boca  la  vista  o  el  recuerdo 
de  algún  manjar  apetitoso 
Ha  de  bajar  mucha  agua  por  el  Ebro  (an- 
tes de  que  suceda  tal  cosa). 
Ha  de  pasar  mucho  tiempo. 
Ir  el  agua  por  alguna  parte. 

Denota  que  el  favor  y  la  fortuna  co- 
rren en  ciertos  tiempos  por  determi- 
nadas personas  o  cosas. 
Limpio  como  el  agua. 

Frase  con  que  se  pondera  el  aseo  de 
alguna  persona,  aludiendo  a  que  el  agua 
limpia  toda  clase  de  suciedades  e  in- 
mundicias. 
Llevar  el  agua  a  su  molino. 

Tratar  de  sólo  su  interés  y  provecho, 
desentendiéndose  del  ajeno. 


AGUA 


AGUA 


Más  claro,  el  agua. 

Ser  una  cosa  tan  patente  que  sólo 
el  agua  podría  superarla  en  claridad. 
Más  deseado  que  el  agua  de  mayo. 

La  lluvia  en  este  mes  suele  ser  bene- 
ficiosa para  los  campos;  por  eso  es  de- 
seada por  los  labradores. 
Más  vale  agua  de  carne,  que  carne  de  agua. 
Indica  la  preferencia  que  debe  darse 
en  punto  a  alimento  a  la  substancia  de 
la  carne  (caldo)  sobre  el  pescado. 
Más  vale  esto  que  agua  sola...  (Y 'ponía  un 
garbón  de  sarmientos  en  el  rio.) 

Acredita  lo  nada  exigentes  que  son 
algunas  personas  en  punto  a  la  satisfac- 
ción de  sus  necesidades,  contentándo- 
se con  lo  que  buenamente  les  depara  la 
suerte. 
Meterse  en  agua  el  tiempo,  el  día,  etc. 
Hacerse  lluvioso,  generalmente  con 
lluvia  persistente. 
Nadie  diga :  De  este  agua  no  beberé.  Y  al- 
gunos añaden:  por  muy  turbia  que  esté. 
Ninguno  está  libre  de  que  le  suceda 
lo  que  a  otro,  y  por  tanto  no  debe  jac- 
tarse de  substraerse  a  las  leyes  univer- 
sales. 
Ni  agua. 

Frase  con  que  se  denota  una  caren- 
cia o  falta  absoluta. 
No  beber  uno  el  agua,  sin  enturbiarla  antes. 
Aplícase  a  las  personas  displicentes 
y  que  encuentran  su  ma)'or  gozo  en 
acarrearse  penas. 
A'o  eches  agua  en  el  vino,  ni  te  untes  los 
ojos  con  tocino. 

Aconseja  en  absoluto  no  hacer  cier- 
tas cosas  materiales  que  produzcan  re- 
sultados desagradables  o  molestos. 
No  eches  agua  en  la  sal,  que  te  saldrá  a 
mal. 

Enseña    a   no   cometer   desaciertos, 
pues  serán  funestos  los  resultados. 
No  eches  agua,  Inés,  a!  vino,  no  se  escan- 
dalice el  vientre. 

Dicho  festivo  de  los  partidarios  del 
vino  puro,  y  no  aguado,  y  menos  del 
agua  envinada.  Este  dístico  está  tomado 
del  tan  conocido  como  chistoso  cuento 
de  Baltasar  del  Alcázar  intitulado  La 
cena. 
A'o  eches  el  agua  cu  la  sal,  que  le  sabrá 
mal.  —  V.  No  eches  agua  en  la  sal,  que 
te  saldrá  a  mal. 


No  encontrará  agua  en  el  Ebro. 

Dícese  de  aquel  que  es  tan  desgra- 
ciado en  todo  cuanto  emprende,  que 
aun  las  cosas  más  llanas  y  sencillas  le 
salen  al  revés.  Tiene  mucho  uso  en 
Aragón. 
No  hallar  agua  en  la  mar. 

No  conseguir  lo  más  fácil  de  lograr, 
bien  sea  por  impericia,  bien  por  timi- 
dez, bien  por  desgracia. 
No  hay  más  señal  de   agua  que  cuando 
llueve. 

Principio  de  un  cantar,  que  suele  de- 
cirse también  completo  en  esta  forma: 

Cuando  la  perdiz  ca?ita, 
nublado  viene. 
ATo  hay  más  señal  de  agua 
que  cuando  llueve. 

A'o  hay  que  ahogarse  en  poca  agua,  come 
Juan  de  Porras. 

Enseña  a  no  acobardarse  ante  el  pe- 
ligro, cuando  éste  es  menor  de  lo  que 
a  primera  vista  parece. 

A'o  lo  lavará  con  cuanta  agua  lleva  el  río» 
o  No  os  lavaréis  de  ésta  con  cuanta  agua 
el  rio  lleva. 

Pondera  hasta  tal  punto  la  gravedad 
de  alguna  falta,  que  por  más  que  haga 
quien  la  cometió,  no  es  fácil  conseguir 
borrarla. 

No  me  echéis  agua  en  el  vino,  que  andan 
gusarapos  por  el  río. 

Pretexto  de  los  bebedores  para  be- 
ber el  vino  puro. 

No  se  debe  enturbiar  el  agua  que  se  ha  de 
beber,  o  como  dice  un  cantar: 

Mis  cuñadas  y  mi  suegra 
dicen  no  me  quieren  bien. 
¿Para  qué  enturbiar  el  agua 
que  se  tiene  de  beber? 

Recomienda  que  se  procure  no  em- 
peorar aquella  situación  que,  por  he- 
cha, es  ya  irremediable. 
No  ser  uno  agua  ni  pescado.  —  V.  No  ser 

carne  ni  pescado. 
Nunca  crece  el  rio  de  pronto,  sin  que  vaya 
el  agua  sucia. 

Indica  que  los  grandes  capitales  he- 
chos de  repente,  no  pueden  proceder 
del  trabajo  honrado,  sino  adquiridos 
por  medios  reprobables. 
Para  pasar  agua  y  dar  dinero,  nunca  seas 
el  primero. 

Recomienda    la   poca   precipitación 


AGUA 


19 


AGUACATE 


para  embarcarse,  como  para  aflojar 
la  bolsa,  dejando  prudentemente  que 
otros  lo  hagan  antes. 

Parece  agua  de  castañas. 

Suele  decirse  del  chocolate  cuya  de- 
cocción ha  salido  demasiado  clara. 

Parece  que  no  enturbia  el  agua.  —  V.  Pa- 
rece que  en  su  vida  ha  roto  ?in  plato. 

Por  agua  del  cielo  no  dejes  tu  riego. 

Aconseja  no  dormirse  uno  porque  sus 
negocios  caminen  con  prosperidad.  — 
Noseha  de  dejarlo  cierto  por  lodudoso. 

Quien  echa  agua  en  la  garrafa  de  golpe, 
más  derrama  que  ella  coge. 

Manifiesta  lo  perjudicial  que  suele 
ser  la  precipitación  en  cualquier  obra 
que  se  hace,  por  las  pérdidas  a  que 
está  expuesta. 

Sacar  agua. 

En  Andalucía  se  designa  así  cierto 
juego  que  consiste  en  coger  dos  naran- 
jas o  pelotas  en  una  sola  mano,  arroján- 
dolas al  alto,  alternativamente,  durante 
el  mayor  tiempo  que  se  pueda,  sin  de- 
jarlas caer  al  suelo. 

Sacar  agua  de  las  piedras. 

Califica  de  hábil  e  industriosa  a  una 
persona,  hasta  el  punto  de  acreditarla 
de  que  sabe  sacar  partido  de  aquello 
que  todo  el  mundo  reputaría  como  in- 
útil o  inservible 

Se/la  de  agua,  una  taberna. 

Aludejocosamente  a  lo  bautizado  que 
se  expende  el  vino  en  esos  estableci- 
mientos. 

Ser  como  el  agua  de  Loja,  que  por  donde 
pasa,  moja. 

Refrán  jocoso  para  el  que  huelga  toda 
explicación;  pues,  como  se  ve,  no  pasa 
de  ser  una  perogrullada,  de  las  cuales 
tiene  el  pueblo  español  buen  acopio. 

Ser  como  el  agua,  que  llueve  en  la  mar  sin 
provecho. 

Perder  el  tiempo  en  hacer  una  cosa 
que  no  reporta  beneficio  alguno  o  que 
no  es  necesaria. 

Ser  alguna  cosa  el  agua  de  socorro. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  saca  por 
el  pronto  de  algún  apuro  o  necesidad 
urgente. 

Ser  una  cosa  tan  clara  como,  o  más  clara 
que,  el  agua,  o  el  sol,  o  la  luz  del  medio- 
día, etc. 

Da  a  entender  que  aquello  de  que  se 


trata  es  tan  patente  e  inteligible,  que 
sólo  podría  superarle  en  claridad  cual- 
quiera de  las  cosas  con  que  en  la  frase 
se  compara. 
Sin  decir :  ¡Agua  val 

Se  emplea  cuando  uno  ocasiona  al- 
gún daño  o  pesar  intempestivamente 
y  sin  previo  aviso.  —Alude  a  que  cuan- 
do antiguamente  se  acostumbraba  a 
arrojar  por  los  balcones  y  ventanas  a  la 
calle  las  aguas  sucias  y  demás  inmun- 
dicias, se  daba  antes  el  grito  de  ¡Agua 
va!,  con  el  fin  de  que,  advertidos  los 
transeúntes,  se  apartaran  luego  en  bus- 
ca de  paraje  seguro. 
Sin  tomar  agua  bendita. 

Empléase  para  dar  a  entender  que 
aquello  de  que  se  trata  puede  hacerse 
lícitamente  y  sin  contravenir  a  ningún 
precepto  religioso  o  moral,  o  sin  tener 
necesidad  de  pedir  permiso  a  nadie. 
Tierno  como  el  agua. 

Aplícase  a  todo  manjar  que  al  comer- 
lo se  deshace  fácilmente,  resolviéndose 
en  agua  por  causa  de  lo  muy  jugoso  que 
es.  Dícese,  por  lo  general,  de  ciertas 
frutas  y  hortalizas. 
Tomar  de  atrás  el  agua,  o  Tomar  el  agua 
muy  de  arriba. 

Empezar  la  relación  de  algún  suceso 
o  negocio  por  las  primeras  circunstan- 
cias que  en  él  concurrieron. 
Unos  echan  agua  en  caldera,  y  no  suena; 
y  otros  en  lana,  y  suena.  —  V.  Cual  es  la 
campana,  tal  la  badajada. 
Volverse  una  cosa  agua  de  cerrajas. 

No  sacar  de  ella  la  utilidad  o  provecho 
que  se  esperaba,  con  alusión  a  la  poca 
substancia  que  en  sí  contiene  el  agua  sa- 
cada de  la  hierba  que  lleva  aquel  nombre. 
Andar  entre  dos  aguas.  —  V.  Estar  entre 

dos  AGUAS. 

Estar  entre  dos  aguas. 

Expresa  el  estado  de  indecisión  o 
perplejidad  para  resolver  alguna  cosa, 
sin  saber  por  qué  partido  optar,  temien- 
do errarlo. 
Hacer  aguas  mayores,  o  menores. 

Eufemismo  empleado  para  expresar 
la  acción  de  defecar  u  orinar,  respec- 
tivamente. 
AGUACATE.  —  Aguacate  maduro,  pedo 
seguro. 

Dase  a  entender  con  este  refrán,  en 


AGUACERO 


AGUJA 


América,  lo  ventosa  que  es  la  pulpa  de 
esta  fruta. 
AGUACERO.  —  Haber  pasado  el  agua- 
cero. 

Haber  terminado  la  riña  que  ha  caí- 
do sobre  uno.  También  se  usan,  en  lu- 
gar de  aguacero,  las  palabras  tormenta, 
aluvión,  chubasco,  lluvia  u  otras  equi- 
valentes. 
Los  aguaceros,  a?ites  dañan  que  aprove- 
chan. 

Expresa  que  los  campos  no  ganan 
nada  con  esa  lluvia  tan  repentina  como 
de  poca  duración. 
AGUAMANOS.  —  Dar  aguamanos. 

Servir  a  uno  con  el  aguamanil  u  otro 
jarro  cualquiera  el  agua  para  que  se 
lave  las  manos.  —  Adular. 
AGUARDIENTE.  —  Echarle    a    uno   el 
aguardiente. 

Hacerle  alguna  mala  obra,  causarle 
algún  perjuicio,  darle  alguna  molestia  o 
desazón.  — V.  Echarle  a  uno  la  mosca. 
AGUATE.  —  Aguate,  muchacho,  que  voy 
por  agua. 

Expresión  jocosa  que  se  emplea  en 
Andalucía,  jugando  del  vocablo  aguate 
por  aguárdate,  cuando  se  ve  algún  lí- 
quido en  que,  por  falta  de  la  conve- 
niente disolución  de  la  materia  propia, 
prevalece  demasiado  la  parte  acuosa. 
Así  se  dice  del  chocolate  demasiado 
claro,  el  vino  poco  puro,  el  caldo  de- 
substanciado,  etc. 
AGUDO. —  Agudo  como  punta  de  colchón. 
Nótase  irónicamente  al  que  es  rudo 
v  de  poco  entendimiento. 
AGUÍ  JÓN.— No  se  me  da  nada,  que  el  agui- 
jón me  tengo  en  casa. 

Censura  al  vengativo  solapado  que( 
si  una  vez  yerra  el  golpe,  se  reserva 
para  darlo  en  mejor  ocasión. 
ÁGUILA.  —  Aunque  el  águila  vuela  muy 
alta,  el  halcón  la  mata. — V.  Xo  hay  ene- 
migo chico. 
Es  un  águila. 

Epíteto  que  se  suele  dar  a  la  persona 
de  vista  perspicaz  o  de  ingenio  agudo, 
y  a  veces,  antonomásticamente,  a  los 
escritores  de  remontado  revuelo;  como 
El  Águila  africana,  San  Agustín;  El 
Águila  me/dense,  Bossuet,  etc. 
Salir  un  águila. 

Ser  vivo,  despierto,  listo  o  atrevido. 


AGUILERA. — Siéntese  el  buen  Aguilera. 
Locución  proverbial  con  que  se  invi- 
ta a  que  tome  asiento  una  persona  a  la 
cual  se  trata  con  toda  lisura  y  confian- 
za. Es  expresión  debida  a  Moreto,  quien 
la  usó  en  su  comedia  Rey  valiente  y  jus- 
ticiero y  ricohombre  de  Alcalá  (jorn.  Ií, 
esc.  VIH). 
AGUXNALDO.-Ztewí  aguinaldo.  -  Cór- 
late un  dedo,  y  darte  he  un  trapo. 

Modo  jocoso  de  negarse  uno  a  dar  a 
otro  lo  que  éste  le  pide. 
AGUJA. — Aguja  calumbrienta,  ?w  entra- 
rás en  ?ni  herramienta. 

Indica  que  las  herramientas  enmohe- 
cidas no  deben  emplearse,  si  se  quiere 
obtener  un  buen  trabajo. 
Aguja  delgada,  presto  es  quebrada. 

Advierte  el  peligro  que  se  corre  al 
utilizar  agujas  no  muy  gruesas,  sobre 
todo  si  lo  que  se  cose  ofrece  resistencia. 
Aguja  e  hilo  son  medio  vestido. 

Indica  que  es  preciso  poner  el  tra- 
bajo cuando  se  quiere  alcanzar  alguna 
cosa,  aunque  ya  esté  a  medio  conse- 
guir. 
Aquí  perdí  una  aguja,  aquí  la  hallaré. 
Se  dice  de  los  que,  habiendo  salido 
mal  de  una  empresa,  vuelven  de  nue- 
vo a  acometerla  con  la  esperanza  de 
indemnizarse  de  los  perjuicios  que  su- 
frieron. 
Buscar  una  aguja  en  un  pajar. 

Trabajar  inútilmente  por  conseguir 
una  cosa  imposible   o  por   lo   menos 
muy  difícil. 
Conocer,  entender,  o  saber,  la  aguja  de  ma- 
rear. 

Tener  expedición   y   destreza   para 
manejar  los  negocios  o  para  desenre- 
darse de  cualquiera  situación  compro- 
metida. 
Dar  aguja  y  baratar  una  reja. — V.  Dar, 

o  meter,  aguja  y  sacar  reja. 
Dar,  o  meter,  aguja  v  sacar  reja. 

Hacer  un  beneficio  pequeño  con  la 
intención  de  obtener  otro  mayor. 
//■  de  aguja  a  dedal,  de  dedal  a  gallo,  de 
gillo  a  caballo. 

Ir  o  proceder  de  menos  a  más,  ya 
sea  en  buen  o  en  mal  sentido. 
La  afcuia.  ensartada  hace  a  la  niña  enjui- 
ciada. 

Recomienda  a  las  jóvenes  el  trabajo, 


AGUJERO 


AIRE 


para  no  caer  en  los  malos  pensamien- 
tos que  ocasiona  la  ociosidad. 
Una  aguja  para  la  bolsa,  y  dos  para  la 
boca. 

Dícese  para  encarecer  la  práctica  del 
silencio. 
Alabar  sus  agujas. 

Ponderar  su  industria,  sus  trabajos  o 
calidades. 
A  tus  agujas,  sastre. — V.  Zapatero,  a  tus 
zapatos. 
AGUJERO.  —  El  agujero  llama  al  la- 
drón. —  V.  La  ocasión  hace  al  ladrón,  o 
En  arca  abierta,  el  pisto  peca. 
Parece  que  tiene  un  agujero  en  la  mano, 
o  en  las  manos,  o  en  cada  mano. 

Aplícase  a  la  persona  extremadamen- 
te pródiga  en  dar  o  gastar,  por  cuya 
razón  se  le  suele  llamar  también  mani- 
rrota. 
Quien  acecha  por  agujero,  ve  su  duelo. 
Los  que  son  demasiadamente  curio- 
sos suelen  oír  o  ver  cosas  de  que  les 
resulta  pesadumbre  o  disgusto.  — Véa- 
se Quien  escucha,  su  mal  oye. 
AGUJETAS.  —  Cada  uno  alaba  sus  agu- 
jetas.—  V.   Cada  buhonero  alaba  sus 
agujas,  o  Cada  ollero  alaba  su  puchero. 
AGUJETERO.  —  Agujetero,  a  tus  agu- 
jetas. —  V.  Zapatero,  a  tus  zapatos. 
AHÍ.  —  Ahí  lo  tenéis  :  si  os  condenáis,  que 
os  condenéis. 

Se  aplica  al  que  insiste  en  hacer  algo 
que  le  perjudica. 
Ahí  me  dio  el  dolor. 

Manera  de  expresar  el  acierto  con 
que  una  persona  ha  resuelto,  averigua- 
do o  tratado  una  cuestión  o  materia, 
por  lo  general  ardua,  complicada  o  res- 
baladiza. 
Ahí  me  las  den  todas. 

Expresión  con  que  denota  uno  no  im- 
portarle nada   los  contratiempos   que 
recaen  en  persona  o  cosa  que  no  le 
interesa. 
Ahí  verá  usted. 

Contestación  que  se  suele  dar  a  quien 
pide  explicación  de  una  cosa  que  no  la 
tiene,  esquivando  así  el  preguntado  lo 
embarazoso  de  su  situación. 
Por  ahí,  por  ahí. 

Sobre  poco  más  o  menos. 
Ser,  o  no  ser,  alguna  cosa  de  las  de  por  ahí. 
No  pertenecer  a  lo  vulgar  y  corrien- 


te. Suele  tomarse  en  mala  parte,  sobre 
todo  aplicado  a  las  personas. 
AHIJADO.  —  Murióse  el  ahijado,  acabó- 
se el  padrinazgo. — V.  Muerto  el  perro, 
se  acabó  la  rabia. 
AHOGADO.  —  Estar,  o  verse,  uno  aho- 
gado. 

Hallarse  acongojado  u  oprimido  con 
empeños,  negocios  u  otros  cuidados 
graves,  de  que  no  es  empresa  fácil  po- 
der desembarazarse. 
AHORCADO.  —  Estar,  o  verse,  ahorca- 
do.— V.  Estar,  o  verse,  uno  ahogado. 
No  llora,  o  suda,  el  ahorcado,  y  llora,  o 
suda,  el  teatino. 

Critica  a  los  que  se  apuran  por  el 
negocio  ajeno  más  que  el  interesado 
mismo. 
AHORRAR.  —  No  ahorrarse,  o  no  aho- 
rrárselas, con  nadie.  Algunos  agregan  : 
ni  con  su  padre. 

No  guardar  consideraciones  ni  mira- 
mientos de  ningún  género  con  persona 
alguna. 
AHORRO.  —El  ahorro  es  santo. 

Frase  que  se  emplea  cuando  se  eco- 
nomiza alguna  cosa. 
AIRADO.  —  Del  airado  al  loco  no  hay  di- 
ferencia. 

Da  a  entender  que  el  vicio  de  la  ira 
es  tan  poderoso  y  llega  a  dominar  de 
tal  manera,  que  cierra  la  inteligencia, 
enloqueciendo  al  que  tiene  la  desgra- 
cia de  verse  poseído  de  él. 
Del  airado,  un  poco  te  desvia;  del  callan- 
driz, toda  tu  vida.  —  V.  Del  agua  mansa 
me  libre  Dios,  etc. 
AIRE.  —  Aire  de  Bargas,  que  hace  llorar 
a  los  niños  con  barbas. 

Encarece  la  fuerza  y  crudeza  del  vien- 
to reinante  en  este  pueblo  de  la  pro- 
vincia de  Toledo. 
Aire  de  Guara,  agua  a  la  cara. 

Guara  es  un  monte  del  Alto  Aragón, 
y  este  refrán  sólo  tiene  sentido  en  la 
región  inferior  del  Alto  Aragón,  donde 
se  aplica. 
Aire  de  Monzón,  agua  en  Aragón. 

Indica  que,  según  dicen  los  de  Aínsa, 
cuando  sopla  el  aire  de  Monzón  llueve 
en  el  terreno  del  primitivo  reino  ara- 
gonés. 
Aire  de  Pina,  llena  la  badina. 

Indica  que  cuando  sopla  el  aire  que 


AIRE 


AIRE 


llaman  de  Pina  (por  venir  de  esa  par- 
te), será  abundante  la  cosecha. 
Aire  de  poniente,  suelta  los  bueyes  y  vente. 
Exhorta  en  algunas  localidades  a  sus- 
pender por  el  pronto  los  trabajos  de 
labranza  cuando  reina  el  viento  de  la 
parte  del  poniente,  por  ser  generalmen- 
te precursor  de  grandes  lluvias. 
Aire  de  Toledo,  agua  en  el  suelo. 

Indica  que  cuando  los  aires  vienen 
a  la  capital,  de  los  montes  toledanos, 
anuncian  lluvia. 
Aire  morellano,  ni  paja  ni  grano. 

Indica  que  es  perjudicial  para  el  la- 
brador de  la  provincia  de  Castellón  de 
la  Plana  el  aire  que  sopla  de  Morella. 
Aire  recio  y  nube  baja,  agua  sobre  la  paja. 

Pronóstico  de  lluvia. 
Aire  solano,  agua  en  la  mano. 

En    algunas   localidades  de   España 
significa  que  cuando  reina  dicho  vien- 
to anuncia  lluvia  no  muy  lejana. 
Aire  solano,  fresco  en  invierno  y  calor  en 
verano. 

Refrán  que  explica  por  sí  mismo  los 
distintos  efectos  que  suele  producir  di- 
cho viento,  según  la  estación  en  que 
reina. 
Azotar  el  aire. 

Fatigarse  en  vano  por  hacer  o  alcan- 
zar una  cosa. 
Cogerle,  o  tomarle,  el  aire  a  una  cosa.  — 

V.  Cogerle,  o  tomarle,  el  tranquillo. 
Conforme  es  el  aire  que  sopla,  así  se  pone 
la  capa.  — V.  Al  son  que  me  tocan,  bailo. 
Cortarlas  en  el  aire. 

Ser  valiente,  ingenioso  y  listo. — Con- 
testar oportunamente. 
Creerse  del  aire. 

Dar  crédito  con  toda  facilidad  a  lo 
que  se  dice  de  ligero. 
Dar  con  aire,  o  de  buen  aire. 

Dar  con  ímpetu  o  violencia  un  golpe, 
cuchillada,  palo,  bofetada,  etc. 
Darle  a  uno  el  aire  de  alguna  cosa. 

Tener  indicios,  barruntos  o  anuncios 
de  ella. 
De  aire  colado  y  de  fraile  colorado,  guár- 
deme Dios. 

Por  lo  perjudicial  que  es  el  uno  para 
la  salud  y  el  otro  para  el  trato,  por  su 
poca  continencia. 
De  buen,  o  mal,  aire. 

La  palabra  aire  equivale  en  el  caso 


presente  a   humor;  es,  por   tanto,   lo 
mismo  que  decir :  De  buen,  o  mal,  humor- 
mm  Dejar  a  uno  en  el  aire. 

Burlarle  o  chasquearle. 
Echar  al  aire. 

Descubrir,  desnudar  alguna  parte  del 
cuerpo.  N 

El  aire  de  Madrid,  mata  a  un  hombre  y 
no  apaga  un  candil. 

Son  tan  finos  y  sutiles  los  aires  que 
soplan  del  Guadarrama  sobre  la  capital 
de  España,  que  ocasionan  no  pocas  pul- 
monías con  sus  tristes  resultados,  aun 
cuando  no  parece  que  tienen  fuerza  al- 
guna. Los  madrileños  dicen  de  ese  aire 
que  corta,  y,  efectivamente,  hace  el  trai- 
dor efecto  de  un  cuchillo. 
El  aire  de  Madrid,  no  apaga  una  luz  y 
?nata  a  un  andaluz.  — V.  El  aire  de  Ma- 
drid, mata  a  un  hombre  y  no  apaga  un 
candil. 
En  el  aire. 

Con  mucha  ligereza  y  brevedad. 
Estar  en  el  aire. 

Estar  pendiente  una  cosa  de  decisión 
ajena  o  de  cualquier  suceso  eventual. 
Fabricar,  o  fundar,  en  el  aire. 

Discurrir  sin  fundamento  o  concebir 
esperanzas  sin  motivo  razonable. 
Guardarle  el  aire  a  uno. 

Atemperarse  a  su  genio;  contempo- 
rizar con  el  carácter  de  una  persona. 
Hacer  aire  a  uno. 

Incomodarle  o  hacerle  mal  tercio. 
Lo  que  no  se  ?nenea,  o  mueve,  no  le  da  el 
aire. 

Recomienda  la  actividad  como  único 
medio  de  conseguir  el  fin.  Los  asun- 
tos que  no  se  trabajan  no  producen  el 
resultado  apetecido,  pues  suelen  ser 
olvidados  por  los  que  han  de  resol- 
verlos. 
Llevarle  el  aire  a  uno.  — V.  Guardarle  el 

aire  a  uno. 
Llevarse  el  aire  las  palabras. 

Indica  que  no  debe  creerse  más  que 
en  lo  que  se  escribe,  pues  lo  dicho  ver- 
balmente  puede  ser  negado  por  no  ha- 
ber un  documento  que  lo  compruebe. 
Mantenerse  del  aire,  como  el  camaleo'n. 
Frase  que  debe  su  origen  a  la  pre- 
ocupación en  que  está  el  vulgo  de  que 
el  camaleón  se  mantiene  de  aire,  creen- 
cia tan  ridicula  como  absurda. 


AJA 


—  23  — 


AJO 


Matarlas  en  el  aire. 

Atreverse  a  toda  clase  de  empresas. 
-     Mudar  el  aire. 

Cambiar  la  fortuna;  faltar  el  favor  o 
la  protección  de  que  se  gozaba. 
Mudarse  a  cualquier  aire. 

Variar  de  dictamen  u  opinión  con 
facilidad  o  ligero  motivo;  ser  extrema- 
damente voluble. 
Ofenderse  del  aire. 

Ser  de  genio  delicado  y  vidrioso. 
Quedarse  en  el  aire. 

Verse  chasqueado  o  burlado. 
Sustentarse  del  aire. 

Confiarse  demasiado  de  esperanzas 
vanas. 
Tomar  el  aire. 

Pasearse,  esparcirse  en  el  campo,  sa- 
lir a  algún  sitio  descubierto  donde  co- 
rra el  aire. 
Totnarse  uno  del  aire. 

Resentirse  o  enojarse  de  alguna  ex- 
presión o  palabra  que  se  le  ha  dirigido. 
Andar  en  los  aires. 

Estar  una  cosa  poco  segura. 
Beber  los  aires.  — V.  Beber  los  vientos. 
Ir  por  los  aires  como  brujo. 

Hacer  una  cosa  con  toda  diligencia  y 
rapidez. 
Mudar  aires,  o  de  aires. 

Salir  desterrado  o  fugarse. 
¿Qué  aires  le  traen  por  acá? 

Frase  con  que  se  manifiesta  a  una 
persona  la  extrañeza  de  verla  en  algún 
lugar  o  reunión  a  que  no  acostumbra  a 
asistir  o  a  que  hace  tiempo  que  no  con- 
curría. 
Tomar  aires. 

Estar  una  persona  en  paraje  más  o 
menos  distante  de-su  habitual  residen- 
cia con  ei  objeto  de  recobrar  la  salud. 
AJA.  —  Aja  enlodada,  ni  viuda  ni  casada. 
La  mujer  que  ha  incurrido  en  algún 
desliz  queda  reducida,  por  lo  regular, 
a  un  estado  comprometido,  anómalo  e 
indefinible. 
Aja  no  tiene  qué  comer  y  convida  huéspedes. 
Censura  a  los  que  no  teniendo  recur- 
sos suficientes  para  poder  atender  a  las 
necesidades  más   indispensables,  dis- 
traen su  corto  haber  en  cosas  super- 
fluas  y  de  mera  apariencia. 
jDe  cuándo  acá  Aja  con  albanega? 

Satiriza  a  las  personas  que  de  la  nada 


han  subido  repentina  e  inesperadamen- 
te a  una  posición  ventajosa. 
Hócelo  Aja,/  azotan  a  Mazóte. — V.  Pagar 

justos  por  pecadores. 
Si  vos  Aja,  yo  Ali,  o  Si  vos  a  Aja,  yo  a 
Alt,  —  V.  Donde  las  dax,  las  toman. 
AJENO.  —  De  lo  ajeno,  lo  que  quisiere  su 
dueño. 

Explica   la  conformidad   y  gratitud 
que  debe  tener  el  que  recibe  respecto 
del  que  da,  aunque  el  don  sea  corto. 
Estar  ajeno  de  si. 

Estar  desprendido  de  sí  mismo  o  de 
su  amor  propio. 
Estar  ajeno  de  una  cosa. 

No  tener  noticia  o  conocimiento  de 
una  cosa,  o  no  estar  prevenido  de  lo 
que  ha  de  suceder. 
No  se  puede  salvar  quien  tiene  lo  ajeno 
contra  la  voluntad  de  su  dueño. 

Expresa  que  el  robo  es  uno  de  los 
vicios  que  menos  fácilmente  se  per- 
donan. 
Nos  por  lo  ajeno  v  el  diablo  por  lo  nuestro. 
V.  Lo  mal  ganado  se  lo  lleva  el  diablo. 
Quien  de  ajeno  se  viste,  en  la  calle  le  des- 
nudan. 

Advierte  a  los  que  se  atribuyen  pren- 
das o  cosas  que  no  son  su3Tas,  el  peligro 
que  corren  de  verse  despojados  de  ellas 
cuando  menos  lo  esperan. 
AJÍ. — Ponerse  como  un  ají,  o  como  un  ajiaco. 
Ponerse    sumamente    encendido,    a 
consecuencia    de    algún   arrebato.    Es 
una  frase  figurada  de  uso  frecuente  en 
el  Perú. 
AJO.  —  Ajo,  caracol  y  col :  el  caracol  pica 
al  ajo,  y  el  ajo  pica  a  la  col. 

Refrán  que  recuerda  el  sabor  predo- 
minante de  cada  una  de  esas  viandas 
condimentadas  con  ajo. 
Ajo  de  Valdestillas. 

Calificación  irónica  o  jocoseria  de  las 
cosas  añadidas  para  adorno  o  aderezo 
de  otras,  cuando  cuestan  más  que  las 
principales,  como  las  guarniciones  de 
ciertos  vestidos,  el  guiso  de  ciertas 
viandas,  etc. 
Ajo  pió,  o  crudo,  y  vino  puro  pasan  el  puer- 
to seguro. 

Da  a  entender  que  ninguna  de  estas 
dos  cosas  hacen  daño.  —  Metafórica- 
mente enseña  que  para  vencer  cual- 
quiera dificultad  o  peligro,  se  deben 


AJO 


24  — 


ALA 


prevenir  y  tomar  con  tiempo  las  medi- 
das necesarias. 
Ajo,  ¿por  qué  no  fuiste  bueno?  —  Porque 
no  me  hallo'  San  Martin  puesto. 

Da  a  entender  que  las  cosas,  para 
que  sean  útiles  y  se  logren,  se  han  de 
hacer  en  tiempo  y  sazón,  como  sucede 
con  esta  legumbre,  que  si  no  se  planta 
a  principios  de  noviembre,  suele  salir 
desmedrada. 
] Bueno  anda  el  ajo! 

Expresión   irónica   que    se   emplea 
cuando  las  cosas  están  muy  turbadas 
y  revueltas. 
El  ajo  y  el  vino,  atriaca  es  de  los  villanos. 
Indica  que  la  gente  del  campo  em- 
plea como  remedio  para  todos  sus  ma- 
les, componentes  tan  simples  como  los 
indicados. 
Hacer  a  uno  morder  el  ajo,  o  en  el  ajo. 
Poner  a  prueba  su  paciencia,  espe- 
cialmente difiriéndole  la  obtención  de 
lo  que  desea. 
Machacar  el  ajo. 

Llaman  así  los  aldeanos  al  ruido  que 
hacen  las  cigüeñas  con  el  pico  cuando 
se  hallan  en  su  nido,  «...  y  cuyo  casta- 
ñeteo (el  de  la  cigüeña)  cuando,  según 
la  popular  expresión,  machaca  el  ajo, 
es,  después  de  la  de  las  campanas  y  la 
de  los  mirlos  y  ruiseñores  del  pinar,  la 
música  más  grata  que  halaga  los  oídos 
de  los  sencillos  aldeanos.»  (P.  Conrado 
Muiños.) 
Oler  a  ajo. 

Dícese  del  negocio  que  es  sumamen- 
te arduo,  con  alusión  a  lo  fuerte  del 
olor  de  aquella  hortaliza. 
Revolver  ¿/ajo. 

Dar  motivo  para  que  se  vuelva  a  re- 
ñir o  cuestionar  sobre  alguna  materia, 
generalmente  desagradable,  cuando  ya 
estaba  o  parecía  estar  terminada. 
Siembra  buen  ajo  y  tendrás  buen  tallo.  — 
V.  Sembrar. —  Como  sembrái<edes,  coge- 
redes. 
Tieso  como  mi  ajo,  o  Más  tieso  que  un  ajo. 
Dícese  del  que  está  o  anda  muy  de- 
recho, y  más  generalmente  de  quien 
con  ello  da  indicio  de  engreimiento  o 
vanidad.  Algunos  dicen  un  ajo  porro. 
Muchos  ajos  en  un  mortero,  mal  los  maja 
un  majadero. 

Dícese  contra  los  que  quieren  aten- 


der al  desempeño  de  muchas  cosas  a 
un  mismo  tiempo,  que  es  el  modo  de 
no  hacer  bien  ninguna. 
Quien  se  pica,  ajos  come. 

Quien  se  resiente  de  lo  que  se  cen- 
sura en  general  o  casualmente,  da  indi- 
cios de  estar  comprendido  en  ello. 
AJONJE.  —  Ajonje,  dijo  Lucía  al  odre. 

Acredita  cómo  las  personas  que  se 
hallan  bien  acomodadas  suelen  ser  su- 
mamente  delicadas   y  poner   tacha  o 
reparo  a  todo. 
AJUAR.  —  El  ajuar  de  la  frontera. 

Frase  con  que  se  denota  un  conjunto 
reducido  de  trastos.  Alude  al  refrán  que 
dice  al  mismo  propósito:  Tres  terrazas 
y  una  estera,  el  ajuar  de  la  frontera. 
El ajuar  de  la  tinosa,  todo  albauegasytocas. 
Da  a  entender  que  algunas  mujeres 
gastan  en  adornos  exteriores  y  super- 
fluos  lo  que  debieran  emplear  en  cosas 
necesarias. 
Por  ajuar  colgado  no  viene  hado. 

Enseña  que  el  bienestar  de  los  ma- 
trimonios no  proviene  de  las  alhajas  y 
muebles  que  se  llevan  a  él,  sino  de  los 
bienes  productivos. 
-■Si  tuvimos  ajuar?  Si  no,  vimoslo  colgar. 
Refrán  que  reprende  a  los  vanidosos 
que  ponen  todo  su  empeño  en  ostentar 
gran  boato  y  lujo  aun  cuando  sea  pres- 
tado. 
A  JUSTAR.  —  Hasta  ajustar,   regatear. 
Algunos  añaden  :  Después  de  ajustar, 
pagar. 

Recomienda  que  no  se  cierre  trato 
alguno  hasta  después  de  haber  sacado 
las  mayores  ventajas  posibles. 
AJUSTE.—  Más  vale  mal  ajuste  que  bue- 
na sentencia.  — V.  Más  vale  tnal  ajuste 
que  buen  pleito. 
Mas  vale  mal  ajuste  que  buen  pleito. 

Refrán  que  enseña  se  deben  evitar  y 
huir  los  pleitos,  aun  con  detrimento  en 
el  ajuste,  por  la  contingencia  de  per- 
derlos y  la  certidumbre  de  los  dispen- 
dios y  desazones  que  acarrean. 
AL.  — Al,  madrina,  que  esto  ya  me  lo  sabia. 
Refrán  con  que  se  nota  a  los  que 
cuentan  como  nueva  alguna  cosa  tri- 
vial o  ya  sabida. 
ALA.  —  Ahuecar  el  ala. 

Irse,  ausentarse  del  paraje  en  que  se 
está. 


ALABANZA 


ALACRÁN 


Arrancar  a  uno  un  ala  del  corazón,  o  Eso 
es  como  si  le  hubieran  arrancado  un  ala 
del  corazón. 

Sacarle  una  suma  crecida  de  dinero,  o 
alguna  cosa  de  estima,  contra  su  gusto. 
Arrastrar  el  ala. 

Enamorar,  requerir  de  amores. 
Caérsele  a  uno  las  alas  del  corazón. 

Desmayar,  faltarle  el  ánimo  y  cons- 
tancia en  algún  contratiempo  o  adver- 
sidad. 
Cortar,  o  quebrantar,  o  quebrar,  las  alas 
a  uno. 

Abatirlo,  desanimarlo  en  lo  que  eje- 
cuta o  pretende.  —  Privarle  de  los  me- 
dios o  recursos  con  que  contaba  para 
su  holgura  y  prosperidad. —  No  dejarle 
hacer  su  gusto  o  capricho. 
Dar  alas  a  uno. 

Proteger,   encubrir  o  ayudar  a   una 
persona  para  que  haga  lo  que  quiere. 
Suele  aplicarse  más  comúnmente  cuan- 
do lo  que  se  hace  es  malo. 
Eso  es  lo  mismo  que  querer  volar  sin  alas. 
Da  a  entender  que  lo  que  pretende 
una  persona  es  un  absurdo  o  un  impo- 
sible. 
Las  alas  de  la  hormiga. 

Denota  el  fin  desastroso  a  que  suelen 
venir  a  parar  los  que  de  una  posición 
modesta  pasan  repentinamente  a  otra 
demasiado  encumbrada. 
Poner  alas  en  los  pies. 

Excitar  a  hacer  una  cosa  con  la  ma- 
yor diligencia  y  eficacia. 
Por  su  mal,  le  nacieron  alas  a  la  hormiga. 
V.  Las  alas  de  la  hormiga. 

En  el  Quijote,  parte  II,  cap.  Lili,  se 
dice,  expresando  admirablemente  el 
pensamiento:  «Quédense  en  esta  caba- 
lleriza las  alas  de  la  hormiga,  que  me 
levantaron  en  el  aire  para  que  me  co- 
miesen vencejos  y  otros  pájaros»,  etc. 
ALABANZA.  —  La  alabanza  del  malo 
es  vergonzosa. 

Indica  lo  vergonzoso  que  es  para  uno 
alabar  las  malas  acciones,  puesto  que 
parece  hacerse  solidario  de  ellas. 
La  alabanza  en  boca  propia  desmerece  mu- 
chas veces.  —  V.  La  alabanza  propia  en- 
vilece. 
La  alabanza  propia  envilece. 

Denota  que  la  modestia  es  la  prenda 
más  preciada  en  las  personas. 


Siempre  la   alabanza  fué  premio  de  la 
virtud. 

Indica  que  las  acciones  nobles  hallan 
siempre  su  panegirista. 
3.LABAR.  —  Dime  de  qué  te  alabas,  y  te 
diré  lo  que  te  falta. 

Dase  a  entender  que  si  uno  posee 
alguna  buena  cualidad  de  que  poder 
alabarse,  carece,  en  cambio,  de  otras 
más  necesarias  y  recomendables. 
El  que  mucho  se  alaba,  de  sí  mismo  es  de- 
nostador. —  V.  La  alabanza  propia  en- 
vilece. 
El  que  iio  te  conoce,  ése  te  alabe.  — V.  El 

que  no  te  conozca,  que  te  compre. 
Nadie  se  alabe  hasta  qtie  acabe. 

Advierte  que  hasta  la  terminación  de 
una  obra  no  debe  uno  congratularse, 
pues  corre  el  peligro  de  no  verla  con- 
cluida. —  V.  Al  fin  se  canta  la  gloria. 
No  alabes  hasta  que  pruebes. 

Satiriza  a  los  que  acostumbran  a  juz- 
gar de  ligero  un  asunto,  sin  tener  co- 
nocimiento de  él. 
No  se  irá  alabando,  o  No  te  irás  ala- 
bando. 

Denota  que  la  persona  de  quien  se 
trata  experimentará  al  cabo  el  debido 
castigo  o  pagará  lo  que  debe. 
Por  el  alabado  dejé  el  conocido,  y  vime 
arrepentido. 

Aconseja  no  aventurar  la  convenien- 
cia que  se  goce  por  la  esperanza  de  otra 
que  parezca  mayor.  — V.  Más  vale  pá- 
jaro en  mano  que  ciento  volando. 
Quien  no  se  alaba,  de  ruin  se  muere. 

Da  a  entender  que  muchos  no  son 
estimados  como   merecen  por  no  ma- 
nifestar lo  que  saben. 
ALACRÁN.  —  Estar  picado  del  alacrán. 
Estar  poseído  de  alguna  pasión  amo- 
rosa o   de   alguna    vergonzosa    enfer- 
medad. 
Quien  del  alacrán  está  picado,  la  sombra 
le  espanta.  —  V.  El  gato  escaldado,  del 
agua  fría  huye. 
Si  te  pica  el  alacrán,  llama  al  cura  y  sa- 
cristán, o  tres  días  comerás  pan. 

El  vulgo  de  nuestro  país  da  una  im- 
portancia exagerada  a  la  picadura  ve- 
nenosa de  este  animal,  reputándola 
infundadamente  por  mortal,  al  menos 
de  un  modo  tan  absoluto.  De  aquí  esta 
desconsoladora  profecía. 


ALADARES 


26  — 


ALBARDÁN 


ALADARES.  —  Cuando  dan  por  los  ala- 
dares, canas  son,  que  no  lunares.  — 
V.  Canas  son,  que  no  lunares,  cuando 
comienzan  por  los  aladares. 
ALAEJOS.  —  Alaejos,  que  sustenta  a  ni- 
ños y  a  viejos. 

Dicho  festivo  a  favor  de  la  celebri- 
dad de  que  en  otro  tiempo  disfrutó  el 
vino  de  aquella  localidad. 
ALAMBIQUE.  —  Sacar  por   alambi- 
que. 

Conseguir,   recibir  o  dar   una   cosa 

muy  poco  a  poco,  con  escasez. 

ALAMBRE.  —  Estar  como  un  alambre. 

Equivale  a  ser  sumamente  delgado. 

ÁLAMO.  —  De  los  álamos  vengo,  madre, 

de  ver  cómo  los  menea  el  aire. 

Da  a  entender  el  poco  caso  que  hace 
una  persona  de  lo  que  le  están  dicien- 
do o  preguntando,  y  también  la  indi- 
ferencia con  que  oye  las  reconvencio- 
nes que  se  le  dirigen. 
ALAZÁN.— Alazán  tostado,  antes  muerto 
que  catisado. 

Pondera  las  cualidades  de  vigor  y 
resistencia  que  suele  tener  esta  casta 
de  caballos. 
ALBA.  —  Cantó  al  alba  la  perdiz;  ¡más  le 
valiera  dormir! 

Refrán  con  que  se  vitupera  el  prurito 
de  hablar,  causa  de  la  perdición  de  mu- 
chas personas. 
No,  sino  el  alba,  o  No  es  sino  el  alba,  que 
andaba  entre  las  coles. 

Frase  irónica  con  que  se  suele  res- 
ponder a  quien  pregunta  lo  que  sabe 
o  no  debía  ignorar  por  ser  sabido,  o 
al  que  en  la  conversación  suelta  algún 
despropósito  o  absurdo. 
Entre  dos  albas,  o  luces. 

Estar  embriagado. 
Facerse  las  albas  negras. 

Cambiarse  la  suerte,  volviéndose  en 
contra;  parecer  mal  lo  que  antes  pare- 
cía bien. 
ALBACETE.  —  ¿Albacete?   Míralo  y 
vete. 

Recomienda  la  poca  estancia  en  esta 
ciudad,  pues  según  el  juicio  de  su  in- 
ventor, los  albacetenses  no  son  muy 
de  fiar. 
ALBAÑAL.  —  Salir  uno  por  el  albañal. 
Quedar  mal  e  indecorosamente  en 
alguna  acción  o  empresa. 


ALBARDA.  —  Albarda  sobre  albarda. 
Algunos  añaden:  y  sobre  la  albarda, 
un  borrico. 

Expresión  que  se  emplea  cuando  en 
la  conversación  o  por  escrito  se  come- 
te alguna  redundancia.  También  se  usa 
para  criticar  alguna  cosa  que  está  más 
cargada  de  lo  acostumbrado  o  conve- 
niente. 
Echar  una  albarda  a  alguno. 

Abusar  de  manera  excesiva  de  su  pa- 
ciencia o  condescendencia,  haciéndole 
aguantar  lo  que  no  debe   por  ningún 
concepto. 
Fulano  es  una  albarda. 

Moteja  a  una  persona  de  tosca,  zafia 
y  poco  ilustrada. 
Hay  hombres  como  albarda,  que  se  aplican 
a  todo,  dueño  v  carga. 

Indica  que  el  ignorante,  mayormente 
si  es  presumido,  yerra  doblemente  en 
todo  cuanto  emprende. 
La  albarda  debe  ser  conforme  el  burro. 
Aconseja  se  guarde  en  todo  las  de- 
bidas proporciones. 
Llevar  la  albarda. 

Aguantar,  sufrir  pacientemente   las 
inconveniencias  de  otros. 
Sólo  le  falta  la  albarda. 

Manera  de  motejar  de  asno  a  alguna 
persona. 
Volverse  la  albarda  a  la  barriga. 

Salir  una  cosa  al  contrario  de  lo  que 
se  deseaba. 
Corno  ahora  llueven  albardas. 

Expresión  en  que  prorrumpimos 
para  dar  a  entender  lo  imposible  de 
que  se  cumpla  aquello  que  nos  acaban 
de  asegurar. 
Coser  y  hacer  albardas,  iodo  es  dar  pun- 
tadas. 

Refrán  que  se  aplica  irónicamente  a 
los  que,  por  no  examinar  bien  las  cosas, 
confunden  materias  muy  diversas  entre 
sí,  teniéndolas  por  unas  mismas  sólo 
porque  se  parecen  en  alguna  circuns- 
tancia accidental. 
Labrar  y  hacer  albardas,  todo  es  dar 
puntadas.  —  V.  Coser  y  hacer  albardas, 
todo  es  dar  puntadas. 
ALBARDÁN.  —  El  porfiado  albardán 
comerá  tu  pan. 

Los  entremetidos,  por  más  que  los 
despidan,  vuelven  adonde  conocen  que 


ALBARDAR 


ALCALDE 


han  de  sacar  utilidad.  Por  ellos  se  dijo: 
Quien  no  tiene  vergüenza,  todo  el  campo 
es  suyo.  (Véase.) 
Hacer  alguno  su  persona  albardán  por 
cotner  pan. 

Dícese  de  aquellos  que  con  tal  de 
medrar  no  reparan  en  cometer  todo 
género  de  bajezas. 
ALBARDAR.  —  No  dejarse  albardar. 

No  consentir  los  abusos  e  intempe- 
rancias de  otro. 
ALB  ARDERO. — De  todo  entietide  un  poco, 
y  de  albardero,  dos  puntadas. 

Zahiere  al  que  se  alaba  vanamente 
de  entender  de  todo. 
ALB  ARILLO.  —  Ir  por  el  albarillo. 

Hacerse  o  suceder  las  cosas  muy  atro- 
pelladamente y  como  a  salir  del  paso. 
Dase  el  nombre  de  albarillo  a  una  es- 
pecie de  son  o  sonido,  de  aire  muy  ace- 
lerado, que  se  ejecutaba  antiguamente 
en  la  guitarra  para  bailar  y  acompañar 
jácaras  y  romances. 
ALBENDERA.  —  La  albendera,  los  di- 
santos, hilandera. 

Zahiere  a  las  personas  que  por  haber 
estado  holgando  los  días  de  labor,  tie- 
nen que  estar  trabajando  sin  descansar 
en  los  festivos. 
ALBOGUERO.— En  casa  del  alboguero 
todos  son  albogueros. — V.  En  casa  del 
tamborilero  lodos  sofi  danzantes. 
ALBÓRBOLAS.— Hacer  albórbolas. 

Armar  o  meter  mucha  bulla  y  riña 
sin  motivo  bastante  para  ello.  Albor- 
bola  es  la  ampolla  o  burbuja  que  forma 
un  líquido  que  hierve  o  que  fermenta. 
ALBOROTAR.  —  Ni  te  alborotes  ni  te 
en/otes. 

Reprende  la  demasía  tanto  en  la  con- 
fianza cuanto  en  la  desconfianza. 
ALBRICIAS.  —  Albricias,  madre,   que 
pregonan  a  mi  padre. — V.  Alegrías,  al- 
barderos,  que  se  quema  el  bálago. 
Albricias,  padre,  que  el  obispo  es  chantre. 
Se  dice  refiriéndose  a  los  que  piden 
recompensa  por  cosas  que  no  lo  me- 
recen. 
Albricias,  padre,  que  ya  podan. 

Burla  hecha  a  las  personas  que  in- 
consideradamente dan  por  seguro  el 
logro  de  alguna  cosa  antes  de  su  tiem- 
po regular,  como  del  fruto  cuando  se 
está  podando. 


Ganar  las  albricias. 

Ser  el  primero  en  dar  una  buena  no 
ticia  al  interesado. 
ALBUR.  —  Correr  el  albur. 

Exponerse  a  los  riesgos  o  contingen- 
cias a  que  se  fía  el  resultado  de  alguna 
empresa. 
ALCABALA.  —  Quien  descubre  la  alca- 
bala, ése  la  paga. 

Se  aplica  a  los  que  inadvertidamente 
descubren  o  dicen  alguna  cosa  de  cuyo 
recuerdo  les  puede  venir  daño. 
ALCACER.  —  Está  ya  duro  el  alcacer 
para  zamponas. 

Da  a  entender  que  alguna  persona 
no  está  ya  en  edad  de  aprender  o  de 
hacer  alguna  cosa. 
ALCACHOFA. — Estar  más  ancho  que  una 
alcachofa. 

Hallarse  satisfecho,  orgulloso  de  al- 
guna cosa. 
ALCAHUETE.  —  Alcahuetes  y  tunos, 
todos  son  tinos. 

Tan  culpado  es  el  que  obra  mal  como 
el  que  se  lo  consiente  o  le  induce  a  que 
lo  haga. 
ALCAIDE.  —  El  alcaide  no  da  el  castillo 
cuando  por  fuerza  se  lo  quitan. 

Expresa  la  diferencia  que  hay  entre 
hacer  las  cosas  espontáneamente  y  lle- 
varlas a  efecto  obligados  por  las  cir- 
cunstancias. 
ALCALÁ.  -  En  Alcalá,  cania  el  cuco  y 
cantará. 

Decíase  por  la  abundancia  de  estu- 
diantes que  había  en  aquella  Universi- 
dad, muchos  de  los  cuales  sacaban  de 
cascos  a  las  mujeres  casadas  que  los 
tenían  a  la  jineta. 
ALCALÁ  DE  HENARES.  —  Alcalá 
de  Henares,  muchas  maldades. 

Refrán  con  que  se  moteja  a  los  natu- 
rales de  esta  ciudad. — Véase  la  explica- 
ción dada  al  refrán  de  Adrada  de  Pirón. 
En  Alcalá  de  Henares,  cuatro  huevos 
son  dos  pares. 

Perogrullada   del   corte    de    la    que 
dice  :  Ser  como  el  agua  de  Loja,  que  por 
donde  pasa,  moja.  (Véase.) 
ALCALDE.  —  Alcalde  cruel,  nadie  dice 
bien  de  él. 

Indica  que  no  se  debe  ser  muy  tirano 
cuando  se  ejerce  un  cargo,  si  se  quiere 
que  los  subordinados  le  tengan  cariño. 


ALCALDE 


28 


ALCARAVÁN 


Alcalde  de  aldea,  el  que  lo  desee,  ése  lo  sea. 
No  se  deben  apetecer  oficios  que  tie- 
nen más  de  gravamen  que  de  autoridad 
ni  provecho. 

Alcalde  de  Pancarcolla,  nada  de  real  y 
todo  bambolla. 

Alude  a  los  que  se  dan  mucho  tono 
y  no  tienen  sobre  qué  caerse  muertos. 
Dicho  se  está  que  el  pueblo  citado  no 
existe  más  que  en  la  imaginación  del 
que  lo  inventara,  porque  aconsonanta- 
ba con  bambolla.  Muchos  ejemplos  de 
éstos  hay  en  la  Paremiología  española. 

Como  el  alcalde  de  Trébujena,  que  se  mu- 
rió de  una  pesadumbre  ajena. 

Dícese  de  las  personas  que  se  pre- 
ocupan por  lo  que  les  tiene  sin  cuida- 
do, puesto  que  nada  les  interesa. 

De  alcalde  a  verdugo,  ¡ved  cómo  subo!  — 
V.  ¡Cómo  subo:  de  pregonero  a  ver- 
dugo! 

El  primer  alcalde  es  la  corambre.  —  Véa- 
se Sin  pellejo  710  hay  concejo. 

El  que  tiene  el  padre  alcalde,  seguro  va  a 
juicio. 

Denota  que  cuando  se  tienen  buenos 
valedores  o  padrinos  no  hay  que  temer, 
aun  viéndose  en  malos  pasos. 

¿Habla  el  alcalde?  Barbaridad  tenemos. 
Se  dice  de  las  personas  que  tienen  la 
costumbre  de  no  hablar  sin  decir  al- 
guna tontería.  —  V.  Habló  el  buey  y 
dijo  mu. 

Ni  tanto  ni  tan  poco,  señor  alcalde  loco. 

Reprueba  los  extremos  en  todas  las 

cosas,   como    igualmente    viciosos.  — 

V.  Ni  tanto  ni  tan  dello,  señor  don  Tello. 

No  rebuznaron  en  balde  el  uno  y  el  otro 
alcalde. 

Se  emplea  irónicamente  para  dar  a 
entender  que  todos  los  afanes  y  traba- 
jos de  una  o  más  personas  han  venido 
a  resultar  inútiles  por  descubrir  una 
cosa  que  no  tiene  valor  alguno. 

Nuestro  alcalde  nunca  da  paso  de  balde. 
Contra  los  interesados  o  nada  esplén- 
didos ni  dadivosos. 

Ser  el  alcalde  del  Ronquillo. 

En  algunas  ocasiones  significa  estar 
ronco.  El  Ronquillo,  villa  a  siete  leguas 
de  Sevilla,  su  capital,  se  toma  aquí  jo- 
cosamente como  tipo  de  la  persona  que 
está  ronca,  fundándose  para  ello  en  el 
mero  sonsonete. 


Si  el  alcalde  no  es  ejemplar,  ¿quién  le  hcc 
de  respetar? 

Enseña  que  la  persona  que  está  eri- 
gida en  autoridad  debe  dar  el  ejemplo 
en  todo,  si  quiere  que  sus  órdenes  sean 
cumplidas  y  no  criticadas  como  injus- 
tas por  sus  subordinados. 
Para  en  tino  son  los  alcaldes  de  Alcor- 
cón.  — V.  Ser  tal  para  cual. 
ALCANCE.—  Dar  alcance  a  uno. 

Encontrarle  después  de  varias  dili- 
gencias hechas  a  ese  fin. 
Andarle  a  uno  a  los  alcances.  — V.  Irle 

a  uno  a  los  alcances. 
Irle  a  uno  a  los  alcances. 

Observar  muy  de  cerca  los  pasos  que 
da,  para  descubrir  sus  manejos,  averi- 
guar su  conducta,  etc.  —  Refiriéndose  a 
cosas,  significa  estar  a  punto  de  conse- 
guirlas. 
ALCANZAR.  — Alcanza  quien  no  cansa. 
Esto  es,  para  salir  airoso  en  su  pre- 
tensión, conviene  no  ser  importuno.  En 
esta  acepción  es  sinónimo  de  La  ora- 
ción breve  penetra  los  ciclos,  o  sube  al  cielo. 
Alcanza  quien  no  se  causa. 

Esto  es,  quien  no  ceja  en  su  propó- 
sito, a  fuer  de  perseverante,  o  quien  se 
reserva  para  en  lo  sucesivo,  no  abu- 
sando de  sus  fuerzas.  —  Antiguamente 
era  también  intransitivo  el  yerbo  cansar 
(equivalente,  según  queda  demostrado, 
a  cansarse),  de  que  tenemos  otra  prue- 
ba en  el  siguiente  refrán:  Cuando  duer- 
mo, canso;  ¿que  me  haré  cuando  ando? 
Alcanzársele,  o  no,  algo  a  alguno. 

Comprender  o  no  una  cosa;  tener  al- 
guna noción  o  ignorar  aquello  de  que 
se  trata. 
Andar,  o  estar,  alcanzado. 

Hallarse  escaso   de  recursos   pecu- 
niarios. —  Estar  empeñado  o  lleno  de 
deudas. 
Quedar,  o  salir,  alcanzado. 

Resultar  deudor  de  alguna  cantidad 
en  el  rendimiento  de  cuentas. 
Si  alcanza,  no  llega. 

Da  a  entender  que  una  cosa  es  tan 
tasada  )r  escasa,  que  con  dificultad  llena 
el  fin  u  objeto  a  que  está  destinada. 
ALCARAVÁN.  —  Alcaraván  comí.  —A 
otro,  que  no  a  mí. 

Dase  a  entender  que  no  nos  dejamos 
engañar  por  patrañas  o  mentiras. 


ALCAYATA 


29 


ALEGRÍA 


Alcaraván  zancudo,  abre  el  ojo,  que  asan 
carne. 

Advierte  que  el  que  esté  próximo  a 
un  peligro  debe  procurar  huir  de  él. 
Alcaraván  zancudo  :  para  otros,  consejo; 
para  ti,  ninguno. 

Reprende  a  los  que  dan  consejos  a 
otros  y  no  los  toman  para  sí.  Uíjose 
porque  cuando  ve  el  alcaraván  al  caza- 
dor o  al  ave  de  rapiña,  comienza  a  dar 
muchos  chillidos,  con  que  huyen  las 
otras  aves,  mientras  él  permanece  en 
el  peligro. 
ALCAYATA.  —  Andar  encogido  como  una 
alcayata.  —  V.  Afidar  encogido  como  un 

GARABATO. 

Ir,  o  venir,  peyendo  alcayatas. 
Ir  o  venir  aceleradamente. 
ALCIDES.  —  Ni  Alcides  contra  dos. 

Manifiesta  que  por  mucha  fuerza,  físi- 
ca o  moral,  que  tenga  una  persona,  al 
cabo  viene  a  quedar  vencida  cuando 
los  adversarios  son  muchos. 
ALCOLEA.  —  De  Alcolea,  ni  mujer  ni 
somera. 

Somera  se  emplea  en  el  significado  de 
albarda.  Otros  dicen  ni  suegra,  para  in- 
dicar que  de  Alcolea  (provincia  de  Cór- 
doba) no  es  bueno  nada  :  ni  la  mujer,  ni 
la  albarda,  ni  la  suegra. 
ALCORNOQUE.  —  Al  alcornoque  no 
hay  palo  que  le  toque,  sino  la  encina  que 
le  quiebra  la  costilla. 

No  hay  cosa  que  no  tenga  su  con- 
traria. 
Más  duro  que  un  alcornoque. 

Comparación  que  se  emplea  para  sig- 
nificar la  fortaleza  o  dureza  de  una  per- 
sona o  cosa. 
Ser  un  alcornoque. 
Ser  muy  bruto. 
ALCOTÁN.  —  Más  ligero  que  un  alco- 
tán. 

La  rapidez  con  que  esa  especie  de 
halcón  se  arroja  sobre  su  víctima,  es  la 
base  de  este  símil  familiar. 
ALDABA.  —  Agarrarse  a,  o  de,  buenas  al- 
dabas, o  Tener  buenas  aldabas. 

Valerse    de    buenos    protectores    o 
contar  con  ellos. 
ALDEA.  —  Con  otro  ¡eaf  llegaremos  a  la 
aldea. 

Manera  de  animarse  para  continuar 
cualquier  trabajo  emprendido. 


ALDEHUELA  —  En  el  aldehuela,  más 

?nal  hay  del  que  se  suena. 

Da  a  entender  que  una  cosa  tiene 
más  importancia  o  trascendencia  de  lo 
que  parece  a  primera  vista. 
ALEAS.  —  En  Aleas,  pon  la  capa  do  la 
veas,  o  Si  fueres  a  Aleas,  pon  la  capa 
donde  la  veas. 

Indica  que  los  habitantes  de  esta  villa 
de  Guadalajara  no  son  muy  de  fiar  con 
respecto  a  la  propiedad  ajena. 
ALEGAR.  —  Alega  y  probarás. 

La  alegación  clara,  terminante  y  ve- 
rídica de  los  principios  en  que  se  fun- 
dan los  hechos,  es  de  suyo  una  pruebí 
mucho  más  satisfactoria  y  convincente 
que  la  que  puedan  aducir  los  testigos, 
atento  a  la  posibilidad  de  que  éstos 
sean  sobornados. 
ALEGRÍA.  —  Alegría  secreta,  candela 
muerta. 

Enseña  que  los  gustos  son  menores 
cuando  no  se  comunican  a  otra  per- 
sona. 
Así  mata  una  alegría  inesperada,  como  el 
dolor  más  intenso.  —  V.  Tanto  mata  una 
alegría  súbita,  como  un  disgusto. 
La  alegría  dura  poco  en  casa  del  pobre. 
Manifiesta  lo  efímera  que  suele  ser 
la  felicidad  para  aquellas  personas  en 
quienes  se  ceba  la  desgracia. 
Tanto  mata  tena  alegría  súbita,  como  un 
disgusto. 

Amonesta  a  los  que  gozan  en  ser  los 
primeros  en  comunicarlas  noticias,  bien 
de  un  género,  bien  de  otro. 
Traga  lo  peor  para  que  la  alegría  sea 
mayor. 

Aconseja  que  no  se  alimenten  espe- 
ranzas lisonjeras  en  los  casos  de  éxito 
dudoso,  a  fin  de  que,  si  la  suerte  lle- 
gase a  ser  favorable,  el  contento  reci  - 
bido  sea  mayor. 
Una  onza  de  alegría  vale  más  que  cien 
quintales  de  melancolía.  —  V.  A  fas  vale 
poco  y  bueno  que  mucho  y  malo. 
Alegrías,  albarderos,   que   se  quema  el 


Búrlase  de  aquellos  que  celebran  las 
cosas  que  debían  sentir. 
Alegrías,  antruejo,  que  mañana  será  Ce- 
niza. 

Denota  cuan  poco  durables  son  los 
gustos  de  la  vida  humana. 


ALEJANDRO 


ALFILER 


ALEJANDRO.  —  Ser  un  Alejandro. 

Famoso  este  rey,  hijo  de  Filipo  II  de 
Macedonia,  entre  otras  circunstancias 
relevantes,  por  sus  numerosas  victo- 
rias, suele  aplicarse  antonomásticamen- 
te  dicho  epíteto  a  todo  conquistador 
tan  valiente  como  afortunado. 
Si  Alejandro  es  cornudo,  sépalo  Dios  y 
iodo  el  mundo. 

Las  cosas  que  no  tienen  remedio  es 
inútil  ocultarlas,  puesto  que  de  todas 
maneras  se  han  de  saber. 
ALEJIJAS. — Parece  que  ha  comido  aleji- 
jas, o  Tiene  cara  de  alejijas. 

Estar  muy  flaco  y  débil,  como  el  que 
sólo  come  esa  clase  de  puches. 
ALELUYA.  —  ¡Aleluya!,  cada  cual  que 
coja  la  suya. 

Frase  que  excita  a  que  cada  uno  tome 
la  parte  que  le  corresponda  cuando  se 
está  haciendo  alguna  distribución  o  re- 
parto. 
¡Aleluya,  aleluya!,  el  que  la  encuentre 
es  suya. 

Dicho  en  que  prorrumpen  los  mu- 
chachos cuando  se  echan  a  buscar  por 
el  suelo  algo  que  se  ha  perdido. 
Comer  aleluyas. 

Quedarse  sin  comer. 
ALENTADO.— A  los  alentados  favorece 
la  fortuna.  —  V '.  Quien  no  se  aventura  no 
pasa  la  mar. 
ALESNA. —  Dos  alesnas  no  se  pinchan. — 
V.  Un  lobo  a  otro  no  se  muerden,  o  En- 
tre sastres  no  se  pagan  hechuras. 
ALEVOSO.— Dos  alevosos  bastan  a  con- 
denar tin  justo. 

Manifiesta  los  deplorables  resultados 
de  la  calumnia  sobre  la  inocencia. 
ALFA.  —  Ser  el  alfa  y  la  omega. 

Ser  el  principio  y  el  fin  de  una  cosa, 
aludiendo  a  esas  dos  letras,  que  son  la 
primera  y  la  última,  respectivamente, 
del  alfabeto  griego. 
ALFAYA.— Alf  aya/w-  alfaya,  más  quie- 
ro pandero  que  no  saya. 

Censura  a  los  que  anteponen  las  co- 
sas de  capricho  o  de  mero  pasatiempo 
a  las  que  verdaderamente  son  útiles  y 
duraderas. 
ALFAYATE.-£/  alf  ayate  de  la  encruci- 
jada pone  el  hilo  de  su  casa.  V.  Ser  el 
sastre  del  Campillo,  que  trabajaba  de 
balde  y  encima  ponía  el  hilo. 


Remendar  bien  no  sabe  todo  alf  ayate  nue- 
vo. —  V.  La  práctica  hace  maestro. 
ALFEÑIQUE.  —  Parecer  un  alfeñique. 
Por  ser  muy  delicado,  quejumbroso  o 
delgado,  hablándose  de  personas,  o  su- 
mamente fino  y  deleznable,  si  se  trata 
de  cosas. 
ALFERECÍA.  —  Parece  que  tiene  alfere- 
cía. 

Dícese  de  la  persona  u  objeto  que 
se  mueve  o  agita  con  suma  rapidez  y 
continuación.  —  Hablando  Cervantes 
del  miedo  que  infundió  a  Sancho  Pan- 
za la  nariz  descomunal  que  ostentaba 
el  escudero  del  Caballero  del  Bosque 
(Don  Quijote,  parte  II,  cap.  XIV),  dice 
que  «en  viéndole  Sancho,  comenzó  a 
herir  de  pie  y  de  mano  como  niño  con 
alferecía». 
ALFILER. —  Como  la  punta  de  un  alfiler. 
Frase  con  que  se  suele  ponderar  la 
excesiva  y  casi  imperceptible  peque- 
nez de  algún  objeto. 
No  caber  un  alfiler,  o  No  haber  dónde 
echar  un  alfiler. 

Frase  figurada  y  familiar  con  que  se 
pondera    la    grande   aglomeración    de 
personas  en  algún  paraje. 
No  darle  a  uno  ni  un  alfiler. 

No  dar  nada,  ni  aun  una  cosa  tan  pe- 
queña y  de  tan  escaso  valor  como  es 
un  alfiler. 
No  deber  uno  a  alguien  ni  un  alfiler. 

No  tener  que  agradecerle  nada. 
Quien  no  alza  un  alfiler,  no  tiene  en  nada 
a  su  mujer. 

Denota  que  la  complacencia  en  los 
mandos  aun  en  cosas  nimias,  no  des- 
honrosas, es  prueba  de  la  estimación 
en  que  tienen  a  sus  mujeres. 
Con  todos  sus  alfileres. — V.  De  veinticin- 
co alfileres. 
De  veinticinco  alfileres. 

Aplícase  a  la  persona  que  viste  con 
todo  el  adorno  o  compostura  posibles 
o  sin  faltar  requisito  alguno.  Se  suele 
emplear  más  comúnmente  refiriéndose 
a  las  mujeres. 
Estar  una  cosa  prendida  con  alfileres. 
No  tener  consistencia,  seguridad  o 
firmeza. 
No  estar  con  sus  alfileres. 

No  estar  uno  para  bromas;  estar  de 
mal  humor. 


ALFONSO 


ALGUACIL 


ALFONSO.  -  Él  Alfonso  y  vos  Alfon- 
so, ¡cuánto  va  de  Alfonso  a  Alfonso! 

V.  /  Cuánto  va  de  Pedro  a  Pedro! 
ALFORJA.—  ¡Qué  ...  ni  qué  alforjas! 

Expresión  baja  y  malsonante  con  que 
se  denota  el  enfado  o  el  desprecio  con 
que  se  oye  alguna  cosa. 
Quien  tiene  alforjas  y  asno,  cuando  quiere 
va  al  mercado. 

Denota  que  el  que  no  tiene  que  pe- 
dir nada  a  nadie,  hace  con  lo  suyo  lo 
que  le  parece,  sin  tener  que  dar  cuen- 
tas de  sus  actos. 
ALGO.  — ■  Algo  ajeno  no  hace  heredero. 

Advierte  que  la  hacienda  que  tenía 
el  testador  al  morir,  retenida  o  en  de- 
pósito, no  aprovecha  a  los  herederos. 
Algo  es  algo. 

Enseña  a  contentarse  con  poco,  pues- 
to que  eso  poco  es  más  que  nada. — 
V.  Más  vale  algo  que  nada,  o  Mientras 
se  gaita  algo  no  se  pierde  todo,  o  Menos 
da  una  piedra,  o  un  canto. 
Algo  es  queso,  pues  se  da  por  peso. 

Advierte  ser   apreciables  las  cosas 
que  se  dan  por  peso  y  medida. 
Algo  ha  llovido  desde  entonces  a  acá. 

Modo  de  ponderar  que  aquello  deque 
se  trata  ha  mucho  tiempo  que  ocurrió. 
Algo  se  chufa. 

Frase  con  que  se  expresa  el  contento 
por  participar  de  alguna  cosa,  aunque 
sea  en  pequeña  cantidad.  También  se 
emplea  más  a  menudo  la  frase  latino- 
macarrónica  áliquid  chupdtur.  (Véase.) 
Algo  se  ha  de  hacer  para  blanca  ser. 

Quien  tiene  algún  defecto  necesita 
poner  de  su  parte  alguna  diligencia 
para  disimularlo.  Aplícase  a  las  muje- 
res que  por  parecer  hermosas  padecen 
mil  martirios  con  los  mejunjes  que  se 
aplican  a  este  fin. 
El  que  algo  quiere,  algo  le  cuesta. — V.  No 
se  cogen  truchas  a  bragas  enjutas,  o 
Quien  quiera  peces  que  se  moje  el  culo, 
o  No  hay  atajo  sin  trabajo. 
{Has  topado  algo?  —  Y  aun  algos. 

Frase  cervantina  convertida  en  pro- 
verbial, referente  a  la  aventura  del 
barco  encantado  narrada  en  la  parte  II, 
cap.  XXIX,  del  inmortal  Quijote.  La  gra- 
cia de  la  expresión  estriba  en  plurali- 
zar la  palabra  'algo,  que,  como  adverbio, 
es  invariable. 


{He  dicho  algo?,  o  No  sé  si  he  dicho  algu- 
na cosa. 

Expresión  enfática  en  que  suele  pro- 
rrumpir aquel  que  acaba  de  decir  algu- 
na cosa  trascendental,  extrañando  no 
se  la  hayan  aplaudido,  y  dudoso  al  pro- 
pio tiempo  de  si  no  habrá  sido  bien 
comprendida  o  no  merecido  la  aproba- 
ción de  los  circunstantes. 
Más  vale  algo  que  rada. 

Réplica  a  los  descontentadizos  que 
se  quejan  de  haber  recibido  menos  de 
lo  que  esperaban  o  deseaban. 
Mientras  se  gana  algo,  no  se  pierde  todo. — 

V.  Más  vale  algo  que  nada. 
Por  algo  se  empieza. 

Enseña  a  no  desanimarse  al  comen- 
zar una  obra,  por  larga  que  sea,  pues  es 
preciso  empezar  por  muy  poco  para 
llegar  a  mucho. 
Quien  algo  te  prometiere,  luego  tomando- 
hiere. 

Precave  contra  los  que,   ofreciendo 
alguna  cosa,  se  cobran  luego  el  favor 
con  creces. 
ALGODÓN.— Algodón  cogió;  cual  la  ha- 
llaste tal  te  la  do. 

Advierte  lo  expuestas  que  están   a 
perderse  las  mozas  que  andan  por  el 
campo  a  su  libertad,  como  las  que  van 
a  coger  algodón. 
Estar  criado  entre  algodones. 

Dícese  de  las  personas  delicadas  y 
poco  hechas  a  trabajos  rudos,  por  haber 
crecido  en  medio  de  regalos  y  afemi- 
namientos. 
Tener,  o  meter,  o  llevar,  a  uno  entre  algo- 
dones. 

Tratar  a  una  persona  con  demasiada 
blandura  y  regalo. 
ALGUACIL.  —  Alguacil  de  campo,  cojo  o- 
manco. 

Los  que  ejercen  este  oficio  suelen, 
a  veces,  recibir  heridas  graves  por  im- 
pedir que  entren  a  cazar  en  los  térmi- 
nos del  lugar  cuya  defensa  tienen  a  su 
cargo. 
Alguacil  descuidado,  ladrones  cada  mer- 
cado. 

Advierte  los  desórdenes  que  nacen 
del  descuido  de  los  ministros  de  Jus- 
ticia. 
Cada  tino  tiene  su  alguacil. 

Da  a  entender  que  nadie,  por  muy 


ALHAJA 


32  — 


ALISTE 


grande  que  sea  su  autoridad  e  inde- 
pendencia, deja  de  tener  quien  se  las 
coarte  fiscalizando  y  observando  sus 
acciones. 
Descalabrar  al  alguacil  y  acogerse  al  co- 
rregidor. 

Se  dice  del  que,  procurando  huir  de 
un  peligro,  se  mete  más  en  él. 
El  alguacil  con  andar  y  el  molino  con  mo- 
ler, ganan  de  comer. 

Indica  que  cada  uno  ejercitando  su 
oficio  saca  de  él  su  provecho. 
El  alguacil  y   el  sol,  por   dondequiera 
son. 

Enseña  que  la  Justicia,  como  el  astro 
citado,  está  en  todas  partes. 
Más  importa  lo  que  se  lleva  el  alguacil, 
que  el  alcalde.  —  V.  Más  vale  la  salsa 
que  los  caracoles. 
Tener  más  hambre  que  un  alguacil. 

Hallarse  sumamente  escaso  de  recur- 
sos pecuniarios.  — V.  Tener  más  hambre 
que  un  maestro  de  escuela. 
i-LHAJA.  —  Alhaja  con  dientes  no  tiene 
cuenta.  —  V.  Alhaja  que  tiene  boca,  nin- 
guno la  toca. 
Alhaja  que  tiene  boca,  ninguno  la  toca. 
Es   prudente  el    huir  de  conservar 
todo  aquello  que  no  sirve  más  que  de 
ostentación,  sin  prestar  utilidad  algu- 
na, y  cuyo  mantenimiento  exi^e  ade- 
más crecidos  dispendios.  Por  no  haber- 
lo hecho  asi   se   han  visto   arruinadas 
más  de  cuatro  familias. 
La  alhaja,  dondequiera  que  se  encuentre, 
clama  por  su  dueño. 

Aforismo  jurídico  con  el  cual  se  sig- 
nifica que  quien  tiene  en  su  poder  una 
cosa  que  no  le  pertenece  por  haberle 
sido  vendida  indebidamente,  la  pierde 
tan  pronto  como  se  presenta  su  legíti- 
mo dueño. 

endo  alhaja  de  mi  casa. 
Nadie  debe  desentenderse  de  lo  que 
sea  de  positivo  valor. 
Ser  tina  alhaja,  o  una  buena  alhaja. 

Usase  irónicamente  para   motejar  a 
alguno  de  pillo.  También  se  emplea  en 
sentido  directo  la  primera  forma. 
ALHAMBRA.  —  Que  vayas  al  Alham- 
bra,  y  vayas  ruando  vayas. 

Expresa  el  deseo  de  que  se  haga  una 
cosa  sea  cuando  sea,  con  tal  que  se  lleve 
a  efecto. 


ALHENA.  —  Hecho  alheña. —V.  Hecho 

una  ALHEÑA. 

Hecho  una  alheña. 

Quebrantado  de  alguna  fatiga  o  tra- 
bajo excesivo. 
Moler  como  alheña.— V.  Hecho  una  alheña. 
Molido  como  una  alheña. 

•  Quebrantado  y  rendido  a  consecuen- 
cia de  alguna  fatiga  o  trabajo  excesivo, 
aludiendo  al  polvo  a  que  se  reducen 
los  pétalos  que  produce  el  arbusto  así 
llamado,  cogidos  en  la  primavera  y  se- 
cados después  al  aire  libre. 
'>   ALHORRE.  -  /  Yo  te  curaré  el  alhorre! 
Frase  con  que  se  amenaza  a  los  mu- 
chachos traviesos  con  la  pena  de  azo- 
tes. —  El  alhorre  es  la  erupción  de  la 
piel  del  cráneo,  rostro,  nalgas  o  muslos 
de  los  niñus  recién  nacidos. 
ALICÁNCANO.  —  Ser  un  alicáncano. 

Aplícase  a  la  persona  o  cosa  suma- 
mente molesta  y  enojosa. 
ALIENTO.  —  HedcrL;  u  olerle,  el  aliento 
a  la  puerta  de  la  calle,  ventana,  etc. 

Soplar  muy  fuerte  y  molesto  el  vien- 
to, o  ser  excesivamente  caluroso  o  frío 
el  aire. 
ALIFAFES.  —  Estar  lleno  de  alifafes. 

Padecer   achaques   o   enfermedades 
habitualmente. 
ALIMENTO.  -  /  Vaya  un  alimento!...  ( Y 
comía  cebollas.)  Otros  dicen  :  (Y  comía 
chufas,  o  barquillos.) 

Frase  despectiva  con  que  se  zahiere 
la  comida  que  nos  dan,  y  que  juzgamos 
poca  o  de  escasa  nutrición. 
ÁLIQUID.  —  Áliquid  chupátur.  Algu- 
nos añaden  :  (Y  chupaba  un  cuerno.) 

Expresión  festiva  macarrónica,  con 
la  cual  se  da  a  entender  que  algo  se 
drupa  o  toma,  equivalente  a  que  más 
vale  poco  que  nada. 
ALISTE.  —  A  fuer  de  Aliste,  que  más  se 
obliga  el  que  se  desobliga. 

Según  el  Comendador  Griego,  se  dice 
así  «porque  en  Aliste,  como  en  tierra 
de  habla  no  polida,  llaman  desobligar  al 
mucho  obligar».  Don  Fermín  Caballe- 
ro, citando  este  refrán  en  su  Nomencla- 
tura geográfica  de  España,  sienta  que 
«se  entienda  por  Aliste  el  pueblo  anti- 
guo de  Alba,  en  la  provincia  de  Zamo- 
ra, del  que  aún  existe  un  castillo  cerca 
de  Alcañices». 


ALJABA 


—  33 


ALMA 


ALJABA.  —  Bien  se  conoce  de  qué  aljaba 

salen  las  flechas.  —  V.  Conocer  de  donde 
viene  el  tiro. 
ALMA.  —  Al  alma  del  negocio  va  todo  el 
mundo;  al  negocio  del  alma  no  va  nin- 
guno. 

Expresa  que  los  asuntos  tempora- 
les tienen  más  adeptos  que  los  espiri- 
tuales. 
Alma  borracha  no  siente. 

Indica  que  el  embriagado  pierde  el 
conocimiento. 
Alma  en  boca  y  huesos  en  costal. 

Locución  cubana  con  que  se  signifi- 
caba, en  el  trato  de  los  negros  importa- 
dos de  África,  que  el  vendedor  no  res- 
pondía de  enfermedades,  tachas  ni  otra 
contingencia  alguna,  sino  que  vendía  a 
uso  de  feria.  (Véase.) 
¡Alma  mía!,  chinas  comas,  peladas  y  gordas. 

Suerte  de  imprecación  burlesca. 
Alma  sana  en  cuerpo  sano. 

Máxima  de  Juvenal  que  expresa  que 
la  salud  del  cuerpo  es  necesaria  para 
la  salud  del  espíritu  :  es  la  expresión 
del  hombre  ideal.  Suele  emplearse  más 
comúnmente  en  latín  :  Jl/ens  sana  in 
corpore  sano. 
Arrancársele  a  uno  el  alma. 

Sentir  gran   dolor  o  conmiseración 
por  algún  suceso  lastimoso.  —  Antigua- 
mente significaba  morir  con  ansias. 
Caérsele  a  uno  el  alma  a  los  pies. 

Abatirse,  desanimarse,    por  no  co- 
rresponder la  realidad  a  lo  que  espe- 
raba o  creía,  sobre  todo  siendo  de  jus- 
ticia; experimentar  un  gran  desengaño. 
Como  alma  que  lleva  el  diablo. 

Precipitadamente. 
Con  el  alma  y  la  vida. 

Hacer  una  cosa  de  muy  buena  vo- 
luntad. 
Dar  uno  el  alma  al  diablo. 

Atropellar  por  todo  para  conseguir 
su  gusto  o  llevar  a  cabo  alguna  reso- 
lución. 
Dolerle  a  uno  el  alma  de  alguna  cosa. 
Estar  cansado,  harto  o  satisfecho  de 
ella. 
Echar  el  alma.  — V.  Echar  los  bofes. 
Echarse  uno  el  alma  a  la  espalda,  o  atrás. 
No   preocuparse   o   inquietarse  por 
nada;  no  importarle  o  interesarle  nin- 
guna cosa.    * 


El  alma  es  reina  si  la  sigues,  y  esclava  si 
la  haces  seguir. 

Da  a  entender  que  la  voluntad  es  lo 
más  poderoso  en  el  hombre;  y  así,  si 
nos  dejamos  dominar  por  el  sentimien- 
to, seremos  víctimas  de  éste,  en  tanto 
que  si  nos  imponemos  a  él,  lo  esclavi- 
zaremos a  nuestra  voluntad. 
El  alma  se  deleita  con  la  música  natural- 
mente. 

Expresa  la  marcada  influencia  que  el 
arte  del  sonido  ejerce  sobre  todos  los 
seres,  y  en  particular  sobre  los  tempe- 
ramentos sensibles. 
El  alma  triste,  en  los  gustos  llora. 

Expresa  que  el  que  tiene  algún  pesar, 
hasta  las  alegrías  le  producen  tristeza. 
Estar  como  el  alma  de  Garibay. 

Permanecer  neutral  o  indeciso  en  al- 
gún asunto. 

Habiendo  muerto  Esteban  de  Gari- 
bay y  Zamalloa,  célebre  cronista  de 
nuestro  país,  natural  de  Mondragón, 
en  Guipúzcoa,  quedó  cerrado  por  es- 
pacio de  muchos  años  el  caserón  en 
que  vivió,  al  cabo  de  los  cuales,  pre- 
tendiendo ocuparlo  una  familia,  desis- 
tió de  su  intento  por  correr  voces  en- 
tre el  vulgo  de  que  se  sentía  de  noche 
gran  ruido  dentro  de  aquella  localidad, 
atribuyéndolo  a  que  el  alma  de  su  últi- 
mo morador  andaba  vagando  por  aquel 
recinto,  en  atención  a  no  hallarse  en  el 
cielo  ni  en  el  infierno.  Por  eso  añaden 
algunos  a  la  frase  susodicha :  que  ni  pena 
ni  gloria. 
Estar  con  el  alma  entre  los  dientes. 

Padecer  tan  gran  temor,  que  parece 
que  se  está  en  peligro  de  muerte. 
Estar  con  el  alma  en  un  hilo. 

Estar  temeroso,  inquieto,  pendiente 
de  algún  suceso. 
Hablar  al  alma. 

Hablar  con  claridad  y  energía,   sin 
contemplaciones  ni  lisonjas,  bien  para 
conmover  o  persuadir. 
Hasta  el  alma. 

Pondérase  aquello  de  que  se  trata. 
írsele  el  alma  a  uno  tras  una  cosa. 

Apetecerla  con  ansia. 
Llegarle  a  uno  al  alma  alguna  cosa. 

Sentirla  vivamente. 
Llevar  tras  sí  el  alma  a  uno  alguna  cosa. 
Moverlo  o  atraerlo  con  viva  fuerza. 
3 


ALMA 


34  — 


ALMA 


Manchar  el  alma. 

Afearla  con  la  mancha  del  pecado. 
Mi  alma,  con  la  suya.  — V.  Con  él  me  en- 

TIERREN. 

Mi  alma,  ¿quiere  usted  que  le  toque  las 
palmas? 

Frase  irónica  que  se  dirige  a  una  per- 
sona acreedora  a  reprensión  por  haber 
dicho  o  hecho  alguna  cosa  desagrada- 
ble, afeando  su  proceder  en  son  de  ce- 
lebrarle la  gracia. 

No  sabe  nadie  el  alma  de  nadie. 

No  ser  fácil  averiguar  las  intenciones 
o  los  pensamientos  de  otra  persona. 

No  tener  alma. 

No  tener  compasión  de  uno.  —  Care- 
cer de  conciencia. 

Parecer  uno  un  alma  en  pena. 

Aplícase  al  que  anda  solo,  triste  y 
melancólico,  y  también  al  sujeto  por 
extremo  flaco  y  descolorido. 

Partirle  a  uno  el  alma  alguna  cosa. 
Causarle  gran  aflicción  o  lástima. 

Paseársele  a  uno  el  alma  por  el  cuerpo,  o 
por  el  estomago. 

£ti  muy  calmoso  e  indolente. 

Pesarle  en  el  alma  alguna  cosa  a  uno. 
Arrepentirse  vivamente  de  haberla 
hecho. 

Rara  vez  habita  alma  hermosa  en  cuerpo 
extraordinariamente  feo. 

Así  lo  acredita  la  experiencia;  y  cla- 
ro está  que  al  decir  rara  vez  el  refrán, 
reconoce  tal  o  cual  excepción  que  en 
el  particular  haya  podido  haber,  como 
no  podía  menos  de  suceder.  Lo  contra- 
rio suele  ocurrir  con  más  frecuencia; 
esto  es,  el  albergarse  un  alma  ruin  en 
cuerpo  hermoso.  De  lo  primero,  baste 
citar  a  D.  Bernardino  de  Velasco,  conde 
de  Salazar  (a  quien  encargó  Felipe  III 
que  llevara  a  cabo  la  expulsión  de  los 
moriscos),  hombre  de  duras  entrañas, 
cuyo  retrato  personal  hizo  el  conde 
de  Villamediana  (según  un  manuscrito 
de  la  Biblioteca  Real,  hoy  Nacional,  ci- 
tado por  Pellicer  en  sus  anotaciones  al 
Quijote)  en  los  términos  siguientes  : 

«Al  de  Salazar  ayer 
mirarse  al  espejo  vi, 
perdiéndose  el  miedo  a  sí 
para  ver  a  su  mujer»; 

con  lo  que  se  acredita  la  fealdad  de 
ambos  consortes  y,  lo  que  hace  al  caso, 


la  ruindad  de  aquél.  De  lo  segundo,  con 
sólo  tender  la  vista  por  la  multitud  de 
sacerdotisas  de  Venus  que  han  intro- 
ducido la  perturbación  en  el  hogar  do- 
méstico, así  en  las  altas  como  en  las 
medias  e  ínfimas  clases  de  la  sociedad, 
quedará  suficientemente  probado  nues- 
tro aserto. 

Revolverle  a  uno  el  alma  alguna  cosa. 
Pondera  lo  sumamente  desagradable 
y  nauseabunda  que  es  para  uno  alguna 
persona  o  cosa. 

Romperle  a  uno  ¿/alma.  —  V.  Romperle  a 
uno  la  crisma. 

Sacarle  a  uno  el  alma. — V.  Sacarle  a  uno 

los  REDAÑOS. 

Ser  un  alma  de  miércoles.  — V.  Ser  uno 
un  alma  de  mierda. 

Ser  uno  un  alma  de  mierda. 

Ser  una  persona  de  todo  punto  des- 
preciable. Expresión  tan  malsonante  se 
suele  modificar  diciendo:  Ser  un  alma 
de  miércoles. 

Su  alma  en  su  palma.  Algunos,  impropia- 
mente, dicen :  Su  alma  y  su  palma. 

Refrán  con  que  se  significa  que  pres- 
cindimos de  las  acciones  de  otro,  de- 
jando por  cuenta  suya  los  buenos  o 
malos  resultados  que  puedan  obtener. 
Llevando  cada  uno  su  alma  en  su  mano, 
según  canta  el  profeta  David,  Anima 
mea  in  manibus  meis  semper  (Salmo  1 1 8, 
v.  109),  y  siendo  responsable  él  sólo  del 
porvenir  de  ella,  librándola  de  toda  con- 
tingencia o  tropiezo,  o,  por  el  contrario, 
dejándola  caer,  cual  si  fuera  un  obje- 
to material  y  frangible,  hacemos  uso  de 
esta  frase  con  el  objeto  indicado,  como 
dando  a  entender  que  dejamos  a  su 
libre  albedrío  las  consecuencias  del 
asunto  de  que  se  trate,  al  modo  que 
está  en  su  mano  la  ruina  o  salvación 
de  su  alma. 

Tener  echada  el  alma  atrás. 

No  importársele  a  uno  nada,  o  no 
preocuparse  por  algo. 

Tener  el  alma  atravesada. 

Ser  persona  de  malos  sentimientos  o 
intenciones. 

Tener  el  alma  bien  puesta. 

Tener  ánimo  y  resolución,  no  acobar- 
dándose por  nada.  —  Ser  valiente. 

Tener  el  alma  del  gitano.  —  V.  Tener  el 
alma  atravesada. 


ALMA 


—  35 


ALMENDRERA 


Tener  el  alma  en  los  dientes. 

«Para  estar  tan  herido  este  mancebo 
—  dijo  a  este  punto  Sancho  Panza  — , 
mucho  habla:  háganle  que  se  deje  de 
requiebros,  y  que  atienda  a  su  alma, 
que,  a  mi  parecer,  más  la  tiene  en  la  len- 
gua que  en  los  dientes.»  Aquí  alude  San- 
cho a  la  expresión  poco  antes  proferida 
por  el  cura  al  intimar  a  Ouiteria  «que 
se  determinase  presto  en  lo  que  había 
de  hacer,  porque  tenia  Basilio  ya  el 
alma  en  los  dientes,  y  no  daba  lugar  a 
esperar  inresolutas  determinaciones». 
Tener  el  alma  en  los  dientes  es  hallar- 
se próximo  a  morir.  Ahora  bien :  en 
el  idioma  en  que  no  exista  a  la  letra 
semejante  frase  metafórica,  mal  podrá 
hacerse  resaltar  el  juego  de  palabras 
verificado  entre  dientes  y  lengua. 

Tener  el  alma  en  un  hilo.  —  V.  Estar  con 
el  alma  en  un  hilo. 

Tener  el  alma  parada. 

No  discurrir,  ni  usar  de  las  potencias 
como  se  debiera. 

Tener  en  el  alma,  o  sobre  el  alma,  a  uno. 
Tenerlo  presente  en  sus  desgracias, 
sintiéndolas  y  deseando  remediarlas. 

Tener  su  alma  en  las  carnes.  —  V.  Tener 
su  alma  en  su  ahnario. 

Tener  su  alma  en  su  almario. 

Dase  a  entender  que  no  teme  uno  las 
bravatas  de  otro,  y  también  que  cuando 
llega  la  ocasión  de  verse  insultado,  por 
humilde  que  se  sea,  sabe  uno  defender- 
se y  ofender  como  otro  cualquiera. 

Tener  su  alma  en  su  cuerpo.  —  V.  Tener 
su  alma  en  su  almario. 

Tener  un  alma  como  un  cántaro,  o  Pare- 
cer un  alma  de  cántaro. 

En  dos  ocasiones  del  Quijote  (parte  II, 
caps.  XIII  y  XLVII)  se  usa  la  expresión 
alma  de  cántaro  en  sentido  de  ser  bona- 
chona una  persona.  No  así  en  el  capítu- 
lo XXXI  de  la  parte  II,  en  que  el  ecle- 
siástico de  casa  de  los  duques  apostrofa 
en  tales  términos  a  D.  Quijote,  ni  tam- 
poco en  el  XXXV,  donde  se  le  regala  a 
Sancho  con  igual  injurioso  calificativo  a 
causa  de  resistirse  a  mosquear  entram- 
bas sus  posaderas  con  los  tres  mil  y 
trescientos  azotes  indispensables  para 
el  desencanto  de  Dulcinea. 

Tener  uno  mucha  alma. 

Dícese  de  los  que  no  se  inquietan  por 


nada,  tomándolo  todo  con  cachaza,  sin 

preocuparse  de  lo  que  puede  ocurrir. 

Traer  el  alma  e?i  la  boca,  o  en  las  manos. 

Estar  padeciendo  un  mal  o  un  tra- 
bajo muy  grande.  Dícese  más  común- 
mente de  la  inquietud  y  zozobra  en 
que  pone  al  ánimo  cualquier  riesgo  in- 
minente. 
Una  alma  sola,  ni  canta  ni  llora. 

Enseña  que  la  soledad  calma  los  pen- 
samientos, sin  dejarlos  fijarse  en  cosa 
de  fundamento,  pues  no  tiene  con  quien 
compartirlos. 
Volverle  el  alma  al  cuerpo  a  uno. 

Hacer  desaparecer  de  su  ánimo  el 
temor  que  tenía  esperando  algún  mal. 
ALMADRABA.  —  Haberse  criado  en  las 
almadrabas. 

Dícese  del  hombre  rústico  y  tosco. 
En  el  Vocabulario  de  Rosal,  Alfabeto  1.a, 
se  lee:  « Almadraba.  En  árabe  es  casa 
pajiza  o  cabana  que  se  hace  sólo  para 
un  verano  o  poco  tiempo,  como  casas 
de  pescadores  de  pescados  que  sólo  se 
cogen  en  cierto  tiempo,  como  las  alma- 
drabas del  duque  de  Medinaceli;  y  de 
aquí  dice  el  andaluz  al  hombre  rústico 
y  tosco  que  se  ha  criado  en  las  alma- 
drabas.» 
ALMAGRO.  —  Almagro,  buenas  jaulas 
y  malos  pájaros. 

Elogia  las  casas  de  dicha  ciudad  y 
vitupera  a  los  naturales  de  ella. 
ALMALUEZ.  —  Almaluez,  un  año  para 
tres. 

Porque  dicha  villa,  perteneciente  a  la 
provincia  de  Soria,  suele  rendir  en  cada 
año  una  cosecha  equivalente  a  la  que 
producen  en  tres  años  otros  terrenos. 
ALMANAQUE.  —  Eso  no  estaba  apuntado 
en  mi,  o  tu,  o  su,  almanaque. 

Da  a  entender  lo  inesperado  o  im- 
previsto de  algún  acontecimiento,  de 
carácter  lisonjero  por  lo  general. 
Hacer  almanaques.  —  V.  Hacer  calen- 
darios. 
ALMENDRADA.  —  Dar  una  almen- 
drada a  uno. 

Decirle  alguna  cosa  que  le  satisfaga 
o  lisonjee. 
ALMENDRERA.  —Florecer  la  almen- 
drera. 

Frase  figurada  y  familiar.  Encanecer 
prematuramente. 


ALMENDRO 


-  36  - 


ALQUIMIA 


ALMENDRO.  —  Al  almendro  y  al  villa- 
no, el  palo  en  la  mano. 

Refrán  con  que  se  denota  que,  así 
como  el  fruto  del  almendro  y  de  otros 
árboles  se  obtiene  a  fuerza  de  varear- 
los, de  igual  modo  no  se  puede  sacar 
partido  de  las  p«rsonas  ruines  y  de 
mala  ralea  sino  castigándolas. 
Ser  como  el  almendro. 

Suelen  compararse  con  este  árbol  las 
esperanzas  defraudadas  de  alguna  per- 
sona, por  las  razones  que  canta  esta  tan 
sabida  coplilla: 

Fueron  mis  esperanzas 
como  el  almendro  : 
florecieron  temprano, 
cayeron  presto. 

Por  eso  dice  también  un  adagio:  Antes 
moral  tardío  que  almendro  florido.  La 
causa  de  durar  tan  poco  el  almendro 
es  porque,  floreciendo  precozmente,  se 
expone  a  las  heladas  de  la  primavera. 
ALMÍBAR.  —  Estar  hecho  u?i  almíbar,  o 
Hacerse  un  almíbar. 

Mostrarse  sumamente  cariñoso,  ama- 
ble y  derretido. 
Más  dulce  que  el  almíbar. 

Dícese  del  manjar  que  es  sumamente 
dulce.  Suele  aplicarse,  por  lo  común, 
esta  comparación  a  cierta  clase  de  fru- 
tas, como  peras,  melones,  naranjas,  etc., 
y  por  extensión  a  las  personas  de  trato 
sumamente  afable  y  persuasivo. 
ALMOHADA.  —  Consultar  con  la  almo- 
hada. 

Meditar  con  el  tiempo  necesario  al- 
gún negocio,  a  fin  de  proceder  en  él  con 
acierto. 
La  mejor  almohada  es  una  conciencia 
tranquila. 

Da  a  entender  que  el  que  obra  recta- 
mente duerme  descansado  y  sin  sobre- 
saltos, pues  la  conciencia  no  tiene  de 
qué  acusarle. 
Consultar  las  almohadas.  —  V.  Consul- 
tar COn  la  ALMOHADA. 

ALMOHAZA.  —  Anda  el  almohaza,  y 

toca  en  la  matadura. 

Refrán  con  que  se  significa  que  de 
palabra  en  palabra,  muchas  veces  en 
las  conversaciones  se  suele  pasar  in- 
sensiblemente a  tratar  de  asuntos  que 
por  su  gravedad  en  absoluto,  o  por  des- 
pertar antiguas  rencillas,  vienen  a  pro- 


ducir disgusto  entre  los  circunstantes. 
También  se  suele  aplicar  a  lo  hábil- 
mente que  sabe  introducirse  el  espíri- 
tu de  murmuración  en  las  conversa- 
ciones, empezando  por  rascar  y  aca- 
bando por  desollar. 
ALMONEDA.  —  En  la  almoneda,  ten  la 
barba  queda. 

Expresa  que  no  se  debe  partir  de 
ligero,  sino  esperar  a  que  otros  obren 
para  hacerlo  uno  después  sin  exposi- 
ción. 
ALHÓNDIGA.—  ¡Cómo  estará  la  alhón- 
diga,  cuando  no  quiere  trigo! 

Dícese  de  las  personas  que  se  niegan 
a  aceptar  más  comida  o  bebida,  por  ha- 
berlo hecho  ya  con  exceso. 
ALPISTE.  —  No  tener  ni  para  alpiste. 

Estar  sin  un  cuarto,  pobre  completa- 
mente. 
Quedarse  alpiste. 

Quedarse  uno  sin  tener  parte  en  lo 
que  esperaba  de  algún  reparto. 
ALPU JARRAS.— Haber  nacido,  o  haber- 
se criado  en,  o  venir  de  las  Alpujarras. 
Denota  la  suma  rusticidad  o  ignoran- 
cia de  alguno. 
ALQUIMIA.  — Alquimia  probada,  tener 
renta  y  no  gastar  nada. 

Refrán  con  que  se  da  a  entender  que 
el  medio  más  seguro  para  hacer  dinero 
es  guardarlo  cuando  se  tiene  y  no  per- 
derlo en  pruebas  o  tentativas  vanas 
como  las  de  los  alquimistas,  que  pre- 
tendían convertir  en  oro  todos  los  de- 
más metales  mediante  ciertos  procedi- 
mientos ilusorios. 

Y  ya  que  de  alquimia  y  alquimistas 
hablamos,  permítasenos  recordar  un 
hecho,  quizás  el  más  chistoso  que  a 
este  propósito  haya  ocurrido. 

Cuéntase  que  uno  de  aquellos  ilusos, 
cuando  no  tramoyistas,  dedicó  a  cier- 
to papa  un  libro  que  había  compuesto 
sobre  la  Alquimia,  lisonjeándose  de  ob- 
tener por  esta  acción  una  gran  recom- 
pensa; pero  el  Pontífice  le  envió  un 
carro  cargado  de  sacos  vacíos,  dicién- 
dole  que  se  los  mandaba  para  que  pu- 
diese guardar  en  ellos  parte  de  los 
millones  que  acuñara  con  su  feliz  des- 
cubrimiento, supuesto  que  a  persona 
que  tan  fácilmente  podía  adquirir  el 
oro,  ni  le  hacía  éste  al  caso,  ni  había 


ALQUITARA 


—  37 


ALLEGARSE 


tampoco  caudal  en  el  mundo  que  pu- 
diera competir  con  los  tesoros  que  él 
iba  dentro  de  poco  a  allegar. 
ALQUITARA.—  Sacar  por  alquitara.— 

V.  Sacar  por  alambique. 
ALQUITRÁN.  —  Estar  hecho  un  alqui- 
trán. 

Aplícase  a  la  persona  por  todo  extre- 
mo fogosa. 
ALQUITRANADO.  —  Estar  alquitra- 
nado.—V.  Estar  hecho  wi  alquitrán. 
ALTANERÍA.— No  hay  altanería  que  no 
amenace  caída. 

Avisa  a  los  que  gozan  alta  posición 
para  que  no  se  engrían,  pues  mientras 
más  elevada  sea,  más  fuerte  y  fácil  será 
su  derrumbamiento. 
Meterse  en  altanerías. 

Tratar  de  cosas  superiores  a  la  com- 
prensión o  inteligencia  de  quien  las 
trata. 
ALTAR.— El  que  al  altar  sirve,  del  altar 
tiene  que  comer,  o  Quien  al  altar  sirve, 
del  altar  vive.  — V.  El  abad,  de  donde 
cania,  de  allí  yanta. 
Eso  es  como  quitarlo  del  altar. 

Eso  es  una  usurpación,  o  también, 
eso  es  sacar  las  cosas  de  quicio  o  de  su 
lugar. 
Levantar  un  altar  enfrente  de  otro  altar, 
o  simplemente,  enfrente  de  otro. 

Producir  un  cisma;  declararse  hostil 
a  una  persona  o  institución,  procuran- 
do deshancarla  por  los  mismos  medios 
que  emplea  aquélla  para  conservar  su 
prestigio. 
PrÍ7iiero  es  el  altar  mayor,  y  luego  los  co- 
laterales. 

En  toda  reunión,  las  personas  cons- 
tituidas en  dignidad,  o  con  quienes  no 
se  tiene  franqueza,  deben  ser  atendi- 
das antes  que  las  demás. 
Sólo  falta  poner  a  uno  en  un  altar. 

Dícese  de  las  personas  cuyas  virtu- 
des o  méritos  se  ponderan  en  alto  gra- 
do. Empléase  en  muchas  ocasiones  iró- 
nicamente. 
Los  altares  se  han  vuelto  muladares,  y 
los  muladares,  altares.  —  V.  Abájame 
los  adarves  y  álzame  los  muladares,  o 
Adájanse  los  estrados  y  álzanse  los  es- 
tablos. 
ALTO.  —  Hacer  alto  en  alguna  cosa. 
Fijar  la  atención  en  ella. 


Hacer  una  cosa  por  todo  lo  alto. 

Llevarla  a  cabo  con  rumbo,  sin  omi- 
tir gastos. 
Pasar  por  alto. 

Omitir,  callar  alguna  cosa,  no  hacer 
mención  de  ella,  o  no  parar  en  ella  la 
consideración. 
Ser  alguna  persona  de  alto  bordo. 

Ser  persona  de  elevada  posición  so- 
cial. También  se  dice :  de  alto  copete  y 
de  alto  coturno. 
ALUMBRAR.  —  Alumbrar,    pero    no 
tanto. 

Exhorta  a  que  no  se  exageren  las 
cosas. 
Estar  alumbrado. 

Estar  bebido  o  embriagado. 
ALZADO.  —  Buen  alzado  po?ie  en  su  seno 
quieti  se  castiga  en  mal  ajeno. 

Pondera  lo  mucho  que  vale  el  escar- 
mentar en  cabeza  ajena. 
ALZAPRIMA.  —  Dar  alzaprima. 

Valerse  de  artificio  o   engaño  para 
derribar  o  perder  a  alguno.  Es  voz  an- 
ticuada. 
ALZARSE.  —  Alzarse  a  mayores. 
Engreírse,  envanecerse. 
Alzarse  con  alguna  cosa,  o  con  el  sa?ito  y 
la  li?nosna. 

Apoderarse  de  ella  sin  derecho  o, 

cuando  menos,  con  cierta  violencia. 

ALLÁ.  —  Allá  se  las  avenga,  o  se  las  haya, 

Marta  con  sus  pollos.  —  V.  Allá  se  las 

hayan. 

Allá  se  las  campaneen.  —  V.  Allá  se  las 

hayan. 
Allá  se  las  hayan. 

Inhibirse  en  un    asunto,  dejando  a 
otros  que  lo  resuelvan,  cargando,  por  lo 
tanto,  con  la  responsabilidad  que  pueda 
caber. 
Irse,  o  salirse,  allá  una  cosa. 

Venir  a  ser  casi  lo  mismo  que  otra. 
No  estar  muy  allá  una  cosa. 

No  estar  muy  buena. 
No  estar  ?nuy  allá  una  persona  con  otra. 
No  hallarse  bien  avenidas;  tratarse 
con  frialdad  o  despego. 
Si  para  allá  me  la  guardas,  estamos  fres- 
cos,o  échame  u?t  medio.— Y.  De  aquí  allá, 
pampanitos  habrá. 
ALLEGARSE.— Allégate  a  los  buenos,  y 
serás  uno  de  ellos. 

Recomienda  la  utilidad  que  se  sigue 


ALLENDE 


-  38 


AMAR 


de  las  buenas  compañías.  También  se 
suele  decir:  Júntate  a  los  buenos. 

ALLENDE.  —  AUende   y   aquende,  con 
quien  te  acompañas  siempre. 

Enseña  que  se  debe  dar  la  razón  y 
mirar  en  todas  partes  por  aquellas  per- 
sonas con  quienes  se  vive  o  a  las  cuales 
nos  une  el  vínculo  de  la  amistad. 

ALLÍ.  —  Allí  me  las  den  todas. 

Cuentan  que  un  criado  de  un  corre- 
gidor se  presentó  diciéndole:  «Señor, 
cuando  un  alguacil  lleva  una  orden  de 
vuesa  merced,  ¿no  representa  vuestra 
misma  persona  y  vuestra  misma  casa? 

—  Muy  cierto,    replicó  el   corregidor. 

—  Pues,  señor,  en  la  cara  del  alguacil 
Perico  Sarmiento,  que  es  la  misma  cara 
de  vuesa  merced,  han  estampado  una 
gran  bofetada.  —  Pues  allí  me  las  den 
todas*,  respondió  con  calma  el  corre- 
gidor. 

En  la  carta  escrita  por  Teresa  Panza 
a  su  marido  cuando  era  gobernador  de 
la  ínsula,  se  hace  muy  buena  aplicación 
de  este  refrán:  «Un  rayo  —  dice  Tere- 
sa —  cayó  en  la  picota,  y  allí  me  las  den 
todas. » 
...  que  hasta  aUí. 

Modo  de  ponderar  aquello  de  que  se 
trata,  como  para  decir  que  no  cabe 
hacerse  o  suceder  cosa  superior  en  su 
línea,  sea  en  buen  o  en  mal  sentido; 
v.  gr. :  Ensalzó  las  glorias  del  monarca, 
que  //asta  allí.  Me  dio  un  pisotón,  que 
hasta  allí.  Es  de  uso  familiar. 
Ser  una  persona  o  cosa  hasta  allí. 

Ser  excelente  en  su  clase. 
ALLOZA.  —  Por  donde  va  la  alloza  van 
las  demás  cosas. 

Refiérese  a  los  comilones,  que  no  re- 
paran en  la  calidad  de  lo  que  ingieren. 
La  alloza  es  el  almendruco. 
AMA.  —  Ama  gorda,  leche  poca. 

Enseña  que  no  es  la  obesidad  en  las 
amas  de  cría  prueba  de  que  tengan  me- 
jores condiciones  para  la  lactancia. 
Ama,  sois  ama  mientras  el  niño  mama; 
desque  no  mama,  ni  ama  ni  nada. 

Por  lo  común  sólo  estimamos  a  las 
personas  mientras  necesitamos  de  ellas. 
Úsase  las  más  veces  solamente  de  la 
primera  parte  de  este  refrán. 
El  ama  brava  es  llave  de  su  casa. 

Advierte   que   la   severidad   de   los 


amos  contiene  a  los  que  de  ellos  de- 
penden para  que  no  haya  excesos  ni 
desperdicios. 
Entretanto  que  cria,  amamos  al  ama;  en 
pasando  el  provecho,  luego  olvidada.  — 
V.  Ama,  sois  ama  mientras  el  niño  mama; 
desque  no  mama,  ni  ama  ni  nada. 
O  ama  de  cura,  o  reina  de  España. 

Demuestra  la  vida  regalada  que  lle- 
van las  primeras,  sólo  comparable  con 
la  de  la  segunda. 
AMAGAR.  -  Amagar  y  no  dar. 

Manifiesta  que  la  oferta,  amenaza  o 
promesa  hecha  por  una  persona  no 
llega  a  tener  cumplimiento. — V.  Apun- 
tar y  no  dar. 
AMANECER.  —  Cuando  amanece,  para 
todo  el  mundo  amanece. —  V.  Para  to- 
dos sale  el  sol,  o  Cuando  Dios  amanece, 
para  todos  a?nanece. 
AMANTE.  —  Amantes,  ámenles. 

Frase  bilingüe,  por  sonar  lo  mismo 
en  castellano  que  en  latín,  con  la  cual 
se  denota  que  es  propio  de  la  genera- 
lidad de  los  enamorados  no  tener  sano 
el  juicio. 
Las  iras  de  los  amantes  son  redintegra- 
ción  del  amor. 

Los  enfados  entre  personas  enamo- 
radas son  pruebas  de  verdadero  cariño. 
Las  rencillas  de  los  amantes  es  para  con- 
firmación de  más  amor.  — V.  Las  iras  de 
/ajamantes  son  redintegración  del  amor. 
Los  amantes  de  Teruel,  que  siempre  se 
quisieron  bien. 

Aplícase  a  las  personas  que  están 
muy  enamoradas,  aludiendo  a  la  cono- 
cidísima leyenda  de  Diego  de  Marcilla 
e  Isabel  de  Segura,  conocidos  antono- 
másticamente  con  aquel  nombre  por 
el  fino  y  entrañable  amor  que  mutua- 
mente se  profesaron,  hasta  el  punto  de 
causarles  instantáneamente  la  muerte. 
Algunos,  en  lugar  de  la  segunda  parte 
del  refrán,  dicen  satíricamente:  mema 
ella  y  memo  él. 
AMAR.— Ama  a  quien  no  te  ama;  respon- 
de a  quien  no  te  llama,  y  andarás  carre- 
ra vana. 

Manifiesta  que  aquellos  que  se  em- 
peñan en  hacer  lo  que  no  deben,  no  al- 
canzarán jamás  buenos  resultados. 
Amar  al  prójimo  como  a  si  mismo. 

Máxima  del  Decálogo,  que  los  egoís- 


AMAR 


39 


AMBEL 


tas  arreglan  a  su  modo,  diciendo  :  al 
prójimo,  contra  una  esquina. 

Aquel  que  ama,  él  mismo  se  ata  y  se  mata. 
Por  el  casamiento  se  encuentra  liga- 
do voluntariamente.  La  segunda  parte 
sólo  es  aplicable  si  se  equivoca  en  la 
elección  hecha. 

El  que  no  te  ama,  burlando  te  difama. 

Debe  huirse  de  burlas  que  paran  en 
injurias. 

Lo  que  se  ama  no  tiene  espaldas. 

Da  a  entender  que  lo  que  se  quie- 
re de  veras  siempre  se  tiene  presente, 
por  muy  lejos  que  se  halle  el  objeto 
amado. 

Jifas  te  ama  quien  te  hace  bueno  que  quien 
te  agrade.  —  V.  Quien  bien  te  quiera,  te 
hará  llorar. 

Muchos  hay  que  amando  matan. 

Forma  erudita  que  tiene  por  corres- 
pondencia vulgar:  Tanto  quiso  el  diablo 
a  su  hijo,  que  Je  quebró  un  ojo. 

Ni  ames  a  quien  amó,  ni  sirvas  a  quien 
sirvió. 

El  sentido  de  este  adagio  viene  a  ser 
el  mismo  de  aquel  que  dice:  Ni  sirvas 
a  quien  sirvió,  ?ii pidas  a  quien  pidió.  Hay, 
empero,  una  leve  diferencia  en  lo  to- 
cante a  la  primera  cláusula  del  presen- 
te, y  es  que,  soliendo  dejar  hondas  raí- 
ces los  primeros  amores  en  el  corazón 
y  en  la  memoria  del  amante,  suele  ex- 
perimentar el  recién  amado  las  conse- 
cuencias de  aquel  cariño,  ya  por  anto- 
jársele  éste  menos  intenso,  ora  por 
tener  que  exponerse  a  servir  de  punto 
de  comparación,  o  bien  por  cualquier 
otro  motivo,  en  todos  y  cada  uno  de 
los  cuales  suele  salir  resentido  el  amor 
propio. 

No  serás  amado  si  de  ti  sólo  tienes  cui- 
dado. 

Expresión  contra  los  egoístas,  pues 
si  éstos  no  se  preocupan  más  que  de 
sí  mismos,  no  tienen  derecho  a  exigir 
que  se  ocupen  de  ellos  los  demás. 

Para  amar,  es  la  cosa  más  segura  buen 
trato,  verde  edad,  limpia  hermosura. 

Píntase  con  este  refrán  lo  necesario 
que  es  para  lograr  el  cariño  de  una  per- 
sona el  tratarla  con  cariño,  ser  joven  y 
no  mal  parecido. 

Quien  ama,  teme. 

Da  a  entender  que  la  vida  del  aman- 


te es  un  sobresalto  continuo,  por  miedo 
de  perder  el  cariño  del  ser  amado. 
Quien  bien  ama,  tarde  olvida,  o  Bien  ama 
quien  nutica  olvida. 

El  dejar  de  amar  es  prueba  de  que 
nunca  se  amó  de  veras;  porque  el  amor 
verdadero  es  constante. 
Quien  de  veras  ama,  se  engaña  con  desen- 
gaños. 

Como  dicen  que  el  amor  es  ciego, 
mientras   más   desengaños  se  sufren, 
menos  se  ven,  es  decir,  más  se  quiere 
y  más  se  engaña  uno  a  sí  mismo. 
Quien  feo  ama,  hermoso  le  parece. 

Expresa  lo  que  engañan  el  deseo  y 
la  voluntad  o  el  afecto. 
Tanto  uno  se  desbarata  más,  cuanto  más 
ama. 

Indica  que  el  que  está  muy  enamo- 
rado no  sabe  lo  que  se  hace. 
AMARGO. —  Amargo  como  la  hiél. 

Aplícase  a  todolo  que  porsu  sabor  se 
parece  a  lo  que  sirve  de  comparación. 
Amargo  como  la  retama. 

Dícese  de  todo  aquello  que  arroja  de 
sí  un  sabor  amargo,  como  sucede  con 
esta  planta. — V.  Amargo  como  la  hiél. 
El  amargo  gasta  doblado. 

Así  las  ediciones  todas  del  Pinciano. 
Yo  sospecho  que  amargo  es  errata  evi- 
dente por  avaro,  abundando  en  el  sen- 
tido de  aquel  otro  refrán :  Piensa  el  ava- 
riento que  gasta  por  uno,  y  gasta  por 
ciento. 
AMARGOR.  —  Quitar  el  amargor  de  la 
boca. 

Satisfacer  algún  deseo  o  capricho. 
AMARILLO.— Poner  a  uno  amarillo. 

Causarle  alguna  pena  honda;  propor- 
cionarle gran  susto. 
Ponerse  más  amarillo,  o  más  blanco,  que 
la  cera. 

Palidecer  a  causa  de  algún  sobresalto. 

AMASAR.  —  Al  que  amasa  y  cuece,  todo 

le  acontece.  —  V.  Quien  cuece  y  amasa, 

de  todo  pasa. 

ÁMBAR.  —  Como  el  ámbar,  o  Es  un 

ámbar. 

Frase  con  que  se  suele  ponderar  la 
excelencia  de  algunos  licores,  expe- 
cialmente  del  vino. 
AMBEL. — De  Ambel,  ni  muía,  ni  leña,  ni 
mujer. 

En  noche  lluviosa  y  fría  pidió  un 


AMBICIÓN 


—  40 


AMIGO 


fraile,  cansado  y  hambriento,  hospita- 
lidad a  una  mujer  de  Ambel  (villa  dis- 
tante doce  leguas  de  Zaragoza  y  una 
de  Borja),  hembra  tan  nada  caritativa 
que  no  le  dio  cena,  ni  lumbre,  ni  cama. 
El  infeliz,  al  pasar  por  la  cuadra  para 
ir  al  corral,  recibió  un  par  de  coces  de 
una  muía;  subió  leña  para  secar  sus 
hábitos,  la  cual,  por  estar  húmeda  y 
verde,  no  pudo  llegar  a  encender.  Al 
contemplar  tantas  y  tan  «halagüeñas» 
ventajas,  marchóse  lo  más  pronto  po- 
sible del  pueblo,  exclamando  entre 
indignado  y  penoso:  De  Ambel,  ni  muía, 
ni  leña,  ni  ?nujer :  la  mida,  guita  (falsa); 
la  mujer,  maldita;  la  leña,  sin  arder. 
¡Maldito  sea  Ambel! 

Téngolo  por  cuento  forjado  a  placer, 
pues  se  resiste  mi  corazón  a  dar  cré- 
dito a  semejante  inhumanidad,  mayor- 
mente en  unos  tiempos  (pues  el  refrán 
cuenta  ya  muchos  años  de  existencia) 
en  que  la  persona  de  un  fraile  era  te- 
nida en  gran  veneración,  sobre  todo 
por  la  gente  del  pueblo. 
AMBICIÓN. — Pocas  o  ninguna  vez  se  cum- 
ple con  la  ambición,  que  no  sea  con 
daño  de  tercero. 

Da  a  entender  que  el  que  se  deja  do- 
%     minar  por  tal  pasión,  suele  sacrificar  a 
otra  persona,  con  tal  de  satisfacerla. 
También  hay  ambiciones  nobles. 

Todo  deseo  inmoderado  es  censu- 
rable de  suyo;  mas  si  se  dirige  pruden- 
temente a  un  fin  bueno,  pasa  a  ser  vir- 
tud recomendable  y  digna  de  loa. 
AMÉN.  —  Amén,  amén,  al  cielo  llega. — 
V.  Muclws  amenes  llegan  al  cielo. 
Con  amén,  amén,  se  gana  el  Edén,  o  Con 
amén  se  sube  al  Edén. 

Denota  la  conveniencia  de  asentir  a 
las  opiniones  de  otros,  por  descabella- 
das que  sean,  cuando  de  éstos  depende 
nuestro  encumbramiento  o  provecho. 
En  un  decir  amén. 

En  un  instante,  en  muy  poco  tiempo. 
Se  emplea  más  comúnmente  la  frase 
En  un  santiamén. 
Por  falta  de  un  amén,  que  no  se  pierda 
un  alma. 

Da  a  entender  que  a  veces  vale  más 
que  sobre  que  no  que  falte. 
Muchos  amenes  llegan  al  cielo. 

Denota  la  eficacia  que  tienen  las  ora- 


ciones o  ruegos  repetidos  o  aunados 
para  alcanzar  lo  que  se  pide. 
No  ha  de  ser  amenes  toda  la  misa. 

Significa  lo  conveniente  que  es,  en 
general,  la  variedad  y  acertada  distri- 
bución de  las  partes  componentes  de 
un  todo. 
AMENAZA.— Más  vale  amenaza  de  necio 
que  abrazo  de  traidor. 

Fúndase  en  que  aquélla  suele  que- 
dar sin  cumplir,  en  tanto  que  éste  pre- 
tende engañarnos  para  vendernos  des- 
pués mejor. 
Con  amenazas  se  come  pan. — V.  Los  ame- 
nazados comen  pan. 
AMENAZAR.—  Quien  amenaza,  uno  tie- 
ne y  otro  espera. 

Las  amenazas  se  cumplen,  o  dejan 
de  cumplirse,  en  ocasiones,  según  la 
actitud  que  respecto  de  ellas  toma  el 
amenazado. 
Los  amenazados  comen  pan,  o  Más  son 
los  amenazados  que  los  acuchillados. 

Refrán  en  que  se  da  a  entender  que 
es   más  fácil  amenazar  que  castigar  o 
ejecutar. 
AMIGANZA.  — Amiganza,  deudo  y  san- 
gre, la  mujer  lo  muda. 

Es  tal  el  predominio  que  llegan  a  ad- 
quirir ciertas  mujeres  con  sus  arruma- 
cos y  mojigaterías  sobre  algunos  hom- 
bres, que,  influ3'endo  insensiblemente 
en  su  cerebro  y  en  su  corazón,  acaban 
por  entontecerlos  y  apartarlos  del  ca- 
riño de  sus  amigos,  del  de  sus  parien- 
tes y  hasta  del  de  su  familia  misma. 
AMIGO. — Acomodarse  con  el,  o  ser  amigo 
del,  padre  Quieto. 

Estar  bien  avenido  con  una  vida  se- 
dentaria; no  ser  aficionado  a  moverse; 
gustar  de  la  quietud  y  tranquilidad. 
Úsase  tanto  en  sentido  propio  como  en 
el  figurado. 
Al  amigo,  con  su  vicio,  o  ámalo  con  su 
vicio. 

Advierte  que  no   se  debe  dejar  al 
amigo  porque  tenga  algún  defecto. 
Al  amigo  que  no  es  cierto,  con  un  ojo  ce- 
rrado y  el  otro  abierto. 

Aconseja  se  desconfíe  del  que  nos 
finge  amistad. 
Al  amigo  se  le  acompaña  hasta  la  puerta 
del  ifijierno,  y  allí  se  le  deja. — V.  Amigo 
hasta  las  aras. 


AMIGO 


—  41 


AMIGO 


Al  amigo  y  al  caballo  no  aprelallo,  o  no 
hay  que  apurallo. 

Advierte  que  no  se  debe  importunar 
a  los  amigos,  ni  tampoco  abusar  de  su 
amistad. 

Al  mayor  amigo,  el  mejor  tiro.  —  V.  Cotí 
los  amigos  se  come. 

Amigo  de  Platón,  pero  más  amigo  de  la 
verdad. 

Frase  que  se  suele  emplear  cuando  se 
rebate  la  opinión  de  otra  persona,  que 
se  ve  positivamente  que  es  errónea. 
Usase  más  comúnmente  en  latín:  Ami- 
cus  Plato,  sed  magis  amica  ver  ¿tas. 

Amigo  de  pleitos,  poco  dinero;  amigo  de 
médicos,  poca  salud;  amigo  de  frailes, 
poca  honra. 

Exacto  en  los  dos  extremos  prime- 
ros; falso  en  las  más  de  las  ocasiones 
del  tercero;  lo  que  quiere  decir  que, 
por  desgracia,  resulta  verdadero  algu- 
nas veces. 

Amigo  del  asa,  o  Amigo  de  taza  de  vino. 
Aplícase  a  los  que  se  venden  por 
amigos,  siéndolo  realmente  de  su  con- 
veniencia y  provecho. 

Amigo  del  buen  viento,  se  muda  con  el 
tiempo. 

Enseña  la  inconstancia  con  que  se 
comportan  muchos  que  se  venden  por 
amigos,  volviendo  la  espalda  cuando  la 
suerte  del  protector  se  hace  adversa,  o 
cuando  hallan  otra  conveniencia  más 
favorable. 

Amigo  de  iodos  y  amigo  de  ninguno,  todo 
es  uno. 

Siendo  asunto  imposible  dar  gusto  a 
todos,  al  ponerse  de  parte  de  unos  se- 
ría preciso  indisponerse  con  los  demás; 
por  esto,  el  que  en  semejante  circuns- 
tancia se  propone  permanecer  neutral, 
acaba  por  enemistarse  con  todos. 

Amigo  de  uno,  enemigo  de  fiinguno. — 
V.  Muchos  amigos  en  general,  y  uno  en 
especial. 

Amigo  en  el  buen  tiempo,  múdase  con  el 
viento.  —  V.  Amigo  del  buen  viento,  se 
muda  con  el  tiempo. 

Amigo  hasta  las  aras. 

Aplícase  al  que  profesa  fina  amistad 
a  otra  persona  hasta  sacrificarse  por 
ella;  pero  sin  exceder  de  lo  justo,  ra- 
zonable y  honesto.  Úsase  también  en 
latín :  Amicus  usque  ad  aras. 


Amigo  Pedro,  amigo  Juan;  pero  más- 
amigo  de  la  verdad.  —  V.  Amigo  de 
Platón,  pero  más  amigo  de  la  verdad. 

Amigo  quebrado,  soldado;  mas  nunca  sano. 
Enseña  que  una  amistad  reanudada, 
jamás  llega  a  tener  la  firmeza  que  antes 
de  haberse  roto. 

Amigo,  ¿quién  te  hirió?  —  Yo  mismo,  que 
me  lo  busqué;  yo  me  lo  tengo  y  yo  me  lo 
hallé. 

Alúdese  a  las  personas  que  se  labran 
su  desgracia  por  su  mala  cabeza,  ter- 
quedad, etc. 

Amigo  reconciliado,  enemigo  doblado. 

Advierte  que  no  debe  uno  fiarse  del 
amigo  cuya  amistad  se  había  roto  y 
vuelto  a  reanudarse. 

Amigo  reconciliado  y  caldo  recalentado 
pierden  el  sabor.  —  V.  Amigo  reconcilia- 
do, enemigo  doblado. 

Amigo,  viejo;  tocino  y  vino,  añejo. 

Advierte  que  cuanto  más  antiguas 
son  estas  tres  cosas,  tanto  más  valen. 

Aquél  es  tu  amigo,  que  te  quita  de  ruido* 
Enseña  que  el  verdadero  amigo  evita 
cuantos  motivos  de  disgustos  y  sinsa- 
bores están  a  su  alcance. 

A  su  amigo,  el  gato  siempre  lo  deja  seña- 
lado. 

Advierte  lo  poco  que  debemos  fiar- 
nos de  las  efusiones  de  cierta  clase  de 
amigos. 

A  trueque  de  un  buen  dicho,  perder  un  ami- 
go.— V.  Más  vale  que  se  pierda  un  chiste, 
que  tío  un  amigo. 

A  tu  amigo  di  le  la  mentira;  si  te  guar- 
dare puridad,  dile  la  verdad. 

No  debe  fiar  uno  su  secreto  ni  aun 
al  mayor  amigo,  mientras  no  se  esté 
convencido  de  que  sabrá  callarlo. 

A  tu  amigo  gánale  un  juego  y  bébelo 
luego. 

Da  a  entender  que  se  le  convide  para 
resarcirle  de  la  pérdida  y  que  no  quede 
quejoso. 

Buen  amigo  es  el  gato,  sino  que  araña. 
Invita  a  desconfiar  de  aquellos  que, 
aun   brindando   amistad,    hacen    daño 
cuando  pueden. 

Buen  amigo,  si  es  tu  igual. 

Recomienda  que  las  amistades  se  ha- 
gan con  personas  que  no  sean  más  que 
uno,  para  que  no  avasallen,  ni  menos, 
por  que  no  deshonren. 


AMIGO 


—  42  — 


AMIGO 


Buscad/o,  amigo;  mas,  si  fuera  perro,  ya 
os  hubiera  mordido. 

Dícese  contra  los  torpes  que  no  ha- 
llan lo  que  tienen  delante  o  muy  a  la 
vista. 

Con  el  amigo  incierto,  cerrado  un  ojo  y 
el  otro  abierto. 

Cuenta  la  fábula  que  cierto  día  en 
que  acertaron  a  sestear  en  una  posada 
la  zorra  y  el  mochuelo,  como  le  entra- 
sen a  éste  ganas  de  dormir,  le  dijo  aqué- 
lla que  podía  hacerlo  con  toda  tranqui- 
lidad, pues  ella  se  encargaba  de  guar- 
darle el  sueño.  Durmióse,  en  efecto,  el 
mochuelo,  si  bien  algo  receloso,  cerran- 
do tan  sólo  el  ojo  del  lado  contrario  al 
en  que  se  hallaba  situada  la  zorra.  Al 
dar  ésta  unas  cuantas  vueltas  en  torno 
de  su  compañero  de  cuarto  y  notar  que 
cada  vez  que  pasaba  de  un  lado  a  otro 
abría  el  mochuelo  el  ojo  que  antes  tenía 
cerrado,  no  pudo  menos  de  significarle 
su  extrañeza,  a  lo  que  le  contestó  el 
avechucho  con  las  palabras  del  refrán 
susodicho. 

Cuando  amigo  pide,  no  hay  mañana. 

Enseña  que  el  verdadero  amigo  no 
dilata  la  ejecución  de  una  buena  obra 
en  favor  del  amigo  necesitado. 

De  amigo  a  amigo,  de  compadre  a  com- 
padre, sangre  en  el  ojo. 

No  conviene  confiar  demasiado  en 
todos  los  que  se  venden  por  amigos. — 
V.  De  amigo  a  amigo,  la  chinche. 

De  amigo  a  amigo,  la  chinche,  etc. 

En  el  ojo  es  el  complemento  repre- 
sentado por  la  etc.  que  puso  Cervantes. 
Éste  es  uno  de  los  refranes  castella- 
nos que  más  variantes  ofrece  en  su  se- 
gunda mitad,  pues  se  lee  también,  en 
lugar  de  chinche,  chinie,  chispe,  chinela, 
y  sangre;  otros  dicen :  agraz  en  el  ojito; 
y  otros,  finalmente,  varían  asimismo  la 
primera  parte,  diciendo:  De  compadre  a 
compadre. 

De  amigo  reconciliado,  guárdate  como  del 
diablo.  —  V.  Amigo  reconciliado,  enemigo 
doblado. 

Descubríme  a  él  como  amigo,  v  ármaseme 
como  testigo. 

Enseña  la  cautela  que  debe  obser- 
varse para  confiar  un  secreto,  pues  mu- 
chos, so  capa  de  amistad,  abusan  del 
sigilo. 


El  amigo,  hasta  el  altar.  —  V.  Amigo 
hasta  las  aras. 

El  amigo  imprudente  es  más  dañoso  que 
el  enemigo  declarado.  —  V.  Más  daño 
hacen  amigos  necios  que  enemigos  descu- 
biertos. 

El  amigo  que  no  da,  o  presta,  y  el  cuchi- 
llo que  no  corta,  que  se  pierda,  poco  im- 
porta. 

Enseña  que  no  debemos  apurarnos 
porque  se  pierdan  las  cosas  inútiles. 

El  buen  amigo  es  pedazo  del  alma  de  su 
amigo. 

Expresa  lo  entrañable  que  es  el  ca- 
riño entre  los  que  se  profesan  amistad 
verdadera  y  no  fingida. 

El  leal  amigo,  al  bien  y  al  mal  se  para. 
Los  amigos  que  son  verdaderos  acu- 
den lo  mismo  a  los  acontecimientos 
enojosos  que  a  los  agradables. 

El  más  amigo  la  pega. 

Enseña  a  desconfiar  de  la  falsa  amis- 
tad. 

El  mejor  amigo,  un  duro. — Y.  No  hay  me- 
jor amigo  que  un  peso  duro  en  el  bolsillo. 

El  mejor  amigo,  un  perro. 

Pondera  la  lealtad  de  este  animal, 
llevada  al  heroísmo,  pues  a  más  de  uno 
se  ha  visto  situarse  junto  al  cadáver  de 
su  amo,  acompañarlo  hasta  la  sepultu- 
ra y  permanecer  allí  sin  permitir  pro- 
bar bocado,  hasta  el  punto  de  fenecer 
de  inanición. 

Ése  es  mi  amigo,  que  muele  en  mi  moli- 
nillo. —  V.  El  trato  engendra  cariño. 

Guárdate  del  amigo  que  alterna  con  tus 
enemigos. 

Porque  es  amigo  falso,  y  acabará  por 
irse  al  partido  de  ellos. 

Mas  vale  amigo  en  apuro  que  dineros  en 
el  puño. 

Mejor  nos  saca,  a  veces,  de  un  lance 
comprometido  la  intervención  de  un 
amigo,  que  todas  las  riquezas  que  po- 
seamos. 

Más  vale  que  se  pierda  un  chiste,  que  no  un 
amigo. 

La  chocarrería  o  bufonada  que  po- 
dría disgustar  al  amigo  debe  callarse. 
De  los  imprudentes  que  practican  todo 
lo  contrario  se  dice :  A  trueque  de  un 
buen  dicho, perder  un  amigo;  práctica  ver- 
daderamente censurable,  porque  decir 
un  chiste  a  costa  del  prójimo  es  poner 


AMIGO 


—  43  — 


AMIGO 


de  relieve,  al  mismo  tiempo,  quien  lo 
dice,  su  talento  y  su  mal  corazón. 
Más  vale  un  amigo  que  pariente  ni  primo. 
A  veces   sirve  de  más  una  cordial 
amistad  que  el  parentesco  más  cercano. 
'Ni  amigo  jugador,  ni  tahúr  mal  bebedor. 
Recomienda  huir  de  ambos:  del  pri- 
mero, por  lo  que  nos  pueda  arrastrar, 
y  del  segundo,  por  lo  que  pueda  com- 
prometernos en  su  embriaguez. 
Ni  amigo  reconciliado,  ni  manjar  dos  ve- 
ces guisado. — V.  Amigo  reconciliado,  ene- 
migo  doblado. 
Ni  vendas  a  tu  amigo,  ni  del  rico  compres 
trigo. 

Exhorta  a  no  practicar  ninguno  de  di- 
chos dos  supuestos,  por  temor  de  que 
el  comprador,  siendo  amigo,  se  preval- 
ga pagando  barato,  y  de  que  el  vende- 
dor, siendo  rico,  exija  una  exorbitancia. 
No  busques  por  amigo  al  rico  ni  noble,  sino 
al  bueno,  aunque  sea  pobre. 

Enseña  que  los  tesoros  del  corazón 
son  superiores  a  los  del  oro  y  de  la  es- 
tirpe. 
No  es  dicho  amigo  el  que  da  mal  consejo. 
No  debemos  conceptuar  como  ver- 
daderos amigos  a  aquellos  que  nos  in- 
citan a  separarnos  de  la  senda  de  la 
moral  y  del  bien. 
No  hay  amigo  ni  hermano  si  no  hay  dinero 
de  mano. 

Manifiesta  que  el  interés  no  conoce 
amistad  ni  parentesco  de  ninguna  clase. 
No  hay  amigo  para  amigo;  las  cañas  se 
vuelven  lanzas. 

Manifiesta  que  cuando  prevalece  el 
interés  personal  sobre  los  fueros  de  la 
amistad,  surgen  luego  los  disturbios  y 
odios  más  encarnizados. 
No  hay  ?nejor  amigo  que  un  peso  duro  en 
el  bolsillo. 

Indica  que  lo  más  práctico  es  fiarse 
uno  en  sus  propios  recursos. 
No  quiero  amigo  con  sobrehueso,  que  trae 
enemigo  por  contrapeso. 

La  amistad  abusiva  y  molesta  acaba 
por  convertirse  en  enemistad. 
No  te  acompañes  con  amigo  lisonjero  ni 
con  fraile  callejero. 

El  verdadero  cariño  exige  que  los 
amigos  no  se  oculten  mutuamente  sus 
faltas,  con  el  fin  de  poder  corregirlas; 
y  el  fraile  que  no  es  recogido  da  que 


hablar  desfavorablemente  de  su  per- 
sona. 

Nunca  de  tu  amigo  esperes  lo  que  tú  pu- 
dieres. — V.  Nunca  esperes  a  que  haga  tu 
amigo  lo  que  til  pudieres. 

Nunca  esperes  a  que  haga  tu  amigo  lo  que 
tú  pudieres. 

Recomienda  que  no  se  moleste  a  na- 
die para  que  haga  lo  que  nosotros  po- 
demos ejecutar,  teniendo  la  ventaja  de 
que  queda  más  a  gusto  nuestro  v  no 
tener  que  agradecer  nada. 

Por  un  amigo  no  es  pecado  emborracharse 
un  hombre  honrado. 

Refrán  jocoso  usado  en  favor  de  los 
bebedores  para  disculpar  su  vicio. 

Por  un  amigo,  ¿quién  deja  de  hacer  una 
buena  obra? 

Expresa  que  los  actos  nobles  deben 
llevarse  a  efecto  aunque  sea  sacrifi- 
cando nuestras  más  caras  afecciones. 

Por  un  amigo  se  llega  hasta  la  puerta  del 
infierno.  — V.  Amigo  hasta  las  aras. 

Prueba  primero  al  amigo,  antes  de  buscar 
su  abrigo. 

Enseña  a  no  esperar  o  confiar  en  una 
persona  hasta  tanto  que  tengamos  la 
certeza  de  que,  llegado  el  momento  de 
necesitarla,  no  ha  de  abandonarnos. 

Quien  con  amigo  malo  pone  su  amistanza, 
por  muclio  que  se  tarde,  mal  galardón 
alcanza. 

El  que  confía  en  un  amigo  falso,  tar- 
de o  temprano  sufrirá  el  desengaño. 

Quien  deja  de  ser  amigo,  no  lo  fué  nunca. 
Enseña  que  la  amistad  verdadera  no 
debe  tener  fin  jamás. 

Quien  de  todos  es  amigo,  o  es  muy  pobre  o 
muy  rico. 

En  el  primer  caso  se  arrima,  por  lo 
que  le  puedan  dar;  en  el  segundo  se  le 
arriman,  por  lo  que  puede  dar. 

Quien  presta  al  amigo,  cobra  un  enemigo. 
Enseña  que   siendo   muy  frecuente 
no  recuperar  la  cantidad  prestada  a  un 
amigo,  llégase  a  perder,  tarde  o  tem- 
prano, el  dinero  y  la  amistad. 

Quien  presta  a  un  amigo,  pierde  el  dinero 
y  el  amigo. — V.  Quien  presta  al  amigo, 
cobra  un  enemigo. 

Quien  se  fía  de  amigo  no  fiel,  buen  testigo 
tiene  contra  él,  o  contra  sí.  —  V.  Descu- 
brime  a  él  como  amigo,  y  ármaseme  como 
testigo. 


AMIGO 


44   — 


AMIGO 


Reniego  del  amigo  que  cubre  con  las  alas 
v  muerde  con  el  pico. 

Reprende  a  los  lisonjeros  y  engaño- 
sos, que  dando  a  entender  favorecen  a 
otro,  le  hacen  notable  perjuicio  descu- 
briendo por  otra  parte  sus  faltas. 
Ser  poco  amigo  de  hilar  en  rueca  ajena. 
Ser  poco  comunicativo  o  servicial; 
ser  egoísta. 
•Si'  quiere  usied  ser  mi  amigo,  no  moler,  o 
fastidiar,  tanto. 

Dícese  de  las  personas  que,  abusando 
de  la  amistad,  molestan  constantemen- 
te con  sus  peticiones,  encargos  o  reco- 
mendaciones. 
iSV  un  amigo  entre  mil  hallado  fuere,  sobre 
todo  tesoro  es  de  guardar. 

Indica  lo  raro  que  es  encontrar  ver- 
daderas amistades,  encomiando  el  valor 
de  éstas. 
Zapato  de  amigo,  la  suela  quemada  y  el 
hilo  podrido. — V.  Con  los  amigos  se  come. 
Amigos  de  uña  y  carne.  También  se  dice: 
Ser  uña  y  carne. 

Tener  una  amistad  muy  íntima  y  es- 
trecha. 
Amigos,  pocos  y  buenos.  —  V.  Conocidos, 

muchos;  amigos,  pocos. 
Amigos  y  nudas,  lejos  de  las  duras. 

Esto  es,  suelen  faltar  cuando  mayor 
es  la  necesidad  o  el  apuro. 
Aquél  asi  bien  danza,  como  tiene  los  ami- 
gos en  la  sala,  o  Cada  uno  danza  según 
los  amigos  que  tiene  en  la  sala. 

Enseña  a  obrar  de  conformidad  con 
las  probabilidades  que  se  tengan  para 
vencer  en  un  asunto. 
Aquéllos  son  ricos,  que  tienen  amigos. 
La  verdadera  amistad  es  un  verda- 
dero tesoro:  el  que  más  amigos  cuente, 
más  rico  será. 
Bueno  es  tener  amigos,  aunque  sea  en  el 
infierno . 

En  muchas  ocasiones  se  necesita  del 
valor  y  ayuda  de  quienes  menos  se  po- 
día esperar. 
Con  los  amigos  no  se  ha  de  mirar  en  po- 
cas cosas. 

Manifiesta  que  la  verdadera  amistad 
no  debe  reparar  en  pequeneces. 
Con  los  amigos  se  come. 

Contra  el  que  abusa  de  otro  en  acha- 
que de  intereses,  prevalido  de  los  fue- 
ros de  la  amistad. 


Conocidos,  muchos;  amigos,  pocos. 

Denota  lo  común  y  frecuente  que  es 
adjudicar  el  nombre  de  amigos  a  todos 
aquellos  sujetos  con  quienes  se  trata, 
cuando  realmente  no  pasan  de  meros 
conocidos.  —  También  recomienda  que 
se  intime  con  pocos,  aunque  se  trate 
ligeramente  con  muchos.  Dícese  tam- 
bién: Amigos,  pocos  y  buenos. 

Cuanto  más  amigos,  más  claro,  o  más 
claros,  o  más  claridad. 

Enseña  que  entre  amigos  se  debe 
hablar  con  toda  ingenuidad  y  fran- 
queza. 

De  los  amigos  me  guarde  Dios,  que  de  los 
enemigos  me  guardaré  yo. 

Por  la  confianza  que  el  amigo  inspira 
puede  uno  verse  engañado,  lo  que  no 
ocurre  con  el  enemigo,  pues  con  él 
siempre  estamos  sobre  aviso. 

Dos  amigos  de  una  bolsa,  el  uno  canta  y 
el  otro  llora. 

Los  partícipes  de  un  mismo  caudal 
no  suelen  estar  siempre  conformes  en 
el  empleo  que  de  él  se  hace  o  destino 
que  se  le  da,  de  donde  surgen  natural- 
mente contiendas  y  desavenencias. 

En  lo  que  muclw  va,  se  conocen  los  amigos. 
Demuestra  que  la  verdadera  amis- 
tad se  prueba  en  los  trances  apura- 
dos o  difíciles  y  no  en  asuntos  de  poca 
monta  en  que  no  se  requiere  sacrifi- 
cios ni  exposición. 

Entre  amigos,  con  verlo  basta. 

Enseña  la  suma  precaución  con  que 
debe  obrarse  en  materia  de  interés, 
por  mucha  amistad  que  medie,  a  fin  de 
evitar  en  lo  sucesivo  desengaños  o  dis- 
gustos que  pudieran  ocasionar  desave- 
nencias. 

Entre  amigos  honrados,  o  entre  amigos 

y  soldados,  cumplimientos  son  excusados. 

Entre  los  que  se  tratan  con  amistad 

y  llaneza  no  se  debe  reparar  mucho  en 

ceremonias. 

Entre  amigos  no  hay  cosa  secreta. 

Enseña  que  las  leyes  de  la  buena 
amistad  obligan  a  no  usar  de  reserva, 
antes,  por  el  contrario,  a  confiarse  mu- 
tuamente sus  sucesos,  tanto  prósperos 
como  adversos. 

Entre  amigos,  todas  las  cosas  han  de  ser 
comunes. 

Los  amigos  verdaderos  se  hacen  co- 


AMIGO 


—  45  — 


AMIGO 


partícipes  tanto  de  sus  prosperidades 
como  de  sus  adversidades. 

Entre  dos  amigos,  un  notario  y  dos  testigos. 
La  seguridad  y  formalidad  en  lo  que 
se  trata  no  se  debe  juzgar  desconfian- 
za, antes  bien,  sirve  para  mantenerla 
sin  quiebra  o  discordia. 

Entre  los  amigos,  las  palabras  de  comedi- 
miento han  de  ser  excusadas. — V.  Entre 
amigos  honrados,  cumplimientos  son  ex- 
cusados. 

Ganar  amigos  es  dar  dinero  a  logro  y 
sembrar  en  regadío. 

Enseña  la  conveniencia  de  procu- 
rarse amistades  que,  si  hoy  no  sirven, 
pueden  hacernos  falta  en  el  porvenir. 

Los  amigos  de  ?nis  amigos,  mis  amigos 
son. 

Enseña  a  considerar  como  propias 
las  personas  que  tienen  relaciones  de 
amistad  con  nuestros  amigos  verda- 
deros. 

Los  amigos  han  de  ser  reñidos. 

Enseña  que  la  verdadera  amistad  no 
ha  de  ser  tan  por  extremo  sufrida  que 
ante  algún  acto  poco  justo  o  conve- 
niente, no  haga  estallar  su  indignación, 
abominando  de  él. 

Los  amigos,  más  se  prueban  en  los  pesares 
que  en  los  gustos.  —  V.  En  lo  que  mucho 
va,  se  conocen  los  amigos. 

Los  buenos  amigos  han  de  probar  a  sus 
amigos  *usque  ad  aras-». 

La  buena  amistad  ha  de  llegar  hasta 
lo  más  sagrado. 

Los  buenos  amigos  no  se  han  de  roer  los 
zancajos. 

Enseña  que  la  maledicencia  y  la  crí- 
tica no  deben  emplearse  con  los  ami- 
gos verdaderos. 

Los  mejores  amigos  son  los  reñidos. — 
V.  Los  amigos  han  de  ser  reñidos. 

Más  daño  hacen  amigos  necios  que  enemi- 
gos descubiertos,  o  Más  daño  hace  un 
amigo  imprudente  que  un  enemigo  de- 
clarado. 

Denota  que  el  cariño  imprudente  es 
más  perjudicial  que  la  enemistad  decla- 
rada, porque  en  su  desmedida  e  inopor- 
tuna recomendación  ridiculiza  más  que 
favorece. 

Más  valen  amigos  en  la  plaza  que  dine- 
ros en  el  arca. 

Enseña  cómo  muchas  veces  pueden 


más  los  ruegos,  empeños  y  recomen- 
daciones de  la  amistad  que  el  tesoro 
más  considerable  que  se  ofreciera  para 
lograr  el  intento. 

Muchos  amigos  en  general,  y  uno  en  espe- 
cial, o  Muchos  son  los  amigos,  pocos  los 
escogidos. 

Conviene  estar  bien  con  todo  el  mun- 
do; pero  no  fiarse  de  todo  aquel  que  se 
vende  por  amigo. 

Muy  amigos,  si;  pero  la  gallina  por  lo  que 
valiere.  —  V.  Una  cosa  es  la  amistad,  y 
el  negocio  es  otra  cosa. 

No  es  más  infeliz  el  que  no  tiene  amigos, 
sino  el  que  no  tiene  enemigos. 

La  explicación  de  esta  sentencia  la 
da  Fr.  Antonio  de  la  Calancha,  escritor 
de  la  primera  mitad  del  siglo  xvn,  en 
su  Crónica  agustiniana,  en  los  términos 
que  siguen:  «Porque  eso  prueba  que 
no  tiene  honra  que  le  murmuren,  valor 
que  le  teman,  riqueza  que  le  codicien, 
bienes  que  le  esperen,  ni  nada  bueno 
que  le  envidien.» 

No  queráis  ser  amigos  del  cuervo. 

El  graznido  del  cuervo  consiste  en 
vocear  eras,  eras;  eras,  adverbio  latino, 
significa  mañana;  lo  que  se  deja  para 
otro  día  suele  resolverse  en  no  ser  lle- 
vado a  cabo.  Corolario :  Lo  que  se  pueda 
hacer  hoy,  no  se  remita  a  mañana. 

Otorgando  con  todos  se  ganan  los  amigos; 
que  si  decís  la  verdad,  quebraros  han  la 
cabeza. 

Exhorta  a  seguirle  la  corriente  a  todo 
el  mundo,  como  medio  el  más  a  propó- 
sito de  evitarse  el  tener  que  reñir  con 
nadie. 

Para  las  necesidades,  o  las  ocasiones,  son 
los  amigos. 

El  verdadero  amigo  es  aquel  a  quien 
se  encuentra  cuando  la  necesidad  nos 
obliga  a  buscarlo.  Úsase  frecuentemen- 
te en  sentido  irónico. 

/  Qué  amigos  tienes,  Benito! 

Dícese  a  aquellos  que  creyendo  con- 
tar con  una  decantada  protección,  les 
resulta  fallida. 
Quien  entre  amigos  la  petaca  saca,  sin 
amigos  se  queda  y  sin  petaca. 

Porque  se  le  fuman  todos  los  cigarros 
y  si  te  vi,  no  me  acuerdo. 
Tan  amigos  como  de  antes. 

Locución  familiar  con  que  se  da  a 


AMISTAD 


—  46  - 


AMO 


entender  a  un  sujeto  que  el  no  estar 
conformes  ambos  en  el  asunto  que  se 
discute  o  en  las  bases  del  trato  que  se 
estipula,  no  es  motivo  suficiente  para 
quedar  enojados. 
AMISTAD.  —  Amistad  de  yerno,  sol  de, 
o  en,  invierno. 

Denota  la  tibieza  y  poca  duración  de 
la  amistad  entre  suegros  y  yernos. 
Con  pretexto  de  amistad,  muchos  hacen 
falsedad. 

Enseña  a  no  fiarse  de  los  amigos, 
pues  muchos  se  aprovechan  de  la  con- 
fianza para  traicionar  al  que,  candida- 
mente, confía  en  ellos. 
En  quien  no  tiene  amistad,  con  Ceres  ni 
con  Baco,  siempre  está  Venus  fría. 

Indica  que  uno  de  los  mayores  exci- 
tantes del  amor  carnal  es  la  buena  ali- 
mentación, junto  con  la  bebida. 
Entre  vender  y  comprar  no  hay  amistad. 
Denota  que  los  comerciantes  no  co- 
nocen amigos  cuando  de  su  negocio  se 
trata. 
La  amistad  corra,  y  la  cebada,  o  el  vino, 
a  ocho  cuartos. — V.  Entre  vender  y  com- 
prar no  hay  amistad. 
La  amistad,  o  encuentra  iguales,  o  los  hace. 
Es,  en  cierto  modo,  algo  parecido  a 
lo  explicado  en  Amor  no  mira  linaje. 
(Véase.) 
Para  conservar  amistad,  pared  en  medio. 
V.  Cada  uno  en  su  casa  y  Dios  en  la  de 
todos. 
Amistades  que  son  ciertas,  nadie  las  pue- 
de turbar. 

Indica  lo  poco  que  pueden  contra  la 
verdadera  amistad  los  chismes  y  enre- 
dos con  que  los  envidiosos  tratan  de 
deshacerla. 
Con  las  liberalidades  se  granjean  las  amis- 
tades. 

A  los  pródigos  no  les  faltan  nunca 
amigos,  aunque  sólo  sea  por  agradeci- 
miento. 
Hacer  las  amistades. 

Reconciliarse  las  personas  que  esta- 
ban reñidas. 
Las  amistades  son  bienes  muebles,  y  los 
odios,  bienes  raices. 

Porque  aquéllas  son  fáciles  de  mudar 
entre  los  que  se  la  profesan,  mientras 
difíciles  de  desarraigar  éstos  entre  los 
que  se  lo  conservan. 


Romper  las  amistades. 

Regañar  entre  sí  personas  que  eran 

amigas. 

AMO. — Al  amo  que  honra,  el  criado  le  sirve. 

El  buen  trato  que  da  el  superior  al 

inferior  hace  que  éste  sirva  a   aquél 

con  cariño  y  solicitud. 

Cuando  el  amo  es  juglar,  la  compaña,  bai- 
ladora. —  V.  En  casa  del  gaitero  todos 
son  danzantes. 

Dígame,  mi  amo,  ¿v  cuánto  voy  ganando? 
Contra  los  que,  estimando  como  ser- 
vicio por  parte  suya  el  favor  que  han 
recibido,  se  creen  con  derecho  a  exigir 
una  remuneración. 

Como  quiera  que  este  refrán  dimana 
del  cuento  de  aquel  gallego  que,  cami- 
nando a  pie,  fué  caritativamente  invi- 
tado por  un  transeúnte  a  que  montara 
a  la  zaga  de  su  caballería,  y  al  cabo  de 
un  rato  le  dirigiera  el  favorecido  al  fa- 
vorecedor las  palabras  susodichas,  que 
han  quedado  en  proverbio,  de  ahí  el  ser 
más  común  enunciar  éste  en  la  siguien- 
te forma:  Dijame,  meu  ama,  ¿y  cuántu 
voy  janandu? 

El  amo  majestuoso  hace  al  criado  reveren- 
cioso.  —  V.  Tal  amo,  tal  criado. 

Haz  lo  que  tu  amo  te  manda,  y  siéntate  con 
él  a  la  mesa. 

Enseña  la  obediencia  como  principal 
virtud  en  el  que  sirve,  aunque  el  dueño 
le  otorgue,  por  bondad,  confianzas  cual 
si  fuesen  iguales. 

Mal  amo  has  de  guardar,  por  miedo  de 
empeorar. 

Enseña  a  contentarse  con  lo  que  se 
tiene,  por  poco  apetecible  que  nos  pa- 
rezca, por  temor  a  que  si  lo  perdemos 
sólo  consigamos  otra  cosa  peor. — Véase 
Malo  vendrá  que  bueno  me  hará,  o  Más 
vale  malo  conocido  que  bueno  por  conocer. 

¿Por  qué  no  riñe  tu  amo?  —Señor,  porque 
no  es  casado. 

Refrán  inventado  por  los  detracto- 
res del  matrimonio,  dando  por  supues- 
to que  en  éste  es  la  vida  una  continua 
pelotera. 

Ser  el  amo  de  la  baila,  o  Ser  el  amo  del 
cotarro. 

Ser  el  principal  en  algún  negocio. 
Úsase  también  para  indicar  al  que  se 
impone  a  los  demás,  generalmente  por 
la  fuerza. 


AMOR 


—  47 


AMOR 


Tal  amo,  tal  criado.  —  V.  Como  canta  el 
abad,  responde  el  monacillo,  o  el  sacristán. 

A  dos  amos  no  se  puede  servir  a  un  tiem- 
po. —  V.  Quien  a  muchos  amos  sirve,  a 
alguno,  o  a  uno  ti  otro,  ha  de  hacer  falta. 

A  los  amos  y  a  los  enemigos,  comellos  y 
roellos. 

Expresión  que  se  supone  puesta  en 
boca  de  sirvientes  o  criados,  porque 
eso  es  lo  que  suelen  hacer  general- 
mente con  sus  señores. 

Quien  a  muchos  amos  sirve,  a  alguno,  o  a 
uno  u  otro,  ha  de  hacer  falta. 

No  se  pueden  desempeñar  perfecta- 
mente las  cosas  cuando  se  emprenden 
o  se  tratan  muchas  a  un  tiempo. 
AMOR.  —  Al  amor  no  hay  fuerza  que  le 
resista.  —  V.  Para  el  amor  y  la  muerte 
no  hay  cosa  fuerte. 

Amor  con  amor  se  paga. 

Enseña  la  reciprocidad  existente  en- 
tre el  beneficio  recibido  y  su  corres- 
pondencia. Empléase  muchas  veces  en 
sentido  irónico. 

Amor  de  asno,  coz  y  bocado. 

Se  dice  de  aquellos  que  demuestran 
su  cariño  haciendo  un  mal,  a  semejanza 
del  burro. 

Amor  de  monja,  fuego  de  estopa. 

Expresa  la  poca  duración  y  consis- 
tencia de  esta  clase  de  amores. 

Amor  de  monja  y  pedo  de  fraile,  todo  es 
aire. — V.  Amor  de  monja,  fuego  de  estopa. 

Amor  de  niña,  agua  en  cestilla. — V.  Amor 
de  niño,  agua  en  cestillo. 

Amor  de  niño,  agua  en  cestillo. 

Manifiesta  la  poca  duración  que  sue- 
le tener  el  cariño  de  los  niños,  compa- 
rándolo con  la  insubsistencia  del  agua 
que  se  vertiera  en  un  cesto. 

Amor  de  padre,  o  de  madre,  que  todo  lo 
demás  es  aire. 

Indica  que  sólo  el  amor  de  los  padres 
es  seguro,  verdadero  y  desinteresado. 

Amor  de  ratnera,  amistad  de  fraile  y  con- 
vite de  mesonero,  no  puede  ser  que  no  te 
cueste  dinero. 

Enseña  que  la  clase  de  personas  cita- 
das, aunque  parezca  que  conceden  un 
favor,  no  lo  hacen  más  que  por  el  in- 
terés. 

Amor  desordenaáo,  raíz  es  de  todo  pecado. 
Advierte  las  malas  consecuencias  que 
arrastra  consigo  tal  clase  de  amor. 


Amor  iguala  lo  pequeño  a  lo  sublime,  y  l& 
menos  a  lo  más. — V.  Amor  no  mira  lina- 
je, ni  fe,  ni  pleito  homenaje. 

Amor  loco,  yo  por  vos,  y  vos  por  otro. 

Muchas  veces,  la  persona  que  es  muy 
amada  de  uno,  suele  amar  a  otro  que 
no  le  corresponde. 

Amor  no  dice:  basta. 

Enseña  que  el  amor  es  ambicioso, 
puesto  que  mientras  más  se  posee,  más 
se  desea  conseguir. 

Amor  no  mira  linaje,  ni  fe,  ni  pleito  ho- 
menaje. 

Enseña  cómo  el  amor  es  tan  capri- 
choso e  impetuoso  por  naturaleza,  que 
con  tal  de  satisfacer  sus  aspiraciones, 
no  repara  en  la  diferencia  de  esferas 
sociales  ni  en  faltar  a  la  debida  fideli- 
dad, atropellando  por  todo  género  de 
consideraciones. 

Amor  nunca  dice :  basta.  —  V.  Amor  no 
dice :  basta. 

Amor,  opinión  y  fortuna  corren  la  tuna. 
Denota  lo  voluble  e  incierto  de  estas 
tres  cosas. 

Amor  tiene  cataratas. 

Da  a  entender  que  el  amor  ciega  de 
tal  manera,  que  no  permite  ver  los  de- 
fectos o  faltas  del  ser  amado. 

Amor  trompero,  cuantas  veo,  tantas  quiero. 
Trompero  significa  veleidoso,  voluble, 
voltario,  como  sucede  con  el  trompo  al 
dar  vueltas;  y  no  engañoso,  cual  creen 
algunos,  como  si  se  tratara  de  derivarlo 
del  francés  trompeur. — Censura  la  faci- 
lidad con  que  algunos  se  enamoran  de 
cuantas  mujeres  ven. 

Amor  y  señorío  no  quieren  compañía. 

Indica  que  ninguna  de  ambas  cosas 
agrada  repartirlas  al  que  las  posee, 
pues  las  quiere  para  sí  solo. 

.1  mucho  amor,  mucho  perdón. 

Exhorta  a  emplear  la  mayor  indul- 
gencia posible  con  aquel  que  se  duele 
entrañablemente  de  su  yerro. 

Ándate  a  amor  por  amor  v  apelo  por  pelo. 
Enseña  a  buscar  la  reciprocidad  en 
las  cosas. 

Ausencia,  ene?niga  de  amor,  cuan  lejos  de 
ojo,  tan  lejos  de  corazón.  —  V.  Ausencias 
causan  olvido. 

Cada  uno  decía  del  amor  que  tenia.  — 
V.  De  la  abundancia  del  corazón  habla 
la  lengua,  o  la  boca. 


AMOR 


AMOR 


Crecer  en  amor  como  fuego  en  estopas. 
Aumentar  esta  pasión  de  una  manera 
violenta. 
Dar  como  por  amor  de  Dios. 

Dar  como  de  gracia  lo  que  se  debe 
de  justicia,  o  dar  como  de  mala  gana. 
Donde  asiste  amor  no  hay  pecho  avariento. 
Expresa  lo  desinteresado  que  es  el 
verdadero  cariño. 
Donde  habla  amor  puro,  no  hay  cosa  más 
extranjera  que  los  colores  retóricos. 

Indica  que  para  expresar  el  amor  bas- 
ta dejar  hablar  al  corazón,  huyendo  de 
la  corrección  empleada  para  las  obras 
que  se  hacen  siguiendo  las  reglas  del 
arte  de  bien  decir. 
Donde  hay  amor  hay  dolor. 

Da  a  entender  que  las  penas  de  las 
personas  queridas  se  sienten  cual  si 
fueran  propias.  También  expresa  que 
como  el  verdadero  amor  suele  ser  ce- 
loso, no  es  extraño  que  vayan  unidos  a 
las  satisfacciones  del  cariño  los  rabio- 
sos tormentos  de  los  celos. 
Donde  hay  mucho  amor  no  suele  haber  de- 
masiada desenvoltura. 

Manifiesta  que  el  verdadero  amor  no 
es  deshonesto  ni  atrevido. 
El  amor  a  ninguno  da  honor,  y  a  todos, 
dolor. 

Enseña  que  los  efectos  de  toda  pa- 
sión ciega  son   siempre  más  o  menos 
humillantes  y  sensibles. 
El  amor  de  la  mujer  desarma  al  más  va- 
liente. 

Denota  que  por  muy  grande  que  sea 
el  enfado  de  un  hombre,  desaparece 
con  una  caricia  recibida  de  la  mujer 
enamorada. 
El  amor  de  la  ?nujer  se  echa  de  ver  en  la 
ropa  del  marido. 

Es  decir,  en  la  manera  de  cuidarlo; 
pues  la  que  no  le  tiene  gran  cariño,  no 
se  preocupa  de  que  vaya  mal  vestido 
o  con  el  traje  sucio. 
El  amor  de  los  asnos  e?itra  a  coces  y  a  bo- 
cados. —  V.  Amor  de  asno,  coz  y  bocado. 
El  amor  de  los  gatos,  a  voces  por  los  te- 
jados. 

Dícese  de  los  que  tienen  a  gala  vana- 
gloriarse o  contar  sus  empresas  amoro- 
sas por  todas  partes. 
El  amor  desasna  a  las  gentes. 

Denota  la  poderosa  influencia  que  el 


amor  ejerce  en  los  seres,  pues  aun  los 
más  toscos  y  rudos  se  ilustran  y  afi- 
nan para  agradar  más  al  objeto  de  sus 
ansias. 
El  amor  es  juego  de  bazas,  en  que  cada 
carta  e?icuentra  su  compañera. 

Denota  que  el  amor  volandero  llega 
un  momento  en  que  encuentra  otro  que 
le  completa,  deteniéndose  en  él  para 
siempre. 
El  amor  espiritual  se  vuelve  carnal,  como 
el  buen  vino  se  vuelve  vinagre. 

Es  decir,  con  el  trato  y  con  el  tiempo. 
El  amor  es  poderoso  como  la  muerte.  — 
V.  Para  el  amor  y  la  muerte  no  hay  cosa 
fuerte. 
El  amor  es  un  egoís?no  entre  dos. 

Denota  que  los  amantes  quieren  el 
mismo  bien  para  ambos,  porque  aunque 
son  dos  seres,  se  consideran  como  uno 
solo. 
El  amor  hace  sutil  al  hombre  que  es  rudo. 
Da  a  entender  que  el  deseo  de  agra- 
dar a  la  persona  amada  hace  fino  al 
hombre  más  tosco. 
El  amor  mira  con  unos  anteojos  que  hacen 
parecer  oro  al  cobre;  a  la  pobreza,  rique- 
za, y  a  las  légañas,  perlas. 

Denota  que  el  amor  ciega  de  tal 
modo,  que  hace  a  las  cosas  parecer  lo 
que  nosotros  queremos,  y  no  lo  que  en 
realidad  son. 
El  amor  ni  mira  respetos  ni  guarda  tér- 
minos de  razón  en  sus  discursos. 

El  amor  vehemente  lo  atropella  todo, 
considerándolo  como   supeditado  a  la 
fuerza  de  su  pasión. 
El  amor  ni  nace  ni  puede  crecer,  si  no  es 
al  arrimo  de  la  esperanza. 

Confiar  en  el  logro  de  lo  apetecido 
mantiene  la  fe  del  amante;  si  ésta  se 
pierde,  el  amor  muere. 
El  amor  no  da  baratos  sus  gustos. 

Enseña  que  por  cada  satisfacción  que 
el  amor  produce,  ocasiona  infinitos  pe- 
sares. 
El  amor  no  mueve  a  amar,  ni  el  odio  a  abo- 
rrecer. 

Esto  es,  que  no  fuerza  al  amado  a 
que  corresponda  al  amador,  así  como 
tampoco  al  aborrecido  respecto  del  abo- 
rrecedor. 
El  amor  no  puede  estar  sin  celos. 

Enseña  que  el  verdadero  enamorado 


AMOR 


—  49  — 


AMOR 


siempre  teme  que  alguien  le  robe  el 
objeto  de  su  cariño. 
El  amor  no  quiere  consejo. 

Expresa  la  condición  de  los  amantes, 
que  rehuye  toda  clase  de  advertencias 
y  consideraciones,  dejándose  guiar  úni- 
ca y  exclusivamente  por  la  fuerza  de 
su  pasión. 
El  amor  no  tiene  oirá  paga  sino  el  mismo 
amor. 

Indica  que  el  enamorado  no  quiere 
más  recompensa  que  la  de  verse  co- 
rrespondido. 

El  amor  nunca  hizo  ningún  cobarde. 

Advierte  que  los  enamorados  no  ha- 
llan nunca  obstáculos  que  no  se  crean 
capaces  de  vencer. 

El  amor  por  los  ojos  entra . 

Da  a  entender  que  el  sentido  de  la 
vista  es  el  agente  que  más  poderosa  y 
eficazmente  influye  en  el  corazón. 

El  amor  se  cría.  —  V.  El  trato  engendra 
cariño. 

El  amor  siempre  habla  mentiroso. 

Meteroso  dice  el  Arcipreste  de  Hita, 
y  su  comentador,  el  Sr.  Sánchez,  lo  in- 
terpreta medroso,  lo  que  se  me  antoja 
un  solemne  disparate;  pues  claro  se  ve 
que  lo  que  indica  es  que  el  enamorado 
siempre  miente  para  conseguir  lo  que 
desea. 

El  amor  sin  conversación  es  bachiller  sin 
repetidor. 

Enseña  cuánto  contribuye  el  trato 
frecuente  para  aumentar  el  cariño,  por 
lo  persuasivo  que  es  de  suyo,  en  tales 
casos,  el  lenguaje  oral. 

El  amor  tiene  la  misma  condicio'n  que  la 
muerte,  que  así  acomete  los  altos  alcáza- 
res de  los  reyes  como  las  humildes  chozas 
de  los  pastores.  —  V.  Para  el  amor  y  la 
muerte  no  hay  cosa  fuerte. 

El  amor  tiene  por  padre  al  conocimiento. — 
V.  El  amor  por  los  ojos  entra. 

El  amor  todas  las  cosas  iguala.— -V '.  Amor 
no  mira  linaje,  ni  fe,  ni  pleito  homenaje. 

El  amor  todo  lo  iguala. — V.  Amor  no  mira 
linaje,  ni  fe,  ni  pleito  Jwmenaje. 

El  amor  unas  veces  vuela  y  otras  anda. 
Quiere  decir  que  los  enamorados  son 
de  dos  clases:  unos,  que  se  dejan  lle- 
var de  su  fantasía,  y  otros,  que  sólo 
ven  la  realidad  de  las  cosas,  procedien- 
do con  calma  en  sus  determinaciones. 


El  amor  y  el  buñuelo  lian  de  comerse  en 
caliente. 

Exhorta  a  la  pronta  ejecución  de 
ciertas  cosas,  por  el  temor  de  que  no 
se  realicen  si  se  aplazan  para  época 
indefinida. 

El  amor  y  el  deseo  entran  por  los  ojos.  — 
V.  El  amor  por  los  ojos  entra. 

El  amor  y  el  dinero  no  se  pueden  ocultar, 
o  no  pueden  estar  encubiertos. 

El  enamorado  suele  ser  poco  cauto 
para  disimular  cuál  es  el  objeto  de  sus 
ansias,  y  el  que  tiene  dinero  lo  descu- 
bre con  el  gasto,  casi  siempre  exage- 
rado, que  hace. 

El  amor  y  el  reinar,  nunca  admiten  com- 
pañía. 

Indica  que  en  ambas  cosas  se  ha  de 
ser  solo,  sin  compartirlas  con  nadie. 

El  amor  y  la  fe,  en  las  obras  se  ve.  — 
V.  Obras  son  amores,  que  no  buenas  ra- 
zones. 

El  amor  y  la  guerra  son  una  misma  cosa. 
Enseña  las  luchas  y  disgustos  que 
ambos  suelen  llevar  consigo. 

El  amor)'  la  Iionra  no  quieren  consejo. 
Expresa  que  ambas  cosas  se  rigen 
por  sí  mismas,  sin  necesidad  de  ayuda 
ajena. 

El  amor  y  la  señoría  no  sufre?i  compa- 
ñía. —  V.  Amor  v  señorío  no  quieren  com- 
pañía. 

El  verdadero  amor  desea  mucho,  espera 
poco  y  nada  pide. 

Es  concepto  del  Tasso,  lindamente 
expresado  en  su  original  por  medio 
del  siguiente  verso :  Brama  assai,  poco 
spera  e  nulla  chiede,  que,  realmente,  no 
necesita  explicación. 

El  verdadero  amor  no  se  divide. 

Expresa  que  el  cariño  verdadero  no 
puede  profesarse  más  que  a  una  sola 
persona. 

En  casos  de  amor,  mejor  es  huir  que  espe- 
rar la  batalla. 

El  que  no  quiera  exponerse  a  ser 
vencido  por  el  amor,  obrará  cuerda- 
mente retirándose  a  tiempo,  por  mu- 
cha confianza  que  en  sí  propio  tenga. 

Es  dulce  el  amor  de  la  patria. 

Como  lo  es  el  de  la  madre,  toda  vez 
que  la  patria  hace  las  veces  de  tal. 

Es  imposible  amor_y  consideración. 

Denota  que  la  vehemencia  de  la  pa- 
4 


AMOR 


—  50  — 


AMOR 


sión  en  cierta  clase  de  personas,  hace 
que  éstas  se  olviden  del  respeto  debi- 
do al  bello  sexo. 

Las  cosas  de  amor  avivan  el  ingenio  y  tam- 
bién quieren  plática.  —  V.  El  amor  des- 
asna a  las  gentes,  o  El  amor  sin  conver- 
sación es  bachiller  sin  repetidor. 

Más  se  saca  con  amor  que  con  dolor.  — 
V.  Más  moscas  se  cogen  con  miel  que  no 
con  hiél. 

Mientras  más  amor,  más  temores. 

Expresa  que  el  verdadero  cariño  su- 
fre infinitos  sobresaltos  por  miedo  a 
perderlo. 

No  hay  amor  sin  celos,  ni  cordura  sin  rece- 
los.—V.  Nunca  amor  se  engendro'  sin  celos. 

No  hay  amor  sin  esperanza.  — V.  El  amor 
ni  nace  ni  puede  crecer,  si  no  es  al  arrimo 
de  la  esperanza. 

No  junta  bien  amor  dos  que  las  leyes  di- 
viden. 

Las  personas  separadas  por  auto  ju- 
dicial no  es  fácil  que  vuelvan  a  profe- 
sarse el  cariño  que  existiera  antes  de 
la  intervención  del  juez. 

Nunca  amor  se  engendró  sin  celos. 

Indica  que  el  amor  y  los  celos  van 
siempre  juntos,  sobre  todo  cuando 
aquél  es  vehemente. 

Nunca  fué  desdichado  amor  que  fué  cono- 
cido. 

El  amor  sincero  y  reconocido  como 
tal  por  la  persona  amada,  suele  obtener 
correspondencia. 

Para  el  amor  no  hay  lugar  excusado. 

El  amor  en  todas  partes  causa  estra- 
gos, desde  el  más  elevado  palacio  hasta 
la  más  humilde  choza. 

Para  el  amor  y  la  muerte  no  hay  cosa 
fuerte. 

Pondera  el  tiránico  poder  que  por 
distintos  medios  ejercen  estas  dos  en- 
tidades, a  cuyo  omnímodo  influjo  no  es 
dado  a  nadie  el  substraerse. 

Por  más  que  el  amor  se  encubra,  mal  se 
disimula.  — V.  El  amox  y  el  dinero  n>->  se 
pueden  ocultar. 

Suele  suceder  con  el  amor  lo  que  con  la 
sopa :  las  primeras  cucharadas  son  muy 
calientes,  pero  las  que  siguen  se  van  en- 
J fiando . 

El  amor  suele  entrar  muy  de  prisa  y 
con  gran  vehemencia;  pero  después  en- 
tra la  reflexión  y  el  fuego  decae. 


Todo  lo  vence  el  amor.  —  V.  Para  el  amor 

y  la  muerte  no  hay  cosa  fuerte. 
Un  amor  saca  a  otro. 

Indica  que  la  novedad  de  un  amor 
hace  olvidar  con  facilidad  el  que  se 
tenía  anteriormente. 

Amores  en  mujer  fea,  ningún  cristiano 
los  rea. 

Demuestra  que  las  mujeres  poco 
agraciadas,  cuando  se  enamoran,  son 
mucho  más  exigentes  que  las  hermo- 
sas, quizá  por  el  miedo  que  tienen  de 
no  verse  verdaderamente  correspon- 
didas. 

Amores  nuevos  olvidan  viejos.  —  V.  Un 
amor  saca  a  otro. 

Amores  y  diablos  y  dineros  no  se  pueden 
encubrir. 

Enseña  ser  tan  poderosa  la  índole  de 
estas  entidades,  que  por  mucho  que  se 
esfuerce  uno  en  ocultarlas,  sus  mismas 
obras  acaban  por  hacerlas  patentes. 

Amores  y  dolores  mal  se  pueden  encubrir. 
V.  Amores  y  diablos  y  dineros  no  se  pue- 
den encubrir. 

Amores  y  dolores  quitan  el  sueño. 

Significa  lo  muy  preocupado  y  dis- 
traído que  anda  el  que  está  dominado 
por  una  pasión  amorosa  o  abrumado 
de  penas. 

De  los  amores  y  las  cañas,  las  entra- 
das. 

El  amor  a  los  principios  es  más  vehe- 
mente, así  como  en  el  juego  de  cañas 
es  mayor  el  ardor  y  gallardía  con  que 
se  empieza. 

En  los  principios  de  los  amores,  los  des- 
denes suelen  ser  parte  para  acabarlos. 

El  hallar  franco  el  camino  en  amor 
suele  enfriarlo,  por  ver  la  facilidad  de 
conseguir  lo  que  se  desea;  por  el  con- 
trario, las  dificultades  enardecen  y  ex- 
citan el  amor  propio,  que  por  no  ver- 
se derrotado  se  interesa  y  lucha  cada 
vez  más. 

Los  yerros  por  amores,  dignos  son  de  per- 
donar. 

Denota  que  las  faltas  que  se  come- 
ten, cuando  son  hijas  del  cariño,  deben 
ser  excusables. 

Quien  se  casa  por  amores,  ha  de  vivir  con 
dolores,  o  Quien  casi  con  amores,  ese 
vive  con  dolores.  —  V.  Quien  se  casa  por 
amores,  malos  días  y  buenas  noches. 


AMPO 


—  íi   — 


ANCHO 


Quien  se  casa  por  amores,  malos  días  y 
buenas  noches. 

Censura  a  los  que,  dando  oídos  sola- 
mente a  su  pasión,  contraen  matrimo- 
nio sin  contar  con   lo  necesario  para 
subvenir  a  los  gastos  de  su  nuevo  esta- 
do: sólo  la  posesión  del  ser  amado  en- 
dulza por  un  momento  la  desespera- 
ción de  la  falta  de  recursos. 
Vanse  los  amores  y  quedan  los  dolores. 
Denota  cómo  a  la  satisfacción  de  los 
gustos  imprudentes  no  tarda  en  seguir 
el  arrepentimiento,  tanto  más  doloroso 
cuanto  menos  remediable. 
AMPO.  —  Ser  como  el  ampo  de  la  nieve. 

Ser  blanco  como  ella. 
AMPOLLETA.  —  No  soltar  la  ampolle- 
ta, o  Tomar  la  ampolleta. 

Hablar   con   exceso,   sin  dejar  que 
tome  nadie  parte  en  la  conversación. 
Ser  capaz  alguna  persona  de  tragarse  la 
ampolleta  del  óleo,  con  estopas  y  todo. 
Se  dice  de  las  personas  ansiosas  y 
exageradas  en  comer. 
ANA  BOLENA.  —  Es  una  Ana  Bolena. 
Aplícase  a  la  mujer  sumamente  des- 
envuelta, con  alusión  a  una  querida  del 
rey  de  Inglaterra  Enrique  VIII  así  lla- 
mada, y  a  la  cual  sentó  en  su  trono 
después  de   haber  repudiado    inicua- 
mente a  su  legítima  esposa,  Catalina  de 
Aragón. 
ÁNADE.  —  El  ánade,  la  mujer  y  la  cabra, 
es  mala  cosa  siendo  magra. 

Expresa  lo  poco  recomendable  que 
es  la  falta  de  carnes  en  cualquiera  de 
los  tres  seres  citados. 
Cantar  las  tres  ánades,  madre. 

Expresión  con  que  se  da  a  entender 
que  alguno  camina  alegremente  y  sin 
sentir  el  trabajo. 
ANCA.  —  No  ser  anca  de  rana.  —  V.  No 
tener  pelo  de  tonto. 
Llevar,  o  traer,  a  las  ancas. 

Mantener  o  tener  alguno  a  sus  expen- 
sas a  otra  persona. 
No  aguantar,  o  sufrir,  ancas. 

Ser  uno  poco  tolerante,  no  consin- 
tiendo burlas,  bromas  o  injurias. 
ÁNCORA.  —  Ser  el  áncora  de  esperanza, 
o  de  salvación. 

Aplícase  al  sujeto  u  objeto  en  quien 
funda  uno  el  único  remedio  a  un  gra- 
ve peligro,  como  sucede  con  las  em- 


barcaciones que,  estando  a  pique  de 
naufragar,  se  apela  en  ellas  al  último 
recurso  que  queda,  cual  es  echar  al 
mar  un  ancla  muy  grande,  así  llamada, 
y  sólo  destinada  para  los  casos  del  ma- 
yor apuro. 
ANCHA.  —  ¡Ancha  Castilla! 

Expresión  familiar  con  que  se  alienta 
uno  a  sí  mismo,  o  a  otros,  a  usar  de  li- 
beralidad y  franqueza,  o  a  obrar  libre 
y  desembarazadamente,  sin  guardar  mi- 
ramientos o  sin  reparar  en  riesgos  ni 
dificultades. 
ANCHO.  —  Beber  por  lo  ancho  y  dar  a 
beber  por  lo  angosto. 

Dícese  contra  los  egoístas.  —  V.  La 
ley  del  embudo. 
Estar,    o    ponerse,   muy   ancho,    o    tan 
ancho. 

Enorgullecerse  con  los  elogios  que 
se  reciben. 
Tantas  en  ancho  como  en  largo. 

Locución  anticuada  que  se  usaba  para 
dar  a  entender  que  alguna  cosa  se  había 
hecho  cumplidamente  y  a  satisfacción 
y  pleno  deseo  de  alguno. 
Venirle  a  uno  muy  ancho  alguna  cosa. 

Darse  por  satisfecho  o  muy  contento 
con  que  le  suceda  aquello  de  que  se 
trata.  —  Tenerle  cuenta. 

La  Academia,  no  comprendiendo  el 
quid  pro  quo  popular  que  motivó  se- 
mejante frase,  la  explica  asaz  torpe- 
mente en  los  siguientes  términos:  «Ser 
sobrada  alguna  cosa  para  el  mérito  de 
la  persona  a  quien  se  da»;  y,  partiendo 
de  tal  error,  inventa  el  reverso  de  dicha 
frase  (puesto  que  ésta  no  existe  en 
castellano),  autorizando  el  empleo  de 
Venir  angosto  en  significación  de  «no 
ser  bastante  alguna  cosa  a  satisfacer  el 
ánimo,  la  ambición  o  el  mérito». 

Venirle  a  uno  muy  ancho  es  frase 
que  se  debe  seguramente  a  un  quid  pro 
quo  del  pueblo,  el  cual,  viendo  que 
aticho  y  holgado  son  sinónimos,  no  re- 
paró en  substituir  aquella  voz  a  ésta, 
sin  hacerse  cargo  de  que  lo  holgado  no 
tiene  que  ver  aquí  con  la  dimensión, 
sino  con  la  cualidad  de  alegría  en  el 
ánimo,  esto  es,  con  la  holgura  o  huelga. 
Así,  por  ejemplo,  cuando  pleitea  un  po- 
bre con  un  rico  y  pierde  aquél  contra 
toda  razón  y  derecho,  saliendo  conde- 


ANCHURA 


—  52  — 


ANDAR 


nado  encima  a  sufrir  unos  cuantos  me- 
ses de  cárcel,  si  consigue  alcanzar  in- 
dulto, ya  puede  decir  que  le  ha  venido 
muy  ancho;  y,  sin  embargo,  ¡vive  Dios, 
que  no  se  verifica  aquí  sobra  alguna 
para  el  mérito  de  la  persona,  sino  falta, 
y  muy  grave,  en  contra  de  la  justicia 
que  le  asistía! 
ANCHURA.  —  ¡Anchura!,  que  viene  el 
carro  de  la  bastirá. 

Aplícase   a  los   necios   y   orgullosos 
que  creen  merecérselo  todo,  aun  cuan- 
do sus  méritos  son  negativos. 
ANDADAS.  —  Volver  a  las  andadas. 

Reincidir  en  algún  vicio,  mala  cos- 
tumbre, tema  o  impertinencia,  etc. 
ANDADERAS.  —  Poder  andar  sin  anda- 
deras, o  sin  andadores. 

Modo  de  hablar  con  que  se  da  a  en- 
tender que  alguno  es  bastante  hábil 
por  sí  mismo  para  necesitar  del  auxilio 
o  cooperación  de  otro,  como  sucede  a 
los  niños  cuando,  habiéndose  soltado  a 
andar,  no  necesitan  ya  de  ninguno  de 
aquellos  dos  mecanismos. 
ANDADORES.  —  No  haber  menester  de 
andadores,  o  Poder  andar  sin  anda- 
dores.—  V.  Poder  andar  sin  anda- 
deras. 
ANDALUCÍA.  —  En  Andalucía  sacan 
a  los  niños  de  las  cunas  a  los  caballos. 

Expresa  lo  buenos  jinetes  que  sue- 
len ser  los  andaluces,  como  acostum- 
brados que  están  a  montar  desde  muy 
pequeños. 
ANDALUZ.— Al  andaluz,  hacerle  la  cruz; 
y  si  es  de  Utrera,  desde  afuera. 

Alude  a  lo  temibles  que  se  hicieron 
en  Flandes  los  soldados  andaluces,  y 
singularmente  los  naturales  de  Utrera, 
como  puede  verse  extensamente  en  el 
Epilogo  de  Utrera,  por  el  licenciado  don 
Pedro  Román  Meléndez. 
Al  andaluz  hazle  la  cruz.  Algunos  aña- 
den :  al  se:'il!a?io,  con  una  y  otra  mano,  y 
al  cordobés,  con  manos  y  pies. 

Nos  enseña  a  separarnos  de  los  cita- 
dos, sin  querer  amistad  con  ellos,  por 
ser  personas  poco  recomendables  para 
nuestro  trato.  Ya  hemos  indicado  en 
refranes  similares  a  éste  el  sentido  en 
que  deben  tomarse. 
Del  andaluz,  guarda  tu  capuz. 

Moteja  de  ladrones  a  los  andaluces. 


ANDANA.— Llamarse  andana,  o  antana. 
Andar  atrás;  esto  es,  desdecirse  o  re- 
tractarse. 
ANDANADA.— Echarle,  o  soltarle,  a  uno 
una  andanada. 

Reprenderle  o  reconvenirle  agria  y 
severamente. 
Salir  con  una  andanada. 

Decir  una  tontería;  una  salida  de  pie 
de  banco. 
ANDANZA.  —  Las  buenas  andanzas,  por 
la  mayor  parte,  no  vienen  sin  el  contra- 
peso de  desdichas. 

Da  a  entender  que  en  la  vida,  por  lo 
general,  suele  ir  el  placer  amargado  por 
el  dolor. 
ANDAR.—  A  más  andar. 

A  toda  prisa,  a  marchas  forzadas. 
Andar  a  la  que  salta. 

Darse  a  la  buena  vida  y  no  traba- 
jar. —  Aprovecharse  de  las  ocasiones 
para  sus  fines  particulares. 
Andar  a  las  bonicas. 

No  empeñarse  ni  esforzarse  en  algu- 
na cosa,  sino  tomarla  sin  trabajo  y  có- 
modamente. 
Andar  a  mía  sobre  tuya. 

Hacer  o  decir  alguna  cosa  a  porfía, 
a  competencia,  con  emulación,  y  vien- 
do quién  puede  más.  Empléase  algunas 
veces  sin  el  verbo  andar. 
Andar  anidando. 

Estar  cercana  la  hora  del  parto  en  la 
mujer. 
Andar  tropezando  y  cayendo. 

Cometer  varios  errores,  o  experi- 
mentar algunos  apuros  en  la  materia 
que  se  trae  entre  manos,  o  en  los  me- 
dios de  subsistencia,  en  la  salud,  etc. 
Anda  y  no  la  quieras,  que  tiene  andares 
de  mala  gallega. 

Dícese    de  las   mujeres  que   tienen 
el  modo  de  andar  largo,  hombruno  y 
fuerte. 
Andew  caliente  y  ríase  la  gente. 

Denota  que  debe  preferirse  la  como- 
didad propia  a  la  opinión  ajena,  tanto 
más  cuanto  es  sumamente  difícil  agra- 
dar a  todos. 
Anden  y  ténganse. 

Zahiere  al  que  manda  a  un  mismo 
tiempo  cosas  contrarias. 
Dime  con  quién  andas,  decirte  he  quién  eres. 
Expresa  que  a  las  personas  se  las 


ANDAS 


53 


ANGUILA 


juzga  según  la  clase  de  compañías  con 
que  se  las  ve  habitualmente. 

El  mucho  andar  trae  el  poco  andar. 

El  abuso  exagerado  de  una  cosa  trae 
como  consecuencia  la  abstención  forzo- 
sa de  ella. 

Entrarse,  o  venirse,  a  más  andar.  —  V.  A 

más  ANDAR. 

No  hay  mejor  andar  que  el  no  parar. 

La   labor   continua,   aunque  no    sea 
exagerada,  llega  a  conseguir  el  fin;  no 
asi  la  que  se  hace  con  intermitencias. 
Quien  mal  anda,   en   mal  acaba,   o   mal 
acaba. 

Denota  que  el  que  vive  desordenada- 
mente tiene  por  lo  común  un  fin  desas- 
trado. 
Quien  no  puede  andar,  que  corra. 

Úsase  cuando  se  manda  lo  que  es  di- 
fícil a  quien  no  puede  hacer  lo  fácil. 
Tanto  andamos  como  corremos. 

Expresión  que  se  suelen  dirigir  dos 
o  más  personas  que,  transitando  en  el 
mismo  día  por  diversas  y  lejanas  ca- 
lles, se  encuentran  una  o  más  veces  al 
paso. 
Todo  se  andará. 

Se  da  a  entender  al  que  echa  de  me- 
nos alguna  cosa,  creyéndola  olvidada, 
que  a  su  debido  tiempo  se  ejecutará  o 
se  tratará  de  ella. 
Todo  se  andará  si  la  varita  no  se  rompe, 
o  se  quiebra.  —  V.  Todo  se  andará. 
ANDAS.  —  En   andas  y  e?i   volandas.  — 

V.  En  VOLANDAS. 

ANDRÉS.  —  Si  es.  —  No  es.  —  Si  es  mose'n 
Andrés. 

Expresa   la  variedad    de   pareceres 
que  reina  en  una  junta  o  asamblea,  de 
quevsuele  provenir  gran  vocerío  y  con- 
fusión. 
/iNEA.  —  Se  menea  como  una  anea. 

Dícese  de  todo  aquello  que  por  su 
poca  consistencia  se  mueve  fácilmente 
a  todos  lados. 
ANGARILLAS. — Ponerse  en  angarillas. 

Ponerse  en  jarras  o  en  asas. 
ÁNGEL.  —  Cantar  como  u?i  ángel. 

Frase  familiar  con  que  se  da  a  en- 
tender la  dulzura  y  destreza  con  que 
canta  alguna  persona,  suponiendo  los 
graves  concentos  con  que  cantarán  los 
ángeles  en  el  cielo  al  Dios  tres  veces 
santo. 


Dame  de  lo  que  el  Ángel  trae  y  San  Mi- 
guel se  ¡leva. 

Dame  la  bota  de  vino.  En  la  Mancha, 
donde  tanto  abunda  el  vino,  es,  por  con- 
siguiente, barato,  y  se  acostumbra  darlo 
a  los  trabajadores  desde  i.°  de  marzo 
(fiesta  del  Ángel  de  la  Guarda)  hasta 
el  último  día  de  septiembre,  o  hasta 
el  29  (día  del  Arcángel  San  Miguel). 
Ser  como  un  ángel,  o  Ser  un  ángel. 

Dícese  de  toda  persona  de  genial  apa- 
cible y  candoroso,  y  también,  con  espe- 
cialidad, de  los  niños  y  niñas  que  os- 
tentan facciones  bellas  y  delicadas. 
Ser  el  ángel  custodio,  o  tutelar,  de  alguno. 

Ser  su  amparo  y  protección. 
Tener  ángel,  o  Tener  buen,  o  mal,  ángel. 
Tener  una  persona  el  don  de  agradar 
a  todo  el  mundo,  o,  por  el  contrario,  la 
desgracia  de  no  gustar  a  nadie.  —  Ser 
gracioso  y  ocurrente. 
¡Ángeles  tuviera  yo  a  la  cabecera  de  mi 
cama  en  la  hora  de  mi  muerte,  como...! 

Modo  de  aseverar  la  abundancia  o 
profusión  de  aquello  de  que  se  trata, 
mayormente  si  alguien  lo  niega  o  pone 
en  duda. 
Los  ángeles  están  jugando  a  los  bolos.  — 
V.  Los  angelitos  se  están  paseando  en 
coche. 
ANGELITO.  —  ¡Angelitos  al  cielo! 

Exclamación  en  que  se  prorrumpe 
al  saber  la  muerte  de  un  párvulo. 
Angelitos  de  Dios,  testigos  del  diablo. 
Suele  decirse  de  los  niños  que,  cu- 
riosos por  naturaleza,  cuentan  todo  lo 
que  ven,  deban  o  no  deban  contarlo. 
Estar  con  los  angelitos. 

Estar  dormido  o  muy   distraído.  — 
V.  Estar  en  Babia. 
Los  angelitos  se  están  paseando  en  coche. 
Expresión  familiar  con  que  se  da  a 
entender  que  está  tronando. 
ANGELOTE.  —  Parecerse  a  los  angelo- 
tes de  retablo. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  sien- 
do, al  parecer,  ayuda  de  otras,  son  ayu- 
dadas por  éstas;  a  la  manera  que  los 
angelotes  parecen  sostener  a  los  reta- 
blos, en  tanto  que  los  retablos  son  los 
que  sostienen  a  los  angelotes. 
ANGUILA.  —  Anguila  empanada,  y  lam- 
prea escabechada. 

Es  uno  de  tantos  refranes  como  em- 


ÁNGULO 


54 


ANIMA 


plea  la  gastronomía  para  indicar,  segu- 
ramente según  el  gusto  de  su  inventor, 
que  la  mejor  manera  de  comer  ambos 
pescados  es  la  indicada  respectiva- 
mente. 
Deslizarse  como  anguila. 

Escurrirse  sin  esfuerzo  alguno  de 
una  cuestión  o  de  un  compromiso  cual- 
quiera. 
Quien  coge  a  la  anguila  por  la  cola  y  a  la 
mujer  por  la  palabra,  haga  cuenta  que 
no  coge  nada. 

Da  a  entender  lo  poco  que  debe  fiar- 
se en  las  promesas  femeninas. 
ÁNGULO,  —i Qué  es  ángulo?  —  Hablar 
de  lo  que  no  se  entiende. 

Pónese  de  relieve  la  osadía  de  mu- 
chos ignorantes  presumidos  que  se  en- 
tremeten a  juzgar  asuntos  en  que  son 
completamente  legos.  Alude  al  cuento 
de  aquel  viajero  que,  parándose  a  mirar 
la  obra  del  Escorial,  empezó  a  ponerle 
tachas,  diciendo  que  tenía  un  ángulo 
muy  defectuoso.  Un  arquitecto  que  es- 
taba presente  le  preguntó :  «¿Usted  sabe 
lo  que  es  ángulo?»  Y  como  el  aludido, 
tras  mucho  pensar,  no  contestase,  repli- 
có el  arquitecto:  «Pues  ángulo  es...  me- 
terse uno  a  hablar  de  lo  que  no  en- 
tiende.» 
Tener  alguna  persona  el  ángulo  facial 
muy  obtuso. 

Ser  extremadamente  torpe. 
ANILLO.  —  Anillo  en  dedo,  honra  sin  pro- 
vecho. 

Refrán  que  enseña  que  así  como  el 
mero  adorno  no  proporciona  utilidad 
alguna,  de  igual  manera  suele  suceder 
con  los  honores  y  distinciones  que  ca- 
recen de  emolumentos. 
Como  anillo  de  oro  en  hocico  de  cerda. 

Comparación  oriental  que  se  usa  para 
expresar  la  inoportunidad  de  alguna 
cosa. 

En  el  capítulo  XI,  versículo  22,  de 
los  Proverbios  de  Salomón  se  lee  que 
«la  belleza  en  una  mujer  fatua  es  como 
sortija  de  oro  en  el  hocico  de  un  cerdo». 
Circulus  aureus  in  naribus  suis,  mulier 
pulchra  et  fatua. 

Nosotros  decimos  también  con  este 
motivo:  Como  una  guitarra  en  un  entie- 
rro, y  Como  un  santo  Cristo  con  un  par 
de  pistolas.  Los  italianos  se  valen  de  la 


siguiente  frase  comparativa:  Comme  Pi- 
lato  nel  Credo. 
Cuando  te  dieren  el  anillo,  pon  el  dedillo. 

Aconseja  que  se  aproveche  la  ocasión 
favorable  sin  hacer  remilgos,   no   sea 
que  aquélla  se  pierda. 
Ser  de  anillo. 

Aplícase  a  las  dignidades  o  empleo- 
que  son  meramente  honoríficos,  sin  ren- 
ta ni  emolumentos,  con  alusión  a  los 
obispos  de  anillo. 
Venir  como  anillo  al  dedo,  o  en  el  dedo. 

Frase  familiar  con  que  se  significa 
que  alguna  cosa  se  ha  dicho  o  hecho 
con  oportunidad  y  apropiadamente,  o 
con  galanura,  aludiendo  a  que  el  lugar 
propio  de  los  anillos  son  los  dedos  de 
la  mano,  a  los  cuales  sirven  aquéllos  de 
adorno,  y  a  veces  de  símbolo  de  auto- 
ridad en  la  persona  que  los  ostenta. 
No  importa  que  se  pierdan  los  anillos,  si 
quedaron  los  dedillos. — V.  Si  se  perdieron 
los  anillos,  aquí  quedaron  los  dedillos. 
Si  se  perdieron  los  anillos,  aquí  quedaron 
los  dedillos. 

Da  a  entender  que  no  se  debe  sentir 
mucho  la  pérdida  de  lo  accesorio  cuan- 
do se  ha  salvado  lo  principal. 
ÁNIMA. — Andar  como  ánima  en  pena. 

Dícese  de  la  persona  que  anda  sola, 
aburrida  y  como  esquivando  el  trato  de 
las  gentes. 
Ser  el  ánima  vilis. 

Expresión  tomada  del  latín,  con  que 
se  denota  tratar  a  alguna  persona  sin 
ningún  género  de  consideración,  abu- 
sando de  ella,  cual  si  fuera  un  esclavo 
o  una  bestia,  y  reservándole  sólo  toda 
suerte  de  trabajos  y  penalidades. 
Un  ánima,  o  un  ave,  o  una  mujer,  sola, 
ni  canta,  o  ni  ríe,  ni  llora. 

Deplora  las  funestas  consecuencias 
de  la  soledad  o  el  aislamiento,  por  no 
tener  con  quién  compartir  sus  goces  o 
sus  penas. 
/  Qué  cuadro  de  Ánimas  benditas! 

Dícese  cuando  se  ve  un  grupo  de 
párvulos,  mayormente  si  éstos  tienen 
destrozado  el  vestido,  o  si  están  pidien- 
do de  comer. 
Ser  más  interesado  que  las  Ánimas  ben- 
ditas. 

Pondera  el  ansia  codiciosa  de  alguna 
persona,  refiriéndose  a  lo  deseosas  que 


ANIMAL 


—  55 


AN PEQUERA 


están  las  ánimas  de  sufragios  para  salir 
de  penas. 
ANIMAL. —  Ningún  animal,  por  fiero  que 
sea,  gusta   más  de  la   venganza  que  la 
mujer. 

Expresa  el  carácter  vengativo  que 
suelen  tener  las  mujeres. 
Ser  alguna  persona  un  animal  de  bellota. 
Ser  muy  bruta,  muy  animal,  con  re- 
ferencia al  cerdo. — Ser  baja  y  ruin  en 
su  proceder. 
Entre  los  animales  feroces,  el  más  ie?nible 
es  el  tirano;  entre  los  domésticos,  el  doctor. 
Ya  se  deja  entender  que  el  segundo 
miembro  de  esta  sentencia  se  refiere  al 
médico  ignorante. 
Estar  una  cosa  más  llena  de  animales 
que  la  sábana  que  vio'  San  Pedro  en  Da- 
masco . 

Hallarse  plagada  de  insectos  u  otros 
bichos  inmundos. 
Hasta  los  animales  tienen  fortuna. 
Dice  un  cantar: 

Un  lucero  en  la  frente 
tiene  mi  burra; 
hasta  los  animales 
tienefi  fortuna; 

aludiendo  a  que,  por  lo  general,  las 

personas  menos  dotadas  de  sabiduría 

suelen  ser  las  que  tienen  más  suerte. 

Los  animales  de  pico  a  nadie  hicieron  rico. 

Porque  lo  que  se  gasta  en  alimentar- 
los no  subsana  la  utilidad  o  provecho 
que  suelen  proporcionar. 
ÁNIMO.  —  Ánimo  a  las  gachas. 

Empléase  para  alentar  a  la  ejecución 
de  alguna  cosa  difícil  o  trabajosa.  Algu- 
nos suelen  añadir:  que  son  de  arrope. 
Ánimo   vence  en  guerra,  que  no   arma 
buena. 

Para  conseguir  la  victoria  es  la  pri- 
mera cualidad  el  valor,  pues  sin  éste, 
todas  las  armas  que  se  empleen  serán 
malas,  por  buenas  que  sean. 
El  ánimo  apasionado,  pocas  veces  acierta 
en  lo  que  emprende. 

Expresa   que   cuando   se  tiene  una 
preocupación,    no   se   hacen    bien  las 
cosas. 
En  los  ánimos  encogidos,  minea  tuvo  lugar 
la  buena  dicha. 

Las  personas  de  carácter  pusilánime 
suelen  encontrar  dificultades  y  contra- 
riedades en  todo  lo  que  les  rodea,  no 


siendo,  por  tanto,  capaces  de  gozar  con 
nada. 
ANÍS.  —  Llegar  uno  a  los  anises. 

Llegar  tarde  a  alguna  parte. — V.  Lle- 
gar a  los  postres,  o  al  ite  misa  est. 
ANOCHE. — Él  anoche  se  murió,  y  ella 
hoy  casarse  quiere.  ¡Ay  del  que  muere! 

Denota  lo  poco  estable  que  es  el 
amor  en  muchas  viudas.  Aquí  de  la  co- 
media de  Bretón  de  los  Herreros,  Mué- 
rete y  verás. 
ANOCHECEDOR.—  Tardío  anochece- 
dor, mal  madrugador. 

Da  a  entender  que  la  persona  que  se 
acuesta  muy  tarde  no  es  fácil  que  se 
levante  temprano. 
ANOCHECER.  —  Anochecer  y  no  ama- 
necer. 

Desaparecer  uno,  o  una  cosa,  súbita 
e  inesperadamente. 
ANQUETA.  —Estar  de  media  anqueta. 

Estar  mal  sentado,  o  sentado  a  me- 
dias. 
ÁNSAR.  —  Como  el  ánsar  de  Cantimpalos, 
que  salió'  al  lobo  al  camino. 

Refrán  que  se  dice  por  aquellos  que 
inconsideradamente  se  exponen  a  algún 
daño  o  peligro. 
ANTAÑO.  —  Antaño  me  mordió  el  sapo,  y 
hogaño  se  me  hinchó  el  papo.  —  V.  Anta- 
ño murió  el  mulo,  y  hogaño  le  hiede  el 
culo. 
Antaño  murió  el  mulo,  y  hogaño  le  hiede 
el  culo. 

Se  dice  contra  los  que  atribuyen  una 
cosa  presente  a  causa  muy  remota. 
ANTEOJO.  —  Mirar,  o  ver,  las  cosas  con 
anteojo   de  aumento,  o  de  larga  vista. 
Prever  las  cosas  antes  de  que  suce- 
dan. —  Ponderarlas,  abultarlas  y  exa- 
gerarlas. 
Anteojos  y  sombreros,  por  tnano  de  su 
dueño. 

Porque  éste  sabe  cómo  se  los  ajusta, 
en  tanto  que  una  persona  extraña  sue- 
le ponerlos  de  mala  manera,  ya  ladean- 
do aquéllos,  o  ya  colocando  éste  al  re- 
vés, o  de  medio  lado,  etc. 
ANTEQUERA.  —De  Antequera,  ni  mu- 
jer ni  montera. 

Uno  de  tantos  refranes  que  no  tienen 
pies  ni  cabeza,  inventado  por  alguien 
que  sufrió  algún  desengaño  amoroso  en 
aquella  ciudad  andaluza. 


ANTES 


56  - 


ANO 


ANTES.  —  Antes  ciegues  que  tal  veas. 

Frase  con  que  se  suele  contestar  a 
la  persona  que  nos  desea  o  vaticina 
alguna  desgracia  o  mal  suceso. 
Antes  que  te  cases,  mira  lo  que  haces. 

Exhorta  a  que  se  piense  con  deteni- 
miento, antes  de  tomar  una  resolución 
extrema  en  asunto  de  tal  trascendencia, 
como  que  es  para  toda  la  vida,  para  no 
tener  que  arrepentirse  después  cuando 
ya  no  tiene  remedio. 
ANTESALA.  —  No  acostumbrar  hacer  an- 
tesalas. 

Ser  refractario  a  pedir  nada  ni  adu- 
lar a  nadie. 
ANTÓN.  — Antón  Perulero,  cada  cual  que 
atienda  a  su  juego. 

Frase  tomada  de  un  juego  de  mu- 
chachos, con  la  cual  se  da  a  entender 
que  cada  uno  se  meta  en  sus  asuntos, 
sin  pretender  entender  en  los  de  los 
demás. 
Con  don  Antón  te  topes. 

Frase  proverbial  usada  por  vía  de 
maldición,  en  recuerdo  de  D.  Antonio 
de  Luna,  que  asesinó  al  arzobispo  de 
Zaragoza  en  los  disturbios  promovidos 
por  el  conde  de  Urgel. 
(  Que'  quieres  que  te  diga,  Antón? 

Expresión  usada  cuando  no  se  sabe 
qué  contestar  a  una  pregunta,  y  más 
aún  cuando  se  sabe  que  la  respuesta 
ha  de  molestar  o  ser  contraria  al  deseo 
del  demandante. 
ANTONA.  —  Mi  hija  Antona  se  fué  a 
misa  y  volvió'  a  nona. 

Contra  las  muy  aficionadas  a  andar 
callejeando. 
ANTONIO.— i  Ha  devenir  Antonio  Pérez 
a  decir  lo  que  habéis  de  hacer} 

Frase  histórica  que  quedó  en  prover- 
bio, y  se  aplica  cuando  alguno  duda  en 
el  cumplimiento  de  su  deber. 
ANTORCHA.  —  De  cualquier  lado  que  se 
incline  la  antorcha,  sube  la  Huma  al 
cielo. 

El  mérito  halla  su  recompensa  tarde 
o  temprano,  y  resplandece  siempre,  por 
más  arterías  que  se  pongan  en  juego 
para  evitarlo. 
Ser  como  la  antorcha,  que,  alumbrando  a 
otro,  consúmese  y  se  deshace. 

Alude  a  los  que  por  beneficiar  a  otro 
se  perjudican  a  sí  propios. 


ANTRUEJO.  —  Ni  antruejo  sin  luna,  ni 
feria  sin  puta,  ni  piara  sin  artuha. 

Significa  que  en  carnestolendas  hay 
siempre  luna  nueva,  en  las  ferias  ma- 
las mujeres  y  en  los  rebaños  alguna  ove- 
ja a  quien  se  le  haya  muerto  la  cría. 
ANTUVIÓN.  —  Jugar  de  antuvión. 

Adelantarse  o  ganar  por  la  mano  al 
que  quiere  hacer  algún  daño  o  agravio. 
ANUNCIAR.  —  Quien  más  anuncia,  mas 
vende. 

No  hay  como  la  propaganda  para  dar- 
se a  conocer  las  personas  y  las  cosas. 
ANVERSO.  —  No  hay  anverso  sin  rever- 
so.— V.  No  hay  cuesta  arriba  sin  cuesta 
abajo,  o  No  hay  atajo  sin  trabajo,  o  El 
que  algo  quiere,  algo  le  cuesta. 
ANZUELO.  —  Caer,  o  picar,  en  el  anzue- 
lo, o  Tragar  el  anzuelo. 

Dejarse  engañar.— V.  Caer  en  el  lazo. 
Echar  el  anzuelo. 

Emplear  estratagemas.  —  Salir  las  mu 
jeres  en  busca  de  novio. 
Morder  en  el  anzuelo.  —  V.  Caer,  o  picar, 

en  el  anzuelo. 
Ni  el  anzuelo  ni  la  caña,  mas  el  cebo  las 
engaña. 

Refiérese  a  las  mujeres  que  por  el 
interés,  más  que  por  la  figura  ni  las  do- 
tes personales,  asienten  a  los  ofreci- 
mientos amorosos  que  se  les  hacen. 
Pescar  con  anzuelo  de  oro. 

Sobornar,    comprar,    cohechar,    co- 
rromper con  dádivas. 
Roer  el  anzuelo. 

Libertarse  de  algún  riesgo,  burlándo- 
se del  que  nos  lo  había  preparado. 
AÑICOS.  —  Hacerse  añicos. 

Romperse,  quebrarse  en  pedazos  pe- 
queños. 
AÑIL.  —  Aunque  todo  sea  a.ñü,poco  / 
teñir. 

Manifiesta  lo  poco  que  puede  hacer- 
se cuando  los  medios  son  escasos. 
AÑO.— A  buen  año  y  malo,  molinero  u  hor- 
telano. 

Denota  la  utilidad  casi  cierta  que 
rinden  estos  dos  oficios,  tanto  en  los 
años  abundantes  como  en  los  escasos. 
Al  año  tuerto,  el  huerto;  al  tuerto  tuerto, 
la  cabra  y  el  huerto;  al  tuerto  retuerto, 
la  cabra,  el  huerto  y  el  puerco. 

Expresa   que  en  los  años  estériles 
debe  cultivarse  la  granjeria,  el  ganado 


ANO 


57  — 


ANO 


cabrío  y  el  de  cerda,  por  proporcionar 
los  recursos  más  útiles  y  seguros. 

Al  cabo  del  año,  más  come  el  muerto  que  el 
sano. 

Denota  lo  mucho  que  suele  gastarse 
en  el  primer  año  después  de  la  muerte 
de  una  persona,  en  sufragios,  lutos,  tes 
tamentaría,  etc. 

Año  de  Bacares,  nunca  lo  alabes. 

Refrán  usado  en  la  provincia  de  Al- 
mería, de  cuya  capital  dista  aquella 
villa  nueve  leguas.  La  razón  de  ser  de 
dicho  refrán  se  funda  en  que,  hallándo- 
se situado  aquel  pueblo  en  una  sierra 
de  media  legua  próximamente  de  ex- 
tensión, cuya  cima  está  por  lo  regu- 
lar cubierta  de  nieve  desde  octubre 
a  mayo,  el  año  en  que  por  razón  de 
la  escasez  de  nieves  y  heladas  disfru- 
ta aquella  localidad  de  buena  cosecha, 
suele  resentirse  de  tenerla  mala  el 
resto  de  la  provincia,  por  carecer  de 
las  aguas  bajadas  de  la  sierra  que  fe- 
cundicen sus  tierras. 

Año  de  brevas,  nunca  le  veas. 

Los  años  en  que  hay  abundancia  de 
brevas  suelen  ser  estériles  en  lo  demás. 

Año  de  gamones,  año  de  montones. 

Da  a  entender  que  en  el  año  abun- 
dante en  gamones  (asfódelos)  suele  ser 
buena  la  cosecha  de  cereales. 

Año  de  heladas,  año  de  parvas. 

Denota  que  en  los  años  que  hiela 
mucho  puede  esperarse  una  cosecha 
abundante,  porque  arraigando  y  ence- 
pando bien  los  panes  por  el  hielo,  pro- 
ducen mayores  las  espigas  y  el  grano 
muy  lleno  y  pesado. 

Año  de  muchas  endrinas,  pocas  hacinas. 
El  año  que   es   abundante  en    esta 
fruta  es  escaso  de  cosecha  de  granos. 

Año  de  nieves,  año  de  bienes. 

Significa  que  la  cosecha  de  frutos  sue- 
le ser  muy  abundante  cuando  va  prece- 
dida de  grandes  nevadas. 

Año  de  ovejas,  año  de  abejas. 

Da  a  entender  que  el  que  es  bueno 
para  una  de  estas  dos  granjerias,  lo  es 
también  para  la  otra. 

Año  derechero,  el  besugo  al  sol  y  el  horna- 
zo al  fuego. 

Advierte  que  para  que  sea  bueno  el 
año  ha  de  hacer  sol  en  noviembre,  que 
es  cuando  se  empieza  a   comer  besu- 


gos, y  llover  por  abril,  que  es  cuando- 
se  come  los  hornazos. 
Año  de  Ronda,  malo  para  la  redonda.  Otros 
dicen :  Año  de  Ronda,  nunca  lo  veas. 

Estos  refranes  significan  que  cuando 
las  condiciones  climatológicas  convie- 
nen a  los  agricultores  de  Ronda,  no  fa- 
vorecen a  los  restantes  de  la  comarca 
para  sus  labores. 
Año  de  Ronda,  nunca  lo  veas;  a  hombre  de 
Ronda,  nunca  lo  creas. 

Indica  que  en  el  pueblo  citado  no  se 
pasa  la  vida  bien,  así  como  que  sus  na- 
turales no  son  muy  dignos  de  crédito. 
Año  lluvioso,  échate  de  codo. 

Cuando  el  año  es  de  muchas  lluvias 
está  ocioso  el  labrador,  porque  no  pue- 
de hacer  las  labores  del  campo. 
Año  malo,  panadera  en  todo  cabo. 

El  oficio  de  panadera  es  más  útil  en 
los  años  estériles. 
Año  nuevo,  vida  nueva. 

Refrán  que  se  suele  emplear  indican- 
do el  propósito  de  cambiar  de  género 
de  vida  desde  el  año  entrante. 
Cual  el  año,  tal  el  jarro. 

Advierte  que  el  jarro  con  que  se  dé 
de  beber  sea  chico  o  grande,  según  haya 
sido  abundante  o  escasa  la  cosecha  de 
vino.  Úsase  también  para  expresar  la 
necesidad  que  hay  de  que  los  gastos 
no  excedan  a  los  medios  de  cubrirlos. 
¿  Cuándo?  —  El  año  blando. 

Contestación  que  se  suele  dar  cuan- 
do se  hace  una  pregunta  importuna  o 
intempestiva. 
Cuando  el  año  va  a  acabar,  entierro  el 
habar. 

Recomienda  a  los  labradores  que  en 
el  mes  de  diciembre   hagan  la  citada 
operación  agrícola  si  quieren  recoger 
buena  cosecha  de  habas. 
El  año  de  la  Xana,  o  de  la  Nanita. 

Expresión  familiar  con  que  se  da  a 
entender   una  época  incierta,  general- 
mente muy  remota. 
El  año  de  la  sierra,  no  le  traiga  Dios  a  la 
tierra. 

Da  a  entender  que  el  año  que  es  bue- 
no para  la  sierra  no  lo  es  para  la  tierra 
llana. 
El  año  de  siete,  deja  la  España  y  vete,  o  El 
año  de  siete,  toma  tu  capa  y  vete. 

Refranes  que  se  inventaron  con  mo- 


ANO 


-  5» 


ANO 


tivo  de  lo  castigada  de  la  landre  que  se 
vio  casi  toda  España  en  el  año  1507. 

El  año  seco  tras  el  mojado,  guarda  la  latía 
y  vende  el  hilado. 

Se  dice  así  porque  pesa  menos  en- 
tonces el  vellón,  habiéndose  lavado, 
antes  de  trasquilarle,  con  las  lluvias,  y 
por  eso  aconseja  que  se  guarde  para 
venderlo  cuando  haya  tiempo  húmedo. 
El  hilado,  en  tiempo  seco,  pierde  lo  co- 
rreoso y  se  quiebra  con  facilidad;  por 
eso  aconseja  que  se  venda  y  no  se  guar- 
de cuando  hace  ese  tiempo. 

El  mal  año  entra  nadando. 

La  excesiva  lluvia  al  principio  del 
año  daña  mucho,  porque  se  desubstan- 
cia la  tierra. 

En  año  bueno,  el  grano  es  heno;  en  año 
malo,  la  paja  es  grano. 

Denota  los  distintos  efectos  que  cau- 
san la  abundancia  y  la  carestía  ocasio- 
nada por  la  escasez. 

En  año  caro,  harnero  espeso  y  cedazo  claro. 
Advierte   la   economía   con   que   se 
debe  vivir  en  los  años  estériles. 

En  buen  año  y  mal  año,  ten  tu  vientre 
reglado. 

Advierte  que  ni  por  lo  barato  ni  por 
lo  caro  del  año  se  falte  a  la  templanza 
en  el  comer. 

Estar  de  buen  año. 

Estar  gorda  y  bien  tratada  una  per- 
sona. Alúdese  a  los  animales  cebones, 
por  lo  cual  esta  expresión  no  se  debe 
emplear  más  que  entre  personas  de 
mucha  confianza. 

Hora  ha  un  año,  cuatrocientas;  y  hogaño, 
cuatro  ciegas. 

Dícese  de  las  cabras,  por  lo  expues- 
tas que  están  a  morir  de  la  morriña. 

Lo  que  fio  fué  en  tu  año,  no  fué  en  tu 
daño. 

Explica  que  no  debemos  hacer  duelo 
por  los  acaecimientos  pasados  que  no 
estuvieron  a  nuestro  cuidado  y  de  los 
cuales  no  somos,  por  lo  tanto,  respon- 
sables en  manera  alguna. 

L  >  que  no  sucede  en  un  año,  sucede  en  una 
hora. 

Denota  la  contingencia  y  variedad  de 
los  sucesos  de  la  vida.  Empléase  tam- 
bién con  los  verbos  acaecer,  hacer  y  ocu- 
rrir; la  palabra  hora  la  substituyen  mu- 
chos por  rato. 


Mal  año,  o  buen  año,  cuatro  caben  en  un 
banco. 

Alude  a  los  oficios  o  cargos  de  Justi- 
cia, que  en  las  iglesias  de  los  lugares 
tienen  banco  señalado  y  suelen  ser  cua- 
tro: alcalde,  dos  regidores  y  el  procu- 
rador síndico. 
Mal  año  para  tal  o  cual  cosa  o  persona. 
Expresión  que  se  emplea  a  modo  de 
imprecación. 
Más  produce  el  año  que  el  campo  bien  la- 
brado. 

El  temperamento  y  estaciones  favo- 
rables hacen  producir  por  sí  más  frutos 
que  las  labores  solas. 
Más  vale  año  tardío  que  vacío. 

Además  de  su  sentido  recto,  denota 
que  por  malo  que  sea  esperar  mucho 
tiempo  una  cosa,  siempre  es  mejor  que 
dejarla   de   conseguir.  —  V.   Más  vale 
tarde  que  nunca. 
No  digas  mal  del  año  hasta  que  sea  pasado. 
No  se  debe  juzgar  de  ligero,  sino  con 
conocimiento  total  de  causa. 
No  hay  mal  año  por  piedra,  mas  ¡guay  de 
a  quien  acierta! 

No  se  pierde  la  cosecha  en  toda  una 
provincia  porque  se  apedree  algún  tér- 
mino; pero  sí  quedan  perdidos  los  due- 
ños de  las  heredades  donde  descarga 
la  nube  o  tempestad  que  trae  la  piedra. 
No  me  lleves,  año,  que  yo  te  iré  alcanzando. 
Da  a  entender  el  deseo  natural  en  los 
viejos  de  prolongar  cada  año  su  vida. 
No  me  muero  este  año. 

Suelen  prorrumpir  en  esta  frase  ios 
andaluces  al  conseguir  sacar  entera  la 
corteza  de  una  naranja  que  se  monda 
en  forma  espiral  con  instrumento  cor- 
tante. 
Pasar  el  año  de  noviciado. 

Sufrir  por  cierto  espacio  de  tiempo 
las  penalidades  inherentes  a  todo  aquel 
que  hace  méritos  para  llegar  a  alcanzar 
un  destino,  ocupación,  empresa,  etc. 
Poda  tardío  y  siembra  temprano;  si  erra- 
res un  año,  acertarás  cuatro. 

Aconseja  podar  las  viñas  y  árboles 
tarde,  por  que  no  se  hielen,  y  sembrar 
el  grano  temprano,  por  que  nazca  con 
las  primeras  aguas  del  otoño. 
Quien  en  un  año  quiere  ser  rico,  al  medio 
le  ahorcan. 

Como  quiera  que  las  riquezas  impro- 


ANO 


59 


ANO 


visadas  suelen  ser  adquiridas  por  me- 
dios ilícitos,  de  ahí  el  que,  una  vez  des- 
cubierta su  ilegítima  procedencia,  aca- 
rreen la  desventura  del  que  las  posee. 

Saber  uno  bastante  para  su  año. 

Saber  manejar  sus  negocios  con  más 
habilidad  de  lo  que  a  primera  vista 
parece. 

Te  ¡te  quitado  un  año. 

Frase  que  pronuncian  los  muchachos 
cuando,  al  ir  andando,  pasan  una  pierna 
por  encima  de  la  cabeza  de  alguna  per- 
sona que  se  halla  sentada  en  el  suelo. 
Dicho  se  está  que  tantas  cuantas  ve- 
ces ejecutan  semejante  acción,  aseguran 
quitar  igual  número  de  años.  ¡Lástima 
que  no  sea  verdad  tanta  belleza! 

Todo  el  año  queda  para  tirar  de  hebra. 
Expresión  proverbial  con  que  se  da 
a  entender  que  sobra  tiempo  para  hacer 
alguna  cosa. 

Una  en  el  año,  y  ésa  en  tu  daño. 

Se  dice  de  quien  al  cabo  de  mucho 
tiempo  se  determina  a  hacer  alguna 
cosa  y  ésa  le  sale  mal. 

Un  año  cayeron  Domingo  de  Ramos  y  la 
Cruz  en  Jueves  Santo. 

Quisicosa  que  se  dice  cuando  se  oye 
narrar  algo  estupendo  en  la  apariencia, 
pero  que  no  tiene  nada  de  extraño  en 
la  realidad;  a  la  manera  que  cierto  sa- 
cristán llamado  Domingo  de  Ramos  se 
cayó  al  suelo  con  la  cruz  que  llevaba, 
yendo  de  procesión  en  cierto  día  de 
Jueves  Santo. 

Cien  años  de  guerra,  y  no  un  día  de  batalla. 

Se  aconseja  que  aunque  se  haga  la 

guerra  se  procuren  evitar  los  riesgos 

de  una  batalla,  por  lo  que  se  aventura 

en  ella. 

En  años  nones  no  hay  que  tenter  ciclones; 
en  años  pares  los  habrá  a  millares. 
Dicho  supersticioso  de  los  marineros. 

En  diez  años  de  plazo  que  tenemos,  ¿el  rey, 
el  asno  o  yo,  no  moriremos? 

Ciertas  promesas  se  hacen  en  vista 
de  que,  contando  con  el  largo  plazo  que 
se  les  ha  prefijado,  será  muy  probable 
ocurra  alguna  circunstancia  notable  por 
la  cual  quede  uno  exento  de  llevarlas 
a  cabo. 

En  término  de  diez  años,  o  morirá  el  ele- 
fante, o  yo,  o  el  Turco.  —  V.  En  diez 
anos  de  plazo  que  tenemos,  etc. 


Los  años  de  Pedro. 

El  espacio  de  veinticinco  años,  que 
fué  el  tiempo  que  rigió  San  Pedro  la 
Iglesia  de  Roma.  Por  eso,  al  elevar  al 
sumo  pontificado  a  un  nuevo  papa,  se 
le  dice:  Sánete pater,  non  videbis  annos 
Petri  (Padre  santo,  no  veréis  los  años  de 
Pedro.)  Semejante  predicción  se  ha  ve- 
nido realizando  constantemente  hasta 
Pío  LX,  pues  éste,  por  ser  en  todo  nota- 
ble y  excepcional,  ciñó  la  tiara  durante 
treinta  y  dos  años  (16  de  junio  de  1846 
a  7  de  febrero  de  1878),  muriendo  a  los 
ochenta  y  cinco  de  su  laboriosa  y  per- 
seguida existencia. 
Los  años  no  se  van  en  balde. 

El  transcurso  del  tiempo  tiene  que 
producir  forzosamente  un  efecto  sensi- 
ble sobre  el  físico  y  el  moral  de  las  per- 
sonas.—  La  edad  hace  a  los  hombres 
diestros  y  precavidos. 
Los  años  que  vienen  buenos,  por  abril  lo 
anuncian  truenos. 

Superstición  que  no  tiene  fundamen- 
to alguno,  como  tantas  otras  que  posee 
el  pueblo. 
ATo  en  los  años  están  todos  los  engaños. 

Advierte  que  no  sólo  los  ancianos 
tienen  tretas  y  astucias,  sino  también 
algunos  mozos. 
No  hay  quince  años  feos. 

Denota  que  la  juventud  suple  en  las 
mujeres  la  falta  de  hermosura,  haciendo 
que  parezcan  bien. 
Xo  pasar  años  por  una  persona. 

Representar  ésta  menos  edad  de  la 
que  realmente  tiene,  a  causa  de  hallar- 
se muy  bien  conservada. 
¿Quién  le   ha  preguntado   los   años   que 
tiene? 

Reprensión  dirigida  a  los  que  hablan 
cuando  no  deben  hablar. 
Tras  los  años  viene  el  seso. 

Refrán  con  que  se  disculpa  alguna 
acción  inconsiderada   o    travesura   en 
personas  de  poca  edad. 
Viva  usted  mil  años. 

Expresión  cortesana  que  se  usa  para 
significar  el  agradecimiento  por  la  dá- 
diva o  beneficio  recibido;  así  como  tam- 
bién por  las  muestras  de  afecto  y  amis- 
tad. Úsase  asimismo  irónicamente  para 
dar  a  entender  a  una  persona  que  está 
equivocada  en   su  juicio;  v.  gr. :  Dice 


APAGAR 


APRENDIZ 


usted  que  son  las  tres  de  la  tarde  y  ya 
han  dado  las  cinco;  viva  usted  mil  años. 
Vivir  más  años  que  Matusalén. 

Dícese  de  la  persona  que  ha  vivido 
más  años  que  la  edad  común,  aludien- 
do a  este  patriarca  judío,  célebre  por 
su  longevidad,  pues  habiendo  nacido 
en  el  año  4227  y  muerto  en  el  3308 
(antes  de  Jesucristo),  vivió  la  respeta- 
ble cantidad  de  novecientos  diez  y  nue- 
ve años. 
APAGAR.  —  Apaga  y  vamonos. 

Empléase  al  ver  que  una  cosa  toca  a 
su  término,  y  también  cuando  se  oye  o 
ve  algo  disparatado  o  absurdo. 
APARADOR.  —  Estar  de  aparador. 

Dícese  de  las  mujeres  que  están  muy 
compuestas  y  en  disposición  de  recibir 
visitas  a  todas  horas. 
APAREJO.  —  El  buen  aparejo  hace  buen 
artífice,  o  buen  obrero. 

Da  a  entender  que  en  todas  las  cosas, 
cuando  existen  buenos  elementos,  los 
resultados  tienen  que  ser  forzosamente 
satisfactorios. 
Ser  de  aparejo  redondo. 

Aplícase  a  la  gente  apaletada,  con 
alusión  al  traje  propio  y  distintivo  de 
las  mujeres  de  los  pueblos. 
APARIENCIA.  —  Las  apariencias  en- 
gañan, o  No  hay  que  fiarse  de  aparien- 
cias.—  V.  El  hábito  no  hace  al  monje. 
APELACIÓN.  —  No  haber,  o  no  tener, 
apelación. 

No  tener  remedio  una  cosa;  no  valer 
la  pena  de  hablar  más  de  ella. 
APERO.  —  ¡Buen  apero! 

Denota  la  inutilidad  de  alguna  per- 
sona o  cosa.  Úsase  irónicamente  y  equi- 
vale a :  /  Qué  apaño! ¡ Buen  avio!  Es  frase 
usada  en  Aragón. 
APERSONADO.  —  Ser  bien,  o  mal,  aper- 
sonado. 

Tener  buena  o  mala  presencia. 
APESTAR.  —  Estar  apestado  de  alguna 
cosa  un  paraje. 

Haber  mucha  abundancia  de  ella. 
Hiede  que  apesta. 

Frase  familiar  y  jocosa,  toda  vez  que 
heder  y  apestar  son  sinónimos  riguro- 
sos, de  los  muy  contados  que  hay  en 
nuestro  idioma,  la  cual  se  usa  para  pon- 
derar el  olor  malo,  fuerte  y  penetrante 
que  arroja  de  sí  alguna  persona  u  obje- 


to. Tal  vez  pueda  defenderse  el  que  la 
palabra  apestar  significa  aquí  producir 
epidemia. 

APETITO.  —Apetito  agudo  no  deja  crudo 
ni  menudo.  — Y.  A  buen  hambre  no  hay 
pan  duro. 
Despertar,  o  abrir,  el  apetito. 

Excitar  la  gana  de  comer,  ya  hablan- 
do de  manjares  delicados,  ya  por  medio 
de  aperitivos  materiales. 

ÁPICES.  —  Estar  en  los  ápices. 

Entender  una  cosa  con  toda  perfec- 
ción, conociendo  hasta  sus  menores  de- 
talles. 

APIO.  —  Mas  verde  que  el  apio. 

Dícese  de  todo  aquello  que  tiene  un 
color  verde  subido,  a  semejanza  del 
que  ostentan  las  hojas  de  dicha  hor- 
taliza. 

APLACER.  —  Lo  nuevo  aplace  y  lo  viejo 
satisface. 

Denota  que  aunque  las  cosas  nuevas 
a  primera  vista  nos  exciten  un  placer 
más  vivo,  siempre  las  que  tenemos  ya 
experimentadas  nos  le  causan  más  ínti- 
mo y  verdadero.  Aplícase  comúnmente 
hablando  del  trato  de  gentes. 

APLAUSO.  —  Ruin  consuelo  el  aplauso 
de  los  muchos.  —  V.  Mal  de  muchos  con- 
suelo de  TONTOS. 

APOSTEMAR.  —  No  apostemársele  a 

uno  alguna  cosa.  —  V.  No  hacérsele  pos- 
tema a  uno  alguna  cosa. 
APRENDER.  —  Para  aprender,  es  nece- 
sario perder. 

La  acepción  directa  está  en  el  juego, 
pues  cuando  se  pierde  mucho  se  pone 
más  atención  a  fin  de  evitarlo,  y  se 
aprende  el  juego  más  pronto;  y  tropo- 
lógicamente  expresa  que  los  golpes  o 
contrariedades  de  la  vida  nos  enseñan 
a  ser  cautos  y  precavidos.  También  se 
suele  decir:  Perdiendo  se  aprende. 
Para  aprender,  no  hay  cosa  como  enseñar. 

Porque,  como  dice  otro  refrán,  E. 
ejercicio  hace  maestro. 
Perdiendo  se  aprende.  —  V.  Para  apren- 
der, es  necesario  perder. 
APRENDIZ.  —  Aprendiz  de  mucho,  maes- 
tro de  nada. 

Satiriza  a  los  que  empiezan  muchos 
estudios  sin  concluir  ninguno  y,  por 
lo  tanto,  sin  profundizar  lo  debido  en 
ellos. 


APRESURARSE 


61  — 


AOUI 


Aprendiz  de  Portugal,  no  sabe  coser  y 
quiere  cortar. 

Contra  los  que,  hallándose  apenas 
instruidos  en  una  facultad,  oficio,  etc., 
quieren  emprender  obras  o  trabajos  que 
exigen  mayor  caudal  de  conocimientos. 
APRESURARSE.  —  Apresúrate  des- 
pacio. 

No  demorar  la  ejecución  de  una  cosa, 
pero  pensándola  antes  con  detenimien- 
to. —  No  proceder  de  ligero. 
Cuanto  más  me  apresuro,  más  me  destru- 
yo. —  V.  No  por  mucho  madrugar  ama- 
nece más  temprano. 
APRETAR.  —  ¡Aprieta,  que  mañana  es 
día  de  fiesta! 

Da  a  entender  la  sorpresa  que  nos 
causa  oír  un  desatino  o  ver  la  afluencia 
inopinada  de  algunas  cosas,  por  lo  ge- 
neral molestas  o  desagradables.  Tam- 
bién se  suele  decir:  ¡Aprieta  resfriado! 
(Véase.) 
¡Aprieta,  resfriado! 

Frase  que  se  emplea  cuando  se  oye 
alguna  cosa  extraordinaria,  como  noti- 
cia sorprendente,  disparate  descomu- 
nal, trueno  fuerte,  etc. 
Estar  muy  apretado. 

Hallarse  en  grave  peligro,  particular- 
mente los  enfermos. 
APUESTA.  —  Entre  éstas  y  éstas,  de  caer- 
me habrá  apuestas. 

Apuesta  significa  en  este  caso  empeño 
tenaz,  porfía. 
APUNTADOR.  —  Si  no  hubiera  apunta- 
dores, no  habría  comedias. 

Se  emplea  contra  los  soplones  y  chis- 
mosos, sin  los  cuales  se  evitarían  mu- 
chos disgustos  y  discusiones  en  el  trato 
social. — Contra  los  que  sugieren  a  otros 
las  especies  que  no  se  les  ocurren,  a  fin 
de  que  puedan  salir  airosos  del  trance 
comprometido  en  que  se  encuentran. 
APUNTAR.  —  Apuntar  y  no  dar. 

Prometer  y  no  cumplir.  —  Intentar 
acertar  alguna  cosa  y  no  conseguirlo. 
APUNTE.  —  /  Valiente  apunte! 

Dícese  en  Andalucía  de  las  personas 
de  poca  importancia  o  de  conducta  o 
tipo  no  muy  correctos.  Es  frase  irónica. 
APURARSE. — El  que  se  apura,  se  muere. 
Algunos  añaden:  y  al  que  se  muere,  lo 
entiert  an. 

Recomienda  que  se  tomen  las  adver- 


sidades con  calma,  no  acongojándose 
antes  de  tiempo. 
Nadie  se  apura  por  nadie. 

Denota  lo  común  que  es  el  mirar  con 
indiferencia  o  poco  apego  los  cuidados 
ajenos. 
AQUEL.  —  Aquel  que  ríe  ahora,  mañana 
llora.  —  V.  No  hay  bien  ni  mal  que  cien 
años  dure. 
Tener  un  aquel. 

Voz  que  se  emplea  en  lugar  de  algu- 
na cualidad  que  no  se  quiere  o  no  se 
acierta  a  decir,  tal  como  gracia,  atrac- 
tivo, acierto,  donaire,  chiste,  etc. 
AQUELLO.  —  Aquello  es  lo  mejor,  que  a 
lo  muy  bueno  más  se  acerca. 

Expresa  que,  dada  la  limitación  hu- 
mana, ya  que  no  podamos  llegar  a  la 
perfección  suprema,  contentémonos 
con  procurar  aproximarnos  lo  más  po- 
sible a  ella. 
/  Ya  pareció  aquello! 

Frase  que  se  emplea  cuando  ocurre 
alguna  cosa  que  se  esperaba,  presumía 
o  recelaba. 
AQUESTO.  —  Y  quien  aquesto  os  da,  os 
diera  cosa  mejor  si  la  tuviera. 

Dicho  frecuente  en  boca  del  pueblo, 
para  manifestar  la  buena  voluntad  con 
que  hace  una  dádiva  o  agasajo,  sintien- 
do no  poder  hacerlo  de  más  valor  e 
importancia. 
AQUÍ.  —  <  A  qué  andar  con  aquí  la  puse? 

Frase  que  indica  que  deben  dejarse 
los  cumplimientos  y  frivolidades,  mar- 
chando derecho  al  grano. 
¡Aquí  de  Dios! 

Expresión  que  se  emplea  para  pedir 
auxilio  o  poner  por  testigo  a  Dios  de 
la  verdad  de  una  cosa.  Jocosamente  di- 
cen algunos:  ¡Aquí  de  Dios,  que  matan 
a  un  gallego! 
¡Aquí  de  Dios  y  del  rey! — V.  ¡Aquí  de 

Dios! 
¡Aquí  del  rey!  —  V.  ¡Aquí  de  Dios! 
¡Aquí  fué  Troya! 

Enzarzarse  en  una  disputa  o  contien- 
da. Úsase  más  cuando  ésta  degenera  en 
batalla  campal,  empleándose  los  golpes 
en  vez  de  los  argumentos. 
Aquí  te  cojo,  aquí  le  mato. 

Significa  que  alguno  quiere  aprove- 
char sin  tardanza  la  ocasión  que  se  le 
presenta  favorable  a  sus  intereses. 


AQUITiBI 


—  62  — 


ARANA 


De  aquí  allá,  pampanitos  habrá. 

Dícese  de  las  cosas  que  están  muy 
lejos  de  suceder. 
Lo  quito  aquí  y  lo  coloco  allí. 

Jocoso  juego  de  palabras  para  mo- 
tejar de  loco  a  un  sujeto,  llamándole 
loquito  aquí  y  loco  loco  allí. 
AQUITIBI. — Ser  uno  un  aquitibi. 

Calificación  que  se  adjudicaba  anti- 
guamente a  los  clérigos  de  misa  y  olla. 
Fúndase  en  la  costumbre  que  había 
de  vestir  de  sotana,  sobrepelliz  y  bo- 
nete a  los  sacristanes  encargados  de 
llevar  los  pasos  en  la  Semana  Santa,  o 
las  andas  o  el  féretro  en  los  entierros; 
y  como  es  propio  de  dichos  actos  el  ir 
cantando  por  la  calle  el  salmo  Misere- 
re, y  el  quinto  verso  de  éste  empieza 
con  las  palabras  Tibí  soli  peccavi,  el 
cual  verso  se  solía  cantar  en  las  posas, 
paradas  o  estaciones  que  se  hacían, 
de  ahí  el  que,  para  hacer  que  se  detu- 
vieran los  portadores  en  determinado 
lugar,  se  les  solía  decir :  Aquí,  Tibí, 
de  donde  el  vulgo  sacó  jocosamente 
la  locución. 
ARA. — Acogerse  a  las  aras. 

Refugiarse  o  tomar  asilo. 
ARÁBIGO.  -Esiar  en  arábigo  una  cosa. 

Ser  muy  difícil  de  entender. 
ARADA.  —  Arada  con  terrones  tío  la  ha- 
cen todos  los  hombres. 

Enseña  que  la  heredad  que  está  ate- 
rronada necesita  de  hombres  muy  ro- 
bustos para  penetrarla  bien  a  fin  de 
que  produzca. 
ARADO.  —  Al  que  anda  derecho,  ¿quién  le 
echa  el  arado  atrás? 

Expresa  que  a  la  persona  que  cum- 
ple honrada  y  rectamente  con  su  de- 
ber, nadie  puede  echarle  en  cara  falta 
alguna. 
El  arado,  rabudo;  y  el  arador,  barbudo. 

Advierte  la  conveniencia  de  que  el 
arado  sea  largo  de  reja,  y  el  arador, 
hombre  hecho  y  forzudo. 
No  prende  de  ahí  el  arado. 

Denota  que  la  dificultad  de  una  cosa 
no  consiste  en  aquello  que  se  cree. 
ARADOR.  —  Arador  de  palma  no  lo  saca 
toda  barba. 

En  la  práctica  de  algunas  cosas  se 
suele  encontrar  más  dificultad  que  en 
la  teoría  de  ellas,  razón  por  la  cual  no 


todos  pueden  hacer  las  cosas  difíciles 
tan  fácilmente  como  parecía  antes  de 
emprenderlas. 
No  se  saca  arador  con  pala  de  azadón. 

Con   medios   desproporcionados  no 
se  puede  conseguir  lo  que  se  desea. 
ARAGÓN.  —  A  fuer  de  Aragón,  a  buen 
servicio  mal  galardón. 

Expresa  que  los  aragoneses  son  des- 
agradecidos a  los  beneficios  recibidos. 
No  hay  regla  sin  excepción;  si  esto  se 
considera  como  regla,  pudiera  decirse 
que  las  excepciones  son  en  mayor  nú- 
mero que  la  regla. 
De  Aragón,  ni  hembra  ni  varán. 

Funda  el  brigadier  Nogués  este  dicho 
(Cuentos,  etc.,  aragoneses,  por  un  solda- 
do de  Borja)  en  el  hecho  siguiente : 

«Un  aragonés  de  genio  endemonia- 
do se  casó  con  una  navarra  que  lo 
tenía  peor.  Les  cogió  en  campo  raso 
una  horrorosa  tormenta,  y  al  exclamar, 
desesperado,  el  marido:  «De  Navarra, 
ni  mujer  ni  tronada»,  replicó,  furiosa, 
su  dulcísima  mitad:  «De  Aragón,  ni 
hembra  ni  varón.»  Aún  se  repite  el 
dicho.» 
De  Aragón,  ni  viento  ni  varón,  o  El  vien- 
to y  el  varón  no  es  bueno  áe  Aragón. 

Satiriza  injustamente,  a  nuestro  jui- 
cio, ambos   extremos    del   reino   ara- 
gonés. 
Negar  que  negarás,  que  en  Aragón  estás. 

Pinta  el  carácter  tozudo  y  terco  del 
pueblo  aragonés. 
ARAGONÉS.— Aragonés,  falso  y  cortes. 

Refrán  irónico  a  todas  luces,  pues 
sabido  es  que  los  aragoneses  gozan  de 
la  fama  de  ser  toscos  y  bruscos  en  su 
trato,  pero  nobles  y  francos  en  su  com- 
portamiento. 
ARANJUEZ.  —  Ser  un  Aranjuez. 

Tener  fuentes  en   las    piernas,  por 
alusión    a  las   muy  notables   de   este 
real  sitio. 
Ser  un  nuevo  Aranjuez  de  flores. 

Alude  al  olor  que  exhalan  los  jardi- 
nes de  Aranjuez,  llenos,  como  es  sabi- 
do, de  toda  clase  de  flores. 
ARAÑA.  —  A  la  araña  hurtó  la  rueca  el 
diablo,  por  que  saque  la  tela  del  rabo. 

Sabido  es  que  las  arañas,  a  medida 
que  caminan,  van  dejando  tras  de  sí  la 
babilla  con  que  tejen  sus  telas. 


ARAR 


-  63 


ÁRBOL 


Araña,  ¿quién  te  arañó}  —  Otra  araña 
como  yo.— V.  Ese  es  tu  enemigo,  el  que  es 
de  tu  oficio. 
Como  el  patrón  Araña,  que  embarcaba  a 
la  gente  y  él  se  quedaba  en  tierra.  — 
V.  Parecerse  al  patrón  Araña. 
El  capitán,  o  el  patrón  Araña,  embarca, 
embarca,  y  él  se  queda  en  tierra. — V.  Pa- 
recerse al  patrón  Araña. 
Mira  una  araña.  —  Con  el  pie  la  mata. 
Frase  vulgar  que  por  el  sonsonete 
del  asonante  se  suele  emplear  cuando 
se  ve  alguno  de  esos  animales.  Suele 
emplearse  también  (aunque  no  exista 
la  araña,  ni  mucho  menos)  cuando  una 
persona,  especialmente  del  sexo  bello, 
ha  estrenado  zapatos,  para  obligarla  a 
recogerse  las  faldas  y  sacar  el  pie,  en 
ademán  de    inmolar  al  animalito,  lu- 
ciendo de  paso  el  calzado. 
Nunca  medre  la  araña  que  hila  y  no  de- 
vana. 

Especie  de  imprecación  contra  los 
flojos  y  perezosos  que  comienzan  una 
obra  y  no  la  siguen  hasta  su  conclu- 
sión. 
Picóme  una  araña,  y  áteme  una  sábana. — 
V.  Poco  mal,  y  bien  quejado. 

Declama  contra  los  que  apelan  a  re- 
cursos extremos  en  materia  que  no  lo 
necesita,  o  desproporcionados  para  el 
suceso  adverso  que  procuran  remediar. 
/  Qué  tres!  Araña,  Concha  y  Cortés. 

Dícese  al  ver  reunidos  tres  sujetos, 
por  lo  regular  de  no  muy  buenos  ante- 
cedentes. 
Quien  no  mata  la  araña,  no  extingue  la 
telaraña. 

Enseña  que  para  hacer  que  cesen  los 
efectos  no  hay  camino  mejor  que  el  de 
extirpar  las  causas. 
Ser  más  puerco  que  la  araña. 

Dícese  familiarmente  del  sujeto  que 
es  por  extremo  desaseado.  No  se  com- 
prende, a  la  verdad,  de  dónde  tomó 
pie  el  vulgo  para  inventar  esta  compa 
ración,  toda  vez  que  en  el  insecto  alu- 
dido no  milita  tal  circunstancia. 
Ser  ima  araña,  o  Parecer  una  araña. 
Aplícase  a  la  persona  que   es  muy 
aprovechada  y  vividora. 
ARAR.  —  Ara  bien  y  no  te  alabes;  estercue- 
la,  y  no  señales. 
Denota  que  no  debe  uno  envanecer- 


se con  sus  obras,  sino  ejecutarlas  sin 
dar  cuenta  de  ellas. 
Ara  por  enjuto  o  por  mojado,  y  no  besarás- 
a  tu  vecino  en  el  rabo. 

Preconiza    el  trabajo  constante,  sin 
fijarse  en  dificultades  ni  circunstancias, 
como  único  medio  de  no  quedarse  de- 
trás de  otros  que  sean  más  trabajadores. 
Parece  que  viene  de  arar. 

Zahiérese  de  muy  rústica,  ignorante 
o  torpe  a  una  persona. 
Quien  ara  y  cria,  oro  hila. 

El  cultivo  del  campo,  como  la  cría  de 
animales,   hace  ricos  a  los  labradores. 
ÁRBOL.  —  Árbol  de  buen  natío,  toma  un 
palmo  y  paga  cinco. 

Enseña  que  el  buen  árbol  ocupa  poco 
terreno  y  da  mucha  utilidad. 
Árbol  sin  flor,  día  sin  sol. 

Denota  que  los  árboles,  para  que  sean 
agradables  a  la  vista,  han  de  tener  flo- 
res, así  como  los  días  nublados  entris- 
tecen el  ánimo. 
Árbol  sin  fruto,  digote  leño. 

El  árbol   que  no  produce,  sólo   es 
bueno  para  quemarlo.  Aplícase  a  las- 
personas  que  no  tienen  oficio  ni  bene- 
ficio ni  sirven  para  nada. 
De  buen  árbol,  buen  fruto.  —  V.  De  tal 

palo,  tal  astilla. 
Del  árbol  caído  todos  cortan,  o  hacen,  leña. 
Da  a  entender  el  desprecio  que  co- 
múnmente se  hace  de  aquel  a  quien  ha 
sido  contraria  la  suerte,  y  la  utilidad 
que  algunos  sacan  prevaliéndose  de  su 
desgracia. 
El  árbol  que  no  da  fruto,  solo  es  bueno 
para  leña.—V.  Árbol  j/«  fruto,  digote  leño. 
El  árbol  y  la  mujer,  regándose  fructifican^ 
Denota  que  la  mujer  necesita  el  ma- 
trimonio, como  el  árbol  el  riego,  para 
dar  fruto. 
Entre  el  árbol  y  la  corteza  no  metas  la 
mano. 

Enseña  a  no  desafiar  el  peligro  cuan- 
do se  ve  claramente  que  es  en  vano. 
No  saber  de  qué  árbol  ahorcarse. 

Estar  indeciso  para  tomar  una  reso- 
lución. 
Por  los  frutos  se  distingue  el  buen  árbol, 
del  malo. 

Da  a  entender  que  el  valor  y  el  mé- 
rito de  las  personas  se  conoce  sola- 
mente por  sus  obras. 


ARBOLEAS 


64  — 


ARCADUZ 


Quien  a  buen  árbol  se  arrima,  buena  som- 
bra le  cobija. 

Da  a  entender  las  ventajas  que  logra 
el  que  tiene  protectores  poderosos. 
Reniego  del  árbol  que  ha  de  dar  el  fruto  a 
palos. 

Invectiva  contra  los  que,  por  indoci- 
lidad o  por  pereza,  no  obran  bien  sino 
a  fuerza  de  castigos  o  de  otra  cualquier 
clase  de  estímulos. 
Todo  árbol  es  madera,  pero  el  pino  no  es 
caoba. 

Todos  los  hombres  somos  iguales,  a 
excepción  de  la  fortuna,  posición,  ca- 
rácter, etc. 
Todo  árbol  que  no  llevare  buen  fruto,  se 
ha  de  cortar. 

Indica  que  debe  exterminarse  todo 
aquello  que  no  ha  de  reportar  benefi- 
cio para  nadie. 
Un  árbol  malo  no  puede  dar  frutos  buenos. 

No  debe  esperarse  buenas  acciones 
de  aquella  persona  cuyos  antecedentes 
sean  reprochables. 
Los  árboles,  en  sus  frutos  se  conocen.  — 
V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 
ARBOLEAS.  —  Si  vas  a  Arboleas,  pon 
la  capa  donde  la  veas,  y  aunque  la  veas, 
no  lo  creas. 

Arboleas  es  una  villa  de  la  provincia 
de  Almería,  distante  de  la  capital  quince 
leguas.  Como  quiera  que  sus  habitantes 
son  muy  dados  al  juego  de  naipes  y  de 
la  pelota,  y  que  al  practicarlo  así  en  la 
calle  suelen  colgar  la  capa  en  las  tapias 
bajas  de  los  corrales,  cuya  mitad  cae  na- 
turalmente hacia  adentro,  y  como  quie- 
ra, además,  que  no  faltan  allí  personas 
de  intenciones  aviesas  que  se  complaz- 
can en  estar  acechando  desde  su  hogar 
dicha  ocasión  para  ir  en  seguida  a  cortar 
un  pedazo  a  la  paite  de  la  prenda  que 
queda  escondida,  de  ahí  el  origen  de 
este  refrán,  con  cuyo  final  se  advierte 
al  jugador  que  aun  cuando  está  viendo 
su  capa,  no  la  crea  por  eso  segura  de  los 
tiros  malintencionados. 
ARBOLETE.  —  Armarle  a  uno  un  arbo- 
lete. 

Levantarle  un  falso  testimonio;  en- 
volverle en  un  mal  asunto. 
ARBOLITO.  —  Al  arbolito,  desde  chiqui- 
to. —  V.  Los  niños,  de  pequeños;  que  no 
hay  castigo  después  para  ellos. 


ARBOLLÓN.  —  Salir  por  el  arbollón.— 

V.  Salir  uno  por  el  albañal. 
ARCA.  —  Arca  llena  y  arca  vacia. 

Alternativa  de  abundancia  y  escasez 
de  dinero  o  de  otras  cosas. 

En  arca  abierta,  el  justo  peca. — V.  Puerta 
abierta,  al  justo  tienta,  o  La  ocasión  hace 
al  ladrón. 

En  arca  de  avariento,  el  diablo  yace  dentro, 
o  está  de,  o  tiene  su,  asiento. 

Censura  la  mala  cualidad  de  la  ava- 
ricia, protegida  siempre  por  el  de- 
monio. 

Reventar  como  arca  vieja. 

Aplícase  al  cajón  o  cualquier  otro 
receptáculo  que  se  llena  más  de  lo  que 
puede  contener  en  sí,  y  metafóricamen- 
te a  la  persona  que  come  con  exceso  o 
a  revefilar,  como  vulgarmente  se  suele 
decir,  aludiendo  a  la  necesidad  en  qu<- 
se  encuentra  de  estallar  un  arca  vieja 
puesta  en  aquellas  condiciones.  Algu- 
nos dicen  también:  Tronar  como  arpa 
vieja,  aludiendo  al  estallido  que  produ- 
ciría un  arpa  vieja  al  estirarse  dema- 
siado su  encordadura. 

Sacar  el  fondo  del  arca. 

Echar  el  resto  para  agasajar  a  uno.— 
Vestirse  con  las  mejores  ropas  que  se 
posea.  Es  corriente  decir  también  en 
este  sentido:  Ponerse  los  trapitos  de 
cristianar. 

Ser  el  arca  de  Noé. 

Dase  este  nombre  a  cualquiera  habi- 
tación o  cofre  donde  se  encierran  mu- 
chas y  diversas  cosas,  aludiendo  al  par 
de  animales  de  cada  especie  que  man- 
dó el  Señor  a  Noé  encerrase  dentro  del 
Arca  de  la  alianza  juntamente  con  su 
familia,  para  preservarlos  de  las  aguas 
del  diluvio. —  Frase  con  que  jocosamen- 
te se  llama  a  sí  misma  la  persona  des- 
tituida de  recursos,  jugando  del  voca- 
blo Noé  por  no  he;  esto  es,  no  tengo. 

Ser  un  arca  cerrada. 

Guardar  religiosamente  un  secreto. — 
Persona  o  cosa  de  que  aún  no  se  tiene 
cabal  idea. 

Tener  repleción  de  sangre  en  las  venas  del 
arca. 
Ser  persona  de  dinero. 
ARCADUZ.  —  Arcaduz  de  noria,  el  que 
lleno  viene,  vacio  torna. 
Se  aplica  a  los  que  saliendo  de  su 


ARCO 


_  65  - 


ARENA 


casa  a  pleitos  o  pretensiones,  después 
de  gastado  su  caudal,  se  vuelven  a  ella 
sin  conseguir  lo  que  querían.  También 
se  dice  de  los  habladores  y  chismosos 
que  salen  dispuestos  a  esparcir  los 
cuentos  que  llevan  y  regresan  después 
de  haberlos  soltado  todos. 
Ya  lleno,  ya  vacio,  como  arcaduz  de  no- 
ria.—  V.  Arcaduz  de  noria,  el  que  lleno 
viene,  vacio  torna. 
ARCO.  —  Agobiado  como  arco  turquesco. 

Comparación    usada   por  Cervantes 
(Quijote,  parte  I,  cap.  XV)  cuando,  des- 
pués de  haber  sido  apaleado  Sancho 
por  los  yangüeses,  dice  que  «se  levan- 
tó, quedándose  agobiado  en  la  mitad  del 
camino  como  arco  turquesco,  sin  poder 
acabar  de  enderezarse». 
Arco  de  tejo,  recio  de  armar  y  flojo  de  dejo. 
Denota  que  la  madera  de  este  árbol 
no  es  la  más  a  propósito  para  construir 
este  arma. 
Arco  de  tejo  y  cureña  de  serbal,  cuando 
disparan  hecho  han  el  mal. 

Indica  que,  por  lo  quebradizo  de  estas 

maderas,  suele  recibir  el  daño  el  que 

dispara,  antes  que  ofenda,  al  enemigo. 

Arco  iris  al  Poniente,  suelta  el  arado  y 

vente. 

Señal  de  continuar  lluvioso  el  tiempo. 
Arco  que  mucho  brega,  o  él,  o  la  cuerda. 
Advierte  que  el  mucho  trabajo  que- 
branta las  fuerzas. 
Arco  siempre  armado,  o  jlojo  o  quebrado. 
Se  da  a  entender  que   así  como  el 
arco  que   está   siempre   tirante,   o  se 
rompe  o  pierde  la  fuerza,  así  también 
las  cosas  humanas  no  pueden  mante- 
nerse mucho  tiempo  en  un  estado  vio- 
lento. 
No  es  posible  que  esté  co?itinuo  el  arco  ar- 
mado.—  V  Arco  siempre  armado,  o  flojo 
o  quebrado. 
No  ser  una  cosa  ningún  arco  de  iglesia. 
No  ofrecer   gran  dificultad  para  su 
ejecución  o  desempeño. 
ARCOS  DE  LA  FRONTERA.  —  Ar- 
cos de  la  Frontera,  quien  no  tiene 
camisa,  no  necesita  lavandera. 

Refrán  perogrullesco  en  que  sólo  en- 
tra el  sonsonete  como  único  factor. 
ARCHIPÁMPANO.  —  Archipámpano 
de  Sevilla. 

Esta  voz  archipámpano,  de  creación 


meramente  caprichosa  y  con  que  se  da 
a  entender  una  alta  dignidad  eclesiás- 
tica puramente  imaginaria,  entra  en  las 
siguientes  frases  proverbiales  :  Creer 
uno  ser  un  archipámpano  de  Sevilla: 
darse  cierto  aire  de  importancia,  por 
estimar  que  ocupa  una  elevada  posi- 
ción, cuando  realmente  sólo  desempe- 
ña un  cargo  más  o  menos  modesto;  y 
Darse  la  vida  de  un  archipámpano  de 
Sevilla,  para  significar  una  existencia 
sumamente  cómoda  y  regalada. 
ARDER.  —  Arder  verde  por  seco.  — V.  Pa- 
gar justos  por  pecadores. 
ARDILLA.  —  Ser  más  ligero  que  una  ar- 
dilla. 

Aplícase   a    la   persona   sumamente 
ligera,  por  ser  la  agilidad  una  de  las 
cualidades  más  distintivas  en  este  cua- 
drúpedo. 
ARDITE.  —  Errar  en  un  ardite. 
Equivocarse  en  muy  poco. 
No  dársele  a  uno  un  ardite. 

Expresa  el  poco  valor  en  que  se  es- 
tima o  se  tiene  una  persona  o  cosa. — 
No  importarle  a  uno  nada  algo. 
Xo  estimarse  en,  o  no  importar,  o  no  valer, 
un  ardite.  —  V.  No  dársele  a  uno  un 
ardite. 
No  faltar  un  ardite. 

No  faltar  nada. 
No  estimar  en  dos  ardites. 
No  valer  nada  una  cosa. 
ARDOR. — El  ardor  de  la  cólera  acrecienta 
el  ánimo. 

Indica  que  aun  las  personas  más  pu- 
silánimes se  manifiestan  valientes  cuan- 
do la  cólera  les  ciega. 
ARENA.  —  Comer  arena  antes  que  hacer 
vileza. 

Exhorta  a  la  virtud,  aconsejando  que 
no  se  ha  de  obrar  contra  ella  por  más 
que  estreche  la  necesidad,  sino  que  se 
prefieran  las  privaciones  a  los  goces 
ilícitos. 
Escribir  en  la  arena. 

Indica  la  poca  firmeza  o  duración  en 
lo  que  se  promete,  resuelve  o  deter- 
mina. 
Eso  es  lo  mismo  que  quien  edifica  sobre 
arena. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  la 
poca  duración  que  tendrá  alguna  em- 
presa, por  carecer  de  bases  sólidas. 

5 


ARENAL 


66  — 


ARMAR 


Sembrar  en  arena. 

Denota  lo  infructuoso  de  un  trabajo, 
así  como  también  lo  perdido  que  es  el 
hacer  beneficios  a  personas  desagrade- 
cidas. 
ARENAL.  —  Quien  en  el  arenal  siembra, 
no  trilla  pegujares. 

El  que  beneficia  a  personas  indignas, 
no  debe  esperar  ni  aun  agradecimiento. 
ARENITAS .  —  Arenitas  de  la  Serena, 
no  os  olvida  quien  os  huella. 

La  Serena  era  un  territorio  o  comarca 
perteneciente  a  la  provincia  de  Bada- 
joz, y  consistente  en  diez  y  ocho  villas, 
repartidas  entre  cuatro  comunidades. 
No  es  asunto  fácil  el  demostrar  hoy  si 
el  inventor  de  semejante  dicho  lo  hizo 
en  son  de  elogio  o  de  censura,  aunque 
parece  más  probable  que  fuera  lo  pri- 
mero. 
AREQUIPA.  —  Arequipa  llena  de  dones, 
pendones  y  muchachos  sin  calzones. 

Arequipa  es  una  ciudad  del  Perú,  tan 
pobre  como  vanidosa:  de  ahí  la  sátira. 
ARGA.  —  Arga,  Ega  y  Aragón  hacen  al 
Ebro  varón. 

Alude  a  que  estos  tres  afluentes  del 
Ebro  son  de  bastante  importancia,  con- 
tribuyendo con  sus  no  escasas  aguas 
al  aumento  del  cauce  del  río  aragonés. 
ARGADO. — Argado  sobre  argado. 

Acumular  enredos,  disparates  o  tra- 
vesuras. 
ARGÉN.  —  Quien  tiene  argén,  tiene  todo 

bien. —  V.  Todo  lo  alcanza  el  dinero. 
ARGOLLA.  —  Echarle  a  uno  una  argo- 
lla. —  V.  Echarle  a  uno  una  ese  y  un 
clavo. 
En  torcida  argolla  no  entra  la  bola. 

Muchos  negocios  suelen  malograrse 
por  los  obstáculos  que  ponen  los  con- 
trarios. 
ARGOS.— Ser  un  Argos,  o  Estar  hecho  un 
Argos. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  la 
suma  vigilancia  de  alguno,  aludiendo 
al  personaje  mitológico  de  este  nom- 
bre, de  quien  cuenta  la  fábula  que  te- 
nía cien  ojos,  la  mitad  de  los  cuales  es- 
taban abiertos  en  tanto  que  los  otros 
dormían. 
ARGUMENTO.— Ser  una  prueba,  razona- 
miento, etc.,  el  argumento  Agutíes. 
Tener  una  fuerza  incontestable,  irre- 


batible, por  probar  hasta  la  saciedad  lo 
que  se  pretende. 
ARILLO.  —  Entrar  por  el  arillo. — V.  En- 
trar por  el  ARO. 
Hacer  entrar,  o  meter,  a  uno  por  el  ari- 
llo. —  V.  Hacer  entrar,  o  meter,  a  uno 
por  el  aro. 
ARISTARCO.  —  Ser  un  Aristarco. 

Aplícase  este  epíteto  a  todo  crítico 
o  censor  juicioso  y  severo,  con  alusión 
a  un  célebre  gramático  de  la  antigüe- 
dad así  llamado,  natural  de  Alejandría, 
que  publicó  nueve  libros  de  correc- 
ciones sobre  las  obras  de  Homero. — 
V.  Ser  un  Zoilo. 
ARMA. — Arma  ligera,  muerte  cualquiera. 
Se  dijo  ponderando  la  vileza  y  per- 
juicio de  las  armas  cortas,  que,  como 
quieren,  ejecutan  el  golpe;  y  por  eso 
son  tan  justamente  prohibidas. 
Largo  y  angosto  como  arma  de  vizcaíno. 
Aplícase  a  todo  objeto,  y  rara  vez  a 
sujeto,  que  reúne  las  dos   cualidades 
susodichas,  con  alusión  a  las  antiguas 
armas  de  los  naturales  de  Vizcaya. 
Armas  y  dineros,  buenas  manos  quieren. 
Indica  que  ambas   cosas  requieren 
persona  que  las  sepa  manejar,  para  que 
no  se  estropeen  las  unas  y  se  dilapiden 
y  malgasten  los  otros. 
Con  las  armas  en  la  mano. 

Hallarse  preparado  para  una   cosa, 
aunque  no  se  trate  de  pelear. 
Dar  armas  al  enemigo. 

Hacer  o  decir  algo  que,  siendo  en 
contra  de  uno,  favorezca  a  la  causa  del 
adversario. 
Esgrimir  bien  las  armas  de  Caín,  o  de 
Sansón. 

Mover  bien  las  mandíbulas  o  quija- 
das; esto  es,  comer  mucho. 
Hacerse  a  las  armas.  —  V.  Hacerse  a  los 

GOLPES. 

Medir  las  armas. 

Contender  de  palabra,  por  escrito  o 
de  otra  manera,  especialmente  en  ac- 
tos públicos,  tales  como   certámenes, 
oposiciones,  etc. 
Pasarse  con  armas  y  bagajes. 

Abandonar  un  partido,  escuela,  etc., 
para  afiliarse  a  otro  de  ideas  diametral - 
mente  opuestas. 
ARMAR.— -V/  armarla,  ni  rehusarla. 

Enseña  que  no  deben  promoverse 


ARNÉS 


-  67 


ARREBOL 


disputas,  riñas  ni  controversias;  pero, 
una  vez  iniciadas  por  otros,  no  debe 
rehuirse  cobardemente  el  tomar  parte 
en  ellas. 
Quien  la  armó,  que  la  desarme. 

Indica  la  obligación  que  tiene  el  que 
causó  un  mal,  de  corregirlo  o  repararlo. 
ARNÉS.— Blasonar  uno  del  arnés. 

Echar  bravatas,  jactándose  de  valen- 
tías que  no  ha  ejecutado. 
ARO.  —  Entrar  por  el  aro. 

Hacer  una  cosa,  vencido  por  el  arte 
o  maña  de  quien  a  ella  quiso  obligarlo. 
Hacer  entrar,  o  meter,  a  uno  por  el  aro. 
Reducirlo  con  arte  y  maña   a  que 
haga  lo  que  se  pretende. 
Un  golpe  en  el  aro  y  otro  en  la  bota.  — 
V.  Matar  dos  pájaros  de  una  pedrada, 
o  de  un  tiro. 
AROMA.  —  De   dame   a   toma,   se  pierde 
aroma. 

Indica  que  el  valor  de  las  cosas  no 
se  mira  lo  mismo  cuando  se  entregan 
que  cuando  se  reciben. 
ARPA. —  Tronar  como  arpa  vieja.  -  V.  Re- 
ventar como  arca  vieja. 
ARPÍA.  —  Ser  una  arpía,  o  Ponerse  hecho 
una  arpía. 

Aplícase  a  la  persona  huraña  y  de 
genio  agreste,  y  a  veces  también  a  la 
que  es  hábil  y  mañosa  para  sacarle  a 
otro  sus  intereses.  Las  arpías  eran  unos 
monstruos  fabulosos,  hijos  de  Neptuno 
y  de  la  Tierra,  sumamente  voraces,  que 
al  rostro  de  mujer  unían  cuerpo  de 
buitre  con  alas,  garras  en  los  pies  y  en 
las  manos,  y  orejas  de  oso.  Las  princi- 
pales eran  Aello,  Ocipete  y  Celeno. 
ARQUITRABE.  —  ¿Qué  es  arquitrabe? 
Meterse  uno  a  hablar  de  lo  que  no  sabe. — 
V.  í Qué  es  ángulo?,  etc. 
ARRANCAR.  -Ser  más  tnalo  que  arran- 
cado. 

Aplícase  a  la  persona  o  cosa  cuyas 
cualidades  son  sumamente  malas,  alu- 
diendo a  las  hierbas  que  se  arrancan 
de  los  sembrados  por  ser  inútiles  o 
perjudiciales. 
ARRASTRAR.  —  Lo  que  arrastra,  hon- 
ra. Algunos  añaden  jocosamente:  (Y le 
arrastraban  las  tripas.) 

Nota  irónicamente  el  desaliño  o  ne- 
gligencia en  el  vestir,  hasta  el  extremo 
de  que  vaya  arrastrando  el  traje. 


ARRE.  —  ¡Arre,  por  amor  de  Dios!  ¡Arre, 
en  caridad! 

Así  decía  un  grandísimo  embustero 
que  iba  a  caballo  en  una  muía,  al  mis- 
mo tiempo  que  metía  una  cuarta  de 
espuela  al  desdichado  animal.  A  este 
modo  es  la  caridad  de  muchos  falsos 
devotos  y  devotas  :  en  caridad  meten 
el  rejón  hasta  el  alma  de  sus  prójimos, 
en  caridad  los  muerden,  en  caridad  los 
despedazan. 
ARREAR.— ¡Arrea!,  que  vas  por  sea  (seda). 

Frase  empleada,  sobre  todo  en  An- 
dalucía, para  ponderar  alguna  cosa,  y 
también  para  mostrar  la  extrañeza  que 
produce  el  oír  alguna  salida  de  pie  de 
banco. 
ARREBOL.  —  Arreboles  al  amanecer, 
agua  o  viento  al  anochecer. 

Pronóstico  que  suele  hacerse  cuando 
se  ve  el  cielo  de  color  encarnado  en  las 
primeras  horas  de  la  mañana. 
Arreboles  al  anochecer,  agua  o  viento  al 
amanecer. 

Semejante  al  que  dice:  Arreboles  al 
amanecer,  agua  o  viento  al  anochecer; 
con  la  diferencia  de  ser  distinta  la  hora 
en  que  se  observa  el  fenómeno  indi- 
cado. 
Arreboles  al  Oriente,  agua  amaneciente. 

Cuando  el  cielo  está  encarnado  por 
el  Este  a  la  caída  de  la  tarde,  suele  llo- 
ver al  amanecer. 
Arreboles  a  todos  cabos,  tiempo  de  los 
diablos. 

Pronóstico  propio  de  la  Astronomía 
popular,  que  no  tiene  fundamento  cien- 
tífico ninguno,  aunque  en  no  pocas  oca- 
siones acierte. — V.  Arreboles  por  todos 
los  cabos,  etc. 
Arreboles  de  Aragón,  a  la  noche  con  agua 
son. 

Los  arreboles  matutinos  son  precur- 
sores de  la  lluvia  por  la  noche. 
Arreboles  de  la  mañana,  a  la  noche  son 
agua. — V.  Arreboles  al  amanecer,  agua 
o  viento  al  anochecer. 
Arreboles  de  la  noche,  a  la  mañana  son 
soles. 

Contrario  al  que  dice:  Arreboles  al 
anochecer,  agua  o  viento  al  amanecer. 
Aquí  el  augur  pronostica  un  día  claro 
y  lleno  de  sol  cuando  por  la  noche  se 
ve  el  cielo  rojizo. 


ARREBOLADA 


—  68  — 


ARROJAR 


Arreboles  de  Portugal,  a  la  mañana  sol 
serán. 

Los  arreboles  vespertinos  anuncian 
sol  para  la  mañana  siguiente. 
Arreboles  en  Castilla,  viejas  a  la  cocina. 
Indican,  por  lo  regular,  tiempo  frío 
en  esta  región,  teniéndose,  por  tanto, 
que  acoger  las  viejas  al  calor  del  hogar. 
Arreboles  en  Portugal,  viejas  a  solejar. — 
V.  Arreboles  en  Castilla,  viejas  a  la  co- 
cina. 

La  única  diferencia  estriba  en  que  en 
este  refrán  se  las  manda  a  tomar  el  sol. 
Arreboles/*?/'  todos  los  cabos,  año  de  todos 
los  diablos. 

Cuando  todo  el  cielo  se  ve  encarnado 

con  frecuencia,  pronostica  un  mal  año. 

ARREBOLADA.  —  Arrebolada  por  la 

mañana,  a  la  tarde  agua. — V.  Arreboles 

al  amanecer,  agua  o  viento  al  anochecer. 

ARREBOZAR.— Arrebócese  con  ello.— 

Y.  Arrópese  con  ello. 
ARREMETER.  —  Estar   una    cosa   que 
arremete. 

Hallarse  muy  sucia,  descuidada,  as- 
querosa. 
ARREND  ADORCILLO .  —  Arrenda- 
dorcillos,  comer  con  plata  y  morir  en 
grillos.  —  V.  ¡Administradorcillos!,  co- 
mer en  plata  y  morir  en  grillos. 
ARRENDAR.  —  No  arriendo  tus  esca- 
mochos. 

Significa  que  uno  se  halla  tan  escaso 
de  bienes  que  no  puede  sobrarle  nada, 
aludiendo  a  que  la  palabra  escamocho 
significa  los  restos  de  la  comida  o  de 
la  bebida. 
No  le  arriendo  la  ganancia. 

No  ser  envidiable  la  suerte  de  alguno. 
ARREOS.— Mis  arreos  son  las  armas;  mi 
descanso,  el  pelear. 

Versos  del  Romaticero  que  suelen  ci- 
tarse para  dar  a  entender  que  una  per- 
sona no  descansa  en  el  ejercicio  de  su 
profesión,  facultad  u  oficio. 
ARREPENTIMIENTO.  -  Caro  cuesta  el 
arrepentimiento. 

Es  muy  difícil  remediar  el  mal  o  daño 
causado. 
Con  un  buen  arrepentimiento  se  perdo- 
na cualquier  culpa. 

Indica  que  cuando  es  verdadero  el 
pesar  de  haber  hecho  alguna  cosa,  no 
es  difícil  alcanzar  el  perdón  de  la  falta. 


ARRESRITO.  —  Arrieritos  somos  y  el 
camino  andarnos,  o  y  en  el  camino  nos 
encontrare?nos.  —  V.  Arrieros  somos  y 
el  camino  andamos,  etc. 
ARRD2RO.  —  Arriero  perdido,  ataharre 
de  seda. 

Se  dice  de  los  que  están  arruinados 
y  hacen  ostentación  de  riquezas  que  no 
poseen. 
Cuando  el  arriero  vende  la  bota,  o  sabe  a 
pez  o  está  rota. 

Expresa  que  cuando  una  persona 
obra  en  términos  que  a  nosotros  nos 
parecen  descabellados,  puede  asegu- 
rarse que  tendrá  para  ello  motivos  que 
se  ocultan  a  nuestra  penetración. 
Hasta  que  no  muere  el  arriero,  no  se  sabe 
de  quién  es  la  recua. 

Se  dice  de  los  que  hacen  alarde  de 
riquezas  que  no  poseen  o  aparentan  lo 
que  no  tienen. 
Más  vale  ser  arriero  que  borrico. 

Más  vale  mandar  que  ser  mandado, 
aunque  sea  a  costa  de  trabajos  y  pena- 
lidades. 
Arrieros  somos  y  el  camino  andarnos,  o  y 
en  el  camino  nos  encontraremos. 

Amenaza  de  que  uno  se  vale  cuando 
se  le  niega  el  favor  o  la  justicia  que 
pide,  manifestando  al  negador  que,  por 
efecto  de  las  vicisitudes  humanas,  po- 
drá presentarse  una  ocasión  en  que 
éste  necesite  del  negado,  y  entonces 
sufrirá  las  represalias. 
ARRIESGAR.—  Quien  no  se  arriesga  no 
gana  riada.  —  V.  Quien  no  se  aventura 
no  pasa  la  mar. 
ARRIMÓN.  —  Estar  de  arrimón. 

Estar  uno  largo  tiempo  en  acecho, 
arrimado  a  alguna  parte. 
Hacer  el  arrimón. 

Ir  los  borrachos  arrimándose  a  las 
paredes  por  no  poderse  tener  dere- 
chos. —  Antiguamente  se  decía  de  los 
gigantones,  cuando  estaban  arrimados 
a  una  pared. 
ARRISCAR.— Quien  no  arrisca  no  apris- 
ca. —  V.  Quien  no  se  aventura  no  pasa 
la  mar. 
ARROBA.  —  Echar  por  arrobas. 

Abultar  y  ponderar  mucho  las  cosas. 
ARROJAR.  —  Arrójemelas  y  arróje- 
selas,^ volvio'melas  a  arrojar.— V.  Pí- 
came, Pedro,  que  picarte  quiero. 


ARROPAR 


69 


ARTE 


ARROPAR.  —  ¡Arrópate,  que  sudas! 

Aplícase  irónicamente  al  que,  habien- 
do trabajado  poco,  aparenta  estar  muy 
cansado. 
Arrópese  con  ello. 

Frase  con  que  uno  desprecia  o  no 
admite  aquello  con  que  le  brindan. 
ARROPE.— Dulce  como  ¿/arrope.— V.  Dul- 
ce como  el  CARAMELO. 

ARROYO.— A  gran  arroy -o, pasar postrero. 
Aconseja  no  ser  el  primero  en  aco- 
meter empresas  arduas,  hasta  ver  qué 
resultado  producen  en  otro,  para,  en 
caso  desgraciado,  escarmentar  en  cabe- 
za ajena. 
A  gran  arroyo,  pasar  primero. 

Contrario  al  que  dice  que  se  debe 
pasar  postrero.  En  éste  se  incita  a  no 
acobardarse,  sino  arrojarse  al  peligro, 
sin  fijarse  en  el  mal  que  pueda  sobre- 
venir. El  uno  lo  inventó  el  valor,  y  el 
otro  la  prudencia. 
No  hay  arroyo  sin  fuente. 

No  hay  efecto  sin  causa. 
Plantar,  o  poner,  en  el  arroyo. — V.  Plan- 
tar, o  poner,  en  la  calle,  o  en  ?nedio  de  la 
corriente. 
ARROZ. — A  quiquiriquí,  arroz  con  ají. 

Da  a  entender  que  para  que  el  gallo 
esté  sabroso  debe  guisarse  con  arroz 
y  ajo. 
Arroz,  con  tenedor. 

Satirizase  a  las  personas  redichas  y 
demasiado  pulcras. —  Empléase   tam- 
bién cuando  se  ve  o  escucha  algo  insó- 
lito, por  lo  general,  ridículo. 
Arroz  y  gallo  muerto. 

Pondérase  festivamente  la  esplendi- 
dez de  una  comida  o  banquete,  aludien- 
do a  los  de  las  aldeas.  Suele  emplearse 
con  los  verbos  haber  y  tener. 
Comerse,  o  tragarse,  o  jamar  se,  el  arroz. — 

V.  Comerse  la  partida. 
El  arroz,  el  pez  y  el  pepino  nacen  en  agua 
y  mueren  en  vino. 

Advierte  que  sobre  estos  manjares 
conviene  beber  vino  mejor  que  agua, 
para  que  no  hagan  daño. 
Es  mejor  no  menear  el  arroz,  aunque  se 
pegue. 

Recomienda  que  no  se  debe  recordar 
ni  sacar  la  conversación  de  cosas  eno- 
josas o  que  puedan  molestar.  También 
se  suele  decir:  Peor  es  meneallo. 


Estar  de  arroz  y  gallo  muerto. 

Estar  convidado  a  un  banquete.  — 
V.  Arroz  y  gallo  tnuerto. 
Irse  comiendo,  o  jamando,  o  tragando,  uno  el 
arroz.— V.  Irse  comiendo,  etc.,  la  partida. 
Pesado  como  el  arroz. 

Aplícase  a  las  personas  y  a  las  cosas 
de  calidad  pesada  e  indigesta. 
Y  arroz  crudo,  para  el  diablo  rabudo,  o 
Y  arroz  de  munición,  para  el  diablo  ra- 
bón, o  Y  arroz  de  Calcuta,  para  el  dia- 
blo hijo  de  puta. 

Fórmulas  con  que  se  suele  terminar 
el  relato  de  los  cuentos  o  consejas. 
ARTE.  —  Con  arte  engañarás  al  que  anda 
con  arte.  —  V.  Herir  por  los  mismos 
filos,  o  Donde  las  dan  las  toman. 
Con  arte  y  engaño  se  vive  medio  año;  y  con 
engaño  y  arte,  la  otra  parte. 

Aforismo  truhanesco  que  indica  que 
usando  de  mañas,  astucias  y  picardías 
puede  pasarse  la  vida  cómodamente. 
El  arte  consiste  en  encubrir  el  arte. 

En  las  obras  de  ingenio  conviene  que 
no  se  descubra  la  trama  o  hilaza,  a  fin 
de  que  la  ficción  resulte  más  verosímil. 
Semejante  principio  se  hace  extensivo 
al  trato  social,  en  el  cual  es  asimismo 
conveniente  en  muchas  ocasiones  el  ser 
disimulado  sin  parecerlo. 
El  arte  de  hacer  fortuna. 

Medios,  por  lo  regular  no  muy  líci- 
tos, de  que  se  valen  algunas  personas 
para  medrar. 
El  arte  de  vivir  felizmente  consiste  en  sa- 
ber vivir. 

Allégase  a  esto:  Quien  de  este  mun- 
do quiera  gozar,  ha  de  oír,  ver  y  ca- 
llar.—  Callar  y  obrar  por  la  tierra  y  por 
la  mar.  —  Decir  a  todo  amén. —  Bailar  al 
son  que  se  toca. 
El  arte  músico  debe  más  al  carnero  que  al 
ruiseñor. 
El  primero,  aunque  no  alardea,  es 
más  útil,  puesto  que  da  la  tripa  para 
hacer  cuerdas. 
El  arte  y  el  uso  muestran  todo  el  saber. 
La  disposición  o  industria  para  hacer 
una  cosa,  junto  con  el  ejercicio  de  ella, 
acaba  por  hacer  maestros. 
Mal  juzga  del  arte  el  que  en  él  no  tiene 
parte. 

Reprende  a  los  seudocríticos  que  se 
meten  a  juzgar  lo  que  no  entienden. 


ARTERO 


ASADOR 


Más  vale  morir  según  arte,  que  no  vivir 
contra  arte. 

Cuéntase  de  un  médico  que,  al  ha- 
cerse cargo  de  un  enfermo  en  el  hospi- 
tal donde  asistía,  prescribió  al  practi- 
cante el  plan  que  había  de  observar 
con  respecto  al  paciente.  Bien  fuera  por 
mala  inteligencia,  bien  por  malicia,  el 
practicante  siguió  en  el  plan  curativo 
un  rumbo  diametralmente  opuesto  al 
trazado  por  el  doctor.  Como  observara 
éste  al  día  siguiente  una  mejoría  tan 
notable  cuanto  inesperada,  y  al  jactarse 
de  su  pretenso  acierto  en  aquella  oca- 
sión, le  cantara  de  plano  el  enfermero 
la  verdad  de  cuanto  había  ocurrido,  ex- 
clamó indignado:  «¡Animal,  más  valía 
que  se  hubiera  muerto  según  las  reglas 
que  dicta  la  Medicina,  que  no  que  viva 
habiéndolas  infringido!»  Ahora,  hágase 
la  aplicación. 
No  ser,  o  no  tener,  arte  ni  parte  en  alguna 
cosa. 

No  intervenir  ni  tener  nada  que  ver 
con  ella. 
Por  arte  de  birlibirloque. 

Nota   haberse  hecho  una   cosa  por 
medios  ocultos  y  extraordinarios. 
Por  arte  del  diablo. 

Por  vía  o  medio  que  parece  fuera  del 
orden  natural  o  común. 
Quien  con  arte  Jura,  con  arte  se  perjura. 

Advierte  que  el  que  no  jura  de  cora- 
zón una  cosa,  fácilmente  prepara  el  des- 
mentirse de  ella. 
Quien  tiene  arte  va  por  toda  parte. 

Es  cosa  sumamente  útil  saber  algún 
oficio  para  ganar  de  comer. 
l'irar  del  arte. 

Ejercitarse  en  el  oficio  de  la  pesca 
con  redes. 
Grandes  artes  demuestra   el  mucho   me- 
nester. 

La  necesidad  enseña  a  hacer  muchas 
cosas. 
ARTERO.  —  Artero,   artero,  mas  non 
buen  caballero,  o  Artero  y  mañero,  mas 
no  buen  caballero. 

Reprende  al  que,  blasonando  de  rec- 
titud, se  vale  de  doblez  y  malicia  para 
conseguir  engañar  a  otro. 
ARTICULO.  —  Formar,  o  hacer,  artículo 
de  alguna  cosa. 

Contradecirla  o  dificultar  su  ejecución. 


Creer  una  cosa  como  artículo  de  fe. 

Creerla  a  cierra  ojos  y  sin  discusión 
de  ningún  género. 
ARTÍFICE.  —  Cada  uno  es  artífice  de  su 
ventura,  o  de  su  fortuna. 

Denota  que,  por  lo  regular,  la  buena 
o  mala  posición  en  que  cada  uno  se 
halla  colocado,  se  la  debe  a  sí  propio 
más  bien  que  a  influjo  ajeno. 
ARTILLERÍA.  —  Asestar,  o  poner,  toda 
la  artillería. 

Apurar  todos  los  medios  para  conse- 
guir alguna  cosa. 
ARTILLERO.— Morir,  como  buen  artille- 
ro, al  pie  del  cañón. 

Morir  siendo  víctima  del  cumplimien- 
to de  su  deber. 
ARVEJA.—  No  valer  una  arveja. 

Ser  una  cosa  de  valor  casi  nulo,  alu- 
diendo a  la  semilla  de  dicha  planta. 
Sembrar  arvejas  delante  de  las  palomas. 
Dar  a  guardar  al  lobo  el  ganado. — En- 
comendar a  una  persona  el  cuidado  de 
una  cosa  que  se  sabe  no  ha  de  respetar. 
ARZOBISPO.— .4/  arzobispo  de  Santia- 
go, ballesta  y  báculo. 

cSi  son  leales  (los  gallegos),  su  histo- 
ria lo  cuenta  en  sus  sacrificios  por  doña 
Juana;  si  fueron  enteros,  los  arzobispos 
de  Santiago  lo  declararon,  dando  lugar 
al  refrán  que  decía  :  Al  arzobispo  de 
Santiago,  ballesta  y  báculo;  y  las  victo- 
rias del  Gran  Capitán  y  D.  Fernando 
de  Andrade,  que  apenas  mandaron  más 
soldados  para  vencer  a  los  heroicos  es- 
coceses de  Aubigny  que  asturianos  y  ga- 
llegos.» (El  Mundo  en  la  mano,  tomo  IV, 
pág.  815.) 
AS.  —  As  de  oros,  no  lo  jueguen  bobos,  o 
todos. 

Advierte  que  para  cualquier  empleo 
o  ejercicio,  por  fácil  que  parezca,  es  ne- 
cesario tener  inteligencia.  —  Alude  al 
punto  de  oros  en  el  juego  de  tresillo. 
ASA.  —  Ser  muy  del  asa. 

Ser  amigo  íntimo  de  otro,  o  de  su 
parcialidad. 
Tener  buenas  asas. 

Disponer  de  grandes  influencias;  es- 
tar muy  bien  recomendado.  En  lugar 
de  asas  se  emplea  también  aldabas. 
ASADOR.  —  Parece  que  come  asadores. 
Frase  familiar  que  se  aplica  al  que 
anda  muy  tieso,  sin  hacer  caso  de  nadie. 


ASADURA 


—  71   — 


ASENTADERAS 


También  se  suele  decir:  Parece  que  se  ha 
tragado  el  asador,  o  el  palo  del  molinillo. 
ASADURA.  —  Estáse  la  asadura  en  la 
espetera,  porqtie  el  gato  no  va  a  ella. 

Indica  que  una  persona  no  se  pierde 
o  se  pervierte,  no  por  falta  de  volun- 
tad ni  virtud,  sino  porque  no  hay  quien 
la  induzca  a  ello. 
ASAR.  —  Asarse  vivo. 
Tener  mucho  calor. 
Aún  no  asamos  y  ya  empringamos,  o  prin- 
gamos. 

Reprende  a  quien  antes  de  tiempo 
intenta  lograr  o  hacer  alguna  cosa,  no 
teniendo  todavía  derecho  para  ello. 
c-  Xo  asamos  y  ya  pringamos}  —  V.  Aún 

no  asamos  y  ya  pringamos. 
Otro  asará  lo  que  él  cazó. 

Dícese  de  aquel  que,  habiendo  co- 
menzado una  obra,  desmaya  a  lo  me- 
jor, dejando  que  otro  se  aproveche  de 
los  resultados. 
ASCENSIÓN.— En  la  Ascensión,  ni  sal- 
món ni  sermón. 

Manifiesta  que  es  poco  conveniente 
comer  esta  clase  de  pescado  en  tiempo 
caluroso,  como  lo  suele  ser  ya  el  mes 
de  mayo;  pasada  la  Cuaresma  y  la  Se- 
mana Santa,  pocas  ganas  suelen  quedar 
de  oír  sermones. 
Por  la  Ascensión  los  olivos  vuelven  las 
hojas. 

Refrán  usado  entre  los  olivareros 
para  expresar  el  cambio  de  color  que 
empieza  a  experimentar  la  hoja  del  oli- 
vo en  este  tiempo. 
Por  la  Ascensión  y  el  Corpus  se  moja  el 
hinojo. 

Indica  que  en  esas  festividades  o  en 
la  época  próxima  a  ellas,  se  riega  la 
planta  herbácea  que  se  llama  hinojo, 
que  es  aromática  y  se  usa  en  Medicina 
y  como  condimento. 
ASCO.  —  Estar  hecho  un  asco. 

Estar  una  cosa  o  persona  muy  sucia 
o  rota. 
Ser  un  asco  una  cosa.  —  V.  Estar  hecho 

un  asco. 
Hacer  ascos. 

No   querer    aceptar   una   cosa,   aun 
cuando  se  está  deseando. 
ASCUA. — Arrimar  uno  el  ascua  a  su  sar- 
dina. 

Denota  la  inclinación  que  todos  tene- 


mos a  defender  lo  que  nos  pertenece  o 
nos  acomoda. 
Estar  hecho,  o  parecer,  un  ascua  de  oro. 
Brillar,  lucir  o  resplandecer  mucho 
una  persona  o  cosa. 
Sacar  uno  el  ascua,  o  la  brasa,  con  la 
mano  del  gato,  o  con  mano  ajena. 

Valerse  de  otra  persona  para  la  eje- 
cución de  alguna  cosa  que  queremos 
llevar  a  efecto  sin  dar  la  cara,  aprove- 
chándonos de  las  consecuencias. 
Ser  un  ascua  de  oro.  —  V.  Estar  hecho,  o 

parecer,  un  ascua  de  oro. 
Como  quien  camina  sobre  ascuas. 

Eludir  una  cuestión,  tratándola  muy 
a  la  ligera  y  con  toda  rapidez. 
Estar  en  ascuas. 

Estar  impaciente,  molesto. 
Estar  sobre  ascuas. — V.  Estar  en  ascuas. 
Poner,  o  traer,  en  ascuas  a  alguno. 

Inquietar  a  una  persona  con  dichos 
o  hechos. 
ASEADA.  —  Dámela  aseada,  aunque  sea 
jorobada. 

Dícese  de  las  mujeres,  a  quienes  se 
puede  perdonar  algún  defecto  corporal, 
con  tal  que  posean  la  virtud  de  la  lim- 
pieza. 
La  aseada  de  Burguillos. 

Frase  proverbial  de  uso  común  en 
Andalucía,  con  la  cual  se  moteja  de 
desaseada  a  una  persona  que  se  jacta, 
por  el  contrario,  de  ser  primorosa. 

En  efecto,  cuéntase  allí  que  existió 
en  Burguillos,  pueblo  distante  tres  le- 
guas de  Sevilla,  cierta  mujer  que  se 
la  daba  de  muy  pulcra,  la  cual,  para 
cerciorarse  de  si  el  aceite  que  tenía 
puesto  a  la  lumbre  estaba  bien  caliente 
o  no,  apelaba  al  medio,  bastante  limpio 
por  cierto,  de  echar  en  la  cazuela  o 
sartén  un  escupitajo. 
ASEGURAR.  —  Quien  asegura,  dura. 

Recomienda  que  se  dé  firmeza  y  se- 
guridad a  aquellas  cosas  que  quieran 
preservarse  de  la  ruina. 
Quien  no  asegura,  no  prende. 

Indica  que  para  llevar  a  cabo  un  ne- 
gocio cualquiera,  deben  tomarse  todo 
género  de  precauciones  previas,  para 
no  verse  engañado. 
ASENTADERAS.  —  c-  Qué  tienen  que  ver 
las  asentaderas  con  las  témporas? 
Aplícase  cuando,  al  estar  hablando 


ASÍ 


—  72 


ASNO 


de  un  asunto  cualquiera,  interviene 
otra  persona  con  un  despropósito  que 
no  tiene  nada  que  ver  con  lo  que  se 
decía  o  era  objeto  de  la  conversación. 
ASÍ.  —  Así  me  quieren  más  de  cuatro. 

Contestación  que  se  suele  dar  a  quien 
echa  en  cara  nuestras  faltas  o  defec- 
tos, especialmente  cuando  éstos  son  de 
poca  importancia  y  la  admonición  es 
familiar  y  cariñosa.  También  se  suele 
decir  cuando  se  moteja  a  una  mujer  de 
poco  agraciada,  especialmente:  Así  me 
quieren  en  mi  casa. 
Así  o  asá,  o  Así  o  asado,  o  Así  que  asá, 
o  Así  que  asado. 

Empleados  con  los  verbos  tener,  dar 
o  ser,  significa  que  lo  mismo  importa 
una  cosa  de  una  manera  que  de  otra. 
Así  y  todo. 

A  pesar  de  eso;  aun  siendo  así;  sien- 
do ello  lo  que  es. 
No  hacerse,  o  suceder,  etc.,  alguna  cosa  así 
cono  así. 

No  hacerse  o  suceder  tan  fácilmente 
como  pudiera  creerlo  alguien. 
ASIENTO. — Estar,  o  quedarse,  de  asiento. 
Establecerse  en  algún  pueblo,  puesto 
o  paraje,  sin  intención  de  abandonarlo 
pronto. 
No  calentar  el  asiento. 

Estar  poco  tiempo  sentado  en  el  pa- 
raje adonde  se  va  de  visita  o  con  algún 
encargo  o  comisión.  —  Durar  poco  el 
empleo,  destino  o  puesto  que  se  tiene. 
No  servir  más  que  para  ocupar  un  asien- 
to y  desocupar  un  plato. 

Dícese  de  las  personas  que  son  de 
todo  punto  inútiles,  y  a  veces,  sobre 
inútiles,  gravosas. 
Pegársele  a  uno  el  asiento. — V.  Pegársele 
a  uno  la  silla. 
ASILO.  —  Aro  hay  mejor  asilo  que  el  que 
promete  la  casa  del  mismo  enemigo. 

Expresa  que  el  refugio  más  seguro 
es  aquél,  porque  a  nadie  se  le  ha  de 
ocurrir  ir  a  buscar  a  uno  en  el  paraje 
donde  corre  mayor  peligro. 
ASILLA.  —  Buscar  asillas  para  cosqui- 
llas. —  V.  Buscar  cinco,  o  tres,  pies  al 
gato. 
ASNA. —  Asna  coja,  más  habías  de  madru- 
gar. 

Reprende  a  los  torpes  o  desmañados, 
que  deben  tomarse  más  tiempo  para 


hacer  las  cosas  y  no  faltar  al  cumpli- 
miento de  su  obligación. 
Asna  con  pollino,  no  va  derecha  al  molino» 

Explica  que  no  puede  hacer  recta- 
mente las  cosas  quien  está  poseído  de 
alguna  pasión  o  afecto. 
¡Xo,  que  te  estregó,  asna  coja! —  V.  ¡Xo, 
que  te  estregó,  burra  de  mi  suegro! 
ASNAL.  —  Más  vale  una  asnal  que  ciento 
de  pardal. 

Preferible    es    ser   víctima   de    una 
acción  necia  que  no  de  cien  pilladas. 
ASNILLO.  —  El  asnillo  de  Aracena,  o  de 
Caracena,  que  mientras  más  andaba,  más 
ruin  era. 

Refrán  con  que  se  moteja  de  estú- 
pida a  alguna  persona  que,  en  vez  de 
aprender  o  adelantar  con  el  ejercicio 
de  alguna  profesión,  es  más  torpe  cada 
día  que  va  pasando. 
ASNO.  —  A  asno  jíojo,  o  lerdo,  o  modorro, 
o  tonto,  arriero  loco. 

Da  a  entender  que  para  los  que,  a 
título  de  tontos,  no  hacen  lo  que  deben, 
el  mejor  remedio  es  el  castigo. 
Acabársele  a  uno  el  asno. 

Manera  jocosa  de  decir  que  no  pudo 
uno  dar  feliz  remate  a  su  empresa,  por 
haberle  faltado  a  lo  mejor  los  elemen- 
tos con  que  para  ello  contaba. 

El  siguiente  cuento  de  Lope  de  Vega, 
que  obra  en  su  comedia  La  moza  de  cán- 
taro, amenizará  el  presente  artículo : 

«Allá  en  mi  lugar,  un  día 
un  muchacho  en  un  jumento 
llevaba  una  labradora; 
y  perdonad  que  iba  en  pelo. 

—  Hazte  allá,  que  le  maltratas  — , 
iba  la  madre  diciendo; 

y  tanto  hacia  atrás  se  hizo, 
que  dio  el  muchacho  en  el  suelo. 
Díjole:  — ¿Cómo  caíste? 
Y  él  disculpóse  diciendo: 

—  Madre,  acábaseme  el  asno.» 

Dícese  también:  Concluírsele  a  uno  el 
burro. -(Véase.) 

Al  asno  muerto,  la  cebaáa  al  rabo. 

Reprende  la  necedad  de  querer  apli- 
car remedio  a  las  cosas  cuando  la  oca- 
sión oportuna  ya  ha  pasado. 

Al  asno  por  lodo  el  diablo  le  aguije,  y  por 
el  polvo  haya  del  duelo. 

Alude  a  la  costumbre  de  estos  ani- 
malitos  de  no  querer  salir  de  su  paso, 
en  la  primera  circunstancia,  gustando 


ASNO 


—  73 


ASNO 


en  la  segunda  de  restrombizarse  o  re- 
volcarse, arrojando  carga,  jinete  o  lo 
que  lleven  sobre  el  lomo. 
Al  asno  y  al  mulo,  la  carga  al  culo. 

Enseña  que  al  cargar  a  estas  caballe- 
rías se  eche  el  mayor  peso  sobre  el 
cuarto  trasero,  que  es  donde  tienen 
más  resistencia,  y  por  lo  tanto,  reciben 
menos  daño. 
Andar  como  asno  de  gitano  con  azogue  en 
los  oídos. 

Caminar  muy  de  prisa,  moviéndose 
mucho  y  con  inquietud. 
Asno   cojo,   cuando  duda,    corre  con  el 
aguijón. 

Indica  que  a  la  persona  reacia  en  ha- 
cer una  cosa,  no  hay  como  obligarla  de 
mala  manera  para  que  la  lleve  a  cabo. 
Asno  cojo  y  hombre  rojo  y  el  demimo,  todo 
es  uno. 

Advierte  lo  poco  favorables  que  son 
estas  condiciones,  tanto  en  los  hombres 
como  en  los  animales. 
Asno  con  oro,  alcánzalo  todo. 

Demuestra  el  absoluto  poder  del  di- 
nero para  lograr  lo  que  se  quiere. 
Asno  de  Arcadia,  lleno  de  oro  y  come  paja. 
Reprende  a  los  que  siendo  ricos  se 
tratan  con  miseria. 
Asno  de  muchos,  lobos  lo  comen. 

Cosa  al   cuidado  de  muchos   no   la 
cuida  ninguno,  por  aquello  de  unos  por 
otros  y  la  casa  sin  barrer. 
Asno  lerdo,  tú  dirás  lo  tuyo  y  después  lo 
ajeno. 

Advierte  que  los  necios  no  saben 
callar  nada,  sea  propio  o  ajeno,  favora- 
ble o  adverso. 
Asno  malo,  cabe  casa  aguija  sin  palo. 

Zahiere  a  los  malos  trabajadores,  que 
sólo  se  dan  prisa  a  trabajar  cuando  ya 
se  va  acabando  la  tarea,  para  descan- 
sar más  pronto. 
Asno  que  entra  en  dehesa  ajena,  volverá 
cargado  de  leña. 

Ninguno  debe  entrar  en  sitio  vedado, 
si  no  quiere  exponerse  a  que  le  den  de 
palos  o  alguna  cosa  peor. 
Asno  sea  quien  a  asno  batea. 

Reprende  a  las  personas  que  ocupan 
o  dan  empleos  a  quienes  son  incapaces 
de  desempeñarlos. 
Asno  sea  quien  a  asno  vocea. 

Moteja  a  quien  pierde  su  tiempo  pre- 


tendiendo hacer  entrar  en  razón  a  per- 
sonas rústicas  e  idiotas. 
Asno  se  es  de  la  cuna  a  la  mortaja. 

La  mayor  parte  de  las  acciones  del 
hombre  durante  toda  su  vida  son  un 
tejido  de  necedades. 
A  trueco  de  pacer,  quiere  el  asno  pade- 
cer. —  V.  Para  merecer  es  necesario  pa- 
decer. 
A  un  asno  bástale  una  albarda. 

Enseña  que  no  debe  concederse  a 
nadie  más  de  lo  que  justamente  se  me- 
rezca. 
Beber  como  el  asno. 
Beber  a  morro. 
Bien  sabe  el  asno  en  cuya  casa,  o  cara, 
rebuzna. 

La  demasiada  familiaridad  o  la  tole- 
rancia excesiva  suelen  dar  motivo  a  lla- 
nezas o  a  excesos  inconvenientes. 
Burlaos  con  el  asno;  daros  ha  en  la  bar- 
ba, o  en  la  cara,  con  el  rabo. 

Enseña  que  no  deben  gastarse  chan- 
zas con  gente  de  limitada  capacidad  o 
de  descuidada  educación. 
Cada  asno  con  su  tamaño. 

Enseña  que  cada  uno  debe  juntarse 
con  personas  de  su  misma  esfera.  — 
V.  Cada  oveja  con  su  pareja. 
Caer  de  su  asno. 

Conocer  que   ha  errado  en    alguna 
cosa  el  mismo  que  la  sostenía  y  defen- 
día como  acertada. 
Cinchar  a  alguno  como  a  un  asno. 

Darle  mal  tratamiento. 
Con  que  muera  el  asno,  o  en  la  mturte  del 
asno,  no  pierde  nada  el  lobo. 

Indica  que  la  muerte  de  la  persona 
que  no  nos  favorece  en  nada  no  debe 
preocuparnos.  También  expresa  que  el 
fallecimiento  del  necio  no  importa  al 
sabio,  puesto  que  no  le  hacía  sombra. 
Ctiando  todos  te  dijereti  que  eres  asno,  re- 
buzna. 

Enseña  que  para  disfrutar  de  paz  y 
sosiego  en  sociedad,  no  hay  cosa  mejor 
que  seguir  a  cada  uno  su  respectiva 
genialidad,  adhiriéndose  a  su  opinión 
y  condescendiendo  en  lo  posible  con 
sus  exigencias. 
Dadle  al  asno. 

Recomienda  el  castigo  para  este  gé- 
nero de  animales,  como  único  medio 
de  que  obedezcan. 


ASNO 


74 


ASNO 


De  do  vino  el  asno  vendrá  el  albarda. 

Denota  que  nunca  faltan  trazas  para 
acabar  de  conseguir  lo  que  en  su  prin- 
cipio está  ya  logrado. 

Del  asno  no  se  ha  sino  coces  y  traques.  — 
V.  Burlaos  con  el  asno;  daros  ha  en  la 
barba,  o  en  la  cara,  con  el  rabo. 

Dentro  está  el  asno. 

Frase  con  que  se  zahiere  a  las  per- 
sonas que,  mostrando  un  exterior  de 
sabiduría,  encubren  una  inepcia  ab- 
soluta. 

Dijo  el  asno  a  las  coles :  Pax  vobis. 

Refrán  con  que  se  significa  cuan  na- 
tural es  que  se  alegre  cualquiera  al  en- 
contrarse con  cosa  que  es  de  su  gusto 
y  particular  afición. 

Dijo  el  asno  al  mulo  :  Tira  allá,  oreju- 
do. —  V.  Dijo  la  sartén  al  cazo :  Quita 
allá,  que  me  tiznas. 

Dos  sobre  un  asno,  señal  de  buen  año. 

Cuando  alguien  da  abasto  a  más  tra- 
bajo del  regular  sin  resentirse,  o  cum- 
ple desahogadamente  con  sus  compro- 
misos, es  prueba  de  que  tiene  fuerza 
y  resistencia  suficiente  para  ello. 

El  asno  cargado  de  reliquias. 

Dictado  con  que  se  moteja  a  los  inep- 
tos que  ostentan  condecoraciones,  cru- 
ces, bandas,  etc.,  sin  haber  contraído 
méritos  para  ello. 

El  asno  de  la  comunidad  es  siempre  la 
peor  bestia.  —  V.  El  asno  del  común  es 
el  peor  tratado. 

El  asno  del  común  es  el  peor  tratado. 

Denota  que  nadie  cuida  de  lo  que 
está  a  cargo  de  muchos.  —  V.  Asno  de 
muchos,  lobos  lo  comen. 

El  asno  hijo  de  asno  ha  de  rebuznar. — 
V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 

El  asno  para  el  polvo,  el  rocín  para  el  lodo 
y  el  macho  para  todo. 

Dícese  de  aquellas  personas  que,  aun- 
que a  disgusto,  tienen  que  cargar  con 
lo  que  los  demás  no  quieren  hacer,  por 
ser  demasiado  pesado  o  molesto. 

El  asno  que  no  está  hecho  a  la  albarda, 
muerde  la  aiafarra. 

Da  a  entender  lo  mal  que  llevan  las 
incomodidades  los  que  no  están  acos- 
tumbrados a  ellas. 

El  asno  sufre  la  carga  y  no  la  sobrecar- 
ga.— V.  La  sobrecarga  mata,  que  no  la 
carga. 


El  asno  y  el  buey  conocen  su  pesebre  y  a 
su  amo. 

Dícese  de  las  personas  que  no  saben 
ni  se  preocupan  más  que  de  lo  que  les 
interesa. 

El  asno  y  la  mzijer,  a  palos  se  han  de 
vencer. 

Teniendo  las  mujeres  fama  de  tercas, 
a  semejanza  del  asno,  pretende  el  igno- 
rado autor  de  este  bárbaro  refrán  que 
sean  tratadas  de  la  misma  manera,  es 
decir,  con  la  vara. 

El  que  asno  fué  a  Roma,  asno  se  torna. 
Denota  que  el  que  por  naturaleza  es 
torpe  y  rudo,  pierde  el  tiempo  estu- 
diando fuera  o  dentro  de  su  patria,  pues 
rudo  y  torpe  permanecerá. 

Ése  es  asno  de  natura,  que  no  entiende  su 
escritura. 

Contra  los  que  no  pueden  leer  lo  que 
ellos  mismos  han  escrito,  a  causa  de  lo 
confuso  e  irregular  de  la  letra. 

Estar  el  asno  enalbardado. 

Hallarse  agitados  los  ánimos. 
« ...y  se  dé  noticia  de  todo,  por  que 
cada  uno  calle  su  boca,  porque  el  asno 
está  enalbardado.  Dígolo,  señor,  por  las 
chismerías  de  esa  honrada  villa.»  (Car- 
ta que  escribió  Antón  Gómez,  notario 
de  Ávila,  a  la  villa  de  La  Guardia,  cuan- 
do, concluidas  las  causas  de  los  reos 
en  aquel  Tribunal,  remitió  la  sentencia 
de  Benito  García  de  las  Mesuras,  copia- 
da en  la  Historia  del  martirio  del  Santo 
Niño  de  La  Guardia,  págs.  136-139.) 

Los  requiebros  del  asno,  del  hocico  al 
rabo. 

Enseña  cómo  de  personas  ignoran- 
tes y  rústicas  sólo  puede  esperarse  un 
comportamiento  zafio  y  grosero,  aun 
cuando  quieran  hacer  un  agasajo. 

Más  quiero  asno  que  me  lleve,  que  caballo 
que  me  derrueque. 

Mejor  es  contentarse  con  un  media- 
no estado  seguro,  que  aspirar  al  peli- 
gro de  los  grandes  puestos. 

Alas  vale  asno  ser,  que  cotí  asno  conten- 
der. —  V.  El  mayor  mal  de  los  males  es 
tratar  con  animales. 

Más  vale  con  mal  asno  el  hombre  conten- 
der, que  solo  y  cargado  el  haz  a  cuestas 
traer. 

Nos  enseña  a  llevar  con  paciencia  el 
que    nos    hagan   mal    una   cosa,    pues 


ASNO 


75  — 


ASNO 


siempre  es  mejor  que  si  tenemos  que 
hacerla  nosotros  mismos. 

Más  vale  ruin  asno  que  ser  asno. 

Da  a  entender  que  más  vale  tener 
quien  le  sirva  a  uno,  por  malo  y  des- 
preciable que  sea  el  servidor,  que  no 
verse  obligado  a  servirse  a  sí  propio. 

Ni  asno  rebuznador,  ?ii  hombre  rallador . 
Denota  la  mala  cualidad  que  es   en 
el  hombre  el  ser  hablador,  como  lo  mo- 
lesto que  es  el  burro  que  siempre  está 
rebuznando. 

No  compres  asno  de  recuero,  ni  te  cases 
con  hija  de  mesonero. 

Tan  expuesto  está  a  ser  engañado  el 
que  compra  caballería  que  vende  un 
arriero,  como  el  que  se  casa  con  la  hija 
de  un  mesonero. 

No  llevarán  el  asno  al  agua  si  no  tiene 
gana.  —  V.  No  se  hará  beber  a  un  asno 
si  no  tiene  sed. 

No  mea  el  asno  tan  hotido  que  no  sale  a 
somo. 

Enseña  que  por  muy  secretamente 
que  se  quieran  cometer  las  malas  ac- 
ciones, nunca  dejan  de  ser  descubier- 
tas y  conocidas. 

No  por  el  asno,  sino  por  la  diosa. 

Indica  que  cuando  se  respeta  o  acata 
a  una  persona  baja  o  indigna,  no  se  hace 
por  ella,  sino  porque  detrás  hay  alguien 
que  es  quien  verdaderamente  nos  me- 
rece el  respeto. 

No  pueden  al  asno,  vue'lvense  al  albarda. — 
V.  Quien  no  puede  dar  en  el  asno,  da  en 
la  albarda. 

No  se  hará  beber  a  un  asno  si  no  tiene  sed. 
Denota  que  todas  las  cosas   deben 
hacerse  en  tiempo  y  sazón  para  que 
den  buen  resultado,  no  violentando  im- 
prudentemente a  la  naturaleza. 

No  se  hizo  la  miel  para  la  boca  del  asno. 
Las  cosas   delicadas  o  primorosas, 
únicamente   lo  son  para   quien  tiene 
discernimiento  y  gusto  para  conocer- 
las y  apreciarlas. 

No  ver  tres,  o  siete,  sobre  un  asno. 

Pondérase  la  cortedad  de  vista  de 
una  persona. 

O  morirá  el  asno,  o  quien  lo  aguija. — 
V.  En  diez  años  de  plazo  que  tenemos,  ¿el 
rey,  el  asno  o  yo,  no  moriremos} 

;  Oxte,  mi  asno! 

Manera  algo  insultante  de  hacer  ca- 


llar al  que  no  hace  más  que  decir  ton- 
terías y  necedades. 

Parecerse  al  asno  de  Buridán. 

Permanecer  dudoso  entre  dos  parti- 
dos, sin  saber  por  cuál  decidirse. 

Por  dar  en  el  asno,  dar  en  la  albarda. 
Se  aplica  a  los  que  truecan  y  confun- 
den las  cosas,  sin  acertar  en  lo  que 
hacen. 

Que  quiera  que  no  quiera,  el  asno  ha  de  ir 
a  la  feria. 

Denota  lo  imposible  que  es  resistir- 
se cuando  hay  una  fuerza  mayor  que 
obliga. 

Quien  al  asno  alaba,  tal  hijo  le  nazca. 
Conminación  dirigida  a  los    tontos 
que  admiran  y  elogian  a  otros  tan  ton- 
tos o  más  que  ellos. 

Quien  mucho  habla  y  poco  entiende,  por 
asno  lo  venden  en  San  Vicente. 

La  persona  muy  locuaz,  pero  vacía 
de  ciencia,  es  conocida  pronto  de  to- 
dos y  reputada  como  el  animal  citado. 

Quien  no,  puede  dar  en  el  asno,  da  en  la 
albarda. 

Dícese  de  los  que  no  pudiendo  ven- 
garse de  la  misma  persona  que  los 
ofendió,  descargan  su  saña  contra  aque- 
llo que  le  toca  de  cerca. 

Quien  pierde  el  asno  y  halla  la  albarda, 
eso  gana. 

Exhorta  a  consolarnos  en  las  pérdi- 
das de  las  cosas  de  esta  vida,  cuando 
el  hallazgo  de  otras  subsana  en  cierto 
modo  la  falta  de  aquéllas,  o  bien  cuan- 
do, pudiendo  haber  sido  mayores,  no 
lo  son. 

Ser  un  asno  de  Misia. 
Ser  quebrado. 

Si  cantas  al  asno,  te  responderá  a  co- 
ces. —  V.  No  se  debe  echar  margaritas  a 
puercos. 

Tanto  entiende  de  eso  como  el  asno  de  la 
vihuela. 

Frase  que  se  usa  cuando  delante  de 
un  ignorante  se  habla  de  cosas  que  por 
demasiado  sutiles  no  están  a  su  alcan- 
ce, manifestando  que  semejante  proce- 
der es  tan  inútil  como  lo  sería  el  pre- 
tender dar  lecciones  de  guitarra  a  una 
bestia. 

Un  asno  cargado  de  oro,  no  por  eso  deja 
de  rebuznar. — V.  Aunque  la  mona  se  vis- 
ta de  seda,  mona  se  queda. 


ASOMBRO 


—  76  — 


ASUNCIÓN 


Un  asno  cargado  de  oro  sube  ligero  por 
una  montaña. 

Significa   el   poderío   absoluto    que 
ejercen  las  riquezas. 
Un  asno  cubierto  de  oro  parece  mejor  que 
un  caballo  enalbardado. 

Denota  que  un  rico,  por  necio  que 
sea,  es  siempre  mejor  mirado  que  un 
sabio  pobre. 
Un  asno  entre  muchas  monas,  co'canle  todas. 
Indica  que  el  necio  es  víctima  de  las 
sátiras  de  las  personas  burlonas. 
Uno  piensa  el  asno,  y  otro  el  albarda. 
Expresa  la  notable  diferencia   que 
existe  entre  lo  que  se  piensa  y  lo  que 
suele  resultar. 
Voces  de  asno  no  llegan  al  cielo.  —  V.  Re- 
buznos de  burro  y  maldición  de  puta  vie- 
ja, no  llegan  al  cielo. 
Volviósele  al  asno  el  albarda  a  la  barriga. 
Dícese  de  los  que  les  salen  los  asun- 
tos al  revés  de  como  los  esperaban. 
Beber,  y  perder  asnos. 

Aplícase  al  que  ha  emprendido  un 
negocio  con  mal  éxito,  por  alusión  a 
los  feriantes  que  malbaratan  el  ganado 
que  llevan  a  vender  al  mercado. 
Los  asnos  se  conocen  por  la  albarda.  — 
V.  Por  la  facha,  y  por  el  traje  se  conoce 
al  personaje. 
Los  asnos  se  llevan  los  benejicios,  y  los  ca- 
ballos se  revientan  para  alcanzarlos. 

Significa  que  en  todos  los  estados  y 
clases  sociales,  sin  distinción  de  ningu- 
na especie,  es  lo  más  común  el  ver  pre- 
miada la  ignorancia  atrevida  y  poster- 
gado el  verdadero  mérito. 
Los  asnos  viejos,  rebuznan  viendo  el  prado 
desde  lejos. 

Denota  que  las  edades  seniles  son 
las  que  más  pronto  se  enardecen  en 
sus  deseos. 
•Si"  iodos  los  asnos  trajeran  albardas,  ¡qué 
buen  oficio  era  el  de  los  albarderos! 

Como  es  costumbre  llamar  asno  o 
burro  a  la  persona  ignorante,  necia,  in- 
fatuada o  sin  educación...,  apliqúese  el 
refrán,  ya  que  él  se  explica  por  sí  solo, 
sin  necesidad  de  comentario. 
ASOMBRO.  —  Ni  por  asombro.  — V.  Ni 
por  asomo,  o  Ni  por  pienso,  o  Ni  por  so- 
ñación. 
ASOMO.— Ni  por  asomo. 

De  ningún  modo;  por  ninguna  forma. 


ASPERGES.—  Quedarse  asperges. 

Quedarse  uno  sin  lo  que  esperaba,  o 
sin  comprender  alguna  cosa. 
ÁSPERO.— Más  áspero  que  un  cardo.  Al- 
gunos dicen:  que  un  cardo  setero. 

Dícese  de  la  persona  que  es  poco 
amable,  y  habla,  contesta  o  trata  de 
manera  desabrida  y  brusca. 
Más  áspero  que  un  erizo. 

Dícese   de   la   persona   de   carácter 
agrio,  seco  y  atrabiliario. 
Más  áspero  y  helado  que  los  montes  Pi- 
rineos. 

Dícese  de  la  persona  por  todo  extre-  • 
mo  insensible. 
ASTA.— Darse  de  las  astas. 

Batallar  hasta  estrecharse  y  mezclar- 
se unos  con  otros.  —  Repuntarse  dos  o 
más  en  la  conversación,  diciéndose  pa- 
labras picantes.  —  Argüir  con  demasia- 
da tenacidad  para  sostener  cada  uno 
su  opinión. 
Dejar  a  uno  en  las  astas,  o  en  los  cuernos^ 
del  toro. 

Dejarlo  abandonado  en  la  ocasión 
más  perentoria  o  comprometida. 
ASTILLA.  —  No  hay  peor  astilla  que  la 
del  mismo  palo,  o  de  la  misma  madera. — 
V.  ;  Quien  es  tu  enemigo? — El  de  tu  ojicio, 
o  No  hay  peor  cuña  que  la  de  la  misma 
madera. 
Sacar  astilla. 

Conseguir  algo   a    fuerza   de   pedir. 
También  se  dice:  Sacar  raja. 
ASTILLERO.  —  Estar  en  astillero. 

Ocupar  un  puesto,  dignidad  o   em- 
pleo de  importancia.  —  Ser  el  favorito. 
ASTUCIA. —  Astucia  de  raposa  y  rudeza 
de  buey  no  son  dignas  de  alabanza. 

Las  malas  cualidades  propias  de  un 
individuo  no  merecen  encomio. 
La  astucia  domina  a  la  fuerza. — V.  Más 
vale  maña  que  fuerza. 
ASTURIANO.— Asturiano  ni  mulo,  nin- 
guno. 

Indica  que  todos  los  de  esa  región 
cantábrica  son  falsos,  al  igual  de  la  ca- 
ballería citada.  Téngase  en  cuenta  lo 
que  decimos  en  la  explicación  de  Adra- 
da de  Pirón.  (Véase.) 
ASUNCIÓN. —  Por  la  Asunción  siembra 
el  melo'n. 

Práctica  harto  conocida  de  los  labra- 
dores y  cuya  explicación  huelga. 


ATADERO 


—  77   — 


ATRÁS 


ATADERO.  —  No  tener  atadero. 

Se  dice  de  las  personas  que  tienen 
poca  formalidad. — Refiriéndose  a  cosas 
expresa  falta  de  orden  y  concierto. 
ATAFEA. —  Uno  muere  de  atafea  y  otro 
la  desea. 

Denota  que  muchas  veces  procura- 
mos  satisfacer  nuestros    apetitos,   sin 
escarmentar  en  los  daños  que  de  ellos 
han  resultado  a  otros. 
ATAJO.—  Echar  por  el  atajo. 

Tomar  una  resolución  súbita  y  gene- 
ralmente inesperada. 
No  hay  atajo  sin  trabajo.  Algunos  aña- 
den :  ni  rodeo  sin  recreo. 

No  se  puede  conseguir  en  poco  tiem- 
po lo  que  se  quiere  sin  hacer  un  esfuer- 
zo o  sacrificio. 
Salir  al  atajo. 

Interrumpir  la  conversación  a  alguno. 
Si  hallas  un  atajo,  dale  al  camino  un  tajo. 
Recomienda  que  se  busque  el  cami- 
no más  corto  para  resolver  un  asunto, 
siempre  que  esto  sea  factible.  Es  una 
consecuencia  de  que  la  línea  recta  es 
la  menor  distancia  existente  entre  dos 
puntos. 
ATAR.  —  Al  atar  de  los  trapos. 

Al  finalizar  un  asunto,  al  tener  que 
rendir  cuentas,  etc. 
Atar  corto  a  uno. 

Reprimirlo,  sujetarlo. 
¡Hermoso  atar  de  rocín!...  (Y  atábalo  por 
la  cola.) 

Reconviénese  al  que  hace  o  dice  cual- 
quier cosa  fuera  de  propósito. 
Mira  qué  ates,  que  desates. 

Recomienda  no  se  acometa  empresa 
alguna  sin  calcular  antes  las  consecuen- 
cias que  puedan  sobrevenir. 
No  atar  ni  desatar. 

Hablar  sin  concierto. — No  resolver 
ni  determinar  nada  en  ningún  sentido; 
permanecer  neutral. 
Quien  bien  ata,  bien  desata. 

El  que  toma  sus  precauciones  antes 
de  acometer  una  empresa,  dará  al  cabo 
buena  cuenta  de  ella. 
ATENCIÓN.  —  ¡Atención,  noble  audito- 
rio, que  la  bandurria  he  templado! 

Empléase  jocosamente  cuando  en  una 
reunión  de  confianza  se  pretende  re- 
cabar la  atención  de  los  circunstantes, 
aludiendo  al  modo  de  empezar  Triarte 


su  fábula  XLIII,  intitulada  La  música 
de  los  animales. 

ATESTAR.  —  Ir,  o  salir,  o  venir,  ates- 
tando. 

Frase  con  que  se  denota  el  enfado  de 
alguna  persona,  manifestándolo  por  me- 
dio de  maldiciones,  amenazas  u  otras 
expresiones  de  enojo. 

ATIZADOR.— Atizador,  no  atices  el  fue- 
go con  la  espada. 

Adagio  tomado  de  uno  de  los  precep- 
tos de  Pitágoras,  con  que  se  advierte 
que  al  que  está  enojado  no  se  le  debe 
dar  nueva  ocasión  y  motivo  para  que 
se  irrite  y  ensañe  más. 

ATIZAR.  —  ¡Atiza,  que  soy  de  Ariza!,  o 
¡Atiza,  longaniza!  —  V.  ¡Aprieta,  res- 
friado! 

ATMÓSFERA.  —  Crear,  o  hacer,  atmós- 
fera. 

Preparar  el  terreno  o  los  ánimos  con 
anticipación  para  que  sea  una  persona 
o  cosa  bien  o  mal  recibida.  Casi  siem- 
pre suele  emplearse  en  el  primer  sen- 
tido. 

ATOLLADERO.— Salir  del  atolladero. 
Escapar,  generalmente  con  bien,  de 
un  mal  paso. — V.  Salir  del  barranco. 

ÁTOMO.—  En  un  átomo. 

En  la  cosa  más  mínima  o  pequeña. — 
En  el   más  breve  espacio  de  tiempo 
imaginable;  en  un  instante. 
No  errarse  en  un  átomo.  —  V.  Errar  en 

un  ARDITE. 

ATRÁS.  —  Atrás  viene  quien  las  endereza. 
Frase  famosa  con  que  se  suele  pre- 
venir o  amenazar  a  alguno  que  no  pa- 
sará mucho  tiempo  sin  que  se  corrijan 
los  abusos  que  se  están  deplorando. 
Caminar  para  atrás,  como  el  cangrejo. 

Retroceder  en  una  empresa. 
Echado  para  atrás. 

Aplícase  a  toda  persona  vana  y  orgu- 
llosa.  Aunque  parezca  antinómico,  la 
misma  significación  tiene  la  frase  Echa- 
do para  adelante. 
El  que  venga  atrás,  que  arree. 

Da  a  entender  el  poco  cuidado  que 
se  le  da  a  uno  por  lo  que  pudiere  sobre- 
venir, dejando  al  cargo  de  otro  la  reso- 
lución de  aquello  de  que  se  trate. 
Hacia  atrás. 

Al  revés  o  al  contrario  de  lo  que  se 
dice. 


ATRAVESAR 


-  78  - 


AUTO 


ATRAVESAR.  —  No  poder  atravesar  a 
una  persona  o  cosa. 

Desagradar,  ser  antipática,  molestar 
su  presencia,  conversación,  etc.  Se  em- 
plea más  con  las  personas  que  con  las 
cosas. — Es  equivalente  de  no  poder  tra- 
garla, tenerla  atravesada,  o  sentada,  en 
la  boca  del  estómago. 
ATÚN.  —  El  atún,  para  la  gente  común. 

Se  da  a  entender  en  Andalucía  que 
el  atún,  como  pescado  ordinario  y  ba- 
rato, es  manjar  más  propio  de  gente 
pobre  que  de  personas  acomodadas. 
Tr  por  atún  y  ver  al  duque. 

Aplícase  al  que  hace  alguna  cosa  con 
doble  intención. 
ATURAR. — El  que  a  cuarenta  no  atura  y  a 
cincuenta  no  adivina,  a  sesenta  desatina. 
Se  reprende  a  los  que  llegan  a  la 
edad  madura  )r  aun  a  la  vejez  sin  tener 
asiento  en  sus  juicios  ni  cordura  en  su 
proceder. 
ATUTÍA.  —  No  hay  atutía. 

Ser  en  balde  lo  que  se  haga;  no  tener 
remedio.  —  V.  No  hay  tütía. 
AUDAZ.  —  A  los  audaces  la  fortwia  les 
ayuda.  —  V.  Quien  no  se  aventura  fio 
pasa  la  mar. 
AURORA.  —  Aurora  rubia,  o  viento  o  llu- 
via.— V.  Arreboles  al  amanecer,  agua 
o  viento  al  anochecer. 
AUSENCIA.  —  Ausencia,    enemiga   de 
amor,  cuan  lejos  de  ojos,  tan  lejos  de  co- 
razón. 

Denota  que  con  la  ausencia  se  olvi- 
da frecuentemente  lo  que  es  amado. — 
V.  Ausenxias  causan  olvido. 
Brillar  por  su  ausencia. 

Hacerse  sumamente  reparable  la  fal- 
ta de  una  persona  o  cosa  en  alguna 
concurrencia  o  lugar,  atendido  al  mé- 
rito que  respectivamente  entrañen  una 
u  otra. 
La  ausencia  es  aire  que  apaga  el  fuego 
chico  y  aviva  el  grande. 

Indica  que  cuando  el  amor  es  ver- 
dadero se  aumenta  con  la  separación, 
al  contrario  de  lo  que  ocurre  con  el 
capricho  pasajero,  que  se  extingue  por 
igual  circunstancia. 
La  ausencia  es  al  amor  lo  que  al  fuego 
el  aire :  que  apaga  el  pequeño  y  aviva  el 
grande. 

Bello  como  exacto  símil,  con  cuya 


idea  se  identifica  San  Francisco  de  Sa- 
les cuando,  en  su  Introducción  a  la  vida 
devota,  exclama:  «La  ausencia  disminu- 
ye las  pasiones  suaves  y  aumenta  las 
grandes,  como  el  viento,  que  apaga  las 
velas  y  enciende  el  fuego.» 
La  ausencia  es  madre  de  desengaños. 
Refrán  consecuencia  del  que  dice: 
Ausencias  causan  olvido.   (Véase.)  En 
efecto,  no  se  puede  dar  mayor  desen- 
gaño para  una  persona  amante  que  el 
de  verse  olvidada  por  el  ser  amado. 
Le  prometo  mi  ausencia. 

Frase   familiar   con   que    se  denota 
repulsión  y.  desvío  a  ejecutar  alguna 
cosa. 
No  hay  ausencia  que  mate,  ni  dolor  que 
consuma. 

Alude  a  que  por  mucha  que  sea  la 
pena  que   produzca  la  separación  de 
una  persona,  no  llega  hasta  el  punto  de 
ocasionar  la  muerte. 
Ausencias  causan  olvido. 

Denota  que  la  separación  de  los  que 
se  aman  suele  traer  por  consecuencia 
el  no  acordarse  el  uno  del  otro. — 
V.  Ausencia,  enemiga  de  amor,  cuan  le- 
jos de  ojos,  tan  lejos  de  corazón. 
AUSENTE.  —  El  que  está  ausente,  siem- 
pre quiere  qtie  le  cuenten. 

Expresa  el  deseo  que  tiene,  todo  el 
que  no  está  presente,  de  saber  de  los 
suyos. 
Ni  ausente  sin  culpa,  ni  presente  sin  dis- 
culpa. 

Indica  que  la  persona  que  compare- 
ce, siempre  halla  una  atenuación  para 
su  falta;  en  cambio,  el  que  no  lo  hace, 
queda  siempre  bajo  el  peso  de  la  acu- 
sación. 
Quien  está  ausente,  todos  los  males  tiene 
y  teme. 

Alude  a  los  peligros  que  amenazan  al 
que  no  se  encuentra  en  el  país  donde 
nació. 
Nunca  los  ausentes  se  hallaron  justos. 
Variante  con  igual  significado  de:  Ni 
ausente  sin  culpa,  ni  presente  sin  discul- 
pa. (Véase.) 
AUTO.  —  Auto  en  favor. 
Con  tanta  más  razón. 
Estar,  o  ir,  cosido  a  los  autos. 

Dícese  de  la  persona  que  nunca  se 
separa  de  otra  determinada. 


AUTOR 


—  79  — 


AVE 


Estar  en  autos,  o  en  los  autos. 

Estar  enterado  de  alguna  cosa. 
Potier  en  autos  a  alguna  persona. 

Exponerle  los  antecedentes  alusivos 
a  la  materia  de  que  se  trata,  para  que 
por  ellos  pueda  venir  mejor  en  conoci- 
miento del  asunto  y  juzgar  con  el  debi- 
do acuerdo.  Úsase  más  como  reflexivo, 
o  séase  en  la  forma  ponerse  en  autos, 
por  adquirir  uno  por  sí  mismo,  o  va- 
liéndose de  auxilio  extraño,  dichos  an- 
tecedentes a  los  fines  indicados. 
AUTOR.  —  Autor  tonto,  admirador  necio. 

Da  a  entender  que  nunca  falta  al 
que  escribe,  inventa  o  dice  necedades, 
quien  le  aplauda.  Es,  en  cierto  modo,  lo 
que  Boileau  expresó  para  terminar  el 
primer  canto  de  su  Art  poétique :  Unsot 
trouve  toujours  un  plus  sot  qui  V admire, 
AUTORIDAD.  —  Pasado  en  autoridad 
de  cosa  juzgada. 

Locución  forense.  Se  dice  de  lo  que 
está  ejecutoriado.  En  sentido  figurado 
se  aplica  a  cualquiera  cosa  que  ya  se 
supone,  o  que  está  comúnmente  reci- 
bida, por  lo  cual  es  inútil  descender  a 
nuevos  comentarios  respecto  de  ella. 
AVARICIA. — Contra  avaricia,  largueza. 

Refrán  que,  además  de  su  sentido 
recto,  tiene  el  jocoso  con  que  se  mani- 
fiesta a  una  persona  que  se  largue  o  se 
quite  de  delante. 
La  avaricia  es  la  única  pasión  que  nunca 
llega  a  vieja. 

En  efecto,  mientras  las  pasiones  to- 
das cesan  o  se  amortiguan  con  la  edad, 
el  amor  al  dinero  va  constantemente 
creciendo. 
La  avaricia  rompe  el  saco. 

Enseña  que  el  que  quiere  conseguir 
demasiado  o  más  de  lo  justo,  suele  per- 
derlo todo. 
Xo  hay  avaricia  sin  pena. 

Frase  con  que  se  significa  que  el  que 
está  poseído  de  esta  baja  pasión,    no 
tiene  un  momento  de  tranquilidad  y 
sosiego. 
Pedir  más  es  avaricia. 

Pondera  la  abundancia  de  algo  inútil, 
molesto  o  perjudicial  que  sobreviene. 
Dícese  irónicamente. 
AVARIENTO.  —  El  avariento,  do  tiene 
el  tesoro  tiene  el  entendimiento. 

Da  a  entender  que  los  avarientos, 


por  el  gran  apego  que  tienen  al  dinero, 
no  piensan  constantemente   más  que 
en  él. 
El  avariento  rico,  no  tiene  pariente  ni 
amigo. 

Expresa  que  el  avariento  no  tiene 

compasión  de  las  necesidades  ajenas. 

El  avariento  siempre  padece  necesidades. 

Y  lo  peor  es  que  es  por  su  gusto; 

pues  por  no  gastar,  prefiere  prescindir 

hasta  de  lo  indispensable. 

No  le  pidas  nunca  a  un  avariento,  porque 

es  más  pobre  que  tú. 

Como  el  avaro  no  hace  más  que  guar- 
dar, sin  atreverse  a  hacer  gasto  alguno 
por  no  mermar  su  tesoro,  es  forzosa- 
mente más  pobre  que  el  que  no  posee 
nada,  pues  aquél  tiene  y  no  gasta,  y  éste 
no  gasta  porque  no  tiene. 
Piensa  el  avariento  que  gasta  por  uno,  y 
gasta  por  ciento. 

Advierte    que    el    excesivo   ahorro,, 
cuando    se    hace    intempestivamente, 
suele  ocasionar  mayores  gastos. 
AVARO. —  No  posee  el  avaro  su  hacienda, 
sino  que  es  poseído  por  ella. 

Expresa  que  es  tal  la  preocupación 
que  al  avaro  produce  el  oro  atesorado, 
que  es  verdaderamente  esclavo  de  su 
guarda. 
Tatito  carece  el  avaro  de  lo  que  tiene,  como 
de  lo  que  no  tiene. 

Porque  no  disfrutando  de  su  caudal, 
es  lo  mismo  que  si  no  lo  poseyera. 
AVE. — Ave  de  albarda,  señal  de  tierra  que 
nunca  yerra. 

Dase  a  entender  que  alguna  cosa  es 
tan  evidente  que  aun  de  los  más  sim- 
ples es  comprendida.  También  se  em- 
plea para  zaherir  al  que,  después  de 
estar  discurriendo  por  espacio  de  mu- 
cho tiempo,  sale  al  fin  y  al  cabo  con 
alguna  tontería  o  trivialidad.  —  Ave  de 
albarda,  o  de  albardar,  se  llama  al  burro. 
Ave  de  albardar. 

Apodo  que  se  da  jocosamente  al  asno. 
Ave  de  cuchar,  más  come  que  val. 

Denota  la  poca  utilidad  y  escaso  mé- 
rito de  esta  familia  de  aves  acuáticas, 
como  son  los  patos,  ánades,  etc. 
Ave  de  cuchar,  nunca  etz  ?/ii  corral. — 

V.  Ave  de  cuchar,  más  come  que  val. 
Ave  de  mucha  phima  tiene  poco  que  comer. 
Además  de  su  sentido  recto,  el  cual 


AVE 


—  8o  — 


AVECITA 


se  explica  fácilmente  por  sí  mismo, 
denota  metafóricamente  que  el  mucho 
atavío  en  las  personas  y  aun  en  algunas 
cosas  suele  ser  indicio  de  menos  valer. 
Dice  un  cantar: 

Dad  al  diablo  la  mujer 
que  gasta  galas  sin  suma, 
porque  ave  de  mucha  pluma 
tiene  poco  que  comer. 

Ave  de  pico  encorvado,  guárdate  de  ella 
como  del  diablo. —  V.  Ave  de  cuchar,  más 
come  que  val. 

Ave  de  pico  no  hace  al  amo  rico. 

Da  a  entender  que  el  pájaro  que  sólo 
sirve  para  recrear  el  oído  con  su  canto, 
o  por  su  plumaje,  cuesta  el  dinero  man- 
tenerlo y  no  se  le  saca  utilidad  material 
alguna.  Se  aplica,  por  extensión,  a  todo 
aquello  que  se  halla  en  iguales  circuns- 
tancias. 

Ave  de  pluma,  no  dejes  ninguna. — V.  Car- 
ne de  pluma,  siquiera  de  grúa. 

Ave  muda  no  hace  agüero. 

Muchas  veces,  por  no  hablar  uno  a 
tiempo,  sale  perjudicado  en  sus  inte- 
reses. —  V.  A  quien  no  habla  no  le  oye  ' 
Dios. 

Ave  por  ave,  el  carnero,  si  volase. 

Pondérase  de  una  manera  jocosa  el 
mérito  de  la  carne  de  carnero,  a  seme- 
janza de  lo  que  dice  otro  refrán:  De  la 
mar  el  mero  y  de  la  tierra  el  carnero. 
(Véase.) 

A  ave  que  va  de  paso,  cañazo.  —  V.  Al  go- 
rrión que  va  de  paso,  cañazo. 

Aquella  ave  es  mala,  que  su  nido  caga. 
Las  personas  que  se  comportan  mal 
con  sus  propias  cosas  no  pueden  ser 
buenas  con  las  de  otro. 

Ligero  como  el  ave  de  San  Lucas. 

Por  ironía,  pesado  como  un  buey. 

iVa  hay  ave  de  rapiña  que  no  tenga  buena 
pluma. 

Las  personas  que  se  lucran  más  de 
lo  debido  en  la  administración  de  los 
intereses  que  se  les  han  confiado,  aca- 
ban por  crearse  un  capital. 

ATo  hay  tal  ave  como  la  que  dicen :  Ave 
del  tuyo. 

Motéjase  tanto  al  miserable  como  al 
pródigo,  jugando  del  vocablo  ave  por 
habe  o  ten  de  lo  tuyo  y  no  de  lo  ajeno, 
sé  rico  de  tus  cosas  y  no  confíes  en  las 
de  los  demás. 


Ser  ave  de  paso. 

Aplícase  a  la  persona  que  se  detiene 
poco  en  una  población,  en  el  ejercicio 
de  un  destino,  etc. 

Ser  ave,  o  pájaro,  de  mal  agüero. 

Da  a  entender  que  la  presencia  o 
aparición  repentina  e  inesperada  de 
alguna  persona  o  cosa  en  alguna  parte, 
es  indicio  vehemente,  cuándo  no  pre- 
cursor cierto,  de  que  va  a  ocurrir  al- 
guna desventura  o  calamidad. 

Ser  un  ave.  —  V.  Ser  un  pájaro. 

Ser  una  persona  sumamente  activa. 

Ser  un  ave  de  presa,  o  de  rapiña. 

Zahiere  a  aquellas  personas  que  son 
aficionadas  a  apoderarse  de  lo  que  no 
les  pertenece,  ya  con  violencia,  ya  con 
astucia. 

Ser  un  ave  fría,  o  tonta,  o  zonza. 

Calificativo  que  se  aplica  a  toda  per- 
sona descuidada,  simple,  tarda  y  sin 
viveza. 

Una  ave  sola,  ni  bien  canta  ni  bien  llora. — 
V.  Un  ánima  sola,  ni  cania  ni  llora. 

De  las  aves,  la  mejor  es  el  ave  de  tuyo. — 
V.  Xo  hay  tal  ave  como  la  que  dicen: 
Ave  del  tuyo. 

De  las  aves  que  alzan  el  rabo,  la  peor  es  el 
jarro. 

Denota  las  fatales  consecuencias  de 
la  embriaguez,  comparando  chistosa- 
mente al  jarro  con  el  ave  por  tener  pico 
como  ésta,  y  llamando,  aún  más  bur- 
lescamente, rabo,  en  lugar  de  cola,  al 
asa  o  lugar  por  donde  se  agarra  para 
empinarlo. 

Dos  aves  de  rapiña  no  mantienen  com- 
pañía. 

Significa  que  no  pueden  andar  juntas 
ni  avenirse  entre  sí  dos  personas  cu- 
yas miras  se  encaminan  al  mismo  obje- 
to, especialmente  si  éste  es  reprobable. 

Seguir  las  aves  y  los  peces  por  el  rastro. 
Trabajar   en   vano,    emplear   inútil- 
mente el  tiempo,  por  cuanto  ni  aqué- 
llas ni  éstos  dejan  huella  alguna  por 
donde  pasan. 

Todas  las  aves,  con  sus  pares,  o  Todas  las 
aves  buscan  sus  iguales. — V.  La  compa- 
ñía para  honor,  antes  con  tu  igual  que 
con  tu  mayor. 
AVECIT  A.  —  Las  avecitas  del  campo  tie- 
nen a  Dios  por  su  proveedor  y  despensero. 
Expresión  de  la   confianza   en    que 


AVECHUCHO 


—  si  — 


AVISO 


Dios  no  abandona  jamás  a  sus  criatu- 
ras, por  muy  apuradas   que  éstas  se 
vean. 
AVECHUCHO.  -  Ser  un  avechucho. 

Dícese  de  la  persona  que  es  despre- 
ciable por  su  figura,  mal   proceder  u 
otras  circustancias  semejantes. 
AVELLANA.  —  Avellanas  americanas; 
las  que  no  están  buenas,  esidn  vanas. 

Frase  con  que  se  trata  de  rehuir  al- 
guna responsabilidad,  aludiendo  a  ese 
pregón  de  algunos  vendedores  de  ca- 
cahuetes en  Andalucía. 
AVEMARÍ A.— ¡ Ave  María!;  aquí  está  el 
pobre  del  otro  día. 

Frase  jocosa  que  se  suele  usar  al  pre- 
sentarse en  una  casa,  máxime  si  ésta 
se  frecuenta  bastante  y  se  es  de  con- 
fianza. 
En  un  avemaria. 

En  un  instante. 
Saber  una  cosa  como  el  avemaria. 

Saberla  para  poder  decirla  de  corri- 
do y  al  pie  de  la  letra. 
AVENENCIA.  —  Más  vale  mala  avenen- 
cia que  buena  sentencia.  —  V.  Más  vale 
mal  ajuste  que  buen  pleito. 
AVENIRSE .  —  Allá  se  las  avenga,  o  se 
las  avengan,  o  se  lo  avenga,  o  se  lo 
avengan,  o  te  las  avengas,  o  te  lo 
avengas. — V.  Allá  se  las  hayan. 

Expresa  la  inhibición  en  un  asunto, 
por  lo  general  enojoso,  dejando  al  in- 
teresado que  lo  arregle  como  pueda. 
AVENTURA.  —  Los  que  buscan  aventu- 
ras no  siempre  las  hallan  buenas. 

Denota  lo  peligroso  que  es  el  mez- 
clarse en  asuntos  desconocidos  o  que 
no  se  ven  muy  claros. 
AVENTURAR.  —  Quien  no  aventura  no 
ha  ventura. 

Juego  de  palabras  basado  en  la  igual- 
dad de  pronunciación,  que  da  a  enten- 
der que  el  que  no  se  expone  o  determi- 
na a  hacer  una  cosa,  no  puede  alcanzar 
el  logro  feliz  de  ella. 
Quien  no  se  aventura  no  pasa  la  mar. 
Muchas  veces  es  necesario  exponer- 
se a  algún  riesgo  para  conseguir  algu- 
na cosa. 
Quien  se  aventura  pierde  caballo  y  muía. 
Contestación  de  los  pesimistas  a  los 
que  afirman  que  Quien  no  se  aventura 
no  pasa  la  mar.  (Véase.) 


AVERIGUAR.  —  Averiguarse  con  al- 
guno. 

Avenirse  con  alguien,  sujetándolo  o 
reduciéndolo  a  la  razón.  Se  suele  em- 
plear más  en  sentido  negativo. 
AVERROES.— Averroesy  Galeno  traen 
a  mi  casa  el  bien  ajeno.  —  V.  Avicena  e 
Hipocrás  me  dieron  esto  y  me  darán  más. 
AVESTRUZ.  —  ¡Ea,  sus,  y  traga  el  aves- 
truz! 

Reprende  a  los  hipócritas  que,  es- 
candalizándose con  los  más  leves  defec- 
tos del  prójimo,  no  reparan  en  cometer 
los  mayores  delitos  o  desaciertos. 
Ser  un  avestruz. 

Frase  con  que  se  moteja  de  estúpido 
o  ignorante  a  alguien.— También  se  com 
para  con  esta  ave  al  que  come  mucho. 
AVIAR.—  Estar  uno  aviado. 

Hallarse  rodeado  de  dificultades  o 
contratiempos,    viéndose,    por   tanto, 
contrariado. 
AVICENA.— Avicena  e  Hipocrás  me  die- 
ron esto  y  me  darán  más. 

Este  refrán,  como  el  que  dice  Ave- 
r  roes  y  Galeno  traen  a  mi  casa  el  bien 
ajeno,  se  supone  puesto  en  boca  de  un 
médico  o  un  boticario,  deduciéndose  fá- 
cilmente que  el  ejercicio  de  la  Medicina 
en  el  uno,  como  el  despacho  de  las  dro- 
gas en  el  otro,  son  los  que  hacen  ricos 
a  ambos.  El  discreto  lector  sabe  muv 
bien  que  Galeno,  Averroes,  Hipócrates 
y  Avicena  eran  los  dioses  mayores  de  la 
Medicina  en  tiempos  pasados. 
AVILA.  —  Avila,  santos  y  cantos. 

Alude  al  mal  empedrado  de  la  pobla- 
ción, así  como  a  haber  sido  patria  de 
varios  seres  privilegiados  que  merecie- 
ron los  honores  de  la  canonización. 
AVÍO.  —  Al  avío,  melero. 

Excítase  a  terminar  pronto  una  cosa, 
sin  perder  el  tiempo  en  futilidades. 
Al  avío,  padre  cura,  que  la  misa  no  en- 
gorda. 

Excita  a  las  personas  para  que  vayan 
derechas  al  asunto,  sin  andarse  por  las 
ramas.  Es  de  uso  corriente  en  Galicia. 
Cada  uno  va  a  su  avío  y  yo  voy  al  mío. 
Denota  lo  común  que  es  el  vicio  del 
egoísmo. 
AVISO.  —  Andar,  o  estar,   o  vivir,  sobre 
aviso. 
Vivir  alerta,  con  cuidado. 

6 


AVISPA 


—  82  — 


AZADONADA 


AVISPA.  —  A'o  debe  inquietar  las  avispas 
quien  no  quiere  que  le  piquen. 

No  conviene  despertar  al  que  duer- 
me cuando,  de  quitarle  el  sueño,  puede 
provenirnos  algún  mal. 
AVISPADO.  —  Estar  uno  avispado. 

Ser  listo,  activo,  vivo  o  avisado. 
AVISPERO.  —  Estar  metido  en  un  avis- 
pero. 

Traer  entre  manos  algún  negocio  en- 
redado y  que  ocasiona  disgustos. 
AVUTARDA.  —  Estar  pensando  en  las 
avutardas,  o  en  las  avutardas  de 
mayo. 

Estar  ensimismado  o  distraído,  hasta 
el  punto  de  no  contestar  acorde  a  lo 
que  se  le  dice. 
AX.  —  No  digas  jax!,  que  deshonrarás  tu 
linax. 

La  Academia,  que  sólo  apunta  este 
refrán  hasta  la  séptima  edición  de  su 
Diccionario,  lo  explica  en  el  sentido 
de  que  «reprende  a  los  que  se  quejan 
fácilmente  de  cualquier  trabajo >.  No 
niego  yo  que  por  broma  se  pueda  usar 
en  tal  concepto;  pero  creo  que  su  ver- 
dadera y  primordial  significación  con- 
siste en  hacer  ver,  a  aquellas  personas 
que  tienen  por  viciosa  costumbre  el 
andar  lamentándose  de  su  precaria  si- 
tuación, la  nota  infamante  que  arrojan 
sobre  sus  respectivas  familias. 
AY.  —  jAy  del  ¡ay!  que  al  alma  llega,  y  en 
llegando,  allí  se  queda!,  o  ¡Ay  del  ¡ay! 
que  llega  al  alma,  y  en  llegando,  allí  se 
para. 

Satiriza  generalmente  a  las  personas 
que  tienen  el  hábito  de  quejarse  o  acon- 
gojarse por  asuntos  de  poca  monta. 
AYER.  —  De  ayer  acá,  o  De  ayer  a  hoy. 

En  breve  tiempo;  de  poco  tiempo  a 
esta  parte. 
AYUDA.  —  Con  ayuda  de  vecino  mató  mi 
padre  un  cochino. 

Zahiere  al  que  se  vale  de  auxilio  aje- 
no, sin  querer  declararlo. 
No  haber  menester  ayuda  de  vecinos. 

No  necesitar  auxilio  de  nadie  para 
llevar  a  cabo  una  empresa. 
AYUDAR.  —  Ayúdame,  aquí  estorba. 

Locución  familiar  con  que  se  signi- 
fica a  una  persona  que  rehuye  uno  el 
aceptar  sus  servicios,  por  ser  éstos 
más  perjudiciales  que  beneficiosos. 


Ayúdate  y  ayudarte  he,  o  Dios  dijo: 
Ayúdate,  que  yo  te  ayudaré. — V.  A 

Dios  rogando  y  con  el  mazo  dando. 
Ayúdeme  usted  a  sentir. 

Frase  con  que  se  encarece  la  mayor 
o  menor  importancia  o  gravedad  del 
asunto  de  que  se  trata. 
AYUNAR.  —  Ayunar  después  de  harto. 

Vitupera  a  los  que  ostentan  mortifi- 
cación y  viven  regaladamente. 
Ayunarle  a  uno. 

Tenerle  miedo  o  respeto. 
Harto  ayuna  quien  mal  come. 

El  mal  comer  o  el  comer  con  escasez 
es  una  penalidad  equivalente  al  ayuno. 
AYUNO.  —  Estar,  o  quedarse,  en  ayunas, 
o  en  ayuno. 

No  haber  entendido  una  cosa.  —  No 
tener  noticia  de  algo. 
No  obligarle  a  uno  ya  el  ayuno. 

Haber  cumplido  sesenta  años  de  edad. 
AYUNQUE.  —  Cuando  ayunque,  sufre; 
cuando  mazo,  tunde. 

Enseña  que  debemos  acomodarnos 
en  todo  al  tiempo  y  a  la  fortuna. 
AZACÁN.  —  Andar,    o    estar,    hecho    un 
azacán. 

Andar  alguno  muy  afanado  en  depen- 
dencias o  negocios,  especialmente  si 
son  de  persona  extraña. 
AZADA.  —  Quien  trae   azada,   trae  za- 
marra. 

Con  el  trabajo  se  adquiere  la  comida 
y  el  vestido,  factores  no  pequeños  de 
la  existencia. 
AZADÓN.  —  Azadón  d¿  noche  y  candil  de 
día,  tontería. 

Satiriza  a  los  que  se  valen  de  medios 
inconducentes  al  fin  que  se  proponen, 
así  como  a  los  que  hacen  extempo- 
ráneamente las  cosas. 
Prestadme  un  azadón;  yo  a  vos  también^ 
no  viene  bien,  mujer. 

Significa  la  circunstancia  de  no  ave- 
nirse bien  una  cosa  con  otra,  y  más 
comúnmente  la  de  no  existir  la  debida 
e  inmediata  relación  entre  antecedente 
y  consecuente. 
AZADONADA.  —  A  la  primera  azado- 
nada disteis  en  el  agua.  —  V.  Al  primer 
tapón,  zurrapas. 
(A  la  primera  azadonada  queréis  sacar 
agua? 
Indica  que  los  asuntos  arduos  no  se 


AZAFRÁN 


83 


AZUL 


consiguen  a  las  primeras  diligencias, 
sino  a  fuerza  de  trabajo  y  constancia. 
AZAFRÁN.  —  Azafrán  de  noche  y  candil 
de  día,  es  bobería.  —  V.  Azadón  de  noche 
y  candil  de  día,  tontería. 
Ser  como  el  azafrán. 

Tipo  usual  del  color  amarillo,  espe- 
cialmente hablándose  del  rostro. 
AZAR.  —  Echar  azar. 

Salir  mal  una  cosa,  con  referencia  a 
que  en  los  juegos  de  envite  significa 
tener  una  mala  suerte. 
Volvióse  azar  el  encuentro. 

Frase  en  que  se  prorrumpe  cuan- 
do el  hallar  a  una  persona  es  causa  de 
saber  alguna  mala  noticia  o  desgracia 
impensada. 
AZOGADO. — Temblar  como  un  azogado. 
Estar  sumamente  tembloroso  a  con- 
secuencia del  excesivo  frío,  miedo,  etc., 
aludiendo  a  los  que  trabajan  por  algu- 
nos años  en  el  beneficio  del  mercurio 
o  con  sus  amalgamas,  que  suelen  enfer- 
mar de  un  temblor,  especialmente  en 
las  manos  y  brazos,  casi  incurable. 
AZOGUE.  —  En  el  azogue,  quien  mal  dice 
mal  oye. 

El  que  saca  a  plaza  los  defectos  aje- 
nos, tiene  que  sufrir  el  que  pública- 
mente le  den  en  cara  con  los  suyos. 
Llevar,  o  tener,  azogue  en  los  pies. 

Ser  muy  vivo  o  diligente. 
Ser,  o  parecer,  un  azogue. 

Aplícase  a  los  individuos,  con  espe- 
cialidad a  los  niños,  sumamente  activos 
e  inquietos. 
Soldar  el  azogue. 

Intentar  un  imposible   o   pretender 
un  absurdo. 
Temblar  como  el  azogue.  —  V.  Temblar 
como  un  azocado. 
AZOR.  —  El  azor,  en  el  palo,  y  el  halcón, 
en  la  mano. 

Además  de  su  sentido  recto,  denota 
que  para  el  buen  gobierno  y  manejo  de 
las  cosas  se  ha  de  atender  a  la  respec- 
tiva inclinación  y  aptitud  que  demues- 
tra cada  individuo. 
AZOTAR.  —  Uno  es  azotarse  y  otro  ser 


azotado.  —  V.  No  es  lo  ?nis»io  moros  vie- 
nen que  verlos  venir,  o  No  es  lo  mismo  ir 
a  Alcalá  que  hablar  con  el  ordinario. 
AZOTE.  —  Azote  y  mordedura,  mientras 
duele  dura. 

Da  a  entender  que  cuando  se  pasan 
los  efectos  se  suelen  olvidar  las  causas 
que  los  produjeron. 
Besar  el  azote. 

Recibir  el  castigo  con  humildad   y 
resignación. 
Hacer  azote  para  sus  espaldas. 

Procurarse  uno   mismo  el  daño.  — 
También    se  dice  :  Ser  cuchillo  para 
su  garganta. 
Azotes  y  galeras. 

Expresión  con  que  se  da  a  entender 
la  comida  ordinaria,  que  es  la  misma 
todos  los  días. 
No  salir  de  azotes  y  galeras. 

No  medrar  o  prosperar  uno  en  su 
carrera,  oficio  o  profesión. 
Si  buenos  azotes  me  daban,  bien  caballero 
me  iba. 

Manifiesta  que  si  hemos  experimen- 
tado grandes  gastos  o  sinsabores  en  el 
acometimiento  de  alguna  empresa,  en 
cambio  hemos  logrado  la  satisfacción 
de  ver  coronados  nuestros  deseos. 
AZÚCAR. —  Con  azúcar  está  peor. 

Dícese  cuando,  por  querer  disculpar 
alguna  falta,  se  incurre  en  contradiccio- 
nes que  la  agravan  más. 
Con  azúcar  y  miel,  todo  sabe,  o  sale,  bien. 
Con  buenos  elementos  no  es  extraño 
que  se   obtengan  resultados  satisfac- 
torios. 
Ser  de  la  propiedad  del  azúcar,  quejamos 
gastó  menestra. 

No  necesitar  arreglos  ni  compostu- 
ras para  estar  bien,   a  semejanza  del 
azúcar,  que  sin  ayuda  de  otro  condi- 
mento es  siempre  agradable  al  paladar. 
AZUCENA.  —  Más  blanco  que  una  azu- 
cena. 
De  extremada  blancura. 
AZUL.  —  ¿Azul  celeste?  Vivamos  con  éste. 
Cuando  se  vive  alegremente  no  se 
repara  con  quién  se  pasa  la  vida. 


B 


BABA.—  Caérsele  a  uno  la  baba,  o  Estar 
con  la  baba  caída. 

Frase  con  que  se  da  a  entender,  o 
que  uno  es  bobo,  porque  de  cualquier 
cosa  se  queda  como  pasmado  y  con  la 
boca  abierta,  o  el  gran  gusto  que  le 
ocasiona  el  primor  con  que  dice  o  hace 
alguna  cosa  la  persona  que  es  de  su 
especial  afecto  y  cariño. 

BA3AZ  A.  —  Estar  hecho  una  babaza. 

Dícese  de  todo  objeto  blando,  húme- 
do y  pegajoso,  con  alusión  al  reptil  lla- 
mado babaza  o  babosa. 

BABEL.  —  Ser  una  Babel,  o  Ser  la  torre 
de  Babel. 

Empléase  aludiendo  al  lugar  en  que 
hay  gran  desorden  y  confusión,  o  en 
que  hablan  muchas  personas  a  un  tiem- 
po, sin  poder  entenderse.  —  También 
se  emplea  la  palabra  Babilonia  en  vez 
de  Babel. 

BABIA.  —  Estar,  o  vivir,  en  Babia. 

Hallarse  muy  distraído  y  embobado 
y  con  el  pensamiento  muy  distante  de 
lo  que  se  está  tratando  e  importa. 

No  creemos  que  tenga  que  ver  nada 
esta  frase  con  el  territorio  de  las  mon- 
tañas de  León  que  lleva  el  nombre  de 
Babia,  juzgando  sólo  que  se  trata  de 
una  alusión  onomatopéyica  con  la  voz 
baba,  pues  Estar  con  la  baba  caída  vie- 
ne a  significar,  en  principio,  lo  mismo 
que  la  frase  que  nos  ocupa. 

BABIECA.  —  Ser  un  babieca. 

Frase  con  que  se  moteja  a  uno  de 
tonto,  flojo  o  desvaído. 

BABILONIA.  -Es  una  Babilonia.— 
V.  Ser  una  Babbl. 

BACALAO.—  ¡Aprieta,  bacalao,  que  está 
caro  el  pescao! 

Indica  que  el  que  por  falta  de  recur- 
sos o  por  la  carencia  de  pescado  en  la 
plaza  no  puede  comerlo  en  día  de  vi- 


gilia, necesita  recurrir  a  la  comida  del 
bacalao. 
Cortar  uno  el  bacalao.  —  V.  Ser  uno  el 

gallito  del  lugar. 
Te  conozco,  bacalao,  aunque  vienes  disfra- 
zao. 

Dícese  a  las  personas  cuya  intención 
se  comprende,  aunque  éstas  traten  de 
encubrirla,  queriendo  demostrar  otra 
cosa  de  la  que  sienten  o  quieren.  — 
V.  Te  veo,  besugo,  que  tienes  el  ojo  claro. 
BACÍN.  —  Reniego  de  bacín  de  oro  que  es- 
cupe sangre. 

Da  a  entender  lo  nada  apetecibles 
que  son  las  riquezas  cuando  van  acom- 
pañadas de  inquietud  y  desasosiego. — 
Dícese  también,  por  vía  de  impreca- 
ción, de  la  persona  que,  constituida 
en  dignidad  sin  merecerlo,  abusa  de 
su  posición,  tratando  despóticamente  a 
sus  subalternos. 
Ser  un  bacín. 

Frase  que  se  aplica  a  las  personas 
que  se  meten  en  todo,  haciéndose  des- 
preciables por  su  carácter  adulador  y 
poco  digno. 
BÁCULO.  —  Ser  el  báculo  de  la  vejez  de 
alguno. 

Constituir  su  apoyo  moral  o  mate- 
rial en  la  edad  provecta. 
BACHILLER.  —  Bachiller  en  artes,  bu- 
rro en  todas  partes. 

Refrán  empleado  antiguamente  para 
burlarse  de  los  que  sólo  habían  reci- 
bido ese  ínfimo  grado  académico. 
El  que  ha  de  ser  bachiller,  menester  fui 
deprender. 

Indica  que  para  lograr  un  fin,  es  ne- 
cesario poner  los   medios   proporcio- 
nados. 
Eso  es  lo  mismo  que  andar  buscando  al  ba- 
chiller por  Salamanca. 

Expresa  la  imposibilidad  de  encon- 


BADAJO 


85  - 


BAILAR 


trar  una  cosa,  como  lo  sería  el  que,  en 
tiempos  antiguos,  fuese  una  persona 
a  Salamanca  en  busca  de  un  bachi- 
ller determinado  a  quien  no  conociese, 
siendo  así  que  tantos  centenares  de 
ellos  cursaban  por  aquel  entonces  en 
las  aulas  de  la  Universidad  salmantina. 
BADAJO. — Badajo  de  campana,  si  florece, 
no  grana.  —  V.  Andando  gana  la  aceña, 
que  no  estándose  queda. 
BADAL.  —  Echarle  a  uno  un  badal  a  la 
boca. 

Dejarlo  sin  tener  qué  responder.  — 
Badal  es  una  palabra  arcaica  que  signi- 
ficaba bozal  para  las  bestias. 
BADANA.—  Zurrarle  a  uno  la  badana. 
Darle  de  golpes.  — Maltratarlo  de  pa- 
labra. 
BADDL.A.  —  Darse  uno  con  la  badila  en 
los  nudillos. 

Corregirse  a  sí  mismo  de  algo  de 
que  tiene  que  arrepentirse,  mayor- 
mente cuando  lo  sufre  interiormerte  o 
sin  darlo  a  entender. 
BADOLATOSA.— Badolatosa,/or  un 
cuarto  se  ve  la  cosa. 

Indica  que  lo  que  es  de  escasa  im- 
portancia cuesta  poco  alcanzarlo. 
BAEZA.  —  Baeza  quiere  paces,  y  no  quiere 
Linares. 

Alude  a  lo  frecuentes  que  son  las 
desavenencias  e  intentos  de  acomodo 
entre  los  que  viven  en  localidades  pró- 
ximas. 
Baeza,  vanidad  y  pobreza,  todo  en  una  pie- 
za; ejido  más  que  ciudad;  letreros  más 
que  paredes,  y  putas  más  que  mujeres. 

Alude  a  lo  presuntuosos  que  son  los 
de  esta  población  y  al  mal  concep- 
to, aunque  equivocado,  que  tienen  de 
las  baezanas  en  las  localidades  inme- 
diatas. 
En  Baeza,  tanto  valen  los  pies  como  la 
cabeza. 

Se  refiere  a  un  hidalgo  que  de  una 
gorra  de  terciopelo  se  hizo  unos  za- 
patos, y  como  se  le  preguntara  por 
qué  hizo  aquello,  contestó  con  la  frase 
citada.  —  Tropológlcamente  quiere  de- 
cir que  allí  pretenden  mandar  los  chi- 
cos tanto  como  los  grandes. 
Ni  en  Baeza  naranjos,  ni  en  Úbeda  hi- 
dalgos. 

Es  decir,  que  no  había  una  cosa  ni 


otra  en  esas  poblaciones  en  el  siglo  xvi, 
que  es  de  cuando  data  este  refrán. 
BAGAJE. — Tener  alguna  persona  cosas  de 
bagaje  mayor. 

Entiéndese  por  bagaje  mayor  las  ca- 
ballerías pertenecientes  al  género  ca- 
-  bailar  y  mular,  en  oposición  al  bagaje 
menor,  que  pertenece  sólo  al  asnal.  Em- 
plear esta  frase  es  equivalente  a  mote- 
jar de  mulo  o  caballo  al  individuo  a 
quien  se  le  dirige.  —  La  palabra  bagaje 
suele  substituirse  por  caballería  mayor. 
BAGRE. — Parecer,  o  ser,  un  bagre. 

Frase  usada  en  el  Río  de  la  Plata,  con 
que  se  denota  la  fealdad  de  una  perso- 
na, especialmente  del  sexo  femenino. 

El  bagre  es  un  pez  fluvial  de  bastante 
estima  en  dicha  región,  abundante  en 
casi  toda  América,  y  que  se  distingue 
por  carecer  de  escamas,  ostentar  color 
pardo  atigrado  y  una  cabeza  monstruo- 
sa. En  Buenos  Aires,  y  más  aún  en  Mon- 
tevideo, desprecian  su  carne,  tanto  por 
la  abundancia  que  de  otros  pescados 
hay,  cuanto  porque  su  voracidad  le  lle- 
va a  comer  toda  clase  de  inmundicias. 
BAHÍA.  —  ¿Qué hay}  — La  bahía,  junto  a 
Cais. 

Contestación  que  se  suele  dar  en 
Andalucía  a  una  pregunta  indiscreta  o 
tonta  que  no  se  quiere  contestar.  —  En 
otras  ocasiones  se  contesta  así  cuando 
no  hay  novedad  alguna  que  referir,  por 
ser  todas  tan  conocidas  como  la  de  que 
Cádiz  sigue  junto  a  su  bahía. 
BAILAR. — Baila  que  se  las  pela. 

Manifestar  alegría  por  alguna  buena 
noticia,  ser  bien  recibido,  etc. 
Bailar  al  son  que  tocan. 

Equivale  a  saber  adaptarse  a  las  cir- 
cunstancias. 
Bailar  con  la  más  fea. 

Da  a  entender  que  a  las  personas 
que  son  desgraciadas,  siempre  les  toca 
lo  peor  en  todas  partes. 
Esa  es  otra  que  bien  baila. 

Indica  que  la  cuestión  o  materia  que 
se  acaba  de  suscitar  entraña  igual  o 
mayor  gravedad  que  aquella  de  que  se 
iba  tratando  anteriormente.— Otros  di- 
cen :  que  mejor  baila. 
/  Que  baile! 

Expresión  usada  públicamente  en 
son  de  rechifla  contra  alguna  persona, 


BAILARÍN 


—  86  — 


BALA 


y  con  especialidad  por  parte  del  pue- 
blo en  desacato  de  las  disposiciones 
que  intenta  hacer  cumplir  algún  indi- 
viduo constituido  en  autoridad.  Es  lo- 
cución de  uso  relativamente  moderno 
en  nuestra  lengua. 
/  Que  le  quiten  lo  bailado! 

Frase  con  que  se  expresa  que  lo  que 
se  ha  disfrutado,  gozado,  ganado,  etc., 
antes,  se  lo  encuentra  uno  en  su  pro- 
vecho. 
i  Qué  tal?  ¿Bailo  bien  o  bailo  mal? 

Equivale  a  preguntar  si  estamos  erra- 
dos o  no  en  lo  que  se  ha  dicho,  hecho 
o  pensado. 
Sacar  a  bailar  a  alguno. 

Serle  ocasión   de  alguna  desazón  o 
disgusto  más  o  menos  grave. 
BAILARÍN.  —  La  del  bailarín,  que  se  re- 
ventó bailando  y  no  gustó. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
esfuerzan  por  dar  gusto,  sin  que  les  sea 
agradecido. 
Bailarines,  en  cojos  paran. 

Advierte  que  el  que  usa  con  exceso 
de  alguna  cosa,  viene  a  ser  víctima  de 
aquello  de  que  abusó. 
BAILE. — En  baile,  todos  son  buenos  mozos; 
y  en  quintas,  defectuosos. 

Da  a  entender  que'  para  lo  bueno 
todos    estamos   propicios    y   prontos ; 
pero  para  lo  malo,  rehuímos  el  bulto 
con  pretextos  y  achaques  indebidos. 
No  estimar  en  el  baile  del  rey  Perico. 

Tener  una  cosa  en  poco  aprecio  por 
su  escaso  valor. 
BAJA.  —  Aprende  baja  y  alta,  y  lo  que  el 
tiempo  tañere,  eso  danza. 

El  que  posee  distintas  habilidades, 
se  halla  en  aptitud  de  poder  utilizarlas 
al  tenor  de  como  se  presenten  las  cir- 
cunstancias.— Alude  a  las  antiguas  dan- 
zas alemanas  introducidas  en  nuestro 
suelo  y  conocidas  con  las  denomina- 
ciones de  alta  y  baja. 
Dar  baja  una  persona  o  cosa.  —  V.  Dar, 

o  pegar,  un  bajón. 
Dar  de  baja. 

Excluir  o  eliminar  a  una  persona  del 
trato  que  con  ella  se  tenía,  o  del  escala- 
fón o  nómina  de  un  cuerpo  o  sociedad. 
Estar  en  baja  una  persona  o  cosa. 

Estar  en  decadencia. — Perder  mucho 
de  su  estimación. 


Ser  baja. 

Dejar  de  pertenecer  un  individuo  a 
un  cuerpo,  ramo,  etc.,  por   cualquier 
causa. 
BAJÁ.  —  Ser  un  bajá  de  tres  colas. 

Dícese  de  la  persona  que  es  suma- 
mente orgullosa  y  de  carácter  domi- 
nante. Usase  mucho  con  el  verbo  pa- 
recer. 
BAJEL. — Cuando  fluctúa  el  bajel,  no  debe 
dormir  el  piloto. 

Nos  amonesta  a  andar  muy  preveni- 
dos y  sobre  aviso  en  los  trances  apu- 
rados o  comprometidos,  para  poder 
conjurarlos  y  no  quedar  envueltos  en 
su  ruina. 
BAJÍO.  -Dar  un  bajío.  -V.  Dar,  o  pegar, 

un  BAJÓN. 

Dar  en  un  bajío. 

Tropezar  por  inadvertencia,  o  forzo- 
samente, en  un  grave  inconveniente, 
que  suele  destruir,  o  por  lo  menos  en- 
torpecer, el  fin  a  que  se  aspiraba. 
BAJO.  — El  que  vive  en  bajo  tiene  dos  tra- 
bajos, o  doble  trabajo. 

Denota,  en  general,  que  el  inferior 
tiene  que  experimentar,  sobre  las  mo- 
lestias o  vejaciones  que  le  causa  el  su- 
perior, ya  el  disgusto  de  tener  que  des- 
ahogarse, si  puede,  dándole  en  cara 
con  su  mal  proceder,  ya,  si  no  le  es 
posible,  el  de  tener  que  devorar  inte- 
riormente su  incomodidad. 
Pon,  o  ponga  usted,  por  bajo  que  no  he 
dicho  nada. 

Manera  de  desdecirse  uno,  por  echar 
de  ver  que  se  había  equivocado  en  su 
juicio,  o  por  comprender  que  serán 
desechados  los  motivos  que  alega  a 
favor  del  principio  que  defiende. 
BAJÓN.  —  Dar,  o  pegar,  un  bajón  alguna 
persona  o  cosa. 

Sufrir  notable  menoscabo  o  disminu- 
ción en  el  caudal,  la  salud,  las  faculta- 
des intelectuales,  etc. 
BALA.— Como  una  bala. 

Pondera  la  presteza  y  velocidad  con 
que  camina  o  va  de  una  a  otra  parte 
alguna  persona  o  cosa. 
El  que  es  bueno  para  las  balas,  es  bueno 
para  los  confites.  —  V.  El  que  estd  a  las 
duras,  que  esté  a  las  maduras. 
Estar  como  balas. 

Término  de  comparación  de  algunos 


BÁLAGO 


-  87 


BALLESTA 


manjares,    especialmente  de  los    gar- 
banzos, para  denotar  que  son  o  están 
extremadamente  duros. 
Ser  una  bala. perdida. 

Dícese,  en  sentido  figurado,  del  que 
es  muy  atolondrado. 
BÁLAGO. —  Menear,  o  sacudir,  o  zurrar, 
a  uno  el  bálago. 

Darle  de  palos  o  golpes,  o  propor- 
cionarle graves  disgustos  y  desazones. 
BALANCÍN.  —  Observar  una  conducía  de 
balancín. 

Sin  fijeza  ni  estabilidad;  de  una  ma- 
nera veleidosa  e  inconsecuente. 
B  AL  ANDRÁN.-/  Desdichado  b  alandrán, 
nunca  sales  de  empeñado! 

Aplícase  a  aquellos  que  nunca  pue- 
den salir  de  deudas  o  atrasos. 
Empeñado,  como  el  balandrán  desdicha- 
do. —  V.  ¡Desdichado  balandrán,  nunca 
sales  de  empeñado! 
Sacudirle  a  alguno  el  balandrán. 

Darle  una  paliza;  sacudirle  el  polvo. 
BALANZA.— Caer  la  balanza. 

Inclinarse  a  una  parte  más  que  a  otra. 
Estar  e?i  balanza,  o  en  balanzas,  algu- 
na persona  o  cosa. 

Estar  en  peligro;  en  duda,  sin  segu- 
ridad ni  firmeza. 
Esiar  una  cosa  como  la  balanza  en  el  fiel. 
Guardar  las  proporciones  justas,  de- 
bidas y  adecuadas  al  objeto  para  que 
se  la  destina. 
No  hay  balanza  tan  recta  que  algún  tiem- 
po no  se  tuerza. 

Coptra  los  jueces  que,  en  ocasiones, 
declinan  la  justicia  para  servir  sus  inte- 
reses o  los  de  sus  allegados. 
Poner  en  balanza,  o  en  balanzas. — Véa- 
se Estar  en  balanza,  o  en  balanzas. 
Ser  una  cosa  más  Justa  que  la  balanza 
de  San  Miguel. 

Se  aplica  esta  frase  a  lo  que  es  muy 
proporcionado,  o  a  lo  que  está  en  su 
punto  o  es  muy  exacto. 
BALAZO.  —  A  balazos  de  plata  y  bombas 
de  oro,  rindió  la  plaza  el  moro. 

Expresa  lo   poderosas  que  son  las 
riquezas  para  conquistar  los  corazones, 
especialmente  los  femeninos. 
El  que  no  quiera  balazos,  no  vaya  a  la 
guerra. 

Aconseja  no  mezclarse   en  asuntos 
peligrosos,  a  fin  de  no  verse  envuelto 


en  las  funestas  consecuencias  que  pue- 
den traer. 
BALCÓN. —  Porque  otro  se  tire  de  un  bal- 
cón, no  voy  a  tirarme  yo. 

La  mala  conducta  observada  por  una 
persona  no  debe  servir  nunca  de  ejem- 
plo, o  de  excusa  o  pretexto,   a  otra 
para  que  la  imite. 
¡  BALDE.— Lo  de  balde  es  caro. 

Da  a  entender  que  las  cosas  que  se 
reciben  de  regalo  suelen  salir  más  ca- 
ras que  si  se  comprasen  por  el  dinero, 
pues  el  favorecido  queda  obligado  re- 
gularmente a  mostrar,  en  justa  recipro- 
cidad, su  agradecimiento  mediante  el 
agasajo  de  otro  objeto  que  supere  en 
valor  al  que  recibió. 
Nada  hace  en  balde  la  Naturaleza. 

Denota  que  todo  lo  creado  tiene  su 
razón  de  ser,  no  habiendo  sido  hecho 
en  vano  o  por  capricho. 
Ni  de  balde. 

Dícese  de  todo  aquello  que  por  ser 
muy  malo  o  despreciable  nadie  lo  quie- 
re tomar  ni  aun  regalado. 
BALDÓN.— De  baldón  de  señor,  o  de  ma- 
rido, nunca  zaherido. 

Denota  que  las  palabras  de  repren- 
sión que  dirigen  los  superiores  a  los 
inferiores,  no  deben  ser  motivo  para 
que  se  consideren  éstos  agraviados. 
BALÍN. — Estar  una  cosa  como  balines. — 

V.  Estar  como  balas. 
BALSA. — Estar  hecJw  tina  balsa  de  aceite. 
Aplícase  al  lugar  o  concurrencia  de 
gente  en  que  reina  gran  tranquilidad  y 
sosiego. 
BÁLSAMO.— Ser  un  bálsamo. 

Ser  una  substancia  muy  generosa,  de 
mucha  fragancia  y  perfección  en  su  cla- 
se. Dícese,  por  lo  común,  del  buen  vino. 
BALLENA.  —  Ser  como  la  ballena,  que 
todo  le  cabe  y  nada  le  llena. 

Dícese  de  las  personas  por  extremo 
tragonas  o  ambiciosas,  que  nunca  es- 
tán satisfechas. 
BALLESTA.  —  Ballesta  de  amigo,  recia 
de  armar  y  floja  de  tiro. 

Indica  haberle  costado  a  uno  mucho 
trabajo  el  que  le  asegure  una  persona 
de  su  amistad  y  confianza  que  se  deci- 
de a  prestarle  su  protección  o  ayuda, 
y  llegar  a  serle  ésta  inútil  o  poco  me- 
nos en  último  resultado. 


BALLESTERO 


—  88  — 


BANDERA 


Quien  tiene  ballesta,  tiene  mujer  y  man- 
ceba. 

Alude  al  hombre  por  extremo  viri- 
potente, a  quien  suele  no  bastarle  el 
uso  de  sólo  su  mujer. 
BALLESTERO.  —  Ballestero  loco,  do 
pierde  un  virote,  allí  echa  otro. 

Vitupera  el   desacierto  de  los  que, 
habiéndoles  salido  torcido  un  negocio, 
vuelven  a  emprenderlo  de  nuevo. 
Ballestero  malo,  a  los  suyos  tira. 

Pondera  la  ineptitud  de  los  que,  por 
tenerla  en  tanto  grado,  llegan  a  perju- 
dicar hasta  a  sus  parientes  y  afectos. 
Ballestero  que  mal  tira,  presta  tiene  la 
mentira.  —  V.  Encontrarle,  o  tener,  sa- 
lida a,  o  para,  todo. 
Ballestero  tuerto,  quebralde  el  ojo,  ca- 
taldo  muerto.  —  V.  El  ratón  que  no  sabe 
más  que  un  horado,  presto  es  cazado. 
El  mal  ballestero  a  los  suyos  tira. — Véa- 
se Ballestero  ?nalo,  a  los  suyos  tira. 
BALLESTEROS.  —  Pasarle  a  uno  lo  que 
le  pasó  a  Ballesteros  en  Bornos. 

Hacerle  alguna  mala  obra  con  grave 
detrimento  en  sus  intereses,  o  salud, 
vida,  etc. — Alude  a  la  derrota  que  sufrió, 
por  parte  de  las  tropas  francesas,  en 
aquella  villa  de  la  provincia  de  Cádiz, 
el  general  D.  Francisco  Ballesteros,  en 
i.°  de  junio  de  1812,  de  cuya  encarniza- 
da lucha  resultaron  muertos  1.500  sol- 
dados españoles.  Ballesteros  murió  des- 
prestigiado en  París  el  año  1833,8  causa 
de  sus  inconsecuencias  políticas. 
BAMBOCHE.  —  Parecer,  o  ser,  un  bam- 
boche. 

Frase  que  se  aplica  a  la  persona  muy 
gruesa  y  de  baja  estatura,  que  tiene  los 
carrillos  abultados  y  encendidos,  por 
parecerse  a  las  figuras  de  los  cuadros 
que  los   pintores   llaman   bamboches  o 
bambochadas,  los  cuales  representan  or- 
gías o  banquetes  ridículos. 
BAMBOLLA.— Echarla  de  bambolla. 
Presumir  de  riquezas;  ostentar  ex- 
cesivo lujo;  vivir  con  gran  boato,  par- 
ticularmente cuando  no  se  tiene  me- 
dios para  ello. — También  se  suele  de- 
cir: Echarla  de  fachenda. 
BANCO.  —  Estar  en  el  banco  de  la  pa- 
ciencia. 

Estar  aguantando  o  sufriendo  alguna 
grave  molestia. 


O  herrar  o  quitar  el  banco. 

Excita  a  tomar  una  resolución  entre 
dos  partidos  opuestos  que  hacen  va- 
cilar. 
Poder  pasar  por  los  bancos  de  Flandes. 
Da  a  entender  que  uno  ha  ejecutado 
alguna  cosa  ardua,  aludiendo  a  lo  peli- 
grosos que  son  para  las  embarcaciones 
los  muchos  bajíos  que  hay  en  aquellas 
costas. 
BANDA.— Cerrarse  a  la  banda. 

Obstinarse  en  su  determinación;  no 
darse  a  partido. 
Estar  de  la  otra  banda. 

Darse  cuenta,  comprender  o  ente- 
rarse pronto  de  lo  que  se  ha  dicho.  — 
Hacerse  cargo  de  la  situación. 
Irse  a  la  otra  banda. 

Inclinarse  al  partido  opuesto. 
No  ir  a  ninguna  banda. 

Úsase  generalmente  al  tratarse  de 
repartos  proporcionales,  para  dar  a  en- 
tender que  no  pudiendo  ser  material- 
mente divisible  la  diferencia  que  re- 
sulta, o  siendo  por  su  naturaleza  de 
poca  importancia,  es  indiferente  el  que 
recaiga  a  favor  de  una  u  otra  de  las 
partes  contratantes  el  exceso  o  el  de- 
fecto. 
BANDEAR.—  Vamos  bandeándonos. 

Ingeniarse,  buscárselas,  componér- 
selas, darse  maña  y  trazas  para  salir 
de  algún  apuro  o  para  subvenir  a  la 
satisfacción  de  las  necesidades  de  la 
vida. 
BANDEJA.  —  Como  si  hubiese  dormido  en 
bandeja,  o  Parece  que  ha  donnido  en 
bandeja. 

Aplícase  familiarmente  a  la  persona 
que  desde  muy  temprano  se  presenta 
vestida  de  etiqueta,  o  por  lo  menos  de 
sociedad. 
Estar  en  bandeja. 

Gozar  de  privanza;  ser  halagado  por 
todos;  estar  de  moda. 
BANDERA.— Bandera  de  paz. 

Convenio  y  ajuste  después  de  haber 
tenido  alguna  discusión. 
Dar  la  bandera. 

Ceder  a  uno  la  primacía;  reconocerle 
ventaja  en  alguna  materia. 
Levantar  bandera,  o  banderas. 

Hacerse  cabeza  de  bando  o  parciali- 
dad. —  Convocar  gente  de  guerra. 


BANDERILLA 


-  89  - 


BARATO 


Militar  bajo  (mejor  que  debajo  de)  la  ban- 
dera de  alguno,  o  Seguir  la  bandera 
de  alguno. 

Ser  de  su  opinión,  bando  o  partido, 
o  hallarse  sometido  a  sus  órdenes  y 
dirección  en  alguna  empresa. 
A,  o  con,  banderas  desplegadas. 

Abierta  o  descubiertamente;  con  toda 
libertad. 
Hacer  banderas. 

Jugar  con  el  peligro. —  Cometer  im- 
prudencias, particularmente  las  perso- 
nas  delicadas  o  enfermas;  v.  gr. :  co- 
miendo demasiado,  desabrigándose,  an- 
dando con  exceso,  etc. 
Salir  con  banderas  desplegadas  de  algu- 
na empresa,  cargo,  compromiso,  etc. 
Salir  con  todo  aplauso  y  lucimiento. 
BANDERILLA.  —  Plantarle,  o  ponerle, 
una  banderilla,  o  un  par  de  banderi- 
llas, a  alguno. 

Decirle  algo  picante  o  satírico;  ju- 
garle alguna  mala  pasada;  hacerle  un 
flaco  servicio,  etc. 
BANDERILLERO.— Para  un  buen  ban- 
derillero hay  toro  en  todas  partes. 

Todos  los  sitios  de  la  plaza  son  bue- 
nos para  poner  banderillas  a  la  res, 
cuando  el  lidiador  es  hábil. — La  perso- 
na laboriosa  no  encuentra  dificultades 
para  trabajar  en  ninguna  parte. 
BANDOLERO.— Huelen  de  lejos  los  ban- 
doleros el  dinero  de  los  pasajeros. 

Manifiesta  que  los  que  tienen  algún 
vicio  o  costumbre,  parece  como  que 
adivinan  el  sitio  u  oportunidad  de  sa- 
tisfacerlo. 
BAÑO.  —  Jurado  ha  el  baño,  de  negro  no 
hacer  blanco.— V.  Sobre  negro  no  hay  tin- 
tura, en  sus  dos  acepciones,  la  recta  y 
la  figurada. 
La  que  ¿&/baño  viene,  bien  sabe  loque  quiere. 
Refiérese  a  cierta  clase  de  mujeres 
que,  exagerando  el  aseo  personal,  inci- 
tan a  la  comisión  del  pecado. 
¿Para  qué  va  al  baño  la  negra,  si  negra  se 
queda,  o  si  blanca  no  puede  ser? 

Expresa  que  en  vano  se  aplican  los 
medios  cuando  el  fin  no  es  asequible. 
Una  vez  que  fuiste  al  baño,  tienes  que  con- 
tar todo  el  año. 

Dirígese  a  las  personas  que  cacarean 
una  cosa  ocurrida  casualmente  como 
si  hubiese  acaecido  muchas  veces. 


BAQUETA.—  Mandar  a  baqueta,  o  a  la 
baqueta,  a  uno. 

Mandarle  despóticamente. 
Tratar  a  uno  a  la  baqueta,  o  a  ba- 
queta. 

Tratarlo  con  desprecio  o  con  seve- 
ridad. 
B  ARA  JA.— Ec/uzrse,  o  entrarse,  o  meterse, 
en  baraja,  o  en  la  baraja,  o  Irse  a  la 
baraja. 

.Denota  que  alguno  desiste  de  su  pre- 
tensión o  intento  por  temor  de  no  po- 
der salir  airoso. 
Toda  la  baraja  es  ases. 

Aplícase  a  todo  negocio  cuyos  ele- 
mentos constitutivos  son  favorables 
para  el  que  lo  maneja. 
Jugar  con,  o  tener,  dos  barajas.  Algunos 
añaden:  una  para  ganar,  y  otra  para 
fio  perder. 

Aplícase  a  los  que  en  sus  tratos  o 
empresas  se  valen  de  dos  o  más  me- 
dios distintos,  a  fin  de  que  si  uno  sale 
fallido,  dé  buen  resultado  el  otro  o  los- 
otros  que  se  tenían  de  reserva. 
Tener  barajas. 

Reñir,  pelear,  contender  con  alguien. 
Es  frase  anticuada. 
BARANDA.— Echar  de  baranda. 

Exagerar  o  ponderar  excesivamente 
alguna  cosa. 
BARATA. — El  que  no  piensa  pagar,  al  con- 
certar de  la  barata  no  repara  en  incon- 
venientes. 

Quien  no  tiene  intención  de  cum- 
plir lo  pactado,  admite  impunemente 
todas  las  condiciones  que  se  le  impon- 
gan, por  onerosas  que  sean. — Enseña  a 
desconfiar  del  que  lo  hace  así. 
No  hay  cosa  más  barata  que  la  que  se 
compra. — V.  Lo  de  balde  es  caro. 
BARATILLO.—  Puntada  larga  y  apretón, 
que  para  el  Baratillo  son. 

Aplícase  a  la  ropa  de  munición  o  co- 
sida farfulladamente,  por  lo  mal  que  se 
paga.  Úsase  comúnmente  en  Sevilla, 
aludiendo  al  barrio  llamado  el  Barati- 
llo, en  que  se  vende  ropa  hecha  para 
las  clases  pobres. 
BARATO.— ¡Ahorcado  sea  tal  barato! 

Frase  ponderativa  del  bajo  o  ínfimo 
precio  a  que  se  da  indebidamente  al- 
guna cosa,  especialmente  entre  los  del 
mismo  comercio  u  oficio. 


BARATO 


90  — 


BARBA 


Cobra  el  barato  y  échate  a  dormir. 

En  ciertas  ocasiones  es  conveniente 
imponerse  desde  el  primer  momento. 
Cobrar  uno  el  barato. 

Ejercer  predominio,  por  el  miedo  que 
impone  a  los  demás. 
Dar  de  barato. 

Conceder  graciosamente  o  sin  preci- 
sión alguna  cosa,  por  no  ser  del  caso. — 
Dar  por  supuesto;  suponer  que,  etc. 
Echar,  o  ?neler,  a  barato. 

Confundir  y  obscurecer  lo  que  algu- 
no trata  de  expresar,  interrumpiéndole 
con  voces,  griterío,  bulla  o  cualquier 
otro  medio  que  turbe  el  silencio  y  el  or- 
den.— Agregando  el  país,  la  tierra,  etc., 
significa  talarla,  arrasarla,  destruirla, 
llevarla  a  sangre  y  fuego. 
El  barato  de  Juan  del  Carpió. 

Frase  proverbial    equivalente  a  Ir 
por  LANAjy  volver  trasquilado. 

Cuéntase  que  un  tal  Juan  del  Carpió 
estuvo  dando  naipes  y  despabilando 
toda  una  noche,  y  cuando  quiso,  a  la 
conclusión,  cobrar  el  barato  se  armó 
tal  riña  entre  los  jugadores,  que  vinie- 
ron a  tirarse  los  candeleros  a  la  cabe- 
za, descalabrando  con  uno  de  ellos  al 
postulante. 
Es  más  barato  cuidar  que  construir. 

Recomienda  el  esmero  en  conservar 
las  cosas,  pues  es  mucho  más  costoso 
el  tener  que  adquirirlas  nuevas. 
Hacer  mal  barato. 

Obrar  o  proceder  mal. 
Lo  barato  dado,  caro  llorado. 

Censura  el  desprendimiento  extre- 
mado, pues  en  muchas  ocasiones  nos 
hace  falta  lo  que  a  otro  dimos  sin  retri- 
bución alguna. — Aconseja  el  no  ser  de- 
masiado condescendiente,  con  especia- 
lidad al  sexo  femenino,  por  las  graves 
consecuencias  que  de  semejante  falta 
de  cautela  o  reserva  pueden  originarse. 
Lo  barato  es  caro.  —  V.  Lo  de  balde  es 

caro. 
Ni  juega  ni  da  barato. 

Dícese  del  que  anda  fluctuando  en- 
tre dos  partidos,  pareceres,  etc.,  sin 
acabar  de  decidirse  a  favor  de  uno  u 
otro. 
No  hay  nada  más  barato  que  lo  que  se 
compra. 

Significa  que  no  pocas  veces  los  re- 


galos )-  agasajos  salen  más  costosos  que 
lo  que  se  adquiere  con  el  dinero  efec- 
tivo. 
BARBA.— A  barba  regada. 

Con  mucha  abundancia  o  prodigali- 
dad; con  exceso. 
A,  o  en,  barba  de  necio  aprenden  todos  a 
rapar. 

Denota  que  el  débil  sirve  siempre  al 
poderoso  para  que  haga  sus  experi- 
mentos. 
A  barba  muerta  poca  vergüenza. 

Quiere  decir  que  generalmente  se 
guarda  poco  respeto  a  la  memoria  del 
que  ha  fallecido. 
Andar  con  la  barba  por  el  suelo. 

Pondérase  la  vejez  o  decrepitud  de 
una  persona. 
Andar  con  la  barba  sobre  el  hombro. 

Estar  alerta;  vivir  con  vigilancia  y 
cuidado;  andar  receloso. 
Antes  barba  blanca  para  tu  hija,  que  mu- 
chacho de  crencha  partida. 

Recomienda  para  el  matrimonio  de 
la  mujer,  la  seriedad  de  un  hombre  en- 
trado en  años,   mejor  que  la  inexpe- 
riencia de  un  mozalbete  presumido. 
A  poca  barba,  poca  vergüenza. 

Advierte  cómo  los  pocos  años  sue- 
len hacer  atrevidos  e  insolentes  a   al- 
gunos hombres. 
Barba  a  barba,  honra  se  cata. 

Da  a  entender  cómo,  en  presencia 
de  una  persona,  se  tiene  naturalmente 
cierto  empacho  en  exponerle  con  inge- 
nuidad y  llaneza  un  resentimiento,  pre- 
tensión, derecho,  etc.,  lo  cual  se  evita 
por  medio  de  un  escrito  o  valiéndose 
de  tercera  persona. — En  lugar  de  honra 
se  suele  decir  también  vergüenza. 
Barba  a  barba,  vergüenza  se  cata. 

Da  a  entender  la  mayor  atención  y 
respeto  que  se  tienen  unos  a  otros  en 
presencia,  que  no  en  ausencia. 
Barba  bien  bañada,  medio  cortada. 

Cuando  los  medios  conducentes  a  la 
consecución  de  un  fin  están  bien  pre- 
parados o  dispuestos,  se  obtiene  más 
pronta  y  acertadamente  el  objeto  ape- 
tecido. 
Barba  pone  mesa,  que  no  brazo  ni  pierna, 
o  que  no  pierna  tiesa. 

Recomienda  el  trabajo  y  la  aplica 
ción,  pues  en  medio  de  la  ociosidad  no 


BARBA 


—  91 


BARBA 


es  dable  adquirir  los  medios  necesarios 
para  subvenir  a  las  necesidades  perso- 
nales ni  domésticas. 
Barba  remojada,  medio  rapada. — V.  Bar- 
ba bien  bañada,  medio  cortada. 
Barba  rubia  mucho  viento  anuncia. 

El  sol  de  color  de  fuego. — Es  refrán 
catalán,  que  dice:  Barba  roxa  molt  vent 
porta. 
Cuando  la  barba  de  tu  vecino  veas  pelar, 
echa  la  tuya  a  remojar. 

Enseña  cómo  debemos   servirnos  y 
aprovecharnos  de  lo  que  a  otros  suce- 
de, escarmentando  en  cabeza  ajena.  — 
Dicese  también,  en  vez  de  pelar,  peinar. 
De  tal  barba,  tal  escama. 

Advierte  que  no  se  debe  esperar  de 
los  hombres,  por  punto  general,  otra 
cosa  que  la  que  corresponde  a  su  naci- 
miento y  crianza. 
Echar  a  la  buena  barba. 

Señalar  a  alguno  para  que  pague  lo 
que  él  y  sus  compañeros  han  comido, 
gastado,  etc. 
En  la  barba  del  clérigo  rapada,  le  nace  el 
pelo. 

Aunque  dé  el  clérigo  con  caridad  y 
liberalidad  cuanto  posee,  como  se  sus- 
tenta de  la  bolsa  de  Dios,  luego   se 
vuelve  a  llenar  la  suya. 
Hacerle  la  barba  a  alguno. 

Frase  figurada  y  familiar.  Jugarle  al- 
guna treta;  suplantarle;  llevarle  venta- 
ja en  alguna  cosa,  etc. 
Hazme  la  barba,  y  hacerte  he  el  copete. 
Aconseja  el  auxilio  mutuo  entre  dos 
o  más  que  se  proponen  la  consecución 
de  alguna  empresa. 
Afentir por  la  mitad  de  la  barba. 

Mentir  con  todo  descaro;  a  sabiendas. 
Meter  barba  en  cáliz. 

Esta  expresión,  usada  más  común- 
mente en  la  germanía,  equivale  a  or- 
denarse de  sacerdote. — En  sentido  más 
lato  da  a  entender  que  se  ha  conse- 
guido ya  llegar  a  una  alta  dignidad, 
empleo  o  cosa  equivalente. 
Poca  barba  dice  poca  vergüenza. 

Indica  que  el  amor  propio  y  la  dig- 
nidad son  hijos  de  los  años. 
Quien  no  guarda,  nunca  alza  barba. 

La  persona  que  es  despilfarradora, 
nunca  llegará  a  medrar  ni  a  disfrutar 
de  conveniencias  y  reposo. 


Sacar  a  alguno  la  barba  del  lodo. 

Sacarle  de  apuros  o  del  mal  trance 
en  que  se  halla. 

Ser  de  barba  de  pavo. 

Ser  alguna  persona  o  cosa  notable 
en  su  línea. — En  lugar  de  barba  se  dice 
también  de  moco  de  pavo. 

Te?nblarle  a  uno  la  barba. 

Estar  con  gran  miedo,  temor  o  rece- 
lo. —  Estar  dominado  por  la  ira;  enfu- 
recerse. 

Tener  barba  de  alcaide. 

Llamábase  así  antiguamente  a  la  que 
era  larga  y  de  aspecto  venerable,  que 
es  como  solían  usarla  aquellos  funcio- 
narios para  infundir  mayor  respeto  y 
autoridad  al  pueblo. 

Traer  la  barba  sobre  el  hombro.  — V.  An- 
dar con  la  barba  sobre  el  hombro. 

A  las  barbas  con  dineros,  honra  hacen  los 
caballeros. 

Advierte  que  a  los  viejos  acaudala- 
dos les  muestran  todos  respeto  por 
el  interés  que  esperan  lograr  cuando 
mueran. 

Barbas  mayores  quitan  jnenores. —  Véa- 
se Baza  mayor  quita  menor. 

Barbas  parejas  no  guardan  ovejas. 

Quien  se  ocupa  demasiado  en  el  ali- 
ño y  compostura  de  su  persona,  tiene 
que  descuidar  forzosamente  sus  inte- 
reses. 

Callen  barbas  y  hablen  cartas. 

Significa  que  es  ocioso  el  andar  gas- 
tando palabras  cuando  sobran  instru- 
mentos que  comprueben  lo  que  se 
quiere  probar. 

Con  más  barbas  que  un  zamarro. 

Expresión  que,  además  de  significar 
el  ser  un  hombre  barbudo,  se  usa  para 
reprender  o  vituperar  a  aquel  que, 
siendo  ya  algo  entrado  en  años,  ejecuta 
alguna  acción  propia  de  niños  o  de  jó- 
venes. 

Cuales  barbas,  tales  tobajas. 

Indica  que  a  cada  cual  se  le  debe  tri- 
butar el  honor  y  obsequio  que  a  su 
clase,  circunstancias  y  merecimientos 
le  corresponden.  —  Alude  a  la  prácti- 
ca que  observaban  los  barberos,  que, 
según  la  calidad  de  las  personas  que 
iban  a  afeitarse  a  su  tienda,  así  les  po- 
nían toallas  (tobajas)  o  paños  limpios 
o  usados. 


BARBARIDAD 


—  92 


BARBERO 


Echar  a  las  barbas. 

Reconvenir  a  uno;  darle  en  rostro; 
afearle  en  su  cara  el  mal  proceder  que 
ha  observado. 
¡Para  mis  barbas!,  o  ¡Por  mis  barbas! 
Fórmula  de  juramento  con  que  se 
asevera  alguna  cosa. 
Pelarse  uno  las  barbas. 

Manifestar    grande  ira  y  enojo  por 
medio  de  ademanes   violentos  y  des- 
compuestos. 
Quien  presta,  sus  barbas  mesa. 

Aconseja  el  ser  muy  parco  en  pres- 
tar, por  temor  de  no  poder  recuperar, 
cuando  se  necesite,  lo  prestado. 
Si  sale  con  barbas,  será  San  Antón,  y  si 
no,  la  Purísima  Concepción. 

Da  a  entender  que  uno  encomienda 
al  acaso  el  resultado  de  la  obra  o  pro- 
yecto que  trae  entre  manos,  sin  pre- 
ocuparse mucho  ni  poco  del  desenlace 
que  pueda  tener. 
Subírsele  a  alguno  a  las  barbas. 

Atreverse  o  perder  el  respeto  al  su- 
perior, o  querer  igualarse  alguno  con 
quien  le  aventaja  y  excede. 
Tener  buenas  barbas. 

Ser  de  carácter  firme  y  enérgico.  — 
Ser  alguna  persona  o  cosa  notable  en 
su  género,  cualquiera  que  éste  sea. 
Tener  pocas  barbas. 

Frase  figurada  y  familiar  con  que  se 
da  a  entender  que  alguno  tiene  pocos 
años;  o  ya,  que  carece  de  experiencia 
o  de  los  elementos  suficientes  para  sa- 
lir airoso  en  su  empresa.  En  este  últi- 
mo supuesto  es  sinónimo  riguroso  de 
Ser  poco  hombre. 
BARBARIDAD.  —  No  hay  barbaridad 
que  no  esté  apadrinada  por  algún  sabio. 
Denota  la  miseria  de  la  naturaleza 
humana,  supuesto  que  la  mayor  parte 
de  los  errores  que  existen  en  el  terre- 
no de  la  Ciencia  han  sido  concebidos  en 
el  cerebro  de  algún  hombre  de  talento, 
y  luego  apoyados  y  difundidos  por  sus 
adeptos. 
No  me  gustan  más  barbaridades  que  las 
mías. 

Frase  pretenciosa  en  que  se  suele 
prorrumpir  al  oír  algún  disparate,  dan- 
do a  entender  que  no  gusta  ninguno, 
por  suponerse  uno  incapaz  de  decirlos 
o  hacerlos. 


BARBECHO.  — £/  barbecho  de  enero 
hace  a  su  amo  caballero;  y  el  de  antes,  ca- 
ballero y  con  guantes.  Algunos  dicen:  si 
es  antes,  con  guantes;  y  si  después,  con 
alpargates. 

Indica  que  la  operación  de  barbechar 
las  tierras  debe  hacerse  lo  antes  posi- 
ble para  que  dé  mayor  rendimiento, 
pues  mientras  más  se  retrase  produci- 
rá peores  frutos. 
Firmar  como  en  un  barbecho. 

Hacerlo  sin  examinar  lo  que  se  fir- 
ma, y  por  extensión,  asentir  a  alguna 
cosa  cuya  índole  y  antecedentes  se  ig- 
noran por  parte  del  sujeto  que  presta 
a  ello  su  conformidad. 
BARBERO.  —  Barbero,  o  loco  o  parlero. 
Denota  el  poco  fundamento  y  la  mu- 
cha locuacidad  que  suele  ser  inherente 
a  los  que  ejercen  tal  profesión. — Dícese 
igualmente  a  este  propósito:  Ni  barbe- 
ro mudo,  ni  cantor  sesudo.  (Véase.) 
De  barbero  a  barbero  no  pasa  dinero. — 
V.  Entre  sastres  no  se  pagan  hechuras. 
La  gracia,  o  la  habilidad,  del  barbero 
consiste  eti  dejar,  o  sacar,  patilla  donde 
no  hay  pelo. 

Elogia  a  los  que  se  dan  maña  para 
sacar  partido  de  las  situaciones  desfa- 
vorables o  contrarias  al  buen  éxito  de- 
seado u  obtenido,  y  que,  por  lo  tanto, 
no  era  de  esperar. 
Más  desocupado  que  un  barbero  en  lunes. 
Se  emplea  para  indicar  que  uno  no 
tiene  nada  que  hacer,  aludiendo  a  que 
los  barberos  no  suelen  tener  trabajo  a 
principios  de  semana. 
Más  frío  que  mano  de  barbero. 

Se  aplica  para  significar  que  una  cosa 
no  tiene  calor  alguno. 
Ni  barbero  mudo,  ni  cantor  sesudo. 

Casi  todos  los  barberos  tienen  el 
prurito  de  hablar  demasiado  cuando 
afeitan.  Casi  todos  los  músicos  adole- 
cen de  poco  asiento  o  juicio,  de  ligere- 
za de  cascos.  De  aquí  el  refrán. 
Todos,  o  los  más  de,  los  barberos  son  gui- 
tarristas y  copleros. 

Este  refrán  es  un  fiel  reflejo  de  la 
realidad;  pues,  en  efecto,  parece  hallar- 
se vinculada  en  tal  profesión  la  afición 
al  canto,  a  la  locuacidad  y  a  la  música 
de  guitarra,  en  la  cual  suelen  ser  algu- 
nos bastante  más  que  medianías. 


BARBIPONIENTE 


93  — 


BARGAS 


BARBIPONIENTE.  —  Dámelo  barbipo- 
niente, si  quieres  que  me  aproveche. 

Indica  que  para  ciertos  menesteres 
son  preferibles  los  mancebos  en  quie- 
nes empieza  a  despuntar  la  barba. 
BARBO.  —  ¿Y  el  barbo? 

Pescando  con  caña  en  el  Ebro  un 
vecino  de  Utebo  (Aragón),  creyó  que 
algún  barbo  colosal  había  picado  en  el 
anzuelo,  cuando,  a  pesar  de  ser  hom- 
bre de  bríos,  no  podía  sacarlo.  Llamó 
en  su  ayuda  a  los  mozos  del  lugar,  los 
que  no  tardaron  en  acudir,  provistos 
de  cuerdas  y  ganchos;  y  al  cabo  de  mu- 
cho tiempo  de  tirar  y  más  tirar,  vieron 
coronados  sus  heroicos  esfuerzos,  dig- 
nos de  mejor  causa,  con  arrancar  del 
fondo  del  río  un  madero  más  que  me- 
diano. Desde  entonces,  el  que  quiera 
que  le  calienten  las  costillas,  no  tiene 
más  que  preguntar  a  cualquier  hijo  de 
Utebo:  ¿Y  el  barbo?,  pues  lo  reputan 
por  mote  sumamente  denigrante  para 
ellos. 
BARCA.  —  Bien  liaremos ,  bien  diremos, 
mal  va  la  barca  sin  remos. 

Refrán  tomado  del  italiano,  que  in- 
terpreta el  Comendador  Griego  en  los 
siguientes  términos:  «Llama,  según 
pienso,  a  los  aparejos  necesarios  para 
la  cosa  o  el  consejo,  los  remos.» 
Dar  con  la  barca  en  tierra. 

Tropezar  con  algún  escollo;  experi- 
mentar algún  fracaso. 
La  ventura  de  la  barca,  la  mocedad  tra- 
bajada y  la  vejez  quemada. 

Aplícase  a  los  que  toda  su  vida  son 
desgraciados,  con  alusión  al  destino  de 
la  barca,  que  después  de  haber  sido  el 
azote  de  las  aguas  mientras  era  servi- 
ble, al  inutilizarse  son  sus  fragmentos 
arrojados  al  fuego. 
Quien  ha  de  pasar  la  barca,  no  cuente 
jornada. 

Explica  la  contingencia  de  retardar- 
se la  jornada  cuando  hay  obstáculos 
que  vencer. 
B ÁRCELO. —  Ser  más  valiente  que  Bar- 
celó  por  la  mar. 

Frase  usada  frecuentemente  en  An- 
dalucía para  expresar  el  valor  heroico 
de  alguna  persona. — Su  origen  es  debi- 
do a  un  marino  español  llamado  don 
Antonio  Barceló,  natural  de  Mallorca, 


el  cual  se  hizo  famoso  a  mediados  del 
siglo  xviii  por  las  persecuciones  tan  de- 
nodadas como  victoriosas  que  hizo  a 
los  moros  que  infestaban  a  la  sazón  las 
costas  de  la  Península. 
BARCELONA.  —  Barcelona  es  bona  si 
la  bolsa  sona. 

Refrán  usado  por  los  que  defien- 
den que  teniendo  dinero  se  está  bien 
en  todas  partes.  —  Los  catalanes,  más 
atentos  a  la  belleza  de  su  ciudad,  aña- 
den: si  sona  o  no  sona,  Barcelona  siem- 
pre es  bona. 
BARCO.  —  A  barco  viejo,  bordingas  nue- 
vas. 

Según  el  Comendador,  «el  asturiano 
llama  bordingas,  palos  nuevos  que  po- 
nen al  través  de  largo  a  largo  a  los  bar- 
cos viejos,  para  reforzarlos».  —  V.  Re- 
mienda tu  sayo  y  pasarás  tu  ano. 
Barco  a  la  capa,  marinero  a  la  hamaca. 
Refrán  con  que  los  marineros  dan  a 
entender  que,  una  vez  puesto  el  buque 
a  la  capa,  nada  más  queda  que  hacer. 
Barco  grande,  y  ande  o  no  ande.  Otros 
dicen  :  Caballo  grande,  ande  o  no  ande . 
Dícese  de  los  que  aprecian  las  cosas 
por  el  tamaño   y  no  por  el  mérito. — 
También  se  significa  con  este  refrán  la 
mayor   seguridad  que  hay  en  el  mar, 
cuando  reinan  temporales,  si  se  viaja 
en  barcos  grandes  y  pesados. 
Barco  lleno  y  barco  vacio. 

Da  a  entender  la  inestabilidad  y  poca 
permanencia  de  algunas  cosas,  que  tan 
pronto  se  tienen  como  se  dejan  de  te- 
ner, a  la  manera  de  los  buques  de  car- 
ga, que  tan  pronto  están  llenos  como 
vacíos. 
Barco  parado,  mareo  preparado. 

Por  el  cuneo  que  forma  cuando  está 
amarrado  o  anclado,  a  causa  del  mayor 
o  menor  oleaje  que  lo  agita. 
Por  viejo  que  sea  el  barco,  pasa  una  vez 
el  vado,  o  el  charco. 

Da  a  entender  que  por  inútil  y  que- 
brantado que  esté  cualquiera,  puede 
servir  para  algo  en  un  momento  dado. 
BARGAS.  -  Eres  como  los  de  Bargas,  que 
entran  con  la  viga  atravesada. 

Equivale  a  llamarles  brutos  y  testa- 
rudos. —  Lo  mismo  se  dice  de  los  de 
Nava  del  Rey  y  de  los  de  otras  locali- 
dades. 


BARLOVENTO 


—  94  — 


BARRIGA 


BARLOVENTO.-  Ganar  el  barlovento. 

Estar  de  buena  fortuna  respecto  de 
otro;  superarle  o  aventajarle  en  suerte. 
BARNIZ.— Darse  barniz,  o  mucho  barniz. 
Darse  importancia  y  lustre;  ser  jac- 
tancioso.— V.  Darse  tono. 
B ARQUETA.  —  Si  no  es  en  esta  barque- 
ta,  será  en  la  que  se  fleta. 

Lo  que  no  se  hace  o  consigue  hoy, 
se  hace  o  consigue  mañana. 
BARQUILLO.—  Barquillos  y  aloja,  alo- 
ja y  barquillos. 

Dícese  cuando  alguna  cosa,  hecho  o 
dicho  se  repite  mucho,  variando  a  lo 
sumo  la  forma,  pero  con  igual  fondo. 
BARQUINAZO.—  Dar  un  barquinazo. 
Estar  para  caerse;  a  punto  de  des- 
aparecer o  decaer  alguna  cosa,  tal  como 
la  salud,  una  fortuna,  etc. 
BARRA.— De  barra  a  barra. 

De  parte  a  parte  o  de  uno  a  otro  ex- 
tremo. 
Estirar  uno  la  barra. 

Hacer  todos  los  esfuerzos  posibles 
para  conseguir  alguna  cosa. 
Tirar  la  barra. 

Pasar,  exceder  de  lo  que  otro  haga, 
o  sobrepujar  alguna  cosa. —  Vender  las 
cosas  al  mayor  precio  posible. 
Tirar  uno  la  barra.  —  V.  Estirar  uno  la 

barra. 
Tirar  uno  la  barra  muy  alto,  o  muy  allá, 
o  Tirar  más  la  barra. 

Aventajarse  sobre  los  demás  en  aque- 
llo de  que  se  trata. 
Tirar  la  barra  muy  allá. 

Ser  muy  notable  o  primoroso,  dis- 
tinguiéndose en  aquello  de  que  se  tra- 
ta, y  presumir  de  ello  al  propio  tiempo. 
A  barras  áerechas. 

Ejecutar  una  cosa  sin  engaño. 
Eso piáo,y  barras  áerechas. 

Solicitar  que  se  conceda  una  cosa 
sin  engaño,  fraude  o  dolo. 
Estar  en  barras. 

Tener  alguno  su  pretensión  o  nego- 
cio en  buen  estado. 
Sin  áaño  áe  barras. 

Ejecutar  una   cosa   sin    perjuicio    o 
daño  de  ninguna  de  las  partes  conten- 
dientes o  contratantes. 
Sin  mirar,  o  pararse,  o  reparar,  o  trope- 
zar, en  barras. 

Hacer  algo  sin  reparar  en  los  incon- 


venientes o  dificultades  que   pueden 
salir  al  paso,  atrepellando  por  cuales- 
quiera obstáculos. 
BARRABÁS.  —  Ser  más  malo   que  Ba- 
rrabás. 

Aplícase  a  las  personas  malvadas  o 
a  los  muchachos  sumamente  traviesos, 
con  alusión  a  aquel  célebre  sedicioso  a 
quien  hizo  entrar  Pilatos  en  turno  con 
Jesús  para  ser  sentenciado  a  muerte  o 
absuelto,  según  lo  pidiera  el  pueblo 
judaico. 
BARRANCO.  —  No  hay  barranco  sin 
atranco.  —  V.  No  hay  atajo  sin  trabajo. 
Salir  áel  barranco. 

Salir  del  atolladero  o  del  mal  paso 
en  que  moral  o  materialmente  se  halla 
uno  metido. 
BARRERA. —  Desáe  la  barrera  se  sortea 
perfectamente. 

Satiriza  la  costumbre  de  dar  conse- 
jos, hallándolo  todo  muy  fácil,  cuando 
no  se  está  en  el  trance  por  que  pasa  el 
aconsejado. 
Sacar  a  barrera. 

Sacar  o  exponer  al  público  una  cosa, 
tal  como  los  méritos  o  defectos  de  al- 
guna persona  o  cosa. 
Salir  a  barrera. 

Exponerse  a  la  pública  censura. 
Ver  los  toros  áesáe  la  barrera. 

Hacer  algo  sin  exponerse  a  ningún 
riesgo.  —  Presenciar  una  cosa  de  gran 
peligro  desde  lugar  seguro. 
Sacar  a  alguno  a  barreras. 

Dícese  más  comúnmente  Sacar  a  ba- 
rrera. (Véase.) 
BARRIDO.  —  Ser,  o  servir,  uno  lo  mismo 
para  un  barrido  que  para  un  fregaáo. 
Ser  materia  dispuesta  para  todo,  o 
para  cosas  contrarias,  como  lo  sagrado 
y  lo  profano,  lo  serio  y  lo  jocoso,  lo 
noble  y  lo  plebeyo,  etc. 
BARRIGA.  —  Barriga  caliente,  pie  dur- 
miente. 

Después  de  haber  comido  bien  se 
debe  descansar  un  rato. 
Barriga  gruesa  no  engendra  entendimiento. 
Las  personas  que  son  de  mucho  co- 
mer no  suelen  distinguirse  por  exceso 
de  inteligencia. 
Barriga  llena,  o  el  vientre  lleno,  alaba  a 
Dios. 

Da  a  entender  que  no  hay  cosa  como 


BARRIGA 


95  — 


BARRO 


el  estar  bien  mantenido  para  hallarse 
contento  y  dispuesto  a  emprender  cual- 
quiera ocupación  o  faena. 
Barriga  vacia,  todo  es  sequía. — V.  En 

barriga  vacía,  huelgan  ideas. 
De  cuarenta  para  arriba,  no  te  mojes  la  ba- 
rriga. Otros  dicen:  De  cuarenta  para 
arriba,  ni  te  cases,  ni  te  embarques,  ni  te 
mojes  la  barriga. 

Aconseja  el  no  bañarse  después  de 
cumplidos  cuarenta  años,  mayormen- 
te al  que  nunca  lo  hizo  o  no  tiene  cos- 
tumbre de  hacerlo  muy  a  menudo. 
Echar  barriga. 

Engreírse ,    ensoberbecerse ,    andar 
desvanecido. 
El  que  no  diga  ¡viva!  que  se  le  seque  la 
barriga. 

Expresión  jocosa  usada  para  inducir 
a  los  demás  a  que  asientan  a  nuestro 
parecer  o  deseo. 
El  que  tiene  la  barriga  llena,  no  se  acuer- 
da del  que  la  tiene  vacia. 

Satiriza  a  los  ricos,  que  como  tienen 
sus  necesidades  cubiertas,  no   suelen 
preocuparse  por  los  desheredados  de 
la  fortuna. 
En  barriga  vacia,  huelgan  ideas. 

La  persona  que  se  encuentra  falta 
de  alimento  no  se  halla  en  disposición 
de  dedicarse  a  trabajos  intelectuales. 
Escocerle,  o  picarle,  a  uno  la  barriga. 
Tener   mucha   hambre    o   ganas    de 
comer. 
Estar  con,  o  hallarse  con,  o  tener,  la  ba- 
rriga a  la  boca. 

Próxima  a  parir  una  hembra  cual- 
quiera.  Dícese  más   comúnmente  del 
ser  racional. 
Estar  rascándose  la  barriga. 

Estar  de  todo  punto  ocioso,  sin  ha- 
cer nada. 
Sacar  la  barriga,  o  la  tripa,  o  el  vientre, 
de  mal  año. 

Saciar  el  hambre.  —  Comer  más  de  lo 
que   se    acostumbra,   particularmente 
cuando  se  hace  en  casa  ajena. 
Tener  la  barriga  como  cañón  de  escopeta, 
o  de  órgano. 

Tenerla  vacía;  no  haber  comido  en 
mucho  tiempo. 
Tener  la  barriga  como  un  pandero. 

Tenerla   dura,  por  hallarse  satisfe- 
cha, harta,  repleta. 


BARRIGÓN.  —  El  que  ha  nacido  barri- 
gón, es  al  mido  que  lo  fajen. 

Úsase  en  la  América  del  Sur  para 
manifestar  lo  difícil,  si  no  imposible, 
que  es  contrarrestar  la  genialidad,  suer- 
te, etc.,  de  las  personas. 

BARRIL.  —  No  ha  de  romper  el  barril 
brote  que  viene  en  abril. 

índica  que  cuando  brota  la  vid  en 
abril,  el  fruto  no  será  abundante. 

BARRILLO.  —  El  barrillo  de  la  aldea» 
un  burro  lo  trae  y  ciento  lo  llevan. 

Por  eufemismo  se  suele  decir  simple- 
mente uno  lo  trae  y  ciento  lo  llevan,  y 
se  aplica  a  las  personas  que,  al  arri- 
marse a  las  paredes  recién  blanquea- 
das, se  llevan  pegado  a  la  ropa  el 
blanqueo. 

BARRIO.  —  Andar  de  barrio,  o  vestido  de 
barrio. 

Andar  en  traje  de  confianza,  como  se 
acostumbra  al  hacer  visitas  por  la  ve- 
cindad. Es  un  provincialismo  de  Anda- 
lucía. 

Luis  Rufo  emplea  también  esta  locu- 
ción en  su  Apotegma  273,  el  cual  dice 
así :  «Venían  dos  caballeros,  el  uno  muy 
rico  y  el  otro  muy  pobre,  en  dos  caba- 
llos buenos;  y  como  fuesen  iguales  en 
ser  muy  jinetes  y  buenos  talles,  y  se 
conformasen  en  el  vestido,  no  por  eso 
se  dejaba  de  echar  de  ver  que  el  uno 
iba  en  caballo  suyo  y  el  otro  lo  llevaba 
prestado.  El  uno  tenía  sobrado  lo  que 
había  menester,  y  el  otro  andaba  de  ba- 
rrio todo  el  año  para  salir  un  día.  Así,, 
visto,  pues,  que  la  apariencia  era  toda 
una  y  la  substancia  tan  desigual,  dijo 
que  «el  uno  era  árbol  sustentado  en 
»su  raíz,  y  el  otro  hincado  en  calle  por 
»donde  pasa  procesión.» 
En  el  barrio  de  Santa  Justa,  Dios  ¡os- 
ería y  ellos  se  juntan.  —  V.  Dios  los  cria 
y  ellos  se  juntan. 
Irse,  o  marcharse,  al  otro  barrio. 
Equivale  a  morirse. 

BARRO.  —  Aunque  iodo  sea  barro,  no  es 
lo  mismo  la  tinaja  que  el  jarro.  —  V.  En 
cuanto  a  metales,  iguales,  pero  diferen- 
tes los  metales. 
Barro  y  cal  encubren  mucho  mal. 

El  afeite  y  barniz  dado  a  muchísimas- 
cosas,  oculta  lo  malo,  esencial  o  intrín- 
seco, que  radica  en  ellas. 


BARTOLA 


—  96 


BASTO 


Dar  barro  a  mano. 

Entregar  a  uno  dinero  sin  tasa. 
Estar  comiendo,  o  mascando,  barro.  — 
V.  Estar  comiendo,  o  mascando,  tierra. 
No  ser  barro  una  cosa. 

Tener  algún  valor  o  importancia.  — 
No  ser  despreciable  o  de  poco  más  o 
menos. 
Ser  barro. 

Se  usa  esta  frase  en  el  propio  senti- 
do que  la  de  No  ser  barro  una  cosa, 
pero  con  el  carácter  de  ironía.  No  es, 
sin  embargo,  su  empleo  tan  frecuente 
como  el  de  aquélla. 
Tener  barro  a  mano. 

Tener    alguna    persona    dinero    sin 
tasa;  dilapidarlo  sin  cuidado  ni  preocu- 
pación de  nada. 
BARTOLA.  —  Tenderse  a  la  bartola. 

Sin  ningún  cuidado;  sin  preocuparse 
de  hacer  nada. — También  se  dice  Tum- 
barse, o  echarse.  —  La  bartola  es  la  ba- 
rriga, estómago,  buche  o  pancho. 
BARTOLO.  —  Acertólo  Bartolo. 

Locución  proverbial  con  que  iróni- 
camente se  da  a  entender  a  uno,  que 
ha  errado  en  aquello  en  que  juzgaba 
haber  andado  acertado. 
Casóse  Bartolo  con  Mari-Pascual,  tal 
para  cual. 

Satiriza  la  unión  de  dos  personas  de 
igual  mala  condición. 
;  Corre,  Bartolo,  que  te  coge,  o  pilla,  el  toro! 
Frase  con  que  se  excita  a  una  perso- 
na a  que  huya  o  corra. 
BÁRTULOS.  —  Liar  los  bártulos. 

Arreglarlo  todo  para  hacer  una  mu- 
danza o  viaje.  —  Marcharse  de  un  sitio. 
Úsase  también  con  los  verbos  coger  o 
tomar. 
Preparar  los  bártulos. 

Disponer   los  medios  para  ejecutar 
alguna  cosa. 
BASA.  —  Sentada  la  basa,  o  esta  basa. 
Sentado  el  principio;  sentadas  las  pre- 
misas; esto  supuesto.  —  Algunos  subs- 
tituyen la  palabra  basa  por  baza;  pero 
semejante  substitución  es  menos  ade- 
cuada, puesto  que  baza  es  término  del 
juego  y  tiene  significación  distinta  de 
la  conveniente  a  la  frase  antedicha. 
BASILISCO.  —  Estar  hecho  un  basilis- 
co, o  Ponerse  como  un  basilisco. 
Estar  o  ponerse  sumamente  encole- 


rizado, hasta  el  punto  de  desear  matar 
con  sólo  la  vista,  si  posible  fuera,  al 
objeto  que  causa  tal  ira  y  furor. — Alude 
a  la  creencia  errónea  en  que  estaban 
los  antiguos  tocante  a  poder  causar  la 
muerte  con  la  vista  semejante  reptil. 
BASQUINA.  —  Ser  más  cumplido  que  una 
basquina. 

Dícese  de  la  persona  que  es  por  ex- 
tremo cortés,  en  cuya  ocasión  se  juega 
del  vocablo  cumplido,  por  ceremonioso  y 
por  largo. 
BASTANTE.  —  Bastante  es  mejor  que 
demasiado. 

Indica  que  el  exceso  en  muchas  co- 
sas es  perjudicial. 
¡Bastante  hemos  hablado! 

Expresión  con  la  cual  se  da  a  enten- 
der que  no  hay  que  decir  nada  sobre 
el  asunto  de  que  se  trata,  pues  sin  ne- 
cesidad de  explicaciones  se  sabe  o  se 
ha  comprendido  todo.  Suele  emplearse 
irónicamente. 
BASTANTOLLO.  —  «¡Bastantollo!», 
dijo  la  vieja  al  pollo. 

La  palabra  bastantollo,  voz  jocosa 
empleada  en  la  provincia  de  Cádiz, 
sólo  la  hemos  visto  usada  en  este  re- 
frán, el  cual  equivale  a  decir:  ¡Bas- 
tante hemos  hablado!  El  pueblo,  poeta 
por  naturaleza,  busca  los  consonante» 
para  sus  frases,  y  cuando  no  los  halla, 
los  inventa  de  la  manera  más  capri- 
chosa. A  este  género  pertenece,  sin 
duda,  la  voz  que  nos  ocupa. 
BASTAR.  —  Lo  poco  basta  y  lo  mucho  se 
gasta. 

Significa  que  cuando  se  posee  más 
de  lo  necesario  se  consume  antes,  dila- 
pidándolo, por  creer  que  no  se  ha  de 
acabar  nunca.  En  cambio,  cuando  no  se 
tiene  más  que  lo  suficiente,  se  ahorra 
y  guarda,  temerosos  de  que  no  nos 
alcance. 
No  decir  nunca  :  Basta. 

Ser  insaciable;  parecer  todo  poco. 
BASTIDORES.  —  Entre  bastidores.  — 

V.  Estar  al  paño. 

BASTILLO.  —  Vuelta  de  bastillo,  cátala 

codillo.  —  V.  Si  basto  tienes,  nunca  des 

vuelta. 

BASTO.— Si  basto  tienes,  nunca  desvuelta. 

Aconseja  a  los  jugadores  de  tresillo 

que  no  hagan  la  jugada  de  voltereta  o 


BASTÓN 


97  — 


BAYO 


vuelta  cuando  entran  con  el  basto  sólo, 
o  sea  con  la  tercera  figura  del  estuche 
mayor. 
Bastos  son  triunfos.  —  V.  No  hay  tal  ra- 
zón como  la  del  bastón. 
¡Por  vida  del  ocho  de  bastos! 

Interjección  que,  como  la  mayor  par- 
te de  ellas,  no  tiene  otro  origen  que  el 
capricho  del  que,  en  un  momento  de 
mal  humor,  la  pronuncia. 
BASTÓN.— Empuñar  el  bastón. 

Asumir  o  conseguir  el  mando. 
Meter  el  bastón. 

Poner  paz,  interviniendo  en  algo. 
Terciar  el  bastón. 

Sacudir  golpes  de  lleno  con  él  a  al- 
guien. 
BASURERO.  —  /  Temprano  se  abren  los 
basureros! 

Frase  que  se  emplea  entre  personas 
de  mucha  confianza,  cuando  a  alguna 
se  le  abre  la  boca  para  bostezar. 
BATACAZO.  —  Pegar  un  batacazo. 

Sufrir  un  fracaso  en  algún  asunto. — 
Incurrir  en  algún  desacierto  o  incon- 
veniencia. 
BATALLA.  —  Batalla  ganada,  general 
perdido. 

Da  a  entender  el  poco  caso  que  se 
hace  de  las  personas  cuando  ya  se  ha 
conseguido  de  ellas  todo  lo  que  se  de- 
seaba. 
La  batalla  de  Alcolea,  colea. 

Frase  circunstancial  que  se  emplea- 
ba después  de  la  revolución  de  sep- 
tiembre de  1868,  para  indicar  que  no 
se  conocían  aún  bien  las  consecuencias 
del  hecho  de  armas  que  dio  al  traste 
con  el  trono  de  Isabel  II. 
BATATA.— Meterle  la  batata  a  uno. 

Engañar  a  una  persona.  —  V.  Hacer 
un  flaco  servicio. 
BATIDEROS.—  Guardar  los  batideros. 
Prevenir  y  evitar  todos  los  inconve- 
nientes. 
BATIRSE. —  Bátete  con  uno,  combate  con 
dos,  defiéndete  de  tres,  huye  de  cuatro,  y 
no  quedarás  deshonrado. 

Regla  de  prudencia  que  debe  seguir 
el  que  no  quiera  exponerse  a  un  fra- 
caso. 
BATUECAS.  —  Parece  que  acaba  de  venir 
de  las  Batuecas. 

Moteja  de  zafio  e  ignorante  a  alguno. 


Quien  en  las  Batuecas  haya  de  habitar, 
en  cabras  y  cohnenas  ha  de  tratar. 

Indica  que  en  este  desdichado  valle 
salmantino  sólo  se  ocupan  de  la  apicul- 
tura y  el  pastoreo.  Este  refrán  es  anti- 
quísimo, pues  consta  que  a  fines  del 
siglo  xvi,  en  que  las  Batuecas  era  una 
dehesa,  llevaban  los  vecinos  del  inme- 
diato pueblo  de  la  Alberca  sus  gana- 
dos a  pastar,  en  invierno,  a  dicha  re- 
gión. 
Venir  de  las  Batuecas. 

Estar  muy  atrasado  e  inculto,  fun- 
dándose en  ser  ése  el  estado  de  los 
míseros  habitantes  del  valle  situado  en 
la  parte  meridional  de  la  provincia  de 
Salamanca  conocido  con  dicho  nombre. 
Está  al  Norte  de  Las  Hurdes  (Cáceres), 
cuyos  naturales  gozan  de  igual  fama. 
BATURRILLO.  —  Hacer  un  baturrillo. 

Mezclar  especies  inconexas  y  que  no 
hacen  al  caso,  tanto  en  la  conversación 
como  en  los  escritos. — También  se  dice 
batiborrillo. 
BATUTA.  -Llevar  uno  la  batuta. 

Dirigir  el  plan  de  conducta  que  ha 
de  observar  una  corporación  o  la  junta 
de  varias  personas,  o  figurar  en  prime- 
ra línea  en  alguna  materia. 
BAÚL. — Henchir,  o  llenar,  el  baúl. 

Comer  mucho  o  darse  un  hartazgo. 
Familiarmente  se  da  el  nombre  de  baúl, 
así  como  también  los  de  barriga,  buche, 
pancho,  pandero,  bartola  y  andorga,  al 
vientre. 
BAUTISMO.  -  Romperle  a  uno  el  bau- 
tismo. 

O   sea  la   cabeza,   llamada   familiar- 
mente así  por  ser  la  parte  en  que  se 
reciben  las  aguas  bautismales. 
BAYETAS.  —  Arrastrar  bayetas. 

Andar  en  pretensiones  o  solicitud  de 
alcanzar  alguna  cosa.  —  Cursar  en  una 
Universidad. 
BAYO.  —  Uno  piensa  al  bayo,  y  otro  es  el 
que  lo  ensilla. 

Unos  hacen  el  gasto  y  otros  son  los 
que  se  divierten.  —  V.  Uno  levanta  la 
caza,  y  otro  la  mata. 
Uno  piensa  el  bayo,  y  otro  el  que  le  en- 
silla. 

Advierte  el  diferente  modo  con  que 
piensan  muchas  veces  los  superiores 
respecto  de  lo?  inferiores. 

7 


BAYONA 


—  98  - 


BEBER 


BAYONA.—  ¡Arda  Bayona! 

Expresión  con  que  se  da  a  entender 
el  poco  cuidado  que  se  le  da,  al  que  no 
le  cuesta  nada,  de  que  se  gaste  mucho 
en  alg'una  función. 
Poner  a  la  ley  de  Bayona. 
Desnudar  a  una  persona. 
BAYONETA.  —  La   bayoneta   todo  lo 
aprieta. 

Refrán  valenciano  con  que  se  signi- 
fica que  para  conseguir  la  paz  no  hay 
más  remedio  que  emplear  la  fuerza. 
BAZA.  —  Asentar  uno  bien  su  baza,  o  Te- 
ner su  baza  bien  sentada. 

Establecer  sólidamente  su  crédito, 
opinión  o  intereses. 
Baza  mayor  quita  menor. 

Expresa  que  los  inferiores  en  cate- 
goría o  edad  deben  someter  siempre 
su  opinión  o  deseos  a  los  de  aquellos 
que  les  aventajan  en  cualquiera  de  di- 
chas circunstancias. 
Dar  bazar  triunfo. 

Poner  a  uno  las  cosas  a  medida  de 
su  deseo. 
Hacer  la  baza. 

Conseguir  uno  lo  que  se  había  pro- 
puesto.— Sobresalir. 
No  dejar  meter  baza. 

No  permitir  que  otro  u  otros  tomen 
parte  en  la  conversación  o  asunto  de 
que  se  trata.  —  Se  emplea  también  en 
forma  afirmativa,  pero  menos  común- 
mente. 
Sentada  la  baza,  o  esta  baza. — V.  Senta- 
da la  basa,  etc. 
BAZO.  —  Lo  que  es  bueno  para  el  bazo,  es 
malo  para  el  espinazo. — V.  Lo  que  es  bue- 
no para  el  hígado,  es  malo  para  el  bazo. 
No  dar  tormento  al  bazo. 
Estar  alegre  o  divertido. 
BE.  —  3c  por  be.— V.  Ce  por  be,  o  Ce  por  ce. 
No  haber  pasado  del  be,  a,  ba. 

Conocer  tan  sólo  superficialmente  los 
rudimentos  de  alguna  ciencia,  profe- 
sión, arte,  etc. 
BEATA.  —  Beata  con  devoción,  las  faldas 
largas,  o  las  tocas  bajas,  y  el  rabo  la- 
drón. —  V.  Beatas,  el  diablo  las  desata. 
Cuentas  de  beata  v  uñas  de  gata. — V.  Bea- 
tas, el  diablo  las  desata. 
Beatas,  el  diablo  las  desata,  o  las  arre- 
bata. 

Contra  las  mujeres  hipócritas.  —  A 


igual  propósito  se  suele  decir :  Beata 
con  devoción,  las  faldas  largas,  o  las  to- 
cas bajas,  y  el  rabo  ladrón;  y  también  : 
Cuentas  de  beata  y  uñas  de  gata. 
BEATO.  —  Beato  quien  posee.  Algunos 
añaden  :  maharón  quien  demanda. 

Da  a  entender  lo  digno  de  lástima 
que  es  el  que  tiene  que  pedir  al  rico. 
Beato  y  tuno,  todo  es  uno. 

Aforismo  empleado  contra  los  hipó- 
critas. —  V.   Cara  de  beato  y   uñas  de 
gato. 
BEBEDOR.  —  Al  buen  bebedor  le  sirve 
la  uva  de  cañamón. 

Los  cañamones  tostados  son  exci- 
tantes para  la  sed,  y  así,  muchos  los 
comen  para  beber  vino;  pero  al  que 
está  acostumbrado  a  beber  con  exceso 
no  es  necesario,  pues  el  mismo  vino  le 
incita  a  beber  más. 
BEBER.  —  Beber  fresco. 

Estar  sin  cuidado  ni  recelo  una  per- 
sona por  lo  que  pudiera  sobrevenirle. 
Beberle  a  uno  los  pensamientos. 

Adivinárselos,  para  ponerlos  en  eje- 
cución casi  antes  de  que  los  haya  ter- 
minado de  formular. 
Beber  los  vientos  por  alguna  persona  o 
cosa. 

No  omitir  diligencia  para  conseguir 
lo  que  de  aquélla  o  de  ésta  se  propone 
uno.  —  Estar  muy  enamorado. 
Beber  por  lo  ancho  y  dar  a  beber  por  lo 
angosto. 

Equivalente  a  La  ley  del  embudo,  que 
se  suele  emplear  contra  los  egoístas. 
Beber  sobre  tarja. 

Beber  o  vivir  al  fiado  o  de  prestado. 
Bebiendo,  com/endo  y  durmiendo  se  qui- 
tan la  sed,  la  hambre  y  el  sueño. 

Perogrullada  que  se  aplica  a  la  per- 
sona que    se  queja   de  cualquiera  de 
estas  tres  molestias. 
Después  de  beber,  cada  uno  dice  su  pa- 
recer. 

Denota  que  la  intemperancia  en  la 
bebida  hace  que  se  olviden  las  formas 
corteses,  no  defiriendo  a  las  opiniones 
de  los  demás,  sino  tratando  de  impo- 
ner las  suyas. 
Do  entra  beber,  sale  saber. 

Denota  lo  perjudicial  que  es  el  abuso 
de  las  bebidas  alcohólicas  para  la  inte- 
ligencia. 


BEBIDA 


99  — 


BEHETRÍA 


La  que  se  enseña  a  beber  de  tierna,  envia- 
rá el  hilado  a  la  taberna. 

Las  que  se  acostumbran  a  la  bebida, 
consumen  en  ella  todo  lo  que  ganan. 

Mie?itras  bebo  no  me  dov. 

Da  a  entender  que  en  tanto  que  se 
está  haciendo  una  cosa  agradable,  se 
descansa  del  trabajo  o  fatiga  que  pro- 
porciona otra  penosa.  —  El  origen  de 
esta  locución  proverbial  se  halla  en  un 
cuento  incluido  en  una  comedia  del 
ingenio  madrileño  D.  Agustín  Moreto, 
que  dice  así : 

«Un  hombre  se  iba  azotando; 
por  la  calle  iba  corriendo, 
y  en  cuanta  taberna  hallaba 
hacía  estación,  y  se  estaba 
un  cuarto  de  hora  bebiendo. 
Díjole  uno  :  «Mirad  que  hoy 
beber  tanto  es  desvarío.» 
Y  él  respondió  :  «Señor  mío, 
mientras  bebo  no  me  doy.-» 

Por  beber  medio  cuartillo  y  comer  media 
tajada,  nunca  se  perdió  nada.  —  V.  Por 
oír  misa  y  dar  cebada,  no  se  pierde  la  jor- 
nada. 

Sin  beber  y  sin  comer  no  hay  placer.  — 
V.  No  hay  holganza  sin  traga?iza,  en 
sus  dos  acepciones. 

Si  por  beber  no  he  de  ver,  ¡adiós,  luz! 

Empléase  contra  los  que  anteponen 

la  satisfacción  de  sus  ciegos  apetitos  a 

su  salud  o  a  sus  verdaderos  intereses. 

BEBIDA.  —  La  bebida  moderada  es  salud 

para  alma  y  cuerpo. 

Da  a  entender  que  el  uso  del  vino 
es  tan  beneficioso  como  perjudicial  el 
abuso.  —  Quien  desee  ver  ampliamente 
defendida  esta  teoría  puede  consul- 
tar la  obra  del  Dr.  D.  Juan  Sorapán  de 
Rieros  titulada  Medicina  española  con- 
tenida en  proverbios  vulgares  de  nues- 
tra lengua  (1616),  publicada  en  mi  Re- 
franero General  Español,  tomo  III,  pá- 
ginas 172-185. 

La  bebida  no  quebranta  el  ayuno. 

Pretexto  de  los  aficionados  al  zumo 
de  la  vid,  para  no  dejar  su  vicio  en  nin- 
guna ocasión. 

Quien  se  entrega  a  la  bebida,  enemigo  es 
de  su  vida,  o  en  poco  tietie,  o  estima,  su 
vida. 

Advierte  las  fatales  consecuencias  de 
todo  género  que  acarrea  el  abuso  de 
las  bebidas  alcohólicas. 


BECERRA.  —  Becerra  mansa,  todas  las 
vacas  mama.  —  V.  Becerrita  mansa,  que 
de  todas  vacas  mama. 
BECERRILLA.  —  Becerrilla  mansa,  a 
su  madre  y  a  la  ajena  mama.  —  V.  Bece- 
rrita mansa,  que  de  todas  vacas  mama. 
BECERRILLO.  —  En  el  becerrillo  verá 
hombre  el  buey  que  hará.  —  V.  De  bueye- 
cillo  verás  qué  buey  harás. 
BECERRITA.  —  Becerrita  mansa,  que 
de  todas  vacas  mama. 

Denota  que  el  hombre  comedido, 
dócil  y  de  buen  genio  halla  amparo  y 
buena  acogida  de  todos.  —  También  se 
dice  :  Becerrilla  mansa,  a  su  madre  v  a 
la  ajena  mama,  o  Becerro  manso,  mama 
a  su  ?nadre  y  a  otras  cuatro. 
BECERRO.  —  Adorar  el  becerro,  o  el 
becerro  de  oro. 

Rendir  culto  servil  a  las  riquezas,  va 
por  desearlas  uno  para  sí,  en  fuerza  de 
codicia,  ya  por  admirarlas  en  otro,  im- 
pulsado por  rastrera  lisonja.  —  Alude 
al  pasaje  bíblico  narrado  en  el  Éxo- 
do (XXXII,  4),  referente  al  ídolo  que 
adoraron  los  israelitas  al  pie  del  monte 
Sinaí,  y  el  cual  consistía  en  un  becerro 
de  oro  que,  a  imitación  del  buey  Apis 
egipcio,  les  forjó  Aarón. 
Becerro  manso,  mama  a  su  madre  y  a 
otras  cuatro. — V.  Becerrita  mansa,  que 
de  todas  vacas  mama. 
Cantar  como  un  becerro,  o  Tener  voz  de 
becerro. 

Tener  la  voz  sumamente  bronca  y 
desagradable  alguna  persona. 
De   becerros  y   vacas   van   pieles   a   la 
plaza.  —  V.    Tan  presto  va  el  cordero 
como  el  carnero. 
BEDUÍNO.  —  Ser  un  beduino. 

Frase  empleada  para  calificar  de  hu- 
raña y  brutal  a  una  persona. 
BEHETRÍA.  -Las  behetrías  pueden  mu- 
dar de  señor  siete  veces  al  día. 

La  behetría  era  una  población  cuyos 
vecinos,  como  dueños  absolutos  de  ella, 
podían  recibir  por  señor  a  quien  qui- 
siesen y  más  bien  les  hiciese;  y  así,  la 
elección  de  estos  señores,  como  la  difi- 
cultad de  poner  en  claro  los  derechos 
de  cada  vecino,  solían  ocasionar  per- 
turbaciones y  trastornos,  lo  que  dio 
lugar  al  sentido  metafórico  o  traslati- 
cio de  esta  palabra. 


BELCHITE 


—   ioo  — 


BENDICIÓN 


BELCHITE.  -  i  De  Belchite...,  y  Uorasí 

Frase  que  se  dirige  a  un  chico  que 
está  llorando,  para  que  calle,  como  es- 
timulando su  negra  honrilla  al  recor- 
darle que  la  gente  de  Belchite,  y  aun 
la  de  todo  Aragón,  devora  sus  sufri- 
mientos antes  que  derramar  una  lá- 
grima. 
BELÉN.  —  Estar,  o  estar  bailando,  en  Be- 
lén. Algunos  añaden  :  con  las  castañue- 
las de  masa. 

Estar  embobado,  atontado.  —  V.  Es- 
tar en  Babia. 
Ser  un  Belén. 

Ser  una  confusión,  un  embrollo.— Ha- 
llarse una  cosa  o  asunto  revuelto. 
BELTRÁN.  —  Quien  bienquiere  a  Beltrán, 
bien  quiere  a  su  can . 

Da  a    entender  que   el  que  quiere 
bien  a  alguno,  quiere  bien  a  todo  cuan- 
to con  éste  se  relaciona. 
BELLA.  —  El  que  no  ama  a  las  bellas  es 
porque  ama  las  botellas. 

Regularmente,  quien  no  tiene  un  de- 
fecto, adolece  de  otro. 
BELLEZA.  —  Do   hay  primera  belleza, 
la  segunda  no  hace  baza.  —  V.  Donde  hay 
patrón,  no  manda  marinero. 
Decir  bellezas. 

Decir  una  cosa  con  gracia  y  primor. 
En  habiendo  por  medio  belleza,  es  raro  el 
que  no  tropieza. 

Demuestra  que  la  verdadera  hermo- 
sura de  la  mujer  es  tan  avasalladora, 
que  suele  dar  al  traste  con  la  seriedad 
y  rectitud  de  los  varones  más  sensatos, 
haciéndoles  juguetes  de  ella.  Recuér- 
dese el  caso  de  la  beocia  Friné,  pre- 
sentándose desnuda  ante  sus  jueces, 
quienes  no  tuvieron  valor  para  conde- 
narla. 
BELLOTA.  —  La  bellota  que  no  se  ve 
en  mayo,  no  se  ve  en  todo  el  año. 

Refrán  agrícola  que  determina  el 
tiempo  de  la  aparición  de  la  bellota, 
para  que  pueda  el  labrador  lisonjearse 
de  obtener  una  buena  cosecha  de  este 
fruto. 
.9/  lo  apalean,  echa  bellotas. 

Aplícase    a    la    persona    extremada- 
mente necia  y  torpe. 
BELLOTERO.  —  Estar  en  el,  o  ir  al,  be- 
llotero. 

Frase   anticuada    equivalente   a    las 


acepciones  figuradas  del  verbo  vege- 
tar, que  es  como  hoy  se  dice  más  cul- 
tamente. 

BEMOLES.  —  Tener  bemoles,  o  tres  be- 
moles, o  tres  pares  de  bemoles. 

Aplícase  a  la  persona  de  mucho  ca- 
rácter, firmeza  y  tesón. — Refiriéndose  a 
cosas,  indica  ser  muy  difícil  su  conse- 
cución o  ejecución. —  También  se  dice 
Tener  cinco  bemoles  cuando  se  quieren 
encarecer  dichas  circunstancias. 

Esta  frase,  que  prohija  el  pueblo  es- 
pañol aun  en  medio  de  la  sociedad  más 
culta,  sin  darse  cuenta  más  de  cuatro 
personas  de  lo  que  en  ella  dicen,  y  sí 
sólo  de  lo  que  con  ella  quieren  decir, 
es  substitución  de  otra  menos  decoro- 
sa, sólo  empleada  por  el  pueblo  bajo, 
no  por  más  indecente  menos  signifi- 
cativa. 

BENAOCAZ.— En  Benaocaz,  la  hembra, 
lo  más. 

Hállase  en  el  término  Norte  de  Be- 
naocaz, villa  de  la  provincia  de  Cádiz, 
de  cuya  capital  dista -75  leguas,  un  puer- 
to llamado  de  Don  Fernando,  en  el  que, 
según  asegura  la  tradición,  hicieron  pa- 
rada los  Reyes  Católicos  cuando  fueron 
a  campaña  contra  los  moros  granadi- 
nos, saliéndoles  al  encuentro  las  damas 
de  esta  villa  con  objeto  de  ofrecerles 
sus  más  preciadas  joyas  para  ayuda  de 
los  gastos  de  la  guerra.  Desde  enton- 
ces se  viene  elogiando  en  este  país  di- 
cho desprendimiento  femenil  por  me- 
dio del  refrán  que  promueve  esta  ex- 
plicación. 

BENA VENTE.  -  Benavente,  buena  villa, 
pero  mala  gente.  A  lo  cual  suelen  con- 
testar los  interpelados:  El  que  lo  dice, 
miente;  que  si  buena  es  la  villa,  ?nej'or  es 
la  gente. 

Es  frase  que  sólo  tiene  justificación 
en  el  afán  de  buscar  consonantes,  y  q  ue, 
como  muchos  otros  que  se  hallarán  en 
este  Diccionario,  denota  la  malevolen- 
cia de  unos  pueblos  contra  otros,  efec- 
to de  la  rivalidad  de  que  mutuamente 
se  hallan  animados. 

BENDICIÓN.  —  Bendición  de  parra  y 
olivo,  de  oveja  harta  y  espiga  de  trigo. 

Da  a  entender  que  alguno  prospera 
en  cuantas  empresas  acomete  o  en  todo 
aquello  en  que  pone  mano. 


BENDITO 


BERENJENA 


Como  una  bendición. 

Comparación  con  que  se  denota  el 
primor  o  excelencia  de  alguna  cosa. 
Echar  la  bendición  a  una  cosa. 

Despedirse  de  ella;  no  volver  a  verla 
o  a  utilizarla. — Levantar  mano  en  algún 
negocio  por  no  querer  seguir  ocupán- 
dose de  él. 
Echar  la  bendición  a  una  persona. 

Renunciar  a  todo  trato  o  relación  con 

ella. 

Echar  la  bendición  con  la  mano  izquierda. 

Despedirse  o  levantar  mano  de  una 

cosa. — Es  frase  no  muy  decorosa,  pues 

equivale  a  Hacerle  un  corte  de  manga. 

Hacerse  con  bendición  alguna  cosa. 

Llevarla  a  cabo  con  acierto  y  feli- 
cidad. 
Ser  bendición  de  Dios,  o  Ser  una  ben- 
dición. 

Pondérase  la  abundancia  de  alguna 
cosa,  lo  mismo  en  bueno  que  en  mal 
sentido. 
BENDITO.— ¡Bendito  sea  Dios,  que  mejo- 
ra sus  horas/ 

La  divina  Providencia  viene  siempre 
en  ayuda  del  necesitado  o  afligido.  — 
V.  De  hora  a  hora,  Dios  mejora. 
De  lo  bendito,  poquito. 

Expresa  la  parquedad  con  que  se 
han  de  usar  las  cosas  buenas. 
Ser  uno  un  bendito. 

Ser  bueno  y  sencillo. — Aplícase  tam- 
bién a  la  persona  de  cortos  alcances. 
/  Vayase  bendito,  o  bendita,  de  Dios! 

Denota  el   contento  que  recibimos 
con  la  ausencia  o  desaparición  de  al- 
guna persona  que  nos  es  desagradable, 
o  de  una  cosa  que  teníamos  en  poca 
estimación,  no  importándonos,  por  tan- 
to, nada  su  pérdida. 
BENEDICTINO.  —  Ser  un  benedictino. 
Aplícase  a  la  persona  instruida  y  que 
trabaja  constantemente,  en  particular 
en  labores  literarias,  aludiendo  a  ser 
éstas  las  cualidades  que,  con  raras  ex- 
cepciones, adornaban  a  los  frailes  de  la 
Orden  de  San  Benito. 
BENEFICIO.  —  Al  que  te  hizo  beneficio 
está  siempre  propicio. 

Enseña  el  agradecimiento  que  se 
debe  tener  siempre  a  aquella  persona 
a  quien  debemos  algo,  mirándola  como 
una  deidad,  según  la  sentenciosa  frase 


de  Séneca.  —  Es  equivalente  a  Haz  lo 
que  tu  amo  te  manda,  y  siéntate  con  él  a 
la  mesa. 
El  que  hace  algún  beneficio  por  remune- 
ración, ni  lo  hace,  ni  la  ?nerece. 

Las  buenas  obras  han  de  ser  espon- 
táneas, perdiendo  todo  su  mérito  cuan- 
do se  hacen  en  espera  de  recompensa. 
Ir  como  quien  va  a  ganar  beneficio. 

Andar  con  toda  diligencia  y  presura, 
por  temor  de  que  otro  se  anticipe  a  al- 
canzar lo  que  uno  pretende. 
Quien  quiera  sacar  beneficio,  acomódese 
con  su  ojicio. 

Advierte  que  nadie  debe  salirse  de  su 
esfera,  sino  atenerse  a  la  en  que  vive, 
pues  en  ella  podrá  alcanzar  más  que 
en  otra  que  desconoce  por  completo. 
Quien  recibe  un  beneficio,  no  pague  con 
un  maleficio. 

Zahiere  a  los  ingratos,  que  suelen  de- 
volver mal  por  bien. 
Tomar  una  cosa  a  beneficio  de  inventario. 
Descuidarla;  no  hacerla  con  interés; 
hacerle  poco  o  ningún  caso. 
Beneficios  a  corporaciones,  sufragios  por 
condenados.  —  V.  Quien  sirve  al  común, 
sirve  a  ningún. 
De  beneficios  salen  ingratos; y  de  caídos, 
avisados. 

Significa  que  la  naturaleza  humana 
propende  a  pagar  siempre  el  bien  con 
el  mal;  por  eso,  los  que  han  perdido  su 
fortuna  y  su  valimiento,  ven  alejarse  a 
los  que  antes  los  adulaban  y  servían, 
de  lo  cual  sacan  los  caídos  no  poca  en- 
señanza para  lo  sucesivo,  si  volvieran 
a  verse  en  auge  otra  vez. 
BENJAMÍN.  —  Ser  el  Benjamín,  o  el 
Benjamín  de  la  casa. 

Dícese  de  las  personas  que  son  más 
mimadas  y  favorecidas  en  todo.  Aplí- 
case generalmente  al  más  pequeño  de 
los  hijos,  por  ser  el  que  suele  verse  en 
las  condiciones  antedichas. — Es  alusión 
al  último  hijo  del  patriarca  Jacob. 
BEODA. — ¡Bien  haya  la  beoda,  que  siem- 
pre tiene  que  beba! 

Indica  que  el  que  tiene  un  vicio  no 
deja  de  hallar  medio  de  satisfacerlo. 
BERENJENA.  —  En  tiempo  de  la  beren- 
jena, a  la  mujer  se  le  cae  la  melena. 

Da  a  entender  que  en  el  otoño  suele 
caerse  el  cabello. 


BERENJENAL 


BESAR 


La  berenjena  para  nada  es  buena. 

Denota  lo  insubstancial  y  desabrido 
de  dicho  fruto,  y,  por  extensión,  que  no 
puede  prestar  gran  utilidad,  por  lo  poco 
que  vale. 
Nunca  de  mala  berenjena  se  hizo  buena 
calabaza. 

Da  a  entender  que  de  ruines  princi- 
pios jamás  se  llegó  a  obtener  resultado 
satisfactorio. 
BERENJENAL.  —  Meterse  en  algún  be- 
renjenal, o  en  buen  berenjenal. 

Frase  familiar  con  que  se  da  a  en- 
tender que  alguno  se  ha  metido  en 
algún  negocio  enredoso  y  de  difícil 
salida,  con  alusión  a  lo  ásperas  y  es- 
pinosas que  son  las  matas  de  la  planta 
llamada  berenjena. 
BERL ANDINAS.— Decir,  o  vender,  ber- 
landinas,  o  bernandinas,  o  bernardinas. 

Engañar  a  alguno  valiéndose  de  exa- 
geraciones inauditas. 
BERLINA.  —Dejar,  o  estar,  oponer,oque- 
dar,  etc.,  en  berlina. 

Esto  es,  en  situación  que  lo  consti- 
tuya a  uno  en  objeto  de  burla  o  me- 
nosprecio para  con  los  demás.  —  Alú- 
dese con  esta  frase  a  los  que  usaron 
las  primitivas  berlinas,  las  cuales  eran 
entonces  unas  carrozas  descubiertas, 
así  llamadas  por  haber  sido  inventadas 
en  Berlín,  por  Felipe  Chiese,  primer  ar- 
quitecto de  Federico  Guillermo.  Otros, 
sin  embargo,  atribuyen  la  invención  de 
tales  carruajes  a  los  italianos,  diciendo 
que  éstos  le  adjudicaron  el  nombre  de 
berlina,  que  en  su  lengua  significó  pri- 
mitivamente la  picota  o  rollo  en  que 
exponían  a  los  reos  a  la  vergüenza  pú- 
blica, por  su  semejanza  con  los  ocupan- 
tes de  tales  carruajes,  expuestos  a  las 
miradas  de  todos. 
BERMEJO.  —  Bermejo,  o  cordobés,  o 
diente  ahelgado,  dalo  al  diablo. 

Sospecho  que  la  palabra  cordobés  no 
significa  aquí  «natural  de  Córdoba», 
sino  «moreno  o  atezado,  como  color 
propio  del  cordobán»,  la  cual  acepción 
no  trae  ningún  diccionario.  —  Sabido 
es  que  al  cabello  rojo  o  bermejo  se  le 
llama  jocosamente  pelo  de  Judas,  y  que 
los  que  tienen  la  dentadura  rala  y  des- 
igual no  gozan  fama  de  verídicos  o  for- 
males. 


BERRENCHÍN.  —  Morir  de  un  berren- 
chín, como  los  gorriones. 

Morir  por  causa  de  haberse  dejado  lle- 
var impetuosamente  de  la  ira. — Resulta 
este  símil  de  que  siendo  de  suyo  aficio- 
nada esta  avecilla  a  la  libertad  e  inde- 
pendencia, se  enfurece  cuando  la  enjau- 
lan, hasta  el  punto  de  darse  de  calabaza- 
das contra  los  hierros  que  la  aprisionan. 
BERRO.  -Es  tan  húmedo,  que  nacerán  en  él 
berros. 

Pondérase  con  esta  locución  prover- 
bial la  humedad  de  algunos  aposentos 
o  cuartos  bajos,  que  por  esta  cualidad 
se  hacen  inhabitables. 
Las  que  vais  a  coger  berros,  guardaos  de 
los  anapelos. 

Aconseja  la  cautela  con  que  se  debe 
caminar,  para  no  dejarse  sorprender  o 
seducir  de  lo  malo  que  tiene  aparien- 
cia de  bueno. 
BERZA.  —  Berza,  (por  qué  no  cociste?  — 
Porque  no  me  meciste. 

Denota  el  cuidado,  esmero  y  vigilan- 
cia que  se  debe  aprontar  a  ciertas  ta- 
reas, a  fin  de  que  produzcan  los  resul- 
tados beneficiosos  que  se  propone  uno 
obtener. 
Estar  picando  la  berza. 

Aplícase   al  que  está  empezando  a 
aprender  alguna  facultad  y,  por  tanto, 
se  encuentra  poco  adelantado  en  ella. 
(Por  qué  no  te  cociste,  berza?  — ¿Por  qué 
no  me  cuidaste,  puerca? — V.  Berza,  {por 
qué  no  cociste? 
Berzas  y  nabos,  para  en  uno  son  entram- 
bos.—  V.  Dios  los  cria  y  ellos  se  juntan. 
Cuando  no  es  por  berzas,  es  por  hilo  negro. 
Da  a  entender  la  insistencia,  perti- 
nacia o  asiduidad  por  parte  de  alguna 
persona  o  cosa,  bajo  cualquier  concep- 
to que  se  la  considere. 
Mezclar  berzas  con  capachos. 

Traer  a  cuento  cosas  inconexas;  ha- 
cer un  baturrillo. 
Si  preguntáis  por  berzas,  mi  padre  tiene 
un  garbanzal. 

Zahiere   al  que  responde  fuera  de 
propósito,  o  trueca  los  frenos  en  la  di- 
rección o  manejo  de  algún  asunto. 
BESAR.  —Besar  el  suelo. 

Caer  de  bruces,  aludiendo  a  que  se 
da  con  la  boca  en  el  suelo,  como  quien 
besa. 


BESO 


—  103  — 


BESUGO 


Dámela  besada,  y  te  la  daré  catada. 

Acredita  cómo  la  mujer  que  se  deja 
besar  indebidamente   de   un  hombre, 
no  tardará  en  entregarse  a  él  por  com- 
pleto. 
No  me  hagas  besar,  ?io  me  harás  pecar. 
Enseña  la  conveniencia  de  evitar  las 
ocasiones  para  no  caer  en  delincuencia. 
BESO.  —  Dame  un  beso.  —  Un  bocado  en 
el  pescuezo. 

Da  a  entender  que  una  persona  se 
resiste  o  niega  a  hacer  lo  que  otra  le 
pide,  mayormente  si  en  ello  se  interesa 
su  amor  propio. 
Darle  un  beso  a  la  novia, y  no  salir  virgen. 
Aprovechar  la  ocasión  cuando  se  pre- 
senta. 
El  beso,  o  el  o'sculo,  de  Judas. 

El  que  se  da  con  doblez  y  falsa  in- 
tención, aludiendo  al  que  estampó  el 
pérfido  discípulo  en  el  rostro  de  su  di- 
vino Maestro  cuando  lo  entregó  a  las 
turbas  en  el  huerto  de  Getsemaní.  — 
Por  extensión  se  aplica  esta  frase  a 
toda  clase  de  halagos  que  pone  en  jue- 
go el  traidor  para  llevar  a  cabo  más  di- 
simulada y  certeramente  sus  inicuos 
planes. 
No  por  el  beso,  sino  por  el  vezo. 

Muchas  cosas  llegan  a  hacerse  enojo- 
sas, y  hasta  pueden  rayar  en  punibles, 
no  ya  por  lo  que  son  en  sí,  sino  por  la 
frecuencia  con  que  se  repiten. 
Besos  a  menudo,  mensajeros  son  del  culo. — 

V.  Tras  del  pedo  viene  la  mierda. 
Besos  y  abrazos  no  hacen  chiquillos,  pero 
tocan   a  vísperas.  —  V.   Abrazos  y  be- 
sos, etc. 
Comerse  a  besos  a  uno. 

Besarle  con  repetición  y  vehemencia. 
BESTIA.  —  A  bestia  loca,  recuero  modo- 
rro. —  V.  A  asno  flojo,  o  lerdo,  arriero 
loco. 
A  la  bestia  cargada,  el  sobornal  la  mata. 
Expresa  que  si  al  que  tiene  mucha 
carga  se  le  aumenta  otra,  por  muy  lige- 
ra que  sea,  tiene  que  rendirse   a   la 
fuerza. 
Bestia  alegre,  ecliadapace. 

Denota  que  no  hay  bien  que  se  pue- 
da comparar  con  el  que  proporciona  la 
tranquilidad  del  espíritu. 
Bestia  de  muchas  cabezas. 

Enseña  la  desigualdad  de  pareceres 


y  disturbios  a  que  da  lugar  toda  junta 
compuesta  de  muchos  individuos. 
Bestia  de  un  puto,  o  del  puto,  ¿vas  vacía, 
y  caes? 

Aplícase  a  las  personas  de  mal  per- 
geño y  peor  ralea,  que,  más  que  inúti- 
les, son  perjudiciales. 
Bestia  que  anda  llano,  para  mí  me  la 
quiero,  no  para  mi  hermano. 

Aconseja  el  no  deshacerse  uno  de  la 
caballería  que  tiene  buen  paso,  por  te- 
mor de  dar  con  otra  que  resulte  falsa. — 
Extiéndese  también  su  significación  a 
que  se  conserve  y  se  mire  por  aquello 
que  presta  en  lo  general  buenos  servi- 
cios, mayormente  si  no  es  asunto  fácil 
el  poder  reemplazar  su  pérdida. 
Querer  como  a  bestia  de  alquiler. 

Estimarle  a  uno   solamente   por  la 
utilidad  que  pueda  reportar. 
Quien  quiera  bestia  sin  tacha,  ándese  a 
pie.  —  V.  Quien  quisiere  mula  sin  tacha, 
ándese  a  pie. 
Quien  tiene  bestia  y  anda  a  pie,  más  bes- 
tia es  él.  —  V.  Al  que  tiene  cama  y  duer- 
me en  el  suelo,  no  hay  que  tenerle  duelo. 
Reniego  de  bestia  que  en  invierno  tiene 
siesta. 

Denota  que  los  flojos,  los  perezosos 
e  indolentes  deben  ser  rechazados  en 
todas  partes  por  su  inutilidad  e  incuria. 
BESUGO.  —  Besugo  mata  mulo. 

La  razón  la  da  el  Comendador  Griego 
en  los  siguientes  términos:  «Por  ser  el 
besugo  pez  que  en  poco  tiempo  se  daña, 
y  por  eso  los  arrieros  caminan  de  noche 
y  de  día  sin  parar.»  Algunos  dicen: 
Besugo  gana  mulo  y  mata  mulo. 

Caro  y  Cejudo  lo  comenta  de  la  si- 
guiente manera  :  «Es  refrán  de  los  que 
traen  besugos,  que  se  requiere  traerlos 
con  mucha  presteza  antes  que  se  da- 
ñen, sin  dormir  ni  descansar,  en  la  cual 
mercadería  se  gana  o  pierde  según  las 
blanduras  del  tiempo  o  heladas. > 
Estar  helado  como  un  besugo. 

Tener  mucho  frío.— Alude  a  que  por 
ser  muy  delicada  la  carne  de  besugo,  se 
transporta  a  las  poblaciones  de  tierra 
adentro  envuelto  en  hielo. 
Quien  come  besugo  y  agua  bebe,  no  pre- 
gunte de  qué  muere. 

Enseña  lo  nocivo  que  es  para  la  sa- 
lud beber  agua  tras  aquel  pescado. 


BETÚN 


—  104 


BIEN 


¡Te  veo,  besugo!,  o  ¡Ya  te  veo,  besugo, 
que  tieties  el  ojo  claro! 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
se  penetra  o  comprende  fácilmente  la 
intención  de  alguno.  La  primera  forma 
suele  ser  la  más  usual. 
Una  espina  de  besugo  pudiera  ser  tu  ver- 
dugo. 

Encomienda  la  precaución  con  que 
debe  comerse  este  pescado,  para  evi- 
tar que,  atravesándose  alguna  espina  en 
la  garganta,  pueda  producir  la  muerte. 
BETÚN.  —  Darse  uno  betún. 

Darse  tono.  —  Alabarse,  generalmen- 
te de  una  manera  intempestiva  e  inme- 
recida. 
Estar  a  la  altura  del  betún. 

Ignorar  lo  más  rudimentario.  —  No 
saber  nada  del  asunto  de  que  se  trata. 
BICHARRACO.  -  Ser  un  bicharraco. 
Dícese  de  la  persona  fea,  ridicula  o 
repugnante. 
BICHERO.  — Ser  como  el  bichero,  que 
tiene  dos  ganchos :  uno  para  atracar,  y 
otro  para  desatracar.  —  V.  Jugar  con, 
o  tener,  dos  barajas. 
BICHO.  —  Bicho  malo  nunca  muere.  Algu- 
nos añaden  :  r  si  muere,  muere  tarde. 

Expresa  que  lo  malo,  por  regla  gene- 
ral, y  por  lo  mismo  que  su  pérdida  im- 
portaría poco,  suele  durar  mucho. 
Bicho  que  no  come,  muere. 

Da  a  entender  que  la  conservación 
de  la  vida  orgánica  depende  de  la  ali- 
mentación. 
Bicho  que  vuela,  a  la  cazuela. 

Algunos  lo  aplican  a  propósito  de 
que  haciendo  buen  caldo  las  aves,  de- 
ben formar  parte  de  las  carnes  que  en- 
tran en  la  composición  de  todo  buen 
cocido,  sin  atender  a  que  sean  de  me- 
jor o  de  peor  calidad,  o  a  que  el  arte 
culinario  las  haya  admitido  o  no  en  su 
esfera.  Otros  (y  a  este  parecer  me  in- 
clino) lo  entienden  irónicamente,  di- 
ciendo que  cuando  está  destapada  la 
comida,  van  a  parar  fácilmente  a  ella, 
atraídos  por  el  vapor,  los  insectos  vo- 
látiles, como  moscas,  palomillas  o  ma- 
riposas, correderas  o  cucarachas  ala- 
das, etc. 
BIEN.  —  A  bien  te  salgan,  hija,  esos  arre- 
mangos. 

Denota  irónicamente  el  mal  fin  que 


suelen  tener  la  desenvoltura  y  licen- 
cioso despego  de  las  doncellas. 

.1  bien  te  salgan,  hijo,  tus  barraganadas  : 
el  toro  era  muerto  y  hacia  alcocarras  con 
el  capirote  por  las  ventanas. 

Aplícase  a  los  que  hacen  ostentación 
de  gran  valor  cuando  se  hallan  en  pa- 
raje seguro.  —  Es  una  variante  del  re- 
frán A  moro  muerto,  gran  lanzada. 

Al  bien,  bien;  y  al  mal,  yesca  y  pedernal. 
Es  decir,  que  lo  bueno  se  acoja  fácil- 
mente, y  lo    malo   se    aparte  de   uno 
cuanto  antes. 

Al  bien,  buscallo;  y  al  mal,  esperallo.  — 
V.  Al  bien,  buscarlo;  y  al  mal,  espe- 
rarlo. 

Al  bien,  buscarlo;  v  al  mal,  esperarlo. 

Es  de  discretos  aproximarse  a  lo 
bueno  todo  lo  posible,  así  como  aper- 
cibirse para  los  daños  que  puedan  so- 
brevenir y  no  podamos  rehuir  en  modo 
alguno. 

A  lo  que  se  quiere  bien,  se  castiga.  —  Véa- 
se Quien  bien  te  quiera,  te  hará  llorar. 

A  quien  no  espera  bien,  no  hay  mal  que 
dahe. 

Para  aquel  que  está  aclimatado,  por 
decirlo  así,  con  el  infortunio,  en  fuer- 
za de  la  costumbre,  no  hay  desdicha  o 
contrariedad,  por  grande  que  sea,  que 
le  cause  mella. 

Bien  con  bien,  que  son  dos  bienes.  —  Véa- 
se Miel  sobre  hojuelas. 

¡Bien  haya  pan  que  presta  y  moza  que  lo 
come! 

Elogia  el  buen  servicio  que  algunas 
cosas  hacen,  y  juntamente  a  la  persona 
en  quien  recae  el  provecho. 

¡Bien  haya  quien  a  los  suyos  se  parece! 

Dícese  de  los  que  ejecutan  algunas 
acciones  semejantes  a  las  que  harían 
sus  padres  o  parientes.  Algunas  veces 
se  toma  o  emplea  en  sentido  irónico. 

¡Bien  fiava  quien  dijo  :  vuelta! 

Aplícase  a  todo  aquello  que  se  hace 
o  repite  de  una  manera  satisfactoria, 
tal  como  la  vuelta  al  hogar  tras  una  lar- 
ga ausencia;  la  vuelta  o  devolución  de 
un  objeto  prestado;  la  vuelta  o  repeti- 
ción de  un  festejo  o  diversión,  etc. 

Bien  muy  querido,  pronto  es  perdido. 

Demuestra  que  aquello  que  más  nos 
ilusiona  es,  por  regla  general,  lo  que 
antes  nos  suele  faltar. 


BIEN 


BIEN 


Bien  predica  quien  bien  vive. 

No  es  de  extrañar  que  el  que  no  pa- 
dece necesidades  hable  bien  de  la  vida, 
aconsejando  a  los  demás  que  no  se  des- 
esperen por  los  contratiempos  que  pue 
dan  sufrir  en  ella. 

Bien  sería,  pero  no  es  necesario. 

Manera  de  eludir  o  no  aceptar  algu- 
na proposición  u  oferta.  —  Es  frase  to- 
mada literalmente  del  Catecismo  de  la 
Doctrina  cristiana,  por  el  P.  Gaspar 
Astete,  respondiendo  a  la  pregunta  de 
«si  es  menester,  siempre  que  uno  cae 
en  pecado  mortal  ,  confesarse  luego 
para  que  se  le  perdone». 

Bien  sobre  bien,  bocado  enmantecado  mo- 
jado en  la  miel.  —  V.  Miel  sobre  hojuelas. 

Cuando  el  bien  del  señor  tarda,  el  servicio 
del  criado  se  enfada. 

Aconseja  no  dilatar  la  paga,  por  temor 
de  que  la  obra  no  se  siga  haciendo  con 
esmero  y  exactitud. 

Cuando  viene  el  bien,  mételo  en  tu  casa. 
Nos  enseña  a  no  despreciar  la  buena 
suerte,  y  a  no  ser  perezosos  en  apro- 
vecharnos de  ella. 

Da,  y  ten,  y  harás  bien. 

Recomienda  dar  con  prudencia,  no 
sea  que  aquello  de  que  uno  se  despoja 
lo  necesite  algún  día. 

Dejar  bien  a  uno. 

Cumplir  lo  que  la  persona  recomen- 
dante o  fiadora  ha  prometido  por  nos- 
otros.—  Tratándose  de  disposiciones 
testamentarias ,  percibir  el  heredero 
una  cantidad  más  que  suficiente  para 
que  pueda  subvenir  a  sus  necesidades 
holgadamente.  —  Con  el  verbo  poner, 
colocar  a  una  persona  (sin  necesidad  de 
ser  por  herencia)  en  las  condiciones  an- 
tedichas, bien  dándole  una  ocupación 
o  empleo,  bien  pasándole  renta,  etc. 

Del  bien  al  mal  no  hay  el  canto  de  un  real. 
Manifiesta  lo  mudables  que  son  las 
cosas  de  la  vida  y  en  qué  poco  tiempo 
se  efectúan  dichos  cambios. 

El  bien  anda  y  el  mal  vuela.  —  V.  El  bien 
suena  y  el  mal  vuela. 

El  bien,  hasta  que  se  pierde,  no  se  conoce. 
No  solemos  apreciar  las  cosas  hasta 
que,  al  quedarnos  sin  ellas,  echamos  de 
ver  la  falta  que  nos  hacen.  —  También 
se  suele  decir:  El  bien  no  es  conocido 
hasta  que  es  perdido. 


El  bien  le  hace  mal. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
alguno  hace  mal  uso  del  bien  que  tiene, 
y  lo  convierte  en  daño  propio. — Dícese 
también  de  los  envidiosos,  que  sufren 
al  ver  la  dicha  de  los  demás. 

El  bien  no  dura  y  el  mal  llega. 

Enseña  la  persistencia  de  los  males 
sobre  la  caducidad  de  los  bienes. 

El  bien  no  es  conocido  hasta  que  es  perdi- 
do. —  V.  El  bien,  hasta  que  se  pierde,  no 
se  conoce. 

El  bien  no  es  para  quien  lo  busca. 

Denota  lo  caprichoso  que  es  el  des- 
tino, pues,  por  lo  general,  favorece  al 
que  no  lo  merece,  aunque  no  lo  persi- 
ga, y  en  cambio  no  acude  al  llamamien- 
to del  que  trata  de  conseguirlo,  por  me- 
recedor que  sea  de  él. 

El  bien,  o  el  mal,  a  la  cara  sal,  o  sale. 
Expresa  cómo  la  buena  o  la  mala 
disposición  de  la  salud  o  del  ánimo  se 
manifiesta  en  el  semblante,  como  po- 
dría reflejarse  en  un  espejo.  Por  eso 
dice  otro  refrán  que  La  cara  es  el  espejo 
del  alma. 

El  bien  que  hacer  pudieres,  hazlo  luego. 
Porque  si  se  deja  para  mañana,  pue- 
de sorprendernos  la  muerte  y  quedar- 
se sin  hacer. 

El  bien  que  se  hace  hoy,  constituye  la  feli- 
cidad de  ftiañana.  —  V.  Quien  siembra, 
coge. 

El  bien  se  siente  más  cuando  es  perdido.  — 
V.  El  bien,  hasta  que  se  pierde,  fio  se  co- 
noce. 

El  bien  suena  y  el  mal  vuela. 

Indica  que  las  malas  noticias  suelen 
llegar  a  oídos  de  los  interesados  con 
más  rapidez  que  las  buenas. 

El  hablar  bien,  poco  cuesta. 

Dícese  a  las  personas  que  tienen  la 
fea  costumbre  de  usar  palabras  repro- 
bables por  la  buena  educación. 

El  hacer  bien  a  villanos  es  echar  agua  en 
el  mar. 

Manifiesta  que  así  como  el  agua  va- 
ciada en  el  mar  queda  perdida  para  el 
que  la  echó,  de  igual  manera  son  per- 
didos los  beneficios  dispensados  a  los 
ingratos  para  aquel  que  se  los  hizo. 

El  que  trabaja,  principia  bien;  el  que  aho- 
rra, acaba  mejor. 

Ensalza  las  excelentes  cualidades  del 


BIEN 


1 06 


BIEN 


trabajo  y  del  ahorro:  el  primero  apor- 
ta, pero  el  segundo  conserva. 

El  que  un  bien  gozar  espera,  ruando  espe- 
ra, desespera. 

Al  que  desea  alcanzar  alguna  cosa, 
por  muy  próximo  que  esté  su  logro, 
siempre  le  parece  que  tarda. 

J..se  es  de  ¡/orar,  que  tuvo  bien  y  vino  a 
ma/. 

Denota  que  la  persona  verdadera- 
mente digna  de  lástima  es  aquella  que, 
criada  en  buena  posición  y  acostum- 
brada a  disfrutar  de  las  comodidades  a 
ella  inherentes,  ha  venido  a  menos  por 
su  desgracia. 

Ése  te  quiere  bien,  que  te  hace  llorar.  — 
V.  Quien  bien  te  quiera,  te  hará  llorar. 

Hacer  bien  nunca  se  pierde. 

El  beneficio  redunda  no  sólo  en  pro- 
vecho del  que  lo  recibe,  sino  en  el  de 
quien  lo  dispensa,  aunque  sea  mal  co- 
rrespondido. 

Hasta   que  uno  muere  no  se  conoce  quién 
bien  le  quiere. 

Los  halagos  recibidos  en  vida,  parti- 
cularmente por  los  que  poseen  bienes 
de  fortuna,  suelen  tener  una  finalidad 
que  termina  con  la  vida  del  interesado. 

Haz  bien,  pero  no  cates  a  quién.  — V.  Haz 
bien  y  no  cates,  o  no  mires,  a  quién. 

Haz  bien,  y  guárdate. 

Da  a  entender  la  ingratitud  de  los 
hombres,  que  ordinariamente  pagan  con 
malas  obras,  daños,  contrariedades  y 
perjuicios  los  favores  que  se  les  dis- 
pensan, por  lo  que  conviene  precaverse 
contra  tan  inicua  conducta. 

Haz  bien  y  no  cates,  o  no  mires,  a  quién. 
Enseña  que  los  beneficios  deben  ha- 
cerse sin  interés  mezquino  de  calcula- 
da reciprocidad  a  fines  particulares  : 
conviene  socorrer  a  los  necesitados,  sin 
pararse  a  considerar  lo  que  hayan  po- 
dido ser,  cuando  la  miseria  los  abruma. 

Haz  bien,  y  tendrás  envidiosos;  haz  más 
bien,  y  los  confundirás. 

Denota  que  el  mejor  medio  de  em- 
botar los  acerados  filos  de  la  envidia 
es  añadir  favores  y  más  favores  a  los 
anteriormente  dispensados. 

Haz  lo  que  bien  te  digo,  y  no  lo  que  mal  hago. 
El  buen  consejo  debe  ser  practicado, 
aun  cuando  no  lo  siga  la  persona  mis- 
ma que  lo  recomienda. 


Lo  bien  ganado  se  pierde,  y  lo  7/ialo,  ello 
y  su  dueño. 

Todo  lo  que  honradamente  se  gana 
se  gasta;  pero  lo  que  se  adquiere  por 
medios  ilícitos,  además  de  perderlo  al 
ser  descubierto,  trae  consigo  el  castigo 
para  quien  indebidamente  lo  adquirió, 
aplicado  por  las  leyes. 

Lo  mismo  dan  a  Bien-ara  que  a  Mal-ara. 
Serle  a  uno  una  cosa  indiferente,  pues 
lo  mismo  ha  de  sacar  con  que  se  resuel- 
va de  una  manera  que  de  otra. 

Lo  que  se  puede  hacer  por  bien,  no  se  haga 
por  mal. 

Aconseja  se  pongan  en  práctica  me- 
dios benignos  y  conciliadores  con  pre- 
ferencia a  otros  duros  y  violentos,  siem- 
pre que  posible  sea,  cuando  se  trata  del 
logro  de  alguna  cosa  más  o  menos  difí- 
cil de  alcanzar. 

Ni  el  bien  es  eterno,  ni  el  mal  durable.  — 
V.  No  hay  bien  ni  mal  que  cien  años 
dure. 

Ningún  bien  importa  más  como  guardar- 
nos del  mal. 

Encarece  el  cuidado  que  debemos 
poner  en  precavernos  del  peligro  antes 
que  éste  llegue  a  sobrevenir,  pues  des- 
pués todas  las  disculpas  son  necias. 

No  es  bien  el  que  llega  tarde. 

Porque  no  puede  aprovecharse. 

No  hay  bien  ?ii  mal  que  cien  años  dure. 
Procura  consolar  al  que  padece,  ha 
ciéndole  ver  que  todo  tiene  término 
en  este  mundo,  así  lo  favorable  como 
lo  adverso.  — V.  No  hay  mal  que  cié?: 
años  dure,  ni  cuerpo  que  lo  resista. 

No  se  conoce  el  bien  hasta  que  se  ha  per- 
dido. 

Denota  el  mucho  aprecio  que  debe 
hacerse  de  la  buena  suerte,  y  la  gran 
solicitud  que  debe  afrontarse  para  su 
conservación,  por  causa  de  los  daños 
y  perjuicios  que  se  experimentan  cuan- 
do se  malogra. 

Nunca  es  tarde  para  el  bien. 

El  beneficio  o  la  buena  obra  que  se 
practica,  siempre  son  bien  admitidos 
por  el  que  los  recibe,  bajo  cualquier 
concepto  que  se  consideren. 

Nunca  se  perdió  el  bien  hedw. 

Excita  a  practicar  las  buenas  obras, 
pues  éstas,  tarde  o  temprano,  alcanzan 
su  recompensa. 


BIEN 


107 


BIEN 


Quien  bien  come  y  bien  bebe,  bien  hace 
lo  que  debe. 

Refiérese  a  la...  digestión  de  los  que 
no  son  muy  parcos  en  ninguno  de  los 
dos  extremos  indicados .  —  V.  Como 
come  el  mulo,  caga  el  culo. 

Quien  bien  come  y  bien  digiere,  sólo  de 
viejo  se  7nuere. 

Denota  lo  importantes  que  son  estas 
dos  funciones  para  la  conservación  de 
la  salud. 

Quien  bien  está,  no  se  mueva. 

Aconseja  que  no  se  deje  lo  cierto 
por  lo  dudoso,  pues  a  veces,  pensando 
mejorar,  se  abandona  el  bienestar  de 
que  se  gozaba  para  encontrarse  peor, 
sin  poder  recuperar  lo  perdido. 

Quien  bien  hace,  para  sí  hace. — V.  Hacer 
bien  nunca  se  pierde. 

Quien  bien  me  hace,  ése  es  mi  compadre. 
Contra  los  que  cultivan  la  amistad 
tan  sólo  por  el  interés.  —  Tomado  en 
sentido  más  noble  significa  no  poderse 
dar  mayor  prueba  de  cariño  que  acudir 
a  remediar  la  desgracia  del  amigo  ne- 
cesitado, aunque  no  exista  parentesco 
alguno  entre  el  que  dispensa  el  benefi- 
cio y  el  que  lo  recibe. 

Quien  bien  quiere  a  Beltrán,  a  su  perro 
le  echa  pan. 

Demuestra  que  cuando  se  ama  a  una 
persona,  todos  los  objetos  de  su  per- 
tenencia son  para  nosotros  objeto  de 
cariño  y  consideración. 

Quien  bien  quiere  a  Beltrán,  bien  quiere 
a  su  can. — V.  Quien  quiere  la  col,  quie- 
re las  hojas  de  alrededor. 

Quien  bien  te  hará,  o  se  te  irá  o  se  te  mo- 
rirá. 

Indica  que  las  personas  que  han  na- 
cido desgraciadas  suelen  disfrutar  poco 
tiempo  del  alivio  que  encontraron  en  el 
bienhechor  que  les  deparara  la  suerte. 

Quien  bien  te  quiera,  te  hará  llorar. 

Conceder  todo  lo  que  se  desea  es 
muy  agradable  para  el  que  lo  pide; 
pero  cuando  lo  solicitado  es  nocivo,  y 
como  tal  negado,  produce  una  contra- 
riedad, por  no  querer  reconocer,  en  el 
momento,  que  es  en  evitación  de  un 
daño  ulterior. 

Quien  bien  tiene  y  mal  escoge,  del  mal,  o  por 
mal,  que  le  venga  no  se  enoje. — V.  Quien 
bien  tiene  y  mal  escoge,  no  se  enoje. 


Quien  bien  tiene  y  mal  escoge,  ?io  se  enoje. 
El  que  deja  un  bien  cierto  por  otro 
dudoso  no  debe  quejarse  de  su  desgra- 
cia.—  El  que  deja  pasar  una  ocasión  de 
hacer  su  suerte,  resígnese  sin  murmu- 
rar a  las  consecuencia  de  su  imprevisión. 

Quien  más  el  bien  anhela,  menos  lo  halla 
y  más  se  desvela. — Y.  El  eiex  no  es  para 
quien  lo  busca. 

Quien  quisiere  bien,  que  no  lo  merezca. 
Uno  de  tantos  refranes  como  marcan 
la  extensión  y  universalidad  de  la  in- 
justicia. En  efecto,  por  regla  general, 
se  ve  que  el  que  alcanza  los  mejores 
puestos  es  el  que  menos  merecimien- 
tos tiene  para  ello. 

Quien  vive  bien,  a  nadie  ha  menester. 

El  que  obra  rectamente  no  necesita 
padrinos  que  lo  saquen  de  malos  pasos. 

Quien  vive  bien,  muere  bien;  quien  mal 
vive,  muere  mal.  —  V.  Quie?i  mal  anda, 
mal  acaba. 

Si  el  bien  llega,  no  tarda.  —  V.  Nunca  es 
tarde  si  la  dicha  es  buena. 

Siempre  es  alabado  más  el  hacer  bien,  que 
mal. 

Encomia  las  ventajas  de  obrar  dulce 
y  rectamente. 

Si  quien  sirve  bien  no  ?nedra,  el  que  sirve 
mal,  ¿que'  espera? 

Dícese  por  aquellas  personas  que  no 
saben  agradecer  los  favores  que  reci- 
ben, recompensándolos,  por  creer  que 
los  servicios  se  les  deben  por  derecho 
propio. 

Si  quieres  bien  a  tu  galán,  no  le  des  coles 
por  San  Juan. 

Da  a  entender  que  la  dicha  hortaliza 
es  malsana  en  el  mes  de  junio. 

Todo  lo  hace  bien  el  hombre  de  bien. 

Porque  una  persona  honrada  es  in- 
capaz de  ejecutar  nada  que  repruebe 
la  conciencia. 

Vase  el  bien  al  bien,  y  abejas  a  la  miel. 
Expresa,  en  principio  general,  ser  ley 
de  la  Naturaleza  el  que  cada  cosa  bus- 
que su  semejante;  y  en  sentido  más  es- 
tricto, que  con  quien  más  tiene  suele 
ser  la  fortuna  más  pródiga  que  con  el 
necesitado  o  indigente. 

Bienes  de  ca?npana,  dalos  Dios,  y  el  dia- 
blo los  derrama. — V.  Los  dineros  del  sa- 
cristán, cantando  se  vienen  y  cantando  se 
van. 


BIENAVENTURADO 


—   10S  — 


BILLAR 


Bienes  mal  adquiridos,  a  nadie  han  enri- 
quecido. 

Denota  cómo  el  poseedor  de  mala  fe 
no  suele  medrar  con  la  hacienda  de  que 
injustamente  disfruta. 

¡Bien  hayan  mis  bienes,  que  remedian  mis 
males! 

Se  consuela  alguien,  o  a  alguien,  de 
tener  recursos  reservados  con  que  po- 
der hacer  frente  a  cualquiera  necesidad 
imprevista. 

Cantar  /«//bienes  de  uno. — V.  Decir  mil 

BIENES. 

Decir  mil  bienes  de  uno. 

Alabar  exageradamente  a  una  per- 
sona. 

De  todos  los  bienes  somos  avaros,  menos 
del  tiempo. 

Efectivamente,  no  hay  cosa  que  más 
segaste  que  el  tiempo,  sin  darnos  cuen- 
ta y  sin  preocuparnos  lo  más  mínimo. 
Los  ingleses  dicen:  Time  is  money;  pero 
no  todos  opinamos,  por  lo  visto,  lo 
mismo. 

¡Dichosos  bienes,  que  re?nedian  mis  ma- 
les!— V.  ¡Bien  hayan  mis  bienes,  que  re- 
median mis  males! 

Juntando  los  bienes  con  los  males,  resul- 
ten todos  los  años,  o  los  días,  o  los  meses, 
iguales. 

Sintetiza  la  naturaleza  de  la  vida  hu- 
mana, compuesta  de  ambos  factores. 
Quien  de  bienes  ajenos  se  llena,  su  propio 
bajel  barrena.  —  V.  Quien  de  ajeno  se 
viste,  en  la  calle  le  desnudan. 
BIENAVENTURADO.  -  Bienaventu- 
rados los  pobres  de  espíritu. 

Desde  muy  antiguo  se  da  una  falsa 
interpretación  por  el  pueblo  a  esta 
sentencia  evangélica,  pretendiendo  dar 
a  entender  con  ella  la  suerte  feliz  que 
cabe  a  los  simples,  porque  en  seme- 
jante estado  padecen  menos.— Muy  otro 
fué  el  sentido  en  que  la  empleó  el  Sal- 
vador del  mundo,  pues  lo  que  se  pro- 
puso significar  con  ella  es  la  bienan- 
danza que  logra  el  hombre  que  no  pone 
su  corazón  en  los  bienes  terrenos  y  ca- 
ducos, sinoen  los  espirituales  yetemos. 
BIENPARECER.— Hacer  alguna  cosa  por 
el  bienparecer. 

Ejecutar  algo  sólo  por  evitar  las  crí- 
ticas de  la  sociedad,  aunque  sea  contra- 
rio a  nuestro  deseo  o  modo  de  pensar. 


BIGOTE.  —  El  bigote  al  ojo,  aunque  no- 
haya  un  cuarto. 

Se  aplica  a  los  que,  teniendo  muy  po- 
cos medios  de  fortuna,  quieren  osten- 
tar gravedad  y  circunspección. — V.  Va- 
nidad y  pobreza,  todo  en  una  pieza. 
Humearle  el  bigote  a  alguna  persona  o 
cosa.  —  V.  Tener  bigotes,  o  Tener  tres 
pares  de  bigotes. 
Llueve  más  que  citando  enterraron  a  Bi- 
gote. 

Frase  proverbial  usada  en  algunos  lu- 
gares de  Andalucía  para  manifestar  que 
está  lloviendo  con  exceso. — En  Castilla 
la  Nueva  suelen  decir:  Llueve  más  que 
cuando  enterraron  a  Zafra.  (Véase.) 
No  ser  una  cosa  para  los  bigotes  de 
uno. 

Ser  empresa  superior  a  sus  fuerza?. 
No  tener  malos  bigotes. 

Ser  una  persona  hermosa.  Usase  con 
referencia  al  bello  sexo. 
Tener  bigotes,  o  Tener  tres  pares  de  bi- 
gotes. 

Tener  tesón  y  constancia  en  sus  re- 
soluciones y  no  dejarse  manejar  fácil- 
mente. —  Ser  una  cosa  sumamente  ar- 
dua, de  difícil  desempeño  o  resolución. 
BIGOTERA.  —  Pegarle  a  uno  una  bigo- 
tera. 

Estafar  a  una  persona;  engañarla. 
Tener  buenas  bigoteras.  —  V.  No  tener 

malos  BIGOTES. 

BILBAO.  —  i  Es  usted  de  Bilbao?...  Bas- 
tante hemos  hablao. 

Tal  vez  se  refiere  a  que  como  casi 
todos  hablan  allí  el  vascuence,  en  cuan- 
to se  sabe  que  uno  es  de  aquella  loca- 
lidad, los  castellanos  no  pueden  soste- 
ner conversación  con  él. 
BILIS.— Exaltársele  a  uno  la  bilis. 

Alterarse  fuertemente;  descomponer- 
se, irritarse. 
Tragar  mucha  bilis. 

Sufrir    interiormente    multitud    de 
sinsabores  y  contrariedades. 
BILLAR.  —  En  el  juego  del  billar,  media 
bola  y  apretar. 

Denotan  los  jugadores  el  modo  de 
manejar  el  taco  para  que  haya  alguna 
probabilidad  de  salir  airoso  en  las  par- 
tidas de  este  juego. — No  hay  para  qué 
decir  que  en  la  mayor  parte  de  las  oca- 
siones este  procedimiento  es  erróneo 


BIRLABIRLONGA 


109 


BLANCO 


y  contraproducente,  como  bien  lo  sa- 
ben los  buenos  jugadores. 
BIRLABIRLONGA.  —  Vivir  a  la  birla- 
birlonga. 

Vivir  sin  preocupación  de  nada,  sin 
trabajar,  comiendo  y  viviendo  a  costa 
de  otros. 
BIRLONGA.— Andar  a  la  birlonga. 

Andar  a  la  suerte  o  a  lo  que  sale,  sin 
dedicarse  a  nada  de  provecho. 
Hablar  a  la  birlonga. 

Al  descuido,  a  lo  que  salga,  sin  po- 
ner gran  esmero. 
Tenderse  a  la  birlonga. 
No  hacer  nada. 
BISIESTO.  —  Mudar  bisiesto,  o  de  bi- 
siesto. 

Variar  de  lenguaje,  de  modo  de  ser 
o  de  conducta. 
BITOLA.— Acertar  por  bitola. 

Sacar  una  cosa  por  inferencia  o  por 
ilación.  —  Es  frase  de  uso  corriente  en 
Andalucía. 
BIZCO.— Dejar  bizco  a  uno. 

Dejar  atónito,  sorprendido,  maravi- 
llado a  alguien. — También  se  emplea  la 
frase  Quedarse  bizco  con  igual  significa- 
do de  deslumhrarse  o  quedar  estupe- 
facto. 
BIZCOCHO.—  Bizcocho  de  monja,  fane- 
ga de  trigo  o  pemil  de  tocino. 

Se  refiere  a  los  regalos  hechos  por 
las  monjas,  que  suelen  devolverse  cen- 
tuplicados por  las  personas  que  los  re- 
ciben. —  V.  Dar,  o  meter,  aguja  y  sacar 
reja. 
Con  esto  y  un  bizcocho,  hasta  f/iañana  a 
las  ocho. 

Da  a  entender  el  término  de  una 
cosa,  como  tarea,  conversación,  etc. — 
Suele  emplearse  en  sentido  familiar 
por  el  que  está  próximo  a  despedirse 
para  marcharse. 
Embarcarse  cofi  poco  bizcocho. 

Empeñarse  en  algún  negocio  o  em- 
presa sin  contar  previamente  con  los 
recursos  o  elementos  indispensables 
para  salir  del  compromiso  con  el  debi- 
do lucimiento. 
BLANCA.  —  ¿A  blanca  vale  la  vaca}  — 
Daca  la  blanca. 

Nada  importa  que  algunas  cosas  cues- 
ten poco,  si  hasta  de  ese  poco  carece- 
mos para  poder  adquirirlas. 


Algo  hemos  de  hacer  para  blanca  ser. 

No  hay  cosa  de  algún  provecho  o  re- 
putación que  no  cueste  algún  trabajo. 
Blanca  con  frío,  digole  higo,  o  Blanca 
con  frío  no  vale  un  higo.  Algunos  aña- 
den :  y  negra,  ni  higo  ni  breva. 

Aplícase  en  contra  de  las  mujeres 
que  son  friolentas,  o  ya  pazguatas,  como 
poco  a  propósito  para  hacendosas,  y  tal 
vez  para  lograr  una  buena  colocación. 
Cuando  no  hay  blanca,  lodo  es  barranca  — 
V.  Donde  no  hay  harina,  todo  es  mohina. 
Estar  blanca,  o  nevada,  la  sierra. 

Tener  blanco  el  cabello,  especialmen- 
te por  causa  de  vejez. 
Estar  sin  blanca,  o  No  tener  blanca. 
No  tener  dinero;  hallarse  sin  un  cén- 
timo. 
Más  vale  blanca  de  paja,  que  maravedí  de 
latía. 

Denota  que   algunas   cosas   baratas 
aprovechan   más   que   otras  de   mayor 
precio. 
Ni  blanca  sin  tacha,  ni  morena  sin  gracia. 
Elogio  a  favor  de  las  mujeres  more- 
nas, por  la  fama  que  tienen  de  gracio- 
sas y  saladas. 
No  importar  una  blanca. 

No  tener  valor  alguno;  no  importar 
un  bledo. 
Saco  mi  blanca. 

Es  decir,  que  uno  contribuye  con  su 
dinero,  en  la  parte  que  le  corresponde, 
por  aquello  de  que  A  escote  no  hay  nada 
caro.  (Véase.) 
Ser  una  cosa  blanca  como  el  ampo  de  la 
nieve. 

Se  aplica  a  lo  que  es  de  una  blancu- 
ra extremada,  como  pasa  con  la  nieve. 
BLANCO.  —  Acertar  el  blanco. 

Conseguir  lo  que  se  desea.— V.  Tirar 

al  BLANCO. 

Beber  con  blanco,  o  en  blanco. 

Tener  blanco  el  belfo  un  caballo. 
Blanco  de  Guadalcanal  y  el  aloque  de  Bae- 
za  me  confortan  la  cabeza. 

Elogio  tributado  antiguamente  a  di- 
chos vinos  por  los  inteligentes  en  la 
materia. 
Blanco  y  en  botella...,  leche,  o  Blanco  y 
migado...,  sopa  de  leche. 

Dícese  de  las  cosas  tan  por  extremo 
claras  y  sencillas,  que  el  más  simple  las 
comprende  o  adivina  a  primera  vista. 


BLANCO 


—  no  — 


BLAS 


Conocérsele  a  uno  una  cosa  en  lo  blanco 
de  los  ojos. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
se  ha  penetrado  la  intención  con  que  se 
ha  dicho  una  cosa,  aunque  no  se  ten- 
gan datos  seguros  en  que  fundarse. 

Dar  en  el  blanco. 

Acertar  en  lo  que  uno  se  propone. 

En  blanco. 

Sin  aquello  que  se  poseía  o  se  desea- 
ba alcanzar,  o  sin  comprender  lo  que 
se  03'e  o  lee. — Suele  usarse  con  los  ver- 
bos quedarse,  dejar  y  otros,  equivalien- 
do a  la  frase  latina,  muy  usada  en  nues- 
tra lengua,  in  albis. 

En  el  blanco  de  la  una. 
En  lo  más  mínimo. 

Es  blanco  :  la  gallina  lo  pone,  en  la  sar- 
tén se  fríe  y  por  la  boca  se  come. 

Dícese  de  aquellas  cosas  tan  claras 
de  suyo  que  no  necesitan  de  explica- 
ción alguna  para  poder  ser  interpreta- 
das inmediatamente. 

Estar  tan  lejos  una  cosa  de  otra  como  lo 
blanco  de  lo  negro. 

Manera  de  ponderar  la  antítesis  exis- 
tente entre  dos  cosas,  basándose  en  lo 
opuestos  que  son  entre  sí  los  colores 
citados. 

Juzgar  lo  blanco  por  negro,  y  lo  negro 
por  blanco.  —  V.  Tomar  el  rábano  por 
las  hojas. 

Lo  blanco  encubre  muchas  faltas.  —  Véa- 
se Barro  y  cal  encubren  mucho  mal. 

Más  blanco  que  un  armiño,  o  que  el  ar- 
miño. 

Aplícase  a  todo  objeto  de  suma  blan- 
cura.—  Tratándose  de  personas,  se  pro- 
pone como  tipo  de  extremado  aseo,  por 
serlo  tanto  el  de  este  cuadrúpedo,  que 
si  cuando  se  halla  perseguido  por  el  ca- 
zador no  encuentra  otro  recurso  para 
librarse  de  sus  emboscadas  que  atra- 
vesar algún  charco,  prefiere  entregar- 
se, antes  de  ver  manchada  su  piel  con 
el  lodo. 

No  ser  nada  blanco. 

En  el  lenguaje  de  la  germanía  vale 
blanco  tanto  como  bobo  o  necio,  según 
Hidalgo  en  su  Vocabulario.  —  Tal  vez 
dicha  palabra  esté  usada  por  antífrasis 
en  este  caso,  pues  sabido  es  que  iróni- 
camente se  le  da  en  nuestra  lengua  al 
negro  la  denominación  de  Juan  Blanco. 


Pasar  en  blanco. 

Omitir,  no  hacer  mención  de  una 
cosa,  en  general,  deliberadamente.  — 
Agregándole  la  palabra  noche,  vale  tan- 
to como  no  haber  dormido,  no  haber 
pegado  los  ojos. 
Ser  blanco. 

No  tener  valor;  ser  cobarde. 
Tirar  al  blanco. 

Aparte  del  sentido  recto,  cuya  expli- 
cación no  compete  a  este  Diccionario, 
tiene  el  figurado  de  pretender  herir  a 
una  persona  molestándola  en  lo  que 
sea  su  flaco,  tal  como  la  avaricia,  la 
falta  de  ciencia,  la  inmodestia,  etc. 
Volver  en  blanco  lo  negro. 

Pretender  demostrar  lo  contrario  de 
la  verdad,  pintándola  a  nuestros  ojos 
como  realidad,  sofísticamente. 
BLANDA. — ¡Anda,  que  le  caes  de  blanda! 
.Moteja  a  las  personas  bonachonas, 
incapaces  de  negarse  a  nada  que  se  les 
pida.  —  Dícese  también  délas  personas 
holgazanas  o  flojas  para  el  trabajo. 
BLANDO.  —  Blando  como  algodón. 

Comparación  basada  en  la  conocida 
cualidad  del  fruto  del  algodonero. 
Más  blando  que  una  marta. 

Comparación  que  se  refiere  a  la  mar- 
ta cebellina,  cuya  piel,  según  es  sabido, 
es  de  incalculable  valor  y  de  una  sua- 
vidad admirable. 
Ser  blando  de  carona. 

Se  dice  de  los  animales  que  tienen 
delicado  el  pellejo  del  lomo,  por  lo  que 
se  les  hacen  fácilmente  mataduras  con 
la  silla  o  albarda. —  Metafóricamente  se 
dice  de  los  que  neciamente  se  ofenden 
por  nimiedades,  dándose  así  a  enten- 
der que  son  muy  delicados  de  cutis. 
Ser  tnás  blando  que  una  manteca. 

Dejarse  dominar  o  convencer,  a  cau- 
sa de  tener  un  corazón  bondadoso. 
BLANQUILLO.— Jurar  masque  un  blan- 
quillo. 

Blanquillo  es  tanto  como  pillo,  truhán. 
Y.  Jurar  como  un  carretero. 
BLAS.  —  Blas,  lávate  y  comerás.  Algunos 
añaden :  y  desque  te  hayas  lavado,  no  co- 
merás bocado. 

Se  zahiere  a  los  que  prometen  algo 
mediante  cierta  condición,  y,  realizada 
ésta,  no  cumplen  después  lo  que  ha- 
bían ofrecido. 


BLASCO 


BOCA 


¿Lo  dijo  Blas?...,  punto  redondo. 

Denota  que  se  asiente  desde  luego 
y  sin  entrar  en  discusión  ni  comenta- 
rios de  ningún  género  al  dicho  de  algu- 
na persona,  por  ser  de  todo  punto  en- 
tendida en  el  asunto  de  que  se  está 
tratando .  Empléase  casi  siempre  en 
sentido  irónico. 
Si  lo  escuchas,  Blas,  te  arrepentirás. 

Aconseja  a  una  persona  que  no  siga 
lo  que  otro  le  dice  por  creerlo  dañoso 
para  él. 
Ya  te  entiendo,  Blas. 

Frase  con  que  se  significa  a  otro  que 
alcanza  uno  la  intención,  malicia  o  tras- 
tienda con  que  se  expresa,  aunque  sus 
palabras  sean  embozadas.  —  V.  Te  co- 
nozco, bacalao,  aunque  vienes  disfrazao. 
BLASCO.  —  Acá  está  Blasco,  que  a  nada 
le  Iiace  asco. 

Se  aplica  al  que  pasa  por  todo;  al 
que  todo  le  parece  bien,  por  ser  poco 
escrupuloso  en  el  sentido  de  lo  que  se 
va  tratando. 
BLASFEMIA.—  Echar  uno  blasfemias 
de  su  cuerpo  y  ponzoñas  de  su  alma. 

Expeler  abundantemente  del  cuerpo 
cualquiera  clase  de  inmundicias,  ma- 
yormente si  la  operación  es  doble;  ver- 
bigracia :  vómitos  y  cámaras  al  mismo 
tiempo. 
BLASÓN.  —  Placer  blasón. 

Jactarse  o  vanagloriarse  de  alguna 
cosa. 
BLEDO.  —  No  dársele  a  uno  un  bledo  de 
alguna  cosa. 

Hacer  desprecio  de  ella;  no  impor- 
tarle nada. 
Yo  importar,  o  no  montar,  o  no  valer,  etc., 
un  bledo  alguna  cosa. 

Ser  una  cosa  de  suyo  insignificante. 
BOBA. — ¡Vítor  la  boba,  que  atrancó  la 
puerta  con  una  escoba! 

Zahiere  alguna  acción  por  excesiva- 
mente necia  y  mentecata. 
BÓBILIS.— ¿te  bóbilis,  bóbilis. 

Conseguir  o  pretender  alcanzar  una 
cosa  sin  trabajo  y  de  balde. 
BOBIS.— De  bobis,  bobis.— V.  De  bóbilis, 

BÓBILIS. 

BOBO.  -Al  bobo,  naidale  el  juego. 

Da  a  entender  que  a  los  que  quie- 
ren parecer  instruidos  en  todas  las  co- 
sas, porque  hablan  mucho  de  aquellas 


que  tienen  estudiadas  o  saben  de  me- 
moria, se  les  descubre  su  ignorancia  en 
cuanto  se  les  cambia  de  asunto. 
Bobo  de  Coria. 

Aplícase  comparativamente  este  per- 
sonaje legendario,  como  símbolo  de 
tontería  y  mentecatez. 
El  bobo  de  Coria,  que  empreñó  a  su  ma- 
dre y  a  sus  hermanas,  y  preguntaba  si 
era  pecado. 

Se  dice  que  es  como  el  bobo  de  Co- 
ria el  que,  aparentando  simplicidad,  no 
atiende  más  que  a  su  provecho. 
El  bobo,  si  es  callado,  por  sesudo  es  repu- 
tado. 

Recomienda  la  prudencia  en  ocultar 
con  el  silencio  la  falta  de  capacidad. 
f-  Que'  haces,  bobo?  — Bobeo :  escribo  lo  que 
me  deben  y  borro  lo  que  vo  debo,  o  y  re- 
mato lo  que  dejo. 

Denota  que,  por  lo  general,  cada  uno 
suele  hacer  lo  que  le  tiene  cuenta,  des- 
entendiéndose de  lo  demás. — V.  No 
hay  tonto  para  su  provecho. 
Si  soy  bobo,  que  me  metan  el  dedo  en  la 
boca. 

Frase  con  que  rechaza  uno  el  califi- 
cativo de  bobo,  tonto,  necio  o  lelo  con 
que  otro  lo  ha  zaherido. 
A  los  bobos,  o  tontos,  se  les  aparece  la 
Madre  de  Dios,  o  la  Virgen  María. 

Denota  que  a  algunos,  sin  hacer  di- 
ligencia de  ninguna  clase,  les  viene  la 
fortuna  sin  saberse  cómo  ni  por  dón- 
de.— V.  Aro  hay  tonto  para  su  provecho. 
Bobos  van  al  mercado,  cada  cual  con  su 
asno. 

Contra  los  que  insisten  necia  y  por- 
fiadamente en  su  dictamen,  aunque  co- 
nozcan que  es  contra  razón. 
Callad,  que  bobos  lo  pagan. —  V.  De  cue- 
ro ajeno,  correas  largas. 
Entre  bobos  anda  el  juego.  Y  todos  eran 
fulleros,  suelen  agregar  algunos. 

Refrán  irónico  que  se  usa  cuando  los 
que  tratan  alguna  materia  son  igual- 
mente diestros  y  prácticos  en  ella, 
aunque  aparenten  o  finjan  disimulada- 
mente todo  lo  contrario. 
BOCA. —  A  boca  de  cañón.  —  V.  A  boca  de 
jarro. 
A  boca  de  jarro. 

Decir  alguna  cosa   sin  preparar   al- 
que  escucha;  a  quema  ropa;  de  sopetón. 


BOCA 


BOCA 


A  boca  llena. 

Con  claridad,  abiertamente,  sin  re- 
bozo, sin  escrúpulo  alguno. 
A  lo  que  no  te  importa,  cierra  la  boca.  — 
V.  Lo  que  no  has  de  comer,  déjalo  cocer. 
Andar  a  boca,  qué  quieres. 

Regaladamente,  con  suntuosidad. — 
Salir  algo  a  medida  del  deseo  de  uno. 
Andar  colgado  de  la  boca  de  alguien. 

Escuchar  con  atención  y  curiosidad 
lo  que  otra  persona  dice. 
Andar  con  la  boca  abierta. 

Admirarse    neciamente    de    alguna 
cosa  que  se  ve  u  oye. 
Andar  de  boca  en  boca. 

Ser  objeto  de  las  conversaciones   o 
hablillas  públicas. 
Andar  en  boca  de  alguno  o  algunos. 

Ser  objeto  de  que  éste  o  éstos  ha- 
blen y  digan,  generalmente,  lo  que  no 
deben. 
Andar  en  boca  de  todos.  —  V.  Andar  de 

bo -a  en  BOCA. 
Andarse  a  qué  quieres,  boca. 

Comúnmente  se  usa  más  con  el  ver- 
bo tratar,  o  con  el  mismo  en  forma  re- 
flexiva. — V.  ¿Indar  a  boca,  qué  quieres. 
A  pedir  de  boca. 

Estar  una  cosa  a  punto;  como  se  de- 
seaba; de  una  manera  excelente.  —  Xo 
haber  más  que  pedir. 
A  una  boca,  una  sofá. 

Enseña  la  distribución  que  se  debe 
hacer  de  los  bienes  para  que  alcancen 
a  muchos  v  no  se  los  lleve  uno  solo. 
A  veces  habla  la  boca  por  do  pague  la 
coca.  —  V.  No  diga  la  lengua  lo  que,  o 
por  do,  pague  la  cabeza. 
Beber  a  boca  de  jarro. 
Sin  tasa  ni  medida. 
Blando  de  boca. 

Se  dice  de  la  persona  fácil  en  decir 
lo  que  debiera  callar.  —  Suele  decirse 
también  Ser  flojo  de  boca. 
¡Boca  abajo! 

Empléase  para  expresar  la  inferiori- 
dad en  que  quedan  algunas  personas  o 
cosas  respecto  de  otra  con  que  se  las 
compara:  v.  gr. :  Cuando  usted  canta, 
habla,  etc.,  todo  el  mundo  ¡boca  abajo'. 
Boca  brozo sa  cria  mujer  hermosa,  o  Boca 
pajosa  cria  cara  hermosa. 

La  Academia  definió  estos  refranes, 
en  su  primera  edición,  diciendo  que 


«la  mujer  que  se  cria  en  casa  rica  y 
abundante,  y  que  no  necesita  trabajar 
en  el  campo  ni  andar  al  sol  para  buscar 
que  comer,  se  cría  sana  y  hermosa». 

Pronto  varió  de  modo  de  pensar, 
pues  en  la  reimpresión  que  hizo  del 
primer  tomo  de  su  Diccionario,  y  en  las 
ediciones  sucesivas,  hasta  la  sexta  in- 
clusive, apuntó  lo  siguiente:  «Advierte 
lo  bien  que  parecen  las  mujeres  aplica- 
das a  sus  labores.  Díjose  por  las  hilan- 
deras, que  regularmente  arrojan  con  la 
boca  las  pajillas  que  tiene  el  lino  o  cá- 
ñamo.» 

Desde  la  séptima  edición  en  adelante 
ha  continuado  con  esta  última  defini- 
ción, si  bien  omitiendo  el  comento. 

Ahora,  pues,  ambas  definiciones  son 
de  todo  punto  falsas.  Lo  que  significa 
en  realidad  este  refrán,  es:  lo  muclio  que 
recomienda  a  tina  mujer  el  no  ser  excesi- 
vamente delicada  o  melindrosa  en  achaque 
de  comida;  sino,  por  el  contrario,  el  ave- 
nirse gustosa  con  toda  clase  de  manjares. 
En  corroboración  de  mi  aserto,  con- 
fiérase este  refrán  con  aquel  que  dice : 
A  la  mujer  y  a  la  muía,  por  el  pico  les 
entra  la  hermosura,  y  se  comprenderá 
muy  luego  (aunque  sea  mala  compa- 
ranza, como  dice  el  vulgo)  que  para 
criar  una  muía  rozagante  no  se  buscan 
bocadillos  apetitosos. 
Boca  con  duelo  no  dice  bueno. 

Denota  que  el  que  está  enojado  con 
alguna  persona,  no  halla  cosa  buena 
que  decir  de  ella.  —  La  persona  que  se 
encuentra  poseída  de  algún  disgusto  o 
sentimiento  grave,  no  se  halla  en  dis- 
posición de  hablar  de  cosas  alegres. 
Boca  con  rodilla,  y  al  rincón  con  la  almo- 
hadilla. 

Recomienda  el  recogimiento  y  la  la- 
bor a  las  doncellas. 
Boca  de  escorpión. 

Nombre  que  se  da  a  la  persona  mal- 
diciente. 
Boca  de  espuerta. 

Aplícase  a  la  que  es  muy  grande  y 
rasgada. 
Boca  de  gachas. 

Dícese  de  la  persona  que  habla  con 
tanta  blandura  que  apenas  se  le  entien- 
de lo  que  dice.— También  se  aplica  a  los 
que  salpican  de  saliva  cuando  hablan. 


BOCA 


—   113  — 


BOCA 


Boca  de  infierno. 

Apodo    que  se  suele   aplicar  a  los 
murmuradores. 
Boca  de  lobo. 

Se  usa  refiriéndose  al  murmurador.— 
V.  Boca  de  infierno. 
Boca  de  miel  y  manos  de  hiél. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  em- 
pleando buenas  palabras,  sobre  todo 
en  ofrecimientos,  desdicen  éstas  con 
los  hechos. 
Boca  de  oro. — V.  Pico  de  oro. 
Boca  de  risa. 

Dícese  de  las  personas  que  muestran 
afabilidad  y  agrado,  tanto  en  el  sem- 
blante como  en  la  conversación. 
Boca  de  sopas. 

Apodo  que  se  aplica  a  la  persona  que 
tiene  la  lengua  estropajosa. 
Boca  de  verdades. 

Se  emplea  aludiendo   a  la  persona 

que  expresa  con  claridad  lo  que  siente 

o  sabe. —  Irónicamente  se  dice  del  que 

miente  mucho. 

Boca  pajosa  cria  cara  hermosa. — V.  Boca 

brozosa  cria  mujer  hermosa. 
Boca  que  dice  de  no,  dice  de  si. 

Censura  la  condición  voluble  de  al- 
gunas personas. — Expresa  también  que 
el   importuno  acaba  por  conseguir  lo 
que  antes  se  le  había  negado. 
Buscarle  a  uno  la  boca. 

Dar  motivo,  con  lo  que  se  dice  o 
hace,  para  que  alguno  diga  lo  que  ca- 
llaría si  no  hubiese  sido  incitado  a  ello. 
Calentársele  a  alguno  la  boca. 

Hablar  con  extensión,  explayarse  en 
discurso  o  conversación  acerca  de  al- 
guna materia.  —  Irse  acalorando  poco  a 
poco  en  la  discusión,  hasta  acabar  por 
prorrumpir  en  claridades  o  palabras 
descompuestas. 
Cerrarle  la  boca  a  uno. 

Obligarle  a  que  calle  por  la  fuerza 
de  los  argumentos  con  que  rebatimos 
sus  palabras. 
Comiendo,  y  la  boca  abriendo. 

Dicho  festivo  en  que  se  suele  pro- 
rrumpir al  oír  que  una  persona  pre- 
gunta cómo  se  hace  aquello  de  que  se 
trata,  o  cómo  es  así  que  ha  sucedido,  etc. 
Con  la  boca  abierta,  o  Con  tanta  boca 
abierta. 

Estar  suspenso,  admirado  o  embo- 


bado de  resultas  de  lo  que  se  oye  o 
se  ve. 
Coserse  la  boca. 

Cerrarla,  callar,  no  decir  o  responder 
palabra  alguna. 
Cuando  yo  hablo,  la  boca  abro. 

Manera  festiva    de   dar  a  entender 
que  cuando  uno  asegura  una  cosa,  sus 
motivos  tiene  para  hacerlo  así. 
Dar,  o  echar,  o  tomar,  etc.,  a  boca  de 
costal. 

Sin  medida  ni  tasa;  con  profusión. 
Dar  en  la  boca  con  alguna  cosa. 

Hacer  a  uno  frente  o  cara;  oponér- 
sele o  salirle  al  encuentro. 
Decir  una  cosa  con  la  boca  chica,  o  chi- 
quita. 

Ofrecer  o  rehusar  una  cosa  por  mero 
cumplimiento  o  contra  su  intención,  de- 
seando que  se  insista  para  aceptarla  a 
fuer  de  rogado. 
Dejarle  a  uno  con  la  boca  a  media  miel. — 
V.  Dejarle  a  uno  con  la  miel  en  los  labios. 
Desaparecer  entre  la  boca  v  las  manos  al- 
guna co>a. 

Denota  lo  frágil  y  perecedero  de  las 
cosas  de  este  mundo,  que  cuando  más 
seguro  se  cree  estar  uno  en  posesión  de 
ellas,  desaparecen  de  su  lado.  —  V.  De 
la  mano  a  la  boca  se  pierde  la  sopa. 
Duro  &  boca. 

Dícese  de  la  persona  que  es  muy  ca- 
llada y  en  extremo  prudente. 
Echar  de,  o  por,  aquella  boca. 

Decir  alguno  contra  otro,  con  impru- 
dencia y  enojo,  palabras  injuriosas  y 
ofensivas. 
El  que  está  a  la  boca  del  pozo  no  se  muere 
de  sed. — V.  El  que  anda  con  la  miel,  algo 
se  le  pega. 
En  boca  cerrada  no  entra  mosca,  o  no  en- 
tran moscas. 

Enseña  cuan  útil  es  callar  cuando  no 
hay  por  qué  hablar. 
En  boca  del  vulgo  andan  los  refranes;  pero 
no  salieron  de  bocas  vulgares. 

Da  a  entender  que  si  bien  suelen  ser 
los  adagios  producto  de  la  gente  del 
pueblo,  no  lo  son  de  los  necios,  sino 
de  aquellos  que  por  su  experiencia  o 
luces  naturales  están  capacitados  para 
envolver  una  verdad  o  una  sentencia 
en  las  frases  pronunciadas  y  acogidas 
después  por  los  demás. 

8 


BOCA 


114  — 


BOCA 


En  la  boca  del  discreto,  lo  público  es  se- 
creto. 

Recomienda  la  reserva  y  prudencia 
en  el  hablar,  especialmente  tratándose 
de  cosas  graves  y  trascendentales,  aun 
cuando  sean  conocidas  de  todos. 

Entre  la  boca  y  la  taza  hay  peligro.  — 
V.  De  la  mano  a  la  boca  se  pierde  la 
sopa. 

Estar  boca  abiertos  como  lobos  en  febrero 
hambrientos. 

Dícese  de  aquellos  que  están  pen- 
dientes de  que  el  poderoso  caiga  para 
echarse  encima,  agobiándole  con  recri- 
minaciones o  despojos. 

Estar  como  boca  de  lobo,  u  obscuro  como 
boca  de  lobo. 

Expresión  que  se  emplea  para  deno- 
tar una  gran  obscuridad. 

Estar  cotí  la  boca  a  la  pared,  o  pegada  a 
la  pared. 

Hallarse  en  extrema  necesidad  y  no 
tener  a  quien  recurrir. 

Ganar  la  boca. 

Persuadir  o  procurar  reducir  a  uno  a 
que  siga  algún  dictamen  u  opinión,  pre- 
cisándole a  que  calle  o  disimule  el  que 
tenía  en  contrario. 

Gobierna  tu  boca  según  tu  bolsa. 

Aconseja  que  se  nivelen  las  gastos 
con  las  ganancias,  o  séase  los  egresos 
con  los  ingresos. —  Es  locución  de  buen 
cuño,  diga  lo  que  quiera  en  contra  de 
su  estructura  D.  Rafael  M.  Baralt  en  su 
Diccionario  de  galicismos,  artículo  Go- 
bernar. 

Guardar  la  boca. 

No  hacer  exceso  en  la  comida  o  be- 
bida.—  Callar  prudentemente  lo  que 
no  conviene  decir. 

Habla  la  boca/or  do  lleva  la  coca. 

Las  personas  discretas  no  dicen  nada 
más  que  aquello  que  su  inteligencia  o 
su  cabeza  les  dicta. 

Hablar  por  boca  de  ganso. 

Decir  lo  que  otro  ha  sugerido.  —  Pu- 
diendo  dimanar  de  un  papel  escrito 
semejante  sugestión;  escribiéndose  en 
éste  con  pluma,  y  siendo  antiguamente 
de  ganso  las  que  con  preferencia  se 
destinaban  al  dicho  efecto,  no  parece 
violento  conjeturar  que  la  pluma,  o  lo 
escrito,  es  la  boca  de  ganso  a  que  alude 
la  locución  arriba  inserta. 


Hablar  uno  por  boca  de  otro. 

Conformarse  en  lo  que  se  dice  con 
la  opinión  ajena. 
Hacer  boca. 

Comer  alguna  cosa  ligera  y  estimu- 
lante, que  predisponga  el  apetito  a  otras 
más  suculentas,  o  bien  solamente  para 
que  excite  la  sed  y  haga  más  grato  el 
vino  u  otro  licor  espirituoso.  —  Decir 
o  hacer  alguna  cosa  a  título  de  gusto 
o  saborete  anticipado  con  que  se  deja 
entrever  la  esperanza  de  proporcionar 
algún  goce  mayor. — Úsase  comúnmen- 
te en  la  locución  Para  hacer  boca,  y  se 
emplea  tal  vez  en  sentido  irónico. 
Hacerse  la  boca  agua. — V.  Hacerse  agca, 

o  un  agua,  la  boca. 
Halagar  con  la  boca  y   morder  con  la 
cola. — V.  La  gata  de  Mari-Ramos,  hala- 
ga con  la  cola  y  araña  con  las  manos. 
Hederle,  u  olerle  mal,  la  boca  a  alguno. 
Locución  con  que  se  moteja  de  pe- 
digüeña a  una  persona. 
Irse  de  boca. 

Dejarse  dominar  del  vicio  que  le  do- 
mina.—  Hablar  mucho  y  sin  considera- 
ción.—  V.  írsele  la  boca  a  uno. 
Irse  la  boca  adonde  está  el  corazón. 

Hablar  alguno  impelido  por  lo  que 

le  dictan  sus  deseos  o  convicciones,  sin 

poder  contenerse.  —  También  se  dice: 

La  boca  habla  lo  que  siente  el  corazón. 

írsele  la  boca  a  uno. 

Hablar  mucho  imprudentemente. 
La  boca  habla  lo  que  siente  el  corazón.  — 

V.  Irse  la  boca  adonde  está  el  corazón. 
La  boca  hace  juego. 

Refrán  muy  usado  entre  los  jugado- 
res, con  que  se  denota  que  en  el  juego 
se  debe  estar  literalmente  a  lo  que  se 
dice,  aunque  sea  contra  la  mente  o  in- 
tención del  que  lo  ha  dicho.  —  Denota 
también,  en  sentido  metafórico,  que  se 
debe  cumplir  aquello  que  una  vez  se 
ofreció. 
La  boca  sin  muelas  es  como  molino  sin 
piedra. 

Denota  que  las  cosas  más  aprecia- 
bles  y  provechosas  dejan  de  serlo  tan 
luego  como  carecen  de  los  adherentes 
o  requisitos  que  forman  su  comple- 
mento necesario  e  indispensable  para 
poder  producir  la  utilidad  que  de  ellas 
se  espera. 


BOCA 


—  "5 


BOCA 


La  boca  y  la  bolsa  abierta,  para  hacer 
casa  cierta. 

Enseña  que  para  ser  bienquisto  en 
cualquier  lugar  en  que  uno  se  establez- 
ca, ha  de  hablar  bien  de  todos  y  ser  libe- 
ral y  franco,  no  escaseando  el  dinero. 
Limpíate  la  boca,  que  la  tienes  de  hue- 
vo. —  V.  Date  un  limpión. 
Lo  que  sana  la  boca  ataca  a  la  bolsa. 

Da  a  entender  lo  caro  que  resulta  el 
satisfacer  los  placeres  gastronómicos. 
Llorar  a  boca  cerrada,  y  no  dar  cuenta  a 
quien  no  se  le  da  nada. 

Aconseja  no  comunicar  nuestros  ma- 
les o  pesares  a  quien  no  se  ha  de  com- 
padecer de  ellos,  ni  menos  remediarlos. 
Mala  boca,  peces  coma. 

Contra  los  murmuradores  y  maldi- 
cientes, como  deseando  que  se  les  atra- 
viesen en  la  garganta  las  espinas  del 
pescado  que  comieren,  impidiéndoles 
el  habla. 
Medir  a  boca  de  costal. 

A  ojo,  sin  tasa. 
Mentir  con  toda  la  boca. 

Faltar  a  la  verdad  de  lleno,  de  todo 
en  todo,  absolutamente,  por  completo. 
No  abrir  la  boca. 

Permanecer  silencioso,  bien  por  ig- 
norancia, bien  por  premeditación. 
No  ates  la  boca  al  buey  que  trilla. 

Refrán  bíblico  con  que  se  denota  que 

al  que  trabaja  se  le  debe  aprontar  su 

condigna  recompensa. 

No  caérsele  a  uno  alguna  cosa  de  la  boca. 

Decirla  con  frecuencia  y  repetición.— 

V.  Traer  siempre  en  la  boca  alguna  cosa. 

No  decir  esta  boca  es  mza.  —  V.  No  abrir 

la  BOCA. 

No  descoser  la  boca.— V.  No  abrir  la  boca. 

No  diga  la  boca  lo  que  pague  la  coca. — 
V.  No  diga  la  lengua  lo  que,  o  por  do, 
pague  la  cabeza. 

No  es  para  la  boca  del  asno  la  miel.— Véa- 
se No  se  hizo  la  miel  para  la  boca  del 
asno. 

No  pararle  a  uno  nada  en  la  boca. 

Frase  jocosa  con  que  se  expresa  tener 
buen  apetito. 

No  salir  de  la  boca  de  uno  alguna  cosa. 
Callarla  o  mantenerla  reservada. 

No  tomar  en  la  boca  a  alguna  persona  o 
cosa. 

No  hacer  mención  de  ella  para  nada. 


Parece  que  le  ha  hecho  la  boca  un  fraile. 
Frase  con  que  se  alude  a  las  perso- 
nas que  son  muy  pedigüeñas. 
Pegar  la  boca  a  la  pared. 

Resolverse  a  callar  la  necesidad  que 
se  padece,  por  grave  que  sea. 
Poner  boca,  o  la  boca,  en  uno. 

Hablar  mal  de  él. 
Por  la  boca  muere  el  pez.  Y  algunos  aña- 
den :  cuenta  con  lo  que  se  habla. 

Recomienda  que  se  tenga  mucho 
cuidado  antes  de  hablar,  en  evitación 
de  que  pueda  hacerle  a  uno  daño  lo 
que  imprudentemente  se  dijo.  Es  alu- 
sión al  cantar  que  dice: 

En  la  isla  de  León 
pescan  con  redes  y  cañas; 
por  la  boca  muere  el  pez, 
cuenta  con  lo  que  se  habla. 

Por  la  boca  se  calienta  el  horno. 

Indica  que  uno  de  los  mejores  me- 
dios que  hay  para  entrar  en  calor  es 
comer  y  beber  bien.  —  Da  a  entender 
que  los  convites  suelen  ser  causa  de 
que  se  estrechen  los  lazos  de  la  amistad. 
Punto  en  boca. 

Frase  con  que  se  invita  o  conmina  a 
alguien  para  que  no  hable  o  diga  nada 
sobre  un  asunto  determinado. 
Quedarse  con  la  boca  abierta,  o  con  tanta 
boca  abierta,  o  con  la  boca  abría  y  los 
ojos  pomos. 

Dícese  de  los  que  se  quedan  suspen- 
sos, embobados  o  admirados  de  cual- 
quier cosa  que  ven  u  oyen. 
i  Qué  es  hablar}  —  Abrirla   boca  y  re- 
buznar. 

Contra  el  que  dice  alguna  necedad 
de  presente,  o  tiene  por  costumbre  de- 
cirlas. 
Quien  tiene  boca,  no  diga  a  otro :  Sopla. 
Enseña  que  no  se  debe  dejar  al  cui- 
dado ajeno  lo  que  puede  uno  hacer 
por  sí  propio. 
Quien  tiene  boca,  se  equivoca. 

Se  patentiza  que  no  hay  cosa  más  fá- 
cil, en  el  que  habla,  que  padecer  una 
equivocación,  atendido  a  la  fragilidad 
humana. 
Quitar  a  uno  alguna  cosa  de  la  boca. 
Anticiparse  uno  a  decir  lo  que  iba  a 
decir  otro. 
Quitárselo  uno  de  la  boca. 

'  Da  a  entender  que  alguna  persona  se 


BOCA 


116 


BOCADO 


priva  de  lo  necesario  para  dárselo  a 
otra. 
Reírse  con  toda  la  boca. 

Reírse  con  toda  el  alma,  sin  fingi- 
miento, espontáneamente. 
Respirar  uno  por  la  boca  de  otro. 

Vivir  sujeto  a  la  voluntad  de  otro,  o 
no  hacer  o  decir  cosa  sin  su  dictamen 
y  aquiescencia. 
Ser  flojo  de  boca. — V.  Blando  de  boca. 
Ser  la  boca  de  uno  medida,  o  la  medida. 
Signifícase  que  una  persona  puede 
pedir  cuanto  se  le  antoje,  pues  inme- 
diatamente serán  satisfechas  sus  aspi- 
raciones y  deseos,  en  el  concepto  de 
que,  sirviendo  su  boca  de  medida,  ésta 
se  verá  colmada. 
Taparle  la  boca  a  uno. 

Sobornarlo  por  cualquier  medio  para 
que  calle.  —  Citarle  un  hecho,  o  contes- 
tarle de  manera  tan  concluyente  que 
no  tenga  qué  replicar. 
Tener  alguno  una  boca  que  ni  la  de  un 
horno. 

Tenerla  sumamente  grande. 
Tener  buena,  o  mala,  boca. 

Hablar  bien,  o  mal,  de  otros. — No  ser 
nimiamente  delicado  y  descontentadi- 
zo (o  lo  contrario)  para  la  comida  o  para 
cualquier  otro  concepto. —  Tener  buen, 
o  mal,  gusto  o  paladar  accidentalmen- 
te.—  Refiriéndose  a  las  caballerías,  ser, 
o  no,  dóciles  al  freno. 
Tener  más  boca  que  un  pajar. — V.  Tener 
alguno  una  boca  que  ni  la  de  un  horno. 
Tener  sentada  a  una  persona,  o  una  cosa, 
en  la  boca  del  estómago. 

Tener   gran   aversión   hacia   una    u 
otra. 
Tener  uno  boca  de  alcancía,  o  de  hucha. 

Tener  la  boca  muy  sumida. 
Tener  una  boca  prestada. 

Hablar  sin  ambages  ni  rodeos,  con 
toda  claridad  y  lisura,  sin  andarse  con 
contemplaciones   ni   pararse   en   peli- 
llos. 
Tener  uno  boca  de  espuerta. 

Dícese  de  las  bocas  grandes  y  ras- 
gadas. 
Tener  uno  boca  de  fraile. — V.  Parece  que 

le  ha  hecho  la  boca  un  fraile. 
Tomar  en  boca  a  alguno,  o  alguna  cosa. 
Mentarla,  hacer  mención  de  ella,  ci- 
tarla, sacarla  a  colación. 


Torcer  la  boca. 

Hacer  algún  gesto  de  desaprobación 
o  disgusto. 
Traer  siempre  en  la  boca  alguna  cosa. 

Repetirla  mucho;  hablar  constante- 
mente de  ella;  traerla  como  muletilla 
o  bordón. 
Venirse  a  la  boca  alguna  cosa. 

Ofrecerse  repentinamente  algunas  es- 
pecies y  palabras  para  proferirlas  a  pro- 
pósito de  aquello  de  que  se  trata  o  cues- 
tiona. 
Volver  la  boca  agua. 

Experimentar  satisfacción  con  el  re- 
cuerdo de  algo  agradable  o  la  presen- 
cia de  manjares  apetitosos.  —  Pensar 
en  alguna  cosa  buena  que  ha  de  reali- 
zarse y  que  deseamos  con  ansia. 
Bocas  de  la  Isla,  o  Eso  es  bocas  de  la 
Isla. 

Se  emplea  en  Cádiz,  aludiendo  a  lo 
que  vale  poco,  a  lo  que  es  muy  abun- 
dante.—  Empléase  más  comúnmente 
para  dar  a  entender  que  lo  que  dice 
otra  persona  es  gana  de  hablar,  o  fan- 
farronería. 
Tapar  bocas. 

Dar  de  comer  a  muchas  personas. — 
Impedir  que  se  siga  censurando  a  una 
persona,  acto  o  disposición,  llevados  a 
cabo  por  alguna  corporación,  autori- 
dad, etc. 
Traer  en  bocas  a  alguno. 

Murmurar  continuamente   de   él.  — 
V.  Tener  en  boca  a  alguno,  o  alguna 
cosa. 
BOCACALLES.  —  No  sirve  correr,  sino 
coger  las  bocacalles. 

Denota  la  ventaja  que  tiene  la  des- 
treza sobre  la  ligereza,  sobre  todo  si 
ésta  es  ciega  o  atolondrada. 
BOCADO.  —  A  bocado  harón,  espolada, 
o  aguijón,  de  vino. 

Advierte  que  así  como  se  ayuda  a  la 
bestia  lerda  con  el  estímulo,  así  se  ha 
de  ayudar  con  el  vino  al  manjar  seco 
o  de  calidad  indigesta. 
A  buen  bocado,  buen  grito,  o  buen  sus- 
piro. 

Da  a  entender  estarle  a  uno  bien 
empleado  el  mal  que  padece,  por  ha- 
berse entregado  sin  rienda  a  la  satis- 
facción de  algún  apetito  o  capricho.  — 
V.  Lo  que  mucho  vale,  mucho  cuesta. 


BOCADO 


—  117 


BOCADO 


Bien  sabe  buen  bocado,  si  no  cuesta  caro. 
Da  a  entender   que  muchos  de  los 
beneficios  que  recibimos  requieren  una 
correspondencia  tan  excesiva,  que  lle- 
ga a  pesarnos  el  haberlos  alcanzado. 
Bocado  comido  no  gana  amigo. 

Advierte  que  quien  no  parte  lo  suyo 
con  otros,  no  gana  las  voluntades,  ni 
puede  resentirse,  por  otra  parte,  de 
experimentar  la  recíproca.  —  V.  Quien 
solo  come  su  gallo,  solo  ensilla  su  ca- 
ballo. 
Bocado  de  mal  pan,  ni  lo  comas  ni  lo  des 
a  tu  can. 

Puede  muy  bien  interpretarse  por  la 
frase  evangélica  que  dice  que  «lo  que 
no  quieras  para  ti,  no  lo  quieras  para 
otro»,  que    por   su  sencillez  creemos 
ahorra  toda  explicación. 
Bocado  por  bocado,  mochuelo  asado. 
Denota  que  cuando  se  tiene  apetito, 
no  se  repara  en  la  clase  de  comida. — 
V.  A  buen  hambrb  no  hay  pan  duro. 
Bocado  sin  hueso. 

Bien  sin  mezcla  de  mal.  —  Provecho 
sin  desperdicio.  —  Empleo  de  mucha 
utilidad  y  poco  o  ningún  trabajo. 
Buen  bocado. 

Frase  con  que  se  encarece  la  exce- 
lencia de  ciertas  cosas  que  no  son  de 
comer,  tales  como  un  buen  empleo,  una 
herencia  cuantiosa,  un  negocio  lucrati- 
vo, etc.  —  En  sentido  jocoso  se  aplica 
también  a  las  personas,  generalmente 
a  las  mujeres. 
Cada  bocado  de  dulzura  te  ha  de  costar 
una  picadura. — V.  No  hay  miel  sin  hiél. 
Caro  bocado. 

Dícese  de  todo  aquello  que  acarrea 
disgustos  y  sinsabores,  o  que  cuesta 
mucho  alcanzar. 
Comer  de,  o  en,  un  bocado,  o  dos  boca- 
dos, una  cosa. 

Comerla  muy  de  prisa. 
Comer  un  bocado. 

Dícese  más  comúnmente  Tomar  un 
bocado.  (Véase.) 
Con  el  bocado  en  la  boca. 

Acabado  de  comer. 
Darle  a  uno  un  bocado. 

Darle  de  comer  por  caridad  y  conmi- 
seración. —  Darle  envuelto  en  la  comi- 
da algún  tósigo,  veneno  o  cualquier 
otra  materia  nociva. 


Eti  cuanto  digo  y  hago  pierdo  bocado. 
Contra  los  que  en  todo  miran  sólo  a 
su  provecho,  y  con  tanto  afán  y  ansia, 
que  no  desperdician  la  menor  ocasión 
ni  descansan  un  punto,  pareciéndoles 
que  por  cualquier  detención  lo  pier- 
den todo. 
Mejor  es  un  bocado  de  pan  seco  cotí  gozo, 
que  una  casa  llena  de  reses  con  penden- 
cias. —  V.  Más  vale  pan  con  amor,  que 
gallina  con  dolor. 
No  haber  para  un  bocado.  —  V.  No  tener 

para  un  bocado,  segunda  acepción. 
No  hay  ??iejor  bocado  que  el  hurtado. 

Se  nota  la  depravada  inclinación  de 
la  naturaleza  humana,  que  halla  más 
goces  en  la  usurpación  de  lo  ajeno  con- 
tra la  voluntad  de  su  dueño,  que  no 
en  aquello  que  legítimamente  pueda 
poseer. 
No  tener  para  un  bocado. 

Estar  en  extrema  necesidad.  —  Ser 
muy  escasa  la  comida. 
Ser  una  cosa  bocado  caro,  o  comida  cara, 
para  estudiantes. 

Dícese  de  todo  aquello  que,  por  ser 
relativamente  costoso,  no  se  presta  a 
ser  fácilmente  adquirido  por  quien  ca- 
rece de  posibles.  —  Festivamente  se 
dice  también:  Ser  boccato  di  Cardinali. 
Si  estoy  dentro,  tírame  un  bocado. 

Frase  por  medio  de  la  cual  se  discul- 
pa uno  con  la  persona  que  se  lamenta 
de  no  ser  bueno,  o  estarlo,  el  manjar 
que  se  le  ha  dado,  en  atención  a  haber 
juzgado  de  su  bondad  sólo  por  su  as- 
pecto favorable. 
Tomar  un  bocado. 

Tomar  un  refrigerio  o  ligera  refac- 
ción; lo  que  generalmente  se  llama  un 
tenteempié. 
Comerse  a  uno  a  bocados. 

Pondera  el  furor  o  rabia  que  se  tiene 
contra  alguno.  —  En  ocasiones  se  le  da 
el  sentido  contrario,  manifestando  el 
entusiasmo  que  nos  produce  una  frase 
ingeniosa  o  un  acto  gracioso,  particu- 
larmente en  los  niños. 
Contarle  los  bocados  a  uno. 

Tasarle  la  comida.— Observar  o  notar 
lo  que  otro  come,  por  parecerle  al  que 
mira,  que  come  más  de  lo  conveniente. 
Defender  a  bocados. 

Valerse   de  todos  los   medios  para 


BOCAIRENTE 


—  118 


BODA 


evitar  la  pérdida  de  una  cosa  que  tra- 
tan de  quitarnos. 
Más  valen  dos  bocados  de  vaca  que  siete 
de  patatas.  —  V.  Más  vale  poco  y  bueno 
que  mucho  y  malo. 
Me  lo  comeré,  o  me  lo  comería,  o  quisiera 
comérmelo,  a  bocados. 

Frase  con  que  se  pondera  el  furor  o 
rabia  que  se  tiene  contra  una  perso- 
na. —  V.  Comerse  a  uno  a  bocados,  se- 
gunda acepción. 
BOCAIRENTE.  -  Bocairente,  mal  te- 
rreno y  peor  gente. 

Quiere   dar   a  entender  que  ni  los 
habitantes  ni  el  terreno  de  esta  locali- 
dad son  recomendables. 
BOCANADAS.  —  Echar  bocanadas. 

Jactarse  de  valor,  nobleza  o  riquezas. 
Echar  bocanadas  de  sangre. 

Hacer  alarde  de  ser  muy  noble  o  de 
estar  emparentado  con  personas  muy 
ilustres. 
Estar  dando  las  bocanadas. 

Frase  mal  empleada  por  muchos,  en 
lugar  de  las  boqueadas.  (Véase.) 
Hablar  a  bocanadas. 

Hablar  sin  ton  ni  son  o  con  fanfarro- 
nería. 
BOCCATO.  —  Ser  una  cosa  boccato  di 
Cardinali. 

Frase  redactada  en  italiano  macarró- 
nico, por  la  cual  se  da  a  entender  el 
primor  y  excelencia  de  alguna  persona 
o  cosa,  por  causa  de  cuya  rareza,  méri- 
to o  valor,  no  es  digna  ni  fácil  de  ser 
poseída  por  todo  el  mundo. 
BOCINA.  —  Hablar  con  bocina. 

Hablar  a  gritos,  de  modo  que  la  gen- 
te se  entere  de  lo  que  se  está  diciendo. 
Tocar  bocina,  o  la  bocina.  —V.  Hablar 

con  BOCINA. 

BOCHORNO.  —  El  bochorno  la  prepa- 
ra y  el  cierzo  la  derrama. 

La  lluvia.  Es  locución  corriente  en 
Aragón  y  Navarra  y  demás  países  del 
Norte  de  España. 
BODA.  —  A  boda  ni  bautizo,  o  ni  bautiza- 
do, no  vayas  sin  ser  llamado. 

Reprende  a  aquellos  que  tienen   la 
costumbre  de  entremeterse  en  todas 
partes. 
A  la  boda  de  don  García,  lleva  pan  en  la 
capilla. 

Recomienda   que   nadie    tenga  con- 


fianza en  la  hacienda  de  otro,  por  rico 
que  sea. 
A  la  boda  del  herrero,  cada  cual  con  su 
dinero. 

«Entiende  en  las  aldeas  do  no  hay 
más  de  un  herrero,  y  todos  le  han  me- 
nester, y  van  a  su  boda  a  ofrecerle.» 
Tal  es  la  explicación  del  Comendador 
Griego. 
Andarse  de  boda  en  boda. 

Indica  la  vida  que  llevan  algunas  per- 
sonas, que  sólo  piensan  en  festejos 
y  diversiones,  sin  hacer  cosa  de  pro- 
vecho. 
Boda  buena,  boda  ?nala,  martes  en  tu 
casa. 

Reprende  a  los  que  pasan  el  tiempo 
en  diversiones,  con  lo  que  desatienden, 
en  mayor  o  menor  parte,  las  obligacio- 
nes propias  de  su  estado. 
Boda  de  hongos. 

La  que  se  celebra  pobremente,  sin 
lo  necesario  y  con  escasa  asistencia  de 
parientes  y  amigos. 
Boda  de  negros.  —  V.  Merienda  de  negros. 
En  la  boda,  quien  menos  come  es  la  novia. 
En  las  grandes  solemnidades  o  fies- 
tas, el  que  paga  el  gasto  se  divierte 
menos  que  los  demás,  porque,  so  pena 
de  pasar  por  grosero,  tiene  que  aten- 
der a  los  convidados,  con  lo  que  se 
descuida  a  sí  mismo. 
Ése  es  de  boda,  que  duerme  con  la  novia. 
Cualquier  cargo  retribuido  es  prefe- 
rible a  aquel  que  es  meramente  hono- 
rífico. 
Irse  con  la  boda. 

Llevárselo  todo. 
La  boda  de  Gil,  ocho  danzantes  y  sin  tam- 
boril. 

Es  decir,  que  en  las  fiestas  y  actos  de 
poco  más  o  menos,  no  hay  nada  apa- 
rente. 
La  flaca   baila   en   la   boda,   que  no  la 
gorda. 

Da  a  entender  que  las  personas  ricas 
y  acomodadas,  cuando  acuden  a  las 
reuniones,  se  suelen  estar  quietas  y 
buscar  su  comodidad;  en  tanto  que  las 
que  ocupan  posición  social  menos  des- 
ahogada, tienen  por  necesidad  o  con- 
veniencia que  plegarse  al  capricho  de 
los  demás  y  procurar  darles  gusto  en 
todo. 


BODA 


—  119  — 


BODA 


La  que  no  baila,  de  la  boda  se  salga. 

En  cada  ocasión  se  debe  hacer  lo 
que  esté  en  armonía  con  ella,  si  no  se 
quiere  hacer  un  mal  papel. 

Lo  que  no  viene  a  la  boda,  no  viene  a  toda 
hora. 

Denota  que  lo  que  prometen  los  sue- 
gros, si  no  se  cumple  antes  del  casa- 
miento, se  suele  realizar  después  (cuan- 
do se  realiza)  con  hartos  trabajos  y  dis- 
gustos. 

Ni  boda  pobre  ni  mortuorio  rico. 

Se  refiere  a  que,  ordinariamente,  se 
ponderan  los  caudales  más  de  lo  que 
son  en  realidad  al  tiempo  de  celebrar- 
se los  casamientos,  así  como  se  dismi- 
nuyen en  el  acto  del  fallecimiento. 

Ni  boda  sin  canto  ?ii  muerte  sin  llanto. 
Denota  cuan  natural  es  el  que  las 
risas  y  las  lágrimas  compartan  alterna- 
tivamente las  diferentes  fases  de  la 
vida.  —  En  lugar  de  muerte  dicen  otros 
mortuorio. 

No  hay  boda,  bautizo  y  duelo  sin  pastel 
relleno. 

Indica  que  en  los  grandes  aconteci- 
mientos familiares  en  que  se  reúnen 
muchos  a  comer,  es  donde  se  procu- 
ran servir  las  mejores  viandas. 

No  hay  boda  sin  doña  Toda. 

Se  dice  de  algunas  señoras  que  se 
hallan  en  todas  las  fiestas,  aunque  sean 
de  particulares.  —  Toda,  nombre  anti- 
guo de  mujer  en  España  desde  el  tiem- 
po de  los  godos,  y  que  también  aparece 
con  las  variantes  de  Tota,  Tuda,  Theu- 
da  y  Theudia,  es  el  femenino  del  rey 
visigodo  Theudis,  que  ciñó  la  corona  en 
nuestro  territorio  por  los  años  de  531 
al  548. 

No  hay  boda  sin  tornaboda. 

Manifiesta  que  ciertos  festejos  o  di- 
versiones traen  aparejada  de  suyo  una 
como  necesidad  de  repetirse  al  día  si- 
guiente. Suele  usarse  en  sentido  iró- 
nico. 

No  se  hace  la  boda  de  hongos,  sino  de  bue- 
nos bollos,  o  ducados,  redondos. 

Horros,  por  hongos,  puso  la  Acade- 
mia en  las  primeras  ediciones  de  su 
Diccionario  hasta  la  décima  inclusive, 
no  constando  en  las  columnas  del  mis- 
mo dicho  refrán  sino  a  partir  de  la 
■quinta,  año  181 7.  La  primera  edición  lo 


trae.  —  Expresa  que  no  se  debe  con- 
traer matrimonio  sin  tener  capital,  o 
por  lo  menos  que  comer. 

Quien  bien  baila,  de  boda  en  boda  se  anda. 
Da  a  entender  que  el  que  tiene  algu- 
na gracia  o  habilidad  quiere  manifes- 
tarla a  todos,  o  es  bien  recibido  en  to- 
das partes. 

Quien  se  ensaña,  o  se  enfada,  en  la  boda, 
piérdela  toda. 

Satiriza  la  inconsideración  de  los  que 
promueven  algún  disgusto  en  medio 
de  los  festejos  y  diversiones  priva- 
das. —  También  se  aplica  a  aquellas 
personas  a  quienes,  tras  de  ir  a  hacér- 
seles un  favor,  se  disgustan  o  lo  toman 
a  mal,  perdiendo  más,  pues  al  retraerse 
de  hacerlo,  se  quedan  con  el  enfado  y 
sin  el  beneficio. 

Toda  boda  es  tortas,  y  el  pan  se  ahorra. 
Censura  a  los  que  dicen  que  ahorran 
no  comprando  cosas  de  menos  valor, 
cuando  el  importe  de  éstas  se  halla 
embebido  en  cosas  que  han  costado 
mucho  más. 

Toda  la  boda  es  hongos. 

Da  a  entender  el  mal  pergeño  que 
tiene  alguna  persona  o  cosa. 

Bodas  largas,  barajas  nuevas. 

Denota  que  cuando  la  noviez  es  muy 
larga,  no  suele  llegar  a  celebrarse  el 
matrimonio. 

Bodas  mayales,  bodas  mortales. 

Aconseja  que  se  huya  de  contraer 
matrimonio  en  el  mes  de  mayo,  como 
menos  a  propósito,  tanto  éste  como  los 
tres  siguientes  de  junio,  julio  y  agosto, 
para  poner  en  práctica  los  derechos  y 
deberes  conyugales  con  el  entusiasmo 
propio  del  nuevo  estado. 

Buenas  bodas  y  magistrados,  del  cielo  son 
dados. 

Refrán  con  que  desde  antiguo  se  de- 
nota lo  raros  que  son  los  matrimonios 
bien  avenidos,  así  como  los  gobernan- 
tes honrados  y  celosos. 

De  tales  bodas,  tales  costras,  o  tortas. 
Enseña  cómo  los  que  andan  en  malos 
pasos  no  pueden  tener  buen  fin. 

La  más  hermosa  de  todas,  como  las  otras 
hace  bodas. 

Advierte  que  no  suele  ser  la  que  tie- 
ne más  belleza  la  que  se  casa  mejor, 
ni  mucho  menos. 


BODEGA 


120    — 


BOLA 


No  ir  a  bodas. 

No  ir  a  divertirse,  sino  a  pasar  tra- 
bajos, penas  o  fatigas. 
Si  de  ésta  escapo  y  no  muero,  nunca  más 
bodas  al  ciclo,  o  ni  en  el  cielo. 

Dícenlo  los  que  se  encuentran  en 
un  trance  muy  peligroso,  del  que  les 
parece  difícil  salir,  o  los  que,  escar- 
mentados de  algún  daño,  hacen  firme 
propósito  de  ser  más  cautos  en  lo  su- 
cesivo. 
BODEGA.—  A  la  bodega  poco  vinagre. 

Porque  lo  que  conviene  es  que  el 
vino  se  conserve  en  ella,  y  no  que  se 
pique  y  se  convierta  en  vinagre,  que 
tiene  menos  valor  que  el  vino. 
Al  que  va  a  la  bodega,  por  vez  se  le  cuen- 
ta, beba  o  no  beba. 

Aconseja  se  huya  de  lugares  sospe- 
chosos, aunque  a  ello  no  impulse  algún 
mal  fin,  para  evitar  la  crítica  de  los 
maldicientes. 
Las  bodegas  frías  calentarse  esperan. 
Dícenlo  los  labriegos  o  mozos,  espe- 
rando que  el  amo  mande  darles  vino, 
como  recompensa  o  propina  por  el  tra- 
bajo hecho. 
BODEGÓN.  —  £t  liar  el  bodegón  por  la 
ventana. 

Gastar  con  esplendidez  en  un  convi- 
te o  con  cualquier  otro  motivo. — Tam- 
bién se  dice  :  Echar  la  casa  por  la  ven- 
tana. (Véase.)  —  Llegar  a  enfadarse  o 
encolerizarse  en  demasía. 
¿En  qué  bodegón  hemos  comido  juntos? 
Frase  proverbial  con  que  se  repren- 
de al  que  se  toma  demasiadas  liberta- 
des con  quien  no  debe  usarlas,  ni  me- 
nos le  da  pie  para  ello. 
BODOQUE.  —  Ser  uno  un  bodoque. 
Aplícase  a  la  persona  de  cortos  al- 
cances, y  regularmente  de  aspecto  rús- 
tico. 
Estar  haciendo  bodoques. — V.  Estar  co- 
miendo, o  mascando,  tierra. 
BOFE. —  Echar  uno  el  bofe,  o  los  bofes* 

Trabajar  excesivamente, 
Echar  uno  el  bofe,  o  los  bofes,  por  algu- 
na cosa. 

Solicitarla  con  toda  actividad  y  dili- 
gencia. 
Bofes  en  casa,  bofes  en  la  arada;  ¡cuerpo 
de  tal  con  tanta  bofada! —  V.  Perdices 
todos  los  días,  cansan. 


BOFETADA.  —  Darle  a  uno  una  bofeta- 
da, o  una  bofetada  sin  mano,  o  un  bo- 
fetón, o  u?i  bofetón  sin  mano. 

Hacerle  un  gran  desaire,  o  darle  a 
entender  la  falta  en  que  ha  incurrido  o 
la  sinrazón  que  le  asiste,  valiéndose  al 
efecto  de  una  corrección  más  o  menos 
indirecta  o  más  o  menos  dura. 
BOFETÓN.  —  Bofetón  amagado,  nunca 
bien  dado. 

Significa  que  el  que  amenaza  no  siem- 
pre tiene  ánimo  de  ejecutar  lo  que  dice, 
y  sí  tan  solamente  de  atemorizar. 
Bofetón  en  cara  ajena. 

Sufrir  una  reconvención  o  desprecio, 
no  directamente,  sino  por  intermedio 
de  otro  a  quien  parece  que  se  le  hace, 
aun  cuando  comprendamos  que  es  alu- 
sión a  nosotros. 
Como  el  bofetón  de  la  loca,  o  de  la  tonta, 
que  ni  sobró  mano  ni  faltó  cara. 

Sirve  para  ponderar  lo  grande  de  una 
bofetada  que  ha  cogido  de  medio  a  me- 
dio la  mejilla.— También  indica  que  una 
cosa  ha  venido  a  lo  justo  para  el  objeto 
a  que  se  destinaba. 
BOGA.  —  Estar  en  boga. 

Gozar  de  aceptación  o  fama  alguna 
persona  o  cosa. 
Pensar  uno  que  hurta,  o  pesca,  bogas. 

Creer  que  hace  algún  buen  negocio,, 
cuando  en  hecho  de  verdad  resulta  todo 
lo  contrario.  —  La  carne  de  este  pesca- 
do fué  más  estimada  en  lo  antiguo  que 
hoy.  Quizás  aluda  el  refrán  al  color  vis- 
toso de  su  piel,  atravesada  por  rayas  do- 
radas, plateadas  y  anacaradas.  —  «Bien 
se  pensó  con  esto,  el  picaro,  que  hurtaba 
bogas,  y  enderezó  a  casamiento.. .>  (Gar- 
duña de  Sevilla,  cap.  XVI.) 
BOLA.  —  Andar  como  bola  sin  manija. 

Andar  de  acá  para  allá,  sin  rumbo  fije* 
y  como  desatentado. 
Bola  saltada,  nula  la  jugada. 

En  los  juegos  en  que,  al  arrojarse  la 
bola,  no  describe  ésta  la  línea  resultan- 
te del  movimiento  de  rotación  sobre  la 
superficie  plana,  a  causa  de  ir  dando 
botes,  no  es  válida  la  jugada,  por  lo  que 
debe  comenzarse  de  nuevo. 
¡Dale,  bola!  Algunos  añaden  :  (Y ella  ro- 
daba.) 

Se  aplica  al  que  insiste  en  una  cosa,, 
al  que  es  muy  machacón  al  referir  algo. 


BOLAZO 


BOLSA 


Dejar  que  ruede,  o  dejar  rodar,  la  bola. 
Se  emplea  esta  frase  cuando  no  se 
tiene  interés  en  comprobar  la  veraci- 
dad de  una  cosa  que  no  es  exacta.  — 
Dejar  que  un  suceso  o  negocio  siga  su 
paso  o  curso  ordinario,  sin  intervenir 
en  él  para  nada. 
Escurrir  la  bola.  —  V.  Escurrir  el  bulto. 
Robar  a  bola  vista. 

Hacerlo  a  ojos  vista,  tranquilamente 
y  sin  recatarse. 
¡Ruede  la  bola! 

Frase  con  que  indicamos  la  indife- 
rencia que  nos  produce  el  que  las  cosas 
vayan  de  una  manera  o  de  otra. 
Ser  una  cosa  la  bola  de  nieve. 

Expresa  esta  frase  proverbial  la  exa- 
geración o  grandes  proporciones  que 
toma  una  noticia  cualquiera  al  ir  pa- 
sando de  boca  en  boca,  a  la  manera 
que  ocurre  con  el  objeto  de  la  compa- 
ración, que  mientras  más  rueda,  más 
va  engrosando  por  la  adherencia  de  la 
materia  que  la  forma. 
Tener  uno  la  bola  en  el  emboque. 

Hallarse  en  situación    angustiosa  o 
apurada. 
Hacer  bolas.  —  V.  Hacer  novillos. 
BOLAZO.  —  Hacer  una  cosa  de  bolazo. 

Ejecutarla  de  prisa  3^  sin  esmerarse, 
para  salir  del  paso. 
BOLERO.  —  Ser  un  bolero. 

Aplícase  al  aficionado  a  hacer  novillos 
o  rabona,  como  dicen  en  Andalucía.  — 
También  se  dice  de  la  persona  que  echa 
muchas  mentiras. 
BOLETA.  —  Entregar  la  boleta. 

Morirse. 
BOLICHADA.  —  De  una  bolichada. 

De  un  golpe;  de  una  vez. 
BOLICHE.  —  Estar  hecho,  o  parecer ,  un 
boliche. 

Aplícase  a  las  personas,  especialmen- 
te jóvenes,  regordetas  y  de  buen  color. 
BOLÍN.  —  De  bolín,  de  bolán. 

Inconsideradamente;    de    un    modo 
atropellado  y  sin  reflexión. 
BOLINA.  —  Andar  de  bolina. 

Andar  de  bureo,  de  parranda  o  de  di- 
versión. Usase  más  comúnmente  en  los 
puertos  de  mar  de  Andalucía. 
Echar  de  bolina. 

Proferir  insultos  o  bravatas.  —  Exa- 
gerar de  una  manera  desmedida. 


BOLO.  —  Echar  a  rodar  los  bolos. 

Promover  reyerta  o  disturbio,  pres- 
cindiendo de  todo  miramiento  o  consi- 
deración. 
En  medio,  como  diez  de  bolos. 

Aunque  este  juego,  como  es  sabido, 
se  hace  con  nueve  palos,  en  algunas 
regiones  se  le  aumenta  uno,  que  se  co- 
loca aislado,  más  adelante  de  los  nueve 
dichos  y  cuya  caída  vale  más  tantos. 
Dícese,  con  alusión  a  esto,  de  las  per- 
sonas que  por  afán  de  ñgurar  se  colo- 
can siempre  en  el  sitio  más  visible,  cre- 
yéndose así  de  más  importancia. — Aplí- 
case también  a  los  niños,  a  quienes  les 
gusta  colocarse  entre  las  personas  ma- 
yores para  verlo  y  oírlo  todo. 
Mudarse,  o  trocarse,  los  bolos. 

Descomponerse,  o  mejorarse,  los  me- 
dios o  empeños  de  una  empresa  o  pre- 
hensión. 
Tener  bien  puestos  los  bolos. 

Tener  bien  hechas  sus  prevenciones 
para  el  logro  de  lo  que  se  desea. 
BOLONIO.  —  Ser  un  bolonio. 

Aplícase  a  la  persona  necia,  ignorante 
o  estúpida.  El  pueblo  español  ha  fal- 
seado la  verdadera  significación  de  esta 
palabra,  dándole  un  sentido  sarcástico 
y  despectivo,  contrapuesto  en  un  todo 
a  la  acepción  primitiva,  que  se  refería  al 
estudiante  del  colegio  fundado  en  el  si- 
glo xiv,  para  uso  de  los  españoles,  por  el 
cardenal  de  Toledo,  D.  Gil  Carrillo  de  Al- 
bornoz, en  la  ciudad  de  Bolonia  (Italia). 
BOLSA. —  Alargar  la  bolsa. 

Prevenir  dinero  para  algún  desem- 
bolso de  consideración.  —  Ahorrar,  ha- 
ciendo que  llegue  a  cubrir  las  necesi- 
dades el  poco  dinero  que  se  posea. — 
También  se  dice  :  Estirar  la  bolsa. 
Bolsa  sin  dinero,  llamóla  ctiero. 

Indica  el  poco  aprecio  que  se  hace 
de  las  cosas  cuando  no  sirven  para  el 
fin  a  que  fueron  destinadas. 
Castigar  la  bolsa,  o  en  la  bolsa. 

Imponer  alguna  pena  pecuniaria. 
Echa  mano  a  la  bolsa,  y  déjate  de  zurru, 
zurru. 

Contra  los  que,  al  pedirles  dinero, 
dan  sólo  consejos  o  conversación. 
El  que  compra  y  miente,  en  su  bolsa  lo 
siente. 

Sátira  contra  los  que,  por  ostentar 


BOLSA 


—    122    — 


BOLLO 


industria  y  habilidad,  dicen  que  el  ob- 
jeto comprado  les  costó  menos  del  di- 
nero que  efectivamente  han  aprontado 
en  su  adquisición. 

Estar  peor  que  en  la  bolsa. 

Denota  la  incertidumbre  o  poca  se- 
guridad que  se  tiene  del  logro  de  al- 
guna cosa. 

Estirar  la  bolsa.  —  V.  Alargar  la  bolsa. 

Uuélame  a  ?)ií  la  bolsa,  y  hiéáate  a  ti  la 
boca. 

Dícese  de  los  que  anteponen  su  co- 
modidad y  provecho  a  su  buen  nom- 
bre y  fama. 

La  bolsa  del  miserable,  vie?ie  el  diablo  y  la 
abre. — V.  No  hay  estreñido  que  no  mue- 
ra de  cámaras. 

La  bolsa  es  co?no  el  'membrillo,  que  en  te- 
niendo ñudos,  no  es  de  provecho. 

Anudar  la  bolsa  es  lo  mismo  que  no 
querer  sacar  dinero  de  ella,  y  por  tan- 
to, para  nada  sirve.  El  membrillo  que 
tiene  nudos  o  excrecencias,  no  está 
sano  del  todo. 

La  bolsa,  o  la  vida. 

Intimación  que  dirigen  los  bandole- 
ros en  despoblado  al  infeliz  viajero  a 
quien  cogen  por  su  cuenta,  y  que,  si 
bien  no  la  pronuncian  en  poblado  cier- 
tos elementos  sociales  que  se  imponen 
o  hacen  respetar  abusando  de  la  fuer- 
za superior,  la  dan  a  entender  median- 
te las  exacciones  y  tropelías  que  co- 
meten contra  el  pobre  pueblo,  que  paga 
y  calla. 

La  bolsa  y  la  puerta,  abierta. 

Aconseja  que  al  desvalido  se  le  so- 
corra siempre,  tanto  pecuniariamente 
como  con  la  hospitalidad. 

Llevar  bien  herrada  la  bolsa.  —  V.  Tener, 
o  traer,  bien  herrada  la  bolsa. 

No  echarse,  o  meterse,  nada  en  la  bolsa. — 
V.  No  echarse,  o  meterse,  nada  en  el  bol- 
sillo. 

No  hay  jnayor  ni  mejor  bolsa  que  la  de  la 
caridad. 

Considerada  la  caridad  como  una  de 
las  primeras  virtudes,  no  es  difícil 
comprender  que  todo  cuanto  por  ella 
se  haga  será  mejor  recompensado  en 
tiempos  futuros,  puesto  que  se  dice 
que  Dios  da  ciento  por  uno. 

Tener,  o  traer,  bien  herrada  la  bolsa. 
Hallarse  con  provisión  de  dinero.  — 


Alude  a  los  candados  o  cerraduras  que 
se  solían  poner  a  los  bolsones  o  sacos 
de  cuero  en  que  se  llevaba  antigua- 
mente el  dinero,  especialmente  cuando 
se  iba  de  camino,  para  mayor  seguri- 
dad de  los  caudales. 
Tener  como  en  la  bolsa  una  cosa. 

Dícese   de   aquello   que   tiene   uno 
completa  seguridad  de  conseguir. 
Trae  la  bolsa  abierta,  y  entrársete  ha  en 
ella  la  sentencia. 

Censura  la   venalidad   de  la    mayor 
parte  de  los  ministros  encargados   de 
administrar  la  justicia. 
BOLSICO.  —  Quien  tiene  cuatro  y  gasta 
cinco,  no  ha  menester  bolsico. 

Al  que  gasta  más  de  lo  que  tiene  no 
le  queda  qué  guardar,  y  por  tanto,  le 
está  de  sobra  la  bolsa.  —  V.  Donde  hay 
saca  y nunca  pon,  presto  seacaba  el  bolsón. 
BOLSILLO.—  Al  que  más  abre  su  bolsillo 
se  le  muestra  más  cariño;  y  en  acabándo- 
se la  plata,  el  amor  se  desbarata. 

Indica  la  potencia  del  oro,  particu- 
larmente en  cierta  clase  de  mujeres. 
Consultar  con  el  bolsillo. 

Examinar  uno  el  estado  de  su  cau- 
dal, para  ver  si  puede  llevar,  o  no,  a 
cabo  la  empresa  que  intenta  acometer. 
No  echarse,  o  meterse,  nada  eti  el  bolsillo. 

Obrar  alguna  persona  desinteresada- 
mente en  aquello  de  que  se  trata,  y  en 
su  consecuencia,  sin  que  le  reporte 
utilidad  o  provecho  alguno,  porque  se 
haga  de  una  manera  u  otra,  o  se  deje 
de  hacer  lo  que  propone,  aconseja  o 
en  que  interviene. 
Rascarse  uno  el  bolsillo  pelo  arriba. 

Sacar  dinero  de  la  bolsa  para  gastar- 
lo, con  especialidad  si  se  da  de  mala 
gana. — V.  Rascarse  pelo  arriba. 
BOLSÓN.  —  Donde  hay  saca  y  nunca  pon, 
presto  se  acaba  el  bolsón. 

Advierte  que  por  grande  que  sea  el 
caudal,  si  se  gasta  y  no  se  repone,  lle- 
gará el  caso  en  que  tenga  que  verse 
exhausto. 
BOLLO.— El  bollo  y  el  bollín,  todo  sale  del 
celemín. 

Refrán  asturiano  que  enseña  que 
todo  lo  que  es  de  igual  naturaleza  pro- 
viene del  mismo  origen,  sin  que  haya 
motivo  para  infatuarse,  creyendo  ser 
de  calidad  superior. 


BOMBA 


—  123  — 


BOQUERA 


Ese  bollo  no  se  ha  cocido  en  su  horno. 

Da  a  entender  que  un  dicho  o  escri- 
to no  es  parto  del  que  pasa  por  ser  su 
autor,  o  presume  otro  que  lo  es. 
No  cocérsele  a  uno  el  bollo.  —  V.  No  co- 
cérsele a  uno  el  pan. 
Se  puede  perdonar  el  bollo  por  el  cos- 
corrón. 

En  ciertas  ocasiones,  la  utilidad  o 
ganancia  que  se  percibe  no  compensa 
los  disgustos  o  trabajos  que  hay  que 
pasar  para  su  obtención. 
Denme  bollos  de  azúcar,  y  vaya  por  Dios. 
V.  Dame  pan  y  dime  tonto. 
BOMBA. — Caer  como  una  bomba. 

Denota  el  sobresalto  e  impresión  que 
produce  la  aparición  súbita  y  repen- 
tina de  alguna  persona  o  cosa,  sobre 
todo  cuando  acarrea  daño  o  perjuicios. 
Dar  a  la  bomba. 

Devolver  la  comida,  vomitar.  Es  fra- 
se anticuada. 
Dar  mucfio  a  la  bomba. 

Entregarse  excesivamente  a  los  de- 
leites carnales. 
Parar  la  bomba. 

Dejar  de  hablar,  o  pararse  en  lo  que 
se  iba  diciendo. — Está  tomada  la  metá- 
fora de  la  bomba  que  siempre  la  están 
moviendo,  comparada  con  la  lengua  de 
los  que  hablan  mucho,  y  de  la  cual  se 
dice  que  parece  una  taravilla. 
Estar  echando  bombas. 

Aplícase  a  las  personas  y  a  las  cosas. 
En  el  primer  caso  significa  hallarse  su- 
mamente enfadado,  y  en  el  segundo,  es- 
tar muy  caldeadas  o  calientes. 
BOMBO.  —  Acompañar  con  bombo  y  pla- 
tillos. 

Ensalzar  o  alabar  exageradamente  a 
una  persona  o  cosa,  bien  sea  de  pala- 
bra, bien  por  escrito. — Dícese  también : 
Bombear,  o  dar  bombo. 
Con  bombo  y  platillos,  o  Haber  bombo 
y  platillos. 

Aplícase  a  los  anuncios  estruendosos 
y  de  gran  aparato  y  hojarasca. 
Darse  bombo. 

Alabarse  exageradamente. 
De  bombo  y  platillos.  —  V.  De  cascabel 
gordo. 
BONANZA.  -Ir  en  bonanza. 

Prosperar  en  algún  negocio  o  asunto 
que  se  trae  entre  manos. 


BONETE.— A  tente  bonete,  o  Hasta  tente, 
bonete. 

Con  exceso,  a  porfía,  con  empeño, 
con  demasía,  obstinadamente. 
Bonete  y  almete  hacen  casas  de  copete. 
Da  a  entender  que  las  armas  y  las 
letras  dan  lustre  a  las  familias  y  enno- 
blecen los  linajes. 
Bravo  bonete,  o  Gran  bonete. 

Aplícase  irónicamente,  refiriéndose 
a  personas  que  se  quiere  motejar  de 
necias  o  tontas. 
Donde  entra  bonete  no  falta  zoquete. 
Da  a  entender  que  la  persona  que 
ha  recibido  estudios,  y  en  particular  si 
pertenece  al  estado  eclesiástico,  nunca 
se  queda  sin  comer. 
Donde  hay  bonete,  nunca  falta  mollete. — 
V.  Donde  entra  bonete  no  falta  zoquete. 
Tirarse  los  bonetes. 

Disputar  o  porfiar  descompuesta  y 
alborotadamente. 
BONITA.  —  Bonita  en  faja,  fea  en  plaza. 
Da  a  entender  cómo  frecuentemente 
ocurre  el  que  la  niña  que  nace  hermosa 
pierda  esa  cualidad  al  llegar  a  mujer. — 
También  se  suele  decir  al  contrario : 
Fea  en  faja,  bonita  en  plaza.  (Véase.) 
BONITO.  —  Ser  bonito  corno  un  oro. 

Una  de  tantas  comparaciones  como 
la  fantasía  popular  inventa. 
Ser  bonito  como  unas  perlas.  —  V.  Ser 

bonito  como  un  oro. 
Todo  se  pega,  menos  lo  bonito. 

Manifiesta  que  los  malos  ejemplos  se 
aprenden  y  siguen  con  más  facilidad 
que  los  buenos. 
BOÑIGA.  —  Boñiga  de  marzo,  tira  man- 
chas cuatro;  boñiga  de  abril,  tira  man- 
chas mil. 

Refiérese  a  las  faenas  del  campo,  por 
ser  mejor  estercolar  y  arar  en  abril  que 
en  marzo.  Otros  dicen  en  mayo. 
BOQUEAD  AS. —Estar  dando  las  boquea- 
das, o  las  últimas  boqueadas. 

Estar  en  la  agonía  o  a  punto  de  morir. 
BOQUEAR.  —  Estar  boqueando. 

Dícese  de  las  cosas  cuando  están  a 
punto  de  ser  terminadas  o  en  los  últi- 
mos términos  para  su  conclusión. 
BOQUERA.  —  Regar  de  boquera. 

Gastar  con  profusión,  derrochar.  Úsa- 
se comúnmente  en  la  región  arago- 
nesa. 


BOQUETE 


124  — 


BORRACHO 


Estar  de,  o  padecer  de,  o  tener,  boqueras. 
Se  dice  en  Andalucía  cuando  se  halla 
alguno  falto  de  dinero. 
BOQUETE.—  Tapar  uno  su  boquete. 
Solventar  una  deuda. 
Tomar  boquete. 

Entrar  en  un  sitio  por  el  punto  más 
estrecho. 
BOQUIABIERTO.  —  Quedarse  uno  bo- 
quiabierto. 

Dícese  del  que  está  embobado   mi- 
rando, oyendo  o  esperando  alguna  cosa. 
BOQUIFRESCO.-6V/  wwyboquiiresco. 
Aplícase  a  las  personas  que  con  se- 
renidadj  sin  reparos  ni  miramientos  de 
ningún  género,  dicen  las  verdades,  por 
desagradables  que  sean. 
BORBONES.  —  Nacen  Borbones,  se  crian 
bribones  y  mueren  bobo?ics. 

Frase  circunstancial,  que  estaba  en 
boga  en  los  tiempos  revolucionarios  de 
España,  alusiva  a  los  supuestos  carac- 
teres principales  de  los  individuos  de 
la  familia  de  Borbón. 
BORBOTONES.— Hablar  a  borbotones. 
Hacerlo  atropelladamente,  como  que- 
riendo decirlo  todo  de  una  vez. 
BORDADA.  —  Dar  bordadas. 

Pasear,  andar  de  una  parte  a  otra  con 
frecuencia.  —  Andar  cayendo  y  levan- 
tando en  salud,  intereses,  etc. 
BORDO.  —  Ser  una  persona  de  alio  bor- 
do. —  V.  Ser  de  alto  copete. 
Dar  bordos.  —  V.  Dar  borradas. 
BORDÓN.  —  Bordón  y  calabaza,  vida  hol- 
gada. 

Dícese  de  los  vagabundos  que  andan 
peregrinando  por  no  trabajar. 
BORJ A.  —  Borja,  París  o  Roma.  —  0  la 
media  vaca  de  Tarazón  a. 

Cuentan  que  en  el  Ayuntamiento  de 
Tarazona  propuso  en  cierta  ocasión  un 
regidor  matar  una  vaca  para  el  convite 
que  se  iba  a  dar  a  un  personaje,  opo- 
niéndose otro  concejal  a  semejante  pro- 
posición por  estimar  que  era  un  gasto 
excesivo,  y  asegurando  que  con  media 
res  tenían  lo  suficiente.  «Todo  se  pue- 
de arreglar  a  pedir  de  boca  —  repuso  el 
preopinante  en  ademán  de  resentido  — : 
nos  comemos  la  mitad  de  la  vaca,  y  el 
resto  que  siga  paciendo*  (pastando).  — 
Los  de  Tarazona  se  burlan  de  los  de 
Borja  diciendo  la  primera  parte  del  re- 


frán que  nos  ocupa,  a  lo  que  replican 
los  bursaonenses  con  la  segunda  parte 
apuntada,  como  riéndose  de  la  feliz  ocu- 
rrencia de  aquel  desdichado  concejal 
que  con  media  cornúpeta  tenía  lo  sufi- 
ciente para  salir  del  compromiso,  des- 
pués de  haber  quitado  la  vida  al  cor- 
núpeto  entero. 
BORLA.  —  Menos  borla  y  mas  limosna. 

Expresa  la  preferencia  que  se  da  a 
lo  útil  y  positivo  sobre  lo  honorífico 
sin  emolumentos.  —  También  se  suele 
decir  :  Aíetios  espumar  más  chocolate. 
BORNOS. — Los  caballeros  de  Bornos,  bue- 
nos y  pocos. 

Elogia  las  cualidades  de  los  hidalgos 
de  esta  localidad. 
BOROX.  —  ¿De  donde  es  usted?  —  De  Bo- 
rox.  —  Donde  se  paro  la  ínula  sin  de- 
cirle ¡sol 

Tacha  de  holgazanes  a  los  de  esa  lo- 
calidad; de  poco  trabajadores,  por  ló- 
menos. 
BORRA.  —  c -Acaso  es  borra? 

Locución  familiar  con  que  se  da  a  en- 
tender que  alguna  cosa  no  es  tan  des- 
preciable como  se  piensa,  y  que  por  lo 
tanto  se  halla  muy  lejos  de  deber  ser 
comparada  con  la  borra,  hez  o  sedi- 
dimento  que  forman  algunos  líquidos, 
en  el  fondo. 
Meter  borra.  —  V.  Meter  ripio. 
BORRACHA.— yí  la  borracha, pasas. 

Frase  con  que  se  nota  algún  desati- 
no, como  si  a  una  persona  aficionada  a 
beber  la  fueran  a  estimular  con  manja- 
res dulces  en  lugar  de  hacerlo  con  sa- 
lados y  picantes. 
BORRACHERA.  -  Borrachera,  o  bo- 
rrachez, de  agua,  nunca  se  acaba. — Véa- 
se Embriaguez  de  agua,  etc. 
BORRACHO.  —  Al  borracho  fino,  ni  el 
agua  basta  ni  el  vino. 

Denota  que  el  que  bebe  mucho  vino 
siente  después  tanta  sed,  que  tiene  que 
tomar  agua  en  abundancia. 
Bartolo  me  llama  borracho,  y  hecho  un 
zaque  lo  llevan  entre  cuatro. 

Aconseja  que  no  ofendamos  al  próji- 
mo echándole  en  cara  sus  debilidades, 
porque  como  todos  las  tenemos,  se  ven- 
gará recordándonos  las  nuestras. 
Dice  el  borracho  lo  que  tiene  en  el  papo. 

Da  a  entender  que  la  persona  que 


BORRADOR 


BORRICO 


se  halla  dominada  por  el  alcohol  dice 
todo  lo  que  siente,  sin  fijarse  en  las 
conveniencias  sociales. 
El  borracho  valie?ite  se  pasa  del  vino  al 
aguardiente. 

Dícese  de  los  que  no  se  paran  en 
barras,  acometiendo  empresas  que  han 
de  resultarles  mal. 
Más  borracho  que  una  espita. 

Dícese  del  hombre  muy  dado  al  vicio 
del  vino. 
■Quien  disputa  con  borracho,  disputa  con 
u?i  ausente. 

Da  a  entender  este  aforismo  que 
como  el  borracho  tiene  perdida  la  ra- 
zón, es  en  balde  cuanto  se  haga  por 
convencerlo. 
BORRADOR.— Sacar  de  borrador  a  una 
persona. 

Vestirla  limpia  y  decentemente. 
BORRASCA.  —  No   te  embarques  cuando 
hay  borrasca. — V.  No  entres  en  la  mar 
cuando  está  brava. 
Tras  la  borrasca  viene  el  bue?i  tiempo.  — 
V.  Tras  de  la  tempestad  viene  la  calma. 
Las  borrascas  son  señales  de  que  presto 
ha  de  serenar  el  tiempo.  —  V.  Después  de 
una  gran  tormenta  viene  la  serenidad,  o 
Tras  de  la  tempestad  viene  la  calma. 
BORREGA.  —  Ser    como    una    borrega 
mansa. 

Aplícase  a  la  persona  sencilla  o  igno- 
rante en  demasía,  con  alusión  a  lo  man- 
so y  dócil  que  es  el  dicho  animal. 
BORREGO. —  Cuanto  más  se  desvia  el  bo- 
rrego, mayor  topetazo  pega. 

Denota  lo  mucho  que  conviene  pen- 
sar y  madurar  las  cosas  antes  de  resol- 
verse a  emprenderlas,  a  fin  de  no  dar 
golpe  en  vago  cuando  llega  la  ocasión 
de  su  acometimiento. 
El  borrego  temprano  lleva  el  campano. — 

V.  Quien  antes  nace,  antes  pace. 
No  hay  tales  borregos,  o  carneros. 

Equivale  a  no  hay  tal  cosa;  no  es  ver- 
dad eso;  no  es  cierto  lo  que  se  dice, 
afirma  o  supone. 
Noventa  y  nueve  borregos  y  un  pastor 
hacen  cien  cabezas. 

Modo  de  motejar  a  uno  de  borrego. 
BORREGUEAR.— Lo  mismo  borreguea 
que  carnerea. 

Denota  que  de  igual  modo  trata  y 
por  el  mismo  rasero  mide  la  muerte  al 


borrego  que  al  carnero,  esto  es,  al  niño 
como  al  viejo  y  al  pobre  como  al  rico. 
BORRICA.— A  borrica  arrodillada,  no  le 
dobles  la  carga. 

Da  a  entender  que  al  que  está  rendi- 
do por  excesivo  trabajo,  no  se  le  debe 
encomendar  otro  mayor. 

A  la  borrica  arrodillada,  doblarle  la 
carga. 

Refrán  irónico  contra  los  que  añaden 
más  trabajo  a  aquel  que  no  puede  con 
el  que  ya  tiene. 

Por  donde  nosotros  vamos,  muda  la  borri- 
ca el  trote. 

Se  refiere  a  que  andando  por  buen 
camino,  van  más  de  prisa  las  caballe- 
rías. 

Ser  una  borrica,  o  un  borrico. 

Ser  una  mujer,  o  un  hombre,  de  mu- 
cho aguante  y  resistencia  para  el  tra- 
bajo.—  Persona  necia. 
BORRICO.  —  A  borrico  lerdo,  arriero 
loco.  —  V.  A  asno  flojo,  o  lerdo,  o  modo- 
rro, o  tonto,  arriero  loco. 

A  borrico  muerto,  la  cebada  al  rabo. — 
V.  Al  asno  muerto,  la  cebada  al  rabo. 

A  borrico  presentado,  o  regalado,  no  hay 
que  mirarle  el  diente.  — V.  A  caballo  re- 
galado, etc. 

¡Arre,  borrico;  quien  nació  para  pobre, 
jamás  llegará  a  ser  rico!  —  V.  El  que 
nace  para  ochavo,  nunca  llega  a  cuarto. 

Caer  de  su  borrico.  —  V.  Caer  de  su 
asno. 

Lerdo  y  comedor,  como  borrico  de  yesero. 
Comparación  popular  que  se  aplica 
al  que  es  muy  pesado,  muy  torpe  y  que 
come  mucho. 

Para  un  borrico  no  hay  cosa  como  la  al- 
ba r da. 

Advierte  que  cada  cual  halla  las  co- 
sas en  proporción  con  su  calidad. 

Porque  un  borrico  dé  una  coz,  no  se  le  va 
a  cortar  la  pata. 

Exhorta  a  que  se  sea  tolerante  con 
ciertos  defectos  leves,  ya  por  evitar 
los  males  que  su  extirpación  acarrease, 
ya  considerando  la  compensación  que 
resulta  de  otras  buenas  cualidades  que 
posee  el  sujeto  que  cometió  la  falta. 

Puesto  e?i  el  borrico,  aguantar  los  azotes, 
o  los  palos,  o  lo  mismo  da  ciento  que  cien- 
to y  cinco. — V.  Puesto  en  el  burro,  o  Una 
vez  en  el  burro,  aguantar  los  azotes. 


BORRIOUITO 


—  126  — 


BOTE 


Un  borrico  le  orinó  en  invierno,  y  otro  se 
lo  bebió  en  verano. 

Es  una  sátira  más  disparada  contra 
el  pobre  río  Manzanares,  pues  así  como 
otros  ríos  son  celebrados  por  lo  cau- 
daloso de  sus  aguas,  éste  es  zaherido 
por  la  pobreza  de  las  suyas.  Este  refrán 
es  debido  a  la  vena  cáustica  del  poeta 
cordobés  D.  Luis  de  Góngora. 
A  los  borricos,  alfalfa. 

Se  debe  rehuir  el  entrar  en  explica- 
ciones hondas  acerca  de  ciertas  mate- 
rias con  personas  rústicas  o  torpes  en 
demasía. 
BORRIQUITO.— ¡¡¡AhW—  Ésa  es  la  letra 
úfe/borriquito. 

Se  contesta  familiarmente  con  el  se- 
gundo miembro  de  esta  locución  al  que 
muestra  sorpresa  por  una  cosa  que  no 
merece  ser  admirada;  o  también,  al  que 
tarda  en  caer  en  la  cuenta  de  aquello 
que  se  le  está  diciendo. 
¡Borriquito  caliente,  o  de  San  Vicente, 
que  lleva  la  carga  y  no  la  siente! 

Expresión  usada  generalmente  por 
los  muchachos  cuando  ponen  a  hurta- 
dillas algo  encima  de  otro,  sin  que  éste 
se  hajra  dado  cuenta  de  ello. 
-S/borriquito^/cr  delante. — V.  El  burro 
delante,  para  que  no  se  espatite. 
BORRÓN.— Echarle  a  uno  un  borrón. 

Atentar  a  su  buen  nombre;  difamarlo. 
BOSTEZADOR.—  Un  buen  bostezador 
hace  bostezar  a  dos. 

Indica  lo  contagioso  que  es  el  boste- 
zo.— Metafóricamente  expresa  que  una 
persona  que  está  aburrida  hace  que  se 
aburran  también  las  que  están  con  ella. 
BOSTEZO.  —  Anda  el  bostezo  de  boca  en 
boca,  como  la  cabra  de  roca  en  roca. 

Denota  lo  común  que  es  el  que  una 
persona  bostece  cuando  ve  bostezar  a 
otra. 
El  bostezo  denota  hambre,  o  sueño,  o  ruin- 
dad, de  su  dueño. 

Se  atribuye  al  acto  de  bostezar  una 
de  estas  tres  causas;  debiera  agregár- 
sele también  la  cuarta,  que  es  el  abu- 
rrimiento. 
BOTA. — Bota  sin  vino,  olla  sin  tocino. 

Expresa  que  no  sirven  para  nada, 
puesto  que  no  ha  de  ser  mucha  la 
substancia  que  de  ninguna  de  ellas  se 
puede  sacar. 


Cada  bota  huele  al  vino  que  tiene. — V.  La 

cabra  tira  al  monte. 
No  vayas  sin  bota  camino;  y  cuando  fue- 
res, no  la  lleves  sin  vino. 

Aconseja  no  acometer  empresa  sin 
hallarse  provisto  de  antemano  de  los 
requisitos  necesarios  para  su  consecu- 
ción. 
Botas  y  gabán  encubren  mucho  mal. 

Da  a  entender  que  ambas  prendas 
subsanan  fácilmente  las  deficiencias 
que  la  pobreza  imprime  en  la  indu- 
mentaria del  individuo.  —  Parecido  a 
éste  es  el  refrán  que  dice:  Una  buena 
capa  todo  lo  tapa.  (Véase.) 
Estar  con  las  botas  puestas. 

Estar  preparado  para  hacer  un  viaje, 
andar  un  camino  o  dar  un  paseo. — Ha- 
llarse  dispuesto   para  emprender  un 
negocio. 
Ponerse  las  botas. 

Sacar  gran  utilidad  o  provecho  de 
alguna  empresa. 
BOTALÓN.— Darle  a  uno  botalón. 

Equivale  a  echarle  a  uno  del  sitio 
donde  se  encuentra.  —  En  la  América 
latina,  probablemente  tomado  del  por- 
tugués, se  emplea  el  verbo  botar  como 
sinónimo  de  echar  fuera. 
BOTANA.  —  No  valer  para  botana  a  un 
pellejo. 

No  servir  para  nada  absolutamente. 
«Que  no  haya  fregona  que  no  se 
ponga  don,  y  ayer  no  valían,  fuera  del 
alma,  para  botanas  a  un  pellejo,  y  que 
hoy  les  parezca  mengua  no  salir  a  misa 
en  coche,  es  lo  que  me  quita  el  juicio.» 
(Francisco  Santos,  El  No  importa  de 
España,  pág.  244.) 
BOTE.  —  Dar,  o  pegar,  un  bote. 

Manifestar  sorpresa  suma,  acompa- 
ñada de  cierto  movimiento  exterior 
más  o  menos  violento. —  Dícese  tam- 
bién Dar,  o  pegar,  botes,  y  se  usa  más 
comúnmente  en  sentido  adverso  o  des- 
agradable. 
De  bote  .y  voleo. 

Sin  dilación,  a  toda  prisa,  inconside- 
radamente, sin  reflexión. 
Estar  de  bote  en  bote. 

Dícese  de  cualquier  lugar  o  estancia 
donde  las  personas  o  las  cosas  se  ha- 
llan muy  juntas  y  apretadas  por  no  ha- 
ber espacio. 


BOTICA 


—  127 


BOTÓN 


BOTICA.— Haber  de  todo,  como  en  botica. 

No  faltar  nada  de  lo  necesario,  o  de 
lo  que  se  presume  que  debe  existir  en 
alguna  parte. — Antiguamente  se  llama- 
ba en  castellano  boiica  todo  almacén  o 
tienda  en  general,  como  sucede  entre 
los  franceses  con  su  voz  boutique;  y  en 
este  sentido  y  no  en  el  de  farmacia 
opino  que  está  aquí  tomada  dicha  pa- 
labra.— A  mayor  abundamiento,  llamá- 
base también  botica  antiguamente  en 
Sevilla,  cada  una  de  las  casucas  de  mu- 
jeres de  vida  airada,  situadas  en  el  ba- 
rrio especial  denominado  de  las  Man- 
cebías, que  habitaron  hasta  principios 
del  siglo  xvii,  el  cual  se  hallaba  com- 
prendido en  el  radio  que  después  ocu- 
paron la  calle  y  el  compás  de  la  Lagu- 
na; y  existiendo  en  aquel  desventurado 
recinto  mujeres  más  o  menos  sanas, 
jóvenes,  asequibles,  etc.,  es  muy  posi- 
ble que  dicho  nombre  y  circunstancias 
dieran  lugar  al  refrán  que  nos  ocupa. 

Don  Carlos  Alberto  de  Cepeda  y 
Guzmán,  ingenio  sevillano  que  floreció 
en  la  segunda  mitad  del  siglo  xvn,  de- 
dicó la  siguiente  décima,  que  viene  a 
corroborar  lo  dicho,  A  una  comedia  que 
no  valió  nada  y  la  hizo  un  boticario : 

«De  bote  en  bote  el  corral 
estuvo  ayer  a  las  dos. 
¡Bote  y  en  corral!,  por  Dios, 
que  es  fuerza  que  güela  mal. 
Verso  bueno,  tal  y  cual; 
traza,  ni  grande  ni  chica; 
gala,  ni  pobre  ni  rica; 
silbos,  dos  horas  y  media; 
conque  tuvo  la  comedia 
de  todo,  como  en  botica.» 

No  quedar,  o  no  servir,  ni  aun  para  mozo 
de  botica. 

Quedar  tan  malparada  alguna  perso- 
na, que  para  nada  absolutamente  pue- 
de servir. 

Es  comparación  que  no  se  compren- 
de, o  por  lo  menos  yo  no  la  alcanzo; 
pues  tratándose  de  negocio  de  tanto 
momento  cual  lo  es  la  salud,  parece 
lo  más  natural  que  los  elementos  que 
conducen  a  alcanzarla  no  se  confíen  a 
personas  inexpertas  o  de  todo  punto 
inútiles,  sino,  por  el  contrario,  a  las  que 
estén  dotadas  de  la  mayor  disposición 
y  del  celo  más  exquisito;  si  ya  no  es 
que,  usada  aquí  también  la  palabra  bo- 


tica en  la  misma  acepción  que  la  indi- 
cada en  el  refrán  Haber  de  todo,  como  en 
botica  (véase),  pretenda  establecerse 
en  esta  frase  ponderativa  la  diferencia 
que  existe  entre  un  mozo  de  cordel,, 
cuya  cualidad  esencial  es  la  robustez, 
y  un  mancebo  o  dependiente  de  tienda, 
para  cuyo  cargo  no  es  indispensable 
aquella  circunstancia. 
Recetar  de  buena  botica. 

Dícese  de  la  persona  que  tiene  fa- 
milia o  alguien  que  atiende  a  sus  nece- 
sidades, atreviéndose  por  eso  a  gastar 
y  tirar  largamente,  como  aquel  que  no 
le  cuesta  trabajo  el  ganarlo. 
BOTICARIO.-Boticario  sin  botica,  nada 
significa. 

Da  a  entender  que  el  que  posee  una 
facultad  o  conocimiento,  si  no  tiene 
donde  aplicarlo,  es  como  si  no  lo  tu- 
viera. 
Tener  de  todo,  como  boticario.  —  V.  Ha- 
ber de  todo,  como  en  botica. 
BOTIJA.  —  Estar  hecho  una  botija.  Algu- 
gunos  añaden  la  calificación  de  perulera. 

Se  dice  del  niño  cuando  se  enoja  y 
llora,  refiriéndose  a  lo  mucho  que  abul- 
ta los  carrillos. — Aplícase  también  a  la 
persona  obesa  en  extremo. 
Peer  en  botija,  para  que  retumbe. 

Imitar  lo  que  otros  hacen. 
BOTIQUÍN.— Haber,  o  tener  de  todo,  como 
botiquín  en  campaña. 

Estar  provisto  de  todo  lo  necesario, 
como  sucede  en  los  botiquines  que  lle- 
van las  ambulancias  de  Sanidad  Mili- 
tar, pues  siendo  éstas  las  únicas  farma- 
cias de  que  pueden  disponer  en  campa- 
ña los  sanitarios,  es  necesario  prever 
todos  los  casos  de  urgencia  que  puedan 
presentarse. 
BOTÓN.  —  De  botón  gordo. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  es  basto, 
ordinario,  zafio  y  grotesco  en  su  línea. 
Para  muestra,  un  botón  basta. 

Por  la  prueba,  demostración  o  ejem- 
plo que  se  acaba  de  aducir  respecto  a 
determinada  persona  o  cosa,  se  puede 
venir  fácil  y  prontamente  en  conoci- 
miento de  lo  que  de  una  u  otra  se  po- 
drá esperar  en  lo  sucesivo. 
Contarle  uno  los  botones  a  otro. 

Ser  tanta  la  destreza  de  alguno,  que 
da  a  su  adversario  las  estocadas  donde 


BÓVEDA 


BRASA 


quiere.  —  Tomada  de  esta  frase  de  es- 
grima, se  emplea,  figuradamente,  refi- 
riéndose a  la  persona  que  en  discusión 
o  polémica  con  otra  le  argumenta  de 
tal  manera  que  no  le  deja  defensa  posi- 
ble, como  quien  dice,  jugando  con  ella. 
De  botones  adentro. 
Interiormente. 
BÓVEDA.— Hablar  de  bóveda,  o  en  bó- 
veda. 

Hablar  hueco  y  con  arrogancia.  —  Es 
frase  arcaica,  y  como  tal,  caída  ya  en 
desuso. 
BOVEDILLAS.  —  Subirse  a  las  bovedi- 

Uas.  —  V.  Montar  en  cólera. 
BRAGAS.  —  Al  que  tío   está  enseñado  a 
bragas,  las  costuras  le  hacen  llagas. 

Denota  la  repugnancia  y  dificultad 
que  cuesta  hacer  las  cosas  a  quien  no 
está  acostumbrado  o  enseñado. 
Bragas  duchas  comen  truchas. 

Denota  que  la  persona  que  es  labo- 
riosa y  hábil  no  carece  de  ciertas  co- 
modidades. 
Calzarse,  o  ponerse,  las  bragas. — V.  Cal- 
zarse, oponerse,  los  calzones. 
Lo  que  se  aprende  cotí  bragas,  no  se  olvi- 
da con  canas. 

Denota  que  es  tanta  la  fijeza  con  que 
se  graban  en  la  imaginación  los  cono- 
cimientos que  se  adquieren  en  la  infan- 
cia, que  el  transcurso  de  los  años  no 
es  potente  para  borrarlos. 
¿Qué  tienen  que  hacer,  o  ver,  las  bragas 
con  el  alcabala  de  las  habas?  • 

Expresión  con  que  se  satiriza  a  los 
que  hablan  fuera  de  propósito,  o  de 
particulares  ajenos  al  asunto  de  que  se 
está  tratando. 
Quien  no  está  hecho  a  bragas,  las  costu- 
ras le  hacen  llagas. —  V.  Al  que  no  está 
ensenado  a  bragas,  etc. 
BRAGUETA.  —  Meter  a  uno  en  brague- 
ta, o  en  cintura. 

Reducirle  o  tenerle  sometido  a  su 
voluntad. 
Métete  en  tu  bragueta. 

Frase  familiar  con  que  se  envía  a  uno 
enhoramala,  indicándole  de  paso  que 
no  se  ocupe  de  los  asuntos  de  los  de- 
más, sino  de  los  suyos  propios. 
Oír  por  la  bragueta,  como  los  gigantones. 
Dícese  de  las  personas  que  oyen  y 
entienden  las  cosas  mal  o  equivocada- 


mente, con  alusión  a  los  hombres  que, 
metidos  dentro  de  los  gigantones  para 
transportarlos,  no  les  llega  la  cabeza,  y 
por  tanto  los  oídos,  más  que  a  la  entre- 
pierna del  muñeco.  De  ahí  que  los  gi- 
gantones oigan  por  la  bragueta  de  una 
manera  confusa  y  no  puedan  entender 
bien  lo  que  se  dice. 

Ser  juez,  provisor,  etc.,  de  bragueta. 

Ejercer  algún  superior,  respecto  de 
su  inferior,  excesiva  e  imprudente  vigi- 
lancia acerca  de  materias  concernien- 
tes al  sexto  mandamiento  del  Decálo- 
go, para  aplicarle,  en  caso  de  infrac- 
ción, castigo  más  o  menos  duro.  Úsase 
más  comúnmente  con  relación  a  las 
autoridades  eclesiásticas. 

Tener  braguetas. 

Ser  hombre  valeroso  y  de  arrestos. — 
Ser  una  cosa  comprometida  y  difícil. — 
Empléase  en  substitución  de  otra  frase 
análoga,  cuyo  uso  es  impropio  entre 
personas  cultas. 
BRAS.  —  Por  ve?igarme  de  Bras,  me  huelgo 
de  que  me  quemen.  —  V.  Sacarse  un  ojo 
por  quebrar  a  otro  los  dos. 
BRASA.  —  Arrimar  uno  la  brasa  a  su 
sardina.  —  V.  Arrimar  el  ascua  a  su 
sardina. 

Brasa  trae  en  el  seno  la  que  cría  hijo 
ajeno. 

Denota  el  gran  cuidado  y  zozobra  que 
trae  consigo  el  encargarse  de  cosas 
que  no  son  propias  de  uno. 

Con  chica  brasa  se  enciende  una  casa.  — 
V.  De  pequeña  centella,  grande  hoguera. 

Sacar  la  brasa  con  la  mano  del  gato,  o  con 
mano  ajena.— Y.  Sacar  uno  el  ascua,  etc. 

Soplando  brasa  se  saca  llama,  y  enojos  de 
mala  palabra. 

Un  asunto  sin  importancia  puede  te- 
ner gran  trascendencia  si  en  lugar  de 
despreciarlo  se  insiste  repetidamente 
sobre  él. 

Estar  en  brasas,  o  como  en  brasas.  — 
V.  Estar  en  ascuas. 

Estai  hecho  unas  brasas. 

Frase  con  que  se  denota  que  alguno 
está  muy  encendido  de  rostro  o  de  ojos. 

Pasar  como  sobre  brasas. 

Tocar  muy  de  pasada  un  asunto  de 
que  no  cabe  prescindir,  y  en  que  el  se- 
guir insistiendo  podría  ofrecer  reparo 
o  peligro. 


BRAVO 


—  129  — 


BREVA 


BRAVO.  —  No  es  tan  bravo  el  león  como 
lo  pintan. 

Enseña  a  no  hacer  caso  de  las  exage- 
raciones. 
BRAZO.  —  El  brazo  de  la  Justicia  es  muy 
largo. 

Da  a  entender  que  los  fallos  de  la 
Justicia  llegan  a  todas  partes,  compren- 
diendo a  todo  género  de  personas.  Dí- 
cese  más  comúnmente  de  la  Justicia 
divina. 
Entregar  al  brazo  secular,  o  seglar,  a  una 
persona  o  cosa. 

Ponerla  en  poder  de  quien  la  trate 
mal  o  dé  fin  de  ella  prontamente. 
Estar  hecho  un  brazo  de  mar. 

Dícese  de  la  persona  ataviada  con 
mucha  gala  y  lucimiento.  —  Úsase  ade- 
más con  los  verbos  ir,  venir  u  otros 
análogos. 
Levantar  el  brazo. 

No  preocuparse;  no  asumir  la  res- 
ponsabilidad; desentenderse,  desde  un 
momento  dado,  de  la  continuación  de 
un  asunto  o  de  la  suerte  de  una  perso- 
na. —  Hacer  como  que  no  se  ven  cier- 
tas faltas  o  irregularidades,  cuando  no 
se  quiere  o  puede  castigar  a  la  persona 
que  las  comete. 
Luchar  a  br 'azo  partido. 

A  viva  fuerza,  de  poder  a  poder,  para 
ver  quién  consigue  aquello  cuya  pose- 
sión es  disputada  y  deseada  por  varias 
personas. 
No  dar  su  brazo  a  torcer. 

Mantenerse  firme  en  su  dictamen  o 
propósito;  no  cejar  en  su  determina- 
ción. 
Quedar  el  brazo  sano  a  uno. 

Tener  caudal  sobrado,  especialmente 
después  de  haber  hecho  grandes  dis- 
pendios, y  voluntad  de  emplearlo,  en 
caso  de  necesidad. 
Ser  el  brazo  derecho  de  uno . 

Ser  la  persona  de  su  mayor  confianza, 

de  quien  se  sirve  principalmente  para 

el  manejo  y  desempeño  de  sus  negocios. 

Entregarse,  o  echarse,  en  brazos  de  una 

persona. 

Confiarse  en  ella,  bien  para  que  pro- 
teja, resuelva  o  disponga  sobre  algo. 
Ponerse  a  brazos. 

Luchar  cuerpo  a  cuerpo  o  a  brazo 
partido. 


Volverse  uno  con  los  brazos  cruzados. 
Regresar  sin  haber  hecho  lo  que  se 
proponía  o  se  le  encargó. 
BREA.  —  Cuando  vayas  a  Brea,  pon  la  capa 
donde  la  veas.  Algunos  añaden  :  y  aun- 
que la  veas,  no  lo  creas. 

Para  motejarlos  de  ladrones.  —  Arbo- 
leas dicen  otros,  con  igual  caprichoso 
significado. 
BRECHA.  —  Abrir  brecha. 

Persuadir  a  uno  de  algo,  haciendo 
impresión  en  su  ánimo. 
Batir  en  brecha. 

Perseguir  a  una  persona  hasta  derri- 
barla de  su  valimiento.  —  Confundir  o 
derrotar  a  alguno  por  medio  de  razones, 
argumentos  o  pruebas  que  no  admiten 
réplica  de  ninguna  especie. 
Estar  siempre  en  la  brecha. 

Hallarse  preparado  y  dispuesto  para 
defender  un  asunto  o  negocio  de  inte- 
rés en  cualquier  momento. 
BREGA.  —  Andar  a  la  brega. 

Trabajar  afanosamente  y  sin  des- 
canso. 
BRENES.— Cuando  fueres  a  Brenes,  lleva 
con  que  cenes  y  cama  en  que  te  eches;  si 
no,  negra  noche  tienes,  o  Si  vas  a  Bre- 
nes, lleva  pan  para  que  cenes.  Algunos 
añaden:  y  si  has  de  pernoctar,  lleva  qué 
almorzar. 

Da  a  entender  que  cuando  se  va  a 
pueblos  de  escaso  vecindario,  como 
este  de  la  provincia  de  Sevilla,  es  con- 
veniente llevar  provisiones  de  boca. 
BRETE.  —  Estar,  o  poner,  a  uno  en  un 
brete. 

Hallarse  alguien,  o  ser  puesto,  en 
algún  apuro  o  en  situación  comprome- 
tida. 
BRETÓN.—  Topo'  el  bretón  con  su  compa- 
ñón.—  V.  Hallar  la  horma  de  su  zapato. 
BREVA.  —  Breva  verde  y  moza  de  mesón, 
palpándolas  se  maduran. 

Esto  es,  se  consigue  que  caigan:  la 
primera  del  árbol,  y  la  segunda  condes- 
cendiendo con  los  deseos  del  cami- 
nante o  huésped.  —  Sabido  es  la  fama 
de  que  gozan  las  mozas  de  los  posadas; 
esto  nos  ahorra  de  más  comentarios. 
Estar  uno  esperando  a  que  le  caiga  la 
breva. 

Hecho  un  tonto,  con  la  boca  abier- 
ta.—  No  hacer  diligencia  alguna  para 

9 


BREVULA 


BRÚJULA 


mejorar  de  suerte,  pensando  que  ésta 
le  ha  de  venir  a  buscar. 
Más  blando  que  una  breva  madura. 

Se  dice  del  que  es  muy  sensible,  del 
que  a  todo  se  aviene;  también  del  que 
sosteniendo  algo  con  tenacidad,  cede 
por  fin  ante  los  razonamientos  que  le 
han  convencido. —  Quedar  convencido, 
a  pesar  de  hallarse  tenaz  en  sostener 
lo  contrario. 
Sobre  brevas,  agua  no  bebas. 

Este  refrán  aconseja  abstenerse  de 
dicho  líquido  después  de  haber  comido 
la  citada  fruta.  — En  cambio  hay  otro 
que  dice:  Agua  al  higo,  y  a  la  pera  vino 
(véase),  en  que  se  recomienda  todo  lo 
contrario.  Átenme  estas  moscas  por  el 
rabo. 
BRÉVULA.  —  En  cuanto  a  brévulas, 
brévulas  son,  pero  refunfuñan. 

Recomendación  que  se  suele  hacer 
para  que  no  se  coman  muchas  brevas, 
pues  su  abuso  suele  producir  dolores 
de  vientre. 
BRIAL.  —  Rómpese  el  brial,  más  vale  bien 
que  mal. 

En  los  lances  de  la  fortuna  no  se  han 
de  lamentar  excesivamente  las  pérdi- 
das, con  tal  que  la  honra  quede  a  salvo. 
BRIBA. — Andar,  o  echarse,  a  la  briba. 

Vivir   en   holgazanería   picaresca,  o 
darse  a  este  género  de  vida  vagabunda 
y  llena  de  vicios. 
BRIBIA.— Echar  la  bribia. 

Hacer  lamentación  al  estilo  de  pobre 
pordiosero,  representando  o  fingiendo 
necesidad  y  miseria.  Es  voz  tomada  de 
la  germanía. 
BRIDA. — Jugar  con  la  brida  como  muleta 
nueva. 

Burlarse  de  los  peligros  o  de  las  re- 
prensiones, no  concediendo  importan- 
cia a  unos  ni  a  otras. 
BRIJÁN. — Saber  más  que  Briján. 

Ser  muy  advertido;  tener  mucha  tras- 
tienda o  perspicacia. 
BRILLO.  —  ¡Brillo,  brillo;  el  que  lo  en- 
cuentre, que  se  lo  meta  en  el  bolsillo  I 

Dicho  en  que  prorrumpen  los  mucha- 
chos cuando  se  echan  a  buscar  por  el 
suelo  algo  que  se  ha  perdido. 
BRINQUIÑO.— Estar,  o  ir,  hecho  un  brin- 
quiño. —  V.  Estar  hecho  un  brazo  de 
mar. 


BROM    .  —  En  tono  de  broma. 

Hablar  de  modo  que  parezca  serio  lo- 
que se  dice,  aunque  en  realidad  sólo 
sea  chanceándose. 
Las  bromas,  o  pesadas,  o  no  darlas. 

El  que  se  propasa  en  algo,  no  mide 
el  alcance  de  su  ligereza. 
BRONCE.  —  Escribir  en  bronce. 

Retener  constantemente  en  la  me- 
moria una  cosa,  como  los  beneficios  o 
los  agravios,  o  hacer  que  pase  su  re- 
cuerdo a  la  posteridad,  ya  para  loa,  ya 
para  execración  de  la  gente. 
Estar  uno  hecho  de  bronce. 

Ser  insensible,  o  muy  fuerte  y  resis- 
tente. 
No  hay  más  bronce  que  años  once.  Algu- 
nos añaden:  ni  más  lana  que  no  saber 
que  hay  mañana. 

Denota  la  robustez  y  resistencia  de 
los  pocos  años. 
Na  ser  uno  de  bronce. 

Ser  sensible  y  apiadarse  de  las  des- 
gracias de  los  demás. 
Ser  de  bronce,  o  un  bronce. 

Ser  duro  e  inflexible  y  no  apiadarse 
fácilmente. 
BROZA. —  Meter  broza.— V.  Meter  ripio. 
Servir  de  toda  broza. 

Ser  útil  para  todo,  sin  destino  espe- 
cial. 
BROZAS. — De  Brozas,  ni  vaca  ni  moza  (ni 
yegua,  dicen  otros);  y  si  puede  ser,  ni 
mujer,  y  si  me  apuran,  ni  sacristán  ni 
cura. 

Alude  a  la  mala  fama  que  tiene  en 
los  pueblos  de  la  provincia  de  Cáceres 
todo  lo  que  procede  de  Brozas. 
En  Brozas  hay  más  putas  que  mozas. 

En  la  comarca  donde  está  situada 
Brozas  estiman  en  tan  poco  a  las  mu- 
jeres de  esta  localidad,  que  la  llaman  el 
canchal  de  las  putas. 
BRUJA. —  Alguna  bruja  se  ha  casado. 

Suele  decirse  cuando  reina   viento 
huracanado. 
Chuparle  a  uno  brujas. 

Estar  muy  delgado,  seco  y  macilento. 
BRÚJULA.— Perder  la  brújula. 

Perder  el  tino  en  el  manejo  de  algún 
negocio. 
Ver  por  brújula. 

Mirar  desde  un  paraje  por  donde  se 
descubre  poco. 


BRUTO 


—   131 


BUENA 


BRUTO.  —  Cuanto  más  bruto,  más  frutar. 

V.  Fortuna  te  dé  Dios,  hijo,  que  el  saber, 
poco  te  basta. 

Cuanto  tnás  bruto,  más  trunfos. 

Da  a  entender  que,  generalmente,  no 
suele  acompañar  la  suerte  a  los  inteli- 
gentes tanto  como  a  los  que  no  lo  son. 
Triste  verdad,  pero  verdad  al  fin. 

El  que  bruto  entra,  bruto  se  ausenta. 
El  que  carece  del  don  de  raciocinio, 
por  más  que  se  afane,  nunca  llegará  a 
aprender. 

El  que  sea  bruto,  que  aprenda. 

Frase  que  se  emplea  contra  los  que, 
habiéndoseles  advertido  el  mal  que 
puede  sobrevenirles  de  hacer  deter- 
minada cosa,  insisten  en  ella,  teniendo 
que  sufrir  la  predicha  consecuencia. 

Más  bruto  que  la  pila  de  un  pozo. 

Una  de  tantas  comparaciones  popu- 
lares que  no  tienen  explicación,  como 
la  de  Ser  más  bruto  que  un  arado,  que 
un  poste,  que  una  caballería  mayor  y 
otras  de  este  jaez. 

Más  vale  ser  bruto  que  alcalde. 

Era  tal  la  fama  de  los  antiguos  alcal- 
des llamados  de  monterilla,  que  no  es 
extraño  naciera  de  ella  el  presente  re- 
frán, que  por  sí  solo  se  explica.  No 
falta  quien  lo  traduzca  diciendo  que  es 
porque  al  bruto,  por  lo  general,  nadie 
le  hace  caso,  y  se  sale  con  su  gusto  sin 
responsabilidad  alguna,  en  tanto  que  el 
que  manda,  no  siempre  consigue  lo  que 
se  propone. 

Ser  uno  más  bruto  que  el  señor  de  Al- 
focea. 

Dícese  de  la  persona  que  es  por  todo 
extremo  estúpida,  aludiendo  al  suceso 
siguiente: 

Hace  mucho  tiempo  que  un  señor  de 
Alfocea  (villa  distante  2  leguas  de  Za- 
ragoza) se  empeñó  en  volar,  con  el  ob- 
jeto de  imitar  a  los  cuervos.  Al  efec- 
to, atóse  dos  alas  de  cañas  a  los  brazos, 
se  arrojó  desde  un  peñasco  y,  cual  otro 
Simón  Mago,  se  estrelló  contra  el  sue- 
lo, quedando  muy  malparado.  Como 
alguien  le  aconsejara  que  no  repitiera 
la  prueba,  replicó,  montado  en  cólera: 
«¡Que  no!;  en  cuanto  pueda  ponerme  de 
pie.  No  he  volado  porque  me  faltaba  la 
cola.»  No  cuenta  la  historia  si  volvió  a 
poner  en  práctica  su  original  resolución. 


BU. — Hacer  el  bu. 

Dícese  de  la   persona  que  impone 
miedo  o  temor,  así  como,  en   ciertos 
casos,  de  la  que  hace  un  papel  ridículo. 
BÚA.— El  que  tiene  búa,  ése  la  estruja. 

Significa  que  nadie  se  interesa  en 
remediar  los  males  tanto  como  el  que 
los  padece.  Búa  está  por  buba. 
BUCHE. — Echarla  de  buche. 

Ostentar  superioridad,  grandeza,  et- 
cétera, de  manera  jactanciosa. 
Sacarle  a  uno  del  buche  alguna  cosa. 
Hacerle  que    declare    o    diga    todo 
cuanto  sepa  acerca  del  particular  que 
se  desea  averiguar. 
Tirarse,  o  mandarse,  al  buche. 

Darse  un  atracón  de  algo.  Úsase  así 
en  el  sentido  recto  como  en  el  figura- 
do.— Dícese  también :  Tirarse  al  cinto. 
BUENA.  —  A  la  bueua,  júntate  con  ella;  y 
a  la  mala,  ponle  el  almohada. 

Da  a  entender  que  así  como  se  debe 
honrar  a  la  buena  esposa,  debe  casti- 
garse a  la  que  no  lo  es,  evitando  todo 
trato  con  ella,  hasta  los  más  íntimos 
del  matrimonio,  por  la  separación  del 
lecho  conyugal. 
De  buena  casa,  buena  brasa. — V.  De  tal 

palo,  tal  astilla. 
Ésa  es  buena,  que  está  en  el  fuego  y  no  se 
quema. 

Alusión  a  la  prueba  del  fuego,  una 
de  las  que  se  empleaban  en  la  Edad 
Media,  en  los  llamados  juicios  de  Dios, 
en  la  que  se  consideraba  inocente  la 
persona  que  era  respetada  por  las 
llamas. 
Hacer  uno  buena  su  palabra. 

Demostrar  cumplidamentequelo  que 
se  dijo,  ofreció,  etc.,  es  verdadero. 
Lo  que  no  se  hace  por  la  buena,  se  hace 
por  la  mala. 

Indica  que  el  que  tiene   obligación 
de  ejecutar  una  cosa  debe  hacerlo  gus- 
tosamente,  de  grado,  a  fin  de  evitar 
que  quien  tiene  derecho  le  obligue  a 
hacerlo  por  imposición  o  castigo. 
Más  vale  buena  queja  que  mala  paga. 
Recomendación  a  los  que  por  delica- 
deza no  se  atreven  a  reclamar  lo  que 
se  les  adeuda. 
Ninguna  cosa  es  buena  si  con  pecar  se 
granjea. 

Da  a  entender  que  no  siempre  el  fin 


BUENAVENTURA 


—   «32 


BUENO 


¡justifica  los   medios,  debiendo   abste- 
nerse de  alcanzar  alguna  cosa,  por  muy 
honrosa  que  sea,  si  para  ello  es  preci- 
so hacer  uso  de  actos  reprobados  por 
la  conciencia. 
■¡Buenas  y  gordas!...  (Y eran  bellotas.) 
Exclamación  familiar  con  que  se  des- 
deña cualquiera  especie  añeja,  falsa  o 
absurda. — También  se  suele  decir  sólo 
la  primera  parte. 
De  buenas  a  buenas. 

Hacer  una  cosa  sin  violencia,  y  no 
por  imposición  de  otro. 
De  buenas  a  primeras. 

A  la  primera  vista,  en  el  principio, 

al  primer  encuentro. — Sin  preparación. 

Las  buenas  callan.  —  V.  La  mujer  y  la 

pera,  la  que  calla  es  buena. 
Venirse  a  buenas. 

Avenirse,  conformarse. 
BUENAVENTURA.  -La  buenaventu- 
ra del  pan  blanco :  tú  me  lo  das,  y  yo  me 
lo  zampo. 

Frase  empleada  por  las  gitanas  cuan- 
do se  disponen  a  embaucar  a  los  can- 
didos con  sus  falsas  adivinaciones. 
BUENO.  —  (Adonde,   bueno?  i  De  dónde, 
bueno? 

Léese  en  los  Opiísculos  gramático-sa- 
tíricos del  Dr.  Puigblanch  (tomo  I,  pá- 
ginas 148-149)  lo  que  transcribo  pun- 
tualmente: 

«Todas  estas  faltas  de  hebreo  halló 
en  sólo  el  primer  alfabeto  de  los  ocho 
que  contienen  los  Ocios,  i  dijo  que  los 
demás  son  por  el  mismo  estilo;  pero 
que  donde  el  dómine  Gafas  echa  el 
resto  en  lo  de  errarlo  todo  en  materia 
de  hebreo,  es  en  el  segundo  alfabeto, 
en  la  explicación  que  da  de  la  frase 
interrogativa  castellana  ¿adonde  bueno?, 
o  sea  la  lemosina  ¿aon  bona?,  deriván- 
dola de  las  tres  voces  monosílabas  he- 
breas >x  an  qub?,  o  adonde  K13  bo  (que 
él  escribe  15  bo  sin  álef)  vadis  o  vas,  i 
K;  na  obsecro  o  te  ruego.  Dijo  que  ade- 
más de  lo  forzado  i  caprichoso  de  esta 
explicación,  por  haberse  tomado  de  una 
lengua  extraña  sin  ninguna  necesidad, 
ha  cometido  su  autor  cinco  faltas  con- 
tra el  hebreo,  de  modo  que  con  una 
más  hubieran  sido  a  razón  de  dos  fal- 
tas por  sílaba;  pues  que  en  tal  caso  de- 
bería decir  no  jn  an,  sino  HJK  ana  adon- 


de, por  razón  de  que  la  primera  de 
estas  dos  partículas  no  se  usa  sino  ra- 
rísima vez;  i  que  el  verbo  x"D  bo  no 
significa  ir,  sino  venir,  que  es  todo  lo 
contrario,  pero  que  a  Gafas  le  engañó 
el  voi  castellano;  i  que  en  él  no  debió 
omitirse  el  k  álef,  pues  sin  esta  letra 
no  es  verbo,  sino  una  preposición  con 
un  pronombre  afijo;  i  que  en  la  tal  for- 
jada frase  no  está  este  verbo  en  segun- 
da persona  singular  del  futuro,  como 
debería  estar  para  que  pudiera  corres- 
ponder a  una  igual  persona  del  presen- 
te de  indicativo  de  un  verbo  latino  o 
español;  en  fin,  que  en  hebreo  la  par- 
tícula 83  na  te  ruego  no  se  usa  en  ora- 
ciones explanativas  e  interrogativas, 
como  el  obsecro  en  latín,  sino  sólo  en 
explanativas.  Para  completa  demostra- 
ción de  esto  me  citó  e  hizo  ver  el  ca- 
pítulo XVI  del  Jénesis,  verso  8,  donde 
preguntando  el  ánjel  a  Agar  de  dónde 
viene  i  adonde  va  (unde  venís?  et  qub 
vadis?),  usa  del  verbo  K13  bo  para  lo 
que  es  venir,  i  del  verbo  "tV1."!  halác 
para  lo  que  es  ir,  el  primero  en  tiempo 
pretérito  i  el  segundo  en  futuro;  i  con- 
cluyó diciendo  que  la  tal  pregunta  en 
hebreo,  suponiéndose  hecha  a  un  hom- 
bre, debería  haber  sido  no  ¿An  bo  na?, 
sino  *]Sn  H3N  ana  teléc?,  que  es  como 
pregunta  un  rabino  a  otro'  cuando  se 
encuentran  en  la  calle  i  hablan  hebreo; 
i  suponiéndose  hecha  a  una  mujer,  de- 
bería ser  "O^n  télkí  o  téleki  en  feme- 
nino, en  vez  te  teléc,  por  razón  de  que 
el  verbo  hebreo  tiene  jéneros  lo  mismo 
que  el  nombre.  Esta  misma  pregunta, 
añadió,  se  halla  aún  mas  expresa  con 
los  dos  verbos  en  el  libro  de  los  Jue- 
ces, cap.  XIX,  v.  17;  i  dio,  por  no  dejar 
pendiente  este  cabo,  la  explicación  de 
la  frase  ¿adonde  bueno?,  diciendo  ser  lo 
mismo  que  ¿Adonde  va  usted?,  así  lleve 
buen  camino  —  i  de  la  lemosina  ¿aon 
bona?,  dijo  que  es:  ¿Adonde  va  usted?, 
así  haga  buena  vía — ,  sin  la  cual  fórmu- 
la cortés  de  preguntar  u  otra  igual  pu- 
diera creerse  impertinente  la  pregun- 
ta, si  era  a  sujeto  no  conocido  del  que 
la  hacía,  o  decirse  del  que  preguntaba 
superbo  et  arroganti  sermone,  como  lo 
dice  Apuleyo  de  un  soldado  que  nece- 
sitando bagaje  preguntó  a  secas  al  amo 


BUENO 


—  133 


BUENO 


del  mismo  Apuleyo,  transformado  en 
asno,  viéndole  ir  montado  en  él,  adon- 
de iba  con  aquel  asno  de  vacío.» 

Al  acabar  de  leer  lo  que  queda  co- 
piado, no  puedo  menos  de  exclamar: 
¡Lástima  de  tanto  derroche  de  erudi- 
ción!... Porque,  bien  considerado,  toda 
la  explicación  de  las  dos  frases  que 
ahora  nos  ocupan,  se  puede  reducir, 
sin  necesidad  de  recurrir  a  abstrusas 
lucubraciones  filológicas  (salvo  mejor 
opinión),  a  los  términos  siguientes: 

Partiendo  del  principio  de  escribir 
las  locuciones  cuestionadas  en  la  for- 
ma que  yo  lo  hago,  esto  es,  en  el  su- 
puesto de  ser  considerado  bueno  como 
modificación  verbal,  y  además,  como 
su  legítima  locución,  elíptica,  y  más 
expeditiva  explicación  es  ¿Adonde  se 
camina,  o  ¿De  dónde  se  viene?,  si  buena- 
mente quiere  usted  decirlo,  o  si  en  de- 
cirlo no  encuentra  inconveniente,  o  sin 
que  se  tome  a  mal  mi  pregunta,  etc. 
Por  eso,  en  los  mismos  términos  se 
formula  dicha  expresión  al  hablar  con 
un  hombre  que  con  una  mujer,  pues 
nadie  (que  yo  sepa)  le  pregunta  a  ésta: 
¿Adonde,  buena,  ni  De  dónde,  buena? 
Al  bueno, por  que  te  honre;  y  al  malo,  por 
que  no  te  deshonre. 

Esto  es,  conviene  tratar  con  consi- 
deración a  cada  uno  de  ellos  por  las 
citadas  causas. 
Bueno,  bueno,   bueno;    mas  guarde 
Dios  mi  burra  de  su  centeno. 

Da  a  entender  la  desconfianza  con 
que  se  mira  a  alguna  persona,  a  pesar 
de  las  alabanzas  que  otros  le  prodigan. 
Es,  generalmente,  una  invectiva  contra 
la  gente  hipócrita  y  santurrona. 
Bueno,  en  uno;  en  dos,  mejor;  malo  en  tres; 
y  en  cuatro,  peor. 

«De  los  caballos   señalados»,  como 
siente  el  Comendador. 
Bueno.  —  Es  Dios. 

Con  la  segunda  parte  replica  el  que 
está  hablando  al  que  contesta  Bueno 
(por  lo  regular  de  mala  gana)  al  encar- 
go, prevención  o  amonestación  que  se 
le  está  haciendo  o  dirigiendo.  —  Algu- 
nos, en  lugar  de  Es  Dios,  suelen  decir: 
Eso  soy  yo,  como  para  dar  a  entender 
que  se  está  poniendo  a  prueba  su  de- 
masiada condescendencia. 


Bueno  está  lo  bueno. 

Significa  que  cuando  una  cosa  está 
bien,  no  conviene  forzarla  o  sacarla 
de  quicio,  con  achaque  de  que  esté 
mejor. 
Castiga  al  que  no  es  bueno,  y  aborrecerte 
ha  luego. 

Indica  que  los  castigos,  aun  siendo 
merecidos,   siempre    nos  acarrean  un 
enemigo  en  aquel  que  los  sufre. 
Del  bueno,  buena  prenda;  y  del  malo,  no 
fies  nada. 

Advierte  que  hay  que  asegurar  siem- 
pre  lo  que  se  conviene  o  trata   por 
todos  los  medios. 
Del  bueno  se  abusa;  al  malo  se  le  atusa. 
Nada  más  común  que  abusar  de  los 
caracteres    condescendientes  y  servi- 
ciales, en   tanto  que  a  los  díscolos  y 
revoltosos  se  les  suele  tratar  con  hala- 
go y  consideración,  por  temor  del  daño 
que  pudieran  hacer. 
De  lo  bueno,  poco. 

Aconseja  que  no  se  prodigue  lo  que 
tiene  algún  mérito  real,  a  fin  de  que  no 
se  menosprecie  al  ser  vulgarizado. 
Donde  hay  bueno,  hay  mejor. 

Expresa  lo  relativo  que  es  todo  en 
el  mundo,  pues   todo   depende,  real- 
mente, de  la  comparación  que  puede 
establecerse. 
El  bueno  sufre,  que  el  malo  no  puede. 
La  persona  bondadosa  aguanta  mu- 
chas cosas  que  no  resiste  la  que  no 
posee  aquella  condición. 
El  que  es  bueno  para  las  duras,  que  lo  sea 
para  las  maduras. 

El  que  tiene  el  trabajo  o  las  penali- 
dades inherentes  a  un  cargo  o  empleo, 
debe  participar  de  las  utilidades  y  pro- 
vechos anejos  al  mismo. 
El  que  se  reduce  a  lo  bueno pudiendo  tener 
lo  mejor,  no  merece  andar  en  dos  pies. 

El  que  se  conforma  con  poco,  pu- 
diendo alcanzar  más,  no  atiende  a  sus 
intereses. 
Lo  bueno  a  todo  el  mundo  le  gusta. 

Aforismo   cuya  explicación    huelga, 
pues  por  depravado  que  sea  el  gusto 
de  una  persona,  no  se  concibe  el  caso 
de  que  le  amargue  un  dulce. 
Lo  bueno  dura  poco. 

Es  tal  la  atracción  que  produce  lo 
bueno,  que  por   mucho  que  se  goce 


BUENO 


—  i34 


BUENO 


siempre  nos  parece  menos  de  lo  que 
quisiéramos. 

Lo  bueno  ha  de  ser  rogado. 

El  condescender  inmediatamente  a  la 
petición  de  mostrar  lo  exquisito,  suele 
ser  causa  de  que  esto  se  mire  con  me- 
nosprecio: haciéndolo  desear  se  acoge 
con  más  entusiasmo. 

Lo  bueno  no  es  caro;  lo  malo  hace  daño. 
Es  preferible  pagar  más  por  una  cosa 
buena,  que  menos  por  una  mala:  la  pri- 
mera se  aprovecha;  la  segunda,  o  se  tira, 
y  con  ella  el  dinero,  o  si  se  utiliza,  es 
nociva  para  la  salud,  tratándose  particu- 
larmente de  materias  alimenticias. 

No  basta  ser  bueno,  sino  que  es  preciso 
parece  rio. 

Como  las  apariencias  engañan  en 
ocasiones,  es  conveniente  ajustar  nues- 
tro modo  de  ser  al  modo  de  vivir,  para 
que  no  se  nos  juzgue  indebidamente. 

No  hay  bueno  que  no  pueda  ser  mejor,  ni 
malo  que  no  se  pueda  empeorar,  o  que  no 
ptieda  ser  peor. 

Atribuyese  esta  sentencia  a  nuestro 
Felipe  II,  que  solía  decirla  cuando  en 
su  presencia  se  elogiaba,  o  vituperaba, 
excesivamente  a  alguien. 

No  puede  ser  bueno  el  que  con  brevedad 
se  hace  rico. 

Las  grandes  riquezas  improvisadas 
arguyen  comúnmente  poca  limpieza  de 
manos  por  parte  de  quien  las  ha  ad- 
quirido. 

Nunca  lo  bueno  fué  mucho.  —  V.  Lo  que 
abunda  no  daña,  o  Nunca  por  mucho  tri- 
go es  mal  año. 

Nunca  que  se  piensa  algo  bueno  sale  cum- 
plido el  deseo. 

Aforismo  de  los  pesimistas,  que  en 
todas  partes  creen  ver  lo  malo. 

Quien  no  es  bueno  para  si,  ¿como  lo  será 
para  otro? 

Expresa  lo  poco  que  se  puede  espe- 
rar de  aquellas  personas  que  por  desi- 
dia no  son  capaces  de  procurarse  nin- 
gún bienestar. 

Si  quieres  ponerte  bueno,  muda  de  cielo. 
El  mudar  de  clima  suele  proporcio- 
nar alivio  o  remedio  en  la  mayor  par- 
te de  las  enfermedades. 

/  Tanto  bueno  por  acá?  —  En  busca  de  eso 
vengo,  o  Eso  es  lo  que  vengo  buscando. 
Frase  de  buena  educación,  cuyo  pri- 


mer miembro  dirige  el  que  está  en  su 
casa  a  la  persona  que  viene  a  verle,  y 
a  cuya  galantería  responde  el  visitante 
con  el  segundo  miembro  indicado. 

Todo  lo  bueno  parece  bien,  sino  Iwmbrc 
ajeno  sobre  mujer. 

Este  refrán,  que  sólo  en  la  colección 
del  Pinciano  lo  he  hallado,  y  al  cual  no 
acompaña  comento  alguno,  antójaseme 
que  está  mal  redactado,  pues  tal  como 
se  halla  escrito,  parte  de  un  supuesto 
falso.  En  efecto,  siendo  acción  repro- 
bada por  leyes  divinas  y  humanas  la 
cohabitación  de  una  mujer  (cualquiera 
que  ésta  sea)  con  un  hombre  casado,  y 
viceversa,  mal  puede  entrar  dicha  ac- 
ción en  la  esfera  de  lo  bueno,  hallándo- 
se exceptuada,  por  tanto,  de  la  cir- 
cunstancia de  parecer  bien.  Ahora,  pues, 
siendo  connatural  a  la  rastrera  índole 
humana  el  estimar  lo  que  otro  posee 
en  más  que  lo  que  nosotros  tenemos 
(y  de  ello  certifican  varios  refranes, 
entre  otros:  La  gallina  de  mi  vecina 
más  huevos  pone  que  la  mía;  Ninguno  se 
embriaga  del  vino  de  casa;  Pan  del  veci- 
no quila  el  hastío;  La  fruta  robada  sabe 
mejor),  ¿debería  formularse  el  refrán 
cuestionado  en  los  términos  que  paso 
a  indicar:  Todo  lo  ajeno  parece  bien,  sino 
hombre  ajeno  sobre  mujer}...  Decida  el 
más  juicioso  lector. 

Acompáñate,  o  júntate,  con  buenos,  o 
Allégate,  o  arrímate,  a  los  buenos,  y 
serás  uno  de  ellos. 

Enseña  el  provecho  que  se  saca  con 
las  buenas  compañías. 

De  buenos  es  honrar. 

Las  personas  dignas  son  incapaces 
de  cometer  acciones  que  redunden  en 
desprestigio  o  deshonra  de  otros. 

De  buenos  viene  quien  da  lo  que  tiene. 
La  nobleza  de  corazón  suele  ser  pa- 
trimonio adquirido  de  los  antepasados 
de  quien  la  posee. 

Decir  y  hacer  es  para  buenos. 

Denota  que  las  personas  de  bien 
prometen  y  cumplen,  a  diferencia  de 
los  que  ofrecen  mucho  y  nada  hacen. 

Entre  buenos,  es  fuero  que  valga  la  vir- 
tud más  que  el  dinero. 

Las  personas  honradas  estiman  me- 
nos las  riquezas  que  las  nobles  ac- 
ciones. 


BUEY 


—  i35 


BUEY 


Honra  a  los  buenos,  castiga  a  los  malos, 
y  ten  quedas  las  manos. 

Recomienda  la  justicia  y  la  honradez 
como  prendas  inapreciables. 
Hónrenme,  que  de  buenos  vengo. 

Moteja  a  aquel  que  presume  ridicu- 
lamente de  la  nobleza  de  sus  antepasa- 
dos con  el  fin  de  que  se  le  rinda  acata- 
miento. 
Ni  para  buenos  cumple  ganar,  ni  para 
ínalos  dejar. 

Refiérese  a  los  hijos,  pues  en  cuanto 
a  los  primeros,  ellos  saben  hacerlo,  y 
respecto  a  los  segundos,  no  se  lo  me- 
recen, pues  han  de  dilapidar  el  capital 
heredado. 
Nosotros  somos  los  buenos;  nosotros,  ni 
más  ni  ?nenos. 

Denota  cuánto  suele  cegar  el  espíri- 
tu de  partido  o  de  secta. 
j  Que' buenos  sernos...,  mientras  comemos! 
Refrán  satírico  con  que  se  nota  la 
ruin  y  villana  conducta  de  aquellos  que 
sólo   elogian   a  una   persona   en   tanto 
que  de  ésta  están  recibiendo  favores 
y  beneficios,  convirtiendo  en  dicterios 
sus  anteriores  aplausos  en  el  momento 
en  que  nada  esperan  seguir  alcanzando 
de  ella. 
Servidlo,  que  de  buenos  viene. 

Indica  lo  mucho  que  pueden  el  abo- 
lengo y  los  antecedentes  de  una  per- 
sona para  ser  bien  considerada  por  la 
sociedad.  Algunas  veces  se  emplea  en 
sentido  irónico. 
Todos  queremos  ser  buenos,  v  lo  logramos 
los  menos. 

Denota  que  no  es  lo  mismo  decir  que 
hacer;  pues  las  intenciones  pueden  ser 
óptimas,  pero  no  siempre  la  práctica 
responde  a  la  intención. 
BUEY.  —  A  buey  harón,  poco  le  presta  el 
aguijón. 

Se  aplica  a  la  persona  lerda  o  pere- 
zosa, que  por  mucho  que  la  estimulen, 
nunca  sale  de  su  paso. 
A  buey  viejo,  cencerro  nuevo. — V.  A  rocín 

viejo,  cabezadas  nuevas. 
A  buey  viejo  no  le  cates  abrigo. 

Dícese  contra  los  que  quieren  dar 
consejos  y  advertencias  a  los  experi- 
mentados. 
Al  buey  dejarlo  mear  y  hartarlo  de  arar. 
V.  Para  el  carro  v  mearán  los  hueves. 


Al  buey  maldito  el  pelo  le  reluce. 

Advierte  que  los  malos  deseos  del 
enemigo  regularmente  salen  vanos,  y 
aun  suelen  resultar  en  provecho  del 
sujeto  contra  quien  se  tienen. 

Al  buey  por  el  cuerno,  o  por  el  asta,  y  al 
hombre  por  la  palabra. 

Declara  quedar  el  hombre  tan  atado 
por  la  palabra  a  cumplirla,  como  el 
buey  uncido  por  el  cuerno  para  tirar  o 
arar. 

Al  buey  viejo  múdale  el  pesebre  y  dejará 
el  pellejo. 

Significa  que  las  personas  ancianas, 
cambiando  de  clima,  alimentos  y  cos- 
tumbres, exponen  su  salud  y  su  vida. — 
También  se  dice:  Al  viejo  múdale  el  aire 
y  darte  ha  el  pellejo.  (Véase.) 

Al  buey  viejo  no  le  cates  majada,  que  él 
se  la  cata.  —  V.  A  buey  viejo  no  le  cates 
abrigo. 

Andar  a  paso  de  buey,  o  Andar  más  des- 
pacio que  un  buey,  o  Ser  más  pesado 
que  un  buey.  —  Y.  Andar  como  una  ca- 

RKETA. 

Ara  con  buey,  guarda  la  ley,  sirve  a  iu 
rey,  y  está  seguro  de  que  no  tendrás  plei- 
to alguno. 

Enseña  cómo  el  mejor  medio  de  evi- 
tar contrariedades,  disgustos  y  perse- 
cuciones es  no  oponerse  a  las  prácti- 
cas comúnmente  recibidas,  y,  como 
suele  decirse,  seguir  la  corriente. 

Are  mi  buey  por  lo  delgado,  y  el  tuyo  por 
lo  alobado. 

Manifiesta  que  la  tierra  removida  por 
el  arado  es  más  productiva  que  la  alo- 
bada,  que  es  la  que  queda  sin  remover 
entre  surco  y  surco. 

Buey  corvo  y  asno  combo,  o  Buey,  fron- 
tudo; caballo,  cascudo. 

Indica  las  cualidades  que  son  prefe- 
ribles respectivamente  en  los  animales 
de  una  y  otra  especie. 

Buey  longo  y  rocín  redondo.  —  V.  Buey 
corvo  y  asno  combo. 

Buey  me  mata  y  vaca  me  alaba,  o  Buey 
muerto,  vaca  es. 

Muchas  cosas  ganan  en  estimación 
con  sólo  variar  de  nombre.  Así  sucede, 
verbigracia,  con  la  carne  del  buey  que 
se  mata  con  destino  al  alimento  común, 
la  cual  adquiere  más  importancia  en 
el  mero  hecho  de  ser  expendida  en  el 


BUEY 


136  — 


BUEY 


mercado  como  si  lo  fuera  realmente 
de  vaca. 
Buey  teniente,  dura  la  simiente. 

El  trabajo,  para  que  dure,  ha  de  ser 
moderado. 
Buey  viejo,  surco  derecho. 

Aplícase  a  los  hombres  que,  guiados 
de  su  inteligencia  y  práctica,  manejan 
bien  los  encargos  que  se  les  han  confia- 
do o  los  oficios  que  desempeñan. 
Caminar  por  do  va  el  buey.  —  V.  Por  la 

puente,  que  está  seca. 
Ceja  el  buey,  ceja  la  muía,  pero  el  asno 
no  ceja  nunca. 

Contra  los  testarudos,  a  quienes  se 
moteja  de  burros  por  su  condición  de 
terquedad. 
Cuando  el  buey  viejo  no  tiene  tos,  mal 
anda  la  hoz. 

Si  el  arado  no  prepara  el  campo  para 
la  siembra,  no  es  de  extrañar  que  no 
llegue  a  verificarse  la  siega. 
¿Dónde  irá  el  buey  que  no  are? 

Enseña  que  en  todos  los  estados  u 
oficios  es  preciso  sufrir.  Algunos  aña- 
den: o  la  yegua  que  no  trille? 
El  buey  bravo,  en  tierra  ajena  se  hace 
manso. 

Denota  que  en  país  extraño  se  pro- 
cede con  más  templanza  y  moderación, 
por  faltar  el  apoyo  que  se  halla  en  el 
propio. 
El  buey  conoció  a  su  poseedor,  y  el  asno  el 
pesebre  de  su  señor.  —  V.  El  buey  y  el 
asno  conocen  su  pesebre  y  a  su  amo. 
El  buey  harto  no  es  comedor. 

Significa  que  la  continuación  en  los 
deleites  llega  a  causar  hastío. 
El  buey  pace  donde  yace. 

Cada  cual  tiene  que  atemperarse  a 
la  posición  que  ocupa,  población  en 
que  reside,  casa  que  habita,  etc.;  en 
una  palabra,  conformarse  con  la  clase 
social  a  que  pertenece. 
El  buey  que  me  acornó,  en  buen  lugar  me 
echó,  o  El  buey  que  me  corneó,  a  buena 
parte  me  echó. 

Denota  que  lo  que  parece  desgracia 
suele  ser,   a   veces,  origen  de  alguna 
fortuna. 
El  buey  ruin,  en  cuerno  crece. 

Da  a  entender  que  las  personas  de 
malas  inclinaciones  suelen  ir  creciendo 
en  vicios  al  par  de  los  años. 


El  buey  sin  cencerro  piérdese  presto. 

Advierte  el  cuidado  y  diligencia  que 
se  deben  poner  en  las  cosas  para  que 
no  se  pierdan. 
El  buey  suelto  bien  se  lame. 

Significa  lo  apreciable  que  es  la  liber- 
tad e  independencia.  Este  refrán  sir- 
ve de  lema  a  los  refractarios  al  matri- 
monio. 
El  buey  traba  el  arado,  mas  no  de  su 
grado. 

Indica  que  el  trabajo  siempre  cuesta 
alguna  repugnancia  o  violencia,  máxi- 
me a  los  holgazanes. 
El  buey  viejo  arranca  la  gatuña  del  bar- 
becho. 

Expresa  que  no  se  deben  despreciar 
ligeramente  las  cosas  viejas,  porque 
suelen  ser  muchas  veces  de  grande 
provecho  y  aun  de  mayor  utilidad  que 
las  nuevas. 
El  buey  viejo,  con  la  luna  mosquea. 

Es  propio  de  la  vejez  tener  el  carác- 
ter áspero  y  desabrido,  efecto  de  los 
achaques  naturales  de  la  edad. 
El  buey_y  el  asno  conocen  su  pesebre  y  a  su 
amo. 

No  hay  nadie,  por  negado  que  sea,, 
que  no  reconozca  lo  que  es  suyo  o  le 
beneficia. 
El  que  no  tiene  buey  ni  cabra,  toda  la  no- 
che ara,  o  El  que  no  tiene  buey  ni  vacar 
toda  la  noche  ara,  y  a  la  mañana  no  tie- 
ne nada. 

Enseña  el  desvelo  y  cuidado  que  oca- 
siona el  carecer  de  los  medios  necesa- 
rios para  algún  fin. 
El  ruin  buey,  holgando  se  descuerna. 

Dícese  de  los  que  se  fatigan  con  poco- 
trabajo. 
Habló  el  buey  v  dijo :  ¡Mu! 

Se  aplica  a  los  necios  acostumbrados 
a  callar,  y  que  cuando  llegan  a  romper 
el  silencio  es  sólo  para  decir  algún  dis- 
parate. Bien  lo  pinta  en  las  siguientes 
conocidas  redondillas  uno  de  nuestros 
clásicos  epigramáticos: 

«Junto  a  un  buey  gordo  cantaban 
un  ruiseñor  y  un  canario, 
y  en  lo  gracioso  y  lo  vario 
iguales  los  dos  quedaban. 

«Decide  la  cuestión  tú», 
dijo  al  buey  el  ruiseñor; 
y  metiéndose  a  censor, 
habló  el  buey  y  dijo :  ¡Mu!» 


BUEY 


137 


BULA 


Hacer  'más  daño  que  un  buey  por  un  te- 
jado. 

Porque  con  el  peso  de  su  mole  y  lo 
aplanado  de  sus  pezuñas,  hace  pedazos 
cuanto  coge  debajo. 

Este  refrán  deberá  probablemente  su 
origen  a  aquellos  sitios  montuosos  de 
España  en  que  no  es  raro  ver  casuchas 
o  establos  cuya  techumbre  está  al  ni- 
vel del  camino,  por  lo  que  no  se  hace 
difícil  que  yendo  por  él  el  ganado  va- 
cuno, se  le  antoje  alguna  vez  ladearse 
hacia  las  barracas,  causando,  al  pisar 
la  cubierta  de  las  mismas,  el  daño  con- 
siguiente. 
Lo  que  ha  de  cantar  el  buey,  canta  la  ca- 
rreta.— V.  Lo  que  ha  de  cantar  el  carro, 
canta  la  carreta. 
Más  caga,  o  come,  un  buey,  que  cien  go- 
londrinos. 

Indica  que  un  enemigo  poderoso 
mete  más  ruido  que  muchos  peque- 
ños.—  También  significa  que  un  gran 
negocio  suele  ser  más  productivo  que 
varios  de  menor  cuantía. 
Ni  buey  cansado,  ni  cantor  mal  medrado. 

Así  como  aquél  no  tiene  fuerzas  para 
trabajar,  tampoco  las  tiene  para  poder 
cantar  el  hombre  de  constitución  ra- 
quítica o  que  se  halla  poco  alimentado. 
Ni  buey  de  Monda,  ni  hombre  de  Ronda. 

Alude  a  las  malas  condiciones  de  uno 
y  otro. 
Ni  por  buey  ni  por  vaca,  no  tomes  mujer 
maniaca. 

Exhorta   a  no  contraer  matrimonio 

con  tales  hembras,  aun  cuando  lleven 

buena  dote. — V.  Ni  por  casa  ni  por  viña, 

no  tomes  mujer  jimia,  o  garrida,  o  parida. 

No  es  buey  de  hurto. 

Dícese  contra  los  que  exageran  al- 
guna falta  o  pecado. — Alude  a  la  grave 
pena  con  que  se  castigaba  en  la  ley  an- 
tigua el  hurto  de  un  buey,  pues  orde- 
naba que  el  ladrón  restituyese  cinco 
bueyes  por  cada  uno  de  los  que  había 
robado. 
No  hay  cuidado,  que  es  buey  manso,  o  que 
no  embiste. 

Frase  figurada,  que  se  emplea  refi- 
riéndose al  que  se  conocen  claramente 
sus  intenciones. 
Creer  que  los  bueyes  vuelan. 

Ser  un  simplón. 


Entre  bueyes  no  hay  cornadas.  —  V.  En- 
tre sastres  no  se  pagan  hechuras. 
Por  los  bueyes  que  son  de  mi  padre,  si- 
quiera aren,  siquiera  no  aren. 

Refrán  irónico  con  que  se  da  a  en- 
tender el  poco  cuidado  que  solemos 
poner  en  las  cosas  que  no  nos  intere- 
san o  atañen  directamente. 
Quien  bueyes  ha  perdido,  cencerros  se  le 
antojan,  o  Quien  bueyes  ha  perdido, 
los  cencerros  trae  al  oído. 

Manifiesta  que  la  persona  que  está 
obsesionada  con  una  idea,  en  todas 
partes  y  a  cada  momento  cree  hallar 
algo  que  se  la  recuerda. 
Quien  todo  lo  contó',  o  miro,  con  bueyes, 
no  ara. 

Exhorta  a  no  poner  toda  la  confianza 
del  buen  éxito  de  un  asunto  en  manos 
extrañas,  omitiendo  uno  por  su  parte 
toda  diligencia  o  vigilancia  conducente 
a  dicho  buen  resultado. 
BUEYECILLO.  —  Bueye  cilio  de  campo, 
que  holgando  se  descorno'.  —  V.  El  ruin 
buey,  holgando  se  descuerna. 
De  bueyecillo  verás  qué  buey  harás. 

Indica  que  el  carácter  de  las  perso- 
nas se  puede  conocer  por  sus  inclina- 
ciones desde  pequeñas. 
BUFONES.—  Ya  no  hay  bufones. 

Dícese  a  aquellas  personas  que  por 
halagar  a  otra  que  es  superior,  le  ríen 
sus  gracias  o  procuran  distraerla  con  las 
suyas. — También  se  usan  como  equiva- 
lentes :  Se  acabo'  el  tiempo  de  los  bufones, 
o  Se  acabó  el  tiempo  en  que  los  reyes 
pagaban  bufones. 
BUHONERO.  —  Cada  buhonero  alaba 
sus  agujas. 

Da  a  entender  que  todos  celebramos 
nuestras  cosas,  aunque  no  lo  merezcan. 
BUITRE.— Comer  como  un  buitre. 

Ser   glotón,    comiendo    apresurada- 
mente. 
No  saber  más  de  una  cosa  que  un  buitre. 
No  entender  absolutamente  nada  de 
aquello  de  que  se  está  tratando. 
BUITRERA.  —  Estar  ya  para  buitrera. 
Dícese  de  la  bestia  flaca  que  está  ya 
próxima  a  morirse  y  servir  de  alimento 
a  los  buitres. 
BULA.  —  A  la  bula  y  al  casero,  el  peor 
dinero. 

Manifiesta  de  cuan  mala  gana  apron- 


BULA 


-  138  - 


BULTO 


tan  algunas  personas  el  dinero  para  la 
adquisición  de  estos  dos  derechos. 

Bula  del  Papa,  ponía  sobre  la  cabeza  y 
págala  de  plata. 

Denota  lo  caro  que  a  veces  suelen 
resultar  ciertos  favores  recibidos. 

Ir  publicando  la  bula. 

Hacer  pública  y  notoria  alguna  cosa; 
irla  divulgando. 

No  poder  uno  con  la  bula. 

Estar  desfallecido;  sin  fuerzas  para 
nada. 

No  valerle  a  uno  la  bula  de  Meco. 

Aplícase  a  yna  persona  para  asegu- 
rar que  cuantos  medios  ponga  en  eje- 
cución, por  más  favorables  que  parez- 
can, no  serán  bastantes  a  librarle  del 
castigo  o  de  las  desgracias  que  le  ame- 
nazan.— Es  alusión  a  una  bula  muy  lata, 
por  medio  de  la  que  concedió  Su  San- 
tidad un  gran  número  de  privilegios  y 
exenciones  a  los  habitantes  de  Meco, 
pueblo  de  la  provincia  de  Madrid,  obte- 
nida por  intercesión  y  a  favor  del  con- 
de de  Tendilla,  señor  de  dicha  villa,  que 
había  estado  muchos  años  en  Roma  y 
prestado  servicios  especiales  al  Papa  y 
a  su  corte. 

En  el  tomo  III  de  la  revista  El  Ave- 
riguador Universal  se  dio  la  siguiente 
explicación: 

«La  villa  de  Meco  perteneció,  con 
otras  seis  o  siete  del  contorno  enclava- 
das en  la  actual  provincia  de  Guada- 
lajara,  al  señorío  del  célebre  marqués 
de  Villena,  cuyo  poderío,  saber  y  bru- 
jerías son  bien  conocidos  de  todos. 
Meco  era  la  cabeza  o  metrópoli  de  toda 
la  jurisdicción.  Un  soberano  pontífice, 
cuyo  nombre  no  hace  al  caso,  querien- 
do dar  una  perpetua  prueba  de  su  ca- 
riño al  nigromántico  marqués,  otorgóle 
una  bula  en  que  se  consignaban  tantas 
indulgencias,  fueros,  privilegios,  exen- 
ciones, preeminencias  y  prerrogativas, 
así  al  señor  feudal  como  a  sus  vasallos, 
que  apenas  había  un  solo  caso  en  que 
no  se  pudiese  aplicar  la  celebérrima 
bula.  Ninguna  persona  del  estado  no- 
ble, llano  o  eclesiástico  podía  celebrar 
contrato  ni  contraer  deudas  ni  obliga- 
ciones de  ningún  género  con  los  sub- 
ditos de  la  jurisdicción  del  marqués, 
porque   siempre   éstos  hallaban  en   la 


bula  de  Meco  algún  distingo  para  no 
cumplir  sus  compromisos,  pagar  sus 
deudas  o  llevar  a  efecto  sus  contratos. 
No  había  ley  humana,  por  muy  justa  y 
equitativa  que  fuese,  que  al  ser  invo- 
cada en  favor  del  derecho  de  algún  no 
subdito  del  marqués  de  Villena,  no  en- 
contrase una  contra  en  dicha  bula.  Así 
es  que  los  de  Meco  y  su  jurisdicción 
eran  invulnerables,  escudados  con  el 
documento  en  cuestión.  Toda  senten- 
cia de  juez  no  era  válida  hasta  que  se 
veía  si  se  oponía  en  algo  a  la  bula.  Ésta 
era,  pues,  la  panacea  que  curaba  a  to- 
dos los  que  se  hallaban  bajo  el  señorío 
del  de  Villena,  y  el  bu  de  cuantos  con 
ellos  tenían  que  pleitear.  Así,  pues, 
cuando  a  uno  no  le  valia  la  bula,  de 
Meco,  era  porque  su  asunto  estaba  tan 
intrincado,  o  era  crimen  tan  enorme, 
que  no  había  medios  de  salvarle.» 
Para  mentir,  nunca  hay  bula. 

Da  a  entender  que  la  mentira  no  pue- 
de ser  justificada  ni  disculpada  por  nada. 
Para  todo  hay  bula  de  composición,  o  de 
difuntos,  en  este  mundo. 

Tener  remedio  para  todo. 
Echar  las  bulas  a  uno. 

Imponerle  alguna  carga  o  gravamen. 
Reprenderle  severamente. 
Vender  bulas. 

Frase  que  se  suele  emplear  contra 
los  hipócritas. 
Vender  bulas  sin  ser  Cuaresma. — V.  Ven- 
der BULAS. 

BULTO. — Andarle  buscando  el  bulto  a  uno. 
Andar  buscando  ocasión  de  suscitar- 
le camorra  o  de  darle  que  sentir. 
Bulto  romano  y  cuerpo  senes,  andar  flo- 
rentin  y  parlar  bolones. 

Elogio  tributado  a  dichas  cuatro  cir- 
cunstancias, ensalzando  el  rostro  de  las 
mujeres  de  Roma,  la  estatura  y  buenas 
formas  corporales  de  las  de  Sena,  el 
apuesto  continente  o  garbosidad  de 
las  de  Florencia  y  el  lenguaje  de  las  de 
Bolonia. 
Cogerle  a  uno  el  bulto. 

Haberlo  a  las  manos.  —  También  se 

emplean   los   verbos  pillar,  pescar  y 

otros  análogos. 

Considerar  una  cosa  a  bulto. 

Superficialmente,    sin   descender  a 
pormenores;  por  mayor,  en  globo. 


BULLA 


—  139 


BURLA 


Escurrir  el  bulto. 

Huir,  escapar,  procurando  general- 
mente que  no  se  note  la  ausencia,  má- 
xime cuando  se  trata  de  evitar  algún 
compromiso,  tal  como  gasto,  comida  o 
bebida,  conversación,  etc.  —  Empléa- 
se también  con  los  verbos  guardar  y 
huir. 
Hacer  una  cosa  a  bulto. 

Sin  reflexión,  atropelladamente,  a  lo 
que  salga. 
Menearle  el  bulto  a  uno. 

Buscarle,    sacudirle,  darle  golpes   o 
una  paliza. — Dícese  también :  Tentarle, 
o  tocarle,  a  uno  el  bulto. 
Mientras  menos  bulto,  más  claridad. 

Manera  indirecta,  aunque  bastante 
expresiva,  de  dar  a  entender  que  mo- 
lesta o  estorba  la  intervención  o  la 
presencia  de  una  persona  o  de  algún 
objeto. 
Poner  de  bulto  una  cosa,  o  de  bulto  y 
relieve. 

Referirla  o  exponerla  de  modo  que 
llame  la  atención  vivamente,  a  fin  de 
que  resalte  y  pueda  ser  apreciada  en 
todo  el  valor  que  tenga  o  que  quera- 
mos darle. 
Ser  de  bulto  una  cosa. 

Ser  muy  clara,  manifiesta,  compren- 
sible y  notoria. 
Tirarse  uno  al  bulto. 

Acometer  directa  y  prontamente  la 
empresa  que  uno  se  propone,  con  ex- 
clusión de  toda  clase  de  rodeos,  digre- 
siones y  miramientos. 
BULLA.— Meter  a  bulla. 

Impedir  que  se  prosiga  en  un  asunto, 
introduciendo  especies  extrañas  o  ape- 
lando a  gritos  y  voces  descompuestas, 
a  falta  de  razones. 
BULLEBULLE.  -Ser  un  bullebulle. 

Dícese  de  la  persona  inquieta,  entre- 
metida y  de  excesiva  viveza. 
BULLIR.  —  Bullirle  a  uno  una  cosa,  o  una 
idea,  afecto,  etc. 

Expresa  el  deseo  vehemente  que  se 
tiene  de  algo,  como  bullirle  a  uno  los 
pies,  cuando  ve  bailar,  etc.  —  Querer 
precisar  un  recuerdo,  idea,  etc.,  que 
no  acaba  de  acudir  de  manera  clara  a 
nuestra  memoria.  —  Agitar  en  activa  y 
constante  impresión  el  corazón  o  el 
cerebro  el  afecto  de  que  se  trate. 


BUNIATO.  —  El  buniato,  en  lodo,  y  la 
yuca,  en  polvo. 

Es  refrán  americano,  que  indica  cómo 
deben  sembrarse  las  plantas  a  que  se 
refiere. 

BUÑOLERO.— Buñolero,  a  tus  buñuelos, 
o  haz  tus  buñuelos.  — V.  Zapatero,  a  tus 
zapatos. 
Buñolero  solía  ser,  volvíme  a  mi  menes- 
ter.— V.  Zapatero,  a  tus  zapatos. 

BUÑUELO.  —  Como  si  fuese  buñuelo.  — 

V.  ¿Es  BUÑUELO? 

¿Es  buñuelo?,  o  No  es  buñuelo,  o  No 
son  buñuelos,  o  No  es  buñuelo,  que 

se  echa  a  freír. 

Dícese  a  los  que  pretenden  que  se 
haga  rápidamente  una  cosa  que  requie- 
re tiempo  y  madurez  para  pensarla  o 
llevarla  a  efecto. 
Hacer  un  buñuelo. 

Confeccionar   una   obra   tosca,    mal 
hecha;  hacer  una  plasta. 
BURDEL.— Ser  un  burdel. 

Aplícase  al  sitio  donde  hay  mucho 
jaleo,  movimiento  y  bulla. 
BUREO.— Entrar  en  bureo. 

Meterse  de  lleno  en  algazaras  o  fies- 
tas; divertirse. — Juntarse  para  tratar  al- 
guna cosa  y  dictaminar  acerca  de  ella.— 
Entrar  en  discusión  o  consulta. 
BURGOS. — Burgos  tiene  mal  cielo,  y  Ma- 
drid lo  tiene  bueno. 

Alude  a  que  aquella  tierra,  por  causa 
de  su  mucha  humedad,  levanta  vapo- 
res, con  que  frecuentemente  reinan  las 
nieblas,  lo  que  no  sucede  en  Madrid, 
por  ser  país  más  seco. 
De  Burgos  a  la  mar,  todo  es  7iecedad. 

Denota  cuánto  más  común  es  la  ig- 
norancia que  no  la  sabiduría. 
BURLA.— Burla  burlando. 

Sin  advertirlo  o  sin  darse  cuenta  de 
ello.  —  Disimuladamente  o  como  quien 
no  quiere  la  cosa. 
Burla  burlando  vase  el  lobo  al  asno. 

Advierte  la  facilidad  con  que  cada  uno 
se  encamina  a  lo  que  es  de  su  inclina- 
ción o  conveniencia. 
Burla  con  daño  no  cumple  el  año. 

Da  a  entender  que  las  burlas  perju- 
diciales no  duran  mucho  tiempo. 
Entre  burla  y  juego.  —  V.  Burla  burlan- 
do, o  Entre  chanza  y  broma,  o  En  tono  de 

BROMA. 


BURLA 


—  140 


BURRA 


La  burla,  dejarla  cuando  más  agrada. 
Indica  que    la  demasiada  continuar 
ción  de  la  chanza  suele  parar  en  pesa- 
dumbre y  disgusto. 

La  burla  es  la  retórica  del  diablo. 

Alude  a  lo  difícil  que  es  el  género 
humorístico  en  Literatura,  y  aun  en  las 
bellas  artes  todas,  por  ser  muy  oca- 
sionado a  incurrir  en  lo  ridículo  o  ex- 
travagante. 

No  hay  peor  burla  que  la  verdadera. 

Aconseja  que  en  las  chanzas  no  se 
eche  en  cara  a  los  otros  los  defectos  de 
que  adolecen. 

Quien  hace  la  burla,  guárdese  de  la  esca- 
rapulla. 

Denota  que  quien  gasta  chanzas  pe- 
sadas debe  recelarse  de  enemistades  y 
venganzas. 

Todo  es  burla,  sino  estudiar  y  más  estudiar 
y  tener  favor  y  ventura. 

Indica  que  el  mérito,  por  lo  general, 
sin  apoyo  y  suerte  no  suele  abrirse 
paso. 

Todo  es  burla,  sino  ser  pastor  en  Turra. 
Este  refrán,  que  apunta  el  Comenda- 
dor Griego  sin  comentarlo,  me  parece 
que  está  redactado  en  estilo  burlesco, 
pues  no  conozco,  ni  sé  que  exista  en  Es- 
paña, más  Turra  que  una  aldea  en  Lo- 
groño y  otra  en  Salamanca,  ambas  a  cual 
más  pobres  y  reducidas  en  su  vecinda- 
rio. Siendo  de  presumir,  por  otra  parte, 
que  el  abolengo  de  este  refrán  es  rús- 
tico de  todo  punto,  se  puede  asegurar, 
sin  género  de  duda,  que  en  un  princi- 
pio se  diría  bulra  por  burla  (metáte- 
sis muy  usada  entre  la  gente  labriega 
de  antaño)  a  fin  de  hacer  resaltar  me- 
jor la  consonancia  entre  sus  dos  miem- 
bros componentes. 

A  las  burlas,  así  ve  a  ellas,  que  no  te 
salgan  a  veras,  o  que  las  dejes  cuando 
quieras. 

Enseña  el  miramiento  y  discreción 
que  se  deben  guardar  en  las  chanzas 
para  que  no  degeneren  en  pesadas  u 
ofensivas. 

Burlas  de  manos,  burlas  de  villanos.— 
V.  Juegos  de  manos,  juegos  de  villanos. 

Decir  una  cosa  entre  burlas  y  veras. 

Expresar  algo,  generalmente  des- 
agradable, en  tono  festivo  y  chancero; 
pero    dejando   comprender   al   oyente 


que  el  fondo  es  serio,  ya  que  no  lo  sea 
la  forma. 

En  burlas^  en  veras,  el  reloj  sea  sin  pesas. 
Manera   de  terminar   una   cuestión, 
dando  a  entender  que  nos  salimos  con 
nuestra  teoría. 

Esas  burlas  a  un  cuñado.  —  V.  A  otro 
perro  con  ese  hueso. 

Las  burlas  se  vuelven  en  veras,  o  Las 
burlas  son  vísperas  de  las  veras. 

Da  a  entender  que  lo  que  se  empie- 
za por  un  simple  capricho  suele  termi- 
nar en  serio. 

Ni  en  burlas  ni  en  veras  con  tu  amo  par- 
tas peras. 

Enseña  que  no  conviene  usar  de  fa- 
miliaridad con  los  superiores. 

No  son  burlas  las  que  duelen. 

Aconseja  que  no  se  extremen  las 
chanzas  hasta  el  punto  de  molestar  tí 
ofender  a  la  persona  a  quien  se  dirigen^ 

No  son  burlas  las  que  redundan  en  des- 
precio ajeno. — V.  No  son  burlas  las  que 
duelen. 

Suelen  con  las  burlas  encubrirse  las  veras-- 
Muchas  veces,  bromeando,  se  dice  la 
verdad,  y  como  se  toma  por  burla,  no 
se  cree,  que  es  lo  que  nos  proponemos. 
BURRA.—  A  burra  vieja,  cincha  amarilla. 
Satiriza  a  las  personas  que,  siendo 
ya  de  cierta  edad,  quieren  presumir  de 
jóvenes  en  su  atavío  personal,  general- 
mente con  poco  gusto,  o  por  lo  menos 
con  el  gusto  impropio  de  sus  años. 

A  la  burra  vieja,  arracadas  nuevas.  — 
V.  A  burra  vieja,  cincha  amarilla. 

Burra  de  villano,  andadura  de  muía  en 
verano,  o  muía  de  silla  en  verano. 

Expresa  que  los  que  están  acostum- 
brados al  trabajo,  aunque  sean  de  me- 
nos fuerza  que  otros,  se  igualan  en  re- 
sistencia a  éstos. 

Caer  de  su  burra.  —  V.  Caer  de  su  asno. 
o  Caer  de  su  burro. 

Cuando  viene  a  pelo,  aunque  la  burra  se 
caiga  al  suelo. 

Exhorta  a  aprovechar  la  oportuni- 
dad que  se  viene  a  las  manos,  aun 
cuando  para  ello  se  necesite  hacer  al- 
gún sacrificio  o  tener  que  chocar  con 
algún  respeto  humano. 

Descargar  ¡a  burra. 

Frase  que  se  emplea  para  notar  al 
que  sin  causa  bastante  rehusa  el  traba- 


, 


BURRO 


141 


BURRO 


jo  que  le  corresponde,  echando  la  car- 
ga a  otro. 

.Estarle  a  uno  una  cosa  como  a  la  burra 
las  arracadas. 

Sentarle  mal  una  cosa  a  aquel  que 
se  la  pone. 

írsele   a    uno    la   burra.  —  V.  írsele  la 

LENGUA. 

L,a  burra  preñada,   cargarla   hasta  que 
para. 

Censura  a  los  que  exigen  de  otros 
más  trabajo  del  que  pueden  soportar. 
Empléase  en  sentido  irónico. 
jMala  burra  hemos  comprado! 

Indica  el  mal  resultado  de  un  nego- 
cio cuyo  éxito  parecía  seguro. — Dícese 
también,   irónicamente  :  ¡Buena  burra 
hemos  comprado! 
Ni  burra  mohína,  ni  mujer  supina. 

Advierte  que  no  convienen  ni  la  bu- 
rra que  rehuya  el  trabajo  ni  la  mujer 
marisabidilla. 
Salirle  a  uno  la  burra  capada. — V.  Salir- 

le  a  uno  la  criada  respondona. 
Si  la  burra  no  se  cansa,  no  se  me  irá 
Sancha. 

Encomienda   la   perseverancia   para 
conseguir  un  fin. 
/  Vuelta  la  burra  al  trigo! 

Expresión  con  que  se  .moteja  a  las 
personas  porfiadas,  cuando  insisten  en 
una  pretensión. 
Xo,  que  te  estregó,  burra  de  mi  suegro. 
Se  aplica  a  los  que  se  resienten  cuan- 
do les  hacen  bien. 
BURRO.  —  A  burro  viejo  múdale  el  pese- 
bre, darte  ha  el  pellejo. 

El  cambio  de  morada  en  las  perso- 
nas ancianas  suele  producirles  tal  im- 
presión, que  les  cuesta  la  vida. 
A  burro  viejo,  poco  verde. 

Aconseja  dar  a  los  viejos  alimentos 
substanciosos. 
Al  burro  viejo,  la  mayor  carga  y  el  peor 
aparejo. 

Indica  que,  cuando  por  la  edad,  se 
puede  trabajar  menos,  es  cuando  suelen 
tenerse  más  preocupaciones  y  se  reci- 
ben menos  miramientos. 
Caer  de  su  burro. 

Frase  figurada  que  se  emplea  para 
significar  que  uno  ha  comprendido  que 
sostenía  un  error  o  que  estaba  equivo- 
cado. 


Cavilar  lo  que  un  burro  en  un  trigo. 
No  pensar  más  que  en  comer. 

Concluírsele  a  uno  el  burro. 

Manera  jocosa  de  decir  equivalente 
a  Acabársele  a  uno  el  asno.  (Véase.) 

Correr  burro. 

Desaparecer  una  cosa;  perderse,  des- 
truirse. 

Donde  alcanzo  yo,  alcanza  un  burro. 

Moteja  de  necio,  empleándose  más 
comúnmente  en  segunda  o  tercera  per- 
sona.—  Es  frase  atribuida  al  alcalde  de 
cierto  lugar,  en  cuya  plaza  pública  iba 
a  construirse  un  abrevadero  para  las 
caballerías,  y  como  se  dudase  la  altura 
que  había  de  dársele  para  que  alcanza- 
sen todas,  pidiendo  uno  que  llevasen 
una  caballería  menor  para  medirla,  ex- 
clamó el  monterilla  que  no  hacía  falta, 
puesto  que  él  daría  la  medida,  agre- 
gando la  frase  susodicha,  que  se  ha  con- 
vertido en  proverbial. 

El  burro  delante,  para  que  no  se  espante. 

Satiriza  a  los  que,  hablando  de  varias 

personas,  se  citan  antes  que  los  demás. 

El  burro  que  más  trabaja,  más  pronto 

rompe  el  aparejo. 
1      Aconseja  la  prudencia  en  el  trabajo, 
a  fin  de  no  agotarse  prematuramente. 

El  burro  que  no  está  hecho  a  albarda, 
muerde  la  atafarra.  —  V.  Quien  no  está 
hecho  a  bragas,  las  costuras  le  hacen 
llagas. 

El  que  nace  para  burro,  muere  macho.  — 
V.  El  que  nace  para  ochavo  no  llega  a 
cuarto. 

El  que  tiene  un  burro  y  lo  vende,  él  se  en- 
tiende. 

Da  a  entender  que  cada  cual  sabe  a 
qué  obedecen  las  determinaciones  que 
toma. 

¡Maldecido  sea  el  burro  que  no  es  capaz  de 
estrenar  una  albarda! 

Contra  los  que  se  casan  con  viuda. 

Más  fácil  es  al  burro  preguntar,  que  al 
sabio  contestar. 

Censura  los  vuelos  de  los  sabios,  es- 
pecialmente de  los  presumidos  e  infa- 
tuados. 

Más  vale  burro  vivo  que  doctor  muerto. 
Indica  que  son  preferibles  las  venta- 
jas de  vivir,  aun  en  posición  modesta, 
a  las  de  morir,  aunque  sea  rodeado  de 
fama  y  honores. 


BURRO 


—  142 


BUSILIS 


Ningún  burro  se  queda  calvo. 

Aplícase  a  las  personas  de  edad  que 
tienen  mucho  cabello.  Inútil  es  adver- 
tir que  sólo  se  dice  festivamente  y  a 
personas  de  toda  confianza,  tratándose 
de  gentes  de  buena  educación. — Véase 
Muchos  burros  hay  canos,  pero  ninguno 
calvo. 
No  le  llevaré  en  mi  burro  a  Ar ganda, 
aunque  vaya  de  vacio. 

Equivale  a  decir  que  uno   es  anti- 
pático. 
No  quiere  morir  de  cornada  de  burro  ni 
de  patada  de  gorrión. 

Aplícase  a  los   pusilánimes  que  se 
asustan  por  todo,  viendo  peligros  en 
todas  partes. 
Porque  un  burro  dé  una  coz,  ¿se  le  ha  de 
corlar  la  pata} 

Los    castigos    no    han   de   rayar   en 
crueldad. 
Puesto  en  el  burro,  o  una  vez  en  el  bu- 
rro, aguantar  los  azotes. 

Denota  que  ya  está  uno  resuelto  a 
seguir  el  empeño  en  que  se  halla  me- 
tido, aunque  sea  a  costa  de  mayores 
males. 
Quien  ha  de  ser  burro  de  carga,  del  cJ'lo 
le  llueve  la  albarda. 

Es  decir,  que  el  que  nace  para  el  tra- 
bajo, por  más  que  lo  rehuya,  no  se  verá 
jamás  libre  de  él. 
Quien  tiene  burro  y  no  va  en  él,  más  bu- 
rro es  él. 

Moteja  a  los  que  teniendo  medios 
para  remediar  un  mal,  no  lo  hacen  por 
desidia  o  por  necedad. 
Ser  el  burro  negro  de  la  familia. 

Dícese  de  aquel  en  quien  recae  todo 
el  peso  de  la  casa. 
Uno,  dos,  tres,  y  mi  burro  no  parece. 

Moteja  a  quien  anda  buscando  una 
cosa  y  la  tiene  delante  de  los  ojos,  sin 
verla. 
Hacer  burros. 

Cometer  torpezas  el  jugador  novel. 
Es  frase  usada  en  los  garitos. 
Hay  muchos  burros  de  un  mismo  pelo. 

Dícese  festivamente  cuando,  por  su 
mucho  parecido,  se  confunde  a  una 
persona  con  otra. 
Juegan  los  burros  y  pagan  los  amos,  o 
los  arrieros.  —  V.  Pagar  justos  por  pe- 
cadores. 


Muchos  burros  hay  canos,  pero  ningunc 
calvo. 

Denota  que  la  pérdida  del  pelo,  cuan- 
do no  es  por  edad  o  enfermedad,  acusa 
en  la  persona  el  exceso  de  estudio,  y 
por  tanto  la  sabiduría,  lo  que  no  ocurre 
con  los  ignorantes  o  burros,  que  enca- 
necen  con   los  años,  pero  no  por  la 
ciencia.  —  Como  la  frase  Ningún  burro 
se  queda  calvo,  la  presente  es  festiva  y 
sólo  se  debe  usar  en  la  intimidad. 
Trillar  con  burros,  cagar  la  parva.  — 
V.  Quien  con  niños  se  acuesta,  cagado,  o 
sucio,  amanece. 
BUSCAR. —  Cuando  lo  busco,  nunca  lo  veo; 
cuando  no  lo  busco,  cátalo  aquí  luego. 
Enseña  que  muchas  veces  la  turba- 
ción y  el  cuidado  del  que  busca  impi- 
de el  logro  de  su  diligencia,  y  sin  ella 
suele  conseguirlo  la  casualidad. 
Dos  que  se  buscan,  fácilmente  se  hallan. 
Denota  que  cuando  se  tiene  verda- 
dero interés  por  ambas  partes,  no  es  di- 
fícil llegar  a  un  acuerdo. 
El  que  busca  las  escogidas,  se  queda  con 
las  raídas. 

Dícese   del  que,  después  de  andar 
pensando  mucho  en  la  elección  de  una 
cosa,  se  decide  por  la  peor. 
Hay  quien  por  buscar  un  céntimo  gasta 
diez  en  luz. 

Sátira  contra  los  que,  bajo  pretexto 
de  economía,  hacen  mayor  dispendio. 
¿La  busqué?  La  hallé. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
nadie  tiene  la  culpa  del  mal  o  bien  que 
nos  sobrevenga,  por  haber  sido  nos- 
otros mismos  los  causantes  de  él. 
Ni  las  busco  ni  las  excuso,  o  ni  las  re- 
huyo. 

Refiérese  generalmente  a  las  cuestio- 
nes, poniéndolo  en  boca  de  las  perso- 
nas que,  no  siendo  cobardes,  son  pru- 
dentes. 
Quien  busca  halla,  o  Quien  bien  busca, 
algo  encuentra. 

Da  a  entender  cuánto  importa  la  ac- 
tividad e  inteligencia  para  conseguir  lo 
que  se  desea. 
BUSILIS.—^///  está  el  busilis. 

Equivale  a  indicar  que  en  aquello  de 
que  se  trata  consiste  la  dificultad  del 
asunto. 
Dar  en  el  busilis.— V.  Dar  en  el  hito. 


BUTEN 


—  i43 


BUZO 


Saber  el  busilis. 

Estar  en  el  secreto  o  conocer  la  difi- 
cultad de  que  se  trata. 
BUTEN.—  Ser  de  buten. 

Frase  empleada  para  ponderar  la 
bondad  de  alguna  persona  o  cosa.  — 
El  origen  de  esta  palabra  ha  sido  obje- 
to de  controversia,  pudiendo  verse  la 
suscitada  entre  los  Sres.  Belmonte  y 
Medina  en  El  Averiguador  Universal 
(tomo  I,  pág.  305,  y  tomo  II,  pág.  181, 
años  1879  y  1880,  respectivamente),  en 
que  el  primero  se  pronuncia  por  el  abo- 
lengo alemán,  derivándola  de  gut,  gu- 
íen, bueno,  hombre  de  bien,  de  buena 
calidad  (gol);  y  el  segundo  por  el  latino, 
alegando  que  «antes  de  buscar  el  ori- 
gen de  una  palabra  española  o  usada 
en  España,  en  una  lengua  que  ningún 
contacto  orgánico  tiene  con  la  nuestra, 
sería  más  procedente  rastrearlo  en  la 
latina,  que  al  fin  y  al  cabo  es  su  ma- 
dre legítima.  En  este  idioma — continúa 
diciendo  —  encuentro  la  palabra  buly- 
rum,  manteca,  grosura,  nata,  flor  de  la 
leche,  que  tiene  algunos  ribetes  pare- 
cidos al  buten  que  nos  ocupa.  Sabido 
es  que  los  latinos,  para  ponderar  la  feli- 
cidad y  abundancia  de  un  país,  ponían 


por  tipo  la  leche  o  su  esencia  (butyrum) 
y  la  miel.  Toda  la  tierra  que  producía 
leche  y  miel  era  un  edén  para  ellos.  La 
Biblia  también  se  vale  varias  veces  de 
esta  locución  como  signo  de  abundan- 
cia. Ahora  bien  :  yo  siempre  que  he 
oído  decir  de  buten,  ha  sido  en  el  sen- 
tido de  calificar  de  abundante  a  lo  que 
se  hace  referencia»,  etc.  Aunque  res- 
petuosos siempre  con  la  opinión  de 
todos,  creemos  que  el  significado  de  la 
frase,  venga  de  donde  provenga,  es  el 
que  hemos  apuntado  más  arriba;  es 
decir,  expresión  de  la  bondad  en  su 
más  alto  grado,  sin  tener  en  cuenta 
para  nada  su  mayor  o  menor  abundan- 
cia o  escasez. 

BUZ.— Hacer  el  buz. 

Hacer  alguna  demostración  de  obse- 
quio, rendimiento  o  lisonja. 

ISUZO. —  ;Buen  resuello  para  buzo! 

Aplícase  a  la  persona  que  tarda  mu- 
cho en  contestar  a  la  pregunta  que  se 
le  ha  hecho,  o  en  presentarse  en  el  lu- 
gar donde  se  le  estaba  aguardando,  con 
alusión  irónica  a  los  buzos,  que  cuanto 
más  tiempo  puedan  contener  la  respi- 
ración debajo  del  agua,  tanto  mejo- 
res son. 


CABAL.— Estar  por  sus  cabales. 

Tener  mucha  seguridad  en  lo  que  se 
afirma. 
CABALLERA.— Llévame  caballera,  si* 

quiera  a  la  hoguera. 

Contra  la  afición  desmedida  que  tie- 
nen algunas  mujeres  de  cabalgar  a  las 
ancas  de  una  caballería. 
CABALLERO.—  Artero,  artero,  mas  non 
buen  caballero. 

Reprende  a  aquellos  que  en  su  pro- 
ceder usan  de  alguna  astucia  para  en- 
gañar a  otro. 
De  caballero  a  caballero. 

Entre  caballeros;  a  estilo  de  caba- 
lleros. 
No  es  caballero  el  que  nace,  sino  el  que 
sabe  serlo. 

Da  a  entender  que  vale  más  que  la 
nobleza  de  la  cuna,  la  del  alma  y  la  edu- 
cación. 
Poderoso  caballero  es  Don  Dinero. 

Modo  con  que  se  encarece  lo  mucho 
que  pueden  las  xúquezas,  sirviendo  en 
ocasiones  hasta  el  punto  de  hacer  que 
se  tuerza  la  vara  de  la  Justicia. 
Quien  endura,  caballero  va  en  buena 
muía. 

Recomienda  la  economía. — Para  me- 
drar es  preciso  sufrir. 
Ser  el  caballero  de  la  Tenaza. 

Ser  muy  miserable  o  agarrado. 
Adelante,  caballeros,  que  nos  roban  los 
ganados. 

Principio  de  un  romance  antiquísimo, 
con  el  que  se  da  a  entender  la  necesi- 
dad en  que  uno  se  halla  de  que  se  le 
preste  auxilio,  especialmente  si  se  tra- 
ta de  verse  atacado  en  su  derecho  o  en 
sus  intereses. 
jBuenas  noches,  caballeros!...  (Y eran  to- 
dos zapateros.) 

Moteja  a  una  concurrencia  que  sólo 


se  compone  de  gente  de  baja  estofa  y 
que  presume  de  lo  contrario. 
CABALLITO.  —  ¡Caballito  de  San  Vi- 
cente, que  lleva  la  carga  y  no  la  siente! 

Sonsonete,  generalmente  usado  entre 
chicos,  que  dirigen  a  la  persona  que 
lleva  por  detrás  algún  objeto  extraño 
adherido  a  la  ropa. — También  se  dice 
borriquito. 
CABALLO.  —  A  caballo  ajeno,  espuela 
propia. 

Porque  no   conociendo   el  jinete  el 
modo  de  andar  del  caballo,  le  castiga 
más  que  si  fuera  suyo. 
A  caballo  comedor,  cabestro  corto. 

Enseña  a  corregir  y  moderar  las  ma- 
las inclinaciones. 
A  caballo  grande,  grandes  espuelas. 

Los  medios  deben  ser  proporciona- 
dos a  los  fines. 
A  caballo  nuevo,  jinete  viejo. 

Indica  que  la  cabalgadura  que  no  está 
domada  necesita  que  el  que  la  monte 
sea  hábil  jinete. 
A  caballo  presentado,  o  regalado,  no  hay 
que  mirarle  el  diente. 

Advierte  que  aquello  que  nada  cues- 
ta, puede  admitirse  sin  reparo  ni  in- 
conveniente alguno,  aun  cuando  tenga 
algún  defecto  o  tacha. 
A  caballo  que  se  empaca,  darle  estaca. — 
V.  A  borrico  lerdo,  arriero  loco. 

Empacarse  es  un  americanismo  que  se 
aplica  a  toda  caballería  harona,  reacia 
o  repropia,  esto  es,  que  se  resiste  a  an- 
dar.—  Traslaticiamente  se  dice  igual- 
mente de  las  personas  haraganas  o  re- 
molonas, por  lo  que  el  refrán  se  aplica 
también,  y  aún  más  frecuentemente,  a 
esta  clase  de  individuos,  cuya  casta 
abunda  más  de  lo  que  fuera  de  desear. 
A  caballo  va  el  obispo. 

Significa  que  la  persona  que  goza  de 


CABALLO 


145  — 


CABALLO 


gran  prestigio  por  su  posición,  disfruta 
de  toda  clase  de  comodidades. 
A  caballo  viejo,  poco  forraje,  o  joco  verde. 
Enseña  cómo  el  alimento  que  se  ha 
de  dar  a  las  personas  de  edad  debe  ser 
poco,  pero  substancioso. 
¡A  caballo,  y  gruñes! 

Contra  los  que,  en  vez  de  manifes- 
tarse agradecidos  al  favor  que  se  les  ha 
dispensado,  se  muestran  descontentos. 
Ahí  va,  como  el  caballo  de  copas. 

Expresión  que  se  suele  usar  cuando 
se  da  o  echa  alguna  cosa,  aludiendo  a 
la  costumbre  que  había  antiguamente, 
y  que  aun  practican  algunos  estampa- 
dores, de  poner  las  palabras  Ahí  va  en 
la  carta  o  naipe  del  caballo  de  copas. 
A  mata  caballo. 

Atropelladamente,  muy  de  prisa. 
Caballo  grande,  ande  o  no  ande. 

Manera  de  censurar  a  los  que  prefie- 
ren el  tamaño  a  la  buena  calidad  de  las 
cosas. 
Caballo  que  alcanza,  pasar  querría. 

Modo  de  denotar  que  por  lo  común 
aspiramos  a  más  de  lo  que  hemos  con- 
seguido. 
Caballo  que  alcanza,  revienta  o  pasa. 
Indica  que  el  que  en  concurrencia 
con  otros  quiere  lograr  algo,  tiene  que 
emplear  el  máximum  de  esfuerzo  para 
conseguirlo. 
Caballo  que  vuela  no  quiere  espuela. 

El  que  es  diligente  y  activo  en  su  ofi- 
cio o  menester,  no  necesita  de  estímu- 
lo alguno  para  obrar. 
Caballo  rucio  rodado,  a?ites  muerto  que 
catisado. 

Encomia  las  buenas  cualidades  de  re- 
sistencia del  caballo  que  posee  las  con- 
diciones indicadas. 
Caballo  tordo  y  cama  en  el  rincón,  vengan 
revistas  de  inspección. 

Refrán  muy  corriente  entre  milita- 
res, para  indicar  que  teniendo  el  equipo 
completo  no  les  importan  las  revistas 
de  los  superiores. 
Caballo  y  blasón,  armas  de  Morón. 

Frase  muy  usual  en  Andalucía  para 
indicar  que  a  uno  le  importan  poco  los 
privilegios  ajenos. 
Caer  bien,  o  mal,  a  caballo. 

Denota  que  el  jinete  maneja  con  gar- 
bo, o  no,  el  caballo  que  monta. 


Carrera  que  no  da  el  caballo,  en  el  cuer- 
po se  le  queda.  —  V.  Cuanto  más  me  apre- 
suro, más  me  destruyo. 

De  caballo  de  regalo,  a  rocín  de  molinero. 
Aplícase  a  aquel  que  pasa  de  un  es- 
tado   próspero  a  otro  de  baja  condi- 
ción. 

Después  que  el  caballo  es  hurtado,  cerrar 
la  caballeriza. — V.  Al  asno  muerto  la  ce- 
bada al  rabo. 

El  andar  a  caballo,  a  unos  hace  caballe- 
ros; a  otros,  caballerizos. 

Expresa  que  según  es  la  clase  de  las 
personas,  así  honran  o  no  los  empleos. 

El  caballo  del  judio,  harto  de  agua  y  bien 
corrido. 

Da  a  entender  que  el  que  depende 
de  un  avaro,  de  lo  que  siempre  tuvie- 
ron fama  los  judíos,  está  explotado  en 
todas  las  ocasiones  y  mal  atendido. 

El  caballo  harto  no  es  comedor.  —  V.  El 
buey  harto  no  es  comedor. 

El  caballo  y  el  galgo,  pando. 
Es  decir,  endeble  o  ligero. 

El  caballo  y  la  mujer  no  se  han  de  ceder. 

Hay  tres  cosas  que  a  nadie  se  le  dan: 

la   escopeta,   el  caballo  y  la  mujer. — 

V.  Mujer,  reloj  y  escopeta  no  se  prestan. 

El  que  no  tiene  que  dar,  su  caballo  no 
corre. 

Indica  que  para  ser  servido  pronta- 
mente es  indispensable  aprontar  dine- 
ro, pues  al  que  no  tiene  nadie  le  sirve. 

En  cuanto  ves  caballo,  se  te  ofrece  viaje. — 
V.  Culo  veo,  culo  quiero. 

Eso  queremos  los  de  a  caballo,  que  salga 
el  toro. 

Explica  el  deseo  que  tiene  alguno  de 
lo  que  mira  como  útil,  aunque  sea  a 
costa  de  alguna  dificultad  o  peligro. 

Hacer  mal  a  un  caballo. 

Cansarlo,  fatigarlo  y  rendirlo  un  jine- 
te, en  fuerza  de  su  destreza  y  pericia 
en  la  equitación. 

Irse,  o  salir,  o  enviar,  a  uno  cotí  dos  mil,  o 
cien  mil,  de  a  caballo. 

Con  mil  demonios. — Mandarlo  enho- 
ramala. 

Parecer  un  caballo  padre.  —  V.  Parecer 

Un  GARAÑÓN. 

Ponerse  bien,  o  mal,  en  un  caballo.  — 

V.  Caer  bien,  o  mal,  a  caballo. 
Quien  compra  caballo,  compra  cuidado. 
El  que  adquiere  un  derecho,  forzó- 
lo 


CABALLO 


—    146 


CABELLO 


sámente  tiene  que  contraer  una  obli- 
gación. 
Quien  no  monta  a  caballo,  del  caballo 
nunca  se  cae. 

Denota  que  las  contingencias  inhe- 
rentes a  cada  cosa,  sólo  recaen  en  las 
personas  que  se  ocupan  de  aquello  que 
traen  entre  manos. 
Reniego  del  caballo  que  no  relincha  cuan- 
do ve  a  la  yegua. 

Dícese  de  los  hombres  que  son  cor- 
tos de  genio  o  parecen  algo  afeminados. 
Sacar  bien,  o  limpio,  el  caballo. 

Salir  airosamente  de  alguna  disputa, 

empeño  o  acusación.  —  Hacer  una  cosa 

difícil  o  peligrosa,  evitando  todo  daño. 

Ser  alguien,  o  algo,  para  uno  peor  que  el 

caballo  sey ano  para  stis  dueños. 

Ser  por  todo  extremo  perjudicial, 
con  alusión  al  caballo  que  había  perte- 
necido a  un  ciudadano  romano  de  nom- 
bre M.  Seyo,  y  cuya  posesión  fué  suce- 
sivamente funesta  a  los  cuatro  o  cinco 
individuos  que  lo  montaron  después, 
pues  todos  finaron  violentamente. 
Ser  como  el  caballo  de  Troya. 

Dícese  de  las  personas  que  aparentan 
una  cosa  inofensiva  y  luego  resultan  lo 
contrario. 
Ser  como  un  caballo  enfrenado. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que 
están  completamente  sujetas  a  la  vo- 
luntad de  otra,  a  semejanza  del  caba- 
llo, que  no  tiene  más  remedio  que  obe- 
decer a  las  riendas  manejadas  por  el 
jinete. 
Ser  el  caballo  de  batalla. 

Equivale  a  ser  lo  más  importante,  lo 
de  más  interés  para  resolver  un  asunto. 
tSV  el  caballo   tuviese  bazo  y  la  paloma 
hiél,  toda  la  gente  se  avendría  bien. 

Enseña    que  no   podrá  tener   buen 
trato  y  correspondencia  el  que  no  con- 
temporice con  los  afectos  e  inclinacio- 
nes de  los  demás. 
Tener  más  alma  que  un  caballo. 

Aplícase  a  las  personas  que  son  in- 
dolentes. 
Tener  más  intención  que  un  caballo. 

Dícese  de  la  persona  que  es  suma- 
mente intencionada  en  todos  sus  ac- 
tos, aludiendo  a  esa  cualidad,  que  es 
una  de  las  más  características  de  dicho 
animal. 


Yo  y  mi  caballo,  ambos  leñemos  un  cui- 
dado. 

Contra  los  que  se  tratan  como  bru- 
tos, que  sólo  piensan  en  comer. 
CABAÑUELAS .  —  Las  cabañuelas  de 
agosto. 

Existe  en  algunas  localidades  de  An- 
dalucía la  creencia  supersticiosa  de  que 
cada  uno  de  los  primeros  días  del  mes 
de  agosto  anuncia  o  presagia  que  hará 
igual  tiempo  que  en  el  día  correspon- 
diente al  de  igual  fecha  de  los  meses 
sucesivos,  en  esta  forma: 

El  1  de  agosto  corresponde  al  1  de 
septiembre;  el  2  de  agosto,  al  2  de  oc- 
tubre; el  3,  a  igual  fecha  de  noviem- 
bre; el  4,  a  ídem  de  diciembre;  el  5,  a 
ídem  de  enero;  el  6,  a  ídem  de  febrero; 
el  7,  a  ídem  de  marzo;  el  8,  a  ídem  de 
abril;  el  9,  a  ídem  de  mayo;  el  10,  a  ídem 
de  j  unió,  y  el  1 1 ,  a  ídem  de  julio. 
CABE.  —  Cabe  de  pala. 

Ocasión  o  lance  que  impensadamen- 
te se  ofrece  para  lograr  aquello  que  se 
desea.  Proviene  dicha  frase  del  juego 
de  la  argolla. 
Dar  un  cabe. 

Significa  causar  un  perjuicio  o  me- 
noscabo. 
CABELLITO.  —  Estos  mis  cabeUitos, 
madre,  me  los  lleva  el  aire. 

Manera    de   indicar   que   alguien,   o 
algo,  va  decayendo  insensiblemente  de 
su  valor,  importancia,  energía,  etc. 
CABELLO.  -  Agarrarse,  o  asirse,  uno  de 
un  cabello. 

Aprovechar  una  ocasión,  por  peque- 
ña que  sea,  para  conseguir  alguna  cosa. 
Cabello  luengo,  y  corto  el  seso. 

Alude  a  que  los  que  tienen  mucha 
cabellera  suelen  discurrir  poco. 
Cabello  y  cantar  no  cumplen,  o  no  es  buen 
ajuar. 

Denota  que  la  mujer  muy  aficionada 
a  componerse  y  divertirse  no  es  la  más 
a  propósito  para  que  atienda  a  los  que- 
haceres domésticos. 
Cada  cabello  hace  su  sombra  en  el  suelo. 
Enseña  que  no  se  desprecie  a  nadie, 
o  alguna  cosa,  por  humilde  o  pequeña 
que  ésta  sea. 
Cortar,  o  partir,  o  hender,  un  cabello  en 
el  aire. 

Ser  muy  listo;  demostrar  gran  vive- 


CABER 


147 


CABEZA 


za  en  las  cosas,  comprendiéndolas  fácil- 
mente. 
Estar  pendiente  de  un  cabello. 

Estar   en    riesgo   inminente    alguna 
cosa. 
Llevar  a  uno  en,  o  de,  o  por,  un  cabello. 
Da  a  entender  la  facilidad  que  hay 
de  inclinar  a  lo  que  uno  quiere  al  que 
es  muy  dócil  y  sumiso. 
No  faltar  un  cabello. 

No  faltar  la  parte  más  mínima  de  al- 
guna cosa. 
No  montar  un  cabello  alguna  cosa. 
Ser  de  muy  escasa  importancia. 
Poder,  o  podérsele,  ahogar  a  uno  con  un 
cabello. 

Estar  muy  acongojado  y  falto  de  es- 
píritu. 
Poner,  o  ponérsele,  a  uno  el  cabello  de 
punta. 

Erizársele  éste,  o  levantarse  por  al- 
gún susto,  espanto  o  terror.  Suele  usar- 
se también  en  plural. 
■Ser  como  un  cabello. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  es  su- 
mamente delgado. 
locarle  a  uno  en  un  cabello,  o  en  la  pun- 
ta de  un  cabello. 

Ofenderle  en  cosa  sumamente  leve. 
Usase  más  frecuentemente  en  la  forma 
negativa. 
■Coger  alguna  cosa/<?r  los  cabellos. 

Llegar  a  algún  acto  público  cuando 
va  a  empezar  inmediatamente  o  está 
muy  a  los  principios. 
Colgar,  o  estar,  uno   colgado  de  los  ca- 
bellos. 

Estar  con  sobresalto,  duda  o  temor, 
esperando  el  fin  de  algún  suceso. 
Llevar  a  uno  de,  o  por,  los  cabellos. 

Llevarlo  violentamente  y  contra  su 
voluntad. 
Tirar  a  uno  de,  o  por,  los  cabellos.  — 
V.  Llevar  a  uno  de,  o  por,  los  cabellos  . 
Traer  alguna  cosa/ú>r  los  cabellos. 

Aplicar  con  violencia  alguna  autori- 
dad, sentencia  o  suceso  a  una  materia 
con  la  cual  no  tiene  relación  alguna,  o 
traer  a  cuento  alguna  cosa  o  circunstan- 
cia sin  la  debida  preparación,  aun  cuan- 
do no  desdiga  del  asunto  de  que  se 
trata. 
CABER.— No  cabe  más. 

Modo  de  expresar  que  alguna  cosa 


ha  llegado  al  último  grado  de  perfec- 
ción. 
No  caber  en  uno  alguna  cosa. 

No  poder  esperar  de  una  persona 
aquello  que  se  le  imputa,  ni  hacerla 
capaz  o  susceptible  de  lo  que  se  le 
achaca  o  atribuye. 
Todo  cabe. 

Todo   es   posible;   todo   puede   su- 
ceder. 
Todo  cabe  en  Fulano. 

Se  da  a  entender  con  esta  frase  que 
es  alguno  capaz  de  aquello  que  se  le 
imputa.  Por  lo  general  se  suele  tomar 
en  mal  sentido. 
CABESTRO.  —  Llevar  como  por  el  ca- 
bestro. 

Dominar  a  una  persona  hasta  el  pun- 
to de  hacer  de  ella  lo  que  a  uno  le  dé 
la  gana. 
Llevar,  o  traer,  del  cabestro  a  uno.  — 
V.  Llevar,  o  traer,  de  los  cabezones  a 
uno. 
Merecer  uno  que  le  pongan  un  cabestro. 
Frase  con  que  se  moteja  a  una  per- 
sona de  tonta. 
No  mengua  cabestro  a  quien  tiene  cibera. 
Indica  que  el  que  tiene  lo  más  impor- 
tante, siempre  tiene  a  su  alcance  lo 
accesorio. 
CABEZA. — Abrirle  a  uno  la  cabeza. 
Descalabrarlo. 
A  la  cabeza,  el  comer  la  endereza. 

Advierte  que  cuando  el  dolor  de  ca- 
beza proviene  de  la  debilidad  en  el  es- 
tómago, se  remedia  fácilmente  con  el 
alimento. 
Alzar  uno  la  cabeza. 

Salir  de  la  pobreza  y  miseria  en  que 
se  hallaba. — También  se  aplica  a  la  per- 
sona que  se  ha  restablecido  de  una  en- 
fermedad. 
Andársele  a  uno  la  cabeza. 

Estar  perturbado  o  débil,  parecién- 
dole  que  todo  se  mueve  a  su  alrede- 
dor.— También  se  usa  para  denotar  que 
corre  uno  peligro  de  perder  una  digni- 
dad o  empleo. 
Aunque  sea  en  la  cabeza  de  un  tinoso. 

Hipérbole  empleada  por  los  que  gus- 
tándoles mucho  una  cosa,  sobre  todo  si 
es  algo  de  comer,  aseguran  que  la  to- 
marían aunque  fuera  con  la  condición 
asignada. 


CABEZA 


—   14S 


CABEZA 


Bajar  la  cabeza. 

Obedecer  y  ejecutar  sin  réplica  lo 
que  se  manda.  —  Conformarse,  tener 
resignación  y  paciencia  cuando  no  que- 
da otro  remedio. 
Cabeza  calva,  peinada  desde  el  alba. 

Denota  que,  por  lo  general,  las  per- 
sonas  que   tienen    pocas    exigencias, 
pronta  y  fácilmente  las  satisfacen. 
Cabeza  loca  no  quiere  toca. 

Moteja  a  la  persona  que  fuera  de 
tiempo  lleva  descubierta  la  cabeza.  — 
También  se  emplea  para  denotar  que 
la  persona  de  poco  juicio  no  se  sujeta 
a  regla  o  método  alguno. 
Cabeza  para  el  Naciente  y  pies  para  el 
Poniente,  vivir  eternamente. 

Preocupación  popular  bastante  ex- 
tendida de  que  el  dormir  con  la  cabe- 
za hacia  el  Oriente  preserva  de  enfer- 
medades. 
Cabeza  sin  seso  es  como  buzón  de  correo: 
todo  lo  admito  y  nada  veo. 

Aplícase  a  las  personas  cuyo  carác- 
ter ligero  hace  que  no  piensen  en  nada 
con  fundamento. 
Calentarse  uno  la  cabeza. 

Dedicarse  con  insistencia  y  afán  a 
algún  trabajo  mental. 
Cargársele  a  uno  la  cabeza. 

Sentir  en  ella   pesadez  o  entorpeci- 
miento. 
Casarme  quiero;  comeré  cabeza  de  olla,  y 
sentarme  he  primero. 

Indica  las  ventajas  que  tiene  el  que 
es  cabeza  de  familia. 
Cuando  la  cabeza  duele,  todos  los  miem- 
bros duelen.  — V.  Si  el  prior  juega  a  los 
naipes,  ¿qué  harán  los  frailes? 
Cubrir  la  cabeza. 

Tener  derecho  a  la  consideración  de 
los  demás. 
Darás  con  la  cabeza  en  un  pesebre. 

Vaticinio  enderezado  a  los  que  no 
son  muy  listos. 
Dar  de  cabeza. 

Caer  alguno  de  su  fortuna  o  autori- 
dad.— Entrar  de  lleno  en  un  negocio. 
Dar  de,  o  con,  la  cabeza  a  la  pared,  o  a 
las  paredes. 

Precipitarse  uno  en  un  negocio  con 
daño  propio. 
Darle  en  la  cabeza  a  uno. 

Frustrar  sus  designios,  vencerlo,  de- 


jarlo desairado. — Porfiar  indirectamen- 
te, con  objeto  de  molestar  a  alguien. 

De  cabeza. 

De  memoria.  Úsase  con  los  verbos 
aprender,  hablar,  tomar,  etc. — Por  fuer- 
za, a  la  fuerza,  violentamente  y  contra 
la  propia  voluntad. 

De  mi  cabeza,  o  De  su  cabeza. 

De  propio  ingenio  o  invención. — Es 
frase  generalmente  usada  por  la  gente 
del  pueblo,  que  en  lugar  de  decir:  He 
inventado  tal  cosa,  dice:  Lo  he  sacado  de 

mi  CABEZA. 

De  tal  cabeza,  tal  sentencia. 

Da  a  entender  que  no  se  esperaba 
menos  de  una  persona.  Suele  emplear- 
se más  comúnmente  en  sentido  irónico 
y  burlesco. 
Descomponérsele  a  uno  la  cabeza. 

Perder  por  completo  el  juicio;  tur- 
bársele a  uno  la  razón. 
Do  no  hay  cabeza  raída,  no  hay  cosa  cum- 
plida. 

Expresa  que  por  lo  regular  son  los 

eclesiásticos  el  amparo  de  su  familia. 

Doblar,  o  doblegar,  la  cabeza.  -V.  Bajar 

la  CABEZA. 

Dolerle  a  uno  la  cabeza. 

Estar  próximo  a  caer  de  su  privanza 
o  autoridad. 
¡Duro,  y  a  la  cabeza! 

Exhorta  a  uno  a  que  no  ceje  en  el 
negocio   o   cuestión   emprendida,    sin 
ningún  linaje  de  miramientos  ni  con- 
templaciones. 
El  que  no  tenga  cabeza,  que  tenga  pies. 
Dícese  de  la  persona  que  por  la  fal- 
ta de  memoria  en  el  incumplimiento 
de  un  encargo,  tiene  que  suplir  la  falta 
de  ésta  volviendo   a   desandar  lo  an- 
dado. 
En  cabeza  de  mayorazgo. 

Frase  con  que  se  pondera  la  dificul- 
tad que  uno  encuentra  en  desprender- 
se de  alguna  cosa,  por  la  mucha  estima 
en  que  la  tiene. 
En  metiéndosele  una  cosa  en  la  cabeza,  ni 
las  tenazas  de  A'icodemus  se  la  arrancan. 
Moteja  de  terca  a  una  persona.  —  El 
Nicodemus  a  que  se  refiere  es  el  que, 
en  unión  de  José  de  Arimatea,  desclavó 
a  Jesucristo  del  infamante  madero. 
Encajársele  a  uno  en  la  cabeza  una  cosa. 
Afirmarse  en  el  dictamen  o  concep- 


CABEZA 


149  — 


CABEZA 


to  que  tiene  hecho  de  ella,  y  perseve- 
rar en  él  con  obstinación  y  terquedad. 
Escarmentar  en  cabeza  ajena. 

Tener  presente  el  suceso  trágico  aje- 
no, para  evitar  que  a  uno  le  ocurra  lo 
mismo. 
Estar  tocado  de  la  cabeza. 

Se  dice  de  la  persona  que  empieza  a 
perder  el  juicio. 
Hacer  cabeza. 

Ser  el  principal  en  un  negocio,  de- 
pendencia, etc. 
Hacer,  o  ser,  cabeza  de  bobo. 

Tomar  pie  o  pretexto  de   una   cosa 
para  abonar  de  este  modo  actos  vitu- 
perables. 
Henchirle,  o  llenarle,  a  alguno  la  cabeza 
de  viento. 

Adularlo,  lisonjearlo,  llenarlo  de  va- 
nidad. 
Ir  cabeza  abajo. 

Decaer,  irse  arruinando  poco  a  poco. 
írsele  a  uno  la  cabeza. 

Perturbarse  el  sentido  o  la  razón. 
La  cabeza,  blanca;  y  el  seso,  por  venir. 
Reprende  a  los  ancianos  que  proce- 
den en  sus  acciones  sin  juicio  ni  ma- 
durez. 
La  cabeza  de  la  mujer  es  el  varón. 

El  talento  femenino  guía  al  hombre, 
haciendo  de  él  lo  que  quiere.  Si  el  cri- 
terio es  recto,  el  hombre  obrará  recta- 
mente. ¡Desgraciado  del  que  tiene  que 
sufrir  el  caso  contrario! 
La  cabeza  manda  a  los  pies. 

El  que  tiene  más  talento  se  impone, 
generalmente,  a  los  demás. 
La  que  hila  de  cabeza,  hila  y  ateza. 

La  persona  que  hace  una  cosa  de 
mala  gana,  no  puede  hacerla  bien. 
Levantar  uno  la  cabeza.  —  V.  Alzar  uno 

la  CABEZA. 

Llevar,  o  tener,  uno  en  la  cabeza  alguna 
cosa. 

Tenerla  presente  con  todo  cuidado 
y  solicitud,  haciendo  que  no  se  borre 
de  la  memoria. 
Llevar  uno  en  la  cabeza. 

Recibir  daño  o  perjuicio,  en  vez  de  lo 
que  pretendía. 
Más  vale  ser  cabeza  de  raión,  que  cola  de 
león. 

Significa  que  es  preferible  ser  el  pri- 
mero y  mandar  en   una  comunidad  o 


corporación,  aunque  pequeña,  que  ser 
el  último  en  otra  mayor. 
Meter  la  cabeza  en  alguna  parte. 

Conseguir  introducirse  o  ser  admiti- 
do en  ella. 
Meter  la  cabeza  en  el,  o  en  un,  puchero. 
Dícese  del  que,  a  pesar  de  haberse 
equivocado  en  alguna  materia,  mantie- 
ne su  dictamen  con  gran  tesón  y  ter- 
quedad. 
Meterle  a  uno  en  la  cabeza  alguna  cosa. 
Persuadírsela  eficazmente. —Hacérse- 
la comprender  o  enseñársela,  vencien- 
do con  trabajo  su  torpeza  o  ineptitud. 
Meterse  de  cabeza.  —  V.  Dar  de  cabeza, 

segunda  acepción. 
Metérsele  a  uno  en  la  cabeza  alguna  cosa. 
Figurársela  con  poco  o  ningún  fun- 
damento, y  obstinarse  en  considerarla 
cierta  o  probable.  —  Perseverar  en  un 
propósito  o  capricho. 
No  haber,  o  tener,  donde  volver  la  cabeza. 
No  encontrar  en  ninguna  parte  auxi- 
lio.—  Carecer  de  todo  favor  y  amparo. 
No  levantar  cabeza. 

Estar  sumamente  atareado. — No  aca- 
bar de  convalecer  de  alguna  enferme- 
dad. —  No  poder  salir  de  la  pobreza  o 
miseria  en  que  uno  se  encuentra. 
Otorgar  de  cabeza. 

Bajarla  para  asentir  a  lo  que  se  pre- 
gunta u  oye  decir. 
Pasarle  a  alguno  una  cosa/or  la  cabeza. 

Antojársele,  imaginérsela. 
Perder,  o  volvérsele,  a  uno  la  cabeza. 
Faltar  la  razón  o  el  juicio  por  algún 
accidente  o  circunstancia  de  mayor  o 
menor  gravedad. 
Podrido  de  cabeza. 

Estar  loco.  —  Ser  un  necio. 
Poner  una  cosa  sobre  la  cabeza. 

Tratándose  de  bulas,  breves,  despa- 
chos de  personas  reales,  etc.,  ponerlos 
sobre  su  cabeza  quien  los  recibe,  en 
señal  de  acatamiento  y  reverencia.  — 
Hacer  grandísima  estimación  de  aque- 
llo de  que  se  trata. 
Ponerse  en  la  cabeza  alguna  cosa. 

Ofrecerse  a  la  imaginación  sin  ante- 
cedente ni  motivo  que  a  ello  pudiera 
dar  lugar. 
Por  su  cabeza. 

Por  su  dictamen,  sin  consultar  ni  to- 
mar consejo  de  nadie, 


CABEZA 


—  i;o  — 


CABEZA 


Quebrantar  la  cabeza. 

Humillar  la  soberbia  a  alguno;  suje- 
tarlo.— Cansar  y  molestar  a  una  perso- 
na con  conversaciones  tontas,  porfia- 
das o  pesadas. 
Quebrarse  uno  la  cabeza. 

Hacer   o    solicitar   alguna   cosa  con 
gran    cuidado,    diligencia   o    empeño; 
buscarla  con  mucha  solicitud. 
Quebrdstetne  la  cabeza,  y  ahora  me  untas 
el  casco. 

Zahiere  al  que  con  la  adulación  y  la 
lisonja  quiere  reparar  el  daño  que  an- 
tes ha  hecho  al  mismo  sujeto  a  quien 
ahora  halaga. 
Quien  cabeza  no  tiene,  no  ha  menester  bo- 
nete.— V.  Cabeza  loca  no  quiere  toca. 
Quien  lava  la  cabeza  al  asno,  pierde  el 
jabón. — V.  Echar  margaritas  a  puercos. 
Quien  te  dio  la  cabeza  te  dará  la  mon- 
tera. 

Aunque  en  sentido  riguroso  se  refie- 
re a  Dios,  a  título  de  Criador  y  Provee- 
dor, aplícase  por  extensión  a  la  per- 
sona bienhechora  que,  al  conceder  lo 
principal,  es  de  presumir  no  dejará  de 
atender  a  lo  accesorio. 
Quitarle  a  uno  de  la  cabeza  alguna  cosa. 
Disuadirle  del  concepto  que  había 
formado  o  del  ánimo  que  tenía. 
Romperle  a  uno  la  cabeza. 

Molestarlo  y  fatigarlo  con  discursos 
impertinentes. 
Romperse  uno  la  cabeza. 

Cansarse  o  fatigarse  mucho  con  «el 
estudio  o  investigación  de  una  cosa. 
Sacar  la  cabeza. 

Manifestarse  o  dejarse  ver  alguno,  o 
alguna  cosa,  que  no  se  había  visto  en 
algún  tiempo. — Gallear,  empezar  a  atre- 
verse a  hablar  o  a  hacer  alguna  cosa  el 
que  antes  era  cobarde  y  tímido. 
Salir  uno  con  la  cabeza  rota. 

Tener   mal   éxito    en   lo  que  había 
emprendido. 
Sentar  la  cabeza. 

Hacerse  una  persona  juiciosa  y  mo- 
derar su  conducta  pasada. 
Ser  cabeza  de  turco. 

Sufrir  uno  todos  los  daños,  perjui- 
cios o  responsabilidades. 
Ser  placo  de  cabeza. 

Se  dice  de  la  persona  poco  firme  en 
sus  juicios  e  ¡deas. 


Ser  un  mala  cabeza. 

Dícese  de  aquel  que  procede  sin  jui- 
cio ni  consideración. 
Si  os  duele  la  cabeza,  untaos  las  rodillas. 
Da  a  entender  que  no  hay  conexión 
alguna  entre  lo  que  se  está  tratando  y 
aquello  con  que  se  contesta  o  se  inte- 
rrumpe la  conversación. 
Subirse  a  la  cabeza. 

Ocasionar  en  ella  aturdimiento  los 
vapores  del  vino,  tabaco  u  otras  cosas. 
Tener  cabeza  de  chorlito. 

Calificación  que  se  aplica  a  la  perso- 
na de  poco  juicio. 
Tener  cabeza  de  proceso. 

Dícese  del  que  tiene  demasiado  des- 
arrollada la  cabeza. 
Tener  cabeza  de  tarro. — V.  Tener  cabeza, 
de  proceso. 

También  se  aplica  a  la  persona  necia. 
Tener  cabeza  redonda. — V.  Tener  cabeza 

de  tarro,  segunda  acepción. 
Tener  la  cabeza  a  las  tres,  o  a  las  tres  de- 
la  tarde. — V.  Estar,  o  vivir,  en  Babia. 
Tener  la  cabeza  como  olla  de  grillos. 

Tenerla  dolorida  a  consecuencia  de 
las  muchas  especies  que  en  ella  se  re- 
vuelven, sobre  todo  si  son  inconexas. 
Tener  la  cabeza  como  un  bombo. 

Frase  empleada  por  la  persona  que 
ha  estado   trabajando  espiritualmente 
por  espacio  de  mucho  tiempo,  u  oyen- 
do charlas  insubstanciales,  etc. 
Tener  la  cabeza  torcida. 

Frase  con  que  se  moteja  a  una  per- 
sona de  hipócrita. 
Tener  uno  en  la  cabeza  alguna  cosa. 

Tenerla  presente  con  gran  cuidado» 
a  fin  de  que  no  se  le  vaya  de  la  imagi- 
nación o  se  le  olvide. 
Tener  la  cabeza  a  las  once,  o  apájatos. — 

V.  Estar,  o  vivir,  en  Babia. 
Tener  mala  cabeza. 

Proceder  sin  juicio  ni  consideración. 
Torcer  la  cabeza. 

Enfermar,  decaer.  —  Morirse. 
Tornar  cabeza  a  una  cosa. 

Tener  atención  o  consideración  a  ella. 
Venirle  a  uno  a  la  cabeza  alguna  cosa. 
Ocurrírsele,  o  antojársele  a  alguien, 
alguna  especie,  idea,  etc. 
Vestirse  por  la  cabeza. 

Ser  una  persona  del  sexo  femeni- 
no. —  Por  extensión,  pertenecer  una 


CABEZADA 


—   151  — 


CABO 


persona  al  estado  eclesiástico,  en  aten- 
ción a  vestir  traje  talar. 
Muchas  cabezas,  .y  ninguna  cabeza. 
Dícese  de  la  casa,  corporación,  etc., 
donde   todos  mandan  menos  el  prin- 
cipal. 
Tantas  cabezas,  tantas  calabazas. 

Fórmula  jocosa  del  refrán  que  dice: 
Tantas  cabezas,  tantos  pareceres,  con 
que  se  da  a  entender  lo  difícil  que  es, 
si  no  imposible,  el  concordar  las  opi- 
niones de  muchos  que  se  hallan  reuni- 
dos, por  soler  sus  apreciaciones  ser 
diferentes,  cuando  no  encontradas. 
Tantas  cabezas,  tantos  pareceres.— ^  Véa- 
se Tantas  cabezas,  tantas  calabazas. 
CABEZADA.— Dar  cabezada. 

Inclinar  la  cabeza  en  señal  de  respe- 
to, o  en  manifestación  de  algún  afecto. 
Dar  cabezadas. 

Inclinar  repetidas  veces  la  cabeza  el 
que  está  sentado,  montado,  etc.,  cuan- 
do dormita  o  se  deja  vencer  del  sueño. 
Darse  de  cabezadas. 

Fatigarse  en  averiguar  o  inquirir  al- 
guna cosa,  sin  poder  dar  con  ella. 
Darse  de  cabezadas  por  las  paredes.  — 
V.  Darse  de  calabazadas  por  las  paredes. 
CABEZONES.  —  Llevar,  o  traer,  de  los 
cabezones  a  uno. 

Llevarlo  o  traerlo  adonde  uno  quie- 
re, y  contra  su  voluntad. 
CABEZOTA. -Ser  un  cabezota. 

Se  aplica  a  la  persona  sumamente 
terca  y  testaruda. 
CABEZUDO.—  Ser  un  cabezudo.— Véa- 
se Ser  un  cabezota. 
CABEZUELA.  —  Ser  un  cabezuela. 
Ser  una  persona  de  poco  juicio. 
CABIDA. —  Tener  cabida,  o  gran  cabida, 
en  una  parte  o  con  una  persona. 

Tener  valimiento  o  preponderancia 
y  buena  acogida. 
CABILDO. — (Adonde  vas? — A  cagar  a  Ca- 
bildo, que  hay  falta  de  tinta. 

Respuesta  que  se  da  a  la  persona 
cuya  curiosidad  impertinente  no  quie- 
re satisfacer  el  preguntado. 
Decidlo  en  cabildo,  y  allí  seréis  respon- 
dido. 

Aconseja  que  no  se  ha  de  tratar,  ni 
resolver  ni  censurar  o  formar  juicio 
cabal  de  las  cosas  públicas  en  secreto, 
a  escondidas,  sino  donde  se  puedan  y 


deban  conferir,  para  que  las  resolucio- 
nes sean  prudentes  y  acordadas. 
El  Cabildo,  mi  señor,  siempre  elige  lo 
peor. 

En  las  corporaciones  suele  escoger- 
se para  presidirlas  a  los  que  pueden 
ser  manejados  por  los  que  les  eligieron. 
CABO.  —  A  cada  cabo,  tres  leguas  de  mal 
quebranto. 

Para  conseguir  algo  hay  siempre  que 
vencer  dificultades. 
Al  cabo  de  cien  años  los  reyes  son  villanos; 
y  al  cabo  de  ciento  y  diez,  los  villanos  son 
reys. 

Se  refiere  a  las  inconstancias  de  las 
cosas  y  a  los  altibajos  que  con  el  tiem- 
po experimentan  las  familias  y  las  per- 
sonas. 
Al  cabo  de  cien  años,  marido,  sois  zarco. 
Pasado    mucho    tiempo    desmerece 
todo  lo  que  se  ha  deseado. 
Al  cabo  de  cien  años  todos  seremos  salvos, 
o  calvos. 

.Indica  el  poco  aprecio  que  se  hace 

de  una  cosa  cuyo  cumplimiento  ha  de 

tardar  en  llegar,  pues  cuando  éste  se 

realice  ya  habremos  dejado  de  existir. 

Al  cabo  de  la  jornada. 

En  último  resultado;  a  la  conclusión 
o  terminación  de  lo  que  se  está  tra- 
tando. 
Al  cabo  del  año  mueren  más  pollos  que 
gallos. 

Con  el  transcurso  del  tiempo  sufren 
más  daño  los  que  tienen  poca  expe- 
riencia que  los  más  avezados. 
Al  cabo  del  año  todos  estamos  en  cuenta. — 
V.  A  cada  puerco  le  llega  su  San  Martín. 
Al  cabo  del  mundo,  o  Hasta  el  cabo  del 
mundo. 

A   cualquiera  parte,  por  distante  y 
lejos  que  se  halle.  —  Se  aplica  más  co- 
múnmente para  dar  a  entender  lo  dis- 
puesto que  se  está  a  ir  aunque  sea  hasta 
el  fin  del  mundo,  con  tal  de  conseguir 
el  objeto  que  se  desea. 
Al  cabo  de  los  años  mil,  van  las  aguas  por 
do  solían  ir,  o  torna  el  agua  a  su  cubil. 
Demuestra  que  con  el  transcurso  del 
tiempo  vuelven  las  cosas  a  su  primiti- 
vo ser  y  estado. 
Al  cabo  de  Ramos  a  Pascuas. 

Don  Mariano  Pardo  de  Figueroa,  más 
conocido  por  el  seudónimo  del  Doctor 


CABO 


—  152  — 


CABO 


Thebussem,  escribió  en  La  Crónica,  de 
Madrid,  en  1858,  lo  que  a  continuación 
transcribimos: 

«Con  esta  locución  se  significa  gene- 
ralmente un  largo  período  de  tiempo,  y 
es  muy  común  decir:  Le  escribí  a  Fula- 
no haciéndole  un  encargo,  yme  contes- 
tó, al  cabo  de  Ra?nos  a  Pascuas,  dicién- 
dome  que  no  había  podido  desempe- 
ñarlo. Ahora  bien:  de  Ramos  a  Pascuas 
sólo  median  seis  días,  según  el  almana- 
que; ¿cómo  es  que  con  tan  corto  plazo 
se  significa  uno  muy  largo?  En  nuestro 
concepto,  puede  resolverse  de  dos  mo- 
dos esta  cuestión.  Primero,  que  como 
el  tiempo  que  media  de  Ramos  a  Pas- 
cuas ha  de  emplearse  en  penitencias, 
ayunos  y  mortificaciones,  de  aquí  el 
que,  aunque  sea  corto,  lo  consideremos 
largo,  por  el  deseo  natural  de  volver  a 
nuestro  común  y  ordinario  método  de 
vida.  La  segunda  solución  hay  que  ex- 
plicarla diciendo  que  existe  un  modo 
de  hablar  llamado  antifrástico,  y  con  el 
cual  se  da  a  entender  una  cosa  contra- 
ria al  valor  de  las  palabras  que  se  em- 
plean. Por  ejemplo  :  al  considerar  la 
obra  de  la  catedral  de  Sevilla,  se  dice: 
«Ya  costaría  este  edificio  un  puñado  de 
reales.»  Al  recordar  un  viajero  dos  días 
pasados  entre  ladrones,  asegura  «que 
fué  el  peor  rato  que  tuvo  en  su  vida»;  y 
al  ponderar  la  distancia  que  media  en- 
tre Lima  y  Jerusalén,  dice  « que  hay 
un  buen  paseo*.  En  los  tres  ejemplos 
que  acabamos  de  citar,  con  la  palabra 
puñado,  que  en  reales  equivaldrá  a 
ochenta  o  ciento,  se  significan  millones; 
con  el  vocablo  rato,  que  con  arreglo  a 
un  reloj  expresa  media  hora,  se  indi- 
can días  enteros)  y  con  la  expresión 
paseo,  que  equivale  a  algunas  varas,  se 
da  a  entender  miles  de  leguas.  ¿Qué  hay, 
pues,  de  violento  o  exagerado  en  que 
seis  días  que  median  de  Ramos  a  Pas- 
cuas indiquen  o  expresen  seis  meses 
o  un  año?» 

Al  cabo  de  un  año  tiene  el  tnozo  las  mañas 
del  amo. 

Demuestra  lo  mucho  que  influye  en 
los  inferiores  el  ejemplo  de  los  supe- 
riores. 

Al  cabo  y  a  la  postre. 

Después  de  todo,  al  fin,  por  último. 


Cena  y  vete  a  echar,  por  mal  cabo  le  vide 
andar. 

Aconseja  que  no  se  acueste  nadie  a 
continuación  de  haber  cenado. 
Dar  cabo. 

Dar  luz,  abrir  camino. —  También  se 
dice:  Dar  cabo  a  una  cosa,  perfeccio- 
narla, darle  la  última  mano. 
Dar  cabo  de  una  persona  o  cosa. 

Acabar  con  ella,  destruirla,  concluir 
con  su  existencia. 
De  cabo  a  cabo,  o  De  cabo  a  rabo. 

Del  principio  al  fin. 
Echar  a  cabo  un  tiegocio. 
Concluirlo,  olvidarlo. 
En  el  cabo  de  Trafalgar,  o  mucho  a  la 
tierra  o  mucho  a  la  mar. 

Situado  dicho  cabo  a  la  vista  de  Ve- 
jer,  junto  al  río  Barbate,  y  habiendo 
existido  antiguamente  en  dicho  sitio 
alguna  gran  población,  como  lo  acredi- 
tan las  inmensas  ruinas  que  allí  sub- 
sisten en  medio  del  mar,  conviene  a  las 
embarcaciones  acercarse  mucho  a  la 
costa,  o  alejarse  lo  más  posible  de  ella, 
a  fin  de  no  encallar  en  los  bajíos  pro- 
ducidos por  aquellas  ruinas. 
En  mi,  o  tu,  o  su,  solo  cabo. 

Modo  de  expresar  que  la  persona  de 
que  se  trata  se  halla  a  sus  solas,  sin 
compañía  de  ningún  género. 
Estar  uno  al  cabo,  o  muy  al  cabo. 

Ir  perdiendo  la  vida  por  momentos. 
Estar  uno  al  cabo.  Algunos  añaden :  de 
la  calle. 

Ser  completamente  noticioso  de  algo 
o  haber  comprendido  perfectamente  lo 
que  a  uno  se  le  acaba  de  decir. 
Habéis  sudado,  y  nada  al  cabo. 

Contra  los  que,   después  de  haber 
trabajado  mucho  en  hacer  alguna  obra, 
les  ha  salido  tan  mal,  que  no  sirve  para 
nada. 
Llevar  a  cabo,  o  al  cabo,  una  cosa. 

Ejecutarla,  concluirla,  darle  cumpli- 
miento, llevarla  a  efecto,  ponerla  por 
'ibra.  —  Destruirla,  terminar  con  ella. 
Llevar  hasta  el  cabo  una  cosa 

Seguirla  con  tenacidad  hasta  el  fin. 

No  dejar  ningún  cabo  por  atar,  o,  por  el 

contrario,  Quedar  algún  cabo  por  atar. 

No  omitir,  o,  por  el  contrario,  omitir 

algún  requisito   indispensable  para  la 

consecución  de  alguna  cosa. 


CABRA 


153 


CABRA 


No  se  pueden  llevar  las  cosas  por  el  cabo. 
Conviene  no  apurar,  exagerar  o  ex- 
tremar ciertas  situaciones. 
No  tener  cabo  ni  cue?ita  una  cosa. 

Estar  tan  llena  de  dificultades  y  con- 
tradicciones, que  no  sabe  uno  cómo 
ponerla  en  claro  o  por  dónde  se  ha  de 
empezar. 
Pensé  saber  por  un  lado,  y  enfermé  por  otro 
cabo. 

Reprende  a  los  que,  guiándose  por  la 
apariencia,  con  poco  o  ningún  reparo, 
se  meten  en  algún  negocio  que  les  es 
perjudicial,  y  se  vienen  a  dar  cuenta 
de  ello  cuando  ya  no  tiene  remedio. 
Por  ningún  cabo. 

De  ningún  modo,  por  ningún  medio 
o  concepto. 
Quedar  algiín  cabo  suelto. 

Circunstancia  imprevista  o  que  ha 
quedado  pendiente  en  algún  asunto  o 
negocio. 
Quien  pesa  mal  y  no  le  pesa  al  cabo,  buen 
día  dará  al  diablo. 

Amenaza  con  el  infierno  a  los  tende- 
ros que  hurtan  sin  arrepentirse  de  ello, 
considerándolo  como  una  cosa  lícita. 
Atar,  o  juntar,  o  recoger,  o  unir,  cabos. 
Reunir  especies,  premisas  o  antece- 
dentes para  poder  venir  al  resultado  o 
consecuencia  que  se  desea  obtener. 
Áteme  usted  esos  cabos. 

Da  a  entenderla  incoherencia  o  des- 
proporción que  resulta  de  lo  que  algu- 
no sostiene,  o  bien  la  concurrencia  de 
uno  o  más  sucesos  que  por  su  índole  y 
naturaleza  se  repelen. 
Coser  a  dos  cabos. 

Estar  atento  a  lo  que  se  hace. — Ase- 
gurar el  resultado  de  una  cosa. 
Iguales,  como  cabos  de  agujetas. 

No  haber  diferencia  entre  varias  per- 
sonas o  cosas. 
Llevar  las  cosas  por  los  cabos,  o  por  el 
cabo. 
Asegurar  lo  que  se  está  haciendo. 
Ni  con  cabos  juegues,  ni  lampar  as  friegues . 
Refrán  muy  usado  en  la  milicia  para 
significar  la  conveniencia  de  no  tomar- 
se confianzas  con  los  superiores  jerár- 
quicos. 
CABRA.  —  Aún  no  ha  parido  la  cabra,  y 
ya  el  hijo,  o  el  cabrito,  mama. 

Reprende  a  los  que  desean  con  ansia 


una  cosa,  sin  esperar  a  que  llegue  su 
oportunidad  y  sazón  para  conseguirla. 

Cabra,  cabal/o  y  mujer,  gordos  los  has  de 
escoger. 

Concuerda  con  este  refrán  latino : 
Sunt  tria  mala:  macra  f cernina,  muía, 
capra,  que  expresa  lo  mismo  que  el 
castellano;  es  decir,  que  tanto  el  uno 
como  las  otras  deben  estas  entrados 
en  carnes. 

Cabra  coja  no  quiere  siesta,  o  sestear  no 
debe. 

El  que  cuenta  con  pocos  recursos  o 
escaso  talento  debe  aprontar,  respec- 
tivamente, mayor  actividad  o  aplica- 
ción. 

Cabra  coja  no  tenga  siesta,  y  si  la  tiene, 
caro  le  cuesta.  V.  Cabra  coja  no  quiere 
siesta,  o  sestear  no  debe. 

Cabra  por  viña,  cual  la  ?nadre  tal  la  hija. 
Los  hijos  sacan,  por  lo  común,  el  ge- 
nio e  inclinación  de  sus  padres. 

La  cabra  de  mi  vecina  da  más  lec/ie  que  la 
mía. 

Contra  los  descontentadizos  que 
creen  ver  mayor  prosperidad  en  los 
negocios  que  otro  maneja,  antes  que 
en  los  propios. 

La  cabra  tira  al  monte. 

Por  lo  regular  suele  obrarse  según 
el  origen  natural  de  cada  uno. 

Libre  es  la  cabra  del  arado. 

Indica  que  el  que  no  sirve  para  efec- 
tuar un  servicio,  está  exento  de  que  se 
lo  encarguen. 

Por  donde  salta  la  cabra,  salta  el  chivo,  o 
salta  la  que  la  mama.  —  V.  Cabra  por 
viña,  cual  la  madre  tal  la  hija. 

Saltar  más  que  una  cabra. 

Símil  bastante  acertado,  pues  esta 
clase  de  cuadrúpedos,  en  especial  los 
monteses,  tienen  una  facilidad  asom- 
brosa para  brincar. 

Ser  uno  la  cabra  coja. 

Dícese  de  la  persona  inútil,  o  que  es 
inferior  en  mérito,  entre  las  demás  de 
que  se  compone  una  familia,  corpora- 
ción, etc. 

Tanto  peca  el  que  tiene  la  cabra  como  el 
que  la  mama.  —  V.  Alcahuetes  y  tunos, 
todos  son  unos,  o  Hacientes  y  consen- 
cientes,  pena  por  igual. 

Cargar,  o  echar,  las  cabras  a  uno. 

Hacer  que  pague  él  solo  lo  que  con 


CABRAHIGO 


—  154 


CACHANO 


otro  u  otros  ha  perdido. — Echar  la  cul- 
pa al  que  no  la  tiene. 
Esas  son  las   cabras    que   N.  tiene  que 
guardar. 

Equivale  a  decir:  Ese  es  su  cargo  u 
oficio;  a  eso  se  reduce  el  cumplimiento 
de  su  obligación,  sin  tener  que  meter- 
se en  más. 
Ir  uno  tras  otro,  corno  las  cabras. 

Seguir  fiel  y  dócilmente  las  pisadas 
de  otro,  ya  en  sentido  material,  ya  en 
el  figurado. 
Los  que  cabras  no  tienen  y  cabritos  ven- 
den, ¿de.  dónde  les  vienen} 

Aquellos  que  no  tienen  oficio  ni  be- 
neficio y  gastan  y  triunfan  largamente, 
es  de  suponer  que  lo  hurtan  o  lo  ad- 
quieren por  medios  ilícitos. 
Meter  las  cabras  en  el  corral  a  uno. 
Atemorizarlo,  infundirle  miedo. 
CABRAHIGO.  —  No  dársele  a  alguno  un 
cabrahigo.  —  V.  No  dársele  a  uno  un 

ARDITE. 

CABRERO.  —  Guarda  el  cabrero  las  ca- 
bras de  muchos  lobos,  y  a  su  mujer  no 
puede  de  un  hombre  solo. 

Indica  que  el  que  se  propone  apar- 
tarse del  buen  camino,  no  es  fácil  di- 
suadirle de  ello. 
Riñen  los  cabreros,  descúbrense  los  que- 
sos.—  V.  Riñen  los  ladrones  y  se  descu- 
bren los  hurtos. 
CABRILLA.  —  Cuando  te  dieren  la  cabri- 
lla, acorre  con  la  soguilla. — V.  Cuando 
te  dieren  la  vaquilla,  acude  con  la  so- 
guilla. 
CABRIOLA.  —  Hacerle  a  uno  cabriolas 
una  cosa. 

Excitarle  el  deseo  o  la  curiosidad. 
CABRITO.  —  El  cabrito,  de  un  mes,  y  el 
cordero,  de  tres. 

Indica  las  edades  en  que  respectiva- 
mente han  de  ser  comidos  dichos  ani- 
males, para  que  la  carne  sea  gustosa. 
CABRÓN.  —  Algún  cabrón  pasa  por  la 
calle. 

Dícese  cuando  a  dos  personas  se  les 
ocurre  a  la  vez  manifestar  un  mismo 
pensamiento. 
El  que  nace  para  cabrón,  siete  años  antes 
de  nacer  tiene  la  gracia. 

Exagera  lo  persistente  que  suele  ser 
la  desgracia  en  los  que  nacen  desdi- 
chados. 


Hacer  el  cabrón. 

Aguantar  pacientemente  los  regaños 
o  trabajos  que  se  imponen.  -  Trabajar, 
levantar  las  cargas  o  mantener  a  otros, 
mientras  éstos  gastan,  triunfan  y  se  di- 
vierten. 
CABRÓN ADA.-Aguantar  cabronadas. 
Cualquiera  incomodidad  grave  e  im- 
portuna que  hay  necesidad  de  sufrir 
por  cualquier  motivo. 
CABUYA.  —  Ponerse  en  la  cabuya. 

Coger  el  hilo,  ponerse  al  cabo  de  un 
asunto. —  Cabuya  es  la  fibra  de  la  pita, 
con  que  se  fabrican  cuerdas  y  tejidos. 
CACA.  —  Descubrir  la  caca. 

Poner  de  manifiesto  lo  defectuoso  o 
sucio  de  algún  asunto. — Úsase  también 
con  los  verbos  manifestar,  callar,  ocuU 
tar,  tapar,  etc.,  teniendo  respectiva- 
mente el  significado  que  cada  uno  de 
éstos  le  comunica. 
CACAO.  —  Pedir  cacao. 

Úsase  familiarmente,  en  algunas  re- 
giones de  América  para  dar  a  entender 
que  alguno  corre  pidiendo  favor  o  mi- 
sericordia, con  alusión  onomatopéyica 
a  la  voz  del  gallo  cuando  sale  huyendo 
para  no  ser  cogido. 
CACAREADOR.  —  Ser  un  cacareador. 

V.  Cacarear  alguno  una  cosa. 
CACAREAR.  —  Cacarear  alguno  una 
cosa. 

Ponderar,   exagerar  con  exceso  las 
acciones  propias. 
CACO.  —  Pagar  tributo  a  Caco. 
Hurtar,  robar. 
Ser  un  caco. 

Hombre  muy  tímido,  cobarde  y  de 
poca  o  ninguna  resolución. — V.  Ser  más 
ladrón  que  Caco. 
CACUMEN.  —  Tener  cacumen. 

Tener  agudeza,  perspicacia,  penetra- 
ción, ingenio. 
CACHA.  —  No  temas,  que  es  cacha. 

Modo  de  indicar  a  uno  que  no  hay 
motivo  o  fundamento  para  que  abrigue 
recelo  de  ningún  género. 
Hasta  las  cachas. 

Excesivamente;  y  así,  se  dice:  Empe- 
ñado hasta  las  cachas,  etc. 
CACHANO.— Llamar  a  Cachano  con  dos 
tejas. 

Denota  ser  de  todo  punto  ilusorio  o 
ineficaz  el  auxilio  a  que  alguno  recurre 


CACHAZA 


—  i55  — 


CAER 


en  su  necesidad  o  despecho.  —  Suele 
usarse  en  la  forma  imperativa,  dicien- 
do: Que  llame  a  Cachano  con  dos  tejas. 

CACHAZA.  —  ¡Cachaza  v  mala  intención1. 
Exhorta  a  tener  en  los  negocios  ar- 
duos gran  serenidad  y  a  estar  en  cons- 
tante acecho. 

CACHETE.  —Dar  el  cachete.  —  V.  Dar 

la  PUNTILLA. 

CACHETERO.  —  Ser  un  cachetero. 

Se  dice  de  la  persona  que  causa  a 
otra,  o  a  alguna  cosa,  el  último  y  mayor 
daño  que  podía  sobrevenirle. 
CACHETnSÍA.  —  Darse  una  cachetina. 

Reñir  a  cachetes. 
CACHICÁN.  —  Ser  un  cachicán. 

Ser  hombre  astuto,  diestro. 
CACHIFOLLAR.  — Cachifollar  a  uno. 
Dejarlo  deslucido  y  humillado,  o  bur- 
lado en  alguna  pretensión  o  empeño. 
CACHIGORDA.  —  Ser  una  persona  ca- 
chigorda. 

Dícese  de  la  que  es  regordeta  y  pe- 
queña.—  También  se  la  suele  llamar 
cachigordeta. 
CACHIPOL  ACHE.— De  cachipolache. 
Modo  de  ponderar  lo  considerable, 
notable,  excesivo,  etc.,  de  aquello  que 
se  está  tratando. — Con  el  verbo  armar 
tiene  dos  significados,  según  se  aplique  : 
revolverlo,  involucrarlo  todo,  o  mover 
contienda,   pelearse  tumultuosamente 
varias  personas. 
CACHIVACHE.  —  Ser  un  cachivache. 
Ser  una  persona  ridicula,  embustera, 
inútil  y  acreedora  al  mayor  desprecio. 
V.  Ser  un  trasto. 
CACHO.  —  Echa  un  cacho  de  honradez  al 
puchero,  y  verás  qué  caldo  sale. 

Mal  consejo,  sostenido  por  los  que 
aseguran  ser  antes  el  medro  personal 
que  la  práctica  del  bien. 
CACHONDEO.  —  Estar  de  cachondeo. 
Aplícase  a  las  personas  que  están  de 
chacota,  burlándose  con  cierta  calma, 
soflama  o  sorna. — Es  frase  impropia  de 
la  buena  sociedad,  por  tener  su  origen 
en  el  sentido  recto  del  adjetivo,  que, 
como  tal,  no   puede  tener  cabida  en 
este  Diccionario. 
CACHORREÑA.  —  Tener  una   persona 
mucha  cachorreña. 

Ser   muy  cachazuda;    gastar   mucha 
flema,  mucha  pachorra. 


CACHORRO.  -  Estar  hecho,  o  parecer,  un 
cachorro. 

Dícese,  por  lo  general,  del  que  está 
rollizo.  Aplícase    más   comúnmente   a 
los  niños  recién  nacidos. 
CADÁVER.— Que  haya  un  cadáver  mas, 
¿qué  importa  al  mundo} 

Frase  proverbial  de  desesperación, 
tomada  del  final  del  Canto  a  Teresa  in- 
cluido en  El  Diablo  Mundo,  de  Espron- 
ceda. 
CADENA.  —  Estar  en  cadena. 

Estar  preso  o  sujeto. 
CADETE.— Echarla  de  cadete,  o  Hacerse 
el  cadete. 

Presumir  de  joven,  o  hacer  acciones 
propias  de  tal,  una  persona  entrada  ya 
en  años. 
CÁDIZ. — Eso  ocurrió,  o  pasó,  o  sucedió,  en- 
tre Cádiz  y  Jerez,  camino  de  Carnesto- 
lendas. 

Modo  jocoso  de  significar  uno  que  no 
da  crédito  a  lo  que  acaba  de  escuchar. 
CAER.  —  Al  caer  de  la  hoja,  o  de  la  pám- 
pana. 

Al  fin  del  otoño,  al  llegar  el  invierno. 
Caer  bien,  o  mal,  una  cosa  con  otra,  o  a 
otra. 

Tener  orden  y  proporción  con  ella; 
ser  adecuada,  conveniente  y  oportuna, 
o  al  contrario.  Se  aplica  también  a  las 
cosas  con  relación  a  las  personas. 
Caer  de  plano. 

Caer  tendido  a  la  larga,  sin  poderse 
valer. 
Caer  en  alguna  cosa. 

Venir  en  conocimiento  de  ella,  re- 
cordarla. 
Caer  por  defuera. 

No  perjudicar  una  cosa  notablemente 
a  alguno,  o  no  sentir  éste  demasiado  el 
perjuicio  que  recibe. 
Caer  que  hacer. 

Presentarse  ocasión  de  trabajar  o  de 
hacer  alguna  cosa. 
Cayendo  y  levantando. 

Con  alternativas  adversas  o  favora- 
bles, sin  fijeza  en  lo  bueno  o  conve- 
niente. 
Estar  una  cosa  al  caer. 

Hallarse  a  punto  de  suceder  o  de  ve- 
rificarse. 
Estar  si  cae  o  no  cae  alguna  persona  o 
cosa.  —  V.  Estar  en  tenguerengue. 


CAERSE 


-  156  - 


CAGUETA 


Parece  que  se  cae,  .y  se  agarra, 

Dícese  del  que  hace  su  negocio  con 
disimulo,  o  haciéndose  el  tonto. 
Quien  no  cae,  no  se  levanta. 

Enseña  que  a  veces  es  un  bien  el  in- 
currir en  algún  yerro,  porque  es  causa 
de  que  en  lo  sucesivo  no  se  venga  a 
caer  en  otros  mayores. 
CAERSE.  — Caerse  de  maduro. 

Se  aplica  al  viejo  decrépito  cercano 
ya  a  la  muerte.  —  También  se  dice  de 
la  persona  que  se  halla  rendida  por  el 
trabajo  o  por  el  sueño,  o  por  ambas  co- 
sas a  la  vez. 
Caerse  de  suyo. 

Denota  la  poca  firmeza  de  las  cosas 
mal  fundadas,  que  sin  necesidad  de  ex- 
traño impulso  se  desbaratan.  —  Tam- 
bién se  aplica  a  ser  una  cosa  sumamen- 
te fácil  de  comprender. 
Caerse  muerto  de  miedo,  de  susto,  de  gozo, 
de  risa,  etc. 

Frase  empleada  para  ponderar  la  in- 
tensidad que  dichos  afectos  causan  en 
una  persona. 
Caerse  redondo. 

Venir  al  suelo  una  persona  por  efec- 
to de  algún  desmayo  o  de  cualquier 
otro  accidente. —  Asombrarse  por  ha- 
ber visto  u  oído  algo  anormal  o  estu- 
pendo. 
CAGADA.  —  Mandar  a  uno  a  buscar  la 
cagada  del  lagarto. 

Frase  que  se  emplea  para  despedir  a 
una  persona  con  desprecio. 
Ser  uno,  o  una  cosa,  como  la  cagada  déla 
paloma,  que  ni  huele  ni  hiede. 

No  servir  para  nada;  ser  completa- 
mente  inútil.  —  V.  Ser  la  mierda  del 
pavo. 
CAGADO.  —  Ningún  cagado  se  huele. 

El  amor  propio  ciega  de  tal  manera, 
que  no  consiente  el  que  cada  uno  vea 
sus  defectos. 
CAGAJÓN.  —  Parecer    un   cagajón    de 
arroyo. 

Frase  baja  y  popular  con  que  se  ma- 
nifiesta desprecio  hacia  alguna  persona. 
CAGAJONES.  —  Cagajones  y  membrillos, 
todos  somos,  o  son,  amarillos. 

Contra  los  que  por  la  apariencia 
igualan  todas  las  cosas,  sin  hacer  dis- 
tinción de  ellas  por  no  detenerse  en 
penetrar  su  fondo. 


¿Qué?,  o  (Quién-  —  Cagajones,  y  másca- 
los bien. 

Contestación  burlesca  que  se  suele 
dar  a  los  que  preguntan  una  cosa  in- 
tempestivamente o  que  no  les  importa 
nada. 
CAGALERA. — Cagaleras,  o  calenturas, 
o  cursos,  en,  o  por,  mayo,  salud  para  todo 
el  año. 

Expresa  que  el  sufrir  de  cámaras  en 
dicho  mes  es  saludable,  pues  equivale 
a  un  purgante  natural  muy  oportuno 
para  la  entrada  de  la  primavera. 
CAGALUGARES  .  —  Ser  un  cagalu- 
gares. 

Mote  que  se  da  a  la  persona  que  es 
aficionada  a  andar  con  suma  frecuencia 
mudando  de  sitios  o  destinos,  sin  tener 
asiento  fijo  en  ninguno.  —  Dícese  tam- 
bién cagaoficios. 
CAGANDANDO.  —  Ser  un  cagandan- 
do. — V.  Ser  un  cagóx. 
CAGAR.  —  A  cagar  en  lo  barrido. 

Es   decir,  hacer   algo  que  no  se  le 
ocurre  a  persona  bienintencionada. 
Cagar  una  cosa. 

Mancharla,  deslucirla,  echarla  a  per- 
der.— Errar  algún  negocio;  andar  des- 
acertado en  alguna  empresa;  quedar 
desairado  en  aquello  que  se  traía  entre 
manos. 
Cagarse  de  miedo. 

Demuestra  el  mucho  temor  de  que 
se  halla  poseída  una  persona.  —  En  tér- 
minos más  cultos  suele  decirse:  Irse,  o 
zurrarse,  de  miedo. 
Estarse  cagando  vivo. 

Tener  necesidad  apremiante  de  exo- 
nerar el  vientre,  o  tener  diarrea. 
¡Me  cago! 

Expresión  vulgar  con  que  se  demues- 
tra ira  o  enojo  por  haber  sucedido  lo 
contrario  de  aquello  que  uno  desea- 
ba.— Algunos  suavizan  esta  palabra  mal- 
sonante substituyéndola  por  ;  Mecachis! 
No  ven  cagar,  cuando  ya  quieren  lamer.  — 
Y.  Mklón,  tajada  en  la  boca. 
CAGATINTAS.  —  Ser  un  cagatintas. 

Ser  oficinista. 
CAGÓN.—  Ser  un  cagón. 

Aplícase  a  la  persona  que  es  muy 
cobarde  y  miedosa. 
CAGUETA.  —  Ser  un  cagueta.  —V.  Ser 

un  CAGÓN. 


CAÍDA 


—  iS7 


CALABAZA 


CAÍDA.  —  Sufrir  caída. 

Tener  abatimiento,  decadencia,  ac- 
ción de  ir  a  menos. 
Las  caídas,  ni  aun  soñadas  son  buenas. 
Pondéranse  las  malas  consecuencias 
que  suelen  traer  las  caídas,  hasta  el  pun- 
to que  el  que  piensa  que  se  cae,  estan- 
do dormido,  se  despierta  con  gran  so- 
bresalto y  doliéndole  todo  el  cuerpo. 
Tener  una  persona  caídas. 

Tener  dichos  oportunos,  especial- 
mente los  que  se  ocurren  con  natura- 
lidad y  sin  estudio. 
CAÍDO.  —  Al  caído  todos  se  le  atreven.  — 
V.  Del  árbol  caído  todos  cortan,  o  ha- 
cen, leña. 
Estar  caído. 

Encontrarse  desfallecido,  amilanado, 
desanimado,    abatido,    desalentado.  — 
Haber  perdido  el  valimiento  con  algu- 
na persona  poderosa. 
CAIMÁN.  —  Ser  un  caimán. 

Persona  astuta  y  disimulada  que  afec- 
ta prudencia  para  conseguir  su  intento. 
CAÍN.  —  Ser  alguno  más  malo  que  Caín. 

Comparación  referente  al  personaje 
bíblico  que  por  envidia  mató  a  su  her- 
mano Abel. 
CADíE. — Quien  no  ha  caire,  no  ha  donaire. 
Refrán  irónico  con  que  se  vitupera  a 
aquellas  personas  que  prosperan  por 
medios  ilícitos  y  reprobados. 
CAJA.  -  Caja  abierta  y  culo  a  besar,  a  na- 
die se  le  puede  negar. 

Al  que  dispone  de  medios  para  lograr 
algo,  no  le  es  fácil  negarse  a  facilitarlos. 
Entrar,  o  estar,  en  caja. 

Encontrarse  en  buen  estado  de  sa- 
lud, o  en  vida  ordenada,  aplicado  a  las 
personas,  y  en  regla  y  concierto,  ha- 
blando de  las  cosas. 
¡Oído  a  la  caja! 

Manera  de  invitar   al  silencio  para 
que  se  preste  atención  a  lo  que  se  va 
a  decir,  por  juzgarlo  de  verdadera  im- 
portancia. 
Despedir,  o  echar,  o  recibir,  etc.,  a  uno  a, 
o  con,  cajas  destempladas. 
Con  aspereza  y  enojo. 
CAJÓN.  —  El  que  come  de  cajón,  come  de 
mogollón. 

El  que  tiene  a  su  alcance  dinero  en 
abundancia,  no  repara  en  lo  que  lo  in- 
vierte. 


Parecer  cajón  de  sastre. 

Haber  conjunto  de  cosas  desordena- 
das y  distintas.  — Persona  que  tiene  en 
su  imaginación  variedad  de  especies, 
generalmente  desordenadas  y  confusas. 
Ser  alguna  cosa  de  cajón. 

Ser  corriente  y  de  estilo  y  práctica 
usual  y  común. 
CAL.  —  El  que  quiere  cal,  tiene  que  cocerla. 
V.  El  que  algo  quiere,  algo  le  cuesta. 
Ser  de  cal  y  canto. 

Ser  fuerte,  macizo  y  muy  durable, 
como  todo  lo  hecho  con  estas  materias. 
CALA.  —  Hacer  cala,  o  Hacer  cala  y  cala. 
Reconocer    con    detenimiento    una 
cosa  para  saber  la  calidad,  cantidad  y 
demás  circunstancias  que  pueda  tener. 
CALABAZA.  —  Aún  no  está  en  la  cala- 
baza, y  ya  se  toma  vinagre. 

Contra  los  que  dan  ya  por  hecho  y 
conseguido  aquello  que  pretenden,  sin 
tener  el  principio  y  los  medios  adecua- 
dos para  ello. 
El  que  come  calabaza  se  queda  sin  pulso. 
Por  lo  desubstanciado  que  es  dicho 
manjar. 
La  calabaza  Jamas  será  hogaza. 

Dícese  a  las  personas  que  piden  o 
desean  conseguir  cosas  que  por  razón 
natural  son  imposibles. 
Menos  come  una  calabaza  y,  sin  embargo, 
está  más  gorda. 

Contestación  que  dio  Santo  Tomás 
de  Aquino  a  uno  que  le  preguntó  cómo 
siendo  tan  parco  en  la  comida  estaba 
tan  grueso. — Es  lo  mismo  que  se  suele 
responder  al  que  hace  igual  pregunta  a 
la  persona  que  se  halla  en  idénticas 
circunstancias. 
Salir  uno  calabaza. 

No  corresponder  al  concepto  venta- 
joso que  de  él  se  tenía  formado. 
Ser  una  calabaza. 

Ser  una  persona  muy  ignorante,  muy 
estúpida  e  inepta. 
Dar,  o  llevar,  calabazas. 

Reprobar  a  alguno  en  los  exáme- 
nes.—  Desairar  o  rechazar  la  mujer  al 
que  la  pretende  o  requiere  de  amores, 
o  éste  a  aquélla. 
No  necesitar  de  calabazas  para  nadar. 
Dícese  del  que  tiene  bastante  arte 
para  manejarse  por  sí  solo  sin  la  ayuda 
de  nadie. 


CALABAZADAS 


158 


CALDO 


CALABAZADAS.  —  Darse  de  calaba- 
zadas por  las  paredes. 

Fatigarse  mucho  por  averiguar  algu- 
na cosa,  sin  poderlo  conseguir. 
CALADA.  —  Dar  una  calada. 

Reprender  ásperamente. 
CALAGOZO.  —  Calagozo  corta  encina, 
que  no  cola  vulpina. 

Para  conseguir  algo  es  necesario  em- 
plear los  medios  adecuados. 
CAL  AMAR.  —  Parecer  un  calamar. 

Aplícase  a  la  persona  flaca. 
CALAMIDAD.  —  Ser  una  calamidad. 

Persona  o  cosa  que  acarrea  molestias 
o  sinsabores  constantemente. 
CALAMOCANO.— Estar  calamocano. 

Encontrarse  beodo. 
CALANDRAJO.  —  Ser  un  calandrajo. 
Aplícase  a  la  persona  ridicula,  des- 
preciable y  mal  trajeada. 
CALAÑA. — Ser  de  buena,  o  mala,  calaña. 
Ser  de  buena,  o  mala,  índole  o  cali- 
dad, tanto  las  personas  como  las  cosas. 
CALAR.  —  Calar  a  una  persona  o  cosa. 
Conocer  sus  cualidades  y  sus  inten- 
ciones.—Penetrar,  comprender  el  mo- 
tivo, razón  o  secreto  de  una  cosa. 
CALAVERA. — ¡Lo  que  sernos!...  (Y mira- 
ba a  la  calavera  de  un  borrico.) 

Modo  de  motejar  de  bruto  a  una  per- 
sona, con  alusión  al  conocido  epigrama: 

La  calavera  de  un  burro 
miraba  el  doctor  Pandolfo, 
y  ente?necido  decía : 
«/  Válgame  Dios,  lo  que  somos!* 

Ser  un  calavera. 

Persona  de  poco  juicio  y  asiento,  par- 
ticularmente en  asuntos  femeninos. 
CALAVERÓN.  -  Ser  un  calaverón.  — 

V.  Ser  un  calavera. 
CALCETA.  —  Andar,  o  ir,  haciendo  cal- 
cetas. 

Ir  andando  con  las  puntas  de  los  pies 
hacia  adentro,  y  por  lo  tanto  ir  sepa- 
rando los  talones  entre  sí  lo  más  po- 
sible. 
Hacer,  o  estar,  haciendo  calcetas. 

Estar  tiritando,  estar  temblando  de 
frío. 
CALCETERO.     En  siendo  yo  calcetero, 
andarán  todos  en  piernas. 

Jocosa  manera,  como  de  Quevedo, 
de  exagerar  la  desgracia  de  una  per- 
sona, equivalente  al  refrán:  Si  te  metes 


a  sombrerero,  los  chiquillos  te  nacerán 
sin  cabeza.  (Véase.) 
CALDA.— Dar  calda,  o  una  calda,  a  uno. 

Acalorarlo,  estimularlo  a  que  haga 
alguna  cosa. 
CALDEO.  —  Sacar   a    uno    de    entre   los 
caldeos. 

Sacarle  de  una  situación  molesta  o 
angustiosa. 
CALDERA.  —  Ser  una  caldera. 

Aplícase  generalmente  a  los  relojes 
de  bolsillo  antiguos  y  abultados,  a  los 
cuales  se  los  suele  llamar  pintoresca- 
mente calderómetros. 
Ir  a  las  calderas  de  Pedro  Botero,  o  Bo- 
tello. 

Llámase  así  comúnmente  al  infierno. 
Covarrubias  sospecha  que  este  indivi- 
duo existió,  y  fué  un  tintorero  que  ten- 
dría alguna  descomunal  caldera  para 
su  oficio. 
CALDERO.  —  Caldero  viejo,  o  abolladu- 
ra o  agujero. 

Manifiesta  lo  difícil  que  es  hallar  una 
cosa  o  persona  de  mucha  edad  que  no 
tenga  algún  quebranto. 
Con  un  caldero  viejo  se  compra  otro  nuevo. 

Aplícase  al  individuo  joven  que  se 
casa  con  persona  de  edad  avanzada,  en 
la  esperanza  de  que,  no  tardando  ésta 
en  morirse,  podrá  casarse  luego  con 
otra  cuya  edad  sea  más  proporcionada 
a  la  suya. 
No  lo  bebo,  no  lo  bebo,  mas  echádmelo  en  el 
caldero. — V.  No  quiero,  no  quiero,  pero 
échalo  en  el  sombrero. 
CALDILLO.  —Al  caldillo,  señor  alcalde. 

Juego  de  palabras  con  que  se  incita 
a  uno  a  que  atienda  a  su  provecho. 
CALDO.  —A  quien  no  quiere  caldo,  la  taza 
llena,  o  tres  tazas. 

Se  dice  de  aquella  persona  que  se  ve 
obligada,  o  a  quien  se  quiere  obligar  a 
hacer  una  cosa  que  le  repugna  sobre- 
manera. 
¡Caldo,  a  los  de  Orgaz!  Algunos  añaden: 
que  los  de  Aranjuez  no  quieren  más. 

Da  a  entender  que  se  rechaza  alguna 
proposición  que  no  conviene,  mayor- 
mente si  se  hace  con  insistencia  im- 
portuna; y  se  funda  este  dicho  en  una 
tradición  que  corre  acerca  de  los  natu- 
rales de  Orgaz,  la  cual  dice  que  ha- 
biéndose presentado  en  la  mesa  de  una 


CALENDARIO 


—  '59 


CALEPINO 


boda  celebrada  en  aquella  localidad  un 
perro  rojo  en  el  cocido,  juzgaron  los 
circunstantes  que  los   pelos  de  aquel 
animalito  eran  hebras  de  azafrán. 
jCaldo  de  tripas,  bien  te  repicas! 

Contra  los  ruines  que  quieren  darse 
importancia  y  meter  ruido,  por  seme- 
janza a  lo  que  pasa  con  el  caldo  de  tri- 
pas (el  líquido  que  se  administra  por 
medio  de  la  ayuda,  clister,  jeringa  o  la- 
vativa), que  siendo  de  suyo  y  en  su 
aplicación  de  calidad  humilde,  pone  los 
intestinos  en  movimiento  y  alboroto. 
Caldo  sin  grasa,  pan  sin  tasa. 

Cuando  la  comida  es  de  poca  subs- 
tancia, no  es  extraño  suplir  esta  defi- 
ciencia, los  que  tienen  hambre,  hacien- 
do gasto  de  pan  para  subsanarla. 
Como  caldo  de  altramuces,  o  de  raposa,  o 
de  zorra,  que  está  frío  y  quema. 

Dícese  de  ciertas  palabras  y  expre- 
siones que,  aun  cuando  parecen  sua- 
ves, encierran  sentido  picante  y  ma- 
ligno.—  Aplícase  igualmente  a  las  per- 
sonas que  las  profieren. 
El  mal  caldo,  hirviendo  y  soplando. — Véa- 
se El  mal  camino,  andarlo  pronto. 
Hacerle,  o  hacérsele,  a  uno  el  caldo  gordo. 
Darle  o  proporcionarle  aquellos  me- 
dios que  para  una  cosa  le  faltaban  o  en 
que  más  principalmente  estaba  el  con- 
seguirla. 
Haz  de  ese  caldo  tajadas. 

Moteja  a  quien  pide  imposibles. 
Mirar  al  caldo  y  a  las  tajadas. 

Atender  a  la  vez  a  dos  cosas  dis- 
tintas. 
Revolver  el  caldo,  o  los  caldos. 

Sacar  a  relucir  cuentos  viejos  para 
mover  disputas  y  rencillas. 
Ser  más  transparente  que  caldo  de  sopista. 
Ser  alguna  cosa  sumamente  delga- 
da. —  Ser  tan  clara  y  evidente  que  no 
puede  ocultarse  su  sentido  a  nadie.  — 
Alúdese  a  la  pobreza  de  la  mayoría  de 
los  antiguos  estudiantes,  cuya  sopa  te- 
nía de  todo  menos  de  substancia  . 
Vamos  a  cenar,  que  está  el  caldo  deshecho. 
Alude  a  que  las  cosas  deben  hacerse 
antes  que  se  pase  la  ocasión  de  practi- 
carlas. 
CALENDARIO.  —  Mentir  más  que  el  ca- 
lendario de  Torres. 

Mentir  descaradamente. — Alude  a  los 


calendarios  compuestos  por  D.  Diego 
de  Torres  Villarroel,  escritor  salaman- 
quino, quien  con  la  mayor  desfachatez 
publicaba  en  ellos  sus  delirios  y  en- 
sueños astrológicos  (1723-1753),  hoy  en 
su  casi  totalidad  dados  al  olvido. 
Hacer  calendarios. 

Estar  uno  pensativo,  discurriendo  a 
solas  sin  objeto  determinado.  —  Hacer 
sobre  una  cosa  cálculos  o  pronósticos 
más  o  menos  aventurados. 
CALENDAS.  — Para  las  calendas  grie- 
gas. 

Expresión    irónica    que   denota    un 
tiempo  o  plazo  que  no  ha  de  llegar 
nunca.  —  Alude  a  que  los  griegos  no 
tenían  calendas. 
CALENTAR.  —  Caliente  diciembre,  ca- 
liente enero,  frío  seguro  tendrá  febrero. 
Indica  que  en  cuanto  empieza  el  in- 
vierno, es  inútil  que  el  tiempo  no  sea 
el  propio  de  esa  estación,  porque  no 
tardará  en  ser  el  adecuado  a  tal  época 
del  año. 
CALENTÓN.  —  Darse  un  calentón. 
Calentarse  de  prisa  y  levemente. 
CALENTURA.  —  Calentura  de  pollo  por 
comer  gallina. 

Motéjase  al  que  se  finge  achacoso  por 
huir  del  trabajo,  o  para  que  lo  traten 
con  mimo  y  regalo. 
Todavía  dura  la  calentura. 

Da  a  entender  que  aun  existe  aquel 
disgusto,  vicio,  desgracia,  etc.,  de  que 
se  trata. 
Calenturas  otoñales,  o  muy  largas,  o  mar- 
tales. 

Expresa  el  carácter  que  suele  tener 
esa  enfermedad  cuando  ataca  en  la  cita- 
da estación  del  año. 
Calenturas  por  mayo,  salud  para  toda  el 
año.  —  V.  Cursos,  o  pujos,  por  mayo,  sa- 
lud para  todo  el  año. 
CALEPINO.— Sabe  más  que  el  Calepino. 
Dicho  que  se  usaba  antiguamente 
entre  los  escolares,  especialmente  de 
Gramática  latina,  para  calificar  de  buen 
humanista  a  aquel  a  quien  se  lo  apli- 
caban, con  alusión  al  Diccionario  de 
varias  lenguas  llamado  Calepino  por 
haberlo  compuesto  Fr.  Ambrosio  Cale- 
pino  o  de  Calepio,  pueblo  de  la  provin- 
cia de  Bérgamo,  en  Italia. 

Esta   voluminosa    obra    vio    la    luz 


CALIBRE 


—    1 6o 


CALVARIO 


pública  por  vez  primera  en  Reggio 
en  1502,  haciéndose  posteriormente  in- 
finitas ediciones  corregidas  y  aumenta- 
das, hasta  el  extremo  de  contener  en 
sus  columnas  la  correspondencia  de  las 
palabias  en  once  lenguas.  Fr.  Ambro- 
sio murió  el  año  151 1,  a  los  setenta  y 
seis  de  edad. 
CALIBRE.  —  Ser  de  buen,  o  mal,  calibre. 
Ser,  o  no  ser,  una  cosa  de  mérito, 
de  valor  o  de  importancia.  —  También 
se  aplica  a  una  cosa  de  volumen  o  de 
peso. 
CALIENTE.—  Ándeme  yo  caliente,  y  ría- 
se la  gente. 

Refrán  empleado  por  los  que  prefie- 
ren su  comodidad  y  provecho  al  qué 
dirán  de  las  gentes. 
Estar  caliente. 

Aplícase  a  la  persona  fogosa,  acalo- 
rada, viva,  animada,  que  se  encuentra 
en  este  estado  a  causa  de  haber  dispu- 
tado o  reñido  con  alguien. 
Las  cosas,  en  caliente. 

En  el  acto,  luego,  al  punto,  al  ins- 
tante, etc. 
CALILLA.  —  Echarle  a  uno  una  calilla. 
Hacerle  alguna  mala  obra. —  También 
se  dice  :  Echarle  a  uno  el  aguardiente. 
(Véase.) 
CALIMACO.  —  Estar  como  el  calimaco 
v  la  lila,  que  no  se  estila. 

Frase  proverbial  usada  en  Andalucía 
para  significar  que  una  persona  carece 
de  aquello  de  que  se  está  tratando,  y 
singularmente  si  es  dinero. 
CÁLIZ.  —  Apurar,  o  beber,  el  cáliz  hasta 
las  heces. 

Apurar  todo  género  de  sufrimientos 
y  sinsabores.  —  Dícese  también  el  cáliz 
de  la  amargura. 
Vender  hasta  los  cálices. 

Demuestra    ser    una  necesidad    tan 
grande,  que  para  atender  a  su  remedio, 
es  fuerza  deshacerse  hasta  de  los  obje- 
tos más  sagrados  o  indispensables. 
CALMA.  —  Tener  calma. 

Tener  cachaza,  flema,  pachorra. — Te- 
ner paz,  tranquilidad. 
CALMOSO.  —  Ser  un  calmoso. 

Aplícase  a  la  persona  cachazuda,  pe- 
rezosa e  indolente. 
CALOR.  —  Ahogarse  de  calor. 

Estar  uno  muy  fatigado  o  sofocado 


de  resultas  de  un  calor  excesivo  o  bo- 
chornoso. 
Calor  de  marzo  temprano,  es  para  el  campo 
muy  sano. 

Porque  facilita  el  desarrollo  de  las 
plantas  sembradas  anteriormente. 
Calor  de  mayo,  valor  del  año. 

Por  ser  en  ese  mes  cuando  se  decide 
el  buen  resultado  de  las  cosechas. 
Coger  calor. 

Recibir  la  impresión  de  éste. 
Dar  calor. 

Fomentar,  avivar,  ayudar  a  otro  para 
acelerar  la  ejecución  de  alguna  cosa,  o 
para  servirle  de  amparo  y  defensa,  o 
comunicarle  nuevo  vigor. 
Dejarse  caer  el  calor. 

Hacer  mucho  calor;  dejarse  sentir 
mucho  sus  efectos. 
Entrar  en  calor  una  persona. 

Ir  pasando  ésta  del  estado  de  frío  al 
de  calor.  —  Irse  entusiasmando. 
Meter  en  calor  a  uno. 

Moverle  el  ánimo  eficazmente  hacia 
algún  intento. 
No  temas  nunca  el  calor  en  junio,  que  tu 
enemiga  es  la  lluvia. 

Indica  que  en  dicho  mes  debe  desear- 
se el  calor  propio  de  ese  tiempo,  que 
es  el  conveniente  para  que  prosperen 
las  frutas. 
Quien  anda  entre  el  calor,  siempre  saca 
algún  tizón. — V.  El  que  anda  con  la  miel, 
algo  se  le  pega. 
Tomar  con  calor  una  cosa. 

Equivale  a  hacerla  con  gran  interés. 
CALUMNIA.  —  Calumnia,  que  algo  que- 
da.  -  V.  El  golpe  de  la  sartén,  aunque 
no  duele,  tizna. 
CALUROSO.  —  Ser  caluroso. 

Ser  muy   vivo,   muy  animado,  muy 
fogoso. 
CALVARIO.  —  Parecer  un  calvarlo  el 
pecho  de  alguna  persona. 

Ostentar  sobre  él  muchas  cruces  y 
condecoraciones. 
Ser  un  calvario. 

Se  dice  de  la  persona  que  tiene  con- 
traídas muchas  deudas,  especialmente 
en  los  comercios  donde  saca  al  fiado, 
y  que  los  dueños  de  éstos  va  apuntan- 
do en  el  libro  con  rayas  y  cruces. — Re- 
firiéndose a  la  vida,  pasarla  con  apuros, 
disgustos  y  sufrimientos. 


CALVATRUENO 


—   161 


CALLAR 


CALVATRUENO.  — .&/-  un  calvatrue- 
no. 

Aplícase  al  hombre  alocado,  amigo 
de  diversiones  y  nada  aficionado  al  tra- 
bajo ni  a  empresas  serias. 
CALVO.  —  Calvo  vendrá  que  calvo  ven- 
gará. 

Enseña  a  no  burlarse  de  las  fealdades 
que  acarrea  la  vejez,  porque  el  que  logre 
llegar  a  esta  edad  verá  por  experien- 
cia la  venganza  en  su  propio  daño.  — 
V.  Malo  vendrá  que  bueno  me  hará. 
¿Como  te  hiciste  calvo?  —  Pelo  a  pelo  pe- 
lando. 

Contra  los  importunos  en  pregunta r 
cosas  que  de  puro  palmarias  se  las  ex- 
plicaría a  sí  mismo  el  menos  discreto. 
No  hay  calvo  que  no  haya  tenido  buen  pelo. 
Dícese  de  las  personas  que  porque 
al  llegar  a  cierta  edad  hayan  perdido 
sus  facultades,  no  quiere  decir  que  en 
sus  buenos  tiempos  no  las  poseyeran. 
No  tan  calvo  que  se  le  vean  los  sesos. 

Aconseja  que  se  eviten  los  extremos 
en  cualquier  asunto. 
CALZA.  —  A  calza  corta,  agujeta  larga. 

Porque  es  en  las  que  se  pone  menos 
cuidado,  por  ser  de  poco  lucimiento. 
Echarle  una  calza  a  uno. 

Notarlo   para   conocerlo   de   allí  en 
adelante  y  guardarse  de  él. 
Estar  en  calzas  y  jubón. 

Se  aplica  a  las  cosas  que  están  infor- 
mes o  incompletas. 
Hallarse  en  calzas  bermejas,  o  prietas. 

Encontrarse  en  un  apuro. 
Parecerse  alguna  cosa  a  las  calzas  del 
escudero  de  Alba,  que,  al  ponérselas,  sJlo 
Dios  y  él  las  entendían. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  por  lo 
enredoso  de  su  disposición  no  se  pres- 
ta a  ser  comprendido  fácilmente. 
Tomar  calzas,  o  las  calzas,  de  Villadiego. 
Ausentarse  repentinamente. 
CALZADOR. —  Entrar  una  cosa  con  cal- 
zador. 

Manifiesta  que  una  cosa  es  estrecha 
o  que  viene  muy  ajustada. 
CALZAR.  —  Al  revés  me  las  calcé. 

Denota  haberse  entendido  o  hecho 
una  cosa  al  contrario  de  lo  que  es  o  de 
lo  que  se  debía. 
No  calzan  sino  a  quien  rompe. 

Indica  que  el  poco  cuidadoso  en  el 


vestir  es  el  que  más  a  menudo  tiene 
que  componer  lo  que  usa. 
Calzarse  a  alguno. 

Gobernarlo,  manejarlo,  disponer  de 
él  a  su  capricho  y  antojo. 
Calzarse  alguna  cosa,  o  con  alguna  cosa. 
Conseguir  aquello  que  uno  deseaba 
o  pretendía. 
Aunque  las  calzo  no  las  ensucio. 

Demuestra  que  aunque  reconoce  uno 
el  mal  que  hace,  al  propio  tiempo  se 
sincera  de  no  abusar  de  ello. 
CALZONES.  —  Calzarse,  o  llevar,  o  po- 
nerse, los  calzones. 

Mandar  en  su  casa  la  mujer  más  que 
el  marido. 
Darle,  o  echarle,  a  uno  los  calzones. 
Proporcionarle  alguna  molestia. 
Métase  e?i  sus  calzones. 

Modo  de  indicar  que  no  se  mezcle 
una  persona  en  asuntos  que  no  son  de 
su  incumbencia. 
Se  me  quedó  en  los  otros  calzones. 

Suele  emplearse  cuando  se  niega  al- 
guna cosa  con  el  pretexto  de  habér- 
sela dejado  olvidada  y  no  haberla  teni- 
do presente  a  su  debido  tiempo. 
Tener  bien  puestos  los  calzones,  o  Tener 
calzones,  o  Tener  muchos  calzones. 
Ser  muy  hombre,  valiente,  enérgico. 
CALZONAZOS.  —  Ser  un  calzonazos. 
Aplícase  al  hombre  flojo  y  condes- 
cendiente. 
CALZORRAS.  —  Ser  un   calzorras,  o 

calzurras.  —  V.  Ser  un  calzonazos. 
CALLACALLANDO.—  Hacer  un*  cosa 
callacallando.  —  V.  Hacer  una  cosa 

a  la  CHITACALLANDO. 

CALLADA.  —  De  callada,  o  A  las  ca- 
lladas. 

Hacer  algo  sin  estruendo,  sin  bulla, 
con  sigilo,  etc. 
Recibir,  o  dar,  la  callada  por  respuesta. 
Dejar  sin  contestar  intencionadamen- 
te una  cosa. 
CALLAR.  —  Al  buen  callar  llaman  San- 
cho, o  santo. 

Recomienda  la  prudente  moderación 
en  el  hablar,  evitando,  sobre  todo,  pa- 
labras necias  o  inútiles. 
Buen  callar  se  pierde. 

Lamenta  el  peligro  a  que  una  perso- 
na se  ha  expuesto  por  haber  hablado 
cuando  debiera  haber  callado. 


CALLE 


—  162  — 


CALLE 


Cállate  v  callemos,  que  sendas  nos  tene- 
mos. —  V.  Quien  tiene  tejado  de  vidrio, 
no  tire  piedras  al  de  su  vecino. 
Calle  el  que  did  y  hable  el  que  tomó. 

Expresa  que  aquel  que  ha  recibido 
un  favor  es  el  que  debe  publicarlo,  y  no 
el  que  lo  hace. 
Cuando  tus  cosas  más  las  calles,  menos 
públicas  las  haces. 

Preconiza  la  virtud  del  silencio. 
El  que  callar  710  puede,  hablar  no  sabe. 

Contra  los  habladores  y  parlanchines. 
F.sj,  por  sabido  se  calla. 

Es  inútil  demostrar  perplejidad  o 
duda  en  asuntos  cuya  realización  se 
sabe  que  naturalmente  no  puede  fallar. 
Más  vale  buen  callar  que  mal  hablar,  o 
Mejor  es  callar  que  mal  hablar. — V.  Al 
buen  callar  llaman  Sancho,  o  santo. 
No  se  calla,  así  lo  maten. 

Expresión  con  que  se  zahiere  al  que 
tiene  la  costumbre  de  responder  o  re- 
plicar a  todo. 
Quien  calla,  concede,  o  consiente,  u  otorga. 
En  algunas  ocasiones  el  silencio  es 
señal  indirecta  de  aprobación  o  de  to- 
lerancia; pero  no  lo  es  siempre,  pues 
la  verdad  es,  como  enseña  otro  refrán, 
que   Quien  calla  no   dice  nada.  —  En 
sentido  más  restricto,  el  que  enmude- 
ce ante  las  acusaciones  que  se  le  diri- 
gen, da  indicios  claros  de  ser  culpado 
en  aquello  que  se  le  imputa. 
Quien  calla  no  dice  nada. 

Refrán  que,  aunque  parece  perogru- 
llesco, no  lo  es  en  ocasiones,  pues  hay 
algunas  en  que,  por  no  negarse  abier- 
tamente, no  se  despliegan  los  labios, 
comprendiéndose  que  no  queremos 
asentir  a  lo  que  se  dice  o  pide. 
Quien  calla,  si  alcanzara  lo  que  quería, 
hablara. 

Muchas  veces  no  se  dice  cuanto  se 
sabe  o  se  quiere,  por  respeto,  por  pru- 
dencia o  por  conveniencia. 
CALLE.  —  Abrir,  o  abrirse,  calle.— Véase 
Hacer  calle. 
Alborotar  la  calle. 

Inquietar  a  la  vecindad. 
Coger  la  calle.  —  V.  Coger  la  puerta. 
Dejar  a  uno,  o  quedar,  o  quedarse,  uno  en 
la  calle. 

Perder  la  hacienda  o  medios  con  que 
se  mantenía. 


Echar  a  uno  a  la  calle. 

Despedirlo  malamente. 
Echar  por  la  calle  en  medio  (mejor  que 
por  la  calle  de  en  medio). 

Tomar  una  resolución  pronta  y  enér- 
gica, sin  hacer  caso  de  ningún  género 
de  obstáculos  o  inconvenientes.  —  Al 
decirse  que  un  sujeto  echó  por  la  calle 
de  en  medio,  parece  como  que  se  da  a  en- 
tender que  el  tal  individuo  tenía  a  la 
vista  tres  calles  y,  desentendiéndose  de 
las  dos  laterales  o  de  cada  extremo,  se 
entró  por  la  del  centro;  pero  lo  que  se 
pretende  significar  aquí  es  que  pudien- 
do  ocurrir  algún  tropiezo  al  ir  aprisa 
por  la  acera,  se  toma  la  corriente  o  el 
arroyo  de  la  vía  pública,  a  fin  de  evitar 
tales  estorbos  o  encuentros  desagrada- 
bles y  los  retardos  consiguientes.  Des 
pues  de  todo,  si  se  quisiera  hacer  hin- 
capié en  el  uso  de  la  fórmula  Echar  por 
la  calle  de  en  medio,  se  podría  defender 
o  justificar  ésta  diciendo  que  en  tal  caso 
se  verifica  una  transposición,  en  lugar 
de  Echar  por  en  medio  de  la  calle. 
Echar  una  cosa  en  la  calle. 

Divulgarla,  hacerla  pública. 
Hacer  calle. 

Romper  los  estorbos  o  embarazos 

que  detienen  la  salida  de  alguna  cosa. 

Ir  desempedrando  la  calle,  o  las  calles. 

Caminar  muy  de  prisa. 
Llevar,  o  llevarse,  de  calle  a  alguno. 

Atropellado,  arrollarlo. — Convencer- 
lo, confundirlo  con  razones  y  argumen- 
tos.—  Atraer  a  las  gentes  por  la  hermo- 
sura, verbosidad,  nobleza,  simpatía,  etc., 
apoderándose  del  afecto  general. 
Llevarse  una  calle  de  hombres. 

Hacer  huir  a  mucha  gente  de  un  golpe. 
Parecerse  una  cosa  a  la  calle  de  la  Amar- 
gura. 

Encontrarse  en  una  situación  angus- 
tiosa y  sobremodo  aflictiva.  —  Úsase 
también  para  ponderar  una  calle  suma- 
mente larga  y  a  veces  tortuosa. 
Pasear  la  calle,  o  Rondar  la  calle,  a  una 
mujer. 

Cortejerla,  galantearla. 
Plantar,  o  poner,  en  la  calle,  o  en  medio 
de  la  corriente. 

Arrojar  de  mala  manera  a  una  perso- 
na de  la  casa  en  que  está. — Dícese  tam- 
bién Plantar,  o  poner,  en  el  arroyo. 


CALLEJA 


163 


CAMAFEO 


Ponerse  en  la  calle. 

Salir  de  casa  o  presentarse  en  pú- 
blico. 
Ser  buena  una  cosa  solo  para  echada  a  la 
calle. 

Frase  con  que  se  demuestra  el  poco 
o  ningún  aprecio  que  de  ella  se  hace. 
Coger  las  calles. 

Ocuparlas,  impidiendo  el  paso  por 
ellas. 
A  fucilas  calles  van  a  mi  casa.  —  V.  Por 
todas  partes  se  va  a  Roma,  o  Muchos  ca- 
minos, o  todos  los  caminos,  van  a  mi  casa, 
CALLEJA.  —  Más  malo  que  Calleja. 

Ser  de  intención  muy  aviesa,  peor 
aún  que  el  personaje  a  que  alude. 
Sépase,  o  ya  se  verá,  o  ya  verán,  etc.,  quién 
es  Calleja. 

Frase  con  que  alguno  presume  de  su 
poder  o  autoridad,  especialmente  en 
son  de  amenaza. 
CALLEJÓN.  —  Que  quieras  que  no,  has  de 
entrar  por  el  callejón. 

Indica  que  muchas  veces  se  hacen  a 
la  fuerza  cosas  contrarias  a  la  volun- 
tad, por  no  haber  otro  remedio. 
Ser  un  callejón  sin  salida. 

Ser  algún  negocio  o  conflicto  de  muy 
difícil  o  imposible  resolución. 
CALLEJUELA.— Todo  se  sabe,  hasta  lo  de 
la  callejuela. 

Da  a  entender  que  con  el  tiempo 
todo  se  averigua,  hasta  lo  más  recón- 
dito.— Es  posible  que  este  refrán  tenga 
su  origen  en  la  tradición  sevillana  de 
los  tiempos  del  rey  D.  Pedro,  y  que  dio 
nombre  a  la  calle  del  Candilejo. 
CALLO.  —  Criar,  o  hacer,  o  tener,  callos. 
Endurecerse  u  obstinarse  con  la  cos- 
tumbre, en  los  trabajos  o  en  los  vicios. 
Dos  buenos  callos  me  han  nacido :  uno  en 
la  boca  y  otro  en  el  oído. 

Modo  de  aconsejar  que  se  refrene 
la  lengua  cuando  se  oye  alguna  cosa 
que  ofende  o  desagrada,  recomendan- 
do que  se  sufra  y  se  calle  si  quiere 
uno  vivir  con  tranquilidad  y  quietud. 
Tener  callos  en  los  oídos. 

No  tener  oído  músico.  —  Hacerse  el 
tonto  a  lo  que  se  dice,  como  si  no  se 
hubiese  escuchado. 
CAMA.  —  Al  que  tiene  cama  y  duerme  en 
el  suelo,  no  hay  que  tenerle  duelo. 

Satiriza  a  los  que,  por  avaricia  o  aho- 


rro mal  entendido,  pasan  privaciones 
que  no  tienen  necesidad  de  sufrir. 
A  mala  cama,  colchón  de  vino. 

Aconseja  que  cuando  se  espere  pasar 
una  mala  noche,  se  procure  pasarla  lo 
menos  mala  posible,  bebiendo  de  cuan- 
do en  cuando  algún  trago  de  vino. 
Cama  de  novio,  dura  y  sin  hoyo. 

El  que  está  para  casarse  no  repara 
en  las  comodidades  que  en  otro  caso 
exigiría. 
Hacer  cama  redonda. 

Acostarse   varias   personas   en   una 
misma  cama. 
Haztne  bien  la  cama  y  tápame  con  una 
rama. 

Refrán  empleado  por  los  que  opinan 
que  se  debe  pasar  la  vida  lo  mejor  po- 
sible, sin  preocuparse  para  nada  del 
porvenir. 
Hazme  buena  cama  y  entiérrame  con  una 
tarama. — V.  Hazme  bien  la  cama  y  tápa- 
me con  una  rama. 
Mullirle,  o  hacerle,  a  uno,  o  a  una  cosa,  la 
cama. 

Hacer  con  la  debida  anticipación  los 
preparativos  convenientes  al  logro  de 
lo  que  uno  se  propone. 
Navegase  muy  bien  desde  la  cama.  — Véa- 
se Una  cosa  es  predicar  y  otra  dar  trigo. 
No  hay  tal  cama  como  la  de  la  enjalma. 
Quiere  decir  que  no  hay  lecho  duro 
ni  incómodo  cuando   hay  buena  gana 
de  dormir. 
Parecer  cama  de  podencos,  o  de  galgos. 
Aplícase  a  la  cama  que,  desbaratada 
o  hecha  a  la  ligera,  ofrece  mal  aspecto, 
al  propio  tiempo  que  poca  o  ninguna 
comodidad  para  dormir  en  ella,   alu- 
diendo a  la  costumbre  que  tienen  los 
perros  de  escarbar  y  revolver  su  cama 
antes  de  echarse. 
Quien  dispuso  mal  su  cama,  tendrá  noche 
trabajosa. 

El  que  en  la  juventud  no  obra  como 
debe,  recogerá  el  fruto,  bien  poco  agra~ 
dable  por  cierto,  en  la  vejez. 
Saltar  de  la  cama. 

Bajarse  de  ella  prontamente. 
Las  camas,  al  amo  levantan.  —  V.  Trigo 
acamado,  amo  levantado. 
CAMAFEO.  —  Ser  un  camafeo. 

Manera  embozada  de  decir  que  una 
persona  o  cosa  no  tiene  nada  de  bonita. 


CAMAGÜEYANO 


—  164  — 


CAMINANTE 


CAMAGÜEYANO.  —  Camagüeyano, 

come  todo  cotí  la  mano,  o  Camagüeya- 
no, come  mierda  cotí  la  mano.  —  V.  Do- 
minico, come  mierda  con  el  pico. 

CAMALEÓN.  —  Andar  hecho  un  cama- 
león, tragando  viento. — V.  Mantenerse 
del  aire,  como  el  camaleón. 
Ser  como  el  camaleón. 

Parecerse  una  persona  a  dicho  ani- 
mal, que  a  impulsos  clel  favor  o  del 
interés,  muda  con  suma  facilidad  de 
parecer  o  de  doctrinas. — La  causa  que 
ha  movido  al  vulgo  para  constituir  a 
este  reptil  en  emblema  del  hombre  vo- 
luble, es  la  particularidad  que  tiene 
dicho  animal  de  ostentar  alternativa- 
mente distintos  colores.  Según  unos 
naturalistas,  cada  pasión  imprime  a  la 
piel  de  este  animalejo  un  color  dife- 
rente, observándose  que  en  la  alegría 
lo  presenta  verde  esmeralda  con  listas 
parduscas  y  negras;  en  el  temor,  amari- 
llo pálido;  en  la  cólera,  obscuro  y  amo- 
ratado; si  lo  tocan,  se  cubre  al  punto 
de  manchas  negruzcas,  y  si  se  le  en- 
vuelve en  un  lienzo  o  pedazo  de  tela, 
se  amortiguan  inmediatamente  dichos 
colores.  Según  otros,  quizá  más  acer- 
tados, proviene  tal  variedad  de  los  re- 
flejos de  luz  producidos  por  los  objetos 
que  le  rodean,  a  causa  de  la  tersura  de 
su  piel. 

CAMAMA.  —  Dar  camama. 

Dar  una  pega,  un  chasco,  una  burla. 

CAMÁNDULA.  —  Tener  muchas  camán- 
dulas.— V.  Tener  más  cuentas  que  una 
camándula. 

CAMANDULERO.  — ¿Vr  un  camandu- 
lero. 

Ser  una  persona  hipócrita,  embuste- 
ra y  bellaca. 

CAMARADA. — Camarada  de  peine. 

Dióse  este  nombre  en  tiempo  de 
Fernando  VI  a  los  soldados  que  ayu- 
daban a  peinar  a  sus  compañeros  (cuan- 
do se  ordenó  por  aquel  monarca  que 
el  ejército  llevara  el  pelo  con  cuatro 
órdenes  de  bucles,  coleta  y  polvos),  en 
atención  a  no  poder  manejar  cada  indi- 
viduo de  por  sí  los  canutos  de  hoja  de 
lata  de  que  se  servían  para  formar  dicho 
peinado,  y  a  ensuciarse  frecuentemente 
el  vestuario  con  el  sebo  y  la  harina. — 
Hoy  se  aplica  traslaticiamente  a  las  per- 


sonas que  andan  muy  unidas,  y  espe- 
cialmente a  las  que  se  conciertan  para 
algún  fin  particular,  no  siempre  bueno. 
CÁMARAS.  —  Irse  uno  de  cámaras. 

Hacer  sus  necesidades  sin  querer. 
CAMARÓN.  —  Camarón  y  cangrejo  co- 
rren parejo. 

Da  a  entender  la  paridad  que  guar- 
dan entre  sí  dos  o  más  personas  o  cosas. 
El  camarón  que  se  duerme,  se  lo  lleva  la 
corriente. 

Aconseja  que  se  ande  siempre  con 
el  ojo  abierto  y  vigilante,  para  no  ser 
uno  víctima  de  la  suerte  adversa. 
CAMAS.— Me  voy  a  Camas,  luego  a  Cons- 
tantina,  luego  al  Ronquillo  y  después  a 
Levante. 

Con  los  nombres  de  estas  tres  po- 
blaciones de  la  provincia  de  Sevilla  y 
la  costa  levantina  se  ha  formado  esta 
especie  de  adivinanza-refrán,  para  dar 
a  entender  jocosamente  que  va  uno  en 
busca  de  la  cama  con  objeto  de  acostar- 
se, y  roncar  después  hasta  que  llegue 
la  hora  de  levantarse. 
CAMASQUINCE.—  Ser  un  camasquin- 
ce. 

Persona  que  se  entremete  en  lo  que 
no  le  va  ni  le  viene. 
CAMASTRÓN.— Ser  un  camastrón. 

Persona  disimulada  y  falsa,  que  espe- 
ra hallar  una  oportunidad  para  hacer 
las  cosas  según  su  conveniencia. 
CAMBALACHE.— Hacer  cambalache. 
Cambiar  una  cosa  por  otra,  por  lo 
general  alhajas  u  objetos  de  poco  valor. 
CAMBALACHERO.  —  Ser  un  camba- 
lachero. 

Persona  que  es   aficionada   a  hacer 
cambalaches. 
CAMBIO.  —  A  las  primeras  de  cambio. — 

V.  De  buenas  a  primeras. 
CAMELAR.— Camelar  a  alguno. 

Seducirlo,  engañarlo  con  adulación. 
CAMINANTE.  —  Parecerse  al  caminan- 
te y  la  muía  de  alquiler. 

Censura  a  los  que  acometen  una  em- 
presa con  calor  y  luego  desmayan,  alu- 
diendo a  la  fábula  de  Iriarte  que  lleva 
igual  título,  y  en  la  que  se  pinta  a  una 
muía  que,  harta  de  paja  y  cebada,  salió 
corriendo  de  la  posada;  a  poco  retardó 
el  paso  y  en  breve  se  paró  del  todo, 
sin  que  hubiera  fuerza  humana  que  la 


CAMINAR 


165 


CAMINO 


hiciera  andar.  De  ahí  derivó  el  fabulis- 
ta la  siguiente  moraleja: 

«Después  de  este  lance,  en  viendo 
que  un  autor  ha  principiado 
con  altisonante  estruendo, 
;al  punto  digo:  «¡Cuidado! 
Tente,  hombre,  que  te  has  de  ver 
-en  el  vergonzoso  estado 
de  la  muía  de  alquiler.* 

-'Caminante  cánsalo,  subirá  en  asno  si  no 
encuentra  caballo. 

En   las    necesidades,  de  cualquiera 
cosa  se  echa  mano,  aunque  no  sea  la 
más  acomodada  o  conveniente. 
CAMINAR.—  Caminar  derecho. 

Proceder  u  obrar  con  rectitud. 
CAMINO.  —  Abrir  camino,  o  Abrir  uno 
camino. 

Encontrar,  sugerir,  dar  a  entender  el 
medio  de  salir  de  alguna  dificultad  o 
de  mejorar  de  fortuna.  —  Ser  el  primer 
autor  en  alguna  línea  o  el  primero  que 
introduce  alguna  cosa. — Empleando  el 
verbo  en  forma  reflexiva,  abrirse,  sig- 
nifica progresar,  adelantar  en  su  carre- 
ra, conquistar  renombre,  salir  de  la 
medianía,  etc. 
A  mal  camino,  darse  prisa.  —  V.  El  mal 

camino,  andarlo  pronto. 
Camino  de  Roma,  ni  muía  coja  ni  bolsa 
floja. 

Aconseja  no  emprender  cosas  arduas 
sin  medios  proporcionados. 
Camino  de  Santiago,  tatito  anda  el  cojo 
como  el  sano. 

Dícese  de  los  que  se  reúnen  para  ir 
en  romería,  que  como  se  esperan  los 
unos  a  los  otros,  llegan  a  un  mismo 
tiempo,  aunque  no  sean  de  igual  ro- 
bustez y  aguante. 
Camino  robado,  camino  seguro,  o  Nun- 
ca está  más  seguro  un  camino  que  cuan- 
do acaba  de  ser  robado. 

Porque  los  ladrones  huyen  de  él  para 

evitar  el  ser  cogidos. 

Coger  el  camino.  —  V.  Coger  la  puerta. 

Cuando  corto,  te  llamo;  cuando  cargo,  te 

veo;  en   saliendo   al  camino   nada  le 

debo. 

Refrán  que  he  oído  usar  en  Extre- 
madura con  motivo  del  hombre  que 
corta  leña  en  vedado,  para  manifestar 
que  al  ponerse  de  acuerdo  con  el  guar- 
da de  la  dehesa,  quien  le  sirve  en  esta 


ocasión  de  encubridor  mediante  un  pe» 
queño  soborno,  está  ya  seguro  por  este 
hecho  de  no  ser  denunciado  a  causa 
del  hurto  cometido. 
Cuando  en  el  camino  hay  barro,  untar 
el  carro. 

Indica  que  para  conseguir  una  cosa 
cuando  hay  entorpecimientos  por  en 
medio,  el  mejor  recurso  es  el  sobornar 
a  los  encargados  de  concederla. 
Cuatido  fueres  por  camino  no  digas  mal 
de  tu  vecino,  o  de  tu  ene?nigo. 

Aconseja  la  precaución  con  que  se 
debe  hablar  en  los  caminos  y  parajes 
públicos  donde  hay  personas  a  quienes 
no  se  conoce. 
Echar  cada  cual  por  su  camino,  o  Ir  cada 
cual  por  su  camino. 

Estar  discordes  dos  o  más  personas 
en  su  modo  de  pensar  y  de  obrar. 
El  gastar,  deber  y  no  pagar,  es  el  camino 
del  hospital. 

Predice  el  mal  fin  que  espera  al  que 
sigue  esas  prácticas  en  la  vida. 
El  mal  camino,  andarlo  pronto. 

Las  cosas  enojosas  que  hay  que  ha- 
cer imprescindiblemente,  conviene  se 
despachen  cuanto  antes,  para  quitarse 
;isí  de  disgustos. 
El  que  siembra  eti  el  camino,  cansa  los 
bueyes  y  pierde  el  trigo. 

El  que  se  vale  de  medios  inoportu- 
nos para  conseguir  alguna  cosa,  trabaja 
inútilmente. 
El   ruin   camino    a  nadie  llevo'  a   buen 
lugar. 

El   empleo   de   medios   reprobados 
para   conseguir   un   fin,   no  da   nunca 
buenos  resultados. 
En  largo  camino,  por  fuerza  ha  de  haber- 
barrancos. 

Cuando  se  emprende  algo  de  difícil 
solución,  se  encuentran  siempre  obs- 
táculos que  vencer  antes  de  conseguir 
realizarlo. 
Hacer  de  un  camino  dos  mandados. 

Se  dice  del  que  aprovecha  la  oportu- 
nidad de  hacer  algún  encargo  para  des- 
empeñar juntamente  otro.  — V.  Matar 
dos  pájaros  de  un  tiro. 
Ir  camino  derecho. 

Valerse  de  medios  directos,  sin  an- 
dar con  rodeos,  para  conseguir  algún 
fin  determinado. 


CAMINO 


166  — 


CAMISA 


Ir  fuera  de  camino,  o  Ir  una  cosa  fuera 
de  camino. 

Proceder  con  error.  —  Obrar  sin  mé- 
todo, orden  ni  razón. — Apartarse  délo 
que  es  justo  y  conveniente. 
Ir  por  camino  real. 

Ir  por  el  medio  más  fácil,  noble  y  se- 
guro para  la  consecución  de  algún  fin. 
Ir  uno  por  otro  camino. 

Proceder  de  distinta  manera,  o  tener 
otra  intención,  de  lo  que  comúnmente 
se  cree  o  de  la  que  otro  sigue. 
Ir  uno  su  camino. 

Seguir  el  que  lleva.  —  Dirigirse  a  su 
fin  sin  distraerse  en  ninguna  cosa. 
Llevando  de  cada  camino  un  grano,  bas- 
tece la  hormiga  su  granero  para  todo 
el  año. 

Preconiza  la  paciencia  como  el  me- 
jor medio  para  llegar  al  logro  de  un 
deseo. 
Llevar,  o  no  llevar,  camino  alguna  cosa. 
Tener,    o    no   tener,    fundamento   o 
razón. 
Mal  camino  no  va  a  buen  lugar. 

Los  malos  medios  conducen  a  malos 
fines. 
Meter  a  uno  por  camino. 

Reducirlo  a  la  razón,  sacándolo  del 
error  torcido  en  que  estaba. 
No  hay  camino  real  en  Matemáticas. 

Cierto  príncipe  que  estaba  estudian- 
do esta  rama  del  saber,  se  impacienta- 
ba al  ver  que  se  le  resistía  a  su  com- 
prensión. Con  el  fin  de  animarlo,  le 
dijo  su  preceptor  un  día:  «Comprendo 
que  es  ardua  la  materia,  y  yo  me  ale- 
graría mucho  de  poder  evitar  a  V.  A.  el 
tener  que  recorrer  un  trayecto  tan  lar- 
go y  tan  lleno  de  baches;  pero  si  V.  A. 
quiere  saber,  es  preciso  que  estudie,  y 
que  estudie  con  paciencia  y  constancia, 
porque  no  hay  camino  real  en  Matemá- 
ticas.* Manera  ingeniosa  de  decir  que 
el  saber  no  se  improvisa,  por  lo  que  se 
hace  preciso  proceder  metódicamente 
en  el  estudio  de  cualquiera  facultad 
que  se  emprenda,  aunque  no  sea  pre- 
cisamente el  de  las  Matemáticas. 
jVo  hay  camino  tan  llano  que  no  tenga 
algún  tropezón  o  barranco. 

Aun  en  las  cosas  que  nos  parecen 
fáciles  de  conseguir,  se  tropieza  siem- 
pre con  algún  inconveniente. 


Po?ierse  en  camino  ad  pedem  littera. 

Puntualizar  bien  los  medios  para  lo- 
grar algo. 
Por  mal  camino  no  se  va  a  buen  lugar. 
Cuando  los  medios  puestos  en  juego 
para  la  consecución  de  un  objeto  son 
reprobados,  el  fin  tiene  que  ser  desas- 
troso por  fuerza. 
Que  no  se  olvide  el  camino. 

Dícese  cuando  deseamos  que  se  re- 
pita la  ejecución  de  algo  que  nos  agrada. 
Quien  deja  camino  y  toma  verea.  (vereda) 
piensa  que  adelanta,  pero  rodea.  —  V.  No- 
por  mucho  madrugar  amanece  más  tem- 
prano. 
Tomar  el  camino  en  las  manos. 

Ponerse  a  andar  o  caminar  a  pie. 
Traer  a  uno  a  buen  camino. 

Sacarle  del  error,  o  apartarlo  de  la 
mala  vida  que  llevaba. 
Muchos  caminos,  o  todos  los  caminos, 
van  a  mi  casa. 

A  veces  se  ponen  distintos  medios 
para  lograr  el  fin  que  se  desea. 
CAMISA.  —  Acordarse  uno  de  alguna  cosa 
como  de  la  primera  camisa  que  se  puso. 
No  acordarse  de  aquello  de  que  se 
trata,  ni  tener  la  más  remota  idea  o  re- 
miniscencia. 
Camisa  que  mucho  se  lava  y  cuerpo  que 
mucho  se  cura,  o  purga,  poco  dura. 

Todo  aquello  que  se  está  con  fre- 
cuencia manoseando,  se  estropea  fácil- 
mente. 
Camisa  y  toca  negra  no  sacan  al  ánima  de 
pena. 

Da  a  entender  bien  a  las  claras  que 
el  vestido  de  luto  no  es  lo  que  saca  del 
Purgatorio  a  las  ánimas  que  allí  están 
penando,  sino  las  oraciones  y  demás 
sufragios  aplicados  para  aliviarlas  en  su 
triste  situación. — Camisa  está  aquí  em- 
pleado por  saco  o  túnica,  que  con  la 
toca  o  tocado  del  dicho  color  completa 
la  vestidura  de  luto. 
Dar  uno  hasta  la  camisa. 

Quedarse  pobre  por  remediar  algu- 
na grave  y  urgente  necesidad. 
Dejarle  a  uno  en,  o  sin,  camisa. 

Dejarle    sin    nada,    completamente 
arruinado. 
Estar  con  la  camisa  arremangada. 

Hallarse  expuesto  a  padecer  algún 
daño  o  peligro. 


CAMISA 


167  — 


CAMPANA 


¿Estás  en  tu  camisa?  —  V.  ¿Estás  en  tu 

JUICIO? 

Ir  en  camisa. 

Tratándose  de  la  mujer,  con  relación 
al  matrimonio,  ir  sin  dote. 
Jugar  uno  la   camisa,  o  hasta  la  ca- 
misa. 

Tener  desordenada  afición  al  juego. 
La  camisa  de  nuestra  novia,  cuerpo  de 
lino,  faldas  de  estopa. 

Significa  que  las  mujeres  caseras,  en 
lo  exterior  andan  al  uso  y  en  lo  inte- 
rior a  la  comodidad. 
Más  caro  que  la  camisa  de  Margarita. 

Dícese  de  todo  lo  que  cuesta  una 
exorbitancia.  Fúndase  en  el  hecho  si- 
guiente, acaecido  en  Lima: 

Cierto  potentado  caballero  peruano 
se  enamoró  perdidamente  de  una  linda 
joven,  llamada  Margarita,  hija  de  un 
banquero  millonario  residente  en  Lima. 
Temeroso  aquél  de  que  se  creyera  que 
era  la  cuantiosa  dote  lo  que  le  llevaba 
a  solicitar  la  mano  de  la  niña,  exigió  al 
padre,  al  pedírsela  en  matrimonio,  que 
se  la  entregase  completamente  desnu- 
da, pues  sólo  quería  su  persona.  Tras 
larga  discusión,  pudo  conseguir  el  ban- 
quero, del  obstinado  galán,  y  fundán- 
dose en  las  más  elementales  leyes  del 
pudor,  que  la  aceptase  cubierta  siquie- 
ra con  una  camisa.  Convenido  así  y  lle- 
gado el  día  de  la  boda,  hízole  el  padre 
entrega  de  la  novia,  vestida  con  la  pren- 
da susodicha  solamente,  pero  adornada 
ésta  con  pedrería  de  tal  valor,  que  ex- 
cedía en  mucho  a  lo  que  la  imaginación 
del  más  ambicioso  pudiese  soñar.  Di- 
vulgado el  hecho  por  Lima,  pronto  na- 
ció el  dicho  que  se  hizo  popular. 
Más  cerca  está  la  camisa  de  la  carne  que 
el  jubón. 

Aconseja  que  se  debe  dar  la  prefe- 
rencia a  los  parientes  y  personas  más 
allegadas,  antes  que  a  los  extraños. 
Meterse  en  camisa  de  once  varas. 

Meterse  en  asuntos  que  a  uno  no  le 
van  ni  le  vienen. 
No  dejarle  a  uno  ni  aun  camisa. — V.  De- 
jarle a  uno  en,  o  sin,  camisa. 
No  hacer  alguna  cosa  sino  cuando  se  viste 
camisa  limpia. 

En  domingo,  o  séase  una  vez  a  la  se- 
mana. 


No  llegarle,  o  no  pegársele,  a  uno  la  ca- 
misa al  cuerpo. 

Tener  gran  recelo,  temor  o  zozobra.— 
En  sentido  jocoso  se  dice,  por  persona 
del  género  masculino:  No  me  llega  la 
camisa  a  los  talones. 
Primero  es  la  camisa  que  el  sayo,  o  que  el 
jubón. —  V.  Más  cerca  está  la  camisa  de 
la  carne  que  el  jubón. 
Quien  no  tiene  más  que  una  camisa,  cada 
sábado  tiene  mal  día. 

El  que  dispone  de  escasos  medios, 
tropieza  con  obstáculos  para  conseguir 
lo  que  desea. 
Quitarle  a  uno  hasta  la  camisa. 

Despojarle  de  todos  sus  bienes.  — 
Robarle. 
Tener  camisa  de  brutaña. 

Dícese  de  aquel  a  quien  se  quiere 
motejar  de  bruto. — Brutaña  está  joco- 
samente cambiado  por  Bretaña. 
Vender  uno  la  camisa,  o  hasta  la  ca- 
misa. 

Enajenar  todo  aquello  que  se  tiene, 
sin  reservarse  nada. 
Camisas  de  Bretaña  y  maridos  de  España. 
Era  lo  que  deseaban  antes  las  muje- 
res, por  la  bondad  de  las  primeras  y 
excelentes  cualidades  de  los  segundos. 
CAMISÓN.  —  El  que  trabaja  tiene  un  ca- 
misón, y  el  que  no  trabaja  tiene  dos. 

El  que  está  holgando  siempre  halla 
más  medios  que  el  que  es  laborioso 
para  conseguir  algo. 
CAMITA.  —  A  mear  y  a  la  camita. 

Expresión  familiar  que  se  suele  diri- 
gir a  los  niños  para  darles  a  entender 
que  se  acuesten.— De  un  modo  más  vul- 
gar suelen  decir  en  los  pueblos :  A  echar 
¿/ chorrito  y  a  la  pajita,  aludiendo  a  la 
paja  de  que  se  hace  el  jergón. 
CAMORRA.  —  Armar  camorra. 

Buscar  pendencia;  suscitar  rencillas. 
CAMPANA.  —  A  campana  herida,  o  ta- 
ñida. 

Dícese  de  aquellas  cosas  que  se  rea- 
lizan con  publicidad  y  haciendo  alarde 
de  ello,  como  sucede  con  la  limosna, 
los  favores  o  beneficios  realizados,  ho- 
nores concedidos,  etc. 
A  toque  de  campana. — V.  A  campana  he- 
rida, o  tañida. 
Cada  campana  da  su  badajada. 

Cada  cosa  llega  un  momento  en  que 


CAMPANADA 


—   1 68  — 


CAMPECHANO 


tiene  su  aplicación.  —  Las  personas  se 
comportan  según  su  educación  y  prin- 
cipio?. 
Campana  cascada,  nunca  sana. 

Explica  la  esterilidad  de  los  esfuer- 
zos enderezados  a  remediar  lo  impo- 
sible. 
Cual  es  la  campana,  tal  la  badajada. 
Según  son  las  personas  que  ejecutan 
las  acciones,  así  son  éstas  más  o  menos 
sonadas. 
Ir  como  a  campana  tañida. 

Llegar  todos  a  un  tiempo  a  un  punto 
determinado. 
Xo  puede  ser  que  no  se  mueva  campana 
que  se  tañe. 

No  hay  móvil  más  poderoso  que  el 
interés. 
Quien  hiere  la  campana  se  expone  a  oír 
el  sonido. 

El  que  está  cerca  de  algo  molesto 
tiene  que  sufrir  las  consecuencias  de 
ello.  —  V.  El  que  al  cielo  escupe,  en  la 
cara  le  cae. 
Salir  a  campana  herida. 

Ir  a  un  sitio  oportunamente. 
Donde  hay  campanas,  hay  quien  las  toque. 
Cada  cosa  halla  siempre  quien  sepa 
aprovecharla. 
Echar  las  campanas  a  vuele. 

Dar  publicidad  de  alguna  cosa  con 
mucho  regocijo. 
En  donde  hay  campanas,  hay  de  todo. 
Advierte  que  éstas  se  hallan  en  sitios 
en  que  se  congregan  gentes  de  dife- 
rente condición. 
Las  campanas  grandes  dan  grandes  cam- 
panadas, pero  no  siempre  tocan  a  fiesta. 
Indica  que  no  sólo  en  ocasiones  de 
alegría  se  emplean,  sino  también  para 
anunciar  grandes  daños  o  la  pérdida 
de  personas  de  alta  significación. — Las 
personas  de  elevada  jerarquía  suelen 
llevar  a  cabo  grandes  hechos,  pero  no 
siempre  son  éstos  buenos. 
Xo  haber  oído  uno  campanas. 

Frase  con  que  se  moteja  a  uno  d< 
falta  de  conocimiento  en  las  cosas  co- 
munes. 
Oír  campanas;-  no  saber  dónde. — V.  Oír 
el  gallo  cantar  y  no  saber  en  qué  mu- 
ladar. 
CAMPANADA.  —Dar  una  campanada. 
Acción  escandalosa  o  novedad  rui- 


dosa, promovida  por  una  persona,  ge- 
neralmente de  alta  posición. 
CAMPANARIO.  —  .1  Campanario  ven- 
drás y  eljau  no  te  llevarás. 

Critica  la  costumbre  viciosa  que  tie- 
nen los  naturales  de  esa  villa  extreme- 
ña de  pronunciar  demasiado  gutural- 
mente  las  vocales,  a  modo  de  ladridos. 
Subirse  al  campanario. 

Engreírse,  envalentonarse.  —  Amos- 
tazarse, resentirse  grandemente. 
CAMPANEAR.  —  Campanearse  uno. 

Contonearse,  regodearse.  —  Campa- 
neárselas equivale  a  ir  tirando,  ingeniar- 
se, buscárselas,  arreglarse  para  vivir. 
CAMPANILLA.  —  Parece  que  lo  llaman 
con  campanilla. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
presentan  cuando  menos  falta  hacen  o 
cuando  se  va  a  comer,  repartir  una 
cosa,  etc. 
Que  grite  hasta  que  se  le  caiga  la  cam- 
panilla de  la  lengua. 

Dejarle  a  uno  que  alborote  hasta  que 
se  quede  ronco. 
Campanillas   de    Toledo,   óigovos  y  no 
vos  veo. 

Quien  bien  quiere,  en  ausencia  de 
amor  retiene  el  sonido  de  su  afición. 
Ser  una  persona  de  campanillas,  o  de 
muchas  campanillas. 

Se  aplica  a  la  persona  de  grande  au- 
toridad o  de  circunstancias  y  prendas 
muy  relevantes. 
CAMPANUDO.  —  Ser  campanudo. 

Dícese  del  vocablo  de  sonido  muy 
fuerte  y  lleno,  del  lenguaje  o  estilo  hin- 
chado, y  en  general  de  todo  lo  que  es 
sumamente  afectado  y  retumbante. 
CAMPAÑA.  —  En  campaña. 

Frase  con  que  se  denota  la  inopinada 
aparición  de  alguna  persona  o  cosa,  y 
también  significa  la  diligencia  y  pres- 
teza que  demuestra  ésta  para  lograr  un 
fin  determinado. 
En  tiempo  de  campaña,  el  que  apaña, 
apaña. 

Advierte  que  en  las  guerras  no  sue- 
len guardarse  consideraciones  ni  se 
tiene  gran  respeto  a  la  propiedad  ajena. 
CAMPECHANO.  —  Ser  campechano. 
Ser  franco,  estar  dispuesto  para  cual- 
quier broma  o  diversión.  —  Ser  dadi- 
voso. 


CAMPESINO 


—  169  — 


CAMPO 


CAMPESINO.  —  Tres  cosas  hacen  al  cam- 
pesino salir  de  su  casa :  procesiones, 
toros  y  personas  reales. 

Advierte   que  el  labriego  no  suele 
■salir  de  su  lugar  más  que   para  pre- 
senciar en  la  ciudad  grandes  aconteci- 
mientos. 
CAMPIÑA.  —  Cerrarse  de  campiña.  — 

V.  Cerrarse  a  la  banda. 
CAMPO.  —  A  arar,  al  campo. 

Enviarle  a  uno  enhoramala,  moteján- 
dole, de  paso,  de  caballería  mayor  o  de 
gañán. 
A  campo  roto,  ni  llave  ni  cerrojo. 

Demuestra  que  mal  puede  ser  guar- 
dado un  paraje  en  que  por  sus  condi- 
ciones especiales  se  niega  a  toda  de- 
fensa, como  sucede  con  el  campo,  que 
nadie  puede  cercarlo. 
A  campo  traviesa. 

Dejar  el  camino  y  atravesar  el  campo 
para  llegar  más  pronto  o  más  disimula- 
damente al  punto  que  se  desea. 
(Al  campo  vas?  Lo  que  lleves  comerás. 

Advierte  que  fuera  de  poblado  hay 
que  ir  llevando  provisiones  si  no  se 
quiere  estar  privado  de  ellas. 
Como  soy  del  campo,  aquí  me  zampo. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
entran  en  algún  lugar  sin  ser  llamadas, 
máxime  si  al  hacerlo  no  guardan  las 
formas  dictadas  por  la  urbanidad. 
Convertirse  en,  o  ser  un  nuevo,  campo  de 
Agramante. 

Disputar  muchas  personas  acalora- 
damente, sin  darse  lugar  a  entenderse 
unas  a  otras. 

El  rey  Agramante  era  el  jefe  o  supe-    ¡ 
rior   de   todos   los   reyes   y  príncipes 
mahometanos  que,  según  la  fábula  de 
Ariosto  en  su  poema  Orlando  furioso, 
-concurrieron  a  sitiar  a  París.  Las  disen- 
siones o  disturbios  que  se  suscitaron 
en  el  campo  de  los  moros  fueron  en    i 
número  crecido,  llegando,  por  último,  a   i 
ponerlos  en  paz  la  prudencia  del  rey   | 
Sobrino,  otro  de  los  que  militaban  a  las 
órdenes  de  Agramante,  como  se  lee  en 
el  canto  XXVII  de  dicho  poema. 

Cervantes  remedó  y  parodió  esta  dis- 
cordia en  el  Quijote,  cuando  en  la  venta 
se  andaba  disputando  sobre  si  la  albar 
da  de  un  asno  era  o  no  rico  jaez  de 
caballo. 


Poseemos  también  sobre  la  misma 
materia  un  romance  de  Lucas  Rodrí- 
guez, que  empieza: 

«En  el  real  de  Agramante, 
que  sobre  París  tenía, 
fuego  ardiente  de  discordia 
a  más  andar  se  encendía»,  etc. 

Dejar  el  campo  abierto,  desembarazado, 
expedito,  libre,  etc. 

Retirarse  de  alguna  pretensión  o  em- 
peño en  que  se  atraviesan  otros  com- 
petidores. —  Dejar  en  libertad  a  otro 
para  algún  fin. 
Del  campo,  un  canto. 

Cuando  se  vuelve  del  campo  a  casa 
conviene  no  llevar  las  manos  vacías, 
sino  cualquiera  cosa,  por  insignificante 
que  pueda  parecer,  aunque  no  sea  más 
que  por  hacerse  la  ilusión  de  que  no  se 
ha  hecho  el  viaje  en  balde. 
Descubrir  campo,  o  el  campo. 

Sondear  o  tantear  a  alguno  o  alguna 
cosa,  para  venir  en  conocimiento  de 
aquello  que  se  desea  averiguar. 
El  campo  fértil,  no  descansando  tórnase 
estéril. 

Aconseja  la  necesidad  de  descansar 
en  cualquier  clase  de  trabajo,  para  to- 
marlo después  con  más  ahinco  y  apro- 
vechamiento. 
El  que  del  campo  viene,  caldo  quiere,  o  El 
que  viene  del  campo,  quiere  caldo. 

Se  dice  más  comúnmente  de  los  la- 
bradores, porque  después  del  trabajo 
corporal  y  fatigoso  del  campo,  requie- 
re el  cuerpo  algo  caliente. 
En  el  campo  de  Bara/wna,  más  vale  mala 
capa  que  buena  azcona. 

Denota  cómo  se  debe  usar  de  las  co- 
sas según  la  necesidad  que  de  ellas  se 
tiene. 
En  poco  campo,  mucho  sembrado. 

El  que  dispone  de  escasos  medios  tie- 
ne que  aprovechar  bien  lo  que  tenga  a 
su  alcance. 
Entrar  en  campo  con  uno. 

Pelearse  con  él  en  desafío.  —  Conten- 
der, moralmente,  en  actos  literarios,  de 
oposiciones,  etc. 
Hacer  campo. 

Desembarazar  de  gente  un  lugar. 
Levantar  uno  el  campo. 

Ser  el  primero  en  retirarse  de  una 
reunión,  tertulia,  junta,  etc.,  con  el  ob- 


CAMUESO 


—  170 


CANA 


jeto  de  ser  seguido  de  los  demás  con- 
currentes al  acto. 
Para  el  campo,  agua  y  sol,  y  guerra  en 
Sebastopol.  —  V.  Agua  y  sol,  y  guerra  en 
Sebastopol. 
Parecer  desertado  del  campo  santo. 

Dícese  de  las  personas  delgadas  y 
desnutridas,  cuyo  aspecto  es  parecido 
al  de  un  difunto.  —  También  se  dice: 
Parecer  un  desenterrado. 
Quedar  uno  dueño,  o  señor,  del  campo. 
Salir  victorioso  o  triunfante  en  algu- 
na disputa  o  contienda. 
Reconocer  el  campo. 

Prevenir  los  inconvenientes  que  pue- 
den ocurrir  en  algún  negocio,  antes  de 
emprenderlo. 
Campos   en  marzo  atrasados,  se  ven  en 
julio  colmados. 

Por  ser  en  los  meses  siguientes  al  de 
marzo  en  los  que  los  sembrados  logran 
gran  desarrollo. 
Campos  no  vea  lo  que  la  Montaña  desea, 
o  Lo  que  la  Almunia  desea,  Campos 
no  vea. 

Esto  es,  lluvias  abundantes.— La  tie- 
rra de  Campos  pertenece  a  la  provin- 
cia de  Palencia,  y  la  Almunia  a  la  de 
Zaragoza. 
Cuando  no  lo  dan  los  campos,  no  lo  han 
los  santos. 

Denota  que  en  los  años  estériles  no 
se  pueden  dar  muchas  limosnas,  y  tam- 
bién que  el  que  apenas  tiene  lo  nece- 
sario para  vivir,  mal  puede  dar  a  otros 
de  aquello  que  no  le  sobra. 
Irse  por  esos  campos  de  Dios. 

Ir  a  la  ventura,  sin  saber  la  dirección 
que  se  toma.  —  Desbarrar  en  la  conver- 
sación; hablar  sin  orden  ni  concierto. 
CAMUESO.  —  Ser  un  camueso. 

Ser  un  hombre  zafio,  torpe,  necio. 
CAN.  —  Calar  el  can. 

Poner  en  el  disparador  la  llave  del 
arma  de  fuego. 
Can  que  moilre  tiene  en  villa,  nunca  buena 
ladrida. 

Ninguno  puede  ser  juez  ni  adminis- 
trar justicia  con  libertad  en  aquel  lu- 
gar en  que  ha  nacido  y  tiene  parientes 
que  le  clamen. 
El  can  con  gran  angosto  y  con  rabia  de  la 
muerte,  a  su  dueño  traba  el  rostro.  — 
V.  El  perro  con  rabia,  a  su  amo  muerde. 


El  can  de  buena  raza,  siempre  ha  mientes 
del  pan  e  la  taza. 

Demuestra  que  el  sujeto  que  es  hon- 
rado y  agradecido,  siempre  se  acuerda 
de  los  beneficios  recibidos  de  otro. 
El  can  de  buena  raza,  si  hoy  no,  mañana 
caza.  —  V.  De  casta  le  viene  al  galgo  el 
ser  rabilargo. 
El  can  que  mucho  lame,  saca  sangre. 

Indica  que  a  veces  el  mucho  cariño 
suele  ser  dañoso. 
Más  vale  can  vivo  que  león  muerto. 

Más  vale  vivir  en  la  pobreza  y  con 
estrechez,  que  morir,  aunque  sea  lleno 
de  riquezas  y  comodidades. 
Quien  matar  quiere  a  su  can,  achaque  le 
levanta  por  que  no  le  den  del  pan.  —  Véa- 
se Quien  a  su  perro  ha  de  matar,  rabia 
le  ha  de  levantar. 
Si  quieres  que  te  siga  el  can,  dale  pan. 

Enseña  lo  mucho  que  puede  el  in- 
terés. 
CANA.  —  Echar  una  cana  al  aire. 

Esparcirse,  divertirse,  echando  cui- 
dados y  negocios  fuera. 
La  cana,  engaña;   el  diente,   miente;  la 
arruga,  no  deja  duda. 

El  estar  cano  o  haberse  caído  la  den- 
tadura no  es   argumento   infalible  de 
vejez;  en  tanto  que  sí  lo  son  las  arru- 
gas que  salen  al  rostro. 
La  cana,  vana;  la  arruga,  segura. — Véa- 
se La  cana,  engaña,  etc. 
A  canas  honradas  no  hay  puertas  cerradas. 
Demuestra  el  respeto  y  considera- 
ción que  se  debe  tener  a  las  personas 
de  edad. 
Canas  son,  que  no  lunares,  cuando  comien- 
zan por  los  aladares. 

Se  dice  de  aquellos  que  pretenden 
disimular  lo  que  todos  ven,  tratando 
de  desmentir  con  apariencias  y  ficcio- 
nes lo  que  no  pueden  ocultar. 
Cuando  éstas  sean  canas,  la  lima  tiene- 
manchas. 

Cuando  hay  muchos  años  por  delan- 
te  se   pueden  prever    grandes   varia- 
ciones. 
Las  canas  de  don  Diego  Osorio. 

Proverbio  de  la  época  de  los  Reyes 
Católicos,  que  quedó  para  dar  a  enten- 
der que  algún  sujeto  ha  encanecido 
antes  de  tiempo  por  efecto  de  sinsa- 
bores y  disgustos,  aludiendo  a  que  al 


CANAL 


171  — 


CANDELILLAS 


leerle  a  D.  Diego  Osorio  la  sentencia 
de  muerte  que  había  de  cumplirse  en 
su  persona  al  día  siguiente,  fué  tal  la 
congoja  que  se  apoderó  de  él,  que  aque- 
lla misma  noche  se  volvieron  blancos 
sus  cabellos.  De  otros  varios  persona- 
jes históricos  se  cuenta  lo  mismo. 
Las  canas  no  dicen  nada;  los  dientes  mien- 
ten; de  las  arrugas  no  cabe  duda. — Véa- 
se La  cana,  engaña;  el  diente,  miente;  la 
arruga,  no  deja  duda. 
Las  canas  no  son  de  días,  que  nacen  de 
picardías,  o  Las  canas  no  vienen  por 
edades,  sino  por  genialidades.  —  V.  Las 
canas  no  dicejí  nada,  etc. 
Peinar  canas. 

Ser  vieja  alguna  persona  o  cosa.  — 
Se  usa  más  frecuentemente  en  sentido 
negativo,  tratándose  de  personas,  para 
denotar  que  aun  es  uno  joven. 
Quitar  mil  canas  a  uno. 

Causarle  gran  gusto  y  satisfacción, 
hasta  el  extremo  de  que  parece  rejuve- 
necerse con  la  agradable  impresión  que 
recibe  de  alguna  buena  noticia. 
Saber  no  va  en  canas,  ni  valor  en  barbas. 

Da  a  entender  que  ni  la  ciencia  es 
patrimonio  exclasivo  de  los  viejos,  ni 
la  valentía  de  los  hombres  hechos. 
CANAL.  —  Abrir  a  alguno  en  canal. 

Abrirlo  de  arriba  a  abajo. 
CANALLA.  —  Ser  uno  un  canalla. 

Hombre  despreciable,  ruin. 
CAN  ANEA.—  ¡Válgame  la  Can  anca! 

Alude  a  aquella  mujer  natural  de  Ca- 
naán  de  que  se  hace  mención  en  el 
Evangelio  de  San  Mateo,  y  de  cuya 
historia  resulta  ser  el  prototipo  de  la 
perseverancia.  Equivale,  por  tanto,  esta 
frase  a  pedir  fuerzas  para  resistir  con 
paciencia  alguna  aflicción  o  contratiem- 
po que  nos  sobrevenga. 
CANCEL.  —  No  querer  escupir  en  el  can- 
cel, y  orinarse  en  el  altar  mayor. 

Satiriza  a  los  hipócritas  que  hacen 
asco  de  incurrir  en  leve  falta,  sin  per- 
juicio de  cometer  otras  más  graves  si 
llega  la  ocasión. 
CANCERBERO.  -Parecer,  o  ser,  un  can- 
cerbero. 

Persona  sumamente  tosca  y  de  mal 
genio.  —  Dícese  también  de  aquellos 
que  guardan,  celan  o  vigilan  a  una  per- 
sona o  cosa  exageradamente. 


CANCIÓN. —  Volver  a  la  misma  canción. 
Repetir  importunamente   una   cosa 
que  ya  se  sabe  o  se  conoce. 
CANDADO.  —  Echar,  o  poner,  un  canda- 
do a  la  boca,  o  a  los  labios. 
Callarse,  guardar  un  secreto. 
CANDELA.  —  Acabarse  la  candela. 
Morirse. 
Arrear,  o  arrimar,  o  atizar,  candela. 
Pegar,  dar  de  palos  o  cualquiera  otra 
clase  de  golpes. 
Donde  candela  se  hizo,  siempre  ceniza  que- 
do, o  Donde  hubo  candela,  siempre  res- 
coldo quedo'. — V.  Donde  hubo  fuego,  siem- 
pre queda  rescoldo. 
Estar  con  la  candela  en  la  mano. 

Estar  próximo  a  morir  un  enfermo, 
estar  en  las  últimas. 
{Hay  candela?  —  Allí  humea. 

Juego  de  muchachos  equivalente  al 
que  en  Castilla  se  conoce  con  la  deno- 
minación de  las  cuatro  esquinas.  Es  pe- 
culiar de  Andalucía. 
Media  vida  es  la  candela;  pan  y  vino,  la 
otra  media. 

Manifiesta  que  con  lumbre,  comida  y 
bebida  se  puede  vivir  bien  sin  necesi- 
dad de  más  superfluidades. 
CANDELARIA.  —  /^/  la  Candelaria  se 
casan  los  pájaros. 

Alude  a  que  es  la  época  en  que  sue- 
len estar  éstos  en  celo. 
Si  la  Candelaria  plora,  el  invierno  ya 
esta '/ora.  Algunos  añaden :  y  si  no  plora, 
ni  dentro  ni /ora. 

Refrán  mestizo  de  catalán  y  castella- 
no, con  el  que  se  da  a  entender  que 
cuando  llueve  por  los  alrededores  del 
2  de  febrero,  se  puede  asegurar  que  ya 
está  casi  pasado  el  invierno. — También 
se  agrega :  si  plora  o  no  plora,  el  invierno 
siempre  es  f ora. 
CANDELERA.  -Por  la  Candelera  esté 
el  invierno  fuera;  si  nevó  o  quiere  nevar, 
el  invierno  por  pasar.  —  V.  Si  la  Cande- 
laria plora,  el  invierno  ya  está  f ora. 
CANDELERO.  —  Estar,  o  poner,  a  uno  en 
candelero. 

En  un  puesto,  dignidad  o  ministerio 
de  grande  autoridad. — Estar  muy  com- 
puesta una  persona;  grave,  estirada. 
CANDELILLAS.  —  Hacerle  a  uno  can- 
delillas los  ojos. 

Brillarle  éstos  mucho  a  causa  de  los 


CANDIL 


CANILLA 


vapores  del  vino  o  de  cualquier  otro 
alcohol,  pasión  amorosa,  avaricia,  etc.— 
Como  sinónimo  se  emplea  el  verbo  en- 
candilarse. 
Muchas  candelillas  hacen  un  cirio  pas- 
cua/. 

Muchas  veces  la  repetición  de  actos 
insignificantes  suele  ser  causa  de  ma- 
teria grave,  tanto  en  el  buen  sentido 
como  en   el  malo.  —  V.  Muchos  pocos 
hacen  un  mucho. 
CANDIL. — A  candil  muerto  todo  es  prieto. 
Enseña  que  sin  un  cabal  conocimien- 
to y  luz  de  las  cosas  no  es  posible  acer- 
tar con  ellas.  —  V.  De  noche  todos  los 
gatos  son  pardos. 
Candil  sin  torcida,  mujer  sin  guarida. 
Demuestra  la  triste  situación  a  que 
se  halla  sometida  la  mujer  que  no  tiene 
medios  o  recursos  a  que  apelar  para 
librarse   de  cualquier   peligro   que  le 
pueda  sobrevenir. 
JZn  balde  quema  el  candil  el  obrero  rain, 
o  En  vano  quemas  tu  candil,  obrero. 

Se  dice  de  aquel  que  se  pone  a  tra- 
bajar sin  saber  ni  entender  de  aquello 
que  trae  entre  manos,  pues  gasta  el 
tiempo  y  el  aceite  en  cosa  que  no  ha 
de  servir  de  provecho. 
Ni  buscado  con  un  candil. 

Expresa  lo  pintiparada  y  oportuna- 
mente que  sobreviene  alguna  cosa. 
Pescar  al  candil. 

Pescar  de  noche. 
Poder  arder  en  un  candil. 

Modo  de  ponderar  la  actividad  o 
fuerza  de  un  vino.  —  También  se  em- 
plea para,  en  son  de  censura,  ponderar 
la  agudeza  o  sagacidad  de  las  personas 
y  la  eficacia  o  actividad  de  las  cosas. — 
Ser  un  escrito,  discurso,  etc.,  demasia- 
do fuerte,  violento  y  revolucionario. 
{Qué  aprovecha  candil  sin  mecha? 

Se  usa  cuando  una  cosa  queda  inútil 
por  falta  de  los  adherentes  necesarios. 
Adóbame  esos  candiles. 

Expresión  con  que  se  censura  a  al- 
guno de  que  en  lo  que  habla  hay  dos 
términos  que  implican  contradicción. 
Al  encender  de  los  candiles. 

Al  anochecer;  entre  dos  luces. 
♦CANDIL AZO.— Candilazo  al  anochecer, 
agua  al  amanecer. 

Cuando  se  observan  grandes  resplan- 


dores al  ponerse  el  sol,  suele  ser  anun- 
cio de  lluvia  al  día  siguiente. 
CANDILETA.  —  Candileta  ha  de  ser. 

Locución  proverbial  con  que  se  de- 
muestra la  insistencia  y  testarudez  de 
una  persona,  basada  en  el  aferramiento 
de  la  pobre  monja  a  quien  nunca  se  le 
pudo  meter  en  la  cabeza  las  palabras 
aquellas  con  que  empieza  el  salmo  83 
en  el  rezo  del  Breviario:  Quam  dilecta 
tabernacula  lúa,  Domine  virtutum,  etc., 
sino  Cam  dileta,  etc. 
CANDILETERO.— Ser  un  candiletero. 

Persona  ociosa  y  entremetida. 
CANDILÓN.  —  Estar  uno   con   el  can- 
dilón. 

Frase   usada  en   algunos  hospitales 
para  dar  a  entender  que  se  está  mu- 
riendo un  enfermo,  basada  en  que  se  le 
pone  un  candilón  cerca  de  la  cama. 
CANDONGO.  -Ser un  candongo. 

Aplícase  a  la  persona  que  se  da  maña 
para  rehuir  el  trabajo. 
CANELA. —  .Se/-  una  cosa  canela  fina. 

Ser  muy  buena,  excelente,  exquisita. 
CANGALLO.  -Ser  un  cangallo. 

Aplícase  en  Andalucía  a  la  persona 
que  es  sumamente  alta  y  flaca. 
CANGILÓN.  —  Cual  el  cangilón,  tal  el 
olor. 

Según  la  educación  que  se  ha  reci- 
bido, así  es  el  comportamiento  que  se 
usa. 
Parecer  un  cangilón  de  noria. 

Dícese  de  los  recipientes,  tales  como 
tazas,  jicaras,  copas,  etc.,  excesivamen- 
te grandes. 
CANGREJO.  —  Andar,  o  adelantar,  o  ir, 
como  el  cangrejo. 

Ir  hacia  atrás;  retroceder  en  los  estu- 
dios, resolución  de  un  asunto,  etc. 
CANÍBAL.  —  Ser  uno  un  caníbal. 

Ser  una  persona  feroz,  cruel,  desal- 
mada. 
CANÍCULO.  —  Recibir  de  canículo. 

Frase  figurada  americana,  con  la  que 
se  da  a  entender  la  iniciación  burlesca 
de  un  tonto  en  los  misterios  de  la  ma- 
sonería. 
CANILLA.  —  Irse  como  una  canilla,  o  de 
canilla. 

Padecer  excesivo  flujo  de  vientre. — 
Hablar  sin  reflexión  cuanto  se  le  ocu- 
rre a  uno. 


CANO 


CANTAR 


CAJXO.— Estar  cano  de  hacer,  o  saber,  etc., 
alguna  cosa. 

Hacer  mucho  tiempo  que  se  está  ha- 
ciendo, o  que  se  sabe,  etc. 

CANON.  —  Estar  alguna  cosa  más  mano- 
seada que  las  hojas  del  canon. 

Hallarse  ajada  y  deslucida  en  fuerza 
de  ser  traída  y  llevada,  como  sucede 
con  las  hojas  del  canon  en  el  misal,  pues 
mientras  las  otras  no  se  usan  con  tanta 
frecuencia,  y  algunas  sólo  una  vez  al 
año,  aquéllas  se  manejan  diariamen- 
te.—  Aplicado  a  personas,  en  especial  a 
las  mujeres,  manifiesta  que  se  forma  un 
concepto  desfavorable  de  ellas. 

CANÓNIGA.  —  Dormir,  o  echar,  la  canó- 
niga. 

Echarse  la  siesta  a  mediodía,  antes 
de  comer.  —  También  se  dice:  Dormir 
la  siesta  borreguera. 
La  canóniga,  buena;  pero  la  cabilda,  mala. 
Cuéntase  de  un  extranjero  que  vino 
a  España  hace  tiempo  con  el  propósito 
de  entablar  cierto  negocio  con  un  Ca- 
bildo catedral.  Al  exponer  su  proyecto 
a  cada  uno  de  los  canónigos  en  parti- 
cular, todos  se  le  mostraron  adictos; 
pero  llegado  el  momento  de  votar,  re- 
sultó negada  su  pretensión.  Preguntán- 
dole después  un  amigo  cómo  se  expli- 
caba semejante  fracaso,  tan  en  discor- 
dancia con  las  ofertas  que  le  habían 
sido  hechas,  contestó:  «Porque  la  ca- 
nóniga, buena;  pero  la  cabilda,  mala  ■; 
dicho  que  no  tardó  en  hacerse  prover- 
bial, y  que  encuentra  su  aplicación  en 
aquellos  casos  en  que  el  individuo  per- 
teneciente a  una  colectividad  opina, 
aislado,  de  una  manera,  y  en  corpora- 
ción, de  otra. 

CANÓNIGO.  — Canónigo  del  Salvador  y 
abad  de  Olivares,  todo  es  aire . 

Refrán  usado  en  la  provincia  de  Se- 
villa antes  de  la  supresión  de  estas  dos 
colegiatas  (185 1),  aquélla  sita  en  dicha 
capital  y  ésta  en  la  villa  del  Conde- 
Duque,  distante  3  leguas  de  Sevilla, 
para  expresar  que  ambos  destinos  te- 
nían más  de  honorífico  que  de  lucra- 
tivo.—  Pudo  también  deber  su  origen, 
por  lo  menos  en  la  parte  relativa  al  Sal- 
vador de  Sevilla,  a  la  emulación  bastar- 
da que  suele  reinar  a  veces  aun  entre 
las  corporaciones  más  autorizadas,  pues 


sabido  es  la  multitud  de  pleitos  que  ei 
Cabildo  catedral  le  suscitó  al  colegial, 
así  como  que  los  canónigos  de  aquél 
llamaban  a  los  de  éste  monos  de  imita- 
ción. 
¿Canónigo  de  repente  y  morir  en  Noche- 
buena?... Se  le  indigesto'  la  cena. 

El  que  logra  prebendas  de  un  modo 
impensado,    suele    disfrutar   poco    de 
ellas. 
De  canónigo  a  obispo  no  hay  más  que  una 
pulgada  de  camino. 

Por  la  buena  vida  que  se  dan  uno  y 
otro. 
Llevar,  o  pasar,  o  tener,  una  vida  de  canó- 
nigo. 

Disfrutar  de  comodidades;  vivir  coa 
holgura,  ocio  y  regalo. 
Proponerse  alguno  ver  lo  que  dura  un  ca- 
nónigo bien  cuidado. 

Imitar  a  los  canónigos,  dándose  bue- 
na y  regalada  vida. 
CANONISTA.-Canonista  sin  Leyes,  ara- 
dor sin  bueyes. 

Se  pretende  dar  a  entender  que  así 
como  el  arador  no  puede  labrar  bien  la 
tierra  sin  la  ayuda  de  los  bueyes,  tam- 
poco podrá  salir  consumado  en  el  estu- 
dio de  los  Cánones  el  que  no  curse  y 
domine  bien  el  de  las  Leyes. 
Canonista  y  no  legista,  no  vale  una  aris- 
ta. —  V.  Canonista  sin  Leyes,  arador  sin 
bueyes. 
CANONIZAR.—  Canonizar  a  alguno. 

Calificar  de  buena  a  una  persona  o 
cosa,  aun  cuando  no  lo  sea.  —  Aprobar 
y  aplaudir  alguna  cosa. 
CANONJÍA.  —  Ser  alguna  cosa  una  ca- 
nonjía. 

Ser  un  empleo  de  poco  o  ningún  tra- 
bajo y  bastante  provecho. 
CANSARSE.  —  Cuando   duermo,   canso; 
¿qué  me  haré  cuando  ando} 

Contra  los  extremadamente  poltro- 
nes. —  Nótese  la  circunstancia  de  em- 
plearse en  este  refrán  el  verbo  como 
activo,   en  lugar  de  ser  usado,  como 
debe  ser,  en  la  forma  reflexiva. 
CANTALETA.  —Dar  cantaleta. 
Dar  un  chasco,  una  zumba,  etc. 
CANTAR.  —  Cantar  alguna  cosa. 

Descubrir  o  confesar  algún  secre- 
to. —  Anunciar  o  presagiar  algún  su- 
ceso. 


CANTARILLO 


i74 


CANTONADA 


Cantar  uno  de  plano. 

Confesar  todo  lo  que  se  le  pregunta 
o  sabe  de  algún  asunto,  sin  reserva  ni 
limitación  alguna. 
Cantar  mal  y  por  fiar . 

Dícesede  las  personas  impertinentes 
y  presumidas  que  causan  molestia  re- 
pitiendo todo  aquello  que  no  saben 
hacer. 
Ese  es  otro  cantar,  o  Esos  son  otros  can- 
tares. 

Indica  que  no  viene  a  cuento  lo  que 
se  dice.  —  También  suele  decirse:  Esa 
es  harina  de  otro  costal. 
Hacer  de  alguno  el  mismo  caso  que  de  un 
cantar  gallego. 

No  hacer  ningún  caso  de  él. 
Irse  uno,  o  salirse,  cantando  bajito. 

Retirarse  confundido,  y  mohíno  ade- 
más, por  no  poder  replicar  cosa  alguna. 
No  hav  cosa  como  cantar  mal  para  can- 
tar mucho.  —  V.  Cantar  mal  y  porfiar. 
Quien  canta,  sus  males  espanta. 

Recomienda  tomar  las  adversidades 
con  paciencia,  poniendo  a  mal  tiempo, 
buena  cara. 
Quien  mal  canta,  bien  le  suena. 

Pondera  el  amor  propio  de  los  hom- 
bres, pues  por  mal  que  hagan  las  cosas, 
siempre  les  parece  lo  suyo  lo  mejor. — 
V.  A  ninguno  le  huelen  mal  sus  pedos,  ni 
sus  hijos  le  parecen  feos. 
CANTARILLO.  —  Cantarillo  que  mu- 
chas veces  va  al  agua,  alguna  se  quiebra. — 
V.  Tanto  va  el  cántaro  a  la  fuente,  etc. 
CÁNTARO.  —  Cántaro  roto  no  sufre  re- 
miendo. 

Porque  la  materia  de  que  se  hacen 
los  cántaros  no  es  de  fácil  compostu- 
ra. —  Aplícase  a  todo  aquello  que,  por 
estar  ya  hecho,  no  tiene  arreglo. 
Entrar,  o  estar,  uno  en  cántaro. 

Entrar,  o  estar,  en  suerte  para  algún 
oficio,  empleo,  etc.  —  Estar  propuesto 
o  próximo  a  conseguirlo. 
Si  da  el  cántaro  en  la  piedra,  o  la  piedra 
en  el  cántaro,  mal  para  el  cántaro. 

Recomienda  que  no  se  tengan  con- 
tiendas ni  disputas  con  aquel  que  más 
puede,  pues  suele  salir  perdiendo  la 
parte  más  débil. 
Tanto  va  el  cántaro  a  la  fuente,  que  deja 
el  asa  o  la  frente,  o  que  al  fin  se  quiebra. 
Enseña  a  los  incautos  que  se  arries- 


gan en  los  negocios,  o  se  exponen  a  al- 
gún peligro,  que  tarde  o  temprano  se 
les  malogrará  su  intento,  y  que  su  in- 
consideración les  causará  algún  daño. — 
Dícese  igualmente  de  los  que  molestan 
de  una  manera  continuada  con  una  pre- 
tensión, pues  acaban  por  cansar  al  so- 
licitado, cerrándoseles  las  puertas  de 
su  casa. 
Llover,  o  echar,  o  caer,  o  derramar,  etc.,  a 
cántaros. 

Abundantemente,  con  mucha  fuerza. 
CANTE.  —  Irle  a  alguno  con  el  cante. 

Con  algún  chisme,  aviso,  soplo,  etc. 
CANTERA.  —  Armar,  o  levantar,  o  mo- 
ver, una  cantera. 

Causar  o  agravar  una  lesión  o  enfer- 
medad, ya  por  impericia,  ya  por  des- 
cuido. —  V.  Armar,  etc.,  polvareda. 
Tener  una  persona  cantera. 

Tener  ingenio,  talento,  capacidad. 
CANTO.  —  Al  canto  del  gallo. 

Al  amanecer.  —  A  la  media  noche, 
que  es  cuando,  por  lo  regular,  cantan 
los  gallos  la  primera  vez.  Esta  segunda 
acepción  se  usa  más  en  plural. 
Ser  el  canto,  o  romance,  del  conde  Cla- 
ros. —  V.  Dársele  a  uno  de  alguna  cosa 
lo  mismo  que  de  las  coplas  de  Calaínos. 
CANTO.  —  Darse  uno  con  un  canto  en  los 
pechos. 

Darse  por  contento  del  resultado  de 
un  suceso  favorable  que  no  se  espe- 
raba. 
Entretanto,  llévate  ese  canto. — V.  Mien- 
tras descansas,  machácame  esas  granzas. 
Menos  da  un  canto.  —  V.  Menos  da  una 

PIEDRA. 

Recibir,  o  tomar,  con  un  canto  a  los  pe- 
chos. 

Recibir  una  cosa  con  mucho  gusto  y 
complacencia. 
CANTO    LLANO.  —  Decir  una  cosa  en 
canto  llano. 

Sin  ambages  ni  rodeos;  con  toda  sen 
cillez  y  claridad.  —  De  un  modo  vulgar 
y  corriente. 
Ser  canto  llano  una  cosa. 

Ser  sencilla  y  corriente.  —  No  tener 
adorno  alguno.  —  No  ofrecer  ninguna 
dificultad. 
CANTONADA.  —  Dar  cantonada. 

Burlar  a  una  persona,  desaparecien- 
do al  volver  de  una  esquina.  —  Dejar 


CANTOR 


i7S  — 


CAPA 


a  uno  burlado,   no  haciendo  caso  de 
él.  —  También  se  dice  en  ambas  acep- 
ciones: Dar  esquinazo. 
CANTOR.—  Cuando  el  cantor  dada,  tose  y 
se  demuda. 

Zahiere  a  aquellos  a  quienes  no  les 
asiste  la  razón  en  lo  que  defienden,  y 
que,  una  vez  cogidos  en  renuncio,  ape- 
lan a  mil  salidas  y  evasivas  para  no  de- 
clararse vencidos. 
Ninguno  es  tan  gran  cantor  que  no  se 
descuide.  —  V.  El  mejor  escribano  echa 
un  borrón. 
Ser  cantor. 
Ser  loco. 
Todo  cantor  es  bebedor. 

Porque  se  le  seca  la  garganta  y  tiene 
que  remojarla  con  frecuencia. 
CANTUSADO.  —  Cátalo  cantusado. 

Asunto  terminado;  negocio  concluí- 
do;  pax  Chrisii.  —  Cantusar,  que  para 
la  Academia  no  significa  más  que  enga- 
tusar, vale  lo  mismo  que  cantar  o  can- 
turriar, como  cuando  se  dice:  Cosido  jy 
cantado,  o  Coser  y  cantar.  (Véase.) 
CAÑA.  —  Correr  poco  la  caña. 

Sacar  poca  utilidad  o  provecho  de 
alguna  cosa. 
El  pescar  con  caña  es  oficio  de  cabrones. 
Se  refiere  a  la  virtud  de  la  paciencia, 
que  tanto  en  unos  como  en  otros  tie- 
ne que  estar  bien  desarrollada. 
El  que  no  bebe  caña  no  vuelve  a  España. 
Alude  a  que  en  América,  por  el  cli- 
ma, suele  ser  la  gente  aficionada  al  ron 
y  otras  bebidas  azucaradas. 
Estar,  o  ser,  una  caña  de  pescar. 

Ser  una  persona  sumamente  alta  y 
delgada. 
Ser  uno  un  caña. 

Dícese  de  la  persona  astuta,  taima- 
da, desaprensiva. 
La  caña  ha  de  ser  quebrada  antes  que 
sonada. 

Exhorta  a  la  prudencia,  reserva  y 
cautela  con  que  se  ha  de  proceder  en 
las  discusiones  domésticas,  a  fin  de  que 
no  trasciendan  al  público. 
Parecer  tina  caña  cascada. 

Gozar  de  poca  salud;  estar  muy  que- 
brantado.—  Tener  la  voz  muy  desagra- 
dable. 
Sacar  de  una  caña  de  escoba. 

Modo  denigrante  de  dar  a  entender 


la  facilidad  con  que  se  eleva  a  ciertos 
puestos  distinguidos  a  personas  indig- 
nas de  ocuparlos. 
Ser  uno  brava,  o  buena,  o  linda,  caña  de 
pescar. 

Ser  muy  astuto  o  taimado.  —  Dícese 
también  simplemente:  Ser  uno  un  caña. 
Las  cañas  se  vuelven  lanzas. 

A  veces,  lo  que  empieza  por  ser  jue- 
go y  broma  acaba  convirtiéndose  en 
seriedad  y  disgusto.  —  Refiérese  a  los 
torneos  antiguos,  en  que  el  antagonis- 
mo de  los  caballeros  que  justaban  en 
los  inofensivos  juegos  de  cañas,  conver- 
tía éstas  en  armas  serias  de  combate 
en  no  pocas  ocasiones. 
CAÑAMAZO.  —  Sobre  el  mal  cañamazo 
no  se  puede  bordar  primores. 

Nadie  puede  con  malos  materiales 
hacer  una  cosa  de  provecho. 
CÁÑAMO.  —  Crujirle  a  uno  el  cáñamo. 
Darle  una  azotaina  o,  cuando  menos, 
una  reprensión  severa. 
Olerle  a  uno  a  cáñamo  la  garganta. 

Merecer  la  pena  de  horca.  —  Correr 
gran  peligro  de  que  le  apliquen  dicha 
pena. 
CAÑAVERAL,.— Kecorrer  uno  los  caña- 
verales. 

Andar  de  casa  en  casa  buscando  don- 
de le  den  algo. 
CAÑAZO.  —  Darle  a  uno  cañazo. 

Dejarle  cortado  y  confundido,  por 
haberle  soltado  alguna  expresión  que 
le  entristezca  o  le  dé  en  qué  pensar. 
CAÑIZAR.  —  Cañizar  y  Villarejo,  gran 
campana  y  ruin  concejo. 

Alude  a  que  los  pueblos  de  poca  im- 
portancia son  los  que  aparentan  más. 
CAÑO.  —  Beber  del  caño.  —  V.  Beber  en 

buenas  fuentes. 
CAÑUTO.  —  Ser  un  cañuto. 

Ser  un  soplón.  —  Ir  contando  lo  que 
no  debe. 
CAPA.  —  Al  que  te  mata  so  capa,  no  lo 
salves  en  concejo. 

El  que  solapadamente  causa  un  per- 
juicio no  debe  justificársele  en  público. 
Al  que  veas  con  capa  de  lamparilla  por 
Navidad,  no  le  preguntes  cómo  le  va. 

El  andar  desabrigado  en  invierno  es 
claro  indicio  de  falta  de  recursos  pecu- 
niarios.—  Dábase  antiguamente  el  nom- 
bre de  lamparilla  a  un  tejido  de  lana 


CAPA 


-   176  — 


CAPA 


delgado  y  ligero,  de  que  solían  hacerse 
mantos  las  mujeres  y  capas  los  hom- 
bres para  la  estación  del  calor. 
Andar,  o  estar,  o  presentarse,  etc.,  uno  de 
capa  v  gorro. 
En  traje  de  confianza,  sin  etiqueta. 
Andar,  o  ir,  uno  de  capa  caída. 

Padecer  notable  decadencia  en  sus 
intereses,  fama,  salud,  energía,  etc. 
Cada  uno  hace,  o  puede  hacer,  de  su  capa 
un  sayo. 

Indica  la  libertad  que  cada  uno  tiene 
para  disponer  de  lo  propio,  sin  estar 
obligado  a  dar  cuentas  a  nadie. 
Capa  ruana,  tiene  mas  piojos  que  lana. 
El  vestido  de  la  gente  pobre  suele 
coger  más  inmundicia  que  proporcio- 
nar abrigo.—  Ruano  significaba  antigua- 
mente lo  callejero,  lo  que  paseaba  las 
calles. 
Co?no  la  capa  del  cielo,  que  todo  lo  cobija. 

Tener  gran  amplitud  para  todo. 
Debajo  de  capa  vieja  muchas  veces  habita 
la  sapiencia.  —  V.  Debajo  de  una  mala 
capa  suele  a  las  veces  encontrarse  un  buen 
bebedor. 
Debajo  de  una  mala  capa  suele  a  las  veces 
encontrarse  un  buen  bebedor. 

Recomienda  que  no  se  fíe  nadie  de 
las  apariencias. 
De  esta  capa  nadie  escapa. 

Hay  ocasiones  en  que  es  inútil  que- 
rer evadirse,  porque  no  se  consigue. 
Defender  a  capa  y  espada  a  una  persona 
o  cosa. 

Defenderla  con  empeño  y  gran  es- 
fuerzo. 
Defender  uno  su  capa. 

Defender  su  hacienda,  derecho,  etc., 
sin  consentir  que  se  le  defraude  en  lo 
más  mínimo. 
Dejar  la  capa  en  manos  de  uno. 

Huir  de  él,  con  alusión  al  pasaje  bí- 
blico de  José  y  la  mujer  de  Putifar. 
Derribar  uno  la  capa. 

Dejarla  caer  de  los  hombres  a  fin  de 
que  le  quede  a  uno  el  cuerpo  libre, 
bien  para  reñir  o  bien  para  ayudar  a 
alguien  en  alguna  maniobra. 
De  siete  capas,  como  fiesta  doble. 

Ser  muy  aparatosa  una  persona. 
De  so  capa. 

Hacer   alguna  cosa  secretamente   y 
con  soborno. 


Donde  perdiste  la  capa,  ahí  la  cata,  o  la 
halla,  o  Donde  se  pierde  la  capa  se  debe 
ir  a  buscarla. 

No  se  debe  desfallecer  cuando  hay 
alguna  pérdida  en  los  bienes  de  fortuna 
o  en  cualquier  otro  negocio,  pues  pue 
den  reponerse  trabajando  de  nuevo. 
Echar  la  capa  al  toro. 

Aventurar  algo  para  evitar  mayor 
daño  o  conseguir  algún  fin.  —  Covarru- 
bias  concreta  la  definición  diciendo  : 
«Vale,  moralinente,  aventurar  a  perder 
la  hacienda  por  salvar  la  vida.  Es  muy 
ordinario,  si  el  toro  va  en  los  alcances 
de  alguno,  echarle  la  capa  para  que  se 
cebe  en  ella,  y  a  veces,  cuando  la  deja., 
queda  hecha  tiras»,  etc. 
Echarle  la  capa  a  uno  o  a  algo. 

Ocultar    sus    defectos;    favorecerlo, 
protegerlo. 
El  que  quiere  la  capa  del  amigo,  no  es 
amigo. 

Demuestra  que  el  que   verdadera- 
mente tiene  amistad  con  una  perso- 
na, no  debe  ser  con  ésta  ni  egoísta  ni 
abusivo. 
El  que  tiene  capa,  escapa. 

Aquel  que  cuenta  con  medios  ade- 
cuados o  tiene  quien  le  ampare,  es  el 
que  logra  salir  de  cualquier  conflicto 
que  se  le  presente. 
Guardar  uno  su  capa. — V.  Defender  uno- 

su  CAPA. 

Esperar,  o  estar,  o  estarse,  o  mantenerse,. 
o  quedarse,  etc.,  a  la  capa. 

Estar  en  observación  o  acecho  aguar- 
dando a  que  llegue  el  tiempo  opor- 
tuno de  conseguir  lo  que  se  preten- 
de o  desea.  Es  locución  tomada  de  la 
Náutica. 

Ir  de  capa  rota  una  persona. 

Aquella  a  quien  se  envía  disimulada- 
mente para  ejecutar  algún  negocio  de 
consideración. 

Ir  una  cosa  de  capa  caída. 

Ir  cayendo  en  desuso,  como  sucede 
con  las  modas.  —  Ir  cediendo  de  su  in- 
tensidad, como  ocurre  con  una  epide- 
mia, etc. 

La  capa  todo  lo  tapa. 

Como  prenda  talar  que  es,  se  puede 
encubrir  con  ella  cualquiera  imperfec- 
ción que  tenga  la  ropa  que  se  lleva 
debajo. 


CAPA 


—  177 


CAPA 


La  mayor  discreción  es  poner  la  capa  como 
viniere  el  viento. 

Demuestra   lo    conveniente   que  es 
amoldarse  a  las  circunstancias  y,  como 
también  suele  decirse,  tomar  el  tiempo 
como,  o  conforme,  viene. 
Más  cumplido  que  capa  de  coro. 

Se  dice  del  que  es  muy  ceremonio- 
so. —  V.  Ser  más  cumplido  que  una  bas- 
quina. 
-Ni  por  calor  te  dejes  la  capa,  ni  por  harto 
la  merienda. 

Aconseja  al  que  va  a  emprender  un 
viaje,  porque  podrá  tener  necesidad  de 
abrigo  o  de  alimento  en  medio  de  su 
excursión. 
JVo  salir  de  capa,  o  de  paño  de  raja. 

Refiérese  dicha   frase  a  que  como 
quiera  que  antiguamente  raja  era  una 
clase  de  paño  basto  y  de  baja  estofa,  so- 
lamente la  usaba  la  gente  pobre  en  sus 
prendas  de   vestir,  equivaliendo,  por 
tanto,  a  no  salir  de  la  miseria. 
No  tener  más  que  la  capa  en  el  hombro. 
Estar  muy  pobre,  sin  tener  oficio  ni 
patrimonio  de  que  poder  mantenerse. 
Parecerse  una  cosa  a  la  capa  del  estu- 
diante. 

Dice  un  cantar: 

La  capa  del  estudiante 
parece  un  jardín  de  flores, 
toda  llena  de  remiendos 
de  diferentes  colores. 

De  aquí  que  se  aplique  a  las  pren- 
das que  están  muy  zurcidas  y  remen- 
dadas. 
Pasear  uno  la  capa. 

Salir  de  casa  únicamente  por  distrac- 
ción o  esparcimiento. 
Quitarle  a  uno  la  capa. 

Despojarle  de  lo  que  posee,  hacién- 
dolo de  un  modo  más  o  menos  subrep- 
ticio.— Equivale,  en  buenos  términos,  a 
robar,  como  cuando  se  cobra  una  cuen- 
ta exorbitante  por  un  artículo  de  tien- 
das, o  a  título  de  derechos  se  exige  por 
alguna  dependencia  u  oficina  una  suma 
concusionaria,  etc. 
Sacar  uno  la,  o  su,  capa. 

Justificarse  de  algún  cargo,  satisfacer 
a  alguna  reconvención,  responder  a  al- 
gún argumento,  cuando  parecía  que  no 
le  quedaba  recurso  o  defensa  de  nin- 
guna especie. 


Salir  la  capa  de  entre  la  colada. 

Escapar  a  la  fiscalización  de  alguno. 

Ser  de  capa  de  coro. 

Se  dice  de  lo  que  es  muy  amplio  o 
acomodaticio. 

Ser  una  cosa  de  capa  y  espada. 

Sencilla,  lisa,  llana,  corriente.  —  Así, 
para  manifestar  Calderón  en  su  come- 
dia Peor  está  que  estaba  (jornada  terce- 
ra) que  cierto  criado  que  andaba  bus- 
cando, por  orden  de  su  amo,  a  una 
mujer  huida,  no  quería  andarse  en  me- 
táforas ni  rodeos,  sino  hablar  con  toda 
claridad  y  lisura,  pone  en  su  boca  es- 
tas palabras: 

«Ando  en  las  selvas  de  Amor 
a  lo  de  escudero  andante, 
siguiendo  embozado  un  Sol; 
y,  hablando  en  capa  y  espada, 
aquí  busco  a  la  mayor 
invencionera  de  Europa. > 

Esto  se  halla  totalmente  conforme 
con  lo  que  quiere  decir  comedia  de  capa 
y  espada,  lo  cual  no  envuelve  el  concep- 
to de  nobleza,  grandeza  o  rango  elevado 
que  muchos  erróneamente  le  atribu- 
yen, sino,  por  el  contrario,  la  idea  de  lo 
que  se  podría  llamar  el  estado  llano, 
o  clase  media  en  la  actualidad,  y  aun 
algunos  cuantos  escalones  más  abajo, 
dado  que  por  aquel  entonces  la  capa  y 
la  espada  formaban  parte  esencial  del 
traje  de  quien  presumía  valer  algo, 
aunque  fuera  mancebo  de  barbero  o 
pinche  de  cocina,  a  la  manera  que  el 
tratamiento  de  don  se  ha  generalizado 
en  España  desde  el  siglo  pasado  a  acá, 
hasta  el  punto  de  usarse  en  obsequio 
de  muchos  que  llevan  capas  y  navajas, 
oque  traen  éstas  para  llevarse  aquéllas. 
Sobre  mi  la  capa  cuando  llueva. 

Indica  que  cuando  se  avecina  un  pe- 
ligro conviene  tener  medios  de  evi- 
tarlo. 
Soltar  uno  la  capa. 

Desasirse  de  aquello  que  le  emba- 
raza o  estorba,  a  fin  de  poder  obrar 
más  pronta  y  libremente. 
Tirarle  a  uno  de  la  capa. 

Advertirle   con    cierto    disimulo   de 
algún  mal,  defecto,  inconveniente,  pe- 
ligro, etc.,  para  que  no  caiga  en  él. 
Una  buena  capa  iodo  lo  tapa. 

Una  buena  apariencia  puede  encu- 
12 


CAPARROTA 


-  178  - 


CAPILLA 


brir  muchas  faltas.  —  Un  buen  protec- 
tor puede  servir  de  mucho  en  los  lan- 
ces apurados. 
Andar  las  capas  por  el  suelo. 

Haber  grandes  disputas,  contiendas 
y  reyertas. 
CAPARROTA.  —  Se  arregló  lo  de  Capa- 
rrota...  (Y  lo  ahorcaron.) 

Bien  o  mal,  tuerto  o  derecho,  todo 
tiene  solución  en  este  mundo,  como 
sucedió  con  el  tristemente  célebre  fa- 
cineroso de  ese  nombre,  cuyas  fecho- 
rías terminaron  en  el  palo. 
Ser  más  conocido  que  Caparrota. 

Aplícase  a  las  personas  que  tienen 
muchas  amistades,  hasta  el  punto  de 
que  cuando  salen  a  la  calle  es  raro  que 
no  saluden  o  se  paren  a  hablar  con 
cuantos  encuentran  en  su  camino. 
CAPAZ.  —  Ser  capaz  de  pegar  un  susto  al 
miedo. 

Frase  con  que  se  exagera  la  fealdad 
de  una  persona. 
CAPAZOS.  —  Acabar,  o  salir,  a  capazos. 
Salir  riñendo  o  alborotando  los  indi- 
viduos de   una  reunión,  por  falta  de 
conformidad  en  sus  pareceres. 
CAPEAR.— Capear  a  uno. 

Entretenerle  con  engaños  y  evasivas. 
CAPERUZA.  —  Dar  en  caperuza  a  uno. 
V.  Darle  en  la  cabeza  a  uno. 
Echar  caperuzas,  o  guindas,  a  la  tarasca. 
Dícese  casi  siempre  en  forma  impe- 
rativa, aludiendo  a  las  personas  que  no 
se  ven  nunca  hartas  de  comer.  —  Pre- 
tender alcanzar  algún  imposible,  es  de- 
cir, perder  el  tiempo. — Tiene  su  origen 
esta  frase  en  una  fiesta  antigua  madri- 
leña. El  día  del  Corpus,  precediendo  a 
los  carros  en  que  habían  de  represen- 
tarse los  autos  sacramentales,  saca- 
ban procesionalmente  un  monstruo  de 
cartón  pintado,  en  figura  de  dragón,  de 
cuello  largo  y  movedizo,  cuyos  porta- 
dores, escondidos  en  el  interior,  le  ha- 
cían abrir  una  boca  desmesuradamente 
grande,  con  la  cual  arrebataba  a  los 
que  estaban  descuidados  los  sombre- 
ros y  caperuzas,  que  se  tragaba,  con 
gran  algazara  de  los  que,  estando  en  el 
secreto,  se  ponían  en  cobro  a  tiempo, 
pues  inútil  es  decir  que  las  víctimas 
escogidas  eran,  generalmente,  los  pa- 
letos que  de  los  pueblos  comarcanos 


venían  a  presenciar  las  fiestas  inocen- 
temente, sin  suponer  el  peligro  que 
sus  monteras  o  caperuzas  corrían.  Los 
muchachos  le  echaban  por  la  boca  ce- 
rezas y  guindas,  cosa  que,  naturalmen- 
te, agradecían  los  que  iban  dentro.  La 
tarasca  llevaba  sobre  el  lomo  una  figu- 
rilla de  mujer  (que  decían  era  Ana  Bole- 
na),  lujosamente  vestida  por  los  mejo- 
res sastres  y  modistas  matritenses,  que 
implantaban  así  la  moda  de  primavera, 
pues  los  elegantes  de  la  época  acudían 
al  paso  de  la  carrera  sólo  por  ser  los 
primeros  en  copiar  las  novedades  ex- 
hibidas por  el  maniquí. 
Ser  como  las  caperuzas  de  Sancho. 

Dícese  de  todo  aquello  de  que  se 
quiere  sacar  mucho  partido  o  exten- 
derlo demasiado,  aludiendo  al  pleito 
sentenciado  por  Sancho  Panza  (Quijote, 
parte  segunda,  cap.  XLV)  entre  el  sas- 
tre y  el  labrador,  de  todos  conocido. 
CAPIGORRISTA.— £Vr  un  capigorris- 
ta, o  capigorrón. 

Persona  ociosa  y  vagabunda. 
CAPILLA.— Estar  uno  en  capilla. 

Estar  esperando  algún  negocio  o  pre- 
tensión con  suma  ansia,  y  a  la  vez  con 
cierto  temor  de  no  salir  airoso  de  él. — 
Estar  próximo  a  verificar  algún  acto 
público,  tal  como  exámenes,  oposicio- 
nes, casarse,  etc. 
Haber  pasado  uno  por  la  capilla  de  Santa 
Bárbara. 

Haber  recibido  la  borla  de  doctor 
por  la  Universidad  de  Salamanca. — 
Alude  a  que  antiguamente  hacían  los 
graduandos  para  el  doctorado  sus  ejer- 
cicios de  prueba  en  la  capilla  que,  de- 
dicada a  aquella  ilustre  heroína  del 
cristianismo,  existe  en  la  catedral  an- 
tigua de  dicha  ciudad. 
Mejor  olla  la  capilla  de  San  Diego. 

Dícese  de  todo  aquello  que  huele 
mal,  aludiendo  al  buen  olor  natural  que 
exhalan  los  venerandos  restos  de  San 
Diego  de  Alcalá,  existentes  hoy  en  la 
magistral  de  dicha  ciudad.  San  Diego 
era  natural  de  San  Juan  del  Puerto, 
villa  de  Andalucía  perteneciente  al  ar- 
zobispado de  Sevilla;  y  si  se  le  denomi- 
na de  Alcalá,  es  poique  allí  murió,  des- 
pués de  haber  vivido  trece  años  en  el 
convento  de  su  Orden,  y  distinguídose 


CAPILLO 


179 


CAPOTE 


por  las  muchas  obras  de  caridad  y  mi- 
lagros que  realizó  en  aquella  localidad. 

No  quiero,  no  quiero,  mas  echádmelo  en  la 
capilla,  o  en  el  capelo,  o  en  el  capiello, 
o  en  el  sombrero. 

Alude  a  este  refrán  D.  Quijote  cuan- 
do, entre  otros  consejos  que  dio  a  San- 
cho antes  de  partirse  para  la  ínsula  Ba- 
rataría, le  dice  :  «Si  acaso  enviudases 
—  cosa  que  puede  suceder  —  y  con  el 
cargo  mejorares  de  consorte,  no  la  to- 
mes tal  que  te  sirva  de  anzuelo  y  de 
caña  de  pescar,  y  del  no  quiero  de  tu  ca- 
pilla; porque  en  verdad  te  digo  que  de 
todo  aquello  que  la  mujer  del  juez  re- 
cibiere ha  de  dar  cuenta  el  marido  en 
la  residencia  universal,  donde  pagará 
con  el  cuatrotanto  en  la  muerte  las  par- 
tidas de  que  no  se  hubiere  hecho  car- 
go en  la  vida.» 
CAPILLO. —  Lo  que  en  el  capillo  se  toma, 
con  la  mortaja  se  deja. — V.  Lo  que  entra 
con  el  capillo  sale  con  la  mortaja,  o  sólo 
se  va  con  el  cerquillo. 

Lo  que  entra  con  el  capillo  sale  con  la 
mortaja,  o  sólo  se  va  con  el  cerquillo. 

Indica  que  las  costumbres  adquiridas 
en  la  niñez,  sean  buenas  o  malas,  sola- 
mente se  pierden  con  la  vida. 

No  le  quiero  ni  le  pido,  mas  échamelo  en  el 
capillo.  — V.  No  quiero,  no  quiero,  mas 
echádmelo  en  el  sombrero. 
CAPIROTE. —  ¡Capirote  sobre  el  ojo!... 
Más  vale  comer  grama  y  abrojo. — Véase 
Más  vale  comer  grama  y  abrojo  que  traer 
capirote  en  el  ojo. 

Ser  de  capirote.  —  V.  Ser  tonto  de  capi- 
rote. 
CAPITÁN. — Por  donde  va  el  capitán,  van 
los  soldados. 

Los  subordinados  suelen  imitar  la 
conducta  que  les  marcan  sus  jefes. 

Suele  el  capitán  con  sus  soldados  hacer, 
con  dos  odios,  quince.— •  V '.  Quien  manda, 
manda,  y  cartuchera  en  el  canon. 
CAPÍTULO.  -  Capítulo  de  otra  cosa. 

Manera  de  terminar  una  conversa- 
ción, enojosa  generalmente,  para  ha- 
blar de  otro  asunto. 

Capítulo  catorceno,  u  onceno:  comiste  mor- 
cilla, cagaste  moreno. 

Confesamos  ingenuamente  que  no  co- 
nocemos el  origen  de  esta  frase  popu- 
lar, empleada  familiarmente  al  llegar, 


en  la  lectura,  al  capítulo  once  o  catorce 
de  una  obra,  y  menos  qué  relación  haya 
entre  la  premisa,  llamémosla  así,  y  la 
consecuencia  sacada  al  final.  Sabemos 
que  el  color  de  las  deyecciones  es  de- 
bido a  la  clase  de  alimentación;  pero 
unir  ambas  cosas  sólo  por  el  afán  del 
sonsonete  no  es  explicable. 
Ganar,  o  perder,  capítulo. 

Conseguir,  o  perder,  lo  que  se  pre- 
tendía o  disputaba  entre  varios. 
CAPÓN. —  Al  capón  que  se  hace  gallo,  azo- 
tallo. 

Quiere  decir  que  al  que  obra  contra 
lo  que  debe  y  es  propio  de  su  estado  y 
condición,  merece  que  se  le  castigue. 
A  quien  te  da  el  capón,  dale  la  pierna  y  el 
alón,  o  A  quien  te  diere  un  capón,  dale 
un  alón. 

Recomienda  que  seamos  agradecidos 
a  los  que  nos  hacen  algún  beneficio. 
A  quien  te  diere  un  capón,  suéltale  dos. 
A  aquel  que  te  diere  un  palo,  un  pun- 
tapié, etc.,  respóndele  tú  con  cantidad 
doble.  No  es  muy  evangélico,  pero  es 
muy  positivo. 
Capón  de  ocho  meses,  para  mesa  de  reyes. 
Indica  ser  ésta  la  mejor  edad  del  ave 
citada  para  comerla. 
Dar  a  uno  un  capón. 

Darle  a  uno   un  golpe  en  la  cabeza 
con  el  nudillo  del  dedo  cordial. 
Engargantar  como  a   capones  en  ceba- 
dero. 

Atracar  a  uno  de  comida,  a  semejan- 
za de  lo  que  se  hace  con  dichos  anima- 
litos  para  que  estén  gordos. 
No  hay  cosa  partida  con  capones  y  lon- 
ganizas. 

Por  lo  regular,  no  se  hace  partici- 
pante a  otro  de  aquello  que  más  nos 
gusta  o  de  que  no  tenemos  abundancia. 
Valen  mas  dos  capones  que  dos  buenas 
razones.  —  V.  Más  jale  pájaro  en  /natío 
que  ciento  volando. 
CAPOTE.  —  Dar  capote  a  uno. 

Dejarle  sus  compañeros  sin  comer 
por  haber  llegado  tarde.  -  Proceder  a 
ejecutar  alguna  tarea  sin  aguardar  a  la 
persona  que  se  esperaba  para  tornar 
parte  en  eila.  —  Dejarle  corrido  y  sin 
tener  qué  coatestar  en  algún  asunto. 
Decir  ¡ara  su  capote. — V.  Decir  para  su 
colíito,  o  Decir  para  su  sayo. 


CAPOTEAR 


—  1 8o  — 


CARA 


Echar  un  capote. 

Intervenir  en  algún  asunto  para  evi- 
tar un  daño.  —  Ayudar  a  conseguir  lo 
que  otro  pretende. 
Estar  con  el  capote  al  brazo. 

Hallarse  preparado  para  intervenir 
en  alguna  cuestión  para  resolverla,  so- 
lucionarla o  inclinarla  del  lado  que  se 
desea. 
Tener  uno  capote. 

Demostrar  ceño  una  persona  a  causa 
del  enfado  o  enojo  que  siente. 
CAPOTEAR.  —  Capotear  a  uno. 

Traerle  entretenido  en  cualquier  ma- 
teria o  negocio,  engañándolo  y  burlán- 
dose de  él. — Evadir  mañosamente  cual- 
quier compromiso  o  dificultad. 
CAPUANA.—  Darle  a  uno  una  capuana. 
Zurrarle,  vapulearle,  darle  una  pa- 
liza. 
CAPUCHINO.  -;  Ya  escampa!...  (Y  llovían 
capuchinos  de  bronce.) 

Dícese  cuando  se  oyen  decir  muchos 
disparates  seguidos. 
CARA.  —  Andar  con  la  cara  descubierta. 
Aquel  que  obra  bien,  puede  ir  por 
todas  partes  sin  recelo  ni  temor  de  que 
nadie  le  ofenda. 
Buena  cara  y  pocos  anos  es  un  riquísimo 
juro. 

Pondera  el  mérito  y  valor  que  tie- 
nen la  hermosura  y  los  pocos  años  en 
una  mujer. 
Cara  a  cara  se  mata. 

Expresa  que  los  actos  deben  ejecu- 
tarse noblemente  y  no  con  doblez  ni 
solapadamente. 
Cara  a  cara,  vergüenza  se  cata. 

Da  a  entender  que  en  presencia  de 
una  persona  no  se  le  dice  cara  a  cara 
lo  que  se  habla  sin  reparo  a  sus  espal- 
das, o  que  se  niega  con  alguna  dificul- 
tad lo  que  se  pide  frente  a  frente. 
Cara  de  beato  y  uñas  de  gato. 

Satiriza  a  los  hipócritas,  pues  con  su 
aspecto  placentero  engañan,  en  tanto 
que  sus  actos  son  contrarios  a  lo  que 
representan.  —  En  lugar  de  cara  dicen 
otros  cuentas. 
Cara  sin  dientes  hace  muertos  a  los  vi- 
vientes. 

Como  la  falta  de  dentadura  reduce  o 
contrae  notablemente  la  parte  del  ros- 
tro que  media  desde  los  pómulos  a  la 


barba,  de  ahí  que  semejante  circuns- 
tancia presente  a  la  vista  no  poco  pa- 
recido con  el  semblante  de  un  difunto. 
Caérsele  a  uno  la  cara  de  vergüenza. 

Sufrir  rubor  por  haber  incurrido  en 
alguna  mala  nota. 
Cruzarle  a  uno  la  cara. 

Darle  una  bofetada. — Darle  con  un 
látigo,  correa  o  cosa  semejante. 
Dar  la  cara. 

Mostrarse  al  descubierto  una  perso- 
na. -  Declararse  parte  activa  o  respon- 
sable en  algún  negocio. 
Dar,  o  hacer,  algo  a  una  persona  por  sil 
buena,  o  bella,  o  linda,  cara. 

Concederle  algo  gratuitamente  por 
simpatía.  Usase  más  comúnmente  en 
forma  negativa. 
Darle  a  uno  en  cara. 

Reconvenirle,  afeándole  alguna  cosa. 
Donde  no  te  llamen  no  te  metas,  cara  de 
bacineta. 

Aplícase  a  la  persona  entremetida. 
Echar  a  cara  v  cruz  una  cosa. 

Dejarla  a  la  casualidad,  o  echarla  a 
suertes,  con  referencia  al  juego  que 
tienen  los  muchachos  con  una  moneda 
que  tiran  por  alto,  apostando  uno  a  que, 
al  caer  al  suelo,  quedará  hacia  arriba  la 
cara  o  busto,  y  otro  a  que  quedará  la 
cruz  o  escudo. 
Echar  en  cara,  o  en  la  cara,  o  ala  cara, 
a  uno  alguna  cosa. 

Decirle   sus  defectos.  —  Recordarle 
algún  beneficio  que  se  le  ha  hecho. 
Echarse  uno  a  la  cara  alguna  persona  o 
cosa. 

Encontrarse  de  manos  a  boca;  topar 
con  ella. 
En  ¿a  cara  está  la  edad. 

Aun  cuando  no  sea  en  absoluto  cier- 
to, como  quiera  que  hay  personas  de 
rostro  aniñado,  bien  natural,  bien  por 
el  afeite,  particularmente  en  el  bello 
sexo,  empléase  esta  frase  como  una  de 
tantas  galanterías  propias  del  caballe- 
ro bien  educado. 
En  la  cara  se  le  conoce,  o  Lo  cara  se  lo 
dice. 

Frase  con  que  se  demuestra  la  con- 
formidad que  suele  haber  entre  las  in- 
clinaciones o  costumbres  de  una  per- 
sona y  su  semblante.  Aplícase,  por  lo 
regular,  en  mal  sentido. 


CARA 


CARA 


Escupir  a  uno  a,  o  en,  la  cara. 

Burlarse  de  él  en  su  presencia;  me- 
nospreciarlo altamente. 
Eso,  y  la  cara  de  Dios  está  en  Jaén. 

Locución  familiar  con  que  se  pone 
en  duda  la  proposición  que  se  acaba 
de  escuchar. 
Estarle  a  uno  mirando  a  la  cara. 

Poner    gran   cuidado   y   esmero    en 
complacer  a  una  persona,  y  a  veces 
adelantarse  en  sus  deseos. 
Guardar  uno  la  cara. 

Ocultarse  o  esconderse  de  una  per- 
sona, procurando  no  ser  visto  ni  cono- 
cido. —  No  dar  su  nombre  a  conocer, 
para  guardar  el  incógnito. 
Hacer  cara. 

Oponerse,  resistir,  hacer  frente  a  una 
cosa.  —  Condescender,  dar  oídos  a  lo 
que  se  propone. 
Huir  la  cara. 

Evitar  el  trato,  amistad  o  contacto 
con  alguna  persona. 
Irse  a  ver  la  cara  a  Dios  sin  ayuda  de 
médico  ni  boticario. 

Morir  de  muerte  violenta. 
La  cara  es  el  espejo  del  alma. — V.  El  bien, 

o  el  mal,  a  la  cara  sal,  o  sale. 
Lavar  la  cara  a  un  negro  es  perder  el 
tiempo. 

Empléase  para  significar  que  es  in- 
útil luchar  contra  lo  imposible. 
Lavarle  a  uno  la  cara. 

Adularle,  lisonjearle. 
Lavarle  la  cara  a  una  cosa. 

Limpiarla,  pulirla,  asearla. 
Mírame  esta  cara,  o  AI  ir  ame  la  cara. 
Expresión  con  que  se  demuestra  a 
uno  que  no  tiene  conocido  el  mérito  y 
circunstancias  de  la  persona  con  quien 
está  hablando. 
No  conocerle  la  cara  al  miedo,  o  a  la  ne- 
cesidad, o  a  la  vergüenza. 

Ser  persona  valiente,  de  posibles  o 
desaprensiva,  según  loscasos  indicados. 
No  haberle  visto  la  cara  al  enemigo. 

Se  dice  del  militar  que  no  se  ha  ha- 
llado en  ninguna  acción  de  guerra. 
No  hay  cosa  más  cara  que  la  que  se  co?npra 
por  ruegos. 

Pues  si  se  consigue,  obliga  a  la  recí- 
proca, o  por  lo  menos  a  estar  agrade- 
cido toda  la  vida,  si  no  se  quiere  pasar 
por  ingrato. 


No  mirarle  a  uno  la  cara,  o  a  la  cara. 

Tener  enfado  o  enojo  con  él. 
No  saber  uno  dónde  tiene  la  cara. 

Denota  la  incapacidad  e  ignorancia 
de  algunas  personas  en  sus  respectivos 
empleos  o  asuntos. 
No  tener  a  quien  volver  la  cara. 

Lo  califica  la  Academia  de  refrán,  y 
remite  su  explicación  a  No  tener  donde 
volver  la  cabeza,  que  califica  de  frase 
metafórica. — Significa  encontrarse  des- 
valido o  falto  de  protección. 
No  volver  la  cara  atrás. 

Proseguir    con    tesón   y   constancia 
aquello  que  se  ha  empezado. 
Parecer,  o  ser,  o  tener,  uno  cara  de  hurón. 
Aplícase  al  hombre  que  descubre  y 
averigua  mañosamente  todo  lo  escon- 
dido y  secreto,  con  alusión  al  hurón 
cuando  entra  en  las  madrigueras  de  los 
conejos   para    cazarlos.  —  También   se 
aplica,  y  quizá  más  comúnmente,  a  la 
persona  mohína  o  a  la  que  huye  del 
trato  de  las  gentes. 
Por  mi,  o  ttí,  o  su,  bella,  o  linda,  cara. 
Solicitar,  intentar  una  persona  algu- 
na cosa  sin  tener  mérito  ni  proporción 
para  conseguirla. 
¡Qué  buena  cara  tiene  mi  padre  el  día  que 
no  hurta! 

Se  dice  de  los  que  muestran  en  el 
semblante  los  sentimientos  de  su  áni- 
mo, especialmente  los  que  no  son  la 
causa  de  ellos. 
Quitarle  a  uno  la  cara. 

Abofetearlo. 
Sacar  la  carador  uno. 
Salir  a  su  defensa. 
Salirle  a  uno  a  la  cara  alguna  cosa. 

Mostrarse   y  conocerse  en  el  sem- 
blante las  señales  de  aquello  de  que 
se  trata.  -  Tener  que  sentir  por  haber 
hecho  o  dicho  algo. 
Saltar  a  la  cara. 

Contestar  uno  a  los  avisos  o  repren- 
siones con  acento  de  ira  y  descompos- 
tura.—  Ser  una  cosa  cierta,  evidente  y 
palpable. 
Tener  cara  apedreada,  o  empedrada,  o  de 
rallo. 

Tener  el  rostro  lleno  de  hoyos  a  cau- 
sa de  haber  tenido  viruelas. 
Tener  cara  con  dos  haces. 

Dícese  de  la  persona  que  delante  de 


CARA 


—  182  — 


CARABINA 


uno  dice  una  cosa  y  a  sus  espaldas  dice 
otra. 
Tener  cara  de  acelga. 

Aplícase  a  la  persona  cuyo  color  del 
rostro  es  verdinegro. 
Tener  cara  de  Aranjuez. 

Refrán  circunstancial  usado  en  el 
siglo  xviii  con  motivo  de  unas  tercia- 
nas que  se  desarrollaron  en  Aranjuez, 
caracterizadas  por  la  inapetencia,  vien- 
tre abultado,  dureza  en  el  bazo,  somno- 
lencia, color  cetrino  del  rostro,  etc., 
aplicándose  a  los  que  presentaban  esta 
última  circunstancia.  Como  dato  curio- 
so añadiremos  que  el  médico  catalán 
D.  José  Alsinet  de  Cortada  dio  al  traste 
con  esta  enfermedad  en  poco  tiempo, 
utilizando  solamente  la  quina. 
Tener  cara  de  bragueta. 

Seria;  poco  amiga  de  risa  o  de  bro- 
mas. 
Tener  cara  de  corcho. 

Ser  un  desvergonzado. 
Tener  cara  de  dómine. — V.  Tener  cara  de 

focos  amigos,  o  de  vinagre. 
Tener  cara  de  gualda. 

Estar  sumamente  pálido. 
Tener  cara  de  juez,  o  de  justo  juez. — Véa- 
se Tener  cara  de  pocos  amigos,  o  de  vi- 
nagre. 
Tener  cara  de  Longinos,  o  de  hereje. 

Aplícase  a  la  persona  mal  encarada 
y  de  feo  y  horrible  aspecto. 
Tener  cara  de  pandero. 

Aplícase  a  los  que  tienen  el  rostro 
redondo  y  el  aspecto  abobado. 
Tener  cara  de  pascua,  o  de  aleluya,  o  de 
risa. 

Dícese  de  los  que  siempre  se  están 
riendo,  mostrando  la  satisfacción  en  el 
semblante. 
Tener  cara  de  pocos  amigos,  o  de  vinagre. 
Califica  a  la  persona  seria,  adusta  y 
poco  risueña,  más  propia  para  imponer 
temor  y  respeto  que  confianza  y  sim- 
patía. 
Tener  cara  de  quijote. 

Manifestar  adustez  y  severidad  en  el 
semblante. 
Tener  cara  de  viernes,  o  de  vigilia. 

Macilenta,  triste,  desapacible,  propia 
del  que,  no  habiendo  hecho  una  comi- 
da fuerte,  siente  desmayo  en  el  estó- 
mago por  falta  de  alimentación. 


Tener  la  cara  como  una  fnanzana  de  Nd- 
jera. 

Alude  a  lo  hermosas  que  son  estas 

frutas,  criadas  en  las  huertas  riojanas, 

a  una  de  cuyas  provincias,  Logroño, 

pertenece  el  punto  citado. 

Tener  la  cara  parada  como  Juanillo  el 

tonto. — V.  Tener  cara  de  pandero. 
Tener  uno  cara  de  vaqueta. 

Tener  semblante  adusto.  —  También 
se  dice  de  la  persona  que  no  tiene  ver- 
güenza, que  lo  mismo  le  da  que  le  in- 
jurien o  que  la  cojan  en  alguna  menti- 
ra o  renuncio. 
Terciarle  a  uno  la  cara. 

Cortársela,  cruzársela  o  herírsela  de 
filo,  para  que  quede  afrentado  y  seña- 
lado de  una  manera  ignominiosa. 
/  Vaya  una  cara,  que  de  balde  es  cara! 

Motéjase  a  alguna  persona   de  fea, 
jugando  del  equívoco  cara,  rostro,  y 
caro,  subido  de  precio. 
Volver  a  la  cara  las  palabras,  o  las  inju- 
rias. 

Responder  en  los  mismos  términos 
al  que  le  dirige  a  uno  burlas,  insul- 
tos, etc. 
Volver  a  la  cara  una  cosa. 

No  admitirla;  rechazarla  o  devolverla 
con  ademán  despreciativo. 
Hacer  a  dos  caras. 

Proceder  con  falsía  y  doblez. 
Ser  persona  de,  o  tener,  dos  caras.  —  Véa- 
se Tener  cara  con  dos  haces. 
Tiene  tres  caras  el  me'dico :  de  ho?nbre,  de 
ángel  y  de  diablo. 

El  insigne  Mateo  Alemán  explica  este 
dicho  en  la  siguiente  forma  :  «De  hom- 
bre, cuando  le  vemos  y  no  le  habernos 
menester;  de  ángel,  cuando  del  tene- 
mos necesidad,  y  de  diablo,  cuando  se 
acaban  a  un  tiempo  la  enfermedad  y  la 
bolsa,  y  él,  por  su  interés,  persevera 
en  visitar.» 
Verse  las  caras. 

Avistarse  una  persona  con  otra  para 
manifestarle  vivamente  su  resentimien- 
to o  enojo,  o  bien  para  reñir  con  ella. — 
Contender  con  otra  persona  para  ver 
quién  puede  más,  sobresale  en  algo,  et- 
cétera. 
CARABINA.  —  Es  lo  mismo  que,  o  vale 
tanto  como,  la  carabina  de  Ambrosio. 
Algunos  añaden  :  colgada  de  un  clavo;  y 


CARACOL 


-  183  - 


CARBÓN. 


otros:  cargada  de  cañamones  y  sin  pól- 
vora. 

Locución  con  que  se  manifiesta  que 
:una  persona  o  cosa  es  de  todo  punto 
inútil.  —  Quién  fuera  este  Ambrosio  no 
-es  asunto  fácil  de  adivinar. 
CARACOL.  —  El  buen  caracol  quitóse  de 
enojos  trocando  por  cuernos  un  dia  sus 
ojos. 

Censura  en  particular  a  los  maridos 
pacientes,  y  en  general  a  aquellas  per- 
sonas que  hacen  la  vista  gorda  sobre 
ciertos  abusos  que  no  debieran  tolerar. 
No  hay  caracol  que  no  tenga  comba. 

Todo  hombre  tiene  su  lado  flaco  o 
su  punto  vulnerable. 
No  importarle,  o  no  darle,  a  uno,  o  no 
valer,  un  caracol,  o  dos  caracoles. 

Denota  el  desprecio  que  se  hace  de 
una  cosa,  o  la  poca  estimación  que  en 
sí  tiene. 
Hacer  caracoles. 

Dar  vueltas  de  un  sitio  a  otro  sin 
rumbo  fijo. 
-Los  caracoles  vacíos  hacen  mds  ruido  que 
los  llenos. 

Acredita  que  cuanto  más  ruines  son 
las  personas,  por  lo  regular  suelen  ser 
más  fantasmonas,  exigentes  e  impor- 
tunas. 
Quien  come  caracoles  en  abril,  apareje 
cera  y  pabil,  o  prepárese  a  morir. 

Indica  lo  nocivo  que  es  dicho  alimen- 
to en  la  época  citada. 
.Tras  caracoles,  setas,  higos,  hongos  y  pe- 
ras, agua  no  bebas,  sino  vino;  y  que  sea 
tanto,  que  caracoles,  setas,  higos,  hon- 
gos y  peras  anden  nadando. 

Este  refrán  se  explica  por  sí  solo, 
pues  ya  se  ve  que  tras  esta  clase  de 
comida  el  beber  agua  produciría  cóli- 
co o  acaso  la  muerte. 
CARAMBOLA.—  A  carambola  errada, 
taco  en  guardia. 

Refrán  de  uso  corriente  entre  los 
jugadores  de  billar,  para  significar  que 
la  carambola  que  ha  salido  fallida  suele 
ser  causa  de  que  gane  la  jugada  inme- 
diata el  contrario. 
Acertar  una  cosa  por  carambola. — Véa- 
se Acertar  por  chamba. 
Hacer  carambola. 

Tropezar  violentamente  dos  o  más 
personas  o  cosas. 


CARAMELO.  —  Dulce  como  el  carame- 
lo.—  V.  Ser  más  dulce  que  un  cara- 
melo. 
Estar  en  pmito  de  caramelo. 

Hallarse  una  cosa  en  condiciones  para 
ser  utilizada. 
Ser  más  dulce  que  un  caramelo. 

Ser  sumamente  afable,  si  se  trata  de 
personas,  y  extremadamente  dulce,  si 
de  manjares. 
CARAMILLO.  —  Armar,  o  levantar,  un 
caramillo,  o  caramillos. 

Inventar  chismes,  enredos  o  menti- 
ras, con  los  cuales  suele  salir  perjudi- 
cada una  persona. 
CARANTAMAULA.  — &/  un  caranta- 
maula. 

Aplícase  a  la  persona  mal  encarada. 
CARANTOÑA.  —  Ser  un  carantoña.  — 
V.  Ser  un  carantamaula. 
Hacerle  a  uno  carantoñas. 

Halagarlo,  acariciarlo,  a  fin  de  con- 
seguir aquello  que  se  pretende  y  se 
desea. 
CARAVA.  —  Quien  no  va  a  carava  no  sabe 
nada. 

Para  saber  y  aprender  es  necesario 
tratar  con  las  personas.  —  Llamábase 
antes  carava  la  reunión  que  hacían  los 
labradores  los  días  de  fiesta  para  ha- 
blar y  recrearse. 
CARAVANA.  —  Correr,  o  hacer,  cara- 
vanas, o  las  caravanas. 

Practicar  las  diligencias  convenien- 
tes para  el  logro  de  algún  negocio. 
CARAY.  —  ¡Caray  con  la  gente  e  Cáisl 

Exclamación  basada  seguramente  en 
el  sonsonete,  pues  no  comprendemos 
la  relación  que  haya  entre  los  gadita- 
nos y  el  suceso  que  la  promueva,  toda 
vez  que  la  hemos  oído  infinidad  de  ve- 
ces y  aplicada  siempre  a  distintos  casos 
en  que  no  intervenía  para  nada,  ni  aun 
remotamente,  ningún  natural  de  la  bella 
provincia  andaluza. 
CARBÓN.  — £7  carbón  que  ha  sido  brasa, 
con  poca  lumbre  se  enciende. 

Acredita  que  donde  no  ha  desapa- 
recido un  germen  cualquiera,  fácil  y 
prontamente  retoña,  una  vez  presenta- 
da la  ocasión  favorable,  aquella  circuns- 
tancia que  no  se  extinguió  por  comple- 
to. Lo  mismo  se  toma  en  bueno  que  en 
mal  sentido. 


CARBONERO 


CARDO 


Esiar  hecho  un  carbón. 

Aplícase  tanto  a  las  personas  como 
a  las  cosas  que  se  han  tostado  o  enne- 
grecido, ya  al  sol,  ya  a  la  lumbre. 
Ni  carbón  ni  leña  no  compres  cuando  hiela. 
Aconseja  que  las  cosas  se  han  de  ha- 
cer y  tratar  en  tiempo  oportuno,  pues 
fuera  de  ello  o  son  inútiles  o  salen  más 
costosas. 
/Se  acabó  el  carbón! 

Frase  empleada  para  indicar  que  se 
da   por   terminada    una  conversación, 
disputa,  materia,  etc. 
¿  Tornáronse  carbones?  Dichas  son  de 
hombres. 

Da  a  entender  la  insubsistencia  y  ca- 
ducidad de  las  felicidades  y  bienes  de 
los  hombres,  que  desaparecen  muchas 
veces  antes  de  lograrlos. 
CARBONERO.  —  De  carbonero  muda- 
rás, pero  de  ladrón  no  saldrás. 

Denota  la  mala  fama  de  éstos,  por- 
que por  lo  general  son  amigos  de  ren- 
dir culto  a  Caco. 
CARCAMAL.  —  Ser  un  carcamal. 

Aplícase  a  los  viejos,  generalmente 
ligeros  de  cascos. 
CARCAÑALES.  —No  lo  ha  de  los  carca- 
ñales, o  No  lo  ha  sino  de  los  cascos. 
No  tener  juicio,  talento  ni  capacidad. 
CARCHE.  —  Cuando  el  Carche  se  enca- 
pota, o  llueve  mucho,  o  no  cae  gota. 

Refrán  meteorológico,  que  se  refiere 
al  monte  así  llamado,  en  términos  de 
Tobarra,  provincia  de  Albacete. 
CARDA.  —  Darle  a  uno  u?ia  carda. 

Amonestarle,  reprenderle  desabrida- 
mente. 
Suave  como  una  carda. 

Dícese  irónicamente  de  todo  lo  que 
es  áspero  al  tacto  o  desagradable  al 
oído. 
CARDENAL.  —  El  cardenal  Borromeo 
no  deja  descansar  ni  a  los  vivos  ni  a  los 
muertos. 

Dicho  fundado  en  que  San  Carlos 
Borromeo  no  sólo  era  celoso  en  el  cum- 
plimiento de  su  deber  por  parte  de  los 
fieles  todos,  sino  que  dudando  en  cier- 
ta ocasión,  con  motivo  de  santa  visita 
que  hizo  a  Liano  en  1580,  de  la  vera- 
cidad de  unas  reliquias  encerradas  en 
un  sepulcro,  a  las  que  los  fieles  tri- 
butaban fervoroso  culto,  una  vez  con- 


vencido de  su  falsedad,  las  mandó  en- 
terrar en  una  gran  fosa,  evitando  así  la 
superstición  de  aquellas  buenas  gen- 
tes. (Véase  la  Disertación  teológico-canó- 
nica,  en  la  que  se  trata  de  las  reliquias  de 
los  santos,  etc.,  por  D.  Francisco  Con- 
que, Madrid,  D.  Jerónimo  Ortega,  1798, 
_  pág.  319.) 
CÁRDENAS.  —  Cárdenas  y  el  cardenal, 
y  Chacón  y  fray  Mortero,  traen  la  corte 
al  retortero. 

Refrán  histórico,  cuyo  origen  es  como 
sigue: 

El  famoso  D.  Gutierre  de  Cárdenas, 
factótum  de  los  Reyes  Católicos,  com- 
partía su  valimiento  en  la  corte  de  aque- 
llos príncipes  con  el  cardenal  D.  Pedro 
González  de  Mendoza,  quien  favoreció 
el  establecimiento  de  la  Inquisición  en 
España;  con  D.  Juan  Chacón,  adelan- 
tado de  Murcia,  contador  mayor  de 
Castilla  y  mayordomo  del  rey,  y  con 
Fr.  Alonso  de  Burgos,  obispo  de  Pa- 
tencia, confesor  del  monarca  y  funda- 
dor del  Colegio  de  San  Gregorio,  en- 
Valladolid;  y  como  quiera  que  no  pocas, 
veces  anduvieron  discordes  en  sus  pa- 
receres (que  a  eso  conducen  las  ambi- 
ciones), de  ahí  que  entre  todos  ellos 
trajesen  revuelta  a  la  nación. 

YA  fray  Mortero  del  dicho  popular  es- 
apodo con  que  se  conocía  en  aqueL 
tiempo  al  obispo  Fr.  Alonso  de  Bur- 
gos, ya  por  ser  natural  del  Valle  de 
Mortera,  ya  por  lo  horroroso  de  su  fiso- 
nomía y  mal  pergeñado  de  su  cuerpo, 
según  cuenta  la  Historia.  Tal  vez  aluda 
a  esta  última  circunstancia  el  letrero 
Opéribus  cre'dite  que  figura  en  su  sun- 
tuoso sepulcro  (obra  atribuida  a  Alonso 
Berruguete),  como  queriendo  decir:  No 
os  fiéis  de  apariencias;  atended  sólo  a  las 
obras. 
CARDILLO.  -  El  cardillo  me  lo  ha  di- 
cho. —  V.  Lo  ha  dicho  el  escardillo. 
CARDITO.  —  /  Quita,  cardito,  que  pin- 
chas! 

Manera  de  negarse  a  condescender 
con  alguna  pretensión,  o  a  oír  lo  que 
se  dice  y  tenemos  por  apócrifo. 
CARDO.  —  Ser  más  áspero  que  un  cardo» 
o  que  un  cardo  setero,  o  borriquero. 

Expresión  con  que  se  califica  a  una 
persona  de  adusta  y  desabrida. 


CARDONA 


-   185 


CARGAR 


Corta  cardos  en  abril,  y  de  cada  uno  te 
saldrán  mil. 

Advierte  que  el  escardado  de  las  tie- 
rras debe  hacerse  antes  de  esa  fecha 
para  que  sea  provechoso. 
CARDONA.  —Más  listo  que  Cardona. 

Alude  al  vizconde  de  este  título,  que, 
aterrorizado  cuando  su  grande  amigo 
el  infante  D.  Fernando  fué  mandado 
matar  en  1363  por  el  rey  su  hermano, 
huyó  precipitadamente  desde  Caste- 
llón a  Cardona,  pasando  el  Ebro  por 
Amposta. 
CARECER.  —  Si  quieres  que  te  diga  de  lo 
que  careces,  dime  de  lo  que  blasonas. 

Aconseja  que  se  oigan  con  preven- 
ción las  alabanzas  o  virtudes  que  se 
atribuyen  a  una  persona,  pues  por  lo 
regular  sale  todo  lo  contrario  de  aque- 
llo que  se  pondera. 
CARENA.  —  Dar  a  uno  carena. 

Darle  matraca;  burlarse  de  él,  chas- 
quearle. 
CARETA.  —  Quitarle  a  uno  la  careta. 

Descubrir  sus  malos  pensamientos  o 
actos,  haciéndolos  ver  tal  cual  son,  y 
no  como  el  interesado  los  quiere  pre- 
sentar. 
Quitarse  la  careta. 

Hablar   con    claridad,    sin    circunlo- 
quios   ni  perífrasis,  como  quien  está 
cansado  de  aguantar  y  sufrir  farsas,  ve- 
jaciones, etc. 
CARGA.  —  A  carga  cerrada. 

Sin  reflexión,  consideración  ni  exa- 
men; a  bulto.  — A  un  tiempo,  de  una 
vez. 
Acodillar  uno  con  la  carga. 

No  poder  cumplir  con  la  obligación 
aneja  a  su  empleo. 
Alzarse  uno  con  la  carga. 

Tomar  voluntariamente  alguna  obli- 
gación, empeño  o  cargo 
¿A,  o  por,  o  sobre,  qué  carga  de  agua?  — 

V.  ¿Por  qué  regla  de  tres? 
Cada  cual  ha  de  llevar  su  carga. 

Expresa  que  cada  uno  debe  tomar 
sobre  sí  el  cuidado  de  alguna  cosa. 
Darle  a  uno  una  carga  cerrada. 
Reprenderle  ásperamente. 
Ecliar  uno  la  carga  de  si. 

Quitarse  de  encima  algún  gravamen 
o  cuidado  más  o  menos  molesto  y  com- 
prometido. 


Echarle  uno  la  carga  a  otro. 

Procurar  que  otro  desempeñe  la  par- 
te  más    pesada   de    una   obligación  o 
cargo. 
Echarse  uno  co?i  la  carga. 

Enfadarse  y  abandonarlo  todo. 
Gran  carga  es  la  de  la  carreta,  y  mayor- 
la  de  quien  tiene  cargo  de  ella. 

La  responsabilidad  y  desvelos  que 
pesan  sobre  los  superiores,  exceden 
con  mucho  al  trabajo  y  fatigas  que  pue- 
dan aquejar  a  los  que  están  sometidos 
a  ellos. 
No  hay  carga  más  pesada  que  la  mujer 
liviana. 

Se  entiende  para  el  pobre  marido  a 
quien  ha  cabido  la  desgracia  de  trope- 
zar con  una  mujer  ligera  de  cascos. 
No  hay  carga  ?nds  pesada  que  tener  la  con- 
ciencia cargada. 

El    que    ha   cometido    alguna    mala 
acción,  está  siempre  bajo  el  peso  del 
remordimiento. 
No  mata  la  carga,  sino  la  sobrecarga. 
Enseña  que  el  abuso,  y  no  el  uso,  es 
la  causa  del  fin  desgraciado  que  sufren 
algunas  personas  o  cosas. 
Quien  monta  con  carga,  mata  al  asno  y  a 
la  albarda.  —  V.  No  mata  la  carga,  sino 
la  sobrecarga. 
Sentársele  a  uno  la  carga. 

Hacerse  gravosa  y  molesta  la  obli- 
gación o  empeño  que  uno  ha  tomado 
sobre  sí. 
Soltar  uno  la  carga. 

Apartarse  voluntariamente  de  la  obli- 
gación o  cargo  en  que  estaba. 
Terciar  la  carga. 

Repartirla  en  dos  porciones  de  igual 
o  parecido  peso. 
Una  carga  de  cal  y  otra  de  arena. 

Demuestra  que  en  las  situaciones 
comprometidas  o  de  difícil  solución,  el 
mejor  medio  a  que  se  puede  apelar  es 
hacer  que  alternen  prudentemente  las 
adversidades  con  las  prosperidades  y 
la  blandura  con  el  rigor. 
Volver  a  la  carga. 

Insistir  porfiadamente  en  algún  em- 
peño o  capricho. 
Echarle  a  uno  las  cargas. 

Atribuirle  una  cosa  que  no  ha  hecho. 
CARGAR.  —  Cargarse  uno. 

Incomodarse,  hastiarse,  aburrirse. 


CARGO 


—  186  — 


CARNE 


CARGO.  —  Hacerse  uno  cargo  de  alguna 
cosa. 

Tomarla  a  su  cuidado. — Formar  con- 
cepto de  ella. — Tener  en  consideración 
todas  sus  circunstancias  y  particulari- 
dades. 
Cargos  son  cargos. 

El  desempeño  recto  de  algún  des- 
tino trae  aparejadas  responsabilidades. 
Cargos  y  oficios,  yedra  en  el  ?nuro  que  en- 
gala?ia  y  destruye. 

Dícese  de  algunos  empleos  que,  si 
bien  producen  honores,  no  dan  rendi- 
miento, sino  que,  por  el  contrario,  oca- 
sionan gastos  para  mantenerlos  digna- 
mente. 
Ciertos  cargos  piden  canas. 

La  seriedad  de  determinados  desti- 
nos exige  para  su  desempeño  personas 
de  edad,  sabias  y  sesudas,  no  jóvenes 
inexpertos  y  ligeros. 
CARIBDIS.— Dar  entre  Caribdis>  Scila. 
Hallarse  amenazado  por  dos  males 
iguales. 
Se  libró  de  Caribdis  y  cayo  en  Scila. 

Salir  de  un  atolladero  o  mal  paso  y 
verse  envuelto  en  otro. 
CARIDAD. —  Caridad  y  amor  no  quieren 
tambor. 

Hay  cosas  que  conviene  mantener 
en  secreto. 
La  caridad  bien  ordenada  nace,  o  empie- 
za, por  uno  mismo. 

Demuestra  lo  fundado  que  está  en  el 
orden  de  la  naturaleza  el  que  atienda 
cada  cual  a  remediar  las  necesidades 
propias  antes  que  las  ajenas. 
La  Caridad  de  Illescas:  al  que  no  lleva 
trigo  no  le  dan  tortas. 

Contra  las  personas  que  obran  úni- 
camente en  vista  del  interés. 
La  Caridad  está  en  Illescas. 

Crítica  contra  los  que  no  practican  la 
virtud  de  la  caridad. —  Alude  a  un  hos- 
pital construido  en  aquella  villa  de  la 
provincia  de  Toledo  (la  cual  dista  6  le- 
guas de  la  capital),  contiguo  a  una  sun- 
tuosa ermita  dedicada  a  Nuestra  Seño- 
ra de  la  Caridad. 
No  le  levanta  a  uno  ni  la  Caridad,  o  ui 
la  Hermandad  de  la  Paz  y  Caridad. 

Se  dice  para  ponderar  el  estado  de 
abatimiento  y  postración,  físico,  moral, 
pecuniario,  etc.,  de  alguna  persona. 


CARITA.  —  Carita  de  morir  y  culiio  de 
vivir.  —  V.  Carita  de  salud  y  culito  de 
enfermedad. 
Carita  de  salud  y  culito  de  enfermedad. 
Uícese  de  las  personas  que,  a  pesar 
de  su  buen  aspecto,  padecen  de  algún 
achaque  o  dolencia. — También  se  dice: 
Carita  de  morir  y  culito  de  vivir. 
CARLANCAS.  —  Tener  muchas  carlan- 
cas. 

Ser  un  maula,  un  marrullero,  un  pi- 
carón, etc. 
CARLANCO.  -Ser  un  carlanco. 

Persona  muy  astuta  o  bellaca.  —  Dí- 
cese también  carlancón. 
CARLISTA.  —  Carlistas  y  republicanos, 
se  dan  la  mano. 

Da  a  entender  que  las  finalidades  de 
unos  es  igual  a  las  de  otros,  puesto  que 
vienen  a  ser  los  mismos  perros  con  dis- 
tintos collares. 
CARMENAR.  -  Carmenar  a  uno. 

Quitarle  dinero    o   alguna   cosa   de 
valor. 
CARMÍN. — Más  encendido  que  el  carmín. 

V.  Ponerse  más  colorado  que  un  pavo. 
CARNE.—  A  carne  de  lobo,  diente  de  perro. 
V.  A  pícaro,  pícaroj)'  medio. 
Carne,  carne  cria;  y  peces,  agua  fría. 
Demuestra  que  la  carne  es  de  mucho 
más  alimento  que  el  pescado. 
Carne  de  pecho,  carne  sin  provecho. 

Expresa  el  poco  valor  que  como  ali- 
mento tiene  la  carne  de  esta  parte  del 
cuerpo  de  los  animales  comestibles. 
Carne  de  pluma  quita  del  rostro  el  arruga. 
Los  que  comen  regaladamente,  por 
lo  general  suelen  engordar. 
Carne  de  pluma,  siquiera  de  grúa. 

Recomienda  como  alimento  sano  el 
de  la  carne  de  ave,  aunque  ésta  sea  de 
tan  poca  importancia  nutritiva  como  la 
de  la  grulla. 
Carne  encerrada,  carne  capada. 

Las  personas   privadas  de  libertad 
no  pueden  satisfacer  sus  deseos  y  pa- 
siones, puesto  que  se  ven  anuladas. 
Carne  que  crece  no  puede  estar  si  no  se  mece. 
Alude  a  los  muchachos,  pues  es  pro- 
pio de  la  edad  no  estarse  quietos  y  es- 
tar pensando  siempre  en  el  juego. 
Carne  sin  hueso  no  se  da  sino  a  don  Bueso. 
Da  a  entender  que  se  suele  tratar 
con  preferencia  a  los  ricos  y  poderosos. 


CARNE 


187 


CARNERO 


Criar  carne  para  picaros. 

Expresión  que  suelen  usar  las  ma- 
dres del  pueblo  bajo  de  Andalucía  para 
decir  que  están  criando  hijas. 
Dar  carne  al  lobo. 

Alimentar  o  fomentar  los  malos  ins- 
tintos de  alguien. 
Deja  la  carne  wi  mes,  y  ella  te  dejará  tres. 
Enseña  que   las   malas    costumbres 
excitan  y  estimulan  más  al  pecado  que 
la  naturaleza  pecadora  misma. 
Es  carne  de  buitrera,  que  el  que  la  come 
paga  bien  el  escote. 

Los  que  intiman  con  cierta  clase  de 
mujeres  suelen  sufrir  las  consecuencias 
en  su  salud. 
Hacer  a  uno  carne. 

Herirlo  o  maltratarlo. 
Hacer  carne  y  sangre  de  alguna  cosa. 
Aprovecharse  o  servirse  de  alguna 
cosa  ajena  como  si  fuera  propia,  sin 
pensar  restituirla  o  pagarla,  o  no  im- 
portar nada  el  devolverla  maltrecha  y 
malparada. 
Hacerse  carne. 

Cebarse  en  el  dolor. —  Alborotarse  y 
maltratarse  uno  a  sí  mismo. 
La  carne  se  va  a  la  carne. 

Indica  que  todo  lo  que  es  de  igual 
naturaleza  suele  atraerse  por  simpatía. 
Más  cerca  está  de  la  carne  la  camisa  que 
el  jubón. 

Indica  que  debemos  cuidarnos  más 
de  lo  que  nos  toca  de  cerca. 
No  está  la  carne  en  el  garabato  por  falta 
de  gato. 

Se  dice,  por  lo  común,  de  las  mujeres 

que  no  se  casan,  no  porque  falte  quien 

las  quiera,  sino  por  alguna  otra  causa. 

No  hay  carne  sin  hueso.  — V.  No  hay  miel 

sin  hiél. 
No  hay  cosa  más  tierna  que  la  carne  de 
pierna. 

Da  a  entender  que  la  parte  más  co- 
mestible, en  cierta  clase  de  animales, 
por  su  blandura,  es  la  indicada. 
No  se  ha  de  po?ier  toda  la  carne  en  el 
asador. 

En  todo  debemos  evitar  los  extre- 
mos; en  nada  se  debe  ser  exagerado. — 
No  es  prudente  arriesgarlo  todo. 
No  ser  uno  carne  ni  pescado. 

No  tener  carácter  determinado,  o  no 
ser  útil  para  nada. 


Poner  toda  la  carne  en  el  asador. 

Acumular  influencias,  dinero,   reco- 
mendaciones, etc.,  con  objeto  de  lograr 
aquello  que  se  desea  conseguir. 
Quien  come  la  carne,  que  roa  el  hueso. 
Aconseja   que   las    conveniencias   y 
provechos   se  han  de  gozar  con    sus 
cargas  y  penalidades. 
Ser  de,  o  tener,  carne  de  perro. 

Poseer  mucho  aguante  y  resistencia. 
Ser  uno  de  carne  y  hueso. 

Sentir  como  los  demás  las  necesida- 
des, incomodidades  y  flaquezas  de  la 
vida. 
Ser  alguien  un  pedazo  de  carne  con  ojos. 
Ser  muy  estúpido. — Ser  muy  mate- 
rialista. 
Ser  poca  carne  para  tanto  caldo. 

Hallarse  en  desproporción  dos  cosas 
cualesquiera. 
Tener  mucha  carne  encima  de  los  ojos.  — 
V.  Ser  alguien  un  pedazo  de  carne  con 
ojos. 
Yo  soy  la  carne  y  usted  el  cuchillo. 

Expresión  con  que  manifiesta  uno 
que  se  halla  sometido  a  la  voluntad  de 
otro. 
Abrírsele  a  uno  las  carnes. 

Estremecerse. 
Cobrar,  o  echar,  carnes. 

Engordar  la  persona  que  estaba  flaca. 
Comer  uno  de  sus  carnes. 

Hallarse  sumamente  flaco  a  conse- 
cuencia de  alguna  pena  que  interior- 
mente le  devora. 
De  las  carnes,  el  carnero;  de  los  peces,  el 
mero;  de  las  aves,  la  perdiz  y,  sobre  todo, 
la  cordoniz. 

Apreciación  fortuita  del  inventor  del 
refrán,  que  no  puede  considerarse  de 
carácter  general   por  aquello  de  que 
sobre  gustos  no  hay  nada  escrito. 
No  dolerse  uno  de  sus  carnes. 

Trabajar  sin  descanso  y   hasta  con 
menoscabo  de  su  salud. 
Poner  carnes. 
Engordar. 
Temblar  le  a  uno  las  carnes.  — V.  Abrír- 
sele a  uno  las  carnes. 
CARNERO.  —  A  carnero  castrado  no  le 
tientes  el  rabo. 

El  carnero  que  posee  la  condición 
indicada  tiene  más  suave  y  tierna  la 
carne  y  está  gordo;  no  habiendo,  por 


CARNERO 


CARNICERÍA 


tanto,  necesidad  de  buscarle  otra  con- 
dición para  poderlo  comer  con  satis- 
facción. 

Cada  carnero  de  su,  o  por  un,  pie  se 
cuelga. 

Enseña  que  a  cada  uno  le  llegan  sus 
contratiempos  y  calamidades.  —  V.  A 
cada  puerco  le  llega  su  San  Martín. 

Como  el  carnero  encantado,  que  fué  por 
lana  y  volvió  trasquilado. 

Aplícase  al  que  emprende  algún  ne- 
gocio o  acomete  alguna  empresa  de  que 
se  lisonjeaba  salir  ganancioso  o  lucido, 
y  vuelve,  por  el  contrario,  perdido  y 
abochornado.  —  V.  Ir  por  lana  .y  volver 
trasquilado. 

Echarlo  al  carnero. 

Echar  una  cosa  al  olvido  y  separarla 
de  sí  para  no  acordarse  más  de  ella, 
o  ponerla  donde  no  se  confunda  con 
otras. 

Harto  está  el  carnero,  que  anda  a  testa- 
radas con  el  compañero. 

Contra  los  ociosos  y  bien  manteni- 
dos, que  por  meter  ruido  y  ocuparse 
en  algo  son  osados  e  insolentes. 

No  hay  tales  carneros,  o  borregos. 

No  ser  cierta  una  cosa  que  se  asegu- 
ra como  tal. 

Ser  como  los  carneros  de  Panurgo. 

Dícese  de  los  que,  careciendo  de  fa- 
cultades para  juzgar  por  sí  propios,  si- 
guen el  parecer  de  los  demás.  —  Alúdese 
a  un  pasaje  del  Pantagruel  de  Rabelais. 
Durante  el  viaje  de  Pantagruel  al  país 
de  las  Linternas,  Panurgo  se  trabó  de 
palabras  con  otro  pasajero  del  bajel  en 
que  viajaban,  llamado  Dindenaut,  que 
conducía  un  rebaño  de  carneros.  Para 
vengarse  aquél  de  éste,  le  hizo  la  juga- 
rreta de  comprarle  uno  de  los  carneros, 
al  que  obligó  a  tirarse  al  mar;  el  ejem- 
plo, junto  con  los  balidos,  impulsaron 
a  sus  compañeros,  los  cuales,  saltan- 
do la  borda,  fueron  uno  tras  de  otro  a 
reunirse  con  el  primero,  pereciendo 
todo  el  rebaño,  como  asimismo  el  co- 
merciante, quien,  empeñado  en  suje- 
tar al  último  carnero,  fué  arrastrado  al 
fondo  del  mar. 
Volvamos  a  nuestros  carneros. 

Frase  empleada  cuando,  habiendo  in- 
terrumpido el  curso  de  una  conversa- 
ción por  alguna  digresión,  vuelve  a  to- 


marse el  hilo  de  ésta.  — El  origen  se  re- 
monta a  una  farsa  francesa  del  siglo  xvr 
arreglada  por  Brueys  y  Palaprat  dos 
centurias  después,  titulada  L'avocal 
Patelin,  y  utilizada  posteriormente  por 
D.  Ramón  de  la  Cruz  en  sus  sainetes  El 
mercader  vendido  y  El  pleito  del  pastor. 
Guillermo  pleitea  contra  su  pastor,  a 
quien  ha  sorprendido  robándole  los 
carneros;  en  el  momento  del  juicio  re- 
conoce en  el  abogado  del  acusado  a  su 
vecino  Maitre  Patelin,  el  cual,  pocas 
horas  antes,  se  le  ha  llevado  unas  varas 
de  paño  para  un  vestido,  sin  pagárselas; 
al  ir  a  reclamarle  el  dinero  dícenle  la 
esposa  y  la  hija  que  está  sumamente 
enfermo  hace  ya  tiempo  y  que  aquel 
día  mal  pudo  salir  de  casa.  Su  espanto 
al  verle  informando  es  tal,  que  a  las 
preguntas  del  baile  contesta  haciéndo- 
se un  embrollo  y  mezclando  el  asunto 
de  la  tela  con  el  de  los  carneros,  por  lo 
cual,  el  baile,  que  está  ignorante  del 
hurto  del  paño,  no  hace  más  que  reco- 
mendarle que  vuelva  a  los  carneros,  es 
decir,  al  asunto  que  allí  los  ha  llevado. 

CARNICERA.— ,vl  carnicera  por  barba» 
y  caiga  el  que  caiga! 

Modo  de  tildar  de  excesivamente 
glotón  a  un  sujeto,  o  de  que  no  tiene 
la  fuerza  de  voluntad  suficiente  para 
refrenar  sus  apetitos  desarreglados  en 
cualquier  otro  concepto.  —  Cuéntase 
que  la  ración  de  carne  que  se  pasaba 
diariamente  a  los  monjes  de  Veruela 
(Aragón)  era  de  3  libras,  y  que  al  tra- 
tar el  abad  de  disminuirla,  para  evi- 
tar tantas  apoplejías  como  estaban  ocu- 
rriendo en  la  Comunidad,  se  opuso  ésta 
a  tan  acertada  disposición,  prorrum- 
piendo unánime  en  la  exclamación  su- 
sodicha, que  no  tardó  en  pasar  a  pro- 
verbio.— Dícese  también  al  mismo  pro- 
pósito :  ¡A  perdiz  por  barba,  y  caiga  el 
que  caiga/ 

CARNICERÍA.—  Convertirlo  a  uno  en  una 
carnicería. 

Dícese  de  la  persona  a  quien  se  le 
hacen  muchas  heridas  o   se    le  corta 
mucha  carne. 
Parecer  una  carnicería. 

Úsase  cuando  muchas  personas  ha- 
blan a  un  tiempo,  moviendo  gran  gri- 
tería y  desorden. 


CARO 


CARRERA 


CARO.  —  Comprar  caro  no  es  franqueza. 
El  que  adquiere  algo  en  más  de  lo 
que  vale,  no  puede  asegurarse  que  ha 
hecho  un  gran  negocio. 
Cosiarle  a  uno  caro,  o  cara,  una  cosa. 
Resultarle  de   su  ejecución   mucho 
perjuicio  o  daño. 
No  hay  nada  tan  caro  como  un  escote. 

Contradice  a  los  que  afirman  que  a 
escote  no  hay  nada  caro. 
CAROCAS.  —  Hacerle  a  uno  carocas.  — 

V.  Hacerle  a  uno  carantoñas. 
CARPETAZO.  —  Dar  carpetazo. 

En  las  oficinas  y  otras  dependencias 
análogas,  suspender  la  resolución  de 
algún  asunto  o  solicitud. —  No  volver  a 
ocuparse  de  él. 
CARPINTERO.  —  Cuando  el  carpintero 
tiene  madera  que  labrar,  y  la  mujer  ha- 
rina que  amasar,  nunca  les  falta  leña 
y  pan. 

Todo  el  que  trabaja  en  un  oficio  es 
el  primero  en  aprovecharse  de  los  be- 
neficios que  cada  uno  de  ellos  rinde  res- 
pectivamente. —  El  Comendador  Grie- 
go no  penetró  bien  el  sentido  de  este 
refrán  cuando  lo  glosó  diciendo  :  «Por- 
que la  madera  tiene  astillas  que  que- 
mar, y  el  agua  nunca  falta»;  tomando  por 
causa  lo  que  en  realidad  es  el  efecto. 
CARRACO.  —  Ya  se  van  los  carracos  del 
bebedero,  sin  salud,  sin  zapatos  y  sin  di- 
nero. 

Dícese  en  El  Molar  de  los  que  van  a 
tomar  sus   aguas.  —  Carraco  significa 
viejo  o  achacoso. 
CARRACUCA.  —  Estar  más  perdido  que 
Carracuca. 

Modo  de  denotar  la  situación  angus- 
tiosa y  precaria  en  que  se  encuentra 
una  persona,  desde  cualquier  aspecto 
que  se  la  considere. 
CARRANQUE.  —  Ser  de  los  de  Carran- 
que. 

Ser  por  todo  extremo  bruto.  —  Cuén- 
tase que  habiendo  necesidad  en  dicha 
población  (villa  a  6  leguas  de  Toledo) 
de  tener  un  Cristo,  comisionaron  sus 
habitantes  a  unos  cuantos  arrieros  para 
que  pasasen  a  Madrid  con  objeto  de 
buscar  un  buen  escultor  y  encargarle 
la  obra.  Avistados  con  el  artífice,  cuál 
no  sería  su  apuro  al  preguntarles  éste 
cómo  lo  querían,  si  vivo,  de  pie  o  muer- 


to, tendido  en  la  urna.  Después  de  mil 
dimes  y  diretes  que  se  atravesaron  en- 
tre los  comisionados  (dimes  y  diretes 
que  serían  dignos  de  haber  llegado  a  la 
posteridad),  uno  de  ellos,  o  más  listo 
o  más  atrevido  que  sus  compañeros, 
exclamó  :  «Mire  usted,  maestro,  hágalo 
vivo;  que  si  no  lo  quieren  así  en  el  pue- 
blo, nosotros  nos  encargamos  de  ma- 
tarlo.» Desde  entonces,  preguntar  a  los 
naturales  de  Carranque  por  el  Cristo 
de  su  pueblo,  es  inferirles  una  ofensa 
gravísima.  Recuerdo  haber  leído  un 
caso  análogo  ocurrido  en  Francia  con 
relación  a  Écouché,  pueblecillo  de  Nor- 
mandía. 
CARRANZA.  —  Envaine  usted,  seor  Ca- 
rranza. 

Locución  proverbial  que  se  emplea 
comúnmente  en  tono  sarcástico  para 
significar  a  uno  que  se  sosiegue  y  de- 
ponga la  cólera  o  enfado  de  que  está  po- 
seído, mayormente  cuando  no  le  asiste 
la  razón  para  dejarse  llevar  así  de  sus 
ímpetus. — Alude  al  noble  sevillano  don 
Jerónimo  Carranza,  literato  y  hábil  es- 
grimidor en  su  tiempo. 
Imitemos  a  Carranza. 

Moraleja  con  que  termina  la  fábula 
de  Samaniego  Los  dos  cazadores,  y  que 
se  ha  hecho  proverbial  para  aconsejar 
la  prudencia  en  aquellos  casos  en  que 
se  ve  que  el  éxito  no  ha  de  correspon- 
der a  nuestros  arranques  de  temerario 
valor. 
CARRASCO.  —  Carrasco,  donde  me  pica, 
me  rasco,  o  ahí  me  rasco. 

Dicho  vulgar,  fundado,  como  tantos 
otros,  en  el  sonsonete. 
CARRERA.  —  A  carrera  larga  nadie  es- 
capa. 

Persiguiendo  una  cosa  con  tesón  y 
perseverancia,  acaba  por  conseguirse. 
Carrera  que  ?io  da  el  caballo,  en  el  cuerpo 
se  le  queda. 

Recomienda   que   no    se   gasten    las 
fuerzas  de  una   vez,  y  que  es  conve- 
niente reservarse  para  el  porvenir. 
Darle  a  uno  una  carrera,  o  una  carre- 
ra en  pelo. 

Poner  a  prueba  su  paciencia,  inteli- 
gencia, fuerzas  materiales,  etc.;  esto 
es,  abusar  de  él,  ya  física,  ya  moral- 
mente. 


CARRETA 


—  190 


CARRO 


Entrar  uno  por  carrera. 

Salir  del  error  o  dictamen  torcido  en 
que  se  hallaba. 
No  poder  hacer  carrera  con,  o  de,  alguno. 
No  poder  reducirlo  a  que  haga  lo 
que  es  razón. 
Partir  de  carrera,  o  de  ligero. 

Poner  en  ejecución  alguna  cosa,  sin 
detenerse  ni  hacer  la  menor  conside- 
ración ni  reflexión  sobre  ella. 
CARRETA.  —  Andar  como  una  carreta. 
Caminar  sumamente  despacio,  a  se- 
mejanza de  los  bueyes  que  arrastran  el 
tal  vehículo. 
El  que  quiera  ser  rico  con  su  carreta,  que 
la  guie  él  mismo.  —  V.  El  ojo  del  amo 
engorda  al  caballo. 
Gruñir  más  que  carreta  de  bueyes. 

Dícese  de  las  personas  que  por  todo 
se  enfadan,  hablando  entre  dientes 
como  si  rezaran,  comparándolas  con  el 
chirrido  que  producen  las  ruedas  de 
las  carretas  mal  engrasadas. 
No  hay  cosa  como  untar  la  carreta  para 
que  no  chirríe. 

Manifiesta  cómo  el  medio  más  eficaz 
de  tapar  la  boca  al  murmurador,  al  de- 
lator o  a  cualquiera  que  pudiera  per- 
judicarnos con  hablar,  es  comprarlo  con 
dádivas  o  con  dinero. 
CARRETADA.  —  A  carretadas. 

Ser  o  producirse  una  cosa  en  abun- 
dancia. 
CARRETE.  —  Darle  a  uno  carrete. 

Entretenerlo,  dando  largas  a  sus  pre- 
tensiones con  vanas  promesas  y  con 
halagos. 
CARRETEAR.  —  El  que  no  carretea  es 
el  que  no  vuelca. 

Fórmula  de  disculpa  a  favor  de  la 
persona  en  cuyas  manos  se  ha  des- 
graciado algún  asunto,  objeto  frangi- 
ble, etc.,  para  dar  a  entender  que  mal 
podría  sobrevenir  semejante  fracaso 
entre  personas  ajenas  a  la  dirección  o 
manejo  habitúa]  de  los  mismos. 
CARRETERO.  — ¿7  carretero,  de  noche 
para  en  el  sendero. 

Aconseja  la  prudencia  en  la  persona 
que  cuando    no  ve    el  resultado  que 
apetece  en  un  asunto,  sabe  contenerse 
a  tiempo. 
Jurar  como  un  carretero. 

Blasfemar,  echar  maldiciones  y  jura- 


mentos, según  la  reprensible  costum- 
bre de  los  que  ejercen  semejante  oficio. 
CARRETILLA. —  Saber  una  cosa  de  ca- 
rretilla. 

Haber  aprendido  bien  de  memoria  lo 
que  se  ha  leído  o  estudiado,  y  recitarlo 
al  pie  de  la  letra,  sin  sentido  ni  expre- 
sión alguna. 
Ser  de  carretilla. 

Por  costumbre,  sin  reflexión  ni  re- 
paro. 

CARRILLO.  —  Comer,    o    mascar,    a   dos 
carrillos. 

Comer,  y  mejor  tragar,  mucho  y  apri- 
sa. —  Tener  dos  empleos  de  utilidad  a 
un  mismo  tiempo.  Es  fenómeno  muy 
repetido  en  España,  donde,  entretanto 
que  muchos  individuos  cobran  dos  o 
más  sueldos,  otros  no  tienen  que  co- 
mer. —  Sacar  utilidad  de  dos  personas 
o  parcialidades  de  opiniones  o  intere- 
ses encontrados,  complaciendo  o  sir- 
viendo al  mismo  tiempo  a  las  unas  y  a 
las  otras.  Es  dicho  sinónimo,  en  este 
caso,  de  Jugar  con,  o  tener,  dos  barajas. 
(Véase.) 
Tener  uno  carrillos  de  monja  boba,  o  de 
trompetero. 

Tenerlos  muy  abultados;  ser  mofle- 
tudo o  carrilludo.  —  La  vida  sedentaria 
del  claustro,  junto  con  el  ceñido  de  la 
toca,  y  mayormente  si  el  carácter  de  la 
individua  es  de  suyo  candido  y  bona- 
chón, son  tres  elementos  que  contribu- 
yen lo  bastante  para  presentar  seme- 
jante aspecto  y  dar  lugar  a  este  punto 
de  comparación.  Respecto  del  segundo,, 
fúndase  en  la  acción  de  inflarse  los  ca- 
rrillos del  trompetero  cuando  se  es- 
fuerza por  introducir  el  aire  en  el  ins- 
trumento que  toca. 

CARRIÓN.  —  Por  Carrión,  deja  la  san- 
día y  vete  al  melón. 

Nuestra  Señora  de  Carrión,  santuario 
próximo  a  Alburquerque  (provincia  de 
Badajoz),  cuya  fiesta  se  celebra  el  día 
8  de  septiembre.— Alude  a  que  por  esta 
fecha  están  los  melones  en  sazón,  y  de- 
ben, por  tanto,  comerse  con  preferen- 
cia a  las  sandías. 

CARRO.  —  Al  carro  quebrado,  nunca  le 
faltan  mazadas. 

Da  a  entender  que  a  los  desgraciados 
nunca  les  faltan  consejos  impertinentes,. 


CARRO 


191 


CARTA 


que  en  vez  de  ayudarlos  los  afligen  y 
angustian  más. 
Al  carro  volcado,  todos  le  dan  de  mano.  — 
V.  Del  árbol  caído  todos  cortan,  o  hacen, 
leña. 
Cogerle  a  uno  el  carro. 

Sobrevenirle  algún  suceso  desagra- 
dable u  oneroso. 
El  carro  de  la  basura  también  gasta  cam- 
panilla. 

Manera  de  satirizar  a  los  que,  siendo 
de  baja  clase  social,  tratan  de  imitar, 
para  darse  tono,  a  los  de  posición  su- 
perior. 
Enderezarse  el  carro. 

Tomar  la  suerte  un    giro    propicio 
para  alguna  persona  o  cosa. 
Lo  que  ha  de  cantar  el  carro,  canta  la  ca- 
rreta. 

Se  dice  de  la  persona  que  se  antici- 
pa a  reñir,  o  a  quejarse,  teniendo  me- 
nos motivo  para  ello  que  otra. 
No  irás  tú  en  mi  carro  a  Illescas. 

Frase  proverbial  con  que  se  da  a  en- 
tender a  alguno  que  por  no  ser  del 
agrado  de  la  persona  que  le  está  hablan- 
do, no  tomará  parte  con  ella  en  aquello 
de  que  se  trata. 
No  lo  mueve  ni  el  carro  de  la  basura. 

Dícese  de  aquellos  sujetos  por  ex- 
tremo indolentes,  para  quienes  no  hay 
estímulo  alguno  bastante  a  ponerlos  en 
acción. 
Pdra  el  carro  y  mearán  los  bueyes. 

En  toda  faena  u  ocupación  larga,  ya 
material,  ya  intelectual,  y  aun  espiri- 
tual, conviene  tomar  algún  descanso  de 
vez  en  cuando,  a  fin  de  poder  prose- 
guir con  más  ahinco  o  fervor  el  trabajo 
interrumpido. 
Pare  usted  el  carro. 

Manera  de  exhortar  a  uno  a  que  apa- 
cigüe la  cólera  o  refrene  los  ímpetus  de 
que  se  halla  dominado. 
Quien  su  carro  unta,  sus  bueyes  ayuda. 
Aquel  que  trata  bien  a  sus  criados, 
logra  le  sirvan  éstos  con  más  cariño  y 
prontitud. 
Tirar  del  carro. 

Pesar  sobre  una  o  más  personas  ex- 
clusivamente el  trabajo  en  que  otra  u 
otras  debieran  o  pudieran  tomar  parte. 
Torcerse  el  carro. 

Adquirir  mal  sesgo,  a  veces  hasta 


parar  en  un  fin  desgraciado,  el  nego- 
cio, empresa,  etc.,  que  había  comenza- 
do prósperamente. 
Untar  el  carro. 

Regalar   o    gratificar   a  alguno  para 
conseguir  de  él  lo  que  se  pretende. 
CARTA.  —  Carta  cania. 

Frase  que  sirve  para  denotar  que 
tiene  uno  en  su  poder  documentos  con 
que  justificar  lo  que  acaba  de  decir. 
Carta  echada  no  es  levantada. 

Refrán  que  obliga  a  una  persona  al 
cumplimiento  de  la  palabra  que  tiene 
dada,  y  de  cuyo   compromiso  intenta 
retraerse. 
Darle  a  uno  carta  blanca. 

Facultad  amplia  que  se  otorga  a  al- 
guno para  obrar  en  algún  asunto  o  ne- 
gocio con  plena  libertad. 
Darle  carta  de  lasto  a  alguno. 

Despedirlo,  deshacerse  de  él,  poner- 
lo en  la  calle. 
Entregar  la  carta.— V.  Descubrir  la  hila- 
za, o  Enseñar  la  oreja,  o  Sacar  la  pata. 
Escrita  la  carta,  mensajero  nunca  falta. 
Lo  primero  para  todo  es  buscar  el 
remedio,  que  el  modo  de  aplicarlo  ya 
vendrá  después. 
Ir  a  echar  una  carta  al  correo. 

Ir  a  evacuar  alguna  necesidad  cor- 
poral. 
La  carta  de  Belerofonte.  —  V.  La  carta 

de  Urías. 
La  carta  de  Urías. 

Medio  falso  y  traidor  que  uno  emplea 
para  dañar  a  otro,  abusando  de  la  con- 
fianza y  buena  fe  de  éste.  — Alude  a  la 
carta  de  David,  en  que  Urías  fué  por- 
tador de  su  propia  sentencia  de  muerte. 
La  carta  no  tiene  empacho. 

Indica  que  por  escrito  se  puede  decir 
todo,  aun  aquello  que  le  costaría  a  uno 
vergüenza  el  decirlo  veibalmente. 
Más  vale  quedar  por  carta  de  más  que  por 
carta  de  menos. 

Más  vale  excederse  en    el    cumpli- 
miento del  deber  que  no  llegar. 
Ni  firmes  carta  que  no  leas,  ni  bebas  agua 
que  no  veas. 

Aconseja  que  se  procure  la  seguri- 
dad propia,  aunque  sea  a  costa  de  cual- 
quier diligencia. 
No  saber  a  qué  carta  quedarse. 

Estar  perplejo,  indeciso,  sin   saber 


CARTABÓN 


192 


CASA 


qué  resolución  tomar,    por   dudar   lo 
que  sea  más  conveniente. 
Tanto  se  peca  por  carta  de  más  como  por 
carta  de  menos. 

Frase  con  que  se  denota  el  exceso  o 
defecto  en  lo  que  se  hace  o  dice,  y  que 
deben  ser  evitados,  por  lo  común,  los 
extremos.  —  V.  Todo  extremo  es  vi- 
cioso. 
Una  carta  se  contesta  con  afra. 

Expresa  que  según  el  interés  que 
vemos  se  tiene  por  alguna  cosa,  así  de- 
bemos preocuparnos  o  no  de  ella. 
.4  cartas,  cartas:;,  a  palabras,  palabras. 
Aconseja  que  se  debe  tratar  con  los 
hombres  con  igual  cautela  que  la  que 
ellos  usan,  sin  exceder  ni  faltar  a  io 
preciso. 
Decir,  o  hablar,  mal  de  las  cartas,  y  ju- 
gar a  dos  barajas. 

Contra  los  que  afectan  abominar  de 
una  cosa,  siendo  así  que  en  ella  cifran 
sus  mayores  goces. 
Hablen  cartas  y  callen  barbas. 

Cuando  se  ha  apurado  ya  toda  clase 
de  razonamientos,  la  mejor  demostra- 
ción que  cabe  es  mostrar  los  documen- 
tos que  prueban  lo  que  deseamos. 
Tomar  uno  cartas  en  alguna  cosa. 

Tomar  parte  en  algún  asunto,  con- 
versación,  etc.  —  Intervenir   en   ellos 
autoritariamente. 
Venir  con  malas  cartas. 

No  traer  los  documentos  necesarios 
o  requeridos  para  la  consecución  de 
alguna  cosa. 
CARTABÓN.  -  Cartabón  v  escuadra,  uno 
sin  otro  no  vale  dada. 

Aconseja  que  para  lograr  el  acierto 
en  las  operaciones  que  se  emprenden, 
es  menester  poner  en  práctica  los  me- 
dios oportunos  convenientemente  com- 
binados entre  sí,  por  cuanto  aislados  no 
surtirían  el  efecto  deseado. 
E:har  uno  el  cartabón. 

Tomar  una  persona  sus  medidas  para 
no  fracasar  en  su  empresa. 
CARTILLA.  —  Cantarle,  o  leerle,  a  uno  la 
cartilla. 

Hacerle  saber  en  qué  estriba  el  cum- 
plimiento de  su  deber,  mayormente  si 
se  le  reprende  por  haber  faltado  a  él 
en  todo  o  en  alguna  de  sus  circunstan- 
cias. 


No  estar  en  la  cartilla  una  cosa. 

Ser  irregular  o  fuera  de  lo  ordinario 
y  acostumbrado. 
No  saber  uno  la  cartilla. 

Ser  muy  ignorante,  o  desconocer  por 
completo  los  principios  de  algún  arte, 
facultad  u  oficio. 
Saber  una  cosa  como  la  cartilla. 

Saberla  al  pie  de  la  letra,  sin  tropiezo 
alguno  ni  titubear.  —  También  se  dice: 
como  el  Padrenuestro. 
CARTÓN.  —  Parecer  uno  de  cartón. 

Dícese  de  las  personas  débiles  y  que- 
jumbrosas,  a  quienes  todo  les  molesta. 
CARTUCHERA.  —  Quien  manda,  manda, 
v  cartuchera  en  el  cañón. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  la 
precisión  ineludible  en  que  se  está  de 
tener  que  cumplir  un  mandato  arbi- 
trario, cuando  no  brutal,  por  no  poder 
hacer  frente,  el  inferior,  al  superior  que 
tan  imprudentemente  se  conduce. — Al- 
gunas veces  sólo  se  emplea  la  segunda 
parte  de  esta  frase,  diciendo  simple- 
mente como  corolario  del  absurdo  que 
se  acaba  de  enunciar: y  cartuchera  en 
el  cañón. 
CARTUCHO.  —  Quemar  el  último  car- 
tucho. 

Emplear  el  último  recurso  en  lances 
apurados.  Aplícase  más  comúnmente 
en  el  sentido  de  irse  agotando  los  ele- 
mentos pecuniarios,  sin  esperanza  de 
hallar  medio  para  poder  reponerlos. 
CARTUJO.  —  Parecer  uno  un  cartujo. 

Persona  taciturna  y  que  vive  alejada 
y  retraída  de  las  gentes. 
CASA. — A  casa  de  tu  hermano  no  irás  cada 
verano. 

Es  decir,  cada  tarde. — V.  A  casa  de  tu 
tía,  mas  no  cada  día. 
.1  casa  de  tu  tía,  mas  no  cada  aia.  Otros 
dicen:  En  casa  de  tu  tía,  etc. 

Conviene  no  abusar  del  favor  o  con- 
fianza de  otra  persona,  aunque  sea  pa- 
riente o  amigo. 

.inte  es  la  casa  del  abad. 

Frase  que  suelen  emplear  en  los  pue- 
blos donde  no  hay  posada,  para  echar 
al  cura  la  carga  de  huéspedes  y  pedi- 
güeños. 
A  *idos  de  mi  casa*  y  a  *¿qtt¿  qutréis  con 
mi  mujer:*,  no  hay  que  responder 

Al  que  manda  o  reconviene  con  au- 


CASA 


193  — 


CASA 


toridad  y  evidente  derecho,  no  se  le 
puede  replicar  cosa  alguna. 
A  la   casa  del  pobre  nadie  va  a  vender 
ferias. 

El  comercio  de  géneros  de  mero  lujo 
sólo  se  encuentra  en  los  sitios  en  que 
hay  gente  rica  que  los  pueda  pagar. 
A  la  casa  quítale  el  techo,  y  cátala  corral 
hecho. 

Dícese  de  aquellas   habitaciones  en 
que   hay  poco  arreglo  y  limpieza,  así 
como  en  las  que  sus  moradores  no  se 
distinguen  por  lo  bien  avenidos. 
A  mal  decir  no  hay  casa  fuerte. 

Cuando  la  suerte  se  pone  en  contra 
de  uno,  de  nada  sirven  el  poder  ni  las 
riquezas  para  resistirla. 
Amasar  en  casa  y  comprar  el  salvado. 

Contra  los  derrochadores,  o  contra 
los  que  se  dejan  defraudar  en  su  ha- 
cienda. 
Antes  de  salir  de  casa,  mea  y  átate  las 
calzas. 

Refrán  usado  en  tierra  de  Salamanca 
para  indicar  que  antes  de  emprender 
algún  asunto  se  tomen  todas  las  pre- 
cauciones debidas. 
A  quien  hace  casa,  o  se  casa,  la  bolsa  le 
queda  rasa. 

Encomia  lo  caro  que  cuesta  el  pre- 
tender constituir  un  domicilio  creando 
una  familia  en  virtud  del  sacramento 
del  matrimonio. 
Arderse  la  casa. 

Haber  en  ella  mucho  alboroto  a  cau- 
sa de  las  disensiones  y  riñas. 
Así  me  quieren  en  mi  casa.  —  V.  Así  me 

quieren  más  de  cuatro. 
Cada  casa  es  un  mundo.  Algunos  añaden : 
y  cada  persona  un  pueblo. 

Expresa  lo  difícil  que  es  penetrar 
o  comprender  lo  que  pasa  dentro  de 
cada  casa  y  de  cada  individuo,  en  aten- 
ción a  que  no  se  debe  juzgar  por  las 
apariencias  o  exterioridades. 
Cada  casa  tiene  sus  usos. 

No  todas  las  familias  siguen  el  mis- 
mo procedimiento  para  regir  sus  domi- 
cilios, pues  las  costumbres  adquiridas, 
las  necesidades,  etc.,  marcan  un  géne- 
ro de  vida  no  copiado,  sino  original 
casi  siempre. 
Cada  uno  en  su  casa^  Dios  en  la  de  todos. 
Advierte  que  conviene  que  las  fa- 


milias vivan  separadas,  para  evitar  di- 
sensiones. 

Cada  uno  manda  en  su  casa. 

Expresión  usada  cuando  algún  en- 
tremetido se  propasa  a  dar  consejos 
que  nadie  le  ha  pedido. 

Caérsele  a  uno  la  casa  encima,  o  a  cues- 
tas. 

Ser  poco  aficionado  a  parar  en  casa; 
ser  callejero.  —  Sobrevenirle  a  uno  un 
grave  conflicto  o  contratiempo. 

Casa  con  dos  puertas,  mala  es  de  guar- 
dar, o  cuando  más  cerradas,  tenias  por 
abiertas. 

Aconseja  que  se  debe  redoblar  la 
vigilancia  en  casas  de  esta  naturaleza, 
por  lo  expuesto  que  se  está  a  que  sean 
asaltadas  con  más  facilidad. 

Casa  de  esquina,  para  mi  vecina. 

Indica  lo  poco  sanas  que  son  las  vi- 
viendas que  tienen  esta  condición,  pues 
al  abrir  los  balcones  en  invierno  se 
establecen  corrientes  productoras,  las 
más  de  las  veces,  de  pulmonías. 

Casa,  de  padre;  viña,  de  abuelo,  y  olivar,  de 
rebisabuelo. 

Denota  gradualmente  la  antigüedad 
que  conviene  tenga  cada  una  de  dichas 
posesiones,  a  fin  de  que  puedan  dis- 
frutarlas ventajosamente  los  respecti- 
vos herederos  o  adquiridores. 

Casa  de  pan  tierno,  casa  sin  gobierno. 
La  casa  gobernada  por  gente  moza, 
o  séase  por  matrimonios  jóvenes,  suele 
adolecer  de  la  falta  indicada,  por  el  des- 
conocimiento de  los  pocos  años  en 
asuntos  serios. 

Casa  en  plaza,  los  quicios  tiene  de  plata. 
Alúdese  a  lo  muy  solicitadas  que  son 
las   fincas  levantadas   en  lugares  am- 
plios y  saneados. 

Casa  en  que  vivas,  viña  de  la  que  bebas  y 
tierras  las  que  veas. 

Enseña  la  mayor  seguridad  que  dan 
las  tierras  sobre  los  demás  bienes. 

Casa  hecha,  sepultura  abierta. 

Se  dice  porque,  en  muchos  casos, 
suelen  morirse  los  que  hacen  casas 
apenas  empiezan  a  disfrutarlas. 

Casa  hecha  y  mujer  por  hacer. 

Recomienda  que  no  se  viva  en  finca 
recién  construida,  así  como  que  no  se 
contraiga  matrimonio  con  mujer  muy 
entrada  en  años. 

13 


CASA 


—   194  — 


CASA 


Casa  hospedada,  comida  y  denostada. 

Reprende  a  aquellos  que  pagan  con 
ingratitudes  los  favores  que  reciben. 
Casa  malavenida,  presto  es  vendida. 

Cuando    en    una    casa   no   procuran 
todos  por  su  sostenimiento,  no  es  de 
extrañar  que  den  al  traste  con  ella. 
Casa  movediza  no  la  cubre  mo/10. 

Alude  a  las  personas  que  tienen  la 
costumbre  de  estar  mudando  de  domi- 
cilio constantemente. 
Casa  negra,  candela  accensa. 

Indica  que  en  las  casas  que  son  obs- 
curas se  necesita  emplear  la  luz  artifi- 
cial, lo  cual  supone  un  censo  sobre  el 
alquiler. 
Casa  reñida,  casa  regida. 

Aconseja  la  necesidad  que  hay  algu- 
nas veces  de  ser  severo  con  la  familia, 
para  que  en  el  hogar  doméstico  haya 
orden  y  concierto  en  el  desempeño  de 
las  faenas  y  distribución  de  los  inte- 
reses. 
Casa  sabida,  señas  excusadas. 

Da  a  entender  lo  bien  aleccionada  e 
instruida  que  está  una  persona  en  aque- 
llo qus  le  interesa,  para  que  necesite  ir 
a  tomar  lecciones  de  nadie.  —  Dícese 
también  :  Quien  sabe  ir  derecho  a  su 
casa,  a  nadie  le  pregunta  las  señas. 
Casa  sin  varón,  plaza  sin  guarnición. 

Denota  la  necesidad  de  que  en  las 

casas  haya  un  hombre,  pues  en  aquellas 

en  que  falta  el  cabeza  de  familia,  suele 

ser  el  gobierno  escaso,  cuando  no  nulo. 

Casa  vieja,  toda  es  goteras. 

Manifiesta  lo  inherente  que  son  a  la 
mucha  edad  las  enfermedades  y  alifa- 
fes propios  de  los  años. 
Casa,  viña  y  potro,  hágalo  otro. 

Aconseja  que  se  compre  la  casa  ya 
construida,  la  viña  cuando  rinda  pro- 
ducto, y  el  caballo  domesticado  o  do- 
mado. 
Con  los  de  casa  siempre  se  está  cumplido. 
Expresa  que  a  las  personas  extrañas 
se  les  deben  atenciones  que  no  es  pre- 
ciso guardar  con  los  que  son  de  la  fa- 
milia o  muy  íntimos. 
Cuando  fueres  a  casa  ajena,  llama  desde 
afuera. 

Reprende  a  las  personas  de  poca 
crianza  que  se  entran  en  una  casa  o 
habitación  sin  antes  solicitar  permiso. 


Dale,  si  le  das,  que  me  llaman  en  casa. 
Manera  de  terminar  una  conversa- 
ción que  no  se  quiere  seguir,  poniendo 
un  pretexto  falso. 
De  buena  casa,  buena  brasa. 

Denota  que  en  las  casas  de  las  per- 
sonas pudientes  aun  los  desperdicios 
son  buenos. 
De  casa  de  ruin,  nunca  buen  aguinaldo. 
De  los  avaros  no  se  debe  esperar 
jamás  nada  provechoso. 
De  fuera  vendrá  quien  de  casa  nos  echará. 
Reprende   al   que  se   entremete  a 
mandar  en  casa  ajena. — Dícese  también 
con  motivo  del  sujeto  que  pierde  algu- 
na colocación  o  conveniencia  que  venía 
disfrutando   de  tiempo  atrás,  a  causa 
de  presentarse  inopinadamente  alguna 
persona  extraña  que  lo  suplanta  o  que 
le  retira  el  bienestar  en  que  se  hallaba 
constituido. 
De  ida  y  de  venida  por  casa  de  mi  tía. 
Reprende  a  las  mujeres  poco  hacen- 
dosas, que  gustan  de  estarde  vecindeo 
todo  el  día,  desatendiendo  los  queha- 
ceres domésticos. 
Deshacerse  una  casa. 

Venir  a  menos;  parar  en  la  pobreza 
una  familia  rica  y  bien  acomodada. 
Echar  la  casa  por  la  ventana. 

Gastar  con  esplendidez  en  un  convi- 
te, boda,  bautizo,  etc. — Dícese  también: 
Echar  el  bodegón  por  la  ventana. 
El  que  a  mi  casa  no  viene,  de  la  suya  me 
despide,  o  El  que  a  mi  casa  no  va,  de  la 
suya  me  echa. 

Aquel  que  recibe  las  visitas  y  no  las 
devuelve,  es  de  presumir  que  no  es 
gustoso  de  que  vayan  a  verle. 
El  que  limpio  juega,  limpio  se  vuelve  a  su 
casa. 

Quien  más  trampas  hace  en  el  juego 
es  el  que  suele  salir  ganando. 
En  cada  casa  cuecen  habas,  y  en  la  mía,  o 
en  la  nuestra,  a  calderadas. 

Demuestra  que  en  todas  partes  hay 
trabajos,  y  que  cada  uno  tiene  los  pro- 
pios por  mayores. 
En  casa  abierta,  el  justo  peca. —  V.  Puer- 
ta abierta  al  justo  tienta,  o  La  ocasión 
hace  al  ladrón. 
En  casa,  como  porqueros,  y  en  la  calle, 
como  caballeros. 

Satiriza  a  ciertas  personas  que  sa- 


CASA 


195 


CASA 


len  a  la  calle  con  mucho  lujo,  y  en  su   | 
casa  no  tienen  para  vestir,  ni  aun  para 
comer. 
En  casa  de  este  hombre,  quien  no  trabaja 
no  come. 

Demuestra  la  laboriosidad  de  una 
persona  o  familia,  o  se  excita  a  alguien 
para  que  le  ayude  a  uno  en  la  faena  que 
trae  entre  manos. 
En  casa  de  Gonzalo,  más  puede  la  gallina 
que  el  gallo. 

Denota  que  a  veces  tiene  la  mujer 
más  mando  en  la  casa  que  el  varón.  — 
También  se  suele  decir  este  refrán  de 
las  siguientes  maneras:  En  casa  del  mez- 
quino, más  manda  la  mujer  que  el  mari- 
do.— En  casa  del  ruin,  la  mujer  es  algua- 
cil. —  Triste  de  la  casa  donde  la  gallina 
cania  y  el  gallo  calla. 
En  casa  del  ahorcado  no  se  ha  de  mentar 
la  soga. 

Recomienda  que  no  se  refieran  de- 
lante de  algunas  personas  aquellas  co- 
sas o  especies  que  puedan  causarles 
algún  disgusto. 
En  casa  del  bueno,  el  ruin  cabe  el  fuego. 
El  que  tiene  educación  da  en  su  casa 
el  mejor  lugar,  aunque  sea  de  condición 
más  humilde,  al  que  viene  de  fuera. 
En  casa  del  cerero  nadie  se  acuesta  a  obs- 
curas. 

Indica  que  cuando  se  tiene  una  cosa 
en  abundancia  suele  derrocharse. 
En  casa  del  gaitero  todos  son  danzantes. — 
V.  En  casa  del  tamborilero  todos  son 
danzantes. 
En  casa  del  herrero,  badil  de  madero,  o  cu- 
chillo mangorrero,  o  cuchillo  de  palo,  o 
asador  de  palo. 

Donde  parece  que  había  de  haber  la 
proporción  y  facilidad  de  conseguir  al- 
guna cosa  adherente  al  oficio,  precisa- 
mente es  donde  generalmente  se  suele 
carecer  de  ella. 
En  casa  del  herrero,  peor  apero.  —  V.  En 

casa  del  herrero,  badil  de  madero,  etc. 
En  casa  del  jabonero,  el  que  no  cae,  resba- 
la. —  V.  En  casa  del  tamborilero  todos 
=^    son  danzantes. 

En  casa  del  mezquino,  más  manda  la  mujer 
que  el  marido.  —  V.  En  casa  del  ruin,  la 
mujer  es  alguacil. 
En  casa  del  moro  no  hables  algarabía. 
Recomienda  que  nadie  debe  meterse 


en  aquello  que  no  entiende,  pues  se 
expone  a  quedar  confundido  delante 
de  personas  que  saben  más  de  lo  que 
uno  se  cree. 
En  casa  del  oficial  asoma  el  hambre,  mas 
no  osa  etitrar. 

Al  que  sabe  un  arte  u  oficio,  difícil- 
mente le  faltará  lo  necesario  para  man- 
tenerse. 
En  casa  del  pobre,  tnás  vale  reventar  que 
no  que  sobre.  —  V.  El  mandamiento  del 
pobre,  primero  reventar  que  sobre. 
En  casa  del  rico,  la  leña  de  pico. 

Denota  que  no  es  en  el  domicilio  de 
los  potentados  donde  suele  haber  más 
abundancia. 
En  casa  del  ruin,  la  mujer  es  alguacil. 
Cuando  el  marido  es  un  poca  cosa  y 
un  gallina,  la  mujer  es  la  que  se  carga 
con  el  mando  de  la  casa. 
En   casa   del  tahúr,  poco  dura   el  con- 
tento. 

Enseña  la  vida  desastrosa  que  por  lo 
general  llevan  los  jugadores. 
En  casa  del  tamborilero  todos  son  dan- 
zantes. 

Da  a  entender  que  así  como  son  los 
amos  o  padres  de  familia,  así  suelen 
ser  los  subditos  o  criados  y  los  miem- 
bros de  aquélla. 
En  casa  del  tañedor  todos  danzan.  —  Véa- 
se En  casa  del  tamborilero  todos  son 
danzantes. 
En  casa  de  mujer  rica,  ella  manda  y  ella 
grita. 

Explica  la  soberbia  que  comunican 
los  haberes,  especialmente  a  la  mujer 
pudiente. 
En  casa  de  naide  no  se  meta  naide,  porque 
naide  sabe  lo  que  pasa  en  casa  de  naide. 
V.  Cada  uno  en  su  casa  y  Dios  en  la  de 
todos. 
En  casa  de  tu  enemigo,  a  la  mujer  ten  por 
amigo. 

Siempre  es  bueno  granjearse  amista- 
des en  aquellos  parajes  en  que  no  se 
nos  quiere  bien,  pues  en  un  momento 
dado  su  intervención  puede  evitarnos 
algún  mal. 
En  casa  llena  presto  se  guisa  la  cena. 

Donde  hay  abundancia  de  medios, 
pronto  se  sale  con  facilidad  de  cual- 
quier empeño. 
En  casa  pobre  suele  batirse  el  cobre,  y  en 


CASA 


—  196  — 


CASA 


la  opulenta  sobra  la  vanidad  y  falta  la 
renta. 

A   veces  es  más  fácil  cobrar  de  un 
deudor  pobre  que  de  uno  rico. 
En  chica  casa  gran  hombre  cabe. 

La  corpulencia  no  es  inherente  a  la 
sabiduría.  La  Historia  está  llena  de 
ejemplos  de  grandes  hombres  que  han 
sido  pequeños  de  cuerpo. 
En  la  casa  del  pobre  todos  gritan  y  todos 
tienen  razón.  —  V.  Donde  no  hay  harina 
todo  es  mohína. 
En  la  casa  del  que  jura  no  faltará  des- 
ventura. 

Exhorta  a  no  proferir  blasfemias. 
En  la  casa  donde  no  entra  el  sol,  entra  el 
doctor,  o  el  me'dico. 

Las  casas  soleadas  son  comúnmente 
más  sanas  que  las  sombrías,  en  razón  a 
que  resulta  más  purificada  la  atmósfera. 
En  la  casa  donde  no  hay  harina  todo  es 
mohína.  —  V.  Donde  no  hay  harina  todo 
es  mohína. 
En  la  casa  donde  no  hay  panchón,  todos 
riñen  y  todos  tienen  razón. — V.  Donde  no 
hay  harina  todo  es  mohína. 
En  la  casa  que  no  hay  gobierno,  de  un  re- 
pizquito  se  va  un  pan  tierno. 

Recomienda  el  buen  orden  en  las 
casas  para  evitar  los  abusos  que  de  no 
existir  aquél  se  pueden  cometer. 
En  toda  casa,  o  familia,  o  corporación,  et- 
cétera, ha  de  haber  un  Judas.  —  V.  Siem- 
pre ha  de  haber  un  Judas  en  el  apostolado. 
Entrar  una  cosa  como  por  su  casa. 

Venir  muy  ancha  y  holgada.  —  Me- 
terse con  demasiada  facilidad  una  cosa 
en  otra. 
Esta  casa  se  alquila. 

Aplícase,  figurada  y  jocosamente,  a 
la  mujer  que  se  presenta  en  público 
dando  a  entender  en  su  porte  y  galas 
que  pretende  ser  requerida. 
Estar  uno  de  casa. 

Estar   vestido    con   sencillez,   llana- 
mente. 
Franquearle  a  uno  la  casa. 

Darle  entrada  o  permiso  para  que 
venga  a  ella  siempre  que  quiera. 
Guardar  la  casa. 

Estar  por  necesidad  sin  salir  de  ella. 
Hasta  que  no  se  sale  de  casa,  no  sabe  na- 
die lo  que  se  pasa. 

Manifiesta  que  hasta  que  no  se  aban- 


dona el  hogar  doméstico,  por  muy  bien 
que  le  vaya,  no  se  echan  de  menos  las 
comodidades  de  éste. 

Henchir  la  casa  a  tuerto  y  a  derecho. 

Alude  a  los  que  no  reparan  en  los 
medios,  con  tal  de  proporcionarse  cuan- 
to necesitan  para  vivir  cómodamente. 

Hoy  me  iré,  eras  me  iré,  mal  la  casa  man- 
tendré. 

Reprende  a  los  flojos  y  perezosos, 
que  por  diferir  el  trabajo  de  un  día 
para  otro,  no  medran  ni  tienen  lo  nece- 
sario para  cubrir  sus  necesidades.  — 
Cras,  tomado  del  latín,  se  decía  anti- 
guamente por  mañana. 

Ir  a  la  casa  de  abuela,  o  de  tía,  o  del  poca 
pan,  o  del  poco  trigo. 

Con  todas  estas  denominaciones  se 
conoce  familiarmente  la  cárcel. 

La  casa  envinada,  medio  empeñada. 

Da  a  entender  las  malas  consecuen- 
cias que  para  el  hogar  doméstico  trae 
el  vicio  de  la  bebida. 

La  casa  es  de  la  mujer,  y  la  calle  del 
hombre. 

Señala  el  lugar  de  acción  en  el  ma- 
trimonio: mientras  el  marido  trabaja  y 
gana  en  su  profesión  u  oficio,  la  mujer 
debe  cuidar  y  ejecutar  los  quehaceres 
domésticos. 

La  casa  hecha  y  el  huerco  a  la  puerta.  — 
V.  Casa  hecha,  sepultura  abierta. 

La  casa  quemada,  acudir  con  el  agua. 

Moteja  a  los  que  acuden  con  el  so- 
corro fuera  de  tiempo.  —  V.  Al  asno 
muerto,  la  cebada  al  rabo. 

La  casa  se  arruina  por  la  cocina. 

Los  que  se  dan  buen  trato  en  el  co- 
mer son  los  que  ayudan  a  que  la  bolsa 
se  quede  vacía. 

Levantar  uno  la  casa. 

Mudarse  de  un  lugar  a  otro  con  su 
familia.— Sostenerla  con  su  trabajo,  ca- 
pital, etc. 

Los  fundamentos  de  la  casa  son  la  mujer 
y  el  buey. 

La  primera,  porque  la  sostiene  y  le- 
vanta, y  el  segundo,  porque  ayuda  con 
su  trabajo  a  ganar. 

Llovcrsele  a  uno  la  casa. 

Empezar  a  venir  a  menos. 

Mal  anda  la  casa  donde  la  rueca  manda 
a  la  espada.—^.  Triste  de  la  casa  donde 
la  gallina  canta  y  el  gallo  calla. 


CASA 


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CASA 


Mi  casa  será  como  faltriquera  de  vieja, 
para  poner  lo  mal  alzado  y  lo  que  se 


Dícese  de  las  casas  que  se  mantie- 
nen con  lo  ganado  ilícitamente. 

Mi  casa  y  mi  hogar,  cien  doblas,  o  cien  du- 
cados, o  cien  escudos,  val. 

Demuestra  el  grande  aprecio  que 
uno  tiene  a  su  hogar  o  casa  propia. 

Mientras  en  mi  casa  me  estoy,  rey  me  soy. 
Dícese  del  que,  estando  contento  con 
su  suerte,  no  solicita  favores  ajenos. 

j Miren  quién  habló,  que  la  casa  honró! 
Manera  de  burlarse  de  la  persona 
que  nota  defectos  en  otra,  o  en  alguna 
cosa,  cuando  ella  se  encuentra  com- 
prendida, y  quizá  con  creces,  en  aque- 
llo mismo  que  vitupera. 

Misar  y  rezar  y  casa  guardar. 

Aconseja  que  no  se  debe  desatender 
la  obligación  por  la  devoción,  pero  que 
es  conveniente  acudir  a  todo  cuando 
es  sin  menoscabo  de  ninguno  de  dichos 
menesteres. 

Mucho  gasta  el  que  va  y  viene,  pero  más  el 
que  casa  mantiene. 

Pondera  los  gastos  del  mantenimien- 
to de  una  casa  sobre  los  de  los  viajes. 
No  en  balde  se  dijo  por  algunos  que 
los  gastos  de  una  casa  se  parecen  a  las 
penas  del  infierno,  porque  nunca  se  les 
ve  el  fin. 

Ni  casa  labrar,  ni  comida  guisar,  ni  vi- 
huela templar,  ni  dama  tocar. 

Recomienda  no  se  haga  ninguna  de 
estas  cosas,  por  los  peligros  de  dife- 
rente índole  que  en  cada  una  de  ellas 
se  corren. 

Ni  en  tu  casa  galgo,  ni  a  tu  puerta  hi- 
dalgo. 

Ni  los  perros  son  convenientes  en 
las  viviendas,  ni  los  hombres  rondán- 
dolas cuando  hay  doncellas  que  guardar. 

Ni  por  casa  ni  por  viña  no  tomes  mujer 
jimia,  o  garrida,  o  parida. 

Aconseja  que  por  razón  de  intereses 
no  se  debe  uno  casar  con  mujer  cas- 
quivana o  lasciva. 

No  caber  uno  en  toda  la  casa. 

Estar  muy  enojado  el  amo  o  señor 
de  ella,  armando  camorra  con  todo 
aquel  que  encuentra  a  su  paso. 

No  cabíamos  en  casa  y  parió  mi  abuela.  — 
V.  Eramos  pocos  y  parió  mi  abuela. 


No  compres  casa  en  esquina,  ni  cases  con 
mujer  que  no  entre  en  la  cocina. 

La  casa  de  dos  fachadas  da  malos  re- 
sultados, y  la  mujer  que  no  sabe  gui- 
sar, peores. 

No  es  casa  la  casa  donde  no  hay  mujer. 
El  gobierno  doméstico  está  mucho 
mejor  desempeñado  por  la  mujer  que 
por  el  varón.      1 

No  hacer  uno  casa  con  azulejos. 

Hallarse  siempre  en  una  medianía, 
sin  llegar  a  prosperar.  -  Don  Francisco 
Gregorio  de  Salas,  habiendo  visto,  en 
un  año  muy  calamitoso,  que  faltaban 
unos  azulejos  en  los  adornos  de  la  casa 
de  un  amigo  suyo,  prorrumpió  en  la 
siguiente  improvisación: 

«En  aquesta  casa  faltan 
azulejos,  y  yo  veo 
que  el  amo  no  lo  remedia; 
y  es,  sin  duda,  porque  el  tiempo 
no  está  ahora  para  hacer 
la  casa  con  azulejos.-» 

El  modo  más  frecuente  de  emplear 
esta  locución  proverbial  es  con  el  ca- 
rácter de  futuro;  v.  gr.:  No  haré,  o  no 
harás,  o  no  hará,  etc.,  casa  con  azulejos; 
y  alude  a  que  antiguamente  sólo  se  usa- 
ba este  procedimiento  en  los  edificios 
que  habitaban  los  magnates  y  demás 
sujetos  acomodados,  o  que  costeaban 
ellos,  y  más  especialmente  en  las  po- 
blaciones donde  residieron  los  árabes. 

No  hay  casa  con  tan  buen  cimietito  que  no 
esté  expuesta  a  hundimieniv. 

Da  a  entender  que  por  grande  y  só- 
lida que  sea  una  fortuna,  no  está  exenta 
de  desaparecer,  dejando  en  la  miseria 
al  que  la  poseía.  Enseña,  por  tanto,  a 
no  envanecerse. 

No  hay  casa  donde  no  haya  su  chiticalla. 

Aconseja  que  se  eviten  los  chismes  y 

murmuraciones,  para  que  no  le  echen 

a  uno  en  cara  aquello  mismo  que  está 

criticando. 

No  honra  la  casa  al  señor,  sino  el  señor  a 
la  casa. 

La  conducta  del  dueño  hace  que  to- 
dos los  que  dependen  de  él  sea  buena 
o  mala,  y  por  tanto  lo  sea  la  casa. 

No  salgas  de  la  propia  casa,  ni  entres  en  la 
ajena,  con  la  vejiga  llena. 

Refrán  empleado  en  Chile,  por  el 
cual  se  recomienda  que  se  satisfaga  esa 


CASA 


—   198  — 


CASA 


necesidad  física  en   las  indicadas  cir- 
cunstancias. 
No  se  pierde  más  que  una  casa. 

Aplícase  más  comúnmente  al  matri- 
monio contraído  entre  personas  ruines. 
No  tener  casa  ni  hogar. 

Da  a  entender  la  suma  pobreza  de 
una  persona. 
Oler  la  casa  a  hombre. 

Manifiesta  que  una  persona  quiere 
hacerse  obedecer  en  su  casa.  Aplícase, 
por  lo  regular,  al  que  presume  de  ser 
hombre  de  bríos,  resultando  ser  vana 
su  presunción  por  causa  de  su  carácter 
débil  o  en  extremo  condescendiente. 
Para  hacer  casa,  un  hombre  bruto  y  una 
muía  falsa. 

Compréndese  fácilmente  el  sentido 
irónico  de  este  refrán,  pues  ambas  con- 
diciones son  las  más  a  propósito  para 
deshacerla. 
Parecer  la  casa  de  tócame  Roque. 

Aquella  en  que  vive  mucha  gente  y 
hay  mala  dirección. — Débese  su  origen 
a  la  casa  de  vecindad  de  este  nombre 
situada  en  la  calle  del  Barquillo,  en  Ma- 
drid, y  que  hizo  famosa  un  saínete  del 
chispeante  escritor  D.  Ramón  de  la 
Cruz,  titulado  La  Petra  y  la  Juana  o  El 
buen  casero,  conocido  generalmente  con 
el  nombre  de  La  casa  de  tócame  Roque. 
Parecer  una  casa  de  locos. 

Aquella  en  que  hay  mucho  bullicio  y 
falta  de  gobierno,  en  la  cual  no  es  po- 
sible entenderse  unos  a  otros. 
Parecer  una  casa  robada,  o  un  hospital 
robado. 

La  que  carece  del  mueblaje  y  ornato 
preciso. 
Pesarle  a  uno  la  casa.  —  Y.   Caérsele  a 

uno  la  casa  encima,  o  a  cuestas. 
Por  más  que  te  afanes,  no  has  de  saber  de 
tu  casa  los  desmanes. 

Cuando  la  familia  no  vive  como  debe, 
todos  son  a  una  para  ocultar  al  cabeza 
de  ella  las  irregularidades  que  en  el  do- 
micilio se  cometen. 
Procurad  que  no  haya  en  vuestra  casa 
tejado  de  vidrio. 

Recomienda  que  la  conducta  domés- 
tica sea  irreprensible. 
Pues  la  casa  se  quema,  calentémonos  iodos, 
o  calentémonos  a  ella. 

Se  dice  de  aquellos  que   procuran 


aprovecharse  de  los  desperdicios  pro- 
pios y  de  los  ajenos. 
Quémese  la  casar  no  salga  humo. 

Aconseja  que  cuando  se  reprenda  a 
alguno,  especialmente  a  los  domésti- 
cos, se  haga  sin  escándalo  ni  ruido.  — 
Es,  en  cierto  modo,  una  variante  de  la 
frase  de  Napoleón :  La  ropa  sucia  debe 
lavarse  en  casa. 
Quien  entra  eti  casa  hecha  y  se  sienta  a 
mesa  puesta,  no  sabe  lo  que  cuesta. 

Manifiesta  lo  felices  que  son  los  que 
no  tienen  que  ganarlo  para  disfrutar  de 
comodidades.  Dícese  comúnmente  a 
los  hijos  de  familia  que  aún  no  se  han 
emancipado. 
Quien  fabrica  casa  muy  alta,  solicita  su 
ruina. 

Recomienda  que  no  se  tenga  ambi- 
ción. 
Quien  hace  casa  o  cuba,  más  gasta  que 
cuida. 

Advierte  que  el  que  posee  una  u 
otra  tiene  que  estar  siempre  atendien- 
do a  su  conservación  con  toda  clase  de 
reparos,  si  quiere  que  se  mantengan  en 
buen  uso. 
Quien  sabe  ir  derecho  a  su  casa,  a  nadie 
le  pregunta  las  señas.  —  V.  Casa  sabida, 
señas  excusadas. 
Ser  de  casa,  o  muy  de  casa. 

Este  refrán  familiar  demuestra  la  con- 
fianza, menor  o  mayor,  respectivamen- 
te, que  tiene  uno  en  alguna  casa. 
Ser  casa  de  trueno. 

Aquella  en  que  habitualmente  se  fal- 
ta a  la  buena  crianza  y  aun  a  los  prin- 
cipios de  sana  moral. 
■Sí  todos  los  que  vienen  no  se  fueran,  ya 
estarla  la  casa  llena,  o  no  se  cabría  en 
la  casa. 

Frase  que  se  suele  emplear  cuando, 
al  acabar  de  entrar  de  visita  una  per- 
sona, dice  que  se  va  a  ir  pronto. 
Si  tu  casa  no  tiene  corral,  quítale  el  techo 
y  cátatelo  hecho. 

Enseña  a  contentarse  cada  uno  con 
lo  que  tiene,  sin  querer  crearse  dificul- 
tades. 
Si  vieras  tu  casa  arder  y  en  tu  cara  un 
avispero,  ¿a  qué  atenderías  primero? 

Dícese  a  los  que  se  apuran  por  todo, 
cuando  realmente  no  hay  motivo  para 
ello. 


CASA 


199  — 


CASADO 


Tal  queda  la  casa  de  la  dueña,  ido  el  escu- 
dero, como  el  fuego  sin  trashoguero. 

Demuestra  lo  necesario  que  es  que 
haya  en  las  casas  un  hombre,  con  el  fin 
de  que  pueda  salir  al  frente  de  cual- 
quier lance  que  ocurra.  Hoy  tiene  muy 
poco  uso  semejante  locución. 
Tener  la  casa  como  una  colmena. 

Tenerla   bien  surtida  y  repleta    de 
todo  lo  necesario. 
Tener  uno  casa  y  tinelo. 

Dar  de  comer  a  todo  el  que  quiera 
ir  a  ella;  tener  mesa  franca. 
Tiene  más  fachada  que  la  casa  de  Astra- 
rena. 

Se  dice  de  los  que  se  dan  mucho  tono 
valiendo  poco,  con  referencia  a  dicha 
casa,  situada  en  la  red  de  San  Luis,  de 
Madrid,  hoy  derruida,  con  vuelta  a  las 
calles  de  Fuencarral  y  Hortaleza,  que 
era  de  gran  altura  para  aquellos  tiem- 
pos (fines  del  siglo  xix),  y  constaba 
de  gran  número  de  balcones,  siendo 
las  habitaciones  relativamente  peque- 
ñas en  comparación  con  lo  que  el  exte- 
rior prometía. 
Torna  casa  con  hogar  y  mujer  que  sepa 
hilar. 

Advierte   que   en   los   matrimonios, 
además  de  las  conveniencias,  se  ha  de 
buscar  mujer  virtuosa  y  trabajadora. 
Tres  cosas  echan  de  su  casa  al  hombre : 
el  humo,  la  gotera  y  la  mujer  vocinglera. 
Porque  son  tres  cosas  que  le  moles- 
tan sobremanera. 
Triste  de  la  casa  don  fe  la  gallina  canta  y 
el  gallo  calla. 

Demuestra  que  no  está  muy  bien  go- 
bernada una  casa  donde  la  mujer  des- 
empeña el  puesto  del  marido. 
Una  casa  grande  la  derriba  un  temporal. 
Aconseja  que  no  se  envanezca  nadie, 
por  elevada  que  sea  su  posición. 
Unos  por  otros,  y  la  casa  sin,  o  por,  barrer. 
No  hay  peor  cosa  que  encargarse  va- 
rios de  un  asunto,  para  que  ninguno  lle- 
gue a  realizarlo. 
A  casas  viejas,  puertas  nuevas.  —  V.  A  la 

burra  vieja,  arracadas  nuevas. 
Casas,  cuanto  quepas;  viñas,  cuanto  bebas; 
¿ierras,  cuantas  veas;  olivares,  cerros  y 
valles. 

Invita  a  conformarse  cada  uno  con 
lo  que  tenga,  sin  exagerar  los  deseos. 


Casas,  en  la  que  vivas;  viñas,  de  la  que 
bebas, y  tierras,  cuantas  veas. — V.  Casas, 
cuanto  quepas,  etc. 
En  otras  casas  cuecen  habas,  y  en  la  mía, 
a  calderadas.  —  V.  En  todas  partes  cue- 
cen habas,  y  en  la  mía,  a  calderadas. 
Las  casas  de  juego  son  capuz  de  pecadores. 
Indica  que  en  tales  lugares  se  res- 
guardan mejor  los  que  cometen  algún 
delito. 
CASACA.  —  Buscar,  o  querer,  casaca. 
Pretender  contraer  matrimonio. 
Romper  la  casaca. 

Cumplir  el  servicio  de  las  armas. 
Tocar  a  casaca. 

Tratarse  de  casamiento. 
Volver  uno  casaca,  o  la  casaca. 

Dejar  el  bando  o  partido  que  seguía 
y  adoptar  el  contrario,  por  tenerle  más 
cuenta. 
CASADA.  —  La  casada  y   la  ensalada, 
dos  bocados  y  dejalla. 

Aconseja  que  se  evite  el  trato  dema- 
siado íntimo  y  continuado  del  hombre 
con  la  mujer  casada,  por  las  consecuen- 
cias que  se  puedan  originar. 
Para  estar  casada  v  comer  poco,  más  vale 
ser  soliera  y  tender  el  hopo. 

Además  del  sentido  recto,  denota  di- 
cho refrán  lo  preferible  que  es  el  estar 
sin  ocupación,  a  tenerla  a  la  fuerza  y  con 
escasa  retribución. 
Quien  adama  la  casada,  comerá  torrezno 
v  nalgada. 

Significa  que  el  que  hace  el  amor  a 
ciertas  casadas,  suele  lograr  más  fácil- 
mente sus  propósitos. 
Quien  ama  la  casada,  la  vida  trae  empres- 
tada. —  V.  La  casada  y  la  ensalada,  dos 
bocados  y  dejalla. 
CASADO.  —  Casado.y  arrepentido. 

Refrán  que,  además  de  en  su  sentido 
recto,  se  aplica  al  que,  habiendo  hecho 
alguna  cosa  sin  reflexión,  se  arrepiente 
de  haber  ejecutado  ésta  cuando  ya  no 
tiene  remedio. 
El  casado  casa  quiere. 

Encarece  la  conveniencia  de  que  cada 
matrimonio  viva  independiente  en  su 
casa,  y  separado  de  los  demás  indivi- 
duos de  la  familia. 
El  que  no  sirva  para  casado,  que  no  en- 
gañe a  la  mujer. 

Quien  sea  inhábil  para  el  desempeño 


CASAMIENTO 


CASARSE 


de  un  cargo  no  debe  aceptarlo  o,  una 
vez  aceptado,  renunciar  a  seguir  ejer- 
ciéndolo. 
Estar  casado  a  ?nedia  carta. 

Frase  burlesca  aplicada  a  los  solteros 
que  están  amancebados. 
Casados  que  se  separan,  fuego  eterno  se 
preparan.  — V.  Casados  separados,  cuén- 
talos condenados. 
Casados  separados,  cuéntalos  condenados. 
Reprueba  el  divorcio  como  antina- 
tural y  contrario  a  la  religión. 
Ser  como  los  casados,  o  desposados,  de 
Hornachuelos,  ella  fea  y  él  más  feo. 

Aplícase  a  los  que  tienen  poco  que 
agradecer  a  la  naturaleza  en  lo  tocante 
a  condiciones  físicas. 
CASAMIENTO.  —  Casamiento  santo  : 
él,  sin  capa,  y  ella,  sin  manto. 

Se  dice  a  propósito  de  cuando  se 
unen  dos  personas   en  matrimonio  y 
carecen  de  lo  necesario  para  atender  a 
los  gastos  de  la  vida. 
Casamiento  y  mortaja,  del  cielo  baja. 
Se  pretende  atribuir  al  destino  de 
cada  cual  la  realización  de  dichos  dos 
acontecimientos,  más  bien  que  a  meros 
cálculos  humanos. 
Casamiento  y  señorío,  ni  quieren  fuerza 
ni  quieren  brío. 

En  ambas  circunstancias  se  logra  más 
con  el  cariño  que  imponiéndose  por  la 
fuerza. 
El  casamiento  del  tío  Porra,  que  duró 
treinta  años  y  no  llegó  la  hora. 

Alude  a  las  novieces  largas,  que,  por 
lo  general,  no  llegan  a  consumar  el  ma- 
trimonio. 
El  casamiento  y  el  caldo,  pelando. 

Es  decir,  que  no  sufren  dilación  cier- 
tas cosas,  sino  que  conviene  realizarlas 
cuanto  antes  y  no  dejar  pasar  la  opor- 
tunidad. 
Esto  no  es  casamiento. 

Frase  que  se  le  suele  dirigir  a  una 
persona  cuando  muestra  disgusto  o 
arrepentimiento  por  alguna  cosa  que 
ha  ofrecido  dar  o  ejecutar. 
Lo  de  mi  casamiento/arí^  cosa  de  cuen- 
to: mientras  más  se  trata,  más  se  des- 
barata. 

La  prolijidad  y  excesiva  precaución 
en  los  negocios  suelen  a  veces  desba- 
ratarlos. 


No  perderás  por  eso  casamiento. 

Frase  con  que  se  le  da  a  entender  a 
uno  que  no  se  menoscaba  el  buen  nom- 
bre de  que  disfruta,  o  la  consideración 
que  se  le  tiene,  por  hacer  tal  o  cual 
cosa  que  juzga  impropia  o  menos  de- 
corosa. 
Quien  hizo  el  casamiento,  hizo  el  apar- 
tamiento. 

Teoría  de  los  que  creen  que  la  pose- 
sión conyugal  enfría  el  amor. 
Casamientos  de  parientes  tienen  mil  in- 
convenientes. 

En  especial  para  la  sucesión,  pues 
sabido  es  el  criterio  vulgar,  no  despro- 
visto de  cierta  razón,  que  los  hijos  de 
primos,  tíos  y  sobrinos,  etc.,  suelen  ser 
poco  viables  y  degenerados. 
Los  casamientos  y  las  riñas,  de  prisa. 
Exhorta  a  tomar  una  resolución  pron- 
ta en   los   asuntos  graves,   para  salir 
cuanto  antes  de  cuidado. 
CASARSE.  —  Antes  que  te  cases,  mira  lo 
que  haces.  Algunos  añaden :  que  no  es 
nudo  que  asi  desates. 

Recomienda  que  se  mire  bien  uno 
antes  de  meterse  en  un  asunto  grave, 
para  no  tener  que  arrepentirse  después 
de  ello. 
Bien  o  mal,  casado  me  han. 

Dícese   del   que  consigue  algo,  sin 
importarle  para  nada  los  medios  em- 
pleados. 
Casar,  casar,  suena  bien  y  sabe  mal,  o 
que  bien,  que  mal. 

Denota  la  imprudencia  ciega  de  algu- 
nas personas  que,  con  tal  de  casarse 
cuanto  antes,  lo  mismo  les  da  que  sal- 
ga bien  como  que  salga  mal. 
Casar  y  compadrar,  cada  cual  con  su  igual. 
Recomienda  que  cada  cual  se  man- 
tenga en  su  esfera,  sin  aspirar  a  más 
ni  descender  a  menos. 
Casarás  y  amansarás. 

Demuestra  los  cuidados  que  ofrece 
el  matrimonio. 
El  que  en  casarse  acierta,  en  nada  yerra. 
Siendo  asunto  tan  delicado  el  del  ma- 
trimonio, puede  asegurarse  que  la  per- 
sona que  tiene  talento  para  elegir  com- 
pañero, lo  tendrá  para  resolver  cual- 
quier otro  que  se  le  presente. 
El  que  se  casa,  por  todo  pasa.  — V.  Casa- 
rás y  amansarás. 


CASCABEL 


CASCO 


El  que  se  casa  se  entierro,. 

Dicho  de  los  detractores  del  matri- 
monio, por  suponer  que  el  que  lo  con- 
trae pierde  en  absoluto  su  libertad. 
Más  vale  casar  que  en  amores  arder  y  pe- 
nar. —  V.  Más  vale  casarse  que  abra- 
sarse. 
Más  vale  casarse  que  abrasarse. 

Antes  que  sufrir  es  preferible  tomar 
una  resolución. —  Otros  lo  explican  jo- 
cosamente diciendo  que,  entre  dos  ma- 
les, es  mejor  escoger  el  más  pequeño. 
<Quien  lejos  se  va  a  casar,  o  va  engañado, 
o  va  a  engañar. 

Aconseja  cuánto  conviene  que  se  co- 
nozcan y  traten  las  personas  que  van  a 
contraer  matrimonio. 
Quien  tarde  casa,  mal  casa. 

Recomienda  no  se  contraigan  nupcias 
en  edad  avanzada,  pues  suele  tener  in- 
convenientes de  distintos  géneros  que 
no  creemos  necesario  explicar. 
<r  Te  casaste?  Te  enterraste.  —  V.  El  que 
se  casa  se  entierra. 
CASCABEL.  —  De  cascabel  gordo. 

Aplícase,  por  lo  común,  a  las  obras 
literarias  o  artísticas  vanas  o  aparen- 
tes y  sólo  capaces  de  producir  efecto 
grosero  o  de  mala  ley. 
Echar,  o  soltar,  el  cascabel. 

Soltar  alguna  especie  en  la  conver- 
sación, con  objeto  de  ver  qué  efecto 
produce. 
Echar  uno  el  cascabel  a  otro. — V.  Echar- 
le a  uno  el  muerto,  o  Echarle  a  uno  el 

MOCHUELO. 

Poner  el  cascabel  al  gato.  —  V.  Llevar 

el  gato  al  agua. 
Ser  uno  un  cascabel. 

Tener  poco  juicio,  poco  asiento,  poca 
formalidad. 
Tener  uno  cascabel,  o  cascabeles. 
Tener  algún  cuidado  que  tortura  la 
imaginación,  por  lo  mucho  que  preocu- 
pa y  desvela. 
CASCABELERO.  —  Ser  un   cascabe- 
lero. 

Persona  de  poco  juicio  y  fundamento. 

CASCACIRUELAS.  -  Cascaciruelas 

hizo  lo  que  pudo,  y  no  hizo  nada. — V.  Ser 

Un  CASCACIRUELAS. 

Ser  un  cascaciruelas. 

Persona  inútil,   que  no   sirve   para 
nada. 


CASCAJO.  —  Estar  uno  hecho  un  cas-» 
cajo. 

Aplícase  a  la  persona  que  está  muy 
vieja  y  quebrantada.  — También  se  dice 
de  la  voz,  sea  de  un  orador,  sea  de  un 
cantante,  cuando  es  sumamente  ingrata 
y  desapacible. 
CASCARA.  —  Ser  uno  de,  o  de  la,  cas- 
cara amarga. 

Según  la  Academia,  «ser  travieso  y 
valentón».  —  Denota  también  a  la  per- 
sona de  costumbres  o  ideas  demasiado 
libres  o  avanzadas  en  materias  religio- 
sas o  políticas. 
CASCARÓN.  —Aún  no  ha  salido  del  cas- 
carón, y  ya  tiene  espolón,  o  presunción. 
Zahiere  a  los  jóvenes  que  teniendo 
poca  experiencia  de  las  cosas,  quieren 
echárselas  de  hombre. 
No  es  salido  del  cascarón,  y  pía. — V.  Aún 
no  ha  salido  del  cascarón,  y  ya  tiene  es- 
polón, o  presunción. 
CASCARULETA.  —  Hacer  la  cascaru- 
leta. 

Ruido  o  castañeteo  que  se  hace  con 
los  dientes,  dándose  golpes  con  la  mano 
en  la  barbilla. 
CASCO.  —  Después  de  haberme  descalabra- 
do, me  tintáis  el  casco. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  des- 
pués de  haber  causado  un  mal,  quieren 
hipócritamente  repararlo,  para  quedar 
bien  con  el  ofendido. 
Lavar,  o  untar,  el  casco,  o  los  cascos, 

a  uno.  —  V.  Lavarle  a  uno  la  cara. 
Mientras  hay  casco,  hay  caballo.  —  Véa- 
se Mientras  hay  vida,  hay  esperanza. 
Quitarle,  o  raerle,  o  sacarle,  a  uno  del  cas- 
co alguna  cosa. 

Disuadirlo  o  desviarlo  de  algún  pen- 
samiento o  idea  que  se  le  había  fijado. 
Calentarse  uno  los  cascos. 

Discurrir,    inventar,    estudiar    con 
fruición.  —  V.  Quebrarse  uno  la  cabeza. 
Haberlo  de  los  cascos. 

Estar  loco  o  chiflado. 
Levantar  a  uno  de  cascos. 

Seducirlo  con  promesas  y  esperan- 
zas para  que  tome  inconsideradamente 
alguna  resolución  de  mayor  o  menor 
trascendencia. 
Meterle  a  uno  en  los  cascos  alguna  cosa. 
V.  Meterle  a  uno  en  la  cabeza  alguna 
cosa. 


CASERA 


202 


CASTAÑA 


Metérsele  a  uno  en  los  cascos   alguna 
cosa.  —  V.  Metérsele  a  uno  en  la  cabeza 
alguna  cosa. 
Parecerse  los  cascos  a  la  olla,  o  a  la  bo- 
tija. 

Dícese  de  los  que  heredan  y  practi- 
can las  mismas  costumbres  de  sus  pa- 
dres. Por  lo  común  se  usa  en  sentido 
desfavorable. 
Romperle  a  uno  los  cascos. 

Romperle  la  cabeza. 
Romperse  uno  los  cascos. 

Fatigarse  mucho  en  el  estudio  o  pro- 
curando investigar  alguna  cosa. 
Ser  alegre,  o  ligero,  o  barrenado,  de  cas- 
cos. —  V.  Ser  de  cascos  lucios. 
Ser  de  cascos  lucios. 

Dícese  de  la  persona  de  poco  juicio, 
acierto  o  reflexión. 
Ser  uno  duro  de  cascos. 

Ser  testarudo,  obstinado,  terco. 
Tener  cascos  de  calabaza,  o  los  cascos 
a  la  jineta,  o  malos  cascos. 

Tener  poco  juicio,  poca  reflexión. 
CASERA.—  Dimelo  hilando,  casera. 

Admonición  que  se  suele  dirigir,  es- 
pecialmente en  tierra  de  Aragón,  a  la 
persona  que  suspende  frecuentemente 
la  labor  que  trae  entre  manos  para  po- 
nerse a  hablar,  con  el  fin  de  descansar 
en  el  entretanto.  —  Atribuyese  seme- 
jante dicho  a  cierto  cura  aragonés  que 
tenía  una  casera  (ama)  muy  parlanchí- 
na, la  cual,  siempre  que  tomaba  la  pa- 
labra, que  era  a  cada  momento,  cesaba 
de  dar  vueltas  al  huso,  asegurando  que 
no  podía  moverlo  al  mismo  tiempo  que 
la  lengua. 
Estar  una  mujer  muy  casera. 

Estar  en  su  traje  ordinario,  sin  nin- 
gún adorno  ni  compostura.  —  Con  el 
verbo  ser  expresa  la  cualidad  de  orde- 
nada, hacendosa  y  poco  amiga  de  ca- 
bildeos ni  visitas. 
CASILLA.  —  Mi  casilla  y  mi  hogar,  cien 
sueldos  val.  —  V.  Mi  casa  y  mi  hogar, 
cien  doblas,  o  cien  ducados,  o  cien  escu- 
dos, val. 
CASILLAS.  —  Sacar  a  uno  de  sus  casi- 
llas. 

Alterar  su  método  de  vida  corrien- 
te. —  Hacerle  perder  la  paciencia. 
Salir  uno  de  sus  casillas. 

Excederse  del  modo  acostumbrado  o 


conforme  al  genio  o  estado  natural,  obli- 
gado por  alguna  circunstancia  inopina- 
da, y  dominado  especialmente  por  al- 
guna pasión  violenta. 
CASO.  —  Caer  en  mal  caso. 

Incurrir  en  alguna  nota  de  infamia. 
Lo  que  no  viene  al  caso,  al  caso  no  vienta 
Manera  festiva  de  decir  que  es  incon- 
veniente y  ridículo  el  traer  a  colación 
relatos,   pruebas,   ejemplos,    etc.,   que 
nada  tienen  que  ver  con  el  asunto  de 
que  se  está  tratando. 
CASQUETE. —  Burlarse,  o  reírse,  de  uno 
a  casquete  quitado. 

Modo  de  dar  a  entender  que  seme- 
jante acción  se  ha  llevado  a  cabo  hasta 
la  saciedad  y  sin  esconderse  de  la  per- 
sona satirizada. 
CASQUIVANO.  —  Ser  un  casquivano. 
Dícese  de  la  persona  que  es  ligera  de 
cascos,  o  informal. 
CASTA.  —  Con  que  le  guste  a  Casta,  basta. 
Frase  con  que  damos  a  entender  el 
poco  aprecio  que  hacemos  de  la  opi- 
nión del  vulgo,  importándonos  tan  sólo 
la  aquiescencia  de  la  persona  a  quien 
nos  dirigimos. 
De  casta  le  viene  al  galgo  el  ser  rabilargo. 
Por  lo  regular  los  hijos  suelen  imitar 
las  costumbres  de  sus  padres. 
Es  de  la  casta  de  Perotierno,  que  se  des- 
costilla durmiendo. 

Empléase  para  ponderar  lo  vaga  o 
enemiga  del  trabajo  que  es  una  perso- 
na. —  V.  Es  tan  haragán,  que  se  manca 
en  la  caballeriza. 
Más  hay  de  su  casta  que  de  la  mía. 

Expresión  en  que  se  suele  prorrum- 
pir cuando  se  lamenta  una  persona  al 
ver  que  se  va  consumiendo  algún  géne- 
ro, manjar,  etc.,  o  que  se  rompe  o  lle- 
va un  golpe  algún  objeto,  dando  a  en- 
tender lo  fáciles  que  son  de  reponer 
o  remediar  aquellas  desapariciones  o 
faltas. 
Quedarse  para  casta. 

Detenerse  mucho  en  algún  paraje. — 
Tardar  en  volver  de  un  punto. 
Ser  de  casta  de  gatos,  que  tienen  muchas 
almas.  —  V.  Tener  siete  vidas,  como  los 
gatos. 
CASTAÑA.  —  Dar,  o  pegar,  la  castaña 
a  uno. 

Darle  un  chasco;  engañarle. 


CASTAÑO 


—  203  — 


CASTILLO 


De  hurtar  una  castaña  y  otra  castaña, 
se  hace  la  maña,  —  V.  De  la  castaña,  al 
huevo,  etc. 
De  la  castaña,  al  huevo;  del  huevo,  a  la 
gallina;  de  la  gallina,  al  buey;  del  buey,  a 
la  horca. 

Enseña  que  el  hombre  suele  ser  de- 
pravado a  fuerza  de  la  repetición  de 
actos  de  mala  índole,  por  lo  que  para 
que  éstos  no  lleguen  a  constituir  hábi- 
to, se  debe  sofocar  el  vicio  desde  la 
cuna  y  arrancar  el  mal  de  raíz. 
/  Toma  castaña!,  o  /  Toma  para  castañas! 

Expresión  usada  cuando  vemos  que 
a  otro  lo  corrigen  o  castigan  de  mane- 
ra más  o  menos  violenta;  así  como  cuan- 
do somos  nosotros  los  agentes  de  la 
corrección.  Empléase  mucho  cuando 
se  pega  a  los  niños. 
Aunque  me  des  castañas,  no  rne  engañas. 

Manifiesta  que  no  nos  dejamos  con- 
vencer, por  más  que  se  empleen  la  adu- 
lación o  los  mimos  y  ofertas  para  con- 
seguirlo. 
Querer  sacar  las  castañas  del  fuego  con 
la  mano  del  gato.  —  V.  Sacar  uno  el  as- 
cua, o  la  brasa,  con  la  mano  del  gato,  o 
con  mano  ajena. 
Tener  a  uno  más  cansado  que  castañas  en 
Cuaresma. 

Refiérese  a  la  mucha  frecuencia  con 
que  en  Andalucía  se  come  el  potaje 
de  castañas  pilongas  durante  el  tiempo 
cuaresmal.  Dicho  se  está  que  siendo 
tan  repetido  llega  a  causar  hastío. 
CASTAÑO.  —Pasar  una  cosa  de  castaño 
obscuro. 

Dícese  de  todo  aquello  que  por  ex- 
tremadamente abusivo  se  hace  ya  de 
todo  punto  intolerable. 
Pelar  el  castaño. 

En  Venezuela  equivale  a  nuestro  re- 
frán Pojier  pies  en  polvorosa. 
CASTAÑUELAS.— Estar  uno  alegre  como 
unas  castañuelas,  o  Estar  como  unas 
castañuelas. 

Ser  una  persona  muy  alegre,  muy  di- 
vertida, aludiendo  a  ser  éstas  las  con- 
diciones en  que  se  encuentra  el  que  las 
toca. 
No  hay  castañuelas  sin  orejas,  pero  si 
orejas  sin  castañuelas. 

Manifiesta  que  lo  que  para  unas  cosas 
es  indispensable,  no  lo  es  para  otras. 


CASTIGAR.  —  Quien  a  uno  castiga,   a 

ciento  hostiga. 

Recomienda  lo  provechoso  que  es  el 
castigo  de  los  delitos  para  que  escar- 
mienten los  demás  en  cabeza  ajena. 
CASTILLA.  —  ¡Ancha  Castilla! 

Expresión  con  que  se  alienta  uno  a 
sí  mismo  o  anima  a  otros  a  cosas  de 
liberalidad  y  franqueza,  o  a  obrar  libre 
y  desembarazadamente,  sin  guardar 
miramientos  o  sin  reparar  en  riesgos  y 
dificultades. 
Cuando  en  Castilla  llueve,  Cataluña  vende. 

Cataluña,  Bilbao  y  Asturias  tienen, 
efectivamente,  interés  en  que  el  suelo 
castellano  sea  fecundado  conveniente- 
mente, porque  Castilla  es  el  centro 
donde  encuentran  más  consumidores 
los  productos  de  aquellas  regiones. 
En  Castilla,  el  caballo  lleva  la  silla. 

Denota  que  en  el  reino  de  Castilla  el 
hijo  sigue  la  nobleza  de  su  padre,  aun- 
que sea  plebeya  la  madre. 
Quien  de  Castilla  señor  quisiere  ser,  a 
Olmedo  y  Are'valo  de  su  parte  ha  de  tener. 

Refrán  muy  usado  en  tiempos  de  don 
Juan  II  y  Enrique  IV,  con  el  cual  se 
aludía  a  la  gran  importancia  de  estas 
dos  poblaciones,  a  causa  de  su  situa- 
ción estratégica,  y  a  la  que  debieron 
sus  poseedores  la  influencia  que  ejer- 
cieron en  las  contiendas  civiles  de 
aquella  época. 
CASTILLO.  —  Castillo  apercibido  no  es 
combatido,  o  sorprendido,  o  decebido. 

Recomienda  la  vigilancia  y  precau- 
ción que  se  debe  tener  para  no  ser  en- 
gañado o  sorprendido. 
Es  como  el  castillo  de  Chichurumbé,  que 
mientras  más  se  mira,  menos  se  ve. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  cuanto 
más  se  estudia,  analiza  o  considera,  se 
comprende  menos.  — Alude  a  las  pala- 
bras susodichas,  de  que  se  valen  los 
charlatanes  cuando  enseñan  el  titiri- 
mundi para  excitar  más  la  admiración 
de  los  incautos. 
Ser  como  un  castillo. 

Dícese  de  las  personas  que  son  altas, 
fuertes  y  recias. 
Castillos  7nuy  altos  vienen  al  suelo  de  un 
solo  soplo. 

Expresión  usada  para  abatir  el  orgu- 
llo de  los  que  se  creen  omnipotentes. 


CASTO 


204  — 


CATEDRAL 


Hacer,  o  levantar,  castillos,  o  un  cas- 
tillo, de  naipes,  o  en  el  aire,  o  en  la 
arena. 

Forjarse  ilusiones,  cuyo  desengaño  se 
toca  tarde  o  temprano. 
CASTO.  —  Ya  que  no  seas  casto,  sé  cauto. 

Recomienda  que,  ya  que  se  cometa 
algún  pecado,  se  procure  evitar  la  pu- 
blicidad, para  que  no  sirva  a  otros  de 
piedra  de  escándalo. 
CASTRO.  —  ¡A  Castro,  o  al  cielo! 

Dicho  de  los  marineros  en  elogio  de 
Castro-Urdiales,  como  puerto  de  segu- 
ridad en  tiempo  borrascoso. 
CASUALIDAD.  —  Hay  casualidades 
que  parecen  providencias. 

Ocurre  a  veces  fortuitamente  algo 
que  nos  beneficia,  y  que  no  parece  sino 
que  se  debe  a  intervención  divina. 
Ser,  o  volverse,  uno,  o  una  cosa,  todo  ca- 
sualidades. 

Abundar  en  cualidades  poco  o  nada 
recomendables,  aun  cuando  no  se  quie- 
ra reconocer  así  por  quien  tiene  inte- 
rés en  ocultarlo.  —  Cuéntase  de  cierto 
estudiante  a  quien  un  amigo  suyo  le 
hizo  observar  que  llevaba  pegado  a  la 
capa  un  piojo,  que,  después  de  alejar 
de  sí  el  maldito  parásito,  respondió  con 
la  mayor  sencillez:  «Será  una  casuali- 
dad.» A  poco  rato  volvió  a  ver  el  ob- 
servador dos  nuevos  individuos  de  la 
misma  especie  situados  en  dicha  pren- 
da, por  lo  cual  llamó  otra  vez  la  aten- 
ción de  su  amigo;  mas  como  quiera 
que  éste  le  contestara  en  los  propios 
términos  que  antes,  no  pudo  por  me- 
nos de  responderle  el  observador:  «¿Sa- 
bes, chico,  que  estoy  viendo  que  tu 
capa  está  llena  de  casualidades.» 
CATACALDOS.  —  Ser  un  catacaldos. 

Persona  que  emprende  muchos  ne- 
gocios sin  fijarse  en  ninguno. 
CATALÁN.  —  Catalán,  gallego  y  burro 
negro,  para  molerlos. 

Indica  que  ninguno  de  ellos  es  reco- 
mendable.— El  inventor  del  refrán  ten- 
dría sus  razones  para  decirlo  así;  por 
nuestra  parte,  no  lo  subscribiríamos  de 
modo  t  n  absoluto. 
El  catalán,  si  no  la  ha  hecho,  la  hará. 

Manifiesta  la  poca  confianza  que  se 
debe  tener  en  los  habitantes  del  anti- 
guo principado. 


El  catalán  tiene  las  cualidades  del  cuer- 
no :  largo,  duro  y  retorcido. 

Es  decir,  perspicaz,  inquebrantable 
en  sus  designios  y  astuto. 
Los  catalanes,  de  los  cantos  hacen  panes, 
o  de  las  piedras  sacan  panes. 

Denota  lo  industriosos  y  vividores 
que  son  los  naturales  de  Cataluña. 
No  hacer  alguna  cosa  ni  por  los  cata- 
lanes. 

Expresión  con  que  manifiesta  uno  la 
imposibilidad  de  lograr  alguna  cosa. 
CATALINA.  —  Catalina,  no  me  olvides, 
pues  te  traje  borceguíes. 

Alude  a  los  que  echan  en  cara  los 
beneficios  que  prestan,  por  insignifi- 
cantes que  sean,  cuando  quieren  obte- 
ner algo. 
Para  que  chupes,  Catalina  de  mis  ojos. 
Modo  de  dar  a  entender  a  uno  que 
se  tiene  bien  merecida  la  suerte,  ya 
próspera,  ya  adversa,  que  experimenta. 
CATANA.  —  /  Ya  parió  Catana!  Algunos 
añaden :  (Y parid  hembra.) 

Se  da  a  entender  la  realización  de 
una  cosa  muy  deseada  o  cacareada,  ya 
sea  favorable  o  desfavorable,  dado  que 
en  todo  caso  sale  el  interesado  de  la 
zozobra  en  que  se  encontraba. 
CATAPLASMA.  —  Ser  una  persona  una 
cataplasma. 

Ser  sumamente  pegajosa,  pesada  y 
molesta;  ser  un  pelmazo. 
CATARATAS.  —  Tener  uno  cataratas. 
No  entender  o  no  conocer  bien  las 
cosas,  por  ignorancia  o  por  pasión. 
CATARRO.  —  Al  catarro,  con  el  jarro,  o 
darle  con  el  jarro. 

Recomienda,  como  medicina  eficaz 
para   que   desaparezca   el   constipado, 
beber  una  buena  cantidad  de  vino  que 
ayude  a  la  transpiración. 
CATAVINOS.  —  Ser  un  catavinos. 

Ser  un  bribón,  sin  oficio  ni  beneficio, 
que  anda  de  taberna  en  taberna. 
CÁTEDRA.  —  Pasear  uno  la  cátedra. 

Asistir  a  ella  cuando  no  acuden  los 
discípulos. 
Poder  poner  uno  cátedra  de  alguna  cosa. 
Poseer  con  maestría  y  perfección  una 
ciencia,  arte  o  habilidad. 
CATEDRAL.  —  La  catedral  de  Toledo  es 
una  alhaja,  y  la  de  Sevilla  es  su  caja. 
Refiérese  a  ser  ambas  dos  obras  maes- 


CATEDRÁTICO 


205  — 


CAUSA 


tras  de  Arquitectura;  pero  la  segunda 
inmensamente  mayor  que  la  primera. 
Ser  alguna  cosa  la  obra  de  la  catedral. 

Tardar  mucho  tiempo  en  llevarla  a 
cabo.  —  Suele  usarse  dicha  expresión 
con  más  frecuencia  en  Cádiz,  con  alu- 
sión a  la  fábrica  de  su  iglesia  matriz,  co- 
menzada en  el  año  1722  y  estrenada  en 
el  1838. 
CATEDRÁTICO.  —  Hablar  como  un  ca- 
tedrático. 

Hablar  bien  en  tono  doctoral.  —  Esta 
frase  se  oye  más  en  boca  del  pueblo, 
donde  la  palabra  catedrático  es  sinóni- 
ma de  sabio. 
CATITE.  —  Dar  catite. 

Darle  a  uno  algún  disgusto,  o  darle 
una  azotaina. —  Úsase  más  comúnmente 
en  la  fórmula  ;  Toma  catite! 
CATÓLICO.  —  No  estar  uno  muy  católi- 
co, o  muy  católica  una  cosa. 

No  estar  sano,  bueno,  perfecto. —  Ha- 
llarse en  malas  condiciones  o  estar  mal 
hecha  una  cosa. 
Querer  ser  más  católico  que  el  Papa. 

Dícese  de  aquellas  personas  exage- 
radas que  pretenden  hacer  las  cosas 
aún  mejor  que  lo  que  se  exige.  —  La 
palabra  católico  suele  substituirse  más 
comúnmente  por  papista.  —  V.  Ser  más 
papista  que  el  Papa. 
CATÓN.  —  Es  un  Catón. 

Aplícase  al  hombre  sabio,  grave,  pen- 
sador, o  que  afecta  serlo,  con  alusión 
al  romano  Marco  Porcio  Catón,  célebre 
por  sus  máximas  y  la  austeridad  de  sus 
costumbres,  así  como  por  su  valor  y  por 
sus  escritos. 
CAUDAL.—  A  chico  caudal,  mala  ganancia. 

Enseña  cómo  con  escasos  elementos 
no  se  puede  obtener  gran  resultado  de 
aquello  que  se  ha  emprendido. 
El  caudal,  o  la  hacienda,  de  tu  enemigo, 
en  dinero  lo,  o  la,  veas,  o  en  difiero  o  en 
vino. 

Semejante  imprecación  denota  lo  an- 
tiguo de  esta  frase,  dado  que  de  algu- 
nos años  a  esta  parte  han  variado  nota- 
blemente las  circunstancias,  en  el  mero 
hecho  de  reputarse  el  dinero  como  una 
mercancía  cualquiera,  así  como  de  ha- 
ber servido  de  base  la  industria  viní- 
cola para  la  erección  de  capitales  ver- 
daderamente fabulosos.  De  todos  mo- 


dos, la  significación  antigua  del  refrán 
puede  tener  aplicación  hoy  en  día,  pues 
se  refiere  al  individuo  que  viviendo 
sólo  de  su  capital,  sin  tener  renta  algu- 
na, lo  va  gastando  continuamente,  ex- 
poniéndose a  que  llegue  el  día  en  que 
consuma  la  última  moneda. 

Hacer  caudal  de  una  cosa. 

Hacer  caso  o  aprecio  de  ella.  —  «Y  si 
en  los  signos  que  tienen  tres  voces  in- 
terviene esta  mutanza  o  movimiento, 
no  se  ha  de  hacer  caudal  de  la  voz  de 
bemol  en  este  caso. >  (Tapia,  Vergel, 
lxviij.) 

Mal  haya  el  caudal  que  da  continuo  afán. 

Indica  lo  poco  codiciables  que  son 

aquellos   capitales   cuya   conservación 

acarrea  más  disgustos  que  ellos  valen 

en  sí. 

Perder  el  caudal  y  las  hormas. 

Quedarse  absolutamente  sin  nada. 

Redondear  el  caudal. 

Desempeñarlo,  librarlo  de  graváme- 
nes, sanearlo.  —  Llegar  a  reunirlo  hasta 
donde  se  deseaba  o  hasta  no  necesi- 
tar más. 

Un  aumento  de  caudal  nunca  viene  mal. 
Dícese  de  los  que,  teniendo  un  buen 
capital,  lo  ven  aumentado  por  algo  im- 
previsto, tal  como  una  herencia,  lote- 
ría, negocio,  etc.  Suele  emplearse  en 
sentido  irónico. 
CAUSA.  —  Mala  es  la  causa  cuando  nece- 
sita de  misericordia. 

Cuando  al  pedir  algo  se  hace  solici- 
tando gracia  y  no  justicia,  es  que  no  se 
cree  tener  derecho  en  lo  que  se  pide. 

Ni  fies,  ni  confies,  ni  prestes  sin  causa,  ni 
des,  y  te  saldrá  la  cuenta  al  fin  del  mes. 
Recomienda  la  parquedad  en  conce- 
der graciosamente  y  sin  garantía,  a  fin 
de  no  quedarse  sin  lo  dado. 

No  hay  causa  tan  desvalida  que  no  tenga 
quien  la  defienda. 

Todas  las  cosas,  según  el  prisma  al 
través  del  cual  se  miran,  son  legales  o 
ilegales  ;  de  aquí  que  no  les  falten  de- 
fensores. 

Quitada  la  causa  cesa  el  efecto. 

Principio  científico  tan  axiomático 
que  no  necesita  de  explicación;  pues 
no  existiendo  efecto  sin  algo  que  lo 
produzca,  si  se  suprime  el  agente,  des- 
aparecerá el  acto. 


CAUTA 


—  206 


CAZA 


Quita  la  cansa  y  quito  el  pecado. 

Cuando  no  existe  materia  para  delin- 
quir, tampoco  puede  existir  la  delin- 
cuencia. —  V.  Quitada  la  causa  cesa  el 
efecto. 
Ser  causa  perdida  alguna  cosa. 

Xo  haber  remedio  para  ella;  no  ha- 
llársele desenlace  o  resolución  favora- 
ble. —  Algunas  veces  se  aplica  también 
a  las  personas  incorregibles. 
Si  sabes  la  causa,  deja  la  falta. 

Expresa  lo  fácil  que  es  corregirse  de 
un  vicio  cuando  no  se  ignora  de  qué 
proviene. 
De  distintas  causas,  d istmios  efectos, 
o  Distintas  causas  producen  distintos 
efectos. 

Cuando  los  agentes  que  producen 
una  resultante  no  son  los  mismos,  no 
es  extraño  que  los  resultados  tampoco 
lo  sean. 
CAUTA. — La  más  cauta  es  tenida  por  más 
casta. 

No  basta  que  sea  buena  una  persona, 
sino  que  sepa  todo  el  mundo  que  lo  es, 
lo  cual  se  logra  aparentándolo.  Y  a  ve- 
ces ocurre  que  se  aparenta  lo  que  no 
es,  pero  como  el  mundo  cree  lo  que 
ve,  juzga  en  falso. 
CAUTELA.  —  Obrar  con  cautela. 

Hacerlo   de    una    manera   solapada, 
con  cuidado,  previniendo  los  males  que 
puedan  resultar. 
Una  cautela  con  otra  se  quiebra. — Véa- 
se A  un  picaro,  otro  mayor. 
A  cautelas,  cautelas  mayores.— V.  A  un 
pícaro,  otro  mayor. 
CAVA.  —  Cava,  labor  y  barbecho,  en  mayo 
esté  hecho. 

Indica  que  estas  operaciones  de  la- 
branza deben  verificarse  antes  del  mes 
indicado  para  que  la  tierra  produzca  lo 
que  de  ella  se  desea. 
CAVADOR.  — .1  cavador,  Perucho,  si  le 
dieres  algo,  no  sea  mucho. 

Para  que  no  se  vaya  con  ello,  si  es 
adelantado  lo  que  se  le  da. 
Tener  de  cavador  las  manos. 

Dícese  de  aquella  persona  que  las 
tiene  toscas  o  callosas,  como  propias 
de  todo  oficio  rudo. 
CAVILAR.  —  Más  mató  el  cavilar,  que 
ayunar  o  trasnochar. 

Los  quebraderos   de   cabeza    hacen 


más  daño,  como  morales  que  son,  que 
los  trabajos  corporales. 
CAZA.  —  Alborotar  la  caza. 

Dar  motivo  para  que  haya   alguna 
disputa  o  pendencia. 
Andar,  o  ir,  a  caza  de  gangas. 

Procurar  proporcionarse  utilidades 
y  ventajas  a  poca  costa  y  sin  ningún 
trabajo.  — Empeñarse  en  conseguir  una 
cosa  de  difícil  logro,  aun  a  riesgo  de 
salir  burlado. 
Andar  a  caza  de  una  cosa. 

Buscarla,  solicitarla. 
Caza,  guerra  y  amores,  por  un  placer  mil 
dolores. 

Pone  de  manifiesto  cómo  en  el  mun- 
do hay  satisfacciones  que  no  compen- 
san  en  modo  alguno  las  penalidades 
que  se  pasan  antes  para  alcanzarlas. 
Dar  caza  a  una  persona  o  a  una  cosa. 
Perseguir  a  una  persona  con  objeto 
de  alcanzarla  y  prenderla  o  matarla. — 
Procurar  con  afán  llegar  a  comprender 
o  conseguir  alguna  cosa. 
Espantar  la  caza. 

Precipitar  o  perder  un  negocio  por 
anticiparse  importunamente  en  poner 
los  medios  para  su  consecución. 
Habla  en  la  caza  v  cómprala  en  la  plaza. 
Demuestra    que   tiene   mucha   más 
cuenta  adquirir  ésta  en  poblado  que  ir 
a  buscarla  al  campo. 
La  caza  es  una  imagen  de  la  guerra. 

Porque  tanto  la  una  como  la  otra  es- 
tán sujetas  a  planes,  asechanzas  y  em- 
boscadas, la  primera  contra  los  anima- 
les, particularmente  la  que  se  llama 
caza  mayor  o  de  montería,  y  la  segun- 
da contra  nuestros  semejantes. 
Levantar  la  caza. 

Descubrir  algo  que  convenía  que  es- 
tuviera oculto. 
Mata  ¿a  caza  el  porfiado,  no  el  cazador 
cansado.  —  V.  Porfía  mata  la  caza,  o 
Porfía  mata  venado,  no  cazador  cansado. 
No  hay  caza  mejor  que  de  perros  viejos. 
Demuestra  que  ciertos  asuntos  no  se 
deben  confiar  a  toda  clase  de  personas, 
sino  a  las  que  son  muy  duchas  y  prác- 
ticas, como  garantía  del  buen  éxito. 
Quien  en  caza,  o  en  guerra,  o  en  amores, 
se  mete,  no  siempre  sale  cuando  quiere. — 
V.  Caza,  guerra  y  amores,  por  un  placer 
mil  dolores. 


CAZADOR 


—  207  — 


CE 


Seguir  la  caza.  — V.  Seguir  la  liebre. 
Uno  levanta  la  caza  y  oiro  la  mata,  o  la 
prende. 

Los  afortunados,  por  casualidad  y  sin 
trabajo   por   lo    general,  consiguen  el 
fruto  de  los  desvelos  y  fatigas  de  otro. 
CAZADOR.— Al  cazador,  leña;  y  al  leña- 
dor, caza. 

Modo  de  poner  en  evidencia  los  ca- 
prichos de  la  fortuna,  pues  a  veces  le 
salen  al  paso  a  una  persona  ocasiones 
inútiles  para  ella,  que  a  otra  le  serían 
favorables,  y  viceversa. 
Al  mejor  cazador  se  le  escapa  la  liebre.  — 
V.  El  mejor  escribano  echa  un  borrón. 
Cazador  con  liga,  pescador  de  caña  y  ha- 
cedor de  sal,  a  morir  al  hospital. 

Da  a  entender  que  con  dichos  oficios 
no  es  fácil  salir  de  pobre. 
Cazador,  nuevo;  perro,  cojo,  y  hurón,  viejo. 
Manifiesta  que  el  primero  debe  ser 
joven,  así  como  los  otros  dos,  ya  expe- 
rimentados. 
El  buen  cazador  de  señuelo,  a  la  garza,  y 
los  podencos,  al  halcón. 

Indica  que,  según  la  edad,  así  debe 
uno  dirigirse  a  la  que  más  le  corres- 
ponde. 
El  cazador,  mozo,  y  el  perro,  cojo.— Véa- 
se Cazador,  nuevo;  perro,  cojo,  y  hurón, 
viejo. 
¡Hola!,  cazador...  ¿y  con  pistola? 

Modo  de  mofarse  y  no  dar  crédito  a 
la  proposición  que  se  acaba  de  escu- 
char, por  lo  absurda  y  majadera  que  es. 
¡Mal  haya  el  cazador  loco  que  gasta  su 
vida  tras  un  pájaro  por  tomar  otro! 

Contra  los  ociosos  que,  con  pretex- 
to de  utilidad  y  provecho,  tratan  de 
encubrir  el  mal  empleo  que  hacen  del 
tiempo. 
Ser  un  cazador. 

Dícese  de  la  persona  que  gana  a  otra, 
trayéndola  a  su  partido. 
Tal  deja  el  cazador  la  casa,  como  la  caza 
la  cama. 

Va  contra  los  sumamente  aficionados 
a  este  ejercicio,  que  suelen  tener  aban- 
donadas sus  casas  y  faltas  de  lo  nece- 
sario para  vivir  decentemente. 
Es  propio  de  cazadores,  después  de  la 
caza  muerta,  poner  la  piel  a  la  puerta. 

Habiendo  labrado  una  casa  ostento- 
sa  cierto  rico  improvisado  y  a  quien  se 


reputaba  por  de  raza  de  judíos,  y  pues- 
to en  la  portada  una  cruz  de  jaspe,  es- 
cribió por  bajo  de  ésta  un  satírico  el 
pasquín  preinserto,  el  cual  se  aplicó 
proverbialmente,  andando  el  tiempo,  a 
los  que,  después  de  haber  cometido 
multitudes  de  excesos,  desafueros  y 
tropelías,  se  acogen  a  mejor  vida. 
CAZAR. —  Cácete,  pesquete,  nunca  buen 
cásete. 

El  muy  aficionado  a  andar  cazando  o 
pescando  tiene  su  casa  completamen- 
te abandonada,  por  lo  poco  que  mora 
en  ella. 
Cazar  a  uno. 

Prenderlo,  cautivarle  la  voluntad  con 
halagos  o  engaños. 
Muchas  veces,  do  cazar  pensamos,  cazados 
quedamos.  —  V.  Ir  por  lana  y  volver  tras- 
quilado. 
Si  cazares,  no  te  alabes;  si  no  cazares, 
no  te  enfades. 

Recomienda  la  serenidad  de  ánimo 
con  que  se  deben  tomar  los  sucesos, 
tanto  prósperos  como  adversos. 
Vos  cazáis,  y  otro  vos  caza;  más  valiera 
estaros  en  casa. 

Reprende  a  los  que  por  atender  a 
sus  gustos  abandonan  sus  obligaciones. 
CAZOLERO.—  Ser  un  cazolero. 

Ser  un   cocinica,    un   cominero,   un 
hombre  afeminado.  Es  frase  de  gran 
uso  en  Andalucía. 
CAZONAL.  —  Meterse  en  un  cazonal. 

Entrar  en  un  negocio  o  empeño  muy 
arduo  y  sin  salida. 
CAZUELA.  —  Parece  que  ha  comido  en  ca- 
zuela. 
Se  dice  del  que  habla  mucho. 
CAZURRO.  —  Hacerse  el  cazurro. 

Hacerse  el  tonto.  —  Fingir  que  no  se 
entiende  lo  que  no  le  conviene  o  no  le 
gusta  a  uno. 
Ser  un  cazurro. 

Persona  de  pocas  palabras;  muy  me- 
tido en  sí. 
CE.  —  Ce  por  be,  o  Ce  por  ce. 

Poner  una  cosa  por  otra;  falsear  los 
hechos.  —  Narrar  o  contar  una  cosa  con 
todos  sus  detalles,  sin  omitir  nada. 
Por  ce,  o  por  be. 

¿Será  la  etimología  por  caro,  o  por 
barato?  —  V.  Por  hache  o  por  erre,  o 
Por  fas  o  por  nefas. 


CEBADA 


—  208 


CEDAZO 


Las  cuatro  ees  de  los  viejos:  cursos,  calen- 
tura, caída  o  casamiento. 

Tales  son  las  causas  que  especial- 
mente precipitan  su  muerte,  y  que  son, 
atendiendo  a  la  edad,  de  facilísima  y, 
por  tanto,  inútil  explicación.  —  V.  Las 
tres  ces  de  los  viejos. 
Las  tres  ces  de  los  viejos. 

Las  personas  de  edad  avanzada  están 
más  expuestas  que  las  demás  a  morir 
víctimas  de  una  de  estas  tres  circuns- 
tancias; a  saber :  de  caída,  de  cólico  o  de 
cursos. 
CEBADA.  —  De  atrás  viene  la  cebada. 

Manera  de  expresar  que  lo  que  suce- 
de no  es  del  momento,  sino  que  tiene 
su  origen  o  es  consecuencia  de  algo 
antiguo. 
Desear  una  cosa  tanto  como  la  cebada 
una  muía  de  alquiler. 

Dícese  así  porque  las  caballerías  de 
alquiler  son  regularmente  mal  tratadas 
por  sus  dueños,  y  se  hallan  casi  siem- 
pre hambrientas. 
No  es  cebada,  que  se  descabeza.  —  V.  No 

es  puñalada  de  picaro. 
La  cebada  en  lodo  y  el  trigo  en  polvo. 

Indica  el  tiempo,  ya  húmedo,  ya  seco, 
en  que  respectivamente  debe  hacerse 
la  siembra  de  estos  dos  cereales. 
No  hay  cebada  para  tantos  asnos. 

Expresión  burlesca  y  familiar  que  se 
emplea  cuando  se  presentan  a  comer 
impensadamente  en  una  casa  muchas 
personas.  —  Empléase  también  cuando 
se  han  concedido  honores,  cargos,  cá- 
tedras, etc.,  entre  muchos,  y  quedan 
aún  algunos  descontentos  por  no  haber- 
les cabido  igual  suerte. 
CEBO.  — Dondequiera  que  hay  cebo  no  de- 
jan de  venir  los  buitres. 

Da  a  entender  que  al  que  tiene  algo 
que  dar,  nunca  le  falta  compañía. 
El  cebo  es  el  que  engaña,  que  no  el  pesca- 
dor ni  la  caña. 

Indica  que  la  mayor  parte  de  las  ve- 
ces son  disculpables  los  engañadores, 
pues  a  los  engañados  les  cabe  aún  más 
culpa  que  a  aquéllos,  toda  vez  que  el 
afán  de  conseguir  lo  que  se  les  ofrece 
les  hace  caer  incautamente  en  el  lazo 
que  se  les  tiende.  Díganlo,  si  no,  el  timo 
del  portugués,  el  del  entierro,  el  de  las 
limosnas,  etc. 


Haya  cebo  en  el  palomar,  que  palomas  n<r 
faltarán. 

Demuestra  que  el  número  de  incau- 
tos es  infinito,  siempre  que  haya  algo 
que  les  atraiga. 
Morder  el  cebo. 

Dejarse  engañar. 
Ser  como  el  cebo  en  el  anzuelo. 

Dícese  de  todo  aquello  que  reviste 
un  exterior  halagüeño  para  más  fácil- 
mente engañar  al  incauto. 
CEBOLLA.  — Atascar,  o  morder,  o  tragar, 
cebolla. 

Sufrir  disgustos  de  consideración,  de- 
vorándolos interiormente  o  no  pudien- 
do  ponerles  remedio. 
CEBOLLDÍO.  —  Arráncate,  cebollino* — 
V.  Arráncate,  nabo. 
Mandar  a  uno  a  escardar  cebollinos. 
Mandarlo  enhoramala;  despedirlo  de 
mala  manera. 
Trasponer  el  cebollino. 

Trasladar  a  paraje  seguro  lo  que  se 
ha  hurtado. 
CEBÓN.  —  Estar  liecho  un  cebón. 

Dícese  de  la  persona  muy  gruesa  y 
abultada,  con  referencia  al  cerdo,  que 
se  cría  con  todo  regalo  para  que  esté 
más  gordo. 
Hurtar  el  cebón,  o  el  puerco,  y  dar  los 
pies  por  Dios. 

Dícese  de  los  que  creen  ser  absuel- 
tos  del  pecado  del  robo  porque  entre- 
guen como  limosna  parte  de  lo  robado. 
CEBRA.  —  Correr  como   una  cebra.  — 

V.  Correr  como  un  gamo. 
CECA.  —  Andar  de  Ceca  en  Meca,  o  de  la 
Ceca  a  la  Meca. 
De  una  parte  a  otra;  de  aquí  para  allá. 
CECINA.  —  Estar  como  cecina. 

Aplícase  a  la  persona  o  cosa  que  se 
halla  sumamente  enjuta. 
CEDACICO. —  Cedacico,  o  cedacito,  nue- 
vo, tres  días  en  estaca. 

Muchas  veces  se  aprecian  y  cuidan 
algunas  cosas  más  por  su  novedad  que 
por  su  verdadero  valor.  —  También  se 
aplica  a  lo  poco  que  suele  durar  el  en- 
tusiasmo con  que  algunas  personas  em- 
piezan a  servir  sus  nuevos  destinos. 
CEDAZO.  —  Más  quiero  pedir  a  mi  ceda- 
zo u?i  pan  apretado,  que  a  mi  vecina 
prestado. 

Es  preferible  pasar  algunas  privacio- 


CEDO 


—  209  — 


CELOS 


nes,  a  tener  que  andar  buscando  pres- 
tado. —  Apretado  significa  pequeño  o  re- 
ducido . 
CEDO.  —  Si  quieres  cedo  engordar,  come 
con  hambre  y  bebe  con  vagar. 

Comer  sin  apetito  y  beber  sin  sed 
es  un  verdadero  vicio  que,  lejos  de 
ser  provechoso  a  la  salud,  produce  en 
no  pocos  casos  enfermedades  y  moles- 
tias. 
CÉDULA.  —  Dar  cédula  de  vida. 

Se  dice  de  aquellos  que  se  precian 
de  valentones  y  guapos,   que  parece 
que  hacen  gracia  en  no  quitar  la  vida 
a  nadie. 
lener  cédula  de  vida. 

Aplícase  a  los  niños  recién  nacidos, 
cuando  se  les  ve  bien  conformados  y 
con  fuerzas  para  vivir. 
CEGAR.  —  Antes  ciegues  que  tal  veas. 

Conminación  empleada  contra  aque- 
lla persona  que  augura  o  predice  algo 
que  no  nos  agrada  o  no  nos  conviene. 
Cegar  y  no  ver. 

Redundancia  con  que  se  demuestra 
el  enfado  o  coraje  súbito  de  que  se  ve 
poseída  una  persona  por  un  acto  cual- 
quiera.  Es    propiamente    un    andalu- 
cismo. 
CEJA.  —  Darle  a  uno  entre  ceja  y  ceja. 
Decirle  en  su  cara  alguna  cosa  que  le 
sea  sensible. 
Llevar  uno  entre  ceja  y  ceja  alguna  cosa. 

Recibir  algún  disgusto  o  molestia. 
Metérsele,  o  ponérsele,  o  tener,  a  uno  o  a  al- 
guna cosa  entre  ceja  y  ceja. 

Fijarse  en  un  pensamiento  o  propó- 
sito de  una  manera  insistente. 
Mirar  entre  ceja_y  ceja. 

Fijar  la  vista  en  una  persona  para  ver 
si,  al  sonrojarse,  demuestra  que  no  es 
verdad  lo  que  nos  dice. 
Arquear,  o  enarcar,  las  cejas. 

Levantarlas,    poniéndolas   en  figura 
de  arco,  en  señal  de  admiración  o  mues- 
tra de  disgusto. 
Quemarse  uno  las  cejas. 

Estudiar  mucho;  trabajar  exagerada- 
mente estudiando,  particularmente  de 
noche. 
Tener  a  uno  entre  cejas,  o  entre  ceja  y 
ceja. 

Mirarle  con  prevención  desfavora- 
ble. 


CELADA.  —  A  celada  de  bellacos,  me- 
jor es  el  hombre  por  los  pies  que  por  las 
manos. 

Recomienda  que  se  huya  de  pleitos 
y  de  contiendas,  mayormente  si  se  trata 
de  gente  bellaca  y  ruin. 
A  quien  has  descubierto  tu  celada,  de  ése 
te  guarda. 

Como  el  guardar  un  secreto  no  es 
virtud  de  todos,  debe  desconfiarse  de 
aquellos  que  saben  nuestras  faltas,  pues 
pueden  descubrirlas,  pensada  o  impen- 
sadamente. 
Caer  en  la  celada.  —  V.  Caer,  o  picar,  en 

el  ANZUELO. 

CELAJE.  —  Agarrarse  de  un  celaje. 

Expresión  marítima  que  se  usa  para 
expresar  que  alguno  es  diestro  y  avi- 
sado, que  echa  mano  a  cualquier  recur- 
so y  sabe  aprovecharlo. 
Mascar,  o  comer,  celajes. 

Se   emplea   entre  la    gente  de  mar 
para  dar  a  entender  que  no  hay  qué 
comer. 
CELEMÍN.  —  Caber  bajo  un  celemín. 

Dícese  cuando  se  ve  una  reunión  de 
niños,  generalmente  hermanos,  que  son 
pequeños  y  de  muy  corta  edad. 
Más  vale  celemín  de  neguilla  que  fanega 
de  trigo. 

Aconseja  que  para  esquivar  los  efec- 
tos de  la  culpa,  en  ocasiones  conviene 
más  negar  que  confesar. —  Se  juega  del 
vocablo  neguilla  por  negar. 
No  es  mucho  errar  a  un  celemín  tres 
cuartillos. 

Expresión  irónica  por  la  que  se  sati- 
riza a  una  persona  que,  pretendiendo 
acertar  una  cosa,  se  ha  separado  no 
poco  de  la  verdad. 
CELESTE.  —  Quedarse  mirando  al  ce- 
leste. 

Al  cielo.  —  Perderlo  todo;  quedarse 
sin  nada.  —  V.   Quedarse  a  la  luna  de 
Valencia. 
CELESTIAL.  —  Ser  celestial. 

Ser  un  bobo,  un  candido,  tonto  o 
inepto. 
CELOS.  —  Aquel  que  celos  no  tiene,  no  tie- 
ne amor  verdadero. 

Cuando  se  quiere  a  una  persona  nos 
parece  que  nos  van  a  robar  su  cariño; 
la  mayor  parte  de  las  veces  los  dedos  se 
nos  antojan  huéspedes. 


CELOSÍA 


CENICIENTA 


Los  celos  son  hijos  del  amor.  —  V.  Aquel 

que  celos  no  tiene,  etc. 
Nunca  hay  celos  sino  donde  hay  amor.  — 

V.  Nunca  amor  se  engendró  sin  celos. 
Pican  más  los  celos  que  las  pulgas. 

Comparación  popular,  y  por  lo  tan- 
to bien  pintoresca,  empleada  para  de- 
mostrar el  efecto  que  produce  esa  pi- 
cara enfermedad. 
Quien  celos  tiene,  al  sol  se  parece. 

Porque  el  sol  levanta  vapores  que 
suelen  obscurecerlo,  así  como  los  celos 
obscurecen  el  amor  con  las  sospechas. 
CELOSÍA.  —  Ver  como  por  celosía. 

Entrever  las  cosas;  no  verlas  muy 
claras  o  no  comprenderlas  bien. 
CELOSILLO.  —  Celosillo  es  mi  marido, 
y  yo  me  rio;  pues  cuando  él  va,  yo  ya  he 
venido. 

Moteja  de  lista  y  suspicaz  a  una  per- 
sona, pues  se  adelanta  a  los  pensamien- 
tos de  otra. 
CELOSO.  —  Ser  celoso. 

Tener  cosquillas. 
CENA.  —  Acue'state  sin  cena^  amanecerás 
sin  deuda. 

Aconseja  que  antes  que  contraer  deu- 
das se  pasen  algunas  privaciones. 
Más  mató  la  cena  que  sanó  Avicena. 

Previene  que  el  cenar  con  exceso 
es,  por  lo  regular,  causa  de  gran  perjui- 
cio para  la  salud,  y  a  veces  hasta  un 
atentado  contra  la  vida. 
Más  vale  un  no  cena  que  cien  Avicenas.  — 
V.  Más  mató  la  cena  que  sanó  Avicena. 
Por  tiiucha  cena,  nunca  noche  buena. 

Expresa  que  la  abundancia  en  el  ali- 
mento es  contraria  a  la  salud,  siendo 
preferible  que  aquél  no  sea  exagerado, 
con  tal  que  sea  sano  y  de  fácil  diges- 
tión. 
Quien  se  echa  sin  cena,  toda  la  noche  de- 
vanea. 

La  debilidad  en  el  estómago  por  cau- 
sa de  la  falta  de  alimento  produce  en 
el  sueño  vahídos  y  pesadillas. 
Cenas,  soles  y  penas  matan  al  hombre. 
El  abuso  en  la  alimentación,  particu- 
larmente de  noche,  así  como  las  inso- 
laciones y  los  disgustos,  acaban  con  la 
vida  humana. 
De  cenas  y  penas  están  las  sepulturas  lle- 
nas. —  V.  Cenas,  soles  y  penas  matan  al 
hombre. 


CENAAOSCURAS.  —  Ser  un  cenaaos- 
curas. 

Persona  encogida  que  por  su  carác- 
ter huye  del  trato  de  las  gentes.  —  El 
miserable  que  se  priva  de  las  comodi- 
dades regulares. 
CENAGAL.  —  Meterse  en  un  cenagal. 

En  un  negocio  de  difícil  salida;  en  un 
atolladero,  en  un  atascadero. 
CENAR.  —  Al  que  has  de  dar  de  cenar,  no- 
te quites  el  merendar. 

Porque  mientras  menos  ganas  tenga, 
menos  gasto  ocasiona. 
A  quien  te  quiere  cenar,  cómetelo. 

Enseña  que  es  conveniente  adelan- 
tarse a  aquel  que  nos  quiere  hacer  al- 
gún daño,  haciéndoselo  primero.  No 
es  un  consejo  muy  evangélico,  cierta- 
mente, pero  es  muy  humano. 
Si  lo  cena,  no  lo  almuerza. 

Recomienda  la  virtud  del  ahorro  y 

de  la  conservación,  no  derrochando  las 

cosas,   especialmente   cuando   no  hay 

abundancia  o  sobra  de  ellas. 

CENCERRADA.  -  Dar  la  cencerrada. 

Ruido  desapacible  que  se  hace  con 
cencerros,  almireces,  latas,  etc.,  con  el 
intento  de  molestar  y  burlarse  de  los 
viudos  en  la  noche  que  celebran  su  se- 
gundo casamiento. 
CENCERRO.  —  Parecer,  o  ser,  un  cen- 
cerro. 

Dícese  del  instrumento  de  cuerda,  y 
más  comúnmente  del  piano  o  la  guita- 
rra, que  produce  un  sonido  desagrada- 
ble, ya  por  su  naturaleza,  ya  por  estar 
desafinado,  o  bien  a  causa  de  la  inha- 
bilidad de  quien  lo  pulsa. 
Hacer  una  cosa  a  cencerros  tapados. 

Llevarla  a  cabo  reservada,  oculta  y 
sigilosamente,  procurando  que   nadie 
se  entere. 
CENDRA.  —  Ser  uno  una  cendra,  o  vivo 
como  una  cendra. 

Tener  mucha  viveza;  ser  muy  listo. 
CENICIENTA.  —  Ser  la  pequeña  Ceni- 
cienta. 

Aplícase  a  toda  persona  que  lleva  el 
peso  del  trabajo  en  una  casa,  oficina 
particular,  ministerio,  etc.,  mientras 
que  los  demás  no  trabajan.  —  En  lugar 
de  pequeña  se  suele  decir  también  la 
puerca  Cenicienta,  y  alude  al  conocidísi- 
mo cuento  tan  popular  entre  los  niños. 


CENIZA 


CERCA 


CENIZA.  —  Allegadora  de  la  ceniza  y  de- 
rramadora de  la  harina. 

Censura  a  la  mujer  de  poco  gobier- 
no y  economía,  que  se  afana  en  guardar 
las  cosas  de  poco  valor  y  no  cuida  de 
las  de  mayor  importancia. 
Escribir  en  la  ceniza. — V.  Escribir  en  la 

ARENA. 

Poner  la  ceniza  en  la  frente  a  alguno. 

Humillarlo  o  confundirlo. 
Cenizas  no  levantan  llama. 

Expresa  que  cuando  un  afecto  se  ha 
extinguido,  no  es  fácil  hacerlo  revivir. 
Convertir,  o  hacer,  o  reducir,  a  cenizas 
una  cosa. 

Destruirla,  arruinarla,  convirtiéndo" 
la  en  partes  muy  pequeñas. 
CENSO.    -  Ser  una  cosa  un  censo,  o  un 
censo  perpetuo. 

Ocasionar  gastos  repetidos  y  con- 
tinuos. 
CENSURA.  —  No  basta  estar  exento  de 
censura;  es  preciso,  además,  par  ecerlo. 
Indica  que  es  preciso    guardar    las 
apariencias  si  queremos  ser  respetados. 
CENTELLA.  —  A  veces,  de  chica  centella 
nace  gran  llama  de  fuego.  —  V.  De  pe- 
queña centella,  grande  hoguera. 
De  pequeña  centella,  grande  hoguera. 
Demuestra    que   muchas    veces,  de 
causas  al  parecer  insignificantes,  sue- 
len provenir  grandes  efectos. 
CENTRO.—  Estar,  o  vivir,  uno  fuera  de  su 
centro,  o  en  su  centro. 

No  estar  bien  hallado  y  contento  en 
un  lugar  o  empleo,  o,  por  el  contrario, 
estar  a  gusto,  desempeñar  un  destino 
a  propósito  para  sus  facultades,  incli- 
naciones o  gustos. 
CEÑO.  —  Ceño  y  enseño,  del  mal  hijo  hacen 
bueno. 

Se  recomienda,  para  educar  a  un  hijo 
travieso,  la  instrucción  junto  con  la  se- 
veridad. 
CEPA.  —  De  tal  cepa,  tales  sarmientos,  o 
De  tal  cepa,  tal  vino. — V.  De  tal  palo, 
tal  astilla. 
La  buena  cepa  buenos  renuevos  cria.  — 
V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 
CEPO. — Afeita  un  cepo, parecerá  mancebo. 
Denota  lo  que  hace  la  compostura  y 
el  adorno  para  parecer  bien.  —  Cepo  es 
el  palo. 
Caer  en  el  cepo.  —  V.  Caer  en  el  garlito. 


Cepos  quedos. 

Manera  de  indicar  a  uno  que  se  esté 
quieto,  o  que  se  corte  una  conversa- 
ción desagradable  u  ofensiva. 
CEPORRO.  —  Dormir  como  un  ceporro. 
V.  Dormir  como  un  lirón. 
Ser  un  ceporro. 

Ser  muy  torpe,  muy  bruto. 
CERA.  —  Eso  no  pega  con  cera  ni  con  ce- 
rote, sino  con  mierda  para  tu  gañote,  o 
para  tu  bigote. 

Dícese  cuando  se  trata  de  buscar  la 
resolución  a  un  asunto,  y  la  que  se  pro- 
pone no  es  adecuada. —  Úsase  también 
en  los  casos  en  que  los  consonantes  de 
una  composición  poética  no  cumplen 
con  las  leyes  de  la  rima. 
Hacer  de  uno  o  de  una  cosa  cera  y  pa- 
bilo. 

Disponer  de  él,  o  de  ella,  a  su  antojo 
y  voluntad. 
La  cera  que  va  delante  es  la  que  alumbra. 

V.  El  que  da  primero,  da  dos  veces. 
Más  blando  que  la  cera.  —  V.  Ser  uno  de 

cera,  o  como  una  cera,  etc. 
No  dejarle,  o  no  quedarle,  a  uno  cera  en 
el  oído,  o  en  los  oídos. 

Quitarle  todo  cuanto  tenía;  venir  a 
parar  a  la  mayor  indigencia. 
No  hay  más  cera  que  la  que  arde,  o  que  la 
que  alumbra. 

Modo  de  denotar  que  uno  no  tiene 
más  que  lo  que  está  a  la  vista,  o  pre- 
sente, de  aquello  de  que  se  trata. 
Ser  uno  de  cera,  o  como  una  cera,  o  he- 
cho de  cera,  o  una  cera. 

De  genio  blando  y  dócil.  —  Dícese 
también  de  las  materias  que  se  pres- 
tan a  ser  tratadas  fácilmente  por  la 
mano  del  artista. 
CERBATANA.— Hablar  uno  por  cerba- 
tana. 

Valerse    de   un  intermediario  para 
manifestar  aquello  que  no  quiere  de- 
cir por  sí  mismo. 
CERBELO.  —  Lambicar  el  cerbelo. 

«Meterse  uno  en  devaneos  e  indaga- 
ciones que  le  gastan  el  juicio.»  (Cova- 
rrubias.) — Hoy  se  dice:  Alambicar  el  ce- 
rebro. 
CERCA.  —  Afientras  más  cerca,  más  lejos, 
y  mientras  más  lejos,  más  cerca. 

Refrán-adivinanza  en  que  se  juega 
del  vocablo,  y  con  el  cual  se  expresa 


CERCÉN 


CERRO 


que  cuanto  mayor  es  la  cerca  o  cerca- 
do, mayor  espacio  de  tierra  compren- 
de, y  viceversa. 
Tener  buen,  o  mal,  cerca. 

Parecer  bien,  o  mal,  mirado  a  corta 
distancia. 
CERCÉN.  —  Tajar  alguna  cosa  cercén  a 
cercén,  como  si  fuera  un  nabo. 

Comparación    usada   por  Cervantes 
para  indicar  la  operación  de  cortar  en 
redondo,  con  rapidez,  limpiamente. 
CERCO.  — Cerco  de  sol  moja  al  pastor. 

Manifiesta  que  cuando  el  sol  está  ro- 
deado de  nebulosas  o  celajes,  presagia 
lluvia. 
Encumbrar  sobre  el  cerco  de  la  luna.  — 

V.  Poner  por  las  nubes. 
Poner  alguna  cosa  sobre  el  cerco  de  la 

luna.  —  V.  Poner  por  las  nubes. 
Teniendo  cerco  la  luna  y  estrellas  dentro, 
agua  o  viento. 

Presagio  popular  que,  salvo  raras  ex- 
cepciones, suele  ser  verídico. 
CERDO.  —  A  cerdo  que  es  para  boca  de 
lobo,  7io  hay  San  Antón  que  lo  guarde.  — 
V.  El  que  ha  nacido  barrigón,  es  al  ñudo 
que  lo  fajen. 
Al  matar  de  los  cerdos,  placeres  y  juegos; 
al  comer  de  las  morcillas,  placeres  y  ri- 
sas, y  al  pagar  de  los  dineros,  pesares  y 
duelos.— V.  Al  freír  será  el  reír  y  al  pa- 
gar será  el  llorar. 
CEREBRO.  —  Alambicar  el  cerebro.  — 

V.  Lambicar  el  cerbelo. 
CEREZA.  —  Cerezas  y  hadas  malas,  pen- 
sáis tomar  pocas  y  vie'nense  hartas,  o  Ce- 
rezas y  hadas  ?nalas,  toman  pocas  y  lle- 
van hartas,  o  sartas. 

Se  demuestra  con  estos  dos  refranes 
que  las  desdichas  son  como  las  cerezas, 
que  vienen  unas  tras  de  otras. 
CEREZO.  -Subirse  al  cerezo. 

Amostazarse,  enfadarse.  —  Tomar  a 
mal  lo  que  se  le  dice  a  uno.  —  V.  Su- 
birse a  la  parra. 
CERIBONES.  —  Hacer  ceribones. 

Hacer  excesivos  rendimientos  y  su- 
misiones, como  acostumbraban  los  que 
hacían  cesión  de  bienes. 
CERILLA.  —  No  dejarle,  o  no  quedarle,  a 
uno  cerilla  en  el  oído,  o  en  los  oídos. — 
Véase  esta  frase  en  la  palabra  Cera. 
CERMEÑO.— Ser  un  cermeño. 
Hombre  tosco,  necio,  sucio. 


CERNÍCALO.—  Coger,  o  pillar,  un  cerní- 
calo. 

Embriagarse. 
Ser  un  cernícalo. 

Hombre  ignorante  y  rudo. 
CERO.—  Cero  ?nata  cero,  y  cero  mala  al 
soldado. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
es  preciso  conformarse  con  lo  que  los 
superiores  mandan,  aunque  nos  parez- 
ca absurdo  e  injusto. 
Cero,  y  van  dos. 

Aplícase,  por  lo  general  en  sentido 
irónico,  cuando  hay  que  repetir  lo  que 
se  ha  dicho,  porque  la  primera  vez  no 
se  ha  enterado  la  persona  a  quien  uno 
se  dirigía,  o  ha  hecho  que  no  se  ente- 
raba. 
Ser  uno  un  cero,  o  un  cero  a  la  iz- 
quierda. 

Ser  inútil,  no  valer  para  nada. 
CEROTE.  —  Estar  hecho  un  cerote. 

Frase  empleada  en  América  para  in- 
dicar que  se  tiene  la  ropa  extremada- 
mente sucia. 
Tener  cerote. 

Tener  miedo,  temor,  recelo. 
CERRADERA.  —  Echar  la  cerradera  a 
una  cosa. 

Negarse  uno  del  todo  a  lo  que  se  le 
pide,  sin  querer  oír  más  razones  en  el 
asunto  de  que  se  trata. 
CERRADO.  —  Ser  cerrado  de  mollera. 
Torpe,  rudo,  estúpido,  etc. 
Ser  uno  muy  cerrado. 

Se  aplica  al  que  es  callado,  disimula- 
do y  silencioso. — Estreñido,  miserable, 
mezquino,  cicatero. —  Dícese  también, 
al  que  posee  estas  cualidades,  que  es 
cerrado  de  puño. 
CERRADURA.— No  hay  cerradura  don- 
de es  oro,  o  si  es  de  oro  la  ganzúa. 

Contra  los  que  se  dejan  sobornar  por 
el  dinero,  demostrando  así  lo  mucho 
que  puede  el  interés. 
CERRILLO.  —  A  la  vuelta  del  cerrillo 
está  el  ventorrillo.  —  V.  A  la  vuelta  lo 
venden  tinto. 
CERRO.  -  Beber  en  cerro. 

Frase  equivalente  a  beber  en  ayunas. 

Como  por  el  cerro,  o  los  cerros,  de  Úbeda. 

A  los  que  responden  o  dicen  una 

cosa  que  no  viene  al  asunto  de  que  se 

trata. 


CERROJILLO 


213  — 


CESTO 


De  cerro  a  cerro  una  cañada,  y  de  cero 

a  cero  no  va  nada. 

Úsase  para  indicarla  poca  diferencia 

que  hay  entre  dos  supuestos. 
Untar  el  cerro.  —  V.  Pasar  la  mano  por 

el  cerro. 
Echar  por  esos  cerros.  —  V.  Echar  por 

esos  TRIGOS. 

CERROJILLO.  —  Cuando  el  cerrojillo 

canta,  agua  lleva  en  la  garganta. 

Según  los  labradores,  el  canto  del  pá- 
jaro llamado  así,  augura  lluvia. 
CERROJO.  —  Estar  como  el  tío  Cerrojo, 
jamando  partidas. 

Aplícase  a  la  persona  cauta  y  solapa- 
da que,  aparentando  indiferencia,  está 
al  acecho  de  cuanto  oye  o  ve,  para 
obrar  después  sobre  seguro. 
Hallarse  alguna  persona  sujeta  como  un 
cerrojo. 

Estar  dominada  por  otra  o  compro- 
metida de  tal  manera  que  no  pueda 
desligarse  por  mucho  que  lo  intente. 
Ser  más  bruto,  o  torpe,  que  un  cerrojo. 
Aplícase  a  la  persona  que   es   muy 
corta  de  alcances  o  de  ninguna  instruc- 
ción. 
CERVIGUDO.  —  Ser  un  cervigudo. 

Dícese  del  que  es  porfiado,  terco, 
obstinado. 
CERVIZ.  —  Bajar,  o  doblar,  o  doblegar,  o 
humillar,  o  inclinar,  la  cerviz. 

Deponer  uno  el  orgullo,  altivez  o  pre- 
sunción, ya  sea  voluntaria,  ya  forzosa- 
mente. 
Levantar  la  cerviz. 

Engreírse,  ensoberbecerse. 
Ser  de  dura  cerviz. 

Ser  testarudo,  incorregible,  díscolo, 
incapaz  de  someterse  a  otro. 
CESAR.  —  Lo  que  es  de  César,  dése  a  Cé- 
sar; lo  que  es  de  Dios,  a  Dios.  — V.  Dar 
a  Dios  lo  que  es  de  Dios,  y  al  César  lo 
que  es  del  César. 
O  César,  o  cesar.  —  V.  O  César,  o  nada. 
O  César,  o  nada. 

Se  dice  de  la  persona  que  tiene  des- 
mesurada ambición,  y  que  sólo  aspira 
a  una  posición  elevada  o  a  una  gran 
fortuna,  rechazando  una  prudente  me- 
dianía. 
CESTA.  —  Coger  la  cesta  de  las  chufas. 

Enfadarse;  no  aguantar  una  broma  o 
tomarla  a  mal. 


Cuelga  tu  cesta  donde  la  alcances. 

Recomienda  que  no  se  aspire  a  lo 
imposible,  sino  a  lo  hacedero  o  factible. 
Decir  tinas  veces  cesta  y  otras  ballesta. 

No  ser  consecuente  en  lo  que  se  dice. 
De  esto  que  no  cuesta,  llenemos  la  cesta. 
Dícese  de  las  personas  que  abusan 
de  aquello  que  se  les  ofrece,  porque  no 
les  cuesta  el  dinero. 
Llevar  uno  la  cesta. 

Estar  presente  a  las  demostraciones 
cariñosas  de  dos  amantes,  o  contribuir 
a  los  placeres  de  otro  sin  saberlo.  Co- 
múnmente se  toma  en  sentido  poco  fa- 
vorable a  la  persona  a  quien  se  alude. 
No  decir  cesta  ni  ballesta. 

Callar  del  todo,  no  contestar. 
(Qué  lleváis  en  esa  cesta?  —  Por  que  vos 
no  lo  sepáis  es  por  lo  que  va  cubierta. 

Contra  los  preguntones  indiscretos, 
cuya  curiosidad  no  quiere  uno  satis- 
facer. 
CESTO. — Alábate,  cesto,  que  venderte  quie- 
ro, o  que  a  venderte  llevo. 

Aquel  que  quiera  conseguir  algo,  no 
ha  de  contentarse  con  la  protección  o 
favor  de  otro,  sino  que  conviene  ayu- 
darse a  sí  mismo. 
El  que  hace  un  cesto  hará  ciento. 

El   que   comete   alguna  maldad,   ya 
tiene  el  camino  abierto  para  cometer 
fácilmente  otras  muchas. 
Enviar  a  uno  para  cesto. 

Mandar  a  uno  enhoramala;  despedir- 
lo de  mala  manera. 
Estar  uno  hecho  un  cesto. 

Estar  poseído  del  sueño  o  de  la  em- 
briaguez. 
Hartarse,  o  ponerse,  como  un  cesto. 

Comer  o  beber  de  una  manera  exa- 
gerada. 
Quítasele  el  suelo  al  cesto  y  perdimos  el 
parentesco. 

Aplícase  a  las  personas  que,  mal  ave- 
nidas, desean  un  pretexto,  por  nimio 
que  sea,  para  hacer  estallar  su  odio.  — 
Dícese  también  de  aquellos  que  por  su 
mal  carácter  se  enfadan  con  una  per- 
sona por  cualquier  cosa. 
Ser  uno  u?i  cesto. 

Ser  muy  ignorante,  rudo  e  incapaz. 
Al  lavar  de  los  cestos  haremos  la  cuenta. 
Denota  que  lo  más  humilde  de  una 
cosa  es  su  conclusión  o  remate,  porque 


CIABOGA 


214  — 


CIELO 


entonces  es  cuando  se  ve  el  buen  o 
mal  empleo. 
Hasta  el  lavar  de  los  cestos  todo  es  ven- 
dimia. 

Es  metáfora  tomada  de  los  labrado- 
res. —  V.  La  esperanza  es  lo  último  que 
se  pierde. 
CIABOGA.  —  Hacer  ciaboga. 

Arremolinarse  las  personas  para  huir, 
o  para  otro  fin. 
CIBERA.  —  Cibera  en  molino,  el  que  ante- 
viene, muele. 

Indica  que  cuando  están  las  cosas 
preparadas,  el  que  llega  primero  es  el 
que  se  aprovecha  de  ellas. 
Estar  molido  como  cibera. 

Hallarse  muy  quebrantado,  al  igual 
del  trigo  que  va  pulverizando  la  rueda 
del  molino. 
CIBO.  —  El  cibo  usado  es  el  provechoso. 

Indica  que  en  algunas  ocasiones  es 
menos  conveniente  estrenar  ciertas  co- 
sas que  utilizarlas  cuando  ya  lo  han 
sido  anteriormente. 
CID.  —  Cosas  tenedes,  el  Cid,  que  f aran  fa- 
blar  las  piedras. 

Muletilla  tomada  del  Romancero,  y 
que  se  emplea,  por  lo  general,  irónica- 
mente cuando  se  oye  decir  algún  dis- 
parate o  tontería. 
CIEGO.  —  El  ciego  no  distingue  de  colo- 
res. —  V.  Hablar  de  algo,  como  el  ciego 
de  los  colores. 
Hablar  de  algo,  como  el  ciego  de  los  co- 
lores. 

Aplícase  a  las  personas  que  refieren 
alguna  cosa  como  si  la  hubiesen  visto, 
cuando  en  realidad  sólo  la  conocen  de 
oídas. 
Harto  soy  ciego  si  por  zaranda  no  veo.  — 
V.  Muy  cxego  es  aquel  que  no  ve  por  tela 
de  cedazo. 
Muy  ciego  es  aquel  que  no  ve  por  tela  de 
cedazo. 

Expresión  familiar  con  que  se  signi- 
fica la  poca  perspicacia  de  quien  no 
percibe  las  cosas  que  son  claras  o  fáci- 
les de  adivinar. 
No  hay  peor  ciego  que  el  que  no  quiere 
ver.  —  V.  No  hay  peor  sordo  que  el  que 
no  quiere  oír. 
No  tener  ni  para  mandar  rezar,  o  cantar, 
a  un  ciego. 

Ser  extremadamente  pobre. 


Si  el  ciego  al  ciego  adiestra,  en  la  hoya 
dan  entrambos.  —  V.  Si  un  ciego  guia  a 
otro  ciego,  ambos  dan  en  el  hoyo,  etc. 

Si  quieres  que  cante  el  ciego,  dale  la  paga 
primero. 

Dícese  de  las  personas  que  mandan 
trabajar  sin  remunerar  el  trabajo,  y  des- 
pués se  quejan  si  no  son  servidas  como 
desearan. 

Si  un  ciego  guía  a  otro  ciego,  ambos  dan 
eti  el  hoyo,  o  ambos  caen  e?i  el  abismo. 

Refrán  bíblico  con  el  que  se  advier- 
te, aparte  de  su  sentido  recto,  que  cuan- 
do una  persona  imprudente  o  indocta 
es  aconsejada  o  dirigida  por  otra  tal  en 
el  manejo  de  un  negocio,  el  resultado 
de  éste  tiene  que  ser  lamentable. 

Soñaba  el  ciego  que  veía,  y  soñaba  lo  que 
quería,  o  y  era  lo  que  deseaba,  o  y  era  las 
ganas  que  tenía. 

Denota  la  facilidad  con  que  algu- 
nos se  lisonjean  de  conseguir  lo  que 
quieren. 

Ya  veremos,  dijo  el  ciego,  y  nunca  vio. 
Expresión  que  se  emplea  cuando  la 
persona  de  quien  esperamos  algo  ofre- 
ce hacerlo  con  la  frase  veremos,  supo- 
niendo nosotros  que  es  una  evasiva, 
pues  no  ha  de  hacer  nada  en  nuestro 
favor. 

En  el  reino  de  los  ciegos,  el  que  tiene  un 
ojo  es  rey.  —  V.  En  tierra  de  ciegos,  el 
tuerto  es  rey. 

En  tierra  de  ciegos,  el  tuerto  es  rey. 

Denota  que  con  poco  que  se  sepa, 
basta  para  sobresalir  entre  los  igno- 
rantes. 
CIELO.  —  Al  Cielo  rogando  y  con  el  mazo 
dando. — V.  A  Dios  rogando  y  con  el  mazo 
dando. 

Aunque  se  suba  al  cielo. 

Frase  con  que  uno  asegura  que  se 
vengará  de  otro,  aunque  éste  tome  los 
medios  más  exquisitos  de  ocultarse  o 
ponerse  a  salvo. 

Bajado  del  cielo. 

Frase  ponderativa  de  alguna  cosa, 
como  prodigiosa,  excelente,  peregrina 
y  única  en  su  clase. 

Cielo  aborregado,  o  empedrado,  suelo  mo- 
jado, o  Cielo  barrido,  suelo  llovido,  o  El 
cielo  aborregado,  antes  de  tres  días  ba- 
ñado. 

Cuando  la  atmósfera  se  cubre  de  ce- 


I 


CIELO 


—  215  — 


CIELO 


lajes,  a  modo  de  copos  o  vedijas  de  al- 
godón en  rama,  señal  cierta  de  próxima 
lluvia. 

Como  llovido  del  cielo. 

Locución  con  que  se  denota  la  opor- 
tunidad en  llegar  una  persona,  u  ocu- 
rrir alguna  cosa,  cuando  más  falta  hacía. 

El  cielo  no  se  hizo  para  los  tontos. 

Expresa  que  para  alcanzar  alguna 
cosa  es  necesario  sabérselo  ganar  con 
el  ingenio. 

El  que  al  cielo  escupe,  en  la  cara  le  cae, 
o  de  baba  se  llena. 

Los  impíos  experimentan,  tarde  o 
temprano,  el  rigor  de  la  justicia  divina 
en  castigo  de  su  rebelión.  —  La  exce- 
siva arrogancia  está  expuesta  a  duro 
escarmiento. — El  que  ocasiona  un  daño, 
tarde  o  temprano  suele  sufrir  las  con- 
secuencias. 

Entre  el  cielo  y  la  tierra  no  hay  nada 
oculto. 

Aconseja  que  para  evitar  que  se  sepa 
una  cosa  que  no  queremos  sea  cono- 
cida, el  mejor  medio  es  no  ejecutarla, 
pues  por  muchas  precauciones  que  se 
tomen,  tarde  o  temprano  llega  a  des- 
cubrirse. 

Eso  clama  al  cielo. 

Dícese  de  ciertas  acciones  reproba- 
bles, por  enormemente  abusivas,  como 
dando  a  entender  merecen  sus  autores 
y  fautores  les  caiga  encima  el  castigo 
de  la  divina  justicia. 

Eso  es  lo  mismo  que  pretender  alcanzar  el 
cielo  con  las  manos. 

Dícese  de  aquel  que  intenta  impo- 
sibles. 

Estar  hecho  un  cielo. 

Ir  muy  engalanada  una  persona  o  ha- 
llarse muy  iluminado  y  adornado  un 
sitio,  tal  como  un  templo,  un  teatro,  etc. 

Estar  tan  lejos  una  cosa  de  otra  como  el 
cielo  de  la  tierra. 

Expresa  la  antítesis  existente  entre 
dos  puntos  de  una  comparación. 

Ganar  el  cielo. 

Hacerse  acreedor  de  la  bienaventu- 
ranza por  medio  de  la  práctica  de  toda 
clase  de  virtudes  y  buenas  obras. 

Hacer  del  cielo  cebolla. 

Enredar,  barajar  las  especies  a  fin  de 
confundir  y  desorientar  a  alguno  hasta 
conseguir  que  quede  engañado. 


Helársele  a  uno  el  cielo  de  la  boca. 

Morirse. 
Huir  cielos  tierra. 

Alude  al  que  se  ausenta  precipitada- 
mente sin  saberse  adonde  ha  ido. 
Irse  al  cielo  vestido  y  calzado,  o  calzado  y 
vestido. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  por 
su  inocencia  o  virtudes  creemos  dig- 
nas de  alcanzar  la  bienaventuranza,  sin 
pasar  por  el  purgatorio.  — Suele  usarse 
irónicamente  cuando  queremos  mote- 
jar a  uno  de  candido  o  poco  avisado. 
Juntársele  a  alguno  el  cielo  con  la  tierra. 
Hallarse  oprimido  por  algún  grave 
apuro  o  conflicto. 
Mover  cielo  y  tierra. 

Hacer  con  suma  diligencia  toda  clase 
de    gestiones    para    conseguir    alguna 
cosa.  —  Empléase  también  el  verbo  re- 
mover con  igual  significado. 
No  hay  cielo  sin  nubes. 

No  hay  persona  ni  cosa  tan  perfecta 
que  no  tenga  alguna  falta  o  mácula. 
No  hay  cielo  sin  nubes  ni  Paraíso  sin  ser- 
piente. —  V.  No  hay  cielo  sin  nubes. 
Para  el  Cielo  no  hay  nada  oculto. 

Da  a  entender  que  todo  lo  que  se 
hace  se  sabe,  aunque  nos  parezca  que 
nadie  ha  sido  testigo  de  la  acción. 
Querer  subir  al  cielo  sin  alas. 

Pretender  alcanzar  algún  imposible, 
o  una  cosa  cualquiera,  sin  contar  con 
méritos  para  ello. 
Quien  se  sube  hasta  el  cielo,  hasta  la  tie- 
rra se  baja. 

Los  que   más  alto  ascienden  están 
más  próximos  a  caer. 
Siempre  favorece  el  Cielo  a  la  justa  pe- . 
ticio'n. 

Aquello  que  se  pide  con  justicia,  no 
suele  dejar  de  alcanzarse. 
Sin  que  le  vengan  del  cielo. 

Dícese  del  que  posee  bienes  de  for- 
tuna cuya  procedencia  se  hace  sospe- 
chosa. 
Tomar  el  cielo  cotí  las  manos. 

Recibir  gran  enfado  o  enojo  por  al- 
guna cosa,  manifestándolo  con  demos- 
traciones ruidosas. 
Tomar  el  cielo  con  los  dientes. — V.  Tomar 

el  cielo  con  las  manos. 
¡  Vaya  usted  al  cielo! 

Expresión  con  que  se  rechaza  o  des- 


CIENCIA 


—  216  — 


CIERZO 


precia  lo  dicho  o  propuesto  por  otro. — 
Modo  irónico  de  despedir  al  que  nos 
está  molestando  con  tonterías  y  san- 
deces. 

Venido  del  cielo.  —  V.  Bajado  del  cielo. 

Venirse  el  cielo  abajo. 

Producirse  un  alboroto  o  ruido  ex- 
traordinario. 

Ver  el  cielo  abierto. 

Presentarse  ocasión  o  coyuntura  fa- 
vorable para  salir  de  un  apuro  o  con- 
seguir lo  que  se  deseaba. 

Ver  uno  el  cielo  por  un  embudo. 

Tener  poco  conocimiento  del  mun- 
do, a  causa  de  haberse  criado  con  mu- 
cho recogimiento.  —  Dícese  también : 
No  haber  visto  el  mundo  más  que  por  un 
agujero. 

Volar  al  cielo. 

Separarse  del  cuerpo  el  alma  bien- 
aventurada. 
CIENCIA.  —  A  ciencia  y  paciencia  de  al- 
guno. 

Ejecutar  una  cosa  con  conocimiento, 
permiso  o  tolerancia  de  quien  puede  o 
debe  impedirlo. 

Lo  que  falla  de  ciencia  se  suple  con  las 
trompetas. 

Modo  de  satirizar  a  los  malos  orga- 
nistas, que  con  el  ruido  de  la  lengüe- 
tería  pretenden  encubrir  las  chambo- 
nadas que  cometen.  Suele  usarse  más 
frecuentemente  este  refrán  en  latín  ma- 
carrónico, expresado  en  los  términos 
siguientes:  Quod  déficit  in  scientia,  su- 
pletur  in  trompetis.  —  Aplícase  también 
a  los  malos  escritores,  artistas,  seudo- 
sabios,  etc.,  que  a  fuerza  de  bombos  y 
reclamos  periodísticos  quieren  encu- 
brir su  ineptitud,  tratando  de  conven- 
cer al  público  de  que  son  unas  nota- 
bilidades. 

Más  vale  ciencia  que  renta. 

En  determinados  casos  es  preferible 
el  saber  a  tener  riquezas,  porque  éstas 
pueden  faltar,  mientras  aquél  no. 

Toda  ciencia  es  locura  si  el  buen  seso  no 
la  cura. 

No  es  conveniente  exagerar  las  co- 
sas, por  buenas  que  sean. 

Hoy  las  ciencias  adelantan  que  es  una 
barbaridad. 

Frase  de  un  personaje  de  la  zarzuela 
titulada  La  Verbena  de  la  Paloma,  que 


el  vulgo  ha  convertido  en  refrán,  y  que 
emplea  para  denotar  el  grado  de  pro- 
greso distintivo  de  los  tiempos  moder- 
nos, aunque  comúnmente  lo  usa  en  sen- 
tido de  ironía. 
CIENTO.  —  Ser  ciento  y  la  madre. 

Expresión  con  que  se  denota  lo  nu- 
meroso y  dilatado  de  alguna  familia  o 
la  muchedumbre  de  algunas  cosas. 
Ser  de  ciento  en  carga  una  cosa. 

Ser  ordinaria,  de  poca  estimación. 
Haz?ne  ciento  y  fáltame  en  una,  y  se  acaba 
tu  buena  fortuna.  —  V.  Hazme  ciento  y 
yérrame  una. 
Hazme  ciento  y  yérrame  una. 

Hay  personas  tan  exigentes  o  tan 
desagradecidas,  que  una  simple  falta 
de  presente  suele  ser  causa  de  que 
olviden  muchas  buenas  acciones  an- 
teriormente ejecutadas  por  el  mismo' 
sujeto. 
Hazme  ciento  y  yérrame  una,  y  como  si  no- 
me  hubieras  hecho  ninguna. 

Contra  los  inconsiderados  que  no  sa- 
ben disimular  una  falta  a  la  persona  de 
quien  tantos  favores  han  recibido  ante- 
riormente. 
CIERNE.  —  Estar  en  cierne  una  cosa. 

Estar  en  los  principios;  faltarle  mu- 
cho para  su  desarrollo  y  perfección. 
CIERTO.  —  Eso  es  cierto,  o  es  verdad,  o 
tío  hay  Dios. 

Fórmula  de  juramento. 
Ninguno  debe  dejar  lo  cierto  por  lo  dudo- 
so. —  V.  Más  vale  pajaro  en  mano  que- 
ciento  volando. 
Por  cierto   que...,   o    Por  más  cierto 
que...  —  V.  Por  señas  que...,  o  Por  másr 
señas  que... 
CIERVO .  —  Correr    más    ligero    que    un 
ciervo. 

Comparación  empleada  para  denotar 
la  rapidez  con  que  corre  algo  o  alguien. 
CIERZO.  —  Cuando  llueve  de  cierzo,  llue- 
ve de  cierto. 

Las  lluvias  procedentes  del   Norte 
suelen  ser  abundantes  y  pertinaces. 
El  cierzo  v  la  contribución  tienen  perdido- 
a  Aragón. 

Es  decir,  el  viento  Norte  y  los  im- 
puestos. 
Para  llover,  el  cierzo  lo  ha  de  traer. 

El  viento  del  Norte  suele  acarrear 
las  lluvias. 


CIFRA 


217 


CIRINEO 


CIFRA.  —  Cifras  y  cuernos,  el  que  los  pone. 
Quiere  decir  que  es  el  que  lo  sabe. 
CIGARRA.  —  Cantar  como  una  cigarra. 
Entre  los  griegos,  ser  un  buen  can- 
tor; entre  las  naciones  modernas,  todo 
lo  contrario. 
CIGARRO.  —  El  que  no  lo  gasta  en  ciga- 
rros o  en  vino,  va  por  otro  camino.  — 
V.  Cada  uno  tiene  su  vehtmíita.  por  donde 
asomarse. 
CIGARRÓN.  —  Convertirse  en  cigarrón 
sin  alas. 

Pasar  del  movimiento  a  la  quietud; 

de  un  estado  activo  a  otro  pasivo;  de 

una  situación  enérgica  a  otra  apacible. 

Estar  como  el  cigarrón,  que  quiere  saltar 

y  no  sabe  adonde. 

Dícese  de  la  persona  que  se  halla  in- 
decisa, sin  saber  qué  determinación  to- 
mar en  algún  asunto. 
CIGÜEÑO.—  Cuando  los  cigüeños  vuelan 
ya  hay  brevas. 

Alude  a  que  ya  es  verano  cuando  se 
separan  de  las  cigüeñas  sus  crías  y  em- 
piezan a  emanciparse  de  ellas. 
CIMA.  —  Mirar  por  cima  alguna  cosa. 

Pasarle  la  vista  a  la  ligera,  sin  ente- 
rarse de  ella  a  fondo. 
CIMIENTO.  —  El  mejor  cimiento  y  zan- 
ja del  mundo  es  el  dinero.  —  V.  Poderoso 
caballero  es  Don  Dinero. 
CINCO.  —  Cinco  de  malilla,  cátala  co- 
dilla. 

Refrán  empleado  entre  los  jugadores 
de  tresillo  para  indicar  que  con  esas 
cartas  puede  el  que  va  a  la  contra  dar 
codillo,  o  sea,  ganar  al  que  juega  como 
mano. 
Dar  cinco  de  corto. 

Metafóricamente,  no  llegar  a  los  jus- 
tos límites. 
Dar  cinco  de  largo. 

Metafóricamente,  pasar  de  los  justos 
límites. 
Decir  a  uno  cuántas  son  cinco. 

Amenazarle  con  alguna  reprensión  o 
castigo.  —  Darle  mal  trato. 
Las  cinco  dan  ya  con  sol  el  día  de  San  An- 
tón. —  V.  San  Antón,  cunde  el  día  una 
patita  de  pichón,  o  de  ratón. 
Saber  cuántas  son  cinco. 

No  ser  tonto;  saber  lo  que  hay  y  lo 
que  no  hay  en  el  asunto  de  que  se  tra- 
ta. —  Con  la  negación  antepuesta  indi- 


ca ser  sumamente  simple;  ignorar  aun 
aquello  que  es  más  corriente  y  trivial. 

CINCUENTA.  -  Cuando  de  los  cincuen- 
ta pases,  no  te  cases. 

Recomienda  que  pasada  esa  edad  no 
se  contraiga  el  vínculo  del  matrimonio, 
por  razones  cuya  enumeración  sería 
impropia  de  este  lugar. 

CINCHA.  —  Ir,  o  venir,  rompiendo  cin- 
chas. 

Acudir  velozmente  a  un  lugar. 

CINTO.  —  Tirarse  al  cinto.  —  V.  Tirarse, 
o  mandarse,  al  buche,  o  Echarse,  o  ti- 
rarse, al  COLETO. 

CINTURA.  —  De  cintura  para  arriba 
todos  somos  buenos. 

Modo  de  elogiar  a  la  generalidad  de 
la  Humanidad  o  a  determinada  perso- 
na, dejando  a  salvo  lo  que  pueda  o  no 
haber  en  punto  a  cuestiones  opuestas 
a  la  castidad. 
Meter,  o  poner,  a  uno  en  cintura. 

Sujetarle;  hacerle  entrar  en  razón; 
reducirle  al  cumplimiento  de  su  deber. 

CINTURÓN.  —  Ser  de  las  de  cinturón 
dorado. 

Ser  una  prostituta.  —  Sabido  es  que 
en  Grecia  las  hetairas  se  conocían  por 
llevar  este  distintivo. 

CIRCUNSTANCIA.  -Las  circunstan- 
cias hacen  al  hombre.  —  V.  El  hombre 
es  lujo  de  las  circunstancias. 

CIRIAL.  —  Para  que  te  peas  llevando  el 
cirial.  Algunos  añaden:  en  acto  tan 
serio. 

Locución  familiar  con  que  se  denota 
a  alguno,  por  lo  regular  con  cierta  frui- 
ción, que  bien  merecido  tiene  el  casti- 
go o  la  contrariedad  que  le  acaba  de  so- 
brevenir.—  Obedece  a  aquel  cuento  en 
que  se  narra  que  yendo  un  monaguillo 
en  cierta  procesión  con  el  cirial  en  alto, 
se  le  escapó  una  ventosidad,  y  el  cura 
que  marchaba  detrás  de  él,  habiéndose 
dado  cuenta,  le  aplicó  un  soberbio  pun- 
tapié, al  tiempo  que  pronunciaba  las 
palabras  que  han  dado  origen  a  este 
dicho  popular. 

CIRINEO.  —  Ser  el  cirineo  de  alguno. 

Ayudarle  a  conllevar  la  carga  en  su* 
trabajos. Tómase,  generalmente,  en  mal 
sentido.  —  Alude  a  Simón  de  Cirener 
que  ayudó  a  Jesús  a  llevar  la  cruz  en  el 
camino  del  Calvario. 


CIRIO 


CIUDAD 


CIRIO.  —  Creerse  uno  cirio  pascual  a/ando 
no  liega  a  cerilla. 

Aplícase  al  que  presume  saber  o  va- 
ler mucho,  cuando  en  realidad  no  pasa 
de  ser  un  ignorantón  o  un  pobrete. 
CIRUELA.  —Arrugado  como  una  ciruela 
pasa. 

Dícese  de  aquellas  personas  que,  por 
efecto  de  la  edad,  tienen  la  piel,  par- 
ticularmente la  del  rostro,  en  la  forma 
que  la  comparación  indica. 
CIRUELO.  —  Quien  te  conoció  ciruelo, 
¿como  te  tendrá  devoción? 

Se  aplica  al  sujeto  a  quien  se  cono- 
ció en  una  posición  humilde  y  después 
se  ve  ascendido  a  altos  puestos,  ma- 
yormente si,  como  suele  suceder,  se  ha 
engreído  en  su  nueva  posición. — Cuén- 
tase de  un  labrador  que  en  cierta  oca- 
sión regaló  un  trozo  de  ciruelo  a  un 
escultor  amigo  suyo.  Pasados  algunos 
meses  le  enseñó  el  artista  un  magnífico 
Cristo  que  había  sacado  de  aquel  tron- 
co, creyendo  que  tal  vista  excitaría  la 
admiración  del  patán;  mas  no  sucedió 
así,  pues  prorrumpió  en  las  palabras 
susodichas,  que  con  el  tiempo  llegaron 
a  convertirse  en  proverbio. 
CIRUJANO.  —  El  cirujano  más  duro  es 
el  mejor  cirujano. 

En  las  operaciones  quirúrgicas  de 
carácter  rebelde,  así  como  en  la  correc- 
ción de  los  díscolos,  deben  comportar- 
se, respectivamente,  cirujano  y  correc- 
tor sin  atender  a  contemplaciones. 
No  hay  ?)iejor  cirujano  que  el  acuchilla- 
do, o  que  el  bien  acucliillado. 

Importa  mucho  la  experiencia  para 
proceder  con  acierto  en  aquello  de  que 
se  trata. —  Secuela  de  dicho  proverbio 
es  este  otro  :  No  hay  más  piadoso  ciru- 
jano que  el  que  fue  bien  acuchillado,  con 
el  que  se  da  a  entender  que  nadie  pue- 
de apreciar  tan  bien  lo  que  son  pena- 
lidades y  fatigas  como  el  que  las  pasó 
antes;  por  lo  que  debe  contribuir  a  su 
remedio,  si  tiene  posibilidad  de  ha- 
cerlo. 
CISCO.  —  Lleva  más  cisco  que  carbón. 

Equivaliendo  la  palabra  cisco  a  mie- 
do, fácilmente  se  comprende  que  lo 
que  significa  esta  frase  es  que  la  per- 
sona que  huye  no  lo  hace  por  exceso 
de  valentía. 


CITACIÓN.  —  Si  es  citación,  yo  respon- 
deré; mas  si  es  llamamiento,  no  hay  me- 
dicinas. 

Dicho  proverbial  de  nuestros  anti- 
guos médicos,  con  que  daban  a  enten- 
der que  si  la  enfermedad  para  que  eran 
buscados  tenía  carácter  de  aplazamien- 
to o  tregua,  saldría  de  ella  el  paciente; 
mas  si  lo  tenía  de  término  fatal,  no  ha- 
bía remedio  posible. 
CÍTOLA.— La  citóla  es  por  demás  cuando 
el  molinero  es  sordo. 

Significa  ser  precisa  la  capacidad  y 
disposición  en  una  cosa  para  que  los 
medios  que  se  quieren  aplicar  no  sal- 
gan vanos.— Se  dijo  de  la  citóla  porque 
es  una  tablita  de  madera  que  está  pen- 
diente de  una  cuerda  sobre  la  piedra 
del  molino  harinero  para  que  la  tolva 
vaya  despidiendo  la  cibera,  y  a  fin  de 
conocer  que  se  para  el  molino  cuando 
deja  de  golpear. 
CITÓTE.  —  Dar  un  citóte. 

Reconvenir  fuerte  y  acremente  a  una 
persona. 
CIUDAD.  —  Casado  con  la  ciudad  y  en 
destierro  con  el  campo. 

Dicho  de  los  que  prefieren  la  vida 
tumultuosa  de  las  grandes  capitales  a 
la  sosegada  del  campo. 
Ciudad  por  ciudad,  Lisboa  en  Portugal;  y 
tanto  por  tanto,  Medina  del  Campo. 

Alabanza  dirigida  por  los  vallisoleta- 
nos a  esta  importante  ciudad  de    su 
provincia. 
La  Ciudad  de  Alfar  o  no  espera  a  nadie. 

Dícese  de  las  personas  orgullosas 
cuyo  amor  propio  llega  hasta  el  punto 
de  no  querer  tomarse  la  menor  moles- 
tia por  los  demás.  —  Ciudad  está  toma- 
do en  el  sentido  de  Concejo,  demos- 
trando así  el  orgullo  de  sus  regidores. 
La  Ciudad  de  Sevilla  no  acompaña  a 
nadie. 

Vanante  del  anterior,  y  que  viene  a 
tener  igual  significado. 
No  es  ciudad  ni  villa,  y  es  más  grande  que 
Sevilla. 

Aplícase  a  Mollina,  villa  de  la  pro- 
vincia y  diócesis  de  Málaga  (10  leguas), 
partido  judicial  de  Antequera  (2  le- 
guas), siendo  de  presumir  que  este  re- 
frán se  inventaría  mucho  tiempo  ha, 
esto  es,  cuando  Mollina  no  había  alean- 


CIZAÑA 


—  219  — 


CLARO 


zado  aún  la  categoría  de  villa.  Su  con- 
texto se  funda  en  que  por  estar  las 
casas  muy  separadas  unas  de  otras, 
ocupan,  en  consecuencia,  mucho  mayor 
área  de  lo  regular. 
Valer  una  ciudad.  —V.  Valer  un  mundo. 
Vive  en  ciudad,  por  mal  que  te  haya; 
come  carnero,  por  caro  que  valga;  bebe 
del  Duero,  por  turbio  que  vaya. 

Recomienda  la  libertad  con  que  se 
vive  en  las  ciudades,  sin  las  molestias 
ni  fiscalizaciones  de  los  pueblos,  así 
como  el  manjar  y  la  bebida  indicados, 
por  creer  seguramente  el  inventor  del 
refrán  que  son  superiores  a  cuales- 
quiera otros. 
CIZAÑA.  —  Quien  siembra  cizaña,  más 
tarde  le  araña. 

Según  son  los  actos  de  las  personas, 

así   recogen   después    la    recompensa, 

pues   suelen    ser  víctimas  de  aquello 

que  hicieron. 

CLARA.  —  Clara  de  prima,  lluvia  encima. 

Pronóstico  campesino,  sujeto,  como 
todos  ellos,  a  infinitas  contingencias. 
No  hay  clara  que  no  sea  turbia. 

Enseña  a  desconfiar  de  todo  aquello 
que  se  nos  presenta  como  muy  llano  y 
factible,  pues  casi  siempre  lleva  oculto 
algo  difícil  con  que  no  contamos. 
CLARIDAD.  —  La  demasiada  claridad 
ofusca. 

En  el  terreno  material,  por  la  gran 
molestia  que  ocasiona  a  la  vista  lo  fuer- 
te de  su  impresión  en  la  retina,  hasta 
«1  punto  de  no  haber  faltado  quien  ce- 
gara de  repente;  en  el  intelectual,  por- 
que cuanto  más  difusa  resulta  una 
explicación,  tanto  más  suele  embrollar 
la  mente  del  que  estudia;  y  en  el  social, 
a  causa  de  que,  hallándose  algunos 
hombres  colocados  en  el  pináculo  del 
poder,  se  forjan  la  ilusión  de  que  los 
demás  son  otras  tantas  sabandijas  que 
deben  arrastrarse  en  su  presencia. 
Soltar  unas  cuantas  claridades. 

Expresar  por  escrito  o  de  palabra 
lo  que  se  siente,  siendo  verdadero,  y 
como  tal,  molestando  o  haciendo  daño 
a  los  que  hablan  u  obran  en  opuesto 
sentido. 
CLARO.  — Claro  y  limpio  mear,  y  una  higa 
para  el  doctor. 

Una  de  las  señales  de  estar  bueno  o 


sano  es  no  tener  turbia  la  orina;  procu- 
rando esto,  según  el  refrán,  puede  uno 
burlarse  del  médico,  pues  no  lo  nece- 
sitamos para  nada. 

De  claro  en  claro. 

Sin  dormir.  —  La  festiva  imaginación 
de  Cervantes  creó  la  frase  de  turbio  en 
turbio,  como  contraposición  a  la  ante- 
rior, para  denotar  que  el  héroe  man- 
chego  se  pasaba  las  noches  en  vela  y 
los  días  delirando  con  sus  ensueños 
caballerescos,  de  que  dimanó  lo  que  no 
podía  menos  de  suceder :  secársele  el 
cerebro  y  perder  el  juicio. 

En  comiendo  mucho  y  en  meando  claro, 
echa  a  la  mierda  al  cirujano.  —  V.  Claro 
y  limpio  turar,  y  una  higa  para  el  doctor. 

En  meando  claro,  dos  higas  para  el  médi- 
co.— V.  Claro  y  limpio  mear,  y  una  higa 
para  el  doctor. 

¡Es  claro! 

Frase  con  que  se  significa  lo  fácil- 
mente que  se  deja  comprender  aquello 
de  que  se  trata,  en  fuerza  de  lo  obvio 
que  es,  por  cuya  causa  sorprendería  el 
que  cualquiera  lo  pusiese  en  duda. 

Estar,  o  dejar,  en  claro. 

Hallarse  por  hacer  alguna  cosa  o  no 
hacer  mención  de  ella. 

Mear  claro  y  dar  una  higa  al  medico. 

Refrán  usado  ya  en  el  siglo  xvi,  se- 
gún se  prueba  por  una  carta  de  Martín 
de  Salinas,  comisario  del  infante  don 
Fernando  en  la  corte  de  su  hermano  el 
emperador  Carlos  V,  fechada  en  1523, 
existente  en  un  manuscrito  de  la  Real 
Academia  de  la  Historia.  Su  significado 
es  el  mismo  que  el  de  claro  y  limpia 
mear,  etc.  (Véase.) 

Pasarse  los  días,  o  las  noches,  etc.,  en  claro. 
Dejar  transcurrir  ese  espacio  de  tiem- 
po sin  comer,  sin  dormir  o  sin  traba- 
jar, etc.,  según  el  caso  a  que  se  aluda. 

Poner  una  cosa  en  claro. 

Averiguar  o  descubrir  algo  que  esta- 
ba embrollado  u  oculto. 

Sacar  en  claro. 

Obtener  como  consecuencia,  resulta- 
do o  conclusión  de  alguna  indagación, 
estudio  o  análisis,  aquello  de  que  se 
trata. 

Vamos  claro. 

Expresión  familiar  con  que  se  exige 
de  la  persona  o  personas  con  quien  se 


CLAUSTRO 


CLAVO 


habla,  el  que  se  plantee  sin  ambages  y 
en  toda  su  lucidez  y  extensión  la  cues- 
tión de  que  se  trata. — La  Academia  es- 
cribía vamos  claros,  lo  que  sentaría  muy 
bien  tratándose  de  la  holgura  que  hu- 
biera, verbigracia,  entre  los  individuos 
que  concurrieran  a  una  procesión  o 
entre  los  que  ocuparan  el  asiento  de 
un  vagón;  pero  no  siendo  así,  me  pare 
ce  que  lo  que  se  podía  decir  a  la  Aca- 
demia es  que  vamos...  espesos. 
Vamos  claro...  (E  iban  tres  en  la  proce- 
sión.) 

Díce^e  así  cuando  se  da  la  explica- 
ción de  una  cosa  que  no  entendemos 
porque  no  se  hace  con  la  debida  clari- 
dad, o  porque  se  comprende  que  nos 
quieren  demostrar  una  cosa  por  otra. 
CLAUSTRO.— : Estamos  aqui,  o  en  claus- 
tro? 

Modo  de  llamar  la  atención  de  aque- 
llos que  disputan  o  alborotan  mucho 
en  una  reunión,  con  el  fin  de  que  se 
reporten. — Alude  a  lo  borrascosos  que 
solían  ser  antiguamente  los  Claustros 
de  las  Universidades  de  nuestro  país,  y 
de  que  sólo  podrán  dar  una  ligera  idea 
nuestras  actuales  sesiones  de  Cortes. 
CLAVADA.  —  Venir,  o  estar,  clavada 
una  cosa  a  otra. 

Serle  adecuada  o  proporcionada;  sen- 
tarle bien. 
CLAVAR.  —  Clavar  a  alguno. 

Engañarle,  abusando  de  su  buena  fe. 
Se  emplea  más  frecuentemente  refirién- 
dose a  precios,  negociaciones   o  con- 
tratos. 
CLAVE.  —  Dar  con  la  clave. 

Encontrar  la  manera  de  resolver  al- 
guna dificultad. 
Echar  la  clave. 

Dar   por   terminado    un    negocio    o 
asunto,  sin  dar  lugar  a  más  discusiones. 
En  el  clave,  todo  es  coser  y  cantar. 

Idea  errónea  si  se  aplica  hoy  al  pia- 
no, cuyos  estudios  superan  con  mucho 
al  del  antiguo  clave  en  dificultades  de 
todo  género. 
CLAVIJA.— Apretarle  a  uno  las  clavijas. 

Estrecharle  en  un  discurso  o  argu- 
mento, o  por  medio  de  diligencias  judi- 
ciales o  cosa  análoga. 
Tener  flojas  las  clavijas. 

Señalando  la  sien  al  decir  esta  frase, 


indica  ser  pobre  de  inteligencia.  —  Di- 
cese  también  del  que  deja  escapar  con 
frecuencia  ventosidades. 
CLAVO.  —  Agarrarse  a,  o  de,  un   clavo1 
ardiendo. 

Valerse  de  cualquier  recurso  o  me- 
dio, por  mucho  que  nos  repugne  o  sea 
difícil  y  arriesgado,  con  tal  de  poder 
salvarse  de  un  peligro,  evitar  un  mal 
que  amenace  o  conseguir  aquello  que 
se  desea  o  pretende  vivamente. 
Arrimarle  el  clavo  a  uno. 

Endosarle   algo    molesto,    quitándo- 
noslo nosotros  de  encima.  —  En  otra 
acepción,  véase  Clavar  a  alguno. 
Clavará  un  clavo  con  la  cabeza. 

Expresión  de  que  nos  valemos  para 
significar  que  una  persona  es  muy  tes- 
taruda y  tenaz  en  sus  propósitos. 
Dar  en  el  clavo. 

Acertar  en  lo  que  se  hace,  especial- 
mente cuando  la  resolución  es  dudosa. 
También  se  usa  en  sentido  negativo. 
Dar  una  en  el  clavo  y  ciento  en  la  herra- 
dura. 

Satiriza  a  los  que  hablan  mucho  y  le» 
más  de  ello  fuera  de  propósito. 
Echar  de  clavo. 

Engañar. 
Echar  un  clavo  a  la  rueda  de  la  Fortuna. 
Conseguir  mejorar  de  posición  por 
haber  alcanzado  algún  medio  de  vida 
productivo  y  seguro,  tal  como  un  em- 
pleo, negocio,  etc. 
No  dejar  clavo,  o  estaca,  en  pared. 

Llevarse  todo  cuanto  había  en  algu- 
na parte,  sin  que  quede  cosa  ni  rastro 
en  ella. 
No  i?7iportar  un  clavo  alguna  cosa. 

No  valer  nada;  merecer  poco  aprecio. 
Ponerle  a  alguno  un  clavo  y  una  ese. 

Dominarle  en  absoluto,  esclavizarlo. 
Proviene  del  monograma  formado  por 
una  S  cruzada  por  un  clavo,  que  em- 
plean los  esclavos  del  Santísimo  Sa- 
cramento. 
Por  un  clavo  se  pierde  una  herradura. 
Advierte  que  el  descuido  sobre  al- 
gunas cosas  que  parecen  de  poca  im- 
portancia, suele  acarrear  pérdidas  y 
daños  de  gran  consideración.  —  Basán- 
dose en  un  hecho  histórico  se  suele  for- 
mular también  de  la  siguiente  manera: 
Por  un  clavo  se  pierde  una  herradura; 


CLEMENTE 


COBRADOR 


por  una  herradura,  un  caballo;  por  un 
caballo,  un  caballero,  y  por  un  caballero, 
un  reino.  A  veces,  las  más  pequeñas 
causas  suelen  producir  los  más  grandes 
efectos. 
Remachar  el  clavo. 

Insistir  tenazmente  en  algún  empeño 
o  propósito. 
Ser  algo  de  clavo  pasado. 

Sumamente  fácil  de  practicar,  como 
lo  es  el  clavo  que  no  se  ha  resistido  a 
ser  introducido  a  martillazos. 
Un  clavo  saca  otro  clavo,  y  un  bolo  otro 
bolo,  añaden  algunos. 

A  veces,  un  mal  o  cuidado  hace  olvi- 
dar o  no  sentir  otro  que  antes  moles- 
taba. 
¡Por  los  clavos  de  Cristo! 

Manera  de  suplicar  encarecidamente. 
Jocosamente  se  suele  decir  también  : 
¡Por  los  clavos  de  una  puerta  viejal 
CLEMENTE.— ¿Adonde  vas,  Clemente?- 
Con  el  ruido  de  la  gente.  —  V.  ¿Adonde 
va  Vicente?,  etc. 
Escuche  usted,  don  Clemente,  con  la  tiri- 
lla y  el  lente. 

Frase  irónica  que  se  solía  dirigir  a 
los  currutacos  exageradamente  ridícu- 
los.—  Sospecho  que  nació  en  Cádiz  esta 
locución,  allá  por  los  años  de  1840  y 
tantos. 
Si  eres  clemente,  serás  feliz  siempre. 

Recomienda  la  benevolencia  para 
con  los  demás,  consiguiendo  así  verse 
estimado  y  querido  por  todos. 
CLÉRIGO.— Ser  un  clérigo  de  misay  olla. 
V.  Ser  un  fraile  de  misa  y  olla. 
Al  clérigo  hecho  de  fraile  no  le  fies  tu 
comadre. 

Expresa  la  mala  fama  que  han  tenido 
siempre  los  reglares  con  respecto  a  al- 
guno de  los  pecados  capitales  que  juz- 
gamos inútil  señalar.  Conste  que  no  hay 
regla  sin  excepción,  y  entiéndase  de 
éste  para  todos  los  refranes  análogos 
que  siguen. 
Clérigo  viajero,  ni  mísero  ni  misero. 

Enseña  que  la  persona  que  anda  de 
acá  para  allá,  desatendiendo  su  oficio, 
gasta  y  no  gana. 
El  clérigo  y  el  fraile,  al  que  han  menester 
llaman  compadre. 

Pinta  lo  interesados  que  en  su  trato 
suelen  ser  unos  y  otros. 


En  lo  que  se  persigna  un  clérigo,  o  un 
cura  loco. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  la 
rapidez  con  que  se  ejecuta  una  cosa 
cualquiera. 
Jugar  una  pasada  de  clérigo  mulato. 

Alude  a  lo  falsos  y  traicioneros  que 
suelen  ser  los  individuos  de  la  raza  ne- 
gra, y  aún  peores  los  mestizos. 
Quien  a  clérigo  se  mete,  se  mete  a  regalán. 
Supone,  a  nuestro  juicio  erróneamen- 
te en  no  pocos  casos,  que  la  existen- 
cia del  sacerdote  está  llena  de  dulzuras 
y  exenta  de  pesares. 
Clérigos,  frailes  y  monos,  quien  ha  visto 
uno  los  ha  visto  todos. 

Refrán  satírico  con  que  se  da  a  en- 
tender que  los  tres  seres  comparados 
están  cortados  por  una  misma  tijera 
con  respecto  a  sus  cualidades  caracte- 
rísticas. 
CLIMATÉRICO.  —  Andar,  o  estar,  uno 
climatérico. 

Estar  de  mal  humor  y  no  recibir  bien 
ni  con  agrado  lo  que  se  le  dice. — No  es- 
tar bien  de  salud. 
CLIN.— A  las  clines,  corredor. 

Frase  con  que  se  excita  a  una  per- 
sona para  que  se  procure  influencias 
(en  términos  vulgares,  que  se  agarre) 
cuando  vaya  a  emprender  algún  asun- 
to, si  quiere  salir  bien  de  él. 
CLUECA.  —  Si  no  hubiera  cluecas  no  ha- 
bría pollos. 

No  hay  efecto  que  no  deba  su  ser  a 
una  causa  más  o  menos  inmediata. 
COBA.  —  Dar  coba,  o  Dar  la  coba. 

Engañar  con  lisonjas.  —  Entretener, 
distraer  a  uno. —  Molestar,  importunar, 
dar  bromas  pesadas. 
COBARDE.  —  De  ningún  cobarde  se  ha 
escrito  nada. 

Recomienda    el    atrevimiento    para 
emprender  las  cosas,   sin  pararse  de- 
masiado en  pensar  los  resultados. 
COBARDÍA.  —  La  mayor  cobardía  del 
mundo  es  el  matarse. 

Porque  supone  falta  de  valor  para 
resistir  los  males  que  nos  incitan  a  pri- 
varnos de  la  existencia. 
COBRADOR.  —  El  mal  cobrador  hace 
mal  pagador. 

Reprende  a  los  que  se  descuidan  en 
lo  que  les  importa,  siendo  con  ello  oca- 


COBRAR 


—    222    — 


COCODRILO 


sión  de  que  no  se  les  atienda  aun  en 
aquello  que  de  justicia  les  es  debido. 
COBRAR.  —  Cobrar  y  no  cantar. 

Aplícase  a  aquellos  que  sólo  se  cui- 
dan de  su  medro  personal,  sin  atender 
al  trabajo  de  ganarlo. 
Cobra  y  no  pagues,  que  somos  mortales. 
Recomienda  chistosamente  que  nos 
preocupemos  de  lo  que  se  nos  adeuda 
y  olvidemos  lo  que  debemos. — V.  (Qué 
haces,  bobo?  —  Bobeo,  etc. 
COBRE.  —  Batir  el  cobre. 

Tratar  un  negocio  con  mucha  viveza 
y  empeño. 
Batirse  el  cobre. 

Andar  abundante  el  dinero. — Traba- 
jar mucho  en  negocios  que  reportan 
utilidad. — Disputar  con  acaloramiento. 
Cobre  gana   cobre,   que   no   huesos  del 
hombre. 

Enseña  que  para  aumentar  el  caudal, 
sirve  más  tener  dinero  con  que  comer- 
ciar y  tratar,  que  el  trabajo  personal. 
COBRO.  —  Poner  en  cobro. 

Colocar  alguna  cosa  en  sitio  donde 
esté  segura. 
Ponerse  en  cobro. 

Acogerse  o  refugiarse  en  paraje  don- 
de se  pueda  estar  con  seguridad. 
Poner  cobro  en  una  cosa. 

Poner  cuidado,  tener  precaución. — 
Hacer  diligencias  para  recobrarla. 
COCER.  —Duro  de  cocer  y  peor  de  comer. 
Da  a  entender  cómo  las  cosas  que 
por  su  naturaleza  son  aviesas  y  malig- 
nas, con  dificultad  se  ven  reducidas  a 
la  razón  con  el  tiempo  ni  con  la  dis- 
ciplina. 
Estar  duro  de  cocer,  o  de  pelar. 

Ser  muy  difícil  de  convencer  a  una 
persona  de  lo  que  queremos. 
Estar  uno  cocido  en  una  cosa. 

Ser  muy  experimentado  o  versado 
en  ella. 
Quien  cuece  y  amasa,  de  todo  pasa. 

Denota  que  en  todos  los  cargos  y  ofi- 
cios se  tienen  que  padecer  ciertas  inco- 
modidades que  son  inevitables. 
Vieja  fué  y  no  se  coció. 

Reprende  la  excusa  fútil  o  vana  que 

se  alega  en  descargo  de  no  haber  hecho 

alguna  cosa. 

COCINA.—  Cocina  llena,  testamento  vacío. 

Indica  que  el  que  gasta  mucho  en  el 


plato  en  vida,  no  puede  dejar  mucho  a 
sus  herederos. 
Eso  es  lo  que  pasa  en  la  cocina  de  casa. 

Expresión  con  que  se  suele  terminar 
el  relato  de  alguna  noticia  o  sucedido. 
Dicho  se  está  que  no  se  funda  más  que 
en  el  sonsonete,  como  la  mayor  parte 
de  los  refranes. 
COCINERO. —  .£/  que  ha  sido  cocinero 
antes  que  fraile,  lo  que  pasa  en  la  cocina 
bien  lo  sabe,  o  Quien  fué  cocinero,  sale 
lo  que  pasa  en  la  cocina. 

La  persona  que  se  ha  elegido  para  el 
mando  de  alguna  cosa,  seguramente  lo 
hará  con  acierto,  pues  ha  pasado  por 
hacer  personalmente  aquello  que  luego 
ha  de  ordenar  que  se  haga.  —  También 
expresa  lo  difícil  que  es  engañar  a 
quien  ha  ejercido  o  practicado  por  sí 
mismo  aquello  de  que  se  trata. 
COCO.  —  El  que  no  tiene  coco,  no  gime. 

Quien  se  queja  es  ■  porque  se  halla 
acosado  de  alguna  dolencia. 
Quien  no  tiene  coco,  no  tiene  miedo. 

Quien  tiene  la  conciencia  limpia,  no- 
tiene  motivo  para  asustarse  de  nada. 
Parecer,  o  ser,  un  coco. 

Ser  una  persona  extremadamentefea.. 
Ser  uno  el  coco. 

Hacerse  temer,   intimidar  o  causar 
respeto  a  los  demás.— También  se  dice: 
Hacer  el  bu. 
De  estos  cocos,  pocos. 

Expresión  usada  para  indicar  que  lo 
hecho,  conseguido,  etc.,  no  es  fácil  ha- 
cerlo otra  vez,  por  su  mucha  dificultad. 
Hacer  COCOS. 

Halagar  a  uno  con  fiestas  o  ademanes 
para  persuadirle  de  lo  que  se  quiere.  — 
Hacer  señas  o  expresiones  los  enamo- 
rados para  indicar  su  cariño. 
COCODRILO.—  Parecerse  al  cocodrilo,. 
que  siempre  llora  por  lo  que  queda. 

Aplícase  a  aquellas  personas  tan  exi- 
gentes de  suyo  que  nunca  quedan  sa- 
tisfechas con  lo  que  se  les  da. — Provie- 
ne este  símil  de  la  creencia  errónea  en 
que  está  el  vulgo  al  asegurar  que  cuan- 
do desea  el  cocodrilo  devorar  su  pre- 
sa, forma  una  especie  de  quejido,  que 
excitando  la  compasión  o  curiosidad 
del  que  pasa  y  no  lo  sabe,  lo  atrae  al 
lugar  donde  se  halla  escondido,  para 
mejor  poder  atraparlo. 


COCHE 


—  223  — 


COCHINITO 


COCHE.  —  Andar  a  coche  acá,  cinchado. 

Esta  frase  proverbial,  que  no  se  en- 
cuentra en  el  Diccionario  de  la  Acade- 
mia, pero  que  apunta  ya  en  su  tiempo 
(1555)  el  Comendador  Griego,  aunque 
sin  glosarla,  la  explica  de  un  modo  sa- 
tisfactorio el  Sr.  D.Juan  Calderón  {Cer- 
vantes vindicado,  págs.  137-138),  cuyo 
pasaje  copio  íntegramente  a  seguida: 

«Capítulo  VIII.  —  61.  Después  de 
expresar  el  modo  de  que  D.  Quijote  se 
quejaba  que  los  historiadores  desfigu- 
ran a  veces  por  envidia  los  hechos  que 
cuentan,  dice  el  texto:  «Eso  es  lo  que 
»yo  digo  también — respondió  Sancho — 
»y  pienso  que  en  esa  leyenda  o  historia 
»que  nos  dijo  el  bachiller  Carrasco  que 
»de  nosotros  había  visto,  debe  de  andar 
»mi  honra  a  coche  acá,  cinchado,  y  como 
>dicen,  al  estricote  aquí  y  allí  barrien- 
»do  las  calles.»  En  cuanto  a  las  palabras 
a  coche  acá,  cinchado,  dice  el  Sr.  Cle- 
mencín:  «Expresión  que  no  he  visto 
»en  otra  parte,  y  sospecho  que  en  cin- 
>chado  puede  haber  error  de  la  impren- 
ta. De  todos  modos,  el  sentido  de  la 
»expresión  se  explica  por  las  siguien- 
tes. Quiso  decir:  debe  de  andar  mi  hon- 
»  ra  al  retortero,  llevada  de  aquí  para 
»  allí  con  violencia,  como  escoba  con  que  se 
^barrieran  las  calles.-» 

»Si  el  Comendador  hubiera  nacido 
en  donde  nació  Sancho,  sin  duda  que 
hubiera  entendido  su  expresión,  pues 
si  no  la  hubiera  visto  escrita,  es  muy 
probable  que  la  hubiera  oído  más  de 
una  vez.  ¡Coclie!  es  la  voz  con  que,  a 
manera  de  interjección,  se  llama,  cuan- 
do se  quiere  que  venga,  o  se  echa, 
cuando  se  quiere  que  se  vaya  el  cerdo. 
Cinchado  es  el  nombre  que  suelen  dar 
los  porqueros  a  ciertos  cerdos  que  tie- 
nen una  gran  lista  blanca  que  les  abra- 
za lomo  y  vientre,  a  modo  de  cincha. 
Es  cosa  muy  sabida  que  estos  anima- 
litos  siguen  muy  mal  en  su  camino  la 
línea  recta  cuando  van  de  mala  gana, 
y  que  continuamente  van  desviando,  ya 
a  un  lado  ya  a  otro,  y  a  veces  hacia 
atrás;  de  modo  que  el  porquero  o  cual- 
quier otra  persona  que  conduce  a  uno 
de  ellos,  si  por  casualidad  es  uno  de 
aquellos  que  hemos  dicho  llamarse  cin- 
chados, tiene  que  andar  continuamente 


gritando  :  ¡Coche  acá,  cinchado!,  para 
volverle  al  camino  que  quiere  que  siga. 
Así  temía  Sanchovque  llevasen  su  honra 
los  historiadores,  de  un  lado  para  otro,, 
como  pelota,  con  sus  mentiras  y  tergi- 
versaciones. Se  ve  que  no  hay  para  qué 
suponer  o  sospechar  error  de  impren- 
ta.» Hasta  aquí  D.  Juan  Calderón. 

El  Diccionario  del  jesuíta  Terreros 
(que  salió  a  luz  en  1786)  dice  lo  siguien- 
te al  propósito  de  que  tratamos: 

«Coche  allá,  o  Coche  aquí,  o  acá,  frase 
con  que  se  suelen  gobernar  los  cerdos; 
y  es  lo  mismo  que  anda,  o  guía  hacia 
allá,  o  hacia  acá,  etc.» 
Caminar,  o  ir,  en  el  coche  de  San  Fran- 
cisco. 

Caminar,  andar  o  ir  a  pie. 
¡Coche,  al  tiesto, que  se  derrama  el  afrecho! 

Locución  muy  corriente  en  Andalu- 
cía para  motejar  de  cochino,  incivil  o 
mal  criado  a  un  sujeto;  y  también  de 
inhábil  o  inepto  al  que  no  se  da  maña 
para  hacer  lo  que  trae  entre  manos. 
Coche  nuevo  y  caballo  viejo. 

Advierte  que  es  preferible  el  prime- 
ro por  ser  más  resistente,  y  el  segundo 
por  ser  más  seguro. 
Ir  en  el  coche  de  San  Fernando :  un  ratito 
a  pie  y  otro  andando. — V.  Caminar,  o  ir, 
en  el  coche  de  San  Francisco. 
Todo  otro  andar  que  no  sea  en  coche,  es 
andar  a  gatas. 

Expresión  de  que  se  valen  los  rica- 
chos engreídos  para  zaherir  a  los  que 
van  a  pie. 
Y  esa,  ¿es  coche  o  calesa? 

Dícese  a  la  persona  a  quien  se  le 
cuenta  algo  que  no  esperaba  oír,  o  que 
no  suponía  pudiese  suceder. 
No  pararse  los  coches. 

No  tratarse  con  intimidad,  o  no  co- 
rrer amistosamente,  dos  o  más  per- 
sonas. 
COCHINILLO.  —  Vino  el  cochinillo  y 
tiró  el  cantar illo. 

Modo  de  lamentarse  uno  de  que  se 
le  ha  atravesado  otro  en  su  camino,  ha- 
ciéndole alguna  mala  obra  o  causándole 
algún  perjuicio,  con  que  le  ha  desbara- 
tado sus  planes. 
COCHINITO.—  £/ cochinito,  que  se  crie 
gordito. 

En  los  primeros  años  de  la  niñez,, 


COCHINO 


—  224 


CODO 


sólo  se  debe  atender  al  desarrollo  físi- 
co de  las  criaturas,  dejando  el  intelec- 
tual para  cuando  sea  llegado  el  uso  de 
la  razón. 
COCHINO.—  A  cochino  gordo,  untarle  el 
rabo. 

Dícese  cuando  una  persona  llena  de 
riquezas,  felicidades,  honores,  etc.,  re- 
cibe nuevos  honores,  felicidades,  rique 
zas,  etc. 
Cada  cochino  a  su  camino. 

Indica  que  cada  uno  se  ocupe  de  lo 
que  le  incumbe,  sin  entremeterse  en  lo 
que  los  demás  hacen. 
Cochino^í/í»,  bueti  invierno  y  mal  verano. 

Denota  los  inconvenientes  que  tiene 
el  comprar  fiado,  por  la  dificultad  que 
suele  haber  para  solventar  la  deuda  al 
llegar  el  tiempo  de  la  paga. 
Cochino  que  es  para  el  lobo,  no  hay  San 
Antón  que  le  guarde. 

En  vano  pretende  uno  oponer  resis- 
tencia al  porvenir  que  le  está  reser- 
vado. 
Roncar  como  un  cochino. 

Dormir  a  pierna  suelta,  produciendo 
un  ruido  exagerado  con  la  respiración; 
es  decir,  roncando  exageradamente. 
COCHITE    HERVITE.  -  Ser  cochite 
hervite. 

Locución  familiar  empleada  para  sig- 
nificar que  se  hace  o  ha  hecho  una  cosa 
con  celeridad  y  atropellamiento. — Aplí 
case  también  este  nombre  a  la  persona 
que  lo  hace  todo  con  aturdimiento. 
COCHO.  —  Mal  cocho,  peor  asado. 

Indica  que  hay  cosas  que  no  son  bue- 
nas para  nada. 
COCHURA.  —  Sufrir  cochura  por  her- 
mosura. 

Advierte  que  no  se  pueden  lograr 
algunos  gustos  sin  pasar  por  mortifica- 
ciones. 
CODICIA.  —  La  codicia  es  raíz  de  todos 
¡os  males. 

Expresa  que  el  deseo  de  satisfacer 
la  ambición  hace  cometer,  al  que  está 
poseído  de  ella,  acciones  reprobables  e 
indignas,  las  más  veces,  de  quien  las 
ejecuta. 
La  codicia  rompe  el  saco. 

Reprende  la  demasiada  ansia  con  que 
se  solicitan  algunas  cosas,  pues  por  que- 
rer demasiado,  a  veces  se  pierde  todo. 


Por  codicia  de  florín  fio  te  cases  con  ruin 

Aconseja  que  nadie  se  deje  llevar  de 

sólo  el  interés  para  contraer  nupcias. 

Quien  por  codicia  vino  a  ser  rico,  corre 

más  peligro. 

Explica  que  lo  mal  ganado  suele  du- 
rar poco. 
CODICILO. —  Hay  cosas  que  valen  por  co- 
dicilo,  y  no  por  testamento. 

Las  cosas  dispuestas  a  última  hora 
suelen  tener  más  eficacia  que  las  que 
se  estuvieron  pensando  durante  mucho 
tiempo. 
CODICIOSO.  —  El  codicioso  no  goza 
reposo. 

El  descanso  está  reñido  con  la  per- 
sona que  no  se  ve  nunca  satisfecha  con 
lo  que  tiene. 
Juntóse  el  codicioso  con  el  tramposo. 
Aplícase  a  las  personas  que  en  sus 
ajustes  y  tratos  procuran  engañarse. 
CODILLO.  —  Jugársela  uno  de  codillo  a 
otro. 

Usar  de  alguna  estafa  o  engaño  a  fin 
de  lograr  para  sí  lo  que  otro  solicitaba. 
Tirar  al  codillo  a  uno. 

Procurar  destruirle,  haciéndole  todo 
el  daño  posible. 
CODO.  —  Alzar  el  codo,  o  de  codo.  — 
V.  Empinar  el  codo. 
Apretar  el  codo. 

Dícese  del  que  asiste  a  un  moribun- 
do cuya  agonía  es  breve. 
Beber  a  codo  alzado  hasta  ver  las  armas 
del  malogrado. — V.  Hasta  verte,  Cristo, 
o  Jesús  mío. 
Beber,  de  codo,  y  cabalgar,  de  poyo. 

Aconseja  que  todas  las  cosas  se  ha- 
gan con  la  posible  comodidad. 
Dar  de  codo,  o  del  codo. 

Despreciar  o  rechazar  a  personas  o 
cosas. — Avisar  a  la  persona  cercana  de 
algo  que  pasa  y  de  que  no  queremos 
que  se  enteren  los  presentes. 
Del  codo  a  la  mano. 

Manera  de  ponderar  hiperbólicamen- 
te la  pequenez  de  estatura  de  alguna 
persona. 
Empinar  el  codo. 

Beber  mucho  vino,  licores  o  cerveza. 
Es  preciso  darle  en  el  codo. 

Frase  metafórica  con  que  se  denota 
el  trabajo  que  cuesta  hacerle  soltar  di- 
nero a  alguno. 


CODORNIZ 


—    225    — 


COGER 


■Comerse  los  codos  de  hambre. 

Padecer  gran  necesidad  y  miseria. 
De  los  codos  no  salen  lonjas  de  tocino. 
Toda   consecuencia  es  el   producto 
inmediatamente  natural  de  su  antece- 
dente. 
Hablar,  o  charlar,  o  rajar, por  los  codos. 
Hablar  exageradamente,  casi  siem- 
pre sin  ton  ni  concierto. —  También  se 
emplea,   con   la    significación    propia : 
Mentir  por  los  codos. 
Meterse,  o  estar  metido,  uno  hasta  los  co- 
dos en  alguna  cosa. 

Estar  muy  empeñado  o  interesado 
en  ella. 
Tacto  de  codos. 

Efecto  de  unirse  estrechamente  va- 
rias personas  para  determinado  fin.  — 
Alude  esta  frase  a  otra  igual  usada  en 
la  milicia,  con  el  objeto  de  denotar  la 
unión  que  debe  existir  entre  uno  y  otro 
soldado  para  que  resulten  las  filas  en 
correcta  formación. 
CODORNIZ.  —  Ser  buena  codorniz. 

Dícese  del   que   estornuda    muchas 

veces  seguidas,  aludiendo   a   que  las 

mejores  codornices   son  las  que  más 

golpes  dan  en  su  canto. 

Temblar  como  la  codorniz  ante  el  milano. 

Hallarse  sobrecogido  de  gran  pavor. 

COFRADE.  —  El  que  no  sea  cofrade  que 

no  tome  vela. 

Quien  no  se  reputa  culpado,  no  debe 
darse  por  aludido;  y  también,  en  sen- 
tido más  abstracto,  nadie  te  meta  en  lo 
que  no  le  importa. 
COFRADÍA. —  Dos  cofradías  y  un  ciga- 
rral llevan  a  un  hombre  al  hospital. 

Denota  lo  caro  que  sale  pertenecer 
a  las  primeras  y  poseer  el  segundo. — En 
Toledo  llaman  cigarrales  a  las  fincas  de 
recreo  situadas  fuera  de  la  ciudad,  con 
huerta  cercada  y  árboles  frutales. 
Ni  fia  ni  porfía,  ni  entres  en  cofradía. 
Denota  cuan  expuesto  es  a  disgustos 
fiar,  porfiar  o  ser  individuo  de  herman- 
dades o  cofradías. 
Pertenecer  a,  o  ser  de,  la  cofradía  de 
San  Marcos. 

El  estado  del  matrimonio  considera- 
do bajo  el  triste  aspecto  cornumental. 
«No  desmayó  Villanueva  por  lo  que 
había  pasado  con  el  arzobispo  (Silíceo), 
porque  algunas  otras    veces  le  habló 


con  tanta  libertad  y  agudeza,  pidién- 
dole revocase  sus  edictos  y  diese  libre 
licencia  a  los  de  la  Compañía  para  ha- 
cer sus  ministerios,  y  si  no,  que  él  se 
la  tomaría,  pues  la  tenía  de  Su  Santi- 
dad, que  no  tenía  a  veces  el  arzobispo 
qué  responder  a  sus  razones,  donde 
una  vez  le  apretó  de  manera,  que  algu- 
nos que  presentes  se  hallaron  y  sabían 
de  silogismos,  salían  diciendo  que  le 
había  hecho  un  silogismo  en  darii,  a  que 
no  había  sabido  dar  salida  el  arzobis- 
po. Y  él  mismo  reconocía  y  confesaba 
que  a  ninguno  temía  sino  al  cleriguillo 
de  Villanueva  (que  así  le  llamaba), 
porque  le  apretaba  y  argumentaba  de 
dedo;  pero  aquella  vez  particularmente 
mostró  su  gran  prudencia  y  saber  este 
varón  de  Dios  cuando,  pidiendo  au- 
diencia al  arzobispo,  se  la  dio  muy 
grata,  porque  deseaba  decirle  cuanto 
tenía  en  el  pecho,  y  proponerle  las  di- 
ficultades que  en  nuestra  Compañía  y 
su  modo  de  vivir  no  podía  apear.  Dí- 
jole  que  cómo  siendo  clérigos  querían 
ser  exentos  de  su  jurisdicción,  y  que 
no  lo  había  de  consentir,  que  era  que- 
rer ser  toro  de  San  Marcos,  que  pacía  en 
donde  quería.-»  (Historia  del  Colegio  Com- 
plutense de  la  Compañía  de  Jesiís,  por  el 
P.  Cristóbal  de  Castro,  lib.  4.0,  ms.  de 
la  Acad.  de  la  Hist..  est.  14,  gr.  6.a) 
Todos  somos  de  la  cofradía.  —  V.  Entre 
bobos  anda  el  juego. 
COFRE.  —  Hacer  el  cofre. 

Prepararse  para  marcharse. —  Dícese 
también:  Liar  los  bártulos  y  Hacer  la 
maleta.  (Véanse.) 
COGER.  —  Aquí  te  cojo,  aquí  te  mato. 

Significa  que  alguno  quiere  aprove- 
char la  ocasión  que  inesperadamente 
se  le  presenta,  como  favorable  para  la 
consecución  de  sus  intentos. 
Cógelas  a  tientas,  o  a  tiento,  y  mátalas 
callando. 

Calificación  que  familiarmente  se  da 
al  que  con  maña,  sagacidad  y  reserva  se 
propone  hacer  su  negocio  o  realizar  su 
intento. 
Cogerle  a  uno  de  nuevo  alguna  cosa. 

No  tener  ninguna  noticia  o  especie 
antecedente  de  lo  que  se  oye  o  se  ve, 
por  lo  cual  parece  que  uno  se  sorpren- 
de con  la  novedad. 

15 


COGOTE 


—  226  — 


COJUMBRAL 


¡Cogite! 

Expresión  familiar  con  que  se  signi- 
fica que  a  alguno  se  le  ha  obligado  con 
maña  a  que  confiese  lo  que  quería  ne- 
gar u  ocultar,  o  que  se  le  ha  sorpren- 
dido en  alguna  mentira,  en  la  comisión 
de  una  falta,  etc. 
No  salir  nunca  de  un  coge  y  come. — V.  Co- 
mido por  servido,  o  Lo  comido  por  lo  ser- 
vido, 
COGOTE.  —  Ser  tieso  de  cogote. 

Ser  presuntuoso  o  altanero. 
COHECHO.  —  El  que  recibe  cohecho  ns 
goza  libertad. 

La  persona  sobornada  no  puede  juz- 
gar imparcialmente. 
Ni  hagas  cohecho  ni  pierdas  derecho. 

Advierte  que  no  debe  uno  tomar  lo 
que  no  le  corresponde  ni  perder  lo  que 
le  pertenece. 
Quien  da  parte  de  sus  cohechos,  de  sus 

.  --tos  hace  derechos. 

El  hacer  partícipe  a  otro  de  la  falla 
cometida  aminora,  al  parecer,  la  res- 
ponsabilidad de  ésta,  hasta  el  punto  de 
llegar  a  creerla  disculpable. 
COHETE.  —  Ser  una  cosa  un  cohete 
Cangrene. 

Dícese  de  toda  aquella  acción  o  ex- 
presión que  ofende  y  enardece  por 
extremo  el  ánimo  de  la  persona  a  quien 
va  dirigida.  —  Es  alusión  a  cierta  arma 
de  guerra,  así  llamada  del  nombre  de 
su  inventor,  el  oficial  inglés  de  artille- 
ría Sir  William  Congreve.  consistente 
en  cohetes  que,  al  ser  lanzados  dentro 
de  una  plaza  sitiada,  esparcían,  al  esta- 
llar pur  percusión,  la  muerte  a  su  alre- 
dedor. 
COHOMBRO.—  Aborrecí  el  cohombro 
v  nacióme  en  el  hombro. 

Expresa  que,  por  lo  general,  aquello 
que  más  odiamos  es  lo  que  más  nos  ve- 
mos obligados  a  sufrir. 
Quien  huso  el  cohombro  que  lo  lleve,  o 
se  lo  eche,  al  hombro. 

Denota  que  el  que  ha  hecho  alguna 
cosa  de  que  proviene  gravamen,  debe 
sufrir  sus  consecuencias. 
COJEAR.  —  El  que  no  cojea,  renquea. 

Manifiesta,  cuando  se  trata  de  varias 
personas,  que  la  que  no  tiene  una  fal- 
ta, vicio  o  defecto,  posee  otro  seme- 
jante. 


Malo  es  cojear  delante  de  un  cojo. 

Enseña  que  al  que  tiene  una  falta  o 
defecto  no  se  le  debe  echar  en  cara, 
pues  corremos  el  peligro  de  sufrir  las 
consecuencias  si  el  interesado  es  poco 
sufrido. 
COJERA.  —  En  cojera  de  perro  y  en  lágri- 
mas, o  llanto,  de  mujer,  tw  hay  que  creer. 
Aconseja  que  se  desconfíe  de  ambas 
cosas,    tanto    más    exageradas    cuanto 
más  falsas. 
COJO.  —  Cojo,  v  no  de  espina;  calvo,  y  no 
de  tina;  ciego,  y  no  de  nube,  no  hay  mal- 
dad que  no  encubre. 

Las  lesiones  adquiridas  por  enferme- 
dades de  cierto  género,  denotan  en  el 
que  las  posee  no  ser  persona  recomen- 
dable por  su  moralidad  ni  buenas  cos- 
tumbres. 
A  ningún  cojo  se  le  ofcidan  las  muletas. 
Recuerda  que  no  hay  nadie,  por  ton- 
to que  sea,  que  descuide  lo  que  le  in- 
teresa. 
JAís  corre  un  COJO  que  un  sano. 

Porque  éste,  confiando  en  sus  bue- 
nas piernas,  no  se  da  tanta  prisa. 
No  ser  cojo  ni  manco  uno. 

Ser  muy  inteligente,  diestro  y  expe- 
rimentado en  aquello  que  le  incumbe. 
Quien  con  un  cojo  va,  al  cabo  del  año  cojo 
saldrá.  —  V.  Quien  con  lobos  anda,  a 
aullar  se  enseña. 
Quien  es  cojo,  con  el  más  mínimo  traspié 
da  de  ojos. 

Indica  que  el  que  tiene  predisposi- 
ción para  el  mal,  no  necesita  verse  muy 
incitado  para  cometerlo. 
Una,  dos,  tres,  cojo  es. 

Expresión  que  se  suele  usar  cuando 
se  ve  alguna  persona  que  padece  el  de- 
fecto indicado.— Alude  a  la  fábula  de  Sa- 
maniego  titulada  Un  cojo  y  un  picarón. 
Conocer  a  los  cojos  en  el  modo  de  andar.  — 

V.  Saber  de  qué  pie  cojea  alguno. 
Todos  los  COJOS  van  a  Santa  Ana,  y  yo  tam- 
bién voy  con  mi  pata  galana. 

Dícese  de  aquellos  que  no  perdonan 
diversióu  ni  fiesta  alguna,  sin  reparar 
en  inconvenientes  ni  obstáculos  de  nin- 
guna especie. 
COJUMBRAL.—  Un  cojumbral  da:  dos 
mil  reales,  una  capa,  un  cochino  gordo  y 
chiquillo  más  a  su  dueño. 
Entiéndese  en  Andalucía  por  cojum- 


COL 


227 


COLACIÓN 


bral  un  plantío  de  melones,  maíz  y  le- 
gumbres, sembrado  en  terreno  húme- 
do, que  el  dueño  de  la  heredad  suele 
ceder  gratuitamente  a  los  pobres  del 
campo  para  que  éstos  lo  cultiven  en 
beneficio  propio.  —  Expresa  el  refrán 
lo  que  produce  su  explotación;  la  últi- 
ma parte  da  a  entender  que  ocasiona 
también  un  cuidado  más  a  su  dueño. 
COL.  —  Entre  col  y  col,  lechuga. 

Advierte  que  para  que  no  cansen  o 
fastidien  algunas  cosas,  es  conveniente 
variarlas. 
Quien  quiere  la  col,  quiere  las  hojas  de 
alrededor. 

Expresa  que  cuando  queremos  a  una 
persona,  bien  por  serle  agradable,  bien 
por  verdadera   simpatía,   distinguimos 
con  nuestro  afecto  a  todo  aquello  que 
le  pertenece  o  le  rodea. 
Alabaos,  coles,  que  hay  nabos  en  la  olla. 
Nota  a  los  que  estiman  tanto  ser  pre- 
feridos, que  pretenden  serlo  aun  en 
comparación  de  otros  más  ruines. 
A  quien  no  quiere  coles,  el  plato  lleno.  — 
V.  Al  que  no  quiere  caldo,  la  taza  llena. 
Coles  que  no  has  de  comer,  déjalas  cocer. 
Contra  los  entremetidos  que  se  pre- 
ocupan por  aquello  que  no  les  va  ni  les 
viene. 
Coles  y  nabos,  para  en  uno  son  entrambos. 
Y  no  en  una,  como  dice  la  Acade- 
mia. —  V.  Dios  los  cria  y  ellos  se  juntan. 
Estar  harto  de  coles. 

Estar  cansado  de  sufrir  impertinen- 
cias, molestias,  abusos,  etc. 
COLA.  —  Apearse  por  la  cola. 

Responder  o  decir  algún  disparate  o 
despropósito. 
Arrastrar  cola. 

Dícese  de  los  prebendados  de  cate- 
drales. 
Estar,  o  faltar,  la  cola  por  desollar.  — 
V.  Estar,   o  faltar,   el  rabo  por  deso- 
llar. 
Hacer  bajar  la  cola  a  uno. 

Humillar  su  soberbia  o  altivez  por 
medio  de  la  reprensión  o  el  castigo  im- 
puesto. —  Dominar  su  orgullo. 
Hacer,  o  formar,  cola. 

Esperar  por  turno  o  vez  entre  otras 
personas  para  entrar  en  algún  sitio  o 
acercarse  a  un  lugar  con  algún  fin  de- 
terminado. 


Menea  la  cola  el  can,  no  por  ti,  sino  por 
el  pan. 

Enseña  que  generalmente  los  halagos 
y  obsequios  suelen  hacerse  más  bien 
por  interés  que  por  cariño  o  afecto. 
Ni  a  la  cola  a  las  cabras,  ni  a  la  mujer  a 
palabras. 

Quiere  decir  que  ni  a  unas  ni  a  otras 
se  las  trae  a  razones  empleando  esos 
procedimientos. 
No  pegar  una  cosa  ni  con  cola. 

Jugando  del  equívoco  de  la  palabra 
pegar  (cuadrar,  sentar  bien  una  cosa,  y 
adherir  con  algún  aglutinante,  como  es 
la  cola),  dícese  de  aquello  que  no  con- 
viene bien  con  lo  debido;  v.  gr. :  un  ver- 
so mal  rimado,  un  traje  impropio  del 
que  lo  lleva,  etc. 
Ser  el  primero,  empezando  por  la  cola. 

Manera  irónica  de  decir  que  la  per- 
sona de  que  se  trata  ocupa  el  último 
lugar. 
Ser  uno  muy  arrimado  a  la  cola,  o  Ser  de 
los  de  hacia  la  cola. 

Ser  corto  de  entendimiento,  con  so- 
bra, por  lo  común,  de  grosería  y  rusti- 
cidad.— Cuéntase  de  cierta  buena  moza 
que,  en  ocasión  de  ir  por  una  de  las  ca- 
lles más  concurridas  de  Sevilla  barrien- 
do el  suelo  con  rico  traje,  como  quiera 
que  un  patán  le  pisara  y  descosiera  la 
falda,  se  volvió  hacia  él  dirigiéndole 
una  mirada  bastante  sañuda.  El  hacedor 
del  entuerto  no  halló  a  mano  excusa 
más  elegante  que  ésta:  «¡Si  no  llevara 
usted  tan  larga  la  cola!...»  A  lo  que,  ju- 
gando lindamente  del  vocablo,  con  fin- 
gida amabilidad,  replicó  ella  :  «/«Si"  no 
fuera  usted  tan  arrimado  a  la  cola!...» 
Todos  tiran  de  la  cola  del  asno,  pero  más 
su  dueño  cuando  está  atollado. 

Ninguno  se  da  tanta  prisa  a  poner 
remedio  al  apuro  en  que  se  encuentra, 
para  poder  salir  cuanto  antes  de  él, 
como  el  mismo  interesado. 
Traer,  o  tener,  cola  una  cosa. 

Dícese  de  aquello  que,  aunque  parece 
terminado,  tendrá   consecuencias  más 
o  menos    graves  y  duraderas.  —  Em- 
pléase tambiéu  con  el  verbo  llevar. 
COLACIÓN.  —  Colación  romana,  que  el 
que  más  come  más  gana. 

Da  a  entender  que  en  muchas  oca- 
siones no  es  conveniente  andarse  con 


COLADA 


—  228 


COLETO 


remilgos,  sino  procurarse  uno  su  bien- 
estar, sin  fijarse  en  los  demás. 
Sacar  a  colación. 

Hacer  mención  de  alguna  persona  o 
cosa;  mover  la  conversación  acerca  de 
ellas. 
Traer  a  colación. 

Aducir  pruebas  o  razones  en  abono 
y  apoyo  de  una  causa. 
COLADA.  —  Salir  a,  o  en,  la  colada  una 
cosa. 

Averiguarse  lo  que  ya  había  pasado 
y  estaba  olvidado  u  oculto.  —  Ponerse 
en  claro  o  descubrirse  las  malas  accio- 
nes o  actos  censurables  de  una  perso- 
na, corporación,  etc.  —  Pagar  de  una 
vez  las  malas  acciones  cometidas  en  di- 
ferentes tiempos  por  quien  nunca  qui- 
so enmendarse.  Estas  dos  últimas  acep- 
ciones suelen  emplearse  en  tono  pro- 
fético  o  de  amenaza;  dicho  se  está  que 
la  metáfora  hubo  de  tomarse  de  la  lejía 
con  que  se  sacan  las  manchas  de  la 
ropa,  blanqueándola  y  limpiándola  en 
la  colada. 
COL  ADITA.— Cada  colad it a,  una  rasga- 
d/la. 

El   limpiar   frecuentemente   ciertos 
objetos    contribuye    a    que    presenten 
mejor  aspecto,  pero  ayudan  también  a 
que  se  gasten  más  pronto. 
COLAR.  — Colarse  una  persona. 

Decir  algún  disparate.  —  Excederse 
en  lo  hecho  o  dicho.  —  Resentirse  o 
picarse  por  alguna  broma  o  chanza  su- 
frida. —  Introducirse  a  escondidas,  sin 
permiso  o  mediante  una  gracia  o  favor 
especial,  en  alguna  parte. 
No  colar  una  cosa. 

No  creer  lo  que  otro  dice,  por  juz- 
garlo embuste. 
COLCHA. —  A  falla  de  colcha  no  es  mala 
manía.  —  V.  A  falta  de  pan  buenas  son 
tortas. 
COLCHÓN.  —Dos  que  duermen  en  un  col- 
chón, al  fin  y  al  cabo  bailan  al  mismo 
son,  o  se  vuelven  de  la  misma  opinión. 

Denota  lo  común  que  es  el  que  per- 
sonas igualmente  interesadas  en  un 
asunto,  especialmente  tratándose  de 
marido  y  mujer,  piensen  de  la  misma 
manera. 
Parecer  un  colchón  sin  bastas. 
Ser  muy  gruesa  una  persona. 


CÓLERA.  —  Cortar  la  cólera. 

Tomar   un   refrigerio   entre   dos  co- 
midas. 
Cortarle,  o  bajarle,  la  cólera  a  uno. 

Amansarlo  por  medio  del  castigo, 
amenaza,  burla  o  cualquier  otro  medio, 
aunque  generalmente  es  más  por  el 
primero. 
Cuando  la  cólera  sale  de  madre,  no  tiene 
la  lengua  padre. 

Indica  que  cuando  una  persona  se 
halla  enfurecida  no  mide  ni  pone  coto 
a  sus  palabras  por  no  saber,  realmente, 
lo  que  se  dice.  —  Salir  de  madre  es  des- 
bordarse, hablando  de  las  aguas  de  los 
mares  o  ríos.  En  la  lengua  en  que  des- 
bordarse no  se  expresa  por  medio  de 
la   fórmula  salir  de  madre,    no   puede 
jugarse  del  vocablo  con  la  voz  padre 
que  le  subsigue. 
Descargar  la  cólera  en  uno.  —  V.  Descar- 
gar la  ira  en  uno. 
Emborracharse  de,  o  tomarse  de  la,  cólera. 
Perder  el  uso  de  la  razón  por  la  ve- 
hemencia de  la  ira. 
Montar  en  cólera. 

Enfadarse,  airarse  fuertemente. 
Nunca  la  cólera  prometió'  buen  fin  de  sus 
ímpetus. 

Los  resultados  a  que  suele  arrastrar 
la  cólera  son  deplorables. 
Subirse  la  cólera  al  campanario. — Véase 
Montar  en  cólera. 
COLÉRICO.— Colérico  sanguino,  borra- 
cho fino. 

Advierte  que  los  de  este  tempera- 
mento están  expuestos  a  perder  la  ra- 
zón, lo  mismo  que  los  alcoholizados. 
COLETA.  -  Cortarse  la  coleta. 

Dejar  una  costumbre,  una  afición  o 
un  vicio. — El  sentido  directo,  de  don- 
de está  tomada  tropológicamente  esta 
frase,  es  taurino,  pues  se  refiere  al  acto 
material  del  torero  llevado  a  cabo  el 
día  que  se  retira  de  su  profesión. 
Tener,  o  traer,  coleta  una  cosa.  —  Véase 
Traer,  o  tener,  cola  una  cosa. 
COLETO.-- Decir  para  su  coleto. 

Pensar  una  cosa;  decírsela   para  su 
interior. 
Echarse,  o  tirarse,  al  coleto. 

Comer  o  beber  algo  en  gran  cantidad, 
o  cuyo  paladar  es  más  o  menos  des- 
agradable—Metafóricamente, practicar 


COLGAR 


229 


COLOR 


alguna  operación  larga,  molesta  o  difí- 
cil, como  tratándose  de  la  lectura  o  es- 
tudio de  un  libro,  escritura  de  varios 
pliegos,  revisión  de  documentos,  pa- 
seos o  viajes,  etc.  —  Equivalen  a  esta 
locución  las  de  Echarse  a  pechos  y  Me- 
terse entre  pecho  y  espalda. 
COLGAR.  —  Colgar  a  una  persona. 

Regalar  o  presentar  a  uno  una  alhaja 
en  celebridad  del  día  de  su  santo  o 
cumpleaños.  —  Tiene  su  origen  este 
modismo  en  la  costumbre  antigua  de 
felicitar  a  una  persona  colgándole  del 
cuello  una  cadena  de  oro  o  una  joya 
pendiente  de  una  cinta. 
Lo  que  cuelga,  honra.  — V.  Lo  que  arras- 
tra, honra. 
Quedarse  colgado. 

Verse  burlado  o  frustrado  en  sus  es- 
peranzas o  deseos.  —  También  se  dice: 
Dejar  colgado  a  uno. 
CÓLICO.  —  No  morirá  de  cólico  cerrado. 
Suele  decirse  de  las  personas  gasta- 
doras o  habladoras  en  demasía. 
COLMENAR.  —  Meterse  en  el  colmenar 
sin  careta. 

Acometer   una   empresa   arriesgada 
sin  la  debida  preparación. 
COLMILLO.  —  Escupir  por  el  colmillo. 
Echar  fanfarronadas.  -  Sobreponer- 
se a  todo  respeto  y  consideración.  — 
V.  Echarla  de  buche. 
Tener  el  colmillo  retorcido. 

Ser  ducho  en  una  cosa  y  no  dejarse 
engañar  fácilmente.  Se  aplica  casi  siem- 
pre a  las  personas  de  edad.  —  Tener 
energía  y  carácter  suficientes  para  ha- 
cerse respetar. — También  se  suele  de- 
cir: Tener  colmillos,  o  Tener  los  colmi- 
llos piuy  largos. 
Enseñar  los  colmillos. 

Hacerse  temer  3'  respetar.  —  Úsase 
también  con  el  verbo  mostrar,  y  equi- 
vale a  Enseñar  los  dientes.  (Véase.) 
Tener  colmillos.  — V.  Tener  el  colmillo 

retorcido. 
Tener  los  colmillos  muy.  largos.—  Véase 
Tener  el  colmillo  retorcido. 
COLMO.  -  Llegar  una  cosa  al  colmo,  o  a 
su  colmo. 

Alcanzar  la  mayor  perfección.— Con- 
vertir algo  de  uso  en  abuso.  —  Exage- 
rar una  cosa.  —  Suele  emplearse  con  el 
verbo  ser:  Es  el  colmo  de  la  bondad,  de 


la  frescura,  de  la  rapidez,  de  la  desver- 
güenza, etc. 
COLODRA.  —  Ser  uno  una  colodra. 

Beber  mucho  vino;  ser  gran  bebe- 
dor.—  La  colodra  es  una  vasija  de  ma- 
dera en  forma  de  barreño  o  lebrillo  de 
que  usan  los  pastores  para  ordeñar  las 
cabras,  vacas  u  ovejas. 
COLOMBA.  —  El  que  a  la  Colomba  va  y 
allá  duerme,  en  un  año  va  y  en  otro 
viene. 

Tamariz,  lugar  distante  no  muchas 
leguas  de  Zamora,  celebra  la  fiesta  de 
su  patrona,  Santa  Colomba,  el  último 
día  del  año;  de  ahí  que  el  forastero  que 
concurre  a  esa  romería,  pernoctando  en 
ella,  salga  de  su  casa  en  un  año  y  vuel- 
va en  el  siguiente. 
COLOR. —  Cuando  meares  de  color  de  flo- 
rín, echa  al  médico  para  ruin. 

Denota  que  el  orín  clorado  es  señal 
de  perfecto  estado  de  salud,  no  hacien- 
do, por  tanto,  falta  alguna  la  interven- 
ción médica. 
Haber,  o  tener ,  muchos  del  mismo  color. 

Existir  muchas  personas  o  cosas  que 
se  parecen  a  otras  de  su    misma  es- 
pecie. 
Más  vale  color  en  rostro  que  frío  en  buche. 

Más  vale  pasar  por  el  sonrojo  de  te- 
ner que  pedir,  que  quedarse  sin  comer. 
Mudársele  a  uno  el  color  del  rostro. 

Experimentar  gran  sobresalto. 
Quien  siempre  trae  mal  color,  no  es  mé- 
dico ni  doctor. 

En  el  primer  caso,  porque  no  enten- 
diendo de  enfermedades,  no  sabe  cui- 
darse; y  en  el  segundo,  por  no  tener 
suficiente  para  la  alimentación. 
Un  color  se  le  iba  y  otro  se  le  venía. 

Frase  familiar  que  se  emplea  para 
denotar  la  turbación  de  ánimo  que  uno 
padece  cuando  se  halla  agitado  de  va- 
rios afectos  o  de  alguna  molestia  cor- 
poral aguda,  repentina  o  intermitente, 
por  lo  común  interna. 
Verlo  uno  todo  color  de  rosa. 

Verlo  por  el  lado  favorable.-  Ilusio- 
narse fácilmente. 
De  los  colores,  la  grana;  de  las  fintas, 
la  manzana. 

Apreciación  caprichosa  del  inventor 
del  refrán,  como  otros  muchos  de  este 
o  parecido  orden. 


COLORADO 


230 


COMEDIA 


Ponerse  uno  de  mil  colores. 

Mudársele  el   color  del  rostro,  por 

vergüenza  o  por  ira  reprimida. 

Sacarle  a  uno  los  colores,  o  Sacarle  los 

colores  a  la  cara,  o  al  rostro. 

Sonrojarle  o  avergonzarle. 

Salirle  a  uno  los  colores  a  la  cara. 

Ponerse  colorado  de  vergüenza,  por 
alguna  falta  que  se  descubre  en  él  o  se 
le  reprende. 
Volverse  de  más  colores  que  un  camaleón. 
V.  Salirle  a  uno  los  colores  a  la  cara. 
COLORADO.  —  Más  vale  ponerse  una  vez 
colorado  que  ciento  amarillo,  o  desco- 
lorido. 

Comparada  la  situación  del  que  ex- 
perimenta privaciones  o  disgustos  por 
no  atreverse  a  reclamar  lo  que  le  co- 
rresponde de  justicia,  con  la  del  que 
entra  en  el  goce  de  sus  derechos  por 
hablar  en  tiempo  oportuno,  aunque  sea 
costándole  rubor,  resulta  ser  preferible 
ésta  a  aquélla. 
Poner  a  uno  colorado. 

Avergonzarlo.  —  V.  Sacarle  a  uñólos 

COLORES. 

COLORÍN  COLORADO.  —  Y  colorín 
colorado,  ya  está  mi  cuento  acabado. — 
V.  Y  arroz  crudo,  para  el  diablo  rabu- 
do, etc. 
COLLAR.  —  Comprar  el  collar  antes  que 
el  galgo. 

Preocuparse  de  lo  secundario  antes 
que  de  lo  principa]. 
Levantar  el  collar  más  que  el  galgo. — 
V.  Valer  la  salsa  más  que  los  caracoles. 
COMADRE. —  Ello  va  en  la  comadre. 

Locución  proverbial  con  que  se  cen- 
sura la  gracia  o  favor  que  ha  obtenido 
alguno,  atribuyéndolo  al  influjo  de  las 
recomendaciones. 
Huir,  huir,  comadre  Beatriz. 

Empléase  para  indicar  que  amenaza 
algún  peligro,  siendo  conveniente  po- 
nerse en  salvo.  —  La  genial  Fernán  Ca- 
ballero explica  esta  frase  poniéndola, 
no  en  la  boca,  sino  en  el  pico  de  las  go- 
londrinas cuando  tienden  el  vuelo. 
Más  va  en  la  comadre  que  en  la  que  lo 

pare.  —  Y.  Ello  va  en  la  comadre. 
Mi  comadre,  el  oficio  de  la  rana :  bebe  y 
parla. 

Dícese  de  las  mujeres  que  no  saben 
hacer  nada  de  provecho. 


Mi  comadre  la  andadora,  si  no  es  en  su 
casa,  en  todas  las  otras  mora. 

Refiérese  a  las  mujeres  callejeras  que 
desatienden  sus  obligaciones  por  andar 
de  visiteo  y  no  parar  en  su  casa. 
Mi  comadre  la  gargantona,  convidóme  a 
su  olla  y  comiósela  sola,  o  toda . 

Reprende  a  los  que  ofrecen  mucho  y 
dan  poco  o  nada,  o  a  los  que  se  pre- 
cian de  liberales  para  con  los  demás  y 
sólo  atienden  a  su  provecho. 
A  mi  fio  puedo  y  a  mis  comadres  hilo.  — 
V.  Para  mi  710  puedo  y  devanaré  para 
mi  suegra. 
Andar  visitando  comadres. 

Pasar  el  tiempo  de  una  en  otra  visita 
sólo  por  entretener  el  ocio  o  con  mo- 
tivos fútiles  e  insignificantes. 
Mal  me  quieren  mis   comadres  porque 
les  digo  las  verdades. 

Denota  que  el  decir  la  verdad  suele 
crear  enemistades. 
Riñen  las  comadres  y  se  dicen  las  ver- 
dades. 

Da  a  entender  que  en  el  calor  de  la 
riña  o  disputa  se  suelen  descubrir  las 
faltas  que  estaban  ocultas. 
COMADRITA.  —  Comadrita,  ¿suelto  el 
gato? 

Locución  que  se  dirige  a  la  persona 
que  anda  sin  saber  qué  partido  tomar, 
con  el  objeto  de  que  acabe  de  decidir- 
se. Trae  su  origen  del  saínete  de  Gon- 
zález del  Castillo  titulado  El  Gato. 
COMBA.  —  Hacer  combas. 

Columpiar    o    balancear    el   cuerpo 
cuando  se  anda.  —  Tener  las  piernas 
torcidas  o  combadas  en  forma  de  arco. 
COMEDERO.-¿/»/wr/í  a  uno  el  come- 
dero. 

Quitarle  el  empleo  o  cargo  de  que 
vive.  ■ —  Disponer  el  empleado  saliente 
de  todos  los  emolumentos,  fondos  de 
reserva  o  cualquiera  otra  clase  de  uti- 
lidades que  estaban  a  su  cargo,  con  lo 
que  no  le  queda  al  entrante  provecho 
alguno  de  este  género. 
COMEDIA.  —  Acabar  algo  como  la  come- 
dia de  Ubrique.  Algunos  añaden  :  que 
acabó  a  capazos. 

Es  tradición  que  estándose  repre- 
sentando en  Ubrique  (villa  de  la  pro- 
vincia de  Cádiz)  la  comedia  de  Luis  Vé- 
lez  de  Guevara,  ecijano,  intitulada  Rei- 


COMEJÉN 


—  231  — 


COMER 


nar  después  de  morir,  indignado  el  audi- 
torio porque  el  rey,  sin  compasión, 
mandaba  que  matasen  a  D.a  Inés  de 
Castro,  a  consecuencia  de  los  amores 
de  ésta  con  el  príncipe  su  hijo,  y  cre- 
yendo en  su  ofuscación  ser  todo  ver- 
dad lo  que  estaba  pasando  en  las  tablas, 
se  arrojó  a  ellas  precipitadamente  para 
defender  a  la  protagonista,  golpeando 
a  los  demás  actores  que  aparecían  como 
enemigos  suyos.  Nada  tiene  de  particu- 
lar el  relato,  cuando  se  sabe  ser  cierto 
el  hecho  que  en  más  de  una  ocasión  ha 
■dado  lugar  a  justificar  el  dicho  de  aca- 
bar una  cosa,  como  el  Rosario  de  la  Au- 
rora, a  farolazos. 
Hacer  la  comedia. 

Aparentar  para  algún  fin  lo  que  en 
realidad  no  se  siente. 
Ir  a  la  comedia. 

Disponerse  a  comer. — Ir  a  la  comida. 
•COMEJÉN.  —  Se  lo  habrá  comido  el  co- 
mején. 

Frase  empleada  en  el  Perú  para  indi- 
car irónicamente  que  alguien  se  ha  lle- 
vado una  cosa  que  no  parece. — El  come- 
jén es  el  insecto  llamado  también  car- 
coma de  la  madera. 
COMENZAR.  —  Comienza  y  no  acaba. 

Frase  con  que  se  indica  que  uno  se 
detiene  o  alarga  demasiado  en  un  dis- 
curso, o  que,  por  mucho  que  se  dilate, 
siempre  le  queda  algo  por  decir. 
Cuando  comencé,  me  acabaron. 

Denota  la  corta  duración  de  algunas 
cosas. 
COMER.  —  A  buen  comer,  tres  veces  beber. 

Recomienda  se  beba  parcamente  al 
principio,   medio  y  fin  de  la  comida, 
para  que  ésta  no  haga  daño. 
Al  comer,  sudar,  y  al  hacer,  temblar. 

Dícese  de  los  que  rehuyen  el  traba- 
jo, pero  en  cambio  no  tienen  hartura 
para  los  placeres  gastronómicos. 
Buen  comer  trae  mal  comer,  o  El  mu- 
cho comer  trae  a  poco  comer. 

De  los  gastos  excesivos  se  originan 
en  su  día  las  privaciones. 
Comamos  y  amemos,  y  no  nos  engañemos. 

Fórmula   de   despreocupación   para 
vivir  bien. 
Comamos  y  triunfemos,  que  esto  nos  ga- 
naremos. —  V.  Comamos  y  amemos,  y  no 
nos  engañemos. 


Come  poco,  cena  más,  duerme  en  alto  y 
vivirás. 

Recomienda  que  no  se  abuse  de  la 
alimentación,  así  como  que  no  se  ha- 
bite en  pisos  bajos,  para  gozar  de  salud. 
La  frase  cena  ?nás  ha  sido  traducida  por 
muchos  en  la  forma  de  que  se  cene 
más  que  se  coma;  pero  es  un  error, 
pues  todos  los  higienistas  declaran  que 
se  debe  cenar  parcamente.  Es  preciso, 
pues,  entender  el  refrán  en  esta  forma : 
Come  poco  y  cena  más  poco,  como  se  lee 
en  el  Quijote,  parte  II,  cap.  XLIII.  La 
segunda  parte  no  necesita  explicación, 
sabiendo,  como  todos  saben,  que  los 
pisos  bajos  son  húmedos  y,  por  tanto, 
propensos  al  reuma  y  sus  similares. 

Come,  que  de  lo  tuyo  comes. 

Modo  de  significar  que  una  persona 
que  hace  un  gasto  en  obsequio  de  otra 
ya  se  resarcirá  tarde  o  temprano,  di- 
recta o  indirectamente,  por  tener  en  su 
mano  los  medios  de  poder  indemnizar- 
se en  su  día  de  semejantes  dispendios. 

Comer  hasta  enfermar,  y  ayunar  hasta 
sanar. 

Aconseja  que  siendo  la  alimentación 
la  base  de  la  existencia,  se  coma  bien 
mientras  se  está  sano;  pero  al  caer  en- 
fermo, se  guarde  la  más  rigurosa  dieta 
hasta  que,  reconquistada  la  salud,  pue- 
dan reanudarse  las  funciones  de  nu- 
trición. 

Comeremos  más  y  comeremos  menos. 
Expresión  familiar  con  que  se  invita 
a  comer  a  un  huésped  inopinado,  ma- 
nifestándole que  como  no  se  le  espe- 
raba, serán  más  en  número  los  comen- 
sales y  menos  en  cantidad  las  raciones 
a  que  cada  uno  pueda  tocar. 

Comerse  unos  a  otros. 

Pondera  la  discordia  o  emulación 
que  reina  entre  varias  personas. 

Comer  vivo. 

Frase  con  que,  agregando  un  pro- 
nombre personal,  se  explica  el  gran 
enojo  que  se  tiene  contra  alguno,  o  el 
deseo  de  la  venganza.  —  También  se 
emplea  para  dar  a  entender  la  molestia 
que  causan  algunas  personas  pidiendo 
y  sonsacando,  así  como  ciertos  anima- 
les con  sus  picaduras. 

Comer  y  callar. 

Denota  que  al  que  se  encuentra  sub- 


COMER 


232  — 


COMER 


sistiendo  a  expensas  de  otro,  le  convie- 
ne obedecer  y  no  replicar. 
Comido  por  servido,  o  Lo  comido  por 
lo  servido. 

Quiete  decir  que  en  algún  negocio  o 
servicio  no  se  ha  obtenido  ninguna 
utilidad,  sino,  antes  al  contrario,  per- 
juicio relativo,  por  ser  igual  la  remu- 
neración o  paga  al  gasto  o  trabajo  ante 
nórmente  hecho. 
El  comer  todo  lo  tapa. 

Indica  lo  disculpable  que  es  todo 
acto  que  se  cometa  cuando  tiene  por 
fin  satisfacer  esa  necesidad. 
El  comer  y  el  rascar,  todo  es  empezar,  o 
todo  es  hasta  empezar,  o  todo  quiere  em- 
pezar. 

Úsase  para  animar  a  alguno  a  que 
empiece  a  hacer  alguna  cosa  a  que  pa- 
rece que  tiene  repugnancia  o  aversión. 
El  mejor  comer  y  la  mejor  hora  es  cuan- 
do el  hombre  lo  ha  gana. 

Contra  los  que  sostienen  que  las  ce- 
midas  han  de  verificarse  a  horas  fijas 
y  reglamentadamente. 
El  que  come  no  disputa. 

Indica  que  el  que   sale  beneficiado 
en  alguna  cosa  no  se  mete  en  discutir 
los  actos  de  los  demás,  puesto  que  a  él 
no  le  toca  en  lo  que  le  importa. 
El  que  no  come  no  puede  cagar. 

Manifiesta  que   mal   puede   otorgar 
beneficios  aquel  que  no  los  posee. 
El  que  no  es  para  comer,  no  es  para  tra- 
bajar. 

Indica  que  el  trabajo  no  se  puede  so- 
brellevar sin  la  alimentación  necesaria. 
Estar  alguna  cosa  diciendo  comedme. 

Ser  apetitosa  e  incitante. 
Gran  sabor  es  comer  y  no  escolar. 

La  satisfacción  gratis  del  apetito  es 
mejor  que  cuando  cuesta  el  dinero. 
Guarda  que  comerv  no  guardes  que  tra- 
bajar. 

Recomienda  que  no  se  deje  para 
otro  día  lo  que  se  puede  hacer  hoy, 
pues  el  trabajo  retrasado  es  más  des- 
agradable, cosa  que  no  pasa  con  la  co- 
mida cuando  hay  hambre. 
Lo  comido  es  lo  seguro.  —  Y.  Más  val: 

pájaro  en  mano  que  ciento  volando. 
Lo  que  no  has  de  comer  déjalo  cocer. 

Advierte   que   no    se   meta   uno  en 
aquello  eme  no  le  va  ni  le  viene. 


Necesitar  una  cosa  como,  o  más  que,  ti 
comer. 

Serle  a  uno  muy  indispensable. 
No  aprovecha  lo  comido,  sino  lo  digerido. 
Contra  los  glotones:  recomienda  no 
se  abuse  del  plato,  pues  el  exceso  im- 
pide la  digestión. 
Perder  el  comer. 

Frase  no  anticuada,  como  dicen  algu- 
nos autores,  puesto  que  es  de  uso  ge- 
neral y  corriente  en  la  mayor  parte  de 
España,  que  significa  carecer  de  apeti- 
to o  perder  las  ganas  de  comer. 
Quien  bien  come  y  bien  bebe,  hace  lo  que 
debe. 

No  hay  que  temer  incorrecciones  de 
la  persona  que  tiene  satisfechas  sus 
necesidades. 
Quien  mucho  come,  mucho  bebe;  y  quien 
mucho  bebe,  mucho  duerme,  poco  lee,  poco- 
sabe  y  poco  vale. 

Reprueba   la   exageración   en    todo, 
particularmente    en    la  comida,    como 
consecuencia   de   los   defectos    que  a 
continuación  se  citan. 
Quien  mucho  come,  poco  come. 

Denota  que  el  abuso  en  la   comida 
ocasiona  aveces  una  muerteprematura. 
Quitárselo  uno  de  su  comer. — V.  Quitár- 
selo uno  de  la  boca. 
Ser  de  buen  comer. 

Dícese  del  que  come  mucho  o  con 
buen  apetito. 
Sin  comerlo  ni  beberlo. 

Sufrir  algún  daño  o  percibir  un  be- 
neficio sin  haber  tenido  parte  ni  inter- 
vención alguna  en  la  causa  o   motivo 
originaria  de  aquéllos. 
Sobre  el  buen  comer,  el  ajo. 

Se  asegura  por  algunos  que  el  ajo  es- 
tan  digestivo  que  no  debiera  faltar  en 
ninguna  comida,  siendo  conveniente 
que  se  tomase  con  toda  clase  de  man- 
jares, no  faltando  quien  dice  que  ¡hasta 
con  el  dulce! 
Te?ier  uno  que  comer. 

Poseer  lo  necesario,  y  a  veces  algo 
más,  para  el  alimento  y  decencia  per 
sonal. 
Yo   como   para    vivir  y   no    vivo  para 
comer. 

Contra  los  glotones,  que  hacen  de  la 
comida  la  satisfacción  de  un  goce  y  no 
la  de  una  necesidad  fisiológica. 


CÓMICO 


—  233 


COMPADRE 


CÓMICO.—  Ser  más  pobre  que  un  cómico 

en  Cuaresma. 

Alude  a  que  antiguamente  se  cerra- 
ban los  teatros  el  martes  de  Carnaval 
y  no  se  volvían  a  abrir  hasta  la  Pascua 
de  Resurrección.  Hoy  no  tiene  razón 
de  ser  esta  comparación  proverbial,  por 
haber  cesado  aquella  costumbre. 
COMIDA.  —  Comida  abondo  en  el  establo 
y  buen  sol  en  el  campo. 

Es  lo  conveniente  para  que  se  man- 
tengan fuertes  y  sanas  las  bestias  de 
labor. 
Comida  acabada,  amistad  terminada.  — 

V.  Comida  hecha,  compañía  deshecha. 
Comida,  cama  y  capote,  que  sustente  y 
abrigue  al  niño  y  no  le  sobre. 

Enseña   la   sobriedad  y   moderación 
con  que  se  debe  criar  a  los  niños. 
Comida  fría  y  bebida  caliente,  nunca  hi- 
cieron buen  vientre. 

Recomienda  abstenerse  de  ambas  co- 
sas, con  el  fin  de  evitarse  dolores  intes- 
tinales. 
Comida  hecha,  compañía  deshecha. 

Reprende  a  los  que  se  apartan   del 
amigo  cuyos  dones  disfrutaron,  cuando 
cesa  la  utilidad  o  provecho  que  de  él 
tenían  o  cuando  ya  no  lo  necesitan. — 
V.  Pasada  la  procesión,  se  descolgaron 
las  calles. 
La  comida  reposada  y  la  cena  paseada. 
Señala  la  conveniencia  del  descanso 
después  de  aquélla,  así  como  del  ejer- 
cicio tras  ésta,  no  yéndose  inmediata- 
mente a  la  cama,  como  hacen  algunos. 
Para  el  que  se  convida  no  hay  mala  co- 
mida. 

No  habiendo  sido  invitado,  forzosa- 
mente tendrá  que  aceptar  lo  que  le  den 
aunque  no  le  guste,  y  dar  encima  las 
gracias. 
Si  quieres  comida  mala,  come  la  liebre 
asada. 

Refrán  convencional,  inventado  por 
alguno  a  quien  no  le  gustase  la  liebre 
condimentada  del  modo  que  se  cita. 
Cotí  malas  comidas  y  peores  cenas,  men- 
guan las  carnes  y  crecen  las  penas. 

La  mala  alimentación  es  causa  de  en- 
flaquecimiento y  disgustos. 
COMILÓN. —  Hártate,  comilón,  con  pasa 
y  media. 

Censúrase  al  que,  dando  con  mez- 


quindad, todavía  se  jacta  de  hacerlo  es- 
pléndidamente. 
COMINO.  —  ATo  motilar,  o  valer,  una  cesa 
un  comino. 

Frase  empleada  para  despreciarla  o 
ponderar  su  poco  valor. 
Parecer  un  comino,  o  un  comino  nístico. 
Dicese  de  las  personas  de  pequeña 
estatura  y  desmedradas. 
COMISIÓN.  —  Toda  comisión  da  para 
un  pantalón. 

Da  a  entender  que  de  todo  aque. 
que  uno  se  encarga  se  debe  sacar  algún 
provecho,  por  pequeño  que  éste  sea. 
/  Valiente  comisión!  —  V.  Salir  con  una 

EMBAJADA. 

CÓMO.  -  Sin  saber  cómo,  ni  cómo  no. 

Ignorar  la  causa  de  una  cosa  cual- 
quiera. 
COMODIDAD.  —  La  comodidad   hace 

al  hombre  ladrón.  —  V.  La  ocasión  hace 
al  ladrón. 
COMODÍN.  —  Servir  de  comodín. 

Ser  empleada  una  persona  para  todo, 
según  la  conveniencia  del  que  usa  o, 
mejor,  abusa  de  ella. 
CÓMODO.  —  No  hay  nada  más  cómodo 
que  la  comodidad. 

Dícese  satíricamente  a  las  personas 
que  son  amigas  de  no  molestarse  por 
nada  ni  por  nadie. 
COMPADRE.  —  Aclarádselo  vos,  compa- 
dre, que  tenéis  la  boca  a  mano. 

Se  emplea  contra  los  que  son  mo- 
lestos en  la  conversación,  y  ungiendo  o 
afectando  no  haber  entendido  aquello 
de  que  se  va  hablando,  hacen  repeti- 
das preguntas  acerca  del  asunto  sin  ne- 
cesidad. 
Achicad,  compadre,  y  llevaréis  la  galga. 
Empléase  cuando  se  oye  decir  algo 
desmesuradamente  exagerado. 
¿De  qué  sirve  el  compadre  que  en  la  oca- 
sión no  vale? —  V.  El  amigo  que  no  da,  o 
presta,  y  el  cuchillo  que  no  corta,  que  se 
pierda,  poco  importa. 
De  compadre  a  compadre,  sangre  en 

el  ojo.  —  V.  De  amigo  a  amigo,  etc. 
Mi  compadre  tiene  un  molejón',  a  quien 
quiere,  amuela,  y  a  quien  quiere,  non. 

Denota  el  carácter  independiente  de 
una  persona,  por  cuya  causa  obra  en 
toda  ocasión  según  su  voluntad  o  ca- 
pricho. 


COMPADRITO 


234  — 


COMPONEDOR 


Ni  usté  es  mi  compadre,  ni  éste  es  el  ca- 
mino de  Jerez. 

Modo  de  darle  a  entender  a  una  per- 
sona que  va  desacertada  en  aquello  que 
dice  o  proyecta.  —  Es  la  contestación 
que,  según  se  cuenta,  dio  un  descono- 
cido a  cierto  andaluz,  el  cual,  habién- 
dose extraviado  en  su  ruta,  le  preguntó 
diciendo:  Compadre,  {es  éste  el  camino 
de  Jerez} 
COMPADRITO.  —  Compadrito,  ¿suelto 
el  micho?— \r.  Comadrita,  {suelto  el  gato} 

Echarla  de  compadrito. 

Frase  americana  equivalente  a  echar- 
la de  valiente,  de  bravucón,  etc. 
COMPAÑERO.  —  Si  quieres  ver  a  tu  com- 
pañero  andar,  ponte  en  el  camino   a 
mear. 

Por  temor  a  que  el  que  hace  esta 
operación  deje  escapar  algún  ruido  mal- 
oliente. 
COMPAÑÍA.  —  Compañía  de  dos,  com- 
pañía de  Dios. 

Explica  lo  bien  que  se  avienen  dos 
personas  sólo  para  intervenir  en  un 
negocio,  siendo  perjudicial  mayor  nú- 
mero. 

Compañía  de  tres,  compañía  de  todo  el 
mundo.  —  V.  Compañía  de  dos,  compañía 
de  Dios. 

Compañía  de  tres  no  vale  res.  —  V.  Com- 
pañía de  dos,  compañía  de  Dios. 

Hacerle  a  uno  la  compañía  de  la  alpar- 
gata. 

Dícese  en  Aragón  de  la  persona  que 
abandona  a  otra  cuando  más  necesitaba 
ésta  de  su  ayuda. — En  Valencia  se  sue- 
le decir  a  igual  propósito:  Hacerle  a 
uno  la  compañía  de  la  esparteña.  —  Bien 
notoria  es  la  alusión,  dicho  de  una  u 
otra  manera,  pues  sabido  es  que  esa 
clase  de  calzado,  comúnmente  llama- 
do en  la  generalidad  de  España  al- 
pargata o  alpargate  (voz  oriunda  del 
árabe),  atento  a  ser  de  poca  duración, 
suele  rompérsele  al  que  con  ella  viaja, 
dejándolo  descalzo  en  la  mitad  de  su 
camino,  por  cuyo  motivo  va  en  mala 
compañía. 

La  Compañía  de  Jesús  es  una  espada, 
cuya  empuñadura  está  en  Roma  y  la  pun- 
ta en  todas  partes. 

Alusión  a  que  el  general  de  dicho 
Instituto  reside  en  la  capital  del  orbe 


católico,  desde  donde  manda  con  impe- 
rio absoluto  a  sus  subditos,  quienes  se 
hallan  esparcidos  por  toda  la  Tierra, 
hechos  dueños  de  la  mayor  parte  de 
ella,  según  lo  aseguran  personas  que 
deben  saberlo  por  buen  conducto. 
La  compañía  para  honor,  antes  con  tu 
igual  que  con  tu  mayor. 

Enseña  que  debemos  reunimos  con 
nuestros  iguales,  a  fin  de  no  exponer- 
nos a  recibir  desaires  de  los  superio- 
res ni  hacerlos  a  los  inferiores.  —  Los 
casamientos,  para  que  sean  acertados, 
deben  verificarse  entre  personas  de  la 
misma  clase.  —  También  se  dice  este 
refrán  de  los  modos  siguientes:  La  mu- 
jer con  igual  o  menor,  si  quieres  ser  se- 
ñor, o  Casar  y  compadrar,  cada  cual  con 
su  igual. 
Llevar  la  compañía  del  ahorcado.  — Véa- 
se Hacerle  a  uno  la  compañía  de  la  al- 
pargata. 
COMPAÑÓN.  —  A  buen  compañón,  bue- 
na compañía.  —  V.  A  tal  podador,  tal 
sarmentador. 
COMPARACIÓN.—  Toda  comparación 
es  odiosa. 

Recomienda  se  huya  de  ellas,  por 
evitar  la  molestia  que  necesariamente 
ha  de  producir  en  la  persona  que  os- 
tente el  grado  de  inferioridad. 
COMPÁS.  —  Correr  una  cosa  al  mismo 
compás  que  otra. 

Guardar  entre  sí  la  debida  relación. 
Ir  uno  con  el  compás  en  la  mano. 

Proceder  con  regla  y  medida,  no  a 
tontas  y  a  locas,  sino  con  reflexión. 
Llevar  el  compás.  —  V.  Llevar  uno  la 

batuta. 
Perder  el  compás.  —  V.  Perder  los  es- 
tribos. 
Salir  uno  de  compás. 

No  ir  medido  ni  reglado  uno  en  su 
modo  de  proceder  ni  en  sus  acciones. 
Echar  compases. 

Andar  despacio  y  contoneándose.  — 
También  se  dice,  aunque  impropiamen- 
te: Dar  compases. 
COMPONEDOR.— Muchos  compone- 
dores descomponen  la  novia. 

Denota  que  en  las  cosas  de  ingenio 
y  gusto  no  conviene  que  intervengan 
muchas  personas,  por  causa  de  la  di- 
versidad u  oposición  de  pareceres. 


COMPONER 


—  235 


CONCIENCIA 


COMPONER.— Alíate  las  compongas.— 

V.  Allá  se  las  hayan. 
No  te  compongas. —  V.  Date  un  limpión. 
COMPOSICIÓN.  -Hacer  composición 

de  lugar. 

Meditar  todas  las  circunstancias  de 
un  negocio  y  formar  con  este  conoci- 
miento el  plan  conducente  a  su  más 
acertada  dirección  y  feliz  desenlace. 
COMPRAR.  —  Compra  lo  que  no  has  me- 
nester y  venderás  lo  que  no  podrás  ex- 
cusar. 

Reprende  los  gastos  superfluos,  es- 
pecialmente en  quien  no  anda  muy  so- 
brado de  dinero. 
Déjame  comprar,  dejaréte  veiider. 

El  que  permite  a  los  demás  que  atien- 
dan a  sus  intereses,  tiene  derecho  a  que 
le  dejen  a  él  cuidar  de  los  suyos. 
El  que  no  te  conozca,  que  te  compre. 

Se  da  a  entender  a  una  persona  que 
penetramos  sus  intenciones,  y  por  lo 
tanto,  pierde  el  tiempo  en  querer  en- 
gañarnos. 
COMPUESTA.  —  Quedarse  compuesta 
y  sin  novio. 

Dícese  de  la  persona  que  teniendo 
3'a  segura  una  cosa,  se  le  va  de  las  ma- 
nos, perdiéndola  cuando  menos  lo  es- 
peraba. 
COMÚN.  —  Quien  sirve  al  común  sirve  a 
ningún. 

Manifiesta  que  los  servicios  hechos 
a  corporaciones,  pueblos,  etc.,  son 
regularmente  poco  agradecidos;  pues 
como  son  muchos  los  partícipes  en  el 
beneficio,  cada  cual  descarga  en  el  otro 
la  expresión  del  agradecimiento,  el  cual 
llega  tarde,  o  no  llega  a  verificarse. 
COMUNICANDA.  -  Ni  comunicanda 
bien  cantada,  ni  manceba  de  clérigo  mal 
tocada.  Otros  substituyen  la  segunda 
parte  por  ni  hijo  de  clérigo  bien  criado; 
esto  es,  bien  educado. 

Expresa  lo  difícil  que  es  hallar  cual- 
quiera de  las  cosas  indicadas.  La  comu- 
nicanda es  una  antífona  que  se  reza  en 
la  misa  acto  continuo  de  haber  sumido 
el  sacerdote  y  purificádose  los  dedos. 
COMUNIDAD.  —En  comunidad,  nunca 
luzcas  tu  habilidad. 

Porque  sobre  echarle  a  uno  toda  la 
carga  encima,  por  aquello  de  que  sabe 
hacerlo,  ni  se  le  agradece  ni  se  le  re- 


munera comúnmente,   siendo  así  que 
se  trata  de  obras  de  supererogación. 
CONCEJO.  —  A  concejo  ruin,  campana 
de  madera. 

Enseña  la  poca  importancia  que  se 
debe  dar  a  las  cosas  que  no  lo  me- 
recen. 
En  el  Concejo  de  Polán,  hasta  el  guarre- 
ro tiene  voto. 

Dícese  cuando  los  inferiores  se  me- 
ten en  las  conversaciones  de  las  perso- 
nas mayores,  especialmente  si  se  ade- 
lantan a  manifestar  su  parecer  sin  ser 
llamados;  y  alude  a  la  costumbre  que 
había  antiguamente  en  algunos  pueblos, 
como  en  Polán  (villa  distante  3  leguas 
de  Toledo),  de  convocar  por  el  Muni- 
cipio, mediante  campana  tañida,  a  se- 
sión extraordinaria  o  concejo  abierto  en 
los  casos  graves,  a  todos  los  vecinos  sin 
distinción. 
Pon  lo  tuyo  en  concejo,  y  unos  dirán  que 
es  blanco  y  otros  que  es  negro. 

Indica  la  diversidad  de  pareceres  y 
opiniones  que  reina  entre  los  hombres, 
por  lo  que  es  punto  menos  que  impo- 
sible el  poder  agradar  a  todos. —  Otros 
dicen:  Pon  tu  culo  en  concejo,  etc. 
Trasquílenme  en  concejo,^»  no  lo  sepan  en 
mi  casa. 

Dícese  de  los  que  estando  infamados 
en  todas  partes,  tratan  de  encubrirlo  en 
su  domicilio  y  parentela. 
CONCEPTO.  —  Formar  concepto. 

Determinar  una  cosa  en  la  mente  des- 
pués de  bien  examinadas  las  circuns- 
tancias. 
CONCIENCIA.  —  Acusar  la  conciencia 
a  uno. 

Traerle  inquieto  y  desazonado  a  con- 
secuencia de  alguna  mala  acción. 
Ajustarse  uno  con  su  conciencia. 

Seguir  en  el  modo  de  obrar  lo  que 
le  dicta  su  propio  sentimiento.  Aplí- 
case más  a  aquellas  cosas  en  que  cabe 
dudar  si  se  pueden  o  no  llevar  a  cabo 
de  una  manera  lícita. 
Escarbar  la  conciencia.  —  V.  Acusar  la 

conciencia  a  uno. 
La  conciencia  temerosa,  de  los  castigos  se 
acuerda. 

Nadie  se  ocupa  de  las  penas  impues- 
tas por  la  ley  más  que  los  que  saben 
que  la  han  infringido. 


CONCLAVE 


236  — 


CONDE 


La  propia  conciencia  acusa. 

El  que  ha  cometido  una  falta  tiene 
suficiente  castigo  con  el  recuerdo  de 
ella. 
Más  negro  que  la  conciencia  de  Judas. 
Comparación  empleada  para  encare- 
cer la  maldad  de  una  persona. 
No  tener  conciencia. 

Obrar  inicuamente;  ser  un  desalma- 
do.—  El  caso  afirmativo  se  aplica  al 
que  obra  con  rectitud  y  honradez. 
Ser  ancho  de  conciencia. 

Aplícase  a  los  que,  con  poco  funda- 
mento, obran  o  aconsejan  algo  contra 
la  ley.  —  Por  el  contrario,  al  que  es  muy 
ajustado  a  los  rigores  de  la  ley  se  le 
dice  que  es  estrecho  de  conciencia. 
Tener  conciencia  de  jaretas. 

Ser  elástica  o  de  tira  y  afloja,  según 
conviene  al  individuo  que  así  la  tiene, 
a  la  manera  que  la  jareta  sirve  para  en- 
coger o  ensanchar  la  tela  con  el  fin  de 
adaptarla  al  sujeto  u  objeto  para  que 
está  destinada. 
CÓNCLAVE.  —  Ser  un  cónclave  el  cuer- 
po de  una  persona. 

Estar  lleno  de  cardenales. — Juégase, 
como  se  ve,  en  esta  frase  del  equívoco 
existente  en  la  palabra  cardenal,  digni- 
dad eclesiástica,  y  cardenal,  equimosis 
producida  por  un  golpe.  El  conclave 
es  la  reunión  de  los  primeros,  que  se 
celebra  en  Roma  a  la  muerte  de  un 
papa  para  elegir  sucesor. 
CONCLUSIÓN.—  Sentarse  uno  en  la  con- 
clusión. 

Mantenerse  porfiadamente  en  su  opi- 
nión, volviendo  a  instar  sobre  ella,  aun 
contra  las  razones  que  persuaden  la 
contraria,  sin  aducir  otras  nuevas. 
CONCHA.  —  Dentro  de  la  concha  está  la 
perla,  aunque  no  puedas  verla. 

Es  preciso  trabajar  para  sacar  la  uti- 
lidad que  en  sí  encierra  alguna  cosa. 
Meterse  uno  en  su  concha. 

Retraerse,   negarse  a   tratar  con    la 
gente  o  a  tomar  parte  en  negocios  o 
esparcimientos. 
Tener  uno  más  conchas  que  un  galápago, 
o  muchas  conchas. 

Ser  reservado,  disimulado  y  astuto. 
CONDADO.  —  Cuando  te  dieren  un  con- 
dado, agárrale.  —  V.  Cuando  te  dieren 
la  vaquilla,  acude  con  la  soguilla. 


CONDE.  —  Agraciar  a  uno  con  el  título  de 
conde  de  Puñoenrostro. 
Darle  una  o  más  puñadas. 

Andar  en  una  cosa  el  conde  de  Uñate.  — 
V.  Ser  uno  el  conde  de  Uñate. 

Conde  y  condadura  y  cebada  para  la 
muía. 

Zahiere  al  que  no  contando  con  lo 
razonable,  quiere  cosas  superfluas. 

Cuando  estes  con  el  conde  no  mates  al 
hombre,  que  el  conde  se  te  irá  y  el 
hombre  se  quedará.  -  V.  Porque  estés 
sirviendo  al  conde  no  mates  al  hom- 
bre, etc. 

Cuando  fueres  conde  no  mates  al  hom- 
bre.- V.  Porque  estes  sirviendo  al  conde 
no  mates  al  hombre,  etc. 

El  conde  que  paga  es  el  verdadero  conde. 
Indica  que  los  títulos  nobiliarios  tie- 
nen   menos    importancia    cuando    no 
acompañan  a  la  nobleza  del  corazón. 

Llamaos  siquiera  conde  de  Cervera. 

No  creo  asunto  fácil  penetrar  el  sen- 
tido, intencionado  al  parecer,  que  en- 
cierra este  refrán.  Baste  decir  que  lo 
apunta  el  Comendador  (1555),  y  que  el 
condado  de  Cervera  aparece  en  la  His- 
toria como  fundado  en  1357  por  D.  Pe- 
dro IV  a  favor  de  su  hijo  D.  luán,  con 
la  condición  de  que  jamás  pudiese  ser 
enajenada  la  ciudad.  Otros  suponen  que 
equivale  a  decirle  a  uno  que  se  llame 
de  algún  modo,  sea  como  quiera. 

Porque  estés  sirviendo  al  conde  no  mates 
al  hombre,  que  jnuere  el  conde  v  queda 
el  hombre. 

Aconseja  que  nadie  obre  mal,  con- 
fiado en  que  tiene  valedores,  porque 
éstos  pueden  faltar  y  entonces  no  ten- 
drá quien  le  defienda  de  las  justas  re- 
presalias. 

Quien  es  conde  y  desea  ser  duque,  métase 
fraile  en  Guadalupe. 

Alude  a  las  grandes  riquezas  v  fas- 
tuoso trato  de  que  disfrutaban  en  lo 
antiguo  los  religiosos  Jerónimos  del 
monasterio  de  Nuestra  Señora  de  Gua- 
dalupe, en  Extremadura,  provincia  de. 
Cáceres. 

Ser  uno  el  conde  de  Uñate. 

Ser  aficionado  a  quedarse  con  lo  aje- 
no contra  la  voluntad  de  su  dueño. — 
Es  locución  jocosa  derivada  de  la  de 
Ser  largo  de  uñas. 


CONDENACIÓN 


237 


CONFESIÓN 


Un  conde  con  muchos  doblones  se  casará 
con  quien  le  acomode. 

Indica  la  extremada  importancia  que 
tienen  las  riquezas  para  conseguir  lo 
que  se  desee. 
CONDENACIÓN.  —  Ser  una  condena- 
ción. 

Ser  una  persona  o  cosa  sumamente 
insufrible  o  intolerable. 
CONDICIÓN.  —  Quebrarle  a  uno  la  con- 
dición. 

Abatirle  el  orgullo,  o  corregirle  de 
sus  defectos,  contrariándole  en  sus  gus- 
tos, caprichos,  etc. 
Condición  áspera  como  cuartana  de  león. 
Comparación  alusiva  a  las  personas 
de  carácter  sumamente  agrio  o  de  mal 
genio. 
Condición,  o  genio,  o  natural,  y  figura, 
o  contextura,  hasta  la  sepultura.  —  Véa- 
se Genio  y  figura  hasta  la  sepultura. 
Tener   condición   de  tía,  o   Tener  una 
condición  como  una  tía. 

Tener   malas   inclinaciones.  Tómase 
la  palabra  tía  en  mal  sentido. 
Condiciones  rompen  leyes. 

La  situación  especial  en  que  a  veces 
se  encuentra  una  persona,  obliga  a  sal- 
tar por  cima  de  todos  los  preceptos  y 
órdenes  que  debieran  acatarse. 
CONDINGA.  —  Tener  mucha  condinga. 

Dícese  del  que  posee  un  genio  fuer- 
te y  violento,  carácter  desabrido  o  con- 
dición áspera. 
CONDUCHO.  —  Donde  entra  conducho 
no  entra  pan  mucho.  —  V.  Donde  entra 
tajada  no  entra  rebanada. 
CONDUMIO. — Haber,  o  hacer,  mucho  con- 
dumio. 

Dícese  cuando  hay  preparada  mucha 
comida,    y    en   general   se   aplica  a   la 
abundancia  excesiva  de  toda  clase  de 
comestibles. 
CONEJA.  —  Ser  una  coneja. 

Aplícase  a  las  mujeres  que  dan  a  luz 
muy   a    menudo,    y   especialmente    si 
acostumbran  a  tener  más  de  una  cria- 
tura en  cada  parto. 
CONEJERA.—  Ser  una  conejera. 

Aplícase  a  las  casas  en  que  habita 
mucha  gente,  generalmente  de  mal  vi- 
vir. —  Dícese  igualmente  de  las  casas 
pobres  en  que  hay  gran  cantidad  de 
muchachos. 


CONEJO.  -De  mala  viene  el  conejo,  y  que 

se  lleve  el  diablo  el  pellejo. 

Indica  que  cuando  una  cosa  está  mal 
adquirida  no  es  de  sentir  que  otros, 
para  taparnos,  se  lleven  una  parte  de 
lo  que  es  objeto  de  la  cuestión. 

El  conejo  de  las  ánimas. 

Frase  atribuida  a  un  cazador  muy 
devoto  de  las  ánimas  del  purgatorio, 
pero  de  muy  desgraciada  puntería,  el 
cual,  yendo  de  caza,  acertó  a  encontrar 
a  tiro  dos  conejos  juntos  parados.  A 
tan  agradable  vista,  dijo  echándose  a  la 
cara  la  escopeta:  «Ánimas  benditas,  si 
mato  a  los  dos,  uno  será  para  vosotras.» 
Esto  dicho,  disparó;  mató  uno,  y  vien- 
do al  otro  escapar  incólume,  exclamó: 
«¡Vaya  un  paso  que  lleva  el  conejo  de 
las  ánimas!* 

El  conejo  ido,  el  consejo  venido,  o  palos 
en  la  cama,  o  palos  en  la  ?nadrigue- 
ra.—X.  Al  asno  muerto  la  cebada  al 
rabo. 

El  conejo,  por  maña  doñea  a  la  vaca. 

Aconseja  que  se  desconfíe  de  los 
aduladores. 

Estar  como  el  conejo,  que  todos  le  tiran. 
Ser  la  víctima  de  todos. 

Ni  comas  conejo  en  fo?ida,  ni  te  fíes  de 
mujer  cachonda. 

Invita  a  desconfiar  de  ambas  cosas: 
la  primera,  por  la  facilidad  con  que  en 
algunas  casas  de  comidas  se  substituye 
el  conejo  o  la  liebre  por  otro  animalito 
parecido,  y  la  segunda,  porque  con  sus 
halagos,  falsos  las  más  veces,  suelen 
engañar  cierta  clase  de  mujeres. 

Multiplicarse  como  los  conejos. 

Tener  mucha  sucesión,  pues  es  sa- 
bido que  la  coneja  es  uno  de  los  ani- 
males más  prolíficos  que  hay. 
CONFESAR.  —  El  que  la   confiese,  o 
quien  la  confesare,  que  la  pague. 

Expresión  con  que  defendemos  nues- 
tro silencio  en  las  cosas  que  pueden 
acarrear  algún  perjuicio  al  ser  declara- 
das o  descubiertas. 
CONFESIÓN.  -  A  confesión  de  casta- 
ñeta, absolución  de  cañavérela. 

Refrán  burlesco  que  expresa  que 
según  el  tono  con  que  nos  tratan,  así 
contestamos  nosotros.  -  Algunos  va- 
rían la  segunda  parte,  diciendo:  abso- 
lución de  zapateta. 


CONFESOR 


—  238 


CONOCER 


A    confesión    de   parte,    relevación    de 
prueba. 

Cuando  el  interesado  reconoce  y  de- 
clara franca  y  terminantemente  aquello 
que  se  le  atribuye  o  de  que  se  le  acu- 
sa, no  es  necesario  para  demostrarlo 
apelar  al  testimonio  ajeno. 
A  mala  confesión,  mala  penitencia. 

Indica  que  así  como  obran  con  nos- 
otros, debemos  obrar  en  justa  recipro- 
cidad. 
CONFESOR.—  Querer  ser  confesor  y  no 
mártir. 

Frase  egoísta  con  la  que  se  significa 
que  antes  que  sufrir  la  más  pequeña 
molestia,  es  preferible  hablar,  aunque 
redunde  en  perjuicio  ajeno. 
CONFIADO.  -  El  confiado  sale  burlado, 
y  el  desprevenido  queda  lucido. 

Recomienda  que  se  esté  siempre 
sobre  aviso  para  evitar  malas  contin- 
gencias. 
Mueren  muchos  más  de  los  confiados  que 
de  los  recatados.  —  V.  El  confiado  sale 
burlado,  y  el  desprevenido  queda  lucido. 
CONFIANZA.  —  ütt  la  confianza  está  el 
peligro. 

El  exceso  de  buena  fe  nos  conduce 
a  menudo  al  daño. 
La  confianza  en  Dios  y  los  pies  en  la 
calle.  —  V.  Fíate  de  la  Virgen,  pero 
corre. 
La  mucha  confianza,  o  satisfacción,  o 
conversación,  o  familiaridad,  es  causa  de 
menosprecio. 

Enseña  que  aun  cuando  a  los  infe- 
riores se  les  debe  tratar  con  benevo- 
lencia, no  debe  exagerarse  ésta  hasta 
el  punto  de  llegar  a  la  familiaridad, 
pues  acaban  por  tratarnos  como  si  to- 
dos fuéramos  iguales. 
CONFITE.  —  Estar  a  partir  de  un  confi- 
te.— V.  Estar  a  partir  un  piñón. 
Morder  en  un  confite.  —  V.  Comer  en  un 

mismo  plato. 
Sentar  como  confites  a  un  ajo  molinero. 
No  cuadrar  o  irle  bien   una  cosa  a 
otra. 
CONFUSIÓN. — Ser  la  confusión  del  cam- 
po de  Agramante. 

Dícese  de  aquellos  sitios  donde  hay 
tal  bullicio  que  nadie  se  entiende.  — 
V.  Convertirse  en,  o  ser  un  nuevo,  cam- 
po de  Agramante. 


CONOCER.  —  Antes  que  conozcas,  ni  ala- 
bes ni  cohondas. 

Advierte  que  antes  de  tratar  y  cono- 
cer a  una  persona  o  cosa  debe  suspen- 
derse todo  juicio  a  fin  de  no  elogiarla 
o  vituperarla  imprudentemente. 
El  que  no  te  conoce,  ése  te  alabe. 

Dícese  de  las  personas  cuyas  artima- 
ñas y  malas  cualidades  no  nos  son  des- 
conocidas. 
El  que  no  te  conozca,  que  te  compre.  — 

V.  El  que  no  te  conece,  ése  te  alabe. 
Donde  te   conocen,  favor,  o   lugar,   te 
hacen. 

Indica  que  a  cada  uno  le  tratan  según 
se  merece. 
Jüntanse  sin  conocerse,  viven  sin  amarse 
y  mueren  sin  llorarse,  o  sin  sentirse. 

Dicho  nada  edificante  ni  consolador 
que  se  aplica  a  varias  corporaciones, 
singularmente  religiosas,  con  relación 
a  los  individuos  que  las  componen, 
bien  del  uno,  bien  del  otro  sexo. 
Lo  que  no  es  conocido,  mal  puede  ser 
querido. 

Los  actos  de  la  voluntad  tienen  que 
recaer  forzosamente  sobre  un  objeto 
que  se  conozca  de  antemano,  según 
aquel  aforismo  escolástico  latino:  Nihil 
volitum  quin  pracogniium. 

En  semejantesupuestose  funda  aque- 
lla poesía  del  maestro  Fr.  Diego  Gon- 
zález, agustiniano,  inspirada  en  las  si- 
guientes magníficas  décimas  a  una  se- 
ñora que  se  quejaba  de  que  hubiese 
tratado  a  otra  antes  que  a  ella  : 

«Si  un  caminante  penara 
de  sed,  y  junto  al  camino, 
por  acaso  peregrino, 
una  fuentecilla  hallara, 
y  no  siendo  la  más  clara 
el  agua,  bebiera  aquí, 
aunque  no  lejos  de  allí 
otra  mejor  agua  hubiera, 
¿extrañaras  que  bebiera? 
Pues  esto  me  pasa  a  mí. 

»Si  un  infeliz  naufragara, 
y  a  una  tabla  que  encontrase 
gustoso  la  mano  echase, 
y  así  la  vida  salvara, 
¿hubiera  quien  lo  extrañara, 
ni  juzgara  frenesí 
porque  tal  vez  por  allí 
pasar  un  barco  pudiera 
que  al  puerto  le  condujera? 
Pues  esto  me  pasa  a  mí. 

>Yo  soy  aquel  caminante 
a  quien  la  sed  desalienta, 


CONQUE 


—  239  — 


CONSEJO 


y  en  amorosa  tormenta 
soy  infeliz  naufragante. 
Ya  os  he  dicho  lo  bastante 
en  comparaciones  dos; 
hablad,  señora,  por  Dios, 
que  ese  silencio  me  abrasa; 
esto  es  lo  que  a  mí  me  pasa; 
decid  lo  que  os  pasa  a  vos.» 

CONQUE.  — Conque...  —Después  de  muer- 
to, que  ronque. 

Manera  familiar  de  poner  fin  a  una 
conversación  que  no  se  quiere  seguir. 
Hacer  algo  con  su  conque. 

No  verificarlo  a  humo  de  pajas,  sino 
con  su  cuenta  y  razón. — Empléase  tam- 
bién conque  como  sinónimo  de  efugio, 
pretexto,  excusa  o  salida  inesperada. 
CONSECUENCIA.  —  Traer  consecuen- 
cias alguna  cosa. 

Tener  o  traer  resultas  un  hecho  o  su- 
ceso, o  producir  necesariamente  otros. 
CONSEJO.  —  Al  buen  consejo  no  se  halla 
precio. 

Pondera  cuánto  vale  un  buen  consejo 
dado  a  tiempo,  por  las  muchas  desgra- 
cias que  puede  evitar. 
Consejo  de  mañana  y  agua  de  tarde,  no  es 
durable. 

Exhorta  a  pensar  con  madurez  antes 
de  tomar  una  resolución,  por  no  expo- 
nerse a  tener  que  mudar  de  consejo. 
Consejo  de  Oldrado,  pleito  ganado. 

Significa  que  el  que  acude  a  un  buen 
abogado  lleva  mucha  ventaja  para  lo-   j 
grar  lo  que  desea,  aludiendo  a  Oldrado, 
antiguo  legista  toledano  de  gran  fama. 
Dar  el  consejo  y  el  ve?icejo. 

Previene  que  no  se  ha  de  contribuir 
sólo  con  el  consejo  al  remedio  del  pró- 
jimo, sino  también  con  el  socorro  de 
los  medios  posibles. 
De  fuera  todos  sabemos  y  a  otros  damos 
consejo,  y  para  nosotros  mismos  no  lo 
tene?nos.  —  V.  Consejos  vendo,  y  para  mi 
no  tengo. 
Del  Consejo  de  Estado  y  fraire,  ¡oh  qué 
donaire! 

Quiere  decir  que  es  el  máximum  a 
que  se  podía  aspiraren  otro  tiempo,  si 
reunía  las  dos  condiciones  la  misma 
persona. 
El  consejo  de  la  mujer  es  poco,  y  el  que 
no  lo  toma  es  loco. 

Da  a  entender  que  las  mujeres,  por 
la  viveza  de  su  ingenio,  suelen  encon- 


trar pronta  y  fácil  salida  en  los  casos 
difíciles,  no  siendo,  por  lo  tanto,  cuer- 
do desentenderse  en  toda  ocasión  de 
su  parecer. 

Haz  consejo  de  amigo,  huye  loor  de  ene- 
migo. 

Indica  que  se  siga  el  parecer  de  aque- 
llos cuya  amistad  es  probada,  desen- 
tendiéndose, en  cambio,  de  las  alaban- 
zas que  nos  prodigan  los  falsos  amigos, 
por  muy  gratas  que  puedan  sernos  al 
oído. 

Lo  que  se  hace  con   consejo   tiene  buen 
suceso. 

El  éxito  de  las  cosas  depende  de  que 
se  hagan  con  reflexión  y  madurez. 

Ni  será  de  consejo  ni  de  vencejo. 

Alude  a  las  personas  de  quienes  no 
se  debe  esperar  ni  razonamiento  sen- 
sato ni  auxilio  pecuniario. 

No  des  consejo  a  viejo,  ni  espulgues  zama- 
rro prieto. 

Aconseja  no  ocuparse  en  empresas 
de  cuyo  acometimiento  sólo  se  han  de 
sacar  tiempo  y  trabajo  perdidos. 

No  desdeñes  consejo,  aunque  seas  muy  sa- 
bio y  viejo. 

Por  más  experimentado  que  uno  sea, 
siempre  le  puede  convenir  tomar  con- 
sejo. 

Nunca  el  consejo  del  pobre,  por  bueno 
que  sea,  fué  admitido. 

Parece,  en  efecto,  que  la  triste  con- 
dición de  no  poseer  riquezas  despro- 
vee a  la  persona  de  capacidad  para 
aconsejar. 

{Qué  consejo  dará  el  viejo  que  es  cada 
vez  más  pellejo} 

Recomienda  desconfiar  de  las  indica- 
ciones hechas  por  las  personas  que  por 
su  excesiva  edad  no  tienen  sus  faculta- 
des muy  completas. 

Quien  da  consejo  no  pedido,  se  expone  a 
perder  el  consejo  y  el  amigo. 

Encarece  la  conveniencia  de  no  en- 
tremeterse en  asuntos  ajenos,  aconse- 
jando lo  que  a  uno  le  parece,  sin  que 
se  le  haya  pedido  su  opinión. 

Quien  da  el  consejo  da  el  tostón. 

Aplícase  jocosamente  a  los  que  dan 
consejos  impertinentes. 

Quien  no  oye  consejo  no  llega  a  viejo. 
Recomienda  oír   el   parecer   de  las 
personas  prudentes  y  sensatas. 


CONSERVAR 


240 


CONTERA 


Consejos  vendo,  y  para  mí  no  tengo. 

Zahiere  al  que,  necesitado  de  que  le 
aconsejen,  se  entremete  a  aconsejar  a 
otros. 
Los  consejos  son  como  los  muertos:  no  se 
conoce  lo  que  valen  hasta  que  pasa  su 
tiempo. 

Es  decir,  hasta  que  se  ha  visto  el 
buen  resultado  que  dio  el  seguirlos. 
Todos  los  consejos  son  buenos,  así  como 
probados  todos  los  refranes. 

Es  refrán  italiano  que  trae  Orlando 
Pescetti  (pág.  248)  en  los  siguientes 
términos:  /  cousigli  son  tutti  buoni,  e  i 
proverbi  son  tutti provati.— Respecto  de 
los  refranes  puede  pasar  como  verda- 
dera semejante  proposición;  pero  en 
cuanto  a  los  consejos,  ya  es  harina  de 
otro  costal. 
CONSERVAR.— Mayor  hecho  es  conser- 
var que  adquirir. 

Contra  los  pródigos,  a  quienes  ex- 
horta a  no  derrochar  el  dinero,  mayor- 
mente si  lo  han  adquirido  a  poca  costa, 
por  temor  de  que  puedan  llegar  a  ser 
en  su  día  víctimas  de  la  indigencia. 
CONSTANCIA.  —  Más  vale  la  constan- 
cia en  esperar  que  la  fortaleza  en  aco- 
meter. 

Muchos  negocios  se    malogran    por 
sobra  de  alientos  y  falta  de  oportuni- 
dad al  emprenderlos. 
CONSUELO.  —  De  donde  ha  de  venir  el 
consuelo,  viene  el  duelo. 

Dicese  de  aquellas  cosas  o  personas 
que  defraudan  nuestras  esperanzas,  tor- 
nándose adversas  cuando  las  creíamos 
prósperas. 
Es  consuelo  en  las  desgracias  hallar 
quien  se  duela  de  ellas. 

Parece  que  nuestros  males  se  ami- 
noran cuando,  declarados  éstos  a  otra 
persona,  son  consolados  por  ella. 
CONSTIPADO.-Constipado  mal  qui- 
tado, tisis  refinado. 

Refrán  navarro  que  indica  que  si  la 
primera  enfermedad  no  se  cura  bien, 
degenera  en  la  segunda  citada. 
CONSTITUCIÓN.  —  ¡  Constitución   o 
muerte,  muerte  o  Constitución! 

Dilema  burlesco  tomado  de  la  frase 
histórica  de  todos  conocida,  empleada 
para  demostrar  nuestro  deseo  de  que 
ocurra  alguna  cosa  en  contra  de  otra. 


¡Constitución,  y  a  estas  horas?  Que  lo 
amarren  al  señor. 

Dicho  peruano  en  que  se  prorrumpe 
cuando   alguna  persona  dice   algo  ex- 
temporáneamente. 
CONTADERO.— Entrar,  o  salir,  por  con- 
tadero. 

Hacerlo  por  paraje  tan  estrecho  que 
solamente  se  puede  pasar  por  él  uno 
a  uno. 
CONTAR.  —  Como  me  lo  contaron  te  lo 
cuento. 

Fórmula  empleada,  para  evitarse  res- 
ponsabilidades, después  de  hecha  rela- 
ción de  una  cosa  de  cuya  veracidad  no 
podemos  o  no  queremos  responder. 
Cuenta  con  la  cuenta. 

Expresión  con  que  se  advierte  que 
se  tenga  especial  cuidado  en  un  asun- 
to, amenazando  con  algún  castigo  o  mal 
suceso. 
Dar  a  alguno,  y  no  que  contar. 

Darle  una  soba  o  paliza. 
f-  Qué  me  cuenta  usted? 

Úsase  para  manifestar  a  uno  que  nada 
nuevo  nos  dice  o  enseña. 
¿Ya  ?ní  qué  ??ie  cuenta  usted? 

Expresa  que  ningún  cuidado  se  nos 

da  de  aquello  de  que  se  trata. 

CONTENER.  -  Como  en  ello  se  contiene. 

Frase  con  que  se  indica  que  lo  que  se 

ha  contado  lo  ha  sido  hecho  al  pie  de 

la  letra,  tal  como  se  dijo,  sucedió,  etc. 

CONTENTAR.  —  Al  que  debas  contentar 

no  procures  enfadar. 

Recomienda  que  se  tenga  satisfecha 
a  la  persona  de  quien  esperamos  algún 
beneficio  o  queramos  ver  siempre  con- 
tenta con  nosotros. 
CONTENTO.  —  Nadie  está  contento  con 
su  estado,  o  con  su  suerte. 

Explica  que    la  naturaleza   humana 
desea  siempre  más  de  lo  que  tiene. 
No  caber  uno  en  si  de  contento. 

Sentir  un  gran  placer  por  alguna  cosa. 

Si  quieres  vivir  contento,  hazte  jumento. 

Porque  es  la  mejor  manera  de  no 

preocuparse  de  nada,  y  por  lo  tanto 

no  tener  que  sufrir  en  el  mundo. 

CONTERA.  —  Echar  la  contera. 

Concluir  o   finalizar   un    negocio.  — 
Dícese  también:  Echar  la  clave.  (Véase.) 
Temblar  le  a  uno  la  contera. 

Sentir  mucho  miedo  o  temor. 


CONTIENDA 


—  241 


CONVIDAR 


CONTIENDA.  —  En  contienda,  ponte 
rienda. 

Exhorta  a  usar  de  prudencia  en  todo 
género  de  disputas,  para  no  exponerse 
a  incurrir  en  algún  exceso  al  dejarse 
llevar  de  los  impulsos  de  la  ira. 
CONTIGO.  —  Contigo  me  entierren. 

Manera  de  expresar  la  conformidad 
de  criterio  que  se  tiene  con  una  per- 
sona. 
Contigo  pan  y  cebolla. 

Frase  de  los  enamorados  que  pres- 
cinden al  principio  de  todo  lo  necesa- 
rio para  la  vida,  con  tal  de  poseer  al 
objeto  amado.  Dicho  se  está  que  esto 
es  romanticismo  puro. 
CONTRA.  —  Hacer  la  contra  a  uno. 

Dificultar  el  logro  de  lo  que  quiere 
o  desea. 
Llevar  la  contra  a  uno. 

Desmentirle;  decir  lo  contrario  con 
objeto  de  molestarle. 
CONTRABANDISTA.-^  contraban- 
dista a  ladrón  no  hay  más  que  un  esca- 
lón, o  sólo  falta  un  escalón. 

Indica  que  el  que  comienza  come- 
tiendo una  falta,  está  muy  próximo  a 
llegar  a  la  comisión  de  un  delito. 
CONTRARIO.  —  Contrario,   con  con- 
trario se  cura. 

Recomienda  que  para  corregirse  de 
una  cosa  se  siga  el  método  opuesto.  — 
Es  el  procedimiento  preconizado  por 
la  escuela  médica  llamada  alopática,  v 
que  formulaban  sus  adeptos  diciendo: 
Contraria,  contrariis  curantur. 
CONTRIBUIR.  — Pe;/  cuanto  vos  contri- 
buísteis. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
si  se  ha  conseguido  o  alcanzado  alguna 
cosa  no  ha  sido  por  benevolencia  del 
donante,  sino  por  haber  mediado  algu- 
na dádiva,  pago,  favor  recíproco,  etc. 
CONVENTO.  —  Para  lo  que  hemos  de  estar 
en  este  convento,  caguémonos  dentro. 

Se  emplea  para  demostrar  el  poco 
interés  que  nos  tómame 3  por  aquello 
que  vamos  a  abandonar. 
CONVERSACIÓN.  —  Ahí  está  oyendo  la 
conversación. 

Cuando  el  que  está  hablando  mienta 
un  objeto  que  se  halla  a  corta  distancia 
de  los  interlocutores,  suele  prorrumpir 
en  dicha  frase,  con  el  objeto  de  signi- 


ficar que  tiene  a  mano  el  comprobante 
de  lo  que  alega,  para  satisfacción  suya 
y  de  los  circunstantes. 
Dejar  caer  una  cosa  en  la  conversación. 

Decirla  afectando  descuido,  como  si 
no  se  tuviese  ningún  interés  en  hablar 
de  ella. 
La  mucha  conversación  es  causa  de  me- 
nosprecio. 

Frase  proverbial  con  que  se  indica 
que  no  conviene  familiarizarse  dema- 
siado con  las  gentes,  si  ha  de  conservar 
cada  uno  el  respeto  que  se  le  debe. 
Sacar  la  conversación. 

Tocar  intencionadamente  algún  pun- 
to con  objeto  de  que  se  hable  de  él. 
Todo  eso  es  conversación  de  la  Caleta.  — 
V.  Todo  eso  es  conversación  de  Puerta 
de  Tierra. 
Todo  eso  es  conversación  de  Puerta  de 
Tierra. 

Úsase  comúnmente  en  Cádiz  y  sus 
contornos  para  significar  que  tal  dicho 
carece  de  fundamento,  que  tal  aserción 
es  mentirosa  o  que  no  se  cumplirá  la 
promesa  hecha,  etc.  —  En  Málaga  se 
suele  decir  a  igual  propósito:  Todo  eso 
es  conversación  de  la  Caleta. 
Todo  eso  es  conversación  v  agua  al  pilón. 

Aplícase  al  dicho  que  carece  de  fun- 
damento, o  se  echa  de  ver  desde  luego 
que  es  mentiroso,  o  a  la  promesa  que 
se  ha  dejado  de  cumplir. 
CONVIDADO.  —  Como  el  convidado  de 
piedra. 

Estar  como  una  estatua,  mudo,  quie- 
to y  grave,  aludiendo  a  la  del  comen- 
dador de  Calatrava,  D.  Gonzalo  de 
Ulloa,  en  la  comedia  de  Tirso  de  Moli- 
na El  Burlador  de  Sevilla. 
Un  convidado  convida  a  ciento. 

Frase  con  que  se  suelen  disculpar 
los  que  estando  invitados  a  algún  acto 
llevan  en  su  compañía  a  otras  perso- 
nas que  no  han  merecido  igual  honor. 
Un  convidado  convida  a  otro.  —  V.  Un 
convidado  convida  a  ciento. 
CONVIDAR.  -  Bueno  de  convidar,  malo 
de  hartar. 

Las  personas  que  no  se  hacen  rogar 
cuando  se  les  invita  a  alguna  cosa,  par- 
ticularmente a  comer,  suelen  desqui- 
tarse de  la  privación  sufrida  anterior- 
mente. 

16 


CONVITE 


—  242  — 


CORAZÓN 


CONVITE.  —  Convite  con  porra. 

Significa  que  el  que  acepta  un  obse- 
quio, siempre  queda  obligado  a  algo. 
Convite  de  catalanes,  una  vez  en  vida  y 
otra  en  muerte. 

Alude  a  que  los  catalanes,  por  ser 
gente  muy  práctica  y  económica,  rara 
vez  hacen  obsequios. 
COPA.  —  Apurar  la  copa  del  dolor,  o  de  la 
amargura. 

Llegar  al  extremo  de  la  pena,  de  la 
calamidad  o  del  infortunio. 
Apurar  la  copa  del  placer. 

Tiene  el  significado  completamente 
opuesto  a  la  frase  anterior,  o  sea,  lle- 
var el  placer  hasta  el  último  grado. 
Copas  son  triunfos. 

Dicho  de  los  aficionados  a  la  bebida. 
Irse  de  copas. 

Expeler  ventosidades. 
COPETE.  —  Ser  de  alto  copete. 

Frase  con  que  se  denota  pertenecer 
una  familia  o  persona  a  alguna  de  las 
clases  más  distinguidas  de  la  sociedad. 
Tener  uno  copete,  o  mucho  copete. 

Ser  de  carácter  altanero  o  presun- 
tuoso. 
COPLA.  —  El  que  te  canta  la  copla,  ése  la 
nota.  Y  más  comúnmente  se  dice:  ése 
te  la  sopla. 

Denota  que  se  suele  atribuir  la  inju- 
ria al  que  la  dice,  aunque  sea  en  nom- 
bre de  otro. 
Andar  en  coplas. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
es  ya  muy  notoria  y  pública  una  cosa, 
y  generalmente  se  entiende  de  las  que 
son  contra  la  estimación  y  fama  de  al- 
guno. 
Dársele  a  uno  de  una  cosa  lo  mismo  que 
de  las  coplas  de  Calaínos,  o  de  don  Gai- 
feros,  o  de  la  zarabanda. 

Hacer  de  ella  poco  caso  y  aprecio; 
no  importarle  a  uno  nada. 
Echar  coplas  a  uno. 

Zaherirle,  hablar  mal  de  él. 
Echar  coplas  de  repente. 

Hablar  con  ligereza  y  sin  reflexión 
alguna. 
Más  vale  entenderse  a  coplas  que  echar 
mano  a  las  ma?ioplas. 

Es  preferible  entenderse  valiéndose 
de  razones,  a  tener  que  apelar  a  vías 
de  hecho. 


No  valer  una  persona  o  cosa  ni  las  co- 
plas, o  ni  la  tonada,  de  la  zarabanda. 
No  estimarla  en  nada. 
COPO.  —  Huélgome  un  poco,  mas  hilo  mi 
copo. 

Significa  que  se  debe  aliviar  el  tra- 
bajo buscando  el  descanso  a  su  debi- 
do tiempo. 
COQUETA.  —  Quien  ama  a  las  coquetas 
pierde  el  tiempo  y  las  pesetas. 

Recomienda  que  no  se  deje  uno  se- 
ducir, ni  tomar  en  serio  el  amor  que 
finjan  tenernos  las  mujeres  que,  por 
vanidad  las  más  de  las  veces,  procu- 
ran agradar  a  todos  los  hombres. 
CORAJE.— /(?#¿  coraje!  —  Pues  toma  un 
borrico  y  echa  un  viaje. 

Manera  de  burlarse  de  la  persona  que 
está  dominada  por  la  ira. 
CORAZÓN. — Abrir  el  corazón  a  uno. 

Ensancharle    el   ánimo;    quitarle    el 
temor. 
Abrir  uno  su  corazón.  —  V.  Abrir   su 

PECHO. 

Adonde  el  corazón  se  inclina,  el  pie  ca- 
mina. 

Indica  el  anhelo  e  insistencia  con 
que  instintivamente  frecuentamos  los 
lugares  en  que  está  nuestro  afecto,  o 
la  esperanza  de  lograr  una  cosa  más 
o  menos  interesante  para  nosotros. 

Anunciadle  a  uno  una  cosa  el  corazón. 
Presentirla;  saber  lo  que  va  a  ocurrir 
antes  que  suceda. 

Arrancarle,  o  comerle,  a  uno  el  corazón. 
Hacerle   gastar   todo   cuanto    tiene, 
despojándolo  inicuamente,  o  causarle 
grave  extorsión  en  sus  intereses. 

Arrancársele  -a  uno  el  corazón. — Véase 
Arrancársele  a  uno  el  alma. 

Atravesar  el  corazón. 

Mover  a  lástima  y  compasión;  pene- 
trar de  dolor  a  uno. 

Buen  corazón  quebranta  mala  ventura. 
Exhorta  a  no  desmayar  en  los  infor- 
tunios, porque  con  el  ánimo  se  hacen 
más  tolerables,  y  aun  suele  enmendar- 
se o  evitar  la  desgracia. 

Cada  uno  juzga  por  su  corazón  el,  o  del, 
ajeno. 

Dícese  de  las  personas  nobles  que 
se  dejan  engañar  porque,  no  siendo 
ellas  capaces  de  hacerlo,  creen  que  los 
demás  tampoco  han  de  serlo. 


CORAZÓN 


—  243  — 


CORAZÓN 


Clavársele  a  uno  en  el  corazón  alguna 
cosa. 

Causarle  o  sufrir  una  grande  aflicción 
o  sentimiento.  —  No  poder  olvidar  al- 
guna mala  o  buena  acción  sufrida  o  re- 
cibida. 
Corazón  contento  es  gran  talento. 

Manifestarse  siempre  satisfecho,  aun 
cuando   interiormente    no    sea  así,  es 
prueba  de  saber  vivir  en  sociedad. 
Corazón  esforzado,  bolsillo  exhausto,  es- 
pada en  mano. 

Señal  distintiva  y  característica  de 
los    güeldreses,    en    el   reino  de  Ho- 
landa. 
Cubrírsele  a  uno  el  corazón. 

Entristecerse  mucho. 
Darle,  o  decirle,  a  uno  el  corazón  algu- 
na  cosa.  —  V.    Anunciarle  a  uno   una 
cosa  el  corazón. 
Declarar  uno  su  corazón. 

Manifestar  reservadamente  la  inten- 
ción que  tiene,  o  el  dolor  o  afán  que 
padece. 
De  gran   corazón,  el  sufrir,  y  de  gran 
seso,  el  oir. 

Quien  soporta  las  penalidades  con 
entereza,  da  pruebas  de  valentía;  así 
como  el  que  sabe  escuchar,  demuestra 
gran  prudencia. 
Dilatar,  o  ensanchar,  el  corazón. 

Abrirlo  a  la  esperanza;  cobrar  ánimo. 
El  corazón  del  codicioso  nunca  tiene  re- 
poso. 

La  avaricia  no  deja  tranquilidad  al 
que  tiene  la  desgracia  de  ser  domina- 
do por  tan  repugnante  vicio. 
El  corazón  en  Dios,  y  la  mano  en  lo  que 
se  pueda.  Otros  dicen :  y  las  manos  como 
rastros. 

Invectiva  contra  los  beatos  o  falsos 
devotos  que,  so  capa  de  santidad,  co- 
mercian inicua  y  villanamente  con  los 
bienes  de  la  Iglesia,  o  se  entregan  a 
excesos  libidinosos. 
El  corazón  manda  en  la  mujer. 

La  sensibilidad  es  la  herencia  y  dote 
del  sexo  femenino. 
El  corazón  no  es  traidor,  o  El  corazón 
nunca  miente,  o  nunca  se  equivoca,  o  No 
hay  corazón  engañado. 

Hay  presentimientos  de  tal  índole, 
que  tarde  o  temprano  acaban  por  rea- 
lizarse. 


El  corazón  siempre  es  joven.  —  V.  Los 

ojos  siempre  son  niños. 
Hablar  con,  o  llevar,  el  corazón  en  la 
mano. 

Hacerlo  con  toda  franqueza  y  since- 
ridad, sin  ocultar  nuestro  pensamien- 
to.—  Obrar  noblemente. 
Hacer,  o  decir,  una  cosa  de  corazón. 

Con  verdad,  sinceramente,  con  todo 
afecto. 
Hecho  ?nalo,  al  corazón  y  al  cuerpo  hace 
daño. 

Las  malas  acciones  tanto  afectan  a  la 
parte  material  como  a  la  moral  del  in- 
dividuo. 
Helársele  a  uno  el  corazón. 

Quedarse  uno  atónito,  o  pasmado, 
sin  acción  ni  movimiento,  a  causa  de 
un  susto,  impresión  o  mala  noticia. 
Lo  que  en  el  corazón  se  fragua,  por  la 
boca  se  desagua.  —  V.  De  la  abundancia 
del  corazón  habla  la  lengua,  o  la  boca. 
¡Me  lo  decía  el  corazón! 

Frase  en  que  se  suele  prorrumpir 
cuando  se  verifica  un  suceso  que  ha- 
bíamos sospechado  anteriormente  que 
iba  a  ocurrir. 
Meterle,  o  ponerle,  a  alguno  ¿/corazón 
en  un  puño. 

Apurarle,  afligirle  demasiado. 
Meterse  uno  en  el  corazón  a  otro. 

Manifestarle  con  alguna  ponderación 
el  amor  o  cariño  que  le  tiene. 
No  cabzrl:   a   alguno  el  corazón  en  el 
pecho. 

Estar    tan    sobresaltado   por   algún 
afecto  o  pasión,  que  no  puede  sose- 
garse. —  Ser  muy  noble,  bueno  y  mag- 
nánimo. 
No  tener  corazón. 

Manifestarse  insensible  a  las  desgra- 
cias ajenas.  —  Agregándole  las   frases 
para  decir,  hacer,  presumir,  etc.,  alguna 
cosa,  expresa  no  tener  valor  o  ánimo 
bastante  para  ello. 
Partírsele  a  uno  el  corazón.  —  V.  Par- 
tirle a  uno  el  alma  alguna  cosa. 
Poner  una  cosa  en  el  corazón  de  uno. 
Inspirarle,  moverle  para  que  haga  lo 
que  deseamos. 
Quien  la  vido  y  la  ve  ahora,  ¿cuál  es  el  co- 
razón que  no  llora? 

Indica  el  estrago  que  ocasionan  les 
años,  especialmente  en  las  personas. 


CORCOVA 


—    ^44   — 


CORDOBÁN 


Reventar  el  corazón  en  el  pecho. 

Hallarse  muy  emocionado  a  causa  de 
alguna  impresión  sufrida,  particular- 
mente de  gozo  o  alegría. 

Sacarle  a  uno  el  corazón. —  V.  Sacarle  a 

Uno  loS  REDAÑOS. 

Ser  blando  de  corazón. 

Ser  una  persona  tan  sensible,  que  de 
todo  se  compadece.  —  No  tener  la  su- 
ficiente energía  para  negarse  a  nada. 
Si  el  corazón  fuera  de  acero,  no  le  ven- 
ciera el  dinero. 

Denota  lo  sumamente  difícil  que  es 
a  la  fragilidad  humana  el  no  sucumbir 
a  las  tentaciones  de  la  avaricia. 
Tal  Iiora  el  corazón  brama,  aunque  la 
lengua  calla. 

Enseña  la  conveniencia  de  no  expli- 
car uno  muchas  veces  su  sentimiento. 
Tener  uno  el  corazón  bien  puesto. — Véa- 
se Tener  el  ai.ma  bien  puesta. 
Tener  el  corazón  de  bronce. 

No  conmoverse  uno  por  muchas  des- 
dichas que  vea.— No  asustarse  por  nada; 
ser  valiente. 
Tener  mucho  corazón. 

Tener  nobleza  y  ardor  en  los  senti- 
mientos.—  Ser  valiente  y  arrojado. 
Corazones  arrepentidos  quiere  Dios. 

Dícese  cuando  se  oye  censurar  la 
conducta  pasada  de  alguien  que  se  ha 
convertido  a  mejor  vida. 
Los  corazones  de  las  mujeres  dominan. — 
V.  El  corazón  manda  en  la  mujer. 
CORCOVA.  —  Con  más  corcova  que  un 
cinco. 

Dícese  de  las  personas  o  cosas  gi- 
bosas. 

Moreto,  en  El  lindo  D.  Diego,  se  ex- 
presa del  siguiente  modo: 

«...  Suelen  ser 
como  espadas  los  maridos, 
que  en  la  tienda  están  derechas; 
y  comprándolas  sin  vicio, 
en  el  primer  lance  salen 
con  más  corcova  que  un  cinco*. 

CORCOVADO.  —  Los  tres  corcovados 
de  Damasco. 

Se  compara  con  ellos  a  los  que  son 
muy  contrahechos. 
COLCHO.  —  Andar  uno  como  el  corcho 
sobre  el  agua. 

Estar  siempre  dispuesto    a    dejarse 
llevar  de  la  voluntad  ajena. 


No  ser  uno  de  corcho. 
No  ser  insensible. 
No  necesitar  uno  corchos  para  nadar. 
Poder  valerse  por  sí  mismo  y  sin  ne- 
cesidad del  auxilio  ajeno. 
CORDEL.  —  Hacer   una   cosa    a    hurta 
cordel. 

Ejecutarla  repentinamente  y  sin  ser 
visto  ni  esperado.  —  Efectuarla  a  trai- 
ción. 
Ser  cordel  para  la  garganta  de  uno. 

Efectuar  algo  que  forzosamente  ha 
de  refluir  en  perjuicio  del  que  lo  hace. 
Apretar  los  cordeles  a  uno. 

Estrecharle  con  violencia  para  que 
haga  o  diga  lo  que  no  quiere  decir  o 
hacer. 
CORDELEJO.  -Dar  cordelejo. 

Chasquear  a  uno;  ciarle  zumba  o  can- 
taleta.—Incitar  a  una  persona  para  que 
hable  o  diga  lo  que  queremos  saber. 
CORDERILLA.  -Corderilla  mega, 
inania  a  su  madre  y  a  la  ajena. 

Enseña  que  con  apacibilidad  y  agra- 
do se  vencen  las  dificultades  y  se  logra 
lo  que  se  desea.  —  V.  Becerrilla  mansa, 
a  su  madre  y  a  la  ajena  manta. 
CORDERO.  — .1  cordero  extraño  no  aga- 
sajes en  tu  rebaño. 

Recomienda  la  inutilidad  de  guardar 
cierto  género  de  consideraciones  con 
las  personas  que  no  nos  interesan. 
El  cordero  manso  mama  a  su  madre  y  a 
cualquiera;  el  bravo,  ni  a  la  su  va  ni  a  la 
ajena. 

Da  a  entender  que  los  que  son   d<- 
condición   apacible  se   hacen  lugar  en 
todas  partes,  y,  al  contrario,  los  que 
son  de  genio  áspero  y  fuerte,  aun  de 
los  suyos  son  aborrecidos. 
Tan  presto  va  el  cordero  como  el  carnero. 
Enseña  que  no  nos  fiemos  de  los  po- 
cos años,  puesto  que  lo  mismo  mueren 
los  jóvenes  que  los  viejos. 
CORDILLA.  -  Tragar  cordilla. 

Pasar  mal  rato;  sufrir  con  lo  que  se 
ve  u  oye,  sin  poder  evitarlo,  contestar 
o  protestar. — También  se  dice:  Tragar 

QUIXA. 

CORDOBÁN.  -  Nunca  puede  el  cordo- 
bán ser  tafetán. 

La  persona  mal  educada  jamás  se 
conducirá  como  persona  fina,  por  más 
que  haga. 


CORDURA 


245   — 


CORNUDO 


Ser  más  duro,  o  más  negro,  que  el  cor- 
dobán. 

Comparación  vulgar  basada  en  esas 
cualidades  propias  de  la  piel  curtida 
del  macho  cabrío  o  de  la  cabra. 
CORDURA.  —  El  esperar  no  es  cordura 
cuando  el  peligro  sobrepuja  a  la  espe- 
renza. 

Recomienda  que  se  huya  del  peligro, 
sin  temor  de  que  nos  tachen  de  cobar- 
des, cuando  comprendemos  que  no  he- 
mos de  poder  vencer  a  aquél. 
No  es  cordura  llevar  las  cosas  por  rigor. 

Aconseja  la  benevolencia  para  con- 
seguir alguna  cosa,  mejor  que  ¡a  dureza. 
Nunca  es  cordura  el  probar  vidrio,  espa- 
da ni  mujer. 

Esto  es,  el  poner  a  prueba  lo  que- 
bradizo de  ninguna  de  estas  cosas,  por 
temor  a  que  no  la  resistan. 
CORELLA.—Co relia  la  bella,  rica  de  pan 
y  pobre  de  lena. 

Se  refiere  a  que  esta  hermosa  y  anti- 
gua población  navarra  es  tan  fértil  en 
cereales  como  escasa  en  arbolado  para 
el  carboneo. 
CORIFEO. —Ser  el  corifeo. 

Dícese  del  que  se  impone  a  los  de- 
más, siendo  seguida  su  opinión,  secta  o 
partido. 
CORINTO.— No  a  todos  es  dado  el  ir  a  Co- 
rinto. 

En  tres  pareceres  están  divididos  los 
paremiógrafos  antiguos  acerca  del  ori- 
gen de  este  proverbio.  Opinan  unos 
que,  a  causa  de  estar  su  puerto  muy 
sembrado  de  peñascos,  era  muy  oca- 
sionado a  naufragios,  por  lo  que  se  re- 
sistían muchos  marineros  a  arribar  a 
sus  costas.  Sostienen  otros  que  había 
en  aquella  ciudad  un  templo  dedicado 
a  la  diosa  Venus,  en  el  que  existían 
más  de  mil  mozas  que  traficaban  ilíci- 
tamente con  sus  cuerpos;  y  como  eran 
tantos  los  pretendientes,  sólo  se  entre- 
gaban ellas  a  los  que  mayores  donati- 
vos les  ofrecían.  Últimamente,  convie- 
nen los  más  en  que  dicho  refrán  es  una 
alusión  a  la  conducta  observada  por  la 
célebre  cortesana  corintia  llamada  Lais, 
quien  tenía  tasado  el  goce  deshonesto 
de  sus  atractivos  en  un  precio  exorbi- 
tante. Semejante  circunstancia  hizo  de- 
cir a  Demóstenes:  «No  compro  yo  tan 


caro  un  arrepentimiento*;  dicho  que 
favorece  a  aquel  célebre   orador  más 
como  parco  que  como  continente. 
CORNADA.—  Cornada  de  ansarón,  tifia- 
rada  de  león. 

Se  aplica  a  los  escribanos  para  deno- 
tar cuan  perjudicial  es  cualquier  yerro 
o  falta  de  legalidad  en  el  ejercicio  de 
su  profesión.  —  Dícese  con  alusión  a  la 
pluma  de  ánsar,  ansarón  o  ganso  con 
que  antiguamente  se  escribía. 
De  cornada  de  ansarón  libre  Dios  mi  co- 
razón. 

Es  decir,  de  verse  envuelto  en  plei- 
tos,   aludiendo    a   la    gente  de   curia, 
como  se  ve  en  el  refrán  anterior. 
No  morir  uno  de  cornada  de  burro. 

Rehuir  exponerse  a  cualquier  peli- 
gro, por  leve  o  imaginativo  que  sea. 
Empléase  más  con  el  verbo  en  futuro. 
CORNADO.  —  No  valer  un  cornado. 

Ser  una  cosa  inútil  o  de  poco  precio 
y  valor,  tal  como  la  moneda  así  llama- 
da, cuya  equivalencia  en  tiempo  de 
Sancho  IV  de  Castilla  era  de  un  cuarto 
y  un  maravedí,  y  en  el  de  los  Reyes 
Católicos,  de  la  mitad. 
CORNEJA.  —  Dijo  la  corneja  al  cuervo  : 
Quítate  allá,  negro;  y  el  cuervo  a  la  cor- 
neja: Quitaos  zvs  allá,  negra. 

Da  a  entender  que  no  se  debe  echar 
en  cara  a  otros  las  faltas  que  nosotros 
mismos  poseemos. 
CORNUDO.  —  El  cornudo  es  el  postrero, 
o  el  último,  que  lo  sabe. 

Se  usa  cuando  una  persona  ignora  lo 
que  le  importaba  saber  antes  que  nadie. 
Más  vale  ser  cornudo  sin  que  lo  sepa  nin- 
guno, que  no  serlo  y  que  lo  diga  todo  el 
mundo. 

La  deshonra  que  no  trasciende  al 
dominio  público  es  preferible  a  la  ca- 
lumnia que  anda  de  boca  en  boca:  ¡tan 
recomendable  es  la  buena  fama! 
Mucho  sabia  el  cornudo,  pero  más  el  que 
se  los  puso. 

Nadie  debe  alabarse  de  su  perspica- 
cia, pues   nunca  falta  quien   sea  más 
listo  que  él. 
Por  eso  es  uno  cornudo,  porque  pueden 
más  dos  que  uno. 

Significa  que  tienen  más  fuerza  dos 
personas  puestas  de  acuerdo  que  una 
sola,  por  grande  que  sea  su  poder. 


CORO 


—  246  — 


CORREA 


Tras  de  cornudo  apaleado,  y  mandante 
bailar. 

Reprende   la   injusticia    de   los  que 
pretenden  que  quien  recibe  un  mal  tra- 
tamiento quede  sin  el  disgusto  natural. 
CORO.  —  Coro  por  fuerza,  nunca  buen  cris- 
tiano. 

Además  del  sentido  literal,  tiene  el 
siguiente,  más  extenso:   no  se  puede 
formar  buen  concepto  de   la  persona 
que  desempeña  su  obligación  con  vio- 
lencia o  repugnancia. 
En  el  coro  m uclia  fiesta,  y  en  el  refectorio 
feria  sexta.  —  V.  Menos  borla  y  más 
limosna. 
Hablemos  a  coros  y  oiránnos  los  sordos. 
Hablar   alternativamente   sin    inte- 
rrumpirse unos  a  otros. 
CORONA. — Perdona,  que  no  te  vi  la  co- 
rona. 

Manera  burlesca  de  disculparse  con 
alguna  persona  a  quien,  por  ser  de  cla- 
se inferior  y  tratarse  de  levísima  falta, 
no  es  necesario  dar  satisfacción,  y  si  se 
hace  es  porque  ésta  se  muestra  inde- 
bidamente ofendida. 
Por  encima  de  la  corona  de  la  bellota. 
Frase  proverbial   que  se  usa   para 
indicar  que   una   cosa  se   hará  pese  a 
quien  pese,  o  sin  que  haya  poder  hu- 
mano alguno  que  baste  a  contrarres- 
tarla. 
Si  sois  de  corona,  no  quiero  yo  quedar  des- 
comulgado. —  V.  i  Acabara  usted  de  decir 
que  era  de  misa!,  o  ¡Hablara  yo  para 
mañana! 
Tener  una  corona  como  un  plato. 

Dícese  familiarmente  de  los  eclesiás- 
ticos que  la  llevan  muy  grande  y  bien 
redondeada. 
CORONEL.  —  Llegar  uno  a  coronel  sin 
haber  sido  teniente. 
Ser  cornudo. 
CORONILLA.  —  Andar,  o  bailar,  de  co- 
ronilla. 

Hacer  una   cosa   con   mucho   afán  y 
diligencia,   generalmente   por   imposi- 
ción de  otro. 
Dar  de  coronilla. 

Descender  de  posición  social.  —  Dar 
con  la  cabeza  en  el  suelo. 
Estar  hasta  la  coronilla. 

No  tener  paciencia  para  sufrir  más, 
por  estar  ya  harto  de  una  persona  o 


cosa.  —  Estar  agobiado  de  trabajo,  re- 
comendaciones, etc. 
CORRAL.  —  Cada  cual  en  su  corral  desea 
tener  caudal. 

No  hay  nadie  que,  por  modesto  y  hu- 
milde que  sea,  no  tenga  su  ambición. 
Parece  que  procede  del  corral  de  Ceni- 
ceros. 

Léese  en  el  Origen  histórico  y  eti- 
molo'gico  de  las  calles  de  Madrid,  por 
D.  Antonio  Capmany  y  Montpaláu,  al 
tratar  de  la  de  Ceniceros,  lo  siguiente: 

«Aquí  hubo  unos  corrales  donde  vi- 
vían ciertas  gentes  que  se  ocupaban  en 
ir  a  los  antiguos  hornos  de  Villanueva, 
que  estaban  donde  hoy  el  Pósito,  y  los 
limpiaban,  ayudando  también  a  otras 
operaciones  mecánicas,  y  éstos  en  ca- 
rretillas recogían  la  ceniza  llevándola  a 
depositar  a  aquellos  corrales,  donde, 
luego  que  reunían  gran  porción,  la  ba- 
jaban a  los  lavaderos,  vendiéndola  para 
las  lejías  o  coladas.  Se  cuenta  que 
cuando  la  Inquisición  celebraba  autillo, 
que  estas  gentes  mencionadas  iban 
también  con  sus  espuertas  a  recoger 
la  ceniza  de  las  hogueras,  a  las  que  no 
se  les  permitía  acercarse  hasta  que  se 
habían  aventado  las  de  los  ejecutados. 
Los  que  se  ocupaban  en  esto  eran  mi- 
rados con  desprecio  por  la  sociedad,  y 
así,  para  denigrar  a  cualquier  persona, 
se  decía:  Parece  que  procede  del  corral 
de  Ceniceros.  Y  de  aquí  el  nombre  dado 
a  la  calle,  aunque  en  la  rotulación  mo- 
derna se  lee  de  Cenicero,  que  parece 
tenga  hoy  este  nombre  por  la  acción 
dada  durante  la  guerra  civil  en  la  mi- 
noría de  la  reina  D.a  Isabel  II.» 
Parecer  un  corral  de  vacas. 

Dícese  de  todo  lugar  amplio,  des- 
mantelado y  sucio,  así  como  de  los 
aposentos  mal  amueblados  y  revuel- 
tos.—  En  lugar  de  vacas  se  suele  decir 
también  ovejas. 
Hacer  corrales.  —  V.  Hacer  novillos. 
CORREA.  -  Besar  uno  la  correa. 

Humillarse  por  fuerza  a  aquel  a  quien 
por  voluntad  no  quería  antes  sujetarse. 
Tener  correa. 

Aguantar  zumbas,  bromas  o  charcas 
sin  mostrar  enojo,  siguiéndolas  como 
si  fuesen  de  nuestro  agrado.  —  Resistir 
el  trabajo  corporal. 


CORREDOR 


247  — 


CORRO 


CORREDOR.  —  Ser  uno  corredor  de 

oreja. 

Dícese  de  la  persona  chismosa  que 
trae  y  lleva  cuentos  de  una  parte  a 
otra.  —  También  suele  significar  tanto 
como  alcahuete. 
•CORREGIDOR.  —  Se  parece  al  corregi- 
dor de  Almagro. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
afanan  más  de  lo  regular  por  el  resul- 
tado de  negocios  que  en  manera  algu- 
na les  importan;  pues,  según  cuenta  la 
tradición  con  referencia  al  héroe  que 
ha  dado  margen  a  la  creación  de  esta 
frase  proverbial,  se  murió  de  pesadum- 
bre por  haberle  sacado  demasiado  cor- 
to un  chaleco  a  un  vecino  suyo.  Otros 
dicen  que  unos  calzones  cortos  de  tiro. 
CORREHUELA.—  El  juego  de  la  corre- 
huela, cátate  dentro  y  cátate  fuera. 

Se  dice  por  los  que  son  inconstantes 
y  mudables. 
CORRENCIA.  —  Estar  de  correncia. 

Tener  el  vientre  suelto,  con  diarrea, 
bien  por  haberse  purgado  o  por  causa 
natural. 
CORREO.  —  Ser  correo  de  malas  nuevas. 

Aplícase  a  la  persona  que  se  compla- 
ce  en  anticipar   las  noticias  desagra- 
dables. 
CORRER.  —  El  mucho  correr  suele  venir 
a  parar  en  parar. 

Dícese  de  los  que  toman  con  mucho 
entusiasmo  una  obra,  siendo  los  que 
primero  se  cansan  de  ella.  —  Aplica- 
ción de  este  refrán  es  la  fábula  de  Iriar- 
te  que  lleva  por  título  El  caminante  y 
la  muía  de  alquiler. 
El  que  no  corre,  vuela. 

Da  a  entender  el  disimulo  con  que 
obra  alguno,  afectando  descuido  o  in- 
diferencia, al  mismo  tiempo  que  soli- 
cita las  cosas  con  más  insistencia. 
El  que  no  la  corre  de  joven  la  corre  de 
viejo. 

Siendo  la  naturaleza  del  hombre  in- 
clinada a  francachelas,  amoríos,  etc. 
(salvo  honrosas  excepciones),  no  deja 
•de  estar  justificado  que  el  que  por  cir- 
cunstancias especiales  no  se  haya  diver- 
tido a  una  edad,  lo  haga  a  otra.  Las  pala- 
bva.%  joven  y  viejo  se  substituyen  a  veces 
por  las  de  soltero  y  casado,  respectiva- 
mente. 


Lo  mismo  me  da  correr  que  sallar. 

Aplícase  a  los  que  les  es  indiferente 
aplicar  un  medio  u  otro,  con  tal  de  con- 
seguir lo  que  desean. 
CORRIDA.  —  Corrida  de  caballo  y  parada 
de  borrico. 

Se   dice  del  que  empieza  una  cosa 
con  garbo  y  luego  la  echa  a  perder. 
Tener  que  ver  más  qtte  una  corrida  de 
toros. 

Aplícase  augurando  algún  aconteci- 
miento, por  lo  general  cómico. 
CORRIENTE. -Andar,  o  estar,  corriente. 
Tener  el  vientre  suelto. 
Corriente  y  moliente. 

Expresión  que  se  aplica  a  las  cosas 
llanas,  usuales  y  cumplidas. 
Dejarse  llevar  de  la  corriente.  —  V.  Irse 

con,  o  tras,  la  corriente. 
Estar  al  corriente  de  una  cosa. 

Hallarse  perfectamente  enterado  de 
ella. 
Ir  contra   la   corriente.  —  Y.  Navegar 
contra  corriente,  o  contra  la  corriente. 
Irse  con,  o  tras,  la  corriente. 

Seguir  la  opinión  de  los  más,  sin  exa- 
minarla 
Navegar  contra  corrieute,  o  contra  la 
corriente. 

Pugnar  contra  el  común  sentir  o  la 
costumbre,  o  esforzarse  por  lograr  una 
cosa,  luchando  con  graves  dificultades 
o  inconvenientes. 
Poner  a  uno  al  corriente  de  una  cosa. 
Enterarle  de  ella.  —  Usado  el  verbo 
en  forma  reflexiva,  vale  tanto  como  en- 
terarse, comprender  o  hacerse  cargo 
del  asunto  de  que  se  trata. 
Seguir  la  corriente.  —  V.  Irse  con,  o  tras, 
la  corriente. 
CORRÍN.  —  Señor  Corrín   que  corriendo 
va,  que  siempre  corriendo  y  nunca  hace 
na  (nada). 

Aplícase  a  las  personas  que  se  mue- 
ven y  agitan  mucho  y  llegan  siempre 
tarde  a  todas  partes.  —  Es  lo  que  vul- 
garmente se  llama  un  bullebulle. 
CORRO.  —  Bailo  bien  y  echáisme  del  corro. 
Advierte  que,  por  lo  regular,  los  que 
deben  ser  más  atendidos  son  despre- 
ciados del  vulgo. 
Dos  en  el  corro  nos  entendemos. 

Significa  que  cuando  decimos  alguna 
cosa  velada,  aunque  los  demás  no  la 


CORSARIO 


248 


CORTESÍA 


comprendan,  la  persona  a  quien  va  diri- 
gida la  alusión  se  ha  dado  ya  cuenta  de 
ella,  que  era  lo  que  pretendíamos. 
Echar  en  corro. 

Decir  una  cosa  en  público  para  ver 
el  efecto  que  hace. 
Escupir  en  corro. 

Introducirse  en  la  conversación. 
Hacer  corro  aparte. 

Formar  o  seguir  otro  dictamen  o  par- 
tido, separándose  del  de  los  demás.  — 
La  palabra  corro  se  substituye  a  veces 
por  rancho,  y  el  verbo  hacer  por  el  ver- 
bo formar. 
CORSARIO.  —  De  corsario  a  corsario 
no  hay  ganancia  sino  de  muchas  puña- 
das. —  V.  De  cosario  a  cosario  no  se 
pierden  sino  los  barriles. 
CORTADILLO.  -  Echar  cortadillos. 

Hablar  con  afectación.  —  Beber  vasos 
de  vino. 
CORTADOR.— No  hay  cortador  sin  dogo 
ni  libro  que  no  tenga  prólogo. 

Advierte  que  todas  las  cosas  suelen 
tener  su  complemento. 
CORTAPICOS.  —  Cortapicos  y  callares. 
Expresión  jocosa  que  se  suele  diri- 
gir a  uno,  con  especialidad  si  es  niño, 
cuando  habla  o  pregunta  cosas  incon- 
venientes o  que  no  le  importa  saber. 
CORTAR.  —  Corta  mucho  y  largo  y  no  te 
verás  amargo. 

Úsase  entre  sastres  y  modistas  para 
dar  a  entender  que  la  prenda  que  ha 
salido  holgada  tiene  compostura,  no 
sucediendo  así  con  la  que  resulta  cor- 
ta o  estrecha. 
Cortar  un  vestido,  o  u>i  sayo,  a  uno. 

Murmurar,  satirizar,  criticar  o  hablar 
mal  de  él. 
CORTE.  —  ¿Es  la  corte  o  pesan  vaca? 

Dícese  cuando  se  junta  en  un  paraje 
mucha  gente  sin  gran  motivo  o  funda- 
mento.— Tuvo  origen  de  las  aldeas,  en 
donde  cuando  se  mata  un  buey,  cosa 
que  raras  veces  acontece  en  aquellas 
localidades,  todos  acuden  a  comprar 
carne,  reuniéndose  el  vecindario  en  el 
sitio  en  que  está  de  venta. 
Hacer  la  corte. 

Concurrir  a  palacio  o  a  la  casa  de  un 
superior  o  magnate  en  muestra  de  obse- 
quioso respeto  y  en  espera  de  algún 
beneficio.  —  Procurar  por  todos  los  me- 


dios y  obsequios  posibles  captarse  el 
amor  de  una  mujer. 

Hacer  un  corte  de  mangas  a  uno. 

Acción  no  admitida  entre  personas 
cultas,  que  consiste  en  darse  un  golpe 
con  la  mano  izquierda  en  la  sangría  del 
brazo  derecho,  al  mismo  tiempo  que  se 
levanta  el  antebrazo  y  se  encogen  cua- 
tro dedos,  dejando  sólo  extendido  el  de 
corazón. —  Equivale  a  mandar  enhora- 
mala a  uno...,  o  algo  peor. 

Ir  a  la  corte  y  no  ver  al  rey. 

Desaprovechar  la  ocasión  propicia 
para  conseguir  alguna  cosa. 

La  corte  no  es  para  Carlos  tu  encogido. 
Indica  que  las  personas    modestas, 
prudentes  y  poco  atrevidas  no  pueden 
medrar  en  los  regios  palacios. 

O  corte  o  cortijo.  —  V.  O  herrar  o  quitar 

el  BANCO. 

CORTÉS.  —  No  quita  lo  cortés  a  lo  va- 
liente. 

El  ser  enemigo  de  una  persona  no 
justifica  que  se  la  trate  con  falta  de 
educación. 
CORTESÍA.  —  Cortesía  de  boca,  mucho 
vale  y  poco  costa. 

Las  frases  halagadoras  son  siempre 
muy  agradecidas  por  el  que  las  reci- 
be, granjeándonos  su  simpatía,  y  cues- 
ta, en  cambio,  muy  poco  trabajo  el  de- 
cirlas. 
El  creer  es  cortesía. 

En  sociedad  es  una  prueba  de  edu- 
cación el  fingir  que  creemos  todo  lo 
que  se  nos  dice,  aun  cuando  nos  conste 
que  es  precisamente  lo  contrario.  Lo 
gracioso  del  caso  es  que  la  mayor  par- 
te de  las  veces  el  engañador  sabe  que 
no  nos  engaña;  pero  se  muestra  agra- 
decido sólo  con  que  finjamos  que  lo 
creemos.  ¡Oh  sociedad! 
Estragar  la  cortesía. 

Dícese  del  que  no  contento  con  los 
beneficios  que  ha  recibido  de  una  per- 
sona, le  hace  repetidas  instancias  para 
nuevos  aumentos  y  gracias,  molestán- 
dola a  todas  horas. 
La  cortesía  es  de  quien  la  da,  y  no  de 
quien  la  recibe. 

La  persona  de  buena  educación  siem- 
pre será  considerada  como  tal,  aunque 
aquel  con  quien  trata  ni  sea  digno  de 
cortesía  ni  sepa  agradecerla. 


CORTIJO 


—  249 


COSA 


La  cortesía  es  señora  del  inundo. 

Quien  quiera  captarse  la  voluntad  de 
todos,  tiene  que  ser  atento  y  comedi- 
do, así  en  sus  acciones   como  en  sus 
palabras. 
La  cortesía  no  está  reñida  con  nadie. 
La  corrección  debe  emplearse   con 
todos,  sea  cualquiera  la  clase  social  a 
que  pertenezcan. 
Cortesías  engendran  cortesías. 

Enseña  que   debemos  corresponder 
con  la  misma  urbanidad  con  que  se  nos 
trata. 
En  las  cortesías,  antes  se  ha  de  pecar  por 
carta  de  más  que  de  menos. 

Indica  que  es  más  conveniente  exce- 
derse en  dar  muestras  de  educación, 
que  no  dar  lugar  a  que  se  nos  tache 
de  groseros. 
En  las  cortesías  jumentiles  y  asninas  se 
ha  de  ir  con  el  compás  en  la  mano. 

Advierte  que   se  desconfíe  de    los 
que  por  carencia  de  educación  dicen  o 
hacen  una  barbaridad,  creyendo  hacer- 
nos un  agasajo. 
CORTIJO.  -Alborotar  el  cortijo. 

Alterar,  turbar  con  palabras  o  accio- 
nes una  compañía  o  concurrencia  de 
personas.  —  Excitar  los  ánimos  por  al- 
gún motivo  de  gusto  a  una  función  o 
festejo.  —  Dícese  también:  Alborotar  el 

COTARRO. 

Esto  lo  dijo...  —  Uno  que  estaba  ara?ido  en 
un  cortijo. 

Interrupción  empleada  para  evitar 
que  se  diga  o  descubra  imprudente- 
mente el  nombre  de  una  persona  que 
no  conviene,  o  no  queremos,  que  se 
sepa. 
Quien  dijo  cortijo,  todo  lo  dijo. 

Refiérese  a  que  tanto  en  éstos  como 
en  posadas,  ventas  y  mesones   solían 
verse  toda  clase  de  escenas,  y  no  muy 
edificantes,  por  cierto. 
CORTINA.—  Correr  la  cortina. 

Descubrir  lo  oculto  o  difícil  de  en- 
tenderse.— Pasar  en  silencio,  no  hablar 
de  alguna  cosa  intencionadamente.— A 
este  propósito  se  suele  decir:  Corramos 

un  VELO. 

Apurar  las  cortinas. 

Beberse  lo  que  queda  en  los  vasos, 
generalmente  de  vino,  que  han  dejado 
los  demás. 


Dormir  a  cortinas  verdes. 

Dormir  en  el  campo,   aludiendo   al 
verdor  de  los  árboles  y  las  hierbas. 
CORTO.  —  Ni  corto,  o  ni  manco,  ni  pe- 
rezoso. 

Aplícase  al  que  hace  atrevidamente 
alguna  cosa  sin  consultar  con  nadie  ni 
pararse  en  barras. 
CORVEJÓN.  —  Meterla    hasta   el    cor- 
vejón. 

Decir  alguna  barbaridad.  —  Hacer 
algo  equivocadamente,  por  lo  cual  se  le 
moteja  a  uno  de  animal  o  caballerí.:, 
pues  fácilmente  se  comprende  que  en 
la  frase  va  sobrentendida  la  voz  pata. 
CORVILLA.  —  En  la  corvilla  de  enero, 
San  Antón  es  el  primero. 

Indica  que  de  la  segunda   mitad  de 
este  mes,  San  Antonio  Abad  (día  17)  es 
el  santo  que  primero  se  venera. 
CORZO.— Ligero  como  un  corzo. 

Aplícase  a  las  personas  que  corren 
mucho,  por  ser  ésta  una  de  las  cualida- 
des características  del  rumiante  objeto 
de  la  comparación. 
COSA. —  A  veces,  cosa  chica  hace  muy  gran 
despecho. — V.  De  pequeña  centella  gran 
de  hoguera. 
Cada  cosa  ama  su  semejante. 

Demuestra  la  simpatía  que  cada  uno 
siente  siempre  por  sus  iguales. 
Cada  cosa  en  su  tie?npo  y  los  nabos  en  Ad- 
viento. 

Indica  que  la  cualidad  más  recomen- 
dable para  todos  los  actos  de  la  vida 
es  la  oportunidad. 
Cada  cosa  para  su  cosa. 

Da  a  entender  que  las  cosas  se  de- 
ben aplicar  a  sus  destinos  naturales. 
Cada  cosa  tiene  su  premio. 

Recuerda  que  no  hay  acción  en  el 
mundo  que,  tarde  o  temprano,  no  halle 
su  recompensa. 
Como  quien  hace  otra  cosa,  o  tal  cosa  no 
hace. 

Denota  que  uno  ejecuta  algo  con  di- 
simulo, de  forma  que  no  lo  compren- 
dan los  demás. 
Como  quien  no  quiere  la  cosa. 

Afectando    indiferencia    u    obrando 
con  el  mayor  disimulo. 
Como  si  tal  cosa. 

Como  si  nada  hubiera  pasado  o  su- 
cedido. 


COSA 


¡5° 


COSA 


Cosa  cumplida,  sólo  en  la  otra  vida. 

Enseña  lo  caducas,  perecederas  e 
instables  que  son  todas  las  cosas  de 
este  mundo,  por  grande  que  sea  la 
felicidad  que  aparentan.  —  La  Acade- 
mia dio  cabida  a  este  refrán  por  prime- 
ra vez  en  la  undécima  edición  de  su 
Diccionario  (que  ya  era  tiempo),  pero 
con  tal  desgracia  que  lo  redactó  escri- 
biendo :  Casa  cumplida,  en  la  otra  vida, 
y  colocándolo,  naturalmente,  en  el  ar- 
tículo Casa.  Semejante  yerro  lo  subsa- 
nó en  la  edición  posterior. 

Cosa  mala  nunca  muere. 

Da  a  entender  el  sentimiento  que  se 
tiene  de  ver  perecer  las  cosas  buenas, 
y  en  cambio  permanecer  las  malas. 
Aplícase  a  personas  y  animales  indis- 
tintamente, diciéndose  también:  Bicho 
malo  nunca  muere. 

Cosa  que  no  se  venda,  nadie  la  siembra. 
Aconseja  que  no   nos   preocupemos 
más  que  de  las  cosas  provechosas. 

Cualquier  cosa  es  chorizos,  o  longanizas, 
con  huevos. 

Réplica  a  una  contestación  en  que 
evasivamente  se  nos  ofrece  o  dice: 
Cualquier  cosa. 

El  que  no  duda  no  sabe  cosa  alguna. 

Advierte  cuánto  perjudica  a  la  averi- 
guación de  la  verdad  la  facilidad  en  creer 
y  la  precipitación  y  falta  de  examen. 

En  cosa  alguna,  pensar  muchas  y  hacer 
una. 

Es  conveniente,  cuando  se  trata  de 
dar  algún  paso,  discurrir  todos  los  me- 
dios para  llevarlo  a  efecto;  pero  des- 
pués de  meditarlo  detenidamente,  de- 
cidirse por  uno  y  efectuarlo. 

La  cosa  marcha. 

Frase  que  se  emplea  para  indicar 
que  un  asunto  va  bien. 

La  cosa  no  tiene,  o  no  trae,  o  no  lleva,  ma- 
licia. 

Manera  de  llamar  la  atención  sobre 
aquello  que  hemos  dicho,  al  parecer, 
de  un  modo  ¡nocente. 

Afa?iday  descuida;  no  se  hará  cosa  ninguna. 
Indica  cuan  necesaria  es  la  vigilancia 
en  los  que  mandan  para  que  se  cumpla 
lo  ordenado. 

Xo  hacer  cosa  a  derechas. 

No  llevar  a  cabo  nada  con  concierto; 
errarlo  todo. 


No  hay  cosa  escondida  que  a  cabo  de  tiem- 
po no  sea  bien  sabida.  —  V.  Todo  se  sabe, 
hasta  lo  de  la  callejuela. 

No  hay  cosa  más  buena  que  estarse  uno  en 
su  celda. 

Aconseja  que  debe  uno  evitar  el 
mezclarse  en  los  asuntos  o  negocios 
de  los  demás. 

ATo  hay  cosa  partida  con  capones  y  longa- 
nizas. 

Expresa  ser  propio  de  la  humana  na- 
turaleza el  no  gustar  de  compartir  con 
los  demás  de  aquello  que  les  satisface, 
reservándolo  para  su  goce   particular, 

No  hay  cosa  segura  en  esta  vida. 

Manifiesta  lo  inestable  que  es  todo 
lo  terreno. 

No  hay  peor  cosa  que  confesa  necia.  — 
V.  El  mayor  mal  de  los  males  es  tratar 
con  animales. 

No  ponerse  cosa  por  delante. 

Atropellar  por  todos  los  inconve- 
nientes que  se  presenten,  sin  reparar 
en  ninguno. 

No  quedarle  a  uno  otra  cosa. 

Frase  con  que  se  asegura  la  certeza 
de  lo  que  se  dice. 

No  ser  cosa  del  otro  mundo,  o  drl  otro 
jueves. 

Manera  de  afirmar  que  aquello  de 
que  se  trata  no  es  nada  extraño,  ni  se 
sale  de  la  esfera  de  lo  usual  y  corriente. 

Otra  cosa  es  con  guitarra,  o  con  sotana. 
Locución  figurada  y  familiar  con  que 
se  denota  que   en   circunstancias  dis- 
tintas a  las  en  que  nos  encontramos,  se 
obraría  de  diversa  manera. 

Quien  desalaba  la  cosa,  ése  la  compra.  — 
V.  Quien  dice  mal  de  la  pera,  ¿se  se  la 
lleva. 

Tal  vez  hay  que  se  busca  tina  cosa  y  se 
halla  otra.  —  V.  Donde  menos  se  piensa, 
salta  la  liebre. 

Una  cosa  es  el  cetro,  y  otra  el  plectro. 
Enseña  la  modestia,  respeto  y  vene- 
ración con  que  deben  tratar  maestros 
y  consejeros  a  sus  soberanos. 

Una  cosa  es  la  amistad,  y  el  negocio  es  otra 
cosa. 

Es  un  axioma  verdaderamente  co- 
mercial, pues  por  grande  que  sea  la 
amistad  existente  entre  el  comprador 
y  el  vendedor,  no  suele  éste  sacrificar 
sus  intereses  al  cariño. 


COSA 


—  251  — 


COSER 


Corran  las  cosas  como  corrieren. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
no  causa  inquietud  ni  preocupa  lo  que 
sucede. 

Cosas  que  van  y  vienen. 

Úsase  familiarmente  para  consolar  a 
uno  en  lo  que  padece  o  le  sucede,  alu- 
diendo a  la  inestabilidad  de  todo  lo 
humano. 

El  que  anda  con  las  cosas  es  el  que  las 
rompe. 

Excusa  que  alega  aquel  que  ha  roto 
o  descompuesto  un  objeto  que  trae  en- 
tre manos  todos  los  días;  porque  es  cla- 
ro que  quien  no  lo  maneja  con  fre- 
cuencia no  se  expone  a  destrozarlo  o 
inutilizarlo. 

Las  cosas  agradan  en  buen  medio  y  fasti- 
dian con  exceso. 

Indica  que  por  muy  bueno  que  sea 
algo  no  debe  abusarse  de  ello,  pues 
llega  a  molestar  o  hastiar. 

Las  cosas  claras  las  bendice  Dios.  —  Véa- 
se Las  cosas,  claras,  y  el  chocolate,  espeso. 

Las  cosas,  claras,  y  el  chocolate,  espeso. 
Manera  de  indicar  que  se  hable  sin 
subterfugios,  ambages  ni  rodeos,  a  fin 
de  que  todo  el  mundo  lo  entienda. 

Las  cosas,  en  caliente.  —  V.  El  llanto, 
sobre  el  difunto. 

Ni  por  u?ia  de  estas  nueve  cosas. 

Manera  de  negarse  a  hacer  lo  que  se 
pide,  aludiendo  al  Catecismo  del  P.  Ri- 
palda,  donde  se  lee  :  «El  pecado  ve- 
nial se  perdona  por  una  de  estas  nueve 

COSAS...» 

Oír,  ver  y  callar,  recias  cosas  son  de  obrar. 

Enseña  el  cuidado  que  se  debe  poner 

en  estas  tres  cosas,  por  ser  difíciles  de 

ejecutar. 

Quien  las  cosas  mucho  apura,  no   tiene 

vida  segura. 

Enseña  que  se  debe  evitar  la  dema- 
siada curiosidad  en  averiguar  las  cosas 
ajenas,  por  las  malas  consecuencias  que 
puede  traer. 
Tres  cosas  demando,  si  Dios  me  las  diese  : 
la  tela,  el  telar  y  la  que  la  teje. 

Reprende  a  los  ambiciosos  que  con 
nada  se  contentan. 
Tres  cosas  echan  de  su  casa  al  hombre: 
humo,  gotera  y  tnuj'er  vocinglera. 

Explica  lo  incómodas  que  son  estas 
tres  circunstancias  en  una  casa. 


Tres  cosas  hacen  al  hombre  medrar:  cien- 
cia, mar  y  casa  real. 

Aconseja  que  para  adelantar  los  hom- 
bres es  menester  tomar  carrera,  siendo 
las  más  seguras  y  a  propósito  las  indi- 
cadas en  el  refrán. 
COSARIO.  —  De  cosario  a  cosario  no 
se  pierden  sino  los  barriles. 

Indica  que  los  que  son  de  una  misma 
clase  no  se  suelen  hacer  daño.  — Tam- 
bién se  suele  decir:  Un  lobo  a  otro  no 
se  muerden. 
COSCÓN.  —  Ser  un  coscón. 

Dícese  de  la  persona  socarrona  y  hábil 
para  lograr  aquello  que  le  acomoda  o 
evitar  lo  que  le  disgusta.  —  Aplícase 
también  al  que  se  arrima  a  las  perso- 
nas para  tomar  parte  en  convites,  rega- 
los, etc. 
COSCORRÓN.  —  Coscorrón  de  la  hor- 
nera no  tiene  pena. 

Cada  oficio,  y  aun  cada  estado  social, 
tiene  las  molestias  consiguientes  a  su 
índole  especial. 
Más  vale  el  coscorrón  que  el  tropezón. 

Dícese  cuando  ¡as  consecuencias  re- 
sultan   ser  más  graves  o  importantes 
que  las  causas  de  donde  dimanan. 
Perdone  usté  el  coscorrón,  que  otra  vez 
será  mayor. 

Modo  festivo  de  disculparse  con  al- 
guno, pidiéndole  dispense  la  molestia 
que  se  le  ha  causado,  por  ser  en  mate- 
ria leve.  — ■  También  se  le  suele  dirigir 
esta  frase,  por  vía  de  amonestación, 
al  que  ha  experimentado  alguna  con 
trariedad,  dándole  a  entender  que  no 
será  ésa  la  única  que  tenga  que  sufrir 
en  su  vida,  sino  que  probablemente  le 
aguardan  otras  de  más  consideración  o 
gravedad. 
COSECHA.  —  No  espere  cosecha  quien 
en  mayo  barbecha. 

El  hacer  las  cosas  a  destiempo  no 
produce  jamás  buenos  resultados. 
Poner  uno  algo  de  su  cosecha. 

Inventar  o  añadir  algo  sobre  lo  ya 
dicho  o  hecho. 
Ser  una  cosa  de  la  cosecha  de  uno. 

Ser  de  su  propio  ingenio  o  inven- 
ción. 
COSER.  —  Coserse  uno  con,  o  contra,  al- 
guna cosa. 

Unirse  estrechamente  con  ella. 


COSQUILLAS 


COSTILLA 


No  tener  que  hacer  más  que  coser  y  cantar. 
No  ofrecer  dificultad  la  ejecución  de 
una  cosa,  especialmente  si  está  prepa- 
rada de  antemano,  como  cuando  se  le 
da  a  otra  persona  la  costura  de  una 
prenda  después  de  habérsela  cortado 
e  hilvanado. —  Cuando  el  asunto  de  que 
se  trata  es  ya  concluido,  se  dice:  Cosi- 
do y  cantado;  y  también,  como  se  lee  en 
el  Quijote,  parte  II,  cap.  LXXI:  Cátalo 
cantusado.  (Véase.) 
COSQUILLAS.  —  Buscarle  a  uno  las  cos- 
quillas. 

Emplear  aquellos  medios  que  se  crean 
más  a  propósito  para  impacientarle.  — 
Buscarle  la  parte  flaca  o  débil  para, 
atacándole  por  ella,  conseguir  lo  que 
se  desea. 
Hacerle  a  uno  cosquillas  una  cosa. 

Hacerle  temer  o  recelar  un  mal  o 
daño.  —  Excitarle  el  deseo  o  la  curio- 
sidad. 
No  consentir  cosquillas  de  nadie. 

No  tolerar  que  a  uno  le  molesten. 
No  sufrir,  o  tener,  malas  cosquillas. 
Ser  mal  sufrido  o  delicado  de  genio. 
COSQUILLOSO.  —  Ser  un  cosquilloso. 
Ser  uno  tan  delicado  de  genio,  que 
se  ofende  por  cualquier  motivo  insig- 
nificante. 
COSQUÍN.  —  Darle  a  uno  un  cosquiíi. 

Darle  con  la  mano  un  guipe  ligero. — 
Darle  un  soplamocos. 
COSTA.  —  Hacer  la  costa.  -  V.  Hacer  el 

GASTO. 

Salir,  o  ser,  uno  condenado  en  costas. 
Salir  perjudicado  en  un  negocio. 
COSTAL.  —  Como   costal   de  carbonero, 
malo  de  fuera,  peor  de  dentro. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que 
siendo  de  mala  apariencia,  son  peores 
en  el  interior,  como  sucede  con  los  sa- 
cos o  costales  donde  se  guarda  el  car- 
bón, pues  s¡  por  fuera  están  negros  por 
lo  manoseados  que  son  y  por  el  polvo 
que  del  carbón  se  les  pega,  por  dentro 
lo  están  mucho  más  a  causa  del  contac- 
to inmediato  que  tienen  con  aquel  com- 
bustible. 
De  costal  sacudido,  o  vacio,  minea  buen 
bodigo. 

Da  a  entender  que  de  la  persona  que 
es  pobre  no  se  pueden  esperar  gran- 
des dádivas. 


Estar  uno  hecho  un  costal  de  huesos. 

Estar  sumamente  flaco. 
Ir  atravesado  como  costal  de  basura. 

Comparación  usada  en  el  Quijote 
(parte  I,  cap.  XV)  por  boca  de  Sancho, 
cuando  dice:  «Hay  gran  diferencia  del 
ir  caballero  al  ir  atravesado  como  cos- 
tal de  basura.» 
No  ser,  o  no  parecer,  ningiín  costal  de 
paja. 

No  ser,  o  no  parecer,  despreciable.— 
Parecer  bien  a  uno  otra  persona  del 
sexo  opuesto. 
No  ser  uno  costal. 

No  poder  decirlo  todo  de  una  vez. 
Ser  uno  un  costal  de  verdades. 

Aplícase  a  la  persona  mentirosa,  por- 
que es  claro  que  no  diciendo  verdad 
alguna  jamás,  las  tiene  todas  guarda- 
das en  su  cuerpo,  como  pudieran  en- 
cerrarse en  un  costal  si  fuesen  cosas 
materiales. 
Trasnochar  y  madrugar  no  caben  en  un 
costal. 

Reprende  a  los  que,  teniendo  que  es- 
tar levantados  temprano  por  obligación, 
quieren  acostarse  tarde. 
Uno,  por  madrugar,  se  encontró'  un  cos- 
tal. —  Más  madrugó  el  que  lo  perdió. 

Contestación  que  dan  los  amigos  de 
no  levantarse  temprano  a  los  que  los- 
satirizan  por  su  pereza. 
Vaciar  uno  el  costal. 

Manifestar  abiertamente  lo  que  se 
tenía  secreto.  —  Explicar  algún  senti- 
miento diciendo  todo  lo  que  se  tenía 
callado. 
COSTALADA.  —  Dar  uno  una  costa- 
lada. 

Resbalar  y  caer  al  suelo. 
COSTILLA.  —  Hacer  costilla. 

Aguantar  pacientemente  los  golpes,, 
regaños,  contratiempos,  etc.,  cuando  no 
se  pueden  evitar. 
Tener  costilla. 

Tener  caudal,    hacienda,    bienes  de 
cualquiera  especie. 
Medirle  a  uno  las  costillas. 

Vapulearle. 
Pegársele  a  uno  una  cosa  a  las  costillas. 
Costarle  el  dinero  el  gasto  o  consu- 
mo que  otro  ha  hecho. 
Tener  buenas  costillas. 

Consentir  que  le  echen  a  uno  la  cul- 


COSTUMBRE 


—  253  — 


COYUNTURA 


pa  de  lo  hecho  por  otro,  o  asumir  un 
trabajo  que  no  le  compete,  por  tener 
fuerzas  para  hacerlo  sin  resentirse  ni 
importársele  nada. 
COSTUMBRE.  —  A  la  mala  costum- 
bre quebrarle  la  pierna,  o  cortarle  las 
piernas. 

Enseña  que  no  se  debe  seguir  un 
abuso  con  pretexto  de  que  siempre  se 
ha  hecho  así. 
Costumbre  adquirida  en  la  mocedad,  se 
deja  muy  mal  en  la  vejez. 

Indica  lo  poderoso  que  es  el  hábito, 
pues  ni  aun  con  los  años  se  desarraiga 
fácilmente. 
Costumbre  buena  o  costumbre  mala, 
el  villano  quiere  que  vala. 

Da  a  entender  lo  poderosas  que  son 
en  el  pueblo  las  costumbres  muy  arrai- 
gadas. 
La  costumbre  del  vicio  se  vuelve  en  na- 
turaleza. 

En  fuerza  de  repetir  los  actos  más 
reprobables,  llegan  a  cometerse  como 
si  fuese  lo  más  lícito  del  mundo. 
La  costumbre  es  otra,  o  una  segunda, 
naturaleza. 

Pondera  la  fuerza  de  la  costumbre  y 
advierte  que  si  no  se  vence  al  princi- 
pio se  hace  tan  difícil  de  vencer  como 
las  inclinaciones  naturales. 
La  costumbre  hace  ley,  o  tiene  fuerza 
de  ley. 

Se  manifiesta  la  fuerza  que  tienen  los 
usos  y  estilos. 
Mudar  costumbre  es  apar  de  muerte. 
Indica  las  consecuencias  que  puede 
aparejar  el  cambio  de  hábito. 
Costumbres  de  mal  maestro  sacan  al  hijo 
siniestro. 

Advierte  el  daño  que  reporta  el  que 
un  padre  tenga  mal  maestro  para  sus 
hijos,  o  que  él  mismo  sea  el  que  los 
enseñe  mal  por  exceso  de  cariño  o  por 
debilidad  de  carácter. 
Costumbres  y  dineros  hacen  los  hijos  ca- 
balleros. 

Enseña  que  el  buen  proceder  y  los 
modales,  junto  con  las  riquezas,  hace 
que  se  adquieran  la  atención  y  aprecio 
de  las  gentes. 
Las  costumbres  dicen  quién  es  cada 
uno. — V.  Dime  con  quién  andas,  decirte 
he  quién  eres. 


Jifas  vencen  las  buenas  costumbres  que 
las  fuerzas. 

Indica  que  el  buen  ejemplo  es  más 
poderoso  que  las  reprensiones  y  los 
castigos. 
Mudar  costumbres  de  hembra,  hacer  un 
otro  mundo  de  nuevo  más  posible  sería. 
Contra  la  terquedad  femenina. 
COSTURA.  —  Saber,  o  entrever,  de  toda 
costura. 

Tener   conocimiento   del    mundo  y 
obrar  con  toda  sagacidad  y  aun  bella- 
quería. 
Lo  que  no  va  en  costuras  va  en  bebede- 
ros. —Y.  Lo  que  no  va  en  lágrimas  va  en 
suspiros. 
Sentarle  a  alguno  las  costuras.  —  Véase 
Sentarle  a  uno  la  mano. 
COSUEÑA.  —  Más  vale  cosueña  que  hi- 
le na. 

El  oficio  de  costurera  produce  más 
que  el  de  hilandera. 
COTARRERA.  —  Ser  una  cotarrera. 

Mujer  que  anda  de  cotarro  en  cotarro. 
COTARRO.  —  Alborotar  el  cotarro.  — 
V.  Alborotar  el  cortijo. 
Andar  de  cotarro  en  cotarro. 

Gastar  el  tiempo  en  visitas  inútiles. 
COTORRA.  —  Hablar  más  que  una  co- 
torra. — V.  Hablar  más  que  tma  urraca. 
Ser,  o  parecer,  una  cotorra,  o  una  coto- 
rrera. 

Dícese  de  la  mujer  muy  habladora, 
muy  charlatana. 
COTUFAS.  -  Pedir  cotufas  en  el  golfo. 
Pedir  cosas  imposibles,  como  suce- 
dería a  quien,  habiéndose  embarcado 
sin  cotufas,  se  le  antojara  encontrarlas 
en  alta  mar,  siendo  así  que  la  especie 
de    juncia   que    produce   esta   frutilla 
nace,  como  todas  las  que  pertenecen 
a  su  familia,  a  orillas  de  los  pantanos. 
COTURNO.  —  Calzar  uno  el  coturno. 

Usar  de  estilo  alto  y  sublime,  espe- 
cialmente en  la  poesía. 
Ser  de  alto  coturno. 

Pertenecer  a  elevada  categoría  so- 
cial. 
COYUNTURA.  -  Aprovechar  la  coyun- 
tura. 

Esperar  la  oportunidad  para  hacer  o 
decir  una  cosa. 
Hablar  por  las  coyunturas. 

Chai-lar  por  los  codos;  hablar  mucho. 


coz 


—  254  — 


CREER 


COZ.  —  Andar  a  coz  y  bocado. 

Retozar,  dándose  golpes  y  puñadas. 
La  coz  de  la  yegua  no  hace  mal  al  potro. 

Las  reprensiones  y  castigos  de  quien 
los  da  por  amor  no  hacen  daño,  sino,  al 
contrario,  hacen  bien. 
Dar  coces  al  viento. 

Perder  el  tiempo  inútilmente  en  una 
pretensión,  por  ser  imposible  que  se 
consiga  lo  que  se  desea. 
Dar,  o  soltar,  coces. 

Decir   palabras   groseras    e    injurio- 
sas. —  Contestar  de  manera  improce- 
dente. 
Dar,  o  disparar,  o  tirar,  coces  contra  el 
aguijón. 

Obstinarse  en  hacer  frente  a  una 
fuerza  superior,  como  sucedería  con  la 
bestia  que  pretendiera  dar  patadas  a 
la  aijada,  que  lo  que  conseguiría  sería 
pincharse  más  pronta  y  profundamen- 
te. —  Nuestro  Samaniego,  al  versificar 
la  fábula  La  serpiente  y  la  lima,  de  Eso- 
po,  imitada  después  por  Fedro  y  La 
Fontaine,  compendia  así  la  moraleja  de 
este  apólogo  : 

«Quien  pretenda  sin  razón 
al  más  fuerte  derribar, 
no  consigue  sino  dar 
coces  contra  el  aguijón.-» 

A/andar  uno  a  coces. 

Mandar  con  aspereza  y  con    malos 
modos. 
CRÁNEO.  —  Secársele  a  uno,  o  tener  uno, 
seco  el  cráneo. 

Volverse,  o  estar,  loco. 
CRAS.  —  De  eras  en  eras  vase  el  triste  a 
Satanás. 

El  pecador  que  va  dilatando  su  con- 
versión de  día  en  día,  acaba  común- 
mente por  morir  impenitente. 
CRECER.  —  Crecerse  uno. 

Envalentonarse; cobrar  valentía,  arro- 
gancia o  fortaleza  de  ánimo. 
Querer  crecer. 

Frase  jocosa  que  se  aplica  al  que  no 
quiere  tomar  asiento.  Suele  emplearse 
en  forma  interrogativa. 
CRÉDITO.  —  Sentar,  o  tener  sentado,  uno 
el  crédito. 

Afirmarse  y  establecerse  en  la  buena 
fama  y  reputación  del  público  por  me- 
dio de  sus  virtudes,  de  sus  letras  o  de 
sus  loables  acciones. 


CREDO.  —  A  cada  credo. 

A  cada  instante,  con  gran  frecuencia. 
El  Credo  es  muy  bueno,  y,  sin  embargo,, 
no  sirve  para  consagrar. 

Dícese  de  todo  lo  que,  aun  siendo 
de  mucho  mérito  o  valor,  no  tiene  apli- 
cación para  aquello  que  nosotros  lo 
necesitamos,  aludiendo  a  que  la  ora- 
ción que  constituye  la  profesión  de  fe 
inventada  por  los  apóstoles  es  subli- 
me; pero  no  es  la  que  el  sacerdote 
emplea  en  la  misa  para  el  acto  de  la 
consagración,  pues  teniendo  su  fórmu- 
la especial,  de  no  usarla  no  quedarían 
consagrados  la  forma,  el  vino  ni  el  agua. 
Estar  con  el  credo  en  la  boca. 

Modo  de  dar  a  entender  el  peligro 
que  se  teme  o  el  riesgo  en  que  se  est.í. 
Hacer,  o  decir,  alguna  cosa  en  un  credo, 
o  en  menos  de  dos  credos. 

Brevemente,  en  poco  tiempo,  en  el 
que  se  tarda  en  rezar  dicha  oración. 
Que  canta  el  credo. 

Se  dice  para  ponderar  lo  extraordi- 
nario o  notable  de  alguien  o  de  algo. 
CREEDERAS.  —  Tener  buenas  creede- 
ras. 

Demasiada  facilidad  en  creer.  —  Más 
pintorc-camente  se  suele  decir  buenas 

TRAGADERAS. 

CREER.  —  El  creer  pende  de  la  voluntad. 
La  credulidad  es   potestativa  en  e! 
hombre. 
El  que  no  cree,  ya  está  juzgado. 

Denota  que  la  incredulidad  en  mate- 
ria religiosa  es  indigna  de  los  buenos 
católicos. 
Quien  a  todos  cree,  yerra;  quien  a  ningu- 
no, no  acierta. 

Indica  que  el  verdadero  mérito  estri- 
ba en  no  exagerar  las  cosas,  no  usando 
un  criterio  demasiado  amplio  ni  dema- 
siado cerrado. 
Más  vale  creerlo  que  ir  a  verlo,  o,  aun- 
que no  correctamente,  que  irlo  a  ave- 
riguar. 

Dícese  cuando,  aun  sospechando  no 
ser  verdad  lo  que  se  dice,  fingimos 
aceptarlo  por  no  im portarnos  nada,  o 
por  evitarnos  la  molestia  de  rebatirlo 
con  la  prueba  de  lo  contrario. 
;  Ya  lo  creo! 

Equivale  a  decir  que  una  cosa  es  evi- 
dente, o  que  no  cabe  duda,  etc. 


CREIQUE 


—  255  — 


CRIAR 


CREÍQUE.  —  A  Creíque  y  Penseque  los 
ahorcaron  en  Madrid.  Algunos  intro- 
ducen un  tercer  personaje  ficticio,  di- 
ciendo :  A  Creíque,  Penseque  y  Juzgué- 
que,  etc. 

Dícese  a  la  persona  que  disculpa  un 
yerro  cometido,  diciendo  que  creyó  que 
se  le  había  dicho  otra  cosa. 
CRENCHA.  —  La  crencha  al  ojo,  marido 
Uñoso. 

Cuando  el   marido  es  descuidado  y 
miserable,  anda  la  mujer  desaliñada  y 
descompuesta. 
CRESO.  —  Ser,  o  parecer,  un  Creso. 

Poseer  grandes  riquezas,  con  alusión 
a  Creso,  rey  de  Lidia,  célebre  por  sus 
tesoros. 
CRESPA. —  Tal  te  quiero,  Crespa,  aunque 
eres  tinosa. — V.  Quien  feo  ama,  hermoso 
le  parece. 
CRESPO.  —  Ponerse  uno  crespo. 

Irritarse,  alterarse,  enfadarse  mucho 
con  alguna  persona. 
CRESTA.  —  Alzar,    o   levantar,    uno   la 
cresta. 

Mostrar  soberbia,  engreírse. 
CRETENSE.  —  Hay  que  cretizar  con  los 
cretenses. 

Conviene  emplear  la  astucia  y  picar- 
día con  los  bribones,  para  no  dejarse 
engañar  de  ellos. 
CRIA.  —  Que  me  guarden  la  cría. 

Manera  de  burlarse  de  alguna  pren- 
da ridicula  o  estrafalaria,  especialmen- 
te por  sus  dimensiones  desproporcio- 
nadas. 
CRIADA.  —  No  sé  que'  haga :  si  ponerme  a 
servir,  o  buscar  criada. 

Usase  en  los  casos  en  que,  hallándose 
perplejo,  no  se  atreve  uno  a  tomar  una 
determinación. 
Querer  hacer  más  que  la  criada  de  Pi- 
lotos. 

Dícese  en  Aragón  a  propósito  de  la 
persona  que  se  mete  en  lo  que  no  le 
va  ni  le  viene,  y  también  de  aquella  que 
se  adelanta  a  hacer  más  de  lo  que  de 
ella  se  exige  o  es  propio  y  exclusivo 
del  cumplimiento  de  su  obligación. 

No  concibo  en  qué  pueda  fundarse 
la  forma  de  esta  locución  proverbial, 
pues  de  la  Sagrada  Escritura  no  consta 
hecho  alguno  que  para  ello  dé  pie.  Sos- 
pecho, por  tanto,  que  aquí  ha  interve- 


nido algún  quid  pro  quo  por  parte  deí 
pueblo  iliterato,  confundiendo  a  la  cria- 
da del  sumo  pontífice  Caifas  con  la  ser- 
vidumbre del  gobernador  Poncio  Pila- 
to,  pues  aquélla  fué  la  que  se  entre- 
metió a  decir  a  Pedro  que  ella  le  había 
visto  en  el  huerto  en  compañía  de  su 
divino  Maestro.  De  éstas,  y  como  éstas, 
abundan  las  tradiciones  más  respeta- 
bles falseadas  por  la  ignorancia  del  pue- 
blo, quien,  tomando  de  aquí  y  de  allí" 
los  varios  relatos  que  oye  a  los  predi- 
cadores, los  zurce  luego  de  una  mane- 
ra arbitraria  e  inconexa.  Esta  es  la  oca- 
sión de  decir,  o  nunca,  que  ha  oído  cam- 
panas, y  no  sabe  dónde. 
Salirle  a  uno  la  criada  respondona. 

No  sólo  significa,  como  dice  la  Aca- 
demia, «verse  increpado  y  confundido 
por  la  misma  persona  a  quien  creía 
tener  vencida  y  supeditada»,  sino  tam- 
bién suceder,  en  general,  alguna  cosa  al 
revés  de  lo  que  se  esperaba. 
CRIADO.  —No  es  criado  quien  se  sirve  a 
si  mismo. 

Recuerda  que  no  debe  mirarse  como 
deshonroso  el  carecer  de  servidumbre 
por  no  tener  medios  para  ello  o  por- 
que no  se  quiera  aguantar. 
iSY  envías  al  criado  a  misa  y  éste  se  marcha 
a  otra  parte,  (quien  será  el  responsable? 

Expresa  que  al  que  pone  buenos  me- 
dios para  lograr  un  fin,  no  se  le  debe 
imputar  el  mal  éxito  del  asunto  en 
cuestión. 
De  buenos  criados  es  conllevar  las  penas 
de  sus  señores. 

Refrán,  ya  anticuado,  perteneciente 
a  aquellos  tiempos  en  que  la  servidum- 
bre pasaba  de  padres  a  hijos  y  llegaba 
a  considerársela  como  de  la  familia. 
Los  criados  son  enemigos  excusados. 

Porque  el  que  pueda  pasarse  sin  ellos 
no  debe  sostener  a  los  que  son  de  mala 
ralea,  como   ocurre  desgraciadamente 
con  la  generalidad  de  los  sirvientes. 
Los  criados  son  enemigos  pagados. 

Porque  en  su  mayor  parte,  y  con 
contadas  excepciones,  no  sirven  más 
que  para  difamar  y  saquear  las  casas  de 
sus  amos. 
CRIAR.  —  El  criar  arruga,  y  el  parir 
alucia. 

Denota  que  la  mujer  que  cría  suele 


CRIATURA 


—  2^6  - 


CRISTO 


desmejorarse,  y  la  que  da  a  luz  se  pone 
de  mejor  semblante. 
Estar-  uno  criado. 

Poder  bandearse  o  cuidarse  sin  que 
otro  le  dirija  y  ayude. 
CRIATURA.  —  Criatura  de  un  año  saca 
la  leche  del  calcaño. 

Se  aplica  a  los  niños  que  son  robus- 
tos y  que  maman  mucho  y  con  fuerza. 
Cuando  la  criatura  dienla,  la  muerte  la 
lienta. 

Da  a  entender  lo  expuesto  que  están 
los  niños  a  morirse,  pues  sabido  es  que 
para  ellos  es  pasar  una  gran  crisis  la 
época  de  la  dentición. 
Ser  uno  una  criatura. 

Ser  de  poca  edad. — Tener  propieda- 
des de  niño,  pero  no  años  como  tal. 
CRIBA. —  Estar  una  cosa  como  tina  criba, 
o  hecha  una  criba. 

Estar  destrozada  y  llena  de  agujeros. 
CRIMEN.  -  Crimen  perdonado,  tuerto  tri- 
plicado. 

Primeramente,  porque  no  sufre  el 
culpado  la  pena  que  merece;  en  segun- 
do lugar,  porque  no  se  le  da  a  la  socie- 
dad la  satisfacción  que  de  derecho  le 
corresponde,  y  últimamente,  por  ser 
ocasionada  la  impunidad  a  que  los  de- 
más malvados  ejerzan  con  toda  libertad 
sus  fechorías. 
Si  cometes  un  crimen,  vete  a  Toledo. 

Alude,  probablemente,  a  que  por  las 
encrucijadas,  vueltas  y  revueltas  de  la 
histórica  ciudad  no  sería  fácil  atrapar 
al  delincuente. 
CílIN.  —  Hace  crines,  madrina. — ¿Y do' el 
cabello? 

Contra  los  que  piden  algún  imposi- 
ble, como  la  ahijada  aquella  que  que- 
ría le  abriesen  la  raya  sin  tener  pelo 
suficiente  para  poder  partírselo  en  dos 
mitades. 
Tenerse  uno  a  las  crines. 

Ayudarse  lo  posible  para  no  decaer 
de  su  estado. 
CRIO. — Ser  un  crío.  Algunos  agregan:  in- 
decente. 

Dícese  de  los  jovenzuelos  que,  ade- 
lantándose a  su  edad,  hablan  o  quieren 
obrar  como  las  personas  mayores. 
CRISMA.  —  No   valer    uno  fuera   de   la 
crisma. 

No  tener  partida  buena. 


Romperle  a  uno  la  crisma. 

Producirle  una  herida  en  la  cabeza. 
CRISTAL.  —  Ser  más  clara  una  cosa  que 
un  cristal. 

Ser  de  tan  fácil  comprensión,  que  no 
hacen  falta  explicaciones  para  su  inte- 
ligencia. 
Verlo  uno  todo  con  cristales,  o  lentes, 
ahumados. 

Verlo   por  el   lado    desfavorable.  — 
Augurar  tristemente,  según  el  sistema 
de  los  pesimistas. 
CRISTIANO.— El  cristiano  a  la  fuerza, 
no  es  buen  cristiano. 

Denota  cjue  todo  lo  que  se  hace  por 
imposición,  como  se  ejecuta  de  mala 
gana,  no  se  hace  bien. 
Ni  de  mal  cristiano  buen  moro,  ni  de  mal 
moro  buen  cristiano. 

Manifiesta  que  los  términos  medios 
no   suelen   dar   buenos   resultados  en 
muchas  ocasiones. 
¿  Qué  quiere  decir  cristiano? 

Dícese  a  la  persona  que  no  entiende 
lo  que  le  decimos,  por  muy  sencillo  que 
sea  y  por  mucho  que  se  le  haya  re- 
petido. 
Todo  fiel  cristiano  es  muy  obligado  a... 

Señala  el  deber  que  asiste  a  todo  el 
mundo,  o  a  una  colectividad,  de  hacer 
aquello  de  que  se  trata.  —  Como  cono- 
cerá fácilmente  el  lector,  es  el  princi- 
pio de  la  Introducción  a  la  Doctrina 
cristiana,  que  sirve  de  texto  en  la  ge- 
neralidad de  las  escuelas  de  España 
desde  fines  del  siglo  xvi;  Introducción 
que,  escrita  en  prosa  rimada,  da  a  en- 
tender que  su  autor  era  muy  buen  teó- 
logo, pero  infeliz  poeta. 
Ser  como  los  cristianos  del  Líbano,  que 
lo  mismo  adoran  a  Jesús  que  a  Mahoma. 

Dícese  de  las  personas  que,  poco 
escrupulosas  de  conciencia,  cambian 
fácilmente  de  ideas  o  pareceres,  según 
les  convenga  arrimarse  ora  a  uno,  ora 
a  otro  bando. 
CRISTO.— A  Cristo  prendieron  en  el  huer- 
to, porque  se  estuvo  allí  quieto. 

Manifiesta  que  deben  precaverse  los 
males,  poniéndoles  el  remedio  opor- 
tuno. 
A  mal  cristo,  mucha  sangre. 

Aplícase  a  la  obra  artística  o  litera- 
ria falta  de  mérito  y  en  que,  para  lia- 


CRISTO 


—  257   — 


CRISTO 


mar  la  atención,  se  emplean  abusiva- 
mente algunos  de  aquellos  medios  que 
están  más  al  alcance  del  vulgo. 
Donde  Cristo  dio  las  tres  voces  y  nadie 
las  oyó. 

Frase  que  expresa  lugar  muy  distan- 
te y  por  lo  regular  solitario.  —  Parece 
ser  alusión  a  las  tres  exclamaciones  en 
que  prorrumpió  el  Señor  en  el  huerto 
de  Getsemaní  cuando  le  envió  su  eter- 
no Padre  el  cáliz  de  la  amargura. 
] Hasta  verte,  Cristo,  o  Jesús,  mió! 

Proviene  dicha  frase  de  que  en  los 
refectorios  de  los  conventos  se  daban 
-a  cada  fraile  sus  raciones  de  agua  y  de 
vino  en  sendos  cuencos  o  tazones  de 
barro  de  Talavera,  dentro  de  los  cua- 
les solían  estar  pintados  el  escudo  de 
la  Orden  respectiva  o  algún  versículo 
sagrado,  o  más  generalmente  el  mono- 
grama del  santo  nombre  de  Jesús.  Por 
lo  tanto,  es  de  suponer  que  dicha  frase 
proviene  de  aquellos  frailes  que  apu- 
raban todo  el  líquido  hasta  que  no  que- 
daba gota  que  les  impidiera  el  ver  dicho 
nombre  de  Cristo  pintado  en  el  fondo 
del  cuenco. 
Lo  que  no  es  de  Cristo,  es  del  Fisco. 

Alude  a  que  lo  que  no  correspondía 
que  pagase  diezmos  y  primicias  a  la 
Iglesia,  estaba  sujeto  a  tributos  y  alca- 
balas que  cobraban  los  señores,  con  lo 
que  resultaba  que  el  que  no  tenía  que 
pagar  por  un  concepto,  contribuía  por 
otro  sin  remisión  alguna. 
JMás  pasó  Cristo  por  nosotros. 

Frase  con  que  se  exhorta  a  tener  pa- 
ciencia a  aquel  que  se  queja  de  estar 
experimentando  muchos  trabajos  o  su- 
frimientos. 
Ni  Cristo  pasó  de  la  cruz,  ni  yo  paso  de 
aquí. 

Expresa  la  firme  resolución  que  ha 
tomado  uno  de  no  continuar  haciendo 
aquello  que  practicaba. 
2  Ni  por  un  cristo! 

Modo  de  dar  a  entender  la  repugnan- 
cia que  se  tiene  a  cumplir  alguna  cosa, 
o  la  gran  dificultad  en  conseguirla. 
No  fué  por  compasión  que  de  Cristo  tuvie- 
ron, sino  por  miedo  de  que  se  les  quedara 
en  el  camino. 

Úsase  esta  frase  cuando  mueve  a  ha- 
cer alguna  buena  obra,  no  la  caridad, 


sino  el  propio  interés,  como  sucedió 
con  Cristo  cuando  le  ayudaron  a  llevar 
la  cruz. 
Parecer  un  cristo. — V.  Estar  hecho  un 

ECCEHOMO. 

Parecerse  al  Cristo  de  la  Humildad  y  Pa- 
ciencia. 

Dícese  del  que  está  sentado  apoyan- 
do el  codo  en  el  muslo  y  la  mejilla  en 
la  mano,  como  en  ademán  pensativo, 
porque  así  es  como  suele  representarse 
a  la  imagen  de  Nuestro  Señor  Jesucris- 
to que  lleva  semejante  advocación. 
Poner  a  uno  como  tin  cristo. 

Maltratarle,   herirle   o   azotarle   con 
mucho  rigor  y  crueldad. 
Ponerse  uno  a  lo  de  Cristo  me  lleve. — 

V.  Ponerse  uno  a  lo  de  Dios  es  Cristo. 
Sacar  uno  el  cristo. 

Apelar  al  argumento  más  convincen- 
te, después  de  haber  empleado  varios 
otros.  —  Hacer  el  último  esfuerzo  posi- 
ble, con  el  objeto  de  reducirá  uno  a  que 
haga  lo  que  de  él  se  pretende  o  exi- 
ge.—  Alude  a  los  cuaresmales  o  a  los 
misioneros,  que  al  fin  de  su  tarea  apos- 
tólica suelen  exhortar  al  pueblo  con  el 
crucifijo  en  la  mano. — El  cristo  a  que  las 
más  de  las  veces  se  alude  en  esta  frase 
suele  ser  un  buen  garrote,  o  una  esta- 
ca, que  para  el  efecto  es  lo  mismo. 
Sentarle  a  uno  una  cosa  como  a  un  Santo 
Cristo  un  par  de  pistolas. 

Modo  de  ponderar  lo  inadecuado  o 
impropio  de  una  cosa  respecto  de  otra. 
Tan  pronto  llevan  a  Cristo  en  brazos  como 
lo  llevan  a  porrazos.  —  V.  Ser  como  los 
cristianos  del  Líbano,  etc. 
Tener  uno  tan  buen  trabajo  como  el  Cris- 
to del  Pardo,  o  de  Pecas. 

Estar  descansado,  no  hacer  nada  o 
estar  tendido,  con  alusión  a  la  imagen 
del  Señor  que  con  esos  títulos  se  ve- 
nera respectivamente  en  cada  uno  de 
dichos  dos  pueblos  de  Madrid  y  Tole- 
do, y  que  se  halla  acostado  en  el  Santo 
Sepulcro. 
Y  Cristo  con  todos. 

Expresión  de  que  se  usa  para  mani- 
festar, con  motivo  de  alguna  desave- 
nencia, o  cuando  se  pretende  poner 
término  a  algún  asunto  enojoso,  que  se 
desea  intervenga  la  paz  y  no  se  dé  oca- 
sión a  disturbios  ni  rencillas. 
17 


CRISTUS 


—  258  — 


CRUZ 


/  Ya  empieza  Cristo  a  padecer! 

Exclamación  en  que  se  prorrumpe 
al  empezar  a  verificarse  cualquier  su- 
ceso funesto  o  desagradable. 

Cargar  con  los  cristos.  —  V.  Cargar  con 

el  MOCHUELO. 

Co?no  los  Cristos  deBorox:  si  uno  es  malo, 
oiro  peor. 

Recuerda  este  refrán  dos  imágenes 
del  Crucificado  que  se  veneraban  en 
esta  localidad  toledana,  que  no  tenían 
ningún  valor  como  obras  de  arte,  y  se 
comparan  con  ellos  lo  que  no  tiene 
mérito  alguno. 
CRISTUS.  —  Estar  uno  en  el  cristus. 

Estar  muy  a  los  principios  de  un  arte 
o  ciencia. 
No  saber  uno  el  cristus. 
Ser  muy  ignorante. 
CRUCIFICAR.— Crucificar  a  uno. 

Molestarle,  incomodarle  con  exceso. 
CRUDO.  —  Sobre  crudo,  puro. 

Esto  es,  sobre  ensaladas  o  cosas  si- 
milares, beber  vino. 
CRUEL.  —  El  que  sea  cruel  no  acabará 
bien. 

Recomienda  la  bondad  y  benevolen- 
cia en  todos  los  actos  de  la  vida,  como 
medio  el  más  seguro  de  granjearse  el 
cariño  de  todos,  en  vez  de  morir  odiado. 
CRUJÍA.  —  Pasar,  o  sufrir,  una  crujía. 

Padecer  trabajos,   miserias  o  males 
de  alguna  duración. 
CRUJIDO.— Dar  crujido  una  cosa. 

Dar  un  estallido. 
CRUZ.  —  Adelante  con  la  cruz. 

Modo  de  expresar  la  resolución  que 
uno  ha  tomado  y  conformidad  de  per- 
sistir en  una  cosa  ardua  o  penosa. 
Andar,  o  estar,  entre  la  cruz  y  el  agua 
bendita. 

Hallarse  en  peligro  inminente. 
Cruz  y  raya. 

Manera  de  expresar  una  persona  el 
firme  propósito  de  no  volver  a  enten- 
der en  un  asunto  o  de  no  tratar  más  a 
una  persona. 
Cruz  y  raya,  para  que  no  se  me  vaya.  — 

V.  Cruz  y  raya. 
De,  o  desde,  la  cruz  a  la  fecha. 

Desde  el  principio  hasta  el  fin;  com- 
pletamente.—  Toma  su  origen  esta  fra- 
se de  la  costumbre  antigua  de  encabe- 
zar las  cartas  con  una  cruz  (que  aún  hoy    I 


conservan  los  prelados,  sacerdotes  y 
personas  religiosas)  y  terminarlas  con 
la  indicación  del  lugar,  día,  mes  y  año 
en  que  están  escritas.  Hoy  es  más  co- 
rriente comenzar  por  estos  datos,  con 
alguna  impropiedad,  pues  si  la  misiva 
es  extensa  y  se  tarda  más  de  un  día  en 
escribirla,  no  llevará  la  fecha  del  en  que 
se  terminó,  que  es  lo  lógico,  sino  de- 
aquel  en  que  se  comenzara. 
Detrás  de  la  cruz  está  el  diablo. 

Dícese  de  los  hipócritas,  que  con  la 
apariencia  de  virtud  encubren  sus  vi- 
cios.— También  se  aplica  al  peligro  que 
hay  de  que  las  obras  se  vicien  por  la 
vanidad  del  que  las  hace.  —  Esta  frase 
tuvo  mucho  uso  durante  nuestra  gue- 
rra carlista,  pues  existiendo  en  los  ca- 
minos del  Norte  muchas  cruces,  ser- 
vían éstas  de  parapeto  a  los  defenso- 
res de  una  u  otra  idea,  para,  aislada 
mente,  hacer  fuego  sobre  el  enemigo^ 
que  no  sospechaba  la  presencia  del 
contrario,  emboscado  tras  el  signo  de 
la  Redención. 
Estar  uno  por  esta  cruz  de  Dios. 

No  haber  comido.  Dícese  así  porque 
se  suele  denotar  esto  haciéndose  una 
cruz  en  la  boca.  —  No  haber  consegui- 
do lo  que  se  quiere.  —  No  haber  podi- 
do entender  alguna  cosa. 
Hacer  la  cruz. 

Persignarse  con  la  primera  moneda 
que  recibe  en  el  día  un  vendedor,  en 
señal  de  agradecimiento  al  Ser  Supre- 
mo, por  haberle  hecho  semejante  mer- 
ced.—  Persignarse  al  ver  a  alguna  per- 
sona a  quien  se  odia  o  teme,  como  en 
señal  de  que  Dios  nos  libre  de  su 
encuentro.  —  Echarse  a  dormir,  gene- 
ralmente en  el  suelo,  con  los  brazos 
abiertos. 
Hacerle  a  uno  la  cruz. 

Modo  de  dar  a  entender  que  nos  que- 
remos librar  o  guardar  de  alguna  per- 
sona. Algunos  agregan  :  como  al  de~ 
monto. 
La  cruz  de  Maribáñez:  que  pierdas  y  na 
ganes. 

Que  cuando  juraba  por  la  cruz,  era 
para  engañar. 
La  cruz  en  el  pecho,  o  en  los  pechos,  y  el 
diablo  en  los  hechos. 
Zahiere  a  los  hipócritas,  que  con  la 


CRUZ 


—  259  — 


CUADRO 


capa  o  apariencia  de  virtud,  intentan 
encubrir  sus  vicios. 

Llevar  la  cruz  a  cuestas,  o  Cargar  con  la 
cruz. 

Tener  sobre  sí  muchas  obligaciones 
de  difícil  desempeño. 

Necesitarse  la  cruz  y  los  ciriales  para  al- 
guna cosa. 

Ser  necesarias  muchas  diligencias 
para  lograr  algún  asunto. 

No  hay  quien  no  tenga  su  cruz. 

Indica  lo  difícil  que  es  hallar  en  lo 
humano  persona  que  esté  libre  de  al- 
gún sufrimiento  moral  o  material. 

Por  Santa  Cruz,  toda  viña  reluz. 

Expresa  que  por  el  mes  de  septiem- 
bre, en  cuyo  día  14  se  celebra  la  Exal- 
tación de  la  Santa  Cruz,  están  los  viñe- 
dos en  todo  su  apogeo  para  ser  ven- 
dimiados. 

Quedarse  uno  en  cruz  y  en  cuadro. 

Encontrarse  pobre  y  miserable  por 
haber  perdido  todo  cuanto  tenía. 

Andar  con  las  cruces  a  cuestas. 

Hacer  rogativas  para  que  Dios  nos 
conceda  alguna  cosa  o  nos  saque  de 
algún  apuro  o  peligro. 

Arrima  esas  cruces,  que  este  son  no  es  de 
perder. 

Se  aplica  a  aquel  que  abandona  una 
ocupación  o  entidad  para  distraerse  en 
objetos  frivolos  o  de  puro  entreteni- 
miento.—  Trae  su  origen  de  un  sacris- 
tán que  arrimó  la  cruz  a  la  pared,  yen- 
do en  la  procesión,  para  entrarse  en  el 
corro  de  unos  que  estaban  bailando. 

Hacerse  uno  cruces.  —  V.  Estar  uno  por 
esta  cruz  de  Dios,  primera  acepción. 

Demostrar  la  admiración  o  extrañe- 
za  que  causa  alguna  cosa. 

Hacerse  uno  más  cruces  que  si  llevara  el 
diablo  a  las  espaldas.  —  V.  Hacerse  uno 
cruces,  segunda  acepción. 

...  por  éstas,  que  son  cruces. 

Como  es  práctica  devota  de  algunos 
el  formarse  en  la  boca  con  el  pulgar  de 
la  derecha  una  o  más  cruces  cuando 
la  abren  impelidos  por  el  bostezo,  y 
como  quiera  que  éste  no  siempre  di- 
mana del  sueño,  sino  también  de  la 
debilidad  o  hambre,  de  ahí  el  que  la 
frase  cuestionada  venga  a  resultar  si- 
nónima de  quedarse  en  ayunas,  así  en 
el  sentido  recto  como  en  el  figurado. 


Quitar  uno  cruces  de  un  pajar. 

Manera  de  significar  la  dificultad  de 
un  negocio  cuando  son  muchos  los  in- 
convenientes. 
Trasquilar  a  uno  a  cruces. 

Cortarle  el  pelo   desigual   y   tosca- 
mente. 
CU,  CU. —  Cu,  cu,  cu,  guarda  no  lo  seas  tú. 
Dícese  al  cuclillo,  que  con  su  canto 
parece  motejar  de  cornudo. 
CUADRA.  —  Como   quien   entra   en   una 
cuadra. 

Dícese  del  que  entra  en  un  paraje 
sin  saludar  a  nadie. 
El  que  nace  en  cuadras,  siempre  huele. 
Los  principios  o  antecedentes  de  una 
persona  se  conocen  por  el  modo  de 
portarse  ésta  en  sociedad.  —  V.  La  ca- 
bra tira  al  monte. 
CUADRADO.  —  Dejar,  o  poner,  a  uno  de 
cuadrado. 

Descubrirle  la  intención;  herirle  cla- 
ramente y  por  donde  más  lo  siente. 
CUADRANTE.  —  Hasta  el  último  cua- 
drante. 

Con  la  exactitud  }r  rigor  que  uno  se 
obliga  a  pagar  lo  que  debe,  sin  perdo- 
nar nada. 
CUADRARSE.  —  Cuadrarse  uno. 

Mostrar  de  pronto  una  persona  inu- 
sitada gravedad  o  firme  resistencia,  al 
tratar  con  otra. 
CUADRIL.—  Meterla  hasta  el  cuadril. 

Decir  alguna  tontería  o  inconvenien- 
cia, calificando  de  animal  o  caballería 
al  que  la  dice,  pues  claro  se  ve  que  está 
sobrentendida  la  palabra/a/a. 
CUADRILLA.— Xa  cuadrilla  de  los  tum- 
bados :  siete  reales  y  mal  ganados. 

Aplícase  a  los  haraganes  y  perezosos. 
CUADRO  .  —  Estar,  o   quedarse,   uno   en 
cuadro. 

Haber  perdido  su  familia  o  sus  bie- 
nes de  fortuna,  quedándose  aislado, 
pobre  y  con  nada  más  que  lo  puesto. — 
Dícese  también  :  Quedarse  uno  en  cruz 
y  en  cuadro.  (Véase.) 
Ser  uno  de  los  del  cuadro  de  San  Isidoro. 
Locución  proverbial  antiguamente 
usada  en  Salamanca,  con  que  se  deno- 
taba que  la  persona  o  familia  a  quien 
se  le  aplicaba  había  sido  penitenciada 
por  la  Inquisición  en  concepto  de  ju- 
daizante. Dio  origen  a  tal  locución  la 


CUADRÚPEDO 


260 


CUARENTA 


circunstancia  de  existir  desde  tiempo 
inmemorial,  en  el  presbiterio  de  la  pa- 
rroquia de  San  Isidoro,  un  cuadro  en 
que  se  hallaban  representadas  muchas 
personas  infectas  de  dicha  herejía,  lo 
que  causaba  ignominiosa  mortificación 
a  la  generalidad  de  sus  descendientes. 
Mandado  retirar  de  aquel  sitio  por  las 
Cortes  en  22  de  febrero  de  181 3,  vol- 
vio  a  ocupar  su  antiguo  puesto  al  año 
siguiente,  siendo  al  fin  quemado  en  la  ¡ 
plaza  de  la  Lonja  el  8  de  mayo  de  182 1.  ' 
Tentar,  o  tocar,  a  uno  el  cuadro. — V.  Me- 
nearle el  bulto  a  uno. 
CUADRÚPEDO.  —  Ser  uno  un  cuadrú- 
pedo. 

Apodo  con  que  se  moteja  a  una  per- 
sona de  ser  mu)'  ignorante  y  estúpida. 
CUAJADA.  —  Cuajada  y  baile,  que  pasa 
Dios  por  mi  calle. 

Denota  la  alegría  que  se  siente  por 
haber  experimentado  los  beneficios  de 
algún  acontecimiento  feliz. 
CUAJAR.  —  Cuajar  alguna  cosa. 

Recargarla  tanto  de  adornos  que  im- 
pida verse  lo  principal. — Lograr,  tener 
efecto  un  asunto,  cualquiera  que  sea. — 
Gustar,  agradar,  cuadrar. 
Quedarse  uno  cuajado. 

Quedarse  inmóvil  y  como  paralizado 
por  el   asombro   que  produce  la  vista 
de  una  cosa.  —  También  se  dice  del 
que  se  ha  quedado  dormido. 
CUAJO.  —  Ensanchar  uno  el  cuajo. 

Modo  de  animar  a  una  persona  para 
que  no  se  aflija  ni  angustie  ante  ningún 
contratiempo  o  desgracia.  Suele  usarse 
en  forma  imperativa. 
No  movérsele  a  uno  el  cuajo. 

No  preocuparse  por  nada;  verlo  todo, 
por  grave  o  serio  que  sea,  de  un  modo 
indiferente. 
Sasar,  o  arrancar,  una  cosa  de  cuajo. 
Sacarla  hasta  lo  último,  de  raíz,  sin 
que  quede  nada  dentro. 
Tener  uno  cuajo,  o  buen,  o  mucho,  cuajo. 
Ser  muy  cachazudo,  pacienzudo,  etc. 
Volverse  el  cuajo. 

Arrojar  por  la  boca  el  niño  la  leche 

que  ha  mamado. 

CUALIDAD.  -  Ser  uno  de  la  cualidad 

del  tordo  :  la  cara  flaca  y  el  culo  gordo. 

Aplícase  a  las  personas  que  tienen 

esas  dos  circunstancias. 


CUALQUIERA.  —  Ser    uno    un    cual- 
quiera. 

Dícese  de  la  persona  de  poco  más  o 
menos. — Ser  vulgar,  sin  posición  social 
ni  méritos  de  ninguna  clase. 
CUÁNDO.  —  i  De  cuándo  acá? 

Modo  de  expresar  la  extrañeza  que 
le  produce  a  uno  una  cosa  cuando  ocu- 
rre fuera  de  lo  regular  y  acostumbrado. 
CUANTO.  —  Adquirir,  u  obtener,  una  cosa 
por  cuanto  vos  contribuísteis. 

Mediante  cierta  retribución,  costan- 
do el  dinero,  no   graciosamente  o  de 
balde. 
Ponerse  en  cuanto  más  tanto. — V.  Poner- 
se en  dimes  y  diretes. 
¡Cuántos,  cuánto;  y  cuántos,  nada! 

Alúdese  a  aquellas  personas  que, 
viéndose  mimadas  por  la  fortuna,  aca- 
paran destinos,  sueldos  y  honores,  ge- 
neralmente indebidos,  mientras  otros 
con  más  méritos  carecen  hasta  de  lo 
más  necesario. 
CUARENTA.— A  cuarenta  de  mayo  que- 
mó la  vieja  el  sayo;  y  a  quince  de  abril, 
el  mandil. 

Indica  las  fechas  en  que  se  debe  cam- 
biar de   ropa,   por   mudar   la   tempe- 
ratura. 
Acusarle  a  uno  las  cuarenta. 

Decirle  con  resolución  y  desenfado 
lo  que  se  piensa.  —  Reprender  o  casti- 
gar severamente  a  alguno. 
De  cuarenta  para  arriba  no  te  majes  la 
barriga. 

Indica  lo  poco  conveniente  que  es, 
pasada  esta  edad,  tomar  baños  de  mar 
o  de  río. 
El  que  a  cuarenta  no  atina  y  a  cincuenta 
no  adivina,  a  sesenta  desatina. 

Expresa  que  el  que  en  la  primera  de 
dichas  edades  no  se  halla  en  la  pleni- 
tud de  sus  facultades  ni  tiene  conoci- 
miento exacto  del  mundo,  no  hay  que 
esperar  que  sea  modelo  de  sensatez 
cuando  llegue  a  más  avanzada  edad. 
Hasta  el  cuarenta  de  mayo  no  te  quites  el 
sayo.  Algunos  añaden  :  y  si  volviese  a 
llover,  vuélvetelo  a  poner. 

Aconseja  que  no  se  desabrigue  uno 
hasta  la  fecha  citada,  o  sea  hasta  el  9  de 
junio,  por  no  estar  todavía  el  tiempo 
muy  estable,  aunque  empiece  a  sentir- 
se ya  el  calor. 


CUARENTENA 


—  261  — 


CUARTA 


CUARENTENA.  —  Poner    una    cosa  en 
cuarentena. 

No  dar  crédito  a  una  noticia  o  hecho 
por  algún  espacio  de  tiempo,  para  ase- 
gurarse de  su  veracidad. 
CUARESMA.  —  Andar  vestido  de  Cua- 
resma. 

En  traje  de  penitencia,  por  devoción, 
o  en  traje  de  penitenciado,  por  castigo. 
Más  largo  que  la  Cuaresma. 

Dícese  de  todo  aquello  que  es  de 
mucha  extensión,  aludiendo  a  los  días 
que  median  entre  el  Miércoles  de  Ce- 
niza y  el  Domingo  de  Ramos,  no  preci- 
samente porque  sean  en  gran  canti- 
dad (cuarenta  días),  sino  por  hacerse 
más  pesados  a  causa  de  los  ayunos,  vi- 
gilias y  abstinencias. 
CUARTA.  —  Estar  a  la  cuarta  pregunta. 

«Es  muy  usual  el  ponderar  la  pobreza 
de  un  individuo  diciendo  que  está  a  la 
cu  arta  pregunta.  Derívase  esta  aserción 
de  que  en  los  interrogatorios  para  jus- 
tificaciones de  testigos  sobre  varios 
objetos,  y  entre  ellos  el  de  acreditar 
pobreza,  se  acostumbra  comprender 
este  extremo  en  la  coarta  pregunta,  en 
los  términos  siguientes  : 

»Cuarta:  ¿si  sabe  el  testigo  y  le  cons- 
ta que  la  parte  que  lo  representa  es 
pobre,  sin  poseer  bienes  raíces  ni  ren- 
tas, por  manera  que  cifra  su  subsisten- 
cia absolutamente  en  el  producto  de 
su  personal  trabajo?»  (Fernán  Caballe- 
ro, Cuentos  y  poesías  populares  andalu- 
ces, Sevilla,  1859,  pág.  74.) 

Mi  especial  amigo  el  Sr.  D.  Francisco 
Cutanda  (q.  e.  p.  d.),  abundando  en  la 
misma  opinión  antes  citada,  me  dijo  lo 
siguiente,  en  papel  que  de  su  puño  y 
letra  conservo  : 

<  Estar  a  la  cuarta  pregunta. 

>Como  sistema  explicativo  de  este 
dicho  vulgar,  propongo  el  siguiente  : 

»  En  los  interrogatorios  para  informa- 
ciones de  insolvencia  se  acostumbraba 
dedicar  algunas  preguntas  al  estado  y 
condiciones  personales  del  promoven- 
te,  y  no  era  extraño,  sino  muy  frecuen- 
te, que  la  cuarta  se  concibiese  en  estos 
o  semejantes  términos  :  «Como  N.  ca- 
>rece  de  bienes  y  rentas,  y  es  pobre  de 
»  solemnidad. . .  > 

>Repito  que  es  sistema  explicativo.» 


No  satisfaciéndome  las  anteriores 
explicaciones,  que  en  realidad  forman 
una  sola,  apunté  en  mi  Florilegio  fra- 
seológico-comparalivo-castellatio  lo  que 
copio  literalmente  a  continuación : 

*Como  el  que  se  halla  a  la  cuarta  pre- 
gunta. 

»  Frase  con  que  se  pondera  que  algu- 
no se  encuentra  tan  apurado,  que  care- 
ce de  los  recursos  necesarios  para  aten- 
der a  su  subsistencia. 

»¿Qué  cuarta  pregunta  será  ésta? 

»Confieso  mi  verdad,  que  después 
de  reflexionar  detenidamente  sobre  el 
asunto,  no  he  hallado  solución  más  sa- 
tisfactoria que  la  que,  con  cierto  temor, 
procedo  a  emitir. 

»Todos  saben  que  en  el  Catecismo 
de  la  Doctrina  cristiana,  al  explicarse 
la  oración  dominical,  se  divide  ésta  en 
siete  partes,  correspondientes  a  cada 
una  de  las  siete  peticiones  en  ella  con- 
tenidas. Pues  bien;  al  preguntarse  : 

> ¿Qué  pedís  en  la  cuarta  petición},  y 
contestarse  : 

»  Que  nos  dé  Dios  el  mantenimiento  con- 
veniente para  el  cuerpo,  el  espiritual  de 
la  gracia,  y  Sacramentos  para  el  alma,  ha 
pretendido  ver  el  vulgo  tal  vez  un  em- 
blema del  hombre  actualmente  necesi- 
tado; del  hombre  que  carece  absoluta- 
mente de  pan;  y  como  quiera  que  ese 
vulgo  es  inclinado  por  naturaleza  a  em- 
plear las  metáforas  más  adecuadas  y 
pintorescas,  de  ahí  que  seguramente 
no  habrá  encontrado  tropo  más  expre- 
sivo para  representar  la  extremada  mi- 
seria de  alguna  persona,  que  figurárse- 
la como  el  doctrino  a  quien  preguntán- 
dole el  Catecismo,  y  tratándose  de  la 
oración  dominical,  se  halla  a  la  cuarta 
pregunta. » 

Además  de  estas  opiniones,  podemos 
emitir  la  siguiente,  dejando  al  lector 
que  acepte  la  que  sea  más  de  su  agra- 
do, pues,  como  se  ve,  todas  vienen  a 
converger  al  mismo  punto.  Dícese  que 
en  la  famosa  Universidad  Complu- 
tense tenían  los  estudiantes  la  costum- 
bre de  hacer  a  sus  nuevos  camaradas 
las  cuatro  preguntas  siguientes,  por 
vía  de  novatada:  ¿Saluiem  habemus} — 
¿Ingeniwn  habemus} — ¿Amores  habemus} 
¿Pecuniam  habemus}  Y  como  a  todas  so- 


CUARTANAS 


—  262  — 


CUARTO 


lían  contestar  afirmativamente  los  no- 
vatos, excepto  a  la  última,  de  ahí  vino 
el  tomar  como  equivalente  de  no  tener 
dinero,  el  estar  a  la  cuarta  pregunta. 

Por  extensión  se  dio  más  adelante  a 
este  proverbio  la  significación  de  que- 
darse chafado  o  sin  saber  qué  contes- 
tar un  sujeto. 
No  hay  cuarta,  o  cuarterón,  de  carne  sin 
añadidura. 

Siempre  se  exagera  algo  en  lo  que 
se  habla. 
CUARTANAS.  —  Por  cuartanas  no  do- 
blan campanas. 

Se  dice  de  todo  aquello  de  cuyas  re- 
sultas se  augura  en  sentido  desfavora- 
ble y  pésimo,  sin  haber  para  qué,  con 
alusión  a  la  cuartana,  que  no  es  de 
suyo  enfermedad  mortal. 
CUARTEL.  —  Ir  en  busca  de,  o  retirarse 
a,  cuarteles  de  invierno. 

Dedicarse  al  descanso  y  buena  vida, 
ya  por  exceso  de  edad  o  por  no  ne- 
cesitar ganar  más  para  vivir  cómoda- 
mente. 
CUARTILLO. — Andar  a  tres  menos  cuar- 
tillo. 

Estar  alcanzado  de  medios.  —  Reñir 
o  contender. 
Ir  uno  de  cuartillo. 

Ir  en  un  negocio  a  pérdida  y  a  ga- 
nancia con  otros. 
Si  para  allá  me  las  fias,  echa  otro  cuar- 
tillo. 

Expresión  de  desconfianza  cuando 
alguien  ofrece  alguna  cosa  a  largo  pla- 
zo. —  Dícese  también :  <5V  para  allá  me 
Lis  guardas,  échame  un  medio. 
Un  cuartillo,  presto  es  ido;  una  azum- 
bre, también  se  sume;  el  arroba  es  lo  que 
ahonda. 

Dícese  de  las  personas  interesadas  y 
ambiciosas,  que  no  se  conforman  con 
poco. 
CUARTO.  —  A  cuarto  vale  la  vaca.  — El 
que  no  tiene  ¿/cuarto  no  la  cata. — Véa- 
se i  A  blanca  vale  la  vaca}  — Daca  la 

BLANCA. 

A  cuarto  vale  la  vaca,  y  si  no  hay  cuar- 
to, no  hay  vaca.  — V.  ¿A  blanca  vale  la 
vaca}  — Daca  la  blanca. 

Cuarto  de  balde,  cuarto  de  sangre. 

Todo   lo   regalado   suele   salir    más 
caro,  pues  lo  que  en  dinero  se  ahorra 


se  paga  en  disgustos,  molestias  y  abu- 
sos, de  que  no  se  puede  protestar  en 
fuer  de  agradecidos. 
Dar  un  cuarto  sobre  otro.  —  V.  Hasta  el 

último  cuadrante. 
Dar  uno  un  cuarto  al  pregonero. 

Divulgar,  hacer  pública  una  cosa  que 
debía  callarse. 
Dar  uno  una  cosa  cuarto  a  cuarto. 

Denota  la  miseria  o  repugnancia  de 
una  persona  en  dar  o  pagar. 
Echar  uno  su  cuarto  a  espadas. 

Tomar  parte  en  alguna  cosa.  —  En- 
tremeterse a  dar  su  opinión. 
El  cuarto  falso,  de  noche  pasa. 

Las  cosas  malas  se  procuran  hacer 
ocultamente,    para    que    nadie    se   dé 
cuenta  de  ellas  ni  las  descubra. 
Estar,  o  no  tener,  uno  un  cuarto,  ni  de 
dónde  le  venga,  o  ni  de  dónde  sacarlo. 

Carecer  en  absoluto  de  recursos  pe- 
cuniarios. 
Este  cuarto  no  da  agua. 

Es  decir,  no  tiene  goteras,  o  no  llue- 
ve en  él.  —  Retiénese  con  esta  frase  a 
las  personas  que,  estando  de  visita  en 
una  casa  y  a  satisfacción  de  los  visita- 
dos, dicen  que  van  a  retirarse  o  mar- 
charse pronto. —  También  se  dice  cuan- 
do, hallándose  uno  debajo  de  techado, 
oye  llover  con  fuerza,  para  manifestar 
la  seguridad  en  que  se  está  de  que  allí 
no  ha  de  llegar  el  agua. —  En  esta  locu- 
ción se  juega  del  vocablo  cuarto  por 
el  aposento  o  habitación  y  por  la  cua- 
dratura de  la  Luna,  en  cuya  fase  ac- 
tual no  anuncia  el  calendario  que  ha- 
brá lluvias. 
Hacer  un  cuarto  de  conversión  sobre  los 

talones.  —  V.  Volver  grupa. 
írsele,  o  caérsele,  a  uno  cada  cuarto  por 
su  lado. 

Ser  muy  desairado,  muy  desaliñado; 
sin  garbo  ni  compostura. 
No  tener  uno  un  cuarto  de  hora  de  lugar. 
Frase  chistosa  para  expresar  que  no 
se  tiene  dinero. 
Por  más  perdido,  acabado,  etc.,  no  doy  un 
cuarto. 

Modo  de  expresar  el  acto  de  que  se 
trata,  llevado  a  su  último  grado. 
Ser  una  cosa  de  tres  al  cuarto. 

Modo  de  ponderar  la  poca  estima- 
ción, valor  y  aprecio  de  una  cosa. 


CUBA 


—  263  — 


CUCO 


Si  es  en  cuarto  menguante,  semejante)  y  si 
en  cuarto  creciente,  diferetite. 

Preocupación  popular  infundada,  de 
que  si  las  criaturas  nacen  cuando  la 
Luna  se  halla  en  el  primer  cuarto  indi- 
cado, pertenecerán  al  sexo  femenino, 
verificándose  lo  contrario  en  el  segun- 
do supuesto. 
Tener  uno  su  cuarto  de  hora. 

Momento  o  período  crítico  en  la  vida 
del  individuo,  que  suele  decidir  de  su 
porvenir,  ya  en  sentido  favorable,  ya 
en  el  adverso.  —  Tiene  mucho  uso  con 
relación  a  las  personas  solteras  que  pa- 
san al  estado  de  casadas. 
Pasar,  o  suceder,  tres  cuartos  de  lo  propio. 
Ocurrir  lo  mismo,   con  corta  dife- 
rencia. 
Tener  más  cuartos  que  un  real. 

Aplícase  a  las  caballerías  que,  por  su 
mucha  flaqueza,  tienen  muy  exagerados 
los  cuartos  traseros. 
Tener  más  cuartos  que  una  yegua. 

Dícese  de  la  mujer  de  buen  rejo.  — 
Es  frase  comúnmente  usada  en  la  pro- 
vincia de  León. 
Tener  uno  buenos  cuartos. 

Ser  membrudo  y  fornido. 
Tener  uno  cuartos,  o  cuatro  cuartos. 
Ser  rico,  o  por  lo  menos  poseer  lo 
suficiente  para  poder  vivir  bien. 
Tener  uno  ?nás  cuartos,  haciendas,  etc., 
que  pesa. 

Ser  sumamente  rico. 
CUBA.  —  La  cuba  llena,  la  suegra  beoda. 
Cuando  las  cosas  están  abundantes 
y  no  se  cuida  uno  de  ellas,  no  es  extra- 
ño que  otros  se  aprovechen. 
La  cuba  sólo  huele  al  vino  que  allí  tiene, 
o  Cada  cuba  huele  al  vino  que  tiene. 

Por  las  acciones  exteriores  se  suele 
conocer  el  interior  de  las  personas. 
Parecer  uno  una  cuba. 

Se  dice  de  la  persona  que  tiene  mu- 
cho vientre. — Aplícase  a  la  persona  que 
bebe  mucho,  especialmente  de  toda  cla- 
se de  alcoholes. 
Quien  casa  en  Cubas,  tiene  mujer  y  burra. 
Este   aserto    equivale    a   tachar  de 
egoístas  y  poco  trabajadores  a  los  de 
esa  localidad  de  la  provincia  de  Madrid. 
CUBETO.  —  Todo  saldrá  del  cubeto. 

Dicho  con  que  se  suele  consolar  al 
que  ha  tenido  pérdida  en  un  negocio, 


esperando,  con  la  continuación  de  él, 
lograr  el  resarcimiento. 
CÚBICA.  —  Entender  uno  la  cúbica. 

Ser  entendido  en  un  negocio;  cono- 
cer el  punto  y  la  dificultad. 
CUBIERTO.  —  Dar  a  uno  el  simple  cu- 
bierto. 

Darle  a  uno  solamente  la  comida  o 
alimento  diario. 
CUBRIR.  —  Quien  te  cubre,  te  descubre. 

Aconseja  que  se  mire  uno  mucho  en 
quién  confía  un  secreto,  porque  aquel 
que  más  se  precia  de  guardarlo,  suele 
ser  el  primero  en  darle  publicidad.  — 
También  significa  que  los  mismos  ata- 
víos y  riquezas  que  tiene  el  que  no  los 
merece,  son  causa  de  que  se  averigüe 
su  indignidad. 
CUCA.  —  Estar  la  cuca  antiada. 

Comenzar  a  caldearse  los  ánimos,  tra- 
bándose de  palabras,  para  degenerar  las 
más  de  las  veces  en  riña  violenta. 
Ser  mala  cuca. 

Se  dice  de  la  persona  maliciosa  y  de 
mal  natural. 
CUCAMONAS.— Hacerle  a  uno  cucamo- 
nas. — V.  Hacerle  a  uno  carantonas. 
CUCAÑA.  —  Hacer  cucaña. 

Dícese  de  lo  que  se  consigue  con 
poco  trabajo  y  a  costa  ajena. 
CUCAÑERO.  —  Ser  un  cucañero. 

Persona  que  tiene  arte  y  maña  para 
hacer  las  cosas  en  beneficio  propio  con 
poco  trabajo. 
CUCARACHA.  —  Parecer  una  cucara- 
cha. 

Dícese  de  la  mujer  morena  vestida 
de  luto,  y  especialmente  si  es  de  poca 
estatura. 
CUCLILLO.  —  Por  vos  cantó  el  cuclillo. 
Se  aplica  al  tercero  que  saca  prove- 
cho de  la  riña  de  otros  dos. 
CUCO.  —  Más  tonto  que  un  cuco. 

Comparación  basada  en  el  canto  del 
cuco  o  cuclillo,  que,  como  se  sabe,  no 
puede  ser  más  monótona  y  tonta. 
Ser  muy  cuco. 

Pulido,  mono,  elegante. 
Ser  un  cuco. 

Persona  taimada  y  astuta  que  ante 
todo  mira  por  su  medro  y  comodidad, 
valiéndose  de  los  esfuerzos  de  los  de- 
más para  recoger  el  fruto  sin  necesidad 
de  molestarse. — Sabido  es  que  el  cucli- 


cucu 


264  — 


CUCHILLADA 


lio  no  anida,  sino  que  deja  las  crías  en 
nidos  ajenos,  y  cuando  los  hijuelos  es- 
tán criados,  se  los  lleva  tranquilamen- 
te; así,  a  lo  menos,  lo  aseguran. 
Vióse  el  cuco  en  lo  que  no  pensó;  quiso  es- 
tornudar, y  peyó'. 

Dícese  de  aquellos  que  habiendo  sido 
encumbrados  indebidamente,  cuando 
tratan  de  hacer  algo  desde  su  nueva 
posición,  sólo  cometen  los  desaciertos 
propios  de  su  ineptitud  y  estulticia. 
CU  CU.  —  Cucú,  cucú  v  más  cucú,  y  siem- 
pre una  misma  cosa. 

Contra  los  que  llegan  a  hacerse  de 
todo  punto  insufribles  por  no  variar  de 
asunto  en  lo  que  dicen  o  hacen,  sobre 
todo  si  es  enojoso  de  suyo  el  objeto  de 
su  tema. — Es  dicho  basado  en  la  precio- 
sa fábula  de  D.  Tomás  de  Iriarte  que 
lleva  por  título  La  abeja  y  el  cuclillo,  y 
al  canto  monótono  de  esta  ave  se  le  dio 
el  nombre  de  cucú  por  onomatopeya. 
CUCURUCÚ.  —  ¡Cucurucú,  canela,  que  se 
quema  el  arroz,  Alanuela! 

Expresa,  en  general,  el  disgusto  que 
se  experimenta  a  vista  de  un  suceso 
desagradable  o  infausto,  y  más  particu- 
larmente cuando  castigan  a  azotazos  a 
alguna  criatura. 
CUCHARA. —  Con  la  cuchara  que  elijas, 
con  aquélla  comerás. 

Indica  que  siendo  el  hombre  libre  en 
la  elección  de  sus  actos,  según  obre, 
así  será  su  vida. 
Dar  a  beber  con  cuchara  de  plata. 

Explicar  una  cosa  con  toda  claridad 
y  cortesía. 
Dure  lo  que  durare,  como  cuchara  de  pan. 
Expresión   con   que  se   contesta  al 
reparo  que  opone  alguien  acerca  de  lo 
poco  que  podrá  durar  alguna  circuns- 
tancia u  objeto  de  interés,  haciéndole 
ver  que  mientras  exista  semejante  con- 
veniencia, esa  utilidad  se  saca  de  su  uso. 
Haber  comido  con  cuchara  de  palo. 

Se  aplica  a  la  persona  que  es  ordina- 
ria en  sus  principios. 
Afeter  a  uno  con  cuchara,  o  con  cucha- 
ra de  palo,  o  de  bayeta,  alguna  cosa. 

Explicársela  prolija  y  minuciosamen- 
te cuando  no  la  comprende. 
Por  el  cabo  de  la  cuchara  sube  el  gato  a 
la  olla. 

Cuando  no  se  puede  ir  directamente 


a  un  objeto,  es  preciso  valerse  de  ro- 
deos que  a  él  conduzcan. 
Querer  como  a  cuchara  de  pan. 

Dícese  de  todo  aquello  que  después 
de  utilizado  se  destruye. 
Ser  uno  media  cuchara. 

Aplícase  a  la  persona  de  mediano 
entendimiento  o  habilidad  en  cualquier 
arte,  oñcio,  etc.,  aludiendo  al  mal  ser- 
vicio que  puede  prestar  una  cuchara,  o 
cualquier  otro  utensilio  parecido,  que 
no  esté  entero. 
Haber  muchas  cucharas  y  pocas  gachas^ 
o  Minos  cucharas  y  más  gachas,  o  So- 
bran cucharas  y  faltan  gachas. — 
Y.  Menos  borla  y  más  limosna,  o  Menos 
espuma  y  más  chocolate. 
CUCHARADA.  —  Más  se  hace  con  una 
cucharada  de  miel  que  con  una  arroba 
de  vinagre. 

Más  se  consigue  con  los  buenos  mo- 
dos y  la  dulzura  que  con  palabras  y 
ademanes  ásperos. 
Meter  uno  su  cucharada  en  todo. 

Ser  muy  entremetido. — Dícese  espe- 
cialmente de  las  personas  que  se  intro- 
ducen en  una  conversación  sin  ser  lla- 
madas, o  de  las  que  se  adelantan  a  dar 
consejos  sin  que  se  les  pida. 
CUCHARETA.  —  Cuchareta,  donde  no- 
te llamen,  no  te  metas. 

Satiriza  a  los  que  pretenden  introdu- 
cirse en  la  conversación  o  asuntos  de 
personas  que  no  han  solicitado  su  in- 
tervención. 
CUCHARÓN.  —  Despacharse  uno  con  el 
cucharón. 

Adjudicarse  la  mejor  parte  en  cual- 
quiera distribución  o  asunto. 
Tener  uno  el  cucharón  por  el  mango. — 
V.  Tener  la  sartén  por  el  mango. 
CUCHILLADA.  —  Dar  cuchillada  de 
cien  reales. 

Cuchillada  grande. — Se  cree  haber 
dado  origen  a  esta  locución  el  uso- 
bárbaro  de  concertar  en  dicho  precio, 
con  los  asesinos,  las  muertes  y  heridas 
que  habían  de  dar. 
Sanan  cuchilladas,  mas  no  malas  pa- 
labras. 

A  veces  es  menos  mal  el  de  herir 
que  el  de  desacreditar  o  afrentar,  por- 
que éste  es  irreparable  y  aquél  puede 
tener  cura. 


CUCHILLITO 


265  — 


CUENTA 


CUCHILLITO.—  Cuchillito  que  no  Cor- 
ia, ¿que  te  importa}  —  V.  El  amigo  que 
no  da,  o  presta,  y  el  cuchillo  que  no  cor- 
ta, que  se  pierda  poco  importa. 

Aconseja  a  no  meterse  en  lo  que  a 
uno  no  le  interesa. 
CUCHILLO.  —  Cuchillo  de  mujeres,  cor- 
ta si  quieres,  o  si  quisieres. 

Es  propio  de  las  mujeres  el  usar  cu- 
chillos embotados,  por  temor  de  cor- 
tarse.— Por  extensión  se  aplica  al  aban- 
dono con  que  se  tratan  algunas  muje- 
res que  viven  solas,  especialmente  en 
punto  a  la  comida. 
Cuchillo  malo,  corta  en  el  dedo  y  no  en 
el  palo. 

Es   propiedad  de   las   malas   armas 
hacer  el  daño  donde  no  deben,  y  en 
cambio  no  sirven  para  aquello  a  que 
se  las  destina. 
Matar  a  uno  con  cuchillo  de  palo. 

Mortificarle  lenta  y  porfiadamente. 
Ser  uno  cuchillo  de  otro. 

Serle  muy  perjudicial  o  molesto. 
Ser  cuchillo  para  su  garganta. 

Ser  uno  mismo  la  causa  de  aquello 
que  más  adelante  le   ha  de  causar  el 
daño  o  perjuicio. 
CUCHIPANDA.— Ir  de  cuchipanda. 

Juntarse  varias  personas   para  ir  a 
comer  alegre  y  regocijadamente. 
CUCHUFLETA.—  Venir  con  cuchufle- 
tas. 

Decir  palabras  de  zumba  o  chanza. 
CUÉLL  AR. — Adelantarse,  como  los  de  Cué- 
llar. 

Aplícase  a  los  que  se  anticipan  a  eje- 
cutar una  cosa,  dando  lugar  con  su  im- 
premeditación a  consecuencias  de  gra- 
vedad.—  Creo  que  su  origen  proven- 
drá, pues  no  hallo  otra  explicación  más 
satisfactoria,  de  la  precipitación  con 
que  procedieron  algunos  magnates  para 
que  se  celebraran  el  año  1354,  en  aque- 
lla villa  de  la  provincia  de  Segovia,  las 
bodas  entre  Pedro  I  de  Castilla  y  doña 
Juana  de  Castro,  una  vez  anulado  in- 
justamente el  matrimonio  de  aquél  con 
D.a  Blanca  de  Borbón;  lo  cual,  unido  a 
otras  mil  concausas,  todas  agravantes, 
acarreó  serios  disturbios  al  reino. 
CUELLO.  —  Andar  uno  muy  sacado  de 
cuello. 

Muy  engreído  y  entonado.  —  Total- 


mente entregado  a  distracciones  y  pa- 
satiempos. 
Levantar  uno  el  cuello.  —  V.  Alzar  uno 

la  CABEZA. 

No  le  oye  a  uno  el  cuello  de  la  camisa  que 
lleva  puesta,  o  el  cuello  de  su  camisa. 

Dícese  del  que  habla  tan  bajo  que 
apenas  se  le  entiende  lo  que  dice. 

Tener  uno  el  cuello  de  grulla. 
Tenerlo  largo  y  delgado. 
CUENCA. —  Cuenca,  madre  de  forasteros,, 
se  reserva  el  cáliz  y  cede  a  éstos  el  lucero* 
El  escudo  de  armas  de  dicha  ciudad 
ostenta,  en  campo  de  gules,  un  cáliz  de 
oro  con  un  lucero  de  plata  de  ocho 
rayos  y  corona  por  timbre.  Así,  pues, 
al  adjudicarse  la  ciudad  conquense  el 
cáliz  de  su  escudo,  denota  la  mucha 
sangre  que  tuvieron  que  derramar  sus 
naturales  hasta  llegar  a  sacudir  el  yugo 
sarraceno;  y  al  destinar  el  lucero  para 
los  forasteros,  da  a  entender  que  cede 
la  honra  de  su  rescate  a  Alfonso  VIII 
de  Castilla  y  a  cuantos  guerreros  le 
acompañaron  en  tan  gloriosa  conquis- 
ta, la  cual  se  llevó  a  cabo  en  21  de  sep- 
tiembre de  1 1 77,  después  de  cerca  de 
nueve  meses  de  asedio. 

Di  que  eres  de  Cuenca,  y  entrarás  de 
balde. 

Entre  el  sinnúmero  de  privilegios- 
que  concedió  a  Cuenca  el  rey  conquis- 
tador, fué  uno  el  declarar  a  los  cristia- 
nos rancios  caballeros  hijosdalgo,  exi- 
miéndolos en  todo  el  territorio  de  Cas- 
tilla del  pago  de  portazgos,  pontazgos 
y  barcajes,  proviniendo  de  tales  fran- 
quicias el  refrán  que  aquí  nos  ocupa. 

En   Cuenca  hay  un  puente  para  pasar- 
moscas. 

Dicho  festivo,  con  alusión  al  riachue- 
lo Moscas. 

Hecha  es  Cuenca  para  ciegos. 

Dicho  irónico,   por  lo   empinado  y 

escabroso  de  sus  calles. 

CUENTA. — Al  dar  la  cuenta  me  lo  diréis. 

Reprende  a  los  que  disipan  las  cosas 

de  que  deben  responder. —  V.  Al  freír 

será  el  reír. 

Alcanzar  a  uno  de  cuenta. — V.  Alcanzar 
a  uno  de  razones. 

Caer  uno   en   la  cuenta,  o  darse  uno 
cuenta,  de  una  cosa. 

Venir   en  conocimiento   de  aquello 


CUENTA 


—  266  — 


CUENTA 


que  no  lograba  comprender,  o  en  que 
no  había  parado  la  atención. 
Cobra  y  sienta,  sienta  y  paga,  y  te  saldrá 
bien  la  cuenta. 

Preconiza  el  orden  y  el  método  para 
conseguir  el  buen  resultado  en  todos 
los  órdenes  de  la  vida. 
Correr  una  cosa  por  la  misma  cuenta. 
Estar  dedicada  a  lo  mismo  que  otra, 
o  hallarse  en  iguales  circunstancias. 
Cuenta  errada,  que  no  valga. 

Dícese  para  salvar  la  equivocación 
que  puede  ocurrir  en  cualquier  hecho. 
Cuenta  y   razón   conserva,    o    sustenta, 
amistad. 

Recomienda  que  aun  entre  los  más 
amigos  debe  haber  formalidad  en  todos 
los  asuntos  y  negocios. 
Dar  cuenta  de  una  cosa. 

Acabar  con  ella,  destruirla  o  consu- 
mirla. 
Dar  uno  buena,  o  mala,  cuenta  de  su 
persona. 

Corresponder  bien,  o  mal,  a  la  con- 
fianza que  de  él  han  hecho,  o  al  encargo 
que  se  le  ha  dado. 
Dar  uno  cuenta  de  una  cosa. 

Contar,  referir,  narrar,  poner  en  co- 
nocimiento de  uno  algún  suceso. 
Echar  uno  la  cuenta  con,  o  sin,  la  hués- 
peda. 

Lisonjearse  del  buen  o  mal  éxito  de 
un  negocio,  encareciendo  sus  ventajas 
antes  de  meditar  los  inconvenientes  o 
gravámenes  que  trae  consigo. 
Echarse  la  cuenta  del  perdido. 

Arrostrar  las  consecuencias  de  algo, 
salga  bien  o  salga  mal,  considerando 
que  por  pésimas  que  sean  las  condicio- 
nes en  que  uno  quede,  no  podrán  ser 
peores  de  las  que  tenía  antes  de  eje- 
cutarlo. 
Ensartado  como  cuenta. 

Comparación  alusiva  a  las  cuentas  de 
los  rosarios,  engarzadas  o  ensartadas, 
como  es  sabido,  en  un  alambre. 
Hacer  alguna  cosa  con  su  cuenta  v  razón. 
Con  determinado  objeto,  no  indife- 
rentemente; y  también  por  el  dinero, 
no  graciosamente. 
Hacer  cuenta  con  la  bolsa. 

No  determinarse  a  hacer  un  gasto  sin 
ver  de  antemano  el  capital  de  que  se 
dispone. 


Hacer,  o  echar,  uno  la  cuenta  de  la  vieja. 
La  que  hacen  por  los  dedos  o  por  las 
cuentas  del  rosario  los  que  no  saben 
Aritmética. 

Hacer,  o  hacerse,  uno  cuenta,  o  la  cuen- 
ta, de  una  cosa.  • 

Figurársela;  darla  por  supuesto. 

Hacerse  uno  cuenta  de  que  ha  muerto  y 
vuelto  a  resucitar. 

Haber  salido  con  bien  de  algún  peli- 
gro o  enfermedad  grave,  contra  todo 
cálculo  humano. 

Haya  buena  cuenta,  y  blanca  no  parezca. 
Aconseja  que  se  deben   llevar  con 
mucha  formalidad  las  cuentas,  aunque 
no  se  trate  de  pagar  por  el  pronto. 

Haz  la  cuenta  con  la  hacienda.  —  V.  Ha- 
cer cuenta  con  la  bolsa. 

La  cuenta  del  pobre,  que  no  se  le  logre. 
Los  que  son  desgraciados,  con  dificul- 
tad intentan  nada  que  les  salga  bien. 
Por  eso  con  este  refrán,  en  que,  como 
se  ve,  hay  una  transposición,  se  desea 
a  una  persona  que  no  le  suceda  en  sus 
negocios  lo  que  ocurre  a  los  infortu- 
nados. 

La  cuenta  del  trillo,  en  cada  agujero  su 
piedra. 

Aplícase  a  las  cuentas  que  siendo  de 
suyo  claras  y  triviales,  se  hallan  al  al- 
cance de  cualquiera. — Alude  al  instru- 
mento de  labranza  llamado  trillo,  el 
cual  consiste  comúnmente  en  un  tablón 
hecho  de  tres  trozos  ensamblados  uno 
con  otro  y  lleno  de  agujeros,  en  cada 
uno  de  los  cuales  se  encajan  unos  pe- 
dazos de  pedernal  que  cortan  la  paja  y 
separan  el  grano  de  la  espiga  cuando 
se  hace  rodar  en  la  era  sobre  las  mieses. 

La  cuenta  es  cuenta. 

Aconseja  que  en  los  negocios  de 
intereses  se  emplee  siempre  la  más  es- 
tricta formalidad. 

Lo  que  no  tiene  cuenta,  se  deja. 

Recomienda  que  no  se  insista  en 
aquellos  negocios  cuyos  resultados  son 
adversos. 

A  fas  vale  cuenta  que  renta. 

Encarece  las  ventajas  de  la  econo- 
mía sobre  las  de  las  riquezas. 

No  dar  uno  cuenta  de  su  persona. 

No  saberse  nada  acerca  de  su  exis- 
tencia o  paradero,  por  no  dar  él  noti- 
cias de  lo  que  le  pasa,  o  por  no  asistir 


CUENTA 


—  267 


CUENTA 


al  sitio  en  que  se  le  esperaba  o  a  que 
debía  concurrir. — No  despertarse,  a  pe- 
sar de  haber  dormido  mucho  tiempo 
seguido. 
No  echar  cuenta  en  alguna  persona  o 
cosa. 

No  hacer  caso  de  ellas;  no  prestarles 
atención.  —  Dícese  también  :  No  hacer 
cuenta  de... 
No  es  cuenta  cierta  pescar  co?i  ballesta. 
Búrlase  de  los  que  utilizan  medios 
inadecuados   para   la   consecución   de 
un  fin. 
No  hacer  cuenta  de  una  cosa. 

No  estimarla,  no  apreciarla,  no  hacer 
caso  de  ella. 
No  salirle  a  uno  la  cuenta  de  una  cosa. 
Fallar  sus  cálculos  y  esperanzas,  vol- 
viéndose en  su  daño  cuanto  hizo  por 
alcanzar  el  fin  provechoso. 
No  tener  cuenta  con  dimes  ni  diretes. 

No  hacer  caso  de  lo  que  digan  los 
demás. 
No  tener  cuenta  con  una  cosa. 

No  querer  mezclarse  en  ella. 
Pedir  uno  cuenta  de  una  cosa. 

Inquirir  la  razón  o  el  motivo  de  lo 
que  se  ejecuta  o  dice. 
Perder  uno  la  cuenta  de  una.  cosa. 

Ser  difícil  acordarse  de  ella  o  redu- 
cirla a  número,  a  causa  de  su  antigüe- 
dad o  muchedumbre. 
Poner  en  cuenta  una  cosa. 

Añadir  o  juntar  algunas  razones  a  las 
ya  sabidas  o  conocidas. 
Quien  debe  y  paga,  cuenta  saldada. 

Modo  de  expresar  que  no  se  debe 
nada  a  una  persona. 
Salirle  a  uno  la  cuenta. 

Serle  de  utilidad,  provecho  o  conve- 
niencia alguna  cosa. 
Salirle  a  uno  la  cuenta  al  revés. — V.  No 

salirle  a  uno  la  cuenta. 
Salirle  a  uno  la  cuenta  del  cardador. 
Ver  frustradas  sus  esperanzas .  — 
Cuéntase  de  un  cardador  de  lana  muy 
haragán,  que  se  echó  las  siguientes 
cuentas  galanas  entre  sí:  «Me  caso,  se 
muere  la  criatura  a  poco  de  nacida,  de- 
dico la  mujer  a  ama  de  leche,  ella  me 
mantiene,  y  yo  paso  la  vida  tumbado  o 
frecuentando  las  tabernas.  ¡Qué  vida 
más  descansada  me  espera!»  Mas  como 
quiera  que  el  hombre  propone  y  Dios 


dispone,  salióle  la  suerte  al  revés;  por- 
que la  mujer  murió  del  parto,  dejándo- 
le en  herencia  dos  hijos  gemelos,  con 
muchos  trabajos  y  ninguna  plata,  con  lo 
que  necesitó  afanarse  doblemente.  De 
ahí  el  origen  del  refrán  en  cuestión. 
Ser  una  cosa  de  cuenta  y  riesgo  de  uno. 

Tomarla  bajo  su  responsabilidad. 
Ser  uno  persona  de  cuenta. 

Ser  de  importancia. 
Tener  cuenta  con  alguien  o  con  algo. 
Tener  cuidado,  atender  con  especial 
interés. 
Tener  cuenta  una  cosa. 

Ser  útil,  conveniente  o  provechosa. 
Tener  en  cuenta  una  cosa. 

Tenerla  presente. 
Tomar  la  cuenta  y  la  puerta. 

Manera  de  despedir  cuanto  antes  al 
servidor  que  no  acomoda. 
Tomar  x\x\o  por  su  cuenta  una  cosa. 

Hacerse  cargo  de  lo  que  de  algún 
modo  pertenece  a  otro. 
Vivir  uno  a  cuenta  de  otro. 

Estar  dependiendo  de  él  enteramen- 
te, en  especial  para  su  manutención. 
A  cuentas  viejas,  barajas  nuevas. 

Aconseja  que  cuando  las  cuentas  y 
negocios  están  muy  embrollados,  con- 
viene tomar  un  nuevo  partido. 
Ajustar,  o  echar,  o  echarse,  uno  sus  cuen- 
tas. 

Calcular,  estudiar  detenidamente  al- 
gún asunto  con  el  fin  de  averiguar  lo 
que  se  había  propuesto. 
Ajusfarle  a  uno  las  cuentas. 

Expresión  usada  en  son  de  amenaza. 
Cuentas  claras  honran  caras. 

Indica  que  para  no  tener  que  aver- 
gonzarse, debe  procederse  siempre  con 
rectitud  y  nobleza. 
Cuentas  de  beata  y  uñas  de  gata. 

Dícese   de   las    mujeres    hipócritas, 
como  suelen  serlo  todas  las  que  toman 
la  religión  como  un  pretexto  para  en- 
cubrir sus  malas  inclinaciones. 
Contigo  me  entierren,  que  sabes  de  cuentas. 
Frase  con  que  se  halaga  a  una  per- 
sona, dándole  a  entender  que  es  muy 
lista. 
Echar  las  cuentas  del  Gran  Capitán. 
Expresión  con  que  se  indica  la  exor- 
bitancia de  las  partidas  de  una  cuenta 
formada  arbitrariamente  y  sin  la  debi- 


CUENTA 


—  268 


CUENTO 


da  justificación,  aludiendo  a  las  que, 
habiéndoselas  pedido  inconveniente- 
mente Fernando  el  Católico  a  Gonzalo 
Fernández  de  Córdoba,  intitulado  el 
Gran  Capitán,  después  de  haber  con- 
quistado éste  el  reino  de  Ñapóles,  le 
presentó  en  la  forma  siguiente: 

«Doscientos  mil  setecientos  treinta 
y  seis  ducados  y  nueve  reales  en  frai- 
les, monjas  y  pobres  para  que  rogasen 
a  Dios  por  la  prosperidad  de  las  armas 
españolas. 

»En  palas,  picos  y  azadones,  cien 
millones. 

>Cien  mil  ducados  en  pólvora  y  balas. 

•  Diez  mil  ducados  en  guantes  perfu- 
mados para  preservar  a  las  tropas  del 
mal  olor  de  los  cadáveres  de  sus  ene- 
migos tendidos  en  el  campo  de  batalla. 

>  Ciento  sesenta  mil  ducados  en  po- 
ner y  renovar  campanas  destruidas  en 
el  uso  continuo  de  repicar  todos  los 
días  por  nuevas  victorias  conseguidas 
sobre  el  enemigo. 

>Cincuenta  mil  ducados  en  aguar- 
diente para  la  tropa  en  un  día  de  com- 
bate. 

•  Millón  y  medio  de  ducados  para 
mantener  prisioneros  y  heridos. 

•  Un  millón  en  misas  de  gracias  y  Te 
Deum  al  Todopoderoso. 

•Tres  millones  en  misas  para  muertos. 
•Setecientos  mil  cuatrocientos   no- 
venta y  cuatro  ducados  en  espías;  y... 

•  Cien  millones  por  mi  paciencia  en 
escuchar  ayer  que  el  rey  pedía  cuen- 
tas al  que  le  ha  regalado  un  reino.» 

El  curioso  lector  que  quiera  saber 
más  particulares  sobre  esta  materia, 
puede  consultar  mi  revista  El  Averi- 
guador Universal,  tomo  IV,  1882,  pági- 
nas 227  y  258. 
EJuxrse  uno  cuentas  galanas,  o  alegres. 

Forjarse  ilusiones. 
En  cuentas  de  casados,  riñas  de  enamo- 
rados, carta  de  monja  y  amistad  de  baile, 
no  fie  nadie. 

Da  a  entender  que  todas  estas  cosas 
son  tan  superficiales  que  no  se  puede 
formar  fundamento  de  ellas. 
Entrar  uno  en  cuentas  consigo. 

Recapacitar  lo  que  ha  pasado  por  él, 
y  reflexionar  para  en  adelante  lo  que 
importa  hacer 


Las   cuentas    claras    hacen  los  buenos 
amigos. 

Cuando  median  intereses,  el  mejor 
medio  para  conservar   la  amistad  es 
hacer  que  no  quepa  sospecha  sobre  la 
inversión  de  aquéllos. 
No  querer  uno  cuentas  con  otro. 

No  querer  tratar  con  él,  bien  sea  erv 
negocios,    intereses    o    cualquier   otra 
cosa. 
No  querer  uno  cuentas  con  serranos. 
Evitar  tratos  con  gentes  que  no  son 
de  fiar.  —  Se  emplea  particularmente 
esta  frase  en  la  provincia  de  Teruel,, 
refiriéndose  a  los  que  viven  en  la  sie- 
rra de  Albarracín. 
Ponerse  en  cuentas  de  tanto  más  cuanto. 
Disputar,  discutir  sobre  asuntos  de 
intereses. 
Tener  más  cuentas  que  una  camándula^ 
Dícese  de  las  personas  astutas,  de 
mala  intención  y  que  saben  mucho,  en 
especial  de  lo  malo. 
/  Vamos  a  cuentas! 

Modo  de  llamar  la  atención  sobre  un 
asunto  para  hacerlo  entender  mejor. 
CUENTO.  —  Ahí  está,  o  ese  es,  el  cuento^ 
Es  tanto  como  decir  que  en  eso  con- 
siste la  dificultad  o  la  substancia  de  lo 
que  se  trata. 
Al  que  traiga  un  cuento,  desprecíalo  al 
momento. 

Recomienda  que  no  se  haga  caso  de 
chismes  y  hablillas,  considerando  como 
un  ser  despreciable  al  que  los  trae  y 
los  lleva. 
Como  digo,  o  iba  diciendo,  de  mi  cuento. 
Manera  que  suele  emplearse  al  ir  a 
contar  un  suceso  festivo  o  a  proseguir 
su  narración. 
Degollar  uno  el  cuento. 

Cortar  el  hilo  de  la   conversación, 
interrumpiendo  ésta  con  otra  narración 
o  pregunta  impertinente. 
Despachurrar  uno  el  cuento. 

Interrumpirlo,  sin  dejarlo  continuar. 
V.  Degollar  uno  el  cuento. 
El  cuento,  para  que  sea  cuento,  es  pre- 
ciso que  venga  a  cuento. 

Expresa  la  necesidad  de  que  las  co- 
sas sean  oportunas. 
Eso  es  el  cuento  de  la  soledad. 

Dícese  de  la  persona  o  cosa  que  se 
halla  solitaria. 


CUENTO 


—  269 


CUERDA 


Estar  uno  en  el  cuento. 

Estar  bien  informado  de  una  cosa. 
Hablar  uno  en  el  cuento. 

Hablar  de  aquello  que  se  trata. 
Más  revela  un  cuento  que  un  tormento. 
Para   conseguir  saber  la  verdad,  es 
mejor  valerse  de  las  confidencias  ofi- 
ciosas que  de  la  imposición  material. 
JVo  hay  cuento  desgraciado,  como  el  que  lo 
cuente  sea  porfiado. 

La  insistencia  en  repetir  las  cosas 
hace  que  se  consiga  muchas  veces  lo 
que  se  desea.  —  V.  Pobre  porfiado  saca 
jnendrugo. 
No  tener  cuento  una  cosa. 

Manera  de  elogiar  lo  grande  y  con- 
siderable de  algo,  hasta  el  punto  de  no 
podérsele  ver  el  fin  o  ser  reducido  a 
guarismo. 
Saber  uno  su  cuento. 

Obrar  con  reflexión  o  por  motivos 
que  no  quiere  o  no  puede  manifestar. 
Ser  mucho  cuento  una  cosa  o  persona. 
Modo  de  ponderar  ésta.  —  Indica  en 
otras  ocasiones  ser  inaguantable  aque- 
llo de  que  se  trata. 
Ser  una  cosa  cuento  de  cuentos. 

Relación  o  noticia  difícil  de  expli- 
car por  hallarse  enredada  y  mezclada 
con  otras. 
Ser  una  cosa  cuento  de  horno. 

Hablilla  vulgar  de  que  se  hace  con- 
versación entre  la  gente  común. 
Ser  una  cosa  cuento  de  viejas. 

Noticia  o  relación  que  se  cree  falsa 
o  fabulosa.  —  Alude  alas  consejas  que 
las  mujeres  ancianas  cuentan  a  los  mu- 
chachos. 
Ser  una  cosa  cuento  largo. 

Asunto  de  que  hay  mucho  que  ha- 
blar. 
Ser  una  cosa  el  cuento  de  la  buena  pipa. 
V.  Ser  una  cosa  el  cuento  de  nunca 
acabar. 
Ser  una  cosa  el  cuento  de  la  cancarama- 
ña.  —  V.  Ser  una  cosa  el  cuento  de  nun- 
ca acabar. 
Ser  una  cosa  el  cuento  de  nunca  acabar, 
o  el  cuento  de  la  buena  pipa,  o  el  cuen- 
to de  la  cancaramaña  (en  Toledo),  o  el 
cuento  del  gallo  pelado  (en  Cuba). 

Aplícase  a  aquellos  hechos  enojosos 
que  se  repiten  incesantemente,  como 
sucede  con  el  cuento  tan  vulgar  como 


sandio  conocido  con   el  nombre  de  la 
buena  pipa,  cuyo  relato  es  interminable. 

Ser  una  cosa  el  cuento  del  gallo  pela- 
do.— V.  Ser  una  cosa  el  cuento  de  nunca 
acabar. 

Ser  una  cosa  sin  cuento. 

Sin  número,  que  no  se  puede  contar. 

Traer,  o  venir,  a  cuento  una  cosa. 

Ingerir  en  un  discurso  o  conversa- 
ción especies,  acaso  remotas,  con  opor- 
tunidad o  sin  ella,  o  con  particular  in- 
terés. 

Y  todo  cuento. 

Sin  faltar  requisito  alguno. 

Y  va  de  cuento. 

Manera  de  empezar  la  narración  de 
una  conseja,  historia  o  anécdota. 
Acabados  son  cuentos. 

Expresión  que  se  suele  usar  para 
terminar  una  disputa  y  dar  fin  a  la  con- 
versación. 
De  cuentos  suele  irse  a  c/iismes. 

Por  el  afán  de  hablar,  más  de  cuatro 
veces  se  originan  disgustos  graves  en 
las  familias. 
Dejarse  uno  de  cuentos. 

Omitir  los  rodeos  e  ir  a  lo  substan- 
cial de  un  asunto. 
Los  cuentos  son  como  el  vine:  mientras 
más  viejos,  más  valen. 

El  verdadero  mérito  délas  narracio- 
nes estriba  en  su  antigüedad. 
Ponerse  uno  en  cuentos. 

Exponerse  aun  riesgo  o  peligro.  — 
En  forma  negativa,  querer  evitar  dimes 
y  diretes. 
Quitarse  uno  de  cuentos. 

Atender  sólo  a  lo  esencial  y  más  im- 
portante de  una  cosa. — Evitar  ser  traí- 
do en  lenguas. 
Venirle  a  uno  con  cuentos. 

Referirle  cosas  que  no  le  importan  o 
que  no  quiere  saber. 
CUERDA.  — Apretar  a  uno  hasta  que  salle 
la  cuerda. 

Estrecharlo  tanto,  que  llegue  a  per- 
der la  paciencia. 
Apretarle  a  uno  la  cuerda. 

Aumentar  el  rigor  de  la  ley,  de  la 
disciplina,  etc. 
Aflojar  la  cuerda,  o  Afbjar  la  cuerda 
al  arco. 

Descansar  de  un  trabajo  o  tarea,  to- 
mando algún  alivio  o  recreación. 


CUERDO 


270 


CUERNO 


Dar  a  la  cuerda,  o  Dar  cuerda. 

Ir  dando  largas  a  un  asunto,  a  un  ne- 
gocio. 
Dar  cuerda  a  uno. 

Halagar  su  pasión  favorita;  hacer  que 
recaiga  la  conversación  sobre  el  asunto 
de  que  es  más  propenso  a  hablar. 
Hacer  una  cosa  por  debajo  de  cuerda. 
De    manera  reservada,  por   medios 
ocultos. 
No  ser  una  cosa  de  la  cuerda  de  uno. 
No  convenir  a  sus  facultades  o  espe- 
cial aptitud. 
No  ser  uno  de  la  cuerda  de  otro. 

No  ser  de  su  misma  opinión  o  ca- 
rácter. 
Ir  la  cuerda  tras  el  caldero.  —  V.  Ir  la 

soga  tras  el  caldero. 
No  se  ha  de  tirar  tanto  la  cuerda  que  se 
quiebre. 

Por   mucho   valimiento    y  confianza 
que  se  tenga  con  una  persona,  no  debe 
abusarse  por  temor  de  que  llegue  un 
momento  en  que  se  pierda  todo.  —  En 
todos  los  asuntos  es  preferible  usar  la 
prudencia  mejor  que  los  recursos  ex- 
tremos. 
Tener,  o  traer,  o  estar,  la  cuerda  tirante. 
Llevar  las  cosas  con  demasiado  rigor. 
Tirar  de  la  cuerda,  o  la  cuerda,  a  uno. 
Irle  a  la  mano,  contenerlo,  en  evita- 
ción de  que  ejecute  lo  que  no  debe 
hacer. 
Tocar  otra  cuerda.  —  V.  Salir  por  otro 

REGISTRO. 

Estirar  uno  las  cuerdas. 

Ponerse  en  pie  para  pasearse  y  esti- 
rar las  piernas. 
CUERDO.  —  Cuerdo  es  quien  redime  su 
daño  con  lo  que  ha  de  llevar  el  escribano. 
Es  de  personas  sensatas  el  arreglar 
las  discusiones  particularmente,  sin  ne- 
cesidad de  acudir  a  los  trámites  judi- 
ciales. 
El  cuerdo,  en  cabeza  ajena  escarmien- 
ta.—  V.  Escarmentar  en  cabeza  ajena. 
El  cuerdo  no  ata  el  saber  a  estaca. 

El  hombre  sabio  y  prudente  no  se 
deja  llevar  tan  fácilmente  de  la  opi- 
nión ajena. 
Lo  que  se  piensa  cuerdo,  se  realiza  bo- 
rracho. 

Los  malos  pensamientos  que  sería 
uno  incapaz  de  poner  por  obra  estan- 


do en  su  sano  juicio,   se  llevan  a  la 
práctica  cuando  el  alcohol  nos  domina- 
Más  sabe  el  cuerdo  en  su  casa  que  el  ne- 
cio en  la  ajena. 

Vanante  jocosa  del  refrán  que  dice  : 
Más  sabe  el  loco  en  su  casa  que  el  cuer- 
do en  la  ajena.  (Véase.)  -  Por  lo  general, 
el  necio,  ni  en  su  casa  ni  en  la  del  ve- 
cino hace  nada  de  provecho. 
Mátenme  cuerdos,  y  no  me  den  vida 
necios. 

Denota  el  disgusto  y  pena  que  causav 
al  que  es  juicioso  y  docto,  el  ser  juzga- 
do por  aquellas  personas  que  no  re- 
unen  aquellas  cualidades. 
CUERNO.  —  ¡Cuerno  en  el  fraile,  y  qué 
respingan  que  sale! 

Dícese  por  aquellos  que  en  un  prin- 
cipio demuestran  tener  genio  corto  o 
apocado,  y  poco  a  poco  van  tomándo- 
se más  libertades  de  lo  conveniente. 
¡Cuerno  j»  cuerna,  que  son  macho  y  lumbral 
Exclamación  usada  cuando  se  oye  o 
ve  alguna  cosa  que  nos  llama  la  aten- 
ción en  cualquier  sentido  que  sea. 
Es  más  fácil  enderezar  un  cuerno  que: 
enderezar  a  un  viejo. 

Caracteriza   admirablemente   la  ter- 
quedad y  entereza  de  que  suelen  estar 
poseídas,  por  lo  general,  las  personas 
de  edad  avanzada. 
Estar,  o  ponerse,  de  cuerno  con  uno. 

Estar  disgustado  con  él.  —  Estar  de 
monos.  (Véase.)  — Esta  última  expresión 
se  emplea  más  refiriéndose  a  los  ena- 
morados. 
Levantar,  o  poner,  a  uno  hasta,  o  sobre,  el 
cuerno,  o  los  cuernos,  de  la  Luna. 

Alabarlo,   encarecerlo  sobremanera, 
hasta  más  no  poder. 
Lo  que  me  sabe,  me  sabe...  (Y  chupaba  un 
cuerno.) 

Contra  las  personas  de  gusto  extra- 
vagante, o  bien  que  son  fáciles  de  con- 
tentar. 
Lo  que  me  suena,  me  suena...  (Y sonaba  un 
cuerno.) — V.  Lo  que  me  sabe,  me  sabe.... 
(Y chupaba  un  cuerno.) 
Oler  a  cuerno  frito,  o  quemado. 

Parecerle  a  uno  que  una  cosa  no  es 
legal  o  como  debía  ser.  —  V.   Oler  a 

CHAMUSQUINA. 

Saber  a  cuerno  quemado  una  cosa. 

Hacer  desagradable  impresión  en  el 


CUERO 


—  271   — 


CUERPO 


ánimo  una  noticia,  una  reprensión,  una 
injuria,  etc. 

¿  Cuántas  clases  de  cuernos  hay} — Cuatro: 
tinos  que  se  veti  y  no  se  palpan  (los  de  la 
Luna),  otros  que  se  ven  y  se  palpan  (los 
de  los  toros),  otros  que  se  palpan  y  no 
se  ven  (los  de  los  becerros  cuando  quie- 
ren empezar  a  apuntar),  y  otros  que  ni 
se  ven  ni  se  palpan  (los  de  ciertos  ma- 
trimonios). 

Sobre,  o  tras  de,  cuernos,  penitencia. 

Se  usa  de  esta  frase  cuando  después 
de  haberle  hecho  a  uno  algún  agravio 
o  perjuicio,  se  le  trata  mal  o  se  le 
culpa. 

Sobre  cuernos,  siete  sueldos. 

Aplícase  a  aquellos  maridos  des- 
aprensivos que  hacen  rápida  carrera 
en  sus  destinos,  acumulando  sueldos, 
empleos  y  honores,  merced  a  la  bondad 
de...  sus  jefes  o  padrinos. 

Andar,  o  dejar,  o  verse,  uno  en  los  cuer- 
nos del  toro. 

Hallarse  en  un  grave  o  inminente  pe- 
ligro. 

Ponerle  a  uno  los  cuernos. 

Faltar  la  mujer  a  la  fidelidad  con- 
yugal. 
CUERO.  —  A  cuero  tiesto,  piezgo  enhiesto. 
Para  inteligencia  de  este  refrán  hay 
que  saber  que  tiesto  es  un  adjetivo  an- 
ticuado, que  significa  tieso  o  estirado; 
piezgo  es  el  pico  o  punta  de  los  pellejos 
de  vino  que  cubría  el  nacimiento  de 
las  patas  del  animal,  y  enhiesto  significa 
levantado  o  derecho.  Da  a  entender,  por 
tanto,  tropológlcamente,  que  las  per- 
sonas que  gozan  de  buena  posición  so- 
cial suelen  adolecer  de  orgullo. 

Al  cuero  tiesto  álzasele  el  piezgo.  —  Véa- 
se A  cuero  tiesto,  piezgo  enhiesto. 

Acudid  al  cuero  con  el  albayalde,  que  los 
años  no  se  van  en  balde. 

Modo  de  satirizar  a  las  mujeres  que 
procuran  disimular  la  edad  encubrien- 
do con  afeites  las  arrugas  y  demás  de- 
fectos del  rostro. 

De  cuero  ajeno,  correas  largas.  —  V.  De 
lo  que  nada  nos  cuesta,  llagamos  la  fies- 
ta, o  Del  pan  de  mi  compadre,  gran  zati- 
co a  mi  ahijado. 

Del  cuero  salen  las  correas. 

Es  decir,  que  de  lo  principal  sale  lo 
accesorio. 


El  cuero,  después  de  lleno,  alza  el  piez- 
go. —  V.  A  cuero  tiesto,  piezgo  enhiesto  ^ 
Estar  uno  hecho  un  cuero. 

Estar  completamente  borracho. 
Poner  cuero  y  correas. 

No  omitir  diligencia  alguna,  hacer 
toda  clase  de  esfuerzos  para  alcanzar 
aquello  de  que  se  trata.  —  Así  se  colige 
de  Alejo  Venegas  (Agonía,  punto  2.°, 
capítulo  XX),  con  lo  cual  queda  des- 
truida la  definición  que  todos  nuestros 
diccionaristas  dan  de  esta  locución  pro- 
verbial, llamada  refrán  por  aquel  céle- 
bre humanista  toledano. 
Dejar  a  uno  «  cueros. 

Dejarlo  en  la  mayor  miseria. 
Estar  una  persona  en  cueros,  o  en  cue- 
ros vivos. 

Estar  desnuda  completamente. 
CUERPO.  —  Andarle  buscando  el  cuerpo 
a  uno.  — V.  Andarle  buscando  el  bulto 
a  uno. 
Cerner  uno  el  cuerpo. 

Contonearse;  andar  moviendo  las  ca- 
deras, especialmente  las  mujeres. 
Con  un  cuerpo  tío  se  puede  estar  en  todas 
partes. 

Pretexto  para  disculpar  la  no  asisten- 
cia a  un  sitio  donde  no  quiere  uno  ir. 
Cuerpo,  cuerpo,  que  Dios  dará  paño. 
Se  aplica  a  los  que  quieren  conse- 
guir el  fin  sin  poner  los  medios. 
¡Cuerpo  de  Cristo,  o  de  Dios,  o  de  mi,  o 
de  tal! 

Interjecciones  que  denotan  ira  o  en- 
fado. 
Cuerpo  derecho,  mucho  malpasa. 

El  que  goza  de  buena  salud  tiene 
suficiente  resistencia  para  sobrellevar 
toda  clase  de  males. 
Cuerpo  descansado,  dinero  vale. 

Es  preciso  pagar  caro  todo  lo  que 
tiene  algún  mérito. 
Dar  cuerpo  a  una  cosa. 

Espesar  lo  que  está  claro  o  demasia- 
do líquido. 
Dar  uno  con  el  cuerpo  en  tierra. 

Caerse  al  suelo. 
Descubrir  uno  el  cuerpo. 

Favorecer  un  negocio  peligroso,  que- 
dando expuesto  a  sus  malas  resultas. 
Echar  uno  el  cuerpo  fuera. 

Evitar  el  entrar  en  alguna  dificul- 
tad.—  Esquivar  todo  compromiso. 


CUERPO 


272  — 


CUERVO 


En  el  cuerpo,  o  en  el  pecado,  lleva  la  pe- 
nitencia. 

Dícese  de  aquellos  que  después  de 
cometida  una  falta,  sufren  las  conse- 
cuencias. 
Estar  en  cuerpo  y  alma,  o  en  cuerpo  en 
alma. 

Fatalmente,  sin  dejar  nada. 
Estar  uno  a  ¿qué  quieres,  cuerpo? — Véa- 
se Vivir,  o  estar,  o  regalarse,  etc.,  como 
a  cuerpo  de  rey. 
Estar  unidos  como  cuerpo  y  alma,  —  Véa- 
se Ser  uña_v  carne. 
Hacer  uno  del  cuerpo. 

Exonerar  el  vientre. 
Huir,  o  hurtar,  uno  el  cuerpo. 

Moverse    con    prontitud   y   ligereza 
para  evitar  el  golpe  que  va  dirigido 
contra  él.  — Evitar  el  trato  de  una  per- 
sona. 
//•  a,  o  en,  cuerpo  gentil. 

Con  sólo  el  vestido  ajustado,  sin  abri- 
go alguno. 
Mientras  el  cuerpo  le  haga  sombra. 

Frase  equivalente   a   decir  que   tal 
cosa  ocurrirá  a  la  persona  de  que  se 
trata  mientras  viva. 
No  quedarse  vino  con  nada  en  el  cuerpo, 
o  dentro  del  cuerpo. 

No  omitir  nada  de  lo  quería  decir, 
sin  atender  a  ninguna  consideración. 
Obrar  a  cuerpo  descubierto. 

Ejecutar  una  cosa  sin  encubrirse  u 
ocultarse,  sino  a   la    vista  y  patente- 
mente. 
Parecer  un  cuerpo  glorioso. 

Aplícase  a  la  persona  que  pasa  largo 
tiempo  sin   experimentar  necesidades 
materiales,  especialmente  las  del  ali- 
mento. 
¿  Qué  sabe  el  cuerpo  lo  que  le  echan? 

Dicho  en  favor  de  los  que  no  son 
escrupulosos  en  la  comida  y  bebidaí 
atendiendo  más  a  la  cantidad  que  a  la 
calidad. 
Quedarse  uno  con  una  cosa  en  el  cuerpo. 
Omitir  lo  que  quería  decir,  conte- 
niéndose por  algún  motivo. 
Ser  cuerpo  jy  alma. — V.  Ser  uÑAjy  carne. 
Ser  un  cuerpo  sin  alma. 

Persona  que  no  tiene  viveza  ni  acti- 
vidad para  nada. 
Tomar  cuerpo  una  cosa. 

Aumentarse  de  poco  a  mucho. 


Traer  uno  bien  gobernado  el  cuerpo. 

Tener  bien  regido  el  vientre. 
Triunfar  como  cuerpo  de  rey. 

Gastar  y  llevarse  buena  vida. 
Vivir,  o  estar,  o  regalarse,  o  tratarse,  como 
cuerpo,  o  como  a  cuerpo,  de  rey. 

Darse  buena  vida;  tratarse  con  todo 
regalo  y  holgura. 
Volvérsela  a  uno  al  cuerpo. 

Responder  a  una  desvergüenza  o  in- 
juria con  otra  mayor. 
Dos  cuerpos  que  se  conocen,  desde  lejos  se 
hacen  fiestas. 

Expresa  la  satisfacción  con  que  se 
ven,  aunque  sea  desde  lejos,  las  perso- 
nas que  se  aman. 
Lo  que  los  cuerpos  desechan,  los  ingenios 
aprovechan. 

Adivinanza-refrán  que  alude  al  papel 
de  hilo  de  escribir,  porque  se  hace  de 
los  pedazos  de  trapo  de  desecho  y  de 
materias  fecales. 
CUERVO.  —  De  mal  cuervo,  mal  huevo,  o 
Co??io  es  el  cuervo,  tal  su  huevo,  o  Tal 
cuervo,  tal  huevo. 

Denota  que  por  lo  general  los  hijos 
suelen  ser  de  la  misma  condición  que 
sus  padres. 
La  ida  del  cuervo. 

Indica  que  alguna  persona  que  se  ha 
ausentado  no  piensa  volver  más,  alu- 
diendo al  cuervo  que  Noé  despachó 
desde  el  arca  después  del  diluvio,  a 
guisa  de  explorador,  para  saber  la 
situación  en  que  se  encontraban  las 
aguas,  y  el  cual  no  volvió  a  parecer.  — 
También  se  dice  :  La  del  humo. 
No  puede  ser  el  cuervo  más  negro  que  sus 
alas. 

No  haber  que  temer  mayor  mal,  por 
haber  sucedido  ya  lo  peor  que  podía 
ocurrir. 
Parecer  cuervo  en  el  manto,  y  ser  cisne 
en  el  canto. 

Aplícase  a  los  eclesiásticos  que  se 
distinguen  por  ser  grandes  músicos  o 
poetas.  —  V.  Debajo  de  una  mala  capa 
suele  a  las  veces  encontrarse  un  buen 
bebedor. 
Venirle  a  uno  el  cuervo. 

Recibir  algún  socorro,  por  lo  gene- 
ral si  es  repetido,  con  alusión  al  que 
alimentaba  a  San  Pablo,  primer  ermi- 
taño, en  el  desierto. 


CUESCO 


273 


CUIDADO 


Cria  cuervos  y  te  sacarán  los  ojos,  o 
Cría  el  cuervo,  sacarte  ka  el  ojo. 

Por  lo  regular,  beneficio  que  se  hace 
a  los  ingratos  les  sirve  de  armas  para 
devolver  mal  por  bien. 
CUESCO.  —  Buscar,  o  hallar,  el  cuesco 
a  la  uva. 

Encontrar  la  razón  o  el  porqué  de 
una  cosa. 
CUESTA.    -  Arribaos,  torgado,  que  tras  la 
cuesta  está  lo  llano. 

Exhorta  a  que  se  sufran  las  fatigas 
y  trabajos   con  la  esperanza   de  des- 
cansar. 
Cuando  la  cuesta  Zulema  se  moja,  Alcalá 
se  hace  una  sopa. 

Dicha  cuesta  se  halla  a  corta  distan- 
cia de  la  ciudad  de  Alcalá  de  Henares, 
y  dicho  se  está  que  el  agua  desbordada 
de  aquélla  va  a  parar  a  la  ciudad. 
Hacérsele  a  uno  cuesta  arriba  alguna 
cosa. 

Sentirla  mucho;  ejecutarla  con  gran 
trabajo  o  repugnancia.  —  Costar  mucho 
trabajo  el  creerla. 
Ir  una  cosa,  o  una  persona,  cuesta  abajo. 
Decaer,  declinar  hacia  su  fin  o  a  la 
miseria. 
No  hay  cuesta  arriba  sin  cuesta  abajo. 
Todas  las  dificultades  en  la  vida  sue- 
len tener  su  compensación. 
■Sttbir  la  cuesta  de  enero. 

Ir  transcurriendo  el  dicho  mes. 
Tener  uno  la  cuesta  y  las  piedras. 

Llevar  en  una  cosa  toda  la  ventaja 
de  su  parte. 
-Lo  -mismo  es  a  cuestas  que  al  hombro. 

Modo  de  dar  a  entender  que  es  indi- 
ferente el  proceder  de  una  manera  o 
de  otra,  por  conducir  ambos  medios  a 
igual  fin. 
Llevar  uno  a  cuestas  una  cosa. 

Cargarse  con  las  necesidades  y  obli- 
gaciones de  otro. 
Llover  a  uno  a  cuestas. 

Modo  de  indicar  que  resultará  una 
cosa  en  daño  propio. 
Tener  uno  a  cuestas. 

Encontrarse  a  su  cuidado  y  costa  la 
manutención  o  adelantamiento  de  otro, 
por  obligación  o  por  encargo. 
Tomar  uno  a  cuestas  una  cosa. 

Encargarse  de  ella  para  su  gobierno 
y  dirección. 


Tú  que  no  puedes,  lle'vame  a  cuestas. 

Censura  a  quien  aumenta  el  trabajo 
a  la  persona  que  a  duras  penas  puede 
desempeñar  el  que  tenía  anteriormen- 
te, o  el  impuesto  que  con  harta  difi- 
cultad satisfacía,  o  los  sinsabores  que 
de  tiempo  atrás  viene  experimentan- 
do, etc.  En  suma,  laméntase  quien  pro- 
fiere este  dicho,  de  no  poder  prestar 
auxilio  a  quien  se  lo  pide,  porque  para 
sí  lo  querría.  —  V.  A  la  borrica  arro- 
dillada, doblarle  la  carga. 
CUESTIÓN.  —  Agitarse  una  cuestión. 
Tratarse  con  calor  o  con  viveza. 
Cuestión  de  por  San  Juan,  paz  para  todo 
el  año.  —  V.  Riña  de  por  San  Juan,  etc. 
Hacer  una  cosa  cuestión  de  gabinete. 

Ser  de  mucha  importancia  para  cual- 
quiera y  tomarla  con  gran  interés. 
Ser  una  cosa  cuestión  bata/lona. 

La  muy  reñida  y  a  que  se  da  mucha 
importancia. 
CUEVA.  -  Cuando  runfla  la  cueva  de  Ore- 
ña,  unce  los  güeys  y  vete  a  por  leña. 

Refrán  gallego  que  indica  que  el  so- 
plar el  viento  por  el  lugar  indicado,  es 
precursor  de  la   venida  de  los  fríos  o 
del  invierno. 
CUEZO.— Meter  uno  el  cuezo. 

Introducirse  en  alguna  cosa,  negocio 
o  conversación  con  ligero  motivo. 
CUIDADO.  —  Al  que  le  duele,  cuidado 
tiene. 

Indica  que  sólo  los  interesados  son 
los  que  se  preocupan  de  que  las  cosas 
se  hagan  como  es  debido. 
Correr  una  cosa  al  cuidado  de  uno. 

Estar  obligado  a  responder  de  ella. 
Cuidado  ajeno,  de  pelo  cuelga. 

Da  a  entender  el  poco  que  se  tiene 
con  los  negocios  ajenos. 
¡Cuidado  conmigo!,  o  ¡Cuidado  me  llamo! 
Manera  de  amenazar  a  uno,  particu- 
larmente a  los  muchachos,  con  el  cas- 
tigo si  no  hacen  bien  alguna  cosa. 
¡Cuidado!  —  El  que  tenia  se  me  ha  acabado. 
Contestación  familiar   a  la   admoni- 
ción primera  para  burlarse  de  ella,  por 
no  hacernos  falta  la  recomendación. 
Cuidado  para  otra  vez. 

Modo  de  indicar  a  uno  que,  de  repe- 
tirse el  hecho  de  que  se  trata,  no  será 
perdonado  como  en  la  ocasión  presen- 
te lo  ha  sido. 

18 


CUITA 


—  274  — 


CULERO 


Descuidarse  con  cuidado. 

Dícese  comúnmente:  Al  descuido  con 
cuidado;  y  Cervantes,  que  tan  dueño 
era  del  habla  castellana,  puso  en  boca 
del  mozo  de  muías,  en  su  Quijote  (par- 
te I,  cap.  XLIII),  la  siguiente  estrofa, 
en  que  alude  a  su  mala  estrella: 

«Yo  no  sé  adonde  me  guía, 
y  así  navego  confuso, 
el  alma  a  mirarla  atenta, 
cuidadosa  y  con  descuido. y 

Estar  uno  de  cuidado. 

Estar  gravemente  enfermo  o  en  pe- 
ligro de  muerte. 
Quien  tiene  el  cuidado,  que  ande  el  camino. 
Aquel  a  quien  le  interesa  un  asunto, 
es  el  que  debe  preocuparse  de  él. 
Salir  una  mujer  de  su  cuidado. 

Dar  a  luz;  parir. 
Ser  una  persona  de  cuidado. 

No  tener  confianza  en  ella. 
Cuidados  ajenos  matan  al  asno. 

Enseña  que  es  de  necios  el  preocu- 
parse de  los  asuntos  de  otro. 
Dejar  los  cuidados  en  el  jubón. 

No  hacer  caso  de  alguna  cosa. 
Los  cuidados  del  vecino,  sentirlos  con  taza 
de  vino.  —  V.  Cuidados  ajenos  matan  al 
asno. 
Los  cuidados  destierran  el  sueño. 

Cuando  el  ánimo  está  embargado  por 
preocupaciones,  éstas  no  dejan  lugar 
ni  aun  al  descanso. 
Los  cuidados  que  no  son  propios,  no  de- 
ben ser  llorados.  —  V.  Cuidados  ajenos 
matan  al  asno. 
CUITA.  —  Al  que  te  deja  en  cuita  no  lo 
quieras  en  trebejo. 

Recomienda  que  no  busquemos  como 
compañeros  de  diversiones  a  aquellos 
que  cuando  tenemos  alguna  necesidad 
no  se  preocupan  de  aliviarnos  de  ella. 
CUITADO.  —  El  cuitado,  del  maravedí 
hace  cornado;  y  el  liberal,  del  maravedí, 
real. 

Según  el  carácter  de  cada  uno,  así 
luce  más  o   menos    el  dinero  en  sus 
manos. 
Ser  uno  muy  cuitado. 

Apocado,  de  poca  resolución  yánimo. 
CULANTRO.  —  Bueno  es  el  culantro; 
pero  no  tanto. 

La  planta  llamada  cilantro  o  culan- 
tro   era  empleada  en  la  Farmacopea 


antigua  para  la  curación  de  muchas  en- 
fermedades. Como  tras  el  uso  suele  ve- 
nir el  abuso,  hubo  de  exagerarse  su 
empleo,  no  faltando  quien  tratase  de 
reprimirlo,  inventando  el  refrán  que 
encabeza  estas  líneas.  Si  es  o  no  per- 
judicial, nonos  incumbe;  sólo  haremos 
presente  que  se  dice  que  es  peligro- 
so permanecer  en  el  campo  donde  se 
cría,  por  el  fuerte  aroma  que  exhala,  v 
que  el  sabio  Andrés  de  Laguna  escribe: 
«No  me  espanto  si  en  nuestra  España 
tenemos  tantas  casas  de  orates,  pues 
comemos  en  todos  los  potajes  y  salsas 
ordinariamente  el  culantro  verde. > 
CULEBRA.  -  Armar  culebra. 

.Desorden,  alboroto  promovido  de- 
repente por  unas  cuantas  personas  en 
medio  de  una  reunión  pacífica. 

Dar  culebra. 

Chasco  que  se  da  a  una  persona, 
como  los  golpes  que  los  presos  de  Ja 
cárcel  dan  por  la  noche  al  que  entra  de 
nuevo  y  no  paga  la  patente. 

Dejar,  como  la  culebra,  el  hábito  viejo. 
Desechar   los  vestidos    usados    por 
otros  nuevos. 

Liársele  a  uno  la  culebra. 

Verse  en  un  grave  conflicto  por  cau- 
sas imprevistas  e  inesperadas. 

Morderse  la  culebra  su  cola. 

Frase  que  usa  el  vulgo  cuando  ob- 
serva que  se  unen  los  dos  extremos  de 
la  faja  herpeginosa  llamada  culebrilla 
o  zona,  y  de  cuya  circunstancia  forma 
siniestros  pronósticos  para  el  que  pa- 
dece semejante  enfermedad,  no  habien- 
do por  fortuna  causa  para  ello,  pues  la 
Medicina  cuenta  con  elementos  sobra- 
dos para  atacar  dicho  mal. 

Saber  más  que  las  culebras. 

Ser  muy  sagaz  en  provecho  propio. 
CULEBRAZO.—  Dar  culebrazo.— Véa- 
se Dar  CULEBRA. 

CULEBRÓN.  —  Ser  un  culebrón. 

Persona  astuta  y  solapada.  —  Úsase 
con  la  terminación  femenina,  como  mu- 
jer intrigante  y  de  mala  reputación. 
CULERO.  —  Ser  uno  un  culero. 

Persona  perezosa,  que  hace  las  cosas 
quedándose  a  la  zaga. 
Lavar  culeros,  mas  no  enjuagamerdar. 
Aconseja  hacer  las  cosas  bien,  y  no 
frangolladamente. 


CULITO 


—  275  — 


CULO 


CULITO.  —  Quien  no  castiga  eolito,  no 
castiga  culazo. 

Los  padres  que  no  tratan  de  corre- 
gir las  faltas  en  los  hijos  cuando  son 
pequeñas,   tampoco    enmiendan   éstas 
cuando  son  mayores. 
CULO.  —  Ahueca  el  calo. 

Expresión  vulgar  con  que  se  le  indi- 
ca a  una  persona  que  se  levante  o  au- 
sente del  sitio  que  ocupa. — Tal  vez  alu- 
da a  la  costumbre  que  tienen  las  muje- 
res de  arreglarse  por  detrás  las  faldas 
al  levantarse  de  un  asiento,  por  causa 
de  haberlas  chafado  con  el  peso  del 
cuerpo. 
Arrastra  el  culo/cr  un  zarzal. 

Familiarmente  se  suele  contestar  con 
este  dicho  al  que  en  ciertos  juegos  de 
cartas  dice  ¡Arrastro!,  mayormente  si 
con  semejante  acto  causa  perjuicio  al 
que  tiene  que  jugar  después. 
Azotar  y  dar  en  el  culo,  todo  es  uno. 

Expresa  que  aunque  se  empleen  pe- 
rífrasis para  decir  algunas  cosas,  com- 
prendemos perfectamente  el  sentido 
crudo  de  ellas. 
Culo  veo,  culo  quiero.  Algunos  añaden 
jocosamente:  culo  vi,  culo  quisí. 

Modo  de  motejar  a  una  persena  de 
antojadiza  y  amiga  de  imitar  todo  lo 
que  ve. 
Dar  uno  con  el  culo,  o  de  culo,  en  las 
goteras. 

Quedarse  pobre  por  haber  disipado 

en  poco  tiempo  todo  el  caudal  que  tenía. 

El  que  tiene  culo,  tiene  susto.  —  V.  El  que 

tiene  trasero,  tiene  miedo. 
Es  cotno  el  culo,  que  no  sirve  más  que 
para  una  cosa. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  no 
tienen  aptitudes  para  nada  importante. 
Hacer  un  culo  de  pollo. 

Costura  mal  hecha  en  una  tela  o  en 
la   media,  de   modo  que  sobresale  y 
abulta. 
Más  vale  culo,  o  espalda,  de  herrero  que 
cara  de  carpintero. 

Menos  daño  pueden  causar  las  chis- 
pas al  espectador  que  está  detrás  de 
un  herrero,  que  las  astillas  al  que  se 
encuentra  situado  delante  de  un  car- 
pintero. 
No  te  ensanches,  culo,  que  no  es  para  ti 
la  ayuda.  —  V.  ¡Para  ti  se  peyó'  el  cura! 


Pon  tu  culo  en  concejo,  y  unos  dirán  que 
es  blanco  y  otros  que  es  negro. 

Expresa  cuan  difícil  es  hallar  dos 
personas  que  sean  del  mismo  parecer 
o  modo  de  pensar.  —  También  se  dice, 
más  cultamente:  Pon  lo  tuyo  en  conce- 
jo, etc. 
¿Que'  le  va  el  culo  al  pulso? 

Da  a  entender  que  no  existe  seme- 
janza alguna  entre  dos  objetos  que  se 
trata  de  comparar  entre  sí. —  También 
a  igual  propósito  se  suele  decir:  (Qué 
tie?ie  que  ver  el  culo  con  las  témporas? 
¿Qué queréis?  — Que  en  el  culo  me  beséis. 

Refrán  de  chunga,  muy  usado,  sobre 
todo,  en  el  tiempo  de  Carnaval. 

En  la  colección  de  Cuentos,  etc.,  ara- 
goneses del  general  Nogués  (Un  solda- 
do viejo,  natural  de  Borja)  se  inserta 
(segunda  serie,  págs.  ioo  101)  la  narra- 
ción que  transcribo  aquí  a  la  letra  : 

«Un  arzobispo  de  Burgos  mandó  a 
preguntar  a  la  abadesa  del  famoso  mo- 
nasterio de  las  Huelgas,  de  dicha  ciu- 
dad, si  podría  ir  a  visitarla,  aunque  sa- 
bía no  tenía  jurisdicción  sobre  ella.  Le 
contestaron  se  reunirían  las  monjas  en 
capítulo,  lo  determinarían  y  señalarían 
día  y  hora.  Llegó  el  arzobispo  al  con- 
vento, llamó,  y  le  previnieron  que  para 
dejarle  entrar  lo  acordarían  antes  las 
religiosas.  Abriéronse  las  puertas,  lo 
detuvieron  en  la  escalera,  esperó  per- 
miso para  subir,  y  lo  mismo  le  sucedió 
antes  de  introducirlo  en  la  sala  capitu- 
lar. En  ella  se  hallaban  todas  las  mon- 
jas sentadas  en  magníficos  sillones,  pre- 
sididas por  la  abadesa,  que  usaba  mitra 
y  báculo  y  gastaba  antiparras  de  oro,  la 
cual,  después  de  hacer  señal  al  prela- 
do para  que  lo  verificase  en  un  pobre 
banquillo  de  madera  puesto  en  medio 
del  salón,  como  si  fuera  un  criminal 
que  iban  a  juzgar,  le  interrogó  con  voz 
gangosa : 

> —  Arzobispo,  ¿qué  queréis? 

>Este  se  levantó,  volvió  la  espalda, 
se  arremangó  los  hábitos,  y  contestó : 

> —  Que  en  el  ...  me  beséis. 

»  Aseguran,  porque  la  respuesta  está 
en  carácter,  que  el  arzobispo  era  ara- 
gonés. Pero  no  es  probable  :  le  habría 
faltado  la  paciencia  antes  de  sentarse 
en  el  banquillo. 


CULÓN 


—  276  — 


CULTO 


» El  cuento  anterior  se  inventaría 
para  dar  a  conocer  el  orgullo  excesivo 
de  las  Huelgas  de  Burgos.» 

Hasta  aquí  el  autor  citado. 

Eran  tantas  y  de  tal  calidad  las  pre- 
rrogativas de  que  disfrutaba  la  supe- 
riora  de  aquella  Comunidad,  que  sin 
temor  de  incurrir  en  error,  se  puede 
asegurar  que  ejercía  una  jurisdicción 
casi  episcopal.  El  sabio  doctor  D.  Vi- 
cente de  la  Fuente  decía  que  si  el  Papa 
pensara  en  casarse  algún  día,  no  halla- 
ría en  todo  el  orbe  persona  más  digna 
ni  autorizada  que  la  abadesa  del  Real 
Monasterio  de  las  Huelgas,  de  Burgos. 
c-  Qué  tiene  que  ver  el  culo  con  las  témpo- 
ras?, o  con  las  témporas  del  año? 

Expresión  usada  cuando  se  corta  una 
conversación  con  otra  que  no  tiene  re- 
lación alguna  con  la  primera,  y  también 
en  los  casos  en  que  se  quiere  sacar  una 
conclusión  totalmente  ajena  a  las  pre- 
misas. —  V.  ¿Qué  le  va  el  culo  al  pulso? 
Quien  mucho  se  baja,  enseña  el  culo,  o  el 
culo  se  le  ve. 

Recomienda  que  la  sumisión  y  hu- 
mildad no  debe  degenerar  en  bajeza. 
Quítasele  el  culo  al  cesto  y  acabóse  el  pa- 
rentesco. 

En  cuanto  falta  el  motivo  del  inte- 
rés, suele  cesar  la  amistad,  correspon- 
dencia o  cariño. 
Sacar,  oponerse,  el  culo  del  cofre.  Algu- 
nos añaden :  y  la  tapa  encima.  —  V.  Sa- 
car, oponerse,  los  trapitos  de  cristianar. 
Ser  un  culo  de  vaso. 

Piedra  falsa  que  imita  a  alguna  de  las 
preciosas. 
Tener  culo  de  ?nal  asiento. 

Frase  proverbial  con  que  se  moteja 
a  las  personas  inconstantes  en  sus  de- 
terminaciones, a  semejanza  délas  vasi- 
jas que,  teniendo  el  fondo  o  base  en 
desnivel,  se  están  moviendo  un  buen 
rato  antes  de  que  el  centro  de  grave- 
dad las  haga  fijar  últimamente. 
Todo  lo  paga  el  culo  del  fraile. 

Modo  de  dar  a  entender  que  a  uno 
le  echan  cargas  y  trabajos  que  debían 
repartirse  entre  varios,  o  que  de  ordi- 
nario le  achacan  a  uno  culpas  ajenas. 
CULÓN.  —  Ser  un  culón. 

Aplícase  semejante  calificativo  a  los 
soldados  inválidos. 


CULPA. — Agrave  culpa,  suave  reprensión. 
Recomienda  la  moderación  en  el  cas- 
tigo, aunque  la  falta  sea  grande;  si  el 
que  la  ha  cometido  lo  reconoce,  com- 
prende la  benignidad  con  que  se  le  tra- 
ta y,  avergonzado,  no  volverá  a  come- 
terla; si  el  castigo  es  duro,  basta  para 
enojar  más  al  que  la  sufre,  y  por  des- 
pecho, cometerla  doble. 
Culpa  no  tiene  quien  hace  lo  que  debe. 

El  que  cumple  con  su  obligación  no 
es  responsable  de  las  resultas  que  pue- 
dan sobrevenir. 
Echar  la  culpa  a  una  persona  o  cosa. 
Atribuirle  la  circunstancia  de  ser  cau- 
sante de  esto  o  de  aquello. 
Echar  la  culpa  a  uno. 

Atribuirle  una  falta  o  delito  que  se 
presume  ha  cometido. 
Ecliar  uno  la  culpa  a  otro. 

Disculparse  de  la   falta  o  delito  de 
que  se  le  acusa,  imputándolo  a  otro. 
El  que  ama  la  culpa  aborrece  su  vida. 

Afea  la  enormidad  del  pecado. 
La  culpa  del  asno  no  se  ha  de  echar  a  la 
albarda. 

Se  aplica  a  las  personas  que  por  no 
confesar  su  ignorancia,  y  para  discul- 
par sus  yerros  y  defectos,  los  atribu- 
yen a  otros  que  no  han  tenido  parte  en 
ellos. 
Lo  que  fué  por  tu  culpa  no  tiene  disculpa. 
Recomienda  al  que  ha 'causado  un 
daño  que  no  trate  de  aminorarlo,  pues 
nadie  ha  de  reconocerle  atenuantes. 
Por  culpa  de  la  bestia  mataron  al  obispo. 
A  veces,  como  suele  decirse,  pagan 
justos  por  pecadores. 
Tener  uno  la  culpa  de  una  cosa. 

Haber  sido  causa  de  que  suceda. 
Mira  tus  culpas  y  penas,  y  no  mires  las 
ajenas. 

Recomienda  que  se  preocupe  uno  de 
sus  asuntos  antes  que  de  los  extraños. 
CULPABLE.  —  Culpable  absuelto,  juez 
culpable. 

La  venalidad  de  algunos  de  los  en- 
cargados de  administrar  justicia  es  cau- 
sa de  que  no  pocos  de  los  que  debían 
ser  condenados  gocen  de  libertad. 
CULTO .  —  Para  el  culto  de  este  santo 
templo. 

Aplícase  a  los  que  piden  con  el  pre- 
texto de  remediar  infortunios  u  otras 


CUMPLIDOS 


—  277  — 


CUNA 


obras  de  caridad,  cuando  realmente  lo 
hacen  para  su  lucro  personal.  —  Tiene 
su  origen  en  el  dicho  de  aquel  pobre 
que  pedía  a  la  puerta  de  una  iglesia 
para  el  mantenimiento  de  ella,  según 
rezaba  en  un  cartel  que  le  pendía  so- 
bre el  pecho,  y  acompañaba  su  peti- 
ción dándose  golpes,  no  sobre  la  tabli- 
lla, sino  sobre  su  abultado  vientre. 
CUMPLIDOS.— £/  mejor  de  los  cumpli- 
dos es  no  hacer  ninguno,  o  no  tenerlos. 

Dícese  a  aquellas  personas  tan  suma- 
mente amigas  de  la  etiqueta,  que  llegan 
a  molestar  con  su  exageración. 
CUMPLIMIENTO.-  Cumplimiento  sin 
gota  de  cera. 

Trabajo  sin  provecho. — Es  frase  usa- 
da en  la  provincia  de  Murcia. 
Estar,  o  ir,  de  cumplimiento. 

Recibir  o  hacer  una  visita  de  pura 
ceremonia. 
Ofrecer  una    cosa    de,  o  por,  cumpli- 
miento. 

Por  pura  ceremonia,  en  la  confianza 
de  que  no  se  aceptará  la  oferta. 
¡Cumplimientos!...  Cumplo  y  miento. 

Indica  que  la  mayor  parte  de  ellos 
son  falsos,  pues  el  que  los  hace  no 
suele  sentir  lo  que  dice. 
CUMPLIR.  —  Con  la  familia,  o  con  los  de 
casa,  o  con  los  suyos,  etc.,  siempre  se  está 
cumplido. 

No  hay  peor  recomendación  que  aque- 
lla en  que  interviene  el  parentesco  o  la 
familiaridad,  porque  la  confianza  sacude 
de  sí  fácilmente  todo  linaje  de  conside- 
raciones, atendiendo  tan  sólo  a  los  com- 
promisos que  le  imponen  los  respetos 
sociales. 
Cumpla  yo  y  tiren  ellos. 

Aconseja  que  cada  uno  debe  cumplir 
con  su  obligación  sin  reparar  en   res- 
petos ajenos.  —  También  significa  que 
uno  hace  alguna  cosa  por  cumplir. 
Cumplir  con  uno,  o  con  una  cosa. 

Satisfacer  la  obligación  o  cortesía  que 
se  tiene  para  con   él,    con   su   capri- 
cho, etc. 
Cumplir  con  todos. 

Hacer  a  cada  uno  el  obsequio  que  le 
corresponde. 
Cumplir  uno  por  otro. 

Hacer  una  expresión  o  cumplido  en 
nombre  de  otro. 


Hacer  alguna  cosa/or  cumplir. 

Por  cortesía,  o  por  no  caer  en  falta. 
CUMQUIBUS.  —  Tener  mucho  cumqui- 
bus. 

Ser  rico;  poseer  mucho  dinero. —  En 
el  estilo  familiar  se  emplean  como  mo- 
dismos castellanos  varias  locuciones 
latinas,  muchas  de  ellas  procedentes 
del  latín  eclesiástico,  en  su  recto  signi- 
ficado unas  veces  y  alterándose  otras; 
pero  siempre  en  consonancia  con  la 
idea  que  representan,  restos  venera- 
bles de  la  culta  latiniparla.  En  el  pre- 
facio de  la  misa  se  dice:  Cum  ouibus  et 
nostras  voces  ut  admitli  juicas  depreca- 
mur  supplici con/esione  dicentes,  refirién- 
dose la  primera  parte  de  la  frase  nada 
menos  que  a  los  Ángeles,  las  Domina- 
ciones, las  Potestades,  los  Cielos,  las 
Virtudes  de  los  Cielos  y  los  bienaven- 
turados Serafines,  para  que  el  Señor  se 
digne  admitir  nuestra  humilde  confe- 
sión al  llamarle  tres  veces  santo;  como 
si  se  dijera:  «Señor,  lo  que  inclinará 
acaso  en  favor  nuestro  la  balanza  es 
el  cumquibus,  pues  nuestras  voces  son 
harto  débiles  para  que  las  oigas.»  Y 
como  de  tejas  abajo  lo  más  importante 
para  los  que  tienen  salud  es  el  dinero, 
de  ahí  que  se  tomara  como  sinónimo 
de  éste  la  palabra  cumquibus. 
CUNA. — Ennoblece  la  cuna  al  hombre,  pero 
más  conquistarse  un  nombre. 

Manifiesta  que  la  verdadera  nobleza 
es  la  que  cada  uno  adquiere  con  la  ri- 
queza del  propio  trabajo. 
Lo  que  se  aprende  en  la  cuna,  siempre 
dura. 

Las  costumbres  que  se  adquieren  en 
la  niñez,  no  se  olvidan  tan  fácilmente, 
ni  se  dejan. 
No  olvide  su  cuna  quien  haga  fortuna. 

Contra  aquellos  que  siendo  de  hu- 
milde origen  llegan  a  ser  acaudalados, 
y  entonces  tratan  con  desprecio  a  los 
que  son  menos  que  ellos,  sin  recordar 
sus  principios.— No  olvidaré  jamás,  aun- 
que calle  su  nombre,  a  un  acaudalado 
banquero  que  conocí  siendo  muy  joven, 
que  vino  desde  el  Noroeste  de  España 
a  Cádiz,  desempeñando  el  oficio  de 
mozo  de  cuerda.  Cuando  a  fuerza  de 
honradez  y  trabajo  llegó  a  manejar  mi- 
llones, mandó  hacer  una  palanca   de 


CUNEARSE 


—  278 


CUREÑA 


plata  maciza,  que  colocó  en  el  lugar  más 
visible  de  su  suntuoso  despacho  y  que 
mostraba  con  orgullo  a  todos  los  que 
iban  a  visitarle. 
CUNEARSE.  —  Cunearse  una  persona. 

Moverse  de  un  lado  para  otro;  ba- 
lancearse. 
CUNERO.  —  Ser  un  cunero. 

Se  dice  del  diputado  a  Cortes  im- 
puesto por  el  Gobierno  en  un  distrito 
donde  no  le  conocen. 
CUÑA.  —  No  hay  peor  cuña  que  la  de  la 
misma  madera,  o  del  mismo  palo. 

Por  lo  regular,  ninguno  es  peor  para 
enemigo  que  el  que    ha   sido  amigo, 
compañero,  etc.,  o  es  del  mismo  oficio 
o  familia. 
Ser  buena,  o  mala,  cuña. 

Aplícase  a  toda  persona  gruesa  que 
se  introduce  entre  varias  otras  que  se 
hallan  bastante  apretadas,  con  lo  cual 
proporciona  la  molestia  consiguiente  a 
las  demás.  —  Dícese  en  el  primer  con- 
cepto de  la  persona  a  quien  se  interpo- 
ne como  recomendación  para  el  logro 
de  un  negocio  o  empresa. 
Donde  no  valen  cuñas,  aprovechan  uñas. 

Lo  que  no  se  consigue  por  la  fuerza, 
se  logra  con  maña  e  industria. 
CUÑADO.  —  Al  cuñado,  acúñalo;  y  al  pa- 
riente, ayúdalo. 

Indica  el   trato  que  debe  dárseles, 
respectivamente. 
¿Cuñados  e?i  paz  y  junios?  No  hay  duda 
que  son  difuntos. 

Explica  la  enemistad  con  que  suelen 
vivir  entre  sí  los  cuñados. 
CUPIDO.  —  Quien  se  burle  de  Cupido, 
presto  llorará  rendido. 

Manifiesta  que  los  que  más  se  ríen 
del  amor,  suelen  ser  los  que  más  pron- 
to se  ven  presos  en  sus  redes. 
Ser   un  Cupido,  o  más  enamorado  que 
Cupido. 

Dícese  del  hombre  que  se  enamora 
con  suma  facilidad  de  cuantas  mujeres 
ve  o  trata. 
CURA. — ¡Bueno  está  el  cura  para  ser- 
mones! 

Expresión  que  se  usa  cuando  a  una 
persona  que  está  disgustada  o  pre- 
ocupada por  sus  asuntos,  reprende 
otra  por  cuestiones  que  no  le  intere- 
san tanto. 


Cuando  el  cura  lo  dice,  estudiado  lo  tiene' 
Significa   que    lo  que   una   persona 
dice,  lo  sabe  de  buena  tinta  y  no  hay 
que  ponerlo  en  duda. 
Cura  nuevo,  santos  bailando,  o  en  danza. 
Por  lo  regular,  el  que  toma  posesión 
de  un  destino,  empieza  por  introducir 
alguna  variación  o  novedad  en  el  régi- 
men de  su  dependencia  respecto  a  lo 
establecido  por  su  antecesor. 
No  se  acuerda  el  cura  de  cuando  fué  sa- 
cristán. 

Reprende  a  aquel  que  habiendo  sido 
elevado  a  un  empleo  o  alta  categoría, 
o  no  hace  caso  de  los  de  su  antigua  es- 
fera^ castiga  con  rigor  los  defectos  que 
él  cometió  y  debe  disimular. 
¡Para  ti  se  peyó  el  cura!  Algunos  añaden: 
Y  dijo :  Para  la  criatura. 

Frase  empleada  para  quitar  la  ilusión 
que  uno  se  ha  forjado  de  que  es  para 
él  aquello  de  que  se  trata.— V.  Limpíate 
la  boca,  que  la  tienes  de  huevo,  o  No  te 
compongas,  o  No  te  ensanches,  culo,  que 
no  es  para  ti  la  ayuda. 
Sucederle  a  alguno  lo  que  al  cura  de  Tre- 
bujena,  que  se  murió  de  sentir  penas 
ajenas. 

Contra  los  que  se  preocupan  por  lo 
que  no  les  va  ni  les  viene. 
Cuando  los  curas  se  van  a  peces,  ¿qué  ha- 
rán los  feligreses? — V.  Si  el  prior  juega 
a  los  naipes,  ¿qué  harán  los  frailes? 
Los  curas,  de  las  muertos  viven. 

Porque  cobran  los  entierros,  funera- 
les y  misas  de  difunto. 
CURA.  —  Alargar  uno  la  cura. 

Prolongar  sin  necesidad  un  negocio, 
cuando  al  que  lo  alarga  se  le  sigue  de 
esto  alguna  utilidad. 
Encarecer  uno  la  cura. 

Exagerar  lo  que  hace  por  otro,  para 
que  éste  se  lo  agradezca  o  recompen- 
se más. 
Entrar,  o  meterse,  o  ponerse,  uno  en  cura. 
Emprender  o  empezar  la   curación 
de  un  achaque  o  enfermedad  crónica. 
CURAR.  —  Como  te  curas,  duras. 

Recomienda  cuánto  conviene  el  cui- 
darse bien  para  prolongar  la  vida. 
CUREÑA.  —  A  cureña  rasa. 

Al  natural,  sin  nada  sobrepuesto, 
aplicándose  también  a  todo  aquello  que 
carece  de  cubierta,  defensa  o  abrigo. 


CURIANA 


279  — 


CUTIS 


«Quitó  las  barbas  de  los  farsantes, 
•que  hasta  entonces  ninguno  represen- 
taba sin  barba  postiza,  e  hizo  que  todos 
representasen  a  cureña  rasa,  si  no  era 
los  que  habían  de  representar  los  vie- 
jos u  otras  figuras  que  pidiesen  mu- 
danza de  rostro.»  (Cervantes,  prólogo  a 
sus  Comedias.) 
•CURIANA.  —Parece  que  le  han  chupado  las 
curianas. 

Dícese  de  toda  persona  escuálida, 
aludiendo  al  estado  de  consunción  en 
que  vienen  a  quedar  los  pollos,  cuando 
les  chuparfla  sangre  por  el  ano,  las  cu- 
rianas, cucarachas  o  correderas. 
CURRITO.  -  No  me  diga  usted  Currito, 
porque  me  derrito. 

Manera  de   indicar  a  una  persona, 
sobre  todo  si  es  del  sexo  bello,  que  no 
nos  alabe  o  ensalce  más. 
-CURRUTACO.  -  Don  Currutaco,  cada 
uno  fume  de  su  tabaco. 

Expresa  que  cada  uno  debe  valerse 
de  sus  medios,  sin  contar  con  los  de  los 
demás,  abusando  así  de  lo  ajeno. 
Ser  un  currutaco. 

Persona  muy  afectada  en  el  uso  ri- 
guroso de  las  modas. 
CURSI.  —  Ser  un  cursi. 

Dícese  de  la  persona  que  presume 
de  fina  y  elegante  sin  serlo.  —  Aplíca- 
se también  a  lo  que,  con  apariencia  de 
elegancia  o  riqueza,  es  ridículo  y  de 
mal  gusto.  El  origen  de  la  palabra  es 
el  siguiente: 

A  mediados  del  siglo  pasado  vivía 
en  una  de  las  más  bellas  ciudades  de 
Andalucía  una  familia  que  llevaba  el 


apellido  de  Sicur,  parte  de  la  cual  la 
componían  varias  hermanas  que,  vis- 
tiendo con  lujo,  lo  hacían  con  ridicula 
afectación,  atendidas  las  leyes  de  la 
despótica  e  inexorable  moda.  Unos  jó- 
venes de  buen  humor,  pertenecientes 
a  las  clases  más  distinguidas  de  aquella 
localidad,  aficionados  a  burlarse  hasta 
de  su  sombra,  y  que  para  entenderse 
mejor,  en  sus  reuniones  privadas  habían 
adoptado  un  lenguaje  especial  tan  sólo 
de  ellos  conocido,  consistente,  por  lo  re- 
gular, en  el  uso  de  la  metátesis,  dieron 
en  llamar  cur-si  a  toda  persona  que  en 
su  modo  de  vestir  lujoso,  pero  desgar- 
bado, era  una  viva  imitación  de  aque- 
llas señoras,  así  como  a  todo  objeto 
chocarrero  o  poco  elegante,  aun  cuando 
de  valor. 

CURSOS.— Cursos,  o  pujos,  por  mayo,  sa- 
lud para  todo  el  año. 

A  la  llegada  de  la  primavera  es  con- 
veniente depurar  la  sangre  por  medio 
de  un  purgante  ligero.  Si  la  naturaleza 
obra  por  sí  misma,  haciendo  los  efectos 
que  había  de  producir  la  medicina, 
tanto  mejor. 

CURTIR.— Estar  curtido  en  una  cosa. 

Estar  acostumbrado  a  ella,  o  diestro 
en  hacerla. 

CUTIS. — Delicado  de  cutis,  pero  no  de  con- 
ciencia. 

Aplícase  a  aquel  que  no  tolera  se  le 
falte  o  moleste  en  lo  más  mínimo,  mien- 
tras él  se  comporta  atropellada  o  injus- 
mente  con  los  demás. 
Ser  delicado  de  cutis.  — V.  Ser  blando  de 
carona,  segunda  acepción. 


CH 


CHACOTA.  —  Echar  uno  a  chacota  una 

cosa. 

Meterla  a  bulla,  desentendiéndose  de 
ella.  —  Con  el  verbo  hacer  y  la  prepo- 
sición de  pospuesta,  significa  burlarse, 
reírse  o  mofarse  de  ella. 
CH  AF  ALDIT  AS.— Dejarse  de,  o  no  andar 
con,  chafalditas. 

Hablar  seriamente. —  Dejarse  de  bro- 
mas o  tonterías. 
CHAFALMEJAS.  —  Ser  un  chafalme- 
jas. 

Persona  tonta,  insubstancial,  de  poco 
respeto  y  a  veces  hasta  despreciable. 
CHAMBA.  —  Acertar  por  chamba. 

Hacer  o  salir  una  cosa  por  casuali- 
dad. —  Está  tomada  esta  frase  del  jue- 
go de  billar,  en  que  se  llama  así  la  ca- 
rambola que  sale,  no  porque  el  juga- 
dor la  hubiese  pensado,  sino  porque  las 
bolas  se  reunieron  fortuitamente.  De 
aquí  el  llamar  chambón  al  mal  jugador 
que  hace  las  carambolas  de  esa  ma- 
nera. 
CHAMORRO.  —  Tío  Chamorro,  eso  me 
ahorro. 

Expresión  usada  cuando,  teniendo 
que  hacer  algún  gasto,  se  encuentra 
uno  con  que  no  es  así,  porque  otro  lo 
ha  hecho  ya  por  nosotros,  porque  es 
más  barato  de  lo  que  creíamos,  o  por 
cualquiera  otra  circunstancia  que  nos 
exime  del  pago. 
CHAxMUSCADO.— Estar  chamuscado. 

Dícese  de  la  persona  que  está  indi- 
ciada o  tocada  de  algún  vicio  o  pasión. 
CHAMUSQUINA.  —  Oler  a  chamus- 
quina. 

Frase  empleada  cuando  se  teme  que 
un  asunto  acabe  mal,  como  una  dis- 
puta acalorada,  etc. — Aplícase  también 
a  los  discursos,  palabras  u  obras  con 
tendencias  heterodoxas. 


CHANA.  —  Para  lo  que  es  Chana,  buena 
es  Juana.— V.  Para  quien  es  padre,  bás- 
tale madre. 
CHANADA.  —  Jugarle  a  uno  una  cha- 
nada. 

Hacerle  una  jugarreta;  chasquearle,, 
irrogarle  a  sabiendas  algún  perjuicio. 
CHANCLETA.  —  Ser  un  chancleta. 

Dícese  de  la  persona  poco  hábil  en 
la  ejecución  de  una  cosa. 
CHANCLO. —Desde  que  te  vi  con  los  chan- 
clos de  palo,  dije  para  mi:  ¡Malo,  malo,, 
malo! 

Da  a  entender  que  augura  uno  mal 
de  alguna  persona  o  cosa,  fundado  en 
los  antecedentes  desfavorables  que  tie- 
ne a  la  vista. 
CHANCHO.  —  Chancho  limpio  nunca  en- 
gorda. 

El  que  procede  recta  y  honradamen- 
te en  la  administración  de  caudales,  no 
se  enriquece. 
Quedar  uno  como  un  chancho. 

Comportarse  de  una  manera  baja  y 
ruin. 
Hacer  callar  a  un  chancho  a  azotes. 

Poner  medios  inoportunos  para  con- 
seguir un  fin,  como  ocurre  con  el  cer- 
do, que  mientras  más  le  pegan,  más- 
grita. 
CHANZA.  —  En  chanza  o  en  veras,  con  tu 
amo  no  partas  peras. 

Encarece  el  respeto  que  debe  tener- 
se a  los  superiores,  aunque  éstos,  por 
bondad,  parezca  que  dan  ciertas  con- 
fianzas. 
Entre  chanza  y  broma.  —  V.  Burla  bur- 
lando, o  Entre  burla  y  juego,  o  En  tono- 
de  BROMA. 

Chanzas,  cuantas  quieras;  pero  no  llegar 
a  las  alforjas,  que  se  desmigaja  el  pan. — 
V.  No  hay  amigo  ni  hermano  si  no  hay 
dinero  de  mano. 


CHAO 


—  281  — 


CHICO 


No  estar  para  chanzas. 

No  tener  ganas  de  sufrir  bromas.  — 
Estar  de  mal  humor. 
CHAO.  —  Eso  es  chao,  chao. 

Úsase  para  indicar  que  una  persona 
emplea  mucha  palabrería;  siendo  equi- 
valente a  tarabilla,  verbosidad,  facun- 
dia, garrulería,  charla,  etc.  Es  frase 
anticuada,  pero  clásica,  pues  puede  ver- 
se usada  en  Quevedo,  Mendoza  y  Co- 
rreas. 
CHAPA.  —  Ser  alguna  persona  de  chapa, 
o  chapada. 

Ser  persona  formal,  juiciosa. 
CHAPADO.  —  Estar  chapado  a  la  an- 
tigua. 

Dícese  de  la  persona  apegada  a  ideas 
o  costumbres  añejas. 
CHAPARRÓN.  —  Aguantar  el  chapa- 
rrón. 

Sufrir  resignadamente  lo  que  digan 
y  hagan  otros  en  contra  nuestra  cuan- 
do es  con  fundamento,  o  cuando  nos 
conviene  usar  de  prudencia. 
CHAPÍN.  —  Con  deseos  de  chapín,  metí  los 
pies  en  un  celemín.  —  V.  Por  falta  de 
chapín  metí  mis  pies  en  un  celemín. 
Por  falta  de  chapín  metí  mis  pies  en  un 
celemín. 

Dícese  de  aquellos  que,  deseosos  de 
algo,  no  reparan  en  los  medios  de  sub- 
sanar su  falta. 
Poner  chapines,  o  en  chapines. 

Antiguamente  equivalía  a  casar  a  una 
doncella  o  ponerla  en  estado.  —  Elevar 
a  uno  a  dignidad  o  puesto  superior  a 
sus  merecimientos. 
CHAPITEL.  —  A  los  más  altos  chapite- 
les amenaza  el  rayo. 

Indica  que  las  personas  de  posición 
más  elevada  son  las  expuestas  a  des- 
cender de  su  fortuna;  golpe  tanto  más 
sensible  cuanto  mayor  sea  ésta. 
CHAPUZA.  —  Caer  una  chapuza. 

Trabajar  en  una  cosa  de  poca  mon- 
ta.— Hacer  una  cosa  mal,  de  mala  gana. 
CHAPUZÓN.  —  Darse  un  chapuzón. 

Remojarse  en  el  agua,  especialmente 
cuando  es  de  un  modo  inesperado. 
CHAQUETILLA.  —  Ser  argumento,  o  ló- 
gica, o  raciocinio,  etc.,  de  chaquetilla 
ajustada. 

Ser  tan  clara  y  evidente  una  cosa, 
que  no  admite  réplica. 


CHARADA.  —  Ser  una  charada.  —Véa- 
se Ser  un  jeroglífico. 
CHARCO.  —  Charco  de  granizo,  hiél  y 
romadizo. 

Indica  lo  perjudicial  que  son  para  la 
salud  las  aguas  que  proceden  de  las 
granizadas. 
Pasar  el  charco. 

Se  da  familiarmente  el  nombre  de 
charco  al  mar;  de  ahí  la  frase  prece- 
dente, que  significa  embarcarse,  nave- 
gar o  haber  navegado,  etc. 
CHARLATÁN.—  Charlatán  j'  valentón, 
dos  cosas  en  una  son. 

Manifiesta  que  los  que  echan  muchas 
bravatas  y  profieren  más  amenazas  son 
los  que,  llegado  el  momento  de  mostrar 
su  valor,  hacen  menos. 
CHAROL.  —  Calzarse  uno  las  de  charol- 
Obtener  suerte  favorable  en  un  ne- 
gocio, especialmente  si  es  inesperadav 
Darse  uno  charol. 

Darse  una  importancia  que  no  se  me- 
rece. —  V.  Darse  tono. 
CHARRA.  —  Estar,  o  ir,  bien  charra  una 
persona. 

Presentarse  adornada  con  perifollos 
extravagantes,  colores  chillones,  inusi- 
tados atavíos,  etc.  —  Se  usa  casi  exclu- 
sivamente hablando  del  bello  sexo. 
CHATO.  —  A  los  chatos  los  tienta  el  dia- 
blo siete  veces  al  día. 

Expresa,  infundadamente,   que   son 
gente  de  malas  inclinaciones. 
CHAVETA.  -  Perder  la  chaveta. 

No  saber  alguno  lo  que  se  hace; 
obrar  a  tontas  y  a  locas;  disparatar, 
desatinar;  portarse  como  si  realmente 
hubiera  perdido  el  juicio  o  careciera 
de  sentido  común. 
CHICA.  —  Con  chica  brasa  se  enciende  una- 
casa. 

Pequeñas    causas    suelen    producir 
grandes  efectos. 
Haber  chica  con  grande.  —  V.  Arroz  y 
gallo  mt/erto. 
CHICO.  —  Chico  con  grande. 

Expresión  de  que  se  usa  cuando  se 
trata  de  ajustar,  vender  o  despachar 
algunas  cosas  desiguales  en  tamaño  o 
calidad. 
Chico  de  plaza,  chico  de  mala  raza. 

Significa  que  los  muchachos  que  se 
crían  en  la  calle  sin  el  cuidado  directo 


CHICHA 


CHINCHE 


de  los  padres,  suelen  salir  mal  educados 
por  los  resabios  que  cogen,  así  como 
por  los  ejemplos  nada  edificantes  que 
tienen  a  la  vista. 
Chico  llorón,  boca  abajo  y  bofetón. 

Procedimiento  recomendado  para  co- 
rregir a  las  criaturas  que  tienen  el  vicio 
de  llorar  mucho  y  por  cualquier  cosa. — 
Excusado  es  decir  que  la  palabra  bofe- 
tón debe  entenderse  por  azote. 
Be  chico  dirás,  o  verás,  qué  grande  harás. 
La  índole  o  condición  de  una  persona 
se  suele  revelar  desde  la  infancia. 
Estar  como  chico  con  zapatos  nuevos. 

Dícese  de  la  persona  que  manifiesta 
mucha  alegría  por  algo  que  le  han  dado, 
le  ha  sucedido,  etc. 
Hacer  chico  a  uno. 

Menospreciarle,  rebajarle;  no  tenerle 
para  nada  en  cuenta. 
Más  contento  que  chico  con  palma  en  día 
de  Ramos.  —  V.  Estar  como  chico  con 
zapatos  nuevos. 
Ni  ofrezcas  a  chico,  ni  pidas  a  rico. 

En  el  primer  caso  no  nos  dejará  en 
paz  hasta  que  cumplamos  la  oferta;  en 
el  segundo  (salvo  raras,  pero  honrosas 
excepciones)  no  conseguiremos  nada. 
Si  de  chico  eres  tan  bruto,  ¿qué  será  cuan- 
do mayor? 

Pronóstico,  no  muy  desprovisto  de 
razón,  que  se  suele  dirigir  a  los  que  en 
sus  cortos  años  no  muestran  condicio- 
nes muy  recomendables. 
*SV  eres  chico  y  vas  cotí  un  grande,  no  ha- 
brá quien  te  hable . 

Satiriza  a  aquellos  que,  por  frecuen- 
tar el  trato  de  personajes,  llegan  a  in- 
fatuarse hasta  el  punto  de  creerse  su- 
periores a  los  demás  mortales. 
CHICHA.  —  No  ser  uno,  o  una  cosa,  chi- 
cha ni  limoná  (limonada). 

No  tener  carácter  determinado. —  No 
servir  para  nada. 
Ser  alguna  cosa  de  chicha  y  nabo. 

Dícese  de  las  cosas  que  son  de  poca 
importancia  o  despreciables. 
Tener  pocas  chichas. 

Ser  de  pocos  alientos;   tener  pocas 
carnes  o  fuerzas. 
CHICHARRA.  —  Cantar  como  una  chi- 
charra. 

Dícese  del  que  canta  mucho  y  mal, 
importunando  a  los  oyentes. 


Cantar  la  chicharra. 

Hacer  gran  calor. — Alúdese  a  que  en 
el  verano  es  cuando  más  canta  este  in- 
secto. 
Hablar  uno  como  una  chicharra. 

Refiérese  a  las  personas  que  hablan 
exageradamente,  muy  de  prisa  y  sin 
dejar  meter  baza  a  los  demás. 
CHICHARRÓN.  —  Estar  como  un  chi- 
charrón. 

Aplícase  a  la  carne  u  otra  vianda 
cuando  está  muy  requemada,  y  tam- 
bién a  las  personas  cuyo  cutis  se  halla 
muy  tostado  por  el  sol. 
CHICHOS.  —  Chichos  y  calabazón,  cuan- 
do no  los  tengo  al  fuego,  apúsllame  el  co- 
razón. 

Refrán  asturiano  que  indica  que  cuan- 
do al  campesino  le  faltan  los  chicharro- 
nes y  los  calabacines,  carece  de  lo  prin- 
cipal en  las  comidas. 
CHILENO.  —  ¿Chileno  y  bueno?...  El  que 
no  se  lleva  el  bozal,  se  lleva  el  freno. 

Indica  lo  ladrones  que  son  los  gau- 
chos chilenos  que  hacen  sus  correrías 
por  las  regiones  de  los  Andes. 
El  chileno  que  no  se  va  con  la  muía,  se  va 
co?i  el  freno.— V.  ¿Chileno  y  bueno?...,  etc. 
CHILINDRINAS.—  Dejarse  de  chilin- 
drinas. 

No  estar  para  bromas. 
CHILLADO.  —  Estar  para  chillado. 

Ser  digno  de  que  se  le  alabe.  -  Acla- 
marlo con  palabras  entusiastas  y  cari- 
ñosas. 
CHIMENEA. —  Caerle  a  uno  una  cosa  por 
la  chimenea. 

Lograrla  cuando  menos  la  esperaba, 
y  sin  haber  hecho  trabajo  alguno  para 
conseguirla. 
CHINA. —  Tocarle  a  uno  la  china. 

Corresponderle  lo  más  malo  en  algún 
asunto. 
CHINCHE.— Ser  más  pesado  que  un  chin- 
che. 

Aplícase  al  sujeto  por  extremo  por- 
fiado y  enojoso,  con  alusión  al  insecto 
de  este  nombre,  que  en  tanto  que  es 
perseguido  y  no  cogido  por  el  pacien- 
te, vuelve  a  picar  siempre  en  el  mismo 
sitio  donde  lo  hizo  por  vez  primera. 
Ser  uno  un  chinche. 

Dícese  de  toda  persona  que  es  mo- 
lesta o  fastidiosa. 


CHINO 


—  283 


CHISME 


Tener  uno  chinche  en  el  ojo. 

Estar  apercibido  para  no  dejarse  en- 
gañar. 
.¡A  volar,  que  hay  chinches! 

Modo  festivo  de  decirle  a  uno  que 
se  dé  prisa  en  lo  que  está  ejecutando, 
■o  que  se  ausente  luego  del  sitio  en  que 
se  halla. 
Caer,  o  morir,  como  chinches. 

Frase  ponderativa  que  se  emplea 
para  demostrar  una  gran  mortandad, 
bien  en  una  batalla,  bien  en  una  epide- 
mia, accidente,  etc. 
.No  haber  más  chinches  que  la  manta 
llena. 

Pondera  la   excesiva  abundancia  de 
alguna  cosa  molesta  y  perjudicial. 
Tener  uno  de  chinches  la  sangre. 

Ser  sumamente  pesado,  incómodo, 
fastidioso  y  calmoso. 
CHINO. — Engañar  a  uno  como  a  un  chino. 
Aludiendo  a  la  opinión,  poco  funda- 
da, de  que  los  chinos  son  simples,  equi- 
vale a  burlarse  de  uno  aprovechándose 
de  su  inocencia. 
Tener  la  cabeza  más  pelada  que  un  chino. 
Aplícase  a  la  persona  que  está  com- 
pletamente calva  o  rapada,  aludiendo 
a  la  costumbre  que  tienen  los  natura- 
les de  la  China  de  afeitarse  la  cabeza, 
dejándose  tan  sólo  un  copete  o  tupé;  o 
bien  a  la  lisura  de  las  piedras  redondas 
y  peladas  que  sirven  para  cubrir  el  suelo 
de  las  calles,  tal  vez  llamadas  chinos  por 
la  conformidad  que   presentan  con  la 
cabeza  de  los  naturales  del  citado  país. 
¿Somos  chinos?,  o  ¿Somos  como  los  chi- 
nos? 

Pregunta  que  se  dirige  a  aquel  que 
pretende  engañarnos,  para  manifestar- 
le con  ella  que  no  es  fácil  lo  consiga. 
CHÍO. —  ¿Chio,  chio  sobre  mi  trigo} 

Da  a  entender  que  algunos  riñen,  se 
apesadumbran  y  discuten  sobre  lo  que 
no  les  atañe,  aludiendo  al  ruido  de  los 
gorriones  sobre  el  trigo  ajeno. 
CHIQUILLO.  —  Ponerse  como  el  chiqui- 
llo del  esquilador.  —  V.  Ponerse  como 
choto  con  dos  madres. 
CHIQUITA.  —  Es  chiquita,  pero  hon- 
dita. 

Dícese  de  todo  aquello  que,  aparen- 
tando ser  malo,  si  se  estudia  interior- 
mente, resulta  todavía  mucho  peor. 


La  que  está  de  condenarse,  desde  chiquita 
no  reza. 

Manifiesta  que  cuando  ha  de  suceder 
una  cosa,  todos  los  antecedentes  son 
convergentes  al  mismo  fin. 
Andarse  cotí  chiquitas. 

Usar  de  contemplaciones,  pretextos, 

o  rodeos  para  esquivar  o  diferir  una 

medida  o  una  obligación.  Casi  siempre 

se  usa  en  sentido  negativo. 

CHIQUITO.  —  Hacerse  uno  el  chiquito. 

Disimular  lo  que  sabe  o  puede  hacer, 

como  sucedería  con  un  chico  o  niño,  de 

quien  no  se  podría  esperar  que  dijese 

otra  cosa. 

CHIRIBITAS.-^/for  chirlbitas.-Véa- 

se  Echar  chispas. 
CHIRINOLA.  —  Estar  de  chirinola. 
Estar  de  fiesta  o  de  buen  humor. 
CHIRIPA.  —  Tener,  o  alcanzar,  por  chi- 
ripa. 

Hacer  suerte;  proporcionársele  a  uno 
ocasión  de  medrar,  reponerse,  etc. — 
Conseguir  una  cosa  por  casualidad,  o 
por  chamba. 
CHIRLOS.  —  Adivino,  adivinan,  chirlos 
mirlos,  ¿cuántos  son} 

Dícese  para  burlarse  de  aquellas  per- 
sonas que  pretenden  darse  importan- 
cia diciendo  que  no  ignoran  nada  de 
todo  lo  que  pasa. 
CHISGARABÍS.  —  Ser  un  chisgarabís. 
Aplícase  al  hombre  entremetido,  bu- 
llicioso y  de  poca  importancia,  singu- 
larmente si  es  de  cuerpo  pequeño  y  de 
no  muy  buena  figura. 
CHISGUETE.— Echar  un  chisguete. 

Beber  un  sorbo,  una  pequeña  canti- 
dad, generalmente  de  vino. 
Escupir  de  chisguete. 

Lanzar  la  saliva  de  medio  lado,  a  lo 
majo,  provocativamente. 
CHISME.  —  El  chisme  agrada,  pero  el 
chismoso  enfada.  —  V.  La  traición  apla- 
ce, pero  no  el  que  la  hace. 
Ser  un  chisme. 

Dícese  de  toda  persona  inútil  y  des- 
preciable. 
Ser  chismes  de  vecindad. 

Murmuraciones,  hablillas  y  a  veces 
altercados  que  versan  sobre  asuntos 
de  poca  entidad,  y  que  por  lo  mismo 
deben  ser  despreciados  por  toda  per- 
sona sensata.  —  Dícese  también  de  cata- 


CHISPA 


284  — 


CHORREADERO 


panario,  con  aplicación  a  los  cuentos 
de  lugar  o  chismes  de  pueblo. 
CHISPA.— Coger  una  chispa. 

Embriagarse.— Es  uno  de  tantos  nom- 
bres como  se  dan  a  la  borrachera,  que 
quizá  es  la  palabra  más  bautizada  en 
nuestro  idioma,  como  lo  demuestran 
los  epítetos  de  cogorza,  curda,  filoxera, 
melopea,  merluza,  mona,  mordaga,  papa- 
lina, tajada,  toquilla,  tranca,  túnica,  tur- 
ca, violtna,  etc. 
Ser  uno  una  chispa. 

Aplícase  a  las  personas  ágiles,  vivas 
e  ingeniosas,  particularmente  si  son  de 
pequeña  estatura. 
Si  quieres  que  la  chispa  no  te  haga  daño, 
échale  un   remiendo  del  mismo  paño.  — 
V.  Un  clavo  saca  otro  clavo. 
Una  chispa  enciende  una  llama  grande. — 
V.  Con  chica  brasa  se  enciende  una  casa. 
Echar  chispas. 

Dar  muestras  de  enojo,  cólera  o  furor; 
prorrumpir  en  amenazas,  etc. 
CHISPAZO.  —  Recibir  un  chispazo. 

Sufrir  una  mala  noticia  de  sopetón; 
sin  estar  preparado  para  recibirla. 
CHISTAR.  —  No  atreverse  a  chistar. 

No  atreverse  a  decir  nada;  a  replicar. 
Sin  chistar  ni  mistar. 

Hacer  una  cosa  sin  oponer  protesta; 
sin  decir  oxte  ni  moxte;  sin  replicar. 
CHISTE.  —  Caer  uno  en  el  chiste. 

Advertir  el  fin  disimulado  con  que 
se  dice  o  hace  alguna  cosa. 
CHISTERA.  —  Parecer  una  chistera. 

Dícese  vulgarmente  de  todo  sombre- 
ro descomunal  y  en  mal  estado. 
CHITA.  —  Dar  en  la  chita.  -  V.  Dar  en 

el  HITO. 

No  dársele  a  uno  dos  chitas  de  una  cosa. — 
V.  No  dársele  a  uno  un  bledo  de  alguna 
cosa. 
Tirar  uno  a  dos  chitas.  — V.  Jugar  con, 
o  tener,  dos  barajas. 
CHITACALLANDO.  —  Hacer  una  cosa  a 
la  ch  i  tac  al  lando,  o  a  la  chiticallando. 
Con  mucho  silencio,  sin  meter  rui- 
do, o  de  modo  que  no  se  sientan  las 
pisadas. —  Con  toda  reserva  o  con  gran 
disimulo. 
CHIVO.  —  Parecer  un  chivo. 

Aplícase  a  los  que  llevan  la  barba 
larga  y  puntiaguda,  como  sucede  a  los 
chivos. 


CHOCLO.  —  Dejar,  o  encajar,  o  meter,  a 
uno  el  choclo. 

Echar  a  uno  la  culpa  de  algo. — Enco- 
mendarle un  trabajo  penoso,  que  nos- 
otros no  queremos  hacer. —  Choclo,  en 
la  Argentina,  donde  se  usa  esta  frase, 
es  la  mazorca. 
CHOCOLATE.  — Chocolate  que  no  tiñe, 
claro  está. 

En  sentido  recto  tiene  poco  uso,  si- 
quiera aplicado  a  esa  bebida  o  a  todo 
líquido,  aunque  no  sea  potable,  que  de- 
biendo hallarse  más  o  menos  espeso,  no 
lo  está.  Tiene,  pues,  más  aplicación  en 
el  terreno  figurado,  y  es,  tratándose  de 
expresar  que  una  cosa  es  tan  evidente 
de  suyo,  que  no  necesita  ser  explicada 
para  comprenderla. 
Eso  no  cuela,  o  no  pasa,  ni  con  chocolate. 

Dícese  familiarmente  de  todo  aque- 
llo que  no  se  presta  a  ser  creído  fácil- 
mente, o  que  es  de  difícil  solución.  — 
Alude  probablemente  a  que  ciertas  me- 
dicinas de  sabor  desagradable,  verbi- 
gracia, la  jalapa,  se  hacen  más  llevade 
ras  diluyéndolas  en  dicha  bebida. 
No  se  hizo  el  chocolate  para  muías  de 
colleras.  —  V.  No  se  hizo  la  mibl  para  la 
boca  del  asno. 
Suprimir  el  chocolate  del  loro. 

Tratándose  de  economías,  el  ahorro 
que  carece  de  verdadera  importancia, 
en  atención  a  no  producir  resultados 
tangibles,  y  que  más  bien  que  de  aho- 
rro podría  ser  calificado  de  tacañería. 
CHOCHO.  —  Estar  chocho. 

No  saber  lo  que  se  dice  o  se  hace 
una  persona,  por  efecto  de  la  edad,  en- 
fermedad, etc.— Estar  muy  enamorado 
o  atontado  de  puro  cariño. 
CHOPO.  —  Cargar  con  el  chopo. 

Ir  a  servir  al  rey;  ser  soldado.  —  El 
chopo  equivale  al  fusil. 
CHORLITO.  —  Ser  un  chorlito.  —  Véa- 
se Tener  cabkza  de  chorlito. 
CHORREADERO  .—  Es  un  chorrea- 
dero. 

Dícese  de  aquel  destino  u  ocupación 
que  en  cortas,  pero  repetidas  cantida- 
des, produce  una  suma  considerable  al 
cabo  de  la  temporada,  a  la  manera  que 
el  líquido  que  se  sale  gota  a  gota  de 
cualquier  receptáculo,  llega  por  último 
a  constituir  una  laguna. 


CHORRETADAS 


—  285 


CHUPAR 


CHORRETADAS.  —  Hablar  a  chorre- 
tadas. 

Hablar  mucho;  muy  de  prisa;  atro- 
pelladamente. 
CHORRILLO.  —  Irse  uno  con,  o  por,  o 
tras,  el  chorrillo. 

Seguir  la  costumbre;  dejarse  llevar 
de  la  corriente. 
Tomar  el  chorrillo. 

Acostumbrarse  o  habituarse  a  hacer 
una  cosa.  —  Tomar  afición,  cobrar  cari- 
ño o  apego  a  la  repetición  de  algo. 
CHORRITO.  —  A  echar  el  chorrito,  y  a 

la  pajita.  — V.  A  mear,  y  a  la  camita. 
CHORRO.  —  Echarle  a  uno  el  chorro.  — 
V.  Ponerle  a  uno  el  gorro. 
Soltar  el  chorro. 

Hablar  impetuosamente  o,  como  sue- 
le decirse,  por  los  codos.  —  Reír  a  car- 
cajadas, con  gran  estrépito.  —  Regañar 
a  una  persona  por  espacio  de  mucho 
tiempo  seguido. 
Ser  como  los  chorros  del  oro. 

Dícese  de  las  personas  que  son  muy 
limpias. —  Aplícase  también  a  las  cosas, 
para  expresar  que  ostentan  gran  niti- 
dez, limpieza  y  hermosura. 
CHOTO.—  Choto  bien  mamado,  bien  duerme. 
Manifiesta  que  el  que  tiene  todas  sus 
necesidades  cubiertas,  no  se  preocupa 
poco  ni  mucho  del  porvenir. 
Ponerse  como  choto  con  dos  madres. 

Comer  o  beber  exageradamente,   a 
toda  satisfacción  del  interesado. 
CHOTUNO.  —  Oler  a  chotuno. 

Dícese  de  aquellas  personas  o  luga- 
res que  despiden  un  olor  parecido  al 
del  ganado  cabrío. 
CHOZ.  —  Dar  choz  una  cosa. 

Llamar  la  atención;  causar  extrañeza 
por  su  novedad. 
^CHUBASCO.  —  Aguantar  el  chabasco. 
Sufrir  con  resignación  el  regaño  que 
se  nos  echa. 
■Cogerle  a  uno  el  chubasco. 

Llegar  a  tiempo  de  presenciar  el  re- 
gaño que  se  dirige  a  otro,  tocándole  de 
paso  algunas  salpicaduras. 
Dejar  pasar  el  chubasco. 

Esperar  a  que  pase  el  mal  humor  de 
una  persona,  para  esquivar  el  regaño 
que  nos  amenazaba. 
Verse  venir  el  chubasco. 

Precaver  el  regaño  que  está  próxi- 


mo a  estallar  por  alguna  falta  que  se 
ha  cometido. 
CHUCHA.  —  No  poder  con  la  chucha. 

Estar  dominado  por  la  pereza. — Sen- 
tir el  desmadejamiento  que  producen 
el  calor,  el  cansancio,  el  aburrimien- 
to, etc. 
CHUECA.  —  Salirle  a  uno  chueca  una 
cosa. 

No  marchar  bien  el  negocio  o  pre- 
tensión que  se  trae  entre  manos. 
CHUFA.  -  Echar  chufas. 

Echárselas  de  valiente;  echar  plantas 
o  bravatas. 
CHULA.—  Estar  más  perdido  que  las  chu- 
las. 

Aplícase  a  aquel  individuo  cuya  vida 
es  vagabunda  y  desastrada,  con  alusión 
a  la  que  llevan  las  mujeres  prostitui- 
das. —  También  se  suele  significar  el 
apuro  en  que  alguno  se  halla  por  care- 
cer de  recursos  pecuniarios  o  por  no 
hallar  expedientes  hábiles  que  le  sa- 
quen del  mal  paso  en  que  está  metido. 
CHULETA.  —  Más  vale  tirar  de  una  chu- 
leta que  de  una  carreta. 

Modo  jocoso  de  decir  que  es  prefe- 
rible disfrutar  de  comodidades  a  sufrir 
trabajos. 
Soltarle  a  uno  una  chuleta. 

Pegarle  en  la  cara,  no  con  toda  la 
mano,  sino  solamente  con  los  dedos,  o 
con  el  dorso  de  la  mano. 
CHULO.  —  O  chulo,  o  marques. 

Indica  que  los  términos  medios  no 
son  convenientes  en  ciertas  cosas. 
CHUPA.  —  Ponerle  a  uno  como  chupa  de 
dómine. 

Insultarle,  regañarle  de  manera  vio- 
lenta. —  Darle  una  fuerte  corrección, 
ya  de  palabra,  ya  de  obra. 
CHUPADERITO.— No  andarse  con,  o  en, 
chupaderitos. 

Aconseja  no  emplear  procedimientos 
leves  para  resolver  una  cosa,  sino  apli- 
car medios  eficaces.  —  No  andar  con 
tonterías. 
CHUPADORCITO.  —  No  andarse  con,  o 
en,  chupadorcitos.  —  V.  No  andarse 
con,  o  en,  chupaderitos. 
CHUPAR.— Chupar  del  bote. 

Desempeñar  un  destino  cómodo  y 
bien  retribuido,  particularmente  si  es 
en  alguna  oficina  del  Estado. 


CHUPARRESCOLDO 


—  286 


CHUZOS 


Chúpate  ¿say  vuelve  por  otra. 

Frase  empleada  cuando  se  dirige  al- 
guna pulla,  generalmente  embozada,  a 
una  persona  que  está  presente. 
Yo  chupo  y  tú  escupes. 

Dícese  de  aquellos  asuntos   en  que 
uno  pone  todo  el  trabajo  y  otro    se 
lleva  toda  la  utilidad. 
CHUPARRESCOLDO.  —  Ser  una  cosa 
de  chuparrescoldo  y  irágatelascua. 

Ser   excesivamente   notable   en   su 
línea. 
CHUPETE.— Ser  una  cosa  de  chupete.— 

V.  Ser  de  rechupete. 
CHURRETE.—  Tomar  a  uno  para  el  chu- 
rrete. 

Úsase  en  la  Argentina  para  indicar 
que  se  toma  a  uno  para  burlarse  de  él. 
CHURRIA.  —  Tomar  a  uno  para  la  chu- 
rria. —  V.  lomar  a  uno  para  el  chu- 
rrete. 
CHURRIANA.  —  Ser  como  el  beneficiado 
de  Churriana. 

Frase  de  idéntico  sentido  a  la  que 


enseña  que  la  privación  es  causa  del 
apetito.  (Véase.)  En  cuanto  al  sujeto- 
a  quien  alude  la  comparación,  se  dice, 
que  nadie  le  conoció  ama,  moza  ni  an- 
ciana, hasta  el  día  en  que  se  ordenó  de 
mayores. 
CHURRIBURRI.  —  Ser  uno  un  churri- 
burri. 

Aplícase  a  todo  sujeto  vil  y  despre- 
ciable. 
CHUSCAS.  —  Más  hilar  y  menos  chus- 
cas.—V.   Menos  espuma  y  más  choco- 
late. 
CHUZOS.  —  Caer  chuzos  de  punta. 

Llover  o  granizar  con  mucha  vio- 
lencia. 
Echar  chuzos. 

Echar  bravatas;  incomodarse  dema- 
siado. 
Tene*~  como  chuzos  la  cabeza. 

Aplícase  al  que,  teniendo  el  pelo 
bronco  y  un  tanto  corto,  se  halla  com- 
pletamente despeinado  y  con  los  cabe- 
llos hacia  arriba,  o  en  punta. 


D 


DACA.  —  Andar  al  daca  v  toma. 

Estar    constantemente    sosteniendo 
altercados  y  disputas. 
DÁDIVA.  —  Acometer  con  dádiva. 

Pretender  sobornar  con  dinero;  ejer- 
cer cohecho. 
A  dádivas  no  hay  acero  que  resista.  — 

V.  Dádivas  quebrantan  peñas. 
Dádivas  quebrantan  peñas.  Algunos  aña- 
den: y  justicias,  por  más  señas. 

Da  a  entender  que  con  los   dones, 
regalos  o  presentes  se  suelen   vencer 
las  mayores  dificultades. 
No  admitas  dádivas,  si  no  quieres  enca- 
denar tus  acciones. 

El  que  acepta  un  obsequio,  queda  mo- 
ralmente  obligado  a  servir  al  donan- 
te, y  asimismo,  a  veces,  a  hacer  por  él 
lo  que  no  quisiera,  o  lo  que  no  sea  de 
estricta  justicia.  Contra  ello  previene  el 
adagio. 
DADO.  —  Conforme  diese  el  dado. 

Explica  que  en  algunas  ocasiones  de- 
ben esperarse  los  acontecimientos  para 
arreglar  por  ellos  nuestra  conducta. 
Correr  el  dado. 

Presentarse    la    suerte    unas    veces 
próspera  y  otras  adversa. 
Cuando  te  dieren  el  buen  dado,  échale  la 
mano. 

Enseña  que  se  deben  aprovechar  las 
ocasiones. - 
Dar   dado  plomado.  —  V.    Echar   dado 

falso. 
Echado  está  el  dado. 

Tomar  una  resolución;  determinar- 
se a  hacer  alguna  cosa,  y  esperar  los 
acontecimientos.  —  Es,  en  cierto  modo, 
el  alea  jacta  est  de  Aníbal  al  pasar  el 
Rubicón. 
Echar  dado  falso. 

Procurar  un  engaño,  ya  de  palabra, 
ya  de  obra. 


En  saber  arrojar  el  dado  consiste  la  bue-~ 
na  suerte. 

El  resultado  de  los  asuntos  depende 
de  la  manera  de  tratarlos. 
Volverse  el  dado. 

Ponerse  las  cosas  al  revés  de  como 
se  creía  o  se  quería  que  sucediesen.  — 
V.  Torcerse  el  carro. 
Lo  mejor  de  los  dados  es  no  jugarlos. 

Enseña  que  lo  más  prudente  en  todos 
los  actos  de  la  vida  es  evitar  las  oca- 
siones, para  precaver  los  riesgos  y  pe- 
ligros. 
Saber  jugar  los  dados.  —  V.  Conocer,  o 
entender,  o  saber,  la  aguja  de  marear. 
DAGA.  —  Llegar  a  las  dagas. 

Encontrarse   un  negocio  en  el  mo- 
mento más  comprometido. 
D AIMD3L.  —  De  Daimiel,  ni  hombre  ni 
mujer. 

A  lo  que  algunos  suelen  añadir:  ni 
agua,  si  puede  ser,  con  el  objeto  de  ex- 
tremar en  sentido  desfavorable  las  cua- 
lidades, tanto  morales  como  físicas,  de 
aquella  localidad  de  la  provincia  de 
Ciudad  Real. 
DAMA.  —  Dama  besada,  dama  tocada. 

La  mujer  que  se  deja  sobar  de  los 
hombres,  está  en  vísperas  de  pagar  tri- 
buto a  la  flaqueza  humana. — V.  Dámela 
besada  y  te  la  daré  catada. 
Dama,  de  monte;  y  caballero,  de  corte. 

La  mujer  ha  de  ser  criada  en  el  reti- 
ro, y  el  varón,  por  el  contrario,  en  el , 
seno  de  la  sociedad. 
Dama  tocada,  dama  jugada. 

Da  a  entender  que  así  como  en  el 
juego  de  damas  o  de  ajedrez  la  pieza 
que  se  ha  tocado  es  preciso  jugarla,  de 
igual  manera  la  mujer  que  se  deja  ma- 
nosear o  palpar  del  hombre,  está  en 
vísperas  de  jugar  su  honor.  —  V.  Dama. 
besada,  dama  tocada. 


DAMASCO 


2SS 


DAÑO 


En  queriendo  la  dama,  o  la  novia,  y  el 
pretendiente,  aunque  no  quiera  la  demás 
gente. 

Manifiesta   lo   inútil  que   resulta    el 
oponerse  a  alguna  cosa  cuando  los  in- 
teresados quieren  que  se  lleve  a  efecto. 
La  dama  que  de  noche  vela,  razón  es  que 
de  día  duerma. 

Refiérese  a  las  cortesanas  que,  en- 
tregándose por  las  noches  a  su  trato, 
dedican  el  día  al  descanso. 
JLa  dama,  o  la  señora,  de  la  media  al- 
mendra. 

Aplícase  a  las  mujeres  melindrosas 
que  hacen  asco  a  todo,  y  no  comen  o 
beben  sino  en  pequeñas  cantidades. 
Ser  muy  dama. 

Ser  una  mujer  muy  fina,  tanto  en  la 
conformación  externa  como  en  educa- 
ción, modales,  instrucción,  etc. 
Soplarle  a  uno  ¡a  dama. 

Quitarle  la  novia.  —  Casarse  con  la 
mujer  pretendida  por  otro  u  ofrecida 
a  él. 
Las  damas  al  desdén  paree e?i  bien. 

Enseña  que  en  las  mujeres  a  quienes 
dotó  la  Naturaleza  de  hermosura,  es 
ocioso  el  demasiado  esmero  en  los 
adornos.  —  Advierte  también  que  las 
verdaderas  gracias  de  la  hermosura  son 
las  naturales,  y  que  para  realzarlas  se 
ha  de  encubrir  el  Arte  e  imitar  la  Na- 
turaleza. 
Las  damas  por  delante. 

Fórmula  de  cortesía  que  expresa  el 
lugar  que  debe  ocupar  el  sexo  femeni- 
no en  todos  los  actos  sociales. 
DAMASCO.  —  Damascos,  no  los  comas 
con  asco;  que  una  vieja  los  comió  y  enteri- 
tos  los  cagó,  o  los  echó. 

Dicho  inventado  a  placero  por  mera 
recreación,  y  fundado  en  el  sonsone- 
te. —  Damascos  llaman  en  Andalucía  a 
los  albaricoques,  y  matagallegos  cuan- 
do están  verdes  y  duros. 
DANZA.  —  ; Buena  va  la  danza,  doña  Ca- 
talina! 

Manera  de  expresar  el  regocijo  que 
nos  causa  el  ver  algún  embrollo,  pe- 
lea o  cosa  semejante,  particularmente 
cuando  no  nos  interesa  o  toca  de  cerca. 
Buena  va  la  danza,  y  da  el  granizo  en  la 
albarda. 

Dícese  cuando  uno  se  está  di  virtien- 


do, sin  advertir  ni  reparar  el  daño  que 
se  le  sigue. 
Guie  la  danza  quien  la  entiende. 

Recomienda  que  se  abstengan  de  in- 
tervenir en  la  dirección  de  ciertos  asun- 
tos aquellos  que  no  tienen  capacidad, 
representación  o  conocimientos  sufi- 
cientes para  hacerlo. 
La  danza  de  Orgaz,  siete  tamboriles  y  un 
danzante. 

Se  dice  de  lo  que  tiene  más  aparato 
que  el  provecho  que  se  ha  de  sacar  de 
ello. 
La  danza  sale  de  la  panza. 

Enseña  que  antes  que  divertirse  es 
comer,  puesto  que  el  que  tiene  hambre 
no  suele  tener  ganas  de  diversiones. 
Meterse  en  danza. 

Intervenir  en  algún  asunto.  —  Empe- 
zar una  diversión  o  juerga. 
¡Siga  la  danza! 

Expresión  por  la  cual  manifestamos 
que  por   nuestra   parte  puede  conti- 
nuar lo  que  se  está  haciendo,  pues  no 
pensamos  intervenir  para  evitarlo. 
¿Tengo  alguna  danza  de  monos  en  la  cara? 
Dícese  a  la  persona,  generalmente 
desconocida,  que  nos  mira  insistente- 
mente, sin  quitarnos  ojo  y  con  curio- 
sidad. 
DANZANTE.  —  ¿El  mejor  danzante,  sin 
castañuelas? 

Aplícase  cuando  en  un  asunto  se 
prescinde  de  la  persona  más  apta,  o 
que  había  sido  la  iniciadora  de  él. — 
También  se  dice:  El  mejor  jugador,  sin 
cartas.  (Véase.) 
Ser  un  danzante. 

Dícese  de  la  persona  desaprensiva, 
sin  pundonor,  que  se  mete  en   todas 
partes,  haciendo  gala  de  su  petulancia 
y  su  poco  juicio. 
DANZAR.  —  Danzar  en  un  asunto. 

Mezclarse  o  introducirse  en  un  ne- 
gocio. Úsase  comúnmente  para  zahe- 
rir al  que  interviene  en  lo  que  no  le 
toca. — Intervenir  en  algo,  obligado  por 
fuerza  mayor. 
DAÑO.  —  Daño  merecido  no  agravia.     . 

El  que  sufre  un  mal  por  habérselo 
buscado,  no  debe  manifestarse  quejoso. 
Donde  duermas  no  hagas  daño. 

Recomienda  que  se  mire  con  respeto 
el  lugar  en  que  se  nos  acoge  o  admite. 


DAR 


DAR 


Donde  es  más  el  daño  que  el  provecho,  dad 
el  trato  por  deshecho. 

Encarece  la  necesidad  de  separar- 
nos de  aquel  negocio  en  que,  por  ha- 
bernos equivocado,  salimos  perdiendo 
en  lugar  de  ir  ganando. 
El  daño  hecho,  hecho  se  queda,  o  El  daño 
hecho  no  tiene  remedio. 

Manifiesta  la  imposibilidad  de  volver 
sobre  lo  ya  ejecutado. 
Hacer  más  daño  que  las  moscas  de  San 
Narciso. 

Frase  proverbial  que  se  suele  apli- 
car a  aquel  o  aquello  que  causa  gran- 
des estragos.  Su  origen  es  como  sigue: 

Refiérese  en  la  vida  de  este  santo 
•obispo  y  mártir,  natural  y  patrono  de 
Gerona,  que  cuando  Felipe  III,  rey  de 
Francia,  declaró  la  guerra  al  monarca 
de  Aragón  Pedro  III  y  tomó  aquella 
ciudad,  en  ocasión  de  estar  robando 
los  soldados  enemigos  el  sepulcro  del 
santo,  salió  de  este  lugar  un  número 
tan  considerable  de  moscas  y  tábanos 
de  color  azul  y  verde  con  listas  rojas, 
que  embistiendo  a  los  jinetes  y  caba- 
llos del  rey  francés ,  los  envenenó  de 
tal  suerte,  que  murieron  a  los  pocos 
instantes  cuantos  habían  sido  picados. 
Semejante  estrago  puso  en  precipita- 
da fuga  a  los  enemigos  que  quedaron 
ilesos,  los  cuales  apenas  compondrían 
un  tercio  del  ejército  derrotado,  según 
consta  en  el  libro  intitulado  Crónica  de 
los  reyes  de  Aragón,  que  se  conserva 
en  el  archivo  de  Barcelona.  Este  suce- 
so se  consigna  allí  que  tuvo  lugar  en 
el  mes  de  septiembre  de  1286. 
Poco  daño,  espanta,  y  mucho,  amansa. 

Enseña  que  los  contratiempos,  cuan- 
do son  ligeros,  no  hacen  más  que  cau- 
sar alguna  perturbación;  pero  cuando 
son  grandes,  enseñan  y  corrigen. 
Sin  daño  de  barras. 

Ejecutarse  una  cosa  sin  peligro  pro- 
pio ni  ajeno. 
DAR.  —  A  dar,  que  van  dando.  —  Véase 
Dar,  que  van  dando. 
Ahí  me  las  den  todas.  —  V.  Ahí  me  las  den 

todas. 
Al  que  le  dan  en  qué  escoger,  le  dan  en 
qué  entender. 

Nota  la  dificultud  que  se  halla  en 
atinar  con  lo  más  conveniente,  cuando 


se  ha  de  elegir  por  el  propio  conoci- 
miento. 
A  mal  dar,  tomar  tabaco. 

Expresa    la    conformidad    con    que 
deben  tomarse  las  adversidades. 
A  quien  dan,  no  escoge. 

Advierte  que  el  que  recibe  un  be- 
neficio debe  mostrarse  satisfecho,  sin 
poner  faltas  a  lo  que  recibe. 
Calle  el  que  dio  y  hable  el  que  tomó. 

El  beneficio  o  favor  ha  de  ser  pu- 
blicado por  el  que  lo  recibió,  no  por 
quien  lo  hizo,  pues  se  rebaja  éste  mu- 
cho al  hacer  semejante  alarde. 
Cuando  puedo  dar,  todos  se  emplean  en  me 
obsequiar. 

Indica  lo  interesada  que  es  la  condi- 
ción humana,  pues  se  aproxima  al  que 
tiene,  y  huye  del  desvalido. 
Dale  que  dale,  o  que  le  das,  o  que  le 
darás. 

Expresiones  empleadas  para  repro- 
bar la  obstinación  o  terquedad. 
Dame  donde  me  siente,  que  yo  haré  donde 
me  acueste. 

Dícese  de  los  entremetidos,  que  con 
poco  motivo  que  se  les  dé,  se  toman 
más  licencias  de  las  convenientes. 
Dame,)1  darte  he. 

Teoría  de  los  que  no  hacen  un  favor 
más  que  cuando  saben  que  han  de  ha- 
llar la  correspondencia.  Es  el  do  ut  des 
latino. 
Dar  abajo. 

Precipitarse,  caer  desde  alguna  altu- 
ra. —  V.  Dar,  o  pegar,  un  bajón. 
Dar  a  conocer  una  cosa. 

Manifestarla  con  hechos  o  dichos  para 
que  se  enteren  los  demás. 
Dar  a  entender  una  cosa. 

Decirla  de  un  modo  velado,  pero  en 
tal  forma  que  se  comprenda  lo  que  se 
quiere  decir  y  no  lo  que  se  dice. 
Dar  algo  bueno.  — V.  Dar  uno  una  mano 

por  alguna  cosa. 
Dar  una  cosa  de  comer  a  uno. 

Proporcionarle  el  necesario  sustento 
un  empleo,  oficio,  industria  u  ocupa- 
ción cualquiera. 
Dar  de  si. 

Extenderse,  ensancharse. —  Producir 
inconvenientes  o  utilidades  las  perso- 
nas o  cosas. —  Con  negación  expresa  la 
idea  de  poco  talento. 

19 


DAR 


—  290  — 


DAR 


Dar  en  blando. 

No  hallar  resistencia  para  conseguir 
lo  que  se  pretende. — Substituyendo  el 
adjetivo  blando  por  duro,  marca,  natu- 
ralmente, la  idea  opuesta. 
Dar  en  qué  entender  a  uno. 

Ocasionarle  algún  disgusto  o  ponerle 
en  algún  apuro. — Dícese  también:  Dar 
en  que  merecer. 
Dar  en  qué  pensar  a  uno. 

Hacerle  sospechar  que  hay  en  una 
cosa  algo  más  de  lo  que  se  manifiesta. 
Dar  en  vacio,  o  en  vago. 

No  lograr  el  fin  que  se  proponía  uno 
con  una  acción  o  un  dicho. 
Dar  a  uno  mascada  una  cosa. 

Presentársela  casi  concluida,  o  expli- 
cada de  tal  manera  que  no  le  cueste 
trabajo  hacerla  o  entenderla. 
Dar  por  concluida  una  cosa. 

Considerarla   como   terminada,   aun- 
que no  lo  esté.  —  Dícese  también  :  Dar 
por  hecha. 
Dar  a  uno  por  donde  peca. 

Redargüirle  o  zaherirle  sobre  el  de- 
fecto en  que  incurre  con  frecuencia. 
Dar  a  uno  por  quilo. 

Considerarle  desligado  de  una  obli- 
gación. 
Dar  que  decir,  o  que  hablar. 

Ofrecer   ocasión   a   murmuración  y 
censura.  —  Ocupar  la  atención  pública 
por  algún  tiempo. 
Dar  que  hacer. 

Ocasionar  trabajo,  molestias  o  per- 
juicios. 
Dar,  que  van  dando. 

Manifiesta  que  se  vuelve  golpe  por 
golpe,  ofensa  por  ofensa,  palabra  mala 
por  palabra  mala,  etc. 
Darse  uno  a  buenas. 

Cesar  en  la  oposición  o  resistencia 
que  hacía  a  una  cosa. 
Darse  uno  a  conocer. 

Manifestarse   una  persona   descono- 
cida. —  Descubrir  su  carácter  y  cali- 
dades. 
Darse  a  entender. 

Explicarse  por  señas  o  en  lengua  ex- 
traña, en  términos  de  ser  comprendi- 
do.—  Insinuarse  de  modo  que  se  en- 
tienda, sin  hablar  claramente. 
Dársela  a  uno  con  queso. 
Engañarle,  pegársela. 


Dársele  a  uno  algo,  poco,  mucho,  etc.,  ae 
una  cosa. 

Importarle  de  ella  en  la  proporción 
que  cada  uno  de  los  adverbios  marca. 
Dársele  a  uno  tanto  por  lo  que  va  como 
por  lo  que  viene. 

Quedarse  tranquilo  ante  los  aconte- 
cimientos, por  no  importarle  nada  lo 
que  suceda  o  pueda  suceder. 
Darse  por  buenos. 

Hacer  las  paces  los  que  habían  dis- 
putado o  reñido  sobre  alguna  cosa. 
Darse  uno  por  entendido. 

Manifestar  por  señas  o  verbalmente 
que  ha  comprendido  o  está  enterado 
de  algo.  Úsase  casi  siempre  con  ne- 
gación.—  Corresponder  a  una  atención 
o  fineza  con  las  gracias  o  recompensas 
habituales.  —  Responder  al  caso,  satis- 
faciendo a  lo  que  se  pregunta  o  habla. 
Darse  uno  por  sentido. 

Resentirse  o  formar  queja  contra  otro 
por  un  desaire  o  agravio  recibido. 
Darse  uno  por  vencido. 

Dícese  cuando  uno  no  atina  ni  res- 
ponde a  la  pregunta  obscura  que  se  le 
ha  hecho,  particularmente  cuando  no 
acierta  alguna  adivinanza  o  quisicosa. 
Dar  sobre  uno. 

Acometerle  furiosamente. 
Dar  tras  uno. 

Perseguirle,  acosarle  con  furia  o  gri- 
tería. 
Dar  v  tomar. 

Discurrir,  altercar. 
Da  y  ten,  y  harás  bien. 

Enseña  que  se  debe  ser  liberal,  pero 
con  prudencia. 
Dé  donde  diere. 

Úsase  para  denotar  que  se  habla  u 
obra  a  bulto,  sin  reflexión  ni  reparo,  y 
a  salga  lo  que  saliere. 
Donde  las  dan,  las  toman.  Algunos  agre- 
gan :  y  callar  es  bueno. 

Enseña  que  al  que  hace  un  daño,  una 
burla  o  habla  mal,  se  le  suele  pagar  en 
la  misma  moneda.  La  segunda  parte  es 
también  lógica,  pues  nadie  tiene  dere- 
cho a  quejarse  de  que  hagan  con  uno 
lo  que  él  ha  hecho  primeramente. 
El  dame  de  tus  parientes,  a  tu  bolsa  para 
mientes. 

Aconseja  no  condescender  con  todo 
lo  que  pidan  los  parientes,  porque  si 


,1 


DAR 


—  291 


DEBER 


éstos  hallan  benévola  acogida,  acaban 
por  dejarnos  sin  nada. 

El  dar  y  tener,  seso  ha  menester.  —  V.  Da 
y  ten,  y  harás  bien. 

El  que  da  lo  que  tiene  no  está  obligado 
a  más. 

Manera  de  disculpar  la  cantidad  o  ca- 
lidad de  aquello  con  que  se  brinda. 

El  que  ha  de  dar,  por  los  suyos  ha  de  em- 
pezar. —  V.  A  los  tuyos,  con  razón  o  sin 
ella. 

El  que  da  primero,  da  dos  veces. 

Alaba  la  prontitud  del  que  da  lo  que 
se  le  pide,  o  sin  necesidad  de  que  se 
le  pida  se  anticipa  a  darlo,  siendo  así, 
por  tanto,  más  agradecido.  —  También 
se  suele  decir:  El  que  primero  llega,  ése 
la  calza. 

Harto  da  quien  da  lo  que  tiene.  —  Véa- 
se El  que  da  lo  que  tiene  no  está  obligado 
a  más. 

Ir,  o  venir,  mal  dadas. 

Suceder  lo  contrario  de  lo  que  uno 
suponía  o  deseaba.  —  Salir  mal  una  cosa 
o  fracasar  un  negocio.  —  Se  suele  usar 
en  sentido  condicional:  Por  si  vienen 

7HXl  DADAS... 

Nadie  puede  dar  lo  que  no  tiene. 

No  se  debe  exigir  de  nadie  más  de 
aquello  que  esté  en  su  facultad  el  ha- 
cerlo. 
No  quiero  que  me  lo  den,  sino  que  me  di- 
gan dónde  lo  hay,  que  yo  lo  cogeré. 

Aplícase  a  los  aficionados  a  lo  ajeno. 

Dícese  de  cierto  amigo  de  Caco  que 
diariamente  se  ponía  a  los  pies  de  un 
crucifijo  y  dirigía  al  Señor  esta  oración: 
«¡Señor,  yo  no  es  pido  que  me  conce- 
dáis riquezas,  ni  alhajas,  ni  tesoros:  eso 
sería  demasiado;  sólo  os  suplico  que 
me  pongáis  donde  las  haya,  que  lo  de- 
más corre  de  mi  cuenta!» 
Quien  da,  bien  vende,  si  el  que  recibe  lo  en- 
tiende. 

Aplícase  a  aquellos  regalos  que  se 
suelen  hacer  a  personas  de  quienes  es- 
peramos recibir  un  favor,  para  obligar- 
las más,  aunque,  naturalmente,  sin  de- 
cirles el  porqué  del  obsequio. 
Quien  da,  bien  vende,  si  no  es  ruin  el  que 
prende. 

El  que  sabe  usar  de  liberalidad  gran- 
jea con  lo  que  da,  si  la  dádiva  no  va  a 
parar  a  manos  mezquinas. 


Quien  da  todo  lo  que  tiene,  es  digno  de  ser- 
disculpado. 

Al  que  es  generoso,  no  puede  cen- 
surársele. 
Quien  esto  da,  os  diera  cosa  mejor  si  la 
tuviera. 

Modo  de  disculpar  la  pobreza  de  lo 
que  se  ofrece. 
Quien  las  da,  las  tiene. 

Galantería  que  suelen  devolver  en 
Andalucía  las  personas  de  buena  edu- 
cación a  la  que  les  acaba  de  darlas  gra- 
cias por  causa  de  algún  favor  recibido. 
Si  quieres  que  no  te  den,  antes  de  darte, 
quéjate.  — V.  Ponerse  la  venda  antes  que 
salga  el  grano,  o  Curarse  en  salud. 
Sólo  un  dar  hay  que  me  agrada,  que  es  el 
dar  en  no  dar  nada. 

Pinta  admirablemente  el  carácter  del 
avaro  o  cicatero,  de  los  cuales  suele 
decirse  que,  por  no  dar,  no  dan  ni  aun 
los  buenos  días. 
Andar  en  dares  v  tomares. 

Haber  contestaciones,  debates,  alter- 
cados y  réplicas  entre  dos  o  más  per- 
sonas. Usase  también  con  los  verbos 
tener  o  haber. 
DARDO.  —  Ese  tira  dardo,  que  se  precia 
del  arado. 

Denota  que  el  buen  labrador,  como 
acostumbrado    al   trabajo,   suele    salir 
buen  soldado. 
DÁTIL.  —  Echar  los  dátiles. 

Frase   muy    familiar,   equivalente    a 
coger  una  cosa  con  los  dedos. 
DEBER.  —  Debo  no  rompe  panza. 

Zahiere  a  los  que  no  les  preocupa  lo 
más  mínimo  el  tener  deudas. 
No  deber  riada  una  cosa  a  otra. 

No  serle  inferior. 
No  todo  lo  que  se  debe  se  paga. 

Fuera  de  su  sentido  recto,  se  usa 
para  denotar  que  no  todo  lo  que  se  debe 
hacer  se  hace,  desgraciadamente. 
Quien  debe  y  paga,  no  debe  nada. 

Modo  de  expresar  que  si  el  que  ha 
recibido  un  beneficio  ha  correspondi- 
do con  otro,  no  tiene  ya  por  qué  estar 
agradecido. 
Unos  hacen  lo  que  deben,  y  otros  deben 
lo  que  hacen. 

Tal  es  el  mundo:  mientras  unos  (los 
menos)  cumplen  exactamente  con  lo 
que  su  deber  les  dicta,  otros  (los  más) 


DECIDOR 


—   292  — 


DECIR 


se  lucen  a  costa  ajena  por  no  satisfa- 
cer los  compromisos  que  contraen,  o 
cobran  religiosamente  (eso  si)  el  suel- 
do anejo  a  un  destino  cuyas  cargas  no 
levantan  en  conciencia  (eso  también). 
¡Cuántos  trajes,  coches,  etc.,  clamarían 
por  volver  a  sus  respectivos  talleres, 
si  tuvieran  movimiento,  y  cuántas  nó- 
minas se  negarían  a  ser  firmadas  a  fin 
de  mes  por  muchos  zánganos,  si  pudie- 
ran hablar! 
Cuanto  menos  debemos,  con  menos  pa- 
gamos. 

Donde  no  hay  motivo  de  agradeci- 
miento, no  hay  para  qué  mostrarse  ex- 
cesivamente rendido  u  obsequioso. 
Haz  lo  que  debes,  y  no  lo  que  puedes. 

Encomienda  la  rectitud  de  concien- 
cia en  todos  los  actos  de  la  vida. 
Por  dondequiera  que  fueres,  sé  tú  el  que 
debieres. 

Refrán  que,  aunque  jocoso,  no  deja 
de  tener  sus  partidarios.  Viene  a  ser, 
en  cierto  modo,  lo  que  hemos  dicho 
en  Cobra  y  no  pagues,  que  somos  morta- 
les. (Véase.) 
DECIDOR. — Aunque  el  decidor  sea  necio, 
el  escuchado)-  sea  cuerdo. — V.  A  palabras 
necias,  oídos  sordos. 
DECIR.  —  Antes  que  te  digan,  digas. 

Indica  que  la  mejor  manera  de  evitar 
un  regaño  o  tener  que  dar  explicacio- 
nes, etc.,  es  regañar  o  pedirlas  primero. 
Bien  dicho,  y  a  tiempo. 

Se   dice,   irónicamente,   cuando   se 
oye  algún   despropósito  o   alguna  in- 
conveniencia. 
Como  dijo  el  otro. 

Expresión  que  se  emplea  cuando  se 

quiere  poner  un  ejemplo  o  hacer  una 

cita  de  propia  invención,  o  cuyo  autor 

no  se  recuerda  o  se  da  por  sabido. 

(Cómo  lo  he  de  decir:  cantado  o  rezado? 

Úsase  cuando  se  ha  dado  una  orden 
repetidamente,  y  por  olvido,  negligen- 
cia o  mala  voluntad,  no  se  cumple. 
Como  quien  no  dice  nada. 

Denota  que  es  cosa  de  importancia  lo 
que  se  ha  dicho  o  va  a  decirse.  —  Indi- 
ca también  no  ser  nada  baladí  aquello 
de  que  se  trata. 
Como  si  dijéramos. 

Empléase  para  suavizar  o  explicar  lo 
que  se  ha  dicho. 


Con  lo  que  dices  lo  atices. 

Contra  los  maldicientes  y  murmura- 
dores, manifestando  deseo  de  que  se  les 
abrase  la  lengua  al  atizar  la  lumbre. 
Decir  de  una  hasta  ciento. 

Decir  muchas  claridades  o  desTer- 
güenzas. 
Decírselo  a  uno  deletreado. 

Expresa  la  necesidad  de  decir  con 
la  mayor  claridad  una  cosa  al  que  se 
desentiende  de  ella. 
De  mi  ha  de  ser  dicho,  pero  de  otros  mu- 
chos dijeron. 

Indica  que  no  le  preocupan  a  uno  los 
juicios  de  los  demás. 
Dicen  que  dicen  que  dicen  que  ka» 
dicho. 

Modo  de  dar  a  entender  que  duda 
uno  de  la  exactitud  o  veracidad  de 
aquello  que  le  aseguran,  por  cuanto  su 
relato  está  basado  en  sólo  referencias 
de  referencias. 
Dicho  y  hecho. 

Expresión  mediante  la  cual  se  expli- 
ca la  prontitud  con  que  se  hace  o  hizo 
una'cosa. 
Diciendo  y  haciendo. 

Modo  de  advertir  que  se  pasa  a  la 
práctica  inmediata  tras  su  enunciación. 
¿Digo  algo?,  o  (He  dicho  algo? 

Frase  usada  para  indicar  la  impor- 
tancia o  intención  de  lo  que  se  acaba 
de  decir. 
Digo  que  digo  que  donde  digo  digo  no 
digo  digo,  que  digo  Diego. 

Úsase  para  significar  que  aquello  que 
se  ha  dicho  no  se  debe  entender  al  pie 
de  la  letra,   sino  con  segunda  inten- 
ción, que  la  suspicacia  del  oyente  debe 
traducir. 
Dime  con  quien  andas,  te  diré  quién  eres. 
Expresa  que  las  compañías  indican 
claramente   las  inclinaciones  de   cada 
uno,  pues  mientras  las  personas  hon- 
radas y  decentes  no  se  juntan  más  que 
con  quienes  lo  son  también,  a  los  que 
siguen  una  vida  depravada  sólo  se  les 
ve  acompañados  de  gente  maleante. 
Dime  a  quién  prefieres  y  te  diré  quién 
eres.  —  V.  Dimb  con  quién  andas,  te  dirí 
quién  eres. 
El  buen  decir  no  cuesta  más  que  la  ne- 
cedad. 

Manifiesta  el  cuidado  que  debe  po- 


DECIR 


—  293  — 


DEDO 


nerse  en  hablar  bien,  puesto  que  no  es 
más  costoso  que  el  hablar  mal. 
Ello  dirá. 

Expresión  por  la  cual  se  deja  en  sus- 
penso un  juicio,  encomendando  al  tiem- 
po su  resolución,  como  preferible  a 
hacer  hipótesis  sobre  ella. 
Lo  dicho,  dicho.  Algunos  añaden  :  y  la 
jaca  a  la  puerta. 

Expresión  con  que  uno  da  a  enten- 
der que  se  ratifica  en  lo  que  una  vez 
dijo,  manteniéndose  en  ello. 
No  digamos  que  digamos.  Algunos  aña- 
den jocosamente  :  pero  tampoco  diga- 
mos que  digamos. 

Fórmula  familiar  que  emplea  el  que 
asevera  alguna  cosa  con  el  objeto  de 
dar  a  entender  que  no  intenta  exage- 
rar en  lo  más  mínimo  su  aseveración. 
No  digas  lo  que  quieras,  y  no  oirás  lo  que 
no  quieras. 

Recomienda  que  no  se  deje  llevar  de 
los  primeros  ímpetus,  por  justos  y  no- 
bles que  sean,  el  que  quiera  vivir  en 
la  sociedad  tranquilamente. 
No  lo  digo  por  tanto,  o  No  lo  dije  por 
tanto. 

Se  refiere  a  los  que  andan  en  tiquis- 
miquis para  hacer  algo. 
No  mires  a  quien  lo  dice,  sino  a  lo  que  se 
te  dice. 

Conviene  ver  el  alcance  de  lo  que  se 
diga,  no  de  quien  proceda. 
¡Qué  bien  dijo  aquel  que  dijo,  cuando  dijo 
lo  que  dijo! 

Chanza  que  emplea  el  sujeto  que  se 
propone  tener  a  otro  en  expectación, 
haciéndole  creer  que  va  a  decir  alguna 
sentencia  en  corroboración  de  lo  que 
iba  sustentando,  y  al  fin  sale  con  esa 
humorada. 
Quien  dice  lo  que  quiere,  oye  lo  que  no 
quiere. 

Reprende  la  libertad  en  hablar  sin 
reflexión,  y  enseña  que  las  palabras  han 
de  ser  medidas  para  que  no  originen 
respuestas  sensibles  o  injuriosas.— Véa- 
se No  digas  lo  que  quieras,  y  no  oirás  lo 
que  no  quieras. 
Quien  dice  lo  que  siente,  se  expone  a  sen- 
tir lo  que  dice.—  V.  Quien  dice  lo  que 
quiere,  oye  lo  que  no  quiere. 
Sin  otros  dijes,  arrequives  ni  zarandajas. 

Lisa  y  llanamente. 


Tanto  nos  lo  dirán,  que  lo  creamos,  o  Tan- 
to nos  querrán  decir,  que  nos  lo  hagan 
creer. 

A  fuerza  de  insistir,  en  ocasiones  se 
rinde  uno  a  la  evidencia  de  algo  que  no 
aceptó  al  principio. 
Te  lo  digo  por  que  no  me  lo  digas. 

Se  emplea  cuando  uno  cree  le  van  a 
decir  algo  que  puede  perjudicarle. 
¡Tú,  que  tal  dijiste! 

Expresa  la  conmoción  que  ocasiona 
una  cosa  dicha  por  otro. 
DECLINACIÓN.  —  Pasar  de  las  decli- 
naciones de  los  nombres  a  las  inclina- 
ciones de  los  hombres. 

Pasar  de  la  niñez  o  inocencia  a  la 
adolescencia  o  malicia. 
DEDADA.  —  Darle  a  uno  una  dedada  de 
miel. 

Dirigirle  frases  lisonjeras.  —  Hacerle 
concebir  esperanzas  ilusorias,  o  conso- 
larle de  algún  fracaso  que  ha  experi- 
mentado.—  Proporcionarle  algún  gus- 
to anticipado,  como  prueba  del  mayor 
goce  que  se  le  reserva. 
DEDAL.  —  Cuando  segares,  no  vayas  sin 
dedales. 

Antes  de  acometer  una  obra,  se  debe 
contar  con  los  elementos  o  aprestos  ne- 
cesarios para  no  salir  desairado  en  su 
empresa.  —  Dedal  significa  aquí  dedil. 
DEDILLO.  —  Saber  al  dedillo. 

Conocer  una  cosa  perfectamente  o 
sabérsela  de  memoria. 
DEDO.  —  Alzar  uno  el  dedo. 

Levantarlo  en  señal  de  dar  palabra 
o  asegurar  el  cumplimiento  de  alguna 
cosa.  —  «En  los  juramentos  de  los  cria- 
dos de  la  Casa  Real  —  dice  Covarru- 
bias  —  es  una  de  las  ceremonias  levan- 
tar el  dedo  índice  y  el  de  en  medio,  lo 
que  viene  de  antiguo.» 
Asi...  como  poner  un  dedo  en  las  nubes. 
Término  de  comparación  para  exa- 
gerar la  dificultad  de  una  cosa. 
Átatela  al  dedo. 

Expresión  usada  para  burlarse  de  la 
persona  que   espera    alguna   cosa   sin 
fundamento. 
Comer,  o  beber,  hasta  locárselo  con  el  dedo. 
Hartarse  de  comida  o  bebida  de  una 
manera  exagerada. 
Chuparse  uno  el  dedo. 

Hacerse  el  simple  o  el  tonto,  fingién- 


DEDO 


—  294  — 


DEDO 


dose  falto  de  capacidad  para  compren- 
der una"  cosa.  —  También  se  dice :  Ma- 
marse el  dedo.  Úsase  generalmente  en 
forma  negativa. 
Dar  un  dedo  de  la  mano. 

Expresa  el  sacrificio  que  uno  haría 
gustoso  por  conseguir  alguna  cosa. 
Derribar  con  un  dedo  a  uno. 

Pondérase  la  fuerza  de  una  persona 
o  la  debilidad  de  otra. 
Métanme  el  dedo  en  la  boca,  y  verán  si 
aprieto  o  no. 

Úsase  para  indicar  que  no  es  uno 
tonto,  como  se  figuraban. 
Ni  un  dedo  hace  mano,  ni  una  golondrina 
verano.  —  V.    Una  golondrina  no  hace 
verano. 
Poner  el  dedo  en  la  llaga. 

Conocer  y  señalar  el  verdadero  ori- 
gen de  una  cosa;  el  punto  difícil  de  una 
cuestión;  aquello  que  afecta  a  la  perso- 
na de  quien  se  habla. 
Señalar  a  uno  con  el  dedo. 

Notarle  por  alguna  circunstancia  o 
motivo  particular,  por  lo  general  no 
muy  honroso. 
Ser  uno  el  dedo  malo. 

Achacarle  todo  lo  malo  que  aconte- 
ce. —  Ser  el  que  presenta  la  dificultad, 
por  oponerse  a  la  realización  de  algu- 
na cosa. 
Todo  va  a  parar  al  dedo  malo. 

Da  a  entender  que  no  hay  desdicha 
que  no  aflija  al  hombre  perseguido  por 
la  mala  suerte. 
Un  dedo  a  otro,  y  todos  al  rostro.  —  Véa- 
se Una  mano  lava  la  otra,  y  ambas  la 
cara. 
Antojársele  a  uno  los  dedos  huéspedes. 
Ser  excesivamente  suspicaz. — Rece- 
larse hasta  de  su  sombra;  ver  visio- 
nes. —  Prometérselas   felices   y   verlo 
todo  color  de  rosa. 
Cogerse  uno  los  dedos. 

Salir  castigado  el  que  pretendía  ha- 
cer daño  a  otro,  con  el  mismo  mal  que 
preparaba. 
Comerse  los  dedos  por  alguna  cosa. 

Ser  muy  aficionado  a  ella,  o  desearla 
con  vehemencia. 
Con  los  dedos  se  hacen  los  fidedos,  o  Con 
los  déos  se  hacen  los  pídeos. 

Satiriza  a  los  que,  desdeñando  el  uso 
del  tenedor  o  del  cuchillo,  cogen  las 


viandas  con  la  mano,  como  suelen  ha- 
cer los  niños  pequeños. 
Conocer  a  uno  como  los  dedos  de  su  mano. 
Tener  mucha  confianza  con  él;  saber 
su  vida,  carácter,  costumbres,  etc.,  a 
fondo. — También  se  suele  usar  la  com- 
paración diciendo:  Lo  conozco  como  las 
uvas  de  mi  majuelo,  o  tan  bien  corno  la 
madre  que  lo  parió. 
Contar  por  los  dedos,  como  las  viejas. 
Se  burla  de  los  que,  no  sabiendo  su- 
mar o  restar  bien,  utilizan  los  dedos 
para  hacer  una  cuenta  sencilla. 
Chuparse,  o  mamarse,  uno  los  dedos.  Al- 
gunos añaden:  degusto. 

Sentir  gran  placer  en  alguna  cosa. 
Ganar  uno  a  dedos  una  cosa. 

Indica  la  dificultad  que  cuesta  conse- 
guirla y  lo  mucho  que  se  tarda  en  ad- 
quirirla, aun  sin  dejar  de  trabajar. 
Los  dedos  de  la  mano  no  son  iguales. 

Expresa  la  diferencia  que  hay  entre 
las  personas  y  las  clases  sociales. 
Aíeler  a  uno  los  dedos. 

Inquirir  con  sagacidad  y  destreza  lo 
que  otro  sabe,  y  hacer  que  lo  declare 
sin  que  advierta  la  astucia  con  que  se 
le  pregunta,  sonsacándole. 
Meter  a  uno  los  dedos  por  los  ojos. 

Pretender  que  crea  lo  contrario  de 
lo  que  sabe  con  certeza. 
Morderse  uno  los  dedos. 

Encolerizarse    por  no    poder  tomar 
venganza  de  algún  agravio. 
No  estar  en  dos  dedos  el  hacer  algo. 

No  faltar  mucho  para  haberlo  hecho; 
estar  muy  cerca  o  a  punto  de  hacerlo. 
ATo  hay  dos  dedos  de  la  risa  al  cuchillo. 
Indica  que  en  la  vida  humana  están 
muy  próximos  la  alegría  y  el  dolor. 
No  mamarse  los  dedos. 

Ser  listo;  no  dejarse  engañar. 
Ponerle  a  uno  los  cinco  dedos  en  la  cara. 

Darle  una  bofetada. 
Tener  dos  dedos  de  frente. 

Tener   sentido   común;    reflexionar, 
pensar.  Úsase  más  comúnmente  en  for- 
ma negativa. 
Tener  uno  dedos  de  organista,  o  de  pia- 
nista. 

Tenerlos  largos  y  delgados. 
Tener  uno  malos  dedos  para  organista. 
No  ser  apto  para  la  ocupación  que 
pretende  o  que  desempeña. 


DEFENSA 


—  295 


DEJAR 


Tener  uno  sus  cinco  dedos  en  cada  mano. 
No  ceder  a  otro  en  valor  o  fuerzas; 
trabajar  como  el  que  más. 
Unidos  como  ios  dedos  de  la  mano. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  an- 
dan siempre  juntas,  ya  por  amistad,  ya 
por  conformarse  en  sus  ideas  y  modo 
de  obrar. 
DEFENSA.  —  La  defensa  es  natural,  o  es 
permitida. 

Manifiesta  cuan  lógico  es  que  el  indi- 
viduo impida  por  todos  los  medios  que 
estén  a  su  alcance  que  se  le  dañe  a  él, 
a  los  suyos  o  a  sus  intereses. 
La  sola  verdadera  defensa  está  en  la  pri- 
mera muralla. 

Dado  el  primer  paso,  no  es  asunto 
fácil  contener  los  demás.  Empléase  co- 
múnmente con  alusión  a  la  honra  de 
la  mujer. 
Soy  defensa  de  mi  dueño. 

Lema  que  antes  se  grababa  en  algu- 
nas armas,  particularmente  blancas. 
DEFENSIVA.  -Estar,  o  ponerse,  a  la  de- 
fensiva. 

Dejar  correr  los  acontecimientos  sin 
mezclarse  en  ellos, pero  apercibiéndose 
para  lo  que  pueda  ocurrir. 
DEGOLLADERO.  -Llevar  a  uno  al  de- 
golladero. 

Ponerle  en  gravísimo  riesgo,  del  cual, 
aunque  comprenda  el  peligro,  no  puede 
eximirse. 
DEGOLLAR.  —  Sácame  de  aquí  y  degüé- 
llame allí. 

Da  a  entender  que  muchas  veces,  por 
librarse  del  mal  que  se  padece,  se  desea 
otro  mayor. 
DEGÜELLO. —  Tirar  a  uno  al  degüello. 
Procurar  con  el  mayor  ahinco  perju- 
dicarle o  perderle. 
DEHESA.  —  Como  la  dehesa  de  Tocena- 
que,  que  promete  y  no  da. 

Dícese  de  todo  aquello  que  tiene  más 
apariencia  que  realidad.  —  Tocenaque  es 
un  despoblado  de  la  provincia  de  To- 
ledo, perteneciente  al  partido  judicial 
de  Illescas  y  término  de  Cedillo. 
Quien  a  los  treinta  no  asesa,  no  comprará 
dehesa. 

Advierte  que  el  que  no  tiene  juicio 
cumplidos  los  treinta  años,  con  dificul- 
tad lo  tendrá  después  para  adelantar 
sus  intereses  o  conveniencias. 


Ser  uno,  o   una  cosa,   como  dehesa  de 
propios. 

Estara  disposición  de  todo  el  mundo, 
y  en  su  consecuencia,  expuesto  a  que 
cada  cual  haga  y  deshaga  lo  que  tenga 
por  conveniente. 
DEJAR.— Dejadle,  o  déjale,  correr,  que 
él  parará. 

Da  a  entender  que  conviene  abando- 
nar a  uno,  sin  quitarle  de  su  empeño, 
hasta  que  el  desengaño  o  la  experiencia 
le  muestren  su  error. 
Dejar  a  obscuras  a  uno. 

Quitarle  lo  que  pretendía  o  espera- 
ba. —  Ganarle  el  dinero,  en  el  juego  ge- 
neralmente, o  quitárselo  de  mala  ma- 
nera. 
Dejar  correr  una  cosa. 

Permitirla,  tolerarla.no  darse  por  en- 
tendido de  ella. 
Dejar  en  blanco  a  uno.  —  V.  Dejar  a  obscu- 
ras a  uno. 
Dejar /¿c>  a  uno. 

Desairarle,  no  darle  gusto,  abochor- 
narle. 
Dejar  fresco  a  uno. 

Dejarle  burlado,  corrido. 
Dejarlo  caer. 

Frase  con  que  se  explica  la  facilidad 
con  que  dan  a  luz  algunas  mujeres. 
Dejar  para  quien  es. 

Expresa  que  debe  mirarse  con  des- 
precio   el  mal  proceder  de  quien  no 
tiene  crianza  ni  obligaciones. 
Dejarse  caer. 

Hablando  del  sol  o  el  calor,  obrar  con 
mucha  eficacia. 
Dejarse  uno  caer. 

Soltar  una  especie  con  intención, 
pero  disimuladamente.  —  Insinuar  algo 
como  al  descuido. — Presentarse  inespe- 
radamente. —  Ceder  a  la  fuerza  de  la 
calamidad  o  el  contratiempo,  aflojando 
en  un  empeño  por  las  dificultades  que 
se  presentan. 
Dejar  temblando  uno  una  cosa. 

Comerse  o  beberse  la  mayor  parte  de 
lo  que  contenía  la  vasija.  —  Dícese  tam- 
"bién  tiritando. 
Lo  que  deja,  lleva. 

Dícese  de  la  persona  que  al  entrar  en 
algún  sitio,  o  al  pasar,  no  saluda,  de- 
biendo hacerlo,  y  no  siendo,  como  es 
natural,  contestado  un  saludo  que  no 


DELANTE 


—  296  — 


DEMONIO 


ha  hecho:  nada  ha  dejado,  nada  puede 
llevar. 
No  dejarse  uno  ensillar. 

No  permitir  que  le  domine  otra  per- 
sona; no  querer  estar  sometido  a  otro. 
No  dejar  verde  ni  seco. 

Destruirlo  todo;  acabar  con  aquello 
de  que  se  trata  de  una  manera  absoluta. 
No  me  dejará  mentir. 

Expresión  con  que  se  atestigua  algu- 
na cosa  buscando  el  apoyo  de  persona 
que  sabe  ciertamente  loque  afirmamos, 
o  con  otra  cosa  que  lo  prueba. 
O  dejarlas,  o  darlas,  o  matarlas. 

Dícese  de  aquellas  personas  con  las 
que  no  se  puede  hacer  carrera  a  pesar 
de  los  regaños,  reflexiones  o  malos  tra- 
tos que  se  les  dan. 
DELANTE.  -  No  ponérsele  por  delante 
a  uno  nada. 

No  tener  miedo  a  las  dificultades  que 
se  nos  presenten,  por  estar  dispuesto 
o  tener  valor  para  arrollarlas. 
Poner  por  delante  a  uno  alguna  cosa. 
Suscitarle  obstáculos  o  hacerle  re- 
flexiones para  que  desista  de  continuar 
en  su  propósito. 
DELANTERA.  —  Coger,  o  tomar,  a  uno  la 
delantera. 

Adelantársele,  aventajarle,  anticipár- 
sele en  alguna  solicitud,  empeño,  etc. 
DELGADO.  —  Hilar  muy  delgado. 

Obrar  cuidadosamente,  sin  proceder 
de  ligero  ni  dejarse  llevar  por  las  apa- 
riencias. 
No  peca,  o  pierde,  por  delgado,  sino  por 
gordo  y  mal  hilado. 

Advierte  que  en  las  telas  no  suele  ser 
el  cuerpo  o  grueso  lo  que  constituye 
su  bondad  y  duración,  sino  la  igualdad 
y  resistencia  de  la  trama  o  tejido. 
DELICADO.  —  Al  delicado,  poco  mal  y 
bien  atado. 

Da  a  entender  que  el  que  está  acos- 
tumbrado a  felicidades  se  abate  con 
cualquier  contratiempo,  como  al  que  se 
ha  criado  siempre  sano  le  hace  impre- 
sión la  más  ligera  enfermedad. 
DELICIAS.-  Las  delicias  de  Capua. 

Dícese  que  disfruta  de  ellas  el  que 
lleva  una  vida  llena  de  comodidades  y 
entregada  al  ocio  y  al  regalo.  —  Alude 
a  la  antigua  Capua,  ciudad  del  Lacio  y 
capital  de  la  Campania,  célebre  por  sus 


riquezas  y  la  molicie  de  sus  habitantes. 
A  ella  se  retiró  Aníbal  con  sus  huestes 
después  de  la  victoria  que  alcanzó  en 
Cannas,  enorgullecido  con  los  triunfos 
anteriormente  ganados  sobre  los  roma- 
nos; pero  enervados  sus  soldados  con 
la  vida  de  aquella  ciudad,  no  tardó  en 
ser  víctima  de  sus  enemigos,  echando 
de  ver,  cuando  ya  no  era  ocasión,  lo 
mal  que  había  hecho  en  dormirse  tan 
pronto  sobre  sus  laureles. 
DELINCUENTE.  -El  delincuente,  mil 
tormentos  siente. 

La  persona  que  no  tiene  la  concien- 
cia tranquila,  no  goza  de  descanso. 
El  delincuente  siempre  trae  la  barba 
sobre  el  hombro.  —  V.  El  delincuente, 
mil  tormentos  siente. 
DELITO.  —  Al  que  hizo  el  delito  sólo  le 
sosiega  el  castigo. 

El  que  comete  una  falta,  hasta  que 
la  purga  no  está  tranquilo. 
Odia  el  delito  y  compadece  al  delincuente. 
El  delito,  por  mero  hecho  de  serlo, 
es  reprobable;  pero  el  que  lo  comete 
tiene,    en   ocasiones,    atenuantes   que 
aminoran  su  falta. 
Delitos  de  necio  no  se  pueden  hacer  por 
nadie. 

Las  tonterías  no  son  disculpables  en 
personas  sensatas. 
El  que  vive  con  delitos  pasa  tormentos 
infinitos,  hasta  que  al  fin  sufre  muerte 
ruin. — V.  .£/ delincuente,  mil  tormentos 
siente. 
Los  delitos  llevan  a  las  espaldas  el  casti- 
go. —  V.  La  pena  sigue  a  la  culpa. 
DELLO.  —  Bueno  es  dello  con  dello.  Al- 
gunos añaden:  y  pan  para  camello. 

Indica  que  es  conveniente  mezclar 
las  cosas,  aunque  sean  opuestas  entre 
sí,  por  la  ley  de  los  contrastes. 
Bueno  es  dello  con  dello;  toma  el  macho 
y  ve  por  ello. 

No  se  debe  despreciar  lo  que  alguno 
ofrece,  aunque  sea  poco  y  con  alguna 
incomodidad. 
j  DEMANDADO.  —  No  es  demandado, 
cuando  ya  es  otorgado. — V.  Melón,  taja- 
da en  boca. 
DEMONIO.  —  Al  que  trabaja,  sólo  un  de- 
monio le  tienta;  pero  al  que  está  ocioso, 
le  tientan  mil  demonios.— V.  La  ocio- 
sidad es  madre  de  lodos  los  vicios. 


DENTELLADA 


—  297  — 


DERECHO 


El  demonio  no  duerme. 

Indica  que  las  ocasiones  de  pecar  se 
nos  presentan  con  harta  frecuencia. 
Estudiar  uno  con  el  demonio. 

Dar  muestras  de  gran  agudeza,  inge- 
nio o  travesura  para  lo  malo. 
Llevarse  el  demonio  al  burro  y  al  que  lo 
arrea. 

Estropearse  una  cosa;  perderse  todo; 
llevárselo  todo  la  trampa. 
Ponerse  uno  como  un  demonio,  o  hecho 
un  demonio. 

Encolerizarse  o  irritarse  exagerada- 
mente. 
Revestírsele  a  uno  el  demonio,  o  los  de- 
monios, o  todos  los  demonios.— Véa- 
se Ponerse  uno  como  un  demonio,  o  he- 
cho un  DEMONIO. 

Ser  uno  el  demonio,  o  el  mismo,  o  el  mis- 
mísimo, o  un,  demonio. 

Ser  demasiado  perverso,  travieso  o 
hábil.  En  este  último  sentido  se  em- 
plea como  forma  laudatoria. 
Si  como  mientes  corres,  el  demonio  que 
te  alcance. 

Dícese  a  los  embusteros  para  pon- 
derar la  cantidad  de  sus  mentiras. 
Un  demonio  no  hace  infierno.  —  V.  Una 

golondrina  tw  hace  verano. 
Enviar  a  uno  con  mil  demonios. 

Echarlo  enhoramala;  despedirlo  vio- 
lentamente o  de  mala  manera. 
DENTELLADA.  —  Dar,  o  sacudir,  uno 
dentelladas  a  otro. 

Contestar  agriamente;   darle   malas 
razones. 
DENTERA.  —  Dar  dentera  una  cosa. 

Tener  vehemente  deseo  de  ella. — 
Aplicado  a  personas  es  equivalente  a 
causar  envidia. 
DENTRO.— O  dentro  o  fuera. 

Excítase  con  esta  disyuntiva  a  tomar 
una  resolución  extrema,  sin  andar  con 
términos  medios. 
Salir  muy  de  dentro  una  cosa. 

Decir,  ofrecer  algo  con  toda  sinceri- 
dad, como  emanada  del  corazón. 
DEO  GRACIAS.-^/  un  Deo  gracias. 
Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
presentan  con  el  semblante  y  el  ade- 
mán devoto  y  sumiso,  con  el  objeto  de 
ganar  hipócritamente  la  estimación  y 
confianza  de  aquel  de  quien  esperan  o 
solicitan  algún  favor. 


DE  PRISA.  —  Componer  de  prisa  y  corre- 
gir despacio. 

Es  regla  infalible  en  el  arte  de  escri- 
bir, que  se  debe  empezar  por  pensar 
detenidamente  el  asunto  de  que  se  va 
a  tratar,  a  fin  de  poder  trasladar  pron- 
tamente al  papel  las  ideas  que  nuestro 
entendimiento  nos  haya  sugerido.  A 
dicha  operación  sigue  luego  la  de  la 
corrección  o  lima,  la  cual  supone  na- 
turalmente mayor  detenimiento,  como 
hija  que  es  de  una  madura  reflexión. 
Así  como  en  el  orden  de  la  Naturaleza 
aquella  mujer  pare  con  más  felicidad, 
que  más  brevemente  sale  de  su  emba- 
razo, así  en  el  intelectual,  aquel  escri- 
tor produce  mejor  sus  obras  que  más 
pronto  las  desempeña.  —  Parto  derecho- 
se  llama  al  que  se  efectúa  con  pronti- 
tud y  sin  molestia  alguna,  y  parto  labo- 
rioso, al  que,  por  el  contrario,  ofrece 
dificultades  y  largo  espacio  de  tiempo 
en  su  realización;  calificativos  ambos 
igualmente  aplicables  a  esos  dos  dis- 
tintos órdenes  de  cosas.  —  Axioma  co- 
rriente entre  cajistas,  que  recomienda 
hacerlo  así,  como  medio  el  más  acer- 
tado para  desempeñar  debidamente  su 
cometido. 

DERECHA.  —  Esa  es  la  derecha...  (  Y  dá- 
bale con  la  zurda.) 

Moteja  a  los  que  hacen  un  disparate, 
tomando  una  cosa  por  lo  contrario  de 
lo  que  es. 
Esa  es  la  derecha,  y  la  torcida  la  del  can- 
dil. —  V.  Esa  es  la  derecha...  (Y  dábale 
con  la  zurda.) 

DERECHO. —  Cada  uno  alega  en  derecho 
de  su  dedo.—V.  Arrimar  uno  el  ascua  a 
su  sardina. 
Derecho  apurado,  tuerto  ha  tornado. 
Condena  el  rigor  de  la  severidad,  y 
enseña  que  la  justicia  se  debe  templar 
con  la  prudencia  para  que  no  decline 
en  crueldad. 
Derecho,  como  la  viga  del  techo. 

Comparación  basada  en  que  los  ma- 
deros que  se  colocan  para  sostener  la 
techumbre  deben  tener  la  susodicha 
cualidad.  Paréceme,  sin  embargo,  que 
el  presente  refrán  ha  nacido,  como  tan- 
tos otros  millares  de  ellos,  del  sonso- 
nete o  consonancia,  más  que  de  la  ver 
dad  del  símil. 


DERECHURA 


—  298  — 


DESCALABRADO 


Las  cosas  al  derecho  las  hace  cualquiera; 
la  gracia  está  en  hacerlas  al  revés. 

Frase  con  que  se  disculpan  los  erro- 
res cometidos  por  alguno. 
Quedarle  a  uno  el  derecho  de  pataleo. 
Después  de  cometida  una  injusticia 
o  depredación,  se  le  concede  al  atrope- 
llado permiso  para  que  se  queje  o  pro- 
teste. Dicho  se  está  que  es  lo  mismo 
que  ladrar  a  la  luna. 
;(?#¿  derecho  tuerce! 

Dícese  de  la  persona  que  al  escribir 
hace  torcidos  los  renglones,  o  al  coser 
da  a  las  puntadas  mala  dirección,  etc. 
Todo  derecho  emana  de  tm  deber. 

El  que  alega  tener  derecho  a  disfru- 
tar de  determinados  beneficios,  debe 
empezar  por  probar  que  se  ha  hecho 
acreedor  a  ellos  en  virtud  de  haber 
cumplido  con  las  obligaciones  que  a 
los  mismos  son  anejas. 
DERECHURA.  —  Hacer  una  cosa  en  de- 
rechura de  sus  narices. 

O   sea   examinándola   o  juzgándola 
sólo  por  su  utilidad  y  conveniencia,  u 
obrando  según  su  antojo  y  capricho. 
DESABORIDO.  —  ¿W    un  desaborido. 
Aplícase  a  la  persona  de  carácter  in- 
diferente ososa.  —  Dícese  también  que 
es  como  la  mierda  del  pavo.  (Véase.) 
DESAGRADECIDO.  —  Ser    más    des- 
agradecido que  tierra  de  guijo. 

Se  dice  del  que  no  agradece  los  favo- 
res que  recibe,  comparándole  con  el 
terreno  donde  abundan  los   guijarros, 
que  por  mucho  que  se  le  abone,  es 
casi  improductivo. 
De  desagradecidos  está  el  infierno  lleno. 
Denota  que  la  ingratitud  es  el  más 
aborrecible  y,   por  desgracia,  el   más 
común  de  todos  los  vicios. 
DESAHOGADO.— Ser  un  desahogado. 
Aplícase  a  aquel  que  obra  o  habla 
libremente,  sin  cuidarse  de  las  conve- 
niencias sociales,  sino  siguiendo  su  an- 
tojo o  capricho. — También  se  dice:  Ser 

un  FRESCO. 

DESAHOGO.  -  Vivir  uno  con  desahogo. 

Dícese  familiarmente  de  aquel  que 

tiene  bastantes  recursos  para  pasar  la 

existencia  cómodamente,  sin  apuros, 

empeños  o  privaciones. 

DESANDAR.— Desandar  uno  lo  andado. 

Hallarse  precisado  a  deshacer  lo  he- 


cho, por  haber  cometido  algún  yerro  o 
inadvertencia. 

DESATINO.  —  Un  desatino,  o  dispara- 
te, o  error,  o  yerro,  no  se  remedia  con 
otro. 

Como  quiera  que  no  hay  cosa  más 
fácil  que  la  ofuscación  en  quien  ha  in- 
currido en  alguna  equivocación  o  falta, 
se  hace  indispensable  el  proceder  con 
la  mayor  serenidad  y  reflexión,  a  fin  de 
no  cometer  un  nuevo  yerro  al  tratar  de 
enmendar  el  primero. 

DESAZÓN.  —  Si  no  quieres  desazones, 
no  entres  en  congregaciones. 

Los  que  entran  a  formar  parte  de 
una  corporación,  lo  hacen  generalmen- 
te por  satisfacer  miras  interesadas;  de 
ahí  que  al  atender  cada  uno  a  su  pro- 
vecho no  miren  el  interés  general,  sino 
a  su  egoísmo,  originándose  de  esto  una 
serie  de  rencillas,  disputas,  contiendas 
y  envidias,  de  las  que  suele  ser  víctima 
el  desgraciado  que  entra  de  buena  fe. 
Si  quieres  evitar  desazones,  déjate  de 
obligaciones. 

Recomienda  que  no  se  eche  cargos 
encima  el  que  quiera  evitarse  digustos 
y  molestias. 

DESBANCAR.  —  Estar  deshancado. 

Haber  perdido  la  amistad,  cariño  o 
valimiento  de  una  persona,  por  las  ma- 
las artes  o  influencia  de  otra  que  la  ha 
ganado  para  sí. 

DESBANDADA.  —  Huir  a  la  desban- 
dada. 

Dispersarse  confusamente  y  sin  or- 
den; en  tropel. 

DESBRAGADO.  — ¿W  un  desbragado. 
Aplícase  despreciativamente  a  la  per- 
sona desharrapada  o  mal  vestida.  —  Dí- 
cese también:  Ser  un  descamisado. 

DESCALABRADO.  —  Al  descalabra- 
do nunca  le  falta  un  trapo,  que  roto 
que  sano. 

No  hay  necesidad  o  trabajo  que  no 
tenga  remedio,  o  por  lo  menos  alivio. 
Uno  es  el  descalabrado,  y  otro  el  que  se 
pone  la  venda. 

Empléase  para  zaherir  a  quien  se 
queja  o  lamenta  de  un  infortunio,  no 
siendo  él,  sino  otro,  el  ofendido  o  las- 
timado. —  V.  Pagar  justos  por  pecado- 
res, o  Juegan  los  burros  y  pagan  los 
amos,  o  los  arrieros. 


DESCALABRAR 


—  299  — 


DESDICHA 


DESCALABRAR.— Descalábrame  con 

eso. 

Da  a  entender  irónicamente  a  una 
persona  que  no  hará  lo  que  promete, 
o  no  dará  lo  que  ofrece. 
DESCALZAR.  —  Descálzate,  y  pasa. 

Dos  orígenes  pueden  atribuirse,  a 
cual  más  autorizados,  a  este  refrán  cas- 
tellano. Fúndase  el  primero  en  aquella 
expresión  del  profeta  Isaías:  Revela  cru- 
ra,  transí  flu?nina  (XLVII,  2),  y  el  se- 
gundo, en  la  práctica  que  reinaba  entre 
los  hebreos  tocante  a  poder  eludir  el 
•cumplimiento  del  levirato,  la  cual  con- 
sistía en  descalzarse  un  pie  y  ser  escu- 
pido, en  presencia  de  los  ancianos  del 
pueblo,  por  la  cuñada  del  hombre  que 
se  resistía  a  casarse  con  ella  al  haber 
muerto  su  hermano  sin  dejar  suce- 
sión. 
No  servir,  o  valer,  uno  para  descalzar 
a  otro. 

Ser  muy  inferior  a  él  en  alguna  cua- 
lidad, mérito  o  circunstancia. 
DESCALZO.  —  No  estar  uno  descalzo. 

No  ser  uno  tan  pobre  como  dice, 
aparenta  o  se  cree.  —  Tener  protecto- 
res que  le  ayuden. 
DESCAMISADO.  —  Ser  un  descamisa- 
do. —  V.  Ser  un  desbragado. 
DESCANSAR.  —  Descansar  y  tomar  a 
beber. 

Con  este  refrán  se  nota  al  que  con 
porfía  y  tenacidad  sostiene  una  opi- 
nión, y  aunque  alguna  vez  cese  o  calle, 
vuelve  a  la  porfía.  —  También  se  dice: 
¿  Qué  hemos  de  hacer?  Descansar  y  tomar 
a  beber;  significando  la  firme  resolución 
de  proseguir  lo  que  se  emprende  y  no 
desistir  del  empeño,  suceda  lo  que  su- 
cediere. 
DESCARNAR.  —  Descarnarse  uno  por 
otro. 

Gastar  o  consumir  el  dinero  o  la  ha- 
cienda en  beneficio  ajeno. 
DESCOLGAR.  — Descolgarse  con  algo. 

Salir  alguno  con  una  proposición  ex- 
traña, o  hacer  algo  inesperado. 
Descolgarse  una  persona. 

Presentarse  inopinadamente  en  algún 
sitio. 
DESCONFIANZA.  —  La  desconfianza 
aparta  el  engaño. 

La  mejor  manera  que  tenemos  de 


evitar  que  se  burlen  de  nosotros  es  la 
de  no  confiar  en  nadie. 
La  desconfianza  cria  canas. 

Las  preocupaciones  que  engendran 
el  temor  de  ser  engañado,  avejentan 
antes  de  tiempo. 
DESCOSIDO.— Hablar,  o  comer,  o  llorar, 
o  reír,  etc.,  como  un  descosido. 

Significa  el  exceso  o  la  intensidad 
con  que  se  hace  cualquiera  de  las  cosas 
citadas. 
DESCUBIERTA.—/;  a  la  descubierta. 
Sondear  el  terreno  en  la  conversa- 
ción, para  explorar  el  ánimo  de  la  per- 
sona de  quien  se  pretende  algo. 
Usar  de  alguna  cosa  a  la  descubierta, 
y  no  por  brújula,  como  quínola  dudosa. 

Da  a  entender  que  sólo  debemos  ha- 
cer uso  de  aquello  que  sabemos  ser 
verdad  probada  y  no  hipotética. 
DESCUBIERTO.  —  Hallarse  en  descu- 
bierto. 

Estar  por  cumplir  con  alguna  perso- 
na; por  hacerse  alguna  cosa;  por  sol- 
ventar o  solventarse  alguna  cantidad. 
DESCUIDO.  —  Al  descuido  y  con  cui- 
dado. 

Hacer  una  cosa  con  afectación,  pero 
aparentando  que  se  hace  sin  darse  uno 
cuenta,  negligentemente. 
Los  descuidos  de  las  Señoras  quitan  la 
vergüenza  a  las  criadas. 

Si  los  que  deben  dar  ejemplo  come- 
ten faltas,  no  es  extraño  que  los  infe- 
riores se  tomen  confianzas  punibles. 
DESDICHA.  —  Poner,  oponerse,  uno  hecho 
una  desdicha. 

Dícese  de  aquella  persona  que  se  ha 
mojado  o  ensuciado  exageradamente  la 
ropa,  el  calzado,  etc. 
Desdichas  v  caminos  hacen  amigos. 

Denota  que  el  correr  la  misma  suerte 
en  las  adversidades  produce  la  amis- 
tad, cosa  que  también  sucede  cuando 
se  hace  un  largo  viaje  con  alguna  per- 
sona. 
Las  desdichas  vienen  siempre  muchas,  y 
enzarzadas  unas  de  otras  como  cerezas. — 
V.  Bien  vengas,  mal,  si  vienes  solo. 
Las  desdichas  y  aflicciones  turban  la  me- 
moria de  quien  las  padece. 

Las  desgracias  atacan  en  gran  mane- 
ra tanto  la  parte  física  como  la  intelec- 
tual del  individuo. 


DESDICHADO 


300  — 


DESGRACIA 


Las  más  de  las  desdichas  que  vienen,  no 
se  piensan. 

Por  eso  no  es  fácil  apercibirse  para 
recibirlas. 
Para  remediar  desdichas  del  Cielo,  poco 
suelen  valer  los  bienes  de  fortuna. 

Es  preciso  sufrir  con  resignación  las 
penas  y  trabajos  que  Dios  nos  envía. 
Siempre  las  desdichas  persiguen  al  buen 
ingenio. 

Generalmente  no  son  los  tontos  los 
más  afligidos  por  la  desgracia. 
DESDICHADO.  —  Al  desdichado,  las 
desdichas  le  buscan. — Y.  Ferro  flaco  todo 
es  pulgas. 
Al  desdichado,  poco  le  vale  ser  esfor- 
zado. 

Cuando  la  fortuna  se  muestra  adver- 
sa, todas  las  tentativas  enderezadas  a 
contrarrestarla  resultan  inútiles. 
A  los  desdichados  se  les  suelen  helar  las 
migas  enire  la  boca  y  la  mano. 

Pintoresca  manera  de  expresar  el  en- 
cono con  que  persigue  la  desgracia  a 
los  desheredados  de  la  suerte. 
Para  los  desdichados  se  hizo  la  horca. 
Pues  los  que  tienen  suerte  y  vali- 
miento, aunque  la  merezcan,  suelen  es- 
capar de  ella. 
DESEAR.  —  Lo  que  mucho  se  desea,  no  se 
cree  aunque  se  vea. 

El  demasiado  anhelo  de  una  cosa  nos 
torna  incrédulos  las  más  de  las  veces, 
pues  nos  parece  imposible  el  que  llegue 
a  ser  nuestra. 
Más  vale  no  desear,  que  tener. 

Todo  lo  que  ambicionamos  y  no  po- 
demos poseer,    acibara  nuestra    exis- 
tencia. 
DESECHAR.  —  Lo  que  uno  desecha,  otro 
¡o  ruega. 

Enseña  que  lo  que  para  unos  es  in- 
útil y  despreciable,  para  otros  deja  de 
serlo. 
DESEMBUCHAR.  —  Desembuche  de 
una  vez. 

Dícese  a  la  persona  que  se  compren- 
de que  quiere  decir  algo  y  sin  embargo 
no  se  atreve  a  hablar. 
DESENFADADERAS.  —  Tener  buenas 
desenfadaderas. 

Aplícase  al  que  es  hábil  para  hallar 
recursos  con  que  salir  de  alguna  difi- 
cultad o  libertarse  de  alguna  opresión. 


DESENGAÑAR. -Mejores  desengañar 
que  engañar. 

Recomendación  noble  que  no  siem- 
pre se  pone  en  práctica. 
DESENGRASAR.  —  Ser  una  cosa  para 
desengrasar. 

Recibir  un  aumento  de  trabajo  sobre 
el  demasiado  que  ya  se  tenía.  Empléase 
en  sentido  irónico. 
DESENTENDIDO.  —  Hacerse   el   des- 
entendido. 

Afectar  que  no  se  entiende  o  no  se 
ha  oído  una  cosa  a  que  no  se  quiere 
contestar  o  no  se  quiere  hacer. 
DESENTERRADO.  —  Parecer  un  des- 
enterrado.—  V.  Parecer  desertado  del 
campo  santo. 
DESEO.  —  Coger  una  cosa  a  deseo. 

Lograr  lo  que  se  apetecía  con  vehe- 
mencia. 
Date  a  deseo  y  olerás  a  poleo. 

Aconseja  que  no  debe   familiarizar- 
se uno  mucho,  para  hacerse  más  esti- 
mable. 
Vienes  a  deseo,  huélesme  a  poleo. 

Explica  el  gusto  con  que  se  recibe  a 
la  persona  que  ha  tardado  y  cuya  vista 
ya  se  deseaba. —  V.  Date  a  deseo  y  ole- 
rás a  poleo. 
Los  malos  deseos  de  los  envidiosos,  en- 
gordan. 

Contra  la  malquerencia  de  las  perso- 
nas mezquinas,  lo  único  que  cabe  es  el 
desprecio. 
DESESPERADO.  —  Resistirse    como    un 
desesperado. 

Negarse  a  alguna  cosa  con  todas  sus 
fuerzas.  —  Dícese   también  :    Resistirse 
como  gato  panza  arriba. 
DESGALICHADO.  —  Ser  un  desgali- 
chado. 

Aplícase  a  la  persona  que  es  desali- 
ñada en  su  modo  de  vestir  o  que  tiene 
poco  garbo  para  andar. 
DESGRACIA.  —  Caer  en  desgracia. 

Perder  uno  el  cariño  y  la  confianza 
con  que  otro  le  trataba. 
Correr  uno  con  desgracia. 

No  tener  suerte  o  fortuna  en  aquello 
que  intenta. 
El  que  con  su  desgracia  se  conforma,  su 
dicha  se  forma. 

Recomienda  la  virtud  de  la  paciencia 
para  no  hacerse  infeliz. 


I 


DESGRACIADO 


—  301  — 


DESPABILARSE 


Me  pesa  de  su  desgracia,  pero  no  puedo 
llorar. 

Da  a  entender  que  a  uno  le  tiene  sin 
cuidado  lo  que  a  otro  le  pasa. 
Perseguir  a  uno  la  desgracia.  —  V.  Co- 
rrer uno  con  desgracia. 
Va  la  desgracia  detrás  de  la  hermosura. 
Por  regla  general,  mientras  más  bella 
es  una  mujer,  más  desgraciada  suele  ser. 
El  postrero  que  sabe  las  desgracias  es  el 
marido.  — V.  El  cornudo  es  el  último  que 
lo  sabe. 
DESGRACIADO.  —Estar  uno  desgra- 
ciado. 

No  hacer  una  cosa  bien;  estar  des- 
acertado en  su  desempeño. 
Para  los  desgraciados  se  hizo  la  horca. 
Denota  la  triste  situación  a  que  se  ve 
reducido  el  pobre  que  carece  de  reco- 
mendaciones en  los  trances  comprome- 
tidos, mayormente  si  caen  bajo  la  juris- 
dicción de  los  Tribunales  de  Justicia. 
Para  los  desgraciados  todos  los  días  son 
martes. 

Partiendo  del  absurdopopularde  que 
dicho  día  de  la  semana  es  aciago,  ex- 
presa que  para  las  personas  que  no  tie- 
nen suerte  no  hay  día  que  sea  feliz. 
DESGUINCE  —  c -Qué  es  un  desguince?— 
Catorce  borriquitos,  y  tú,  quince. 

Contestación  burlesca  que  se  da  a 
una  pregunta  necia  o  inoportuna. 
DESHECHA.  —  Hacer  la  deshecha. 

« Deshecha,  al  retruécano,  es  no  hecha, 
señaladamente  para  alguno,  porque,  se- 
gún la  costumbre  antigua,  las  demás 
coplas  se  aplicaban  a  alguno,  y  se  de- 
claraban más;  pero  la  deshecha  era  como 
general,  y  dudosa  o  disimulada,  de  don- 
de quedó  el  decir:  Hizo  la  deshecha,  por 
decir  disimuló.*  (Rosal,  Alfabeto  I.°) 
DESHILADA.  —  A  la  deshilada. 

Hacer  alguna  cosa  con  todo  el  disi- 
mulo posible. 
DESHONRA.  —  Tener  uno  a  deshonra 
una  cosa. 

Juzgarla  por  indecorosa  y  ajena  de  su 
calidad  y  esfera. 
DESIERTO.  —Predicar  en  desierto,  ser- 
món perdido. 

Dícese  de  aquellas  amonestaciones, 
regaños  o  advertencias  que  se  dirigen 
a  una  persona  que  de  antemano  sabe- 
mos que  no  está  dispuesta  a  seguir.  — 


V.  Predícame,  padre,  que  por  un  oído  me 
entra  y  por  el  otro  me  sale. 
Quien  predica  en  desierto  pierde  el  ser- 
món. —  V.  Predicar  en  desierto,  sermón 
perdido. 
DESLENGUADO.  —  Al  deslenguado, 
nunca  le  falta  pleito  mal  parado. 

Manifiesta  que  el  hablar  mal,  desver- 
gonzadamente, suele  acarrear  disgus- 
tos, en  que  el  maldiciente  sale  siempre 
perdiendo. 
DESNUDA.  —  Lo  que  falta  a  la  desnuda, 
alcohol  y  malaventura. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que,  so- 
bre tener  alguna  falta,  se  le  acumulan 
más  defectos. 
DESNUDO.  —  Desnudo  nací,  desnudo  me 
hallo;  ni  pierdo  ni  gano. 

Fórmula  de  consolación  usada  por 
aquellos  que,  abandonados  de  la  for- 
tuna, no  prosperan  a  pesar  de  todos  sus 
esfuerzos,  conformándose  fácilmente, 
aunque  pierdan  o  dejen  de  adquirir  al- 
gunos bienes. 
No  estar  uno  desnudo. 

Hallarse  en  posesión  de  algunos  bie- 
nes de  fortuna. 
DESOLLAR.  —  DesoUar  a  uno  vivo. 

Hacerle  pagar  mucho  más  de  lo  justo 
o  razonable  por  una  cosa.  —  Murmurar 
de  él  acerbamente. 
DesoUar  la  zorra. 

Dícese  del  que  duerme  mientras  le 
duran  los  efectos  de  una  borrachera. 
DESORDEN.  —  El  mucho  desorden  trae 
mucho  orden. 

Porque  para  corregir  aquél  se  suelen 
emplear  medios  enérgicos  que  esparcen 
el  temor.  —  Denota  también  que  los 
gastos  superfluos  y  la  prodigalidad,  obli- 
gan después  a  vivir  con  estrechez. 
DESOREJADO.  —  Ser  un  desorejado. 
Aplícase  a  las  personas  infames  o  ab- 
yectas, y  más  comúnmente,  en  femeni- 
no, a  ciertas  mujeres  de  mala  vida. 
DESPABILARSE.  —  Despabílate,  que 
estás  en...  (Aquí  el  sitio  o  la  población 
en  que  se  halla  la  persona  con  quien  se 
habla;  v.  gr.:  el  paseo,  o  Cádiz,  o  Ma- 
drid, etc.) 

Frase  con  que  se  excita  a  una  perso- 
na a  que  no  se  duerma,  o  a  que  ande 
lista  y  con  actividad  en  el  asunto  de 
que  se  trata. 


DESPACIO 


302 


DESPOSADO 


DESPACIO.—  Encolerízate  despacio,  que 

si  hubiese  causa,  no  te  faltará  tiempo  en 
que  estés  enojado. 

Manifiesta  que  hay  que  tomar  las  co- 
sas según  vienen. 
Pensar,  despacio,  y  obrar,  aprisa. 

Recomienda  que  se  medite  bien  antes 
de  tomar  una  resolución;  pero  que  des- 
pués de  tomada,  no  se  dilate  el  llevarla 
a  efecto. 
Quien  va  despacio,  anda  bien;  quien  anda 
bien,  anda  mucho. 

Encarece  la  mesura  para  llegar  a  con- 
seguir el  fin  propuesto. 
Quien  va  despacio  y  con  tiento,  hace  dos 
cosas  a  un  tiempo. 

No  cansarse  en  balde  y  lograr  su  ob- 
jeto sin  peligro. 
Vísteme  despacio,  que  estoy  de  prisa.  — 
V.  A  más  prisa,  gran,  o  más,  vagar. 
DESPACHADERAS.-  Tener  buenas  des- 
pachaderas. 

Dícese  de  las  personas  que  terminan 
un  asunto,  o  se  quitan  compromisos  de 
encima,  de  un  modo  áspero  y  desabrido. 
DESPACHO.-  Tener  uno  buen  despacho. 
Ser  hábil  y  expedito  para  desempe- 
ñar los  asuntos  de  que  se  encarga. 
DESPACHURRAR.  —  Despachurrar  a 
una  persona. 

Argumentar  de  tal  modo  a  uno,  que 

quede  cortado  sin  tener  qué  replicar. — 

No  refiriéndose  a  personas,  equivale  a 

desconcertar  o  embrollar  uno  lo  que  va 

hablando,  por  su  mala  explicación. 

DESPALILLAR.-Despalillar  una  cosa. 

Acabarrápidamentecon ella, tal  como 

la  comida,  una  cuenta,  un  vestido,  etc. 

DESPAMPANANTE. —Ser,  o  estar,  algo 

despampanante. 

Ser  alguna  cosa  muy  buena,  muy  no- 
table, bien  por  su  mérito,  tamaño,  etc. 
Úsase  más  en  sentido  irónico. 
DESPARTIR.  —  Quien  desparte  lleva  la 
peor  parte. 

Indica  que  el  que  se  separa  de  la  opi- 
nión de  los  demás,  como  queda  solo, 
es  más  fácil  de  ser  vencido.  —  Advierte 
a  los  mediadores  la  prudencia  con  que 
deben  proceder. 
DESPATARRADA.— Hacer  uno  la  des- 
patarrada. 

Afectar  una  enfermedad,  dolor  o  ac- 
cidente, tendiéndose  en  el  suelo. 


DESPATARRADO.  —  Dejarle  a  uno,  o 
quedar,  o  quedarse,  despatarrado. 

Dícese  así  del  que  al  ver  u  oír  una 
cosa  se  queda  extremada  y  profunda- 
mente confundido  o  admirado. 

DESPEDD3A.  —  Donde  no  hay  despedi- 
da no  hay  bienvenida. 

Expresa  de  una  manera  consolatoria 
que  para  gozar  de  la  felicidad  de  vol- 
ver a  ver  a  una  persona  querida,  se  ne- 
cesita haber  sufrido  el  mal  rato  de  la 
separación. 

DESPEDIRSE.  —  Despedirse  a  la  fran- 
cesa. 

Salir  de  una  casa,  abandonar  una  re- 
unión o  separarse  de  una  persona  sin 
avisar  su  marcha  ni  saludar. 
Más  vale  despedirse  que  ser  despedido. 
Fórmula  de  prudencia  que  debe  po- 
ner en  práctica  toda  persona  pundo- 
norosa, adelantándose  a  un  acto  que 
pudiera  producirle  molestia. 

DESPEPITARSE.  —  Despepitarse  por 
una  cosa. 

Mostrar  vehemente  deseo  de  poseer- 
la, verla,  etc. 

DESPERTAR.  —  No  conviene  despertar 
al  que  duerme. 

Da  a  entender  lo  mucho  que  importa 
callar  ciertos  secretos,  o  no  hacer  cier- 
tas declaraciones  a  algunas  personas, 
cuando  de  semejante  descubrimiento 
se  puede  temer  fundadamente  que  re- 
sulte algún  perjuicio  en  contra  de  los 
intereses  de  quien  lo  hace. 

DESPINTAR.— No  despintársele  a  uno 
una  persona  o  cosa. 

Locución  empleada  por  los  buenos 
fisonomistas  para  expresar  que  conser- 
van vivo  el  recuerdo  de  ella,  aunque 
la  hayan  visto  pocas  veces  o  haga  ya 
mucho  tiempo  que  la  vieron. 

DESPOBLADO.— Cuando  fueres  por  des- 
poblado, non  fagas  desaguisado;  por- 
que cuaftdo  fueres  por  poblado,  irás  a  lo 
vezado. 

Enseña  que  ni  aun  en  lo  oculto  se 
deben  cometer  acciones  malas,  porque 
la  costumbre  suele  arrastrar  a  ellas  en 
público  o  con  descaro. 

DESPOSADO.  —  Desposado  de  hogaño, 
caro  vale  el  palio. 

Dícese  de  los  recién  casados,  por  los 
muchos  gastos  que  ocasiona  la  boda. 


DESPRECIABLE 


303  — 


DEUDA 


El  desposado  de  Homachuelos,  que  no 
hay  quien  lo  quiera,  y  él  porfiar  y  con 
todas  se  casa,  y  ninguna  sirve  de  buena 
tinta. 

Se  dice  de  los  que  no  se  contentan 
con  su  suerte. 
Parecer  desposado  de  aldea. 

Aplícase  al  que  está  muy  grave  y 
mesurado. 
DESPRECIABLE.—  Más  despreciable 
que  refrán  que  no  corre. 

Refrán  árabe  con  el  que  se  compara 
todo  aquello  que  no  es  digno  de  res- 
peto, como  ocurre  con  el  refrán  que 
por  no  resultar  verdadero  no  anda  en 
boca  del  pueblo,  pues  nadie  lo  repite 
por  no  hacerle  ningún  caso.  —  Para  los 
pueblos  orientales,  los  refranes  son  ver- 
daderas sentencias,  acatadas  y  reveren- 
ciadas por  todos. 
DESPUÉS.  —  El  que  echa  por  la  calle  de 
Después,  llega  a  la  plaza  de  Nunca. 

El  diferir  demasiado  la  ejecución  de 
ciertas   cosas   suele  ser  causa  de  que 
jamás  lleguen  a  realizarse. 
Quien  ha  nacido  después,  no  p7iedc  tener 
razón. 

Refrán  con  que  se  imponía  antigua- 
mente silencio  en  España  a  los  niños 
cuando  se  entremetían  a  terciar  en  la 
conversación  de  las  personas  mayores, 
máxime  si  se  adelantaban  a  dar  su  pa- 
recer. 
DESTAJAR.  —  Quien  destaja,  no  baraja. 

Advierte  que  para  evitar  quimeras 
y  pleitos  conviene  prevenir  todos  los 
lances  al  principio  de  un  negocio. 
DESTAJO.  —  Hablar  a  destajo. 

Hablar  con  exceso,  y  por  lo  general 
sosteniendo  conversaciones  insulsas  o 
diciendo  tonterías. 
DESTETAR.  —  Haberse  destetado  uno 
con  una  cosa. 

Da  a  entender  que  aquello  de  que  se 

nos  habla  nos  es  sumamente  conocido 

y  desde  muy  antiguo. 

DESTINO .  —  Este  es  mi  destino,  o  mi 

sino:  andar  a  cuatro  pies  como  tm  pollino. 

Manera  jocosa  de  quejarse  uno  de  su 
suerte. 
DESTORNILLADO.  -Estar  destorni- 
llado. 

Dícese  de  la  persona  vana,  voluble 
y  de  poco  seso,  cuando  no  loca. 


DESTREPAR.  —  Destripar  el  cuento. 

Aplícase  cuando  al  estar  relatando 
un   suceso,   chascarrillo,  enigma,  etc., 
uno  de  los  oyentes  interrumpe  la  na- 
rración y  declara  lo  substancial  de  la 
noticia,  el  desenlace  de  la  historia  o  la. 
solución  del  acertijo. 
DESTRIPATERRONES.—/^  este  des- 
tripaterrones venimos  los  infanzones. 
Mote  que  puso  a  su  escudo  de  armas, 
especial  y  reservado,  el  Excmo.  Señor 
D.  Gabriel  de  Aviles  y  Fierro,  virrey  del 
Perú,  marqués  de  Aviles.  (Véase  el  nú- 
mero 29  de  El  Averiguador  Universal.) 
Ser  un  destripaterrones. 

Hombre  zafio  y  tosco,  como  suelen 
ser  los  cavadores. 
DESTRÓN.  —  Destrón,  el  consejo;  la  len- 
gua, el  ciego. 

Enseña  que  el  juicio  y  la  prudencia 
deben  consultar  y  pensar  las  palabras 
antes  que  las  pronuncie  la  lengua.  - 
Destrón  es  el  lazarillo  de  ciego. 
DESUELLACARAS.  -  Ser  un  desue- 
llacaras. 

Dícese  de  toda  persona  desvergon- 
zada, descarada,  de  mala  vida  y  cos- 
tumbres.— Aplícase  también  al  barbe- 
ro que  afeita  mal. 
DESUELLO.  -  Ser  un  desuello. 

Nota  el  excesivo  precio  que  se  pide 
o  se  lleva  por  una  cosa. 
DEUDA. —  Quien  fía  o  promete,  en  deuda 
se  mete. 

Explica  la  fuerza  que  tiene  la  pro- 
mesa de  una  cosa,  pues  por  ella  queda 
obligado  el  que  la  hace  a  cumplir  lo 
que  prometió. 
Quien  paga  deuda  hace  caudal. 

Expresa  que  el  que  no  deja  nada  a 
deber  goza  de  crédito,  pudiendo  con 
éste  ampliar  sus  negociaciones. 
Deudas  tengas,  y  pequeñas. 

Especie  de  conminación  dirigida  a 
una  persona  enemiga,  deseándole  que 
contraiga  muchos  débitos  de  cortas 
cantidades,  por  ser  más  difíciles  de  pa- 
gar que  uno  solo  grande. 
Deudas  tienes,  ¿y  haces  más?  Si  no  men~ 
tiste,  mentirás. 

El  que  se  acostumbra  a  deber  tiene 
que  acudir  a  la  mentira  para  no  pagar 
las  deudas  que  tenía  pendientes,  y  en- 
cima contraer  otras  nuevas. 


DEUDOR 


304  — 


DÍA 


Las  deudas  son  como  los  niños  :  mientras 
más  pequeños,  más  chillan. 

El  que  prestó  una  cantidad  grande, 
como  no  le  es  perentoria  su  devolu- 
ción, no  molesta  al  deudor;  pero  si  los 
acreedores  son  modestos,  están  pidien- 
do constantemente  su  dinero,  por  la 
falta  que  les  hace. 
Quien  paga  sus  deudas,  su  capital  au- 
menta. 

Porque  cobra  crédito  al  ver  que  es 
buen  pagador,  y  todos  le  fían,  con  lo 
cual  ensancha  más  su  comercio  o  ne- 
gocio. 
DEUDOR.  —  El  deudor  no  muera,  que  la 
deuda  en  pie  se  queda. 

Manifiesta  la  esperanza  que  hay  de 
cobrar  mientras  que  vive  la  persona 
que  debe. 
DEUM.  —  Deum  de  Deo,  dé  donde  diere. 

Por  la  explicación  que  de  este  dicho 
proverbial  apunta  Cervantes,  se  echa 
de  ver  luego  cómo  no  es  fácil  tradu- 
cirlo a  ningún  otro  idioma,  en  atención 
a  deber  su  origen  meramente  al  sonso- 
nete. —  Es  una  traducción  caprichosa 
que  le  da  el  que  hace  a  bulto  una  cosa, 
a  salga  lo  que  saliere. 
DEUS.  —  Más  quiero  yo  a  mi  Deus  que  al 
conde  de  Puteus. 

Dicho  de  la  venerable  D.a  Sancha 
Alfonso,  hija  del  rey  de  León  D.  Alfon- 
so IX  y  de  su  esposa  D.a  Teresa  Gil,  y 
hermana  por  parte  de  padre  del  rey 
San  Fernando,  en  que  prorrumpió  cuan- 
do le  anunciaron  estar  concertadas  sus 
bodas  con  un  príncipe  de  Francia,  el 
conde  de  Puteaux,  para  significar  ella 
su  resolución  de  abrazar  la  vida  reli- 
giosa. Entró,  efectivamente,  monja  en 
el  convento  santiaguista  de  Santa  Eu- 
femia de  Cozollos,  en  Palencia,  el  cual 
se  trasladó  años  después  al  de  Santa 
Fe  de  Toledo,  donde  existe  su  cadáver 
incorrupto,  según  ha  habido  ocasión 
de  autentificarlo  varias  veces,  siendo  la 
última  la  que  se  verificó  en  mayo  de 
1899  con  motivo  de  volver  a  tratar- 
se del  proceso  de  beatificación  de  tan 
ilustre  venerable. 
DEVANADERA.  —  Parecer  una  deva- 
nadera. 

Aplícase  a  la  persona  que  se  agita  o 
mueve  mucho. 


DEVANAR.  —  El  que  bien  devana,  bien 

teje. 

El  que  prepara  hábilmente  un  asun- 
to, lo  resolverá  con  toda  facilidad. 
DEVOCIÓN.  —  Estar  a  la  devoción  de 
uno. 

Hallarse  una  persona  o  reunión  de 
ellas  voluntariamente  sujetas  a  la  obe- 
diencia, mandato  o  capricho  de  otra. 
Ligerito,  y  con  devoción. 

Satiriza    las    ceremonias    religiosas 
practicadas  atropelladamente. 
No  tener  más  devoción  que  la  de  San 
Porro,  patrón  de  los  borrachos. 

Alúdese  a  los  que  se  dejan  dominar 
por  el  vicio  de  la  embriaguez.  —  Re- 
fiérese a  lo  mucho  que  suelen  dormir 
los  niños  pequeños  o  rorros. 
Siga  la  devoción,  y  siga  la  diversión. 
Satiriza  las  fiestas  en  que,  bajo  el 
pretexto  de  alguna  obra  de  caridad,  se 
juega,  baila  y  se  cometen  todo  género 
de  excesos,  aunque  muy  aristocrática- 
mente. 
DÍA.  —  A  cada  día  le  basta  su  malicia,  o  su 
pena,  o  su  afán. 

No  pasa  día  sin  que  haya  que  tener 
alguna  preocupación. 
A  día  tres  de  abril  el  cuclillo  ha  de  venir, 
y  si  no  viene  a  ocho,  o  es  preso  o  es  morto. 
Alude  a  la  época  en  que  suele  pre- 
sentarse el  cuco,  si  el  tiempo  es  el  na- 
tural del  acostumbrado  en  la  localidad 
a  que  se  refiere  a  mediados  del  expre- 
sado mes. 
Al  buen  día  ábrele  la  puerta,  y  para  el 
malo,  te  apareja. 

Aconseja  se  aprovechen  las  ocasio- 
nes favorables,  y  se  prepare  el  ánimo 
para  las  adversidades  que  puedan  so- 
brevenir. 
Al  buen  día  mételo  en  casa.  —  V.  Al  buen 
día  ábrele  la  puerta,  y  para  el  malo,  te 
apareja. 
Buen  día  tendrás  hoy. 

Frase  dirigida  al  que  ve  a  un  tuerto 

por  la  mañana. 

Cada   día  gallina,  amarga  la   cocina.  — 

V.  Todos  los  días  olla,  amarga  el  caldo. 

Cada  día  que  amanece,  el  número  de  los 

tontos  crece. 

Empléase  cuando  se  nos  refiere  al- 
guna tontería  u  oímos  decir  cualquier 
disparate. 


DÍA 


305 


DÍA 


(Cada  día  que  fosa  de  enero,  un  ajo  pierde 
el  ajero. 

Porque  debe  sembrarse  esa  planta 
a  principios  del  mes  de  enero. 
Cada  día  se  ven  cosas  nuevas  en  el  mun- 
do.—  V.  Todos  ¡os  días  se  aprende  una 
cosa  nueva. 
Casado  y  mal  día,  todo  en  un  día. 

Dícese  de  aquel  a  quien  le  sobrevie- 
nen varias  desdichas  juntas. 
Con  un  día_y  con  otro.  — Y.  Con  hoy  y  con 

mañana. 
De  día  no  veo  y  de  noche  me  espulgo. 

Aplícase  a  las  personas  que  no  tra- 
bajan a  las  horas  debidas,  pretendiendo 
hacerlo  a  destiempo. 
■De  di  a  y  con  sol. 

A  las  claras,  públicamente. 
Desde  que  nací  lloré,  y  cada  día  nace  por 
qué. 

La  vida  es  una  serie  no  interrumpi- 
da de  duelos  y  lamentos. 
Día  de  bodorrio,  ponte  en  completorio. 

Aconseja  se  anticipen  en  días  ocu- 
pados las  obligaciones  indispensables, 
para  no  faltar  a  ellas. 
Día  de  devoción,  víspera  de  trabajo. 

La  huelga  de  un  día  supone  mayor 
labor  al  siguiente,  para  no  sufrir  retra- 
so en  el  trabajo. 
Día  de  misiones,  día  de  ladrones. 

En  las  grandes  concurrencias,  como 
ocurre  en  tiempo  de  misiones,  afluyen 
los  aficionados  a  tomar  lo  ajeno  contra 
la  voluntad  de  su  dueño. 
Día  de  nublo,  la  mañana  larga;  el  día,  nin- 
guno. 

En  los  días  en  que  no  luce  el  sol  pare- 
ce que  todas  las  horas  son  iguales,  pues 
se  presenta  la  noche  sin  que  se  note 
diferencia. 
Día  de  repicar  gordo. 

Aplícase  a  los  días  de  gran  fiesta  por 
efecto  de  algún  acontecimiento  fami- 
liar, santo,  boda,  bautizo,  etc. 
Día  del  manto. 

Entre  labradores,  el  día  en  que  abren 
mayor  número  de  flores  los  azafranales. 
Día_y  victo. 

Expresión  con   que  se  denota  que 
uno  gasta  lo  que  gana  en  cada  día,  sin 
que  le  quede  nada  para  otro. 
El  día  de  calor,  ése  te  arropa  mejor. — 
V.  En  día  de  calor  arrópate  mejor. 


El  día  de  hoy,  antes  se  toma  el  pulso  al 
haber  que  al  saber. 

Aplícase  a  la  metalización  de  los  tiem- 
pos modernos. 
El  día  de  mañana  no  debe  echarnos  a  per- 
der el  de  hoy. 

Aconseja  que  no  se  preocupe  uno 
por  anticipado  de  lo  que  pueda  ocurrir 
mis  adelante. 
El  día  nublado  engaña  al  amo  y  al  criad*. 
Porque  no  se  hace  en  él  todo  lo  que 
se  debiera  trabajar,  toda  vez  que  pare- 
ce anochecer  más  temprano. 
El  día  que  no  me  afeite,  vino  a  mi  casa 
quien  no  pensé. 

Advierte  que  es  muy  conveniente 
vivir  prevenido  para  lo  que  pudiere 
sobrevenir.  —  En  lugar  de  afeité  dicen 
otros  escobé,  es  decir,  barrí. 
El  día  que  te  casas,  te  curas,  o  te  matas,  o 
te  sanas. 

Aconseja  la  prudencia,  especulación 
o  consejo  de  que  se  debe  usar  para 
tomar  estado. 
El  día  siguiente  es  discípulo  del  pasado. 
Usase  para  indicar  la  igualdad  exis- 
tente entre  dos  cosas.  —  Significa  tam- 
bién que  el  día  anterior  nos  ha  ense- 
ñado lo  que  ya  hoy  no  hacemos,  por 
haberlo  aprendido. 
El  que  cada  día  va  bien,  el  domingo  no  tie- 
ne qué  poner. 

Aconseja  la  conveniencia  de  no  gas- 
tarlo todo  de  una  vez,  sino  reservar 
para  determinadas  circunstancias. 
El  que  en  día  de  trabajo  anda  empascuado, 
nunca  se  ve  mejorado. 

Úsase  en  tierra  de  Soria  como  equi- 
valente al  refrán  que  dice:  Quien  no 
tiene  viejo  no  tiene  nuevo.  (Véase.) 
El  que  en  sí  confía,  yerra  cada  día. 

Expresa  la  conveniencia  de  no  fiarlo 
todo  a  nuestras  propias  fuerzas. 
En  buen  día,  buenas  obras. 

Dícese  irónicamente  de  los  que  en 
días  señalados  y  notables  se  emplean 
en  hacer  cosas  malas. 
En  día  de  calor  arrópate  mejor. 

Pues  es  la  mejor  manera,  aunque  pa- 
rezca un  absurdo,  de  no  sentir  tanto  su 
influencia. 
En  el  día  que  cae  el  Asado,  o  el  Quemado, 
cae  casi  todo  el  Apostolado. 

Mala  redacción  por  parte  de  quien 


DÍA 


—  306 


DÍA 


inventó  este  refrán.  En  nuestro  con- 
cepto se  debería  formular  en  los  si- 
guientes o  parecidos  términos:  El  día 
en  que  cae  el  Asado,  o  el  Quemado,  es  el 
en  que  más  caen  del  Apostolado. 

Prueba  al  canto.  Pongamos  que  cae 
San  Lorenzo,  que  es  el  asado  o  quema- 
do a  que  alude  el  refrán  (lode  agosto), 
en  viernes;  pues  bien:  en  ese  día  cae- 
rán igualmente  los  apóstoles  San  Pedro 
(29  de  junio),  San  Bartolomé  (24  de 
agosto),  San  Mateo  (21  de  septiembre) 
y  San  Andrés  (30  de  noviembre).  En 
tal  circunstancia,  San  Matías  (24  de  fe- 
brero, o  25  si  es  bisiesto)  caerá  en  sá- 
bado; los  santos  Simón  y  Judas  (28  de 
octubre),  en  domingo;  San  Bernabé 
(11  de  junio),  en  lunes;  San  Felipe  y 
Santiago  (i.°  de  mayo),  en  martes;  y 
San  Lucas  (18  de  octubre)  y  San  Juan 
Evangelista  (27  de  diciembre),  en 
jueves. 

Resulta,  pues,  que  de  los  doce  após- 
toles, cuatro  caen  en  el  mismo  día  de 
la  semana  que  corresponde  a  San  Lo- 
renzo, mientras  que  de  los  ocho  res- 
tantes uno  corresponde  a  distinto  día; 
dos  juntos,  a  otro;  uno,  a  otro;  dos  jun- 
tamente, a  otro;  y  dos  separados,  a 
otro  diferente  de  los  anteriores;  y  por 
tanto,  que  el  mayor  número,  o  séase 
cuatro,  conviene  con  el  día  en  que 
cae  la  festividad  de  San  Lorenzo,  y  en 
su  consecuencia,  que  es  inexacta  la 
forma  en  que  se  suele  enunciar  el  re- 
frán cuestionado,  que  es  lo  que  se  pre- 
tendía demostrar. 
En  lloviendo  el  día  de  Santa  Bibiana,  llue- 
ve cuarenta  días  y  tina  semana. 

Cayendo  el  día  de  dicha  santa  el  2  de 
diciembre,  o  sea  en  lo  más  crudo  del 
invierno,  no  es  de  extrañar  que  en  tal 
época  haya  temporal  de  aguas;  pero  no 
hemos  comprobado  que  lleguen  a  ser 
éstas  tan  seguidas  como  se  afirma  en  el 
refrán. 
Entre  día  y  noche  ?io  hay  vallado. 

Enseña  a  no  desconfiar  de  la  realiza- 
ción de  las  cosas. 
En  un  día  no  se  ganó  Troya.  —  V.  No  se 

ganó  Zamora  en  una  hora. 
Hacerle  creer  a  uno  que  el  día  es  noche. 

Embaucarlo,  hacerle  creer  cualquier 
despropósito. 


Hoy  es  día  de  echad  aquí,  tía. 

Denota  que  hay  ocasiones  en  que  se 
debe  gastar  con  esplendidez. 
Mañana  será  otro  día. 

Expresión  con  que  se  consuela  o 
amenaza,  recordando  la  inestabilidad 
de  las  cosas  humanas.  —  Usase  más  co- 
múnmente para  indicar  que  diferimos 
la  ejecución  de  alguna  cosa  para  el  día 
siguiente. 
Ninguno  sabe,  cuando  se  levanta,  en  qué  ha 
de  acabar  el  día. 

Indica  lo  inútil  que  es  querer  prede- 
cir el  porvenir. 
No  hay  cosa  más  socorrida  que  un  día  tras 
otro,  porque  lo  que  no  se  hace  hoy,  ma- 
ñana tampoco. 

Fórmula  jocosa  empleada  contra  los 
haraganes  que  no  se  preocupan  por  el 
trabajo. 
Otro  día  amanecerá  y  hará  buen  tiempo. 
Empléase  para  consolar  a  los  que  se 
quejan  de  su  mala  suerte. 
Primer  día  de  agosto,  primer  día  de  in- 
vierno. 

Existe  la  preocupación  de  que  son 

semejantes  el  clima  de  uno  y  otro  día. 

¿  Qué  hay? —  Un  día  más  que  ayer. — V.  ¿  Qué 

hay?  — La  bahía  junio  a  Cais. 
Salir  uno  del  día. 

Libertarse  por  de  pronto  de  un  apu- 
ro, ahogo  o  dificultad  en  algún  negocio 
o  asunto,  quedando  éste  pendiente. 
Siempre  es  peor  el  día  siguiente. 

Refrán  cuyo  concepto  es  el  mismo 
que  el  de  Siempre  el  tiempo  pasado  fué 
mejor,  sólo  que  se  presenta  enunciado 
mediante  la  inversión  de  los  términos. 
Siete  hinche  y  vacia  al  día,  en  tu  casa,  que 
no  en  la  mía. 

A  cada  uno  debe  preocuparle  lo  pro- 
pio antes  que  lo  ajeno. 
Si  quieres  un  día  bueno,  hazte  la  barba;  un 
mes  bueno,  mata  un  puerco;  un  año  bueno, 
cásate;  un  siempre  bueno,  hazte  clérigo. 

Indica  lo  que  dura  la  felicidad,  se- 
gún las  circunstancias   expresadas,  y 
según...  la  opinión  caprichosa  del  in- 
ventor del  refrán. 
2 al  día  hará,  o  hizo,  un  año. 

Explica  el  poco  o  ningún  cuidado 
que  causa  un  suceso. 
Todo  el  día  beber,  y  a  la  noche,  ¡ay,  tripas! 
Aconseja  que  no  se  abuse  de  la  be- 


DÍA 


—  307  — 


DIABLO 


bida,  para  evitar  los  malos  resultados 
que  tal  exceso  acarrea.  —  Dícese  del 
que  abusa  de  una  cosa  sin  mirar  las 
consecuencias,  contentándose  después 
con  quejarse. 
Un  día  de  obra,  un  mes  de  escoba. 

Refiérese  a  los  albañiles,  quienes,  al 
entrar  en  una  casa  para  trabajar,  la 
dejan  en  tales  condiciones  de  suciedad, 
que  no  es  fácil  verla  limpia  sino  des- 
pués de  muchos  barridos. 
Un  día  si  y  otro  también. 

Constantemente,    sin    interrupción, 
siempre,  todos  los  días. 
Un  día  viene  iras  otro  día.  —  V.  Entre 

día  y  noche  no  hay  vallado. 
A  días  claros,  obscuros  nublados. 

Generalmente  en  el  invierno,  en  que 
los  días  serenos  suelen  ser  escasos  en 
algunas  regiones. 
Alcanzar  a  uno  en  días. 

Vivir  una  persona  más  años  que  otra. 
A  tres  días  buenos,  cabo  de  mal  extremo. 
Demuestra  lo  poco  estables  y  dura- 
deras que  son  las  felicidades  de  este 
mundo. 
Días  y  ollas  lo  componen  todo. 

Da  a  entender  que  con  tiempo  y  pa- 
ciencia no  hay  nada  que  no  se  alcance. 
Días  y  ollas  lo  harán. — V.  Días  y  ollas  lo 

componen  todo. 
Más  días  hay  que  longanizas. 

Reprende  a  los  que  se  apresuran  de- 
masiado en  los  negocios  que  dan  tiem- 
po.—  Se  usa  también  para  denotar  que 
no  urge  el  hacer  o  decir  alguna  cosa. 
No  en  mis  días. 

Modo  de  manifestar  uno  su  deseo  de 
no  ver  realizado  aquello  de  que  se  tra- 
ta. —  Sirve  también  de  excusa  para  no 
conceder  o  hacer  lo  que  otro  pide. 
No  pasar  áía.s  por  uno. 

Aplícase  a  las  personas  que  no  re- 
presentan la  edad,  más  o  menos  avan- 
zada, que  realmente  tienen,  a  causa  de 
lo  frescas  y  ágiles  que  se  conservan. 
No  se  van  los  días  en  balde. 

Expresión  con  que  se  explica  el  efec- 
to que  causa  en  los  hombres  la  edad, 
descaeciendo  la  salud,  el  brío  y  la  ro- 
bustez. 
Pasarse  los  días  enflores. 

En  ayunas;  sin  tomar  alimento  de 
ninguna  clase. 


Por  no  dar,  no  da  ni  los  buenos  días. 

Manera  de  exagerar  la  avaricia  de 
alguna  persona. 
Ser  entrado  en  días. 

Dícese  de  las  personas  que  se  acer- 
can a  la  vejez. 
Tantos  días  como  pasan  de  enero,  tantos 
ajos  pierde  el  ajero.  —  V.  Cada  día  que 
pasa  de  enero,  un  ajo  pierde  el  ajero. 
Todos  los  días  olla,  amarga  el  caldo. 

Da  a  entender  que  por  buena  que 
sea  una  cosa,  se  hace  fastidiosa  cuando 
es  muy  repetida. 
Todos  los  días  se  aprende  tina  cosa  nueva. 
Expresión  usada  cuando  se  oye  decir 
o  se  ve  alguna  cosa  que  desconocíamos 
en  absoluto. 
Tras  diez  días   de  ayunque  de  herrero, 
duerme  al  son  el  perro. 

Demuestra  lo  que  puede  la  fuerza  de 
la  costumbre. 
Tras  los  días  viene  el  seso. 

Indica  que  la  reflexión  y  la  sabiduría 
no  suelen  ser  patrimonio  de  los  pocos 
años,  sino  de  la  edad  madura. 
Tres  cosas  hay  que  nunca  duermen :  los 
días,  los  censos  y  los  agravios. 

Porque  jamás  se  olvida  ninguna  de 
ellas,   por   mucho    tiempo   que  trans- 
curra. 
Vivir  uno  los  días  de  Néstor. 

Ser  de  edad  provecta. 
Yendo  días  y  viniendo  días. 

Locución  familiar  con  que  se  da  a 
entender  que  ha  pasado  algún  tiempo 
indeterminado  de  un  suceso  a  otro. 
Usase  mucho  en  los  cuentos  y  en  las 
novelas. 
DIABLO.  —  Ahí  es  el  diablo. 

Explica  el  mayor  riesgo  o  peligro 
que  se  teme  o  se  sospecha  en  lo  que 
puede  suceder. 
Alguna  vez  ha  de  romper  el  diablo  sus 
zapatos. 

Aunque  le  es  fácil  lograr  su  propó- 
sito al  que  obra  mal,  en  ocasiones  le 
cuesta  trabajo  conseguir  lo  que  desea. 
Algún  diablo  anda  suelto,  o  se  ha  casado. 
Suele  decirse  cuando  reina   viento 
huracanado. 
Algunas  veces  dice  el  diablo  verdad. 

Aplícase  a  aquellas  personas  de  mala 
fama  que,  por  una  casualidad,  no  dicen 
alguna  mentira. 


DIABLO 


—  308  — 


DIABLO 


Al  que  toma  y  no  da,  el  diablo  se  lo  llevará. 
Contra   los  avaros  que  no  piensan 
más  que  en  acaparar,  sin  acordarse  de 
que  la  caridad  existe  en  el  mundo. 
Andar  el  diablo  metiendo  la  pata. 

Dícese   cuando   sale    algún   negocio 
torcido  o  no  marcha  bien. 
Andar  el  diablo  suelto. 

Haber  grandes  disturbios  y  disensio- 
nes en  un   pueblo,  comunidad,  fami- 
lia, etc. 
Aquí  hay  mucho  diablo. 

Frase  con  que  se  manifiesta  que  un 

negocio  tiene  mucha  dificultad,  malicia 

o  enredo  oculto. 

¡Asi paga  el  diablo  a  quien  bien  le  sirve! 

Queja  contra  los  desagradecidos  a 

los  favores  que  uno  les  ha  dispensado. 

Aun  eso  seria  el  diablo.  —  V.  Ahí  es  el 

DIABLO. 

Cuando  el  diablo  habla,  licencia  tiene  de 
Dios.  —  V.  Cuando  los  mudos  hablan, 
licencia  tienen  de  Dios. 
Cuando  el  diablo  no  tiene  qué  hacer,  con 
el  rabo  caza  moscas,  o  abre  el  culo  y  papa 
■moscas,  o  coge  la  escoba  y  se  pone  a  ba- 
rrer, o  en  algo  se  ha  de  entretener. 

Aplícase  a  aquellos  que  se  ocupan  en 
hacer  cosas  impropias  de  su  edad  y 
condición,  en  los  momentos  de  ocio. 
Cuando  el  diablo  reza,  engañar  quiere. 
Reprende  a  los  hipócritas,  y  general- 
mente a  todos  los  que  con  buenas  apa- 
riencias encubren  dañada  intención. 
Dar  al  diablo  una  persona  o  cosa. 

Manifiesta  el  desprecio  o  indignación 
que  se  siente  contra  ella. 
Dar  al  diablo  el  hato  y  el  garabato. 

Empléase  para  demostrar  gran  enojo 
y  desesperación. 
Dar  al  diablo  el  muerto  y  a  quien  lo  llora. 
.     V.  Dar  al  diablo  una  persona  o  cosa. 
Dar  de  comer  al  diablo. 

Murmurar,  hablar  mal  de  alguien  o 
de  algo.  —  Armar  rencillas  o  provocar 
con  malas  palabras. 
Dar  que  hacer  al  diablo. 

Ejecutar  una  acción  reprobable. 
Darse  uno  al  diablo. 

Irritarse,  enfurecerse;  estar  desespe- 
rado por  algún  contratiempo. 
De  alabar  el  diablo  el  fruto,  vino  Eva  a 
probarlo. 

Recomienda  que  se  desconfíe  de  las 


alabanzas  exageradas  que  de  una  cosa 
hace  una  persona  que  no  es  de  fiar. 
Díselo  tú  una  vez,  y  el  diablo  se  lo  repeti- 
rá diez. 

Contra  los  que  dan  malos  consejos. 
El  diablo,  antes  os  la  dará  roma  qut 
aguileña. 

Por  la  mala  fama  que  tienen  las  cha- 
tas, que  se  supone  más  susceptibles  de 
pecar  que  las  que  no  lo  son. 
El  diablo  está,  o  anda,  en  Cantillana. 
Algunos  añaden:  y  el  obispo  en  Brenes. 

Expresión  de  que  se  usa  cuando  sale 
mal  alguna  cosa  o  se  nota  desbarajuste 
y  desorden  en  algo. 

Esta  frase  tiene  su  origen  en  una  jus- 
ticia hecha  por  el  rey  D.  Pedro  el  Cruel 
en  Cantillana  (Sevilla).  Habíanse  reuni- 
do en  dicha  villa  algunos  nobles  con 
el  objeto  de  armar  un  motín  (que  los 
motines  son  muy  antiguos  en  España), 
y  sabedor  de  ello  D.  Pedro,  se  dirigió 
con  mucho  sigilo  a  Cantillana,  mandó 
prender  a  los  revoltosos,  y  sin  más  sen- 
tencia que  su  mandato,  fueron  ahorca- 
dos de  un  árbol;  todo  esto  sucedió  de 
noche  y  sin  ruido.  Cuando  a  la  mañana 
siguiente  despertaron  los  vecinos  y 
vieron  aquel  espectáculo,  cuéntase  que 
exclamaron:  *;El  diablo  (que  así  llama- 
ban a  D.  Pedro,  según  unos,  por  sus 
justicias;  según  otros,  por  sus  cruelda- 
des) está  en  Cantillana!* 

Gonzalo  Fernández  de  Oviedo,  en  el 
tomo  II  de  sus  Quinquagenas  de  la  No- 
bleza, da  otra  versión  distinta.  Según 
él,  había  por  los  alrededores  de  Canti- 
llana un  bandido  que  desvalijaba  a  los 
pasajeros  al  pasar  la  barca,  al  cual  lla- 
maban el  diablo;  por  este  motivo  solían 
los  arrieros  y  caminantes  avisarse  el 
peligro,  diciéndose  unos  a  otros  cuan- 
do sabían  que  el  facineroso  estaba  es- 
perando con  su  cuadrilla:  «Tened  cui- 
dado, que  el  diablo  está  en  Cantillana* 
La  respetable  autoridad  del  célebre 
cronista  de  Indias  hace  muy  aceptable 
esta  explicación,  y  quita  a  D.  Pedro  el 
mote  de  diablo,  al  menos  por  ese  lado, 
ya  que  los  partidarios  de  D.  Enrique 
le  llamaban  Pedro  Gil,  para  suponerlo 
también  bastardo. 
El  diablo,  harto  de  carne,  se  metió fraile. 

Dícese  de  aquellos  que  habiendo  dis- 


DIABLO 


309  — 


DIABLO 


frutado  de  la  vida  con  exceso,  llevan 
una  existencia  ejemplar  cuando  sus 
facultades  no  les  permiten  ya  seguir 
como  anteriormente;  es  decir,  que  ha- 
cen de  necesidad  virtud. 
El  diablo  las  carga. 

Da  a  entender  la  posibilidad  de  que 
se  origine  daño  o  disturbio  de  aquello 
que,  al  parecer,  no  podía  producir  tales 
efectos. 
El  diablo  no  acabará  lo  que  no  acaban 
mujeres. 

Alaba  las  dotes  de  sutileza,  perseve- 
rancia y  diplomacia  del  sexo  femenino. 
El  diablo  no  duerme  y  todo  lo  añasca. 
Atribuyéndose  al   enemigo  malo  la 
cualidad  de  estar  siempre  pensando  en 
encizañar  al  género  humano,  se  le  im- 
puta todo  lo  que  produce  molestias, 
disgustos  y  daños,  enredando  y  entor- 
peciendo hasta  las  cosas  más  sencillas. 
El  diablo  sea  sordo. 

Frase  con  que  explicamos  la  extra- 
ñeza  de  una  palabra  indigna  de  decir- 
se, o  el  deseo  de  que  no  suceda  algo 
que  se  teme. 
El  diablo  se  está  riendo. 

Dícese  así  en  Andalucía  cuando  llue- 
ve y  hace  sol  al  mismo  tiempo. 
El  diablo  se  lo  clave  por  el  culo. 

Imprecación  en  que  prorrumpen  los 
muchachos  en  Andalucía  cuando  se  les 
ha  perdido  algo,  especialmente  si  es 
algún  alfiler  o  aguja,  con  el  objeto  de 
que  parezca  pronto. 
El  diablo  tiene  cara  de  cochino,  o  de  co- 
nejo. 

Expresión  usada  cuando  se  oye  o  se 
ve  algo  raro  o  inesperado. 
El  que  no  agradece,  al  diablo  se  parece. 
Contra  los  que  no  corresponden  a 
los  beneficios  que  se  les  dispensan. 
En  queriendo  el  diablo,  no  rueguen  san- 
tos. —  V.  Cuando  Dios  no  quiere,  santos 
no  rueguen. 
Guárdate  del  diablo. 

Expresión  con  que  se  amenaza  a  uno, 
o  se  le  previene  de  un  riesgo  o  castigo. 
Hablar  uno  con  el  diablo. 

Ser  muy  astuto  y  averiguar   cosas 
muy  difíciles  de  saber. 
Hay  un  diablo  que  se  parece  a  otro. 

Locución  muy  usada,  por  vía  de  com- 
paración, cuando  se  quiere  excusar  a 


un  sujeto  de  que  no  ha  hecho  lo  que  se 
le  atribuye. 
Huir  como  el  diablo  de  la  cruz. 

Alejarse,  separarse  o  tener  miedo  de 
alguna  persona  o  cosa. 
Lo  bien  ganado  se  lo  lleva  el  diablo,  y  lo 
malo,  a  ello  y  a  su  amo. 

Advierte  la  facilidad  con  que  se  sue- 
len disipar  los  caudales,  especialmente 
los  mal  adquiridos. 
Lo  mal  ganado  se  lo  lleva  el  diablo. 

Lo  que  se  agencia  por  malas  artes 
no  dura  mucho  ni  produce  buenos  re- 
sultados. 
Llevarse  una  cosa  el  diablo. 

Ocurrir  una  cosa  mal  o  al  contrario 
de  como  se  esperaba. 
Más  sabe  el   diablo  por  viejo  que  por 
diablo. 

Encarece  la  astucia  y  sabiduría  de  las 
personas  de  edad,  y  lo  mucho  que  vale 
la  larga  experiencia. 
No  sabe  el  diablo  por  diablo,  sino  por 
viejo.  —  V.  Más  sabe  el  diablo  por  viejo 
que  por  diablo. 
No  ser  uno  gran,  o  muy,  diablo. 

No    ser   muy    advertido   o  sobresa- 
liente en  una  materia. 
No  siempre  ha  de  estar  el  diablo  detrás 
de  la  puerta. 

Excítase  a  que  haga  una  persona  una 
cosa  sin  pensar  o  temer  que  pueda  re- 
sultar o  salir  mal. 
Nos  por  lo  ajeno  y  el  diablo  por  lo  nuestro. 
Enseña  que  lo  que  se  adquiere  por 
malos  medios  no  sólo  se  malogra,  sino 
que  regularmente  es  causa  de  que  se 
pierda  aun  aquello  que  se  posee  por 
derecho. 
No  tener  el  diablo  por  donde  coger,  o  des- 
echar, a  uno. 

Ser  la  persona  de  quien  se  trata  su- 
mamente viciosa  y  abominable. 
No  valer  un  diablo  una  persona  o  cosa. 
Ser  muy  despreciable  y  de  ningún 
valor. 
Ofrecido  sea  al  diablo  el  maravedí. 

Quiere  decir  que  al  malvado  aun  lo 
más  insignificante  le  aprovecha. 
Quien  al  diablo  ha  de  engañar,  de  maña- 
na se  ha  de  levantar. 

Demuestra  lo  difícil  que  es  el  burlar 
a  las  personas  astutas,  aun  cuando  se 
sea  muy  avisado. 


DIABLO 


—  310 


DICHA 


4 


Riese  el  diablo  cuando  el  hambriento  da 
al  harto. 

Reprende  al  que  invierte  el  orden 
de  las  cosas,  aunque  sea  con  pretextos 
honestos. 
Saber  más  que  el  diablo. 

Ser  excesivamente  listo  y  astuto. 
Saber  un  punto  más  que  el  diablo. — V.  Sa- 
ber más  que  el  diablo. 
Siempre  el  diablo  le  halle  ocupado,  por  que 
su  tentación  en  ti  ?io  halle  lugar. 

Se  refiere  a  que  el  que  no  tiene  ocu- 
pación alguna,  siempre  está  pensando 
en  lo  malo. 
Tanto  quiso  ¿/diablo  a  su  hijo,  que  le  que- 
bró, o  sacó,  un  ojo. 

Reprende  a  los  que  indiscretamente 
dan  gusto  a  sus  hijos,  en  perjuicio  de 
su  buena  educación.  —  Denota,  en  ge- 
neral, el  daño,  bien  sea  moral,  bien  ma- 
terial, que  causa  un  amor  imprudente 
y  excesivo. 
Teíier  uno  el  diablo  dentro  del  cuerpo. 
Ser  muy  listo  y  emprendedor,  o  muy 
revoltoso  e  inquieto.   Esto  último  se 
suele  aplicar  a  los  niños  traviesos. 
Tiró  el  diablo  de  la  manta  y  se  descubrió 
el  pastel. 

Poner  de  manifiesto  alguna  cosa  que, 
por  lo  desagradable  o  perjudicial,  con- 
venía que  se  mantuviese  oculta. 
Vaya  el  diablo  por  ruin. 

Empléase  para  sosegar  una  penden- 
cia o  discordia  y  volver  a  conciliar  la 
amistad. 
Vayase  el  diablo  para  diablo,  y  el  temor 
para  mezquino.  —  V.    Vayase  el  diablo 
para  malo,  o  para  puto. 
Vayase  el  diablo  para  malo,  o  para  puto. 
Exhorta  a  ejecutar  una  cosa  pronta- 
mente, para  evitar   inconvenientes   o 
malas  consecuencias. 
Ya  que  el  diablo  nos  lleve,  que  sea  en  coche. 
Dícese  de  aquellas  personas  que  al 
renunciar  a  una  vida  de  honradez,  lo 
hacen  atraídas  por  la  mucha  ganancia 
material  que  tal  acto  les  reporta. 
Yo  como  tú,  y  tú  como  yo,  el  diablo  nos 
juntó. 

Explica  que  la  conformidad  en  las 
costumbres,  cuando  son  malas,  es  prin- 
cipio de  muchos  daños,  y  por  eso  pare- 
ce que  es  obra  del  diablo,  o  disposición 
suya,  el  que  se  junten  dos   personas, 


especialmente  en  casamiento,  que  es  a 
lo  que  alude  el  refrán. 
Diablos  son  bolos. 

Denota  la  poca  seguridad  que  se  debe 
tener  en  las  cosas  contingentes. 
DIAMANTE.  —  Más  duro  que  un  dia- 
mante. 

Dícese  del  sujeto  por  todo  extremo 
insensible. 
DIBUJO.  —  Meterse  en  dibujos. 

Especificar  demasiado  una  cosa. 
No  meterse  en  dibujos. 

Abstenerse  de  hacer  o  decir  imper- 
tinentemente más  de  aquello  que  co- 
rresponde. 
DICD3MBRE.— Diciembre  mojado  y  ene- 
ro bien  helado. 

Manifiesta  que   la   característica  de 
aquel  mes  es  la  lluvia,  así  como  la  de 
éste  las  heladas. 
En  diciembre  frío,  y  calor  en  estío. 

Marca  la  temperatura  propia  de  estas 
dos  encontradas  estaciones  del  año. 
En  diciembre  has  de  mirar  lo  que  se  bajó 
al  pajar. 

Recomienda  la  previsión  en  invierno, 
por  ignorarse  el  resultado  de  la  próxi- 
ma cosecha. 
En  diciembre,  leña  y  duerme. 

Indica  que  en  este  tiempo  lo  que  más 
agrada  es  la  lumbre  y  el  lecho. 
En  diciembre,  siete  galgos  a  una  liebre. 
Manifiesta  la  escasez  de  caza  de  esta 
especie  que  hay  en  tal  época. 
No   hay   en   diciembre  valiente   que  no 
tiemble. 

Expresa  lo  frío  que  es  este  mes,  a  cu- 
yos efectos  no  hay  valentía  que  resista. 
Tras  diciembre  nebuloso  viene  enero  pol- 
voroso. 

Cuando  aquel  mes  se  muestra  con 
brumas,  suele  ser  precursor  del  viento 
que  reina  en  el  siguiente. 
DICTADO.— Ser  alguna  cosa  como  los  dic- 
tados de  don  Crispin,  que  no  tenían  fin. 
Se  dice  de  todo  aquello  que  es  de 
larga  duración. 
DICHA.  —  Donde  falta  la  dicha,  por  de- 
más es  la  diligencia. 

De  nada  sirve  el  trabajo  cuando  no 
se  tiene  felicidad. 
La  dicha  que  tarda,   con  más  gusto  se 
aguarda.  —  V.  Hambrk  que  espera  har- 
tura, no  es  HAMBKH. 


DICHO 


—  3ii 


DIENTE 


Más  vale  dicha  que  suerte. 

Indica  que  la  felicidad  es  superior  a 
la  fortuna. 
Nunca  es  tarde,  si  la  dicha  es  buena. 

Por  mucho  que  se  retarde  la  felicidad, 
siempre  se  acoge  con  alegría. 
Anda  tras  las  dichas;  no  corras. 

Indica  que  no  se  debe  forzarla  suerte 
para  obligarla  a  que  venga  a  nosotros, 
pero  sí  procurarla  pacientemente. 
Aunque  hoy  goces  las  dichas,  teme  mañana 
las  desdichas. 

Expresa  que  no  debe  confiarse  nadie 
en  el  presente,  sino  pensar  siempre  en 
el  porvenir. 
Las  dichas  no  llegan  a  viejas. 

Manifiesta  que  la  felicidad,  desgra- 
ciadamente, no  suele  ser  eterna. 
Las  dichas  y  las  desdichas  suelen  andar 
juntas. 

En  este  mundo  van  íntimamente  en- 
lazadas las  alegrías  con  las  penas. 
DICHO.  — Del  dicho  al  hecho  hay  gran 
trecho. 

Enseña  la  distancia  que  hay  entre  lo 
que  se  dice  y  lo  que  se  ejecuta,  y  que 
no  se  debe  confiar  enteramente  en  las 
promesas,  pues  suele  ser  mucho  menos 
lo  que  se  cumple  que  lo  que  se  ofrece. 
Del  dicho  nos  guarde  Dios. — V.  Calumnia, 
que  algo  queda. 
J  El  dicho  apruebo,  y  el  propósito  no  en- 
tiendo. 

Se  precia  uno  más  de  una  afirmación 
cualquiera  que  del  alcance  que  la  mis- 
ma pueda  tener. 
No  es  para  nada  el  dicho  sin  el  hecho. 
Es  más  perjudicial  el  segundo  que  el 
primero. 
Otra  al  dicho,  Juan  de  Coca. 

Denota  la  importante  repetición  de 
alguna  cosa. 
DICHOSO.  —  Dichoso   es,   no  el  que  lo 
parece  a  otros,  mas  a  si. 

Cada  cual  debe  estar  satisfecho  con 
su  propia  opinión,  sin  preocuparse  de 
la  que  merezca  a  los  demás. 
Para  ser  dichoso  se  ha  de  saber  hacer 
dos  cosas :  cerrar  los  ojos  y  abrir  la  mano. 
Es  decir,  ser  benévolo  con  los  demás 
y  no  ser  mezquino. 
Si  quieres  ser  dichoso,  no  estés  nunca 
ocioso.  —  V.  La  ociosidad  es  madre  de 
todos  los  vicios. 


DIEGO.  —  Coló',  tío  Diego,  o  tío  Paco. 

Dícese  a  propósito  de  haberse  tra- 
gado algo  repugnante,  o  que  costaba 
trabajo  el  hacerlo  pasar  por  el  esófago, 
o  bien  de  haber  conseguido  engañar  a 
uno  por  este  u  otro  medio.  Suele  usar- 
se las  más  veces  en  sentido  interro- 
gante, y  se  atribuye  su  origen  al  suceso 
siguiente: 

Cuéntase  que  en  ocasión  de  estar  ad- 
ministrando el  Santo  Viático  a  un  pobre 
patán  llamado  Diego,  o  Paco  (que  en 
esto  no  andan  muy  conformes  las  cróni- 
cas populares),  como  quiera  que  observó 
el  cura  que  le  costaba  alguna  dificultad 
al  enfermo  el  sumir  o  tragarla  Sagrada 
Forma,  le  preguntó  si  había  conseguido 
pasarla.  No  respondiendo  a  dicha  pre- 
gunta el  paciente,  a  pesar  de  habérsela 
dirigido  hasta  tres  veces  el  sacerdote, 
tomó  a  su  cargo  el  sacristán  el  salir  de 
duda,  a  cuyo  efecto  le  dijo:  <T/o  Diego 
(o  tío  Paco),  ¿coló'?*  A  lo  que  respondió 
el  viaticado  inmediatamente:  <Cold.» 
DIENTE. — Cuando  pienses  meter  el  diente 
en  seguro,  toparás  con  lo  duro. 

Explica  el  engaño  del  que,  cuando 
juzga  fácil  conseguir  un  negocio,  en- 
cuentra grandes  dificultades. 

Dar  uno  diente  con  diente. 

Denota  el  demasiado  frío  que  padece 
alguno,  o  el  excesivo  miedo  con  que 
se  halla. 

Dar  diente  con  diente,  como  quien  tiene 
frío  de  cuartana.  —  V.  Dar  uno  dienti 

con  DIENTE. 

Diente  y  mella,  cagóme  en  ella. 

Dícese,  particularmente  a  los  niños, 
cuando  se  les  ha  caído  algún  hueso  de 
la  boca. 
Estar  a  diente,  como  haca  gallega. — Véa- 
se Estar  a  diente,  como  jaca  de  atabalero, 
o  de  buldero. 
Estar  a  diente,  como  jaca  de  atabalero,  o 
de  buldero. 

Tener  hambre.— Díj ose  así  tal  vez  por 
el  mal  trato  que  daban  a  las  caballerías 
los  que  iban  predicando  las  bulas. 
Estarse  a  diente. 

No  haber  comido,  teniendo  gana. 
Hincar  uno  el  diente. 

Murmurar  de  otro;  desacreditarlo. — 
Apropiarse  algo  de  la  hacienda  ajena 
que  maneja. 


DIENTE 


312  — 


DIETA 


No  haber  para  untar  un  diente. 

Haber  muy  poca  comida,  o  ser  gran 
comedor  el  que  la  ha  de  comer. 
Tener  uno  buen  diente. 

Ser  muy  buen  comedor. 
Aguzar  uno  los  dientes. 

Disponerse  para  comer  cuando  está 
pronta  o  inmediata  la  comida. 
Antes  están  los  dientes  que  el  tragadero. 
Indica  que  se  debe  atender  con  pre- 
ferencia  a   lo  principal,  dejando  para 
después  lo  secundario. 
Crujirle  a  uno  los  dientes. 

Padecer  con  mucha  rabia,  impacien- 
cia y  desesperación  una  pena  o  un  tor- 
mento. 
El  que  no  puede  morder,  que  no  enseñe  los 
dientes. 

Nadie   alardee   de   hacer  lo   que  no 
puede  llevar  a  cabo. 
Enseñar,  o  mostrar,  uno  dientes,  o  los 
dientes,  a  otro. 

Hacerle    rostro,    esto    es,   resistirle, 
amenazarle. 
Estirar  con  los  dientes  para  que  alcance. 
Dícese  de  aquellas  cosas  que  no  pue- 
den dar  más  de  sí  por  muchos  esfuerzos 
que  se  hagan. 
Haberle  nacido,  o  salido,  a  uno  los  dien- 
tes en  una  parte  o  haciendo  una  cosa. 

Haber  nacido  o  residido  en  una  pobla- 
ción, o  frecuentado  un  sitio,  o  dedicá- 
dose  a  una  cosa  desde  edad  temprana. 
Hablar  uno  entre  dientes. 

Hablar  de  modo  que  no  se  le  entien- 
da lo  que  dice.  —  Refunfuñar,  gruñir  o 
murmurar. 
Mascar,  mientras  ayuden  los  dientes. 

Conviene  aprovecharla  ocasión  cuan- 
do se  nos  muestra  propicia. 
Más  cerca  están  mis  dientes  que  mis  pa- 
rientes. 

Explica  que   cada   uno   debe   mirar 
primero  por  sí  que  por  los  otros,  por 
muy  allegados  que  sean. 
Más  quiero  para  mis  dientes  que  no  para 
mis  parientes.  — V.  Más  cerca  están  mis 
dientes  que  mis  parientes. 
No  entrarle  a  uno  de  los  dientes  adentro 
una  persona  o  cosa. 
Tenerle  repugnancia  o  antipatía. 
Primero  me  han  de  sudar  los  dientes. 
Especie  de  protesta  de  que  no  se  ha 
de  hacer  una  cosa. 


Primero  son  mis  dientes  que  mis  parien- 
tes. —  V.  La  caridad  bien  ordenada  nace, 
o  empieza,  por  uno  mismo. 
Quitar  a  uno  los  dientes.  — V.  Quitarle- 
a  uno  la  cara. 
,    Se  pierden  los  dientes  y  no  las  mientes. 

La  edad  no  aminora,  en  general,  los 
recuerdos,  pero  sí  hace  que  desaparez- 
ca la  dentadura. 
Ser  capaz  de  sacarle  los  dientes   a  un 
ahorcado. 

Dícese  de  las  personas  que  son  muy 
atrevidas    y   poco    escrupulosas    para 
agenciarse  lo  que  desean. 
Tener  dientes  de  ajo. 

Aplícase  a  la  persona  cuya  dentadura 
es  muy  grande  e  irregular. 
Tener  dientes  de  embustero. 

Tenerlos  muy  claros  o  separados. 
Tomar  algo   a   dientes.  —  V.    Tomar   a. 

PECHOS. 

Tomar,  o  traer,  a  uno  entre  dientes. 
Hablar  mal  de  él;  tenerle  ojeriza. 
Trabajar  con  los  dientes. 
Comer. 
DIESTRO.  —  Aun  diestro,  un  presto. 

Enseña  que   hay  ocasiones   en  que- 
aprovecha  y  sirve  más  la  prontitud  y 
celeridad  en  ejecutar  una  cosa,  que  la> 
habilidad  y  destreza. 
De  diestro  a  diestro,  el  más  presto. 

Da  a  entender  que  entre  dos  igual- 
mente hábiles,  astutos  y  sagaces,  el  más- 
pronto  en  resolver  o  emprender  el  in 
tentó  lleva  la  ventaja. 
El  más  diestro  la  yerra.  — V.  El  mejor 

escribano  echa  un  borrón. 
Llevar  de,  o  del,  diestro. 

Dominar  a  una  persona  hasta  el  ex- 
tremo de  obligarle  a  que  haga  lo  que 
uno  quiere,  como  hace  el  que  guía  una 
caballería. 
Poco  va  de  diestro  a  diestro. 

Explica  la  igualdad  de  dos  en  habi- 
lidad, destreza  o  astucia,  dando  a  en- 
tender así  que  cada  uno  le  percibe  o 
penetra  bien  al  otro  la  intención,  o  le 
previene  en  lo  que  va  a  ejecutar. 
DIETA.  —  Dieta  v  mangueta,  y  siete  ñudos 
a  la  bragueta. 

El  huir  de  la  gula  y  de  los  goces  sen- 
suales, y  el  uso  frecuente  de  las  lava- 
tivas, son  tres  medios  conducentes  a 
disfrutar  de  salud  y  longevidad. 


DIEZ 


—  3i3  — 


DIMES  Y  DIRETES 


DIEZ.  —  A   las  diez  deja  la  calle  para 
quien  es. 

Es  decir,  para  la  gente  maleante,  que 
era  la  que  únicamente  andaba  a  esas 
horas  por  las  calles,  pues  las  personas 
de  bien  se  retiraban  a  su  domicilio  al 
oír  el  toque  de  la  queda. 
A  las  diez  en  casa  estés,  y  si  ser  puede,  a 
las  nueve.  —  V.  A  las  diez  deja  la  calle 
para  quien  es. 
A  las  diez  en  la  cama  estés.  Algunos  agre- 
gan :  y  si  puede  ser  antes,  que  no  sea 
después. 

Reconoce  la   conveniencia  de  acos- 
tarse temprano. 
En  dando  las  diez  dejar  la  calle  para  quien 
es :  los  rincones  para  los  gatos,  y  las  es- 
quinas para  los  guapos.  —  V.  A  las  diez 
deja  la  calle  para  quien  es. 
Más  diez  veces  matan  las  cenas  que  las 
guerras.  — V.  Más  mató  la  ciña  que  sanó 
Avicena. 
DIEZMO.  —  Pagar  el  diezmo. 

Cobrarse  el  corretaje  por  algún  favor 
hecho.  -  V.  No  se  dan  palos  de  balde. 
Los  diezmos  de  Dios,  de  tres  blancas  si- 
sar dos. 

Reprende  a  los  que  desfalcan  algo 
de  lo  que  deben  pagar. 
DIFERENCIA.— Hay  diferencia  de  tiem- 
pos a  tiempos. 

Manifiesta  lo  que  cambian  las  cosas 
con  el  transcurso  de  los  años. 
Hay  diferencia  en  lo  vano,  darle  de  codo 
o  de  mano,  o  darle  de  la  mano. 

Explica  la  diferencia  que  hay  entre 
el  cariño  y  el  desprecio. 
Hay  grande  diferencia  del  ir  caballero 
al  ir  atravesado  como  costal  de  basura. 

Aunque  las  personas  sean  las  mis- 
mas, varían  según  la  posición  que  ocu- 
pan en  el  mundo. 
No  hay  más  diferencia  entre  un  noble  y 
un  plebeyo,  que  la  forma  que  quiere  im- 
primirle el  alfarero. 

La  posición  de  las  personas  depende 
de  la  casualidad  más  que  del  mérito. 
DIFÍCIL.  —  Es  difícil  cosa  el  escribir  sá- 
tiras. 

Porque  se  expone  el  que  lo  hace  a 
incurrir  en  la  ira  del  satirizado. 
Todas  las  cosas  son  difíciles  antes  de  ser 
fáciles.  —  V.  Ser  una  cosa  el  huevo  de 
Colón. 


DIFICULTAD.  —Herir  en  la,  o  la,  difi- 
cultad. 

Dar  con  ella;  descubrirla. 
DD7UNTO.  —  El  difunto  era  más  alto,  o 
delgado,  etc. 

Dícese  a  aquella  persona  a  quien  le 
viene  corta,  ancha,  etc.,  una  prenda  de 
vestir. 
DIGNO.  —  Muy  digno  de  loor  es  el  que  en- 
seña por  palabra,  si  por  obra  lo  procura. 
No  basta  predicar,  sino  que  es  pre- 
ciso unir  el  ejemplo. 
DILACIÓN.  —  En  cualquiera   dilación 
hay  gran  peligro. 

Porque  no  pueden  preverse  las  con- 
tingencias que  trae  consigo  la  tardanza 
en  realizar  alguna  cosa. 
Toda  dilación  es  dañosa.  —  V.  En  cual- 
quiera dilación  hay  gran  peligro. 
DILATAR.  —  Lo  que  se  dilata  no  se  qui- 
ta.—  V.  Nunca  es  tarde  si  la  dicha  es 
buena. 
DILIGENCIA.  —  La  diligencia  es  madre 
de  la  buena  ventura. 

Enseña  cuánto  influyen  el  cuidado  y 
actividad  en  el  logro  de  una  solicitud. 
La  diligencia  nos  parece  tardanza  cuan- 
do deseamos  alguna  cosa. — V.  El  que  es- 
pera, desespera. 
Hacer  uno  las  diligencias  de  cristiano. 
Cumplir  con  la  Iglesia,  confesando  y 
comulgando  en  Pascua  o  cuando  se  dis- 
pone para  morir. 
Hacer  las  diligencias  del  jubileo. 

Ejecutar  lo  que  se  previene  para  ga- 
narlo. 
DILIGENTE.— En  pagar  conviene  no  andar 
muy  diligente,  que  suele  traer  muchos 
inconvenientes. 

Excusa  de  que  se  valen  los  trampo- 
sos para  justificar  su  morosidad  en  la 
satisfacción  de  las  deudas. 
DILUVIO.  —  Ser  una  persona,  o  cosa,  más 
antigua  que  el  Diluvio. 

Manera  de  exagerar  la  antigüedad 
de  una  cosa.  —  Aplícase  más  a  las  per- 
sonas para  motejarlas  de  viejas. 
DIMES  Y  DIRETES. -Ponerse,  o  andar,, 
en  dimes  y  diretes. 

Enredarse  en  contestaciones,  deba- 
tes, altercados  o  réplicas  dos  o  más 
personas.  —  Aunque  el  verbo  andar  es 
el  más  corriente  en  esta  frase,  úsase 
también,  con  los  respectivos  significa— 


DIN 


—  3'4  — 


DINERO 


dos  que  la  ilustración  del  lector  supli- 
rá seguramente,  no  meterse  en,  no  que- 
rer entrar  en,  excusar,  verse  en,  etc. 
DIN.  —  Más  vale  el  din  que  el  don. 

Manera  de  decir,  por  donaire,  que  el 
dinero  es  lo  que  da  de  comer,  y  no  los 
títulos  nobiliarios. 
Sin  din  no  hay  don. 

Indica  que  el  señorío  lo  sostiene  el 
dinero,  pues  sin  éste  no  hay  quien  re- 
conozca aquél. 
DINERO.  —  A  pagar  de  mi  dinero. 

Modo  de  afirmar,  asegurar  y  ponde- 
rar que  una  cosa  es  cierta,  como  afian- 
zándola uno  con  su  caudal. 
A  poco  dinero,  poca  salud. 

Por  poco  dinero  no  es  posible,  en  lo 
general,  obtener  cosa  de  gran  valor. 
Al  dinero,  al  loco  y  al  aire,  darle  calle. 
Es  decir,  dejarlos  correr  y  no  guar- 
darlos. 
Apalear  el  dinero,  o  las  talegas,  o  los 
millones. 

Ser  extremadamente  rico. 
Bien  te  quiero,  bien  te  quiero,  mas  no  te  doy 
mi  dinero. 

Censura  a  los  que  se  deshacen  en 
ceremonias  y  ofertas,  y  llegada  la  oca- 
sión, no  corresponden  a  ellas,  desen- 
tendiéndose de  acudir  al  remedio  de 
la  necesidad. 
¡Buen  dinero  es  la  gaceta! 

Manifestación  de  menosprecio  hacia 
una  persona  o,  más  comúnmente,  hacia 
una  cosa. 
Cuando  el  dinero  habla,  todos  callan. 

Manifiesta  la  enorme  influencia  que 
tiene  el  oro  en  la  sociedad. 
Dar  dinero  a  un  prodigo  es  lo  mismo  que 
poner  la  espada  en  manos  de  un  loco. 

Porque  ni  uno  ni  otro  saben  el  des- 
tino que  les  dan. 
Dinero  a  mano,  dinero  a  daño. 

Por  lo  regular,  el  favor  que  se  hace 
a  una  persona,  es  en  expectativa  de 
que  sea  devuelto  en  su  día  con  cre- 
ces. —  El  que  posee  un  capital  que  na- 
die le  tasa,  suele  emplearlo,  general- 
mente, en  cosas  que  resultan  nocivas 
para  su  salud. 
Dinero  de  contado  halla  soldado. 

Con  dinero  a  mano  se  consigue  todo 
lo  que  se  quiere,  por  muy  difícil  que 
parezca. 


Dinero  llama  dinero. 

El  medio  más  seguro  de  aumentar 
el  caudal  es  no  tener  parado  el  dinero, 
sino  comerciar  con  él.  —  V.  A  cochino 
gordo,  untarle  el  rabo. 

Dinero  olvidado,  ni  hace  merced  ni  grado. 
Las  cosas  útiles  dejan  de  serlo  cuan- 
do no  se  hace  uso  de  ellas. 

Dinero  parado  no  gana  nada.  —  V.  Dine- 
ro llama  dinero,  primera  acepción. 

Dinero  prestado,  dinero  rescatado. 

Conviene  no  tardar  en  desempeñar- 
se de  las  deudas  contraídas,  ya  porque 
cuanto  más  tiempo  vaya  pasando  ma- 
yores son  los  réditos,  bien,  si  el  prés- 
tamo es  gracioso  o  sin  interés,  por  no 
encontrar  cerrada  la  puerta  el  día  en 
que  se  necesitara  apelar  nuevamente 
al  favor  del  amigo. 

Dinero,  y  no  consejos. 

Reprende  a  quien  da  consejos  cuan- 
do no  se  le  piden,  y  mucho  más  si  los 
da  a  quien  tiene  necesidad  de  dinero. 

Don  Dinero  es  gran  caballero.  —  V.  Po- 
deroso caballero  es  Don  Dinero. 

Echar  dinero  en  una  cosa. 
Emplear  dinero  en  ella. 

El  creer  no  cuesta  dinero. 

Úsase  cuando  finjimus  dar  crédito  a 
aquello  que  se  nos  dice,  aunque  sepa- 
mos positivamente  que  se  halla  muy 
lejos  de  la  verdad. 

El  dinero,  con  sus  salvas,   convierte  en 
noble  al  que  nació  en  las  malvas. 

El  dinero,  por  no  encontrar  obstácu- 
lo alguno  al  paso,  llega  hasta  propor- 
cionar pergaminos  o  ejecutorias,  o  títu- 
los de  nobleza  al  más  plebeyo.  De  ahí 
proviene  la  clase  social  conocida  de 
algunos  años  a  esta  parte  con  el  dicta- 
do de  aristocracia  pesetera. 

El  dinero  de  voltarios  es  dinero  de  al- 
quimia, que  se  resuelve  en  humo. 

Voltarios,  en  el  dialecto  del  garito, 
son  aquellos  jugadores  a  quienes  la 
suerte  les  es  inconstante  o  mudable. — 
V.  Los  dineros  del  sacristán,  cantando 
se  vienen  y  cantando  se  van. 

El  dinero  del  rey  es  corto,  pero  seguro. 
Los  créditos  que  se  adquieren  con- 
tra el  Estado  tienen  a  su  favor  el  ser 
cobraderos  tarde  o  temprano,  siquiera 
se  perciban  en  ocasiones  con  alguna 
merma. 


DINERO 


—  315  — 


DINERO 


El  dinero,  en  ninguna  parte  está  mejor 
que  en  poder  de  su  dueño. 

Aconseja  no  arriesgarlo  en  operacio- 
nes de  éxito  dudoso. 

El  dinero  es  bueno  para  siervo,  pero  malo 
para  amo. 

Enseña  que  no  se  deje  dominar  de 
él  quien  lo  posee,  pues  si  gastado  con 
prudencia  saca  de  apuros,  guardado 
con  avaricia,  para  nada  aprovecha. 

El  dinero   es  como  los  ratones,   que   en 
oyendo  ruido,  se  esconde. 

En  las  épocas  turbulentas  nadie  se 
atreve  a  emplear  su  dinero  en  el  aco- 
metimiento de  ninguna  empresa. 

El  dinero  es  de  quien  lo  agarra.  Algunos 
añaden:  y  la  gloria,  de  quien  la  gana. 

El  corazón  humano  es  demasiado 
apegado  a  los  intereses  materiales. 

El  dinero  es  reputado  por  feliz  y  por  sabio. 
Tal  es  el  concepto  que  forma,  por 
lo  común,  del  rico  la  generalidad  del 
vulgo.  Equivócase,  empero,  con  harta 
frecuencia,  pues  no  faltan  personas 
opulentas  que  son  bastante  desgracia- 
das, así  como  muchos  potentados  que 
debían  ir  uncidos  a  una  carreta. 

El  dinero  hace  al  hombre  entero. 

El  no  depender  de  otro,  por  contar 
con  lo  suficiente  para  poder  vivir  con 
holgura,  suele  ser  motivo  poderoso 
para  obrar  con  rectitud  y  entereza. 

El  dinero  hace  milagros. — V.  Dios  es  om- 
nipotente, y  el  dinero  su  teniente. 

El  dinero  no  huele  mal,  o  no  tiene  olor. 
Aunque  proceda  su  adquisición  o  ga- 
nancia de  las  faenas  más  humildes  o 
bajas.  —  Cuéntase  de  Vespasiano  que  ha- 
biendo creado  un  impuesto  sobre  las  le- 
trinas contra  el  parecer  de  su  hijo  Tito, 
tomó  una  moneda  del  primer  dinero 
que  produjo  dicho  impuesto,  y  acer- 
cándola a  la  nariz  de  Tito,  le  preguntó: 
«¿Huele  esto  mal?>,  de  donde  nació  el 
proverbio. 

El  dinero  se  ha  de  buscar  para  la  honra, 
y  la  honra  no  ha  de  servir  al  dinero. 

Porque  el  dinero  es  un  medio,  pero 
no  un  fin,  como  lo  debe  ser  vivir  hon- 
radamente. 

El  dinero  se  ha  hecho  para  contarlo. 

Haciéndolo  así  cuando  se  recibe,  es 
fácil  remediar  en  el  acto  cualquiera 
equivocación  que  pudiera  ocurrir,  evi- 


tándose por  ese  medio  disgustos  que 
podrían  sobrevenir  cuando  se  intenta- 
ra subsanar  el  yerro  después  de  pasada 
la  ocasión. 
El  dinero  se  ha  fiecho  plano  para  que  no 
se  mueva. 

Teoría  con  que  se  excusa  el  avaro 
o  el  mezquino  para  no  gastar. 
El  dinero  se  ha  hecho  redondo  para  que 
ruede. 

Teoría  que  evoca  el  hombre  esplén- 
dido para  justificar  su  rumbo  y  des- 
prendimiento. 
El  dinero  iodo  lo  vence,  pero  con  el  buen 
juez  nada  puede. 

Manifiesta  que  el  poder  del  oro  es 
nulo  ante  una  conciencia  recta. 
El  que  dinero  tiene,  logra  lo  que  quiere. 
Indica  la  facilidad  con  que  logra  el 
rico  lo  que  se  le  antoja. 
En  dinero  esté  el  caudal  de  aquel  que  nos 
quiera  mal. 

Es  tanto  como  desearle  que  se  lo 
gaste  y  se  quede  pobre. 
En  tres  cosas  es  bien  gastado  el  dinero : 
en  dar  limosna,  en  pagar  al  buen  médico 
y  en  el  porte  de  las  cartas. 

En  efecto,  las  tres  pueden  reportar- 
nos algún  beneficio. 
Eso   es  dinero  contado,  o  de  contado,  o 
contante. 

Aplícase  al  objeto  que,  en  fuerza  de 
su  valor,  puede  ser  reducido  a  metáli- 
co tan  luego  como  se  desee. 
Estar  uno  mal  con  su  dinero. 

Malgastarlo  o  aventurarlo  en  empre- 
sas descabelladas. 
Estrujar  uno  el  dinero. 

Ser  miserable   o   poco   dadivoso   y 
franco  en  lo  que  da. 
Hasta  el  hablar  cuesta  dinero. 

Refiérese  a   aquellos  sitios  en  que 
se  abusa  tanto  del  cliente,  que  hasta 
por  lo  más  insignificante  se  cobra  al- 
guna cantidad. 
Levantarse  con  el  dinero. 

Llevárselo,  la  mayor  parte  de  las  ve- 
ces, contra  la  voluntad  de  los  demás. 
Más  ablanda  el  dinero  que  palabras  de 
caballero. 

Contra  la  mujer  que  no  se  deja  ven- 
cer por  las  protestas  de  fidelidad  para 
lo  futuro,  y  sí  por  la  fuerza  de  las  dá- 
divas en  lo  presente. 


DINERO 


316  - 


DINERO 


Mi  dinero  me  cuesta. 

Expresión  con  que  se  consuela,  o 
trata  de  consolarse,  aquel  a  quien  le  ha 
salido  fallida  una  empresa,  o  que  ha 
sido  vi'ctima  de  un  engaño,  perdiendo 
el  dinero  que  en  uno  y  otro  caso  des- 
embolsó. 

Ni  entrar  sin  dinero  en  un  café,  ni  el 
poeta  usar  mucho  del  qué. 

Lo  primero  es  comprometido  y  mo- 
lesto, pues  se  ve  uno  privado  de  tomar 
nada;  lo  segundo  convierte  al  poeta  en 
un  coplero  más  amigo  de  los  ripios  que 
de  las  creaciones  estéticas. 

No  hay  cosa  como  el  dinero  contante. 

Es  preferible  pagar  en  el  acto  lo  que 
se  compra,  a  tomarlo  fiado. 

No  hay  mal  tan  lastimero  como  no  tener 
dinero. 

La  carencia  de  intereses  materiales 
es  causa  de  muchas  desventuras. 

Pasar  uno  el  dinero. 

Volverlo  a  contar  para  satisfacerse 
enteramente  de  que  está  cabal  la  can- 
tidad que  entrega  o  recibe. 

Por  dinero  baila  el  perro,  y  no  por  el  son 
que  le  hace  el  ciego.  — V.  Por  dinero  bai- 
la el  perro,  y  por  pan,  si  se  lo  dan. 

Por  dinero  baila  el  perro,  y  por  pan,  si 
se  lo  dan. 

Explica  la  fuerza  del  dinero,  que  in- 
fluye aun  en  aquellos  a  quienes  no  sir- 
ve ni  aprovecha. 

Por  dinero  canta  el  ciego  y  baila  el  pe- 
rro. —  V.  Por  dinero  baila  el  perro,  y 
por  pan,  si  se  lo  dan. 

Por  mi  dinero,  papa  lo  quiero. 

El  que  compra,  si  paga  bien,  tiene 
derecho  a  exigir  lo  mejor  en  su  línea. 

Por  no  hacer,  u  oír,  etc.,  tal  o  cual  cosa  se 
podía  dar  dinero. 

Manifiesta  la  aversión  que  causa 
aquello  de  que  se  trata. 

Por  poco  dinero,  poca  manteca.  —  V.  A 
poco  dinero,  poca  salud. 

Queredme  por  lo  que  os  quiero,  y  no  me  ha- 
bléis en  dinero.— V.  Bien  te  quiero,  bien 
te  quiero,  mas  no  te  doy  mi  dinero. 

Quien  dinero  tiene,  sabio  parece. 

Las  riquezas  hacen  que  no  se  vean 
las  faltas  en  quien  las  posee. 

Quien  fía  el  dinero,  pierde  el  dinero  y 
el  vecero. 

Vecero   quiere  decir  parroquiano  o 


marchante,  el  cual,  por  no  devolver  lo 
que  le  fiaron,  no  vuelve  a  parecer  ni 
por  el  barrio. 

Según  buen  dinero  yace  en  vil  correo,  asi 
en  feo  libro  está  saber  no  feo. 

Correo  significa  aquí  cuero  o  bolsa. — 
Equivale  a  que  bajo  una  mala  capa  se 
encubre  buen  bebedor;  es  decir,  que 
no  hay  que  fiar  de  las  apariencias. 

Si  amas  a  la  que  sólo  quiere  el  dinero, 
serás  un  majadero;  y  al  fin  y  al  cabo,  sal- 
drás de  ella  escarmentado. 

Porque  el  dinero  se  gasta  y  queda  el 
descontento  de  la  que  sólo  se  casó  por 
lograrlo. 

Si  el  que  contigo  juega  conoces  que  te  la 
pega,  guardas  tu  dinero,  y  que  juegue 
con  un  perro. 

Hay  que  desconfiar  del  que  procede 
de  mala  fe,  y  separarse  de  él. 

Si  no  fuera  por  el  sí  y  el  pero,  {quién  deja- 
ría de  tener  dinero? 

Las  circunstancias  condicional  j  ad- 
versativa son  causa  de  que  muchas  ve- 
ces no  podamos  prosperar  en  nuestras 
aspiraciones.  Por  ejemplo:  Si  N.  tuvie- 
ra más  edad,  bien  pudiera  desempeñar  tai 
destino;  pero  es  el  caso  que  carece  toda- 
vía de  la  práctica  necesaria.  He  ahí  el  st 
y  cipero  que  se  atraviesan  para  que  N. 
no  pueda  conseguir  el  cargo  o  destino 
que  solicita. 

Si  quieres  que  cante,  el  dinero  por  delan- 
te. —  V.  Por  dinero  baila  el  perro,  y  por 
pan,  si  se  lo  dan. 

Si  quieres  saber  lo  que  vale  el  dinero,  tó- 
malo a  premio. 

Por  los  réditos  más  o  menos  creci- 
dos que  hay  que  pagar. 

Si  quieres  tener  dinero,  tenlo. 

Remedio  probado  para  no  carecer 
nunca  de  dinero:  no  gastarlo.  —  Tenlo 
quiere  decir  guárdalo. 

Sin  dinero  o  lisonja  nadie  logra. 

La  adulación,  como  el  oro,  sonlos  dos 
medios  más  poderosos  para  conseguir 
lo  que  se  desea. 

Sobre  dinero  no  hay  compañero. — V.  Bien 
te  quiero,  bien  te  quiero,  mas  no  te  doy  mi 
dinero. 

Sobre  mi  dinero  y  mi  zaranda,  nadie 
manda. 

Dícese  de  las  personas  amantes  de  su 
independencia  y  de  hacer  su  capricho,. 


DINERO 


—  317 


DIOS 


hasta  tal  punto  que  no  atienden  los  con- 
sejos desinteresados  que  se  les  dan. 
Ten  dinero,  tuyo  o  ajeno. 

El  que  maneja  caudales,  ya  sean  pro- 
pios, ya  de  otro,  cuenta  con  un  recurso 
a  que  poder  apelar  en  caso  de  apuro, 
sin  tener  que  pasar  por  el  sonrojo  de 
dar  cuenta  de  su  necesidad  a  nadie. 
Todas  las  cosas  obedecen  al  dinero. 

Porque  por  medio  de  él  se  logra  abrir 
todas  las  puertas. 
Todo  lo  alcanza  el  dinero.  —V.  Dios  es 

omnipotente,  y  el  dinero  su  teniente. 
Vivamos,  comamos  y  tengamos  dinero,  que 
lo  demás  importa  dos  bledos. 

Teoría  de  las  personas  desaprensivas 
que  conceptúan  secundario  todo  lo  que 
no  sea  vivir  bien. 
A  dineros  pagados,  o  dados,  brazos  que- 
brados. —  V.  Paga  adelantada,  paga  vi- 
ciosa. 
Dadme  dineros  y  no  consejo.  —  V.  Dine- 
ros, y  no  consejos. 
De  dineros  y  bondad,  o  calidad,  la  mitad 
de  la  mitad,  o  siempre  quita  la  mitad. 

Porque  suele  haber  exageración  cuan- 
do se  pondera  la  hacienda,  justificación 
o  estirpe  de  una  persona. 
De  quien  no  nos  debe  nada,  buenos  son  cinco 
dineros. 

De  agradecer  es   cualquier  favor  u 
obsequio  que  se  nos  hace,  por  peque- 
ño que  sea,  cuando  no  hemos  contraído 
mérito  alguno  para  ello. 
Dineros  anticipados,   o  tomados,  brazos 
quebrados.  — V.  Paga  adelantada,  paga 
viciosa. 
Dineros  del  avaro  dos  veces  van  al  mer- 
cado.— V.  No  hay  estreñido  que  no  mue- 
ra de  cámaras. 
Dineros  enmanga,  tanto  vinocomo  agua. — 

V.  Quien  tiene  dineros  pinta  panderos. 
Dineros  son  calidad. 

Las  riquezas  dan  consideración  y  ho- 
nores, hasta  el  punto  de  que  suelen 
suplir  y  aun  sobreponerse  a  los  linajes 
más  esclarecidos. 
Dineros  tenga  mi  amo,  que  no  le  faltarán 
criados. 

Cuando  hay  buena  recompensa,  sobra 
quien  trabaje. 
Dineros  y  amor,  mal  se  encubren. — V.  El 
amor  y  el  dinero  no  se  pueden  ocultar,  o 
no  pueden  estar  encubiertos. 


Dineros,  y  no  consejos. 

Reconvención  que  se  dirige  a  quien 
se  mete  a  dar  consejos  sin  que  se  los 
pidan,  mayormente  si  la  persona  a  quien 
le  son  dados  tiene  necesidad  de  auxi- 
lios pecuniarios. 
Do  hay  dineros  hay  sosiego. 

El  que  tiene  satisfechas  todas  sus  ne- 
cesidades y  asegurado  el  porvenir,  bien 
puede  gozar  de  toda  tranquilidad. 
Do  son  muchos  dineros  es  mucha  bendi- 
ción. —  V.  Do  hay  dineros  hay  sosiego. 
Eso  es  como  quien  tiene  dineros  en  mitaa 
del  golfo  y  se  está  muriendo  de  hambre. 

Equivale  a  tener  un  tío  en  Alcalá;  a 
confiar  en  aquello  de  que  no  se  puede 
disponer. 
Los  dineros  del  sacristán,  cantando  se 
vienen  y  cantando  se  van. 

Lo  que  se  gana  a  poca  costa  se  suele 
gastar  sin  reparo. 
Los  dineros  hacen  dueñas  y  escuderos. 
Por  poderse  comprar  todo  con  el  di- 
nero, hasta  los  títulos  nobiliarios  y  los 
puestos  más  condecorados. 
Pleito  por  mis  dineros. 

El  que  tiene  bienes  de  fortuna  lleva 
mucho  adelantado  para  obtener  la  ra- 
zón en  los  litigios. 
Por  dineros  hace  el  hombre  cuanto  le  place. 
El  que  tiene  riquezas  logra  cuanto 
desea. 
Quien  tiene  dineros  pinta  panderos. 

El  rico  satisface  prontamente  todos 
sus  gustos  o  caprichos. 
DIOS.  —  A  cada  cual  da  Dios  frío  como 
anda  vestido. 

Da  a  entender  que  Dios  acude  a  cada 
uno  según  sus  necesidades. 
Acomodarse  a  lo  de  Dios  es  Cristo.  — Véa- 
se Vivir  a  lo  de  Dios  es  Cristo. 
A  Dios,  en  oyendo,  y  al  rey,  en  viendo. 

Debe  descubrirse  el  hombre  al  oír  el 
Viático,  así  como  cuando  se  halla  en 
presencia  del  soberano. 
A  Dios  me  encomiendo  y  al  doctor  Hidalgo 
de  Agüero. 

Frase  muy  usada  entre  los  bravuco- 
nes de  Sevilla  de  los  siglos  xvi  y  xvn 
al  empezar  un  desafío,  aludiendo  al  cé- 
lebre doctor  Hidalgo  de  Agüero,  habi- 
lísimo en  curar  las  cuchilladas,  al  que 
se  encomendaban  al  mismo  tiempo  que 
a  la  Providencia. 


DIOS 


-  318 


DIOS 


A  Dios  orando  y  al  macho  dando.  —  V.  A 

Dios  rogando  y  con  el  mazo  dando. 
A  Dios  rogando  y  con  el  mazo  dando. 

Amonesta  hagamos  de  nuestra  parte 
cuanto  es  posible  para  el  logro  de  nues- 
tros deseos,  sin  exigir  que  Dios  haga 
milagros. 
A  Dios  rogando,  y  negociando.  — V.  Fíate 

de  la  Virgen,  pero  corre. 
A  Dios  se  le  hace  la  corte  de  rodillas,  al 
rey  en  pie,  y  al  demonio  en  el  canapé. 

Al  primero  le  gusta  que  se  le  adore; 
al  segundo  que  se  le  respete,  y  al  ter- 
cero que  se  practique  el  vicio. 
A  Dios  te  doy,  libreta  bebida  y  por  hilar. 
Los  desaprensivos  siempre  ofrecen 
lo  que  no  ha  de  reportarles  provecho 
alguno. 
A  Dios  v  a  ventura. 

Inciertamente,  sin  esperanza  ni  segu- 
ridad de  feliz  éxito  en  lo  que  se  em- 
prende. 
Al  cabo  de  Dios  te  salve. 

Verificar  una  cosa  después  de  mucho 
tiempo. 
A  los  dos  que  Dios  junta  no  poard  separar 
el  hombre. 

Refiérese  a  la  indisolubilidad  del  ma- 
trimonio. 
Al  que  Dios  quiere  para  rico,  hasta  la  mu- 
jer le  pare  hijos  de  otro. 

Refrán  irónico  por  medio  del  cual  se 
expresa  que  el  que  tiene  mala  suerte 
la  tiene  para  todo. 
Al  que   madruga,  o  se  antuvia,   Dios   le 
ayuda. 

Advierte  que  la  buena  diligencia  suele 
tener  feliz  éxito  en  las  pretensiones. 
Aquel  a  quien  Dios  quiere  bien, muere  joven. 
Porque    quitándole    del    pecado,   le 
libra  de  la  condenación  eterna. 
Aquel  es  rico  que  está  bien  con  Dios. 

Indica  que  la  verdadera  riqueza  es  la 
virtud. 
Aquí  de  Dios,  que  matan  a  un  gallego. 
Dícese  cómicamente  cuando  alguna 
persona  tropieza  con  una  dificultad  o 
cree  verse  en  algún  peligro,  general- 
mente ilusorio. 
A  quien  Dios  no  le  da  hijos,  el  diablo  le 
da  sobrinos. 

Expresa  que  sobrevienen  cuidados 
por  causa  ajena  al  que  no  los  tiene  por 
su  propia  situación. 


A  quien  Dios  quiere  bien,  en  casa  le  trac 
de  comer. 

Da  a  entender  que  Dios  no  abandona 
a  aquellos  a  quienes  ama  por  ser  cum- 
plidores de  sus  preceptos. 

A  quien  Dios  quiere  bien,  la  casa  le  sabe, 
Al  que  tiene  suerte  todas  las  cosas  se 
le  vienen  a  la  mano. — En  este  refrán  hay 
una  transposición  que  creemos  no  es- 
tará de  más  explicar,  pues  en  no  pocas 
ocasiones  se  nos  han  manifestado  dudas 
acerca  de  su  interpretación;  no  hay,  sin 
embargo,  nada  más  sencillo.  Dios  sabe 
la  casa  de  aquel  a  quien  quiere  bien;  es 
decir,  sabe  donde  vive,  para  acudir  a  fa- 
vorecerlo; es,  por  tanto,  equivalente 
del  anterior:  A  quien  Dios  quiere  bien, 
en  casa  le  trae  de  comer. 

A  quien  Dios  quiere,  la  ¿asa  le  sale. 

Este  refrán,  que  encontramos  en  nues- 
tros clásicos  bajo  diferentes  formas, 
pero  con  el  mismo  significado,  equivale 
al  ya  expuesto,  que  dice:  A  quien  Dios 
quiere  bien,  la  casa  le  sabe. 

A  quien  Dios  quiso  bien,  en  Granada  le  did 
de  coftier.  — V.  A  quien  Dios  quiere  bien, 
la  casa  le  sabe. 

Apuntamos  este  refrán,  así  como  el 
siguiente,  por  haberlos  oído  en  boca  de 
los  naturales  de  las  indicadas  provin- 
cias. Claro  está  que  a  este  tenor  los 
favorecidos  porlos  divinos  dones,  yque 
habitan  en  Galicia,  Cataluña,  Castilla  o 
Murcia,  están  en  su  derecho  de  aplicár- 
selo; pero  conste  que  no  forman  parfe 
de  este  Diccionario. 

A  quien  Dios  quiso  bien,  en  Sevilla  le  did 
de  comer.  —  Véase  la  explicación  del 
anterior. 

A  quien  Dios  se  la  diere,  San  Pedro  se  la 
bendiga. 

Explica  la  disposición  que  tiene  uno 
a  conformarse  con  la  Providencia  en  el 
buen  o  mal  éxito  de  sus  pretensiones  o 
deseos.  —  Algunos  dicen,  en  lugar  de 
San  Pedro,  San  Antón  se  la  bendiga. 

A  quien  no  habla  no  le  oye  Dios. 

Reprende  la  cortedad  de  aquellos 
que  por  no  atreverse  a  explicar  sus 
solicitudes,  las  malogran.    «, 

A  quien  se  ayuda,  Dios  le  ayuda.  —  V.  A 
Dios  rogando  y  con  el  mazo  dando. 

A  quien  se  humilla,  Dios  le  ensalza. 

Recomienda  la   humildad  como   un 


DIOS 


3i9 


DIOS 


don  inestimable  que  jamás  queda  sin 
recompensa. 
A  quien  se  muda,  Dios  le  ayuda. 

Indica  que  es  prudente  mudar  de  me- 
dios cuando  los  primeros  no  salen  bien. 
A  sólo  Dios  está  reservado  conocer  los 
tiempos  y  los  momentos. 

Sólo  la  Providencia  sabe  el  alcance 
de  nuestras  acciones. 
¡Ay,  Dios,quie'n  fuera  blanco,  aunque  fuera 
catalán! 

Se  usa   en  América,   especialmente 
por  los  negros,  quienes  tienen  mucha 
prevención  contra  los  catalanes. 
Basta  que  me  entienda  Dios,  que  Él  es  el 
entendedor  de  todas  las  cosas. 

Cada  cual,  aportando  sus  acciones  a 
lo  que  es  debido,  cumple,  aunque  no 
las  estimen  los  demás. 
¡Bendito  sea  Dios,  que  todo  lo  cria! ¡Hasta 
las  calabazas  sin  costuras! 

Expresión  usada  cuando  se  ve  o  se 

oye  algo  extraordinariamente  absurdo. 

Cada  uno  es  como  Dios  le  hizo,  y  aun  peor 

muchas  veces .  —  V.   Cada  uno  es  como 

Dios  lo  ha  hecho. 

Cada  uno  es  como  Dios  lo  ha  hecho. 

Denota  lo  diferente  que  es  el  carác- 
ter o  genio  de  cada  persona  y  lo  su- 
mamente difícil  que  es  mudarlo. 
Cada  uno  estornuda  como  Dios  le  ayuda. 
Significa  que  cada  uno  hace  las  cosas 
del  mejor  modo  que  sabe  o  puede. 
Como  Dios  manda. 

Como  es  justo  y  razonable;  como  lo 
exigen  el  decoro,  la  conveniencia,  la 
rectitud,  el  bien  parecer,  etc. 
Con  Dios  voy:  mis  obras  dirán  quién  soy. 
Letrero  que  se  solía  poner  a  los  fa- 
luchos que  hacían  la  travesía  de  Cádiz 
a  los  puertos. 
¡Confunda  Dios  cigüeña  en  el  ejido,  que  de 
tal  guisa  coge  cigoñinos  en  nido! 

Hay  muchos  que  no  reparan  en  los 
medios  para  lograr  su  propósito. 
Con  lo  mió  me  ahogue  Dios. 

Expresión  usada  por  aquellos   que 
tienen  la  virtud  de  conformarse  con  lo 
que  tienen. 
Con  lo  que  Dios  la  envía  se  contenta  mi 

tía.  —  V.  Con  lo  mío  me  ahogue  Dios. 
Con  lo  que  es  nuestro  nos  haga  Dios  merced. 
Cada  cual  debe  darse  por  satisfecho 
con  lo  que  le  pertenece. 


Cuando  Dios  amanece,  para  todos  ama- 
nece. 

Enseña  que  debemos  comunicar  nues- 
tros bienes  y  felicidades  a  los  demás,  o 
cuando  menos  no  suscitar  obstáculos  a 
su  bienestar. 

Cuando  Dios  da,  da  para  todos,  o  Cuando 
Dios  da  para  Vicente,  da  para  el  vecino 
de  enfrente. 

Indica  que  la  divina  Providencia  no 
abandona  a  nadie. 

Cuando  Dios  da  la  llaga,  da  la  medicina. 
Manifiesta   que  por  el   mismo   con- 
ducto que  vino  el  mal  suele  venir  el 
remedio. 

Cuando  Dios  no  nos  da,  no  nos  convendrá. 
Enseña  a   conformarse  con   lo  que 
suceda,  aunque  sea  contrario  a  lo  que 
deseábamos. 

Cuando  Dios  no  quiere,  santos  no  pueden,. 
o  no  rueguen. 

Avisa  que  cuando  no  se  tiene  gana- 
da la  voluntad  del  que  ha  de  conceder 
una  gracia,  no  hay  que  fiar  en  media- 
ciones de  amigos  o  intercesores. 

Cuando  Dios  quería. 

En  otros  tiempos  ya  lejanos. 

Cuando  Dios  quiere,  con  todos  los  aires 
llueve. 

Enseña  que  todo  obedece  a  la  vo- 
luntad de  Dios,  disponiendo  que  los 
medios  que  se  creía  más  contrarios  al 
logro  de  una  cosa  sirvan  para  su  con- 
secución. 

Cuando  Dios  va  delante,  el  mar  está  llano. 
Expresa  que  todo  lo  que  se  hace 
rectamente   no    suele    encontrar   obs- 
táculos para  su  realización. 

Da  Dios  alas  a  la  hormiga  para  que  mue- 
ra más  aína. 

Enseña,  con  el  ejemplo  de  este  in- 
secto, que  la  mucha  elevación  de  algu- 
nos es  causa  las  más  veces  de  su  ruina. 

Da  Dios  almendras  a  quien  no  tiene  mue- 
las. 

Suele  decirse  cuando  las  riquezas  o 
conveniencias  recaen  en  sujeto  que  no 
puede  o  no  sabe  disfrutarlas. 

Da  Dios  habas  a  quien  no  tiene  quija- 
das.— -V.  Da  Dios  almendras  a  quien  na 
tiene  muelas. 

Da  Dios  mocos  a  quien  no  tiene  pañuelo. — 
V.  Da  Dios  almendras  a  quien  no  tiene- 
muelas. 


DIOS 


—  320  — 


DIOS 


Da  Dios  pañuelo  a  quien  no  tiene  nari- 
ces. —  V.  Da  Dios  almendras  a  quien  no 
tiene  muelas. 

Dais  por  Dios  al  que  tiene  más  que  vos. 
Reprende    la   necedad   de   aquellos 
que  sin  elección  ni  discernimiento  re- 
parten, aun  lo  que  a  ellos  mismos  hará 
falta,  entre  los  que  no  lo  han  menester. 

Dar  a  Dios  lo  que  es  de  Dios,  v  al  Cesarlo 
que  es  del  César. 

Frase  empleada  para  indicar  que  a 
cada  uno  se  le  debe  dar  lo  suyo. 

De  aquella  me  deje  Dios  comer  que  deja 
los  pollos  y  comienza  a  poner. 

El  doctísimo  Sorapán  de  Rieros  dice 
que  este  refrán  se  puede  entender  de 
dos  maneras :  por  la  primera,  que  la 
gallina  que  ha  estado  sobre  los  huevos 
y  criado  los  pollos  hasta  que  los  deja 
y  comienza  a  poner,  es  la  más  sabro- 
sa, porque  como  ha  sido  regalada  con 
ellos,  sale  lo  mismo  que  si  la  hubiesen 
puesto  a  cebar;  y  por  la  segunda,  que 
se  puede  entender  de  la  polla  ponedo- 
ra que  deja  a  sus  hermanos  los  pollos 
y  quiere  comenzar  a  poner,  pues  en- 
tonces es  más  suave  su  carne,  más  sa- 
brosa y  más  saludable.  Añade  Sorapán 
que  cada  uno  tome  la  explicación  que 
más  le  agrade,  y,  naturalmente,  lo  mis- 
mo decimos  nosotros. 

De  Dios  abajo,  cada  cual  vive  de  su  trabajo. 
Expresa  que  la  única  manera  honro- 
sa de  vivir  es  aplicar  su  actividad  cada 
uno  al  sostenimiento  de  la  vida. 

De  Dios  dijo'n.y  lo  matdn. — V.  Digan,  que 
de  Dios  dijeron. 

De  Dios  logra  la  gracia  el  que  se  tiene  por 
feliz  en  su  desgracia. 

Cada  cual  debe  conformarse  con  su 
suerte. 

De  Dios  viene  el  bien, y  de  las  abejas  la  miel. 
Enseña  que  Dios  es  el  único  autor 
del  bien,  por  cualquier  medio  que  nos 
venga. 

Déme  Dios  marido  rico,  aunque  sea  un 
poco  borrico,  o  y  mas  que  sea  un  borrico. 
Manifiesta  el  predominio  de  la  rique- 
za sobre  todo  lo  demás. 

De  menos  hizo  Dios  a  Cañete,  o  De  menos 
hizo  Dios  a  Cañete,  que  de  verdugo  lo 
hizo  corchete.  Otros  dicen  :  a  quien  hizo 
de  un  puñete;  y  otros :  y  lo  deshizo  de  un 
puñete.  —  V.  De  menos  nos  hizo  Dios. 


De  menos  nos  hizo  Dios. 

Explica  la  esperanza  que  se  tiene  de 
conseguir  lo  que  se  intenta,  aunque 
parezca  desproporcionado. 
Desde  aquí  para  delante  de  Dios. 

Fórmula  de  juramento  o  compromiso 
hasta  la  muerte. 
Después  de  Dios,  la  casa  de  Quiro's. 

Emblema  de  aquel  linaje,  tan  infatua- 
do con  su  antigüedad  y  poderío,  que 
sólo  cede  ambas  cosas  al  Ser  Supremo. 
Después  de  Dios,  la  olla. 

Explica  que  en  lo  temporal  no  hay 
cosa  mejor  que  tener  que  comer. 
Después  de  Dios,  la  olla,  que  la  casa  de 
Quiro's  iodo  es  bambolla. 

Justa  sátira  contra  el  emblema  de  la 
dicha  casa  señorial. 
De  todo  quiere  Dios  un  poquito. 

Manera  de  justificar  entre  personas 
serias  las  conversaciones  ligeras,  bailes 
o  cualquiera  otra  distracción  honesta. 
Digan,  que  de  Dios  dijeron. 

Enseña  a  despreciar  la  murmuración 
o  los  dichos  ajenos. 
Dios  abrirá,  rey  entrará. 

Manifiesta  la  confianza  en  el  Ser  Su 
premo. 
Dios  acude  siempre  a  la  mayor  necesidad. 
Indica  que  Dios  no  se  olvida  de  na- 
die, y  que  por  comprometido  que  sea 
un  caso,  no  se  debe  perder  la  espe- 
ranza. 
Dios  amó  la  compañía. 

Expresa  lo  desagradable  que  es  la 
soledad. 
Dios  aprieta,  pero  no  ahoga. 

Aconseja  la  conformidad  en  las  tri- 
bulaciones, esperando  en  Dios. 
Dios  ayuda  a  los  que  se  ayudan.  —  V.  A 

Dios  rogando  y  con  el  mazo  dando. 
Dios  bendijo  la  paz  y  maldijo  las  riñas. 
Amonesta  a  los  amigos  de  cuestio- 
nes y  disputas. 
Dios  castiga  a  los  que  bien  quiere. 

Entiéndase  castigar  en  el  sentido  de 
afligir  o  enviarles  penalidades  con  ob- 
jeto de  probar  su  resignación  y  su  fe. 
La  mejor  explicación  de  este  refrán  está 
en  la  lectura  del  Libro  de  Job. 
Dios  consiente,  pero  no  para  siempre. 

Recuerda  la  justicia  y  castigo  de  Dios 
al  que  obra  mal,  confiado  en  su  espera 
y  misericordia. 


DIOS 


—  321   — 


DIOS 


Dios  da  asi  el  premio  como  el  castigo,  a 
cada  uno  según  lo  que  merece. 

El  que  en  la  tierra  no  logra  la  recom- 
pensa de  sus  buenas  acciones,  la  consi- 
gue en  la  otra  vida. 
Dios  da  ciento  por  uno. 

Exhorta  a  la  caridad  como  la  virtud 
más  agradable  a  los  ojos  de  Dios. 
Dios    delante.  Algunos   añaden  :  y  San 
Cristóbal  gigante. 

Expresa  la  fe  en  Dios.— Los  que  agre- 
gan la  segunda  parte  le  dan  un  signi- 
ficado parecido  al  de  A.  Dios  rogando 
y  con  el  mazo  dando. 
Dios  desavenga  a  quien  nos  mantenga. 
De  las  desavenencias  de  unos  suelen 
otros  sacar  utilidad  o  beneficio;  verbi- 
gracia: los  curiales  con  los  litigantes; 
los  médicos  con  los  heridos  en  riña,  etc. 
Dios  dijo,  o  sabe,  lo  que  será. 

Explica  la  duda  del  cumplimiento  o 
certeza  de  lo  que  se  promete  o  asevera. 
Dios  dirá  sus  verdades. 

Dicho  con  que  se  significaba  en  lo  an- 
tiguo que  se  remitía  la  averiguación  de 
la  verdad  a  una  de  las  pruebas  de  jus- 
ticia a  la  sazón  en  uso,  tales  como  pisar 
barras  de  hierro  candente,  el  duelo  o 
desafío,  etc. 
Dios  el  bravo  mar  enfrena  con  muro  de 
leve  arena. 

Tanto  en  el  terreno  material  como 
en  el  intelectual  y  en  el  moral,  se  vale 
a  veces  la  divina  Omnipotencia  de  ele- 
mentos débiles  para  contrarrestar  los 
fuertes- 
Dios  es  bueno  para  mercader.  —  V.  Dios 

da  ciento  por  uno. 
Dios  es  buen  pagador.  —  V.  Dios  da  ciento 

por  uno. 
Dios  esconde  muchas  cosas  a  los  sabios  y 
prudentes,  y  se  las  revela  a  los  pobre- 
cilios. 

Prueba  la  omnipotencia  divina,  que 
reparte  por  igual  todos  sus  dones. 
Dios  es  grande. 

Se  usa  para  consolarse  en  una  des- 
dicha, recurriendo  al  poder  de  Dios, 
de  quien  se  espera  que  la  remedie. 
Dios  es  omnipotente,  y  el  dinero  su  teniente. 
Denota  a  cuánto  alcanza  el  poder  del 
dinero,  pues  llega  a  conseguir  en  oca- 
siones lo  que  a  los  ojos  del  mundo  se 
estima  por  imposible. 


Dios  es  siempre  el  que  nos  sana,  y  lleva  el 
médico  la  plata. 

Indica  que  la  curación  de  las  enfer- 
medades se  debe  a  la  voluntad  de  Dios 
y  no  a  la  ciencia  de  los  hombres. 
Dios  está  en  el  cielo,  que  juzga  los  cora- 
zones. 

No  hay  que  olvidar  la  existencia  de 

la  Divinidad,  que  conoce  el  alcance  de 

nuestras  acciones. 

Dios  está  en  el  cielo,  que  ve  las  trampas. 

El  que  está  obligado  a  algo  no  debe 

esquivar  el  cumplimiento  de  su  deber. 

Dios  guarde  a  usted  muchos  años. 

Con  esta  expresión,  que  figura  al  final 
de  ciertos  documentos  oficiales,  se  da 
a  entender  en  el  lenguaje  familiar  que 
no  hay  o  existe  nada  de  aquello  de 
que  se  está  tratando  o  por  que  se  pre  - 
gunta;  v.  gr. :  En  cuanto  a  pagárseme  lo 
que  se  me  debe,  Dios  guarde  a  usted  mu- 
chos años. — /  Venir  él  a  darme  una  satis- 
facción!... Dios  guarde  a  usted  muchos 
años. 
Dios  hace  la  costa,  dando  el  frío  conforme 
la  ropa. 

Manifiesta  que  Dios  acude  en  soco- 
rro de  cada  uno  según  la  magnitud  de 
sus  necesidades. 
Dios  hace  que  alumbre  el  sol  a  los  buenos 
y  a  los  malos. 

Ante  Dios  todos  son  iguales,  lo  mis- 
mo los  justos  que  los  pecadores. 
Dios  hace  salir  su  sol  sobre  los  buenos  y 
malos,  y  llueve  sobre  los  justos  e  injustos. 
Dios  reparte  por  igual  sus  bondades, 
aunque  los  pecadores  no  las  aprove- 
chen. 
Dios  hay  en  el  cielo,  que  no  se  descuida  de 
castigar  al  malo  ni  de  premiar  al  bueno. 
Las  buenas  acciones  siempre  hallan 
recompensa,  y  las  malas  su  castigo  ade- 
cuado. 
Dios  hay  en  el  mundo,  que  todo  lo  ve  y  juzga. 
Para  Dios  nada  hay  oculto,  y  debe- 
mos tener  esto  en  cuenta  al  realizar 
nuestros  actos. 
Dios  hizo  todas  las  cosas  con  peso,  sabidu- 
ría y  mesura. 

En  la  Naturaleza  todo  tiene  su  razón 
de  ser. 
Dios  la  da  y  el  diablo  la  guisa. 

Lo  que  buenamente  se  logra,  se  des- 
compone malamente. 


DIOS 


—  322  — 


DIOS 


Dios  le  ayude,  y  a  nosotros  no  nos  olvide. 
Salutación  que  se  dirige  al  que  estor- 
nuda delante  de  nosotros. 
Dios  le  dé  todo  lo  que  le  hace  falta,  como 
al  doctor  Zafrilla. 

Es  decir,  más  de  lo  que  uno  necesita. 
Dios  lo  dio,  Dios  lo  quitó;  sea  su  nombre 
bendito. 

Fórmula  de  resignación  cristiana  muy 
propia  de  Job. 
Dios  lo  oiga,  y  el  pecado  sea  sordo. 

Expresión  usada  cuando  alguno  for- 
mula un  deseo  que  a  nosotros  nos  es 
conveniente. 
Dios  lo  quiera,  y  Juan  venga. 

Locución  con  que  se  denota  el  de- 
seo vehemente  de  que  se  realice  algu- 
na cosa. 
Dios  los  cria,  y  ellos  se  juntan.  En  Sevilla 
se  suele  añadir:  en  el  prado  de  Santa 
Justa. 

Se  da  a  entender  que  los  que  son 
semejantes  en  las  inclinaciones  y  en  el 
genio,  se  buscan  unos  a  otros.  Tómase, 
por  lo  común,  en  mala  parte. 
Dios  me  de' contienda  con  quien  me  entienda. 
Denota  que  siempre  es  conveniente 
tratar  con  personas  bien  educadas  y 
que  no  sean  desconocedoras  del  asun- 
to de  que  se  trata. 
Dios  me  depare  mesón  en  que  la  huéspeda 
me  haga  algo,  y  el  huésped  non. 

Indica  lo  mucho  que  la  mujer  puede 
con  su  maña  y  arte  en  el  manejo  de  las 
cosas  de  la  casa. 
Dios  me  dé  triunfos  y  me  quite  conoci- 
miento. 

El  ambicioso  no  repara  en  los  me- 
dios con  tal  de  lograr  su  propósito. 
Dios  me  entiende  y  yo  me  entiendo. 

Aplícase  cuando  no  se  quiere  decla- 
rar una  cosa  en  su  totalidad,  o  cuando 
se  hace  una  alusión  no  muy  clara  para 
los  demás. 
Dios  me  guarde  de  pueblo  airado,  y  de  mar 
atormentado,  de  la  landre  y  mala  helada, 
y  de  mujer  enojada. 

Considerando  todo  esto  como  verda- 
deras calamidades  (y  no  lo  son  peque- 
ñas), no  es  extraño  que  desee  uno  ver- 
las lejos  de  sí. 
Dios  me  libre  de  hombre  marcado  por  Na- 
turaleza. 

Por  lo  general  no  suelen  ser  muy 


buenos  aquellos  que  padecen  alguna 
lesión. 

Dios  me  libre  de  mujer  determinada. 

Pues  casi  siempre,  dado  lo  excitable 
de  la  naturaleza  femenina,  suele  llevar 
a  cabo  actos  de  que  no  sería  capaz  un 
hombre. 

¡Dios  me  lleve  a  España!...  (Y  estaba  entre 
Yepes  y  Ocaña.) 
Aplícase  al  que  dice  alguna  sandez. 

Dios  me  ponga  donde  lo  haya,  que  yo  lo  sa- 
bré alcanzar. 

Súplica  de  aquellas  personas  poco 
escrupulosas  en  la  manera  de  adquirir 
las  cosas. 

¡Dios  mió,  qué  cosas  tan  buenas  habéis 
criado  para  rejalu  (regalo)  del  hombre!' 
(•  Y  cudndu  seré  yo  hombre? 

Exclamación  en  que  prorrumpe  aquel 
que  se  lamenta  de  no  poder  disfrutar, 
de  presente,  de  alguna  cosa  exquisita 
que  le  provoca  a  desearla  con  vehe- 
mencia.—  Cuéntase  de  un  pobre  mu- 
chacho gallego,  o  montañés  (que  en  eso 
no  andan  contestes  los  historiadores),, 
que  recién  llegado  a  una  de  las  ciuda- 
des más  ricas  y  pobladas  de  Andalucía, 
se  quedó  un  día  extasiado  al  contem- 
plar en  el  escaparate  de  una  tienda  de 
ultramarinos  la  multitud  de  manjares 
diversos  aderezados  para  tentar  la  gula. 
El  infeliz,  notando  entonces  su  caren- 
cia de  recursos,  juntando  las  manos  y 
alzando  los  ojos  al  cielo,  pronunció  en 
tono  lastimero  las  palabras  susodichas, 
que  con  el  tiempo  pasaron  a  ser  pro- 
verbiales, y  que  constituyen  por  sí  so- 
las un  poema  entero  de  Sociología. — 
Algunas  veces,  después  de  manifes- 
tado el  deseo  que  uno  tiene  y  el  sen- 
timiento de  no  poder  satisfacerlo,  se 
emplea  solamente  la  última  proposi- 
ción del  refrán;  a  saber:  ¿Y cuándo  seré 
yo  hombre? 

¡Dios  mió,  santos,  mas  no  tantos!,  o  Rogar 
a  Dios  por  santos,  mas  no  por  tantos. 

Expresa  que  la  demasiada  abundan- 
cia, aunque  sea  de  cosas  buenas  y  que 
se  deseaban,  muchas  veces  es  molesta 
y  perjudicial. 

¡Dios  mío! —  Y  de  los  otros  tío. 

Suele  prorrumpirse  en  la  segunda 
proposición  de  esta  frase  por  el  que  oye 
exclamar  a  otro  en  la  primera. 


DIOS 


—  323 


DIOS 


Dios  no  ayuda  a  los  holgazanes. 

Contra  las   personas  que  son  poco 
amigas  del  trabajo. 
Dios  no  cotne  ni  bebe,  pero  Juzga  lo  que  ve. 
Recuerda   la  presencia  de  Dios  en 
todo  lugar,  para  que  nosotros  proce- 
damos rectamente,  pues  hemos  de  ser 
juzgados  por  quien  ve  nuestras  obras. 
Dios  no  le  falta  a  nadie.  —  V.  Dios  acude 

siempre  a  la  mayor  necesidad. 
Dios  no  pide  imposibles. 

Excita  al  hombre  a  que  haga  todo  lo 
que  esté  al  alcance  de  sus  fuerzas;  pero 
sin  exagerar  éstas  hasta  el  punto  de 
ocasionarse  perjuicios. 
Dios  nos  dé  mucho  pan  y  mala  cosecha. 
Expresión  egoísta  del  que,  teniendo 
cuanto  necesita,  no  se  preocupa  del 
bienestar  de  los  demás. 
Dios  no  se  queda  con  nada  de  nadie. 

Las  acciones  inicuas  se  pagan  tarde 

o  temprano,  de  un  modo  o  de  otro. 

Dios  nó  se  queja,  mas  lo  suyo  no  deja. — 

V.  Dios  no  se  queda  con  nada  de  nadie. 

¡Dios  nos  ampare,  si  Herodes  y  Pilatos  se 

hacen  compadres! 

Expresión  usada  cuando  se  ve  que 
se  unen  para  llevar  a  cabo  una  empre- 
sa dos  personas  poco  escrupulosas  de 
conciencia. 
Dios  nos  de  lo  que  nos  falta,  y  dinero  para 
la  plaza. 

Exclamación    con   la   cual   pedimos 
que  no  nos  falte  qué  comer. 
Dios  nos  guarde  de  hombre  que  cuando  se 
ríe  no  se  le  menea  el  ombligo. 

Contra  los  que  manifiestan  una  risa 
fingida,  porque  dan  a  entender  que  son 
unos  hipócritas,  o  envidiosos. 
Dios  nos  libre  de  amigo  reconciliado  y  de 
aire  encallejonado.  —  V.  Amigo  reconci- 
liado, enemigo  doblado. 
Dios  nos  libre  de  estudiantes  de  un  libro. 
Decíase  en  Salamanca  de  los  aficio- 
nados al  libro  de  las  cuarenta  hojas  (la 
baraja). 
Dios  nos  libre  de  hombre  que  no  habla,  y  de 
can,  o  perro,  que  no  ladra. 

Porque  uno  y  otro  suelen  ser  falsos 
y  traidores. 
Dios  nos  libre  de  palo  de  ciego  y  de  bofeta- 
da de  zurdo. 

Porque  tanto  el  uno  como  la   otra 
suelen  ser  bien  dados  y  con  fuerza. 


Dios  nos  libre  de  un  cajista  sabihondo. 
Porque   pretendiendo   enmendar   la 
plana  al  autor  en  aquello  que  cree  es- 
tar equivocado,  por  no  entenderlo,  des- 
naturaliza horrorosamente  el  original, 
haciendo  decir  al  autor  lo  que  ni  por 
soñación  imaginara. 
Dios  nos  libre  de  un  tonto,  y  más  si  es  celoso. 
Porque    ambas    cualidades    aisladas 
son  malas,  pero  unidas  hacen  insopor- 
table al  que  las  posee. 
Dios  nos  libre  del  mal  cuarto  de  hora. 
Refiérese  a  la  creencia  de  que  todos 
tenemos   diariamente    ese   tiempo    de 
tentación  para  cometer  algún  acto  re- 
probable, o  de  debilidad,  por  lo  menos. 
Dios  nos  libre  del  que  nos  acecha. 

Da  a  entender  que  es  tanta  la  perse- 
verancia de  los  malvados  en  el  mal,  que 
por  mucho  que  nos  guardemos  es  muy 
difícil  librarnos  de  sus  ataques. 
Dios  os  haga  un  santo. 

Frase  dirigida  particularmente  a  los 
niños. 
Dios  os  libre  de  hidalgo  de  día  y  de  fraile 
de  noche. 

Aconseja  a  los  casados  eviten  esas 
compañías  para  su  mujer. 
Dios  paga  a  quien  en  malos  pasos  anda. — 
V.  Dios  no  se  queda  con  nada  de  nadie. 
Dios  perdona  al  que  su  culpa  llora. 

El  que  se  arrepiente  de  las  faltas  co- 
metidas, obtiene  fácilmente  la  absolu- 
ción de  ellas. 
Dios  pone  siempre  el  remedio  junto  a  la 
enfermedad.  —  V.  Dios,  que  da  la  llaga,  da 
la  medicina. 
Dios  ponga  tiento  en  mis,  o  tus,  o  sus,  etc., 
manos. 

Denota  el  deseo  del  acierto  en  aque- 
llo que  se  va  a  emprender,  por  existir 
algún  temor,  más  o  menos  fundado,  de 
que  pueda  fracasar. 
Dios  proveerá. 

Expresa  la  esperanza  de  salir  de  un 
mal  estado. 
Dios,  que  da  la  llaga,  da  la  medicina. 

Enseña  que  debemos  esperar  el  re- 
medio de  nuestros  males  de  la  misma 
mano  de  Dios,  que  nos  los  envía. 
Dios,  que  nos  tiene  acá,  que  coma/nos  y  vis- 
tamos nos  dará. 

Una  de  tantas  maneras  de  expresar 
la  confianza  en  la  divina  Providencia. 


DIOS 


324 


DIOS 


Dios  sea  conmigo. 

Expresión  piadosa  que  indica  el  de- 
seo de  que  no  le  abandone  a  uno  la 
Providencia. 

Dios  se  lo  aumente,  y  de  mí  no  se  olvide. 
Manifiesta  uno  con  esta  expresión  el 
deseo  que  le  anima  de  ver  aumentada 
la  prosperidad  del  prójimo,  si  bien  no 
de  un  modo  tan  desinteresado  que  nos- 
otros quedemos  preteridos. 

Dios  se  lo  pague,  que  es  buen  pagador. 

Expresión  de  agradecimiento  por 
alguna  merced  recibida. 

Dios  se  lo  pague.  —  Y  el  santo  del  día. 

En  el  primer  miembro  se  nota  la  cir- 
cunstancia de  mostrarse  reconocida 
una  persona  a  otra  por  la  merced  o  dis- 
tinción que  de  ella  recibiera;  y  en  el  se- 
gundo se  significa  indirectamente,  por 
parte  de  ésta,  que  no  hay  motivo  para 
tal  agradecimiento,  al  reforzar  la  expre- 
sión de  gratitud  de  aquélla  por  medio 
de  la  intervención  del  santo  cuya  fiesta 
conmemora  la  Iglesia  en  semejante  día. 

Dios  se  lo  pague  y  yo  me  lo  trague. 

Empléase  como  señal  de  agradeci- 
miento cuando  se  recibe  algo  de  co- 
mer o  beber. 

Dios  sobre  todo. 

Se  dice  cuando  se  duda  del  suceso 
de  una  cosa.  —  Fórmula  empleada  al 
final  de  los  pronósticos  astronómicos 
en  los  almanaques  antiguos. 

Dios  suele  dar  tras  de  la  llaga  la  medici- 
na.—  V.  Dios,  que  da  la  llaga,  da  la  me- 
dicina. 

Dios  sufre  a  los  malos,  pero  no  para  siem- 
pre. 

Dícese  a  los  que  no  obran  rectamen- 
te, para  procurar  separarlos  del  cami- 
no que  llevan. 

Dios  te  asista,  y  te  dé  una  plaza  de  orga- 
nista. 

Frase  burlesca  en  su  segunda  parte, 
basada  en  el  sonsonete,  con  que  se  de- 
sea que  el  éxito  acompañe  a  las  ges- 
tiones de  otro. 

Dios  te  bendiga,  y  te  dé  un  platito  de  mi- 
gas.— V.  Dios  te  asista,  y  te  dé  una  pla- 
za de  organista. 

Dios  te  dé  ovejas  e  hijos  para  ellas. 

Enseña  cuánto  importa  que  el  mis- 
mo dueño  sea  quien  cuide  de  sus  ha- 
ciendas. 


Dios  te  d¿  salud,  Mendo,  no  a  mi  que  estoy 
comiendo. 

El  que  tiene  satisfechas  sus  necesi- 
dades no  se  preocupa  de  los  demás, 
sino  por  cumplir. 
Dios  te  dé  viña  en  Cuenca,  y  mujer  fuerte 
y  pleito  en  Hueie. 

Es,  desde  luego,  un  mal  deseo;  por- 
que en  Cuenca,  por  la  calidad  del  te- 
rreno, no  prospera  el  viñedo;  una  mu- 
jer fuerte  no  es  la  mejor  recomenda- 
ción, y  en  Huete  clavaban  a  los  que 
pleiteaban,  por  la  escasez  de  pleitos 
en  esa  localidad. 
Dios  te  guarde  de  hombre  con  líbrete  y  de 
mujer  con  gañivete. 

O  sea  de  hombre  que  se  las  echa  de 
sabio  y  de  mujer  de  armas  tomar. 
Dios  te  guarde  de  que  ninguno  te  tenga 
lástima. 

Porque  aquellos  de  quienes  todos  se 
compadecen  son  los  más  infortunados, 
aunque  realmente  no  hayan  llegado  a 
tan  triste  situación. 
Dios  te  guarde,  y  no  de  mi. 

Fórmula  de  saludo. 
Dios  te  guie  y  la  Peña  de  Francia  junto 
con  la   Trinidad  de  Gaeta,  o  Dios  me 
ayude  y  la  Santísima  Trinidad  de  Gaeta. 
Imprecación  que  se  usaba  al  pasar 
por  sitios  peligrosos. 
Dios  te  la  depare  buena. 

Se  da  a  entender  la  duda  o  recelo 
que  se  tiene  de  que  no  salga  bien  lo 
que  se  intenta. 
Dios  te  libre  de  conciencia  de  teólogo. 

Por  ser  la  más  amplia  y  en  la  que 
todo  tiene  justificación. 
Dios  te  libre  de  los  maitines  de  los  fari- 
seos y  de  las  vísperas  de  los  sicilianos. 

Expresión  del  deseo  de  que  uno  se 
vea  libre  de  malos  trances,  como  fue- 
ron los  indicados. 
Dios  te  libre  de  párrafo  de  legista,  de  infra 
de  canonista,  de  recipe  de  médico  y  de 
etcétera  de  escribano. 

Por  ser  muy  perjudiciales,  particu- 
larmente para  el  bolsillo,  cualquiera  de 
ellos. 
Dios  te  lo  pague,  y  la  muerte  te  agarre. — 
Y  si  viene  por  mí,  que  te  agarre,  o  te 
lleve,  a  ti. 

Expresión  de  agradecimiento  entre 
personas  de  mucha  confianza. 


DIOS 


—  325  — 


DIOS 


Dios  y  ayuda. 

Manera  de  ponderar  la  dificultad  de 
una  cosa. — Empléase  generalmente  con 
los  verbos  costar  o  necesitar. 
Dios  y  el  cucho  pueden  mucho. — V.  A  Dios 
rogando  y  con  el  mazo  dando. 

El  cucho  es  el  abono  hecho  con  ma- 
terias vegetales  y  animales  en  descom- 
posición. 
Dios  y  el  uso  grande  hacen  los  hados  volver. 
Los  grandes  medios  son  siempre  los 
que  producen  más  provecho. 
Dios  y  su  Aladre  no  quitan  carnes,  sino  el 
hijo  al  nacer  y  la  madre  al  fallecer. 

En  este  refrán  se  hallan  mezclados 
el  sentido  recto  y  el  figurado.  No  hay 
para  qué  atribuir  a  intervención  divi- 
na el  estar  más  o  menos  grueso;  al  dar 
la  mujer  a  luz,  pierde  la  carne  que  el 
recién  nacido  se  lleva,  y  al  morir  la 
madre,  hace  enflaquecer  con  la  pena  al 
hijo  amante. 
Dios  y  vida  componen  la  villa. 

Advierte  que  es  necesaria  la  diligen- 
cia personal  para  conseguir  las  cosas 
con  el  auxilio  de  Dios,  y  que  es  una  te- 
meridad dejarlo  todo  a  su  providencia. 
Dios  y  yo  nos  entendemos. 

Denota  que  lo  que  se  dice  no  va  fue- 
ra de  razón,  aunque  no  se  pueda  ex- 
plicar por  algún  motivo  o  respeto,  y 
por  eso  parezca  despropósito. — Dícese 
también  :  Dios  me  entiende  y  yo  me  en- 
tiendo. (Véase.) 
El  que  está  de  Dios  que  ha  de  morir  a 
obscuras,  aunque  su  padre  sea  cerero.  — 
V.  El  que  ha  nacido  barrigón,  es  al  ñudo 
que  lo  fajen. 
El  que  está  de  Dios  que  ha  de  ser  rico,  en 
la  cuna  se  le  tronchan  las  piernas. 

Para  que  no  tenga  necesidad  de  tra- 
bajar para  vivir.  — V.  El  que  ha  nacido 
barrigón,  es  al  ñudo  que  lo  fajen. 
El  que  está  de  Dios  que  ha  de  ser  rico,  su 
mujer  le  pare  hijos  de  otro.  —  V.  Al  que 
Dios  quiere  para  rico,  hasta  la  mujer  le 
pare  hijos  de  otro. 
El  que  peca  y  se  enmienda,  a  Dios  se  enco- 
mienda. 

Dios  perdona  las  faltas  del  que  se 
arrepiente  sinceramente. 
En  estando  yo  bien  con  Dios,  me  cago  en 
los  santos. 

Con  esta  forma  malsonante  y  blas- 


fema se  suele  dar  a  entender  que  en 
contando  uno  con  el  favor  y  apoyo  del 
cabeza  o  agente  principal  de  una  ins- 

'  titución,  cualquiera  que  ésta  sea,  en 
poco  o  nada  debe  estimar  la  indiferen- 
cia con  que  le  traten  los  inferiores  o 
dependientes. 

En  menos  de  un  Dios  te  guarde.  —  V.  En 
menos  que  canta  un  gallo. 

Eso  se  hace,  lo  que  a  Dios  aplace. 

Advierte  que  interviene  Dios  en 
todos  los  sucesos,  disponiéndolos  o 
permitiéndolos. 

Estar  uno,  como  Dios,  en  todas  partes. 
Dícese  de  aquel  que  anda  muy  so- 
lícito y  diligente  por  atender  a  mu- 
chas ocupaciones  repartidas  en  distin- 
tos sitios. 

Fiar  de  Dios  y  aplicar  remedios  es  el  ofi- 
cio del  médico. 

Indica  que  el  trabajo  y  la  ciencia  del 
hombre  no  pueden  nada  sin  la  volun- 
tad divina. 

Fiar,  en  Dios;  sacar  la  cara,  por  la  venta- 
na) dar,  los  buenos  días. 

Nada  se  pierde  por  hacer  esas  tres 
cosas,  que  a  nada  comprometen. 

¡Gracias  a  Dios  que  Catana  parió'! — Véa- 
se /  Ya  parió  Catana! 

Guárdate  de  aquel  a  quien  Dios  señaló. 
Ello  será  pura  casualidad;  pero  la  ex- 
periencia acredita  que  la  mayor  parte 
de  las  personas  que  han  nacido  lisiadas 
suelen  albergar  sentimientos  ruines  y 
obrar  de  conformidad  con  los  mismos. 

Guárdete  Dios  del  diablo,  y  a  tus  hijos 
guarde  de  padrastro.— V .  Guárdete  Dios 
del  diablo,  de  lodos  al  caminar  y  de  albo- 
roto de  pueblo. 
Guárdete  Dios  del  diablo,  de  lodos  al  ca- 
minar y  de  alboroto  de  pueblo. 

Refrán  que  por  sí  solo  se  explica, 
pues  claramente  se  ve  el  buen  deseo 
de  evitar  al  que  se  le  dice  que  sufra 
cualquiera  de  los  términos  indicados,  a 
cual  más  enojosos. 

Hablarle  a  Dios  de  tú. 

Ser  alguna  persona  o  cosa  notable 
en  su  línea.  —  Ser  muy  insolente.  —  No 
guardar  a  los  superiores  las  considera- 
ciones debidas. 

Hágalo  por  Dios,  que  es  buen  pagador. 
Exhorta  a  hacer  una  buena  obra,  que 
nunca  es  perdida  a  los  ojos  de  Dios. 


DIOS 


—  326  — 


DIOS 


Haz,  que  Dios  es  piadoso  que  perdona. 
Cuando  se  procede  de  buena  fe  no 
se  adquiere  responsabilidad  de  ningu- 
na clase. 

Hizonos  Dios  v  maravillámonos  nos. 

Lo  que  sale  de  las  reglas  naturales, 
siempre  merece  nuestra  admiración. 

Las  cosas  claras  Dios  las  bendijo. 

El  que  procede  de  buena  fe  lleva 
mucho  adelantado  para  lograr  lo  que 
desea. 

Las  cosas  que  son  de  Dios,  o  hacerlas  bien, 
o  tío  hacerlas. 

Debe  tenerse  especial  cuidado  en 
todo  aquello  que  es  de  verdadera  im- 
portancia. 

Líbreme  Dios  de  las  aguas  1 nansas.  —  Véa- 
se Del  agua  mansa  me  libre  Dios,  que  de 
la  recia,  o  brava,  me  guardaré  yo. 

Líbrenos  Dios  de  moza  adivina  y  de  mujer 
latina. 

Aconseja  precaverse  de  las  mujeres 
que  saben  demasiado  para  su  edad,  así 
como  de  las  marisabidillas. 

Líbrenos  Dios  de  moza  navarra,  de  viuda 
aragonesa,  de  monja  catala?ta  y  de  casa- 
da valenciana. 

Parece  indicar  que  todas  son  falsas. 
El  inventor  tendría  quizás  sus  razones 
para  decirlo  así;  en  cuanto  a  nosotros, 
nos  lavamos  las  manos. 

Líbrete  Dios  de  delito  contra  las  tres  San- 
tas: Inquisición,  Hermandad  y  Cruzada. 
Tal  era  el  terror,  justificado  o  no, 
que  en  su  tiempo  infundían  esas  tres 
santas  instituciones. 

Líbrete  Dios  de  la  enfermedad  que  baja  de 
Castilla  y  de  hambre  que  sube  del  Anda- 
lucía. 

Porque  una  y  otra  son  muy  difíciles 
de  remediar. 

Lo  bueno  Dios  lo  lleva,  y  lo  malo  acá  se 
queda.  — V.  Bicho  malo  fiunca  tnuere. 

Lo  hecho,  ni  Dios  lo  quita  con  todo  su 
poder. 

Expresa  que  las  acciones  pasadas  no 
pueden  dejar  de  haber  sido  a  ninguna 
costa. 

Lo  que  de  Dios  está,  el  diablo  lo  acarrea. — 
V.  Lo  que  está  de  Dios,  a  la  mano  se 
viene. 

Lo  que  Dios  da,  llevarse  ha. 

Exhorta  a  la  conformidad  con  los  tra- 
bajos, considerándolos  como  enviados 


por  Dios,  que  siempre  busca  nuestro 
mayor  provecho. 

Lo  que  está  de  Dios,  a  Ja  mano  se  viene. 
Manifiesta  su  confianza  el  que  pre- 
tende o  litiga  con  justicia. 

Lléveme  Dios  a  ese  mesan,  do  manda  el  ma- 
rido y  la  ?nujer  ?ion. 

Expresa  el  mal  gobierno  de  aquellas 
casas  en  las  cuales  el  hombre  está  so- 
metido a  los  caprichos,  veleidades  y 
órdenes  de  la  mujer. 

Malo  es  Tilos,  pero  peor  es  el  santolio. 

Da  a  entender,  en  estilo  candido 
(pues  el  decir  jocoso  sonaría  a  blas- 
femia), que  un  moribundo  ha  recibi- 
do el  sacramento  de  la  Extremaun- 
ción, con  lo  que  se  trata  de  evidenciar 
que  su  estado  es  sumamente  grave, 
por  no  parecerlo  tanto  si  sólo  se  le 
hubiera  administrado  el  Viático. 

Mañana  amanecerá  Dios,^>  verá  la  tuerta 
los  espárragos. 

Indica  que  los  acontecimientos  de- 
ben dejarse  correr,  sin  pretender  atro- 
pellados, sacándolos  de  quicio. 

Más  puede  Dios  que  el  diablo. 

Locución  con  que  nos  animamos  a 
proseguir  en  algún  buen  propósito, 
aunque  se  nos  presenten  estorbos  ma- 
liciosos. 

Más  vale  a  quien  Dios  ayuda,  que  el  que 
mucho  madruga. 

La  diligencia,  para  que  produzca  el 
buen  éxito  que  se  apetece,  no  siempre 
basta  por  sí  sola;  preciso  es  que  vaya 
acompañada  de  la  buena  fortuna  o,  me- 
jor dicho,  del  favor  de  Dios. 

Más  vale  ignorar  bien  a  Dios,  que  cono- 
cerlo mal. 

Sentencia  digna  del  talento  de  San 
Juan  Crisóstomo,  con  lo  cual  censura 
a  los  creyentes  tibios  o  a  medias,  así 
como  a  los  presuntuosos  que  se  arro- 
jan a  querer  penetrar  en  los  arcanos 
divinos,  por  ser  más  fácil  convertir  a 
la  verdadera  fe  a  un  infiel  que  no  a  un 
indiferente  o  a  un  soberbio. 

Miente  más  que  da  por  Dios. 

Se  usa  para  ponderar  el  exceso  con 
que  uno  falta  a  la  verdad. 

Morir  debe  el  que  nació;  hasta  un  Dios- 
hombre  murió. 

Es  una  consecuencia  axiomática  de 
que  todo  tiene  fin  en  el  mundo. 


DIOS 


—  327  — 


DIOS 


Muérete  sin  Dios,  que  mañana  vendrá  a 
carros. 

Dícese  de  las  cosas  que  llegan  tarde, 
y  por  lo  tanto,  que  cuando  ocurren  no 
son  ya  de  provecho. 
Nadie  se  muere  hasta  que  Dios  quiere,  o 
hasta  que  le  llega  su  hora. 

Los  días  del  hombre  están  contados. 
Ni  sobre  Dios  hay  señor,  ni  sobre  negro 
color. 

Expresa  la  excelsitud  de  Dios,  así 
como  la  imposibilidad  de  teñir  lo  ne- 
gro, como  expresa  el  refrán  Sobre  ne- 
gro no  hay  tintura.  (Véase.) 
No  agradecerlo  Dios  ni  el  diablo. 

Aplícase  a  todo  servicio  perdido  para 
el  que  lo  hace,  especialmente  si  lo  ha 
hecho  de  mala  gana  y  sólo  llevado  del 
compromiso. 
No  dé  Dios  a  España  lo  que  quiere  la  mesa 
de  O  caña. 

Esto  es,  falta  de  agua. 
No  dé  Dios  a  nuestros  amigos  tanto  bien 
que  nos  desconozcan. 

Denota  cuánto  mudan  a  los  hombres 
las  prosperidades  y  la  fortuna,  hasta  el 
punto  de  que  no  conozcan  a  sus  anti- 
guos amigos. 
No  haber  más  Dios  ni  más  Santa  María 
para  alguno  que  tal  persona  o  cosa. 

Tenerle   excesivo   amor,   pasión    y 
cariño. 
No  hay  más  amigo  que  Dios  y  tin  duro,  o 
un  peso,  en  la  faltriquera. 

El  medio  más  seguro  de  ocurrir  a 
una  necesidad  urgente  es  echar  mano 
del  dinero  que  uno  tiene  guardado,  sin 
tener  que  salir  a  buscarlo  prestado. 
No  se  ha  muerto  Dios  de  viejo. 

Exhorta  a  tener  resignación  en  los 
lances  adversos,  pues  lo  que  no  se  lo- 
gra en  una  ocasión  se  consigue  en  otra. 
No  te  dé  Dios  oficial  nuevo  ni  barbero  vie- 
jo, amigo  reconciliado,  ni  viento  que  en- 
tra por  horado.  —  V.  Guárdete  Dios  del 
diablo,  etc. 
No  temer  ni  a  Dios  ni  al  diablo. 

Dícese  de  las  personas  que  alardean 
de  valor. 
No   tener   uno    cosa  sobre  que  Dios  le 
llueva. 

Hallarse  sumamente  pobre. 
Nunca  hiere  Dios  con  dos  manos. 

Enseña  que  los  castigos  de  Dios  nos 


vienen  siempre  templados  por  su  mi- 
sericordia, pues  nunca  son   iguales  a 
nuestras  faltas. 
Nunca  llueve  hasta  que  Dios  quiere. 

Expresa  que  las  cosas  no  ocurren 
hasta  que  deben  ocurrir,  aunque  nos- 
otros nos  empeñemos  en  que  sea  lo 
contrario. 
Obra  tú,  y  ayudarte  ha  Dios.  — V.  A  Dios 

rogando  y  con  al  mazo  dando. 
Obrar  bien,  que  Dios  es  Dios. 

Explica  que  el  que  cumple  con  su 
obligación  no  debe  hacer  caso  de  mur- 
muraciones, pues  Dios  le  sacará  siem- 
pre bien. 
Ojalá,  o  quiera,  Dios,  que  orégano  sea. 
Algunos  añaden:  y  no  se  nos  vuelva  al- 
caravea. 

Manifiesta  el  temor  de  que  un  nego- 
cio o  empresa  dé  mal  resultado,  o  que 
suceda  lo  contrario  de  lo  que  se  desea 
o  pretende. 
Para  lo  de  Dios,  cuanto  más,  mejor. 

Expresa  lo  ventajosa  que  es  en  ge- 
neral la  abundancia  de  las  cosas  bue- 
nas, especialmente  si  se  trata  del  ser- 
vicio de  Dios. 
Perdone  usted  por  Dios.  Algunos  añaden : 
que  no  hay  pan  partido. 

Enseña  que  una  cosa  no  se  ha  verifi- 
cado. —  Manera  de  denegar  una  peti- 
ción. 
¡Plega  a  Dios  que  vaya  a  buen  viento  esta 
parva! 

Cada  cosa   debe   de  atenerse  a  las 
contingencias  que  la  rodeen. 
¡Plegué  a  Dios,  A/atea,  que  este  hijo  nues- 
tro sea! 

Expresa  la  desconfianza  de  que  una 
cosa  se  lleve  a  feliz  término,  o  de  que 
dé  buen  resultado. 
¡Plegué  a  Dios  que  sea  agua  limpia!  — 

V.  Del  mal  el  menos. 
Ponerse  uno  a  lo  de  Dios  es  Cristo. 

Muy  lujoso  y  engalanado.  —  Mateo 
Alemán  usó  en  su  Guzmán  de  Alf orache 
la  locución  Ponerse  a  lo  de  Cristo  me 
lleve,  en  igual  sentido. 
Por  mi  Dios  y  por  mi  dama. 

Divisa  del  carácter  de  los  antiguos 
españoles  (la  cual  ostentaban  también 
las  hojas  de  algunas  espadas),  con  que 
hacían  alarde  de  religiosidad  y  de  ga- 
lantería al  mismo  tiempo. 


DIOS 


-  328  - 


DIOS 


Que  convenga  que  no  convenga,  Dios  quie- 
re que  todos  tengan. 

Dios  reparte  por  igual  sus  beneficios, 
sin  tener  en  cuenta  las  circunstancias. 
...  que  le  habla  a  Dios  de  tú. 

Expresa  la  magnitud  de  una  cosa;  así, 
se  dice:  Lleva  una  borrachera,  tiene  un 
sueño,  etc.,  que  le  habla  a  Dios  de  tú. 
Quien  a  Dios  llama,  a  Dios  halla. 

Manifiesta  que  no  se  acude  nunca  a 
la  bondad  de  Dios,  sin  encontrar  sus 
beneficios. 
Quien  a  Dios  tiene,  nada  le  falta. 

Los  creyentes  siempre  encuentran 
alivio  en  sus  necesidades. 
Quien  cae  y  se  levanta,  Dios  le  da  buenas 
pascuas. 

Dios  ve  con  buenos  ojos  al  pecador 
arrepentido. 
Quien  da  y  toma,  Dios  le  da  una  corcova. 
Siempre  los  que  hacen  algo  por  in- 
terés sufren  algún  desengaño. 
Quien  de  los  suyos  se  aleja,  Dios  le  deja. 
A  aquel  que  abandona  culpablemen- 
te a  sus  parientes,  Dios  le  abandonará 
también. 
Quien  en  Dios  confia,  será  feliz  algún  día. 
Recomienda  la  esperanza  en  Dios, 
que,  tarde  o  temprano,  da  la  recom- 
pensa. 
Quien  no  habla,  no  le  oye  Dios. 

Aconseja  al  que  tenga  que  solicitar 
algo  que  no  se  calle  por  cortedad,  pues 
sólo  exponiendo  su  pretensión  podrá 
ser  ésta  atendida. 
Quien  yerra  y  se  enmienda,  a  Dios  se  en- 
comienda. 

Indica  que  no  debe  culparse  a  uno 
de  las  faltas  que  él  mismo  ha  corregido. 
Rogar   a   Dios  por  santos,  mas  no  por 
tantos. 

Expresa  que  la  demasiada  abundan- 
cia, aunque  sea  de  cosas  delicadas, 
buenas  y  que  se  deseaban,  muchas  ve- 
ces es  molesta  y  perjudicial. 
/Sabe  Dios  quien  trillará!...  (Y  estaban 
segando.) 

Dícese  de  aquellos  que  desconfían 
de  las  cosas  aunque  las  vean  bien  pal- 
pables. 
Sea  lo  que  Dios  quiera,  que  asi  fué  el  año 
pasado. 

Expresa  la  conformidad  con  la  vo- 
luntad divina. 


Ser  una  cosa  como  Dios. 

No  tener  principio  ni  fin.  —  Dícese 
más  comúnmente  del  libro  que  adole- 
ce de  dichas  faltas. 
Ser  uno  también  de  Dios,  o  Ser  también 
hijo  de  Dios. 

Locución  familiar  con  que  alega  uno 
el  derecho  siquiera  legítimo,  siquiera 
pretenso,  que  le  asiste  para  participar 
de  alguna  cosa,  con  el  fin  de  que  no  se 
le  prive  de  su  goce. 
Será  todo  lo  de  Dios. 

Fórmula  para  dar  a  entender  que 
aquello  que  uno  se  teme  que  suceda, 
es  lo  más  favorable  o  lo  menos  adver- 
so que  se  puede  esperar  en  la  realiza- 
ción de  lo  que  se  desea  o  pretende; 
v.  gr.:  La  alhaja  vale  mil;  pero  si  dan 
por  ella  la  mitad,  será  todo  lo  de  Dios. — 
Le  he  encargado  que  haga  un  esfuerzo  por 
volverse  el  lunes;  pero  si  viene  el  jueves, 
será  todo  lo  de  Dios. 
Si  Dios  no  se  ríe  de  esto,  no  es  hombre  de 
gusto. 

Expresión  usada  cuando  se  ve  o  se 
oye  alguna  cosa  disparatada. 
Siempre  acude  Dios  a  los  buenos  deseos. 
Recuerda  que  la  Providencia  siempre 
atiende  a  los  que  solicitan  su  gracia. 
Sigue,  sigue,  que  antes  es  Dios  que  el  señor 
obispo. 

Se  debe  procurar  siempre  atenerse 
a  lo  principal  y  no  dejarlo  por  lo  secun- 
dario. 
Sin  encomendarse  a  Dios  ni  a  Santa  María. 
Hacer  algo  irreflexiva  e  inconside- 
radamente, atropellando  por  todo. 
Sólo  Dios  es  bueno  para  barquero. —  Véa- 
se Dios  es  bueno  para  mercader. 
Sólo  una  muerte  a  Dios  debo,  y  las  demás 
al  platero. 

Dícese  del  que  está  muy  cargado  de 
trampas,  aludiendo  a  cierto  chusco  que 
salió  en  una  mascarada  ostentando 
amplio  ropaje  negro  todo  salpicado  de 
esqueletos  humanos  hechos  de  platav 
que  no  había  pagado  al  artífice,  y  el 
mote  susodicho. 
Su  dios  es  su  vientre. 

Censura  contra  los  glotones. 
Tan  pronto  toma  a  Dios  en  la  mano  com» 
lo  está  dando. 

Alude  a  los  que  cambian  de  opinión 
con  gran  facilidad. 


DIOS 


329  — 


DISCÍPULO 


;  Válate  Dios,  Pedro,  no  cal,  que  el  asno  es 
recio! —  V.  El  que  está  en  pie,  mire  no 
caiga! 

No  cal,  por  no  caigas,  en  dialecto 
asturiano. 
/  Vaya  bendito  de  Dios! 

Se  manifiesta  haber  perdonado  a  al- 
guno algún  agravio,  o  que  no  se  quiere 
más  trato  con  él. 
/  Vaya  con  Dios  la  alegre!...  (Y siempre  llo- 
rando anduvo.) 

En  muchas  ocasiones  no  son  las  apa- 
riencias risueñas  o  lisonjeras  indicio 
cierto  de  felicidad  o  de  bienestar. 
I  Vaya  por  T)íos,  y  por  la  Virgen  de  Con- 
solación! 

Exclamación  en  que  se  suele  pro- 
rrumpir al  contemplar  algún  desastre 
que  no  tiene  ya  remedio  posible.  Se 
usa  algunas  veces  en  sentido  irónico. 
/  Vaya  por  que  Dios  nos  mate  en  gloria! 
Frase  con  que  se  suele  brindar  fami- 
liarmente en  Andalucía. 
/  Vaya  usted  con  Dios,  mangajo! 

Locución  de  uso  corriente  en  Lima 
para  tachar  a  uno  de  mandria.  —  Man- 
gajo es  el  nombre  con  que  a  princi- 
pios del  siglo  actual  bautizó  el  pueblo 
limeño  a  la  epidemia  que  por  aquel 
entonces  lo  afligió,  y  la  cual  consistía 
en  un  catarral  bilioso  con  síntomas 
parecidos  a  los  de  la  fiebre  amarilla,  de 
cuya  invasión  quedaban  los  convale- 
cientes flojos  y  macilentos. 
/  Vaya  usted  con  Dios, y  sin  culo,  que  Dios 
no  quiere  cosa  puerca! 

Manera  burlesca  de  despedir  a  una 
persona,  siendo  ésta  de  confianza. 
Venga  Dios  y  lo  diga,  o   Venga  Dios  y 
véalo. 

Fórmula  de  uso  familiar  con  que  se 
asevera  alguna  cosa. 
Venir  Dios  a  ver  a  uno. 

Sucederle  impensadamente  un  caso 
favorable,  especialmente  hallándose  en 
grande  apuro  y  necesidad. 
Vino  Dios  a  ver  el  mundo. 

Se  emplea  para  indicar  de  un  modo 
embozado  que  sirvan  o  saquen  vino. 
Vino  Dios  a  vernos  sin  campanilla. — Véa- 
se Vino  Dios  a  ver  el  mundo. 
Vivir  a  lo  de  Dios  es  Cristo. 

Atenerse  a  la  opinión  de  la  mayo- 
ría. —  Recuerda   las    célebres    dispu- 


tas de  los  bizantinos  sobre  si  Dios  es 
Cristo. 
¿  Cuántos  dioses  hay?  —  Tres :  el  Cura,  el 
Conde  y  Vinués. 

Dicho  que  corría  antiguamente  en 
Agón,  lugar  de  la  provincia  de  Zarago- 
za (io  leguas),  partido  judicial  de  Borja 
(legua  y  media).  —  Vinués  era  el  admi- 
nistrador del  conde  Parsent,  señor  del 
pueblo. 

Antójaseme  que  daría  margen  a  la 
creación  de  este  dicho  lo  reducido  de 
la  población  de  este  pobre  lugar,  por 
no  figurar  entre  sus  habitantes  otras 
personas  distinguidas  que  las  tres  men- 
cionadas; si  ya  no  es  que  se  quiera  dar 
a  entender  que  las  mismas  ejercían  un 
predominio  absoluto  en  aquella  loca- 
lidad sobre  sus  moradores,  cosa  nada 
rara  en  tiempos  de  despotismo  y  tira- 
nía señorial.  La  verdad  en  su  lugar. 
Y,  sin  embargo,  no  son  tres  dioses. 

Expresión  usada  cuando,  después  de 
ver  u  oír  alguna  cosa  que  está  hecha, 
se  desconfía  de  ella. 
DIRECTOR.  —  Sin  buen  director  no  hay 
buena  orquesta. 

Expresa  que  para  que  los  inferiores 
o  subordinados  cumplan  con  su  deber, 
es  preciso  que  el  jefe  sepa  encauzarlos, 
enseñándolos  debidamente  y  dando  el 
ejemplo. 
DISCIPLINA.—  Con  disciplina  se  curan 
los  locos.  —  V.  El  loco  por  la  pena  es 
cuerdo. 
Una  cosa  es  alabar  la  disciplina,  y  otra 
el  darse  con  ella.  — V.  No  es  lo  mismo  ir 
a  Alcalá  que  hablar  con  el  ordinario. 
DISCIPLINANTE.  —  Parecer  una  perso- 
na o  cosa  peor  que  disciplinante  en 
procesión  de  Corpus  Christi. 

Aplícase  a  todo   lo  que  resulta  in- 
conveniente o  inoportuno. 
DISCÍPULO.—  El  discípulo  que  no  duda 
ni  pregunta,  no  sabrá  jamás  cosa  nin- 
guna. 

Aviso  a  los  escolares  que,  poco  cu- 
riosos de  la  materia  que  estudian,  no 
se  preocupan  de  saber  el  porqué  de 
las  cosas. 
No  es  mayor  el  discípulo  que  el  maestro. 

Refrán  que  no  debe  olvidar  el  pro- 
fesor que  aspire  a  recoger  el  fruto  de 
su  enseñanza,  pues  debe  siempre  ha- 


DISCRECIÓN 


—  330  — 


DOBLÓN 


cerse  la  cuenta  de  que  por  mucho  que 
sepa  el  educando,  debe  saber  más  el 
educador. 
DISCRECIÓN.  —  Es  discreción  saber 
disimular  lo  que  no  se  puede  remediar. 

El  evitar  que  los  demás  se  enteren 
de  lo  que  nos  ocurra,  sabiendo  que  no 
han  de  remediarlo,  ha  sido  siempre  pa- 
trimonio de  personas  discretas. 
Es  menester  discreción  para  recibir  un 
don. 

Solamente  las  personas  discretas  son 
las  merecedoras  de  los  beneficios. 
DISCRETO.  —  En  tanto  que  pesa  el  dis- 
creto el  seso,  se  lleva  la  ventura  el  necio. 

Manifiesta  que,  por  desgracia,  no  son 
siempre  las  personas  sensatas  las  que 
en  el  mundo  salen  más  beneficiadas. 
Más  fácilmente  se  engaña  a  un  discreto 
que  a  un  necio. 

El  discreto,  precisamente  porque  lo 
es,  se  deja  engañar;  el  necio,  como  sue- 
le llevar  mala  intención   no. 
DISCULPA. — Disculpa  quieren  las  cosas. 

No  hay  error  que  no  pueda  ser  sub- 
sanado por  una  buena  voluntad. 
Nunca  has  de  decir  cosa  de  que  debas  dar 
disculpa. 

Recomienda  que  se  tenga  modera- 
ción en  el  hablar. 
DISCURSO.  —  El  discurso  natural  es  el 
verdadero  maestro  de  todas  las  ciencias. 

Expresa  que  el  talento  ingénito  es 
superior  a  todos  los  estudios.  —  Bien 
lo  patentizó  Cervantes,  a  quien  se  le 
tildó  de  ingenio  lego  en  su  tiempo,  sa- 
biendo más  que  muchos  bachilleres, 
licenciados  y  doctores,  así  de  antaño 
como  de  hogaño. 
A  discursos  necios,  oídos  sordos. — Véase 
A  palabras  necias,  oídos  sordos. 
DISCUSIÓN.  —  De  la  discusión  brota 
la  luz. 

Cuando  se  examina  atentamente  una 
materia  entre  personas  doctas,  es  difí- 
cil que  no  se  llegue  al  esclarecimiento 
de  la  verdad. 
DISGUSTO.  —  Al  que  se  casa  a  disgus- 
to de  sus  padres,  no  le  tendrá  envidia 
nadie. 

Recomienda  la  obediencia  a  los  pa- 
dres en  todos  los  asuntos  de  la  vida,  y 
especialmente  en  el  de  la  elección  de 
estado. 


DISIMULACIÓN.  —  Tal  vez  la  disimu- 
lación es  provechosa. 

Para  lograr  algo,  en  ocasiones  hay 
que  encubrir  lo  que  realmente  se  pro- 
pone uno  alcanzar. 
DISIMULAR.  —  Quien  no  sabe  disimu- 
lar, no  sabe  mandar. 

Aconseja  la  tolerancia  a  los  superio- 
res respecto  de  sus  inferiores. 
DISIMULO.— El  disimulo  de  Antequera: 
la  cabeza  tapada  y  el  culo  fuera. 

Alude  a  los  que  se  preocupan  más 
de  lo  corriente  que  de  lo  que   real- 
mente importa  ocultar. 
Til,  que  me  la  pegaste  con  tanto  disimulo, 
álzame  el  pañal  y  bésame  el  culo. 

Suelen  decirlo  los  muchachos,  espe- 
cialmente en  tiempo  de  Carnaval,  al  que 
les  ha  dado  un  chasco  o  pega,  a  lo  cual 
contesta  éste:  Tú,  que  me  la  pegaste  con 
tanto  saber,  álzame  el  pañal  y  bésamelo 
otra  vez. 
DISPARAR.  —  Dispara  más  que  apunta. 
Dícese  de  todo  aquel  que  disparata 
más  que  habla. 
DISPARATE.  —No  hay  disparate  sin 
patrón. 

Es  difícil  encontrar  un  error  que  no 
haya  sido  patrocinado  por  algún  sabio. 
DISTRACCIÓN.  —  Una  distracción, 
cualquiera  la  tiene. — V.  El  mejor  escri- 
bano echa  un  borrón. 
DIVERTIRSE.  —  Cada  uno  se  divierte 
como  puede,  o  con  lo  que  tiene. 

Manera  de  justificar  generalmente  las 
inconveniencias  que  algunos  cometen. 
Que  te  diviertas.  — Y  gaste  poco. 

Expresión  festiva  empleada  cuando 
una  persona  se  despide. 
DIVIDIR.  —  Divide,  y  vencerás.  —  V.  La 

unión  hace,  o  constituye,  la  fuerza. 
DOBLE.  —  Echar  uno  la  doble. 

Asegurar  un  negocio  o  tratado  para 
que  se  observe  y  no  se  pueda  quebran- 
tar fácilmente. 
DOBLÓN.  —  Doblón,  norabuena  estedes, 
pues  con  vos  no  topó  Xebres.  Y  también: 
Dichoso  doblón  de  a  dos,  que  no  topó 
Xebres  con  vos. 

Inventóse  en  el  reinado  de  Carlos  V, 
con  motivo  de  haberse  extraído  de  Es- 
paña todo  el  oro  acuñado  para  trans- 
portarlo a  Flandes,  merced  a  la  dispo- 
sición tomada  por  el  favorito  Chiévres. 


DOCE 


—  33i 


DOCENA 


Así  es  que  cuando  en  las  transacciones 
comerciales  hechas  en  nuestro  suelo  se 
atravesaba  alguna  moneda  de  oro,  el 
público  prorrumpía  en  el  dicho  citado, 
como  dándose  el  parabién  de  que  tal 
moneda  se  hubiera  librado  de  las  ga- 
rras de  aquel  vil  cuanto  cruel  exactor. 
La  verdad  es  que  nuestra  desgraciada 
España,  ya  por  propios,  ya  por  extra- 
ños, y  bien  por  fas  o  por  nefas,  siempre 
ha  sido  víctima  de  los  buitres  que  la 
han  acariciado. 

Escupir  uno  doblones. 

Hacer  ostentación  de  rico,  poderoso 
o  hacendado. 
DOCE.  —  A  las  doce,  el  que  no  tenga  pan, 
o  qué  comer,  que  retoce. 

Manera  de  indicar  que  a  esa  hora, 
como  a  todas,  el  que  carece  de  comida 
tiene  que  pasarse  sin  ella. 

Doce  horas  tiene  el  día.  — V.  Ds  hora  a 
hora,  Dios  mejora. 

Echarlo  todo  a  doce,   aunque  nunca  se 
venda. 

Siempre  he  creído  que  ciertas  frases 
proverbiales  en  las  cuales  juega  de  un 
modo  particular  la  Aritmética  bajo  su 
manifestación  más  sencilla,  esto  es,  la 
numeración,  tienen  su  explicación  en 
haber  visto  el  pueblo  una  palabra  com- 
puesta de  tantas  letras  cuantas  indica 
el  guarismo  especial  que  forma  la  fra- 
se. En  su  consecuencia,  creo  que  echar- 
lo todo  a  doce  vale  tanto  como  resol- 
verlo en  el  terreno  del 

desbarajus  t  e 

(1    2   3   4.   5   6  7  8   9  10  11  12) 

o  de  la  voc  i  feraci  ó  n. 

Igual  traducción  cabe  dar  en  las  frases 
Estar  una  cosa  a  las  once,  Presentarse 
con  sus  once  de  oveja,  Tomar  las  once, 
Estar  a  las  tres  de  la  tarde  y  Permane- 
cer en  sus  trece,  cuya  explicación  puede 
verse  en  los  respectivos  artículos  de 
este  Diccionario. 
Entre  las  doce  y  la  una  corre  la  mala  for- 
tuna. 

Refiérese  a  ser  esa  hora,  generalmen- 
te por  la  noche,  en  la  que  la  gente  ma- 
leante suele  andar  por  la  calle,  no  sien- 
do beneficioso  el  tropezarse  con  ella. 
DOCENA.— Entrar  pocos,  o  pocas,  en  doce- 
na.— V.  Entrar  pocos,  o  pocas,  en  libra.. 


Media  docena,  barriga  llena. 

Dícese  así  para  indicar  que  no  se 
debe  pasar  de  esa  cantidad  en  la  comi- 
da de  ciertas  cosas,  tales  como  paste- 
les, etc. 
Meterse,  o  entrar,  en  docena. 

Alistarse  en  una  Sociedad  o  Congre- 
gación.—  Tomar  parte  en  una  conver- 
sación, especialmente  si  se  hace  sin  ser 
llamado  a  ello.  —  El  vocablo  docena  se 
refiere  al  número  de  letras  de  que  cons- 
tan las  palabras  conversación  y  congre- 
gación. (Véase  lo  dicho  en  el  artículo 
Echarlo  todo  a  doce.) 

«No  puse  los  ojos  en  mí,  sino  en  los 
otros;  parecióme  lícito  lo  que  ellos  ha- 
cían, sin  considerar  que,  por  estar  acre- 
ditados y  envejecidos  en  hurtar,  les 
estaba  bien  hacerlo,  pues  así  habían  de 
medrar,  y  para  eso  sirven  a  buenos. 
Quise  meterme  e?i  docena,  haciéndome 
como  ellos,  no  siendo  su  igual,  sino  un 
picaro  desandrajado»,  etc.  (Mateo  Ale- 
mán, Guzmán  de  Alfarache,  parte  I,  li- 
bro II,  cap.  VI.) 

«¿Pues  con  sus  once  de  oveja, 
dijo,  nieto  de  un  zamarro 
quiere  meterse  en  docena? 
También  llevará  su  ajo.> 

(Que vedo,  Musa  VI,  Rom.  88.) 

«No  mudaron  la  conversación  (los 
frailes)  por  nuestra  llegada  (la  de  los 
pobres  del  Hospicio),  suponiendo  jus- 
tamente que  no  podíamos  embarazar- 
los ni  interrumpirlos;  y  yo,  como  más 
ansioso  que  los  míos,  me  acerqué  tanto, 
que  pude  entrar  en  docena  y  dar  de 
cuando  en  cuando  mi  badajada.»  (Don 
Luis  de  Salazar  y  Castro,  La  crisis  fe- 
rr erica,  pág.  4.) 
Ser  la  docena  del  fraile. 

Aplícase  al  conjunto  de  trece  cosas.— 
El  origen  de  esta  frase  es  el  siguien- 
te :  cierto  fraile  mendicante  se  presentó 
en  una  huevería  con  objeto  de  adqui- 
rir una  docena  de  huevos.  «Como  son 
para  distintas  personas  —  dijo  a  la  due- 
ña— ,  me  va  a  hacer  el  favor  de  despa- 
chármelos separados,  en  la  forma  que 
yo  le  diga:  para  el  padre  prior,  media 
docena:  ¡es  rico,  y  puede!  (y  separó 
seis);  el  padre  guardián  me  encargó 
un  tercio  de  docena;  total,  cuatro,  que 
agrego  a  los  anteriores;  y  para  mí,  que 


DOCTO 


—  332  — 


DÓMINE 


soy  más  pobre,  y  por  lo  tanto  más  mo- 
desto, me  contentaré  con  un  cuarto  de 
docena. >  Tomó  tres,  abonó  la  docena  y 
se  marchó.  Dícese  que  repitió  la  suerte 
varias  veces,  hasta  que  la  candida  de  la 
dueña  cayó  en  la  cuenta,  al  hacer  el  re- 
cuento de  la  mercancía,  de  que  no  hace 
falta  ser  un  sabio  en  Matemáticas  para 
saber  que  la  mitad,  más  el  tercio,  más 
la  cuarta  parte  de  una  docena  no  com- 
ponen doce,  sino  trece.  Desde  enton- 
ces quedó  el  dicho. 
DOCTO.  —  El  docto  escarmienta  en  cabeza 
ajena. 

Expresa  que  sólo  los  tontos  son  los 
que  caen  en  el  peligro  en  que  han  visto 
caer  a  otros. 
DOCTOR.—  Como  el  doctor  Vara:  ni  obra 
buena,  ni  palabra  mala. 

Se  dice  de  los  que  no  aprovechan 
para  nada  útil. 
Doctores  tiene  la  Iglesia  que  lo  sabrán 
definir,  o  Doctores  tiene  la  Santa  Ala- 
dre Iglesia  que  os  sabrán  responder. 

Respuesta  evasiva,  tomada  del  Cate- 
cismo, con  que  se  suele  eludir  la  con- 
testación a  una  pregunta  que  no  sabe- 
mos, no  podemos  o  no  queremos  dar. 
No  son  los  doctores  los  matasanos,  sino 
los  procesos  y  el  escribano. 

Indica  que  la  curia  tiene  a  su  cargo 
más  víctimas  que  los  malos  médicos. 
DOCTRINA.— Beber  la  doctrina  a  otro. 

Aprender  sus  teorías  con  tal  perfec- 
ción y  seguir  sus  costumbres  y  estilo 
con  tal  propiedad,  que  los  dos  parezcan 
ser  uno  mismo. 
Derramar  uno  doctrina. 

Enseñarla,  extenderla,  predicarla  a 
muchas  gentes  y  en  diversas  partes. 
DOLENCIA.  — Dolencia  'larga,  y  muerte 
encima. 

Explica  que  a  enfermedad  larga  si- 
gue, por  lo  común,  la  muerte. — V.  En- 
fermedad larga,  muerte  al  cabo. 
Quien  padece  dolencia,  de  la  vida  goza. 

El  que  tiene  una  enfermedad,  se  apre- 
sura a  sacar  de  la  vida  todo  el  fruto  po- 
sible. 
DOLER. — A  quien  le  duele,  le  duele. 

Denota  que  por  mucha  parte  que 
uno  tome  en  los  males  o  cuidados  de 
otro,  nunca  es  tanta  como  la  de  aquel 
que  los  tiene  o  padece. 


Ya  no  le  duele  nada. 

Frase  con  la  cual  se  da  a  entender 
que  la  persona  de  que  se  trata  ha  pasa- 
do a  la  otra  vida. 
DOLIENTE.  —  Dice  el  doliente  al  sano: 
Dios  te  dé  salud,  hermano.  —  V.  Lo  que 
ha  de  cantar  el  carro,  canta  la  carreta. 
DOLOR.  —  Ahí  me  dio  el  dolor.  — V.  Ahí 
está  ¿/busilis. 
Al  pagar  será  el  dolor.  -  V.  Al  freír  será 

el  reír,  y  al  pagar  será  el  llorar. 
Dolor  de  muelas,  dolor  de  rabia. 

Expresa  el  efecto  que  producen  las 
dolencias  de  la  dentadura. 
Dolor  de,  o  por,  mujer  muerta,  llega,  o 
dura,  hasta  la  puerta. 

Explica  el  poco  sentimiento  que  a 
algunos  les  causa  el  enviudar. 
No  hay  mayor  dolor  que  venir  a  ser  pobre 
después  de  señor. 

Manifiesta  que  el  que  experimenta 
la  indigencia  habiendo  gozado  de  una 
vida  opulenta,  siente  mucho  más  esta 
transición  que  el  que  no  ha  conocido 
jamás  las  riquezas. 
No  hay  peor  dolor  que  el  que  no  quierx 
ser  consolado. 

Indica  que  para  que  se  aminoren  Ios- 
efectos  de  una  pena,  es  preciso  que  el 
interesado  ponga  voluntad  de  su  parte. 
Dolores  sin  calentura,  me  huelen  a  tra- 
vesura. 

Contra  los  que  ponen  achaques  de 
hallarse  enfermos  para  evitar  el  traba- 
jo, o  no  hacer  aquello  que  no  quieren. 
Tanto   más  fatigan  los  dolores   cuanto 
más  se  temen. 

El  acariciar  con  la  imaginación  los 
males  hace  que,  una  vez  llegados,  nos 
hallen  más  débiles  para  resistirlos. 
DÓMINE. —  Como  el  dómine  de  Jalón,  que. 
por  decir  tDominus vobiscum* ,  dijo:  *De 
oros  es  el  juego*. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que, 
obsesionadas  por  alguna  idea,  no  ha- 
blan más  que  de  ella,  sin  contestar 
acordes  a  lo  que  se  les  pregunta  ni  in- 
tervenir correctamente  en  la  cuestión 
de  que  se  trata. 
c'  Has  visto  al  dómine?  — ;  Ojalá  no  lo 
viera! 

Se  dice  cuando  se  le  da  a  alguien  un 
objeto,  especialmente  de  comer,  que  se 
transparenta  de  puro  delgado. 


DOMINGO 


333 


DONCELLA 


DOMINGO.  —  En  Domingo  de  Ramos, 
quien  no  estrena,  no  tiene  manos.  Otros 
dicen  :  En  Domingo  de  Ramos,  quien 
no  estrena,  le  tiembla  el  culo  en  la  Iglesia. 
Preocupación  popular,  cuya  explica- 
ción huelga  de  todo  punto. 

DOMINGUILLO.—  Parecer  domingui- 
llo de  higueral,  o  de  feria. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  se 
agitan  y  mueven  mucho,  generalmente 
con  poco  fundamento. — Trae  su  origen 
esta  frase  de  la  semejanza  de  la  per- 
sona calificada,  con  el  juguete  infantil 
consistente  en  un  muñeco  de  materia 
muy  ligera,  o  hueco,  que  teniendo  por 
base  una  semiesfera  de  plomo,  siempre 
queda  derecho,  aunque  se  le  haga  girar 
en  todas  direcciones. 
Traer  a  uno  como  un  dominguillo,  o 
hecho  un  dominguillo. 

Aplícase  a  aquel  a  quien  mandan  ha- 
cer muchas  cosas  en  diferentes  partes 
y  con  urgencia. 

DOMINICO.  —  Dominico,  come  mierda 
con  el  pico. 

Léese  en  el  Diccionario  (cubano)  de 
Pichardo:  «Dominico,  come  mierda  con 
el  pico,  decían  los  de  Puerto  Príncipe 
a  los  dominicanos  (naturales  de  la  isla 
de  Santo  Domingo)  cuando  su  primera 
emigración;  éstos  tomaban  la  revancha 
diciendo :  Camagüeyano,  come  mierda  con 
la  mano,  por  la  costumbre  que  enton- 
ces tenía  el  vulgo  principeño  de  comer 
sin  cubiertos.  Pero  los  emigrados  su- 
frían también  del  bajo  pueblo  de  la 
Habana  y  Matanzas  el  ridículo  de  va- 
rias anécdotas :  le  echaron  de  noche  el 
(Quien  vive?  a  un  bote;  España,  res- 
pondió el  patrón;  (Qué gente?  — No  son 
gentes,  que  son  dominicanos. 

DOMINIO.  —  En  los  dominios  del  rey  de 
España  no  se  po?ie  nunca  el  sol. 

Frase  tan  verdadera  en  los  tiempos 
de  Felipe  II,  como  falsa,  por  desgracia, 
en  la  actualidad.  Es  sabido  que  este 
monarca  llegó  a  poseer  los  Estados  de 
España,  Portugal,  los  Países  Bajos  y 
gran  parte  de  Italia,  en  Europa;  Tú- 
nez, Oran,  las  islas  Canarias,  las  del 
golfo  de  Guinea  y  las  colonias  portu- 
guesas, en  África;  todo  el  vasto  Impe- 
rio colonial  formado  por  la  nación  lusi- 
tana, en  Asia;  casi  todo  el  continente 


americano  y  la  mayor  parte  de  las  islas 
adyacentes,  así  como  varios  archipiéla- 
gos oceánicos,  el  filipino  entre  ellos; 
formando  así  el  Imperio  más  grande 
que  ha  conocido  el  mundo,  sin  excluir 
el  romano,  toda  vez  que  éste,  en  tiem- 
po de  Trajano,  era  veinte  veces  menor 
que  el  Imperio  español. 
DON. —  Don  sin  renta  mal  me  sienta. 

Expresa  que  cuando  se  otorgan  cier- 
tas mercedes  sin  ir  acompañadas  de  la 
subvención  necesaria  para  sostener  el 
rango  a  ellas  inherente,  no  son  de  agra- 
decer. 
Don  zaherido  no  es  agradecido. 

Lo  que  se  otorga  de  mala  gana,  o  es 
causa  de  que  sea  satirizado,  no  es  de 
estimar. 
El  don  no  guarda  paraje,  ni  linaje,  ni 
peaje. 

Los  señores,  por  lo  general,  no  sue- 
len pararse  en  minucias  para  conseguir 
lo  que  desean. 
DONA.  —  Las  donas  y  las  palomas,  aun- 
que salgan  con  gemidos,  tornan  a  sus 
nidos. 

Aunque  las  mujeres  regañen  y   se 
despidan  de  sus  enamorados,  no  tar- 
dan mucho  en  volver  a  buscarlos. 
DONAIRE.  —  Andad  a  decir  donaires. 

Expresión  que  se  usa  cuando  a  al- 
guno le  ha  salido  mal  un  chiste  y  ha 
tenido  que  sufrir  algo  por  causa  de  él. 
DONCELLA.— Doncella,  como  la  ?nadre 
que  la  parió. 

Frase  burlesca  con  la  cual  se  satiriza 
a  aquellas  mujeres  dudosas  que  pre- 
sumen de  lo  que  no  son. 
La  doncella  honesta,  el  hacer  algo  es  su 
fiesta. 

Manifiesta  la  necesidad  que  hay  de 
tener  ocupadas  a  las  jóvenes  para  pre- 
servarlas de  los  vicios  que  ocasiona  la 
ociosidad. 
La  doncella  honrada,  la  pierna  quebra- 
da, y  en  casa. 

Indica  lo  mucho  que  pierden  las  jó- 
venes que  se  aficionan  a  exhibirse  en 
público,  frecuentando  paseos,  visitas  y 
fiestas. 
La  doncella,  la  madre  sobre  ella. 

Recomienda  a  las  madres  que  no 
abandonen  el  cuidado  y  educación  de 
sus  hijas. 


DONDE 


334  — 


DOS 


La  doncella,  no  la  llaman  y  viénese  ella. 
Las  buenas  cualidades  hay  que  po- 
seerlas, aunque  no  las  reconozcan  los 
demás. 
La  doncella^  el  azor,  las  espaldas  hacia 
el  sol. 

Advierte  que  así  como  ofende  al  azor 
la  vista  del  sol,  ofende  también  a  la 
honestidad  de  las  jóvenes  dejarse  ver 
demasiado. 
La  que  no  quiera  pagpr  doncella,  que  se 
sirva  ella. 

Expresa  que  nadie  tiene  derecho  a 
mandar  trabajara  otro  cuando  no  pien- 
sa remunerarlo. 
La  que  no  tiene  doncella,  se  las  arregla 
ella. 

Manifiesta  que  no  es  deshonroso  para 
quien  carece  de  servidumbre  el  que  se 
haga  sus  quehaceres. 
Quien  adama  la  doncella,  la  vida  trae  en 
pena. 

Da  a  entender  cuan  graves  son  a  los 
jóvenes  los  cuidados  del  amor. 
DONDE.  —  Dé  donde  diere. 

Expresión  con  que  se  manifiesta  que 
una  cosa  se  hace  o  dice  a  bulto,  o  a  sal- 
ga lo  que  saliere.  Así  se  cuenta  que  tra- 
dujo un  seminarista  al  ser  preguntado 
en  un  examen  qué  significaba  la  frase 
del  Credo  de  la  misa  Dcum  de  Dco. 
¿Dónde?  — En  casa,  o  en  el  culo,  del  con- 
de. Algunos  añaden  :  Que  te  pelen,  que 
te  monden,  que  te  corten  las  orejas  y  te 
pongan  otras  nuevas. 

Contestación  que  se  suele  dar  al  que 
pretende  saber  el  sitio  en  que  se  halla, 
se  ha  verificado,  etc.,  una  cosa  que  que- 
remos ocultar. 
Por  donde  fueres,  haz  lo  que  vieres.  — 

V.  Dondequiera  que  fueres,  etc. 
Se  sabe  dónde  y  cuándo  se  nace,  y  no  dón- 
de^» cuándo  se  muere. 

Denota  lo  incierta  que  es  la  hora  de 
la  muerte. 
DONDEQUIERA.  —  Dondequiera  que 
fueres,  haz  como  vieres. 

Enseña  cuánto  conviene  no  singula- 
rizarse, sino  seguir  los  usos  y  costum- 
bres del  país  en  que  cada  uno  se  halla.— 
Otros  dicen :  Cuando  a  Roma  fueres,  etc. 
DOÑINOS. —  Los  de  Doñinos,  pocos  y  mal 
avenidos. 

Aplícase  a  aquellas  personas  de  fami- 


lia no  muy  numerosa  que  jamás  son  del 
mismo  parecer.  —  Seguramente  la  alu- 
sión a  este  pueblo  salmantino  obedece 
no  sólo  al  sonsonete,  sino  a  su  exigua 
población. 
DORIO.  —  Del  dorio  al  frigio. 

Con  esta  locución  proverbial,  alusi- 
va a  sus  dos  primeros  modos  músicos, 
denotaban  los  griegos  que  un  orador 
pasaba  repentinamente  de  uno  a  otro 
objeto  sin  establecer  la  más  leve  tran- 
sición. 
DORMIR. — De  un  dormido  a  un  muerto 
hay  muy  poca  diferencia. 

Aparte  de  su  sentido  recto,  manifiesta 
que  de  una  persona  que  no  se  halla  en 
.estado  de  vigilia  no   se  puede  conse- 
guir nada. 
Duerme  a  quien  duele,  y  no  duerme 
quien  algo  debe. 

Denota  que  los  hombres  honrados 
más  sienten  deber  y  no  poder  pagar 
que  padecer  un  dolor. 
Duerme  Juan  y  yace,  que  tu  asno  pace. 
Da  a  entender  el  descuido  y  sosiego 
con  que  puede  vivir  el  que  ha  despa- 
chado lo  que  tiene  a  su  caigo. 
Mientras  se  duerme,  todos  son  iguales. 
El  sueño,  como  la  muerte,  es  privi- 
legio de  todos,  sin  establecer  distinción 
de  categorías  ni  clases. 
Quien  duerme,  come. — V.  El  sueño  sirve 

de  alimento. 
Quien  más  duerme,  menos  vive. 

Consideradoelsueñocomouna  muer- 
te artificial,  resulta  exacto  el  aforismo 
popular. 
Quien  mucho  duerme,  poco  aprende. 

Advierte  que  para  saber,  es  necesa- 
rio mucho  desvelo  y  aplicación. 
DOROTEA.  —  La  inocente  Dorotea. 

Frase  proverbial  que  se  aplica  a  la 
persona,  especialmente  del  sexo  feme- 
nino, que,  bajo  capa  de  candidez,  aspi- 
ra a  hacer  su  gusto  o  lograr  su  prove- 
cho.—  Semejante  tipo  ha  sido  perfecta- 
mente pintado  por  el  escritor  gaditano 
González  del  Castillo  en  el  saínete  que 
lleva  el  mismo  título  de  esta  frase  pro- 
verbial. 
DOS.  —  A  dos  por  tres. 

Expresa  que  uno  dice  su  parecer  con 
demasiada  prontitud,  o  hace  una  cosa 
sin  miedo  ni  reparo. 


DOTE 


—  335 


DUELO 


Cuando  dos  no  quieren,  tres  no  barajan. 

No  es  fácil  ponerse  de  acuerdo  en 
un  asunto  cuando  la  mayoría  de  los  in- 
teresados se  niega  a  ello. 
De  dos  la  una,  no  se  yerra  en  el  mundo 
cosa  alguna. 

Expresa  que  para  evitar  se  nos  mo- 
teje de  ambiciosos,  debe  tomarse  siem- 
pre menos  de  lo  que  se  nos  ofrece. 
En  un  dos  por  tres. 

Dícese  de  lo  que  se  habla,  se  hace  o 
sucede  instantáneamente. 
Entre  dos  que  bien  se  quieren,  con  uno  que 
coma,  o  que  goce,  basta. 

Contra  los  cariños  egoístas. 
Iban  dos  por  un  camino... 

Modo  jocoso  de  decir  y  van  dos,  dan- 
do a  entender  que  se  han  cumplido  o 
verificado  dos  de  aquellas  cosas  de  que 
se  está  tratando. 
Ponerse  una  cosa  en  dos  e  as. 

Ponerse  un  negocio  de  mal  semblan- 
te, de  mala  manera.  —  Alude  al  juego 
de  los  dados,  cuyos  puntos  dos  y  as 
son  los  inferiores. 
Por  dos  cuartos,  ¿qué  quiere  usted  com- 
prar} —  Un  coquito  de  Portugal. 

Manifiesta  a  la  persona  que  se  queja 
de  que  le  dan  poco  de  aquello  que  com- 
pra, que  para  el  poco  dinero  que  le 
cuesta,  no  es  posible  que  lleve  mayor 
cantidad.  —  Llaman  en  Cádiz  y  pueblos 
comarcanos  coquitos  de  Portugal  a  cier- 
ta frutilla  de  cascara  leñosa,  que  encie- 
rra una  almendra  oleosa  y  suave  cono- 
cida en  otras  localidades  por  el  nombre 
de  coco  de  la  India  o  castaña  de  Mara- 
ñan. Sospecho  que  el  nacimiento  de 
este  refrán  en  nuestro  suelo  ha  de  da- 
tar desde  poco  después  del  descubri- 
miento del  Nuevo  Mundo,  cuando  tan 
caros  resultaban  entonces  los  géneros 
importados  de  allá,  pues  hoy  en  día  no 
cuesta  tanto,  ni  con  mucho,  la  adquisi- 
ción de  una  de  esas  frutillas. 
¡Si  las  cosas  pudieran  hacerse  dos  veces/ 

Lamentación  tardía  del  que  ha  co- 
metido algún  error. 
DOTE.  —  Constituir  uno  la  dote. 

Señalar  y  obligarse  a  entregar  al  ma- 
rido, a  plazos  o  al  contado,  la  dote  que 
lleva  la  novia. 
Dote,  fiado,  y  suegra,  de  contado. 

Aplícase  al  que,  movido  con  prome- 


sas halagüeñas  de  beneficios  dudosos,, 
acepta  cargos  que  llevan  fatiga  y  tra- 
bajos ciertos. 
El  dote  de  Mari- Gil :  dos  trébedes  y  u>t 
badil. 

Búrlase  de  los  que  quieren  contraer 
matrimonio  sin  tener  medios  para  ello. 
Gran  dote,  cama  de  rencillas. 

Manifiesta  que  cuando  la  mujer  ha 
aportado  capital  al  matrimonio,  suele 
ensoberbecerse  de  tal  modo,  que  todo 
se  traduce  en  disgustos  domésticos. 
Todo  lo  compone  un  buen  dote. — V.  Pode- 
roso caballero  es  Don  Dinero. 
Llevar  dote  una  mujer. 

Traer,   al  tiempo  de  tomar  estado, 
caudal  o  hacienda  propia. 
DRAKE.-^«  te  coja  el  Drake.— V.  Que 

te  mate  el  Tato. 
DROGA.  —  Ser  una  cosa   una  droga. — 

V.  Ser  uno,  o  una  cosa,  una  gaita. 
DUCADO. — Estar  uno  engañado  en  más  de 
doce  ducados. 

Se   aplica    cuando   la   equivocación, 
respecto  de  alguna  cosa,  es  de  relativa 
importancia. 
DUDA.  —  En  caso  de  duda,  abstenerse  es  lo 
mejor. 

Principio  de  prudencia  que  aconseja 
no  dejarse  llevar  del  pronto  sin  tener 
la  certeza  del  hecho. 
En  caso  de  duda,  que  mi  mujer  sea  la  cor- 
nuda. 

Manera  bastante  cómoda  de  justificar 
la  comisión  de  alguna  falta  o,  si  se  quie- 
re, pecadillo  conyugal. 
En  la  duda,  abstente.  —  V.  En  caso  de 

duda,  abstenerse  es  lo  mejor. 
Quien  fio  duda,  no  sabe  cosa  alguna. 

Como  la  duda  origina  la  investiga- 
ción, ésta  trae  el  conocimiento,  y  éste, 
forzosamente,  la  ciencia. 
DUELO.— ¿ A  do  vas,  duelo? — A  do  suelo. 
Explica  que  los  males  y  trabajos  no 
suelen  venir  solos,  sino  que  se  suce- 
den unos  a  otros. 
Digole  un  duelo  y  diceme  ciento. 

Equivale  a  Bien  vengas,  mal,  si  vienes 
solo;  porque  las  desgracias  se  suelen 
enredar  como  las  cerezas. 
Tu  duelo,  de  muelo;  el  ajeno,  de  pelo. 

Indica  que  nuestros  pesares  nos  pa- 
recen tan  grandes  como  pequeños  los 
de  los  demás,  porque  aquéllos  nos  in- 


DUENDE 


336  — 


DUEÑA 


teresan   particularmente,  y  éstos   nos 
tienen  sin  cuidado. 
Cada  uno  mire  sus  duelos  y  no  se  cure 
de  los  ajenos. 

Aconseja  que  se  preocupe  uno  de  lo 
suyo,  sin  meterse  en  los  asuntos  de  los 
demás. 
Cuenta  ius  duelos  y  deja  los  ajenos.  — 
V.  Cada  uno  mire  sus  duelos  y  no  se 
cure  de  los  ajenos. 
Duelos  me  hicieron  negra,  que  yo  blanca 
me  era. 

Advierte  lo  mucho  que  acaban  los 
sentimientos. 
Los  duelos,  con  pan  son  menos,  o  buenos. 
Da  a  entender  que  son  más  soporta- 
bles los  trabajos  habiendo  bienes  y  con- 
veniencias como  resultantes  de  ellos. 
No  lloraré  yo  sus  duelos. 

Expresión  con  que  se  anuncia  que 
uno  ha  de  pasar  muchos  trabajos. 
Que  se  los  papen  duelos. 

Moteja  la  indolencia  de  uno  respecto 
de  los  males  ajenos,  que  debía  excusar. 
DUENDE.  —  Andar  uno  como  un  duende, 
o  Parecer  uno  un  duende. 

Aparecerse  en  los  parajes  donde  no 
se  le  esperaba. 
Tener  uno  duende. 

Traer  en  la  imaginación  cosa  que  le 
inquieta. 
DUEÑA.  —  Cuando  os  pedimos,  dueña  os 
decimos;  cuando  os   leñemos,  como   que- 
remos. 

Da  a  entender  lo  vario  de  los  hom- 
bres en  la  estimación  que  hacen  de  la 
persona  a  quien  piden  una  cosa  al  tiem- 
po de  solicitarla  y  después  que  la  han 
conseguido. 
Dueña  culpada,  mal  castiga  m aliada. 

El  que  se  halla  culpado  no  puede  re- 
prender a  otro.  —  Uno  de  los  muchos 
delirios  en  que  incurrió  Salva,  fué  el 
dar  a  la  voz  mallada  una  significación 
que  nunca  tuvo,  al  escribir  en  su  Dic- 
cionario:  <Mallada,  f.  ant.  Falta  o  ye- 
rro, según  se  colige  del  refrán  Dueña 
culpada,  mal  castiga  mallada.-» 

No  hay  ni  ha  habido  tal  nombre  fe- 
menino. Mallado,  mallada,  calificación 
arcaica,  significa  armado  de  cota  de 
malla,  de  donde  se  puede  inferir  que, 
figuradamente,  vale  en  el  caso  presen- 
te tanto  como  decir  mal  llamada  casti- 


ga, esto  es,  mal  revestida  de  energía  o 
autoridad,  se  mete  a  querer  corregir.  Sen  - 
tados  tales  precedentes,  juzgo  que  el 
refrán  cuestionado  podría  definirse  en 
los  siguientes  términos  :  «Cuando  el 
que  tiene  que  reprender  adolece  noto- 
riamente del  mismo  u  otro  vicio,  debe 
comportarse  con  benignidad  y  tem- 
planza, pues,  desconceptuado  para  con 
el  corrigendo,  su  falta  misma  lo  desau- 
toriza en  cierto  modo  a  usar  de  seve- 
ridad y  rigidez.» 
Dueña  que  de  alto  hila,  de  alto  se  remisa. 
Expresa  la  presunción  y  vanidad  que 
tienen  algunas  mujeres  de  ser  muy 
hacendosas. 
Dueña  que  en  alto  hila,  abajo  se  humilla. 
Da  a  entender  cuan  expuesto  y  su- 
jeto a  inconvenientes  es  el  levantarse 
uno  a  más  alto  lugar  que  el  que  le  co- 
rresponde; como  la  mujer  que  quiere 
hilar  sentada  en  alto,  y  por  lo  mismo 
tiene  que  bajarse  cada  vez  que  se  le 
cae  el  huso. 
Dueña  que  mucho  mira,  poco  hila. 

Denota  que  la  mujer  ventanera  nun- 
ca será  muy  hacendosa. 
La  buena  dueña,  zamarrico  corta,  cala- 
baza luenga. 

Indica  que  la  buena  ama  de  su  casa 
gasta  poco  en  el  atavío  personal,  y  mu- 
cho en  las  necesidades  domésticas. 
La  dueña  compuesta,  si  no  quiere  el  man- 
dado, no  da  buena  respuesta. 

Equivale  a  que  cada  uno  está  a  su 
negocio,  y  por  tanto,  sólo  atiende  a  lo 
que  le  conviene,  y  nada  más. 
Parecerse  a  la  dueña  Quintañona. 

Dícese  de  la  mujer  gruñona  y  entra- 
da en  años. 
Yo  dueña  y  vos  doncella,  ¿quién  barrerá 
la  casa? 

Significa  que  cada  uno  debe  cumplir 
con  las  obligaciones  de  su  estado  o  mi- 
nisterio, sin  pretender  cargarlas  a  otro. 
Acríbenme  dueñas  y  amásenme  puercas, 
que  yo  me  haré  bueno. 

Palabras  son  que  dice  el  trigo. 
Cual  digan  dueñas. 

Explica  que  uno  quedó  mal  o  fué 
maltratado,  principalmente  de  palabra. 
De  Dueñas  al  Rebollar,  tres  cosas  has  de 
topar. 

Dicen  ser  estas  tres  cosas:  o  muía 


DUEÑO 


—   337   — 


DULCE 


rucia,  o  mujer  mundana,  o  fraile.  Tal 
es  la  interpretación  dada  a  este  refrán 
por  Hernán  Núñez,  quien  escribe  due- 
ñas y  rebollar  con  letra  minúscula. 
Donde  intervienen  dueñas  no  puede  suce- 
der cosa  buena. 

Refiérese  aquí  a  aquellas  mujeres  de 
edad,  especie  de  amas  de  gobierno,  que 
para  acompañar  a  las  jóvenes  y  cuidar 
de  la  servidumbre  había  en  todas  las 
casas  principales.  La  mala  fama  de  que 
gozaban,  no  sabemos  si  merecida  o  no, 
pero  bien  patentizada  en  el  tesoro  de 
nuestra  clásica  novela  picaresca,  justi- 
fica perfectamente  la  frase. 
Dueñas  de  Segovia  y  caballeros  de  Avila. 

Proviene  este  refrán  de  que  durante 
una  de  las  expediciones  de  los  de  Se- 
govia a  tierra  de  moros,  en  la  época  de 
la  Reconquista,  hubieron  de  defender 
la  plaza  las  mujeres  contra  los  ataques 
de  los  musulmanes,  hasta  que  sabedo- 
res los  avileses  del  peligro  en  que  se 
encontraban  las  segovianas,  acudieron 
a  socorrerlas. — Otros  le  atribuyen  a  la 
proverbial  hermosura  de  las  segovianas 
e  hidalguía  de  los  avileses. 
Poner  a  alguno  cual  no  digan  dueñas. 

Insultarle  despiadadamente. 
DUEÑO.  —  Adonde  no  está  su  dueño,  allí 
está  su  duelo. 

Enseña  cuánto  importa  la  presencia 
del  señor  para  que  se  hagan  bien  y  con 
cuidado  sus  cosas. 
De  lo  ajeno,  lo  que  quisiere  su  dueño. 

Explica   la   conformidad  y  gratitud 
que  debe  tener  el  que  recibe   con  el 
que  da,  aunque  el  don  sea  corto. 
Dueño,  o  señor,  del  argamandijo. 

Dícese  del  que  tiene  el  mando  o  ma- 
nejo principal  de  una  cosa. 
Hacerse  uno  dueño  de  una  cosa. 

Enterarse  de  su  asunto  y  poder  dar 
razón  de  todo  lo  que  a  él  toca. — Apro- 
piarse facultades  y  derechos  que  no  le 
competen. 
Las  cosas  perecen  para  su  dueño. 

Axioma  jurídico  con  que  se  significa 
que  es  cuenta  del  propietario  reparar 
los  daños  que  recaen  en  un  predio  ur- 
bano, y  no  del  inquilino. 
Lo  mal  ganado,  ello  y  su  dueño. — V.  Lo 
bien  ganado  se  lo  lleva  el  diablo,  y  lo 
malo,  a  ello  y  a  su  amo. 


No  ser  uno  dueño  de  hacer  una  cosa. 

Carecer  de  libertad  para  obrar. 
No  ser  uno  dueño  de  si  mismo. 

No  poder  dominarse. 
Quien  bien  yne  hiciere  será  mi  dueño. 

Dicho  en  que  fundaban  su  derecho 
de  nombrar  por  señores  suyos  a  quie- 
nes tenían  por  conveniente,  los  pue- 
blos que  gozaban  de  semejante  privi- 
legio. De  esa  benefactría  o  bienfechoria 
por  parte  del  señor  del  pueblo,  se  de- 
rivó la  palabra  behetría. 
Ser  uno  el  dueño  del  cuchillón,  o  del  hato, 
o  de  los  cubos. 

Tener  mucho  manejo  en  una  casa  o 
con  algunas  personas. 
Si  mi  dueño  me  poda  de  diciembre  o  de 
enero,  y  tne  cava  o  ara  de  febrero,  ver- 
güenza ?ne  fuera  sino  le  hinchera  de  vino 
la  bodega. 

Indica  que  la  viña  que  se  trabaja  en 
las  condiciones  marcadas  por  el  refrán, 
dará  los  frutos  apetecidos. 
DUERO.  — Duero  lleva  la  fama  y  Pisuer- 
ga  le  da  el  agua,  o  Duero  tiene  la  fama 
y  Pisnerga  lleva  el  agua. 

Encarece  la  importancia  del  Pisuer- 
ga,  afluente  del  Duero,  aun  cuando  no 
figura  en  la  categoría  de  los  ríos  prin- 
cipales. En  este  sentido  se  aplica  a 
aquellas  personas  que  se  envanecen 
con  las  obras  que  parece  que  han  he- 
cho, aun  cuando  queda  en  la  sombra 
el  verdadero  autor.  Los  haya  millares. 
Todo  es  Duero  y  Peña  Tajada. 

Es  decir,  que  la  principal  defensa  de 
Zamora  en  otros  tiempos  eran  el  Duero 
y  Peña  Tajada. 
Yo  soy  Duero,  que  todas  las  aguas  bebo. 
Algunos  añaden:  menos  del  Adaja,  que 
me  ataja;  y  otros:  menos  del  Tajo,  que  se 
fue'  por  abajo,  y  del  Guadalquivir,  que 
nunca  lo  vi. 

Denota   lo    caudaloso    de   este    río, 
como  que  pasa  por  ser  el  segundo  en 
importancia  de  los  muchos  que  bañan 
a  España. 
DULCE.  —  A  nadie  le  amarga  un  dulce. 

Expresa  la  satisfacción  con  que  se 
recibe  todo  lo  bueno,  aunque  se  posea 
mucho  de  aquello  que  se  nos  da. 
Si  hubiera  sido  un  dulce,  me  lo  quitas  de 
la  boca. 

Dícese  cuando  a  dos  personas  se  les 
22 


DULERO 


-  338  - 


DURO 


ocurre  a  la  vez  manifestar  un  mismo 
pensamiento. 
c-  Te  gusta?  Pues  cómprale  dulces.  Algunos 
añaden :  que  no  faltará  quien  se  los  coma; 
o  que  su  dueño  se  los  comerá. 

Expresión  usada  familiarmente  cuan- 
do se  oye  alabar  alguna  cosa. 
DULERO.  —  Ser  como  el  dulero  de  Ca- 
landra, que  por  hacerse  famoso  despeñó 
la  dula. 

Se  dice  del  que  hace  barbaridades 
que  llegan  a  darle  funesta  celebridad. 
DUQUE.  —  Quien  sirve  a  duque,  marqués 
o  conde,  acaba  por  morir  en  el  hospital. 
Indica  que  no  suelen  ser  los  más  es- 
pléndidos los  más  ricos  o  poderosos. 
DURA.  —  El  que  está  a  las  duras,  que  esté 
a  las  maduras. 

Expresa  la  conveniencia  de  que  co- 
rrespondan  por  igual  a  una  persona 
tanto  los  actos  buenos  como  los  malos. 
Entre  dos  duras,  una  madura.  —  V.  Una 

carga  de  cal  y  otra  de  arena. 
Tomar  las  duras  con,  o  por,  las  maduras. 
Se  usa  para  significar  que  debe  lle- 
var las  incomodidades  de  un  empleo, 
cargo  o  negocio  el  que  tiene  las  utili- 
dades y  provechos. 
DURANDA.—  Más  vale  Duranda  que  no 
Miranda. 

Refrán  jocoso  que  tiene  por  equiva- 
lencia :  El  pan  duro,  duro,  más  vale  áuro 
que  ninguno. 
DURAR.  — Lo  que  dura,  dura,  las  mien- 
tes apura. 

Encarece  lo  mucho  que  hay  que  dis- 
currir para  evitar  que  las  cosas  se  pon- 
gan fuera  de  uso. 
Mucho  dure  y  bien  parezca. 

Dícese   de    aquellas   personas  que, 
mostrando  arrepentimiento  por  alguna 


falta  cometida,  prometen  no  reincidir,, 
comenzando  a  hacer  una  vida  ejemplar. 
DURO.  —  Duro  con  duro  no  hizo  Jamás- 
buen  muro.  —  V.  Yo  duro  y  vos  duro, 
¿quién  llevará  lo  maduro? 
Duro  de  pelar. 

Difícil  de  conseguir  o  ejecutar. 
¡Duro,  que  a  mi  no  me  duele!,  o  Duro,  v 
a  la  cabeza. 

Modo  de  excitar  a  uno  a  que  emplee 
el  rigor  posible  en  la  evitación  de  un 
abuso  o  en  el  castigo  de  una  falta.  Úsa- 
se frecuentemente  en  sentido  irónico. 
Ya  está  duro  el  alcacel  para  zamponas. — 

V.  Ya  es  viejo  Pedro  para  cabrero. 
Yo  duro  .y  vos  duro,  ¿quién  llevará  lo  ma- 
duro? 

Enseña  lo  difícil  que  es  conocer  el 
final  de  una  porfía  entre  dos  personas 
igualmente  tercas  y  obstinadas. 
Más  da  el  duro  que  el  desnudo. 

Denota  que  aun  del  avaro  debe  es- 
perarse más  que  del  que  nada  tiene. 
DURO.  —  Nunca  falta  quien  dé  un  duro 
para  un  apuro. 

Siempre  hay  almas  caritativas  que 
saquen  de  un  mal  paso. 
Si  quieres  saber  lo  que  vale  un  duro,  gá- 
nalo o  pídelo  prestado. 

En  el  primer  caso,  por  los  sudores 
que  cuesta  trabajar  para  conseguirlo,  y 
en  el  segundo,  por  los  apuros  que  se 
pasan  para  devolverlo. 
Tu  duro  el  primero^  y  tu  bofetada  la  pri- 
mera. 

Encarece  las  ventajas  que  tiene  el 
tomar  la  iniciativa  en  ciertas  ocasiones, 
como  sucede,  verbigracia,  tratándose 
de  invitaciones,  o  cuando  hay  que  de- 
fender derechos  personales  en  mate- 
ria de  honra  o  de  intereses  pecuniarios. 


EA.  —  Con  otro  ea  llegaremos  a  la  aldea. 

Modo  de  animar  a  cualquier  empre- 
sa o  trabajo. 
EBRO.  —  Ebro  traidor,  naces  en  Castilla 
y  riegas  a  Aragón. 

Contra  los  que  favorecen  a  personas 
o  tierras   extrañas,   desentendiéndose 
descastadamente  de  las  propias. 
Co?ner  uno  más  que  el  Ebro.  —  V.  Ser  un 

TRAGALDABAS. 

ECCEHOMO .  —  Estar   hecho   un  ecce- 
homo. 

Hallarse  acardenalado  o  ensangren- 
tado.— Estar  hecho  una  lástima. 
ECLIPSARSE.  —  Eclipsarse   una  per- 
sona. 

Evadirse,    ausentarse,    desaparecer 
inesperadamente. 
ECO.  —  Hacer  eco  una  cosa. 

Tener  proporción  o  correspondencia 
con  otra.—  Hacerse  notable  y  digna  de 
atención  y  reflexión. 
Ser  uno  el  eco  de  otro. 

Imitar  o  repetir  servilmente  lo  que 
dice  otro. 
Tener  eco  una  cosa. 

Propagarse  con  gusto  y  aceptación. 

ECONOMÍA.  —  La  economía  de  la  tía 

Mancanona,  que  cocía  dos  pucheros  en  un 

día  por  economizar  carbón,  y  se  los  comía 

juntos. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que, 
pretendiendo  gastar  menos,  hacen  las 
cosas  a  destiempo,  con  lo  cual  resulta 
que  gastan  doble. 
Sin  economía,  se  trabaja  mucho  y  se 
muere  pobre. 

La  administración  prudente  y  recta 

de  los  bienes  que  se  poseen,  vale  más 

que  la  mucha  ganancia  sin  orden. 

ECHACANTOS.  —  Ser  un  echacantos. 

Hombre    despreciable   y   que   nada 

supone  en  el  mundo. 


ECHACUERVOS.  —  Ser  un  echacuer- 
vos. 

Hombre  embustero  y  despreciable. — 
Predicador  o  cuestor  que  iba  por  los 
lugares  predicando  la  Cruzada. —  En  al- 
gunas partes,  el  que  predica  la  Bula. 
ECHAR. — Echar  a  volar  a  una  persona  o 
cosa. 

Sacarla  al  público;  darla  a  conocer. 
Echar  uno  por  alto  una  cosa. 

Menospreciarla. 
Echar  tan  alto  a  uno. 

Despedirlo   en    términos  ásperos  y 
desabridos. 
Echar  tras  uno. 

Ir  a  su  alcance. 
Echarlo  todo  a  rodar. 

Desbaratar  un  negocio. — Dejarse  lle- 
var de  la  cólera,  faltando  a  todo  mira- 
miento y  consideración. 
Echarse  uno  a  dormir. 

Descuidar  de  una  cosa;   no   pensar 
en  ella. 
Echarse  a  perder  una  cosa. 

Perder  su  buen  sabor  y  hacerse  no- 
civa una  vianda,  una  bebida,  etc. 
Echarse  uno  de  recio. 

Apretar,  instar  o  precisar  con  em- 
peño a  otro  para  que  haga  o  deje  de 
hacer  una  cosa. 
¡Eche  usted  y  no  se  derrame! 

Modo  de  reprender  la  falta  de  eco- 
nomía en  una  persona,  o  el  gasto  su- 
perfluo  de  una  cosa. 
EDAD. — Edad  mahomética. 

La  baraja,  por  constar  de  cuarenta  y 
ocho  cartas,  incluso  los  ochos  y  nueves, 
con  alusión  a  los  cuarenta  y  ocho  años 
que  dicen  vivió  Mahoma. 
Edad  tiene  y  cinco  sentidos. 

Dícese  de  la  persona  que  habiendo 
pasado  con  creces  de  la  infancia,  co- 
mete alguna  falta  impropia  de  sus  años. 


EDIFICIO 


—  340  — 


EJEMPLO 


Nadie  le  pregunta  a  usted  la  edad  que 
tiene. 

Expresión  con  que  se  reconviene  al 
indiscreto  que  se  lanza  a  tomar  par- 
te en  una  conversación  a  que  no  ha 
sido  llamado,  mayormente  si  se  extien- 
de a  emitir  una  opinión  que  no  se  le 
pide. — V.  Nadie  le  ha  dado  a  usted  vela 
en  este  entierro. 
Nadie  tiene  más  edad  que  la  que  repre- 
senta. 

Frase  de  galantería  usada  general- 
mente con  las  damas  que,  habiendo  ya 
pasado  de  la  juventud,  quieren  aparen- 
tar lo  contrario  a  fuerza  de  acicalarse 
y  componerse. 
No  tener  ya  edad  para  guardar  cabras. — 

V.  Ya  es  viejo  Pedro  para  cabrero. 
Tener  alguno  más  edad  que  tres  clérigos. 
Ser  ochentón  poco  más  o  menos,  por 
cuanto  no  pudiendo  ascenderse  al  sa- 
cerdocio hasta  la  edad  de  veinticinco 
años,  la  suma  de  tres  veces  25  da  por 
resultado  75. 
EDIFICIO.  —  El  edificio  del  aborrecer  se 
funda  en  la  piedra  del  agraviar. 

Pone  de  manifiesto  lo  sensibles  que 
son   los  amantes  a  los  agravios,   pues 
pueden  éstos  ser  tales  que  truequen  el 
amor  en  odio. 
EDITOR. — Ser  uno  el  editor  responsable. 
Sufrir  las  consecuencias  de  los  des- 
aciertos que  otro  ha  cometido. 
EDUCACIÓN.  —  Educación  y  pesetas, 
educación  completa. 

El  que  ha  aprendido  y  practica  las 
reglas  de  cortesía  y  urbanidad,  y  posee 
además  capital,  será  siempre  bien  mi- 
rado en  la  sociedad. 
Eso  no  se  opone  a  la  buena  educación  de 
lajumentud. 

Frase  burlesca  con  la  que  se  indica 
que  no  hay  inconveniente  en  realizar 
una  cosa. — La  palabra_/«>«¿#¿#</está  jo- 
cosamente substituyendo  a  juventud. 
La  educación  no  está  reñida  con  nadie. 
Manifiesta  que  se  debe  ser   cortés 
con  todos,  pertenezcan  a  la  clase  que 
quiera,  por  muy  ínfima  que  sea. 
EFE.  —  Las  cinco  efes  de  la  esperanza. 

Son :  fea,  falsa,  falaz,  frágil  y  flaca. 
Seguramente,  este  dicho  se  debe  a  al- 
gún amante  desesperado:  sólo  él  po- 
dría explicarlo. 


Las  tres  efes  de  la  amistad. 

Para  que  ésta  sea  verdaderamente 
apetecible   y   digna    de    recompensa , 
debe  ser  fina,  fiel  y  firme. 
Tener  las  cuatro  efes  de  la  sardina. 

Dícese  que  para  que  las  sardinas  sean 
buenas,  requieren  la  condición  de  ser 
frescas  y  fiadas,  estar  fritas  y  comerlas 
frías.  Esta,  por  lo  menos,  era  la  opinión 
de  aquel  estudiante  que  no  sabiendo 
cómo  arreglárselas  para  comer  de  gorra 
unas  cuantas  sardinas  de  las  que  esta- 
ban aderezando  cierta  noche  en  una 
venta  en  que  pidió  sólo  cama,  dijo  a  la 
dueña  que  si  le  daba  a  cenar  de  aquel 
pescado,  él  le  enseñaría,  en  cambio,  las 
cuatro  efes  que  debían  tener  las  sardi- 
nas para  ser  por  todo  extremo  reco- 
mendables. Aceptada  la  proposición,  y 
previamente  trasladado,  por  supuesto, 
el  manjar  de  lo  lleno  de  la  sartén  al  va- 
cío de  su  estómago,  dijo:  cPues  han  de 
ser  frescas,  fritas,  frías  y  fiadas. » 
EFECTO.  —  Hacer,  o  surtir,  efecto  una 
cosa. 

Dar  una  medida,  un  remedio,  un  con- 
sejo, etc.,  el  resultado  que  se  apetecía. 
Llevar  a  efecto,  o  Poner  en  efecto,  una 
cosa. 

Ejecutar,  poner  por  obra  un  proyec- 
to, un  pensamiento,  etc. 
EFIGD3.  —  Ser  la  efigie  del  hambre. 

Dícese  de  la  persona  pálida,  dema- 
crada y  de  escasas  carnes,  caracteres 
todos  que  concuerdan  con  los  de  aquel 
que  no  tiene  que  comer. 
EGINETA. — Para  un  egineta,  un  creten- 
se. —  V.  A  un  pícaro,  otro  mayor. 
EJE. — Partir  a  alguno  por  el  eje. 

Fastidiarle,  hacerle  un  mal  servicio. 
EJEMPLAR.  —  No  tener  una  cosa  ejem- 
plar. 

Aplícase  a  aquello  que  no  se  ha  visto 
suceder  otra  vez,  o  que  no  tiene  ejem- 
plo de  donde  haya  podido  copiarse. 
EJEMPLO.  —  Buen  ejemplo^  buenas  ra. 
zones  avasallan  los  corazones. 

La  educación,  junto  con  la  corrección 
en  los  actos,  atraen  la  voluntad,  el  ca- 
riño y  el  respeto  de  todos. 
Es  más  eficaz  el  ejemplo  que  la  doctrina. 
Todo  lo  que  se  ve  y  se  toca,  se  que- 
da más  impreso  y  es  más  fácil  de  seguir 
que  lo  que  sólo  por  teoría  se  aprende. 


EJERCICIO 


—  34i  — 


EMBAJADA 


EJERCICIO.— £/  ejercicio  hace  maestro. 
Para  llegar  a  ejecutar  una  cosa  a  la 
perfección,  no  hay  nada  como  practi- 
carla muchas  veces. 
ÉL.  —  Ser  otro  él. 

Dícese  de  aquellas  personas  en  quie- 
nes se  tiene  tanta  confianza,  que  se  les 
consiente  o  encarga  que  hagan  las  ve- 
ces y  representen  a  uno. 
Ve  con  él  y  guarte  del. 

El   inferior  ha  de  estar  siempre  al 
lado  de  su  superior  en  todo,  pero  sin 
tomarse  confianza  con  él,  por  temor  a 
su  enojo. 
ELECTRIZAR.  —  Electrizar  a  uno. 

Exaltar,  avivar,  inflamar  el  ánimo  de 
alguna  persona. 
ELEGANTE.— Elegante  hablaste,  mente. 
Frase  con  que  se  satiriza  a  los  que 
tienen  el  prurito  de  hablar  de  manera 
muy  elevada,  parodiando  a  los  cultera- 
nos del  siglo  xvn. 
ELEMENTO.  —  Estar   uno    en   su  ele- 
mento. 

Estar  en  la  situación  más  cómoda  y 
agradable,  o  en  la  que  más  se  adapta  a 
sus  gustos  e  inclinaciones. 
ELEVAR.  —  Elevarse  uno. 

Engreírse,  envanecerse.  —  Entusias- 
marse en  la  conversación.  —  Ensimis- 
marse de  tal  modo  en  su  pensamiento 
o  en  la  contemplación  de  algo,  que  se 
queda  parado  y  suspenso,  como  si  es- 
tuviese dormido,  aunque  con  los  ojos 
abiertos. 
ELOCUENCIA.  —  La  mayor  elocuencia 
es  la  clemencia. 

Más  valor  tiene  ante  la  muchedum- 
bre el  que  es  generoso,  aunque  calle, 
que  el  mayor  orador  del  mundo. 
ELVIRITA.— Elvirita  de  Meneses,  cásca- 
me acá  esas  nueces. 

Se  dice  para  dar  a  entender  que  es 
cosa  corriente  lo  que  a  uno  le  cuentan 
o  relatan. 
ELLA.  —  ¡A  ella,  Virgen  de  la  Estrella! 
Locución  con  que  se  anima  a  uno  a 
acometer  una  empresa. 
Ahora  será  ella. 

Expresa  con  sentido  ponderativo 
que  va  a  ocurrir  alguna  cosa  notable  o 
grave.  —  Puede  emplearse  el  verbo  ser 
en  todos  los  tiempos  y  acompañarse  de 
los    adverbios    de    tiempo   necesarios 


para  expresar  cuándo  ha  ocurrido,  ocu- 
rre u  ocurrirá  el  suceso  en  cuestión. 
Ir  siempre  con  ella. 

Proceder  en  todo  con  escama,  con 
malicia,  con  segunda  intención. 
c-  Quién  es  ella? 

Parodiando  la  frase  histórica,  se  em- 
plea para  inquirir  quién  es  la  causante 
de  alguna  cosa,  dando  por  supuesto  que 
siempre  en  cierta  clase  de  asuntos  me- 
dia una  mujer. 
Ni  con  ellas  ni  sin  ellas. 

Significa  que,  a  pesar  de  la  lucha  y 
contradicción  que  suele  existir  entre 
el  hombre  y  la  mujer,  no  puede  pasar 
aquél  sin  ésta,  ya  por  la  inclinación  del 
afecto,  ora  por  los  servicios  que  a  su 
persona  y  casa  le  presta. 
ELLO.  —  Asi  anda  ello,  señor  don  Tello. 

Manera  de  criticar  el  estado  de  una 
sociedad  mal  regida,  el  poco  orden  en 
alguna  cosa,  por  falta  de  jefes  idóneos 
y  enérgicos,  etc. 
Dormir  sobre  ello  y  tomar  acuerdo. 

Pensar  detenidamente  sobre  algún 
asunto  de  entidad  antes  de  proceder  a 
adoptar  una  determinación. 

cMokón.  El  entendello 

dejemos,  si  no  te  enoja, 

a  la  providencia  floja 

que  llaman  dormir  sobre  ello. » 

(D.  Antonio  de  Mendoza,  El  trato  muda 
costumbre.) 

Ello  por  ello. 

En    algunas    localidades   de   Galicia 
equivale  a  Lo  comido  por  lo  servido. 
¡Pues  a  ello,  y  sin  toiyar  resuello! — Véa- 
se ¡A  ella,  Virgen  de  la  Estrella! 
Ellos  han  de  venir. 

Da  a  entender  que  lo  que  ha  de  ocu- 
rrir acontecerá,  tarde  o  temprano,  aun- 
que pretenda  evitarse. 
Según  te  fuere  con  ellos,  usarás  de  los  re- 
medios. 

Recomienda  que  no  se  abuse  de  las 
medicinas,  ni  se  empleen  sólo  por  ser 
prescripción  facultativa,  sino  porque 
nos  sientan  bien  o  curan  la  enfermedad. 
EMBAJADA.  —  ¡Brava,  o  linda,  emba- 
jada! 

Modo  de  echarle  a  uno  en  cara  cuan- 
do viene  a  proponer  una  cosa  inútil  o 
de  poca  importancia,  o  que  no  gusta  a 
aquel  a  quien  la  propone  o  dice. 


EMBAJADOR 


342 


EMBOZO 


Salir  con  una  embajada. 

Decir  alguna  tontería,  o  por  lo  menos, 
una  cosa  inoportuna. 
EMBAJADOR.  —  El  embajador  de  In- 
glaterra, ni  truena  ni  suena. 

Aplícase  a  la  persona  cuya  conducta 
es  neutral,  o  que  no  llama  la  atención 
por  lo  indiferente  o  común  de  su  posi- 
ción social,  aludiendo  a  lo  que  ocurrió 
con  el  embajador  de  Inglaterra  a  la 
corte  de  Marruecos  en  1578,  quien  hizo 
un  papel  bastante  desairado  al  lado 
de  aquel  emperador,  mientras  que  el 
nuestro,  Pedro  Venegas  de  Córdoba, 
se  llevó  todas  las  atenciones  por  parte 
de  dicho  monarca. 
El  embajador  no  lleva  pena. 

La  persona  encargada  de  una  comi- 
sión no  merece  culpa,  ni   menos   aún 
castigo,  si  el  mensaje  no  es  del  agrado 
del  que  lo  recibe. 
Elogio  de  embajador  tiene  mal  sabor. 
El  lenguaje  de  los  embajadores  suele 
pecar  de  lisonjero. 
EMBALUMAR.  —  Embalumarse  uno. 
Cargarse  o  llenarse  de  asuntos  y  ne- 
gocios de  gravedad,  y  hallarse  embara- 
zado para  su  desempeño. 
EMBANASTAR.  -Embanastar  a  uno. 
Meterlo  en  un  sitio  donde  hay  mu- 
cha gente  y  en  el  cual  no  puede  revol- 
verse a  causa  del  ningún  espacio  que 
<;ueda  para  ello. 
EMBARBASCARSE.— Embarbascar- 
se uno. 

Confundirse,  embarazarse,  etc. 
EMBARCAR.  —Embarcar  a  uno. 

Hacer  meter  a  una  persona  en  un 
asunto,  en  un  negocio,  etc. 
EMBARRANCARSE.-Embarrancar- 
se  uno. 

Meterse  en  negocios  o  asuntos  de 
tal  manera,  que  no  puede  salirse  de 
ellos  tan  fácilmente.  —  Hallarse  sin  di- 
nero y  con  deudas,  por  haber  dilapi- 
dado el  capital  más  de  lo  conveniente. 
EMBARULLAR.  —  Embarullar  una 
cosa. 

Confundirla,  mezclarla  desordenada- 
mente con  otra. — Hacer  las  cosas  atro- 
pelladamente, sin  orden  ni  concierto. 
EMBAULAR.  —  Embaular  uno. 

Comer  con  demasiada  ansia;  ser  un 
tragaldabas.  —  Dícese  así  a  consecuen- 


cia de  llamar  jocosamente  baúl  al  estó- 
mago. 
EMBAZARSE.  —  Embazarse  uno. 

Fastidiarse,  cansarse  de  una  cosa, 
empacharse. 
EMBELECO.  —  Ser  uno  un  embeleco. 
Persona  fútil,  molesta,  enfadosa,  etc. 
Dícese  también  del  que  se  coloca,  es- 
torbando, en  un  sitio. 
EMBERMEJECER .  -  Embermejecer 
a  uno. 

Ponerle  colorado,  avergonzarlo. 
EMBESTIDA.  —  Darle  a  uno  una  em- 
bestida. 

Detenerle  inoportunamente  para  ha- 
blarle de  cualquier  asunto  o  negocio. — 
Intentar  sacarle  dinero. 
EMBESTIDOR.  —  Ser  uno  un  embes- 
tidor. 

Aquel  que  pide  prestado  o  limosna, 
fingiendo  grandes  ahogos  y  empeños. 
EMBESTIR.  -  Embestir  a  uno.  — Véase 

Darle  a  uno  una  embestida. 
EMBOCADERO.  —  Estar  uno  al  embo- 
cadero. 

Estar  próximo  a  conseguir  algún  em- 
pleo, dignidad,  negocio,  etc. 
EMBOCADURA.— Tener  uno  buena  em- 
bocadura. 

Tocar  con  suavidad,  y  sin  que  se  per- 
ciba el  soplido,  cualquier  instrumento 
de  viento. 
Tomar  la  embocadura  a  una  cosa. 

Vencer  las  primeras  dificultades  que 
se  presentan  en  el  aprendizaje  o  en  la 
ejecución  de  ella. 
EMBOLISMO.  —  Ser  una  cosa  un  embo- 
lismo. 

Ser  chismosa,  embustera,  etc. — Estar 
embrollada  de  tal  modo,  que  sea  muy 
difícil  entenderla. 
EMBOQUE.  —  Ser  una  cosa  un  emboque. 

Ser  un  engaño. 
EMBORRARSE.  —  Emborrarse  uno. 
Tragar  y  comer  mucho  y  de  prisa. 
EMBOTIJARSE.  —  Embotijarse  uno. 
Hincharse,  inflarse. — Enojarse,  enco- 
lerizarse, incomodarse,  etc. 
EMBOZO. — Decir  una  cosa  con  embozo. 
Manera  de  hacer  o  decir  alguna  cosa 
con  recato  y  disimulo. 
Quitarse  uno  el  embozo. 

Descubrir  y  manifestar  la  intención 
que  antes  tenía  oculta. 


EMBRIAGAR 


—   343 


EMPLEAR 


EMBRIAGAR.  —  Embriagarlo  a  uno. 

Enajenarlo,  transportarlo,  etc. 
EMBRIÓN.— Estar  una  cosa  en  embrión. 
Estar  aún  en  su  principio,  informe; 
sin  orden,  método  ni  disposición. 
EMBROLLAR.  —  Embrollar  una  cosa. 
Enredar  un  asunto  de  tal  modo  que 
no  se  sepa  cómo  se  ha  de  salir  de  él. 
EMBROLLO.  —  Encontrarse  en  un  em- 
brollo. 

En  situación  embarazosa;  en  un  con- 
flicto del  cual  no  se  sabe  cómo  salir. 
EMBROLLÓN.  -  Ser  un  embrollón. 

Un  enredador,  un  embustero. 
EMBUCHADO.  —  Meterle  a  uno  un  em- 
buchado. 

Moneda  o  monedas  que  se  ocultan 
entre  otras  de  menos  valor  cuando  se 
hacen  posturas  al  juego. 
EMBUDO.  —  Hacer  embudo. 

Hacer  trampa,  engañar,  etc. 
EMPALAGOSO.  —  Ser  empalagoso. 

Dícese  de  la  persona  que  causa  fas- 
tidio por  su  zalamería  y  afectación. 
EMPANADA.  —  Ocultar  la  empanada. 
Enredar  u  ocultar  fraudulentamente 
un  negocio. 
EMPANTANAR.  —  Empantanar   una 
cosa. 

Detener  o  impedir  el  curso  de  un  ne- 
gocio, de  una  dependencia,  etc. 
EMPAQUE.  —  Tener  uno  empaque. 

Tener  traza  y  aspecto,  según  el  cual 
nos  gusta  o  nos  desagrada  a  primera 
vista  una  persona.  —  Ser  muy  echado 
para  atrás. 
EMPARENTAR.— Estar  uno  bien,  o  muy, 
emparentado. 

Tener  parentesco  y  enlaces  con  ca- 
sas ilustres  y  de  calidad  notoria. 
EMPASTELAR.-Empastelar  una  cosa. 
Transigir  un   negocio  sin  arreglo  a 
justicia,  para  salir  del  paso  de  cual- 
quier manera. 
EMPATAR.  —  Empatársela  a  uno. 

Igualarle  en  una  acción  sobresaliente 
o  extraordinaria. — Tómase  también  en 
mal  sentido. 
EMPEDERNIR.  —  Empedernirse  uno 
en  una  cosa. 

Obstinarse,  hacerse  insensible. 
EMPELOTARSE. -Empelotarse  uno. 
Se  dice  de  aquel  que  se  enreda  o 
confunde  en  una  riña  o  quimera. 


EMPELLONES.  —  Llevarlo,  echarlo,  etc., 
a  uno  a  empellones,  o  a  empujones. 
Violentamente,  injuriosamente,  etc. 
EMPEÑAR.  —  Lo  que  se  ha  de  empeñar, 
venderlo. 

Indica  que  en  ciertas  circunstancias 
de  la  vida  es  preferible  y  aun  conve- 
niente cortar  por  lo  sano,  tomando  una 
determinación  cuando  se  ve  que  un  mal 
no  tiene  remedio. 
EMPEÑO.  —  Mato  con  empeño,  y  con  el 
mismo  defiendo  a  mi  dueño. 

Lema  que  llevaban  antiguamente  al- 
gunas armas  blancas. 
EMPERADOR.  —  Tanto  tiene  que  ver,  eso 
con  esto,  como  con  el  emperador  de  la 
China.  — V.  {Qué  tiene  que  ver  ¿/culo 
con  las  témporas  del  año? 
EMPEZAR.  —  Lo  que  no  se  empieza,  no 
se  acaba. 

Aconseja  que  se  sacuda  la  pereza, 
pues,  una  vez  vencida  la  primera  difi- 
cultad de  un  negocio,  fácilmente  se  ter- 
mina éste. 
Por  ahí  empecé  yo. 

Dícese  del  que  adolece  de  algunas 
manías  y  extravagancias,  con  alusión  a 
un  loco  de  quien  se  cuenta  que  pro- 
rrumpió en  semejante  dicho  al  ser  vi- 
sitado por  un  sujeto  que  manifestaba 
estar  poseído  de  ciertas  rarezas  o  ex- 
centricidades. 
¡Si yo  te  empiezo!... 

Modo  de  amenazar  a  uno  con  casti- 
garle, que  es  lo  mismo  que  decir:  4Si 
te  castigo  por  la  primera  vez!... 
EMPLASTO.  —  Estar  uno  hecho  un  em- 
plasto. 

Estar  cubierto  de  cataplasmas  y  un- 
güentos. —  Estar  muy  delicado  y  falto 
de  fuerzas. 
EMPLEAR.  —  ¡Bien  empleado!,  o  ¡Bien 
empleado  le  está! 

Manera  de  expresar  que  tiene  uno 
bien  merecido  aquella  desgracia  o  in- 
fortunio que  le  sucede. 
Cuando  estés  empleado  tendrán  por  ti 
cuidado. 

Nadie  se  preocupa  más  que  de  aquel 
que  pueda  favorecer. 
Dar  uno  algo/¿>r  bien  empleado. 

Conformarse  gustosamente  con  una 
cosa  desagradable,  por  la  ventaja  que 
de  ella  se  le  sigue. 


EMPLEO 


344  — 


ENCAMISADA 


Empleársele  bien,  o  Estarle  bien  em- 
pleada, a  uno  una  cosa. 

Merecerla.  —  Tómase  por  lo  general 
en  mal  sentido. 
EMPLEO.  —  Apear  a  uno  de  un  empleo. 

Deponerlo  de  él,  quitarlo. 
EMPLUMAR.  —¡Que  ??ie  emplumen! 

Expresión  a  modo  de  juramento  con 
la  cual  se  afirma  que  no  se  sabe  una 
cosa,  o  que  antes  de  hacer  o  decir  algo, 
se  prefiere  sufrir  el  castigo  afrentoso 
que  antiguamente  se  imponía  a  los  alca- 
huetes y  acusados  de  hechicería. 
EMPOZAR.  —  Empozarse  una  cosa. 

Sepultarse  un  expediente  para  no 
seguir  su  curso. — Evitar  la  tramitación 
de  un  asunto. 
EMPRESARIO. —¿ -A  empresario  te  has 
metido}  Pronto  te  verás  perdido. 

Alude  a  los  empresarios  de  teatros.  — 
Este  refrán  resulta  algo  arcaico,  pues 
si  bien  antes  solía  ser  un*  mal  negocio 
la  formación  de  compañías,  hoy,  aun 
con  tener  algunas,  no  suele  tener  tan- 
tas quiebras. 
EMPRIMAR.  —  Emprimar  a  uno. 

Abusar  de  su  candor  e  inexperien- 
cia para  que  pague  indebidamente  una 
cosa,  o  para  divertirse  a  sus  expensas. 
EMPULGUERA.  —  Apretarle  a  uno  las 
empulgueras. 

Ponerle  en  un  aprieto,  estrecharlo. — 
Derívase  del  aparato  de  tormento  lla- 
mado empulgueras,  que  servía  para  apre- 
tar los  dedos  pulgares  del  reo  hasta  que 
éste  declaraba. 
EMPUÑADURA.— Ser  la  empuñadura 
de  una  cosa. 

El  principio  de  un  discurso,  un  cuen- 
to, una  narración,  etc. 
ENAMORADO.—/!/  enamorado  ausen- 
te, no  hay  cosa  que  no  le  fatigue  ni  tetnor 
que  no  le  dé  alcance. 

Los  que  están  lejos  del  objeto  amado 
suelen  sufrir  los  tormentos  de  la  duda. 
Estar  enamorado  como  un  borrico. 

Dícese  de  aquel  que  lo  está  ciega- 
mente. 
Más  discurre  un  enamorado  que  cien 
abogados. 

El  deseo  que  anima  al  que  ama  le 
hace  encontrar  solución  a  cosas  que 
seguramente  no  pensaría  en  buscar  si 
no  estuviese  atacado  de  la  pasión. 


Juzgan  los  enamorados  que  todos  tienen 
los  ojos  vendados. 

Aquel  que  está  apasionado  contrae 
toda  su  atención  en  el  objeto  de  su 
amor,  hasta  el  punto  de  que  no  repara 
en  que  los  demás  le  observan. 
Los  buenos  enamorados  kan  de  tener 
cuatro  eses. 

Éstas  son :  sabio,  solicito,  secreto  y  solo. 
Cuando  el  gracejo  del  pensamiento  es- 
triba en  la  palabra,  mejor  dicho,  en  la 
letra  (que  es  más  que  más),  puede  ase- 
gurarse por  punto  casi  general  que  no 
cabe  traducción  posible.  Así  sucede 
con  la  locución  acabada  de  enunciar 
y  con  otras  que  posee  la  lengua  cas- 
tellana. 
Los  enamorados  discurren  más  que  le- 
trados.—-V '.  Más  discurre  un  enamorado 
que  cien  abogados. 
ENANO.  —  Parecerse  uno  al  enano  de  la 
venta. 

Dícese,  por  mofa,  de  la  persona  chi- 
quitína y  regordeta. 
Ser  uno  el  enano  de  la  venta,  que  asusta 
con  un  *jSi  voy  allá!» 

Dícese  de  los  que  emplean  frecuen- 
temente bravatas  y  amenazas,  sin  pa- 
sar adelante. 
ENCAJAR.  —  Encajarle  a  uno  alguna 
cosa. 

Decir,  ya  sea  con  oportunidad,  ya 
extemporánea  o  inoportunamente,  una 
cosa. — Disparar,  dar  o  arrojar,  en  frases 
como  las  siguientes:  Le  encajé  un  tinte- 
ro en  la  cabeza;  Le  encajé  un  palo,  etc.  — 
Hacer  oír  a  uno  alguna  cosa,  causán- 
dole enfado  y  molestia. 
Encajarse  uno. 

Introducirse  en  algún  sitio  inopina- 
damente sin  ser  llamado. 
ENCALABRINARSE.-Encalabrinar- 
se  uno. 

Empeñarse  en  una  cosa  sin  dar  oídos 
a  nada.  —  Tomar  tema. 
ENCALLARSE.  —  Encallarse  en  algu- 
na cosa. 

Meterse  sin  conocimiento  en  un  ne- 
gocio del  cual  no  se  puede  salir. 
ENCAMISADA.  —  Descubrirse  la  enca- 
misada. 

Deshacer  la  trama  que  se  había  urdi- 
do.—Proviene  la  frase  de  la  costumbre 
antigua  de  cubrirse  nuestros  soldados 


ENCANTADOR 


—  345 


ENCUBRIR 


con  camisas  blancas  al  intentar  algu- 
na sorpresa  nocturna,  a  fin  de  no  con- 
fundirse con  los  enemigos  a  quienes 
querían  atacar,  cogiéndolos  desaper- 
cibidos. 
ENCANTADOR.—  El  encantador  malo 
saca  la  culebra  del  horado,  o  El  mal  en- 
cantador, con  la  mano  ajena  saca  la 
culebra. 

Moteja  al  que,  desconfiando  de  su 
habilidad,  se  vale  del  auxilio  ajeno  para 
ostentarla. 
ENCANTAR.  —  No  parece  sino  que  está 
encantado. 

Dícese  de  aquella  persona  que,  obse- 
sionada por  alguna  idea,  parece  ajena 
a  todo  lo  que  pasa  a  su  alrededor.  El 
siguiente  ejemplo  de  Cervantes  da  to- 
davía mejor  idea  de  lo  que  expresa  la 
citada  frase : 

«Venga  acá,  señor;  ¿podría  negar  lo 
que  comúnmente  suele  decirse  por  ahí 
cuando  una  persona  está  de  mala  vo- 
luntad: No  sé  qué  tiene  Fulano,  que  ni 
come,  ni  bebe,  ni  duerme,  ni  responde 
a  propósito  a  lo  que  le  preguntan,  que 
no  parece  sino  que  está  encantado?»  (Qui- 
jote, parte  I,  cap.  XLIX.) 
ENCANTO.  —  Hacer  alguna  cosa  como  por 
encanto. 

Verificarla  o  ejecutarla  bien  y  con 
toda  rapidez,  sin  que  los  demás  se  den 
cuenta  de  cómo  se  ha  hecho. 
ENCAPILLAR.  —  EncapiUarse  uno. 

Ponerse  alguna  ropa,  especialmente 
cuando  se  echa  por  la  cabeza,  como  la 
camisa,  etc. 
Estar  con  lo  encapillado. 

Modo  de  dar  a  entender  que  no  se 
tiene  o  se  lleva  más  ropa  que  la  puesta. 
ENCARAMAR.—  Encaramar  a  uno. 

Elevarlo,  colocarlo  en  altos  puestos, 
generalmente   sin   méritos    suficientes 
para  ello. 
ENCARGO.  —  Como  mandado  hacer  de  en- 
cargo. 

Ser  una  persona  o  cosa  a  propósito 
para  el  objeto  a  que  se  la  destina. 
ENCARNACIÓN.  — /V-  la  Encarna- 
ción, los  últimos  hielos  son. 

Manifiesta  que  por  esta  fecha  (25  de 
marzo),  al  ir  desapareciendo  el  invier- 
no, terminan  los  fenómenos  propios  de 
esta  estación. 


ENCERRONA.  —  Hacer  la  encerrona. 

Retirarse  del  trato  ordinario  de  las 
personas  por  poco  tiempo  con  algún 
designio. 
ENCLAVAR.  —  Enclavar  a  uno. 

Clavarlo,  engañarlo. 
ENCOGERSE.  —  Encogerse  uno. 

Ser  corto  de  genio;  no  tener  resolu- 
ción para  nada. 
ENCOJARSE.  —  Encojarse  uno. 

Fingirse  enfermo;  hacerse  el  maula. 
ENCOMENDAR.  —  Lo  más  encomen- 
dado lleva  el  gato. 

Aquello  que  más  trata  de  cuidarse, 
por  lo  regular  es  lo  que  se  suele  extra- 
viar más  pronto. 
ENCONTRADIZO.  —  Hacerse  uno  el  en- 
contradizo. 

Buscar  a  otro  para  encontrarle,  sin 
que  parezca  que  se  hace  de  intento. 
ENCONTRAR.  —  Al  primer  encuentro» 
azar. 

Encontrarse  con  un  obstáculo  ines- 
perado a  los  primeros  pasos  en  cual- 
quier negocio. 
¿A  que  no  me  encuentras? — ¿A  que  no  le 
busco?  Algunos  substituyen  menos  pro- 
piamente el  segundo  miembro  de  este 
refrán  por  ¿A  que  no  me  buscas? 

Réplica    dada   a    aquellas    personas 
que  tratan  de  excitarnos  a  que  haga- 
mos aquello  que  no   queremos  o  no 
nos  conviene  hacer. 
Salirle  a  uno  al  encuentro. 

Hacerle  frente  o  cara;  oponérsele. — 
Prevenir  a  uno  en  lo  que  quiere  decir 
o  ejecutar. —  Anticipársele. 
Tras  de  un  encuentro,  un  azar. 

La  vida  se  compone  toda  de  sucesos 
prósperos  y  adversos,  que  alternan  en- 
tre sí. 
ENCORVADA.  —  Hacer  uno  la  encor- 
vada. 

Fingir  estar  enfermo  para  quitarse  el 
compromiso  de  asistir  a  una  parte  don- 
de no  se  quiere  ir. 
ENCRESPAR.— Encresparse  uno. 

Irritarse,  alterarse. 
ENCUBRIDOR.  —  Si  no  hubiera  encu- 
bridores, no  habría  ladrones.  —  V.  Si 
no  hubiera  alcahuetas,  no  habría  putas. 
ENCUBRIR.  —  No  hay  cosa  encubierta 
que  no  se  descubra.  —  V.  Todo  se  sabe, 
hasta  lo  de  la  callejuela. 


ENCHIQUERAR 


346  — 


ENEMIGO 


No  hay  encubierta  que  a  mal  no  revierta. 
Toda  ocultación  dolosa  trae  apare- 
jado algún  perjuicio. 
ENCHIQUERAR.  -  Enchiquerar  a  uno. 

Meterlo  en  la  cárcel. 
ENDEMONIADO.  —  Ser  un  endemo- 
niado. 

Aplícase  al  que  es  sumamente  per- 
verso; malo,  nocivo. 
ENDENTECER.  —  Quien  presto  enden- 
tece, presto  kermanece. 

Indica  que  el  niño  que  arroja  tem- 
prano los  dientes,   pronto  tendrá  un 
hermano. 
ENDURADOR.  —  Mucho  endura  el  en- 
durador, para  que  lo  gaste  el  gasta- 
dor.— V.  A  padre  guardador,  hijo  despen- 
dedor, etc. 
ENDURAR.  —Bueno  es  el  endurar  a  quien 
se  espera  hartar.  — Y.  Hambke  que  espe- 
ra hartura,  tío  es  hambre. 
ENE.  —  Ahí  falta  una  ene.  —  No  se  apure, 
que  ya  saldrá. 

Cuéntase  de  un  subdiácono  que,  can- 
tando una  de  las  epístolas  que  comien- 
zan por  las  palabras  Lectio  Epístola  bea- 
ti  Pauli  Apostoli  ad  Corinthios,  como 
pronunciara  desatinadamente  coritios, 
fué  reprendido  en  el  acto  por  el  maes- 
tro de  ceremonias,  que  le  dijo:  «Ahí 
falta  una  ene.*  «No  se  apure  —  le  repli- 
có el  vestuario — ,  que  ya  saldrá.»  Y,  en 
efecto,  salió,  pero  con  tan  mala  suerte, 
que  al  seguir  cantando,  por  decir  Era- 
tres  dijo  Erantres,  con  lo  cual  resultó 
el  remedio  peor  que  la  enfermedad. 
Desde  entonees,  a  todo  aquel  que, 
pretendiendo  enmendar  un  yerro  por 
defecto,  especialmente  si  se  trata  de 
pronunciación  o  de  pluma,  incurre  en 
otro  por  exceso,  o  cosa  parecida,  se  le 
suele  aplicar  el  proverbio  en  cuestión. 
Llevarle  a  uno  a  la  ene  de  palo. 

Llevarlo  a  la  horca. 
Ser  una  cosa  de  ene. 

Ser  consiguiente,  forzosa  o  infalible. 
ENEMIGO.—  A  mi  enemigo  libre  Dios  de 
pleitos,  y  a  mi,  de  él  y  de  ellos. 

Expresa  el  horror,  no  injustificado, 
que  causan  a  todo  el  mundo  los  asun- 
tos en  que  interviene  la  curia. 
Al  enemigo  que  huye,  la  puente  de  plata. 
Aconseja   que  en  ciertas  ocasiones 
conviene  facilitarle  la  huida. 


Del  enemigo,  el  consejo. 

Indica  que  debe  no  ser  seguido. 

El  enemigo  mayor  que  el  hombre  tiene  es 
la  mujer  propia. 

Como  este  refrán  no  se  puede  apli- 
car en  tesis  general,  y  sí  sólo  a  casos 
particulares,  es  decir,  a  aquellos  en  que 
la  mujer  no  es  como  debe  ser,  puede 
afirmarse  que  es  el  puro  Evangelio. 

El  que  es  enemigo  de  la  novia,  no  dice  bien 

de  la  boda,  o  ¿como  dirá  bien  de  la  boda? 

Aconseja  que  no  se  debe  tomar  el 

dictamen   de  personas   apasionadas  y 

quejosas,  ni  dar  fe  a  sus  dichos. 

Ese  es  tu  enemigo,  el  que  es  de  tu  oficio. 
La  emulación  suele  a  veces  reinar 
en  los  hombres  de  una  misma  clase, 
ejercicio,  etc.  No  hay  que  perder  de 
vista  que  la  emulación  exagerada  pue- 
de y  suele  degenerar  en  envidia. 

Lo  mejor  es  enemigo  de  lo  bueno. 

Enseña  a  conformarse  cada  uno  con 
su  bienestar,  pues  la  ambición  suele 
hacer  perder  lo  que  se  poseía. 

Más  vale  un  enemigo  discreto  que  un 
amigo  necio. — V.  Más  daño  hacen  amigos 
necios  que  enemigos  descubiertos. 

Ningún  enemigo  es  bueno,  por  flaco  que 
sea.  —  V.  No  hay  enemigo  chico,  o  pe- 
queño. 

No  hay  enemigo  chico,  o  pequeño. 

Enseña  a  no  despreciar  a  nadie,  por 
humilde  que  sea,  fiando  en  que  no  pue- 
de hacernos  daño,  pues  los  pequeños, 
si  no  cara  a  cara,  solapadamente  y  en 
la  obscuridad  preparan  su  venganza, 
cuyos  efectos  no  dejamos  de  sentir 
tarde  o  temprano,  y  a  veces  sin  poder 
sospechar  de  dónde  viene. 

No  hay  peor  enemigo  que  el  doméstico,  o 
el  de  casa,  o  No  hay  peor  mal  que  el 
enemigo  de  casa  para  dañar. 

Porque  como  sabe  todos  los  secre- 
tos o  interioridades  de  la  casa,  cuando 
pretende  cometer  un  abuso  de  con- 
fianza, da  el  golpe  sobre  seguro. 

No  te  fies  del  enemigo  que  duerme. 

Para  inspirar  confianza,  el  que  trata 
de  destruirnos  finge  estar  inactivo, 
cuando  lo  que  hace  realmente  suele 
ser  preparar  nuevos  ataques  que  nos 
cojan  de  improviso. 

Nunca  se  debe  hacer  lo  que  el  enemigo 
quiere.  —  V.  Del  enemigo,  el  consejo. 


ENEMIGO 


347  — 


ENERO 


Quien  a  su  enemigo  popa,  a  sus  manos 
muere. 

Por  lo  general,  aquel  que  desprecia  a 
su  enemigo,  es  el  que  suele  ser  víctima 
de  su  vana  confianza. 
¿Quien  es  tu  enemigo?  El  de  tu  oficio. — 
V.  Ese  es  tu  enemigo,  el  que  es  de  tu 
oficio. 
Quien  presta,  no  cobra;  si  cobra,  no  tal,  y  si 
tal,  enemigo  mortal. 

Recomienda  que  no  se  preste,  a  me- 
nos que  se  esté  dispuesto  a  perdonar 
la  deuda. 
Ser  uno  enemigo  de  una  cosa. 

No  gustar  de  ella. 
«SV  le  quieres  enemigo,  presta  dinero  al 
amigo. 

Cierta  clase  de  gentes  cree  que  el 
que  tiene  dinero  se  halla  en  la  obliga- 
ción de  dárselo  al  que  no  lo  tiene,  y  si 
después  se  les  pide  su  devolución,  to- 
davía se  toma  como  una  ofensa. 
Todo  lo  mucho  es  enemigo  de  la  natu- 
raleza. 

Enseña  a  no  abusar  de  nada,  y  parti- 
cularmente de  comidas  y  bebidas,  por 
el  daño  que  hacen  al  organismo. 
¿Cuáles  son  los  enemigos  que  hacen  más 
daño  a  los  hombres?  —  Tres,  a  saber: 
Cierracorazones,  Cierrabocas  y  Cierra- 
bolsillos. 

Porque  les  empobrecen  y  les  aca- 
rrean disgustos  y  sinsabores. 
¿  Cuántos  enemigos  tienes? — Tantos  como 
favores  he  hecho. 

La  ingratitud  suele  ser  la  recompen- 
sa que  obtiene  el  bienhechor.  Desgra- 
ciadamente, la  práctica  de  la  vida  en- 
seña ser  verdad. 
De  enemigos  sin  dinero  no  se  te  dé  un 
cuerno. 

Enseña  a  despreciar  las  amenazas  de 
aquellos    que  no  tienen  medios  para 
hacernos  daño. 
De  los  enemigos,  los  menos. 

Dícese  cuando  uno  pretende  alejar 
de  sí,  por  cualquier  medio,  a  alguien, 
o  algo,  que  le  estorba  o  perjudica. 
Ganar  uno  enemigos. 

Adquirirlos,  granjeárselos,  acarreár- 
selos. 
Hagamos  bien  a  nuestros  enemigos,  y 
amemos  a  los  que  nos  aborrecen. 

Máxima  verdaderamente  evangélica, 


pero  muy  difícil  de  llevar  a  la  práctica 
en  la  vida  social. 
Los  enemigos  del  alma  son  tres :  suegra, 
cuñada  y  mujer. 

Dicho  jocoso  en  el  que,  como  se  ve, 
salen  malparadas  esas  tres  hembras. 
Los  enemigos  se  cuentan  por  los  benefi- 
cios. —  V.  No  hagas  favores  y  no  ten- 
drás desengaños,  o  enemigos. 
Mejor  es  dejar  a  los  enemigos  que  pedir 
a  los  amigos,  o  A/ejor  es  dejar  en  muerte 
al  enemigo  que  pedir  en  vida  al  amigo. 
Porque  el  que  da  o  deja  su  hacienda 
al  enemigo  es  probable  que  se  lo  agra- 
dezca; pero  el  que  pide  al  amigo,  siem- 
pre le  importuna  para  que  le  devuelva 
lo  que  le  dio. 
No  siempre  tiene  enemigos  el que'los  quie- 
re tener. 

Porque  si  es  de  leal  condición,  aun- 
que se  empeñe  en  no  prestar  favores, 
no  dejará  de  hacerlos,  y  por  tanto,  aun- 
que quiera,  no  tendrá  quien  le  odie. 
Quien  busca  enemigos,  cerca  tiene  los 
peligros. 

Recomienda  que  obre  uno  con  todos 
de  tal  manera  que  no  se  granjee  ani- 
madversiones, con  el  fin  de  evitarse 
los  disgustos  que  éstas  traen  consigo 
aparejadas. 
Quien  tiene  enemigos  no  duerma. 

Advierte  que  aquel   que   los   tiene 
ande  prevenido  y  con  cuidado  para  que 
no  le  sorprendan   sus   ataques  y  ase- 
•    chanzas. 
ENERGÚMENO. — Ponerse  como  un  ener- 
gúmeno. 

Enfadarse,  enfurecerse  de  un  modo 
descompasado. 
Tragar  co?no  un  energúmeno. 

Comer  de  una  manera  exagerada,  an- 
siosamente. 
ENERO.  —  Buen  enero,  mal  febrero. 

Expresa  que  cuando  el  año  comien- 
za con  buen  tiempo,  el  mes  siguiente 
es  frío  y  lluvioso. 
De  enero  a  enero,  carnero. 

Da  a   entender  que  debe   comerse 
siempre  esta  carne,  como  sana  y  no 
indigesta  o  pesada. 
De  enero  a  enero,  el  dinero  es  del  ban- 
quero. 

En  los  juegos  de  azar,  siempre  lleva 
la  ventaja  el  banquero. 


ENERO 


—  348  — 


ENFERMAR 


En  el  mes  de  enero  se  abriga  el  madero. 
Quiere  decir  que  es  éste  un  mes  tan 
exageradamente  frío,  que  no  hay  quien 
se  muestre  insensible  a  sus  rigores. 
En  enero  abriga  la  tierra  al  trigo,  como 
la  madre  a  su  hijo. 

Indica  que  en  este  mes  debe  cuidarse 
al  trigo,  tapándolo  para  que  no  se  hiele. 
En  enero,  cada  oveja  con  su  cordero. 

Expresa  que  es  la  época  más  propia 
de  aparearse  ciertos  animales. 
En  enero,  cásate,  compañero. 

Para  dormir  abrigado  y  no   sentir, 
por  lo  tanto,  el  frío. 
En  enero,  Jlores;  en  mayo,  dolores. 

Refrán  americano  fácil  de  explicar, 
teniendo  en  cuenta  que  en  aquellas  la- 
titudes comienza  el  verano  en  el  mes 
de  diciembre  y  en  el  de  mayo  se  apro- 
xima el  invierno. 
En  enero,  la  berza  es  carnero. 

Cuestan  caro  las  hortalizas,  por  per- 
derse muchas  a  causa  de  los  hielos. 
En  enero,  ni  galgo  lebrero  ni  azor,  o 
halcón,  perdiguero. 

Aconseja  que  en  dicho  mes  no  se 
debe  cazar. 
En  enero,  planta  ajero;  a  jines,  que  no  a 
primeros. 

Refrán  agrícola  usado  en  las  monta- 
ñas de  Santander,  referente  a  la  época 
más  oportuna  de  sembrar  los  ajos. 
En  enero  se  hiela  el  agua  en  el  puchero. 
Encarece  el  frío  que  es  peculiar  a 
este  mes.  • 

En  enero  y  febrero  saca  la  vieja  sus  ma- 
dejas al  humero;  en  marzo,  al  prado;  en 
abril,  a  urdir. 

Expresa  que  en  estos  meses  prime- 
ros se  trabaja  al  amor  de  la  lumbre, 
efecto  del  frío  reinante. 
Enero  es  caballero  si  no  es  ventotero. 

Manifiesta  que  este  mes  suele  ser 

bueno  cuando  no  reinan  los  aires  en  él. 

Enero,  frío  o  templado,  pásalo  arropado. 

Haga  buen  o  mal  tiempo,  lo  mejor  es 

precaverse  del   frío,  pues  siempre  es 

intenso  en  esta  época  del  año. 

Enero,  frío  y  heladero. 

Son  las  dos  cualidades  generales  de 
este  mes. 
Enero  mojado,  bueno  para  el  tiempo,  malo 
para  el  ganado. 

Si  en  enero  llueve,  templa  la  tempe- 


ratura; pero  el  ganado  pierde  en  los 
pastos. 
Enero  y  febrero  comen  más  que  Madrid  y 
Toledo. 

La  escasez  de  pastos  que  se  padece 
generalmente  en  Castilla  la  Nueva  du- 
rante esos  dos  meses,  es  causa  de  que 
las  reses  pierdan  en  carnes. 
Escaraa  por  enero  y  agranda  el  granero. 
Quien  hace  la  operación  agrícola  in- 
dicada a  primeros  de  año,  recogerá  tri- 
go en  abundancia. 
Poda  en  enero  y  cava  en  febrero,  y  serás 
uvero. 

Para  conseguir  buenos  viñedos  es 
necesario  podar  y  cavar  en  los  meses 
indicados. 
Seco  enero,  abundante  el  granero. 

La  escasez  de  lluvias  en  enero  es 
beneficiosa  para  los  cereales. 
Sembrar  por  enero^  rastrillar  en  febrero. 
Para  que  las  tierras  produzcan  los 
frutos   apetecidos,  es  conveniente  la- 
brarlas en  la  forma  citada. 
Si  en  enero  bebes  helado,  no  preguntes  de 
qué  has  enfermado. 

Recomienda  que  no  se  tomen  bebi- 
das heladas  en  tiempo  tan  frío  como 
es  el  mes  indicado. 
Si  hiela  bien  por  enero,  mucho  llueve  por 
febrero. 

Manifiesta  que  tras  las  heladas  suele 
venir  el  tiempo  lluvioso. 
Todo  enero  es  buen  alcalde.  —  V.  Ser  la 
justicia  de  enero. 
ENFADOSO.  —  Más  enfadoso  que  ena- 
morado pobre. 

Comparación  usada  para  encarecer 
lo  molesta  que  es  una  persona,  a  se- 
mejanza del  que  pretende  a  una  mujer 
y  no  tiene  caudal. 
ENFANGARSE.  —  Enfangarse  ¿«  algu- 
na cosa. 

Mezclarse  en  negocios  sucios  y  ver- 
gonzosos. 
ENFERMAR.  —  Échate  a  enfermar,  v 
sabrás  quién   te  quiere  bien  y  quien  te 
quiere  mal. 

El  verdadero  cariño  se  demuestra 
cuando  una  persona  se  halla  en  el  tran- 
ce de  una  enfermedad  grave. 
Muy  buenos  somos  cuando  enfermamos. 
Por  mucho  que  nos  enfade  una  per- 
sona, sobre  todo  si  es  de  la  familia,  al 


ENFERMEDAD 


—  349  — 


ENGAÑO 


verla  postrada  en  la  cama  olvidamos  lo 
pasado,  pareciéndonos  que  el  enfermo 
fué  siempre  un  modelo  de  bondad. 
ENFERMEDAD.  —  Dejar  de  comer  por 
haber  comido,  no  es  enfermedad  de  pe- 
ligro. 

Dícese  de  aquellos  que  al  llegar  la 
hora  de  la  comida  no  prueban  bocado, 
alegando  no  tener  gana,  y  es  porque 
antes  se  han  atracado  en  otra  parte. 
Enfermedad  larga,  ?mierte  al  cabo. 

El  que  ha  sido  acometido  de  un  mal 
grave  y  prolongado,  rara  vez  puede  des- 
embarazarse de  él,  por  cuyo  motivo, 
tarde  que  temprano,  llega  a  sucumbir. 
Para  enfermedad  de  años  no  hay  medi- 
cina. 

Esto  es,  la  vejez  es  el  único  mal  que 
no  tiene  cura. 
ENFERMERÍA.  —  Estar  una  cosa  en  la 
enfermería. 

Dícese  de  todo  mueble  o  alhaja  de 
uso  común  que  está  en  casa  del  artífi- 
ce para  componer. 
Tomar  uno  enfermería. 

Ser  considerado  en  la  clase  de  en- 
fermo. 
ENFERMO.  —  Al  enfermo  que  es  de  vida, 
el  agua  le  es  medicina. 

Cuando  las  cosas  han  de  suceder  con 
felicidad,  poco  o  nada  importan  dificul- 
tades que  se  oponen  a  su  logro. 
Apelar  el  enfermo. 

Escaparse  de  la  muerte  que  le  tenían 
pronosticada. 
A  un  enfermo  melindroso  ningún  médico 
le  viene  a  gusto . 

No  es  asunto  fácil  el  llegar  a  com- 
placer a  las  personas  de  genio  descon- 
tentadizo. 
Cuando  el  enfermo  dice  ¡ayl,  diga  el  mé- 
dico day. 

Contra  los  médicos  que  anteponen 
el  vil  lucro  al  sagrado  cumplimiento 
de  su  deber. 
Es  muy  enfermo  quien  es  muy  viejo.  — 
V.  Para  enfermedad  de  años  no  hay  me- 
dicina. 
Mal  va  el  enfermo  que  nombra  a  su  mé- 
dico heredero. 

Porque  parece  natural,  aunque  no 
sea  muy  caritativo,  que  no  se  tome 
tanto  interés  como  debiera,  sabiendo 
que  ha  de  ser  el  sucesor  del  paciente. 


Todo  el  que  habla  como  enfermo  y  come 
como  sano,  tenle  por  hombre  malo. 

Da  a  entender  que  el  que  está  enfer- 
mo debe  tener  mucho  cuidado  con  la 
alimentación. 
Cuando  los  enfermos  claman,  los  médicos 
ganan. 

A  mayor  abundancia  de  enfermeda- 
des, mayor  lucro  para  los  encargados 
de  tratarlas. 
Los  enfermos  se  curan  en  los  libros  y  se 
mueren  en  las  camas. 

Todo  resulta  muy  bien  en  la  teoría, 
pero   la   práctica   difiere   bastante   de 
aquélla. 
ENFITEUSIS.  -¡Toma  enfíteusis! 

Cuéntase  que  un  estudiante  de  Le- 
yes, burlón  y  travieso,  como  suelen 
serlo  la  mayor  parte  de  los  estudian- 
tes, queriendo  divertirse  a  costa  de  un 
pobre  zapatero  remendón,  se  presentó 
en  su  zaquizamí,  preguntándole  si  tenía 
etifiteusis.  Hízose  repetir  la  pregunta,  y 
convencido  de  que  lo  que  se  preten- 
día era  burlarse  de  él,  cogió  el  tirapié, 
y  sacudiéndole  con  todos  sus  bríos, 
exclamaba  encolerizado:  «¿No  querías 
enfiteusis?  ¡Pues  toma  enfíteusis !>  — 
V.  ¡Toma  castaña!,  o  ¡Toma  para  cas- 
tañas! 
ENGAÑADOR.—  Quien  piensa  ser  el  en- 
gañador, es  el  engañado.  —  V.  Donde 
las  dan,  las  toman. 
ENGAÑAR.  —  Aquel  es  engañado,  quien 
coita  que  engaña.  —V.  Quien  piensa  ser 
el  engañado»,  es  el  engañado. 
Engaña  a  quien  te  engaña;  a  quien  te 
fay,  fayte. 

Indica  que  debemos  obrar  con  los 
demás  según  hagan  con  nosotros. 
Es  muy  fácil  engañar  a  quien  no  en- 
gaña. 

La  persona  que  obra  de  buena  fe 
suele  ser  la  víctima  de  la  maldad  de  los 
otros. 
¿Quién  engaña  a  quién?  —  V.  Ir  de  pillo 

a  PILLO. 

ENGAÑO.  —  Deshacer  un  engaño. 

Satisfacer,  desengañar,  sacar  del  error 
y  engaño  aprehendido. 
Donde  acaba  el  engaño,  empieza  el  daño. 
Todo  el  que  vive  persuadido  de  una 
cosa  buena,  vive  feliz  hasta  que  se  des- 
cubre no  ser  cierto. 


ENGENDRO 


35° 


ENREDADOR 


Engaño  en  mas  va  que  en  besarla  dur- 
miendo. 

Ninguno  debe  gloriarse  de  la  victoria 
que  se  consigue  cautelosamente. 
En  el  lomar  no  hay  engaño. 

Recomienda  que  se  acepte  todo  lo 
que  se  nos  da,  no  costando  dinero,  o 
pudiendo  reportar  algún  mal,  aunque 
la  dádiva  sea  equivocada. 
En  obedecer  no  hay  engaño. 

Debemos  ejecutar  todo  lo  que  los 
superiores  mandan,  pues  aunque  a 
nuestro  juicio  no  sea  equitativo,  la  res- 
ponsabilidad será  siempre  del  que  lo 
ordenó  y  no  del  que,  por  espíritu  de 
obediencia,  lo  hizo. 
Llamarse  uno  a  engaño. 

Retraerse  de  lo  pactado  por  haber 
reconocido  engaño  en  el  contrato,  o 
pretender  que  se  deshaga  una  cosa  ale- 
gando haber  sido  engañado. 
No  hay  mayor  engaño  que  venir  el  desen- 
gaño tarde. 

Porque  cuanto  más  se  espera  la  solu- 
ción de  un  asunto,  más  se  confía  en  que 
ésta  ha  de  ser  favorable. 
ENGENDRO.  —  Ser  un  mal  engendro. 

Muchacho  avieso,  mal  inclinado  y  de 

índole  perversa. 

ENGOLILLADO.—  Ser  un  engolillado. 

Dícese  de  aquel  que  se    precia  de 

observar  con  rigor  los  estilos  antiguos. 

ENGORDAR.  —  Engordar  uno. 

Hacerse  rico. — Tómase  generalmen- 
te en  mal  sentido,  dando   a  entender 
que  las  riquezas  son    adquiridas   por 
medios  reprobables. 
ENGULLIR.  —  No  vivas  para  engullir; 
come,  sí,  para  vivir.  —  V.  Yo  como  para 
vivir  y  no  vivo  para  comer. 
ENHORNAR.  -  Al  enhornar  se  hacen  los  \ 
panes  tuertos. 

Advierte  el  cuidado  que  se  debe  te- 
ner cuando  se  comienzan  las  cosas,  para 
que  salgan  bien  hechas. 
Al  enhornar  se  tuerce  el  pan. — V.  Al  en- 
hornar se  hacen  los  panes  tuertos. 
ENJAMBRE.  — Enjambre  de  abril,  para 
mi;  la  de  mayo,  para  mi  hermano. 

Comenta  Hernán  Núñez  :  «Porque  se 
comienzan  a  secar  las  hierbas  con  el 
calor.»  —  Este  refrán  prueba  que  anti- 
guamente se  usaba  la  voz  enjambre 
como  del  género  femenino,  lo  que  to- 


davía se  verifica  hoy  entre  la  gente  del 
pueblo,  y  singularmente  en  la  región 
andaluza. 
Parecer  un  enjambre  de  abejas,  o  de  abe- 
jones. 

Aglomeración  de  personas  molestas 
e  importunas. 
ENJARETAR.—  Enjaretar  una  cosa. 

Hacer  o  decir  algo  sin  intermisión  y 
atropelladamente,  o  de  mala  manera. 
ENJAULAR.  — Enjaular  a  uno.— V.  En- 
chiquerar a  uno. 
ENJUAGUE.  —  Hacer  un  enjuague. 

Llevar  a  cabo  alguna  negociación 
oculta  y  artificiosa  con  objeto  de  con- 
seguir lo  que  no  se  espera  lograr  por 
medios  lícitos. 
ENJUNDIA.  —  Tener  una  cosa  mucha  en- 
jundia. 

Ser  de  gran  substancia. —  Tener  más 
profundidad  y  trascendencia  de  lo  que 
a  primera  vista  parece,  tal  como  un 
libro,  un  escrito  cualquiera,  etc. — Díce- 
se también  :  Tener  mucha  miga. 
ENMENDAR. —  Lo  que  enmendar  no  se 
puede,  no  presta  arrepentir. 

Contra  lo  hecho  no  hay  poder  que 
valga. 
O  enmienda,  o  mierda. 

Dicho  popular  con  que  se  indica  que 
hay  que  optar  entre  mejorar  de  com- 
portamiento o  sufrir  las  consecuencias 
de  una  conducta  desarreglada. 
ENOJARSE.  —  Aunque  alguno  se  enoje, 
alabarse  y  mentir  a  todos  coge. 

Son  dos  cosas  de  que  raramente  se 
escapan  ni  aun  las  personas  que  osten- 
tan mayores  perfecciones. 
ENOJO.  —  Cuando  el  enojo  estd  descubier- 
to, la  honra  nunca  padece. 

Porque  el  que  procede  de  buena  fe 
reconoce  la  sinrazón  de  haberse  eno- 
jado, y  se  da  por  satisfecho  de  las  ex- 
plicaciones recibidas. 
Si  tienes  de  mi  enojo,  descálzate  un  za- 
pato y  échalo  en  remojo. 

Denota  el  poco  o  ningún  caso  que 
se  hace  de  la  persona  que  se  nos  mues- 
tra enojada. 
ENREDADOR.  —  Ser  un  enredador. 

Aplícase  a  los  muchachos  traviesos 
que  no  pueden  estarse  quietos  ni  un 
momento. —  Chismoso  y  embustero  de 
costumbre. 


ENRIQUECER 


-  35' 


ENTENDER 


ENRIQUECER.  -  i  Quién  te  enriqueció? 
Quien  te  gobernó. 

Los  buenos  administradores  suelen 
aumentar  los  bienes  que  se  les  confían. 
ENSALADA.  —  Ensalada  y  visita,  po- 
quita. 

La  primera  porque  hace  daño  toma- 
da en  abundancia,  y  la  segunda  porque 
molesta  cuando  se  prolonga  mucho. 
La  ensalada  de  diversas  y  buenas  hierbas, 
más  aplace  que  la  si?nplemente  hecha. 

Da  a  entender  que  en  la  variedad 
consiste  el  gusto. 
La  ensalada  requiere  :  un  pródigo  para 
el  aceite,  un  avaro  para  el  vinagre,  un 
prudente  para  la  sal  y  un  tonto  para  me- 
nearla. Algunos  añaden  :  y  un  burro 
para  comerla. — V.  La  ensalada,  salada; 
poco  vinagre  y  bien  oleada. 
La  ensalada,  salada;  poco  vinagre  y  bien 
oleada. 

Aconseja  que  reúna  dichos  requisitos 
para  que  sea  agradable  al  paladar. 
La  vez  de  la  ensalada,  ni  la  pierdas  ni 
sea  aguada. 

Recomienda  que  después  de  comer- 
la se  debe  beber  vino  puro. 
Más  vale  ensalada  que  nada,  o  que  hambre. 
Exhorta  a  los  que  no  poseen  nada  a 
que  se  conformen,  aunque  sea  con  lo 
poco  que  se  les  brinda. 
Quien  con  ensalada  no  bebe  vino,  ni  con 
tocino. 

Recomienda  que  no  se  beba   agua 
después  de  la  ensalada,  sino  lo  indica- 
do en  el  refrán. 
Quien  tras  ensalada  no  bebe,  no  sabe  lo 
que  pierde.  — V.  Quien  con  ensalada  no 
bebe  vino,  ni  con  tocino. 
Si  tras  la  ensalada  bebes  vino,  ¿qué  ha- 
rás después  del  tocino? — V.  Quien  con  la 
ensalada  no  bebe  vino,  ni  con  tocino. 
ENSALMO.  —  Hacer  alguna  cosa  como  por 
ensalme. 

Hacerla  con  prontitud  extraordina- 
ria y  sin  conocerse  el  modo  con  que 
se  hizo. 
ENSALZAR.  —  El  que  se  ensalza  será 
humillado,  y  el  que  se  humilla,  ensal- 
zado. 

Recomienda  la  modestia  para  hablar 
de  sí  propio,  pues  el  que  tiene  mérito 
y  quiere  disimularlo,  se  encargan  los 
demás  de  proclamarlo. 


ENSANCHA.  —  Dar  ensanchas  a  una 

cosa. 

Dar  treguas  a  un  negocio,  o  tener 
medios  para  ajustarse  o  componerse. — 
Dar  demasiada  licencia  o  libertad  para 
algunas  acciones. 
ENSANGRENTARSE.  -  Ensangren- 
tarse con,  o  contra,  uno. 

Encruelecerse  con  él;  querer  ocasio- 
narle un  grave  daño. 
ENSILLAR.  —  Aún  no  ensillamos  y  ya 
cabalgarnos. 

Reprende  a  aquellos  que  quieren  lle- 
gar al  fin  o  término  sin  haber  puesto 
los  medios  necesarios. 
ENSOLVER.  —  /  En  él  se  ensuelva! 

Expresa  el  deseo  de  que  el  mal  a 
que  se  alude  termine  en  la  persona  que 
lo  ha  experimentado.  —  El  pueblo  an- 
daluz, cuyo  es  este  dicho,  pronuncia  en- 
suerba.  Pero  el  verbo  ensorber  no  exis- 
te en  castellano;  y  dado  caso  de  existir, 
que  tal   vez   no  holgara,  ensorba  y  no 
ensuerba  sería  la  fórmula  propia  de  esta 
desinencia,  como  sorba  y  absorba,  de 
sorber  y  absorber. 
ENSUCIAR.-Ensuciarse  en  alguna  cosa. 
Dejarse  sobornar  con  dádivas  e  in- 
terés. 
No  ensuciar,  que  no  hay  quien  limpie. 
Dícese  a  las  personas  que  hacen  mu- 
chos proyectos  sin  tener  medios  para 
llevarlos  a  cabo. 
ENSUEÑO.  —  Donde  hay  muchos  ensue- 
ños, allí  hay  muchas  vanidades. 

Aconseja  que  no  se  haga  caso  de  lo 
que  se  sueña,  pues  todo  ello  es  falso. 
ENTE.  —  Ser  uno  un  ente. 

Persona  ridicula,  o  que  en  su  mane- 
ra y  porte  se  hace  reparable. 
ENTENDEDOR.—  ^  ¿«¿«entendedor, 
breve  hablador,  o  Al  buen  entendedor, 
con  media  palabra  basta,  o  Al  buen  en- 
tendedor, pocas  palabras. 

La  persona  capaz  y  de  buen  entendi- 
miento comprende  fácilmente  lo  que 
se  le  quiere  decir. 
ENTENDER.  —  Cada  uno  se  entiende... 
(Y  trastejaba  de  noche.) 

Modo  de  reconvenir  a  aquel  que  le 
hace  a  uno  una  objeción,  dándole  a  en- 
tender que  no  debe  meterse  en  lo  que 
no  le  importa,  pues  el  que  hace  una 
cosa  sabe  por  qué  la  hace. 


ENTENDIMIENTO 


—  352  — 


ENTRADA 


Dar  en  qué  entender. 

Obligar  a  que  se  ocupe  uno  de  algu- 
na cosa.  —  Discurrir  sobre  ella. 
Entiéndame  quien  me  entienda. 

Locución  con  que  se  significa  que 
uno  acaba  de  manifestar  delante  de  va- 
rias personas  por  medio  de  ciertas  in- 
directas cuál  es  su  modo  de  pensar  en 
el  particular  de  que  se  trata,  para  co- 
nocimiento de  aquella  a  quien  pueda 
interesar.  Su  sentido  es  igual  al  de  A  ti  te 
lo  digo,  hijuela;  entiéndelo  tú,  mi  nuera. 
Solemos  usarlo  los  españoles  con  bas- 
tante frecuencia  en  su  forma  latina,  di- 
ciendo con  San  Mateo  (XIX,  1 2) :  Qui 
potest  capere,  capia  t. 
No  se  entiende  eso  conmigo. 

Modo  de  manifestar  que  no  nos  com- 
prende una  cosa  en  que  nos  quieren 
mezclar. 
Yo  me  entiendo  y  bailo  solo.  — V.  Cada 
uno  se  entiende...  (Y trastejaba  de  noche.) 
Yo  te  entiendo  y  tú  me  entiendes. 

Expresa  la   conformidad   entre  dos 
que   proyectan   algo,    cuyo   alcance  y 
consecuencias   conocen    de  antemano. 
ENTENDIMIENTO.  — ,4  entendimien- 
to me  ganarás;  pero  a  fuerza,  no. 

Contra  los  obstinados  en  salirse  con 
su  tema  aun  cuando  no  lleven  razón, 
empleando  para  ello  la  violencia  si  es 
menester.  —  Atribuyese  la  frase  a  un 
baturro  que  queriendo  vadear  un  río 
montado  en  un  borriquillo,  al  ver  que 
éste  se  negaba  a  entrar  en  el  agua, 
desmontó,  y  echándose  el  animalito  a 
cuestas,  se  salió  con  su  intento,  mien- 
tras prorrumpía  en  las  palabras  de  re- 
ferencia. 
Entendimiento  que  sabe  sin  estudiar,  ni 
lo  creo  ni  lo  quiero. 

Porque  carece  del  verdadero  funda- 
mento que  da  el  estudio  y  conocimien- 
to de  las  ciencias  y  artes. 
Para  todo  se  necesita  entendimiento; 
hasia  para  barrer. 

Indica  que  para  hacer  bien  las  cosas, 
aun  las  más  insignificantes,  es  preciso 
poner  cuidado. 
ENTERRAMIENTO.  -El  enterra- 
miento de  Efestión. 

Gran  amigo  de  Alejandro  Magno,  me- 
reció que  a  su  muerte  dispusiera  éste 
en  honor  suyo  exequias  tan  suntuosas, 


que  su  memoria  ha  pasado  a  la  poste- 
ridad como  prototipo  de  solemnidad  y 
magnificencia.  Efestión  murió  en  Ecba- 
tana,  en  la  Media,  el  año  325  antes  de 
Jesucristo. 
ENTERRAR.—  Con  ¿l  me  entierren. 

Modo  de  dar  a  entender  uno  que  es 
del  mismo  gusto,  genio  o  dictamen  de 
la  persona  a  quien  se  dirige  o  alude. 
¿Dónde  entierra  usted? 

Expresión   con    que   se  contiene   y 
zumba  al  baladrón  que  echa  muchos 
fieros. 
ENTOLDARSE.  —  Entoldarse  uno. 

Engreírse,  desvanecerse. 
ENTON AMIENTO.—  Tener  mucho  ento- 
namiento,  o  entono. 

Ser  vanidoso,  presuntuoso,  etc. 
ENTORNAR. -Tanto  entornó,  que  tras- 
tornó. 

Se  dice  de  aquellos  demasiadamente 
impertinentes,  que  suelen  echar  a  per- 
der las  cosas  por  perfeccionarlas  y  apu- 
rarlas demasiado. 
ENTRADA.  —  Dulce  es  la  entrada,  mas 
amarga  es  la  estada. 

En  ocasiones,  aquello  que  llegamos 
a  alcanzar  sin  inconvenientes,  los  pre- 
senta graves  cuando  se  posee. 
Eatrada  por  salida,  o  La  entrada  por 
la  salida.  —  V.  Comido  por  servido. 

Dícese  también  de  la  visita  que  se 
hace  con  suma  brevedad. 
Más  tale  mala  entrada  que  buena  vuelta. 
Dícese  en  el  juego  de  tresillo  para 
animar  a  los  jugadores  poco  arriesga- 
dos en  hacer  juego  por  tener  cartas  me- 
dianas para  entrar. 
No  dejar  la  entrada  por  la  salida. 

Frecuentar  el  trato  de  alguna  perso- 
na, o  hacerse  repetidas  veces  visible 
en  alguna  parte,  con  objeto  de  sacar 
algún  provecho  o  utilidad  de  su  asidua 
presentación,  cuando  su  ausencia  po- 
dría serle  perjudicial. 
No  la  entrada,  sino  la  salida,  hace  a  los 
hombres  venturosos. 

Induce  a  portarse  caballerosamente 
en  todas  partes. 
Ser  una  cosa  una  entrada  de  pavana. 
Cosa  fútil  o  impertinente,  dicha  o 
propuesta  con  misterio  o  ridicula  gra- 
vedad.— Dícese  más  comúnmente  sali- 
da, en  vez  de  entrada. 


ENTRAMPAR 


—  353  — 


ENTRUCHAR 


Una,  dos  y  tres,  entrada  es. 

Aconseja  a  los  tresillistas  que  jue- 
guen con  tres  cartas  del  palo  a  que  se 
juegue,  especialmente  si  aquéllas  son 
la  espada,  la  mala  y  el  basto,  o  sea  el 
estuche  mayor. 
ENTRAMPAR.  -  Entrampar  una  cosa. 
Enredar,   confundir    un    negocio    de 
modo  que  no  se  pueda  aclarar  ni  re- 
solver. 
Entramparse  uno. 

Contraer  muchas  deudas;  empeñarse. 
ENTRANTE.  —  Ser  unos  entrantes  y  sa- 
lientes. 

Se  dice  de  aquellos  que  sin  objeto 
determinado,  y  tal  vez  con  miras  sos- 
pechosas, frecuentan  mucho  una  casa. 
ENTRAÑA.  —  Arrancársele  a  uno  las  en- 
trañas. 

Sentir  gran  dolor  o  conmiseración 
por  algún  suceso  o  acto  lastimoso. 
Dar  uno  hasta  las  entrañas,  o  las  en- 
trañas. 

Ser  sumamente  liberal  y  caritativo. 
Echar  uno  las  entrañas. 

Vomitar  con  violencia  y  muchas  an- 
sias. —  Trabajar  excesivamente. 
Entrañas^  arquetas,  a  los  amigos  abiertas. 
Denota   la    franqueza   y   liberalidad 
con  que  se  ha  de  tratar  a  los  verdade- 
ros amigos. 
Gruñirle  a  uno  algo  en  las  entrañas. 

Tener  algo  escondido  en  el  interior. 
Hacer  las  entrañas  a  una  criatura. 

Darle  la  primera  leche. 
Hacer  las  entrañas  a  uno. 

Disponerle,  sugerirle  o  preocuparle 
en  favor  o  en  contra  de  otro. 
Sacarle  a  uno  las  entrañas. — V.  Sacarle 

a  uno  los  redaños. 
Te  quiero  tanto,  que  te  metería  en  mis  en- 
trañas. 

Manera  de  exagerar  el  cariño  que  se 
siente  por  una  persona. 
ENTRAR.  —  Ahora  entro  yo. 

Expresión  que  usa  el  que  ha  estado 
oyendo  lo  que  otro  ha  querido  decir, 
sin  interrumpirle,  y  luego  habla  para 
contradecirle. 
Déjame  entrar,  y  me  haré  lugar. 

Expresa  que  en  todas  las  cosas  de  la 
vida  lo  difícil  es  dar  el  primer  paso, 
pues  dado  éste,  lo  demás  ya  viene  por 
sí  solo. 


Entrar  uno  bien,  o  mal,  en  una  cosa. 

Condescender  o  no  convenir  en  lo 
que  otro  dice  o  propone. 
Entrar  uno  dentro  de  sí,  o  en  sí  mismo. 
Reflexionar  sobre  su  conducta,  para 
corregirla  y  ordenarla  en  lo  sucesivo. 
Entróme  acá,  que  llueve. 

Denota   la   osadía   y    desenfado    de 
aquellos  que   se    introducen   en   casa 
ajena  valiéndose  de  su  mismo  descaro 
y  sinvergüenza. 
No  entrar  ni  salir  uno  en  una  cosa. 

No  intervenir,  no  tomar  parte  en  ella. 
No  entrarle  a  uno  una  cosa. 

No  ser  de  su  aprobación  o  dictamen. 
No  poder  aprenderla  o  comprenderla. 
No  entrarle  a  uno  una  persona. 

Desagradarle,  serle  repulsiva,  serle 
antipática. 
ENTREMÉS.  —  Los  entremeses  suelen 
acabar  en  palos. 

Ordinariamente,  en  todo  aquello  que 
es  motivo  de  gran  algazara,  suele  haber 
siempre  ocasión  para  algún  disgusto. 
ENTREMETER.-  No  te  entremetas  en 
lo  que  no  te  importa. 

Aconseja  que  cada  uno  se  cuide  de 
sus  asuntos,  sin  preocuparse  de  los  de 
los  demás. 
No  te  entremeter  en  lo  que  no  te  atañe 
hacer.  —  V.  No  te  entremetas  en  lo  que 
no  te  importa. 
ENTRESIJO.—  Tener  muchos  entresijos. 
Tener  una  cosa  muchas  dificultades 
o  enredos,  sin  ser  fácil  entenderlas  o 
desatarlas.  —  Ser  una  persona  muy  re- 
servada, que  procede  con  cautela  y  di- 
simulo en  lo  que  hace  o  discurre. 
ENTRETALLAR.— Entretallar  a  uno. 
Coger  y  estrechar  a  una  persona,  de- 
teniéndole el  curso  o  estorbándole  el 
paso. 
ENTRETENIDA.  —  Darle  a  uno  con  la 
entretenida,  o  Hacer  uno  la  entre- 
tenida. —  V.  Dar  largas  a  un  asunto. 
ENTRIPADO.—  Tener  uno  un  entripado. 
Enojo,  encono,  sentimiento  que  uno 
tiene  y  se  ve  precisado  a  disimular. 
ENTRUCHADA.  —  Hacer  una   entru- 
chada. 

Cosa  hecha  por  confabulación  entre 
algunas  personas  con  engaño  o  malicia. 
ENTRUCHAR.  — Entruchar  a  uno. 

Atraerlo    con    disimulo    y    engaño, 
23 


ENTUNES 


—  354  — 


EPIDEMIA 


usando  de  artificios,  para  meterlo  en 
algún  negocio. 
ENTUNES.— Eso  es  lo  mismo  que  preguntar 
por  Entunes  en  Portugal. 

Equivale  a  preguntar  por  una  perso- 
na de  nombre  muy  común  en  un  país 
o  localidad  donde  hay  muchos  que  le 
usan.  —  Es  igual  que  preguntar  por  Ma- 
rica en  Rávena,  por  un  estudiante  en 
Salamanca,  etc. 
ENVEDIJARSE. -Envedijarse  uno. 

Enzarzarse,  enredarse  unos  con  otros 
cuando  riñen,  pasando  de  las  palabras 
a  las  obras. 
ENVIDAR.- Envidar  de,  o  en, falso. 

Convidar  a  uno  con   una  cosa,  de- 
seando que  no  la  acepte. 
ENVIDIA.  —  Cernerse  uno  de  envidia,  o 
Comérselo  a  uno  la  envidia. 
Estar  enteramente  poseído  de  ella. 
Donde  reina  la  envidia  no  puede  vivir  la 
virtud. 

Porque  aquélla,  con  sus  dardos  pon- 
zoñosos, ahoga  los  méritos  de  ésta. 
Más  vale  que  nos  tengan  envidia  que  no 
lastima. 

Porque  el  estado  del  que  es  envidia- 
do supone  ser  próspero;  en  tanto  que 
el  de  aquel  a  quien  se  compadece,  ar- 
guye infelicidad  y  miseria.— V.  No  es  el 
mas  infeliz  el  que  no  tiene  amigos,  sino  el 
que  no  tiene  enemigos. 
Si  la  envidiafucra  tina,  ¡cómo  se  pegaría!, 
o  Si  la  envidia  fuera  tina,  j  cuántos 
tinosos  habría!,  o  ?nuchos  tinosos  habría, 
o  Si  la  envidia  tina  fuer  a,  ¡qué  de  tino- 
sos hubiera! 

Modo  de  zaherir  al  envidioso  disimu- 
lado. 
ENVIDIOSO.  —  El  envidioso  enflaquece 
de  lo  que  a  otro  engorda. 

La  prosperidad  ajena  es  causa  de  su- 
frimiento del  que  la  ve,  cuando  éste  se 
halla  dominado  por  el  execrable  vicio 
de  la  envidia. 
De  los  envidiosos,  ninguna  próspera  for- 
tuna está  segura. 

Porque   aquéllos   procuran   echarla 
por  tierra  valiéndose  de  malas  artes. 
ENVISCARSE.  -  Enviscarse  uno. 

Irritarse,  enconarse  el  ánimo. 
ENVOLTURA.  —  Abulta  más  la  envol- 
tura que  la  criatura.  —  V.  Ser  más  el 
ruido  que  las  nueces. 


ENZARZAR.— Enzarzar  a  uno. 

Enredar  a  algunos  entre  sí,  sembran- 
do discordias  y  disensiones. 
Enzarzarse  en  un  asunto. 

Meterse  en  negocios  arduos  y  de  di- 
ficultosa salida. 

ENZURRON  AR.-Enzurronar  una  cosa. 
Incluir  o  encerrar  un  objeto  en  otro. 

EPICURO.— Ser  un  Epicuro. 

Sujeto  egoísta  y  material,  que  sólo  ha- 
lla deleite  en  los  placeres  sensuales. — 
He  aquí  uno  de  los  muchos  puntos  en 
que,  desgraciadamente,  resulta  falseada 
la  Historia.  Fundador  Epicuro  de  una 
escuela  o  secta  cuya  base  era  que  la  fe- 
licidad del  hombre  reside  en  el  deleite,  no 
el  deleite  de  los  sentidos  y  del  vicio, 
sino  el  del  espíritu  y  la  virtud,  no  tar- 
daron los  estoicos  (a  quienes  se  podría 
denominar  los  jansenistas  del  paganis- 
mo), junto  con  otros  muchos  adversa- 
rios, en  levantarle  infinidad  de  calum- 
nias tergiversando  sus  doctrinas  y  sa- 
cando de  ellas  consecuencias  las  más 
perniciosas,  hasta  el  extremo  de  pro- 
palar que  echaba  por  tierra  el  culto  de 
los  dioses,  y  que  sumía  a  los  hombres 
en  las  más  vergonzosas  liviandades; 
pero  las  explicaciones  que  por  escri- 
to dio  de  su  enseñanza  y  lo  correcto 
y  morigerado  de  su  conducta  pública, 
dieron  un  solemne  mentís  a  sus  detrac- 
tores, quienes,  entonces  como  siempre, 
corroídos  por  la  negra  envidia,  ni  se 
dieron  por  convencidos  ni  se  contu- 
vieron en  su  persecución,  sino  que, 
levantando  un  altar  frente  a  otro  altar, 
esto  es,  invocando  su  nombre  y  su 
lema  distintivo,  acabaron  por  enseñar 
y  practicar  aquello  mismo  que  antes 
censuraban,  aplicando  a  los  goces  ma- 
teriales lo  que  Epicuro  refería  a  los 
espirituales:  de  ahí  dos  clases  de  epi- 
cúreos, los  rígidos  y  los  relajados;  ha- 
biéndose alzado  estos  últimos  con  la 
calificación  que  de  ellos  ha  hecho  la 
posteridad,  en  daño  del  buen  nombre 
que  a  los  primitivos  les  correspondía 
de  justicia.  Epicuro  murió  el  año  270 
antes  de  Jesucristo. 

EPIDEMIA.  —  Más  amarillo  que  la  epi- 
demia. 

Punto  de  comparación  para  exagerar 
lo  subido  de  dicho  color. 


EPÍSTOLA 


—  355  — 


ERROR 


EPÍSTOLA.  —  Ir  por  la  epístola. 
Ir  a  casarse. 
Leerle  a  uno  la  epístola  de  San  Pablo. 
Casarse. — Alude  a  que  en  la  ratifica- 
ción  del  sacramento   del   Matrimonio 
por  medio  de  la  misa  de  velaciones,  se 
lee  en  ésta  la  epístola  de  San  Pablo  a 
los  de  Éfeso  (cap.  V),  en  que  constan 
las  obligaciones  que  mutuamente  ad- 
quieren marido  y  mujer  por  razón  de 
su  nuevo  estado. 
ÉPOCA.  —  Formar,  o  hacer,  época  una 
cosa. 

Modo  de  denotar  que  un  hecho  o  su- 
ceso dejará  larga  memoria,  o  que  por 
su  importancia  será  el  principio  de  un 
período  en  la  historia  de  un  pueblo  o 
en  la  vida  de  una  persona. 
EQUIS.  —  Estar  uno  hecho  una  equis. 

Se  dice  del  que  está  borracho  y  que, 
dando  traspiés  y  cruzando  las  piernas, 
imita  la  figura  de  esta  letra. 
EQUIVOCACIÓN.  -  Una    equivoca- 
ción, cualquiera  la  tiene.  —  V.  El  mejor 
EbCRiBANo  echa  un  borrón. 
ERA  — ¡A  buena  parte  ha  ido  a  plantar  la 
era!  —  V.  Ir  por  lana  y  volver  trasqui- 
lado. 
El  que  no  va  por  la  era,  va  por  la  trigue- 
ra.—•  V '.  Cada  uno  tiene  su  ventanit a  por 
donde  asomarse. 
Tanto  dirán  eras,  eras,  hasta  que  lleguen 
a  ellas. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  sucede 
después  de  haber  sido  anunciado  o  ca- 
careado repetidas  veces  hasta  la  sa- 
ciedad. 
ERISIPELA. —  La  erisipela,  no  sangra 
lia;  de  hambre  matalla,  de  sed  ahogalla  y 
no  airealla. 

Se    recomienda    dicho    tratamiento 
para  su  pronta  curación. 
La  erisipela,  si  no  mata,  pela. 

Sabido  es  que  en  esta  enfermedad 

es  preciso  cortar  el  pelo  casi  siempre 

al  paciente,  menos  en  los  casos  en  que 

ella  misma  se  encarga  de  hacerlo  caer. 

ERIZO.—  Amable,  o  fino,  como  un  erizo. 

Se  dice  de  la  persona  áspera  e  intra- 
table. 
Parecer  un  erizo  manzanero. — V.  Amable, 
o  fino,  como  un  erizo. 
ERRADA.  —  Creer  en  la  errada. 

Equivale  a  fiarse  en  una  cosa  poco 


segura,  como  lo  es  la  herrada  llena  de 
agua  cuando  se  lleva  sobre  la  cabeza. 
La  tendencia  en  nuestra  lengua  a  los 
juegos  de  palabras  se  muestra  una  vez 
más  con  la  presente  frase.  Prevalién- 
dose de  que  errada  lo  mismo  suena  con 
h  que  sin  ella,  se  ha  formado  el  dicho, 
a  semejanza  de  lo  que  se  verifica  con 
la  expresión  una  herrada  no  es  caldera, 
que  puede  verse  en  el  lugar  correspon- 
diente de  este  Diccionario. 
ERRAR. —  Después  que  te  erré,  nunca  bien 
te  quise. 

Demuestra   que   ordinariamente    se 
aborrece  a  aquel  a  quien  se  ha  ofendi- 
do, por  temor  de  que  se  vengue. 
El  que  una  vez  llegó  a  errar,  juzgan  que 
no  volverá  a  acertar. 

Manifiesta  que  es  malo  sentar  un  pre- 
cedente, pues  ya  lo  juzgan  los  demás 
como  costumbre. 
Uno  fué  que  nunca  erró. 

Se  refiere  a  Dios,  que  como  Ser  per- 
fecto que  es,  no  puede  equivocarse. 
ERRE.  —  Seguir  erre  que  erre. 

Continuar  porfiadamente  en  un  em- 
peño, sin  desistir  de  él. 
Tropezar  uno  en  las  erres. 

Estar  bebido;  aludiendo  a  la  dificul- 
tad con  que  los  borrachos  pronuncian 
esta  letra. 
ERROR.  —  De  un  error,  muchos. 

■  El  que  en  la  investigación  de  una 
cosa  parte  de  un  principio  falso  o  equi- 
vocado, sacará  todas  las  consecuencias 
en  las  mismas  condiciones. 
El  error  del  entendido,  de  todos  es  repren- 
diao  y  rara  vez  corregido. 

Satirízase  de  este  modo,  por  lo  gene- 
ral, la  falta  cometida  por  una  persona; 
dando  a  entender  que  son  muy  pocos 
los  que  procuran  evitar  el  incurrir  nue- 
vamente en  ella. 
El  error  en  la  miseria  es  acusado;  el  vicio 
en  la  opulencia  es  excusado. 

Dice  un  cantar  popular  : 

Cuando  se  emborracha  un  pobre, 
le  llaman  el  borrachón; 
cuando  se  emborracha  un  rico... 
¡qué  gracioso  va  el  señor! 

Más  claro  :  que  según  la  clase  social  a 
que  se  pertenezca,  las  acciones  repro- 
bables se  llaman  faltas  leves,  errores  o 
crímenes  nefandos. 


ERUDITO 


356  — 


ESCAÑO 


No  hay  error  sin  autor,  ni  necedad  sin 
padrino. 

No  hay  disparate  que  no  haya  sido  de- 
fendido o  patrocinado  por  algún  sabio. 
Nota  el  error,  pero  no  ofendas  a  su  autor. 
Encarece  la  prudencia  al  echar  en 
cara  a  los  demás  la  falta  cometida. 
Salvo  error,  o  yerro,  u  omisión,  o  Salvo 
error  de  suma  o  pluma. 

Fórmula  que  se  suele  poner  al  fin  de 
una  cuenta  para  dar  a  entender  que, 
caso    de    estar    equivocada,    se    halla 
pronto  el  que  la  ha  extendido  a  repa- 
rar el  desacierto  en  que  involuntaria- 
mente incurriera,  si  se  equivocó  a  su 
favor,  o,  en  caso  contrario,  a  reclamar 
la  debida  indemnización.  —  La  primera 
forma    se    emplea  también  cuando  se 
narra  o  cuenta  alguna  cosa,  como  que- 
riendo disculpar  el  que  se  haya  olvida- 
do algún  detalle. 
En  los  errores  ajenos,  aprende  y  no  culpes. 
Enseña  a  fijarnos  en  las  faltas  come- 
tidas por  otros,  para  no  cometerlas  a 
nuestra  vez. 
ERUDITO.  —  Ser  un  erudito  a  la  violeta. 
El  que  sólo  tiene  una  tintura  super- 
ficial de  las  ciencias  y  artes,  o  sabiendo 
poco,  aparenta  mucha  ciencia. 

«...  pero  me  inflaman  los  primorosos 
aplausos  de  tanto  erudito  barbilampi- 
ño, peinado,  empolvado,  adonisado  y 
lleno  de  aguas  olorosas  de  lavanda, 
sansparcilla,  ámbar,  jazmín,  bergamota 
y  violeta,  de  cuya  última  voz  toma  su 
nombre  mi  escuela.»  (Cadahalso,  Los 
eruditos  a  la  violeta.) 
ESA. — Tente  ésa,  que  voy  por  paja. — Véase 
Chúpate  ésa  y  vuelve  por  otra. 
Ni  por  esas. 

No  darse  a  partido,  por  más  reflexio- 
nes o  esfuerzos  que  se  hagan. 
ESCABECHAR.  —  Escabechar  a  uno. 
Matarlo   a   mano   airada,    ordinaria- 
mente con  arma  blanca. 
ESCALA.  —  La  escala  del  interés,  hasta 
las  nubes  alcanza.  —  V.  Poderoso  caba- 
llero es  Don  Dinero. 
ESCALERA.  —  Ser  una  persona  de  esca- 
lera abajo. 

Aplícase  a  los  sirvientes  domésticos, 
y  con  especialidad  a  los  que  se  ocupan 
en  las  faenas  más  humildes,  cuando 
hay  otros. 


Servir  de  escalera. 

Aplícase  a  la  persona  que  ha  ayuda- 
do a  alcanzar  a  otro  un  puesto  elevado, 
grandes  riquezas,  etc.  La  recompensa 
suele  ser  un  puntapié. 
Sube  la  escalera  como  viejo  y  llegarás 
como  joven. 

Es  decir,  despacio,  sin  fatigarse. 
ESCALONA. —  Es  como  el  socorro  de  Es- 
calona. 

Aplícase  a  todo  remedio  que  llega 
tarde.  —  Tuvo  origen  de  que  habiendo 
ocurrido  un  incendio  en  Escalona,  villa 
distante  8  leguas  de  Toledo,  situada 
en  un  alto  de  la  ribera  del  Alberche,  y 
bajado  sus  habitantes  al  río  en  busca 
de  agua  para  apagar  el  fuego,  cuando 
subieron  se  encontraron  con  que  éste 
había  abrasado  ya  cuanto  tenía  que  de- 
vorar. Semejante  circunstancia  la  ex- 
presan algunos  añadiendo  a  la  frase 
susodicha  :  que  cuando  le  llega  el  agua, 
es  quemada  la  villa  toda. 
ESCAMA.  —  Tener  escama. 

Resentimiento  que  uno  tiene  por  el 
daño  o  molestia  que  otro  le  ha  causa- 
do, o  el  recelo  de  que  se  lo  cause. 
Tener  más  escamas  que  un  pez. 

Ser  una  persona  astuta,  práctica,  co- 
nocedora de  la  vida,  y  por  lo  tanto, 
difícil  de  engañar. 
ESCAMOCHO.  —  No  arriendo  tus  esca- 
mochos. 

Modo  de  decir  a  uno  que  está  tan 
escaso  de  bienes  que  no  le  sobra  nada. 
ESCAMPAR.-/  Ya  escampa!,  o  /  Ya  es- 
campa!... (Y  llovían  muelas  de  molino, 
o  chuzos,  o  guijarros,  o  Y  caían  capuchi- 
nos de  bronce,  o  Y  caían  capuchinos  de 
bronce  con  la  punta  hacia  abajo.) 

Exclamación  en  que  se  suele  pro- 
rrumpir al  oír  un  despropósito  o  incon- 
veniencia, que  se  añade  a  otro  u  otros 
anteriormente  manifestados. 
ESCÁNDALO.  —  Donde  hay  escándalo, 
hay  pecado. 

Todo  aquello  que  da  mal  ejemplo,  es 
punible. 
ESCÁNDALOS  A.— Soltar  uno  la  escan- 
dalosa. —  V.  Soltar  uno  la  maldita,  o 
la  sin  hueso. 
ESCAÑO.—  A Iguno  está  en  el  escaño,  que 
a  si  no  aprovecha  y  a  otro  hace  daño. 
Se  aplica  a  aquel  que  ocupa  algún 


ESCAPARSE 


—  357  — 


ESCLAVO 


puesto  o  goza  de  algún  favor  sin  fruto 
propio  y  con  daño  de  otros. 
Merecer  el  mismo  escaño  del  Cid. 

Ser  una  persona  muy  digna  de  res- 
peto por  su  valor  y  prudencia. 
ESCAPARSE.— Escapársele  a  uno  una 
cosa. 

No  advertirla;  no  caer  en  ella. —  Sol- 
tar, por  inadvertencia,  una  palabra  o 
especie  inoportuna. 
ESCARABAJEAR.  —  Escarabajearle 
a  uno  alguna  cosa. 

Punzar  y  molestar  un  cuidado,  temor 
o  disgusto. 
ESCARABAJO.—  Al  escarabajo,  sus  /li- 
jos le  parecen  granos  de  oro,  o  Dijo  el 
escarabajo  a  sus  hijos:  Venid  acá,  ?nis 
jlores. 

Demuestra  cómo  engaña  la  pasión  en 
el  juicio  de  las  dotes  y  gracias  de  las 
personas  que  amamos. 
Más  sucio  que  un  escarabajo. 

Aplícase  a  las  personas  que  no  se 
distinguen  por  su  limpieza,  con  alusión 
al  coleóptero  que  sirve  de  compara- 
ción, pues  éste,  como  es  sabido,  busca 
el  estiércol  para  alimentarse  y  hacer 
con  él  unas  bolas,  dentro  de  las  cuales 
deposita  sus  huevos.  —  Algunos  aña- 
den :  peloiero. 
Parecer  un  escarabajo. 

Se  dice  de  la  persona  pequeña  de 
cuerpo  y  de  mala  figura. 
Hasta  los  escarabajos  tienen  tos. 

Zahiere  a  aquellos  que  hacen  osten- 
tación de  cualidades  que  no  les  son 
propias,  o  aspiran  a  cosas  que  no  les 
corresponden.  —  V.  Hasta  los  gatos 
quieren  zapatos. 
Parecer  escarabajos. 

Dícese  de  las  letras  y  rasgos  mal  for- 
mados, torcidos  y  confusos,  parecidos 
en  algún  modo  a  las  patas  del  escara- 
bajo. 
ESCARBAR.  —  Muchas  veces,  el  que  es- 
carba, lo  que  no  quiere  halla. 

Recomienda  no  ahondar  en  asuntos 
escabrosos  de  los  que  nos  puede  venir 
algún  daño. 
ESCARCHA.  —  Escarcha  rebolluda,  al 
segundo  o  tercer  día,  suda. 

Por  lo  regular,  llueve  después  de  ha- 
ber caído  dos  o  tres  escarchas  grandes 
y  seguidas. 


Escarchas  sobre  lodo,  agua  sobre  todo. 
Ordinariamente  sucede  la  lluvia  per- 
sistente a  la  escarcha  sobre  terreno  en- 
charcado. 
ESCARDAR.  —  Enviar  a  uno  a  escar- 
dar, o  a  escardar  cebollinos. 

Despedirlo  ásperamente,  negándole 
lo  que  pide  o  solicita. 
ESCARDILLO.  —  Lo  ha  dicho  el  escar- 
dillo. 

Modo  de  apremiar  a  los  niños  a  que 
confiesen  lo  que  han  hecho,  suponien- 
do que  ya  lo  sabe  uno. 
Tengo  un  escardillo  que  me  dice  lo  que 
has  hecho.  — V.  Lo  ha  dicho  el  escardillo. 
ESCARMENAR.  —  Escarmenar  a  uno. 
Castigarle  por  travieso,   quitándole 
el  dinero  u  otros  objetos  de  que  puede 
hacer  mal  uso. — Estafarle  poco  a  poco. 
ESCARMENTADO.  —  El  escarmenta- 
do busca  el  vado,  o  bien  conoce  el  vado. — 
V.  De  los  escarmentados  nacen,  o  salen, 
o  se  levantan,  los  avisados,  o  los  arteros. 
De  los  escarmentados  nacen,  o  salen,  o 
se  levantan,  los  avisados,  o  los  arteros. 

Demuestra  cuánto  vale  la  experien- 
cia de  los  daños  y  trabajos  sufridos, 
para  evitar  en  adelante  las  ocasiones 
peligrosas. 
ESCARMIENTO.-^  los  escarmientos 
siguen  los  arrepentimientos.  —  V.  De  los 
escarmentados  nacen,  o  salen,  o  se  le- 
vantan, los  avisados,  o  los  arteros. 
ESCARNIO.  —  No  respondas  en  escarnio 
do  te  preguntan  cordura. 

Indica  que  se  debe  contestar  siem- 
pre en  el  mismo  tono  con  que  se  diri- 
jan a  uno. 
ESCAROLA.  —  De  escarola^  agua  ben- 
dita, cada  uno  toma  lo  que  necesita. 

De  las  cosas  que  abundan  no  se  pone 
a  nadie  limitación  en  su  consumo. 
ESCASEZ.  —  Donde  hay  escasez  no  puede 
reinar  la  liberalidad. 

El  que  no  tiene  para  dar,  no  puede 
ser  pródigo,  aunque  quiera. 
ESCILA .  —  Encontrarse  entre  Escila  y 
Caribdis. 

Modo  de  explicar  la  situación  del  que 
no  puede  evitar  un  peligro  sin  caer  en 
otro.  —  V.  Se  libro'  de   Caribdis  y  cayo" 
en  Scila. 
ESCLAVO.  —  Ser  uno  un  esclavo. 

Trabajar  mucho  y  estar  siempre  apli- 


ESCOBA 


-  358 


ESCRIBANO 


cado  en  cuidar  de  su  casa  y  hacienda, 
o  en  cumplir  con  las  obligaciones  de  su 
empleo. 
ESCOBA.  —  Cuando  nace  la  escoba,  nace 
el  asno  que  la  roa,  o  roiga,  o  roya. 

Da  a  entender  que  por  muy  pobre  y 
muy  feo  que  se  sea,  siempre  se  halla 
una  persona  de  su  igual  con  quien  aco- 
modarse. —  V.  Nunca  falta  un  roto 
para  un  descosido. 
Escoba  desatada,  persona  desalmada. 

Denota  el  trabajo  que  cuesta  coordi- 
nar lo  desordenado. 
La  primera,  escoba;  la  segunda,  señora. 
Enseña  que  suelen,  los  que  se  casan 
dos  veces,  tratar  mejor  a  la  segunda 
esposa  que  a  la  primera. 
ESCOBADA.  —  Dar  una  escobada. 

Barrer  sin  esmero  ni  detenimiento. 
ESCOBILLA.  —  Con  escobilla  el  paño,  y 
la  seda  con  la  mano. 

A  cada  uno  se  le  debe  tratar  con- 
forme corresponde  a  su  genio  y  edu- 
cación. 
ESCOBITA.  —  Escobita  nueva,  bien  ba- 
rre.— V.  Cedacico,  o  cedacito,  nuevo,  tres 
días  en  estaca,  segunda  acepción. 
(Qué  se  ha  de  hacer,  si  la  escobita  no 
quiere  barrer? 

Cuando  no  queda  otro  recurso,  hay 
que  conformarse  a  la  fuerza  con  lo  que 
exigen  las  circunstancias. 
ESCOGER.  —  A  quien  dan  en  qué  escoger, 
le  dan  en  que'  entender. 

Nota  la  dificultad  en  que  se  halla  uno 
en  atinar  con  aquello  que  le  es  más 
conveniente,  cuando  se  ha  de  elegir 
por  el  propio  conocimiento. 
ESCOLAPIO.  —  Los  escolapios  reciben 
los  niños  al  nacer,  y  los  paúles  se  encar- 
gan de  los  hombres  al  morir. 

Alude  a  la  preferente  ocupación  de 
los  individuos  de  esas  Órdenes  reli- 
giosas. 
ESCOLARSE.  —  Escolarse  uno. 

Colarse,    introducirse   a    escondidas 
en  alguna  parte  sin  permiso  de  nadie. — 
Resentirse  o  picarse  de  alguna  chanza. 
ESCOPETA.  —  Aquí  te  quiero  ver,  esco- 
peta, o  Aquí  te  quiero,  escopeta. 

Modo  de  dar  a  entender  ser  llegado 
el  caso  apurado  de  vencer  una  dificul- 
tad, o  salir  de  un  lance  arduo  que  ya 
se  temía. 


No  juegues  con  escopeta,  ni  tomes  choco- 
late de  a  peseta. 

Por  lo  comprometido  que  es  lo  pri- 
mero y  lo  malsano  de  lo  segundo. 

No  soy  escopeta. 

Exclamación  familiar  en  que  pro- 
rrumpe aquel  de  quien  se  exige  en  de- 
terminado acto  más  prontitud  de  la 
conveniente  o  posible,  con  alusión  a  la 
rapidez  con  que  obedece  el  arma  de 
fuego  al  dedo  de  quien  la  maneja.  — 
Cervantes  ha  empleado  en  la  parte  I, 
cap.  XVIII,  de  su  Quijote  la  frase  «y 
al  tiempo  que  Sancho  llegó  a  mirarle 
la  boca,  arrojó  de  si  más  recio  que  una 
escopeta  cuanto  dentro  tenía»;  en  cuyo 
pasaje  usó  el  adverbio  recio,  no  en  sen- 
tido de  estruendoso,  sino  de  pronta  o 
repentinamente. 

Ya  voy,  que  no  soy  escopeta.  —V.  No  soy 

ESCOPETA. 

ESCOPETEARSE.  — Escopetearse 

uno. 

Dirigirse  dos  o  más  personas,  alter- 
nativamente y  a  porfía,  cumplimientos 
y  lisonjas,  o,  por  el  contrario,  insultos 
y  desvergüenzas. 
ESCORPIÓN.  —  Si  el  escorpión  viera  y 
la  víbora  oyera,  no  habría  hombre  que 
al  campo  saliera. 

Por  lo  venenosos  que  son  ambos  ani- 
males. 
Si  te  pica  el  escorpión,  coge  la  pala  y  aza- 
dón. —  V.  Si  te  pica  el  alacrán,  llama  al 
cura  y  sacristán. 
ESCORROZO.  -  /£W  escorrozo,  no  te- 
ner qué  comer  y  tomar  mozo! 

Manera  de  reprender  irónicamente  a 
los  que  se  cargan  de  familia  sin  tener 
medios  para  sustentarla. 
ESCOTE.  —  A  escote  no  hay  nada  caro. 

Cuando  el  gasto  se  hace  entre  mu- 
chos, a  poco  se  puede  tocar. 
ESCOTILLÓN.  —  Desaparecer  como  por 
escotillón. 

Dícese  de  la  persona  que  deja  de 
verse  de  repente,  sin  saber  por  dónde 
se  ha  ido  ni  haber  dejado  huellas  de  su 
marcha. 
ESCRIBANO.  —  Apunte  usted,  señor  es- 
cribano, con  la  pítima  en  la  mano. 

No  debe  bastar  como  comprobante 
el  que  se  afirme  algo  ante  notario,  sino 
el  que  éste  lo  consigne  por  escrito. 


ESCRIBIR 


—  359  — 


ESCUDERO 


El  mejor  escribano  echa  un  borrón. 

Da  a  entender  que  la  flaqueza  huma- 
na nos  hace  a  lo  mejor  cometer  alguna 
falta,  por  más  cuidado  que  se  tenga. 
Por  bueno  o  por  malo,  el  escribano  de  tu 
mano. 

Enseña   cuánto    contribuye   para   el 
buen  éxito  de  un  asunto  tener  de  su 
parte  al  principal  agente  de  él. 
ESCRIBIR.  —  Así  estaba  escrito. 

Esto  es,  así  lo  tenía  dispuesto  la  Pro- 
videncia. 
En  escrito  yaz  esto;  sepadesnon  vos  miento. 
La  mejor  prueba  de  un  aserto  es  el 
documento  en  que  se  funda  su  exis- 
tencia. 
Escribe  antes  que  des,  y  recibe  antes  que 
escribas. 

Recomienda  las  precauciones  con 
que  se  ha  de  comerciar  y  tratar  los  ne- 
gocios, para  no  exponerse  a  las  pérdi- 
das que  ocasionan  el  descuido  y  la  de- 
masiada confianza. 
Escribe  en  llegando. — V.  La  del  humo. 
Escribir  tirado,  o  muy  tirado. 

Escribir  de  prisa. 
Lo  que  escribí,  escribí. 

Expresa  que  no  se  piensa  revocar  la 
resolución  tomada. 
Lo  escrito,  escrito  está.     -  V.  Lo  que 

ESCRIBÍ,  ESCRIBÍ. 

Lo  que  está  escrito,  se  cumple. 

Manifiesta  que  las  órdenes  se   dan 
para  que  sean  obedecidas. 
No  hay  nada  escrito  sobre  eso. 

Modo  con  que  se  niega  lo  que  otro 
da  por  cierto  o  asentado. 
Todo  escrito  debe  ser  limado  hasta  diez 
veces  antes  de  salir  a  luz. 

Es  precepto  de  Horacio  en  su  Arte 
poética,  con  el  que  denota  la  necesidad 
de  castigar  una  y  otra  vez  el  borrador 
de  una  obra  antes  que  pase  a  ser  del 
dominio  público. 
ESCRITOR.— «Si'  no  sirves  para  escritor, 
métete  a  redactor. 

Da  a  entender  que,  salvo  contadas 
honrosas  excepciones,  la  inmensa  ma- 
yoría de  los  redactores  de  papeles  dia- 
rios, mayormente  políticos,  son  el  des- 
echo de  los  escritores  públicos. 
ESCRITURA.—  Donde  no  hay  escritura 
no  hay  obligación. 

Expresa  que  para  que  una  cosa  deba 


cumplirse,   es  preciso  que  medie  una 
orden  o  un  compromiso  hecho  legal- 
mente. 
Escritura  es  buena  memoria. 

Los  documentos  son  la  mejor  prueba 
del  derecho  que  se  alegue  tener  a  al- 
guna cosa. 
ESCRÚPULO.  —  Parecer  un  escrúpulo. 

Aplícase  a  la  persona  o  cosa  suma- 
mente pequeña,  con  alusión  a  la  medi- 
da de  peso  antigua,  usada  especial- 
mente en  la  farmacia,  y  que  equivalía 
a  24  granos  o  798  miligramos. 
Escrúpulos  de  Marigargajo. 

Los  que  son  infundados,  ridículos  y 
extravagantes. 
Escrúpulos  de  monja. 

Los  que  son  extremadamente  nimios 
y  pueriles. 
Los  escrúpulos  de  Halicarnaso. 

Aquellos  que  trata  de  acallar  una 
conciencia  ancha,  por  prevalecer  en 
ella  la  conveniencia  propia  sobre  el 
cumplimiento  del  más  estricto  deber. — 
Es  refrán  limeño,  y  alude  a  un  zapa- 
tero así  llamado,  el  cual,  si  bien  se  ne- 
gaba a  hacer  directamente  el  oficio  de 
tercero,  no  tenía  reparo  en  desempe- 
ñarlo cuando  se  presentaba  la  ocasión, 
verbigracia,  de  coser  el  zapato  de  una 
hembra  que  iba  acompañada  de  su 
cuyo,  haciendo  pasar  a  la  pareja  al  in- 
terior de  la  trastienda  mientras  se  ocu- 
paba él  en  la  compostura  de  la  prenda 
deteriorada. 
Los  escrúpulos  son  la  tisis  del  alma. 

Porque  la  van  aniquilando  insensi- 
blemente después  de  haber  perturbado 
el  juicio,  de  donde  resulta  que  acaba 
muriendo  por  consunción. 
ESCUDERO.  —  A  escudero  pobre,  rapaz 
adivino. 

El  que  tiene  pocos  recursos,  de  cual- 
quier cosa  saca  provecho. 
Escudero  pobre,  taza  de  plata  y  olla  de 
cobre. 

Se  aplica  a  aquellos  que,  a  costa  de 
privaciones,  ostentan  riquezas  que  no 
tienen. 
Parecerse  al  escudero  de  Guadalajara: 
de  lo  que  promete  a  la  noche,  no  hay  nada 
a  la  mañana. 

Reprende  a  los  volubles  e  incons- 
tantes en  sus  palabras  y  acciones. 


ESCUDILLAR 


—  360 


ESO 


Tal  escudero  está  en  ¡a  frontera, y  talle 
da  en  la  mollera. 

El  que  se  encuentra  lejos  de  su  ha- 
cienda, no   puede  impedir  fácilmente 
que  ésta  sufra  algún  perjuicio. 
Escuderos  de  Hernán  Daza,  nueve  debajo 
de  una  manta. 

Critica  a  los  hidalgos  pobres  que  pre- 
sumían de  buena  posición  social. 
ESCUDILLAR.  —  En  el  escudillar  ve- 
rás quién  te  quiere  bien  y  quie'n  te  quie- 
re mal. 

Aquel  que  hace  los  beneficios  y  re- 
parte los  empleos,  pronto  descubre  la 
mayor  o  menor  afición  y  particular  in- 
clinación que  demuestra  a  cada  uno. 
ESCUDO.  —  Ser  el  escudo  de  uno. 

Ser  su  amparo,  su  defensa,  su  patro- 
cinio, etc. 
ESCUELA.  —  El  que  va  a  mear  y  no  pee,  es 
co?no  el  que  va  a  la  escuela  y  no  lee. 

Dícese,  a  modo  de  justificación,  cuan- 
do al  estar  haciendo  aquella  natural 
función  fisiológica,  hallándose  próxima 
otra  persona,  se  escapa  impensadamen- 
te alguna  ventosidad. 
Saber  uno  toda  la  escuela. 

Saber   todas    las   diferencias  de  un 
ejercicio  gimnástico. 
ESCUERZO.  —  Parecer  una  persona  un 
escuerzo. 

Ser  muy  flaca  o  de  figura  ruin. — Sueic- 
agregarse  el  calificativo  de  maligno. 
ESCUPIR.  —  -Yo  escupir  uno  una  cosa. 
Ser  aficionado  a  ella. 
Escupirle  a  uno. 

Hacer  escarnio  de  él. 
ESCURRIBANDA.  —   Tener    escurri- 
banda. 

Desconcierto,    flujo  de   vientre,  cá- 
maras. —  Corrimiento  o  fluxión  de  un 
humor.  —  V.  Dar  una  zurribanda. 
ESCURRIDA.  -Ser  una  persona  muy  es- 
currida. 

Dícese  de  la  que  es  muy  estrecha  de 
caderas. 
ESCURRIDIZO.  —  Hacerse  uno  el  escu- 
rridizo. 

Escaparse,  retirarse,  escabullirse  sua 
vemente. 
ESCURRIDURAS.  -  Llegar  a  las  escu- 
rriduras. 

Llegar  uno  a  lo  último,  a  los  desper- 
dicios o  residuos  de  una  cosa. 


ESE.  —  Echarle  a  uno  una  ese^  unflavo,  o 
Poner  ese  y  clavo. 

Cautivar  con  beneficios  la  voluntad 
de  una  persona.  — Dícese  por  alusión  al 
jeroglífico  de  la  ese  atravesada  por  un 
clavo,  y  que  significa  esclavo. 
Ir  uno  haciendo  eses. 

Estar  sumamente  borracho;  ir  dando 
traspiés  con  pasos  vacilantes  y   tor- 
tuosos. 
Tener  las  cuatro  eses  de  los  enamorados. 
Poseer  las  cualidades  de  sabio,  solo, 
solicito  y  secreto. 
ESENCIA.  —  Ser  de  esencia  de  una  cosa. 
Ser  preciso,  indispensable;  ser  con- 
dición inseparable  de  ella. 
Ser  una  cosa  la  quinta  esencia. 

Ser  lo  más  fino  y  depurado  que  cabe. 
ESFERA.  —  Quien   espera   en   la   esfera 
muere  en  la  rueda. 

Aconseja  que  no  debe  el  hombre  po- 
ner su  confianza  en  este  mundo  incons- 
tante. 
ESFUERZO.  —  Buen  esfuerzo  vence  a  la: 
mala  ventura. 

El  que  emplea  todo  su  empeño  en 
realizar  algo,  salva  los  obstáculos  que 
a  ello  se  opongan. 
El  esfuerzo  es  gloria;  la  confianza,  vileza* 
Siempre  tiene  mayor  valor  lo  que  de- 
pende de  la  propia  voluntad  que  de  la 
ajena. 
ESGUINCE.  —  i  Qué  es  esguince?  —  Ca- 
torce borriquitos,  y  tú,  quince. 

Contestación  que  se  da  a  una  pre- 
gunta indiscreta  o  tonta. 
ESGUÍZARO.  —  Ser  un  esguízaro. 

Hombre  muy  pobre  y  desvalido. 
ESO.  —  Ahí  queda  eso,  o  Allá  va  eso,  con 
cascara  y  hueso. 

Dícese  cuando  se  abandona  o  se  da 
una  cosa  o  asunto  que  es  comprometi- 
do o  por  lo  menos  molesto. 
Para  eso... 

Denota  el  sentimiento  o  enojo  que 
experimenta  uno  al  ver  que  han  sido 
de  todo  punto  infructuosos  los  medios 
empleados  para  la  consecución  del  fin 
propuesto,  o  que  lo  serían  si  se  llega- 
ra a  ponerlos  en  juego;  v.  gr.:  Me  dices 
que  respetarás  todas  las  correcciones  que 
haga  en  tu  escrito,  y  luego  lo  publicas 
sin  hacer  caso  de  ellas;  para  eso  no  hu- 
biera tomado  yo  la  pluma  y  perdido  el 


ESPADA 


—  361  - 


ESPALDA 


tiempo.  —  Te  doy  esa  limosna  con  el  obje- 
to de  que  cubras  tus  necesidades,  y  no 
para  que  lo  gastes  en  la  taberna;  porque 
para  eso,  haz  cuenta  que  no  existo. 
¿  Qué  es  eso?  —  Patatas  con  queso. 

Réplica  a  la  curiosidad  indiscreta. 
i  I7- eso  que... I 

Indicación  con  que  se  llama  la  aten- 
ción de  alguien,  haciendo  resaltar  cier- 
ta oposición  sobre  lo  anteriormente 
dicho;  v.  gr. :  La  criada  vino  a  las  once, 
¡y  eso  que  le  dije  que  estuviera  en  casa  a 
las  ocho!  —  /  Qué  sucia  está  esta  calle,  y 
eso  que  no  hace  todavía  un  cuarto  de 
liora  que  la  han  barrido! 
Y  para  eso . . . 

Locución  por  medio  de  la  cual  se 
encarece  lo  difícil  o  desagradable  que 
resulta  la  ejecución  de  una  cosa  des- 
pués de  otros  inconvenientes  anterior- 
mente realizados;  v.  gr. :  Tendrás  que 
volver  muchas  veces  y  hacer  no  pocas  an- 
tesalas, y  para  eso,  Dios  quiera  que  no 
te  reciban  al  fin  y  al  cabo  con  malos  mo- 
dos.—  Tardé  bastantes  años  en  recuperar 
el  libro  que  le  había  prestado,  y  para  eso, 
me  lo  devolvió  todo  lleno  de  garabatos. 
ESPADA. — Al  espada,  o  matador,  que  no 
hace  la  cruz,  se  lo  lleva  el  diablo. 

Porque  de  no  cruzar  bien  la  espada 
con  la  muleta,  se  expone  a  marrar  la 
estocada  y  ser  cogido  por  el  toro. 
Entrar  uno  con  espada  en  mano. 

Esto  es,  empezar  con  violencia  y  ri- 
gor una  cosa. 
Espada,  mujer  y  membrillo  a  toda  ley,  de 
Toledo. 

Recomienda  como  superiores  las  tres 
cosas  citadas  originarias  de  la  imperial 
ciudad. 
Meterle  a  uno  la  espada  hasta  la  guarni- 
ción, o  hasta  la  empuñadura. 

Apretarle,  estrecharle  con  razones  o 
causarle  un  vivo  sentimiento. 
Ni  espada  que  fué  rota,  ni  mujer  que 
trota. 

Indica  que  ninguna  de  estas  dos  co- 
sas es  recomendable. 
Poner  a  alguno,  o  estar,  o  hallarse,  entre 
la  espada  .y  la  pared. 

Ponerle  en  trance  de  tener  que  de- 
cidirse por  una  cosa  o  por  otra,  sin  es- 
capatoria ni  medio  alguno  de  eludir  el 
conflicto. 


Relucir  como  una  espada,  o  como  espada. 
Ser  una  cosa  muy  pulida,  tersa  y  bri- 
llante. 
Pota  una  vez  la  espada,  no  queda  bien 
soldada. 

Indica  que  ciertas  cosas,  tales  como 
la  amistad,  la  confianza,  etc.,  una  vez. 
perdidas,  aun  cuando  se  reanuden  o 
recuperen,  ya  no  son  tan  firmes  y  ver- 
daderas como  lo  fueron  anteriormente. 
Sacar  la  espada  por  una  persona  o  cosa. 
Salir  a  su  defensa  o  interesarse  en  el 
buen  éxito  de  un  asunto. 
Salir  uno  con  su  media  espada. 

Entremeterse  en  una  conversación, 
interrumpiéndola   con   cosas   imperti- 
nentes o  disparatadas. 
Ser  como  la  espada  de  Bernardo,  que  ni 
pincha  ni  corta. 

Aplícase  a  la  persona  que  por  cálculo 
o  por  temperamento  carece  de  energía 
y  resolución  en  las  ocasiones  que  lo 
exigen,  y  también  a  las  cosas  que  son 
de  todo  punto  inútiles. 
Ser  un  media  espada. 

Se  dice  de  la  persona  que  no  es  muy 
diestra  en  la  profesión  u  oficio  que 
ejerce. 
Temblarle  a  alguna  persona  o  cosa  mas- 
que, o  tanto  como,  a  una  espada  des- 
nuda. 

Causar  miedo  o  respeto,  como  ocu- 
rre cuando  se  ve  dicha  arma  amena- 
zando a  uno. 
Espadas  son  triunfos. 

Dicho  que  evocan  a  su  favor  los  que 
quieren  resolver  todas  las  graves  cues- 
tiones sociales  o  personales  por  me- 
dio de  las  armas  o  de  la  fuerza  bruta. 
Quedarse  uno  a  espadas. 

Llegar  a  no  tener  nada,  o  perder  al 
juego  todo  lo  que  tenía.  —  Quedarse 
en  blanco. 
ESPALDA.— Relucirle  a  uno  la  espalda. 
Ser  un  hombre  rico  o  tener  mucha 
dote  una  mujer. 
Echar  una  cosa  sobre  las  espaldas  de 
uno. 

Poner  a  su  cargo  algún  negocio. 
Echarse  uno  a  las  espaldas  una  cosa. 
Olvidar  voluntariamente,  o  abando- 
nar, un  cargo  o  negocio. 
Echarse  uno  sobre  las  espaldas  una  cosa. 
Hacerse  responsable  de  ella. 


ESPALDA 


—  362  — 


ESPAÑA 


Espaldas  de  molinero  y  tetas  de  panadera 
710  se  halla  dondequiera. 

Aplícase  a  las  cosas  raras  o  no  co- 
munes. 
Estar  de  espaldas  los  ángeles  de  dos  per- 
sonas. 

Estar  éstas  regañadas. 
Guardar  uno  las  espaldas. 

Resguardarse  o  resguardar  a  otro, 
mirando  por  sí,  o  por  él,  para  no  ser 
ofendido. 
Hablar  por  las  espaldas. 

Decir  contra  uno,  en  ausencia,  lo  que 
no  se  le  diría  cara  a  cara. 
Hacer  espaldas  a  uno. 

Resguardarle,  encubrirle  o  proteger- 
le para  que  salga  bien  de  un  empeño  o 
peligro. 
Hacer  espaldas  a  uno  alguna  cosa. 

Dícese  de  todo  aquello  que  subsana, 
resarce  o  compensa  alguna  contrarie- 
dad o  quebranto. 
Hacer  uno  espaldas. 

Sufrir,  aguantar  pacientemente  todo 
aquello  que  venga  sobre  uno.  — Guar- 
darlas para  evitar  una  sorpresa. 
Medirle  a  uno  las  espaldas. 

Apalearle  en  ellas. 
Mosquear  a  uno  las  espaldas. 

Darle  azotes  en  ellas  por  castigo. 
No  azotan  a  quien  tiene  espaldas. 

La  persona  que  tiene  padrinos  o  va- 
ledores poderosos,  no   hay   quien   se 
atreva  con  ella. 
Picar  las,  o  en  las,  espaldas.  —  V.  Picar 

la  RETAGUARDIA. 

Tener  espaldas  de  molinero. 

Dícese  del  que  las  ostenta  anchas, 
abultadas  y  fuertes,  como  suele  veri- 
ficarse en  los  molineros,  acostumbra- 
dos a  cargar  sobre  ellas  los  sacos  de 
grano  y  harina. 
Tener  uno  las  espaldas  bien  cubiertas,  o 
guardadas,  o  seguras. 

Tener  valedores  que  le  defiendan  en 
caso  de  apuro,  con  lo  cual  puede  obrar 
a  mansalva. 
Tener  uno  seguras  las  espaldas. 

Vivir  asegurado  de  que  otro  no  le 
molestará. 
Tirar,  o  tumbar,  de  espaldas  a  uno  una 
cosa. 

Causarle    suma   extrañeza,  admira- 
ción, espanto,   aversión,   repugnancia, 


asco,  etc.,  según  las  circunstancias,  lo 
cual  parece  como  que  impulsa  a  retro- 
ceder precipitada  y  aturdidamente,  sin 
volver  la  cara  al  objeto  que  causa  seme- 
jante impresión,  con  grave  riesgo  de 
caer  al  suelo  boca  arriba. 
Tornar,  o  volver,  las  espaldas. 

Negarse  a  alguno.  —  Retirarse  de  su 
vista  con  desprecio. 
ESPANTAJO.  —  Ser  un  espantajo. 

Ser  un  ser  despreciable. 
ESPANTAR.  —Al  espantado,  la  sombra 
le  espanta. 

Se  dice  de  aquel  que  ha  padecido  un 
trabajo  o  contratiempo  y  con  cualquier 
motivo  se  asusta  y  teme  no  le  vuelva  a 
ocurrir  cualquier  percance. 
Lo  poco  espanta  y  lo  mucho  amansa. 

Por  lo  regular  nos  aterramos  con  la 
imagen  de  un  mal  pequeño,  y  después 
la  Providencia  nos  da  aliento  para  su- 
frir con  resignación  las  grandes  calami- 
dades. 
ESPAÑA.  —  En  España,  cosa  aplazada, 
cosa  perdida. 

Como  los  españoles  tienen  fama  (no 
diré  si  merecida  o  no)  de  apáticos,  de 
ahí  la  creación  de  este  adagio,  que  ex- 
presa bien  a  las  claras  que  lo  que  un 
español  deja  para  el  día  siguiente,  pue- 
de asegurarse  que  no  se  verá  hecho 
nunca. 
En  España,  el  que  apaña,  apaña.  — V.  Lo 

que  está  en  España  es  de  los  españoles. 
En  España  es  herejía  tener  sentido  común. 
Dicho  de  D.  Juan  Eugenio  Hartzen- 
busch,  elevado  ya  al  rango  de  refrán, 
por  desgracia  harto  verdadero,  y  cuyo 
significado  se  explica  suficientemente 
por  sí  mismo  para  necesitarse  descen- 
der a  enojosos  comentarios. 
iT«  España  hay  dos  Españas:  una  que 
paga  y  otra  que  cobra. 

O  séase,  la  de  los  tontos  que  se  ma- 
tan a  trabajar,  sin  casi  poder  vivir,  y  la 
de  los  listos  que  viven  sin  trabajar. 
En  España,  lo  primero  es  no  obedecer,  y 
luego,  determinar  lo  más  conveniente. 

Expresa  bastante  típicamente  el  ca- 
rácter del  pueblo  hispano. 
En  España  se  mueren  los  niños  en  la  cuna 
de  puro  envidia. 

Manifiesta  el  carácter  envidioso  de 
los  españoles. — Cada  cosa  en  su  punto: 


ESPAÑOL 


—  363  — 


ESPAÑOL 


en  España  como  en  todas  partes,  hay 
envidiosos  y  no  los  hay;  de  modo  que 
no  vale  especificar. 

En  España  todo  es  mentira. 

Juicio  quizás  exagerado  de  algún  ex- 
tranjero al  tratar  de  las  cosas  españolas. 

En  España,  todo  lo  que  no  habla  es  bueno. 
Refrán  inventado  por  algún  hispanó- 
fobo  para  expresar  que  el  país,  en  sí, 
es  hermoso;  pero  sus  habitantes  no, 
motejándolos,  de  paso,  de  parlanchines 
y  habladores. 

En  España  todos  servimos  para  todo. 

Como  dicen  que  los  destinos  se  hacen 
para  los  hombres,  y  no  los  hombres 
para  los  destinos,  queda  explicada  la 
frase. 

España  es  el  país  de  los  empeños. 

En  todo  tiempo  han  andado  los  espa- 
ñoles comprometidos  en  empresas  que 
les  han  facilitado  más  fama  que  pro- 
vecho. 

España  es  el  país  di  los  viceversas. 

Dicho  empleado  por  Fray  Gerundio 
(D.  Modesto  de  Lafuente)  para  denotar 
que  nuestra  nación  es  el  tipo  de  las 
contradicciones  y  anomalías. 

Lo  que  está  en  España  es  de  los  españoles. 
Dícese   cuando   alguna    persona    se 
apodera  de  una  cosa,  no  subrepticia- 
mente, sino  a  la  vista  de  todos,  aun 
cuando  no  le  pertenezca. 

No  hay  cosa  mala  en  España,  sino  la  que 
habla.  —  V.  En  España,  todo  lo  que  no 
habla  es  bueno. 

—  (Quién  vive?  —  España.  — ¿Qué gente? 

—  No  sernos  gente,  que  vengo  yo  solo. 
Dicho  atribuido  a  un  aragonés,  para 

motejarlos  de  brutos. 

—  ¿Quién  vive?  — España.  — ¿Qué gente? 

—  No  son  gentes,  que  son  dominicanos.  — 
V.  Dominico,  come  mierda  con  el  pico. 

¡Quieta  España! 

Manera  de  indicar  que  no  se  mueva 
uno,  o  que  deje  correr  con  paciencia  los 
acontecimientos. 
ESPAÑOL.  —  Aquí  yace  un  español  que, 
estando  bueno,  quiso  estar  7nejor. 

Aplícase  a  los  ambiciosos,  que  por  el 
deseo  de  mejorar,  se  quedan  peor  de 
lo  que  estaban,  perdiéndolo  todo. 
Cuando  el  español  canta,  o  rabia  o  no 
tiene  blanca. 

Manifiesta  el  carácter  alegre  y  des- 


preocupado de  los  hijos  de  España, 
que  desfogan  su  mal  humor  en  la  forma 
indicada  por  el  refrán. 

El  españoleo,  después  de  comer  le  entra 
frío. 

Dícese  cuando  una  persona  se  queja 
de  frío  en  la  circunstancia  indicada.  — 
Ignoro  por  qué  ha  de  ser  precisamente 
español,  y  no  ruso  o  tártaro,  el  agra- 
ciado con  semejante  fenómeno. 

El  español  valiente,  después  de  comer, 
frío  siente.  —  V.  El  es  pañol  fino,  después 
de  comer  le  entra  frío. 

Español,  fuego;  indio,  agua  :  agua  mata 
fuego. 

Alude  al  carácter  impetuoso  de  la 
generalidad  de  los  españoles  y  al  espe- 
cial de  los  indios.  —  Es  frase  de  origen 
americano. 

Español  que  no  se  casa,  a  casa  vuelve. 
Indica  lo  apegados  que  son  al  terru- 
ño, particularmente  los  del  interior  de 
la  Península. 

La  pregunta  del  español. 

Hizo  una  corta  ausencia  de  Madrid 
el  conde  de  Bornos,  y  el  día  en  que 
volvió,  hallándolo  casualmente  el  mar- 
qués de  Povar,  le  dijo  :  «¿Qué  es  esto, 
Bornos,  ya  has  venido?-*  «No,  amigo; 
pero  me  estoy  esperando  de  un  mo- 
mento a  otro.>  —  A  interrogación  tan 
sandia  como  corriente  en  nuestro  sue- 
lo con  motivo  de  encontrarse  uno  con 
una  persona  a  quien  se  la  suponía  estar 
todavía  ausente,  se  le  da  el  nombre  de 
la  pregunta  del  español. 

Todo  español  castizo  lleva  dentro  de  si  un 
fraile  y  un  curial. 

El  fraile,  en  cuanto  a  su  costumbre 
de  pedir  y  guardar  para  sí  o  para  los 
suyos;  y  el  curial,  respecto  de  poner  en 
juego  todo  linaje  de  marañas  y  subter- 
fugios con  el  objeto  de  eludir  el  cum- 
plimiento de  la  ley. 

Un  español  a  carta  cabal  no  piensa  más 
que  en  su  misa  y  su  doña  Luisa. 

Dicho  con  que  se  calificaba  en  lo  an- 
tiguo a  los  españoles  de  exagerada- 
mente devotos  y  rendidamente  ena- 
morados. 

A  los  españoles  les  vienen  siempre  cortos 
el  tiempo  y  el  dinero. 

Los  moteja  de  derrochadores  de  una 
y  otra  cosa. 


ESPARRAGAR 


364 


ESPERANZA 


Tres  españoles,  cuatro  opiniones. 

Alude  a  lo  individualistas  que  son 
los  habitantes  de  España,  que  cada 
cual  sostiene  un  criterio  diferente,  y 
aun  varios,  acerca  de  cualquier  cosa. 
ESPARRAGAR.—  ¡Anda,  o  vete,  a  espa- 
rragar! 

Expresión  que  se  usa  para  despedir 
a  uno  con  desprecio  o  enfado. 
ESPÁRRAGO.  —Estar,   o   quedar  solo, 
como  el  espárrago. 

Se  dice  de  aquel  que  no  tiene  pa- 
rientes ni  amigos,  o  del  que  vive  y  anda 
solo. 
¡Anda,   o   vele,   a  freír  espárragos!  — 

V.  ¡Anda,  o  vete,  a  esparragar! 
Hacerse  alguna  cosa  más  presto  que  se  cue- 
zan los  espárragos. 

«Son  los  espárragos,  cozidos  con  sal, 
azeyte,  y  vinagre  comidos,  muy  gratos 
al  gusto,  mas  dan  poco,  y  mal  susten- 
to. Dispiertan  el  apetito,  tienen  virtud 
de  calentar,  y  de  barrer,  y  limpiar  los 
ríñones,  y  de  mouer  la  orina,  sufren 
muy  breue  cocimiento :  por  lo  qual 
Druso  siempre  que  quería  significar 
auerse  de  hazer  alguna  cosa  en  breuis- 
simo  tiempo,  dezía  :  Haráse  mas  presto 
que  se  cuezan  los  espárragos  :  de  adon- 
de vino  a  quedar  con  autoridad  de  ada- 
gio.» (Sorapán  de  Rieros,  Medicina  es- 
pañola contenida  en  proverbios  vulgares 
de  nuestra  lengua.  16 16.) 
Los  espárragos  en  abril,  para  mi;  en 
mayo,  para  mi  amo,  y  en  junio,  para  nin- 
guno. 

Enseña  el  tiempo  en  que  están  en 
mejores  condiciones  para  ser  comidos. 
ESPARTLLLO.  —  Coger  a  uno  al  espar- 
tillo. 

Encontrarlo  casualmente,  y  aprove 
charse  de  aquella  ocasión  para  conver- 
sar con  él. 
ESPARTO.  —  Más  seco  que  un  esparto. 

Aplícase  a  la  persona  por  extremo 
delgada.  —  Igualmente  se  usa  para  de- 
mostrar que  una  cosa  no  está  mojada. 
ESPECIA.  —  Especia  cocida,   especia 
perdida. 

Enseña  que  para  que  las  especias  no 
pierdan  sus  condiciones  características, 
no  deben  someterse  a  la  acción  de  la 
lumbre  con  los  guisados  de  que  for- 
men parte. 


ESPECIE.  —  Escapársele  a  uno    una  es- 
pecie. 

Decir  inadvertidamente  lo  que  no 
era  del  caso  o  se  debía  callar. 
Soltar  uno  una  especie. 

Decir  alguna  proposición  para  reco- 
nocer y  explorar  el  ánimo  de  los  que 
le  oyen. 
ESPEJARSE.  —  Espejarse  en  uno. 

Mirarse  en  uno.  — Es  frase  anticuada. 
ESPEJO.  —  Lo  que  te  diga  el  espejo  no  te 
lo  dirán  en  el  concejo. 

Indica  que  el  espejo  no    miente  ni 
adula,  lo  cual   no  sucede  en  la  socie- 
dad, pues,  por  educación,  muchas  ver- 
dades hay  que  callarlas. 
Mirarse  en  uno  como  en  un  espejo. 

Tenerle  mucho  amor  y  complacerse 
en  sus  gracias  o  en  sus  acciones. 
Mirarse  uno  en  el  espejo  de  los  burros* 
Mirarse  en  el  agua  de  un  pilón,  fuen- 
te, barreño,  etc. 
Mírate  en  ese  espejo. 

Es  tanto  como  decir  :  sírvate  de  es- 
carmiento ese  ejemplo;  aprende  en  ca- 
beza ajena. 
No  hay  mejor  espejo  que  el  amigo  viejo. 
Porque  éste,  valido  de  la  confianza 
que  da  el  tiempo,  no  adula  ni  engaña, 
sino  que  habla  claro,  aunque  lo  que 
diga  no  agrade  al  que  lo  escucha. 
¡No  te  verás  en  ese  espejo! 

Modo  de  decir  a  uno  que  no  logrará 
lo  que  desea  o  pretende. 
{Qué  espejo  hará  la  fuente  do  la  vecera 
se  mete? 

La  persona  que  es  de  malas  costum- 
bres, ya  se  comprende  que  no  puede 
dar  buen  ejemplo. 
ESPERA.  —  Soy  Espera,  tan  antigua  como 
cualquiera. 

Leyenda  de  las  armas  de  la  villa  de 
Espera,   provincia  de  Cádiz,  distante 
15  leguas  de  su  capital. 
ESPERANZA.  —  Con  la  esperanza  se 
vive. 

Consuelo  que  se  da  a  aquel  que  tar- 
da en  ver  realizadas  sus  aspiraciones, 
exhortándole  a  que  no  desmaye  en  su 
confianza. 
Dar  esperanza,  o  esperanzas,  a  uno. 
Darle  a  entender  que  puede  estar 
confiado  en  alcanzar  lo  que  solicita  o 
desea. 


ESPERAR 


365 


ESPINA 


Esperanza^  esfuerzo  vencen  en  toda  lid. — 
V.  Buen  esfuerzo  vence  a  la  mala  ven- 
tura. 
La  esperanza  era  verde,  y  se  la  comió  un 
borrico. 

Expresión  usada  por  aquel  que  ha 
perdido  la  que  tenía  en  la  realización 
de  una  cosa. 
La  esperanza  es  fruta  de  necios. 

Refrán  muy  verdadero  si  lo  que  se 
aguarda  es  un  absurdo;  no  así  si  la  con- 
sideramos como  verdadera  virtud  teo- 
logal. 
La  esperanza  es  lo  último  que  se  pier- 
de. —  V.  Mientras  hay  vida  hay  espe- 
ranza. 
Llenar  una  cosa  la  esperanza,  o  las  es- 
peranzas, de  uno. 

Corresponder  el  éxito  a  lo  que  con 
fundamento  se  prometía  uno  que  ha- 
bía de  suceder. 
Más  vale  buena  esperanza  que  ruin  po- 
sesión. 

Indica  que  es  más  noble  aguardar  a 
poseer  una  cosa   legítimamente,    que 
conseguirla  por  medios  ilícitos. 
Alimentarse  uno  de  esperanzas. 

Lisonjearse  con  poco  fundamento  de 
conseguir  lo  que  desea  o  pretende. 
El  que  vive  de  esperanzas  se  expone  a 
morir  en  ayunas. 

Cuando  pasa  largo  tiempo  sin  que  se 
cumplan  los  deseos  o  propósitos  que 
uno  creía  ver  realizados,  lo  más  pru- 
dente es  abandonarlos  y  poner  su  mira 
en  otro  objetivo  que  ofrezca  garantías 
de  mejor  éxito. 
Quien  vive  de  esperanzas  tnuere  de  ham- 
bre.—  V.  El  que  vive  de  esperanzas  se 
expone  a  morir  en  ayunas. 
ESPERAR.  —  El  que  espera,  desespera. 

Manifiesta  que  la  persona  que  vive 
en  una  esperanza  incierta  de  lograr  el 
fin  de  sus  deseos,  está  siempre  en  una 
continua  mortificación. 
Quien  no  espera,  no  alcanza. 

Modo  de  recomendar  la  virtud  de  la 
paciencia  para  lograr  el  fin  deseado. 
ESPERLINGA.  —  Sola  Esperlinga  no 
quiso  lo  que  a  toda  Sicilia  plugo. 

Esperlinga,  antigua  villa  de  Sicilia,  en 
el  Valle  de  Mazzara,  a  36  millas  al  Sud- 
oeste de  Cefalú,  es  la  única  población 
que  dio  asilo  a  los  pobres  franceses  que 


pudieron  librarse  del  degüello  de  las 
Vísperas  Sicilianas.  Semejante  acción 
se  consignó  en  la  siguiente  inscripción, 
que  se  grabó  en  el  castillo :  Quod  Sicu- 
lis  placuit,  solum  Sperlinga  negavil. — Al 
citar  Zurita,  en  sus  Anales  de  Aragón,  el 
proverbio  que  promueve  este  artículo, 
explica  el  nombre  de  Esperlinga,  como 
debe  ser  y  acabamos  de  demostrar,  por 
el  de  una  población;  pero  muchos  es- 
critores italianos  refieren  indebidamen- 
te dicho  nombre  al  de  un  personaje. 
En  esta  ocasión,  como  en  otras  muchas, 
la  gente  de  fuera  sabe  mucho  más  que 
la  de  casa. 
ESPETAR.  —  Espetarle  a  uno  alguna 
cosa. 

Decirle  de  palabra  o  por  escrito  algu- 
na inconveniencia,  causándole  sorpre- 
sa o  molestia. 
Espetarse  uno. 

Encajarse,  asegurarse,  afianzarse. 
ESPIGA.  —  Quedar  la  espiga  después  de 
hecho  el  agosto. 

Obtener  una  segunda  utilidad  en  un 
negocio,  después  de  haber  sacado  la 
primera  y  principal. 
Quedarse  uno  a  la  espiga. 

Quedarse  a  lo  último  para  aprove- 
charse de  los  desperdicios  de  otros. 
Muchas  espigas   nacen  de  un  grano  de 
cibera. 

Enseña  que  aun  de  las  cosas  más  pe- 
queñas se  obtiene  gran  rendimiento. 
ESPIGÓN.  —  Ir  uno  con  espigón,  o  Lle- 
var uno  espigón. 

Retirarse  picado  o  con  resentimiento. 
ESPINA.  —  Bien  sabe  la  espina  dónde  hin- 
ca. —  V.  Saber  uno  dónde  le  aprieta  el 

ZAPATO. 

Darle  a  uno  mala  espina  una  cosa. 

Hacerle  entrar  en  recelo  o  cuidado. 
Dejar  la  espina  en  el  dedo. 

No   remediar   enteramente   el  daño 
que  se  padece. 
Estar  en,  o  parecerse  a,  o  poner  a  uno  en, 
la  espina  de  Santa  Lucía. 

Hallarse  sumamente  flaco  y  extenua- 
do, hasta  el  punto  de  que  parece  está 
transparentándose  o  trasluciéndose  la 
espina  dorsal. — Así  es  como  me  explico 
yo  esta  locución,  de  uso  frecuente  en 
Andalucía,  de  donde  hubo  de  tomarla 
Cervantes  para  su  Quijote  (parte  I,  ca- 


ESPINAZO 


366  - 


ESPOSA 


pítulo  III),  como  fundada  en  el  juego 
de  palabras. 
La  espina,  cuando  nace,  lleva  la  punta 
delante. 

Lo  que  causa  algún  daño  se  puede 

conocer  a  la  simple  vista  casi  siempre. 

Poner  mala  espina.  —  V.  Darle  a  uno 

mala  espina  una  cosa. 
Sacar  la  espina. 

Desarraigar  una  cosa  mala  o  perju- 
dicial. 
Sacarse  uno  la  espina. 

Desquitarse  de  una  pérdida,  espe- 
cialmente en  el  juego. 
Tetier  uno  atravesado  a  alguien,  o  algo, 
como  espina  en  boca  de  gato. 

Tenerle  aversión  o  repugnancia. 
Estar  uno  en  espinas. 

Estar  con  cuidado  o  zozobra  sobre 
algún  asunto. 
Hueles  las  espinas  y  desprecias  las  rosas. 
Dícese  de  los  que  rechazan  alguna 
cosa  o  negocio,  al  parecer  demasiado 
bueno,  por  recelar  que  detrás  se  hallen 
ocultos  los  inconvenientes. 
No  saques  espinas  donde  no  hay  espigas. 
Aconseja  no  se  trabaje  donde  no  hay 
esperanza  de  sacar  fruto. 
Tener  a  uno  en  espinas. 

Tenerlo  con  cuidado  o  zozobra. 
ESPINAZO.  —  Doblar,  o  partir,  a  uno  por 
el  espinazo. 

Causarle  algún  grave  daño  o  perjui- 
cio, ya  sea  física,  ya  moralmente. 
Estar  uno  pegado  al  espinazo. 

Hallarse  sumamente  flaca  una  per- 
sona o  un  irracional. 
ESPINO.  —  El  espino  que  ha  de  espinar, 
con  espina  nace. 

Cada  cosa,  desde  su  origen,  tiene  ya 
las  condiciones  naturales  para  su  des- 
arrollo. 
Estar  uno  en  los  espinos  de  Santa  Lucia. 
Hallarse  en  algún  trance  apurado. 
ESPIRITAR.  —  Espiritarse  uno. 

Agitarse,  conmoverse,  irritarse. 
ESPÍRITU.  —  Aunque  se  empeñe  el  Espí- 
ritu luo. 

Modo  de  dar  a  entender  la  entereza 
y  energía  con  que  está  uno  resuelto  a 
obrar,  sin  llegar  a  doblegarse  por  nadie 
ni  por  nada.  —  Es  locución  debida  al 
eufemismo  (o  sea  templanza  o  atenua- 
ción en  las  palabras),  pues  detrás  de  la 


cortina  de  ese  Spiritu  iuo  latino,  lo  que 
existe  en  realidad  es  el  nombre  sagra- 
do del  Espíritu  Santo,  cuya  injuria  evi- 
tan los  labios  con  semejante  rodeo. 
Beber  uno  el  espíritu  a  otro.  —  V.  Beber 

la  DOCTRINA. 

Cobrar  uno  espíritu. 

Cobrar  ánimo. 
El  espíritu,  donde  quiere,  expira. 

El  alma  se  separa  del  cuerpo  en  el 
momento  que  menos  se  piensa. 
Levantar  uno  el  espíritu. 

Cobrar  ánimo  y  vigor  para  ejecutar 
alguna  cosa. 
Parecer  uno  el  espíritu  de  la  golosina. 
Persona  falta  de  nutrición  o  muy  fla- 
ca y  extenuada. 
Ser  pobre  de  espíritu. 

Dícese  del  que  mira  con  menospre- 
cio los  bienes  y  honores  mundanos. — 
Apocado,  corto  de  ánimo. 
ESPITA.  —  Ser,  o  parecer,  una  espita. 

Dícese  de  la  persona  borracha  o  que 
bebe  mucho  vino. 
ESPOLADA.  —  Tomar  una  espolada  de 
vino. 

Tomar  un  trago  de  él. 
ESPOLÓN.  —  Tener  espolones. 

Dícese  familiarmente  de  las  perso- 
nas algo  entradas  en  años,  y  en  espe- 
cial de  las  que,  mediante  tal  circuns- 
tancia, tienen  motivo  sobrado  para 
obrar  con  pleno  conocimiento  de  causa 
y  no  dejarse  engañar  fácilmente. 
ESPONJA.  —  Chupar  como,  o  más  que,  una 
esponja. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que  sa- 
quean constantemente  a  otra  a  fuerza 
de  peticiones,  por  lo  general  de  dine- 
ro. —  Beber  de  una  manera  exagerada 
vino,  licores,  etc. 
ESPONJARSE.  —  Esponjarse  uno. 

Hincharse,  engreírse,  envanecerse. 
ESPOSA.— Debe  ser  la  buena  esposa,  lim- 
pia, sana  y  hacendosa. 

Recomienda  que  cuando  se  vaya  a 
contraer  matrimonio,  se  elija  una  mu- 
jer que  reúna  dichas  cualidades. 
La  buena  esposa  la  da  Dios,  y  la  mala 
mujer,  la  culpa. 

Expresa  que  la  compañera  fiel  es 
como  una  recompensa  que  Dios  da  al 
que  obra  rectamente,  así  como  la  mala 
parece  un  castigo  de  nuestras  faltas. 


ESPOSO 


367  - 


ESTAMPA 


ESPOSO.  —  A  esposo  necio,  tratarle  con 
más  aprecio. 

Porque  harta  desgracia  tiene  con  ser 
tonto. 
ESPUELA.  —  Echar  la  espuela. 

Echar  el  último  trago  los  que  han  be- 
bido juntos  en  una  taberna,  venta,  etc. 
No  todos  los  que  llevan  espuela  tienen 
caballo. 

Conviene  no  fiarse  de  apariencias. 
Sentir  uno  la  espuela. 

Sentir  el  aviso  o  reprensión  que  se 
le  hace. 
Estar  con  las  espuelas  calzadas. 

Estar  dispuesto  para  emprender  un 
viaje  o  un  negocio. 
Poner  espuelas  a  uno. 

Estimularle,  incitarle  para  que  em- 
prenda o  prosiga  con  más  calor  un  in- 
tento.— En  el  segundo  caso,  esto  es,  en 
el  de  la  prosecución,  se  suele  decir  : 
Añadir  espuelas. 
ESPUMA.—  Crecer  como  espuma,  o  como 
la  espuma. 

Medrar  rápidamente  una  persona.  — 
Crecer  a  palmos. 
Menos  espuma  v  más  chocolate. —  V.  Me- 
nos borla  v  más  limosna. 
ESPUMARAJO.  —  Echar  uno  espuma- 
rajos por  la  boca. 

Estar  muy  irritado,  descompuesto  y 
colérico. 
ESQUELETO.  —  Parecer  un  esqueleto. 
Aplícase  a  la  persona  que  está  muy 
flaca  y  delgada. 
ESQUILMAR.  —  Esquilmar  a  uno. 

Sacarle  poco  a  poco  lo  que  tiene; 
empobrecerlo. 
ESQUILÓN.  —  Tañe  el  esquilón, .y  duer- 
men les  tordos  al  son. 

Se  dice  de  los  que  han  perdido  el 
miedo  a  las  reprensiones. 
ESQUINA.— Estar  de  esquina  dos  o  más 
personas. 

Estar  opuestas  o  desavenidas  entre  sí. 
Darse  contra,  o  por,  las  esquinas. — Véa- 
se Darse  contra,  o  por,  las  paredes. 
ESQUINAZO.  —  Dar  esquinazo.—  Véa- 
se Dar  CANTONADA. 

ESTACA.  —  Estar  uno  a  la  estaca. 

Estar  reducido  a  escasas  facultades, 
a  cortos  medios  o  a  poca  libertad. 
No  quedar,  o  no  dejar,  estaca  en  pared. 
Arrasarlo  o  destruirlo  todo. 


ESTACADA.—  Z)¿/'ar/¿  a  uno  en  la  esta- 
cada. —  V.  Dejar  a  uno  en  las  astas,  o 
en  los  cuernos,  del  toro. 
Quedar  uno  en  la  estacada. 

Ser  vencido  en  una  disputa  o  per- 
derse en  una  empresa. 
Quedar,  o  quedarse,  uno  en  la  estacada. 
Morir,  perecer  en  un  campo  de  bata- 
lla, desafío,  etc.  —  Salir  mal  de  un  ne- 
gocio, sin  esperanza  de  remedio. 
ESTACIÓN.  —  Estación  perezosa,  nunca 
fué  viciosa. 

Indica  que  aunque  el  invierno  sea 
largo,  no  por  eso  es  perjudicial  para 
las  cosechas. 
Andar,  o  correr,  las  estaciones. 

Dar  los  pasos  convenientes  y  hacer 
las  diligencias  que  conducen  a  los  ne- 
gocios que  uno  tiene.  —  Ir  de  taberna  en 
taberna  bebiendo  en  todas  ellas. 
ESTADO. — Cada  uno  se  mida  con  su  esta- 
do. —  V.  No  se  debe  estirar  la  pierna 
más  allá  de  donde  alcance  la  sábana. 
Caer  uno  de  su  estado. 

Perder  parte  del  valimiento  y  conve- 
niencia que  tenía.  —  Caer  en  tierra  sin 
impulso  ajeno. 
Estar  una  cosa  en  el  estado  de  la  ino- 
cencia. 

No  haberse  adelantado  nada  en  ella; 
hallarse  en  las  mismas  condiciones  que 
al  principio. 
No  hay  más  infeliz  estado  que  el  que  de 
otro  no  es  envidiado.  —  V.  Más  vale  que 
nos  tengan  envidia  que  no  lástima. 
Con  los  estados  se  mudan  las  costumbres. 
El  cambio  de  posición,  así  como  el 
paso  de  la  soltería  al  matrimonio,  obli- 
ga a  hacer  un  género  de  vida  distinto. 
Estar  una  cosa  siete  estados  debajo  de 
tierra. 

Modo  de  manifestar  que  una  cosa  está 
muy  oculta  o  escondida. 
Meter,  o  sepultar,  etc.,  a  uno  siete  esta- 
dos debajo  de  tierra. 

Expresión    hiperbólica    con   que   se 
intenta  meterle  miedo  a  uno. 
ESTALLIDO.—  Estar  para  dar  un  esta- 
llido una  cosa. 

Modo  de  decir  que  se  teme  y  espera 
suceda  alguna  cosa  grave. 
ESTAMPA.  —  Parecer  la  estampa  de  la 
golosina. 

Ser  sumamente  delgado. 


ESTAMPÍA 


—  368  — 


ESTOCADA 


Parecer  la  estampa  de  la  herejía. 

Ser  feo  o  ir  vestido  con  mal  gusto. 
Ser  la  estampa  de  la  miseria. 

Dícese  de  las  personas  cuyo  aspecto 
revela  suciedad  y  carencia  de  medios 
de  vida. 
ESTAMPÍA.—  Embestir,  o  partir,  o  salir, 
de  estampía. 

Repentinamente,  sin  preparación  ni 
anuncio  alguno. 
ESTANCIA.—  Venir  de  la  estancia. 

Modismo  chileno  equivalente  a  nues- 
tro Parece  que  acaba  de  venir  del  pue- 
blo. (Véase.) 
ESTANTIGUA.  —  Parecer,  o  ser,  una  es- 
tantigua. 

Dícese  de  la  persona  muy  alta  y  seca, 
y  por  lo  regular  mal  vestida. 
ESTATUA.  —  Más  parado  que  una  es- 
tatua. 

Aplícase  a  la  persona  que  es  de  na- 
turaleza apática,  o  que  se  queda  des- 
concertada, sin  movimiento,  a  conse- 
cuencia de  la  sorpresa  que  le  causa  al- 
guna noticia,  la  presencia  de  un  ser 
extraño,  etc. 
ESTEPA. — La  estepa  tan  bien  arde  verde 
c o^no  seca. 

Las  pasiones,  aunque  permanezcan 
mucho  tiempo  ocultas,  cuando  llega  la 
ocasión,  se  desencadenan,  aunque  sea 
tarde. 
Los  de  Estepa  y  los  de  Hardales,  todos 
iguales. 

Indica  que  en  poblaciones  de  análo- 
ga importancia,  suele  ser  parecido  el 
modo  de  ser  de  sus  naturales. 
ESTERA.  —  Estar  cargado  de  esteras. 

Estar  harto,  cansado  de  sufrir. 
ESTERAR.— Esterar  uno. 

Vestirse  de  invierno.  —  Se  dice  en 
son  de   burla,    aplicándolo  al    que   lo 
hace  antes  de  tiempo. 
ESTEVAN.  -  Con  Esteran,  tres. 

Modo  jocoso  de  decir  con  éste  van 
tres,  dando  a  entender  que  se  han 
cumplido  o  verificado  tres  de  aquellas 
cosas  de  que  se  está  tratando. 
ESTIÉRCOL.—  El  estiércol  no  es  santo, 
pero  hace  milagros. 

Refiérese,  como  es  fácil  comprender, 
a  los  beneficios  que  proporciona  cuan- 
do se  le  emplea  como  abono,  aun  en 
los  campos  más  estériles. 


No  hay  mejor  estiércol  para  la  heredad 
que  la  huella  de  su  dueño.  —  V.  El  ojo 
del  amo  engorda  al  caballo. 
ESTILO.  —  El  estilo  es  el  hombre. 

Lo  mismo  en  Francia  que  en  Espa- 
ña, se  le  hace  decir  en  esta  ocasión 
a  Buffon  un  desatino  que  nunca  soñó 
cometer  aquel  ilustre  naturalista.  Lo 
que  dijo  en  su  notable  discurso  de  re- 
cepción en  la  Academia  Francesa,  es 
que  «las  obras  bien  escritas  serán  las 
únicas  que  pasarán  a  la  posteridad:  la 
abundancia  de  conocimientos,  la  sin- 
gularidad de  los  hechos,  hasta  la  no- 
vedad de  los  descubrimientos,  no  son 
seguras  garantías  de  la  inmortalidad. 
Si  las  obras  que  los  contienen  no  ver- 
san más  que  sobre  asuntos  pequeños, 
si  están  escritas  sin  gusto,  sin  noble- 
za y  sin  genio,  perecerán,  porque  los 
conocimientos,  los  hechos  y  los  des- 
cubrimientos se  levantan  fácilmente, 
se  transportan  y  hasta  ganan  cuando 
son  tratados  por  las  manos  más  hábiles. 
Estas  cosas  están  fuera  del  hombre:  el 
estilo  es  del  hombre.  El  estilo,  pues, 
no  puede  ni  elevarse,  ni  transportar- 
se, ni  alterarse.»  Como  casi  todos  los 
textos  suelen  suprimir  la  preposición 
de,  hácese  decir  a  Buffon  un  absurdo, 
que  ni  aun  metafóricamente  puede  ad- 
mitirse. El  estilo  es,  pues,  del  hombre, 
es  decir,  pertenece  al  hombre,  el  cual  lo 
crea,  lo  moldea  a  su  gusto  y  le  impri- 
me su  personalidad  propia,  como  un 
sello  que  caracteriza  al  escritor. 
No  por  un  solo  estilo  somos  cabrones  los 
hombres  en  este  ?nundo. 

Dícese  de  los  que  sufren  y  aguan- 
tan todo  género  de  incomodidades  y 
molestias,  sin  que  sea  necesario  que  la 
ofensa  sea  inferida  por  la  fragilidad  de 
la  mujer  propia. 
Quien  muda  estilo,  hace  libro. 

Esto  es,  el  que  cambia  de  modo  de 
ser,  puede  llegar  a  adquirir  alguna  ori- 
ginalidad. 
ESTIRÓN.— Dar  uno  un  estirón. 

Crecer  mucho  en  poco  tiempo. 
ESTOCADA.  —  Dar  estocada  por  cor- 
nada. 

Modo  de  expresar  el  daño  que  uno 
recibe  en  el  mismo  acto  de  inferírselo 
a  otro. 


ESTOLA 


—  369  — 


ESTOPA 


Andar  a  estocadas  con  el  lucero  del  alba. 
Ser  un  bravucón  o  perdonavidas,  ca- 
paz de  meterse  en  cuestiones  con  cual- 
quiera. 
ESTOLA.  —  Aplicarle  a  alguien  la  estola 
del  cura  de  Begijar. 

Equivale  a  enterrarle.  —  Alude  a  lo 
siguiente.  Dícese  que  varios  matrimo- 
nios mal  avenidos  pretendían  divor- 
ciarse, para  lo  cual  acudieron  al  cura 
de  este  pueblo  jiennense  en  demanda 
de  su  remedio.  Contestóles  el  prudente 
varón  que  era  cosa  fácil,  y  mandándo- 
les arrodillar  al  pie  del  altar,  comenzó  a 
sacudir  en  la  cabeza  a  los  cónyuges  con 
la  estola,  en  la  que  previamente  había 
colocado  una  más  que  mediana  piedra. 
Protestaron  los  aporreados,  y  al  pre- 
guntar que  hasta  cuándo  iba  a  durar 
aquello,  les  respondió  el  pater  que 
hasta  que  uno  de  los  dos  cayera  muer- 
to, pues  ya  debían  saber  que  el  sacra- 
mento del  Matrimonio  sólo  se  disolvía 
con  la  muerte.  Desde  entonces  no  se 
volvió  a  oír  mentar  en  el  pueblo,  ni 
por  casualidad,  la  palabra  divorcio. 
ESTÓMAGO.  —  Abrazar  el  estómago 
una  cosa. 
Recibirla  y  conservarla  bien. 
El  estómago  del  fraile  tiene  honores  de 
avestruz. 

Dícese  así  porque  todo  lo  digiere. 
Hacer  buen,  o  mal,  estómago  una  cosa. 

Causar  gusto  o  desagrado. 
Hacer  uno  estómago  a  una  cosa. 

Resolverse  a  sufrir  lo  que  pueda  so- 
brevenir. 
Ladrarle  a  uno  el  estómago. 

Tener  hambre. 
No  hay  estómago  que  sea  un  palmo  mayor 
que  otro. 

Indica  que  todos  los  seres  son  iguales. 
No  reiener  uno  nada  en  el  estómago. 
Ser  fácil  en  revelar  y  decir  lo  que 
se  le  ha  comunicado  y  confiado. 
Pudrirse  alguna  cosa  en  el  estómago. 
Quedarse  con  ganas  de  decir  algo, 
particularmente  molesto  para  el  que  lo 
escuche. 
Quedarle  a  uno  algo  en  el  estómago. 
No  decir  todo  lo  que  sabe  o  siente 
sobre  un  asunto  o  materia. 
Ser  de  estómago. 

Dícese  de  la  persona  constante  y  de 


espera.— Aplícase  también  a  la  persona 
poco  delicada. 
Tener  uno  buen  estómago. 

Aguantar  los  desaires  e  injurias  que 
se  le  hacen  sin  darse  por  resentido. 
Tener  uno  el  estómago,  o  las  tripas, 
como  cañón  de  órgano. 

Tenerlas  llenas  de  aire;  esto  es,  es- 
tar sin  comer. 
Tener  estómago  aventurero. 

Aplícase  a  la  persona  que  come  ordi- 
nariamente en  mesa  ajena. 
ESTOPA.  —  Estopa,  cerilla  y  pez,  tres. 

Las  cosas  que  tienen  iguales  condi- 
ciones se  pueden  emplear  siempre  para 
lograr  el  mismo  resultado. 
La  estopa  cabe  el  mancebo,  llamóla  fuego. 
Advierte  el  riesgo  que  se  corre  con 
la  demasiada  familiaridad  entre  hom- 
bres y  mujeres,  particularmente  si  son 
jóvenes. 
La  estopa,  como  es  hilada,  y  la  moza,  como 
es  criada. 

Indica  que  el  buen  resultado  de  las 
cosas  depende  de  sus  principios. 
La  estopa  no  está  segura  en  burla  con  los 
tizones.  —  V.    Quien   quita  la  ocasión, 
quita  el  peligro. 
Mala  es  de  matar  la  estopa,  de  que  arde. 
Cuando  se  sabe  que  una  cosa  es  di- 
fícil de  remediar,  es  conveniente  poner 
los  medios  para  que  no  suceda. 
Más  vale  estopa  de  marzo  que  cáñamo  de 
abril. 

Porque  en  marzo  la  estopa  está  más 
seca  y  arde  mejor,  y  el  cáñamo  en  abril 
no  está  en  condiciones  para  utilizarlo. 
Ni  estopa  con  tizones,  ni  la  mujer  con  va- 
rones. 

Tanto  la  primera  como  la  segunda 
son  fáciles  de  incendiarse;  evítese,  por 
lo  tanto,  acercarlas  a  lo  que  pueda  pe- 
garles fuego. 
No  bastan  estopas  para  tapar  tantas 
bocas. 

Es  imposible  poner  coto  a  las  mur- 
muraciones y  hablillas  de  las  gentes. 
Querer  matar  con  estopas  el  fuego.  — 

V.  Echar  leña  al  fuego. 
Ser  uno  capaz  de  engullir,  o  tragarse,  las 
estopas  del  óleo. 

Ser  muy  comilón;  y  también,  ser  muy 
despreocupado  en  punto  a  calzarse  con 
los  intereses  ajenos  que  se  manejan  o 
24 


ESTOPADA 


370 


ESTUDIANTE 


con  los  objetos  cuya  custodia  le  está  a 
uno  encomendada. 

ESTOPADA.  —  Si  no  fui  avisada,  tomé  la 
estopada. 

Da  a  entender  que  aquellos  que  no 
tienen  habilidad  para  los  ejercicios  de- 
licados, se  aplican,  por  necesidad,  a  los 
ordinarios  o  groseros. 

ESTOPEÑO.  —  Estopeño,  o  cañameño, 
cual  me  lo  dieron,  tal  te  lo  vendo. 

En  dando  uno  lo  que  tiene  o  puede, 
ni  se  le  debe  exigir  más  ni  está  obliga- 
do a  otra  cosa. 

ESTORBAR.  —  ¿Estorbo,  o  me  pongo  en 
medio? 

Modo  de  indicar  la  duda  respecto  al 
lugar  más  adecuado  que  le  corresponde 
a  uno  cuando  llega  a  una  reunión. 

ESTRADO.  —  Abdjanse  los  estrados  y 
dlzanse  los  establos.  —  V.  Abdjanse  los 
adarves  y  dlzanse  los  muladares. 

ESTRAFALARIO.  —  Ser  uno  un  estra- 
falario. 

Ser  un  extravagante  en  el  modo  de 
pensar  o  en  sus  acciones. 

ESTRECHURA.-  /  Qué  estrechura,/a- 
dre  cura! 

Expresión  usada  cuando  se  hace  di- 
fícil pasar  por  un  sitio  angosto  o  per- 
manecer en  un  paraje  donde  hay  mu- 
cha gente  apiñada. 

ESTRELLA.  —  Campar  uno  con  su  es- 
trella. 

Ser  feliz  y  afortunado. 
Tener  uno  estrella.  —  V.   Campar  uno 

COn  SU  ESTRELLA. 

Una  estrella  no  hace  sereno.  —  V.  Una 
golondrina  no  hace  verano. 

Unos  nacen  con  estrella  y  otros  nacen  es- 
trellados. 

El  mundo  se  compone  de  dichosos  y 
de  desdichados. 

A  quien  cuenta  las  estrellas  le  salen  ve- 
rrugas en  la  cara.  —  V.  Querer  uno  con- 
tar las  ESTRELLAS. 

Levantarse,  o  subir,  sobre  las  estrellas. 

Ensoberbecerse,  irritarse. 
Levantarse  uno  con  estrellas,  o  con  las 
estrellas. 

Levantarse  muy  temprano;  madrugar 
mucho. 
Poner  a  una  persona  o  cosa  sobre  las  es- 
trellas. 

Exagerarla,  ponderarla  en  demasía. 


Querer  uno  contar  las  estrellas. 

Querer  hacer  una  cosa  muy  difícil  o, 
mejor  dicho,  imposible. 
Ver  estrellas,  o   Ver  las  estrellas,  o 
Ver  estrellas  a  mediodía,  o  en  medio 
del  día. 

Sentir  un  dolor  vivo  y  agudo.  —  Dí- 
cese  por  la  especie  de  lucecillas  que 
parece  que  uno  ve  o  por  el  deslumbra- 
miento luminoso  que  experimenta  en 
el  acto  de  recibir  un  golpe  fuerte  e 
inesperado. 
ESTRENA.  —  Hacer  uno  la  estrena. 

Ser  el  primero  en  hacer  o  comprar 
una  cosa. 
ESTREÑIDO.  —  No  hay  estreñido  que 
no  muera  de  cámaras. 

La  mezquindad  suele  ser  causa  de 
que  al  fin  y  al  cabo  se  venga  a  gastar 
más  de  lo  que  se  quisiera,  por  no  haber- 
se gastado  antes  y  en  tiempo  oportuno 
lo  indispensablemente  necesario. 
ESTRIBO.  —  Estar  en  el  estribo. 

Hallarse  a  punto  de  realizar  una  cosa. 
Andar,  o  estar,  uno  sobre  los  estribos. 

Obrar  con  advertencia  y  precaución. 
Perder  los  estribos,  o  Perder  los  estri- 
bos de  la  paciencia. 

Hablar   u   obrar  fuera  de  razón.  — 
Desbarrar. 
ESTRICOTE.  —  Andar,  o  traer,  al  estri- 
cote. 

Es  decir,  al  retortero,  a  mal  traer  a 
una  persona. 
ESTROPAJOSO.  —  Ser  un,  o  una  cosa, 
estropajoso,  o  estropajosa. 

Aplícase  a  la  persona  desaseada  y 
andrajosa.  —  También  se  dice  de  las 
carnes  y  otros  comestibles  que  no  se 
pueden  mascar  con  facilidad. 
ESTRUJAR.  —  Estrujar  una  cosa. 

Sacar  de  ella  todo  el  partido  posible; 
agotarla. 
ESTUCHE.  —  Ser  uno  un  estuche. 

Poseer  muchas  habilidades.  —  Servir 
para  todo. 
ESTUDIANTE.  —  Preguntar  por  un  es- 
tudiante prieto  en  Salamanca. 

Pretender  averiguar  un  imposible, 
como  lo  sería  el  hallar  antiguamente  en 
Salamanca  un  estudiante  vestido  de 
aquel  color  por  solas  estas  señas,  dado 
que  el  número  de  los  que  cursaban  en 
las  aulas  de  aquella  célebre  Universi- 


ESTUDIANZA 


—  37i  — 


EXPERIENCIA 


dad,  una  de  las  primeras  de  Europa, 
ascendió  algún  año  a  catorce  mil. 
ESTUDIANZA.  -  Por  la   estudianza, 
todo  se  alcanza. 

Para  saber,  es  preciso  dedicar  mu- 
chas horas  al  estudio. 
ESTUDIAR.  —  El  que  no  es  para  estu- 
diar, apliqúese  a  arar. 

Advierte  que  no  se  deben  forzar  las 
inclinaciones  ni  la  disposición  de  las 
personas. 
ESTUDIO.  —  El  estudio,  a  los  rudos  hace 
sabios  maestros. — V.  Por  la  estudianza, 
todo  se  alcanza. 
ETCÉTERA.  —  Andar  como,  o  hecho,  una 
etcétera. 

Andar  encorvado  hacia  adelante,  a  la 
manera  de  la  giba  que  forma  el  signo 
llamado  &. 
Etcétera,  Afartín  Porra.  Algunos  aña- 
den :  quien  no  pueda  andar,  que  corra. 

Suele  usarse  para  atajar  la  palabra  al 
que  es  sumamente  difuso  y  machacón 
en  su  relato. 
Quedar  como  etcétera  en  Cuaresma. 

Quedarse  para  lo  último  en  una  con- 
versación, reparto,  reunión,  etc. 
ETNA.  —  Estar  hecho  un  Etna.  — V.  Estar 

hecho  un  horno. 
EVA.       Si  Eva  sola  pecó,  y  a  ella  sola  se 
engañó,  las  otras,  ¿qué  culpa  tienen? 

Dícese  a  favor  de  las  mujeres  hones- 
tas y  virtuosas. 
EVANGELIO.  —  Decir,  o  hablar,  uno  el 
Evangelio. 

Ser  muy  verdadero  y  cierto  aquello 
que  se  dice. 
EVIDENCIA.—  Contra  evidencia  no  hay 
ciencia. 

Aunque  los  sabios  afirmen  alguna 
cosa,  siempre  daremos  más  crédito  a 
lo  que  vemos  con  nuestros  propios 
ojos  que  a  lo  que  ellos  digan. 
Poner  a  uno  en  evidencia,  o  Ponerse 
uno  en  evidencia. 

Colocarse  en  situación  desairada. 
EVITAR.  —  Más  vale  evitar  que  no  retar. 
La  prudencia  enseña  que  no  es  co- 
bardía quitar  los  medios  de  reñir. 
EX  CÁTEDRA.  —  Hablar  ex  cátedra. 

En  tono  magistral  y  decisivo. 
EXCÉNTRICO.—  Ser  un  excéntrico. 

Dícese  de  la  persona  que  es  rara  o 
extravagante. 


EXCEPCIÓN.  —  Las  excepciones  prue- 
ban las  reglas. 

Por  ser  la  contraria  del  axioma  de 
que  no  hay  regla  sin  excepción. 
EXCOMULGAR.— Excomulgar  a  uno. 
Tratarlo  mal  de  palabra,  o  con  rigor 
y  enfado. 
EXCUS  ADO.-£í  hablar  en  lo  excusado. 
Indica  que  es  tiempo  perdido  el  que 
se  emplea  en  tratar  de  un  asunto  que 
no  tiene  arreglo. 
Eso  es  lo  mismo  que  pensar  en  lo  excu- 
sado. 

Modo    de    expresar   lo  imposible  o 
muy  dificultoso  de  cualquier  preten- 
sión o  intento. 
Meterse  uno  en  la  renta  del  Excusado. 
Meterse  en  lo  que  no  le  incumbe  o 
importa. 
EXCUSAR.  —  El  que  se  excusa,  se  acu- 
sa.—  V.  Prevención  sin  tiempo,  malicia 
arguye. 
Hacer  lo  que  no  se  excusa. 
Hacer  sus  necesidades. 
No  hay  excusa  mas  excusada  que  decir: 
¡Quién  tal  pensara! 

Porque  supone  poco  talento  el  no 
precaver  las  cosas,  concretándose  a 
deplorarlas  cuando  han  sucedido,  sien- 
do así  que  se  hubieran  podido  evitar. 
EXORDIO.—  A  exordio  largo,  narración 
corta. 

Por  regla  general,  cuando  se  emplean 
muchos  preámbulos  para  decir  o  hacer 
una  cosa,  no  suele  tener  ésta  gran  im- 
portancia. 
EXPECTATIVA.  —  Estar  en,  o  a  la,  ex- 
pectativa. 

Estar  al  cuidado  de  un  asunto,  de  un 
negocio  que  se  desea  conseguir,  espe- 
rando la  oportunidad  de  lograrlo. 
EXPEDD3NTE.  —  Cubrir  uno  el  expe- 
diente. 

Dar  apariencias  de  legal  a  lo  que  es 
ilícito.  —  Guardar  las  formas  al  realizar 
algo  indebido. 
EXPERIENCIA.  —  La  experiencia  es 
madre  de  la  ciencia,  o  de  las  cosas,  o  La 
experiencia  es  madre  de  la  ciencia,  y 
rara  vez  se  halla  en  los  mozos. 

Sin  el  uso,  difícilmente  se  alcanza 
el  verdadero  y  perfecto  conocimiento 
práctico  de  lo  que  se  aprende  y  es- 
tudia. 


EXPLICADERAS 


—  372  — 


EXTREMO 


La  experiencia  y  el  tiempo  son  maestros 
de  todas  las  cosas. 

No  hay  nada  que  enseñe  tanto  como 
los  años  y  la  vida. 
EXPLICADERAS.  —  Tener  uno   buenas 
explicaderas. 

Manera  de  darse  a  entender  bien  cla- 
ramente, sin  ambages  ni  rodeos. 
EXPONER.  —  Estar  expuesta  como  mu- 
ñeca en  escaparate. 

Dícese  de  la  joven  que  no  falta  a  nin- 
guna concurrencia  pública,  constante- 
mente engalanada,  como  quien  anda  en 
solicitud  de  novio. 
EXTENDERSE.  —Extenderse  uno. 

Ponerse  muy  hinchado  y  entonado, 
afectando  señorío  y  poder. 
EXTRANJÍA.—  Ser  una  cosa  de  extran- 
jía, o  de  extranjís. 

Ser  extraña,  inesperada. 
EXTREMADURA.-^  Extremadura, 
los  carrascos  dan  jamones,  y  las  encinas, 
salchichones. 

Alude  a  que  la  principal  alimenta- 
ción del  ganado  de  cerda  en  la  región 
extremeña  es  la  bellota. 
EXTREMEÑO.— Sea  extremeño,  y  mas 
que  sea  leño. 

Alaba  todo  lo  referente  al  reino  de 
Extremadura:  suelo,  clima,  produccio- 
nes, hasta  la  leña  que  se  emplea  para 
quemar,  pues  es  de  encina. 


EXTREMO.  —  No  hay  extremo  sin  su 

medio. 

Todas  las  cosas  tienen  que  ir  por  sus 
pasos  contados  para  llegar  al  límite. 

Pasar  de  un  extremo  inmediatamente  a 
otro,  es  desorden. 

Recomienda  que  los  cambios  se  ve- 
rifiquen serena  y  paulatinamente. 

Todo  extremo  es  vicioso,  o  Todos  los 
extremos  son  viciosos. 

Satiriza  las  exageraciones  en  todos 
los  órdenes  de  la  vida. 

Entre  los  extremos  de  cobarde  y  de  teme- 
rario está  el  medio  de  la  valentía. — V.  En 
un  término  medio  consiste  la  virtud. 

Los  extremos  del  placer  suelen  ser  los 
principios  del  pesar. 

Cuando  se  ha  llegado  al  límite  de 
ciertos  goces,  por  lo  general  se  empie- 
za a  sufrir. 

Los  extremos  se  tocan. 

Dos  supuestos  de  índole  diversa  o 
contraria  se  hallan  a  veces  entre  sí 
más  próximos  de  lo  que  parece,  o  lle- 
gan hasta  a  confundirse  en  sus  efec- 
tos; v.  gr. :  el  abandono  y  el  celo  exa- 
gerados; la  infancia  y  la  decrepitud;  la 
dieta  rigurosa  prolongada  y  el  hartazgo 
excesivo,  etc. 

Los  extremos  siempre  son  viciosos. 

No  se  deben  exagerar  las  cosas,  sino 
dejarlas  en  un  justo  medio. 


FABIO.  —  Déjate,  Fabio,  servir. 

Cuando  le  dispensan  a  uno  honores, 
favores  u  obsequios,  lo  mejor  que  se 
puede  hacer  es  no  rehusarlos,  sino  re- 
cibirlos placenteramente. 
¿Entiendes,  Fabio,  lo  que  voy  diciendo? 
—  ¡Y  cómo  si  lo  entiendo!  —  Mientes, 
Fabio,  que  yo  soy  quien  lo  digo,  y  no  lo 
entiendo. 

Frase  debida  al  ingenio  de  Lope  de 
Vega,  con  la  que  se  da  a  entender  lo 
intrincado  de  algún  pensamiento,  por 
lo  cual  se  substrae  a  la  comprensión 
de  todo  el  mundo,  así  del  que  lo  expo- 
ne como  de  quien  lo  escucha. 
FÁBULA.  —  Ser  alguno,  o  estar  hecho,  la 
fábula  de  las  gentes. 

Ser  el  ludibrio  de  todo  el  mundo. 
FÁCIL. — Más  fácil  cosa  es  ganar,  que  con- 
servar lo  ganado. 

Aplícase,  además  de  a  los  intereses 
materiales,  al  estudio,  como  lo  hizo  el 
licenciado  Juan  de  Robles  en  su  Culto 
sevillano,  diálogo  3.0,  pág.  56. 
Más  fácil  es  agotar  el  mar,  que  a  la  razón 
al  necio  sujetar. 

Da  a  entender  que  todo  cuanto  ha- 
gamos por  convencer  a  los  tontos  es 
tiempo  perdido. 
Más  fácil  es  el  deshacer  que  el  hacer. 

Como  que  lo  primero  no  requiere 
ciencia  ni  talento,  y  lo  segundo,  sí. 
No  hay  cosa  más  fácil  que  engañar  a  un 
hombre  de  bien. 

Porque  como  éste  procede  siempre 
de  buena  fe,  cree  que  los  demás  obran 
lo  mismo. 
No  hay  cosa  tan  fácil  que  no  resulte,  o 
que  no  se  haga  difícil,  si  se  hace  de  mala 
gana. 

Las  labores  más  pesadas,  hechas  con 
gusto  y  entusiasmo,  son  hasta  agrada- 
bles; la  recíproca  es  evidente. 


FACILIDAD.  —  Con  facilidad  se  piensa 
y  se  acomete  una  empresa,  pero  con  diji- 
cultad  las  más  veces  se  sale  de  ella.  — 
V.  Una  cosa  es  predicar,  y  otra  dar  trigo. 
Hacer  algo  con  más  facilidad  que  beber 
una  taza  de  vino. 

No  costar  trabajo  la  realización  de 
alguna  cosa. 
FACHA.  —  Por  la  facha  y  por  el  traje  se 
conoce  al  personaje. 

El  gusto  en  el  vestir  y  la  manera  de 
llevar  la  ropa  dicen  desde  luego  la  ca- 
lidad de  la  persona  que  la  usa. 
FACHADA.  —  Tener  fachada  de  casa 
grande. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  po- 
seen arrogante  presencia.  —  Suele  em- 
plearse irónicamente  por  aquellos  que, 
poseyendo  la  cualidad  anteriormente 
indicada,  son  en  su  interior  unos  infe- 
lices, ya  material,  ya  moralmente. 
FACHENDA.  —  Echarla  de  fachenda. 

Darse  tono;  echarla  de  buche. 
FAENA.  —  La  faena  de  la  trilla  ocupa  al 
de  la  aldea  y  al  de  la  villa. 

Operación  que  se  verifica  en  el  mes 
de  julio,  y  que  preocupa  a  todos  los 
labradores,  ya  sean  de  pequeña,  ya  de 
grande  escala. 
FAJA.  —  Si  hay  faja  en  el  Guadiana,  agua 
habrá  por  la  mañana. 

La  aparición  de  una  zona  nebulosa 
sobre  este  río  al  anochecer,  indica  que 
al  día  siguiente  lloverá. 
FAJINA.  —  Meter  fajina. 

Hablar  mucho  inútilmente,  metien- 
do bulla  y  mezclando  cosas   imperti- 
nentes. 
FALDA.  —  A  falda  blanca,  ribete  encar- 
nado. 

Indica  que  todo  aquello  que  se  come 
fiambre  o  sin  guisar,  debe  ser  rociado 
con  vino. 


FALSA 


—  374  — 


FALTAR 


Aunque  me  cortaron  las  faldas,  largas  me 
quedaron  las  mangas. 

«Cuentan  haberlo  dicho  un  señor  que 
le  habían  quitado  un  pedazo  de  su  ha- 
cienda, siendo  ella  toda  mucha.»  (Co- 
varrubias.) 
De  faldas  o  de  mangas.  —  V.  De  haldas  o 

de  mangas. 
¡Faldas!...  Mal  con  ellas,  y  peor  sin  ellas. 
Da  a  entender  que  por  muy  mal  que 
nos  vaya  con  las  mujeres,  tenemos  que 
confesar  que  nos  son  indispensables. 
Faldas  quitan  barbas. 

Expresa  que  la  influencia  de  las  mu- 
jeres es  superior  a  la  de  los  hombres. 
Afds  consiguen  faldas  que  plumas  ni  es- 
padas. 

Manifiesta  la  influencia  que  tienen 
las  mujeres. 
Mucho  pueden  faldas  cruzando  antesa- 
las. —  V.  Más  consiguen  faldas  que  plu- 
mas ni  espadas. 
Poner  faldas,  o  haldas,  en  cinta. 

Dícese  de  aquel  que  se  prepara  a 
acometer  una  empresa  con  desahogo, 
resolución  y  energía,  como  hacen  las 
mujeres  cuando  van  a  desempeñar  al- 
guna faena  ruda,  que  se  suben  un  poco 
las  faldas,  asegurándolas  a  la  cintura, 
para  no  enredarse  los  pies  en  ellas  y 
caer  al  suelo. 
Todo  el  que,  o  persona  que,  gasta  faldas, 
no  tiene  espaldas. 

Dícese  particularmente  de  las  seño- 
ras, para  disculpar  el  que  no  se  colo- 
quen o  sienten  de  cara  a  nosotros. 
FALSA.  —  Guárdate  de  falsa  vieja  y  de 
risa  de  mal  vecino. 

Porque  las  dos  son  traidoras,  aun- 
que parece  que  halagan. 
FALSO.  —  De  falso  en  falso. 

Falsamente  o  con  intención  contra- 
ria a  la  que  se  quiere  dar  a  entender.— 
Es  frase  muy  usada  en  los  juegos  de 
envite,  cuando  el  que  tiene  poco  juego 
envida  para  que  se  engañe  el  contrario. 
Falso  por  natura,  cabello  negro  y  la  barba 
rubia. 

Recomienda  que  se  desconfíe  de  los 
que  tienen  esa  cualidad,  aunque  igno- 
ro con  qué  fundamento. 
FALTA. — A  falta  de  hombres  buenos,  a  mi 
padre  hicieron  alcalde. 

Se  suele  decir  cuando  se  da  un  em- 


pleo a  persona  poco  inteligente  o  me- 
nos digna,  por  no  haber  para  tal  empleo 
otra  más  a  propósito. 
A  falta  de  pan,  buenas  son  tortas. 

Significa  que  el  que  no  tiene  nada, 
cuando  logra  alguna  cosa  debe  conso- 
larse y  estar  contento. 
Caer  uno  en  falta. 

No  cumplir  con  lo  que  debe. 
Dar  uno  quince  y  falta  a  otro. 

Excederle  mucho  en  cualquier  habi- 
lidad o  mérito.  —  Se  dice  con  alusión 
al  juego  de  la  pelota. 
Hacer  falta  una  cosa. 

Ser  precisa  para  algún  fin. 
Hacer  uno  falta. 

No  estar  pronto  al  tiempo  que  debía. 
Hacerle  a  uno  falta  una  persona  o  cosa. 

Carecer  de  una  u  otra. 
Saca  tu  falta  a  la  calle  y  la  encontrarás 
mayor. 

Dícese  a  modo  de  consuelo  a  la  per- 
sona que  se  queja  de  ser  desgraciada, 
haciéndole  comprender  que  nunca  falta 
quien  lo  sea  aún  más. 
Las  faltas  de  los  curas  son  como  los  estra- 
gos de  los  ratones. 

Esto  es,  que  así  como  cuando  un 
ratón  sólo  causa  un  perjuicio  se  dice, 
en  plural,  los  ratones  han  hecho  este 
daño,  de  igual  manera,  cuando  un  ecle- 
siástico ha  cometido  algún  desmán,  todo 
el  clero  es  criminal;  una  de  tantas  espe- 
cies como  existen  de  argumentación 
viciosa,  aquella  que  convierte  en  pro- 
posición general  la  que  por  su  carácter 
es  exclusivamente  particular. 
Más  faltas  tiene  una  pelota. 

Modo  de  justificar  a  aquel  de  quien 
se  dice  que  tiene  muchos  defectos. 
Sacar  faltas. 

Satirizar  a  una  persona  enumerando 
los  defectos  que  tiene,  o  que  uno  cree 
encontrarle. 
Tener  más  faltas  que  el  caballo  de  Gonela, 
o  que  un  juego  de  pelota. 

Pondera  las  imperfecciones  de  una 
persona  o  cosa. —  De  aquél  se  dice  que 
todo  se  volvía  huesos  y  pellejo. 
FALTAR.  —  De  esto  nunca  me  falte. 

Exclamación  empleada  cuando  se  ve 
una  cosa  que  le  agrada  a  uno  mucho  o 
posee  algo  que  es  indispensable;  por 
ejemplo:  el  pan,  el  dinero,  etc. 


FALTRIQUERA 


—  375  — 


FAMA 


FALTRIQUERA.  —  Asi  se  abre,  asi  se 
cierra  y  asi  se  guarda  en  la  faltri- 
quera. 

Dícese  del  que  no  es  dadivoso,  y  es- 
pecialmente del  que,  al  enseñar  un  ob- 
jeto a  otro  y  ser  elogiado  por  éste,  no 
usa  la  galantería  de  ponerlo  a  su  dispo- 
sición, aunque  sea  por  cumplido. 

Se  atribuye  este  dicho  a  un  caballero 
español  que,  habiendo  sacado  una  mag- 
nífica tabaquera  delante  de  un  perso- 
naje extranjero,  y  haciendo  éste  gran- 
des elogios  de  tal  alhaja,  aquél  se  la 
ofreció  por  pura  cortesía.  Como  quie- 
ra que  el  extranjero  tomara  la  oferta 
al  pie  de  la  letra,  y  nuestro  compatri- 
cio no  estuviera  por  el  gusto  de  des- 
prenderse tan  tontamente  de  su  joya, 
al  ver  que  pasaba  tiempo  y  el  otro  no 
daba  indicios  de  devolvérsela,  apeló  a 
la  estratagema  de  decir  que  tenía  la 
caja  cierto  resorte  secreto  para  abrirla 
y  cerrarla,  y  en  su  consecuencia,  que 
se  sirviese  sacarla  para  enseñarle  en 
qué  consistía  aquel  secreto.  Sacóla,  en 
efecto,  el  guardador;  tomóla  el  posee- 
dor, y  abriéndola  sencillamente,  como 
cualquier  otra  caja,  cerrándola  luego  y 
metiéndola,  por  último,  en  su  bolsillo, 
acompañó  dichas  tres  acciones  con  las 
palabras  consabidas,  que  quedaron  des- 
pués en  proverbio  para  los  efectos  in- 
dicados. De  aquí  se  deduce  que  con 
cierta  clase  de  personas  es  expuesto  el 
poner  en  práctica  cumplimientos  y  ga- 
lanterías de  semejante  índole. 
De  faltriquera,  ni  tinto,  ni  blanco,  ni  de 
ninguna  manera;  de  mogollón,  tinto  y 
blanco  lo  bebo  yo. 

Aplícase  a  aquellos  que  dicen  que  no 
les  gustan  ciertas  cosas  cuando  tienen 
que  pagárselas;  pero  cuando  se  las  re- 
galan o  pagan  otros,  entonces  les  gus- 
tan sobremanera.  Hay  muchas  perso- 
nas que  dicen  que  han  dejado  de  fumar, 
pero  cuando  se  les  ofrece  un  cigarro,  no 
lo  desprecian.  Cuestión  de  economía. 
No  echarse,  o  meterse,  nada  en  la  faltri- 
quera. 

Suele  decirse  a  aquel  a  quien  se  le 
da  un  consejo  que  no  es  de  su  agrado, 
para  significarle  que  lo  hace  uno  movi- 
do por  interés  suyo  exclusivamente  y 
no  por  miras  particulares. 


Rascar,  o  rascarse,  uno  la  faltriquera. 
Sacar  el  dinero  de  su  bolsillo. — Suele 
añadirse :  pelo  arriba. 
Tener  uno  a  otro  en  la  faltriquera. 

Contar  con  él  con  entera  seguridad.— 
Dominarle  hasta  el  punto  de  no  poder- 
nos negar  nada. 
FALLO.  —  Echar  el  fallo. 

Juzgar  decisivamente  acerca  de  una 
persona  o  cosa. —  Desahuciar  el  médico 
al  enfermo. 
FAMA.  —A  quien  mala  fama  tien,  no  acom- 
pañes ni  quieras  bien. 

Tratar  a  personas  que  están  en  en- 
tredicho por  la  opinión  pública,  es  tanto 
como  hacernos  solidarios  de  sus  actos 
y  exponernos,  por  tanto,  a  ser  juzgados 
con  la  misma  severidad  que  a  ellas. 
Buena  fama,  hurto  encubre. 

Aconseja   que   se   procure  adquirir 
buena  opinión,  porque  con  ella  se  pue- 
de disimular  mejor  un  defecto,  si  lo  hay. 
Cobra  buena  fama  y  échate  a  dormir. 

Da  a  entender  que  el  que  una  vez 
adquiere  buena  fama,  con  poco  trabajo 
la  conserva. —  Algunos  añaden:  cóbrala 
mala  y  échate  a  morir. 
Correr  fama. 

Divulgarse  y  esparcirse  una  noticia. 
Dar  fama. 

Acreditar  a  uno;  darle  a  conocer. 
Echar  fama. 

Publicar,  echar  voz  de  una  cosa. 
La  buena  fama  es  un  segundo  patrimonio. 
Porque   todo   el    mundo   respeta    y 
quiere  a  quien  goza  de  ella. 
La  fama  pocas  veces  miente. 

Los  juicios  que  el  vulgo  emite,  cuando 
son  unánimes,  suelen  ser  verdaderos. 
Más  vale  buena  fama  que  cama  dorada. 
Vale  más  un  buen  nombre  que  todas 
las  riquezas,  cuando  se  goza  del  apre- 
cio público. 
No  es  mejor  la  fama  del  juez  riguroso  que 
la  del  compasivo. 

La  del  primero  causa  respeto  y  te- 
mor, pero  la  del  segundo  junta  el  cari- 
ño al  respeto. 
Quien  ofrece  y  no  da,  mala  fama  tendrá. 
Porque  se  le  juzga  como  persona  in- 
formal y  poco  seria. 
Si  quieres  buena  fama,  no  te  dé  el  sol  en  la 
cama. 

Contra  los  perezosos  y  dormilones. 


FAMILIA 


376  — 


FE 


Tal  vez  la  buena  fama  se  engendra  de  la 
mala  mentira. 

En   ocasiones,   el    buen  nombre  de 
una  persona  nace  de  un  hecho  falso. 
Unos  tienen  la  fama_y  otros  cardan  la  lana. 
Advierte  que  muchas  veces  se  atri- 
buye a  uno  lo  que  otro  hizo.  Úsase  fre- 
cuentemente en  sentido  irónico. 
FAMILIA.  —  Cargar,  o  cargarse,  de  fa- 
milia. 

Llenarse  de  hijos  o  criados. 
En  cada  familia  hay  un  Judas. 

Por  regla  general,  en  las  familias  nu- 
merosas no  suele  faltar  algún  individuo 
de  ella  que  no  sea  tan  bueno  como  los 
demás. 
Ser  como  la  familia  de  San  Basilio,  que 
hasta  el  aguador  era  santo. 

Aplícase  a  aquellas  casas  en  que  to- 
dos sus  miembros  son  modelo  de  hon- 
radez y  virtud. 
Ser  de  la  familia  de  Ladrón,  y  no  de  Gue- 
vara. 

Ser  una  persona  aficionada  a  lo  aje- 
no.—  Sabido  es  que  el  apellido  Ladrón 
de  Guevara  es  uno  de  los  más  antiguos 
y  nobles  de  España. 
Ser  de  la  familia  de  los  Camachos,  que  no 
alinda  con  nadie. 

Dícese  de  aquellas  personas  huronns 
que  no  quieren  trato  con  la  sociedad. 
Ser  uno  de  la  familia  de  Puñonrostro. 
Manera  jocosa  de  motejar  a  alguno 
de  mezquino  o  miserable. 
FANEGA.  —  Siete  a  la  fanega,  y  ella  en 
tierra.  —  V.  Tres  al  saco,  y  el  saco  en 
tierra. 
FARDA.  —  Pagar  farda,  o  la  farda. 

No  conseguir  una  cosa  sino  a  coí-ta 
de  algún  sacrificio. 
FARDO.  —  Ser  el  fardo  número  uno. 

Algunas  veces  se  suele  usar  en  sen- 
tido desfavorable  para  notar  a  alguno 
de  sumamente  egoísta.  —  V.  La  cari- 
dad bien  ordenada  nace,  o  empieza,  por 
uno  mismo. 
FAROL.  —  Ser  un  farol. 

Dícese  de  toda  persona  aficionada  a 
darse  importancia,  echarla  de  buche  o 
de  fachenda. 
¡Adelante  con  los  faroles,  que  atrás  vienen 
los  cargadores! 

Manifiesta  que  se  está  resuelto  a  ani- 
mar a  otro,  a  continuar  o  perseverar  a 


todo  trance  en  lo  ya  comenzado,  parti- 
cularmente cuando  es  una  empresa 
muy  arriesgada  o  que  no  parece  posi- 
ble llevarla  a  cabo. 
FAROLAZOS.  —  Acabar,  o  salir,  a  faro- 
lazos. —  V.  Acabar,  o  salir,  a  capazos. 
FAS.  —  Por  fas  o  por  nefas. 

Hacer  una  cosa  justa  o  injustamente; 
a  todo  trance. 
FAVOR.  —  Con  el  favor  no  te  conocerás; 
sin  él  no  te  conocerán. 

Cuando  no  se  tiene  valedores,  no  es 
fácil  llegar  a  ser  conocido. 
El  favor  todo  lo  allana. 

El  que  no  tiene  recomendaciones  no 
puede  conseguir  lo  que  desea. — V.  El 
que  no  tiene  padrino  no  se  bautiza. 
Estar  uno  en  favor. 

Poder  mucho  con  una  persona. 
Tener  uno  a  su  favor  a  otro. 

Estar  éste  de  parte  o  en  defensa  del 
que  habla  o  de  quien  se  habla. 
Yo,   favor,  y  quien  quisiere,  justicia.  — 

V.  La  ley  del  embudo. 
No  hagas  favores,  y  no  tendrás  desenga- 
ños, o  enemigos. 

Enseña  cuan  común  es,  por  desgra- 
cia, el  vicio  de  la  ingratitud.  —  Dícese 
también:  Tantos  favores  dispensados? 
tantos  enemigos  granjeados,  y  Los  ene- 
migos se  cuentan  por  los  beneficios. 
Tantos  favores  dispensados,  tantos  ene- 
migos granjeados.  —  V.  No  hagas  favo- 
res, y  no  tendrás  desengaños,  o  enemigos. 
FAVORECER.  —  El  que  te  favorece  te 
ayuda  a  vivir. 

Porque    el   que    presta   protección, 
saca  adelante  al  protegido. 
Favorecerse  de  una  persona. 

Acogerse  a  ella;  valerse  de  su  ayuda 
o  amparo. 
Si  quieres  tener  muchos  que  te  favorez- 
can, haz  por  no  necesitar  de  nadie. 

Porque  no  molestando  con  peticio- 
nes, si  alguna  vez  se  necesita  a  alguno, 
es  fácil  hallarle  propicio. 
FE. — A  buena  fe  y  sin  mal  en  bestia.  Otros 
dicen :  y  sin  mal  engaño. 

Hacer  o  decir  una  cosa  sin  mala  in- 
tención y  sin  ánimo  de  molestar. 
A  fe  que  si  la  conociesen,  que  la  ayunarían. 
Disculpa  de  los  que  dejan  de  hacer 
algo  a  pretexto  de  ignorar  que  debían 
cumplirlo. 


FE 


377   — 


FEBRERILLO 


Aquel  que  la  fe  quiebra,  la  fe  no  le  debe 
ser  guardada. 

Con  los  demás  se  debe  obrar  lo  mis- 
mo que  ellos  obren. 
Dar  fe. 

Hablando  de  los  escribanos,  certifi- 
car por  escrito  una  cosa  que  ha  pasado 
ante  ellos. 
Es  muerta  la  fe  sin  obras. 

Cuando  se  cree,  es  preciso  obrar  en 
consonancia  con  lo  que  es  objeto  de 
nuestra  creencia. 
Hacer  fe. 

Ser  suficiente  un  dicho  o  escrito,  o 
tener  los  requisitos  necesarios,   para 
que  en  virtud  de  él  se  crea  lo  que  se 
dice  o  ejecuta. 
La  fe  no  tiene  ojos. 

Porque  el  mérito  de  la  fe  consiste, 
precisamente,  en  creer  lo  que  no  vemos. 
La  fe,  para  ser  viva,  ha  de  ser  acompaña- 
da de  buenas  obras. 

No  basta  creer  sin  demostrarlo. 
La  fe  salva. 

Como  que  es  la  más  poderosa  de  las 
virtudes  teologales:  sin  creer  no  hay 
salvación  posible. 
No  tener  ni  fe  ni  ley. 

Aplícase  a  las  personas  descastadas 
y  desaprensivas. 
Prestar  fe. 

Dar  asenso  a  lo  que  otro  dice. 
Sin  fe  es  imposible  agradar  a  Dios. 

Dios  quería  ser  creído  por  su  pala- 
bra, y  el  que  no  lo  hace  así  no  es  dig- 
no de  entrar  en  su  reino. 
Tener  la  fe  del  carbonero. 

Dícese  de  aquella  persona  cuya  fe  es 
tan  sencilla  en  materias  de  religión,  que 
sin  ningún  género  de  examen  ni  dis- 
cusión científica  abraza  ciegamente  la 
doctrina  de  Jesucristo  propuesta  y  ex- 
plicada por  la  Iglesia  católica.  El  ori- 
gen de  esta  frase  es  el  siguiente : 

Cuéntase  que  habiendo  ido  a  llevar 
carbón  a  cierto  convento  un  hombre 
dedicado  a  este  oficio,  cuya  sencillez 
llamaba  la  atención  de  todo  el  mundo, 
uno  de  los  frailes  se  propuso  reírse 
aquel  día  a  costa  del  bienaventurado, 
con  cuyo  motivo  le  preguntó  qué  era 
lo  que  creía  acerca  del  misterio  de  la 
Trinidad.  «Creo  —  contestó  aquel  infe- 
liz— lo  que  tiene  y  enséñala  Santa  Ma- 


dre Iglesia:  un  Dios  en  la  esencia  y 
trino  en  las  personas.»  «Pero  ven  acá, 
inocente — le  replicó  el  fraile  para  ten- 
tarlo— ;  ¡no  comprendes  que  es  un  ab- 
surdo el  que  uno  sea  tres  y  tres  sean 
uno?»  «No  hay  tal  absurdo,  padre,  o  yo 
no  sé  dónde  tengo  mi  mano  derecha.» 
Y  diciendo  y  haciendo,  cogió  una  de 
las  extremidades  de  la  capa  que  lleva- 
ba puesta,  y  doblándola  en  tres  partes, 
exclamó:  «Un  paño  en  tres  dobleces  y 
tres  dobleces  en  un  paño.»  Con  lo  cual 
dejó  corrido  y  confuso  al  bueno  del  re- 
ligioso. 
Todo  lo  que  no  se  ve  es  de  fe. 

Es  conveniente  en  sociedad  creer,  o 
hacer  que  creemos,  todo  aquello  que 
no  vemos. 
FEA.  —  ¡La,  que  no  soy  tan  fea;  y  si  lo  soy, 
mas  que  lo  sea! 

Réplica  de  las  mujeres  a  aquellos  que 
les  dicen,  generalmente  en  broma,  que 
son  feas. 
¿Fea?...  El  caudal  de  mi  padre  me  reher- 
mosea. 

Contestación  que  suele  dar  en  Anda- 
lucía la  joven  a  quien  tildan  de  fea. 
Fea  en  faja,  bonita  en  plaza. 

Cuando  las  niñas  pequeñas  no  son 
hermosas,   al  llegar  a  mujeres  suelen 
cambiar. 
Ni  fea  que  enfade,  ni  hermosa  que  se  co- 
dicie. 

Condición  que  debe  tener  la  mujer 
propia. 
Ni  fea  que  espante,  ni  hermosa  que  mate. 

Débese  huir  por  igual  de  todo  ex- 
tremo. 
Siempre  me  toca  a  mí  bailar  con  la  más 
fea. 

Expresión  usada  por  las  personas 
desgraciadas,  a  quienes  siempre  les  co- 
rresponde lo  peor  en  todas  las  cosas. 
Tan  fea  es  Juana  como  su  hermana.  — 
V.  Tal  para  cual,  Pedro  para  Juan. 
FEBRERILLO.  —  Febrerillo  el  loco,  con 
sus  días  veintiocho. 

La  temperatura  de  este  mes  suele 
ser  muy  desigual. 
Febrerillo  el  loco  no  pasó  de  veintiocho; 
sacó  su  padre  al  sol,  y  después  lo  ape- 
dreó. 

Alude  a  los  días  que  este  mes  tiene, 
cuando  el  año  no  es  bisiesto. 


FEBRERITO 


-  378  - 


FEBRERO 


FEBRERITO.  —  Febrerito  el  corto,  un 
día  peor  que  otro. 

Indica  lo  desigual  que  es,  meteoro- 
lógicamente considerado,  este  mes,  el 
más  breve  del  año. 
FEBRERO.  —  Aproveche  bien  a  febrero 
quien  holgó  por  enero. 

Manifiesta  que  el  que  no  ha  hecho 
las  cosas  a  su  debido  tiempo,  tiene  lue- 
go que  molestarse  doble  para  cumplir 
su  compromiso. 
Cuando  no  llueve  en  febrero,  ni  trigo  ni 
centeno.  —  V.  Febrero  verano,  ni  paja  ni 
grano. 
En  febrero  busca  la  sombra  el  perro. 
Algunos  añaden:  y  en  marzo,  él  y  su 
amo.  Y  otros:  afines,  que  no  a  primeros. 

Se  da  a  entender  que  en  el  mes  de 
febrero  calienta  ya  el  sol. 
En  febrero  mete  obreros;  afines,  que  no  a 
primeros. 

Dícese  en  las  montañas  de  Santan- 
der, indicando  que  en  esta  época  deben 
comenzarse  las  labores. 
En  febrero  no  hay  galgo  lebrero,  sino  el 
cañamero. 

Manifiesta  que  en  este  mes  no  hace 
nada  el  cazador  de  liebres,  y  en  cambio 
es  buena  época  para  emplear  el  cáña- 
mo de  la  red,  es  decir,  para  pescar. 
En  febrero  sale  el  oso  del  osero. 

Es  el  tiempo  en  que  suelen  los  osos 
abandonar  su  guarida  para  buscar  el 
alimento. 
E?i  febrero  se  hiela  el  agua  en  el  puchero. 

Eso  se  dice  en  las  regiones  del  cen- 
tro y  del  norte  de  España,  por  los  fríos 
que  en  ellas  suele  hacer  en  esa  época; 
no  así  en  las  meridionales,  donde  por 
ese  tiempo  es  bastante  común  el  em- 
pezar a  dejarse  sentir  el  calor,  y  por  eso 
rige  en  éstas  el  refrán  contrario:  En  fe- 
brero busca  la  sombra  el  perro. 
En  febrero  siembra  el  yero;  en  marzo,  el 
garbanzo;  en  abril,  el  maíz;  en  mayo,  es- 
perallo,  y  cuando  llega  San  Juan,  los  di- 
neros te  darán. 

Fórmula  empleada  para  saber  lo  que 
se  debe  sembrar  en  los  cuatro  meses 
indicados,  para  poder  recoger  el  fruto 
en  junio. 
En  febrero  siete  galgos  a  un  lebrero,  y 
en  mayo,  siete  lebreros  a  un  galgo. 

En  el  mes  de  febrero  hay  pocas  lie- 


bres, bastando  con  un  perro  para  cazar- 
las, y  en  el  de  mayo  son  éstas  más  abun- 
dantes, necesitando  emplear  más  pe- 
rros lebreros  que  galgos  para  la  caza 
de  otros  animales. 
En  febrero,  un  rato  al  sol  y  otro  al  hu- 
mero. 

Indica  la  desigualdad  de  temperatu- 
ra en  este  mes. 
Febrero,  cebadero. 

Da  a  entender  que  la  lluvia  en  este 
mes  afianza  la  cosecha  de  la  cebada  y 
de  otros  granos. 
Febrero   debe   llenarlos,  y   luego   marzo 
secarlos. 

Se  refiere  a  los  campos  sembrados, 
si  ha  de  ser  buena  la  cosecha. 
Febrero  el  corto,  el  peor  de  todos. 

La  climatología  en  este  mes  suele 
ser  muy  desigual,  como  ya  se  ha  indi- 
cado repetidas  veces. 
Febrero  el  loco,  que  sacó  a  su  padre  al 
sol  y  después  lo  apedreó.  —  V.  Febrerillo 
el  loco  no  pasó  de  veintiocho;  sacó  su 
padre  al  sol,  y  después  lo  apedreó. 
Febrero,  el  mes  más  largo  cuando  no  hay 
dinero. 

Más  que  refrán  es  un  axioma  inven- 
tado por  Pero  Grullo,  pues  en  esas  con- 
diciones no  hay  mes  que  no  sea  kilo- 
métrico. Si  alguien  no  está  conforme, 
que  levante  el  dedo. 
Febrero  es  el  solo  mes  más  corto  y  menos 
cortés. 

Alude  a  su  brevedad  y  a  la  desigual- 
dad de  su  temperatura,  como  ya  he- 
mos hecho  observar  en  refranes  ante- 
riores. 
Febrero,  mes  corto,  un  día  peor  que  otro. — 
V.  Febrero  es  el  solo  mes  más  corto  y 
menos  cortés. 
Febrero  saca  la  cebada  de  culero. 

Recuerda  que  en  este  mes  ya  alcan- 
zan los  sembrados  de  cebada  un  nota- 
ble crecimiento. 
Febrero,  siete  capillas  y  un  sombrero. 
Manifiesta  que  en  este  mes  suele  ha- 
cer frío,  no  estorbando,  por  tanto,  el 
el  abrigo. 
Febrero  verano,  ni  paja  ni  grano. 

Esto  es,  cuando  febrero  es  seco  y 
caluroso,  como  se  anticipa  realmente 
la  estación,  es  perjudicial  para  el  cre- 
cimiento de  los  sembrados. 


FELICIDAD 


379  — 


FEO 


Por  febrero  busca  el  obrero;  comerá,  pero 
también  trabajará. 

Indica  que  es  la  época  en  que  empie- 
zan a  ser  necesarias  las  labores  en  el 
campo,  de  las  que  no  puede  prescin- 
dirse  aunque  aún  sean  cortos  los  días. 
Si  acaso  truena  en  febrero,  las  cubas  al 
gallinero. 

Advierte  que  las  tronadas  en  este 
mes  auguran  que  los  viñedos  no  darán 
apenas  frutos. 
Si  en  febrero  caliente  estás,  por  Pascua 
tiritarás. 

Cuando  en  el  citado  mes  se  adelanta 
el  calor,  suele  arreciar  el  frío  por  la 
Pascua  de  Resurrección. 
FELICIDAD.  Contribuir  a  la  felicidad 
de  aquellos  con  quienes  vivimos,  es  ser 
virtuoso. 

Las  personas  de  buenos  sentimien- 
tos se  afanan  por  procurar  la  dicha  de 
los  suyos. 
La  felicidad  del  cuerpo  consiste  en  la 
salud,  y  la  del  espíritu  en  el  saber. 

La  satisfacción  producida  por  el  buen 
estado,  tanto  moral  como  material,  pro- 
duce la  verdadera  dicha. 
La  felicidad  mansa  y  lenta  es  la  que  dura. 
Como  todo  aquello  que  no  es  exage- 
rado ni  bullicioso. 
La  felicidad  y  el  entendimiento  siempre 
andan  encontrados. 

Porque  el  segundo  nos  suele  guiar  y 
hacer  apetecer  más  de  lo  que  tenemos. 
De  las  felicidades  que  ofrece  el  mundo 
en  la  apariencia,  lo  es  únicamente  la  in- 
dependencia. 

El  no  tener  que  estar  sometido  a  na- 
die es,  indudablemente,  la  mayor  dicha 
apetecible. 
Nadie   disfruta    felicidades    sin  pasar 
muchos  males. 

El  que  llega  a  conseguir  lo  que  desea, 
no  lo  hace  sin  haber  tenido  que  sufrir 
infinitas  privaciones. 
FELIZ.  —  Aquel  está  más  próximo  a  ser 
feliz,  que  se  halla  en  la  desgracia.  — ♦ 
V.  No  hay  bien  ni  mal  que  cien  años  dure. 
Si  quieres  ser  feliz,  vive  ignorado. 

Proverbio  persa  que  cifra  la  dicha  en 
la  virtud  de  la  modestia. 
Prometérselas  felices  alguna  persona  a 
sí  misma. 

Tener  firme  esperanza  de  salir  airosa 


en  su  intento. — Probablemente  ese  las 
aludirá  a  Pascuas. 
FEO. — De  lo  feo  a  lo  hermoso,  déme  Dios  lo 
provechoso. 

Recomienda  lo  útil  sobre  lo  agra- 
dable. 

Es  tan  feo,  que  el  verlo  quita  el  hipo. 

Sabido  es  que  el  hipo  se  cura  reci- 
biendo un  susto  o  una  conmoción 
grande;  en  esto  se  basa  la  frase. 

Eso  es  más  feo  que  llamar  de  tú  a  sn 
padre. 

Antiguamente  era  una  falta  de  res- 
peto imperdonable  tutear  a  los  autores 
de  sus  días;  de  ahí  la  comparación  es- 
tablecida en  el  dicho  que  nos  ocupa. 

Eso  es  tan  feo  como  pegarle  a  Dios  en  Vier- 
nes Santo.  —  V.  Eso  es  más  feo  que  lla- 
mar de  tú  a  su  padre. 

Más  feo  que  el  figurón  que  está  en  el  paseo. 
Pondera  la  fealdad  de  una  persona 
o  cosa,  aludiendo  a  la  horrorosa  esta- 
tua de  Hércules  que  está  en  el  paseo 
de  la  Alameda  de  Cádiz. 

Más  feo  que  Picio. 

Dícese  de  la  persona  extremada- 
mente fea.  —  A  principios  del  siglo  pa- 
sado existía  en  Granada  un  zapatero  de 
aquel  nombre,  natural  de  Alhendín, 
pueblo  de  la  provincia,  el  cual,  por  no 
sé  qué  delito,  había  sido  sentenciado  a 
la  última  pena.  Hallándose  en  capilla  re- 
cibió la  noticia  del  indulto,  y  fué  tanta 
la  sorpresa  que  le  causó  la  inesperada 
nueva,  que,  cayéndosele  a  poco  el  ca- 
bello, las  cejas  y  las  pestañas,  y  llenán- 
dosele de  tumores  la  cara,  quedó  tan 
monstruoso  y  deforme,  que  en  breve 
pasó  a  ser  citado  como  modelo  de  la 
fealdad  más  horrorosa.  Retiróse  des- 
pués a  Lanjarón,  villa  a  7  leguas  de 
Granada,  donde  por  no  querer  quitarse 
de  la  cabeza  el  pañuelo  con  que  cons- 
tantemente la  tapaba,  a  fin  de  no  des- 
cubrir la  calva,  jamás  entraba  en  la 
iglesia,  lo  cual,  observado  por  los  habi- 
tantes, fué  causa  de  que  le  hicieran 
salir  más  que  de  prisa  de  aquella  po- 
blación; entonces  se  refugió  en  Grana- 
da, donde  murió  al  poco  tiempo,  según 
declaran  personas  que  me  aseguran 
haberlo  conocido. 

Más  feo  que  una  excomunión.  —  V.  Más 
feo  que  Picio. 


FERIA 


380  — 


FERIA 


No  es  tan  feo  el  diablo  como  lo  pintan. — 
V.  No  es  tan  fiero  el  león  como  lo  pin- 
tan. 
Por  muy  feo  que  sea  el  santo,  le  llega  su   j 
fiesta.  —  V.  A  cada  puerco  le  llega  su 
San  Martín. 
Ser  más  feo  que  el  sargento  de  Utrera,  que 
reventó  de  feo. 

Una  de  tantas  ponderaciones  como 
se  emplean  para  expresar  la  carencia 
de  belleza. 
Ser  mas  feo  que  el  tío  Molino,  que  le  die- 
ron el  óleo  en  la  nuca  porque  de  feo  no 
se  lo  pudieron  dar  en  la  cara. 

Modo  de  ponderar  la  fealdad  de  una 
persona. 
Ser  más  feo  que  la  Muerte. 

Ser  horrorosamente  feo. 
Ser  uno  más  feo  que  la  vieja  que  engañó  a 
San  Antón  y  apedreó  a  San  Esteban.  — 
V.  Más  feo  que  Picio. 
Ser  más  feo  que  un  miedo  de  San  Antón. — 

V.  Más  feo  que  Picio. 
Ser  más  feo  que  un  ¡voto  a  Dios! — V.  Más 

feo  que  Picio. 
Venir  a  ser  alguna  cosa  feos  pies  de  la 
rueda  de  la  locura  de  alguno. 

Tener  un  fundamento  poco  confesa- 
ble  el  encumbramiento  o  los  desvarios 
de  alguien. 
FERIA.  —  A  feria  se  vapor  todo;  pero  por 
narices,  no.  —  V.  A  Roma  se  vapor  todo; 
pero  por  narices,  no. 
A  otra  feria  vais  (por  vayáis)  que  más 
fama  cobréis. 

Manera  de  dar  a  entender  a  uno  lo 
desacertado  que  anda  en  su  modo  de 
pensar  o  de  obrar. 
Cada  uno  habla  de  la  feria  según  le  va 
en  ella. 

Denota  que  cada  cual  habla  de  las 
cosas  según  el  provecho  o  daño  que  ha 
sacado  de  ellas. 
Como  la  feria  de  Nambroca,  que  lo  que 
no  se  hace  en  esta  semana,  se  hace  en  la 
otra. 

Señala  la  indiferencia  con  que  mira 
uno  la   no  realización  de  sus  deseos, 
por  la  esperanza  que  abriga  de  que  en 
otra  ocasión  se  cumplirán. 
Comprar  en  feria  y  vender  en  casa. 

Aplícase  a  los  amigos  de  adquirir  las 
cosas  por  exiguo  valor,  para  sacarles 
después  buen  producto. 


En  la  feria  de  amor,  el  que  más  gasta 
sale  peor. 

Aconseja  que  no  se  interese  uno  mu- 
cho en  cuestiones  amorosas,  pues  de 
tener  un  desengaño,  cuesta  más  sufri- 
miento al  que  lo  tomó  en  serio  que  al 
que  lo  conceptuó  como  un  pasatiempo. 
En  la  feria  de  Villaverde,  el  que  más  pone 
más  pierde. 

Refrán  debido,  como  otros,  al  sonso- 
nete, y  cuya  significación  entraña  un 
espíritu  de  triste  desengaño,  pues  ex- 
cita a  no  tomarse  interés  en  el  des- 
empeño del  cargo  que  a  uno  le  está 
cometido,  por  cumplirse  la  no  menos 
triste  realización  de  que,  frecuente- 
mente, quien  más  hace,  menos  merece. 
La  mitad,  a  uso  de  feria. 

Recomienda  que  al  ir  a  comprar  al- 
gún objeto  se  ofrezca  siempre  menos 
de  lo  que  el  vendedor  pide,  es  decir, 
que.  se  regatee,  pues  casi  siempre  sue- 
len decir  un  precio  más  alto  con  objeto 
de  rebajar  después.  Ese  es  el  sistema 
de  los  chalanes  en  las  ferias,  de  donde 
viene  la  frase. 
Muchos  van  a  la  feria  a  ver,  y  no  compran 
nada. 

Dícese  de  aquellos   que  gustan  de 
divertirse  en  todos  los  terrenos,  pero 
teniendo  cuidado  de  no  comprometer- 
se en  lo  más  mínimo. 
No  creas  al  que  de  la  feria  viene,  sino  al 
que  a  ella  vuelve.  —  V.  Cada  uno  habla 
de  la  feria  según  le  va  en  ella. 
Nunca  se  vaya  a  feria  en  que  más  se  pierda. 
Aconseja  se  retire  uno  de  aquellos 
lugares  o  compañías  en  que  peligre  el 
buen  nombre  de  alguno. 
Revolver  la  feria. 

Causar  disturbios,  alborotar.  —  Des- 
componer un  negocio  en  que  otros  en- 
tienden. 
Saca  a  la  feria  tus  muías,  que  se  venden 
mal  si  están  ocultas. 

Lo  que  no  se  conoce  mal  se  puede 
adquirir.  —  Equivale  a  recomendar  el 
anuncio. 
Tener  que  contar  de  la  feria. 

Da  a  entender  que  hay  mucho  que 
hablar  de  un  asunto. 
Vender  a  uso  de  feria. 

Dícese  del  ajuste  que  queda  ultima- 
do en  el  acto  de  celebrarse  el  contrato 


FERNANDINA 


381   - 


FIEBRE 


de  compra  y  venta,  después  de  exami- 
nada y  aprobada  la  alhaja  por  el  com- 
prador, sin  tener  derecho  éste  a  pe- 
dir en  lo  sucesivo  indemnización  algu- 
na por  daños  y  perjuicios,  como  no  se 
pide  en  igualdad  de  circunstancias  en 
las  ferias  y  mercados.  —  En  otras  oca- 
siones significa  vender  a  mucho  menos 
precio  del  que  se  pide,  por  ser  ésa  la 
costumbre  en  las  ferias  y  mercados.  A 
este  propósito  se  dice  igualmente  :  La 
mitad,  a  uso  de  feria.  (Véase.) 

FERNANDINA.—  Usar  de  fernandinas. 
No  cumplir  nada  de  lo  prometido.  — 
Alude  a  una  carta  del  duque  de  Fer- 
nandina,  en  que  ofrece  al  rey  D.  Fer- 
nando, para  la  expedición  contra  los 
turcos,  «diez  mil  personas  a  guerra  fini- 
da, sin  paga  ninguna>  (15 12),  lo  cual 
no  llevó  a  efecto.  Así  se  registra  en  un 
volumen  en  folio,  manuscrito,  rotulado 
Varios  de  Historia,  y  signado  E  137,  pá- 
gina 185,  que  pertenece  a  la  Academia 
de  la  Historia.  El  tratado  donde  se  halla 
esta  especie  lleva  por  título:  Primeras 
listas  de  la  rúbrica  de  los  papeles  del  se- 
cretario Gerónimo  Curita,  y  son  de  los 
XII  liga/nenes,  que  los  demás  que  aula  en 
el  Alacena  todo  estaña  suelto  y  sin  orden. 

FERNANDO»  —  Viva  Fernando,  .y  vamos 
robando. 

Frase  circunstancial  que  quedó  en 
proverbio,  muy  corriente  desde  el  año 
18 1 5  al  1823,  alusiva  a  los  abusos  y 
latrocinios  que  cometían  los  partida- 
rios del  absolutismo  de  Fernando  VIL 

FIADOR.  —  No  hay  tal  fiador  como  don 
Félix  Utroque. 

No  hay  mejor  garantía  que  el  dinero 
contante  y  sonante  que  se  apronta  en 
el  acto.  —  En  tiempo  de  Fernando  VII 
enajenaron  los  monjes  de  Veruela  va- 
rias de  sus  posesiones.  El  cillerero  o 
administrador  de  los  bienes  del  mo- 
nasterio, al  ver  que  el  labriego  del  Bus- 
te  que  subastó  las  fincas  iba  vestido 
de  paño  pardo,  abarcas  y  sombrero  de 
alas  anchas,  le  preguntó  quién  salía 
por  fiador  suyo,  a  lo  que  contestó  : 
Don-Félix  Utroque,  vaciando  al  propio 
tiempo  sobre  la  mesa  un  bolsón  reple- 
to de  onzas  de  oro,  de  las  que  llevan 
en  el  reverso  la  leyenda  In  utroque 
felix  auspice  Dei. 


No  seas  fiador  ni  testigo,  ni  entres  por 
ningún  postigo. 

Recomienda  que  se  evite  uno  las  mo- 
lestias que  puede  ocasionar  el  hacer 
ninguno  de  los  papeles  indicados,  así 
como  el  de  llegar  a  algún  sitio  por  la 
puerta  falsa,  debiendo  hacerlo  correcta 
y  legalmente  por  la  principal. 
FIADURA.  —  Meter  a  uno  en  la  fiadura. 

Darlo  por  fiador. 
FIAR.  —  Fíate,  y  no  corras. 

Úsase  irónicamente  para  indicar  que 
no  se  debe  dar  crédito  a  lo  que  se  dice. 
No  te  fies  de  fianza,  francés  y  fraile. 

Insértase  en  los  Cuentos,  dichos,  anéc- 
dotas y  modismos  aragoneses  que  da  a  la 
estampa  un  soldado  viejo  natural  de  Bor- 
ja  (segunda  serie,  pág.  120),  como  re- 
frán de  aquel  país,  a  lo  que  añade  el 
autor  por  cuenta  propia  :  «Ahora,  el 
fraile  debe  substituirse  con  el  farsante 
político.* 
Quien  no  fía,  no  vende. 

Máxima  comercial  que  suele  tener 
no  pocas  quiebras,  y  que  no  necesita 
seguramente  de  explicación. 
Si  fío,  no  cobro;  si  cobro,  no  todo;  pues 
para  no  cobrar,  más  vale  no  fiar. 

Valiéndose  de  esta  reflexión,  no  des- 
provista de  lógica,  se  niegan  muchos 
comerciantes  a  adelantar  sus  mercan- 
cías antes  de  percibir  su  importe. 
¡Tan  largo  me  lo  fiáis! 

Empléase  para  indicar  que  no   nos 
fiemos  de  aquello  que  se  nos  prome- 
te, por  ser  demasiado  extenso  el  plazo 
propuesto. 
Y  a  usted,  ¿quién  le  fía?  — V.  Y  a  usted, 

¿quién  le  presenta? 
Yo  le  fío.  -■  Y  quién  le  ha  de  fiar  a  él? — 
V.  Y  a  usted,  ¿quién  le  presenta? 
FIDELIDAD.  —  La  fidelidad  del  perro 
dura  toda  la  vida;  la  de  la  mujer,  hasta 
la  primera  ocasión. 

Manifiesta  el  carácter  propio  de  cada 
uno  de  los  citados  seres. 
FIEBRE.  —  Declinar  la  fiebre. 

Bajar,  minorarse.  Úsase  más  común- 
mente hablando  de  las  tercianas. 
Fiebre  que  de  octubre  pasa,  grave  censo  es 
en  la  casa. 

Porque  esa  clase  de  enfermedad  es 
muy  difícil  de  atajar  en  cuanto  ya  está 
avanzando  el  otoño. 


FIEL 


382 


FIESTA 


Limpiarse  uno  de  fiebre. 

Faltarle  la  fiebre,  quedando,  por  tan- 
to, libre  de  ella. 
Recargar  la  fiebre. 

Aumentarse  o  entrar  nueva  accesión. 
Sentir  la  fiebre  del  oro. 

Dejarse  dominar  por  el  excesivo  de- 
seo del  dinero. 
FIEL.  —  No  seáis  fiel  a  quien  piensa  que 
sois  ladrón. 

El  que  juzga  mal  de  uno  no  es  me- 
recedor de  que  se  le  guarden  conside- 
raciones. 
Quien  una  vez  hurta,  fiel  nunca. 

Al  que  ba  cometido  una  falta,  aun- 
que haya  sido  impensadamente,  no  se 
le  juzga  ya  honrado,  desconfiando,  por 
tanto,  de  él. 
Buenos  son  los  fieles  para  callar,  pero 
mejor  no  dárselo  a  nadie  a  guardar. 

Da  a  entender  que  el  mejor  medio 
de  que  no  se  divulgue  un  secreto  es 
no  confiárselo  a   persona  alguna,  por 
muy  reservada  que  ésta  pueda  ser. 
FIELDAD.  —  Meter  en  fieldad. 

Poner  en  poder  de  uno  una  cosa  para 
su  seguridad. 
FIERA.  —  No  hay  fiera  más  fiera  que  el 
que  ingrato  sea. 

La  ingratitud  es  el  peor  de  los  vicios 
humanos. 
FIESTA.  —  Aguar  la  fiesta. 

Turbar,  descomponer  cualquiera  es- 
pecie de  regocijo. 
Coronar  la  fiesta. 

Completarla  con  un  hecho  notable. 
Suele  usarse  irónicamente. 
De  lo  que  nada  nos  cuesta,  hagamos  la  fies- 
ta. —  V.  De  esto  que  no  cuesta,  llenemos 

la  CESTA. 

Esta  fiesta  la  hace  un  devoto  a  costa  de 
otros. 

Aplícase  a  las  personas  que  gustan 
de  lucirse  sin  hacer  gasto  alguno,  apro- 
vechándose del  dinero  de  los  demás. 
Estar  uno  de  fiesta. 

Estar  alegre,  satisfecho. 
Fiesta  zamorana,  reloj  y  campana. — Véa- 
se Fiestas  toledanas,  gigantones,  gigan- 
tillas y  campanas. 
Hacer  fiesta. 

Dejar  la  labor  o  el  trabajo  un  día, 
como  si  fuera  de  fiesta. —  Ensuciar  los 
niños  pequeños. 


Pasa  la  fiesta  j>  el  loco  resta. 

Todo  lo  agradable  se  termina  y  lo 
único  que  permanece  es  lo  malo. 

Por  la  fiesta  de  San  Clemente,  cuanto  tri- 
go siembres,  pierdes. 

Aconseja  que  no  se  siembre  trigo 
por  el  mes  de  enero,  en  cuyo  día  23  se 
celebra  el  santo.  —  Creemos  se  referi- 
rá a  esta  fecha,  o  a  la  del  15  de  marzo, 
ya  demasiado  retrasadas  para  la  dicha 
operación  agrícola,  pues  es  de  notar 
que  la  Iglesia  festeja  seis  Clementes: 
los  dos  citados,  y  otros  cuatro  más  en 
los  días  10  de  septiembre,  21  y  23  de 
noviembre  y  4  de  diciembre. 

Tengamos  la  fiesta  en  paz. 

Expresión  con  que  se  pide  o  amo- 
nesta a  otra  u  otras  personas  no  pasar 
adelante  en  sus  pretensiones  o  imper- 
tinencias, con  el  fin  de  evitar  desave- 
nencias o  disgustos. 

Ya  tenemos  la  fiesta  armada. 

Frase  en  que  se  suele  prorrumpir  al 
ver  que,  exaltados  los  ánimos  de  unas 
cuantas  personas  por  causa  de  mediar 
intereses  encontrados,  se  teme  un  des- 
enlace desagradable. 

En  las  fiestas,  trabajar  es  perder  y  no 
ganar. 

Porque  generalmente  no  lo  agrade- 
ce nadie  y  encima  se  ve  uno  motejado 
de  mal  cristiano. 

Fiestas  toledanas,  gigantones,  gigantillas 
y  campanas,  o  Fiestas  toledanas,  gigan- 
tones, música  y  campanas. 

Alude  a  los  que  se  dan  mucho  bom- 
bo y  luego  resulta  que  todo  se  vuelve 
palabrería. 

Guardar  las  fiestas. 

Seguir  el  precepto  del  Decálogo  que 
ordena  santificar  los  días  destinados  al 
descanso. 

Haced  fiestas  a  la  gata  y  saltaros  ha  a 
la  cara. 

Recomienda  que  no  se  emplee  el  ca- 
riño con  quien  no  lo  merece  ni  sabe 
agradecerlo. 

Las  fiestas,  donde  quisieres;  las  navida- 
des, con  las  mujeres. 

Aconseja  a  la  juventud  que  se  pase 
el  rato  sin  contraer  compromisos  en 
donde  se  quiera;  pero  ya  en  la  edad 
provecta  no  debe  pensarse  más  que  en 
ei  hogar  constituido  y  en  la  familia. 


FIGURA 


-  383  - 


FIN 


Las  fiestas  que  hago  al  perro  son  por  su 
dueño.  —  V.  Por  la  peana  se  adora  al 
santo. 
No  estar  uno  para  fiestas. 

Estar  desazonado  y  enfadado,  o  no 
gustar  de  lo  que  se  le  propone. 
Quien  te  hace  fiestas  que  no  te  suele  hacer, 
o  te  quiere  engañar  o  te  ha  menester. 

Los  elogios  que  se  nos  dirigen  sin 
venir  a  cuento,  o  el  trato  íntimo  que 
se  pretende  entablar  repentinamente 
con  nosotros,  suelen  llevar  aparejado 
algún  dolo  o  alguna  petición. 
FIGURA.  —  Alzar  figura. 

Formar  plantilla,  tema  o  diseño  en 
que  se  delinean  las  casas  celestes  y  los 
lugares  de  los  planetas,  y  lo  demás  con- 
ducente a  formar  vanamente  el  horós- 
copo o  pronóstico  de  los  sucesos  de 
una  persona. 
Hacer  figura. 

Tener  autoridad  y  representación  en 
el  mundo  o  quererlo  aparentar. 
Parecer  una  figura  de  tapiz. 

Aplícase  a  la  persona  de  traza  o  figu- 
ra ridicula. 
Tomar  figura. 

Remedar  a  una  persona. 
Cuando  es  todo  figuras,  con  ruines  puntos 
se  envida. 

El  que  en  cualquier  negocio  trata  con 
los  que   están   seguros  del   éxito,  no 
puede  andar  discutiendo  las  condicio- 
nes para  emprenderlo. 
Hacer  figuras. 

Hacer  movimientos  y  ademanes  ri- 
dículos. 
FIGURÓN.  —  Parecer  un  figurón  de  proa. 
Aplícase  a  las  personas  sumamente 
feas  y  estrafalarias,  con  alusión  a  las 
figuras  grotescas  que  se  solía  poner  an- 
tiguamente en  la  proa  de  las  naves. 
FIJO.  —  Más  fijo  que  la  tabla  de  Valencia. 
Se  dice  del  que  es  un  embustero, 
aludiendo  a  la  tabla  o  despacho  regula- 
dor de  carne  que  había  en  Valencia, 
que  no  era  precisamente  un  modelo  de 
precisión  en  el  peso. 
FILA.  —  Quien  no  se  mete  en  filas  no  cata 
el  rancho.  —  V.  El  que  no  se  aventura  no 
pasa  la  mar, 
FILANTROPÍA.  —  La  filantropía  es  la 
moneda  falsa  de  la  caridad. 

Porque  la  caridad  ama  al  hombre  por 


Dios,  en  tanto  que  la  filantropía  ama  al 
hombre  por  el  hombre. 
FILETE.  —  Gastar  uno  muchos  filetes. 

Adornar  la  conversación  con  gracias. 
FILO.  —  Darse  un  filo  a  la  lengua. 

Murmurar,  conversar  en  perjuicio  de 
un  ausente,  censurando  sus  acciones. 
Dar  un  filo. 

Amolar  o  afilar. 
Hacer  uno  alguna  cosa  en  el  filo  de  una 
espada. 

Llevarla  a  cabo  en  ocasión  difícil  o 
arriesgada. 
Embotar  los  filos. 

Entorpecer  y   detener   la    agudeza, 
eficacia  y  ardor  con  que  uno  hace,  dice 
o  pretende  alguna  cosa. 
Herir  por  los  mismos  filos. 

Valerse  uno  de  las  mismas  razones  o 
acciones    de  otro   para  impugnarle  o 
mortificarle. 
FILÓSOFO.— Donde  acaba,  o  deja,  el  filó- 
sofo, empieza  el  físico,  o  el  médico. 

Indica  que  el  que  estudia  demasiado 
perjudica  su  salud,  necesitando  para 
reponerla  el  auxilio  de  la  Medicina. 
FIN.  —  Al  fin  de  la  jornada. 

Al  cabo  de  tiempo.  —  Al  concluirse, 
al  descubrirse  una  cosa. 
Al  fin  del  año  más  corre  un  mastín  que  un 
galgo. 

Significa  que  con  el  transcurso  del 
tiempo  el  que  se  propone  hacer  algo  lo 
logra  mejor  que  el  que  tiene  condicio- 
nes habituales  para  ello. 
Al  fin  se  canta  la  gloria. 

Da  a  entender  que  nadie  puede  jac- 
tarse de  salir  airoso  de  una  empresa 
hasta  no  verla  terminada. 
Dar  fin. 

Acabar   una   cosa.  —  Terminarse  la 
vida,  morir. 
Dar  fin  de  una  cosa. 

Destruirla,  consumirla  enteramente. 
Donde  se  saca  y  no  se  mete,  presto  el  fin  se 
le  ve.  —  V.  Donde  hay  saca  y  nunca  pon, 
presto  se  acaba  el  bolsón. 
El  fin  corona  la  obra. 

No    basta    acometer    una   empresa, 

cualquiera  que  sea;  lo  esencial  es  verla 

concluida  felizmente. 

El  fin  final,  servir  a  Dios  y  no  hacer  mal. 

Indica  que  a  eso  es  a  lo  que  debe 

aspirar  toda  conciencia  honrada. 


FIN 


-  384 


FIRMA 


El  Un  justifica  los  medios. 

Cuando  se  trata  de  hacer  una  bue- 
na obra. 
El  fin  no  justifica  los  medios. 

Teoría  contraria  a  la  anterior,  por- 
que, en  efecto,  puede  tratarse  de  hacer 
una  obra  plausible  y  emplear  actos  re- 
probables para  llevarla  a  cabo. 
El  fin  prueba  los  actos.  — V.  El  Fia  justi- 
fica los  medios. 
¿Ha  estado  usted  alguna  vez  en  alguna  par- 
te con  algún  fin  particular? 

Modo  de  significarle  a  uno  que  no  se 
nos  oculta  la  intención  que  envuelve 
su  manera  de  proceder  o  conducirse. 
Hasta  el  fin  nadie  es  dichoso.  —  V.  Al  fin 
se  canta  la  gloria,  o  Hasta  la  muerte 
nadie  es  dichoso. 
Mejor  es  el  fin  que  los  medios. 

Por  aquello  de  que  todos  los  medios 
son  buenos,  con  tal  de  lograr  uno  lo 
que  se  propone. 
Ningún  buen  fin  puede  prometer  la  violencia. 
Nada  que  tenga  por  objeto  la  ejecu- 
ción de  un  acto  bueno  se  realiza  por 
medios  reprobables. 
No  hay  buen  fin  por  mal  camino.  —  Véase 

Quien  mal  anda,  mal  acaba. 
No  hay  fin  que  no  le  tenga. 

Todo  lo  que  se  premedita  llega  a  su 
ejecución. 
Sacar  a  fin  de  mes  treinta  días,  plato  boca 
abajo  y  ropa  sucia. 

Manifiesta  que  se  ha  perdido  el  tiem- 
po en  llevar  a  cabo  alguna  empresa. 
Si  llueve  al  fin  de  agosto,  con  fortuna  ten- 
dréis, con  vino,  aceituna. 

Indica  lo  conveniente  que  son  las  llu- 
vias al  final  de  dicho  mes  para  asegurar 
la  recolección  de  uno  y  otro  fruto. 
Tanto  me  acechas,  que  al  fin  te  pesa. 

El  que  desconfía  demasiado  de  otro, 
suele  arrepentirse  en  ocasiones  del  mal 
juicio  que  había  formado. 
Todo  tiene  fin  en  este  mundo. 

Las  alegrías,  como  las  tristezas,  no 
son  constantes,  sino  que  llega  un  mo- 
mento en  que  se  terminan.  —  Dícese 
jocosamente  cuando  se  acaba  algún 
manjar,  vino,  postre  o  algo  semejante, 
tanto  si  es  agradable  como  si  no  lo  es. 
A  fines  de  agosto  ten  ya  recogido  el  grano. 
En  atención  a  que  al  final  de  este 
mes  suelen  sobrevenir  las  lluvias  oto- 


ñales,   que   perjudican   los   productos 
que  aun  están  en  las  eras. 
FINEZA.  —  Alabo  la  fineza,  o  la  fran- 
queza,  o  la  frescura,  o  la  gracia,  o  la 
pachorra,  etc. 

Modo  irónico  de  darle  a  entender  a 
una  persona  que  se  ha  comportado 
con  uno,  según  las  circunstancias  res- 
pectivas, sumamente  grosera,  o  atrevi- 
da, o  desvergonzada,  o  inoportuna,  o 
descuidadamente,  etc.  —  En  el  primer 
caso,  esto  es,  en  Alabo  la  fineza,  no  siem- 
pre se  verifica  la  figura  ironía,  indicán- 
dose con  semejante  expresión  lo  que 
lisa  y  llanamente  suena;  a  saber:  una 
manifestación  de  gratitud  por  parte 
de  la  persona  que  ha  recibido  de  otra 
algún  obsequio  o  elogio. 
Venderle  la  fineza  a  uno. 

Manifestarle  que  se  hace  en  su  obse- 
quio lo  que  no  se  haría  por  otro,  sea 
cierto  o  no. 
FINGIR.  —  El  fingir  no  es  mentir. 

En  ocasiones  se  aparenta  algo  por 
propia  conveniencia,   sin  que  por  eso 
crea  uno  que  engaña  a  los  demás. 
FINIQUITO.  —  Dar  finiquito. 

Acabar  con  el  caudal  o  con  otra  cosa. 
FINO.  —  Fino  como  tafetán  de  albarda. 

Esto  es,  basto  como  el  esparto.  Dí- 
cese de  las  personas  mal  educadas. 
FIRMA.  —  Dar  uno  firma  en  blanco   a 
otro. 

Darle  facultades  para  que  obre  con 
toda  libertad  en  un  negocio. 
Dar  uno  la  firma  a  otro. 

Confiarle  la  representación  y  la  di- 
rección de  su  casa   o  de  una  depen- 
dencia. 
Echar  una  firma. 

Mover  con  la  badila  la  lumbre  pues- 
ta en  el  brasero,  después  de  quitada  la 
ceniza  que  la  cubre,  para  que  dé  más 
calor. 
Llevar  uno  la  firma  de  otro. 

Tener  la  representación  y  la  direc- 
ción de  la  casa  de  otro  o  de  una  de- 
pendencia. 
No  hay  firma  de  general  que  iguale  al 
sello  real. 

Por  alta  que  sea  la  jerarquía  del  que 
manda  algo,  siempre  está  sobre  ella  la 
mayor  dignidad  y  categoría  del  jefe  del 
Estado  o  del  soberano. 


FIRMAR 


555 


FLOJO 


FIRMAR.  —  Firmar  en  blanco. 

Poner  uno  su  firma  en  papel  que  no 
está  escrito,  para  que  otro  escriba  en 
él  lo  convenido. 
Ni  firmar  sin  leer,  ni  mear  sin  peer. 

Indica  que  lo  primero  no  se  debe  ha- 
cer, y  lo  segundo  no  se  suele  hacer. 
No  estar  uno  para  firmar. 
Estar  borracho. 
FIRME.  —  De  firme  a  firme. 

El  que  con  tesón  sostiene  algo,  siem- 
pre encuentra  quien  se  lo  dispute  con 
tanto  o  más  empeño. 
Estar  uno  en  lo  firme. 

Estar  en  lo  cierto;  profesar  opinión 
o  doctrina  segura. 
Quedarse  uno  en  firme,  o  en  lo  firme. 
Estar  en  los  huesos. 
FIRMEZA. — Esperar  firmeza  en  amor  de 
mujeres,  querer  agotar  río  caudal  con 
cesta. 

No  se  deben  pedir  imposibles,  por- 
que no  se  consiguen,  como  no  es  da- 
ble lograr  ninguna  de  las  dos  cosas  que 
el  refrán  indica. 
FÍSICO.  —  De  físico  experimentador,  y  de 
asno  bramador. 

Se  suple  Dios  nos  guarde,  porque  tan- 
to el  uno  como  el  otro  parece  que  van 
a  hacer  mucho  y  luego  no  hacen  nada. 
FLACA.  —  La  flaca  baila  en  la  boda,  que 
no  la  gorda. 

Porque  cansándola  pronto  el  tal  ejer- 
cicio,   esquivan   los   hombres  tomarla 
por  pareja. — Aplícase  en  general  a  que 
todo  el  mundo  huye  de  emplear  los 
medios  que  no  son  apropiados  al  fin 
que  se  propone  conseguir. 
FLACO. — Hacerle  a  uno  un  flaco  servicio. 
Hacerle  alguna  mala  obra;  causarle 
algún  perjuicio. 
Más  flaco  que  las  siete  vacas  que  en  sueño 
vio  Faraón  en  Egipto. 

Exagera  la  delgadez  de  una  persona. 
Más  vale  flaco  en  el  mato,  que  gordo  en  el 
papo  del  gato. 

Más  vale  estar  delgado  y  con  vida, 
que  grueso  y  muerto. 
FLAGELACIÓN.—  La  flagelación,  del 
deleite  es  aguijón. 

Las  contrariedades  que  se  oponen 
a  la  realización  de  un  deseo,  son  aci- 
cate para  que  se  quiera  conseguir  con 
más  empeño  lo  que  uno  se  propone. 


FLAGRANTE.  -En  flagrante,  o  En  fra- 
gante, o  Infraganti,  o  En  flagrante  de- 
lito, o  En  fragante  delito,  o  In  fraganti 
delicio. 

Dícese  de  la  acción  de  coger  o  sor- 
prender a  uno  en  el  momento  mismo 
de  estar  ejecutando  un  acto,  por  lo  re- 
gular, punible. 
FLANDES.  —  Asi  esperaré  yo  aquí  como  eti 
Flandes. 

Indica  la  poca  seguridad  que  puede 
tenerse  para  alcanzar  alguna  cosa. 
¿Estamos  aquí  o  en  Flandes?  —  V.  ¿Esta- 
mos aquí  o  en  Jauja? 
Estar  uno  en  Flandes,  y  otro  en  Aragón. 
Hallarse  dos  personas  en  sitios  muy 
opuestos  o  distantes  el  uno  al  otro. 
FLATO.— Al  flato,  darle  con  el  plato. 

Denota  que  esta  incomodidad  se  sue- 
le combatir  comiendo. 
FLAUTA.  —  Sonó  la  flauta  por  casuali- 
dad.—  V.  Acertar  por  chamba. 
FLEMA.  —  Des?tudarse  con  tanta  flema 
como  si  fuera  el  día  de  boda. 

Equivale  a  hacer  algo  muy  despacio, 
con  mucha  calma  y  miramiento,  como 
generalmente  suele  desnudarse  la  re- 
cién casada  el  primer  día  de  matri- 
monio. 
Gastar  flema. 

Alterarse  poco,  obrar  con  indiferen- 
cia o  con  socarronería. — Proceder  des- 
pacio. 
La  flema  de  Pedro  Hernández. 

Aplícase  a  la  persona  que  procede 
con  gran  cachaza  en  sus  operaciones 
todas,  y  tal  vez  a  la  que  se  conduce 
con  mucho  tiento  y  reflexión  antes  de 
determinarse  a  hacer  una  cosa. — Alude 
a  una  obrita  satírico-jocoso-moral  que 
con  dicho  título  compuso  el  doctor 
Marcos  García,  médico  del  siglo  xvir, 
natural  de  Valladolid,  en  la  cual  se  pro- 
puso bosquejar  una  crítica  sazonada  de 
la  sociedad  de  su  tiempo,  especialmen- 
te de  la  de  Madrid,  calcada  sobre  ese 
ente  imaginario,  del  cual  se  dice  que 
se  le  caían  los  brazos  de  puro  descuido 
e  indolencia. 
FLOJO.  —  Ser  flojo  como  el  tabaco  de  Ho- 
landa. 

Se  dice  del   que   es    muy  endeble, 
comparándole  con  el  tabaco  holandés, 
que  es  excesivamente  suave. 
25 


FLOR 


386 


FORASTERO 


Ser  uno  más  flojo  que  una  madeja. 

Dícese  de  los  que  son  poco  amigos 
del  trabajo. 
FLOR.  —  Andarse  a  la  flor  del  berro. 
Darse  a  diversiones  y  placeres. 
Andar  vagando  la  flor  del  berro.  —  V.  An- 
darse a  la  flor  del  berro. 
Buscar  la  flor  del  berro.  —  V.  Andarse  a 

la  flor  del  berro. 
Caer  uno  en  flor. 

Morir  o  malograrse  de  corla  edad. 
Dar  en  la  flor,  o  Tener  por  flor. 

Incurrir  repetidamente  en  algún  vi- 
cio, acto  enojoso  o  censurable,  etc. — Es 
frase  tomada  de  los  tahúres,  para  deno- 
tar que  hacen  trampas. 
Descornar  la  flor. 

Descubrir   al  jugador    la   trampa   o 
fullería. 
Entenderle  a  uno  la  flor. 

Conocerle  la  intención. 
La  flor  de  la  hermosura,  cual  la  de  mayo 
dura. 

Indica  que  la  belleza,  particularmen- 
te en  las  mujeres,  suele  durar  poco. 
Llevar,  o  llevarse,  uno  la  flor. 

Las  primicias  o  lo  mejor  de  una  cosa. 
Ser  la  flor  y  la  nata. 

Ser  lo  mejor  y  lo  más  escogido.  — 
Aplícase  al  que  sobresale  entre  todos. 
Andarse  en  flores. 

Rehusar   la   contestación ,   o    diferir 
entrar  en  lo  esencial  de  un  asunto. 
Como  mil  flores. 

Explica  la  galanura  y  buen  parecer 
de  una  cosa.  —  También   se  usa  para 
significar   que    uno   está    satisfecho   o 
como  quiere. 
Como  unas  flores. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  es  muy 
bonito. 
Decir  flores.  —  V.  Echar  flores. 
Echar  flores. 

Requebrar  o  decir  galanterías  y  piro- 
pos a  las  mujeres. 
Ni  de  las  flores  de  marzo,  ni  de  la  mujer 
sin  empacho. 

Denota  lo  poco  que  se  puede  espe- 
rar de  la  mujer  que  ha  empezado  a 
perder  la  vergüenza,  del  mismo  modo 
que  del  campo  cuando  se  adelanta  de- 
masiado antes  que  llegue  la  primavera. 
Pasársela,  o  pasárselo,  uno  en  flores. 
Pasarlo  bien;  tener  vida  regalada. 


Si  son  flores  o  no  son  flores. 

Se  dice  del  que  no  ve  con  claridad 
una  cosa  y  no  atina  a  decir  lo  que  pien- 
sa, o  del  que  disimuladamente  y  apa- 
rentando duda,  ingiere  la  especie  que 
le  convenía  soltar. 
Todo  eso  es  flores  de  cantueso.  —  V.  Ser 
tortas  y  pan  pintado. 
FLORIDO. —  Cuando  vieres  que  el  florido 
y  verde  árbol  se  seca,  señal  es  que  para  e¡ 
fuego  se  apareja. 

Indica  que  todo  aquello  que  va  per- 
diendo sus  principales  cualidades,  se 
aproxima  a  su  fin. 
FLORIPONDIO.  —  Ser  uno  capaz  de  ha- 
llarle, o  sacarle,  consonante  a  flori- 
pondio. 

Ser  extremadamente  listo  y  travie- 
so. —  Tener  gran  viveza  de  ingenio.  — 
La  voz  jloripondio  carece  de  consonante 
en  nuestra  lengua. 
FONDA.  —  La  fonda  del  Sopapo,  que  por 
un  real  dan  dos  platos. 

Aplícase   al   establecimiento    donde 
dan  de  comer  relativamente  mucho  por 
poco  dinero,  a  causa  de  lo  ínfimo  de 
los  géneros. 
FONDO.  —  Dar  fondo  en  alguna  parte. 

Ir  a  parar,  detenerse  allá  donde  se 
designa.  Es  fiase  tomada  de  la  Náutic¿s 
y  se  usa  en  estilo  familiar.  —  Cesar  en 
alguna  ocupación  o  ejercicio. 
Echar  a  fondo.  —  V.  Echar  a  pique. 
Eso  es  dar  fondo  en  un  mar  sin  cielo. 
Equivale  a  pretender  hacer  algo  sin 
condiciones  para  conseguirlo. 
Grabar  en  fondo. 

Grabar  en  hueco. 
Irse  a  fondo. 

Perder  el  capital  y  quedarse  pobre. 
No  hay  cosa  como  saber  nadar  para  no  irse 
al  fondo.  —  V.  Conocer,  o  entender,  o 
saber,  la  aguja  de  marear. 
FONSECA.  —  Fonseca  tiene  la  bolsa  seca. 
Puede  ser  un  sonsonete  formado  por 
el  afán  de  buscar  consonantes,  o  una 
alusión  al  célebre  Fonseca  que  tanto 
se  distinguió  entre  los  imperiales  en 
la  época  de  la  guerra  de  las  Comunida- 
des de  Castilla. 
FORASTERO.  —  No  hay  forastero  que 
venga  de  mala  gente,  ni  viejo  que  no  haya 
sido  valiente. 

Indica  que  el  que  recibe  en  su  casa 


FORMA 


-  387  - 


FORTUNA 


gente  extraña,  siempre  la  considera  y 
atiende;  lo  mismo  que  en  el  de  edad 
avanzada  siempre  fueron  mejor  los  he- 
chos de  sus  primeros  años  que  los  de 
los  últimos. 
Si  heredas  forastero,  cogerás  más  disgus- 
tos que  dinero. 

Porque  todo  son  obstáculos  y  con- 
tratiempos para  entrar  en  posesión  de 
bienes  que  no  radican  donde  uno  reside. 
FORMA.  —  Dar  forma. 

Llevar  a  la  práctica  lo  que  se  ha  pro- 
yectado. 
FORTUNA.  —  A  mi  fortuna  doy  adora- 
ción, porque  mi  fortuna  es  Dios. 

Todos  alaban  los  procedimientos  de 
que  se  valieron  para  encumbrarse. 
Contra  fortuna  no  hay  arte  ninguna. 

Es  inútil  pretender  uno  luchar  con- 
tra su  suerte. 
Correr  fortuna. 

Padecer  tormenta  la  embarcación  y 
estar  a  riesgo  de  perderse. 
El  que  mas  adula  hace  más  fortuna. 

Las  personas  serviles  tienen  mucho 

adelantado  para  llegar  adonde  quieran. 

El  que  tiene  mata  fortuna,  nada  le  sale 

derecho.  —  V.  El  que  nace  para  ochavo, 

no  llegará  a  cuarto. 

Fortuna,  la  mejor  o  ninguna. 

El  que  aspira  a  salir  de  la  medianía 
desea  llegar  a  la  cumbre  o  quedarse 
como  estaba;  es  decir,  que  no  deben 
preferirse  los  términos  medios  en  nada. 
Fortuna  te  dé  Dios,  hijo,  que  el  saber 
poco  te  basta. 

Indica  que  regularmente  no  se  suele 
atender  al  mérito  de  las  personas. 
Fortuna  y  aceituna,  a  veces  mucha,  y  a 
veces  ninguna. 

Denota  que  así  como  la  cosecha  de 
la  aceituna  rara  vez  es  mediana,  así 
también  es  la  fortuna,  que  rara  vez  se 
contenta  con  la  medianía. 
Hay  buena  y  mala  fortuna  en  las  preten- 
siones. 

La  oportunidad   en   solicitar  alguna 
cosa   es  factor   muy   importante  para 
conseguirla. 
La  baja  fortuna  jamás  se  enmendó  con 
la  ociosidad  ni  con  la  pereza. 

La  persona  que  es  poco  trabajadora, 
no  debe  quejarse  de  que  no  tiene  suer- 
te en  sus  empeños. 


La  fortuna  ayuda  a  los  osados. 

El  que  es  audaz  suele  salir  bien  en 
todo  lo  que  acomete. 

La  fortuna  buena  es  una,  y  la  mala,  sin 
cuento. 

Si  se  pierde  una  oportunidad  para 
mejorar  de  posición,  difícilmente  se 
presenta  otra,  por  haber  en  el  mundo 
muchos  obstáculos  para  todo. 

La  fortuna  de  las  feas,  las  bonitas  la 
desean. 

A  veces  suelen  lograr  matrimonio 
más  conveniente  las  mujeres  feas  que 
las  que  no  lo  son. 

La  fortuna  es  como  la  sombra,  que  sigue 
al  que  huye  de  ella  y  huye  del  que  la  sigue. 
Indica  que  no  debe  desperdiciarse 
la  ocasión  de  encumbrarse,  porque  la 
fortuna  no  se  halla  siempre  a  merced 
del  que  la  busca. 

La  fortuna  es  loca. 

Porque  va  a  favorecer  a  quien  me- 
nos se  lo  merece,  las  más  de  las  veces. 

La  fortuna  humilde  es  más  segura  que  la 
elevada. 

Porque  su  fundamento  es  más  segu- 
ro, aunque  sea  menos  aparatoso  que  la 
que  se  improvisa. 

La  fortuna  no  es  para  quien  la  busca.  — 
V.  El  bien  no  es  para  quien  lo  busca. 

La  fortuna  no  se  cansa  de  perseguir  a  los 
buenos. 

Indica  que  la  suerte  suele  acompa- 
ñar a  los  que  proceden  rectamente.  — 
Usase  también  en  el  sentido  contrario, 
es  decir,  tomando  la  palabra  fortuna 
como  sinónimo  de  desgracia. 

Más  se  habla  con  la  fortuna  que  con  las 
personas. 

El  que  a  solas  traza  sus  planes  para 
medrar,  los  resuelve  más  a  su  gusto 
que  cuando  anda  consultando  con  unos 
y  con  otros. 

Nadie  se  da  por  satisfecho  de  su  fortuna. 
Es  difícil  encontrar  una  persona  que 
esté  contenta  con  su  suerte,  pues  ge- 
neralmente se  ambiciona  más  de  lo  que 
se  tiene. 

No  es  la  fortuna.para  quien  la  busca,  sino 
para  aquel  a  quien  se  le  viene  a  las  manos. 
Enseña  que  no  se  debe  buscar  el  en- 
grandecimiento; es  preferible  poner  los 
medios  para  lograrlo,  única  forma  de 
conseguirlo. 


FORTUNA 


-  38S 


FRAILE 


A'o  hay  que  temer  a  la  fortuna  habiendo 
hospitales. 

El  que  anda  en  miramientos,  jamás 
logra  salir  del  estado  en  que  se  en- 
cuentra. 

No  puede  quitar  más  la  fortuna  que  lo 
que  ha  dado. 

El  que  de  la  nada  se  eleva,  si  por 
reveses  de  la  suerte  pierde  todo  lo  ad- 
quirido, se  queda  como  estaba,  y  por 
tanto  no  pierde  nada  realmente  que 
fuera  suyo. 

No  s'empre  la  fortuna  con  los  trabajos 
da  los  remedios. 

El  que  se  afana  para  prosperar,  no 
suele  precaver  el  modo  de  evitar  la 
pérdida  de  lo  que  adquiere  para  en- 
cumbrarse. 

Probar  fortuna. 

Emprender  una  cosa  de  éxito  dudo- 
so con  el  deseo  de  mejorar  de  suerte. 

Quien  no  asiere  a  la  Fortuna  del  copete, 
a  espaldas  vueltas  es  calva. — V.  La  oca- 
sión la  pintan  calva. 

Soplar  la  fortuna. 

Suceder  las  cosas  felizmente. 

Tener  uno  su  fortuna  en  el  Banco  de 
Londres. 

Tenerla  asegurada  y  a  cubierto  de 
toda  eventualidad,  por  ser  aquel  esta- 
blecimiento financiero  el  que  más  con- 
fianza inspira  a  los  capitalistas  de  los 
países  todos.  —  Así  lo  declaró  el  triste- 
mente célebre  D.  Juan  Álvarez  y  Men- 
dizábal  en  plenas  Cortes,  año  de  1841, 
a  3  de  julio,  con  mengua  de  todas  las 
naciones  en  general,  y  muy  especial- 
mente de  la  nuestra,  mediante  el  si- 
guiente relato :  «Existe  un  colegio  en 
Jerez,  de  una  persona  que  vino  de  Amé- 
rica y  trajo  1 20.000  duros  (hay  una  cues- 
tión sobre  esto  en  el  Ministerio  de  la 
Gobernación)  con  el  precepto  expreso 
de  que  el  día  que  el  Gobierno,  cualquier 
corporación  o  persona  tratase  de  inter- 
venir en  el  manejo  de  estos  fondos  que 
él  destinó  para  el  sostén  de  aquel  co- 
legio, se  repartieran  a  Pedro,  Juan  o 
Diego,  que  él  mismo  designaba.  ¿Y  por 
qué  hizo  esto?  ¿Por  qué  los  dejó  en  el 
Banco  de  Londres?  Porque  consideró 
que  en  ninguna  parte  estaban  más  se- 
guros los  fondos  destinados  para  cA  fo- 
mento de  la  educación  en  aquel  cole- 


gio que  en  el  Banco  de  Londres.  Esto 
es  ya  proverbial  entre  nosotros,  seño- 
res; hay  el  estribillo  de  decir  que  uno 
tiene  su  fortuna  en  el  Banco  de  Londres 
para  demostrar  que  está  al  abrigo  de 
todo  accidente,  y  eso  prueba  que  allí 
es  donde  está  más  seguro.»  Sin  co- 
mentarios. 
FORZOSA.  —  Hacer  uno  la  forzosa. 

Ponerle  en  la  precisión  de  que  eje- 
cute lo  que  no  quisiera,  disponiendo 
las  cosas  de  suerte  que  no  se  pueda 
excusar. 
FORZOSO.— Para  ganar,  forzoso  es  tra- 
bajar. 

Recomienda    la    laboriosidad    como 
único   medio   de   poder    mantener   la 
existencia. 
FRAILE.  —  A  fraile  gordo,  latigazo. 

Es  decir,  que  se  discipline,  para  que 
su  aspecto  exterior  corresponda  a  la 
idea  que  la  gente  tiene  de  los  que  viven 
entre  abstinencias  y  penitencias. 
A  fraile  y  gente  ordinaria,  amén  y  vaya. 
A  cada  uno  se  le  debe  hablar  en  su 
lenguaje  para  ser  entendido. 
Al  fraile,  como  le  faz,  faile. 

Indica  que  no  se  debe  tener  mira- 
miento con  él,  sino  tratarle  ajustándose 
a  su  modo  de  proceder. 
Al  fraile  hueco,  soga  verde  y  almendro 
seco. 

Advierte   que   al   que   es    vanidoso 
debe  castigársele. 
Al  fraile  mesurado,  mírale  de  lejos  y  há- 
blate de  lado. 

Indica  que  aunque  se  presente  con 
comedimiento,  hay  que  tratarle  siem- 
pre con  desconfianza. 
Al  fraile,  ni  darle  ni  quitarle. 

Es  oficio  de  la  Justicia  el  darle  a  cada 
cual  lo  que  de  derecho  le  corresponde, 
sin  estar  obligado  a  más;  pero  tampoco 
autorizado  para  hacer  menos. 
Al  fraile  no  le  hagas  cama,  ni  le  des  tu 
mujer  por  ama. 

Recomienda  que  no  se  le  dé  hospe- 
daje en  casa,  ni  mucho  menos  que  se  le 
permitan  confianzas  en  ella. 
Al  fraile  y  al  cochino,  no  le  ensenes  el  ca- 
mino. 

Porque  lo  aprenden  en  seguida,  y 
luego  no  hay  medio  fácil  de  impedir 
que  sigan  frecuentando  la  casa. 


FRAILE 


389  - 


FRAILE 


Como  el  fraile  del  mazo. 

Se  dice  que  es  como  él  el  que  es  muy 
pesado  y  machacón  en  lo  que  cuenta  o 
en  el  trato  social. 

Cuando  vieres  a  un  fraile  de  la  Merced, 
arrima  tu  etilo  a  la  pared. 

Tal  vez  se  debe  esta  frase  a  suponer 
que  muchos  de  esta  Orden  se  entrega- 
ban a  vicios  reprobados  por  la  Natura- 
leza, porque  conculcan  sus  leyes.— Tam- 
bién emplean  este  dicho  los  muchachos 
en  cierto  juego  en  que  uno  va  con  un 
látigo  y  pega  en  la  parte  posterior  al 
que  se  descuida  en  arrimarla  a  la  pared. 

Cuando  yo  fuere  fraile,  madre;  madre, 
cuando  yo  fuere  fraile... 

Expresa  el  deseo  de  conseguir  uno 
hacer  su  gusto  en  algo,  cosa  que  cree 
no  poderla  lograr  sino  después  de  ser 
religioso,  por  aquello  de  que  alcanzan 
todo  lo  que  quieren. 

El  fraile  cucarro  deja  la  misa  y  vase  al 
jarro. 

Indica  que  el  que  es  religioso  sin 
verdadera  vocación,  se  inclina  más  a 
las  cosas  mundanas  que  a  las  propias 
de  su  ministerio. 

El  fraile  ganoso  cabalga  como  deseoso, 
paga  como  generoso  y  calla  como  reli- 
gioso. 

Expresa  las  condiciones  que  debe 
reunir  para  ser  un  perfecto  fraile,  se- 
gún el  modo  de  entenderlo  la  gente  del 
pueblo. 

El  fraile  que  no  la  pega  a  la  entrada,  la 
pega  a  la  salida.  Dícese  también  :  El 
fraile  y  la  muía,  cuando  no  pega?i  la  coz 
a  la  entrada,  la  pegan  a  la  salida. 

Indica  que  no  debe  uno  fiarse  mucho 
de  unos  ni  de  otras. 

El  fraile  qrie  pide  pan,  carne  toma  si  le 
dan. 

Aparte  de  significar  que  los  frailes 
recogen  de  todo,  pero  con  preferencia 
de  lo  mejor,  indica  que  el  que  solici- 
ta una  cosa  determinada,  acepta  otra 
cualquiera  siendo  de  más  calidad,  aun- 
que no  la  haya  pedido. 

En  las  cosas  malas,  lo  que  no  hace  un  frai- 
le, hace  otro. 

Quiere  decir  que  todos  los  frailes 
están  en  condiciones  para  hacer  aque- 
llo que  no  debe  realizarse,  por  estar 
prohibido. 


Estar  uno,  o  una  cosa,  como  el  fraile  del 
Carmen,  que  ni  entra  ni  sale. 

Refrán,  de  uso  corriente  en  Tarazo- 
na,  con  que  se  significa  la  situación  in- 
decisa o  insegura  en  que  alguien  o  algo 
se  halla.  —  Alude  a  que  en  el  presbite- 
rio de  la  iglesia  de  carmelitas  de  aque- 
lla ciudad  aragonesa  existe  una  puerta 
fingida,  en  la  cual  se  representa  a  un 
lego  que  asoma  parte  de  su  persona 
por  detrás  de  una  cortina,  con  un  ace- 
tre o  calderilla  de  agua  bendita  en  la 
mano,  en  actitud  de  ir  andando,  y  como 
quiera  que,  en  concepto  de  tal  pintura, 
jamás  se  mueve,  de  ahí  el  origen  de  la 
locución  susodicha. 

Fraile  que  fué  soldado  sale  más  acertado. 
Advierte  que  el  que  toma  el  hábito 
religioso  desengañado  de  las  cosas  del 
mundo,  suele  ser  mejor  que  los  que 
son  frailes  sin  haber  pasado  por  otra 
profesión  anterior. 

Fraile  que  pide  por  Dios,  pide  para,  o 
por,  dos. 

Explica  cómo  en  las  obras  de  cari- 
dad que  se  hacen  con  el  prójimo  no 
sólo  se  interesa  el  que  las  recibe,  sino 
también  el  que  las  hace,  por  el  mérito 
que  adquiere  con  Dios.  —  En  sentido 
desfavorable,  se  aplica  a  aquellas  per- 
sonas que,  so  pretexto  de  allegar  limos- 
nas para  fines  piadosos  o  caritativos, 
se  reservan  fraudulentamente  para  su 
provecho  particular  una  gran  parte  de 
lo  recaudado. 

Fraile  que  su  regla  guarda,  toma  de  todos 
y  no  da  nada. 

Caracteriza  este  refrán,  según  el  pue- 
blo, el  verdadero  modo  de  entender 
los  religiosos  el  cumplimiento  de  sus 
estatutos. 

¿Fraile  y  coronel?  Líbrenos  Dios  de  él. 
El  religioso  que  dirige  una  Comuni- 
dad suele  ser  tan  exigente  o  más  que 
el  jefe  que  manda  un  regimiento. 

Haz  lo  que  dice  el  fraile,  y  ?zo  lo  que  él 
hace.  —  V.  Haz  lo  qtce  bien  te  digo,  y  no 
lo  que  mal  hago. 

Ni  a  fraile  descalzo,  ni  a  hombre  callado, 
ni  a  mujer  barbada,  le  des  posada. 

Advierte  que  son  peligrosas  cual- 
quiera de  esas  clases  de  personas,  y 
por  tanto  no  debe  hospedárselas  en 
casa  del  que  sea  previsor. 


FRAILE 


—  390  — 


FRAILE 


Ni  fraile  en  bodas,  ni  perro  entre  las 
ollas. 

Denota  lo  mal  que  parecen  los  ecle- 
siásticos en  ciertas  diversiones  profa- 
nas, así  como  la  exposición  que  corre 
la  comida  si  andan  cerca  perros. 

Piensa  el  fraile  que  iodos  son  de  su  aire. — 
V.  Piensa  el  ladrón  que  iodos  son  de  su 
condición . 

Quien  dijo  fraile,  dijo  alforja  y  fraude. 
Indica   que  el  engaño  y  el  recoger 
cuanto  se  pueda,  son  notas  caracterís- 
ticas de  los  frailes. 

Ser  un  fraile  de  misa  y  olla. 

El  que  carece  de  estudios  mayores, 
por  lo  que  no  puede  aspirar  a  altos 
cargos  eclesiásticos.  No  faltan,  empe- 
ro, ocasiones  en  que  se  dan  casos  en 
contrario. 

¿Adonde  vas?  — A  contar  los  frailes,  a  ver 
si  falta  alguno.  Otras  veces  se  suele 
responder  :  A  cagar  a  Cabildo,  que  hay 
falta  de  tinta.  (Véase.) 

A  pares,  como  los  frailes. 

Dícese  de  las  personas  o  cosas  que 
acostumbran  a  ir  pareadas,  como  solía 
acontecer  con  los  frailes  cuando  iban 
por  la  calle. 

Dos  cosas  no  se  pueden  saciar :  los  frailes 
y  el  mar. 

Recuerda  que  los  frailes  no  se  satis- 
facen nunca,  por  mucho  que  se  les 
conceda. 

Frailes  sobrados,  ojo  alerta. 

Denota  la  prevención  con  que  desde 
muy  antiguo  mira  el  pueblo  a  la  clase 
religiosa  o  monacal,  mayormente  si  tie- 
ne que  habérselas  con  muchos  a  la  vez 
en  lugar  de  sólo  uno. 

Frailes,  vivir  con  ellos,  y  comer  con  ellos, 
y  andar  con  ellos,  y  luego  vendellos,  que 
asi  hacen  ellos. 

Proposición  inicua  a  todas  luces,  y 
que  arguye  depravación  de  corazón  por 
parte  del  enemigo  del  catolicismo  que 
la  redactara. 

Ir,  como  frailes,  de  dos  en  dos. — V.  Apa- 
res, COmO  los  FRAILES. 

Los  frailes  no  quieren  lo  que  conviene. 
Pedía  fervorosamente  a  Dios  Teresa 
de  Jesús  que  en  las  elecciones  para  el 
provincialato  saliera  electo  cierto  in- 
dividuo de  grandes  dotes,  por  creer 
que  en  ello  ganaba  mucho  la  religión. 


Celebróse  el  capítulo,  y  resultó  el  nom- 
bramiento a  favor  de  otro.  Entonces  la 
santa,  con  su  acostumbrada  humildad, 
pidióle  a  Dios  la  perdonase  por  ha- 
ber andado  indiscreta  en  su  preten- 
sión. Mas  el  Señor  le  dijo:  < Teresa 
mía,  cierto  es  que  era  conveniente  lu 
que  me  pedías;  pero  los  frailes  no  quie- 
ren lo  que  conviene.* 

Los  frailes  no  tienen  en  la  memoria  más 
que  sus  comodidades. 

Tacha  de  egoístas  a  los  religiosos. 

Los  frailes  sólo  parecen  bien  en  el  altar, 
en  el  pulpito,  en  el  confesonario  y  pin- 
tados. 

Recomienda  en  los  religiosos  la  vida 
retirada  o  claustral,  y  no  la  propia  de 
sociedad. 

Los  mismos  frailes  con  las  mismas  alfor- 
jas. —  V.  Los  mismos  perros  con  distin- 
tos collares. 

No  lo  creerá,  si  se  lo  predican  frailes  des- 
calzos. 

Frase  usada  para  significar  que  nadie 
en  el  mundo,  por  autorizado  o  reco- 
mendable que  sea,  podrá  convencer  a 
alguno  de  la  existencia  o  veracidad  de 
tal  o  cual  cosa,  aludiendo  al  respeto  y 
veneración  que  habían  llegado  a  gran- 
jearse por  su  virtud  los  frailes  descalzos 
o  de  la  más  estrecha  observancia.  A 
la  manera  que  hoy  se  emplea  poco  esta 
frase,  por  la  sencilla  razón  de  no  exis- 
tir actualmente  Comunidades  de  frailes, 
también  se  puede  asegurar  que  pasa  lo 
propio  tocante  al  modo  o  forma  de 
enunciarla,  esto  es,  respecto  del  uso  de 
la  palabra  si  empleada,  no  como  con- 
junción condicional,  sino  como  adver- 
sativa, pues  muy  contada  es  la  ocasión 
en  que  se  usa  en  tal  sentido,  si  no  es  en 
ésta  u  otra  análoga :  No  callará,  si  lo 
matan,  para  dar  a  entender  que  aunque, 
o  asi  lo  maten,  no  dejará  de  hablar,  can- 
tar, gritar,  llorar,  o  lo  que  sea. 

No  somos  todos  unos,  frailes  y  tambori- 
leros. 

Lamento  amargo  que  no  se  puede 
menos  de  exhalar  al  ver  que  en  mu- 
chas ocasiones  son  mejor  remunerados 
los  trabajos  materiales  que  los  partos 
del  ingenio,  como  sucedió  con  el  tam- 
borilero del  cuento,  que...  Pero  más 
vale  que  yo  calle  para  que  hable  Cal- 


FRANCÉS 


—  39i 


FRASQUITO 


derón  por  boca  de  su  comedia  De  una 
:ausa,  dos  efectos.  Dice  así : 

<De  una  fiesta  a  su  lugar 
volvía  un  tamborilero, 
y  un  fraile  también  volvía 
de  la  fiesta  a  su  convento. 

»E1  tamborilero  iba 
en  un  burro  caballero, 
y  el  fraile  a  pie.  Preguntóle 
el  Padre  :  «¿De  dónde  bueno? 

»  — De  tañer  —  dijo  —  esta  flauta 
y  este  tamboril.»  — Por  eso 
— le  preguntó — ,  ¿qué  le  han  dado?» 
Él  respondió  :  cPoco,  cierto : 

»cincuenta  reales,  comido 
y  bebido,  que  no  es  menos, 
llevado  y  traído,  sin  otros 
regalillos  que  aquí  tengo. 

> — ¿Eso  es  poco?— dijo  el  Padre — . 
Pues  yo  de  predicar  vengo, 
y  ni  aun  de  comer  me  han  dado, 
y,  como  ve,  a  pie  me  vuelvo.» 

»E1  tamborilero  entonces 
dijo  enojado  y  soberbio: 
« — Pues  tamborilero  y  padre 
predicador,  ¿es  lo  mesmo? 

»Aprendiera  buen  oficio, 
y  no  se  quejara  de  eso; 
que  no  somos  todos  unos, 
frailes^  ta?nborileros.> 

No  te  metas  con  frailes,  porque  son  más 
agudos  y  chuscos  que  tú. 

Consejo  que  dio  el  capitán  de  los  la- 
drones en  cuyo  poder  cayó  Gil  Blas  de 
Santillana,  con  motivo  de  que  la  bolsa 
que  robó  en  el  camino  a  un  religioso 
sólo  contenía  unas  cuantas  medallas 
de  cobre  mezcladas  con  agnusdei  y  al- 
gunos escapularios,  sin  siquiera  una 
moneda. 
FRANCÉS.  —  Cuando  el  francés  duerme, 
el  diablo  le  ?nece. 

«Los  autores  antiguos  los  han  teni- 
do (a  los  francos  o  franceses)  por  be- 
licosos e  ingeniosos  en  todas  las  artes, 
así  mecánicas  como  liberales;  en  nues- 
tros tiempos  son  sumamente  orgullo- 
sos e  inquietos,  de  manera  que  anda 
un  refrán  que  lo  dice»,  y  es  el  acaba- 
do de  apuntar.  (Tesoro  de  Covarrubias, 
aumentado  por  Noydens,  art.  Franco.) 
Mala  la  hubisteis,  franceses,  la  caza  de 
Roncesvalles. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  tiene  un 
fin  desastroso,  como  ocurrió  en  aquel 
lugar  de  Navarra  el  año  778  a  los  fran- 
ceses que,  dirigidos  por  Cario  Magno, 
volvían  a  su  país  de  la  expedición  a 


Zaragoza,  adonde  habían  ido  llamados 
por  algunos  musulmanes  descontentos 
del  emir  de  Córdoba,  y  fueron  ataca- 
dos en  el  paso  de  Roncesvalles,  pere- 
ciendo la  flor  de  la  nobleza  de  Francia, 
y  muchos  de  los  que  formaban  su  ejér- 
cito, a  manos  de  los  moradores  de  aquel 
valle.  —  Muchos  varían  el  principio  del 
segundo  verso,  poniendo  en  esa  en  lu- 
gar de  la  caza;  y  tal  vez  se  deba  seme- 
jante substitución  a  las  primeras  edicio- 
nes del  Quijote,  que  por  tan  leídas,  hu- 
bieron de  dejar  ese  rastro  en  el  pueblo. 
Pero  es  error  notorio,  tanto  porque  la 
caza  es  lo  que  se  lee  en  los  antiguos 
romanceros,  cuanto  por  lo  expresivo 
de  dicha  palabra,  con  la  cual  se  denota 
harto  a  las  claras  una  vez  más  la  ver- 
dad del  proverbio  que  dice :  Muchas  ve- 
ces, do  cazar  pensamos,  cazados  queda- 
mos; y  la  caza  en  esta  ocasión  lo  que 
significa  es  la  derrota. 

FRANCIA.  —  ¿Estamos  aquí  o  e?i  Fran- 
cia? —  V.  ¿Estamos  aquí  o  en  Jauja? 

FRANCO.  —  Franco  como  el  camello  del 
Tamorldn,  que  sin  pena  podía  pasar  por 
do  quisiese. 

Se  dice  de  todo  aquel  que  campa  por 
sus  respetos,  seguro  de  no  encontrar 
obstáculos  en  ninguna  parte,  compa- 
rándole con  el  camello  de  aquel  pode- 
roso príncipe,  a  quien  nadie  osaba  im- 
pedir que  comiera  en  todas  partes. 
Franco  .y  liberal,  de  ajeno  caudal. — V.  De 
cuero  ajeno,  correas  largas. 

FRANQUEZA. -¡Alabo  la  franqueza!  - 
V.  ¡Alabo  la  llaneza! 
El  dejar  perder,  o  la  prodigalidad,  no  es 
franqueza. 

Censura  los  gastos  excesivamente 
superfluos. 

FRANQUÍA.— Estar  uno  en  franquía. 
En  libertad  para  poder  disponer  a  su 
albedrío.  Es  frase  tomada  de  la  Náutica. 

FRASQUITO.— Señor  Frasquito,^  éstas, 
¿son  de  niño  chiquito? 

Hubo  cierta  epidemia  en  Mairena 
(Sevilla);  un  sujeto  conocido  por  el 
nombre  de  señor  Frasquito  fué  el  úni  - 
co  anciano  que  quedó  en  el  pueblo,  y 
como  oyera  decir  que  la  terrible  en- 
fermedad no  atacaba  a  los  muchachos, 
se  vistió  de  bebé,  con  su  chichonera  y 
falditas  cortas,  y  salió  a  la  calle  dando 


FREÍR 


392  — 


FRESCO 


saltitos  y  diciendo  con  voz  atiplada,  a 
tiempo  que  echaba  a  rodar  una  naranja : 
«  ¡  Chacha !  Zeñó  Frasquito  ze  gorvió 
niño  chiquito.»  Todo  ello  para  espantar 
a  la  Muerte.  Pero  ésta  no  tardó  en  pre- 
sentarse bajo  la  figura  de  un  guasón  en- 
vuelto en  una  sábana,  y  echando  mano, 
por  detrás,  a  las  piernas  secas  y  peludas 
del  setentón,  le  dijo  con  voz  cavernosa: 
<  Zeñó  Frazquito,  y  éstas,  ¿zon  de  niño 
chiquito?*,  de  cuyo  susto  murió  el  in- 
feliz, y  nació  el  proverbio,  el  cual  se 
usa  para  contraponer,  en  son  de  répli- 
ca, una  cosa  grave  a  otra  cosa  baladí 
o  que  se  reputa  tal. 
FREÍR.  —  Al  freír  de  los  huevos. 

Expresa  el  tiempo  en  que  se  ha  de 
ver  si  una  cosa  tendrá,  o  no,  el  efecto 
que  se  pronostica.  Suele  usarse  en  son 
de  amenaza. 
Al  freír  será  el  reír.  Algunos  añaden  :  y 
al  pagar  será  el  llorar. 

Censura  al  que  da  por  seguro  lo  que 
es  contingente,  u  obra  sin  previsión  y 
sin  tino,  no  mirando  al  día  de  mañana. 
Freírsela  a  uno. 

Engañarle  con  premeditación. 
Si  están  fritas  o  710  están  fritas. 

Da  a  entender  que  alguno  se  resuel- 
ve a  hacer  una  cosa,  después  de  haber 
vacilado  acerca  de  su  determinación,  a 
salga  lo  que  saliere. 
FRENILLO.  —  No  tener  uno  frenillo,  o 
No  tener  uno  frenillo  en  la  lengua. 

Decir  sin  reparo  ni  empacho  lo  que 
piensa  o  siente,  o  hablar  con  demasia- 
da libertad  y  desembarazo. 
FRENO.  —  Beber  el  freno. 

Sacar  el    caballo    el   bocado  de  los 
asientos  con  la  lengua  y  subirlo  a  lo 
superior  de  la  boca. 
Correr  uno  sin  freno. 

Entregarse  desordenadamente  a  los 
vicios. 
Meter  a  uno  en  freno. 

Contenerlo,  ponerlo  en  sus  justos  lí- 
mites; reducirlo  a  la  razón. 
Morder  el  freno.—  V.  Tascar  el  freno. 
Poner  un  freno  en  la  boca. 

No  hablar  por  temor  de  descubrir 
algo.  —  Hacer  callar  la  maledicencia. 
Tascar  el  freno. 

Resistir  uno  la  sujeción  que  se  le  im- 
pone, pero  sufriéndola  a  su  pesar. 


Tirar  del  freno. 

Contener  a  uno  en  sus  acciones;  re- 
primirlo. 
Cambiar  uno  los  frenos. — V.  Trocar  uno 

loS  FRENOS. 

Trocar  uno  los  frenos. 

Hacer  o  decir  las  cosas  cambiándo- 
las, alterando  su  orden,  poniendo  una 
en  lugar  de  otra. 
Trocarse  los  frenos.  —  V.    Volverse  las 
tornas,  o  la  tortilla. 
FRENTE.  —  Arrugar  uno  la  frente. 

Mostrarse  ceñudo,  por  causa  de  ira, 
enojo  o  miedo. 
Primero  es  la  frente  que  el  cogote.  —  Véa- 
se Hacienda,  tu  dueño  te  vea. 
Que  me  lo  claven  en  la  frente. 

Pondera  la  persuasión  en  que  uno 
está  de  la  imposibilidad  de  una  cosa. 
Traerlo  escrito  eti  la  frente. 

No  acertar  una  persona  a  disimular  la 
que  le  está  sucediendo,  manifestándo- 
lo en  el  semblante  y  en  algunas  accio- 
nes que  hacen  traición  a  su  reserva. 
FRESCO.  —  Estar,  o  quedar,  uno  fresco. 
Estar,  o  quedar,  deslucido  o  malpa- 
rado en  un  negocio,  pretensión,  etc. 

Hablando  D.  Bartolomé  José  Gallardo 
(Biblioteca  Española,  tomo  I,  col.  1.209) 
del  Tratado  del  Alborayque,  dice:  «Salva 
le  pone  en  su  segundo  catálogo  (1829) 
en  3-£.  3-sh.,  y  dice  que  es  excessively 
rare,  if  not  unique.  Está  fresco.  Yo,  sin 
el  suyo,  sé  de  cuatro.» 

«Mas  no  han  pagado  el  refresco. 
¿Qué  veo?  Roto  el  servicio... 
¡Caballero!  ¡Qué  estropicio! 
Si  no  le  alcanzo,  estoy  fresco.» 

(Bretón  de  los  Herreros.) 

«Hombre  en  mi  casa...  Estamos  fres- 
cos.» (Larra.) 
Fresco  como  una  mañana  de  abril. 

Lozano  y  bien  conservado.  — Aplíca- 
se indistintamente  a  las  personas  y  a 
las  cosas. 
Fresco,  de  piedra;  y  abrigo,  de  mata. 

En  terreno  donde  abundan  las  pie- 
dras es  más  fresco  el  aire,  y  es  mejor 
el  abrigo  o  fuego  que  proporcionan  las 
matas. 
Para  fresco,  lo  seco;  y  para  abrigo,  la 
mata. 

Indica  que  es  mejor  el  aire,  más  fres- 
co, en  paraje  donde  no  hay  terreno  en- 


FRIGILIS 


—  393 


FRUTA 


charcado,  y  que  la  mata  es  el  mejor 
abrigo  o  resguardo.  También  indica  que 
la  leña  de  mata  abriga,  o  sea,  que  ca- 
lienta más. 
Ser  fresco  como  una  lechuga. 

Dícese  de  las  personas  desaprensi- 
vas y  que  no  se  avergüenzan  por  nada. 
Ser  un  fresco.  —  V.  Ser  fresco  como  una 

lechuga. 
Tomar  uno  el  fresco. 

Ponerse  en  paraje  a  propósito  para 
poder  disfrutar  de  él. 
/  Ya  está  usted  fresco! 

Dícese  al  que  espera  una  cosa  eme 
no  ha  de  conseguir. 
FRÍGILIS.  —  /  Como  somos  tan  f rígilis!  — 
¡Como  soinos  tan piítilis! 

Confesábase  una  mujer,  y  repren- 
diéndola el  cura  porque  no  se  aparta- 
ba de  la  vida  licenciosa  que  traía,  se 
excusó  ella  con  las  palabras  con  que 
empieza  el  refrán,  a  cuya  excusa  repli- 
có el  confesor  con  la  segunda  parte 
del  mismo,  remedando  a  la  confesada 
en  su  estilo  incivil.  —  Se  aplica,  en  ge- 
neral, a  los  que  alegan  disculpas  fútiles 
e  infundadas. 
FRÍO.  —  Beber  frío  y  comer  caliente. 

Enseña  las  circunstancias  que  han  de 
acompañar  respectivamente  a  la  comi- 
da y  a  la  bebida,  a  fin  de  que  no  dañen 
a  la  salud. 
Cada  cual  siente  el  frío  como  anda  vestido. 
Las  cosas  se  sienten  más  o  menos, 
según  el  temperamento  de  cada  uno. 
El  frío  sabe  a  quien  se  arrima. 

El  necesitado  que  es  discreto,  busca 
el  medio  más  a  propósito  para  salir 
cuanto  antes  del  estado  aflictivo  en 
que  se  encuentra. 
El  que  tiene  frío  se  acuerda  de  Grazalema. 
Esta  villa  de  la  provincia  de  Cádiz, 
distante  18  leguas  de  su  capital,  se  dis- 
tinguió desde  muy  antiguo  por  la  ma- 
nufactura de  sus  muchos  y  buenos  pa- 
ños y  bayetas,  cobertores,  mantas  y 
demás  similares,  con  lo  cual  se  com- 
prende fácilmente  la  alusión  a  favor 
de  la  persona  friolera  en  particular,  y 
en  general  se  extiende  a  manifestar 
que  en  las  necesidades  es  donde  se 
echa  de  ver  lo  indispensable  que  se 
hace  el  buscar  los  medios  de  remediar- 
las lo  mejor  y  antes  posible. 


Estar  más  frío  que  la  nieve. 

Punto  de  comparación  para  indicar 
el  grado  de  frialdad  de  una  cosa. 
Frío  y  amor  tío  guarda  dónde  entra. 

Ambas  cosas  atacan  indistintamente 
a  toda  clase  de  personas,  sin  fijarse  en 
la  calidad  a  que  pertenezcan. 
Hace  un  frío  que  se  hielan  las  palabras. 
Manera   de  exagerar  lo  bajo   de  la 
temperatura. 
No  darle  a  uno  una  cosa  frío  ni  calentu- 
ra. —  No  entrarle  a  uno  frío  ni  calor 
por  una  cosa. 

Explica  la  indiferencia  con  que  ¡=e 
toma  un  asunto. 
No  tiene  más  frío  nadie  que  la  ropa  que 
trae.  —  V.  Cada  cual  siente  el  frío  como 
anda  vestido. 
FRIOLERA.— ¡Ahí  es  una  friolera! 

Pondera  la  importancia  o  gravedad 
de  alguna  cosa. 
FRUTA.— Es  más  sabrosa  la  fruta  del  cer- 
cado ajeno,  que  del  propio. 

Todo  lo    de   los   demás  suele  tener 
más  alicientes  para  nosotros  que  lo  que 
poseemos. 
Fruta  de  huerta  no  entra  en  cuenta. 

Alude  al  escaso  valor  que  en  otro 
tiempo  se  daba  a  los  productos  horte- 
lanos; hoy  ya  es  otra  cosa,  pues  se  co- 
bra hasta  el  perejil. 
La  fruta,  para  que  no  haga  daño,  cuando 
la  come  el  soldado. 

Cuando  empieza  a  venderse  la  fruta 
en  el  mercado  está  verde  y  cara;  pero 
en  llegando  el  término  de  su  época,  se 
encuentra  madura  y  próxima  a  entrar 
en  el  período  de  corrupción,  que  es 
cuando  resulta  más  sana  y  barata,  por 
cuyo  último  motivo  se  hace  más  ase- 
quible su  adquisición  a  la  gente  que 
cuenta  con  pocos  recursos,  como  le 
pasa  al  infeliz  soldado. 
La  fruta  robada  sabe  mejor.  —  V.  Es  más 
sabrosa  la  fruta  del  cercado  ajeno,  que 
del  propio. 
Uno  come  la  fruta  aceda,  y  otro  tiene  la 
dentera.  — V.  Pagar  justos  por  pecadores. 
Léese  en  la  Profecía  de  Ezequiel  (ca- 
pítulo XVIII,  v.  1-3):  «Y  vino  a  mí  pa- 
labra del  Señor,  diciendo:  «¿Por  qué 
> causa  habéis  convertido  en  prover- 
bio esta  parábola  en  tierra  de  Israel, 
>  diciendo :  Los  padres  comieron  el  agraz, 


FRUTAL 


—   394  — 


FUEGO 


>y  los  /ti/os  sufren  la  dentera?  Vivo 
»yo — dice  el  Señor  Dios — que  esta  pa- 
rábola no  será  más  para  vosotros  un 
>proverbio  en  Israel. > 
FRUTAL.  —  Frutal  de  hueso  y  florido,  le 
guarda  el  yeso  molido. 

Quiere  decir  este  refrán  que  con- 
viene abonarlo  para  que  dé  abundan- 
te fruto. 
FRUTO.  —  Dar  fruto. 

Producirlo  la  tierra,  las  plantas,  los 
árboles,  etc.  —  Lograr  utilidad  o  pro- 
vecho en  algo. 
Nadie  recoge  fruto  distinto  del  que  siem- 
bra. —  V.  Quien  siembra  vientos  recoge 
tempestades. 
Sacar  fruto. 

Conseguir  efecto  favorable  de  las  di- 
ligencias que  se  hacen  o  medios  que  se 
ponen. 
Irse  todo  en  frutos  por  pensión. — Y.  Co- 
mido por  servido. 
Nunca  llega  a  madurar  la  nimia  fertilidad 
de  frutos. 

Porque  el  peso  que  tienen  anticipa 
su  caída. 
FU.  —  Niííinifa. 

Contestación  que  en  el  terreno  fa- 
miliar suele  dar  aquel  a  quien  se  le 
pregunta  su  opinión  en  determinado 
asunto,  para  dar  a  entender  que  ni  le" 
agrada  ni  le  desagrada,  que  le  es  abso- 
lutamente indiferente. 
No  decir,  o  no  hacer,  ni  fu  ni fa. 

No  decir  o  no  hacer  absolutamente 
nada;  permanecer  completamente  in- 
activo. 
Salir  haciendo  fu,  como  el  gato. 

Marcharse  de  una  parte    enfadado, 
de  prisa,  sin  despedirse. 
FÚCAR.  -Ser  un  Fúcar. 

Alúdese  al  banquero  millonario  Fu- 
gar, que  habitó  en  Madrid  en  la  calle 
que  hoy  lleva  su  nombre,  aunque  mo- 
dificado, como  en  la  frase.  —  V.  Ser,  o 
parecer,  un  Creso. 
FUCIA. — A  buena  de  fucia,  mala  de  cierta. 
El  que  pone  su  confianza  en  algo  sin 
meditar  su  alcance,  suele  salirle  mal  su 
propósito. 
En  fucia  del  conde  no  mates  al  hombre.  — 
V.  Porque  estés  sirviendo  al  conde  no 
mates  al  hombre,  que  muere  el  conde  v 
queda  el  hombre. 


FUEGO.  —  A  fuego  lento,  o  manso. 

Indica  el  daño  o  perjuicio  que  se  va 
haciendo  poco  a  poco  y  sin  ruido. 
Aquí,  luego;  por  fuego,  a  Toledo. 

Respuesta   evasiva,   cuando    no    se 
quiere  satisfacer  la  curiosidad  del  que 
nos  pregunta  adonde  vamos. 
Donde  fuego  se  hace,  humo  sale. 

Enseña   que   por   muy   ocultas   que 
se  hagan  las  cosas,  no  dejan  de  ras- 
trearse. 
Donde  hubo  fuego,  siempre  queda  rescoldo, 
o  cenizas. 

El  recuerdo  de  lo  pasado,  sobre  todo 
si  es  agradable,  nunca  deja  de  hacernos 
impresión. 
Echar  más  fuego  que  la  montaña  de  Etna. 

Estar  abrasado  de  amor. 
El  fuego  hecho,  ha  de  salir  humo. 

Indica  que  en  lo  que  se  hace  sin  vio- 
lentar los  términos  de  su  ejecución,  se 
conocen  los  procedimientos  empleados 
para  lograrlo. 
El  fuego,  la  mar  y  la  mujer  lobata,  nunca 
Jamás  te  dirán: ¡Basta'. 

Porque   son   insaciables    en    su    vo- 
racidad. —  Mujer  lobata  es  la  prosti- 
tuida. 
El  fuego  muestra  los  quilates  del  oro. 

Indica  que  el  análisis  de  las  acciones 
deja  al  descubierto  la  intención  del  que 
las  realizó. 
El  fuego  no  puede  estar  escondido  y  ence- 
rrado.— V.  jE/amorv  el  dinero  no  se  pue- 
den ocultar. 
El  fuego  siempre  quiere  estar  a  la  ceniza, 
como  quier  que  más  arde  cuanto  más  se 
atiza. 

Cada  cosa   debe   estar   siempre   en 
relación  con  las  que  han  de  contribuir 
al  fin  que  se  persigue. 
*     Estar  uno  hecho  un  fuego. 

Estar  demasiadamente  acalorado  por 
exceso  de  una  pasión. 
¡  Fuego  en  quien  sube  del  fango  al  más 
elevado  rangol 

«Los  que  de  nada  o  de  poco  llegan  a 
mucho,  suelen  portarse  mal  con  los  an- 
tiguos conocidos  y  compañeros  de  su 
primitiva  miseria,  por  aquello  de  que 
no  hay  peor  cuña  que  la  de  la  misma  ma- 
dera, y  lo  otro  de  ni  pidas  a  quien  pidió, 
ni  sirvas  a  quien  sirvió,  etc>  (Domín- 
guez, Diccionario.) 


FUEGO 


—  395 


FUENTEABEJUNA 


Guardarse  de  uno,  o  una  cosa,  como  del 
fuego. 

Retirarse  o  huir  de  una  persona  o 
cosa  con  insistencia. 
Huir  del  fuego  y  dar  en  las  brasas. 

Dícese  del  que,  procurando  evitar 
un  inconveniente  o  daño,  cae  en  otro. 
Jugar  con  fuego. 

Empeñarse    imprudentemente,    por 
pasatiempo  y  diversión,  en  una  cosa 
que  puede  ocasionar  sinsabores  o  per- 
juicios. 
Lanzar  fuego  por  los  ojos. 

Enfurecerse;  estar  muy  enojado. 
Levantar  fuego. 

Excitar  una  discusión,  riña  o  con- 
tienda. 
Llover  sobre  alguno  denuestos,  golpes,  etc., 
como  fuego  graneado. 

Insultar,  pegar  o  maltratar  a  uno  va- 
rias personas  simultáneamente,  sin  dar- 
se punto  de  reposo. 
Meter  fuego. 

Dar  animación  a  una  empresa;  acti- 
varla, promoverla  eficazmente. 
No  cabíamos  al  fuego  y  parid  mi  abue- 
la.— V.  Éramos  pocos  y  parió  mi  abuela. 
No  está  bien  el  fuego  cabe  las  estopas.  — 
V.  La  estopa  cabe  el  mancebo,  llamóla 
fuego. 
Para  llamar  al  fuego,  poca  leña  y  mucho 
viento. 

Las  pasiones  se  avivan  fácilmente, 
desencadenándose  a  poca  costa. 
Pegar  fuego. 
Incendiar. 
Peligroso  está  el  fuego  cabe  la  estopa.  — 
V.  La  estopa  cabe  el  mancebo,   llamóla 
fuego. 
Poner  a  fuego  y  sangre. 

Destruir  los  enemigos  un  país;  aso- 
larlo. 
Sacar  un  fuego  con  otro  fuego. 

Desquitarse  o  vengarse  de  una  per- 
sona, empleando  en  el  desagravio  los 
mismos  medios  que  sirvieron  para  la 
ofensa. 
Si  el  fuego  está  cerca  de  la  estopa,  llega  el 
diablo  y  sopla. 

Advierte  el  riesgo  que  hay  en  la  de- 
masiada familiaridad  entre  hombres  y 
mujeres. 
Tocar  a  fuego. 

Anunciar  las  campanas  un  incendio. 


Apagar  los  fuegos. 

Desconcertar  al  adversario  en  alter- 
cado o  controversia. 

Estar  entre  dos  fuegos. —  V.  Poner  a  al- 
guno, o  estar,  o  hallarse,  entre  la  espada 
y  la  pared. 
FUENTE.  —  Al  lado  de  la  fuente  nadie  se 
ahoga  de  sed.  —  V.  El  que  anda  con  la 
miel  algo  se  le  pega. 

De  buena  fuente,  buena  corriente. 

Lo  dicho  por  una  persona  seria  es 
siempre  digno  de  crédito.  —  V.  De  tal 
palo,  tal  astilla. 

Deja  la  fuente  por  el  arroyo:  buscarás 
agua  y  hallarás  lodo. 

Indica  que  para  lograr  un  fin,  lo  más 
conveniente  es  dirigirse  al  tronco. 

La  fuente  de  Saliarrúa  hace  la  gente 
aguda. 

Saltarrúa  es  una  fuente  muy  cele- 
brada en  Candas  (Oviedo). — Jovellanos 
calificó  sus  aguas  de  ingeniosas,  porque 
se  cree  que  a  su  virtud  es  debida  la 
formación  de  los  ingenios  de  aquella 
villa,  al  tenor  de  lo  que  canta  el  enun- 
ciado refrán. 

Afds  vale  irse  a  la  fuente  que  no  a  los 
surtidores.  —  V.  Deja  la  fuente  por  el 
arroyo :  buscarás  agua  y  hallarás  lodo. 

Una  fuente  cerca  de  una  taberna,  le  causa 
perjuicio. 

Toda  competencia,  por  pequeña  e  in- 
significante que  parezca,  es  dañosa.  — 
Hay  quien  explica  irónicamente  este 
refrán,  juzgando  que,  al  contrario  de 
lo  que  parece  expresar,  la  primera 
junto  a  la  segunda  beneficia  al  taber- 
nero. No  vale  hacer  malos  juicios. 

Beber  en  buenas  fuentes. 

Adquirir   noticias    de   quien   pueda 
darlas  fidedignas. 
FUENTEABEJUNA.  —  Fuenteabeju- 
na,  todos  a  una,  o  ¿  Quién  mató  al  conde 
de  Fuenteabejuna?  —  Todos  a  una. 

La  Orden  de  Calatrava  puso  por  go- 
bernador de  esta  villa  (de  la  provincia 
de  Córdoba,  distante  13  leguas  de  su 
capital)  a  D.  Fernando  Gómez  de  Guz- 
mán,  comendador  de  dicha  Orden,  a 
quien  llamaron  el  conde  de  Fuenteove- 
juna,  y  quien  trataba  tan  crudamente  a 
sus  moradores,  que,  llevados  de  la  des- 
esperación, se  amotinaron  el  día  23  de 
abril  de  1476,  con  grandes  vivas  a  los 


FUENTELVIEJO 


—  396  — 


FUERZA 


Reyes  Católicos  y  mueras  a  los  traido- 
res, acometiendo  con  esfuerzo  su  casa, 
y  no  sólo  mataron  al  comendador,  sino 
también  a  catorce  criados  que  lo  de- 
fendían, arrojando  el  cadáver  por  una 
ventana,  el  que  fué  arrebatado  por  las 
mujeres  y  muchachos  y  arrastrado  con 
bastante  algazara  hasta  la  plaza,  donde 
lo  descuartizaron.  Sabido  que  fué  el 
suceso  por  D.  Fernando  y  D.a  Isabel, 
despacharon  un  juez  de  residencia  para 
que  castigara  a  los  culpados;  mas  no  se 
pudo  descubrir  quiénes  fueran  éstos, 
ni  aun  habiéndose  recurrido  a  aplicar 
la  cuestión  de  tormento.  No  sé  por  qué 
dice  el  refrán  Fuenteabejuna,  siendo  así 
que  el  pueblo  se  llama  oficialmente 
Fuenteovejuna,  aunque  muchos  autores 
creen  que  fué  la  antigua  Mellaría,  cé- 
lebre por  la  abundancia  y  riqueza  de 
su  miel.  Las  armas  de  la  villa  tampoco 
nos  sacan  de  dudas,  pues  si  bien  es 
cierto  que  en  la  parte  superior  figura 
una  fuente  coronada  por  un  enjambre 
de  abejas,  en  el  lado  izquierdo  se  ve  a 
dos  leones  en  ademán  de  devorar  a  una 
oveja.  Siga  el  discreto  lector  la  opinión 
que  guste. — V.  Enlre  todos  la  mataron, 
y  ella  sola  se  murió. 
FUENTELVIEJO.—  Fuentelviejo,  mal 
te  encuentro,  peor  te  dejo. 

Alude  a  lo  poco  que  progresan  los 
lugares  de  escaso  vecindario,  que  por 
lo  general  pierden  más  que  ganan  con 
el  transcurso  del  tiempo. 
FUERA.— Andar,  o  estar,  uno  fuera  de  sí. 
Estar  enajenado  y  turbado  de  suer- 
te  que  no   pueda  reglar  sus  acciones 
con  acierto.  —  Dícese  igualmente  Po- 
ner, o  tener,  a  uno  fuera  de  si,  con  rela- 
ción a  aquello  que  es  causa  de  operar 
en  él  semejante  enajenamiento  o  tur- 
bación. 
Estar  uno  fuera. 

No  hallarse  en  su  casa.  —Dícese  más 
frecuentemente  del  que  se  ha  ausenta- 
do de  ella  para  ir  a  otro  punto  más  o 
menos  distante,  y  durante  mayor  o  me- 
nor espacio  de  tiempo. 
FUERO. — No  lo  manda  el  fuero  que  la  mu- 
jer comience  a  liablar  de  amor  primero. 

Las  conveniencias  sociales  no  per- 
miten a  la  mujer  ciertas  libertades,  que 
se  juzgan  sólo  propias  de  los  hombres. 


Reconvenir  en  su  fuero. 

Citar  a  uno  a  que  comparezca  en  jui- 
cio ante  el  juez  o  Tribunal  competente. 
Surtir  el  fuero. 

Estar  o  quedar  uno  sujeto  al  de  un 
juez  determinado. 
FUERTE. — Acometa  quien  quiera,  ¿/fuer- 
te espera. 

Advierte  que  es  más  valor  esperar 
con  serenidad  el  peligro,  que  no  aco- 
meter o  provocarlo. 
Fuerte  y  feo. 

En  ciertas  obras  o  composturas  es 
preferible  la  solidez  y  tosquedad  a  la 
endeblez  y  buen  aspecto. 
Más  fuerte  era  Sansón  y  le  venció  el  amor. 
Nadie  alardee  de  invulnerable,  pues 
el  que  más  grita,  por  lo  general  es  el 
primer  dominado. 
Pee  fuerte  y  ríete  de  la  muerte. 

Enseña  que  no  se  debe  uno  preocu- 
par de  nada,  sino  tomar  las  cosas  cun 
toda  tranquilidad. 
FUERZA.  —  A  fuerza  de  villano,  hierro  en 
mano.  —  V.  Al  villano,  con  la  vara  del 
avellano. 
A  fuerza  de  villano,  hierro  en  medio. — 
V.  A  fuerza  de  villano,  hierro  en  mano. 
A  quien  más  le  resiste,  con  más  fuerza 
Cupido  embiste. 

Los  enemigos  del  matrimonio  suelen 
ser  los  que  más  pronto  se  ven  cogidos 
en  su  lazo. 
Comer  con  fuerza  y  mascar  con  gana,  que 
lo  que  no  se  hiciere  hoy,  ahí  está  ma- 
ñana. 

Recomienda  que  se  tome  la  vida  con 
tranquilidad,  sin  preocupaciones. 
De  do,  o  do,  fuerza  viene,  derecho  se  pier- 
de, o  Donde  la  fuerza  oprime,  la  ley  se 
quiebra. 

Por  mucha  razón  que  se  tenga,  es 
preciso  doblegarse  a  la  imposición  del 
más  fuerte. 
Donde  fuerza  hay,  derecho  se  pierde.  — 
V.  De  do,  o  do,  fuerza  viene,  derecho  se 
pierde. 
Donde  hay  fuerza. de  hecho,  se  pierde  cual- 
quier derecho.  —  V.  De  do,  o  do,  fuerza 
viene,  derecho  se  pierde. 
Fuerza  fingida,  muy  poco  presta  ni  vale. 
El  que  hace  alarde  de  condiciones 
que  no  posee,   tarda  poco  en  descu- 
brirse que  carece  de  ellas. 


FUERZA 


—  397  — 


FUNDAMENTO 


Hacerle  a  uno  fuerza. 

Influir  poderosamente  en  su  ánimo 
para  decidirlo  a  obrar  de  esta  o  aque- 
lla manera. 
írsele  a  uno  la  fuerza  por  la  boca. 

Ser  baladrón. 
La  fuerza  de  los  valientes,  cuando  caen,  se 
pasa  a  la  flaqueza  de  los  que  se  levantan. 
Después  de  lograda  la  victoria  o  el 
éxito   en  una   empresa,   todos    suelen 
reconocer  más  aptitudes  en  el  que  lo- 
gró el  triunfo. 
La  fuerza  de  toda  doctrina  consiste  en 
hacer  lo  que  enseñamos.  —  V.  Es  más  efi- 
caz el  ejemplo  que  ¡a  doctrina. 
La  fuerza  es  vencida  del  arte. 

La  inteligencia  siempre  se  impone  a 
la  destreza,  tarde  o  temprano. 
Lo  que  por  fuerza  poseas,  que  te  dure  mu- 
cho no  creas.  — V '.  Lo  mal  ganado  se  lo 
lleva  el  diablo. 
Más  vale  fuerza  que  ciencia. 

El  trabajador  mecánico  gana  más  que 
el  científico;  la  energía  bruta  produce 
más  que  la  intelectual.  Así  sucede  por 
lo  general,  con  rarísimas  excepciones, 
como  lo  acredita  la  experiencia  todos 
los  días. 
Ninguna  fuerza  humana  al  tiempo  se  re- 
siste. 

No  hay  nada  más  fatal  y  poderoso 
que  el  tiempo. 
Protestar  la  fuerza. 

Reclamar  contra  la  violencia  con  que 
se  precisa  a  uno  a  hacer  lo  que  es  con- 
tra su  voluntad. 
■Quien  tenga  fuerza  en  el  brazo,  que  cave 
y  pode  en  marzo. 

Es  la  época  en  que  empiezan  a  ha- 
cerse en  el  campo  siembras  de  deter- 
minadas labores,  que  requieren  gran 
vigor  en  el  que  las  ejecuta,  por  el  esta- 
do del  terreno, 
-i  fuerzas  de  ganapán,  hierro  en  medio. 
El  que  flojea  en  el  trabajo,  sólo  por 
la  violencia  se  consigue  que  haga  lo 
que  le  está  encomendado. 


Cobrar  fuerzas. 

Dar  alguna  tregua  al  cansancio  o  al 
trabajo,  especialmente  si  se  toma  en  el 
entretanto  alguna  refacción  para  poder 
continuar  con  más  vigor  la  faena  que 
se  dejó  en  suspenso.  —  Convalecer  el 
enfermo. 
Sacar  uno  fuerzas  de  flaqueza. 

Hacer  algún  esfuerzo  extraordinario 
a  fin  de  lograr  aquello  para  que  se  con- 
sidera débil  o  impotente,  apremiado 
por  lo  crítico  de  las  circunstancias. 
FULANA.  —  : Quién  lo  dice?  —Fulana. 
—  No  le  hagas  caso,  es  cayetana. 

Entre  los  limeños,  modo  de  calificar 
de  necia  o  tonta  a  una  mujer.  —  Trae  su 
origen  de  unas  beatas  así  llamadas  en 
la  ciudad  de  los  Reyes  a  principios  del 
siglo  xvín,  cuyo  instituto  duró  poco, 
por  haber  sido  la  befa  del  pueblo  a 
causa  de  lo  ridiculas  y  extravagantes 
que  iban  vestidas. 
FULANO.  —  Dejaste  a  Fulano  porque  lo 
conocías,  y  escogiste  a  Mengano  porque 
no  ¡o  conocías. 

Indica  que  muchas  veces,  por  querer 
mejorar,  se  empeora. 
FULLERO.  —  Más  fullero  que  Andradilla. 
Aplícase  a  aquellos  que  tienen  fama 
de  tramposos. 
FULLONA.  —  Armar  la  fullona. 

Provocar   alboroto   o    desorden   sin 
venir  a  cuento. 
FUMEAR.  —  El  que  f  umea,  no  polvea. 

Empléase  familiarmente  para  indi- 
car que  por  lo  general  el  que  fuma  no 
suele  tomar  rapé. 
FUNCIÓN.—  No  hay  función  sin  fraile.— 
V.  No  hay  función  sin  tarasca. 
Xo  hay  función  sin  tarasca. 

Critica  a  la  persona  que  asiste  a  todas 
las  fiestas  y  diversiones. 
FUNDAMENTO.  -  Sin  buen  fundamen- 
to, el  edificio  fio  puede  ser  durable. 

Manifiesta  que  la  resistencia  de  todo, 
tanto  moral  como  material,  consiste  en 
la  buena  base. 


Q 


GACETA.  —  Mentir  más  que  la  Gaceta. 

Mentir  mucho.  —  La  Gaceta  a  que  el 
refrán  se  refiere  no  es  al  diario  oficial 
español,  sino  a  los  antiguos  periódicos, 
que  tomaron  dicho  nombre  porque  en 
el  siglo  xv,  hallándose  Venecia  en  todo 
su  apogeo,  al  regresar  sus  buques  mer- 
cantes que  habían  surcado  todos  los  ma- 
res entonces  conocidos,  cargados  con 
frutos  y  noticias  de  los  países  visitados, 
era  tal  la  multitud  que  acudía  al  puerto 
ávida  de  nov&dades,  que  para  calmar 
y  satisfacer  su  curiosidad  fué  preciso 
mandar  escribir  unas  hojas,  por  cuya 
lectura  se  pagaba  una  moneda  llamada 
gazeta,  equivalente  a  unos  diez  cénti- 
mos de  peseta,  y  de  aquí  resultó  que 
a  los  mismos  papeles  noticieros  se 
los  llamase  gacetas.  El  procedimiento, 
agrandado  por  la  invención  de  la  Im- 
prenta, se  extendió  por  toda  Europa, 
y  pronto  no  quedó  nación  de  alguna 
importancia  que  no  poseyese  su  corres- 
pondiente Gaceta.  Ahora  bien:  como 
éstas  tenían  que  publicarse  periódica- 
mente y  no  siempre  había  novedades 
suficientes  para  llenar  el  número,  inser- 
taban a  lo  mejor  noticias  tan  estupen- 
das, que  los  lectores  tenían  forzosamen- 
te que  tomarlas  a  risa,  naciendo  de  ahí 
el  dicho  que  nos  ocupa. 
GACETILLA.  —  Ser  tina  gacetilla. 

Es  decir,  persona  que  por  hábito  e 
inclinación  lleva  y  trae  noticias  de  una 
parte  a  otra. 
GACHAS.—  ¡Animo,  a  las  gachas!  Algu- 
nos añaden  :  que  son  de  arrope. 

Incita  a  una   persona  a  atreverse  a 
alguna  cosa,  especialmente  cuando  es 
agradable. 
Hacerse  uno  unas  gachas. 

Expresar  el   cariño   con   demasiada 
dulzura  y  enternecimiento. 


GAITA.  —  Ándese  la  gaita  por  el  lugar. 

Modo   de   expresar   la    indiferencia 
con  que  uno  mira  aquello  que  por  nin- 
gún concepto  le  importa  o  interesa. 
¡Buena  está  la  gaita! 

Expresa  la  molestia  que  nos  ocasio- 
na algún  encargo,  comisión,  etc. 
Estar  uno  de  gaita. 

Estar  alegre  y  contento  y  hablar  con 
gusto  y  placer. 
La  gaita  del  pueblo  nunca  hace  buen  son. — 

V.  Nadie  es  profeta  en  su  patria. 
La  gaita,  o  el  gaitero,  de  Hontoria. 

El  P.  Noydens,  en  sus  adiciones  al 
Tesoro  de  Covarrubias,  se  limita  a  de- 
cir :  íLa  gayta  de  Ontoria,  y  el  gayte- 
ro  de  Ontoria,  lugar  de  el  obispado  de 
Segouia,  quedó  en  prouerbio,  y  cuen- 
tan del  cierta  patraña.»  Ignoro  cuál  sea 
ésta;  pero  presumo  que  será  idéntica  o 
parecida  a  la  que  se  refiere  de  un  su 
compañero  de  profesión  como  ocurri- 
da en  Bujalance,  y  de  la  cual  se  hace 
mención  en  su  debido  lugar.  —  V.  El 
gaitero  de  Bujalance,  un  maravedí  por 
que  empiece  y  diez  por  que  acabe. 
Ser  uno,  o  una  cosa,  una  gaita. 

Cosa  que  desagrada  o  molesta. 
Tener  uno  buena  gaita. 

Tener  mucho  pescuezo. 
Andar  templando  gaitas. 

Usar  de  demasiadas  contemplacio- 
nes para  satisfacer  o  desenojar  a  uno. 
No  me  vengas  con  gaitas  zamoranas. 

Equivale  a  decir  que  no  nos  moles- 
ten con  tonterías,  cuentos  o  retóricas. 
GAITERO.— £7  gaitero  de  Bujalance,  un 
maravedí  por  que  empiece  y  diez  por  que 
acabe. 

Se  zahiere  a  los  que  son  pesados  y 
molestos  en  su  trato  y  conversación,  y 
por  otra  parte  difíciles  de  entrar  en 
ella,    haciéndose   rogar   mucho,   como- 


GAJE 


—  399  — 


GALARDÓN 


ocurría  con  el  personaje  citado,  que 
jamás  quería  tocar;  pero  cuando  empe- 
zaba no  dejaba  la  gaita  hasta  que  veía 
que  se  había  quedado  solo. 

Siempre  el  mejor  gaitero  menos  medrado 
lo  vemos.  —  V.  Quien  más  hace,  menos 
?nerece. 
Parecer  uno  a  los  gaiteros  de  Lumpia- 
que,  que  les  amaneció'  templando. 

Aplícase  en  Aragón  a  los  muy  pesa- 
dos en  acabar  la  faena  que  traen  entre 
manos.  —  Cuéntase  que  para  solemni- 
zar las  fiestas  de  cierto  lugar,  llamaron 
a  los  famosos  gaiteros  de  Lumpiaque 
(otro  lugar  distante  7  leguas  de  Zara- 
goza). Consentidos  todos  en  que  lo  me- 
jor de  la  fiesta  había  de  ser  el  baile, 
aguardaron  con  impaciencia  a  que  lle- 
gara la  noche;  se  encendieron  candiles 
y  velones,  se  llenó  la  sala  de  gente,  se 
prepararon  las  parejas,  y  como  no  em- 
pezaba la  música,  porque  los  gaiteros 
no  acababan  de  templar,  aburridos  los 
circunstantes,  se  dispersó  la  reunión 
en  medio  de  votos  y  rechiflas.  Lo  que 
no  cuenta  la  historia  es  si,  dado  el  poco 
sufrimiento  de  la  gente  aragonesa, 
arrojaron  o  no  por  la  ventana  a  aque- 
llos torpes  tañedores. 
G AJE.  —  Ser  una  cosa  gajes  del  oficio. 

Dícese  de  todas  aquellas  molestias  o 
gravámenes  que  son  inherentes  al  des- 
empeño de  un  cargo  u  ocupación. 
GALA.  —  Gala  mata  luto. 

Refrán  palaciego  con  que  se  denota 
que  en  la  concurrencia  de  fiestas  de 
gala  con  las  tristes  ceremonias  origina- 
das por  la  defunción  de  algún  persona- 
je regio,  aquéllas  se  anteponen  a  éstas. 

Hacer  gala  de  una  cosa. 

Preciarse  y  gloriarse  de  hacerla,  o  de 
haberla  hecho,  o  de  poseer  aquella  o 
esta  cualidad. 

Hacer  gala  del  sambenito. 

Gloriarse  de  aquello  de  que  antes 
debía  avergonzarse  y  confundirse  uno. 

La  gala,  o  gracia,  del  nadador  es  saber 
guardar  la  ropa. 

En  los  negocios  comprometidos,  el 
toque  está  en  salir  airoso  de  ellos. 

Llevar  uno  la  gala,  o  Llevar  uno  la  pal- 
ma y  la  gala. 

Merecer  el  aplauso,  atención  y  esti- 
ma de  las  gentes. 


Tener  a  gala  el  hacer  tal  o  cual  cosa. — 

V.  Hacer  gala  de  una  cosa. 
Las  galas  excusadas,  los  hijos  a  manadas. 
Donde  hay  mucha  familia,  como  todo 
caudal  es  poco,  no  puede  distraerse 
en  lujo. 

GALÁN.  —  Más  galán  que  Mingo. 

Aplícase  comparativamente  a  la  per- 
sona que  viste  con  cierto  lujo. 
Nosotros  apedreando  al  galán,  y  el  cuco,, 
en  Santa  Catalina. 

Dícese  de  la  persona  que  se  quita 
de  en  medio  cuando  se  la  necesita,  o  de 
aquella  que  se  muestra  indiferente,  o 
no  se  da  por  aludida,  en  asuntos  que 
a  ella  se  refieren. 

He  aquí  el  origen  de  este  refrán,  poco 
común,  y  que  en  cierto  modo  puede 
equivaler  al  francés  C est  le  chien  de  Jean 
de  Nivelle,  il  s'enfuit  quand  on  Vapelle. 
Cuéntase  que  en  Albares,  villa  de  la 
provincia  de  Guadalajara,  a  principios 
del  siglo  pasado  requerían  de  amores 
dos  galanes  a  una  joven,  por  lo  que  uno 
de  ellos,  deseoso  de  quedar  dueño  del 
campo,  invitó  a  algunos  amigos  suyos 
con  el  objeto  de  que  le  ayudasen  a  tirar 
piedras  a  la  casa  de  su  rival.  Comen- 
zado el  apedreo  a  la  hora  concertada, 
como  viesen  que  el  interesado  no  pa- 
recía, se  dieron  a  buscarlo  por  todas 
partes,  hasta  que  lo  hallaron  refugiado 
en  la  ermita  de  Santa  Catalina,  exis- 
tente a  la  sazón  en  las  afueras  del  pue- 
blo y  hoy  destruida,  donde  anidaban 
multitud  de  cuclillos,  por  cuyo  motivo 
prorrumpieron  los  mozos  apedreado- 
res  en  las  palabras  que  luego  pasaron 
a  ser  refrán,  jugando  al  propio  tiempo 
del  vocablo  cuco  por  el  ave  y  por  el  tai- 
mado que  los  había  comprometido,  hu- 
yendo él  el  cuerpo  de  la  escena  en  que 
debía  haber  representado  el  papel  de 
protagonista. 

GALANA.  —  Galana  es  mi  comadre,  si  no 
tuviera  aquel  Dios  os  salve. 

Hay  muchas  cosas  que  serían  bue- 
nas... si  no  tuvieran  algún  defecto. 

GALÁPAGO.-  Ser  uno  un  galápago. 

Se  dice  de  la  persona  astuta,  bellaca 
y  taimada. 

GALARDÓN. — Galardón  sin  trabajo  no 
se  puede  alcanzar. —  V.  No  hay  atajo  sin 
trabajo. 


GALFARRO 


—  400  — 


GALGO 


Los  que  reciben  galardón,  no  se  acuerdan 
de  lo  que  fueron  por  lo  que  son. 

Achaque  ordinario  de  los  que  llegan 
a  desempeñar  altos  cargos,  pues  sue- 
len olvidarse  de  lo  que  fueron  antes  y 
sólo  se  fijan  en  lo  que  en  la  actuali- 
dan  son. 
No  ha  de  pasar  bien  sin  galardón,  ni  mal 
sin  punición,  o  pena. 

Toda  buena  acción  es  merecedora  de 
premio,  así  como  la  mala,  de  castigo. 
GALFARRO.  —  Ser  un  galfarro. 

Hombre  ocioso,  perdido,  mal  entre- 
tenido. 
GALGA. — Parecerse  a  la  galga  de  Lucas. 
Faltar  en  la  ocasión  más  precisa. 
Salir  la  galga  ??ial  capada,  o  Salirle  a 
uno  la  galga  capada. 

Resultarle  una  empresa  al  contrario 
de  lo  que  pretendía  o  esperaba. 
GALGO. — A  galgo  viejo,  échale  liebre  y  no 
conejo. 

Porque  la  alcanza  mejor. — Recomien- 
da que  a  las  personas  de  cierta  edad 
se  les  dé  la  ocupación  más  adecuada 
a  aquélla. 
A  la  larga,  el  galgo  a  la  liebre  mata. 

Con  la  constancia  se  acaba  por  ven- 
cer toda  suerte  de  obstáculos. 
Como  el  que  iiene  un  galgo  cojo  para  ir 
de  caza. 

Aplícase  a  la  persona  o  cosa  que  es 
de  poca  o  ninguna  utilidad. 
Correr  con  tanta  prisa,  que  no  le  alcanza- 
ra un  galgo. 

Modo  de  exagerar  la  premura  con 
que  una  persona  se  quita  de  en  medio. 
De  casta  le  viene  al  galgo  el  ser  rabilar- 
go. —  Véase  en  Casta. 
¡Échale  un  galgo! 

Denota  la  dificultad  de  alcanzar  a  una 
persona,  o  la  de  comprender  u  obtener 
una  cosa. 
El  galgo  barcino,  o  malo  o  muy  fino. 

En  galgos  de  ese  color  (blanco  y  par- 
1,  o  rojizo)  no  cabe  medianía. 
El  galgo  y  el  gavilán  no  se  quejan  por  la 
presa,  sino  porque  es  su  ralea. 

Aplícase  a  la  gente  baja  y  de  malas  in- 
clinaciones, que  hacen  daños  aun  cuan- 
do no  tengan  intención  de  hacerlos. 
El  que  nos  vendió  el  galgo. 

Indica  lo  muy  conocida  que  es  una 
persona  por  algún  petardo  que  ha  dado. 


En  fin,  más  corre  un  galgo  que  un  mas- 
tín; pero  si  el  galgo  está  a?narrado,  más 
corre  un  mastín  que  un  galgo. 

Refrán  con  que  se  suele  terminar 
una  conversación,  sacando  esta  conse- 
cuencia jocosa. —  La  segunda  parte  sue- 
le decirse  también :  mas  si  el  mastín  es 
largo,  más  corre  el  mastín  que  el  galgo, 
que  es  algo  más  propia  y  menos  pero- 
grullesca, a  mi  juicio. 

Estar  atraillado  como  galgo. 

Hallarse  sujeto  moralmente  a  otra 
persona,  e  imposibilitado,  por  tanto,  de 
obrar  libremente. 

Mal  están  los  galgos  para  ir  de  caza. 

Contra  los  que  demuestran  estar  pe- 
rezosos. 

No  le  alcanzarán  galgos. 

Pondera  lo  distante  del  parentesco 
de  que  se  está  tratando. 

Parecerse  a  los  galgos  de  D.  Tadeo,  que 
se  arrimaban  a  la  pared  para  ladrar. 

Dícese  de  las  personas  que  están  tan 
delgadas  y  débiles,  que  apenas  pueden 
echar  el  aliento. 

Por  aquí  han  pasado  los  galgos. 

Cuéntase  de  cierto  doctor  que  tenía 
dos  lebreles  que  le  habían  sido  legados 
por  un  amigo,  previa  la  solemne  prome- 
sa de  no  deshacerse  de  ellos  bajo  nin- 
gún pretexto.  Fiel  a  su  palabra,  cuando 
tenía  que  salir  de  casa  los  dejaba  ence- 
rrados en  su  despacho;  y  como  los  pe- 
rros se  aburrían  de  su  cautiverio,  to- 
maban venganza  sobre  los  malhadados 
manuscritos  de  su  amo,  saltando  sobre 
las  mesas  donde  éstos  se  hallaban  es- 
parcidos, arrojándolos  al  suelo,  arras- 
trándolos y  desgarrando  páginas  ente- 
ras. Llegado  el  momento  de  la  impre- 
sión, los  pobres  manuscritos  no  había 
per  donde  cogerlos:  aquí  una  laguna  de 
muchos  párrafos,  que  hacía  imposible 
la  ilación  de  las  ideas;  ora  lo  que  a  toda 
prisa  substituía  el  autor  no  concertaba 
con  lo  que  antes  había  escrito;  a  veces 
la  expresión  suprimida  por  el  diente 
censor  de  los  canes  no  volvía  a  ofre- 
cerse a  sus  mientes,  siendo  preciso  re- 
emplazarla del  mejor  modo  posible.  Así 
es  que  cuando  los  amigos  del  doctor 
encontraban  en  sus  obras  alguna  pro- 
posición mal  demostrada  u  obscura, 
cuando  notaban   alguna  omisión  o  se 


GALOPÍN 


401   — ■ 


GALLINA 


escandalizaban  de  alguna  incoherencia, 
no  podían  menos  de  exclamar  :  Por 
aquí  han  pasado  los  galgos. 
■Ser  uno  como  los  galgos  de  Lucas,  que 
cuando  sale  la  liebre  les  da  gana  de  ca- 
gar.— V.  Parecerse  a  la  galga  de  Lucas. 
•Si  son  galgos  o  no  son  galgos,  o  Si  son 
galgos  o  si  son  podencos. 

Aplícase  a  los  que  andan  disputando 
por  nonadas  o  fruslerías,  mayormente 
si  en  el  entretanto  aparece  un  tercero 
en  discordia  que  resuelve  la  cuestión 
en  beneficio  propio.  —  Así  sucedió  con 
los  conejos  de  la  fábula;  pues  mien- 
tras andaban  discutiendo  acalorada- 
mente sobre  si  unos  perros  que  habían 
divisado  a  lo  lejos  eran  galgos  o  po- 
dencos, aprovechándose  de  la  disputa 
los  canes,  se  echaron  sobre  los  con- 
tendientes, que  no  tardaron  en  pasar 
del  matorral  a  la  barriga  de  los  cuadrú- 
pedos de  la  raza  canina,  siquiera  per- 
tenecieran éstos  a  tal  o  a  cual  especie. 
Vayase  a  espulgar  galgos,  o  un  galgo. 

Manera  despreciativa  de  despedir  a 
una  persona. 
GALOPÍN.  —  Ser  un  galopín. 

Hombre  astuto,  taimado,  etc. 
GALVÁN.  —  No  lo  entenderá  Galván. 

Denota  lo  intrincado  o  inexplicable 
de  una  cosa. 
GAL  VEZ.  -  Mañana  ayunará  Gálvez.  — 
A  bien  que  no  es  hoy. 

Modo  de  dar  a  entender  que  se  difie- 
re el  cumplimiento  de  una  cosa  debida 
o  prometida,  mayormente  si  se  está  en 
ánimo  de  no  llevarla  a  efecto. 
GALLARDETE.—  De  gallardete  a  ga- 
llardete no  se  hace  saludo.  — V.  Enlre 
sastres  no  se  pagan  hechuras. 
GALLARÍN.  —  Salirle  a  uno  al  gallarín 
una  cosa. 

Acarrearle  disgustos;  sucederle  al  re- 
vés de  lo  que  deseaba. 
GALLEGO.  —  A  gallego  pedidor,  caste- 
llano tenedor. 

A  los  que  abusan  con  peticiones  rei- 
teradas, conviene  hacerles  ver  lo  im- 
portuno y  molesto  de  su  conducta,  ne- 
gándoles de  una  vez  para  siempre  lo 
que  tantas  otras  se  les  había  concedido. 
¡Gallego!...  —  Al  culo  te  llego. 

Se  emplea  en  uno  de  los  juegos  de 
los  muchachos,  sin  que  tenga  relación 


con  los  naturales  de  Galicia,  pues  sólo 
se  busca  el  sonsonete  de  la  expresión. 
Un  gallego  no  da  nada. 

Modo  de  tildar  de  miserables  o  cica- 
teros a  los  hijos  de  Galicia,  fundado  en 
el  siguiente  cuento  o  sucedido:  tomó 
cierto  caballero  un  mozo  para  su  ser 
vicio,  y  preguntándole  si  era  gallego, 
le  contestó  que  no,  que  asturiano.  «Lo 
mismo  da»,  repuso  el  señor.  «Perdone 
su  mercé,  mi  amu;  nun  da  lu  mismu, 
porque  ««jalleju  nun  da  nada.* 

Claro  está  que  en  Galicia,  como  en 
todas  partes,  hay  sujetos  apretados  y 
sujetos  desprendidos,  y  que  sólo  la  pre- 
vención de  unas  regiones  contra  otras 
puede  ser  la  causa  ocasional  de  éstos 
o  parecidos  dicterios;  pero  lo  cierto 
es  que  la  fama  de  tacaños  les  viene  a 
los  gallegos  desde  muy  antiguo,  como 
lo  acreditan  otros  refranes.  Sea  como 
quiera,  y  volviendo  al  refrán  objeto  de 
este  artículo,  diremos  que  alguna  vez 
se  emplea  como  réplica  "al  que  dice  que 
lo  mismo  da  una  cosa  que  otra,  aun 
cuando  para  nada  intervengan  gallegos 
ni  asturianos  en  el  asunto  de  que  se 
trate,  con  ser  unos  y  otros  de  suyo  tan 
aficionados  a  figurar  y  mangonear  en 
todo  y  en  todas  partes. 
Gallegos  y  asturianos,  primos  hermanos, 
o  se  dan  la  mano. 

Alúdese  a  que  por  la  proximidad 
regional  suelen  confundirse  unos  con 
otros,  aun  cuando  ellos  tengan  buen 
cuidado  de  evitarlo. 
Todos  somos  gallegos  y  no  nos  enten- 
demos. 

Indica  lo  poco  avenidos  que  suelen 
ser  los  de  esta  región  en  ciertas  oca- 
siones. 
GALLETA.  —  Colgar  la  galleta. 

Despedir,  despachar,  poner  en  la  ca- 
lle a  la  persona  que  sirve  en  alguna 
casa,  oficina  o  dependencia.  —  Tiene 
mucho  uso  en  la  América  del  Sur. 
GALLINA.  —  Aldeana  es  la  gallina  y  có- 
mela el  de  Sevilla. 

Advierte  que  no  se  deben  despre- 
ciar las  cosas  por  ser  humildes  o  cria- 
das en  tierra  pobre. 
Con  gallina  en  pepitoria  se  puede  ganar 
la  gloria. 

No  es  difícil  conseguir  o  esperar  una 
26 


GALLINA 


402 


GALLINA 


cosa  cuando  se  hace  sin  mortificación 
alguna. 

De  aquella  gallina  vie  deje  Dios  comer, 
que  deja  los  huevos  y  empieza  a  poner.  — 
V.  De  aquella  me  deje  Dios  comer  que 
deja  los  pollos  y  comienza  a  poner. 

De  la  gallina,  la  negra;  del  ansarón,  el 
pardo;  de  la  mujer,  la  pecosa. 

Parece  indicar  que  no  son  los  prefe- 
ribles. 

Echar  una  gallina. 

Poner  huevos  a  una  gallina  clueca 
para  que  los  empolle. 

El  que  no  co?ne  gallina,  cerne  sardina. 

Cuando  no  se  puede  disponer  de 
manjares  exquisitos  o  regalados,  hay 
que  contentarse  con  comer  los  vulga- 
res o  comunes. 

Escarba  la  gallina/0/'  su  mal.  -  Y.  Escar- 
ia la  gallina  y  se  echa  la  tierra  encima. 

Escaria  la  gallina  y  halla  su  pepita. 

El  curioso  que  trata  de  inquirir  lo 
que  está  oculto,  suele  hallarse  con  algo 
que  le  hace  daño. 

Escarba  la  gallina  y  se  echa  la  tierra  eji- 
citna. 

Muchas  veces,  pretendiendo  hacer  o 
causar  un  daño  a  otro,  sale  uno  dam- 
nificado. 

Está  más  empachada  que  una  gallina  con 
dos  pollos. 

Dícese  de  la  persona  que  se  ve  per- 
pleja, sin  saber  qué  determinación  to- 
mar, cuando  tiene  que  elegir  entre  dos 
asuntos. 

Estar  como  gallina  en  corral  ajeno. 

Persona  que  se  halla  o  ha  de  hallar- 
se avergonzada  o  confusa  entre  gente 
desconocida. 

Gallina  muerta  no  cacarea. 

Cuando  se  quita  la  causa,  desaparece 
el  efecto. 

Gallina  que  canta  como  el  gallo,  pone  al 
dueño  a  caballo. 

Creencia  del  vulgo  supersticioso,  de 
que  anuncia  la  muerte  del  poseedor 
de  aquella  ave,  por  lo  que  se  apresura 
a  matarla. 

Gallina  vieja,  buen  caldo. 

Indica  que  así  como  la  gallina  hecha 
produce  caldo  más  substancioso,  así  la 
persona  de  cierta  edad  vale  más  por 
su  talento  y  reflexión  para  los  actos  de 
la  vida. 


Hoy  una  gallina  y  antier  un  gallo,  yo  veo- 
bien  mi  duelo,  aunque  me  lo  callo. 

Los  que  ven  desaparecer  su  fortuna 
poco  a  poco,  ya  pueden  suponer  cuál 
sea  su  fin. 

La  gallina  de  mi  vecina,  más  huevos  pone 
que  la  mía.  —  V.  La  gallina  de  mi  veci- 
na pone  más  gordos  huevos,  etc. 

La  gallina  de  ??ii  vecina  pone  más  gor- 
dos huevos,  y  cria  mejores  pollos  que  la 
mía. 

Reprende  a  los  envidiosos,  que  siem- 
pre tienen  por  mejor  aquello  que  otros 
poseen. 

La  gallina  gorda,  en  su  lugar  hay  quien 
la  coma. 

Indica  que  lo  que  es  apetecible,  en 
todas  partes  tiene  buena  acogida. 

La  vieja  gallina  hace  gorda  la  cocina.  — 
V.  Gallina  vieja,  buen  caldo. 

No  es  gallina  buena  la  que  come  en  casa  y 
pone  fuera. 

Satiriza  a  las  personas  que  ocasio- 
nan las  molestias  en  un  sitio  y  dejan 
las  ganancias  en  otro. 

No  es  mucho  que  a  quien  te  da  la  gallina 
entera,  tú  des  una  pierna  de  ella. 

Enseña  que  debemos  ser  agradeci- 
dos a  los  bienhechores. 

No  ?iace  gallina  que  no  es  grata. 

Todo  lo  que  es  bueno  nos  satisface 
desde  su  origen. 

Siempre  gallina,  amarga  la  cocina. 

Todo  lo  que  se  repite,  por  muy  bue- 
no que  sea,  llega  a  cansar. 

Siempre  gallina  en  el  puchero,  amarga  el 
caldo.  —  V.  Siempre  gallina,  amarga  la 
cocina. 

Tan  contenta  va  una  gallina  con  un  pollo 
como  otra  con  ocho. 

Enseña  el  amor  y  cuidado  de  las  ma- 
dres con  los  hijos,  al  modo  de  la  galli- 
na, que  recoge  debajo  de  sus  alas  a  un 
pollo  solo  y  cuida  de  él  como  la  que 
tiene  muchos. 

Una  gallina  ciega  halla  a  veces  un  grano 
de  trigo. 

Indica  que  la  casualidad  es  un  factor 
muy  poderoso. 

Viva  ¡a  gallina,  aunque  sea  con  su  pepita. 
Aconseja  que  no  se  debe  intentar 
el  curar  radicalmente  ciertos  achaques 
habituales,  por  el  riesgo  que  puede  ha- 
ber de  perder  la  vida. 


GALLIPAVO 


—  403  — 


GALLO 


Acostarse  uno  con  las  gallinas. 

Meterse  en  la  cama  muy  temprano. 
Cuando  meen  las  gallinas. 

Denota  la  imposibilidad  de  hacer  o 
conseguir  una  cosa,  o  que  no  debe  ha- 
cerse por  ser  impertinente. 
Doce  gallinas  y  un  gallo  comen  tanto  como 
un  caballo.  —  V.  Más  caga,  o  come,  un 
buey,  que  cien  golondrinos. 
¡  Gracias  al  que  nos  trajo  las  gallinas! 
Frase  tomada  de  la  fábula  de  Iriarte, 
Los  huevos,  y  que  se  aplica  al  que  quie- 
re pasar  por  original,  cuando  no  hace 
más  que  repetir  lo  que  otros  han  hecho 
o  dicho. 
Holgad,  gallinas,  que  muerto  es  el  gallo. 
Da  a  entender  la  falta  que  hace  la 
cabeza  principal  en  una  casa  o  comuni- 
dad, por  la  libertad  que  se  toman  los 
dependientes  en  su  ausencia. 
Holgar,  gallinas,  que  el  gallo  está  en  ven- 
dimias. — V.  Holgad,  gallinas,  que  muer- 
to es  el  gallo. 
Ser  como  las  gallinas  del  tio  Alambre, 
que  las  despertaba  el  hambre. 

Ser  una  persona  extremadamente  del- 
gada a  causa  de  la  poca  alimentación. 
Ser  como  las  gallinas  del  tío  Rincón,  que 
saltaban  siete  corrales  por  buscar  con- 
versación. 

Dícese  de  las  mujeres  parlanchínas, 
aficionadas  a  ir  de  casa  en  casa  con 
cuentos  y  chismes. 
GALLIPAVO.  —  Soltar  un  gallipavo. - 

V.  Soltar  un  gallo. 
GALLITO. — Ser  uno  el  gallito  del  lugar. 
Sobresalir  y  hacer  gran  papel  en  algu- 
na parte  por  causa  de  sus  méritos  per- 
sonales, o  por  su  elevada  posición  so- 
cial, o  ya  en  virtud  de  la  autoridad  que 
se  arroga. 
GALLO.  —  Al  gallo  que  canta  le  aprietan 
la  garganta. 

Advierte  el  daño  que  se  puede  se- 
guir de  no  ser  callado  en  ciertas  y  de- 
terminadas circunstancias. 
Al  primer  gallo. 

A  media  noche.  —  V.  Entre  gallos  y 
media  noche. 
Al  que  no  sirva  para  gallo,  capallo ,  o 
Pollo  que  no  sirva  para  gallo,  capallo. 

Aconseja  que  a  la  persona  que  no 
cumple  debidamente  con  la  comisión 
que  se  le  ha  encargado,  se  le  retire 


ésta  para  confiársela  a  otro  sujeto  que 
la  desempeñe  con  el  cuidado  y  acierto 
apetecidos. 

Alzar,  o  levantar,  o  sacar,  uno  el  gallo. 
Manifestar  soberbia  o  arrogancia  en 
la  conversación  o  en  su  modo  de  com- 
portarse. —  Alude  a  que  cuando  canta 
este  animal,  ostenta  actitud  briosa,  y 
aun  como  provocativa,  irguiendo  nota- 
blemente el  pescuezo. 

Andar  de  gallo,  o  Correr  un  gallo. 

Andar  de  francachela,  diversiones 
ruidosas  y  otros  excesos  por  la  noche. 

Cada  gallo  canta  en  su  gallinero,  o  en  su 
muladar.  Algunos  añaden  :  y  el  bueno, 
en  el  suyo  y  en  el  ajeno. 

Cada  cual  manda  en  su  casa  o  depen- 
dencia con  toda  libertad  y  desenfado, 
a  título  de  cabeza  o  jefe,  a  quien  nece- 
sariamente tienen  que  someterse  sus 
inferiores  o  subordinados.  —  Enuncia- 
do dicho  refrán  con  el  aditamento  arri- 
ba expresado,  significa  que  al  hombre 
de  reconocido  mérito  se  le  atiende  y 
considera  en  todas  partes. 

Cada  gallo  tnanda  en  su  año.  —  V.  Cada 
gallo  canta  en  su  gallinero,  o  en  su  mu- 
ladar. 

Como  el  gallo  de  Morón:  cacareando  y  sin 
plumas. 

Se  aplica  a  los  que  conservan  algún 
orgullo,  aunque  en  la  pendencia  o  ne- 
gocio en  que  se  metieron  queden  ven- 
cidos. 

Cuando  este  gallo  no  canta,  algo  tiene  en 
la  garganta. 

Advierte  que  cuando  uno  deja  de 
terciar  en  conversaciones  que  le  ata- 
ñen, suele  consistir  en  que  algo  tiene 
que  temer. 

Daca  el  gallo,  toma  el  gallo,  quedan  las 
plumas  en  la  mano. 

Enseña  que  por  manejar  o  revolver 
demasiado  algunas  cosas,  suelen  des- 
mejorarse o  perderse. 

El  buen  gallo,  en  todo  gallinero  canta. 
El  valiente  en  todas  partes  se  hace 
respetar. 

El  gallo  y  el  criado,  un  año;  y  en  sirvien- 
do los  dos,  ox. 

Expresa  que  pasado  ese  tiempo,  el 
primero  se  cansa  y  el  segundo  se  toma 
confianzas,  por  lo  que  es  conveniente 
deshacerse  de  ellos. 


GALLO 


404 


GALLO 


Engreído  como  gallo  de  cortijo. 

Se  aplica  al  que  presume  que  vale 
más  que  otros,  y  por  eso  desdeña  su 
compañía. 
En  menos  que  canta  un  gallo. 

En  muy  poco  tiempo,  en  un  instante. 
Entre  toma  el  gallo  y  daca  el  gallo,  se 
quedan  las  plumas  en  la  mano. — V.  Daca   j 
el  gallo,  tonta  el  gallo,  quedan  las  plu-   \ 
mas  en  la  mano. 
Escarbó  el  gallo  y  descubrió  el  cuchillo. 

Manifiesta  que  los  que  andan  averi-    ¡ 
guando  lo  que  no  les  importa,  suelen   I 
descubrir  lo  que  no  quisieran. 
Fulano  es  mi  gallo. 

Alude  al  que  siempre  está  dispuesto 
a  salir  a  la  defensa  de  uno  o  a  respon- 
der de  cuanto  haga. 
Hacer  una  cosa  en  lo  que,  o  en  menos  que, 
ca?ita  un  gallo. 

En  mu)r  poco  tiempo,  en  un  instante, 
por  lo  breve  que  es  el  canto  de  este 
animal. 
Hacerse  uno  el  gallo. 

Ser  el  primero  en  autoridad,  aprecio 
o  saber  en  una  Comunidad  o  Junta. 
Hacerse,  o  ser,  uno  el  gallo.  — V.  Ser  uno 

el  gallito  del  lugar. 
Ir  a  escucha  gallo. 

Ir  con  cuidado  o  atención,  observan- 
do si  se  oye  alguna  cosa. 
Mejor  gallo  me  cantara  que  no  me  canta. 
Da  a  entender  que  si  se  hubiesen 
hecho  las  cosas  de  otra  manera,  mejo- 
res serían  los  resultados. 
Aleti  gallo  en  mi  cillero,  hizose  mi  hijo  y 
mi  heredero. 

Dícese  del  que  voluntariamente  reci- 
be a  uno  en  su  casa,  el  cual  luego,  por 
fuerza  o  maña,  se  hace  dueño  de  ella. 
Oír  al  gallo  cantar  y  no  saber  en  qué  mu- 
ladar. 

Zahiere  al  que  oye  mal,  o  entiende 
mal  lo  que  oye. 
Otro  gallo  cantará  en  su  gallinero,  u  Otro 
gallo  me,  o  te,  o  le,  o  nos,  u  os,  o  les,  can- 
tara. 

Mejor  sería  mi,  tu,  su,  nuestra,  vues- 
tra suerte. 

En  La  Nimpha  más  celestial  en  las 
márgenes  del  Gallo,  la  milagrosa  apare- 
cida imagen  de  Nuestra  Señora  de  la  Hoz, 
por  D.  Antonio  Moreno  (Calatayud,  Joa- 
quín Estevan,  1762,  4.0,  págs.  3  y  4),  se 


lee  lo  siguiente,  que  copio  aquí  a  título 
de  curiosidad:  «Fertiliza  los  campos  de 
Molina  el  río  Gallo...  Es  este  río  cele- 
brado en  España,  no  por  los  caudales 
de  las  aguas  que  atesora;  tan  cerca  está 
su  oriente  de  su  ocaso,  que  en  toda  la 
distancia  de  siete  leguas  tiene  su  cuna 
y  su  tumba.  Muere  en  el  Tajo  cristalina 
mariposa,  donde  esconde  su  nombre, 
pero  nunca  perderá  su  memoria;  por- 
que los  salmones  que  produce  en  las 
crecidas  truchas  que  aborta,  para  re- 
galo aun  de  las  reales  mesas,  inmorta- 
lizan su  fama.  Hacen  mención  los  his- 
toriadores y  poetas  de  otro  río  Gallo 
en  Frigia,  cuyas  aguas  enfurecen  a  los 
que  las  beben;  pero  las  del  Gallo  de 
Molina,  y  aun  sus  truchas,  pueden  re- 
cetarse por  medicina  a  los  enfermos. 
En  alusión  a  esto  cantó  un  poeta  moli- 
nense : 

Las  aguas  del  Gallo  en  Frigia 
a  muchos  dan  mal  de  rabia; 
si  en  Molina  las  bebieran, 
otro  gallo  les  cantara.* 

Para  gallo  sin  traba,  todo  terreno  es  can- 
cha. 

El  que  no  tiene  freno  o  sujeción  obra 
con  toda  libertad  y  desahogo.  —  Puede 
tomarse  este  refrán  lo  mismo  en  senti- 
do favorable  que  desfavorable;  pero  lo 
más  común  es  usarlo  en  este  último, 
como  sinónimo  de  Quien  no  tiene  ver- 
güenza, todo  el  campo  es  suyo.  —  Can- 
cha es  voz  americana,  que,  entre  otras 
acepciones,  tiene  la  significación,  como 
en  el  caso  presente,  de  patio  o  corral. 
Parecer  un  gallo  inglés,  o  Ponerse  hecho 
un  gallo  inglés. 

Ensoberbecerse  en  demasía,  como 
sucede  a  los  gallos  en  general  cuando 
los  incitan  a  pelearse  entre  sí,  y  en  par- 
ticular a  los  ingleses,  que  por  estar 
educados  de  modo  especial  para  esta 
clase  de  lucha, suelen  ser  los  más  fieros. 

Es  curioso  el  siguiente  artículo,  que 
a  este  propósito  se  registra  en  las  pá- 
ginas 60  y  61,  tomo  V,  de  los  Ocios  de 
españoles  emigrados,  con  el  título  de 
«Peleas  de  gallos».  Dice  así  a  la  letra  : 

«La  afición  del  pueblo  inglés  a  la 
lucha  de  gallos  nos  ha  recordado  algu- 
nas memorias  que  pueden  influir  en  las 
investigaciones  de  su  origen.  A  juicio 


GALLO 


—  405  — 


GANA 


del  sabio  obispo  de  Tesalónica,  Eusta- 
tio,  debe  irse  para  encontrarle  más  allá 
de  la  expedición  de  Temfetocles  con- 
tra los  persas.  Porque  aquel  caudillo, 
puesto  al  frente  de  su  ejército,  le  ex- 
hortó a  pelear  por  la  patria  con  el  es- 
fuerzo que  ostentan  les  gallos  en  la 
lucha.  Obtenida  la  victoria  por  los  ate- 
nienses, para  perpetuar  su  memoria 
establecieron  por  ley  una  lucha  anual 
de  gallos;  costumbre,  añade,  que  pasó 
a  Roma  y  se  extendió  a  la  lid  de  las 
codornices,  para  la  cual  se  convocaba 
al  pueblo  a  voz  de  pregón  con  la  fór- 
mula pulli pugnant :  hay  pelea  de  gallos. 
Diodoro  Sículo  refiere  que  los  agrigen- 
tinos  tenían  destinados  suntuosos  tú- 
mulos para  sepultar  en  ellos  los  gallos 
que  en  el  combate  hubiesen  mostrado 
más  valor  y  destreza.  Estos  monumen- 
tos se  conservaban  en  tiempo  de  Fi- 
meo,  como  lo  prueban  varias  indicacio- 
nes de  Plutarco.  De  esta  afición,  here- 
dada de  los  griegos  por  los  romanos, 
hace  memoria  Catulo  en  el  epigrama 
que  empieza  Passer  deliticB.  Sin  duda 
debieron  de  llevarla  los  romanos  a  Es- 
paña, pues  nuestro  Columela  asegura 
que  no  era  de  poco  momento  la  ganan-  ! 
cia  de  su  cría,  procurando  amaestrarlos 
para  la  pelea,  y  buscando  a  gran  precio 
los  de  la  celebrada  casta  de  rodios  y 
tanágricos.  Otro  tanto  asegura  de  las 
codornices  y  perdices  Herodiano,  y 
Lampridio  dice  de  Alejandro  Severo  : 
Summa  Mi  delectatio  fuii,  ut...  perdices 
ínter  se  pugnar ent.* 

Quien  solo  come  su  gallo,  solo  ensilla  su 
caballo. 

Quien  no  hace  partícipes  de  su  pros- 
peridad a  los  demás,  cuando  necesite 
de  ellos  le  volverán  la  espalda. 

Ser  uno  el  gallo.  —  V.  Hacerse  uno  el 

GALLO. 

Si  no  canta  el  gallo,  cantará  la  gallina. 
Cuando  el  varón  no  tiene  la  suficien- 
te energía  para  mandar  en  su  casa,  lo 
hace  la  mujer. 
Soltar  un  gallo. 

Dar  un  cantante  una  nota  falsa  o  des- 
entonada. 
Tener  uno  mucho  gallo. 

Tener  soberbia,  altanería  o  vanidad, 
3'  afectar  superioridad  o  dominio. 


Correr  gallos. 

Designa  un  entretenimiento  de  Car- 
naval, que  consiste  en  enterrar  un  ga- 
llo, dejándole  fuera  el  pescuezo  y  cabe- 
za; y  vendando  los  ojos  a  uno  de  los 
que  juegan,  parte  a  buscarlo  con  una 
espada  en  la  mano,  consistiendo  el  lan- 
ce en  herirle  o  cortarle  la  cabeza  con 
ella.  Otros  lo  corren  continuamente, 
hasta  que  le  echan  mano  o  lo  cansan, 
hiriéndole  del  mismo  modo. 
Correr  gallos  a  caballo. 

Frase  con  que  se  designa  un  juego, 
que  consiste  en  colgar  un  gallo  de  una 
cuerda  por  las  patas,  y  cortarle  la  cabe- 
za o  arrancársela,  corriendo  a  caballo. 
Cuando  los  gallos  cantan,  cerca  está  el 
lugar. 

Dícese  cuando  de  lo  que  se  ve  se 
deduce  una  consecuencia  lógica. 
Entre  gallos  y  media  noc/ie. 

A  deshora. 
Levantarse  con  los  gallos. 

Muy  de  madrugada.  —  No  lo  trae  la 
Academia,   pero    sí   Acostarse  con   las 

GALLINAS. 

Oír  cacarear  los  gallos  y  no  acertar  con 
el  lugar.  —  V.  Oír  al  gallo  cantar  y  no 
saber  en  qué  muladar. 
GAMO.—  Corre  como,  o  más  que,  un  gamo. 
Aplícase  al  que  tiene  mucha  ligere- 
za en  las  piernas  para  quitarse  de  en 
medio. 
Saltar  como  un  gamo. 

Alude  a  la  facilidad  con  que  brincan 
estos  cuadrúpedos. 
GANA.  —  Darle  a  uno  la  gana. 

En  lenguaje  poco  culto,  querer  hacer 
una  cosa. 
De  ser  buena,  no  he  gana;  de  ser  mala,  dá- 
melo el  alma.  Y  otros  dicen  :  no  se  me 
tienen  los  pies  en  casa. 

Enseña  la  inclinación  natural,  espe- 
cialmente en  la  gente  moza,  de  darse 
a  los  pasatiempos  y  diversiones,  y  el 
cuidado  que  se  debe  tener  en  la  edad 
temprana. 
Donde  hay  gana,  hay  maña. 

Reprende  a  los  que  rehusan  hacer  lo 
que  se  les  manda,  con  el  pretexto  de 
que  no  saben  hacerlo. 
Estar  de  mala  gana. 

Estar  indispuesto. — Hallarse  a  dis- 
gusto en  un  sitio  determinado. 


GANADERÍA 


—  406  — 


GANAR 


liaría  tal  o  cual  cosa  de  más  buena  gana 
que  lo  digo. 

Manifiesta  el  deseo  vehemente  de 
poner  en  práctica  aquello  que  se  espe- 
cifica, y  lo  cual  no  se  realiza  por  no 
poder  hacerlo  material  o  moralmen- 
te;  v.  gr.  :  Saldría  a  veranear  este  año 
de  más  buena  gana  que  lo  digo.  —  Te  da- 
ría un  par  de  coscorrones  de  más  buena 
gana  que  lo  digo. 
Tener  uno  gana  de  fiesta. 

Incitar  a  otro  a  riña  o  pendencia. 
Tener  uno  gana  de  rasco. 

Hallarse  o  sentirse  con  ganas  de  ju- 
gar o  retozar. 
Abrir,  o  abrirse,  las  ganas  de  comer. 
Excitar,  o  excitarse,  el  apetito. 
GANADERÍA.  —  Ganadería  que   abre 
plaza,  la  cierra. 

Habiendo  toros  de  dos  ganaderías  en 
una  corrida,  se  forma  la  combinación 
de  las  lidias  de  manera  que  resulte 
pertenecer  el  último  bicho  a  la  misma 
procedencia  que  el  primero. 
GANADO.  —  Alindar  el  ganado. 

Llevarlo  a  las  lindes  de  las  hereda- 
des para  que  paste. 
Correr  ganado,  o  el  ganado. 

Perseguirlo  o  recogerlo  para  pren- 
derlo. 
De  ganado  que  no  come  tomillo,  poquillo. 
Porque  el  que  se  alimenta  con  pre- 
ferencia en  dehesas  y  montes,  es  de 
carne  más  sabrosa  que  el  que  se  sos- 
tiene con  piensos. 
£1  ganado  ruin,  en  cuerno  medra. 

En  todo  el  que  no  presta  provecho 
alguno,  se  suelen  desarrollar  más  fácil- 
mente las  malas  mañas. 
Entre  ruin  ganado,  poco  hay  que  escoger. 
Da  a  entender  que  entre  varias  per- 
sonas o  cosas,  ninguna  es  a  propósito 
para  el  fin  o  asunto  de  que  se  trata. 
Guardar  ganado. 

Cuidar  de  apacentarlo  y  conservarlo 
sin  daño. 
Aíal  ganado  es  de  guardar  doncellas  por 
casar. 

Alude  al  cuidado  que  hay  que  tener 

para  que  las  jóvenes  casaderas  no  se 

descarríen. 

Quien  tiene  ganado,  no  desea  mal  año. 

Indica  que  sólo  los  logreros  tienen 

interés  en  que  el  año  no  sea  abundante. 


GANANCIA.  —  Andar  uno  de  ganancia. 
Seguir  con  felicidad  y  buen  suceso 
un  empeño,  pretensión  u  otra  cosa. 
Donde  no  hay  ganancia,   cerca  está  la 
pérdida. 

En  aquellos  asuntos  en  que  no  se 
consigue   provecho   alguno,    está    uno 
expuesto   a   tener    que   poner   dinero 
encima. 
No  arrendarle  a  alguno  la  ganancia. 
Suele  usarse  para  dar  a  entender  que 
uno  ha  estado  en  peligro  o  expuesto  a 
un   trabajo   o   castigo   a  que  ha    dado 
ocasión. 
GANAR.  —  Al  que  gana  buscarás;  que  el 
que  pierde,  él  volverá. 

El  que  no  necesita  de  uno  no  suele 
hacerse  presente;  pero  el  que  no  tiene, 
constantemente  acude  sin  que    se  le 
llame. 
A  todo  hay  quien  gane. 

Indica  que  por  mucha  cantidad  que 

se  posea  de  una  cosa,  bien  material  o 

inmaterial,  nunca  falta  quien  posea  más. 

De  nada  sirve  lo  ganado  si  no  está  bien 

empleado. 

Es  lástima  poseer  riquezas  cuando 
se  hace  mal  uso  de  ellas. 
Donde  no  se  gana  nada,  algo  se  va  per- 
diendo. 

Aunque  no  sea  más  que  el  tiempo 
que  se  emplea  en  hacer  lo  que  no  ha 
de  producir. 
Donde  se  va  ganando  algo,  no  se  pierde 
todo. 

Teoría  de  aquellas  personas  amigas 
de  sacar  producto  a  todo,  por   poco 
que  sea. 
El  buen  ganar  hace  el  bien  gastar. 

La  persona  que  cobra  buenos  suel- 
dos, no   es  extraño    que    haga  gastos 
crecidos. 
Ganar  uno  de  comer. 

Sustentarse  del  producto  de  su  tra- 
bajo en  un  oficio  o  ministerio. 
¿Ganástelo,  o  heredástelo? 

Pregunta  que  se  suele  hacer  a  aque- 
llas personas  a  quienes  se  ve  prospe- 
rar rápidamente,  sobre  todo  cuando  se 
sospecha  de  la  limpieza  del  origen. 
Lo  bien  ganado  se  pierde,  y  lo  malo,  ello 
y  su  dueño.  —  V.  Lo  bien  ganado  se  lo 
lleva  el  diablo,  y  lo  malo,  a  ello  y  a  su 
amo. 


GANAR 


—  407  — 


GARBANZO 


Lo  mal  ganado  hace  perder  lo  bien  adqui- 
rido. 

Generalmente,  por  pretender  la  de- 
fensa de  lo  primero,  interviniendo  la 
curia,  se  queda  ésta  con  aquello  y  con 
lo  segundo. 

Más  vale  ganar  que  más  ganar. 

Es  preferible  contentarse  con  lo  ne- 
cesario logrado  sin  esfuerzo,  a  desear 
mayor  lucro  adquirido  con  peligro. 

Ninguno  está  mejor  que  el  que  no  sabe  lo 
que  gana. 

Quien  tiene  un  sueldo  fijo  sin  adeha- 
las de  ninguna  especie,  ya  sabe  lo  que 
tiene  que  percibir  al  cabo  del  año;  pero 
quien  une  a  ese  sueldo  ciertas  even- 
tualidades, puede  salir  bien  librado  en 
algunas  ocasiones. 

No  dejes  lo  ganado  por  lo  que  has  de  ga- 
nar. -  V.  Más  vale  pájaro  en  mano  que 
ciento  volando. 

Poco  se  gana  a  hilar,  pero  menos  a  holgar. 
Indica  que  aunque  un  trabajo  no  pro- 
duzca mucho,  vale  más  eso  que  nada, 
que  es  lo  que  se  adquiere  cuando  no 
se  trabaja. 

Si  bien  lo  ganas,  bien  te  lo  papas. 

Advierte  que  la  mucha  ganancia  trae 
aparejado  mucho  trabajo. 

Ten  cuidado  de  ganar,  que  tiempo  queda 
para  gastar. 

Recomienda  que  cada  cual  se  debe 
aplicar  a  crearse  una  posición;  que  des- 
pués de  creada  ya  se  puede  vivir  sin 
cuidados. 

Uno  lo  gana  y  otro  lo  gasta. 

Indica  que  en  este  mundo  unos  tie- 
nen el  trabajo  y  otros  se  divierten. 

Vayase  lo  ganado  por  lo  perdido. 

En  algunas  ocasiones  se  puede  dar 
por  bien  empleado  el  perder  alguna 
cosa,  a  trueque  de  la  mejoría  que  de  su 
pérdida  nos  resulta.  —  Dice  un  cantar: 

Dices  que  no  me  quieres, 
ya  me  has  querido. 
Vayase  lo  ganado 
por  lo  perdido. 

Creemos  que  obran  mejor  los  que 
expresan  el  concepto  arriba  enunciado 
bajo  la  forma  de  Vayase  lo  perdido  por 
lo  ganado,  atento  a  que  lo  que  se  pier- 
de es  lo  que  se  va,  mientras  que  lo  que 
se  gana  es  aquello  con  lo  que  uno  se 
queda. 


(Y cuánto  voy  ganando? 

Pregúntase  familiarmente  a  la  per- 
sona que  nos  abruma  con  encargos  o 
molestias. 
GANCHO.  —  Echara  uno  el  gancho. 

Prenderlo,    atraparlo,    atraerlo    con 
maña. 
Tener  gancho. 

Gracia  especial  que  poseen  algunas 
personas,  particularmente  las  mujeres, 
para  atraer  a  otras,  en  general  del  sexo 
opuesto. 
GANDAYA.  —  Andar  a  la  gandaya. 

Hacer  vida  holgazana  y  vagabunda. 
Buscar,  o  correr,  la  gandaya.  —  V.  An- 
dar a  la  gandaya. 
GANGA.  —  Ser  una  ganga. 

Dícese  de  lo  que  se  adquiere  a  mu- 
cho menos  precio  del  que  debiera  cos- 
tar. —  Irónicamente  se  aplica  a  la  per- 
sona o  cosa  de  malas  condiciones. 
GANSO.  —  Hacer  el  ganso. 

Aplícase  a  la  persona  que  no  sabe 
más  que  hacer  o  decir  tonterías.  — Véa- 
se Hacer  el  primo. 
GANTE.  -  El  castigo  de  Gante. 

Empléase  para  designar  todo  castigo 
excesivamente  severo  y  cruel,  por  alu- 
sión al  que  ejerció  el  emperador  Car- 
los V  en  la  persona  de  los  vasallos  re- 
beldes ganteses  cuando  se  negaron  a 
pagar  los  nuevos  impuestos  que  les 
exigió  para  atender  a  los  gastos  de  sus 
numerosas  guerras. 
GAÑÁN.  —  Pierde  el  gañán  porque  los 
años  se  le  van. 

Da  a  entender  que  para  el  trabajo 
penoso  del  campo  es  necesaria  la  fuer- 
za y  robustez  de  la  mocedad. 
GARABATO,  —  Andar  encogido  como  un 
garabato. 

Alusión  a  la  persona  que  no  camina 
derecha,  sino  encorvada  o  medio  tor- 
cida, como  el  instrumento  objeto  de  la 
comparación. 
Tener  garabato. 

Aplícase  al  aire,  garbo  y  gentileza 
que  tienen  algunas  mujeres,  y  que  les 
sirve  de  atractivo  aunque  no  sean  her- 
mosas.—También  se  dice:  Tener  gancho. 
GARBANZO.  —  De  atrás  le  viene  al  gar- 
banzo el  pico. 

Denota  lo   antiguo   de   alguna   cos- 
tumbre, vicio,  resabio,  etc. 


GARDUÑA 


—  408 


GASTAR 


(De  dónde  le  vino  al  garbanzo  el  pico} 
Nota  y  reprende  al  que,  siendo  de 
baja  esfera  o  linaje  y  de  pocas  pren- 
das, se  ensoberbece  y  envanece,  jac- 
tándose sin  motivo. 
El  buen  garbanzo  y  el  buen  ladrón,  de 
Fuentesaúco  son. 

Este  refrán,  que  elogia  la  excelencia 
de  los  garbanzos  de  Fuentesaúco,  es 
invención  de  los  naturales  de  las  loca- 
lidades próximas  a  la  citada,  entre  los 
cuales  no  tienen  buena  fama  los  veci- 
nos de  este  pueblo  zamorano. 
El  garbanzo  en  abril,  ni  sembrado  ni  por 
cubrir. 

Porque  debe  estar  ya  hecha  su  siem- 
bra en  el  mes  anterior. 
El  garbanzo,  para  ser  bueno,  ha  de  tener 
cara  de  vieja  y  culo  de  panadera. 
Es  decir,  picudo  y  gordo. 
Ese  garbanzo  no  se  ha  cocido  en  su  olla, 
o  Esos  garbanzos  no  se  kan  cocido  en 
su  puchero.  —  V.  Ese  bollo  no  se  ha  co- 
cido en  su  horno. 
Por  un  garbanzo  no  se  descompone  el 
puchero,  o  una  olla. 

Porque  falte  un  individuo  a  una  re- 
unión no  deja  de  celebrarse  esta. 
^Quieres  garbanzo?  — ¡Arre,  ganso! 
Modo  de  despreciar  el  cocido  que  se 
nos  ofrece. 
Tropezar  uno  en  un  garbanzo. 

Dícese  del  que  en  todo  halla  dificul- 
tades y  se  enreda  en  cualquier  cosa,  o 
del  que  toma  motivo  de  cosas  fútiles 
para  enfadarse  o  hacer  oposición. 
Echar  garbanzos  a  uno. 

Echarle  especies  para  que  se  enfade, 
o  diga  lo  que  de  otra  suerte  callaría. 
Garbanzos  v  calabazas,  sembrar  debes  con 
cachaza. 

Advierte  que  si  se  hace  sin  ton  ni 
son,  se  pierde  mucha  simiente. 
Poner  garbanzos  a  uno. — V.  Echar  gar- 
banzos a  uno. 
Ver  uno  pasar  los  garbanzos  por  el  me- 
ridiano. 

Ponerse  a  comer  a  las  doce  del  día, 
por  alusión  a  ser  ésa  la  hora  en  que 
suelen  hacerlo  los  jornaleros. 
GARDUÑA.  —  Ser  un,  o  tina,  garduña. 
Aplícase  a  la  persona  que  es  amiga 
de  guardarlo  todo.  —  Se  dice  también 
del  aficionado  a  apoderarse  de  lo  ajeno. 


Hacerse    uno   de  gar- 


GARGANTA. 

gania. 

Preciarse  de  cantar  bien,  con  facili- 
dad de  gorjeos  y  quiebros. 
La  seca  garganta,  ni  gruñe  ni  canta. 
Los  bebedores  disculpan  así  su  afi- 
ción a  beber  con  frecuencia. 
Mentir  por  la  garganta.— V.  Mentir  por 

la  mitad  de  la  barba. 
Tener  uno  buena  garganta. 

Ejecutar   mucho   con   la   voz  en   el 
canto. 
GARLITO.  —  Caer  en  el  garlito. 

Verse  atrapado  o  cogido  por  aquello- 
mismo  que  intentaba  uno  rehuir. 
Coger  a  uno  en  el  garlito. 

Sorprenderle  en  una  acción  que  que- 
ría hacer  ocultamente. 
GARRA.  —  Cinco  y  la  garra. 

Expresión  familiar  con  que  se  da  a 
entender  que  ciertas  cosas  que  se  tie- 
nen, es  sólo  a  costa  de  tomarlas  o  ha- 
berlas hurtado,  aludiendo  a  los  cinco 
dedos  de  la  mano  con  que  se  toman. 
Echarle  a  uno  la  garra. 

Cogerlo  o  prenderlo. 
Caer  en  las  garras. 

Caer  en  las  manos  de  uno  de  quien 
se  teme  o  recela  grave  daño. 
GARRÓN.  —  Tener  garrones. 

Aplícase  a  aquellas  personas  que  por 
la  experiencia  que  tienen  del  mundo 
no  son  fáciles  de  engañar. — Y.  Tener 

ESPOLONES. 

GARROTAZO.  — Garrotazo^  te?ite  tie- 
so, o  y  tente,  perro. 

Expresa  el  modo  con  que  se  debe 
tratar  a  algunas  personas  en  determi- 
nadas ocasiones. 
GARROTE.  —  Cuando  veas  el  garrote, 
toma  el  trote. 

Aviso  de  prudencia,  que  es  conve- 
niente no  echar  en  olvido. 
Dar  garrote. 

Ejecutar  el  suplicio  o  el  tormento  de 
este  nombre. 
Sentenciar  a  uno  a  garrote. 

Imponerle  la  pena  de  muerte  en  él. 
GARZONÍA.  —  Quien  bien  come,  bien  hace 
garzonía. 

El  que  está  bien  alimentado  se  halla 
en  buenas  condiciones  para  enamorar. 
GASTAR.  —  Gástese  y  no  se  derrame. 
Lema  que  emplean  los  manirrotos. 


GASTO 


—  409  — 


GATO 


Si  no  tiene  qué  gastar,  purgalle  y  sangra- 
lle,  y  si  muriese,  enterralle. 

Triste  fin  del  desvalido  de  la  fortu- 
na, en  quien  el  mal  médico  no  quiere 
ejercer  su  ciencia  por  el  producto  nulo 
que  ha  de  sacar  de  su  trabajo. 
GASTO.  —  Hacer  el  gasto. 

Sostener  la  conversación  o  mante- 
ner la  animación  en  una  tertulia,  visi- 
ta, etc.,  cantando,  hablando,  etc. 
Los  gastos  de  las  casas  son  como  las  penas 
del  infierno. 

Porque  nunca  se  les  ve  el  fin. 
GATA.  —  A  las  veces,  tan  buena  suele  ser 
una  gata  como  una  rata. 

Juégase  aquí  del  vocablo,   diciendo 
gata  en  lugar  de  rata  por  cantidad. 
Azotan  a  la  gata  si  no  hila  nuestra  ama. — 

V.  Pagar  justos  por  pecadores. 
Hacer  de  la  gata  de  Juan  Hurtado,  o  de 
la  gata  muerta.  — V.  Hacer  la  gata  en- 
sogada. 
Hacer  la  gata,  o  la  gata  ensogada,  o  la 
gata  muerta. 

Simular  o  afectar  humildad  o  mode- 
ración. 
¿Ha  parido  la  gata? 

Expresión  familiar  en  que  suele  pro- 
rrumpirse  al  ver  muchas  luces  juntas 
sobre  una  mesa  o  dentro  de  una  misma 
habitación.  —  La  razón  de  ser  de  esta 
frase  estriba  en  que  como  de  noche 
relucen  mucho  los  ojos  de  los  gatos,  al 
hallarse  la  hembra  con  sus  hijuelos  pa- 
rece que  están  ardiendo  los  ojos  de 
todos  ellos  cual  si  fueran  candelillas. 
La  gata  de  Mari-Ramos,  que  halaga  con 
la  cola  y  araña  con  las  ma?ios. 

Detesta  la  malicia  de  los  que  se  mues- 
tran afables  y  pacíficos  para  hacer  daño 
más  a  su  salvo. 
La  gata,  desque  ha  comido,  se  lava. 

Recomienda  lo  conveniente  que  es 
la  limpieza. 
No  eches  la  gata  en  tu  cama,  o  no  la  aco- 
cees después  de  echada. 

Aconseja  no  dar  demasiadas  alas  a 
uno,  o  no  extrañarse  y  quejarse  des- 
pués si  abusa  de  la  excesiva  tolerancia 
que  con  él  se  tiene. 
Parecer  una  gata  parida. 

Dícese  de  la  persona  que  está  muy 
flaca,  por  ser  tal  el  estado  de  la  gata 
cuando  cría,  a  consecuencia  de  no  ca- 


zar ratones  en   tal  situación,  por   no 
abandonar  a  sus  hijuelos,  dejándolos 
expuestos  a  la  voracidad  del  macho. 
Salirle  a  uno  la  gata  capada.  —  V.  Salir 

la  criada  respondona. 
Salir  uno  a  gatas. 

Librarse  con  gran  trabajo  y  dificul- 
tad en  un  peligro  o  apuro. 
...  Sin  lo  que  mamo' y  anduvo  a  gatas. 

Cuando  se  dice  que  una  persona  tie- 
ne tanta  o  cuanta  edad,  y  el  que  lo  oye 
cree  que  tiene  más  de  la  que  le  asegu- 
ran, es  muy  común  prorrumpa  éste  en 
la  locución  susodicha.  —  Algunos  sue- 
len prolongarla,  formulando  la  siguien- 
te retahila  :  Sin  lo  que  mamo',  lloro',  meo 
y  anduvo  a  gatas;  y  otros,  por  parecer- 
Íes  todavía  poco,  se  aventuran  a  decir: 
Sin  lo  que  mamó,  lloró,  meó,  anduvo  a 
gatas  y  fué  a  la  escuela. 
GATADA.  —  JLacer  una  gatada. 

Cometer  una  acción  vituperable,  en 

que  median  la  astucia,  el  engaño,  etc. 

GATITA.  -  La  gatita  de  Mari- Ramos, 

que  hacia  asco  a  los  ratones  y  se  engullía 

los  gusanos. 

Aplícase  a  las  personas  gazmoñas  que 
aparentan  escandalizarse  de  cosas  sen- 
cillas, y  luego  las  ejecutan  tranquila- 
mente, por  punibles  que  sean. 
GATITO.  — Me  alegro  de  que  el  gatito  sea 
negro. 

Manera  de  expresar  satisfacción  por 
algún  hecho,  aludiendo,  quizás,  de  paso, 
por  el  sonsonete,  a  que  dicen  que  los 
gatos  negros  llevan  la  buena  suerte  a 
las  casas. 
GATO.  —  Acechar  a  alguno  como  el  gato  al 
ratón. 

Espiar  a  una  persona  con  el  tesón  y 
el  cuidado  con  que  los  felinos  esperan 
la  aparición  de  su  víctima. 
A  gato  viejo,  rata  tierna. 

Aplícase  a  los  hombres  de  edad  cuan- 
do enamoran  a  jóvenes  que  pueden  ser 
sus  nietas. 
A  gato  viejo,  ratón  nuevo.  —  V.  A  gato 

viejo,  rata  tierna. 
Al  gato  goloso  se  le  quema  el  hocico. 

El  que  se  propasa  a  lo  que  no  debe, 
es  justo  reciba  el  castigo. 
Al  gato,  por  ser  ladrón,  no  le  eches  de  tu 
mansión. 

Porque  el  perjuicio  que  ocasione  con 


GATO 


—  410  — 


GATO 


lo  que  coja,  se  compensa  con  lo  que 
valga  lo  que  destrozarían  los  ratones 
que  ahuyenta. 

Aquí  hay  gato  encerrado. 

Haber  causa  o  razón  oculta  o  secre- 
ta, o  manejos  ocultos. 

Arisco  como  tm  gato. 

Aplícase  a  las  personas  que  son  des- 
abridas en  sus  contestaciones. 

Bien  se  lava  el  gato  después  de  harto.  — 
V.  Barriga  llena,  o  el  vientre  lleno,  alaba 
a  Dios. 

Buscar  el  gato  en  el  garbanzal. 

Empeñarse  en  una  empresa  muy  di- 
fícil de  llevar  a  efecto. 

Como  gato  que  pasa  por  ascuas,  o  brasas. 
Denota  la  celeridad  con  que  se  huye 
de  un  daño,  peligro  o  inconveniente. 

Cuando  el  gato  está  fuera,  los  ratones  se 
divierten. 

La  falta  del  cabeza  de  familia,  jefe  o 
amo,  trae  la  anarquía  entre  los  subor- 
dinados. 

Dar  el  gato  al  rato,  el  rato  a  la  cuerda  y 
la  cuerda  al  palo. 

Enzarzarse  en  una  pelotera  varias 
personas. 

Dar,  o  vender,  gato  por  liebre. 

Engañar  en  la  calidad  de  una  cosa 
por  medio  de  otra  inferior  que  se  le 
asemeja. 

Dijo  el  gato  al  unto:  <Bien  te  lo  barrun- 
to.» —  V.  Te  conozco  bacalao,  aunque 
vienes  disfrazao. 

Echarle  a  uno  el  gato  a  las  barbas. 

Atreverse  con  él;  insultarle  o  denos- 
tarle. 

El  gato  algunas  veces  fué  comido  por  lie- 
bre. —  V.  Dar,  o  vender,  gato  por  lie- 
bre. 

El  gato  de  la  tripera,  siempre  harto  y  no 
deja  de  miar. 

Dícese  de  los  ambiciosos,  que  por 
mucho  que  tengan  nunca  se  cansan  de 
pedir  o  desear  más. 

El  gato  de  Mari- Ramos  cómese  la  asadu- 
ra y  va  a  miar  por  los  tejados.  —  V.  El 
gato  de  la  tripera,  siempre  harto  y  no 
deja  de  miar. 

El  gato  escaldado,  del  agua  fría  huye. 
Denota  que  el  que  ha  experimenta- 
do algunos  daños  en  lances  peligrosos, 
con  dificultad  entra  aun  en  los  de  me- 
nos riesgo. 


El  gato  saca  sus  uñas  cuando  las  ha  me- 
nester. 

No  hay  nadie,  por  bueno  que  sea, 
que  no  tenga  su  genio  en  las  ocasiones 
necesarias. 

Ella  a  hilar  y  el  gato  al  tortero. 

Aplícase  a  las  personas  que  no  se 
preocupan  de  todo  lo  que  deben,  por 
creer  que  es  suficiente  cumplir  con 
una  cosa  sola. 

Esa  fué  una,  y  se  la  llevo'  el  gato. 

Dícese  de  los  sucesos  que  ocurren 
rara  vez  en  la  vida.  —  V.  No  hay  zorra 
con  dos  rabos. 

Esperar  como  gato  de  tripera. 

Aguardar  con  paciencia  una  oportu- 
nidad para  conseguir  o  atrapar  alguna 
cosa. 

Estar  mas  despierto  y  alerta  que  un  gato 
cuando  trae  avistado  un  ratón. 

Comparación  empleada  para  indicar 
el  cuidado  que  tiene  una  persona  por 
alguna  cosa. 

Gato  maullador,  nunca  buen  cazador. 

Se  aplica  a  aquel  que  habla  mucho  y 
obra  poco. 

¿Gato  negro?...  Mala  sombra. 

Superstición  harto  arraigada  en  el 
pueblo  español,  de  la  que  no  es  fácil 
desengañar  aun  a  personas  que  pasan 
por  ilustradas,  y,  lo  que  es  más  toda- 
vía, por  despreocupadas  en  otros  con- 
ceptos.—  En  la  actualidad  se  dice  que 
un  gato  negro  lleva  la  buena  sombra  a 
quien  lo  posee.  ¡Cualquiera  entiende  al 
pueblo! 

Hartóse  el  gato  de  carne,  y  luego  h  izóse 
carne. — V.  El  diablo,  harto  de  carne,  se 
metió  fraile. 

Lo  más  encomendado  lleva  el  gato. 

Advierte  que  lo  que  más  se  cuida  es 
lo  que  más  bien  suele  extraviarse  o 
perderse. 

Lo  mejor  se  lleva  el  gato. — V.  Lo  tnás  en- 
comendado lleva  el  gato. 

Llevar  el  gato  al  agua. 

Llevar  a  cabo  una  empresa  de  mu- 
cho riesgo  y  dificultad.  —  Usase  más 
frecuentemente  en  forma  interrogati- 
va: ¿Quién  lleva,  o  quién  ha  de  llevar, 
el  gato  al  agua? 

Me  alegro  de  que  el  gato  sea  negro. 

Expresión  usada  para  manifestar  el 
placer  que  causa  lo  que  se  nos  dice. 


GATO 


—  411 


GAVILÁN 


Mete  el  gato  eti  el  garbanzal,  que  él  dirá 
la  verdad. 

El  que  se  ve  apurado  por  hambre, 
no    tiene   más   remedio  que  confesar 
todo  lo  que  se  le  pide. 
Mío,  dice  el  gato,  por  si  le  dieren  algo. 

Dícese  a  aquellas  personas  que  acos- 
tumbran insinuarse  para  ver  de  conse- 
guir alguna  cosa. 
Mío,  dijo  el  gato,  y  se  quedó  frío. 

Empléase  cuando,  al  preguntar  a  uno 
de  quién  es  una  cosa,  responde  seca- 
mente que  es  suya. 
Ni  gato  ?ii perro  de  color  bermejo. 

Por  alusión  al  apóstol  traidor,  Judas, 
a  quien  pinta  la  tradición  con  las  bar- 
bas rojas. 
No  hacer  mal  a  un  gato. 

No  ser  capaz  de  hacer  daño  a  nadie. 
Para  eso  lo  tapa  el  gato,  para  que  no  lo 
vea  el  amo. 

Modo  de  disculpar  el  no  hacer  partí- 
cipes a  los  demás  de  la  vista  de  lo  que 
se  lleva  envuelto  o  tapado. 
Parecer  la  ?nea  de  un  gato. 

Suele  usarse  esta  frase  cuando  se  ve 

regar  el  suelo  o  las  plantas  con  escasez, 

o  para  dar  a  entender  que  llueve  poco. 

Qué  más  quisiera  el  gato,  que  lamer  el 

plato. — V.  Limpíate,  que  estás  de  huevo. 

f-  Quién  ha  de  llevar  el  gato  al  agua? 

Explica  y  pondera  la  dificultad  o  im- 
posibilidad que  se  encuentra  en  la  eje- 
cución de  alguna  cosa.  —  Covarrubias 
opina  que  antiguamente  debió  de  usar- 
se cierto  juego  a  orillas  del  río  con  un 
gato,  y  ganaba  el  que  conseguía  zam- 
bullir al  animal. 
Resistirse  como  gato  pajiza  arriba. 

Defenderse  desesperadamente  para 
no  hacer  aquello  que  no  se  quiere. 
Totnar  gato  por  liebre. 

Equivocarse  al  aceptar  una  cosa  in- 
ferior,   creyendo   que   es   superior. — 
V.  Dar  gato  por  liebre. 
Vender  gato  por  conejo,  y  oveja  por  car- 
nero. —  V.  DcCr  gato  por  liebre. 
Vender  gatopor  liebre.— V.  Dar  ga.to  por 

liebre. 
Verse,  o  estar,  con  el  gato  a  las  barbas. 
Hallarse  en  gran  apuro  o  peligro. 
Andar  como  gatos  por  febrero. 

Armar  ruido,  como  hacen  los  gatos  a 
principios  de  año  cuando  están  en  celo. 


Cuando  retozan  los  gatos,  agua  o  viento 
al  canto. 

Una  de  las  señales  de  que  va  a  llo- 
ver o  a  levantarse  aire,  es  el  ver  que  j  u  - 
guetean  o  están  revoltosos  los  felinos. 
Siempre  me  he  explicado  este  refrán, 
que  suele  salir  verdadero,  porque  sien- 
do los  gatos  tan  sensibles,  perciben  an- 
tes que  nadie  el  cambio  que  se  prepa- 
ra en  la  atmósfera. 
De  noche  todos  los  gatos  son  pardos. 

La  obscuridad  de  la  noche  favorece 
al  que  vende  para  encubrir  las  tachas 
del  género  averiado.  —  La  carencia  de 
luz  disimula  lo  traído  y  viejo  de  un  ro- 
paje que  la  claridad  diurna  no  consen- 
tiría se  pusiese  en  público. 
Haber  gran  prisa  a  echar  gatos. 

Reprende  al  que  da  excusas  frivolas 
de  la  tardanza  en  los  recados  a  que  le 
envían. 
Hasta  los  gatos  quieren  zapatos. 

Moteja  a  los  que  tienen  pretensiones 
superiores  a  su  mérito  y  condición. 
Hasta  los  gatos  tienen  romadizo.  — Véa- 
se Hasta  los  gatos  quieren  zapatos. 
Hasta  los  gatos  tienen  tos. 

Nota  a  los  que  hacen  ostentación  de 
cualidades  que  no  les  son  propias. 
No  estar  uno  para  echar  gatos  al  Ebro. 

No  hallarse  sobrado  de  intereses. 
No  haber  más  que  cuatro  gatos. 

Haber  escasa  concurrencia  en  algún 
paraje  o  reunión,  mayormente  si  las 
personas  que  la  componen  son  de  poca 
representación. 
Sepan  gatos  que  es  antruejo,  o  entruejo. 
Dícese  de  cualquier  día  de  gran  co- 
mida, y  especialmente  por  aquellos  que 
en  los  convites  suelen  comer  más  de 
lo  regular. 
GAUDEAMUS.— Gaudeamus  tenemos. 
Se  dice  cuando  sabemos  o  presumi- 
mos que  nos  van  a  dar  algo  de  comer 
o  beber. 
GAVILÁN.  —  Gavilán  de  Alcaraz,  muje- 
res, no  tiene  cascabeles. 

Advierte  que  se  esté  prevenido  con- 
tra lo  que  pueda  ocasionar  algún  daño, 
porque  éste  se  experimenta  sin  anun- 
ciárnoslo. 
Gavilán  temprano,  por  Santa  Marina  en 
la  mano. 

Indica  que  a  mediados  de  julio  (San- 


GAVILLA 


—  412  — 


GENTE 


ta  Marina  se  celebra  el  día  18)  se  de- 
bían tener  dispuestas  las  aves  que  se 
dedicaban  a  la  cetrería. 
Nunca  buen  gavilán  de  cernícalo  que  vie- 
ne a  la  mano. 

Porque  no  tiene  las  condiciones  ne- 
cesarias para  emplearle  en  el  ejercicio 
de  la  caza. 
Temas  hay  de  gavilán  que  está  cocido  y 
quiere  volar. 

Equivale  a  empeñarse  en  lograr  lo 
que  no  puede  conseguirse. 
GAVILLA.  —  Entre  gavilla  v  gavilla, 
fiambre  amarilla. 

Mientras  se  está  haciendo  la  siega  es 
precisamente  cuando  pasa  más  priva- 
ciones la  gente  del  campo,  porque,  por 
lo  general,  el  labrador,  cuando  llega 
esa  época,  apenas  tiene  existencias  de 
la  cosecha  anterior. 
GAVIOTA. —  Verse  más  apurado  que  la 
gaviota  de  Goro  López. 

Denota  el  gran  apuro  en  que  se  en- 
cuentra alguna  persona.  —  Trae  su  ori- 
gen de  que  un  tal  Gregorio  (Goro)  Ló- 
pez, natural  de  Alcalá  del  Río,  villa  de 
la  provincia  de  Sevilla,  distante  2  le- 
guas de  su  capital,  habiendo  acabado 
de  cazar  una  gaviota  y  no  dejándole 
tiempo  las  faenas  del  campo,  que  re- 
clamaban urgentemente  su  presencia, 
para  que  la  pelara  y  asara  en  debida 
forma,  la  puso  a  tostar  viva  con  plumas 
y  todo,  con  lo  cual,  al  sentir  el  pobre 
animal  el  calor  de  las  ascuas,  saltaba 
huyendo  de  la  lumbre  tantas  veces 
cuantas  volvía  el  cazador  a  meterlo  en 
ella,  hasta  que  por  fin  fué  presa  del 
elemento  devorador.  Este  hecho,  cuyo 
conocimiento  debo  a  parientes  muy 
cercanos  del  interesado,  hubo  de  ocu- 
rrir a  principios  del  siglo  xix  o  muy  a 
fines  del  xvm,  desde  cuya  época  que- 
dó como  proverbio  en  aquella  localidad 
y  sus  contornos. 
Ser  uno  como  las  gaviotas,  que  cuan ío 
más  viejas,  más  locas. 

Aplícase    a    aquellas    mujeres    que 
mientras  más  edad  tienen,  más  ligeras 
de  cascos  son. 
GAZAPO. —  Cada  paso,  o  cada  golpe,  es  un 
gazapo,  o  un  tropiezo. 

Dícese  cuando  después  de  un  yerro, 
falta  o  tontería,  se  comete  otro. 


GENERACIÓN.  —  No  hay  generación 

en  que  no  haya  pobre  ni  ladrón. 

En  todas  las  familias  hay  individuos 
de  distintas  inclinaciones  y  con  dife- 
rente posición  social. 
No  vi  generación  sin  mujer  loba  o  sin 
ladrón. 

En  efecto,  en  todas  hay  siempre  al- 
guna persona  cuya  conducta  no  es  re- 
comendable. 
GENERAL.  —  El  general  No  importa,  o 
El  ATo  importa  de  España. 

Durante  la  guerra  de  la  Independen- 
cia, los  españoles  que  luchaban  contra 
los  franceses  solían  decir  que  su  cau- 
dillo era  ¿/general  No  importa,  y  cuen- 
tan que  Napoleón  temía  más  a  éste  que 
a  todos  los  generales  que  había  en 
España. 
Mi  general,  aquí  hay  un  recluta. 

Manera  festiva  de  manifestar  una 
persona  a  otra  que  se  ofrece  a  sus  ór- 
denes, servicio  o  disposición,  incondi- 
cionalmente. 
GÉNERO.  —  Cada  género  corre  a  su  cen- 
tro. —  V.  Cada  uno  apetece  su  seme- 
jante. 
Donde  hay  escasez  de  un  género,  de  iodo 
se  hace  lio. 

Cuando  hay  poco  de  aquello  que 
queremos,  suplimos  su  falta  juntando 
todo  lo  que  puede  substituirlo. 
Tres  géneros  hay  de  frailes:  unos,  buenos 
buenos;  otros,  malos  malos;  otros,  ni  bue- 
nos ni  malos. 

Los  buenos  buenos  son  los  canoni- 
zados; los  malos  malos,  los  que  andan 
solos  azotando  calles;  los  ni  buenos  ni 
malos,  los  que  están  pintados. 
GENIO.  —  El  genio  no  tiene  sexo. 

Como  lo  prueba  las  muchas  mujeres 
que  han  logrado  tanta  o  más  celebridad 
que  no  pocos  hombres  en  el  cultivo  de 
las  ciencias,  las  letras  y  las  artes. 
Genio  y  figura  hasta  la  sepultura. 

Manifiesta  no  ser  fácil  mudar  de  ca- 
rácter o  condición  un  sujeto. 
GENOVA.  —  Genova  es  ?norte  sin  leña. 

Alude  a  la  situación  topográfica  de 
esta  ciudad  italiana. 
GENTE.  —  Ahogarse  de  gente. 

Pondera  el  calor  y  apretura  que  oca- 
siona la  mucha  aglomeración  de  per- 
sonas. 


GENTE 


—  4i3 


GENTE 


Aquí  toda  es  gente  honrada,  descendiente 
de  Pilatos. 

Modo  irónico  de  calificar  de  ruines  a 
aquellas  personas  de  quienes  se  hace 
mención. 
Bullir  de  gente. 

Ser  mucho  y  frecuente  un  concurso 
de  personas. 
Con  gente  de  poca  crianza,  ni  dicho  ni 
chanza. 

Recomienda  el  menor  trato  posible 
con  las  personas  que  carecen  de  edu- 
cación. 
Con  gente  de  toda  broza,  ni  andes,  ni  jue- 
gues, ni  comas.  —  V.  Con  cents  de  poca 
crianza,  ni  dicho  ni  chanza. 
De  gente  bien  nacida  es  agradecer  los  be- 
neficios que  reciben. 

El  agradecimiento  es  patrimonio  de 
las  almas  nobles. 
De  gente  en  gente. 

De  generación  en  generación. 
Derramar  la  gente  de  guerra,  o  de  armas. 
Despedirla,  licenciarla  o  reformarla. 
De  tal  gente,  tal  simiente.  —  V.  De  tal 

palo,  tal  astilla. 
Esa  gente  hará,  Quejana,  lo  que  le  dé  la 
real  gana. 

Aplícase  al  que  obra  tan  sólo  por  su 
voluntad  y  capricho. 
Gente  de  barrio. 

Motejase  así  a  la  que  es  ociosa  y  hol- 
gazana. 
Gente  de  capa  negra. 

La  ciudadana  y  decente. 
Gente  de  capa  parda. 

La  rústica,  como  son  los  labradores  y 
aldeanos. 
Gente  de  carda. 

Valentones  y  rufianes,    que   suelen 
andar  en  cuadrilla  y  vivir  ociosamente. 
Gente  de  Castilla,  por  preguntar  v  tentar. 
Da  a  entender  que  los  castellanos  tie- 
nen fama  de  curiosos  y  amigos  de  me- 
terse en  todo. 
Gente  de  escalera  abajo. 

La   de   clase    inferior   en   cualquier 
línea. 
Gente  de  gallaruza.  —  V.  Gente  de  capa 
parda.  —  Galleruza  o  gallaruza  es  una 
especie  de   capote    con   capucha  que 
usan  los  habitantes  de  las  montañas. 
Gente  de  la  cuchilla . 
Los  carniceros. 


Gente  de  la  garra. 

La  acostumbrada  a  hurtar. 
Gente  de  la  vida  airada. 

Los  que  se  precian  de  guapos  y  va- 
lientes, o  los  que  viven  libre  y  licen- 
ciosamente. 
Gente  del  bronce. 

La  alegre  y  resuelta. 
Gente  del  polvillo. 

Personas  que  se  emplean  en  obra  de 
albañilería  y  en  acopio  de  los  materia- 
les para  ellas. 
Gente  de  pelo,  o  pelusa. 

La  rica  y  acomodada. 
Gente  de  plaza. 

En  las  poblaciones  cortas,  la  que  es 
rica  y  acomodada,  y  que  suele  gastar 
el  tiempo  en  conversaciones  en  las  pla- 
zas y  sitios  públicos. 
Gente  de  pluma. 

La  que  tiene  por  ejercicio  escribir. 
Comúnmente  se  dice  de  los  escribanos. 
Gente  de  toda  broza. 

La  que  vive  con  libertad,  sin  tener 
oficio  ni  empleo  conocido. 
Gente  de  Toledo,  gente  de  Dios,  es  suya 
el  agua,  y  vendemosela  nos.  — V.  Es  su)  a 
el  agua,  y  vendemosela  nos. 
Gente  de  tropa,  paso  largo. 

Alude  a  que  debe  dejarse  pasar  a  los 
soldados  de  largo  por  un  lugar,  a  causa 
de  las  molestias  que  ocasionan  los  alo- 
jamientos. 
Gente  honrada  no  es  paniega. 

Los  caballeros  no  acostumbran  a  ser 
grandes  consumidores  de  pan. 
Gente  loca,  coméis  de  mi  rabo  y  no  de  mi 
boca. 

Condena  a  los  que  en  ausencia  juz- 
gan mal  de  acciones  ajenas. 
Gente  parada  no  gana  nada. 

Satiriza  a  las  personas  ociosas. 
Hacer  gente. 

Reclutar  hombres  para  la  milicia  o 
reunirlos  para  cualquier  otro  fin. 
La  gente  baldía  y  perezosa  es  en  la  repú- 
blica lo  mismo  que  los  zánganos  en  las 
colmenas. 

Porque  no  sólo  no  sirven  para  nada, 
sino  que  estorban  a  los  demás. 
La  gente  compone  y  Dios  dispone.  —  Véa- 
se El  hombre  propone  y  Dios  dispone. 
La  gente  de  buen  vivir,  al  anochecer,  a  dor- 
mir.—  V.  A  las  diez  en  la  cama  estés. 


GENTE 


—  414  — 


GESTO 


La  gente,  hablando  se  entiende. 

Antes  de  aceptar  el  cumplimiento  de 
un  compromiso  cualquiera,  conviene 
que  las  partes  contratantes  se  pongan 
de  acuerdo  entre  sí,  con  el  fin  de  evi- 
tar en  su  día  disgustos  inesperados. 
La  gente  hace  las  casas. 

Cada  cual  adapta  su  vivienda  a  sus 

comodidades  o  a  lo  que  necesita.  —  Por 

el  aspecto  exterior  e  interior  de  la  casa 

se  deduce  la  condición  del  que  la  habita. 

La  mucha  gente  es  buena  para  la  guerra. 

Generalmente  el  exceso  de  personal 

embaraza   y    estorba    cuando   se   está 

haciendo  algo. 

Mucha  gente  junta,  algo  barrunta. 

La  gran  concurrencia  de  personas  en 
un  sitio  determinado,  es  señal  de  que 
se  aproxima  algún   acontecimiento   o 
suceso  de  cualquier  índole. 
Quien  no  miente,  no  viene  de  buena  gente. 
Critica  el  afán  inmoderado  que  tie- 
nen muchos  de  contar  hechos  notables, 
no  siempre  verdaderos,  ejecutados  por 
sus  antepasados. 
Toda  es  gente  honrada,  o  todos  son  bue- 
nos, mas  mi  capa  no  parece. 

Suele  emplearse  este  refrán  al  pre- 
tender uno  averiguar  sobre  quién  re- 
cae la  responsabilidad  de  cierto  hecho 
y  no  poder  conseguirlo,  porque  cada 
cual  alega  excusas  a  su  favor. 
Trabajar  es  de  gente  de  mal  vivir,  porque 
el  día  se  ha  hecho  para  descansar  y  la 
noche  para  dormir. 

Bordón  de  los  holgazanes.  Con  este 
criterio  no  andaría  mal  el  mundo. 
Con  tres  clases  de  gentes  no  se  ha  de  liti- 
gar: con  las  que  sacan  la  cabeza  por  ven- 
tana de  paño  (frailes  y  monjas),  con  las 
que  se  ponen  los  calzones  por  sombrero 
(mujeres)  y  con  las  que  contienden  con  la 
voz  del  rey  (ministros). 

Con  todos  ellos  se  suele  salir  perdien- 
do, porque  son  a  cual  más  intrigantes. 
Dicen  las  gentes  en  Roma  que  la  dama 
que  hile,  coma. 

Se  suele  aplicar  al  que  le  gusta  vivir 
a  expensas  de  los  demás. 
Hay  gentes  tan  discretas,  que  huelen  a  lo 
largo  las  pesetas. 

Frase  que  alude  a  la  habilidad  que 
algunos  tienen  para  proporcionarse  di- 
nero, sin  saber  cómo. 


Ni  fíes  ni  porfíes,  ni  vendas  ni  arriendes, 
y  vivirás  bien  con  las  gentes. 

En  efecto,  no  haciendo  ninguna  de 
esas  cuatro  cosas,  se  lleva  mucho  ade- 
lantado para  evitarse  disgustos  y  roza- 
mientos con  los  demás. 
GENUS.  —  El  genus  irritdbile  vatum. 

De  turba  irascible  calificó  a  los  poetas 
Horacio  en  el  libro  II  de  sus  epístolas 
y  segunda  de  dicha  colección;  pero  en 
ese  pasaje  se  puede  creer  piadosamen- 
te que  no  aludía  el  poeta  de  Venusia 
sólo  a  los  vates,  sino  a  toda  clase  de 
artistas  y  literatos,  gente,  por  la  mayor 
parte,  díscola  y  suspicaz  a  nativitate, 
presumida  e  infatuada  como  ninguna, 
y  como  ninguna  preciada  de  ser  infa- 
lible, y  por  lo  tanto  de  ser  invulnera- 
ble, siquiera  los  reparos  dirigidos  por 
un  censor  juicioso  vayan  envueltos  en 
la  forma  más  correcta  y  respetuosa.  De 
mí  sé  decir  que  por  haberme  lanzado 
a  manifestar  clara  3'  lealmente  mi  opi- 
nión adversa  a  la  por  otros  sustentada, 
ora  moiu  proprio,  ora  por  habérseme 
llamado  a  darla,  he  incurrido  en  el  des- 
agrado de  más  de  cuatro  personas  que 
antes  me  distinguían  y  con  cuya  amis- 
tad me  honraba.  Tan  cierto  es  que  No 
hay  mayor  enemigo  doméstico  que  el  amor 
propio,  por  oculto;  que  Las  verdades 
amargan,  y  que  : Quién  es  tu  enemigo? 
El  de  tu  oficio.  Triste  ejemplo  que 
nos  autoriza  en  cierto  modo  a  encerrar 
con  siete  llaves  dentro  del  pecho  la 
opinión  que  se  nos  pida,  cuando  poda- 
mos siquiera  vislumbrar  que  no  ha  de 
ser  despachado  el  género  a  gusto  del 
consumidor. 
GERIFALTE.  —  Gobernar  como  un  geri- 
falte (o  girifalte). 

Es  decir,  muy  bien,  superiormente. 
Zapatear  como  un  gerifalte  (o  girifalte). 
Imitando  el  modo  de  sacudir  las  pa- 
tas este  ave  de  cetrería. 
GESTO.  —  Estar  de  buen,  o  mal,  gesto. 
Estar  de  buen,  o  mal,  humor. 
Gesto  de  oro,  cabellos  de  plata  y  ojos  de- 
escarlata. 

Condiciones  recomendables  para  ser 
uno  bien  recibido  en  todas  partes,  pues 
alude  a  que,  además  de  poseer  un  ros- 
tro agradable,  se  vaya  derramando  di- 
nero. 


GIGANTÓN 


—  41S  — 


GOBERNADOR 


Gesto  pone  mesa. 

El  buen  aspecto  del  semblante  reve- 
la la  condición  y  cualidades  de  la  per- 
sona, abriéndole  las  puertas  en  todas 
partes. 
Poner,  o  torcer,  el  gesto. 

Mostrar  enfado  o  enojo  en  el  sem- 
blante, dando  a  entender  que  nos  des- 
agrada una  cosa. 
Ponerse  a  gesto. 

Aderezarse  y  componerse  para  pare- 
cer bien. 
Hacer  gestos  a  una  cosa. 

Despreciarla  o  mostrarse  poco  con- 
tento de  ella. 
GIGANTÓN.  —  Echarle  a  uno  los  gigan- 
tones. 

Decirle  palabras  duras  y  fuertes  so- 
bre cualquier  asunto. 
GIL.  —  Gil  García,  negocia  de  noche  y  encú- 
brese de  día. 

Contra  los  que  se  hacen  sospechosos 
en  su  conducta,  por  aquello  de  que  La 
noche  es  capa  de  pecadores  y  que  El  que 
obra  mal  huye  la  luz. 
Nunca  falta  un  Gil  que  me  persiga. 

Siempre  hay  modo  de  encontrar  a 
quien  echar  la  culpa  de  aquello  que  se 
ha  hecho  mal. 
GILENA.  —  Estar  en  Gilena. 

Equivale  a  estar  borracho.  —  Ignoro 
qué  relación  pueda  haber  entre  el  pue- 
blo sevillano  de  este  nombre  y  el  abuso 
de  la  bebida. 
GITANO.  —  La  entrada  del  gitano. 

Empezar  empleando  buenas  palabras 
y  finas  maneras,  para  concluir  haciendo 
alguna  fechoría. 
GLORIA.  —  Al  fin  se  canta  la  gloria. — 
Véase  en  Fin. 
Es  más  gloria  huir  de  los  agravios  callan- 
do, que  vencerlos  respondiendo. 

Porque  revela  más  grandeza  de  alma. 
Estar  uno  en  la  gloria. 

Estar  muy  contento  y  gozoso. 
Hacer  gloria  de  una  cosa. 
Vanagloriarse  de  ella. 
La  gloria  del  mundo,  viento  y  humo. 

Recuerda   que  todas   las  grandezas 
terrestres  son  pasajeras  y  se  desvane- 
cen fácilmente. 
La  gloria  es  de  quien  la  gana,  y  el  dinero, 
de  quien  lo  agarra. 

El  honor  y  la  consideración  se  tribu- 


tan al  que  se  hace  acreedor  a  ellos;  las 
riquezas  son  patrimonio  del  que  se  las 
proporciona. 
La  gloria  falsamente  alcanzada,  poco  per- 
manece y  presto  pasa. 

El  que  sin  fundamento  adquiere  ce- 
lebridad, tarda  poco  en  perderla. 
La  gloria  vana,  florece  y  no  grana. 

Advierte  cuan  poco  suelen  durar  las 
satisfacciones  del  mundo. 
La  gloria  y  el  dinero  son  para  quien  los 
gana. 

No  siempre,  porque  a  veces  los  dis- 
fruta aquel  a  quien  no  le  ha  costado 
trabajo  adquirirlos. 
Más  gloria  se  granjea  en  perdonar  las 
injurias  que  en  vengarlas. 

Porque  revela  tener  un  corazón  gran- 
de el  que  tal  hace. 
Ninguno  diga  su  gloria. 

Debe  dejarse  siempre  a  los  demás  el 
que  ponderen  lo  que  uno  haga  digno 
de  elogio. 
Con  las  glorias  se  olvidan  las  memorias. 
Da  a  entender  que  el  que  llega  a 
ocupar  altos  empleos  o  tiene  grandes 
gustos  y  satisfacciones,  suele  olvidarse 
de  los  amigos  y  de  los  beneficios  reci- 
bidos. 
Las  glorias,  con  sudores  se  riegan. 

Para  conseguir  la  celebridad  hay  or- 
dinariamente que  sufrir  muchos  sinsa- 
bores y  pasar  grandes  desvelos. 
Las  glorias  mundanas  son  todas  vanas. 
Indica  que  en  esta  vida  no  hay  nada 
durable. 
GLOTÓN.  —  Ahítate,   glotón,  con   esas 
guindas.— -V.  Hártate,  comilón,  con  pasa. 
y  media. 
GOBERNADOR.— £/  buen  gobernador, 
la  pierna  quebrada,  y  en  casa. 

El  que  tiene  a  su  cuidado  el  dirigir  a 
los  demás,  debe  estar  siempre  atento 
al  desempeño  de  su  cometido. 
El  gobernador  codicioso  hace  la  justicia 
desgobernada. 

El  que  busca  en  su  cargo  el  modo 
de  lucrarse,  lo  desprestigia. 
¿Será  buen  gobernador  quien  tiene  a  su 
hijo  cavador? 

Es  seguro  que  no,  por  lo  menos  en 
estos  tiempos,  en  que,  aunque  no  sea 
otra  cosa,  le  puede  nombrar  su  secre- 
tario particular. 


GOBERNANTE 


416  — 


GOLPE 


GOBERNANTE.  -  Cuando  los  gobernan- 
tes hacen  lo  que  deben,  los  gobernados  no 
hacen  lo  que  quieren. 

Porque  les  obliga  a  cumplir  con  su 
deber  y  no  pueden  extralimitarse. 
GOBERNAR.  — £/  que  no  sabe  gober- 
narse a  si,  ¿cómo  sabrá  gobernar  a 
oíros? 

Desde  luego  se  puede  contestar  que 
muy  mal;  que  es  lo  que  hacen  muchos 
políticos  que  no  saben  poner  orden  en 
su  casa  y  se  empeñan  en  dirigir  la  na- 
ción. Y  así  anda  ello. 
GOBIERNO.  —  El  gobierno  se  ha  de  dar 
a  quien  huye  de  él,  ?io  a  quien  lo  pide. 

Porque  el  que  no  lo  quiere  demues- 
tra que  no  piensa  enriquecerse  con  él, 
y  por  lo  tanto,  gobernará  con  justicia. 
En  esto  de  los  gobiernos  iodo  es  comenzar. 
Todo  cuesta  trabajo  en  sus  principios. 
GOLILLA.  —  Ajusfar,  o  apretar,  a  uno  la 
golilla. 

Ponerle  en  razón;  obligarle   a  que 
•bre  bien  por  la  fuerza.  —  Ahorcarle  o 
darle  garrote. 
GOLONDRINA.  —  Chirriar  más  que  go- 
londrina en  abril. 

Comparación  basada  en  que  con  la 
llegada  de  la  primavera  las  golondri- 
nas se  alegran. 
Una  golondrina  no  hace  verano.  Algu- 
nos añaden  :  pero  lo  anuncia. 

Enseña  que  un  ejemplar  no  estable- 
ce regla. 
Voló  la  golondrina.  —V.  Voló  el  golon- 
drino. 
GOLONDRINO.—  Voló  el  golondrino. 
Manifiesta  que  una  cosa  en  que  se 
tenía  esperanza  se  escapa  de  las  manos. 
GOLONDRO.  —  Campar  de  golondro. 
Vivir  de  gorra;  a  costa  ajena. 
Andar  en  golondros. 

Andar  desvanecido  con   esperanzas 
peligrosas  e  inútiles. 
GOLOSINA.  —  Amargar  a  uno  la  golo- 
sina. 

Salirle  caro  el  disfrute  de  un  placer. 

GOLOSO. — Pide  el  goloso  para  el  deseoso. 

Explica  que  algunos,  so  pretexto  de 

pedir   para  otros,  solicitan   al    mismo 

tiempo,  indirectamente,  para  sí  aquello 

que  desean. 

Por  ser  goloso  el  ratón,  cayó  en  la  prisión. 

V.  Al  gato  goloso  se  le  quema  el  hocico. 


G  OLPE.  —  A  golpe  seguro. 

A  tiro  hecho;  sin  temor  de  errar. 
Al  golpe. 

En  seguida,  al  punto,  inmediatamen- 
te, luego. 
Andar  todo  de  golpe  y  zumbido. 

Hacer  una  cosa  precipitadamente;  sin 
reflexión  ni  meditación. 
Caer  de  golpe. 

Caer  de  una  vez  e  inesperadamente 
toda  la  casa  u  otra  cosa. 
Dar  golpe  una  cosa. 

Causar  sorpresa  y  admiración. 
Dar  uno  golpe  en  bola. 

Salir  airoso  de  una  empresa  difícil  o 
arriesgada.  Úsase  más  frecuentemente 
en  la  forma  negativa. 
Dar  un  golpe  en  el  aro  y  otro  en  la  bota. — 

V.  Hacer  a  dos  manos. 
De  golpe. 

Prontamente;  con  brevedad;  de  re- 
pente. 
De  golpe  y  porrazo.  — V.  Andar  todo  de 

golpe  y  zumbido. 
De  un  golpe. 

De  una  sola  vez  o  en  una  sola  acción. 
El  golpe  de  la  sartén,  aunque  no  duele, 
tizna. 

Da  a  entender  que  las  calumnias  con- 
tra uno,  aunque  siendo  claras  y  re- 
conocidas por  tales  no  parezca  que  ie 
perjudican,  suelen  dejar  alguna  man- 
cha en  su  reputación. 
Errar  el  golpe. 

Frustrarse  el  efecto  de  una  acción 
premeditada. 
Estar  en  el  golpe. 

Caer  en  la  cuenta;  entender  bien  lo 
que  se  ha  dicho,  aunque  haya  sido  so- 
lapadamente. 
Golpe  de  cobre  nunca  mató  hombre. 

Alude  a  la  campana  que  en  la  Edad 
Media  convocaba  a  los  hombres  para 
la  guerra,  sin  que  por  eso  quisiera  sig- 
nificar que  morían  en  ella. 
Parar  uno  el  golpe. 

Evitar  el  contratiempo  o  fracaso  que 
amenazaba. 
Un  solo  golpe  no  derriba  un  roble. 

Enseña  que  para  el  buen  éxito  de 
cualquiera  solicitud,  no  basta  una  sola 
instancia  o  tentativa. 
Descargar  golpes  a  uno. 

Herirle  o  darle  golpes  con  violencia. 


GOLLERÍA 


—  417  — 


GORRIÓN 


Hacerse  a  los  golpes. 

Acostumbrarse  a  alguna  cosa  a  que 
impele  la  necesidad. 
Todos  los  golpes  van  a  parar  al  dedo 
malo.  —  V.  Perro  flaco  todo  es  pulgas. 
GOLLERÍA.  —  Pedir  más,  sería  gollería. 
La  gollería,  gullería  o  güilo  ría  es  un 
manjar  exquisito  y  delicado.  Expresa, 
por  tanto,  la  frase  querer  alcanzar  algo 
muy  bueno  y  excepcional. 
GOLLETE.—  Estar  uno  hasta  el  gollete. 
Haber  comido  mucho. — Estar  cansa- 
do y  harto  de  sufrir.  —  Estar  emba- 
rrancado o  lleno  de  deudas. 
GORDA.  —  Armarse  la  gorda. 
Moverse  disturbios. 
Cosas  hay  que  ian  gordas  se  ven,  que  no 
se  pueden  roer. 

Las  mentiras  exageradamente  inve- 
rosímiles no  son  creídas  por  nadie. 
¡Gordas  y  frescas! 

Expresión  con  que  se  rechaza  algu- 
na proposición,  reputando  por  exage- 
raciones las  cosas  que  a  uno  le  dicen. 
GORDO.  —  Estar  gordo  como  un  sollo. 

El  sollo,  por  otro  nombre  esturión, 
que  viene  a  ser  como  un  tiburón  de 
río,  es  un  pez  de  bastante  longitud 
y  proporcionalmente  grueso.  Los  hay 
hasta  de  7  metros  de  largo;  y  si  hemos 
de  dar  crédito  a  Plinio,  en  su  tiempo 
se  llegó  a  pescar  en  el  Po  (río  de  Italia) 
individuos  que  llegaron  a  pesar  1.000 
libras,  lo  cual,  dicho  sea  con  perdón 
de  aquel  célebre  naturalista,  se  me  hace 
un  poco  duro  de  creer.  Sin  embargo, 
hay  que  tener  en  cuenta  que  este  ani- 
mal se  presta  fácilmente  a  la  castración, 
ganando  prodigiosamente  en  gordura. 
Gordo  como  una  nutria. 

Tener  buenas  carnes. 
Más  gordo  que  un  trullo. 

El  trullo  es  un  ave  parecida  al  pato. 
Sabido  es  que  estos  palmípedos  sue- 
len ser  obesos,  de  donde  nace  la  com- 
paración. 
.Más  vale  gordo  al  telar  que  delgado  al 
muladar. 

Enseña  que  no  se  deben  apurar  tan- 
to las  cosas  y  quererlas  tan  exquisitas 
que  se  pierda  todo 
Repicar  gordo. 

Ser  día  de  gran  fiesta.  —  V.  Echar  la 
casa  por  la  ventana. 


Ser  más  gordo  que  un  sapo  campanero. 
Ser  muy  obeso. 
GORDURA.  —  Dame  gordura,  y  daréte 
hermosura. 

Acredita  cuánto  contribuyen  las  bue- 
nas carnes  al  bien  parecer  de  una  per- 
sona, sobre  todo  de  las  mujeres. 
GORIGORI.  —  Gorigori,  enterremos  a 
este  pobre. 

Critica  la  ligereza  con  que  suele  can- 
tarse el  responso  al  ir  a  sepultar  a  los 
que  no  tienen  bienes  de  fortuna. 
GORJA.  —  Estar  uno  de  gorja. 
Estar  alegre  y  festivo. 
Mentir  por  la  gorja. 

Aseverar  una  cosa  sin  el  más  míni- 
mo fundamento. 
GORRA.  —  Buena  gorra  y  buena  boca  ha- 
cen más  que  buena  bolsa. 

Da   a   entender   cómo  los   modales 
atentos  y  las  razones  comedidas  alcan- 
zan en   ocasiones  mucho  más  que  lo 
que  pudiera  conseguir  el  dinero. 
Comer,  o  beber,  o  vivir,  etc.,  de  gorra. 
Verificar  lo  que  los  respectivos  ver- 
bos significan  sin  costarle  a  uno  nada, 
por  hacerlo  a  expensas  de  otro. 
Duro  de  gorra. 

Dícese  del  que  aguarda  a  que  otro  le 
haga  primero  la  cortesía. 
Hablarse  de  gorra. 

Hacerse  cortesía,  quitándose  la  go- 
rra sin  hablarse  ni  comunicarse. 
GORRIÓN.  —  Al  gorrión  que  va  de  paso, 
cañazo. 

Adagio  que  exhorta  a  no  malograr  la 
ocasión  favorable  cuando  se  presenta, 
por  temor  de  que  no  vuelva.  Tiene  mu- 
cha latitud  en  su  uso  y  aplicación; 
v.  gr. :  Hace  noche  un  viajero  desco- 
nocido en  una  posada,  y  lo  desuellan. 
Pasa  una  persona  junto  a  otra,  y  ésta  le 
da  un  papirotazo,  etc. 
Quedarse  como  un  gorrión.  —  V.  Quedar- 
se como  un  pajarito. 
Ser  más  ardiente,  o  caliente,  que  un  go- 
rrión. 

Ser  por  extremo  enamorado.  —  Ha- 
blando Aristóteles  de  los  muchos  ma- 
les que  acarrea  el  abuso  de  los  place- 
res libidinosos,  cita,  entre  otros,  la  cir- 
cunstancia de  que  abrevian  la  vida,  y 
pone  por  ejemplo  a  los  gorriones,  «los 
cuales — dice — no  viven  más  de  un  año, 
27 


GORRO 


41S  — 


GOZAR 


por  efecto  de  lo  lujuriosos  que  son. 
Por  eso  — añade — son  muy  pocos  los 
gorriones  qne  tienen  negro  el  vientre, 
pues  la  tal  negrura  es  señal  de  vejez 
en  ellos. > 
Una  cosa  es  apuntar  y  otra  caer  el  go- 
rrión. 

Da  a  entender  que  no  siempre  co- 
rresponden los  resultados  a  los  medios 
puestos  en  práctica  para  conseguirlos. 
Hacerse  a  los  gritos,  o  al  ruido,  como  los 
gorriones. 

Dícese  de  la  persona  que,  en  fuerza 
de  ser  frecuentemente  reprendida,  no 
hace  ya  caso  de  gritos,  amenazas  ni  re- 
convenciones. 
Por  miedo  de  gorriones  no  se  deja  de 
sembrar  caña/nones. 

El  temor  de  que  pueda  sobrevenir 

algún  daño  eventual   no  debe  servir 

nunca  de  óbice  o  pretexto  para  dejar 

de  acometer  una  empresa  beneficiosa. 

GORRO.  —  Apretar  el  gorro. 

Disponerse  a  correr.  —  Equivale  a  la 
expresión  Poner  haldas  en  cinta  que 
usaban  nuestros  antepasados. 
Ponerle  a  uno  el  gorro. 

Hacerle  estar  presente  a  las  demos- 
traciones cariñosas  de  dos  amantes,  o 
contribuir  a  los  placeres  de  otro  sin  sa- 
berlo.—  Comúnmente  se  forma  en  sen- 
tido poco  favorable  a  la  persona  a  que 
se  alude. — También  se  dice  :  Echarle  a 
uno  el  chorro. 
GORRÓN.  —  Entre  gorrón  v  gorrón  se 
cría  un  buen  por  retén. 

La  planta  criada  inmediata  a  las  pie- 
dras, vegeta  con  mayor  fuerza  y  lo- 
zanía. 
GOTA. — Ahogarse  en  una  gota  de  agua. — 
V.  Ahogarse  en  poca  agua. 
Gota  a  gota,  como  cencerro  de  amolador. 

Poco  a  poco  se  hace  todo,  aun  las 
cosas  más  pesadas 
Gota  a  gota  la  mar  se  apoca. 

Demuestra  que  todas  las  cosas  lle- 
gan a  su  fin,  por  grande  que  sean,  y 
que  los  caudales  más  gruesos  se  des- 
truyen si  falta  una  prudente  economía. 
Gota  traída  y  llevada,  es  gota  medio  cu- 
rada. 

Aconseja  que  para  esa  enfermedad 
no  es  conveniente  el  reposo,  sino  el 
pasear  o  andar  de  un  lado  para  otro. 


Hacer  sudar  la  gota  gorda. 

Obligar  a  una  persona  a  que  trabaje 
mucho  para  conseguir  lo  que  desea. 
La  gota  nace  de  la  gota. 

Juego  de  palabras  con  que  se  da  a 
entender  que  la  gota,   enfermedad,  es 
causada,  las  más  de  las  veces,  por  el 
abuso  de  la  gota,  bebida  alcohólica. 
La  gota  se  cura  tapando  la  boca. 

Indica  que  para  no  exacerbar  esta 
enfermedad  se  debe  comenzar  por  su- 
primir el  uso  de  las  bebidas  alcohó- 
licas. 
No  dejarle  a  uno  gota  de  sangre  en  el 
cuerpo. 

Pondera  el  terror  o  espanto  de  una 
persona. 
No  ver  gota. 

No    ver    nada;    ser    completamente 
ciego. 
Ser  una  cosa  para  mear  y  no  echar  gota. 
Dícese  familiarmente  de  cualquiera 
situación  comprometida  o  de  difícil  so- 
lución. 
Sudar  la  gota  gorda,  o  tan  gorda. 

Pondera  el  afán  que  se  toma  uno  para 
conseguir  lo  que  intenta. 
Una  y  otra  gota  apagan  la  sed. 

Explica  que  la  repetición  de  los  actos 
facilita  el  fin  a  que  se  dirigen. 
Son  como  dos  gotas  de  agua. 

Aplícase  a  las  personas  entre  quie- 
nes existe  gran  parecido. 
GOTERA.  —  Es  una  gotera. 

Significa  la  continuación  frecuente  y 
sucesiva  de  cosas  molestas. 
La  gotera  cava  la  piedra. 

Enseña  que  la  constancia  o  continua- 
ción vence  las  mayores  dificultades. 
Quien  tío  adoba,  o  apaña,  o  quita,  gotera, 
hace  casa  entera. 

El  mal  que  no  se  remedia  en  su  prin- 
cipio, cuesta  más  trabajo  desarraigarlo 
cuando  ha  llegado  a  tomar  incremento. 
Una  gotera  continua  ablanda  un  duro  pe- 
ñón. —  V.  La  gotera  cava  la  piedra. 
Una  gotera  de  agua  menuda  deshace  la 
piedra  más  dura.  —  V.  La  gotera  cava- 
la  piedra. 
GOTITAS.  —  Muchas  gotitas,  o  candeli- 
tas,  hacen  un  cirio  pascual.  —  V.  Muchos 
pocos  hacen  un  mucho. 
GOZAR.  —  Para  bien  gozar,  mucho  espe- 
rar.— V.  Hasta  el  fin  nadie  es  dichoso. 


GOZO 


—  419  — 


GRACIA 


GOZO.  —  El  gozo  en  el  pozo,  o  Mi  gozo 

en  un  pozo. 

Da  a  entender  que  se  ha  frustrado 
la  realización  de  aquello  que  se  prome- 
tía uno  conseguir. 
Más  vale  un  gozo  que  un  buen  mozo. 

Es  preferible  una  satisfacción  que  la 
perspectiva  del  que  pueda  proporcio- 
narlas. 
No  caber  en  si  de  gozo,  o  de  orgullo. 

Estar  sumamente  poseído  de  aquel 
afecto  o  sentimiento  de  que  se  trata. 
Saliar  uno  de  gozo. 

Estar  sumamente  alegre. 
GOZQUE.  —  Parecerse  uno  al  gozque  del 
caminante,  que,  adelantándose  de  su  due- 
ño y  volviendo  después  atrás,  anda  dos  o 
tres  veces  el  camino. 

Dícese  por  los  que,  corriendo  con- 
fusamente de  acá  para  allá  y  fingiendo 
traer  muchas  ocupaciones  entre  ma- 
nos, desempeñan  su  cometido  en  mu- 
cho más  tiempo  del  que  necesita  quien 
va  directa  y  reposadamente  a  su  objeto. 
Dos  gozques  a  un  can,  bien  le  morderán, 
o  mal  rato  le  dan.  —  V.  Tres  contra  uno, 
vuélvome  grullo. 
GRACIA.  —  Andarle  buscando  la  gracia  a 
alguno. 

Decirle  o  hacerle  algún  halago  con 
el  fin  de  desenojarlo. 
Caer  de  la  gracia  de  uno. 

Perder  su  valimiento  y  favor. 
Caer  en  gracia. 

Agradar,  complacer. 
Celebrarle,  o  reírle,  a  uno  la  gracia. 

Aplaudirle  un  dicho  o  hecho  más  me- 
recedor de  vituperio  que  de  alabanza. 
Con  esta  gracia  me  quieren  a  mí  en  mi 

casa.  —  V.  Así  me  quieren  en  mi  casa. 
Dar  uno  en  la  gracia  de  decir,  o  hacer, 
una  cosa. 

Es  decir,  repetirla  de  continuo  y  como 
por  tema. 
Entre  la  gracia  de  Dios. 

Frase  familiar  que  se  suele  dirigir 
por  galantería  a  la  persona  que  entra 
en  alguna  reunión,  especialmente  si  es 
mujer,  y  que  se  emplea  también  en 
ocasión  de  abrir  alguna  puerta  o  ven- 
tana con  el  objeto  de  que  entre  clari- 
dad en  algún  paraje  que  se  hallaba  obs- 
curo. —  Algunos  añaden  :  Y  entraba  un 
fraile  y  salían  dos. 


Entre  la  gracia  de  Dios...  (Y entraba  un 
fraile  y  salían  dos.)—V.  Entre  la  gracia 
de  Dios. 
Estar  en  gracia. 

Dícese  de  los  que,  por  la  santidad 
de  sus  costumbres,  se  cree  que  son 
aceptos  a  Dios. 
Hablar  de  gracia. 

Decir  y  hablar  sin  fundamento. 
Hacer  gracia  de  alguna  cosa  a  uno. 

Dispensarle  o  librarle  de  ella. 
Hacerle  a  uno  alguna  cosa  la  misma  gra- 
cia que  si  le  sacaran  las  muelas. 

Molestarle,  disgustarle  o  hacerle  daño. 

Más  vale  caer  en  gracia  que  ser  gracioso. 

Enseña  que  a  veces  puede  más  la 

fortuna  y  dicha  de  un  sujeto  que  su 

propio  mérito. 

No  está  Gracia  en  casa.  —  V.  No  está  la 

Magdalena  para  tafetanes. 
No  puede  haber  gracia  donde  no  hay  dis- 
creción. 

Contra  los  tontos  que  se  las  echan 
de  ocurrentes  y  graciosos. 
Para  gracia  de  niños  y  canto  de  pájaros 
no  se  puede  convidar  a  nadie. 

Porque  cuando  se  quiere  que  lo  hagan, 
suelen  no  verificarlo  ni  unos  ni  otros. 
r-  Quieres  medio  por  la  gracia  y  dos  reales 
por  la  caballada? 

Frase  cubana  que  se  emplea  iróni- 
camente cuando  alguno  ha  dicho  o  he- 
cho alguna  simpleza. 
Unos  se  ríen  de  la  gracia  y  otros  de  la 
singracia. 

En  este  mundo  hay  gusto  para  todos, 
y  aquello  que  algunos  no  le  encuentran 
chiste  es  para  otros  ocurrencia  de  gran 
ingenio. 
Dando  gracias  por  agravios,  fiegocian  los 
hombres  sabios. 

Las  personas  de  talento  suelen  de- 
volver galanterías  por  inconveniencias. 
Dar  gracias. 

Manifestar  de  palabra,  o  por  medio 
de  ademanes,  el  agradecimiento  por  el 
beneficio  recibido. 
Decir  uno  dos  gracias  a  otro. 

Decirle  algunas  claridades  en  fuerza 
del  resentimiento  que  tiene  con  él. 
Decir  gracias  y  escribir  donaires  es  de 
grandes  ingenios. 

Como  que  ninguna  de  estas  dos  cosas 
es  patrimonio  de  los  tontos. 


GRACIOSO 


—  420  — 


GRANADA 


El  decir  gracias  no  es  para  todos.  — Véa- 
se Decir  gracias  y  escribir  donaires  es 
de  grandes  ingenios. 
¡Gracias  a  gancho,  que  la  intención  de 
Dios  va  visto  hablas!  —  V.  ¡Gracias  a 
rama,  que  la  voluntad  de  Dios  bien  cono- 
cida estaba! 
¡Gracias  a  rama,  que  la  voluntad  de  Dios 
bien  conocida  estaba! 

Caminando  por  el  borde  de  un  pre- 
cipicio varios  viajeros,  hubo  de  resba- 
lar uno  de  ellos,  que  se  hubiera  des- 
trozado en  el  fondo,  a  no  haberse  en- 
ganchado la  ropa  en  una  fuerte  rama, 
que  lo  detuvo  en  la  caída.  Extraído 
después  de  no  pocos  esfuerzos,  ex- 
clamó uno  devotamente:  «¡Gracias  a 
Dios!»;  a  lo  que  contestó  la  víctima 
con  la  frase  arriba  apuntada. 
Gracias,  señor  elefante. 

Modo  de  burlarse  de  quien  se  jacta 
de  haber  hecho  mucho  a  favor  de  otro, 
y  en  realidad  de  verdad  no  ha  hecho 
nada.  —  Alude  a  la  fábula  de  Samanie- 
go  intitulada  El  camello  y  la  pulga,  de 
todos  conocida. 
Las  gracias  de  Gedeán. 

Tomado  Gedeón  como  el  prototipo 
de  la  tontería,  puede  suponerse  que 
las  gracias  a  que  alude  serán  las  hijas 
de  otros  tontos  como  el  que  sirve  de 
punto  de  comparación. 
Las  gracias  son  para  una  vez,  y  repetidas 
pierden  su  chiste. 

Lo  que  causa  impresión  es  general- 
mente lo  nuevo,  lo  impensado  o  des- 
conocido; lo  que  ya  se  sabe,  por  muy 
chistoso  que  sea,  no  hace  reír. 
No  estar  de  gracias,  o  para  gracias. 

Estar  uno  muy  disgustado  o  de  mal 
humor. 
Vuelve  gracias  por  agravios,  que  asi  ne- 
gocian los  sabios. 

Enseña  y  aconseja  que  pagar  las  in- 
jurias con  beneficios  y  agasajos,  es  la 
mejor  y  la  más  acertada  máxima  de  los 
hombres  prudentes  y  discretos. — Véa- 
se Dando  GKACixspor  agravios,  negocian 
los  hombres  sabios. 
GRACIOSO.  —  Como  el  gracioso  de  Ol- 
medo, que  entró  a  dar  lanzada  y  salió  sin 
calzas  y  cojeando. 

Modo  de  censurar  a  los  que  hacen 
alarde  de  ingenio,  sin  poseerlo. 


GRADO.  —  Mal  de  mi,  o  tu,  o  su,  o  nues- 
tro, o  vuestro,  o  su,  grado,  o  A  mal  de 
mi,  etc.,  o  Mal  mi,  etc.,  grado. 

A  pesar  mío,  tuyo,  suyo,  nuestro, 
vuestro;  aunque  no  quiera,  o  no  quie- 
ras, o  no  quieran,  o  no  queramos,  o  no 
queráis. 
Más  vale  por  grado  tomar  lo  que  por  fuer- 
za se  ha  de  llevar. 

Porque  así  evitamos  el  disgusto,  sin 
excusar  lo  que  no  queremos. 
Ni  grado  ni  gracias. 

Explica  que  una  cosa  se  hace  sin 
elección,   y  que  no  merece  agradeci- 
miento. 
Ser  una  cosa  en  grado  de  uno. 
Ser  de  su  gusto  o  aprobación. 
GRAGEA.  —  Gragea  a  Guinea. 

Llevar    una    cosa    sumamente    fina 
adonde  no  han  de  saber  apreciarla. 
GRAJA.  —  No  entiendo  de  grajas  peladas. 
Indica  que  uno  no  gusta  de  hacer  o 
creer  algo  en  que  recela  engaño. 
GRAMA.-Mí  vale  comer  grama  y  abro- 
jo qzie  traer  capirote  en  el  ojo. 

Da  a   entender  que  es   mejor  poco 
con  libertad  o  adquirido  legítimamen- 
te, que  mucho  sin  ella  o  no  adquirido 
por  medios  lícitos. 
GRAMÁTICA.  —  A  la  Gramática,  con 
babas;  y  a  las  Matemáticas,  con  barbas. 
Aconseja  que  se  estudie  la  primera 
siendo  niño,  y  las  segundas  estando  ya 
en   posesión   del  raciocinio  necesario 
para    comprenderlas    bien,    es    decir, 
siendo  hombre. 
Tener  mucha  gramática  parda. 

Ser  persona  astuta   y  practicar  las 

tres  reglas  de  la  gramática  parda,  que 

son :  Ver  venir,  dejarse  ir  y  tenerse  allá. 

GRAlN A.— De  los  colores,  la  grana;  de  las 

frutas,  la  manzana. 

Una  de  tantas  apreciaciones,  hija  del 
capricho  o  gusto  del  inventor. 
En  la  más  fina  grana  cae  la  polilla.  — 
V.  Siempre  cae  la  mancha  en  el  paño 
más  fino. 
GRANADA.  —  Abrirse  como  H  fuera  una 
granada. 

Partirse  algo  con  facilidad. 
En  el  tiempo  de  la  granada,  la  gallina  no 
pone  nada. 

En  el  tiempo  frío  las  aves  de  corral 
se  sienten  poco  ponedoras. 


GRANADINO 


—  421  — 


GRANO 


Quien  no  ka  visio  a  Granada,  no  ha  visto 
nada. 

Manera  de  encarecer  las  bellezas  que 
atesora  el  último  baluarte  morisco  en 
España. 
GRANADINO.- Granadino,  ladrón  fino. 

Refrán  que  no  tiene  explicación,  por 
ser  un  absurdo  el  suponer  que  todos 
los  naturales  de  aquella  ciudad  históri- 
ca posean  la  cualidad  que  al  detractor 
se  le  ocurrió  inventar.  En  Granada, 
como  en  todas  partes,  hay  gente  de 
todas  clases.  Véase  lo  que  desde  el 
refrán  sobre  Adrada  de  Pirón  venimos 
repitiendo  en  todos  los  artículos  refe- 
rentes a  las  distintas  localidades. 
GRANDE.  —  Cubrirse  de  grande  de  Es- 
paña. 

Tomar  posesión,    en   presencia   del 
rey,    de    las    prerrogativas    anexas  a 
dicha  dignidad. 
El  grande  que  fuere  vicioso  será  vicioso 
grande. 

Los  magnates  no  suelen  tener  vicios 
pequeños,  porque  pueden  costeárselos 
todos. 
Mientras  la  grande  se  abaja,  la  chica  ba- 
rre la  casa. 

No  hay  que  despreciar  las  cosas  pe- 
queñas, que  a  veces  valen  más  que  las 
grandes. 
De  los  grandes,  o  de  señores  y  del  sol, 
cuanto  más  lejos  mejor. 

Porque,  abusando  comúnmente  de 
su  poderío  o  de  su  autoridad,  se  for- 
jan la  ilusión  de  que  el  mundo  es  una 
manada  de  esclavos  que  deben  estar 
sujetos  a  hacer  su  capricho  y  a  aguan- 
tar su  trato  despótico  e  insolente. 
El  que  grandes  cosas  busca,  por  fuerza 
ha  de  hallar  alguna. 

El  que  se  empeña  en  una  cosa,  suele 
salirse  con  ella. 
Si  no  acabó  grandes   cosas,  murió  por 
acometellas. 

Frase  consolatoria  para  aquel  a  quien 
han  salido  frustrados  sus  proyectos. 
GRANDEZA.— Más  grandeza  es  despre- 
ciar las  riquezas  que  poseerlas. 

Porque  la  ambición  es  un  vicio  y  la 
templanza  una  virtud. 
GRANDULLÓN.  —  Contra  más  grandu- 
llón, más  bribón. 

El  pueblo  suele  emplear  contra  en 


lugar  de  cuanto.  —  V.  Largo,  largo, 
maldito  lo  que  valgo. 
GRANITO. — Echar  un  granito  de  sal. 

Añadir  alguna  especie  a  lo  que  se 
dice  o  trata,  para  darle  chiste,  razón  y 
viveza. 
GRANIZO.  —  Armarse  el  granizo. 

Levantarse  una  nube  que  amenaza 
tempestad.  —  Originarse  desazones  y 
pendencias. 
Más  menudo  que  granizo. 

Comparación  basada  en  la  pequenez, 
salvo  raras  excepciones,  de  ese  fenó- 
meno meteorológico. 
Saltar  como  granizo  en  albarda. 

Sentirse  y  alterarse  con  facilidad  y 
neciamente    de    cualquiera   cosa   que 
otro  dice. 
GRANO. — ¡Ahí  es  un  grano  de  anisl 

Se  usa  irónicamente  para  denotar  la 
importancia  o  gravedad  de  una  cosa. 
Ahogarse  el  grano. 

No  prevalecer,  por  las  malas  hierbas 
que  nacen  junto  a  él. 
Apartar  el  grano  de  la  paja. 

Distinguir  en  las  cosas  lo  substancial 
de  lo  que  no  lo  es. 
Como  grano  de  mijo  en  la  boca  de  un  asno. 
Dícese  para  ponderar  la  pequenez  o 
cortedad  de  alguna  cosa. 
Con  su  grano  de  sal. 

Advierte  la  prudencia,  madurez  y  re- 
flexión con  que  deben  tratarse  y  go- 
bernarse los  puntos  arduos  y  delicados. 
De  un  grano  de  agraz  se  hace  mucha  den- 
tera. 

A  veces,  pequeñas  causas  producen 
grandes  efectos. 
Grano  a  grano  allega  para  tu  año. 

Denota  lo  mucho  que  importa  la  eco- 
nomía continuada,  aunque  sea  en  cosas 
pequeñas. 
Grano  a  grano  hinche  la  gallina  el  papo. 
Enseña  que  el  que  poco  a  poco  va 
guardando  lo  que  gana  o  adquiere,  al 
cabo  de  algún  tiempo  se  halla  rico  o 
abastecido. 
Ir,  o  venir,  al  grano. 

Atender  a  la  substancia  cuando  se 
trata  de  alguna  cosa,  omitiendo  super- 
fluidades. 
Levantar  un  grano  de  mostaza  a  ser  monte. 
Dícese  de  los  que  de  la  nada  llegan 
a  desempeñar  altos  cargos. 


GRANZA 


—  422  — 


GRITO 


Afás  vale  grano  de  pimienta  que  libra  de 
arroz. 

Enseña  que  es  preferible  una  perso- 
na o  cosa  pequeña,  pero  viva  y  con  gra- 
cia, a  una  grande,  sosa  o  sin  mérito. 
No  dar  un  grano  de  arroz  al  gallo  de  la 
Pasión. 

Modo  de  motejar  a  una  persona  de 
avariciosa  y  sin  corazón. 
No  haber  donde  echar  un  grano  de  tri- 
go. — V.  No  caber  un  alfiler. 
No  ser  una  cosa  un  grano  de  anís. 

Tener  más  importancia  de  lo  que  apa- 
renta o  de  lo  que  alguno  creía. 
Sacar  grano  de  una  cosa. 

Conseguir  de  ella  alguna  utilidad  o 
provecho. 
Salirle  a  uno  un  grano. 

Dícese  cuando  una  persona  pesada 
y  machacona  no  deja  a  nadie  en  paz, 
acompañándole,  pidiéndole,  molestán- 
dole, etc.,  de  una  manera  continuada. 
Si  de  chico  come  grano,  ¿qué  será  cuatido 
marrarlo} — V.  Si  de  chico  eres  tan  bru- 
to, ¿qué  será  cuando  mayor? 
Un  grano  no  hace  granero,  pero  ayuda  a 
su  compañero. 

Recomienda   la  economía   hasta  en 
las  cosas  de  menos  valor. 
Con  los  granos  de  un  buen  año  se  reme- 
dian tres  de  daño. 

Cuando  la  cosecha  es  abundante  no 
hay  que  temer  que  las  siguientes  no  lo 
sean  tanto. 
GRANZA. — Mientras  descansas,  macháca- 
me esas  granzas. 

Se  nota  al  que  impone  a  otro  dema- 
siado trabajo,  sin  dejarle  tiempo  para 
descansar.  —  V.  Dímelo  hilando,  ca- 
sera. 
GRASA.  —  Donde  no  entra  grasa,  entra 
pan  sin  tasa. 

Aquel  cuya  comida  se  reduce  a  sólo 
pan,  tiene  que  comerlo  en  abundancia 
para  quedar  satisfecho.  —  V.  Donde  no 
entra  tajada,  entra  rebanada. 
GRATIS.  —  Hacer  una  cosa  gratis  el 
amore. 

Graciosamente,  sin  interés,  de  balde. 
GRATITUD.  —  La  gratitud  es  la  sombra 
del  beneficio. 

A  ciertas  personas  les  duele  recibir 
favores,  por  no  verse  obligadas  a  agra- 
decerlos. 


GRAVEDAD.  —  Con  más  gravedad  que 

Perico  en  la  horca. 

Dícese  de  la  persona  que  está  seria. 
GREÑA.  —  Andar  a  la  greña. 

Altercar  descompuesta  y  acalorada- 
mente; empelazgarse. 
GRD3GO.  —  Asi  lo  entiende,  como  si  le  ha- 
blaran en  griego. 

Aplícase  a  las  personas  que  le  hablan 
a  uno  de  materias  superiores  a  su  in- 
teligencia. 
Hablar  en  griego. 

Hablar  de  materia  superior  a  la  in- 
teligencia del  que  oye,  o  de  modo  que 
no  comprenda. 
GRD3GUESCA.— Hacer  la  grieguesca. 
«Los  griegos  fueron  muy  dados  a  la 
glotonería  y  gula,  y  por  ende  se  tenía 
por  proverbio  contra  los  glotones  y  vo- 
races que  hacían  la  grieguesca.»  (Núñez 
de  Oria,  Regimiento  y  aviso  de  sanidad, 
libro  I,  cap.  III.) 
GRIJÁN.  —  Sabe  más  que  Griján. 

Así  lo  pone  Gallardo  en  su  Criticón, 
número  2,  pág.  19.  — V.  Saber  tnás  que 
Briján. 
GRILLA.  —  Esa  es  grilla. 

Expresión  con  que  se  da  a  entender 
que  no  se  cree  lo  que  se  oye. 
GRILLO.  —  Cantarle  a  uno  el  grillo. 

Aplícase  a  la  persona  que  tiene  dine- 
ro, especialmente  si  hace  sonar  el  que 
lleva  en  la  faltriquera. 
¿Te  chuleas,  griUo,  o  te  tiro  la  jaula? 

Explicación  que  se  pide  a  quien  vier- 
te alguna  proposición  que  nos  resulta 
desagradable,  para  saber  de  él  si  lo  que 
acaba  de  decir  es  en  broma  o  de  veras. 
Un  grillo  cuesta  dos  cuartos,  y  con  todo, 
se  le  oye,  o  Un  grillo  es,  y  se  le  escucha. 
Modo  de  llamar  la  atención  de  una 
persona  que  se  niega  a  escuchar  lo  que 
se  le  quiere  decir. 
Andar  a  caza  de  grillos.  —  V.  Andar  a 

GRILLOS. 

Andar  a  grillos. 

Ocuparse  en  cosas  inútiles. 
GRITA.  —  Sufrir  la  grita  y  beber  los  ba- 
rriles. 

Aguantar  el  regaño,  pero  hacer  o  sa- 
lirse uno  con  su  gusto. 
GRITO.  —  Alzar  el  grito. 

Levantar  la  voz  con  descompostura 
y  orgullo. 


GRULLA 


423 


GUAPO 


Estar  en  un  grito. 

Quejarse  por  efecto  de  un  dolor  agu- 
do e  incesante. 
Levantar  el  grito.  — V.  Alzar  el  grito. 
Poner  el  grito  en  el  cielo. 

Clamar  en  voz  alta,  quejándose  de 
un  dolor  o  pena  vehemente  que  aflige 
y  atormenta  el  cuerpo  o  el  ánimo.  — 
Mostrarse  airado  al  ver  u  oír  alguna 
cosa  que  es  contra  toda  razón  y  justi- 
cia, o  que  parece  serlo. 
Asparse  a  gritos. 

Exagerar  la  fuerza  o  vehemencia  con 
que  suelen  llorar  los  niños  o  gritar  las 
personas  mayores  para  llamar  a  otra. 
GRULLA.  —  Grulla  trasera  pasa  a  la  de- 
la?itera. 

Enseña  que  no  por  la  precipitación 
y  celeridad  se  llega  más  pronto  al  fin. 
Cuando  veas  las  grullas  que  van  por  aba- 
jo, estáte  con  el  amo  aunque  sea  con  tra- 
bajo; y  cuando  vuelvan  hacia  arriba,  ni 
aunque  te  lo  diga. 

Porque  es  más  difícil  hallar  trabajo 
o  colocación  en  el  invierno  que  en  el 
tiempo  del  calor. 
GRULLO.  —  Tres    contra    uno,    vuélvome 
grullo. 

Es  prudencia  ceder  y  retirarse  cuan- 
do las  fuerzas  contrarias  son  supe- 
riores. 
GRUMO.  —  Grumos  de  oro  llama  el  esca- 
rabajo a  sus  Iiijos.  —  V.  Dijo  el  escara- 
bajo a  sus  hijos  :  «  Venid  acá,  mis  flores.» 
GRUPA.  —  Volver  grupa. 

Retroceder  uno,  sea  materialmente 
en  su  camino,  sea  en  su  empresa  o  en 
su  designio.  —  Desistir  y  cejar  son  los 
verbos  que  expresan  simplemente  es- 
tas dos  ultimas  ideas. 
GUACO.  —  Hacer  uno  su  guaco. 
Hacer  su  agosto,  su  negocio. 
GUÁCHARO,  —  Bajar  al  Guácharo. 

Morir. — Frase  usada  en  la  República 
de  Venezuela  y  sus  contornos,  con  mo- 
tivo de  existir  en  aquella  localidad 
cierta  cueva  profunda  así  llamada,  que, 
según  la  creencia  de  aquellos  indios,  es 
el  lugar  adonde  bajan  las  almas  de  los 
muertos.  Debe  su  nombre  al  del  paja- 
rraco nocturno  conocido  con  la  deno- 
minación de  guácharo,  del  cual  se  ani- 
dan millares  en  dicha  caverna;  ésta 
consta  de  más  de  1.200  metros  de  lon- 


gitud, y  por  su  centro  corre  un  ria- 
chuelo de  poca  anchura  y  menos  pro- 
fundidad. 

GVAD  AL  AJAR  A.  —  Parecerse  a  la  de 
Guadalajara :  mucho  mantel  y  poca 
tajada.  —  V.  Ser  más  el  ruido  que  las 
nueces. 

GUADALUPE.  -  Escupe,  Guadalupe, 
escupe. 

Expresión  jocosa  que  se  dirige  a 
aquel  que  por  mofa  hace  como  que 
tose,  o  a  aquel  que  no  puede  disimu- 
lar la  ira  que  le  ahoga. 

GUANTE —  Arrojar  el  guante  a  uno. 
Desafiar. 
Asentar  a  uno  el  guante.  —  V.  Asentar 

la  MANO. 

Echar  el  guante. 

Alargarla  mano  para  agarrar  una  cosa. 
Echar  un  guante. 

Recoger  dinero  entre  varias  perso- 
nas para  un  fin,  regularmente  de  bene- 
ficencia. 
Alas  blando  que  un  guante. 

Da  a  entender  que  se  ha  reprendido 
a  una  persona  de  suerte  que  le  haya 
hecho  impresión. — Úsase  con  distintos 
verbos. 
Poner  más  blando  que  un  guante.  — Véa- 
se Más  blando  que  un  guante. 
Venir  alguna  cosa  como  guante  en  mano. 
V.  Venir  como  anillo  al  dedo,  o  en  el  dedo. 
¡  Viene  bien  el  guante  con  el  alpargate! 
Expresión  usada  cuando  no  concuer- 
da la  educación  de  una  persona  con  la 
posición  que  ocupa,  o  algo  semejante 
que  marque  la  antítesis. 
Adobar  los  guantes. 

Regalar  y  gratificar  a  una  persona. 
Asi  se  dan  los  guantes  al  rey. 

Expresión  usada  cuando  se  tira  una 
cosa  a  una  persona,  en  lugar  de  dárse- 
la en  la  mano. 
Calzar,  o  calzarse,  uno  los  guantes. 

Ponérselos. 
Descalzarse  uno  los  guantes. 
Quitárselos  de  las  manos. 
GUAPO.  —  Más  guapo  que  Francisco  Es- 
teban. 

Ser  un  bravucón,   a    semejanza  del 
personaje  aludido. 
Los  guapos  y   el  buen   virio   se  acaban 
pronto.  —V.  Los  valientes  y  el  buen  vino 
se  acaban  pronto. 


GUARDA 


424 


GUERRA 


GUARDA.  —  Ser  una  persona  o  cosa  en 
guarda  de  uno. 

Estar  bajo  su  protección  y  defensa. 
Encontrarse  los  guardas  con   los  mete- 
dores. 

Esto  es,  salir  al  encuentro  o  descu- 
brir a  aquel  que  trataba  de  ejecutar 
una  mala  acción. 
Falsear  las  guardas. 

Contrahacer  las  guardas  de  una  llave 

para  abrir  lo  que  está  cerrado  con  ella. 

GUARDACANTÓN.  —  El  que  nace  para 

guardacantón,  nunca  llega  a  requeso'n. 

Cuando  la  suerte  es  adversa,  inútil 

es  todo  cuanto  se  practique  con  el  fin 

de  hacer  que  se  mude. 

GUARDAR.  —  De  la  buena  te  guarda,  y 

de  la  mala  no  fíes  nada. 

Refiérese  a  las  mujeres,  e  indica  que 
no  se  tenga  mucha  confianza  en  ellas. 
Guardársela  a  uno. 

Diferir  para  tiempo  oportuno  la  ven- 
ganza, castigo,  despique  o  desahogo  de 
una  ofensa  o  culpa. 
Más  vale  guardar  que  demandar. 

Recomienda  la  virtud  del  ahorro. 
Quien  guarda,   halla.    Algunos  añaden 
jocosamente:  Y  guardaba  una  cazcarria. 
Indica  que  todo  el  que  sabe  conser- 
var las  cosas,  cuando  tiene  necesidad 
de  ellas  las  encuentra,  con  lo  cual  aho- 
rra el  comprarlas  o  tener  que  pasar  por 
la  vergüenza  de  pedirlas. 
Quien  no  sabe  guardar  lo  que  quiere,  si 
se  lo  hurtan  no  se  queje. 

Aconseja  el  mayor  cuidado  en  con- 
servar aquello  que  se  posee,  para  no 
verse  expuesto  a  perderlo  por  su  de- 
sidia. 
Si  para  allá  me  la  guardas,  échame  un 
medio. 

Manera  de  indicar  la  poca  fe  que  se 
tiene  en  un  ofrecimiento  hecho  a  larga 
fecha. 
GUARDIA.  —  ¡Alza,  que  vas  de  guardia! 
Dícese  para  despabilar  a  una  perso- 
na que  se  está  durmiendo,  o  animar  a 
aquel  que  está  decaído. 
Montar  la  guardia. 

Entrar  de  guardia   la   tropa  en  un 
puesto  para  que  salga  y  descanse  la 
que  está  en  él. 
Ponerse  en  guardia. 

Apercibirse  por  lo  que  pueda  sobre- 


venir.— Diga  lo  que  quiera  Baralt,  esta 
frase  proverbial  es  de  buena  ley,  muy 
expresiva,  bastante  usada  por  perso- 
nas cultas  y,  en  su  consecuencia,  «nada 
chocarrera». 
GUARDIÁN.  —  Conforme  anda  el  guar- 
dián, andan  los  frailes.  —  V.  Ctiando  el 
guardián  juega  a  los  naipes,  ¿qué  harán 
los  frailes? 
Cuando  el  guardián  juega  a  los  naipes, 
¿qué  harán  los  frailes? 

Reprende  a  los  superiores  que  no 
dan  buen  ejemplo,  porque  de  él  toman 
pie  los  inferiores  para  obrar  con  toda 
libertad  y  desenfreno. 
GUARISMO.  —  No  tener  guarismo. 

Ser  innumerable. 
GUATEMALA.  —  Salir  de  Guatemala 
y  entrar  en  Guatepeor.  —  V.  Se  libro  de 
Caribdis  y  cayo'  en  Scila. 
GUAY.  —  Tener  uno  muchos  guayes. 

Padecer  grandes  achaques  o  muchos 
contratiempos  de  la  fortuna. 
GUAYA.  —  Hacer  uno  la  guaya. 

Ponderar  los  trabajos  o  miserias  que 
padece,  o  fingirlos  para  mover  a  com- 
pasión. —  V.  Llorar  uno  miserias. 
Guayas  tiene  quien  no  puede. 

El  que  no  se  halla  en  condiciones  de 
poder  socorrer  miserias,  es  el  que  se 
ve  más  asediado  de  ellas. 
GUEDEJA.  —  Tener  asida  por  la  guedeja 
a  la  fortuna.  —  V.  La  ocasión  la  pintan 
calva. 
Tener  una  cosa  por  la  guedeja. 

No  dejar  escapar  la  ocasión  de  lo- 
grarla. 
GUERRA.  —  A  la  guerra,  con  la  guerra. 
La  fuerza  tiene  que  ser  repelida  por 
medio  de  otra  fuerza  superior. 
Declarar  la  guerra. 

Entablar  abiertamente  lucha  o  com- 
petencia con  alguien. 
El  que  tonto  va  a  la  guerra,  tonto  viene- 
de  ella. 

Da  a  entender  que  los  viajes  podrán 
enseñar  mucho  al  hombre  naturalmen- 
te discreto,    pero    nada    al  de    cortas- 
luces. 
En  buena  guerra. 

Luchando  con  lealtad. 
En  la  guerra,  como  en  la  guerra. 

Aconseja  que  se  comporte  uno  amol- 
dándose a  las  circunstancias. 


GUERRA 


—  425  — 


GUERRERO 


Es  una   guerra   nuestra  vida  sobre  la 
tierra. 

Porque  tenemos  que  luchar  constan- 
temente para  defender  la  existencia. 
¡Y  desgraciado  del  que  no  lo  hace! 

Gran  guerra  tienen  siempre  entre  sí  her- 
mosura y  castidad. 

Porque  mientras  más  bella  es  la  mu- 
jer, tiene  que  sufrir  más  asedios  que 
ponen  en  peligro  su  honra. 

Habido  en  buena  guerra,  o  lid. 

Dícese,  en  general,  de  todo  aquello 
que  se  obtiene  por  medios  ilícitos,  y 
más  especialmente  del  hijo  habido  fue- 
ra de  matrimonio,  o  del  caudal  adqui- 
rido por  extorsión  o  por  vías  fraudu- 
lentas :  «...  sacólos  (cien  escudos  en 
oro)  de  un  talego  donde  tenía  más  de 
quinientos  doblones,  habidos  en  buena 
guerra.»  (Castillo  Solórzano,  La  Gar- 
duña de  Sevilla,  pág.  288.) 

Habla  en  la  guerra  y  no  vayas  a  ella. 

Recomienda  que  se  discuta  sobre 
ella  todo  lo  que  se  quiera,  pero  desde 
lejos.  El  giro  arcaico  en  está  por  de. 

Hacer  guerra  a  una  persona  o  cosa.  — 
V.  Echar,  o  tirar,  líneas. 

Ir  a  la  guerra  ni  casar,  no  se  debe  acon- 
sejar. 

Enseña  lo  expuesto  que  es  dar  dic- 
tamen en  asuntos  de  éxito  contingente. 

La  guerra  es  madre  de  la  diligencia  y  ma- 
drastra de  la  ociosidad. 

Refiérese  a  la  vida  del  soldado  en  el 
campamento:  en  los  momentos  de  la 
lucha  es  preciso  desplegar  toda  su  acti- 
vidad y  energía;  en  los  ratos  de  des- 
canso suelen  entregarse  al  juego,  be- 
bida, etc. 

La  guerra  es  madre  de  los  valientes. 

Porque  los  que  son  de  ánimo  esfor- 
zado la  acogen  con  fruición. 

La  guerra  no  se  ha  hecho  para  mujeres. 
La  naturaleza  del  sexo  bello  no  es 
a  propósito  para  soportar  los  malos 
ratos  que  ocasiona  una  campaña. 

La  guerra  por  sí  se  atiza. 

Es  tal  su  espíritu  devastador,  que  en 
su  propia  naturaleza  encuentra  elemen- 
tos más  que  suficientes  de  destrucción, 
sin  necesidad  de  que  le  vengan  de 
afuera. 

*Aticar,  voz  antigua  castellana,  lo 
mismo  que  fomentar,  alimentar.  Hálla- 


se esta  voz  en  una  colección  muy  anti- 
gua de  proverbios,  donde  se  pone  éste : 
La  guerra  por  si  se  ática,  y  le  da  el 
lat.  de  Plutarco,  bellum  se  ipsum  alit.> 

Tal  es,  copiado  a  la  letra,  ese  artículo 
que  se  lee  en  el  Diccionario  del  P.  Te- 
rreros, pág.  183,  columna  primera.  Sos- 
pecho que  el  contenido  del  tal  artícu- 
lo no  pasa  de  ser  una  necedad,  por  lo 
que  se  puede  asegurar  no  existe  tal 
verbo  aticar,  pues  lo  que  cae  de  su 
peso  es  que  la  verdadera  lección  del 
texto  (cualquiera  que  éste  sea,  pues  no 
se  especifica)  es  atiza,  que  escrito  áti- 
ca por  haber  omitido  el  impresor  o  el 
amanuense  la  c,  indujo  a  error  al  dic- 
cionarista que  nos  ha  obligado  a  dar 
aquí  semejante  satisfacción  a  nuestros 
lectores. 
Más  vale  buena  guerra  que  mala  paz. 

Es  preferible  una  enemistad  declara- 
da que  una  falsa  amistad. 
Publicar  guerra. — V.  Declararla  guerra. 
Quien  no  sabe  qué  es  guerra,  vaya  a  eila. 

Reprende  a  los  que  juzgan  de  las  co- 
sas sin  haberlas  experimentado. 
Tener  la  guerra  declarada. 

Dícese  de  las  personas  que  mutua  y 
continuamente  disputan,  se  contradi- 
cen o  persiguen. 
Toda  guerra  concluye  por  donde  debió  em- 
pezar..., por  la  paz. 

Pero  el  carácter  humano  es  tal,  que 
no  acepta  la  concordia  sino  después 
de  haber  sufrido  unos  cuantos  cosco- 
rrones. 
En  las  guerras  de  opinión,  el  vencido  es 
el  traidor. 

Porque  los  apasionados  por  ella  tie- 
nen predilección,  bien  por  uno,  bien 
por  otro  bando,  y  los  que  apuestan 
por  el  que  al  fin  es  vencido,  no  quie- 
ren dar  su  brazo  a  torcer,  achacando  a 
cobardía  o  felonía  lo  que  no  es  más  que 
carencia  de  fuerzas. 
GUERRERO.  —  Hay  tan  valientes  gue- 
rreros por  los  pies  como  por  las  manos. 

Hace  escarnio  de  los  que  son  débiles 
o  cobardes  con  los  fuertes  y  fuertes 
con  los  débiles  o  mansos. — Así  sucedió 
con  los  yernos  del  Cid,  volviendo  las 
espaldas  al  enemigo  en  el  campo  de 
batalla,  pero  maltratando  cruelmente  a 
sus  respectivas  consortes. 


GUÍA 


—  426  — 


GURRIÓN 


GUÍA. — Echarse  con  las  guias,  o  con  guias 
y  todo. 

Atropellar  a  uno,  no  dando  lugar  a 
que  responda. 
GUIJARRO.  —¡Ya  escampa!...  (Y  llovían 
guijarros.) 

Denota  la  pesadez  y  tesón  con  que 
alguno  intenta  persuadir  de  lo  que  no 
tiene  fundamento.  —  Dícese  también 
cuando  sobre  un  daño  recibido  sobre- 
vienen otros  mayores. 
GUIND  A.— Echar  guiada,  o  echarle  guin- 
das, a  la  tarasca. 

Expresa  la  facilidad  con  que  uno  ven- 
ce cualquiera  dificultad. —  V.  Echar  ca- 
peruzas, o  guindas,  a  la  tarasca. 
No  importar  una  guinda. — V.  No  impor- 
tar, o  no  montar,  o  no  valer,  un  bledo 
una  cosa. 
Como  quien  dice :  Bebed  cotí  guindas. 

Encarece  el  refinamiento  de  lo  que 
se  pide  o  se  hace. 
Cuando  las  guindas  valen  a  medio  real 
(que  es  cuando  empiezan),  debían  valer 
a  blanca,  y  cuando  valen  a  blanca  (que 
es  cuando  están  maduras),  habían  de 
valer  a  medio  real. 

Las  primeras  son  nocivas  y  no  debía 
comerlas  nadie,  por  estar  verdes;  las 
segundas,  cuando  ya  son  sanas,  podían 
pagarse  mejor  que  las  llegadas  por  pri- 
mera vez  a  la  plaza. 
Las  guindas  de  Toledo,  dos  torreznos  de 
tocino  y  uno  de  carnero. 

«Han  de  comer  entiende.»  (El  Co- 
mendador.) Es  decir,  que  son  tan  gran- 
des, que  tienen  que  comer  tanto  como 
las  especies  apuntadas. 
GUISADO. — ¡  Asqueroso  os  habéis  tornado!, 
pues  ya  comisteis  de  este  guisado. 

Dícese  de  aquel  que  habiendo  hecho 
ascos  antes  a  una  cosa,  acaba  por  tran- 
sigir con  ella. 
Estar  uno  mal  guisado. 

Estar  disgustado,  displicente,  desazo- 
nado. 
Olerse  uno  el  guisado. 

Prever  lo  que  va  a  suceder. 
Para  ese  guisado  son  buenos  los  fiam- 
bres. 

En  ciertos  asuntos  sirve  más  el  estu- 
dio o  preparación  que  se  ha  hecho  de 
antemano,  que  no  el  que  se  hace  de 
presente. 


GUISO.  —  Ni  guiso  recalentado  ni  amores 
reconciliados . 

El  primero  pierde  su  sabor,  y  los 
segundos  la  confianza. 
Ser  un  mal  guiso. 

Úsase  con  referencia  a  algún  asunto 
comprometido  o  difícil  de  resolver. 
GUITARRA.  —  El  tocar  la  guitarra  no 
quiere  cencía,  sino  juerza  en  los  puños  y 
agilicencia. 

Dícese  por  modo  festivo  de  aquellas 
cosas  cuyo  desempeño  estriba  más  bien 
en  el  elemento  material  o  rutinario  que 
no  en  el  científico  o  intelectual. 
Estar  bien,  o  mal,  templada  la  guitarra. 
Estar  alguna  persona  de  buen,  o  mal, 
humor. 
Estar  una  cosa  puesta  a  la  guitarra. 

Estar  puesta  con  primor,  conforme 
a  arte,  según   el   uso    o    práctica   co- 
rriente. 
Pegar,  o  sentar,  o  venir,  una  cosa  como 
guitarra  en  un  entierro. 

No  cuadrar  con  la  sazón  en  que  se 
emplea;  no  venir  a  propósito. 
Ser  buena  guitarra. — V.  Ser  buena  maula. 
Si  se  destempla  la  guitarra,  que  no  salte 
la  puente  por  templarla. 

Aconseja  que  en  las  amistades  per- 
didas no  se  esfuerce  uno  en  quererlas 
arreglar  y  sea  peor. 
GUITARRERO.—  Ser  como  el  guitarre- 
ro del  tajamar,  que  iodo  se  le  iba  en 
puntear  y  más  puntear. 

Dícese  de  los  que  se  andan  en  mu- 
chos preámbulos,  sin  acabar  de  entrar 
de  lleno  en  la  materia. 
GULA.  —  No  peca  de  gula  quien  nunca 
tuvo  hartura. 

El  que  está  habituado  a  una  cosa, 
aunque  la  exagere,  no  llama  la  aten- 
ción. 
GURRIATO.  —  El  que  te  puso  gurriato 
bien  entendía  de  pluma,  o  El  que  te  puso 
gurriato  ya  supo  lo  que  se  hacia.  — 
V.  El  que  te  puso  gurrión  bien  entendía 
de  pájaros. 
GURRIÓN.  — £/  que  te  puso  gurrión  bien 
entendía  de  pájaros. 

Modo  de  calificar  a  uno  de  listo  y 
sagaz,  comparándolo  con  los  gorrio- 
nes. —  Son  refranes  corrientes,  tanto 
t'^te  como  los  dos  anteriores,  en  la  co- 
marca manchega. 


GUSANILLO 


427 


GUSTO 


GUSANILLO.  —  Matar  el  gusanillo. 

Desayunarse  con  un  trago  de  aguar- 
diente. —  En  una  de  las  sesiones  cele- 
bradas por  la  Academia  de  Medicina 
de  París  allá  por  los  .años  de  1880,  el 
ilustre  M.  Pasteur  hizo  una  terrible  re- 
velación: la  de  que  el  hombre  en  ayu- 
nas debía  figurar  entre  los  animales 
venenosos.  En  efecto;  el  célebre  bac- 
teriólogo, después  de  haber  hecho  mo- 
rir a  algunos  conejos  inoculándoles  la 
saliva  de  un  niño  rabioso,  tuvo  la  idea 
de  continuar  los  experimentos  en  los 
mismos  animales  inoculando  la  saliva 
de  niños  completamente  sanos;  el  ex- 
perimento se  vio  coronado  por  el  éxito, 
es  decir,  que  los  conejos  sucumbieron 
también.  Según  Pasteur,  este  resultado 
es  debido  a  la  presencia  de  un  parásito 
en  la  saliva  de  los  niños,  que,  introdu- 
cido en  la  circulación  de  algunos  ani- 
males, produce  accidentes  mortíferos. 
Este  parásito  existe  también  en  la  sa- 
liva del  hombre  que  está  en  ayunas; 
pero,  afortunadamente,  desaparece  tan 
pronto  como  se  toma  algún  alimento, 
pues  pasa  al  estómago  arrastrado  por 
aquél.  Nuestros  antepasados  hubieron 
de  conocer  antes  que  Pasteur  la  exis- 
tencia del  mortal  animalito,  pues  la  fra- 
se y  la  costumbre  de  matar  el  gusanillo 
tiene  bastantes  más  años  de  fecha. 

GUSANO.  —  Morir,  como  gusano  de  seda, 
encerrado  en  el  capullo  de  su  casa. 

Aplícase  a  las  personas  que  hacen 
vida  retraída. 

GUSTAZO.— Por  un  gustazo,  un  tranca- 
zo. —  V.  Más  vale  un  gusto  que  cien 
panderos. 

GUSTO.  —A  tu  gusto,  muía...  (Y le  daban 
de  palos.) 

Contra  aquellos  de  quienes  no  se 
puede  sacar  partido  alguno,  como  no 
sea  a  fuerza  de  castigo.  —  V.  Más  vale 
un  gusto  que  cien  panderos. 
Al  gusto  dañado,  o  estragado,  lo  dulce  le 
es  amargo. 

En  lo  físico,  así  como  en  lo  intelec- 
tual y  moral,  cuando  se  llega  a  perder 
el  paladar,  no  se  sabe  distinguir  entre 
lo  que  es  bueno  y  lo  reprobable. 
Al  que  se  muere  por  su  gusto  hasta  la  muer- 
te le  sabe.—V.  Más  vale  un  gusto  qzie  cien 
panderos,  o  Por  un  gustazo,  un  trancazo. 


Caer  en  gusto.  — V.  Caer  en  gracia. 
Comer  a  gusto  y  hablar  y  vestir  al  uso. 
Indica  que  se  dé  gusto  a  los  demás 
en  lo  exterior;  pero  en  lo  que  atañe  a 
uno,  que  siga  su  inclinación. 
Contra  gusto  no  hay  disputa. 

En  materias  opinables,  así  como  en 
las  que  caen  bajo  la  jurisdicción  de  los 
sentidos,  cada  cual  es  dueño  de  defen- 
der su  modo  de  pensar  o  de  obrar.  — 
Dícese  a  igual  propósito:  De,  o  sobre, 
gustos  no  hay  nada  escrito.  (Véase.) 
Darle  a  uno  por  el  gusto. 

Obrar  en  el  sentido  que  desea. 
Despacharse  uno  a  su  gusto. 

Hacer  o  decir  sin  reparo  y  con  toda 
holgura  lo  que  le  acomoda. 
Donde  no  hay  gusto  no  hay  nada. 

No  se  puede  ser  feliz  en  ningún  esta- 
do de  la  vida  que  sea  violento. 
El  que  no  se  ríe  es  porque  no  tiene  gusto. 
Dícese    cuando  se  oye  alguna  cosa 
original   o    peregrina.    Usase   irónica- 
mente. 
Gusto  con  desasosiego,  antes  mengua  que 
se  esfuerza. 

No  se  goza  aquello  que  no  se  hace 
tranquilamente. 
Hablarle  al  gusto  a  uno. 

Hablar  según  el  deseo  o  contempla- 
ción del  que  oyó  o  preguntó. 
Ir  a  gusto  en  el  machito. 

Aplícase  a  la  persona  que  rehusa  aban- 
donar una  situación  cómoda  y  prove- 
chosa. 
Más  vale  tm  gusto  que  cieti  panderos. 

El  que  se  obstina  en  satisfacer  su 
capricho  a  todo  trance,  atropella  por 
todo  género  de  inconvenientes,  contra- 
dicciones y  obstáculos,  aunque  de  ello 
le  pueda  pesar  algún  día. 
Ningún  gusto  puede  haber  en  lo  que  se 
hace  por  fuerza. 

Todo  lo  obligado  no  causa  placer. 
No  hay  gusto  cumplido  en  este  mundo. 

Recuerda  la  instabilidad  de  las  co- 
sas humanas,  sucediéndose  alternativa- 
mente los  goces  y  las  penas. 
No  hay  gusto  perfecto  si  no  es  comuni- 
cado. 

Dícese  contra  los  caracteres  huraños 
o  egoístas. 
No  hay  gusto  sin  disgusto.  —  V.  No  hay 
miel  sin  hiél. 


GUSTO 


—  428 


GUZMAN 


Nunca  llueve  a  gusto  de  todos. 

Como  no  es  fácil  hallar  dos  personas 
que  sean  de  la  misma  opinión,  si  se 
sigue  un  partido,  forzosamente  se  des- 
agradará a  quien  no  esté  de  acuerdo 
con  él. 
Quien  deja  lo  que  tiene  por  su  gusto,  qué- 
jese de  sí  mismo. 

El  que  abandona  lo  que  posee  vo- 
luntariamente,   no    debe   quejarse   de 
nadie. 
Tomarle  el  gusto  a  una  cosa. 

Aficionarse  a  ella. 
Tras  el  gasto  se  sigue  la  tristeza. 

Generalmente,  la  satisfacción  de  un 
placer    acarrea    el    remordimiento,    si 
aquél  no  es  lícito. 
De,  o  sobre,  gustos  ?io  hay  fiada  escrito,  o 
no  se  ha  escrito  nada. 

Enseña  que  cada  cual  puede  tener 
lícitamente  sus  gustos,  por  no  ser  po- 
sible discernir  los  buenos  de  los  malos. 


Gustos  y  pesares  son  no  mis  que  imagi~ 
nación. 

La  felicidad  o  la  desgracia  existen  las 
más  de  las  veces  en  la  ilusión  que  cada 
uno  se  forja  de  dichas  entidades. 
Hay  gustos  que  ?nerecen  palos. 

Contra  el  que  demuestra  tener  ca- 
prichos extravagantes  y  ridículos. 
Los  gustos  de  este  mundo  no  pueden  ser 
completos. 

La  felicidad  nunca  es  absoluta  en  la 
tierra,  pues  siempre  falta  algo  para  go- 
zarla. 
GUZMÁN. —  Ser  un  Guzmán  el  Bueno. 

Aplícase  a  la  persona  que  ha  dado 
pruebas  del  mayor  heroísmo,  aludien- 
do a  la  abnegación  de  aquel  renom- 
brado gobernador  de  Tarifa  que  prefi- 
rió entregar  su  hijo  a  la  crueldad  de 
los  moros  sitiadores,  antes  que  abrirles 
las  puertas  de  la  plaza  cuya  custodia  le 
había  sido  confiada. 


H 


HABA.  —  No  valer  una  haba. 

Dícese  de  aquellas  cosas  que  no  tie- 
nen valor,  importancia  o  mérito  algu- 
no.— En  castellano  tiene  infinitos  equi- 
valentes, pues  todo  lo  que  es  peque- 
ño y  de  escaso  valor  suele  servir  como 
punto  de  comparación. 
Soltar  la  haba.  (Pronuncíese  la  h  aspi- 
rada). 

Expresión  familiar  muy  corriente  en 
Cuba,  con  que  se  denota  abandonar 
una  persona  los  modales  rústicos  o 
agrestes  que  tenía;  afinarse,  civilizar- 
se. —  Alude  a  la  voz  haba  ojabc,  en  la 
acepción  del  tumor  que  se  cría  en  la 
boca  de  las  caballerías. 
Danme  habas  cuando  no  puedo  masca- 
llas.  —  V.  Da  dios  ahnendras  a  quien  no 
tiene  muelas. 
De  habas  a  caracoles.  —  V.  De  higos  a 

brevas. 
Echar  las  habas. 

Hacer  hechizos  o  sortilegios. 
En  todas  partes  cuecen  habas.  Algunos 
añaden :  y  en  mi  casa  a  calderadas. 

Advierte  que  las  flaquezas  humanas 
no    son   exclusivas  de  ningún   país  o 
lugar. 
Esas  son  habas  contadas. 

Denota  ser  una  cosa  cierta  y  clara. — 
No  disponer  más  que  de  lo  necesario. 
Habas  en  flor,  locos  en  vigor. 

Indica  que  en  el  mes  de  junio,   así 
como  en  la  época  del  calor,  suelen  exa- 
cerbarse las  pasiones. 
Las  habas  verdes. 

Con  este  nombre,  propio  de  un  canto 
y  baile  popular  de  Castilla  la  Vieja,  por 
cierto  bastante  zonzo,  se  moteja  a  toda 
música  que  carece  de  mérito  en  su  es- 
tructura o  invención. 
No  montar,  o  no  valer,  una  cosa  dos  habas. 
Denota  el  poco  o  ningún  valor  que 


tiene  alguna  cosa,  o  en  que  es  estima- 
da. —  V.  No  valer  una  haba. 
Quien  tiene  habas  v  tocino,  ¿para  qué  quie- 
re pleitos  con  el  vecino? 

Exhorta  a  huir  de  los  pleitos,  espe- 
cialmente a  quien  tiene  de  qué  co- 
mer. Úsase  mucho  entre  gallegos  y  as- 
turianos. 
Si  quieres  coger  habas  muchas,  las  sem- 
brarás por  San  Lucas;  y  si  bien,  por  San 
Miguel. 

Indica  que  esta  siembra  debe  hacer- 
se por  el  mes  de  octubre. 
HABAL.  —  Por  donde  va  el  habal,  va  lo 

demás.  —  V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 
HABAR.  —  El  habar  de  Cabra  se  secó  llo- 
viendo. 

Reprende  a  los  que  cuanto  más  be- 
neficios reciben,  tanto  más  ingratos  se 
manifiestan. 
HABER.  —  Allá  se  lo  haya. 

Usase  para  denotar  que  uno  no  quie- 
re tener  participación  en  alguna  cosa, 
o  que  se  separa  del  dictamen  de  otro 
por  temer  mal  efecto. 
Haber  a  uno  por  confeso. 

Reputar  y  declarar  por  confeso   al 
que,  después  de  notificada  la  demanda, 
no  comparece  dentro  del  término  pres- 
crito por  la  ley. 
Habérselas  con  alguno. 

Disputar  o  contender  con  él. 
No  haber  más. 

Significa  lo  sumo  o  excelente  de  lo 
que  dice  el  verbo. 
No  haber  más  que  pedir. 

Ser   perfecta   una   cosa;  no  faltarle 
nada  para  llenar  el  deseo. 
No  haber  tal. 

No  ser  cierto  lo  que  se  dice,  o  lo  que 
se  imputa  a  uno. 
{Qué  hay?  — Mucho  y  mal  repartido. 

Esta  contestación  se  suele  dar  cuan- 


HABILIDAD 


—  430  — 


HABLAR 


do  la  persona  preguntada  está  de  mal 
humor.  —  V.  ¿Qué  hay? —  La  bahía  jun- 
to a  Cais. 
HABILIDAD.  —  El  nadar  es  habilidad 
que  nunca  se  olvida. 

En  los  lances  apurados,  todo  el  mun- 
do procura  poner  en  práctica  los  me- 
dios de  salvación. 
Habilidades  y  gradas  que  no  son  vendi- 
bles, mas  que  las  tenga  el  conde  Dirlos. 
Manifiesta  que  el  poseer  aquello  que 
no  produce  resultados  pecuniarios,  no 
es  de  envidiar. 
Hacer  uno  sus  habilidades. 

Valerse  de  toda  su  destreza  y  maña 
para  negociar  y  conseguir  una  cosa. 
Las  buenas  habilidades  son  las  más  per- 
didas. 

Los  grandes  méritos  no  suelen  ser 
reconocidos  ni  recompensados. 
H ABDLLA.  —  Por  donde  va  la  habilla 
van  las  demás  semillas.  —  V.  De  tal  palo, 
tal  astilla. 
HABITO. — Andar  vestido  con  ¿/hábito  de 
San  Agustín. 

Estar  a  gusto  con  una   cosa.  —  Irle 
a   uno   bien   en    un   negocio,   empleo, 
ocupación,  etc. 
El  hábito  hace  al  monje. 

La  manera  de   vestir  de  cada  uno 
hace  que  en  sociedad  se  le  mire  con 
más  o  menos  respeto  y  consideración. 
El  hábito  no  hace  al  monje.  Algunos  aña- 
den :  ni  la  venera  al  noble. 

No  siempre  el  exterior  es  señal  cier- 
ta del  interior. — V.  Debajo  de  una  mala 
capa  suele,  a  las  veces,  encontrarse  un 
buen  bebedor. 
El  hábito  se  engendra  de  la  repetición  de 
actos. 

Todo  lo  que  se  ejecuta  muchas  ve- 
ces suele  convertirse   en   costumbre. 
Dícese  tanto  de  lo  bueno  como  de  lo 
malo. 
Mudar  hábito. 

Trocar  estado. 
Tomar  el  hábito. 

Ingresar  en  una  Orden  con  las  for- 
malidades correspondientes    en  cual- 
quiera de  las  religiones  regulares,  o  en 
una  de  las  Órdenes  militares. 
Ahorcar  los  hábitos. 

Dejar  el  traje  eclesiástico  o  religioso 
para  tomar  otro  destino  o  profesión. 


Colgar  los  hábitos. 

Renunciar  a  la  carrera  sacerdotal  el 
que  la  seguía. 
Renunciar  los  hábitos.  —  V.  Colgar  los 

HÁBITOS. 

HABLA.  —  A  veces,  larga  habla  tiene  chi- 
co provecho. 

Lo  que  se  exagera  mucho,  por  lo  ge- 
neral suele  ser  de  menos  valor  del  que 
se  pinta. 
HABLAR.  —  A  veces  pierde  el  hablar  lo 
que  el  callar  ha  ganado. 

La   indiscreción    de  los  habladores 
suele  acarrear  no  pequeños  perjuicios. 
Bastante  hemos  hablado. 

Dase  a  entender  que  estamos  ya  al 
corriente  de  lo  que  se  ha  insinuado, 
más  que  dicho. 
Cada  uno  habla  como  quien  es. 

Por  lo  regular,  según  el  nacimiento  y 
crianza  que  cada  cual  tiene,  así  se  ex- 
plica en  su  habla. 
Cada  uno  habla,  si  no  como  debe,  a  lo  me- 
nos como  sabe. — V.  Cada  uno  habla  como- 
quien  es. 
El  hablar  cuesta  poco,  o  El  hablar  es 
cosa  fácil;  lo  difícil  es  probar. 

Si  a  cada  individuo  que  sienta  una 
proposición  al  aire  se  le  exigiera  un 
testimonio  que  acreditara  su  veracidad, 
más  de  cuatro  y  aun  más  de  ocho  en- 
mudecerían al  instante. 
El  mucho  hablar  envilece,  y  el  mucho  ras- 
car escuece. 

Los  que  charlan  mucho  inútilmente 
no  suelen  ser  de  educación  muy  reco- 
mendable. 
En  hablar  bien,  nada  se  pierde. 

Contra  los  que  tienen  el  feo  vicio  de 
salpicar  la  conversación  con  palabrotas 
obscenas  o  malsonantes. 
Es  hablar  por  demás. 

Denota  que  es  inútil  lo  que  uno  dice, 
por  no  hacer  fuerza  ni  impresión  en  la 
persona  a  quien  se  habla. 
Está  hablando,  o  No  le  falta  más  que 
hablar,  o  Parece  que  está  hablando. 
Dícese  de  la  pintura  o  escultura  que 
copia  con  tanta  exactitud  y  semejanza 
el  original  de  una  persona,  que  parece 
no  le  falta  más  que  el  soplo  vital  para 
tomarla  por  la  persona  misma  a  quien 
representa. — Cuéntase  de  cierto  predi- 
cador que  acostumbraba  perderse  una 


HABLAR 


—  43i 


HABLAR 


o  más  veces  en  sus  sermones,  cómo, 
habiéndose  retratado,  tuvo  la  suerte 
de  que  el  pintor  lo  trasladase  al  lienzo 
con  la  mayor  perfección  posible.  <No  le 
falta  más  que  hablar>,  dijo  uno  de  los 
circunstantes;  a  lo  que  repuso  otro  con 
la  mayor  oportunidad:  «Repare  usted 
en  que  el  retrato  lo  representa  en  acti- 
tud de  estar  predicando. > 
Estar,  o  tener,  etc.,  en  habla  una  cosa. 
Estar  en  estado  de  concertarse,  tra- 
tarse o  disponerse  para  su  conclu- 
sión.—  Con  los  verbos  dejar  y  quedar 
significa  no  llevar  a  cabo  lo  que  se  ha- 
bía dicho. 
Hablar  alto. 

Explicarse  con  libertad  o  enojo  en 
una  cosa,  fundándose  en  su  autoridad 
o  en  la  razón. 
Hablar  a  tontas  y  a  locas. 

Hablar  sin    reflexión  y"  lo  primero 
que  se  ocurre,  aunque  sean  disparates. 
Hablara  yo  para  mañana. 

Reconviene  a  uno  después  que  ha 
explicado  una  circunstancia  que  antes 
omitió,  siendo  necesaria. 
Hablar  bien. 

Ser  cortés  y  comedido  con  todos  en 
lo  que  se  dice  o  habla. — Explicarse  con 
propiedad  y  buen  estilo. 
Hablar  bien  criado. 

Hablar  como  hombre  de  muy  buena 
crianza. 
Hablar  claro. 

Decir  uno  su  sentir  desnudamente  y 
sin  adulación. 
Hablar  uno  consigo,  o  entre  si. 

Meditar  y  discurrir,  sin  llegar  a  pro- 
nunciar lo  que  discurre  o  medita. 
Hablar  una  cosa  con  uno. 

Comprenderle,  tocarle,  pertenecerle. 
Hablar  cristiano. 

Hablar  claro,  de  manera  que  se  en- 
tienda. 
Hablar  en  común. 

Hablar  en  general  y  con  todos. 
Hablar  en  cristiano — V.  Hablar  cristiano. 
Hablar  fuerte.  —  V.  Hablar  recio. 
Hablar  gordo. 

Echar  bravatas,  amenazando  a  uno  y 
tratándolo  con  imperio. 
Hablarlo  todo. 

No  tener  discreción  para  callar  lo 
que  se  debe. 


Hablar  muy  alto. 

Ser  elocuente,  eficaz  o  significati- 
va alguna  cosa.  —  También  se  usa  con 
igual  propiedad  en  la  acepción  de  acu- 
sar, deponer  en  contra  de  alguno,  no 
hacerle  favor  alguna  cosa,  o  al  con- 
trario. 
Hablar  poco,  pero  mal,  es  mucho  ha- 
blar. 

Recomienda  el  silencio  para  los  que 
no  poseen  dotes   oratorias,  o  carecen 
de  conocimiento  para  hablar  discreta- 
mente. 
Hablar  por  hablar. 

Decir  una  cosa  sin  fundamento,  sin 
substancia  y  sin  venir  al  caso. 
Hablar  recio. 

Hablar  con  entereza  y  con  superio- 
ridad. 
Hablárselo  uno  todo. 

Hablar  tanto  que  no  deje  lugar  de 
hacerlo  a  los  demás. 
Hable  el  que  recibe  y  calle  el  que  da. 

Las  buenas  acciones  no  deben  ser 
pregonadas  por  el  que  las  hace,  pues 
pierden  su  mérito,  debiendo  ser  sólo 
conocidas  por  el  agradecimiento  de  la 
persona  beneficiada. 
Hacer  hablar. 

Tratándose  de  instrumentos  músi- 
cos, tocarlos  con  suma  destreza  y  ex- 
presión. 
Los  que  más  empeño  muestran  en  hablar, 
son  cotnúnmente  los  que  menos  tienen  que 
decir. 

Contra  los  oradores  gárrulos.  —  Es 
especie  que,  por  desgracia,  abunda  en 
España  en  todos  los  terrenos,  y  singu- 
larmente en  el  parlamentario  o  políti- 
co, sin  que  quiera  decir  esto  que  esca- 
see en  el  sagrado. 
Mucho  hablar  trae  consigo  el  mucha 
errar.  —  V.  Quien  mucho  habla,  mucho 
yerra. 
Negar,  o  quitar,  uno  el  habla  a  otro. 

No  hablarle  por  haber  reñido  con  él.- 
Ni  hablar  ni  parlar. 

Modo  de  motejar  el  silencio  de  al- 
guno. 
Xo  es  buena  el  habla  que  todos  no  en- 
tienden. 

Recomienda  la  dignidad  en  el  len- 
guaje, para  que  no  tengan  que  escan- 
dalizarse algunos  oídos. 


HACEDOR 


—  432  — 


HACER 


No  hables  sin  ser  preguntado,  y  serás  es- 
timado. 

La  prudencia   en  el  hablar  es  don 
que  no  tiene  precio. 
No  se  hable  más  en  ella. 

Expresión  con  que  se  corta  una  con- 
versación, o  se  compone  y  da  por  con- 
cluido un  negocio  o  disgusto. 
No  te  alargues  a  hablar  sin  que  preceda 
el  pensar. 

Recomienda  que  no  se  hable  a  ton- 
tas y  a  locas,  sino  sabiendo  lo  que  se 
dice. 
Por  hablar  como  es  debido,  nunca  hubo 
nada  perdido. — V.  En  hablar  bien,  nada 
se  pierde. 
Que  lo  dejen  hablar,  jy  no  lo  ahorcan. 

Algunos  tienen  tal  labia  para  hacer 
ver  que  lo  negro  es  blanco,  que  con  ella 
llegan  a  sincerarse  a  veces   de  faltas 
más  o  menos  graves,  consiguiendo  ale- 
jar de  sí  toda  sospecha  de  culpabilidad. 
Quien  habla,  siembra;  quien  oye,  recoge. 
El  que  habla  esparce  sus  doctrinas, 
así  como  el  que  escucha,  aprende. 
Quien  mal  habla,  mal  ha  de  oír. 

Si  no  se  quiere  que  le  falten  a  uno, 
debe    comenzar   por    no    faltar   a   los 
demás. 
Quien  más  habla,  menos  hace.  — V.  Perro 

ladrador,  nunca  buen  mordedor. 
Quien  más  habla,  tiene  regularmente  más 
por  qué  callar. 

Con  el  sistema  de  acusar  primero  se 
evita  el  que  le  acusen  a  uno;  hay,  sin 
embargo,  ocasiones  en  que  el  procedi- 
miento tiene  quiebras. 
Quien  mucho  habla,  en  algo  acierta. 

Haciéndolo  a  bulto,  no  todo  lo  que 
se  diga  han  de  ser  tonterías. 
Quien  mucho  habla,  mucho  yerra. 

Demuestra  el  inconveniente  de  ha- 
blar en  demasía. 
Se  pega  la  habla  como  la  sarna. 

Alude  a  la  rapidez  con  que  se  suele 
coger  el  acento  o  tonillo  peculiar  de 
cada  región,  por  poco  que  sea  el  tiem- 
po que  se  lleve  habitando  en  ella. 
HACEDOR,  —  i  Qué  Mees,  hacedor? 
—  Trabajar  para  el  que  duerme  y  está 
al  sol. 

Alusión  al  labriego  que  trabaja  la 
tierra  para  el  amo,  en  tanto  que  éste 
descansa  tranquilamente. 


HACER.  — A  do  vas,  como  vieres  asi  haz. — 
V.  Adonde  fueres,  haz  como  vieres. 
Al  bien  hacer  jamás  le  falta  premio. 

Todo  obra  meritoria  recibe,  tarde  o 
temprano,  su  justa  recompensa. 
Algo  hemos,  o  se  ha,  de  hacer  para  blan- 
ca ser. 

Advierte  que  quien  tiene  un  defec- 
to necesita  poner  de  su  parte  alguna 
diligencia  para  disimularlo. 
Al  hacer,  temblar,  y  al  comer,  sudar. 

Manera  de  criticar  a  los  criados  que 
son  flojos  y  glotones. 
Cada  uno,  o  cada  cual,  hace  como  quien 
es.  —  V.  Cada  uno  habla  como  quien  es. 
Cuando  no  hago  lo  que  veo,  todo  me  meo. 
Contra  los  antojadizos  y  amigos  de 
imitar  a  los  demás. 
Déjeme  hacer. 

Equivale  a  decir:  Eso  queda  a  mi 
cargo,  corre  de  mi  cuenta. 
El  que  la  hace,  la  imagina,  o  El  que  las 
hace,  las  tañe. — V.  Quien  tiene  las  he- 
chas, tiene  las  sospechas. 
El  que  la  haga,  que  la  pague. 

Justa  sentencia  por  la  cual  se  obliga 
a  cada  uno  a  ser  responsable  de  sus 
actos. 
El  qtie  no  hace  lo  que  debe,  hace  lo  que 
no  debe. 

Pues  teniendo  obligación  de  ejecu- 
tar una  cosa,  al  hacer  la  contraria  co- 
mete un  error,  cuando  no  una  falta. 
En  hacer  como  hacen,  no  se  peca. — Véa- 
se Al  fraile,  como  te  faz,  faile. 
Hacer  alguna. 

Ejecutar  una  mala  acción  o  travesura. 
Hacer  una  cosa  a  mal  hacer. 

Llevar   a   cabo    adrede   una    acción 
mala.  —  Úsase  generalmente  en  preté- 
rito o  con  negación  y  el  pronombre  lo. 
Hacer  una  cosa  arrastrando. 

Denota  que  no  se  hace  bien,  o  que 
se  hace  de  mala  gana. 
Hacer  a  todo. 

Servir    o    tener    disposición    para 
todo.  —  Se  usa  también  para  significar 
la  disposición  de  uno  para  recibir  cual- 
quiera cosa  que  le  den. 
Hacer  buena  una  cosa. 

Demostrar,  probar  o  justificar  lo  que 
se  ha  dicho. 
Hacer  caediza  una  cosa. —  V.  Hacer  per- 
didiza una  cosa. 


HACER 


—  433  — 


HACER 


Hacer  uno  de  las  suyas. 

Obrar,   proceder  según  su  genio  y 
costumbre.  —  Tómase,  por  lo  común, 
en  mala  parte. 
Hacerla  cerrada. 

Cometer  un  error  culpable  por  todas 
sus  circunstancias. 
Hacerlo  mal  y  ex  ais  arlo  peor. 

Explica  que  algunas  veces  los  moti- 
vos de  hacer  las  cosas  malas  son  peo- 
res que  ellas  mismas. 
Hacer  lo  que  olro  no  puede  hacer  por 
uno. 

Eufemismo  familiar  empleado  para 
dar  a  entender  que  va  uno  a  ejecutar 
sus  necesidades  corporales. 
Hacer  mía,  o  tuya,  o  suya,  etc.,  una  cosa. 
Apoderarse  o  aprovecharse  de  ella.— 
Salir  fiador  o  responsable  de  ella. — 
Abundar  en  el  sentido  de  otro,  en  los 
mismos  términos  que  si  hubiera  sido 
uno  el  inventor  de  aquella  idea. 
Hacer  perdidiza  una  cosa. 

Dejarla  caer  como  por  descuido  ma- 
liciosamente, o  suponer  que  se  ha  per- 
dido, siendo  falso. 
Hacer  por  hacer. 

Da  a  entender  que  se  hace  una  cosa 
sin  necesidad  o  utilidad. 
Hacer  presente. 

Representar,  informar,  declarar,  re- 
ferir, manifestar. 
Hacer  que  hacemos,  y  no  hacemos 
nada. 

Aparentar  que  se  trabaja,  cuando  en 
realidad  no  se  hace  nada  de  provecho. 
Hacer  saber. 

Poner  en  noticia  de  uno  alguna  cosa; 
darle  parte  de  aquello  que  ignoraba. 
Hacerse  allá. 

Apartarse.,  retirarse,  separarse. 
Hacerse  atrás. 

Cejar   en   algún   empeño;   retroce- 
der. —  Volverse  atrás  de  lo  dicho.  — 
Darse  tono  o  hacerse  respetar. 
Hacerse  uno  chiquito.  —  V.  Hacerse  uno 

el  CHIQUITO. 

Hacerse  uno  de  rogar. 

No  acceder  a  lo  que  otro  pide  hasta 
que  se  lo  suplica  con  instancia. 
Hacerse  dura  una  cosa. 

Ser  difícil  de  creer  o  de  soportar. 
Hacerse  fuerte. 

Fortificarse  en  algún  lugar  para  de- 


fenderse de  una  violencia  o  riesgo.  — 
Dominarse,  no  dejándose  vencer  por 
el  dolor,  la   alegría,  la  curiosidad,  la 
ira,  etc. 
Hacerse  memorable. 

Adquirir  celebridad. 
Hacerse  obedecer. 

Tener  entereza  para  obligar  a  que  se 
cumpla  lo  que  se  manda. 
Hacerse  uno  el  olvidadizo. 

Fingir  que  no  se  acuerda  de  lo  que 
debiera  tener  presente. 
Hacerse  uno  presente. 

Ponerse  de  intento  delante  de  otro 
para  algún  fin. 
Hacerse  rico. 

Adquirir  riquezas, 
Hacerse  uno  servir. 

No  permitir  descuido  alguno  en  su 
asistencia. 
Hacerse  tarde. 

Pasarse  el  tiempo  oportuno  para  eje- 
cutar una  cosa. 
Hacerse  valiente. 

Fiar,  salir  garante. 
Hacerse  uno  viejo. 

Consumirse   por   todo.  —  Empléase 
como  contestación  al  que  pregunta  qué 
hace,  cuando  se  está  ocioso. 
Hacer  sudar  a  uno. 

Denota  la  dificultad  que  le  cuesta 
ejecutar   o   comprender   una   cosa.  — 
Obligarle  a  entregar  dinero. 
Hacer  sudar  a  uno  el  quilo.  —  V.  Hacer 

sudar  a  uno,  primera  acepción. 
Hacer  tina  que  sea  sonada. 

Frase  con  que,  en  son  de  amenaza, 
se  anuncia  un  gran  escarmiento  o  es- 
cándalo. 
Hacer  ver. 

Mostrar  una   cosa,  o  demostrarla  y 
persuadir  de  modo  que  no  quede  duda. 
Hacer  viejo  a  uno. 

Da  a  entender  que  aquellos  a  quie- 
nes se  conoció  en  menor  edad,  se  ha- 
llan ya  hombres  o  en  edad  crecida. 
Hacer  y  acontecer. 

Frase  familiar  con  que  se  significan 
las  ofertas  de  un  bien  o  beneficio  gran- 
de. —  Empléase   también   en   son   de 
amenaza. 
Hacer  y  deshacer  es  la  hacienda  del  diablo. 
Entiéndase,  para  lo  primero,  lo  malo, 
y  lo  bueno  para  lo  segundo. 
28 


HACER 


—   434 


HACER 


Haz  aquello  que  quisieras  haber  hecho 
cuando  mueras. 

Recomienda  la  rectitud  en  obrar,  a 
fin  de  no  tener  que  arrepentirse  a  la 
hora  de  la  muerte,  es  decir,  cuando  ya 
no  tiene  remedio. 
Haz  bien  y  vive  alegre. 

La  alegría  de  la  vida  es  hija  de  una 
conciencia  tranquila. 
Haz  lo  que  bien  ie  digo,  y  no  lo  que  mal 
hago. 

El  consejo  prudente  se  debe  seguir, 
venga  de  donde  viniere,  aun  cuando  no 
lo  practique  el  que  lo  da. 
Más  hace  el  que  quiere  que  no  el  que  puede. 
Enseña  que  la  voluntad  tiene  la  prin- 
cipal parte  en  las  acciones,  y  que  con 
ella  las  ejecuta  aun  el  que  parece  que 
tiene  menos  posibilidad. 
No  es  de  hacer,  o  de  hacerse,  una  cosa. 
Significa  que  no  es  lícita  o  conve- 
niente la  que  se  va  a  ejecutar,  ni  co- 
rrespondiente al  que  la  va  a  hacer. 
No  es  lo  que  se  hace,  sino  por  lo  que  se 
hace. 

Indica  que  todo  en  el  mundo,   aun 
las  acciones  más  sencillas,  obedecen  a 
alguna  razón,  que  es  preciso  buscar. 
No  falta  jamás  que  hacer  al  que  bien 
quiere  ocuparse. 

Contra  los  holgazanes  que  disculpan 
su  molicie  diciendo  que  no  hay  nada 
que  hacer. 
No  hagas  todo  lo  que  puedas,  ni  gastes 
todo  lo  que  tengas,  ni  creas  todo  lo  que 
oigas,  ni  digas  todo  lo  que  sepas. 

Cuatro  máximas  de  prudencia  que 
no  debe  olvidar  el  que  quisiere  vivir 
tranquilo  en  sociedad. 
No  hay  que   hacer,  o  Eso  no  tiene  que 
hacer. 

Da  a  entender  que  no  tiene  dificul- 
tad lo  que  se  propone,  y  se  conviene 
enteramente  en  ello. 
No  la  hagas  y  no  la  temas.  Algunos  agre- 
gan :  y  nunca  hizo  la  cama. 

Indica  que  el  que  tiene  la  conciencia 
tranquila  no  tiene  por  qué  temer  que 
se  le  eche  en  cara  nada,  y  menos  que 
se  le  castigue. 
No  la  hagáis  y  no  os  lo  dirán. 

La  mejor  manera  de  evitar  el  que  le 
sonrojen  a  uno,  es  no  cometer  acciones 
punibles. 


No  me  hagas  hablar. 

Usase  para  contener  a  uno,  amena- 
zándole con  que  se  dirá  alguna  cosa 
que  le  pese. 
No  me  hagas  tanto  que... 

Amenaza   al  que  persiste  en   hacer 
una  cosa  que  molesta. 
Para  hacer  una  cosa  es  preciso  saber  ha- 
cerla. 

Es  decir,  tener  el  talento  suficiente 
para  ejecutarla  de  la  manera  debida, 
traillaremos,  o  qué  hacemos,  con  eso? 

Significa  la  poca  importancia  y  utili- 
dad, para  el  fin  que  se  pretende,  de  lo 
que  actualmente  se  discurre  o  propone. 
¿  Qué  hemos  de  hacer?,  o  ¿  Qué  le  hemos  de 
hacer?,  o  <¡Qué  se  le  ha  de  hacer? 

Se  usa  para  conformarse  uno  con  lo 
que  sucede,  dando  a  entender  que  na 
está  en  su  mano  el  evitarlo. 
(Qué  se  hace?  — Resollar,  para  no  aho- 
garse. 

Refrán  dialogado.  Al  preguntar  uno- 
a  otro  qué  está  haciendo  o  en  qué  se 
ocupa,  le  contesta  éste  jocosamente 
con  la  segunda  parte  del  refrán. — Tam- 
bién se  suele  replicar:  Escarbar  para 
echarse. 
Quien  hace  lo  que  quiere,  no  hace  lo  que 
debe. 

Se  reprende  la  demasiada  libertad  y 
voluntariedad  en  el  obrar,  que  común- 
mente hace  exceder  de  lo  justo. 
Quien  hizo,  hará. 

El  que  tiene  malos  antecedentes,  se- 
guramente no  llevará  a  cabo  ningún 
acto  meritorio. 
Quien  más  hace,  menos  merece. 

Por  lo  común,  las  consideraciones, 
conveniencias  y  utilidades  recaen  en 
pro  de  quien  ningún  título  posee  para 
disfrutarlas  debidamente,  con  detri- 
mento del  que,  por  sus  sacrificios,  tra- 
bajos y  desvelos,  se  hiciera  acreedor  a 
ellas  con  toda  justicia  y  razón. 
Quien  tal  hizo,  que  tal  pague.  Algunos 
añaden :  Alza  la  penca,  y  dale. 

Fórmula  con  que  terminaban  los 
pregones  en  que  se  hacía  saber  al  pú- 
blico la  clase  de  sentencia  que  había 
recaído  sobra  el  delincuente.  —  Gene- 
ralmente expresa  que  las  consecuen- 
cias de  una  obra  deben  recaer  sobre 
el  que  la  ejecutó. 


HACIENDA 


—  435  — 


HACHE 


Quien  tiene  las  hechas  tiene  las  sospe- 
chas. 

El  que  piensa  que  otro  va  a  ejecutar 
un  mal,  es  porque  había  ya  pensado  en 
ello  primero. 
Siempre  conviene  dejar  hacer  a  quien  sabe. 
Porque  tiene  mayores  probabilida- 
des de  ejecutarlo  bien. 
Todo  es  hasta  hacerse. 

Con  el  tiempo  acaba  uno  por  acos- 
tumbrarse a  muchas  cosas  que  en  un 
principio  le  eran  desagradables. 
HACIENDA.— ¿De  quién  es  tu  hacienda, 
sino  del  hijo  que  te  hereda? 

Manifiesta  el  deber  que  tienen  los 
padres  de  legar  a  sus  hijos  un  nombre 
honrado  y  sin  mancha. 
Derramar  la  hacienda. 

Destruirla,  disiparla,  malgastarla. 
Hacer  buena  hacienda. 

Úsase  cuando   uno  ha  incurrido  en 
algún  yerro  o  desacierto. 
Hacienda  de  sobrino,  quémala  el  fuego  y 
llévala  el  rio. 

Dícese  de  los  tutores,  curadores  y 
parientes  que  se  suelen  comer  la  ha- 
cienda de  los  menores,  y,  llegado  el 
momento  de  rendir  cuentas,  quedan 
perdidos  unos  y  otros. 
Hacienda  hecha,  cuidado  quita. 

Lo  que  hay  que  hacer  debe  ejecu- 
tarse pronto,  para  evitarse  el  tener  que 
preocuparse  más  por  ello. 
Hacienda  hecha,  dinero  espera. — V.  Obra 

hecha,  dinero  espera. 
Hacienda  hecha  no  está  por  hacer. 

Recomienda  la  laboriosidad  en  las 
personas,  fundándose  en  que  cuanto 
más  trabajo  se  haya  llevado  a  cabo, 
menos  queda  por  hacer. 
Hacienda  hecha  no  estorba.  — V.  Hacien- 
da hecha,  cuidado  quita. 
Hacienda,  tu  dueño  te  vea. 

Indica  los  perjuicios  a  que,  por  lo 
común,  está  sujeto  el  que  abandona 
sus  cosas  al  cuidado  de  otro. — V.  El  ojo 
del  amo  engorda  al  caballo. 
La  hacienda  de  la  mujer,  hedía  y  por 
hacer. 

Los  quehaceres  domésticos  que  co- 
rren a  cargo  del  ama  de  la  casa,  como 
quiera  que  se  repiten  constantemente, 
aunque  estén  hechos,  siempre  hay  que 
volverlos  a  hacer. 


La  hacienda  de  tu  enemigo,  en  dinero  la 

veas.  —  V.  En  dinero  esté  el  caudal  de 

aquel  que  nos  quiera  mal. 

La  hacienda  del  perdido,  barato  y  corrido. 

El  que  vende  a  bajo  precio  y  da  más 

del  peso,  no  logrará  hacer  gran  capital. 

No  hay  hacienda  mejor  hecha  que  la  que 

uno  hace  por  su  mano. — V.  Si  quieres  ser 

bien  servido,  sírvete  tú  mismo. 

Por  hacienda  ajena  nadie  pierde  cena. — 

V.  Cuidado  ajeno,  de  pelo  cuelga. 
Quien  da  su  hacienda,  o  lo  suyo,  antes  de 
la  muerte,  merece  que  le  den  con  un  mazo 
en  la  frente. 

Recomienda  la  circunspección  que 
se  debe  tener  para  traspasar  a  otro  en 
vida  sus  dominios,  estados,  bienes  o 
empleos,  por  la  facilidad  con  que  so- 
brevienen después  motivos  de  arre- 
pentimiento. 
Redondear  la  hacienda. 

Pagar  las  cargas,  créditos  o  gravá- 
menes que  tenía  contra  sí  y  dejarla 
libre. — Conseguir  reunir  el  capital  que 
se  quería. 
Ten  hacienda  v  mira  de  donde  venga. 
Aconseja  la  prudencia  en  conservar 
el    capital,   así  como   en  precaver   el 
modo  de  adquirirlo  de  nuevo,  si   se 
llegase  a  perder  el  que  se  tenía. 
HACIENTE.— Hacientes  y  consencientes, 
pena  por  igual. 

Tanta  culpa  tiene  el  que  ejecuta  una 
mala  acción  como  el  que  la  encubre. 
HACINO. — Hacino  sodes,  Gómez; para  eso 
son  los  hombres. 

Modo  irónico  de  zaherir  a  los  mez- 
quinos y  avaros.  —  Hacino  es  voz  anti- 
cuada que   significaba  lo  mismo  que 
hoy  avaro,  mezquino  o  miserable. 
HACHE.  —  Llámele  usted  hache. 

Frase  que  se  emplea  para  indicar 
que  lo  mismo  es  una  cosa  que  otra. 
Por  hache  o  por  erre. 

Por  uno  u  otro  concepto;  de  un 
modo  o  de  otro;  por  falta  o  por  sobra.— 
Estas  últimas  palabras  me  hacen  sos- 
pechar si  deberá  su  origen  esta  frase 
proverbial  a  la.  falta  de  las  haches  que 
se  nota  en  algunos  manuscritos  y  aun 
en  impresos  antiguos,  así  como  a  la  so- 
bra de  las  erres  en  casos  tales  como 
sinrrazón  y  rrosa.  También  podría  de- 
fenderse la  etimología  que  nos  ocupa 


HADA 


—  436 


HAMBRE 


fijándose  en  las  palabras  Halago  y  'Rigor, 
como  de  significación  opuesta  entre  sí. 
Y  no  menos  podría  carecer  de  funda- 
mento al  sostener,  atendido  a  la  signi- 
ficación antitética  que  encierra  dicha 
locución,  que  tal  vez  debe  su  origen  a 
las  voces  que  usan  los  carreteros  para 
hacer  volver  a  la  derecha  o  a  la  izquier- 
da a  las  caballerías,  gritando,  respecti- 
mente,  han,  hau  y  rrrrraaa;  interpre- 
tación que  en  nada  desdice  de  la  frase 
tuerto  o  dereclio,  de  significación  idén- 
tica a  la  que  venimos  explicando.  Sea 
de  ello  lo  que  fuere,  como  quiera  que 
en  ninguna  parte  he  visto  ni  oído  cosa 
alguna  respecto  a  la  razón  de  ser  de 
esta  frase,  aventuro  las  sospechas  que 
acerca  del  particular  abrigo  años  ha, 
sometiéndolas  a  la  más  autorizada  re- 
solución del  entendido  lector. 
HADA.  —  Acá  y  allá  más  hadas  ha. 

Por  dondequiera  que  se  vaya,  hay 
que  pasar  trabajos  y  miserias. 
A  malas  hadas,  malas  bragas. 

Por  lo  regular,  el  llevar  mala  ropa 
suele  ser  indicio  de  escasez  de  fortu- 
na. —  Sospecho  que  pueda  significar 
también  que  el  que  no  tiene  buen  pa- 
drino no  es  fácil  que  medre. 
HADO.  —  Hados  y  lados  hacen  dichosos  o 
desdichados. 

La  suerte  del  hombre  es  buena  o 
mala,  según  lo  dispone  la  Providencia 
y  según  los  lados  a  que  uno  se  arrima. 
Lo  que  los  hados  tienen  ordenado  no  pue- 
de por  discursos  humanos  estorbarse. 

No  se  puede  ir  contra  lo  que  el  des- 
tino tiene  dispuesto. 
H  AJA.  —  Haja  tío  tiene  qué  comer  y  convida 
huéspedes. 

« Alhaja.  El  árabe  llama  haja  a  la 
joya  o  al  menester,  que  así  le  llama  el 
castellano  viejo,  y  otros  alfaya;  y  los 
más  antiguos,  al  menesteroso  llamaron 
Haja,  de  donde  quedó  el  refrán :  Haja 
no  tiene  que  comer  y  convida  huéspedes.y 
(Rosal,  Alfabeto  1°).  —  Véase  este  mis- 
mo refrán  en  la  palabra  Aja. 

HALAGAR Ni  sé  si  halaga,  ni  sé  si 

amaga. 

Se  dice  de  aquellas  personas  que 
usan  de  palabras  tan  ambiguas,  que  lo 
mismo  pueden  tomarse  en  buena  como 
en  mala  parte. 


HALCÓN.—  Halcón  dormidor,  hambrien- 
to o  volador. 

El   ave   de   esta    clase   que   mucho 
duerme,  indica  una  de  las  dos  condi- 
ciones citadas. 
Más  ligero  que  un  halcón. 

Dícese  de  la  persona  que  es  muy  rá- 
pida en  ejecutar  las  cosas. 
Abajar,  o  bajar,  los  halcones. 

Darles  a  comer  la  carne  lavada,  cuando 
están  muy  gordos,  para  que  enflaquez- 
can y  puedan  volar  con  más  velocidad. 
Si  tatitos  halcones,  o  monteros,  la  garza 
combaten,  por  Dios,  o  a  fe,  que  la  maten. 
Denota  que  si  la  multitud  se  conjura 
contra  uno,  no  hay  resistencia  posible 
que  pueda  contrarrestarla. 
HALDA.  —  Esto  y  nada,  lleváoslo  en  la 
halda. 

Dícese  para  excusar  la  pequenez  o  el 
poco  valor  de  lo  que  se  regala  o  entrega. 
De  haldas  o  de  mangas. 

De  un  modo  o  de  otro;  por  bien  o 
por  mal;  quiera  o  no  quiera. 
Poner  uno  haldas  en  cinta. 

En  disposición,  y  con  preparación 
para  hacer  una  cosa. 
Por  las  haldas  del  vicario  sube  el  diablo 
al  campanario. 

Valiéndose   de   buenos   mediadores 
llegan  muchas  personas  indignas  a  es- 
calar los  más  altos  puestos. 
HALLAR.  — ¡Ay,  ay!,  qué  me  he  hallado 
por  andar  abajado. 

Aplícase  a  aquel  que  para  hacer  su 
fortuna  o  lograr  alguna  cosa  se  le  re- 
comienda que  ande  solícito  y  vigilante, 
procurando  granjear  con  sumisiones  y 
ruegos  la  voluntad  del  que  reparte  las 
gracias  y  mercedes. 
Hallarse  bien,  o  mal,  con  una  cosa. 

Estar,  respectivamente,  contento  o 
disgustado  con  ella. 
Hallarse  con  una  cosa. 
Tenerla,  poseerla. 
Hallarse  uno  en  todo. 

Ser  entremetido;  ir  a  todas  partes 
sin  ser  llamado. 
No  hallarse  uno. 

Estar  violento  o  disgustado. 
HAMBRE.  —  A  buen  hambre  no  hay  pan 
duro,  o  bazo,  o  malo. 

Cuando  aprieta  la  necesidad,  no  se 
repara  en  delicadezas  ni  en  melindres. 


HAMBRE 


437  — 


HAMBRE 


Acallar,  o  distraer,  o  divertir,  o  entrete- 
ner, el  hambre. 

Ocuparse  en  algo  mientras  llega  la 
hora  de  comer,  con  el  fin  de  hacer  me- 
nos sensible  la  necesidad  de  alimento 
que  a  uno  le  aqueja.—  Tomar  un  boca- 
do a  igual  propósito. 

A  la  hambre  no  hay  mal  pan. — V.  A  buen 
hambre  no  hay  pan  duro,  etc. 

A  la  hambre  todo  pan  es  bueno.  —  V.  A 
buen  hambre  no  hay  pan  duro,  etc. 

Andar  uno  muerto  de  hambre. 

Pasar  la  vida  con  suma  estrechez  y 
miseria. 

Apagar  el  hambre. —V.  Matar  el  ham- 
bre. 

A  quien  no  tiene  hambre  Dios  le  llena  los 
graneros. — V.  A  cochino  gordo,  untarle 
el  rabo. 

Clarearse  uno  de  hambre. 

Pondera  la  mucha  necesidad  de  ali- 
mentación que  se  tiene. 

Crece  la  hambre  que  imagina  carestía. 
Cuando  se  carece  de  una  cosa    se 
siente  más  necesidad  de  ella. 

De  hambre  a  nadie  vi  morir;  de  mucho 
comer,  cien  mil. 

Indica  que  el  exceso  en  la  comida 
puede  llevar  al  sepulcro,  lo  cual  no 
ocurre  con  la  dieta. 

El  hambre  aguza  el  ingenio. 

No  hay  cosa  que  no  sea  capaz  de  in- 
ventar un  hambriento  con  tal  de  sa- 
tisfacer su  apetito.  El  que  está  harto 
no  hace  trabajar  a  la  inteligencia:  bas- 
tante tiene  con  que  labore  el  estó- 
mago. 

El  hambre  echa  al  lobo  del  monte. 

Manifiesta  que  la  necesidad  obliga  a 
hacer  muchas  cosas,  comprometidas 
no  pocas  veces,  que  no  se  harían  si  no 
fuese  por  la  circunstancia  indicada. 

El  hambre  es  mala  consejera. 

El  que  se  ve  dominado  por  ella,  es 
capaz  de  llegar  hasta  el  crimen. 

El  hambre  no  admite  fiador. 

No  se  puede  responder  de  una  per- 
sona hambrienta,  por  muy  honrada  que 
ésta  sea. 

El  hambre  no  tiene  espera. 

La  satisfacción  de  esta  necesidad 
corporal  no  admite  dilación;  por  tanto, 
los  ofrecimientos  para  el  porvenir  son 
excusados. 


El  hambre  produce  poemas  inmortales;  la 
abundancia,  indigestiones  y  torpezas. — 
V.  El  hambre  aguza  el  ingenio. 

El  que  sueña  que  come,  amanece  con  más 
hambre. 

Porque  trabajando  la  imaginación  so- 
bre ello,  llega  a  ejercer  no  poca  influen- 
cia sobre  el  estómago. 

Hambre  calagurritana. 

Muerto  Sertorio  y  vencido  Perpena, 
se  entregaron  a  Pompeyo  las  ciuda- 
des de  la  España  interior,  a  excepción 
de  Osma  y  Calahorra,  cuyos  vecinos 
quisieron  dar  las  últimas  pruebas  de 
su  amor  a  Sertorio  siguiendo  la  máxi- 
ma del  calagurritano  Bebricio,  de  que 
«la  fe  es  más  firme  que  la  vida,  y  agra- 
da aun  a  las  almas  que  salieron  de  los 
cuerpos».  Calahorra  fué  tan  obstinada 
en  esta  pasión,  que  no  se  acabó  su  fide- 
lidad de  otra  manera  que  muriendo  to- 
dos sus  habitantes.  En  efecto,  resis- 
tiéndose a  los  romanos,  la  cercaron 
éstos  por  los  años  de  70  antes  del  na- 
cimiento del  Redentor  del  mundo,  con 
un  grande  y  poderoso  ejército  manda- 
do por  Afranio,  capitán  de  Pompeyo  el 
Magno.  Defendiéronse  los  sitiados  tan 
valerosamente  y  el  cerco  duró  tan  lar- 
go tiempo,  que  los  vecinos  llegaron  a 
consumir  la  provisión  que  tenían  hecha 
de  todo  género  de  víveres.  Sin  embar- 
go, consumidas  todas  las  viandas,  bus- 
caron el  alimento  en  los  cuerpos  de  los 
naturales  que  morían  en  los  asaltos, 
y  por  último  determinaron  matar  sus 
propios  hijos  y  mujeres,  de  cuyos  cuer- 
pos hicieron  cecina  para  que  les  dura- 
se más  tiempo  la  horrible  vianda  a  que 
les  obligaba  el  hambre.  Este  horror, 
tan  severamente  reprendido  por  Vale- 
rio Máximo,  le  glosó  con  más  benig- 
nidad Juvenal,  disculpando  la  acción 
con  la  acerbidad  de  la  necesidad  ex- 
trema, llamando  a  Calahorra  «pueblo 
noble  e  igual  a  Sagunto  en  fidelidad  y 
valor».  Desde  entonces  quedó  en  pro- 
verbio, para  ponderar  el  mayor  extre- 
mo del  hambre,  la  de  Calahorra,  di- 
ciéndose: Fames  calagurritana. 

Hambre  canina. 

Gana  de  comer  extraordinaria. 

Hambre  de  tres  semanas. 

Úsase  cuando  alguno,  por  puro  me- 


HAMBRE 


438  — 


HAMBRIENTO 


lindre,  muestra  repugnancia  a  ciertos 
manjares,  o  no  quiere  comer  a  sus  ho- 
ras, por  estar  ya  satisfecho. 
Hambre  estudiantina. 

Buen  apetito  y  gana  de  comer  de 
todo  a  cualquier  hora. 
Hambre  o  sueño  o  ruindad  de  dueño. 

Las  tres  causas  principales  a  que  vul- 
garmente se  atribuye  el  bostezo.  Expli- 
cadas las  dos  primeras  por  sí  solas,  bas- 
ta decir  de  la  última  que  manifiesta  el 
hastío  con  que  se  mira  a  la  persona  con 
quien  se  está,  sobre  todo  si  esa  perso- 
na es  enamorada. 
Hambre  que  espera  hartura,  no  es  ham- 
bre. 

Se  recomienda  llevar  con  paciencia 
los  trabajos,  en  los  que  se  sabe  que  ha 
de  llegar  la  condigna  recompensa. 
Hambre  y  esperar  hacen  rabiar. 

Demuestra  lo  insoportable  que   es 
aguantar  estas  dos  cosas. 
Hambre  y  frío  entregan  al  hombre  a  su 
enemigo. 

A  veces  es  tal  la  fuerza  de  la  necesi- 
dad, que  se  ve  uno  precisado  a  practi- 
car los  oficios  que  más  se  le  resisten. 
Hambre  y  frío  meten  al  hombre  en  casa 
de  su  enemigo.  —  V.  Hambre  y  frío  entre- 
gan al  hombre  a  su  enemigo. 
Hambre  y  valentía.  —  V.  Vanidad  y  po- 
breza, todo  en  una  pieza. 

Denota  al  arrogante  y  vano  que  quie- 
re disimular  su  pobreza. 
Juntarse  el  hambre  con   las  ganas  de 
comer. 

Concurrir  a  un  mismo  fin  dos  perso- 
nas o  cosas  poco  o  nada  recomenda- 
bles en  su  respectiva  esfera. 
La  mucha  hambre  hace  dulce  el  vina- 
gre.— V.  A  buen  hambre  no  hay  pan  duro. 
Matar  de  hambre. 

Dar  poco  de  comer;  extenuar  a  uno 
a  fuerza  de  ayunos  y  abstinencias. 
Matar  el  hambre. 

Saciarla  comiendo. 
Matarse  uno  de  hambre. 

Tratarse  mal  por  penitencia,  o  por 
sobrada  cicatería. 
Morir,  o  morirse,  de  hambre. 

Tener  o  padecer  mucha  hambre. 
Ni  con  toda  hambre  al  arca,  ni  con  toda 
sed  al  cántaro. 

En  ocasiones  pide  la  prudencia  que 


se  contenga  uno  y  aguante  sus  necesi 
dades  o  deseos. 

Pasar  hambre  por  esperar  hartura. 

Aconseja  la  perseverancia  en  aguar- 
dar, cuando  al  fin  se  ha  de  hallar  el 
condigno  consuelo.  —  V.  Hambre  que 
espera  hartura,  no  es  hambre. 

Perecer,  o  rabiar,  de  hambre. — V.  Mo- 
rir, o  morirse,  de  hambre. 

Quien  hambre  tiene,  con  pan  sueña. 

El  que  está  obsesionado  con  una 
idea,  en  todas  partes  cree  vérsela  re- 
presentada. —  V.  Quien  bueyes  ha  per- 
dido, cencerros  se  le  antojan. 

Quien  tiene  hambre,  de  pan  habla,  o  tra- 
ta. —  V.  Quien  hambre  tiene,  con  pan 
sueña. 

Si  quieres  cedo  engordar,  come  con  hambre 
y  bebe  a  vagar. 

Enseña  que  para  nutrirse  bien  es 
necesario  comer  sólo  cuando  hay  ape- 
tito, y  beber  despacio. 

Sitiar  a  uno  por  hambre. 

Valerse  de  la  ocasión  de  que  esté  en 
necesidad  o  apuro,  para  obligarle  a  con- 
venir en  lo  que  se  desea. 

Tener  tnás  hambre  que  un  abogado,  o  que 
un  ladrófi.  —  V.  Tener  más  hambre  que 
un  maestro  de  escuela. 

Tener  más  hambre  que  un  maestro  de  es- 
cuela. 

Hallándose  antiguamente  tan  mal  re- 
tribuida la  enseñanza  primaria,  no  es 
extraño  que  fuese  el  desdichado  que 
a  ella  se  dedicaba  el  prototipo  de  la 
necesidad.  Hoy  ya  han  cambiado  las 
cosas,  para  honra  de  la  cultura  de  Es- 
paña. 

Tengo  hambre. — Pues  muérdete  un  codo, 
y  beberás  sangre. 

Contestación  que  se  suele  dar,  gene- 
ralmente a  los  niños,  cuando  sabemos 
que  piden  pan  por  gula,  y  no  por  ver- 
dadera necesidad. 

Tengo  un  hambre  que  no  veo. 

Modo  de  exagerar  el  apetito  que  se 
tiene. 

Tiene  tanta  hambre,  que  se  comería  el 
catastro  vestido  de  limpio. 

Hipérbole  de  igual  significado  que  la 
anterior. 
HAMBRIENTO.  —  El  hambriento  no 
repara  en  salsas.  —  V.  A  buen  hambre 
no  hay  pan  duro. 


HANEGA 


439  — 


HARTO 


Más  discurre  un  hambriento  que   cien 
letrados. 

Cuando  el  hombre  se  ve  apurado  en 
el  duro  trance  de  sostener  la  vida,  es 
cuando  demuestra  su  ingenio. 
HANEGA.  —  Tres  a  la  hanega  y  ella  en 
iierra.  —  V.  Tres  al  saco  y  el  saco  en 
tierra. 
Una  hanega  de  sal  ha  de  comer  un  hombre 
con  su  amigo,  antes  de  fiarse  del. 

Indica  que  tiene  que  haber  pasado 
mucho  tiempo  desde  que  lo  conoció,  o 
tratarlo  muy  íntimamente. 
HARAGÁN.  —  Es  tan  haragán,  que  se 
manca  en  la  caballeriza. 

Modo  de  ponderar  la  flojera  e  inuti- 
lidad de  una  persona. 
HARAPO.  —  Andar,  o  estar,  uno  hecho  un 
harapo. 

Llevar  muy  roto  el  vestido. 
HARINA.  —  A  quien  amasa  harina,  nunca 
le  falta  pan. 

Al  que  es  trabajador  nunca  le  falta 
que  comer.  —  Véase,  en  otra  acepción, 
El  que  anda  con  la  miel,  algo  se  le  pega. 
Cerner,  cerner,  y  sacar  poca  harina. 

Los  que  se  afanan  en  cosas  que  de 
suyo  traen   poca   utilidad,  pierden  el 
tiempo  miserablemente. 
Donde  no  hay  harina,  todo  es  mohína. 
Por  lo  general,  en  la  casa  donde  rei- 
nan la  pobreza  y  la  miseria,  suele,  en- 
tre las  familias,  haber  disgustos  y  de- 
sazones. 
El  que  la  harina  menea,  pan  no  desea. 
El  mucho  trato  con  ciertas  cosas  hace 
que  se  lleguen  a  aborrecer. 
Esa  es  harina  de  otro  costal. 

Modo  de  dar  a  entender  la  diferencia 
que  hay  de  una  cosa  a  otra,  o  que  una 
especie  es  absolutamente  ajena  al  asun- 
to de  que  se  trata. 
Esparcidor  de  harina  y  recogedor  de  ceni- 
za.— V.  Allegadora  de  la  ceniza  y  derra- 
madora de  la  harina. 
Esta  es  harina  de  otra  tina.  —  V.  Esa  es 

harina  de  otro  costal. 
Estar  metido  en  harina. 

Estar  uno  gordo  y  tener  las  carnes 
macizas.  —  Hallarse  distraído  y  ocupa- 
do en  un  objeto  de  placer.  —  Encon- 
trarse de  lleno  en  el  apogeo  de  un  tra- 
bajo o  negocio,  de  cualquier  clase  que 
sean. 


Hacer  buena,  o  mala,  harina. 

Obrar  bien,  o  mal. 
Harina  abalada,  no  te  la  vea  suegra  ni 
cuñada. 

Recomienda  que  no  descubra  uno 
sus  faltas  a  sus  émulos,  porque  no  es 
fácil  que  las  disimulen.  —  El  verbo  aba- 
lar, de  uso  anticuado,  equivale  a  echar 
fuera  o  arrojar. 
Haz  buena  harina  y  no  toques  bocina. 

Aconseja  obrar  bien  sin  hacer  osten- 
tación de  ello.  —  V.  El  buen  paño  en  el 
arca  se  vende. 
Meterse  en  harina. 

Enfrascarse  en  un  asunto. 
Sin   harina   no   se  camina.  —  V.  Tripas 
llevan  pies,  que  no  pies  tripas. 
HARNERO.  —  Estar  uno  hecho  un  har- 
nero. 

Tener  muchas  heridas.  -  Di  cese  tam- 
bién de  las  cosas  que  están  muy  agu- 
jereadas. 
HARTAZGA.  —  Darse  una  hartazga. 

Comer  con  mucho  exceso;  llenarse 
de  comida  hasta  más  no  poder. 
Toda  hartazga  es  mala;  pero  la  de  las  per- 
dices, malísima. 

Aforismo  de  Hipócrates  falseado  por 
el  Dr.  Pedro  Recio  al  dirigírselo  a  San- 
cho Panza,  con  motivo  de  substituir 
per dices  por  pan,  que  es  lo  que  dijo  el 
célebre  médico  de  Cos. 
HARTAZGO.  —  Darse  un  hartazgo  de 
una  cosa. 

Hacerla  con  exceso.  —  V.  Darse  una 
hartazga. 
HARTO.  —  Al  que  muere  estando  bien  har- 
to, la  ytiuerte  no  da  espanto. 

Porque  no  tiene  queja  de  no  haber 
gozado  de  la  vida. 
El  harto,  del  ayuno  no  tiene  cuidado  nin- 
guno. 

Las  personas  que  se  hallan  en  la  pros- 
peridad y  la  abundancia,  como  no  cono- 
cen las  necesidades  ni  la  miseria,  suelen 
no  compadecerse  de  los  necesitados. 
Estar  harto  de  una  persona  o  cosa. 

Hallarse  cansado  de  ella,  por  lo  mu- 
cho que  nos  molesta  o  cansa. 
Harto  a  propósito  viene  lo  que  entretiene. 
Todo  lo  que  llega  a  tiempo  de  salvar 
una  situación  comprometida,  aunque 
sólo  sea  por  el  momento,  es  muy  bien 
recibido. 


HARTURA 


—  440  — 


HECHO 


Harto  ayuna  quien  mal  come. 

Bastante  padece  aquel  que  no  tiene 
que  comer. 
Harto  de  ajos.  —  V.  Villano  harto  de  ajos. 
Tener  harto  que  roer. 

Dícese  de  aquello  que  tiene  mucho 
trabajo.  —  Dejar  a  una  persona  cavilan- 
do o  pensativa  por  haberle  insinuado 
algo  a  medias  palabras,  cuyo  sentido 
exacto  no  llega  a  comprender,  intere- 
sándole la  solución. 
HARTURA.  —  Más  vale  hartura  en  vien- 
tre que  vergüenza  en   cara.  —  V.  Dame 
pan  y  dime  tonto. 
Toda  hartura  es  mala; pero  la  del pan, peor. 
Las  indigestiones  adquiridas  por  el 
abuso  del  pan  suelen  traer  funestos  re- 
sultados. 
HATILLO.  —  Coger,  o  tomar,  uno  el  ha- 
tUlo,  o  su  hatiUo. 
Marcharse,  partir,  irse. 
Echar  uno  el  hatillo  al  mar. 
Irritarse,  enojarse. 
HATO.  —  Andar  uno  con  el  hato  a  cuestas. 
Mudar  frecuentemente  de  habitación, 
o  andar  vagando  de  un  lugar  a  otro  sin 
fijar  en  ninguno  su  domicilio. 
Liar  el  hato  para  el  viaje  de  que  no  se 
vuelve. 

Prepararse  para  morir. 
Perder  uno  el  hato. 

Huir,  o  hacer  otra  cosa  con  tal  acele- 
ración y  falta  de  tiento,  que  parece  que 
pierde  o  se  le  cae  lo  que  trae  a  cuestas. 
Revolver  el  hato. 

Excitar  discordias  entre  algunos;  in- 
quietar los  ánimos  de  unos  con  otros. 
Traer  uno  el  hato  a  cuestas.  —  V.  Andar 
uno  con  el  hato  a  cuestas. 
HAZ.  —  Ser  uno  de  dos  haces. 

Decir  una  cosa  y  sentir  otra. 
HAZA.  —  Haza,  do  escarda  el  gallo. 

Enseña  que  si  uno  ha  de  cuidar  bien 
de  sus  heredades,  le  conviene  tenerlas 
cerca  del  pueblo  de  su  residencia. 
Mondar  la  haza. 

Desembarazar    un   sitio  o  paraje,  a 
semejanza  del  labrador  cuando  levanta 
la  mies. 
HAZAÑA.  —  Las  grandes  hazañas,  para 
los  grandes  hombres  están  guardadas. 

Sólo  las  personas  de  corazón  esfor- 
zado son  capaces  de  acometer  magnas 
empresas. 


Las  hazañas  del  temerario,  más  se  atri- 
buyen a  la  buena  fortuna  que  a  su  ánimo. 
El  valor  de  las  personas  no  se  de- 
muestra acometiendo  empresas  atrevi- 
das, pues  nadie  ve  en  su  éxito  más  que 
un  capricho  de  la  casualidad. 
HEBILLA.  —  No  faltar  hebilla  a  uno  o 
a  una  cosa. 

Denota  la  perfección  de  una  cosa,  o 
que  una  persona  tiene  todo  lo  necesa- 
rio para  ejecutar  algo. 
Sin  faltar  hebilla. 

Dícese  de  aquello  que  está  perfecta- 
mente concluido. 
HEBRA.  —  Cortar  a  uno  la  hebra  de  la 
vida,  o  de  la  existencia. 

Privarle  de  ella  violentamente. 
Estar  uno  de  buena  hebra. 

Tener  una  complexión  fuerte  y  ro- 
busta. 
Hacer  hebra.  —  V.  Hacer  madeja. 
La  hebra  de  Mari-Moco,  que  hizo  un  ca- 
misón y  le  sobró  un  poco. 

Compárase  con  ésta  las  que  ponen 
algunas  mujeres  cuando  van  a  coser  y 
es  excesivamente  larga. 
Ser  uno  de  buena  hebra.  —  V.  Estar  uno 
de  buena  hebra. 
HERRERO.  —  Cuando  llueve  en  hebrero, 
todo  el  año  ha  tempero. 

Manifiesta  la  buena  disposición  que 
adquiere  la  tierra  con  las  lluvias  de 
febrero. 
HECHA.  —  Perdonar  las  hechas  y  por 
hacer. 

Sentirse  magnánimo  con  las  faltas  de 
una  persona. 
Quien  tiene  las  hechas  tiene  las  sospechas. 
Se  dice  de  aquellos  que  juzgan  mal 
de  otros  por  lo  que  ellos  experimentan 
en  sí;  y  también  significa  que  el  que 
comete  algún  delito  se  hace  sospecho- 
so en  cualquier  otro  de  igual  clase. 
HECHIZO.  —  De  los  hechizos  de  amor, 
la  música  es  el  mayor. 

Manifiesta  que  uno  de  los  medios  que 
más  predisponen  al  amor  es  el  divino 
arte  de  Euterpe. 
HECHO.  —  A  lo  hecho  no  hay  remedio,  y 
a  lo  por  hacer,  consejo. 

Enseña  la  conformidad  que  se  nece- 
sita en  lo  que  ya  se  hizo,  cuando  salió 
mal,  y  la  prudencia  y  prevención  con 
que  se  debe  obrar  en  adelante. 


HECHURA 


—  44i  — 


HEÑIR 


A  lo  hecho  no  hay  reparo.  —  V.  Lo  hecho, 

ni  dios  lo  quita  con  todo  su  poder. 
A  lo  hecho,  pecho.  —  V.  A  mal  hecho, 

ruego  y  pecho. 
A  mal  hecho,  ruego  y  pecho. 

Después  de  cometido  un  delito,  no 
queda  otro  recurso  que  la  conformidad 
y  el  ruego  por  el  perdón. 
Haberla  hecho  buena. 

Haber  ejecutado  una  cosa  perjudi- 
cial, o  contraria  a  determinado  fin. 
Hecho  y  derecho. 

En  su  integridad  y  perfección. 
Lo  bien  hecho,  bien  parece. 

Aconseja  que  se  ejecuten  las  cosas 
con  cuidado  para  que  queden  bien  ter- 
minadas. 
Lo  hecho,  hecho  está. 

Manera  de  indicar  que  no  piensa  uno 
volverse  atrás,  o  que  no  está  pesaroso 
de  lo  ejecutado. 
Pronto  es  hecho  lo  que  está  bien  hecho. 
Con  tal  que  una  cosa  esté  bien  termi- 
nada, puede  disimularse  la  tardanza  en 
llevarla  a  cabo.  —  No  es  la  premura  la 
mejor  recomendación  para  hacer  bien 
ciertas  faenas. 
Todo  se  lo  encuentra  hecho. 

Dícese  de  la  persona  por  extremo 
hábil  y  expedita,  que  con  la  mayor  fa- 
cilidad y  prontitud  lleva  a  cabo  cuanto 
emprende. 
A  nuevos  hechos,  nuevos  consejos. 

Según  las  circunstancias,  tiempos  y 
costumbres,  así  varían  las  leyes. 
Los  hechos  dan  testimonio,  que  las  pala- 
bras corren  por  el  viento.  —  V.  Las  pa- 
labras vuelan  y  lo  escrito  permanece. 
Los  hechos  dan  testimonio,  y  las  malas 
lenguas  son  miembros  del  detnonio. 

No  se  debe  hacer  caso  de  lo  que  la 
gente  diga,  sino  de  lo  que  hemos  visto 
nosotros  mismos. 
Quien  a  mí  escarnece,  sus  hechos  no  ve; 
que  si  sus  hechos  viera,  a  mí  no  escar- 
neciera. 

Recomienda  que  antes  de  satirizar 
las  acciones  ajenas,  procure  uno  corre- 
gir las  propias. 
HECHURA.  —  No  se  pierde  más  que  la  he- 
chura. 

Frase  que  se  usa  cuando  se  quiebra 
una  cosa  que  es  de  poquísimo  o  ningún 
valor  y  no  puede  componerse,  para  sig- 


nificar que  se  perdió  cuanto  había  que 
perder. 
HELAD  A.— A  helada  de  abril,  hambre  ha 
de  seguir. 

Por   lo   maléficas   que   son   en  este 
tiempo,  pues  estropean  las  cosechas. 
Ara  con  helada,  matarás  la  grama. 

Arrancadas  con  el  arado  las  raíces  de 
las  malas  hierbas,  fácilmente  se  secan 
en  tiempo  de  hielos. 
A  las  tres  heladas,  llueve. 

Así  dicen  los  labriegos  de  Castilla  la 
Nueva,  asegurando  que  no  falta  la  llu- 
via después  de  haber  helado  tres  ve- 
ces seguidas. 
Es  necesario  acudir  a  las  heladas  de  abril. 
Indica  la  precisión  que  hay  de  pre- 
caverlas, guardando  los  sembrados  para 
evitar  que  se  estropeen. 
HELAR. — Cuanto  más  hiela,  más  aprieta. 
Refiérese  al  frío,  así  como  al  suelo, 
que  se  endurece  más  a  medida  que  re- 
cibe más  hielo. 
HELIOGÁBALO.  —  Comer  como  un  He- 
liogábalo. 

Comer  opípara  y  vorazmeute.  —  Alu- 
de al  emperador  romano  de  este  nom- 
bre, cuya  memoria  se  ha  hecho  execra- 
ble a  la  posteridad  por  sus  crímenes  y 
torpezas. 
HEMBRA. — A  la  hembra  desamorada,  al 
adelfa  le  sepa  el  agua. 

Maldice   a   las   personas   de   áspera 
condición  y  genio  desagradecido,  con 
alusión  al  amargor  de  la  adelfa. 
Lloro  de  hembra  no  te  mueva,  que  lloro  y 
risa  presto  lo  engendra. 

Aconseja  no  se  haga  caso  del  llanto 
de  ciertas  mujeres,  pues  con  tanta  fa- 
cilidad fingen  la  alegría  como  la  triste- 
za para  conseguir  sus  fines  particulares. 
Ni  nunca  hembra  harta  de  bienes  se  vido, 
ni  beodo  harto  de  vino. 

Satiriza  la  desmedida  afición  que  tie- 
nen a  las  riquezas  y  al  lujo  algunas  mu- 
jeres. 
De  hembras  está  empedrado  el  mundo. 
Sátira  contra  las  mujeres,  por  lo  mu- 
cho que  abundan. 
HEÑIR.  —  Hay  mucho  que  heñir. 

Denota  que  para  concluir  una  cosa 
todavía  se  necesita  seguir  trabajando 
mucho  en  ella.  —  Heñir  es  tanto  como 
sobar  la  masa  con  los  puños. 


HERCULES 


—  442  — 


HERMANO 


HÉRCULES.  —  Hércules  no  pudo  con- 
tra dos. 

Manifiesta  lo  difícil  que  es  vencer 

cuando  el  enemigo  es  doble  que  uno. 

HEREDAR.— El  que  lo  hereda  no  lo  hurta. 

Se  aplica  a  los  hijos  que  salen  con 

las  mismas  inclinaciones  y  propiedades 

que  tienen  sus  padres. 

¿Heredástelo  o  ganástelo? 

Demuestra  la  facilidad  con  que  se 
malgastan  los  caudales  que  no  ha  cos- 
tado trabajo  adquirir. 
Quien  no  hereda,  no  medra. 

Es  muy  difícil  que  se  junten  grandes 
caudales  y  riquezas  con  sólo  la  indus 
tria  y  el  trabajo. 
HEREDERO.  —  Hacer  uno  una  cosa   a 
costa  de  sus  herederos. 

Manera  festiva  de  decir  que  aquello 
que  uno  hace  le  cuesta  su  dinero;  por- 
que es  claro  que  todo  cuanto  gasta- 
mos en  vida,  eso  menos  tienen  que  per- 
cibir los  que  nos  hereden  a  la  hora  de 
nuestra  muerte. — Cervantes  puso  en 
boca  de  Sancho  Panza  (Qtiijote,  II,  25): 
<Es  mi  Teresa  de  aquellas  que  no  se 
dejan  mal  pasar,  aunque  sea  a  costa  de 
sus  herederos»;  y  yo  puse  por  colo- 
fón a  mi  folleto  Cervantes,  teólogo :  «Fué 
impresa  la  presente  carta  en  Toledo,  a 
costa  de  los  herederos  del  autor,  en 
casa  de  Cea,  a  XV  días  del  mes  de  julio 
del  año  de  gracia  de  MDCCCLXX.», 
con  lo  cual  quise  dar  a  entender  que 
costeé  la  tirada  de  cien  ejemplares,  no 
venales,  de  mi  bolsillo  particular. 
Instituir  heredero,  o  por  heredero,  a 
uno. 

Es  decir,  nombrarle  heredero  en  el 
testamento. 
HERID  A.— La  herida  más  grave  se  recibe 
de  mano  oculta. 

La  ofensa  hace  más  daño  cuando  se 
ignora  quién  es  el  ofensor,  toda  vez 
que  no  podemos  vengarnos  de  él. 
Manifestar  la  herida.— V.  Resollar,  o  res- 
pirar, por  la  herida,  segunda  acep- 
ción. 
Mejor  curada  está  la  herida  que  no  se  dio 
que  la  que  se  cura  bien. 

Es  preferible  evitar  una  ofensa  que 
tener  que  disculparse  después  de  ella, 
pues  aunque  perdone  el  ofendido,  siem- 
pre queda  su  recuerdo. 


Renovar  la  herida. 

Recordar  una  cosa  que  causa  senti- 
miento. 
Resollar,  o  respirar,  por  la  herida. 

Echar,  despedir  el  aire  interior  por 
ella.  —  Explicar  o  desahogar  el  senti- 
miento que  se  tenía  reservado. 
Tocar  a  uno  en  la  herida. 

Aludirle  a  algo  sobre  que  está   re- 
sentido. 
HERMANA.  —  (Quién  es  tu  hermana? 
—  La  vecina  más  cercana. 

Por  ser  la  persona  que,  por  la  proxi- 
midad, puede  socorrernos  mejor  en  un 
caso  de  apuro. 
HERMANO.  —  El  hermano  quiere  a  la 
liermana,  y  el  marido  a  la  mujer  sana. 

El  cariño  fraternal  siempre  existe, 
pero  no  en  el  matrimonio,  cuando  la 
conducta  de  la  mujer  deja  que  desear. 
Hermano  ayuda,  y  cuñado  acuña. 

Demuestra  los  encontrados  afectos 
que  de  ordinario  se  experimentan  en- 
tre hermanos  y  cuñados. 
Hermano,  medios  con  vuestro  palmo. 

Aconseja  que  nadie  intente  salir  de 
su  esfera. 
Hermano,  para  decir :  El  toro  viene,  no 
es  menester  tantos  arrempujones. 

Expresión  con  que  se  queja  una  per- 
sona de  que  se  le  diga  algo  de  mala 
manera. —  Alude  a  que  yendo  un  ciego 
por  la  calle,  cierta  vez  sintió  carreras 
y  voces  que  decían  que  venía  un  toro 
escapado.  Suplicó  que  le  metiesen  en 
un  portal  o  le  arrimasen  a  la  pared, 
cosa  que  nadie  hizo;  pero  llegando  el 
animalito  aludido  le  mandó  de  un  gol- 
pe a  la  acera  opuesta,  y  él,  entonces, 
al  levantarse  maltrecho,  creyendo  que 
era  algún  transeúnte  el  que  le  había 
salvado  de  aquella  manera  tan  brusca, 
prorrumpió  en  la  exclamación  arriba 
apuntada. 
Hermano  quiere  a  hermano;  guardián, 
a  fraile  sano. 

El  cariño  de  los  hermanos  es  más 
desinteresado  que  el  que  suele  reinar 
entre  los  individuos  pertenecientes  a 
una  misma  corporación  o  colectividad. 
Llorar  por  hermano  y  sentir  por  cu- 
ñado. 

Manifiesta   la   diferencia  del  cariño 
que  hay  entre  ambos  parentescos. 


HERMOSA 


—  443  — 


HÉROE 


Entre  hermanos,  dos  testigos  y  un  nota- 
rio. —  V.  Entre  dos  amigos,  un  notario 
y  dos  testigos. 
Partir  como  hermanos  :  lo  mío,  mío,  y  lo 
tuyo,  de  entrambos. 

Expresa  el  carácter  interesado   de 
algunas  personas,  aun   tratándose   de 
parentescos  próximos. 
Siete  hermanos  en  un  consejo,  a  las  veces 
juzgan  tuerto,  a  las  veces  juzgan  derecho. 
Indica    la    diferencia   de   pareceres 
cuando  se  juntan  varias  personas. 
HERMOSA.  —  Aquella  es  hermosa  que 
con  agua  del  río  puesta  una  lencereja, 
sin  otra  compostura,  relumbra  como  una 
estrella. 

Manifiesta  que  la  verdadera  belleza 

de  la  mujer  es  la  natural,  y  no  la  que 

se  adquiere  con  pinturas  ni  mejunjes. 

Aquella  es  hermosa  que  es  buena  de  su 

cuerpo. 

La  castidad  es  la  verdadera  hermo- 
sura de  la  mujer. 
Dile  que  es  hermosa,  y  tornarse  ha  loca. 
Algunas  mujeres  pierden  los  estri- 
bos cuando  se  oyen  alabar. 
Hermosa,  como  gata  legañosa. 

Manera  de  llamar  fea  y  asquerosa  a 
una  mujer. 
Hermosa  que  encanta,  si  es  tonta  que  es- 
panta, buen  músico  y  mala  garganta. 

Compara  a  la  mujer  bella,  pero  falta 
de  discreción,  con  el  que,  poseyendo 
los  secretos  del  divino  arte,  tiene  una 
voz  detestable. 
Ni  hermosa  que  todos  alaben,  ni  fea  que 
a  todos  espante. 

Indica  las  cualidades  que  debe  tener 
la  mujer  propia. 
No  hay  hermosa  si  no  toca  en  Roma.  — 
V.  A  los  solos,  sola  Roma;  amor  a  los 
solos,  sola. 
Todas  las  hermosas  son  desdichadas. 
Generalmente    la    hermosura  suele 
llevar  aparejada  la  desgracia. 
HERMOSO.  —  Hermoso  como  mil  perlas. 
Dícese    hiperbólicamente    de    todo 
aquello  que  sobresale  por  su  belleza. 
Más  hermoso  parece  el  soldado  muerto 
•  en  la  batalla,  que  sano  en  la  huida. 

Porque  el  morir  por  la  patria  con 
honra  es  una  gloria,  mientras  que  el 
que  huye  no  puede  ser  tachado  más 
que  de  cobarde. 


Sólo  es  hermoso  lo  que  agrada.  —  V.  A 
ninguno  le  huelen  mal  sus  pedos,  ni  sus 
hijos  le  parecen  feos. 
Todo  lo  hermoso  es  amable. 

O  por  lo  menos  nos  lo  parece  a  nos- 
otros, puesto  que  lo  miramos  con  los 
ojos  del  cariño. 
HERMOSURA. — A  mayor  hermosura, 
mayor  cordura. 

Las  mujeres  hermosas   son  las  que 
deben   tener   más  juicio,   para   evitar 
que  se  atente  a  su  castidad. 
Hermosura  y  discreción  se  encuentran 
en  toda  nación. 

No  es  privativo  de  ningún  país  el 
contar  en  su  suelo  con  mujeres  her- 
mosas y  hombres  sabios,  pues  aqué- 
llas y  éstos  existen,  en  mayor  o  menor 
número,  en  todas  las  regiones  del  orbe. 
La  hermosura  de  algunas  mujeres  tiene 
días  y  sazones. 

Porque  no  siempre  están  de  buen 
humor,  y  el  mal  genio  las  hace  apare- 
cer feas. 
La  hermosura  en  la  mujer  es  una  pri- 
mavera alegre  de  quince  a  veinticinco; 
un  verano  agradable,  de  veinticinco  a 
treinta  y  cinco;  un  estío  seco,  de  treinta 
y  cinco  hasta  cuarenta  y  cinco,  y  un  in  - 
vierno  mustio,  desde  ahí  en  adelante. 

Tal  es  la  regla  general;  pero  no  fal- 
tan excepciones  que  acrediten  cuánto 
más  valen  en  gracia  y  hermosura  algu- 
nas individuas  comprendidas  en  este 
último  período,  que  muchas  de  las  per- 
tenecientes a  alguno  de  los  anteriores. 
¡Qué hermosura  de  rebusca,  o  de  rebusco! 
Dícese   del    que   con   poco   trabajo 
quiere  conseguir  mucho  fruto. 
Tuve  hermosura  y  no  tuve  ventura. — 
V.  Todas  las  hermosas  son  desdichadas . 
KBROBBS.-Andar  de  Herodes  a  Pilatos. 
Ir  de  mal  en  peor,  y  también  ser  mo- 
lestamente traído  de  una  a  otra  parte. 
¡Lástima  que  no  vuelva  Herodes  al  mundo  l 
Imprecación  en  que  se  prorrumpe 
cuando  molestan  hasta  la  saciedad  las 
criaturitas  ajenas. 
HÉROE.  —  El  héroe  por  fuerza. 

Aplícase  este  dictado  a  la  persona  a 
quien  las  circunstancias  obligan  a  dis- 
tinguirse en  cualquier  concepto  favo- 
rable, sin  solicitarlo  por  su  parte  ni 
siquiera  esperarlo. 


HEROÍSMO 


—   444 


HIDALGO 


No  hay  héroe  para  su  ayuda  de  cámara. 

El  prestigio  de  que  se  halla  revesti- 
do un  personaje  ante  el  público,  se  re- 
baja considerablemente  a  los  ojos  de 
los  individuos  que  tienen  con  él  trato 
íntimo  o  familiar. — Este  dicho,  de  ori- 
gen francés  y  que  se  atribuye  común- 
mente al  mariscal  de  Catinat,  se  halla 
substancialmente  comprendido  en  el 
siguiente  pasaje  de  Montaigne  (Essais, 
libro  III,  cap.  II): 

«Hay  quien  se  ostenta  maravilloso  a 
la  faz  del  mundo,  y  ni  su  mujer  ni  su 
criado  han  advertido  en  él  nada  que 
les  llame  la  atención.  Pocos  hombres 
fueron  admirados  de  sus  familiares,  y, 
como  lo  acredita  la  experiencia,  ningu- 
no fué  profeta,  no  ya  en  su  hogar,  pero 
ni  en  su  patria.  > 

Y  es  que  el  héroe,  por  serlo,  no  deja 
en  el  terreno  doméstico  de  ser  hom- 
bre, sujeto,  por  ende,  a  las  flaquezas, 
miserias  y  achaques  inherentes  a  la 
condición  humana;  por  eso  dijo  muy 
atinadamente  La  Rochefoucauld  que 
«la  mayoría  de  los  héroes  son  como 
ciertos  cuadros,  que  para  que  causen 
efecto  se  necesita  verlos  de  lejos>. 

Puigblanch  (Opuse,  I,  166)  escribió: 
«Hace  muchos  años  que  se  dijo  que  no 
hay  ningún  héroe  que  lo  sea  a  los  ojos 
de  su  ayuda  de  cámara;  así  como  tam- 
bién que  si  las  miserias  que  cada  uno 
sabe  de  sí  mismo  las  supieran  los  de- 
más, no  habría  quien  saliese  a  la  callo 
HEROÍSMO.  —  Conocerse  es  heroísmo, 
pero  es  virtud  muy  escasa  que  el  amor 
propio  embaraza. 

Aunque  conozcamos  nuestros  defec- 
tos, no   queremos   nunca   declararlos, 
por  exceso  de  amor  propio. 
HERRADA.  —  Una  herrada  no  es  cal- 
dera. 

Se  usa  esta  expresión  familiar  para 
excusarse  uno  cuando  ha  incurrido  en 
alguna  equivocación  o  error  de  poca 
importancia.— Para  mayor  claridad,  véa- 
se lo  dicho  al  final  del  artículo  Creer  en 

la  ERRADA. 

HERRADURA.  —Asentarse  la  herra- 
dura. 

Lastimarse  el  pie  o  mano  de  las  ca- 
ballerías por  estar  muy  apretada  la  he- 
rradura. 


Herradura  que  chapeletea,  clavo  le  falta. 
Denota  al  que  blasona  mucho  de  su 
nobleza,  ciencia,  virtud,  etc.,  teniendo 
en  ello  faltas  considerables. 
Mostrar  las  herraduras. 

Frase  que  se  usa  para  explicar  que 
una  caballería  es  falsa  o  que  tira  co- 
ces. —  Tomar  la  huida.  — V.  Descubrir 

uno  la  HILAZA. 

HERRAMIENTA.  —  Menear  la  herra- 
mienta. 

Comer  con  apetito. 
HERRERO.  —  Al  herrero,  con  barbas,  y 
a  las  letras,  con  babas. 

Para  ejercer  ciertas  artes  mecánicas 
se  necesita  fuerza,  y  ésta  sólo  se  tiene 
en  la  edad  vigorosa,  mientras  que  las 
ciencias  se  han  de  empezar  desde  niño. 
Como  el  herrero  de  Fuentes,  o  de  Maza- 
riegos,  que  a  fuerza  de  machacar  se  le 
olvidó  el  oficio. 

Moteja  de  torpe  en  sumo  grado  a  la 
persona  que  cuanto  más  se  ejercita  en 
una  faena,  acaba  por  desempeñarla  de 
peor  manera. 
De  herrero  a  herrero  no  pasan  chis- 
pas.—  V.  Entre  sastres  no  se  pagan  he- 
churas. 
El  herrero  de  Arganda,  él  se  lo  fuella  y 
él  se  lo  macha,  y  él  se  lo  lleva  a  vender  a 
la  plaza. 

Aplícase  al    sujeto  que   desempeña 
todas  sus  diligencias  por  sí  mismo,  sin 
apelar  al  servicio,  auxilio  o  favor  ajeno. 
Sopla,  herrero,  y  ganarás  dinero. 

Encomienda  la  virtud  del  trabajo. 
Quien  deja  al  herrero  y  va  al  herrón, 
gasta  su  hierro  y  quémase  el  carbón. 

Aconseja  preferir  lo  mejor,  aunque 
cueste  más  caro. 
HIDALGO.  — Aquel  es  hidalgo  que  hace 
las  obras. 

Las  buenas  acciones  acreditan  la  no- 
bleza de  las  personas. 
El  hidalgo  de  Guadalajara,  lo  que  ofrece 
a  la  noche  no  cumple  a  la  mañana. 

Critica  a  aquellos  que  faltan  a  su  pa- 
labra. 
El  hidalgo  y  el  galgo,  y  el  t a  legón  de  la 
sal,  cabe  el  huego  lo  buscad.  % 

Aconseja  se  busque  cada  cosa  en  el 
sitio  en  que  es  más  probable  se  halle. 
Así,  la  vida  sedentaria  y  ociosa  que 
por  lo  común  llevaban  los  hidalgos  de 


HIDALGO 


—  445    — 


HIELO 


nuestra  nación  (especialmente  los  de 
aldea,  cual  D.  Quijote  de  la  Mancha), 
era  causa  de  que  apenas  abandonaran 
su  hogar  como  no  fuera  para  asistir  a 
misa,  hacer  alguna  visita  o  ir  de  caza 
en  compañía  de  su  inseparable  galgo  o 
lebrel. — El  talego,  talegón  o  taleguilla  de 
la  sal  significa  el  gasto  que  exige  dia- 
riamente el  sostén  de  una  casa;  y  sabi- 
do es  que  donde  más  ostensiblemente 
se  manifiesta  ésta  es  en  el  huego,  o  sea 
«1  fuego,  fogón  u  hogar;  en  una  palabra, 
en  la  cocina,  en  la  mesa,  en  la  comida. 
Si  bien  lo  más  común  era  decir  anti- 
guamente taleguilla  de  la  sal  en  la  acep- 
ción antes  expresada,  no  debe  chocar 
el  usarse  en  este  refrán  la  voz  talegón 
(como  escribe  el  Comendador),  pues  es 
notorio  que  existen  en  nuestra  lengua 
varios  diminutivos  con  forma  aumenta- 
tiva, tales,  entre  otros,  como  alón,  ca- 
jón, montón,  pontón,  portón,  lanzón,  plu- 
mión, artesón,  etc.  Cañamón  y  piñón, 
semillas  respectivamente  de  cáñamo  y 
de  pina,  son  objetos  más  pequeños  que 
sus  producciones  relativas;  y  pelón  y  ra- 
bón, más  que  de  diminutivos,  deberían 
ser  calificados  de  privativos,  en  atención 
a  expresar  seres  que  carecen  de  pelo  o 
de  rabo  (i). 

Por  lo  que  toca  a  usarse  lo  por  los  en 
el  refrán  que  nos  ocupa,  es  decir,  el 
singular  por  el  plural,  cúmplenos  de- 
cir cómo  semejante  forma,  siquiera  no 
se  ajuste  rigurosamente  a  los  cánones 
gramaticales,  la  vemos  frecuentemen- 
te usada  por  nuestros  clásicos,  y  aun 
en  muchos  refranes;  v.  gr. :  Al  médico, 
confesor  y  letrado,  no  lo  traigas  enga- 
ñado. —  Aladre  vieja  y  camisa  rota,  no 
es  deshonra. —  A?nigo,  viejo;  tocino  y  vino 
añejo. —  Afujer,  viento  y  ventura,  presto 
se  muda,  etc. — Últimamente,  de  la  pala- 
bra cabe  nada  hay  que  decir,  pues  sa- 
bido es  que  antiguamente  significaba 
junto  a  o  cerca  de;  circunstancia  que 
acredita   una  vez  más  la  significación 


(i)  Es  lástima  que  no  tengamos  un  dicciona- 
rio de  los  privativos  castellanos.  Los  franceses, 
que  cultivan  su  lengua  mucho  más  que  nosotros 
la  nuestra,  poseen  el  suyo,  intitulado  Vocabulaire 
de  nouveaux  privatifs  franjáis,  por  Charles  Pou- 
gens.  París,  1793,  4.0 


arriba  dada  a  la  taleguilla,  talegón  o  ta- 
lego de  la  sal;  pues  si  esta  idea  se  toma- 
ra en  su  sentido  recto,  triste  porvenir 
le  esperaba  a  la  sal  arrimada  a  la  lum- 
bre, y  peor  a  las  personas  que  estuvie- 
ran alrededor  del  fuego. 
El  hidalgo,  el  gavilán  y  el  galgo,  con  un 
papo  harto. 

Denota  que  la  buena  alimentación 
debe  procurarse  en  ellos  para  que  estén 
satisfechos  y  cumplan  con  sus  obliga- 
ciones. 
Hidalgo  como  el  gavilán. 

Dícese  de  la  persona  desagradecida 
a  sus  bienhechores. 
Hidalgo  honrado,  antes  roto  que  remen- 
dado. 

La  persona  honrada  prefiere  la  po- 
breza a  la  riqueza  con  indignidad. 
Ser  hidalgo  como  el  rey. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  per- 
tenecen a  la  nobleza  por  su  nacimiento. 
HIDRÓPICO.—  Ser  como  el  hidrópico, 
que  cuanto  más  bebe  más  sed  tiene. 

Se  refiere  a  aquellas  personas  ambi- 
ciosas que  nunca  están  conformes  con 
lo  que  poseen. 
HIÉL.  —  Echar  uno  la  hiél. 
Trabajar  con  exceso. 
Estar  uno  hecho  de  hiél. 

Pondera  la  irritación,  cólera  o  des- 
abrimiento de  una  persona. 
No  tener  uno  hiél. 

Ser  sencillo  y  de  genio  suave. 
Poca  hiél  corrompe,  o  hace  amarga,  mucha 
miel. 

Un  pesar,  por  pequeño  que  sea,  quita 
el  gusto  que  causa  un  placer,  aunque 
sea  grande.  —  También  significa  que  es 
muy  perjudicial  una  mala  compañía, 
pues  que  uno  malo  puede  pervertir  a 
muchos  que  eran  buenos. 
Quien  te  dio  la  hiél,  te  dará  la  miel. 

Enseña  que  la  corrección  de  los  su- 
periores, aunque  parezca  amarga,  pro- 
duce efectos  dulces. 
Dar  a  beber  hieles. 

Ocasionar  disgustos  y  pesadumbres. 
Tragar  hieles.  —  V.  Tragar  quina. 
HIELO.  —  Estar  uno  hecho  un  hielo. 
Estar  muy  frío. 
Muy  mal  un  hielo  con  otro  saca  lumbre. 
Los  temperamentos  apáticos  no  son 
capaces  de  grandes  entusiasmos. 


HIERBA 


446  — 


HIGA 


Romper  el  hielo. 

Ser  uno  el  primero  en  decidirse  a  la 
ejecución  de  una  cosa,  especialmente 
cuando  otro  u  otros  manifiestan  corte- 
dad o  timidez  en  tomar  la  iniciativa. 
HIERBA.  —  Haber  pisado  uno  buena,  o 
víala,  hierba. 

Estar  contento  o  descontento;  estar 
de  buen  o  mal  humor. 
La  mala  hierba  mucho  crece. 

Dícese  de  los  muchachos  que  crecen, 

cuando  al  mismo  tiempo  no  se  aplican. 

Pisar  mala  hierba.  —  V.  Haber  pisado 

uno  buena,  o  mala,  hierba. 
Sentir  nacer,  o  crecer,  la  hierba. 

Ser  muy  sagaz;  poseer  talento  des- 
pejado.— Tener  fino  el  órgano  del  oído. 
Más  vale  hierbas  con  amor  que  salsas  con 
rencor.  —  V.  Más  vale  pan  con  amor  que 
gallina  con  dolor. 
HIERBABUENA.  —  La   hierbabuena 
en  la  guerra,  ni  la  comas  ni  la  siembres. 
Dice  Sorapán  de  Rieros,  apoyándose 
en  la  autoridad  de  Aristóteles,  que  la 
razón  de  este  refrán  es  porque  la  hier- 
babuena  resfría   los    miembros  y   co- 
rrompe la  simiente.  Juzgando  que  sería 
imprudente  el  extenderme  sobre  ma- 
teria tan  resbaladiza,  remito  al  lector  al 
tomo  III  de  mi  Refranero  general  es- 
pañol, en  que  reproduje  la  Medicina  es- 
pañola contenida  en  proverbios  vulgares 
de  nuestra   lengua,   compuesta  por   el 
Dr.  Juan  Sorapán  de  Rieros,  en  cuya 
página  223  hallará  este  asunto  tratado 
con  toda  extensión. 
HIERRO.  —  Agarrarse  a,  o  de,  un  hierro 
ardiendo.  —  V.  Agarrarse  a,   o  de,  un 
clavo  ardiendo. 
A  hierro  y  fuego.  —  V.A  sangre  y  fuego. 
Al  hierro  caliente,  batir  de  repente,   o 
Cuando  el  hierro  está  encendido,  enton- 
ces ha  de  ser  batido. 

Conviene  aprovechar  la  oportunidad 
o  el  momento  crítico  para  hacer  con 
acierto  aquello  que  nos  proponemos. 
Cargado  de  hierro,  cargado,  o  cagado,  de 
miedo,  u  Hombre  de  mucho  hierro,  hom- 
bre de  muc/u)  miedo. 

Dícese  de  la  persona  que  está  presa 
o  encadenada. 
Dar  a  mascar  hierro  a  alguno. 

Darle  en  cara  con  alguna  cosa  que  le 
molesta.  —  V.  Tragar  quina. 


¡Eche  usted  hierro! 

Más  comúnmente:  ¡Eche  usté  fierro*. 
Dícese  cuando  se  oye  algo  que  es  exa- 
gerado. 
Eso  es  lo  mismo  que  machacar  en  hierro 
frío. 

Ser  inútil  la  corrección  y  doctrina 
cuando  el  natural  es  duro  y  mal  dis- 
puesto a  recibirla. 
Labrar  en  hierro  frío.  —  V.  Eso  es  lo 

mismo  que  machacar  en  hierro  frío. 
Librar  el  hierro. 

Separarse  las  hojas  de  las  espadas. 
Los  que  matan  a  hierro,  de  esa  misma 
muerte  acabarán.  —  V.  Quien  a  hierro 
mata,  a  hierro  muere. 
Llevar  hierro  a    Vizcaya .  —  V.   Llevar 

leña  al  monte. 
Para  el  hierro  ablandar,  machacar  y  ma- 
chacar. 

La  constancia  es  la  más  segura  ga- 
rantía del  buen  éxito. 
Quien  a  hierro  mata,  a  hierro  muere. 
El  mal  que  hacemos  al  prójimo,  re- 
fluye, por  lo  general,  en  nuestro  propio 
daño. 
(Tengo  acaso  un  hierro  en  la  cara}  — 

V.  (Tengo  monos  en  la  cara? 
Tocar  hierro. 

Juntarse  las  hojas  de  las  espadas. 
HIGA.  —  Dar  higa  la  escopeta. 

No  dar  lumbre  el  pedernal  al  dispa- 
rarla. 
Dar  una  higa. 

Burlarse  o  despreciar  a  una  persona, 
haciendo  un  signo  que  consiste  en  mos- 
trarle el  puño  después  de  haber  pasado 
el  dedo  pulgar  por  entre  el  índice  y  el 
del  corazón. 
Mear  claro  y  dar  una  higa  al  médico. 

Indica  que  el  que  goza  de  buena  sa- 
lud no  necesita  de  los  auxilios  de  la  Me- 
dicina. 
No  importarle  a  uno  alguna  cosa  una 
higa.  —  V.  No  dársele  a  uno  un  higo. 
Una  higa  hay  en  Roma  para  quien  le  dan 
y  no  toma. 

Dícese  a  aquel  a  quien  se  ofrece  algo 
y  por  cortedad  no  quiere  aceptarlo.  — 
V.  Tú  te  lo  PIERDES. 
Dar  dos  higas.  —  V.  Dar  una  higa. 
Dar  dos  higas  al  qué  dirán. 

Burlarse  de,  o  no  importarle  nada,  las 
hablillas  de  los  demás. 


HÍGADO 


447  — 


HIJA 


No  dar  por  una  cosa  dos  higas. 
Despreciarla. 
HÍGADO.  —  Con  lo  que  sana  el  hígado, 
enferma  el  bolsillo. 

Las  cosas  importantes  no  se  consi- 
guen sin  trabajo  y  costa. 
Lo  que  es  bueno  para  el  hígado  es  malo 
para  el  bazo. 

Enseña  que  lo  que  aprovecha  para 
unas  cosas  suele  dañar  para  otras. 
Echar  uno  los  hígados.  —  V.  Echar  uno 

la  HIÉL. 

Echar  uno  los  hígados  por  una  cosa. 
Solicitarla  con  ansia  y  diligencia. 
Estar  enamorado  hasta  los  hígados. 

Hallarse  dominado  por  la  pasión  amo- 
rosa exageradamente. 
Hasta  los  hígados. 

Denota  la  intensión  y  vehemencia  de 
un  afecto. 
Querer  uno  comer  a  otro  los  hígados. 
Úsase  para  denotar  la  crueldad  y  rabia 
con  que  uno  desea  vengarse  de  otro. 
Tener  malos  hígados. 

Ser  de  índole  dañina,  de  malas  inten- 
ciones. 
HIGO.  —  Agua  al  higo,  .y  a  la  pera,  vino. — 
Véase  en  el  artículo  Agua. 
Con  un  higo  se  bebe  tres  veces. 

Máxima  de  los  aficionados  al  vino. 
El  higo,  para  ser  bueno,  ha  de  tener  cuello 
de  ahorcado,  ropa  de  pobre  y  ojo  de  viuda. 
Esto  es,  pezón  seco,  pellejo  arrugado 
y  que  fluya  almíbar  por  su  base. 
El  higo  que  roda,  para  mi  señora;  el  que 
se  está  quedo,  para  mime  lo  quiero. 

El  higo  que  rueda  es  a  causa  de  estar 
duro,  por  seco;  mientras  que  el  que  no 
se  mueve,  es  por  efecto  de  encontrarse 
tierno  y  jugoso. 
No  dársele  a  uno  un  higo. 

No  importarle  nada  una  cosa. 
No  estimar  en  sólo  un  higo. 

Despreciar  una  cosa  por  ser  de  poco 
valor . 
No  se  me  da  un  higo  en  perder  tal  amigo; 
y  de  pena  muriera  si,  como  debe  ser,  mi 
amigo  fuera. 

Dícese   cuando  se  riñe  con   alguna 
persona  falsa   o  traidora,   retirándole 
nuestra  amistad. 
De  higos  a  brevas. 

Ocurrir  una  cosa  de  cuando  en  cuan- 
do o  de  tarde  en  tarde. 


En  tiempo  de  higos  no  hay  amigos. 

Cuando  se  está  en  la  abundancia  y 
en  la  prosperidad,  hay  muchos  que  se 
olvidan  de  los  amigos  que  tuvieron  an- 
tes de  disfrutar  de  ella. 
Quien  quiera  higos  de  Lepe,  que  trepe. 

Manifiesta  que  el  que  aspire  a  alcan- 
zar una  cosa  buena,  tiene  que  pasar 
molestias  y  trabajos  hasta  su  logro. 
HIGUERA.  —  Cuando  brota  la  higuera^ 
requiere  a  tu  compañera;  y  si  no  te  quiere 
escuchar,  espera  a  que  brote  el  moral. 

Expresa  que  en  el  verano,  que  es 
cuando  echan  las  hojas  el  moral  y  la 
higuera,  se  desarrollan  más  los  deseos 
genésicos  en  las  mujeres.  Puede  verse 
sobre  esta  materia,  tratada  con  toda  ex- 
tensión, la  ya  citada  obra  de  Sorapán 
de  Rieros,  publicada  en  mi  Refranero 
general  español,  tomo  III,  págs.  211-227. 
La  higuera,  el  pie  en  el  agua  y  el  sol  en 
la  cabeza. 

Da  a  entender  que  requiere  el  cultivo 

de  este  árbol  mucho  riego  y  mucho  sol. 

HIJA.  —  A  la  hija  casada  sálennos  yernos. 

Reprende  a  las  personas  que  no  ha- 
biendo querido  aliviar  antes  los  traba- 
jos de  alguno,  acuden,  después  que  por 
otro  lado  se  remediaron,  con  ofertas  y 
muestras  de  deseo  de  repararlos. 
A  la  hija  mala,  dineros  y  cas  alia,  o  dale- 
dinero  y  cásala. 

Denota  cuánto  deben  cuidar  los  pa- 
dres de  casar  a  las  hijas  que  descubren 
malas  inclinaciones,  sin  reparar  en  los 
gastos  que  esto  les  ocasione. 
A  la  hija,  pan  y  comedia;  y  a  la  nuera,  pan 
y  afuera. 

Expresa  cuan  diferente  es  el  trato 
que  se  da  a  los  hijos  de  la  sangre  y  a 
los  hijos  políticos. 
A  mi  hija  Antona,  uno  la  deja  y  otro  la 
toma. 

Dícese  cuando  una  cosa  es  muy  soli- 
citada.— Comúnmente  se  aplica  en  mal 
sentido. 
¡Ay,  hija!,  no  tanto,  que  no  pica  la  zarza 
tan  alto. 

Expresión  con  que  se  pretende  re- 
bajar el  orgullo  de  una  persona. 
Casa  a  tu  hija  como  pudieres,  y  a  tu  hijo 
como  quisieres. 

Denota  lo  difícil  que  es  colocar  a  las 
jóvenes  casaderas. 


HIJA 


—  448  — 


HIJA 


Cuando  a  tu  hija/¿  viniere  el  hado,  no  aguar- 
des a  que  venga  su  padre  del  mercado. 

Cuando  se  presenta  en  un  asunto  la 
ocasión  propicia,  conviene  no  dejarla 
pasar  ni  desperdiciarla. 
De  buenos  y  de  mejores  a  mi  hija  vengan 
demandadores. 

Nada  más  natural  en  los  padres  que 
el  deseo  de  que  aspiren  muchos  a  la 
mano  de  su  hija,  para  de  ese  modo  po- 
der elegir  entre  los  pretendientes  aquel 
que  parezca  ser  preferible. 
Hija  de  vaca  brava,  cuando  menos,  topo- 

na.  —  V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 
Hija,  de  vuestros  pabellones  hago  mangas 
y  cabezones. 

Manera  de  burlarse  de  los  pujos  de 
hidalguía  que  padecen  algunos. 
Hija  desposada,  hija  enajenada. 

Expresa  que  la  hija  que  está  para 
casarse  puede  contarse  por  los  padres 
como  perdida,  pues  ya  casi  pertenece 
más  al  futuro  esposo  que  a  los  que  le 
dieron  el  ser. 
Hija  enlodada,  ni  viuda  ni  casada. 

Da  a  entender  que  quien  ha  perdido 
su  opinión  y  fama,  con  dificultad  halla- 
rá acomodo  o  establecimiento. 
Hija  eres,  y  madre  serás. 

Enseña  que  lo  mismo  que  se  trata  a 
los  padres,  será  uno  tratado  más  ade- 
lante por  sus  hijos. 
Hija  Gómez,  si  bien  te  lo  guisas,  bien  te  lo 
comes.  —  V.  Juan  Palomo,  yo  me  lo  guiso 
y  yo  me  lo  como. 
Hija,  ni  mala  seas,  ni  hagas  las  semejas. 
Aconseja   no    sólo   el    obrar  bien  y 
guardar  la  pureza,  sino  también  el  evi- 
tar cualquiera  acción  o  señas  que  pue- 
dan parecer  mal  y  dar  escándalo. 
Hija,  sé  buena.  —  Madre,  atruena.  —  Véa- 
se Predícame  padre,  que  por  un  oído  me 
entra  y  por  otro  me  sale. 
La  buena  hija  crece  cosida  a  la  falda  de 
su  madre.  —  V.  La  doncella,  la  madre 
sobre  ella. 
La  buena  hija  dos  veces  viene  a  casa. 

Debe  considerarse  a  la  casada  que 
sigue  honrando  a  sus  padres  igual  que 
de  soltera,  como  si  se  hubiese  alcan- 
zado una  nueva  hija. 
La  hija  del  bueno,  o  la  habrás  por  orfan- 
dad o  por  gran  duelo. 

Las  mujeres  bien  criadas  suelen  lle- 


gar a  perderse,  o  por  encontrarse  so- 
las, libres  del  freno  de  la  familia,  o  por 
carecer  de   recursos    con   que   poder 
subsistir. 
La  hija,  paridera,  y  la  madre,  cobertera. 
Contra  las  madres  que  son  causa  de 
la  perdición  de  sus  hijas,  por  ayudarlas 
a  encubrir  sus  defectos  o  liviandades. 
Mejor  parece  la  hija  mal  casada  que  bien 
abarraganada. 

La  legitimidad  del  matrimonio,  por 
malo  que  éste  haya  sido,  es  preferible 
a  la  deshonra  de  una  mujer. 
Mentir,  hija,  mas  no  tanto,  que  no  pica  la 
zarza  tan  alto. 

Aconseja  a  los  que  tienen  la  mala 
costumbre  de  mentir,  que,  ya  que  les 
sea  difícil  alejar  de  sí  ese  vicio,  lo 
practiquen  siquiera  con  cierta  aparien- 
cia de  verdad. 

Dice  el  Comendador  en  este  lugar: 
«Lo  entero  es:  Decid,  hija  garrida, 
¿quién  os  mancho'  la  camisa?  —  Madre, 
las  moras  del  zarzal.  —  Mentís,  hija,  eto 
Mi  hija  Antona,  se  fué  a  misa  y  viene  a 
nona. 

Reprende  a  las  mujeres  que  salen 
fuera  de  su  casa  con  pretextos  aparen- 
tes, con  lo  cual  dan  en  qué  pensar  y 
criticar. 
Mi  hija  hermosa,  el  lunes,  a  Toro,  y  el 
martes,  a  Zamora. 

Dícese  de  las  mujeres  andariegas  y 
amigas  de  diversión. 
Mi  hija  Jerotna,  uno  la  deja  y  otro  la 

toma.  —  V.  A  ?ni  hija  Antona,  etc. 
Mi  hija  Marihuerta,  el  un  ojo  en  el  huso 
y  el  otro  en  la  puerta.  —  V.  Mirar  al 
caldo  y  a  las  tajadas. 
Mi  hija  que  hipa,  de  hambre  está  ahita;  mi 
nuera  que  bosteza,  de  harta  está  tesa. 

Contra  los  que  sacan  conclusiones 
falsas  y  violentas  de  sus  respectivos 
antecedentes,  como  quien  dijera:  Ten- 
go sueño  porque  he  dormido  mucho. 
Sufriré  hija  golosa  y  albendera,  ?nas  no 
ventanera. 

Aunque  los  padres  tengan  alguna 
condescendencia  con  sus  hijas  en  cier- 
tos defectos,  como  el  ser  golosas  o 
poco  aplicadas  al  trabajo,  de  ningún 
modo  deben  permitir  que  sean  frecuen- 
tes en  partes  donde  puedan  ser  vistas 
con  detrimento  de  su  fama  y  porvenir. 


HIJA 


—  449   — 


HIJO 


Como  las  tres  hijas  de  Elena. 

Dícese  también:  Tres  eran,  tres,  las 
hijas  de  Elena;  tres  eran,  tres,  y  ninguna 
era  buena;  dando  a  entender  que  de  las 
tres  personas  o  cosas  de  que  se  trata, 
ninguna  es  recomendable. 
Dos  hijas  y  una  madre  son  tres  diablos 
para  un  padre. 

Sobre  todo  si  tanto  las  unas  como  la 
otra  son  de  mala  inclinación.  —  V.  Tres 
hijas  y  la  madre,  cuatro  demonios  para  el 
padre. 
Las  hijas  son  nacidas ,y  los  hijos  son  nacidos. 
Nacidas  significa  landres;  y  nacidos, 
tumores  de  poca  consecuencia.  Apli- 
qúese ésta. 
Más  vale  cinco  hijas  modistillas  que  un 
hijo  canónigo. 

En  los  tiempos  actuales  es  preferible 
esto,  porque  el  jornal  que  ganan  cin- 
co mujeres  en  oficio  tan  lucrativo,  es 
superior  a  los  haberes  que  percibe  un 
canónigo,  aunque  se  lleve  la  vida  más 
descansada. 
Muchas  hijas  en  casa,  iodo  se  abrasa. 

Da  a  entender  el  excesivo  gasto  que 
ocasiona  el  colocar  a  muchas  hijas. 
Muchas  hijas  y  malas  vecinas  y  viejas  vi- 
ñas, destruyen  la  casa. 

Indica  que  son  tres  factores  más  que 
suficientes  para  concluir  con  un  capi- 
tal, por  grande  que  sea. 
Quien  tiene  hijas  para  casar,  tome  vedijas 
para  hilar. 

Aconseja  a  los  padres  que  críen  bien 
a  sus  hijas,  enseñándolas  a  trabajar  para 
cuando  tomen  estado. 
Ser  uno  muy  aficionado  a  las  hijas  de  Eva. 

Ser  muy  enamorado. 
Tres  hijas  y  la  madre,  cuatro  demonios 
para  el  padre. 

Cuando  la  mujer  riñe  con  el  marido 
o  cuando  quiere  alcanzar  alguna  cosa, 
se  ponen  las  hijas  a  favor  de  la  madre 
antes  que  del  padre. 
Vezaste  tus  hijas  galanas,  cubriéronse  de 
hierba  tus  sembradas. 

Pronostica  la  infelicidad  y  malos  su- 
cesos a  los  padres  que  permiten  que  su 
mujer  e  hijas  gasten  con  exceso  a  su 
estado  en  galas  y  en  visitas,  pues  les 
faltarán  medios  para  cultivar  su  ha- 
cienda, por  lo  que  vendrán  a  parar  en 
la  pobreza  y  ruina  de  la  casa. 


HIJITO.— {Cómo  crias  a  tus  hijitos?—  Que- 
riendo al  más  pequeñito. 

Por  lo  general,  los  padres  suelen  sen- 
tir predilección  por  el  último  hijo  que 
nace. 
HIJO.  —  Al  hijo  del  rico  no  le  toques  el 
vestido. 

Da  a  entender  que  por  lo  regular  son 
poco  sufridos   los  hijos  de  los  pode- 
rosos. 
Al  hijo  del  vecino,  quitarle  el  moco,  o  lim- 
piarle las  narices,  y  meterlo  en  casa. 

Recomienda  a  los  padres  que  para 
casar  a  sus  hijos  deben  escoger  perso- 
nas cuyas  prendas  y  cualidades  sean 
de  ellos  conocidas  desde  muy  antiguo. 
Allí  haz  a  tu  hijo  heredero,  donde  anda  la 
niebla  en  el  mes  de  enero. 

Como  el  terreno  que  en  el  mes  de 
enero  lo  cubre  la  niebla  suele  ser  muy 
productivo,  se  explica  el  deseo  indica- 
do en  este  adagio. 
A  mi  hijo  Lozano  no  me  lo  cerquen  cuatro. 

Expresa  que  cuando  el  número  se 
impone,  de  nada  sirve  el  valor. 
Antes  falta  el  hijo  al  padre  que  el  agua 
al  aire. 

Pronostica  que  tras  el  viento  es  se- 
gura la  lluvia. 
A  tu  hijo,  buen  nombre  y  buen  oficio. 

Recomienda  a  los  padres  que  dejen 
a  sus  hijos  como  la  mejor  herencia  un 
apellido  honrado  y  los  medios  de  ga- 
narse la  subsistencia. 
Cada  hijo  de  vecino  tiene  sus  hechos  por 
padrino.  —  V.  Cada  uno  es  hijo  de  sus 
obras. 
Cada  hijo  trae  al  nacer  un  pan  debajo  del 
sobaco,  o  del  brazo. 

Modo  de  dar  a  entender  que  el  va- 
rón es  la  Providencia  sensibilizada  de 
cada  familia.  —  Hoy,  que  la  idiosincra- 
sia de  la  mujer  española  ha  variado 
notablemente  por  causa  de  su  educa- 
ción y  tendencias  varoniles,  hombru- 
nas o  amachadas,  por  lo  independien- 
tes, copia  del  natural  extranjero,  no 
resulta  tan  exacto  el  refrán  como  en 
los  tiempos  de  antaño.  Tan  cierto  es 
que  antiguamente  se  reputaba  por  de 
mejor  agüero  el  nacimiento  de  un  va- 
rón que  el  de  una  hembra,  que  para 
comprobarlo  basta  recordar  el  refrán 
que  dice:  Mala  noche,  y  parir  hija. 
29 


HIJO 


—  45°  — 


HIJO 


Cada  uno  es  hijo  de  sus  obras. 

La  conducta  o  manera  de  obrar  de 
una  persona  sirve  mejor  para  darla  a 
conocer  que  las  noticias  de  su  naci- 
miento o  linaje. 

Come  bien,  hijo,  que  tú  escotarás. — Véase 
Come,  que  de  lo  tuyo  comes. 

Como  mi  hijo  entre  fraile,  mas  que  no  me 
quiera  nadie. 

Con  tal  de  conseguir  nuestro  gusto, 
lo  demás  nos  tiene  sin  cuidado. 

i  Cuál  hijo  quieres}  —  Al  niño  cuando  crece 
y  al  enfer?no  mientras  adolece. 

El  cariño  de  los  padres  se  mueve  y 
se  aumenta  a  la  vista  de  las  necesidades 
o  desgracias  de  los  hijos. 

Dichoso  el  hijo  que  tiene  a  su  padre  en  el 
infierno. 

Acaso  indica  esta  frase  que  puede  el 
tal  hijo  impunemente  hacer  aquí  todo 
el  mal  que  quiera,  porque  aunque  vaya 
al  infierno,  su  padre  procurará  acomo- 
darle bien  en  él. 

El  hijo  borde  y  la  muía,  cada  día  se  mudan. 
Demuestra    la   poca   estabilidad  de 
obras  y  palabras  en  la  gente  rústica  y 
mal  nacida. 

El  hijo  bueno  sufre  lo  malo  y  lo  bueno.  — 
V.  El  hijo  del  bueno,  pasa  malo  y  bueno. 

El  hijo  de  la  cabra  ha  de  ser  cabrito.  — 
V.  De  tal  palo,  tal  astilla. 

El  hijo  de  la  cabra  una  hora  ha  de  balar, 
o  de  una  hora  a  otra  bala. 

El  que  es  de  ruin  nacimiento,  cuan- 
do menos  se  piensa,  descubre,  como 
suele  decirse,  la  oreja. 

El  hijo  de  la  gata  ratones  caza,  o  mata. 

Demuestra  el  poderoso  influjo  que  \ 
tienen  en  los  hijos  el  ejemplo  y  las  eos-  I 
tumbres  de  los  padres. 

El  hijo  del  asno  dos  veces  rebuzna,  o  roz- 
na, al  dia. 

Como  son  los  padres  o  los  maestros, 
así  tienen  que  conducirse  los  hijos  o 
los  discípulos  en  sus  costumbres  y  en 
sus  obras. 

jE/hijo  del  asno,  una  hora  al  día  brama. — 
V.  El  hijo  del  asno,  dos  veces  rebuzna,  o 
.  rozna,  al  dia. 

El  hijo  del  bueno,  pasa  malo  y  bueno. 

La  buena  educación  que  se  recibe  es 
la  que  contribuye  mucho  a  llevar  con 
igualdad  tanto  la  próspera  como  la  ad- 
versa fortuna. 


El  hijo  del  hidalgo,  un  pie  calzado  y  otro 
descalzo. 

Los  antiguos  hidalgos  solían  pasar 
mil  penalidades  por  no  querer  des- 
honrar sus  pergaminos  dedicándose  a 
cierta  clase  de  trabajos  distintos  de  los 
de  servir  a  Dios  o  al  rey. 

El  hijo  del  mezquino,  poco  pan  y  mucho 
vicio. 

El  padre  que  es  avariento  y  misera- 
ble, deja  entera  libertad  de  ser  vicioso 
a  su  hijo,  con  tal  que  éste  no  le  pida  o 
le  cueste  dinero. 

El  hijo  en  el  corazón  y  el  marido  en  el 
talón. 

Aplícase  a  aquellas  mujeres  que  quie- 
ren más  a  los  hijos  que  al  que  se  los  dio. 

El  hijo  mal  enseñado  no  será  muy  honrado. 
Augura  el  mal  porvenir  que  le   es- 
pera al  que  no  ha  recibido  buena  edu- 
cación. 

El  hijo  ?nuerto  y  el  apio  e?i  el  huerto.  — 
V.  ¿  Y  tienes  a  tu  hijo  muerto,  teniendo 
apio  en  el  huerto} 

El  hilo  por  nacer  y  la  papilla  a  herver. — 
V.  Hijo  no  tenemos  y  nombre  le  ponemos. 

El  hilo  que  aprovece,  a  su  padre  parece. 
Dícese  del  que  propaga  su  linaje. 

El  que  tiene  hijo  hembra,  calle  la  len- 
gua.—X.  Quien  tiene  hijo  varón,  no  lla- 
me a  otro  ladrón. 

Este  tu,  o  nuestro,  hijo  don  Lope,  ni  es 
miel,  ni  es  hiél,  ni  vinagre,  ni  arrope. 

Aplícase  a  la  persona  que  es  una  nu- 
lidad completa. 

Hijo  ajeno  mételo  por  la  manga,  salirse 
ha  por  el  seno. 

Reprende  a  los  desagradecidos,  con 
alusión  a  la  antigua  costumbre  de  me- 
ter por  una  manga  y  sacar  por  otra  al 
que  se  adoptaba  por  hijo. 

Hijo  descalostrado,  medio  criado. 

Indica  el  riesgo  que  corren  las  cria- 
turas en  los  primeros  días  de  su  infan- 
cia, en  que  maman  la  primera  leche  o 
calostro. 

Hijo  de  viuda,  bien  consentido  y  mal  doc- 
trinado, o  criado,  o  educado. 

Modo  de  dar  a  entender  la  falta  que 
hace  el  padre  para  la  buena  educación 
de  los  hijos. 

Hijo  envidador  no  nazca  en  casa. 

Manifiesta  los  desórdenes  y  perjui- 
cios que  trae  consigo  el  vicio  del  juego. 


HIJO 


—  45*  — 


HIJO 


Hijo  eres,  o  fuiste,  padre  serás;  cual  hicie- 
res ial  habrás. 

Conforme  trataren  los   hijos  a  sus 
padres,  así  serán  tratados  por  aquéllos 
cuando  los  tengan. 
Hijo  malo,  más  vale  doliente  que  sano. 

El  que  es  de  malas  inclinaciones  no 
sirve  más  que  para  dar  tormento  a  sus 
padres. 
Hijo  mío,  (tocino  comes?  Guay  de  mi  casa, 
no  te  me  ahogues. 

Satiriza  a  los  que  se  asustan  por  co- 
sas de  poca  monta. 
Hijo  no  tenemos  y  nombre  le  ponemos. 

Reprende  a  los  que  disponen  de  an- 
temano de  las  cosas  de  que  no  tienen 
seguridad. 
Hijo  sin  dolor,  madre  sin  amor. 

Lo  que  cuesta  poco  trabajo  y  fatiga, 
no  se  suele  estimar  en  mucho. 
Levántate,  hijo  Juan,  y  serás  bueno.  —Más 
quiero  ser  malo  y  estar  quedo. 

Máxima  seguida  por  los  holgazanes. 
Más  vale  el  hijo  en  la  horca  que  la  hija  en 
la  boda. 

Refiérese  al  aprecio  y  estima  en  que 
se  tenía  antiguamente  a  los  hijos  varo- 
nes sobre  las  hembras. 
Mi  hijo  Benito  pierde  una  vaca  y  gana  un 
cabrito. 

Búrlase  de  los  que  creen  tontamente 
haber  hecho  un  gran  negocio,  cuando 
lo  que  les  ha  tocado  ha  sido,  realmente, 
ir  perdiendo. 
Mi\ú\o  cagaduelo  pídeme  pepinos  por  enero. 
Satiriza  a  los  que  pretenden  impo- 
sibles. 
Mi  hijo  vendrá  barbado,  mas  no  parido  ni 
preñado. 

Expresa  las  ventajas  del  sexo  fuerte 
sobre  el  débil. 
Mirado  y  adorado  ?nás  que  hijo  de  merca- 
der de  Toledo. 

Los  tales  eran  codiciados  por  las  ma- 
dres casamenteras,  a  causa  de  ser  sus 
padres  muy  pudientes  y  ellos  los  natu- 
rales herederos  de  sus  riquezas. 
No  ?ne  pesa  que  mi  hijo  enfermo,  sino  la 
mala  maña  que  le  quedó. 

Por  lo  general  casi  nunca  se  corrigen 
los  resabios  que  una  vez  se  contraen. 
No  siento  que  mi  hijo  pierda,  sino  que  des- 
quitarse quiera.  —  V.  No  me  pesa  que  mi 
hijo  enfermó,  etc. 


(Qué hace  tu  hijo?  —  Muda  hitos. 

Equivale  a  decir  que  trabaja  para  su 
provecho. 
Quien  a  mi  hijo  moca,  a  mi  me  besa  en  la 
boca. 

Cualquier  favor  u  obsequio  que  se 
hace  a  los  hijos  es  agradecido  por  los 
padres  en  iguales  términos  que  si  se 
les  hiciere  a  éstos  mismos. 
Quien  a  mi  hijo  quita  el  moco,  a  mi  me  besa 
en  el  rostro.  —  V.  Quien  a  mi  hijo  moca, 
a  mi  me  besa  en  la  boca. 
Quien  tiene  hijo  en  tierra  ajena,  muerto 
le  llora  y  vivo  le  espera. 

La  esperanza  es  el  consuelo  de  los 
padres. 
Quien  tiene  hijo  varón,  no  llame  a  otro 
ladrón. 

No  debe  censurar  los  defectos  aje- 
nos aquel  que  está  expuesto  a  incurrir 
en  ellos. 
Ser  el  hijo  de  la  dicha.  —  V.  Haber  nacido 

de  pies. 
Si  quieres  tener  un  hijo  pillo,  mételo  a  mo- 
nacillo, o  monaguillo. 

Porque  suelen  ser  casi  todos  de  la 
piel  del  diablo. 
Si  quieres  que  tu  hijo  crezca,  lávale  los 
pies  y  rápale  la  cabeza. 

Recomienda  las  ventajas  de  la  higie- 
ne para  la  salud. 
Tal  hijo  te  mostrarás  con  tus  padres,  cual 
desearías  que  contigo  se  mostrasen  tus 
hijos. 

Enseña  el  cariño  y  respeto  que  debe- 
mos a  quienes  nos  dieron  el  ser. 
^Tenemos  hijo  o  hija} 

Pregunta  si  el  éxito  de  un  negocio 
ha  sido  bueno  o  malo. 
¿  Y  tienes  a  tu  hijo  muerto,  teniendo  apio 
en  el  huerto? 

Dícese  de  los  remedios  que  llegan 
tarde.  —  A  este  propósito  se  cuenta  de 
una  mujer  que  se  le  murió  un  hijo,  y 
estándole  haciendo  remedios  para  su 
enfermedad,  faltaba  apio,  y  buscándolo, 
no  lo  hallaron  hasta  después  de  muer- 
to; habiendo  llegado  una  de  las  veci- 
nas a  hacerle  saber  de  cómo  en  un  rin- 
cón del  huerto  había  una  mata  de  apio, 
lo  cual  causó  más  dolor  que  remedio 
a  la  muerte.  —  Y  para  dar  a  entender 
que  es  de  necios  acudir  con  el  remedio 
cuando  no  es  menester,  se  dice  tam- 


HIJO 


452  — 


HIJO 


bien  a  este  propósito:  El  hijo  muerto 
v  el  apio  en  el  huerto. 
A  nadie  le  parecieron  sus  hijos  feos. 

Porque  el  amor  paterno  ciega  hasta 
el  punto  de  no  ver  los  defectos  que  los 
hijos  puedan  tener. 
Cien  hijos  de  un  vientre,  y  cada  uno  de  su 
temple. 

Denota    que   no    por  ser  hermanos 
suelen  tener  todos  el  mismo  carácter. 
De  los  hijos,  el  que  muere  es  más  amado. 
Porque  el  pesar  de  haberlo  perdido 
no  tiene  consuelo  ninguno. 
Donde  hay  hijos,  ni  parientes  tú  amigos. 
Los  hijos  son  para  los  padres  antes 
que  nada  ni  que  nadie.  Es  una  ley  que 
impone  la  sangre. 
El  que  no  tiene  hijos,  los  tnata  a  palos. 
Quien  no  conoce  los  goces  de  la  pa- 
ternidad dice  que  si  hijos  tuviese  los 
criaría  muy  rectamente,  castigándolos 
de  una  manera  severa  cualquier  falta 
que  cometiesen.  Si  llega  a  tenerlos,  ya 
no  opina  lo  mismo... 
En  esto  de  a  hijos  dar,  en  quien  es  bueno  o 
malo  no  se  ha  de  reparar. 

Como  los  hijos  son  todos  iguales  para 
los  padres,  éstos  los  tratan  del  mismo 
modo,  aunque  su  conducta  sea  distinta. 
Hacerle  a  uno  los  hijos  caballeros. 

Dispensarle  gran  favor  y  protección. 
Hijos  criados,  duelos  doblados. 

Indica  que  a  medida  que  van  crecien- 
do los  hijos  dan  más  disgustos  a  los  pa- 
dres, pues  lo  que  de  pequeños  son  ni- 
ñerías disculpables,  se  convierten  des- 
pués en  asuntos  de  más  trascendencia. 
Hijos  de  tus  bragas,  bueyes  de  tus  vacas. 
Demuestra  el  cuidado  que  se  tiene 
con  las  cosas  propias,  antes  que  con  las 
ajenas. 
Hijos  y  difieros,  menos  andados  cuando 
son  menos. 

Mientras  menos  se  tenga  de  unos  y 
otros,  menos  preocupaciones  nos  oca- 
sionarán. 
Hijos  y  pollos,  todos  son  pocos. 

Se  dice  por  los  que  se  desgracian  de 
unos  y  otros  antes  que  se  vean  creci- 
dos y  desarrollados. 
Los  hijos  de  buenos,  capa  son  de  duelos. 
Los  que  son  bien  nacidos,  natural- 
mente se  inclinan  a  proteger  a  los  ne- 
cesitados. 


Los  hijos  de  febrero  son  los  haberos. 

Indica,  aunque  ignoramos  el  funda- 
mento de  este  aserto,  que  los  que  na- 
cen en  este  mes  suelen  vivir  más  que 
los  nacidos  en  los  otros  meses  del  año. 

Los  hijos  de  Marinilla  nunca  salen  de  sa- 
banilla. —  V.  El  que  nace  para  ochavo, 
nunca  llega  a  cuarto. 

Los  hijos  de  Marisabidilla,  o  Marirraba- 
dilla,  cada  utio  come  en  su  escudilla. 

Reprende  la  poca  unión  que  suele 
haber  entre  los  individuos  de  una  mis- 
ma familia. 

Los  hijos  de  Merlin  ignoran  romance  y 
saben  latín. 

Dícese  de  aquellas  personas  que  pre- 
sumen de  poseer  mucha  ciencia,  y  en 
cambio  ignoran  lo  más  elemental  y  ru- 
dimentario. 

Los  hijos  de  ruin  padre  toman  el  apellido 
de  la  madre. 

Todo  el  mundo  huye  de  aquel  pa- 
riente que  nos  avergüenza. 

Los  hijos  del  padre  Aguado.  —  V.  Los 
hijos  del  padre  Vobis. 

Los  hijos  del  padre  Vobis. 

Mote  con  que  se  suele  distinguir  a 
los  naturales  de  Burguillos  (Sevilla), 
por  existir  la  tradición  (falsa  o  verda- 
dera) de  haber  existido  en  esa  villa, 
luengos  años  ha,  un  clérigo  que  tuvo 
que  ver  con  muchas  mujeres  más  de  lo 
justo.  —  Dícese  también  Los  hijos  del 
padre  Aguado  con  referencia  a  los  na- 
turales de  Bornos  (Cádiz),  por  concurrir 
en  ellos  la  misma  circunstancia. 

Los  muchos  hijos  y  el  poco  pan  enseñan  a 
remendar. 

Cuando  la  necesidad  obliga  hay  que 
aplicarse  por  fuerza  a  toda  clase  de  tra- 
bajo, así  como  a  ahorrar  todo  lo  po- 
sible. 

Alas  que  dos  hijos  cuesta  alimentar  un 
vicio. 

El  que  se  habitúa  a  malas  costumbres 
no  puede  pasarse  sin  ellas,  y  por  satis- 
facerlas hace  toda  clase  de  dispendios. 

Muchos  hijos  y  poco  pan,  contento  con 
afán. 

No  puede  haber  gusto  cumplido  en 
una  familia  cuando  falta  lo  indispensa- 
ble para  mantenerla. 

Ni  fíes  ni  desconfíes,  ni  hijos  ajenos  cries. 
Porque  suelen  dar  mal  pago. 


HIJUELA 


—  453 


HILO 


No  más  hijos  que  leche,  ni  más  negocios  que 
fuerzas. 

Dicho  atribuido  al  beato  Juan  de 
Ávila,  con  el  cual  daba  a  entender  que 
no  tomara  nadie  sobre  sí  más  cargos 
que  aquellos  a  que  pudiera  dar  debido 
cumplimiento. 
Quien  tiene  hijos  al  lado,  no  morirá  ahi- 
tado. 

Porque  ocasiona  muchos  gastos  el 
darles  educación  y  estado,  hasta  el 
punto  de  quitárselo  muchas  veces  de  la 
boca  materialmente  los  padres  para 
subvenir  a  las  necesidades  de  sus  hijos. 
Si  a  tus  hijos  no  das,  ¿para  mi  qué  guar- 
darás? 

El  que  no  es  capaz  de  atender  a  los 
suyos,  menos  lo  será  de  acudir  a  las 
necesidades  ajenas. 
Sin  hijos  y  sin  celos  no  hay  desconsuelos. 
Tanto  unos  como  otros  son  causa  de 
no  pequeños  disgustos. 
Todos  somos  hijos  de  Adán. 

Esto   es,  pecadores,   como   nuestro 
primer  padre. 
Todos  somos  hijos  de  Adán  y  de  Eva,  sino 
que  nos  diferencia  la  seda. 

Denota  la  igualdad  de  las  condicio- 
nes y  linajes  de  todos  los  hombres  por 
naturaleza. 
lodos  somos  hijos  de  Dios. 

Expresión  caritativa  en  que  se  sue- 
le prorrumpir  al  ver  que  se  excluye  a 
alguien  de  la  participación  de  algún  be- 
neficio, reparto,  provecho,  etc. 
HIJUELA.  —  A  ti  le  lo  digo,  hijuela,  en- 
tiéndelo ttí,  mi  nuera. 

Manera   indirecta,    cuando    se  habla 
con  una  persona,  de  reprender  a  otra 
que  se  quiere  lo  entienda  y  se  corrija. 
Adelántate,  hijuela,  y  llámale  cornudo. 
Aplícase  a  la  persona  que  echa  en 
cara  a  otra  una  falta  que  ella  también 
tiene  y  debe  callar. 
HILADO.  —  La  que  se  enseña  a  beber  de 
tierna,  enviará  el  hilado  a  la  taberna. 
Advierte  que  los  que  se  acostum- 
bran a  beber  consumen  en  vino  todo 
cuanto  ganan. 
HILANDERA.  —  Hilandera  la  lleváis, 
Vicente;  ¡quiera  Dios  que  os  aproveche! 
No  siempre  suelen  salir  hacendosas 
las  mujeres,  aunque  lo  sean  antes  de 
casarse. 


La  buena  hilandera,  del  huso  hace  tor- 
tera. 

Las  personas  mañosas  ejecutan  sus 
faenas  prescindiendo,  en  ocasiones,  de 
ciertos  requisitos  o  elementos  que  se 
hacen  indispensables  para  aquellas  que 
no  lo  son. 
La  buena  hilandera,  desde  San  Bartolo- 
mé toma  la  vela,  y  la  muy  buena,  desde  la 
Magdalena. 

La  mujer  dada  a  las  labores  domés- 
ticas no  aguarda  a  hacerlo  de  noche 
cuando  éstas  son  ya  largas,  sino  que 
anticipa  su  tarea  desde  que  el  verano 
se  halla  todavía  en  la  mitad  de  su  curso. 
HILAR.  —  A  quien  hila  y  tuerce,  bien  se  le 
parece. 

A  aquel  que  se  dedica  a  cualquier 
trabajo  con  constancia  y  aplicación,  le 
luce  soberanamente. 
Hilar  delgado. 

Discurrir  o  proceder  con  sumo  cui- 
dado y  exactitud  o  sutileza. 
Hilar  largo. 

Da  a  entender  que  está  muy  distan- 
te o  tardará  mucho  tiempo  en  suceder 
lo  que  se  ofrece  o  aquello  de  que  se 
habla. 
Poco  se  gana  a  hilar,  pero  menos  a  mirar. 
Contra  los  que  quieren  excusar  el 
trabajo  alegando  que  se  le  saca  poco 
provecho. 
HILAZA.  —  Descubrir  uno  la  hilaza. 

Hacer  patente  el  vicio  o  defecto  que 
uno  tenía  y  se  ignoraba. 
HILO.  —  Andar  al  hilo  de  la  gente. 

Hacer  las  cosas  sólo  porque  otros 
las  hacen. 
Anudar  el  roto  hilo  de  su  cuento. 

Proseguir    una    conversación    inte- 
rrumpida. 
Cortar  el  hilo. 

Interrumpir  o  atajar  el  curso  de  la 
conversación  o  de  otras  cosas. 
Cortar  el  hilo  del  discurso. 

Interrumpirlo,  pasando  a  tratar  de 
especie  inconexa  con  su  objeto  o  asun- 
to principal. 
Cortar  el  hilo  de  la  vida. 

Acabar  con  la  existencia  de  una  per- 
sona. 
Estar  colgado,  o  pendiente,  de  un  hilo. 
Hallarse  en  grave  riesgo  o  peligro, 
tanto  las  personas  como  las  cosas. 


HILVÁN 


—  454  — 


HISTORIA 


Estar  cosida  una  cosa  con  hilo  blanco. 
Desdecir  y  no  conformar  con  otra. — 
En  lugar  de  hilo  blanco  se  suele  decir 
hilo  gordo,  para  indicar  que  una  cosa 
está  hecha  con  poca  escrupulosidad  y 
esmero. 
Llevar  hilo  uno  o  una  cosa. 

No  tener  trazas  de  acabarse  una  con- 
versación u  otra  cosa  cualquiera. 
Llorar  hilo  a  hilo. 

Correr  el  llanto  con  lentitud  y  sin 
intermisión. 
Perder  el  hilo. 

Olvidarse,  en  la  conversación  o  en  el 
discurso,  del  asunto  de  que  se  estaba 
tratando. 
Por  el  hilo  se  saca  el  ovillo. 

Por  la  muestra  y  por  el  principio  de 
una  cosa  se  conoce  lo  demás  de  ella. 
Quebrar  el  hilo. 

Interrumpir  o  suspender  la  prosecu- 
ción de  una  cosa. 
Quien  comercia  en  hilo  y  barro  blanco, 
siempre  dobla  el  dinero  y  nunca  tiene  un 
cuarto. 

El  que  se  dedica  a  traficar  con  mate- 
rias de  exiguo  valor,  siempre  quedará 
pobre,  por  mucho  que  gane. 
Seguir,  o  tomar,  el  hilo. 

Continuar  el  discurso,  conversación 
o  asunto  de  que  se  trataba. 
Ser  el  hilo  que  saque  a  alguno  de  cualquier 
laberinto. 

Servir  de  guía  para  conseguir  la  so- 
lución de  un  suceso  intrincado. 
Ser  más  tonto  qite  un  hilo  de  uvas. 

Dícese  en  Andalucía  de  toda  perso- 
na que  es  muy  necia. 
HILVÁN.  -Hablar  de  hilván. 

Pronunciar  las  palabras  muy  de  pri- 
sa y  atropelladamente. 
HILVANAR.  —  Dámelo  hilvanado  y  me 
lo  das  mascado. 

Denota  que  cuando  un  plan,  trabajo 
o  empresa  de  cualquier  género  se  ha- 
llan bien  encauzados  desde  su  princi- 
pio, fácilmente  se  les  da  cima. 
Dámelo  hilvanado  y  te  lo  daré  cosido.  — 
V.  Dámelo  hilvanado^  me  lo  das  mascado. 
HINCAPIÉ.  —  Hacer  hincapié. 

Insistir  en  una  cosa  para  que  no  se 
olvide,  o  para  llamar  la  atención  prefe- 
rentemente. —  Mantenerse  firme  en  su 
opinión. 


HINCHAR.  —  Hinchar^  no  engordar. 

Tener  una  cosa  más  apariencia  os- 
tentosa  que  utilidad  real. 
HIPOCONDRIO.  —  Echar  los  hipocon- 
drios. 

Hacer  grandes  esfuerzos  o  emplear 
suma  diligencia  para  conseguir  alguna 
cosa. 
HIPOTECA.—  ¡Buena  hipoteca! 

Denota  lo  poco  que  hay  que  fiar  de 
alguna  persona  o  cosa,  o  también  lo 
molestas  y  enojosas  que  son. 
HISTORIA.  —  Acabar  la  historia  en  pa- 
los, como  villano  entremés. 

Dícese  de  lo  que  termina  de  mala 
manera. 
/ Asi  se  escribe  la  Historia! 

Contra  las  muchas  falsedades  que 
desgraciadamente  se  propalan,  ya  por 
escrito,  ya  de  palabra,  en  detrimento 
de  la  verdad. —  Es  traducción  del  ver- 
so siguiente  de  Voltaire,  que  figura  en 
el  acto  I,  escena  VII,  de  su  desdichada 
comedia  intitulada  Charlot:  *Et  voilá 
justement  cotnme  on  e'crit  F Histoire  .> 
Antes  de  haberlo  ingerido  en  dicha 
pieza  dramática  ya  lo  usaba  su  autor, 
aunque  en  prosa,  pues  escribiendo  (el 
año  anterior  al  en  que  hizo  dicha  com- 
posición) en  24  de  septiembre  de  1766 
a  Mme.  Du  Deffand,  le  dice,  entre  otras 
cosas:  <Et  voilá  comme  on  écritl'Histoi- 
re;  puis  fiez-vous  á  messieurs  les  sa- 
vants.»  Esto  es:  «Así  se  escribe  la  His- 
toria, y  vaya  usted  luego  a  hacer  caso 
de  lo  que  dicen  los  señores  sabios.> 
La  mitad  de  la  Historia  es  una  mentira, 
y  de  la  otra  mitad  hay  que  rebajar  una 
gran  parte. 

La  falta  de  imparcialidad  en  el  histo- 
riador, de  un  lado,  y  la  carencia  de  da- 
tos fidedignos,  de  otro,  explican  sufi- 
cientemente el  dicho. 
Ninguna  historia  es  mala  como  sea  ver- 
dadera. 

La  veracidad  es  la  dote  principal  de 
las  obras  históricas. 
Picar  en  historia  una  cosa. 

Tener  mayor  gravedad  y  trascenden- 
cia de  lo  que  podía  imaginarse  o  al 
pronto  parecía. 
Dejarse  uno  de  historias. 

Omitir  rodeos  e  ir  a  lo  esencial  de 
una  cosa. 


HITO 


—  455  — 


HOJA 


HITO.  —  Ahí  está  el  hito,  o  En  eso  está  el 
hito. 

Da  a  entender  que  la  dificultad  de 
una  cosa  estriba  precisamente  en  aque- 
llo de  que  se  trata. 
Dar  en  el  hito. 

Comprender  o  acertar  el  punto  de 
la  dificultad. 
Hito  sin  señal,  muchos  lo  buscan  y  pocos 
lo  han. 

Aplícase  al  caballo  negro  sin  mancha 
ni  pelo  de  otro  color. 
Mirar  de  hito  en  hito. 

Fijar  la  vista  en  un  objeto,  sin  dis- 
traerla a  otra  parte. 
Mirar  en  hito.  —  V.  Mirar  de  hito   en 

HITO. 

Mudar  de  hito. 

Variar  los  medios  para  la  consecu- 
ción de  una  cosa. 
lener  la  suya  siempre  sobre  el  hito. 

No  darse  por  vencido.  —  Esta  frase 
debe  su  origen  al  juego  llamado  hito. 

«No  será  muy  dilícil  hacerle  creer 
que  una  labradora,  la  primera  que  me 
topare  por  aquí,  es  la  señora  Dulcinea, 
y  cuando  él  no  lo  crea,  juraré  yo;  y  si 
él  jurare,  tornaré  yo  a  jurar;  y  si  por- 
fiare, porfiaré  yo  más,  y  de  manera  que 
tengo  de  tener  la  mía  siempre  sobre  el 
hito,  venga  lo  que  viniere.»  (Quijote, 
parte  II,  cap.  X.) 
Jugar  a  dos  hitos. 

Proceder  con  doblez  a  fin  de  lograr 
cosas  distintas  o  contrarias. 
HOCICO.  —  Estar  de  hocico,  o  Poner  ho- 
cico. —  V.  Estar  de  jeta. 
Quie?i  mete  el  hocico  en  todo,  alguna  vez 
se  llena  de  lodo. 

Reprende  a  los  entremetidos,  quie- 
nes suelen  encontrarse  castigados  cuan- 
do menos  lo  esperan. 
Caer,  o  dar,  de  hocicos. 

Dar  con  la  cara,  o  caer,  dando  con 
ella,  en  alguna  parte.  —  Hallarse  o  en- 
contrarse con  alguien,  o  con  algo,  de 
manos  a  boca. 
Entrarse,  o  ?neterse,  de  hocicos.  —  Véa- 
se Entrarse,  o  meterse,  de  hoz  y  de  coz. 
Quitar  los  hocicos. — V.  Quitarle  a  uno 

la  CARA. 

Salirle  a  uno  algo  a  los  hocicos. 

Esto  es,  proporcionarle  sinsabores  o 
disgustos. 


HOGAÑO.  —  Hogaño,  buen  año:  dos  rui- 
nes en  un  asno. 

Dícese  irónicamente  cuando  se  pre- 
sentan mal  las  ganancias. 
HOGAR.  —  Nada  se  puede  esperar  de  quien 
no  tiene  hogar. 

El  que  no  posee  bienes  de  fortuna 
ni  aun  para  crearse  una  familia,  mal 
podrá  dar  nada  a  nadie. 
HOGAZA.  —  A  quien   cuece,   o   cierne,  y 
amasa  no  le  hurtes  hogaza. 

Al  experimentado  y  práctico  en  al- 
guna cosa  no  se  le  puede  engañar  en 
ella  con  facilidad. 
La  hogaza  no  embaraza. 

Aquello  que  es  necesario  no  debe 
mirarse  como  estorbo. 
Si  te  dieren  hogaza,  no  pidas  torta. 

Enseña  a  contentarse  con  lo  necesa- 
rio, sin  ambicionar  lo  superfluo. 
Pues  tenemos  hogazas,  no  busquemos  tor- 
tas--V '.  Si  te  dieren  hogaza,  no  pidas  torta. 
HOGUERA.  —  Ala  hoguera  y  al  fraile, 
mucho  aire. 

A  la  primera  para  que  se  encienda 
bien,  y  al  segundo  para  que  se  marche 
pronto  y  lejos. 
HOJA.  —  Desdoblar  la  hoja. 

Volver  al  discurso  que  de  intento  se 
había  interrumpido. 
Doblar  la  hoja. 

Dejar  el  negocio  de  que  se  trata  para 
proseguirlo  después.  Ordinariamente 
se  dice  cuando  se  hace  una  digresión 
en  el  discurso. — Manera  de  indicar  que 
no  se  quiere  seguir  hablando  de  algún 
asunto  cuyo  recuerdo  es  molesto  por 
tratarse  de  algo  triste,  deshonroso,  etc. 
Casi  siempre  se  emplea  en  imperativo : 
Dobla  la  hoja,  o  Doblemos  la  hoja. 
No  se  mueve  la  hoja  en  el  árbol  sin  la  vo- 
luntad de  Dios,  o  del  Señor. 

Comúnmente  no  se  hacen  las  cosas 
sin  un  fin  particular  o  determinado. 
Poner  a  uno  como  hoja  de  perejil.  —  Véa- 
se Ponerle  a  uno  como  chupa  de  dómine. 
Quien  se  pone  debajo  de  la  hoja,  dos  veces 
se  moja. 

Denota  la  imprudencia  de  los  que, 
por  conseguir  alguna  cosa,  desatienden 
otras  y  las  pierden. 
Ser  uno  tentado  de  la  hoja. 

Ser  aficionado  a  aquello  de  que  se 
trata. 


HOJALDRE 


456  — 


HOMBRE 


Ser  todo  hoja  y  no  tener  fruto. 

Hablar  mucho  y  sin  substancia. 
Tener  hoja. 

Se  dice  cuando  en  las  monedas  de 
oro,  plata  o  cobre  hay  alguna  escama, 
lo  cual  basta  para  que  pierdan  el  sonido 
que  les  es  característico. 
Volver  la  hoja. 

Mudar  de  parecer.  —  Faltar  a  lo  pro- 
metido. —  Mudar  conversación. 
HOJALDRE.—  Quitar  la  hojaldre   al 
pastel. 

Descubrir  un  enredo  o  trampa. 
HOLA.  —  ¡Hola!  —  Agárralo  por  la  cola. 
Dicho  fundado  en  el  sonsonete,  con- 
testándose al  que  saluda  con  la  excla- 
mación ¡Hola! 
HOLGANZA.  —  No  hay  holganza   sin 
traganza. 

Nohay  diversión, fiesta  o  huelga  (juer- 
ga) en  que  no  figure  en  primera  línea 
la  comida  y  la  bebida.  —  El  que  está 
ocioso,  como  no  piensa  en  el  trabajo, 
no  se  ocupa  más  que  de  la  glotonería. 
HOLGAR.  —  Quien  huelga  no  medra. 

El  que  quiera  la  prosperidad  de  su 
casa  debe  aplicarse  al  trabajo. 
HOLGURA.  —  Si  quieres  holgura,  sufre 
amargura. 

Para  conseguir  una  vida  desahogada, 
es   preciso   pasar    muchos    sinsabores 
primero. 
HOMBRE.  —  Acaban  de  azotar  al  hom- 
bre, y  ha  de  pagar  al  verdugo. 

Aplícase  a  aquellos  que  teniendo  re- 
sentimientos con  una  persona,  se  les 
quiere  obligar  a  que  contribuyan  a  su 
satisfacción  o  a  pedirles  humildemente 
algún  favor. 
A  las  veces  lleva  el  hombre  a  su  casa  con 
que  llore. 

No  se  debe  permitir  a  cualquiera,  sin 
mucho  discernimiento,  el  trato  familiar 
dentro  de  casa,  por  temor  de  que  lle- 
gue a  abusar. 
Al  hombre,  braga  de  hierro;  a  la  mujer, 
de  carne. 

Indica  que  al  primero  se  le  debe  tra- 
tar enérgicamente,  y  a  la  segunda,  con 
dulzura  y  amor. 
Al  hombre  bue?io  no  puede  faltar  ven- 
tura. 

El  que  obra  bien,  en  todo  suele  tener 
suerte. 


Al  hombre  en  el  brazo  del  escudo,  y  a  la 
mujer  en  el  del  huso. 

«Conviene  a  saber,  les  acude  el  dolor 
de  costado,  según  algunos  lo  entien- 
den.» (El  Comendador.) 

Al  hombre  enfadado,  buenas  razones. 
Es  decir,  que  se  procure  no  enfadarlo 
más,  imponiéndose  o  llevándole  la  con- 
tra, sino  que  se  le  desarme  con  pala- 
bras comedidas  y  humildes. 

Al  hombre  guapo,  calabaza,  o  arena,  y 
papo. 

Los  que  presumen  de  buenos  mozos 
son  los  que  generalmente  salen  más 
pronto  burlados. 

Al  hombre  harto,  las  cerezas  le  amar- 
gan. —  V.  El  buey  harto  no  es  comedor. 

Al  hombre  hueco,  soga  verde  y  almendro 
seco. — V.  Al  hombre  guapo,  calabaza,  o 
aretia,  y  papo. 

Al  hombre  la  espada,  y  a  la  mujer  la 
rueca. 

Cada  sexo  tiene  su  oficio  propio  y 
característico,  del  cual  no  debe  salir. 

Al  hombre  mayor  dale  honor. 

Enseña  que  debemos  respetar  y  tra- 
tar con  mayor  comedimiento  a  los  que 
son  más  que  nosotros  por  categoría  o 
por  edad. 

Al  hombre  mezquino  bástale  un  rocino. 

Aconseja  que  sólo  a  los   generosos 

conviene  aumentar  los    gastos  de  su 

casa;  pero  no  a  los  miserables,  que  se 

lamentan  de  los  gastos  más  precisos. 

Al  hombre  mientras  alarga,  y  al  buey 
mientras  trabaja. 

Indica  que  no  se  suele  tener  mira- 
mientos más  que  con  aquellos  que  nos 
reportan  utilidad  o  beneficio. 

Al  hombre  osado  la  fortuna  le  da  la  mano. 
Manifiesta  que  suelen  lograrse  mejor 
las  cosas  cuando  se  emprenden  sin  re- 
paro y  timidez. 

Al  hombre  perdió  búscalo  en  la  charca* 
o  búscalo  en  el  rio. 

El  que  está  perdido,  o  sea,  falto  de 
recursos.  —  Charca  está  en  el  sentido 
del  rebajamiento  del  vicio,  donde  va  a 
encenagarse  el  que  no  tiene  ya  qué  per- 
der, si  no  es  que  va  a  buscar  su  fin  tirán- 
dose al  agua.  —  Declama,  en  ocasiones, 
contra  los  pescadores  de  caña. 

Al  hombre  pobre  la  cama  se  lo  come. 

Satiriza  a  los  que,  hallándose  nece- 


HOMBRE 


—  457  — 


HOMBRE 


sitados,  prefieren  holgar  a  buscar  tra- 
bajo. 

Al  hombre  por  la  palabra,  y  al  buey  por 
el  cuerno,  o  por  el  asta.— Y.  Al  buey  por 
el  cuerno,  o  por  el  asta,  y  al  hombre  por 
la  palabra. 

Al  hombre  venturero  la  hija  le  nace  pri- 
mero. 

Indica  ser  ventura  para  un  matrimo- 
nio tener  pronto  una  hija. 

Al  hombre  vergonzoso  el  diablo  lo  llevó  a 
palacio. 

Se  recomienda  ser  muy  abierto  de 
genio  y  tener  mucho  despejo  para  tra- 
tar y  conversar  en  los  palacios,  por  la 
gente  de  autoridad  y  calidad  que  a  ellos 
asiste.  —  También  significa  el  no  saber 
aprovecharse  uno  de  su  asistencia  a  los 
mismos,  para  lo  que  pudiera  conseguir. 

Anda  el  hombre  a  trote  por  ganar  su 
capote. 

Denota  la  solicitud  grande  de  los 
hombres  con  objeto  de  adquirir  lo  ne- 
cesario para  su  conveniencia  y  decencia. 

Aunque  el  hombre  haga  ciento,  a  la  mu- 
jer no  la  toque  el  viento. 

Teoría  algo  egoísta  de  los  que,  siendo 
poco  respetuosos  con  lo  que  atañe  a  la 
fidelidad  conyugal,  no  consienten,  sin 
embargo,  que  la  mujer  propia  cometa 
el  más  ligero  desliz. 

Aunque  el  hombre  no  guste  la  pera  del 
feral,  el  estar  a  la  sombra  es  placer  co- 
munal. 

Por  más  que  uno  no  se  entregue  a 
los  placeres,  siempre  es  agradable  el 
imaginarlos  u  oír  que  otros  nos  cuen- 
ten cómo  los  gozan. 

Bien  merca,  a  quien  no  le  dicen  hombre 
bestia,  o  Bien  merca,  quien  no  responde 
al  hombre  bestia. 

Se  recomienda  el  cuidado  que  deben 
tener  los  que  tratan  y  comercian  con 
las  gentes. 

Buen  hombre,  pero  mal  sastre. 

Se  dice  de  aquel  que  es  de  buen  na- 
tural y  genio,  pero  de  corta  o  de  nin- 
guna habilidad. 

Conviene  que  muera  un  hombre  por  el 
pueblo,  y  no  que  vaya  a  perecer  toda  una 
nación. 

Este  dicho  de  Caifas  referente  a  la 
muerte  de  Jesús,  y  en  cuya  ocasión 
obró  como  profeta,  pero  sin  llegar  a 


alcanzar  la  trascendencia  de  lo  que  se 
decía,  por  no  poder  columbrar  los  ulte- 
riores beneficios  que  había  de  reportar 
la  redención  del  linaje  humano,  se  sue- 
le emplear  cuando  en  alguna  gran  con- 
moción social  se  sacrifica  alguna  vícti- 
ma (por  lo  regular  inocente,  o  que  ha 
servido  de  causa  instrumental  forzada) 
con  objeto  de  acallar  los  gritos  de  un 
pueblo  exasperado,  en  tanto  que  se 
suelen  quedar  riendo  los  principales 
autores  y  fautores  de  la  tal  conmoción. 
Cuanto  más  está  el  hombre  al  gran  fuego 
llegado,  tanto  muy  más  se  quema  que  cuan- 
do está  alongado. 

Para  evitar  el  pecado,  lo  más  pru- 
dente es  alejarse  de  quien  nos  lo  quiere 
hacer  cometer. 
Cuanto  más  sube  el  hombre,  es  de  mayor 
peligro  la  caída. 

El  golpe  más  fuerte  es  el  que  se  da 
cayendo  de  mayor  altura. 
Debajo  de  ser  hombre,  puedo  venir  a  ser 
papa. 

Nadie  sabe  a  lo  que  puede  llegar. 
(De  dónde  eres,  hombre?  —  Del  aldea  de 
mi  mujer. 

Expresa  que  las  opiniones  de  algu- 
nos  maridos    suelen  ser  las  que    sus 
mujeres  les  inculcan. 
De  hombre  a  hombre  no  va  nada. 

Indica  que  lo  que  puede  hacer  uno, 
bien  lo  puede  hacer  otro. 
De  hombre  arraigado  no  te  verás  vengado. 

Es  muy  difícil  tomar  venganza  de 
personas  hacendadas  y  poderosas. 
De  hombre  cominero  y  ruin,  de  mujer  que 
habla  latín  y  de  caballo  sin  rienda,  Dios 
nos  libre  y  nos  defienda. 

Enseña  a  huir  de  los  que  se  hallan 
en  las  condiciones  propuestas. 
De  hombre  malo  y  de  caballo  argel,  si  eres 
cuerdo,  guárdate  de  él. 

El  caballo  argel  es  el  que  sólo  tiene 
blanco  el  pie  derecho.  Hay  la  preocu- 
pación de  que  son  falsos,  conviniendo, 
por  tanto,  no  arrimarse  mucho  a  ellos, 
así  como  tampoco  a  los  hombres  que 
no  obran  rectamente. 
De  hombre  obstinado  y  de  borracho 
airado. 

Falta  la  consecuencia,  que  fácilmente 
se  deduce  que  es  la  de  guardarse  de 
ellos. 


HOMBRE 


—  458 


HOMBRE 


De  hombre  que  no  has  tratado  no  jures 
que  es  honrado,  que  al  ?nejor  tiempo  te 
dejará  burlado. 

Nadie  debe  responder  de  aquello  que 
no  conoce  muy  a  fondo. 

Del  mal  que  el  hombre  tiene,  de  ése  muere. 
Generalmente,  el  que  tiene  un  vicio 
acaba  por  ser  víctima  de  él. 

Donde  no  mora  hombre,  la  casa  poco  vale. 
Indica  lo  necesario  que  es  para  una 
familia  el  que  ha3*a  una  cabeza  que  se 
baga  respetar. 

El  hombre  adeudado,  o  necesitado,  cada 
año  apedreado. 

No  es  cosa  rara  que  al  desgracia- 
do le  sobrevengan  nuevos  infortunios, 
como  le  sucedería  a  aquel  labrador  infe- 
liz que,  pensando  desahogarse  con  una 
buena  cosecha,  viera  repentinamente 
defraudadas  sus  esperanzas  por  causa 
de  que  al  tiempo  de  recoger  sus  fru- 
tos se  los  embargaran,  que  es  lo  mismo 
que  si  se  los  hubiesen  apedreado. 

El  hombre  a  la  colada,  y  el  mió,  de  cer- 
nadero para  que  cuele  primero. 

Palabras  de  la  mujer  que  odia  a  su 
marido. 

El  hombre  ande  con  tiento,  y  la  mujer  no 
la  toque  el  viento. 

Expresa  la  preeminencia  que  tiene 
el  bello  sexo  en  la  opinión  pública, 
pues  todos  se  ponen  de  su  parte,  en 
contra  del  varón. 

El  hombre  apercibido  nunca  tanto  se  due- 
le. —  V.  Homrrk  prevenido  vale  por  dos. 

El  hombre  con  paperas,  y  la  mujer  sin 
ellas. 

Nada  importan  las  paperas  en  el  hom- 
bre, que  le  dan  aspecto  de  más  bona- 
chón y  cachazudo;  en  cambio  afean  a 
la  mujer  y  la  hacen  desmerecer  ante  los 
amantes  de  lo  bello.  —  Expresa  tam- 
bién que  para  el  matrimonio  debe  es- 
cogerse el  hombre  de  cierta  edad,  se- 
rio y  formal,  y  la  mujer,  mientras  más 
joven,  mejor. 

El  hombre  contra  el  hombre  es  lobo. 
El  mayor  enemigo  del  hombre  es  el 
hombre  mismo. 

El  hombre  cuando  es  chico  es  como  el 
gallo:  cantando;  cuando  es  mayor,  como 
el  borrico :  trabajando,  y  cuando  es  viejo, 
como  el  cochino :  gruñendo. 

Donosa  manera  de  expresar  en  bre- 


ves palabras  a  lo  que  se  reduce  la  vida 
del  hombre. 

El  hombre  debe  tener  un  corazón  de  carne 
en  un  cuerpo  de  oro;  por  desgracia,  tiene 
comúnmente  corazón  de  oro  en  un  cuerpo 
de  carne. 

Bello  pensamiento  con  que  se  ex- 
presa que  la  avaricia  y  la  sensualidad 
son,  por  lo  común,  los  dos  vicios  que 
más  se  enseñorean  de  la  frágil  especie 
humana. 

No  pudiendo  dispensarme  de  trasla- 
dar aquí  lo  que  a  este  propósito  copié 
de  la  autorizada  pluma  del  reverendo 
P.  Ráulica  en  mi  Teójilo  o  Pruebas  de 
las  pruebas  del  estado  eclesiástico  (pági- 
nas 81  y  82),  lo  hago  a  continuación: 

«El  oro  es  en  el  mundo  el  instru- 
mento del  placer  y  el  alimento  del  sen- 
sualismo. Y  he  aquí  la  razón  por  que  el 
amor  del  corazón,  abajado  hasta  los  sen- 
tidos, baja  todavía  más:  él  se  agarra  a 
la  tierra  y  se  pega  a  ese  polvo  brillan- 
te que  promete  los  placeres.  De  este 
modo  el  amor  de  los  sentidos  llama  al 
amor  de  las  riquezas,  y  la  concupiscen- 
cia de  la  carne  empuja  a  la  concupis- 
cencia de  los  ojos.  Entonces  el  hombre 
entra  en  una  nueva  corriente  que  le 
degrada  aún  más  que  la  primera,  quie- 
ro decir,  la  corriente  de  la  avaricia; 
porque  si  el  sensualismo  envilece  a  la 
Humanidad,  arrastrándola  a  lo  que  hay 
más  bajo  en  el  hombre,  la  codicia  la 
envilece  arrastrándola  a  lo  que  hay  más 
bajo  que  el  hombre;  el  sensualismo 
tiende  a  hacerlo  animal,  la  codicia  tien- 
de a  hacerlo  materia:  ella  es  la  degra- 
dación por  esencia.» 

El  hombre  de  bien  es  envidiado  por  todos. 
No  hay  nada  más  envidiable  que  la 
rectitud  de  conciencia. 

El  hombre  de  bien  lleva  el  corazón  en  la 
lengua;  el  hombre  prudente  lleva  la  len- 
gua en  el  corazón. 

Proverbio  árabe  que  da  a  entender 
que  el  hombre  bueno  dice  siempre  lo 
que  siente  honradamente,  y  el  sensato 
se  mira  mucho  antes  de  hablar. 

El  hombre  de  las  cien  sardinas.  —  V.  En 
mentando  al  ruin  de  Roma,  etc. 

El  hombre  de  mérito  es  el  blanco  al  cual 
asesta  la  fortuna  sus  dardos. 

Enseña  que  el  que  vale  acaba  por 


HOMBRE 


—  459  — 


HOMBRE 


verse  favorecido  por  la  fortuna. — Cons- 
te que  es  un  proverbio  árabe. 

El  hombre,  o  el  marido,  de  todas  las  mu- 
jeres, y  la  mujer,  de  todos  los  hombres, 
o  maridos. 

Dicho  aplicado  primeramente  a  Cayo 
Julio  César  y  después  a  Heliogábalo, 
con  motivo  de  la  conducta  licenciosa 
y  escandalosamente  desenfrenada  que 
ambos  emperadores  romanos  tuvieron. 

El  hombre  de  vista  larga,  por  temor  de  la 
cruz,  perdona  la  palma. — V.  Se  puede  per- 
donar el  bollo  por  el  coscorrón. 

El  hombre,  donde  nace,  y  la  ?nujer,  don- 
de va. 

En  efecto,  el  hombre  puede  hallar 
su  felicidad  y  modo  de  vivir  donde  vio 
la  luz  primera;  la  mujer,  por  lo  regular, 
sólo  logra  estas  circunstancias  adonde 
reside  con  su  marido. 

El  hombre  en  la  plaza  y  la  mujer  en  casa. 

Advierte  que   así  como  el  hombre 

tiene,  por  lo  regular,  que  ganar  para  la 

vida   fuera  de  su  casa,  la  mujer  debe 

cuidar  en  ella  de  su  hacienda. 

El  hombre  es  fuego;  la  mujer,  estopa;  lle- 
ga el  diablo  y  sopla. 

Indica  el  riesgo  que  hay  en  el  trato 
frecuente  entre  hombres  y  mujeres,  por 
la  fragilidad  humana. 

El  hombre  es  hijo  de  las  circunstancias. 
No  siempre  se  puede  obrar  como  se 
quiere,  sino  como  nos  obliga  a  hacerlo 
el  ambiente  que  nos  rodea. 

El  hombre  es  paja,  la  mujer  estopa  y  el 
diablo  sopla. — V.  El  hombre  es  fuego;  la 
mujer,  estopa;  llega  el  diablo  y  sopla. 

El  hombre  es  para  ganarlo  y  la  mujer 
para  gastarlo. 

Expresa  la  condición  de  ambos  seres 
en  el  mundo. 

El  hombre  es  un  lobo  para  el  que  no  le 
conoce. 

La  naturaleza  humana  tiende  a  hacer 
desconfiar  al  hombre  del  hombre  hasta 
que  lo  trata. 

El  hombre  ha  de  ser  hombre,  y  la  mu- 
jer, mujer. 

Cada  sexo  debe  poseer  su  carácter 
especial,  sin  pretender  deshacer  lo  que 
la  Naturaleza  hizo. 

El  hombre  ha  nacido  para  trabajar,  como 
el  ave  para  volar. 

Es  una  triste  consecuencia  de  la  mal- 


dición lanzada  por  Dios  a  nuestro  pri- 
mer padre. 

El  hombre  lleno  de  oro  y  falto  de  enten- 
dimiento,  es  de  Apuleyo  el  jumento. 

Da  a  entender  lo  poco  codiciable  que 
es  el  hombre  adinerado,  cuando  no  le 
acompañan  las  facultades  psíquicas. — 
Alude  al  protagonista  de  El  asno  de 
oro,  novela  del  africano  Lucio  Apule- 
yo, el  cual  protagonista  fué  convertido 
en  burro,  por  curioso. 

El  hombre  mezquino,  después  de  comer  ha 
frío. 

Al  trabajador  robusto  y  laborioso,  el 
comer  le  da  ánimo  para  volver  a  su 
faena,  mientras  que  al  flojo  y  débil  se 
lo  quita. 

El  hombre  no  debe  hablar  de  sí  mismo  ni 
en  bien  ni  en  mal. 

Aconseja  la  modestia,  particular- 
mente a  los  escritores. 

El  hombre  no  debe  llorar  nunca,  aunque 
se  vea  con  las  tripas  fuera. 

Todo  acto  de  debilidad  es  impropio 
del  llamado  sexo  fuerte. 

El  hombre  ocioso  mala  el  tiempo,  y  el 
tiempo  mata  al  hombre  ocioso. 

Lo  que  demuestra  que  el  tiempo  es 
más  poderoso  que  el  hombre. 

El  hombre  para  la  mujer  y  la  mujer 
para  el  hombre. 

Ley  natural  que  alegan  los  que  están 
deseosos  de  casarse,  o  por  lo  menos 
se  sienten  irresistiblemente  atraídos 
por  el  sexo  contrario. 

El  hombre  perece  por  donde  se  reproduce. 
El  exceso  en  ciertas  funciones  aca- 
rrea la  muerte. 

Elh.ovúiTQ  perezoso,  en  la  fiesta  es  acucioso. 
Moteja  al  descuidado  que,  no  apli- 
cándose al  trabajo  en  los  días  feriados, 
quisiera  en  los  festivos  desquitar  lo 
que  ha  dejado  de  hacer  en  los  otros 
por  su  holgazanería. 

El  hombre  piadoso  siempre  será  dichoso. 
El  que  cumple  sus  deberes  de  cris- 
tiano goza  de  la  felicidad. 

El  hombre  piensa  y  Dios  dispensa.- -V.  El 
hombre  pone,  o  propone,  y  Dios  dispone. 

El  hombre  pone,  o  propone,  y  Dios  dis- 
pone. 

Indica  que  el  logro  de  nuestras  de- 
terminaciones pende  precisa  y  única- 
mente de  la  voluntad  de  Dios. 


HOMBRE 


—  460  — 


HOMBRE 


El  hombre,  por  camino  de  malicia,  da 
muerte  a  su  alma. 

Las  malas  pasiones  conducen  a  la 
degeneración  moral. 
El  hombre  que  en  hombre  fia,  queda 
cual  ciego  sin  guia. 

Enseña  a  desconfiar  de  las  promesas 
humanas. 
El  hombre  que  hace  la  guerra  debe  tener 
tres  cualidades:  el  asalto  del  galgo,  la 
fuerza  del  lobo  y  la  audacia  del  jabalí. 

Son,  en  efecto,  tres  condiciones  in- 
mejorables para  el  buen  soldado. 
El  hombre  rico,  con  la  fama  casa  al  hijo. 
La  esperanza  de  una  buena  herencia 
es  un  acicate  poderoso  para  contraer 
matrimonio. 
El  hombre  sentado,  ni  capuz  tendido  ni 
camisón  curado. 

Al  ocioso  y  holgazán  se  le  malogran 
todos  los  trabajos  y  diligencias. 
El  hombre  sin  honra,  peor  es  que  un 
muerto. 

Porque  al  muerto  se  le  compadece 
y  al   hombre   deshonrado   se   le  des- 
precia. 
El  hombre  sin  letras  es  se?nejante  a  una 
piedra  sobre  otra  piedra. 

Calificación  ingeniosa  cuanto  exacta 
que  del  ignorante  hizo  Aristipo,  filóso- 
fo de  la  antigüedad;  porque,  en  efecto, 
si  una  estatua  de  piedra  se  enhiesta 
sobre  un  pedestal  de  piedra,  el  igno- 
rante, que  para  el  caso  vale  lo  que  una 
piedra,  tiene  por  base  la  piedra  del  pa- 
vimento que  pisa,  o  por  descanso  la 
peña  en  que  se  sienta,  cansado  de  no 
hacer  nada. 
El  hombre  sufrido,  libre  está  de  verse 
perdido. 

La  persona  prudente  evita  todo  gé- 
nero de  cuestiones  enojosas,  y  de  esa 
manera  no  llegan  éstas  a  convertirse  en 
disputas  ni  pendencias. 
El  hombre  y  el  oso,  cuanto  ?nás  feo  más 
hermoso. 

No  es  la  hermosura  en  el  hombre  lo 
más  recomendable,  puesto  que  parece 
signo  de  afeminamiento. 
El  vivir  prevenido,  del  hombre  cuerdo  ha 
sido. 

La  persona  prudente  está  apercibida 
siempre  a  los  peligros  que  puedan  so- 
brevenir. 


En  el  hombre  de  ciudad  está  la  astucia  y 
la  falsedad. 

Porque,  desgraciadamente,  la  vida 
social  no  es  tan  sencilla  e  inocente  que 
no  requiera  ambas  cualidades. 

Erase  un  hombre  a  una  nariz  pegado. 
Crítica  burlesca  de  todo  aquello  en 
que  lo  accidental  o  accesorio  predomi- 
na sobre  lo  esencial  o  principal.  —  Es 
el  primer  verso  de  aquel  tan  conocido 
soneto  de  Quevedo: 

tÉrase  un  hombre  a  una  nariz  pegado, 
érase  una  nariz  superlativa, 
érase  una  nariz  sayón  y  escriba, 
érase  un  peje  espada  muy  barbado. 

Era  un  reloj  de  sol  mal  encarado, 
érase  una  alquitara  pensativa, 
érase  un  elefante  boca  arriba, 
era  Ovidio  Xasón  más  narizado. 

Erase  un  espolón  de  una  galera, 
érase  una  pirámide  de  Egito  : 
las  doce  tribus  de  narices  era. 

Érase  un  naricísimo  infinito, 
muchísima  nariz,  nariz  tan  fiera 
que  en  la  cara  de  Anas  fuera  delito.» 

Como  se  ve  por  la  anterior  composi- 
ción, a  ella  misma  le  coge  de  medio  a 
medio  la  censura  que  envuelve  el  re- 
frán promovedor  de  esta  breve  disqui- 
sición", pues  debiendo  terminar  todo 
soneto  por  un  pensamiento  rotundo  y 
decisivo,  sin  un  más  allá  que  venga  a 
ser,  digamos  así,  la  quinta  esencia  que 
condense  los  elementos  todos  desleí- 
dos en  los  versos  anteriores,  y  no  pu- 
diéndose decir  más  respecto  de  una 
nariz  fenomenal  sino  que  el  hombre  es- 
taba pegado  a  ella,  y  no  ella  a  él,  todos 
los  demás  epítetos,  símiles  e  hipérbo- 
les, siquiera  ingeniosos,  resultan  siem- 
pre pálidos. 
Es  dulce  cosa  coger  el  hombre  el  fruto 
que  no  ha  plantado. 

Manifiesta  lo  cómodo  que  es  el  apro- 
vecharse de  los  trabajos  de  los  demás. 
Es  hombre  de  sangre  en  el  ojo. 

Se  dice  del  que  es  muy  colérico. 
Es  muclio  hombre  esta  mujer. 

Dícese  de  la  que  se  halla  dotada  de 
un    carácter   varonil,    así   en  lo  físico 
como  en  lo  intelectual. 
Fermosa  cosa  es  dar  hombre  a  quien  no 
demanda. 

Elogio  o  censura,  según  el  sentido 
en  que  se  toma.  Lo  primero  se  refiere 
al  que  se  anticipa  a  dar  cuando  cono- 


HOMBRE 


461  — 


HOMBRE 


ce  haber  una  verdadera  necesidad,  sin 
aguardar  a  que  le  pidan;  lo  segundo 
reprende  al  que  se  extralimita  a  dar  a 
quien  no  lo  necesita.  En  este  último 
caso  resulta  la  frase  irónica. 

Guárdate  de  hombre  mal  barbado  y  de 
viento  acanalado. 

Se  recomienda  huir  de  los  hombres 
de  poca  barba,  porque,  por  lo  general, 
son  de  condición  áspera;  como  guar- 
darse de  los  aires  que  pasen  por  luga- 
res estrechos,  por  lo  fuertes  y  nocivos 
que  son. 

Guárdale  de  hombre  que  no  habla  y  de 
can  que  no  ladra. 

Advierte  que  no  debemos  confiar  en 
ellos,  porque  de  ordinario  son  traido- 
res y  hacen  el  daño  antes  de  ser  sen- 
tidos. 

Hacer  a  uno  hombre,  o  Hacerse  uno 
hombre. 

Constituir  a  uno,  o  constituirse  uno, 
en  posición  más  o  menos  honorífica  y 
lucrativa. 

Harto  es  hombre  de  poco  saber  el  que  se 
mata  por  lo  que  no  pueda  haber. 

Es  de  necios  el  esforzarse  por  alcan- 
zar aquello  que  sabemos  que  no  es  para 
nosotros. 

Hombre  a  la  mar,  o  al  agua. 

Dícese  del  que  se  encuentra  absolu- 
tamente perdido,  sin  saber  cómo  salir 
del  peligro  inminente  en  que  se  halla. 

Hombre  apasionado  no  quiere  ser  conso- 
lado. 

El  que  está  poseído  de  una  vehe- 
mente aflicción,  no  admite  ningún  con- 
suelo. 

Hombre  apercibido,  medio  combatido. 
Dice  la  glosilla:  «Mucho  se  adelan- 
tan los  negocios  con  prevenir  los  me- 
dios necesarios.»  —  También  se  dice  a 
igual  propósito :  Hombre  apercibido,  o 
prevenido,  vale  por  dos,  o  minea  fué  ven- 
cido. 

Hombre  apercibido  vale  por  dos.  —  Véa- 
se Hombre  prevenido  vale  por  dos. 

Hombre  a  quien  le  pica  el  gallo  en  el  culo, 
no  puede  ser  bueno. 

Dicho  absurdo  en  contra  de  los  hom- 
bres de  baja  estatura. 

Hombre  atrevido,  dura  como  vaso  de  vi- 
drio. —  V.  Los  valientes  y  el  buen  vino 
duran  poco. 


Hombre  bellaco,  tres  barbas  o  cuatro. 
El  que  es  picaro  y  astuto,  muda  de 
semblante  según  las  circunstancias. 
Hombre  celoso,  el  cuerno  al  ojo. — V.  An- 
tojársele  a  uno  los  dedos  hue'spedes,  se- 
gunda acepción. 
Hombre  cornudo,  ?nás  vale  de  ciettto  que 
de  uno. 

Aquel  a  quien  su  mujer  le  es  infiel, 
saca  más  provecho  de  sus  complacen- 
cias si  las  tiene  con  varios  que  si   es 
sólo  con  uno  de  los  favorecidos  por  su 
cónyuge. 
Hombre  chiquitín,  embustero  o  bailarín. 
Cualidades  que  se  aplican  graciosa- 
mente a  las  personas  de  poca  estatura, 
quizá  porque  como  les  pesan  poco  las 
carnes,  son  amigos  de  andar  de  un  lado 
para  otro,  a  lo  bullebulle. 
Hombre  de  ambas,  o  de  todas,  sillas. 

Llámase  así  figuradamente  al  que  es 
diestro  en  varias  artes  o  facultades. — 
Es  frase  tomada  de  la  Equitación,  con 
alusión  a  las  escuelas  de  montar  a  la 
brida  o  a  la  jineta. 
Hombre  de  armas  tomar. 

El  que  acostumbra  remitir  la  solu- 
ción de  cualquier  clase  de  cuestiones 
a  la  fuerza  o  violencia.  —  El  que  tiene 
aptitud,  resolución  o  suficiencia  para 
cualquier  cosa. 
Hombre  de  bigote  al  ojo. 

El  mozo  soltero,  ocioso,  paseante  )r 
preciado  de  guapo,  y  que  anda  retor- 
ciéndose el  bigote  a  cada  momento. — 
Antiguamente,  el  sujeto  juicioso  y  de 
edad  madura,  porque  los  que  tenían 
estas  circunstancias  llevaban  el  bigote 
retorcido  hasta  cerca  de  los  ojos,  como 
se  estilaba  en  tiempo  de  Felipe  IV.  Por 
aquel  entonces  se  distinguió  esa  moda 
con  la  calificación  de  a  la  fernandina. 
Hombre  de  bigotes. 

El  que  tiene  entereza  y  severidad.— 
Dícese  también:  Hombre  de  bigotes  re- 
torcidos. 
Hombre  de  chapa. 

El  de  juicio,  el  sesudo,  el  formal. 
Hombre  de  Dios  es  Cristo.  —  V.  Hombre 

de  armas  tomar. 
Hombre  de  peclto. 

El  constante  y  de  gran  serenidad. 
Hombre  de  pelo  en  pecho. 

El  fuerte  o  pujante  y  osado. 


HOMBRE 


462  — 


HOMBRE 


Hombre  de  rumbo  y  hampa. 

Aplícase  al  perdonavidas,  matón  y 
amigo  de  juergas. 

Hombre  enamorado,  nunca  casa  con  so- 
brado. 

Así  lo  escribe  el  Diccionario  de  Auto- 
ridades de  nuestra  Academia,  definién- 
dolo en  los  siguientes  términos:  «Re- 
frán que  advierte  que  los  que  se  casan 
por  amores,  sin  atender  ni  hacer  refle- 
xión a  las  obligaciones  en  que  entran, 
y  sin  cuidar  de  los  intereses  tempora- 
les, que  son  precisos  para  el  manteni- 
miento del  estado,  de  ordinario  casan 
pobremente  y  sin  dote.  Puede  también 
decirse  que  este  adagio,  jugando  de  los 
equívocos  de  las  voces  casa  y  sobrado 
(que  se  pueden  tomar  por  nombres),  da 
a  entender  que  el  que  se  casa  por  amo- 
res nunca  será  rico,  porque  no  tendrá 
o  no  hará  casa  con  sobrado,  que  signi- 
fica lo  alto  de  las  casas  que  en  los  luga- 
res sirve  de  paneras  y  de  guardar  otros 
muebles  y  bienes,  y  sin  estos  aposen- 
tos o  desvanes  son  de  poca  o  ninguna 
conveniencia  y  estimación. > 

La  primera  edición,  reducida  a  un 
solo  tomo,  así  como  la  segunda,  lo  escri- 
bieron de  igual  manera,  dando  cabida 
únicamente  a  la  primera  parte  de  la 
definición  y  omitiendo  la  segunda,  o 
séase  lo  respectivo  a  la  interpretación 
de  casa  (morada)  y  sobrado  (desván). 
Las  ediciones  tercera  y  cuarta  lo  es- 
cribieron de  igual  manera,  y  mudaron 
su  definición  en  la  siguiente:  «Refrán 
que  da  a  entender  que  los  enamorados 
son  ordinariamente  disipadores  de  sus 
haciendas  y  no  atienden  a  adelantarlas. > 
Esta  misma  definición  se  viene  apun- 
tando en  las  ediciones  subsiguientes, 
hasta  la  duodécima  inclusive;  pero  des- 
de la  quinta,  variando  el  texto  del  re- 
frán de  este  modo  estúpido,  si  los  hay: 
Hombre  enamorado,  nunca  casa  por  so- 
brado. 

De  lo  dicho  resultan  dos  fórmulas  o 
enunciados  diferentes  y  tres  definicio- 
nes diversas,  pudiendo  aplicarse  a  todo 
ello  lo  que  canta  la  coplilla-refrán : 

Tres  eran,  tres, 
las  hijas  de  Elena; 
tres  eran,  tres,  y 
ninguna  era  buena. 


En  efecto,  tanto  la  redacción  cuanto 
la  explicación  del  refrán  cuestionado 
no  pueden  ser  más  deplorables.  Juz- 
gúese la  verdad  de  mi  aserto  por  la 
redacción  que  paso  a  exponer,  en  la 
cual  va  embebido  el  comentario  en  el 
texto,  resaltando  éste  por  medio  de  la 
letra  egipcia  :  El  hombre  que  es  (no 
que  está)  extremadamente  enamora- 
do, manteniendo  a  la  vez  a  varias  pró- 
jimas, no  verá  nunca  su  casa  con 
sobrado  u  holgura. 
Hombre  enojado  no  repara  en  dieces. 
Como  la  ira  ciega,  el  que  se  ve  poseí- 
do de  ella  no  sabe  lo  que  se  dice  ni  lo 
que  se  hace. 
Hombre  honrado,  antes  muerto  que  inju- 
riado. 

Aconseja  preferir  la  honra  a  la  vida. 
Hombre  mue?-to  no  habla.  —  V.  Muerto 

el  perro,  se  acabd  la  rabia. 
Hombre  mujeriego,  acaba  consigo  y  con  su 
dinero. 

Porque  atenta  contra  su  salud  y  sus 
intereses. 
Hombre  nacido  de  las  malvas. 

Aplícase  al  que  es  bonachón,  afable 
y  de  buen  carácter. 
Hombre  narigudo,  pocas  veces  cornudo. 
Da  a  entender  que  es  sujeto  previsor, 
y  por  lo  tanto  que  es  difícil  pueda  serle 
infiel  su  mujer  sin  que  él  se  entere. 
¡Hombre,  no  salgas  de  ahí,  y  verás  cómo 
no  yerras! 

Aplícase  a  la  persona  que  no  hace 
más  que  repetir  una  misma  cosa. 
Hombre  palabrimujer,   guárdeme    Dios 
de  él. 

Recomienda  se  desconfíe  de  quien 
no  tiene  formalidad  en  sus  promesas. 
Hombre  peludo,  o  venturoso  o  cornudo. 
Indica  que  el  que  reúne  esa  circuns- 
tancia es  desaprensivo  y  lleva  mucho 
adelantado  para  ser  feliz. 
Hombre  pobre,  aunque  bien  aconsejado, 
siempre  vive  mal  tratado. 

A  los  desgraciados  todo  el  mundo  les 
da  consejos,  pero  procura  huir  de  ellos, 
o  los  trata  con  despego. 
Hombre  pobre,  todo  es,  o  se  vuelve,  trazas. 
La  pobreza,  por  lo  común,  es  inge- 
niosa, aplicándose  a  buscar  y  poner  en 
práctica  todos  aquellos  medios  que  dis- 
curre posibles  para  su  alivio. 


HOMBRE 


—  463 


HOMBRE 


Hombre  pobre  y  leña  verde  arden  cuando 
hay  ocasión. 

Indica  que  por  poco  que  valga  una 
persona  o  cosa,  llega  un  momento  en 
que  pueden  ser  útiles  para  algo. 

Hombre  prevenido,  medio  combatido. 

<También  suele  el  participio  tomarse 
activa  y  pasivamente,  y  por  tanto,  hom- 
bre leído,  hombre  entendido,  no  sólo  sig- 
nifica o  se  toma  por  el  que  otros  pu- 
dieron leer  o  entender  (que  es  lo  más 
propio  de  estos  participios,  y  lo  que 
en  su  primera  significación  significa- 
ron), sino  también  por  el  que  entiende 
bien,  y  por  el  que,  habiendo  leído  mu- 
cho, es  erudito.  Por  lo  cual,  Juan  de 
Mena,  en  sus  Trescientas,  dijo  del  adul- 
terio : 

«Por  ende,  vosotros  algunos  maridos 
que  fuerdes  tocados  de  aquesta  sospecha, 
nunca  lo  entienda  la  vuestra  derecha, 
ni  menos  entiendan  que  sois  entendidos. 
A  grandes  cautelas,  cautelas  mayores; 
más  val  prevenir,  que  ser  prevenidos.* 

»Donde  vemos  que  el  participio  en- 
tendidos no  se  toma  pasivamente  por 
los  maridos  en  cuanto  pudieron  ser  en- 
tendidos de  los  adúlteros,  sino  activa- 
mente, como  sabidores  del  adulterio;  y, 
por  el  contrario,  el  participio  preveni- 
dos no  se  toma  por  lo  mesmo  que  pre- 
parados y  peltrechados  de  lo  necesario 
para  su  defensa,  sino  pasivamente  por 
lo  mesmo  que  asaltados  de  repente,  y 
cogidos  sin  el  debido  apercebimiento. 

»Es  la  razón,  porque  el  verbo  preve- 
nir tiene  dos  significados:  el  primero 
es  preparar  alguna  cosa  para  algún  fin, 
y  el  segundo,  llegar  a  la  ejecución  de 
los  intentos  antes  que  el  contrario;  y 
en  este  sentido  decimos  que  la  causa 
fué  prevenida  de  tal  juez,  esto  es,  del 
que  se  antuvió,  porque  prevenir  la  cosa 
en  este  sentido,  y  anticipar  su  ejecu- 
ción, y  antuviarse,  son  una  mesma  cosa; 
por  lo  cual  dicen  que  a  quien  se  antu- 
via Dios  le  ayuda,  porque  lleva  ya  aque- 
lla ventaja  a  su  contrario. 

>De  aquí  inferimos  el  legítimo  sen- 
tido del  proverbio  castellano:  Hombre 
prevenido,  medio  combatido,  y  es  decir: 
si  el  que  desde  allí  a  un  mes  se  daba 
por  seguro  de  su  enemigo  fué  asaltado 
de  él  medio  mes  antes,  ya  está  medio 


vencido  por  la  turbación  en  que  lo 
pone  y  el  desapercebimiento  en  que 
lo  halla,  cuando  de  él  no  se  acordaba; 
y  así,  los  que  corrigen  este  proverbio, 
diciendo:  Hombre  prevenido,  nunca  ven- 
cido, se  quedan  sin  lo  sentencioso  que 
en  sí  contiene,  y  se  apartan  de  lo  que 
en  ello  se  pretendió  significar.»  (P.Juan 
Villar,  Arte  de  la  Lengua  española,  Va- 
lencia, 1 65 1.) 

Diga  lo  que  quiera  el  P.  Villar,  y 
valiéndonos  de  un  argumento  ad  nomi- 
ne?)^ supuesto  tener  la  voz  prevenido 
una  doble  significación  (la  activa  y  la 
pasiva),  según  el  sentido  en  que  ésta 
se  tome,  así  significará  el  refrán  lo  uno 
o  lo  otro,  con  lo  que  resultarán  dos  re- 
franes, cada  cual  con  su  sentido  espe- 
cial y  diferente,  al  tenor  de  lo  que  he- 
mos probado  arriba  en  el  artículo  Hom- 
bre apercibido,  medio  combatido. 

Hombre  prevenido,  nunca  fué  vencido. — 
V.  Hombre  apercibido,  medio  combatido. 

Hombre  prevenido  vale  por  dos. — V.  Hom- 
bre apercibido,  medio  combatido. 

Hombre  que  es  solo,  siempre  piensa  cui- 
dados. 

La  soledad  es  mala  consejera. 

Hombre  que  madruga,  de  algo  tiene  aira. 
Los  cuidados  quitan,  por  lo  general, 
el  sueño. 

Hombre  que  ?nucho  habla,  hace  menos  a 
veces.  —  V.  Gato  maullador,  tiunca  buen 
cazador. 

Hombre  que  mucho  jura  será  lleno  de 
maldad,  y  nunca  faltará  mala  ventura 
en  su  casa. 

Dios  no  puede  proteger  al  que  tiene 
siempre  la  blasfemia  en  los  labios. 

Hombre  que  presta,  sus  barbas  mesa. 

Se  recomienda  el  cuidado  que  se 
debe  poner  en  prestar,  para  no  tener 
más  adelante  que  arrepentirse  de  ello. 

Hombre  sin  abrigo,  pájaro  sin  nido. 

Aquel  que  no  se  ha  creado  afeccio- 
nes, no  puede  llegar  a  constituirse  un 
hogar. 

Hombre  sin  mujer  al  lado,  nunca  bien- 
aventurado. 

Advierte  que  el  que  no  tiene  el  apo- 
yo de  la  mujer,  no  conoce  la  verdadera 
felicidad. 

¡Hombre!  —  /  Tu  mujer  te  asombre! 

Contestación  que  se  suele  dar  a  aquel 


HOMBRE 


464  — 


HOMBRE 


que  prorrumpe  en  la  primera  exclama- 
ción al  mostrarse  sorprendido  por  algu- 
na cosa. 

Hombre  viejo,  cada  día  un  duelo  nuevo. 
La  edad  lleva  aparejada  la  acumula- 
ción de  achaques. 

La  que  al  hombre  cree  el  j tirar,  di  no 
gana  que  llorar.  —  V.  Juras  del  que  ama 
mujer,  no  se  han  de  creer. 

Maldito  el  hombre  que  confia  en  el  hom- 
bre, o  en  otro  hombre. 

Enseña  a  desconfiar  de  las  promesas 
y  ofrecimientos  que  se  nos  hacen. 

Más  vale  hombre  feo  con  buen  arreo,  que 
mozo  bonito  sin  mi  pito. 

Manifiesta  que  la  fealdad  se  perdona 
cuando  el  que  la  posee  es  rico,  así  como 
al  que  no  tiene  bienes  de  fortuna  no 
hay  quien  le  mire  a  la  cara,  por  muy 
hermosa  que  la  tenga. 

Mientras  el  hombre  vive,  de  Dios  bienes 
recibe. 

La  bondad  de  Dios  es  tan  grande,  que 
no  se  cansa  de  otorgar  sus  dones  a  quien 
los  merece. 

Ni  hombre  cordobés,  ni  cuchillo  pamplo- 
nés, ni  mozo  húrgales,  ni  zapato  de  baldés. 
Da  a  entender  dicho  refrán  la  mala 
calidad  que  de  ordinario  tienen  estas 
cosas.  Por  más  que  esta  clase  de  refra- 
nes, como  característicos  de  pueblos, 
en  su  mayor  parte  dictados  por  el  espí- 
ritu de  prevención  o  animosidad,  sue- 
len sentar  principios  falsos. 

Ni  hambre  tiple,  ni  mujer  bajón. 

Arguye,  por  la  irregularidad  de  las 
cosas,  los  malos  o  pervertidos  efectos 
de  ellas. 

Ningún  hombre  cuerdo  compitió  con  geno- 
vés,  músico  y  fraile. 

Indica  que,  por  lo  desacreditadas  y 
molestas  que  suelen  ser  estas  tres  cla- 
ses de  sujetos,  no  las  envidia  el  que  se 
estime  en  algo. 

No  es  para  bue?i  hombre  creer  de  ligero 
todo  lo  que  le  dijeren;  piénselo  bien  pri- 
mero. 

Aconseja  que  no  nos  dejemos  llevar 
de  ligero,  creyendo  como  artículo  de 
fe  todo  lo  que  se  nos  dice. 

No  es  un  hombre  más  que  otro,  si  no  hace 
más  que  otro. 

El  valor  no  se  demuestra  con  pala- 
bras, sino  con  hechos. 


No  ha  de  vivir  el  hombre  en  hoto  de  otro. 
Aconseja  la  desconfianza. 

No  hay  hombre  cobarde  al  lado  de  una 
buena  moza. 

La  admiración  que  causa  la  belleza 
femenina  hace  atrevidos  hasta  a  los  más 
pusilánimes. 

No  hay  hombre  con  hombre. 

Pondera  la  discordia  o  falta  de  unión 
entre  varias  personas. 

No  hay  hombre  cuerdo  a  caballo. 

Suele  obrar  con  gran  dificultad  y  pro- 
ceder templada  y  prudentemente  el  que 
se  halla  puesto  en  la  ocasión  de  propa- 
sarse. 

No  hay  hombre  más  generoso  que  aquel 
que  no  tietie  nada  que  dar. 

Porque  aunque  ofrezca  mucho  no  ex- 
pone nada. 

No  hay  hombre  ni  mujer  que  no  tengan 
su  pero. 

Como  fuera  de  Dios  no  hay  nada  per- 
fecto, no  es  extraño  que  aun  las  perso- 
nas más  buenas  no  se  hallen  exentas 
de  alguna  debilidad  o  defecto. 

No  hay  hombre  sin  hombre. 

Por  grande  que  sea  el  mérito  de  uno, 
no  conseguirá  representar  nada  en  la 
sociedad  si  no  encuentra  una  persona 
poderosa  que  le  proteja. 

No  se  atreve  un  hombre  a  más  de  aquello 
que  le  consiente  una  mujer. 

El  hombre  que  se  propasa  con  una 
mujer  es,  comúnmente,  con  muy  con- 
tadas excepciones,  porque  antes  le  ha 
dado  ella  pie  para  que  así  ose  compor- 
tarse. Cierto;  hay  hombres  que,  como 
suele  decirse,  todo  lo  convierten  en 
substancia,  esto  es,  que  se  creen  que 
cualquier  dicho  o  hecho  un  tanto  ex- 
pansivo por  parte  de  la  mujer,  viene  a 
significar  un  como  salvoconducto  que 
les  autoriza  a  tomarse  ciertas  liberta- 
des; mas  no  siempre  sucede  así;  pues 
si  se  tiene  en  cuenta  el  carácter  sensi- 
ble ingénito  en  la  mujer,  tales  demos- 
traciones obedecen,  por  lo  común,  a 
su  modo  de  ser  instintivamente  bené- 
volo, impulsado  antes  por  el  corazón 
que  por  la  cabeza,  más  bien  por  la  ima- 
ginación que  por  el  talento.  Por  eso 
importa  a  la  mujer  no  echar  en  olvido 
que  ciertos  actos  que  intrínsecamente 
son  indiferentes,  pueden  pasar  a  serle 


HOMBRE 


—  465  — 


HOMBRE 


perjudiciales  en  determinada  ocasión, 
razón  más  para  que  ande  constante- 
mente prevenida,  ella  que,  entre  otras 
dotes  con  que  la  enriqueciera  la  divi- 
na Providencia,  posee  en  grado  sumo 
las  de  la  sagacidad  y  reserva,  a  fin  de 
no  dejarse  sorprender  de  tantos  ene- 
migos como  por  doquiera  la  asedian. 

No  se  muestra  la  cor  diera  del  hombre 
como  en  casarse. 

La  persona  sensata  elige  con  todo 
cuidado  la  mujer  que  ha  de  ser  su 
compañera,  sin  dejarse  llevar  por  las 
apariencias,  sino  estudiándola  a  fondo 
hasta  llegar  a  apreciar  sus  cualidades 
morales. 

No  ser  hombre  de  pelea. 

Carecer  de  ánimo,  resolución  y  ha- 
bilidad para  empresas  varoniles  o  ma- 
nejo de  negocios  de  importancia. 

No  suele  el  hombre  acertar  en  lo  que  le 
puede  aprovechar. 

Por  buenas  que  sean  las  intenciones, 
no  pocas  veces  se  equivoca  uno. 

No  tener  hombre.  —  V.  No  hay  hombre 

Sin  HOMBRE. 

Nunca  se  acuesta  el  hombre  sin  saber  una 
cosa  más. 

Raro  es  el  día  que  el  hombre  obser- 
vador no  aprende  algo  nuevo,  por  muy 
sabio  que  sea. 

Nunca  se  halla  el  hombre  menos  solo  que 
cuando  está  solo. 

Porque  en  la  soledad  se  entrega  a  la 
meditación,  o  sea  a  la  conversación 
consigo  mismo. 

Para  conocer  a  un  hombre  es  necesario 
haber  comido  cotí  él  un  celemín  de  sal. 

El  único  medio  de  llegar  a  conocer  a 
fondo  a  una  persona  es  tratarla  en  su 
vida  íntima  durante  algún  tiempo,  pues, 
al  tenor  de  lo  que  reza  otro  refrán,  en 
visita  todos  somos  buenos. 

Para  hombre  pobre,  paño  fino  y  caldera 
de  cobre,  cepa  moural  y  castaña  de  frial. 
Para  el  que  nada  tiene,  son  gollerías 
las  cosas  que  los  bien  acomodados 
consideran  como  corrientes  y  natu- 
rales. 

¡Por  qué  poco  hicieron  a  un  hombre  ca- 
brón! 

Cuando  se  le  ocasiona  a  uno  un  per- 
juicio o  un  descrédito,  basta  para  ello 
la  causa  más  insignificante. 


Probar  hombre  las  cosas  no  es  por  ende 
peor,  y  saber  bien  y  mal  y  usar  lo  mejor. 
Recomienda  que  se  vea  y  aprenda 
de  todo  para  seguir  lo  bueno  y  repro- 
bar lo  malo,  pues  no  hay  nada  como 
saber  las  cosas  de  vista  y  no  de  oídas 
para  aprender  a  discernir  por  uno 
mismo. 
Quien  errare  como  hombre,  remedie  como 
discreto. 

El  talento  de  las  personas  estriba  en 
corregir  las  faltas  que  impensadamen- 
te se  hayan  podido  cometer. 
Ser  hombre  de  historia. 

Aplícase,  generalmente  en  mal  sen- 
tido, a  la  persona  que  tiene  anteceden- 
tes, tanto  en  su  vida  pública  como  en 
la  privada,  que  no  le  favorecen  mucho. 
Ser  hombre  del  otro  jueves. 

Ser   una   persona    extraordinaria  o 
que  se  sale  de  lo  común. — Más  general- 
mente se  emplea  en  la  forma  negativa. 
Ser  uno  hombre  para  una  cosa. 

Ser  capaz  de  ejecutar  lo  que  dice  u 
ofrece.  —  Tener  las  cualidades  y  requi- 
sitos convenientes  para  el  desempeño 
de  lo  que  se  trata. 
Ser  mucho  hombre. 

Ser  persona  de  gran  talento  e  ins- 
trucción o  de  gran  habilidad. 
Ser  muy  hombre. 

Ser  valiente  y  esforzado. 
Ser  uno  otro  hombre. 

Haber  cambiado  mucho  en  sus  cua- 
lidades, ya  físicas,  3ra  morales. 
Ser  poco  hombre. 

Carecer  de  las  cualidades  necesarias 
para  el  desempeño  de  un  oficio,  cargo 
o  comisión. 
Ser  un  hombre  muy  llegado  a  las  horas 
de  comer. 

Estar  pronto  a  ejecutar  las  cosas  que 
le  son  de  utilidad. 
Tal  debe  ¿/hombre  ser  como  quiereparecer. 
El  modo  de  ser  bien  juzgado  es  obrar 
siempre  rectamente;  así  nadie  se  pue- 
de equivocar  en  su  crítica. 
Tal  quedará  el  hombre  cual  es  el  canto 
que  oyó. 

Demuestra  el  influjo  que  ejerce  el 
canto  en  nuestro  ánimo. 
Tanto  vale  el  hombre  cuanto  vale  su  nom- 
bre. —  V.   Cobra  buena  fama  y  échate  a 
dormir. 

30 


HOMBRE 


—  466  — 


HOMBRE 


Tanto  vale  un  hombre  como  otro. 

Físicamente  considerados,  pues  ni 
en  lo  moral  ni  en  lo  intelectual  se 
puede  sostener  tal  aserto. 

Todo  hombre  es  mentiroso. 

Pues  por  bueno  que  sea,  no  hay 
quien  no  pueda  acusarse  de  haber  fal- 
tado alguna  vez  a  la  verdad,  aunque 
sea  por  un  motivo  justificado. 

Tres  cosas  dan  a  conocer  al  hombre:  el 
vino,  el  dinero  y  la  ira. 

Este  dicho  sentencioso,  que  hemos 
tomado  de  los  judíos,  es  expresado  en 
su  lengua  por  medio  de  un  juego  de 
palabras  bastante  original;  a  saber:  be- 
kis,  bekous  y  bekás,  las  cuales  significan, 
respectivamente,  botella,  bolsa  y  cólera. 
Algunas  veces  emplean  la  siguiente  va- 
riante popular:  bekigo,  bekago  y  bekoco. — 
Expresa  claramente  que  juzgamos  a 
una  persona  buena  o  mala,  según  abu- 
se o  no  de  la  bebida,  conserve  o  mal- 
gaste su  capital  y  sea  pacífica  o  se  deje 
arrebatar  por  los  impulsos  de  la  ira. 

Tres  cosas  hacen   al   hombre   medrar  : 
ciencia,  mar  y  casa  real. 

O  sea,  el  saber  mucho,  comerciar 
allende  los  mares  o  depender  de  pa- 
lacio. 

Tres  cosas  tnatan  al  hombre:  soles,  cenas 
y  penas. 

Las  insolaciones  suelen  ser  mortales, 
así  comb  el  abuso  en  la  comida  de  la 
noche,  y  los  disgustos  continuados,  es- 
pecialmente los  domésticos. 

Un  hombre  es  igual  a  otro  hombre, 
aunque  este  hombre  sea  un  rey. 

Las  categorías  son  las  que  ocasionan 
las  distinciones,  pues  por  lo  demás  no 
hay  diferencia  alguna. 

Un  hombre,  o  niño,  o  mujer,  etc.,  se  mu- 
rió haciendo  tal  o  cual  cosa. 

Aplícase  a  la  persona  por  extremo 
flemática  y  cachazuda  en  todos  sus  ac- 
tos o  en  el  especial  de  que  se  trate. 
Sean  ejemplos:  Mando  a  mi  criado  a 
que  ponga  una  carta  en  el  correo  (el 
cual  está  a  la  vuelta  de  casa),  con  en- 
cargo de  que  vuelva  en  seguida,  y  tar- 
da media  hora  en  parecer:  de  él,  o  a  él, 
diré  que  un  hombre  se  murió  yendo  a 
echar  una  carta  al  correo.  Pon  ese  una 
niña  a  hacer  palotes,  e  invierte  casi 
toda  la  mañana  en  llenar  tan  solamen- 


te dos  renglones  de  la  plana:  de  ella,  o 
a  ella,  diré  que  una  niña  se  murió  ha- 
ciendo palotes.  Y  así  de  los  demás  casos 
a  esos  análogos. 

Un  hombre,  un  voto. 

En  las  cuestiones  que  han  de  deci- 
dirse por  la  mayoría  de  los  que  toman 
parte  en  ellas,  aisladamente  cada  uno, 
no  vale  más  que  los  otros. 

Yo  te  traje  de  hombre  bueno  y  me  has 
salido  hombre  malo. 

Modo  de  significar  el  juicio  erróneo 
que  uno  se  había  formado  de  alguien 
o  de  algo,  al  ver  que  sus  esperanzas 
en  el  particular  de  que  se  trata  le  han 
salido  fallidas.  —  Es  el  final  de  una  re- 
dondilla de  Narciso  Serra  dirigida  a 
Camprodón. 

Decir  y  hacer  no  es  para  todos  los  hom- 
bres. 

Hablar  es  fácil,  pero  ejecutar  lo  dicho 
no  todos  lo  hacen. 

De  hombres  es  errar;  de  bestias,  en  el 
error  perseverar,  o  perseverar  en  el  error. 
Recomienda  que  éstos  sean  dóciles, 
y  no  tercos,  en  sus  dictámenes. 

De  los  hombres  es  el  errar,  y  de  los  bu- 
rros rebuznar. 

Refrán  que  moteja  de  pollino  a  la 
persona  a  quien  se  quiere  satirizar. 

De  los  hombres  es  el  pecar,  mas  diabólico 
el  perseverar. 

Recomienda  el  arrepentimiento  cuan- 
do se  ha  cometido  una  falta,  procuran- 
do por  todos  los  medios  no  reincidir. 

De  los  hombres  se  hacen  los  obispos,  que 
no  de  las  piedras. 

Censura  a  los  prelados  ensoberbeci- 
dos que  desdeñan  el  trato  con  los  infe- 
riores, como  si  éstos  no  pudieran  al- 
canzar algún  día  la  categoría  ostentada 
por  ellos. 

Hay  hombres,  hombrecillos,  hominicacos 
y  hominicaquillos. 

Hominicaquillos,  hasta  los  cinco  años; 
hominicacos,  desde  esta  edad  hasta  la 
de  quince;  hombrecillos,  de  quince  a 
veinticinco,  y  hombres,  de  veinticinco 
en  adelante. 

Hay  hombres  honrados,  asi  como  los  hay 
malvados;  pero  de  éstos  son  más  los  ha- 
llados. 

Desgraciadamente,  en  el  mundo  sue- 
le abundar  más  lo  malo  que  lo  bueno. 


HOMBRE 


—  467  — 


HOMBRE 


Hay  hombres  que  parecen  niños,  asi  como 
hay  niños  que  parecen  hombres. 

Aplícase  a  aquellos  que  por  sus  actos 
parecen  desdecir  la  edad  que  en  reali- 
dad tienen. 
Hay  hombres  tales,  que  son  traidores  y 
parecen  leales. 

El  fingimiento  y  la  falsía  son  cuali- 
dades muy  extendidas   en  la  humana 
naturaleza. 
Hombres  buenos  y  picheles  de  vino  apa- 
ciguan el  ruido. 

La  intervención   de  gente  honrada, 
así  como    el  reparto,    oportunamente 
hecho,  del  zumo  de  las  uvas,  suele  cor- 
tar todas  las  disputas. 
Hombres  dejé  y  hombres  encontré. 

Dicho  atribuido  a  un  canónigo  de 
Sevilla,  quien  no  queriendo  contami- 
narse con  las  injusticias  y  tropelías 
que  se  cometían  en  aquella  corpora- 
ción por  parte  de  algunos  de  sus  indi- 
viduos, decidió  recogerse  en  los  cartu- 
jos de  aquella  ciudad,  de  donde  al  fin 
se  salió  también,  pues  echó  de  ver  que 
dondequiera  haya  hombres,  allí  tiene 
que  haber  por  fuerza  miserias  y  fragi- 
lidades. 
Hombres  desleales,  mujeres  sin  vergüen- 
za, mar  sin  peces  y  bosques  sin  leña :  eso 
es  Genova. 

Pintura  tan  denigrativa  como  falsa 
de  esa  opulenta  ciudad  de  Italia. 
Los  hombres,  enseñando  aprenden. 

No  hay  nada  que  instruya  tanto  como 
el  enseñar  a  los  demás. 
Los  hombres  hacen  las  leyes;  las  mujeres 
forman  las  costumbres. 

Sin  imposiciones  ni  penalidades  con- 
sigue la  mujer  habituar  al  hombre  me- 
jor que  éste  a  sus  semejantes  con  los 
códigos  que  hace. 
Los  hombres  no  se  plantan  en  macetas. 
Da  a  entender  que  no  se  improvisan; 
se  necesita  que  la  edad  y  la  experien- 
cia los  formen. 
Los  hombres  no  son  más  que  niños  grandes. 
Puesto  que  lo  que  crece  es  el  cuer- 
po, pero  los  hábitos  son  los  de  la  in- 
fancia. 
Los  hombres,/0r  el  lucir  sufren  el  arder. 
Con  tal  de  figurar,  se  suelen  perdo- 
nar todo  género  de  incomodidades  y 
molestias. 


Los  hombres  que  procuran  serlo  mucho 
por  la  lanza,  cada  vez  que  la  juegan  dan 
una  azadonada  para  la  sepultura. 

Contra  los  muy  dados  al  coito  fre- 
cuente. 
Los  hombres,  querellos,  pero  que  no  lo 
sepan  ellos. 

Táctica  especial  que  siguen  las  mu- 
jeres para  saber  conducirse  en  sus  pla- 
nes de  amor. 
Los  hombres  tienen  la  hermosura  en  su 
calidad,  y  las  mujeres,  la  calidad  en  su 
Iiermosura. 

El  hombre  cifra  su  mérito  en  el  lus- 
tre de  su  cuna,  y  la  mujer,  en  los  hechi- 
zos de  su  cuerpo. 
No  es  bien  los  hombres  decir  sus  cosas. 
Recomienda  la  prudencia  y  la  dis- 
creción en  el  hablar  de  sí  propios. 
No  procuren  los  hombres  apartar  lo  que 
Dios  junta. 

Contra  los  que  pretenden  infernar 
los  matrimonios  con  fines  pecamino- 
sos. —  El  divorcio  es  opuesto  a  las  le- 
yes de  Dios. 
No  sentir,  tío  es  de  hombres;  y  no  sufrir, 
no  es  de  varones. 

El  ser  varón  no  excluye  la  condición 
de  ser  piadoso. 
No  son  todos  hombres  los  que  van  a  Se- 
villa. 

Indica  que  no  solamente  los  que  es- 
tán dispuestos  a  todo  son  los  que  van 
a  las  ciudades  populosas  y  sitios  de 
gran  tráfico  y  bullicio,  sino  también  los 
apocados  y  que  para  nada  sirven  en 
ellos. 
No  todos  los  hombres  comen  la  caza  que 
matan. 

Porque  unos  ponen  el  trabajo  y  otros 
recogen  las  ganancias. 
No  todos  son  hombres  los  que  mean  en  la 
pared,  o  No  son  hombres  todos  los  que 
mean  en  pared. 

Muchos  alardean  de  un  saber,  po- 
der, etc.,  que  no  tienen  en  realidad, 
aun  cuando  a  ello  les  obligue  su  em- 
pleo, posición  social,  cuna,  etc.,  en  lo 
cual  se  cumple  una  vez  más  aquello  de 
que  no  hay  que  fiarse  de  apariencias. 
lodos  los  hombres  pecaron  en  Adán. 
Porque  de  su  falta  sufrimos  todos 
las  consecuencias,  como  solidarios  que 
nos  hemos  hecho  de  ella. 


HOMBRO 


—  468  — 


HONOR 


HOMBRO.  —  Arrimar  el  hombro. 

Trabajar  con  actividad;  ayudar  o  con- 
tribuir al  logro  de  un  fin.  —  Hablando 
el  Eclesiástico  de  lo  difícil  y  penoso  que 
es  alcanzar  la  sabiduría,  exhorta  de  esta 
manera  a  los  que  deseen  conseguirla : 
Subjice  humerum  tuum,  et  porta  Mam,  et 
ne  acediaris  vinculis  ej'us.  (VI,  26.) 
Echar  uno  al  hombro  una  cosa. 
Hacerse  responsable  de  ella. 
Mirar  a  uno  por  encima  del  hombro,  o 
sobre  el  hombro,  o  sobre  hombro. 
Tenerlo  en  menos;  desdeñarle. 
Encogerse  uno  de  hombros. 

Manifestar  extrañeza,  ignorancia  o  in- 
diferencia respecto  a  lo  que  se  oye. — 
Negar  la  contestación  a  una  cosa  por 
no  querer  darla  o  por  no  saberla. 
Encoger  uno  los  hombros. 

Llevar  con  paciencia  y  con  la  ma- 
yor resignación  o  indiferencia  una  cosa 
desagradable,  sin  moverse  a  nada  ni 
chistar. 
Sacar  uno  a  hombros  a  otro. 

Librarle  con  su  favor  o  poder,  o  a 
sus  expensas,  de  un  riesgo  o  apuro; 
ponerle  en  salvo. 
HOMERO.  —  A  las  veces  dormita  el  buen 
Homero. 

Dicho  tomado  del  Arte  poética   de 
Horacio  (verso  359),  con  el  que  se  de- 
nota que  los  sabios  también  se  suelen 
descuidar  en  ocasiones.  —  Es  bastante 
frecuente  usar  esta  locución  proverbial 
en  latín :  Quandoque  bonus  dormitat  Ho- 
merus. 
Nunca  falta  un  Homero  para  un  Aquiles. 
Los  seres  que  se  han  hecho  notables 
por   algún   concepto,    tienen   siempre 
personas  que  se  encarguen  de  alabar- 
los. —  Úsase  más  comúnmente  en  sen- 
tido irónico. 
HONDÓN.  —  Donde  sacan  y  no  pon,  presto 
se  llega  al  hondón. — V.  Donde  hay  saca 
y  nunca  pon,  presto  se  acaba  el  bolsón. 
HONESTA.  —  Dámela  honesta,  dártela 
he  compuesta. 

La  honestidad  es  la  joya  más  precia- 
da que  puede  ostentar  una  mujer. 
liase  de  usar  con  la  honesta  mujer  el  es- 
tilo que  con  las  reliquias :  adorarlas  y  no 
tocarlas. 

Enseña  a  respetar  a  las  mujeres  hon- 
radas. 


HONESTIDAD.  -  Honestidad  es  htr 

mana  de  vergüenza;  castidad,  madre  de 
continencia. 

Manifiesta  que  estas  virtudes  nunca 
van  solas,  formando  así  la  más  bella 
corona  de  la  mujer. 
HONGO.  —  Abundar  como  hongos  en  año 
de  lluvias. 

Dícese  de  aquello  de  que  hay  gran 
cantidad,  aludiendo  a  que  el  agua  de 
las  nubes  es  muy  beneficiosa  para  las 
setas. 
Brotar,  o  nacer,  como  los  hongos. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  se  pro- 
duce pronta  o  inesperadamente  en  al- 
gún lugar,  con  alusión  a  la  espontanei- 
dad con  que  nacen  los  hongos. 
HONOR.  —  El  honor  y  la  mujer  son  malos 
en  opiniones. 

Alude  a  que  cada  uno  juzga  ambas 
cosas  a  su  manera. 
Mi  honor  valía  más  de  cien  ducados.  —  Ya 
te  contentarás  con  dos  pesetas. 

Frase  que  se  ha  hecho  proverbial, 
tomada  del  sainete  de  D.  Ramón  de  la 
Cruz  titulado  Manolo,  y  que  se  suele 
aplicar  cuando  una  persona  quiere  re- 
bajar el  mérito  de  aquello  por  que  se 
pide  un  gran  precio. 
Perdí  mi  honor  diciendo  mal  y  oyendo 
peor. 

Las  personas  murmuradoras  se  ex- 
ponen a  andar  en  lenguas  que,  general- 
mente, no  dejan  muy  bien  parado  a 
quien  cogen. 
lodo  el  honor  de  las  mujeres  consiste  en 
la  opinión  buena  que  de  ellas  se  tiene. 

La  mujer  de  buena  conducta  es  ala- 
bada por  todo  el  mundo,  sin  que  nadie 
se  atreva  a  dudar  de  ella. 
lodo  se  ha  perdido,  menos  el  honor. 

Dicho  de  Francisco  I  en  una  cart 
que  envió  a  su  madre  dándole  cuen 
de  su  derrota  y  prisión  en  la  batalla  d 
Pavía.  —  Suele  aplicarse  satíricamente 
Honores  cambian  costumbres. 

El  pasar  de  una  posición  humilde  o 
mediocre  a  otra  superior,  suele  ser 
causa  de  que  se  engrían  los  hombres 
hasta  el  punto  de  olvidarse  de  su  esta- 
do primitivo. 

Este  refrán,  de  uso  correntísimo  en 
tre  los  romanos  (Honores  mutant  mo 
res),  fué  compuesto  expresamente  para 


HONRA 


—  469 


HONRA 


Sila,  de  quien  dice  Plutarco  (cap.  LXIV) 
que  habiendo  mostrado  en  su  mocedad 
un  carácter  jovial,  manso  y  compasivo, 
al  tiempo  de  su  dictadura  se  tornó  en 
severo,  cruel  e  implacable. — Juan  de 
Meung  sostiene  en  su  Román  de  la  Rose 
que  los  honores  no  cambian  las  cos- 
tumbres, sino  que  las  disfrazan.  —  El 
rey  de  España  Felipe  II  decía,  a  vuel- 
tas de  otras  muchas  agudezas  que  le 
eran  connaturales,  que  no  todos  los  es- 
tómagos son  capaces  de  digerir  gran- 
des fortunas,  y  que  una  mala  comida 
no  engendra  tanta  corrupción  en  el 
cuerpo  como  las  honras  en  un  ánimo 
mezquino.  —  Terminaremos  diciendo 
o  cómo  es  tan  general  el  vicio  a  que  aquí 
se  alude,  que  no  es  éste  el  único  refrán 
que  pone  de  manifiesto  acción  tan  ruin 
como  reprobable.  En  prueba  de  nues- 
tro aserto,  recuérdense,  a  vueltas  de  al- 
guno que  otro  más,  los  siguientes:  No 
de'  Dios  a  nuestros  amigos  tanto  bien  que 
nos  desconozcan. — Cuando  el  villano  está 
en  el  mulo  no  conoce  a  Dios  ni  al  mun- 
do. —  Vióse  el  perro  en  bragas  de  cerro 
y  no  conoció  a  su  compañero. 
HONRA.  —  Donde  está  claro  no  poder  ganar 
honra,  locura  es  aventurar  la  persona. 
Aconseja  que  no  se  exponga  en  balde 
a  un  peligro  quien  no  está  seguro  de 
salir  victorioso. 

El  deseo  de  la  honra  y  riqueza  crece  cuan- 
to ella  misma  se  aumenta. 

Es  noble  ambición  desear  ambas  co- 
sas cuando  se  adquieren  por  medios 
lícitos. 

El  que  quiera  honra,  que  la  gane.  Y  algu- 
nos añaden  jocosamente  :  que  ésta  es 
para  su  amo.  —  V.  El  que  quiera  peces, 
que  se  moje  el  etilo. 

Honra  es  de  los  amos  la  que  se  hace  a  los 
criados. 

Porque  recae  en  beneficio  propio, 
toda  vez  que  ellos,  al  mostrarse  agra- 
decidos, proclaman  la  bondad  del  amo 
a  quien  sirven. 

Honra  y  provecho  caben  eti  un  saco. 

Dícese  cuando  se  interviene  en  un 
asunto  del  cual  se  puede  legalmente 
conseguir  algún  beneficio. 

Honra  y  provecho  no  caben  en  un  saco. 
Por  lo  regular,  los  empleos  de  honor 
y  distinción  no  suelen  ser  de  mucho 


lucro.  —  Aplícase  en  aquellos  casos  en 
que  se  sospecha  que  la  riqueza  de  una 
persona  no  ha  sido  adquirida  por  me- 
dios lícitos. 

Honra  y  vicio  no  andan  en  u?i  quicio. 

No  es  posible  hermanar  ambas  cosas, 
pues  ni  la  persona  honrada  es  viciosa, 
ni  la  viciosa,  honrada. 

La  honra  de  las  mujeres  no  está  en  más  de 
la  común  opinión.  — V.  Todo  el  honor  de 
las  mujeres  consiste  en  la  opinión  buena 
que  de  ellas  se  tiene. 

La  honra  del  amo  descubre  la  del  cria- 
do. —  V.  Honra  es  de  los  amos  la  que  se 
hace  a  los  criados. 

La  honra  del  marido  está  en  mano  de  su 
mujer. 

Porque  de  su  conducta  depende  la 
estimación  con  que  ha  de  ser  mirado 
el  esposo. 

La  honra  es  del  que  honra. 

El  que  concede  alguna  merced,  ma- 
nifiesta poseer  espíritu  de  justicia  y 
grandeza  de  corazón. 

La  honra  puédela  tener  el  pobre,  pero  no 
el  vicioso. 

La  dignidad  no  tiene  que  ver  con  la 
riqueza,  sino  con  la  honradez. 

La  honra  que  a  tu  mujer  das,  en  tu  casa 
se  queda. 

Honrar  a  la  mujer  propia  es  honrar- 
se a  sí  mismo. 

La  verdadera  honra  es  la  que  da  el  que 
la  tiene. 

Aconseja  que  nos  reunamos  con  per- 
sonas dignas,  pues  con  ello  salimos 
honrados:  nadie  puede  dar  lo  que  no 
tiene. 

Más  vale  morir  con  honra  que  deshonra- 
do vivir. 

El  que  muere  por  el  cumplimiento 
del  deber  es  alabado  por  todos;  al  paso 
que  al  que  lo  abandona,  desertando  de 
su  puesto,  todos  le  escupen. 

Meter  honra  y  provecho  en  un  saco. — Véa- 
se Honra  y  provecho  caben  en  un  saco. 

Ninguno  tiene  más  honra  que  la  que  le 
quieren  dar. 

El  hombre  tiene  que  vivir  sometido 
al  juicio  de  la  sociedad. 

No  se  ha  de  aventurar  la  honra  por  el 
gusto. 

Porque  es  preciso  atender  a  lo  prin- 
cipal antes  que  a  lo  secundario. 


HONRADEZ 


470  — 


HORA 


Quien  a  los  suyos  se  parece,  honra  mere- 
ce. —  V.  Bien  haya  quien  a  los  suyos  se 
parece. 
Grandes  honras  deben  comprarse  a  peli- 
gros grandes.  —  V.  No  se  cogen  truchas 
a  bragas  enjutas. 
Hay  honras  que  son  verdaderas  deshonras. 
Cuando  ciertas  instituciones  llegan 
a  decaer  de  su  primitivo  esplendor,  o 
a  prostituirse  ciertas  condecoraciones, 
la  verdadera  honra  consiste  en  no  per- 
tenecer uno  a  aquéllas  o  en  no  osten- 
tentar  éstas. 
Las  honras,  cuanto  más  crecen,  más  ham- 
bre ponen. 

La  adquisición  de  honores  trae  apa- 
rejados mayores  gastos. 
HONRADEZ. —  Echa  un  cacfw  de  honra- 
dez en  el  cocido,  y  verás  qué  caldo  sale. 
Excusa  de  mal  género  a  favor  de  los 
que  desempeñan  sus  cargos  con  poca 
escrupulosidad  y  menos  conciencia. 
HONRADO.— Más  honrado  es  el  que  me- 
rece la  honra  y  no  la  tiene,  que  el  que  la 
tiene  y  no  la  merece. 

En  el  primer  caso  la  responsabilidad 
es  de  quien  debiéndola  conceder  no  la 
concede,  y  en  el  segundo  lo  es  tanto 
del  que  la  da  como  del  que  la  recibe. 
lan  honrado  es  el  conde  como  el  gita- 
no. —  V.  Ser  tal  para  cual. 
HONRAR.  —  A  todos  conviene  honrar  el 
que  de  todos  quiere  ser  honrado. 

Para  merecer  la  consideración  de  los 
demás  es  preciso  comenzar  por  guar- 
dársela a  ellos. 
Yo  a  vos,  por  honrar;  vos  a  mí,  por  en- 
cornudar. 

Reprende  a  los  que    corresponden 
con  ingratitud  a  los  beneficios  que  se 
les  hace. 
HOPO.  —  Aún  le  ha  de  sudar  el  hopo.  — 
V.  Aún  le  ha  de  sudar  el  rabo. 
¡Hopo,  a  otra  parte  otro  poco! 

Expresión  usada  para  quitarnos  de 
encima  al  que  nos  estorba  o  nos  está 
molestando. 
Seguir  el  hopo  a  uno. 

Ir  siguiéndole  y  dándole  alcance. 
Sudar  el  hopo. 

Costar  mucho  afán  y  trabajo  la  con- 
secución de  una  cosa. 
HORA.— ¡A  buena  hora,  mangas  verdes! 
Aplícase  a  todo  lo  que  llega  tarde,  y 


tiene  por  equivalentes:  A  la  vejez,  vi- 
ruelas. —  Al  asno  muerto,  la  cebada  al 
rabo. —  Cuando  el  perdón  vino,  ya  estaba 
el  Papa  en  Roma. —  Cuando  vino  el  ori- 
nal, muerto  era  Juan  Pascual.  —  Des- 
pués de  liebre  ida,  palos  en,  o  azotan,  la 
cama.— Después  de  vendimias,  cue'vanos.— 
El  conejo  ido,  el  consejo  venido. — El  hijo 
muerto  y  el  apio  en  el  huerto.  —  El  soco- 
rro de  Escalona,  que  cuando  le  llega  el 
agua  es  quemada  la  villa  toda. — La  casa 
quemada,  acudir  con  el  agua. 

A  la  mala  hora  no  ladra  el  perro. 

Dícese  de  los  que  cuando  hace  falta 
no  dan  señales  de  su  persona. 

¡A  tal  hora  te  amanezca! 

Se  suele  decir  familiarmente  al  que 
llega  tarde  a  alguna  cosa  o  especie  de 
que  se  está  tratando,  y  también  al  que 
trueca  las  horas  del  día  al  hablar  de 
ellas. 

A  toda  hora  el  perro  mea  y  la  mujer  llora. 
Indica  que  tanto  las  mujeres  como 
los  perros  están   siempre  en  disposi- 
ción de  hacer,  respectivamente,  lo  que 
el  refrán  indica. 

Ahora  no  es  hora  de  bésame,  esposa,  o  se- 
ñora. 

Contra  los  que  no  atienden  a  la  opor- 
tunidad ni  guardan  los  debidos  mira- 
mientos en  sus  pretensiones  o  deseos. 

Antes  de  la  hora  gran  denuedo;  venidos  al 
punto,  mucho  miedo. 

Manera  de  criticar  a  los  baladrones, 
que  ofrecen  hacer  mucho  cuando  no 
hay  ningún  riesgo  ni  están  en  ocasión 
de  hacerlo,  y  en  llegando  ésta  no  cum- 
plen lo  que  prometen  y  se  acobardan 
y  amilanan. 

A  poco  de  hora. 

En  poco  tiempo;  poco  después. 

Aquí  sea  mi  hora. 

Sobrentiéndese  última,  indicando  la 
acción  de  fallecer,  como  especie  de  fór- 
mula de  juramento. 

A  última  hora. 

En  los  últimos  momentos. — Es  locu- 
ción que  suelen  usar  los  periódicos 
cuando  comunican  una  noticia  recibi- 
da al  entrar  el  número  en  prensa.  — 
También  se  dice  con  referencia  a  las 
asambleas  políticas  y  otras  juntas,  para 
significar  lo  que  se  determina  o  vota 
en  ellas  al  concluir  la  sesión. 


HORA 


—  47i  — 


HORA 


j  Buena  hora!  — ¡Para  cobrar  veinte  mil 
duros! 

Expresión  con  que  se  da  a  entender 
que  es  tiempo  oportuno  para  ejecutar 
una  cosa. 
Cada  hora  que  pasa,  o  que  da,  nos  hiere, 
y  la  úllima  ?ios  mata. 

Expresa  que  a  medida  que  transcu- 
rre el  tiempo  nos  acercamos  más  a  la 
muerte. 
Casarás  en  mala  hora  y  co?nerás  cabeza 
de  olla. 

Denota  las  ventajas  que  consigue  el 
que  es  cabeza  de  familia,   aunque  se 
case  desventajosamente. 
Dar  hora. 

Señalar  plazo  o  citar  tiempo  preciso 
para  una  cosa. 
Dar  la  hora. 

Ser  una  cosa  muy  buena,  sobre  toda 
ponderación. 
De  hora  a  hora  Dios  mejora. 

Debe  esperarse  en  la  misericordia 
divina  el  remedio  de  nuestros  males, 
pues  no  se  olvida  de  enviarlo  pronto 
cuando  conviene. 
De  hora  en  hora. 

Sin  cesar;  continuamente. 
En  buena  hora  lo  cuente,  o  lo  diga. 

Manifiesta  uno  el  deseo  de  que  no  se 
torne  en  mal  el  bien  que  se  disfruta. 
En  buen  hora  vengas,  mayo,  el  mejor  mes 
de  todo  el  año. 

Elogia  al  mes  de  mayo,  que  es   el 
que  por  lo  general  determina  la  cose- 
cha que  ha  de  obtener  el  agricultor. 
En  chica  hora  Dios  obra. 

Las  obras  de  Dios  no  están  circuns- 
critas a  términos  y  espacios  precisos, 
por  ser  ilimitada  su  omnipotencia. 
En  poco  de  hora. — V.  A  poco  de  hora. 
En  una  hora  no  se  tomó  Zamora. — V.  No 

se  gand  Zamora  en  utia  hora. 
En  una  hora  se  cae  la  casa. 

Manifiesta  la  inestabilidad  de  las  co- 
sas humanas,  pues  en  muy  poco  tiem- 
po pueden  ocurrir  infinitos  aconteci- 
mientos. 
Hacer  hora. 

Ocuparse  en  una  cosa  mientras  llega 
el  tiempo  señalado  para  otro  negocio. 
Hacerse  hora  de  una  cosa. 

Llegar  el  tiempo  oportuno  y  señala- 
do para  ejecutarla. 


Hora  ha  un  año,  cuatrocientas,  y  hogaño, 
cuatro  ciegas. 

Advierte  que  el  ganado  cabrío,  por 
mucho  que  se  posea,  en  poco  tiempo 
se  desgracia  y  queda  muy  reducido  el 
número  de  cabezas  que  lo  componen. 
Hora  está  tomado  por  ahora. 

Llegar,  o  llegarse,  la  hora. 

Cumplirse  el  plazo  señalado  o  el 
tiempo  determinado  y  oportuno  para 
una  cosa. —  Usase  frecuentemente  con 
referencia  a  la  hora  de  la  muerte. 

Llegar,  o  venir,  a  la  hora  de  los  molle- 
tes. —  V.  Llegar  a  los  anises. 

Llegar  a  la  hora  de  los  panecillos.  —  Véa- 
se Llegar  a  los  anises. 

Más  vale  hora  de  trato  que  ciento  de  tra- 
bajo. 

Un  buen  negocio  que  se  estipule  en 
poco  tiempo,  rinde  más  utilidad  que  el 
trabajo  en  que  se  está  ocupado  coti- 
dianamente. 

Más  vale  una  hora  de  conversación  con  un 
sabio  que  diez  años  de  estudio  con  los 
libros. 

Proverbio  chino  que  manifiesta  lo 
mucho  que  vale  el  trato  con  las  per- 
sonas eruditas,  por  lo  mucho  que  se 
aprende. 

No  ver  uno  la  hora  de  una  cosa. 

Desear  con  vehemencia  que  llegue 
el  momento  en  que  se  realice  aquello 
que  uno  pretende. 

...  que  da  la  hora. 

Para  ponderar  lo  extraordinario  o 
notable  de  alguien  o  de  algo;  v.  gr. :  Ha 
dicho  un  disparate  que  da  la  hora.  — 
Me  han  hecho  un  aparador  que  da  la 

HORA. 

{Qué  hora  es?  —  Las  que  no  han  dado 
están  al  caer. 

Perogrullada  que  se  emplea  cuando 
no  se  sabe  o  no  se  quiere  responder  a 
la  pregunta. 
Renegar  uno  de  la  hora  en  que  nació. 

Hallarse  muy  desesperado  por  ha- 
berle ocurrido  algún  mal. 
Tener  uno  en  hora  chiquita  sol  y  som- 
briia. 

Disfrutar  en  poco  tiempo  de  todo 
aquello  que  más  puede  agradarle. 
Tomar  hora. 

Enterarse  del  plazo  o  tiempo  que  se 
señala  para  un  fin. 


HORCA 


—  472  — 


HORNO 


Una  hora,  o  un  día  de  vida,  es  vida. 

El  poder  disponer  una  persona  de  un 
plazo  a  favor  suyo,  por  corto  que  sea, 
no  deja  de  ser  una  ventaja. 
Ganar  horas. 

Hablando  de  los  correos,    ganar  el 
premio   señalado   por  cada  hora  que 
tardan  menos  en  el  viaje  de  las  que  re- 
gularmente debían  emplear. 
Ganar  las  horas. 

Aprovechar  el  tiempo  acelerando  las 
providencias  para  el  logro  de  una  cosa. 
Horas  antes,  antes  que  minutos  después. 
Encomia  la  puntualidad  en  todos,  es- 
pecialmente en  el    militar,  que  debe 
asistir  a  su  puesto  u  obligación  sin  ha- 
cerse esperar,  pues  el  rigor  de  la  dis- 
ciplina no  lo  consiente. 
Tener  uno  sus  horas  contadas. 
Estar  próximo  a  la  muerte. 
HORCA.  —  Dejar  horca  y  pendón. 

Dejar  en  el  tronco  de  los  árboles, 
cuando   se  podan,   dos  ramas   princi- 
pales. 
La  horca  lo  suyo  lleva,  o  Siempre  la  hor- 
ca lleva  lo  suyo. 

El  criminal  suele  acabar  por  sufrir  la 
pena  consiguiente,  ya  sea  de  un  modo 
o  de  otro,  bien  tarde  que  temprano. 
Mostrar  la  horca  antes  que  el  lugar. 

Anticipar  una  mala  nueva  o  poner 
inconvenientes  y  estorbos  para  negar 
una  cosa. 
Tener  horca  y  cuchillo. 

En  lo  antiguo,  tener  derecho  y  juris- 
dicción para  castigar  hasta   con   pena 
capital.  —  Mandar  como  dueño  y  con 
gran  autoridad. 
Pasar  por  las  horcas  caudinas. 

Sufrir  uno  el  sonrojo  de  hacer  a  la 
fuerza  lo  que  no  quería.  —  Alude  a  la 
vergüenza  impuesta  a  los  romanos  por 
los  samnitas,  sus  vencedores,  después 
de  la  derrota  del  desfiladero  de  Cau- 
dium,  en  el  año  321  antes  de  Jesu- 
cristo. 
HORCHATA.  —  Tener  horchata  de  chu- 
fas. 

Aplícase  a  la  persona  de  tempera- 
mento frío,  sosa,  incapaz  de  apasionar- 
se ni  conmoverse  por  nada. 
HORMA.  —  Hallar  uno  la  horma  de  su 
zapato. 

Manera  irónica   de  dar  a  entender 


que  alguno  ha  encontrado  otro  que  le 
entiende  sus  mañas  o  artificios,  o  quien 
le  resista  y  se  oponga  a  sus  intentos. — 
También  se  usa  en  sentido  recto  para 
significar  que  uno  ha  encontrado  lo 
que  le  acomoda  o  desea.  —  Dícese 
asimismo:  Dar,  o  encontrarse,  con  la 
horma  de  su  zapato. 
HORMENTO.  —  c-  Quién  te  hizo  acuciosa} 
—  Hormento  y  agua  roja. 

Frase  tomada  de  los  rústicos,  que  ad- 
vierte ser  las  ocasiones. las  que  hacen 
a  los  hombres  solícitos  y  cuidadosos, 
así  como  la  levadura,  significada  por  la 
voz  hormento,  o  fermento,  y  el  agua  ca- 
liente por  el  agua  roja,  precisan  a  la 
mujer  a  que  acuda  a  amasar  el  pan  a  su 
tiempo  conveniente. 
HORMIGA.—  En  algo  debe  de  ir,  como  dijo 
la  hormiga. 

Quiere  significar  que  cada  cual  hace 
las  cosas  con  su  cuenta  y  su  razón. 
Parece  hormiga  y  es  avispa. 

Aplícase  a  las  personas  cuyo  aspecto 
es  bondadoso  o  timorato,  aparecien- 
do lo  contrario  cuando  llega  la  ocasión 
de  demostrarlo. 
Cuando  las  hormigas  se  quieren  perder, 
alas  les  han  de  nacer. — V.  Da  Dios  alas 
a  la  hormiga  para  que  muera  más  aína,  o 
Por  su  mal  supo  la  hormiga  volar. 
Irse  a  matar  hormigas. 

Entretenerse  u  ocuparse   en   cosas 
sin  importancia,  o  pasar  el  tiempo  en 
la  inacción. 
HORNERA.  —  No  seáis  hornera  si  tenéis 
la  cabeza  de  manteca. 

Nadie  se  encargue  de  aquello  que  no 
puede  desempeñar,  sin  consultar  antes 
con  sus  fuerzas. 
HORNO.  -  Calentar  el  horno. 

Enardecerse  una  persona;  irritarse. 
Encender  el  horno. 

Preparar  el  terreno  para  hacer  que 
una  persona  se  moleste  o  irrite. 
Estar  hecho  un  horno. 

Hallarse  muy  caldeado  un  local. — 
Encontrarse  muy  apasionada  una  per- 
sona, generalmente  por  el  amor.  En 
este  sentido  se  dice  también:  Estar 
hecho  un  Etna. 
Ni  tan  adentro  del  horno  que  te  quemes, 
ni  tan  afuera  que  te  hieles.  —  V.  Ni  fea 
que  espante,  ni  hermosa  que  mate. 


HOROZCO 


—  473   — 


HOY 


No  está  el  horno  para  bollos,  o  pasteles, 
o  rosquillas,  o  tortas. 

No  estar  una  persona  o  cosa  en  dis- 
posición  o  aptitud  de  hacer   aquello 
que  de  ella  se  exige  o  para  lo  que  se  la 
quiere  destinar. 
Sobra  horno  y  falta  poya. 

La  posibilidad  no  corresponde  a  los 
deseos. 
HOROZCO.  —  Horozco,  no  te  conozco,  o 
si  le  vi,  no  te  conozco. 

Expresión  que  tiene  por  objeto  el 
renegar  de  una  persona  con  quien  se 
ha  regañado. 
HORRO.— Horro  Mahoma  y  diez  años  por 
servir. 

Se  dice  de  los  que  erradamente  ha- 
cen cuenta  de  estar  fuera  de  alguna 
obligación,  faltándoles  mucho  para  ha- 
ber de  cumplir  y  quedar  libres. 
Ir,  o  sacar,  o  salir,  horro. 

Denota  que  se  ha  sacado  libre  a  uno 
y  sin  pagar  aquello  que  adeudan  otros 
en  un  mismo  negocio,  o  que  él  ha  sali- 
do sin  pagar  su  parte. 
HORTELANA.  —  La  hortelana  trae  la 
bolsa  herrada. 

Alude  a  lo  difícil  que  es  sacarle  di- 
nero a  la  gente  del  campo. 
HOSPITAL.— En  el  hospital  hay  di. 

En   los    establecimientos    benéficos 
siempre  se  encuentra  algún  pretexto 
para  justificar  la  inversión  de  los  fon- 
dos dedicados  a  su  sostenimiento. 
Estar  hecho  un  hospital. 

Se  aplica  a  la  persona  que  padece 
muchos  achaques,  o  a  la  casa  en  que  se 
juntan  a  un  tiempo  muchos  enfermos. 
Ir  al  hospital  por  hilas,  o  por  mantas. 
Se  reprende  la  imprudencia  de  pe- 
dir a  otro  lo  que  consta  que  necesita  y 
para  él  hace  falta. 
Muchos  van  al  hospital  por  no  cuidar  un 
caudal. 

El  que  dilapida  la  fortuna  sin  mirar 
al  día  de  mañana,  suele  acabar  sus  días 
en  dicho  establecimiento. 
Ser,  o  parecer,  un  hospital  robado. 

Se  dice  de  las  casas  que  están  sin  al- 
hajas ni  muebles. 
HOTO.  —  En  hoto  del  conde  no  mates  al 
hombre. 

Advierte  el  riesgo  de  obrar  mal,  aun 
confiando  en  el  favor  de  los  poderosos. 


HOY.  —  Antes  hoy  que  mañana. 

Denota  el  deseo  que  se  tiene  de  ha- 
cer o  acabar  una  cosa  lo  más  pronto 
posible. 
Aunque  hoy  goces  las  dichas,  teme  mañana 
las  desdichas. 

Advierte  que  por  muy  feliz  que  se 
sea,  es  conveniente  estar  apercibido 
para  las  desgracias  que  puedan  sobre- 
venir, pues  no  hay  bien  ni  mal  que  cien 
años  dure. 
Cofi  hoy  y  con  mañana. 

En  dando  en  aplazarse  repetidas  ve- 
ces la  ejecución  de  una  cosa,  se  corre 
el  riesgo  de  no  llegar  a  realizarla  nun- 
ca. —  Dícese  también :  Con  un  día  y  con 
otro. 
De  hoy  a  mañana. 

Da  a  entender  que  una  cosa  suce- 
derá pronto  o  está  próxima  a  ejecu- 
tarse. 
De  hoy  en  adelante,  o  De  hoy  más. 

Desde  este  día. 
El  que  hoy  cae,  ptiede  levantarse  mañana. 
No   conviene  despreciar  al  que  se 
halla   actualmente    en  modesta   situa- 
ción, pues  nadie  sabe  lo  que  podrá  lle- 
gar a  ser  en  lo  porvenir. 
Hoy  como  ayer,  mañana  como  hoy,  y  siem- 
pre igual. 

Hay  ciertas  cosas  en  la  vida  que  ja- 
más sufren  alteraciones. 
Roy  por  hoy. 

En  este  tiempo;  en  la  estación  pre- 
sente. 
Hoy  por  mi  y  mañana  por  ti. 

Manifiesta  que  los  favores  que  se  nos 
hacen  tendrán  su  recompensa  en  otra 
ocasión. 
Hoy  por  ti  y  mañana  por  mi. — V.  Hoy/£>r 

mí  y  mañana  por  ti. 
Hoy  somos  y  mañana  no. 

Expresa  que  si  en  la  actualidad  se 
encuentra  una  persona  en  toda  la  fuer- 
za de  su  poder,  no  siendo  éste  eterno, 
caerá  de  él  y  no  tendrá  de  qué  enva- 
necerse. 
Hoy  venida,  eras  garrida. 

Se  dice  contra  los  que  al  primer  paso 
de  su  fortuna  se  engríen  y  ensober- 
becen. 
Lo  que  hoy  no  quiero,  mañana  lo  apetezco. 
Denota  lo  voluble  que  suele  ser  la 
condición  humana. 


HOYO 


474  — 


HUERTO 


Lo  que  no  se  hace  hoy  se  hará  mañana. 

Expresión   usada  por   los   que  son 

poco  amigos  de  matarse  con  el  trabajo. 

Ninguno  que  hoy  bien  goza  se  acuerda  de 

su  antigua  pobre  choza,  presumiendo  que 

usó  siempre  carroza. 

Los  que  llegan  a  alcanzar  grandes 
puestos  sociales  suelen  olvidarse  de 
sus  principios,  generalmente  modestos 
y  humildes. 
Quien  hoy  no  socorre,  mañana  no  será  so- 
corrido. 

Recomienda  la  caridad,  aunque   no 
sea   más   que   como   un  principio  de 
egoísmo. 
.57  hoy  logro  el  laurel,  moriré  gustoso  ma- 
ñana por  él. 

Expresión  usada  por  todo  el  que  de- 
sea conseguir  alguna  cosa. 
Si  lo  que  hoy  se  hace,  mañana  se  deshace, 
ningún  beneficio  nace.  —  V.  Ser  como  la 
tela  de  Penélope. 
HOYO. — Donde  hay  hoyo  se  echa  tierra. 
Recomienda  que  se  allanen  las  difi- 
cultades que  se  presenten  para  llevar 
a  cabo  un  negocio. 
Hacer  un  hoyo  para  tapar  otro. 

Critica  a  aquellos  que  por  evitar  un 
daño  o  cubrir  una  trampa,  hacen  o  des- 
cubren otra. 
HOZ. — Entrarse,  o  meterse,  de  hoz  y  de  coz. 
Introducirse  en  alguna  parte  o  asun- 
to con  empeño  y  sin  consideración. 
Entre  hoz  y  vencejo  muere  la  mujer  y  huye 
el  mancebo. 

Alude  a  que  la  época  de  la  siega  es 
la  más  perjudicial  para  las  relaciones 
conyugales. 
La  hoz  en  el  haza  y  el  ho?nbre  en  la  casa. 
Manera  de  criticar  a  los  ociosos,  que 
en  vez  de  estar  trabajando  se  hallan 
mano  sobre  mano. 
Meter  la  hoz  en  mies  ajena. 

Introducirse  uno  en  profesión  o  ne- 
gocios que  no  le  tocan. 
HOZADA.  —  Más  vale  hozada  que  espiga 
alabada. 

Satiriza  a  los  que  alaban  mucho  una 
cosa,  pero  no  son  capaces  de  ayudar  a 
que  ésta  se  haga. 
HUECO.  —  Más  hueco  y  pomposo  que  al- 
deano vestido  de  fiesta. 

Aplícase  a  la  persona  que  está  muy 
ataviada,  con  alusión  a  la  gente  de  los 


pueblos,  que  se  pone  todo  lo  mejor 
que  posee   cuando   llegan   las  fiestas 
del  lugar. 
HUELLA.  —  Seguir  las  huellas  de  uno. 

Seguir  su  ejemplo,  imitarlo. 
HUERA.  —  Salir  huera  una  cosa 

Malograrse,  fracasar. 
HUERTA.  —  Compra   huerta    o   vende 
puerta. 

Contra  los  que  presumen  en  su  porte, 
cuando   no   tienen  sobre   qué   caerse 
muertos. 
Hermosa  huerta  es  la  de  mi  vecino. 

Todo  lo  que  no  es  nuestro  nos  pa- 
rece mejor  que  lo  que  poseemos. 
Huerta  con  palomar,  Paraíso  terrenal. 
Refrán  que  parece  calcado,  en  fuer- 
za del  sonsonete,  sobre  el  siguiente: 
De  los  Huertos  al  Parral,  Paraíso  te- 
rrenal. (Véase.)  —  A  la  verdad,  no  con- 
cibo que  la  posesión  de  una  huerta  que 
tenga  palomar  juntamente,  merezca  ca- 
lificación tan  espléndida. 
Meter  a  uno  en  la  huerta. 

Engañarlo  valiéndose  de  medios  que 
juzgue  que  redundan  en  su  utilidad  o 
su  gusto. 
Metióte  en  la  huerta  y  no  te  dio  de  la 
fruta  de  ella. 

Se  dice  del  poderoso  que,  poniendo 
a  la  vista  el  premio,  cuando  llega  la 
ocasión  no  es  para  darlo. 
Nace  en  la  huerta  lo  que  no  siembra   el 
hortelano. 

Denota  que  a  pesar  de  una  buena 
educación  se  suelen  adquirir  resabios. 
No  siempre  sale  en  la  huerta  lo  que  quie- 
re el  hortelano. 

Enseña  que  no  todos  los  asuntos  que 
planteamos  resultan  a  medida  de  nues- 
tro deseo. 
Parecerse  una  cosa  a  las  huertas  de  Vi- 
llavendida  en  _  ue  todas  las  verduras  están 
podridas. 

Refrán  debido  al  sonsonete  y  cuya 
significación  la  manifiesta  clara  y  ter- 
minantemente el  texto  mismo. —  Villa- 
vendida  es  nombre  jocosamente  inven- 
tado. 
HUERTO.  —  Este  ir  y  venir  al  huerto 
me  trae  muerto. 

El  abuso  de  una  cosa,  por  agrada- 
ble que  sea,  trae  consigo  algún  grave 
daño. 


HUESA 


—  475  — 


HUESO 


Huerto  sin  agua,  casa  sin  tejado,  mujer 
sin  amor  y  el  marido  descuidado. 

Crítica  contra  los  que  tienen  tal  ca- 
rácter que  no  se  preocupan  por  nada. 
Huerto  y  tuerto,  mozo  y  potro  y  mujer 
que  mira  mal,  quiérense  saber  tratar. 

A  veces  aprovecha  más  la  maña  que 
la  fuerza  para  sacar  partido  de  lo  que 
se  desea. 
De  los  Huertos  al  Parral,  Paraíso  te- 
rrenal. 

«Al  Norte,  extramuros  de  Segovia, 
hay  una  preciosa  alameda  bañada  por 
el  Eresma,  cuyos  extremos  son:  a  Este, 
el  ex  monasterio  de  Premostratenses, 
y  a  Oeste,  el  de  Jerónimos;  titúlase  el 
primero  los  Huertos,  y  el  segundo  el 
Parral;  y  por  ser  el  sitio  tan  delicioso 
y  pintoresco,  se  formó,  sin  duda,  dicho 
refrán.>  (D.  Tomás  Baeza  González,  en 
carta  particular  al  autor.) 

Ponz  enunció  y  explicó  este  refrán 
de  un  modo  no  tan  satisfactorio,  di- 
ciendo en  el  tomo  X,  carta  8.a,  nume- 
ra 23 :  Los  Huertos  del  Parral,  Paraíso 
terrettal. 
HUESA. — Hasta  la  huesa  no  hay  ninguna 
buena. 

Uno  de  tantos  dichos  depresivos  con- 
tra la  mujer. 
¿  Viene  de  la  huesa  y  pregunta  por  la 
muerta} 

Modo  de  echar  en  cara  la  actitud  de 
los  que  afectan  ignorancia  en  una  cosa 
que  ya  saben. 
HUESCA.—  Quien  va  a  Huesca^»  no  ve  la 
casa  de  Lastanosa,  no  ve  cosa. 

Dicho  muy  popular  en  el  siglo  xvu, 
particularmente  en  Aragón,  aludiendo 
a  la  casa  que  D.  Vicencio  Juan  de  Las- 
tanosa tenía  en  Huesca,  en  la  que  había 
reunido  una  magnífica  biblioteca  y  un 
museo  de  antigüedades  y  pinturas,  y 
también  una  armería,  que  era  la  más 
notable  de  aquellos  tiempos. 
HUESO.  —  Dar  un  hueso  que  roer. 

Dejar  un  empleo  trabajoso  después 
de  haberlo  disfrutado,  o  cuando  ya  no 
tiene  utilidad. 
El  hueso  que  te  cupo  en  parte,  róelo  con 
sutil  arte. 

Aconseja  que  se  sobrelleve  con  pa- 
ciencia y  discreción  lo  malo  que  las  cir- 
cunstancias nos  han  proporcionado. 


El  hueso  y  la  carne  duélense  de  su  san- 
gre. 

Manera  de  dar  a  entender  el  senti- 
miento natural  que  tienen  los  parien- 
tes recíprocamente  en  sus  adversida- 
des y  desgracias,  aun  cuando  estén  mal 
entre  sí. 
Hasta  el  hueso. 

Totalmente,  por  completo,  sin  exclu- 
sión de  ningún  género;  y  así,  se  dice: 
Eres  malo  hasta  el  hueso. 
Menear  la  sin  hueso. 

La  lengua;  esto  es,  hablar  mucho,  y 
por  lo  general  sin  venir  a  qué. 
No  dejarle  a  alguno  hueso  sano. 

Vapulearle  o  darle  una  paliza.  —  Cri- 
ticar, zaherir  o  hablar  mal  de  él. 
Quien  se  traga  un  hueso,  conjianza,  o  sa- 
tisfacción, tiene  en  su  pescuezo. 

Dícese  de  la  seguridad  que  tiene  uno 
de  salir  airoso  en  la  empresa  más  o  me- 
nos ardua  que  ha  acometido. 
Quien  te  da  un  hueso  no  te  quiere  ver 
muerto. 

El  que  reparte  con  otro  lo  que  tiene, 
aunque  sea  poco  o  malo,  demuestra  que 
no  le  quiere  mal. 
Róete  ese  hueso. 

Explica  que  a  uno  se  le  encomienda 
una  cosa  de  mucho  trabajo  sin  utilidad 
ni  provecho. 
Soltar  la  sin  hueso. 

Prorrumpir  en  dicterios  contra  algu- 
na persona.  —  Ser  muy  charlatán. 
Tener  hueso  de  ahorcado. 

Ser  muy  afortunado  en  todo  cuanto 
se  emprende. — Alude  a  la  ficha  que  en 
el  juego  del  dominó  no  puede  colocar- 
se por  haber  salido  ya  todas  las  refe- 
rentes a  su  número,  con  cuyo  motivo, 
pasando  antes  que  pase  también  el  con- 
trario, gana  uno  la  partida. 
Tener  un  hueso  que  roer. 

Tropezar  con  alguna  dificultad  de  di- 
fícil solución. 
(De  qué  me  pides  los  huesos,  si  aún  no  me 
han  dado  la  carne} 

Excusa  que  se  da  a  la  persona  que 
se  adelanta  a  reclamar  la  parte  de  uti- 
lidad que  le  corresponde  en  un  trabajo 
o  negocio  cualquiera,  cuando  el  agente 
principal  no  ha  cobrado  aún  la  totali- 
dad que  tiene  que  percibir  para  sí  y 
sus  copartícipes. — Esta  frase  se  origina 


HUESO 


476 


HUÉSPED 


del  cuento  siguiente,  de  Calderón  de 
la  Barca: 

«A  cuatro  o  cinco  chiquillos 
daba  de  comer  su  padre 
cada  día;  y  como  eran 
tantas  porciones  iguales, 
un  día  se  olvidó  de  uno. 
El,  por  no  pedir,  que  es  grave 
desacato  en  los  chicuelos, 
estábase  muerto  de  hambre. 
Un  gato  maullaba  entonces, 
y  dijo  el  chiquillo:  «¡Zape! 
¿De  qué  me  pides  los  huesos, 
si  aún  no  me  han  dado  la  carnet* 

Desenterrar  los  huesos  de  alguno. 

Hablar,  generalmente  mal,  de  alguna 
persona  que  ya  ha  fallecido. 
Estar  uno  en  los  huesos,  o  en  los  huesos 
y  el  pellejo. 

Estar  sumamente  flaco. 
Mondar  los  huesos. 

Denota  al  que,  con  poca  urbanidad, 
se  come  cuanto  le  ponen. 
No  estar  uno  bien  con  sus  huesos. 

Cuidar  poco  de  su  salud. 
No  llegará  a  Jiacer  huesos  viejos. 

Aplícase  a  la   persona  de  quien  se 
presume  que  ha  de  morir  joven. 
Podérsele  contar  a  uno  los  huesos. — Véa- 
se Estar  uno  en  los  huesos. 
Ponerse  en  los  huesos. 

Llegar  uno  a  estar  muy  flaco  y  exte- 
nuado. 
Por  los  huesos  de  mi  padre. — V.  Por  el 

siglo  de  mi  madre. 
Roer  los  huesos. 

Aguantar  las  consecuencias  malas  de 
un  asunto  en  que  los  demás  han  salido 
gananciosos. 
Roerle  a  uno  los  huesos. 

Murmurar  o  hablar  mal  de  él. 
Sonar  los  huesos  de  uno  como  nueces  en 
costal. 

Se  dice  de  aquellos  a  quienes  le  sue- 
nan las  rótulas  o  choquezuelas  al  andar. 
Entre  otros  personajes  de  quienes  se 
asegura  poseían  esta  circunstancia,  figu- 
ra el  rey  D.  Pedro  I  de  Castilla. 
Tener  uno  los  huesos  duros. 

Expresión  que  suele  emplear  el  que 
no  admite  una  ocupación  impropia  de 
su  edad  o  circunstancias. 
Tener  uno  los  huesos  molidos. 

Estar  muy  rendido  a  consecuencia  de 
excesivo  trabajo. 


HUÉSPED.  —  Al  huésped,  por  ruin  que 
sea,  siempre  se  le  da  el  primer  lugar. 

Es  honor  del  dueño  de  la  casa  el  re- 
servar los  mayores  obsequios  y  distin- 
ciones para  la  persona  que  viene  de 
fuera. 
El  huésped  con  sol  halla  que  cene  y  cama 
en  que  se  eche. 

Algunos  traducen  la  palabra  sol  por 
dinero,  dando  a  entender  que  al  que 
lleva  la  bolsa  bien  repleta  no  se  le  es- 
catima nada  de  lo  que  pide.  En  verdad 
nos  satisface  más  esta  explicación  que 
la  dada  en  el  refrán  a  que  se  remite,  y 
que  es  la  que  da  la  Real  Academia  en 
su  Diccionario. — V.  Huésped  con  sol  ha 
honor. 
El  huésped  es  hertnoso  por  las  espal- 
das. 

«Claro  está  que  el  buen  huésped  re- 
gocija toda  la  casa,  y  si  no  lo  admiten 
por  muy  claro  los  que  tienen  por  refrán 
que  el  huésped  es  hermoso  por  las  espal- 
das, sepan  que  nace  de  que  de  ordina- 
rio los  huéspedes  de  la  tierra  son  ma- 
los, si  no  es  para  los  mesoneros;  a  los 
demás  ocupan  la  casa,  embarazan  y  po- 
nen en  cuidado  de  cumplimientos;  ha- 
cen gastos;  más  de  ordinario  vienen  a 
llevar  que  a  traer.»  (Fr.  Pedro  de  Vega, 
Declaracio'?i  de  los  Siete  psalmos  peniten- 
ciales, salmo  4.0,  v.  15,  discurso  2.0,  pá- 
gina 299.) 
El  huésped  y  el  pece,  a  los  tres  días  hiede. 

Indica  que  por  mu}T  agradable  que 
sea  la  estancia  de  un  individuo  en  una 
casa,  aunque  sea  de  la  familia,  en  cuan- 
to lleva  unos  días,  por  pocos  que  éstos 
sean,  ya  están  todos  hartos  de  él,  de- 
seando que  se  marche  y  no  vuelva  más. 
Para  mejor  explicación  véase  la  mag- 
nífica del  P.  Vega  en  el  refrán  prece- 
dente. 
El  huésped  y  el  pez,  a  dos  días  huelen. — 
V.  El  huésped  es  hermoso  por  las  espal- 
das, o  El  huésped  y  el  pece,  a  los  tres  días 
hiede. 
El  huésped  y  la  pesca  a  los  tres  días  apes- 
ta.— V.  El  huésped  y  el  pece,  a  los  tres 
días  hiede. 
Huésped  con  sol  ha  honor. 

El  caminante  que  llega  temprano  y 
antes  que  otros  a  la  posada,  logra  las 
conveniencias  que  hay  en  ella. 


HUÉSPEDA 


477 


HUEVO 


Huésped  de  aposento. 

Persona  a  quien  se  destinaba  el  uso 
de  una  parte  de  casa,  en  virtud  del  ser- 
vicio del  aposentamiento  de  corte. 
Huésped  tardío  tío  viene  manivacío. 

El  caminante  que  llega  tarde  a  la  po- 
sada, por  lo  regular  va  prevenido  de 
comida. 
Ser  uno  huésped  en  su  casa. 

Parar  poco  en  ella. 
Un  huésped  en  casa  honrada,  convidar 
puede  otro  huésped. 

Desde  luego  puede  admitirse  este 
aserto  con  más  razón  que  aquel  otro 
que  asegura  que  un  convidado  convida 
a  ciento. 
Iránse  los  huéspedes  y  comeremos  el  gallo. 
Expresión  por  la  cual  se  denota  que 
se  difiere  a  alguno  el  castigo  que  me- 
rece, por  respeto  a  los  que  están  pre- 
sentes, hasta  que  se  vayan. 
HUÉSPEDA.  —  Huéspeda  hermosa,  mal 
para  la  bolsa. 

Cuando  en  las  posadas  la  huéspeda  u 
hostelera  es  bien  parecida,  no  se  repara 
en  gastos. 
No  contar  con  la  huéspeda. 

Salirle  a  uno  fallido  un  plan,  por  en- 
contrarse con  alguna  dificultad  impre- 
vista e  inesperada. 
HUESTE.  —  ¡Si  supiese  la  hueste  lo  que 
hace  la  hueste! 

En  muchas  ocasiones  los  que  forman 
un  conjunto  o  colectividad  ejecutan  ac- 
tos reprobables,  que  seguramente  no 
los  llevarían  a  cabo  aisladamente  los  que 
le  componen,  conociendo  su  alcance. 
HUETE.  —  A  Huete,  míralo  y  vete. 

Dicho  muy  común  entre  los  de  Cuen- 
ca para  indicar  lo  poco  en  que  estiman 
cuanto  se  relaciona  con  la  citada  po- 
blación. 
A  Huete,  que  no  hay  justicia. 

Indica  la-  mala  idea  que  tienen  de 
esta  localidad  en  los  pueblos  próximos 
a  ella. 
HUEVO.— ¿huevo. 

Pondera  lo  baratas  que  valían  o  se 
vendían  las  cosas  antes.  Hoy  han  va- 
riado los  precios,  tanto  de  los  huevos 
como  de  los  demás  comestibles. 
¡Ay  huevo,  ay  huevo!  Blanco  eres,  mas 
quizá  serás  negro. 

Enseña  a  desconfiar  de  las  aparien- 


cias, que  a  primera  vista  parecen  bue- 
nas y  luego  engañan,  a  semejanza  del 
objeto  citado,  que  aunque  de  cascarón 
blanco,  puede  estar  podrido. 
Cacarear  y  no  poner  huevo. 

Se  dice  de  aquellos  que  prometen 
mucho  y  no  dan  nada. 
Contar  el  huevo  y  quién  lo  puso. 

Extenderse  demasiado  en  la  expli- 
cación de  una  cosa,  dando  detalles  sin 
necesidad. 
Crece,  o  hispe,  el  huevo  bien  batido,  como 
la  mujer  con  el  buen  marido. 

Da  a  entender  las  dichas  que  alcan- 
za una  mujer  que  tiene  un  buen  marido. 
Di  huevo  con  la  boca  cerrada. 

Modo  de  darle  a  entender  a  uno  que 
afecta  inocencia  que  no  nos  hemos  de- 
jado sorprender  por  su  aparente  can- 
didez o  ignorancia. 
El  huevo  de  Colón. 

Aplícase  a  aquello  que,  aun  siendo 
sencillo  y  lógico,  no  lo  reconocemos 
como  tal  hasta  que  se  nos  demuestra. — 
Todos  los  sabios  calificaron  de  visiona- 
rio y  loco  al  genovés  Cristóbal  Colón 
cuando  éste  soñaba  con  descubrir  un 
nuevo  mundo.  Descubierto  éste,  no 
faltó  quien  dijese  que,  después  de 
todo,  aquello  no  tenía  nada  de  parti- 
cular, pues  era  lógico.  Colón  se  burló 
de  ellos  diciéndoles  que  pusiesen  un 
huevo  cocido  derecho  por  una  de  las 
puntas,  cosa  que  nadie  hizo,  por  no  ser 
posible.  Sólo  cuando  vieron  al  genovés 
darle  un  pequeño  golpe  sobre  la  mesa 
y  sostenerlo  de  pie  por  efecto  de  la 
abolladura  del  cascarón,  dijeron  que 
aquello  era  muy  fácil.  ¡Y  tan  fácil;  pero 
a  nadie  se  le  había  ocurrido  hacerlo! 
El  huevo  del  silogismo. 

Aplícase  en  son  de  burla  a  aquellos 
que,  basándose  en  las  teorías  de  los 
antiguos  sofistas  griegos,  pretenden 
demostrar  que  lo  blanco  es  negro,  con 
alusión  al  siguiente  cuento  o  sucedido, 
pues  lo  mismo  puede  ser  lo  uno  que 
lo  otro.  Volvió  a  su  pueblo  un  estu- 
diante después  de  haber  cursado,  sin 
aprovechamiento  alguno,  Lógica  y  Filo- 
sofía en  la  Universidad  de  Salamanca. 
Estando  cenando,  como  sus  padres  le 
preguntasen  qué  había  aprendido,  con- 
testóles que  Lógica,  y  que  era  un  gran 


HUEVO 


478  — 


HUEVO 


sofista.  «No  sé  lo  que  es  eso  —  dijo  el 
padre  — ,  pero  debe  ser  una  gran  cosa, 
y  quisiera  ver  una  prueba  de  ello.»  «Es 
muy  fácil— replicó  el  estudiante — .  ¿Ve 
usted  ese  par  de  huevos  que  acaban  de 
sacar?»  «Sí.»  «Pues  en  estos  dos  hue- 
vos hay  tres.»  «No  lo  entiendo.»  «Uno 
y  dos:  sin  dos  no  hay  uno,  ergo  dos  más 
uno,  tres.»  «Pero  ¿cuál  es  el  tercero,  que 
no  le  veo?»  «El  tercero — exclamó  enfá- 
ticamente el  embrollón— es  el  del  silo- 
gismo.» «¿Sí?  Pues,  mira,  tu  madre  se 
comerá  éste  y  yo  éste.»  «¿Y  yo?»  «Tú 
cómete  el  huevo  del  silogismo,  que  un 
chico  tan  listo  no  es  justo  que  no  coma 
de  su  trabajo.» 

El  huevo,  mientras  más  cocido,  más  duro. 
Mientras    más    años  pasan  por  una 
persona,  más  resistente  se  hace   ésta 
al  trabajo. 

El  huevo  por  la  yema,  y  la  mujer  por 
defuera. 

La  bondad  del  uno  y  el  aseo  y  pul- 
critud de  la  otra,  se  conocen  por  las 
dos  circunstancias  indicadas. 

El  que   manda,   manda,  y    ahí  queda  el 
huevo. 

Las  leyes  se  hacen  a  capricho  del 
dictador,  aunque  sean  antirracionales, 
sin  perjuicio  de  que  cuando  se  ve  el 
pleito  mal  parado  se  abandone  el  pues- 
to, dejando  que  otros  recojan  las  con- 
secuencias de  las  barbaridades  manda- 
das de  Real  orden. 

Eso  es  como  el  huevo  de  Juanelo. 

Expresión  que  se  aplica  a  todo  aque- 
llo que  tiene  al  parecer  mucha  dificul- 
tad, pero  que  es  asunto  facilísimo  des- 
pués de  sabido  en  qué  consiste  su  me- 
canismo o  secreto.  Trae  su  origen  esta 
frase  del  famoso  arquitecto  Juanelo 
Turriano,  constructor  de  cierto  curio- 
so aparato  o  artificio  con  que  consiguió 
subir  en  Toledo  las  aguas  desde  el  Tajo 
al  Alcázar,  con  el  motivo  que  indican 
los  siguientes  versos  de  Calderón  en 
La  Dama  duetide,  jornada  II: 

«...  Ahora,  ¿sabes 
lo  del  huevo  de  Juanelo, 
que  los  ingenios  más  grandes 
trabajaron  en  hacer 
que  en  un  bufete  de  jaspe 
se  tuviese  en  pie,  y  Juanelo 
con  sólo  llegar  y  darle 
un  golpecito  le  tuvo? 


Las  grandes  dificultades, 
hasta  saberse,  lo  son; 
que  sabido,  todo  es  fácil.» 

V.  El  huevo  de  Colón. 

Freídle  un  huevo,  que  dos  merece. 

Contra  los  que  escatiman  las  recom- 
sensas  debidas. 

Huevo,  de  una  hora;  pan,  de  un  día;  vino 
de  un  año;  pez,  de  diez;  mujer,  de  quince; 
amigo,  de  treinta. 

Condiciones  de  bondad  que  se  deben 
buscar  en  cada  uno  de  los  enunciados. 

La  que  hila  de  contino  un  huevo  de  galli- 
na, no  pedirá  camisa  prestada  a  su  vecina. 
El  trabajo  continuado,  aunque  de 
cada  vez  sea  en  corta  cantidad,  acaba 
por  adquirir  grandes  proporciones  y 
prestar  el  servicio  deseado. 

Limpíate,  que  estás  de  huevo,  o  que  tienes 
la  boca  de  huevo. 

Expresión  usada  para  indicar  a  una 
persona  que  pierda  las  esperanzas  de 
conseguir  aquello  que  creía  o  quería 
alcanzar. 

No  es  por  el  huevo,  sino  por  el  fuero. 

Dase  a  entender  que  alguno  sigue  su 
propósito  con  insistencia  y  tesón,  no  ya 
por  el  beneficio  que  de  ello  pudiera  re- 
sultarle, sino  porque  no  quede  vulne- 
rado el  derecho  que  le  asiste. — Atribu- 
yese comúnmente  su  origen  al  suce- 
so siguiente.  Siendo  alcaide  de  Toledo 
D.  Esteban  de  Illán  (principios  del 
siglo  xni),  se  le  ocurrió  al  rey  D.  Al- 
fonso VIII  imponer  cierto  tributo  so- 
bre aquella  capital,  cobradero  en  hue- 
vos de  gallina,  a  lo  que  se  opuso  aquel 
esforzado  caballero.  Habiéndole  mani- 
festado el  monarca  su  extrañeza  por 
tratarse  de  contribución  tan  exigua, 
contestóle  el  alcaide  que,  lejos  de  ne- 
garse el  pueblo  toledano  a  subvenir 
al  alivio  del  Erario  real,  se  hallaba  dis- 
puesto a  contribuir  con  donativos  mu- 
cho más  crecidos,  pero  siempre  con  el 
carácter  de  espontaneidad  y  nunca  con 
el  de  imposición  de  orden  superior, 
pues  en  esto  último  se  atacaba  a  sus 
privilegios,  franquicias  y  exenciones;  en 
una  palabra:  que  al  comportarse  así,  lo 
hacía,  no  por  el  huevo,  sino  por  el  fuero. 

Parecerse  como  un  huevo  a  otro. 

Expresa  la  gran  semejanza  que  exis- 
te entre  dos  personas  o  cosas. 


HUEVO 


—  479  — 


HUIR 


Parecerse  una  cosa  a  otra  como  un  huevo 
a  una  castaña. 

Pondera  la  desemejanza  de  cosas  que 
se  comparan  entre  sí. 
Poner  huevo  y  no  comer  trigo,  ésa  no  va 
conmigo. 

Manera  de  dar  a  entender  que  no  es 
uno  tan  bobo  que  se  deje  engañar  fá- 
cilmente por  sólo  las  apariencias,  má- 
xime cuando  los  efectos  no  se  confor- 
man con  ellas. 
i  Qué  quieres,  huevo  o  torrezno}  — To- 
rrezno y  huevo. 

Dícese  de  los  ambiciosos,  porque 
todo  les  parece  poco. —  Calderón  de  la 
Barca  escribió  a  este  propósito  el  cuen- 
to siguiente: 

«Preguntábale  a  su  hijuelo 
una  madre:  «Fulanico, 
{qué  quieres,  huevo  o  torrezno} 
Y  él  dijo:  «Torrezno,  madre, 
pero  échele  encima  el  huevo; 
no  es  malo  que  haya  de  todo.» 

Quien  se  come  un  huevo  sin  sal,  es  capaz 
de  comerse  a  su  padre  y  a  su  madre  vivos. 
Ponderación    algo  exagerada,  a  mi 
juicio,  basada,  sin  duda,  en  lo  poco  agra- 
dable que  está  aquella  comida. 
Sobre  un  huevo  pone  la  gallina. 

Recomienda  que  es  muy  del  caso  te- 
ner algún  principio,  aunque  sea  corto, 
en  cualquier  materia,   para  adelantar 
en  ella. 
¡Sorbete  ese  huevo! 

«Expresión  figurada  y  familiar  con 
que  se  denota  la  complacencia  de  que 
a  otro  le  venga  un  leve  daño.»  (Acade- 
mia.) —  Expresión  figurada  y  familiar 
que  se  suele  usar  al  lanzarle  a  alguien 
una  indirecta. 
Tras  el  huevo,  blando  o  duro,  vine  puro. 
Aconseja  tomar  el  zumo  de  la  uva  an- 
tes que  agua,  para  que  el  huevo  no  se 
indigeste. 
Un  huevo,  y  ése  huero. 

Dícese  del  que  no  tiene  más  que  un 
hijo,  y  ése  enfermo. 
Valer  alguna  cosa  como  un  huevo  un  ma- 
ravedí. 

Pondera  el  valor  de  alguna  cosa. 
Aborrecer  los  huevos. 

Darle  a  uno  ocasión  a  que  desista  de 
la  buena  obra  comenzada,  cuando  se  la 
andan  escudriñando  mucho,  como  hace 


la  gallina  si,  estando  sobre  los  huevos, 
se  los  llegan  a  manosear. 
Al  freír  de  los  huevos  lo  veréis. 

Manera  metafórica  y  familiar  con  que 
se  expresa  el  tiempo  en  que  se  ha  de 
ver  si  alguna  cosa  ha  de  llegar  a  tener 
efecto,  y  así,  se  dice:  Fulano  está  con 
esperanza  de  que  ha  de  lograr  su  intento; 
pero  al  freír  de  los  huevos  lo  verá. 
Dar  con  los  huevos  en  la  ceniza. 

Desbaratarse  un  plan;    fracasar   un 
propósito  o  empresa. 
Ir  pisando  huevos. 

Con  tiento,  muy  despacio. 
Los  huevos  no  se  deben  mezclar  con  los 
guijarros. 

La  virtud  no  debe  mezclarse  con  el 
vicio. 
Parecer  que  uno  está  empollando  huevos. 
Estar  apoltronado  a  la  lumbre  o  muy 
metido  en  casa. 
Primero  que  los  huevos  es  la  gallina. 

Aconseja  que  se  atienda  antes  a  lo 
principal,  dejando  para  después  lo  se- 
cundario. 
HUIR.  —  A  huir,  que  azotan.  — Y.  Sálvese 
el  que  pueda. 
A  huir  quien  más  pudiere. — V.  Sálvese  el 

que  pueda. 
A  huir  tocan.  —  V.  Sálvese  el  que  pueda. 
El  huir  no  es  correr,  sino  volar. 

El  que  está  poseído  de  miedo  procu- 
ra apresurar  la  marcha  hasta  el  punto 
de  querer  tener  alas. 
El  que  huye  le  vence,  y  el  que  le  busca  en 
él  perece. 

Se   refiere   al   peligro,   aconsejando 
que,  para  evitarlo,  el  hombre  sensato 
debe  retirarse,   aunque  se  tome  por 
miedo  lo  que  no  es  sino  prudencia. 
El  retirarse  no  es  huir. 

Establece  la  diferencia  que  hay  entre 
la  prudencia  y  el  miedo. 
Huir  de  la  pestilencia  con  tres  eles,  es  bue- 
na ciencia. 

De  aquello  que  nos  es  dañino  se  debe 
huir  luego,  lejos  y  largo  tiempo,  como 
del  país  en  que  se  padece  epidemia. 
No  huye  el  que  se  retira.  — V.  El  retirar- 
se no  es  huir. 
Ve  delante  cuando  huyeres. 

Aconseja  que  se  sea  el  primero  en 
retirarse  cuando  hay  que  huir  de  algún 
peligro. 


HUMAZO 


480  — 


HURÓN 


HUMAZO.  —  Dar  humazo  a  uno. 

Hacer  de  modo  que  se  retire  del  pa- 
raje adonde  acostumbraba  concurrir  e 
incomodaba.  —  Esta  frase  está  tomada 
de  la  costumbre  de  los  cazadores  para 
hacer  salir  los  conejos  y  las  zorras  de 
sus  madrigueras,  y  que  consiste  en  in- 
troducir por  una  de  las  bocas  un  ma- 
nojo de  ramas  encendidas:  la  intensi- 
dad del  humo  hace  escapar  por  la  boca 
opuesta  al  animal,  que,  naturalmente, 
cae  en  la  red  o  lazo  que  en  ella  hay  pre- 
parado. 
HÚMEDO.  —  Es  tan  húmedo,  que  nacerán 
en  él  berros. 

Dícese  particularmente  de  las  habi- 
taciones o  cuartos  que,  por  estar  recién 
hechos  o  tener  malas  condiciones,  des- 
piden agua  sus  suelos  y  paredes. 
HUMILDAD.  —  Emplear  humildad  de 
garabato. 

Llámase  así  la  falsa  y  solapada  que 
emplean  algunas  personas  para  enga- 
ñar y  conseguir  mejor  lo  que  se  pro- 
ponen. 
HUMO.  —  Al  humo,  al  agua  y  al  fuego  se 
le  hace  lugar  luego,  luego. 

Por  ser  tres  cosas  de  quien  todo  el 
mundo  huye. 
Humo  y  gotera  y  mujer  parlera,  o  vocin- 
glera, echan  al  hombre  de  su  casa  fuera. 
Tres  elementos  para  que  el  hombre 
desaparezca  cuanto  antes  del  domicilio 
conyugal. 
Humo  y  mala  cara,  saca  la  gente  de  casa. 
Los  que  tienen  mal  carácter  o  malos 
modos,  ahuyentan  a  las  personas. 
Irse  en  humo. 

Convertirse  en  nada  algún  asunto. 
La  del  humo. 

Desaparecer  y  no  volver  más.  Algu- 
nos agregan:  que  se  fué  y  no  volvió. 
Levantar  humo.  —  V.  Armar,  o  levantar, 

o  mover,  polvareda. 
No  es  nada;  que  del  humo  llora. 

Empléase  con  el  objeto  de  quitarle 
importancia  a  alguna  cosa  que  pudiera 
tenerla. 
No  hacer  alguna  cosa  a  humo  de  pajas. 
Llevar  a  cabo  algo  con  su  cuenta  y 
razón  o  con  intención  preconcebida. 
No  hacer  uno  humo  en  alguna  parte. 
No   permanecer   mucho   tiempo    en 
ella,  a  fin  de  molestar  lo  menos  posible. 


Subirse  el  humo  a  las  narices. 

Amostazarse,  incomodarse. 
Subírsele  a  uno  el  humo  a  la  chimenea. 
Sentir  los  efectos  de  las  bebidas  al- 
cohólicas. 
Subírsele  a  uno  el  humo  a  la  parra. 

Enfadarse,   encolerizarse    seriamen- 
te. —  Enorgullecerse  los  que  de  la  no- 
che a  la  mañana  se  ven  ricos. 
Bajarle  a  uno  los  humos. 

Contrarrestar,  humillar,  abatir  su  pre- 
sunción, altivez,  etc. 
Estar  uno  con  humos  de  suegra. 

Encontrarse  displicente. 
Tener  humos,  o  más  humos,  que  una 
chimenea. 

Mandar  despóticamente  y  con  displi- 
cencia aquellas  personas  que  por  aza- 
res de  la  fortuna  o  por  lo  que  sea,  lle- 
gan a  verse  en  un  puesto  elevado. 
Vender  humos. 

Suponer  valimiento  y  privanza  con 
un   poderoso  para  sacar  con  artificio 
utilidad  de  los  pretendientes. 
HUMOR.  —  Llevarle  a  uno  el  humor.  — 
V.  Seguirle  a  uno  el  humor. 
Seguirle  a  uno  el  humor. 

Convenir    aparentemente    con    sus 
ideas  o  inclinaciones,  para  divertirse 
con  él  o  para  no  exasperarlo. 
Desgastar  los  humores. 

Atenuarlos,  adelgazarlos. 
Rebalsarse  los  humores. 

Recogerse  o  detenerse  en  una  parte 
del  cuerpo. 
Remover  humores. 

Inquietar  los  ánimos;  perturbar  la  paz. 
Remover  los  humores. 
Alterarlos. 
HUNDIR.  —  Parecer  que  se  ha  hundido 
en  un  abismo  una  cosa. 

Dícese  de  lo  que  se  esconde  o  des- 
aparece rápidamente  y  de  manera  im- 
pensada, de  forma  que  no  se  sabe  dón- 
de está  ni  es  cosa  fácil  el  dar  con  ello. 
HURACÁN.  —  Ser  un  huracán. 

Aplícase  a  las  personas  que  lo  hacen 
todo  atropelladamente. 
HURGAR.  —  Peor  es  hurgarlo.  — Véase 

Peor  es  mkneallo. 
HURÓN.  —  Andar  hecho  un  hurón. 

Dícese  de  la  persona  que  no  se  da 
punto  de  reposo  hasta  conseguir  averi- 
guar lo  que  estaba  oculto  o  secreto. 


HURTADILLAS 


—  481   — 


HUSO 


Cazar  con  hurón. 

Buscar  un  provecho  ocultamente. 
¡Chitan,  que  caza  el  hurón! 

Hay  que  estar  prevenido  contra  el 
que  se  vale  de  malos  medios  para  lo- 
grar algo. 
Ese  hurón  no  sabe  cazar  en  esia  floresta. 
Se  aplica  al  que  de  antemano  se  co- 
nocen sus  malas  mañas. 
Ser  uno  un  hurón. 

Se  dice  de  la  persona  muy  metida  en 
sí,  de  carácter  huraño  y  que  no  quiere 
tratar  con  nadie. 
HURTADILLAS.  —  Todo  lo  que  se  hace  a 
hurtadillas  sabe  mejor. 

Porque  supone  engaño  o  burla  de  la 
ley,  cosas  a  que  la  naturaleza  humana 
propende  generalmente. 
HURTAR.  —  A  hurta  cordel. 

Equivale  a  hacer  algo  de  repente  y 
sin  ser  visto  ni  esperado. 
Aquel  a  quien  hurtan,  peca. 

Se  sobrentiende  que  peca  por  de- 
masiado confiado  o  por  tonto,  que  no 
supo  impedir  el  hurto. 
En  el  hurtar  no  hay  limite. 

Por  eso  se  pasa  con  tanta  facilidad 
del  hurto  al  robo. 
Pocas  veces  quien  hurta  lo  vuelve. 

Porque  la  vergüenza  de  declararse 
culpable  hace  que  no  se  restituya  lo 
hurtado. 
HURTO.  —  Coger  con  el  hurto  en  las  ma- 
nos. 

Sorprender  a  uno  en  el  acto  mismo 


de  ejecutar  una  cosa  que  quisiera  no 
se  supiese. 
Coger  en  el  hurto. — V.  Coger  con  el  hurto 
en  las  manos. 
HUSADA.  —  Husada  menuda  a  su  dueño 
ayuda. 

Enseña  que  la  labor  continuada,  aun- 
que sea  de  corta  consideración,  contri- 
buye a  mantener  las  casas. 
HUSILLO. — Apretarle  a  uno  los  husillos. 
Apremiarle  o  estrecharle  de  suerte 
que  no  pueda  seguir  resistiéndose  por 
más  tiempo  a  acceder  a  aquello  que  de 
él  se  pretende  alcanzar. 
HUSMA.  —  Andar  uno  a  la  husma. 

Andar   inquiriendo    para   saber    las 
cosas  ocultas,  sacándolas  por  conjetu- 
ras y  señales. 
HUSMO.  —  Estar  al  husmo. 

Estar  esperando  uno  la  ocasión  de 
lograr  su  intento. 
HUSO.  —  Al  mal  huso  quebrarle  la  hueca. — 
V.  A  la  mala  costumbre  quebrarle  la 
pierna. 
Con  mal  está  el  huso  cuando  la  barba  no 
anda  de  suso. 

Si  el  marido  no  se  esfuerza  en  dar 
ejemplo  de  rectitud,  no  es  extraño  que 
la  mujer  tampoco  ande  muy  derecha. 
Más  tieso  que  un  huso. 

Frase  con  que  se  pondera  que  una 
persona  o  cosa  es  muy  derecha  o  rec- 
ta.—  También  se  dice :  Más  derecho  que 
un  huso  de  Guadarrama,  o  Ser  más  dere- 
cho que  un  huso. 


3i 


I.  —  Poner  los  puntos  a,  o  sobre,  las  íes. 

Ser  excesivamente  prolijo,  hasta  en 
las  cosas  de  menos  entidad. 
ICTERICIA.  —  El  que  tiene  ictericia, 
todo  lo  ve  amarillo. 

El   que   está   obsesionado   por   una 
idea,  en  todas  partes  cree  ver  aquello 
que  le  preocupa. 
IDA.  —  Ida  y  venida  por  en  casa  de  mi  tía. 
Manera  de  reprender  las  falsas  razo- 
nes con  que  algunos  cohonestan  sus 
extravíos  particulares. 
La  ida  del  cuervo,  o  del  humo. 

Da  a  entender  el  deseo  de  que  no 
vuelva,  o  el  juicio  que  se  hace  de  que 
no  volverá,  una  persona  o  cosa. 
No  dejar  la  ida  por  la  venida.  —  V.  No 

dejar  la  entrada  por  la  salida. 
En  dos  idas  y  venidas. 

Brevemente;  con  prontitud. 
IDOLILLO.  —  Todos  tienen  su  idolillo,  y 
los  frailes  en  el  cerquillo. 

Da  a  entender  que  los  que  pertene- 
cen al  orden  regular  se  suelen  hallar 
envanecidos  con  su  estado. 
IGLESIA.  —  Acogerse  a  la  Iglesia. 

Entrar  en  religión;  hacerse  eclesiás- 
tico o  adquirir  fuero  de  tal. 
A  la  iglesia  de  Dios,  ni  darle  ni  qui- 
tarle. 

Manifiesta    el   respeto    con    que    se 
deben  tratar  las  cosas  sagradas. 
Al  entrar  en  la  iglesia,  deja  al  mundo 
detrás  de  la  puerta. 

Enseña  a  despreciar  las  cosas  mun- 
danas, olvidándose  de  ellas  cuando  se 
está  en  la  casa  del  Señor,  pues  allí  sólo 
se  debe  pensar  en  Él. 
A  uso  de  iglesia  catedral,  cuales  fueron 
los  padres  los  hijos  serán. 

Da  a  entender  el  influjo  que  tienen 
los  ejemplos,  especialmente  los  de  los 
padres  para  con  los  hijos. 


Cerca  de  la  iglesia,  lejos  de  Dios. 

Contra  los  falsos  devotos,  por  otro 
nombre  beatos  y  beatas,  que,  arrastrán- 
dose diariamente  por  los  altares,  aca- 
ban por  trataT  las  cosas  de  Dios  con  la 
mayor  familiaridad  e  indiferencia. 

Cumplir  con  la  Iglesia. 

Confesar  y  comulgar  los  fieles  por 
Pascua  florida  en  su  propia  parroquia. 

En  la  iglesia  manda  Dios,  y  en  el  campo 
los  pastores. 

Contra  los  que  quieren  meterse  a 
gobernar  vidas  ajenas.  Es  una  manera 
muy  política  de  decirles  que  cada  uno 
manda  en  lo  suyo. 

Entrar  uno  en  la  iglesia. 

Abrazar  el  estado  eclesiástico. 

Extraer  de  la  iglesia. 

Sacar  de  ella,  en  virtud  de  orden  ju- 
dicial, a  un  reo  que  estaba  retraído  o- 
refugiado. 

Iglesia  me  llamo. 

Expresión  usada  por  los  delincuen- 
tes cuando  no  quieren  decir  su  nom- 
bre, dando  a  entender  que  tienen  igle- 
sia o  que  gozan  de  su  inmunidad.  — 
Dícelo  así  el  que  está  asegurado  de  las 
persecuciones  y  tiros  que  otros  le  pue- 
dan ocasionar  o  dirigir. 

Iglesia,  o  mar,  o  casa  real. 

Se  refiere  a  los  tres  medios  que  ha- 
bía antiguamente  de  hacer  fortuna,  que 
eran  :  el  de  las  dignidades  eclesiásti- 
cas, el  comercio  marítimo  y  el  servicio 
del  rey  en  su  casa. 

La  iglesia  de  Dios,  cuando  no  chorrea, 
gotea. 

Indica  que  los  encargados  del  culto 
siempre  están  pidiendo  a  los  feligreses 
para  misas,  cera,  limosnas,  novenas,  etc. 

La  iglesia  de  Dios,  cuando  no  llueve,  llo- 
vizna. —  V.  La  iglesia  de  Dios,  cuanda 
no  chorrea,  gotea. 


IGNORANCIA 


—  483  — 


ILUSIÓN 


La  Iglesia  no  juzga  lo  secreto. 

Expresa  que  los  actos  de  conciencia 
no  deben  ser  criticados  por  nadie. 
La  Iglesia  por  delante. 

Frase  empleada  con  el  sacerdote  que 
se  empeña  en  cedernos  el  paso  cuan- 
do nosotros,  respetuosamente,  insisti- 
mos en  que  pase  primero. 
Llevar  uno  a  la  iglesia  a  una  mujer. 

Casarse  con  ella.  —  Es  frase  familiar. 
No  querer  escupir  a  la  puerta  de  la  igle- 
sia y  orinarse  en  el  altar  mayor. 

Contra  los  que  aparentan  escandali- 
zarse de  cosas  leves  o  indiferentes,  al 
par  que  inciden  en  hechos  más  o  me- 
nos reprobables. 
Reconciliarse  con  la  Iglesia. 

Volver  al  gremio  de  ella  el  apóstata 
o  el  hereje  que  abjuró  de  su  error  o 
herejía. 
Tomar  iglesia. 

Acogerse  a  ella  para  tomar  asilo. 
IGNORANCIA. — Ignorancia  grande,  la 
del  que  gasta  y  no  da. 

Porque   el  que  regala,  a  lo  menos 
tiene  agradecidos,  y  el  que  no  lo  hace, 
tira  el  dinero  sin  beneficio  para  nadie. 
Ignorancia  no  quita  pecado. 

Locución  con  que  se  explica  que  la 
ignorancia  de  las  cosas  que  se  deben 
saber  no  exime  de  culpa. 
La  ignorancia  es  enfermedad  del  animo. 
Muchas  cosas  se  ignoran  porque  no 
se  quieren  saber  o  porque  nos  convie- 
ne no  saberlas. 
Nada  hay  tan  atrevido  como  la   igno- 
rancia. 

Porque  desconociendo  el  peligro,  se 
lanza  uno  sin  temor  a  él.  —  Aplícase 
también  a  los  necios,  que,  por  lo  regu- 
lar, se  meten  a  hablar  tranquilamente 
de  todo  aquello  que  no  entienden. 
No  pecar  uno  de  ignorancia. 

Hacer  una  cosa  con  conocimiento  de 

que  no  es  razón  el  hacerla,  o  después 

de  advertido  de  que  no  la  debía  hacer. 

Ya  tiene  algo  adelantado  el  que  reconoce  su 

ignorancia. 

Como  el  conocerse  es  una  verdadera 
virtud,  no  muy  abundante  por  cierto, 
el  que  sabe  que  no  sabe  demuestra  ya 
un  principio  de  conocimiento,  así  como 
que  no  se  deja  llevar  o  dominar  por  el 
amor  propio. 


IGNORANTE.  —  Todo  ignorante  es  es- 
clavo. 

De  los  que  no  lo  son,  pues  éstos 
suelen  abusar,  por  lo  mismo  que  aquél 
no  se  da  cuenta. 

IGNORAR.  —  El  que  ignora,  ni  peca  ni 
merece. 

El  que  no  ejecuta  una  cosa  por  des- 
conocimiento de  ella,  no  puede  ser  cul- 
pado. 
Lo  ignorado,  ni  agradecido  ni  pagado. 
Cuando  la  persona  que  ha  recibido 
un  beneficio  no  sabe  quién  se  lo  ha 
hecho,  no  es  extraño  que  no  muestre 
su  agradecimiento,  ni  menos  que  trate 
de  corresponder  a  él  de  igual  manera. 

IGUAL.  —  Cada   cosa  se    huelga   con   su 
igual.  —  V.  Cada  oveja  con  su  pareja. 

IGUALAR.  —  No  se  puede  igualar  sitio 
ruin  con  su  par. 

Manifiesta  que  no  conviene  el  que  se 
junten  o  unan  personas  que  no  son  de 
igual  clase  o  condición. 

IJADA.  —  Tener  una  cosa  su  ijada. 

Dícese  de  aquello  en  que,  entre  lo 
que  tiene  de  bueno,  se  halla  algo  que 
no  lo  es  tanto. 

IJURRA.  —  ¡Ijurra,  no  hay  que  apurar  la 
burra! 

Conviene  no  derrochar  la  hacienda,  y 
mirar  por  el  día  de  mañana.  —  Alude  a 
un  tal  D.  Manuel  Fuentes  Ijurra,  quien 
a  fines  del  siglo  xvm  era  el  minero  más 
acaudalado  del  Perú,  y  que  por  haber 
dilapidado  locamente  su  hacienda,  tuvo 
que  acabar  su  vida  en  un  hospital. 

ILUSIÓN.  —  La  ilusión  es  la  realidad  de 
los  que  no  tienen  un  real. 

Porque  el  hambre  les  hace  forjarse 
quimeras  que  en  su  imaginación  toman 
por  hechos  reales. 
Ilusiones  de  hombre  pobre,  pedos  de  bo- 
rrica vieja. 

Da  a  entender  que  tanto  lo  uno  como 
lo  otro  no  son  otra  cosa  que  aire.  —  La 
métrica,  que  tanto  arrastra  al  oído,  aun 
de  los  más  iliteratos,  es,  sin  duda,  la 
que  ha  hecho  al  pueblo  agregar  la  cua- 
lidad de  los  muchos  años  a  la  burra 
objeto  de  la  comparación,  formando  así 
dos  octosílabos  de  lo  que  no  sería  más 
que  un  octosílabo  y  un  hexasílabo,  com- 
binación dura  e  inaceptable  para  todo 
oído  medianamente  educado. 


IMAGEN 


484  — 


INDICIO 


131  AGEN.  —  Ser,  o  parecer,  una  imagen. 
Aplícase  comúnmente  a  las  jóvenes 
cuya  hermosura  arrebatadora  compite 
con  su  modestia  y  majestad. 
Quedarse  para  vestir  imágenes. 

Dícese  de  la  mujer  que  se  queda  sol- 
tera, con  referencia  a  que  antiguamente 
eran  las  solteras  entradas  en  años  las 
encargadas  de  vestir  las  imágenes  y 
cuidar  del  ornato  de  los  altares  en  las 
iglesias. 
IMAGINACIÓN.  —  Ponerse  una  cosa  en 
la  imaginación.  — V.  Ponerse  en  la 
cabeza  alguna  cosa. 
IMÁN.  —  Ser  como  el  imán. 

Se  aplica  a  la  persona  u  objeto  que 
atrae  suavemente  hacia  sí  el  ánimo  de 
quien  los  contempla,  aludiendo  a  la 
fuerza  de  atracción  que  posee  la  pie- 
dra imán. 
IMITAR.  —  Quien  imita  al  que  le  engaña, 
se  venga  y  ?io  agravia. 

Mal  puede  ofenderse  el  que  ha  en- 
gañado primero,  si  con  él  hacen  igual.  — 
La  venganza  es  de  pechos  ruines. 
IMPERFECTO.  —  De  muchos  imperfec- 
tos, muchas  veces  se  hacen  cosas  perfectas. 
No  es  indispensable  que  el  produc- 
tor reúna  las  condiciones  de  la  obra 
producida.  —  La  Historia  está  llena  de 
ejemplos  :  Bossuet,  el  gran  orador  sa- 
grado, no  era  un  modelo  de  perfección 
física;  Camoens  era  tuerto,  y  sus  Lu- 
siadas  constituyen  la  gran  epopeya  por- 
tuguesa; etc. 
IMPERIO.  —  Valer  una  persona  o  cosa  un 
imperio. 

Ser  excelente  o  de  gran  mérito. 
IMPORTANCIA.  —  Darse  uno  impor- 
tancia. —  V.  Darse  tono. 
Es  de  mucha  importancia  llevar  la  per- 
sona las  candelas  delante  de  si  antes  que 
se  muera. 

Indica  la  conveniencia  de  ser  alabado 
antes  de  fallecer :  que  los  elogios  póstu-    ! 
mos  ya  se  sabe  que  son  indispensables.    \ 
Para  darse  importancia,  dice  que  viene 
de  Francia. 

Aplícase  burlescamente  a  los  que  se 
dan  mucho  tono. 
IMPORTAR.  —  Lo  que  te  importa  que  no 
se  entienda,  ¿por  qué  a  otro  se  lo  enco- 
miendas? 

Aconseja  que  no  se  comunique  a  na- 


die aquello  que  queremos  que  no  se 
sepa. 
IMPOSIBLE.  —  Al  que  busca  lo  imposi- 
ble, es  Justo  que  lo  posible  se  le  niegue. 
Enseña  a  contentarse  con  poco,  des- 
oyendo la  ambición,  no  sea  que  aun 
aquello  poco  que  se  posee  se  pierda. 
Nadie  está  obligado  a  lo  imposible. 

No  se  debe  exigir  a  nadie  un  trabajo 
superior  a  sus  fuerzas,  puesto  que  no 
lo  podrá  ejecutar  en  manera  alguna. 
Pensar  en  otra  cosa  es  pensar  en  lo  im- 
posible. 

Dícese  de  aquellos  que  sueñan  con 
la  ejecución  de  cosas  irrealizables. 
IMPRESIÓN.  —  De  la  primera   impre- 
sión. 

Principiante  o  nuevo  en  una  cosa. 
Hacer  impresión  una  cosa. 

Fijarse  en  la  imaginación  o  en  el  áni- 
mo, conmoviendo  eficazmente. 
IMPUREZA.  —  Tener  impureza  de  san- 
gre. 

Mancha  de  una  familia  por  la  mezcla 
de  mala  raza. 
INCENDIO.  —  El  que  el  incendio  busca, 
o  se  quema  o  se  chamusca. 

Quien  juega  con  el  peligro,  acaba  por 
ser  víctima  de  él. 
Por  librarse  del  incendio  da  en  la  inun- 
dación. —  V.  Encontrarse  entre  Escila  y 
Caribdis. 
INCENSARIO.  —  Es  necesario  manejar  con 
gran  tiento  el  incensario. 

La  adulación  es  tanto  más  inconve- 
niente cuanto  más  exagerada. 
INCIERTO.  —  Ni  fies  ni  porfíes,  ni  prome- 
tas lo  incierto  por  lo  cierto. 

No  es  conveniente  alimentar  en  otro 
esperanzas  que  no  se  han  de  ver  rea- 
lizadas. 
INDIA.  —  Ser  una  cosa  una  India. 

Dícese  de  todo  negocio  lucrativo,  por 
ser  aquel  país  muy  rico  en  metales  y 
piedras  preciosas. 
INDIANO.— Parecer  indiano  de  hilo  negro. 
Aplícase  a  todo  hombre  avaro,  mise- 
rable o  mezquino. 
INDICIO. —  Es  indicio  de  poco  sentimiento 
no  tener  canas  a  su  debido  tiempo. 

El  que  en  la  edad  madura  no  tiene 
el  pelo  blanco,  demuestra  no  haber  teni- 
do penas  en  la  vida  o,  por  lo  menos,  ha- 
ber sido  insensible  a  ellas. 


INCLINACIÓN 


—  485  — 


INGENIO 


INCLINACIÓN.—  El  que  bien  quiera  vivir, 
su  inclinación  ha  de  seguir. 

Aconseja  que  no  se  tuerza  la  voca- 
ción de  las  personas  cuando  es  verda- 
dera, pues  de  no  seguirla  puede  oca- 
sionar su  desgracia  para  siempre. 

INCÓGNITA.  —  Despejar  la  incógnita. 
Resolver  o   aclarar    una   cuestión  o 
situación  de  suyo  delicada,  desagrada- 
ble o  de  difícil  desenlace. 

INDIO.  —  Hacer  el  indio.  —  V.  Hacer  el 

PRIMO. 

Los  indios  de  la  nación. 

Así  calificó  a  sus  paisanos  los  extre- 
meños el  poeta  D.  Francisco  Gregorio 
de  Salas,  fundándose  en  el  carácter  apá- 
tico que  les  es  connatural,  al  dedicarles 
la  siguiente  décima: 

«Espíritu  desunido 
anima  a  los  extremeños; 
jamás  entran  en  empeños 
ni  quieren  tomar  partido; 
cada  cual  en  sí  metido 
y  contento  en  su  rincón, 
aunque  es  hombre  de  razón, 
vivo  ingenio  y  agudeza, 
vienen  a  ser,  por  pereza, 
los  indios  de  la  nación. » 

¿Somos  indios? 

Expresión  con  que  se  reconviene  a 
uno  cuando  quiere  engañar  o  cree  que 
no  le  entienden  lo  que  dice. 
INDIRECTA.— Las  indirectas  del  padre 
Cobos. 

Se  aplica  al  medio  o  proposición  con 
que  claramente  se  pide  alguna  cosa,  o 
se  dice  a  otro  lo  que  le  es  desagra- 
dable. 
INDUSTRIA.— Industria  contra  pobreza. 
El  que  no  tiene  medios  de  fortuna 
se  ve  obligado  a  ingeniarse  para  poder 
vivir. 
INFAMIA.  —  Purgar  la  infamia. 

Decíase  del  reo  cómplice  en  un  deli- 
to que,  habiendo  declarado  contra  su 
compañero,  no  se  tenía  por  testigo  idó- 
neo por  estar  infamado  del  delito,  y 
poniéndole  en  el  tormento  y  ratifican- 
do allí  su  declaración,  se  decía  que  pur- 
gaba la  infamia  y  quedaba  válida  la 
declaración. 
INFANTERÍ  A.-Ir,  o  quedar,  uno  de  in- 
fantería. 

Andar  a  pie  el  que  iba  a  caballo,  o 
cuando  otros  van  a  caballo. 


La  infantería  no  llega,  y  la  caballería  se 
pasa. 

Dícese  cuando  en  una  empresa  se 
cuenta  con  dos  elementos  igualmente 
inútiles,  por  pecar  de  defecto  el  uno,  y 
el  otro  de  exceso. 
INFELIZ.  —  No  es  el  más  infeliz  el  que  no 
tiene  amigos,  sino  el  que  no  tiene  e?te- 
migos. 

Al  que  no  se  le  envidia  es  porque  no 
tiene  nada  de  qué  envidiarle,  conside- 
rándosele, por  tanto,  como  un  ser  in- 
útil, cuando  no  despreciable. 
INFD3RNO.  —  Anda,  o  vete,  al  infierno. 
Expresión  de  ira  con  que  se  suele 
rechazar  a  la  persona  que  importuna  o 
molesta  inconsideradamente. 
El  infierno  está  empedrado  de  buenas  in- 
tenciones. 

Dícese  a  la  persona  que  por  querer 
hacernos  un  beneficio  de  buena  fe,  nos 
causa  algún  mal. 
En  el  infierno  no  hay  orden  alguno. 

Esto  es,  no  hay  categorías  o  jerar- 
quías.—  Cervantes  atribuye  este  dicho 
a  Job;  pero  no  consta  semejante  senten- 
cia ni  en  el  libro  del  santo  varón  de  Hus 
ni  en  toda  la  Sagrada  Escritura.  Bien  se 
echa  de  ver  que  el  manco  de  Lepanto 
citaba  muchas  veces  de  memoria,  fiado 
en  la  prodigiosísima  que  la  divina  Pro- 
videncia le  concediera;  pero  la  memo- 
ria, a  fuer  de  buena  hembra,  suele  ser 
infiel,  y  así  le  sucedió  en  el  caso  pre- 
sente, como  en  otros  muchos  de  sus 
inmortales  obras. 
Quien  está  en  el  infierno,  nunca  sale  de  él. 
El  que  tiene  un  sufrimiento,  de  cual- 
quier clase  que  sea,  cree  que  no  podrá 
jamás  desecharlo. 
Ser  un  infierno. 

Aplícase  al  lugar  donde  hay  mucho 
alboroto  y  discordia,  y  también  a  la 
misma  discordia. 
Mandar  a  uno  a  los  infiernos  de  Loja. 
Enviarlo  enhoramala;  despedirlo  con 
desabrimiento.  —  Algunos  añaden:  que 
son  los  diablos  de  aziícar. 
INFINITO.  —  Proceder  en  infinito. 

El  decir,  obrar  o  ejecutar  una  cosa 
para  siempre. 
INGENIO.  —  Ingenio  sin  prudencia,  loco 
con  espada. 

Indica  que  ni  lo  bueno  ni  lo  malo 


INGLÉS 


486  — 


INJURIA 


debe  exagerarse,  pues  tanto  daño  causa 
lo  uno  como  lo  otro. 
Los  grandes  ingenios  se  encuentran  en  los 
grandes  pensa?nientos. 

Los  tontos  son  incapaces  de  crear 
nada  que  sea  genial. 
INGLÉS.  —  Cuando  el  inglés  te  ofrezca  su 
amistad,  debes  temer  su  engaño  mucho  más. 

Expresa  que  los  naturales  de  Ingla- 
terra no  son  muy  de  fiar,  pues  suelen 
ser  falsos. 
Trabajar  para  el  inglés.  —  V.  Trabajar 

para  el  nuncio. 
Estar  uno  rodeado  de  ingleses. 

Verse  perseguido  de  acreedores. — 
Es  locución  tomada  de  la  lengua  fran- 
cesa, y  debe  su  origen,  según  las  ma- 
yores probabilidades,  a  los  impuestos 
exorbitantes  que  se  establecieron  en 
Francia  con  motivo  del  rescate  del  rey 
D.  Juan  II,  prisionero  en  Londres  a  me- 
diados del  siglo  xiv,  por  cuya  libertad 
exigían  los  ingleses,  amén  de  la  entre- 
ga de  varias  ciudades,  la  suma  de  tres 
millones  de  escudos  de  oro,  y  como 
quiera  que,  después  de  excarcelado  y 
vuelto  a  su  país  el  monarca,  se  tardase 
en  acabar  de  entregar  a  Inglaterra  la 
cantidad  estipulada  por  el  Tratado  de 
Bretigny,  y  reclamasen  con  instancia 
los  acreedores,  de  ahí  el  origen  de  esta 
locución. 
INGRATITUD.  —  La  ingratitud  es  hija 
de  la  soberbia. 

Porque  los  que  se  hallan  dominados 
por  el  primero  de  los  pecados  capita- 
les, al  creer  que  todo  se  lo  merecen, 
no  juzgan  necesario  mostrarse  agrade- 
cidos a  los  beneficios  que  se  les  hacen. 
La  ingratitud  seca  la  fuente  de  la  piedad. 

El  que  tiene  la  desgracia  de  tropezar 
con  una  persona  desagradecida  no  vuel- 
ve a  dispensarle  ningún  beneficio,  por 
mucha  lástima  que  le  cause  el  estado 
en  que  se  halle  el  ingrato. 
INGRATO.— Al  ingrato,  quemarle  el  hato. 

Expresa  el  deseo  de  que  le  sobre- 
venga algún  mal  al  que  no  sabe  agrade- 
cer los  beneficios  recibidos. 
El  ingrato  odia  menos  al  que  le  daña  que 
al  que  le  favorece. 

Porque  al  primero  no  tiene  nada  que 
agradecerle,  y  con  el  segundo  le  mo- 
lesta el  peso  de  la  gratitud. 


De  los  ingratos  está  lleno  el  infierno. — 
V.  De  desagradecidos  está  el  infierno 
lleno. 
Favorecer  a  los  ingratos  más,  es  la  ven- 
ganza más  discreta,  pero  la  más  cruel. 

Porque  el  ingrato  está  deseoso  de 
zaherir,  y  no  pudiendo  hacerlo  al  ver 
aumentados  sus  motivos  de  agradeci- 
miento, sufre  doblemente. 
INJERTO.—  Todo  injerto  hace  daño  a  las 
ramas. 

La  intromisión  de  un  tercero  en  un 
asunto  suele  dañar  más  que  beneficiar. 
INJURIA. — Injuria  despreciada,  injuria 
olvidada. 

El  mejor  medio  para  que  nadie  se 
acuerde  de  una  ofensa  es  no  hacer  caso 
de  ella. 
Injuria  refutada,  injuria  confirmada. 
Aconseja   el    desprecio    para    todas 
aquellas  frases  que  se  nos  dirijan  con 
ánimo  de  injuriarnos.  Nadie  las  creerá, 
viendo  que  el  interesado  no  se  preocu- 
pa de  ellas. 
La  injuria  recietite  despierta  la  venganza. 
El  tiempo  hace  olvidar  las  ofensas; 
pero  cuando   se   reciben  no  tenemos 
más  deseo  que  el  de  vengarnos  de  ellas. 
La  injuria  que  no  ha  de  ser  bien  vengada, 
ha  de  ser  disimulada. 

Aquel  que  no  tenga  valor  o  fuerza 

para  exigir  satisfacción  de  una  ofensa, 

debe  procurar  ocultarla  lo  más  posible. 

No  se  hace  injuria  al  que  la  entiende  y  la 

quiere. 

Al  que  pasa  por  todo  buenamente 
no  hay  peligro  ninguno  en  ofenderle, 
toda  vez  que  el  interesado  no  se  ha  de 
mostrar  quejoso. 
Aquel  que  dice  injurias,  cerca  está  de  per- 
donar. 

El  que  se  desata  en  denuestos  cuan- 
do se  le  hace  algo  malo,  se  apacigua 
pasado  el  primer  momento;  no  así  el 
que  se  calla,  pues  es  señal  que  guarda 
la  venganza  para  la  ocasión  oportuna. 
Las  injurias,  bien  vengadas  o  bien  aguan- 
tadas. —  V.  La  injuria  que  no  ha  de  ser 
bien  vengada,  ha  de  ser  disimulada. 
Prudencia  grande  es  olvidar  cualesquiera 
ajenas  injurias. 

No  sólo  es  prudente,  sino  que  con 
ello  se  practica  una  obra  de  miseri- 
cordia. 


INJUSTICIA 


—  487  — 


INTENCIÓN 


INJUSTICIA.— Publicar  las  injusticias 

es  el  modo  de  precaverlas. 

El  hacer  públicos  los  excesos  o  atro- 
pellos cometidos  por  algunas  personas 
constituidas  en  autoridad,  suele  servir 
de  freno  a  otras  para  que  no  incurran 
en  ellos,  o  a  los  incautos  para  que  no 
sean  víctimas  de  aquéllas.  —  Tal  es  el 
lema  que  figura  al  frente  de  un  folleto 
de  52  páginas  en  4.0,  publicado  en  Cá- 
diz, Imprenta  Tormentaria,  1812,  con 
el  título  de  Ruina  escandalosa  intentada 
por  la  Regencia  de  las  Españas  contra 
D.  Ricardo  Meade,  en  el  que  se  prue- 
ba que,  a  pesar  de  mandar  el  Congreso 
soberano  de  la  nación  española  a  la  Re- 
gencia que  satisficiera  a  dicho  sujeto  la 
cantidad  de  diez  millones  de  reales  que 
le  adeudaba  en  concepto  de  contratista 
de  los  víveres  suministrados  por  espa- 
cio de  bastantes  meses  a  las  tropas  de 
Cádiz,  San  Fernando,  Cartagena  y  Ali- 
cante, la  Regencia  eludió  el  cumpli- 
miento de  dicha  orden  superior,  obli- 
gando al  tal  Meade  a  dar  conocimiento 
al  público  de  semejante  tropelía,  en  la 
que  no  sale  nada  bien  parado,  por  cier- 
to, el  Gobierno  español.  Es  papel  cu- 
rioso y  digno  de  ser  leído,  por  cuanto  en 
él  se  aprende  no  poco  de  las  informali- 
dades que  desde  muy  antiguo  rigen  en 
la  Tesorería  española  y,  por  ende,  de 
la  confianza  que  en  más  de  cuatro  oca- 
siones pueda  inspirar  a  aquellos  que 
tienen  créditos  contra  ella. 
INMORTAL.  —  Si  quieres  ser  inmortal, 
hazte  pleito  eclesiástico. 

Expresa  que  si  se  viviera  tanto  como 
dura  un  pleito  entablado  ante  la  curia 
eclesiástica,  no  llegaría  nunca  el  fin  de 
la  vida,  por  no  llegar  tampoco  el  del 
asunto  en  tramitación. 
INOCENCIA. — Hallarse  en  el  estado  de  la 
inocencia. 

Dícese  del  que  obra  con  la  sencillez 
propia  de  un  párvulo. 
La  inocencia  es  una  santa  ignorancia. 

Porque  aquélla  es  propia  de  los  ni- 
ños y  no  encierra  malicia,  en  tanto  que 
ésta  suele  ser  patrimonio  de  los  mayo- 
res, que  suelen  esconder  tras  ella  no 
poca  malignidad. 
INOCENTE.  —  Ser  inocente  de  repique. 

Alude  a  que  en  los  entierros  de  pár- 


vulos no  doblan  las  campanas,  sino  que 
repican  a  gloria. 
INQUISICIÓN.  —  ¿Qué  cosa  es  Inquisi- 
ción? —  Un  Santo  Cristo,  dos  candele- 
ros  y  tres  majaderos. 

Sátira  contra  el  Tribunal  del  Santo 
Oficio. 
INRI.  —  Estar  más  alto  que  el  Inri. 

Hallarse  alguna  persona  o  cosa  en 
paraje   sumamente   elevado,  con  alu- 
sión al  cartel  o  rótulo  que  le  pusieron 
a  Nuestro  Señor  Jesucristo  en  lo  alto 
de  la  cruz. 
INSTANCIA.  —  Absolver  de  la  instancia. 
Absolver  al  reo  de  la  acusación  o  de- 
manda que  se  le  ha  puesto,  cuando  no 
hay  méritos  para  darle  por  libre  ni  para 
condenarle,  quedando  el  juicio  abier- 
to para  poderlo  instaurar  con  nuevos 
méritos. 
Causar  instancia. 

Seguir  juicio  formal  sobre  una  cosa, 
por  el  término  y  con  las  solemnidades 
establecidas  por  las  leyes. 
De  primera  instancia.  —  V.  Considerar 
una  cosa  a  bulto. 
INSTRUMENTO.  —  Hacer  hablar  a  un 
instrumento. 

Tocarlo  con  mucha  expresión  y  des- 
treza, 
INTELECTO.  —  Intelecto  apretado  dis- 
curre que  rabia. 

Cuando  la  necesidad  se  impone  se 
aguza  el  entendimiento.  —  Este  refrán 
se  suele  decir  más  en  latín  macarrónico, 
en  esta  forma:  Intelectus  apretatus  dis- 
currit  qui  rabiat. 
INTENCIÓN.  —  Curar  de  primera  inten- 
ción. 

Curar  de  pronto  a  un  herido. 
Dar  intención.  —  V.  Dar  esperanza,  o 

esperanzas,  a  uno.  * 

Fundar,  o  tener  fundada,  intención  con- 
tra uno. 

Asistir  o  favorecer  a  uno  el  derecho 
común  para  ejercer  una  facultad  sin 
necesidad  de  probarlo. 
La  primera  intención  es  la  que  vale. 

Arguyese  al  que  después  de  haber 
dicho  una  cosa,  máxime  si  nos  era  favo- 
rable, se  retracta  de  ella. 
Procura  no  errar  en  la  primera  inten- 
ción. 

Aconseja  que  la  determinación  que 


INTERÉS 


—  488  — 


IR 


se  tome  sea  tal,  que  no  tengamos  que 
arrepentimos  de  ella. 
Sea  tu  intención  limpia,  aunque  la  lengua 
no  lo  parezca. 

Recomienda  la  corrección  en  todos 
los  actos  de  la  vida,  aunque  a  primera 
vista  no  parezca  que  lo  son. 
Si  falta  la  buena  intención  en  los  prin- 
cipios, siempre  irán  errados  los  medios  y 
los  fines. 

Cuando  las  premisas  son  verdade- 
ras, la  conclusión  no  puede  menos  de 
serlo  también. 
INTERÉS.  — El  interés  mueve  los  pies. — 
V.  Por  dinero  baila  el  perro. 
Por  interés,  lo  más  feo  hermoso  es. 

Denota  cuánto  tuerce  el  interés  la 
claridad  del  entendimiento  y  la  recti- 
tud de  la  voluntad. 
Quien  casa  por  interés,  de  su  mujer  cria- 
do es. 

Cuando  en  los  matrimonios  es  la  mu- 
jer la  que  lleva  el  capital,  siempre  trata 
de  imponerse  al  marido,  cuando  no  le 
está  echando  constantemente  en  cara 
su  riqueza,  que  la  hace  dueña  y  señora 
de  todo  el  domicilio. 
Quiere  lo  que  quisieres,  y  no  repares  en 
intereses. 

Aconseja  que  en  amor  no  se  mire  la 
fortuna,  despreciando  el  dinero. 
INÚTIL.  —  Compra  lo  que  te  es  inútil,  y 
pronto  venderás  lo  que  te  es  necesario.  — 
V.  Compra  lo  que  no  has  menester,  y  ven- 
derás lo  que  no  podrás  excusar. 
INVENCIÓN.—  No  hay  mejor  invención 
que  engañar  al  engañador.  —  V.  Donde 
las  dan  las  toman. 
INVENTAR.  —  Añadir  a  lo  inventado 
no  es  dificultad  notable. 

Porque  lo  difícil  es  crear,  obra  pro- 
pia del  genio,  y  a  lo  demás  puede  apli- 
carse lo  de  gracias  al  que  nos  trajo  las 

GALLINAS. 

INVIERNO.  —  De  invierno,  hornera;  de 
verano,  tabernera. 

Aplícase  a  las  personas  que  siguen 
uno  u  otro  partido,  según  las  conve- 
niencias del  momento. 
De  invierno,  la  levadura;  de  verano,  la 
mujer  aguda. 

En  invierno  se  necesita  mucha  leva- 
dura para  fermentar  el  pan;  en  verano, 
al  contrario,  con  poca   levadura   que 


emplee  la  mujer  que  sea  un  poco  dili- 
gente, saca  mayor  cantidad  de  panes. 
En  invierno  no  hay  amigo  como  una  capa. 
Cuéntase  que  hallándose  Sócrates  un 
invierno  bastante  riguroso  rodeado  de 
gran  número  de  amigos,  ninguno  de 
éstos  echó  de  ver  que  el  ilustre  filósofo 
carecía  de  capa  con  que  abrigarse.  Pa- 
sada la  estación  del  frío,  como  quiera 
que  otro  sabio  amigo  suyo  celebrase  la 
dulzura  de  su  carácter  y  su  profundo 
talento,  pretendiendo  atribuir  a  estas 
cualidades  la  causa  de  que  se  viera 
constantemente  rodeado  de  sus  adep- 
tos, Sócrates  le  contestó  con  cierta  iro- 
nía, mezclada  de  amargura :  Bien  podrá 
ser  asi;  pero  desengañaos  que  en  invierno 
no  hay  amigo  como  una  capa. 
En  invierno  y  en  verano,  el  buen  dormir, 
en  sobrado. 

Manera  de  recomendar  que  se  debe 
dormir  en  alto  en  todo  tiempo. 
Invierno  lluvioso,  verano  abundoso. 

Expresa  lo  beneficiosas  que  son  las 
lluvias  para  que  en  el  estío  den  las  tie- 
rras sus  frutos. 
Ningún  invierno  es  pasado  mientras  que 
abril  no  ha  acabado. 

Aconseja  que  no  nos  dejemos  enga- 
ñar porque  haga  buenos  días  antes  del 
mes  citado,  creyendo  que  ya  se  ha  mar- 
chado el  frío,  pues  hasta  los  comienzos 
de  mayo  no  suele  cambiar  la  estación, 
aunque  oficialmente  no  sea  así. 
IR.  —  ¿Adonde  irás  que  más  le  quieran,  o- 
que  mejor  estés?,  o  ¿Adonde  te  vas  que 
menos  gasto  hagas? 

Frase  de  cariño  que  se  le  dirige  a 
una  persona  para  manifestarle  que  no 
se  ausente  o  retire  tan  pronto  de  nues- 
tro lado. 
A  gran  ir,  o  Al  más  ir. 

A  todo  correr,  apresuradamente. 
Allá  va,  o  Allá  va  eso,  o  Allá  va  lo  que  es. 
Suele  emplearse  al  arrojar  algo  que 
pueda  caer  sobre  quien  esté  debajo  o 
cerca. 
¿  Cuánto  va? 

Significa  la  sospecha  o  recelo  de  que 
suceda  o  se  ejecute  una  cosa,  y  es  la 
fórmula  de  apostar  a  que  se  verifica. 
Estar  ido. 

Estar  alelado  o  profundamente  dis- 
traído. 


IR 


—  4»9  — 


IRA 


Ir  adelante. 

No  detenerse;  proseguir  en  lo  que 
se  va  diciendo  o  tratando. 
Ir  alio. 

Dícese  de  los  ríos  o  arroyos  cuando 
van  muy  crecidos. 
Ir  a  una. 

Procurar  dos  o  más  personas,  de  co- 
mún  acuerdo,   la   consecución  de   un 
mismo  fin. 
Ir  bien  una  cosa. 

Hallarse  en  buen  estado. 
Ir  con  uno. 

Ser  de  su  opinión  o  dictamen;  con- 
venir con  él.  —  Estar  de  su  parte  o  a 
su  favor. 
Ir  uno  descaminado. 

Apartarse  del  camino  de  la  razón  o 
de  la  verdad. 
Ir  largo,  o  para  largo. 

Denota  que  una  cosa  tardará  en  ve- 
rificarse. 
Ir  lejos. 

Estar  muy  distante  de  lo  que  se  dice, 
se  hace  o  se  quiere  dar  a  entender. 
Ir  mal  una  cosa. 

Indica  no  hallarse  en  estado  satisfac- 
torio. 
Ir  pasando. 

Significa  que  uno    se   mantiene   en 
el  mismo  estado  en  orden  a  su  salud 
o  conveniencia,  sin  especial  adelanta- 
miento o  mejoría. 
Ir  uno  perdido. 

Confiesa  o  previene  la  desventaja  en 
las  competencias  con  otro,  especial- 
mente en  los  juegos  de  habilidad. 
Ir  uno  sobre  una  cosa. 

Seguir  un  negocio  sin  perderlo  de 
vista. 
Ir  sobre  uno. 

Seguirle  de  cerca;  ir  en  su  alcance 
para  apresarle  o  hacerle  daño. 
Ir  tras  uno. 

Buscar  a  una  persona  con  objeto  de 
entrevistarse  con  ella. 
Ir  tras  una  cosa. 

Perseguir  algún  fin  con  una  idea  de- 
terminada. 
Ir  y  venir  en  una  cosa. 

Insistir  en  ella,  revolviéndola  conti- 
nuamente en  la  imaginación. 
Ir  zumbando. 

Ir  con  violencia  o  suma  ligereza. 


Iráse  lo  amado  y  quedará  lo  descolorado-* 
Da  a  entender  que,  pasado  el  delei- 
te que  causa  una  pasión  desordenada, 
queda  sólo  el  descrédito,  el  deshonor 
o  la  vergüenza. 
Irse  abajo. — V.  Venir,  o  venirse,  a  tierra. 
Irse  allá. 

Ser,   valer,  importar  o  significar  lo 
mismo  o  casi  lo  mismo  una  cosa  que 
otra. — También  suele  emplearse  el  ver- 
bo salirse. 
Irse  muriendo. 

Ir  o  caminar  muy  despacio,  con  des- 
mayo o  lentitud. 
Irse  por  alto. 

En  el  juego  de  trucos  y  billar,  hacer 
uno  saltar  fuera  su  bola  por  encima  de 
la  tablilla,  con  lo  cual  se  pierden  rayas. 
írsele  a  uno  una  cosa. 

No  entenderla  o  no  advertirla. 
Ni  irle  ni  venirle  a  uno  nada  en  una  cosa. 
No  importarle  o  no  tener  en  ella  in- 
terés alguno. 
Ni  va  ni  viene. 

Explica  la  irresolución  de  una  per- 
sona. 
i  Quién  va?,  o  ¿  Quién  va  allá} 

Se  usa  regularmente  por  la  noche, 
cuando  se  descubre  un  bulto  o  se  sien- 
te un  ruido  y  no  se  ve  quién  lo  causa. 
Sin  irle  ni  venirle  a  uno. 

Sin   importarle   aquello   de  que  se 
trata. 
Sobre  si  fué  o  si  vino. 

Se  emplea  para  denotar  la  contrarie- 
dad de  pareceres  en  una  disputa  o  re- 
yerta, y  con  que,  por  lo  común,  se  da  a 
entender  haber  sido  fútil  y  vano  el  mo- 
tivo de  la  discordia. 
Vayase  lo  uno  por  lo  otro. 

Da  a  entender  que  una  de  las  dos 
cosas  de  que  se  trata  puede  ser  com- 
pensación de  la  otra. 
Vete,  o  idos,  a  pasear. 

Úsase  como  despedida  de  mala  ma- 
nera a  la  persona  que  nos  importuna. — 
Vete  a  paseo  se  suele  usar  también. 
Vete,  o  idos,  noramala,  o  enhoramala. 
Se  emplea  para  despedir  a  una  o  va- 
rias personas  con  enfado  y  con  dis- 
gusto. 
IRA. — A  ira  de  Dios  no  hay  casa  fuerte. 

Da  a  entender  que  al  poder  de  Dios 
no  hay  cosa  que  resista. 


IRA 


—  490  — 


IZQUIERDA 


De  ira  del  señor  y  de  alboroto  del  pueblo 
te  libre  Dios. 

Denota  cuan  temibles  son  el  enojo  y 
la  violencia  de  los  poderosos   o   una 
conmoción  popular. 
Descargar  la  ira  en  uno. 

Desfogar  el   mal  humor  haciéndolo 
recaer  sobre  una  persona. 
El  que  de  la  ira  se  deja  vencer,  se  expone  a 
perder. 

El  que  está  enojado  no  suele  refle- 
xionar lo  que  hace;  de  aquí  que  no 
pocas  veces  sea  víctima  del  pronto  que 
no  tuvo  fuerza  de  voluntad  suficiente 
para  refrenar. 
Ira  de  hermanos,  ira  de  diablos. 

Las  riñas  entre  parientes  cercanos 
suelen  ser  más  sañudas  que  entre  per- 
sonas extrañas. 
La  ira  es  enfermedad  de  entendimiento. 
Porque  lo  ciega,  anulando  sus  fun- 
ciones. 
Llenarse  uno  de  ira. 

Enfadarse  o  irritarse  mucho. 
No  hay  ira  sobre  la  ira  de  la  mujer. 

Indica   que    los    enfados   femeninos 
suelen  ser  más  terribles  que  los  de  los 
hombres. 
Las  iras  de  los  amantes  suelen  parar  en 
maldiciones. 

Los  enfados  de  los  enamorados  casi 


siempre  tienen  ese  fin,  yéndoseles  la 
fuerza  por  la  boca...  hasta  que  hacen 
las  paces. 

IRIS.  —  Ser  un  Iris. 

Se  dice  de  aquel  que  establece  la 
paz  entre  los  que  están  discordes  o 
desavenidos.  —  Alúdese  a  una  deidad 
de  la  mitología  griega,  así  llamada,  men- 
sajera de  Juno,  cuyo  destino  era  ser 
portadora  desde  el  cielo  a  la  tierra  de 
noticias  favorables  y  lisonjeras,  descri- 
biendo en  su  marcha  un  arco  lumino- 
so, que  tomó  en  lo  sucesivo,  del  nom- 
bre suyo,  el  de  arco  iris. 

IZAR.  —  i  Y  si  no  izan?... 

Expresión  usada  para  manifestar  que 
no  creemos  en  las  promesas  que  se  nos 
hacen,  por  no  ver  su  cumplimiento  muy 
fácil. 

IZQUIERDA.  —  No  sepa  tu  izquierda  lo 
que  hace  tu  derecha. 

Aconseja  que  las  buenas  obras  se 
ejecuten  sin  que  se  les  dé  publicidad. — 
Jocosamente  se  dice  de  los  malos  pia- 
nistas que  cumplen  bien  el  precepto 
evangélico,  pues  la  melodía  o  canto 
ejecutado  con  la  mano  derecha  va  por 
un  lado,  mientras  que  el  acompaña- 
miento, de  la  izquierda,  va  por  otro; 
así  es  que  la  mano  izquierda  no  sabe 
lo  que  la  derecha  hace. 


JABALCUZ.  —  Cuando  Jabalcuz  tiene 
capuz  y  la  Pandera  montera,  lloverá 
aunque  Dios  no  quiera. 

Dícese   en  Jaén,    aludiendo    a   que, 
cuando  se  cubren   de  nubes  aquellos 
montes,  la  lluvia  es  segura. 
JABÓN.  —  Dar  a  uno  un  jabón. 

Castigarle  o  reprenderle  ásperamente. 
Jabón  e  hilo  morado,  todo  es  para  la  ropa. 
Contra  los  que  confunden  cosas  que 
son  de  diferente  naturaleza,  aun  cuan- 
do se  destinen  a  un  mismo  objeto. 
JABONADURA.  —  Dar  a  uno  una  jabo- 
nadura.—  V.  Dar  a  uno  un  jabón. 
JACA. — Ser  como  la  jaca  de  Velasquillo, 

Compárase  con  ella  a  aquel  que  todo 
lo  encuentra  a  medida  de  su  deseo. 
JACINTA. — El  mal  de  doña  Jacinta  '.poco 
mal  y  mucha  cinta.  —  V.  Poco  mal  y  bien 
quejado,  o  Picóme  una  arañar  aiéme  una 
sábana. 
JAÉN. — La  provincia  de  Jaén  es  la  Galicia 
de  las  Andalucías. 

Decíase  antiguamente  a  causa  de  su 
laboriosidad  y  su  sencillez  de  costum- 
bres, y  tal  vez  por  su  atraso  industrial. 
JALEA.  —  Convertirse,  o  hacerse,  una  ja- 
lea. —  V.  Hacerse  uno  unas  gachas. 
JÁMILA.— Abrid,  Jámila,  que  con  mal  os 
vengo. 

Equivale  a  llegar  tarde  y  con  daño  a 
un  sitio  determinado. 
JAQUE.  —  Quien  fuere  jaque  afamado,  ha 
de  ser  determinado. 

El  valor  no  reside  en  las  palabras, 
sino  en  las  acciones  que  lo  acreditan 
de  tal. 
Tener  a  uno  en  jaque. 

Tenerle  bajo  el  peso   de  una  ame- 
naza o  de  una  incertidumbre. 
JAQUECA.  —  Dar  a  uno  una  jaqueca. 

Fastidiarle  y  marearle  con  lo  pesado, 
difuso  o  necio  de  la  conversación. 


JAQUETÓN.  —  Como  ¿/jaquetón  de  Ja- 
draque,  que  al  acostarse  mataba  el  can- 
dil de  un  trabucazo. 

Aplícase  a  los  que  presumen  de  gua- 
pos o  perdonavidas,  sin  perjuicio  de 
que,  cuando  llega  el  caso,  se  les  haga 
el  camino  corto  para  correr. 
JARABE.— Ser,  o  volverse,  uno,  o  una  cosa, 
jarabe  de  pico. 

No  pasar  de  conversación  más  o  me- 
nos halagüeña,  sin  tocar  en  realidad. 
JARRA.  —  Ser  una  jarra  sin  asa. 

Dícese  de  aquel  escrito  que  no  tiene 
título. 
Ponerse  en  jarras. 

Se  dice  de  la  persona  que  arquean- 
do los  brazos  y  descansando  las  manos 
en  la  cintura,  se  pone  a  la  manera  de 
las  asas  de  una  jarra,  puchero  o  cual- 
quiera otra  vasija.  —  Como  quiera  que 
esta  es  la  postura  que  suelen  adoptar 
las  mujeres  de  la  plaza  cuando  regañan, 
de  ahí  que  la  frase  signifique  también, 
tácitamente,  el  acto  de  regañar. 
JARRO.  —  A  propósito,  fray  Jarro. 

Se  aplica  esta  frase  a  los  que  repiten 
citas  que  no  vienen  a  cuento. 
Como  quien  bebe  un  jarro  de  agua. — Véa- 
se Como  quie?i  se  bebe  un  vaso  de  agua. 
Echarle  a  uno  un  jarro  de  agua,  o  de  agua 
fría. 

«Frase  metafórica  y  familiar.  Qui- 
tarle de  pronto  una  esperanza  hala- 
güeña o  el  entusiasmo  o  fervor  de  que 
estaba  animado. >  (Academia.) — Signifi- 
ca además:  Dejarle  suspenso,  confun- 
dido, cortado,  parado,  absorto,  atónito, 
estupefacto,  sin  acción,  sin  tener  que 
contestar;  cogerlo  descuidado,  con  mo- 
tivo de  algún  suceso  que  no  esperaba. 
JAUJA.  —  ¿Estamos  aquí,  o  en  Jauja? 

Expresión  con  que  se  trata  de  sacar 
a  alguno  de  la  estupefacción  en  que  se 


JAULA 


—  492  — 


JEROGLÍFICO 


encuentra,  mayormente  si  se  intenta 
llamarle  al  orden  a  causa  de  haber  in- 
currido en  alguna  inconveniencia  por 
efecto  de  ese  mismo  abobamiento  en 
que  se  halla  sumido. 
Estar  en  Jauja. 

Estar  embobado,  alelado. 
Ser  alguna  cosa  una  Jauja. 

Ser  por  extremo  productiva. 
JAULA.  —  Aporrearse  uno  en  la  jaula. 

Afanarse  y  fatigarse  en  vano  por  sa- 
lir con  su  intento. 
Gran  jaula  para  tan  chico  pájaro. 

Úsase  esta  frase,  que  se  pone  en  boca 
de  Felipe  II  al  contemplar  el  monaste- 
rio del  Escorial,  en  circunstancias  aná- 
logas, o  sea  cuando  una  persona  va  a 
habitar  en  una  casa  grande,  sobre  todo 
si  se  la  dan  como  emolumento  o  aneja 
a  la  ocupación  o  trabajo  que  desempe- 
ña.— Alúdese  también  al  individuo  que 
sin  merecimientos  de  ningún  género 
recibe  un  destino  de  importancia. 
Jaula  nueva,  pájaro  muerto. 

La  mudanza  de  casa,  sobre  todo  si 
está  recién  construida,  suele  costar  la 
vida  al  nuevo  inquilino,  máxime  si  éste 
es  ya  de  edad  o  está  achacoso. 
Parecer  una  jaula. 

Se  aplica  a  la  habitación  que  es  alta 
y  estrecha. 
Quien  le  hace  la  jaula  fuerte,  no  se  le  va 
ni  se  pierde. 

Recomienda  a  los  enamorados  que 
extremen  el  mutuo  cariño,  a  fin  de  que, 
encontrándose  satisfechos,  no  busquen 
en  otra  parte  el  que  crean  que  les  falta. 
JAVALQUINTO.  —  Andar,  andar,  y  Ja- 
valqninto  a  la  par. 

Esta  villa  de  la  provincia  de  Jaén,  a 
4  leguas  de  su  capital,  se  halla  situada 
sobre  una  colina  bastante  empinada, 
por  cuyo  motivo,  al  ir  rodeando  el 
monte,  siempre  se  tiene  la  población 
a  la  vista  y  parece  que  nunca  se  acaba 
de  llegar  a  ella.  Lo  mismo  pasa  con  to- 
dos los  pueblos  que  ocupan  igual  po- 
sición, y  de  los  cuales  hay  abundancia 
en  España,  especialmente  en  los  paí- 
ses montañosos. 
JEFE. — De  los  jefes  y  del  sol,  mientras  más 
lejos,  ?nejor. 

Porque  así  como  el  astro  rey  quema 
más  cuanto  más  próximo  se  está  de  él, 


así  los  superiores  vigilan  y  molestan 
a  los  subordinados  que  se  hallan  más 
inmediatos  a  ellos. 
Afondar  uno  en  jefe. 

Ordenar  y   disponer   como    cabeza 
principal. 
JEJÉN. — Saber  dónde  el  jején  puso  el  huevo. 
Dícese  de  la  persona  que  sabe  mu- 
cho, especialmente  de  cosas  difíciles  de 
averiguar. 
JEREMÍAS.  —  Ser,  o  parecer,  un  Jere- 
mías. 

Se  dice  de  la  persona  que  es  lloro- 
na,  con   alusión   al   profeta  Jeremías 
cuando  en  sus  Trenos  o  Lamentaciones 
lloró  la  ruina  de  Jerusalén. 
JEREZ.— (Eh>  —En  Jerez. 

Réplica,  generalmente  malhumora- 
da, al  que  quiere  que  se  le  repita  una 
cosa  que  nos  consta  que  ya  ha  oído, 
sólo  por  el  gusto  de  molestar. 
Las  tres  cosas  de  Jerez :  el  vino,  el  caba- 
llo y  la  mujer. 

Alude  a  la  justificada  fama  de  que 
gozan  en  todas  partes  por  su  exquisito 
sabor,  su  buena  estampa  y  su  notable 
belleza,  respectivamente. 
JERGA.— Estar,  oponer,  una  cosa  ¿«jerga. 
Haberse  empezado  y  no  estar  per- 
feccionada. 
Hablar  en  jerga. 

Hacerlo  mezclando  varios  idiomas, 
de  modo  que  lo  que  se  dice  se  hace 
ininteligible. 
JERIGONZA.  —  Hablar  en  jerigonza.— 
V.  Hablar  en  jerga. 
Andar  en  jerigonzas. 

Andar  en  rodeos  o  en  tergiversacio- 
nes maliciosas. 
JERINGA.  —  Jeringa  y  no  cenes,  y  verás 
la  barriga  que  tienes. 

La  administración  frecuente  de  lava- 
tivas junto  con  el  poco  alimento,  debi- 
lita considerablemente  a  las  personas. 
La  jeringa  y  los  dos  reales,  o  y  los  odio 
cuartos. 

Manifiesta  el  enfado  y  molestia  que 
nos  causa  la  persona  que  está  repitién- 
donos la  misma  cosa  constantemente. 
JEROGLÍFICO.  -  Ser  un  jeroglífico. 

Dícese  de  aquellos  asuntos  o  cues- 
tiones cuya  resolución  no  se  ve  clara, 
necesitándose  un  profundo  estudio  para 
poder  conseguirla. 


JESUCRISTO 


—  493  — 


JÍNJOL 


JESUCRISTO.  —  Enviar  a  cenar  con  Je- 
sucristo. 

Quitar  la  vida  a  alguno,  por  lo  gene- 
ral de  manera  violenta. 
Jesucristo  se  metió  a  redentor  y  lo  cruci- 
ficaron. 

Subterfugio  a  que  apelan  los  egoís- 
tas cuando  se  trata  de  la  reforma  de 
abusos.  —  También  se  aplica  a  los  que 
se  entremeten  imprudentemente  a  po- 
ner paz  donde  no  les  llaman. 
JESUÍTA.— Cuando  el  jesuíta  se  ahoga, o  se 
ahorca,  su  cuenta  le  tendrá.  — V .  Más  sabe 
el  necio  en  su  casa  que  el  cuerdo  en  la  ajena. 
Parecer  un  jesuíta. 

Calificación  que  el  vulgo  suele  hacer 
de  una  persona  hipócrita. — Muchos  han 
sido  los  detractores  de  este  instituto 
religioso,  y  no  pocos  sus  defensores; 
yo  creo,  en  mi  humilde  sentir,  que  más 
de  una  vez  ha  presidido  la  pasión  a  los 
sujetos  que  se  han  afiliado  bajo  las  ban- 
deras de  uno  y  otro  partido. 
Un  jesuíta  y  una  suegra  saben  más  qtie 
una  culebra. 

Moteja  a  ambos  personajes,  tan  traí- 
dos y  llevados  en  la  literatura  general- 
mente festiva,  de  solapados  y  ladinos. 
Parecerse  a  los  jesuítas. 

Se  suele  aplicar  a  las  personas  que 
acostumbran  dejar  las  cosas  en  el  mis- 
mo lugar  que  las  encontraron. 
JESÚS.  —  ¡Ay,  Jesús,  que  el  rosario  de  mi 
comadre  no  tiene  cruz! 

Dícese  como  burla  cuando  se  oye 
quejarse  de  alguna  cosa  que  no  vale  la 
pena  de  ser  sentida. 
¡Ay,  Jesús,  que  me  vuelvo  azul! 
Proviene  de  este  cantar  : 

Porque  le  dije  a  una  niña 
¡Jesús,  que  me  vuelvo  azul!, 
me  metieron  en  la  cárcel, 
en  donde  no  vi  más  luz. 

En  un  decir  Jesús. 

En  un  instante;  en  brevísimo  tiempo. 
¡Hasta  verte,  Jesús  mío!  —  V.  ¡Hasta  ver- 
te, Cristo  mío! 
¡Jesús  mil  veces! 

Exclamación  con  que  se  manifiesta 
grave  aflicción  o  espanto. 
¡Jesús  y  cruces,  que  es  el  Cristo  de  los 
andaluces!  Otros  dicen:  ¡Jesús y  cruces 
y  palos  en  los  andaluces! 

Indica  sorpresa  por  lo  que  se  oye  o  ve. 


Jesús  y  hachas  para  que  Su  Majestad  no 
vaya  a  obscuras. 

Salutación  que  se  dirige  al  que  es- 
tornuda. 
Sin  decir  Jesús. 

Pondera  lo  instantáneo  de  la  muerte 
de  una  persona. 
Decir  los  Jesuses. 

Ayudar  a  bien  morir. 
JETA.  —  Estar  de  jeta. 

Mostrar  en  el  semblante  enojo,  dis- 
gusto o  mal  humor.  —  Alude  a  que,  al 
enfadarse  una  persona,  suele  hinchar 
los  carrillos  y  sacar  los  labios,  seme- 
jando algo  el  hocico  del  cerdo,  que  es 
lo  que  significa  la  jeta. 
JIGO.  —  El  que  no  diga  jigo  y  jiguera  no  es 
de  mi  tierra. 

Aplícase  a  los  andaluces  por  la  aspi- 
ración que  hacen  de  la  hache,  aunque 
no  es  tan  exagerada  como  la  jota,  se- 
gún pintan  en  las  demás  regiones :  es 
un  sonido  que  sólo  de  viva  voz  se  pue- 
de uno  dar  idea  de  él. 
JIGOTE.  —  Dejar,  o  poner,  una  cosa  como 
jigote. 

Reducirla  a  pedazos  menudos,  a  se- 
mejanza de  la  carne  de  que  se  compo- 
ne esta  clase  de  guiso. 
JILACA.  —  Jilaca  Jilando  puso  aquí  este 
bando,  y  Menga  Mengal  lo  volvió  a  qui- 
tar. 

Satiriza  el  teje  maneje  que  usan  los 
representantes  de  los  Poderes  públicos 
dictando  y  derogando  leyes  capricho- 
samente. 
JIMENA.— Llora  Jimena/<?r  la  tal  ajena. 
Censura  a  la  persona  que  toma  a  pe- 
chos la  desgracia  de  quien  no  merece 
que  se  participe  de  su  sentimiento. 
JIMENO.  —  Parecerse  a  don  Jimeno,  que 
por  su  mal  no  veta  el  ajeno. 

Dícese  de  aquellos  que  sólo  se  con- 
duelen de  los  demás  cuando  ellos  su- 
fren lo  mismo. 
Y  así  lo  dijo  Jimeno :  <  Me  alegro  de  verte 
bueno.  > 

Equivale  a  decir  que  nos  tiene  sin 
cuidado  lo  que  se  nos  manifiesta. 
JÍNJOL.  —  Estar  como  un  jínjol  verde. 

Muy  gallardo  y  alegre,  como  el  azu- 
faifo  cuando  empieza  a  florecer.  —  Jín- 
jol, voz  anticuada,  significa  el  azufaifo, 
y  también  su  fruto. 


JOB 


—  494  — 


JOTA 


¡Más  jin  joles  verdes! 

Contestación  que  se  da  a  aquel  que 
pretende  algo  intempestivamente  o  fue- 
ra de  razón,  como  si  se  le  ocurriera 
pedir  alguna  fruta  en  época  en  que  no 
la  lleva  la  tierra.  —  V.  Pedir  cotufas  en 
el  golfo. 
JOB. —  Ya  todo  esto,  el pacientisimo  Job  no 
despegaba  los  labios,  o  callaba  como  un 
manso  cordero. 

Dícese  del  que  no  profiere  la  menor 
queja  en  medio  de  las  graves  afliccio- 
nes que  padece,  aludiendo  a  aquel  san- 
to varón  de  Hus,  y  más  singularmente 
a  Jesucristo,  verdadero  varón  de  dolo- 
res, a  quien  Job  no  hizo  más  que  pre- 
figurar o  representar  en  lontananza  to- 
cante a  los  lamentables  sucesos  de  su 
sagrada  Pasión. 
JOLITO.  —  Estar  en  jolito. 

Quedarse  en  suspenso  o  chasqueado. 
JORDÁN.  —  Ir  uno  al  Jordán. 
Remozarse  o  convalecer. 
Parecer  un  Jordán. 

Se  dice  de  todo  lo  que  remoza,  her- 
mosea y  purifica,  aludiendo  al  río  Jor- 
dán, santificado  por  el  bautismo  del 
Salvador. 
JORNADA.  —  A  grandes,  o  a  largas,  jor- 
nadas. 

Con  celeridad  y  presteza. 
Caminar  uno  por  sus  jornadas. 

Proceder  con  tiempo  y  reflexión  en 
un  negocio. 
JOROBADO.— Ningún  jorobado  se  ve  la 

joroba.  —  V.  Ningún  cagado  se  huele. 
JOTA.  —  No  saber  uno  una  jota. 

Ser  muy  ignorante  en  una  cosa. 
No  valer  una  jota. 

Se  dice  de  todo  aquello  que  es  insig- 
nificante, con  referencia  a  dicha  letra, 
llamada  iota  por  los  griegos,  que  es  la 
más  pequeña  de  su  alfabeto. 

En  el  Evangelio  según  San  Mateo  (ca- 
pítulo V,  versículo  18)  se  dice:  «No  pa- 
sará de  la  ley  ni  una  jota,  ni  un  tilde, 
hasta  que  todo  sea  cumplido»;  y  natural 
parecería  a  primera  vista  que  de  este 
pasaje  de  la  Escritura  hubiera  tomado 
pie  la  introducción  de  semejante  frase 
en  las  lenguas  modernas,  pero  no  es 
así;  atribuyesele  otro  origen,  tanto  más 
curioso  cuanto  que  se  relaciona  con 
uno  de  los  hechos  más  importantes  de 


la  Historia  eclesiástica,  a  saber,  el  del 
triunfo    momentáneo    del    arrianismo. 
Acordes  desde  un  principio  los  fauto- 
res de  esta  herejía  y  los  eusebianos  en 
atacar  el  dogma  de  la  consubstanciabi- 
lidad,  y  divididos  después  a  consecuen- 
cia de  la  falsa  profesión  de  fe  hecha  en 
Ancira,  creyó  el  emperador  Constan- 
cio, quien  tenía  especial  interés  en  re- 
conciliar a  entrambos  partidos  entre  sí, 
no  poder  conseguir  mejor  su  intento 
que  convocando  un  Concilio  en  Oriente 
y  otro  en  Occidente.  Celebróse  aquél 
en  Seleucia,  ciudad  de  Isauria,  al  cual 
asistió  San  Hilario,  quien,  como  testigo 
presencial,  ha  legado  al  porvenir  un  re- 
lato fiel  de  lo  allí  ocurrido,  por  el  cual 
nos  consta  que  sólo  se  presentaron  en 
él  quince  obispos  defensores  de  la  bue- 
na doctrina,  los  cuales  fueron  atacados 
por  otros  quinientos,  manifestándose 
en  aquella  ocasión  tal  divergencia  de 
opiniones  entre  los  sectarios  mismos, 
que  tuvieron  que  separarse  todos  sin 
haberse  decidido  cuestión   alguna.  El 
segundo  Concilio,  en  el  cual  se  halla- 
ban en  mayoría  los  ortodoxos,  se  veri- 
ficó en  Rímini,  en  la  Romanía,  siendo 
igualmente  borrascoso  a  causa  de  una 
disputa  de  las  más  tenaces  con  motivo 
de  pretender  introducir  los  novadores 
una   iota  en   la  voz  griega   omoousion 
(consubstancial),  que  se  hubiera  conver- 
tido entonces  en  omoiousion  (de  igual 
substancia),  lo  que  hubiera  expresado 
de  una  manera  muy  imperfecta  la  esen- 
cia divina  del  Hijo,  una  con  la  del  Pa- 
dre. Semejante  transformación  así  he- 
cha, era  favorable  a  los  progresos  del 
arrianismo,  y  por  tanto  fué  rechazada 
por  la  mayoría,  ortodoxa,  como  ya  he- 
mos dicho.  Pero  conviniendo  a  las  mi- 
ras del  emperador  el  que  se  adoptara, 
logró  ganar,  ya  astuta,  ya  violentamen- 
te, a  los  diez  obispos  a  quienes  había 
diputado  el  Concilio  para  que  pasasen 
a  darle  cuenta  de  sus  actas,  obligán- 
dolos a  subscribir  una  fórmula  contra- 
ria a  la  decisión  que  se  acababa  de  pro- 
nunciar, y  estimulándolos  a  que  vol- 
viesen inmediatamente  a  la  Asamblea,, 
cuya  clausura  había  tenido  buen  cui- 
dado de  retardar.  Negóse  el  Concilio 
en  un  principio   a  comunicar  con  los 


JOVEN 


—  495  — 


JUAN 


emisarios;  pero  cediendo  poco  a  poco 
de  su  energía  los  más  de  los  asisten- 
tes, empezaron  a  firmar  unos  tras  otros, 
con  cuya  conducta  creían  realizar  un 
acto  de  conciliación,  dado  que  al  fin  y 
al  cabo  la  fórmula  era  católica  en  el 
fondo;  mas  luego  que  echaron  de  ver 
que  los  enemigos  de  la  fe  comenzaban 
a  triunfar  so  capa  de  la  forma,  se  re- 
tractaron unánimes  a  pesar  de  las  per- 
secuciones de  Constancio.  Entonces 
quedó  prescrita  y  despreciada  la  jota, 
teniéndose  a  gala  el  decir  en  lo  sucesi- 
vo, cuando  se  trata  de  manifestar  el 
poco  aprecio  que  se  hace  de  cualquier 
cosa :  Eso  no  vale  una  jota. 

El  hecho  histórico  de  que  queda  he- 
cha mención  tuvo  lugar  en  el  siglo  iv. 
Sin  faltar  una  jota. — V.  Sin  faltar  punto 
ni  coma. 
JOVEN.  —  Al  joven  para  vivir,  y  al  viejo 
para  morir. 

Da  a  entender  que  a  los  jóvenes,  a 
medida  que  van  creciendo,  se  les  en- 
gruesan las  piernas,  y,  en  cambio,  a  los 
ancianos  se  les  suelen  hinchar  cuan- 
do se  acercan  a  la  última  hora  de  la 
vida. 
De  joven  se  puede  llegar  a  viejo;  pero  de 
viejo,  soltar  el  pellejo. 

La  ley  natural  es  que  desde  los  pocos 
años  se  llegue  a  la  edad  madura;  pero 
una  vez  en  ésta,  no  cabe  más  que  pa- 
gar el  tributo  a  la  muerte. 
El  joven  enamorado,  sólo  en  esto  está  su 
cuidado. 

Alude  a  que  el  que  se  halla  en  las 
condiciones  apuntadas,  no  piensa  más 
que  en  el  objeto  de  sus  ansias,  olvi- 
dando todo  lo  demás. 
El  joven  puede  morir,  pero  el  viejo  no  pue- 
de vivir. 

La  muerte  no  escoge  edades;  sin  em- 
bargo, nadie  escapa  de  sus  manos  en 
la  vejez. 
El  que  no  conserva  cuando  joven,  a  la 
vejez  es  pobre. 

Aconseja  la  virtud  del  ahorro  en  los 
primeros  años,  como  único  medio  de 
prepararse  una  senectud  descansada  y 
tranquila.  —  Igual  recomendación  hace 
respecto  de  las  energías  físicas,  pues  si 
abusa  de  ellas,  se  verá  agotado  antes 
de  llegar  a  viejo. 


El  que  no  la  corre  de  joven,  la  corre  de 
viejo. 

Por  lo  regular,  los  hombres  que  en 
su  juventud  han  llevado  una  vida  de 
sujeción,  la  pasan,  al  llegar  a  la  edad 
provecta,  cuando  no  en  medio  de  la 
licencia  y  el  desenfreno,  de  una  mane- 
ra alegre  y  divertida. 
Quien  de  joven  come  la  sardina,  a  la 
vejez,  o  de  viejo,  cagará  la  espina. 

El  que  comete  una  falta,  no  se  mori- 
rá sin  experimentar  sus  consecuencias, 
aunque  sea  en  plazo  lejano. 
/  Quién  se  volviera\o\enyy  lo  pasado, pasadot 
Expresión  usada   por   las   personas 
de  alguna  edad  cuando  recuerdan  los 
años  de  su  juventud. 
«Si"  quieres  llegar  como  joven,  anda  como 
viejo. 

Recomienda  la  prudencia  en  el  uso 
de  las  facultades  que  se  poseen  en  los 
primeros  años,  para  llegar  a  los  últimos 
sin  el  desgaste  natural  del  que  abusó 
de  ellas  anteriormente. 
JUAN.  —  Alábate,  Juan,  que  si  no  te  alabas 
tú,  nadie  te  alabará. 

No  conviene  obscurecerse  ni  ser  de- 
masiado modesto  si  se  quiere  conse- 
guir algo  en  la  vida. 
Andar  con  él,  que  de  Juan  Gómez  es. 

Dícese  para  incitar  a  perseguir  o  aco- 
meter a  alguno,  por  considerarle  per- 
sona de  malos  antecedentes. 
¿Cómo  te  va,  Juan,  con  tu  ochentona? — Con 
su  oro  todo  me  sobra. 

Satiriza  a  los  que  se  casan  con  mujer 
rica  aunque  sea  vieja,  mirando  sólo  el 
interés. 
Con  lo  que  Juan  adolece,  Sancho  y  Domin- 
go sanan. 

Los   desperdicios  de  algunos  ricos 
son  más  que  suficientes  para  mantener 
a  los  que  están  a  su  servicio. 
De  esta  hecha,  Juan  Cigarrón  cayó  en  la 
percha. 

Dícese  del  que  habiendo  hecho  algu- 
nas jugarretas  impunemente,  llega  un 
momento  en  que,  descubierto,  sufre  la 
pena  por  todas. 
De  Juan  a  Pedro  no  va  un  dedo.  — Véase 

Tanto  va  de  Pedro  a  Pedro. 
Dejar  a  alguno,  cual  Juan  Paulin,  sin 
blanca.  —  V.  Quedar  alguno,  cual  San 
Paulín,  sin  blanca. 


JUAN 


496  — 


TUAN 


Descansa,  o  duerme,  Juan,  y  yace,  que  tu 
asno  pace. 

Encomienda  el  descuido  y  sosiego 
con  que  puede  vivir  el  que  ha  despa- 
chado un  negocio  que  tiene  a  su  cargo. 
Don  Juan  mucho  sabe,  pero  se  muere  de 
hambre. 

Alude  a  aquellas  personas  que,  aun 
siendo  poseedoras  de  mucha  ciencia, 
no  conocen  el  modo  de  hacerla  produ- 
cir, a  diferencia  de  aquellas  que  lucen 
más  aunque  valgan  mucho  menos. 
El  buen  Juan  se  contenta  con  lo  que  le  dan. 
Aplícase  a  aquellos  individuos  de  ca- 
rácter bonachón  que  todo  lo  encuen- 
tran bueno. 
Este  no  es  mi  Juan,  que  ?ne  lo  han  cam- 
biado. 

Dícese  de  aquella  persona  que  por 
haberse  cortado  el  pelo,    mudado   de 
ropa  o  modo  de  ser  y  hablar,  presenta 
diferencias  con  lo  que  antes  era. 
Es  un  Juan  Rana. 

Aplícase  a  la  persona  cobarde  y  para 
poco. 
Jinglalas,  Juan,  que  como  vienen  se  van. 
Aconseja  que  se  deben  tomar  las  co- 
sas según  vengan. 
Juan  de  Voto  a  Dios. 

Equivale  a  ser  uno  amigo  de  andar 
siempre  haciendo  juramentos. 
Juan  P  al  orno :  yo  me  lo  guiso  y  yo  me  lo 
como. 

Se  aplica  a  los  que  por  suma  destre- 
za, sobra  de  egoísmo  o  por  cualquier 
otro  motivo,  no  consienten  la  ayuda 
ajena  en  sus  quehaceres  o  negocios, 
especialmente  si  son  éstos  domésticos. 
Juan  Perdido  deja  la  persona  y  estima  el 

vestido.  —  V.  El  hábito  hace  al  monje. 
Juan  Vulgar. 

Apodo  adjudicado  al  pueblo,  en  el    ¡ 
concepto  de  su  afición  a  valerse  de  re- 
franes en  sus  argumentos. 
Lo  que  me  debe  Juan  no  lo  puede  pagar; 
pero  si  se  muriera,  menos  pudiera. 

Manera  no  poco  filosófica  de  conso- 
larse de  un  daño  sufrido. 
Llamarse  Juan  Portal. 

Aplícase  a  las  personas  aficionadas 
a  pasarse  la  mayor  parte  del  día  averi- 
guando, bien  de  puerta  en  puerta,  o 
bien  desde  la  de  su  casa,  lo  que  ocurre 
por  el  barrio. 


Malo  es  que  se  diga  que  Juan  se  ha  muerto; 
porque  si  no  se  ha  muerto,  es  que  está 
muy  malo. — V.  Cuando  el  río  suena,  agua, 
o  piedra,  lleva. 
Otra  al  dicho,  Juan  de  Coca. 

Denota  la  importuna  repetición  de 
una  cosa. 
¿Quién  le  mete  a  Juan  de  Huete,  o  a  Juan 
Zoquete,  en  si  arremete  o  no  arremete} 

Satiriza  la  costumbre  de  muchas  per- 
sonas, de  meterse  donde  no  les  llaman. 
¿Quién  se  ha  muerto}  —  Juan  del  Puerto. 
Una  de  tantas  evasivas  como  damos 
a  preguntas  que  no  sabemos  o  no  que- 
remos contestar  por  no  importarle  nada 
al  demandante. 
Saber  más  qtie  Juan  de  Esperaendios. 

Sabio  religioso  y  escritor  mozárabe, 
abad  de  Córdoba,  que  floreció  en  el 
siglo  ix  y  cuyos  conocimientos  fueron 
vastísimos,  hasta  el  punto  de  que  San 
Eulogio  y  Alvaro  Cordobés  oían  con 
respeto  sus  enseñanzas.  Es  más  cono- 
cido con  el  nombre  latinizado  del  abad 
Speraindeo. 
Se  parece  a  Juan  Cagao,  todo  vestido  de 
colorao. 

Dícese,  por  burla,  de  los  que  llevan 
la  ropa  de  ese  color. — Ignoramos  quién 
es  el  personaje  citado,  ni  qué  tiene  que 
ver  la  maloliente  circunstancia  indica- 
da con  el  color  del  traje. 
Señor  don  Juan,  ¿en  verano  terciopelo,  y 
en  invierno  tafetán? 

Pregunta  que  en  tono  de  asombro  se 
dirige  a  la  persona  que  obra  al  revés 
de  lo  que  en  igualdad  de  circunstan- 
cias suele  practicar  todo  el  mundo. 
Ser  como  Juan  de  Aracena,  que  no  tenía  ni 
palabra  mala  ni  obra  buena. 

Dícese  de  los  sujetos  cuya  conducta 
es  poco  recomendable. 
Ser  un  buen  Juan. — V.  Ser  un  Juan  Lanas. 
Ser  un  Juan  de  buen  alma. 

Calificativo  con  que  se  señala  al  hom- 
bre sencillo  y  fácil  de  engañar. 
Ser  un  Juan  Lanas. 

Dícese  del  hombre  apocado  que  se 
presta  benévolamente  a  todo  cuanto  se 
quiera  hacer  de  él.  —  Designa  también 
al  marido  complaciente. 
Si  bien  me  quieres,  Juan,  tus  obras  me  lo 
dirán.  —  V.  Obras  son  amores,  que  no 
buenas  razones. 


TUANA 


—  497 


JUDÍA 


Si  bien  o  mal  baila  mi  Juan,  oíros  lo  dirán. 

Manera  de  excusarse  uno  de  emitir 

juicio  en  aquello  que,  por  tocarle  de 

cerca,  pudiera  parecer  apasionado. 

Si   te   casas   con   Juan  Pérez,  ¿qué  mas 

quieres? 

Contra  los  descontentadizos.  —  Balta- 
sar del  Alcázar  escribió  una  linda  letri- 
lla sobre  este  pie. 
Dos  Juanes  y  un  Pedro  hacen  un  asno 
entero. 

Si  se  tiene  en  cuenta  lo  dicho  en  Ser 
un  Juan  de  buen  alma  (véase)  y  en  Tal 
para  cual,  Pedro  para  Juan  (véase),  po- 
drá deducirse  con  facilidad  el  significa- 
do de  este  refrán. 
JUANA. —  Juana  cree  que  a  Pedro  engaña, 
pero  le  desengaña. 

Aquellos  que  procuran  engañarnos, 
mientras  más  hacen,  más  nos  abren  los 
ojos,  consiguiendo  todo  lo  contrario  de 
lo  que  pretenden. 
Tan  fea  es  Juana  como  su  hermana.  — 
V.  Tan  bueno  es  Pedro  como  su  compa- 
ñero. 
JUBILEO.  —  Ganar  el  jubileo. 

Hacer  las  diligencias  necesarias  para 
conseguirlo. 
Parecer  uti  jubileo. 

Se  aplica  a  la  entrada  y  salida  fre- 
cuente de  muchas  personas  en  alguna 
casa,  tienda  u  otro  lugar,  con  alusión  a 
la  multitud  de  personas  que  afluyen  a 
las  iglesias  con  objeto  de  ganar  las  in- 
dulgencias concedidas  a  algún  jubileo. 
Por  jubileo. 

Rara  vez,  con  alusión  a  que  el  jubi- 
leo se  concedía  de  cien  en  cien  años. 
JÚBILO. —  Todo  júbilo  es  hoy  la  gran  To- 
ledo. 

Se  usa  cuando  se  ve  a  alguna  perso- 
na que  está  muy  alegre  por  haberle 
ocurrido  algo  satisfactorio.  —  Es  alu- 
sión al  comienzo  de  la  tragedia  Raquel, 
del  extremeño  D.  Vicente  García  de  la 
Huerta. 
JUBÓN.  —  Eso  es  lo  mismo  que  el  que  tiene 
un  jubón  en  Francia. 

Dícese  burlescamente  de  aquel  que 
se  jacta  de  poseer  alguna  cosa  que  no 
le  puede  servir  por  no  tenerla  a  mano; 
o  de  tener  algún  pariente  acomodado 
que,  por  residir  lejos  o  por  cualquier 
otra  causa,  no  se  acuerda  de  él. 


Jubón  de  azotes. 

Aplicábase  este  dictado  a  los  que  se 
daban  por  justicia  en  las  espaldas. 
Como  los  jubones  de  los  gabachos  de  Bel- 
monte:  rotos  y  gr asientos  y  llenos  de  do- 
blones.— V.  Debajo  de  una  mala  capa,  etc. 
JÚCAR.  —  Júcar  y  Huécar,  y  en  medio, 
Cuenca. 

Dicho  con  que  se  pondera  el  aspecto 
pintoresco  que  presenta  la  ciudad  de 
Cuenca,  situada  entre  las  amenas  ve- 
gas que  riegan  aquellos  dos  ríos  y  en 
el  punto  de  su  confluencia. 
JUDAS.  —  Créalo  Judas. 

Frase  estropeada  por  el  vulgo,  y  ba- 
sada sobre  aquella  expresión  de  Hora- 
cio: Credat  judizus  Apella,  a  la  manera 
que  de  Necessitas  caret  lege  dijo  :  La 
necesidad  tiene  cara  de  hereje. 
Estar  hecho  un  Judas. 

Hallarse  desharrapado,  con  alusión 
a  las  figuras  grotescas  que  se  suelen 
poner  en  las  calles  el  Sábado  Santo,  re- 
presentando al  discípulo  traidor,  para 
servir  de  blanco  a  los  escopetazos  de 
los  transeúntes  y  acabar  por  ser  que- 
madas. 
¿Quién  le  mete  a  Judas  en  ser  procura- 
dor de  pobres} 

Sátira  contra  los  que,  sin  tener  cré- 
dito ni  valimiento,  tratan  de  recomen- 
dar un  asunto,  con  lo  cual,  en  lugar  de 
ir  ganando,  se  suele  perder. 
Ser  más  falso  que  el  alma  de  Judas.  — 

V.  El  beso,  o  el  ósculo,  de  Judas. 
Siempre  ha  de  haber  un  Judas  en  el  apos- 
tolado. 

Da  a  entender  que  en  toda  congre- 
gación o  colectividad  suele  existir  al- 
gún individuo  que  perjudique  los  inte- 
reses de  los  asociados. 
Traslado  a  Judas. 

No  hay  causa  tan  mala  que  no  deje 
algún  resquicio  para  su  defensa.  —  Alu- 
de a  que  si  el  discípulo  traidor  se  hu- 
biera arrepentido  después  de  haber  en- 
tregado a  Jesús  en  manos  de  sus  ene- 
migos, se  habría  salvado. 
JUDÍA.  —  La  labor  de  la  judia,  afanar  de 
noche  y  holgar  de  día.  —  V.  De  día  no  veo 
y  de  noche  me  espulgo. 
Parecerse  a  la  judía  de  Zaragoza. 

La  causa  de  semejante  parecido  se 
suele  expresar  al  añadir  la  circunstan- 
32 


JUDÍO 


498  — 


JUEGO 


cia  de  que  cegó  llorando  duelos  ajenos. — 
Su  objeto  es  vituperar  a  aquellas  per- 
sonas a  quienes  preocupan  más  los  cui- 
dados ajenos  que  los  suyos  propios. — 
La  judía  a  quien  alude  el  refrán,  que 
sería  alguna  llorona  o  plañidera  de  al- 
quiler, es  probable  que  fuese  parienta 
propincua  de  el  alcalde  de  Trebujena  y 
de  el  corregidor  de  Almagro. 
JUDÍO.  —  Achacoso  como  judío  en  sábado. 
Se  dice  de  aquel  que  se  finge  enfer- 
mo o  delicado  con  el  intento  de  bur- 
lar el  cumplimiento  de  su  deber,  alu- 
diendo a  que  si  bien  prohibía  a  los 
judíos  su  ley  encender  lumbre  para 
hacer  ni  calentar  la  comida  en  el  día 
del  sábado,  que  equivale  entre  ellos  a 
nuestro  domingo,  semejante  precepto 
no  regía  con  los  achacosos  o  de  salud 
quebrantada. 

Al  judío  dadle  un  huevo,  y  pediros  ha  el 
tozuelo.  —  V.  Al  judío  dadle  un  palmo, 
tomará  cuatro. 

Al  judío  dadle  un  palmo,  tomará  cuatro. 
Expresa  la  facilidad  con  que  se  to- 
man confianzas  para  su  provecho  los 
israelitas. 

Al  ludio  y  al  puerco  no  lo  metas  en  tu  huerto. 
Por  el  daño  que  ambos  causan. 

Dámelo  judío  y  dártelo  he  quemado. 

Alude  al  peligro  que  corrían  en  tiem- 
pos de  la  Inquisición,  de  caer  en  sus 
manos,  los  que  no  eran  considerados 
como  buenos  cristianos. 

El  buen  judío,  de  la  paja  hace  oro. 

Expresa  el  carácter  especulativo  de 
la  raza  hebraica. 

Judío  de  larga  nariz,  paga  la  farda  a 
Villasís. 

Refrán  muy  corriente  en  Sevilla  a 
fines  del  siglo  xv,  con  motivo  de  la 
persecución  suscitada  contra  los  he- 
breos por  parte  del  vecindario,  y  muy 
especialmente  por  el  recaudador  de  las 
rentas  de  los  reyes  y  de  la  Inquisi- 
ción, un  tal  Villasís,  quien  no  les  daba 
treguas  para  el  pago  de  las  contribu- 
ciones o  impuestos  a  aquellos  infelices. 

Judío  y  dona  y  hombre  con  corona,  jamás 
perdona. 

Manifiesta  el  carácter  vengativo  de 
mujeres,  judíos  y  reyes. —  Otros  entien- 
den por  hombre  con  corona  los  tonsu- 
rados, o  sea  curas  y  frailes. 


La  maña  del  judío,  que,  acabado  de  córner^ 
tiene  frío.  — V.  El  español  pino,  después 
de  comer  le  entra  frío. 
No  es  mancha  de  judío. 

Manera  con  que  se  desprecia  o  dis- 
minuye como  de  poca  consideración  la 
tacha  que  se  pone  a  alguien  o  a  alguna 
cosa,  con  alusión  a  la  nota  de  infamia 
que  pesa  sobre  la  nación  deicida. 
O  es  judío  o  sacristán. 

Modo  de  indicar  que  una  persona  es 
taimada,  o,  como  se  dice  vulgarmente, 
que  es  pájaro  de  cuenta. 
Ser  un  judío,  o  Tener  conciencia  de  judío. 
Se  suele  aplicar   al   comerciante  o 
prestamista  usurero,  aludiendo  a  la  con- 
ciencia nada  estrecha  que  en  materia  de 
intereses  tiene  aquel  pueblo  errante. 
Ea,  judíos,  a  enfardelar,  que  mandan  los 
reyes  que  paséis  la  mar. 

Expresión  que  dirigía  el  pueblo  es- 
pañol a  los  judíos  cuando  se  decretó 
su  proscripción  por  los  Reyes  Católi- 
cos en  el  año  de  1492,  y  que  pasó  des- 
pués a  usarse  proverbialmente  con  el 
objeto  de  significar  a  alguien  que  se 
ausente  o  se  quite  de  la  presencia  de 
uno  cuanto  antes. 
Judíos  en  Pascuas,  moros  en  bodas  y  cris- 
tianos en  pleitos,  gastan  sus  dineros. 

Cada  pueblo  tiene  sus  manías,  sien- 
do las  características  de  los  enumera- 
dos las  indicadas. 
JUEGO.  —  Acudir  el  juego  a  uno.  —  Véa- 
se Dar  bien,  o  mal,  el  juego. 
Afortunado  en  el  juego,  desgraciado  en 
amores. 

Creencia  popular  de  que  la  buena 
suerte  en  el  uno,  acarrea  la  contraria, 
en  los  otros. 
A  juego  perdido,  cabe  le  digo. 

Dícese  de  aquellos  que  en  los  lan- 
ces más  comprometidos  se  arriesgan  a 
echar  el  resto,  o,  como  también  se  dice, 
a  jugar  el  todo  por  el  todo. 
A  mal  juego,  buena  cara.  — V.  A  mal 

tiempo,  buena  cara. 
Conocerle  a  uno  el  juego. 

Penetrar  su  intención. 
Dar  bien,  o  mal,  el  juego. 

Ser  favorable,  o  contraria,  la  suerte. 
Dar  juego  alguna  cosa. 

Producir  algún  embarazo,  trastorno 
o  disgusto. 


JUEGO 


—  499  — 


JUEGO 


Darle  a  uno  el  juego  hecho. 

Proporcionarle  la  ocasión  de  que 
haga  su  gusto  a  poca  o  ninguna  costa. 

Despintársele  a  uno  el  juego. 

Engañarse  por  estar  la  pinta  equivo- 
cada, tomando  un  palo  por  otro. 

El  juego  de  la  correhuela,  cátale  dentro  y 
cátale  fuera. 

Refrán  que  se  dijo  por  los  incons- 
tantes y  mudables. 

El  juego  ha  de  ser  juego,  no  pesadumbre. 

Recomienda  que  se   tome   el  juego 

como  mero  pasatiempo  o  distracción, 

y  no  como  vicio,  de  suyo  ocasionado  a 

desventura  y  ruina. 

El  juego,  la  mujer  y  el  vino  sacan  al  hom- 
bre de  tino. 

Da  a  entender  los  funestos  resul- 
tados que  acarrea  el  entregarse  con 
frenesí  al  goce  de  cada  una  de  dichas 
pasiones. 

El  luego  nos  roba  tres  cosas  excelentes: 
el  dinero,  el  tiempo  y  la  conciencia. 

El  que  se  entrega  a  este  funesto  vi- 
cio pierde  no  sólo  el  caudal  y  el  tiem- 
po, sino  la  honradez,  pues  por  procu- 
rarse la  satisfacción  de  aquél,  no  repa- 
ra en  que  los  medios  no  sean  muy 
honorables. 

Envidar  el  juego.  —  V.  Echar  el  resto. 

Este  es  el  juego  de  virlimbao,  tres  galeras 
y  una  nao,  del  cual,  cuanto  más  veréis, 
menos  aprenderéis. 

Así  se  cuenta  que  dijo  San  Juan  de 
Dios  un  día  a  las  turbas  que  se  mo- 
faban de  él  en  las  calles  de  Granada, 
por  pluma  del  autor  de  su  Vida,  padre 
Manuel  Trinchería  (un  vol.  en  4.0,  Ma- 
drid, Ibarra,  1773,  págs.  145- 146). 

Hacer  el  juego  de  anda  liviano  :  guíñame 
del  ojo  y  dame  pujes  con  la  mano. — Véa- 
se Dame  pan  y  dime  tonto. 

Hacer  juego. 

Mantenerlo  o  perseveraren  él. — En- 
tre jugadores,  decir  aquel  a  quien  le 
toca  las  calidades  que  tiene,  como  la 
de  entrada,  paso,  etc. — Convenir  o  co- 
rresponderse una  cosa  con  otra  en  or- 
den, proporción  y  simetría. 

Hacer  de  alguna  cosa  el  juego  de  pasa- 
pasa. 

Hacer  desaparecer  una  cosa. 

Hacerle  a  uno  el  juego. 

Facilitarle  de  una  manera  más  o  me- 


nos indirecta  los  medios  de  salirse  con 
su  intento  o  de  encontrarse  con  su 
conveniencia. 

La  cuarteta  del  Arcipreste  de  Hita  en 
que  se  usa  la  frase  proverbial  citada  y 
que  no  consigna  la  Academia  en  ningu- 
na de  las  ediciones  de  su  Diccionario, 
hasta  la  última,  en  que  remite  a  hacerle 
el  caldo  gordo,  es  la  siguiente : 

[saña, 
Como  por  chica  cosa  aborrecía  en  grand 
arredróse  de  mí,  físome  el  juego  mañana, 
aquel  es  engañado,  quien  coita  que  engaña, 
de  esto  fise  trova  de  tristesa  tan  maña. 

Entre  la  multitud  de  desatinos  que 
puso  D.  Tomás  Sánchez  en  su  Glosa- 
rio, figura  el  siguiente:  <Mañaña.  Nom- 
bre de  cierto  juego.  93.»  No  hay  tales 
carneros;  hubiera  recordado  el  colector 
las  estrofas  1.361,  1.384,  1.470  y  1.473 
(de  que  hace  caso  omiso  en  dicho  su 
índice  alfabético  de  las  voces  y  frases  más 
obscuras  que  ocurren  en  las  poesías  del 
Arcipreste  de  Hita),  y  habría  visto  que 
la  voz  mañana  se  emplea  constante- 
mente por  dicho  escritor  en  la  acep- 
ción de  temprano  o  de  madrugada. 

Juego  fuera. 

Expresión  usada  en  algunos  juegos 
de  envite  cuando  se  envida  todo  lo  que 
falta  para  acabar  el  juego. 

La  mala  suerte  en  el  juego  le  presagia 
buena  en  amor.  —  V.  Afortunado  en  el 
juego,  desgraciado  en  amores. 

Lo  que  se  gana  al  juego,  hincha  y  no  cn~ 
gorda. 

Porque  comúnmente  se  suele  volver 
a  jugar  la  cantidad  ganada,  con  lo  cual, 
si  es  nuevamente  perdida,  aquel  bene- 
ficio aparente  resulta  perjuicio  real  y 
efectivo. 

Meter  en  juego  a  uno. 

Excitarle  con  viveza  para  que  eje- 
cute alguna  cosa,  especialmente  de  di- 
versión. 

Negocio  de  juego. 

Dícese  de  todo  aquello  que  no  es 
muy  lícito  en  sus  procedimientos. 

N071  es  juego  donde  hotne  non  ríe. 

Expresa  que  la  verdadera  condición 
para  que  el  juego  sea  lícito,  es  la  de 
que  cause  satisfacción  a  quienes  toman 
parte  en  él,  sirviendo  de  diversión  y 
no  de  enojo. 


JUEVES 


500  — 


JUEZ 


Parecerse  al  juego  del  tira  y  afloja. 

Locución  con  que  se  da  a  entender 
que  se  ordenan  a  un  mismo  tiempo  co- 
sas opuestas  entre  sí,  por  lo  que  no 
se  pueden  ejecutar  u  obedecer;  y  tam- 
bién que  en  el  mando  y  otros  negocios 
se  debe  proceder  empleando  alternati- 
vamente el  rigor  y  la  suavidad,  con  alu- 
sión al  juego  llamado  del  tira  y  afloja, 
que  consiste  en  asir  cada  uno  de  los 
que  lo  juegan  la  punta  de  una  cinta, 
pañuelo  o  sábana,  y  cuando  el  que  diri- 
ge el  juego  manda  que  se  tire,  deben 
aflojar  los  demás,  y  viceversa,  perdien- 
do prenda  el  que  no  lo  practique  así. 

Por  juego. 

Por  burla,  de  chanza. 

Quien  en  mal  juego  porfía,  más  pierde 
que  cobra. 

Aconseja  que  no  se  insista  en  aque- 
llos asuntos  en  que  no  tenemos  razón 
o  no  son  muy  claros  de  resolver. 

Salirle  a  uno  el  juego  al  revés.  —  V.  No 
salirle  a  uno  la  cuenta. 

Ver  el  juego.  —  V.   Conocerle  a  uno  el 

JUEGO. 

Juegos  de  manos,  juegos  de  villanos. 
Reprende  el  retozar  y  jugar  con  las 
manos,  como  impropio  de  gentes  bien 
nacidas  y  de  buena  crianza.  —  Dícese 
también:  Juegos  de  ?nanos,  juegos  de 
hermanos. 
JUEVES.  —  El  jueves  de  la  Ascensión,  ce- 
rezas en  Oviedo  y  trigo  en  León. 

Indica  que  tal  día  son  esos  los  pro- 
ductos que  más  se  venden  en  las  loca- 
lidades citadas. 
No  es  cosa  del  otro  jueves. 

Aplícase  a  lo  que  no  tiene  nada  de 
particular. 
Ser  algo  cosa  del  otro  jueves. 

Dícese,  en  contraposición  del  ante- 
rior, de  aquello  que  es  extraordinario 
o  capaz  de  llamar  la  atención. 
JUEZ.  —  Bueno  es  el  juez,  y  el  fallo,  mejor. 
Dícese  por  galantería  a  la  persona 
que  sentencia  en  alguna  cuestión,  par- 
ticularmente si  es  en  contra  nuestra. — 
Aplícase  irónicamente,  y  con  el  signifi- 
cado contrario,  cuando  no  tenemos  mu- 
cha fe  en  el  que  juzga,  esperando,  por 
lo  tanto,  un  fallo  absurdo. 
Como  el  juez   de    Ciudad  Real,  que  por 
quintar  los  dientes,  los  quitó  todos. — Véa- 


se Es  pobreza  de  juicio  no  añadir  a  lo 
inventado. 

El  buen  juez  ha  de  dar  el  un  oído  a  la  una 
parte,  y  el  otro  a  la  otra. 

Es  decir,  que  debe  ser  completa- 
mente imparcial.. 

El  buen  juez  no  se  vence  ninguna  vez,  ni 
te  valdrá  el  escribano  si  todo  pasa  por 
su  mano. 

Manifiesta  lo  inútiles  que  son  las  ma- 
las artes  de  la  gente  de  curia,  cuando  el 
juez  es  recto. 

El  juez  apasionado  no  puede  ser  justifi- 
cado. 

El  juez  parcial  no  tiene  disculpa,  ni 
humana  ni  divina. 

El  juez  de  trato  suave,  digno  es  de  que  se 
le  alabe. 

Con  el  reo,  en  no  pocas  ocasiones, 
se  consigue  más  empleando  buenas  for- 
mas que  maneras  bruscas. 

El  juez  prudente,  en  cuidarse  ha  de  ser 
diligente. 

Indica  que  sentencie  siempre  en  for- 
ma que  no  se  atraiga  enemigos  por  su 
injusticia. 

El  juez  que  es  regalado,  llámasele  apasio- 
nado; y  si  es  sabido,  ítunca  sale  lucido. 

Un  juez  no  debe  admitir  en  ningún 
caso  demostraciones  de  agradecimien- 
to, pues  todo  el  mundo  cree  que  el 
obsequio  recibido  es  el  pago  de  alguna 
ilegalidad  cometida. 

El  juez  que  mal  se  informa,  nunca  bien 
pronuncia. 

Nadie  puede  juzgar  lo  que  no  en- 
tiende. 

El  juez,  tanto  necesita  ser  marcial  como 
dar  justicia  a  cada  cual. 

Recomienda  la  afabilidad  en  el  trato, 
pero  aplicando  en  toda  ocasión  la  ley  a 
cada  uno. 

Juez  cadañero,  derecho,  o  estrecho,  como 
sendera. 

Denota  que  el  j  uez  que  se  m  uda  cada 
año  es  estrecho  en  el  cumplimiento  de 
su  oficio,  porque  ha  de  ser  residencia- 
do presto. 

Juez  pesquisidor,  langosta  del  labrador. 
Decíase  así  porque  con  las  infor- 
maciones y  pesquisas  que  hacían  los 
jueces  especiales  para  hallar  las  hue- 
llas, etc.,  en  los  campos,  traían  en  jaque 
a  los  labradores. 


JUGADA 


—  Soi  — 


JUICIO 


Más  limpio  que  la  cara  de  un  juez. 

Dícese  de  todo  aquello  que  se  mues- 
tra limpio  y  reluciente,  aludiendo  a  la 
costumbre  que  ha  solido  reinar  entre 
los  jueces  de  nuestra  nación  de  afei- 
tarse por  completo  la  cara. 
Ninguno  puede  ser  juez  en  causa  propia. 
Porque  la  primera  cualidad  del  juez 
es  el  desapasionamiento,  y  en  lo  que  le 
toca  a  uno  muy  de  cerca,  no  es  fácil  que 
brille  esa  virtud. 
A  jueces  galicianos,  con  los  pies  en  las 
manos. 

Contra  las  personas  constituidas  en 
autoridad  que  se  dejan  sobornar. — Por 
eso  dice  el  Comendador  Griego  en  la 
siguiente  breve  explicación:  «Los  pies, 
entiende  de  aves  presentadas.»  —  Lo 
de  galicianos  creo  que  figurará  en  el  re- 
frán por  lo  que  obliga  la  fuerza  del 
consonante;  pues  sabido  es  que,  tra- 
tándose de  jueces,  lo  mismo  en  Gali- 
cia que  en  todas  partes,  al  lado  de 
hombres  probos  y  justicieros,  figuran 
otros  venales  y  acanallados. 
Sdlo  de  aquello  podemos  ser  jueces  que 
bien  sabemos. — V.  El  juez  que  mal  se  in- 
forma, nunca  bien  pronuncia. 
JUGADA. — Hacer  uno  su  jugada. 

Hacer  un  buen  negocio. 
JUGADO. — Jugado  por  ganado,  o  Lo  ju- 
gado por  lo  ganado.  —  V.  Comido  por 
servido. 
JUGADOR.  —  Aunque  el  jugador  sea  ne- 
cio, si  le  entraren  triunfos,  ganará. 

Cuando  las  cosas  son  fáciles  o  se  pre- 
sentan bien,  no  es  necesario  tener  mu- 
cho talento  para  conseguirlas. 
¡El  mejor  jugador  sin  cartas! 

Denota  que  se  ha  dejado  de  incluir 
en  el  negocio  o  diversión  de  que  se 
trate  al  que  tiene  mayor  inteligencia  o 
destreza  en  él. 
JUGAR.— A  jugar  y  perder,  pagar  y  ca- 
llar. 

El  que  interviene  en  algún  asunto, 
ha  de  tener  paciencia  si  el  resultado  es 
adverso. 
Jugar  a  las  bonicas. 

Úsase  cuando  dos  personas  echan  la 
pelota  de  una  mano  a  otra,  jugando  sin 
dejarla  caer  al  suelo.  —  Aplícase  tam- 
bién a  otros  juegos  cuando  no  se  juega 
con  interés. 


Jugar  fuerte,  o  grueso. 

Aventurar  al  juego  grandes  canti- 
dades. 
Jugar  limpio. 

Jugar  sin  trampas  ni  engaños. —  Pro- 
ceder en  un  negocio  con  lealtad  y  bue- 
na fe. 
Ni  juega  ni  da  de  barato. 

Significa  que  uno  procede  con  total 
indiferencia  y  sin  tomar  partido. 
No  siento  que  juegue,  sino  que  desquitarse 
quiere. 

Contra  los  enviciados  en  el  juego. 
Quien  juega  y  pierde,  fuerza  es  que  re- 
niegue. 

Al  que  le  sale  un  negocio  torcido, 
generalmente  no  pone  buena  cara. 
Unos  juegan  y  otros  pagan.  —  V.  Pagar 
justos  por  pecadores. 
JUGLAR.  —  Nunca  el  juglar  de  la  tierra 
tañe  bien  en  la  f  esta. — V.  Nadie  es  pro- 
feta en  sti  patria. 
JUICIO.  —  Abrir  el  juicio. 

Instaurar  el  príncipe  o  el  Tribunal  Su- 
premo un  juicio  ya  ejecutoriado,  para 
que  las  partes  deduzcan  de  nuevo  sus 
derechos. 
Amontonarse  el  juicio. 

Ofuscársele  a  uno  la  razón  a  causa  de 
hallarse  enojado  o  de  sufrir  un  error 
cualquiera. 
Asentar  el  juicio. 

Empezar  a  tener  juicio  y  cordura. 
Cargar  el  juicio. 

Reflexionar  en  una  cosa  con  aten- 
ción y  madurez. 
Convenir  a  juicio. 

Acudir  o  concurrir  al  Tribunal  com- 
petente a  litigar  las  causas  y  pleitos. 
Convenir  a  uno  en  juicio. 

Ponerle  demanda  judicial. 
¿■/juicio  siempre  se  inclina  a  lo  peor. 

La  condición  humana  es  de  suyo  tan 
suspicaz,  que  se  complace  en  ver  de- 
trás de  toda  cuestión,  por  sencilla  que 
aparezca,  un  principio  de  maldad,  o, 
cuando  menos,  una  segunda  intención. 
Entrar  en  juicio  con  uno. 

Pedirle  y  tomarle  cuenta  de  lo  que 
se  le  ha  entregado  y  ha  practicado  en 
cumplimiento  de  su  obligación. 
Es  pobreza  de  juicio  no  añadir  a  lo  inven- 
tado. 

«Por  donde  (cuasi  en  semejante)  dice 


JUICIO 


—  5°2  — 


JULIO 


Paulo  de  Castro,  ser  de  muy  miserable 
ingenio  juzgar  siempre  el  juez  por  au- 
toridad de  la  ley,  sino  que  abunde  tam- 
bién de  juicio  para  en  casos  de  su  albe- 
drío;  no  como  cierto  juez  de  Ciudad 
Real  que,  queriendo  castigar  un  per- 
juro, mirando  la  ley  a  do  decía  «que 
>le  quiten  los  dictes»,  no  vio  la  tilde 
y  leyó:  «que  le  quiten  los  dientes». 
¡Maldito  el  diente  ni  muela  que  en  su 
boca  le  dejó!»  (Tapia,  Vergel  de  Músi- 
ca, lxij.,  v.t0) 
Estar  uno  en  su  juicio. 

Estar  bien  dispuesto  y  tener  cabal 
y  entero  su  entendimiento  para  poder 
obrar  con  perfecto  conocimiento  y  ad- 
vertencia. 
Estar  uno  fuera  de  juicio. 

Padecer  la  enfermedad  de  manía  o 
locura. 
Estar  uno  muy  en  juicio. — V.  Estar  uno 

en  su  juicio. 
¿Estás  en  tu  juicio? 

Expresión  usada  cuando  se  oye  al- 
guna proposición  o  frase  que  no  tiene 
sentido  común. 
Falto  de  juicio. 

Dícese  del  que  padece  demencia. 
Juicio  y  modas  no  caben  en  una  casa. 

Declama  contra  las  mujeres  sobre- 
manera presumidas  y  aficionadas  a  pa- 
gar tributo  a  las  exigencias  de  la  últi- 
ma moda,  en  lo  que  demuestran  ser 
harto  casquivanas. 
Parecer  uno  en  juicio. 

Deducir  ante  el  juez  la  acción  o  de- 
recho que  tiene  o  las  excepciones  que 
incluyen  la  acción  contraria. 
Pedir  uno  en  juicio. 

Comparecer  ante  el  juez  o  proponer 
sus  acciones  y  derechos. 
Perder  el  juicio. 

Úsase   para   ponderar   la  extrañeza 
que  causa  una  cosa. 
Poner  en  juicio. 

Comprometer  en  hombres  prudentes 
la  resolución  de  un  negocio. 
Privarse  uno  de  juicio. 

Volverse  loco. 
Ser  un  juicio. 

Frase  con  que,  aludiendo  al  juicio 
final,  se  pondera  la  angustia  y  congoja, 
o  el  ruido  y  confusión  de  una  cosa, 
reunión  de  gente,  ciudad,  etc. 


Suspender  uno  el  juicio. 

No  determinarse  a  resolver  en  una 
duda,  a  causa  de  las  razones  que  hacen 
fuerza  por  una  y  otra  parte. 
Tener  el  juicio  en  los  calcañares. 

Portarse  con  poca  reflexión  y  cordu- 
ra en  sus  operaciones. 
Volver,  o  volvérsele,  a  uno  ¿/juicio. 

Perder  la  razón.  — En  la  comedia  inti- 
tulada La  Sortija  de  Florencia,  de  don 
Sebastián  Villa  viciosa,  se  lee  el  siguien- 
te chistoso  retruécano  a  propósito  de 
este  idiotismo  castellano  : 

iCarlos.  ¡Qué!...,  ¿se  le  volvió  el  juicio? 
Turrón.    Antes  se  le  fué,  y  no  ha  vuelto.* 

De  juicios  no  me  curo,  que  mis  obras  m¿ 
hacen  seguro. 

El  que  obra  bien,  y  por  lo  tanto  tie- 
ne  su    conciencia   tranquila,   no   hace 
caso  del  qué  dirán. 
JULIA.  —  i  Qué  haces,  Julia  Gil?  —  Mato 
pulgas  mil  a  mil. 

Dícese  de  la  persona  que  parece  estar 
muy  ocupada  trabajando,  cuando  en 
realidad  no  hace  nada  que  sea  de  pro- 
vecho. 
JULIO.  —  El  que  en  julio  tiene  frío,  es  que 
le  falta  un  tornillo. 

Pues  es  precisamente  uno  de  los  me- 
ses más  calurosos  en  España. 
En  julio,  la  Iwz  en  el  puño. 

Manifiesta  que  este  mes  es  el  dedi- 
cado para  llevar  a  efecto  la  operación 
agrícola  de  la  siega. 
En  julio  se  muere  un  hombre  de  sed  entre 
un  pozo  y  un  aljibe. 

Indica  la  sequía  que  suele  reinar  en 
este  mes,  y  en  el  cual,  a  causa  del  ca- 
lor, suelen  sentirse  más  los  efectos  de 
la  sed. 
Ha  de  ser  un  julio  claro  quien  escribe  para 
todos. 

Juego  de  vocablos  entre  la  claridad 
propia  del  mes  de  julio  y  el  nombre  de 
Julio  Claro,  célebre  jurisconsulto  de 
Felipe  II,  natural  de  Alejandría  de  la 
Palla  (Piamonte). 
Julio,  el  mes  más  corto  cuando  hay  peculio. 

Por  ser  el  mes  en  que  más  motivos 
de  diversión  hay  para  los  que  tienen 
dinero,  pues  entre  las  licencias  ofici- 
nescas, veraneos,  etc.,  se  marcha  el 
tiempo  sin  darse  cuenta. 


JUMELA 


503  — 


JURA 


Por  mucho  que  quiera  julio  ser,  poco  ha 
de  llover. 

No  siendo  este  mes  a  propósito  para 
lluvias,  aunque  caiga  algún  agua,  es  lo 
que  se  llama  vulgarmente  una  nube  de 
verano. 
■Quien  no  trilla  en  julio,  no  trilla  a  su 
gusto. 

Manifiesta  la  conveniencia  de  efec- 
tuar la  trilla  en  este  mes. 
Venga  julio  fresco,  el  Carinen  claro  y  San- 
tiago abrasado. 

Aunque  comience  este  mes  con  una 
temperatura  agradable,  afines  suele  ex- 
tremar el  calor. 
-JUMELA.  —  Se  despobló  Jumela. 

Dícese  cuando  se  disuelve  repenti- 
namente una  junta,  reunión,  etc. — Alu- 
de al  despoblado  de  ese  nombre,  cerca 
de  Gálvez,  en  la  provincia  de  Toledo. 
JUNCIA.  —  La  juncia  de  Alcalá,  que  llegó 
tres  días  después  de  la  función. 

Moteja  todo  aquello  que,  por  retra- 
so, viene,  o  se  dice,  tarde  y  fuera  de 
tiempo. 
Vender  juncia. 

Jactarse,  echar  bravatas. 
Haber  juncias  y  cañas  verdes. 

Equivale  a  estar  en  época  de  fiestas, 
funciones  o  regocijos. 
JUNIO.  —  Cuando  junio  llega,  busca  la  hoz 
y  limpia  la  era. 

Recomienda  que  en  este  mes  se  va- 
yan haciendo  los  preparativos  para  lle- 
var a  cabo  en  el  siguiente  la  siega  y  la 
trilla. 
Junio  brillante,  año  abundante. 

Cuando  este  mes  es  bueno,  presagia 
abundancia  en  las  cosechas. 
Junio  es  todo  día :  los  viejos  y  achacosos 
tienen  más  vida. 

Como  el  tiempo  en  general  es  bueno, 
sin  ser  exagerado  el  calor,  las  natura- 
lezas débiles,  bien  por  achaques  o  por 
edad,  es  cuando  viven  más  a  gusto. 
Junio,  la  lioz  en  el  puño.  Y  algunos  aña- 
den :para  probar,  que  no  para  segar. 

En  muchos  refranes  se  notan  antíte- 
sis de  verdadera  monta :  mientras  unos 
afirman  que  en  julio,  la  hoz  en  el  puño 
(véase),  otros  anticipan  la  operación 
en  un  mes.  Parécenos,  atendiendo  a  la 
lección  citada  como  más  conforme  con 
la  práctica,  que  los  que  añaden  para 


probar,  que  no  para  segar,  están  más  en 
lo  justo. 
Junio,  julio,  agosto  y  Puerto  Makón,  los 
mejores  puertos  del  Mediterráneo  son. 

Frase  que  se  atribuye  al  célebre  ma- 
rino Andrea  Doria  y  que  ha  quedado 
en  proverbio,  para  indicar  las  excelen- 
cias del  puerto  de  Mahón. 
Junio,  julio  y  agosto,  señora,  no  os  conoz- 
co, o  no  soy  vostro. 

Aconseja  que  en  estos  meses,  o  sea 
en  los  que  no  tienen  r  (hay  que  incluir 
también  el  de  mayo),  se  abstenga  el 
hombre  precavido  del  uso  del  derecho 
conyugal. 
JUNTA.  —  Junta  de  rabadanes,  muerte  de 
oveja,  o  mortandad  de  ovejas,  u  oveja 
muerta. 

Las  reuniones,  consultas  y  cabildeos 
de  los  superiores  suelen  acarrear  al- 
gún daño  para  alguno  o  algunos  de  los 
subordinados. 
JUNTAR.  —  Juntémonos,  y  veis  (por 
vais,  o  idos).  —  V.  Parecerse  al  patrón 
Araña. 
JUNTO.— Per  junto  y  por  mayor. 

Úsase  comúnmente  en  sentido  iróni- 
co para  significar  una  poquedad. 
Quien   todo  lo   come  junto,  todo  lo  caga 
junto. 

Enseña  que  no  porque  se  posea  gran 
cantidad  de  una  cosa,  particularmente 
de  comer,  se  ha  de  abusar  de  ella,  pues 
mientras  más  pronto  se  coma  o  se  uti- 
lice, más  rápidamente  se  le  verá  el  fin, 
no  pudiendo  ya  gozar  más  de  ella. 
Comer  juntos  en  un  tiesto,  como  pollos. 
Dícese  de  los  que  tienen  idéntica  co- 
munión de  ideas,  costumbres,  etc. 
JURA.  —  Jura  mala  en  piedra  caiga. 

Enseña  que  no  se  debe  ejecutar  lo 

malo,  aunque  se  haya  jurado. 

(Qué  tengo  yo  que  ver  con  la  jura  del 

rey?  —  V.  ¿Ya  mí  qué  me  cuenta  usted? 

Juras  del  que  ama  ynujer,  no  se  han  de 

creer. 

Como  la  mayoría  de  las  protestas  de 
amor  dimanan  de  la  ceguedad,  y  tal  vez 
de  la  perversión,  conviene  que  la  mu- 
jer ande  siempre  prevenida  para  no  de- 
jarse seducir  por  las  promesas  y  jura- 
mentos de  ciertos  hombres,  evitando 
así  el  tener  luego  que  arrepentirse  de 
su  excesiva  credulidad. 


JURAMENTO 


S«4  — 


JUSTICIA 


JURAMENTO.— Si  el  juramento  es  por 
nos,  la  burra  es  nuestra  por  Dios. 

Da  a  entender  la  facilidad  con  que 
algunos  juran  en  falso  por  su  propio 
interés. 
JURAR.— Jurársela,  o  jurárselas,  uno 
a  otro. 

Asegurar  que  se  ha  de  vengar  de  él. 
JUSTA.  —  Venirle  a  uno   una    cosa   más 
justa  que  pecadora. 

Venirle  a  lo  justo;  sin  sobrar  ni  fal- 
tar; pintiparadamente.  —  Es  frase  fun- 
dada sobre  el  jugar  del  vocablo. 
JUSTICIA.—  Buena  es  la  justicia  si  no  la 
doblara  la  malicia. 

Las  leyes  siempre  son  rectas,  pero, 
desgraciadamente,  los  encargados  de 
aplicarlas  suelen  torcerlas. 
Como  la  justicia  de  Peralvillo,  que  des- 
pués de  asaetado  el  hombre,  le  fulminan 
el  proceso. 

Modo  con  que  se  moteja  a  un  Tribu- 
nal o  autoridad  de  haber  procedido 
con  suma  ligereza  en  su  determinación. 
También  se  dice  metafóricamente  a  los 
que  empiezan  cualquier  negocio  por 
donde  debían  acabarlo.  —  Trae  su  ori- 
gen de  la  asombrosa  actividad  con  que 
procedía  el  Tribunal  de  la  Santa  Her- 
mandad contra  los  delincuentes  de  su 
jurisdicción,  asaeteándolos  en  Peralvi- 
llo, pueblo  inmediato  a  Ciudad  Real, 
camino  de  Toledo,  luego  de  justificado 
sumariamente  el  delito  cometido  en 
despoblado.-  Quevedo  llamó  Peralvillo 
de  las  bolsas  en  la  Fortuna  cotí  seso  al 
estudio  de  un  abogado  ignorante  y  em- 
brollón, porque  en  el  bufete  de  aquel 
letrado  daban  fin  las  bolsas  de  los  liti- 
gantes, como  en  Peralvillo  lo  encontra- 
ban a  su  existencia  los  ladrones  y  mal- 
hechores. 
El  que  hace  justicia  ha  de  perder  toda 
malicia. 

La  interpretación  de  las  leyes  exige 

el  camino  recto  y  no  el  de  los  sofismas. 

Es  contra  justicia  desairar  a  cualquiera. 

Pudiendo  complacer  a  una  persona, 

es  justo  y  conveniente  hacerlo. 

Hacer  justicia  a  uno. 

Obrar  en  razón  con  él  o  tratarle  se- 
gún el  mérito,  sin  atender  a  otro  moti- 
vo, especialmente  cuando  hay  compe- 
tencia y  disputa. 


Hacer  justicia  y  derecho,  en  todo  tiempo  es 
bien  hecho. 

Dar  a  cada  uno  lo  suyo  es  una  virtud 
antiquísima. 

Tr  por  justicia. 

Poner  pleito;  acudir  a  un  juez  o  Tri- 
bunal. 

Justicia  de  Almudévar :  pagúelo  el  que  fio 
lo  deba. 

«Hasta  que  Felipe  V  suprimió  los 
fueros,  en  Aragón  no  se  cometieron  al- 
caldadas, porque  los  alcaldes  se  llama- 
ban j 'usticias.  Uno  de  éstos,  en  tiempo 
de  Felipe  II,  III  o  IV  (la  época  no  hace 
al  caso),  condenó  a  muerte  al  herrero 
de  Almudévar,  que  cometió  un  crimen 
atroz  que  las  crónicas  no  mencionan. 
Los  jurados  (ahora  se  titulan  regido- 
res) hicieron  presente  a  la  autoridad 
que  si  se  ahorcaba  a  tan  útil  artesano, 
como  no  tenían  otro  del  oficio,  ni  de 
donde  sacarlo,  quedarían  yermos  los 
campos  porque  no  habría  quien  hiciese 
las  rejas  de  los  arados;  pero  al  secreta- 
rio, que  era  agudo  como  punta  de  col- 
chón, se  le  ocurrió  una  idea  magnífica, 
acogida  por  todos  con  gran  entusiasmo 
y  mandada  ejecutar  en  el  acto  por  eí 
señor  justicia:  ahorcar,  para  escar- 
miento, a  uno  de  los  dos  tejedores 
que  había  en  el  pueblo.  Desde  enton- 
ces, cuando  pagan  justos  por  pecado- 
res, dicen  en  Aragón  ese  proverbio. > 
(Cuentos,  etc.,  aragoneses, por  un  soldado 
viejo,  natural  de  Borja,  segunda  serie, 
págs.  148-149.) 

Justicia,  mas,  o  y  no,  por  mi  casa. 

Critica  a  los  que,  blasonando  de  que 
se  aplique  a  los  demás  la  ley  en  todo 
su  vigor,  quieren  al  propio  tiempo  elu- 
dir para  sí  su  cumplimiento  en  su  pro- 
pia persona. 

La  justicia  debe  ser  como  el  relámpago. 
Esto  es,  que  se  haga  pronto  a  quien 
la  tenga  de  su  parte. 

La  justicia  no  tiene  parientes:  toda  es  de 
hueso  sólido,  sin  carne  ni  sangre. 

Aconseja  al  juez  que  no  se  deje  lle- 
var de  simpatías  ni  parentescos  para 
conceder  a  cada  uno  su  derecho. 

La  justicia  retardada  es  injusticia  mani- 
fiesta. 

En  los  casos  de  clara  resolución  no 
debe  diferirse  el  fallo. 


JUSTICIA 


—  505  — 


JUZGAR 


Mejor  es  que  venga  la  Justicia,  que  no  la 
Parroquia. 

Aplícase  en  aquellos  casos  en  que 
viéndose  obligado  un  hombre  a  matar 
o  a  morir,  por  ser  humanamente  impo- 
sible otra  solución,  opta  por  lo  pri- 
mero. 
No  administrará  justicia  quien  por  inte- 
rés se  envicia. 

El  juez  prevaricador  no  será  jamás 
recto. 
Oir  en  justicia. 

Admitir  el  juez  y  seguir  la  demanda 
según  los  términos  del  Derectio. 
Pedir  en  justicia. 

Poner  demanda  ante  el  juez  compe- 
tente. 
Pedir  justicia. 

Acudir  al  juez  para  que  la  haga. — 

Demandar  con    razón   y   equidad   en 

cualquier  materia. 

Piadosa  justicia,  a  la  fin  nunca  se  pierde. 

Aconseja  al  que  ha  de  imponer  un 

castigo  que  no  sea  muy  riguroso  en  él. 

Poner  por  justicia  a  uno. 

Demandarle  ante  el  juez  competente. 
Ser  la  justicia  de  enero. 

Da  a  entender  que  ciertos  jueces,  u 
otros  funcionarios,  no  suelen  perse- 
verar en  el  mismo  rigor  que  ostenta- 
ban cuando  principiaron  a  ejercer  sus 
cargos. 
También  a  la  ¿VLSticia.  prenden,  o  ahorcan. 
Dícese  cuando  se  coge  en  un  mal 
paso,  gazafatón,  etc.,  a  alguien  de  quien 
menos  se  podía  esperar,  atendido  a  su 


posición  social,  entereza  de  carácter, 
talento,  etc. 
Tenerse  uno  a  la  justicia. 

Detenerse  y  rendirse  a  ella. 
JUSTO.  —  ¿Justo?  Dios  en  el  cielo,  y  en  la 
tierra,  mi  casero. 

Cuando  se  jacta  uno  de  haber  obra- 
do conforme  a  los  fueros  de  la  justicia, 
rectitud  y  formalidad,  o  bien  elogia 
esas  prendas  en  otro,  si  el  que  lo  está 
escuchando  disiente  de  su  aseveración, 
suele  prorrumpir  en  dicho  refrán. 
Mejor  vive  con  poco  el  justo,  que  el  peca- 
dor con  todas  sus  riquezas. 

Porque  el  primero  tiene  la  concien- 
cia tranquila  y  el  segundo  no  goza  de 
descanso. 
En  justos  y  en  creyentes. 

Usase  para  asegurar  que  una  cosa  es 
cierta. 
Pagar  justos  por  pecadores. 

Sufrir  las  consecuencias  de  alguna 
falta,  o  algún  castigo,  las  personas  ino- 
centes, en  lugar  de  las  culpadas. 
Por  justos  o  verenjustos.  —  V.  Por  fas  o 
por  nefas. 
JUVENTUD.— Juventud  que  vela  y  vejez 
que  duerme,  señal  de  muerte. 

Por  lo  general,  el  insomnio  en  los  en- 
fermos jóvenes,  así  como  el  amodorra- 
miento en  los  seniles,  suele  ser  un  fu- 
nesto presagio  en  plazo  más  o  menos 
breve. 
JUZGAR. — Estar  a  juzgado  y  sentenciado. 
Aplícase  al  que  queda  obligado  a  oír 
y  consentir  la  sentencia  que  se  diere. 


K 


KILO.  —  Sudar  el  kilo. 

Aplícase  festivamente  a  los  que,  yen- 
do muy  cargados  por  un  peso  excesi- 
vo, les  cae  el  sudor  del  rostro,  tal  como 
pasa  con  los  mozos  de  cuerda,  etc.;  alu- 
diendo a  que  sudan  los  kilogramos  que 
llevan  a  cuestas. —  Claro  se  ve  el  juego 
de  palabras,  basado  en  la  igualdad  de 
la  pronunciación  de  las  palabras  kilo, 
peso  o  medida  de  mil  unidades  kiló- 
metro, kilogramo,  kilolitro),  y  quilo,  lí- 
quido que  los  intestinos  delgados  se- 
cretan del  quimo,  formado  con  los  ali- 
mentos en  el  estómago  y  que  pasan  a 
mezclarse  con  la  sangre.  —  Véase,  en 
este  sentido,  Sudar  el  quilo. 

KIRIELEISÓN.— Cantar  el  kirieleisón. 
Suplicar  misericordia  o  pedir  com- 
pasión en  un  trance  apurado. 

KIRIES.  —  Beber,  o  jugar,  los  kiries. 

Esta  locución,  basada  en  el  siguien- 
te hecho,  se  lee  en  la  obra  de  Luque 
Fajardo  titulada  Fiel  dese7igaño  contra 
la  ociosidad  y  los  juegos,  pág.  302,  la 
cual  dice  así: 

«Juega  los  kiries  tiene  también  su  va- 
riedad de  opiniones;  diré  tan  solamen- 
te dos  :  la  una  sustenta  haberse  dicho 
por  la  mucha  cantidad  que  ordinaria- 
mente se  juega;  como  los  kiries  son 
muchos,  y  lo  parecen  más  cuando  se 
cantan  en  una  misa  solemne,  y,  a  mi 
ver,  no  iba  muy  fuera  de  camino  quien 


dijo  que  por  ser  mucho  el  juego;  y  que. 
hablando  así,  acaso  se  le  ofreciese  ha- 
cer comparación  a  esto,  en  especial  si 
era  tahúr,  que,  como  os  tengo  dicho, 
no  hay  tiempo  más  largo  que  el  de  los 
divinos  oficios  para  ellos,  ni  más  ligero 
que  el  de  su  ocupación. 

»Otros  dicen  que  cierto  sacristán  ha- 
bía dado  en  jugar,  en  cuyo  ejercicio 
gastaba  lo  más  del  tiempo,  de  donde 
perdió  mucha  reputación  en  compañía 
del  dinero.  Dícese  de  él  que,  por  más 
abreviar,  ordinariamente  encargaba  al 
organista  que  tañese  los  kiries.  Enfa- 
dado el  tañedor  de  que  se  lo  hubiese 
dicho  tantas  veces,  le  respondió :  «No 
>puedo  creer,  hermano,  sino  que  ha 
yjugado  los  kiribs,  pues  así  rehusa  can- 
darlos.» Respondió  el  sacristán:  «Y 
>aun  plega  a  Dios  no  pierda  tras  ello 
»la  gloria,  según  me  trac  la  perdición 
»del  juego.» 

Con  lo  que  se  viene  a  demostrar  que 
dicha  frase,  formada  de  un  verbo  opor- 
tuno que  rija  a  las  palabras  los  kiries, 
denota  la  abundancia  o  repetición  de 
actos  verificada  en  el  sentido  expresa- 
do por  dicho  verbo. 
Llorar  los  kiries. 

Derramar  llanto  en  gran  cantidad. — 
Véase  lo  dicho  al  final  de  la  explica- 
ción de  la  frase  anterior,  Beber,  o  jugar, 
los  kiries. 


LABERINTO.—  Ser  un  laberinto,  o  Es 

más  enredoso  que  un  laberinto. 

Se  aplica  a  todo  lugar  artificiosa- 
mente formado  de  calles,  encrucijadas, 
galerías,  etc.,  para  que,  confundiéndo- 
se el  que  está  dentro,  no  pueda  acertar 
con  la  salida,  con  alusión  a  algunos  de 
los  famosos  laberintos  de  la  antigüe- 
dad, entre  los  que  sobresalieron  el  de 
Egipto  y  el  de  Creta.  Por  eso  se  pone 
dicha  comparación  a  todo  asunto  que, 
por  lo  intrincado,  confuso  y  embrolla- 
do, no  se  presta  a  ser  resuelto  tan  fá- 
cilmente. 
Meterse  en  un  laberinto. 

Es  decir,  en  un  negocio  sumamente 
intrincado  y  de  salida  harto  difícil. 
LABIA.  —  Tener  mucha  labia. 

Aplícase  a  las  personas  locuaces  y 
dicharacheras,  que  embaucan  con  su 
conversación  a  la  persona  de  quien 
quieren  conseguir  alguna  cosa,  como 
suele  ocurrir  con  los  comerciantes,  que 
a  veces  logran  que  el  cliente  compre 
lo  que  no  pensaba,  persuadido  por  la 
charla  del  vendedor. —  Dícese  también 
de  los  que  ofrecen  o  prometen  mucho 
y  no  cumplen  nada. 
LABIO.  —  El  labio  de  la  mujer  tiene  dos 
forros:  uno  de  miel  y  otro  de  hiél. 

El  primero  es  el  de  la  mujer  enamo- 
rada, y  el  segundo,  el  de  la  hembra  fu- 
riosa. 
Sellar  el  labio,  o  los  labios. 

Callar,  enmudecer,  o  suspender  las 
palabras. 
Estar  colgado,  o  pendiente,  de  los  labios 
de  uno.  —  V.  Estar  colgado,  o  pendiente, 
de  las  palabras  de  uno. 
Llegar  alguna  cosa  apenas  a  los  labios. 
Mojarse  éstos  ligeramente  con  un  lí- 
quido.— Perder  una  satisfacción  cuan- 
do apenas  se  había  comenzado  a  gozar 


de  ella,  sin  tiempo  para  poder  tomarle 
el  gusto. 
Morderse  uno  los  labios. 

Violentarse  para  reprimir  la  risa  o  el 
habla.  —  V.  Morderse  uno  la  lengua. 
No  descoser,  o  despegar,  uno  los  labios,  o 
sus  labios. 

Callar  o  no  contestar. 
Quien  los  labios  se  muerde,  más  gana  que 
pierde. 

En  ocasiones  es  más  conveniente,  y 
desde  luego  indica  mayor  prudencia,  el 
callar  que  no  el  hablar,  pues  lo  último 
nos  puede  acarrear  algún  compromiso, 
al  paso  que  el  silencio  no  compromete 
a  nadie. 
LABOR.  —  Labor  comenzada,  no  te  la  vea 
suegra  ni  cuñada. 

Para  evitar  las  críticas,  a  que  son  tan 
aficionadas,  cuando  se  llevan  mal  con  la 
nuera  y  hermana  política,  respectiva- 
mente, las  parientas  indicadas. — Reco- 
mienda que  todo  lo  que  se  empieza  se 
debe  terminar  pronto  y  no  diferir  su 
conclusión. 
La  labor  de  Mencia:  murmurar  de  noche 
y  holgar  de  día. 

Contra  las  personas  maldicientes  y 
desocupadas  por  hábito. 
La  labor  no  quiere  miseria. 

La  persona  poseedora  de  la  virtud 
del  trabajo  es  muy  difícil  que  se  vea 
pobre.  —  El  labrador  debe  sembrar  en 
abundancia,  sin  cicatería,  si  quiere  re- 
coger buena  y  abundante  cosecha. 
Tener  labor  cortada  para  rato. 

Haber  mucho  que  hablar,  o  necesitar 
que  transcurra  mucho  tiempo  para  ver 
la  terminación  de  un  asunto. 
LABRADOR.  —  El  labrador,  antes  que 
sin  ovejas,  sin  orejas. 

Siendo  el  orgullo   de   la   gente  del 
campo  la  cantidad  y  la  calidad  de  sus 


LADEARSE 


—  508  — 


LADRÓN 


ganados,  no  es  de  extrañar  que  prefie- 
ran quedarse  sin  algún  miembro  de  su 
persona  antes  que  perder  una  sola  de 
las  cabezas  de  su  rebaño. 
Labrador  chuchero,  nunca  buen  apero. 
El  labrador  que  se  distrae  en  la  caza, 
abandona  las  faenas  del  campo. 
Labrador  de  capa  negra,  poco  medra. 
El  lujo  en  los  labradores  (y  toda  cla- 
se de  oficiales  mecánicos)  es  causa  de 
su  ruina  o,  cuando  menos,  de  que  no 
prosperen  lo  que  debieran. 
Labrador  que  no  embasura,  poco  dura,  o 
Labrador  sin  basura,  poco  dura. 

Pondera  lo  ventajoso  que  es  el  abo- 
no para  las  tierras. 
Más  vale  ser  buen  labrador  que  mal  es- 
tudiantón. 

Contra  los  que,  queriéndose  salir  de 
su  esfera,  se  empeñan  en  hacer  señori- 
tos a  sus  hijos  mediante  un  título  fa- 
cultativo, que  la  mayor  parte  de  las 
veces  no  les  ha  de  servir  para  nada. 
Labradores  nuevos,  malpara  los  senderos. 
Refrán  muy  usado  en  Galicia,  que 
da  a  entender  que  los  que  no  saben 
bien  una  cosa  por  falta  de  práctica,  es- 
tropean todo  lo  que  cogen  entre  sus 
manos,  hasta  que  se  ponen  al  corriente. 
LADEARSE.  —  Ladearse  con  uno. 
Empezar  a  enemistarse  con  él. 
LADILLA.  —  Pegarse  como  ladilla. 

Arrimarse  a  alguno  con  pesadez  y 
molestia. — Dícese  también  pegarse  como 
una  lapa,  aludiendo  en  ambos  casos  a 
lo  fuertemente  que  se  asen,  este  ma- 
risco, a  las  peñas,  y  aquel  parásito,  a  las 
partes  más  vellosas  del  cuerpo  humano. 
LADO.  —  Comerle  un  lado  a  uno. 

Hacerle  un  gasto  continuo,  viviendo 
en  su  casa  y  comiendo  a  sus  expensas. 
Dejar  a  un  lado  una  cosa. 

Omitirla  en  la  conversación. 
Echar  a  un  lado. 

Hablando  de  un  negocio  o  diligencia, 
concluir,  fenecer. 
Éntrale  de  lado,  que  es  jorobado. 

Aplícase  a  aquellos  asuntos  cuya  re- 
solución es  difícil  o  comprometida. 
Hacerse  uno  a  un  lado. 

Apartarse,  quitarse  de  en  medio. 
Ir  lado  a  lado. 

Explica  la  igualdad  de  dos  o  más 
personas  cuando  se  pasean  juntas. 


Más  vale  entrar  de  lado  que  pagar  ducado. 
Lo  que  se  puede  conseguir  gratis  es 
más  agradable  que  lo  que  cuesta  abo- 
nar derechos,  aunque  no  sea  tan  hon- 
roso. 
Mirar  de  lado,  o  de  medio  lado. 

Mirar  con  ceño  y  desprecio.  —  Mirar 
con  disimulo. 
Vuélveme  del  otro  lado,  que  de  éste  ya 
estoy  asado. 

Frase  atribuida  al  diácono  San  Lo- 
renzo cuando  estaba  sufriendo  el  mar- 
tirio, y  que  se  ha  hecho  popular,  apli- 
cándose al  que  es  tan  sufrido  que  no  le 
preocupan  los  padecimientos,  por  gran- 
des que  sean. 
LADRAR.  —  No  le  falta  a  uno  más  que 
ladrar,  o  Lo  que  no  sabe  es  ladrar,  o 
No  sabe  ladrar  en  un  cerro  por  falta 
de  perro. 

Dícese  del  que  es  sumamente  listo  y 
astuto,  mayormente  (en  los  dos  últimos 
casos)  si  a  todo  cuanto  se  le  pregunta 
responde  absolutamente  con  un  reser- 
vado No  sé. 
LADRILLO.  —  Quien  no  es  ladrillo  es 
ladrón. 

Se  da  a  entender  con  esto  que,  en  el 
fondo,  en  todos  hay  cierta  propensión 
a  gustarles  lo  ajeno. 
LADRÓN.  —  Cada  uno  a  lo  que  está,  y  el 
ladrón  para  hurtar. 

Manera  de  indicar  que  cada  persona 
debe  atender  a  su  trabajo,  sin  distraer- 
se en  lo  que  hacen  los  demás. 
Cosa  que  no  anda  ni  furta  el  ladrón,  su 
amo  la  encuentra  en  donde  la  pon.  (Astu- 
riano.) —  V.  Lo  que  no  se  llevan  los  la- 
drones aparece  por  los  rincones. 
El  ladrón  en  la  horca  y  el  santo  en  el  altar, 
para  bien  estar. 

Denota  que  cada  uno  debe  ocupar  el 
puesto  que  le  corresponde. 
El  que  roba  al  ladrón  tiene  cien  años  de 
perdón. 

El  que  quita  algo  que  sabe  que  ha 
sido  robado,  disculpa  su  falta  con  el 
presente  refrán. 
Hacer  del  ladrón  fiel. 

Confiarse  de  uno  poco  seguro,  por 
necesidad  o  precisión.  —  Fingir  honra- 
dez y  sencillez  para  inspirar  confianza. 
La  ocasión  hace  al  ladrón.  —  V.  La  oca- 
sión hace  al  ladrón. 


LADRÓN 


509 


LAGRIMA 


Lo  que  no  se  lleva  el  ladrón,  parece  en  el 
rincón.  —  V.  Lo  que  no  se  llevan  los  la- 
drones aparece  por  los  rincones. 

No  hay  mayor  ni  más  sutil  ladrón  que  el 
doméstico.  —  V.  No  hay  peor  ladrón  que 
el  de  casa,  o  el  doméstico. 

No  hay  peor  ladrón  que  el  de  casa,  o  el 
doméstico. 

Porque  como  no  se  suele  desconfiar 
de  él,  no  se  le  vigila,  y  puede  robar  con 
toda  tranquilidad. 

Para  el  ladrón  de  casa  no  hay  puerta  ce- 
rrada.— V.  No  hay  peor  ladrón  que  el  de 
casa,  o  el  doméstico. 

Piensa  el  ladrón  que  todos  son  de  su  con- 
dición. 

Enseña  cuan  propensos  somos  a  pen- 
sar de  otros  lo  que  nosotros  hacemos.— 
V.  El  malo,  siempre  piensa  engaño. 

Por  un  ladrón  pierden  los  otros  el  mesón, 
o  pierden  ciento  en  el  mesón. 

Indica  la  sospecha  que  se  tiene  de 
otros,  por  el  daño  que  uno  ha  causado. 

Quien  hurta  al  ladrón,  cien  días  gana  de 
perdón. — V.  El  que  roba  al  ladrón  tiene 
cien  años  de  perdón. 

Ser  más  ladrón  que  Caco,  o  tan  ladrón 
como  Caco. 

Comparación  basada  en  el  famoso 
ladrón  y  protector  de  ladrones,  hijo  de 
Vulcano,  que  fué  vencido  por  Hércu- 
les, según  nos  cuenta  la  Mitología. 

Tan  bien  parece  un  ladrón  en  la  horca 
como  un  sacerdote  en  el  altar.  —  V.  El 
ladrón  en  la  horca  y  el  santo  en  el  altar, 
para  bien  estar. 

Lo  que  no  se  llevan  los  ladrones  aparece 
por  los  rincones. 

Dícese  de  aquellas  cosas  que,  ha- 
biéndose extraviado,  vienen  a  encon- 
trarse más  adelante,  como  demostra- 
ción de  que  nadie  se  las  ha  llevado. 

Piñén  los  ladrones  y  se  descubren  los 
hurtos. 

Cuando  dos  o  más  personas  están  de 
acuerdo,  se  encubren  sus  faltas;  pero 
cuando  se  pierden  las  amistades  sale 
a  relucir  todo  lo  que  estaba  escondido, 
narrado  por  despecho  de  los  que  ante- 
riormente fueron  amigos. 

Si  los  ladrones  supieran  qué  cosa  es  es- 
tiércol, de  fijo  que  no  robaran  otra  cosa. 
Indica  lo  inapreciable  que  es  esa  ma- 
teria para  el  abono  de  los  campos. 


LADRONCILLO.— Ladroncillo  de  agu- 
jeta, después  sube  a  barjuleta. 

El  ladrón,  como  todo  criminal,  no  se 
forma  en  un  momento,  sino  que  empie- 
za por  poco  y  acaba  por  mucho. 
LAGAÑA.  —  Hartas  lagañas  tiene  cada 
uno  para  ir  a  responder  de  las  que  no 
crió. 

Modo  de  rechazar  imputaciones  de 
que  no  es  uno  responsable. 
LAGAR.  —  El  lagar  viejo  no  necesita  oli- 
vo. —  V.  El  buen  paño  en  el  arca  se  ven- 
de, o  El  buen  vino  la  venta  trae  consigo, 
o  Taberna  vieja  fio  necesita  rama. 
LAGAREJO.  —  Hacerse  lagarejo. 

Dicho  de  la  uva,  maltratarse,  estru- 
jarse la  que  se  trae  para  comer. — Apre- 
tarse los  mozos  unos  a  otros  el  pescue- 
zo por  burla  y  pasatiempo. 
LAGARTIJA.  —  Esconderse  más  que  una 
lagartija. 

Alude  a  la  rapidez  con  que  esta  clase 
de   animales  se   oculta   cuanto  siente 
ruido  o  ve  personas. 
LAGARTO.  —  Ser  uno  muy  lagarto. 

Dícese  del  hombre  listo,  taimado, 
corrido  y  conocedor  del  mundo,  que 
no  se  deja  burlar  fácilmente  por  na- 
die.—  Úsase  también  en  sentido  feme- 
nino. 
Los  lagartos  sueltan  con  pan  caliente; 
pero  no  los  modorros. 

Úsase  en  las  minas  de  Almadén. 
LÁGRIMA.  —  Lágrima  de  mujer,  condi- 
mento de  malicia. 

Enseña  a  desconfiar  del  llanto  de  cier- 
ta clase  de  mujeres,  por  ser  casi  siem- 
pre fingido  y  con  ánimo  de  engañar. 
Llorar  a  lágrima  viva. 

Llorar  abundantemente  y  con  ínti- 
ma pena. 
Más  pesa  una  lágrima  de  mujer  que  un 
quintal  de  plomo,  o  de  cobre. 

En  un  corazón  sensible  hace  más 
efecto,  para  conseguir  una  cosa,  el  ver 
llorar  a  una  mujer  que  todos  los  razo- 
namientos e  influencias  empleados. 
Nada  se  seca  tan  pronto  como  una  lá- 
grima. 

Frase  proverbial  atribuida  al  retóri- 
co Apolonio,  con  la  que  se  demuestra 
la  inconstancia  del  corazón  humano, 
que  apenas  ha  acabado  de  llorar,  cuan- 
do ya  se  está  riendo. 


LAGUNA 


—  Sio  — 


LANA 


Correr  las  lágrimas. 

Caer  por  las  mejillas  de  la  persona 
que  llora. 
Correr  las  lágrimas  hilo  a  hilo. 

Llorar  abundantemente,  pero  sin  rui- 
do ni  explosiones  ruidosas. 
Deshacerse  en  lágrimas. 

Llorar  copiosa  y  amargamente. 
Lágrimas  de  Moisés,  o  de  San  Pedro. 
Llámanse  así  a  las   piedras  o  guija- 
rros con  que  se  apedrea  a  uno. 
Lágrimas  quebrantan  peñas. 

El  llanto,  en  ciertas  ocasiones,  acaba 
por  conmover  los  corazones  más  endu- 
recidos. 
Lo  que  no  va  en  lágrimas,  va  en  suspiros. 
Lo  que  se  ahorra  por  un  concepto 
se  gasta  por  otro,  o  lo  que  falta  para 
cubrir  la  totalidad  de  una  cosa  se  subs- 
tituye o  subsana  muchas  veces  con  algo 
equivalente  o  parecido  que  la  complete. 
Llorar  uno  con  lágrimas  de  sangre  una 
cosa. 

Arrepentirse  de  ella  angustiosamen- 
te o  padecer  profundo  dolor,  como  con- 
secuencia de  haberla  ejecutado. 
Llorar  lágrimas  de  cocodrilo. 

Las  que  vierte  una  persona  aparen- 
tando un  dolor  que  no  siente. 
Llorar  lágrimas  de  sangre. 

Sentir  pena  muy  viva  y  cruel. 
Saltarle,  o  saltársele,  a  uno  las  lágrimas. 
Enternecerse;  echar  a  llorar  de  im- 
proviso. 
LAGUNA.  —  No  bebas  en  laguna  ni  comas 
más  de  una  aceituna. 

Enseña  lo  expuesto  que  es,  y  contra 
la  salud,  ejecutar  estas  cosas. 
Salir  de  Laguna  y  entrar  en  Mojados. 
Se  dice  cuando  apenas  se  ha  salido 
de  un  negocio  o  enredo  y  se  cae  en  otro 
tan  malo  o  peor,  que  no  se  había  pre- 
visto. —  Se  emplea  en  Castilla  la  Vieja 
refiriéndose  a  Laguna  de  Duero  y  Mo- 
jados, localidades  de  la  provincia  de 
Valladolid,  y  ambas  de  escasa  impor- 
tancia. 
LAMEDOR.  —  Dar  lamedor. 

Entre  jugadores,  hacerse  uno  al  prin- 
cipio perdidizo,  para  volver  después 
sobre  el  contrario  y  ganarle  el  dinero 
con  más  seguridad. 
LAMEPLATOS.  —  Ser  un  lameplatos. 
Persona  que  se  alimenta  de  sobras. — 


Dícese  también  del  que  tiene  por  cos- 
tumbre adular  rastreramente  para  con- 
seguir sus  fines.— En  términos  más  gro- 
seros se  llaman  también  lameculos. 
LAMER. — Llevar,  o  tener,  uno  qué  lamer. 
Haber  recibido,  o  estar  próximo  a 
recibir,  un  mal  que  no  se  puede  reme- 
diar pronta  ni  fácilmente. 
Mejor  es  lamiendo  que  mordiendo. 

Recomendación  para  prosperar,  no 
exenta  de  verdad  en  este  picaro  mundo. 
Nadie  lamiendo  engorda. 

Los  asuntos  pequeños,  de  poca  mon- 
ta, no  sacan  de  pobre  a  nadie. 
No  poderse  uno  lamer. 

Úsase  familiarmente  para  ponderar 
lo  grave  de  alguna  enfermedad,  des- 
gracia, etc.;  y  así,  se  dice :  F.  tiene  un  ca- 
tarro tan  pertinaz,  que  no  se  puede  la- 
mer; N.  ha  experimentado  tales  pérdidas 
en  sus  intereses,  que  no  se  puede  la- 
mer.— Parece  ser  una  alusión  grosera  a 
la  inquietud  que  muestran  los  perros 
y  otros  animales  que  acostumbran  ras- 
carse con  la  lengua,  cuando  ésta  no  les 
alcanza  a  poderlo  hacer  en  el  lugar  do- 
lorido. 
LÁMPARA.  —  Atizar  la  lámpara. 

Volver  a  echar  vino  en  el  vaso  o  va- 
sos para  beber. 
No  querer  dar  para  la  lámpara  de  los 
necios  y  la  vela  de  los  cornudos. 

Negarse  a   fomentar  inmoralidades. 
LANA.  —  Aunque  visto  de  lana,  no  soy  bo- 
rrego. 

Modo  de  expresar  uno  que  no  tiene 
la  condición  o  el  carácter  que  aparen- 
ta, ya  por  lo  humilde  de  su  vestido,  ya 
por  lo  demasiado  bondadoso  de  su  ge- 
nio, etc. 
Cardarle  a  uno  la  lana. 

Reprenderle  con  severidad  y  aspere- 
za.—  Ganarle  cantidad  considerable  en 
el  juego. — Darle  una  tunda,  vapulearlo. 
Cuál  más,  cuál  menos,  toda  la  lana  es  pelos. 
Donde  todo  es  malo  por  uno  u  otro 
concepto,  no  cabe  elección  posible. 
El  que  guarda  lana  no  guarda  nada. 

Por  lo  expuesto  que  es  esta  materia 
a  picarse  o  apolillarse. 
Ir  por  lana  y  volver  trasquilado. 

Salir  malparado  de  una  empresa  de 
la  cual  se  lisonjeaba  uno  obtener  el 
éxito  más  favorable. 


LANCE 


—  5ii 


LANZA 


La  lana  negra,  cuanto  más  se  corta,  o 
tunde,  más  medra.  —  V.  En  la  barba  del 
clérigo  rafada,  le  nace  el  pelo. 
Lavar  la  lana  a  uno. 

Averiguar  diligente  y  escrupulosa- 
mente la  conducta  de  Una  persona  sos- 
pechosa, hasta  conseguir  descubrir  la 
verdad  que  se  pretende. 
Poca  lana  es  un  coleto. 

Aplícase  a  aquellas  cosas  que  por  su 
escaso  valer   o   importancia  reportan 
poca  utilidad. 
Poca  lana,  y  ésa  en  zarzas. 

Aplícase  al  que  tiene  poco,  y  eso  con 
trabajo,  penalidades  o  riesgo. 
{  Qué  más  lana  que  no  pensar  con  mañana, 
ni  qué  más  bronce  que  no  tener  años  once} 
Expresa  la   felicidad  del  que  tiene 
sus  necesidades  a  cubierto  para  el  por- 
venir y  posee  además  la  fuerza  de  la 
juventud. 
Quien  toma  la  lana  por  un  tanto,  esquila 
la  oveja  al  rape. 

No  es  extraño  que  se  procure  sacar 
el  mayor  producto  posible  de  aquello 
que  adquirimos. 
Tener  lana. 

Poseer  dinero. 
Teñirse  en  lana,  o  Estar  uno  tinto  en  lana. 
Ser  innata  en  él  esta  o  aquella  cua- 
lidad. 
Unos  cardan,  o  lavan,  la   lana,  y  otros 
tienen  la  fama.  —  V.  Unos  tienen  la  fama 
y  otros  cardan  la  lana. 
Unos  mean  en  lana,  y  suena;  y  otros  en 
lata,  y  no  se  oye. 

Hay  personas  cuyos  actos,  por  indi- 
ferentes que  sean,  consiguen  el  ser 
aplaudidos  con  estrépito,  mientras  los 
notoriamente  meritorios  realizados  por 
otras,  apenas  logran  el  ser  ligeramente 
mencionados.  ¡Tal  es  la  suerte  varia  de 
las  criaturas!  —  V.  Cual  es  la  campana. 
tal  la  badajada. 
Vende  lana  y  criarás  pelo. 

Pondera  el  comercio  de  la  lana  como 
un  negocio  harto  lucrativo. 
LANCE.  —  Echar  mal  lance. 

Salir  fallidas  las  cuentas  que  sobre 
algún  negocio  se  había  echado  uno. — 
Buscarse  un  compromiso  por  ocurrir 
algo  con  que  no  se  contaba. 
Echar  uno  su  lance.  —  V.  Probar  for- 
tuna. 


Jugar  uno  el  lance. 

Manejar  un  negocio  que  pide  destre- 
za o  sagacidad. 
Podérsele  echar  a  uno  un  lance. 

Hallarse  sumamente  irritado.  —  Alu- 
de a  la  furia  y  bravura  de  los  toros 
cuando  son  lidiados. 
Tener  pocos  lances  una  cosa. 

Ser  poco  agradable,  divertida  o  va- 
riada. 
LANDRE.— ¡Mala  landre  te  mate! 

Expresión  con  que  se  desea  caiga  el 
mal  sobre  alguien.-  La  landre,  o  peste 
de  Levante,  ha  causado  muchos  y  gra- 
ves estragos  en  nuestro  suelo,  y  singu- 
larmente en  el  año  1507. 
LANGOSTA.—  Caer  uno  como  langosta. 
Dícese  de  aquel  que  se  lanza  preci- 
pitada e  inopinadamente  sobre   algún 
objeto,  causando  más  o  menos  estrago 
en  él,  a  la  manera  que  la  langosta  cae 
sobre  los  sembrados. 
LANUZAR.  —  Quien  no  sabe  lanuzar,  no 
sabe  predicar. 

El  que  no  sabe  desmenuzar  las  co- 
sas, no  sabe  exponerlas  bien. 
LANZA.  —  Deshacer  la  lanza. 

En  las  justas  y  torneos,  sacar  o  lle- 
var la  lanza  fuera  de  la  rectitud  que 
conviene  para  lograr  el  bote. 
Estar  con  la  lanza  en  ristre. 

Estar  dispuesto  o   preparado    para 
acometer  una  empresa,  o  para  recon- 
venir o  contestar  resueltamente  a  uno. 
Lanza  por  lanza,  la  de  Luis  de  Almansa. 
Tratándose  de  escoger  entre  dos  ob- 
jetos de  la  misma  especie  igualmente 
recomendables,  al  gusto  atañe  decidir 
en  la  elección. 
Meter  una  lanza  en  Oran. — V.  Poner  una 

pica  en  Flandes. 
No  embota  al  saber  la  lanza. 

El  ejercicio  de  las  Armas  no  está  re- 
ñido con  el  de  las  Ciencias  o  las  Letras. 
La  Historia  está  llena  de  casos  en  que 
se  demuestra  que  no  fueron  los  sabios 
los  que  peor  se  portaron  en  el  campo 
de  batalla. 
No  embotar  la  lanza  una  cosa  a  otra. 

No  servirle  de  obstáculo;  no  perju- 
dicarle. 
No  haber,  o  no  quedar,  \&víZ2í  enhiesta. 
Derrotar  enteramente  al  enemigo;  no 
dejarle  fuerzas  para  volver  al  combate. 


LANZADA 


512  — 


LÁSTIMA 


Nunca  la  lanza  embotó  la  pluma,  ni  la  plu- 
ma la  lanza. — V.  No  embota  al  saber  la 

LANZA. 

Ser  como  la  lanza  de  Agutíes,  que  hiere  y 
sana. 

Se  da  a  entender  que  alguna  cosa 
lleva  en  sí  el  remedio  para  el  mal  que 
ha  producido,  o  que  alguna  persona 
repara  por  sí  misma  el  daño  que  ha 
ocasionado.  —  El  origen  histórico  de 
esta  frase  es  como  sigue.  Marchando 
Telefo,  hijo  de  Hércules  y  de  la  ninfa 
Ange,  contra  los  griegos  que  iban  a  si- 
tiar a  Troya,  y  habiendo  sido  herido  por 
Aquiles,  aconsejóle  el  oráculo  que  hi- 
ciera alianza  con  este  príncipe  y  no  se 
apartara  del  método  curativo  que  le 
trazase  el  sabio  Ouirón.  Este  médico- 
farmacéutico  logró  curarlo  poniéndole 
en  la  herida  un  ungüento  en  cuya  con- 
fección entraba  especialmente  el  óxido 
de  hierro  de  la  misma  lanza  que  había 
vulnerado  a  Telefo.  Por  esta  razón  y 
para  recordar  mejor  semejante  suce- 
so, substituyen  algunos  a  la  frase  suso- 
dicha esta  otra:  Es  como  la  lanza  de 
Telefo. 
Ser  más  derecho  que  una  lanza. 

Aplícase  a  todo  aquello  que  guarda 
la  rectitud  propia  de  esta  arma. 
Servir  a  alguno  con  lanza  doblada. 

Prestarle  duplicado  o  mayor  servicio. 
¡Aunque  caigan  lanzas  de  fuego! 

Imprecación  por  la  cual  se  promete 
llevar  a  efecto  una  cosa,  por  enormes 
que  sean  los  obstáculos  que  a  ello  se 
opongan. 
Echar  lanzas  en  la  mar. 

Trabajar  en  vano. 
No  romper  lanzas  con  nadie. 

Ser  enemigo  de  riñas  y  contiendas. 
Quebrar  lanzas. 

Reñir,  disputar  o  enemistarse  dos  o 
más  personas. 
Romper  lanzas. 

Vencer  los  obstáculos  y  dificultades 
que  se  oponen  a  la  ejecución  de  una 
cosa.  —  Tratándose  de  dos  o  más  suje- 
tos entre  sí,  cesar  en  su  amistad  o  bue- 
na inteligencia  de  una  manera  más  o 
menos  ruidosa. 
LANZADA. — ¡A  malas  lanzadas  muera! 

Imprecación  dirigida  contra  la  perso- 
na objeto  de  nuestro  odio. 


LANZADERA.— Parecer  uno  una  lanza- 
dera. 

Andar  de  acá  para  allá  en  continuo 
movimiento. 
L APA.— Pegarse  como  una  lapa.  —  V.  Pe- 
garse como  ladilla. 
LARGA.  —  A  la  larga  o  a  la  corta. 
Pasado  más  o  menos  tiempo. 
Dar  largas  a  un  asunto. 

Retardar  su  ejecución,  especialmen- 
te cuando  se  apela  a  subterfugios. 
LARGO.  —  Dar  cinco  de  largo. 

En  el  juego  de  bolos,  pasar  de  la 
raya,  hasta  donde  puede  llegar  la  bola. 
Echar  uno  por  largo. 

Calcular  una  cosa,  suponiendo  lo  más 
a  que  puede  llegar. 
En  largo  camino  y  pequeño  mesón  conoce 
el  hombre  su  buen  compañón. 

En  la  conversación  y  en  la  comida  se 
conoce  la  educación  de  las  personas. 
Largo  como  un  día  sin  pan. 

Dícese  de  aquel  camino,  plazo  o  cosa 
parecida  cuyo  término  se  desea  con 
ansia  que  acabe  de  llegar,  comparán- 
dolo con  lo  interminable  que  se  hace 
el  día  al  infeliz  que  no  tiene  qué  comer. 
Largo,  largo,  maldito  lo  que  valgo. 

Dícese  de  las  personas  altas  y  gene- 
ralmente delgadas,   que   suelen   valer 
menos  que  las  de  baja  estatura. 
Largo  y  estrecho,  como  alma  de  condenado. 
Aplícase  a  las  personas  o  cosas  que 
tienen  ambas  condiciones,  para  demos- 
trar lo  malas  que  son. 
Largo  y  estrecho,  como  alma  de  vizcaíno. — 
V.  Largo  y  estrecho,  como  alma  de  con- 
denado. 
Largo  y  tendido. 

Con  profusión. 
Ser  largo  de  contar. 

Entrañar  un  asunto  más  importancia 
y  trascendencia  de  lo  que  otra  persona 
se  figura,  por  lo  cual  no  podría  redu- 
cirse su  relato  a  breves  términos. 
Tendido  de  largo  a  largo. 

Estar  extendido  de  extremo  a  ex- 
tremo. 
Si  son,  si  no  son  largos  de  pierna  y  cortos 
de  razón.  —  V.  Largo,  largo,  maldito  lo 
que  valgo. 
LÁSTIMA.— Dar,  o  hacer,  lástima. 

Causar  sentimiento,  pena  o  compa- 
sión; mover  a  ella. 


LÁTIGO 


—  5i3 


LEAL 


¡Lástima  que  no  sea  vendad  tanta  belleza! 
Expresa  cuan  sensible  es  que  no  ten- 
gan debido  cumplimiento  ciertos  prin- 
cipios buenos  de  que  se  hace  alarde. 
Trae  su  origen  del  final  de  un  magnífi- 
co soneto  de  Lupercio  Leonardo  de 
Argensola,  el  cual  dice  así: 

Yo  os  quiero  confesar,  don  Juan,  primero, 
que  aquel  blanco  y  carmín  de  doña  Elvira 
no  tiene  de  ella  más,  si  bien  se  mira, 
que  el  haberle  costado  su  dinero. 

Pero  también  que  me  confieses  quiero 
que  es  tanta  la  beldad  de  su  mentira, 
que  en  vano  a  competir  con  ella  aspira 
belleza  igual  de  rostro  verdadero. 

Mas  <qué  mucho  que  yo  perdido  ande 
por  un  engaño  tal,  pues  que  sabemos 
que  nos  engaña  así  Naturaleza? 

Porque  ese  cielo  azul  que  todos  vemos, 
ni  es  cielo,  ni  es  azul.  ¡Lástima  grande 
que  no  sea  verdad  tanta  belleza! 

Llorar  lástimas. 

Exagerarlas  contándolas,  con  objeto 
de  conmover  al  que  las  escucha,  mo- 
viéndole así  a  que  nos  conceda  io  que 
se  le  pide. 
Quien  no  quiera  ver  lástimas,  no  vaya  a 
la  guerra. 

Modo  de  reprender  a  aquellos  que  se 
quejan  después  de  haber  buscado  el 
daño  voluntariamente. 
LÁTIGO.  —  El  látigo  se  ha  hedw  para  el 
caballo,  el  estímulo  para  el  asno  y  el  palo 
para  el  loco. 

Indica  que  no  a  todos  los  seres  se 
puede  ni  debe  tratar  igual. 
LATÍN. —  Coger  a  alguno  en  mal  latín. 
Sorprenderle  en  una  falta  o  delito. 
Coger  a  alguno  en  un  mal  latín  continua- 
do.— V.  Coger  a  alguno  en  mal  latín. 
No  sabe  nadie  más  en  latín  que  lo  que  sabe 
en  romance. 

Manera  de  expresar  que,  excepto  lo 
que  se  ha  dicho  sobre  un  asunto,  no  se 
conoce  nada  más. 
Quien  tío  sabe  latín  ?io  puede  tener  buen  fin. 
Saqúese  la  consecuencia,  partiendo 
de  la  base  de  que  la  lengua  latina  es  la 
lengua  de  la  Iglesia. 
Ser  cogido  en  mal  latín.  — V.  Coger  a  algu- 
no en  mal  latín. 
LAUREL.  —  Dormirse  uno  sobre  sus  lau- 
reles. 

Confiar  demasiado  en  la  fama  adqui- 


rida por  sus  altos  hechos,  pensando 
que  ha  de  ser  eterna,  y  exponiéndose 
a  perder  en  un  momento  lo  que  tanto 
tiempo  y  trabajo  ha  costado  alcanzar, 
por  causa  de  entregarse  a  la  ociosidad. 
LAVATIVA.— La  lavativa  y  los  dos  rea- 
les. —  V.  La  jeringa  y  los  dos  reales. 
Sentarle  a  uno  alguna  cosa  como  lavativa 
de  agua  hirviendo. 

Causarle  gran  molestia  o  disgusto, 
ya  física,  ya  moralmente. 
LÁZARO.     Estar  hecho  un  Lázaro,  o  un 
San  Lázaro. 

Dícese  algunas  veces  de  la  persona 
pobre  que  anda  muy  andrajosa,  y  más 
comúnmente  de  la  que  tiene  su  cuerpo 
lleno  de  llagas,  heridas,  úlceras,  pústu- 
las, etc.,  con  alusión  al  mendigo  Lázaro, 
de  quien  habla  San  Lucas  en  su  Evan- 
gelio, cap.  XVI,  y  cuyo  relato  creen 
unos  comentadores  que  es  histórico, 
en  tanto  que  otros  sienten  ser  una 
mera  parábola. 
LAZO.  —  Allá  con  ese  lazo  a  tomar  otro 
tordo. — V.  A  otro  perro  con  ese  hueso. 
Armar,  o  tender,  lazo,  o  el  lazo,  o  un 
lazo. 

Poner   asechanzas;   usar   de    alguna 
treta  o  artificio  para  engañar  a  uno. 
Caer  en  el  lazo. 

Ser  engañado  con  algún  ardid  o  arti- 
ficio que  se  nos  tenía  dispuesto  con 
objeto  de  que  cayésemos  en  él. 
Estar  con,  o  tener,  ¿/lazo  a  la  garganta,  o 
al  cuello. — V.  Estar  con  la  soga  al  cuello. 
Meter  el  lazo  al  pie.  — V.  Armar,  o  tender, 

lazo. 
Roer  uno  el  lazo. 

Huir  del  aprieto  o  peligro  en  que  se 
encuentra. 
Tingóte  en  el  lazo,  palomo  torcazo. 

Da  a  entender  que  se  tiene  domina- 
da o  vencida  a  una  persona. 
Para  librarse  de  lazos,  antes  cabeza  que 
brazos. 

En  los  lances  comprometidos,  mejor 
se  suele  escapar  apelando  al   ingenio 
que  no  a  la  fuerza. 
LEAL. — No  vive  más  e/leal  que  lo  que  quie- 
re el  traidor. 

Advierte  el  peligro  a  que  se  expo- 
nen aquellos  que  descubren  su  pecho 
y  secretos  a  personas  de  cuya  fidelidad 
no  están  seguros. 

33 


LECCIÓN 


5M  — 


LECHE 


De  los  leales  se  hinchen  los  hospitales. 
Da  a  entender  que,  por  lo  general, 
a  las  personas  más  acreedoras  a  los 
premios  y  mercedes,  se  las  suele  dejar 
abandonadas  a  su  escasa  fortuna. 
LECCIÓN.  —  Darle  una  lección  a  uno. 

Hacerle  ver  su  ignorancia,  o  bien  la 
falta  en  que  ha  incurrido,  ya  sea  en 
términos  suaves,  ya  duros. 
De  la  continua  lección  nace  la  ciencia.  — 

V.  El  oficio  hace  maestro. 
Lección  dormida,  lección  aprendida,  o 
sabida. 

Es  harto  frecuente  entre  escolares  el 
pasar  gran  parte  de  la  noche  estudian- 
do la  lección  que  han  de  dar  a  otro  día, 
por  estimar  que  así  se  les  queda  más 
impresa  en  la  mente.  Ni  lo  niego  ni  lo 
afirmo,  ni  lo  censuro  ni  lo  aplaudo.  De 
mí  sé  decir  que  por  raro  evento  he 
trasnochado,  y  jamás  estudiado  en  la 
cama  a  la  luz,  prefiriendo  toda  mi  vida 
levantarme  muy  temprano,  por  expe- 
rimentar que  en  esas  horas  de  silencio 
y  recogimiento,  al  hallarse  despejadas 
las  potencias,  es  cuando  saqué  mayor 
fruto  del  estudio. 
Dar  lecciones. 

Hacer  observaciones  o  reparos  una 
persona  a  otra,  comúnmente  en  son  de 
reprimenda,  o  bien  amonestar  o  acon- 
sejar sin  ser  llamado  a  hacerlo  así. 
Son  dueñas  las  lecciones  para  después  de 
tener  doblones. 

Axioma  práctico  de  los  que  prefieren 
la  riqueza  del  bolsillo  a  la  de  la  inteli- 
gencia, mirando  ésta  como  secundaria. 
LECHE.  —  A  la  leche,  nada  le  eches. 

Indica  que  después  de  la  leche  no 
debe  beberse  ningún  otro  líquido. 
Co/no  una  leche. 

Manera  de  expresar  que  algún  man- 
jar cocido  o  asado  está  muy  tierno. 
Crecer  mas  que  la  leche  al  fuego. 

Dícese  de  aquel  trabajo  que  aumen- 
ta considerablemente,  aludiendo  a  lo 
que  sube  la  leche  cuando,  puesta  al 
fuego,  empieza  a  cocer. 
Dar  a  tragar  mala  leche  a  uno. 

Enseñarle  doctrinas   falsas  o  perni- 
ciosas. 
Dijo  la  leche  al  vino:  Bien  seáis  venido, 
amigo,  si  tío  eres  mi  enemigo. 

Aconseja  que  se  tenga  especial  cui- 


dado, si  se  bebe  vino  después  de  la 
leche,  en  previsión  de  que  pueda  ser 
nocivo,  aunque  no  lo  parezca  real- 
mente. 

Eso  es  lo  mismo  que  buscar  leche  de  ga- 
llina. 

Dícese  de  todo  aquello  que  es  impo- 
sible de  conseguir,  por  mucho  empeño 
que  se  ponga  en  ello. 

Estar  uno  con  la  leche  en  los  labios. 

Hacer  poco  tiempo  que  dejó  de  ser 
discípulo  en  una  facultad  o  profesión; 
ser  principiante,  no  estar  versado  o 
ejercitado  en  ella.  —  Ser  muy  niño;  fal- 
tarle, por  ser  joven,  aquellos  conoci- 
mientos del  mundo  que  aporta  consigo 
la  experiencia  o  la  edad  madura. 

Estar  en  leche. 

Hablando  de  plantas  o  frutos,  estar 
todavía  formándose  o  cuajándose;  fal- 
tarles aún  bastante  para  su  madurez  o 
sazón.— Estar  formándose  una  persona. 

La  leche,  al  pie  de  la  vaca. 

Recomienda  que  las  cosas  se  tomen 
en  su  origen,  y  no  cuando,  por  haber 
pasado  ya  por  distintas  manos,  han  te- 
nido ocasión  de  ser  adulteradas  o  mix- 
tificadas. 

La  leche  con  el  vino  to'rnase  venino. 

Enseña  que  la  mezcla  de  ambos  lí- 
quidos es  nociva  para  la  salud,  produ- 
ciéndose en  ocasiones  un  tóxico  de 
funestas  consecuencias. 

La  leche  de  abril,  para  mí;  la  de  mayo,, 
para  su  amo  (otros  dicen  para  ?ni  her- 
mano), y  la  de  junio,  para  ninguno. 

La  leche  no  siempre  se  halla  en  con- 
diciones para  ser  tomada,  unas  veces 
por  los  pastos,  otras  por  el  calor  y 
otras  por  diferentes  causas.  Advierte, 
por  tanto,  este  refrán,  que  la  tomemos 
sin  escrúpulo  en  el  primer  mes,  con 
algún  recelo  en  el  segundo,  y  no  la  pro- 
bemos en  el  tercero. 

La  leche  de  los  viejos  es  el  vino. 

Porque  devuelve  algunas  fuerzas  a 
las  gastadas  naturalezas,  al  par  que  los 
alegra,  bien  entendido  que  usando  de 
él  con  toda  moderación. 

La  leche  sale  del  mueso,  no  del  hueso. 

Dícese  a  las  mujeres  que  están  crian- 
do para  incitarlas  a  comer.  —  Da  a  en- 
tender metafóricamente  que  las  perso- 
nas que  pueden  dar  son  las  que  tienen,. 


LECHE 


—  SiS  — 


LECHUGA 


pues  las  que  no  poseen  nada  mal  pue- 
den atender  a  las  que  no  tienen,  cuan- 
do carecen  de  todo  para  sí  propias. 

La  leche  vie?ie  del  pienso,  que  no  del  hue- 
so. —  V.  La  leche  sale  del  mueso,  no  del 
hueso,  primera  acepción. 

La  leche  y  el  vino  hacen  al  viejo  niño. 
La  semejanza  de  alimentación  láctea, 
así  como  la  alegría  que  el  alcohol  pro- 
duce, asemejan  al  anciano  con  el  recién 
nacido.  El  eterno  humorismo  de  la  vida : 
el  ataúd  y  la  cuna  fabricados,  quizás, 
con  la  misma  madera. 

Leche  y  lechuga  saben  a  pechuga. 

Una  de  tantas  mezclas  que  de  los 
manjares  se  hacen,  y  muy  buena  para 
aquel  a  quien  le  guste,  cuando  así  la 
elogia  mediante  ese  aforismo  culinario. 

Lo  que  en  la  leche  se  mama,  en  la  mortaja 
se  derrama. 

Todo  cuanto  se  aprende  e  imprime 
en  los  primeros  años,  bueno  o  malo, 
suele  arraigarse  de  manera  que  se  re- 
tiene toda  la  vida. 

Lo  que  se  aprende  con  la  leche  en  los  la- 
bios, no  se  olvida  con  les  años.  —  V.  Lo 
que  en  la  leche  se  mama,  en  la  mortaja 
se  derrama. 

Mamar  uno  alguna  cosa  en  la  leche. 

Aprenderla  en  los  comienzos  de  la 
vida;  adquirirla  o  contraerla  entonces. 

Que  tome  leche  de  burra,  para  que  no  se 
aburra. 

Uno  de  tantos  juegos  de  palabras 
como  tiene  nuestra  lengua,  injustifica- 
dos las  más  de  las  veces.  Éste  consiste 
en  las  últimas  palabras,  que  no  se  abu- 
rra, por  que  no  sea  burra,  que  pronun- 
ciadas sin  la  debida  separación,  produ- 
cen al  oído  la  misma  sensación,  aunque 
el  significado,  como  se  ve,  no  puede  ser 
más  diferente  de  lo  que  es. 

Renegar  uno  de  la. leche  que  mamó. 

Hallarse  muy  desesperado  y  fuera  de 
quicio. 

Ser  más  blanco  que  la  leche. 

Modo  de  expresar  la  blancura  sobre 
toda  ponderación  de  alguna  persona  o 
cosa. — Aplícase  también  a  las  personas 
que  no  gozan  fama  de  arrojadas  o  va- 
lientes. 

Si  a  alguien  se  le  antojase  leche  de  pája- 
ro, la  encontraría  en  Sevilla. 

Hipérbole  hija  de  algún  hispalense 


enamorado  de  su  patria,  para  indicar 
que  en  la  ciudad  del  Betis  hay  de  todo 
cuanto  pueda  soñar  la  fantasía  humana. 
Tener  uno  la  leche  en  los  labios.— Y.  Es- 
tar uno  con  la  leche  en  los  labios. 
Tras  la  leche,  dijo  el  teatino,   no  bebas 
vinagre,  agua  ni  vino. — V.  La  leche  con 
el  vino  tórnase  venino. 
LECHERA.  —  Eso  es  como  el  cuento  de  la 
lechera. 

Dícese  de  aquel  que,  prometiéndose 
felices  resultados  de  la  empresa  que 
ha  acometido,  sufre  al  fin  cualquier 
amargo  desengaño  por  efecto  de  las 
contingencias  que  caben  a  todas  las  co- 
sas de  este  mundo.  —  Hace  alusión  a  la 
tan  conocida  fábula  de  aquella  lechera 
que,  lisonjeándose  comprar  con  el  im- 
porte de  la  leche  que  iba  a  vender  al 
mercado  una  infinidad  de  cosas,  ha- 
biéndose caído  y  hecho  pedazos  el  cán- 
taro en  que  se  contenía  el  germen  de 
su  presunta  felicidad,  de  resultas  de  los 
brincos  y  saltos  que  su  loca  alegría  le 
estimulaba  a  dar,  vio  repentinamente 
convertidas  en  humo  sus  esperanzas 
halagüeñas. 
LECHO.  —  Ser  una  cosa  el  lecho  de  Pro- 
crusto. 

Dícese  de  todo  aquello  que  quere- 
mos amoldar  a  nuestra  voluntad.—  Alu- 
de al  célebre  personaje  mitológico,  la- 
drón del  Ática,  que  no  contento  con 
despojar  a  los  viajeros  de  todo  cuan- 
to llevaban,  los  hacía  acostar  en  una 
cama  de  hierro,  cortándoles  todo  lo  que 
les  sobraba  de  piernas  cuando  eran 
más  largos  que  la  cama,  o  haciéndoles 
estirar  por  medio  de  cuerdas  hasta 
que  daban  la  longitud  del  lecho.  Fué 
muerto  por  Teseo,  el  cual  lo  sometió 
a  la  misma  tortura. 
LECHÓN.—  El  lechón  que  siendo  lechón 
no  lo  matan,  muere  marrano.  —  V.  El 
que  nace  para  ochavo  no  llega  a  cuarto. 
El  que  nace  lechón,  muere  cochino. 

No  se  puede  contrarrestar  el  natural 
con  que  nace  cada  uno. 
LECHUGA.  —  Esa  lechuga  no  es  de  su 
huerto. 

Moteja  al  que  se  apropia  las  agude- 
zas o  invenciones  de  otro.  —  Dícese 
también :  Ese  bollo  no  se  ha  cocido  eti 
su  horno. 


LECHUZA 


5i6 


LENGUA 


Ser  más  fresco  que  una  lechuga. 

Aplícase  a  la  persona  desaprensiva, 
que   no   se  altera   ni  avergüenza  por 
nada.  —  Aplícase  lo  mismo  en  bueno 
que  en  mal  sentido. 
LECHUZA.  —  La  lechuza  vuela. 

Equivale  a  que  una  cosa  es  corrien- 
te, de  todos  conocida. 
Llevar  lechuzas  a  Atenas. 

Llevar  alguna  cosa  adonde  es   muy 
abundante,   y   por    tanto,    adonde    no 
hace  falta. 
LEER.—  El  que  lee  mucho  y  anda  mucho,  ve 
mucho  y  sabe  mucho. 

Enseña  que  la  instrucción  más  sólida 
es  la  que  se  adquiere  con  los  viajes  y 
la  lectura. 
Eso  se  te  pega,  y  como  lo  leíste  se  te  queda. 
Lo  que  se  lee  con  cuidado  no  se  bo- 
rra jamás. 
Leído  y  escribido. 

Dícese  del  que  tiene  conocimientos, 
por  pequeños  que  sean,  en  oposición 
al  rudo  e  ignorante;  así  por  lo  meno  s 
lo  aplica  el  pueblo.  —  En  esferas  más 
elevadas  se  aplica  a  los  que,  siendo  de 
humilde  instrucción,  se  las   echan   de 
que  saben  mucho. — «Vos,  que  sois  leído 
y  escribido,  podéis  entender  esas  alga- 
rabías de  allende.»  (Cervantes,  El  re- 
tablo de  las  maravillas,  escena  III.) 
LEGANÉS. — Hacer  una  cosa  con  la  fresca 
de  Leganés,  entre  las  dos  y  las  tres. 

Aplícase  irónicamente  a  aquello  que 
se  ejecuta  a  la  hora  de  más  calor. 
LÉGAÑA.  —  Aunque  estén  sin  légañas, 
los  ojos  se  engañan. 

Las  personas  suelen  ser  considera- 
das y  juzgadas  según  el  afecto  con  que 
se  las  mira. 
LEGO. — El  que  parece  lego  dice  dos  misas. 
No  se  debe  juzgar  por  las  aparien- 
cias, pues,  generalmente,  el  que  parece 
más  tonto  resulta  más  listo  cuando  me- 
nos se  piensa,  sobre  todo  si  es  para  su 
provecho. 
LEGUA.  —  Por  doquiera  hay  su  legua  de 
mal  camino. 

En  todo  aquello  que  se  intenta  hacer 
se  encuentran  sus  dificultades. 
Se  parece  a  la  legua  de  Parla,  que  es  larga 
y  estrecha. 

Dícese  de  lo  que  es  más  pesado  de 
lo  que  a  primera  vista  parece. 


Tener  alguna  cosa  su  legua,  o  su  pedazo, 
de  fnal  camino.  -  V.  Por  doquiera  hay  su 
legua  de  mal  camino. 
LEJÍA.  —  Perdida  es  la  lejía  en  la  cabe- 
za del  asno.  —  V.  Echar  margaritas  a 
puercos. 
Tener  color  de  lejía. 

Dícese  del  cielo  cuando  está  comple- 
tamente cerrado;  del  agua  potable  cuan  • 
do  se  halla  turbia,  etc. 
LEJOS.  —  Quien  lejos  se  va  a  casar,  o  va 
engañado  o  va  a  engañar. 

Un   acto  tan  trascendental  como  el 
del  matrimonio  no  debe  llevarse  a  cabo 
sin  un  absoluto  conocimiento,  tanto  físi- 
co como  moral,  de  ambos  contrayentes. 
Si  ese  conocimiento  no  media  y  se  llega 
a  la  consumación  del  sacramento,  pue- 
de asegurarse  que  alguna  de  las  partes 
quiere  dar  gato  por  liebre. 
LENGUA.— Andar  de  lengua  en  lengua. 
De  unos  en  otros;  de  boca  en  boca. 
Atar  la  lengua. 

Impedir  que  se  diga  una  cosa. 
Buscarle  a  uno  la  lengua. 

Incitar  a  disputas,  provocar  a  riñas, 
haciéndole  hablar  lo  que  no  quiere. 
Cada  uno  lleva  la  lengua  al  lado  donde 
le  duele  la  muela. 

Es  lógico  que  uno  se  queje  de  aque- 
llo que  le  atañe,  procurando  buscarle 
el  condigno  remedio. 
Calentársele  a  uno  la  lengua.  —  V.  Ca- 

le?itársele  a  alguno  la  boca. 
Con  la  lengua  de  un  palmo. 

Con  grande  anhelo  o  cansancio. 
Cuando  anda  la  lengua,  paran  las  ma- 

?ios.  —  V.  Dímelo  hilando,  casera. 
Destrabar  la  lengua. 

Quitar  el  impedimento  que  uno  te- 
nía para  hablar. 
De  tal  lengua,  tales  palabras. 

Según  la  persona  que  habla,  así  se 
pueden   esperar    frases   agradables    y 
juiciosas,  o  tonterías  e  insultos. 
Echar  uno  la  lengua  al  aire.  —  V.  Írsele 

a  uno  la  lengua. 
Echar  la  lengua,  o  echar  la  lengua  de 
un  palmo,  por  una  cosa. 

Desearla  con  ansia;  trabajar  y  fati- 
garse por  alcanzarla. 
En  la  lengua  consisten  los  mayores  daños 
de  la  humana  vida. 

Antes  de  hablar  es  conveniente  mi- 


LENGUA 


—  5*7 


LENGUA 


rar  lo  que  se  dice,  pues  a  veces  una 
frase  inconveniente  puede  traer  des- 
agradables consecuencias. 

En  lo  que  no  nos  importa,  la  lengua  cor- 
ta. —  V.  Cuchareta,  donde  no  te  llatnen 
no  te  metas. 

Hablar  con  lengua  de  plata. 

Pretender  o  solicitar  una  cosa  por 
medio  de  dinero,  dádivas  o  regalos. 

írsele  a  uno  la  lengua. 

Decir  inconsideradamente  lo  que  no 
quería  o  debía  manifestar. 

La  lengua  castellana  es  la  más  propia 
para  hablar  con  Dios. 

Dicho  de  Carlos  V  de  Alemania  y  I  de 
España. 

La  lengua  del  amor  es  bárbara  para  quie?i 
no  le  tiene. 

Manifiesta  que  para  los  que  no  están 
enamorados,  oír  hablar  a  los  que  lo  es- 
tán les  produce  el  mismo  efecto  que 
escuchar  una  lengua  extranjera,  puesto 
que  no  la  comprenden. 

La  lengua  del  mal  amigo,  más  corta  que 
cuchillo. 

Valiéndose  de  la  amistad  que  nos 
fingen,  los  malos  amigos  sacan  a  la 
plaza  los  defectos  que  nos  sorprendan, 
sin  que  nos  quepa  la  defensa,  por  igno- 
rar el  mal  uso  que  de  nuestra  confianza 
y  candidez  se  hace. 

La  lengua  es  el  arma  de  las  mujeres.  — 
V.  La  lengua  es  la  espada  de  las  muje- 
res; por  eso  nunca  la  dejan  que  crie  moho. 

La  lengua  es  la  espada  de  las  mujeres; 
por  eso  nunca  la  dejan  que  críe  moho. 

Porque  el  sexo  débil  se  defiende  sólo 
con  las  palabras  (hay  excepciones).  La 
segunda  parte  expresa  la  cualidad,  casi 
general,  de  ser  muy  habladoras  las  mu- 
jeres. 

La  lengua  maldiciente  es  como  espada  de 
dos  jilos. 

Los  que  tienen  el  vicio  de  la  male- 
dicencia, además  de  causar  el  daño 
ajeno,  suelen  personalmente  sufrir  sus 
consecuencias. 

La  lengua  queda,  y  los  ojos  listos. 

Recomienda  que  en  ciertos  casos  se 
hable  poco  y  se  observe  mucho  para 
conseguir  lo  que  se  desea. 

Lo  que  dice  la  lengua  lo  viene  a  pagar  la 
cabeza. 

Da  a  entender  que  las  consecuencias 


de  nuestras  palabras  suelen  recaer  en 
nosotros  mismos. 
Lo  que.  dice  la  lengua  paga  la  gorja. — 
V.  Lo  que  dice  la  lengua  lo  viene  apagar 
la  cabeza. 
Mas  que  sea  sólo  la  lengua  que  hable,  que 
no  lo  haga  mal  de  los  padres. 

Recomienda  el  más  profundo  respe- 
to a  los  que  nos  dieron  el  ser,  aconse- 
jando que  jamás  se  los  deshonre  por 
nuestros  labios,  aun  cuando  fuese  en 
un  accidente  de  cólera  y  sin  sentir  en 
el  corazón  lo  que  la  boca  impensada- 
mente dice. 
Morderse  uno  la  lengua. 

No  poder  decir  aquello  que  quisiera. 
No  dice  más  la  lengua  que  lo  qtie  siente  el 
corazón. 

Manifiesta  que  cada  uno  habla  según 
sus  inclinaciones  y  afectos,  o  que  lo 
que  dice  alguno  con  la  mayor  vehe- 
mencia, es  señal  de  que  está  fuerte- 
mente persuadido  de  su  realidad. 
No  diga  la  lengua  lo  que,  o  por  do,  pague 
la  cabeza. 

Advierte  que  no  se   digan  palabras 
que  acarreen  daño  al  que  las  pronuncia. 
Parece  que  ha  comido  lengua. 

Dícese  de  la  persona  que  habla  mu- 
cho, sin  dejar  meter  baza  a  los  demás. 
Pegársele  a  uno  la  lengua  al  paladar. 
No  poder  hablar,  por  turbación  o  pa- 
sión de  ánimo. 
Poner  lengua  en  uno. 
Hablar  mal  de  él. 
Quien  tiene  lengua  aguda,  necesita  tener 
costilla  dura. 

El  murmurador  se  halla  expuesto  a 
muchos  sinsabores. 
Quien  tiene  lengua,  a  Roma  va. 

Aquel  que  duda  o  ignora  alguna  cosa 
debe  preguntar  para  lograr  el  acierto, 
pues  preguntando  no  se  puede  equi- 
vocar. 
Quitar  de  la  lengua. 

Ser  causa  una  persona  o  cosa  de  que 
uno  no  diga  todo  lo  que  se  propo- 
nía.— V.  Quitar  a  uno  alguna  cosa  de 

la  BOCA. 

Sacar  la  lengua  a  uno. 

Burlarse  de  él  verificando  la  acción 
indicada,  tan  significativa  en  el  lenguaje 
mímico  como  poco  correcta  entre  per- 
sonas de  buena  educación. 


LENGUA 


-  Si! 


LENTITUD 


Ser  largo  de  lengua. 

Dícese  del  que  habla  coa  desver- 
güenza o  con  imprudencia. 

Ser  ligero  de  lengua. 

Aplícase  al  que  sin  ninguna  conside- 
ración ni  miramiento  dice  cuanto  le 
ocurre  o  se  le  viene  a  la  boca. 

Sobre  la  lengua  tienejí  poder  el  vulgo  y 
el  uso. 

La  verdadera  manera  de  hablar  de 
una  nación  es  como  la  costumbre  y  el 
pueblo  quieren,  a  pesar  de  todas  las 
leyes  gramaticales  y  de  todas  las  reglas 
establecidas  por  los  doctos  y  los  erudi- 
tos más  o  menos  a  la  violeta.  Esto  no 
es  de  hoy,  pues  ya  lo  dijo  muy  elegan- 
temente el  preceptista  Horacio:  Sivolei 
usus,  quem  penes  arbitrium  est  et  jus  et 
norma  loquendi. 

Tener  lengua  de  sierpe,  de  escorpión,  de 
víbora,  etc. 

Se  dice  del  que  es  murmurador  o 
maldiciente. 

Tener  suelta  la  lengua. — V.  Ser  ligero  de 

LENGUA. 

Tener  una  lengua  como  una  hacha. — Véa- 
se Tener  lengua  de  sierpe,  de  escorpión, 
de  víbora,  etc. 
Tener  uno  en  la  punta  de  la  lengua  una 
cosa. 

Estar  a  punto  de  acordarse  de  una 
cosa,  sin  dar  en  ella. — Estar  a  punto  de 
decirla,  pero  sin  llegar  a  hacerlo. 
Tener  uno  la  lengua  gorda. 

Estar  borracho,  aludiendo  a  lo  estro- 
pajosa que  se  pone  en  ese  estado  del 
individuo,  hasta  el  punto  de  no  poder 
hablar  claramente. 
Tener  uno  mucha  lengua. 

Ser  muy  hablador. 
Tirar  de  la  lengua  a  uno. 

Hacerle  hablar,  sonsacarle,  procurar 
con  maña  que  diga  o  descubra  lo  que 
sabe  y  reserva. 
Tomar  lengua,  o  lenguas. 
Informarse  de  una  cosa. 
Trabarse  la  lengua. 

Impedir  el  libre  uso  de  ella  un  acci- 
dente o  enfermedad. 
Trastrabarse  la  lengua.  —  V.  Trabarse 

la  LENGUA. 

Andar  en  lenguas. 

Decirse,  hablarse  mucho  de  una  per- 
sona o  cosa. 


Hacerse  lenguas. 

Alabar  encarecidamente  a  personas 
o  cosas. 
Hay  lenguas  para  lenguas,  y  manos 
para  manos. 

Expresa  la  disposición  en  que  nos 
hallamos  de  poder  contestar  en  la  mis- 
ma forma  en  que  seamos  interrogados. 
Para  las  malas  lenguas,  buenas  son  las 
ti/eras. 

El  mal  hablar,  ya  sea  por  proferir 
palabras  inconvenientes  y  malsonan- 
tes, ya  por  quitar  la  estimación  al  pró- 
jimo, merece  llevar  su  condigno  co- 
rrectivo. 
/  Temeroso  de  malas  lenguas!,  el  Cielo  no 
está  seguro  de  ellas. 

Invita  a  no  hacer  caso  de  que  hablen 
mal  de  uno,  ya  que  ni  las  cosas  más 
santas  se  libran  de  ello,  porque  el  mal- 
diciente no  respeta  nada  con  tal  de  sa- 
tisfacer su  malvado  vicio. 
Traer  en  lenguas.  —  V.  Traer  en  bocas 
a  alguno. 
LENGUAJE. —  No  hay  lenguaje  más  ex- 
presivo que  el  del  palo.  —  V.  No  hay  tal 
razón  como  la  del  bastón. 
LENTEJA.  —  El  pecado  de  la  lenteja. 

Se  suele  comparar  con  este  cereal 
aquella  falta  que,  a  pesar  de  ser  leve  e 
insignificante,  es  abultada  o  ponderada 
por  alguno. 
Por  tirar  una  lenteja  tina  monja,  dicen 
que  se  condenó. 

Exhortación  a  la  economía. 
El  que  come  lentejas,  no  las  masca  todas. 
Aplícase  al  que  acepta   cosas  insig- 
nificantes   sin    detenerse    a    compro- 
barlas. 
Si  comes  lentejas,  ¿de  qué  te  quejas?  — 
V.  Si  tienes  lentejas,  ¿de  que  te  quejas? 
Si  tienes  lentejas,  ¿de  qué  te  quejas? 

Admonición  burlesca  al  que  se  la- 
menta de  no  poseer  nada. 
LENTEJUELA.  —  Porjiar  hasta   lente- 
juela. 

Discutir  aun  las  cosas  más  claras  y 
evidentes. 
LENTITUD.  —  Lentitud  en  prometer,  se- 
guridad en  cumplir. 

Aconseja  que  no  se  haga  un  ofreci- 
miento hasta  tanto  que  no  tengamos  la 
convicción  de  que  hemos  de  llevarlo  a 
efecto. 


LENA 


—  5i9  — 


LEPE 


LEÑA.  —  A  mala  leña,  echar  mucha. 

Lo   que    vale    poco,    mientras    más 
pronto  se  acabe,  mejor. 
Añadir  leña  al  fuego.  —  V.  Echar  leña  al 

fuego. 
Cargar  de  leña  a  uno. 

Darle  de  palos. 
De  leña  media  se  hace  buen  carbón. 

El  poseedor  de  mediana  inteligen- 
cia, a  fuerza  de  perseverancia  y  traba- 
jo, puede  llegar  a  ser  erudito. 
Echar  leña  al  fuego. 

Fomentar  una  discordia  con  nuevas 
querellas,  o  dar  pábulo  a  una  pasión 
cualquiera  para  que  llegue  a  hacerse 
más  vehemente  de  lo  que  antes  era. 
La  leña,  cuanto  más  seca,  ?nás  arde. 

Indica  que  la  lascivia  suele  ser  más 
vehemente  en  los  ancianos  que  en  los 
jóvenes. 
Leña  apretada,  cocina  ahumada. 

Todo  lo  que  se  fuerza  demasiado  re- 
sulta contraproducente,  como  sucede 
con  el  combustible  citado,  que  para 
que  produzca  una  gran  hoguera  hay 
quien  aprieta  el  hogar,  sin  compren- 
der que  la  falta  de  aire  hace  que  se 
requeme,  produciendo  humo,  pero  sin 
levantar  llama. 
Leña  de  romero  y  pan  de  panadera,  la  bor- 
donería entera. 

Denota  la  holgazanería  de  los  labra- 
dores que  compran  el  pan  por  no  ama- 
sarlo y  cocerlo  en  su  casa,  y  tienen 
leña  ligera  y  de  poco  calor  y  duración 
por  no  ir  a  buscar  la  recia  más  lejos. 
Leña  verde  no  ahuma,  pero  emiegrece. 

De  cada  cosa  se  obtiene,  según  su 
condición,  lo  que  lógicamente  puede 
esperarse  de  ella. 
Llevar  leña  al  monte. 

Manera  de  motejar  la  indiscreción  de 
aquellas  personas  que  dan  alguna  cosa 
a  quien  tiene  abundancia  de  ella  o  no 
la  necesita. 
Poner  leña  al  fuego.  —  V.  Echar  leña  al 
fuego. 
LEÑO.  —  El  leño  tuerto,  con  fuego  se  hace 
derecho. 

Recomienda  el  castigo  como  único 
remedio  para  el  que  no  anda  con  la  co- 
rrección debida. 
Estar  más  dormido  que  un  leño. 

Dícese  de  aquel  a  quien,  por  más  que 


se  le  llama  y  zarandea,  no  se  consigue 
despertar. 
LEÓN.  —  Al  león,  con  ser  león,  le  ri?ide  el 
sueño,  o  la  calentura. 

Hay  circunstancias  en  las  que  los  ca- 
racteres más  enérgicos  se  ven  obligados 
a  aflojar  en  su  rigidez. 
Hacer  las  particiones  del  león. 

Se  dice  de  aquel  que  se  guarda  o  re- 
serva para  sí  los  productos  de  una  em- 
presa en  que  han  intervenido  muchos, 
con  alusión  a  la  tan  conocida  fábula  de 
Esopo,  en  la  cual,  habiendo  pactado  el 
león  con  la  becerra,  la  cabra  y  la  oveja 
repartir  con  ellas  la  caza  que  todos  en 
común,  o  cada  uno  en  particular,  hubie- 
se hecho,  llegado  el  momento  de  haber 
cogido  la  presa,  se  adjudicó  las  cuatro 
cuartas  partes  para  sí;  que  de  algo  ha 
de  servir  la  ley  del  más  fuerte. 
No  despertar  al  león  que  duerme. — V.  No 

conviene  despertar  al  que  duerme. 
No  es  tan  bravo,  o  fiero,  el  león  como  lo 
pintan,  o  co?no  la  gente  lo  pinta. 

Denota  que  alguna  persona  no  es  tan 
áspera,  fiera  y  temible  como  se  creía,  o 
que  algún  negocio  es  menos  arduo  y 
difícil  de  lo  que  se  pensaba. 
Desquijar  leones. 

Echar  fieros  y  baladronadas. 
LEONCITO .  —  ¿Leoncitos  a  mi?  ¿A  mi 
leoncitos? 

Ffase  despreciativa  empleada  cuan- 
do se  oye  echar  bravatas  o  proferir 
amenazas  contra  uno. 
LEONERA.  —  Parecer  una  leonera. 

Se  aplica  a  la  pieza  o  cuarto  que  sue- 
le haber  en  las  casas,  especialmente  si 
son  de  familia  numerosa,  para  meter 
trastos  y  arrinconar  prendas  de  poco 
uso  o  de  desecho,  etc.,  con  alusión  al 
desorden  y  confusión  que  reina  en  las 
jaulas  o  parajes  donde  están  recogidos 
los  leones. 
LEPE. —  Saber  más  que  Lepe,  o  Saber  más 
que  Lepe  y  Lepillo,  o  Saber  más  que 
Lepe,  Lepijo  y  su  hijo. 

Aplícase  cualquiera  de  estos  tres  re- 
franes a  aquella  persona  que  sabe  mu- 
cho, particularmente  en  gramática  par- 
da, con  alusión  a  este  personaje  legen- 
dario, de  cuya  genealogía,  así  como  de 
la  de  otros  análogos,  no  hablan  nada 
los  reyes  de  armas. 


LEPRA 


—  520  — 


LETRA 


LEPRA.  —  La  lepra  dice  que  os  esiá  apega- 
da, pero  es  para  roeros  las  carnes. 

El  que  adula  es  por  lo  que  le  produ- 
ce su  bajeza. 
LÉRIDA.— Lérida  la  ha  agujereado. 

Dícese  del  que  toma  la  iniciativa  en  el 
acometimiento  de  una  empresa,  como 
sucedió  con  las  tropas  ilerdenses  o  leri- 
danas, que,  habiendo  acudido  en  unión 
de  otras  poblaciones,  el  año  1238,  a  la 
conquista  de  Valencia,  fueron  las  prime- 
ras en  romper  el  muro  de  esta  ciudad. 
LETANÍA.  —  Parecer  una  letanía. 

Aplícase  a  todo  razonamiento  largo 
y  repetido,  y  algunas  veces  enojoso. 
LETRA.  —  A  buena  letra,  mal  cajista.  Y 
por  consecuencia  recíproca :  A  mala  le- 
tra, buen  cajista. 

Cuando  el  original  del  autor  está  es- 
crito con  claridad,  se  le  suele  entregar 
en  la  imprenta  a  los  principiantes  para 
que  lo  compongan,  los  cuales,  como  no 
prácticos  todavía,  suelen  cometer  mu- 
chas faltas  en  su  labor.  No  así  en  el 
caso  contrario,  pues  confiada  esa  tarea 
a  personas  peritas  en  leer  escritura  en- 
revesada, resulta  su  faena  mucho  más 
exenta  de  erratas. 
A  espacio  y  buena  letra. — V.  Despacito  y 

buena  letra. 
Atenerse  a  la  letra. 

Sujetarse  al  sentido  literal  de  cual- 
quier texto. 
Despacito  y  btiena  letra. 

Recomendación  que  se  suele  hacer 
con  objeto  de  que  se  ejecute  la  labor 
de  que  se  trate  sin  apresuramientos  de 
ningún  género,  a  fin  de  que  salga  lo  más 
perfecta  posible. 
Gastar  más  letra  colorada  que  misal  gre- 
goriano. 

Dar  más  importancia  a  las  cosas  que 
la  que  realmente  les  corresponde. 
La  letra  con  sangre  entra. 

Da  a  entender  que  el  que  quiera  sa- 
ber o  adelantar  en  cualquiera  cosa,  ha 
de  ser  a  costa  de  trabajos  y  fatigas.  Y 
para  más  claridad  de  nuestros  lectores, 
copiamos  a  continuación  la  siguiente 
teoría  que  el  médico  cordobés  doctor 
Francisco  del  Rosal  hace  en  su  Diccio- 
nario de  la  lengua  castellana,  Alfabe-  I 
to  l.°,  art.  Disciplina: 

«Disciplina  llamamos  al  azote,  y  en  la-    | 


tín  significa  doctrina  y  enseñanza,  de 
discere,  que  es  aprender,  y  allí  discípulo 
al  que  aprende,  porque  la  disciplina  y 
castigo  es  instrumento  de  la  enseñanza; 
pero  debe  ser  moderada,  y  no  con  el 
rigor  que  el  tosco  vulgo  quiere,  do- 
mando los  niños  a  golpes  y  palos  como 
si  fueran  bestias,  arrimándose  a  un  re- 
frán mal  entendido:  La  letra  con  san- 
gre entra;  de  donde  por  sangre  debe- 
mos entender,  no  el  castigo,  sino  el  de- 
seo, amor  y  celo,  y  lo  que  vulgarmente 
decimos  honrilla,  que  ésta  mueve  más 
que  el  castigo,  pues  fué  llamado  estudio, 
porque  en  latín  esta  palabra  quiere  de- 
cir deseo,  cuidado  y  codicia,  con  la  cual 
se  alcanza  el  saber.  Y  que  la  sangre  sea 
celo  y  cuidado  parece  claro,  por  ser 
humor  que  provee  y  sustenta  al  animal 
y  celosamente  le  socorre,  cubriendo  e 
rostro  en  la  vergüenza,  rodeando  el  co- 
razón en  el  miedo,  por  lo  cual  la  llama- 
ron los  antiguos  alma,  porque  faltando 
ella  falta  la  vida;  y  así,  faltando  el  celo 
y  codicia  falta  lo  que  por  ella  se  bus- 
ca, que  es  honra  o  hacienda,  de  donde 
dijo  bien  el  castellano :  Es  hombre  de 
sangre  en  el  ojo;  que  es  decir,  de  celo 
y  cuidado,  y  ésta  es  la  sangre  con  que 
entran  las  letras.  De  lo  dicho  consta 
que  por  sangre  entendió  el  castellano 
el  amor  y  los  celos;  y  eso  mismo  quie- 
re decir  aquella  antigua  copla: 

Los  ojos  de  la  niña  lloraban  sangre; 
agora  ha  de  ve?iir  quien  los  halague.y 

Letra  por  letra. 

Enteramente,  sin  quitar  ni  añadir  cosa 
alguna. 
Meter  letra. 

Estar  en  conversación.— Armar  bulla; 
procurar  embrollar  las  cosas. 
Todo  eso  es  letra  muerta. 

Dícese  de  aquellas  cláusulas  que,  a 
pesar  de  estar  consignadas  en  algún 
contrato,  edicto,  código,  etc.,  no  se 
cumplen. 
Las  letras  de  molde  suelen  estar  reñidas 
con  las  letras  de  cambio. 

Los  buenos  escritores,  poetas  y  pu- 
blicistas, en  general,  no  suelen,  salvo 
raras  excepciones,  agenciarse  grandes 
sueldos  con  su  trabajo,  ni  menos  gozar 
de  bienes  de  fortuna. 


LETRADO 


—  521 


LEVITA 


Letras  sin  virtud  son  perlas  en  el  muladar. 

Bello   símil  con  que  se   censura  al 

hombre  que,  engreído  por  la  ciencia 

del  siglo,  olvida  la  de  su  salvación.  Por 

éstos  se  dijo  aquella  elocuente  quintilla: 

cLa  ciencia  calificada 
es  que  el  hombre  en  gracia  acabe; 
porque  al  fin  de  la  jornada, 
aquel  que  se  salva,  sabe, 
que  el  otro  no  sabe  nada.» 

No  tener  uno  más  letras  que  las  del  padre 
Paco. 

Dícese  de  los  clérigos  que  no  han 
estudiado  más  Teología  que  la  com- 
pendiada por  el  P.  Fr.  Francisco  de 
Lárraga,  dominico,  y  a  los  cuales  sue- 
le bautizarlos  el  vulgo  con  el  dictado 
chusco  de  morralistas,  en  vez  del  de 
moralistas. 
Seguir  uno  las  letras. 

Estudiar,  dedicarse  al  conocimiento 
de  la  literatura. 
Tantas  letras  tiene  un  no  como  un  sí. 

Argumento   contra  quien  nos  niega 
alguna  cosa,  cuando  nuestro  deseo  es 
que  se  nos  conceda. 
Tener  las  letras  gordas  como  las  de  San 
A?naro,  que  tres  fio  cabían  en  un  carro. 
Aplícase  a  la  persona  poco  instruida, 
aludiendo  a  que  los  que  no  están  muy 
al  corriente  en  lectura  no  lucen  ni  aun 
aquello  poco    que  conocen,  como  no 
esté  escrito  en  letras  del  tamaño  de 
una  pulgada  cuando  menos. 
Tener  las  letras  más  gordas  que  un  libro 
de  coró. 

Ser  por  extremo  estúpido. 
LETRADO. —A  lo  letrado. 

Al  uso  de  los  letrados:  doctoralmen- 
te  y  con  fachenda. 
Es  mejor  letrado  el  que  trae  mejor  capa  — 
V.  El  hábito  hace  al  monje. 

Cuando  la  fama  del  abogado  es  gran- 
de no  se  ve  nunca  sin  clientes,  y  por 
tanto,  sus  ganancias  son  mayores,  lo 
cual  le  permite  vestir  mejor  que  los 
que,  por  no  tener  pleitos,  se  ven  a  la 
cuarta  pregunta.  De  aquí  se  puede  ex- 
traer la  consecuencia  de  que  la  indu- 
mentaria del  letrado  corre  parejas  con 
su  fama. 
Ni  ruin  letrado,  ni  ruin  hidalgo,  ni  ruin 
galgo. 

Manifiesta  lo  poco  agradable  que  es 


el  tener  trato  con  los  dos  primeros  ni 
poseer  el  último,  pues,   lejos   de   dar 
fama,  contribuyen  a  hacer  perder   la 
nuestra. 
LETURA.  —  Ir  con  letura.  —  V.  Proceder 

COn  LETURA. 

Proceder  cotí  letura. 

Obrar   con   aviso   y  pleno    conoci- 
miento en  un  asunto. 
LEVA.  —  Irse  a  leva  y  a  monte. 
Escaparse,  huirse,  retirarse. 
Ser  uno  de  los  de  leva  y  monte. 

Indica   ser   muy   astuto  y  diligente 
para  huir  el  bulto  cuando  amenaza  el 
peligro. 
LEVADURA.  —  Un  poco  de  levadura 
aceda  toda  la  masa. — V.  La  manzana  po- 
drida pierde  a  su  co/npañía. 
LEVANTAR.  — ,£7  que  primero  se  levan- 
ta, ése  se  la  calza. — V.  El  que  da  prime- 
ro, da  dos  veces. 
Levántame,  y  te  levantaré. 

Da  a  entender   que,    en  justa    reci- 
procidad,   todo  el  que  nos  ayuda  en 
un  trance  comprometido,  puede  con- 
tar con  nuestro  auxilio  siempre  que  lo 
necesite. 
Levantar  a  uno  hacia  arriba,  o  tan  alto. 
Irritarle,  hacerle  sentir  gravemente 
una  cosa. 
Levantarse  con  una  cosa. 

Apoderarse  de  ella  con  usurpación  o 
injusticia. 
LEVANTE.  —  Cuando  con  levante  llueve, 
las  piedras  mueve. 

Refrán  usado  en  Ceuta,  según  el  tes- 
timonio de  López  de  Ayala  en  su  His- 
toria de  Gibraltar,  pág.  102,  cuyo  pasa- 
je, que  copio  a  la  letra,  dice  así  :  «El 
sud-este  reina  también  en  el  invierno  : 
es  tempestuoso,  i  siempre  es  cálido; 
dura  en  toda  su  fuerza  por  lo  regular 
tres  días,  i  levanta  tan  recios  aguace- 
ros, que  dio  motivo  en  Ceuta  a  este 
proverbio  portugués  :  Quando  com  le- 
vante chove,  as  pedras  move.» 
LEVITA.  —  Pues  hágase  usted  una  le- 
vita. 

A  los  que  se  jactan  de  hacer  cuanto 
quieren  de  alguien  o  de  algo,  dispo- 
niendo con  toda  libertad  y  sin  hallar 
ningún  género  de  oposición,  se  les  sue- 
le dirigir  semejante  desahogo. — El  ori- 
gen de  esta  frase  proviene  del  siguien- 


LEY 


—    522 


LEY 


te  epigrama  de  Juan  Martínez  Viller- 
gas: 

«Díjole  a  cierto  empresario, 
con  tono  grave  y  sesudo, 
un  cantante  estrafalario 
que  andaba  casi  desnudo  : 

—  Es  mi  voz  tan  exquisita, 
que  hago  de  ella  cuanto  quiero. 
—¡Pues,  hombre— exclamó  el  primero—, 
hágase  usted  una  levita!» 

LEY. — A  cada  ley,  pata  de  buey. 

Antes  de  dictar  una  ley  se  necesita 
proceder  con  gran  pulso  y  reflexión,  a 
fin  de  no  exponerse  el  legislador  a  te- 
ner que  revocarla,  por  causa  de  hacer- 
se imposible  su  cumplimiento. 
A  toda  ley,  hijos  y  mujer. 

Para  pasar  la  vida  gozando  las  satis- 
facciones que  de  ella  puedan  esperar- 
se, se  ha  de  desear  la  constitución  de 
un  hogar  en  el  que  no  falten  ni  el  cari- 
ño de  la  esposa  ni  el  amor  de  los  hijos. 
Bajar  de  ley. 

Disminuir  la  parte  más  valiosa  de  un 
metal  o  un  mineral,  respecto  al  volu- 
men o  al  peso. 
Cualquiera  ley  postrera  quita  la  fuerza  a 
la  primera. 

Todo  precepto  deja  de  estar  vigente 
tan  luego  como  es  derogado  por  otro 
que  emana  de  la  propia  autoridad. 
Dar  la  ley. 

Servir  de  modelo  en  ciertas  cosas. 
Donde  tío  distingue  la  ley,  tampoco  debemos 
distinguir  nosotros. 

Axioma  jurídico  que  aconseja  se  in- 
terpreten las  leyes  en  su  sentido  es- 
tricto y  razonable,  sin  pretender  sacar 
deducciones  arbitrarias  y,  por  lo  co- 
mún, violentas  y  exageradas. 
Echar  la  ley  a  uno. 

Condenarle,  usando  con  él  de  todo  el 
rigor  de  la  ley. 
La  ley  del  embudo.  Algunos  añaden  como 
complemento  o  explicación  :  lo  ancho 
para  mi  y  lo  angosto  para  ti. 

Da  a  entender  que  en  todos  los  ac- 
tos de  la  vida  nos  agrada  sobremanera 
el  salir  beneficiados,  aunque  sea  contra 
derecho  y  aun  a  costa  de  que  el  próji- 
mo resulte  descalabrado. 
La  ley  es  hecha  para  los  transgr esores. 
Raro  es  el  malhechor  que  no  conoce 
el  Código  al  dedillo,  para  estudiar  el 


modo  de  escaparse  de  sus  mallas.  El 
hombre  honrado,  como  no  tiene  por 
qué  temer  la  ley,  no  se  preocupa  lo 
más  mínimo  de  ella. 
Quien  hizo  la  ley  hizo  la  trampa. 

La  malicia  humana  halla  fácilmente 
medios  y  excusas  para  quebrantar  o 
eludir  un  precepto  apenas  se  ha  im- 
puesto. 
Ser  una  cosa  más  de  lo  que  manda  la  ley. 
Dícese  jocosamente  de  aquel  o  aque- 
llo que  en  su  línea  supera  los  límites 
de  lo  justo;  v.  gr. :  Habla  más  de  lo  que 
manda  la  ley;  Hace  más  frió  de  lo  que 
manda  la  ley;  etc. 
Subir  de  ley. 

Aumentar  la  parte  más  valiosa  de  un 
metal  o  un  mineral,  respecto  al  volu- 
men o  al  peso. 
Tomar  la  ley.  —  V.  Tomar  las  once. 
Toma  y  daca  es  la  ley  de  la  Carraca,  o 
Toma  y  daca,  los  mandamientos  de  la  Ca- 
rraca. 

Modo  de  expresar  el  valor  de  aque- 
llo que  se  vende,  y  más  aún  el  objeto 
por  que  se  cambia  otro,  en  el  acto 
mismo  de  hacerse  la  venta  o  el  true- 
que.— Dícese  para  indicar  que  los  cam- 
bios deben  hacerse  mano  a  mano,  sin 
diferir  la  entrega  del  objeto  que  se 
permuta. 
Venir  contra  una  ley. 

Quebrantarla. 
Allá  van  leyes  do  quieren  reyes. 

Da   a   entender   que  los  poderosos 
quebrantan  las  leyes,  acomodándolas  o 
interpretándolas  a  su  gusto. 
Callan   las    leyes    mientras    hablan    las 
armas. 

Cuando  la  fuerza  se  impone  los  Có- 
digos huelgan,  pues  nadie  los  respeta. 
Por  reinar,  todas  las  leyes  se  han  de  que- 
brar. 

El  que  quiere  conservar  una  cosa  no 
suele  reparar  en  los  medios  para  con- 
seguirlo, aunque  sea  avasallando  y  con- 
culcando todo  lo  establecido,  por  serio 
que  sea. 
Quien  puede  hacer  leyes,  puede  contra 
ellas  ir. 

Expresa  que  el  que  manda  puede 
hacer  impunemente  lo  que  le  da  la 
gana,  sin  que  se  crea  en  la  obligación 
de  dar  explicaciones. 


LIA 


—  523  — 


LIBRERO 


Tiene  más  leyes  que  don  Macario. 

Dícese  de  la  persona  sabihonda  y 
de  mucha  letra  menuda,  con  alusión  a 
un  tal  D.  Macario  Fariñas,  célebre  le- 
trado y  arqueólogo  que  floreció  en 
Ronda  en  el  siglo  xvn.  —  Es  frase  muy 
usada  en  dicha  ciudad  y  sus  contornos. 
Van  las  leyes  donde  quieren  los  reyes.  — 
V.  Allá  van  leyes  do  quieren  reyes. 
LÍA.  —  Estar  hecho  una  lía. 

Estar  poseído  del  vino. 
LIBELO.  —  Dar  libelo  de  repudio  a  una 
cosa. 

Renunciar  a  ella. — Darle  de  mano. 
LIBERALIDAD.—  Quien  da  con  libera- 
lidad, da  dos  veces. 

Es  decir,  como  si  diera  dos  veces, 
pues  el  agradecimiento  del  beneficiado 
es  mucho  mayor  que  si  el  don  hubiese 
sido  parco. 
LIBERTAD.  —  Apellidar  libertad. 

Pedir  el  esclavo  injustamente  dete- 
nido en  esclavitud  que  se  le  declare 
por  libre. 
La  libertad  es  la  más  preciosa  joya  del 
alma. 

Porque  es    el   reconocimiento   y   el 
ejercicio  del  libre  albedrío. 
La  libertad  no  debe  ser  vendida  por  nin- 
gún dinero. 

Recomienda  a  los  avariciosos  que  no 
se  encadenen,  llevados  por  la  codicia. 
Libertad  y  soltura  no  es  por  oro  compra- 
do.— V.  La  libertad  no  debe  ser  vendida 
por  ningún  dinero. 
Poner  a  uno  en  libertad  de  una  obliga- 
ción. 

Eximirle  de  ella. 
Por  la  libertad,  así  como  por  la  honra,  se 
puede  y  debe  aventurar  la  vida. 

Encarece  el  cuidado  con  que  deben 
mirarse  ambas  cosas. 
Sacar  a  libertad  la  novicia. 

Examinar  el  juez  eclesiástico  su  vo- 
luntad a  solas  y  en  paraje  donde,  sin 
dar  nota,  pueda  libremente  salirse  del 
convento. 
/  Viva  la  libertad!  Algunos  añaden  :  y  la 
niña  que  tiene  un  novio  nacional.- -V '.  ¡An- 
cha Castilla! 
LIBRA.  — Entrar  pocos,  o  pocas,  en  libra. 
Aplícase  lo  mismo  a  las  cosas  mate- 
riales que  a  las  inmateriales,  refiriéndo- 
se a  la  bondad,  rareza,  tamaño,  etc.,  de 


aquello  de  que  se  trate.  —  Me  permiti- 
ré poner  algún  ejemplo.  Dícese  al  que 
después  de  una  vida  de  trabajo  logra 
un  día  de  descanso;  al  que  le  dan  un 
banquete  suculento  e  inesperado;  al 
que  remuneran  un  trabajo  con  mucho 
más  de  lo  que  había  pensado;  al  que 
pasa  un  día  feliz  por  cualquier  causa; 
al  que  recibe  un  elogio  de  persona  poco 
acostumbrada  a  prodigarlos;  al  que  ha- 
cen un  regalo  espléndido;  et  sic  de  c&- 
teris. 
LIBRAR.  —  A  biefi,  o  a  buen,  librar. 

Lo  menos  mal  que  puede,  podrá  o 
pudo  suceder  a  uno. 
Librar  bien,  o  mal. 

Salir  feliz,  o  infelizmente,  de  un  lance 
o  negocio. 
Librar  en  uno,  o  en  una  cosa. 

Fundar,  confiar,  cifrar. 
LIBRE.  —  Nadie  está  libre  de  cuernos  y 
malas  lenguas. 

Porque  nadie  puede  responder  de  la 

fidelidad  de  la  mujer  ni  de  las  envidias 

y  mala  voluntad  de  nuestros  enemigos. 

Quien  pueda  ser  libre  710  se  cautive.  — 

V.  El  buey  suelto  bien  se  lame. 
Salir  libre  y  sin  costas. 

Escapar  bien  de  un  negocio  intrin- 
cado, sin  ningún  quebranto  moral  ni 
material. 
Ser  más  libre  que  el  aire. 

Frase  proverbial  con  que  se  jacta 
alguna  persona  de  gozar  de  completa 
libertad  e  independencia. 
LIBRERO.  — ¿Acaso  soy  yo  librero? 

«El  cura  de  N.,  en  el  estado  de  Jor- 
quera,  obispado  de  Cartagena,  hombre 
sencillo  y  de  probidad,  tenía  por  única 
distracción  la  caza,  cuyo  agradable  ejer- 
cicio viene  a  hacerse  casi  una  necesi- 
dad en  los  pueblos  pequeños.  Reduci- 
dos todos  los  sermones  de  dicho  pá- 
rroco a  pláticas  doctrinales  en  los  días 
festivos,  no  necesitaba  hacer  otro  es- 
tudio que  el  de  las  costumbres  de  sus 
feligreses;  y  así,  su  única  lectura  era  en 
los  libros  del  rezo,  los  cuales  se  halla- 
ban en  la  casa  por  cualquiera  parte, 
sobre  una  silla,  junto  a  la  cama  o  en 
algún  poyo  de  la  cocina.  Los  estantes 
de  la  librería  de  su  antecesor  se  veían 
adornados  con  famosos  perdigones  en 
sus  jaulas,  buenas  escopetas,  frascos  de 


LIBRO 


524  — 


LIBRO 


pólvora,  morrales  y  demás  pertrechos 
de  un  cazador.  El  cuidado  de  los  pe- 
rros y  del  caballo  eran  la  única  delicia 
del  cura.  Sabidas  por  los  demás  ecle- 
siásticos de  la  comarca  todas  estas  cir- 
cunstancias, no  faltó  quien  instruyese 
de  ellas  al  obispo,  en  ocasión  que  iba 
haciendo  la  visita  de  su  diócesis  y  se 
hallaba  hospedado  en  la  misma  casa 
del  cura;  porque  siempre  hay  personas 
que  procuran  ganar  el  aprecio  de  sus 
superiores  a  costa  de  otras  reputacio- 
nes, haciendo  patentes  faltas  ajenas 
para  ocultar  mejor  las  propias.  El  pre- 
lado era  varón  virtuoso  e  ilustrado, 
pero  de  trato  franco  y  festivo  humor;  y 
aguardando  oportunidad  para  advertir 
sin  rigor  al  párroco  su  falta  de  litera- 
tura, le  proporcionó  tan  buena  ocasión 
él  mismo  con  sus  instancias  de  cos- 
tumbre para  que  viese  el  huerto,  gra- 
neros y  todas  las  habitaciones  y  las 
dependencias  de  la  parroquia.  El  obis- 
po, prestándose  con  facilidad  a  todas 
sus  insinuaciones,  y  concluido  tan  pro- 
lijo reconocimiento,  le  dijo  a  presencia 
de  toda  su  comitiva:  «Ahora  falta  nos 
enseñe  usted  su  librería.»  Pero  el  pá- 
rroco contestó  con  gracia  y  serenidad: 
\Pues  acaso,  ilustrisimo  señor,  soy  yo 
librero?»  La  originalidad  de  esta  res- 
puesta es  todavía  proverbial  por  aque- 
lla tierra.»  (De  la  Floresta  Española, 
revista  de  Madrid,  correspondiente  al 
jueves  28  de  ma3'o  de  1835,  núm.  22.) 
LIBRO.  —  Al  libro  y  a  la  mujer,  hasta  el 
culo  se  le  ha  de  ver. 

Enseña  lo  fácil  que  es  equivocarse 
cuando  se  trata  de  la  elección  de  una 
mujer  o  de  la  adquisición  de  un  libro, 
si  antes  de  tomar  una  u  otro  no  se  les 
examina  con  la  mayor  atención. 
Apuntar  en  el  libro  verde. 

Libro  o  cuaderno  en  que  se  escriben 
noticias  particulares  y  curiosas  de  al- 
gunos países  y  personas,  y  en  especial 
de  los  linajes,  y  de  lo  que  tienen  de 
bueno  o  de  malo.  —  Retener  en  la  me- 
moria algo  que  se  nos  hace  o  dice,  para 
obrar  en  consecuencia  más  adelante. 
Cada  libro  que  un  autor  regala  es  un 
hurto  que  se  hace  a  sí  mismo. 

Porque  deja  de  venderlo,  y,  lo  que 
es  peor,  se  expone  a  dejar  de  vender 


tantos  ejemplares  cuantos  sean  los  in- 
dividuos a  quienes  lo  preste  el  agra- 
ciado para  que  lo  lean. 
Cantar,  o  leer,  a  libro  abierto. 

Cantar  o  ejecutar  de  repente,  o  a  pri- 
mera vista,  cualquiera  composición  mu- 
sical. 
Cual  libro  leemos,  tal  vida  hacemos. 

Como  quiera  que  el  ejemplo  es  po- 
derosísimo inductor  de  las  costumbres, 
no  es  de  extrañar  que  sigamos  el  que 
nos  pinta  nuestro  autor  favorito.  ¡Lo 
triste  es  que  los  hay  tan  malos!... 
El  libro  de  la  aldea. 

Las  cuarenta  y  ocho  hojas,  o  cartas, 
de  que  consta  la  baraja. 
Estar  como  un  libro  descuadernado. 

Se  aplica  a  aquel  objeto  cuyas  partes 
componentes  se  hallan  en  completo 
desbarajuste,  como  sucede  al  libro  des- 
cuadernado, que  a  poco  que  uno  se 
descuide  sale  cada  hoja  por  su  lado. 
Hablar  como  un  libro. 

Hablar  con  corrección,  elegancia  y 
autoridad. 
Hablar  como  tm  libro  en  blanco. 

Manera  de  decirle  a  una  persona  que 
ha  soltado  un  ex  abrupto,  y  por  lo  tan- 
to, que  no  satisface  la  contestación  dada 
a  su  contrario  en  la  conversación  que 
con  él  ha  sostenido. 
Hacer  uno  libro  nuevo. 

Empezar  a  corregirse  sus  vicios  con 
una  vida  arreglada  y  cristiana.  —  Intro- 
ducir novedades. 
Hasta  que  el  libro  entiendas,  no  digas  de 
él  bien  ni  mal. 

Recomienda  que  no  se  juzgue  nunca 
aquello  que  se  desconoce. 
Libro  cerrado  no  hace,  o  no  saca,  letrado. 
Poco  aprovechan  los  libros  si  no  se 
estudia  en  ellos. 
Libro  de  las  cuarenta  /wjas. 

Baraja  de  naipes. 
Libro  prestado,  libro  perdido. 

Es  raro  el  ejemplar  que  se  devuelve 
a  su  legítimo  dueño,  pues  la  mayoría 
del  público  quiere  no  sólo  leer,  sino 
poseer  toda  obra  que  se  produce,  pero 
sin  que  le  cueste  un  céntimo. 
No  hay  libro  tan  malo  que  no  tenga  algo 
bueno,  o  alguna  cosa  buena. 

Un  libro,  por  malo  que  sea,  puede 
servir,  al  menos,  para  testimonio  de  su 


LIBRO 


S25  — 


LIEBRE 


tiempo,  cuando  no  para  huir  los  erro- 
res en  que  él  mismo  incurre.  —  Esta 
frase,  hoy  proverbial,  se  atribuye  a  Pu- 
nió el  Mayor,  según  la  autoridad  de  su 
sobrino  Plinio  el  Menor  en  sus  Cartas, 
libro  III.  —  Entre  nuestros  clásicos  la 
usaron  :  Hurtado  de  Mendoza,  en  el 
prólogo  al  Lazarillo  de  Tormes;  Rojas, 
en  su  Viaje  entretenido;  Alemán,  en  el 
Guzmán  de  Alfarache;  Cervantes,  en  el 
Quijote;  etc. 

No  hay  mejor  amigo,  o  compañero,  que  un 
buen  libro. 

Porque  éste  no  nos  engaña,  está 
siempre  dispuesto  a  servirnos  y  nos 
enseña  desinteresadamente. 

Un  libro  es  glosa  de  otro. 

Como  la  originalidad  es  cualidad  tan 
difícil  de  hallar,  no  es  extraño  pensar 
que  en  un  libro  se  halla  lo  que  existe 
en  otro. 

Un  libro  grande  es  un  gran  mal. 

Porque  si  no  es  bueno,  mientras  ma- 
yor sea,  mayor  número  de  tonterías 
contendrá. 

£1  que  fio  sabe  leer,  ¿para  qué  quiere  los 
libros? 

Dícese  de  aquel  que  posee  cosas  que 
no  le  sirven  de  nada. 

Escrito  está  en  los  libros  del  Destino  que 
es  libre  la  nación  que  quiere  serlo. 

Sublime  pensamiento  con  que  termi- 
na el  prólogo  que  compuso  D.  Cristó- 
bal Baña  para  representarse  en  Cádiz, 
por  la  primera  actriz  D.a  Agustina  To- 
rres, antes  de  la  tragedia  de  Alfieri, 
Bruto  primo,  que  con  el  título  de  Roma 
libre  tradujo  a  nuestra  lengua  en  sono- 
ros versos  D.  Antonio  Sabiñón,  y  que 
se  estrenó  el  25  de  junio  de  1812  en 
una  función  teatral  dada  a  beneficio  del 
Ejército. 

Los  libros  ¡cuánto  enseñan!;  pero  el  oro 
¡cuánto  alegra! 

Frase  que  suelen  emplear  los  parti- 
darios de  las  riquezas  sobre  la  instruc- 
ción. 

Afeterse  en  libros  de  caballería.  — V.  Me- 
terse en  dibujos. 

No  estar  una  cosa  en  los  libros  de  uno. 
Serle  extraña  una  materia,  o  pensar 
de  distinta  manera. 

No  meterse  en  libros  de  caballería.  — 
V.  No  meterse  e?i  dibujos. 


No  ser  menester,  o  no  haber  necesidad  de, 
abrir  ni  cerrar  ningún  libro  para  una 
cosa. 

No  requerir  ésta,  por  ser  muy  clara, 
sencilla  o  fácil,  meditación  y  estudio. 
Quemar  uno  sus  libros. 

Usase  para  esforzar  la  propia  opinión 
o  contrariar  la  ajena. 
LICENCIA.  —  De  la   licencia   del  mal 
hablar  se  sigue  la  licencia  del  mal  obrar. 
Enseña  que  de   las  conversaciones 
libres  a  los  actos  pecaminosos  no  hay 
más  que  un  paso. 
Tomarse  uno  la  licencia. 

Hacer  por  sí  e  independientemente 
una  cosa,  sin  pedir  el  permiso  o  facul- 
tad que  por  obligación  o  cortesía  se 
necesita  para  ejecutarla. 
LICENCIADO.  —Parecerse  al  licencia- 
do Vidriera. 

Tipo  creado  por  Cervantes  en  la  per- 
sona del  protagonista  de  la  novela  a 
que  dio  igual  título,  y  con  el  cual  se 
significa  una  persona  nimiamente  alfe- 
ñicada, tímida  y  quejumbrosa. 
LICITO.  —  No  es  licito  hacer  un  mal  por- 
que de  él  se  siga  un  bien. 

Regla  de  conducta  moral  basada  en  la 

ley  natural  y  sancionada  por  la  divina. 

LID. — Habido  en  buena  lid. — V.  Habido  en 

buena  guerra. 
LIEBRE.  —  A  la  liebre  corredora,  la  esco- 
peta prevenida . 

Indica   que   no  debe  uno  dormirse 
cuando  tiene  que  tratar  con  personas 
astutas,  a  fin  de  no  ser  engañado. 
Coger  una  liebre. 

Dar  una  costalada . 
Comer  uno  liebre. 

Ser  cobarde. 
Correr  como  una  liebre. — V.  Correr  como, 

o  más  que,  un  gamo. 
Después  de  liebre  ida,  palos  en,  o  azotan, 
la  cama. 

Satiriza  a  los  que  acuden  a  remediar 
un  daño  cuando  éste  ya  está  hecho. 
Donde  menos  se  piensa,  salta  la  liebre. 
Da  a  entender  el  suceso  repentino 
de  las  cosas  que  menos  se  esperaban. 
El  que  sigue  la  liebre,  ése  la  mata. 

La  perseverancia  es  la  mejor  garan- 
tía de  buen  éxito  en  cualquiera  em- 
presa.—  Dícese  también  simplemente: 
El  que  la  sigue  la  mata. 


LIENDRE 


—  526  — 


LIGERO 


Es  liebre  corrida  y  sabe  las  sendas. 

Dícese  de  la  persona  que  por  su  edad 
y  práctica  de  la  vida  tiene  experiencia 
suficiente  para  salir  de  un  mal  paso. 
La  liebre  del  cubil  sácala  la  comadreja. 
El  que  está  predestinado  que  ha  de 
concluir  a  mano  de  sus  enemigos,  por 
mucho  que  se  oculte,  éstos  le  irán  a 
buscar  hasta  lo  más  recóndito. 
La  liebre  y  la  ramera,  cabe  la  vereda. 
Quiere  decir  que  ambas  se   hallan 
siempre  escondidas  junto  al  camino. 
Levantar  la  liebre. — V.  Levantar  la  caza. 
Levanta  la  liebre  para  que  otro  ?nedre. 
Aplícase  a   aquel   que   sugiere  una 
idea,  poniéndola  otro  en  práctica  y  re- 
cogiendo, por  tanto,  el  fruto. 
Más  cobarde  que  u?ia  liebre. 

Punto  de  comparación  basado  en  que 
este  animalito,  lejos  de  hacer  frente  al 
peligro,  sólo  con  que  vea  una  sombra, 
corre  que  se  las  pela. 
Más  ligero  que  una  liebre,  o  que  u?i  gamo. 
Dícese  del  que  corre  con  suma  velo- 
cidad. 
Más  medroso  que  una  liebre. 

Sumamente  asustadizo,  como  sucede 
a  este  animal,  que  sólo  el  ruido  de  una 
hoja  que  cae  o  se  mueve  agitada  por  el 
viento,  es  motivo  sobrado  para  atemo- 
rizarlo y  ponerlo  en  precipitada  fuga. 
Seguir  la  liebre. 

Continuar  averiguando  o  buscando 
alguna  cosa  por  la  señal  o  indicio  que 
de  ella  se  tiene. 
f  Tú  liebre,  y  vas  de  caza} — V.  Tú  que  no 

puedes,  llévame  acuestas. 
Las  liebres  son  para  los  cazadores. 

Indica  que  no  se  entremeta  nadie  en 
terreno  que  no  le  compete. 
Si  así  corres  como  bebes,  vamonos  a  liebres. 
Aplícase  a  los  amigos  exagerados  del 
zumo  de  la  uva. 
LIENDRE. — Cascarle,  o  machacarle,  a  uno 
las  liendres. 

Aporrearle,  darle  de  palos.  -  Argüir- 
le  o  reprenderle  con  vehemencia. 
LIENZO. — ídem  de  lienzo. 

Frase  jocosa  empleada  para  significar 
la  repetición  de  alguna  cualidad,  mate- 
ria, suceso,  escrito,  etc. 
Lienzo  que  pasa  del  ombligo,  lienzo  per- 
dido. 

Zahiere  jocosamente    a   los   que  se 


conducen  con  escasez  y  miseria  en  la 
ejecución  de  ciertas  cosas,  en  vez  de 
echar  por  largo,  so  pretexto  de  ser 
un  despilfarro  aquello  que  se  gasta  en 
lo  que  no  cae  bajo  la  jurisdicción  de 
la  vista. 
LIGA. — Hacer  uno  buena,  o  mala,  liga  con 
otro. 

Convenir,  o  no,  con  él  por  sus  con- 
diciones. 
LIGERO.  —  El  que  cree  de  ligero,  es  un 
majadero. 

Aconseja  que  no  se  dé  crédito  a  las 
cosas  hasta  después  de  haberse  cercio- 
rado de  si  son  ciertas  o  no. 
Es  ligero  el  tiempo,  y  no  hay  barranco  que 
le  detenga. 

Manifiesta  la  rapidez  con  que  trans- 
curre la  vida. 
Ligero,  como  el  ave  de  San  Lucas. 

Se  dice  irónicamente  de  toda  perso- 
na o  cosa  sumamente  pesada,  aludien- 
do al  buey  o  toro  alado  que  se  suele 
colocar  en  las  estampas  al  lado  de  este 
evangelista,  como  tipo  o  emblema  suyo, 
tomado  de  una  visión  de  Ecequiel  en 
el  capítulo  I  de  su  Profecía. 
Más  ligero  que  el  mismo  viento. 

Comparación  basada  en  la  rapidez 
del  aire. 
Más  ligero  que  una  veleta. 

Aplícase  a  toda  persona  inquieta  o 
voluble,  por  la  facilidad  con  que  gira 
la  veleta  a  cualquier  aire  que  sopla. — 
Algunos  suelen  decir:  Más  ligero  que 
veleta  en  marzo,  aludiendo  a  lo  comba- 
tido que  suele  ser  este  mes  por  todos 
los  vientos. 
Más  ligero  que  veleta  en  marzo. — V.  Más 

ligero  que  una  veleta. 
No  creer  de  ligero,  ni  volver  los  ojos  al 
son  de  pandero. 

Aconseja  no  aceptar  por  verdadero 
todo  lo  que  se  dice,  ni  dejarse  llevar  de 
aquello  que  impresiona  a  los  sentidos. 
Quien  de  ligero  promete,  despacio  se  arre- 
piente. 

Antes  de  hacer  un  ofrecimiento,  es 
conveniente  ver  si  se  podrá  cumplir, 
para  no  quedar  en  ridículo  al  no  po- 
derse volver  atrás.— Así,  galanamente, 
dice  Ercilla: 

«Que  quien  en  prometer  es  muy  ligero, 
proverbio  es  que  despacio  se  arrepiente.* 


LIJA 


527 


LIMOSNA 


LIJA.  —  Parecer  u?ia  lija. 

Aplícase  a  todo  objeto  que  es  áspe- 
ro al  tacto,  como  el  cutis  de  las  manos 
cuando  está  sumamente  tosco,  la  len- 
gua de  los  gatos,  etc. 
LILAO.  —  No  tanto  lilao  con  la  Santa  Li- 
laula. 

No   deben  ensalzarse  demasiado  las 
virtudes  de  una  cosa,  porque  a  fuerza 
de  elogiarlas  se  la  hace  desmerecer. 
LILIPUTIENSE.  —  Parecer  un  lilipu- 
tiense. 

Se  designa  con  esta  frase  jocosamen- 
te al  hombre  que  es  por  extremo  pe- 
queño y  endeble,  con  alusión  a  los  per- 
sonajes fantásticos  de  Liliput,  que,  do- 
tados de  estas  cualidades,  imaginó  el 
novelista  inglés  Swift  en  sus  Viajes  de 
Gulliver. 
LIMA.  —  Aunque  la  lima  muerde,  alguna 
vez  se  le  quiebra  el  diente. 

Dícese  de  los  maldicientes,  a  quie- 
nes no  deja  de  ocurrir  en  ocasiones  el 
encontrar  quien  ponga  un  correctivo  a 
sus  procacidades. 
La  lima  lima  a  la  lima. 

Los  hombres  de  igual  acción  y  poder 
ejercen  gran  influencia  entre  sí. — Véa- 
se No  hay  peor  cuña  que  la  de  la  misma 
madera. 
Parecer  tma  lima  sorda. 

Dícese  de  todo  gasto  continuado  e 
imperceptible,  como  también  de  toda 
persona  que  no  cesa  de  estar  repitien- 
do por  lo  bajo  una  misma  especie  o  so- 
licitud, con  alusión  a  la  lima  que  lleva 
este  nombre,  por  causar  su  efecto  en 
términos  tales  que  apenas  produce 
ruido  cuando  funciona. 
Ser  áspero  como  una  lima.  —  V.  Parecer 
una  lija. 
LIMA.  —  Esto  si,  esto  sí  que  no  paso'  en  Li- 
ma, sino  en  Potosí. 

Dícese  para  indicar  que  no  creemos 
que  una  cosa  ocurrió  tal  como  nos  la 
cuentan. 
Lima  es  cielo  de  mujeres,  purgatorio  de 
hombres  e  infierno  de  borricos. 

Alude,  en  el  último  extremo,  a  que 
los  arrieros  llevan  corriendo  las  caba- 
llerías por  dentro  de  la  población,  a 
fuerza  de  palos,  con  lo  cual  van  atro- 
pellando  a  los  transeúntes.  Los  dos  pri- 
meros son  fáciles  de  comprender,  sa- 


biendo que  las  mujeres  peruanas,  y  en 
especial  las  de  la  capital,  tienen  fama 
de  ser  muy  bonitas. 
No  te  estima  bien,  ¡oh  Lima!,  quien  no  te 
ve  y  te  contempla. 

Contra  los  que,  por  sólo  oídas,  for- 
man un  concepto  erróneo  de  alguien  o 
de  algo,  especialmente  si  el  tal  juicio 
es  desfavorable. 
LIMBO.  —  Estar  en  el  Limbo. 

Estar  distraído,  alelado,  embobado, 
y  por  lo  tanto  indiferente  a  todo  lo  que 
sobreviene  u  ocurre  en  derredor  de 
aquel  a  quien  se  aplica  dicha  frase,  con 
alusión  a  las  almas  de  los  finados  que 
van  a  parar  al  Limbo,  cuyo  estado  con- 
siste en  no  sufrir  pena  ni  disfrutar  de 
gloria. 
LIMOSNA.  —  Dar  en  limosna  al  pobre  los 
pies  del  puerco  hurtado. 

Alúdese  a  los  que  aplican  a  fines  be- 
néficos parte  de  los  bienes  mal  adqui- 
ridos, por  juzgar  que  Dios  tendrá  más 
benevolencia  al  imponer  el  castigo  con- 
cerniente. Más  claro  :  un  medio  muy 
delicado  de  convertirlo  en  cómplice  de 
la  mala  acción. 
No  hay  cosa  tan  sabrosa  cotno  comer  de 
limosna. 

Porque  no  ha  costado  trabajo  alguno 
el  ganarlo;  pero  es  bastante  más  hon- 
roso no  tener  que  deber  a  la  caridad 
lo  que  uno  se  puede  agenciar  con  su 
labor. 
Pide  limosna:  el  francés,  llorando;  el  ita- 
liano, cantando,  y  el  español,  regañando. 

Expresa  el  carácter  de  cada  uno  de 
estos  pueblos. — Cadalso,  en  sus  Cartas 
marruecas,  termina  la  trigésima  octava 
con  una  variante  que  nos  gusta  menos 
que  la  apuntada,  diciendo  :  El  alemán 
pide  limosna  cantando;  el  francés,  llo- 
rando, y  el  español,  regañando. 
¡  Una  limosna  para  este  pobre  calderero ? 
que  le  sobró  la  vida  y  le  faltó  el  dinero! 

Cuéntase  de  cierto  calderero  que, 
habiendo  hecho  algunos  ahorros,  de- 
terminó comérselos  tranquilamente, 
después  de  haberse  echado  estas  cuen- 
tas :  «Tengo  ochenta  años  y  dos  mil 
duros;  ¿qué  me  puede  quedar  de  vida;1 
A  lo  sumo,  diez  años.  Pues  a  razón  de 
cuatro  mil  reales  que  anualmente  in- 
vierta en  mis  necesidades,  me  los  como 


LIMPIA 


-  528  - 


LINCE 


alegremente  y  cumplo  mis  deseos  de 
no  dejar  nada,  o  dejar  lo  menos  posi- 
ble, a  la  hora  de  mi  muerte.»  Pero  sa- 
liéronle fallidos  sus  cálculos,  pues  en 
lugar  de  diez  vivió  veinte  años  más  de 
lo  que  se  prometía.  Entonces  se  vio 
obligado  a  implorar  la  caridad  pública, 
pronunciando  las  palabras  susodichas. 
LIMPIA.  —  Estar  alguna  cosa  tan  limpia 
que  parece  que  tío  ha  pecado. 

Manera  de  ponderar  la  limpieza  de 
una  cosa  jugando  del  vocablo  limpio 
(de  conciencia)  y  limpio  (exento  de  su- 
ciedad, polvo,  etc.). 
La  limpia,  al  harnero,  y  la  sucia,  al  ce- 
dazo. 

A  cada  cual,  según  sus  circunstan- 
cias, debe  empleársele  en  ocupaciones 
diferentes,  pero  adecuadas  a  su  modo 
de  ser. 
Todas  las  cosas  son  limpias  y  honestas  a 
los  que  limpia  y  santamente  las  tratan. 

Indica  que  según  la  manera  de  expre- 
sar las  cosas,  así  parecen  éstas  pecami- 
nosas o  inocentes. — La  malicia  humana 
suele  ver  pecado  en  donde  no  existe, 
bien  en  las  palabras,  bien  en  las  obras. 
LIMPIEZA.  —  La  limpieza  es  la  nodriza 
del  amor. 

Si  se  toma  en  sentido  psicológico,  el 
verdadero  amor  comienza  por  la  casti- 
dad; si  se  considera  fisiológicamente, 
todo  el  mundo  sabe  que  no  hay  nada 
que  entibie  tanto  el  cariño  como  el  ver 
sucia  a  la  persona  amada. 
La  limpieza  es  siempre  buena,  menos  en 
el  bolsillo. 

Refrán  inventado  seguramente  por 
algún  desheredado  de  la  fortuna,  tan 
filosófico  y  verdadero  como  hijo  de  un 
criterio  hambriento. 
LIMPIO.  —  Jugar,  o  no  jugar,  limpio. 

Hacer  una  cosa  sin  emplear  trampas 
ni  engaños. 
Jugar  limpio  y  sin  daño  de  barras.  — 

V.  Jugar,  o  no  jugar,  limpio. 
Limpio  de  polvo  y  de  paja. 

Carecer  de  una  cosa  en  absoluto. 
Sacar  en  limpio. 

Deducir  naturalmente  de  los  princi- 
pios anteriormente  expuestos. 
Ser  uno  limpio  como  el  agua. 

Grado  ponderativo  de  la  limpieza  de 
una  persona;  realmente,  no  cabe  mayor 


exageración,  pues  siendo    el    agua  la 
que  limpia,  y  comparándose  con  ella, 
tiene  que  ser  tan  limpia  como  el  agua, 
pero  no  se  puede  ser  ya  más. 
LIMPIÓN.  —  Date  un  limpión. 

Frase  proverbial  con  que  se  significa 
a  alguno  que  no  logrará  lo  que  desea. 
De  aquí  vino  :  Limpíate  la  boca,  que  la 
tienes  de  huevo. — Limpión  es  voz  aumen- 
tativa en  apariencia  y  diminutiva  en 
realidad. 
LINAJE.  —  A  nadie  le  averiguan  su  linaje 
hasta  que  quiere  averiguar  el  ajeno. 

Recomienda  la  prudencia  en  el  trato 
con  las  personas,  no  tomándose  más 
confianzas  que  las  que  se  le  den,  para 
evitarse  que,  a  la  recíproca,  se  las  to- 
men luego  con  nosotros,  tocando  a  ve- 
ces en  cosas  que  quisiéramos  tener 
ocultas  por  razones  particulares. 
El  mejor  linaje,  el  que  tiene  menos  mu- 
jeres. 

Porque  de  los  hombres  se  puede  es- 
perar que  hagan  más  con  el  fin  de  au- 
mentar las  glorias  de  sus  antepasados, 
por  tener  más  ocasiones  que  las  muje- 
res para  ello. 
No  hay  linaje  en  el  mundo,  por  bueno  que 
sea,  que  no  tenga  algún  dime  y  direte. 

Siendo  la  genealogía  de  un  individuo 
de  tal  extensión,  como  que  llega  hasta 
nuestros  comunes  padres  Adán  y  Eva, 
puede  asegurarse  que  no  habrá  uno 
que  se  halle  limpio  de  la  más  pequeña 
mancha. 
Ser  el  linaje  de  alguno  de  los  Cachopines 
de  Laredo. 

Se  aplica  al  que  alardea  de  descen- 
der de  personas  esclarecidas,  cuando 
en  realidad  su  origen  es  humilde  o 
poco  conocido. 
Dos  linajes  solos  hay  en  el  mundo,  que 
son  :  el  tener  y  el  no  tener. 

La  riqueza  es  el  escudo  de  armas 
que  más  se  considera  en  sociedad.  No 
es  de  hoy  :  Cervantes  lo  apunta  como 
cosa  corriente,  y  ya  han  pasado  más  de 
tres  siglos. 
LINCE.  —  Ser  un  lince. 

Dícese  de  la  persona  de  vista  o  en- 
tendimiento muy  perspicaz,  con  alusión 
a  la  creencia  en  que  se  hallaban  los  an- 
tiguos de  que  este  animal  tenía  los  ojos 
muy  penetrantes. 


LINDA 


—  529  — 


LOBA 


LINDA.  —  El  hurtar  es  cosa  linda,  si  col- 
gasen por  la  pretina. 

Indica  que  se  harían  muchas  cosas  si 
no  tuviesen  sus  quiebras. 
Qué  linda  cosa  es  el  hurtar,  si  fuera  por 
los  cintos  el  colgar.  — V.  El  hurlar  es  cosa 
unda,  si  colgasen  por  la  pretina. 
LINDERO.  —  Con  linderos  y  arrabales. 
Se  usa  cuando  alguien  refiere  alguna 
cosa  por  extenso  o  con  demasiada  pro- 
lijidad, contando  todas  sus  circunstan- 
cias y  menudencias. 
LÍNEA.  —  Apartar  la  linea  del  punto. 

Desviar  la  espada  de  la  postura  del 
ángulo  recto,  que  es  donde  está  el  me- 
dio de  la  postura  del  brazo. 
Correr  la  linea. 

Recorrer  los  puestos  que  forman  la 
de  un  ejército. 
La  linea  recta  es  la  más  corta  de  todas. 
Este  enunciado,  que  no  debe  ser  en- 
tendido así  en  absoluto,  sino  con  rela- 
ción a  determinada  distancia  (pues  de 
lo  contrario,  podría  suceder  que  una 
línea  curva  resultase  menor  que  una 
recta),  denota  en  el  lenguaje  usual  que 
para  llegar  pronto  y  bien  al  resultado 
que  uno  se  propone,  lo  más  acertado 
es  irse  en  derechura  al  objeto  capital 
del  asunto  y  no  andarse  en  rodeos  ni 
digresiones. 
7 ir ar  por  linea  recta. 

Tirar  a  un  objeto  que  está  dentro  de 
la  puntería  o  alcance  de  un  cañón,  an- 
tes que  insensiblemente  descienda  la 
bala  y  pierda  la  línea  recta. 
Echar,  o  tirar,  lineas. 

Discurrir  trazas,  poner  en  juego  los 
medios  conducentes  al  logro  de  lo  que 
se  desea. 
LINO.  —  El  lino  cabe  el  fuego  malo  es  de 
guardar.  —  V.  El  hombre  es  fuego;  la 
mujer,  estopa,  etc. 
Siembra  en  creciente,  arranca  en  menguan- 
te y  tendrás  un  lino  como  un  bramante. 
Usase  en  las  montañas  de  Santander. 
Creo  que  huelga  la  explicación,  por  es- 
tar demasiado  clara. 
LIORNA.  —  Ser  una  Liorna. 

Dícese  de  todo  paraje  donde  reina 
gran  confusión  y  algazara,  con  alusión 
al  movimiento  que  por  su  excesivo  co- 
mercio con  el  Levante  tiene  aquella 
ciudad  de  Toscana,  cuyo  puerto  sobre 


el  Mediterráneo  es  uno  de  los  más  con- 
curridos del  mundo. 

LIRÓN.  —  Dormir  como  un  lirón,  o  más 
que  un  lirón. 

Dormir  profundamente,  en  términos 
tales  de  no  despertar  con  facilidad,  alu- 
diendo al  lirón,  que  pasa  el  invierno 
escondido  debajo  de  tierra,  en  un  esta- 
do como  de  letargo  o  adormecimiento. 

LISBOA.  —  Quien  no  vido  a  Lisboa,  no 
vido  cosa  boa. 

Es,  sin  duda,  una  manifestación  de 
entusiasmo  de  algún  portugués  por  la 
capital  de  su  nación. 

LISONJA.  —  Lisonjas  en  boca  de  embaja- 
dor tienen  mal  sabor. 

Enseña  a  desconfiar  de  la  persona 
que  comienza  halagando,  pues  no  cabe 
duda  de  que  trae  malas  intenciones 
ocultas. 

LISTA.  —  Andar  listas  las  armas  de  San 
Esteban. 

Andar  a  pedradas. 

LISTO.  —  Al  más  listo  se  la  pegan. 

Aconseja  que  no  se  confíe  demasia- 
do, creyendo  que  no  hay  nadie  capaz 
de  burlarse  de  uno,  por  estar  siempre 
sobre  aviso. 
Pasarse  de  listo. 

Exponerse  a  fracasar,  o  fracasar  de 
hecho  en  su  intento.  —  Cometer  algún 
desacierto  o  imprudencia  por  exceso 
sumo  de  precaución,  diligencia,  celo  o 
sagacidad.  —  V.  Todo  extremo  es  vicioso, 
o  En  un  término  medio  consiste  la  virtud, 
o  Tanto  se  peca  por  carta  de  más  cojuo 
por  carta  de  menos. 

LITERATURA.-^  Literatura,  el  ase- 
sinato disculpa  el  robo. 

El  que  copia  de  un  modo  disimulado 
o  imita  al  vivo  la  producción  ajena  para 
mejorarla  notablemente,  es  digno  de 
perdón.  —  Es  pensamiento  que  se  atri- 
buye a  Dumas. 

LITIGANTE.—  Todo  litigante  debe  tener 
paciencia  y  mala  intención. 

Con  la  gente  de  curia  no  se  debe 
proceder  con  inocencia,  para  no  verse 
envuelto,  y  no  desesperarse  porque  el 
asunto  no  se  resuelva  pronto. 

LOAR.  — El  que  se  loa  se  enloda.  —  V.  La 
alabanza  propia  envilece. 

LOBA.  —  Ducha  es  la  loba  de  la  soga. 

El  que  ha  experimentado  algún  daño 
34 


LOBO 


530  — 


LOBO 


no  puede  olvidar  la  ocasión  o  sitio  en 
que  se  lo  produjo. 

Lo  que  la  loba  hace,  al  lobo  le  aplace.  — 
V.  El  lobo  y  la  vulpeja,  ambos  son  de 
una  conseja. 
LOBO.  —  Cada  lobo  en  su  senda,  y  cada 
gallo  en  su  muladar. 

Manifiesta  que  cada  uno  debe  ocupar 
el  sitio  que  le  corresponde.  —  Aplícase 
a  los  aficionados  a  entremeterse  donde 
no  los  llaman. 

Cada  lobo  por  su  senda. 

Recomienda  que  cada  uno  marche 
por  su  camino,  sin  ocuparse  de  lo  que 
los  demás  hacen. —  Es  una  variante  del 
anterior. 

Coger  uno  un  lobo.  —  V.  Pillar  tm  lobo. 

Comer  como  un  lobo. 

Se  dice  de  la  persona  que  es  de  gran 
voracidad,  por  la  que  distingue  a  este 
animal  carnicero. 

Con  un  lobo  no  se  mata  otro;  —  V.  Un 
lobo  a  otro  no  se  muerden. 

Cuando  el  lobo  da  en  la  dula,  ¡guay  de 
quien  no  tiene  más  que  una! 

Aquel  que  tiene  pocos  bienes  que 
perder,  al  primer  contratiempo  se  que- 
da por  puertas. 

Cuando  el  lobo  quiere  hurtar,  lejos  de 
casa  va  a  cazar.  — V.  El  lobo,  do  se  halle, 
daño  no  hace. 

De  lo  contado  come  el  lobo.  Algunos  aña- 
den :  y  anda  gordo. 

Por  más  que  se  cuide  de  guardar  al- 
guna cosa,  no  siempre  se  logra  su  segu- 
ridad. 

Del  lobo ,  un  pelo.  Algunos  añaden:  aun- 
que sea  de  la  frente,  o  y  ése,  de  la  cola. 

Recomienda  que  se  tome  del  mez- 
quino aquello  que  quiera  dar,  conside- 
rando que  todo  es  ganancia. 

Desollar  uno  el  lobo.  —  V.  Desollar  la 

ZORRA. 

Dormir  uno  el  lobo. 

Dormir  mientras  dura  la  borrachera. 

El  lobo  de  amaño,  donde  mora  tw  hace 
daño.  —  V.  El  lobo,  do  se  halle,  daño  no 
hace. 

El  lobo,  do  se  halle,  daño  no  hace. 

Los  malvados  procuran  hacer  sus  fe- 
chorías en  parajes  lejanos  de  aquel  en 
que  habitan,  con  el  fin  de  no  ser  fácil- 
mente conocidos  o  descubiertos.  —  La 
forma  antigua  de  este  refrán  es :  El  lobo, 


do  mane,  daño  no  hace,  haciendo  tribu- 
tario al  verbo  manir  con  la  significa- 
ción de  morar,  residir  o  vivir,  caída  en 
desuso  siglos  ha  y  derivada  del  latino 
manere. 

El  lobo  es  en  la  conseja. 

«Dicen  los  naturalistas  que  cuando 
el  lobo  ve  primero  al  hombre,  le  quita 
la  habla.  De  aquí  tomó  origen  el  vulgar 
proverbio  o  refrán  El  lobo  es  en  la 
conseja,  cuando  estamos  hablando  de 
uno  y  él  llega;  porque  con  su  llegada 
nos  hace  callar,  que  no  se  hable  más 
del.»  (Juan  Fernández  de  Idiáquez,  Églo- 
gas de  Virgilio,  citado  por  Gallardo  en 
el  Ensayo  de  una  biblioteca  española  de 
libros  raros  y  curiosos.) 

El  lobo  hace  entre  semana  por  que  el  do- 
mingo no  vaya  a  misa. 

El  que  es  malo  de  suyo,  apela  siem- 
pre a  algún  subterfugio  para  evadirse 
de  hacer  el  bien. 

El  lobo  no  come  carne  de  lobo.  —  V.  Un 
lobo  a  otro  no  se  muerden. 

El  lobo  no  hace  carne  cerca  de  donde 
yace.  —  V.  El  lobo,  do  se  halle,  daño  no 
hace. 

El  lobo  y  la  vulpeja,  ambos  son  de  una 
conseja. 

Los  malos  se  aunan  y  convienen  fácil 
y  prontamente  para  todo  aquello  que 
pueda  perjudicar  a  los  demás. 

El  lobo  viejo  a  la  tarde  aulla. 

El  que  tiene  una  costumbre,  aunque 
pase  mucho  tiempo,  no  deja  de  dar  se- 
ñales de  ella. 

Eso  es  como  el  que  logra  cabeza  de  lobo. 
Se  dice  del  que  se  aprovecha  de  la 
ocasión  en  beneficio  propio,  aludiendo 
al  que  ha  cogido  un  lobo,  que  va  por 
los  pueblos  enseñando  la  cabeza  del 
lobo  muerto,  y  sacando  dinero  a  los  ve- 
cinos por  haber  librado  aquellos  con- 
tornos de  los  estragos  de  semejante 
fiera. 

Esperar  del  lobo  carne. 

Esperar  algo  de  quien  todo  lo  quiere 
para  sí. 

Estar  obscuro  como  boca  de  lobo. 

Se  aplica,  por  lo  común,  a  la  noche 
cerrada  y  a  la  habitación  lóbrega,  con 
alusión  al  color  sumamente  obscuro 
que  tiene  por  dentro  la  boca  de  aquel 
animal. 


LOBO 


—  S3i  — 


LOCO 


Hacer  al  lobo  despensero. 

Equivale  a  confiar  a  una  persona  el 
cuidado  de  una  cosa  de  la  cual  se  sabe 
no  ha  de  responder. 
Juntóse  al  lobo  la  oveja,  y  la  comió  hasta 
la  pelleja. 

Cuando  un  poderoso  se  alia  con  una 
persona  humilde,  siempre  resulta  ésta 
la  víctima  de  aquél. 
Lobo  hambriento  no  tiene  asiento. 

El  que  carece  de  alimento  busca  por 
todas  partes  donde  hallarlo. 
Lobo  tardío  no  vuelve  vacio. 

El  retraso  en  una  cosa  supone  insis- 
tencia hasta  conseguirla. 
Muclio  daño  hace  el  lobo,  mas  también  a 
él  se  lo  hacen.  —  V.  Donde  las  dan  las 
to?nan. 
Muda  el  lobo  los  dientes,  y  no  las  mientes. 
Los  que  son  malos  por  naturaleza, 
aunque  crezcan  en  edad,  no  suelen  mu- 
dar de  carácter. 
No  hace  tanto  el  lobo  en  un  año  como  paga 
en  una  hora. 

El  que  después  de  hacer  muchas  fe- 
chorías cae  en  poder  de  la  Justicia,  pur- 
ga con  el  castigo  inmediato  los  delitos 
anteriores. 
Pierde  el  lobo  los  dientes,  mas  no  las 
mientes. 

Dícese  de  aquellos  que  aun  en  la  ve- 
jez se  complacen  en  seguir  la  vida  liber- 
tina que  llevaron  en  su  juventud. 
Pillar  uno  uti  lobo. 

Una  de  tantas  maneras  como  en  cas- 
tellano significamos   la  acción  de  em- 
briagarse. 
Quien  al  lobo  envía,  carne  espera. 

Manifiesta  que  por  la  clase  del  emi- 
sario que  se  nos  envía,  podemos  dedu- 
cir las  intenciones  que  trae. 
Salir  al  lobo  al  catnino,  como  la  gansa  de 
Cantimpalos. 

Aplícase  a  aquellos  que  neciamente 
se  meten  en  el  peligro  en  lugar  de  re- 
huirlo. 
Soltar  al  lobo  entre  las  ovejas.  —  V.  Ha- 
cer al  lobo  despensero. 
Tener  el  lobo  por  los  orejas. 

«Refrán  antiguo  es:  Tener  el  lobo  por 
las  orejas.  Lo  qual  dicho  por  aquellos 
que  estando  puestos  entre  dos  estre- 
naos no  saben  qué  hazerse.  Esto  puedo 
yo  dezir  eneste  lugar,  donde  veo  que 


me  tiene  puesto  mi  buen  desseo  entre 
la  puerta  (como  dizen)  y  la  pared. » 
(Juan  Justiniano,  Instruction  de  la  ?nu- 
ger  christiana,  traducción  del  original 
de  Luis  Vives,  un  volumen  en  4.0,  letra 
gótica,  Alcalá  de  Henares,  1529.) 
Un  lobo  a  otro  no  se  muerden. 

Las  personas  que  tienen  iguales  in- 
clinaciones o  defienden  los  mismos  in- 
tereses, se  tapan  mutuamente  sus  de- 
fectos.— La  Academia  no  dio  cabida  en 
su  Diccionario  a  este  refrán  hasta  la 
cuarta  edición,  pero  incurriendo  en  la 
falta  de  escribir  muerde,  en  singular,  lo 
cual  continuó  hasta  la  novena  inclusi- 
ve. En  las  cinco  sucesivas  lo  ha  enmen- 
dado escribiendo  muerden,  como  lo  exi- 
ge la  propiedad. 
Dos  lobos  a  un  cam,  bem  o  comerán. 

Refrán  gallego  que  indica  la  seguri- 
dad que  pueden  tener  de  salir  victorio- 
sos los  que  atacan  a  un  inferior  con 
fuerzas  duplicadas. 
El  que  mal  ha  de  haber,  a  su  puerta  le  co- 
men lobos. 

Cuando  está  de  Dios  que  ocurra  una 
cosa,  no  vale  oponerse  a  ello. 
Quien  con  lobos  anda,  a  aullar  se  enseña. 
Explica  el  poderoso  influjo  que  tie- 
nen las  malas  compañías  para  perver- 
tir a  los  buenos. 
Ser  lobos  de  una  carnada,  o  de  una  misma 
carnada. 

Se  aplica  a  las  personas  que  por  te- 
ner unos  mismos  intereses  o  inclinacio- 
nes no  se  hacen  daño  unas  a  otras. — 
Tómase,  por  lo  común,  en  mala  parte. 
Siete  lobos  y  la  madre,  y  rabia  que  la  mate. 
Maldición  o  imprecación  que  se  diri- 
ge a  alguno. 
LOCA.— La  loca  lo  iañey  lo  saca  a  la  calle- 
Expresa  que  la  mujer  sensata  oculta 
las  faltas  o  los  disgustos  domésticos,  al 
paso  que  la  que  no  lo  es  los  abulta  y 
publica. 
LOCO.  -  ^4/loco_y  al  aire,  darle  calle. 

Deben  evitarse  contiendas  con  per- 
sonas de  genio  violento  e  inconside- 
rado. 
^4/ loco  y  al  fraile,  darle  aire.  — V.  Al  loco 

y  al  aire,  darle  calle. 
Burlaos  con  el  loco  en  casa,  burlará  co?i 
vos  en  la  plaza. 

Si  se  le  da  ocasión  al  indiscreto  para 


LOCO 


—  532 


LOCO 


que  se  burle,  tome  confianzas  o  chancee 
con  alguno  en  privado,  lo  hará  tam- 
bién, cuando  uno  no  quiera,  ni  deba 
consentirlo,  en  parajes  públicos. 
Cada  loco  con  su  tema.  Algunos  añaden  : 
y  cada  lobo  por  su  senda. 

Explica  la  tenacidad  y  apego  que 
cada  uno  tiene  a  su  propio  dictamen  y 
opinión,  a  igual  que  los  locos,  que  por 
lo  regular  disparatan  siempre  sobre 
aquello  que  les  ocasionó  la  locura. 
Come  poco  y  cena  más  poco,  y  dormirás  como 
loco.  —  V.  Come  poco,  cena  más,  duerme 
en  alto  y  vivirás. 
El  loco,  por  la  pena  es  cuerdo. 

El  modo  de  corregir  los  vicios,  aun 
de  aquellos  que  carecen  de  razón,  es  el 
castigo. 
Estar,  o  ser,  loco  de  atar. 

Se  dice  de  la  persona  que  en  sus  ac- 
ciones procede  como  loca. 
Es  un  loco  quien  su  mal  echa  a  otro. — 
V.  No  hace  poco  quien  su  mal  echa  a  otro. 
Goza  de  tu  poco,  mientras  busca  más  el 
loco. 

Reprende  la  desordenada  fatiga  de 
buscar  los  hombres  lo  que  les  sobra, 
pudiendo  pasar  con  mayor  descanso 
con  lo  que  les  basta  y  ya  poseen. 
La  fortuna  de  un  loco  es  encontrar  con 
otro.  —  V.  Nunca  falta  un  roto  para  un 
descosido. 
Loco  de  los  pies,  que  de  la  cabeza  cual- 
quiera lo  es. 

Dícese  jocosamente  del  que  es  muy 
andarín  o  corredor,  y  más  especialmen- 
te de  aquel  a  quien  se  aplica  el  apodo 
de  bullebulle. 
Lo  que  hace  el  loco,  o  el  necio,  a  la  derre- 
ría, o  a  la  postrer  ¿a,  lo  hace  el  sabio  a  la 
primeria. 

El  necio,  después  de  muchos  desen- 
gaños, y  a  más  no  poder,  tiene  que 
practicar  aquello  mismo  que  el  pru- 
dente y  considerado  ejecuta  con  pre- 
visión desde  un  principio. 
Más  sabe  el  loco  en  su  casa  que  el  cuerdo 
en  la  ajena. 

Se  aplica  a  los  importunos  que  quie- 
ren apurar  los  motivos  secretos  de  la 
conducta  ajena,  enseñándoles  que  en 
los  negocios  propios  más  sabe  aquel  a 
quien  le  pertenecen,  por  poco  que  en- 
tienda, que  el  que  mirándolos  desde 


lejos  se  introduce  a  juzgarlos  sin  cono- 
cimiento. 
Otro  loco  hay  en  Chinchilla. 

Alude  a  que  en  esta  localidad  había 
en  otro  tiempo  un  loco  que  llevaba  un 
palo  con  disimulo  y  apaleaba  a  los  fo- 
rasteros; lo  supo  un  manchego,  y  se  fué 
a  la  plaza  con  un  palo  debajo  de  la  capa, 
y  adelantándose  a  los  propósitos  del 
loco,  le  hizo  huir  a  fuerza  de  estacazos, 
y  al  mismo  tiempo  que  corría,  iba  di- 
ciendo :  /  Cuidado,  que  otro  loco  hay  en 
Chinchilla! 
Quien  mucho  ríe  es  loco. 

Las  personas  acostumbradas  a  reír 
desaforadamente,  no  suelen  ser  repu- 
tadas por  muy  sensatas. 
Ser  ?nás  loco  que  un  habar. 

Creencia  antiquísima  es  que  el  olor 
de  las  habas,  cuando  están  en  flor,  tras- 
torna los  cerebros  débiles;  de  ahí  el 
origen  de  este  proverbio. 
Ser  más  loco  que  una  tahona. 

Aplícase  a  la  persona  poco  reflexiva, 
inquieta  y  voluble. 
Ser  un  loco  de  atar. 

Es  decir,  necesitado  de  que  lo  aten, 
por  comparación  con  los  locos  furio- 
sos, a  quienes  hay  que  aplicarles  la  ca- 
misa de  fuerza.  —  Tiene  el  mismo  signi- 
ficado que  el  refrán  anterior,  aplicándo- 
se no  pocas  veces  en  sentido  cariñoso. 
Ser  un  loco  perenne. 

Dícese  de  la  persona  que  siempre 
está  de  chanza,  así  como  en  sentido 
recto  se  aplica  al  que  en  ningún  tiem- 
po está  en  su  juicio. 
Un  loco  furioso  y  un  celoso,  todo  es  lo 
propio. 

Tanto  el  uno  como  el  otro  son  vícti- 
mas de  la  pérdida  de  la  razón;  de  ahí 
el  símil. 
Un  loco  hace  ciento. 

Expresa  el  poderoso  influjo  que  tie- 
ne el  mal  ejemplo  para  viciar  las  cos- 
tumbres. 
Un  loco  tira  una  piedra  en  el  mar,  y  veinte 
sabios  no  la  pueden  sacar.  —  V.  Más  fá- 
cil es  al  burro  preguntar,  que  al  sabio 
contestar. 
De  locos  atrevimientos  resultan  escar- 
mientos. 

Porque  el  que  se  propasa  de  manera 
indebida,  no  deja  de  llevar  su  merecido. 


LOCURA 


—  533   — 


LOMA 


El  número  de  los  locos  no  tiene  cuento. 
El  desequilibrio  de  las  facultades  es 
tan  general,  que  justifica  el  proverbio. 
Téngase,  sin  embargo,  presente  que  la 
palabra  loco,  en  la  mayoría  de  estos  re- 
franes y  frases,  no  alude  precisamente 
a  la  persona  privada  del  juicio,  sino  a 
aquellos  que  por  no  pensar  rectamen- 
te hacen  las  cosas  sin  fijarse  ni  ver  sus 
consecuencias,  obran  sin  justificación, 
hablan  sin  causa,  etc. 
Los  locos  dan  banquetes  para  los  cuer- 
dos. 

Las  personas  sensatas  se  aprovechan 
no  pocas  veces  de  las  necedades  que 
cometen  los  demás. 
lodos  somos  locos,  los  unos  de  los  otros. 
Indica  que  los  que  se  creen  en  su 
sano  juicio  suelen  cometer  dislates  con 
la  misma  facilidad  que  los  tenidos  por 
faltos  de  razón. 
LOCURA. —  Conocerás  la  locura  en  cantar 
y  jugar  y  correr  la  muía. 

El  hacer  exageradamente  cualquiera 
de  estas  tres  circunstancias  indicadas, 
no  revela  mucha  discreción  en  quien 
lo  ejecuta. 
La  locura  no  tiene  cura.  Algunos  aña- 
den :  y  si  la  tiene,  muy  poco  dura. 

Por  lo  general,  los  temperamentos 
de  las  personas  suelen  estar  tan  arrai- 
gados, que  es  muy  difícil  conseguir  que 
muden  de  ellos  para  siempre. 
No  difiere  la  locura  de  la  ira  sino  en  el 
nombre. 

Cuando  la  ira  nos  arrebata,  nos  hace 
perder  el  juicio. 
Quien  de  locura  etifermó,  tarde  o  nunca 

sano".  —  V.  La  locura  no  tiene  cura. 
Si  la  locura  fuese  dolores,  en  cada  casa 
habría  voces. 

Da  a  entender  que  el  obrar  con  im- 
prudencia es  muy  común. 
LODAZAL.— Al  salir  del  lodazal  te  quie- 
ro, hermano  Pascual. 

El  entrar  en  una  empresa  compro- 
metida es  asunto  fácil;  lo  difícil  es  el 
salir  airoso  de  ella. 
Salir  de  lodazales  y  entrar  en  cenaga- 
les. —  V.  Salir  de  Laguna  y  entrar  en 
Mojados. 
LODO.  —  Sacar  a  alguno  del  lodo. 

Libertarle    y   separarle   de  la   mala 
vida  que  llevaba,  encenagado  en  el  vi- 


cio.—  Colocar  en  buena  posición  social 
al  que  no  poseía  absolutamente  nada. 
Salir  del  lodo  y  caer  en  el  arroyo.  —  Véa- 
se Salir  de  Laguna  y  entrar  en  Mo- 
jados. 
Poner  a  uno  de  lodo,  o  del  lodo. 

Mancharle  con  barro,  materialmente, 
y  en  sentido  figurado,  ensuciar  su  re- 
putación. —  Ofenderle,  denostarle  con 
palabras  injuriosas. 
LOGRERO.  —  Hoy  se  ahorca  un  logrero. 
Dícese  cuando  le  sale  fallida  la  cuen- 
ta a  un  prestamista  o  usurero  por  ha- 
ber tropezado  con  otro  más  listo  que  él. 
LOGRO. — Dar  a  logro  una  cosa. 
Prestarla  o  darla  con  usura. 
LO  JA.  —  De  Loja,  la  que  no  es  puta  es  coja. 
Algunos  añaden:  y  la  que  no  cojea,  ren- 
quea. 

Uno  de  tantos  refranes  como  crea 
la  animadversión  que  se  suelen  tener 
los  pueblos  comarcanos,  y  que,  ge- 
neralmente, no  tienen  justificación  al- 
guna. 
Loja,  flor  entre  espinas. 

Alude  a  la  situación  de  esta  ciudad, 
rodeada  de  una  hermosa  vega  y  encla- 
vada en  las  inmediaciones  de  los  abrup- 
tos terrenos  denominados  los  Infiernos 
de  Loja. 
LOMA. — Ser  más  pillo,  o  más  tuno,  que  una 
loma. 

Pondérase  con  esta  comparación, 
usada  por  lo  regular  en  sentido  desfa- 
vorable, lo  grande  o  excesivo  de  algu- 
na cualidad.  —  De  un  artículo  satírico 
de  Abenamar  (D.  Santos  López  Pele- 
grín),  intitulado  Más  paciencia,  copia- 
mos el  siguiente  párrafo :  «Mucha  es, 
hijos  míos,  la  (paciencia)  que  necesita- 
mos en  estos  tiempos.  No  basta  ya  la 
de  San  Pablo.  La  paciencia  que  este 
santo  aconsejaba  era  paciencia  a  secas; 
ahora  se  necesita  más  paciencia  :  plus- 
quam  patientia  enim  vobis  necessaria  esi; 
y  esto  se  demuestra  muy  fácilmente. 
En  tiempo  del  santo  las  cosas  estaban 
in  statu  quo,  es  decir,  que  todos  eran 
unos  retrógrados  como  lomas;  pero 
como  todo  ha  progresado,  ha  progre- 
sado a  la  par  la  necesidad  de  tener  pa- 
ciencia; y  ved  aquí,  pichoncitos  míos, 
cómo  lo  de  más  paciencia  es  un  verda- 
dero progreso.-" 


LOMBRIZ 


534  — 


LÓPEZ 


LOMBRIZ.— Parecer  una  lombriz.  Algu- 
nos agregan :  de  cano  sucio. 

Se  dice  de  la  persona  que  se  halla 
sumamente  chupada  y  seca. 
LOMO.  —  Cuando  no  tengo  lomo,  de  todo 
como.  —  V.  A  buen  hambre  no  hay  pan 
duro,  o  bazo,  o  malo. 
Jugar  de  lomo. 

Estar  lozano  y  holgado. 
Lomo  descargado. 

Lo  mismo  que  Bocado  sin  hueso;  esto 
es,  provecho  sin  desperdicio. 
Arar  por  lomos. 

Dar  los  surcos  claros  cuando  la  pri- 
mera reja  se  ha  dado  yunta  para  sem- 
brar sobre  los  lomos  y  rajarlos  al  cu- 
brir la  simiente. 
Rajar  los  lomos. 

Llevar  el  arado  por  medio  de  ellos, 
echando  cada  mitad  en  lo  hondo  délos 
surcos  que  están  al  pie. 
Tener  buenos  lomos. 

No  importarle  a  uno  el  peso  del  tra- 
bajo, las  responsabilidades  o  los  rega- 
ños, por  encontrarse  con  suficientes 
fuerzas  para  resistirlo. 
LONDRES.  —  Londres  parece  en  verano 
tienda,  y  en  invierno  co?itienda. 

Lo  primero,  porque  todas  las  perso- 
nas acomodadas  abandonan  la  capital 
para  irse  al  campo,  por  lo  cual  sólo  se 
ven  abiertas  las  puertas  de  los  estable- 
cimientos  comerciales;  y  lo   segundo, 
porque   al    reanudar  sus  sesiones  los 
Tribunales  que  habían  permanecido  en 
suspenso  durante  la  temporada  del  ca- 
lor, se  renuevan  las  reyertas  y  discor- 
dias propias  de  los  litigios. 
LONGANIZA.  —  ¡Atiza,  longaniza!  — 
V.  ¡Aprieta,  resfriado! 
Longaniza  corta  sabrá  más  que  longa. 
Lo  que  está  al  alcance  de  la  mano, 
aunque  de  poco  valor,    presta  mejor 
servicio,  en  ocasiones,  que  lo  más  im- 
portante, cuando  no  podemos  disponer 
de  ello. 
¿Longaniza,  viste  el  fuego}  —  Si  lo  vide, 
no  me  acuerdo. 

Manera  de  indicar  que  una  cosa,  es- 
pecialmente si  se  trata  de  un  manjar, 
está  fría. 
LOOR.  —  Nunca  os  creéis  loores  de  ene- 
migos. 
Si  el  contrario  nos  alaba  es  porque 


le  parece  buena  nuestra  conducta;  lue- 
go si  ésta  es  agradable  para  él,  es  por- 
que es  mala  para  nosotros. 
LOPE.  —  Eso  es  de  Lope. 

Frase  proverbial  usada  en  tiempo  de 
Fr.  Lope  Félix  de  Vega  Carpió  y  aun 
algunos  años  después,  para  ponderar 
lo  primoroso  y  acabado  de  alguna  cosa, 
con  alusión  a  las  producciones  del  Fé- 
nix de  los  Ingenios,  a  la  manera  que  se 
hizo  proverbial  en  Francia  el  decir : 
Cela  est  beau  comme  le  Cid,  con  referen- 
cia al  drama  que  de  dicho  título  com- 
puso Corneille.  En  efecto,  fué  tal  la 
fama  de  que  gozó  el  ilustre  madrile- 
ño, que  puede  asegurarse  que  no  llegó 
nadie  a  igualársele  en  popularidad :  el 
papa  Urbano  VIII  le  escribía  de  su 
puño  y  letra  confiriéndole  el  hábito  de 
San  Juan  y  la  dignidad  de  intendente 
honorario  de  la  Cámara  Apostólica;  el 
rey  hacía  detener  su  carroza  en  la  calle 
para  ver  pasar  a  Lope;  los  transeúntes 
se  paraban  y,  o  le  saludaban  respetuo- 
samente, o  le  señalaban  con  el  dedo, 
diciendo  :¡Ese  es  Lope!,  o  ¡Ahí  va  Lope! 
Los  grandes  se  disputaban  su  trato  y 
amistad.  Las  modas  y  los  objetos  más 
corrientes  llevaban  su  nombre  :  guan- 
tes de  Lope,  peinado  a  lo  Lope,  esencia 
de  Lope.  A  su  muerte,  ocurrida  el  25  de 
agosto  de  1635,  se  suspendieron  todos 
los  negocios,  se  colocaron  paños  negros 
en  todas  las  fachadas  de  las  casas  de 
Madrid,  excediendo  a  toda  pondera- 
ción la  muchedumbre  que  acompañó  al 
féretro  o  formada  en  ala  vio  pasar  el 
cortejo  fúnebre.  Los  funerales  duraron 
nueve  días,  y  a  medida  que  la  noticia 
del  fallecimiento  iba  llegando  a  las  cor- 
tes extranjeras,  acentuábase  el  dolor, 
resonando  en  todas  partes  los  más  ex- 
traordinarios elogios,  porque  la  fama 
de  Lope  fué  universal,  habiéndose  re- 
presentado sus  comedias  hasta  en  el 
serrallo  de  Constantinopla.  Lope  de 
Vega  puede  asegurarse  que  apuró  el 
cáliz  de  la  popularidad  hasta  la  más 
completa  saturación;  bien  es  verdad 
que,  con  todos  sus  defectos,  no  ha  habi- 
do en  el  mundo  más  que  un  Lope  de 
Vega. 
LÓPEZ. —  Esos  son  otros  López.  —  V.  Esa 
es  harina  de  otro  costal. 


LORENZO 


—  535 


LUCHANA 


LrORENZO.  —  i  En  qué  piensas,  Lorenzo? 
—  En  lo  que  pienso,  pienso. 

Dirígese  la  pregunta  al  que  se  halla 
pensativo,  originando  la  correspon- 
diente respuesta,  que,  como  se  ve,  es 
sólo  una  excusa  para  no  declarar  aque- 
llo que  ocupaba  nuestra  imaginación. 
LOSA.  —  Echar  uno  una  losa  encima. 

Asegurar  con  la  mayor  firmeza  que 
guardará  en  secreto  la  noticia  que  se 
le  ha  confiado. 
Echar  a  uno  una  losa  sobre  el  corazón. 
Causarle  una  grave  pesadumbre  que 
le  abruma  y  acongoja. 
Poner  uno  una  losa  encima.  —  V.  Echar 
uno  una  losa  encima. 
LOTERÍA.  —  Caerle  a  uno  la  lotería. 

Verse  obligado  a  sufrir  alguna  moles- 
tia o  trabajo.  —  Aplícase  irónicamente. 
Eso  es  como  el  que  saca,  sin  haber  echado, 
a  la  lotería. 

Dícese  del  que  obtiene  algún  seña- 
lado beneficio  casualmente  y  sin  haber 
puesto  los  medios  conducentes  a  ad- 
quirirlo. 
No  Juay  mejor  lotería  que  el  trabajo  y  la 
economía. 

Siendo  muy  problemáticas  las  ganan- 
cias que  con  la  lotería  se  suelen  obte- 
ner, y  seguros  los  ahorros  que  se  con- 
siguen con  el  trabajo,  recomienda  que 
no  se  confíe  en  el  juego  si  se  quiere 
salir  de  pobre. 
LOZA.  —  Ande  la  loza. 

Da  a  entender  el  bullicio  y  algazara 

que  suele   haber  en    algún    concurso 

cuando  la  gente  está  contenta  y  alegre. 

LOZANO.— Andar  más  lozano  que  pavón 

en  floresta. 

Aplícase  a  los  que  marchan  tiesos  y 
orgullosos,  comparándolos  con  los  pa- 
vos en  el  campo. 
LUARCA.  —  En  Luarca  y  Cudillero,  las 
mujeres  beben  primero. 

(«El  asturiano.  Luarca  y  Codillero, 
dos  lugares  de  Galicia»),  según  Hernán 
Núñez.  No  tengo  noticia  de  más  Luar- 
ca que  la  villa  de  este  nombre  que  hay 
en  Asturias.  Tocante  a  Codillero,  es 
vocablo  que  no  encuentro  en  ningún 
diccionario  geográfico,  y  sí  Cudillero, 
igualmente  villa  asturiana.  Y  respecto 
a  que  las  mujeres  beban  allí  antes  que 
los  hombres,  antójaseme  que  es  prác- 


tica que  se  observa  y  observará  siem- 
pre en  cualquiera  parte  donde  exista 
siquiera  una  pizca  de  educación,  la  cual 
nunca  resultó  desmentida  en  la  perso- 
na de  los  descendientes  de  Pelayo. 
LUCAS.  —  Ser  corrió  Lucas  Gómez,  que  él 
se  lo  guisa  y  él  se  lo  come.  —  V.  Juan  Pa- 
lomo :  yo  me  lo  guiso  y  yo  me  lo  corno. 
Vino  Lucas  Gómez. 

Modo  jocoso  de  dar  a  entender  que 
se  ha  echado  a  perder  aquello  que  se 
estaba  haciendo  o  se  traía  entre  manos. 
Es  un  juego  de  palabras  empleado  para 
evitar  la  frase  menos  limpia  de  la  ca- 
gamos. 
|  LUCIMIENTO.  —  Quedar  uno  con  luci- 
miento. 

Salir  airoso  en  cualquier  encargo  o 
empeño. 
LUCIR.  —  A  uno  solo  nada  le  luce. 

Indica  que  la  soledad  no  es  buena 
para  nada. 
Ni  a  ti  te  luzca  ni  a  mí  me  haga  falta. 
Dícese,  por  vía  de  imprecación,  a  los 
que  dan  de  mala  gana,  ya  les  cumpla 
de  justicia,  ya  lo  hagan  solamente  por 
el  bien  parecer. 
LUCRECIA.  —  Ser  una  Lucrecia. 

Se  aplica  a  la  mujer  de  castidad  re- 
levante, con  alusión  a  Lucrecia,  dama 
romana,  esposa  de  Colatino,  que  habien- 
do sido  violentada  por  Sexto,  hijo  ma- 
yor de  Tarquino,  rey  de  Roma,  se  atra- 
vesó el  pecho  con  un  puñal,  el  año  509 
antes  de  la  venida  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo. 
LUCHA.  —  Tras  de  las  luchas  de  Marte 
vienen  las  de  Venus. 

Generalmente,  después  de  las  gue- 
rras, suelen  entregarse  los  beligerantes, 
ya  en  plena  paz,  a  las  delicias  del  amor. 
LUCHADOR.  —  El  luchador  de  Don  Be- 
nito, que  estaba  desafiando  a  todo  el  mun- 
do y  siempre  quedaba  debajo.  —  V.  Ser 
uno  el  enano  de  la  venta,  que  asusta  con 
un  «¡Si  voy  allá/» 
LUCHANA.  —  Andar  a  paso  de  Luchana. 
Dícese  traslaticiamente  del  que  va 
andando  a  paso  largo  y  presuroso. — De 
semejante  modo  de  marchar  las  tropas 
da  cuenta  D.  José  Almirante  en  su  Dic- 
cionario militar  en  los  términos  que 
copio  a  continuación :  «Concluida  la 
guerra  civil,  se  introdujo  la  moda  de 


LUEGO 


536 


LUGAR 


exagerar  la  velocidad  del  paso,  llama- 
do de  Luchana  o  triplicado.  La  Inspec- 
ción de  Infantería  condenó  aquella  ma- 
nía en  circular  de  30  de  noviembre 
de  1843  con  estas  palabras:  «De  la  pro- 
»pia  manera  prohibirá  V.  S.  el  paso 
^conocido  por  triplicado,  si  en  ese  re- 
gimiento acostumbra  a  usarse  en  las 
»marchas,  por  imitación  de  lo  que  el 
»arbitrio  o  gusto  particular  introdujo 
>en  otros;  porque,  sobre  ser  contrario 
>a  lo  que  está  mandado,  la  experien- 
cia acredita  que  fatiga  a  la  tropa,  sin 
«reportar  utilidad  alguna  conocidas 
Luchana  es  el  nombre  que  lleva  una 
antigua  fortaleza,  cerca  de  Bilbao,  fun- 
dación de  Fernán  Pérez  de  Ayala,  duo- 
décimo señor  de  la  casa  de  Ayala.  Se 
ha  hecho  célebre  en  la  Historia  con- 
temporánea por  haber  dado  nombre  a 
la  batalla  que  comenzó  en  este  punto 
el  día  25  de  diciembre  de  1836,  cuan- 
do la  primera  guerra  civil,  y  cuyo  re- 
sultado fué  el  levantamiento  del  sitio 
de  Bilbao. 
LUEGO.  —  De  luego  a  luego,  o  Luego 
a  luego. 

Con  mucha  prontitud;  sin  la  menor 
dilación. 
La  calle  de  Luego  y  la  calle  de  Después,  no 
tiene  otra  salida  que  la  casa  de  Nunca. 

Atribuyese  este  dicho  a  la  venerable 
madre  Mariana  de  San  José,  sucesora 
de  Santa  Teresa  en  la  prelacia  del  con- 
vento de  Sevilla,  con  motivo  de  que  a 
cada  petición  que  hacía  ella  al  provin- 
cial para  que  adelantase  los  trabajos 
de  la  fábrica,  solía  éste  contestar  con  la 
mayor  nema:  Esto  se  hará  luego;  tal 
cosa  se  hará  después.  Santamente  indig- 
nada la  priora  al  contemplar  un  día  y 
otro  semejante  pachorra,  y  ver  que 
nada  se  hacía,  prorrumpió  vivamente 
en  aquellas  palabras,  que  no  tardaron 
en  pasar  a  ser  refrán.  —  V.  El  que  echa 
por  la  calle  de  Después,  llega  a  la  plaza 
de  Nunca. 
Para  luego  es  tarde  lo  que  mucho  es  me- 
nester. 

Recomienda  no  diferir  la  ejecución 
de  las  cosas  que  son  de  verdadera  ne- 
cesidad. 
Quien  da  luego,  da  dos  veces.  —  V.  El  que 
da  primero,  da  dos  veces. 


Con  tres  luegos. 

Ejecutar  una  cosa  a  toda  prisa;  con 
suma  celeridad. 
LUENGA.  —  A  luengas   vías,   luengas 
mentiras. 

Denota  la  facilidad  con  que  se  mien- 
te cuando  se  habla  de  tiempos  y  países 
muy  remotos. 
De  luengas  tierras,  luengas  mentiras.  — 
V.  A  luengas  vías,  luengas  ?nentiras. 
LUENGO.  —  Dámelo  luengo  y  dótelo  mo- 
lesto. 

Todo  aquello  que  se  da  tarde  se  sue- 
le hacer  de  mala  gana. 
LUGAR.  —  Dar  lugar.  —  V.  Hacer  lugar. 
Déjame  entrar,  que  yo  ?ne  haré  lugar. 
Todas  las  cosas  requieren  su  princi- 
pio, que  es  el  que  cuesta  trabajo  con- 
seguir; logrado  éste,  lo  demás  es  cues- 
tión de  mérito,  suerte  o  maña. 
Despoblarse  el  lugar. 

Salir  la  mayor  parte  de  la  gente  de 
un  pueblo  por  una  diversión  u  otro- 
motivo. 
De  tal  lugar,  ni  espero  coger  ni  quiero 
sembrar. 

Dícese  despectivamente  de  aquella 
persona  con  quien  no  queremos  nin- 
gún trato. 
El  que  se  casa  fuera  de  su  lugar,  o  va  en- 
gañado, o  va  a  que  le  engañen,  o  va  a  en- 
gañar. —  V.  Quien  lejos  se  va  a  casar» 
o  va  engañado,  o  va  a  engañar. 
Estornuda  cuanto  quieras;  no  me  voy  de 
este  lugar. 

Expresión  empleada  cuando  fingi- 
mos no  comprender  las  señas  o  alusio- 
nes que  se  nos  dirigen  para  que  haga- 
mos o  dejemos  de  hacer  aquello  que 
nosotros  queremos  o  no  queremos  lle- 
var a  cabo. 
Hacer  lugar. 

Desembarazar  un  sitio  o  dejar  libre 
y  franca  una  parte  de  él. 
Hacerse  uno  lugar. 

Conseguir  ser  estimado  y  atendida 
entre  personas  de  mayor  categoría. 
No  haber  lugar. 

Declarar  que  no  se  accede  a  lo  que 
se  pide. 
No  tener  lugar  para  rascarse  la  cabeza. 
En  castellano  pertenece  esta  locu- 
ción proverbial  al  estilo  familiar;  pero 
traducida  literalmente  a   otro  idioma 


LUGO 


537  — 


LUNA 


donde  no  tenga  la  significación  que 
entre  nosotros,  a  saber:  hallarse  suma- 
mente ocupado,  tiene  por  fuerza  que  de- 
generar en  popular  y  baja.  En  el  Qui- 
jote, parte  II,  cap.  LI,  se  juega  del 
vocablo  con  ella  a  renglón  seguido, 
como  lo  demostrará  mejor  el  pasaje  ín- 
tegro, que,  copiado  a  la  letra,  dice  así: 
«La  ocupación  de  mis  negocios  es  tan 
grande,  que  no  tengo  lugar  para  ras- 
carme la  cabeza,  ni  aun  para  cortarme 
las  uñas,  y  así,  las  traigo  tan  crecidas 
cual  Dios  lo  remedio 

Ponerse  uno  en  lugar  de  otro. 

Substituir  por  él  en  cualquier  lugar. 

Quien  en  ruin  lugar  hace  leña,  a  cuestas 
la  saca,  —  V.  Quien  en  ruin  lugar  hace 
viña,  a  cuestas  saca  la  vendimia. 

Quien  en  ruin  lugar  hace  viña,  a  cuestas 
saca  la  vendimia. 

Enseña  el  poco  fruto  que  debe  espe- 
rarse cuando  se  trabaja  en  materias  de 
suyo  estériles  o  cuando  se  favorece  a 
ingratos. 

Quien  en  ruin  lugar  hace,  o  planta,  viña, 
a  cuestas  trae  la  vendimia. 

Aquello  que  se  hace  sin  conocimien- 
to o  sin  las  disposiciones  y  preparati 
vos  que  requiere,  poca  o  ninguna  uti- 
lidad da  de  sí. 

Salvo  sea  el  lugar.  —V.  Salva  sea  la  parte. 

Tener  lugar. 

Suceder,  acontecer  una  cosa. — Tener 
cabida. 

Andar  cagando  lugares. — V.  Tener  culo 
de  mal  asiento. 
LUGO.  —  Muérete  en  Lugo,  o  Para  entie- 
rros, Lugo. 

Por  la  suntuosidad  con  que  se  suele 
celebrar  las  exequias  en  aquella  ciudad. 
LUJO.  —  /  Viva  el  lujo  y  quien  lo  trujo! 

Expresión  usada  irónicamente  cuan- 
do se  ve  a  una  persona  que,  sin  medios 
para  ello,  gasta  más  de  lo  debido  o. 
habla  como  capitalista .  —  Esta  frase 
está  tomada  del  siguiente  cantar: 

Porque  dije  «/  Viva  el  lujo!>, 
me  metieron  en  la  cárcel. 
¡  Viva  el  lujo  y  quien  lo  trujo!; 
no  faltará  quien  me  saque. 

LUMBRE.  —  Ala  lumbre  y  al  fraile,  no 
hurgarle;  porque  la  lumbre  se  apaga  y 
el  fraile  se  arde. 

Expresa  el  cuidado  con  que  se  deben 


tratar  las  cosas  para  que  no  den  resul- 
tados contrarios  a  los  que  se  desean. 
A  lumbre  de  pajas. 

Da  a  entender  la  brevedad  y  poca 
duración  de  una  cosa. 
A  lumbre  mansa.  —  V.  A  fuego  lento,  o 

manso. 
Dar  lumbre. 

Conseguir  el  lance  o  fin  que  se  inten- 
taba con  algún  disimulo.  —  Llegar  a  sa- 
car dinero  a  una  persona. 
Donde  hubo  lumbre,   rescoldo  queda.  — 
V.  Donde  hubo  fuego,  siempre  queda  res- 
coldo, o  cenizas. . 
Donde  lumbre  fué  encendida,  siempre  que- 
do ceniza.  —  V.  Donde  hubo  fuego,  siem- 
pre queda  rescoldo,  o  cenizas, 
i  Hay  lumbre?  —  En  aquella  casa  rebulle. 
Frase  tomada  del  juego  llamado  de 
las  cuatro  esquinas,  tan  sumamente  co- 
nocido que  nos  ahorra  su  explicación. 
Parodiándolo,  pues,  se  dice  así  cuando 
queremos  dar  a  entender  que  no  tene- 
mos o  no  estamos  dispuestos  a  dar  o 
conceder  lo  que  se  nos  pide. 
La  lumbre  de  llama  calienta  el  cuerpo  y 
alegra  el  alma. 

En  efecto,  el  chisporroteo  que  pro- 
duce la  hoguera  es  agradable  a  la  vista, 
y  el  cuerpo  recibe  más  calor  con  la  lla- 
ma que  con  las  brasas. 
La  lumbre  y  la  levadura  hacen  a  la  mu- 
jer aguda. 

La  buena  alimentación  y  la  carencia 
de  frío  hacen  que  la  mujer  soporte  con 
agrado  los  quehaceres  domésticos. 
Ni  por  lumbre. 

De  ningún  modo. —  Expresa  una  ne- 
gativa formal. 
Querer  más  que  a  la  lumbre  de  sus  ojos. — 
V.  Querer  más  que  a  las  pestañas  de  sus 
ojos, 
locar  a  uno  en  la  lumbre  de  los  ojos.  — 
V.  Tocar  a  uno  en  las  niñas  de  los  ojos. 
LUMBRERA.  —  Ser  una  lumbrera. 

Aplícase  a  la  persona  insigne  y  escla- 
recida que  con  su  virtud  y  doctrina  en- 
seña a  otros.  —  Dícese  también,  iróni- 
camente, con  referencia  a  los  tontos. 
LUNA.  —  Cualquiera  luna,  al  mes  que  ter- 
mina se  atribuye. 

La  luna  principiada  en  cualquier  día 
del  mes,  pertenece  al  siguiente  en  que 
concluve. 


LUNA 


-  538  - 


LUNES 


Eso  es  lo  mismo  que  ladrar  a  la  luna. 
Dícese  del  que  amenaza  a  aquel  a 
quien  no  puede  ofender,  como  sucede 
con  los  perros  que,  ofendidos  por  la 
claridad  de  ese  astro,  se  desatan  en  la- 
dridos contra  él  al  ver  la  impotencia 
en  que  se  encuentran  de  morderle.  — 
Dice  un  proverbio  latino  a  este  propó- 
sito :  Quo  plus  lucet  luna,  magis  latrat 
molossus. 
Estar  uno  de  buena,  o  mala,  luna. 
Estar  de  buen,  o  mal,  humor. 
Estar  en  la  luna  de  miel. 

Gozar  los  primeros  meses  del  casa- 
miento. 
La  luna  de  octubre  anco  lunas  cubre. 
Indica  que  tal  como  se  presenta  la 
primera,  suelen  ser  las  condiciones  me- 
teorológicas de  las  cinco  semanas  si- 
guientes. 
Luna  acostada,  marinero  en  pie. 

Enseña  que  cuando  la  luna  se  oculta 
es  cuando  el  marinero  debe  tener  más 
cuidado  en  el  gobierno  del  buque. 
Luna  con  cerco,  labajo  lleno;  estrella  e?i 
medio,  labajo  seco. 

Manera  de  indicar  que  la  obscuridad 
de  la  luna  es  señal  de  lluvia. 
Luna  con  cerco,  señal  de  lluvias. 

Aparte  de  su  sentido  recto,  bien  cla- 
ramente explicado  en  el  mismo  refrán, 
indica  que  cuando  se  ve  seria  la  cara 
de  una  persona  de  quien  tememos  al- 
guna cosa,  ya  podemos  presumir  que 
vendrá  el  regaño  detrás. 
Luna  nueva  tronada,  toda  mojada. 

Cuando   coincide   el  primer   cuarto 
lunar  con  alguna  tempestad,  puede  afir- 
marse que  todo  él  será  de  lluvia. 
Mudable  como  la  luna. 

Aplícase  a  toda  persona  o  cosa  in- 
constante o  voltaria,  porque,  como  to- 
dos saben,  ese  astro  cambia  de  fase 
cuatro  veces  al  mes. 
Parecer  una  luna  llena. 

Se  suele  dar  este  nombre  a  la  cabeza 
de  una  persona  que  se  halla  completa- 
mente calva,  por  el  parecido  que  tiene 
con  aquel  astro  cuando  se  halla  en  ple- 
na oposición  con  el  sol. 
Quedarse  a  la  luna  de  Valencia. 

Dícese  de  aquel  que  se  queda  bur- 
lado o  chasqueado  en  sus  pretensiones 
o  esperanzas.  —  Se  atribuye  el  origen 


de  esta  frase  proverbial  a  que  no  pet- 
mitiendo  a  veces  las  aguas  del  mar  de 
Valencia  atracar  con  facilidad  las  em- 
barcaciones a  la  playa  para  desembar- 
car, tenían  los  viajeros  que  pasar  la 
noche  en  alta  mar,  esto  es,  que  quedar- 
se a  la  luna  de  Valencia,  que  es  como 
llaman  allí  a  la  playa  por  su  figura  se- 
micircular o  en  forma  de  media  luna. 
Otros  lo  atribuyen  al  chasco  que  reci- 
bió cierto  individuo  que  hubo  de  pasar 
largas  horas  de  la  noche  esperando  in- 
útilmente a  su  adorado  tormento  en 
un  patio  o  zaguán  descubierto,  que  en 
aquel  país  se  llaman  lunas.  Sea  como 
quiera,  por  nuestra  parte  creemos  pre- 
ferible la  primera  de  estas  dos  opinio- 
nes; puede  el  curioso  lector,  sin  em- 
bargo, aceptar  la  que  más  le  gustare. 
Ser  herniosa  como  la  luna. 

Aplícase  a  toda  criatura  hermosa,  y 
por  antonomasia,  a  la  Virgen  María. 
Tener  uno  lunas. 

Sentir  perturbación  en  el  tiempo  de 
las  variaciones  de  la  luna. 
LUNAR.  —  Lunar  en  el  bozo,  ?nejor  que  en 
otra  parte  del  rostro. 

Los  lunares  que  se  ostentan  sobre  el 
labio  superior  suelen  hermosear  a  la 
que  los  posee. 
Lunar  sobre  los  dientes,  señor  de  sus  pa- 
rientes. 

Refrán  equivalente  al  anterior,  toda 
vez  que  al  decir  que  es  señor  de  sus  pa- 
rientes, vale  tanto  como  afirmar  que  es 
superior  a  todos  los  demás  que  se  po- 
sean en  diferentes  partes  del  cuerpo. 
LUNES.  —  Del  lunes  al  martes  pocas  son 
las  artes. 

En  breve  distancia  de  tiempo  o  de 
lugar  poca  o  ninguna  variación  puede 
encontrarse,  mayormente  si  se  trata  de 
mejoría  de  fortuna. 
¿Lunes? — Con  mierda  te  desayunes.— Véa- 
se ¿Martes?  —  De  mierda  te  hartes. 
Lunes  y  martes,  fiestas  holgantes;  miérco- 
les y  jueves,  fiestas  solemnes;  viernes  y 
sábado,  fiestas  del  año,  o  San  Felipe  y 
Santiago,  y  el  domingo  lo  lleva  de  suyo. 

Letanía  o  jaculatoria  que  saben  me- 
jor que  el  Padrenuestro  los  holgazanes. 
Lunes  y  sábado  no  quitan  jueves. 

Refrán   antiguamente   usado   en  las 
escuelas  cuando  era  día  de  asueto  el 


LUSTRE 


—  539  — 


LUZ 


jueves,  para  manifestar  que  no  dejaba 

de  serlo  porque  ocurriese  otro  día  de 

fiesta  dentro  de  la  semana,  siempre  que 

éste  fuese  lunes  o  sábado. 

Ocurrir  una  cosa  cada  lunes  v  cada  martes. 

Acontecer  aquello  a  que  la  frase  se 

refiera  con  mucha  frecuencia,  sin  que 

haya  precisión  de  que  sea  diariamente. 

Riñen  el  lunes  los  amantes,  y  se  buscan  el 

martes. 

Expresa  que  los  regaños  entre  los 

enamorados  no  suelen  ser  duraderos. 

LUSTRE.— Darse  uno  lustre.— V.  Darse 

TONO. 

LUTERANO.  —  Es  tan  docto,  que  está  en 
peligro  de  ser  luterano. 

Este  refrán  fué  muy  usado  en  Espa- 
ña en  el  siglo  xvi  para  dar  a  entender 
el  gran  talento  de  algún  sujeto  del  cual 
podía  temerse  que  se  extraviara  en 
opiniones  religiosas.  —  Es  indudable 
que  el  autor  de  una  herejía  necesita 
unir  a  la  energía  de  carácter  el  ejerci- 
cio de  las  facultades  intelectuales,  por- 
que sin  estas  dos  pujantes  palancas  no 
es  asunto  fácil  poner  en  movimiento  a 
la  Humanidad.  —  Los  franceses  tienen 
un  refrán  análogo  al  nuestro,  concebido 
en  estos  términos  :  Un  sot  ne  fait point 
d'hérésie,  que  es  como  si  dijéramos :  Las 
herejías  no  se  han  hecho  para  los  tontos. 
LUTO.  —  Aliviar  el  luto. 

Usarlo  menos  riguroso. 
LUZ.  —  A  la  luz  de  la  vela  no  hay  mujer 
fea. 

Da  a  entender  que  por  las  noches 
todas  las  mujeres  parecen  bien. 
A  primera  luz. 

Al  amanecer,  al  rayar  el  día. 
Coger  dos  de  \\yzy  cuatro  de  traspon. 

Ausentarse,  desaparecer,  huir. 
Dar  luz. 

Recobrar  vigor  y  robustez. 
Dar  luz  a  uno. 

Alumbrar,  iluminar  el  entendimiento. 


El  que  obra  mal,  odia  la  luz. — V.  La  noche 

es  capa  de  pecadores. 
Irse  apagando  como  la  luz  de  una  mari- 
posa. 

Aplícase  a  aquella  persona  que  se 
muere  lentamente  y  como  por  consun- 
ción, a  la  manera  que  se  extingue  la 
luz  de  la  lamparilla  por  irle  faltando 
poco  a  poco  el  aceite. 
Morirse  alguna  persona  sin  luz,  sin  sol  y 
sin  moscas. 

Abandonada  de  todo  el  mundo  y  sin 
tener  dinero. 
Rayar  la  luz  de  la  razón. 

Empezar  a  ilustrarse  el  entendimien- 
to en  el  conocimiento  de  las  cosas.  — 
Dícese  de  los  niños  cuando  entran  en 
el  uso  de  la  razón. 
Sacar  a  luz. 

Publicar  una  obra.  —  Descubrir,  ma- 
nifestar, hacer  notorio  lo  que  estaba 
oculto. 
Salir  a  luz. 

Descubrirse  lo  oculto.  —  Ser  produ- 
cido por  algo. — Imprimirse  una  obra. 
Ser  una  cosa  más  clara  que  la  luz,  o  que 
la  luz  del  ?nediodta. 

Hacerse  comprender  sencilla  y  natu- 
ralmente. 
A  todas  luces. 

Por  todas  partes,  de  todos  modos. 
Estar  entre  dos  luces. 

Equivale  a  indicar  que  no  se  está 
muy  sereno,  a  causa  de  haberse  exce- 
dido algo  en  la  bebida. 
Hacer  dos  luces. 

Alumbrar  a  dos  partes  a  un  tiempo.— 
Servir  a  dos  personas  simultáneamente. 
Más  vale  estar  entre  dos  luces  que  entre 
cuatro. 

Efectivamente,  y  por  poco  digno  que 
sea,  cualquiera,  si  le  dan  a  escoger,  pre- 
fiere estar  algo  calamocano  a  encon- 
trarse tendido  en  el  ataúd  y  alumbra- 
do por  cuatro  velas. 


IX 


LLAGA.  —  Contar  la  llaga  y  la  plaga. 

Decirlo  todo  muy  al  pormenor,  sin 
excluir  nada. 
Indignarse  la  llaga. 

Irritarse  o  enconarse  una  herida. 
La  mala  llaga  sana  y  la  mala  fama  mata. 
Enseña  cuan  difícil  es  de  borrarse 
la  mala  opinión,  una  vez  adquirida. 
Muchas  veces,  curada  la  llaga,  queda  la 
cicatriz. 

Si  un  vicio  no  se  extirpa  de  raíz,  no 
es  extraño  que  queden  resabios. 
Renovar  la  llaga,  o  las  llagas.  —  V.  Re- 
novar la  HERIDA. 
Sanan  llagas  y  no  malas  palabras. 

Reprende  a  los  murmuradores  y  pon- 
dera los  daños  de  las  malas  lenguas. 
LLAMA. — Huir  de  la  llama  y  dar  en  las 
brasas. 

En  ocasiones,  por  pretender  huir  de 
un  peligro  se  cae  en  otro  mayor. 
Salir  de  las  llamas  y  caer  en  las  brasas. — 
V.  Salir  de  Laguna  y  entrar  en  Mojados. 
LLAMADO. — Al  llamado  del  que  le  pien- 
sa, viene  el  buey  a  la  melena. 

Enseña  la  facilidad  con  que  se  obe- 
dece a  aquel  de  quien  se  reciben  bene- 
ficios. 
LLAMAR.  —  Ahí  te  están  llamando,  o 
¿No  oyes  que  te  llaman? 

Dícese  por  broma  a  una  persona,  en 
ocasión  de  oír  a  un  borrico  rebuznar. 
Donde    no    me    llaman,  para  nada  me 
querrán. 

Exhorta  a  no  meterse  uno  donde  no 
se  solicita  su  concurso. 
¿Dónde  vas  sin  ser  llamado?  Suspirando 
volverás. 

Contra  los  entremetidos;  porque  sue- 
len salir  desengañados  de  su  interven- 
ción, ora  provenga  ésta  de  mera  curio- 
sidad, ora  sea  impulsada  por  el  mejor 
deseo. 


Muclws  son  los  llamados  y  pocos  los  es- 
cogidos. 

Máxima  evangélica  que  indica  el  nú- 
mero tan  exiguo  de  los  que  llegan  a 
alcanzar  el  fin  de  una  cosa,  siendo  tan- 
tos los  que  dan  comienzo  a  ella. 
LLANA.  —  Ala  llana.  —  V.  A  la  pata  la 

llana. 
LLANEZA. —  ¡Alabo  la  llaneza! 

Moteja  al  que  usa  de  familiaridad  y 
confianza  con  las  personas  a  quienes 
debía  tratar  con  respeto  y  atención. 
La  demasiada  llaneza  engendra  menos- 
precio. 

Aconseja  que  no  se  use  de  familia- 
ridad con  las  personas  de  categoría  su- 
perior, pues  se  termina  por  perderles 
el  respeto  debido. 
LLANO.  —  Aquel  va  más  sano  que  anda  por 
el  llano. 

Enseña  a  obrar  del  modo  más  seguro 
y  a  huir  de  lo  que  sea  peligroso. 
De  llano  en  llano. 

Clara  y  llanamente. 
LLANTO.  —  Anegarse  uno  en  llanto.  — 
V.  Llorar  a  lágrima  viva. 
El  llanto,  sobre  el  difunto. 

Denota  que  las  cosas  se  han  de  hacer 
a  tiempo  y  oportunamente,  sin  dejar 
pasar  la  ocasión,  o  sea,  inmediatamen- 
te después  de  las  causas  que  las  mo- 
tivan. 
No  hay  Danto  sin  paño. 

No  existe  mal  tan  grande  que  no  en- 
cuentre algún  alivio. 
Ser  el  llanto  del  cocodrilo. 

Aplícase  al  que  se  queja  hipócrita- 
mente para  conseguir  lo  que  desea. — 
V.  Parecerse  al  cocodrilo,  que  siempre 
llora  por  lo  que  queda. 
LL AVE.—  Debajo  de  llave. 

Da  a  entender  que  una  cosa  está  bien 
guardada  o  encerrada. 


LLAVE 


—  S4i  — 


LLEVAR 


Echar  la  llave. — V.  Echar  el  sello. 

Falsear  la  llave. 

Hacer  otra  semejante,  con  las  mis- 
mas guardas  y  medidas,  para  abrir  fur- 
tivamente una  puerta,  cofre,  etc. 

La  llave  del  pleito,  en  el  escribano,  y  la  del 
médico,  en  el  boticario. 

Recomienda  que  para  ganar  aquél 
se  cuente  primero  con  el  escribano, 
pues  es  el  que  ha  de  encauzar  el  asun- 
to a  su  gusto;  así  como  el  boticario 
cuidará,  si  está  interesado,  de  que  el 
médico  no  haga  alguna  barrabasada  y 
de  que  los  medicamentos  que  salgan 
de  su  farmacia  reúnan  las  debidas  con- 
diciones para  que  surtan  el  efecto  a 
que  están  destinados. 

Llave  en  cinta  hace  buena  a  mí  y  a  mi 
vecina. 

Indica  que  el  buen  orden  de  una 
casa  estriba  en  que  el  ama  de  ella  cui- 
de y  ahorre,  dándolo  todo  bajo  su  vi- 
gilancia y  no  dejando  las  llaves  en  ma- 
nos de  la  servidumbre. 

Más  vale  vuelta  de  llave  que  consejo,  o 
conciencia,  de  fraile. 

Aconseja  que  debemos  tomar  y  bus- 
car las  seguridades  que  nos  parezcan 
mejores  para  la  conservación  de  nues- 
tra hacienda,  y  no  fiarnos  de  nada  ni 
de  nadie. 

Quien  tiene  la  llave  de  la  despensa,  cuan- 
do comer  o  beber  quiere,  a  nadie  le  pide 
licencia. 

El  que  no  depende  de  nadie,  no  ne- 
cesita aguantar  molestias  de  ningún 
género,  ni  pedir  permiso  para  obrar 
como  le  dé  la  gana. 

Ahí  te  quedan  las  llaves. 

Da  a  entender  que  uno  deja  el  ma- 
nejo de  un  negocio  sin  dar  razón  de  su 
estado. 

Debajo  de  siete  llaves. 

Denota  que  una  cosa  está  muy  guar- 
dada y  segura. 

Las  llaves  cuestan  poco  y  valen  mucho. 
Lo  que  verdaderamente  se  conserva 
secreto  es  lo  que  se  guarda  bajo  llave; 
ésta  es  un  objeto  de  poco  precio;  pero 
los  servicios  que  reporta  son  de  una 
importancia  indiscutible. 

Las  llaves  en  la  cinta  y  el  perro  en  la 
cocina. 

Se  dice  de  aquellas  personas   que 


siendo  muy   descuidadas   afectan    ser 
muy  cuidadosas. 
Llevarse  uno  las  llaves. 

Ser  el  último  en  salir  o  en  despedir- 
se de  alguna  parte. 
Llevarse  uno  las  llaves  de  la  despensa. 
Dejar  sumida  en  la  necesidad  a  una 
persona  o  familia  el  que  se  ausentó,  o 
murió,  por  ser  el  único  amparo  y  sos- 
tén con  que  aquéllas  contaban. 
LLAVEAR. — Saber  llavear  a  una  perso- 
na o  una  cosa. 

Manejarse  con  habilidad  y  destreza 
para  lograr  el  fin  que  uno  se  propone 
respecto  de  alguien.  —  Úsase  también, 
a  igual  propósito,  de  los  verbos  teclear 
y  trastear. 
LLEGAR.  —  El  que  primero  llega,  ése  la 
calza,  o  ése  se  la  calza. 

Aquel  que  es  más  diligente  logra,  por 
lo  común,  lo  que  solicita. 
Hasta  aquí  pudo  llegar. 

Tráelo  D.  Ramón  de  la  Cruz  en  su 
saínete  Los  hombres  con  juicio,  y  equi- 
vale al  Non  plus  ultra  de  los  latinos. 
Llegaos,  que  la  dejan  ver. 

Frase  con  que  se  da  a  entender  que 
no  se  halla  uno  dispuesto  a  aguantar 
las  molestias,  faltas,  abusos,  etc.,  que 
se  quiera  cometer  con  nosotros. 
Llegar  y  besar,  o  Llegar  y  besar  el  san- 
to. -  V.  Llegar  y  pegar. 
Llegar  y  pegar. 

Da  a  entender  la  facilidad  y  rapidez 
con  que  se  consigue  una  cosa. — Dícese 
también :  Llegar  y  besar,  o  Llegar  y  be- 
sar el  santo. 
Llegué,  vi  y  vencí. 

Traducción  del  histórico   veni,  vidi, 
vici  con  que  César  anunció  al  Senado 
la  rapidez  de  su  victoria  sobre  Farna- 
ces,  rey  del  Ponto. — Úsase  mucho  tam- 
bién en  latín. — V.  Llegar  y  pegar. 
No  llegar  una  persona  o  cosa  a  otra. 
No  igualarla  o  no  tener  las  cualida- 
des, habilidad  o  circunstancias  que  ella. 
¿Piensan  que  no  hay  más  que  llegar  y  be- 
sarla durmiendo?  —  V.  Llegar  y  pegar. 
Todo  llega,  todo  cansa,  todo  se  acaba.  — 
V.  Todo  tiene  fin  en  este  mundo. 
LLEVAR.  —  Llevar   uno    adelante   una 
cosa. 

Seguir  con  tesón  y  constancia  lo  que 
se  ha  emprendido. 


LLORAR 


542 


LLOVER 


Llevar  uno  consigo. 

Hacerse  acompañar  de  una  o  varias 
personas.  —  Suponer  de  antemano  lo 
que  va  a  ocurrir. 
Llevarla  hecha. 

Tener  dispuesta  o  tramada  de  ante- 
mano, con  disimulo  y  arte,  la  ejecución 
de  una  cosa. 
Llevarlas  bien,  o  mal. 

Estar  bien,  o  mal,  avenidos. 
Llevar  lo  mejor,  o  lo  peor. 

Ir  consiguiendo  ventaja,  o  al  contra- 
rio, en  lucha  o  competencia. 
Llevar  uno  por  delante  una  cosa. 

Tenerla   presente    para  dirigir  sus 
operaciones. 
Llevarse  bien,  o  mal. 

Congeniar,  o  no.  —  Darse  recíproca- 
mente motivos  de  amor  o  agrado,  o  al 
contrario,  dos  o  más  personas  que  vi- 
ven en  compañía  o  tienen  que  tratarse 
con  frecuencia. 
No  llevarlas  uno  todas  consigo.  —  V.  No 
tenerlas  todas  consigo* 
LLORAR.  —  Dejarlo  llorar;  mientras  más 
llore,  menos  meará. 

Manifiesta  el  poco  caso  que  se  hace 
de  las  lágrimas  que  derrama  una  per- 
sona, ya  por  no  estimar  digna  de  com- 
pasión su  suerte,  ya  por  juzgar  que  su 
lloro  es  fingido.  —  Aplícase  más  común- 
mente a  los  niños,  sobre  todo  si  tienen 
costumbre  de  ser  muy  llorones. 
El  que  llora  será  consolado. 

Todos  los  males  tienen  fin,  siendo, 
por  lo  tanto,  cosa  segura  que  no  ha  de 
faltar  consuelo  al  que  sufre. 
El  que  no  llora  no  mama. 

Da  a  entender  que  para  lograr  una 
cosa  conviene  pedirla  con  insistencia. 
Llórame  solo  y  no  me  llores  pobre. 

Explica  que  el  que  tiene  quien  le  fa- 
vorezca, espera  ver  mejorada  su  mala 
fortuna. 
Llorar  uno,  o  una  cosa,  por  ... 

Haber  sobrado  de  aquello  de  que  se 
trata,  especialmente  si  ese  exceso  re- 
sulta inconveniente,  molesto,  ridícu- 
lo, etc.;  v.  gr. :  Ya  puedes  llorar  por 
cartas  (dicho  a  uno  que  acaba  de  reci- 
bir una  correspondencia  dilatada).  — 
Esta  levita  está  lloraudo  por  faldones  (a 
causa  de  haber  salido  demasiado  lar- 
gos).—  Empléase  en  sentido  irónico. 


Quien  llora  se  desahoga. 

No  es  conveniente  evitar  esa  natural 
expansión  al  que  sufre,  pues  el  retener 
el  llanto  ocasiona  no  pocos  perjuicios 
y  trastornos  en  la  salud  del  que  logra 
hacerse  fuerte. 
LLORO.  —  El  lloro  de  los  que  heredan  es 
risa  debajo  de  máscara. 

Porque,  salvo  raras  excepciones,  sue- 
le ser  fingido. 
LLOVER.  —  A  secas  y  sin  llover. 
Sin  preparación;  sin  aviso. 
Como  llovido. 

De  modo  inesperado  e  imprevisto.  — 
También  se  suele  decir:  Como  llovido 
del  cielo. 
Como  llovido  del  cielo. 

Dícese  de  aquello  que  se  presenta 
cuando  más  falta  hace,  sobre  todo  si  no 
era  esperado. 
Cuando  llueve,  todos  nos  mojamos. 

Indica  que  cuando  ocurre  alguna  des- 
gracia general  a  todos  nos  toca  parte, 
debiendo  llevarlo  con  paciencia,  aun- 
que no  sea  más  que  por  aquello  de  mal 
de  muchos... 
De  entonces  a  acá  ya  ha  llovido  algo. 

Denota   haber   transcurrido   mucho 
tiempo  desde  que  se  verificó  aquello 
de  que  se  trata. 
El  que  no  se  alegra  cuando  llueve,  nada 
tiene. 

Refiérese  a  los  que  poseen  tierras  y 
sembrados  a  quienes  beneficia  el  agua, 
es  decir,  a  los  labradores;  porque  hay 
quien  tiene,  aunque  no  sea  más  que 
gota  o  reuma,  ¡y  le  hace  una  gracia  la 
lluvia!... 
Eso  es  lo  mismo  que  llover  sobre  mojado. 
Se  aplica  a  la  persona  que  no  puede 
reponerse  prontamente  de  alguna  des- 
gracia, por  sobrevenirle  inmediatamen- 
te otra  u  otras,  a  la  manera  que  cuando 
está  mojado  el  suelo  por  haber  llovido, 
no  puede  secarse  fácilmente  si  se  suce- 
den las  lluvias  sin  interrupción. 
Nunca  llueve  a  gusto  de  todos. 

Por  lo  difícil  que  es  el  encontrar  dos 
pareceres  acordes,  cuando  se  toma  una 
resolución,  por  buena  que  sea,  no  es 
extraño  que  sea  bien  acogida  de  un 
modo  total. 
Nunca  llueve  como  truena. 

Da  a  entender  que,   generalmente, 


LLOVER 


543  — 


LLUVIOSO 


cuando  una  persona  se  enfada  con  otra 
prorrumpe  en  amenazas  terribles,  y 
llegado  el  momento  de  ponerlas  en  eje- 
cución, se  ve  que  no  son  tan  grandes 
sus  efectos;  es  decir,  que  no  es  tan  bravo 
el  león  como  lo  pintan. 

Oír  a  uno  como  quien  oye  llover. 

Dícese  de  aquellos  que  no  hacen  caso 
de  las  amonestaciones  que  se  les  diri- 
gen o  del  suceso  que  se  verifica,  a  la 
manera  de  aquel  que,  hallándose  res- 
guardado debajo  de  techado,  se  cura 
poco  o  nada  del  aguacero  que  está  ca- 
yendo. 

Que  llueva,  o  que  truene,  o  que  ventee. 
Suceda  una  cosa  u  otra;  en  cualquie- 
ra contingencia.  —  Úsalo  D.  Ramón  de 
la  Cruz  en  La  fantasma  del  lugar,  bajo 
la  forma  antes  que  truene  o  que  llueva. — 
V.  Por  fas  o  por  nefas,  o  Por  activa  o 
por  pasiva,  o  Por  hache  o  por  erre,  o 
Tuerto  o  derecho. 

Si  no  viene  al  llueve,  viene  al  mucho. 

Empléase  cuando  alguna  persona  in- 
terrumpe una  conversación  con  un  ex 
abrupto  que  no  tiene  nada  que  ver  con 
lo  que  se  estaba  hablando.  —  Obedece 
al  siguiente  cuento  o  sucedido.  Ponde- 
rábase en  una  tertulia  la  inmensa  can- 
tidad de  agua  que  estaba  descargando 
desde  días  atrás  sobre  la  ciudad,  cuan- 
do acertó  a  entrar  un  contertulio  a 
quien  los  demás  no  consideraban  cier- 
tamente como  un  Salomón.  «Es  mucho 
lo  que  llueve»,  exclamó  como  reflexión 
final  el  dueño  de  la  casa.  Y  pasado  un 
rato  y  hecho  el  silencio,  dijo  con  la 
mayor  naturalidad  nuestro  hombre,  que 
acababa  de  leer  un  libro  que  le  había 
gustado  mucho:  «¿Y  qué  tiene  que  ver 


eso  con  lo  que  llueve?»,  prorrumpieron 
todos,  replicando  él  un  la  forma  apun- 
tada. 
Seco  y  sin  llover.  —  V.  A  secas  y  sin 
llover. 
LLUVIA.  —  La  lluvia  no  quebranta,  o 
rompe,  huesos. 

Dícese  así  a  los  que  manifiestan  cier- 
to miedo  a  mojarse. 
La  primera  lluvia  de  agosto  apresura  el 
mosto. 

Porque  beneficia  a  los  viñedos. 
Lluvia  con  aire  de  Toro,  ablanda  piedra? 
y  todo. 

Úsase  en  la  región  zamorana  por  lo 
fuerte  que  es  aquélla  cuando  va  acom- 
pañada del  viento  que  sopla  de  la  ciu- 
dad citada. 
Lluvia,  o  nieve,  de  febrero,  el  mejor  ester- 
colero. 

Cualquiera  de  las  dos  prepara  admi- 
rablemente las  tierras  para  comenzar 
en  ellas  el  subsiguiente  laboreo. 
Lluvia  por  San  Lorenzo,  lluvia  a  buen 
tiempo. 

Cuando  llueve  por  los  alrededores 
del  santo  mártir,  abogado  contra  los  in- 
cendios (10  de  agosto),  beneficia  a  los 
campos,  por  lo  cual  es  bien  recibida  el 
agua  entonces  por  los  labradores. 
Una  lluvia  no  hace  invierno.  —  V.  Una 

golondrina  no  hace  verano. 
Lluvias  de  enero  llenan  cuba,   tinaja  y 
granero. 

El  agua  en  enero  es  beneficiosa  para 
las  vides,  los  olivos  y  los  trigos. 
LLUVIOSO.  —  Lluvioso  febrero,  año  ce- 
badero. 

Las  lluvias  abundantes  en  el  mes  in- 
dicado anuncian  buen  año  de  cebada. 


FIN  DEL  TOMO  PRIMERO 


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